La Modernidad

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MODERNIDAD El concepto de Modernidad designa, en principio, un determinado perodo cronolgico que abarca los ltimos cinco siglos.

La presuncin de que, a lo largo de esos siglos, pueden mantenerse ciertos rasgos como permanentes, indicara el supuesto de la existencia de criterios no estrictamente cronolgicos en vista a su definicin y, por tanto, el recurso a caracteres de contenido y de tipo histrico. El concepto puede abordarse desde distintos puntos de vista, segn consideraciones de tipo esttico, filosfico, poltico, etc. En nuestra presentacin lo tomaremos, ante todo, como un concepto histrico-filosfico, en la medida en que aparece como criterio caracterizador de una determinada poca, a la vez que vinculado a rasgos de tipo normativo. El concepto alcanza un uso cada vez mayor en la historia, la teora de la historia y la filosofa de la historia, logrando rasgo cannico con el siglo XVIII. Surge al hilo de una nueva conciencia del tiempo histrico, por la que se distingue entre las edades Antigua, Media y Moderna (o Modernidad). Pronto, en el siglo XIX, se aadira una Edad Contempornea, referida a los tiempos novsimos. El momento de la ruptura con la Edad Media viene ejemplificado, segn pticas distintas, como Renacimiento o como Reforma. La Semntica de los tiempos histricos, preconizada por R. Koselleck, ha investigado los principales rasgos histricos con que aparece la nueva temporalizacin, vinculada al concepto de Modernidad. Ante todo, lo cronolgico o temporal adquiere un significado histrico propio. As, los siglos (saecula) se comprenden como unidades coherentes y cargadas de sentido. Se impone el axioma de la irrepetibilidad, como lo expresa Herder: No hay dos cosas en el mundo que tengan la misma medida del tiempo... As pues (se puede decir verdadera y audazmente), en un tiempo del universo hay un nmero incalculable de tiempos1. La experiencia del progreso aparece como componente fundamental de la sntesis de espacio de experiencia y horizonte de expectativa en el concepto de Modernidad. Supone el recurso a un aspecto concreto desde el que poder organizar toda la historia; por ello los filsofos de la Ilustracin proyectan desde el concepto la perspectiva de una historia total. Se trata de una experiencia arraigada en el conocimiento de lo anacrnico que sucede en un tiempo cronolgicamente igual. La diferencia en cuanto a la mejor organizacin o a la situacin del desarrollo cientfico, tcnico o econmico, determinaba desde el siglo XVI cada vez ms la experiencia histrica2. Como canon del conocimiento histrico se erige la teora de la perspectiva histrica subjetiva. En consecuencia, se proponen nuevas y variadas lecturas del pasado. La unin de la reflexin histrica con la conciencia del movimiento del progreso, permiti resaltar el propio perodo moderno, en comparacin con los precedentes. Tambin la diferencia tajante entre el tiempo propio y el futuro, entre la experiencia precedente y la expectativa del porvenir, impregn el tiempo nuevo de la historia3. El propio tiempo aparece como tiempo de transicin, no como final o principio. Hay un cambio de los ritmos temporales de la experiencia: la aceleracin, en virtud de la cual se diferencia el tiempo propio del precedente. Humboldt lo expres as: Quien compare, aunque sea con poca atencin, el estado actual de las cosas con el de hace quince o veinte aos, no negar que reina en l una desigualdad mayor que en el doble espacio de tiempo a principios de este siglo4. Por ltimo, se impone una temporalizacin que entrelaza continuamente las dimensiones del presente, pasado y futuro. Surgen las teoras y las filosofas de la /historia. El componente espacial se universaliza. En el componente temporal se incluye el futuro potencial. Con la experiencia de la simultaneidad de lo anacrnico se desarrolla una historiografa (Droysen, L. von Stein, Marx) que saca su impulso de un futuro en el que se intenta influir en funcin de sus diagnsticos histricos. II. REFLEXIN SISTEMTICA. Una reflexin sistemtica sobre la Modernidad no puede menos que dar cuenta de la perspectiva abierta por los debates suscitados en los aos ochenta y la acuacin del trmino posmodernidad. A la luz de un planteamiento crtico de los rasgos centrales del programa de la Ilustracin, su continuacin en las filosofas de Hegel y Marx y la convergencia de todo ello en el /marxismo, como concepcin del mundo y de la historia, en cierta manera hegemnica en los crculos del planteamiento crtico en buena parte del siglo XX, desde la perspectiva de la posmodernidad alcanzan nueva configuracin experiencias, acontecimientos y filosofas del siglo XX, en tanto que consideradas como precursoras de una nueva manera de entender la historia. El rasgo comn ms importante del estilo de este planteamiento de /posmodernidad sera la ruptura con el discurso de los grandes relatos. No obstante, la evaluacin del carcter definitivo, o parcialmente periclitado, de la Ilustracin, el mantenimiento o negacin de rasgos de continuidad con la experiencia moderna, tanto en los mbitos de sentido como en los terrenos econmico y

