Capitulo Autoria Femenina Lilibeth Zambrano

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El silencio como una forma de exilio interior en Vagos sin tierra de Rene Ferrer

Profa. Dra. Lilibeth Zambrano Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picn Febres Universidad de Los Andes Mrida/Venezuela

Resumen:

Vagos sin tierra (1999) de la escritora paraguaya Rene Ferrer, narra la historia de tribulaciones de una familia de campesinos paraguayos del siglo XVIII. Esta familia emigra hacia el norte de Paraguay para ocupar unas tierras que le han prometido, dominadas por los indgenas mbayes y fronterizas con las del imperio lusitano. En la novela de Ferrer se constituyen atmsferas humanas inestables y volubles. La autora paraguaya se vale del monlogo interior para ilustrar el espacio psicolgico de sus personajes principales. Estos personajes encuentran en s mismos su propio interlocutor. Se hallan dialogando de forma ficticia con un otro s mismo. Cada personaje que monologa se proyecta en su doble faz: en un anverso y un reverso, un yo y un t similares y diferentes a un tiempo. En este sentido, nos interesa mostrar de qu manera las figuras femeninas en la novela de Ferrer, logran resistirse a las presiones del exterior y a sus propias limitaciones, a travs del mecanismo del monlogo interior, como una forma de silenciamiento y exilio voluntario.

Palabras

claves:

Paraguay,

novela

histrica,

silencio,

exilio,

desplazamiento,

enmudecimiento, monlogo interior, focalizacin interna, intransparencia, soledad.

Vagos sin tierra (1999) de Rene Ferrer1 es una novela histrica que nos narra el desplazamiento y la vida de carencias de una pareja de campesinos, Chopeo y Paulina, a finales del siglo XVIII, desde su valle, donde viven arrendados, hacia la zona fronteriza que hoy se conoce como Concepcin, con el fin de contribuir a su fundacin. Estos asentamientos en la frontera Norte del Paraguay, actan como antemural contra las irrupciones de los lusitanos en las tierras ocupadas por los espaoles y los ataques de los mbayas, pueblo originario del Chaco. En esta ocasin, estudiaremos la significacin del monlogo interior (o flujo de conciencia) y el silencio como modos de resistencia de las existencias femeninas representadas. En la novela de Ferrer resaltan cuatro figuras femeninas: Paulina, su hija Bernarda, Melchora y la luna. Nos interesa destacar las relaciones interpersonales que se dan dentro de la novela y las formas de enunciacin que la autora emplea para presentarnos los estados de conflicto, marginacin, dominio e indefensin. En esta novela de Ferrer el pensamiento y el ser ntimo de los personajes se revela en su monlogo interior, en ese dilogo silencioso con un otro(a) ficticio(a), un discurso sin interlocutor, no pronunciado, al cual no se le puede escuchar. El que habla con el silencio en el cual habita, que es su morada y su asilo, manifiesta sus pensamientos y sentimientos ms ntimos, poniendo en evidencia sus impulsos y pulsiones inconscientes. Para el anlisis correspondiente de Vagos sin tierra nos importa destacar los modos de aticulacin de las distintas mentes ficticias en comunicacin silenciosa consigo mismas. En el flujo de conciencia de Paulina y los que monologan en la novela de Ferrer, entran en juego las propias percepciones, imaginaciones y pensamientos. Vagos sin tierra se configura a partir de un concierto de voces de humanos (Paulina, Chopeo, Bernarda,
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Naci en Asuncin en 1944. Es poeta, narradora y ensayista. Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Asuncin, con el trabajo Un siglo de expansin colonizadora. Los orgenes de Concepcin, publicado en 1985. Es importante destacar que esta tesis de doctorado le sirvi a Rene Ferrer de fuente documental para el desarrollo del contexto histrico de su novela Vagos sin tierra (1999). Ha ganado varios premios nacionales e internacionales de mucho crdito. Dentro de sus publicaciones poticas se destacan: Hay surcos que no se llenan (1965), Voces sin rplica (1967), Desde el caadn de la memoria (1984, Premio Amigos del Arte, 1982), Peregrino de la eternidad (1985), Sobreviviente (1985, Premio Amigos del Arte, 1984), Nocturnos (1987), Viaje a destiempo (1989, Premio El Lector), De lugares, momentos e implicancias varias (1990), El acantilado y el mar (1992, Mencin Premio Municipal, 1994), entre otras. Su produccin narrativa: La seca y otros cuentos (1986, libro de cuentos, Premio La Repblica), cuyo cuento La seca obtuvo el Primer Premio Pola de Lena en Espaa (1985), su primera novela Los nudos del silencio (1988), Por el ojo de la cerradura (1993, libro de cuentos, Premio Los 12 del ao) y Desde el encendido corazn del monte (1994), una coleccin de relatos ecolgicos que obtuvo el Primer Premio de la UNESCO y la Fundacin del Libro en la Feria del Libro de Buenos Aires, 1995. Tambin ha escrito poemarios y cuentos infantiles: Cascarita de nuez (poesa, 1978), Galope: libro infanto-juvenil (1983) y La mariposa azul y otros cuentos (1987).

Melchora), de animales (el perro Yacar y el ratn) y de elementos de la naturaleza (el meln, la luna y la lluvia). Se trata de distintos posicionamientos que muestran una porcin de la realidad y un modo de percepcin de la misma. Son miradas que nos ayudan a comprender mejor lo que aparece invisible a los ojos del lector, desde ngulos especficos y diferenciados. Ferrer ha conformado este universo polifnico como un sentir solidario de todos los seres (Ferrer, entrevista personal, Asuncin/Paraguay, marzo 17, 2009). No es lo mismo que un narrador omnisciente hable de lo que esos personajes-entes sienten y sufren. Aunque pretende saberlo todo no logra acceder al mundo ntimo de los personajes. Yacar (el perro) est involucrado con Bernardita, Paulina y Chopeo. En el monlogo del ratn observamos los lazos invisibles que lo unen a Chopeo y su padecimiento en la crcel. Ambos estn unidos por las desgracias que cada uno padece. Unos proyectan en los otros sus propias desdichas. As, Yacar sabe que si Paulina no le ha puesto nada para comer es porque ella y su familia tambin carecen de alimentos. Atribuir voz a estos entes de la naturaleza, a aquellos que no tienen naturalmente voz, constituye un recurso que contribuye a intensificar las atmsferas de desolacin e incertidumbre. La narracin nos muestra los modos como estos informantes perciben y dicen desde su situacin. Incluso nos enteramos mucho ms, en profundidad, de lo que estos personajes sienten, a travs de esas otras miradas que testifican y escrutan en los sentimientos y pensamientos de los otros desde adentro. En el monlogo interior los personajes se enfrentan consigo mismos:

