Retoríca, Aristóteles y Periodismo

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RUTA (2009), N 02 | ISBN: 2013-0740

M. Marques. Retrica y periodismo: unas relaciones muy objetivas

Retrica y periodismo: unas relaciones muy objetivas Rhetoric and journalism: some very objective relationships

Mario Marques Ramires [email protected] Universitat Autnoma de Barcelona Facultat de Cincies de la Comunicaci

Resumen: Este articulo trata de posibilidades, conveniencias y dificultades del movimiento de aproximacin entre los estudios de retrica y de comunicacin periodstica. Contribuciones de Van Dijk, Teruel-Planas y otros investigadores del mbito iberoamericano y cataln ayudan a comprender el carcter esencialmente retrico de muchos de los procedimientos bsicos del periodismo dicho informativo y de ciertas cuestiones todava cruciales en las discusiones sobre periodismo que vienen, en verdad, desde los sofistas. Abstract: This paper is focused on the possibilities, conveniences and difficulty of the approaching movement between the studies of the rhetoric and the communication in journalism. Contributions by Van Dijk, Teruel-Planas and other Iberoamerican and Catalan researchers help to understand the essentially rhetorical nature of many basic procedures of the media said informative and of some crucial issues on the debates about journalism, which exist, in fact, since the sophists.

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Palabras clave: periodismo, retrica, sofistas, tpicos, objetividad, manipulacin Key words: Journalism, rhetoric, sophists, topics, objectivity, manipulation

Datos del autor: Mario Ramires, licenciado en periodismo por la Faculdade de Jornalismo de la Fundaao Armando lvares Penteado (FAAP) de Sao Paulo, y profesor de la Universidade Federal de MS, Brasil, es actualmente doctorando de la Universitat Autnoma de Barcelona, donde desarrolla investigacin acerca de funciones retricas de tpicos y estereotipos en textos periodsticos.

Introduccin

Si lo que busca Aristteles en su Retrica es el hacer posible el control racional de las instancias objetivas y subjetivas por las que los hombres se mueven en la eleccin de esos actos retricos (Racionero, 1990: 85), en periodismo es tambin hacer posible el control racional de las instancias objetivas y subjetivas por las que los hombres (los hombres y las mujeres de la redaccin) se mueven en la eleccin de sus actos comunicativos lo que justifica cualquier esfuerzo de comprensin del periodismo. Sea en las prcticas de redaccin y preceptos deontolgicos de los libros de estilo, sea en los estudios tericos y crticos sobre la comunicacin periodstica, sea, principalmente, en el desafo trgico en que se debaten todos los das los angustiados profesores de periodismo, prometeos encadenados a las eternas vicisitudes a que se expone todo aquel que se arrisque a transitar entre los cielos e infiernos de estas dos perspectivas.

La idea de fondo que orienta este artculo es que el conocimiento de los principios bsicos de la retrica (los principios bsicos, no sus interminables esfuerzos clasificatorios y preceptivos, de inters generalmente muy especfico) puede ser todava ms til de lo que ha sido hasta ahora para el estudio de la comunicacin periodstica.

Entre las grandes dificultades para esta mayor aproximacin terica de las dos reas est, sin duda, la todava arraigada tradicin que tiende a reducir a la retrica a a) mtodo de engao y falsificacin para manipulacin de discursos; b) arte de adornar discursos sin comprometerse con su sustancia; o c) estudio de las metforas y figuras de lenguaje y construccin.

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A estas reducciones que, en muchos sentidos van en contra de una actitud que se podra decir verdaderamente cientfica, hemos buscado contraponer el entendimiento de que: a) la retrica es, por encima de todo, esfuerzo por comprender los complejos fenmenos involucrados en cualquier proceso de

comunicacin humana, sobretodo de los directamente relacionados al uso de la palabra; b) la retrica es la nica disciplina que permite situar e interrelacionar en un cuerpo terico comn todas y cualesquiera posibilidades de se estudiar, con apoyo de otras disciplinas, este conjunto de fenmenos; c) como el libre periodismo, el dominio pblico de la retrica es condicin inherente a la democracia, mientras que todo autoritarismo se basa prioritariamente en el control de la retrica incluso para justificar el uso de la fuerza.

1. El periodismo y la sofstica

Como medio de interaccin pblica en que al mismo tiempo se construye y se refleja la interpretacin del mundo en que vivimos (Ladevze, 2002), el periodismo dicho serio, por ms serio que se pretenda, no escapa evidentemente de los peligros de la simplificacin y manipulacin por procedimientos retricos. Por ello los medios impresos, sobretodo los grandes diarios de circulacin nacional, son ciertamente los espacios pblicos mediticos donde por ejemplo los tpicos y estereotipos, principalmente los de carcter tnico, estn ms estrechamente vigilados. Criterios de objetividad, adecuacin lingstica, correccin poltica y respecto a la diversidad y a la inteligencia del lector orientan, al menos en teora, esos cuidados. Rigor profesional, vigilancia de los lectores y sus defensores, y sobretodo la supervisin atenta de correctores, editores y directores de redaccin son los medios y filtros normalmente disponibles para asegurar la eficacia de ese control.

Es verdad que muchas veces lo que acaba haciendo de un tema noticioso un tpico (en sentido de lo ya sabido, lo recurrente) es justamente su carcter de tema importante, novedoso o no-tpico, que justifica por tanto su presencia permanente en el noticiario. El problema es que muchas veces en torno a estos temas tpicos porque muy recurrentes comienzan a circular los tpicos lingsticos o ideolgicos en sentido de verdades o lugares comunes, medias verdades, estereotipos groseros o presupuestos discursivos presuntamente consensuados, resultados por su vez de creencias

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ideolgicas manipuladas en funcin de los estereotipos que se van creando en torno a estos temas tpicos. Y esto puede no solo afectar el modo de enfocar e interpretar estos temas como tambin resultar en la presencia a veces visible pero casi siempre subyacente, oculta o subentendida, de tpicos desnecesarios o indeseables en los textos periodsticos.

Muchas veces estos tpicos estereotipados estn ocultos o subyacentes simplemente porque la brevedad, principal caracterstica de la narrativa periodstica, no sera posible si no en funcin de las elipses con que el redactor con-sigue omitir todo lo que ya es o que supone ser del conocimiento del lector, tanto en trminos de competencia lingstica y comunicacional, cuanto en trminos de conocimiento previo de muchos detalles y contextos necesarios para la comprensin de los hechos narrados pero que son ya conocidos en funcin de la repeticin, ms que de los relatos, de las situaciones mismas a que se refieren (Van Dijk,1990, 1997).

Pero muchas veces su presencia, disfrazada o no, est tambin directamente relacionada a la propia naturaleza del periodismo como actividad que se apoya bsicamente en la transmisin de opiniones a travs de citas y declaraciones.

Si entendemos el peridico como narrador polifnico de una actualidad que, en la secuencia de temarios, deviene historia siempre abierta y frecuentemente

reinterpretada (Borrat,1989), tenemos que el relato periodstico no es ms que el encuentro de mltiplas voces intentando explicar esa actualidad a partir de distintas visiones personales, subjetivas, ideolgicas, que para ser comprendidas y aceptadas procuran compartir con el lector acervos y repertorios comunes, que son los lugares (comunes) donde cada una de esas voces va a buscar las verdades o medias verdades (comunes, y por tanto previamente aceptadas) necesarias para sustentar sus tesis y puntos de vista.

Por lo que se podra incluso afirmar que esa polifona o diversidad de voces, en vez de autntico pluralismo informativo, resulta ms bien de la aplicacin de estrategias retricas diversas que hacen que el discurso periodstico, producto a su vez de una misma sociedad y cultura donde siempre prevalecen unos mismos constructos ideolgicos que la caracterizan globalmente, parezca diverso, verosmil y con apariencia de pluralidad (Teruel-Planas, 1997).

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La brevedad del relato, a veces ms que la habilidad o mala intencin de fuente o narrador, puede ser por tanto, en este contexto, factor que casi siempre acaba ocultando los tpicos ideolgicos en que se apoyan las fragmentadas, ms que resumidas y aunque redundantes, opiniones publicitadas en los textos periodsticos incluso los noticiosos que se pretenden objetivos.

Umberto Eco es taxativo al sealar que la manipulacin ideolgica, que se hace mediante la ocultacin de la parcialidad de las premisas en que apoyamos nuestra argumentacin, es cosa propia de la retrica (Eco, 1977). Como es tambin cosa propia de la retrica el proceso inverso, de tornar evidente qu partido tomamos al escoger nuestras premisas para construir determinada afirmacin o argumentacin, o entonces demostrar por a ms b que no tomamos partido ningn, esto s si estuviramos sincera y absoluta-mente seguros de nuestra imparcialidad.

Algunos creen y defienden la imparcialidad como algo sagrado, verdadera razn de ser del periodismo. Otros aseguran que el criterio de imparcialidad es pura mistificacin destinada a ocultar la inevitable parcialidad de las premisas en que basamos nuestra interpretacin de la realidad. De cualquier modo, dentro o fuera del periodismo, es del uso que hacemos de la retrica que depende la honestidad de nuestros discursos. E viceversa.

Aunque no consiga evitar la manipulacin, el mejor conocimiento de estos procesos retricos puede ayudarnos como mnimo a tomar conciencia de procedimientos que, muchas veces inconcientemente, pueden levarnos al que en periodismo se suele llamar ideologizacin de la noticia.

Adems de las razones estrictamente metodolgicas, de que tratamos en apartado propio de este texto, esta es en verdad una de las razones que nos llevan a considerar productiva una mayor aproximacin de la perspectiva retrica a los estudios de periodismo. Creemos que, como madre de todo el conjunto de modernas disciplinas (lingstica, teora literaria, semitica, pragmtica, filosofa del lenguaje, teora de la comunicacin) que procuran hoy dar cuenta de las complejidades de los procesos de comunicacin humana (Barthes,1974) la retrica puede ofrecernos tambin la visin de conjunto necesaria para comprender, por ejemplo, la verdadera razn de ser de algunas de las recomendaciones de los manuales de periodismo que proceden y son eficaces pero suelen ser fcilmente rechazadas como manas conservadoras o instrumentos del amo deseoso de controlar la libertad de expresin de sus empleados o colaboradores.

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Conociendo y confrontando los principios bsicos de la retrica y de la comunicacin periodstica podemos comprender tambin como y porque ciertos manuales de redaccin y estilo, en su intento de asegurar la mxima objetividad de los productos de la casa, se esfuerzan por eliminar cualquier rastro de retrica en los textos a ser producidos, mediante aplicacin de una serie de cuidados y recomendaciones que no son ms que el extracto con mnimas variaciones de las llamadas mximas retricas de inspiracin sofista y aristotlica.

En este sentido, el acercamiento de la retrica a los estudios de periodismo nos permite comprender, en fin, que los procedimientos retricos no se limitan en periodismo a los editoriales, comentarios y textos dichos de opinin, estando tambin presentes en cualquier texto objetivamente noticioso que comporte algn esfuerzo para evidenciar la credibilidad o verosimilitud de sus aserciones o informaciones.

