Atravesando El Espejo
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Atravesando el espejo
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Captulo 1 - Dicen que si invocas su nombre tres veces, delante de un espejo, su fantasma se te aparece. Los que lo han intentado han muerto en extraas circunstancias porque la Novia del Diablo viene a buscar a los que la invocan para llevrselos al infierno. Quien hablaba era Susana, una pelirroja que pareca una de esas personas a las que les encantaba el oscurantismo y viste de negro, usando pintalabios morados y sombra de ojos carbn. Pareca una zombi con sus esclerticas rojas de tanto fumar marihuana y su extremo maquillaje de chica gtica con docenas de piercing en las orejas y una bolita negra saliendo de su labio inferior. Hablaba con sus compaeros de instituto del ltimo curso y estaban en medio de un descanso entre clases. Normalmente esa chica no se juntaba mucho con los dems pero Carolina se acercaba a ella de vez en cuando y trataba de hablarle para unirla al grupo. Le daba lstima por ser tan aislada y quera ayudarla, pero normalmente consegua que sus amigos tuvieran an ms razones para burlarse de ella. Era divertido escuchar sus historias de miedo y siempre le gustaba presumir de practicar magia negra con algunas amigas, que no deban ser menos pintorescas que ella. Juan estaba escuchando su relato de "La Vernica" con escepticismo. Era un chico estudioso que no crea nada que no se pudiera demostrar. Para l los fantasmas no existan y por tanto la historia que haba contado Susana le pareci una estupidez para paletos. - Cmo sabes que es cierto? - dijo, despectivo. - Los que lo han hecho han muerto en extraas circunstancias - Pero si eso es cierto- ataj Juan-, cmo sabras que han invocado a Vernica? T te crees que todos los que mueren en su cuarto de bao la invocaron? Susana chasque la lengua, molesta. - La gente que la invoca suele intentar demostrar que es mentira y por tanto, no lo hacen solos. Hay testigos, conozco a alguien que vio morir a una nia despus de invocarla. De hecho otra amiga que estaba all est recibiendo tratamiento psiquitrico porque no puede soportar estar sola. - Venga ya - la ataj Juan -. Seguro que estaba loca de antes. - Eran vecinas mas, la polica deca que fue un accidente, pero esa noche haban jugado a la Ouija y una de las nias apareci muerta en el bao, horas
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Antonio J. Fernndez Del Campo despus. Su madre le cont a la ma que haban estado invocando a Vernica. Una de las que estaba all est visitando al psiquiatra porque tiene pnico a los espejos. - Seguro que fue casualidad - replic el muchacho. - Cunto te juegas a que si la invocas aparece? - le ret Susana, ofendida. - Cincuenta euros. Me vas a pagar la juerga de este fin de semana. - Hecho - dijo Susana, extendiendo su mano y clavndole una mirada ansiosa-. Estoy harta de escuchar versiones de terceros. Quiero ver a Vernica por m misma. Sus ojos parecan tan vidos que ninguno de los presentes entendi ese entusiasmo por un tema tan escalofriante. Pareca estar buscndose la muerte. - Ests chalada - replic Juan -, no vamos a ver a esa ni a ninguna otra; los fantasmas no existen. Lo que no entiendo es por qu no la has invocado t. - Porque no quiero ir al infierno - replic ella -. Vamos a los baos, lo haremos ahora mismo. Tenemos tiempo hasta que empiecen las clases. Todo el grupo de amigos les sigui por el pasillo del instituto. Entraron en el bao de los chicos y se aseguraron que no hubiera nadie. - A ver ese dinero - dijo Juan. - Aqu est, ser tuyo cuando invoques su nombre tres veces y no se aparezca. - Cmo decas que se llamaba? - pregunt Juan al ver el billete blanco y morado sobre el lavabo. - Ya lo sabes - replic Susana, no pienso pronunciarlo aqu. - Estaba seguro, eres una cagada. A ver, qu digo? - Dilo t - se exasper Susana. Juan solt una carcajada. - Est bien Mir al espejo, sonriente y, seguro de que se sacara cincuenta euros con esa tontera, pronunci con voz teatral y grave el nombre de Vernica tres veces. Los ojos de Susana se posaron en el otro Juan reflejado y busc alguna evidencia de que la llamada haba tenido xito. Paseo la mirada entre los que estaban con ellos, pero la nica que pareca muerta era ella misma. Juan la miraba con una sonrisa prepotente poniendo su mano a modo de cazo para que le entregara el billete. - Te lo dije, estpida. Los fantasmas no existen. Poco a poco la mirada enloquecida por la ilusin de la chica gtica se fue convirtiendo en decepcin y finalmente tuvo que entregarle el billete a Juan, pasados un par de minutos sin que pasara nada. - Ests seguro de que no ves algo raro? - le pregunt. - Claro que veo. A ti. - Ja, ja, gracioso - dijo ella, ofendida. 