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Este documento resume la filosofía de la historia de Hannah Arendt y su análisis de la obra de Rahel Varnhagen. Explica que Arendt se inspiró en la "melancolía del pasado" en la filosofía de Kant para desarrollar su propia filosofía de la historia. También analiza cómo Arendt utilizó la biografía de Rahel Varnhagen para explorar temas como la asimilación de los judíos en Alemania y cómo la historia personal puede convertirse en un destino.

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Este documento resume la filosofía de la historia de Hannah Arendt y su análisis de la obra de Rahel Varnhagen. Explica que Arendt se inspiró en la "melancolía del pasado" en la filosofía de Kant para desarrollar su propia filosofía de la historia. También analiza cómo Arendt utilizó la biografía de Rahel Varnhagen para explorar temas como la asimilación de los judíos en Alemania y cómo la historia personal puede convertirse en un destino.

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La melancola del pasado: Hannah Arendt y la filosofa de la historia a cien aos de su nacimiento1

Roberto Fernndez Castro


Facultad de Filosofa y Letras, UNAM

La filosofa de la historia de Kant est presidida por una posicin pesimista ante el espectculo que la historia humana despliega frente a nuestros ojos; sta se presenta como un espectculo de locura, ambicin, codicia y perversidad, y por tanto, nada ms extrao que acudir a ella en busca de ejemplos de sabidura y virtud tiles al proceso racional de educacin humana. Esta filosofa no esconde su fundamento tico, pero tampoco es un simple pesimismo retrico acerca de la locura, la maldad y la miseria humanas que han caracterizado su historia pasada. De ser as, tal vez se tratara de una actitud injusta y poco cuerda ante los hechos, pues el historiador tambin puede observar que, en todas las pocas del pasado de las cuales se conoce algo, ha habido ocasiones en que los hombres fueron lo suficientemente sabios como para pensar bien lo que tenan que pensar; lo suficientemente buenos como para hacer eficazmente lo que tenan que hacer, y lo suficientemente felices como para encontrar que la vida no slo es tolerable sino atractiva.2 Una de las consecuencias de esta exagerada melancola ante el pasado, como la llama R. G. Collingwood, puede ser la exagerada esperanza en el futuro, pero sobre la misma base tica es posible seguir caminos diversos y tan distintos que hasta se vuelven opuestos, segn la actitud que asumimos al situarnos en la brecha que abren el pasado y el futuro. La filosofa de la historia de Hannah Arendt es uno de los ejemplos luminosos nacidos de dicha melancola. Al leer el inters de Kant en los principios de la accin moral como principios de la accin poltica, Hannah Arendt coloc la pregunta de qu debo hacer? en el centro del filosofar kantiano, y muy aparte de los interrogantes metafsicos de qu puedo saber? y qu puedo esperar?; pero adems encontr que el fracaso del intento de reconciliacin con la realidad mediante la comprensin del ms profundo significado de la totalidad del proceso histrico, estuvo precedido por un intento
1 Hannah Arendt naci en Hannover el 14 de octubre de 1906 y muri en Nueva York el 7 de diciembre de 1975. 2 Robin George Collingwood, Idea de la historia, edicin revisada que incluye las conferencias de 1926-1928, 3a. ed., edicin, prefacio e introduccin de Jan van der Dussen, traduccin de Edmundo OGorman y Jorge Hernndez Campos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2004, 661 p. (Seccin de Obras de Historia), p. 172.

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de desembarazarse de la metafsica en favor de una filosofa poltica; orientacin que, mutatis mutandis, habran compartido Thomas Hobbes, John Locke y David Hume.3 Mi propsito en las pginas siguientes no slo consiste en hacer un recorrido por la vida y la obra de Hannah Arendt, aunque un texto conmemorativo y de difusin como el presente lleva consigo un poco de esto. Lo que ms me interesa es poder explicar cmo la melancola del pasado que Collingwood encontr en su examen de la filosofa kantiana de la historia, no slo sirve tambin para describir el pensamiento de Hannah Arendt acerca del conocimiento histrico que en su obra se sita entre la filosofa y la teora poltica, sino que adems permite entender la rplica de Hannah Arendt a la historiografa que exige escribir con justicia, con cordura y sin la irritacin motivada por un fenmeno condenable como lo fue el totalitarismo, forma de gobierno a cuyo estudio dedic una de sus obras ms importantes.4 Y es que para ella la descripcin objetiva implicaba condonar, y ms que eso, suprimir la emocin con la insensibilidad, siendo que la ausencia de emocin no se hallaba en el origen de la comprensin y en modo alguno se opona a lo racional. La relevancia del pensamiento y la obra de Hannah Arendt se encuentra hoy fuera de toda duda, pero comparte con la de otros autores el haber pasado por un periodo de varios aos de franco desconocimiento en la filosofa europea continental. Y en los Estados Unidos, donde vivi ms de treinta aos y donde escribi la mayor parte su obra, Arendt no tuvo mejor suerte. Hasta antes de la dcada de los setenta lo que ms se destacaba era su incoherencia como historiadora, su presentacin parcial de los hechos y su falta de alguna metodologa histrica o sociolgica; pero sobre todo, se le conoci porque con su estudio sobre la banalidad del mal haba cometido un acto de imperdonable mala fe al querer llenar de fango a las vctimas del nazismo.5 Las condenas que cayeron entonces sobre Hannah Arendt impidieron que la filsofa juda alemana fuera leda y comprendida por el conjunto de sus escritos publicados hasta entonces. Casi nadie record que ella haba es-

