Samantha James Prometida A Un Highlander

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PROMETIDA A UN HIGHLANDER

A PROMISE GIVEN

SAMANTHA JAMES
TRADUCIDO POR [email protected] GENERO ROMANCE HISTORICO, EPOCA MEDIEVAL LUGAR: ESCOCIA PROTAGONISTAS SABRINA KINCAID e IAN MACGREGOR

ARGUMENTO: .... SABRINA... ha crecido de nia a mujer conservando su espritu travieso pese al profundo desamor de su padre y de su hermana. Siente el mismo nivel de atraccin y rechazo por Ian, su compaero de bromas de la infancia, quien es el futuro esposo de su hermana. ... Cmo es posible si Sabrina est enamorada de el rebelde Jamie McDougall? ... IAN... ha crecido para convertirse en un guerrero Highlander, jefe de su clan. Ha sido el blanco de las bromas de Sabrina tanto como l se ha burlado de ella. Para Ian ha llegado el momento de consolidar una alianza de clanes y se casar con Margaret, la hermana de Sabrina. ... Pero por qu se siente tan atrado por esa insolente brujita que pronto ser su cuada? IAN Y SABRINA... el destino les jugar una mala pasada tendrn que casarse y sobrevivir al choque de sus personalidades y al fuego de su pasin. Las Tierras Altas de Escocia proveen el marco para el misterio y romance encontrado en esta encantadora novela. Ian MacGregor, el Jefe de un clan escocs, viaja a las Tierras Bajas para desposarse con Margaret Kincaid. Aos atrs ya estuvo en ese lugar, cuando los padres de ambos empezaron a forjar la idea de una futura alianza entre ambos clanes a travs de un matrimonio. Ahora, Ian es un hombre adulto temido por muchos y al que persiguen oscuros secretos acerca de la muerte de alguno de sus seres queridos. Cuando Ian llega para desposar a su prometida vuelve a rencontrarse con Sabrina, la hermana menor de Margaret y no est preparado para la fuerte atraccin que siente hacia ella. El da antes de la boda, Margaret desaparece misteriosamente y todos la dan por muerta. Es entonces cuando Sabrina es ofrecida a Ian para sustituir a su hermana. Ian acepta encantado ya que no puede negar que quien realmente puede robar su corazn es su nueva prometida y no Margaret. Pero no todo es tan fcil como parece. Sabrina ha jurado amor a Jamie, el joven de quien cree estar enamorada, y siente un cierto temor hacia Ian, debido a los rumores que hablan sobre su misterioso pasado y que incluso lo culpan de la desaparicin de su hermana. Finalmente, Sabrina acepta casarse con Ian por miedo a avergonzar a su padre si se niega a ello. Cuando los recin casados llegan a las tierras de Ian el peligro se cierne sobre ellos amenazando sus propias vidas y poniendo a prueba su mutua confianza. Samantha James teje una apasionada historia de amor en el marco de algunos de los ms turbulentos aos de la Escocia Medieval. Es una etapa de gran revuelta poltica ya que Robert de Bruce pelea para ganar su acceso al trono escocs. Ian y Sabrina estn atrapados en medio de esta lucha, en lados opuestos de este trama, a pesar de que sus corazones estn involucrados en las mas grande de las batallas : cumplir con la promesa empeada y ganarse el amor intrnseco en esa promesa. Samantha James ha creado un interesante reparto de caracteres secundarios. Solo los parientes de Ian y Sabrina justifican esta excitante lectura. Ambos Ian

y Sabrina son muy fuertes aunque imperfectos, con fallas y temores, lo que los hace parecer mas personajes mas realistas. Sumndole el colorido conjunto de caracteres secundarios, la historia cobra vida. Esta es una lectura placentera. Llena de accin, suspenso y amor sensual. Samantha James tiene un manejo especial de las palabras que hace que uno casi se sienta parte de la historia, desarrollada justo en el corazn de las bellas y peligrosas Tierras altas de Escocia.

Prologo Fueron las sofocadas risas lo que atrajo al muchacho al establo. Aunque l no era todava un hombre, estaba ms all del punto de la adolescencia. Era bastante alto para un joven de quince aos -- s, ms alto que muchos hombres que lo doblaban en edad. Haba una promesa de vigor en sus brazos y piernas. Bajo la falda escocesa que l usaba, sus piernas eran robustas y largas. Estuvo parado en el umbral por un momento, su frente, arrugada en concentracin, preguntndose si tal vez sus odos lo haban engaado. Pero entonces un movimiento atrajo su mirada -- vena de un rincn oscura, apenas ms all de una pila precaria de heno. La risa femenina se oy alta y clara en el interior del lugar mal iluminado. l conoca esa risa. El muchacho exhal un suspiro cansado. Por qu no estaba la muchacha de rodillas en la iglesia? Su padre Duncan estara furioso si supiera de su ausencia. En realidad no se sorprendera, el muchacho decidi. Siempre en problemas, el padre de la muchacha le gritara a ella. S, ella era problemtica, el muchacho reflexion. Porque en ese mismo momento que l la espi, la vio de rodillas en la suciedad, junto a media docena de muchachos de la aldea. Todos los ojos estaban fijados en un par de dados que lanzados, fueron a dar al piso de tierra. La muchacha chill y aplaudi con placer. Gan otra vez! Ella ri, exhibiendo sus blancos y parejos dientes. En solamente un instante ella estaba de pie, estaba descalza. Sus brazos abiertos de par en par, las faldas muy usadas giraban mientras que ella daba vueltas festejando su triunfo. Si estaba enterada de la atencin vida que los muchachos le prodigaban a sus tobillos bronceados, ella no dio ninguna seal de ello. No era una belleza -- no, no como su hermana Margaret. Su pelo era del color del fuego con tenues degrades al mbar y al oro, ondulados, abundantes e indomables. Pero sus ojos eran gloriosos, tan claros y brillantes como los campos verdes, enmarcados por pestaas negras, dentro de esas profundidades chispeaba la esencia de la vida. Como siempre, en un rincn oscuro de su ser la pureza y los colores de ella lo impactaron El muchacho sonri. Pero el juego todava no est ganado, dijo l desde su lugar en las sombras. Todava falta que tire yo. La muchacha gir. El oscurecimiento repentino de sus ojos revelaron su ira al descubrir quien hablaba. Ella lo mir, seria y en silencio mientras que l sali de su escondite y se acerc al grupo. Los muchachos de la aldea lo saludaron calurosamente. Ian! Ven a sentarte con nosotros! S, antes de que esta muchacha nos robe hasta la ropa que cubre nuestros traseros! ' El muchacho llamado Ian observ la pequea pila de baratijas donde la muchacha haba estado sentada. Una sonrisa lenta se curv en sus labios. Ella los engao otra vez? El mentn de ella se trab en un gesto duro. Yo no hago trampa! ella estall. Y t no puedes tirar los dados porque no eres parte de este juego! Unos quejidos burlones vinieron del grupo.

Oh, dale, Sabrina. Djalo tirar! Eso vino de Jeremy, un muchacho rubio y pecoso de catorce aos. S! acordaron los otros. Qu dao podra hacer un tiro mas? Un muchacho code a otro. Quizs ella no desea que tire porque nos est engaando. No los estoy engaando! ella grit. Entonces prubalo, dijo otro con una sonrisa traviesa. Deja que Ian tire. Sus labios, apretados. Sus ojos, estrechados. Est bien... Y cul es la apuesta? No hay ninguna. Su tono era seco. Ah! Pero seguramente debemos apostar algo - l se detuvo, porque un destello decidido haba comenzado a brillar intensamente en los ojos de ella. Su barbilla se irgui. Una sonrisa asom en sus labios. S, ella murmur. Si yo gano, debes pasar la prxima quincena con Douglas en los pastos altos. Douglas era el encargado de las ovejas del padre de ella. Pasaba la mayor parte de sus das -- y de sus noches tambin! -- lejos de la fortaleza y en compaa de las criaturas lanudas de cuatro patas. Oh, pareca que ella realmente deseaba librarse de l! La contestacin de Ian fue rpida y firme, aunque apenas pudo esconder la mueca en sus labios. Y si yo gano, debes besar a Roberto. l cabece hacia el muchacho que estaba sentado mas lejos, era un muchacho casi de su misma edad que miraba a Sabrina con ojos de carnero degollado siempre que crea que ella no lo vea. l la sorprendi. Pudo constatarlo en la agudeza de su grito. Besar a Roberto! Por qu? Porque esa es la apuesta. Pero solamente si pierdes, por supuesto. El shock se haba desvanecido ya de los ojos de ella. El muchacho la mir con una ceja oscura arqueada hacia arriba. Y bien, Sabrina? Aceptas esta apuesta? Su cabeza haba bajado. La cortina brillante de pelo ocult su expresin de l, con todo el muchacho casi poda ver la mente de ella buscando una respuesta - oh, una cosa peligrosa verdaderamente! Entonces, de golpe, ella sacudi su cabeza. Si, Ian. Es una apuesta. Ella destellaba una sonrisa franca, entonces se agach para tomar los dados de la tierra. No. El muchacho la par con una palabra. Utilizaremos los de Jeremy. Jeremy complaciente busc dentro de su bolsillo un par de dados speramente tallados, despus los dej caer en las manos de Ian. A su vez, Ian se los pas a la muchacha. Puedes tirar primero, dijo l con una sonrisa dbil. Ella se los arrebat de su mano. Sus ojos se levantaron brevemente hacia el cielo, despus con una respiracin profunda ella los frot dentro de sus palmas y los lanz al piso.

Ella obtuvo ocho. Ocultando una sonrisa, ella los junt y se los devolvi a Ian. Tu turno, ella murmur. Ella estaba sonriendo, claramente satisfecha con el resultado de su tiro. Sin una palabra Ian apret los dados firmemente en su palma antes de lanzarlos. Los gritos rompieron el expectante silencio. Mira eso! l gan! S, l gan! Ian le gan! Roberto ganaste! Conseguirs besarla! Todos los ojos se dieron vuelta hacia la muchacha pelirroja. Ella se haba levantado y estaba parada tiesamente. En ese momento el trueno de cientos de tormentas obscurecieron sus ojos virando su color a un azul turbulento. Perdiste, Ian precis. Debes besar a Roberto. Ella pareca lista para estallar. Los otros muchachos contuvieron la respiracin. Fue Ian quien rompi el silencio. La palabra dada es una promesa hecha, dijo l muy reservadamente. Ahora Roberto estaba de pie tambin, con una sonrisa tonta en su cara. Echando un vistazo a Ian, la muchacha dio un paso adelante. Sus ojos abiertos de par en par, se inclin hacia adelante y presion sus labios sobre los de Roberto. Los gritos estallaron. Envalentonado por las aclamaciones de los otros muchachos, las manos de Roberto se dispararon. l asi la cintura de Sabrina y la acerc contra su pecho. l tritur su boca contra la suya. La lengua de l sali de su boca y choc con los labios sellados de ella. Sabrina se tir hacia atrs como si hubiera sido quemada. Qu repugnante! ella grit. Hubo carcajadas pues ella se freg la parte posterior de su mano en la boca. El muchacho que estaba parado como viga cerca de la puerta no pudo evitarlo, su propia risa se uni a la de los otros. Ella gir, su mirada irascible los abarc a casi todos. Vyanse, ella grit. El grupo de muchachos se sali del establo protestando. Pero en l, en el muchacho que la haba desafiado, era que el fuego de su mirada fija se concentr con ms fuerza. Gozaste con esto, ella acus. l no lo ocult. S, l convino. Por qu? Te gusta verme humillada? Es eso? Humillada? Vos? La idea le caus una risa ahogada. Sabrina, si alguna vez fueras humillada - por cualquier persona -- creo que Dios en persona lanzara relmpagos desde los cielos. Ella no dio ninguna contestacin, sino que levant su barbilla tan alta que, l pens divertido, que su espina dorsal se agrietara seguramente. Qu ests haciendo aqu? pregunt del ella. Ah, pero sera de esperar supongo. Ustedes los Highlanders son perezosos. 'Ella sac fuera la lengua, burlndolo. Y eres el peor de todos, mi prncipe Highlander. Ian estaba inconmovible. Yo podra preguntarte lo mismo.

Estoy enterado de que tu padre sali de caza al amanecer, Sabrina. Pero debas pasar la maana de rodillas en la iglesia, preservando tu silencio y rogando par que tu lengua se haga ms dulce en futuro con la esperanza de que crezcas para ser mas parecida a nuestra Virgen Mara La muchacha murmur algo en voz baja. Ian contuvo una sonrisa. Ella tena un mpetu incontenible y una lengua imprudente, de sa all no era eso, sin ninguna duda, lo que causaba la clera de su padre, y los castigos subsecuentes. Tambin saba con certeza que la muchacha no lo adulaba precisamente. Pero a eso l no le hizo caso, y continu el discurso, el roco todava no est en los campos, pero igualmente aqu estabas, de rodillas jugando a los dados! l sacudi la cabeza, incapaz de resistir las ganas de provocarla. Algo que es ms que pecaminoso. La barbilla de ella mostr su indignacin. Qu! ella grit. Piensas que eres mi tutor? No, nunca eso -- aunque tal vez necesitas uno. Su contestacin hizo poco por calmarla. Le Agradezco a Dios nuestro Seor que no nac primero que Margaret. Me siento apesadumbrada por ella y pensar que debe casarse con vos algn da -- un Highlander, nada menos ! Ian dirigi un rezo agradecido a los Cielos por el hecho de que ella hubiera nacido despus de Margaret, no primero que ella, porque haba un pacto entre sus padres por el cual l debera casarse con la mayor de las hijas - Margaret no se pareca en nada a Sabrina. Siendo joven como era, Sabrina podra ser tan penetrante como un helado viento del este. Ah, Sabrina era tremenda. Una muchacha tremenda pero bonita tambin. No tengo nada contra vos, muchacha. Y de hecho, te pido que tomes a bien todo esto, porque parece que has ganado este juego despus de todo. No hay necesidad que desees verme bien lejos de aqu, porque he sido convocado para que vuelva a mi casa. Ella parpade. Casa a las Tierras Altas? Mi padre ha determinado que no hay necesidad de que yo contine mi entrenamiento aqu en Dunlevy. Ver a tu padre cuando vuelva de cazar, y entonces me ir. l la haba asustado. Sabrina lo mir fijamente, su boca pequea abierta por el shock. Qu! No me desearas un viaje seguro y rpido? Con las ltimas palabras ellas parpade. S, dijo Sabrina dbilmente, y despus agreg : Oh, s! Que tu viaje sea rpido. l la observ con diversin el hecho de que ella no le deseara un viaje seguro. Bien, no era de extraar, ellos siempre estaban en desacuerdo. l hizo una reverencia galante. Espero que me recuerdes bien y por un largo tiempo, Sabrina, pues sigo siendo y siempre ser tu leal servidor. Los Puos pequeos de ella apretados a los costados. Ella golpe su pie en el suelo. Servidor? No, no me sirves a m! Leal? Solo eres leal a vos mismo, me atrevera a decir. Ian encogi los hombros. Y qu hay de malo con eso?,

Ella golpe su pie en el suelo otra vez. Ian lanz su cabeza hacia atrs y ri. l no estaba sorprendido, pues ese era el temperamento de la jovencita. El todava sonrea cuando se dio vuelta para irse. Pero antes de que l pudiera dar un solo paso, el sonido de su voz lo detuvo. '`Ian! l ech un vistazo hacia atrs. S? No le dirs a Pap que me encontraste aqu? Haba algo en su tono, algo casi relacionado con el miedo. Ian frunci el ceo, dbilmente desconcertado. Sabrina era salvaje. Eso l lo saba bien y era verdad. Y Donald Kincaid era a menudo severo con la muchacha, pero no cruel. A pesar que l mismo se haba sentido molesto con ella de vez en cuando, no crea que ella mereciera un castigo. l sacudi su cabeza. No le dir. Lo Prometes? S. Lo Prometo. La mirada fija de Sabrina revolote lejos. Cuando sus ojos volvieron de nuevo a l, parecan arder. Recuerda, dijo del ella casi ferozmente, una palabra dada es una promesa hecha. No me olvido, muchacha, dijo l suavemente. Un cabeceo leve fue la nica respuesta de Sabrina. Con eso ella corri pasando al lado de l y abri la puerta de par en par. Ian mir como ella hua. Qu travesura estaba planeando ahora? l sonri, su buen humor estaba restaurado. En los aos por venir, l no tena ninguna duda, Sabrina enloquecera a algn hombre, esa muchacha bonita, hasta que el pobre hombre quedara mareado y sin saber qu torbellino lo haba posedo. Oh, Dios la verdad no envidiaba a ese hombre! l camin fuera del granero, silbando una vieja meloda. Gracias a Dios l se casara con la mayor - Margaret-- y no con Sabrina. Sin embrago no poda evitar considerar qu sera de la vida de Sabrina Kincaid. Era inevitable que sus caminos se cruzasen otra vez, porque l se casara algn da con su hermana. Con todo sus destinos nunca seran el mismo O as l lo pens en ese momento.

Captulo 1 En el ao de Nuestro Seor 1306 Era el ltimo da del verano, y la brisa todava llevaba con ella el olor dulce de las rosas frescas que ya brotaban. El patio de la Fortaleza Dunlevy herva con actividad como la cerveza burbujeando en una jarra. Hombres, caballos y otros animales se movan frenticos en ese lugar. Desde adentro del gran saln un grito enojado retumb en las vigas de madera.

Sabrina! Dnde est esa maldita muchacha? Por Dios, ella nunca est cerca cuando se la necesita! Dos criadas intercambiaron vistazos. La ms joven de las dos corri hacia el edificio que contena las cocinas. Apresurndose hacia los jardines, ella dobl la esquina, jadeando hasta que se detuvo. Un instante despus, ella la baj los ojos ante la visin de su ama, que estaba en brazos de un gigante rubio. Psst, ella susurro su advertencia, su padre la est llamando, mi seora. La mujer joven intent inmediatamente desprenderse del abrazo. Pero el gigante rubio no tena intencin de soltarla, y simplemente la apret ms. Incluso mientras que la seora se enorgulleca de su posesividad, la precaucin pudo ms. Jamie, fue su susurro urgente, debo irme. No es sabio dejar a Pap esperando. Su abrazo se fue aflojado, aunque l no la solt. Con el ceo fruncido, el gigante rubio levant la cabeza. Maldigo a ese hombre, l afirm secamente. Porqu l nunca la manda a llamar a Margaret? Sabrina Kincaid arrug su nariz. Margaret tiene responsabilidades tambin. Sin Duda ella ya est ocupada con otros deberes. Los labios de Jamie MacDougall se endurecieron. Oh! l no ocult su desdn. El hombre no te deja en paz. Te trata ms como una criada que como una hija. La sonrisa de Sabrina se debilit. La negacin que quera decir en voz alta no emergi de su boca, aunque ella saba no por qu. A su manera, ella saba que su padre la amaba. Sin embargo ella saba tambin que l la culpaba por la muerte de su madre, porque fue enseguida despus de darla a luz que su pobre madre haba muerto. Como si l detectara su pesar, los brazos de Jamie apretaron de nuevo al cuerpo de Sabrina. Deseara poder casarme con vos ahora, el dijo, su voz baja y fervorosa. Por todos los santos, este mismo da. Sabrina inclin su cabeza hacia atrs para que Jaime pudiera verla. Una pizca de tristeza ti su sonrisa. Al igual que yo. Pero ambos sabemos que Pap nunca lo permitira. Soy la ms joven, y Margaret debe casarse con Ian primero. Los brazos de Jamie bajaron a los costados. Es porque soy un MacDougall. No, dijo del ella rpidamente, aunque en verdad no estaba segura. Su padre no abrigaba ningn cario por el clan MacDougall. Saba que l desaprobaba que ella viera a Jamie, hasta ese momento, Sabrina haba desalentado que Jamie pidiese su mano, porque ya saba que su padre lo rechazara. Tal vez cuando Margaret estuviera casada, l podra ser mas receptivo a la idea. Ian. Jamie prcticamente escupi la palabra. Qu lo mantiene en las Tierras Altas y lejos de su novia? Sabrina alis su falda. No lo s, dijo con un suspiro. Su padre muri solamente hace casi un ao. Y o que Pap mencionaba que haba problemas en su clan.

Jamie gru. Tal vez no desea desposar a Margaret. No. No poda ser. Oh, ocasionalmente la lengua de Margaret hera profundamente como la hoja de una daga; pero Margaret era bella, bella como una rosa inglesa, tan bella como su madre muerta haba sido. Sabrina no poda concebir que ningn hombre no deseara demandar que tal belleza le perteneciese. Sabrina! Ella se paraliz con la proximidad del rugido de su padre. Vete, ella abog rpidamente. Jamie, debes irte ahora ! Un breve beso sobre los labios y se fue, saltando gilmente a travs de un punto bajo, cerca de las piedras revestidas de hiedra y se perdi en el bosque ms all. Sabrina la gir, junt las faldas, corri hacia a la casa. El cuerpo de su Pap apareci en su campo de visin. Sabrina! l grit, brevemente. Luego la ret. All ests, muchacha! Dnde diablos has estado? La voz de Sabrina casi no tena aliento. Revisando los jardines. Me atrevera a decir que tendremos una buena cosecha de coles y de puerros para almacenar para el invierno. Hbilmente ella dirigi el tema lejos de su paradero. Deseabas verme, Pap? S! Duncan Kincaid se enderez. MacGregor viene para ac, Sabrina! l viene a Dunlevy hoy mismo! MacGregor, ella repiti automticamente, y despus su corazn se pareci detenerse de golpe. Quieres decir Ian? ella susurr. Ian est viniendo? S, el mismo. Sabrina trag con dificultad. No estaba habituada a pensar en Ian como MacGregor. De hecho, preferira no pensar en ese granuja Highlander! Pero ella no era ms una nia. Aunque la discrecin no estaba en su naturaleza, a travs de los aos, ella haba trabajado duramente para contener su lengua y guardar en secreto sus opiniones. Ech un vistazo a su Padre. Margaret lo sabe? S. Ian ha mandado a decir que desea que ella se prepare para el matrimonio. Ella est en el iglesia rezando para que l llegue seguro. Su padre la mir de reojo. Sabrina conoca perfectamente el significado ese vistazo; ella saba que su padre pensaba que ella pasaba muy poco tiempo rezando para recibir la gua de Dios en su vida. Pero por una vez l no la rega. Hay mucho por hacer, dijo l de pronto. Hay comida que prepara y cuartos que deben ser alistados para Ian MacGregor y sus hombres. Ocpate, muchacha. Sabrina se apresur a obedecer. Muy pronto la fortaleza era un hervidero de actividad frentica. En menos de una hora las sabanas recin lavadas flotaban con la brisa, como velas de barco debajo del cielo azul.

Sabrina haba enviado tres criadas al piso superior para limpiar varios cuartos vacos, y entonces fue en busca de Margaret. Encontr a su hermana en sus aposentos, sentada en una silla de respaldo recto cerca de la ventana, como si el da no hubiera trado la noticia de la llegada inminente de su futuro marido, como si ese da no fuera en nada diferente a cualquier otro. Sabrina se detuvo brevemente cerca del umbral; Margaret no estaba todava enterada de su presencia, ni tampoco su criada Edna. En verdad, las dos hermanas no se parecan en nada -- ni en su apariencia ni en sus conductas. Margaret era alta y delgada, su cara plida y en forma de corazn; sus ojos brillaban como zafiros azules. Su pelo rubio reluca como el claro de luna. Sabrina se limpi los dedos manchados de suciedad Sabrina en el extremo de su gruesa trenza rojiza que colgaba sobre su hombro. Cuando nia, Sabrina haba deseado intensamente haber sido bendecida con el pelo lacio y brillante de Margaret en vez de sus propios rulos ingobernables. De hecho, ella haba pasado varios aos oscilando entre el dolor y el resentimiento porque Dios haba hecho a Margaret a la imagen de su madre, porque Dios la haba favorecido de tal manera que Margaret haba logrado la dedicacin y el amor indiscutible de su padre, mientras que a ella la consideraba nada mas que un fastidio. Un fastidio que no se asemejaba ni al padre ni a la madre. Pero como Sabrina no era dada a la envidia, super esa etapa. Sabrina se demor un momento ms. Su mirada fija estudi la perfeccin del perfil de su hermana. Como siempre, la fachada de Margaret era una de serenidad y de tranquilidad. Muchas veces Margaret cumpla el papel de anfitriona para los huspedes de su padre; todos quedaban cautivados por su encanto y su belleza. Su risa flotaba en el aire como las notas melodiosas de un pjaro cantor. De hecho, era difcil creer que Margaret podra atreverse a decir una palabra dura a cualquier persona. Sin embargo Sabrina conoca bien la agudeza de la lengua de su hermana y su mal genio. Una vez que, algunos aos atrs, ella haba pisado el dobladillo del vestido nuevo de Margaret, manchndolo accidentalmente con sus zapatos embarrados. Margaret se haba puesto furiosa. Con un grito de rabia, Margaret haba girado y le haba dado un cachetazo en la cara. Era extrao que ella hubiese recordado repentinamente eso ahora, despus de todo esos aos. Ella conoca a Margaret mejor que a cualquier persona. Con todo, haba veces en que Sabrina senta que no conoca a su hermana en lo absoluto. No obstante, estaba segura que su hermana nunca lastimara a un alma en esta tierra deliberadamente. Cerrando la puerta pesada de madera, ella camin.

Bien, bien, dijo alegremente, parece que este da es especial. sonri a su hermana, un ao mayor que ella. Sera un milagro si alguien en Escocia no hubiese odo el bramido de su Padre anunciando la llegada de Ian MacGregor. Margaret puso la costura sobre su regazo. Y porqu debo estar toda excitada? 'Es solamente Ian. Oh, pero los MacGregors son gigantes temibles, afirm la criada. Ella se dej brevemente su tarea de sacar las sabanas de la cama para hacer la seal de la cruz precipitadamente. Dicen que si se los provoca son capaces de comerse a los nios crudos! Sabrina se mordi el labio para evitar rerse en voz alta. Edna era una muchacha joven tmida, supersticiosa, temerosa hasta de su propia sombra, pero Sabrina la quera mucho. Una chispa traviesa brill en sus ojos. Apret los labios, esforzndose para mostrar una expresin correctamente preocupada. Bien, l es, despus de todo, un Highlander. Y todos sabemos cun brbaros son. Pero tal vez que es por eso que enviaron a Ian siendo un nio para que se cri aqu en Dunlevy, de ese modo salvaran a su clan de la extincin. Los ojos de Edna casi saltaron de sus rbitas. Ella presion una mano contra su pecho redondeado. l no tiene ningn hermano? Ninguna hermanas? Edna susurr. Sabrina sacudi la cabeza. No, no. Ninguno que haya sobrevivido su infancia, por lo menos. Era verdad. Haba habido dos hermanos ms jvenes, pero ambos haban muerto siendo nios. Haba horrorizado a Edna . Salvajes! Todos Salvajes! Con un gran grito ella tom las sabanas sucias y huy. Margaret suspir. Sabes, dijo ella secamente, Edna le llevar ese cuento a Pap, y sin duda la distorsionar mucho para el momento en que l lo oiga. Las esquinas de los labios de Sabrina se arrugaron con gozo. Bien, as lo espero. Intent darle un poco de alimento a su imaginacin. Slo que ella tiene razn, Margaret consider. Ian es un gigante. Un gigante! El resoplido de Sabrina era lo opuesto a algo femenino. No lo creo, Margaret. l siempre fue tan flaco como hilo! Ah, pero yo se me haba olvidado. No lo viste cuando Pap y yo viajamos a Edimburgo, cierto Sabrina? Su primo Alasdair estaba con Ian, y l tambin tiene la apariencia de un MacGregor. Pero vos te habas enfermado, como recuerdo, y no pudiste viajar con nosotros. De hecho, Sabrina se haba olvidado. La visita pasada de Ian haba ocurrido varios aos atrs, pero ella no lo haba visto. Segn Cecilia, la curandera de la aldea, Sabrina haba comido algo en mal estado y se haba descompuesto de tal manera que casi no haba podido levantar la cabeza de la almohada por varios das.

Durante la tarde, Sabrina haba logrado mantener los pensamientos acerca Ian a distancia. Pero ahora, ahora permiti que las memorias llenaran su mente. La vez ltima haba visto que a Ian fue aos atrs, ese da en el establo. Una sombra pareca deslizarse sobre ella, envolvindola en oscuridad. No pudo evitar al rastro de amargura que se filtr con ella. l le haba hecho una promesa una promesa y lo que logr fue revelar la naturaleza verdadera de su carcter. Margaret haba fijado sus ojos afilados sobre ella. Noto que no te importa mucho Ian, o me equivoco? Pero no fue siempre as, verdad? No, Sabrina casi grit, porque era verdad. Aunque haban jugado juntos como hermano y hermana -- y peleado verbalmente como pares muy dentro suyo saba que haba habido una poca de su vida en la que ella haba pensado en Ian de un modo nada fraternal . Qu extrao, venir a recordarlo y a recordarlo ahora. Pero todo haba cambiado. Y Margaret la miraba de una manera que la hizo desear que ms hbil para ocultar sus sentimientos verdaderos. Livianamente ella dijo, no necesitas preocuparte, Margaret. Por supuesto que le dar la bienvenida a la familia. Una elegante ceja color oro se arque hacia arriba. Ah, Margaret dijo suavemente. Pero desearas otro marido para m? De hecho, jams he pensado en eso, Sabrina admiti. Este matrimonio se ha sido arreglado desde hace mucho tiempo. S, murmur Margaret. S, supongo que no tiene mucho sentido especular al respecto. Los hombres que he conocido o son hombres de su clan, o casados, o ya estn comprometidos, o son demasiado jvenes. La mente de Sabrina ya se haba dirigido a Jamie. Una punzada de culpa doli en ella, porque ella lament que Margaret no pudiera hacer su propia eleccin de marido. Tal vez era egosta de su parte, pero estara eternamente agradecida de que su Padre no hubiera hecho los mismos esfuerzos para ver a su hija ms joven comprometida en matrimonio. Con todo por primera vez se pregunt si Margaret amaba a Ian. Fue mucho despus que ella logr escapar del cuarto de Margaret. Sus pasos la llevaron a un camino poco usado que llevaba de la fortaleza, a un claro oculto profundamente en el bosque, un lugar que ella haba atesorado siempre como de su propiedad. No Haba nadie alrededor para perturbar sus pensamientos, y eran aqu que ella haba venido cuando se cansaba de los rugidos de desaprobacin de su Padre. Los rayos de sol se infiltraban a travs de las ramas de los abetos que se arquearon por encima de su cabeza.

En el centro del claro del bosque haba una pequeo espejo de agua de forma ovalada La Fortaleza le pareca tan lejana cuando estaba all. Sabrina se sent en la hierba perfumada y se abraz con creciente entusiasmo. Margaret se casara pronto; la perspectiva de decirle a Jamie que podran casarse ms pronto de lo que, incluso ella, haba esperado la llenaba de felicidad. Ella haba domado los modales traviesos de su niez y adolescencia y no haba ninguna razn para que su Padre la rechazase la propuesta de Jamie. Sin Duda l se aliviara al verse librado de ella. Una sonrisa curv la suavidad de sus labios. Sabrina la mene los dedos de los pies, amaba la frescura de la hierba contra las plantas de sus pies de sus pies; siempre haba odiado el constreimiento del calzado. De repente se senta libre y despreocupada como nunca poda sentirse en la compaa de los otros, se afloj la trenza y pas sus dedos pequeos y delgados a travs de las mechas gruesas y onduladas. Una mariposa vol por encima del espejo de agua. La superficie de la laguna era lisa como la nieve recientemente cada; las aguas relucan invitantes, y en ese momento fue consciente de los efectos del trabajo pesado del ese da sobre su cuerpo. Sus dedos se deslizaron hasta las cintas de su blusa. No Haba nadie que la pudiera ver. Nadie de quien preocuparse. Adems, no era que nunca lo hubiera hecho antes. Se quit el vestido por la cabeza. Un momento despus se zambull desnuda en la laguna. Ella jade por la fro del agua contra su carne, pero se sinti sinceramente bien, porque el da haba sido muy clido para esa poca del ao. Rompi la superficie del agua y se ri a pesar de la falta de aliento. Dios, amaba ese lugar! Aqu, no haba nadie para regaarla, nadie para mirarla con ojos de desaprobacin, nadie para decirle lo que ella deba o no deba hacer. Aqu era libre como nunca antes lo haba sido. Se zambull dentro otra vez. Tres movimientos la llevaron hacia la orilla. Haciendo pie en el fondo arenoso, ella se par, exprimiendo el agua de su pelo. Retorcindolo como a una cuerda larga, y se lo la arroj sobre un hombro del desnudo, su mirada pase por el claro del bosque. Entonces un grito estrangulado escap de su garganta. El pnico le invadi el corazn. Dios, haba cometido un error terrible, muy terrible! Pues no estaba sola. Capitulo 2 El jefe del clan MacGregor estaba en la plenitud de su masculinidad y juventud, con los msculos trabajados hasta lograr la firmeza de un roble. Como su padre, su altura haca pensar en la altura las montaas, elevndose varios centmetros por encima de los hombres de su clan. Como su madre, l era agudo en su ingenio y en su palabra, el ancho de sus hombros divulgaba la gloria de su raza. Sentado sobre su caballo, sus ojos grises examinaban el valle antes l. Era, en pocas palabras, un da glorioso. Ni viento ni lluvia ni niebla afectaban las colinas que rodeaban a la fortaleza de Dunlevy. Campos con frutos maduros se extendan al sur y al oeste. Delante suyo, el bosque era un enredo salvaje de plantas y rboles color verde oscuro. Todo estaba como si l nunca se hubiera ido como si nada hubiera cambiado. El cuero gastado cruji mientras cambiaba de posicin en su silla

de montar. Su primo Alasdair haba cabalgado delante de l, sin duda ya estara en la Fortaleza. Ian estaba impaciente por terminar este viaje. Una comida caliente, un cuerno con cerveza inglesa, y una cama suave haran mucho para aliviar el dolor de sus articulaciones. En verdad, Ian no poda decir que estaba encariado con Duncan Kincaid, porque era su parecer Duncan era un hombre cuya naturaleza no era particularmente clida, ni sabia y mucho menos paciente. Ni tampoco era siempre justo o generoso. Pero aunque Kincaid era un hombre gobernado por sus emociones, tambin un hombre de creencias firmes. Su padre David haba conocido a Kincaid en su juventud, porque la madre de su padre tena parientes en las Tierras Bajas, la amistad de ellos continu hasta que fueron adultos. David, el padre de Ian, sostena que era importante tener aliados ms all de las personas del propio clan; y fue por eso que envi a Ian para ser criado en Dunlevy. Y tambin por eso Ian y Margaret, la hija de Kincaid. haban sido comprometidos en matrimonio siendo nios. Su propio padre, David, haba sido un hombre de honor y respecto. Aunque era feroz cuando estaba desafiado, pero no era ni brutal ni despiadado. Oh, l poda tronar y rugir y luchar como muchos de sus compaeros escoceses. La culpa y la envidia no eran parte de su forma de ser, ni tampoco de la de Ian. De l, Ian haba aprendido a valorar el honor, el orgullo y la fuerza. Una sola vez su padre se someti a la debilidad, y a sus propias necesidades. Y eso, finalmente, le haba costado su felicidad Y su misma vida. Por Dios, pareca que hacia una vida que l se haba ido de este lugar! Un cansancio extremo penetr en sus huesos. Mucho haba sucedido desde que se haba ido, muchas cosa que l nunca haba esperado que ocurriesen. Recordaba ese da bien. Haba estado impaciente por volver a las Tierras Altas, para alardear con sus habilidades de caballero recientemente adquiridas. En cambio, haba vuelto a su casa para encontrar que su padre se haba vuelto a casar. No era que a l le importara, porque su madre haba muerto hacia mucho tiempo. l haba adorado a su nueva madrastra, porque Fionna era joven y alegre, la mujer ms encantadora que l jams hubiese conocido. Fionna. Una dbil amargura se instal en l. Pero ella estaba muerta ahora y su padre tambin. Ian amaba a su padre. Y por eso honrara los deseos de l, por eso volvi a Dunlevy. Para casarse con Margaret, la hija mayor de Duncan. Era extrao pero no senta ninguna tipo de entusiasmo ante la perspectiva de ver a su novia otra vez. En verdad, nunca haba abrigado gran afecto por Margaret. De hecho, estaba sorprendido de que Duncan no le hubiera exigido que se casase con Margaret hace tiempo. No, no haba habido ningn apuro en casarse, especialmente porque Duncan no haba presionado sobre ese punto. E Ian haba reprimido la inquietud de su alma -- y su lujuria -- pero saba que e haba llegado el momento de honrar el acuerdo de ambas familias. La dureza del gesto de su boca se afloj levemente. En todo el tiempo en que el estuvo lejos, no poda pensar en Dunlevy sin recordar los ojos tan verdes como las colinas que rodearon ese lugar. Una sonrisa dbil curv una esquina de su boca. Seor, casi odiaba admitirlo, pero haba extraado a la mocosa. l la haba extraado. Sabrina.

De golpe se encontr cercado por los recuerdos. Sospechaba que Margaret haba cambiado muy poco, porque l la haba visto dos veranos atrs, sin duda ella estaba tan atractiva como siempre. Pero Sabrina l se asombraba de que esas dos fuesen hermanas. Haba una escasa semejanza entre ellas; Margaret era rubia, serena y controlada, mientras que Sabrina era pelirroja con una boca que no saba cuando deba cerrarse. Casi ri en voz alta mientras que record el da que ella le haba robado su espada y que haba cortado sus faldas para asemejarla a su falda escocesa. Esa noche ella haba marchado en el saln vestida como un soldado escocs listo para entrar en batalla. No le haba parecido muy divertido entonces. Ni el padre de Sabrina haba estado muy satisfecho. Una sonrisa pcara se dibuj en su cara, Ian espole su caballo para cruzar el bosque. El olor rico de rboles y de tierra hmeda le llen sus sentidos, pero su mente segua enganchada de otra manera. Qu travesuras hara la bribona en estos das? Por Dios, esa nia lo haba atormentado continuamente con sus bromas y sus trampas ! Ella haba incitado su ira, y en ocasiones, su simpata, aunque l nunca se lo dej ver a Sabrina. Nunca haba entendido porque Duncan haba dejado que su hija ms joven creciera tan salvaje, sucio y sin respeto por la autoridad como ella lo haba hecho. l se ri entre dientes de nuevo, con solo pensar en la pequea bruja. El sonido de un chapoteo repentino atrajo su atencin. Curioso, sigui el sonido hacia su origen -- una laguna pequea, oculta bajo por un matorral frondoso. El chapoteo se oy otra vez. Lo que vio lo paraliz, porque la visin borr todo pensamiento sobre la mocosa de su mente. Ahora, delante suyo estaba una mujer s, una mujer que poda enloquecer a mas de un hombre -- y sin duda lo estaba haciendo con l ! Ella camin hasta un borde rocoso, su cuerpo desnudo en todo su esplendor,. Su pelo mojado atado en una trenza sobre uno de sus hombros; le llegaba ms all de sus nalgas. La boca de Ian se puso increblemente seca. Tranquilamente ella podra haber sido una ninfa de madera escapada de algn reino mgico solamente para dar placer a sus ojos -- y a sus otros sentidos. De hecho, prefera mirar a esta muchacha bellamente formada que pensar en la brujita molesta que lo haba atormentado en su juventud. Desmont, su mirada fija nunca abandon a la ninfa. Era pequea de estatura, pero inusualmente seductora. Su piel destellaba como el lustre de una perla. Sus pechos eran asombrosamente llenos y esplndidamente formados y coronados por pezones color coral. Debajo de su estrecha cintura, sus caderas prometan una dulce tentacin. Ella llev una mano a su cabello, exhibiendo la curva abundante de un pecho. Ella sali a la superficie con un chapoteo minsculo, despus nad hacia la orilla. El agua se escurra por su cuerpo mientras sus pies avanzaban a la orilla.

Ella camin, viniendo ms cerca de donde l ahora se hallaba agachado cerca de la base de un roble se acercaba mas. Toda su masculinidad tom dominio de l. El deseo desenfrenado herva en sus venas. Los ojos grises vagaron vidamente por el cuerpo femenino. Ella an no haba detectado su presencia. La mente De Ian estaba consumida por fantasas erticas, l deseaba unir una cara a ese cuerpo precioso que poda apreciar, porque el perfil de ella prometa una belleza exquisita, y juventud. Todo lo que deseaba era solamente una ojeada a su cara. Ah, si ella se diera vuelta . Sabrina se sacuda el agua del cabello, con los ojos cerrados. Su cara era pequea y ovalada. Su boca estaba hmeda y cubierta de roco, del color exacto de sus pezones. . Una sensacin nica se anud en su vientre, porque la ninfa le pareca algo familiar. Sus pestaas se elevaron. De repente que l se sinti como si le hubieran clavado el extremo de una lanza en el pecho. Mir fijamente el verde profundo de esos ojos como como el verde de las colinas de Dunlevy. Su mente flaqueaba. No, l pens. No poda ser sus ojos fijos. Para un horrible momento, no pudo moverse, ni hablar. Fue ella quien rompi el encanto. Se agach de repente cuando el nivel del agua alcanz sus muslos, yendo al fondo de la laguna. Rpidamente llev sus rodillas a su pecho, en cuclillas, ocultando su cuerpo en el aguas, Sabrina le grit. Vos... canalla ! ella farfull. Qu diablos piensas que ests haciendo? l levant sus manos, fingiendo estar ofendido. Qu! Estaba gozando de la belleza del da. Y de hecho haciendo un gesto exagerado -- parece hay mucho para ver. l la dej atnita. Pudo deducirlo por el modo en que los ojos de ella se abrieron de par en par. l suspir. Te conozco, muchacha; l coment suavemente. Ests enojada. Su shock haba comenzado a disminuir. Si su mirada habra podido quemar, a esa altura l sera una pila de cenizas. Por supuesto que estoy enojada! Me Espiabas! l hizo una leve inclinacin de cabeza. Por suerte, seorita, estoy satisfecho de ver que no te asust. Ella solt un suspiro mostrando que su opinin no era la misma que la de l. Ian no le prest atencin. Audazmente camin unos pasos adelante. Inclinndose, Ian tom las ropas de ella y las arroj sobre su hombro. Ian! Qu ests Haciendo? Ella quiso levantarse, slo para recordar su estado de desnudez. Se sent nuevamente tapndose con el agua. La mirada fija de l se demor en la desnudez de los hombros de ella. Recordndose, l hizo una reverencia galante. Te devuelvo el favor que me hiciste hace muchos aos. Sabrina se ruboriz intensamente. l continu. seguramente No te has olvidado del da en que me viste correr desnudo en el arroyo, buscando por todos lados mis ropas. Su voz era solamente un susurro. T... lo sabas?

Ian solt una risotada. Lo saba, muchacha, aunque entonces no estaba tan divertido como lo estoy ahora. Pero me he preguntado a menudo si te gust lo que viste? Los de ojos de ella destellaban chispas. Por lo que recuerdo haba poco para ver, ella replic dulcemente. Ian se ro con ms fuerza. Sin duda tienes razn, l convino de buen humor. Era solamente un muchachito ... era puro hueso . Y saliendo del agua fra, sin duda lo que viste fue una pequea zanahoria. Su mirada recay en sus pechos, ocultados por los brazos de ella. Pero vos, Sabrina, dijo l suavemente, ah, muchacha, vos has crecido con una generosidad que no esperaba. Y vos segus siendo tan insolente como siempre! Y vos todava sos bruja bastante bonita. l se cruz los brazos sobre su pecho. Ser mejor que Salgas. Tus labios se estn poniendo azules. Te ayudar como si fuera tu criada. Su boca se abri, y luego se cerr. No! ella logr gritar. Ian abri sus piernas de par en par y levant una ceja. As comenz una batalla de voluntades. La intencin de l era que eso fuera una broma,, pero la indignacin de ella ardi ms caliente que el sol ardiente en el desierto. Eres un imbcil! l inclinado la cabeza. Seguro. Una bestia impiadosa. La criatura ms despreciable que camina sobre esta tierra -- No tengo ninguna objecin, puedo esperar toda la noche, si ese es el caso. Su tono era inalterable. Ella se llam a silencio. Los minutos se arrastraron lentamente. Sus dientes comenzaron a rechinar. Ian estaba algo irritado con su terquedad cuando finalmente ella habl. Date vuelta. Ian pens en negarse, porque su tono era nada menos que una demanda. Una ceja oscura se arque. Pero ella debi haber adivinado su intencin, porque emiti un bufido ahogado. Por favor. Los ojos verdes brillante parpadearon. Ian la mir fijamente. Lagrimas? De la bruja bonita? l gru. No, no Sabrina. Oy la respiracin agitada de ella. Ian -- Un momento. Su tono era grun. Se dio vuelta precipitadamente. Con todo algn diablo lo haba agarrado posedo, porque no se fue, ni descolg las ropas de su hombro. Sino que permaneca estando en el mismo lugar. Detrs de l, oy que alguien chapoteaba. Poda sentirla directamente detrs de l. El chemise de lino fue arrebatado de su hombro como si ella temiera que l se fuera a dar vuelta en ese instante. Y de hecho, estuvo tentado poderosamente tentado. Esa tentacin lo asust. Estaba aterrado. Oh, no poda negarlo que se deleitaba con una cara bella y formas femeninas tanto como cualquier hombre. Pero sta era Sabrina, la traviesa. Muy bien. Ya est. Su voz estaba levemente sin aliento. Ian se dio vuelta, slo para recibir una mirada fija tan fra como los lagos de las Tierras Altas. As que de esa manera sera, eh? l pens.

Ella segua siendo tan pcara como siempre. Ian silb llamando a su caballo, que perezoso pastaba en la hierba. l gesticul mientras que el magnfico animal trotaba a su encuentro. Partimos? Su barbilla elevada. No puedo volver contigo. El desafo reinaba en sus ojos. Y porqu no? No sera apropiado, ella le inform altanera. Apropiado? Y cundo has hecho vos lo apropiado, pregunto? Es obvio donde he estado! Qu pensaran todos? Si supieran que me espiaste y me viste... - ella se detuvo. La sonrisa de Ian era completamente traviesa. Desnuda? l provey. Su barbilla mostr su indignacin. Debes ir primero, era todo lo que ella dira. Ian se rasc con la callosa yema del dedo debajo de su nariz. Ella lo miraba como si quisiera morderlo. Supongo que tienes razn, muchacha. Pero l tendra la ltima palabra despus de todo, por Dios l permiti que su mirada fija vagara, hizo una inspeccin claramente cuidadosa de su cuerpo, enfocando persistentemente en sus pechos. Ian no pudo evitarlo. Una leve sonrisa asom en sus labios. l tena solamente un pensamiento. De manera absurda todo este tiempo l haba pensado en Sabrina como una nia. Oh, haba estado tan equivocado, estaba lejos de ser una nia, muy lejos... muy, muy lejos. S, Haba gracia donde antes haba habido solamente torpeza. Haba madurez donde antes haba habido pechos chatos como una tabla. Debo decir, muchacha, l dijo con voz cansina. que has cambiado. Y de manera absolutamente encantadoramente. Los ojos de ella ardieron. Pirdete vos montas bruto! Ian se ri entre dientes mientras saltaba para acomodarse en la silla de montar. Ella todava farfullaba y maldeca cuando l mont alejndose en el bosque. l gir la cabeza para mirarla una vez ms y se ri otra vez. Esa era la Sabrina que conoca. Se senta que su espritu leve y alegre como no se lo haba sentido en aos. Dios, que bueno era estar de vuelta. Captulo 3 Sabrina no comparta el sentimiento. De vuelta en la Fortaleza, e huy a su cuarto. All ella se hundi en la cama y presion sus manos frescas contra las mejillas que todava estaban rojas como si tuviera fiebre. En toda su vida, nunca haba estado as de desconcertada. Dulce Madre Maria, si tuviera que hacerle frente otra vez, seguramente se morira de mortificacin! La memoria acometi en su mente repetidas veces, como el viento a travs de los rboles; no lo poda borrar. Ian haba visto su cuerpo... desnudo!! Era an ms alarmante el hecho de que l la hubiera mirado tan fijamente. Por qu? ella se preguntaba frenticamente. Ella no era ninguna belleza como Margaret. O l p buscaba burlarse de ella? Intentando recuperar su equilibrio mental, se levant y puso un taburete delante del fuego que arda en el hogar.

All paso un peine a travs de sus cabellos ondulados que seguan estando hmedos. No poda evitar recordar que ella una vez lo haba visto desnudo a l. S, era verdad. Mientras que l nadaba en el arroyo, ella se haba arrastrado inadvertidamente entre el follaje y haba arrebatado sus ropas, y se haba ocultado entre los arbustos. Ian, muy enojado, haba buscado su ropa por los alrededores y ella lo haba observado desde atrs de un rbol -- nunca se le haba ocurrido que l estaba enterada de su presencia! En verdad, toda la travesura pretenda ser una broma. Pero tambin deseaba satisfacer la curiosidad de una muchacha joven sobre lo que l usaba debajo de su falda escocesa. Y s, deba admitirlo, sobre la forma que tenan los genitales masculinos . Su mente no le dio ninguna paz. Por qu l no la dej vestirse a solas? Pero, no lo hizo, y as la dej sin ninguna opcin. Si ella hubiera podido esperar hasta que bajara el sol, quizs en la oscuridad si no hubiera sido tan cobarde. Pero el slo pensamiento de volver a la fortaleza en la oscuridad le hizo temblar el estmago. . Oh, l siempre haba sido un joven molesto! Y ahora era un hombre odioso! Los golpes en la puerta interrumpieron sus reflexiones. La puerta se abri y Margaret entr. Ella frunci el ceo al ver la humedad en el vestido arrugado de Sabrina. Sabrina, debes vestirte! Pap nos espera abajo para la comida de la noche. l est aqu? Aunque ya saba la respuesta, Sabrina no poda decir su nombre. S. Y su primo Alasdair lleg esta tarde tambin. Lo has visto? S, Margaret afirm enrgicamente. Ahora rpido, Sabrina. Ponte un vestido. Estaba a punto de replicar algo pero Margaret ya haba abierto ya el bal y sostena unos vestidos. Estoy vestida, Sabrina se quej. No puedes usar eso, Margaret contest. Parece como si hubieses estado corriendo por el bosque. Quizs porque eso fue lo que estuve haciendo. Sabrina estuvo a punto de pararse y escupir esa verdad en voz alta. Margaret se dio vuelta, con un vestido en cada mano. Que usars, Sabrina? El de lanas azul? Sabrina tir de una cara. No, es demasiado caluroso. Qu, entonces? El de terciopelo carmes? Margaret levant el vestido, entonces un sonido de desaprobacin sali de su boca cuando vio un rasgn en una de las costuras. Sabrina! No has remendado esto! Sabrina se encogi de hombros. Margaret estaba mucho mejor dotada para tales tareas domsticas. Margaret Suspir. Parecers apenas un poco mejor que una mendiga! Sabrina sonri a su hermana. Poco importa lo que use, ella embrom. Todos los ojos estarn sobre ti. Margaret lo neg, pero Sabrina poda ver que ella estaba contenta. Reconociendo que no poda ocultarse para siempre, Sabrina se visti tan rpidamente como fue capaz, luego trenz su pelo en una gran trenza gruesa. Mientras que la puerta pesada se cerraba detrs de ella, Sabrina demor su paso y fue detrs de Margaret.

Por un instante, envidi el cabello lacio que caa a cada lado de la cabeza de Margaret. Los sonidos de las voces masculinas pronto alcanzaron sus odos. La risa bulliciosa poda orse desde el corredor. Como se acercaron, Sabrina trag e intent no hacer caso del fro pavor que se instal en la boca de su estomago. Los criados iban y venan, llevando platos de comida a la mesa en el centro del saln. Las velas gruesas, fijadas en diferentes puntos en las paredes echaban una luz oscilante en el lugar. Un fuego arda brillantemente en la chimenea. Su padre estaba all q, parado entre Ian y el hombre que ella conjetur era su primo Alasdair. Los ojos de Sabrina se ensancharon. Su padre no era un hombre pequeo, ni en la circunferencia de su estomago ni en su altura, con todo pareca casi un enano al lado de los dos Highlanders. Al lado de ella, Margaret se haba detenido. Levantando su barbilla acentuada, aclar su garganta. Fue todo lo que necesit para atraer la atencin de los tres hombres. Margaret sonri e inclin su cabeza en un saludo silencioso. Sabrina anhel hundirse en el del piso y la tierra la tragara. Pero tom una respiracin profunda, mientras que el tro cruz la sala e iba a donde estaban paradas. Ian murmur un saludo a Margaret -- y entonces su mirada fija se ancl en ella. Sabrina! Qu bueno verte otra vez despus de tantos aos. Tenas cuntos...? Eras una muchacha de doce aos la ltima vez que nos vimos, cierto? Sus modales clidos no la engaaron. Ella apret fuertemente sus dientes, y forz sus labios en un simulacro de sonrisa. Bien, si no es el mismo MacGregor. La dureza de su tono fue levemente disfrazada. Pero por todos los Santos en el Cielo, ella no se humillara ante l. Pero cuando se dirigi hacia su primo, de repente Sabrina encontr su mano agarrada en un apretn implacable. Oh, no puede ser, l proclam afectuosamente. Tanta formalidad entre los amigos de la infancia. No me conceders algn smbolo de tu afecto? Despus de todo, no nos hemos visto por muchos aos. l se burlaba de ella -- oh, pero se burlaba de la manera ms cruel posible!. Ella abri la boca, slo para captar el ceo fruncido de su Padre en advertencia. No? Tal vez mas tarde, eh? Su mirada fija sumergi en el escote redondeado de su vestido. l sonri. A pesar de su furia, Sabrina senta sus mejillas ponerse de color escarlata. Aunque debo decir, que has florecido para convertirte en una joven encantadora. Oh, ella poda asesinar a ese granuja antes de la noche terminara! Sabrina intent zafarse pero sus dedos la apretaron an mas, como si l rechazara soltarla pero finalmente l lo hizo. Y, gracias a Dios, no hubo necesidad de contestar, porque Margaret puso su mano en el brazo de l. Ian, has olvidado presentar a Alasdair. l y Sabrina no se conocen. S. Bien, soy de las Tierras Altas, saben. No somos conocidos por nuestros modales. Su mirada fija se demor un poco ms en Sabrina, y luego l ech un vistazo a su primo. Alasdair, sin duda ya habrs adivinado, esta es Sabrina, la hermana menor de Margaret. Sabrina, mi primo Alasdair, del clan MacGregor. Alasdair choc sus manos fras con las de Sabrina.

El pelo de Ian era negro pues el ala de un cuervo; el su primo era castao rojizo. No era tan alto como Ian, no obstante era una figura imponente. A Sabrina le gustaron el efecto de la risa de l en sus ojos. Bueno, comienzo a ver cmo son las cosas -- Alasdair se ri entre dientes -y porque ests comprometido con Margaret, y no con Sabrina. De hecho, tal vez debera pararme entre ustedes dos para mantenerlos separados? No hay necesidad de eso, Alasdair. La voz de Ian era suave. Sabrina y yo estamos verdaderamente encariados con uno con el otro. No es cierto, Sabrina? Ella no poda dejar pasar el desafo en su expresin. Absolutamente, logr convenir Sabrina. Los ojos de ella dijeron absolutamente lo contrario. Caminando adelante, Alasdair tom su mano entre las suyas. Bien, he odo mucho de ti, Sabrina. Y contrariamente a lo que puedes creer, yo estoy absolutamente cautivado por la perspectiva de conocerte. S, y aqu estoy ahora, ciertamente feliz de haber venido. l cabece hacia el mesa. Creo que tu padre nos aguarda en la mesa.? Sabrina parpade mientras l procedi a conducirla. Tena la sensacin que l la haba elogiado y hasta piropeado, ya que raramente era adulada. Como de costumbre, su Pap tom la cabecera de la mesa. Haba colocado a Ian a su derecha, y a Margaret al lado de l. Sabrina se sent a la izquierda de su Padre, con Alasdair al lado de ella. Era desconcertante encontrarse directamente frente a Ian. A pesar de que el ancho de la mesa los separaba, l estaba demasiado cerca. Y cuando su mirada fija buscaba enredarse con la suya, Sabrina se senta acalorada. Sus manos se abran y se cerraban en su falda. El haba dicho que ella haba cambiado . Pero Ian haba cambiado tambin. Estaba mas corpulento, debajo del tejido de su tnica, sus hombros muy anchos estiraban la tela. Su altura impresionante le causaban una tensin en su estomago. Todos los rastros infantiles haban desaparecido. Ya No era un muchacho de mejillas lisas y suaves. Ian Era lo que cualquiera se hubiera imaginado al pensar en un feroz guerrero Highlander! Ella no pudo evitar observar la reaccin de los criados al par de visitantes. Edna y otra criada ayudaban en las cocinas esa noche. Ambas estaban visiblemente nerviosas. De hecho, Edna temblaba mientras que ofreca trocitos de carne de venado a Ian exhibidos en enormes platos de madera. Ian tom unos bocados y murmur algo a la criada. Sabrina casi poda or el suspiro de alivio mientras Edna enfilaba hacia su padre. Sabrina volvi su atencin al primo. Est es tu primera visita a las Tierras Bajas, Alasdair? 'S, aunque hago votos para que no seas la ltima. Una chispa traviesa centell en sus ojos -- finalmente, una persona divertida, Sabrina consider con placer. Eres uno de los hombres del clan de Ian? S. Somos parientes sanguneos. Oh? Sabrina lo Observ curiosamente. Para su conocimiento, Ian no tena ningn hermano. S, mi padre era hermano al padre de Ian. Si no hubiera sido por Alasdair, la comida habra sido eterna. Asombrosamente, ella pronto se sinti relajar, porque Alasdair era absolutamente encantador.

Fue mientras que su copa del vino era llenada que ella oy a su padre dirigirse a Ian. Hemos Odo que haba una cierta tensin en el clan acerca de la muerte de tu padre. La Mirada fija de Sabrina se enfoc en Ian. Se paraliz cuando la expresin de Ian experiment una transformacin repentina. Todos los rastros de agrado desaparecieron de su rostro. Se puso severo e inflexible. Ella detect una dureza en l que ella nunca habra sospechado que o quizs ella no estaba sorprendida para nada. De hecho, despus del truco mezquino que l le haba jugado cuando eran nios No era tanto que l la hubiera hecho besar a Roberto ese da en los establos. Eso ella lo habra podido aceptar. Pero no el hecho de que l le hubiera contado a su Padre Su voz era como el hielo. Y qu exactamente oy? Duncan indag. El mentn de Sabrina casi se cay. En su vida haba visto a un hombre que pudiera poner incmodo a su padre y tuvo la sensacin de que Ian estaba haciendo exactamente eso! Solamente que las cosas no eran como haban sido antes. Duncan vacil, separndo las manos. Era casi esperable... pequeas disputas y especulaciones acerca de quien lo sucedera como jefe del clan. Es tpico de los escoceses. Haba una leve sonrisa en Ian. Espero que no haya dudas de su lugar como jefe del clan.. No. no, ni un poco! Duncan fue rpido en tranquilizarlo. Eres conocido a travs de estas tierras como el ms feroz de los guerreros Highlanders. Y por Dios, no dejara que mi Margaret se casara con alguien dbil. Para un momento largo Ian no dijo nada. Su expresin era como la cara hecha de piedra: impasible, no revelando nada de sus pensamientos. Su cabeza arqueada levemente. l trajo los extremos de sus dedos juntos en la mesa, golpendolos ligeramente. Sin embargo cuando levant la cabeza, lo que le preocupaba pareca haber desaparecido. Se dirigi a su padre. He odo rumores que hay partidarios del Colorado Comyn que viven cerca de Dunlevy. La boca de su padre se curv hacia abajo. Sin Duda te refieres a los MacDougalls. Son parientes de los MacDougalls de Hebrides. Viven en el valle siguiente. Hay uno particularmente que alienta rebeliones... Sabrina contuvo su respiracin. Cielos Santos, l seguramente no saba Jamie es l que te digo s, su nombre es Jamie! Ella casi se ahog con el vino. Por todos los santos!, ella se recuper rpidamente y nadie pareci notarlo. Ahora su Pap avanzaba en el tema. Por meses que el joven ha estado intentado reclutar a otros para su causa. Ian inclin su cabeza a un lado. Y cul es su causa? Su Padre gru. Restaurar la lnea de sucesin de Baliol en el trono! El corazn de Sabrina se hundi como aplastado por una piedra. Enfrente suyo, Margaret apret sus labios. Cmo es eso? ella murmur. Baliol huy a Normanda despus que l entreg la corona, no es as? S, si Pap confirm. Pero Jhonn, lord de Badenoch, el Comyn negro, fue una vez un aspirante al trono. l se cas con la hermana de Baliol y tuvieron

un hijo - Jhon, el colorado Comyn. Como sobrino de Baliol, su hijo John tena una doble demanda para aspirar al trono. Sabrina escuch atenta la discusin. Antes de su nacimiento, Alexander, rey de los Escoceses, haba muerto en una noche tempestuosa de primavera. Su sucesora fue su nieta de tres aos, Margaret, criada en Noruega. Pero cuando la heredera muri el camino a Escocia, el pas se qued sin un claro heredero al trono. Poco despus de la muerte de Alexander, varios guardianes de Escocia fueron designados para gobernar el reino hasta que Margaret ascendiera a su lugar legtimo como reina. Pero cuando la nia muri, varios aspirantes pronto aparecieron para demandar el trono. El ms fuerte de estos candidatos eran Roberto Bruce y Juan de Baliol; ambos descendientes del David, Earl de Huntingdon, un hermano menor de Malcolm IV. El rey Edward de Inglaterra fue invitado a dirimir la disputa. l decida en favor de Baliol, que jur lealtad al rey ingls. Despus de un tiempo, cuando Edward le exigi a Baliol y a Escocia que se unieran a los ingleses en su invasin a Francia, Baliol resisti tal alianza. Y peor an l form una alianza con Francia. El Rey Edward se puso furioso. l estableci un sitio al castillo de Dunbar y derrot a las tropas escocesas. Baliol fue desprovisto de la corona escocesa y exiliado en Francia. El colorado Comyn se fue, tambin. Bruce tambin haba escapado pero nadie saba a dnde. Hemos vivido demasiado tiempo bajo el yugo de Inglaterra, su padre dijo con el ceo fruncido. Nunca se conforman con lo es suyo. Siempre ansiando y arrebatando lo que le pertenece a los otros -- lo que nos pertenece! Es tiempo que tengamos un rey Escocs. Ah, pero lo tendremos, intervino Alasdair cuando el tiempo sea el apropiado, Bruce saldr de se escondite y sacar a los ingleses de nuestras tierras. Sabrina habl sin pensar. Me parece justo que el hijo del Colorado Comyn asuma el trono, porque l es el sobrino nieto de Baliol. Y Baliol era el pariente mas cercano al rey muerto, y el elegido como sucesor por encima de Bruce. Elegido por una mano inglesa, te recuerdo! su padre gru. Baliol no era sino un ttere desde el momento en que fue coronado. l no tena ideas y opiniones propias. Y qu hay de Bruce? A l solamente le preocupa ser rey, y poco le importa el bien de Escocia. Duncan la interpel. Oh! Y vos qu sabes de l? Los ojos de Sabrina parpadearon pero ella mantuvo su posicin. Tengo odos y mi cabeza no est llena de paja,. Soy absolutamente capaz de tomar las decisiones por mi misma. No es el lugar de una mujer ofrecer una opinin, muchachita. Nunca aprenders a guardar tu lengua? su padre la reprendi. Sabrina lo mir amargamente. Parece que no, Pap. Ella habl con mansedumbre y sometimiento --cuando saba perfectamente bien que ella era ni sometida ni mansa! l revole los ojos. No eres tan adecuada como tu hermana, muchachita, pero todava no pierdo las esperanzas pero que Dios ayude al hombre que se case con vos! Su mentn se elev. Si quieres decir que ningn hombre me querr, ella afirm, ests equivocado. Su padre agit la Cabeza. Y qu quieres decir con eso? Estrech los ojos desconfiando de la respuesta.

Solo entonces Sabrina se dio cuenta de que haba ido demasiado lejos El puo de l se estrell en la mesa, volando platos y copas. Por Dios, l estall, no querrs decir que ese diablo de Jamie MacDougall. Te dije que no te mantuvieras lejos de l. l es el mismo diablo, y no dejar que mi hija sea vista cerca de un hombre como l ! Te lo advierto, puedes estar segura de que l desea solamente una cosa, hija, y ser mejor que no se lo ests dando, me oyes? Los labios de Sabrina temblaron. Su advertencia era como una cachetada en la cara. l siempre la desaprobaba siempre! Atrapada entre las lgrimas y el desafo, ella tom una respiracin profunda, an temblando. Pero antes de que ella pudiera pronunciar una palabra, l la par en fro. No, digas nada! l tron. Haras mejor en prestar atencin a los modales de tu hermana, muchachita. Ella conoce el lugar que debe ocupar una mujer. Ahora basta , muchacha! Una vergenza que escaldaba le recorri el cuerpo -- cmo se atreva su Padre a censurarla delante de Ian y de su primo. Pero Sabrina saba bien que no ganara nada con una discusin adicional. Su padre estaba empeado en su opinin y no escuchara, por lo menos no a ella, Sabrina consider amargamente. Reuniendo su dignidad, se levant sin una palabra y se fue del saln. Era su imaginacin o ella senta la mirada fija de Ian perforarle la espalda como la punta de un cuchillo? Oh, sin duda del l haba gozado absolutamente con su humillacin! Estaba yendo y viniendo dentro de su habitacin cuando unos golpes sonaron en la puerta. Antes de que ella pudiera decir en voz alta que deseaba estar sola, la puerta se abri y Margaret entr Qu? pregunt ella irritada. Has venido a regaarme tambin? Te ruego que no lo hagas. Margaret no prest ninguna atencin. Lo provocaste. Era claro que se refera a Pap. Sabrina Suspir y se dej caer sobre la cama. No dije ni una palabra y ya lo provoqu. Ella no podra ocultar su amargura. No soy como vos, Margaret; dijo con una sacudida de su cabeza. No puedo contener mis palabras y mucho menos dejar de hacer saber como me siento... S, y todos saben como te sientes, Sabrina. Pap tiene razn. Cundo aprenders a cuidar la lengua? A veces Me pregunto si eres mi hermana. Muchas veces he pensado que seguramente sos una persona desafiante --y a menudo he deseado que no lo fueras! Tocada por la apreciacin cida de su hermana, Sabrina pudo observar los rasgos perfectos de Margaret, ahora distorsionados por el desprecio. Su corazn quera llorar. Por qu Margaret era siempre tan hiriente? No estaba en la naturaleza de Sabrina ser venenosa o malvada, sin importar cual fuera la provocacin. Lamento que hayas sentido de esa manera, dijo Sabrina reservadamente, nosotras somos hermanas nacidas del mismo vientre, fecundada por la misma semilla. Y Nunca lo he lamentado. Y era verdad. Compartieron la misma madre y el mismo padre. Pero, no compartan el mismo corazn. Margaret no retrocedi pero tampoco contesto.

Despus de un momento, ella dijo he venido a decirte que fue decidido que la boda ser muy pronto . Me ayudars con las preparaciones? El Tono qu uso Margaret que revel que ella asuma que as sera. Sabrina especul con lo que habra dicho su hermana si ella rehusaba su ayuda. Ah, sin duda le habra dado un sermn y le dira que cuidara su lengua la prxima vez. Ella inclin la cabeza. El estar feliz de asistirte de cualquier manera que yo pueda, ella murmur. Margaret sonri levemente mostrando que estaba satisfecha, despus se retir. Sabrina pronto se meti en la cama, pero el sueo no vino fcilmente. Su mente estaba llena con las noticias Margaret acababa de impartir. En pocos das Margaret e Ian estaran casados. Marido y mujer. S, ella estaba contenta, porque significaba que pronto ella y Jamie podran estar casados tambin. Entonces Qu era ese pequeo dolor extrao que se anudaba en su corazn cuando pensaba en Margaret casada con Ian? Dios Santo, ella no lo saba. Captulo 4 Las preparaciones de la boda comenzaron. Mas de un caballo y un mensajero eran vistos entrar y salir de la Fortaleza, porque Duncan quera dej todos se enterasen del matrimonio inminente de su hija mayor para que se unan a la celebracin. Ian pas que la primera noche algo preocupado preguntndose qu haba odo hablar Duncan acerca de la muerte de su padre. Que su padre haba tomado su propia vida era de conocimiento pblico sin duda. Duncan lo creera que haba sido porque su padre estaba afligido por la muerte de su joven y hermosa esposa? Era una historia Ian mismo haba creado. No. No! Duncan no poda saber la verdad -- nadie ms que l saba lo que haba sucedido. Ian estaba Determinado a guardarlo esa manera. No permitira que el nombre de su padre fuera ms daado. Pero ahora que l estaba de vuelta en Dunlevy, camin los mismos senderos que l tena caminando en su juventud. Durmi en la misma habitacin. Y all revis en su mente memorias muy distantes, exista algo que l se haba olvidado hasta este momento. Record que el da en que un mensajero haba venido anunciar que Guillermo Wallace buscaba hombres para luchar contra los ingleses en el puente de Stirling. l tena dese cargar apagado para ensamblar al ejrcito de Wallace. Haba sido un muchacho impulsivo, deseoso de servir a sus compatriotas, impaciente por practicar lo que l haba aprendido en esos ltimos aos. Pero Duncan lo haba frenado. Le haba dicho que l no le permitira hacerlo a menos que de su padre David lo aprobara. La batalla en el puente de Stirling fue luchada y ganada se haba sentido mal porque el ejrcito de Wallace haba triunfado sin la asistencia de su mano hbil con la espada. Ian sonri dbilmente. Dios mo, eso pareca haber pasado hace tanto tiempo! Ahora l tena otra causa. Haba ofrecido su espada a Roberto Bruce, porque era su creencia que todos deban unirse bajo el mando de un solo hombre si Escocia quera derrotar el dominio ingls de una vez por todas. En cuanto a su boda, Ian se senta dbilmente indiferente a todo.