No obstante, es grande la resistencia de muchos periodistas y estudiosos a este acercamiento, quiz en funcin tambin de una comprensin limitada o estereotipada de la retrica, que acaba confundiendo la arte o tcnica de la argumentacin con el producto o resultado de determinados usos que se pueden hacer de esta tcnica

Del mismo modo que las ciencias as reconocidas sin sombra de dudas, tambin los estudios de retrica y de periodismo tienen que ser acumulacin y organizacin de conocimientos en permanente construccin, experimentacin, reevaluacin y

reconstruccin. Por ello se vuelven difciles de aceptar como propiamente cientficas determinadas posturas tericas, muy frecuentes entre los que imparten clases, libros o verdades sobre periodismo, que prefieren alejar tanto cuanto posible retrica de periodismo, negando a los productos de la comunicacin periodstica su condicin de discursos, e intentando proteger a sus nostalgias quijotescas en torno al buen y honesto periodismo que infelizmente ya no se hace ms en un castillo platnico estratgicamente construido en la ms alta cumbre de la objetividad pura y dura.

Si para estos defensores del templo periodstico los amantes de la retrica no pasan de bestias infieles a que se les ha de dar palo con el debido rigor y dureza, peor se les ven a los sofistas, demonios en persona que de las entraas del pasado no pueden jams volver a nos atormentar con sus artes del engao por la seduccin y el malabarismo verbal.

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Estos temores puede que resulten en gran parte del hecho de que muchas veces el conocimiento y la visin crtica sino de rechazo que tenemos hoy de los sofistas y de la retrica sofista se apoyan exclusivamente en lo que dice Platn en el dilogo Grgias, sin atentarnos a como el mismo Platn trata estos temas en obras de su fase ms madura como por ejemplo en el Fedro, Protgoras y Teeteto, y sobretodo como evolucionan estas ideas al largo de la obra de Aristteles.

Este poco conocimiento y la distancia nos llevan a atribuir a los sofistas y a la retrica, a veces de forma ms dura que el mismo Platn en su ms arrebatada fase juvenil, toda culpa de la manipulacin que encontramos en los discursos incluso de nuestros das. Como si el engao por la palabra hubiera sido inventado y receptado por la retrica sofista. Sin atentarnos que, en verdad, ms que recomendaciones, muchos de los enseamientos sofsticos y aristotlicos sobre retrica no son ms que el estudio de cmo las cosas funcionan en los procesos de comunicacin humana. Y que, guardadas las diferencias de contextos y culturas, funcionaban en aquella poca, funcionan hoy en da y quiz funcionarn siempre, como parecen demostrar estudios ms recientes en los campos de la antropologa, psicologa social y filosofa del lenguaje.

En este sentido, no es demasiado recordar que, si de Platn y Aristteles a nuestros das se pasaron ya casi dos mil y quinientos aos, los procesos de comunicacin que los sofistas decidieron estudiar en la retrica, basados en la interaccin en vez del rechazo y a partir de ah en complejos procesos de seduccin o convencimiento, puede que remonten al tiempo en que nuestros antepasados vivan todava en rboles pero ya en sociedad, quiz inventando palabras para discutir y decidir si bajaban o no a tierra.

Estudiar Protgoras y Gorgias es, en este sentido, ms que oportuno, imprescindible. De un lado para comprender con que fuerzas e ideas ha habido que lidiar Aristteles para la construccin de su Retrica, basada esencialmente en la sofstica pero de cuyos excesos se intenta precaver reservando especial papel para los tpicos y lugares comunes. Y de otro lado, para verificar tambin como se hacen presentes ya en la retrica sofista una serie de cuestiones que constituyen, todava hoy, temas fundamentales de grandes discusiones internas y externas acerca del periodismo.

Adems de la tesis de Protgoras de que toda verdad permanece verdad tan solo hasta que aparezca otra prueba o argumento ms fuerte que la derrumbe, el incmodo que nos causan, por ejemplo, las ideas de Grgias acerca del encanto mgico de las palabras y de la necesidad de total entrega, incluso emocional, del receptor al emisor

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para que la comunicacin funcione, quiz no sera tan grande si atentramos un poco ms a como de hecho las cosas funcionan en nuestro periodismo de toda la vida.

Muchas veces nuestro columnista o periodista predilecto lo es porque toma partido, y coincidentemente lo mismo partido que el nuestro, para orientar sus anlisis e interpretaciones. O entonces porque no toma partido, no usa termos y expresiones ideolgicas, y nos parece por ello tan objetivo e imparcial, exento de manipulacin. Tanto en un caso cuanto en otro, a veces lo que ms nos agrada en verdad son su estilo, sus metforas, su modo de combinar las palabras y construir los perodos, que acaban sonando siempre como msica en nuestra, por ms que crtica y exigente, placentera y fiel lectura.

Y cuanto ms los estudios recientes de recepcin nos ensean que la influencia de los medios puede ser relativizada por la interferencia en este pro-ceso de las llamadas mediaciones sociales y culturales (Martn-Barbero,1987), ms podemos convencernos de que la buena comunicacin periodstica depende tambin, adems de informar con exencin, de la capacidad de atraer, seducir, emocionar y persuadir en medio a tantas mediaciones e interferencias.

Que el dejarse llevar por el placer y la emocin de la buena comunicacin no es cosa tan solo de la retrica de inspiracin sofista o gorgiana parece sealarnos Barthes al apuntalar que en la buena retrica platnica, que busca la interlocucin personal, la adhominatio, el modo fundamental del discurso es el dilogo verdadero entre el maestro y el discpulo, unidos por un amor elevado (que Barthes ve incluso cargado de erotismo). Pensar en comn, tal podra ser la divisa de la dialctica. La retrica es un dilogo de amor (Barthes, 1974).

Si la retrica de la objetividad ha sido durante tanto tiempo el principal canto seductor de los medios periodsticos de mayor penetracin, el advenimiento de la Internet y la consecuente irrupcin de los receptores con todas sus emociones y apresadas opiniones en los espacios nobles de los medios parece hacer que el canto seductor sea ahora el de abertura plena de estos medios a los blogs personales y a las intervenciones directas de los lectores. Tanto que se levantan ya voces atemorizadas por el riesgo, quiz real, de una excesiva prevalencia, en el espacio pblico y en el periodismo, del primado de la opinin personal, subjetiva, fragmentada, relativista y emocional, de tal forma dominada por los excesos argumentativos y el efecto

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ilusionador de las palabras que ni Protgoras y Gorgias en sus momentos ms entusiasmados de embriaguez retrica o baconiana hubieran podido imaginar.

Puede que sea esta ms una razn para se intentar volver a aprender algo ms con los sofistas, pedagogos por excelencia, que tanto susto provocaron en la aristocracia de la poca al liberar la palabra para uso pblico con tanta democracia, opinin, subjetividad y emocin.

2. Retrica tambin en periodismo

Un de los efectos del llamado giro lingstico en los estudios de comunicacin ha sido, no obstante resistencias, la constatacin gradual de que s que hay ms puntos en comn de lo que eventualmente se pensaba entre retrica y periodismo ms all de las pginas de opinin.

Entre las grandes contribuciones desarrolladas en este sentido en el contexto acadmico ibrico e iberoamericano, mientras algunos, como Chilln, van bien adelantados en estas relaciones estudiando la narrativa periodstica en la perspectiva sobre todo de la teora literaria (Chilln,1998), otros, como Borrat (1989), Casass y Ladevze (1991) avanzan tambin por la comprensin de los aspectos retricos del texto narrativo pero caminando por los estudios propios de redaccin de noticias, dentro de lo que algunos llaman periodstica.

Del mbito ms bien anglosajn pero trabajando el anlisis de discurso en la perspectiva crtica heredada de la Escuela de Frankfurt, son tambin decisivas en este sentido las aportaciones de Van Dijk que destacamos en este artculo, dedicadas principalmente al esfuerzo por comprender la importancia del concepto de macroestructuras para el estudio de textos periodsticos y las estrategias retricas que el autor encuentra en estos textos con intencin de enfatizar las llamadas cualidades de la noticia.

Dedicando especial atencin a cuestiones de racismo en la prensa, Van Dijk es tambin un de los ms conocidos representantes del llamado anlisis crtico del discurso (ACD), que, conforme aclara, no conforma una escuela ni un campo ni una disciplina de anlisis del discurso, sino que se trata de un planteamiento, posicionamiento o postura explcitamente crtico para estudiar el texto y el habla (Van Dijk,1997:16).

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Aunque gran parte de su produccin est encaminada hacia el estudio del rol del discurso en las relaciones de poder, dominacin, desigualdad y racismo en los medios, son significativas tambin sus aportaciones tericas a los mtodos de anlisis de discursos en general. Entre estas destacamos como de especial inters para nuestro estudio el trabajo terico que desarrolla en torno al concepto de macroestructuras, que segn informa tiene origen en la teora literaria y fue empleado primera vez por Bierwisch (Van Dijk,1984:195).

Los anlisis de discurso comportan, conforme subraya Van Dijk (1997), el estudio en separado pero relacionado, del contenido fontico, grfico, fonolgico, morfolgico, sintctico, micro y macrosemntico, estilstico, superestructural, retrico, pragmtico, conversacional, interaccional y dems estructuras y estrategias. Pero en qu estn esencialmente interesados tanto los analistas del discurso como los usuarios del lenguaje comn es en el significado del discurso, o sea, qu es y de qu habla este texto, y qu significa y qu repercusiones tiene para el usuario.

La respuesta parcial a estas preguntas se halla en la semntica textual, que formula reglas de interpretacin para las palabras, las frases, los prrafos o para discursos enteros. Una de las importantes nociones que se estudian en la semntica textual es la de la coherencia local del texto y una de las condiciones principales de la coherencia local de los textos es que sus propuestas se refieran a hechos que estn relacionados, por ejemplo, por vnculos de tiempo, condicin, causa y consecuencia.

En el texto de una noticia periodstica subyacen generalmente gran numero de enlaces entre conceptos y proposiciones que, por ser ya de conocimiento del lector pueden ser omitidos por el redactor, de tal forma que el texto es, por as decirlo, un iceberg semntico del que solamente se manifiesta la punta, mientras que el resto de la informacin se supone conocida de los lectores. Este tipo de dependencia sobre el conocimiento del mundo y otras creencias puede conformar un cuerpo de coherencia subjetiva e ideolgica, de tal forma que lo que es coherente para el periodista puede (o no) serlo para los lectores.

Una de las nociones semnticas ms poderosas en el anlisis crtico de la informacin de noticias es la implicacin. Como sabemos, gran parte de la informacin en un texto no se expresa de forma explcita, sino que se realiza de manera implcita. Las palabras, oraciones y otras expresiones textuales pueden implicar conceptos o proposiciones que pueden inferirse basndose en un conocimiento a priori. Esto tiene unas dimensiones

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ideolgicas importantes, pues el anlisis de lo no dicho es a veces ms revelador que el estudio de lo que se dice explcitamente en el texto. Como nota Van Dijk, existen varios tipos de implicacin: suposiciones, presuposiciones y otras formas ms tenues, como la sugestin y la asociacin. Y muchas implicaciones ideolgicas suceden no slo porque se dice muy poco, sino tambin por el exceso de irrelevancias que a veces se comentan sobre los protagonistas de las noticias.