3 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo Las dems rieron la gracia y fueron saliendo del bao comentando que haban pasado mucho miedo pero que no crean en los fantasmas. Susana no dej de mirar el espejo ni un segundo hasta que se qued sola en el bao con Juan. - Vamos, zumbada - le dijo l desde la puerta -. Este es el de los chicos. - Estaba segura de que vendra - susurr la pintoresca pelirroja -. Nunca viene nada ms llamarla, ya te dije que mat a esa chica varias horas despus. Seguramente esperar a que te quedes solo ante un espejo. Ten cuidado. Se lo dijo muy seria lo que slo consigui exasperar al muchacho. - Anda, lrgate de aqu chiflada - respondi Juan, rindose y empujndola con fingida violencia del aseo -. Tengo cosas que hacer aqu y sin tu ayuda. Cuando Susana sali del bao Juan mir hacia el espejo. Entonces se percat de algo extrao. Vio en la esquina inferior derecha un poco de vaho. Entraba dentro de lo normal, dado que haban entrado cinco personas en un cubculo de seis metros cuadrados. Lo que le llam ms la atencin fue que alguien haba escrito algo en esa esquina, con un dedo. Era una fecha. - Qu extrao - se dijo -. A quin se le ocurre escribir el da de hoy en el espejo. Jurara que nadie se acerc. Sali del bao y pens que haba sido alguien que entr antes de llegar ellos. No le dio ms importancia y mir la hora. Llegaba tarde a clase. En el camino sac su cartera del bolsillo y la abri para guardar el billete que acababa de ganar. Antes de soltarlo not que le faltaba el aire y trat de pedir ayuda. En su asfixia cay de rodillas y sinti que stas sufran un doloroso golpe contra el suelo. Su cara se estrell sobre el adoquinado de piedra del instituto y se le rompi la nariz en el impacto. Todo ocurri a cmara lenta. Su pecho segua sin aire, su corazn dej de latir y supo al instante que estaba a punto de morir. El terror se apoder de l, quera suplicar ayuda, gritar, pero no quedaba casi nadie por los pasillos. De repente una chica de pelo oscuro se agachaba a su lado. - Por favor ayuda - consigui exhalar el chico. Ella le mir fijamente, con una diablica sonrisa dibujada en su rostro. En lugar ayudarle le agarr la mano con fuerza. - Vernica - exhal Juan, antes de morir.
- No debiste hacerlo - dijo una voz femenina, joven. El chico se senta raro. No sinti que su cuerpo pudiera moverse. Quiso levantarse, abrir los ojos y mirar a la chica que le hablaba, pero su cuerpo no se 4 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo mova. Sin embargo, estaba despierto y haba escuchado esa voz con mucha claridad. - Levntate, Juan, y ven conmigo - aadi ella con tono serio. Sinti una mano fra tomando la suya. Tir de l y al instante se vio en pie. Le llam la atencin que poda ver mucho ms claramente que si estuviera despierto. Su mente estaba despejada y no ya no le dola el pecho, las rodillas o la nariz. Sin embargo se asust porque saba que algo iba muy mal. Ante l estaba esa hermosa chica, una que pasara por amiga de Susana, a juzgar por la oscura sombra de sus ojos. Vesta como si viniera del siglo pasado, un vestido violeta ceniza que se abra en campana a la altura de las rodillas y en el pecho se cea como un guante, ajustado a su bonita figura. Mir hacia abajo y se estremeci al ver su cuerpo tendido en el suelo, con un charco de sangre justo debajo de la cabeza. - Dios Santo! Qu me ha pasado? Vernica le haba cogido la mano y si ella era un fantasma, el tambin deba serlo. Quiso soltarla pero le result imposible. Estaban unidos por una fuerza inexplicable. Era como si fuera de su propiedad. - Estoy muerto - dedujo. - Aj - dijo ella. - A dnde vamos? - Juan estaba aterrado. - Al infierno. - Por qu? Qu mal he hecho? - Invocarme - respondi ella, escuetamente. - Y qu tiene eso de malo? - Cuando llamas a alguien, lo normal es que aparezca. - Y si invoco a Dios? - Lo siento, es tarde para eso, ya eres mo - respondi ella. - Por qu me has matado? - exclam