Una parte de l se impacientaba en la espera, porque Ian no era un hombre a quien la paciencia le viniera fcilmente. Pero Margaret haba insistido en que no poda no estar lista en menos de una quincena. Como futuro marido, haba poco para hacer, y pasaba mucho tiempo montando a caballo en las colinas, o parado encima del parapeto. Una puntada de culpabilidad lo molestaba ocasionalmente, porque, extraamente, no era su futura esposa la que ocupaba sus pensamientos Era Sabrina. No tena ninguna respuesta para esto -- De hecho, ms de una vez se haba cuestionado su salud mental. Su nica explicacin era que ella haba crecido para convertirse en una muchacha atractiva. Porqu ese hecho demandara su atencin, l no lo saba, porque muchos haban juzgado que Margaret era la ms linda de los dos. Y de hecho, l se haba acostado con mujeres atractivas en su vida ! En cuanto a Sabrina, ella era amable pero distante cuando se encontraban de casualidad. Lo cual Desconcertaba a Ian. l poda jurar que ella estaba enojada con l, pero no poda pensar en ninguna razn por ello. Poco haba cambiado desde que eran nios. Margaret, la mayor parte del tiempo, se mantena en su cuarto excepto en cuando bajaba a las comidas. Ms de una vez, Ian se encontr irritado con Duncan, porque Duncan todava no le prestaba mucha atencin a su hija menor -- excepto cuando l la llamaba para terminar una cierta tal tarea, lo que era algo bastante frecuente. La muchacha era siempre rpida en cumplir, sin ninguna queja o palabra de enojo, aunque su padre la mantena de pie a haciendo cosas de la maana a la noche. Sin embargo Nunca una palabra de alabanza o de aprobacin vena de parte de l. Ian estaba parado encima de la pared una tarde cuando vio el pelo cobrizo en el jardn de abajo, era una figura pequea y delgada. Sus ojos se dirigieron hacia ella como un halcn hacia su presa. Ella ech un vistazo alrededor, como si temiera ser vista. Una media sonrisa se curv en los labios de Ian. Se estaba escapando furtivamente? Bien, no poda culparla. La vio mientras que ella se agachaba para esquivar la escalera que conduca a la torre y camin. Sus pasos anunciaron su llegada incluso antes de que l la viera. Ella se apresur a lo largo del parapeto, su cabeza bajada levemente, los hombros encogidos para protegerse del viento. Se detuvo a media distancia a lo largo de la pared, despus se dio vuelta y mir hacia el bosque. Su pelo estaba suelto. Se agitaba como una bandera del color rojo ms puro. Ian contuvo la respiracin mirando el perfil que ella presentaba. Por Dios, ella eran ms encantadores cuando miraba a lo lejos.. Una rfaga de viento peg su vestido fino a su cuerpo, contorneando sus pechos que eran erguidos y redondeados. Un Calor lo invadi como un rayo de fuego. l debi haber hecho algn mnimo sonido, porque ella se dio vuelta para hacerle frente. La haba asustado, y l se dio cuenta de eso. Vos ! ella grit. Ests espindome otra vez? Oh, esto es tpico, Ian! Las Palabras de Edna resonaron en la mente de Sabrina.

Sabes, se dice que eres un gigante temible! Pero eres tan vil como cuando eras un nio! l se ri, maldito hombre - l se ri! Ah, muchacha, pero me tienta grandemente para probarte que estas errada. No puedo dejar de preguntarme por qu siempre me ves como si fuera el ms calamitoso de tus enemigos. Nunca ramos enemigos cuando ramos nios Su tono se haba ablandado, y era mas bien apaciguador. A pesar de todo, ella saba que l tena razn. Ocasionalmente Haba habido una unin tcita entre ellos, porque ninguno de los dos haba sabido del amor apacible o de la seguridad afectiva que da una madre. Sabrina haba sido separada de ella en el momento de su nacimiento -- un hecho que su padre nunca dej que ella olvidarse, mientras que Ian haba perdido a su madre por una enfermedad a una edad muy temprana. S, haba habido una poca en la que l haba sido bueno con ella. La haba ayudado con el entierro de su querido gatito gris. Haba estado emocionalmente desbastada pero mientras Margaret meramente se haba encogido de hombros y se haba alejado, haba sido Ian quien la confort. Pero todo eso haba cambiado. Ian haba hecho una promesa. Una promesa hecha es una palabra empeada, l haba dicho hace tiempo en el establo. Pero l no haba honrado su promesa le haba dicho a su padre que ella haba jugado a los dados en el establo cuando debera haber estado arrodillada rezando en la capilla. Fue debido a l -- y al castigo de su padre -que Sabrina vivi el terror de la oscuridad. Aunque ella desdeaba su debilidad, era un miedo que todava tena que superar. Pero ella no le dejara saber eso. No, su orgullo no se lo permitira. Sabrina no dijo nada. En cambio lo mir detenidamente. Comienzo a ver lo que piensas, dijo l. Bien, entonces, parece que tendr que cambiar eso. Ian se detuvo brevemente, entonces continu. Hemos tenido poca oportunidad de hablar, Sabrina. Te has convertido en una mujer encantadora. Cuntame de tu vida en todos estos aos en que no nos hemos visto. l la tom desprevenida. Sabrina no saba qu decir. Hay poco para contar, dijo ella lentamente. Nunca le admitira que a pesar de su dolor y su enojo por su traicin, ella recordaba vvidamente la poca en que lo haba extraado terriblemente. Ms de una noche despus de que l hubiera partido ella haba llorado hasta dormir. Bien, entonces, te contar de la ma. Cuando volv a mi casa en las Tierras Altas, mi padre estuvo muy satisfecho con las habilidades de caballero que aprend bajo el tutelaje de tu padre. Pero insisti en que mi instruccin no estara completa -- que no sera un hombre -- hasta que aprendiera los modales de los europeos tambin. Me envi a Francia. Sabrina escuch atenta mientras que l contaba de sus recorridos y peripecias. No slo vivi en Francia, sino tambin en Alemania e Italia. Un deseo esperanzador llen su corazn, porque Sabrina nunca haba viajado ms lejos que al valle vecino.

Le haba pedido a menudo a su Pap que la llevara a Edimburgo, pero l siempre haba rechazado la idea. La nica vez que el acept, Sabrina cay enferma y no pudo viajar. Cunto tiempo estuviste en Francia? Casi un ao. Ella era intensamente curiosa. Y qu cosas masculinas hacen los hombres de all? Qu cosas masculinas piensas que hice? Su sonrisa burlona creci lentamente para ser completamente traviesa e irreverente. La comprensin de tal gesto le lleg como un rayo. Las mejillas de Sabrina se pusieron escarlata. Acostarte con cientos de mujeres, sin duda d. Ella quiso burlarse de como l la burlaba. Pero su voz sali extraamente inestable. La risa de Ian fue ahogada baja y profunda. Ah pero no podra llegar a la cama matrimonial, sin saber que hay que hacer all. Pero esas son cosas que no debes aprender. No soy una nia, dijo ella tiesa. Una expresin extraa revolote a travs de su cara. No, l convino lentamente. No lo eres. Entonces se dio vuelta alejndose, mirando hacia el jardn de abajo donde un carro lleno de heno iba hacia el establo. Sabrina seal. Mirar, all est Margaret. Pero quin est con ella Alasdair? Como l no dio ninguna respuesta, Sabrina le ech un vistazo. Su atencin no estaba en el jardn, sino en ella. Solo que esta vez l no rea. Pareca casi serio. Tu padre no estuvo satisfecho con vos en la cena de la primer noche, dijo l, cuando opinaste en contra de Bruce. No hay nada de m que satisfaga a Pap. Ella replic fingiendo un tono airado. l la mir, su cabeza oscura inclinada levemente a un lado. Crees de verdad que el trono le pertenece a Comyns? O simplemente lo dijiste por rebelda y para discrepar con tu padre? Rebelin? Oh, eso no era verdad! Toda su vida ella haba buscado complacer a su Pap. Pero, no poda hacerlo. Cmo deba contestar? En verdad, todo lo que ella conoca de Roberto de Bruce y de Comyns, lo haba odo de Jamie. A diferencia de su padre, l no pensaba que ella era una dbil mental y crea que era capaz de entender la agitacin de los tiempos en que vivan. Sabrina levant el mentn. Es justo como le dije Pap... Tengo opinin propia. En cuanto a de Bruce, l cambia de bando tan frecuentemente y tan fcilmente como cambia el viento. En Un momento l es aliado de Longshanks y al minuto siguiente es su enemigo. Eso ha sido verdad en el pasado, admiti Ian, pero creo que l ahora desea de corazn el bien para todo Escocia. Sabrina detuvo justo antes de llamarlo tonto. Su familia ha tenido tierras en Inglaterra desde la poca de los normandos. Y lo criaron en la corte de Longshanks ella precis. Me parece que l es ms ingls que escocs! Y te olvidas que l asesin a Comyn en el altar de una iglesia! Eso debera haberlo silenciado de por vida. Pero no.

Comyn le hizo saber a Longshanks del complot de Bruce para demandar el trono de Escocia. l escasamente fue capaz de escapar vivo. Es por eso Comyn fue matado. Sabrina no estaba convencida. esa es t opinin. Pero tal vez l simplemente deseaba eliminar al otro demandante del trono -- el demandante legtimo. Ian se frot la barbilla y le dio una mirada larga y lenta. Y de quin son esas palabras, me pregunto? Por un instante ella vacil. Con todo, de alguna manera logr al afirmar, Mas! Claro - su mirada fija era fresca y determinante - porqu yo casi podra jurar que tus palabras son muy parecida a las de un MacDougall. l se detuvo brevemente. Soy muy curioso, Sabrina. Es Jamie MacDougall alto y de cabello rubio? Y ustedes dos se encuentran a veces en la cocina del jardn? Sabrina estaba demasiado atontada para decir una palabra. Cmo el poda saber . Ella palideci a de repente. Por Dios... su Pap lo saba? En alguna parte ella encontr el valor para hacer frente al desafo. No puedo imaginarme porque dices tal cosa. No? La manera en que l arque una sola ceja oscura lo asemej a la mirada del diablo. Quizas tu memoria no es tan buena como piensas, Sabrina -porque Edna record rpidamente tus encuentros con el muchacho. Edna!. Por qu, ese granuja haba encantado de alguna manera a Edna -ella... que pensaba que ese MacGregor era solamente un monstruo! Y qu si me encuentro con l? Entonces me preguntara qu pensara tu padre de tales reuniones. Porque creo me que no equivoco si digo que l no quiere particularmente a los MacDougalls. Los labios finos de Sabrina se apretaron. Sera muy propio de l ir a contarle el secreto a su Padre -- era lo menos que poda esperar de l! El resentimiento ardi dentro de ella. Por milagro mantuvo el equilibrio. Pap no conoce a Jamie como yo lo conozco. Sus ojos se estrecharon. l la miraba como si deseara decir algo. Pero una brisa desapacible se arremolin alrededor de ellos, y Sabrina tembl. EL del frunci el ceo. Ven, dijo l. hace fro aqu. La tom del brazo y la condujo hacia la estrecha escalera de piedra. l no la solt hasta que hubieran descendido y hubieran caminado dentro del gran saln, que estaba vaco a excepcin de un perro que roncaba cerca de la chimenea. Solo entonces un criado trajo unos platos con carne asada. Los dej en una mesa en un extremo lejano del saln. Un aroma fragante lleg hacia ellos, pero el estmago de Sabrina se retorca de un modo que ella no pudo apreciarlo. La cena ser servida pronto, dijo l. Nos sentaremos? Ella hizo una sacudida rpida con su cabeza, sintindose torpe. Creo que tomar una bandeja y la llevar a mi habitacin. No me estoy sintiendo bien. Era una mentira. Algo extrao le suceda. Su corazn estaba latiendo como un tambor pagano. Estando tan cerca a l como estaba, todo lo que ella el poda pensar era cuan es grande l era. Posea una masculinidad cruda que gritaba su virilidad a los

cielos y ms all. Nunca haba estado tan consciente de ningn hombre, incluso de Jamie. Sabrina trag, y levant los ojos. Una sombra oscura colore el cuadrado de su mandbula, aunque era obvio que l se haba afeitado esa maana. La mirada de ellas se desvi, para enfrentar la amplia anchura de sus hombros, cubierta por una prenda de cuero. l us un pantaln ajustado, que contorneaba firmemente cada msculo de sus piernas. No saba dnde mirar. No saba qu hacer. Enterr sus puos en sus faldas, sintindose como la nia que ella la haba afirmado que no era. Entonces te escoltar hasta tu habitacin. No. No es necesario - Te Ruego que no discutas, Sabrina. Tienes razn no te ves bien. De nuevo sus largos dedos la tomaron por el codo. No me toques! ella deseaba gritar. Su presencia la rodeaba como una capa de oscuridad y todo lo que poda pensar era en escapar. El saln se fue llenado de sombras, porque las velas montadas en las paredes todava no haban sido encendieron. Ella tropez una vez. El Apretn de Ian fue ms fuerte lo que evit que ella se cayera. Sus cuerpos se rozaron en la oscuridad. Sabrina lanz un suspiro de alivio cuando finalmente que estuvieron parados ante la puerta de su habitacin. l la solt. Pero no ofreci sus buenas noches como ella pensaba que hara. En cambio murmur, tu padre no debi haber dicho lo que dijo anoche. Sabrina parpade . Qu dijo? pregunt ella dbilmente. Su semblante era serio, su expresin ilegible. Ese no eres tan bella y adecuada como Margaret. La Cara de Sabrina ardi dolorosamente. Ella tom una respiracin para fortificarse. No importo. No la envidio. La acepto como es. Y me acepto como soy tambin. El fue cruel. Ian sonaba casi enojado. No es verdad. De nuevo, ella no saba qu decir, y por lo tanto no dijo nada. Pero en ese silencio casi sonoro su mirada fija recay en su boca. El corazn de Sabrina salt como un ciervo asustado. Estaba parado tan cerca -era casi imposible respirar. Su cabeza inclinada bajo. Ella no poda quitar sus ojos de su boca. Sinti una pualada de una sensacin desconocida en su vientre. Pero l simplemente recorri con una yema de su dedo la mejilla de ella. Bellos sueos, mocosa encantadora, fue todo lo que el dijo. El gesto suave la asust tanto que ella apenas poda respirar. Ella no se movi por un momento largo, hasta despus de que l se diera vuelta y se alejara. La haba llamado encantadora. Por qu? Por qu? Fea, hubiera sido ms propio del antiguo Ian. Pero encantadora fue lo l haba dicho. Ella no era ms una nia. Y... oh, no poda mentirse a ella misma! -- Ian era el hombre ms guapo sobre quien ella jamas hubiera osado poner sus ojos. Te extraamos en la cena. Sabrina ech un vistazo cuando oy la puerta crujir y abrirse. Margaret estaba parada en el umbral. Hizo una sea a Margaret para que entrara, despus se incorpor rpidamente en la cama. Le sonri a Margaret. Oh, no tengo duda que mi ausencia fue un alivio agradable para todos los que anhelan tranquilidad y paz. Realmente la cena fue algo aburrida, Margaret se quej. No puedo recordar una comida tan aburrida como esta.

La mente de Sabrina fue directo a Ian. l la habra extraado tambin? Dios en el Cielo!, Qu andaba mal en ella? Instintivamente, se acarici manta. Sintate, ella invit. Margaret vacil, pero despus obedeci. Puedo permanecer solo un momento, ella advirti. Debo jugar ajedrez con Alasdair en el saln. Sabrina no pudo evitar sentirse herida. En solamente algunos das, Margaret se estara yendo de all a las Tierras Altas. Nunca ms viviran juntas como hermanas. Una voz en su mente la rega dicindole que Margaret no la extraara ni un poco. Las incontables veces en su vida en que ella se haba acercado a Margaret para hablar. Para compartir. Simplemente para compartir su compaa. Pero Margaret de alguna manera siempre lograba hacerla sentir indeseable, como si ella fuera alguien sin valor, un inconveniente. Sabrina amaba a su hermana; admiraba mucho su tolerancia y cortesa. Pero el calor que ella haba buscado en su hermana no simplemente no estaba disponible, por lo menos no para ella. Una punzada de culpabilidad la invadi, porque en su niez frecuentemente ella se haba sentido ms cercana a Ian que a su propia hermana. Ian. por qu l estaba siempre en su mente? Su imagen destellaba ante ella: sus rasgos oscuros, su cuerpo masivo. Margaret lo encontrara tan guapo como ella lo hallaba? Suspir. Qu pasa, Sabrina? Su tono era impaciente. Sabrina se mordi el labio. No es nada, murmur. Elevando sus rodillas, las abraz contra su pecho. Margaret dijo. Puedo adivinar que tienes algo en mente. Cuntame. Sabrina Sinti que su cara se pona caliente. No es nada. No tengo ningn deseo de preocuparte Cuntame, Sabrina. Margaret la miraba rgida. Muy bien, entonces. Ves, me estaba preguntando si l... - ella comenz vacilante y finalmente lo solt abruptamente Me preguntaba si l te haba te haba besado! Quin? el tono de Margaret era agudo. Sabrina parpade. Ian. De hecho, a quin otro poda referirse? Margaret no pareca contenta. No, dijo ella de pronto. Los Labios de Sabrina se abrieron. Nunca? ella susurr. Tales cosas deben hacerse solamente entre un marido y una esposa. Y no somos todava marido y mujer. La voz de Margaret era de crtica mordaz, tal audacia la ofendi obviamente. Porqu preguntas eso? Por qu,? Porque quera saber como era ser besada por Ian, porque ella haba pensado l iba a besarla, y ella se haba preguntado como hubiera sido si l la hubiera porque ella haba besado a Jamie y deseaba saber si era igual. Oh, su mente era una mezcla de confusiones! Y en verdad ella estaba profundamente avergonzada de haber besado a Jamie, porque Margaret lo haca sonar tan... tan mal. Pero era malo? Ella y Jamie seran algn da marido y mujer. Yo... No s, ella balbuce. Recomponindose, ella mostr una sonrisa. Soy yo, Margaret, sigo siendo una tonta llena de fantasas como siempre Ahora vete a tu juego de ajedrez con Alasdair. Margaret le ech un vistazo que proclamaba a las claras que consideraba que Sabrina estaba loca -- y tal vez tuviera razn. Margaret fue hacia la puerta. Buenas noches, Sabrina, fue todo lo que dijo. Buenas noches, Margaret.

Pas un largo tiempo antes de que Sabrina se deslizara en brazos del sueo. Antes de que lo hiciera, dese poder soar con su querido Jamie. So pero no de Jamie. No, era los rasgos fuertes de Ian los que revolotearon en el reino ms oscuro de su mente. Ella nunca supo que algo muy similar pasaba en otra habitacin de la fortaleza. Porque Ian, intentaba tambin llenar su mente de visiones de la belleza con quien l pronto se casara Pero soaba con Sabrina. ****** Temprano la tarde siguiente Edna busc a Sabrina donde ella comprobaba el estado de las provisiones de la fortaleza. Mi seora, ella susurr, hacindole seas a ella. Qu pasa, Edna? Jamie desea encontrarte en la laguna, mi seora, la criada le dijo. Tan pronto como pueda. Sabrina se mordi el labio. Odiaba la duda que acech su mente, pero record cmo Edna le haba revelado a Ian lo que ella hubiera preferido siguiera siendo un secreto. No le digas a nadie de esto, Edna. Su tono era inusualmente severo. Los ojos llevaban una advertencia silenciosa. Entiendes? La mirada fija de Edna se desvi. S, mi lady, dijo con una voz minscula. Sabrina palme el hombro de la muchacha para ablandar la tensin.. Eres buena, Edna, dijo ella suavemente. Si cualquier persona pregunta por m, no sabes donde estoy. Edna cabece. Los pasos de Sabrina la llevaron rpidamente lejos. Sali de la Fortaleza por una entrada poco usada al lado de los establos. El da estaba clido y brillante, vivo con olores y los sonidos de un verano tardo. Los rayos de la de sol se filtraban a travs de las copas de los rboles. El aire vibraba con los sonidos de los insectos. Los Pjaros se chillaban unos a otros, sin prestar atencin de la visitante que avanzaba por el bosque. Finalmente la laguna entr en su visin. Sabrina se detuvo. Barri con su mirada fija el claro del bosque. Dnde estaba l?, ella se preguntaba, Una figura alta sali de atrs de un rbol, alto y hermoso, vestido con camisa y pantalones de lino spero. Jamie! Con un grito, Sabrina se tom las faldas. El latido de su corazn se aceler cuando avanz hacia l. l la tom. Ella se aferr a l y enterr su cara contra su pecho, anhelando la seguridad que solamente su presencia poda darle. Necesitaba desesperadamente alejar los sueos que la frecuentan en forma de una cara de tez oscura con ojos que brillaban tenuemente como el acero. La Voz baja y spera de Jamie, acometi ms all de su odo. Con una recepcin como esta, creo que debera permanecer lejos ms a menudo. Una sonrisa se curv en sus labios. De repente ella sinti algo absurdo. Te extra. Una ceja color oro se elev. Yo tambin, muchacha, dijo l suavemente. Yo tambin. Con un brazo sobre los hombros, l la condujo hacia un pedazo de la tierra cubierta de musgo. Jamie se sent, despus suavemente la impuls a ella hacia abajo. O que Margaret debe casarse con el MacGregor. Sabrina cabece asintiendo. La boda est planeada para la maana. Bueno! Entonces puedo pedirle a tu padre tu mano -- l se interrumpi cuando vio su expresin. Qu pasa, amor? Nuestra oportunidad llegar despus, te lo prometo. La mirada fija de Sabrina se haba tornado nublada. Pap puede ponerse difcil, dijo ella reservadamente. Su sonrisa de estmulo

haba desaparecido. Porque soy un MacDougall, dijo l sin vueltas. Nunca en su vida Sabrina se haba sentido de tan desamparada. Porque tu familia apoya al colorado Comyns. Jamie gru. No intento casarme con tu padre. Intento casarme con su hija. Sabrina puso una mano en su brazo. Encontraremos una manera, porque te juro que no dejar Pap nos separe -- Ella se interrumpi al ver la expresin de culpa en el rostro de Jamie . Un Pnico, veloz e impiadoso como una flecha enviada al corazn, la recorri. "qu?" ella casi solloz. "Qu pasa?" El le apret las manos dentro de las suyas. La sbita agona que ella senta se reflejaba en su cara. "Sabes cuanto deseo tenerte como novia y futura esposa, Sabrina." Su voz era ronca por todo lo que el senta. Sin palabras, ella asinti con la cabeza. Sus ojos pegados a los de l. "Y creo que no dudas de mi amor por vos." Ella no dudaba. Pero algo estaba mal. Ella busc en la cara de Jamie pero no poda encontrar respuestas all. "Pero, qu?" ella dijo dbilmente. El vacil. "Pero podramos no esperar un segundo mas. No es slo la cuestin del consentimiento de tu padre " "Podramos escaparnos. A un lugar donde nadie nos conozca -- " la voz de ella fue cortada por la de l. "No puedo." Sabrina qued tiesa. "Por qu no?" ella susurr. Hubo un silencio interminable antes que l hablara. "Andan diciendo que de Bruce volver pronto." Un escalofro recorri su espalda. Alasdair haba dicho lo mismo la noche en que l e Ian haban llegado. Deba decrselo a Jamie? Ella dud, sintindose como una mosca atrapada en una telaraa sin camino de salida. "Pero eso no tiene nada que ver con nosotros "No puedo abandonar a mi familia. Ni mi causa. Ruego que me perdones pero si de Bruce se convierte en rey... deber irme pronto." A pesar de su corazn herido, ella comprenda. Oh, Haba una parte de ella que deseaba poder enojarse, gritar y llorar para que l no se apartara de ella... pero esta era una cuestin de honor y lealtad. Una cuestin de deber a cumplir. "Cun pronto?" ella susurr. "Dos das. S que debera haberte dicho esto antes, pero esper las noticias de mi to de las Tierras Altas." El vacil. "Te pido que no me odies, Sabrina. Promteme que me esperaras hasta que vuelva." Su corazn sufri un golpe. El era tan valiente. Tiernamente ella tom su cara entre sus manos y mir sus ojos tan azules como el cielo en un da bello. "Te esperar," ella dijo suavemente. Los ojos de l se oscurecieron d. "Entonces djame abrazarte slo una vez mas ... djame besarte para que pueda recordar el sabor dulce de tus labios, para que te quedes conmigo para siempre...." Con un gemido el la sostuvo contra su pecho. Los brazos de Sabrina se enlazaron alrededor de su cuello. Se aferr a l desvergonzadamente, adorando ese momento, sin comprender mucho la fiereza de su beso, pero queriendo darle todo lo que l buscaba y mas. El peso de su trax presionndola . Su boca sobre la de ella era caliente y potente. Una mano se desliz hacia arriba desde su cintura hasta su pecho El pulgar de l acarici atrevidamente el pezn de su seno. El corazn de Sabrina golpe contra sus costillas, porque este era un juego que ella nunca haba experimentado in. Sinti los dedos de l en su cabello, soltando su trenza.

"Por favor, amor." Sus palabras era un murmullo ronco contra los labios de ella. "No me digas que no." Cual hubiera sido su respuesta, ella nunca lo sabra. En ese preciso instante, sus ojos se abrieron y se ensancharon de puro horror. Porque una vez mas, no estaba a solas como crea ...mejor dicho, no estaban a solas. Ian estaba parado a pocos centmetros encima de ellos. Captulo 5 De alguna manera ella logr separar su boca de la de Jamie. Frenticamente ella empuj sus hombros. Para! ella jade. Ha.. hay alguien aqu! Un insulto sali de sus labios. l se enderez y se puso de pie de un salto, slo para encontrarse cara a cara con Ian. Quin diablos sos vos? l exigi. l alcanz la daga en su cintura. Sabrina ya se haba puesto de pie y asi el brazo. Jamie, no! ella grit. 'Es Ian! El shock fue patente en sus facciones. Ella sinti que los msculos de su antebrazo se aflojaban. El prometido de Margaret? S. Esto vino de Ian; se le ocurri que nunca una sola palabra salida de su boca haba sonado tan siniestra. Su boca estaba apretada formando una lnea recta. Su mandbula, firme. A Sabrina le pareci que l no estaba solamente enojado. l estaba furioso. Ian transfiri su ardiente mirada fija a su cara. Veo que te recuperaste completamente. Su voz estaba pesadamente cargada con mofa. Aunque reuni cada gramo de coraje que ella posea, Sabrina se rehus a retroceder. Ella puso deliberadamente su otra mano alrededor del codo de Jamie. Jamie y yo vamos a casarnos, ella le inform altanera. l ri, su risa que no llevaba nada de buen humor. Creo que tu padre estaba en lo correcto, Sabrina. Este muchacho l-- l dijo la palabra como un insulto -- desea una sola cosa de vos. Al lado de ella, Jamie. Se puso rgido Eso no te corresponde a vos decirlo... No? Mis ojos no mienten. Ian hizo la declaracin directamente. S lo que vi. La tocaste como ningn hombre honorable tocara a una mujer que l quiere como su esposa. Entonces l haba visto como Jamie le tocaba el pecho. Mortificada, Sabrina dese que poder desaparecer en el aire, como las hadas de las leyendas. Jamie se ruboriz. No sabes nada. Y no te contestar No exijo ninguna respuesta, aunque de hecho, debera matarte aqu y ahora. Jamie se eriz. l se enderez hasta su altura completa. No tengo Miedo de nadie, y menos de vos. Palabras valientes, muchacho. Pero solamente un tonto se cree invencible. La mano de Ian estaba en su daga. Sin embargo, estoy preparado para ser generoso. Vete, mientras te ofrezco esa posibilidad. No permitir que esta tontera vaya no ms lejos. El Corazn de Sabrina saltaba en su garganta. Aunque Jamie era alto y bastante musculoso, Ian era ms grande y ms pesado. Con los labios tensos, las facciones de Ian hablaban de una frialdad atemorizante. En una competencia entre los dos, ella temi que Jamie pudiera ser el perdedor. Vete, ella abog. Estoy muy bien. l no me daar. No tiene sentido permanecer aqu

Jamie lanz una exclamacin amortiguada. Y vos te irs con l? No, Sabrina... El pnico se hinch en su pecho. S! Jamie, por favor! ella pidi. l gru. Sabrina Ella le implor con los ojos. Con sus labios ella le suplic. No habr ningn derramamiento de sangre debido a m. Vete. Ahora vete. El Tiempo pareca haberse detenido. Ella temi que l no la escuchara. Entonces, finalmente los ojos de Jamie parpadearon. Su tono de voz transmita su pesar. Recuerda que me voy en dos das para unirme a la batalla para restaurar a Comyns en el trono. Si me necesitas antes de entonces. Haz lo que quieras lo que debas. Con los labios trmulos ella sonri. Su corazn le dola, porque no saba cuando podra verlo otra vez.Y recuerda, yo te esperar. Los ojos de Jamie se obscurecieron. l la tom en sus brazos y le dio un beso lleno de pasin en los labios. Sabrina se aferr a l desesperadamente, cuidando de que Ian no los mirase. Finalmente Jamie levant la cabeza. Presion un dedo a sus labios, y un segundo despus se haba ido. Sabrina lo vio desaparecer en el bosque. Todo ese rato ella sinti el fuego de la mirada fija de Ian sobre ella. Cuando finalmente se dio vuelta hacia l, el calor pareca arder claramente dentro de ella. Por qu ests tan enojado? pregunt ella de manera provocadora. Porque estoy con un hombre? O porque ese hombre es un MacDougall? Est muy claro que tu padre no aprobara a un MacDougall. No es asunto tuyo! ella replic. Su sonrisa era forzada. Como tu futuro pariente, creo que lo es. La mirada de Sabrina brill con ira -- pero no poda hallar ningn argumento dentro de ella, excepto uno. Jamie me ama. l ama lo que tienes entre tus muslos. Los ojos de Sabrina ensancharon por su brusquedad. Eres crudo! ella jade. Y ests equivocado, porque Jamie me ama. l hizo un sonido de repugnancia. Confundes el amor con la lujuria, seorita. El resentimiento y la rabia hirvieron dentro de ella. No necesito que protejas mi virtud. Virtud? Su labio se elev. No tienes ninguna. Y quin sos vos para juzgar? Quin sos para saber lo que una mujer desea? Ah, pero se me olvidaba. Ella lo burl como l la haba burlado. Has estado en Francia y as que sabes todo sobre el amor. l la mir con desaprobacin velada. Eres tan inmanejable como siempre. Tu padre debi haber contenido tu salvajismo hace tiempo. Ella estrech los ojos. Cmo te atreves a hablar as! Vos te atreveras a hablar mal de m si te lo permitiera. Una explosin repentina de ira la invadi. Vos no podras detenerme! ella lo provoc. S, lo provoc y con muy poca sabidura. De hecho, con tan poca sabidura porque con un solo movimiento l la agarr por los hombros. La mir fijamente, haba un brillo inequvoco en sus ojos. Ah, el dijo suavemente,

pues yo creo que podra. l sonri. Soy curioso, Sabrina. Qu cosas pecaminosas has aprendido como mujer? Sabrina suprimi un temblor. Ella haba tratado de dominar su tendencia a hacer travesuras y a ser impulsiva. Sin importar lo que pensara Ian, su Padre se haba ocupado que as fuera. Pero ella no se rendira, no. Qu sabrs vos de lo que una mujer desea? Puedes exceder a Jamie en aos, mi prncipe Highlander, era el apodo que ella usaba para l en su niez -- pero me atrevera a decir que Jamie es mucho ms experto en los artes de satisfacer a una mujer. Si ella hubiera sabido el insulto que eso representaba para su virilidad, jams lo hubiera provocado de esa manera. Ah, pero l es slo un muchacho, Sabrina. Y te dio el beso de un muchacho. Pero ste -- sus manos apretaron los hombros de ella -- ste es el beso de un hombre. l la tom enteramente por sorpresa. Sabrina no tuvo posibilidad alguna de prepararse. Ninguna posibilidad de esquivarlo. l haba dicho que no la lastimara pero una ojeada a sus ojos, brillantes y ardientes, y ella temi estar equivocada. Su boca descendi la suya, dura y demandante. l la bes con intimidad despiadada, separando sus labios con la demanda de los suyos. Las manos de ella subieron para ponerse entre los cuerpos de ambos. Ella intent empujarlo y alejarlo, pero l era tan inamovible como una columna de piedra. Un gemido minsculo, un sonido de la protesta, se escaparon de ella. l levant la cabeza. Ella sinti el contacto de sus ojos como la punta de una espada afilada. Qu, Sabrina! Te estoy sacando la diversin como l te sac de tu virginidad? Su arrogancia no conoca ningn lmite. l no me sac nada. Lo que l tom era el mo para dar y lo di por propia voluntad! Tiempo pas mientras que cada uno testeaba la resolucin que encontraron en los ojos del otro. Y entonces l hizo lo que ella no esperaba, ni en mil aos. El brazo de Ian afianzado firmemente por la espalda de ella. l la atrajo hacia l de lleno y la apret contra l. Sus cuerpos estaban pegados desde el pecho hasta el vientre, l sinti la suavidad de los muslos de ella acuados contra los suyos. Sus dedos se enredaron en su pelo, y empuj la cabeza de Sabrina hasta su boca La bes de nuevo. S, l bes de nuevo pero ahora l buscaba satisfacer mientras que en el primer beso buscaba domar. Un pequeo shock pas a travs del cuerpo de ella, y de repente Sabrina fue tomada por un miedo muy profundo. Su beso era tan diferente al de Jamie, ella pens con un temblor. Jamie era dulce, mientras que Ian era embriagador, estimulante y extraamente ertico. S, ella decidi, l era muy diferente Y nada desagradable. Sabrina luch contra un placer insidioso. Profundamente en su corazn estaba perpleja de que pudiera sentir tal cosa con este hombre. Estaba aterrada por los dos! . Ella lanz un corto quejido, de entrega o de la negacin, ella no saba de que. Sus dedos se aferraron al tejido de lana suaves de su plaid. Sus labios se abrieron bajo la presin de los suyos. Todo pensamiento, toda cordura, estaban perdidos. Estaba solamente el sello caliente de su boca contra la suya, hambrienta, exigente, oscuramente apasionada. Termin tan de repente como haba comenzado. l levant la cabeza y la mir fijamente. Las piernas de Sabrina estaban paralizadas, como si no tuviera coraje o fuerza. Se hubiera cado si l la hubiera no sostenido. Ella elev

lentamente su cabeza. Los ojos color plata brillaban, pero ella no pudo leer nada en las profundidades de su mirada, ni triunfo ni soberbia. Con un sonido afectado ella se alej de l. Esta vez l no hizo ningn esfuerzo, ni para detenerla ni para ayudarla. De repente Sabrina tembl de tal manera que apenas poda mantenerse en pie. Presion una mano para contener el temblor de sus labios. Qu has hecho? ella susurr, y entonces casi grit: Qu has hecho? Se dio vuelta y huy hacia la Fortaleza. En verdad, Ian no tena ninguna respuesta. Ni l saba por qu la haba besado. Solamente saba que haba estado enojado, tan enojado como nunca antes, que el salvajismo de Sabrina no haba disminuido y que ella segua siendo la pequea atrevida encantadora que haba sido cuando era nia. Una niebla roja de rabia haba descendido sobre l en el instante en que la haba visto a Jamie - ese traidor desgraciado - explorando la redondez de sus pechos. No, l saba por qu la haba besado. Haba querido ensearle una leccin: que ella no deba desafiarlo sin tener que pagar un precio. l no haba esperado la oleada de pasin que se despert dentro de l el momento en que la tom entre sus brazos. No entenda porque ella haba temblado con su contacto. Oh, ella se haba opuesto al principio -ambos estaban tan llenos de emocin, tan llenos de clera! Pero su furia acab dando paso a algo ms, algo casi tan potente tan poderoso Y demasiado peligroso. Para ahora l saba como ella se senta entre sus brazos, pequea, delicada y suave. Sin embargo ella era rebelde y firme. l deseaba ms. l deseaba lo que nunca poda ser suyo. Deseaba a . Sabrina. La Maldijo a ella y a los Cielos y se maldijo a si mismo tres veces mas. Fue despus de un largo rato que l volvi a la Fortaleza. Atraves con pasos largos saln y pidi cerveza inglesa. Sentado en un taburete de madera debajo de un tapiz tejido, bebi abundantemente. Empezaba a relajarse cuando el ruido de faldas femeninas llam la atencin de sus odos. l se puso rgido como la figura se acerc. Pero era solamente Margaret. Mi lord, ella murmur. Ian se ahorr el saludo, porque su humor no era el mejor. Hizo solamente un cabeceo breve y esper. Me pregunto si puedo hablar con vos. Qu pasa? Ella entrecruz sus dedos, tan fra y tranquila como siempre. Quisiera permanecer en Dunlevy por varios das despus de la ceremonia. Un msculo en su mandbula salt. No, dijo l. Los ojos de ella parpadearon. Pero, mi Lord, tengo muchas cosas que... l se puso de pie rpidamente. No, dijo l otra vez. Ian, te lo ruego -- l peg un golpe con su puo contra la pared. Nosotros nos iremos al castillo MacGregor inmediatamente despus de la ceremonia, Margaret. Eso es mi palabra final. l dio unos pasos largos y se alej sin mirar atrs. El sueo no vino fcilmente para Sabrina esa noche. Su mente daba vueltas sin cesar. Ian la haba besado. No, slo una vez sino dos veces. Para su consternacin, ella no poda pensar que eso no tena importancia. Su beso

haba sido como el fuego, su cuerpo musculoso y fuerte pegado al suyo Por qu haba reaccionado as, ella no saba. Amaba a Jamie. Planeaban casarse tan pronto como pudieran. Maldijo a Ian por ser hombre, un hombre muy guapo de hecho l haba cambiado. Haba cambiado mucho, de un jovencito a un hombre de virilidad flagrante. No siempre se haban querido siendo nios. Aunque l nunca la haba tratado desdeosamente, haba habido ocasionalmente un aire de altanera en l, y era eso lo que a veces la haba conducido a provocarlo. Ella ciertamente nunca haba sido una nia de cuidar su lengua o de importarle sus propios modales -no, no en ese entonces. Por qu la haba bes? Era su culpa? La pregunta se formulaba en su mente, como una letana sin fin. Su Padre siempre la haba acusado de ser mala. La regaaba por no ser ms como Margaret. Tal vez l tena razn, y su alma estaba corrupta. Tal vez Ian no pudo evitarlo. No, l deba ser culpado. Ella era, porque ella era tan traviesa como su Padre siempre haba afirmado. Margaret ella gimi. Cmo poda hacerle frente a Margaret otra vez despus de lo que haba sucedido? Ahora ella saba lo que era la vergenza de verdad. Ella haba besado al hombre que sera el marido de su hermana Cristo Santo y en la vspera de su boda! Fueron los sonidos del piso de abajo lo que la despert la maana siguiente. Sabrina no estaba sorprendida, puesto que haba llegado un torrente de huspedes en esos ltimos das. Acababa de vestirse cuando oy golpes en la puerta. Edna asom furtivamente la cabeza. Mi lady, est su hermana con usted? Sabrina estaba de rodillas buscando su velo en el bal. Su tono fue distrado. No, Edna, no la he visto. Edna no contest. Cuando Sabrina se par le ech un vistazo, la muchacha todava estaba parada all. Pareca confusa. Sabrina frunci el ceo. Qu pasa, Edna? Mi seora su cama, ella no ha dormido all Sabrina se alarm. Ests segura? Edna cabece asintiendo. S. Pens que tal vez ella pas la noche con usted como era su ltima noche en Dunlevy. Sabrina hizo memoria. No la he visto desde ayer a la maana. Un escalofro le recorri la espina dorsal; empuj a Edna rpidamente a un lado. Debe haber una explicacin, dijo ella casi quebrndose. Alguien la ha visto seguramente. Pregntale a los otros criados. Pero nadie la haba visto. Un poco mas tarde, en la jardn, su Pap caminaba con pasos largos de un lado a otro. Sabrina, donde est tu hermana? Sabrina no pudo disfrazar su preocupacin. No lo s, Pap. La Has esta maana? No, no desde la comida de anoche. Una arruga profunda apareci entre las cejas de su Pap. No es caracterstico de ella irse sin decirle a nadie a donde va. Podra haber salido para dar una caminata? Eso vino de la boca de Ian. l se haba acercado a sus espaldas sin que ella lo notara. Sabrina se dio vuelta. Tuvo que contenerse para no sobresaltarse como una yegua temerosa. Alasdair estaba con l. Ambos usaban vestimenta Highlander -- faldas escocesas y plaid. Ian tena su plaid asegurado en el hombro con un broche. Su Pap vacil. Ella siempre monta cuando se aleja de la Fortaleza

Su caballo...- ... todava est en el establo. Sabrina no poda el coraje para mirarlo directamente a los ojos. Pronto fue evidente que Margaret no estaba en ningn lugar de la fortaleza. Todos fueron invitados a ayudar, pero una bsqueda dentro de la Fortaleza no tuvo resultados fructferos. Nadie la haba visto desde el da anterior. A mitad de la maana, una docena de jinetes salieron por las puertas de la fortaleza para hacer un rastrillaje por los alrededores. El murmullo de susurros de los huspedes llenaba el saln. Sabrina no prest ninguna atencin. Mientras las horas pasaban, ella luchaba contra el pnico. A dnde poda haber ido Margaret? Y por qu volva? Demasiado pronto empez a caer la noche. Su Pap volvi con la patrulla que haba salido a buscar a Margaret. Sabrina salt y corri hacia l, con un grito en sus labios. Pap l sacudi la cabeza. Sus hombros, cados. En la mesa del saln, l se sent con la cabeza apoyada entre sus manos. El corazn de Sabrina condola por l, porque su cara estaba exhausta y ojerosa. Fue hacia l. Le puso ligeramente las manos en sus hombros. Todo estar bien, Pap. Ella intent tranquilizarlo. Ella volver sin duda. l no respondi. Despus de un largo rato habl por fin. Vete, dijo l cansadamente. Vete y djame. Las manos de Sabrina se retiraron de sus hombros. Ella luch por contener las lgrimas. Ah debi saberlo! l no deseaba ser confortado, y mucho menos por ella. Se retir a un largo banco contra la pared, a seguir esperando. Despus de poco tiempo, el sonido de caballos fue audible. Los gritos venan de la entrada. Ian y Alasdair avanzaron apresurado a travs de la puerta. Se detuvieron brevemente cuando vieron a su padre sentado a la mesa. Sabrina se movi hacia ellos, su mirada fija preguntaba en silencio. Un espasmo de dolor cruz la cara de Alasdair. Sin palabras l extendi la mano para mostrarles algo. Era la capa de Margaret, embarrada y empapada. Ella trag en seco. Qu... qu es esto? La voz de Alasdair era muy reservada. La encontramos cerca del lago al este del la Fortaleza. Puesto sobre las rocas, cerca de la orilla. El lago? Un miedo horrible la estrangul. Su mirada fija se dirigi a Ian. Sus facciones eran severas y le confirmaron su peor suspicacia. Una oscuridad le nubl la vista, pero ella no perdi la consciencia. Su Padre se haba puesto de pie de un salto. No, l grit. No, no puede ser Margaret ! Mi nia! Alasdair sacudi su cabeza. Estoy muy apesadumbrado, pero aparece que Margaret se ha ahogado. Hubo un silencio tremendo. Ella es muerta, mi lord. Captulo 6 Dos das despus lo supieron con certeza. Uno de los zapatos de Margaret fue encontrado sobre la orilla del lago. Slo Entonces su Padre permiti que una misa fnebre fuera hecha para su Margaret querida. En misa al da siguiente, Sabrina estaba parado en la iglesia, inmvil y plido. Ian y Alasdair estaban del otro lado del pasillo.

Su Padre estaba parado al lado de ella. Aunque ella estaba embargada por la pena, no Hubo ninguna lagrima. Por cierto ella y Margaret nunca haban sido muy cercanas; Margaret siempre haba ocultado sus sentimientos detrs de una fachada de una serenidad fra. Pero Margaret era su hermana y ahora se haba muerto. La misa termin. El padre Stewart se acerc a ofrecer consuelo. Puso una mano sobre el hombro de su Pap, quien comenz a llorar. El sonido de su llanto se clav en el corazn de Sabrina como una daga. Quera confortarlo, ofrecerle todo consuelo que ella era capaz de dar. Pero Con qu propsito? l slo se alejara de ella, porque como siempre no deseaba nada de ella. La amargura creci en su pecho. Por qu? su corazn quera gritar. Por qu no poda amarla como amaba a Margaret? Por qu no poda amarla aunque sea un poco? Sin Duda l deseaba que hubiera sido ella y no Margaret quien hubiera muerto. Su respiracin se agit. En ese momento Sabrina se odi a si misma. Tales pensamientos eran perversos porque ella era malvada. Su Pap lo haba dicho tantas veces. Y ahora ella saba que lo que l deca era verdad. Bilis le subi a su garganta. Su estomago se retorci en un nudo doloroso. Ciegamente Sabrina comenz a moverse a travs del laberinto de gente reunida en la iglesia hacia la entrada. Esa gente que haba venido a una boda y termin asistiendo a un entierro. Afuera, el da estaba clido y despejado. Sus pasos la llevaban hacia adelante, rpidamente y ms rpidamente. Antes que ella se diera cuenta, e estaba corriendo, no saba a donde ni le importaba. Las ramas de los arbustos le pinchaban las mejillas, pero no le importaba; tampoco oy el grito llamndola por su nombre o los pasos detrs de ella. Ella corri hasta que sus pulmones quemaron como el fuego y no pudo correr ms. Agotada, ella se cay de rodillas. Su estmago golpeaba dentro suyo. Su vista estaba nublada. Incapaz de pararse, comenz a tener arcadas violentas. Apenas not que alguien se arrodillaba al lado de ella, o el brazo que se deslizaba sobre sus hombros, o los dedos apacibles que le acariciaban el pelo. Su cabeza todava daba vueltas cuando vio que se trataba de Ian. l la dirigi a un tronco cado y la ayud a sentarse. El arroyo estaba cerca. Dbilmente lo oy sumergir un pao en las aguas que all corran. l volvi y se sent al lado de ella. Entonces procedi a limpiarle la cara y el cuello. Sabrina acept la fresca humedad con agradecimiento, pero estaba demasiado dbil para expresrselo. Cuando l hubo acabado su tarea, ella se forz a abrir los ojos. Sabrina trat de mantener la calma, porque estaba segura que l podra rerse de ella, o burlarse de su debilidad. Pero Ian simplemente mir fijamente, su expresin era ilegible. Aunque ella deseaba escaparse, sus fuerzas la haban abandonado. Sabrina evit mirarlo a la cara. Ahora puedes irse. No ests bien. La garganta de Sabrina se apret convulsivamente. Por Dios! Nadie puedes hacer lo que pido? No debes estar sola, Sabrina. Ella comenz a balancearse hacia adelante y hacia atrs. La culpa pesaba en su corazn. No entiendes, dijo ella. Es mi culpa que ella est muerta. Es mi culpa que Margaret est muerta!

No, Sabrina. Ella se cay en el lago y se ahog. No es culpa de nadie. Fue un accidente. La respiracin de Sabrina se agit. l sabe lo que hicimos, Ian. l lo sabe. La mirada fija de Ian se agudiz. Quin? Tu padre? Ella sacudi la cabeza asintiendo. Se envolvi el cuerpo en sus propios brazos, como si estuviera helada. No, dijo ella dbilmente. Dios. Dios sabe que t que nosotros l hizo un gesto impaciente. No hicimos nada! Fue un beso, nada ms. Fue incorrecto, ella susurr. Ella comenz a temblar de la cabeza a los pies. l se llev a Margaret... para castigarme. Podra haberme llevado a m, pero Dios quiere que sufra por toda la eternidad. l se asegurar que pague todas las cosas malvadas que he hecho. Ian maldijo por lo bajo. Sabrina! No eres malvada! Pap dijo que lo era. Por Dios, l todava piensa que lo soy! Recuerdo que hubo una poca en la l me acusaba de ser el brazo del diablo. Sabrina, l no quera decir... l! ella grit. Sus ojos eran salvajes. Y ahora veo la manera en que me mira, l deseara que yo hubiera muerto en vez de Margaret. Oh! Que Dios me ayude su voz se quebr -- No puedo evitar estar feliz porque todava estoy viva. Las Lgrimas se saltaban de sus ojos, pero ella se esforz por continuar. Lo Ves, soy malvada. Y Margaret muri debido a mi pecado. Yo no te culpo, Ian. Es la maldad que est en m. S que no te pudiste controlar Sus manos se deslizaron por los hombros de ella. Los dedos fuertes se curvaron alrededor de los brazos de ella. l la sacudi hasta que logr que ella lo mirara. Te bes porque lo deseaba. Esa es la verdad ante Dios, Sabrina. Te bes porque lo deseaba. Con esa declaracin, los lagrimas ardan en sus ojos rodaron libremente pos sus mejillas. La boca de Sabrina tembl mientras que ella luchaba contra las lgrimas, pero fue en vano. Un sollozo profundo se le escap, y despus otro, y otros mas. Ian no pudo ms. Las lgrimas de Sabrina eran su punto dbil. Lentamente, sus brazos se enlazaron alrededor de ella, trayndola ms cerca de su cuerpo. Ella hundi su cara en su cuello y llor. Percibiendo que ella necesitaba purgar su pena, Ian la sostuvo hasta que finalmente sus lagrimas se hubieran secado. Sabrina estuvo un tiempo apoyada contra su pecho, estaba desbastada. En uno rpido y decisivo movimiento, l la alz en sus brazos. Ella no protest mientras que l caminaba de nuevo hacia la Fortaleza, eso era solamente una pequea muestra de cuan alterada estaba ella. Ian no prest atencin a las miradas curiosas que encontr en su camino. Justo afuera de la habitacin de Sabrina, encontr a Edna. La barbilla de la criada cay por la sorpresa y el temor. Mi lady est desbastada, dijo l. Dime rpido. Conoces alguna pocin para dormir? Edna estaba perturbada pero su cabeza se mene con impaciencia para afirmar que poda responder al pedido. El cocinero, dijo ella rpidamente. Lo traer aqu. Eres una buena muchacha. l cabece hacia la puerta. Edna lo ayud abrindola, despus se apresur a cumplir con su misin. Ian cruz el cuarto y la deposit en la cama. Ella llev sus rodillas a su pecho y se puso de costado y los ojos continuaban cerrados.

Ian la observaba. Ella sabra que l todava estaba all? Si as fuese, era una sorpresa que ella no le exigiera que se retirase. Edna volvi pronto, traa una taza pequea en sus manos. . Aqu est, mi lord. Esto la va a ayudar a dormir. Haga que la beba. Ian tom la taza, olindola cautelosamente. El brebaje tena un olor extrao que l no reconoci, pero no era desagradable. Sabrina. l pronunci su nombre. El colchn cedi bajo su peso mientras que l se sentaba en la cama. Ella abri los ojos pero no se movi de su posicin fetal. Ech un vistazo por encima de su hombro. Ian le acerc la taza. Esto te ayudar a dormir. Su tono era calmo pero insistente. Tmalo todo, Sabrina. Los ojos de ella lanzaron fuego por un instante, y l pens que ella discutira. Pero se dio vuelta hacia l y extendi una mano para tomar la taza. Hizo una mueca sorbi el primer trago, pero vaci la taza antes de devolvrsela. Con un suspiro cansado, Sabrina se ech hacia atrs, contra las almohadas. No hay necesidad de que permanezcas, dijo del ella despus de un rato. Permanecer hasta que te duermas. l poda ser tan obstinado como ella. No, no te quedes aqu. Quise decir que no te quedes aqu... en Dunlevy. No habr boda. Debes volver a las Tierras Altas. Lo har, l contest educadamente, cuando est listo. No pas mucho tiempo antes que la pocin surtiera efecto. Sus prpados comenzaron a caerse. Ian la vio luchar para mantenerse despierta. Pero en el momento en que estuvo seguro que ella se estaba durmiendo, Sabrina abri los ojos de repente. Entonces ella lo toc. La delicada yema de su dedo le recorri el contorno de su boca. Ian se qued tieso, por dentro y por fuera. Por un instante, una tensin extraa se cre entre ellos. Los ojos de ella, abiertos de par en par y fijos, clavados en los suyo. Ian contuvo la respiracin, porque los ojos de ella eran del color de la hierba fresca hmeda con el roco de la maana. No poda evitar maravillarse con esos ojos increbles y preguntarse qu haba detrs de esa mirada, pero ella tuvo cuidado de no revelar nada de sus pensamientos. Entonces, con la misma yema de su dedo, ella toc sus propios labios. Y l supo que compartan el mismo pensamiento el mismo recuerdo. El Deseo lo atraves con tanta fuerza que casi sinti un dolor fsico. Duerme l murmur. Sus prpados se cerraron. Dio vuelta su cabeza hacia un lado, pero no sin que antes l viera una nica lagrima que se escapaba por debajo del ojo cerrado de ella. Una cierta emocin sin nombre lo invadi. Se qued sentado all durante mucho tiempo, escuchando como la respiracin de ella se haca profunda y uniforme. La sensacin de culpa lo parta en dos. Su conciencia le pesaba. Tal vez ella tena razn. Nunca debi haberla besado. Fue incorrecto, para en ese entonces, l estaba comprometido y destinado a Margaret. Pero, haba sucedido. Y que Dios lo ayudaba, no lo lamentaba. De hecho, algn resto de sentido comn dentro suyo le susurr que lo que haba pasado era de alguna manera inevitable. l acarici la mejilla de Sabrina. Su piel era como la seda ms fina, su boca suave, trmula y vulnerable. Le pareca extrao pensar en Sabrina como alguien vulnerable. La mocosa traviesa era ahora una mujer completamente crecida, y la prueba de ello

estaba ante sus propios ojos. Sus pechos se levantaban y caan con cada respiracin, ofreciendo la tentacin redondeada de su dulce carne. Instintivamente l supo cabra que sus pechos cabran en sus manos a la perfeccin. Una visin se present en su mente. La vio tal como ella haba estado ese da en la laguna, con su piel plida, cremosa, lisa y reluciente. Con una diferencia, ahora en su fantasa -- los ojos de ella lo miraban directamente a l, ahumados por el deseo lo invitaban a unirse a ella. Ian inhal profundamente, la necesidad de besarla de nuevo, de sofocar las protestas que l saba seguira y de permitir que la pasin contenida fluyera libremente,. le dola en el cuerpo. Ian apret la mandbula, lucho contra las acometidas de su deseo. Y con renuencia alej su mano, oponindose al impulso de demorarse all, al lado ella. No se poda seguir mintindose a s mismo. Desde el da en que haba vuelto, no haba podido despegar sus ojos de ella. Estaba atrado hacia ella de una manera que l nunca hubiera esperado. Ella posea un encantamiento que lo atormentaba y que no poda negar. S, l gozaba con una revolcada con una muchacha tanto cualquier hombre. Si Sabrina hubiera sido cualquier otra mujer, l habra estado tentado de poseerla, de dejar que su deseo corriera libremente y se habra acostado con ella sin pesarlo demasiado. Pero esta era Sabrina. Sabrina. No un moza que se utilizaba y se desechaba. S, ella era una mujer encantadora, deseable, y l entenda el deseo de Jamie MacDougall senta por ella. Era demasiado hermosa y tentaba hasta al mas bueno de los hombres. Eso era peligroso hasta para ella misma. Y l no poda controlar su propio deseo por ella mas de lo que poda detener el sol naciente en un amanecer. La clera se apret en su pecho. Una tempestad oscura y amarga creci dentro de l cuando l pens en el padre de Sabrina. Su boca se angost convirtindose en una lnea dura y recta. Qu le sucedera a ella? Cmo poda irse y dejarla con su padre? Duncan siempre haba desaprobado a su hija menor. Haba amado a Margaret mas que a Sabrina. De hecho, Ian se preguntaba si alguna vez haba amado a Sabrina. La cosa ltima cosa que ella necesitaba era ms culpa sobre sus hombros; el maldito Duncan hara exactamente eso: culpar a Sabrina. Aplastara su espritu -- le quitara toda vitalidad de su alma poco por poco --- de hecho, le sorprenda que el bastardo ya no lo hubiera hecho. La trataba slo un poco mejor que a un criado--, algo que Ian temi nunca cambiara. Los msculos de su mandbula se apretaron. l chasque ligeramente sus dedos, su mente daba vueltas y ms vueltas. Ella no era su responsabilidad, una voz interior le record. No le deba nada a ella Pero ella no tena a nadie mas, otra voz lo rega. Y toda esta cuestin ya no estaba ms embarullada por sus obligaciones respecto a Margaret. Las sombras de la noche se filtraron a travs de las ventanas cuando finalmente Ian se levant. La resolucin se consolid dentro de l. Saba lo que deba hacer Y por qu. Sabrina despert lentamente la maana siguiente. Algo evasivo bailaba dentro de su cerebro. Anduvo a tientas por su memoria, su mente todava estaba

confusa. Haba dormido profundamente, ms profundamente de lo que haba hecho por aos -- pero no era extrao. Su boca estaba seca como un hueso, sin duda debido a la pocin que Ian le haba suministrado para dormir Ian. l la haba trado aqu, a su habitacin. Record haber sido levantada, ser llevada a su cuarto y ser acunada contra el calor slido de su pecho, y haber enterrado su cara contra su cuello. Era una sensacin que era claramente memorable y claramente agradable. EL ola a limpio y a madera, su piel era lisa y clida. Y despus, ella lo record haberlo mirado fijamente. Su boca con un gesto severo, pero ella haba detectado que Ian estuviera enojado. Sabrina gimi por dentro. Haba hecho el papel de tonta. Haba llorado en sus brazos. Pero... l no la haba hecho sentir tonta. l la haba trado aqu, y haba cuidado de ella, como nadie jams haba hecho. Te bes porque lo deseaba. l haba dicho en verdad eso? O ella solamente lo haba imaginado? Arroj el cobertor a un costado, de repente estaba impaciente. Dios en cielo, qu importaba? Qu andaba mal en ella? Oh, cmo deseaba poder ser indiferente a l. A pesar su esfuerzo, no poda sacrselo de la mente! Pero Sabrina se lo jur a si misma se lo sacara de su mente a partir de ese mismo da! Para su total consternacin, Sabrina supo mas tarde esa maana que Ian todava no haba partido para las Tierras Altas. Ella hirvi de enojo silenciosamente. El muy granuja! Casi poda cree que l se quedaba solamente porque saba que ella disgustara! Fue al atardecer que ella encontr a Alasdair sentado en un banco en el gran saln. l se puso de pie inmediatamente cuando la vio. Sabrina! la salud. Te extraamos en la comida hoy. Confo en que te ests sintiendo mejor? Sabrina Sinti que un calor le suba a las mejillas. Por supuesto su escape escandaloso de la iglesia debi haber sido observado por todos. Ella hizo una sonrisa dbil. Estoy muy bien, murmur. Sus ojos se suavizaron. No deb haber preguntado eso, dijo l amablemente. Ha sido una semana demasiado intensa. Si, efectivamente, ella admiti. Hizo una pausa pequea. No he visto a Ian hoy. Es que se est preparando para el viaje de vuelta a las Tierras Altas? Ella contuvo la respiracin. Los amplios hombros de Alasdair se levantaron encogindose luego. No tengo idea, dijo l alegre. Ian ha elegido guardar en secreto sus planes. Hmm, pens Sabrina. No estaba sorprendida de ninguna manera. Me Parece un poco injusto que l te mantenga alejado de tus parientes por tanto tiempo. Ella observ a Alasdair curiosamente. Tienes una esposa que te aguarde en el castillo MacGregor? Me temo que no hay nadie que me aceptara como esposo, dijo l con un suspiro exagerado. Todas las seoritas estn enamoradas de mi primo. Sabrina sonri, su primera sonrisa genuina en varios das. Oh, no dudo de eso. Eres un diablo bastante guapo, ella embrom. Pero Sospechoso que todas suspiran secretamente por ti. Tal vez solamente necesites darle a tu elegida algn tipo de seal. Las esquinas de los ojos de l se arrugaron cuando ri entre dientes. Le tom la mano a Sabrina e hizo una reverencia galante. Tendr eso presente, mi lady. En ese momento la puerta del saln fue abierta de par en par. Asustada, Sabrina ech un vistazo por encima de su hombro para ver a su padre parado en el umbral. lla miraba fijamente. Ella solt su mano del asimiento de Alasdair y la ocult apresuradamente entre las faldas.

Hay algo que desees, Pap? S. Sus ojos se clavaban en ella. Tener una palabra contigo, Sabrina. l no la esper otra cosa que Sabrina lo siguiera obedientemente a un saloncito adyacente. l camin hasta la silla detrs de la mesa amplia donde a veces trabajaba durante el da. Pero Sabrina se detuvo al notar que ellos no estaban a solas. Ian estaba sentado en una silla frente a su padre. Duncan le indic el asiento al lado de Ian. Sintate, le orden. Sabrina lo hizo, pero se sent en el borde de la silla, sus pies preparados como si estuviera lista para huir. Su estmago comenz a retorcerse. Ian... maldita fuera su alma! pareca estar totalmente cmodo en esa situacin. Incluso pareca algo contento. Ella se senta como un cordero que era conducido a la matanza. Su Pap no perdi el tiempo Ian y yo hemos estado discutiendo los planes futuros, dijo l secamente. Planes? No estaba segura de que le gustara el sonido de todo eso. Pero Sabrina asinti con un cabeceo, demostrando su buena educacin, aunque inquieta meti los pies debajo de su silla. Como bien sabes, el padre de Ian, David, y yo desebamos continuar la alianza entre nuestros clanes. Es por eso que Ian estaba comprometido con Margaret. Si, Pap. En toda verdad, l no dijo nada que ella ya no supiera. Estaba inquieta, porque no era tpico de l compartir tales cosas con ella. El Tono de su Pap era severo. Margaret est muerta. Pero como Ian ha sugerido, no hay razn para que los deseos de David -- y mos deban ser dejados de lado. Nuestros clanes todava pueden ser unidos. Sus ojos la perforaron. Entiendes lo que estoy tratando de decir, muchacha? El corazn de Sabrina haba comenzado a martillar. No, dijo ella dbilmente. Desorientada, su mirada fija se dirigi hacia Ian. l la miraba con una sonrisa leve que se curvaba en sus labios -- oh, la sonrisa de un diablo! Lo Que tu padre est intentando decir es, Sabrina. Su tono era tan relajado como su sonrisa. Volv a Dunlevy para tomar a una novia as que... Sabrina parpade y afirm lo obvio. Pero Margaret est muerta. l no dijo nada. Su sonrisa simplemente se ensanch. Una sensacin tremenda se haba acuado en su pecho. Ella humedeci nerviosamente sus labios. Quin entonces? ella susurr, sabiendo la temida respuesta. T, dijo del l suavemente. Sers mi esposa. Captulo 6 Si ella hubiera estado parada, seguramente se habra cado de rodillas. Sus dedos se aferraron al brazo tallado de la silla en un apretn de muerte. Sus odos rugieron con el latido de su corazn. Apenas poda creer lo que haba odo ! Ian todava le sostena la mirada. Oh, l pareca tan satisfecho, tan seguro de s mismo! Sus labios comprimidos. La mente de ella se rebel. No quisiste decir eso. '

Oh, si, l replic prontamente. Y de hecho, as ser. Los ojos color plata brillaban. Maldito, l est gozaba todo esto! Ests loco si piensas que me casar con vos! ella grit. Su padre se puso de pie. Por Dios, te casars con l, Sabrina! Hars lo que se te dice por una vez! Sabrina dirigi sus ojos a su padre, rogndole. Mi opinin no cuenta en esto? El mentn de su Pap se proyect hacia afuera. La cuestin ya est decidida! Esto no poda estar pasando. Dio una sacudida leve con su cabeza, como si quisiera esclarecer su mente. Dios mo, ella murmur. Qu! Ahora ruegas? La rabia lo propuls a caminar alrededor de la mesa. Ahora l estaba parado directamente ante de ella. He puesto lo mejor de m para que aprendieras a temer y a respetar a Dios Nuestro Seor, y todo para nada! Bien, ahora sabes por qu debas haber rezado cuando eras una nia! Tal vez entonces no seras tan desobediente y rebelde! La censura de l le doli, pero Sabrina no lo demostr. Levant valientemente el mentn. No me puedo casar con Ian. Ya estoy comprometida con Jamie MacDougall. Te matar antes de dejarte casar con ese tipo! Me oyes, muchacha? Por Dios, te matar. Y mirndolo en ese momento, ella lo crey. Aunque estaba asustada por su clera, ella mantuvo la mirada fija en la mirada asesina de su padre. No me puedo casar con Ian, ella repiti determinada. No lo har. . No me deshonrars. Su padre le clav los dedos profundamente en la piel suave de la parte superior de su brazo. Sabrina sofoc un grito de dolor, despus levant su cabeza. Su corazn salt temeroso, pero no hizo caso de eso. En cambio sacudi levemente su cabeza. No, Pap. No lo har. Sus labios se retorcieron en una mueca. Una expresin de tanta maldad cruz su cara que ella casi grit. Entonces sin la menor advertencia, su mano subi para estrellar una cachetada violenta en la mejilla de su hija. La fuerza fue tal que Sabrina cay al piso, atontada. Demasiado tarde se dio cuenta que debi haber esperado eso de l. Tuvo una nausea. No oy a Ian ponerse de pie de un salto tan de repente que su silla se estrell contra el piso. Ni vio a su padre cambiar el rumbo de su mano que se preparaba para propinar otro golpe. Los dedos de acero de Ian le aferraron su mueca gruesa. Golpala otra vez, Duncan, y desears que no haber nacido. Su tono era ms mortal por la calma con que se expres. Los ojos de Duncan oscilaron. Su cara pas de rojo ardiente a gris ceniza. Slo Entonces Ian lo solt. Duncan retrocedi unos pasos y dijo secamente, Margaret nunca habra sido tan insolente. La cara de Ian estaba rgida. Sabrina no es Margaret, dijo l apretando los dientes. Pero vos nunca podras entender eso. La boda ser maana, Ian dijo framente. Ocpate de que los arreglos sean hecho. Asintiendo Duncan cabece y se fue del cuarto. Sabrina estaba dbilmente consciente de las voces que zumbaban sobre su cabeza. Cerr los ojos, luchando contra una nusea, su mejilla palpitaba como si hubiera sido marcada con un hierro candente.