poltico, abre un amplio abanico de posiciones, desde las que se sigue planteando una lectura de la Modernidad y del lugar que en ella, o tras ella, ocupa el momento presente. En el mbito de la historia, segn el resumen de la cuestin planteado por A. Heller, la gran narrativa de la Modernidad ha sostenido una lectura centrada en un /sujeto colectivo que confiera unidad al proceso histrico (espritu del pueblo, proletariado), obtenindose as un concepto universal de historia al que se atribuye una dinamis propia, y segn el cual la transicin desde el mundo premoderno al moderno se ha producido por un telos oculto, que culmina en el universalismo como final de la historia, y se mantiene la confianza metafsica en la creencia de la resolucin del enigma de la historia5. Por el contrario, con la posmodernidad se impone un escepticismo ms o menos amplio, por el que se abren paso diversidad de perspectivas de anlisis. Ya no se presupone la transparencia, sino ms bien la inescrutabilidad de la Modernidad. Con la negacin de un nico sujeto colectivo, ya no puede sostenerse una nica historia universal, ni un principio de movimiento unificador. El mundo moderno ya no aparece como determinado causalmente desde el premoderno, y la universalidad alcanzada se considera puramente emprica y no expresin de superioridad6. El paso de la gran narrativa a la posmodernidad, por lo dems, es entendido por A. Heller como incluido dentro del movimiento del pndulo de la modernidad, como metfora dinmica que incorpora, rompiendo el planteamiento lineal clsico, la constante negacin y autointerrogacin de todos los logros modernos. Uno de los autores que, en las ltimas dcadas, ha planteado una de las reflexiones ms sistemticas sobre el concepto de Modernidad ha sido J. Habermas, desde la perspectiva de que la Ilustracin no ha agotado su proyecto emancipador, que no puede considerarse como acabado. Para ello propone una reflexin sobre el contenido normativo de la Modernidad y lo confronta tanto con la crtica radical de la razn, llevado a cabo en la filosofa contempornea, cuanto con el funcionalismo sistmico de N. Luhmann. La filosofa de Hegel aparece como un lugar privilegiado de consideracin de la Modernidad como problema filosfico. Hegel, en efecto, ha captado la ntima conexin que existe entre Modernidad y racionalidad. La teora de la /razn de Kant ya habra dado cuenta del proceso por el que la razn se constituye como tribunal supremo, ante el que ha de justificarse todo lo que pretenda ser vlido, tambin habra subrayado la separacin de esferas, como consecuencia del proceso de racionalizacin. La filosofa de Hegel tiene consciencia del devenir problemtico de la Modernidad, y se plantea una reconstruccin crtica de la misma, ofreciendo una definicin de su principio, a la vez que una lectura crtica que evite los peligros de desintegracin inherentes al proyecto moderno. El principio fundamental de la Modernidad, para Hegel, es la subjetividad. Desde el autocercioramiento de la modernidad como problema principal de su filosofa, Hegel subraya que la subjetividad explica tanto la superioridad del mundo moderno como su tendencia a la crisis. Las notas bsicas de la subjetividad son lalibertad y la reflexin. Segn la explicacin de Habermas, la expresin subjetividad comporta, sobre todo, cuatro connotaciones: a) individualismo: en el mundo moderno la peculiaridad infinitamente particular puede hacer valer sus pretensiones; b) derecho de crtica: el principio del mundo moderno exige que aquello que cada cual ha de reconocer se le muestre como justificado; c) autonoma de la accin: pertenece al mundo moderno el que queramos salir fiadores de aquello que hacemos; d) finalmente la propia filosofa idealista: Hegel considera como obra de la Edad Moderna el que la filosofa aprehende la idea que se sabe a s misma7. Para Hegel, la subjetividad determina todas las manifestaciones de la cultura moderna, encarnndose en la vida religiosa, el /Estado, la sociedad, la /ciencia, la moral y el arte. El lmite de la subjetividad viene dado en cuanto se revela como principio unilateral, incapaz de regenerar el poder religioso de la unificacin en el medio de la razn. Resulta as la escisin entre fe y saber tpica de la /Ilustracin. La crtica del espritu de la poca, por parte de Hegel, se cifra en que esta ha renunciado a la totalidad. La adopcin del concepto de Absoluto muestra la intencin de ir ms all de las unilateralidades del principio de la subjetividad, aunque el precio a pagar por el propio Hegel sea que acaba negando la posibilidad de la crtica a la Modernidad. Para Habermas, la Modernidad se revela como una determinada forma de conciencia temporal, en la que se recogen las experiencias del progreso, la aceleracin, la simultaneidad cronolgica de lo asimultneo, la diferencia entre espacio de experiencia y horizonte de expectativa. Al mismo tiempo, y a diferencia del mundo premoderno, se trata de una poca que tiene que extraer su normatividad de s misma, tiene una necesidad de autocercioramiento intrnseco, que no le puede venir dado de fuera de ella. Es en la crtica /esttica donde este problema adviene por primera vez a la conciencia, como puede apreciarse en la idea de /belleza sujeta al tiempo, principio sostenido por los modernos en la famosa querlle. La obra de arte aparece as, en el planteamiento de Baudelaire, como el punto de encuentro entre actualidad y eternidad.