Adems de este tipo de coherencia local referencial, las proposiciones pueden ser tambin funcionalmente coherentes. Por ejemplo, cuando la segunda proposicin tiene la funcin de especificacin, parfrasis, contraste o ejemplo, relativa a la primera proposicin. En la redaccin tpica de las noticias periodsticas (de lo ms para lo menos importante) las proposiciones estn a menudo conectadas por una relacin de especificacin: las proposiciones ms generales van seguidas de otras ms especficas que proporcionan ms detalles. Y tambin en este caso se aplica la afirmacin de Van Dijk de que la propiedad crucial del discurso es la de ser globalmente (enteramente) coherente, adems de serlo a nivel local (frasal). Y por ah llegaremos a las macroestructuras: Ms all de las relaciones de significado entre frases subsiguientes, un texto debe tener una unidad semntica general. La coherencia global la describe aquello que todos conocemos intuitivamente como temas. Los temas conforman el sumario conceptual del texto y especifican su informacin ms importante. En trminos tericos se pueden describir dichos temas como macroproposiciones semnticas, es decir, como proposiciones que se derivan de secuencias de proposiciones en el texto: por ejemplo, por macrorreglas tales como la seleccin, abstraccin y otras operaciones que reducen la informacin compleja. El conjunto jerrquico de temas o de macroproposiciones conforma la estructura temtica del texto. Los usuarios del lenguaje emplean dichas macroestructuras para comprender de forma global y resumir un texto. En el discurso informativo, la parte superior de esta macroestructura se expresa normalmente en el titular y en el prrafo de cabecera. (1997:33)

En sus contribuciones al desarrollo de una teora de las macroestructuras Van Dijk (1980) empieza por indagarse acerca de las posibilidades de formular reglas generales y categoras macroestructurales. Parte de la nocin intuitiva de tpico en sentido lingstico para explicar que los tpicos sentenciales (tpico de frase) determinan la distribucin de informacin a lo largo de secuencias de frases, mientras que los tpicos de discurso (o tpico de conversacin) parecen reducir, organizar y categorizar la

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informacin semntica de las secuencias como un todo. Un concepto o una estructura conceptual (una proposicin) puede convertirse en tpico de discurso si organiza jerrquicamente la estructura conceptual (proposicional) de la secuencia (Van Dijk, 1984:200).

En el caso de que haya ms de una proposicin que satisfaga este requisito se puede hablar de alternativas, y el conjunto de alternativas determinar el conjunto tpico de esta parte del discurso. Solo aquellas proposiciones vinculadas por un discurso o una parte de un discurso son tpicos que dominan toda la informacin semntica de la sentencia. Las frases tpicas, o sea, que expresan proposiciones (sub)tpicas directamente se presentan a menudo para recalcar el tpico y tienen funcin especfica de anunciar o confirmar antes o despus de un pasaje el tpico hipottico establecido por el lector. Las otras frases pueden entonces ser consideradas como que de explicacin o especificacin de la informacin de las oraciones tpicas.

Esta caracterizacin de la nocin de tpico (lingstico) de discurso guarda relacin con la que propone Van Dijk para las macroestructuras: Una macroestructura de una secuencia de frases es una representacin semntica de algn tipo, es decir, una proposicin vinculada por la secuencia de proposiciones que subyacen al discurso (o parte de l).

Debemos hablar entonces de varios niveles de macroestructuras: cualquier proposicin vinculada por un subconjunto de una secuencia es una macroestructura para esa subsecuencia. En el prximo nivel estas proposiciones macroestructurales pueden de nuevo estar sujetas a integracin dentro de un marco ms grande, es decir, pueden vincular, conjuntamente, una macroestructura ms general. En este proceso se puede a veces cambiar un tpico (pasar de un a otro) con apoyo de seales especficos que indican ese cambio tanto en los discursos cuanto en las conversaciones. Estas relaciones entre proposiciones tpicas son las relaciones semnticas (referenciales y conceptuales), base lingstica para otro tipo de relaciones estructurales que determinan las propiedades superestructurales especficas (o esquemticas) de varias clases de discurso, por ejemplo de la narracin, argumentos etc. (1980:209).

Una de las funciones cognoscitivas de la macroestructura es la organizacin, en tratamiento y memoria, de la informacin semntica compleja. Los hablantes no pueden, y no tienen porqu, almacenar toda la informacin proposicional de un discurso dado en el proceso verbal, explica Van Dijk. Por tanto, esta informacin ser, al menos

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en parte reducida a las macroestructuras. Y la informacin reducida debe estar vinculada por la informacin semntica plena del discurso. El significado de una secuencia no es meramente la suma de las proposiciones que subyacen a la secuencia, sino que, en otro nivel, debemos hablar del significado de la secuencia como un todo, que ordena jerrquicamente los significados respectivos de sus frases.

O sea, las macroestructuras se relacionan con las microestructuras (estructura semntica de la secuencia de frases) por conjuntos de proyecciones semnticas a que se llega mediante operaciones de reduccin de informacin semntica, en que la informacin reducida no es suprimida sino tambin integrada: un cierto nmero de proposiciones pueden ser substituidas por una (macro)proposicin que subsuma la informacin ms detallada en un nivel ms global de representacin. Es esta macroproposicin la que da cuenta del hecho de que la secuencia original de proposiciones forma una unidad semntica en relacin con el nivel de la macroproposicin.

Las evidencias lingsticas de las propiedades semnticas de las expresiones pueden ser encontradas en la entonacin, acento, estructura sinttica y unidades lxicas. Las frases y clusulas expresan as proposiciones y propiedades de proposiciones como ciertas relaciones entre argumentos, predicados, operadores modales etc. Pero las macroestructuras estn menos relacionadas con las oraciones reales porque son propiedades de nivel superior de secuencia de proposiciones. Sus evidencias lingsticas pueden ser, entre otras, la estructuracin en frases tpicas que proporcionan directamente la macroestructura de un cierto pasaje; las conexiones entre las proposiciones mediante conectivos naturales como adems, pero, sin embargo etc; identidad de tiempo macroestructuralmente determinada; la presencia de referencia, o sea, el uso de pro-formas y demostrativos para sealar hechos mencionados por una proposicin macroestructural anterior. Con esta ltima podemos tener tambin la evidencia lxica de las macroestructuras, es decir, en la expresin del concepto que contiene los conceptos del resto del pasaje, al menos en alguna clase de estructura relacional.

Estas evidencias se expresan por tanto en hechos explcitos como

frases tpicas

especficas, pro-formas para macroproposiciones y predicados de tales proposiciones, uso de conectivos entre macroproposiciones, artculos definidos sin antecedentes coreferenciales explcitos, presuposiciones macro-estructurales de frases y las

constricciones generales sobre la estructura conceptual y el modo/modalidad, incluyendo tiempos verbales de los pasajes de un discurso. Pero adems de estos tipos

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de evidencia sintctico-semntica se pueden verificar las macroestructuras tambin en nivel pragmtico, bien como en indicaciones morfo-fonolgicas o grficas como pausas y cambios de entonacin y la estructuracin del discurso en prrafos de modo que el cambio de prrafo indica casi siempre tambin el cambio de sub-tpico de la macroproposicin mayor Si la psicologa cognoscitiva y la psico-lingstica se han dedicado primero al tratamiento de palabras y sintagmas y de estructuras sintticas y semnticas de las frases, del punto de vista de la base cognoscitiva de las macroestructuras discursivas cabe por tanto dar cuenta de cmo entendemos los discursos, qu informaciones se almacena, como se organiza esta informacin en la memoria y como es recuperable para diferentes tareas, tales como reconocimiento, recuerdo, resolucin de problemas, inferencia, accin. Van Dijk reconoce que las investigaciones en este campo no han hecho ms que empezar, pero destaca que tiene ya empricamente confirmadas algunas hiptesis acerca de la importancia de las macroestructuras en la memorizacin y recuperacin del contenido de discursos. Primeramente, como es el caso de las oraciones (ms largas), las estructuras de superficie (estructuras morfo-sintcticas) se usan slo para organizar la informacin semntica (por ejemplo proposicional). Casi toda la estructura superficial se almacena por tanto slo en memoria a corto plazo y se olvida pronto, mientras que slo la informacin semntica puede procesarse de tal modo que puede almacenarse en una memoria a largo plazo. Hay una serie de excepciones en las que la informacin superficial, por ejemplo de tipo estilstico, puede tambin almacenarse. () El mayor problema para el discurso es, sin embargo, si todas las proposiciones se almacenan en la memoria. Este no es el caso claramente de los recuerdos desperdigados de discursos de ms de 200 palabras. Esto es, por en cima de un cierto umbral, el hablante que oye o lee un discurso no puede almacenar ya recuperablemente toda la informacin semntica del discurso como un conjunto o secuencia de proposiciones.

Con todo, explica Van Dijk, en la mayor parte de los casos, incluso para discursos muy complejos, como novelas, el lector sabe siempre (en funcin de las macroestructuras) sobre qu es un discurso, y puede incluso establecer relaciones de coherencia con la parte anterior de un discurso. Estas relaciones no pueden establecerse posiblemente con todas las proposiciones anteriores individualmente, sino que deben basarse en la informacin que pueda ser fcilmente almacenada y que sea necesaria y suficiente para la interpretacin del resto del discurso. Igualmente, habiendo interpretado el discurso entero, debe haber estructuras disponibles para lograr el reconocimiento, recuerdo o la

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resolucin de problemas. Es decir que la cantidad de informacin presentada debe reducirse, y las explicaciones arriba acerca de las macroestructuras nos ayudan a comprender cmo se da ese proceso.

Es decir que las macroestructuras no slo permiten la comprensin de informacin altamente compleja durante la entrada, sino que al mismo tiempo organizan la informacin en la memoria; as sirven al mismo tiempo como ejemplo de recuperacin para informacin ms detallada dbilmente vinculada por ella. Los sujetos que reproducen un relato producirn un discurso que contenga principalmente

macroproposiciones. En un recuerdo inmediato la informacin ms detallada est todava conectada con esta macroestructura, pero despus de varias semanas la reproduccin no contiene mucho ms que la macroestructura o fragmentos de la macroestructura.

Aspecto, por lo tanto, muy importante en la memorizacin de la informacin es evidentemente la credibilidad e importancia atribuida a esta informacin en el momento de la recepcin. En la perspectiva dualista anglosajona que define los textos periodsticos como del gnero informativo o del gnero interpretativo o argumentativo, Van Dijk identifica en este mbito, adems de los fenmenos relacionados a las distintas funciones perlocutivas y los distintos modelos cognitivos y receptivos, un fenmeno de gradacin de la intensidad retrica (que obviamente es ms intensa en los gneros no informativos) y el fenmeno de las distintas manifestaciones retricas en que estn implicadas la persuasin explcita de los gneros opinativos y la persuasin implcita de los gneros informativos que, aunque informativos, pueden buscar persuadir al lector de que es verdad lo que se informa.

Por tanto, del punto de vista de la noticia como discurso, Van Dijk considera la retrica como un conjunto de procedimientos a que el periodista puede recurrir para tornar ms efectivo, ms convincente su relato, enfatizando delante el lector la presencia en su texto de aquellos recursos narrativos que el lector ya est acostumbrado a identificar como aseguradores de veracidad, confiabilidad, proximidad y otros valores

normalmente relacionados a la cualidad de la noticia.

Para explicar como funciona la retrica en periodismo informativo, Van Dijk empieza confrontndola con el estilo, en relacin al contexto, y va buscar despus en la pragmtica cmo explicar qu entiende por persuasin.

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El estilo, segn el autor, es el resultado textual de la eleccin entre modos alternativos de decir ms o menos lo mismo por medio de distintas palabras o una estructura sintctica distinta. Dichas elecciones estilsticas tambin conllevan una clara implicacin social o ideolgica, porque a menudo sealan las opiniones del periodista acerca de los protagonistas de la noticia y de los sucesos. (Van Dijk,1997:36).