l, angustiado. - Matarte? - Te llam y ahora estoy muerto. - T sabas lo que poda pasar. Si usas una pistola que no sabes si tiene balas y te disparas al crneo, mueres. Da igual lo que t pienses. Pedro se rindi ante los hechos, estaba muerto y cuanto ms tardara en aceptarlo, ms sufrira intilmente. Su vida se haba terminado tan de repente que no tuvo tiempo de arrepentirse de nada. Quizs si hubiera tenido un par de minutos antes de morir habra podido salvarse, pedir ayuda a Dios. Fue todo tan rpido - Pero por qu al infierno? - El diablo juega muy bien sus cartas - explic ella -. Sabe a quin se puede llevar. T fuiste codicioso y le desafiaste invocndome por ganar ese billete de 5 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo cincuenta euros. Vendiste tu alma, as que a partir de ahora nunca te separars de ese dinero. Juan vio el billete y lo detest. No poda soltarlo? Si lo soltaba, pens, igual no tena que irse con ella. Abri la mano pero el billete segua pegado. Estaba tan firme como los dedos. - Qu te dio a cambio de tu alma? - se atrevi a preguntar Juan. - Me dio una verdad que necesitaba saber - Vernica le mir por ltima vez antes de comenzar a caminar -. A diferencia de ti, yo no he muerto todava. Lo que ves es un cuerpo fsico, no como el tuyo que es espritu. Juan se observ atentamente, su corazn no lata y se estaba poniendo plido. Su cuerpo actual era traslcido y el de ella opaco. Vernica le condujo hasta el bao donde la invoc y seal la fecha escrita en la esquina inferior derecha del mismo. El vaho se haba extendido ahora hasta los bordes del espejo. - Tuviste tu advertencia - explic -. Es la fecha de tu muerte. Todo el mundo tiene un momento para arrepentirse de lo que ha hecho antes de morir pero t no lo aprovechaste. Entonces Vernica toc el espejo y, de repente, las luces palidecieron y hubo un pequeo temblor de tierra. Las paredes sufrieron unas sacudidas que provocaron que soltaran polvo gris. Pareca que el instituto se vena abajo. - Estamos al otro lado del espejo - explic. Juan lo comprob al ver que en realidad ya no le coga la mano izquierda sino la derecha y el billete lo agarraba en la otra. Adems en ese lado no se senta tan seguro de s mismo. - No saba que se pudiera atravesar. - Hoy descubrirs muchas cosas que nunca creste que existiran - respondi ella.
Captulo 2
Se alejaron del bao y cuanto ms lejos estaban el mundo temblaba y se volva ms oscuro. Al tercer paso las paredes del instituto se derrumbaron pero sus restos no cayeron sobre ellos, en su lugar quedaron flotando y vieron que les rodeaba un mundo en llamas. Las nubes eran negras y en el cielo rojo no haba Sol ni estrellas. Se dio la vuelta y vio que el aseo del otro lado del espejo estaba como lo dej, intacto. 6 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo - Espera, te lo suplico - apremi Juan -. Esto tiene que ser una pesadilla. - No lo es - sentenci ella, tirando de l, sin detenerse. Por ms fuerza que haca Juan no pudo resistirse. Vernica lleg al borde de las baldosas, lo poco que quedaba de mundo real, y mir hacia abajo. Como si los elementos estuvieran a su merced, varios fragmentos de pared se fueron acumulando en la apertura de abajo y se formaron escaleras que flotaban en el vaco. Unas que descendan hasta el corazn de las llamas del infierno. - Tienes que escucharme, no te invoqu en serio. Pens que no apareceras. Cmo iba yo a imaginar que estaba vendiendo mi alma al diablo? No crea lo que deca Susana, no tengo culpa de nada, djame en paz, sultame, no quiero seguir. Mientras protestaba se vea arrastrado escaleras abajo directo al infierno. A pesar de que haba infinidad de escalones, se acercaban al mundo de tinieblas y llamas mucho ms deprisa de lo que pareca. - Nunca has pensado rebelarte? - trat de razonar-. No es justo ni que t ests aqu si no ests muerta, ni que yo haya muerto tampoco. No hay un Dios que evite estas cosas? - l no tiene nada que hacer en el infierno. - Eso es mentira, est en todas partes - proclam l, esperanzado con sus palabras. - No lo has entendido, verdad? - Qu tengo que entender? - Dios est en el cielo, el Diablo gobierna el infierno. Ninguno se mete en el lugar del otro. - En serio? - Para que lo entiendas, el todo y la nada deben ser equivalentes. - Qu quieres decir? - Hay dos mundos, el divino y el demonaco, que est al otro