Donde el concepto de Modernidad adquiere un uso ms polmico es en su utilizacin crtica con respecto a las teoras que ms radicalmente proclaman su adis a la Modernidad, como es el caso de la Dialctica negativa de Adorno, la Genealoga de Foucault o la Deconstruccin de Derrida. En la lectura que Habermas ofrece de estas teoras, estas no dan cuenta del lugar en que se mueven y se dejan guiar por intuiciones normativas, que apuntan mucho ms all de aquello a que pueden dar lugar en lo otro de la razn que indirectamente evocan. Por su parte, Habermas enfoca la salida de las aporas a que dan lugar estas teoras, recurriendo a un concepto normativo de racionalidad, extrado de la propia prctica cotidiana comunicativa, y que apunta ms all de la teora de sistemas. Accin comunicativa y Mundo de la vida, como conceptos que remiten entre s, constituyen la alternativa ofrecida por Habermas para sustituir al concepto marxiano de trabajo como prototipo de la praxis social. Se obtiene as una nueva presentacin del contenido normativo de la Modernidad entendida desde la triple consideracin del trato con la tradicin cultural y el falibilismo correspondiente, el universalismo inherente a la universalizacin de las normas de accin y la generalizacin de valores y el subjetivismo propio de la individualizacin. En palabras de Habermas, ahora la reflexivizacin de la cultura, la generalizacin de valores y normas, la extremada individuacin de los sujetos socializados, la conciencia crtica, la formacin autnoma de la voluntad colectiva, la individuacin, los momentos de racionalidad atribuidos en otro tiempo a la praxis de los sujetos, se cumplen, aumentan, o se refuerzan bajo las condiciones que una red de intersubjetividad lingsticamente generada, cada vez ms extensa, y urdida de forma cada vez ms fina8. Si la accin comunicativa se despliega como falibilismo, universalismo moral y subjetivismo, proyectados respectivamente sobre tradicin cultural, mundo tico y mbito individual, no lo hacen unilateralmente, sino que obtienen la resistencia del mundo de la vida que asegura la continuidad de los plexos de sentido. Las figuras de pensamiento propias de la teora de la intersubjetividad permiten, pues, entender por qu el examen crtico y la conciencia falibilista, incluso refuerzan la continuidad de una tradicin, tras haber perdido esta su carcter cuasi natural; por qu los procedimientos abstracto-universalistas de formacin discursiva de la voluntad comn, incluso consolidan la solidaridad en medio de unas formas de vida que ya no vienen legitimadas en trminos tradicionales; y por qu los ampliados espacios para la individualizacin y la autorrealizacin, incluso adensan y estabilizan un proceso de socializacin que se ha liberado de toda pauta fija9. Pero una teora de la modernidad no puede limitarse a dar cuenta de los procesos que se llevan a cabo en las esferas de la vida cultural, es decir, en la modernidad cultural, sino que tiene que plantearse, al mismo tiempo, la explicacin de los complejos procesos de racionalizacin social que asegura la reproduccin material de la sociedad. En dilogo con la teora de sistemas, Habermas subraya el entrelazamiento entre una economa organizada en trminos de mercado y un Estado que se reserva el monopolio de la violencia. Se abre paso as a la explicacin no slo de las condiciones de la reproduccin material del mundo de la vida, sino tambin de la cosificacin sistemticamente inducida de la prctica cotidiana, a que dan lugar los procesos de intercambio a travs de los medios de regulacin o control sistmicos. La paradoja de la racionalizacin social da cuenta de la situacin de que, por un lado, dinero y poder, tienen necesidad de una madurez de la racionalizacin del mundo de la vida para que puedan quedar jurdicamente institucionalizados en ese mundo; y, por otro, esos mismos medios penetran en forma de monetarizacin y burocratizacin en los mbitos de la reproduccin cultural, la integracin social y la socializacin, con la consiguiente produccin de efectos secundarios