Adems, el estilo ha que se desarrollar dentro de las limitaciones resultantes del tema, el medio y el contexto comunicativo. En el periodismo noticioso o dicho informativo este contexto significa, adems de la prisa y el esfuerzo de sntesis que de manera general caracteriza la labor periodstica, tambin la impersonalidad propia de cualquier discurso pblico, el lenguaje directo pero no coloquial, el formato preestablecido de muchas soluciones, entre otros lmites o limitaciones.

De manera parecida al estilo, explica Van Dijk (1990:123), la retrica del discurso tiene que ver con el modo en que decimos las cosas. Pero, dado que el estilo periodstico se halla muy limitado por diversos factores contextuales procedentes del pblico massmediatizado y la naturaleza formal de las noticias, el uso de estructuras retricas en la noticia depende de los objetivos y los efectos buscados por la comunicacin: Las elecciones del estilo indican la clase de discurso adecuada para una situacin particular o los antecedentes ideolgicos presupuestos. El recurso a la retrica, en cambio, no viene dictado por el contexto. Puede utilizarse libremente si lo que se quiere es hacer ms efectivo el mensaje.

Soluciones estticas como metforas, rimas, anttesis pueden producir efectos puramente estticos, pero lo estticamente funcional tambin puede usarse para fines persuasivos. En el nivel cognitivo-semntico, deseamos que las personas entiendan lo que decimos sobre ciertos sucesos o situaciones. Es decir, deseamos enviar un mensaje al otro lado. () esto significa que se espera que el lector o el oyente construyan una representacin textual y un modelo situacional segn la intencin del hablante/escritor. Pragmticamente () deseamos que nuestro copartcipe del habla comprenda que lo que decimos tuvo la intencin de ser una afirmacin, un ruego o una amenaza.

Pero incluso si el oyente o lector ha entendido perfectamente bien lo que hemos comunicado semntica y pragmticamente, an no se habr llevado a cabo toda la misin comunicativa:

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Tambin queremos que l o ella acepten lo que decimos, es decir, crean en nuestra afirmacin, realicen las acciones requeridas y ejecuten nuestras rdenes. En la jerga pragmtica tradicional, nuestros actos de habla no slo deben desempear funciones elocutivas sino tambin efectos perlocutivos. En trminos retricos o del estudio de la comunicacin del habla, esto significa que nos hallamos implicados en un proceso de persuasin. (1990:124)

Antes de entrar en la comprensin de la persuasin, conviene ver como Van Dijk distingue, en otro contexto, la retrica de la pragmtica lingstica: La condicin pragmtica se referira a la adecuacin de una frase, mientras que las variaciones estilstico/retricas se referiran al grado de efectividad de una expresin, que subyace a la voluntariedad de los oyentes en el nivel perlocucionario. Puedo tener varias opciones de hacer una peticin adecuada, pero ciertas peticiones sern ms probablemente conformadas que otras, segn los grados de cortesa, la medida de preparacin de la peticin, y el grado de libertad dejado al oyente. (Van Dijk,1984: 286)

Para Van Dijk, aunque la noticia, desde un punto de vista ideolgico, promueve implcitamente las creencias y opiniones dominantes de grupos de elite en la sociedad, no tiene como primera intencin, como en la publicidad, promover bienes y servicios, que en trminos pragmticos implica actos perlocutivos de orden, sugestin o apelacin para llevar a la accin de una compra o contratacin por ejemplo. El grueso de las noticias cotidianas sera ms bien del tipo de acto de habla asertivo, o sea, que en principio no pretende ms que afirmar alguna cosa. Pero, Para que estos actos de habla sean pertinentes, el escritor debe expresar proposiciones que el agente/lector todava no conozca y que el escritor desea hacerle conocer. La dimensin perlocutiva o persuasiva que apoya estas intenciones en la prctica, pues, es la formulacin de significados de una manera tal que no slo se entiendan, sino que tambin se acepten como la verdad o al menos como una posible verdad. Las estructuras retricas que acompaan a los actos de habla asertivos, como los que desarrollan las noticias en la prensa, debern ser capaces de alimentar las creencias de los lectores unindose a las proposiciones asertivas del texto. La persuasin asertiva es el nivel cero de los procesos persuasivos: sin creer lo que el otro dice, difcilmente cambiaremos nuestras opiniones basadas en esas creencias. No se nos podr persuadir con demasiada facilidad para participar en una manifestacin de protesta contra una

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nueva central nuclear a menos que creamos que los productos de desecho nuclear son peligrosos para las personas y el medio ambiente.

Sin hablar evidentemente de tpicos, ni lingsticos ni mucho menos dialcticos, aristotlicos o estereotipados, Van Dijk (1990:124-138) nos va aproximando as de lo que entiende como el aspecto del contenido de la retrica en las asertivas noticias periodsticas.

Empieza por resaltar que el complejo proceso de aceptacin de las proposiciones de conocimiento y creencia presupone cierta coherencia mnima, si no una identificacin, con otros conocimientos y creencias que ya poseemos. Las proposiciones nuevas aceptadas, para serlo, no deben ser demasiado distintas de las proposiciones de nuestros esquemas, de alto nivel y temticas, de nuestros modelos y actitudes. Si as ocurre, no slo debemos aceptar una nueva proposicin sino que tambin cambiaremos nuestras creencias bsicas. Sabemos, y la investigacin experimental lo confirma, que esto no es fcil. Sin buenas razones y evidencias, nos negamos a descartar creencias fundamentales construidas a lo largo de aos de entendimiento, experiencias y accin. No importa que la dimensin persuasiva de la charla o del texto suponga a menudo una buena argumentacin. Se supone que los argumentos explcitos o implcitos influyen en el trabajo cognitivo que afrontamos cuando consideramos la aceptacin de una proposicin afirmada por el hablante.

Sin entrar en consideraciones acerca de las estructuras argumentativas, su organizacin y relevancia cognitiva, Van Dijk avanza su explicacin de la retrica como algo complementar en periodismo destacando su aspecto formal, que regula los modos o maneras de nuestra formulacin de proposiciones o argumentos. Estos aspectos formales, que a su modo de ver pueden ser ms o menos independientes del contenido o la sustancia del proceso de persuasin, pueden ayudar a representar la informacin en la memoria; a organizar mejor esa informacin; a ampliar las posibilidades para su rescate y uso; y a influir finalmente en los cambios de creencia y opinin. Son aspectos relevantes para el discurso periodstico en la medida que ste debe expresar las proposiciones que pueden aadirse coherentemente a los modelos que los lectores ya tienen del mundo y, al mismo tiempo, debe convertir esas proposiciones en algo fcil de memorizar. Pero, El discurso periodstico no funciona rutinariamente en la segunda dimensin: no esperamos slidos modelos imaginativos, ni una formulacin sintctica compleja

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o una metaforizacin artificial en tems periodsticos comunes. Eso queda reservado, como mximo, para artculos de fondo especiales y para los editoriales. Los informes diarios no tienen tiempo para la escritura sofisticada, original y creativa. Por el contrario, el subrayado del contenido importante lo llevan a cabo completamente las diferentes estructuras de relevancia de la noticia, como la organizacin jerrquica, el ordenamiento, las estructuras esquemticas y la correspondiente disposicin (titulares, encabezamientos, tamao, frecuencia etc.).

En este sentido, cuanto ms nos alejamos de los gneros periodsticos llamados opinativos o interpretativos, donde tanto la funcin esttica cuanto la argumentativa tienen ms importancia, para verificar como funciona la retrica en el llamado gnero noticioso a veces dicho objetivo, ms tendremos que comprender que el aspecto formal de la retrica de la noticia no est basado principalmente en los niveles gramaticales de la fonologa, la morfologa o la sintaxis, como puede ser el caso de los discursos estticamente funcionales. Su objetivo es poner en evidencia el contenido especfico mediante las diferentes caractersticas que destacan la relevancia o prominencia de la noticia (1990:126).

De un punto de vista prctico, la redaccin de la noticia exige de cualquier modo esfuerzo de organizacin para que se comprenda, se entienda, se represente, se memorice y para que se crea e integre su contenido. Pero si se han de aceptar las proposiciones como verdaderas o plausibles, debe haber modos especiales de ampliar su apariencia de verdad y plausibilidad. Apoyndose en Tuchman y otros autores, Van Dijk constata que el discurso periodstico posee ya una gran cantidad de estrategias estndar para promover el proceso persuasivo de las afirmaciones. Y las sintetiza de forma esquemtica en tres grupos funcionales:

A) Subrayando la naturaleza factual de los acontecimientos, por ejemplo, mediante 1. Descripciones directas de los acontecimientos que estn ocurriendo. 2. Usando las evidencias de testigos cercanos. 3. Usando la evidencia de otras fuentes fiables (las autoridades, personas respetables, los profesionales). 4. Seales que indican precisin y exactitud, como las cifras para personas, la hora, los acontecimientos, etc. 5. Usando citas directas de las fuentes, especialmente cuando las opiniones desempean un papel importante.

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B) Construyendo una estructura relacional slida para los hechos, como por ejemplo: 1. Mencionando los acontecimientos previos como condiciones o causas, y describiendo o prediciendo los acontecimientos siguientes como consecuencias posibles o reales. 2. Insertando hechos dentro de modelos situacionales bien conocidos que los convierte en relativamente familiares incluso cuando son nuevos. 3. Utilizando argumentos y conceptos bien conocidos que pertenecen a ese argumento. 4. Tratando de seguir organizando los hechos en estructuras especficas bien conocidas, por ejemplo las narrativas.

C) Proporcionando informacin que tambin posee las dimensiones actitudinal y emocional: 1. Los hechos se representan y memorizan mejor si contienen o hacen surgir emociones fuertes (si tambin hay emociones fuertes incluidas, no obstante, puede ignorrselas, suprimirlas y a partir de ah no creerse los hechos). 2. La veracidad de los acontecimientos queda realzada cuando se citan antecedentes u opiniones distintas acerca de esos acontecimientos, pero en general se prestar ms atencin, como posibles fuentes de opinin, a quienes se encuentran ideolgicamente ms cercanos.

Como observa Van Dijk, parte de estas condiciones retricas, bien conocidas en la psicologa cognitiva y social, estn relacionadas a los llamados valores o cualidades de la noticia, algunos de ellos ms directamente ligados a la atencin especial a lo negativo, lo sensacionalista, y a hechos que apelan al emocional como informes de catstrofes, crmenes, tragedias personales, escndalos, sexo y violencia, que constituyen en verdad lo grueso de lo que la mayor parte de la gente, en nuestros pases occidentales, consume como noticias. En estos relatos de hechos fuertes importan mucho las cifras y datos concretos, testigos cercanos, opiniones y citas sobre causas y consecuencias (grupos A y C).

Por otro lado, tanto en estos cuanto en otros tipos de sucesos, cuentan mucho tambin como valores periodsticos la proximidad, familiaridad y la coherencia ideolgica (grupos B y C). Lo excepcional y lo inesperado en la noticia consiste en destacar los acontecimientos y as aadirles importancia, pero este desvo debe an permanecer dentro de los lmites de lo inteligible. En otras palabras, la noticia es ms persuasiva si

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representa sucesos que se adecuan a nuestros modelos sin ser completamente predecibles. Estas diferentes condiciones retricas que hacen ms aceptables los tems periodsticos especficos o la informacin, afectan la atencin, al punto de vista y a la seleccin de acontecimientos periodsticos con valor informativo. Dado un acontecimiento especfico, el uso de estas caractersticas retricas convierte la informacin sobre ese acontecimiento en algo ms plausible y ms aceptable (Van Dijk 1990:128).