Instintivamente se encogi cuando una mano descendi sobre su hombro. Tranquila! orden una voz sobre ella. Soy yo, Sabrina. Era Ian. Ella abri los ojos para descubrir que l estaba arrodillado al lado de ella. La abraz alrededor de los hombros, y la empuj hasta ponerla en una posicin de estar sentaba. Su expresin era seria, sus ojos llenos de preocupacin. Estpidas y absurdas lgrimas empujaron para asomarse por sus ojos. Sabrina las contuvo, deseando desesperadamente sucumbir a la tentacin de inclinarse hacia atrs y disfrutar de la comodidad de su abrazo. Pero todo esto era su culpa Los dedos de l recorrieron la piel herida e hinchada de su mejilla. Su contacto tan suave y gentil estaba en total contraposicin con las llamas de ira que saltaban de sus ojos. l maldijo con un insulto grosero. Es un bastardo. Te ha golpeado antes, lo ha hecho? Sabrina no contest; no haba ninguna necesidad. En ese instante antes que la mirada fija de ella se desviara, l descubri all la verdad. Tienes mi palabra que nunca te tratar con brutalidad. Ningn dao Vendr de mi mano. La garganta de ella arda, porque todava estaba peligrosamente cerca de derramar lgrimas. Dese contestarle que ella saba muy bien cmo l mantena sus promesas. De hecho, ella logr decir. Y una promesa dada es una palabra empeada, cierto? Una mirada extraa cruz su cara. S, dijo l. Ella empuj en las manos de l, mortificada porque Ian haba presenciado su humillacin. No necesitas consolarme, ella dijo, en voz muy baja. Estoy muy bien. l la solt inmediatamente, como si de repente la encontrara repugnante. Mientras ella se pona de pie por sus propios medios, no vio la manera en que sus ojos se endurecieron como piedras. Despus de un momento ella recuper su compostura. Podra razonar con Ian? Su pecho se llen de desesperacin. Dios en el Cielo, ella tena que intentarlo. Levant lentamente la cabeza. Si tena que implorar, entonces lo hara. Para este casamiento, Ian. Pralo mientras todava puedes. l era como una pared de hierro. No deshonrar la memoria de mi padre desatendiendo sus deseos. Solamente l quera que te cases con Margaret, no conmigo! Sos vos la que te encierras y no comprendes, Sabrina. Era el deseo ms grande de mi padre que nuestros clanes fuesen aliados. Se Decidi por Margaret simplemente porque ella era la mayor. Pero ahora Margaret no est. l haca sonar todo tan simple -- pero no era tan simple ! Su frustracin debi haberse evidenciado, porque la mirada fija de Ian pareca perforarla. Eres una tonta si piensas que tu padre permitir que te cases con Jamie MacDougall. l afirm atrevidamente su prediccin. Los Matrimonios se arreglan para ganar poder, alianzas, propiedades u oro. En lo Profundo en su corazn, ella saba que l tena razn. Pero ella no poda admitirlo. No, no ante l, ni siquiera ante s misma. No puedo hacer esto, dijo ella fervientemente. Por Dios, no puedo!

Te sugiero que te prepares, Sabrina. Nuestro matrimonio tendr lugar maana. No Hay nada que puedas hacer para detenerlo. Ni un asomo de sonrisa rompi la lnea severa de sus labios. l estaba siendo completamente despiadado, completamente determinado. Cuando l se dio vuelta, Sabrina sinti como si un viento fro le hubiera soplado a travs de su corazn. No pudo evitarlo. Una desesperacin amarga descendi como una nube oscura. Sinti que su corazn se aplastaba, como si hubiera sido pisoteado por miles de cascos de caballos. Se desliz hacia el piso y llor. Mas Tarde, despus de una hora ella estaba resuelta. Su mente vol con una nueva idea. Si pudiera contactar de alguna manera a Jamie, podran escaparse. Tal vez l todava no se haba ido. No le importaban donde iran. Incluso sera capaz de vivir entre los malditos ingleses! Solamente le importaba estar lejos, lejos de Ian lo suficientemente lejos para que nunca la encontrase. La comida de la noche dur una eternidad. Poda sentir la mirada fija de Ian, ardiente y oscura. Su Padre en silencio y desaprobador como siempre. Incluso Alasdair apareca inusualmente sometido. Si estaba sorprendido por las noticias de que ella deba casarse con su primo, l no lo revel. Cuando fue hecho, ella huy al santuario de su habitacin. Una vez all, junt un poco de ropa y la guard en una bolsa pequea. Cuando estuvo segura que todos en la Fortaleza estaban en sus camas, se desliz en silencio a travs de los corredores obscuros y sali al patio. Ensill a la pequea yegua que siempre montaba. La luna estaba llena. Estaba agradecida por la luz que echaba sobre la tierra como una antorcha plateado. Si la oscuridad hubiera sido plena, ella jams se habra aventurado a seguir adelante. Borde el bosque, porque no posea el coraje suficiente para penetrar en sus profundidades. Se rega internamente por esto, porque de esta manera el viaje le tomara ms tiempo. Pronto el viento comenz a soplar. La luz brillante de la luna comenz a decolorarse. Un banco denso de nubes comenz a oscurecer el cielo. Sabrina se puso nerviosa. Su coraje comenz a erosionarse. Se sobresaltaba con cada pequeo ruido. De alguna manera logr orientarse. Record que Jamie viva justo despus de la subida siguiente. Podra lograrlo. Tena que lograrlo. Una niebla densa comenz a caer a su alrededor. En pocos minutos se convirti en un chaparrn. Sabrina tembl de fro. Qu tonta haba sido en no traer su capa, pens. Y entonces sucedi. Una enorme luz destell delante de ella. Un zigzag de luz relampague en el cielo, como lanzado por una mano poderosa desde arriba. Un trueno rugi a travs de la tierra, sacudindola. Su yegua se aterroriz y se encabrit lanzndola hacia adelante, y casi hizo caer a Sabrina. Inclinada hacia delante se aferr a las crines de la yegua, que corri como si el mismo diablo la persiguiera. Las ramas se le venan sobre la cara. Una rfaga de viento casi le quit la respiracin. Entonces la yegua perdi el equilibrio. Con una sensacin horrible de lo inevitable, Sabrina se sinti lanzada violentamente hacia la derecha. Las crines de la yegua se deslizaron a travs de sus dedos. Con un grito, Sabrina aterriz pesadamente sobre su propia espalda. Permaneci as, atontada. Instintivamente, supo que no se haba daado, pero le llev algunos instantes recuperar la respiracin. Una

sensacin siniestra le puso los pelos de punta. Lentamente dio vuelta la cabeza. Otro relmpago ilumin la oscuridad. Fue entonces que se dio cuenta de que no estaba sola. Vislumbr la silueta de un caballo y su jinete contra el cielo cargado de nubes de tormenta. El corazn de Sabrina pareci detenerse, para luego volver a latir acelerado. Para un momento aterrorizante, ella mir fijamente, rogando estar equivocada, deseando estarlo. Para aunque su figura estaba oscura, no distingua su cara, Sabrina supo que era l Ian. Ian subi las escaleras lentamente, su mente estaba preocupada. Las palabras que Sabrina haba dicho lo carcoman. Una promesa dada es una palabra empeada. La frase casi le era familiar. De hecho, no poda dejar de pensar en esa frase y entonces hizo memoria. De la nada, un cierto recuerdo se hizo consciente. Una promesa dada es una palabra empeada, muchacho. l estaba estado sentando sobre las rodillas de su padre, mirando fijamente la cara de l, barbudo y atento. S, no fue de la boca de Sabrina que haba odo esas mismas palabras por primera vez que, se dio cuenta de repente. Su padre David haba intentado inculcar en su hijo sus propias cualidades que lo hicieron un hombre de honor. Pero era una cosa extraa para que Sabrina le dijera, o no lo era? Sabrina. La lnea de los labios de Ian se puso tensa. No poda evitarlo. Desconfiaba de ella. Durante la comida de la noche, ella escasamente haba dicho una palabra. En vez de la demostracin de abierto desafo que lan haba esperado de ella, Sabrina haba estado cabizbaja. Su padre la haba tratado secamente cuando ella apareci para sentarse a la mesa. Todava no te sientes! Duncan haba rugido. Puedes unirte a nuestra cena solamente si reconoces que este matrimonio entre vos e Ian se celebrar maana. Ian levant una ceja y mir los ojos de ella como un cazador estudia a su presa. Como toda respuesta a su escrutinio, ella haba evitado mirarlo directamente como si estuviera convencida de que l le hara algn tipo de hechizo mirndola. Si Ella haba susurrado. Ella haba aceptando. Demasiado fcil, demasiado sumisa, Ian decidi rumiando. Demasiado mansa. Sabrina No era as. Con cada paso que lo llevaba hacia la habitacin de ella, se convenca cada vez ms. Golpe con fuerza la puerta. Cuando no hubo ninguna respuesta, Ian la llam por su nombre. Y no hubo ninguna respuesta. Ian no vacil. Se lanz contra la puerta abrindola y entr. Su mirada busc en la cama que ocupaba el centro del cuarto. El cobertor estaba hundido en el medio del colchn. l debi haber dado por satisfecho. Pero... tratndose de Sabrina. Sabrina, dijo l en alta voz. La figura debajo del montn de mantas no se movi. Ian Estrech los ojos. Pate los pies repetidas veces en el piso mientras que cruzaba el cuarto hacia la cama. Grit su nombre varias veces. Sin respuesta. En un movimiento rpido l tir el cobertor hacia un lado. Un insulto sofocado se escap los labios mientras que miraba dos mullidas almohadas que ocuparon el lugar que su cuerpo debera estar ocupando. Bruja! l maldijo. Tres pasos lo llevaron a travs de la puerta y hacia el pasillo. Una bsqueda rpida en los establos le revel que su yegua no estaba. Sabrina pensaba escapar? Bien, la pequea bruja poda intentarlo pero no tendra xito. Fue

ese pensamiento lo que lo estimul a continuar su camino en la oscuridad, hasta que finalmente encontr lo que buscaba. Desde lo alto de su montura, la vio luchar para ponerse de pie. Lo hizo con toda la dignidad de una reina, en verdad, admir su espritu an cuando luchaba para controlar su clera. Ian se baj del caballo, y habl en un solo comando. Ven a m, Sabrina. El Mentn de ella se levant. Lo despreciaba abiertamente. Ir con vos? ella grit. Nunca! Incluso a travs de las sombras oscuras, l pudo ver el chisporroteo en los ojos de ella. Por qu huiste, Sabrina? Has perdido el coraje que poseste alguna vez? Su labio se curv. No eres la Sabrina que conoc. Y ese no era el Ian que ella haba conocido alguna vez. Su mandbula apretada anunciaba una clera incontenible. El nio que ella haba conocido una vez ya no exista, y en su lugar haba un extrao que no conoca -- un hombre que era temido entre los escoceses por ser el ms feroz de los guerreros. Su tono de voz destilaba un fro desprecio. La noche oscura no permita echar una ojeada a sus ojos, sin embargo ella saba que su furia rivalizaba con la fuerza de un trueno haciendo eco en la tierra. Sabrina no deseaba admitir que, en lo profundo de su ser, una cierta parte de ella tema su rabia. Cuando ella no hizo ningn movimiento hacia l, Ian perdi paciencia. Dos pasos lo llevaron ante de ella. Sabrina jade mientras que ella se encontraba agarrada y levantada. Tuvo una breve sensacin de mareo y la cosa siguiente que supo, fue que estaba encima de su montura. Antes de que pudiera hacer algn movimiento o incluso pensar, Ian hiciera se subi detrs de ella. La aferr con su brazo de hierro, apretndola contra su extenso su pecho. Sabrina no estaba preparada para la sensacin del contacto con su trax, tan duro y tan caliente... tan innegablemente masculino. Una sacudida por el shock y por el pnico le recorri el cuerpo e. Trat de ponerse lejos de l, intentando distanciarse no solamente de l sino de la sensacin de intimidad que la perturbaba. Pero su brazo la apret. Su voz, baja y vibrante, le lleg ms all de su odo. No me pongas a prueba, no hagas que pierda la paciencia. Te advierto que no tolerar ms de tus trucos. Dobl la cabeza y pido echar una ojeada a sus ojos. Su asimiento era como su expresin, completamente inflexible. La desesperacin se instal alrededor en su corazn. Le pareca imposible que l la hubiera seguido en un a noche de tormenta. Pero lo haba hecho, y ahora ella maldeca internamente por el cruel golpe que le destino le haba dado. Ian gir su caballo, despus lo espole levemente y partieron de vuelta hacia Dunlevy. Mantuvieron un silencio frgido hasta arribar a la fortaleza. A pesar de su advertencia, Sabrina se sostuvo tiesamente lejos de l. En consecuencia, al llegar al establo todos los msculos le dolan. Una llovizna fra haba comenzado a caer. Ian salt primero a tierra, despus llev extendi sus manos para ayudarla a bajar. La expresin de ella era de rebelda, Sabrina dese golpear esas manos para alejarlas. La mirada fra de l transmitan la promesa de devolverle el golpe si ella se atreva a rechazar la ayuda, pero a Sabrina no le import que l notara su repugnancia. Apretando fuertemente sus dientes, ella coloc

ligeramente las yemas de sus dedos en sus hombros mientras l la hizo depositaba sobre el suelo. Ian la solt de inmediato y ella se dio vuelta y se alej, como si ninguno de los dos pudiera tolerar ser tocado por el otro. Pero para su humillacin, los dedos de l le aferraron su brazo como comenzaron el camino hacia el saln. Sabrina gir y lo mir furiosa. Conozco perfectamente el camino! ella dijo secamente. Con una media sonrisa, l respondi Yo tambin, mi querida. l march adelante, sus pasos largos eran tan rpidos que ella casi tuvo que correr para mantenerse a la par con l. El viento aull mientras ellos suban las escaleras; una lluvia feroz azotaba las paredes. El orgullo de Sabrina estaba extremadamente herido para el momento en que llegaron a su habitacin. l verdaderamente pensaba que ella era tan mansa y sometida como para rendirse ante de l incondicionalmente? Bien, pronto descubrira que tratar con ella no sera tan fcil ! Ella se zaf de su asimiento en el instante en estuvieron dentro de su habitacin. No se sorprendi cuando l cerr la puerta y deliberadamente se dio vuelta hacia ella. Su expresin proclamaba su satisfaccin. Bien ya me trajiste de vuelta sana y salva a Dunlevy. Su voz son tan clara como una campana en una maana soleada de verano. Ella lo maldijo con sus ojos, as como ella lo maldijo con su lengua. Pero de verdad piensas que todo termina aqu? Realmente piensas que se termina aqu y ahora? Una sonrisa borde sus labios. S, l afirm simplemente, porque maana sers mi esposa. No estamos casados todava , ella le record. No puedes tener lo que no quieres dar. No puedo? l se movi con una rapidez que hizo casi la hizo gritar. En un movimiento veloz, los brazos de Ian la atraparon, atrayndola cerca -- ms cerca todava! -- tan muy cerca de l, que ella poda las manchas gris oscuras en el iris de sus ojos. Sabrina qued atnita de encontrar una sonrisa lmpida en el rostro de Ian. Deberas estar contenta de que fui yo y no tu padre quien te encontr. Ella tembl. Prefera ser golpeada que encerrada como l haba hecho cuando era una nia. Pero estaba determinada a que Ian no vislumbrase ninguna debilidad en ella. Sabrina levant una ceja, arrogante y desafiante. Qu? Ahora espera que te de las gracias? No! Dime la verdad, Sabrina. Realmente deseas permanecer aqu con tu padre? Su mirada fija fue hacia la contusin que obscureca su mejilla. Ella capt el significado de su pregunta inmediatamente. No Necesito a nadie para protegerme, ella replic. No te necesito! Puedes no necesitarme. Pero me tendrs te lo aseguro -- l curv sus labios en algo que apenas se asemejaba a una sonrisa -- a lo mejor esta misma noche. Su corazn tembl. Fue poseda por una sensacin del temor extremo. Qu quieres decir? ella susurr. Su mirada fija y persistente la recorri por largos segundos, detenindose en sus pechos. Sabrina se ruboriz, porque eran como si l la estuviera desnudando. Sus palabras fueron. Solamente eso, Sabrina. No quiero cometer ningn error, dijo l firmemente. Ahora eres ma, tan seguramente como sers ma

maana. No hay nadie que pueda detenerme si decido que seas ma aqu y ahora. Ella dio un grito impotente de la rabia. Por qu? Por qu insistes en este matrimonio? Te lo he dicho. No deshonrar el deseo de mi padre de ver a nuestros clanes unidos. Pero yo nunca te he cado bien! La sensacin de su cuerpo contra el suyo hizo estallar una rfaga de emociones. Su mirada fija vag y luego volvi a su cara. Las mejillas se tieron de un intenso rubor. Sus labios eran del color de las frambuesas maduras de verano, hmedos y rellenos. Ian sinti una oleada inequvoca de deseo. Comienzo a pensar que me gustas demasiado, l gru. l la solt, y le dio una orden concisa. Desndate, l fue su comando. Sabrina se qued boquiabierta. No puedes , casi no poda pronunciar las palabras l . Ian no dio vueltas para hablar. Acostarte con vos? Sabrina abri y cerr la boca. Un cabeceo fue todo lo que ella pudo hacer. Escasamente poda apartar la mirada de su cara. l estuvo silencioso por un momento, mirndola con una apreciacin crtica. Y si lo hiciera? Te opondras? S! ella grit. Porqu? Su mente pareca girar. Sabrina dijo la primera cosa que se le cruz por la cabeza. Porque nosotros... no estamos casados todava ! l pareci considerar su respuesta. Es Verdad. Pero todo es cuestin de una noche, qu importara? Su calma suave era de alguna manera ms espantosa que todo lo dems. Sabrina no tena respuesta y por lo tanto no dijo nada. l cruz sus brazos en el pecho, observando su vestido. Una ceja oscura se arque hacia arriba. Todava tienes que hacer lo que te ped, Sabrina. Sugiero que seas rpida, a menos que quieras que lo haga por vos. Mirndolo, Sabrina casi poda creer lo que l deca. Nunca haba visto a un hombre tan determinado con sus propsitos. l tena razn. NO Haba escape posible. Ningn escape para su destino. Sus manos temblaban mientras desataba los cordones de su vestido. La irritaba quitarse la ropa delate de l. Esta sera la segunda -- Cielos Santos, dos veces ! que l la vera desnuda. Pero esta vez, l no le dio ninguna opcin. Ni se dio vuelta como hizo esa vez en la laguna. Por el contrario, l la atormentaba con la mirada incesante de sus ojos mientras esperaba ser p obedecido. Con una inspiracin profunda, ella dej resbalar su vestido por los hombros; hasta que qued alrededor de sus tobillos. Con movimientos temblorosos, ella tom el borde de su chemise y se lo quit por sobre la cabeza. Ahora no tena nada que la protegiese del vagabundeo de esos ojos color acero. Sabrina se ruboriz profundamente mientras que la mirada fija de Ian la recorra de pies a cabeza. No poda detectar ninguna aprobacin en su cara! Por Dios, no deseaba su aprobacin! De hecho, en ese momento, ella rez para que l la encontrara repulsiva. Pero entonces l sonri, una sonrisa que fue creciendo lentamente y que hizo que el pnico la invadiera. Ella se dio vuelta y se meti en la cama, subiendo de un tirn el cobertor hasta mentn. Muy tarde se dio cuenta lo que haba hecho. Haba buscado refugio en el lugar que deseaba evitar... la cama!

Tragando con dificultas, ella levant la cabeza. Su mentn cay cuando ella vio que l enfilaba hacia la puerta. Sus puos se trabaron debajo de su mentn. A do... dnde vas? En el umbral, l se dio vuelta para mirarla de frente, entonces hizo una reverencia. Pasar el resto de la noche fuera de tu puerta, dijo l suavemente. Sabrina parpade de. Pero por qu? Por qu, preguntas? l emiti una risa corta, penetrante. Porque no confo en vos no intentars huir. Sabrina se qued en silencio por un momento. l la haba trado ah, y ella haba estado segura de que tendra que tolerar las consecuencias de su rabia como siempre haba hecho con su padre. Solamente que ahora Ian estaba haciendo algo que ella nunca haba esperado: iba a irse y la dejaba sola. Sabrina no saba si rer o llorar. En cambio ella no hizo ni lo uno ni lo otro. Yo... No me escapar, dijo ella con voz muy baja. Tienes mi palabra. Mi... mi promesa. Hacer el juramento le cost mucho. Pero a diferencia de l, ella pens amargamente, ella mantendra su palabra. La sonrisa de la boca de Ian no lleg hasta sus ojos. No necesitas preocuparte, muchacha. No importa cuanto desees lo contrario, me temo que no encuentro tu palabra particularmente creble en este momento. Sabrina cerr la mandbula. La ira se transmiti en su mirada y luch para encontrar una rplica apropiada. Pero para el momento en que ella abri la boca, l se haba ido. Esa misma noche una figura oscura se desliz fuera de la fortaleza sin ser vista. Cabalg por largo tiempo hasta una minscula choza de cultivadores oculta profundamente en el bosque. Desmont y camin hasta la puerta. Probndola, la encontr abierta. Abrindola de par en par, camin audazmente dentro del lugar. Su mirada fija vir hacia la cama contra la pared ms lejana. No pusiste la tranca, l afirm sin prembulos. Una suave risa femenina llen el aire. Para qu? Saba que vendras. Sin embargo, no es sabio ser tan descuidada. Ella apret sus Labios rojos y hmedos. Por qu? Todos no procedieron tal y como habamos previsto? Su ceo se frunci. S, dijo l con una risa sonora. Pero no creers que ms ha sucedido l debe casarse con Sabrina. La mujer en la cama se incorpor para sentarse. Qu! Cundo? Maana, fue su contestacin. Te das cuenta que esto hars las cosas ms difciles. La mujer se levant de la cama. El cobertor cay lejos, revelando su cuerpo desnudo. No, dijo del ella con una sonrisa. Solamente har las cosas ms interesantes. Cmo? La risa de ella creci. Ellos dos? Me atrevera a decir que se me matarn entre ellos ! Ha! Su sonrisa se ensanch. Si lo hicieran ! Nos ahorrara el trabajo. l estuvo en silencio por un momento. Seguirs pronto? S. Debo hacerlo. Los ojos de ella brillaron con el fuego del hogar. Ella le hizo una sea para que l se acercara. Ahora ven, mi semental. No pensemos en ellos, sino en nosotros. Ella se desliz en la cama. Arque sus pechos y se juguete con sus pezones, en una invitacin silenciosa.

El hombre inspir una gran bocanada de aire. Ella era lujuriosa, no cuan feroz fuera su acoplamiento, ella siempre estaba lista para ms. Su miembro ya duro como una piedra, no necesitaba ningn otro estmulo. Se quit la ropa y se movi para unirse a ella. Pero cuando l se extendi para alcanzarla, ella lo detuvo con una mano en su pecho y una sacudida de su cabeza. Sin palabras ella se puso de rodillas antes l. Y estaba claro, que decir alguna palabra en ese momento era imposible, porque solamente en un instante los dedos recorrieron el vello oscuro de su bajo vientre. l gimi mientras que ella lo frotaba ligeramente y exploraba su entrepierna. Y poco despus lo tom en su boca Suavemente, absorbidos por los sonidos de sus gemidos de placer, Ian MacGregor fue olvidado. Captulo 8 La luz del sol blanque el cielo cuando Sabrina despert la maana siguiente. En un cierto punto durante la noche, con claridad dolorosa ella lleg a la conclusin que nada haba que ella pudiera hacer para parar este matrimonio. Internamente esta desbastada de comprobar que su destino ya no le era propio, con dolor reconoci que en realidad nunca haba sido propio. Te olvidas, le susurr una voz en su cabeza, que tampoco era la eleccin de Margaret casarse con Ian. Una punzada de culpa se le clav en el corazn. Esto era verdad, ella admiti. Pero Margaret nunca se haba opuesto a casarse con Ian. Ella no amaba a otro. En ese momento Edna entr. Mi lady, ella dijo con excesiva efusin. Oh, todava est en la cama ! Hoy es su da de bodas ! Ella hizo una mueca de desaprobacin. Vamos, a levantarse! Debemos apresurarnos, o nunca estar lista para el medioda. El medioda. La desesperacin tom su corazn. Para Sabrina, pareca ser una declaracin de su sentencia de muerte. Si no fuera por la presencia de Edna, nunca habra reunido la energa para salir de la cama. Edna aplaudi y varios criados entraron la baera de madera. Mientras que Sabrina estaba en remojo, Edna apresur a hacer cosas en el cuarto, bsicamente alistando su ropa. Edna haba sacado su mejor vestido, el de terciopelo color marfil. Sabrina apret los labios, despus sacudi su cabeza. Se senta claramente rebelde. Pienso que usar otro, dijo ella enrgicamente. Viendo que los ojos de Edna se haban abierto de par en par como dos lunas llenas, se en camin al bal y sac h otro. Mas Tarde Sabrina estaba vestida con una prenda de lanas gruesa, hecha andrajos en las mangas y el dobladillo. Era un vestido que ella usaba para hacer las tareas de la casa. La boca de Edna se abri, y luego se cerr. Pareca completamente perpleja. Tampoco llevara el cabello suelto, como se esperaba que una novia hiciera. Lo at de en una sola trenza que despus sujet firmemente en la parte superior de su cabeza. Tambin evit la coronilla de flores frescas que debera usar en su cabeza. Tal vez era un capricho de parte de ella, pero no celebrara ese da de ninguna manera. Edna pareca a punto de llorar. Sabrina no tena ningn deseo de consternar a la criada, as que sonri y la bes suavemente en la mejilla. No te preocupes, Edna. Nadie te culpar.

Una serie de golpes se oyeron en la puerta. Sal ya mismo, muchacha! Duncan grit. El sacerdote aguarda! Ella contest sin abrir la puerta. Estar lista en un momento, Pap. Te Esperar en la capilla! l grit. Sus pasos se oyeron alejndose por el corredor. Ella estaba parada ante un espejo pequeo montado contra la pared. Observ de cerca la fea contusin en su mejilla. Edna le tir de la manga. Mi lady, ella murmur, vez tal un poco de polvo... No. Sabrina habl con conviccin repentina y alarmante. Enderez los hombros. Su padre le haba hecho esto a ella. Dejara verlo, dejara que todos lo vieran, no ocultara la verdad. Forzando una sonrisa, respir profundamente y se acarici el pelo. Por primera vez, ella comenz a pensar en lo que lo estaba a punto pasar ese da. La capilla era minscula, situado cerca de la torre norte. Mientras que avanzaba Sabrina, vio a un grupo pequeo parado al lado del altar. Era hacia all que ella diriga sus pasos. El sonido suave de sus zapatos revel su presencia incluso antes de que cada uno de ellos se diera vuelta para mirarla. Sabrina se detuvo. Su Padre estaba parado a su izquierda, Ian y a Alasdair, a su derecha. Toda estaba tranquilo como tumba. Los ojos del padre Stewart pivotearon entre ella e Ian. La mirada fija de su Padre era letal. Pareca listo para estallar. Por un instante, ella temi que l hiciera exactamente eso, y tembl al pensar en su rabia. Por otra parte, la expresin de Alasdair era espectacular. Al principio, estaba asustado. Pero pronto sus ojos se redondearon, y ella observ como luchaba para suprimir una sonrisa. Finalmente, estaba Ian. l estaba resplandeciente con su vestimenta escocesa, su plaid le cruzado sobre su hombro d. En una mano sostena a cabo su sombrero montas, adornado con la divisa de los MacGregor, la cabeza de un len rematada por una corona antigua. En cualquier otro momento, ella podra haberlo considerado impresionantemente guapo. Pero ahora, su boca se curvaba hacia abajo mientras sus ojos recorran la figura de ella. Sabrina se regocij secretamente -- su vestido le disgustaba. Oh, sin duda l habra preferido a una novia deseosa y ruborizada. Pero l haba querido ese matrimonio, y ahora deba soportar las consecuencias. Porque Sabrina no deseaba ninguna parte de este matrimonio. No deseaba a ninguna parte de l, y no le importaba que todos se enterasen de eso. Con una valenta ella no saba que posea, Sabrina levant su mentn. Procedemos? Ian dio una sonrisa forzada. Por supuesto. l extendi su brazo. Sabrina vacil un segundo, despus coloc su mano sobre su brazo. Debajo de las yemas de sus dedos ella poda sentir el calor emanar de su cuerpo. Los msculos de su antebrazo estaban rgidos. Juntos caminaron hasta estar delante del padre Stewart. Los minutos siguientes pasaron como en una nebulosa. Por primera vez se dio cuenta que a partir de ese da en adelante, ella le pertenecera a l, una posesin, un pieza en juego de alianzas y poder. l no la adorara tiernamente, como Jamie habra hecho, ella pens con una punzada de dolor. l no la amara hasta el cielo y ms all, como Jamie. Ella no significaba nada para l, nada en lo absoluto. l estaba parado

al lado de ella, sus facciones fijadas en fra rigidez en lneas, fras y austeros y formidables tan fras como su vida sera a partir de ese da. Un dolor hueco le perfor el pecho. Su corazn lloraba con angustia. No deseaba esto! Deseaba amor y felicidad. Deseaba huir de la iglesia y nunca volver. Como si l detectara cada uno de sus pensamientos, el apretn de Ian se acentu levemente en su mano. Sabrina no pudo evitarlo y ech un vistazo a su perfil. Los ojos de ambos se encontraron, gris acero con verde hierba. Por Cunto tiempo l la haba estado mirando? ella se pregunt casi frenticamente. Sus ojos entonces parpadearon, y dentro de la profundidad cristalina de sus ojos brill tenuemente un desafo tcito, un desafo que su orgullo no poda pasar por alto. Su espina dorsal se enderez, tiesa como lanza. El resto de la ceremonia procedi sin incidentes. Sabrina dijo sus votos en un tono bajo y claro, Ian en un bartono constante. Entonces todo haba terminado. Confusa, Sabrina oy a su padre pronunciarlos marido y mujer. Ian se dio vuelta hacia ella. Un brazo duro resbal por su espalda. Todos a la vez los nervios de Sabrina se pusieron tensos. Ella ley su intencin en la curva arrogante de su sonrisa. Sus labios se abrieron pues ella quera expresar su negacin. Ian no lo permitira, de hecho no lo permiti. Sus brazos la atrajeron cerca -- muy cerca de l ! Vio sus ojos, ferozmente radiantes, antes de que su boca descendiera sobre la suya. Su abraza era rgido y tenaz, su beso como una marca de un hierro ardiente -- y s, la marca de un hierro caliente se usaba para proclamar una propiedad. Aunque las mejillas de Sabrina ardan dolorosamente, ella expres su descontento. En ese momento casi lo odi para su poder sobre ella. Alasdair aclar su garganta y le dio una palmada calurosa en la espalda a su primo, despus se dio vuelta hacia Sabrina. Ahora te llamar prima tambin, l brome. De alguna manera ella logr esbozar una sonrisa tiesa. Mas tarde en el gran saln, un banquete haba sido preparado. Varios parientes haban llegado para ofrecer sus felicitaciones. Ian permaneca a su lado, aferrado como una garrapata, ella decidi - con su brazo trabado sobre su cintura. Sabrina hubiera querido empujarlo lejos de ella y gritar que todo era una charada, una mentira. l se rea y hablaba con facilidad; uno podra haber credo que esto era un acontecimiento que l haba deseado por aos. Pero mezclada con su ira estaba otra sensacin, enteramente diferente. Ian era alto y corpulento, completa y enteramente masculino. La haca sentirse pequea y desamparada de alguna manera, cosa que ella no le gustaba en lo absoluto. Sabrina tena poco apetito, aunque Ian no pareca sufrir tal problema. l comi y bebi abundantemente. Sentada al lado de l en la cabecera de la mesa, su mirada se dirigi repetidas veces a sus manos. Un pequeo temblor la domin. Sus manos eran como su cuerpo, largas y fuertes. Un Sedoso vello oscuro cubra sus antebrazos. Sabrina se preguntaba frenticamente si el mismo pelo denso cubrira el resto de su cuerpo. Su mente vag preguntndose hasta donde tendra vello. Por primera vez desde la noche anterior volvi a temer acostarse con l. Ayer ella haba expresado su protesta que podra hacerlo ahora que estaban casados. Ese obstculo ya no exista ms, y l tena todo el derecho de hacer lo que deseara con ella. Ian la haba visto su desnudo, s, pero l nunca la haba

tocado. Pero ahora l podra acariciarla donde l quisiera y cuando l quisiera. Ella trag, su boca estaba seca. Casi poda sentir la fuerza caliente de sus dedos resbalando por su cuerpo. No Haba forma pararlo; l nunca prestara atencin ciertamente a su deseo ms ardiente que era ser dejada en paz. Sus pensamientos se tornaron obscuros. Ella no se haba entregado a Jamie, pero... oh! cmo ella deseaba haberlo hecho. Su pecho le dola con la fuerza de la emocin reprimida. Un miedo fro se filtr en su cuerpo. Haba sobrevivido la ceremonia pero cmo sobrevivira la noche por venir? Su respiracin se aceler. Deba encontrar una manera de detenerlo. De alguna manera Ests asustada de m, esposa? Esposa. Sabrina confin su atencin a la copa de plata ante de ella en la mesa. No Haba ninguna dulzura en esa palabra, nada mas que mofa arrogante. A l esa palabra era nada ms que una aguja para pincharla, para lastimar su punto dbil. Para ella, ser esposa era una maldicin. No. Sabrina tuvo que forzar el sonido ms all de la tirantez en su garganta. Entonces mrame. Su voz era algo spera. Sabrina lo mir automticamente, slo para lamentarlo inmediatamente. Sus ojos estaban fros y distantes. El gesto de su boca era duro y para nada sonriente, el cuadrado de su mandbula, inflexible. Su mirada fue hacia abajo, para observar su cuello era grueso y musculoso. Una enredada mata de vellos creci salvaje en la base de su garganta. Ella pens en lo que haba oculto debajo de su ropa y tembl con un miedo que ella nunca antes haba conocido, miedo a lo desconocido. Baj los ojos, determinada a no revelar ninguna otra debilidad. Pero de repente ella arda por dentro. Una clera irrefrenable flua por sus venas. Resenta a Ian ferozmente por haberla llevado a esa situacin. Y tambin, de repente, se vio consumida por el deseo ferviente de herirlo, de hacer que lamentase el da que se haba casado con ella. Las cejas oscuras se juntaron. Qu ests pensando? pregunt l. Quizas no te gustara saberlo, ella murmur. Si, quiero. Ahora dime, Sabrina. Lentamente, ella encontr su mirada. Si quieres saber, pensaba en Jamie. Por qu? Su tono era conciso. Porque es con l con quien debera estar casada. Con esfuerzo riguroso, ella guard el veneno de su declaracin. Haras bien en olvidarte de l. l ya no es ms parte de tu vida. Los ojos de Sabrina se obscurecieron. Nunca me olvidar de l. Nunca. Su voz son baja y ferviente. Los nudillos de Ian se pusieron blancos aferrando la base de su copa. Aunque no habl, Sabrina saba que ella no poda ni imaginarse la extensin de su tensin repentina. Si te hubieras casado con Margaret, ella afirm desafiante, te habras casado con una mujer pura como la nieve recin cada. Ella sonri dulcemente. Te incomoda, Ian, que otro hombre haya usado lo que ahora te pertenece a vos? S, puedo ver que te molesta. Quizs deberas haberme tomndome ayer a la noche despus de todo, ella continu. Ah, pero fue tu eleccin. Entonces lo habras confirmado en persona y podras habernos ahorrado a ambos esta situacin. Sabrina contuvo la respiracin. De hecho, a lo mejor ella todava podra salvarse de la noche de bodas. Si lo convenca que ella se haba acostado con Jamie, Ian podra no desearla. Una anulacin podra ser obtenida Ian Estrech los ojos. Su voz era peligrosamente reservada. Admites que te has acostado con l?

S, dijo ella. Ian estaba enojado. Ella poda verlo en la tirantez que de repente apareci en su boca. Ella sabore su victoria Pero la victoria fue extremadamente breve. En un movimiento flido l se puso de pie. Un beso, l dijo de repente. Quiero un beso de mi esposa. La desesperacin le llen el pecho, porque los ojos de l estaban brillantes. El no era lo que ella haba esperado, en lo absoluto! No puedes, ella grit. No otra vez! Yo puedo. Las manos se aferraron a los hombros de ella, y la atrajo contra su cuerpo . Y por Dios, que tendr mi beso. No le import que hubiera gente presente mirando ... y gritando hurras!!!. Su beso no fue dado con dulzura, o con deseo, ella pens amargamente. Era un castigo, un sello de posesin y ambos lo saban. Si hubieran estado a solas, ella lo habra resistido con todas sus fuerzas. De hecho, l no le dio ni espacio para moverse y mucho menos para luchar. Sus brazos la envolvieron. La apret contra l de la cabeza a los pies, tan firmemente que ella apenas poda respirar. Su boca la devor. Sabrina no poda hacer nada ms que aguantar la exploracin profunda de su lengua en su boca. Lagrimas se amontonaron en sus ojos, porque Jamie nunca la haba besado como Ian la besaba ahora. Su corazn clamaba que esto era una injusticia, porque incluso en esto l se estaba burlando de ella. Para el momento en que l la hubo soltado, ella estaba dbil y jadeando para recuperar el aliento. Sus dedos estaban aferrados en el frente de su camisa; y esa era la nica manera en la que ella pudo seguir de pie. Pero Sabrina baj la cabeza, porque se rehusaba a dejarlo ver cuan sacudida realmente estaba. Pero l tena otro golpe que dar. Los gritos y los silbidos explotaron mientras que Ian levantaba su cabeza. l dio un saludo triunfante a los invitados y despus ech un vistazo a ella. Ahora Sabrina se haba recuperado lo suficiente como para mirarlo con una cierta dosis de frialdad. 'Es bueno que ests vestida como para viajar su mirada la recorri hacia abajo para indicar su vestido viejo de lana me complace no tener que esperar que te cambies. Sabrina parpade de. Qu? dijo ella dbilmente. Te ests yendo? El sonri. No, muchacha. Nos estamos yendo l la corrigi. Es hora de que vuelva al castillo MacGregor. El pnico la invadi. Ella no estaba todava lista hacer frente a ese mundo, su mundo, como su esposa. Anduvo a tientas en busca de una excusa. Pero... qu hay sobre la celebracin? Y mis cosas todava no estn embaladas. Ah, pero lo estn, l le inform. Edna se ocup ello. Y no tenemos ningn tiempo para ninguna celebracin. Pero se hizo tarde. No hay muchas horas de luz por delante hoy No importa. Haremos lo que se pueda hoy y Estamos que mucho ms cerca de las Tierras Altas de y casa. l no la engaaba. Sabrina saba porque l estaba impaciente por partir hacia las Tierras Altas. No le dara ocasin de escaparse otra vez. Y tal vez l saba que el marcharse tan pronto la disgustaba y eso sin duda lo satisfacera inmensamente ! Un ardor lento creci en las venas de ella mientras que l informaba a Duncan y a Alasdair. Tan pronto como los caballos estn listos, nos vamos. Duncan aplaudi y envi a un hombre a alertar al jefe del establo.

Un cuarto de hora despus, estaban afuera de la entrada al gran saln. Alasdair ya haba montado. Esperaba cerca de los portones. Aunque la auto compasin no era propia de Sabrina, las lgrimas amenazaron, calientes y ardientes. Estaba por irse del nico hogar que ella haba conocido, con un hombre al que no conoca, y partan hacia un lugar en el que nunca haba estado. Los criados de la casa haban formado en lnea ante de la escalera de piedra ancha. Sabrina los llam a cada uno por nombre. Les dio las gracias por sus servicios. Edna fue la ltima que salud. La pequea criada ya lloriqueaba. Sus mejillas y nariz estaban rojas. Convocando un esbozo de sonrisa, Sabrina le toc su hombro. No llores, Edna, intent bromear, yo lo har tambin pero mas tarde. Era una broma a medias. La Explosin del llanto de Edna fue un lamento ruidoso. Mi lady, la extraar terriblemente! Sabrina extendi sus brazos y la abraz ferozmente. Y yo a vos, ella susurr. Reza una oracin por m, lo hars? Diariamente, Edna prometi. Intercambiaron un abrazo afectuoso, entonces sollozando Edna huy hacia el saln. Solamente restaba su padre. l haba estado caminando impacientemente mientras que esperaba su turno, pero ahora se haba detenido. Ninguna muestra de emocin habit su expresin, ni tristeza ni alegra. Sabrina lo mir lentamente. Era un momento muy difcil. No saba qu decir. No saba qu hacer. A pesar de todo, l era su padre y ella lo amaba. Y ahora anhelaba una muestra pequea que l corresponda a su sentimiento, aunque fuera en parte. Sus ojos vacilaron. l ech un vistazo por encima de su hombro, hacia Ian, quien estaba parado esperando cerca de su caballo. Con un Gruido l habl. He odo que tu nuevo marido puede ser un hombre severo. Te rogar que seas mejor esposa que hija. Sabrina retrocedi. Sus palabras eran como una estaca clavada en su corazn. Se sinti deshacerse por dentro. Oh, debi haberlo sabido! ella reconoci con cruda sinceridad. Su padre tena nada para darle ella, ningn resto de afecto o amor. Pues no era una sorpresa, porque ella no era su amada Margaret. Sabrina trag airosamente sus lgrimas. Se arm con orgullo y dignidad, que todo lo que le quedaba. Quizs era todo lo que siempre haba tenido. Que Dios est contigo, Pap, dijo ella claramente. Se puso en puntas de pie y bes su mejilla, luego camin hacia su yegua. Aunque su espina dorsal estaba recta como flecha, dentro de ella se haba roto en infinitos pedazos. En el momento siguiente, las manos de Ian estaban en su cintura mientras l la levantaba hacia la silla de montar. No poda mirarlo a los ojos ! l haba odo el descorazonado saludo de su padre? Se sinti desnuda y expuesta. No, ella rog. Por favor, Dios, no. Para si l lo hubiera odo, su vergenza no tendra lmite. Segundos despus un tro de jinetes pas a travs de los portones. Sabrina ech un vistazo hacia atrs, hacia Dunlevy. La luz del sol brillaba en la torre ms cercana. Ms all de las magnficas paredes de piedra, los campos verdes y el bosque se extendan hacia el infinito. Se sinti solitaria como el viento. Margaret ya no estaba con ellos, pens con dolor. Su Padre estaba perdido para ella, ms all de su alcance para siempre. Ella era la hija de un hombre que rechazaba su existencia. Y ahora estaba casada a un severo y fro extranjero. Haba un dolor profundo anidado en su pecho. Dunlevy no era ms su hogar, ella se cuenta. El castillo MacGregor nunca sera su hogar. Su vida se esbozaba estril y vaca ante ella.

Una sola lgrima caliente resbal por su mejilla; y directamente alcanz su corazn. Sabrina se la quit con la parte posterior de su mano. Fue la nica lgrima que verti. El resto de su dolor fue reprimido firmemente en su pecho. Captulo 9 Te ruego que seas mejor esposa que hija. Por Dios!, fue todo lo Ian pudo hacer, o mejor dicho pensar, para refrenarse de matar a Duncan Kincaid con sus propias manos. El muy bastardo! l murmur con rabia. Mereca podrirse en el infierno por su trato hacia su hija. Sabrina era su propia sangre y a l no le importaba ni un pice. No poda comprende ni perdonar la indiferencia glida de ese hombre respecto a su hija. Ian haba visto la mirada en la cara de Sabrina, la desesperacin y la perplejidad que la azotaron, el brillo hmedo de dolor en sus ojos color esmeralda. Ella le recordaba a un cervatillo herido. Sabrina se haba librado de ese hombre despiadado para su bien, Ian decidi con repugnancia. Sin embargo, por la mirada de ella, sospech que Sabrina no comparta ese sentimiento. Oh, no hubo ni rastro del dao sufrido se demostraba en su conducta. Su orgulloso perfil de reina. Ella se sent sobre su yegua con la espalda recta, lo que la haca muy distinguida. Pero era lo que ella no demostraba lo que lo preocupaba ms. Poca conversacin hubo entre los tres mientras cabalgaban en direccin norte, porque Ian estaba decidido a viajar lo mas lejos posible. Estableci un paso constante pero no arduo. Enseguida, despus de la puesta del sol, pararon al de un arroyo para refrescar los caballos. Fue entonces l tuvo la oportunidad de ver de reojo los hombros de Sabrina caer cansadamente mientras extenda su brazo para acariciar el cuello de su yegua mientras que el animal beba sediento. Ian le indic a Alasdair. Pararemos aqu esta noche. Excelente, Alasdair dijo alegremente. Me temo que me he reblandecido estos ltimos das. Medio da sobre la silla de montar y estoy cansado hasta los huesos! l ech un vistazo a Sabrina. Pero aqu estoy, quejndome cuando vos seguramente ests exhausta. Sabrina hizo una sonrisa dbil. Gracias por tu preocupacin por m, Alasdair. Pero te aseguro que sobrevivir. Ian desmont, hirviendo por dentro. Ah, ella era capaz de sonrerle a Alasdair. A su Jamie querido, ella le sonrea mientras que para su marido todo lo ella tena era desprecio! La sonrisa de Sabrina se desvaneci cuando l camin hasta al lado de su yegua. Se puso rgida cuando l extendi los brazos para bajarla. Una parte de l, se asombr por la estrechez de su cintura. Una vez sobre el suelo, ella se alej inmediatamente lejos del asimiento de las manos de l. Sus ojos se encontraron por un segundo mientras que l tomaba el mentn con su pulgar y su ndice. Con la yema de su dedo recorri la herida de su mejilla, levemente, usando una mnima presin. Observ la contusin all. Sus palabras fueron dirigidas slo para ella. Te duele? Sus pestaas cayeron, ocultando su expresin de l. No, dijo ella dbilmente. Ian frunci el ceo. Era su imaginacin -- o haba un minsculo temblor en su voz?

l todava no haba sacado la mano de su rostro cuando volvi a preguntar. Ests segura? S. Por favor, djame en paz ! Ella alej su cara y se dio vuelta, caminando rpidamente hacia los arbustos. Pero un instante antes de que ella se diera vuelta, l vio una tormenta formndose en los ojos de ella. Ian apret fuertemente sus dientes. As que as seran las cosas. l endureci su corazn y se rega por haber mostrado cierta humanidad en el trato. Se haba olvidado por un momento. No era l a quien ella deseaba. Era Jamie. Alasdair empez a traer madera para hacer un fuego, mientras que Ian desensillaba los caballos. Despus que erigi una pequea tienda. l la haba trado solamente para la comodidad de Sabrina ... no, eso no era correcto... para la comodidad de Margaret. Era extrao, l reflexion, cmo las cosas haban resultado. Nunca. ni en mil aos, habra pensado en volver a las Tierras Altas con Sabrina como su esposa. Ni ella, decidi amargamente, lo habra pensado. Cuando Sabrina volvi de los arbustos, ella sac la comida y la cerveza que haban preparado para el viaje. La oscuridad era completa para el momento en que ellos se sentaron. La mayor parte de la comida fue llevada en silencio. La poca charla que hubo naci de Alasdair, que pareca haberse olvidado de la tensin que fermentaba entre los recin casados. Una vez que hubieran acabado, Alasdair bostez abiertamente y afirm su intencin de retirarse por la noche. Se alej unos metros con una manta que extendi cerca del fuego ardiente. Asintiendo con un cabeceo Sabrina mir hacia la tienda. Debo dormir all? Ian asinti. Buenas noches, entonces. Ella se levant y entr en la tienda. Levantndose, l se encamin hacia la tienda y corri la tela que haca las veces de puerta hacia un lado. Se agach y entr. Sabrina gir gritando. Ian! El mismo, dijo l tranquilamente. Su mirada fija recorri su cuerpo. El vestido, esposa. Qutatelo. Su boca se abri. Los ojos de ella ardan. No me hagas enojar, muchacha, l advirti firmemente. Scatelo ahora. Y dmelo. Ella apret los puos. Alimentas un deseo insano de verme desnuda! Vamos, Sabrina. Si no lo haces, lo har yo mismo. Ella palideci, pero arrastr la ropa sobre encima de sus hombros. En el Instante que ella l arroj al suelo, Ian se agach y lo tom, Entonces camin la salida de la tienda. All se dio vuelta y la mir. Vestida solamente con su chemise, ella plant sus manos en sus caderas. Ian! Qu ests Haciendo? Te lo llevars ? Una palabra fue todo lo que l dijo. S. Ella estrech los ojos. Cmo te atreves? Por qu, lo podra atesorar por siempre para que mi memoria evoque nuestro da de bodas. Ian apret fuertemente sus dientes, camin fuera de la tienda y lanz la ofensiva prenda al fuego. Ahora Sabrina estaba sin habla, un estado que decididamente no era habitual en ella. l seal el lecho. A la cama, esposa. Esta vez ella no discuti, sino que se zambull dentro de la pila de mantas. Llevando el borde del cobertor hasta su mentn, ella lo mir fijamente a l con sus ojos verdes abiertos de par en par. Ian se sent y se quit las botas. Ian Qu... ests haciendo?

Ella estaba nerviosa, l decidi, gozando con placer perverso de su cautela. Pienso que es obvio. l se estir al lado de ella. Puso sus manos detrs de su cabeza, usando sus palmas a modo de almohada. La respiracin de ella era rpida y agitada. Significa que dormiras aqu? Ian se dio vuelta su cabeza levemente. Frescamente dijo l, tengo aversin a esa horrible trenza, esposa. Desrmala. La expresin en su boca era de clara rebelda, pero ella hizo lo que l le pidi. Cuando hubo acabado, se pein con los dedos la masa de rulos. Era un error, l se dio cuenta. Su pelo ahora flua libremente alrededor de sus hombros. Fue como un golpe en el vientre descubrir cuan encantadora ella era. No pudo sofocar una punzada de deseo agudo. S lo que buscas, Ian. Su tono era helado. Haces esto solamente... para humillarme. Oh. Ahora bien, Sabrina. Dnde debera dormir sino con mi esposa? Su voz son con falsa lgica. Y mas an porque esta es nuestra noche de boda ! La nuestra no es una boda ordinaria, ella replic. Oh, en eso estamos de acuerdo. Pero qu responderas si te digo que veo cual es tu intencin? Hablas con acertijos y estoy cansada, ella anunci. Podramos hablar de esto despus? No podramos. l sonri con falsa cortesa. Si ella poda ser desagradable, tambin l poda. Perdn? l gir a un lado para poder verla de frente. Admito, que fui tomado de sorpresa por tu eleccin del vestido de boda. Lo usaste a modo de desafo, Sabrina, y al obrar as me demostraste que an sigues siendo una nia rebelde, brujita. Los ojos de ella destellaban fuego. No lo soy ... Lo eres, dijo l secamente. Deseabas hacerme enojar. Quizs pensaste que no me acostara con vos esta noche. Pero siempre d te gusto jugar y apostar, cierto Sabrina, como cuando eras nia? Bien - su sonrisa era frgida -corriste el riesgo para ver si yo montaba en clera. Entonces, si lo hiciramos, yo obtendra poco placer en el acto. Y vos tendras una razn ms para despreciarme. Y en verdad, tales sentimientos no deben existir en un matrimonio. Tales sentimientos no deben existir entre los amantes. No somos amantes! No, dijo del l suavemente, no todava. Los ojos se abrieron para hacerse enormes. Ella arrebat la manta contra su pecho, como si de repente recordara su estado de desnudez. Ian estaba divertido e insultado al mismo tiempo. Ms de una mujer le haba dicho que era guapo y haban elogiado su habilidad al hacer el amor. Su esposa lo haca sentir como un sapo asqueroso! Un cierto demonio se apoder l. Me pregunto, Sabrina si tu Jamie encontr tanta repugnancia de tu parte cuando intent poseerte? Su mentn se elev. No! Estabas siempre tan dispuesta, siempre deseosa. Lo Estaba! Y por cunto tiempo fueron amantes? Su mirada fija se desvi. Le Tom un momento antes de contestar. Yo... no recuerdo. Los cejas de Ian fueron hacia arriba. No lo sabes? Ahora, Sabrina. Piensa. Cundo fue la primera vez? Hace tiempo, dijo ella rpidamente. No lo recuerdo porque fue hace tiempo. Una suspicacia vaga comenz a bailar en su cabeza mientras que un pensamiento ms indignante se le ocurri a l pero no. Ella le haba dicho francamente que ella se haba acostado con otro hombre.

Veo, l murmur. Y ha habido otros aparte de Jamie? No! ella jade. Una sonrisa dbil se curv en sus labios. Qu raro, entonces, que no recuerdes la primera con l. Yo recuerdo mi primera vez de manera absolutamente vvida. Y de hecho, he odo decir que una mujer nunca se olvida de su primera vez. l se detuvo brevemente. Si no puedes recordar la primera vez, quizs puedas recordar la ltima. la recuerdo Dijo ella tiesa. ' Fue la ltima vez que lo vi Ah, cuando los encontr en la laguna. S, dijo ella, pero sus palabras no era ni rpidas ni firmes. Hmmm. Ian se puso pensativo. l no me pareci tener una mirada particularmente satisfecha. Puede ser que l te haya encontrado un poco deficiente en el acto amoroso? Ah, y yo que comenzaba a pensar que haba hecho un buen negocio y haba obtenido una mujer que saba muy bien cmo satisfacer a su hombre! Sabrina qued sin habla. l persisti. Las vrgenes son un problema. No Saben besar. No Saben tocar. Ni Donde tocar... su voz baj para convertirse en un murmullo seductor ...ni cuando. Pudo verlo sin duda La Haba dejado atnita. l se incorpor. Dime, Sabrina. Todava me encuentras tan despreciable? Mientras que hablaba, l se acerc a ella. Ella le dio una palmada para alejar su mano. Te encuentro ms despreciable que nunca, ella afirm. sta puede ser nuestra noche de la boda, y no puedo evitar que me poseas. De hecho, no resistir. Pero cuando lo hagas, quiero que sepas que pensar en Jamie. No en vos, nunca en vos. Porque aunque mi cuerpo te pertenezca, mi prncipe Highlander, mi corazn estar por siempre con Jamie. En mi corazn, estoy casada con l, no con vos. Ian se puso pies. Maldita! l pens. Siempre tan arrogante, siempre tan distancia. Por la Virgen Maria, debera poseerla all, en ese mismo instante ! S, estaba tentado ! Pero mientras ella lo miraba fijamente desafindolo , l vio de nuevo la contusin que oscureca su mejilla. E incluso mientras que una niebla roja de rabia flotaba ante sus ojos, supo que no la tocara. Ella haba tolerado bastante de crueldad, bastante humillacin en los ltimos das. Pero sta era una victoria que ella no disfrutara. l se estir y la arrebat por los pies. Su mirada fija se clav en ella, mientras se recostaba sobre su cuerpo. No te creas que no puedo estar con otras mujeres, l murmur entre dientes. Hay muchas tan bonitas... y mucho mejor dispuestas que vos, esposa. Buscar mi placer donde me plazca, pero ten por seguro, que vos no hars lo mismo. l la sacudi, apretando sus genitales contra el vientre de ella. Eres ma, como esto es mo, dijo l tenso, volviendo a friccionarse contra ella. Sabrina jade, los ojos, clavados en los suyos. Puedes desear a tu precioso Jamie todo lo que quieras. Pero si haces algo, si te encuentro con l, o con cualquier otro hombre, te juro que ese da ser el ltimo de su vida en esta tierra. Y por la cruz de Cristo, desears que tambin te mate. Con eso se dio vuelta y dej la tienda. Asombrosamente, Alasdair roncaba cerca del fuego, inconsciente de la furia que se acababa de desatar. Camin hasta el roble y cay al suelo. La Maldeca por ser hermosa! La Maldeca por tentarlo ms all de la razn, por invadir tu cada uno de sus pensamiento como un intrusa nunca invitada. l haba sido un tonto por interrogarla, l reflexion crticamente, porque l haba

hecho todo por despertar sus propios celos. Su humor era tan vil como su disposicin. Por Dios!, pero la mocosa saba exactamente como herirlo, apuntando a su debilidad. Tena ganas de ir nuevamente a la tienda, para separar sus muslos y descargar su clera en la pasin. No tendra que haberle importado porque no era la primera vez que haba sentido el puo de su padre golpendola. Pero haba sido la ltima, gracias a Dios. Con ese pensamiento su clera comenz a retroceder. l la haba asustado, se dio cuenta de eso. Ella tembl debajo de l, sus ojos abiertos de par en par, con miedo. Bien, tal vez eso era bueno. Tal vez ella controlara su lengua. Tal vez que ella actuara con ms cuidado de ahora en adelante. Sin embargo, su humor no era llevadero en ese momento. Si fuera a creer en sus afirmaciones, ella no era virgen.. Y l haba visto con sus propios ojos la mano de Jamie en su pecho. Pero Ian no estaba convencido, y la cuestin de su virginidad, o ausencia de ellas, lo atormentaba, as como la posibilidad de que an lo fuera lo satisfaca ... lo satisfaca enormemente.. Por Dios!, Haba solamente una forma de saberlo por seguro. Pero l no poda tomarla aqu, con Alasdair tan cerca. Una resolucin agitada se instal en l. Esperara hasta que llegaran a las Tierras Altas, hasta que estuvieran en la casa All ella no encontrara refugio en una negacin llena de odio. Y entonces l sabra la verdad. Sabrina cay de rodillas, herida en lo mas profundo de su ser. El fulgor de la mirada De Ian era infinito, oscuro y despiadado, quemndola con un fuego que pareca escaldarle hasta el alma. Se abraz a si misma. Cuanto tiempo estuvo as, ella no lo saba. Su corazn todava lata con el ritmo de un tambor batiendo. La imagen de Ian flotaba ante ella, sus facciones definidas en una mscara rgida. l haba sido tan feroz! Y haba estado en lo correcto cuando dijo que ella haba corrido el riesgo de l pudiera poseerla encolerizado; eso era algo que ella no haba considerado. Y por un momento paralizante, ella haba estado convencida de que l lo hara. Un estremecimiento le recorri el cuerpo. Haba sido imprudente -- s, y encima lo haba provocado!. Ian era no ms el muchacho con quien ella haba embromado y desafiado juguetonamente. l era, Sabrina admiti, un hombre formidable, un guerrero, de gran soporte en su presencia y su fuerza. Le cost mucho admitirlo, pero ahora ella tema su clera. No tena a nadie para protegerla, se dio cuenta con una punzada de temor, nada ms que su propio ingenio. No, Ian no era un hombre a quien se pudiera provocar, porque podra tener que pagar el precio por eso. Aunque no le gustara - aunque deseaba que no fuera as - su vida estaba en manos de Ian. Su mente funcionaba a toda velocidad. Porqu, el maldito eligi golpearla por su insolencia! Odi su poder sobre ella, y detect que Ian no era un hombre de hacer amenazas vacas. Si lo desafiaba,tendra que estar preparada para pagar el precio. Y por eso, ella pens amargamente, deba aprender a controlar su temperamento y su lengua. Eres malvada, susurr una voz en su mente. l nunca tuvo intencin de daarte. De hecho, te olvidas de que te defendi contra tu padre. Los dedos de Sabrina se deslizaron hasta la contusin en su mejilla. De nuevo, sinti el calor del tacto de Ian all. Esto te duele? l le pregunt. Sabrina inspir y exhal lentamente. Su tono no haba mostrado ninguna maldad, sino preocupacin. Tal vez ella no debera

haberse negado, porque su comportamiento lo haba encolerizado. Pero Sabrina no deseaba su dulzura, su gentileza, no cuando l la haba privado de todo lo que ella siempre haba querido. La voz de Ian son de nuevo en su mente. Las vrgenes son un problema. No Saben besar. No Saben tocar. Ni donde tocar ni cundo. Un ceo fruncido se instal en su frente. Se recost, y empuj la manta hacia arriba y se cubri los hombros. Qu haba querido decir con eso? Poda ser que hubiera ms en el acto de acoplamiento de lo que ella supona? Tena un conocimiento rudimentario del acto, que le haba sido dado por Margaret haca muchos aos. El pensamiento era inquietante... pues l era inquietante. Su mirada se fij a entrada de la tienda. No importaba como, ella haba logrado su objetivo. Su nuevo marido no estaba en su cama, y probablemente no lo estara en el futuro. No deseaba nada de l. l no deseaba nada de ella. Debera estar satisfecha. Un aullido que son prximo a la entrada de la tienda, la hizo ponerse en alerta. Fue solamente con un riguroso esfuerzo que logr refrenarse.. La luz del fuego bailaba misteriosamente detrs de la tela que haca de pared de la tienda; si no hubiera sido una luz dbil, ella habra salido corriendo. Despus de un tiempo, Sabrina se durmi. Se despert tan irritada como su marido. Su saludo corto y fro. Te sugiero que te des prisa, Sabrina. Estoy impaciente por partir. Sabrina se apur con sus abluciones de la maana. Le hubiera gustado demorarse a propsito -- ah, si solamente se atreviera ! Los dos das siguientes pasaron como los primeros. Ian estaba determinado a recomponer la distancia que haban perdido el da que se casaron, as que l fij un ritmo agotador al viaje. Haba pocas palabras entre de ellos. Ian estaba distante y glido con ella. Al medioda, la espalda de Sabrina comenz a dolerle. Su trasero tambin adolorido, porque ella no estaba habituada a tantas horas sobre la silla de montar. Temprano por la tarde, pararon para refrescar los caballos. Sabrina baj de la silla de montar con la ayuda de Alasdair. Sus piernas protestaron. Un cosquilleo caliente le recorra los muslos y las pantorrillas. Alasdair la atrap cuando pareci que sus piernas cederan. Sabrina sonri. Gracias, primo. Alasdair le sonri. A diferencia de Ian, sus ojos eran bondadosos y llenos de calor. Estoy cansada de estar sentada, dijo ella ligeramente. Caminaras conmigo, Alasdair? l le ofreci su brazo. Si quieres, ciertamente lo har. Ella coloc las yemas de sus dedos sobre la manga de su camisa. Mientras que comenzaban a dar un paseo a lo largo del borde de la corriente de agua, Sabrina pudo sentir la mirada fija de Ian clavada en su espalda, pero ella no le prest ninguna atencin. Enderez su espina dorsal y lo ignor como l haba hecho con ella en esos ltimos das. Recorrieron una curva siguiendo la corriente. Ah las aguas fluan brillantes e invitantes. Mientras que se detenan, Sabrina ech un vistazo a Alasdair. l la miraba con una mezcla de reserva y algo ms, algo ella no poda identificar. Sabrina inclin su cabeza hacia un lado. Qu pasa, Alasdair? Hay algo que quieres pedirme? l vacil. Ruego que me perdones si me estoy metiendo en lo que no me corresponde, pero simplemente me preguntaba si todo est bien entre Ian y vos? Entonces l haba notado la frialdad que haba entre Ian y ella. Sabrina se encogi de hombros. En vista de las circunstancias de nuestro matrimonio, estamos tan bien como se podra esperar, yo supongo. Alasdair toc su hombro. Si hay algo que yo pueda hacer...

Sabrina sacudi la cabeza. Es demasiado tarde para eso, ella se encontr confindole. Es slo que que Margaret habra sido una mejor esposa para Ian que yo. Ella aceptaba fcilmente el matrimonio y... Fue su turno de vacilar, pero qu poda decir? Y vos no, l acab la frase por ella. Sabrina Suspir. Antes de que se diera cuenta, empez a contar todo. Yo estaba prometida a otro, ella admiti. Mi padre no saba eso ... l no habra aprobado a mi prometido. Y por eso l... l te hizo casar con Ian. Ella asinti con cabeceo. De repente se sinti peligrosamente al borde de las lgrimas. Alasdair apret su hombro. Conozco a Ian como nadie mas lo conoce. l puede ser severo, yo lo s. La muerte de su padre lo cambi, me temo. Pero no desesperares. Oh, s que este ser poco consuelo para vos, pero a veces debemos buscar nuestra propia oportunidad. Date tiempo, Sabrina. Dale el tiempo. La garganta de Sabrina estaba apretada. Alasdair era tan amable, tan dulce. Su corazn le dola. Si ella tena que casarse con un hombre que no fuera Jamie, por qu no podra haber sido alguien como Alasdair? Tienes razn, dijo del ella, secndose una lagrima. Solamente que no soy mansa ni dcil. Y me temo que esa es la clase de esposa Ian desea. Es por eso que Margaret lo hubiera satisfecho mucho mas. El esbozo de una sonrisa haba comenzado a aparecer, pero de repente Alasdair frunci el ceo. Quizs ests equivocada, Sabrina. Tal vez esto no signifique nada, pero una vez vi a Ian y a Margaret pelendose. Las cejas delgadas de Sabrina se curvaron hacia arriba. Verdad? Por qu discutan? No lo puedo decir. No deseaba escuchar detrs de las puertas, as que me retir rpidamente, dejndolos a solas. Sinti un cosquilleo como de advertencia. Qu extrao, murmur Sabrina. No recuerdo un desacuerdo entre ellos, an cuando ramos nios. Alasdair la miraba incmodo. Jurara que discutan, porque su tonos de voces eran altos. Pero tal vez me confund. Sera as? Una frialdad repentina y alarmante le recorri el cuerpo. Sbitamente record el primer beso que haban compartido. Fue da siguiente que Margaret haba desaparecido! Ian haba asesinado a Margaret para casarse con ella? Descart de la idea en el mismo instante en que se le cruz por la mente. Ella no era hermosa como Margaret. La idea era absurda! Entonces oy el crujido de piedras. Sabrina levant la cabeza a tiempo de ver a Ian avanzando hacia ellos. All ests, le dijo a su primo. Pens que podras adelantarte y encontrar un lugar para pasar la noche. Alasdair inclin la cabeza. Seguro. Sabrina se puso rgida. Su mirada fija sigui la partida de Alasdair hasta que l desapareci de vista. Sabrina junt sus faldas en. Si me excusas... l deliberadamente le cort el paso. No, esposa, no. Su burla desencaden su indignacin. Pero l estaba parado tan cerca que ella tuvo que estirar su cuello para mirarlo. Y porqu no? Porque deseo servirme de tu compaa. Para atormentarme mejor! La rplica arda en la punta de su lengua. Ella tuvo que morder las palabras.

T y Alasdair parecen tener mucho en comn. Su tono era agradable. Su expresin no lo era. Ella pas su lengua por sus labios, estaba nerviosa sin saber por qu. Me Estoy encariado con l, dijo ella lentamente. Ya Veo. Sus ojos brillaron. Alasdair tiene un modo especial de tratar al sexo dbil. Ruego por el bien ambos - que l no se apropie de lo que no debe. Sabrina contest abiertamente. Primero me adviertes contra Jamie. Ahora coontra Alasdair. Qu, mi lord! Puede ser que ests celoso? Eres ma, Sabrina. Tu lealtad me pertenece a m. Y no ser de ninguna otra manera. Y se supone que debo obedecer? S. Soy tu marido y me obedecers. Su arrogancia no conoca ningn lmite. Y por supuesto yo no puedo tener ninguna opinin en esto. Era su turno de burlarse. AH, pero se me olvidaba. Tienes una mente con opinin propia, cierto, esposa? Sabrina intent zafarse de un tirn cuando las manos de l de repente se posaron en sus hombros. Su risa estall. Por qu tan temerosa? Eres como una yegua cuyo amo todava no la ha montado. Sabrina se ruboriz. Por qu l era deliberadamente crudo con sus palabras? Ella no lo saba. Solamente se me ocurre una solucin, l continu. Debemos comenzar de nuevo con la tarea de familiarizarnos uno con el otro. Ahora, entonces, qudate aqu mientras me bao. No era una peticin. Era una orden. l la solt, slo para empezar a sacarse la camisa. Sabrina se qued con la boca abierta. En solamente un instante l se haba dado vuelta y se haba quitado el resto de su ropa. El hombre estaba enojado? Ella mir fijamente sus nalgas redondeadas mientras l caminaba tranquilamente hacia la corriente de agua. Cuando hubiera avanzado unos pasos, l dio vuelta para hacerle frente. Sabrina ya se haba sentado pesadamente a la vera del arroyo. l la llam a ella. Vendrs, esposa? Atnita, ella sacudi su cabeza, incapaz de hacer ms. La imagen de l le haba quitado la voz, as como la respiracin. Su estmago temblaba extraamente. Su pecho y su vientre estaban recubiertos de un vello oscuro. Ella mir fijamente el lugar donde le llegaba el nivel del agua, mas abajo de sus caderas. El le haba dado la espalda mientras se alejaba; pero ella haba logrado ver algo de la parte que l que proclam como su masculinidad y, oh, ella era ciertamente tan traviesa como su Padre siempre haba proclamado su curiosidad era tal que deseaba . Los brazos de ella rodearon sus rodillas levantadas. Se lami los labios. Su mirada fija no se cansaba de mirar. La compulsin a mirarlo la abrumaba. Era como si un cierto poder invisible le hubiera ganado su voluntad. Su cuerpo era algo que poda llamarse belleza, todos msculos esculpidos, sin grasa, poderoso y grcil al mismo tiempo. l se dio vuelta y se zambull en la parte baja del arroyo. Cuando emergi, comenz a nadar en paralelo a la orilla. La ondulacin de los msculos de su pecho y sus brazos declaraba su virilidad con una potencia ella no poda negar. Hubo un movimiento repentino y rpido al lado de ella. Sabrina ech un vistazo a su derecha.