[...] si yo hablase nada ms de Paulina, como la veo, como una mujer sufrida, como una mujer callada, como una mujer enojada contra el hijo que tuvo despus de la violacin, como una mujer sumisa, como una mujer que no se entrega a las pretensiones de un comandante. Si yo la describo solamente as, yo me quedo en la imagen de ella, pero yo no veo lo que ella piensa con respecto a lo que le hace su marido, a lo que siente por la violacin, a lo que siente con respecto al asedio del comandante, a lo que siente por esa soledad cuando el marido la deja. No es lo mismo. El cine trabaja ms con imgenes. Pero la literatura trabaja ms con el interior del personaje, con la palabra [...] (Ferrer, entrevista personal, Asuncin/Paraguay, marzo 17, 2009).

El monlogo interior muestra otros pliegues de la realidad del personaje, su subjetividad, su posicin frente al mundo como sujeto nico: cmo siente, cmo percibe, 3

cmo se asume, cmo admite lo que le pasa. El monlogo interior se constituye en un escenario simblico en el cual las voces desplazadas y silenciadas logran desplegarse. En esta interiorizacin se dan procesos paradjicos de velamientos y develamientos. La narracin comienza con el ansia y la ilusin de Chopeo por partir al Norte (donde le han ofrecido unas tierras) y la resistencia silenciada de su compaera Paulina por seguirle. A propsito del silenciamiento de las figuras femeninas en las obras de Ferrer, Mar Langa comenta:
[...] Y ah tenemos otro rasgo que une esta novela con el resto de la produccin de Rene Ferrer: en los sistemas totalitarios y en los pases pobres, parece sostener la autora, la mujer es siempre vctima por partida doble, porque a las imposiciones del medio ha de sumar las imposiciones del varn con el que convive. As le suceda a la protagonista de su novela anterior, Los nudos del silencio (1988), que sufra la represin de un rgimen autoritario asentado en un pas pobre, y la alienacin a la que la someta su marido, quien, adems, formaba parte del aparato represor stronista (2004: 120).

A pesar de la negativa de Paulina Chopeo la lleva engaada. l admite que ella finalmente no tendr otra opcin que obedecerle: [...] Dotado del papel y de la funcin dominante que le da el peso de la tradicin social de la poca, trata de someter a Paulina a su voluntad de varn [...] (Fernandes 2002: 157). As lo manifiesta el mismo Chopeo en un monlogo interior:

[...] Su intransigencia le enfureca, pero qu se cree esta mujer para contrariarme, maldeca, sobre todo cuando se quedaba impvida como si sus palabras no la tocaran. Entonces se enfureca, amenazndola con que si l quera iban a ir, porque era su mujer y ella no le iba a decir lo que tenan que hacer (Ferrer 2007 [1999]: 37).

El sometimiento simblico que la obliga a permanecer a su lado est acordado por la institucin social del matrimonio. Por ello, cuando Chopeo decide ir al Norte con la esperanza de obtener una tierra propia, se apoya en el compromiso matrimonial que lo une a Paulina, para controlar la resistencia con la cual ella pretende hacerle frente a sus deseos de partida: [...], l decidi no alertarla hasta que la marcha fuera inminente, porfiando que ella hara al final lo que l quisiera, porque l era su hombre, y para eso fue el trato [] 4

(Ferrer 2007 [1999]: 26). As, Paulina se subordina a los deseos de Chopeo, an cuando sabe que nada ser como l lo espera. En gran medida ella est simblicamente consagrada a la sumisin y a la resignacin. Chopeo se muestra indiferente ante las inquietudes de Paulina porque est dominado por las trampas de la ilusin. En ningn momento l se detiene a pensar en cmo ella puede estarse sintiendo. Llevado por su ensueo se comporta de modo egosta con ella. Por encima de los deseos de ella estn los propios. Por su parte, ella no es capaz de protestar de forma rotunda y contundente porque sabe que no tiene caso contrariar los deseos de su compaero: Ella oa su protesta superpuesta al pom, pom, pi, pom del mortero, entendiendo que era intil contradecirle (Ferrer 2007 [1999]: 36). Paulina no se niega radicalmente a los deseos de Chopeo no porque piensa que l es su marido y debe obedecrle, sino porque comprende lo que significa para l la ilusin en la que vive y le lastima herirlo. El pensamiento y el comportamiento de Paulina estn condicionados por la compasin que ella siente por Chopeo. En palabras de Bourdieu, el poder se sostiene gracias a una dimensin simblica que lleva a los dominados a adherirse, por la mansedumbre, a ciertas estructuras sociales que moldean su comportamiento y acondicionan sus actitudes (Bourdieu 1996: 9). El enmudecimiento de Paulina se manifiesta paradjicamente como negacin de su libertad y como una opcin elegida por ella para protegerse de lo que la hiere. Ella calla porque est conciente que no tiene sentido seguir hablando: Ella rezongaba, discuta, sollozaba; por ltimo enmudeca [] (Ferrer 2007
[1999]: 26). De este modo el silencio representa una forma simblica de refugio. En Vagos

sin tierra existen marcas que nos sealan, por un lado, la prohibicin tcita a Paulina a la protesta, a ejercer la palabra, a contrariar a su marido en sus ilusiones y, por otro, la eleccin de callar porque se sabe que no se puede enmendar el pasado. Cuando Paulina amordaza su palabra, su ser mujer queda simblicamente tachado, ella ya no es capaz de devenir mujer por cuenta propia, pues, sacrificndose en pos de Chopeo, termina anulndose a s misma y aceptando, porque es as y no de otro modo, lo que su marido precisa y lo que le ha sucedido. Ya no tena caso seguir insistiendo en algo que finalmente se dara de la forma como l la desea: -Ni nunca para dejar el valle donde nac le retrucaba ella, desafiando sus ojos arrebolados por el espejismo. Ahora los plagueos eran lataparar en sus labios, porque cuando las cosas ya estn resueltas, es mejor no gastarse la lengua (Ferrer 2007 [1999]: 31). Ella simplemente se resigna al modelo que le han inculcado. De ah radica la relacin de 5