patolgicos. Las crisis del Estado social responden a la rupturade las estructuras de compromiso entre sistema y mundo de la vida, y seran exponentes de la situacin problemtica de la modernidad social (capitalismo y Estado liberal) en las ltimas dcadas. En ese aspecto, y desde la exposicin del fracaso de las teoras marxistas de la modernidad, Habermas se plantea en qu medida es posible una superacin de las crisis, matizando las respuestas sobre la existencia de un centro reflexivo y un sistema ejecutivo, desde los que sera posible una actuacin de la sociedad sobre s misma y corregir las patologas de la modernidad. III. MODERNIDAD Y PERSONA. Segn el tipo de teora que consideremos, el lugar de un concepto de persona (o alguno de sus referentes prximos) encuentra matices distintos. Los diagnsticos procedentes e inspirados en Max Weber han tendido a subrayar que los procesos de racionalizacin que acompaan al surgimiento y consolidacin de la modernidad, han ocasionado una burocratizacin o dominio de las organizaciones sobre la personalidad individual, de manera que las sociedades modernas se han erigido en verdaderas jaulas de hierro para ese individuo. El diagnstico de la teora de sistemas ha acentuado la lgica de la diferenciacin de esferas, culminando en una yuxtaposicin de subsistemas, cada uno

regido por una normatividad propia, en los que la persona, que sera el referente de una prctica cotidiana, ya no existe, absorbida por la lgica sistmica. Por su parte, las teoras que sostienen una crtica radical de la razn tambin presentan una visin de lassociedades modernas, en las que no cabe recurso alguno a aspectos de la vida cotidiana, imponindose estructuras, ya sea de dominacin, de poder o de sentido. Desde la teora de la accin comunicativa, los procesos de racionalizacin son considerados de una forma ms ambivalente, como fenmenos de profundizacin en una racionalidad comunicativa inherente al mundo de la vida y necesaria para los subsistemas dinero y poder, al tiempo que como una desmundanizacin y, simultneamente, hundimiento de los imperativos sistmicos ms all de sus mbitos propios. Resulta as posible tanto una consideracin del desarrollo del /individuo, vinculada a los procesos de reproduccin cultural, universalismo moral e individuacin, cuanto una cosificacin sistmicamente inducida de la prctica cotidiana, en la que los imperativos sistmicos hunden sus potentes focos y ocasionan las diversas patologas. Por ltimo, A. Heller, en su teora del pndulo de la modernidad, subraya la presencia en la conciencia postmoderna de un reconocimiento del poder de la contingencia y de la inescrutabilidad del mundo moderno, al tiempo que seala la autonoma relativa de que goza la persona en ese mundo, a pesar de todas las lgicas en las que se ve envuelta. NOTAS: 1 J. G. HERDER, recogido en R. KOSELLECK, 1993, 309. 2 ID, 310. 3 ID, 314. 4 ID. 5 ID, 131-132. 6 A. HELLER-F. FEHER, 1994, 132-133. 7 J. HABERMAS, 1989, 29; la cursiva es de Habermas. 8 ID, 407. 9 ID, 409. BIBL.: AMENGUAL G., Modernidad: Progreso o.final de poca, en A. Dou (ed.), Progreso y final de poca, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 1990, 49-107; BERMAN M., Todo lo slido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, Madrid 1988; BOYERO M., Modernidad, en CRUZ M. (ed.), Individuo, modernidad, historia, Tecnos, Madrid 1993, 97-112; FOUCAULT M., Qu es la Ilustracin?, Daimon 7 (Murcia 1993) 5-18; GIDDENS A., Consecuencias de la modernidad (trad. A. Lizn Ramn), Alianza, Madrid 1993; HABERMAS J., El discurso.filosfico de la modernidad (Doce lecciones), Taurus, Madrid 1989; HELLER A.-FEHER F., Polticas de la posmodernidad. Ensayos de crtica cultural, Pennsula, Barcelona 1989; ID, El pndulo de la modernidad. Una lectura de la era moderna despus de la cada del comunismo, Pennsula, Barcelona 1994; KOSELLECK R., Futuro pasado. Para una semntica de los tiempos histricos, Paids, Barcelona 1993; VATTIMO G., El fin de la modernidad, Gedisa, Barcelona 1987.

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