Cuatro hombres barbudos estaban parados ante ella, su ropa embarrada y mugrienta. El aire de amenaza que emanaba de ellos era tal que se llen de terror. El ms alto hizo mueca. Buenos das, mi encantadora. Sabrina se puso de pie. Los hombres se haban separado, de modo que la rodeaban. Ella intent lanzarse a la carrera pasando entre ellos. Pero una la asieron. Una mano spera se ahuec contra su pecho. Ella se alej y gir, slo para encontrarse con otro par de manos. Una sonrisa retorcida revel dientes manchados de amarillo. Ian! Su grito vol en el aire, cortado por un brazo duro que amenaz con aplastarle las costillas mientras que ella era atrapada como un animal en una trampa. Algo la golpe en la espalda, en la zona entre sus hombros. Sabrina cay a sus rodillas, atontada. Un grito pareci venir desde muy lejos. Ella levant la cabeza mientras Ian emerga del arroyo. Pero uno de los hombres lo esperaba. As cuando ella intent gritar una advertencia, l golpe con un palo de madera sobre la parte posterior de la cabeza de Ian. Ian derrumb hacia delante. Captulo 10 Ella habra corrido hacia l, pero una mano gruesa la agarr por la parte posterior del cuello y la sostuvo para que no se moviera. Otro le agarr las manos y los at firmemente con una cuerda del cuero. El hombre tir del extremo libre de la cuerda, arrastrndola a sus pies. Una belleza, verdad? Eso vino de un pelirrojo de rulos. Oh, s. Un hombre matara por tener a alguien como ella, eh?. Con una risa brusca sus ojos se dirigieron a Ian. Sabrina casi grit, porque pudo ver de la sangre saliendo de su sien. Madre de Cristo, estaba muerto? Los hombres eran ingleses, por su acento y por su apariencia. Los ojos de Sabrina recorrieron frenticamente los alrededores, buscando a Alasdair. Pero, no Haba ninguna seal de l. Estn lejos de la frontera, dijo ella claramente. Regresen a donde pertenecen y djennos solos! ' Ah, pero a nosotros nos gustan las damas escoceses, respondi el cuarto hombre. l camin ante de ella y le tom la cara. Labios calientes y hmedos descendieron sobre los suyos. Sabrina casi se ahog. l ola a carne sucia. Su respiracin era tan asquerosa como la carne rancia. Intent alejarse, pero l la sostena firmemente. Su lengua empuj entre sus labios. Sabrina reaccion instintivamente, mordiendo a ese invasor que la ofenda. Un aullido de dolor estall. La Cara del hombre se convirti en una mscara de rabia. l cerr su puo para golpearla. No, Henry ! La orden vino del rubio alto con el pelo largo, quin le haba atado las manos. El hombre llamado Henry gru, pero dej caer su puo. Pero, Edward, la muchacha necesita una leccin de modales! l llev un dedo a su boca. Y lo extrajo manchado de sangre. S, solamente que no sers quien se la de. Tengo otro propsito en mente para ella. La sangre de Sabrina se congel. Qu propsito? Qu quera decir l? l gesticul a otro hombre. Roland, busca entre sus cosas. Pueden tener joyas ocultas.

S, Edward. El hombre de rulos se apresur a obedecer. La llevaron Tirando de la cuerda hasta el lugar donde Ian haba atado los caballos. Roland revis las alforjas de los flancos de los animales. Casi todo es ropa de mujer, dijo l. No hay nada de valor aqu excepto la mujer. Y los caballos. Y nosotros tendremos todos. Sabrina respir Profundamente. Djenme ir, dijo ella framente De otro modo pagaran muy caro por esto. Edward dijo con desprecio. Y quin te salvar? El noble tirado all? l est muerto! No! Ella grit con un fervor venido del corazn. Todava est vivo. l era tu marido? S! Y l... l ... los buscar ! No lo creo, mi lady. l lo har, ella grit. l maneja su espada con gran habilidad, porque l es el guerrero ms poderoso de toda Escocia! Y tendr sus cabezas por esto! Los cuatro se rieron con ganas. Sabrina destell su ira. Bastardos, dijo ella. Son una mierda, escoria humana ... Edward aferr su pelo y movi su cabeza de un tirn cerca de su cara. Basta ! l orden. Sabrina Escupi su cara. Por un instante aterrorizante, ella temi que ese sera su ltimo segundo sobre la Tierra. Sabrina tembl internamente, pero se determin a no demostrarlo. Poda sentir la respiracin caliente del hombre en su rostro. Tu belleza te salva, l dijo entre dientes. Si no fuera por eso, yo me ocupara de que te unieras a tu amante muerto all. l camin unos pasos hacia atrs. Encuntrame algo con que amordazarla, dijo l concisamente. Y despus nos iremos. Casi antes de que pudiera recuperar la respiracin, un pedazo de tela asqueroso le llen la boca. La levantaron y la subieron sobre la silla de montar adelante de l. Ella se zarandeaba violentamente, desesperada por liberarse de cualquier manera. Ella asi su pierna y casi tuvo xito en hacerlo caer de su asiento. l maldijo y par el caballo. Saltando abajo, l le agarr el brazo en un apretn tan fuerte que casi le disloca el brazo. La tierra y el cielo giraron locamente mientras que l la arrastraba por el suelo. Sabrina estaba atontada para cuando l afloj las ataduras de sus muecas, pero fue slo para atarles las muecas en ala espalda. La cuerda le lastimaba las muecas. Fue arrojada boca abajo a travs de la silla de montar esta vez. Hasta dnde viajaron, ella no podra decirlo. Su mente estaba llena de pensamientos acerca de Ian, de hecho, solamente pensaba en Ian. Rog que l estuviera vivo. La oscuridad cubri el lugar cuando se detuvieron. Ahora estaba claro que Edward era el lder. l la arrastr bajndola del caballo, y luego tom una mecha de su cabello y la frot entre sus dedos. Sabrina corri de un tirn su cabeza para alejarse. A Ella no le import que el fulgor de sus ojos revelara cada uno de sus pensamientos. l le hizo una mueca. Ah, un poquito ms obediente ahora, eh, muchacha? Los otros se haban juntado a su alrededor.

Podemos vender los caballos, el pelirrojo dijo. Pero qu hay sobre ella? El ms delgado se llev una mano a su ingle. Y se la acarici obscenamente. Tengo el vivo deseo de arremeter profundamente en este pote de miel escocs, dijo crudamente. Tiremos los dados y veremos quien ser el primero. Sabrina palideci. No ! El fulgor de Edward los silenci. El Earl de Northumberland pagar mucho por una salvaje como ella. Pero no si la hemos usado nosotros antes. Su mirada fija se dirigi a Roland. Llevala a la cueva donde no podemos verla, l gru. Ella nos tienta demasiado. Y atale los pies tambin. Mas fcil decirlo que hacerlo, Roland dijo con un gruido. Sabrina hubiera intentado luchar, pero no tena sentido. Ella segua estando mareada y enferma por el viaje forzado. Su resistencia era lamentable mientras l hiere la arrastraba tirando de la cuerda atada alrededor de sus tobillos. Fueron a los tropezones hasta una cueva profundamente cavada en una colina rocosa. l fue dejndola acostada en una superficie fra y hmeda. Sabrina logr sentarse, pero le era difcil con ambas manos y los pies atados. La cuerda alrededor de sus muecas le cort su piel blanda, pero ella ya estaba ms all del dolor; sus manos estaban entumecidas. El pnico la invadi. Intent desesperadamente calmarse. Su corazn comenz a latir con fuerza inusitada. Intent ver en la oscuridad, pero no distingua nada. El interior era negro como el holln, fro y hmedo. Un grito qued atrapado en su garganta. Deseaba salir corriendo de la cueva. Se tropez al querer ponerse de pie. Sus pies estaban amarrados de modo tal que ella no poda caminar. Perdi el equilibrio y cay pesadamente, contusionndose el hombro. Las lgrimas calientes, ardientes le quemaban las mejillas. Sacudi los hombros con sollozos silenciosos. La oscuridad amenazaba con sofocarla, con tragarla hacia un vaco sin fin. No poda pensar. No poda respirar. El miedo la tena agarrada con garras de acero. Perdi todo sentido de tiempo y lugar. Era como si ella hubiera retrocedido en el tiempo hasta el momento en que su Padre la haba encerrado en una celda subterrnea de la Fortaleza. Pensaste que nunca me enterara, verdad? Debas pasar la maana de rodillas en la capilla, en silencio y rezando. Pero, dnde estabas? En el establo! Pap, ella grit. Pap, te lo pido... No ganars nada pidiendo Tal ! Vez ahora que obedecers, muchacha! Pap, por favor. Estoy apesadumbrada, lo estoy de verdad. Har como me digas, lo prometo. Bah! Eres traviesa, nia. Traviesa como el pecado. Debes ser castigada. La puerta se cerr de golpe dejndola en la oscuridad. Ella se hundi en el piso. Haba sido l quien le dijo. Ian, quien haba prometido que no Oh, ella lo odiara por siempre!. Fue un sonido lo que la trajo de nuevo a la realidad. Saba por instinto que un largo perodo de tiempo haba pasado. Sus ojos se abrieron de repente. Sabrina tembl y tembl. Incluso las yemas de sus dedos estaban fras. Su boca estaba seca como un hueso por la mordaza. Luch contra el miedo que creca nuevamente, porque la cueva segua estando tan negra como siempre. En algn momento, ella se dijo a s misma, la maana llegar. Solamente tena que esperar. Pero entonces vendran, los ingleses, otros enemigos, como la oscuridad que era su enemiga. No. No! Ella se dijo a s misma determinada deba tranquilizarse. Encontrara alguna manera de escapar de

sus captores, aunque Ian estuviera muerto. Ian. Su corazn se apret de dolor. Un sollozo sobrevino en su pecho. No obstante lo mucho que ella resenta ese matrimonio, no deseaba que l estuviera muerto. Los gritos cortaron el aire inmvil de la noche. El pelo de su nuca se eriz. Algo estaba diferente. Una luz vacilante apareci y se fue. Oy pasos. Una sombra de forma indefinida la sobrevol sobre ella. Sabrina parpade porque la luz le lastimaba los ojos. Era Roland. l la levant. Sabrina quiso retroceder cuando vio que l tena una daga en la mano. Pero l la utiliz solamente para cortar la cuerda alrededor de sus tobillos. Ven, l orden. Edward te precisa. Ella hizo una mueca de dolor mientras que ella consegua mover los pies .Un dolor agudo le recorri las piernas. Mitad empujndola, mitad arrastrndola. Roland la llev hacia Edward. Un fuego pequeo se arda, echando su luz dbil en un crculo pequeo. El hombre delgado estaba parado a varios pasos de distancia de Edward. El cuarto no estaba a la vista. Un olor poderoso a cerveza inglesa alcanz sus fosas nasales. Una forma alta camin por entre las sombras. Era Ian. Su corazn golpe, esta vez con alivio. Su grito de alegra fue amortiguado por la mordaza. Edward habl. Ests preparado para pagar bien por la devolucin de tus caballos. Qu hay sobre la mujer? Ian le lanz un vistazo breve. Deseo los caballos, no a la mujer. De hecho, me estar mejor si me libro de ella. Los ojos de Sabrina se abrieron de par en par por el shock. Edward estaba claramente perplejo. Pero ella dijo que era tu esposa. Y lo es. Pero he decidido que no deseo una esposa. Entonces no tienes ninguna objecin si la vendemos a quien oferte ms por ella? Ninguna objecin Sabrina hizo un sonido estrangulado de ultraje. Edward le ech un vistazo Un error que le cost su vida. La luz del fuego reflej el brillo del metal; en el instante siguiente encontr la daga de Ian enterrada profundamente en su garganta. El hombre delgado grit un nombre. Bedford! Si Bedford es el que cuidaba los caballos, l no vendr. El tono de Ian era suave. Su daga est profundamente clavada en su pecho. El hombre delgado se dio vuelta y huy en la oscuridad. Con un bramido de rabia, Roland arremeti contra Ian. Ian lo evadi fcilmente y le agarr la cabeza por atrs. Lo retorci con sus manos y entonces se oy un sonido repugnante. Roland cay a tierra sin hacer ruido. Su cuello y su cabeza estaban doblados en un ngulo extrao. Todo acab en una cuestin de segundos. Los ojos atnitos de Sabrina eran enormes. La rpida eficacia con la cual l haba eliminado a sus captores la atont. Sinti un temblor de admiracin por un lado, y miedo por el otro, porque ella se haba casado con ese hombre. Ian dio unos pasos hacia ella, y le sac la mordaza de su boca. Sabrina luch para hablar. Vos... los mataste, ella finalmente logr decir. S. Haba un brillo en sus ojos. , Despus de todo, manejo mi espada con gran habilidad. Acaso no soy el guerrero ms poderoso de toda Escocia? Vos ... oste, ella jade. estabas consciente ! Su sonrisa era de completa satisfaccin. Y de hecho, Ian gozaba ese momento, sin ninguna culpa. Su pecho se hinch con orgullo masculino. l le haba salvado la vida y eso la obligara,

seguramente, a demostrarte gratitud. Pero su respuesta no fue la que l esperaba. Los ojos de ella brillaron intensamente con un odio refulgente. Por qu no viniste antes? Que te lleve el diablo ! Podras haberlo detenido me pusieron en una cueva, Ian. Me dejaron en la oscuridad! Atnito , Ian qued en silencio. Los ojos de ella eran salvaje, sus tonos agudos y histricos. Entonces ella se abalanz sobre l, golpendole el pecho, maldicindolo, sus puos lanzaban pias alocadamente. Sabrina! l intent someterla, pero ella estaba poseda por la fuerza de la furia y de algo ms... algo que l todava no comprenda. Sabrina! Su voz se elev. Un escalofro le recorri la longitud de su espina dorsal. Ella no daba ninguna seal de que estaba oyndolo, sino que continu golpendolo con toda su fuerza. Ian no quera lastimarla, pero no tena ninguna opcin. Cerr los brazos alrededor de ella y la forz a caer al suelo, fijndola debajo de l con el peso de su cuerpo. Ella grit y se retorci debajo de l, hasta que finalmente ella no tuvo ningn mas fuerza para pelearlo. Sabrina, dijo l suavemente. Ella abri los ojos. Un dedo debajo de su mentn la oblig a mirarlo. Entonces l pudo ver las manchas de las lgrimas en sus mejillas. l habl deseando que ella lo escuchara. S, dijo l otra vez. Te o, Sabrina, pero qued mareado por el golpe. Se llevaron nuestros caballos. Tuve que venir a pie. Haba cuatro de ellos y pero yo soy solo uno. Ese Edward, lo O cuando dijo que te no daaran. Esper hasta que el cuidaba los caballos se durmi. Los otros tres estaban bebiendo. Si hubiera intentado rescatarte antes, podran haberme matado. Es por eso que esper. l se detuvo brevemente. Lo Entiendes? Ella asinti con un cabeceo, su labio inferior temblaba. Entonces, de repente, la cara de ella se arrug. Sus dedos se aferraron a la camisa de Ian. Pero me pusieron en un lugar obscuro, ella susurr otra vez. Me dejaron a oscuras! El sollozo de ella le doli como una cuchillada. Pero Ella no llegaba a llorar, de hecho, Ian casi deseaba que ella lo hiciera. Pero Sabrina hundi su cara en su cuello y se estremeci. Ian la apret contra l y se levant con la rapidez de su decisin repentina. Saba que permanecer all solamente prolongara su miedo. En pocos segundos los dos cabalgaban, su esposa acurrucada en sus brazos, su yegua atada a su semental. La luna acababa de comenzar su pendiente en el cielo cuando l avist el resplandor de un fuego un poco mas adelante en el camino. Se acerc y vio el semental gris de Alasdair. Dio gracias a Dios que su primo hubiese elegido acampar ah, en vez de alejarse ms al norte. Sabrina estaba blanda en sus brazos, un cierto sentido desconocido le avis que ella no se haba dormido. Ian detuvo el caballo. Alasdair se levant de su lugar cerca del fuego. Una mueca bail en su boca cuando camin para saludarlo. Por Dios, hombre, l llam. Qu los retuvo a ustedes dos ... o no debera preguntarlo? Ian levant las cejas. Asaltantes ingleses. Me golpearon poco despus de que partiste. Secuestraron a Sabrina. La mueca de Alasdair se desvaneci. Su mirada fija se dirigi a Sabrina. Sabrina! Ests bien? Ella asinti con un cabeceo. Estoy bien, dijo ella montonamente.

Ian se ape y baj a Sabrina de la montura. Ella se retir inmediatamente despus que sus pies tocaron el suelo. La boca de Ian se apret, pero no dijo nada. Alasdair ya haba erigido la tienda. Adelante, ve a acostar, l sugiri. Estar all en un momento. La contempl hasta que ella desapareci dentro de la tienda. l se dio vuelta hacia Alasdair, que esperaba tenso. Brevemente Ian le cont todo lo que haba sucedido. Alasdair maldijo suavemente. Entonces uno de los rufianes qued vivo. S, pero no pienso que l venga por nosotros. Ian record la manera en que el hombre haba escapado. No obstante, deberamos ser cuidadosos para no revelar nuestra presencia aqu. l se dio vuelta hacia el fuego. Ian lo detuvo con una palabra. No, Alasdair. Deja que se consuma. Pero y si el hombre vuelve? Podra traer a otros con l... Sabrina est asustada de la oscuridad. l dio una explicacin concisa. Deja que el fuego se consuma solo. Si el tonto vuelve, ya lidiaremos con l. Como quieras. Alasdair volvi a su cama. Ian camin dentro de la tienda. Sabrina, segn vio, no haba hecho ningn intento de dormirse. Ella estaba sentada con sus rodillas recogidas firmemente contra su pecho. Ian se agach junto a ella, cerca, pero sin tocarla. Los ojos de ella encontraron los suyos, despus ella desvi la mirada rpidamente. l pudo ver que ella estaba vergonzada, pero l tena que saber qu provocaba su miedo a la oscuridad. Era algo que iba ms all de lo que haba pasado esa noche - l sospech - algo ms grave. Ella le haba ocultado eso a propsito? Quizs no, porque esas ltimas noches haban dejado arder el fuego hasta el amanecer. Su mente retrocedi rpidamente varios aos. No le temas a la oscuridad cuando eras nia, dijo l en voz alta. Ella no dio ninguna contestacin, sino que apret los brazos sobre sus rodillas. Quisiera una respuesta, Sabrina. Si. Le Tema a la oscuridad. No. l habl con seguridad. Lo recordara. De hecho, ella afirm con frialdad. te acuerdas del da que fuiste de Dunlevy de vuelta a las Tierras Altas? Recuerdas la promesa que hiciste? Recuerdo ese da. Estabas en los establos jugando a los dados. Te hice besar a Roberto. Un esbozo de sonrisa adorn sus labios. Entonces l del sacudi la cabeza. Pero no recuerdo ninguna promesa... Tu memoria ya no sirve, Ian?. Una promesa dada es una palabra empeada, ' ella recit. Ella lo mir entonces, una acusacin silenciosa herva en sus ojos color esmeralda. Dijiste eso, Ian. ! Recuerdo, l haca memoria lentamente. Debas pasar la maana de rodillas rezando en la capilla. Pero estabas en los establos S, y me prometiste que no le dira a mi padre que estaba en los establos... que lo haba desobedecido. Pero vos le dijiste, Ian. Le dijiste ! Las palabras fueron arrojadas como una acusacin. No! No! Por todos los Santos, juro que no lo hice! Desconcertado semejante carga, sus manos descendieron sobre los hombros de ella. l la dio vuelta de modo que ella le hiciera frente. Sabrina se puso rgida y se habra apartado, pero su apretn la retena.

Dio una respiracin profunda. l lo supo, fue todo lo que dijo ella. l lo supo Una sensacin tremenda comenz a crecer en el vientre de Ian. l te castig, verdad? Ella baj sus prpados, rechazando mirarlo. Pero sus labios temblaron de nuevo. S, fue todo lo que dijo del. S! La luz del fuego que brillaba desde el exterior ech sombras en su cara plida. l todava poda ver las marcas indicadoras de sus lagrimas. Ian se maldijo a s mismo, as como exigi una respuesta. Qu te hizo, Sabrina? Cmo te castig tu padre? l.. l me arrastr a una habitacin minscula en la parte de abajo de la Fortaleza. Sus labios escasamente se movan mientras que hablaba. El calabozo l? Ella asinti con un cabeceo. Estaba fro all. No Haba ninguna ventana. Ningn fuego. No Saba si era da o de noche Su voz comenz a temblar. Ella se detuvo, una pausa larga para juntar fuerzas, l sospech. Por Cunto tiempo, Sabrina? Cunto tiempo l te dej all? Tres das, dijo ella con un estremecimiento. Pens que l quera dejarme morir all. Ella se detuvo. Incluso ahora duermo con un fuego en la chimenea para iluminar mi habitacin. Tanto en verano como en invierno, aunque todos piensen que estoy medio loca. De repente, Ian entendi tanto... todo. Su hostilidad velada cuando se haban reencontrado despus de todos esos aos. Ella lo culpaba por ese miedo a la obscuridad. Juro por el sepulcro de mi padre que yo no se lo dije, Sabrina. Su voz era baja y ferviente. No te traicion. Ella cerr los ojos. Dio vuelta la cabeza a un lado. No importa, dijo ella secamente. Ella no le crea, y no haba nada que l pudiera hacer para convencerla. Ian la mir mientras ella rodaba lentamente a un lado, dndole la espalda. As como su corazn se compadeci de ella, una rabia lo sacudi, una rabia vil que nunca antes haba experimentado. Ms que nunca, l dese matar a Duncan Kincaid d pues l le haba arrebatado la inocencia a su hija. l se desvisti, despus se coloc al lado de ella, un brazo apoyado detrs de su cabeza. Era inevitable que sus ojos se dirigiesen a su esposa. Cmo hara l para convencerla que no la haba traicionado? Cualquier persona podra haberlo contado la verdad a su padre. Uno de los muchachos del establo. Un criado. Con todo l saba que ella no le creera fcilmente. Ella era obstinada! Con todo, no poda negar que admiraba su espritu. En verdad, l haba estado furioso cuando ella haba entrado a la capilla para su ceremonia de matrimonio, usando aquel trapo horrible que llamaba vestido Ese vestido haba sido como una bandera flotando orgullosa en el calor de la batalla! Estuvo verdaderamente tentado de rerse. Ella era atrevida y valiente y y hermosa. Pero nunca le creera la verdad. Ella la negara as como se negaba a entregarse a l. Despus de poco tiempo, la respiracin de Sabrina hizo pareja. Ella dorma. La tensin de Ian se afloj. l rog que la odisea de esa noche no la perturbara en sus sueos. Pero justo cuando l estaba por dormirse, ella comenz a revolverse agitadamente. Ella se puso de espaldas. Su respiracin se aceler. Su cabeza se mova de un lado al otro. Ella comenz a gemir. Ian reaccion inconscientemente. Cerr sus brazos alrededor de ella y apret contra l, soportando su cabeza en su hombro. Una mano se desliz

hacia arriba y hacia abajo en la espalda de ella, Ian buscaba confortarla y de paso apreci las curva de su cintura. Sabrina abri los ojos. l sinti el roce de sus pestaas largas y oscuras contra su piel. Ian? Su nombre era un murmullos fornidos. Aqu estoy, muchacha. Su voz era un estruendo suave en su pecho. Vuelve a dormir. El pelo de ella roz violentamente su pecho. Ociosamente l tom una larga mecha de su sedoso pelo y la frot entre sus dedos, maravillndose con su textura. Ella emiti un pequeo suspiro. Sus pestaas se cerraron. Pero ahora Ian estaba completamente despierto. El olor de ella era embriagador. l poda sentir el aire caliente de su respiracin en su piel. Su pecho presion en su costado, calentndolo, haciendo hervir su sangre e hinchando su miembro. Su mente fue llenada por imgenes y sensaciones sensual... las piernas de ella firmemente entrelazadas alrededor de sus nalgas mientras l yaca profundamente enterrada dentro de ella. Su pelo rojizo que acariciando su vientre sus muslos su boca suave y abierta sobre su piel besndole el trax y ms abajo tambin Un sudor fra apareci en su frente. Todos que lo que fren para no poseerla all mismo fue la repentina confianza que ella mostr al aceptar dormirse en sus brazos.Qu Dios salvara su alma!, l tu apenas quera sentir su gusto slo probar un poco de ella... Su boca se aferr a la suya, anhelando dulcemente. l recorri con las yemas de sus dedos la lnea del escote de su vestido, y luego explor adentro. Por un segundo, su pecho yaci en su palma; l puls el pezn hasta que se puso erecto. l casi gimi. Sus brazos se agitaron mientras luchaba contra la necesidad de ponerla de espaldas y dejar que su deseo mandara. Renuentemente Ian afloj el abrazo. l se record que Alasdair dorma afuera, a pocos metros. Deba esperar hasta el da siguiente, cuando Alasdair no estuviera cerca. S, maana estaran en casa, y l se podra tomar toda el tiempo que quisiera. Eso hara la situacin an ms dulce. Pero era noche que ella lo buscaba. Era de noche que ella renda todo lo que defenda ferozmente durante el da. Fue la noche ms larga que l jams hubiera pasado. Captulo 11 Sabrina despert sola a la maana siguiente, su cuerpo tieso y dolorido por su confinamiento en la cueva. Ian ya no estaba en la cama improvisada . Ella poda oir su voz profunda afuera. Haba dormido profundamente, cuando haba pensado que no dormira para nada. Tembl al repasar las memorias de lo ocurrido. La sensacin de estar contenida y protegida en brazos fuertes acudi a su mente. Era extrao, porque ella podra haber jurado que unos labios masculinos firmes, dulces y calientes se haban posado sobre los suyos Se incorpor precipitadamente. No. No, no ocurrido. De lo contrario, lo recordara. Se levant y sali de la tienda. La maana estaba nublada y hmeda. Un vistazo rpido le revel que Ian ya ensillaba los caballos. Despus de atender sus necesidades personales, ella volvi para encontrarlo esperndola, listo para partir. Sabrina ech un vistazo curioso a su alrededor.

Donde est Alasdair? Lo envi adelante para que todo est preparado para nuestra llegada. Hubo un silencio pequeo. Y tambin por otra razn. Su pausa la puso inquieta. Qu razn? ella murmur. Mis parientes esperan que yo vuelva con Margaret como mi esposa. De Esta manera todos sabrn que Margaret ha muerto y que vuelvo con vos como mi esposa. De pronto sinti un nudo en su estomago. Qu pensaran los hombres de su clan de la nueva esposa de Ian? La aceptaran en lugar de Margaret, o sera rechazada? Adems del hecho de que ella no era la esposa que ellos esperaban, ella provena de Las Tierras Bajas, era una forastera. La vida sera bastante difcil para lograr no ser aislada . De repente se sinti acechada por las dudas. No hay necesidad de preocuparse, dijo l reservadamente. Demasiado tarde ella se dio cuenta de la desesperacin que su rostro deba haber mostrado. No me preocupo, ella neg rpidamente. Un ceja negra se levant como interrogndola, pero l no hizo ningn otro comentario. En cambio, seal a su yegua. Es mejor que partamos. Sabrina camin adelante para que l pudiera ayudarla a montar. Su pulso se aceler cuando ella puso su mano sobre la suya. Pero de una vez l la empuj hacia arriba, levantando sin querer el borde de su falda. Sabrina ech un vistazo hacia abajo rpidamente. l miraba fijamente las reas de piel rojas donde las cuerdas haban raspado su piel blanca. Ella se ruboriz. No es nada, dijo ella nerviosamente. Casi ni lo siento. No Hicieron nada mas que te daara? No. Para su consternacin, hubo un leve temblor en su voz. El ceo fruncido de |Ian no se afloj. Su mirada se fij en su mejilla lastimada. Gracias a Dios, la contusin casi se est yendo, de otra manera mis parientes pensaran que tuve que golpearte y atarte para que te casaras conmigo. Ella casi le record que l no lo haba hecho, pero su padre si. Pero algo en la lnea tensa de su mandbula le hizo mantenerse en silencio. El hombre tierno que la haba acunado contra su pecho no haba sido sino una creacin de su imaginacin. Ian fij una marcha acelerada cuando partieron. Sabrina saba que l estaba impaciente por llegar a su casa. El terreno haba comenzado a cambiar durante el segundo da del recorrido, una vez que dejaron atrs los valles apacibles de las Tierras Bajas. Las montaas escarpadas se alzaban al norte y al oeste, y ellos se dirigan derecho a ellas. Pararon a media maana para descansar los caballos. Ian llev a su semental al lado de su yegua; los animales casi estaban parados el pecho contra pecho. Ian indic con una sacudida de su cabeza el pico que asomaba un poco mas adelante, la cumbre estaba cubierta de nubes. Ben Ledi, dijo l. Una vez que entremos por el pasaje estaremos en territorio de los MacGregor. Era una senda peligrosa de hecho. El corazn de Sabrina se le subi hasta la garganta mientras que atravesaron el pasaje estrecho entre las montaas.

Lejos, abajo, las rocas puntudas parecan una boca gigante que bostezaba para revelar sus dientes afilados. Con todo, ella no poda negar que Haba una cierta belleza en las montaas del Tierras Altas. Delante de ella yaca una tierra de valles escarpados, corrientes de agua rpidas y peligrosas y los famosos lagos escoceses de color zafiro. Sabrina sinti un temblor extrao recorrerle su espina dorsal mientras comenzaban a descender el valle entre las montaas. Se sinti frgil y pequea ah en medio de tanta grandeza solitaria. Apresuraron el paso, tomando caminos sinuosos, subiendo y bajando mientras seguan la geografa de esa tierra. El tiempo comenz a cambiar tambin. Una fila de nubes negras comenz a juntarse en el horizonte. Unas horas despus, Ian decidi hacer un alto. Sabrina Suspir y distradamente presion una mano en su trasero para masajear el dolor de all. Sabrina. El sonido de su nombre atrajo su atencin. Ian levant una mano y seal. Mira all, l murmur. Sabrina sigui la direccin de su mano. Haba Hileras de cabaas al borde del camino, pero ella no les prest ninguna atencin. Encima de la siguiente colina se eriga un castillo elevado, escarpado y severo en su apariencia, como si un enorme monstruo gris se hubiera levantado de la tierra. Un temblor le recorri el cuerpo. Ese es el castillo MacGregor? S. El orgullo era evidente en la voz de Ian. Ella intent sofocar su consternacin. Una fuerte opresin pareci instalarse en su pecho. No haba ningn valle soleado como en Dunlevy. El castillo era oscuro e imponente como su amo, ella pens con desamparo. Ian avanz con su caballo. Sabrina lo sigui. Una llovizna fina comenz a caer del cielo plomizo. Un relmpago se abri paso entre la masa de nubes. El trueno retumb como una amenaza siniestra. Sabrina sinti Una pequea puntada de dolor. Tena un nico pensamiento Fue, de hecho, una recepcin fra. Pero un poco despus de que cruzaron el puente levadizo, un grito fue odo. Volvi! Volvi MacGregor! Para el momento en que entraron en el patio interno, una muchedumbre de hombres se haba formado en una lnea que pronto los rode. Sabrina parpade, porque seguramente all deba haber cien personas o ms. Todos vestan faldas escocesas que mostraban sus piernas desnudas, pero todos eran soldados feroces, de diferente contexturas, alturas y edades. Es esta tu esposa, Ian? alguien grit. De pronto, l estaba all, al lado de ella, casi rozando sus muslos.

Una mano delgada se extendi para capturar la suya. l levant las manos unidas. Sabrina, fue todo lo que l dijo en voz alta. Mi esposa. Una aclamacin estall en el aire, una aclamacin tan ensordecedora seguramente sacudi la tierra debajo de sus pies. La siguiente cosa de la que fue consciente, fue que era bajada de su silla de montar por un gigante pelirrojo barbudo con hombros tan anchos como su espada! A pesar de su aspecto temerario, l le dirigi una sonrisa abierta, a pesar de la dentadura incompleta su expresin era encantadora en cierta manera. Su temor desapareci y Sabrina le sonri. Ella es tan liviana, Ian! Ian se ape con una ligereza que contradeca su tamao. Ah, pero la muchacha tiene una lengua que derrotara incluso al ms corpulento de los hombres. Pero no a vos, eh, Ian? El gigante le gui un ojo al su jefe del clan. No, Fraser. No a m. Qu era esto? Una advertencia para no que ella no lo contradijera? La espalda de Sabrina se puso derecha como lanza. Dos pares de ojos se encontraron y chocaron, uno verde oscuro, y el otro con un brillo de determinacin. La sonrisa de ella segua firmemente instalada. De hecho, dijo ella airadamente, tal vez es tiempo que vos sepas, marido, que si pensabas para casarte con una muchacha cobarde, deberas haberla buscado en otra parte. La boca de Ian se curv hacia arriba, pero ahora haba una dureza leve en sus ojos. l palme una mano en el hombro de Fraser y respondi con amabilidad. Ya Ves lo que me toc? dijo l ligeramente. Debo estar siempre en guardia, porque ella maneja su lengua con una espada filosa . El gigante levant sus cejas. S, y es tan letal como cualquier hombre! Los dos hombres se estaban alejando. Sabrina contuvo su rabia silenciosamente. Qu se supona que ella deba hacer... entretener a sus soldados? Como si de repente se recordara de su existencia, Ian se detuvo. Ech un vistazo por encima de su hombro y dijo suavemente. Vienes, amor? Amor? Sabrina consider estampar su pie en el trasero bien formado de Ian. Pero sonri dulcemente. Como desees, mi lord. Esta vez l la esper para conducirla por las anchas escaleras de piedra que llevaban al gran saln. Sabrina se preguntaba cuales eran los planes de Ian.

La estaba hostigando para hacerla estallar? Oh, duda del sin duda l esperaba... deseaba !... que ella hiciera el papel de tonta delante de los hombres de su clan para demostrarles que era su amo! Bien, ella no hara ese papel. Sera graciosa y agradable, no importaba el precio que tuviera que pagar. El gran saln era inmenso. Una enorme chimenea de piedra dominaba la pared externa. En la pared opuesta haba una escalera que conduca al piso superior. Tan pronto como Ian haba entrado varios hombres lo rodearon, trayndole lo que parecan ser asuntos urgentes que haba que atender. De repente Sabrina fue consciente e cuan sucia y desarreglada estaba. No haba tomado un bao en varios das. Ola a caballo y a cuero. Pero ahora estaba parada cerca de Ian, pero olvidada por l. Ian. Si l la oy, no dio ninguna seal de ello. Intent duramente no perder el control. Se aclar la garganta y lo intent otra vez. Pero no hubo ninguna respuesta. Enderezando los hombros, ella clav sus dedos firmemente en su camisa y tir de ella. Ian! Tres pares de ojos fueron directo a ella. El silencio que sigui era palpable. Ella no haba querido gritar; entonces se dio cuenta que lo haba hecho. Pero no se disculpara. Levant su mentn y dijo claramente, Podra alguien satisface mostrarme mi habitacin? Me gustara de desempacar y tomar un bao. Por supuesto. l chasque los dedos. Una criada menuda, de pelo oscuro corri a su pedido. sta es Maria, dijo l concisamente. Ella te llevar arriba. Buenas tardes, mi lady. Maria se inclin con tmida y torpe cortesa. Si me sigue por ac.... Sabrina sonri cansadamente a la pequea criada y la sigui. Ian le lanz un vistazo mientras se retiraban. Por alguna razn que ella no pudo imaginarse, Sabrina sinti un pinchazo en su espalda. Se dijo a s misma que simplemente era porque estaba muy cansada. Adems, ella prefera su indiferencia a su enemistad... o a su intensa atencin! La habitacin a la que Maria la condujo era fcilmente tres veces el tamao de la que ella haba ocupado en Dunlevy. Sabrina mir con anhelo la gran cama hasta que ella not que era la habitacin de Ian. Lo supo con cada uno de los sentidos que posea. Ian no esperara que ella compartiese su habitacin.. de eso estaba segura, porque l le haba dejado claro que no abrigaba ningn deseo por ella. Se dio vuelta para decirle a Maria que se haba equivocado, pero dos otros criados las haban seguido y ya estaban adentro. Haban puesto una gran baera de madera ante el hogar.

Ella suspir. Qu importaba se baara all? Ian estaba abajo ocupado y tendra tiempo de encontrar su propia habitacin mas tarde. Un cuarto de hora despus, ella estaba sumergida en un un bao caliente delante del fuego. Maria era de su misma edad, tmida y suave. Ella le recordaba un poco a Edna, y el recuerdo hizo que la garganta de Sabrina se apretara. Una oleada de tristeza la invadi amargamente. Nunca ms vera a Edna, ni a Dunlevy. Con la misma certeza que nunca vera a Jamie otra vez. Se visti con un chemise limpio y el vestido de lana que Maria haba sacado de su equipaje. Se cepillaba su pelo delante del fuego cuando Sabrina not que la muchacha haba comenzado a desempacar el resto de sus vestidos. Maria not la direccin de su vistazo. No necesita preocuparse, la muchacha dijo rpidamente. Pondr el resto de sus cosas en el bal de all-- con el mentn ella indic el bal al lado de la ventana para el momento en que vuelta de cenar, mi lady. Oh, pero yo no dormir aqu, as que eso puede esperar. De Sabrina afirm pacientemente lo que para ella era obvio. No me gustara que te tomes ese trabajo. El cepillo par a mitad camino. Maria la mir como si ella estuviera loca. Por supuesto que dormir aqu. Dnde dormira sino con su marido? Sabrina no estaba segura de cmo explicar que no todos los maridos y sus esposas compartan la misma habitacin. Ella saba que sus propios padres no lo hacan, porque su padre haba mantenido por aos la habitacin de su madre como estaba el da en que ella haba muerto. Pero al parecer en la familia de Maria este no era el caso. Pero antes de que ella pudiera decir una palabra, hubo golpes en la puerta. La cena aguarda en el saln, mi lady, avis una voz masculina. Mi lord pregunta si se unir a ellos. Su estmago se quej, recordndole que ella estaba hambrienta. Sus manos subieron instintivamente. Y comenz a trenzar su cabello. Oh, no lo ate, madame, Maria grit suavemente. Es tan bello suelto. La Mano de Sabrina se detuvo. Ella mordi el labio y le devolvi una risa tmida. Pero Maria... Por favor, mi lady. Nunca he visto un pelo tan grueso y tan glorioso en toda mi vida. Es encantador. De Verdad. Los golpes se oyeron otra vez, este vez ms insistentes. Mi lady? Sabrina Suspir. Muy bien, entonces, ella murmur. Maria fue a abrir la puerta. Un soldado corpulento la esperaba para escoltarla. En el saln, l la llev donde Ian estaba parado cerca de la chimenea, entonces se aproxim.

Sabrina se detuvo brevemente vacilante cerca del pie de las escaleras. Ian estaba de espalda a ella y estaba ocupado conversando con uno de sus soldados. La escena antes de ella era catica. Risas y voces retumbaban en el recinto. El saln estaba desbordado con hombres y las mujeres. Sabrina estaba segura que cada hombre del clan haba venido all esa noche. El olor de carne asada se mezclaba con el olor de a cerveza. Eres Sabrina? Un hombre alto, de cabello blanco estaba parado ante ella. Aunque sus hombros se haban curvado con la edad y se apoy con un bastn de roble, ella tuvo que levantar su cabeza para ver su cara. Sus mejillas y su frente, ella observ, estaban profundamente surcadas con arrugas. Los ojos la recorrieron de pies a cabeza...eran los ojos de Ian, ella se dio cuenta. S su tono era levemente agitado - Soy Sabrina. Soy el to Malcolm, hermano de Fergus, el abuelo de Ian. Los labios se curvaron en una sonrisa. Oh, pero eres una belleza . Ian es un muchacho afortunado, estoy seguro. Bienvenida al clan, muchacha. Sabrina no pudo evitar sonrer en respuesta. Un aire de fragilidad envolva a Malcom, pero ella ningn no pudo evitar pensar que l deba haber sido una presencia temible en su juventud. Comienzo a ver de donde Ian sac su altura. Ella escasamente le llegaba al hombro. l le ofreci una risa encantadora. Oh, eso est en la sangre de lo MacGregor. Apenas entonces un soldado algo borracho se tropez y se cay, casi estrellndose contra ella. El hombre logr levantarse y sigui su camino vacilante. Malcolm sacudi la Cabeza. Debes perdonarnos, muchacha. Somos Highlanders, y los Highlanders no necesitamos ninguna excusa para divertirnos. Y ahora que nuestro jefe ha vuelto... y con su nueva esposa. l sacudi la cabeza. Ahora ven a unirte al banquete, l la invit. Fueron hasta la mesa ms cercan. Antes de que ella supiera, comida y bebida fueron puestas delante de ella. Malcolm estaba sentado frente a ella. Me dicen que sos de Dunlevy, eh? Sabrina Asinti con un cabeceo. Donde Ian se cri, l record. Un ceja blanco se curv hacia arriba. Entonces vos debes haber conocido a Ian cuando l era un jovencito. Ella ri entre dientes. De hecho. l me llamaba bella brujita.

Y yo la llamaba prncipe de las montaa, dijo una voz justo detrs de ella. Porqu crees que era as, to? Sabrina se puso Rgida. Ian procedi a tomar el lugar vaco al lado de ella. Entonces l finalmente se dignaba a reconocerla? Su propsito de mantenerse en control fue olvidado. Puedo decirte por qu, to. Porque l posea la arrogancia de un prncipe su lengua era rpida y directa y todava la posee. Fraser se haba sentado a horcajadas en el banco al lado de Malcolm. Cuando oy su contestacin, l estall en risas. Creo que esta bella muchacha te ha puesto de rodillas, Ian! Quizs ella es la persona justa el para domesticar a un MacGregor! Sabrina le lanz un vistazo letal a l. La boca dura se fue curvando en una sonrisa, pero ella saba que l haba sido provocado. La noche avanz. Ian mantuvo su lugar al lado de ella. Sabrina estaba agonizantemente consciente de su proximidad. Su muslo le rozaba el suyo, pero poca conversacin hubo entre ellos. Lo que no Hubo fue escasez de felicitaciones y buenos deseos para la nueva pareja. La cabeza de Sabrina comenz a hacer girar con nombres y caras, rog poder recordar a todos al da siguiente. Muchos de ellos, ella reflexion, recordaran poco de esa noche. Diferente a los hombres de su clan, Ian comi y bebi escasamente. Pero su marido no la ignoraba tanto como ella como ella pensaba. El olor fresco, limpio de ella era embriagador. Le trastornaba su cerebro y los otros sentidos. Ian dese enredar sus dedos en su pelo y poner su boca contra la suya, demandando su dulzura para s. Todo el tiempo que l pas all abajo con sus soldados, su mente haba estado ocupada con un solo pensamiento. Mientras que Kirby le daba cuenta de los acontecimientos ocurridos en la quincena, l tena deseos de decir al diablo con el deber!. Tena ganas de darse vuelta, subir las escaleras, y meterse en la baero con su bella brujita. Eso le habra dado un shock a su encantadora esposa? l tena sus sospechas. Y que esa noche sabra si l tena razn o no, por Dios!. Si ella era, de hecho, una virgen. Esta noche Su boca se apret. Ian herva por dentro, porque con l ella era tan fra y evasiva como siempre, mientras que al lado de l ella aceptaba las galanteras de un primo distante. Envalentonado, su primo la llev a travs del saln para que ella conociera a su hermano.

Haba pocos hombres en ese saln esa noche que pudieran quitar su mirada de ella. Solamente con una cada de ojos o una sonrisa, ella encantaba a todos. Ella provocaba. l gru, porque Sabrina despertaba cientos de diversas emociones dentro de l: celos, posesividad, enojo, tentacin.... Un pensamiento oscuro anid en l. Se haba casado con ella. De Hecho, ella era su esposa. Ella era suya Y solamente suya. La msica son alto en alguna parte. Con los ojos ardientes l mir mientras que Fraser la tomaba en sus brazos. Ella bail una vez con l, despus otra el borde inferior de su vestido, exhibiendo por un segundo las piernas bien formadas, una cadencia provocativa de las caderas. El banco rasp fuerte contra el piso de piedra cuando fue arrastrado. l estuvo en el otro extremo del saln sin enterarse que se haba movido. Todava riendo, Sabrina se arque en una reverencia, despus se irgui con gracia. Cuando su mirada fija se encontr con la suya, su sonrisa se desvaneci. Los ojos de ella se inundaron de consternacin. Ian tom sus dedos helados dentro de su mano. Ella intent librarse de su asimiento. l no lo permitira. En cambio, hizo que ella le diera el brazo. No consciente de la tensin entre ellos, Fraser les hizo muecas a ambos. Es mejor que cuides de ella, hombre... de otro modo yo lo har. S, dijo otro. Una esposa con belleza y vigor. Debes valorarla mucho! Oh, l valora a sus caballos mucho ms que a m. El tono de ella fue ligero. Ian poda sentir como ella luchaba para no tocarlo. Lo o de sus propios labios. No as, marido? Qu dices? Fraser estaba horrorizado. Bromeas seguramente! No, dijo Sabrina. En nuestro viaje aqu, salteadores ingleses me capturaron. Ian fue a rescatarme, pero l fue preparado para pagar bien por la devolucin de sus caballos. De hecho, dijo que estara mejor si se libraba de m. Es obvio l que no le importaba si los ingleses se quedaban conmigo. Entonces... no era que ella no lo iba a avergonzar? l desliz un brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra su cuerpo. Ella aprendera a no pelearlo y provocarlo. Ah, pero yo nunca tuve una oportunidad de que eso sucediera, amor. Despus de todo, todava tengo que demandar mis derechos como esposo. El grito de asombro que ella emiti fue gratificante.

S, Ian continu. Nuestro viaje hasta aqu tom cuatro das y sus noches. Puesto que durmi Alasdair muy cerca de nuestra tienda... l dej la frase sin completar. Como Ustedes Ven, nosotros todava pasado una noche como esposos, no s si me entienden. Hubo una risa generalizada y comentarios generalizados. Nunca conseguirs un heredero de esa manera! Vergenza debera darte, hombre! Vayan a sus aposentos entonces, o no eres el hombre que pensbamos que era! Ian toler las chanzas con bondad. Ech un vistazo a su esposa. Sus mejillas estaban de color carmes. S, dijo l con lenta deliberacin. Es una situacin que debo remediar y qu mejor momento que ahora? Con eso l la levant en sus brazos. Sabrina no luch hasta que l comenz a ascender la escalera y el saln qued detrs de ellos. Cuando ella lo hizo, su asimiento simplemente se apret ms fuerte. Qudate quieta! l apremi. Ella iba rgida en sus brazos. Los pasos de Ian los llevaron rpidamente a su habitacin. l abri la puerta con el pie y la cerr con el taln. Ian la baj lentamente, deslizndola hacia abajo de su cuerpo que ella pudo sentir lleno de energa y fuerza. En el Instante en que sus pies tocaron el piso que ella se alej retrocediendo. Ian poda or el sonido de su respiracin agitada. Esto... esto ha ido demasiado lejos, Ian. Haba un temblor en su voz. Vos .. me desafiaste y yo... lo admito... habl sin pensar... La cabeza de ella se sacudi, sus ojos acusaban y se disculpaban al mismo tiempo. No es tu disculpas lo que deseo, Sabrina. . Qu es, entonces, Ian. Qu? Su mirada fija vag por su cuerpo, y se detuvo persistentemente en la curva de sus pechos debajo de tela color carmes suaves, y luego en sus estrechas caderas antes de volver a concentrarse en su cara. A vos, dijo l suavemente. Te deseo. Ella se puso plida. Qu quieres decir? ella susurr. Su mirada fija nunca vacil. Quiero decir que ests justamente donde te deseo. En mi castillo. En mi habitacin. Y pronto..., un esbozo de sonrisa se curv en sus labios pronto estars en mi cama.

Captulo 12

An cuando que Sabrina estaba furiosa porque l le haba anunciado a todos que se acostara con ella, un shock helado descendi sobre ella. Estaba mareada. Esto no poda estar sucediendo. l no poda Ella apret sus ojos, los cerr, los volvi a abrir, pensando que eso era solamente un sueo, un sueo del cual ella no poda despertar. Pero... oh, sorpresa!, cuando ella abri los ojos, l todava estaba all, alto y elegante, la anchura de sus hombros borrando la visin de la puerta. Ella habl abruptamente, la primera cosa que se le pas por la cabeza. Vos dijiste... que no me deseabas de esa manera. No. Dije que Haba otras tan bonitas como vos. l avanz un paso. Ella lo retrocedi. Y mucho ms bien predispuestas, ella record. Entonces, por qu no te buscas una? Sus ojos se parecan arder. Me parece que no. Juraste ante Dios ser mi esposa. No puedes mantenerme a distancia, Sabrina. No podrs pasar la noche mantenindome lejos. Muy pronto, l prometi, no habr nada entre nosotros, ni siquiera estas palabras, las cuales has memorizado tan bien. Demandar lo que es mo y lo demando ahora. Qu! ella grit. Me amordazars como los ingleses? No, dijo l, su tono era casi perezoso, puedo pensar en otra manera de silenciar tus labios... una manera mucho ms agradable... su mirada fija recay en su boca ... para nosotros dos. Un escalofro le recorri la espalda. El estaba determinado en su propsito... y su propsito era ella! La desesperacin le llen el pecho. Te olvidas, Ian, te casaste conmigo para solamente para crear una alianza entre nuestras familias. Y te acostaras conmigo solamente ... por rencor ! Para aplastar mi orgullo, para afirmar tu voluntad sobre la ma! l sonri como si supiera exactamente cuales eran sus pensamientos ms ntimos como si supiera exactamente cada uno de sus miedos.. Tena la sonrisa tan negra como su corazn! Ah, pero yo te deseo. Te deseo a vos, dijo l otra vez. Pero esta vez su voz era spera. Ahora vendrs a m voluntariamente, como dijiste que lo haras la noche que nos casamos? O desafiaras mi hombra de nuevo y me provocaras nombrndome a tu amante, Jamie? O luchars contra m? El cmo lo hagamos depende de vos, Sabrina. Pero quiero que sepas esto. No importa cual sea tu eleccin, el resultado seguir siendo igual... lo haremos. La mirada fija de Sabrina baj a sus manos. Estas estaban apoyadas sobre sus caderas. Ella se imagin esas manos contra su carne, sometindola a su voluntad. Ella trag. Sus miembros temblaron, como si tuviera fiebre.

l la abraz lentamente. Qu pasa, muchacha? l se acerc. Casi podra creer que ests asustado de m... de esta noche. Pero... me pregunto por qu deberas estarlo. Despus de todo, eres una mujer que no eres ajena al conocimiento de lo que es ser poseda por un hombre.. y eso lo escuch de tus propios labios. Sabrina desvi la Mirada. Haba que en su tono que exigi la verdad. Oh, pero ella casi poda creer que l saba que ella nunca se haba acostado con Jamie... o con cualquier otro hombre. Por Dios,... l era un diablo! No haba salida, Sabrina se dio cuenta. El silencio creca, junto con su inquietud. l se par delante de ella. Haba por lo menos una distancia de un metro entre ellos. l no toc en ninguna parte, pero ella lo sinti con cada uno de los sentidos que posea. Bien, muchacha? No Tienes nada que decir? Ven aqu, entonces. Ella avanz, sus piernas, inestables, rogando que l no viera su temblor. Ahora ven, muchacha. Me hieres. Me Haces sentir el hombre ms feo de toda Escocia. Las manos de Ian estaban en sus hombros ahora. Mientras que l hablaba, su mirada fija vagaba sobre ella, sobre sus facciones, sobre cada una de ellas. Sabrina pens que su expresin pareca extraamente hambrienta. Pero entonces su boca descendi sobre la suya Y entonces ella ya no estaba pensando ms. Sus brazos se pusieron alrededor de ella, atrapndola rpidamente contra su cuerpo. Ella se estremeci, pero no con rechazo. Oh Dios, si solamente pudiera sentir rechazo! Cuando finalmente l levant su cabeza, l ya no sonrea ms. Desndame, muchacha. La orden fue firme. Los ojos de ella volaron a su cara. Ian! Su nombre se rompi entre sus labios, como una splica urgente. Te lo ruego yo no puedo...! Por un segundo, ella estuvo segura de que l la obligara a hacerlo. Un extrao ardor subi a su cara, algo que ella no entenda completamente. Entonces precipitadamente, una ceja negro se elev hacia arriba. Muy bien, entonces. Como dije antes, si vos no lo haces, lo har yo. Sin darse cuenta, Sabrina apret sus puos. Qu Dios salvara su alma,! pero no poda apartar la mirada mientras l se desvesta. Ian estaba parado delante de ella, todo su cuerpo con msculos esculpidos y recubierto por su piel bronceada. Sus hombros brillaron con la luz de las velas. Una mata densa de vello oscuro cubra su pecho y su abdomen. Su mirada intent agudizarse al dirigirse a la zona mas baja Su garganta se cerr. Deseaba desviar la mirada, pero no poda.

Ante sus propios ojos, su miembro se convirti en una barra rgida como el hierro. Inconscientemente Sabrina calibr y midi Un cierto sonido dbil se escap de su boca. Ella temblaba, convencida de que una noche de horror la aguardaba. Qu est mal, Sabrina? No eres ninguna inocente. Seguramente has visto a un hombre desnudo antes. Porque, me has visto desnudo... y por tu propia voluntad. Su mirada fija se movi abruptamente de nuevo a su cara. Su sonrisa era desagradablemente perezosa. S, ella logr decir, pero t era slo un muchacho! Si, lo era. Y te pregunt una vez si te gust lo que viste. Hubo la pausa minscula. Ahora te lo pregunto otra vez. Era verdad. Ella tena deseos de ver. Y en lo profundo de su ser, Haba una parte de ella que curiosamente se haba preguntado que tipo de cambios su virilidad haba lsufrido Veo ms de lo que deseara, ella dijo abruptamente. Una mano se afianz sobre su hombro con un fuerte asimiento. Ella se sobresalt. Su risa le puso los nervios de punta. 'Es tu turno ahora, muchacha. l se movi de modo de quedar parado directamente delante de ella, tan cerca de ella que Sabrina poda sentir el calor de su cuerpo. Sus ojos grises capturaron los suyos. Antes de que ella supiera cules eran sus intenciones, l le haba levantado el vestido y se lo quitaba por los hombros. Su chemise sigui el mismo destino, pero en diferente direccin, ya que qued cado alrededor de sus tobillos. Muy pronto ella estaba tan desnuda como l. La parte posteriores de sus nudillos se deslizaron a travs del vientre plano y tenso de ella. l sonri. Sabrina parpade. Su mirada fija era audazmente irreverente y no dej ninguna parte de ella sin recorrer. Cuando l mir en la mata de vello cobre entre sus muslos, Sabrina levant los brazos, como para protegerse. No, Sabrina. Sus manos le retiraron los brazos hacia fuera. No hay nada que mirar mas all de mis ojos. La vergenza le escald las mejillas. Oh, su burla fue bastante cruel. Son los mismos ojos que intento evitar mirar! ella grit. Su expresin se hizo fra. Son los ojos de tu marido, te lo recuerdo. No necesito ningn recordatorio! Ella quera correr, escapar. Para ocultarse. Pero l todava no le haba soltado los brazos. Su boca se convirti en una lnea fina. El asimiento en sus muecas se relaj aunque su tono fue duro como el acero. No hay nada de vergonzoso en estar parada delante de m as. Pero lo era. Muy vergonzoso.

Algo entonces se rompi dentro de ella. Su nico pensamiento era huir. Ella intent zafarse y lanzarse hacia la puerta. Pero, l era demasiado rpido para ella. Un brazo largo se estir hacia fuera y la atrap por la cintura. El cuarto gir vertiginosamente mientras que l la haca girar en su asimiento y luego la levantaba en sus brazos. La siguiente cosa que ella supo fue que yaca en la cama, empujada por el peso de su cuerpo. Nunca se haba sentido tan desgraciada. Su calma estaba hecha aicos, su orgullo terriblemente dolorido. Para este juego. Has jugado conmigo y vos sabes muy bien que e as! Ella empuj contra su hombro pero l estaba inmvil como una roca muy pesada. Sus ojos eran puntos que brillaban con la luz. Cmo es eso? Ella ahog un sonido estrangulado de angustia. Vos... vos sabes! ella logr decir. l estaba sobre ella, los hombros de ambos se tocaban. Qu, Sabrina? Qu es lo que s? Sabrina no poda decir una palabra. Ella estaba debajo de l, sacudindose, sus emociones se congestionaron rpidamente en su pecho. Los ojos de Ian eran oscuros como cielo escocs en invierno. Dime la verdad, Sabrina, y dmela ahora. Te acostaste con Jamie? Ella luch contra su demanda airada. Sin ninguna palabra, ella sacudi su cabeza. No poda hacer otra cosa. Me dijiste que l te haba hecho suya, estabas mentido, cuando en verdad nunca has estado con un hombre. Eres virgen o no, Sabrina? Ella enterr su cara contra su hombro. S, ella grit quebrndose. S! Los brazos alrededor de ella se pusieron tensos, apareca que l podra partirla en dos. Mrame, Sabrina. Su tono rgido exiga obediencia. Ella levant lentamente su cabeza. Una tormenta se formaba en sus ojos. Su mirada era casi escaldante. Piensas que hago esto para causarte dolor? Para castigarte? No es as? Las palabras estaban amenazaron con hacerle derramar lagrimas. Sabrina poda sentir con claridad su clera. A pesar de que Ian jurase lo contrario ella estaba segura de que l estaba actuando en venganza. Ella le haba mentido y ahora pagara el precio su engao. No, no! Su negacin era vehemente. Escchame, Sabrina, y escchame bien. No soy como tu padre. No te castigar. Ningn dao ser causado por mi mano. Nunca. Poco a poco, la rabia comenz a desaparecer de sus facciones. Pero sus palabras no seguan siendo menos feroces. S, me cas con vos en contra de tu voluntad. Eso lo s. Eso es lo que no puedo cambiar, ni vos.

Compartirs mi castillo, y s, compartirs mi cama esta noche y todas las noches de nuestro matrimonio. Sers algn da la madre de mis hijos. Eres mi esposa en nombre, y pronto lo sers mi esposa carnalmente y en espritu tambin. Pero no te tomar causando dao o dolor entre nosotros. No. Ella entenda lo que l deca. No poda evadir su posesin, su deber como esposa en el lecho conyugal. Ahora. Entiendes esto? Ella se ruboriz, consciente de que algo haba cambiado en la manera en que l la sostena. Ya no estaba enojado Pero si lleno de un sentido de posesividad. Ella asinti con un cabeceo, incapaz de apartar su mirada de la suya. Las manos de ella fueron a posarse sobre sus antebrazos, como si as pudiera mantenerlo separado, aunque no era resistencia lo que ella se propona. Sabrina humedeci sus labios con la lengua. Ian, dijo ella dbilmente. S, muchacha? Ella estaba terriblemente consciente de su cuerpo sobre el suyo. No Haba ninguna parte ella que no pudiera sentirlo. La vela, dijo ella dbilmente. Sopla la vela. l sacudi la cabeza. No, muchacha. Ella trag en seco. Entonces debemos estar desnudos? Por un instante l la mir a los ojos; ella tena la extraa sensacin de que l se preguntaba si la haba escuchado bien. Una risa se escap los labios, un sonido fornido, masculino. Sabrina no estaba segura si deba enojarse o estar aliviada. Entonces, de repente que su risa ces. Sus ojos se oscurecieron. l se ech hacia atrs para mirar toda la longitud del cuerpo de ella. No Haba ninguna demanda en sus ojos ahora, solamente un calor intenso que la hizo temblar de nuevo. Su corazn se par seguramente por un instante, despus pareci tronar violentamente en su pecho. Ningn hombre antes la haba mirado as pues, ni siquiera Jamie. Una mano se apoy posesivamente sobre su cadera. Eres hermosa, muchacha, dijo l sinceramente. Sus palabras la desarmaron. Su mirada la hizo temblar por dentro y por fuera. Un dolor caliente le estrech la garganta. La respiracin que fue profunda y agitada. No, dijo ella detenindolo. No, no lo soy... . Preferiras que te lo demuestre? No. Puedo ver que no quieres. Pero yo s. Su mano resbal debajo de su garganta. Un pulgar deline su mentn impulsndola a apretar su boca contra la suya. Fue un beso como ningn otro. Lento y profundo, casi intolerablemente dulce. El hambre que ella senta en su boca hizo que se despertase su propia hambre. Se sinti debilitarse, atrada por su encanto. Ella solt un sonido poco entusiasta... no, no de la protesta De entrega.

El aire sali sus pulmones en forma de un suspiro largo. Los brazos de ella se entrelazaron alrededor de su cuello mientras que renda la promesa de su inocencia. Como si l detectara su capitulacin, su mano se desliz sobre la carne redondeada de su pecho. Sus dedos ahora se unieron en el asalto a los sentidos de ella. La mano de Ian circund un montculo que se hinchaba, primero con las yemas de sus dedos, y luego con su palma. El pulso de Sabrina comenz a acelerarse. Sus pezones comenzaron a erguirse y a doler, incluso antes de que los dedos de ese diablo los rozaran. Una sensacin nueva le recorri desenfrenadamente el cuerpo, una sensacin alarmante y desconocida. Un quejido bajo se escap de su garganta. Pero eso era solamente el principio. Su boca resbal por la curva de su cuello. l bes el latido acelerado en la base de su garganta. Su corazn lata con frenes, porque l no se detuvo all. Para un instante, su cabeza oscura sobrevol su pechos hinchados. Sabrina poda sentir el calor hmedo de su respiracin all, y entonces su lengua sali a buscar y a tocar el pezn rosado. Ella respir agitadamente, incapaz de desviar la mirada. Una pualada de placer divino la invadi. Con nada mas que su lengua l estimul sus pezones hasta dejarlos tiesos y erguidos, una a la vez. Y cuando l comenz a succionarlos, ella pens que morira con ese xtasis creciente. Su respiracin se aceler. Casi grit cuando l se retir de su pecho. Pero su boca fue a buscar a la suya otra vez. Sus labios se dividieron, en una invitacin muda. Con cierta vacilacin, l explor el interior de su boca con su lengua, una invasora audaz que buscaba ms y ms. Los dedos de l le recorrieron las costillas. Sus dedos buscaron el hueco entre sus muslos, atormentndola con una friccin placentera. En algn lugar de su mente, ella estaba segura que la manera en que l la tocaba era insensible y escandalosa. La gente seguramente no haca tales cosas. Una protesta vaga form en su mente. Inundado por un placer oscuro y prohibido, nunca escuch la voz que protestaba. l se pona cada vez ms atrevido. Sabrina tuvo que aferrase a sus hombros para estabilizar su respiracin. Tranquila, muchacha. l la calm con murmullos dulces, atrapando sus labios debajo de los suyo. Pero sus dedos continuaron explorando la profundidad de su lugar mas secreto. Su cuerpo entero sufri una sacudida.

Ella abri los ojos de par en par. Y apart su boca del beso de l. Ian... l tap su grito de asombro con otro beso. Confa en m, brujita, dijo l contra su boca. Prometo que no te lastimar. Su mano ahora estaba entre sus muslos nuevamente. Insistente. Irrefrenable. Se aventuraba an ms. Sabrina se estremeci. Un ansia agitada creca dentro de ella. Por Dios!, ella pens vagamente, qu le estaba haciendo l? Una parte de ella estaba perturbada por semejante intimidad. Pero otra parte suya decidi que l saba sobre su cuerpo mas que ella. Las puntas de sus dedos friccionaron la suave carne femenina. Un dedo solitario se introdujo en la abertura color de rosa con dobleces sedosos. Sabrina estaba a punto de perder la respiracin y de su cordura ya no quedaban vestigios. Sus caderas se elevaron, en busca de esa tortura deliciosa. Ella gimi. Entonces algo sucedi. Algo estall dentro de ella, centrado all en ese lugar donde l centraba su demanda. La oleada de fuego abrasador se abri a travs de su cuerpo. Ella se sinti arrojada hacia arriba, hacia los mismos cielos, volando libre de las ataduras terrenales. Cuando finalmente ella dej flotar y entr de nuevo en la realidad, Ian estaba de sus rodillas ante de ella. Le separaba las piernas de par en par, con sus propias piernas. La mirada de Sabrina recay en su miembro. Para sus ojos inexpertos, era enorme. Grueso, hinchado y rgido. Cuando l comenz a bajarse sobre ella, ella abri los ojos de par en par. Sacudi la cabeza, asombrada y asustada al mismo tiempo. Ian cmo puede cmo puede yo Aunque ella vacil, alcanz a empujarlo por los hombros. l se atrap sus dedos, frenndola. Silencio, muchacha. Todo ir muy bien. Su boca se apret contra la suya. l susurr su nombre, y dentro de ese sonido haba una splica que ella no entenda completamente. Pero que igualmente le caus un estremecimiento. El bes se demor perezosamente. El pensamiento consciente huy de su mente como el viento a travs de las montaas. Sabrina se olvid de su miedo. Ella se abri a sus sentidos, y se olvid de todo menos de la necesidad febril que demandaba dentro de ella, la necesidad de ser llenada como nunca antes. El extremo duro y aterciopelado de su pene separ sus pliegues hmedos y rosados. Y entonces l estuvo dentro ella, profundamente - muy profundamente! -- dentro de ella. Sabrina grit, porque no estaba preparada para el dolor agudo. Su voz se oy en un medio sollozo. Ian Ian! l susurr algo. Ella no saba que. Sus labios le rozaron sus mejillas, la curva blanda de su mentn, el latido de su pulso fuerte en la base de su garganta. Aunque l no se movi, ella poda sentir la presin de l, duro y apretado, dentro de ella. Te lastimo?. El dolor haba comenzado a desvanecerse.

No, dijo ella dbilmente. l atrap sus caderas con las sus manos. Se retir lentamente, permitindole recuperar su respiracin. Slo la cabeza de su miembro Segua estando dentro de ella. Ella no poda apartar su mirada de su cara. Sus facciones estaban tensas, sus ojos ardan como antorchas de plata. Su miembro hinchado perfor otra vez profundamente dentro de ella, hacindola agonizar lentamente. Sabrina se aferr a los hombros de Ian, segura de que sera partida al medio. Pero esta vez no Hubo ningn dolor. Su cuerpo se rindi al de l, su carne se rindi a todo lo que l buscaba y ms. Con los ojos semi cerrados, sinti que en su vientre un calor creciente se desplegaba. Su respiracin se hizo rpida agitada. Ella se estremeci y levant sus caderas al mismo tiempo que l las hunda hacia abajo . Sus cuerpos se reunieron, se encontraron, repetidas veces. El tiempo de sus arremetidas se aceleraron, hasta que ella estuvo segura de que l haba tocada la matriz misma. La respiracin de Ian se entremezclaba con gemidos en su odo. Ella detect que Ian perda el control, pero a ella ya no le import, porque de repente se vio arrastrada por el mismo frenes salvaje que le haba producido las caricias de l entre sus piernas. Un momento antes ella lo habra juzgado imposible pero de repente se elev en una espiral de deseo que la arrojaba otra vez al reino de los cielos. Ella se oy gritar en voz alta. Era aterrorizante y sorprendente, porque ella nunca haba imaginado que podra encontrar tal estasis glorioso en los brazos De Ian. Sobre ella l dio una estocada. Un estremecimiento sacudi su cuerpo. Un lquido ba su interior con calor y fuego. Ella sinti la tensin se aflojaba lentamente de sus msculos. Una caricia suave mor sobre sus mejillas, acomodando el enredo de su pelo all. Ests bien, muchacha? Sabrina no poda hablar. No poda criticar nada del acto amoroso, l haba sido un profesor paciente y tierno. Algn da Sers la madre de mis hijos. Ella se meti completamente hacia adentro. Por Dios!, era increble que ella llevara algn da a su beb. Por qu no?, l podra haber plantado su semilla dentro de ella un momento atrs. No poda evitarlo. La desesperacin le envolvi de su corazn, con un halo de la oscuridad. Ella se despreci, por la debilidad de su carne. En verdad, no haba pensado que llegaran a esto... ingenuamente haba permitido creer que eso pasara. ella no se

Le haba dicho a Ian, a modo de provocacin, que cuando l la tomara, ella tendra a Jamie en su mente en su corazn. Pero no..., apenas poda evocar su imagen en su mente. l tena razn. El beb que ella llevara algn da sera de Ian, ella reconoci con amargura, no de Jamie. Ella haba traicionado a Jamie. Le haba prometido que lo esperara Deb haber luchado. Protestado. Rogado por misericordia, si era necesario. Pero, qu habra logrado con eso? una voz silenciosa la cuestion. Ian le haba dicho que no importara cual fuera su actitud hacia l, el resultado sera el mismo. Y fue como l le haba dicho. Ahora era suya legalmente y carnalmente. Pero no en espritu... nunca en espritu Sabrina? era la voz de Ian. l se apoy en sus codos. No! ella grit. No me mires! Dio vuelta la cara a un lado y lo empuj con sus hombros desesperadamente para librarse de su presencia. l rod a su lado, dndole el gusto a ella. Pero no haba modo de escapar de l. Ian le tom el Mentn con su pulgar y su ndice y la forz a mirarlo a los ojos. Con su pulgar, l sec la humedad de su mejilla. Qu es esto? l exigi. Lagrimas? Te lastim? Ella trag. No, ella susurr, porque ya no poda mentirle. Su expresin era oscura el como cielo antes de un vendaval . Entonces por qu son estas lagrimas? Sus labios estaban trmulos. No entiendes, dijo ella. Debera haber sido con Jamie. Jamie debera haber sido el primero... Basta! l orden. Por Dios, te cortej con mucho ms cuidado que los que muchos hombres habran tenido! Y me recompensas hablando de otro con tu carne de tu mujer todava hmeda con mi semilla! Bien, no lo permitir, Sabrina. No lo permito! l salt de la cama, sin preocuparse de su desnudez. Puedes pasar la noche sola, Sabrina, solo con tus sueos sola en la oscuridad. Su labio se curv. De hecho, sa es la manera en que lo prefieres, o no? Atnita, Sabrina mir como l arrebataba su ropa desparramada por el piso. Ella se incorpor, enrollando la sabana para cubrir su desnudez. Ian Ian, espera! Pero l no esper. l no esperara. Despus la puerta se cerr de golpe con tal fuerza que las paredes parecieron sacudirse. Sabrina se derrumb en la cama, inundada de lgrimas amargas.