El modelo de Van Dijk parte de la posible existencia, al menos terica, de un punto cero de persuasin, que sera el texto puramente asertivo (en verdad el punto mgico en que se apoya toda la retrica de la objetividad) para considerar como problema la manipulacin en que incurren muchos periodistas al exagerar en el efecto retrico para dar a sus elementos y componentes narrativos (sus pruebas) ms valor e importancia de lo que de hecho tienen. Consideramos entonces que debe de haber entre un y otro extremos un punto ptimo de equilibrio entre el esfuerzo retrico que se hace para dar credibilidad a estos elementos y el exacto valor que de un punto de vista, digamos, objetivo, realmente tienen. Pero estaramos con esto apoyndonos en un raciocinio silogstico para intentar superar una dificultad quiz conceptual que, como veremos en el final de este captulo, cabe todava considerar.

El modo como Van Dijk encara la presencia de la retrica en textos periodsticos ha impulsado directa o indirectamente, como hemos dicho, otros estudios que avanzan en este sentido. En la perspectiva de este artculo, merece destaque, por ejemplo, el trabajo de Casass que, al proponer un modelo de abordaje de estilos y gneros periodsticos, avanza en la percepcin, apuntada por Van Dijk, de una retrica explcita en los gneros argumentativos o interpretativos en contraposicin a una retrica implcita en los gneros informativos, para concluir que, por ser, toda la Periodstica, persuasiva, esta es, no en balde, la autntica heredera de la Retrica (Casass,1991, 97).

Pero esto es tan solo el cierre de Casass a un largo recorrido investigador en que vuelve al pasado para entre otras cosas descubrir en los primeros textos sobre las prcticas periodsticas en la Catalunya del siglo XIX pruebas efectivas de la evolucin de la periodstica como rama cada vez ms autnoma de la retrica, ya entonces decadente. Adems, encuentra en Tobias Peucer (que en 1690 present en Leipzig la primera tesis doctoral sobre periodismo de que se tiene noticia), evidencias de que el lead era ya empleado en la prensa, constituyendo en verdad la retomada de un recurso

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empleado por Homero y autores clsicos latinos que haba cado en desuso en la edad media. Y que el mismo Peucer, en su tesis doctoral titulada De relationibus novellis, era exigente en relacin con el cumplimiento estricto de la receta de las circunstancias de sujeto, objeto, causa, manera, lugar y tiempo (las elementa narrations o 6 W), las cuales no podan faltar en ningn relato (pag.17).

En unos ejemplares de la Gazeta de Barcelona del ao 1772 Casass encuentra ya muchas noticias con los datos ordenados segn un esquema de gradacin que va desde la notificacin ms interesante hasta la ms superflua. Un siglo despus, como evolucin ciertamente de los relatos de doble final enviados por corresponsales en la guerra civil norteamericana, la frmula de la pirmide invertida, empleada sistemticamente por primera vez por la Associated Press, desplaz progresivamente otras formas de relato para la prensa, primero en el mundo anglosajn y despus en el resto de culturas profesionales. Con menos fuerza, evidentemente, en las culturas europeas y latinas, bastante impermeables a ese proceso de americanizacin, sobretodo en Espaa e Italia, donde no se produjo jams una hegemona de la pirmide invertida (p.19). Casass explica entonces que la pirmide invertida (tambin denominada relato lgico en contraposicin al relato cronolgico) no es ms que una versin radical de los esquemas del orden de gradacin decreciente, o una variacin invertida del modus per incrementa de la retrica clsica y antigua. Y en lo que toca a los esquemas esencialmente narrativos, el autor acaba descubriendo que el famoso Harold Lasswell este, del paradigma de Lasswell o de las 5 o 6 W, haba estudiado en Berln, Londres, Pars y Ginebra en el entre-guerras, donde ciertamente encontr, restaur y maquill una tradicin retrica de races europeas, y la present unos aos ms tarde desde Estados Unidos, como si se tratara de una frmula original y genuina (p.20).

Por otros caminos va Nez Ladevze, otro respectado estudioso del periodismo en el mbito ibrico, y que comparte espacio con Casass en el mismo libro, Estilo y Gneros Periodsticos. Mientras Casass presenta una visin diacrnica y

evolucionista del fenmeno periodstico y de los gneros, estilos y modelos, Ladevze trata del estilo, el texto y el contexto en periodismo, desde una posicin ms sincrnica y prxima a la lingstica.

En la primera parte de su estudio, dedicada al estilo en periodismo, Ladevze revela su preocupacin con ciertas prcticas que detecta en algunos diarios de lengua espaola, que adems de incorporar con excesiva desenvoltura anglicismos y modos propios de lenguajes especializados, burocrticos y tcnicos, pretenden obtener ciertos efectos

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psicolgicos en el interlocutor con una calculada apariencia objetivadora del estilo como si la imparcialidad informativa fuera una cuestin de estilo. La evidencia emprica de esto que l llama la retrica objetivadora en el lenguaje informativo (Nez Ladevze, 1991:109), el autor presenta mediante anlisis

cuidadoso de un texto especfico, tomado como ejemplo, de un diario local (una noticia de unas disputas polticas en una asociacin sindical), donde encuentra pruebas evidentes de: 1) una clara tendencia hacia la nominalizacin manifiesta por falta de verbos, desarrollo de sintagmas nominales, perfrasis verbales, falta de nexos conjuntivos, abundancia de complementos, prepositivos y de adverbios a veces usados como meros enlaces; 2) cierta tendencia hacia la lexicalizacin y hacia el alargamiento lineal de la oracin; 3) un tono enftico que procede del uso de palabras de carga semntica excesiva y a veces de fcil sustitucin por otras ms usuales, 4) El contenido a la vez impersonal y rotundamente asertivo de los juicios que contrasta con el ocultamiento de la subjetividad del sujeto enjuiciador. A este ocultamiento contribuye el empleo de trminos propios de los lenguajes burocrticos, polticos y tcnicos.

La parte ms visible de este proceso es sin duda cierta pomposidad (visible tambin en lenguajes de otras reas que no periodsticas) en la nominalizacin del verbo, que opta, por ejemplo, por provocar un debate en vez de debatir, pasar a ocupar reas no ejecutivas (renunciar, dimitir), evitar tensiones personales (no enemistarse), llevar a la prctica (ejecutar, aplicar), existir intentos de (intentar algo), se plantean la necesidad (consideran necesario).

Por tras de este tipo de opciones, a primera vista puramente estilsticas, Ladevze acaba encontrando clara intencin retrica, en formulaciones como fuentes cualificadas (si no se saben cules son es mucho ms y lo mismo que personas annimas, aunque el lector no tiene medio para matizar la cualificacin de la fuente), tradicionales movilizaciones (es mucho ms y lo mismo que protestas habituales), movimiento de contestacin (impresiona como imparable oleada de impopularidad), anuncio de demisin (sugiere un ambiente solemne, aunque se trate de una mera conversacin telefnica). Analizando estos y otros aspectos, del punto de vista de la lingstica y la retrica, el autor concluye que en este texto no hay slo intencionalidad estilstica sino tambin intencionalidad retrica. Pero si el nfasis retrico se basa en la

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nominalizacin, la peculiaridad de este ejercicio consiste en el ocultamiento del narrador: Estos procedimientos, fruto de una prctica que, como toda prctica no necesita ser consciente de los pasos de su proceso, se encaminan a que el lector asocie el distanciamiento narrativo, el estatismo objetual, el uso metafrico del lenguaje especializado, con la objetividad, la neutralidad o la imparcialidad del que escribe. () A veces simula que informa sin aadir ningn elemento nuevo, excepto el matiz estilstico o la intencin retrica, a la informacin.

El autor observa que, curiosamente, el texto no busca ser valorado por su expresividad o su efecto esttico porque el propio redactor no aceptara que se interpretara su informe como una comunicacin expresiva o esttica. Al revs, quiere ser objetivo; y si no lo es, quiere parecerlo. Y, sin embargo, todo el texto tiene una funcin retrica, desde la fingida expresividad del lenguaje burocrtico hasta el aparente distanciamiento del narrador o la calculada indiferencia del relato. Creo que se puede hablar de una retrica objetivadora. Retrica, en efecto, porque se trata de un procedimiento elocutivo de elaboracin de un mensaje para obtener un determinado efecto en el interlocutor. Objetivadora, ciertamente, porque tal es el efecto que se pretende suscitar, una sensacin de impersonalidad, aunque sea fingida, una impresin de indiferencia, aunque sea calculada, un distanciamiento narrativo aunque el narrador est presente tras la mscara artificiosa de su lenguaje (Nez Ladevze, 1991:121).

Ladevze tiene muy claro como situar estas cuestiones en funcin de su visin de qu son imparcialidad y objetividad. Lo primero a considerar, dice, es la independencia de los contenidos estilsticos respecto de los contenidos de la designacin. Una cosa es el mundo de lo designado, inconmensurable, inabarcable en su complejidad, y cuya descripcin requiere, inevitablemente, un proceso de recogida y seleccin de datos, de acuerdo con algn criterio valorativo; otra cosa es el contenido significado, cuya expresividad puede ser muy variable, desde lo impersonal a lo personal, desde lo asptico a lo ms emotivo, desde lo distanciador a lo vivaz. La imparcialidad tiene menos relacin con lo segundo que con lo primero. Eso que algunos llaman, creo que inadecuadamente, objetividad es solo un de los criterios posibles de seleccin de los contenidos designados. Ser imparcial en este sentido no contradice, sino que implica, ser subjetivo.

Para explicar cmo delimitar ese criterio de valoracin, o a qu tipo de subjetividad se refiere, el autor enfatiza que, desde luego, no a una intencin arbitraria o encubierta sino reconocible y sometida a norma y, por tanto, definible. Creo que se puede

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concretar como un modo profesional de la imparcialidad. El periodista debe basarse en su juicio de profesional a servicio de ciertos intereses comunes, juicio sobre el que se funda su experiencia y su habilidad para discernir qu datos pueden suscitar y satisfacer el inters de su pblico. No es preciso que olvide que tambin su pblico tiene sus rasgos y cualidades, su actitud ante los hechos y su punto de vista, es decir, su tendencia. Pero aunque ello pueda servirle de orientacin no debe entorpecer su dependencia con los hechos. Los hechos, segn el autor, son los que han de marcar el lmite de las obligaciones con su pblico. Ser tendencioso es infringir la norma de la profesionalidad, un modo de ser injusto con los hechos para complacer o halagar, a despecho de la imparcialidad profesional las apetencias del lector u otras ms obscuras (Nez Ladevze, 1991: 125).

Como podemos notar, confrontando las aportaciones contenidas en este captulo y en el captulo anterior, si las estrategias retricas que encuentra Van Dijk en los textos periodsticos noticiosos podran estar ms relacionadas al esfuerzo de sobrevaloracin de la importancia de las pruebas que, conforme Protgoras, se ha de aportar para construir un discurso fuerte, lo que encuentra Ladevze son los efectos ilusorios que muchos periodistas suelen buscar con la misma intencin pero mediante una retrica objetivadora configurada sobre todo por eufemismos e hiprboles apoyadas principalmente en la sonoridad de las palabras, en la perspectiva de encantamiento apuntada por Gorgias. Son las dos caras ms visibles de la teora retrica sofista que, aunque repasadas por la Retrica aristotlica, acaban presentes en los textos periodsticos actuales pero en forma de mala retrica.