lado de los espejos. - Estos slo reflejan la luz, no hay nada detrs. - Exacto, toda la luz que entra, sale invertida - explic ella-. Es por eso que si le muestras uno a un endemoniado, el mal tiende a volver al infierno a travs de l. Por eso estn los mitos de los vampiros que no se ven reflejados en los espejos. Es porque ellos vienen del infierno y no son reales a pesar de que consiguen causar esa ilusin a los mortales. - Los vampiros existen? - pregunt Juan, incrdulo. - Te explicaba por qu los espejos estn rodeados de misterios. - Para, detente - le suplic Juan -. Por favor, no quiero seguir. - Acaso crees que alguien quiere - dijo ella, impasible, bajando los escalones lentamente. - Juntos podemos revelarnos, salir del infierno. 7 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo Ella seal hacia arriba y Juan se fij que entre las nubes grises volaban criaturas semejantes a dragones. Eran formas fsicas con cuerpos musculosos y rojos, sus cuernos negros y su rostro demonaco. Suban y bajaban en desorden. Los que iban hacia arriba llevaban las garras vacas y los que descendan cargaban cuerpos ensangrentados. - Pronto descubrirs que tu condena no es estar encerrado en el infierno. Todos pueden entrar y salir. - T no eres como ellos. - Claro, son demonios yo humana. Esa revelacin no le consol en absoluto. Senta que su mano tena una fuerza imparable y le resultaba imposible resistirse a su avance. - No hay ni siquiera un poco de amor en el infierno? No tienes compasin por tus vctimas? - Es la causa de tanto dolor - replic . Juan no entendi muy bien aquella categrica afirmacin. Saba que en la vida real el amor tena dos caras, la de la felicidad y la del sufrimiento. Quera decir que el cielo se quedaba lo primero y el infierno lo segundo? Las escaleras se terminaron en una planicie oscura en la que las piedras sangraban. Estaba esculpida con formas extraas. Entre ellas se vean grietas de sangre y huecos que les permitan ver que mucho ms abajo estaba el fuego. Juan se fij bien en una de las piedras que pisaba y distingui una cara distorsionada. Su terror fue maysculo al ver que abra los ojos y le miraba con un sufrimiento extremo mientras exclamaba suplicando piedad. El suelo entero estaba formado por caras en aquella planicie que flotaba a cierta distancia sobre el ocano de fuego. Fueron despertando todos los lapidados a medida que pasaban sobre ellos. Sus pies les aplastaban y respondan maldiciendo e insultando. Algunos trataban de morderle y lo hubieran conseguido si l tuviera un cuerpo fsico que morder. - Aqu estn los justos ateos y los que pensaban que que crean en Dios, los que siguieron a otros pero nunca entendieron - explic Vernica mientras avanzaban pisando sus cabezas -. Ahora estn tocando continuamente la realidad que les acoge. La nica en la que pueden creer, peleando entre ellos por subir al cielo, sin comprender que su odio es el motivo de su condena. Juan se qued sin habla. Aquella planicie era inmensa, no se vea el final y caminaban por encima de almas condenadas, suplicando piedad. stos intentaban agarrarles o morderles pero el aura de Vernica les protega de su contacto. Lloraban y suplicaban una nueva oportunidad. - Pobres desgraciados - sise Juan, sobrecogido. - Por qu? Comparado con los de abajo, estos no sufren. Ten en cuenta que el nico bien del infierno es saber que hay muchos que estn peor que t. - Menudo consuelo. 8 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo - Es fruto del odio y el desprecio por los dems. El cielo es casi idntico que el infierno pero reflejado. Si te das cuenta lo nico que los distingue es el amor que guarde cada uno por los dems. Estos sufren porque estn unidos para siempre a gente que detestan, personas de otros credos, los considerados enemigos. En el cielo es un abrazo perpetuo a gente que amas. El pnico estuvo a punto de dominarlo cuando escuch eso. Sera una tortura estar abrazando a mucha gente para siempre. Llegaron a una grieta que descenda hacia la oscuridad y el fuego. Vernica no se detuvo y comenz a descender por una rampa de arena que atravesaba el suelo de nimas lapidadas unas contra otras. Saber que esa era la parte menos terrible del infierno era poco alentador. - Por favor! Djame marchar. No volver a dudar de Dios. Tienes que soltarme, no quiero pasar la vida siendo torturado. Vernica