Captulo 13

Ian acomod su chal escocs alrededor de sus hombros y su espalda. Pero cuando haca esto, palillos de heno le pincharon en la espalda, un aroma desagradable, cido le lleg a sus fosas nasales. Mi Dios!, No podra dormir en ese lugar! Con una mueca, se puso de costado. Su paciencia era muy limitada, lo mismo que su temperamento. Cerrando fuertemente sus dientes, maldijo que a la encantadora bruja que haba tomado por esposa. Esa no fue, l reflexion amargamente, lo que l haba imaginado como noche de bodas. No, l haba pensado que iba a pasar horas ensendole a Sabrina los placeres de la carne -- y obteniendo su propio placer en el proceso. En cambio se hallaba aqu, en el establo. Sin Duda, ella estara gozando su victoria al lograr expulsarlo de su propia cama! De hecho, su nica salvacin sera que nadie lo hubiera visto salir. Nadie fue testigo del insulto a su hombra y a su orgullo. Finalmente, con un suspiro se incorpor. Gruendo, mir fijamente en la oscuridad. El aire de la noche se pona fresco, y poco tiempo despus su clera tambin se refresc, en su lugar se instal un dao que no poda negar. Se senta traicionado. Haba cortejado a su esposa, la Haba tomado con un cuidado tierno que nunca Haba demostrado por otra mujer. Y s, sinti que sus labios de ella temblando debajo de los suyos, su cuerpo arquendose contra el suyo en una dulce entrega. Todo para nada! Finalmente fue en Jamie en quien ella pensaba Jamie a quien ella deseaba Jamie, que se pudra en el infierno! Era Jamie y no l. Fue inevitable que su mirada se dirigiera hacia la Fortaleza, hacia su habitacin. Estaba tentado, poderosamente tentado, de volver a Sabrina. Para demostrarle que mientras que sus labios podan nombrar a otro, su cuerpo anhelaba el suyo con una pasin que igualaba la suya propia. La resolucin se cristaliz dentro de l. Ah, Sabrina, l murmur en voz alta. Piensas que te has librado de m, pero te prometo, muchacha, que no es as. Saborea tu victoria, amor mo. Por ahora, no te prohibir mantener distancia. Pero esta es la ltima noche que pasar aqu, la nica noche. Con esa promesa, l finalmente se durmi. Un rayo pequeo de luz que se filtraba a travs de los postigos lo que despert a Sabrina enseguida despus del amanecer. Haba pasado una gran parte de la noche dando vueltas y vueltas en la cama. Haba dormido poco, y nunca se haba sentido tan sola!

Y ahora ahora... Sabrina luch alejar las memorias, pero volvi a revivir lo que haba ocurrido la noche anterior de nuevo. La sensacin de su mano recorriendo salvajemente pezones, que incluso ahora seguan hinchados. su cuerpo, su boca en sus

Las palabras susurradas en su mejilla Pero Sobretodo record la sensacin de completud al tener su miembro dentro de ella, la presin imponente de las arremetidas dentro de ella. Llevando sus rodillas a su pecho, enterr la cara en sus muslos, inundada de vergenza. Hubo unos golpes tmidos en la puerta. Maria la abri y mir furtivamente hacia adentro. Le gustara un bao, mi lady? Sabrina levant su cabeza, sacando el cabello de su cara. Estuvo tentada de contestar que no y pedirle a la muchacha que se fuera. Pero no poda quedarse escondida en la habitacin, porque eso no era propio de su carcter. Y no le dara a su nuevo marido esa satisfaccin! Sonri a la muchacha. Gracias, Maria. Si, me gustara. El bao pronto estuvo listo y esperndola. Dispens a Maria, dicindole que no necesitaba ninguna ayuda. Cuando se meti en el agua hirviente, hizo una mueca de dolor, porque estaba ardida all, entre sus muslos. La sensacin de Ian segua siendo fuerte sobre su persona. Sabrina se freg furiosamente para librarse de su olor, como si de ese modo pudiera librarse de l! Su mente focaliz a continuacin en la noche por venir. Ahora que l la haba hecho a su mujer carnalmente, lo haran otra vez? No. Seguramente no. l ya haba cumplido con su deber en el lecho conyugal. Compartirs mi cama esta noche y todas las que vendrn. Una voz de amonestacin reson en su cerebro. l era su marido, la voz la rega, y tiene derecho de acostarse con ella, sin importar cuanta aversin ella sintiera. Pero no tuviste aversin, le record otra voz. Su mano dej de fregar. Su garganta se apret extraamente. l tena razn. La haba cortejado con palabras de seda, Con caricias ardientes. Haba sido tierno y haba esperado que el dolor cediese para obtener su placer, la haba llevado a un pico maravilloso de xtasis. Sabrina gru. Ian se burlara de ella con esa victoria? Se desesper por la debilidad de su carne, porque haba hecho el ridculo delante l. El agua estaba fra para el momento en que sali de la tina. Era hora de enfrentar valientemente al da y a su marido tambin. Mientras Sabrina bajaba las escaleras, no saba lo que la aguardaba en el gran saln. Con la luz deslumbrante del da, ella vio que las telaraas acumuladas en cada esquina del gran recinto.

Un olor espantoso emanaba del piso; que estaba completamente asqueroso. Varios bancos haban sido volcados. Un soldado que roncaba dorma muy cerca del hogar era un milagro que no se hubiera chamuscado las orejas con el fuego! Sobre la mesa estaban los restos de la comida de la noche anterior. As, tambin vio, un perro saltado sobre la mesa y agarrando un pedazo de carne de venado. Sabrina qued an ms perpleja cuando vio a un pequeo cochinillo desplazarse por el saln. El cochinillo se detuvo e hizo sus necesidades all. Su mandbula se cerr de golpe. Se jur a s misma que esa pequea bestia sera su cena de esa noche. Nadie vino a recibir su llegada. Pareca que la celebracin de la noche se haba extendido hasta la maana. Dos hombres corpulentos luchaban en el piso. Desde un rincn vino un rebuzno de risa. En medio de gritos de aliento, rodaron repetidamente. Y ahora venan directo a donde ella estaba parada. Por u milagro se detuvieron justo a tiempo. El par la mir fijamente. Sus miradas, atnitas. Finalmente uno de ellos, code al otro en las costillas. Levntate, hombre! Es mi lady! El par de revoltosos se puso de pie. Sabrina estaba secretamente aterrada. Pero les dirigi una mirada severa . No tienen deberes que atender? Ninguno de los dos? El ms alto de los dos se limpi un resto de cerveza de su boca. ' Parecera que no, dijo l dbilmente. Entonces lleva ese perro afuera. l podr comer nuestras sobras pero no compartir nuestro mesa! Su mirada fija fue hacia el segundo hombre. Vos. Cul es tu nombre? Ar... Arturo, l balbuce. Arturo, trae ese cochinillo y ponlo en su chiquero, y asegrate que permanezca all. Este saln no es un establo. Ella ech un vistazo a su alrededor. Ahora, demand ella, que alguien me diga donde estn las criadas. Este saln necesita una limpieza profunda, y sospecho que no ser slo aqu que hay tanta mugre. Pero antes de que hubiera una respuesta, el saln se silenci completamente. A Sabrina se le erizaron los cabellos de la nuca. Supo, incluso antes de darse vuelta, que Ian estaba parado all. Sinti los filosos ojos grises posarse sobre ella.. Cuando se dio vuelta para hacerle frente, ella dese que el piso se abriese y la tragase. No poda leer nada en su expresin, ni aprobacin ni reprobacin. Afirmara l su autoridad sobre ella? ella se pregunt frenticamente. La antes desvalorizara delante de de su gente? La mirada de Ian fija, finalmente se desvi.

Se dirigi a todos los que miraban al jefe del clan y a su seora. Debo pedirles perdn, l dijo en voz alta, pero mi esposa viene de las Tierras Bajas y todos sabemos que ellos son gente muy peculiar. Me imagino que ella no tolerar a ningn perezoso, puesto que le o decir una vez que el trabajo es bueno para el alma. Sin duda ella incluso nos har dar dos baos al da! Pero no habr guerra dentro de esta casa. La guerra la dejamos para los malditos Campbells! Ian ech un vistazo alrededor. Ya oyeron muchachos. Cada uno a su puesto. Y que sea rpido, ahora. Sabrina parpade, incapaz de creer que haba odo bien. Se sinti muy aliviada, porque si l hubiera elegido contradecirla, ella nunca podra haber llevado su cabeza con dignidad en ese castillo. Bien, e le demostrara que ella tambin poda ser generosa. No hara mencin de su observacin acerca de la gente de las Tierras Bajas. El saln se vaci en segundos. Ella sinti su la mirada fija en ella. Veo que no apruebas tu nuevo hogar. Su proximidad hizo que su estmago temblara como un flan. 'No es eso, dijo ella rpidamente. Es solamente que parece muy claro que este castillo no ha sido manejado por la mano de una mujer en muchos aos. Una expresin extraa revolote en su rostro. De hecho, ella continu, aqu hay mucho por hacer. l la estudi cuidadosamente y ella se puso inquieta. Qu? Qu Pasa? Las arruguitas de una sonrisa aparecieron en la cara. Simplemente Me pregunto por tu inclinacin repentina por la limpieza. Porque solas andar corriendo por ah sucia y descalza. Y vos tambin. Su contestacin vino rpida como una flecha. Yo tambin, brujita. La palabra son como un piropo. Sabrina lo mir fijamente, porque a menos que estuviera confundida, vio una expresin de diversin centellando en sus ojos. Qu era eso? ella se preguntaba asombrada. Ayer por la noche l haba estado enojado con ella; ahora l la miraba con algo parecido a la... a la indulgencia! Sabrina no saba si deba sentirse aliviada o ponerse en alerta. Pero antes de que ella pudiera preguntarle algo ms, l habl. No importa, dijo l ligeramente. Tuve la sensacin de que ibas a preguntarme algo. Dime. Qu pasa? Juntando coraje, Sabrina avanz. Tendra tu permiso para dirigir a los criados. Sospecho que el castillo necesita una limpieza profunda. l inclinado su cabeza. Es un hecho. Ver que te den las llaves. Con eso l tom su brazo y reuni a los criados del castillo. Ian le anunci a todos que ella era el obedecidas tanto como las suyas propia. ama all; que sus rdenes seran

Las llaves le fueron entregadas en manos de Sabrina. Los criados se alejaron para hacer sus tareas. Sabrina, tambin. Pero una mano le retuvo el brazo. Ian estaba parado frente a ella. Algo en su expresin hizo que ella levantara sus defensas. Luchando contra una oleada de ansiedad, ella levant sus cejas. S? Slo quera que supieras - dijo con una sonrisa en sus labios - estoy contento de que las actividades nocturnas no te hicieran ningn dao. Y que me gusta que atiendas tus deberes de esposa con tanto vigor. Con eso, l la gir y se alej. Sabrina estallaba de ira. l se burlaba de ella. Despus de todo, se haba atrevido -- despus de todo lo que l haba hecho! - burlndose de ella! Mi Lord? ella lo llam. Su tono era neutro. l se dio vuelta a medias, una ceja levantado arriba. Ella le sonri dulcemente. Tu olor es muy peculiar. Perdona mis rarezas de habitante de las Tierras Bajas, pero... Ella arrug su nariz con desdn -quizs necesites un bao. Te ruego lo tomes y pronto. Para su completo asombro, l le gui. Solamente si lo tomas conmigo, dulce. Solamente si vienes conmigo. Para su horror, Sabrina se qued sin habla. Cuando ninguna rplica le fue devuelta, Ian lanz la cabeza hacia atrs y ri. El bruto arrogante, se rea! Ella se march lejos, sin embrago, no poda estar enojada, porque l no estaba enojado. Igualmente, estaba determinada a poner a su marido fuera de su mente. Y tuvo xito, porque de hecho, estuvo tan ocupado que no tuvo tiempo para pensar en el canalla. Muy pronto, en el castillo no haba un solo par de manos ociosas. Sabrina descubri que los criados no eran poco dispuestos o perezosos. Simplemente necesitaban a alguien que dirigiera sus esfuerzos, pero quedaron asombrados cuando ella se levant las mangas y se uni a ellos en el trabajo diario. Para el final del da, la vertiente donde se lavaba la ropa desbordaba, los tapices haban sido bajados de las paredes y sacudidos al aire libre. El saln fue fregado de un extremo al extremo. El piso fue barrido, luego se renov la paja perfumada con romero. general, Sabrina estaba satisfecha con el trabajo del da. Maana examinara la cocina y los almacenes del castillo. Por ahora estaba agotada. Ian haba cabalgado lejos asunto y todava no haba vuelto. En

para atender algn

Sabrina le dijo a Maria que estaba demasiado cansada para cenar. Lo nico que deseaba era irse a la cama. Con suerte ella estara dormida para el momento en que l retornara.

Ella se hundi en la tina por un buen rato para aliviar el dolor de sus msculos. Acababa de ponerse un camisn blanco cuando la puerta cruji abrindose. Era Ian. En sus manos traa una bandeja cargada con alimento y bebida. Sin duda ests cansada por todos tus esfuerzos de hoy, dijo l suavemente, y Maria me dijo que no habas comido. No un marido considerado? Sabrina arque una ceja. Eres determinado, ms bien, ella pens. Y puesto que estoy ansioso por recibir los favores de mi esposa, incluso hice lo que vos me pediste: me ba mientras que estabas ocupada con la limpieza. Mi nico pesar fue que no estuvieras all para unirte a m. Sabrina se mordi el labio. Oh, ciertamente era un granuja para tomarle el pelo de aquella manera! Tom una respiracin profunda. No te pone incomodo que todos piensen que vos que nosotros Su mirada fija inevitablemente se dirigi a la cama. Su furioso rubor en la cara deca todo lo que ella no poda decir Haba un destello en los ojos de Ian, un destello que le record claramente de todo lo que haba sucedido all, en esa misma cama. Los aromas fragantes flotaron en el aire. Ella no haba tenido hambre antes. Pero Ahora, de repente, estaba hambrienta. Cuando Ian desliz la bandeja sobre la mesa cerca del fuego, ella tom la silla que l ofreci. Ian declin el alimento que ella le ofreci, con la excusa de que ya haba comido. Pero l bebi una copa de vino. El silencio que se instal entre ellos no era incmodo, ni uno ni el otro estaban l incmodos. De repente un cierto humor extrao descendi sobre ellos, como una nube oscura cada del cielo. Ella era el ama de ese castillo enorme, un papel que tendra que haber sido de Margaret. S, ella poda hacer funcionar una casa. Ella poda prever que las provisiones fueran suficientes para el invierno. Pero ella nunca podra substituir a Margaret, porque Margaret habra manejado todo con una tolerancia y un equilibrio que ella nunca podra igualar. Pero, qu pasara con la gente del castillo MacGregor? La querran? Sabrina record de pronto que aunque el aire de Margaret era siempre el de una lady, su lengua poda ser custica. Una memoria vvida la invadi. Una vez, cuando ella tendra quizs diez o algo as, Sabrina haba usado un broche que haba pertenecido a su madre.

Al verla, Margaret se haba puesto lvida. La haba arrancado del vestido de Sabrina, sin preocuparse si haba arruinado el vestido d. Margaret la haba echo llorar. De hecho, Margaret la haba hecho llorar bastante seguido. La vergenza la invadi. Qu importaba eso ahora? Margaret ya no estaba. Estaba Muerta. Nunca vera a sus nios crecer. Nunca sentira los rayos de del sol sobre su piel Sin darse cuenta, las manos de Sabrina haba cado sobre mirada fija tambin haba cado. Se sinti miserable y triste. Pero sobretodo sinti una vergenza ardiente por su egosmo. Qu, Pasa Sabrina? En Qu que piensas? Los labios se presionaron. Ella sacudi la cabeza. Ni siquiera sus pensamientos podan ser para ella misma? su regazo. Su

Dime, Sabrina. En Qu piensas? La voz de Ian la aguijoneaba, como una abejorro molesto. Ella levant lentamente la cabeza. Si quieres saber, Yo ... pensaba en Margaret. l inclin hacia atrs, sus dedos largos jugaban con el la base de su copa. Deseas que Margaret estuviera aqu en vez de vos? Que hubiera sido Margaret quien ocupara tu lugar en mi cama ayer por la noche? Los ojos de Sabrina ardieron. S! ella parpade. Porque entonces ella estara viva! l guard silencio por un momento. No quera ser cruel. Pero Margaret ya no est, Sabrina. Y vos ests viva y sos mi esposa. No me olvido de eso. Dios en los Cielos!, no poda olvidarse de eso. Margaret yace fra en un sepulcro, mientras que estoy caliente en tu cama. No tengo permitido estar de luto por la prdida de mi hermana? Lo tienes. De hecho, es lo esperable. Pero me pregunto, Sabrina -- debajo de su tranquilidad la voz tena una nota del acero - ests de luto por la prdida de Jamie tambin? Sus ojos se encontraron. Son Tus palabras, mi Lord, no mas. l maldijo en voz baja. No luchas, tampoco te rindes. Me dije a mi mismo que te dejara en paz. Pero luego me pregunt, por qu debo negarme lo que deseo? Y sin embargo no tengo ningn deseo de tomarte si vos no ests dispuesta. Sus dedos teclearon encima de la mesa. A Sabrina, el sonido le pareci como las uas rascndole la espalda. Una apuesta, l dijo de repente. A vos te gustaba jugar con los dados, cierto? Bien, propongo una apuesta. Un solo tiro de los dados de cada uno de nosotros decidir el resultado. Ella le ech un vistazo agudo. La sonrisa de Ian era peligrosa. No le gust nada lo que vio ! Apost con vos una vez antes... y perd, ella le record directamente. Lo Recuerdo. Pero ambos tenemos la misma oportunidad de ganar o de perder, ninguno tiene ventaja. Eso era verdad, ella se dio cuenta. Y qu apostamos?

Que vos no me desdees ... con palabras. Ni con el tacto de tus manos, o con tus ojos.. que vengas a m dispuesta. Una voz interior le indic precaucin. Sin embargo estaba intrigada. Qu si yo gano? Pasaras las noches en solitaria comodidad. Pero ella estara pasando las noches sola. En la oscuridad. La Incertidumbre la roa por dentro. Ests de acuerdo? Su contestacin fue rpida y directa. Lo estoy. Una promesa dada es una palabra empeada, Ian. Estoy bien enterado de eso, muchacha. Qu dices? Tiramos los dados? Su temeridad la empuj a ponerse de pie. S, dijo ella con entusiasmo. Mientras que Ian fue hasta el armario y tom un par de dados, Sabrina se puso de rodillas en el piso. Ponindose de cuclillas, l se le uni. Puedes tirar primero, l murmur. Sabrina casi arrebat los dados de su mano. Oh, l era as porque est seguro de que ganara! Ella ahuec la mano, agit los dados y a rodar. Once! Ella llev las manos contra su pecho, encantada. Una sonrisa se curv sobre sus labios, y mir a Ian cuando le pas los dados. l los frot entre sus palmas y los dej caer. Doce. Ella mir fijamente con descreimiento. Ella haba perdido con l otra vez. Ian se levant. Hubo un segundo de silencio. Los ojos todava mirando el piso, Sabrina no poda mirarlo. Las manos fuertes de Ian se apoyaron con gusto sobre los hombros de ella. l la hizo ponerse de pie. Ella no poda mirar ms arriba de la mata de vello oscuro en la base de su garganta. l no se burl con su victoria. Sus palabras no fueron en absoluto lo que ella esperaba. Besastes a Roberto aquel da, dijo l suavemente. Recuerdas? Su boca se curv hacia abajo, con desagrado. S. l us su lengua. Su tono era acusatorio. Como vos hiciste el da de nuestra boda.! No siempre pensars as, l predijo. Adems, hay otras cosas que uno puede hacer con la lengua... una mujer francesa muy experta me ense eso. Los franceses tienen una manera de hacer amor, de hecho, tienen muchas maneras de hacerlo. Cmo puedo decir esto? En cuanto al arte de hacer el amor, los franceses son verdaderos conocedores, expertos. Sabrina estaba curioso y aterrada. 'Es pecado hablar de tales cosas. Es pecado... hacer tales cosas! Una sonrisa se instal en los labios de Ian. Entonces puede el diablo llevarme al infierno, porque me prepongo hacer ambas cosas! Si te gusta tanto el estilo de las francesas, vez tal deberas haberte casado con una francesa! Su sonrisa se ensanch. Cuidado, muchacha. Casi podra creer que ests celosa. No, no celosa. Me pregunto simplemente si vos... por qu vos deseas acostarme conmigo otra vez cuando me encuentras claramente carente de conocimiento.

Carente No, l corrigi. Simplemente te falta experiencia - su sonrisa se desvaneci lentamente -- una cuestin que me prepongo rectificar completamente. Haba un silencio, y entonces l dijo, mrame, muchacha. Era una demanda afectuosa. Sabrina deseaba salir corriendo, pero a dnde podra ir sin que l la encontrara? Tragando con dificultad, su mirada fija emigr lentamente hacia arriba, slo para encontrarse capturada por el asimiento de sus ojos, como un conejo cayendo en una trampa. Pon tus brazos alrededor de mi cuello. El aire de repente se llen con una tensin que tronaba. Sus ojos brillaron intensamente, ardiendo con una cierta emocin que lo regocijaba extraamente. Su estmago se anud. Por Dios!, por qu l la miraba as pues, ella apenas poda pensar! Ella tom una respiracin de estremecimiento. Ian... No ser rechazado, muchacha. La tranquilidad de su tono traa una nota de advertencia. Dijiste que vendras dispuesta.. y as lo hars. Desamparadamente ella obedeci, deslizando sus brazos alrededor de su cuello, enlaz sus dedos para que Ian no sintiera su temblor. Su mirada haba recado en su boca. Excelente, l murmur. Ahora abre tus labios y traerlos junto a los mos. Su pulso se sobresalt violentamente, pero ella hizo como l deca. Sus pestaas se cerraron como l bes, el contacto fue lento, caliente y sensual. Ella emiti un pequeo suspiro, inconscientemente moldeando su cuerpo contra los contornos duros del de l. Ms, l la invit. Su mentn se afloj. Alternadamente l profundiz el beso. Ahora exploraba su boca con su lengua, recorriendo las hileras de dientes y el interior hmedo. Su mente giraba, no era tan desagradable despus de todo. El mundo pareca girar cuando l finalmente levant su cabeza. No fue como el de Roberto. La confesin se le escap en voz alta antes de que ella pudiera pararla. Espero que no, l murmur, y entonces su boca estaba sobre la suya otra vez. Su beso era como una droga, engandola la llevaba a un reino donde ella no poda hacer nada ms que aferrase dbilmente a l... la nica roca en un mundo giratorio. Casi no se dio cuenta cuando l le sac el vestido. Ella lo mir asombrada mientras que Ian llenaba sus manos con la redondez de sus pechos. Las yemas de sus dedos se demoraron perezosamente dibujando crculos alrededor de sus pezones. Cuando finalmente sus pulgares rozaron repetidas veces los tensos picos color rosado, ella exhal con un gemido. Esto era lo que deseabas, no es cierto, muchacha? Ella no poda rechazarlo. No poda negarse a l. De repente l estaba de rodillas ante ella. La cueva hmeda y caliente de su boca substituy sus manos. l succion la primer corona rosada y luego la otra, creando en su vientre un torrente la necesidad. Su respiracin se volvi rpida. Sus manos resbalaron hacia abajo, centrndose en sus caderas. Con sus manos aferradas, Ian acerc la pelvis de ella a su boca, pero todava sin tocar el vello color oro entre sus muslos.

Un segundo despus ella sinti el calor de su beso all en la V entre sus piernas. Con los labios y la lengua l se abri camino entre los labios y los pliegues del pice entre sus muslos. Ian! Sabrina contuvo la respiracin por el shock. Su nombre fue un grito suave de confusin. Si l la oy, no dio ninguna muestra de ello. Atentamente continu con su tarea. Su mente vacil. Por Dios!, l seguira complacindose en ese juego provocador? No, era impensable! Ian continu con el juego, pero ahora incorpor sus dedos. Una pualada del placer agudo acometi a Sabrina, l usaba la lengua como un dardo de fuego para explorar siempre ms profundamente. Luego se dedic a azotar el botn de placer que temblaba al ser lamido, un gemido increblemente ertico rasg el aire escapndose de los pulmones de Sabrina. Estaba perdiendo fuerza en sus piernas. Haba perdido la batalla. Sus dedos se aferraron a los hombros de Ian. El sinti como ella se derreta, emitiendo un lquido caliente, producto del placer. Ian tuvo que sostenerla pues ella se habra derrumbado. La llev rpidamente a la cama. Sus ojos ardan y se quit la ropa apresuradamente para luego acostarse sobre ella. Sabrina estaba dolorosamente consciente de todo sobre l. Sus Msculos lisos, su piel spera, su vello tibio. Su miembro erecto contra sus muslos pulsando con vida propia. Con sus dedos l dividi los dobleces hmedos entre sus piernas. La penetr con un solo movimiento; ella casi poda sentir su canal estirndose a su paso al, pero no Hubo ningn dolor. Poda sentirlo aprisionado dentro de ella. Sabrina no poda apartar su mirada lejos del lugar en el cual ambos estaban completamente unidos. Su vientre presionaba contra el suyo. Su vello oscuro se mezclaba con sus rizos sedoso color oro. l se retir, la lanza de su sexo mojado con el nctar de su pasin. Los msculos de sus nalgas se contrajeron. Su miembro entr profundamente dentro de ella, repetidas veces sali y entr. Con cada arremetida de su cuerpo contra el suyo, el placer aumentaba en ella. Su boca estaba en su cuello. Dilo, dijo el susurro masculino. Di mi nombre. El timbre de su voz era extraamente emocionado. l levant su cabeza y la mir fijamente. La luz de la vela oscil sobre sus hombros. Su expresin era tensa pero sus ojos brillaban con un hambre inequvoca. Algo dentro de ella se rebel. l tendra su cuerpo, s. Pero no su corazn. Nunca su corazn. Sus labios se apretaron. Ningn sonido pasara a travs de ellos. Tambin cerr los ojos, para borrar la imagen de necesidad de Ian, pero an detrs de sus prpados cerrados entonces poda ver la cara de l. Se le ocurri que l estaba maldiciendo. El ritmo de sus caderas aceler. Ms rpidamente y ms rpidamente, concluyendo casi violentamente. Y ella fue arrastrada en el mismo frenes. Un estasis oscuro y prohibido estall dentro de ella. Pero Sabrina sofoc el grito al mismo tiempo que su semen caliente se derramaba dentro de ella. Sobre ella, sinti que su cuerpo se relajaba gradualmente.

Ella yaca all, todava atontada por lo que haba sucedido. Dos veces... dos veces!.. l le haba despertado una pasin que nunca haba sabido que era capaz de lograra. Su corazn lloraba su ultraje. Por qu? Por qu con Ian? Era como si l mandara sobre su cuerpo, como si l gobernara hasta los latidos de su corazn. Ella no lo entenda. No se entenda. Pero ella era demasiado cansada pensar. Sus prpados crecieron pesados. Ninguna protesta sali de su voz cuando Ian rod a un costado, para ponerse de espaldas y atraerla cerca suyo. Sosegada por su calor, extraamente confortada por su fuerza, ella se durmi. Captulo 14 Pero el hombre a su lado no lo hizo. Su humor segua siendo oscuro como cuando se haba levantado de su cama improvisada e incomoda en la pila de heno esa maana. Levantando la sabana, l la mir a ella. Permiti que su mirada vagara saboreando la belleza de su cara y de sus formas, sin preocuparse de la reprobacin de su tmida y orgullosa esposa. Un fuerte sentido de posesividad le sobrevino. Era justo como l haba dicho. Ella estaba en su hogar. En su castillo. En su cama. Ella era la suya. Suya y de ningn otro. l estaba satisfecho con la manera que ella haba abrazado su papel como ama del castillo. Una punzada de amargura se clav en l. Si solamente ella abrazara a su marido con la misma facilidad!. El suyo no sera un matrimonio casto. Eso l lo saba bien. Incluso no intentara guardar distancia de ella, porque l saba que fallara. Ella solamente tena que estar cerca de l y ya perda la razn. Si ella necesitaba tiempo para aceptar su matrimonio, para aceptarlo como marido, as sera. Pero no se negara el disfrute de los placeres de la cama matrimonial. Se Sinti tan bien con Sabrina, como nunca se haba sentido con Margaret. Haba sido una mala jugada del destino la que haba robado a Margaret de su vida, l decidi. Y esa misma mala jugada del destino fue la que lo condujo a Sabrina. Sus destinos se entrelazaron para formar uno solo. No poda luchar contra eso. De su humor se puso feroz. Sabrina despert en medio de una inundacin de sensaciones. Le pareca estar increblemente caliente, aunque los cobertores le cubran solo los pies. De repente se dio cuenta de la razn de ese fuego - el cuerpo duro de Ian pegado contra el suyo. Su cabeza estaba apoyada sobre su hombro. Su mano pequea yaca sobre el pecho velludo de l. Sus piernas estaban entrelazadas con las suyas, un muslo cmodamente contra los suyos. Fue el recuerdo de lo que haba entre esos muslos lo que la hicieron arder por todas partes.

Su mirada fija avanz lentamente y en forma ascendente, sobre la columna fuerte de su cuello, el cuadrado de su mandbula, sombreada por el crecimiento de la barba de un da. l era, ella pens con un extrao temblor, el hombre ms hermoso, de cara y de cuerpo. Pero se congel cuando vio que su observacin atenta no haba pasado inadvertida. Los ojos de Ian estaban abiertos. l se movi. Con la yema de un dedo, l recorri la forma de su boca. Dime, brujita. Todava me desdeas? Desdearlo? De hecho, en ese momento, ella no saba lo que senta ! Su corazn marchaba con ritmo de frenes. Su tacto, suave como era, la haca estremecer de nuevo. Ella encontr su mirada, y despus desvi sus ojos. No, ella susurr desamparadamente. Un dedo debajo de su mentn le hizo levantar la cabeza y l inclin su cara sobre la suya. Algo arda en sus ojos. Su boca tom la suya en un beso profundo. Ella poda sentir el crecimiento de la pasin en l -- s que poda sentirla en el miembro duro contra su vientre! Sus bocas se fundieron, y l rod sobre ella. Sabrina logr librar su boca del beso. Ian! Ella estaba horrorizada. 'Es de da! Si lo es, dulce. l ba el pezn de un pecho con el calor hmedo de su lengua. Ella tembl pensando que l la tomara a plena luz del da. Ian... las manos de ella lo tomaron por los hombros, pero no Haba ningn modo de pararlo y pronto ella no dese detenerlo tampoco. Con sus labios y sus manos l se propuso excitarla, alimentando el ardor latente dentro de ella, sus caricias eran atrevidas y descaradas como el hombre que las ejecutaba. Cuando finalmente Ian separ sus muslos, la mir a los ojos, extraamente nublados por la pasin. Su penetracin fue atormentadoramente lenta; ella jade sometida al juego friccin en el canal femenino que l impuso. l susurr su nombre. Los msculos de su cuello estaban tensos. Ella detect que l se controlaba mientras que comenzaba a establecer el ritmo que los llevara a ambos al cielo. Pero a ella ya no le import ms si l lo quera hacer lentamente. Le clav las uas en la espalda, en una splica muda. En respuesta l se hundi ms profundamente. Ms adentro. Como si buscara la matriz misma. Un xtasis exquisito pareci estallar dentro de ella. Sabrina enterr su cara contra su cuello y se aferr a su espalda mientras era arrojada al cielo y ms all. Largos momentos pasaron antes de que su respiracin acelerada volviera a ser normal. Sobre ella, Ian estaba apoyado en sus codos y miraba hacia abajo, directamente a ella. Las yemas de sus dedos fueron agradablemente speras cuando l quit una mecha de pelo de su mejilla.

Todava tan renuente? l murmur. Sabrina quera que su clera surgiera. Pero no vena. Pero tampoco poda sostenerle la mirada a sus ojos. Oh, puedes decirte a vos misma que estabas destinada a otro, prometida a otro. Pero hay un lazo que nos une, un lazo de deseo, un lazo inexplicable que no puedo combatir o evitar. Y que vos tampoco podes. Su tono era determinado. Lo s puedo sentirlo. Vamos, Admtelo, Sabrina. Su tono traa ninguna maldad. Ningn desafo. Ni siquiera la mnima alusin a un triunfo de su parte. Su garganta se cerr. De repente ella estaba peligrosamente, y tontamente, al borde de las lgrimas. l tena razn? ella se preguntaba alarmada. Qu Dios la ayudara!, no lo saba. Solamente saba que cuando l la tocaba, su cuerpo pareca no ser su propio cuerpo. Pareca no tener voluntad propia. l suspir. Djalo as. Pero no habr ningn otro hombre entre nosotros en esta cama. Promtemelo. Ella lo mir. Para su mayor confusin, comprob que su expresin era completamente seria. Ella dio una sacudida minscula con su cabeza. Yo.. No s lo que quieres decir. Quiero decir solamente esto. Bastar con que te toque o que te mire solamente... y los pensamientos de ningn pueden interponerse entre vos y yo. Para m ha sido esta manera desde el da que partimos de Dunlevy. Hubo una pausa tensa. Y te pido que sea igual para vos. Jamie. l hablaba de Jamie. Hasta ese momento, ella se haba olvidado de la provocacin que ella haba la noche de bodas. Record sus propias palabras No puedo hacer que ni me poseas. De hecho, no te resistir. Pero cuando lo hagas, quiero que sepas que pensar en Jamie. No en vos, nunca en vos. Por qu? dijo ella. Por qu querras mi promesa? Una promesa dada es una palabra empeada. S si me lo prometes, lo cumplirs. Por Dios, que ella no entenda por qu l le peda esto a ella, por qu eso era importante. Pero l estaba decidido a obtener la promesa. Y tena razn. Haba algo entre ellos. Una gran atraccin que ella no poda luchar ni poda negar. Y segn pareca, l tampoco poda. Sabrina trag con dificultad. Vos... la tienes, dijo ella con voz muy baja. Tienes mi promesa. l le ofreci una mirada fija que la sondeaba tan profundamente que ella sinti que llegaba al tutano de sus huesos. l debi haber estado satisfecho con lo que vio all, porque le dio un breve beso en los labios y se levant. Ella mir como un fuente. mientras l caminaba hasta el fuego y lo alimentaba. Desnudo beb recin nacido, l cruz el cuarto y se lav con agua de la

Su cuerpo era tan distinto al suyo, ella reflexion : duro y musculoso donde ella era blanda y con curvas. Oscuro y velludo donde su piel era plida y lisa. Y sin embrago l era flexible y se mova con gracia En ese mismo instante, l ech un vistazo en direccin a ella. Sabrina se ruboriz ferozmente, mortificada por haber sido atrapada mirando con curiosidad indisimulable. Ian lejos de estar mortificado, plant una mano en su cadera, y dibuj una sonrisa enorme, como si l pudiera leer su mente. Porqu te ruborizas, Sabrina? Sabes muy bien porqu me ruborizo; dijo ella sin pensarlo dos veces. Ests desnudo! l se ri entre dientes, un sonido que le hizo recordar a los das idos a los das perezosos y felices de cuando eran nios. Pues te recuerdo, Sabrina, que abrigaste alguna vez el deseo de verme desnudo. Y como te dije antes, eras slo un muchacho! Su mueca era traviesa. La Nada ha cambiado, te lo aseguro. l levant sus brazos. Ves? Todava tengo dos brazos. Dos piernas... Vos... ests ms grande. Esto se le escap de la boca antes de que ella pensara lo que deca. Si?. Adonde? Vos... sabes donde ella escupi las palabras. Su mirada fue a fijarse justo adonde no deba, y entonces sus mejillas ardieron. l ech un vistazo a la zona baja de su cuerpo. Ah, dijo l entendiendo. Tal Vez tengas razn. Por supuesto me he convertido en un hombre, me da gusto pensar que algunas cosas han cambiado... Su tono se haba vuelto temerario. Sabrina cerr los ojos bien fuerte, pero gimi tapndose con la almohada la cabeza. Oh, l era un bruto para atormentarla tanto ! La cama se hundi a su lado, la almohada le fue quitada de las manos y empujada a un costado. Abre los ojos, Sabrina. Sabrina abri los ojos y lo mir, silenciosamente rogando que l cesara su juego. Pero l era imparable. Un dedo atrevido se apoy en el arco de su garganta, para luego bajar a su pecho apenas revelado sobre el borde de la manta. All el empez a juguetear. Por qu me castigas as, estimada esposa? Por qu ests desnuda. Sabrina trag. Su boca estaba de repente seca. No Tienes ningn asunto que atender esta maana? Su risa fue baja y ronca y de alguna manera extraamente placentera. Tu humor ciertamente ha mejora mucho. El tono de ella era agrio. Qu es esto? dijo l ligeramente. Quieres librarte de m, esposa? Recuerdo muy bien una poca cuando ramos nios cuando me seguas siempre a todos lados. Sabrina estaba silencio. Su comentario era vil, pero verdadero.

La mayor parte del tiempo Margaret no quera Margaret la haba despreciado a menudo.

estar con ella, de hecho,

Su hermana la haca sentirse pequea, torpe y fea. Como su padre, ella siempre la desaprobaba. Ella siempre estaba temerosa de incurrir en una equivocacin o falta ganarse la censura de ellos.

Solamente Ian le haba prestado alguna atencin, y ella era consciente de que l saba que ella era a menudo despreciada por su familia. Pero con Ian poda ser ella misma. Ella haba dependido de l. Lo buscaba para ganar su aprobacin. Oh, haban discutido mucho siendo nios. Pero ella se senta mucho ms cerca de l que de cualquier otra persona. Pero hasta eso haba cambiado. De alguna manera ella logr mirarlo sus ojos. Yo... me haba olvidado. Pero no era tanto una cuestin de olvidarse, sino de no querer acordarse. No lo olvidaste, dijo l puntualmente. Me seguas como un perro de caza a su presa. De hecho, hubo una poca en que pens que estabas ms que encariada conmigo. Te confundiste, dijo ella tiesamente. Te parece? Su sonrisa era sumamente molesta. Segn recuerdo no tenas ningn tiempo para m. Eso no es verdad. Si. El ao que pasaste en Dunlevy, no tenas ninguna paciencia para conmigo. Estabas constantemente enojado conmigo. Y Hubo un tiempo de que pens que me ensartaras con una espada. Y era verdad. Hubo un tiempo en que lo haba deseado a, porque l constantemente la embromaba y se burlaba de ella. No quera que l supiera de sus sentimientos verdaderos, porque se habra redo de ella, y ella llorado mas de una lagrima por su comportamiento distante. Ella enmascar su dolor con desdn, prometindose que l nunca sabra que ella se haba enamorado de l -- no, ni entonces ni ahora ella le confesara tal debilidad! Eras rudo conmigo, dijo ella otra vez. Lo recuerdo bien. Algo cambi en la expresin de su cara, algo que ella no poda descifrar. Tal Vez tienes razn, dijo del l con una pequea sonrisa torcida. Pas los esos meses impaciente por luchar con Guillermo Wallace, soando con ser un hroe. Pero tu padre no me lo permitira, y temo que l tena razn. Entonces era solamente un muchacho, un muchacho que soaba con ser un hombre. Por un momento, una expresin dbilmente triste mor en sus ojos. l retir la mano. Pero tienes razn. Sera mejor que me pusiera en marcha a ocuparme de mis asuntos.

l se levant y se visti. Sabrina lo miraba, con los cobertores subidos hasta su mentn. Se preguntaba si alguna vez sera como l, tan indiferente y desprejuiciada sobre desnudez. Nunca, decidi vehemente. Ella nunca podra aparecer desnuda en su presencia y no estar avergonzada. Para su consternacin, l no se fue hasta que ella se hubiera baado y vestido tambin. Sabrina saba que era tarde cuando ingresaron al gran saln y lo encontraron abandonado, a excepcin de Fraser. Fraser no los vio, porque el estaba de espaldas a ellos; mirando hacia el patio. Mientras lo miraban, l se rasc la nalga. Sabrina se detuvo brevemente. Su mirada fue derecho a Ian. Un recuerdo se reaviv en ella, un recuerdo de una poca en que ella e Ian se haban ocultado en el tico del capilla despus de misa una maana. Haban estado mirando hacia abajo a la capilla vacia. Tan pronto como el padre Gilbert pens que estaba a solas, se haba levantado la sotana y se haba rascado el trasero. Despus emiti un suspiro inmenso de alivio, ella e Ian se convulsionaron de risa. Los ojos grises que centelleaban encontraron los suyos. Su corazn se sobresalt, porque ella vio en l una luz tenue del muchacho que ella haba adorado. Su mente grit. Por la Virgen Mara!, qu suceda? No, no poda estar pasando. No, no otra vez despus de todos esos aos l inclin su cabeza contra la suya. Recuerdas, muchacha, el da que nos ocultamos en la capilla despus de misa? Recuerdas al padre Gilbert levantndose su... Si, lo Recuerdo. Su tono era sin aliento. Una sonrisa se dibuj en los labios de Ian. Nunca mas pude mirar al padre de la misma manera despus eso. Ya no poda considerarlo como piadoso e inalcanzable y tem por siempre que Dios me enviara al infierno por tal blasfemia. Era Extrao, que su mente trabajara del mismo modo como lo hizo la de Ian, ambos evocaron el mismo recuerdo, y en el mismo instante; an ms extrao era que ella se senta de la misma manera cada vez que pensaba en el padre Gilbert. Entonces el to Malcolm entr, dirigiendose hacia ellos. Ian lo recibi con un saludo caluroso. Cmo ests esta maana, to? To Malcolm se detuvo y mir hacia arriba. l acomod su plaid ms firmemente sobre sus hombros. Bien, salvo por el fro que me cala los huesos. Me atrevera a decir que el fro estar con nosotros por largo tiempo. Ian palme el hombro de su to.

Har que Maria prepare un poco de vino caliente con especias, to, y ver que ponga otra manta en tu cama. Sabrina habl. No hay necesidad de que te ocupes de eso, Ian. Yo misma me ocupar. Ella sonri a Malcolm, pero para su sorpresa, l la miraba de arriba a abajo como si nunca la hubiese visto antes. Lo que Desconcert a Sabrina. Ella haba hablado con l largamente el da anterior. Quin es esta muchacha, Ian? Ian desliz un brazo alrededor de los hombros de ella. sta es mi esposa, Sabrina, to. Ella volvi conmigo desde Dunlevy hace varios das. Ella, eh? S, to. El tono de Ian era uno de completa paciencia. Bien, entonces eres un chaval afortunado. Ella es bonita como una flor. Ella lo es, to. Lo es. Sabrina se ruboriz. l se burlaba de ella? No estaba segura. Los ojos de Ian que se demoraron sobre ella eran calientes como sol... o ella solamente se lo imaginaba? Tan pronto como el to Malcolm se diera vuelta para subir las escaleras, su brazo resbal de los hombros. Ella se sinti curiosa. Cuando Malcolm estuvo fuera del alcance del odo y de la vista, su mirada busc la de Ian. l no me record. l asinti con un cabeceo. 'Es una afliccin que va y viene como la niebla en estos ltimos aos. Algunos das su mente es tan aguda como la ma. Otros das l est confuso. Sabe donde l est, y quin es l es. Y me reconoce, aunque a veces piensa que soy mi padre. Y ha habido pocas en las que l se ha olvidado de que mi padre est muerto. Ese da sent un precedente para los das que siguieron. Mientras que Sabrina asumi sus deberes como ama de atender sus asuntos como jefe del clan.

casa, Ian fue a

Aparentemente, todo estaba bien. Pareca que Sabrina se haba acostumbrado lentamente a su papel como su esposa. Pero cada vez que sus ojos se encontraban, ella era la primera en apartar la mirada. Ian se pona ansioso con eso. Su encantadora esposa no eluda su contacto, ni se opona. Sin embargo, tampoco se renda. Haba a la parte de que ella le esconda. l la cortej como nunca haba cortejado a ninguna otra. Siempre era paciente, cuando la paciencia no era una de sus virtudes. Era relajado y suave, cuando su deseo cursaba caliente y exigente en sus venas. Si ella se hubiera negado a acostarse, l nunca la habra forzado. Pero no ocurri tal cosa. Su cuerpo saba. Su cuerpo lo aceptaba. Oh, l saba que la estaba satisfaciendo. Ella jadeaba y se retorca debajo de l en una danza de la pasin. Pero Ian deseaba ms. Deseaba or su nombre en sus labios; anhelaba or su grito al llegar al clmax. Le dola que ella no lo tocara de propia voluntad. Que no lo Tocara de la manera que l la tocaba a ella. La frustracin se agit dentro de l como un mar sacudido por una tormenta. Compartan las comidas.

Compartan su calor durante la frialdad de la noche; Compartan besos y caricias ardientes. Pero haba una barrera entre ellos, una barrera que l tena prohibido atravesar. Ella se mantena distante de l. l la despert una maana, porque no importaba cuantas veces l la posea, la deseaba ms con cada da que pasaba. Esa maana, ella fingi estar dormida. l insisti, besndola para despertarla. Pero l haba visto la llamarada de la rebelin brillar en los ojos de ella, aunque su cuerpo se arqueara contra el suyo. Sera as cada vez que l la deseara y la buscara? La pregunta lo torturaba continuamente. El otoo hacia mucho tiempo que se haba instalado, y con l el advenimiento del invierno. Haba habido problemas con los Campbells ltimamente ya que tenan la inclinacin de tomar lo que no era suyo, pero esos ltimos das haban sido ms tranquilos. Una tarde nublada una lluvia constante oblig a sus parientes y a los soldados a quedarse adentro. Ian le pidi a Sabrina que le cortara el pelo. Ella se haba quejado bastante ltimamente de que l pareca estaba muy melenudo. Por eso l se present para corregir la situacin, se sent en un taburete ante de ella. Una ceja delgada se levant interrogativamente. Ests seguro de que confas en m? ella pregunt dulcemente. Y Qu si te cortara la oreja? El calor de su sonrisa sofoc la acidez de su comentario. Los ojos de Ian brillaron. Le hizo un gui a Fraser ya Alasdair, que se sentaron cerca de ellos. Mejor que sean mis orejas y no otra parte mas abajo. Los hombres rugieron de risa. Te casaste con una mujer de espritu, Ian! alguien grit. Sabrina se haba ruborizado hasta las races de su pelo. A pesar de que l saba que ella se enrojeca ante tales bromas, Sabrina pareca tolerarlas bien. l mismo se asombraba de que alguna vez hubiera pensado que Sabrina era experimentada en el trato con hombres. Ella era una inocente, ciento por ciento. Eso lo satisfaca mucho. Ahora, abocada a la tarea de cortar el pelo, su boca estaba encantadoramente fruncida. Ella se inclin levemente hacia l, revelando las redondeces de sus senos. Ian inhal profundamente. Su dedo remont el escote de su vestido. Ella necesita se domesticada, muchachos, y yo soy justo el hombre para hacerlo. En un solo movimiento gil, l la levant y la ech sobre su hombro. Sabrina golpeaba con puetazos contra la espalda de l. Ian! Ian, bjame en este instante! Los espectadores los animaban con aclamaciones y sugerencias libidinosas. La mueca de Ian era completamente diablica. Creo que acabaremos con esta tarea en privado, esposa. En su habitacin l se sent en una silla ante el fuego, acunndola en su regazo. l roz su boca contra su mejilla, inhalando el olor fresco y limpio de ella. Ests enojada, muchacha? Ella suspir. Ian, eres... imposible. Su comentario no lo desanim. Te desconcierto, entonces? S, dijo ella puntualmente. l amaba el modo en que ella incluso se ruborizaba.

Ah, pero yo soy la envidia de todos los hombres que estn abajo. El rubor de Sabrina se profundiz La mirada se desvi. La punta de su lengua sali para humedecer sus labios. Por qu me dices tales cosas? ella susurr. Por qu? Aunque l no la entenda, detect su incertidumbre. Con un dedo le contorne el mentn, e hizo que sus ojos encontraran los suyos. Eres hermosa, Sabrina. Hermosa y... No, ella lo interrumpi. No lo soy. No como Margaret. Ah, pero yo no eleg a Margaret. Nuestros padres arreglaron el casamiento. Pero a vos, yo te eleg. Ella sacudi la cabeza. Solamente para unir a los clanes... No. Era el turno de Ian de interrumpir. No eso fue la excusa `para casarme y y... acostarme con vos. l le haba dado un shock. l pudo ver la manera en que los ojos de ella se abrieron de par en par. l le ofreci una sonrisa. `Es verdad, muchacha. Oh, le dije a tu padre lo mismo que me dije a mi mismo, que honrara el acuerdo hecho entre nuestros padres casndome con vos. Pero era una mentira, Sabrina. Entonces ya te deseaba... Su sonrisa se desvaneci ... y ahora te deseo. l sinti que ella temblaba. Su brazo se apret. Llevndola a la cama, Ian le demostr la verdad de todo lo que l haba dicho. La recompensa de Ian vino cuando ella suspir y sus brazos se entrelazaron sobre su cuello. Verdaderamente te complazco? El corazn de l se sobresalt. Ella sonaba casi ansiosa. l se apoy su frente contra la suya. Como ninguna otra. Una luz tenue se incorpor al verde de los ojos de ella. Ah. Y qu hay sobre las mujeres que tuviste en Francia? Todas Olvidadas, l susurr mientras afanosamente le quitaba las ropas de ella y las suyas. Pero ella lo detuvo con un dedo sobre sus labios. Una vez que me dijiste que all haba muchas maneras de hacer amor. Dos puntos manchas rojas aparecieron en sus mejillas. Ser curiosa, mi Lord es el mtodo francs mejor? l se ri. Yo lo prefiero a nuestro modo. Y con eso sus brazos la engulleron. En un movimiento rpido l rod sobre sus espaldas de modo que ella qued a horcajadas de l. l poda sentir su miembro erguirse contra el calor del surco femenino. Ella inhal profundamente, de pronto le faltaba el aire. Su mirada se encontr con la suya, y pregunt. Ian! Por Dios!, cmo crees que...? l la empuj suavemente sobre su miembro. Tu corcel te aguarda, l murmur. Las manos de l guiaron sus caderas para demostrarle lo que se propona. La Levant unos centmetros y al hacerla bajar, se encaj profundamente en el aterciopelado canal femenino. Ian estaba profundamente arraigado dentro de ella, y casi gimi en voz alta, porque las paredes calientes de ella se apretaban alrededor de su miembro que palpitaba, derritindolo con su liquidez. Mntame como quieras, muchacha. Su voz era baja y tensa. Sus manos cayeron al costado de su propio cuerpo. l la mir, permitindole la libertad que ella lo tomara a su gusto.

Las subidas y las bajadas de sus caderas eran lentas al principio, casi tentativas. l juguete con los pezones erguidos de ella, y se inclin hacia adelante para probar el sabor de esos dulces botones de carne. Despus de un rato l la mir a los ojos y enterr su pulgar en la suave unin entre sus muslos, buscando el punto de mayor placer. l sinti que la respiracin de ella se alargaba, y un temblor all donde l estaba tan cmodamente plantado en sus profundidades. La danza ritual del acoplamiento continu, acelerando en tiempo hasta que todo pensamiento consciente se perdi. Tomando sus caderas, l se lanz hacia arriba casi violentamente, sintiendo la inminente explosin se su semen. Apretando fuertemente sus dientes, el clmax estall dentro de ella, quemndola por adentro y por fuera. Sabrina se derrumb contra el pecho de l. Unos segundos, l la puso a su lado y la acurruc en sus brazos.. l la haba trado al climax, y lo saba. Pero incluso mientras Ian estaba seguro de haberla satisfecho inmensamente, no poda ignorar la punzada de la decepcin que estropeaba su propia satisfaccin. Apenas alguna vez, l deseara or una expresin del placer de Sabrina en voz alta. Apenas alguna vez Un largo rayo despus, mientras que el fuego de la chimenea arda con menos fuerza y el fuego de los genitales de ambos hubiera cedido, ella habl. O a Fraser hablar de los Campbells hoy a la maana. Los dedos de Ian viajaban ociosos por los largos cabellos rojizos de ella. Nada bueno habr dicho de ellos, Espero. No. Ella inclin su cabeza. Son nuestros enemigos, entonces? Nuestros enemigos. Ian ningn poda evitar observar su comentario. Lo satisfizo -- poderosamente. Roban nuestro ganado, dijo l ligeramente. Y nosotros tratamos de recuperar el ganado. Recuperarlo? Una ceja delgada se elev. Se lo Roban a ellos, ms bien. Ustedes los Highlanders no se atienen ninguna ley mas que la propia. l hizo una mueca. As nos manejamos aqu en las Tierras Altas. Los labios de ella se fruncieron, pero que l poda decir que ella estaba enojado. No es sorprendente que nunca tengan paz! l llev su mano a sus labios y la bes. Prefiero la paz entre nosotros. Sus ojos sostuvieron los suyos por un largo tiempo. Ella no dio ninguna respuesta. De hecho, no poda elaborar ninguna respuesta! Sabrina estaba atrapada en un laberinto y no saba que camino tomar, ni siquiera saba donde estaba su propio corazn! Ian se haba acercado demasiado y ella estaba tironeada por emociones que estaba en conflicto. Bastaba con que l la tocara para que ella se sintiera interiormente dbil. Desde el da de su apuesta, algo se haba suavizado en l. Hablaban y rean sobre los das de la infancia. . En verdad l pensaba que era hermosa? No.

Seguramente que Era slo un truco, un truco para llevarla ms fcilmente a la cama. Con todo qu necesidad tena Ian de palabras y piropos? Una voz interior la rega. Ella era su esposa. Y era su deber acostarse con l. Lo mismo que atender la casa. En verdad, ella ya no poda mentirse ms. Extraaba a Dunlevy cada vez menos. El castillo MacGregor, con su exterior rgido y austero, estaba poblado de gente que irradiaban calidez y buen humor. Fue la prxima tarde que Sabrina vio al to Malcolm sentado cerca de la chimenea. Sus hombros delgados temblaron. l acerc el taburete al fuego. Las faldas giraron mientras que ella se dio vuelta para ir hacia la cocina. Unos minutos despus, ella le puso una taza de vino caliente en sus manos. Haba das en que l todava no la reconoca. Ella haba aprendido a detectar esas pocas, porque los ojos de Malcom aparecan embotados y vagos. Pero ese da en particular su mirada era tan aguda que casi la perforaba. l le pidi que se acercara. Sabrina se acerc. Qu Pasa, to? Te pareces a ella. Por eso es que l se cas con vos. Ella frunci el ceo. Quin, to? l entendi mal l pregunta. El muchacho, quin va a ser ! l la amaba, todos lo sabamos. El muchacho. Quera decir Ian? Un escozor le recorri la espina dorsal. Ella intent otra vez. No entiendo, to. A Quin me parezco? Y quin estaba enamorado? l no le prest ninguna atencin. S, hay algo de ella en voz, l dijo. Tienes el mismo pelo, aunque el tuyo es ms rojo que ella llev a mi sobrino a la tumba, lo s. l golpe pesadamente su pie contra el piso. Que el Seor me castigue, pero yo estoy contento de que esa bruja est muerta, la muy desgraciada! Y agradezco al muchacho por enviarla al diablo, porque all es donde ella pertenece! Sabrina estaba desconcertada. Ella se pareca a una mujer muerta? La idea era misteriosa. Quin, to? Quin est muerto? l la mir. Fionna! l afirm poderosamente. Por su salud frgil, Sabrina decidi no presionarlo ms. Y de hecho, no pudo evitar pensar si quizs l no haba estado divagando un poco . Alasdair. Alasdair sabra. Sabrina lo encontr en lo del forjador, puliendo una daga. l le ech un vistazo cuando ella pronunci su nombre suavemente. Luego se detuvo inmediatamente. Sabrina! Ests buscando a Ian, muchacha? Me temo que no lo he visto. En verdad, quera hablar con vos. Alasdair, me preguntaba quin es Fionna? Su sonrisa se marchit y la mir agudamente. Dnde oste ese nombre? To Malcolm. Alasdair Suspir. l te dijo? Ian tampoco te ha dicho. l ech un vistazo a su alrededor, y le tom la mano. Ven. Vayamos a otra parte. Losa lo alto de esa torre, s. All nadie nos molestar. . Porqu tengo la sensacin yo no debera desear saberlo? ella se pregunt en voz alta.

Alasdair le palme el hombro. No es tan Malo como parece, Sabrina! Simplemente Pens que esta era una cuestin que deba ser discutida en privado. Gracias, Alasdair. T... eres muy bueno. Pero estoy muy curiosa por saber sobre la misteriosa Fionna. No hay nada misterioso sobre ella, Sabrina. l suspir. Fionna estaba casada con David, el padre de Ian. Su madre, entonces... l sacudi su cabeza. No. La madre de Ian era Lenora. Fionna era la segunda esposa de David. Se casaron cuando Ian y yo tenamos oh, tal vez tal quince aos. Ella era mucho ms joven que David, de hecho, no mucho mayor que nosotros dos. El to dijo que l la amaba que el muchacho la amaba, ella cit las palabras del viejo. Casi atragantndose, Sabrina pregunt. Se refera a Ian? Alasdair vacil. Y Ella lo supo lo supo. Ian haba estado enamorado de su madrastra. Hubo un apretn doloroso en su corazn. Ella se dio vuelta y mir fijamente al paisaje donde el viento ondulaba las copas de los arboles. Tuvo que luchar para concentrarse en la voz de Alasdair. No puedo decirlo por seguro, l deca. Fionna era... encantadora. Joven y seductora. Todo risas y alegra. l sonri levemente. Todos los muchachos, incluyndome a mi, estabamos un poco enamorados de ella, yo creo. Ella le ech un vistazo a l. El to dijo que ella est muerta. S. Hace mas de un ao ahora. El Dijo que ella se llev a su sobrino a la tumba. Hubo una pausa pequea. Qu quiso decir con eso? Alasdair la mir incmodo. Ian debi habrtelo contado. Pero supongo que no hay motivo para ocultarlo. Sabrina David tom su propia vida. El padre de Ian tom su propia vida. Ella tom una respiracin aguda. Despus de que Fionna hubiera muerto? S. En su dolor por su muerte, l se mat. Alasdair, cmo muri ella? Cmo muri Fionna? Hubo un silencio largo. La asesinaron. Asesinada. Su sangre pareci congelar. Por Dios, dijo ella dbilmente. Cmo...? Estrangulada. En su cama. Pero quin, Alasdair? Quin la mat? El asesino nunca fue encontrado. Nunca fue encontrado! Ella estaba horrorizada. Quieres decir que nadie tiene idea de por qu fue asesinada? La mirada de l se desvi. Suspicacias Hubo, s. Y chismes l se detuvo brevemente, entonces sacudi la cabeza. Sabrina, no creo... Dime, Alasdair. El viento era desapacible, pero era como nada comparado con la frialdad en su corazn. Un presentimiento feo le eriz la piel. Porque ella supo, incluso antes de que l hablara, lo que l dira. Fue Ian quien encontr a Fionna, dijo el reservadamente.

Se rumore que la mat en un ataque de celos. Sus labios se abrieron. No, ella susurr. No. De una vez su corazn lati pesadamente. Haba un zumbido en sus odos. Motas brillantes destellaban en su visin. Ella parpade para acomodara sus ojos, pero fue intil. Ella extendi hacia fuera una mano, sabiendo que e se caera. Oy un grito, una voz que ella reconoci dbilmente como la de Ian. Ella capt un vistazo de sus facciones, el contacto ardiente de sus ojos de plateados, una boca implacablemente estrechada en una lnea fina. l vena hacia ella! Ella se oy gritar sofocadamente, por terror o por el shock, ella no lo saba En un segundo las manos fuertes estaban sobre ella, levantndola. Y entonces no supo ms. Sombras de luz y oscuridad jugaban sobre la tierra. Las nubes cruzaban agitadamente a travs del cielo de la noche. El viento gimi una cancin lastimera mientras un jinete solitario suba la ladera de una colina rocosa hasta una pequea cabaa en lo alto. Una vez all, l entr en la cabaa. Mir con fijeza en la oscuridad. Dnde ests? Aqu. Por la ventana. l entonces la vio, sentada en una silla, sus brazos alrededor de sus piernas mientras que ella miraba la noche distante. l se acerc Por qu no encendiste las velas? Ella solt una risa ronca. No soy dbil como ella. No le temo a la obscuridad. Pero el hombre encendi varias velas. La cabaa se llen lentamente de un resplandor amarillo. l fue hacia ella, mirando el glorioso pelo suelto que le caa hasta la cintura. Como siempre, su aspecto de pureza lo impact. l se maravill. Quien hubiera pensado que Ests contento porque vine? ella susurr. Sabes que lo estoy. Sus ojos ardieron mientras que l iba hacia ella. Su boca aplast la suya. En segundos su ropa fue dejada a un lado y ella estuvo desnuda. Un brazo musculoso la levant apoyndola en la ingle masculina. La boca del hombre se deleit en el arco de su garganta; y ella le clav las uas en sus hombros. Ahora, ella lo invit, abriendo sus piernas de par en par para su entrada. Ven a m. Ella estaba hmeda y caliente. l la dio vuelta separ sus piernas mientras apoyaba la espalda de ella contra la pared. Sus manos se llenaron con la carne blanca suculenta. Con un sonido gutural de su garganta, l la levant y la coloc sobre su miembro erguido. Ella grit con placer como l la penetr y se hamac sobre l con un frenes salvaje. l arremeti varias veces con su lanza endurecida.

El acoplamiento fue tan salvaje y feroz como un vendaval norteo. Ella grit su placer cuando alcanz la cspide. Fue horas despus que l apoy sobre su codo al lado de ella en la cama. Arrastrando sus dedos por los pechos de ella, l habl. Lo hacemos bien juntos nosotros dos, cierto? 'Es porque somos muy parecidos, vos y yo. Compartimos el mismo corazn. La misma alma. Y no hay nadie que nos conozca tal cual somos. Los ojos de ella destellaron. Crees que saben que hemos estado encontrndonos secretamente estos ltimos meses? Cmo podran saberlo? Lo hemos ocultado bien. S. Supongo que tienes razn. Ahora dime. Qu noticias traes? Su risa era contagiosa. Se atormentan el uno al otro. Ella lo mira cuando piensa que l no la ve. Y sus ojos la siguen como un cazador sigue a su presa. l sacudi la cabeza. 'Es una cosa muy extraa. Creo que l me ve como a un rival. Cuidado, amor, o me pondrs celosa, y eso no sera muy inteligente de tu parte. Su sonrisa reflej su satisfaccin. Oh, no necesitas preocuparte por eso. Ella debe morir, lo sabes. No podemos correr el riego de que ella descubra algn da lo que hemos hecho. Ella no lo entendera. Su labio se encresp. De hecho, si ella divulgara nuestro plan, todo hubiera sido para nada. S, el hombre convino. De hecho, podemos culparlo a l de la muerte de ella. La mujer sonri. Dime solamente, l la ama, entonces? El hombre se detuvo brevemente para considerar sus palabras. No lo s. Pero l la desea, de eso no tengo duda. Ah. l la extraar mucho cuando ella se haya ido? La mujer no podra haber sonado ms contenta. Quizs l ya est enamorado de ella. Puede que tengas razn. l nunca debi haberla desposado. La risa de la mujer era espeluznante. Eso le costar la muerte a ella. S, y ser el fin de l. l se detuvo brevemente. Yo propongo que lo hagamos ahora. Ella sacudi su cabeza. No, ella susurr. No, todava. Debemos ser pacientes. Tomar algn tiempo lograr lo que queremos. No puedo evitarlo. Deseo que todo esto se termine. Su tono fue descendiendo. Al igual que yo. Todo lo que has deseado est al alcance de tu mano. Pero no podemos movernos demasiado rpido, o despertaremos suspicacias. La quijada del hombre se apret con dureza. l no Dijo nada. Pero la mujer saba que tena hacer. Ella desliz los dedos sobre su vientre. Todo terminar pronto, te lo prometo. Y entonces finalmente estaremos juntos. Ella sonri contra sus labios. Sus dedos encontraron su pene, todava hmedo con el nctar femenino. En pocos segundos l estaba tieso e hinchado una vez ms. Pero solamente la noche oy su grito del placer.

Solamente la noche oy su grito de xtasis. Y solamente la noche fue testigo de los planes trazados. Captulo 15 Sus sentidos volvieron lentamente. Sabrina estaba vagamente consciente de la suavidad de una cama debajo de su cuerpo. El roce de una mano sobre su ceja. Una profunda voz masculina que pronunciaba su nombre. Abri los ojos, slo para mirar fijamente a la guapa cara hermosa de Ian. Los recuerdos volvieron en un aluvin . Haba sido Ian quien la encontr Hubo quienes dijeron que la haba matado en un ataque de celos. Ella trat de incorporarse. Pero su cabeza pareca hacer girar y flotar. Se sinti completamente mareada. Sobre ella, Ian maldijo groseramente. Las manos de l la presionaron por los hombros, ponindola de nuevo sobre la almohada. Sabrina! Qu te pasa? La gentileza de sus manos estaba en contraste con la rigidez de su cara. Su boca era una lnea fina. Ella sacudi su cabeza, incapaz hablar. Ests enferma? No, ella finalmente logr responder. Entonces por qu te desmayaste? Segn recuerdo, no sufras desmayos de chica, cierto? No, dijo ella otra vez. Pero su estmago tena arcadas. Una nusea le lleg hasta la garganta, amenazndola con estrangularla. Yo... No s. Mi cabeza.. me siento rara. Ella puso una mano en su vientre. Aqu, tambin? l cubri su mano con la suya. La voz de Alasdair gir en su cabeza de nuevo. La estrangularon en su cama. Los dedos de Ian eran delgados y oscuros. Ella los mir fijamente, con miedo o fascinacin, no lo saba. Eran fuertes, pues l era fuerte. De gran alcance y potencialmente mortales. l solamente tendra que extender su mano, envolver sus dedos alrededor de su cuello, y acabara con la vida de ella para siempre Sabrina! Ella subi los ojos hacia los suyos. Su expresin era oscura como nube tormentosa. Se dio cuenta de que l haba dicho su nombre dos veces. Ella trag con dificultad. S? Me Pregunt si ya es tu tiempo. Por Dios!, pero ella apenas poda pensar. Mi tiempo? ella repiti con la mente en blanco. S, tu tiempo femenino! Tardamente ella se cuenta de lo que l quera significar: su flujo mensual. No! ella jade, increblemente mortificada porque l mencionara tales cosas. l se levant. Espera aqu, le orden.

como si pudiera irme a algn lado !, ella pens, con un tinte de histeria en sus pensamientos. Su cabeza le martillaba, y su estomago estaba revuelto. Nunca en su vida se haba sentido tan desgraciada! No se fue por largo rato. Ian volvi trayendo una copa pequea. Cuando l se sent al lado de ella, Sabrina detect un dbil un olor a menta. Un brazo duro resbal sobre sus hombros, trayendo su boca hacia la copa. Bebe, fue todo lo que el dijo. Ella bebi cada gota del brebaje, en parte porque estaba asustada y en parte porque ella no tena ninguna fuerza para discutir. Cuando termin, ella se desliz hacia atrs contra la almohada. Ian segua en el mismo lugar. Sabrina estaba algo iracunda. Deseaba que l se fuera, que la dejase sola para poder recuperarse. l estaba perplejo y preocupado, sin duda, por lo que haba causado el desmayo. Avergonzada por su propia debilidad, ella abri la boca para decirle algo, pero de repente todo le pareca demasiado esfuerzo. Debi haber dormitado, porque cuando ella abri los ojos otra vez, la luz del da ya haba desaparecido de las ventanas. Aparentemente Ian no se haba movido. Su mirada estaba dirigida hacia ella. Las lneas de su boca se haban ablandado, pero todava en su rostro haba rastros de la tensin que haba estado acechando. Ests Mejor? Sus nudillos le acariciaron su mejilla. Ella asinti con un cabeceo. Ella se incorpor lentamente hasta una posicin de sentada. Ella no not la manera en que los labios de l apretaron. En la torre, gritaste cuando me viste, Sabrina. Incluso ahora intentas ocultarlo, pero s que te asustaste de m. Sus ojos eran del color del acero e inflexibles. Podra saber por qu?. Vos... estabas enojado. Ella habl sin pensar, dijo la primer cosa que se le pas por la cabeza. Lo estaba. Estabas a solas con mi primo. Te gustara tener a los hombres de tu clan susurrando que me engaas enfrente de mis propias narices? Ella jade. La indignacin estimul su ira. Porque... eso es absurdo! De hecho. Su tono era fro como un viento de invierno. Varios afirman que vos te acercaste a l. Negaras que lo buscaste? Ustedes dos planeaban una cita secreta? Cita secreta eso es ridculo. No fue as! Y si hubiera sido as, nos hubiramos asegurado de que nadie no viera! ' No? Entonces por qu estabas con l? Por qu los dos buscaron estar a solas? Sabrina irgui su mentn. Haba una necesidad de estar a solas, ella dijo.