No obstante constituir tambin las dos caras de un mismo problema, de hecho de los ms graves en lo que toca a la cualidad y confiabilidad de nuestros textos periodsticos, y no obstante la seriedad, exactitud y oportunidad de las aportaciones de estos autores, de gran vala sin duda en el esfuerzo por superar estas desviaciones, de todo esto queda todava una impresin que, en la perspectiva de esta investigacin, podra acabar configurando un problema. Pues la impresin que pasan, no solo estos autores, sino quiz la mayora de los estudios que tenemos acerca de retrica en periodismo, es que los procedimientos e intenciones retricas estn tambin presentes en los textos noticiosos pero no deberan de estar. O mejor sera que no estuvieran.

En esta perspectiva, la intencin y los procedimientos retricos aparecen en los textos noticiosos siempre como problema, manipulacin. En ningn momento queda espacio o posibilidad de se entender como tambin retricas las intenciones y procedimientos

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necesarios para, en sentido contrario, asegurar la consistencia, lisura, correccin, veracidad y confiabilidad tanto de las pruebas cuanto de las palabras y del estilo que consideramos honestamente ms correctos y adecuados para presentarlas. Si a modo socrtico levamos ese raciocinio hasta las ltimas consecuencias, podramos legar al siguiente dilema: a) o bien continuamos entendiendo que lo normal es que unos textos periodsticos contengan solo hechos mientras otros pueden contener opinin, y como retrica es del mbito de la opinin su simple presencia en la pgina de los hechos representa un problema; b) o bien la buena retrica se muri con Platn y por lo tanto siempre que hablamos de retrica estamos hablando de mala retrica, pudiendo entonces confundir la arte o tcnica de la retrica con los malos y nefastos efectos y productos que se pueden obtener con esta tcnica.

Evidente que no es esto lo que proponen estos autores o la mayora de estos autores. Pero el problema (terico, conceptual) ah est.

Algunos han logrado superarlo sorteando ciertas condicionantes desnecesarias pero muy renitentes ligadas al rango objetivista de la deontologa periodstica tradicional, buscando otras perspectivas de enfoque menos asfixiantes y en muchos aspectos ms productivas. Como Chilln, que arranca de los estudios del new journalism, la teora literaria y la comprensin de Nietzsche sobre la naturaleza retrica del propio lenguaje para, prefiriendo hablar de comunicacin periodstica en vez de lenguaje o estilo periodstico, comprender el periodismo como literatura y de ficcin en la medida que ficcin pueda ser entendida no como falsedad, sino como parte constitutiva de la diccin humana responsable por la capacidad de generar a travs del lenguaje un conocimiento que es no solo representacin/mimesis sino creacin/poesis (Chilln, 1998).

Esta perspectiva abre sin duda nuevas posibilidades de enfoque incluso para el estudio de la llamada noticia hard, pura y dura. Pero del punto de vista de la deontologa y periodstica tradicional, ms apegada a los esquemas narrativos como del lead, 5 W y pirmide invertida, que aunque retricos procuran responder a ciertas condicionantes de la naturaleza industrial, inmediatista y competitiva de los medios, el problema, parece, contina.

Como veremos en el captulo siguiente, una investigadora de la Universidad Autnoma de Barcelona s que ofrece posible solucin para estos problemas tericos y retricos,

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encarando de frente, en su condicin de retricos, tanto a los periodistas y los medios ms objetivos cuanto sus viejos manuales de redaccin.

3. Periodismo tambin es retrica

De un punto de vista pragmtico se puede decir que sin persuasin no hay comunicacin, entendida la comunicacin como un proceso de interaccin. Lo que equivale a decir que sin persuasin no hay periodismo.

Todo texto periodstico, opinativo o informativo, contiene en mayor o menor grado, y por tanto con mayor o menor esfuerzo o necesidad de recursos y estrategias retricas, alguna intensin de persuasin con vistas al convencimiento o interaccin. Por lo tanto, no es que la retrica pueda o no estar presente en los textos periodsticos, sino que todo texto periodstico, incluso los noticiosos, depende de algn procedimiento retrico. En otras palabras: si en todo acto de comunicacin hay siempre un componente persuasivo implcito o explcito, y si la informacin periodstica se vehicula en forma de discurso y formando parte de un acto comunicativo, podemos decir que la comunicacin periodstica implica necesariamente el empleo de la retrica para crear, elaborar o estructurar textos de acuerdo con sus objetivos: informar, comunicar y persuadir de manera convincente, creble y verosmil. Es una posibilidad presentada por Elvira Teruel Planas, que profundiza esta cuestin en la fundamentacin terica de su estudio sobre la presencia de metforas en titulares de la prensa (Teruel,1997).

Como Van Dijk y Ladevze, la autora se sita tambin en la lingstica pero va a buscar en la semitica y la pragmtica, pasando tambin por la psicologa social y la filosofa del lenguaje, la comprensin de la retrica a partir de la aceptacin de que la persuasin es inherente a cualquier acto de comunicacin, relaciones y actos de comunicacin interpersonales: Quan ens relacionem amb els altres ens comuniquem. Per, en qu consisteix la comunicaci sin en el fet de vendrens o de comprar el que ens ven un altre? Quan manifestem els nostres desitjos, les nostres opinions, el nostre saber (la nostra manera de veure la realitat) no estem intentant vendre el producte que som nosaltres mateixos? No estem persuadint a laltre que el que li oferim s el millor o la nostra veritat? I laltre, no hi reacciona? no sen defensa?, no navalua la mercaderia?, i no intenta, al seu torn, fer el mateix amb la seva? La mercaderia son les experincies, els valors, les actuacions (els constructes personals) que un emissor vol comunicar a un receptor en forma de por lo menos en las

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transmissi dinformaci. Per, alg en pot deduir que ho fa simplement per informar el receptor? s evident que no. (1997:41)

A partir de la comprensin de que el individuo siempre interpreta la realidad (la versiona) y la modela de acuerdo con sus constructos y sus normas de conducta, que son el resultado y el fundamento de la comunicacin y la persuasin, Teruel considera (de un punto de vista tan slo metodolgico) que no son excluyentes las dos visiones de la comunicacin, una que la ve como actividad unidireccional en que la persuasin puede o no estar presente conforme la intencionalidad del emisor, y la otra que ve la comunicacin como un proceso bidireccional en que la persuasin ocurre siempre de un con el otro.

Puede haber situaciones en que ha de dominar la persuasin intencionada, que se explicita en mecanismos verbales y no verbales, consciente y escogida especialmente como instrumento para conseguir un objetivo o una funcin de la comunicacin; y tambin puede haber situaciones en que la persuasin sea la causa y el fruto del acto comunicativo, consciente igualmente (a medida que los individuos que intervienen tienen conciencia que actan simblicamente en la conformacin de valores y conductas mutuas) pero sin explicitacin expresa de los mecanismos persuasivos con un valor instrumental.

Reconociendo que la mayora de los estudios sobre los medios de comunicacin de masa se fundamentan en la lnea de la primera interpretacin, que ve la persuasin como una actividad diferente que ni siempre interviene en la comunicacin, Teruel propone analizar la comunicacin como persuasin, concebida como actividad interaccional.

En este sentido no se puede decir taxativamente que las relaciones entre los medios de comunicacin (mcm o simplemente los medios) son interpersonales. Aunque son del mbito pblico y no privado, y aunque excluyendo las relaciones interpersonales de las entrevistas, participacin del pblico etc, Teruel constata que las relaciones mediticas tienen puntos de contacto suficientes con lo que ella considera necesario para entenderlas como persuaasivas no en sentido de manipulacin pero en sentido de que comunicacin implica persuasin.

Entre estos estn, por ejemplo, el hecho de que, del punto de vista mercantil, hay un intercambio de constructos mediante el cual el receptor/ consumidor exige productos

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que respondan a sus normas y pautas de comportamiento, a su manera de interpretar la realidad, mientras el emisor/vendedor elabora el producto teniendo en cuenta estas exigencias pero tambin sus propios constructos, o sea, intentando implcita o explcitamente integrar con el producto otros elementos que le convienen transmitir.

Por otro lado, del punto de vista del grado de implicacin de lo receptor, no se puede olvidar que el grupo o masa de receptores est formado por individuos, que se relacionan con los medios individualmente y no en grupo, y la comunicacin que se establece es por tanto de carcter personal. Pero, al contrario de lo que normalmente sucede en las relaciones interpersonales, en su relacin con los medios el individuo receptor se siente ms libre para actuar, para implicarse o no, pudiendo incluso desconectar por completo cuando no le apetece el mensaje.

El hecho de haber que optar constantemente si se implica o no en la comunicacin mediatizada, de un lado pone en entredicho el papel de vctima que se suele atribuir al receptor pero, de otro lado, su participacin distanciada y acrtica lo convierte, en principio, en ms vulnerable a la persuasin. En principio. Porque, para haber persuasin, como sabemos, es necesario que exista, de un lado, un bueno comunicador, capaz de reconocer los constructos del otro a que se dirige y de utilizarlos de forma a involucrarlo en el proceso, asegurando as el xito de la persuasin; y de otro lado, hay que haber un receptor que responda y participe de la forma esperada en el proceso. Para que la influencia tenga efecto, se ha de producir una cooperacin activa por parte del receptor. Si el receptor no se sent conforme o identificat amb, o b no pot interioritzar les pautes que lemissor li presenta, no se sent tampoc motivat per cooperar. Si ho fa, es perqu es vol involucrar en el procs i si shi involucra t lloc la interacci, i doncs, la comunicaci, i doncs, la persuasi, no tant com a influncia sobre, sin com a acte interactiu bidireccional; si no shi involucra, la influncia no t efectes transcendents. Cosa que permet concloure que la influncia dels mcm s en funci dels tipus i del grau de relaci que lindividuo hi estableix. (Teruel,1997)

Aunque diferenciando la capacidad de los medios para manipular y su capacidad para crear necesidades, Teruel entiende que no se puede perder de vista el papel activo del receptor en estos tipos de relaciones. I concluye que, en la comunicacin meditica, la persuasin acta siempre, implcitamente o explcitamente.

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Para verificar la presencia de los procedimientos retricos en la comunicacin periodstica, Teruel parte, como Barthes, de la evidente adecuacin de la retrica clsica, sobretodo la aristotlica, para el estudio de los mcm actuales, ambas disciplinas estructurando sus principios y peculiaridades en las relaciones entre ethos (emisor), pathos (receptor) y logos (mensaje) para organizacin de res y verba en el proceso comunicativo. Del mismo modo que Aristteles insiste en que la funcin de la retrica no es crear persuasin (que ya existe) pero tan solo encontrar los medios de persuasin ms adecuados a cada tema de discurso en funcin del pblico a que se dirige (Aristteles, 1355b), Teruel insiste que en todo ato de comunicacin hay persuasin, lo que cabe es ser un buen comunicador.

Y esto se hace, evidentemente, por la inventio, la dispositio y la elocutio, donde se articulan todos los contenidos de los medios, y donde se distinguen (y a veces se mezclan) los criterios y compromisos que deben (o deberan) orientar las distinciones entre ficcin, publicidad y periodismo. Veamos por tanto, en una perspectiva semitica, qu encontramos de procedimientos retricos en periodismo a nivel de inventio, despus de dispositio y de elocutio.