dominacin silenciosa que ejerce Chopeo sobre ella. Las estructuras mentales de Paulina estn condicionadas por una sociedad exclusivamente masculina. Ella acta en este escenario a partir de ciertos roles sociales. En la relacin matrimonial l es quien tiene el dominio obsoluto y este contrato social establece que ella es la ms dbil. Pero la dependencia afectiva que subyace en su relacin con Chopeo, contribuye a agudizar su condicin de subordinada. A pesar de sus intentos por hacerse sentir frente al otro, ella termina mostrndose dcil:
[] Paulina nunca le perdon que la hubiera sacado de su comodidad sin su consentimiento, igual que a un seuelo al cual no se pregunta si quiere guiar a la manada. La aceptacin sobrevino despus del alumbramiento, cuando la recin nacida empez a sorber la leche, aminorndole, junto con la inflamacin de las mamas, la tristeza de la marcha forzada, como si con el flujo blanco le trasvasara tambin la sumisin que se espera de toda mujer (Ferrer 2007 [1999]: 110).

La sociedad masculina le ha adjudicado a las mujeres los roles de esposa, madre, hija, etc. Estos papeles o funciones son exigencias sociales que benefician a los hombres. En el escenario social ella(s) debe(n) cancelar su ser para el fortalecimiento del de l. La mujer es concebida socialmente slo como un vehculo para que el hombre se realice y as es obligada a adoptar un rol pasivo. De este modo, Paulina, como las figuras femeninas en los cuentos de Pl y en el texto de Delgado, permanece confinada a los roles tradicionales de esposa, madre, etc. La existencia de Paulina (y las otras figuras aludidas) queda reducida al mbito privado y al de la intimidad. El monlogo interior nos presenta as un espacio paradjico: de refugio y confinamiento. Segn el sistema de representacin simblico amparado por la filosofa aristotlica, la polis o el gora (tal como designaban los griegos a los espacios pblicos), constitua un espacio abierto reservado para los hombres, y la casa, un espacio cerrado, asignado a las mujeres. Este sistema de pensamiento filosfico niega a las mujeres su derecho a la palabra. Le cercena la posibilidad de desarrollar un discurso propio con el cual designar al mundo desde s mismas. Estas mujeres doblemente desplazadas, del mundo y de s mismas, se ven en la obligacin de posicionarse en el mundo, amparando los modelos discursivos construidos por los hombres. Ellas son lo que ellos necesitan que sean, a su imagen y semejanza. Este sistema de representacin simblica est de tal modo concebido para que sea reproducido irremediablemente por la misma mujer. Por ello Paulina no deja 6

de ser la sombra de Chopeo. Ella es la que se queda al cuidado de la hija y responsable de la chacra. En cambio, Chopeo es quien parte movido por sus anhelos. Chopeo, como la mayora de los hombres en el Norte, se conchaba en los yerbales, es requerido para realizar trabajos de obras pblicas o es enviado a los fortines sobre el Apa para el resguardo de la frontera, es el que se va a buscar otros destinos. Paulina, como el resto de las mujeres de Rincn de Luna, no debe abandonar la tierra que se le ha asignado para el ncleo familiar, debe cuidar el fuego del hogar y encargarse del cultivo de la chacra. El monlogo interior o flujo de conciencia sirve a la figura femenina protagnica de Vagos sin tierra como pretexto para disimular, excusarse y/o como forma de ocultamiento de aspectos de la propia vida que no se atreve o no puede manifestar abiertamente. Uno de estos aspectos est relacionado con la imposibilidad de hablar sobre la violacin del mbay a ella y a su hija Bernarda. Los ataques de los mbayes son frecuentes. La vulnerabilidad de las mujeres de Rincn de Luna se agudiza con el acoso de los mbayes. Vemos hasta qu punto estos asentamientos del Norte de Paraguay eran los ms vulnerables y propensos a las ofensivas de los mbayes y los bandeirantes. En una de esas ocasiones (la mayora del tiempo) en las que Chopeo est ausente, los mbayes, enemigos de los criollos, por asentarse en unas tierras ocupadas por ellos hace mucho tiempo, atacan a Rincn de Luna y arremeten contra Paulina y Bernardita. Paulina queda embarazada y siente un profundo rechazo por el producto de la violencia. Quiere a toda costa desembarazarse de l. Prepara una infusin fuerte de verbena y ajenjo para que las hierbas estrangularan al infeliz (Ferrer 2007 [1999]: 85). Intenta con otras yerbas y otros mtodos con la pretensin de deshacerse del producto de la agresin:

La angustia sigui engordando a la par de su cintura. Finalmente comprendi que no haba manera de doblegar al retoo del infiel. Entonces le dio por internarse en los esteros apartados, alimentando la esperanza de topetarse con una estampida de hacienda cimarrona de la mucha que quedaba por ah como acicate de los encomenderos angurrientos. Lo nico que consigui fue la visita del Comandante, que no dejaba de rondarla; porque cuando empez a echar vientre fue cuando ms linda se puso (Ferrer 2007 [1999]: 86).

Ella desea que el hijo del mbay muera o desaparezca antes del regreso de Chopeo. El rencor la lleva a hacer cualquier cosa por abortar al ser que le recuerda el acto 7

abominable, sin lograrlo. Esta situacin trgica hace que en ella crezca un profundo odio por el mbay que la violent y se llev a su hija. Sin poderlo evitar el nio nace pero ella le niega el amparo materno y lo condena a no tener nombre propio como forma de castigo y venganza:

Paulina supo vengarse. Acaso no decan los agoreros que los hijos de la tribu venan cargados de una clera gestada mucho antes de nacer? Qu la imposicin del nombre les conceda el dominio de las pasiones empozadas en los orgenes de la especie, logrando en consecuencia el desalojo del mal? El hombre es una porcin de las palabras-almas. La palabra custodia el origen divino de las almas. Los nios sin un apelativo que los distinga son como alimaas donde persevera el infortunio. Clavando su ira en tales creencias, Paulina decidi condenarlo. Sin nombre ni marcante, para ella y el resto de la colonia, el bastardo sera siempre la cra del mbay (Ferrer 2007 [1999]: 87).

