Iconos de España
Iconos de España
Hay quien escribió que nadie podrá conocer un país si no sabe preguntar a sus
símbolos, si no trata de descubrir el misterio de su historia última.
La cerámica, los teatros, las catedrales, los palacios, los cuadros , las
fotografías... respiran vida, sin latidos de Historia, nos enseñan a oler el
tiempo pasado en el viento, a tocarlo en las piedras pulidas por el sueño de
los hombres y a conocer su intimidad interrogando silencios y voces de luz,
así, sin apuro, como quien interroga un poema o un libro.
Los iconos de España
La cuna de España
Todavía la leyenda gobernaba las tierras
de Iberia cuando en lugares elevados
comenzaban a levantarse núcleos urbanos
rodeados de murallas.
Los reyezuelos indígenas, a los que se
tributaba un culto especial, estaban al
frente de una sociedad muy jerarquizada
de aristócratas y esclavos; comerciaban
con lejanos mercaderes de Oriente y se
hacían enterrar de damas fascinantes,
ánforas ,espadas y joyas.
La Dama de Elche encierra en su mirada
el misterio de la primera cultura
española, la cultura ibérica, expresión de
tradiciones indígenas del siglo VII a.C. y
las aportaciones de los colonos fenicios,
griegos que recorrieron el Mediterráneo
en la Antigüedad.
Contagio, préstamo, mestizaje... son
palabras de la lengua labrada por Nebrija
que sirven para describir aquel universo
de sepulcros y divinidades femeninas que La Dama de Elche, Museo Arqueológico Nacional,
Madrid.
terminará confluyendo en el sueño
común de la Hispania romana.
Los iconos de España
Roma nuestra
Mientras los ejércitos romanos
intentaban someter el último bastión
indígena del Imperio, Octavio Augusto
ordenaba fundar una nueva ciudad.
El primer responso
Cuando el mundo al que tanto había
contribuido a enaltecer empezaba a
mostrar síntomas de agotamiento,
Roma trajo en germen, procedente del
norte de África, la religión de Jesucristo.
Mesnadas de Dios
La mirada terrible y severa del Dios
de San Clemente de Tahull apresa el
espíritu religioso de la Alta Edad
Media y evoca un tiempo de temores
y leyendas en el que los reinos
cristianos del norte se lanzaban a la
conquista de las fortalezas
musulmanas y guerreaban entre sí
por centímetros de tierras.
En la vida y en la muerte.
El matrimonio de los Reyes Católicos hermana en
un mismo proyecto las dos coronas más
poderosas de la península Ibérica. Entonces la
unidad tenía un mero carácter dinástico y matrimonial
pero, tras la conquista de Granada, el
descubrimiento de América y las campañas
militares de Italia, la convivencia y los intereses
compartidos reforzarían los vínculos de
castellanos y aragoneses.
Viva la nación.
Ha visto la invasión de los ejércitos de
Napoleón y la resistencia de un pueblo
disperso que se alza en grito, brota de las
calles, de las montañas, de la Historia... Y se
une y nace en las sombras de la batalla.
El futuro fusilado
Todavía los últimos afrancesados peregrinan
tras los pasos del ejército de Napoleón,
hundiéndose en el exilio sin volver la cabeza
atrás, cuando Fernando VII restaura la
Inquisición, devuelve sus privilegios a la
nobleza y la Iglesia y fusila en las sobras de
su reinado la Constitución.
El llanto de los fusiles los devuelve a la Antonio Gisbert, El fusilamiento de Torrijos y sus
realidad, a la tierra. compañeros, Casón del Buen Retiro
Los iconos de España
La lengua de hierro.
La España liberal, herida de guerras,
conspiraciones y generales que pasan revista a
las tropas y se sublevan, inicia a mediados del
siglo XIX un proceso de renovación económica
que se afianza en los caminos de hierro del
ferrocarril.
Otoño en Guernica.
La España reaccionaria ultracatólica y
absolutista se ha deshecho en los campos de
batalla del norte. Vencido, transido de
nostalgias y coronas, el autodenominado
Carlos VII cabalga al frente de un ejército
triturado por las derrotas, rumbo a Francia.
La burguesía se perdona.
El proyecto era colosal, un bosque de torres
levantándose sobre Barcelona, la ciudad
ensordecida por las protestas obreras y las
bombas anarquistas.
Gaudí siempre entendió la Sagrada Familia
como un templo expiatorio de los pecados de
la burguesía y un símbolo del triunfo de la
cristiandad sobre las corrientes anticlericales
que atravesaban la gran urbe de la Renaixença.
Desbordado de planos y maquetas, el
arquitecto catalán se encerró día y noche en
una fantasía de cruceros y cimborrios y llegó a
vivir en una humilde caseta levantada a pie de
obra, pero no pudo completar su delirio de
piedra modernista.
El testimonio final evoca el sueño imposible
del artista y los límites de la recatolización
emprendida por la Iglesia en 1875, que no
consigue recaudar el dinero necesario para
culminar el templo. Antonio Gaudí, Templo de la Sagrada
Familia, Barcelona
Los iconos de España
La derrota de Aragón.
Los fantasmas de la guerra vagan todavía
por sus calles destripadas, entre iglesias y
casas en ruinas. Hablan entre sí y se dicen
historias: el terror, la venganza, la patria
suicida, los siglos reventando.
El panteón de la guerra.
Han regresado vivos de los campos de
batalla, pero de la paz sólo heredan el
presidio. Los presos republicanos,
caravana de muertos que respiran
tristezas y cansancio, levantan piedra a
piedra el gigantesco panteón del
Caudillo y, mientras se derrumban de
enfermedades, las banderas del 18 de
julio cubren las ciudades de desfiles
militares y ceremonias religiosas.
En el imaginario de la España de
Franco el Valle de los Caídos
representaba la reconciliación del
Estado con la Iglesia, y la cruz de aquel
monasterios excavado en las montañas
del Guadarrama no era la cruz del
descanso y la paz sino al lúgubre
espada de un régimen que asediaba a
los supervivientes y silenciaba a los
desafectos.
Valle de los Caídos, San Lorenzo de El Escorial, Madrid
Los iconos de España
El zoco político
La fotografía es un museo de Historia que da
testimonio del mundo actual y retiene en su
mirada de luz los rostros, guerras y
acontecimientos de nuestro siglo.
La catedral laica.
Apenas amanece, Valencia aparece
posada sobre el Turia como una
ciudad que navega Mediterráneo
adentro. Hay olas de mar abierto en
sus calzadas; hay un misterio de
guerreros musulmanes y castillos
cristianos en sus plazas; hay un llanto
de moriscos y un relato de mercaderes
y navíos en su puerto.