Ya me imagino. l no tena ningn remordimiento de enfrentarse con ella. Me podras decir para qu? Haba un brillo determinado en sus ojos. Yo necesitaba hablar con l. De qu tema? Una furia creciente la mantuvo silenciosa. Ella no era una nia para tener que obedecer a sus dictados! Dime, Sabrina. Por la cruz de Cristo!, o yo... Vos Qu? El ultraje encendi su coraje. Me matars en un ataque de celos como mataste a Fionna? Ella no haba querido decir eso. Por Dios! Era demasiado tarde ahora. Su cara era una mscara de piedra. Entonces. l te dijo eso, verdad? Alasdair te lo dijo. Su clera dren tan de repente como haba entrado en erupcin. Ella gesticul vagamente. ' No es lo que vos pensas. Yo... le Pregunt a l sobre ella. Ella vacil. Pues el to me dijo que yo me pareca a ella. Me Dijo que vos me desposaste porque me pareca a ella. No eres en nada como ella. En Nada. Una tremenda presin le aplast el pecho. Por supuesto que no se pareca a ella. Fionna haba sido hermosa. pero Ian casi haba sonado como si la odiara. Su respiracin se agit rpidamente. Su mente fue directa a Margaret. Ian haba sido el primero en encontrar a Fionna y el ltimo en ver a Margaret viva. Por un segundo, se le cruz por la cabeza que l tal vez las haba matado a ambos. Estrech sus ojos. Por la Sangre de Cristo ! No me digas que lo crees! La respiracin que ella inhal fue profunda y estremecida. Yo... No quisiera, ella susurr. Su mentn estaba rgido. Ian no te no demostrado tener mucho cuidado... con vos, aqu en esta misma cama? Ella no poda apartar su mirada de la cara De Ian. S, ella se oy decir. Yo Te he lastimado? Te he Puesto una mano encima? . No, dijo ella dbilmente. Ni lo hara ni con vos o ni con cualquier otra mujer. Desprecio a los hombres que abusan de la debilidad de las mujeres. Era verdad. l nunca le haba puesto una mano encima, excepto con una intencin amorosa. Era Verdad tambin, haba una dureza en l que no haba estado presente cuando el era chico. Pero sera l un asesino? Ella se estremeci ante un pensamiento tan terrible como ese. No. No poda creerlo. No mat a Fionna, l afirm directamente. Puedes elegir creerme o no, Sabrina. La opcin es tuya.

No pedir perdn por lo que no hice.. ni a Dios y ni a vos. Ni tendr a mi propia esposa susurrando cosas sobre m a mis espaldas! De ahora en adelante, si tienes alguna pregunta, vendrs a m, no a Alasdair. Lo Entiendes, Sabrina? Su orden la alter. No hice nada a tus espaldas! Fui con Alasdair porque pens que l sabra que l me dira la verdad... Y yo no? Yo... No dije eso! Ella forceje. Su corazn y su mente eran toda una confusin. En su furia e indignacin, ella cerr los puos contra sus muslos. Oh, vos das vuelta mis palabras para satisfacer tu propio propsito! No. Solamente oigo lo que dices. Por Dios!, l era tan obstinado! Entonces dime esto, Ian. La primera noche en Dunlevy, recuerdo que Pap te dijo que l haba odo que exista una cierta tensin en el clan acerca de la muerte de tu padre. Era por esto? Porque Haba quienes pensaban que asesinaste a Fionna? Por un instante ella estuvo segura de que l se negara a contestar. Su expresin era cerrada y reservada, al igual que las palabras que l pronunci. En parte era por eso. S, Hubo algunos que... pero ninguno se atrevi a expresar su opinin delante mo. Pero los hombres de mi clan creyeran que soy un asesino, sera hoy el jefe del clan? Pienso no. Admito, que hubo un tiempo en que hubo un gran malestar dentro del clan. Fionna haba sido matada. La muerte de mi padre fue inesperada... y sobrevino solamente unos das despus de la muerte de ella. Ella deseaba preguntarle quin mat a Fionna, pero las facciones de Ian se hicieron impenetrables. Su mentn rgido la desalent a seguir con otras preguntas. Descorazonada, ella se dio vuelta cuando l se desvisti y luego se meti en la cama al lado de ella. l no hizo ningn movimiento para tocarla esa noche. Yacieron alejados esa noche. Y fue entonces que una idea se grab en su mente. l le haba dicho que ella deba ir a l con las preguntas. Poda ser que Hubiera algo que l no deseaba que ella supiese? Una verdad que otros podan contarle pero que l no? Ella tembl, evocando la ferocidad de su rabia cuando la haba encontrado con Jamie. De golpe, el hombre con quien ella se haba casado pareca ser un extrao. Su sueo esa noche fue superficial y agitado. Le pareci que apenas haba cerrado los ojos cuando oy dbiles golpes en la puerta. Las mantas se movieron, y ella sinti a Ian levantarse. Estaba escasamente consciente de las voces masculinas que conversaban cerca de la puerta. La siguiente cosa que ella sinti fue una mano en su hombro, sacudindola para que se despierte. Sabrina! Ella hizo una mueca de dolor. l todava estaba enojado, ella decidi vagamente. Sera siempre tan? Ella rod a un costado y se forz a abrir los ojos.

Ian estaba parado al lado de la cama. Estaba completamente vestido, ella observ todava medio dormida. Pero su expresin era tan severa como siempre. Debo irme, Sabrina. Ella lo mir atontada. Irte? ella repiti, la ronquera del sueo todava se aferraba a su voz. Irte a dnde? Hay problemas en otra parte de mis tierras. l at la correa que sujetaba la espada. La niebla del sueo se dispers, como un teln que era levantado. Sabrina empuj las mantas lejos y se incorpor, apoy los pies en el piso. El piso de piedra era helado bajo sus pies, pero no le prest ninguna atencin. Problemas? ella repiti. De qu tipo? l sacudi la cabeza . No lo s. Recib un mensaje esta maana, pidiendo ayuda. Son los Campbells? Es muy posible. Cuando ella buscaba sus ropas, l camin hacia la puerta. Escasos minutos despus, Sabrina corri hacia el patio de armas. Sobre la torre, cielo amaneraba con nubes oscuras y siniestras. El aire hmedo traa con l la seal del invierno que se acercaba. En su apuro, ella se haba olvidado de ponerse un mantn. Pero su mente se concentr en espiar al grupo de hombres montados que estaban all. Haba tal determinacin solemne en ese grupo que el miedo la asalt. Todos estaban fuertemente armados. Claramente esta no era una excursin de caza. Ian estaba parado conversando con Fraser. Sabrina permaneci donde se haba parado, esperando pacientemente. Ian ech un vistazo; sus ojos se encontraron brevemente. Ella convoc un esbozo de sonrisa, en lo absoluto estaba segura de haber tenido xito. Pero por lo menos l saba que ella estaba all. Finalmente que l termin de hablar. Palme el hombro de Fraser y despus se dio vuelta y camin hacia su semental. En un movimiento rpido, l hizo salt hacia la silla de montar. Una seal silenciosa de l y del grupo se dirigi hacia la puerta. Su sonrisa se congel. l no le haba dado un beso, ni le haba ofrecido un segundo vistazo.., no dijo adis. El dolor crudo la invadi. Sangrando por dentro, ella parpade para contener las lgrimas. Fraser se acerc a ella. l no montara con ellos, porque le haban asignado la tarea de permanecer para proteger el castillo. Fraser confundi sus lgrimas. Su voz le lleg suavemente, ms dolorosamente todava porque provenan de un hombre gigante. No se Preocupe, muchacha. Van a Kildurn. Sin Duda estarn de vuelta antes del atardecer. Solamente Podemos esperar. Ella luch para mantener su decepcin escondida, pero haba ningn modo de disfrazar el dolor creciendo en su corazn. Antes de que ella hiciera un completo papeln, se dio vuelta y corri nuevamente hacia adentro del saln. En verdad, Ian no estaba menos conmovido. La falta de fe de Sabrina le dola amargamente. En verdad, Sabrina pensaba que haba asesinado a Fionna? De poco Importaba que la perra de su madrastra hubiera merecido ese destino. l nunca daara cualquier mujer, sin importar cual fuera la provocacin. Pero haba visto la manera en que ella tembl de miedo ante l, como si fuera un monstruo. Madre de Dios, Sabrina tena miedo de l! Sus pensamientos lo atormentaban. La semilla de la duda haba sido plantada. Ella estara de

vuelta en los brazos de su primo? Su humor era negro como las montaas que asomaron a continuacin. Oh claro, la sonrisa de ella siempre afloraba para Alasdair y nunca para l. Nunca para l. Le molestaba que ella hubiera buscado a Alasdair, y no l, para preguntar acerca de Fionna. Ella confiaba en Alasdair, porque obviamente no confiaba en l. Pero la verdad sobre la muerte de Fionna deba seguir oculta para siempre. Era un secreto que l se llevara a la tumba. l haba prometido que y una promesa dada era una palabra empeada. No poda ser de ninguna otra manera. Haban estado cabalgando por una hora cuando que Alasdair se acerc a l. Ian apret fuertemente los dientes. Era todo lo que poda hacer para hablar con su primo. Qu Pasa? pregunt l con frialdad. Los ojos de Alasdair vacilaron. Me qued preocupado cuando Sabrina no baj a la cena anoche. Cmo est ella? Sabrina es mi preocupacin, primo, no la tuya. Ella es mi amiga, Alasdair dijo tenso, as que preguntar otra vez. Cmo est ella? Ian lo mir fijamente. `Eso no te concierne La mano de Alasdair se extendi y cogi su rienda. Ian. No es propio de nosotros no enfrentar nuestra clera. Ahora, podemos hablarlo? Sus hombres comenzaron acercarse, arracimndose alrededor de ellos en un semi crculo. Ian gesticul con una mano. Adelntense, l grit. Los alcanzaremos mas adelante. Los hombres se dispersaron. Una vez que estuvieron a solas, la mirada fija de Ian, oscura y ardiente, se pos en Alasdair. Muy bien, entonces, dijo l concisamente. No tenas ningn derecho a contarle lo de Fionna. Entonces deberas haberlo hecho vos, primo. Ian replic. Alasdair estaba en lo correcto. l debera haberle dicho, debi haber sabido que esos rumores absurdos volveran a circular. Pero todo eso estaba en el pasado, y all permanecera. l le habl a su primo de frente. Tienes razn. Debi haber salido de mi boca, y no fue as. Pero era necesario que le dijeras que algunos piensan que yo fui quien la asesin? Alasdair no retrocedi. Ella Me Pregunt cmo haba muerto Fionna, Ian. Saba que ms preguntas le seguiran. Lo Habra odo ms tarde o ms temprano -... no de vos porque obviamente no tenas ninguna intencin de contarle. Simplemente pens que sera mejor si lo oa de m. Siempre estuve de tu lado... en las batallas y en la vida Ian estuvo en silencio.. De hecho, la mayor parte de su clan haba estado de su lado, aun cuando los rumores eran muy fuertes. Con el tiempo, haban disminuido, cuando las que dudaron de l lo reconocieron como el nuevo jefe del clan. Tienes razn, dijo l finalmente. Siempre has estado de mi lado, Alasdair. Una poco de la tensin se afloj. Sabes, que se me ocurri si no intentabas poner a Sabrina en contra mo. Alasdair levant una ceja. Fue por eso que dejaste a Fraser en el castillo, y no a m, cierto? Ian ri entre dientes. Me conoces bien, primo.

Actas como un marido celoso. A lo mejor es porque soy un marido celoso. Ah, puedo entender por qu, con una esposa tan atractiva como Sabrina. l suspir. Siento envidia de vos, Ian. Solamente Tienes que encontrar a una mujer para vos, Alasdair. Si deseas, te encontrar una, para de que no seas tan viejo como el to Malcolm en tu noche de bodas. Pienso que har, yo mismo Ian, puedo encontrarme una esposa! De hecho, qu hace que pienses que no he encontrado ya a mi bella muchacha? Piensas que me conoces tan bien? Aceleraron sus caballos para alcanzar a los otros. Si bien el humor de Ian se fue aligerado considerablemente, no iba a permanecer as por mucho tiempo. Alcanzaron su destino por la tarde, descendiendo en un valle estrecho. En verano, Ian saba, no haba lugar ms pacfico que este. Las flores tapizaban el suelo del valle y el aire era dulce perfumado. Pero donde antes haba docenas de chozas flanqueando la corriente de agua, ahora slo segua haba un puado. Y el olor acre del humo quemaba las fosas nasales. Jess, uno de sus hombres exclam. Quin hizo esto? Solo entonces una mujer emergi de una de las chozas. Cuando ella los vio, grit y comenz a mover hacia atrs, alejndose. Quieta ! alguien grit. No les haremos ningn dao! Solamente cuando ella vio los colores del plaid del clan ella se detuvo. Un hombre ms viejo se le uni; y luego otros mostraron sus caras tambin. Los nios pequeos se aferraban a las faldas de sus madres, sus ojos eran enormes y asustados. Ian fue el primero en desmontar. Levant una mano. No Tienen nada que temer, l dijo en voz alta. Soy Ian MacGregor. La mujer corri hacia adelante y le agarr las manos. Soy Donelda. Dios Santo! Gracias que estn aqu. El hombre de cabello blanco se acerc tambin. ste es Fergus, mi padre. La expresin de Ian era severa. Fergus. Donelda. Qu sucedi aqu? Quin hizo esto? El viejo sacudi la cabeza. Despertamos en medio de la noche con el olor del fuego. Un grupo de hombres con antorchas nos amenazaron con quemarnos todo y despus soltaron y dispersaron nuestro ganado. Golpearon a los que intentaron detenerlos abajo. Donelda perdi a su marido y a su hijo mayor. Uno de los hombres de Ian sacudi un puo apretado. Eran los Campbells, verdad? Esos ladrones de... No lo eran. Otros se haban reunido en un semi crculo alrededor de ellos. Venan en nombre de Comyn, el rojo, alguien grit. Para restaurar a Comyns al trono. Esto haba sido una venganza para su ayuda a Robert de Bruce? Los Campbells haba prometido su ayuda a de Bruce. En esto, por lo menos, los Campbells y los MacGregors coincidan. Ian no poda evitar pensar en Jamie MacDougaIl. Su mano estaba detrs de todo esto? De Bruce, mi seor. Usted lo conoce, verdad? Ian Asinti con un cabeceo. l parar a estos rufianes, no es as? Ian vacil. Muchas cosas han sucedido desde el verano. Los ingleses derrotaron a su ejrcito en Methven. Entonces los vengativos parientes de Comyn lo atacaron en Dalry cuando l procuraba alcanzar el pasaje sobre el Lago Lomond.

Su grupo fue forzado a dividirse. Capturaron a su esposa, a hija Marjorie, y a su hermano Neil en Kildrummy y fueron confinados. Neil fue ejecutado como traidor en octubre. Y de Bruce fue forzado a ocultarse. Ian se detuvo brevemente. No s cual es su paradero actual. Sin duda l pronto volver para enderezar las cosas en Escocia. Mientras tanto, no necesitas temer. Enviar a mis tropas aqu para protegerlos y para ayudar en la reconstruccin. l mir fijamente hacia donde el viento ondulaba las hierbas del valle. Vio todo a travs de una niebla ardiente de rabia que cubra sus ojos. Una resolucin oscura se desliz en su mente. Encontraremos a quienes hicieron esto. Su voz llev con ella una determinacin frrea. No descansar hasta que sean encontrados. Fergus golpe pesadamente su puo en su pecho. Le juramos lealtad, mi Lord, as como juramos lealtad a de Bruce. Una mujer joven, que sostena a un beb contra su cadera, camin hacia adelante. Huyeron hacia el noreste, mi Lord. Yo Los vi. Ian Camin hasta su semental y mont. Una tormenta se arremolin en su interior, y se fue haciendo ms fuerte a cada segundo. l sac su espada de su vaina y la levant sobre su cabeza. Sus ojos ardieron. Por de Bruce! Y por la venganza! Una aclamacin explot. El estruendo de los cascos de los caballos contra la tierra fue un grito de batalla. Un solo da y una sola noche haban pasado.. los ms largos de su vida! Sabrina extra a Ian desesperadamente. Sinti el agudo dolor de la separacin Extra el calor de su cuerpo al lado suyo en la oscuridad de la noche, era increble que ella se hubiera acostumbrado a l tan rpidamente! Ella lament amargamente la manera que se haban separado. Si pudiera retirara todas las palabras que haba dicho, todo lo feo que pas entre ellos. Se dijo a s misma que a Ian no le importaba nada de ella. Que no era a ella a quien l haba deseado, pero no eso no cambiaba nada. Sabrina rez fervientemente por su seguridad, porque ese fuera el da en que l volviera. Fue a la tarde temprano del segundo da cuando ella decidi salir a montar. Estaba demasiado agitada para trabajar, y demasiado agitada para tomar una siesta. Se diriga hacia el establo cuando sinti un tirn en su manga. Ella ech un vistazo hacia abajo para encontrar a una nia pequea, de cabello oscuro. Hola. Ella sonri. Los ojos oscuros brillaron. El muchachita curv un dedo y le hizo seas para que ella se acercara. Curiosa, Sabrina se arrodill junto a ella. Tengo un secreto, la muchachita susurr. Un secreto que puedo decirte solamente a vos. Los ojos de Sabrina se suavizaron. Muy bien, ella murmur. Y cul es ese secreto que solamente puedes decirme a m? Un hombre me hizo una oferta por traerte el secreto. l desea encontrarse con vos en el roble. l me dijo que slo te lo contara a vos. Sabrina frunci el ceo. Cul era el juego que propona la nia? Ella sonri a la muchachita. Recuerdas cmo era ese hombre? l era alto... con el pelo del color del trigo maduro. El corazn de Sabrina salt. No estaba segura Cul es tu nombre? Soy Deanna. Y dnde encontraste a ese hombre, Deanna? El estaba fuera de los portones, donde mis hermanas y yo estabamos jugando. Sabrina alis los rulos oscuros de la nia. Gracias, Deanna. Este ser nuestro secreto, verdad? La cabeza de la nia se mene. S, mi Lady. Bueno. Ahora puedes ir a las cocinas y pedirle al cocinero una gelatina. La pequea muchacha asinti y sali corriendo. Sabrina se puso de pie y sacudi el polvo de sus faldas. Decidi renunciar a su paseo y camin hacia otro lugar. Atraves los portones del castillo con pasos firmes. El gran roble no estaba lejos de las murallas del castillo.

. El rbol del roble entr en su visin inmediatamente, enorme y pelado por efecto del otoo. El lado norte del tronco estaba cubierto por un musgo aterciopelado. Ella se detuvo. Arrug la frente, no haba nadie a su alrededor. Ech un vistazo en todas direcciones, preguntndose si tal vez alguien haba decidido jugarle una broma a ella Dedos fuertes se envolvieron alrededor de su brazo, hacindola girar. Un grito asustado muri en su garganta cuando mir fijamente hacia arriba, a una cara que ella haba pensado que nunca ms volvera a ver. Jamie, ella jade. Por todos lo Santos!, me asustaste ! En respuesta l se ri y la abraz. Su cabeza se inclin hacia abajo y sus labios se apoyaron completamente sobre los suyos. Fue tan repentino que Sabrina qued demasiado perpleja como para moverse. Las manos de ella subieron para interponerse entre ellos y lo empuj para alejarlo. Los brazos de Jamie bajaron a los costados. Qu es esto? l exigi. Pens que estaras contenta de verme, Sabrina. Su censura se clav como una pualada de culpa en el cuerpo de ella. Yo... Estoy, dijo ella rpidamente. No deberas estar aqu, Jamie. Tena que verte. Tena que verte para saber si era verdad que te habas casado. Ella hizo una mueca de dolor. `Es verdad, ella confi, en voz muy baja. Yo... Estoy casada con Ian. Su mentn se tens. El dolor en sus ojos se mostr rpidamente. La confesin era tortuosa para los dos. Por qu? Su expresin era tensa y spera. Maldicin!, Cmo pudiste? l deba casarse con Margaret... Margaret est muerta, Jamie. El shock le transform la cara. Cmo? Ella se ahog. Su capa fue encontrada cerca del lago el da que se iban a casar. La Buscamos y la buscamos Ella gesticul vagamente. Pero fue intil. No encontramos ningn rastro de ella. Y tuve que casarme con Ian en su lugar. Ella enrojeci. No tena otra opcin, Jamie. Para l no dijo ms nada por un largo tiempo. La mir fijamente, su dolor y su enojo abierto eran obvios. El silencio entre ellos era tan oscuro y pesado como una noche sin luna. Entonces de repente algo cambi. Ests plido y delgada, Sabrina, l te maltrata? Una pequea sonrisa se curv en sus labios. Ella sacudi su cabeza. Estoy muy bien, Jamie. En Verdad. l.... l me trata bien. Pas una noche agitada, eso es todo. Su sonrisa se desvaneci. Qu hay sobre vos? Te has unido a tu to en la lucha contra de Bruce? S. l se acerc. Su mirada fija movi sobre cada uno de los facciones de ella, una por una, como si estuviera devorndola. Ven conmigo, Sabrina. Su voz era baja e intensa. No necesitas verlo otra vez. Podemos huir. A Francia quizs. l la agarr por la cintura. Ahora ven conmigo - Ella se zaf, evadiendo su s manos que todava la buscaban. Jamie, por favor! Yo... No puedo. No puedo deshonrar a mi padre. Ni a Ian. Pero eso era mejor no decirlo. No poda pensar como sera su vida sin Ian. ste, y eso tambin era mejor callarlo. Dios mo!, Apenas poda admitrselo a s misma! Te amo, Sabrina. El fervor que ella detect en l la parti en dos. Ella se desesper en su corazn. Dios Santo!, ella saba no lo que senta! No digas eso, Jamie! No puede ser... como era antes! Con sus ojos, ella le suplic. Con su voz, ella le implor. No hagas esto ms difcil..., Jamie. l sacudi la cabeza. No puedo dejarte ir tan fcilmente.

Debes hacerlo, ella comenz. El sonido de pasos hizo que ambos miraran para hacia atrs. Su expresin fue ansiosa. Jamie, por favor, debes irte, porque no puedo garantizar tu seguridad si permaneces aqu. En respuesta l la atrajo contra l. Sabrina no tena el corazn ni el coraje para resistirlo mientras que l tomaba su boca en un beso rpido y duro. Volver, dijo l cuando finalmente levant la cabeza. Sus ojos ardan con el brillo intenso de un cielo de verano. Entonces se fue, metindose en el bosque. La mirada de ella lo sigui hasta que se perdi de la vista. Ten cuidado, Jamie, ella susurr. Ten cuidado. Cuando ella estuvo segura de que l haba escapado, se dio vuelta y camin hacia el castillo. Ella se despreci a s misma, porque saba que lo haba lastimado. La carga de su culpa estara cargada en sus hombros por mucho tiempo por venir. Con todo, se lo haba dicho. No haba tenido otra opcin. Fraser la encontr apenas ella entr al saln. No necesita preocuparse mas, Sabrina. Llegan dentro de una hora. Sus labios se abrieron. Vuelven? Ian Vuelve? l dio una sonrisa enorme. S. Un alivio de felicidad le debilit las rodillas. Sus rezos haban sido contestados. Ella corri hasta el parapeto desde donde poda ver a la distancia. Tan pronto como divis a un grupo de jinetes se apresur a bajar al patio de armas para esperarlos. Despus de poco tiempo los soldados galoparon a travs de los portones. Sabrina mir a los jinetes uno por uno, pero no haba ninguna seal de Ian. Entonces oy un grito. deprisa! Necesitamos ayuda aqu! Su mirada de horror se dirigi al grupo que vena rezagado y que recin estaba entrando. El cuerpo cubierto de un hombre estaba cruzado sobrela la silla de montar de un caballo. Otro jinete llevaba las riendas de ese caballo. Fraser y varios otros corrieron para bajar el cuerpo. Su corazn se apret, porque pareca que ella haba rezado para nada. El hombre no era otro ms que Ian. Captulo 16 Pnganlo all. Sabrina seal la cama, apresurada para retirar la sabana. Su corazn golpeaba de un modo que ella apenas poda espirar. Dos de sus soldados lo depositaron en el colchn. Hicimos todo lo que pudimos, uno de los hombres dijo rpidamente, Pero l no paraba de sangrar. Cunto hace que lo hirieron? fue la pregunta de Fraser. Esta maana. Alasdair acababa de cruzar la puerta. Era l quien contest. Qu sucedi? 'Cuando llegamos a Kildurn, encontramos casi todas las chozas quemadas. Fraser entr en erupcin en una maldicin. Esos ladrones de los Campbells... No fueron los Campbells, ni una banda de cuatreros, Alasdair dijo severamente. Su mirada fija se dirigi hacia Sabrina. Fueron partidarios de Comyn. Sabrina se tens. Sinti un fro recorrindole el cuerpo. La imagen de Jamie salt en su mente. Dios Santo!, Jamie se haba unido a las fuerzas con su to. Era por esto que l estaba cerca del castillo? Se sinti enferma de repente. Pero l haba estado aqu conmigo, ella se record. l poda haber sido parte de esta incursin. Fuimos detrs de los

saqueadores, y lo encontramos esta maana. No atacarn ms la tierra de los MacGregor, pero perdimos dos hombres, continu de Alasdair. Ruego a Dios que no perdamos a Ian tambin. Mientras que l contaba de nuevo la batalla, Sabrina camin hasta la cabecera de la cama. Su gran fuerza de voluntad evit que ella gritara. La cara de Ian estaba drenada de todo color, estaba tan plido como la luna. Su camisa y plaid estaban empapados de sangre. Sus ojos estaban cerrados, sombreados con manchas negras. Sabes algo sobre curaciones, Sabrina? Los ojos de Fraser buscaron los suyos. Fraser estaba asustado. Un poco. Mi padre estuvo lastimado alguna que otra vez. Fraser se par al lado de ella. Bueno, veamos lo que tenemos aqu, eh? Juntos le quitaron la ropa. Sabrina estaba en una nebulosa y no se dio cuenta que Alasdair y los otros se haban ido. Detectando su vergenza, Fraser empuj de un tirn el borde de la sabana sobre el cuerpo de Ian. Pero su torso y su espalda estaban manchados de sangre.. la mayor parte todava estaba fresca. l todava estaba blanco y haba tanta sangre. Sabrina presion sus dedos helados sobre sus labios, segura de que l estaba muerto . Fraser le tom un brazo para ayudarla a estabilizarse. Cuida de su cabeza yo me ocupar del resto , muchacha. Puede no ser tan malo como parece. Maria se haba deslizado dentro de la habitacin con palanganas de agua caliente y paos de lino limpios. Sabrina comenz la tarea de limpiarlo, sabiendo que su tacto sera ms suave que el de Fraser. Su estmago se dio vuelta mientras vea la pila de paos empapados de sangre, pero trat de ignorarla. Ian gimi dos veces, una vez que cuando Fraser lo puso de costado as ella poda limpiar su espalda, el otro cuando ella le toc el hombro herido. Ambas veces un grito llen el cuarto. Finalmente acabaron. Junto a ella, Fraser evalu la extensin del dao. Haba un agujero en su hombro, otro adyacente a su axila, y otro mas entre sus costillas. El su hombro presentaba una contusin monstruosa. La sangre todava manaba de las heridas, densamente y de la obscuridad. Fraser Murmur que la herida del hombro era una espada, y las otras de una daga. Gracias a Dios que no le tocaron el brazo con el que maneja la espada, l agreg. Debemos coser las heridas firmemente as paramos la sangra, Fraser. Sujetaron firmemente tiras largas de lino alrededor de su hombro y alrededor de su torso. Fraser pareca horrorizado como ella insisti en que las vendas deban ser apretadas an ms, pero l hizo lo que le pidi Sabrina. Pareci haber pasado una eternidad antes de que la sangra cediera. Las manos de ella temblaban mientras enhebraba la aguja. Despus de limpiar las heridas de nuevo, ella comenz a coser. Su primera puntada a travs de la carne la hizo estremecer de pies a cabeza, pero Ian no movi un msculo. La segundo fue ms fcil, pero era una tarea lenta, tena que tener cuidado de que los bordes de las heridas quedaran juntas. Sabrina trabaj tan rpidamente se atrevi, dando gracias a Dios porque Ian no se despert. Sus pulmones le ardan para el momento en que hubo acabado con las costura. Lanz un suspiro profundo de alivio y ech un vistazo a Fraser. Ya est hecho. Las pestaas de Ian se levantaron. Sabrina mir fijamente a los ojos el color gris. Fue entonces que oy su voz, que era ms respiracin que sonido. Gozaste de eso, verdad, brujita? Como si el esfuerzo de esas palabras hubiera sido demasiado, sus ojos se cerraron. Sabrina no pudo evitarlo. Enterr su cara entre sus manos y grit.

l no se despert por tres das. La fiebre comenz al da siguiente y Fraser temi por su vida. Nunca haba visto a un hombre tan enrojecido! Sabrina lo ba continuamente con agua fresca, porque su piel estaba tan caliente como el fuego. Ian se agitaba tanto se vio Fraser forzado a sujetarlo a la cama. Ambos estudiaban las heridas cuidadosamente para detectar cualquier seal de infeccin. l continuaba con fiebre. Aunque ahora l se agitaba cuando suba la fiebre. Repetidamente veces ella apoy su cabeza en su pecho para ver si estaba vivo. Fraser traa alimento y bebida pero su apetito era escaso. Ella no quera irse de la habitacin, porque la obsesionaba la idea que si ella se iba, l morira seguramente. En el tercer da, agotada y entumecida, ella se levant del taburete al lado de la cama. El color haba comenzado a volver a su piel, y apareca respirar mejor. Ella se recost en la cama, intent mantenerse despierta pero senta que sus prpados caan pesadamente. Finalmente ella se durmi. Fue un tirn leve en su cabello lo que la despert. Abrindola los ojos, evio los dedos delgados enroscados en su pelo que caa desparramado sobre la cama. l estaba despierto ... Ian estaba despierto! Ella puso una mano en su frente. Su piel estaba fresca al tacto. Se fue la fiebre, Dios Santo!, ella respir aliviada. Cmo te sientes? Como salido de una batalla con el propio Satn.... Su voz era muy ronca. Su sonrisa, trmula. Sus facciones estaban demacradas, pero sus ojos estaban alertas. l levant una mano. La parte posterior de sus nudillos le acarici su mejilla. So que gritaste por m, brujita. Su susurro lleg derecho a su corazn. Ella frot su mejilla contra la mano de l. Te fuiste sin decirme adis. Eso no era lo que ella haba querido decir, pero ahora estaba dicho, la agudeza del recuerdo le rasg el pecho. Su garganta se puso caliente y dolorida. Ian, cuando volviste y te vi yo.. yo pens que estabas muerto! La luz tenue de una sonrisa se arranc de sus labios. Ah. Y te alegraste con la idea de ser una viuda? No! Las lgrimas repentinas le nublaron la visin. Ella corri su cabeza para que l no pudiera verla. Yo.. nunca te deseara verte muerto, Ian. Nunca! Su fervor borr la sonrisa de sus labios. Y de una vez su un vendaval de emociones se dispers en su interior. Ella sinti ella nunca haba pensado que sentira eso por ese hombre. Haba una zona de dolor en una esquina de su corazn. Ah! Cmo se haba atreva a confiar en sus sentimientos? Ella haba estado muy segura de sentirse enamorada de Jamie... pero ella no sinti nada cuando l bes bajo el roble, ni placer ni rechazo. Ella amaba a Ian? No lo saba. No se atreva a saberlo. Sus dedos todava estaban dentro de los suyos, all sobre la manta. Ella comenz a alejar su mano, pero su apretn la sujet firmemente, lo que era asombroso por su estado de debilidad. Su mirada fija captur la suya. No lo so, verdad?. Ella no poda alejar su mirada. Algo oscil en esas profundidades grises claras, algo que la hizo temblar por dentro.. Nunca se haba sentido as de vulnerable y expuesta! Sus labios se partieron. No, ella se oy decir. Ian susurr su nombre con una intensidad que ella nunca antes le haba odo. l comenz a levantarse, su intencin obvia.

Ella abri los ojos de par en par, alarmada. Lo empuj hacia atrs con una mano en su pecho. Ian, no! Deberas estar acostado! La respuesta fue gruido de frustracin. Maldicin! l jur. Estoy dbil como gatito. l protest. Aydame a levantarme, Sabrina. Hay mucho que hacer. Debo enviar soldados y provisiones a la aldea incendiada ' Ya est hecho ! Alasdair se ocup de eso. Sus emociones ahora estaban bajo control, y Sabrina consigui ponerse de pies, plantando las manos en sus caderas. Si quieres recuperar la fuerza, debes acostarte... hazlo que te digo. l hizo una mueca Ella sonri dulcemente. Mas tarde, l bebi el caldo que ella le trajo. l insista en levantarse. Maana, ella prometi, si continuas mejorando. Ella durmi en una plataforma cerca de la cama donde ella haba pasado las ltimas noches y despert para encontrarlo esperando - algo impacientemente -- el desayuno. A pesar de estar en cama, no haba modo de negar la aureola de energa masculina que se lo rodeaba. Despus de que l hubiera acabado de comer, Sabrina decidi que era hora de cambiar sus vendajes. Las heridas estaban mejor. Aplic un salvia curativa y lo volvi a vendar con tiras de lino limpias; una mano de ella se desliz involuntariamente sobre su pecho mientras que trabajaba en su hombro. Un temblor pas a travs de su cuerpo, porque su mano parecida tan delicada y fina en contraste con la oscuridad de su pecho. Tuvo la sensacin de que poda sentir el peso de su mirada fija en ella mientras trabajaba. Sabrina le lanz un vistazo a su cara - ninguna mofa moraba all, sino su escrutinio extraamente intenso y completamente perturbador. Por qu l la miraba tan fijamente? Sabrina se preguntaba frenticamente. l la comparaba con Margaret? Con Fionna? La idea fue como una daga que le clavaba en la carne, pero ella no trasluci nada de su agitacin. Comienzo a ver porque las armaduras inglesas son tan valiosas, dijo ella ligeramente. Sus manos se haban cerrado en su cintura. Su calor le quemaba a travs de su vestido. Una ceja masculina se levant. Habladuras, l proclam con bravura, pero no era que yo era el guerrero ms poderoso de toda Escocia? Creo que eres el guerrero ms afortunado de toda Escocia. La risa se desvaneci de su cara. Sus ojos perforaron los suyos. S, dijo l, lo soy. Sus manos todava la tenan agarrada. Una tensin curiosa se plante entre ellos. Sabrina forceje, porque no saba qu decir. Ian abri la boca; ella detect que estaba a punto de hablar, pero lo que iba a decir, ella nunca lo sabra. El encanto de ese momento fue quebrado por unos golpes en la puerta. Fraser entr con una sonrisa enorme. Le Dije a la muchacha que vos estaras muy bien, l anunci, solamente que ella no me crey. Ella se preocup enormemente. Quin es ella? Es ella, Fraser proclam sealando a Sabrina. No sabes que ella no se alej de esta cama ni una vez? Ni una vez! Me atrevera a decir que ella es una santa! Sabrina se ruboriz y se dio vuelta. Esta vez fue Ian quien no dijo nada. Ian estaba impaciente por ponerse de pie. Aunque Sabrina protest lo ms vehemente posible, sus objeciones fueron dejadas de lado por los dos hombres. Con Un brazo sobre su cintura, Fraser consigui ponerlo de pie. Dio algunas vueltas por la habitacin y qued agotado. l se dej caer nuevamente

en la cama, maldiciendo su falta de fuerza. Ella casi lo rega por esforzarse tan duramente, pero se mordi la lengua. Sin embargo, l insisti en levantarse cada pocas horas. Extraamente, con cada intento Ian pareca cada vez ms fuerte. Cuando cay la noche, Sabrina fue a prepararse para ir a la cama. El da haba sido largo y fastidioso, pero el miedo tremendo que la haba acechado en esos ltimos das haba desaparecido. Ella supo por primera vez que Fraser tena razn: Ian se curara y sera tan fuerte como siempre. Aunque deseaba disfrutar del placer de un largo bao caliente, ella no quera correr el riego de despertar a Ian. Entonces calent el agua sobre el fuego y la verti en una palangana. Se inclin sobre la palangana apoyada en una mesa y su cabeza comenz a girar. Puntos de colores bailaron ante sus ojos, y el piso pareci moverse hacia adelante y hacia atrs. Agarrndose al borde de la mesa, Sabrina luch para seguir estando parada. Afortunadamente, el mundo se enderez. Ella expeli una respiracin profunda. Desde el da en que Ian haba estado tan enojado con ella por haberla visto a solas con Alasdair, Sabrina no haba tenido un tan encantador como el de hoy. Era extrao que justo ese da se sintiese tan mal y tan repentinamente. Se dijo a s misma que era fatiga, por el tiempo que haba estado atendiendo a Ian haba sido das de mucha preocupacin. Pero tambin comenzaba a preguntarse si la causa del malestar no era algo completamente diferente. Quitndose las ropas, empez a fregarse rpidamente, porque el aire de la noche estaba fresco contra su piel desnuda. Sabrina no not que ella era un banquete ofrecindose a un par de ojos hambrientos y vidos. Los brazos delgados levantaron los rulos rojizos y luego los dej caer detrs de su espalda, en una cascada ondulante de fuego y miel. Se pas un pao mojado arriba y abajo por sus largas piernas. El sacudimiento de sus pechos hicieron agua la boca de Ian, cuya hambre ardiente nada tena que ver con la comida. . Ella se pas el camisn de lino blanco sobre su cabeza, sus movimientos se volvieron apurados y torpes, porque ahora ella saba que era observada. Sabrina cruz silenciosamente el cuarto para sentarse ante el fuego. Comenz a cepillar su pelo hasta que estuviera libre de todo enredo. Luego lo puso su hombro, y con sus dedos ella comenz a trenzarlo. Entonces l habl solamente. Djalo, dijo l reservado. Desconcertada, Sabrina se dio vuelta, su mirada fija hacia l era cuestionadora. l sonri levemente. Tu pelo es encantador, as como est. Es una pena trenzarlo. Encantador. Su corazn se oprimi. l realmente lo haba dicho...? O us esa palabra por error o era un piropo dicho al azar Ven aqu. En un momento. Ella se demor separando la brasas que brillaban intensamente, lanzando un pedazo de la madera sobre el fuego y mirando el chisporroteo de chispas que eso provoc. Sabrina. Haba algo en su tono que anunciaba una advertencia sutil. Suspirando profundamente para fortificarse, ella fue, sus piernas no la sostenan. Cuando alcanz la cabecera, los dedos fuertes se cerraron alrededor suyo, atrayndola abajo sobre la cama. Sabrina no poda evitarlo. Mir fijamente con fascinacin la mano que encarcelaba la suya, reclinndose all sobre su muslo. Sus dedos eran tanto ms grandes que los suyos propios, fuertes, oscuros y demandantes. Ella se record de nuevo del juego ertico y provocador de esos

dedos largos en sus pezones, en el hueco de su vientre, y s... all en el vrtice donde se unan sus muslos, ese lugar que se pona ahora caliente slo con la remembranza. Ven. No dormirs sobre esa plataforma desgraciada otra vez. Era una orden, tan arrogante e imperiosa como siempre. Los ojos de ellas destellaban. Se eriz. Y dnde es que debo dormir, entonces? Con tu marido? Pero tu hombro... Est curndose maravillosamente bien, gracias a tus cuidados. Y de hecho - su sonrisa era descarada Me reclinar mucho mejor con mi esposa al lado de mo. Su tono era atrevido. Ian, no ests en ninguna condicin de.... Para su horror, ella se ruboriz, incapaz poner en palabras el acto que incluso ahora asomaba en su mente. De Qu? Su expresin era la inocencia misma personificada. Oh, qu cosa horribles hacerle esto a ella! De... para participar de de cualquier placer! Haba brillo demonaco en esos ojos cristalinos. Y qu placer sera ese, el muchacha? l arrastr un dedo abajo de su brazo del desnudo, enviando temblores de placer por todo el cuerpo de ella. Los placeres de la carne! ella dijo abruptamente. Ah, pero el placer sera toda mo? Su mirada fija ahora mor en sus labios. Su voz se volvi tan suave como murmullo. Slo Mo? El corazn de Sabrina daba golpes sordos y ella temi que estallara en su pecho en cualquier momento. Sabes que no, dijo ella desamparadamente. Sus ojos se obscurecieron. Ven, acustate conmigo. Ella inhal agudamente. l presion un dedo contra la plenitud de sus labios. No, no de la manera que piensas. Te sostendr en mis brazos, dulce. Prometo, eso ser todo. Sabrina estaba desamparada contra tal dulce persuasin. Ella se desliz en cama al lado de l, cuidadosa de no empujarlo, acurrucndose contra su pecho. El brazo de Ian vino a rodearla y ella apoy su cabeza contra el hueco de su hombro. Durante mucho tiempo no hubo ningn sonido en el cuarto salvo el crujido del fuego. . Con su mano libre l levant una mecha de su pelo y la llev a sus labios. Hermoso, l murmur otra vez. Sabrina se enrojeci tmidamente. Cuando era joven, dijo ella suavemente, deseaba tener el pelo lacio, color oro como el de Margaret... pelo color del trigo. Me acuerdo, ella confi, antes de que vinieras a entrenarte a nuestra fortaleza, yo tom las tijeras y me lo cort. Margaret se ri. Pap estaba furioso. Pero yo... pensaba que poda ser que creciera como el de Margaret. El brazo de Ian apret. Me alegro de que no fuera as. Yo prefiero el tuyo. Parece tener el color del fuego vivo. l estuvo en silencio por un momento. No necesitas compararte con Margaret. Eres tan linda como ella. No sabes eso? Sabrina se haba quedado muy silenciosa. Pero Pap... - estaba ciego a tu belleza, l dijo secamente. Todos lo que l era capaz de ver era a Margaret. A pesar de su alabanza, una cierta incertidumbre se aloj en su pecho. Alasdair dijo - su voz era muy baja ahora que Fionna era muy hermosa. Con la mencin de Fionna, sinti una tensin repentina que la invadi. Ella pens que Ian podra no contestarle. En cambio, l dijo concisamente, S. Ella lo era. La desesperacin le apret el corazn. No era sorpresa que

se hubiera apasionado por ella. Sabrina no se dio cuenta de que ella haba hablado en voz alta hasta que l solt una risa amarga. Apasionarme? Apenas. Aunque, sin dudas Fionna crea que todos los hombre se enamoraban de ella. No la amaste? No! Su vehemencia casi la convenci. Y no me te casaste conmigo porque yo... Me parezco a ella?. Sabrina contuvo la respiracin y esper. Los dedos de Ian cogieron su mentn y te trajeron sus ojos cerca de los suyos. Por lo que recuerdo, sos del tamao de Fionna y ella tena el pelo color cobre, pero la semejanza termina all... A pesar de lo que el to pueda decir, no te veo parecida a ella, Sabrina. La belleza de Fionna era mortal, su veneno, el encanto. Mi padre no saba que ella lo enga con otros hombres. l la amaba. Descubr que ella era egosta y falsa. En fin, Sabrina, ella era una bruja, y si pensara te pareces en algo a ella, yo nunca me habras casado con vos. Sabrina se mordi su labio. Deseaba desesperadamente creerle. Pero Solamente que pensaste que me acostaba con Jamie. Esa otra vez. Sin embrago me desposaste. S. Porque te deseaba, Sabrina. Entonces te dese, y ahora te deseo. Eso es algo que nunca cambiar. Un tenue rayo de esperanza creci dentro de ella. En Verdad? Una ceja masculina se levant. Dudas de m, muchacha? Fue entonces ella se dio cuenta que no de l de quien dudada, sino de ella misma. Su capacidad de apoyarlo, para creer en l y hasta para desearlo eran verdades pero amarlo No, ella susurr, y saba la verdad. Bueno, pero no soy contrario a un poco persuasin. Aunque ella protest de nuevo recordndole que l estaba enfermo, l la bes callando sus protestas. Y sus dudas y sus miedos. l la bes largamente, demorndose, como si estuviera muerto de hambre... como de hecho estaba. La bes hasta que los brazos de ella se entrelazaron alrededor de su cuello y ella se rindi con un minsculo poco quejido de entrega. l se alej renuentemente, reclinando su frente contra la suya. Sus dedos buscaron el dobladillo de su camisn. Puede ser que eliminemos esto? l susurr.. Ella se incorpor y se quit el camisn por sobre su cabeza. Lo arroj al piso. Ian se levant apoyndose en un codo. Codiciosamente estudi la carne inmaculada expuesta a su mirada fija. Aunque ella se enrojeci las races de su pelo, no dej de mirar el cuerpo masculino. Ian no ira contra su palabra. Adems, l detect que ella haba quedado agotada de tantos das de cuidar de l. Colocndola a su lado, l le bes la frente y le ofreci unas inocentes buenas noches. Pero el sueo no vino inmediatamente. l la sostena dentro de su abrazo, gozando de la subida y de la cada de sus pechos contra sus costillas. . Esos pocos das haban sido bastante esclarecedores. l record la caricia delicada de una mano sobre su ceja. La manera en ella abri la sabana para ponerlo en la cama. La gentileza con la cual ella cambi los vendajes. El brillo de las lgrimas en sus ojos cuando l despert de la

fiebre, su sonrisa dulce. Una inflamacin feroz de alegra creci como una marea dentro suyo. Era ms que el placer que ella te daba en la cama, aunque ella lo excitaba como ninguna otra mujer haba hecho antes . Era ms que el fuego encendido entre ellos, era el fuego en su corazn. l haba detectado su aprehensin al venir a su castillo y si se asume que el papel de la esposa. Pero ella hizo frente a todo con una determinacin valiente que se gan su admiracin, y s, su respecto tambin. Oh, ella segua siendo tan brava como siempre, porque era una mujer de espritu y de orgullo, mujer con fuerza. Y ella era suya. Suya. Hubo una nueva paz establecida entre ellos en la semana que sigui. Su recuperacin fue rpida, porque l era joven y estaba bien entrenado. Su hombro an estaba un poco tieso, pero l saba que se le pasara. Una maana l anunci su intencin de pasar el da pescando. Ella lo sorprendi preguntandole si ella poda acompaarlo. ' Es una subida ardua, l le dijo, demasiado rocosa para los caballos. El mentn de ella se elev. Estoy preparada para eso, ella declar rotundamente. l sofoc una sonrisa, porque l haba sabido que esa sera su contestacin. Partieron. El silencio instal entre ellos, pero no fue un silencio incmodo. En muchos lugares del trayecto hacia el lago la senda de montaa era estrecha y llena de curvas, tan estrecha que no podan caminar dos personas una al lado de la otra al mismo tiempo. Sabrina lo segua atrs, jadeante pero pisando fuerte. Ella se resbal una vez, desprendiendo una serie de rocas que rodaron cuesta abajo. Ian se dio vuelta inmediatamente y la cogi por la mano, trayndola a su lado. Estoy muy bien, dijo ella sin aliento. Bueno. Pero no te alejes ahora. Siempre atento a su seguridad, l disminuy la velocidad de sus pasos un poco. Como l haba predicho, no fue mucho despus que la senda los llev a su destino. Una parte pequea del lago se anidaba en un prado minsculo apenas por debajo del borde donde estaban parados. Las aguas color zafiro relucan suavemente. No haba niebla que estropeara la belleza de las montaas de granito. Austera y estril como eran, era una vista que siempre lo haban conmovido profundamente. Al lado de l, Sabrina contuvo la respiracin. l se dio vuelta. Ella sent lo mismo que l senta esta unin con la tierra? l la lo dese, se dio cuenta. Lo deseaba fervientemente. l la observ a ella de cerca. No es como la caada de Dunlevy, cierto? No. Ella mir de donde la tierra y el cielo se parecan encontrarse y fundirse. ' Es Casi tan hermosa, ella murmur suavemente, sin embargo de una manera muy distinta. Su pecho se llen de orgullo. La respuesta lo satisfizo... lo satisfizo poderosamente. Ven, el dijo del l, alcanzando su mano. Juntos descendieron a las orillas del lago. Ian abri una manta sobre un terrapln cubierto de musgo, y all se sentaron. La hora prxima era perezoso pesca pasada. Despus de un rato, Sabrina sac su larga caa de las aguas y la puso a un lado. Hasta ese momento, ninguno de los dos haban tenido la suerte de pescar a algn habitante del lago. Ian Sinti el contacto de su mirada fija en sus piernas desnudas debajo de su falda escocesa.

Tienes fro? ella aventur despus de un rato. S. Ven a calentarme, muchacha. l dej la caa y fue a alcanzarla a ella. Sabrina esquiv sus manos y salt ligeramente sobre sus pies. Hambre, ella anunci. Estoy hambrienta Ella no hizo caso de su lujuria y march hacia la bolsa que contena la comida del medioda. Ian Suspir y se movi para unirse a ella. Sabrina arranc un trocito de carne asada de cordero que haba sido cocinada el da anterior y se lo ofreci. l no lo quit de su mano. En cambio, su boca se cerr alrededor de sus dedos, tomando el pedazo de cordero de esta manera. Luego el lami sus dedos, hasta los nudillos, chupando cada gota del jugo suculento de la piel de Sabrina. Los ojos de ella se abrieron. Un bocado sabroso, segn veo. Su voz era tan inestable como su corazn. Cierto, l murmur. Pero ahora su mirada fija estaba en sus labios. Una corriente de deseo fluy a travs de l. Arda de ganas de atrapar la suavidad aterciopelada de su boca. l se inclin ms cerca, inhalando la fragancia de su pelo. Ella no us ninguna cofia, ni tena los cabellos confinados en la trenza que generalmente usaba. El pelo Estaba suelto y desatado, cayendo sobre los hombros y hacia abajo en su espalda. Ella lo haba dejado as para l? l se acerc a ella, y esta vez ella no lo esquiv. Atrayndola cerca suyo, l se aprovech de los labios dulces, buscando el interior hmedo de su boca con el avance impaciente de su lengua. Ella saba a miel y a rosas Ian comprob - en su entrega sin aliento. l bes la curva de su mejilla, el lugar blando debajo de su mentn en donde su pulso golpeaba violentamente, antes de volver a la sonrisa de sus labios. Ms que un bocado, l susurr sugestivo. Yo me atrevera a decir, que un banquete apetitoso. Ian, dijo ella dbilmente. Los otros estarn decepcionados si no podemos llevar algo para la cena. Al diablo con los otros. l cambi de posicin as que ella poda sentir el acero de su virilidad entre sus piernas. Ella parpade. Ian, ella jade. Su risa era ronca. Por qu eres tan renuente, dulce brujita? All me no hirieron. Su proximidad puso su sangre a hervir. l la bes otra vez, dejando que la presin de su miembro hiciera el resto de la persuasin. Pero cuando l comenz a presionarla ms, ella le pudo los dedos en sus labios. No, dijo ella con una sacudida minscula de su cabeza. Djame. Ella pos su palma en su pecho, empujndolo hacia atrs levemente. l se inclin para atrs, las piernas largas estiradas ante l, su espalda pegada al suelo. Sus ojos verdes brillaron con un destello dbilmente burln. No puedes tocarme, Ian. Recuerda eso, mi prncipe de las montaas. El corazn de Ian comenz a galopar. El la esperaba, ansioso y algo desconcertado, l permitira que ella hiciera lo que quisiera, porque ese era un aspecto de ella que l todava no conoca. Levantndose las faldas, ella mont a horcajadas sobre su cuerpo. Entonces las manos de ella fueron al dobladillo de su falda escocesa que su elevaba como una carpa con su eje rgido en el medio. l inspir profundamente, sintindose cerca de estallar por los apremios de su carne. La lucha mantener sus manos inmviles a los costados fue la batalla ms dura que jams hubiera luchado, pero l se rindi con placer. Las caderas delgadas ondulndose y su miembro tenso por la necesidad de ser capturado en el centro hmedo de su femineidad aterciopelada. Empalada en el grueso eje varonil, ella lo mir a los ojos. S, dijo ella sin aliento, era una subida ardua. Sumergido en un

mar de placer, Ian cerr los ojos.. Tmame, dulce. Su voz era baja y vibrante. l escasamente poda reunir fuerzas para hablar. Ahora tomarme. Y por Dios que ella lo hizo. Ella lo cabalg largamente. Ian Bombe hasta que pens que seguramente morira de placer. l apret fuertemente sus dientes y los intent controlarse, pero fue intil. Un gemido amortiguado escap de su pecho. l la tom por las caderas mientras que ella lo montaba con frenes salvaje, sometida al mismo placer que l. l se estremeci, derramando su semilla caliente dentro de ella. En ese mismo instante, Ian sinti el movimiento espasmdico de su canal sedoso apretndose repetidas veces. l la sostuvo mientras que ella emita un quejido bajo y se derrumbaba contra l en un enredo salvaje de piernas y brazos. Su cabeza estaba enterrada en el hueco de su hombro. Pas un largo rato antes de que su que respiracin volviera a la normalidad. l le acarici la espalda mientras que ella expela un suspiro largo. El recuerdo de su abandono lascivo le caus una sonrisa a Ian. Porque eso era algo que l nunca haba esperado de Sabrina. En general, Hubo poca pesca que hacer durante la tarde. Pero el da haba sido bien vivido.

Captulo 17 Los das siguientes siguieron siendo relativamente calmos. El invierno lleg a las Tierras Altas, trayendo con l una humedad fra. Las ramas de los rboles estaban rgidas y desnudas contra un cielo infinitamente gris, mientras que los picos agudos de las montaas estaban revestidos con su invernal vestimenta blanca. Dentro del castillo, los espritus estaban joviales como siempre. El clan MacGregor llenaba sus das con risas y sus noches con comida suculenta y bebida abundante. Y como los das pasaban de prisa, Sabrina no pudo ocultar ms la verdad. Ella estaba esperando un nio. Ella no era ni ingenua ni estpida. Saba de los signos y seales , por sus clculos, deba haber sucedido en el primer tiempo en que se haban hecho el amor. Su ltimo perodo mensual haba venido estando en Dunlevy, pero haba otras muestras sutiles de los cambios dentro de ella. Sus mareos haba comenzado a disminuir, pero sus pechos estaban hinchados y blandos. Una enfermedad peculiar la haba comenzado a atacar por las maanas, y ella rara vez estaba enferma. Ian no lo haba notado; pero ella estaba generalmente todava metida en la cama cuando l se levantaba. Haba una creciente proximidad entre ellos. Pero Sabrina no se engaaba. Todo segua siendo tentativo y nuevo para ellos. Ella era renuente a divulgar las noticias de su condicin por el miedo de comprometer la paz recientemente establecida en la pareja. Ian era un hombre de muchos tipos de humores. Ocasionalmente era distante y alejado; era como si habitara un mundo lejano. Ella estaba bien enterada del descontento que reinaba en esas tierras, as como saba que l segua respaldando firmemente a de Bruce. Fue Fraser quien le dijo que Ian estaba seguro que la incursin en la aldea incendiada

haba sido una advertencia para los que apoyaban a de Bruce. Era esto lo que ocupaba su mente cuando el estaba distante? Ella no lo saba, porque siempre que intentaba preguntarlo, l le contestaba que nada lo estaba importunando. Ella lo vio un da mientras que l sacaba su semental fuera del establo. Un muchacho pequeo lo ayudaba. Ian ech un vistazo hacia abajo, entonces con la rodilla doblada continu hablando con el muchacho. l se ri y dijo algo; la cabeza del muchacho se mene furiosamente. l se enderez, y despus levant al chaval sobre su silla de montar. Juntando las riendas, l condujo al muchachito y a la bestia a lo largo del patio de armas y luego otra vez vuelta hasta el establo. Incluso desde donde ella estaba el par de la ventana de su habitacin - pudo ver la sonrisa del nio. Cuando finalmente Ian lo hizo bajar al suelo, l acarici la cabeza del muchacho antes verlo correr alejndose. Era un gesto muy tierno. Su mano fue hasta su vientre, la redondez leve que incluso ahora haba comenzado a pronunciarse, porque ella ya llevaba tres meses de embarazo. Deba decirle, y pronto. Despus de un tiempo sera obvio para todos. Un pequeo dolor extrao le oprimi el corazn. Ian una vez haba afirmado que ella llevara sus hijos. Pero l le dara la bienvenida a un beb? Aunque quizs la pregunta era otra l le dara bienvenida a su beb? Ella odi las dudas que crecan en su mente y en su corazn. l lamentaba haberse casado con ella? Hubiera preferido a otra como la madre de su nio? tal vez a Margaret? O a Fionna? Quizs ella fuera demasiado inmadura y traviesa - malvada y traviesa como su Pap la haba acusado siempre. Ella desde su propia bajeza, porque ella estaba celosa de una mujer muerta... no, no de una sino dos! Un temblor pas a travs de su cuerpo. Se preguntaba de nuevo quin haba matado a Fionna. Suspir, regandose para su insensatez. Haba trabajo d que hacer y sera mejor que se pusiera a hacer su parte. Era el da para la reposicin mensual de las hierbas y especias de la cocina. Puesto que stas eran condimentos costosos o difciles de hallar, se hallaban guardadas o mejor dicho ocultas en un gabinete cerrado con llave. Pero el gabinete estaba en un stano del castillo donde el aire estaba fresco - Tonta de ella pero ese lugar que la pona inquieta. Por esa misma razn Sabrina haba resuelto hacer que las especias fuesen llevadas a otra parte. Pero, se acordaba de la mudanza solo los das que le tocaba hacer la reposicin. As que all estaba ella descendiendo los escalones de piedra toscamente tallados que la sumergieron debajo del nivel de la tierra. En su mano llevaaba una vela gorda. El corredor era largo y estrecho, oscuro y fro. Sus pasos le parecan excesivamente ruidosos o all haba eco? Ella se dio vuelta y se detuvo. Un escozor de inquietud le recorri la espina dorsal. Alguien la segua? Ella busc en las sombras pero no vio nada. Camin otra vez hacia adelante otra vez esr sonido detrs de ella. Ella gir. Pero no haba nada. Nadie estaba all. Tomando una respiracin profunda, estabiliz sus nervios. Aceler su paso para emparejarlo con los latidos de su corazn. Se dijo a s misma que era slo su imaginacin, pero no poda negar la inquietud dentro de ella. El almacn estaba justo a continuacin. Ella juntara las hierbas y las especias y se ira de ese lugar. Otra vez ese sonido detrs de ella. Ella gir. Quin est all? casi grit. El eco agudo de su propia voz volvi a ella. La piel se le eriz. Hubo una tensin repentina, una frialdad extraa, pero Se dijo a s misma que

todo eso era absurdo. Abriendo el almacn, entr y fue derecho al gabinete. Pero sus manos estaban torpes, y se le cayeron las llaves. Apoyndose contra la pared para agacharse, fue que ella not algo que se haba escapado a su visa hasta es e momento -- un anillo del hierro unido a una puerta estrecha en la pared. La puerta era del ancho de una persona, y trancada con una madera del roble. Se le ocurri que deba ser una puerta oculta.... Y Entonces sucedi. Hubo un golpe imponente que le dio en los hombros. Ella grit, por el dolor y por el shock. La vela cay al piso, Despus alguien farfull. En el instante, vio unas botas, una mano con guante buscando el anillo de hierro en la pared y ella oy el sonido de las bisagras de la puerta. Entonces esas manos fuertes la tomaron por los hombros y la empujaron dentro de un agujero oscuro. Sabrina cay, aterrizando duramente contra su hombro. La puerta se cerr de golpe estaba encerrada; el ruido de la llave se lo confirm. Los pasos se oyeron otra vez para luego perderse en la nada. Consciente del dolor palpitante en su hombro, su cabeza busc en ambas direcciones. Sabrina parpade, frotndose los ojos, desesperada por ver algo, buscando una mnima luz, no importa cuan dbil fuera. Un terror agudo floreci en su interior - No Haba nadie. Dios en los Cielos!, la haban encerrado en un hoyo completamente oscuro, una oscuridad tan plena no poda ver nada. El pnico la invadi. Alguien la haba encerrado en este lugar horrible. Quin? Por Dios!, quin le hara eso? Y por qu? Para castigarla? Un grito lleg a su garganta. Ella lo sofoc detrs. Tena que mantener la calma. Aterrada y temblando, ella consigui ponerse de pie y sentir con las manos que haba a su alrededor. El cuarto era minsculo, apenas cuatro pasos de longitud, y la mitad de eso en anchura. Las paredes eran de piedra. Arrastrando los pies de, ella sinti suciedad debajo de sus pies. Ella tembl Qu criaturas viles podan estar al acecho aqu? Su cuello arque. Guindose con las manos, ella palp las paredes, movindose hasta que encontr el contorno de la puerta. La golpe con los puos. Aydenme! ella grit. Que Alguien me ayude! El pnico entr en erupcin. El miedo aliment su frenes por escaparse. Golpe la puerta con todas sus fuerzas, gritando hasta que su garganta le doli. Su cofia se desprendi. Su pelo cay suelto sobre la espalda. Poda or la aspereza de su propia respiracin, el trueno desenfrenado de su corazn sacudiendo todo su cuerpo. Pero nadie la oy. Nadie vino. Nadie se preocup . El Tiempo pasaba. Eran minutos... o horas? Ella sinti que viajaba en el tiempo. Era como si nuevamente fuera una nia. No saba si era da o de noche. El fro se pareca rodearla, como una mortaja de muerte. Se Filtraba hasta los huesos. Era como estar enterrada viva . Las paredes se cerraban sobre ella, el techo que se le vena ms cerca siempre ms cerca. Si solamente pudiera despertar y descubrir que eso era un sueo Ian! ella grit. Ian! El terror viajaba en sus venas. Lagrimas corran por sus mejillas. Agarr la puerta con ambas manos. Las astillas lastimaron su carne, pero a ella no le import. Ian no vino. l nunca vendra, se dio cuenta. Morira all. Sola. Sola en la oscuridad Su pecho se hinch. Un sollozo seco escap de su garganta. En la desesperacin resbal desamparadamente con la espalda apoyada contra la pared y se sent curvndose en un ovillo. Ian volvi de la caza con un gran ciervo. Los gritos se elevaron cuando los otros lo vieron llegar. Tendremos un feliz banquete esta noche!

S, esta noche y varias noches mas! Ian sonri ampliamente. Cruz el saln, con saludos animados a su paso. Mi esposa est arriba? l hizo la pregunta a la criada que acababa de descender. La muchacha sacudi la cabeza. No, mi seor. No la he visto arriba. Ian pronto descubri que nadie la haba visto. Ian no se atrevi a considerar la idea que salt a su mente. Ella haba huido? No, l pens. No! Tal Vez ella no era completamente feliz, pero estaba contenta. Ella no despreciaba su contacto, ni su deseo. Y su caballo estaba en el establo. . Dnde diablos estaba ella? En las cocinas, sin estar enterados que l buscaba a la ama del castillo, la cocinera haba hecho ordenado a uno de sus ayudantes traer vino del almacn del stano. Y ser mejor que sea lo mas rpido posible, jovencito! ella advirti severamente. S, seor. El tono del muchacho era airado, porque l conoca a la cocinera cuando se encolerizaba, pero en verdad ella tena un corazn de oro. El muchacho caminaba por el pasillo largo cuando de repente oy un sonido extrao como un golpeteo ligeramente dbil. Asustado, l se detuvo brevemente. El sonido se oy otra vez. El muchacho avanz lentamente. No haba odo ningn cuento de fantasmas frecuentado el castillo MacGregor, pero esto no significaba mucho. Porque, una figura encapuchada haba perseguido no hace tiempo a su ta en la oscuridad. Incluso ahora l tembl con ese recuerdo espantoso. El golpeteo ligeramente vino otra vez y esta vez Hubo un grito que le congel la sangre. Sin pensarlo dos veces, se dio vuelta y corri tan rpidamente como sus piernas lo llevaban. La cocinera, apenas viniendo de las cocinas, lo cogi por el cuello de su tnica. Por qu ests corriendo, chaval? Y donde est el vino que ibas a traer? El chaval reuni toda su dignidad y su coraje. No volver all, l jur. Hay fantasmas all abajo! Oh, la cocinera exclam. Escuchas demasiado a tu ta. Ella se ha terminado encariado con sus espritus? Y entonces son espritus los que hay all abajo, el muchacho dijo, con ojos enorme. Ests atrasado, ella lo acus. Ahora aprate y haz lo que te he dicho... Espera, una voz lo interrumpi. El par se dio vuelta para encontrar al amo en el umbral detrs de ellos. Su mirada estaba fija en el muchacho. Qu oste? pregunt a chaval. El muchacho sacudi la cabeza. No estoy seguro, pero Hubo un sonido como esto. l golpe pesadamente en el marco de puerta con su puo. Y entonces Hubo un grito! Le doy mi palabra, mi lord, era un fantasma Antes de que l hubiera acabado, Ian se dio vuelta y se dirigi hacia las escaleras que conducan abajo. Hizo seas a Fraser, quien arrebat una antorcha fijada en la pared. Sus pasos lo llevaron al. Ian mir adentro, pero no Haba nada para ver u or all. El segundo almacn estaba justo ms all. l entr con Fraser apenas detrs. Ambos hombres muy todava sostenidos. El esperar. El escuchar. Fraser sacudi la cabeza. El chaval lo imagin.... Ian hizo un un gesto con la mano que silenci a su amigo. Y entonces ambos lo oyeron, un sonido dbil como el maullido de un animal herido. Qu diablos... Fraser comenz. Ian recorri el permetro de las paredes. Haba una habitacin aqu fue utilizada hace tiempo como almacn de las cosechas del verano cuando yo era joven casi lo haba olvidado s. S! Aqu est! l movi el

perno y empuj la puerta abrindola de par en par. La habitacin estaba negra. Fraser, la antorcha! No puedo ver. Casi tropez casi con ella. Ella sollozaba suavemente, sentada en el piso, con sus rodillas contra su pecho. Sabrina! l cay a sus rodillas y la tom en sus brazos. Ella abri los ojos y lo mir fijamente. l toc sus mejillas. Su piel estaba helada, los ojos vidriosos con lagrimas. Jess, l murmur. l la alz en sus brazos. Ella dio escondi su cara en su hombro y se aferr a l. Ian la llev a la habitacin, subiendo los escalones de dos en dos. Una vez all, l la puso de pie, colocando un brazo sobre ella para que no se cayera. Ella estaba parada sobre sus propios pies, pero todava tena la mirada oscura. Lagrimas todava se deslizaban por sus mejillas. Todava no haba hablado. Temblaba tan violentamente... con miedo o con fro, l no lo saba, pero sus dientes rechinaban. Ian pronunci su nombre. Ella lo mir, sin embrago tuvo la extraa sensacin de que no era ella a quien vea. Era como si su mente se hubiera ido a otra parte. l fij sus manos a los hombros de ella y le dio una sacudida suave. Sabrina, mrame! Ests muy bien? Ella asinti con un cabeceo; y l percibi que eso era todo lo que ella poda responder por ahora. Sus manos cayeron a los costados. Ian jade cuando vio las palmas de sus. La piel estaba raspada y sangrientas, sus uas,rotas. En dos pasos largos l estuvo en la puerta, abrindola, pidi agua caliente. Maria corri para obedecer. Cuando ella volvi, l tom el agua y la coloc en una mesa pequea cerca del fuego. Sabrina todava no se haba movido. Estaba parada como una estatua de piedra en el centro de la habitacin. Ian la condujo a la mesa y le ofreci un asiento. All l sumergi un pao de lino en el agua y comenz suavemente a limpiar sus palmas. Mientras que Ian trabajaba, ech un vistazo hacia ella. Puedes decirme qu sucedi? Ella se estremeci. La respiracin que llen sus pulmones fue profunda. Fui abajo a traer hierbas y especias para la cocina. En el corredor o pasos. Alguien te sigui? S. Pero cuando me di vuelta no Haba nadie all. La mente de Ian trabaj furiosamente. Por qu alguien la seguira? Ella vio su ceo fruncido. Qu! ella grit ultrajada. No me crees? Vete, entonces! Yo... No te necesito, Ian! Me Oyes? No necesito nada de vos ! Ella salt de la silla y se hubiera lanzado lejos si l no la coga por los hombros y la detena. No te vayas, Sabrina, no cuando los demonios de la oscuridad todava te estn afectando .l busc en su cara. Ests segura de que no viste nada? Haba alguien all, te digo que me empujaron de detrs y me patearon los pies antes de encerrarme en ese sitio horrible! Era extrao. Muy extrao. En verdad, l no lo dudaba, pero no quera alimentar sus temores, porque su miedo era muy verdadero. Ser encerrado en ese sitio habra sido espantoso para cualquier persona. Para Sabrina, estar sola en la obscuridad... Por Dios!, debi haber sido una pesadilla. Y de hecho, otra vez ella temblaba casi violentamente. Te creo, dijo l. Dando vuelta sus palmas lastimadas, l las bes alternadamente. Ian vio las lgrimas que soltaron los ojos de ella, y vio la manera en que ella luchaba para contenerlas. l rpidamente le quit la ropa, e hizo lo mismo con las suyas, y la llev a la cama. l se desliz dentro de las sabana al lado de ella, apilando un montn de mantas sobre ambos. All l la atrajo contra su cuerpo y la calent con el calor de su carne.