Como en la retrica, tambin en el periodismo lo que se busca en la inventio es sobre toda cosa dada (tema de discurso) aquello que en cada caso es ms apto para la persuasin. Toda cosa dada son los hechos de la realidad que se quiere transmitir, y cabe encontrar en cada caso la manera ms adecuada de hacerlo para que resulte ms comunicativo y convincente. La manera de hacerlo (si en noticia, artculo o editorial, con fotos, citas, destaque en la portada o no, y usando qu tipo de lenguaje o estilo) se decide en la dispositio y la elocutio, pero de qu hablar y qu elementos aportar son decisiones propias de la inventio (que, a parte la confusin que puede causar este trmino latino que substituye el griego euresis, en la retrica quiere decir encontrar y no inventar). Es lo que hacen los periodistas y los consejos de redaccin: encontrar a cada da qu hechos (en su opinin) ms interesan a sus lectores, y qu datos y aportaciones (en su opinin) son ms adecuadas para su mejor comprensin y

credibilidad a partir de las expectativas y conocimientos previos que (en su opinin) ya tienen sus lectores.

Como hemos visto en captulos anteriores, segundo la Retrica aristotlica, se puede buscar convencer mediante pruebas tcnicas y atcnicas. Pruebas atcnicas son las declaraciones, testimonios, confesiones etc. Pruebas tcnicas son las construidas y

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presentadas en el propio discurso. Pueden estar basadas en la credibilidad del orador, en la disposicin emocional del receptor, o por la demostracin en el propio discurso.

La demostracin en el discurso se hace por procedimientos lgicos, que pueden ser de dos tipos: el ejemplo y el entimema (deduccin mediante silogismo que parte siempre de al menos una premisa), segn Aristteles la mejor forma de construir argumentos persuasivos pues se apoya en conocimientos y creencias ya compartidas por el receptor para crear, junto con l, nuevas verdades u opiniones. Como explica Teruel, tanto los mecanismos lgicos como los psicolgicos que en la retrica sirven para convencer o para emocionar, respectivamente, tienen una correspondencia con los que se hacen servir en la elaboracin de los textos periodsticos, que para convencer pueden se apoyar en pruebas tcnicas y atcnicas.

Las pruebas atcnicas en periodismo son, evidentemente, las declaraciones textuales, dictmenes y documentos oficiales, datos estadsticos etc, que, como apunta tambin Van Dijk (ver captulo anterior) se considera en general que dan al texto mayor fiabilidad, ms carcter de verdad, porque dan a entender que transmiten la informacin tal como se produjo, o sea, objetivamente, sin manipulacin. Desnecesarias se hacen mayores consideraciones sobre si siempre se respecta la literalidad de estas pruebas o declaraciones y si los fragmentos escogidos respectan siempre el sentido global del discurso de donde son extrados. Importa aqu resaltar que, conforme se puede verificar empricamente bastando comparar como es tratada una noticia por diferentes peridicos, como estos buscan conectar con sus lectores a travs de sus constructos compartidos, cada peridico escoge los fragmentos que le van servir de premisas conforme sus propias posiciones ideolgicas y sus constructos compartidos. Y si, por un lado, para tener realmente valor de pruebas, se habra que dar siempre las claves necesarias para interpretar cada citacin en el debido contexto en que fue generada, por otro lado la mayor o menor validad o importancia de esta cita acabar definida en la dispositio y en la elocutio que es donde se decide dnde y con qu destaque aparecer al largo del texto, de la pgina y de la edicin.

Las pruebas tcnicas pertenecen a la categora de los recursos lgicos que pueden ser transformados en persuasivos mediante operaciones retricas. Como hemos visto, pueden ser extradas del carcter del orador, de la disposicin del auditorio, y del propio discurso.

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Cuanto al carcter del orador, nos parece interesante notar la validad incluso en el periodismo de la insistencia de Aristteles en enfatizar que el carcter del orador como prueba tcnica se tiene que producir en el propio discurso y no basndose tan slo en su prestigio previo delante el auditorio (Retrica, 1356a). Si un famoso cantante o arquitecto publica un artculo en que habla de poltica o economa, por ms famoso que sea, para ser levado en serio ha que probar en el propio artculo que, adems de cantante o arquitecto, tiene tambin conocimientos y capacidad para hablar de poltica o economa. O ftbol. Por otro lado, los periodistas y articulistas de prestigio no necesitan probar en cada edicin de qu son capaces porque estn all todo da, hablando de estos temas, en permanente discurso con el lector.

Como nota Teruel, en el caso de emisores individuales, adems de esta competencia profesional comprobada, la capacidad persuasiva va ligada muchas veces, sobretodo en televisin, a las caractersticas personales y el poder de seduccin del periodista. Cuanto a la credibilidad colectiva del propio peridico o emisora, la capacidad persuasiva depende bsicamente del prestigio obtenido, y de ah, por ejemplo, la disputa con la competencia para acertar con ms precisin sus previsiones, las autocitaciones, los esfuerzos de marketing, las autopromociones con organizacin de premios, galas, etc.

Las pruebas extradas del receptor puede que sean obtenidas mediante pesquisas de audiencia, que dan el perfil del lector o espectador a que suelen dar bastante atencin los manuales de estilo y redaccin. Pero, como nota Teruel, la preocupacin mayor suele ser con atender a la ideologa y los constructos del pblico y no a la idea de fondo a que se refiere Aristteles cuando habla de las pasiones del auditorio. O, ms precisamente, qu piensa el auditorio sobre las causas y efectos de la ira, la calma, el amor y el odio, el temor y la confianza, etc, como explica Barthes (1974). Aunque sea una de las recomendaciones tpicas de periodistas experimentados que se escriba siempre pensando en un lector concreto (un amigo, una ta, el dependiente del quiosco), Teruel cree que la falta de adecuacin y de coherencia de gran parte de los textos de los mcm se debe principalmente a la poca importancia que se da al acto comunicativo como relacin interpersonal en una situacin concreta y a la excesiva significacin y trascendencia que se otorga a la comunicacin masiva.

Cuanto a las pruebas extradas del propio discurso, cuando se saca aquello que es verdadero o que parece verdadero, la autora opina que no hay nada ms actual que este concepto en toda la Retrica. Trabajar de un dado tema, de un hecho sucedido en

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la realidad, aquello que parece verdadero es el objetivo de toda informacin periodstica. Todas las teoras y los tpicos sobre produccin de noticias, la realidad convertida en espectculo o ficcin, manipulacin de masa, etc, giran en torno a este planteamiento. Qu se transmite, la verdad, la certeza, la objetividad de un suceso o lo que resulta ms verosmil, ms creble para un auditorio concreto? El fet de triar els temes que es volen difondre, de prioritzar-ne uns o uns altres en el tractament del contingut i de la forma, de destacar-ne uns aspectes i de deixar-ne de banda uns altres constitueix ja la base interpretativa del discurs periodstic, posat en solfa, per en clau de versemblana. De manera que cada mitj es pot definir dentrada noms per aquest aspecte de la tcnica retrica, quant al model i quant a la modalitat i a la posici ideolgica que hi domina. (Teruel,1997)

Las pruebas extradas (construidas) en el propio discurso son de induccin (el ejemplo) o deduccin (el entimema). Teruel nota que la frecuencia de uso del ejemplo, en el sentido inductivo aristotlico, en los discursos de los medios es un de los indicios ms evidentes de la tendencia ideolgica de cada empresa. Pero a par de las discusiones y polmicas acerca del numero de apariciones de determinados personajes y la perspectiva en que son tratados en estos medios, intersanos aqu que el uso del ejemplo en el sentido de la Retrica (como sistema basado en la analoga y la induccin, que permite establecer valores sociales) tiene una funcin persuasiva muy utilizada en los medios. Principalmente en lo que toca a la construccin de mitos sociales, que se vuelven ejemplares y que colaboran, por tanto, en la conformacin de valores individuales.

El entimema, como procedimiento deductivo es, segn Teruel, el mtodo que se sigue, o que se debera seguir, en todos los textos que suponen demostracin u opinin mediante argumentos, que, de hecho, son todos, pero especialmente editoriales, columnas y artculos de opinin etc. Com que lentimema es basa en el sillogisme retric i aquest, al seu torn, en la versemblana de cara al pblic, no trobo cap altre procediment textual ms idoni per als mcm, que tenen com a objectiu (re)construir la realitat per transmetre-la al pblic que la demana, amb arguments versemblants.

Como en la retrica, las premisas en que se apoyan las argumentaciones periodsticas tienen importancia capital en la definicin e identificacin del punto de vista por que

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interpretan la realidad narrada. Las premisas de la retrica aristotlica se basan en la certeza de las afirmaciones y en la verosimilitud de los contenidos desarrollados en la argumentacin. Pero son certeza y verosimilitud que, como el pblico, pueden variar conforme la poca, grupos, sectores o partidos a que pertenezcan. Lo ms cierto y verosmil es por tanto aquello que cada medio (transmisor de hechos sucedidos y hechos construidos) elabora de la realidad para conectar con su pblico, para convidarlo a seguir los razonamientos deductivos que propone. Entonces, acaba concluyendo Teruel, si cada medio tiene en cuenta su pblico, y si la certeza y verosimilitud de los hechos que transmite dependen de ello, es lgico que cada peridico parte de premisas matizadamente diferentes para elaborar las

argumentaciones. Lo que conduce a la diversidad de modelos periodsticos que conocemos.

En este sentido, la autora enfoca la tpica (lugares), que proporciona los contenidos de los entimemas y de los medios, preguntndose si estos lugares (bsicamente la red por donde pasean, conforme Barthes, las 5 W del periodismo) existen como un todo fuera de cada medio y de cada periodista, como si se tratase de una filosofa de la poca, o si cada medio, cada periodista, tiene elaborados unos lugares, como una filosofa particular de la poca. Considerando que en nuestra poca y en nuestra sociedad en concreto hay una ideologa dominante que genera unas conductas, unas actitudes y unos valores dominantes, son ellos lugares comunes de todos (medios e individuos) que pertenecen a este mundo, de los cuales cada persona elabora, construye una posicin, que no es otra sino la suya situacin dentro del sistema. La interpretacin i la lectura que cada mcm hace de los lugares comunes equivale a la posicin que ocupa respecto a la ideologa dominante.

Teniendo en cuenta lo que hemos estudiado sobre la tpica rede y la tpico reserva en el captulo 2, y sin alejarnos del raciocinio de la autora, podemos comprender tambin que, si la tpica de las 5 W es llamada incluso paradigma (de Laswell) por su

importancia en la estructuracin de la noticia, no menos importantes son otras tpicas redes que los periodistas suelen pasear diariamente sobre los hechos de la realidad para seleccionar qu es noticia y qu cabe noticiar (qu produce buenos argumentos) para su pblico especfico en aquel da. Una muy bsica y sencilla es, por ejemplo, la que organiza los temas en secciones editoriales: Qu hay en deportes para hoy? Qu tenemos de la polica? Alguna sugestin para Artes & Cultura? Otra tpica en muchos medios inevitable es la montada a veces a partir de encuestas (usos y gratificaciones) sobre las preferencias de los lectores, muy perceptible en los telediarios,

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donde queda ms evidente el esfuerzo por incluir todos los das, conforme el telediario, alguna noticia, por ejemplo, de medicina y salud, un drama personal, algn escndalo o prometedora sospecha, o alguna noticia o escena divertida con nios o animales para cerrar la edicin con algo ms ligero. Muy perceptible es tambin en muchos medios una tercera especie de tpica, ligada a los intereses estratgicos empresariales, que obliga la inclusin peridica de alguna noticia sobre alguna empresa o algn ejecutivo del grupo y, en poca de campaa electoral, alguna foto de tal candidato o alguna noticia de tal partido, independiente muchas veces del valor o cualidad periodstica de la noticia.