Es el repudio de Paulina a su hijo la manifestacin de su autntica fuerza. En efecto, ella se muestra dcil a las convenciones sociales y su comportamiento se ajusta a lo que la sociedad le demanda. Sin embargo, frente al otro es ella la que tiene ms fortaleza y vigor porque soporta el peso de los infortunios con humildad y dignidad. Paulina no se somete al fruto de la agresin del mbay y como un acto irreverente se niega a darle un nombre a la cra del mbay. Ella acepta las limitaciones que la realidad le presenta tal cual como aparece y se le exige vivirla. En cambio, Chopeo no admite la dureza con la cual los hechos lo golpean y mantenindose al margen de la realidad se engaa constantemente con nuevos espejismos. Cuando Paulina se refiere al odio que siente por el hijo producto de la violacin del mbay, lo hace para s misma y no es capaz de contrselo a Chopeo ni de ponerlo al descubierto frente a los otros, lo esconde a su esposo y a los dems aunque sea obvio:

Ausente la lechera mugidora, con aquel prvulo que Chopeo no conoca aferrado a sus pantorrillas, Paulina no encontraba qu palabras decirle. Cmo enfrentar su mirada inquietante cuando la respuesta se resolva en esa cra que no era ni bestia ni cristiano? Para qu contarle que la escarcha haba quemado los sembrados los dos primeros aos, y la seca se los comi despus? Acaso servira confesarle que ella se pona contenta aunque l no estuviese, cuando los chivatos comenzaban a murmurar en diciembre, y que rezaba para

que lo acaecido desaconteciera: el rapto, la violacin, el nio que le creci en el vientre, y la poca comida, y las muchas interrumpidas por el trotecito del alazn requemado del Comandante que, con la vuelta de las cigarras, rumbeaba por la costa de Naranjaty hasta su rancho, para que no se le olvidara quin era l, y que ella era un pendiente que no le daba la gana de conseguir por la fuerza (2007 [1999]: 109).

Paulina est cargada de soledad. Sumergida en el dolor de las mltiples prdidas a la que ha estado sometida. Ella piensa que no vale la pena confesarle a Chopeo todos los sufrimientos padecidos. Adems, est consciente de que no hay modo de reparar nada de lo que le ha ocurrido:

[...] Poca cosa es el pasado cuando no se puede remediar; ms tarde noms le contara a segn se mostrara su talante, pensaba Paulina. Por ahora callar se le antojaba lo ms piadoso, para ella y para l. Porque quin iba a ponderarle su coraje frente al indio que la penetr? Mejor dejarlo as, para ms tarde. El ultraje era cosa suya, noche cerrada (2007 [1999]: 121).

Paulina sabe que no tiene sentido contarle todas sus desgracias porque l no es capaz de comprenderla. Tambin, como se dijo, no le cuenta nada por compasin. Ella quiere evitarle a Chopeo ms dolor del que sufre. Es as como Paulina se comunica a s misma lo que le urge decir-se. Optar por el monlogo interior, como una manifestacin del silencio, supone callarse ante el otro: Paulina se resigna y enmudece, silencia a su ser por medio de un profundo monlogo con otra s misma ficticia. As, crea un espacio imaginario de recogimiento y refugio en el ser mismo, donde se exilia. Est conminada al silencio del respeto y de la veneracin: quin detenta el poder de hablar, ella o l? En gran medida ella se revela a s misma las emociones que la asfixian e impulsada por la necesidad de pronunciarlas en la intimidad, se ensimisma en su concha de caracol. Como podemos observar en la novela de Ferrer se dan encierros simblicos y reales. Paulina aparece doblemente aislada. Por un lado, siguiendo los deseos de Chopeo, es obligada a instalarse en un lugar apartado, en la frontera Norte con Brasil, cuando las fuerzas espaolas deciden reclutar gente para poblar esta zona fronteriza amenazada por las intrusiones lusitanas, en un asentamiento que de forma llamativa es asignado con el nombre de Rincn de Luna. 9

Por otro lado, experimenta una forma de reclusin simblica en s misma a travs del monlogo interior. Sin embargo, la misma sensasin que tiene Paulina (al comprender que no tiene caso hablar de sus desdichas) es experimentada por Chopeo. De igual modo, ste considera intil contarle a Paulina de lo padecido en los yerbales y de las mltiples desilusiones sufridas:
Chopeo pronto comprendi que no era simple desandar el itinerario de la desdicha. Adems, de qu servira contarle a Paulina lo sucedido, una vez finiquitado el beneficio que en cierta ocasin crey apetecible? A esta altura de la desilusin, con el espejismo de un retorno opulento hecho trizas, a santo de qu regodearse en los detalles? Nadie puede arrancarle al ayer su carozo sombro, como tampoco trampear a la memoria [...] (2007 [1999]: 114).

Se trata de personajes a los que les cuesta manifestarse abiertamente ante el otro. Tanto ella como l hablan para s mismos como si hablasen al otro: ella como si le hablase a l, l como si le hablase a ella. Pero se trata de una conversacin ilusoria que no llega a concretarse. Por ejemplo, cuando l recrimina, desde adentro de s mismo, el hecho de que ella no le ha dado un hijo varn. Chopeo no se atreve a reprocharle el hijo que siempre quiso. No se lo expresa directamente a ella sino en monlogo interior: Hasta la gracia de un hijo varn me negaste, para jactarme delante del Comandante, o aunque sea para dejarle este campito por el cual tanto estoy penando, le recriminaba al Todopoderoso cuando nadie lo escuchaba (Ferrer 2007 [1999]: 115). No se da la comunicacin entre ellos. Ninguno de los dos tiene conocimiento de lo que el otro est pensando y sintiendo. Los grados de intransparencia se agudizan cuando eligen el silencio como la nica alternativa de resistencia:

Los ojos de ambos rodaban por aqu, se escapaban por all, sin toparse. De todas formas, al fin se lo cont, tratando de no aumentarle con pormenores la culpa de haberlas dejado solas. Lejana e imperturbable, se lo dijo, como si le hubiera sucedido a otra persona; a alguien que no tuviese nada que ver con ella o con sus sentimientos. Bien saba que ahora cualquier protesta era lluvia preterida. Lo mejor era hacerle frente a la realidad, permitiendo que la aceptacin se acomodase cuanto antes en su vida. Porque cuando no hay nada que

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hacer, ya no hay nada que hacer, y el silencio se vuelve lo menos perverso (Ferrer 2007 [1999]: 121).