Sin embrago aun cuando su piel estuvo tan caliente como la suya, ella todava se sacuda y se sacuda. Se le ocurri a l que esa era una frialdad que vena desde adentro. Con Sus brazos apretados. Shh, l susurr. Ests segura ahora, Sabrina. Ella hizo un sonido dbil, estrangulado. Fue horrible, Ian - su voz tembl -- igual que antes, cuando Pap me encerr y tem que nunca me dejara salir afuera. Igual que antes. Lo S. Su garganta se apret de angustia. Solamente yo no dejara que nada ni nadie te hiciera dao, dulce. Eso te lo prometo. Por Dios, eso lo juro . No me dejes, Ian. No me dejes. Su splica le parti el corazn. No te dejar, dulce. Estoy aqu. l enlaz sus dedos con los suyo y trajo sus manos unidas a sus labios. l saba que ella todava estaba asustada. La sostuvo cerca de su pecho, queriendo darle su fuerza a ella. Despus de un tiempo, ella ces de temblar. Ella se retir al nico santuario donde poda estar tranquila el mundo de los sueos. Sabrina tena razn. ste no haba sido ningn accidente. Alguien haba estado all. Alguien la haba encerrado en ese sitio. Poda haber sido cualquier persona, cualquier persona que conociera el castillo. Criados. Parientes. Pero, por qu alguien la daara? O deseara asustarla? Haba una maldicin en el castillo MacGregor? Su sangre se congel con ese pensamiento. Su resolucin se fortific. Haba jurado que la protegera, y as sera. Si se daba el caso, con su propia vida. No era un sueo pacfico aquel en el cual Sabrina cay. No, porque su sueo estuvieron plagados con imgenes. Visiones que iban y venan. Ella se vio, corriendo por el corredor, volviendo a vivir ese instante en que la haban echado en ese agujero oscuro. Y record el momento en que la puerta se haba abierto. La oscuridad le haba jugado un truco? ella haba creado la imagen por desesperacin? No. Era la voz de Ian. El Tacto de Ian. Las Manos de Ian. Una nocin aterrorizante se present dentro de ella Ian. Era Su salvador? O su verdugo? La voz de Alasdair susurr en su mente. Fue Ian quien encontr a Fionna. Y fue Ian que haba encontrado el capote de Margaret. Ian que la haba encontrado a ella Era eso lo l guardaba adentro? En su sueo, las nubes cambiaron de posicin y se despejaron. l estaba all otra vez. Su marido. Su amante. l cur sus manos. Sangre y oscuridad.. Ella grit y grit e intent escapa de l. Pero l estaba all, sus pasos golpeando detrs de ella. Y sus manos estaban sobre ella, manchndola con sangre Sabrina! Ella se despert con un grito ahogado en su garganta. Ella jade, por un rato estuvo luchando con el tumulto de emociones agitndose dentro de ella. Y todo ese rato ella sinti el calor de sus labios en su ceja, y entonces sus manos, alisando los cabellos hmedos en su frente. El resplandor del fuego revel sus facciones marcadas con preocupacin mientras que Ian se inclinaba sobre ella. Haba sangre, solamente calor y una dulzura que le hicieron doler por adentro.

A pesar de la tormenta que se debata dentro de ella, Sabrina acept la comodidad de la proteccin de los brazos de l. Ian, ella susurr. . Qu, amor? Amor. Su corazn exprimi. Era ella su amor? Si solamente pudiera saberlo por seguro. Si pudiera. La pregunta desbord sus labios antes de que ella pudiera detenerla. Quin mat a Fionna? l se puso rgido. Ella sinti su amargura, como una lanza a travs del pecho. Su tono era fro como una maana invernal. No la mat. Pens que habamos aclarado eso. Ella trag. Yo... lo s. Pero... Bueno. l la cort precipitadamente. Ahora, por favor, ese un tema que yo preferir no discutir otra vez. l todava la sostena, pero haba una diferencia. Aunque sus modales no eran speros, su calor se haba ido. Un vaco hueco qued dentro de ella. No Haba ningn alivio para su alma preocupada. Pero Ian saba. l saba quin mat a Fionna. Ella lo detect con todos sus sentidos. Pero, por qu l rechazaba decirlo? A menos que Ian tuviera algo que ocultar. l era un hombre de secretos, secretos que l no quera compartir con ella. Y l solo saba de su miedo de a la oscuridad. Qu Dios la ayudase! Estaba enamorada de l. Eran sus brazos un asilo o la trampa de un verdugo? Absurdos como eran sus pensamientos, ella lo amaba.

Captulo 18 Sabrina despert con la sensacin de estar increblemente cansado. Todo lo que pudo de hacer fue levantarse para baarse. Observ a Maria, ella estaba extraa. Se le ocurri que tal vez tal la pequea criada haba sospechado su condicin, pero Maria no dijo nada. EN el piso inferior, el saln estaba casi abandonado. Echando un vistazo hacia el patio de armas, Sabrina lo observ que pareca mucho ms tranquilo que lo acostumbrado. To Malcolm estaba sentado cerca del fuego, su plaid sobre sus hombros para calentarlo. Buen da, to, ella lo salud. Sus ojos, as como los de Ian, estaban claros esa maana. Y buen da para ti, Sabrina. l replic con una sonrisa. Has visto a Ian esta maana, to? S, muchacha. Llegaron noticias de que varias granjas en el valle vecino fueron atacadas ayer. Atacadas ! Por quin? l sacudi la cabeza. No lo S, muchacha. Sabrina se mordi el labio. Su mente fue directa a Jamie. Alguna persona result herida? Tampoco lo S, muchacha. Pero Fraser parece pensar que fue hecho por los que apoyan a Comyns. Los ojos de Sabrina se nublaron. En un impulso ella se arrodill ante el anciano. Has vivido muchos aos, to, ella murmur. A quin le corresponde legtimamente el trono de Escocia en tu opinin? Los dedos nudosos alisaron los dobleces de su falda escocesa. No conozco a de Bruce Solamente s lo que me ha contado Ian de l. Mi sobrino cree que de Bruce puede traer paz a esta tierra, creo que Ian posee una sabidura que

excede su juventud. l suspir. Nosotros no podemos continuar luchando con nuestros propios compatriotas. Debemos buscar paz a fin de que Escocia no quede dividida en dos. Eso nunca suceder a menos que todos nos aliemos detrs de un solo hombre. Y crees que ese hombre es el Bruce. Era una declaracin, no una pregunta. Asintiendo con la cabeza, Malcolm dijo S, muchacha.. Sus palabras permanecieron con ella a lo largo de la maana. Por primera vez, Sabrina comenz a entender la verdad de los tumultos y guerras que azotaban las tierras escocesas como una peste. Cada vez ms ella haba comenzado a pensar que haba estado errada de juzgar tan precipitadamente, a de Bruce. De hecho, pareca que l no era el tirano egosta como ella haba credo. Pero los escoceses era una casta orgullosa, y ninguno cedera posiciones tan fcilmente. Los hombres moriran; sus mujeres lloraran, sus hijos creceran sin padre. Qu se ganaba luchando? Toda lo que quedaba era una herencia de dolor y de odio, heredadas de padres a hijos. Estaba tan absorta en sus ideas, que no vio a la pequea nia que se le acerc. Sonri ausentemente, cuando se dio cuentad de que ya la conoca. Deanna! ella exclam c. Cmo ests? Deanna le hizo seas para que se acercara. Sabrina se dobl complaciente. El hombre me dijo que venga a vos otra vez, ama. l me dijo que debe verte. Dijo que vayas al mismo lugar. El Corazn de Sabrina salt. Jamie. La nia se refera a Jamie. Palme el hombro de la nia. Gracias, pequea. Cuando la muchachita se retir, ella ech un vistazo rpido a su alrededor para asegurarse que sus acciones pasaran inadvertidas. Entonces camin a travs de los portones rumbo al gran roble. l estaba cerca del rbol. Una sonrisa amplia adornaba su rostro. Sabrina! Viniste! Saba que lo haras! Aunque su corazn estaba contento de porque Jamie estaba seguro e ileso, una parte de ella no poda reflejar ese alivio en sus ojos. Jamie, no debes estar aqu! Es peligroso! Su mirada fija vag sobre su cara. Uno mismo se vuelve valiente con solo verte, Sabrina. Sabrina hizo un sonido de frustracin. Jamie, te pido que no digas tales cosas! Hace falta que te recuerde que estoy casada con Ian? Su sonrisa se marchit. Ian Todava vive? O que lo hirieron. S, pero l salv vida. Ella inspir profundamente. Cmo sabas del ataque contra l? Jamie no quera contestar. Ella poda ver la manera en que l vacilaba. Dime, Jamie. Finalmente el dijo Mi primo estaba entre los que atacaron a sus hombres. l fue de los pocos que lograron escaparse. Sabrina se horroriz. Jamie! Una aldea fue completamente quemada! l particip de eso tambin? S. Su tono era rencoroso. Sus labios apretados. Mataron hombres ! Y a muchachos jvenes, tambin! Muchos personas se quedaron sin hogares! Su mirada fija oscil. Lamento que haya habido una matanza. Pero no hay otro modo, Sabrina. De Bruce no puede gobernar Escocia. Su labio se curv. l es un cobarde y tendra que mostrar su cara otra vez y dejar de estar escondido. Quizs de Bruce est muerto.

No lo est; Jamie declar. Tenemos espas que saben que no lo est. Sus ojos se oscurecieron. Pero no quiero discutir sobre esto, Sabrina. Debo irme. Pero como estaba cerca... vine a verte para saber si ests bien. Ella respir profundamente. Lo estoy. Le dola el corazn. Ella no lo haba visto antes, pero Jamie e Ian eran parecidos,. Ambos inamovibles en su lealtad y sus creencias. Ella haba cambiado, se dio cuenta de eso casi tristemente. A Ella todava le importaba el bienestar de Jamie. De hecho, haba una parte de ella que lo amara siempre, por ser la promesa dulce de su juventud. Su corazn se retorci en su pecho.. No poda decirte que ella amaba a Ian. No poda lastimarlo otra vez . Pero ahora era el momento de apoyar a su marido. Tena un hijo en quien pensar su hijo, el hijo de ella y de Ian. Sabrina le toc ligeramente el brazo. Continuars tu lucha, verdad? La luz tenue de una sonrisa asom sus labios. Hasta la muerte, dijo l suavemente. Un temblor pas a travs de ella. Entonces debo pedirte algo, Jamie. Yo te pido que si alguna vez te enfrentaras con Ian, no levantes tu arma contra l. Me Pides mucho, dijo l. La respiracin de ella se hizo trmula. Te pido lo que te debo pedir. Algo brill en sus ojos, algo que casi era un grito. Como si l hubiera visto su propia alma la haba visto y saba ... lo saba No. Su garganta le dola de modo que no poda hablar. Lo Juras? S, dijo l, su tono era muy bajo. Lo Juro. Lagrimas le inundaron los ojos. Su voz casi fue un sollozo. Jamie, ella susurr. No me odies por favor. Odiarte? Por un segundo, la juventud despreocupada de la que ella se haba enamorado quedaba atrs. La risa se encendi en sus ojos azul brillante. l sonri y sacudi la cabeza. Cmo podra odiarte? Su tono era suave, casi infantil. l se acerc, tomando su mano y llevndola a sus labios. Te amo, Sabrina. Te amo. Era una declaracin Por un tiempo estuvieron parados mientras el la sostena dentro de sus brazos. Luego se despidi con beso efmero. Cuando Sabrina abri los ojos, l se haba ido. Adis, Jamie, ella susurr. Una desesperacin tremenda invadi el corazn mientras que volva al castillo. Pero todo qued olvidado cuando ella vio que Ian y sus hombres haban vuelto. Lo encontr en su habitacin, el se estaba sacando la camisa. Ella se detuvo brevemente, absorbiendo la vista de l, porque en su interior siempre estaba el miedo de que l pudiera volver herido. Ian se dio vuelta. Sabrina, all ests! l se cruz hacia ella, tomndole las manos entre las suyas. Deseaba estar aqu cuando te despertaras, pero no pude. Lo S, dijo ella rpidamente. To Malcolm me dijo donde estabas. l la mir solemnemente. Cmo ests? Ella se ruboriz, tocada por su preocupacin. Estoy muy bien. l apret sus dedos. Que bueno. l se volvi hacia donde haba una bandeja con alimentos y bebida. Alcanzando la cerveza, l bebi sediento, despus la dej a un lado. Pens que estaras aqu cuando volviera, l coment. Dnde estabas? El pnico la invadi, rpidamente y sin piedad. l saba que haba estado con Jamie? No. NO poda saberlo. Estaba agitado, ella volv sin aliento. Camin hasta el gran roble. l frunci el ceo. No debes caminar sola, Sabrina.

No es seguro, especialmente ahora. Por qu? Todava debes contarme qu sucedi. Ha habido otra matanza mas? No esta vez. Su tono se puso severo. Fue como antes. Fanticos que apoyan a Comyns. Quemaron una docena de chozas pero nadie result lastimado. Gracias a Dios, ella suspir. Ian no respondi. En cambio l se movi hacia la chimenea. Ian mir fijamente las llamas que bailaban. Desconcertada, Sabrina camin detrs de l. Ian? ella pregunt. Hay algo que te preocupa? Creo que no deseas saber. l habl sin mirarla. Por supuesto, ella murmur. Muy bien. Varios de los atacantes eran MacDougalls. Declar Ian. Jamie. Madre de Cristo, tuvo que ser l ! Oh, debi haberlo sabido! Ella se moj sus labios nerviosa. Ests seguro? Oh, si, no hay dudas de eso. Su voz adquiri cierto grado de frialdad. De hecho, cuando atrapamos a los hombres que atacaron Kildurn, supimos que Haba varios de ellos que acababan de huir. No sera una sorpresa saber que uno de ellos sea Jamie MacDougall... No, dijo ella. Tres pasos grandes lo trajeron ante de ella. No? l repiti. Sabrina uni sus manos temblorosas. Mir hacia el piso, sintiendo la pualada de sus ojos en su perfil. Sabrina, dijo Ian firmemente. Qu quisiste decir? De alguna manera ella logr levantar su cabeza. Nada, solamente eso. No poda haber sido Jamie uno de los hombres que huyeron de Kildurn esa maana. Ian Estrech los ojos de. Cmo sabes? l exigi. Cmo puedes saber eso? Su boca se sec. Porque l estuvo aqu ella hizo una pausa - conmigo. El silencio que sigui fue brutal. Incluso ella casi pens que Ian no la haba odo. Pero entonces l lanz un insulto, una maldicin horrible. Pero ms espantosa era la rigidez de su cara. Aqu en el castillo MacGregor? Su voz era de una tranquilidad casi mortal. l la mir fijamente tan acusndola. Sabrina dese poder desvanecerse en el aire. S, dijo ella rpidamente. Pero no es lo que piensas - Sabrina, no te imaginas lo que pienso! La clera fluy hacia las venas de ella. Oh, pero yo no. Piensas que te traicion... como Fionna traicion a tu padre. Pero no fue as. Jaime haba odo hablar de nuestro matrimonio y vino a ... para saber si era verdad. Lo encontr... en el roble. Ella casi poda ver la duda que dominaba a Ian. Lo encontraste. Y lo atendiste con el mismo ardor con que me atiendes a m? Ella se puso rgida. Qu quieres decir? Te acostaste con l? Ella jade. No! Crees que me conoces, ella lo desafi indignada, pero no me conoces en lo absoluto si eso es lo que crees! Lo viste otra vez, no? Hoy mismo. All era donde estabas cuando volv... con l! Sus palabras ultrajaron a Sabrina,. Qu es esto, Ian? Hiciste que confiara en vos.... que te creyera que no mataste a Fionna, pero vos no confas en m? Su mentn expres su ira. Y qu razn tengo yo para creerte? No queras casarte conmigo... de hecho, te pesqu escapndote del matrimonio! Me evitas cada vez que

puedes. Sus ojos se fijaron en el cul era seguramente el momento ms largo de su vida.. Una vez. Una vez me escap. Pero no ahora, Ian. No ahora. Ella habl con todo su fervor. Ella lo mir en l, cuidando de que nada de todo lo que ella senta por su esposo se transluciera. Pero l se negaba a escucharla. l se negaba a ver Su silencio de condena fue brutal, su postura, inflexible. Pero en instante en que l se dio vuelta, Sabrina percibi un brillo en sus ojos con un propsito implacable que la enfri hasta los huesos. l estaba invadido con una rabia oscura que ella nunca haba conocido. Volando hacia l, ella le tom su mano y cay de rodillas. Ian, no! No puedes ir por l. No puedes matarlo! Porque si lo haces, matars a una parte ma, tambin. Su labio se curv. Te degradas tan generosamente por l, Sabrina. Lo amas tanto entonces? Yo... No lo amo, te lo juro! Su voz era dolorosa. Pero si lo matas, nunca podra perdonarte, Ian. Sabrina poda sentir la tensin firmemente contenida en el cuerpo de l. Luchando con una desesperacin creciente, ella esper. l movi de un tirn su mano. Pero Haba que en su tono que era terrible. No lo buscar, Sabrina. No lo matar. No ahora. Pero si lo encuentro en mis tierras otra vez yo no hago ninguna promesa. Ian se fue, cerrando de golpe la puerta detrs de l. Finalmente de Sabrina cedi a las acometidas ardientes de sus lgrimas. Ella no fue abajo a la cena esa noche. Fue tarde cuando Ian finalmente busc su cama. No le habl ni la toc, y fue como una daga en el corazn, porque nunca haba anhelado su contacto tanto ! Una oleada de desolacin aguda la invadi. Deseaba desesperadamente reparar la grieta entre ellos, pero temi que l la hiciera a un lado. Y eso era algo ella poda aguantar en ese momento. Fue casi al amanecer que ella logr dormirse. Pareca que acababa de cerrar los ojos cuando una mano en su hombro la sacudi para despertarla. Sabrina. Con su mente embotada y medio dormida, ella abri los ojos. Era un momento se dio cuenta que Ian se elevaba sobre ella. Su expresin era de un rgido control, sus ojos helados y distantes. Su corazn se hundi. l todava estaba enojado. Debo irme. Se dio vuelta y busc su espada, deslizndola dentro de su vaina. Sabrina se apoy sobre un codo, quitndose el pesado pelo de su cara. Te vas, ella repiti. A dnde? He recibido palabra de que de Bruce prepara su ejrcito para luchar contra Longshanks. Montar para unirme a sus fuerzas en Carrick. Longshanks. El rey ingls. Una saeta de miedo fue directa a su corazn. Por Cunto tiempo estars fuera del castillo? l sacudi la cabeza. No lo S. Tres pasos largos lo llevaron hasta la puerta. All se dio vuelta. La mente de Sabrina todava buscaba despertarse. Recuerda, fue todo lo que l dijo. No vayas a ninguna parte sola. Y entonces se fue. Sabrina se inclin hacia detrs contra las almohadas, luchando contra un dolor angustiante en su pecho. Qu deba hacer ella para convencerlo de la verdad?... que ella ya no amaba ms a Jamie. Pero de nuevo l se iba, y la grieta entre ellos era ms grande. Sin embrago aunque l no estuviera, su orgullo no le permita que ella echara su corazn a los pies de l, porque Ian seguramente lo pisoteara. S, porque l no deseaba ni necesitaba su amor. Ni l corresponda a su amor. Pero profundamente dentro suyo, tena terror de que l pudiera no

volver nunca. Y de repente que ella se acord Todava Tena que decirle sobre el beb. Todo lo amargo y lo no resuelto entre ellos qued olvidado. No se atreva a conjeturar cul sera su reaccin, si de alegra o la consternacin. Pero ella no poda dejarlo irse, sin saber. En ese momento, Sabrina se olvid de todo: que sus pies descalzos, y que estaba vestida solamente con su camisn. Corri escaleras abajo, cruz el saln y fue hacia afuera. En el centro del patio de armas un grupo de hombres y de caballos estaba listo para partir y esperando a su lder. Cuando ella lleg afuera, Ian justo tomaba las riendas que le pasaba el muchacho de l establo. Ian! Un viento feroz cogi su pelo, hacindolo flotar detrs de ella como una bandera roja de seda. Ella se detuvo, gritando su nombre otra vez. l la oy. La mirada fija que Ian le devolvi estaba lejos de ser una alegra, sin embargo camin hasta donde ella lo aguardaba. Su expresin era feroz. Sabrina! Qu locura es sta? Ve adentro ahora... Ella puso su mano sobre sus labios, deteniendo su sermn. Gracias a un milagro ella encontr las palabras que necesitaba tan desesperadamente... y el coraje para decirlas. Ian, te lo ruego ten cuidado. Quiero que vuelvas y... y que veas a tu hijo. l pareca completamente en blanco. Mi.... l inhal agudamente. El shock revolote en su facciones, mientras que su mirada se diriga a su vientre, como buscando la confirmacin. Cundo? fue todo lo que dijo. Cundo llegar? No lo puedo decir con seguridad, pienso que en pleno verano. l pareca emocionalmente en conflicto. Las cuerdas en su garganta se pusieron tensas. Jess! l estall. Una mano se extendi para tocar suavemente su pelo. Sabrina, Yo... no puedo permanecer aqu. Cmo podra no ir? Una mirada de completa determinacin tens su cara. No debes preocuparse. Volver. Para su vergenza, lagrimas nublaron su visin. Ella solt un estrangulado sollozo. Promtemelo, Ian. Promtemelo. Su expresin se abland. Te lo Prometo, muchacha. Entonces l la bes... la bes ferozmente!... envolvindola en sus brazos y levantndola unos centmetros del suelo. A Sabrina no le import que otros los miraran. Se aferr desvergonzadamente a l. Ambos quedaron sin aliento cuando finalmente que se apartaron. Tomando sus manos, l las llev a sus labios para darle un beso ms. Y entonces parti. Captulo 19 En las semanas que siguieron, Ian se preguntaba si su bella esposa saba todo lo que le haba costado a l separarse de ella. Las lgrimas de ellas vertidas la maana que l parti lo llevaron de alegra al mismo tiempo que lo hundieron en una profunda desesperacin porque saba que deba irse. Desde la primera vez que la haba vuelto a ver otra vez, ella lo haba capturado. Su corazn. Su mente. Cada uno de sus sentidos. Ella era el ama de su corazn, la captora de su alma. Aunque otros hombres engaaban a sus esposas, las tentaciones no eran un peligro para l, porque Ian saba que no encontrara ningn placer en los brazos de otra mujer. Ella vena a l cada noche. Desnuda y sinuosa, con su pelo de fuego y sus besos ardientes, llevndolo dentro de la guarida de su

dulce seduccin. En sus sueos, ella se entregaba a l completamente desnuda. l la vea la inclinarse sobre l, con su cabello bailando a travs de su vientre y se deslizaba mas abajo, all donde su deseo se inflamaba dolorosamente y entonces era su turno. Con los labios y su lengua l probaba su carne. Persistentemente La enloqueca impiadosamente hasta que ella alcanzaba el xtasis, gritando su placer en voz alta . En sus sueos ella se entregaba como nunca antes, y se perda, ahogndose en el calor de su pasin. S, ella frecuent sus sueos, su soledad por las noches, y cada momento de su despertar. l anhelaba su corazn pero ella lo entregaba a otro hombre? l posea su cuerpo, pero ella era verdaderamente suya? Los celos todava lo carcoman como un veneno lento, porque haba muchas cosas sin resolver entre ellos, l reconoci con fatiga. Se le Haba cruzado por la cabeza que el beb que ella llevaba poda no ser el suyo, pero tales dudas fueron despiadadamente dejadas de lado. Sabrina haba jurado que no amaba a Jamie MacDougall, sin embrago dentro suyo algo le advirti que incluso siendo as... si ella no lo amaba, tambin era cierto que todava le importaba mucho Jaime. Era un tonto al creer que el beb que ella llevaba era suyo y no de Jamie? A pesar de las dudas que torturaban a veces su mente, No poda negar la verdad... ella haba venido a l siendo virgen. Y si el beb era esperado en pleno verano, debi haber sido concebido en los primeros das del matrimonio. Ian odiaba cada da que lo mantena lejos de su hogar -- y de ella! -- pero haba prometido su lealtad y su espada a de Bruce y l era un hombre de su palabra. Y en verdad, de Bruce ahora lo necesitaba como nunca antes, porque pareca que las tropas inglesas estaban por todas partes. El ejrcito de de Bruce era pequeo; mientras que el ingls era mucho mayor en nmero, y ellos intentaran emboscar las facciones escocesas ms pequeas y derrotar as en conjunto. Pero se no era todo, porque los partidarios y los parientes de Comyn eran otro obstculo: no cederan en su meta de ver a de Bruce derribado del trono. Ian rezaba a diario para no entrar en batalla. Los Sentimientos contra los ingleses estaban en su punto mximo, y de Bruce estaba determinado a echar a los ingleses del suelo escocs. Pero Ian no deseaba otra cosa que la paz, paz para la tierra que l tanto amaba. La paz dentro de su castillo y sobre sus tierras, y con tiempo para pasar con su esposa y su hijo. Pero l tema por Sabrina, porque no se olvidaba que alguien la haba encerrado. Pero quin? Y por qu? Haba sido un accidente? No pareca probablemente, l admiti. Era posible que la vida de ella estuviera en peligro? Todas estas preguntas lo plagaban sin fin. Por suerte haba dejado a Fraser, porque saba que su amigo la protegera con su propia vida. El verde esmeralda de la primavera haba comenzado a esparcirse a travs de la tierra cuando varios jefes de los clanes del norte decidieron prestar su favores... y sus tropas, despus de reunirse con de Bruce. Finalmente Ian pudo volver al castillo MacGregor. Gritos venidos desde lo alto de la torre fueron escuchados cuando l y sus hombres se acercaron.

Varios hombres espolearon sus caballos y se adelantaron para llegar antes a los portones. Ian qued rezagado, aunque en verdad no tena menos urgencia de llegar a su casa. Dentro del saln, todos le sonrieron y l los retribuy con un cabeceo y, pero sus ojos buscaban en la muchedumbre a su esposa. Entonces l vio una figura pequea, se apresuraba a entrar a la cocina. Sabrina. Sus ojos la captaron. Una oleada del orgullo y de la posesividad feroz se hinch dentro de su pecho. Los sonidos alrededor de ellos se desvanecieron en la nada. Era como si ellos solos ocuparan el mundo. Sus pies lo llevaron lentamente hacia adelante, y despus ms rpidamente y ms rpidamente hasta que lleg a ella corriendo. l la levant contra su pecho - contra tu corazn -- donde ella reinaba. Ahora y para siempre. Sus labios se encontraron y se aferraron en un intercambio largo y dichoso, inmediatamente un deseo vivo creci dentro de l. Un ruido venido desde la esquina del saln le record que no estaban solos. l solt renuentemente su boca. l mir el cuerpo de ella, estaba hambriento y vido por esa visin y no hizo ningn esfuerzo por ocultarlo. Una sonrisa se curv los labios, pues haba una nueva forma en su figura. Sus pechos estaban ms llenos, y su vientre estaba inequvocamente redondeado, pero ella segua siendo una mujer desmesuradamente encantadora. Dos manchas rojas vinieron a sus mejillas. Ian! No debes mirarme tanto ! Ian sinti una ligereza en su tono bromista que no haba odo hacia tanto tiempo. Y por qu no? l continu la broma. Todos los que me conocen pueden atestiguar que tengo siempre pongo mis ojos en muchachas bellas. Ella ech un vistazo a su alrededor, asegurndose de que nadie los oyera. Basta, ella protest. Ya no Soy una muchacha. Ah, pero sigues siendo bella. . Aunque ella protest de nuevo, Ian poda decir que ella estaba muy satisfecha con el piropo. Era momento de celebrar, porque todos los que haban ido con l haban vuelto sanos y salvos. Hubo un banquete, baile y muchas risas hasta altas horas de la noche. Sabrina se sent en su lado, contndole todos lo que haba ocurrido en su ausencia. Se sinti aliviado de saber que no haba habido otros episodios perturbadores. Tal Vez l haba estado equivocado. Tal Vez un cierto accidente extrao la haba encerrado en esa habitacin en el stano. Aunque no poda dejar de estar desconcertaron por ese hecho. En eso un perro curioso empuj su hocico fro debajo de la falda escocesa de Fraser. Con un grito Fraser salt a en el aire, con expresin atontada. Todos rugieron de risa. Fraser gir, y encar al perro. Vete, mestizo! l le grit a la bestia que estaba ofendida. El perro haba cado sobre su vientre con sus piernas extendidas. Dando vuelta sus enormes ojos lastimeros a l aull con tristeza. Todos volvieron a rer por el ultraje de Fraser Pero los ojos de Ian haban cambiado de enfoque y ahora se concentraban en el perfil de su encantadora esposa, como si deseara memorizar cada uno de sus rasgos. 'Es bueno verte sonrer, dijo l suavemente. Y es bueno ver que ests en casa, ella devolvi. Las palabras de ella le recordaron que l todava tena que estar a solas con su esposa, y era ese, de hecho, su deseo ms ferviente. Ponindose de pie, fingi un bostezo enorme. Me temo que ha sido un da muy largo y cansador, l dijo en voz alta, y he pasando demasiadas noches durmiendo

sobre una tierra dura y fra, ansioso pasar esta noche en el calor de mi propia cama. Y en el calor de los brazos de tu esposa! alguien proclam calurosamente. S, y eso tambin! Ian sonri ampliamente. Volvindose hacia Sabrina, l extendi su mano y la ayud a ponerse de pie. Junto dejaron el saln. Una vez que estuvieran a solas en su habitacin, l coloc una silla ante el hogar, donde haba buena luz y el calor del fuego les daba la bienvenida. Sentado con ella en su regazo, Ian agradeci fervientemente a Dios haba visto por traerlo vivo a su casa otra vez. En ese momento era un marido muy contento, y poco tiempo despus sera un padre contento tambin. Y aunque anhelaba hacerle el amor a su esposa, en ese instante se contentaba con sostenerla, con sentir la suavidad de su cuerpo contra el suya, con inhalar el olor fragante de su pelo . Pero cuando ella lo eludi corriendo su cabeza, l frunci ceo. Qu Pasa de? l murmur. Qu anda mal? Sus pestaas se bajaron, ocultando su mirada de l. Con sus dedos ella acomod los dobleces de su camisa. Ian yo... Casi tema el da que volveras, porque estaba segura de que dudaras de Dudar? Lo desconcertaba. De qu? l sinti la respiracin profunda que ella tom. Cuando te fuiste, no tuvimos oportunidad de hablar de... del beb pens que poda ser que pensaras que l el beb era de Jamie. Ahora no era el momento de confesar que l haba pensado eso. Pero no lo es, Ian y no s como convencerte. Ian estudi los dedos pequeos curvados dentro de los suyos, sintiendo como ella temblaba. No necesitas convencerme, l dijo, Por Dios!, que eso era verdad. A pesar de lo que haba existido entre ella y Jamie - y que todava poda seguir existiendo - l saba que ella no mentira respecto a un hijo. Simplemente el engao no estaba en su naturaleza. Con un dedo debajo del mentn de ella, l dirigi sus ojos a los suyos. Escchame, dulce, y escchame bien. S que hubo palabras enojada entre nosotros pero no me olvido que eras virgen cuando viniste a m como mi esposa. Y a pesar de tus sentimientos respecto a Jamie - los que eran y los que son ahora -- eres mi esposa, y no creo que abandonaras los votos que hiciste ante Dios tan fcilmente. l se detuvo brevemente. Su mirada fija cav profundamente en la suya. Una vez te ped que confiaras en m, del mismo modo no debo dudar de vos. No exigira menos a mi mismo de lo que te pido a vos. Pero debo saber esto. Pronto tendrs a mi hijo, Sabrina, y Hubo una poca en la que creo estabas horrorizada ante esa perspectiva. l se detuvo brevemente. Pero qu te pasa ahora? Por un instante, se borr la sonrisa que haba morado sus labios. Sus ojos se nublaron. Ella no dijo nada. Ian Se puso Rgido. l quiso sacarla de su regazo, pero ella lo detuvo, colocando sus manos en sus antebrazos. No, Ian, no! ella grit suavemente. No es lo que piensas! Entonces dime algo que pueda saber. No Haba ninguna flexibilidad en su voz. Yo... estoy contenta por el nio. En Verdad. Aunque admito, que sucedi ms pronto de lo que anticip. Y oh, s que es absurdo de mi parte, pero estoy Ella casi solloz. Estoy asustada!

Asustada! Por qu? Ella tembl. Mi madre muri dndome a luz. Su brazo se cerr alrededor de ella. Una oleada del protectividad feroz lo invadi. l la bes, probando el miedo de su vulnerabilidad. Estoy apenado por eso. Me haba olvidado. Pero eres joven y sana, Sabrina. Y no hay razn para no creer que todo ir bien, verdad? Casi temerosamente l busc su cara. Ella sacudi su cabeza. El malestar que me afectaba por las maanas est mucho mejor. Y he visto a partera en la aldea. Ella dice que estoy sana y que el beb tambin. Esas son buenas noticias, cierto? Por alguna razn, ella todava pareca preocupada. S, ella confi, despus vacil. Creers que soy tonta, pero cuando llegue el momento, deseara que fuera diferente! Maria es muy buena, pero, oh! si solamente Margaret estuviera aqu, yo... no me sentira tan sola! En verdad, Ian tena poca experiencia en el tema partos. No obstante, no era tan desconsiderado como para no poder entender sus sentimientos. Sabrina no tena una madre en quien confiar y en quien apoyarse, nadie con quien compartir sus miedos. Ya No tena una hermana, o cualquier otra mujer verdaderamente cercana a ella. l ofreci el consuelo que poda darle. No estars sola, Sabrina. Estar con vos. Los ojos de ella se obscurecieron. Puede ser que debas estar con de Bruce, as que te pido que no hagas promesas que no podrs cumplir. l segua siendo firme. `Es una promesa que me prepongo cumplir. De hecho, Sabrina rezaba para que fuera as, porque ella deseaba que Ian estuviera con ella. Hoy. Maana. Y Siempre. Ian ahuec la palma de su mano contra su mejilla. Su mirada fija nunca abandon la suya cuando l murmur, Te extra. Sus palabras hicieron que su corazn se encogiera. Sus ojos no eran fros como piedras, sino que ardan con un calor que ella estaba casi asustada de ver. Esas semanas pasadas haban sido tortura. Ella lo haba extraado -- extraado terriblemente! Pero l estaba en casa ahora y -- y sus ojos eran dulces y de repente su corazn que cant una meloda como nunca antes. Su sonrisa era trmula. Yo tambin, Ian. No puedo decirte cunto... Ah!. Tal Vez podras entonces demostrrmelo con hechos - su sonrisa pcara hizo que su corazn diera un vuelco. Debes darme la bienvenida. Era una invitacin una que Sabrina no poda negarle. Sus dedos enmarcaron ligeramente su cara. . l estaba tan, tan guapo. Las yemas de sus dedos se movieron con una la caricia suave. Juntando coraje, ella lo bes en la boca. Mientras que una mano fuerte resbalada hasta la nuca de su cuello. Con los ojos cerrados, ella suspir, un sonido jadeante demostr el placer de ese momento l. Ella entrelaz sus brazos alrededor de su cuello. Ian sinti su sonrisa contra su boca. Tmidamente su lengua toc la suya, profundizando el contacto, el entrelazamiento de lenguas tan ertico como el acoplamiento de los cuerpos y eso le hizo recordar todos el tiempo que haba pasado desde que haban hecho el amor. l hizo un sonido bajo con su garganta, y la presin de su boca fue dulce feroz ya no se poda controlar ms.

En un movimiento rpido la levant y la llev a la cama. En un instante l estaba al lado de ella. La bes del la de nuevo, invadiendo su boca como si estuviera hambriento cosa que ambos estaban, de hecho. Con la yema de un dedo recorri la delicada lnea de clavcula y su pecho. Ian se sumergi audazmente dentro de su blusa, demandando la madurez de sus pechos. Reclam Sus pezones hinchados. Ella se arque desamparadamente ante el contacto de su mano. Lentamente, l aplic su boca. Sabrina lo mir mientras l se pona de pie al lado de la cama. No poda apartar su mirada fija lejos de l mientras se quitaba la ropa, sus formas baadas por el resplandor nebuloso del fuego.. Su boca de repente estaba tan seca como un pergamino. Su intencin era obvia, pero ella estuvo de repente consciente de los cambios que en esas ltimas semanas se haban labrado en su propio cuerpo. Su cintura se haba ensanchado, sus pechos eran tan llenos como melones, y se senta hinchado y desganada. De algo estaba segura, no se senta bonita o tentadora! Ian, ella susurr, debemos estar desnudos? Una ceja negra se curv hacia arriba. Preguntaste lo mismo la primera vez, muchacha. Su sonrisa era completamente traviesa. Es que no recuerdas como se hace o te olvidas tan pronto? Sabrina no poda mirarlo directamente. No poda. Su sonrisa se desapareci lentamente. Una mano masculina vino a posarse sobre su hombro. Ian le dijo, no necesitas ser tmida conmigo, dulce. ` No, es que..., dijo del ella vagamente. Es que estoy diferente, ella acab murmurando. Diferente, l repiti. Cmo sera eso, amor? Amor. Su corazn estall. Oh, por qu no poda entenderla? Ella vacil, su garganta dolorosamente cerrada. Ian, dijo ella desamparadamente, Yo... no puedo ocultarlo. No estoy ms delgada yo... Los dedos de Ian en sus labios pararon su discurso. Piensas que no te deseo? Asintiendo con un cabeceo, Sabrina estaba peligrosamente cerca de las lgrimas. No me siento deseable, ella dijo abruptamente. Sus ojos se suavizaron. Escchame, dulce. Eres tan hermosa ahora como lo has sido siempre. l sacudi la cabeza y pareca que se haba quedado sin palabras. Cmo puedo decir esto. Posees un encanto, una tentacin femenina que me hace sentir joven. Solemnemente intento, l apoy sus dedos abiertos de par en par sobre la curva dura de su panza. Te deseo como siempre, Sabrina, pero la visin de mi hijo redondeando tu vientre me llena el pecho de orgullo y mi corazn parece estallar. Su tono era bajo, y sus palabras enviaron un temblor a travs del cuerpo de ella. Te deseo, Sabrina. Te deseo pues no deseo ninguna otra, como nunca he deseado a otra. Su declaracin era todo lo que ella necesitaba or, todo lo que ella haba anhelado. Con un sollozo medio ahogado, ella la envolvi con sus brazos alrededor de su cuello y le dio sus labios con alivio. Y cuando finalmente ella estuvo tan desnuda como l, ella no ofreci ninguna protesta o resistencia. Ian tom en su mano, y la llev a su miembro erecto sobre su vientre. Dirigindola inequvocamente, ella cerr los dedos alrededor de su eje ardiente, llenando su palma con l. Una vez que dijiste haber visto una zanahoria pequea cuando era un muchacho. Haba un rastro de risa en su voz. Todava es as, muchacha? Su corazn golpe con fuerza. No lo creo, dijo ella dbilmente. Sus ojos se obscurecieron. Tcame, dulce. La necesidad cruda vibr en su voz.

Tcame. Y tocarlo fue lo que ella hizo. Ella lo toc como nunca lo haba hecho antes lo tocaba pues ella haba deseado siempre poder hacerlo. Aunque tuvo un estremecimiento ante su propio audacia, ella no se retir de su tarea. Su tamao y se anchura hicieron que ella temblara, porque l estaba rgido, masivo y caliente en su palma. Perpleja por el contraste que encontr, sus dedos se dirigieron a su extremidad curvada y aterciopelada. l creci an ms. Una sensacin embriagadora le sobrevino a ella. Guiada por el instinto solamente, ella resbal su mano hacia arriba y hacia abajo una y otra vez en un movimiento que pareca conducirlo cada vez ms salvaje. Esa es la manera, brujita. Cristo, me haces quemar, adentro y hacia fuera! Su susurro era bajo y sensual. Un ms paso y sus caderas se agitaron violentamente. La mano de Ian la detuvo. Basta! dijo l. Paremos Aqu o me derramar antes de tiempo. Pero ahora era su turno. Ian la recost hacia atrs contra las almohadas. Con sus pulgares l dibuj crculos alrededor de sus pezones. Con un gemido ella tom su cabeza, dirigindolo debajo de su vientre, donde ella deseaba ser besada . Con un estruendo de risa, l le dio lo que ella anhelaba, lami sus pezones con su lengua, dejndolos brillantes, mojados y tensos. Su mano fue ms bajo, buscando entre sus muslos. Con su pulgar l estimul el botn apretado del placer que anidaba dentro de los dobleces de su canal. Un dedo solitario se desliz profundamente. Sabrina gimi. Otros dedos se unieron a su compaero. Ian continu el juego hasta que ella grit su necesidad. Entonces l la bes con un hambre feroz. Se coloc sobre ella, sus rodillas separaron sus muslos. Sus ojos se encontraron y mantuvieron la mirada. l no la penetr inmediatamente. Primero Su boca sell la suya. Luego Su miembro la llen. La unin los conmovi como nunca antes era una unin no slo de la carne, sino del espritu, y una fusin de las almas. Ella clav sus uas en sus brazos. Ian, ella grit suavemente. Ian! Con un gemido l profundiz las arremetidas. Sus caderas se encontraron repetidas veces, con frenes salvaje y ardiente. Ella arque sus caderas para tomarlo completamente. Su placer creci hasta llegar a una explosin de xtasis exquisito. Ella sinti que su cuerpo se apretaba y se contraa, con repetidas convulsiones alrededor de su pene. Sobre ella, Ian se estremeci, y un segundo despus estallaba dentro de ella. Cuando los vientos de la pasin se hubieron calmado, l se apoy sobre sus codos y la bes, un beso de una dulzura infinita. Fue entonces que el beb hizo saber de su presencia -- s, Ian lo sinti! El beb golpeaba pesadamente dentro de ella. Los ojos de Ian se ensancharon, con shock y miedo, ella no lo saba. l cambi de posicin y rod a su lado en un movimiento relmpago que la hizo sonrer. Sabrina, l jade. Era el ? Ella se ri entre dientes. S, dijo ella, y tom su mano y la apoy sobre su vientre. Ian pudo sentir a su hijo moverse. Como si el beb supiera exactamente lo que su padre anhelaba, l se movi otra vez. La sonrisa lenta de Ian la emocion profundamente. l no quit su mano, la mantuvo all como si estuviera encantado. Qu piensas? l indag. Nia o nio? Ella sonri. Tienes alguna preferencia? No, dijo l. Mientras vos y el beb estn bien. Tendremos un hijo, creo yo, ella murmur adormecida. S, un hijo. Ella se acurruc contra su hombro. Agotada, ella pronto se durmi.

No fue mucho despus que l se le uni en el descanso. Captulo 20 En el Tierras Altas, la primavera hizo su entrada, trayendo sus colores a las colinas y a las montaas. Sabrina le dio la bienvenida con alegra, porque estaba cansada de la esterilidad rgida del invierno. Los das se hicieron ms largos y el verano se acercaba, as como el brezo floreci, la vida estallaba dentro de ella. Ella y Maria pasaron mucho tiempo cosiendo prendas para el beb, pero Sabrina se cansaba de estar sentada largo tiempo. Caminaba hasta la aldea y, a veces hasta las aguas color zafiro del lago apenas ms all de la muralla oeste. Aunque Ian frunca el ceo, l no la detuvo, porque ella siempre caminaba con Maria y nunca sola. El da en que la haban encerrado en el stano no era ms un recuerdo tan espantoso. Aunque ella todava no haba podido encontrar una explicacin para lo sucedido, ya no senta que el peligro estaba al acecho en cada esquina del castillo. Ian. El slo pensar en l le liberaba el corazn. l era tierno y siempre atento a su condicin; de hecho, ella casi poda creer que l la amaba . l pareca estar contento con el beb, y por eso ella estaba alegre. Ella anhel secretamente or ms palabras. tal vez palabras de amor? Con todo ninguna haba pasado por sus labios. Ella se rega a s misma, porque eso era esperar demasiado. Si l estaba preocupado e interesado, era por el bienestar de su hijo por nacer. Y ella mantena sus propios sentimientos bajo estricto control Porque ella no dara su amor donde no era deseado. Y aunque muchas noches se haban quedado hablado largamente, ella detectaba que haba mucho que l mantena al resguardo de ella todava. Ocasionalmente Ian estaba distante y distrado, pero no hablaba de lo que lo preocupaba, sino de cualquier otra cosa. En varias ocasiones ella intent preguntarle sobre Fionna: quin poda haberla asesinndola y por qu. l inmediatamente se pona rgido, y no hablaba del tema. Sabrina no poda evitarlo, secretamente la estremeca saber que l se negaba a compartir esa parte con ella. Y era en esas horas que ella dolorosamente se recordaba as misma que haba una parte de l que Ian nunca compartira con ella Su corazn. A finales mayo l se fue para unirse a de Bruce otra vez. Sabrina estuvo orgullosa de ella misma, porque, ella le dese un buen viaje sin ninguna lagrima. Fue solo mas tarde, en la soledad de la noche, en el vaco de su cama que sus lgrimas rodaron. Ella estaba en el saln una tarde varias semanas despus planeando el men de la semana prxima cuando to Malcolm se lleg. 'l viene, el viejo anunci. Sabrina ech un vistazo hacia arriba. Haba llegado a quererlo mucho. Todo era tal como Ian haba dicho: uno nunca poda saber dnde moraba su mente -: en el pasado o en el presente. Ella inclin su cabeza a un lado. Quin, to? Tu Marido, muchachita! Sino, Por qu te estara diciendo esto? Su mirada se agudiz. Sus ojos estaban claros como corriente de aguas de las montaas. Su corazn dio un vuelco. Ian, ella se dio cuenta todava perpleja. Ian vena!. Consigui ponerse de pie con tanta rapidez como su vientre se lo permitira. Pero ella escasamente se haba parado cuando el eco de los cascos de los caballos tron afuera. La mano de Sabrina fue directo a su pelo. Estaba suelto sobre sus hombros como

a Ian le gustaba, pero ella no se haba peinado desde temprano a la maana Y su vestido estaba descolorado y Oh!, para qu tanta preocupacin? Ella estaba gorda y torpe y no tena sentido preocuparse por su belleza! Y entonces l estaba all, dando largos pasos a travs de la entrada, estaba tan guapo que detena su respiracin. Su mirada recorri el saln como si buscara a alguien. Su mirada se pos sobre ella y l se detuvo. Sabrina dese pellizcarse para saber que no estaba soando, porque el calor y el placer que haba reflejados en esos ojos grises claros, parecan hablar por s solos. Entonces l estaba all, ante ella, sus manos en su cintura. l la bes larga y dulcemente. Sabrina estaba absolutamente segura que estaba parada ante las puertas del cielo. Cuando finalmente que l se separ, una esquina de su boca se curv hacia arriba en una sonrisa sin igual. Tengo algo para vos, esposa. Sabrina parpade. Qu? Un regalo? No. no exactamente. Ella fingi poner mala cara. Qu entonces? En verdad ella estaba desmesuradamente curiosa. Su sonrisa era completamente irresistible y enteramente incontenible. l no contest, por el contrario se dio vuelta y le hizo seas sealando el umbral. Sabrina slo poda parpadear, convencida de que sus ojos la engaaban. Edna, dijo ella, atontada, y entonces dio un grito de placer: Edna! Edna, su pequea criada de Dunlevy, corri hacia ella. Las dos se abrazaron, alternativamente riendo y gritando. Finalmente Sabrina se separ, sacudiendo la cabeza. Edna, no puedo creer que ests aqu! Cunto tiempo te quedaras? Oh, estar por muy largo tiempo mientras que mi lady lo permita. Edna respondi. Una risa se escap de sus labios yo me atrevera a decir que debera llamar al castillo MacGregor mi hogar! Ian haba mirado la escena con una sonrisa indulgente. Sabrina se dio vuelta hacia l y resbal su mano dentro de la suya, demasiada emocionada para hablar. Su corazn todava estaba parado por la sorpresa. l haba hecho eso, ella vagamente se dio cuenta... lo hizo para ella. Para ella. El la cuidaba y se preocupaba por ella. Su sonrisa creci. Gracias, ella susurr cuando finalmente fue capaz de hablar. La emocin desnuda brill seguramente en su cara, pero a Sabrina no le import. Ian llev su mano a sus labios. `Fue un placer, dulce. En las horas prximas, a Sabrina le preocup que Maria pudiera resentir la llegada de Edna. Pero ella tranquiliz a Maria hacindole sentir que su lugar no haba sido usurpado en lo absoluto. De hecho, ella esperaba que Maria fuera la niera del beb, porque haba visto cuan buena era Maria con los nios de la aldea. Los Ojos de Maria brillaron. Oh, ser el ama de los nios, dijo ella excitada. Muchas gracias, mi seora. Entonces est arreglado, Sabrina dijo firmemente. Sers la niera del beb. Fue mas tarde, cuando ella e Ian se hubieran retirado a la noche, que ella le cont las noticias a Ian. No te importa? Que Maria sea la niera? Por supuesto que no. Pienso que Maria es una buena opcin. l se detuvo brevemente, atrayndola dentro de sus brazos y acurrucndola cerca de su pecho. Ests feliz entonces de que Edna est aqu? Ella sonri contra la curva dura de su hombro. S. Aunque admito que nunca esper ver a Edna aqu en el castillo MacGregor. Ella se detuvo brevemente. Estaba cerca de Dunlevy de Bruce? S. Estuvimos cerca de Perth. Tuve que pasar por Dunlevy, as que permanec all por la noche, Y fue ah que se me ocurri la idea, porque s que has estado

muy sola aqu. Su tono fue reservado. Y pens que sera ms fcil para vos que cuando venga el beb tuvieras a alguien querido al lado tuyo. Pero no estoy sola cuando ests aqu, ella dese gritar. Sin embargo, algo la contuvo. En cambio, ella murmur, Hmmm. Qu hizo Pap cuando vio que le queras robar uno de sus criados? Ian se ri entre dientes. Me advirti que vendra a robarse un criado a este castillo. Pero vos necesitas a Edna mas que l, y as se lo dije. Fue el turno de Sabrina de ponerse reservada. Ella le haba escrito a su padre para contarle las noticias de que Ian y ella esperaban un beb para el verano, pero no haba tenido ninguna respuesta - de hecho, ella no haba recibido ninguna palabra de l desde que haban partido de Dunlevy. Sabrina se endureci contra una puntada de dolor. Dime, dijo ella ligeramente. Cmo est Pap? l est bien. Bien. La pausa fue breve. Y pregunt por m? S, Ian rpidamente. Pero haba algo en su tono, algo que le adverta que l menta. Y Sabrina saba la verdad. A pesar de un esfuerzo tremendo, un nudo cerr su garganta. Ella se apar cuidadosamente de l y sali de la cama. Sus pasos la llevaron sin darse cuenta hacia la ventana. All ella abri postigos y mir hacia fuera en la oscuridad. En ese momento, su corazn estaba tan estril y tan vaco como la noche. Ella se rega a s misma ferozmente. Haba sido una pregunta absurda - lo saba ahora, lo haba sabido desde siempre y a pesar de la bien intencionada respuesta de Ian. Todo dentro era angustia. Cuando haba vivido con su padre, ella no era una persona significativa para l Y ahora pareca serlo incluso menos. De repente sinti unos brazos que la enlazaban desde atrs. Vuelve a la cama, Sabrina. Sabrina no se movi. Escrib y le cont sobre el beb, dijo ella montonamente. l nunca contest. Apenas poda ocultar su amargura. No le intereso. l es un tonto, Sabrina.. l no puede cambiar. l no cambiar. A l slo le interesara el beb el Margaret. Su voz era baja. Sabrina tembl. Toda mi vida me he sentido como si fuera indigna, Ian. Los brazos de Ian se apretaron. No, no eres indigna, dulce. Es l quien es indigno de vos. No te merece Sabrina no respondi. Un dolor hueco se instal dentro de ella. Tu padre es un tonto, dijo l con un gruido. No ests sola, nunca estars sola. Aqu hay quienes se preocupan enormemente por vos, Sabrina. Pero... qu sobre l? ella se preguntaba con dolor. A l le importaba? La desesperacin creci en su interior. Su respiracin fue profunda. Por qu el no poda amarla? Aunque fuera apenas un poco. El beb entonces pate, recordndola que si ella no poda tener el amor de Ian, entonces por lo menos lo tendra a l - su hijo. Era un vnculo que poda ser negado ni roto. Rog para que su hijo naciera seguro y sano. Ian tambin sinti el movimiento. Su mano se movi, moldendose sobre la redondez de su vientre donde el nio anidada. Ser dentro de poco, l susurr. Todava ests asustada, dulce? Un poco, ella admiti. Su corazn sangraba y parpade para contener las lgrimas. Sosteneme, Ian. Sosteneme por favor.

l la levant y la llev a la cama donde l la atrajo cerca de su cuerpo. Sabrina se acurruc contra l, anhelando su proximidad como nunca antes. De repente estaba aterrorizada - no slo por el parto, sino por algo ms. Un presentimiento siniestro, algo a lo que no poda ponerle un nombre. Sabrina! Qu es esto? Ests temblando! No es nada, ella logr, decir enterrando su cara contra su hombro. Ella frot su mejilla contra su piel, amando el olor de l, la dureza de sus msculos contra su cara. l la sostuvo con tanta dulzura que ella se aferr a l con ms firmeza, tomando la proteccin y el abrigo que su abrazo ofreca. Pasado un tiempo, ella se durmi. En verdad, Maria estaba muy satisfecha con la perspectiva de ser la niera del beb, porque ella tena un fuerte cario por los nios.. Impaciente por compartir sus noticias con Thomas, el hijo del herrero, Maria sali el castillo hacia la aldea. No estaban todava casados, pero era su esperanza ms secreta que Thomas pronto se lo pedira. Acelerando sus pasos, tarare una cancin. En el cielo, la luna jugaba a las escondidas con las nubes plateadas. Ella se detuvo brevemente, mirando hacia arriba. Se pareca a guia abajo en ella, por completo y brillante y brillando su luz a travs de los cielos. Sus pensamientos eran romnticos y soadores. Maria suspir con una sonrisa amplia. Si todo sala como ella esperaba, en poco tiempo ella podra acunar a sus propios hijos. Las pisadas sonaron detrs de ella. Maria se detuvo y se dio vuelta. Hola? ella llam. Est alguien all? Inclin su cabeza al lado. No hubo respuesta. Pero una forma apareci, deslizndose en las sombras detrs de ella, oscura y sin rostro. La sonrisa de Maria se marchit. Una frialdad recorri su piel. Ella gir y corri como si el diablo mismo estuviera en sus talones. Y quizs lo estaba, porque en un instante que clavaba sus manos en ella y la derrumbaba al suelo. Dile adis al castillo MacGregor, dijo una voz spera sobre ella. Me temo que lo has visto por ltimo vez. Antes de que pudiera gritar, recibi un golpe imponente en la cabeza. Y El mundo se puso negro. Su ausencia fue notada a la maana siguiente. Sabrina hizo que los criados la buscaran en cada rincn del castillo, mientras que Ian enviaba a sus hombres a buscar en la aldea y en una aldea vecina. En el saln, Edna se culpaba. `Es mi falta, ella se lamentaba. Oh, s que lo es. No quise usurpar su lugar, en verdad! Por supuesto que no. Sabrina la calm. Y en verdad, no creo que ese sea el caso !. Un temblor recorri su cuerpo. No poda borrar la inquietud que la carcoma por dentro. Fue muy tarde cuando Ian vino a acostarse esa noche, porque haba estado buscando a Maria todo el da con sus hombres. Piensas que huy porque vino Edna? pregunt l.

Esa idea se ha ocurrido, admiti de Sabrina. Solamente que ella estaba enamorado de Thomas, el hijo del herrero. De hecho, ella me confi hace solamente algunos das que estaba segura que l iba a pedirle matrimonio pronto. Los rasgos de Ian mostraron preocupacin. El muchacho est frentico, l murmur. Lo envi a buscar a la casa de su familia en el valle vecino. Pero el viaje de Thomas fue para nada; La familia de Maria no la haba visto. Sabrina estaba an ms preocupada. Sus miedos se multiplicaron. Algo terrible le haba sucedido a Maria. Lo saba . Y tuvo razn. La capa de Maria fue encontrada en las orillas del lago a la maana siguiente. Sabrina se sinti enferma. Un fro la invadi y ella se retir a su habitacin. Pero Haba algo evasivo que acechaba su memoria. Igual que Margaret, ella susurr en voz alta. Igual que Margaret. No poda evitar pensarlo. Su sangre se congel. Su mente se apresur a pensar en Ian. No. No poda ser Ian haba estado con ella esa noche. Ella se haba dormido en sus brazos toda la noche, estaba segura de eso. O l poda haber abandonado la cama despus de todo? Una sombra de melancola cay sobre todos en el castillo. El clima del castillo haba perdido tranquilidad. No Estaba ms su espritu brillante y alegre. Era como si una nube oscura y opresiva hubiera descendido sobre el castillo MacGregor. La verdad eluda todos, como una trayectoria que torca su recorrido y daba vueltas pero no conduca a ninguna parte. Ian, tambin estaba distante y alejado. Sabrina dudaba entre el miedo y la esperanza desesperada de no poder saber la pos verdad. Poda de Ian no haber asesinado a Fionna. O a Margaret. O a Maria O lo haba hecho? Fue Alasdair quien le confi renuentemente que los aldeanos haban comenzado a hablar. Era la media tarde. Estaban solos en el saln, porque Ian haba salido de caza. Te lo cuento porque me temo que pronto alcanzar tus odos, Sabrina. l sacudi la cabeza, sus facciones hermosas, inusualmente serias. Y pens que sera mejor si lo oas de m. Sabrina se acomod en un banco. Qu es lo que dicen, Alasdair? Susurran que sin duda Maria yace en el fondo del lago. Dicen - l se detuvo, con expresin incmoda. Sus ojos vacilaron. Considera, Sabrina, que esto no es lo que yo pienso. Es solamente una habladura. Ella sonri dbilmente. Lo Entiendo, Alasdair. No hay necesidad de ahorrarme detalles. Continua por favor. Dicen que primero Fionna fue asesinada. Y ahora se dice que la muerte de Margaret tal vez no fue un accidente. Maria est perdida. Y se preguntan... Se Preguntan quin ser la siguiente, Sabrina complet . Bajando su cabeza, ella se frot el dolor que palpitaba entre sus cejas. Dime, Alasdair., Piensan que Ian es el responsable? El ni lo confirm ni lo neg - no haba necesidad. Debes entender, Sabrina. Primero asesinaron a su madrastra. Entonces pensaron.... Su tono era apologtico. Y qu piensan? Su repugnancia era obvia. Pues Dios es mi testigo, l afirm reservadamente, yo ya no s qu pensar. Sin embargo me pregunto ocasionalmente.... Desde la muerte de su padre, Ian est diferente de alguna manera. Ms introvertido. Mas callado. Una

punzada del dolor revolote a travs de su cara. Que Dios me perdone, pero parece oh, no s decir esto....! Parece que mi primo no es el mismo hombre que fue alguna vez. Pero era l el hombre que haba asesinado a Fionna? a Maria? Y quizs a Margaret. sa era la pregunta. No. No. No Ian. No Ian. Ella no poda creerlo. Nunca lo creera. Pero alguien haba asesinado a Fionna. Alguien haba asesinado a Maria tambin? Sabrina tembl. Alasdair cay de rodillas ante ella. Le tom las manos dentro de las suyas. Ests asustada, verdad? S, ella admiti. No debes estarlo. Tendr centinelas adicionales apostados por todo el castillo, durante el da y la noche. Con un esfuerzo Sabrina convoc una sonrisa dbil Gracias, Alasdair. Eres muy gentil. Pero si no te importa, creo que quisiera estar a solas por un rato. Por supuesto que no, Sabrina. Pero si necesitas a alguien en quien confiar yo estoy... Pensar en ti, dijo ella suavemente. l llev una mano a sus labios antes de salir. Sabrina lo mir caminar con pasos largos a travs de la puerta hacia el patio. l era tan dulce. Tan encantador. De hecho, ella estaba sorprendida de que alguna criada joven no se hubiese enamorado locamente de l. Ese mismo da el to Malcolm haba cado enfermo y estaba en cama. Despus de un rato Sabrina fue arriba a comprobar como estaba l. Incluso antes de que ella alcanzara su habitacin pudo or su tos inconfundible. Llam rpidamente a Edna y le pidi que preparara un brebaje caliente para aliviar su tos. En la cabecera de la cama, Sabrina presion una mano sobre su frente surcada de arrugas. Su piel estaba caliente y afiebrada. Tomando un pao y lo remoj en agua, y comenz a refrescarle la frente. l se inclin ante el pao fresco casi agradecido. Murmur algo. Sabrina se acerc. Qu Pasa , to? No puedo orte. Sus ojos ahora estaban abiertos. Antes de que de Sabrina pudiera pronunciar una palabra, sus facciones experimentaron una transformacin veloz. l asi el pao de ella y lo lanz a un lado. l movi un brazo. La palangana sali volando, rociando agua por todas partes. Eres lasciva, l jade. Te vi en el jardn con l. Te vi! Dbil como l estaba, su voz son como una acusacin. Te gusto lo que tiene entre sus muslos... y te acuestas con l ! l gesticul hacia su vientre. Te he visto con otros tambin Fue por propia voluntad que David se cas. Por la cruz de Cristo!, l nunca debi haberse casado con vos ! David. Tuvo un shock, fue un momento despus que su mente hizo la conexin. l deba pensar que ella era Fionna. To. To, soy yo Sabrina. No Fionna. Me Oyes? Soy Sabrina, no Fionna! Sus ojos eran salvajes. S quin eres. S cul eres! Estaba en esta escena catica cuando Edna lleg, llevando una copa que emita vapor en una bandeja. Malcolm la vio y grit. Aydame, muchacha. No dejes que se me acerque! l estir sus brazos y abog por ayuda. No dejes que se me acerque! Sabrina estaba all lado de Edna. l no me reconoce, Edna. Por favor, dselo vos de tomar. Esto era demasiado - la tensin en sus nervios era ms de lo que ella poda soportar. Primero las Suspicacias de Alasdair -- y ahora esto.

Las Lgrimas le cegaron la visin, y corri torpemente fuera de la habitacin. Se detuvo de cerca de la escalera estrecha. Sus pulmones le quemaban. Su respiracin era irregular. Se inclin levemente para aliviar el dolor en su costado. Algo As como un hormigueo le recorri la piel, y sucedi. Algo la toc entre sus hombro, y entonces ella cay por las escaleras. Un grito estrangulado parti de su garganta. Arroj hacia fuera una mano, aterrizando pesadamente sobre su brazo. Un dolor le sacudi la mueca, pero logr parar la cada. Por varios segundos no pudo moverse. Alguien la haba empujado. Alguien la haba empujado! Ella se puso de pies y subi las escaleras. Pero para el momento en que lleg al corredor, este ya estaba vaco. NO Haba nadie a la vista. Era intil darle persecucin, Sabrina se sent en el piso. Su mueca palpitaba sin piedad. Ella se acun la mano, inhalando rpidamente, todos sentidos estaban alerta. Unos pasos se acercaban. Su cabeza se movi de un tirn hacia arriba y gir hacia el sonido. Era Ian. Todos sus miedos la acometieron. Un pavor creciente se apoder de ella. Era Ian quien haba descubierto a Fionna. Era Ian quien encontr la capa de Margaret y el ltimo en verla viva. Y ahora l era el primero que ella vea despus del intento de . Y todo haba estado tranquilo cuando Ian se haba ido con de Bruce Su nombre se repeta en su mente. Ian, Ian, Ian. Estaba equivocada? l era un loco? Sus pasos se aceleraron cuando l cerr la distancia entre ellos. Sabrina! Por Dios! el beb? l cay se rodillas al lado de ella. Por instinto Sabrina puso la espalda contra la pared. . No, ella chill. No me toques! Sabrina, qu absurdo es ste! No Tienes nada que temer de m y bien lo sabes! Alguien me empuj por las escaleras! Su voz adquiri una nota de histeria. Sin Duda me quera... ver muerta! Y Con quin me vengo a encontrar... con vos! Cuando te vas, todo est bien. Cuando vuelves, estas... estas cosas terribles suceden! Su mandbula apret. Ian maldijo. Empujando sus manos a un lado, l la agarr de los brazos y la puso de pie. l no la solt, pero la mir fijamente, con sus ojos grises ardiendo. No fui yo, Sabrina. Me oyes? No fui yo! Esa es tu opinin! Pero qu hay sobre Fionna, Ian? Ian no Dijo nada. Ves? Y qu sobre Margaret? La muerte de Margaret pudo haber sido un accidente. Y puede no haberlo sido ! ella grit. Dime, Ian. Mi destino es el mismo que el de Fionna? Terminar asesinada en mi propia cama? Por la misma mano? l la sacudi. Para con esto, Sabrina! Te digo que no tuve nada que ver con su muerte! Haba una pesantez sofocante en su pecho. Su cara estaba plida y cenicienta. Ella sacudi las manos Entonces quin lo hizo? Sus ojos miraban directamente a los suyos. Por Dios!, no fui yo. Entonces, quin, Ian? Lo Sabes, ella grit violentamente. Sabes quin mat a Fionna, verdad? Lo Sabes!