ni siquiera se volvi hacia l. Continu su descenso agarrando su mano y arrastrndolo contra su voluntad. Juan quiso tener un hacha capaz de cortarle su propia mueca. Quera correr y huir de all Mir hacia atrs y vio que las escaleras por las que descendieron ya no estaban. Y si haba algo ms terrible que saber que ese era su destino, era el ignorar cun dolorosa sera su condena eterna. El descenso por aquella cuesta de arena pareca interminable ya que ahora apenas escuchaba el ensordecedor clamor de aquellas pobres almas condenadas a ser un "ladrillo". Sus gritos eran insoportables incluso para los propios reos ya que los que no lloraban y geman suplicando piedad, lo hacan pidiendo silencio. - Yo crea que si exista el infierno sera un lugar solitario, vaco y sin luz. No pens que tendra que compartirlo con tanta gente - dijo, algo ms calmado, aliviado de ir dejando atrs a aquella muchedumbre. - El cielo es muy parecido al infierno, pero ste se nutre del sufrimiento de los condenados - aclar ella -. Por ello Dios nunca interviene aqu. Ese nivel, en el cielo es muy similar. Gentes que han credo y le han confiado su alma. Personas que han probado la sangre de Dios y que se han rendido a su perdn. La diferencia entre los condenados y los salvados de primer nivel es que estos estn atrapados y quieren salir y algunos lo consiguen y descubren, en el primer crculo, que la soledad y la demencia les permiten descansar en paz, infelices para siempre. En el cielo la gente es feliz por estar juntos y los que quieren pueden ir al primer crculo y ayudar o interceder por los vivos. - Eso es imposible, Dios tendra piedad de toda esta gente. En algn momento tienen que haber pagado sus culpas. - La tuviste con las tres cuartas partes del mundo que pasaba hambre? Acaso te hubieras cambiado por un etope o por un desgraciado al que se le cae la 9 http:\\tonyjfc.jimdo.com
Antonio J. Fernndez Del Campo casa encima? Cuntos de estos pobres que han sufrido calamidades han tenido un tiempo lmite para sufrir? - Por qu tiene que haber alguien que sufra? - El mundo est lleno de luchas y eso significa que son muchos los derrotados y pocos los ganadores. Solo hay que ver cuntos compiten por una medalla de oro en las olimpiadas y al final el que sale en la prensa es el ganador. Nadie habla de los perdedores. El sufrimiento es una ficcin creada por el hombre que, comparndose con el resto, lo nico que consigue es sufrir. Si la humanidad viviera en un paraso, los que no viven tan bien aseguraran estar sufriendo. Si todo el mundo estuviera sano y fuera inmortal, los que disfrutaran menos diran que sufren. As es la naturaleza del hombre, se construye sus propias fantasas de felicidad y si no llega a lo ms alto, no est contento. - Y el dolor? -replic Juan-. Acaso es inventado? - Los ricos y los pobres, los pecadores y los que son buenas personas, lo sufren por igual. Puedes quejarte por la palabra "sufrimiento", pero no es ms que un sin sentido inventado por el hombre para dar lstima a los dems -la mirada de Vernica era despectiva y aburrida. A medida que descendan por ese sendero de tierra roja las paredes se volvieron slidas y dejaron de ver hombres incrustados en su interior. Por suerte, en aquella zona no haba nadie ms, slo Vernica y l, descendiendo por una enorme columna que sostena a las almas lapidadas lejos del fuego. - No entiendo porqu necesita el cielo que el infierno est lleno de almas, sufriendo. - Para que uno tenga ms de lo que necesita, hay que quitarle lo necesario a varios. Juan se qued plido con esas palabras. Cuntas cosas haba disfrutado en vida? Entendi que nunca se le ocurri que por el mero hecho de tener dinero para vivir, comprarse ropa e incluso caprichos innecesarios, estaba siendo tremendamente injusto. Muchos se dejaban la piel para ganar lo suficiente y alimentar a su familia, pero l nunca haba trabajado ya que viva a costa de sus padres, como los jvenes de su edad. - Y por qu Dios no ha hecho que haya mucho ms de lo necesario para que todos tengan de sobra? - Claro que hay ms. Es el hombre el que no se molesta en equilibrar la balanza. Los que pueden hacerlo, se corrompen y se quedan todo cuanto reciben. - Dices que los ricos tienen la culpa de la pobreza? - No, pero no culpes a Dios. - Podran evitarla - dedujo.
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