La figura de Bernarda, hija de Paulina y Chopeo, es un caso significativo dentro de Vagos sin tierra. Ella nace con una mancha extraa en la frente y en circunstancias misteriosas. Bernardita se distingue de las dems mujeres desde nia. Sus facultades de clarividencia molestan a la comunidad, porque ponen al descubierto ciertos

acontecimientos funestos que an no ocurren. Los vaticinios de esta figura femenina sirven, tambin, para ejercer una crtica social contra el clero. Otro rasgo de esta figura femenina es que representa a la vctima del hombre que arremete contra ella en el acto de la violacin. Como ya se ha indicado, ella y su madre han sido violadas por el mbay. Ms tarde ella rescatar a su hermano al darle el nombre que le ha negado su madre. Bernarda es quien lo saca de ese estado bestial, de no tener persona, segn la creencia mbay, y lo introduce en el conocimiento de la cosmovisin de su tribu y de su padre: [...] Bernarda, mediante la palabra negada al chico por los dems, lo hace partcipe de un autntico rito de iniciacin [...] (Fernandes 2002: 157). Bernarda se muestra ms fuerte e independiente que su madre. Paulina cae constantemente en las trampas simblicas que le tiende su dependencia afectiva. Bernarda, como su madre, tambin vive una forma de reclusin puesto que es un ser incomprendido e incomunicado. Sus dones de videncia la hacen diferente del resto y es vista por los dems como una figura anormal y amenazadora. Esta figura femenina es asociada a una imagen maligna:
[] Que desat las fuerzas ocultas convocando al demonio con aquella su prediccin, que las historias inventadas se vuelven realidad en boca de las mentirosas, que la videncia es el sello de las brujas, eran los cargos ms luces. Hasta se lleg a decir que tuvo pactos carnales con los espritus externados que vagaban por los cementerios comunitarios de las tribus trashumantes. Mala mujer con cuerpo de infante, Hechicera maldita, empayenadora formal, [...] (Ferrer 2007 [1999]: 67).

Bernarda encarna de forma simblica a una figura transgresora, en una poca que la condena por sus supuestas ideas supersticiosas:

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Yo pienso que Bernardita encarna esa parte independiente de la mujer. Ella se distingue del resto de las mujeres desde nia, teniendo esas facultades que realmente le molestan a la comunidad, por sus facultades de clarividencia que ponen de manifiesto cosas que pueden pasar y tambin sirven para ejercer una crtica social al clero, por ejemplo, contra los poderosos. En fin, hay mucho del ojo que mira la situacin con mayor profundidad que la gente corriente [...] (Ferrer, entrevista personal, Asuncin/Paraguay, marzo 17, 2009).

El monlogo en Vagos sin tierra est conectado con un saber-ver. Cada una de las figuras que monologan se erige como ojo y voz. Bernarda prevee lo que va a suceder, ve ah donde otro no logra ver. Por otro lado, los no videntes consideran su propia visin como la verdadera y deslegitiman los vaticinios de Bernardita, rechazndola, persiguindola y cercenndola. Un hecho significativo de rechazo y condena a Bernarda lo percibimos en la actuacin del sacerdote de Rincn de Luna. Cuando ella va para contarle que haba tenido unos granos que desaparecieron de forma inesperada, ante la premonicin de la viruela, el prroco tach de ideas locas este augurio de Bernardita: Las palabrotas se volvieron culebras en la boca del prroco. Con los ojos refulgentes y las manazas peludas zamarre a Bernarda como si fuera un sobornal vaco, amenazndola con las llamas del infierno, el cepo y la excomunin, si no se desdeca de tamaa mentira (Ferrer 2007 [1999]: 62). Pero ella, empeada en defender su versin, insiste en la amenaza que caer sobre todos(as). Ante el atrevimiento de Berbarda el cura la ataca de forma violenta: [], Bernarda fue corrida a golpes de la Sacrista. Entre las ramas de los rboles una luna sangre la sigui hasta el rancho (Ferrer 2007 [1999]: 64). El resto cree que est en lo correcto y que ella es una loca por no concordar con las ideas de los otros. Se le excluye y discrimina por el hecho de tener una aptitud diferente. No obstante, esta imagen negativa de Bernarda cambia cuando ella tiene la ocurrencia de mandar a un enfermo de viruela a las tolderas de los indgenas y stos dejan de atacar a Rincn de luna, ella cobra importancia en la comunidad: Desde entonces las anunciaciones de Bernarda fueron consideradas santa palabra. Se le hablaba con respeto, se le consultaba con veneracin. Y comenzaban a verle en torno a la cabeza una aureola que competa con la luna en las fases de plenilunio (Ferrer 2007
[1999]: 75). En principio la repudian porque lo que augura es una amenaza para todos. Ms

tarde, Bernarda ser incluida por la comunidad gracias al favor que han recibido de ella. An as se le siguen atribuyendo dones especiales. Ahora los pobladores de Rincn de Luna 12