3 Hannah Arendt, De la historia a la accin, traduccin de Fina Biruls, introduccin de Manuel Cruz, Barcelona, Paids/Universidad Autnoma de Barcelona, Instituto de Ciencias de la Educacin, 1995, 171 p. (Pensamiento Contemporneo, 38), p. 60 y 69. 4 Hannah Arendt, Los orgenes del totalitarismo, 2a. ed., versin espaola Guillermo Solana, Madrid, Alianza, 719 p. (3 volmenes), 1987, p. 30-31. 5 Cfr. Simona Forti, Vida del espritu y tiempo de la polis. Hannah Arendt entre filosofa y poltica, traduccin de Irene Romera Pintor y Miguel ngel Vega Cernuda, prlogo de Fina Biruls, Madrid, Ctedra/Instituto de la Mujer, Universitat de Valncia, 2001, 498 p. (Feminismos, 65), p. 24-25. El desarrollo del tema de la banalidad del mal y la colaboracin que los consejos judos prestaron en la organizacin nazi de la solucin final se encuentra en Hannah Arendt, Eichmann en Jerusaln. Un estudio sobre la banalidad del mal, traduccin de Carlos Ribalta, Barcelona, Lumen, 1999, 460 p. (Palabras en el Tiempo, 271).

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tudiado con Edmund Husserl, que haba sido discpula de Martin Heidegger en Marburgo, y que en 1929 haba escrito su tesis doctoral dirigida por Karl Jaspers acerca del concepto de amor en San Agustn, misma que con unas pocas modificaciones se convirti en su primer libro publicado. 6 Hannah Arendt vivi uno de los momentos de mayor esplendor filosfico en Alemania antes de verse obligada a escapar de la persecucin nazi en 1933. Primero se refugi en Pars, y a partir de 1940, se estableci definitivamente en Nueva York. De estos aos datan los dos primeros textos a los cuales quiero referirme: la biografa de Rahel Varnhagen y el ensayo de revaloracin de Franz Kafka.7 El manuscrito para el libro sobre Rahel Varnhagen, la juda paria del Berln romntico cuya bsqueda infeliz de la asimilacin imposible sirvi a Arendt para entenderse a s misma en el Berln prehitleriano,8 estuvo terminado en su mayor parte desde 1933. La autora simplemente se interes en contar la vida de Rahel como ella misma habra podido contarla; por eso el libro est escrito desde un punto de vista desacostumbrado en el gnero biogrfico, porque el objetivo de Rahel que Hannah hizo suyo, de convertirse en portavoz de los acontecimientos, transformando lo acontecido en dicho, contando una y otra vez en la reflexin la propia historia, a uno mismo y a los dems, tiene como resultado convertir en destino la historia contada. Esto aplica tambin para lo escrito por Arendt, quien se esfuerza por seguir con la mayor exactitud las reflexiones de Varnhagen, pero tambin entiende que, si su libro se considera una contribucin a la historia de los judos alemanes, as sea slo en el aspecto que tiene que ver con el modo como asimilarse a la vida social e intelectual del mundo circundante, repercuti en una vida hasta convertirse en un destino personal, esto slo es posible porque la materia tratada es histrica, porque la historia de los judos alemanes y su problemtica han terminado.
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustn, traduccin de Agustn Serrano de Haro, Madrid, Encuentro, 2001, 150 p. (Coleccin Ensayos. Serie filosofa, 188). 7 Hannah Arendt, Rahel Varnhagen. Vida de una mujer juda, traduccin Daniel Najmas, Barcelona, Lumen, 2000, 411 p. (Lumen Femenino), y Franz Kafka revalorado, en Franz Kafka, Obras completas I: novelas, edicin de Jordi Llovet, traduccin de Miguel Senz, ensayo biogrfico Klaus Wagenbach, Barcelona, Galaxia Gutemberg; Crculo de Lectores, 1999 (Opera Mundi). 8 Es sta la hiptesis de Agustn Serrano de Haro en su presentacin de Hannah Arendt, Ensayos de comprensin 1930-1954. Escritos no reunidos e inditos de Hannah Arendt, traduccin de Agustn Serrano de Haro, Madrid, Caparrs, 2005, 554 p. (Coleccin Esprit, 54), p. 9. Al respecto Hannah Arendt escribi varios aos despus lo siguiente: Siempre he considerado mi condicin juda como uno de los datos incontrovertibles de mi vida, y acerca de tales facticidades nunca he deseado cambiar nada ni rechazar nada. Existe una cosa tal como la gratitud fundamental por todo aquello que es como es; por lo que nos es dado y no hemos hecho, ni puede ser hecho. Citado por Fina Biruls, en Hannah Arendt, Una revisin de la historia juda y otros ensayos, traduccin de Miguel Candel, introduccin de Fina Biruls, Barcelona, Paids, 2005, XXVII-195 p. (Paids Bsica, 122), p. XII.