Tambin hemos visto en captulos anteriores el proceso que en la retrica tradicional permite el paso de la tpica red de lugares vacos a ser rellenados a la tpica reserva de contenidos estereotipados. Es interesante notar como en periodismo parece suceder tambin un movimiento en sentido contrario, en que ciertos contenidos o especies (especficas) acaban por constituir un tipo de tpica red (renovable) a ser recorrida diariamente para ver qu hay de nuevo en aquellos temas en cuanto perdure su inters. Historias de secuestros, negociaciones complicadas, famosos en emergencias, son tan slo algunos ejemplos. Si hay casos en que ciertos lugares tpicos de este tipo de red acaban incluso cansando la audiencia (ETA en Espaa, por ejemplo), en otros lo que se reclama de los peridicos es mayor atencin a esta tpica red para no dejar en abierto, perdidas en el olvido, muchas cuestiones socialmente importantes que exigiran un acompaamiento hasta el final.

Muchas veces este acompaamiento riguroso y persistente de temas importantes es interrumpido porque el peridico es atropellado por otra tpica muy fuerte que es la constituida por la verificacin diaria de qu noticias est dando la competencia (los diversos medios que le hacen competencia). Ms que fuerte, esta tpica red de la competencia acaba a veces adquiriendo rasgos incluso neurotizantes tanto para periodistas cuanto para la audiencia. Pues, si hay el esfuerzo en sentido de dar con exclusividad o en primera mano noticias calientes para sus lectores, el peridico no puede, por otro lado, quedarse de tonto sin dar la noticia que s lo ha dado la competencia. A esa duplicidad de esfuerzo o perspectiva se aade ahora la facilidad de se obtener en tiempo real por Internet el producto de la competencia y resulta que ciertas noticias acaban presentadas tal y cual en diversos medios, sin contrastes, matizaciones o adecuaciones ideolgicas, contrariando las especificidades de cada vehiculo a que nos referimos en pargrafos anteriores, y haciendo con que parte del

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pblico acabe se preguntando por qu hay que haber tantos peridicos o telediarios si todos acaban dando lo mismo.

A este respecto caber observar, finalmente, que los estudios basados en la llamada teora de la agenda setting, que partiendo de las inquietudes de Lippman buscan comprender cmo las agendas de los medios influyen en las agendas pblicas y viceversa, pueden ser tambin importantes fuentes de elementos para comprensin de las complejas relaciones entre las tpicas redes de indagacin y las tpicas reservas de temas prontos e inevitables porque se orientan los medios en el da a da.

Hasta aqu hemos enfocado retrica y periodismo en el mbito de la inventio, o sea, de las operaciones relacionadas a buscar lo que es ms adecuado para noticiar, convencer y persuadir el receptor a continuar con nosotros. Pasemos ahora a la dispositio, que est relacionada, como hemos visto en la retrica aristotlica, a las partes y el orden del discurso.

Teruel considera que la importancia excesiva que se ha dado al largo de los siglos al tercer paso de la retrica, la elocutio, ha hecho que casi se olvide la importancia que tiene la dispositio, el ordenamiento del discurso, como elemento tambin fundamental para la persuasin. A pesar del alerta, no nos detendremos aqu en el largo recorrido que hace la autora comparando las coincidencias y diferencias cuanto a exordio, narracin, descripcin, confirmacin, demostracin y eplogo en los discursos judiciales, deliberativos y epdicticos a que se dedicaba la retrica clsica y en los textos periodsticos y sus diversos gneros informativos y opinativos. Mejor concentrarnos de pronto en la parte que, cuanto ms crece la disputa por las audiencias, ms influye en la formatacin tanto de las noticias, cuanto de las pelculas e incluso las novelas de gran xito comercial. Estamos hablando de la importancia que con el periodismo pasa a ser dada al exordio o introduccin del discurso.

Aristteles ya enfatizaba en su Retrica la importancia del exordio que, como el prlogo en el poema dramtico y el preludio en una pieza de flauta, corresponde al comienzo, la abertura del camino, que en los discursos hay que contener elementos expresivos, explcitamente persuasivos, destinados a intervenir en el nimo del receptor, sea para seducirlo, sea para establecer aquella complicidad necesaria al acto de comunicacin. Tambin es funcin del exordio presentar una anticipacin o especie de resumen del contenido del discurso.

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Conforme resalta Teruel, tanto en los discursos tradicionales cuanto en muchos periodsticos (editoriales, artculos, gran reportajes) el eplogo puede a veces tener tanta importancia cuanto el exordio para completar el proceso de persuasin. Pero es en el dicho periodismo informativo, con el adviento de la noticia padrn, redactada en el formato tpico y propio del periodismo moderno, que la cosa cambia radicalmente.

Resultado del modo industrial de produccin y transmisin de noticias, la organizacin del relato en funcin del orden decreciente de importancia de los varios elementos que componen su contenido, acaba resultando incluso en la valorizacin excesiva del lead (abertura, entrada, entradeta) y desvalorizacin de las partes posteriores del discurso, de importancia muchas veces secundaria, que pueden entonces ser cortadas y editadas a gusto o abandonadas por el lector en funcin de la prisa o el inters. Y la necesidad de atraer atencin a cada noticia, en medio a tanta oferta de noticias, hace que el esfuerzo persuasivo, o ms bien de seduccin, se extienda de la abertura del texto a los titulares, los destaques, los subttulos, los resmenes de portada, de tal forma que todos estos elementos pueden ser considerados, como nota Teruel, parte del exordio, como esfuerzo para conectar con el receptor y sus constructos y prender su atencin.

Con esto, lo que empez como una simple solucin formal en el modo de redactar noticias acaba sedimentando todo un modo de entender, producir y consumir casi cualquier tipo de contenido en los medios. Y si el lead y la pirmide invertida pueden ser muchas veces identificados como un modo de pre-sentar los hechos de forma muy objetiva, es interesante notar como, en este proceso, acaban subiendo para el exordio y los titulares no slo las informaciones ms importantes, como tambin lo que hay all de ms expresivo en trminos de interpretacin, opinin, emocin y seduccin, cosas que, incluso, para muchos no habran de estar en una noticia que se pretenda objetiva. Con la pirmide invertida estos elementos esencialmente persuasivos afloran casi siempre de forma evidente, lmpida y clara, pudiendo entonces ser lamentados o apreciados, conforme las creencias y preferencias de cada lector. Como la espuma que sube en una flauta de cerveza.

La elocutio es la tercera etapa de la retrica, que trata especficamente de la verba, o sea de la elaboracin lingstica de los contenidos, mediante la escoja de las palabras (operacin paradigmtica) y su composicin (operacin sintagmtica). Como hemos visto, aunque no sea la parte ms importante en la Retrica aristotlica, la elocutio acaba siendo el centro de atencin de los profesionales de la retrica en los siglos posteriores, a punto de convertir la arte o tcnica de persuasin en arte o tcnica de

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ornamentacin del lenguaje. Segn Teruel es en verdad la parte ms controvertida de toda la retrica porque trata de las cuestiones de estilo y sobre estilo hay tantas opiniones cuanto opinadores.

Los conceptos de claridad, pureza y adecuacin destacados por Aristteles son tambin fundamentales en la redaccin periodstica. Sobretodo claridad, que implica tambin precisin y afecta tanto la redaccin cuanto la enunciacin. Pureza est relacionada a correccin, pero tambin a genuinidad, o sea, al empleo de trminos y expresiones propias o genuinas de la lengua que se habla. Adecuacin, conforme Teruel, es, desde una perspectiva socio-lingstica, la clave para deshacer la complejidad de criterios que convergen en el momento de decidir el uso de una palabra o de un determinado estilo en los textos periodsticos y para encontrar el punto de adecuacin del texto con el contexto y con la situacin de comunicacin. La gran discusin en torno a estos conceptos es siempre si la forma ms correcta es tambin la mejor forma de comunicar alguna cosa, y como encontrar el punto de equilibrio entre estas dos posibilidades.

A partir de estas cuestiones, Teruel afina la puntera en direccin a lo que ciertamente constituye la mayor dificultad que muchos encuentran para entender como retrica toda comunicacin periodstica. La autora parte de las acepciones de la palabra retrica relacionadas a arte de la expresin oral y escrita o a manera de expresarse ampulosa y vaca para remarcar que la primera constituye la base (tcnica y arte) para construir cualquier discurso; y la segunda es representativa de un estilo determinado. La primera es utilizada obligatoriamente por todos y cada un de los medios periodsticos; la segunda da lugar a las diferentes clasificaciones que se hacen de modelos estilsticos. Se suele afirmar que un diario es muy retrico para decir que abusa de un estilo determinado y no para decir que se basa en la retrica para hacer ms eficaces los discursos que difunde. Y ah est el problema. Si se confunde retrica con manipulacin se cae en el error de confundir tambin tcnica con contenido o con intencin, como se cae en error al restringir el concepto de retrica al estilo artificial, vaco, ampuloso. En primer lloc, lestil, el model o els usos lingstics que caracteritzen un mitj qualsevol no est determinat solament i exclusivament per la mena o la quantitat dornaments que fa servir, com se sol considerar en parlar dels tipus de mitjans, sin per tot el conjunt de mecanismes que es produeixen durant el procediment retric. Aquest s el mateix error histric si no les seves conseqncies didentificar la tcnica retrica amb una de les parts que la formen (retrica = elocutio).

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En segon lloc, la retrica serveix per construir discursos persuasius, basats en largumentaci i el raonament a partir de premisses versemblants, encaminades a convncer el receptor que les pugui compartir. En canvi, la manipulaci parteix de premisses falses, que donen peu a arguments enganyosos, que tenen com a finalitat arribar a unes conclusions que el receptor mai no podr compartir com a subjecte actiu de lacte de comunicaci. Si sentn per retrica determinats usos lingstics o una part de la tcnica que aquella implica, naturalment els lmits entre persuasi (objecte de la retrica, entesa globalment) i manipulaci (objecte de la falsificaci retrica) poden no quedar clars. No obstant aix, sempre sha de confiar en la si ms no intuci del receptor, per sentir-se objecte o b subjecte de lacte comunicatiu (autntic o fals) en qu participa, i doncs, en la seva llibertat per decidir si hi collabora o no. (Teruel,1997, 72)

Si en todo acto de comunicacin hay siempre un componente persuasivo implcito o explcito, y si la informacin periodstica se vehicula en forma de discurso y formando parte de un acto comunicativo, podemos decir que la informacin periodstica utiliza la retrica para crear, elaborar o estructurar textos de acuerdo con sus objetivos: informar y comunicar y persuadir de una manera convincente, creble y verosmil.

Y finalmente: la tcnica retrica puede ser utilizada con una intencionalidad que ultrapase la frontera de la persuasin hasta el punto de volverse manipulacin. Cuando el objetivo de comunicar desaparece, explica la autora, desaparece tambin el de persuadir, y nace el de manipular.

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