ven en su cabeza una aureola. Cuando no es un monstruo es un ser con atributos especiales, casi una santa. La novela de Ferrer se articula por medio de planos temporales que se van enlazando a partir de los presagios de Bernarda. Gracias a las premoniciones de esta figura se introducen los distintos anacronismos en la novela. As se aluden acontecimientos posteriores: [] quin hubiera pensado entonces en Rincn de Luna que Bernardita estaba anticipando la treintenaria noche que envolvera al pas mucho despus de que sus huesos fueran polvo? (Ferrer 2007 [1999]: 55-56). La videncia constituye una peculiaridad de Bernarda. Su ojo, as como el de la luna, recorre los tres ejes del tiempo: pasadopresente-futuro. De este modo, nos encontramos con hechos que suponemos han ocurrido y que no han sido referidos en sus momentos, aguardando en estado de dilacin, han sido aplazados y de pronto aparecen en el presente de la narracin, coexistiendo con acontecimientos actuales. La narracin est colmada de monlogos interiores aparte de la visin del narrador heterodiegtico que no cesa de interpelar al lector implcito para aclarar algo, asociar un acontecimiento del pasado con hechos de la actualidad, etc. Las incursiones del narrador, como si apelara a un interlocutor real, para emitir un comentario, el juicio de un hecho que lo desconcierta o para enlazar un incidente del siglo XVIII con uno del siglo XIX u otro del presente, nos revelan a una presencia discursiva intermediaria entre los hechos narrados y el destinatario de la narracin. Es as como se ficcionalizan momentos determinados de la historia del Paraguay que, al mismo tiempo, articulan otros sucesos posteriores. Estos anacronismos funcionan como articulaciones del pasado con el presente. Se mencionan las protestas actuales de los campesinos sin tierra frente al Congreso Nacional y a la Catedral (vinculados a los conflictos agrarios de finales del siglo XVIII), tambin el xodo de las mujeres, relacionado con la emigracin de las Residentas en la Guerra de 1870. Son anacronismos puestos a propsito para que se entienda la historia de otro modo. Los momentos histricos no se pueden comprender como compartimentos estancos, unos separados de otros, estn implicados entre s. La autora concibe los hechos por medio de la metfora del eterno retorno. Las mismas situaciones se dan en otro contexto irremediablemente. As tenemos el xodo de mujeres de Rincn de Luna, quienes aterradas por la presencia amenazante de los mbayes, desamparan sus viviendas, pero son obligadas por las autoridades a volver a sus casas, a poblar de nuevo la Villa. En vista de 13

que los hombres estn cumpliendo otras funciones, las mujeres tienen que servir de antemural contra las pretensiones lusitanas y los avances de los indios del Chaco (los mbayes). El salto a la Guerra de la Triple Alianza, como un anacronismo que introduce el narrador heterodiegtico, asocia la migracin aludida con el desplazamiento obligado de las llamadas Residentas. Las Destinadas y las Residentas representaban la presencia femenina en la retaguarda, durante la Guerra Grande ya indicada. Las Destinadas eran mujeres obligadas a acompaar a Lpez por haber tenido algn traidor en la familia o porque haban tomado parte en conspiraciones contra Lpez. En cambio, las Residentas eran mujeres que decidan seguir al ejrcito de Lpez por creer fervientemente en las ideas de este hombre. Se trataba de mujeres combatientes. Dentro de este grupo figuran tambin las madres que seguan a sus hijos menores (de 13 y 14 aos, con bigotes o barbas postizas para que aparentaran ms edad), convocados al servicio militar por escasez de hombres, al final del conflicto blico. Augusto Roa Bastos en su novela El Fiscal, se refiere a estas mujeres de la siguiente manera:

Las mujeres desnudas y espectrales vagaban por el monte masticando races y gordos gusanos silvestres, beba en los arroyos. Fueron reconstituyendo poco a poco el xodo en una peregrinacin al revs, bordeando los acantilados, vadeando los ros [...], sin ms brjula que los brotes migratorios que volaban hacia el sur [...], cargaban las cajas de proyectiles y formaron un batalln que fue creciendo hasta formar un ejrcito redivivo de mujeres hirsutas, hambrientas y feroces, a las que estaba reservada una nueva guerra ms despiadada an que la anterior. sas fueron las ltimas y terribles amazonas del Paraguay (1993: 31-32).

Se establece un paralelismo entre el xodo de aquellas mujeres del siglo XVIII, en la novela de Rene Ferrer, ante el avance y la amenaza de los mbayes; con los desplazamientos voluntarios o no de mujeres (Residentas y Destinadas), a participar de alguna manera contra la Guerra de la Triple Alianza. Estos grupos de mujeres se hallan solas. En Vagos sin tierra, la mayora de los hombres van conchabados a los yerbales, requeridos para obras pblicas o conducidos a los fortines sobre el ro Apa para la defensa de la frontera. Las mujeres son las que sostienen el hogar, las que trabajan en la agricultura y velan por los hijos. Al mismo tiempo, Ferrer en su novela muestra el rol fundamental de 14

las mujeres paraguayas en el restablecimiento del pas durante y despus de la devastadora Guerra de la Triple Alianza. As, vemos en Vagos sin tierra hasta qu punto las mujeres tienen un papel preponderante en el sostenimiento de las poblaciones que fundaron la zona de Concepcin y, cmo luego, en la Guerra de 1870, las mujeres fueron importantes en el repoblamiento del pas. Adems, Bernardita es la homloga de la cautiva, mucho tiempo bajo el poder de los mbayes, que consigue liberar el Dr. Francia gracias al acuerdo con el cacique Calap. Se acuerda que van a entregar las armas de fuego y que van a cesar los ataques. Resulta ser slo un intento de pacificacin incumplido:

Chopeo la sorprendi hablando sola cuando vino con la novedad. Lleg sudoroso y tartamudeando que el Supremo Dictador haba firmado un tratado con el Cacique Calap. Que se retiren con sus toldos lo ms lejos posible de la frontera a fin de no importunar con sus hostilidades a los sbditos de la Repblica, deca la letra. Muerta? (Ferrer 2007 [1999]: 201).

Cada circunstancia aludida en la novela tiene su correlato histrico. En el texto de Ferrer es el hombre el que vaga y quien se propone la bsqueda de otros destinos. La mujer tiende a permanecer en un lugar, a cuidar el fuego del hogar en el lugar que se le asigna y es el hombre el que va tras el yvy maray, la tierra sin males de los antiguos guaranes. Es interesante ver cmo en el Captulo 10 la historia se adelanta al referir hechos que ya ocurrieron (recordados, trados al presente como si estuviesen pasando), a acontecimientos que pasarn vinculados a sucesos pasados, enunciados en el presente. La voz que narra va persistentemente del pasado al presente, del presente al futuro, anunciando hechos que pasarn a posteriori, narrados en pretrito perfecto. Este juego de anacronismos es habitual en la narrativa roabastiana. Son ilustrativas las novelas Hijo de hombre (1960) y Contravida (1994) (aunque no slo estas obras) en las cuales los personajes protagnicos van y vienen en el tiempo. En ellas se cruzan acontecimientos del presente con hechos del pasado. El sujeto del exilio que est de regreso en el presente de la enunciacin no deja de experimentar este vaivn temporal. Los personajes que han estado fuera (del pas o de su pueblo) retornan a sus lugares de origen cargados de recuerdos. Su presente est condicionado por el pasado.