Sus ojos se cerraron como si estuviera luchando una cierta batalla interna enorme. Cuando se abrieron, estaban llenos de tal oscuridad y dolor que ella casi grit. S, l susurr, y entonces Haba un segundo de silencio. Fue mi padre. Captulo 21 Sabrina no tena ningn recuerdo consciente de entrar su habitacin. La siguiente cosa que supo fue que estaba sentada en la cama. En vez de sentarse al lado de ella, Ian rond agitadamente alrededor del cuarto. Ella estaba entumecida y atnita. Tu padre, dijo ella dbilmente. Tu padre mat a Fionna? l par de caminar. Asinti con un cabeceo. Pens que l estaba muy enamorado de ella... Lo estaba. De hecho, la adoraba. Entonces por qu la matara? Hubo silencio por un momento. l descubri que ella haba estado con otro hombre. Las palabras del to Malcolm vibraron en su cabeza. Eres lasciva Lentamente ella dijo, haba sucedido antes, verdad? Las facciones de Ian se alteraron. S. Sabrina moj sus labios. Una vez te pregunt si la amaste, Ian. S lo que respondiste. Pero... ahora te lo pregunto otra vez. Sus ojos brillaron. No la am. Nunca, l acentu. Oh, s que todos creen que lo estaban. Pero no as. l lanz una risa spera. S, pensaba que ella era hermosa, porque realmente lo era. Pero durante mi dcimo octavo verano que ella me dio a entender con claridad que dara la bienvenida en su cama. Fue entonces que descubr cmo realmente era ella: una perra desleal. Mentirosa. Egosta y traicionera. Estaba horrorizado de pensar que me acostara con ella la esposa de mi padre -- mi madrastra! Fionna se puso furiosa cuando la rechac. Pero pronto descubr que yo no habra sido el primero - ni el ltimo en ser invitado a su cama. Y tu padre nunca lo supo? Ella logr ocultarlo. Y estaba segura que ningn hombre que hubiera sucumbido a su seduccin se atrevera contarle a a mi padre. La toler solamente por respeto a mi padre. Qu sucedi el da la encontraste? Sabrina indag Finalmente l se movi, fue a sentarse con ella, su cara se cerr a toda la expresin. La puerta de su habitacin estaba atorada. Una de las criadas me llam. Cuando la abr, la vi.... l se detuvo brevemente. La haban estrangulado con su propio velo. Al principio pens que poda haber sido un amante celoso quien la mat. Tem decrselo a mi padre, porque saba l la amaba cuando finalmente se lo dije, l no respondi ni una palabra. Ni un sonido. Se dio vuelta y simplemente se alej . Recuerdo haber pensado que era extrao, que l no demostraba ninguna seal de dolor. No grit ni expres angustia. Pero haba como un vaco solitario en sus ojos. Pens que era la pena, porque incluso mi padre no fue al

entierro. Mi padre se cerr completamente al mundo, Pero las cosas no podan continuar as. Entr a su habitacin - su voz amenazaba con quebrarse pero era demasiado tarde. Lo encontr respirando su ltimo aliento Los ojos de Ian se cerraron. Los msculos de su garganta estaban tensos. El corazn de Sabrina se oprimi, porque supo cuanto le costaba contar ese episodio. Su propia garganta se estrangulaba de angustia. Su mano se desliz dentro de la suya. Ese momento vivir dentro mo para siempre, porque supe que se estaba muriendo. l me hizo seas para que me acercara y me dijo que haba vuelto a casa temprano esa tarde antes de lo que Fionna esperaba. El olor a sexo poda sentirse en el aire, y en su persona. Y l haba visto a un hombre en el corredor momentos antes de entrar De modo que as fue que l descubri que ella le haba sido infiel? Sabrina contuvo su respiracin y esper la respuesta. S. l la confront y ella lo admiti.. De hecho, ella lo provoc con su infidelidad. Le dijo algo que lo enloqueci de rabia y celos Hubo un segundo de silencio -- y con esa rabia l la mat. Sabrina escuch con dolor en su corazn. Pero l no poda vivir sin ella. Fue por eso que l tom su propia vida? S, dijo l pesadamente. l dijo que no poda vivir con esa culpa. Ese era, entonces, el secreto que Ian le haba estado ocultando. Porque Ian no era un hombre capaz de asesinar --por Dios! Cmo lamentaba que esa idea se le hubiera cruzado por su mente! El rumor de que Ian haba asesinado a Fionna era justamente eso una habladura. Ian no deshonrara a su padre revelando que David haba matado a Fionna. l haba protegido el honor de su padre A costa de su propio honor. Su corazn se compadeci de l, porque su dolor estaba grabado profundamente en su cara. Deslizando sus manos alrededor de su cintura, ella presion su cabeza contra su pecho. El brazo de Ian se cerr lentamente sobre ella. Qu Dios me perdone!, l susurr contra su pelo, no lamento que Fionna est muerto. La despreciar para siempre, Sabrina, si ella no hubiera estado en al vida de mi padre, l no habra tomado su propia vida. Y ahora... tiemblo de pensar que no podr ir al cielo por haber matado a alguien, y por haber tomado su propia vida. Te ruego que no pienses mal de l, a pesar de este pecado, l era un hombre valiente y virtuoso. Los ojos de ella se abrieron con lgrimas. Su angustia era la propia. Su garganta estaba anudada con la emocin. No puedes culparte, Ian. A pesar de lo que nos dice la iglesia, no creo que Dios sea un juez tan severo. Ni creo en las ideas del infierno. Y te hago una promesa aqu y ahora, Ian. Lo que me has dicho no saldr de mis labios. Nadie sabr nunca la verdad de quin mat a Fionna. Sus ojos se obscurecidos. l la abraz de nuevo, enterrando su cara en la curva de su cuello; esta vez su abrazo estaba teido de desesperacin. El tiempo que permanecieron as, los latidos de sus corazones fueron uno,. Preocupada, ella lo mir Qu Pasa, Ian? Qu Pasa? Su expresin estaba sombreada. Y vos? Ests bien? Las yemas de sus dedos fueron a tocar la mueca daada. Hasta este momento, ella se haba olvidado de la cada. Estar bien, ella murmur, su sonrisa era inestable. Ests segura de que fuiste empujada?

Ella tembl, sintiendo la frialdad del recuerdo Yo... si lo creo. Los ojos se nublaron. Piensas que Maria est muerta? No lo s. Pero tengo una sensacin horrible de que puede ser as. Algo efmero le cruz la cara, algo que ella el no pudo discernir. Se me ocurre que alguien quiere que vos creas que yo soy el responsable de empujarte por las escaleras. . Y de encerrarme en la obscuridad? S. Su tono era tan severo como su expresin. Con coraje, ella lo mir fijamente a l. Piensas que me quieren matar? No lo s. Al mismo tiempo, podra ser un intento Una frialdad la invadi, porque l estaba hablando en serio. De repente l enmarc su cara con sus manos. Solamente s esto. No ests segura aqu. Quizs sera mejor que te envi de nuevo a Dunlevy - Ian, no! No, no ir all ! Te deseo viva e ilesa, Sabrina. Dios me ayude!, si cualquier cosa te sucediera, nunca me lo perdonara! Y el beb? Dijiste que estaras conmigo cuando naciera! Vos,... me lo prometiste! Su grito era una splica y una acusacin. Entonces mentiste? Aunque su mandbula estaba tensa, su mirada evit al suyo. No, l contest. Pero no saba el peligro que corras. Y podemos estar equivocados sobre todo, seamos sinceros, por qu alguien me deseara ver muerta? Las manos de ella fueron a su vientre. Adems, no puedo viajar en este estado. El parto est demasiado cerca, y no voy a parir en pleno campo, camino a Dunlevy? Eso es verdad, l admiti con seriedad. Solamente debes tener mucho cuidado y estar siempre cerca, Sabrina. No debes ir a ninguna parte sola... S. S, lo s. Ella respir un suspiro de alivio. Cuando yo no est, asegrate que Edna est con vos. Y cuando est en el castillo, debes permanecer cercano mo. Ella acarici su mejilla contra la curva dura de su hombro, pensando que no sera difcil despus de todo. En lo absoluto. Con mucho gusto, mi prncipe de las montaas, ella murmur. Con mucho gusto. Un mes antes Ian haba recibido noticias de que Roberto de Bruce haba derrotado a las tropas inglesas en la colina de Loudon en Ayrshire. Ahora, en pleno verano, llegaron ms noticias. Longshanks, pareca estar furioso. En la venganza por la derrota, el ingls haba reunido un ejrcito, determinado a aplastar a los rebeldes escoceses de una vez por todas. Pero Longshanks haba cado enfermo y haba muerto en marzo. Su hijo, Edward II, Ian les hizo saber en el mesa, ha decidido ms prudente no entrar en batalla. Se ha retirado al sur. l temi las poderosas espadas escocesas! alguien grit. Una esquina de la boca de Ian se curv hacia arriba. Y todos sabemos por qu: una espada inglesa no puede igualar a una espada escocesa. Qu suceder ahora? Mas Tarde esa noche le pregunt Sabrina, cuando estuvieron a solas. Ian estaba reservado y pensativo. Los peligros de una batalla no han pasado todava. Inglaterra se niega a reconocer a de Bruce como soberano, aunque se comenta que Edward de Longshanks no es como su padre. En cuanto a de Bruce, l debe continuar

reuniendo a la gente que apoya su posicin. Y me temo que su pelea con los que apoyan a Comyn no ha terminado todava. Ella toc suavemente su brazo. Lo que ella tena que decirle era doloroso, pero saba que deba ser dicho. S que tienes causa para dudar de m, Ian, pero he dado cuenta de que tienes razn. Que el destino de toda Escocia est en juego. Roberto de Bruce ha hecho mucho para lograr lo que parece imposible en nuestra tierra -- unir a los que estn enfrentados contra un enemigo comn: los ingleses. Su mirada fija se agudiz, como si l intentara ver alma. Entonces l ahuec su mano contra su mejilla. Me satisface orte decir eso, mi dulce. Me satisface enormemente. Los das prximos pasaron sin acontecimientos llamativos. Sabrina sujet su trenza en su nuca. La tarde estaba calurosa, y el beb estaba cada vez mas pesado. Ya no aguantar el da sin parar para recostarse cada tarde. Pero no hubo descanso para ella ese da. Oy un grito que vena del patio de armas. Corri a la ventana. Saqueadores! Vienen hacia aqu! Ian tambin oy el aviso y fue directo al establo por su caballo. Segundos Ms Tarde l galopaba a travs de los portones envuelto en un torbellino de polvo. El golpe de los cascos llen sus odos, porque media docena de soldados salieron tras Ian. Los saqueadores estaban justos a continuacin: tres de ellos, como le haban dicho. Uno de ellos vir a la derecha, metindose en el bosque. Ian lo sigui rpidamente. De reojo, l vio a los otros dos saqueadores separados, uno al norte, y el otro al oeste. Eran Listos, porque sus posibilidades de escape crecan si se dividan. Ian estrech los ojos. Inclinado sobre el cuello de su semental, espole al animal. Su presa haba desaparecido dentro de un conjunto de rboles. Maldiciendo, Ian redujo la velocidad a un trote. Su cabeza gir sobre un eje, buscando cualquier muestra de movimiento. De repente se enderez. Sus sentidos gritaron una advertencia, Hubo un golpe poderoso detrs suyo. Incapaz de asirse, Ian cay a la tierra, aterrizando en una pila de matas. l qued atontado por un instante, el olor de la tierra hmeda le invadi la nariz . Por instinto busc la daga oculta dentro de su bota. Pienso que no, dije una voz cansina que vena directamente desde arriba de l. Ian Se dio vuelta y vio su atacante. Por Dios!, era Jamie MacDougall. El shock del reconocimiento hizo que parpadeara. La espada de Jamie estaba levantada, contrapesado el golpe feroz que estaba por asestar. Cientos cosas se el ocurrieron a Ian en ese instante. Pero el golpe nunca vino. El Tiempo pareci interminable. Ian mostr sus dientes. No puedo hacerlo, l dijo Jamie baj precipitadamente su espada. No puedo matarte, dijo muy tenso. Ian tom una respiracin profunda. Qu diablos... La mandbula de Jamie empuj hacia fuera. No te matar, dijo l otra vez. No puedo matarte. En un segundo Ian estaba de pie, su mente daba vueltas frenticamente. No hizo ningn movimiento para ir por su espada. En cambio, fue hacia su montura. El caballo ech un vistazo desde donde pastaba. Ian inhal profundamente. Dame tu daga, dijo l firmemente. Jamie segua estando inmvil.

Por Dios!, hombre, dame tu daga! Le Dir a los otros que me heriste. Un brillo oscil en sus ojos azules. El otro hombre busc una daga y la lanz a. Ian la atrap. Sin vacilar, la hundi profundamente en su hombro. Apret fuertemente sus dientes contra la oleada de dolor. Vete, l lo impuls tensamente. Toma mi caballo y vete. Ahora, vete ! El dolor era intenso. l, se hundi de rodillas. Sus ojos se cerraron. Rog que Jamie se apresurara. El sonido de jinetes acercndose sacudi la tierra. No tan rpido, muchacho! vino un grito. Po Dios!, l lo haba intentado. Pero era demasiado tarde. De Bruce en persona estaba entre los hombres que montaron dentro de la aldea un tiempo despus. Y fue de Bruce mismo quien dict la sentencia. Jamie MacDougall deba ser colgado al amanecer. Fue mientras que Fraser vendaba su herida que Ian consider cmo deba decrselo a Sabrina. La puerta cruji. Un susurro de faldas y un dulce olor a lavanda anunci su presencia. Ella fue derecho a la silla donde l estaba sentado. Ian no vio el vistazo silencioso que ella ech. Fraser le ofreci una sonrisa tranquilizadora. l se curar rpidamente este vez, muchacha.. Hubo un silencio prolongado. Ninguna palabra fue dicha ellos. Ian Sinti los ojos de ella fijos en su perfil. Qu pensaba ella? Ah, sin duda ella lo culpaba. Sin Duda ella lo condenaba. l no pudo mirarla mientras hablaba. No fui yo quien lo captur, Sabrina. Tensamente l esper. Entonces sinti su tacto sobre los vendajes de lino que circundaban su hombro. l te hizo esto? Su voz era ms respiracin que sonido. Ian sacudi la cabeza. Cmo haba sucedi ya no importaba. Despus le dira la verdad. Mas Tarde l oy su suspiro de alivio. Ian levant lentamente su cabeza, encontrar su mirada fue la cosa ms dura que le haba tocado hacer. De Bruce ha dictado la sentencia, dijo l muy reservadamente. Debe ser colgado al amanecer. Se le llenaron los ojos de lgrimas. El corazn de Ian se exprimi. Ella puso de rodillas ante l. Su cabeza arqueada hacia bajo. Las manos de ella buscaron las suyas. Finalmente cuando ella levant su cara hacia l, sus labios temblaban. Por favor, Ian. No puedes dejarlo morir. No puedes! Est custodiado por una docena de hombres, Sabrina. Arriesgara mi propio cuello si intento liberarlo.. Su humor se puso negro de repente. Pero a ella no le importa, l pens amargamente. Tal Vez Sabrina prefera su propia muerte a la de Jamie. S, porque Jamie era a quien ella amaba I -- No pedira el de ti. Pero Ian, pudiera de poda/vas al Bruce. Abogar por para tu vida. I -- S que el Bruce no lo liberar, sino que debe l morir? Ian, te lo pido eres el nico que puede salvarlo el nico. La amenaza de lgrimas fue patente en su voz. Ian le haba ofrecido a Bruce habitaciones para pasar la noche. Incluso ahora, el lo aguardaba en el piso inferior. Ian ningn poda evitarlo. Si l rechazaba su pedido, ella lo despreciara por el resto de sus das. Con todo ni lo uno ni lo otro eran decisiones sabias. Por qu tendra que enemistarse con de Bruce pidindole que le perdone la vida de Jamie?. Su silencio fue sofocante para los dos.

Sabrina dio un estrangulado sollozo. Por Qu, Ian! No puedes? O no quieres? l se levant lentamente a su altura completa. l tir de su mano de su asimiento. Sabrina segua estando de rodillas, su cara, implorando. Muy bien. Se lo Pedir. Pero te lo advierto, Sabrina, hay pocas esperanza de que pueda aplacar a de Bruce. La gratitud le inund los ojos. Gracias, Ian. Sus labios temblaban. Gracias. Ian sali, decir nada. No poda hacerlo, porque un mundo de agitacin se instal en su pecho. No era un hombre sin compasin, con todo,en este momento, una nube oscura de amargura se haba deslizado sobre l. No poda evitar imaginarse que pasara si l fuera quien estuviera destinado a ser colgado al amanecer... su encantadora esposa habra pedido por su vida? No tena ninguna respuesta, y ese desconocimiento era como una estaca clavada en su corazn. Cen con de Bruce, aguardando el momento justo. Bruce era un hombre de gran presencia y de determinacin implacable. Cuando el ltimo plato haba sido ofrecido y servido, Roberto despidi a sus hombres y se dio vuelta hacia l. Algo te est preocupando, Ian?. Ian sonri dbilmente. S, No hay razn para demorar ms esto. Su sonrisa se desvaneci. Es referido al preso, Jamie MacDougall. Qu pasa con l? Te ruego que esto no signifique ponerte contra mo,. Y te ruego que no cuestiones mi lealtad, porque siempre ser tuya. Roberto lo palme en el hombro. Has luchado para m hace mucho tiempo y lo has hecho bien, Ian, y yo no me olvido de eso. Habla francamente, hombre. Muy bien. Mi esposa Sabrina viene de las Tierras Bajas, del clan Kincaid. Ella y Jamie MacDougall alguna vez casi estuvieron comprometidos. Ella lamenta profundamente que l deba morir. No te pido que lo liberes, sino que le perdones la vida. Los MacDougalls han sido una espina en mi costado por muchos tiempo, Ian. Estoy Consciente de eso. Si no fuera por los sentimientos de mi esposa, no te lo pedira. Asintiendo del cabece de Roberto. Inclinndose detrs, l mir fijamente en la luz de la duda de la vela y frot ligeramente su barbilla barbuda. Finalmente l sacudi la cabeza. No considero tu peticin ligeramente, Ian. Pero no puedo gobernar con mano dbil. Si demuestro ser dbil e indeciso, siempre me percibirn como tal. Si debo ser el lder de Escocia, el defensor de esta tierra, defensor de su gente - entonces debo gobernar con dureza. Si mis enemigos dentro de mis propias fronteras los Comyns y los MacDougalls ven que son tratados con dureza, quizs se den cuenta que la insurreccin es en vano. Su tono era muy grave. Sostengo mi decisin. Jamie MacDougall ser colgado al amanecer. Con eso, Roberto le ofreci buenas noches. Ian se qued sentado, su humor tan pesado como su corazn. Los minutos se arrastraban, uno tras otro. Un sonido dbil lo alert de una presencia. Ech un vistazo para arriba y vio a Sabrina parada all, una mano sobre la redondez de su vientre. Exteriormente, ella estaba tranquila, pero eso no engaaba a Ian. Sin palabras, ella lo mir, sus ojos hacan la pregunta. La garganta de Ian se cerr. Las palabras no le salan. Su expresin tan congelada como su lengua, l dio una sola sacudida con su cabeza. Sabrina lo mir fijamente, su piel extremadamente plida. Sus labios formaron un silencioso no

Ian estuvo de pies en un segundo. Cuando l la habra alcanzado, ella gir alejndose con un sollozo seco. Un llanto que reson en su propia alma. Su mano baj a un costado. l vio huir por las escaleras, regandose amargamente. No la sigui, porque saba que ella no deseara ningn consuelo de l. No, ella no deseaba nada de l Sinti ganas de golpear con su puo cerrado atravesando la pared. Pero se acerc a la chimenea. Sus hombros cayeron pesadamente como si fuera un viejo. Y all pas la noche. Un gallo anunci un nuevo da. Una muchedumbre de espectadores haba comenzado a reunirse debajo del peasco donde la cuerda haba sido atada en forma de horca. En su entusiasmo, nadie haba notado a una mujer, pesadamente cargada con un nio; con la cabeza y los ojos bajos que se abri camino en la muchedumbre. Que comience! pidi una voz estridente. Un hombre gordo se frot las manos expresando su ansiedad. S, que comience ya ! l grit. Vamos a colgar al traidor! S, acordaron los otros. Estamos aguardando desde el amanecer! Una brisa apacible se llev lejos los rastros de la niebla nocturna. 'Hoy ser un da hermoso, glorioso. Sabrina sinti retorcerse por dentro. El entusiasmo de los aldeanos por lo que estaba a punto de ocurrir le enferm el corazn, le asque las profundidades de su ser. Sin embrago, no poda odiarlos. Para ellos, Jamie MacDougall no era un hombre de carne y hueso, un hombre que haban conocido o con quien haban, redo, conversado o besado Era solamente un smbolo del enemigo, un traidor a su rey. Aqu viene l! alguien grit. Su pelo rojizo brill con la luz del sol. Aunque sus manos estuvieran atadas detrs suyo, l no se resisti ni vacil. Su paso era valiente y seguro; su espalda derecha mostraba su coraje y su orgulloso. Le haca frente a la muerte como le haba hecho frente a la vida. Temerario y audaz. Su corazn llor. Jamie, ella pens. Oh, Jamie que Dios est contigo. l camin sobre el taburete. El lazo fue puesto alrededor de su cuello; ella casi poda sentir el camo spero contra su propia piel. Poda sentir el sol caliente sobre su caray la brisa fresca de la maana. Arriba, el cielo era una cortina azul profundo S, ella pens con dolor. Un da maravilloso Un sacerdote se adelant, concediendo una ltima bendicin. l se retir, y un verdugo encapuchado tom su lugar. Pregunt si la vctima tena unas ltimas palabras para decir. La mirada fija de Jamie recorri la muchedumbre. S! l grit. Que Escocia viva por largo tiempo! El corazn de Sabrina palpitaba. Sus dientes se clavaron en sus labios, poda sentir gusto de su propia sangre. La muchedumbre qued en silencio, un silencio que pareca extenderse al mundo entero. El taburete fue pateado lejos. Ella oy el sonido Su cuerpo cay de un tirn. A la derecha alguien dijo con desprecio, la miren como va a bailar el muchacho ahora ! Las aclamaciones de los espectadores se oyeron al instante. Estaba abatida. Una nusea le tom el estomago. Fue poco consciente de la figura alta que de repente apareci al lado de ella. La expresin de Ian era salvaje. Un brazo tenso cerc su hombro. l intent presionar su cara contra su pecho. No mires, l grit roncamente. No mires! Ella lo resisti. Ella lo

resisti con todas sus fuerzas, aunque sin hacer ningn sonido. Su cabeza torcida. Su mirada fija, sin parpadear, transfigurada por la horca. Finalmente Ian logr que ella diera vuelta su cara contra su hombro, pero en el segundo siguiente, Jamie ces su lucha Un rugido parti de la muchedumbre. Ella haba enterrado su cara en el cuello de su marido. No hizo ningn sonido, pero Ian sinti la humedad de sus lgrimas que escaldaba sus lgrimas de la piel l se inclin y la alz en sus brazos. Hganse a un lado! l grit. Hganse a un lado! Captulo 22 Ella no hizo protest -- ojal lo hubiera hecho! Que hubiera llorado. Rabiado. Gritado Ella era ms fuerte de lo que l pensaba. Tan fuerte que l nunca haba imaginado Pues Sabrina slo se aferr a l, sus dedos torcidos en el frente de su camisa. Poda sentir su respiracin entrecortada. En su habitacin l la llev derecho a la cama. En cuanto su abrazo se hubo aflojado, ella se movi lejos de l y evit su cara. Vete, dijo ella con poca voz. Por favor vete. Ian se puso Rgido. Su boca se estrech en una lnea dura, recta. Sus manos se cerraron en puos a los costados de su cuerpo Maldicin, l pens furiosamente. Ella lo rechazaba! No iba a compartir nada con l, ni siquiera su dolor. l gir y sali del cuarto. En el saln encontr consuelo en la cerveza. Fue mas tarde que una sombra cay sobre l. Ech un vistazo para ver al to Malcolm parado al lado l. Ian gesticul sealando el banco de enfrente. Sintate, to. El viejo hombre obedeci, pero lo miraba extraamente. No sabiendo qu decir, Ian murmur, 'Que bueno que ests mejor y te hayas levantado de la cama, to. Sos vos el que parece que debera ir a la cama, chaval. O es una enfermedad del corazn la que te aflige? Ian sonri levemente. Ah, la vista de ese viejo era demasiado afilada a veces. El hombre capturado por las tropas de de Bruce ayer - Jamie MacDougall -- fue colgado esta maana, to. Su tono era muy reservado. Quizs no lo sepas pero Jamie y Sabrina planeaban a casarse hace un tiempo . Las Cejas del viejo fueron hacia arriba. ! Y frunci el ceo de repente. Y la muchacha est triste ahora, eh? Puede estar seguro de eso, to. La cerveza haba aflojado su lengua, Ian pens vagamente. Ella todava lo ama. No, chaval, ests equivocado. `Es verdad, to ,,, Malcolm golpe pesadamente su puo en el mesa. No puedes verlo? Ests ciego? Ian torci su Labios. Qu es lo que hay que ver, to? Ella ahora est arriba, afligindose por el hombre que ama. Malcolm respondi Y tal vez ella est afligida por el amigo que perdi. Qu hay de malo con ese? Eres vos a quien ella ama, chaval. Y es con tu esposa con quien deberas estar, no aqu tomando cerveza como un tonto ! Por respecto al anciano, Ian no dijo nada. Sin embargo, no poda evitar reflexionar burlonamente que a Malcolm le fallaba la vista, porque Ian saba que su esposa no deseaba nada con l. Su criada, la muchacha Edna, me dijo me cuando me puse enfermo fue Sabrina quien me atendi un da. Es extrao, porque cuando ella vino aqu yo pens que era como Fionna. Y s, Edna me cont que un da yo estaba convencido de que quien me atendi fue

Fionna. No Lo recuerdo, pero de hecho, hay das enteros de mi vida que no recuerdo. La mirada del viejo hombre se volvi atenta. Pero ella no es como Fionna, y eso cualquier persona lo sabe, por eso, chaval, no debes ser tonto como tu padre. l se deslumbr en l. Tal del vos sos quien no sabe que ella ama! To Malcolm se fue, dejndolo con sus pensamientos y su cerveza. Sera la cerveza lo que lo hizo cuestionarse si su to no estaba en lo correcto? Sabrina lo am? O era la opinin de un viejo senil? La siguiente cosa que supo, fue que estaba parado en la puerta de su habitacin. Con una mano l la abri y espi adentro, pero Sabrina estaba en la cama, como l esperaba. Estaba parada en el centro de la habitacin, su expresin, confusa. Miraba hacia abajo a su vestido, que estaba hmedo y pegado contra sus piernas. Lentamente su cabeza se dio vuelta. Pero apenas lo vio, ella sus ojos se abrieron de par en par. Una mano se arrastr hacia su vientre. Ella se inclin levemente, sus rasgos encantadores estaban contorsionados. Ian, ella jade, el beb est viniendo. Por un instante l se qued paralizado. Su corazn retom los latidos en cmara lenta. El beb, l se dio cuenta, todava atontado. El beb vena l sali al corredor. Edna, l grit, enva por la partera! l fue de nuevo con Sabrina. Su expresin asustada lo paraliz. Antes de que pudiera alcanzarla, Edna entr. Envi a Marcus por la partera! ella grit. Como solamente una mujer poda hacer, en un instante se haba hecho cargo de la situacin. Aqu, mi lady, djeme conseguirle un vestido seco y entonces iremos de nuevo a la cama. Ian hizo una pausa, sintindose torpe e intil. Cuando Sabrina fue instalada en la cama, l fue hacia ella y tom su mano. Sus dedos estaban helados entre los suyos. Intentando tranquilizarla, le pregunt si deseaba que l permaneciera. No! No, ella jade. No! Vete! Su sonrisa se congel. Como desees, dijo l tenso. Sus codos apoyados en la mesa, y rgido como una madera, Ian reasumi su lugar en el saln y pidi ms cerveza. Alasdair y varios otros se le unieron, pero l no tena ganas hablar. Se sent en silencio, con espritu sombro. En Sabrina haba encontrado todo lo que l buscaba, todo lo que siempre haba deseado, todo lo que nunca haba sabido que deseaba pero perderla nuevamente por Jamie. Oh, l haba llegado a pensar que ella se interesaba por su marido, pero no, era a Jamie a quien ella amaba. Siempre haba sido l Pero era su hijo el que ella dara a luz. Cerr sus dedos alrededor de la jarra de cerveza, una chispa de clera encendi su sangre. Su mentn fue empujado hacia delante. Por Dios!, lo no le prohibiran ser testigo del nacimiento de su hijo... el nio era suyo, tambin! Con un humor feroz, subi las escaleras de dos en dos. Abri la puerta de par en par. l dio dos pasos, llenando el umbral, aferrndose al marco para estabilizarse. Edna jadeaba pero no deca nada. Meredith la partera, totalmente enrojecida, plant sus manos en sus caderas c redondas. Un parto no es lugar para un hombre, ella se dijo secamente, Sea el jefe del clan o quien sea! Ahora, afuera! Una ceja negra arrogante subi hacia arriba. ste es mi castillo, seora, y me no expulsarn de ningn lugar de l!

Qudese en silencio y no interfiera! ella le aconsej con severidad. Ian gru. Cuatro pasos grandes lo llevaron a la cabecera. La imagen que l vio all casi lo hizo caer de rodillas. Sabrina estaba apoyada contra las almohadas, pareca pequea y frgil, su piel, tan plida como el lino blanqueado de las sabanas. Cuan Ian acerc una silla al lado de la cabecera, sus prpados se abrieron. Ian, ella susurr. No debes estar aqu. Su corazn se contrajo. El verde esmeralda de sus ojos era lo nico con color en su cara. Ah, dijo l gravemente. Pero yo te lo promet. Y una promesa dada es una palabra empeada, verdad? Ella intent sonrer, pero su sonrisa se transform en un espasmo del dolor cuando ella vino una contraccin. Ian se inclin hacia adelante. Busc un pao de lino hmedo de una palangana, y limpi el sudor de su frente. No contengas la respiracin, dulce, l murmur. Hace peor el dolor. l saba que era as, no slo por su propia experiencia, sino tambin por haber atendido a soldados que haban sufrido heridas en batalla. Poniendo el pao de lado, se sent al lado de ella para tranquilizarla. Aqu, dulce, toma mis manos. l habl dndole aliento. La prxima vez que venga el dolor, apritame tan fuerte como quieras. Meredith ech un vistazo a Edna con una expresin de sorpresa asustada. Poda ser que este hombre no fuera un obstculo despus de todo? Tan pronto como Ian hubiera acabado de hablar otra contraccin anud su matriz. Venan y venan cada vez mas seguido, casi constantemente ahora. Aunque ella no grit, sus labios estaban rojos y contrados por el dolor. Ian se sinti profundamente conmovido, pues por primera vez consideraba la posibilidad de perder a Sabrina, porque no poda imaginarse aguantar tal dolor y poder sobrevivir. Su cara estaba plida cuando l le susurr su aliento. l poda ver su debilitamiento, sus fuerzas disminuyendo, quitndole la respiracin. Sin embargo, el trabajo de parto se hizo ms intenso, y ms doloroso. Otro espasmo la agarr, ms de largo y ms fuerte que todos los que haban tenido antes. Cuando cedi, Sabrina cay hacia atrs, contra las almohadas, blanca y agotada. Intentando ocultar su miedo de Sabrina, l dio vuelta sus ojos hacia Meredith. Por Dios! Es que esto nunca va a terminar? Era un pedido, una splica. Colocado en el extremo de la cama, Meredith mir con fijeza debajo de la sabana. Para su asombro, ella solt una risa. Oh, no se preocupe por nada, mi Lord! La cabeza est apareciendo! Luego incit a Sabrina , Muchacha, ya casi est hecho. La prxima vez que debes empujar con mucha fuerza, porque el beb est ms impaciente por llegar! Impaciente? Ian sacudi la Cabeza, deslumbrado. No Haba nadie ms impaciente que l -- excepto, Sabrina -- para que el dolor terminara! l no saba de la presin colosal que se haba armado all entre sus piernas. Un dolor inconcebible la avasall. Aunque ella intent retenerlo, un grito de la angustia se escap de sus labios. Ian se puso blanco. El apretn de ella en sus manos fue feroz. Sabrina -- l comenz a decir. Pero entonces ella oy la voz de Meredith, ordenndole: S, esa es la manera, muchacha! Empuja hacia abajo, porque tu beb casi est aqu! Reuniendo el ltimo vestigio de fuerza, Sabrina baj su cabeza. Estaba enterada a medias de que Ian estaba al lado de ella, con una expresin muy seria. Apret los ojos cerrndolos, se arque hacia atrs y puj poderosamente. Le clav las uas en las palmas De Ian. El beb sali de ella.

En el instante siguiente, un grito complet el parto. Sabrina se derrumb hacia atrs sobre las almohadas, Ian atontado no poda comprender que todo estaba terminado, que Sabrina estaba muy bien, y que no la haba perdido. Hubo un tirn en su codo. Edna estaba parado all, diciendo. Una belleza, mi seor! Ella casi sollozaba. S, una belleza! Ella presion el bulto contra la curva de su codo. Deslumbrado, Ian mir hacia abajo. Vio una pequea cara solemne con una nariz y orejas diminutas. No tena mucho pelo, pero los poco que tena era oscuro como la medianoche, oscuro como el suyo. l trag. Las acometidas de la emocin que lo invadieron, lo hicieron temblar. Cristo!, Pensar que se le haba cruzado por la cabeza que el beb no pudiera ser suyo. Ian Ian, por favor. Sabrina lo mir implorndole. Crculos profundos sombreaban sus ojos, pero l poda ver que ella deseaba ver el beb. l se traslad hacia la cabecera, sentndose de modo que ella pudiera ver el milagro maravilloso que haban creado. Ella lo oli. Una expresin de horror revolote en su cara. Ian, ests borracho! l ri entre dientes. Lo estoy, dulce. Pero no tan borracho como para no poder distinguir una nia de un muchacho! Sus labios se partieron. Qu! dijo ella dbilmente. Significa... El hijo que estabas segura que ibas a tener, dulce no es un hijo! Una nia! ella grit casi pidiendo socorro. Oh, pero seguro que luego tendremos un hijo! Entonces el beb comenz a protestar. Ian se ri con ganas. Sabrina le pidi. Ian, puedo sostenerla? Sus ojos se suavizaron. l le pas el beb. S, dijo l suavemente, una bonita brujita llorona. l se inclin y presion sus labios con suavidad sobre esa pequea cabeza minscula. Lagrimas soltaron de los ojos de Sabrina, porque haba el orgullo paterno en esa caricia. Destap levemente al beb. Un suspiro de alegra la sacudi, y ella sonri, una sonrisa brillante Oh, Ian, ella es tan dulce, no lo es? S, dijo l. Lo es. Sus brazos abarcaron a la madre y a la hija, acunndolas a ambas, porque eran lo ms preciosos de su vida. Una oleada de gran emocin asom dentro de su pecho, pero, su alegra fue teida por un dolor amargo. Ella ahora sonrea, pero qu pasara en los das por venir? Jamie MacDougall estaba muerto. Y su nia haba nacido el da en que l haba sido privado de su vida. Ella lo perdonara alguna vez? Ella lo olvidara alguna vez ? Sus brazos se apretaron alrededor de su esposa y de su hija. Una posesividad feroz lo invadi Ella tendra que hacerlo. Porque ella era su esposa. Su esposa Y as su vida se fuera en el intento, l lograra que ella le hiciera el amor. Los das que siguieron no fueron fciles. Sabrina recuper su fuerza rpidamente, y aunque generalmente estaba alegre. Haba momentos en que una tristeza melanclica e deslizada sobre ella. Era en esas horas cuando ella pensaba en Jamie. Senta profundamente su muerte, y rabi porque el destino haba sido tan cruel... Di no hubiera sido por el beb, sus das habra sido intolerables. Vea a Ian solamente en las comidas, para desde el nacimiento del beb, l se haba ido a dormir a una habitacin del piso inferior. Sus modales, bien educados y refrenados, pero la intimidad entre ellos se haba ido.

La beb fue llamada Elizabeth -- Ian la llamaba Beth. l disfrutaba a su hija, vena a verla diariamente, alzndola y sonriendo suavemente cuando ella frunca su boca o levantaba sus minsculas cejas oscuras sobre su color verde como los de su madre. Verlo con su hija en esos momentos la llenaba dulzura, un dulzura que alegraba y la haca doler por la ausencia de Ian en la cama matrimonial. Sus recuerdos del nacimiento de Elizabeth estara con ella para siempre, llevara en su corazn por siempre la manera en que Ian la haba acunado a ella y a la beb. Oh, haba sido el momento ms maravilloso de su vida. Y ahora ahora ella deseaba que todo volviera a ser como antes, pero Sabrina saba lo que faltaba . Faltaba su proximidad, el calor de su cuerpo contra suyo, el latido constante de su corazn debajo de su odo. Qu haba sucedido? Por qu Ian estaba tan distante y alejado? Una quincena ms tarde, ella levant a la quejosa beb de la cuna al pie de la cama. Oh, vamos, ya pasa, ella la calm sonriente. Ests impaciente por cenar? Se acomod en una silla cerca de la chimenea y se abri el vestido. Se ri cuando la beb codiciosa trab sus labios sobre su pezn; entonces sus protestas cesaron. Elizabeth tena buen apetito -- su madre poda atestiguarlo! -- y su pequeo cuerpo haba comenzado a rellenarse. Sus pequeas mejillas estaban regordetas. Sabrina haba evitado los servicios de una nodriza, no poda imaginarse una emocin mayor que amamantar a un hijo sostenindolo contra su pecho. Acunandola suavemente, ella mir por la ventana abierta. El da haba estado caluroso, casi sofocante, y le dio la bienvenida a la brisa que refrescaba el cuarto. . Elizabeth agit un puo en el aire, amamantandose ruidosamente. Sabrina lo captur y lo llev a sus labios, sonriendo mientras besaba los nudillos minsculos. La puerta cruji. Sabrina ech un vistazo hacia arriba y vio que Ian entraba. l se detuvo brevemente cuando la vio. Ninguna seal de sus pensamientos se tradujo en su expresin. Perdoname, dijo l. Deb haber golpeado. Sabrina sacudi la cabeza. No hay necesidad, dijo ella suavemente. sta es tu habitacin. Por un momento l se qued parado, tanto es as que ella pens que l no la haba odo. Su mirada fija fue clavada en la redondez color marfil de su pecho revelado ante l. Sabrina sinti que sus mejillas se enrojecan. Pero no se cubri. De hecho, el respeto de su marido hizo que su pulso se acelerara. Temblando por dentro y por fuera, ella dio una sonrisa alentadora. Solamente entonces l desvi la mirada. Yo... Debo irme, l murmur. Temor y deseo fue lo que sinti ella. La necesidad de tocarlo la abrumaba. Deseaba recorrer con sus dedos sobre la dureza aspera de su mentn, sentir los brazos fuertes apretados alrededor de ella. Sufra con la necesidad de estar cerca de l una vez ms. Cerr los ojos y reuniendo todo su coraje, ella moj sus labios. Ian, vos... no necesitas irte. l respondi concisamente. Tengo otros asuntos que atender. Su sonrisa vacil. Ian, por favor.podemos hablamos? Mas Tarde, Sabrina. No ahora. Su tono era casi spero. No Haba ninguna seal de calidez en sus facciones, solamente una mirada cerrada que ella

haba llegado a temer. No hagas esto, ella dese gritar. Oh, no ves que te necesito? Ahora te necesito, Ian. Por siempre y para siempre. Pero l ya cruzaba la puerta. Sabrina de repente sinti romperse por dentro, su corazn, lleno de dolor. Lo amo, pens desesperadamente. Lo amo tanto. Y de repente nada mas import. Puso a la beb rpidamente en su cuna y corri hacia la puerta. Pero Ian ya se haba ido, el eco de sus pasos en el corredor se desvanecan. Elizabeth se quej porque todava no haba acabado su comida. Lagrimas nublaron la visin de Sabrina, pero ella se neg a desesperarse. Corri de nuevo a la cuna y tom a Elizabeth, trayndola contra su pecho, sus lgrimas se mezclaron con las de la beb. Despus, ella resolvi. Mas Tarde le dira a Ian de sus sentimientos. Le dira que lo amaba y... y rogara que con el tiempo l pudiera sentir algo por ella, aunque fuera como la madre de su hijo. Pero Elizabeth estaba ansiosa, y le llev un buen rato dormirla. Con Elizabeth finalmente acomodada en su cuna, le pidi a Edna que se quedara con la beb, y entonces fue en busca de l. Estaba justo en el corredor cuando una voz la llam. Sabrina! Era Alasdair. Alasdair, ella comenz a hablar sin aliento, Has visto a Ian? S, l asinti cabeceando. De hecho, tengo un mensaje de l para vos. Me dijo que lo encontraras en la torre del norte. En la torre? Su mente vacilaba porque era un lugar extrao. Pero quizs no tan extrao No, era un lugar perfecto. Podran estar solos all, y no seran molestados. Podran charlar sin ser odos, o interrumpidos por Elizabeth. Ella apret su brazo. Gracias, Alasdair. Se apresur hacia las escaleras de la torre. Sin aliento y con Su corazn asustado y ansioso a la vez, se dirigi a la cita. Pero y si Ian la despreciaba y la rechazaba? No. No. Eso no sucedera. La torre estaba solitaria. Un fro le recorri la espalda, porque ya estaba oscuro. Deb haber pensado en traer una vela. Apenas cuando ese pensamiento se le cruz por la mente, un resplandor amarillo de una antorcha apareci. El corazn de Sabrina se sobresalt. Pero las palabras que iba a decir quedaron a medio camino en su garganta. No era Ian quien se desliz desde las sombras Era Margaret. Captulo 23 No fue mucho despus que Ian subi las escaleras de nuevo. Su vergenza era profunda, porque no saba qu lo haba posedo para irse cuando Sabrina le pidi lo contrario. l era un cobarde... un gran cobarde! Pero haba una verdad ms profunda a la que hacerle frente. No poda vivir sin ella.. Si era Jamie que ella todava am, entonces que as sea. Tal Vez, con el tiempo, ella se olvidara de l. Pero ella era su esposa. Ella comparta su hogar. Ella haba llevado a su hijo en su vientre, y algn da el querra tener otros. No poda imaginarse su vida sin esa encantadora pelirroja. Sera estril y fra nada que se pudiera llamar vida. Idiota! Lo provoc una voz en su cabeza. Por qu te asombra que ella no quisiera tener nada con vos? La alejaste a la fuerza de Dunlevy, de todo lo que ella consideraba cercano y estimado.... de su querido Jamie. La desposaste y te acostaste con ella porque te despierta una pasin que nunca

antes sentiste por una mujer. La deseaste. Y te determinaste para tenerla y aqu la tienes. Los deseos no haban jugado ningn papel en sus planes, porque en forma egosta haba pensado solamente en l. Y tal vez tal segua siendo tan egosta como siempre. Porque no poda aceptar perderla. Porque no poda rendirse y dejarla hacer su vida. Por respeto al dolor sufrido en el parto y por la llegada del beb, l haba dormido en otra habitacin esa ltima quincena. Pero se senta extrao-- an en su propio hogar ! -- enteramente fuera del lugar, e incapaz de volver las cosas atrs. Tal vez era arrogancia, pero no era una sensacin a la que l estuviera acostumbrado. Deba hacerte frente y hacerte frente ahora. Deseaba volver a su cama, a la cama de ellos. Deseaba un lugar en su corazn Ian entr a su habitacin por la segunda vez en menos de una hora. Un vistazo rpido le revel que Beth dorma en su cuna. Pero era Edna, no Sabrina, quien se levant de una silla cuando l entr. Donde est mi lady, Edna? Edna se asust. Pens que ella estaba usted, mi lord. Ian sacudi la Cabeza. No la he visto desde que sal de aqu hace una hora. Edna pareca desconcertada. Ella me pidi que me quede con Elizabeth. Apenas ella sali, o que su primo le deca que tena un mensaje para ella de parte suya. De parte ma ! Ian fue Tomado por sorpresa. Pero yo no envi ningn mensaje. Su ojos se estrecharon. Eso fue todo lo que oy? l exigi. Creo que le dijo que usted la encontrara en la torre del norte... Una chispa de inquietud se agit dentro de l. Alasdair eso era extrao, muy extrao. Ian agarr a Edna por los hombros. Ests segura? Edna lo miraba asustada. No puedo estar ms segura, mi lord. Ella respir profundamente Mi Lord, qu est mal? Ella estar bien? La expresin de Ian era severa. l gir y retrocedi sus pasos. Esperemos que as sea, dijo hablando sobre su hombro. Rece por ella, Edna ... y por m tambin. El corazn de Sabrina qued congelado. Su mente, atontada. Margaret se haba ahogado! Por qu no estaba muerta? Qu es esto, Sabrina? No vas a saludar a tu propia hermana? Sabrina la mir fijamente, convencido de que sus ojos la engaaban. Ese no era un fantasma, sino una mujer de carne y hueso, mujer que, bajo todo punto de vista, estaba viva y sana. Su pelo color destellaba iluminado por la luz de la luna. Su vestido, blanco y difano, fluy sobre su forma delgada. Margaret, ella finalmente logr decir. Margaret, cmo puede ser nosotros pensamos que estabas muerta! Sabrina se detuvo, sacudiendo su cabeza, como si eso fuera demasiado para admitir ! De repente todas las preguntas se abalanzaban hacia fuera, disparadas por su lengua. Estaba deslumbrada, y furiosa. Margaret, qu haces aqu? dnde estabas? Y Pap? l sabe que ests viva? No, hermana. Nadie lo sabe. Ninguno salvo nosotros tres.

La mirada fija de Margaret se desliz ms all de ella. Sabrina se dio vuelta levemente. Alasdair estaba parado detrs de ella, sus ojos brillando. La comprensin le lleg repentinamente. Nosotros tres. Ella, Margaret y Alasdair. Un temblor le recorri su espina dorsal. Algo estaba mal, ella se dio cuenta. Algo estaba horriblemente mal. La sonrisa de Margaret era algo que no entenda. Pero el brillo en sus ojos Sabrina sinti mas fro. Alasdair se movi un paso ms cerca. Sabrina se sinti atrapada... atrapado sin salida, porque Alasdair estaba parado entre ella y las escaleras. Margaret, nunca dije nunca quise decir que fingiste estar muerta! Margaret se rea, un sonido que le congel la sangre de Sabrina. De nuevo estaba aterrorizada, pero esta vez por una razn muy diferente. El instinto le advirti que no lo demostrara. Por Dios! Margaret, cmo pudiste hacerle esto a Pap? l estaba muy afligido cuando pens que habas muerto. l te amaba tanto... S, l me amaba. l me ama ms que a vos, hermana. Su tono era de maldad. Sabrina trag. Yo... estoy bien enterada de eso. Pero eso nunca fue un obstculo para que yo te amara.... Siempre fuiste un corazn tierno, Sabrina. Margaret lo hizo sonar como si eso fuese una maldicin. Sabrina se puso muy plida. Por qu? pregunt ella, su voz muy baja. Por qu haras algo as? 'Es muy simple, hermana. Yo no tena ningn deseo de casarme con Ian. Lo saba desde cuando Alasdair vino con l a Edimburgo. Ella se detuvo brevemente. Recuerdas eso, verdad? Vos no pudiste acompaarnos --- fue muy fcil enfermarte... un poco pamplina en tu t. Sabrina tuvo un shock. Hiciste eso? Deliberadamente me enfermaste para que no pudiera viajar? Pap no te deseaba all de todos modos. Por qu ibas a incomodarnos? Margaret sonri con malicia. Sabrina comenzaba a entender. . Qu sucedi en Edimburgo? ella indag. La sonrisa de Margaret se dirigi a Alasdair, quien le sopl un beso con las yemas de sus dedos. Alasdair y yo nos convertimos en amantes, ella proclam airadamente. Y cuando Ian vino a Dunlevy a reclamarme para ser su esposa bien, ya saba lo que deba hacer. Las uas de Sabrina clavaron en sus palmas. Fuiste vos quien me encerr en el stano, verdad? No, mi amor. se fue Alasdair. Sabrina tembl. Por qu? Por qu? No fue lo planeado, no, no al principio, porque nosotros no sabamos que te casaras con Ian. Pero cuando los dos se casaron, decidimos que tendras que desaparecer, porque interferas en mis planes. Nosotros no podamos correr el riesgo de que descubras algn da lo que habamos hecho. Y todo encajaba tan perfectamente. El asesinato de Fionna ya haba ennegrecido el nombre de Ian una vez. Cuando yo me mor, 'Alasdair plant dudad en tu mente acerca de mi muerte. Fue un accidente o no? Slo Tenamos que sembrar semillas de duda, e Ian sera la causa de ambas

muertes. Ella presumi. Oh, fue todo tan fcil... y tan agradable. La Mirada fija de Sabrina fue hacia Alasdair. Confe en vos, Alasdair, Yo Estaba encariado con vos ! Pero todas tus palabras eran slo mentiras . Fuiste vos quien me empuj por las escaleras, verdad? No Sabamos si moriras o no. l se encogi de hombros. Si ramos afortunados Ian iba a ser el culpable. Y qu hay sobre Maria? Donde est ella? La garganta de Sabrina estaba seca. Est dems decir que la asesinaron tambin! Fue Margaret quien contest. No. No lo hicimos, aunque lo consideramos. Maria, mi querida hermana, est ahora al servicio del jefe del clan Lindsay, un hombre que es amigo de Alasdair. Alasdair otra vez. . Planeaste culpar a Ian por la desaparicin de Maria, verdad? S. Margaret sonri. Percival Lindsay cree que Ian acosaba a Maria, y que por eso Alasdair la sac de este castillo. Ella sonri. De hecho, Maria cumpli su propsito muy bien, los aldeanos estn convencidos que una pobre muchacha yace en el fondo del lago. Y creen que Ian debe ser culpado por su muerte. El estmago de Sabrina se anudaba. Tienes a Alasdair, Margaret. Eso no es lo que deseabas? Por qu la necesidad de ensuciar el nombre de Ian? Es simple, hermana. Alasdair no tiene ningn amor por su primo, y por eso queremos manchar su nombre. Preferimos que el nombre de Ian sea maldecido por todos. Sabrina tom una respiracin profunda. Qu te ha sucedido, Margaret? Qu ha sucedido? Oh, siempre he sido la misma, hermana. Simplemente que vos no lo veas. Fui yo quien le dijo a Pap que jugabas a los dados en el establo con los muchachos de la aldea, cuando deberas haber estado en la capilla. Por supuesto no saba que Pap te encerrara. Y por supuesto no saba que le temeras a la obscuridad. Oh, pero como goc con eso! Los ojos de Margaret brillaban. Realmente eras una nia diablica, Sabrina -puedes imaginarlo? jugar a los dados en vez rezar! Diablica? No, Sabrina pens dbilmente. El diablo estaba en su hermana.. Su hermana, bella y correcta, era malvada y retorcida no senta ningn remordimiento de asesinar. Margaret todava sostena la antorcha, derramando toda la luz sobre ella. Toda blanca, pareca etrea y angelical e impresionantemente hermosa pero sus manos, suaves y blancas, pronto estaran manchadas de sangre Su sangre. Sabrina supo con certeza que ella deba morir. Esos dos la asesinaran. Sus pulmones ardan con cada respiracin. Matarn a Ian, cuando terminen conmigo? Oh, s. Entonces Alasdair podr tomar su lugar como jefe del clan, porque l ha desprecia a Ian desde siempre. En cuanto a tu hija, mi estimada sobrina Elizabeth, no te preocupes, Sabrina. Ser una buena madre. La idea de las manos manchadas de sangre de Margaret sobre su hija ultraj a Sabrina. . Cmo, Margaret? Todos piensan que ests muerta.

Margaret sonri con irona. Ah!, me olvid de decirte eso? Una vez que Alasdair est instalado como jefe del clan, reaparecer. Contar cmo Ian empuj y me lanz a las aguas del lago. Pero aunque qued herida, no estaba muerta. Logr nadar hasta la costa y ocultarme. Vagu por all, y me ca pero cuando me despert, no recordaba nada, ni mi nombre ni donde viv. S, ella se jact, dir que un viajero piadoso me aloj por todos estos meses, hasta que un da por casualidad record quien era... que estaba por casarme con Ian. Pero como el pobre Ian va a estar muerto, Alasdair tomar su lugar y cumplir con el compromiso. Qu me dices? Oh, todo tan fcil, ella cant triunfante Por Dios!, ella estaba loca -- Margaret estaba loca, pero era tan lista. Pero basta. la sonrisa de Margaret desapareci. Hemos perdido bastante tiempo. Mir a su hermana con un odio ardiente que pareca quemar su propia alma. Ella le hizo seas a Alasdair. Alasdair avanz.. En sus manos tena una cuerda. Tu cuerpo ser encontrado maana, Sabrina, dijo l suavemente. Sabrina trag. El terror la engull, pero saba que deba permanecer alerta. Por supuesto que todos sabemos quin ser culpado por esto.... S, contest una voz masculina dura. Claro que sabemos. Sabrina jade. Ian sali de las sombras, en tres pasos estuvo detrs de Alasdair. Alasdair gir. Vos! l escupi. Entonces de repente que un ceja se arque astutamente. Dime, primo. Oiste todos? Lo O. La voz de Ian era de una tranquilidad mortal, su mandibula rgida. Lo S. Ah, primo, pero todava hay ms. Veras, tu padre mat a Fionna. Siempre supe que era l y s por qu. Lo vi, es decir, y l me vio esa noche. Porqu, escasamente logr escaparme de su cama pero nos vimos en el corredor! l provoc. No sabas que era yo quien estuvo con Fionna esa noche? Oh, un bocado sabroso era tu madrastra. Las manos de Ian se cerraron en puos al costado de su cuerpo. La rabia flame en sus ojos. Vos, bastardo, dijo l con los dientes apretados. La cuerda fue arrojada a un costado. De repente una daga apareci en la mano de Alasdair. Qu? Me mataras, primo? Su risa se enfri. l le hizo seas con la daga.. Entonces ven. Ven hacia m. Pero l no esper. Avanz, su arma levantada dirigida a la garganta de Ian. Sabrina grit, porque, sin dudas, Ian estaba desarmado -- generalmente l llevaba la espada y la daga solamente sala de la fortaleza. Pero ella se haba olvidado que l era un guerrero, veloz y gil ante el ms mnimo peligro. Ian lo esquiv y gir; Alasdair se abalanz hacia l de nuevo. Ian lo eludi otra vez. Sabrina supo que entonces que Ian intentaba alejar de Alasdair de ella, para salvarla de cualquier peligro. Nunca habra un hombre ms esplndido y poderoso, ms valiente y protector. Margaret se dio vuelta hacia ella, triunfante. Ten valor, hermana, ella aconsej. Ian es dbil, muy dbil. Alasdair lo matar, y luego ser tu turno. Los ojos de sabrina destellaron. Ya Veremos, fue todo lo que dijo ella. Veremos.

Ahora Ian era el agresor. Un puo del hierro golpe el vientre de Alasdair haciendolo caer de rodillas. Pero los brazos de Alasdair se extendieron y en el instante siguiente haba derribado a Ian. Lucharon y se retorcieron en el piso. Entonces desaparecieron en las sombras, Sabrina perdi visin de la pelea. Un grito spero, gutural parti la noche Despus hubo silencio. Un Silencio sin fin, horriblemente eterno. Sabrina no poda soportarlo. El miedo que la recorri convirti la sangre de sus venas en hielo. Ella avanz tropezando. Ian. Ian! Su nombre era un sonido de angustia, un ruego ferviente. Entonces de repente Ian estaba all, alto, caminando hacia ella. Ella se lanz contra l, desesperada por comprobar que estaba vivo. Ian Alasdair Est Muerto. Ambos se olvidaron de Margaret, quien ahora bramaba como una criatura salida del infierno. Vos, hija del diablo ! Maldiciones viles era vertidas por sus labios. l est muerto muerto! Enfurecida, se lanz contra Ian. Pero ella todava sostena la antorcha Ian la solt de su asimiento y la arroj a sus pies? Las llamas haban tomaron el dobladillo de su vestido, recorriendola hacia arriba Un grito espeluznante llen el aire. Margaret se agarr el pecho.. Para Sabrina, era demasiado. Retrocedi horrorizada. Su cuerpo fue perdiendo fuerza. Ella cay desmayada. Captulo 24 Una voz dijo su nombre, queriendo sacarla del vaco oscuro en el cual ella haba cado. Estaba en su cama, poda sentir la suavidad del colchn debajo de ella. Las yemas de unos dedos apacibles recorrieron con suavidad su mejilla. Sabrina se dio vuelta hacia la mano que la acariciaba, porque ella habra reconocido el tacto de esas manos fuertes dondequiera que estuviera. Pero todo pasaba demasiado pronto, el horror del recuerdo la sacudi. Sabrina se incorpor con un grito de asombro estrangulado. Las facciones de Ian flotaron ante de ella, sus ojos, llenos de preocupacin. Margaret... su voz se estrangul. Ella es muerta, mi amor. Su voz era muy reservada. Consulate sabiendo que ella est donde deseaba estar: con Alasdair, dondequiera que estn. Sabrina no poda evitarlo. Se estremeci. Los brazos de Ian la cercaron inmediatamente, acercndola a su pecho. Ella se separ unos centmetros y busc con la vista el extremo de la cama. Elizabeth... l sonri levemente. Ella est muy bien, Sabrina. Pero Sabrina necesitaba el aseguramiento que solamente la visin de su hija le poda proporcionar. Sin palabras, Sabrina se desliz de sus brazos. Un vistazo le revel que Ian le deca la verdad. Elizabeth dorma profundamente. Sabrina sonri levemente mientras que la beba soltaba un suspiro. Ian segua sentado en el borde de la cama, su expresin, indescifrable. Sus ojos encontraron los suyos, y l extendi su mano. Sabrina inhal profundamente. De repente, se sinti inexplicablemente tmida. Tres pasos la

llevaron dentro del alcance de su esposo, y ella extendi sus propias manos. Las yemas de los dedos se tocaron. Su mano la agarr atrayndola hacia l. . Todo este tiempo, ella murmur, Margaret estaba viva. Yo... todava no puedo creerlo. Casi puedo creer que ella me odiaba, aun cuando ramos chicas. Me avergenza decirte esto, yo no saba si creerte o no cuando dijiste me negaste haberle contado a Pap que estaba jugando a los dados en el establo aquel da. Pero fue ella quin le cont, y yo nunca consider la posibilidad de que podra haber sido Margaret. Lo S, dulce. O eso tambin. En un segundo los ojos de Sabrina estaban inundados con lgrimas. Mordindose el labio, ella baj cabeza, sus emociones eran un torbellino. Sabrina! Qu pasa? Pero ella llor con ms fuerza. l toc torpemente su hombro. Sabrina, dijo l, s que esto es muy duro. Todo lo que ha sucedido. Ha habido tanta muerte Su sollozo, se le clavaba como un cuchillo en su pecho. 'No es eso! l desliz una mano sobre su pelo, a la espera de su respuesta. Qu entonces? De repente que ella dio vuelta y hundi su rostro en su pecho. `Sos vos! l la abraz acercndola mas todava. Yo! Sabrina, Yo... No puedo parar de pensar si hubieras sido vos en vez de Alasdair? Ella enterr su cara contra su cuello. Ian, si hubieras muerto... Su voz se quebr. No poda continuar porque el pensamiento era intolerable. Ian no entenda completamente. Haba algo en la manera que ella hablaba Con un pulgar debajo de su mentn, l impuls la cara de Sabrina hacia suya. La mir fijamente a los ojos verdes asustados y a la espera. Habras guardado luto? l susurr. S, dijo ella en una voz estrangulada, y entonces otra vez: S! Oh, Ian, yo ...te amo, ella grit. De repente todo sala hacia fuera, como un dique que estallaba dentro de ella, y nada poda detenerlo. Te amo tanto! Creo que me enamor de vos hace mucho tiempo, cuando eras justo un muchacho. En ese instante, su corazn par de latir. Para luego Reasumir con movimientos pesados. l trag. Y Jamie? Ella volvi a vacilar. Sabrina, pens que lo amabas. Cuando l muri, te alejastes de m. Los ojos de ella se obscurecieron. Ian, estaba tan confundida y dolida en mi corazn pero eso nunca cambi lo que siento por vos. oh, no me odies por favor! Pero hubiera deseado tanto que l pudiera vivir, porque tena tanto para dar. Sabrina, hay algo que debo decirte. Algo que debes saber. l podra haberme matado, dulce. l estaba parado sobre m con su espada lista para acestarme un golpe mortal, pero entonces l la baj, cuando podra haberme matado fcilmente y escapar!

Sabrina lo mir fijamente. El temblor del shock pas a travs de ella. Sinti que Ian podra haber muerto. No Haba ninguna necesidad de decirlo en voz alta. Ella lo saba. Su garganta le dola, y envolvi los brazos alrededor del cuello de Ian. Le habra salvado la vida si hubiera podido. Cuando baj su espada y se qued parado all, me dijo que no poda matarme.... que no me matara. Le hice una oferta: que me diera su daga, y yo me apualara en mi hombro, despus podra llevarse mi semental para huir. Pero fue entonces que los hombres del Bruce aparecieron all. Intent salvarlo, Sabrina. Por Cristo!, que lo intent! Su mejilla se apoy contra la suya; no fue hasta que sus lagrimas se mezclaron que ella se dio cuenta quel lloraba tambin. Ella sinti l shock y luch para controlarse. No puedes culparte, Ian, dijo ella suavemente. Tal Vez era el destino que Jamie deba morir. La confesin lleg sin aviso. Te amo, Sabrina. Su respiracin se detuvo. Su mirada busc la suya. ES Verdad? ella susurr. Mmmm. l la atrajo cerca. Su boca se pos en la suya. l sonri contra sus labios. Te amo, brujita. Su corazn agit. Y yo te amo, Ian. Pero s -- un centelleo dbil haba comenzado a bailar en los ojos de ella -- prometes amarme para siempre, mi prncipe de las montaas? l se inclin su frente contra la suya. Fervientemente, muchacha. Una promesa dada es la palabra empeada, como bien lo sabes. l sonri. De hecho, esa es una promesa que no tendr ningn problema en cumplir EPILOGO La luz del sol se volcaba desde el cielo azul, transformando el color de los picos de las montaas de un color granito a un color plateado. Las aguas de un pequeo lago de montaa brillaban tenuemente como una joya, mientras que una brisa calida de verano ondulaba su superficie. Casi tres veranos haban pasado desde esa noche trgica en la torre norte, pero la cicatricacin de las heridas haba comenzado esa misma noche. Sentada en una manta, Sabrina miraba como hija persegua a su padre alrededor de la caada, una sonrisa suave se dibuj en sus labios. Los chillidos del placer llenaron el aire mientras que Elizabeth era alzada en brazos de su padre. El par caminaba hacia ella. El corazn de Sabrina se enterneci cuando dos manos pequeas enmarcaron el rostro de Ian. Quiero un beso, Pap, fue la demanda infantil. Hubo un centelleo de dientes blancos que sonrean. Un beso! Y por qu debera darte uno?, Ian embrom, Porque soy una brujita bonita. fue la rplica infantil. . S, mi muchachita, lo eres. Y eres tan irresistible como tu mama! Con eso l dio un beso ruidoso sobre los labios de su hija. Elizabeth dio un chillido agudo, pero frunci sus labios para pedir otro. Su padre la baj, depositando a la pequea nia en la manta al lado de su hermano. Empujndose hacia arriba apoyado en sus antebrazos rechonchos, su hermano le hizo una mueca a ella. Andando en cuatro patas, l avanz hacia adelante y hacia atrs. Elizabeth volvi sus ojos verdes esmeralda hacia su padre. Quiero una hermana! ella anunci puedo tenerla? l alcanz a la nia, ponindola sobre su regazo.

Entonces debes hacer una siesta, mi paloma. Como su madre podra haber predicho, Elizabeth contest poniendo una mala cara, despus se par precipitadamente. Si duermo la siesta, Pap, mi hermana estar aqu cuando me despierte? Ian se ri. No, mi amor, no tan pronto. Me temo que debo tener un poco de ayuda de tu madre para eso. Elizabeth abroch las manos rechonchas ante de ella. Mam! ella implor. Ayudars a Pap? La Boca de Sabrina se curv. No Haba madre en el mundo que pudiera resistirse a tal splica. Sus ojos encontraron los de Ian; un destello decidido haba aparecido en ellos y una ceja oscura se arqueaba en forma completamente traviesa. Sus mejillas se pusieron rosadas, pues no Haba ninguna duda acerca de la intencin de su esposo. La llamarada caliente de pasin y de posesividad que ella vio en su cara la emocion profundamente. No habra objeciones por parte ella... ni por parte de l. De hecho, ese mismo pensamiento la hizo temblar con deseo. Supongo que podra ser persuadida, mi amor. Ella mene un dedo. Pero debes tomar una siesta. Y entonces tu pap y yo consideraremos lo que podemos hacer. Satisfecha con la respuesta, Elizabeth se acomod en los brazos de Ian, y estuvo dormida muy pronto. Los Ojos vidos de Ian fueron hacia su esposa. Una sonrisa lenta se dibuj en su cara, pero en ese mismo instante su hijo lanz un aullido de la protesta. Ian dej a Elizabeth sobre la manta y tom a su hijo. Me temo que s lo que quieres, muchachito, dijo l con un suspiro, y debo decir que envidio tu banquete. Sabrina ya haba descubierto su pecho, porque ella saba que el beb tena hambre. Ian cay de rodillas y entreg su hijo a los brazos de ella que lo esperaban.. Ian se ri de su impaciencia. Bes la coronilla de la cabeza del beb; quien se dio vuelta y presion su boca contra la carne dulce color marfil que lo alimentara. Ningunas palabras fue cruzada entre ellos mientras que Ian se estiraba hac al lado de ella, y de hecho, no eran necesarias. El beb amamant ruidoso. La mente de Sabrina viaj de nuevo a la noche en que l naci. Estaba nerviosa y muerta de fro cuando los dolores se hicieron ms intensos. Lamentaba el hecho de que su nio hubiera elegido una noche tan invernal para hacer su entrada en este mundo. Meredith la partera la haba asistido, con ayuda de Edna y de Maria, que estaba de nuevo en el castillo MacGregor. Nuevamente, para la completa incredulidad de Meredith, el padre del beb estuvo presente en el parto. Y otra vez, fue Ian que entreg a su hijo a los brazos de Sabrina. La ms orgullosa de las sonrisas bailaba en sus labios. 'Mira, dulce, dijo l con una risa. Mirar lo que tenemos aqu. S -- su voz estaba entre la risa y las lagrimas -- otro prncipe de las montaas! Juntos contaron los dedos de las manos y de los pies y lo proclamaron el jovencito ms hermoso del mundo. Qu piensas, Ian? Cmo llamaremos a nuestro hijo? l estuvo en silencioso por un tiempo largo. Una mano oscura juguete ociosamente con el beb. Y entonces el dijo algo que ella nunca habra soado

or. Tal vez debamos llamarlo Jamie. Sabrina lo mir fijamente. Sus labios se abrieron. Solamente pens Ian, yo pens que l. Las palabras le fallaron. Por qu? fue todo lo que ella pudo preguntar. Por qu? 'Es muy simple, realmente. l me devolvi mi vida, Sabrina, cuando podra haber acabado con ella fcilmente. Es una deuda que no puedo compensar, le debo. mucho mi misma respiracin. Y llamar a mi hijo con su nombre parece una cosa tan pequea pero es lo lo menos que puedo hacer. Una sonrisa dbil aflor en sus labios. Mi hijo llevara el nombre de un hombre de honor, un hombre de creencias profundas y firmes es decir, si vos ests de acuerdo. Su mano se desliz dentro de la suya. Sus dedos se cerraron alrededor de los suyos. Sabrina respondi. Estoy de acuerdo, dijo ella emocionada. Me satisface mucho. Y sonri con lgrimas en los ojos . Entonces Jamie ser, l susurr. Tal dulzura llen su corazn de tal manera que Sabrina pens que estallara. En ese momento, ella estaba segura de que no poda amarlo ms. Fue as que llamaron a su hijo Jamie. Un mes mas tarde el padre de Sabrina apareci en el castillo MacGregor para conocer a su nieto. Ella no lo haba visto una vez desde su casamiento con Ian, cuando Duncan Kincaid haba venido de visita en ocasin del primer cumpleaos de Elizabeth. Y aunque la distancia entre ellos todava estaba all, Sabrina senta que lo amaba. Aunque ella le haba escrito en varias ocasiones despus del nacimiento de Elizabeth, no le haba contado la verdad de cmo Margaret realmente haba muerto. Su padre todava crea que ella se haba ahogado hace tiempo cerca de Dunlevy. Era mejor de esa manera, Sabrina decidi, e Ian estuvo de acuerdo. Unas manos fuertes se deslizaron debajo del beb prendido a su pecho. La boca de Jamie se haba deslizado lejos de su pezn; sus ojos estaban cerrados, sus largas pestaas que echaban sombras sobre sus mejillas. Ian lo puso suavemente al lado de su hermana, despus silenciosamente se levant y tom la mano de su esposa. Sabrina no vacil y permiti que la ayudara a ponerse de pie. Con un cabeceo l seal la roca donde haban hecho amor con abandono salvaje.... Una ceja atrevida se arque hacia arriba. Nos atrevemos? l susurr. Bueno Dijo ella, porque saba que ambos nios dorman pacficamente, y era tiempo de que sus padres estuvieran a solas. I Ah, siempre fuiste una muchacha valiente y atrevida. Los ojos verdes esmeralda chispearon hacia l. Pero eso Nunca te molest antes, ella le record. Mientras se recostaban sobre la tierra, sus dedos giles y atrevidos se abran camino debajo de su falda escocesa, encontrando lo buscaba y frotando ligeramente. l gimi su placer. Y ahora no me importa. l la sent a horcajadas sobre l. As, dulce. Ahora. S. Ahora. Fue despus de un largo rato que ambos cayeron bajaron de ese pinculo de dicha. Ian se ri suavemente cuando ella se derrumb encima de l. Ian la coloc de nuevo sobre la manta y se recost al lado de ella. Apoyndose sobre un codo, l la mir con tal dulzura que Sabrina sinti que se iba a derretir. La yema de un dedo de Ian sali a remontar la plenitud de su labio inferior.

Me amas, muchacha? Ella atrap su mano contra su mejilla. Inmensamente. Y prometes amarme para siempre? Ella enlaz sus brazos alrededor de su cuello y tir su cabeza hacia abajo. Lo prometo Ella susurr contra sus labios y dentro de su corazn. Prometo amarte, y solamente a vos -- ella sonri -- y para siempre. Y as lo hizo. **** FIN **** OTRAS NOVELAS DISPONIBLES (traducciones originales) Hechizando al Vikingo Jude Deveraux (Lady of the lake/ seudnimo Elizabeth Mayne ) La Flor y la espada de Jacqueline Navin (The flower and the sword) Miel de pecado (Touch the sun) de Barbara Leigh Nora Roberts Cautiva de un Highlander de Nicole Jordan (tender Feud titulo original) La esposa Champion's wife) del campeon de Claire Delacroix (titulo original

La esposa virgen de Deborah Simmons (titulo original Maiden bride) La novia de Lochbarr de Margaret Moore (titulo original Lochbarr's bride) Mi guardian escoces de Terri Lynn Wilhelm (titulo original Fool of hearts) Corazon de Leon de Suzanne Barclay (titulo original Lion's Heart) Solicitar el ebook deseado a [email protected]

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