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La figura de la luna constituye un ojo escrutador y funge como testigo de lo que acontece en la tierra. La voz y la mirada de la luna representan otro plano dentro de la narracin, distinto al registro del narrador heterodiegtico:

[...] La luna puede ver desde arriba y puede ver imparcialmente, puede ser testigo de lo que sufren los hombres, de las debilidades de los hombres y mujeres, por supuesto. Es tambin algo que est emparentado con mi idea de que el universo es un todo absoluto y que nosotros somos un minsculo punto dentro de ese gran concierto de esferas y pequeos luceros, como yo digo en un poema. Y la luna acompaa permanentemente a la tierra entonces es como si la estuviera cuidando. Y la luna sabe lo que va a pasar [...] (Ferrer, entrevista personal, Asuncin/Paraguay,
marzo 17, 2009).

La luna representa a una narradora homodiegtica en cierta medida vedada, oculta y confundida en medio de tantas otras voces interiorizadas. Ella puede ver desde arriba sin tomar partido por nada ni por nadie. Conoce los sufrimientos y ansias de los seres que pueblan la tierra: Desde mi rbita miro hacia el mundo que da vueltas en un punto indistinto del universo. El transcurso de los siglos sobre los rostros es una carta donde pueden descifrarse las biografas inconclusas (Ferrer 2007 [1999]: 77). Al mismo tiempo sabe lo que va a pasar y es la portadora del signo misterioso en el cuerpo de Bernardita, quien, como se dijo, desarrolla facultades de videncia. Este ojo suyo le permitir anticiparse en el tiempo, como la luna en efecto abarca el tiempo y el espacio. Cada voz que monologa se posiciona en un lugar determinado desde donde enuncia. Su mirada representa un ngulo distinto de la historia. Este concierto de voces interiorizadas (Paulina, Yacar, el ratn, la lluvia, etc.) supone una unidad y un sentido solidario. Cada una de estas voces est involucrada con su entorno y los que lo acompaan. Las visiones de las distintas voces en situacin de monlogo contribuyen a intensificar las atmsferas de orfandad, soledad y desamparo. En el monlogo interior el que habla para adentro se enfrenta a s mismo y muchas veces muestra de qu modo puede llegar a engaarse. Representa un recurso que permite al lector conocer el interior de las figuras narrativas. No es lo mismo cuando el narrador nos habla de cmo percibe a un personaje a cuando ste se nos revela por s 16

mismo. Fuera del monlogo slo alcanzamos la imagen que otro tiene del personaje. Cuando ste monologa se nos muestra tal cual como l mismo se percibe. En el monlogo de Paulina podemos acceder al pensamiento de ella con respecto al comportamiento de su esposo, sus preocupaciones ms hondas y sus incomodidades con el exterior. El monlogo supone una mirada abarcadora de su angustia por la enfermedad de Bernardita, el asco y el odio que siente ante la violacin del mbay, su rechazo al hijo, su sufrimiento por la ausencia de la hija, su molestia ante el acecho del comandante, la sensacin de desamparo cuando el marido la abandona, etc. Por otro lado, el monlogo del perro Yacar nos revela su imposibilidad de entender lo que le ocurre a Bernardita. l slo percibe su ausencia, ya no est como siempre, algo extrao ocurre con ella que l no logra comprender y que le provoca miedo. Cuando Bernarda delira y alucina el perro manifiesta: [] yo no le entiendo, pero sospecho que ve sombras entre las tacuaras donde pasamos las siestas jugando a desaparecer. Se queja tanto que empiezo a creer que desaparece tambin, como en el juego, porque no me ve (Ferrer 2007 [1999]: 51). El monlogo muestra los distintos pliegues que cubre el ser de los personajes. Tambin nos presenta las diferentes subjetividades y los modos como cada uno se posiciona frente al mundo. El monlogo, paradjicamente, sirve a los personajes como formas de velamientos y desvelamientos. Opera adems como un modo a travs de cual los personajes confiesan lo inconfesado. Muchos nudos de tensin, flaquezas e incomodidades se ponen al descubierto en el monlogo interior. Cuando Melchora, en la segunda parte de la novela, le hace un paj (un acto de brujera) a la esposa de Toribio y logra que muera su hijo en vez de ella, sostiene una conversacin consigo misma en la cual habla de su arrepentimiento. Vemos cmo lo acontecido queda velado frente a los otros y descubierto ante el lector. En estos casos, el monlogo se convierte en la nica posibilidad de los personajes de enfrentarse hasta cierto punto a las propias debilidades y a lo que le incomoda. El monlogo intensifica el estado de indefensin de los personajes, porque por medio de este recurso se descubren sus fragilidades y la imposibilidad de respuesta real. El que monologa se presenta como una suerte de molusco en el interior de su coraza-caracol que aguarda una salida sin la certeza de una expectativa. A pesar de esto, Paulina logra salir de su caparazn para seguir la vida cotidiana. Ella debe continuar su trabajo en la chacra para poder subsistir. Los personajes tienen una doble vida, dentro y fuera de s mismos. As, Paulina constantemente entra y sale 17

de s misma. Permanecer en el refugio del caracol representa un modo de defenderse de la hostilidad del exterior. Paulina elige quedarse dentro de s cuando considera que es intil hablar. A pesar del estado de indefensin y de las privaciones de Paulina, ella no deja de ser un personaje fuerte y valiente, capaz de sobreponerse a las adversidades. El monlogo es una barrera simblica que resguarda a los personajes de Vagos sin tierra. En la novela de Ferrer las imgenes estn cargadas de tal manera que el lector no puede dejar de sentir las atmsferas de desolacin de las cuales emergen las presencias espectrales, que en su deambular slo logran expresarse como quejidos hondos e insondables. Lo ms desgarrador es el hecho de que estas figuras se acostumbren a la soledad, como si ella formara parte de su cotidianidad y no la pudieran evitar, convirtindose ella en el lugar del exilio forzoso o del asilo simblico. Yacar es abandonado de todos. Paulina tiene que ver partir constantemente a su esposo y le toca aguardar en absoluta soledad el regreso de Chopeo: [...] Como la permanencia a su lado, postergada nuevamente para una estacin ms propicia. El desamparo se haba vuelto una costumbre, acaso un requisito indispensable de la supervivencia (Ferrer 2007 [1999]: 57). Pero es que cada uno de los personajes vive ovillado en su propia pequeez e indefensin. Las voces concertndose dentro del que monologa, lacerando sus sentidos, como flujos de conciencias aglomeradas en la suya. Cada uno de los personajes en sus monlogos confiesa no comprender ciertas cosas que ocurren. Otro aspecto importante en la vida de los personajes de la novela de Rene Ferrer lo constituyen los recuerdos y el espacio de la memoria como otra forma de recogimiento. Paulina siente nostalgia por los momentos vividos con sus primas y la vida que llevaba en su valle, antes de llegar al pedregal en Rincn de Luna. Ella acude al acto de recordar como una forma de evadir las penurias que la acechan. Los buenos recuerdos son para ella una forma de resistencia frente al sufrimiento:

[] Escudrio el pasado ingresando por esa puerta de plata a un despus lleno de inquisiciones y de vagas esperanzas, sin calcular cunto aguante la demandaran las circunstancias. Su antiguo mundo estaba all, como si pudiera tocarlo. Se le achic el corazn al recordar el aroma de la sopa Paraguay, impregnando la tarde con el anticipo de su sabor dichoso. Las gallinas, adobadas con ajo, comino y limn, esperando turno para

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dorarse en el horno de barro, y aquel est muy lindo tu pesebre, que repetan las vecinas en su recorrida por las casas adornadas de flor de coco, eran escupitajos de un ayer entrampado. Ahora, el tatakua, con su bveda de adobe, ya no era el refugio de sus zafarranchos infantiles, ni el nido gigante de hornero presto a cocer los manjares de las fiestas. No. Ahora aquella soledad sin cercos, donde hasta los pjaros cantaban sollozando, le amargaban el paladar con un gusto a tabaco demasiado mascado (Ferrer 2007 [1999]: 3839).

Mientras Chopeo no se resigna a la prdida y al fracaso, ella renuncia a cualquier idea ilusa de un destino distinto. A pesar de las pretensiones de Chopeo de mostrarse el ms fuerte, el que tiene la ltima palabra, aparece como el ms dbil frente a Paulina. No obstante esto no significa que ella no est sometida a Chopeo. Dentro de los patrones de las relaciones sociales intersexuales de la poca est dado que la mujer debe servir a su marido y Paulina se maneja con estos cdigos a pesar de su fortaleza. Ella se siente sojuzgada a l por el contrato matrimonial. Sin embargo ella tiene mayor criterio que l. Ella est consciente de que l se va a estrellar contra sus sueos. Ferrer pone en evidencia en su novela la imposibilidad que se le presenta a Paulina de cambiar el curso de los acontecimientos. Paulina calla ante Chopeo porque sabe que no tiene caso decir nada al otro incapaz de comprenderla. Ella no cuenta con una respuesta de un interlocutor vlido y sabe que la comunicacin es intil, pues Chopeo ni siquiera la escucha ni se percata del estado de orfandad en el que la deja: Chopeo se haba marchado al alba sin disipar el enfado de su mujer ni darse vuelta a mirarla. Se distanci por el callejn con el plpito traera cola. Ceida por el vestido gastado la figura de Paulina se qued cada vez ms atrs, ms triste, ms remota [...] (2007 [1999]: 57). Por ello Paulina cae en un profundo silencio. Ella prefiere no contarle a l los detalles de la violacin porque sabe que no tiene caso hablarle del asunto porque l no podr conocer cmo se sinti y cmo se siente. Paulina no se calla por miedo a la represalia ni a la reaccin que Chopeo pueda tener, sino porque est consciente que da igual contarle o no. Nada de lo que ella diga ser aceptado por l. Adems, cmo explicar las circunstancias que ella ha padecido y el grado de afeccin psicolgica que le ocasion la violacin del mbay y las prolongadas ausencias de Chopeo. Por otro lado, ella siente compasin por l y quiere evitarle ms sufrimientos a costa de su propio sacrificio. Y por ella quin siente compasin? Asimismo, ella sabe que 19

no podr cambiar el curso de lo acontecido y no tiene caso volver a ello: [] Cuando la resignacin se vuelve una segunda piel, es intil pleitear contra el destino, de modo que Paulina, con la repeticin de las estaciones, se fue acomodando a la idea de que as noms tenan que ser las cosas, y volvi a sonrer (Ferrer 2007 [1999]: 39). Los acontecimientos del pasado que dejaron huellas imborrables en Paulina vuelven insistentemente, lacerando su alma y sus sentidos. Paulina de Vagos sin tierra vive separada de aquello que ha abandonado. La situacin de enunciacin de quien de forma furtiva se aparta del mundo exterior para optar por un lugar al margen de los dems (en el monlogo interior), transparenta su posicin infortunada, la cual no consigue remediar. Es interesante observar el modo como en la novela la autora concibe un espacio interior como recinto simblico de confinamiento. El sujeto femenino slo encuentra como alternativa replegarse en s misma, en un dilogo imaginario con la otra que la habita. Paulina es el sujeto de la melancola que teje el espacio ntimo con las hebras de los recuerdos, del espacio vivido y habitado antes del irremediable destino de vagabundeo. En el lugar del recogimiento, su propio ser padece y muere de forma simblica: [], ahora solo le quedaba el despojo de la desesperanza (Ferrer 2007
[1999]: 27). Es as como se nos revela la improbabilidad de la comunicacin entre Chopeo y

Paulina, por la asimetra de las perspectivas entre uno u otro.

Bibliografa consultada:

Directa:

FERRER, Rene (2007): Vagos sin tierra, 2da. Edicin, Asuncin/Paraguay: Servilibro.

Indirecta: FERNANDES, Carla (2002): Vagos sin tierra de Rene Ferrer o la conquista de un nuevo territorio literario. Caravelle, Paysanneries latino-amricaines : mythes et ralits, Toulouse (79), p.147-164.

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LANGA Pizarro, Mar (2004): Historia e intrahistoria colonial en la narrativa paraguaya de los albores del siglo XIX, Edicin digital: Amrica sin nombre. Boletn de la Unidad de Investigacin de la Universidad de Alicante: Recuperaciones del mundo precolombino y colonial en el siglo XX hispanoamericano, nm. 5-6 (diciembre 2004), pp.115-122. En: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/57905029212256619532279/i ndex.htm (09/01/2010). ROA Bastos, Augusto (1993): El fiscal. Madrid: Santillana.

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