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Pero si de lo que se trataba, segn la propia Arendt, era de no querer saber ms de lo que Rahel misma supo, y de no atribuirle, por medio de observaciones supuestamente superiores, otro destino que el que tuvo y vivi de manera consciente,9 lo cierto es que el mayor logro en la vida de Rahel: pasar de la vergenza y la infelicidad de haber nacido juda a la condicin de juda y paria que ya no est dispuesta a renunciar a esta condicin por nada del mundo, porque as ha encontrado un lugar en la historia de la humanidad europea, entraa una contradiccin y una ambigedad insuperables que residen precisamente en el pasado histrico de Europa. Y es que en una sociedad que en su conjunto ha venido siendo antisemita slo es posible asimilarse si se asimila tambin el atisemitismo. Hannah Arendt resume esta tensin al afirmar que no hay asimilacin si uno se limita a abandonar su pasado pero ignora el ajeno. Es aqu donde la melancola hunde sus races, porque no hemos sido nosotros los que nos hemos dado la vida ni la hemos elegido en libertad.10 Segn la propia Arendt, ella escribi el libro de Rahel Varnhagen con la intencin de comprender qu se puede hacer, en concreto, polticamente, como juda? Pero la formulacin de su pregunta lleva implcito el rechazo de la simple y superficial distincin que se hace entre realidad externa y realidad interna, misma que determina la perspectiva biogrfica en el relato de la vida de Varnhagen, pero tambin se destaca en el texto sobre Kafka. As como para Kafka lo que cuenta es la verdad y no una realidad externa (entendida como fachada del mundo) o una realidad interna (entendida como el secreto oculto que el otro no supo o no estuvo dispuesto a reconocer), la vida de Varnhagen adquiere el mismo carcter de irrealidad que los personajes kafkianos. Es ese carcter de irrealidad el que caracteriza a los seres humanos de los cuales escribi Hannah Arendt y que los acerca a los protagonistas de las obras de Kafka; todos ellos son modelos variables de un nico ser humano cuya nica realidad es su imperturbable concentracin en asuntos comunes a todos los seres humanos.11 A fines del otoo de 1944 o principios de invierno de 1945, Hannah Arendt entreg a Mary Underwood, de la editorial Houghton Mifflin, el priHannah Arendt, Rahel Varnhagen, op. cit., p. 18. Ibid., p. 103 y 290-291. 11 Adems de Varnhagen y Kafka, los otros seres humanos acerca de cuya vida escribi Arendt fueron Ephraim Lessing, Rosa Luxemburgo, Angelo Jiuseppe Roncalli, Karl Jaspers, Isak Dinesen, Hermann Broch, Walter Benjamin, Bertolt Brecht, Waldemar Gurian y Randall Jarrell. Todos ellos permitieron a Arendt adquirir la conviccin de que incluso en los tiempos ms oscuros [como fue la primera mitad del siglo XX] tenemos el derecho de esperar cierta iluminacin, y que esta iluminacin puede llegarnos menos de teoras y conceptos, que de la luz incierta, titilante y a menudo dbil que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y sus obras. Hannah Arendt, Hombres en tiempos de oscuridad, edicin completa y revisada, traduccin de Claudia Ferrari y Agustn Serrano de Haro, Barcelona, Gedisa, 2001, 284 p. (Coleccin Esquinas), p. 11.
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mer esbozo del libro ms personalmente significativo que tena intencin de escribir. Lo titulaba Los elementos de la vergenza: antisemitismo, imperialismo, racismo. En otras ocasiones tambin se refera a l titulndolo de manera ms dramtica: Los tres pilares del infierno. Y a veces sencillamente lo llamaba Una historia del totalitarismo. Slo seis aos ms tarde, cuando el libro, considerablemente modificado y ampliado a partir del esbozo original, estuvo casi listo para ser publicado, se decidi su ttulo definitivo. Sin embargo, tampoco el ttulo de Los orgenes del totalitarismo result satisfactorio para su autora, ya que el libro nada tena que ver con un estudio gentico, algo as como El origen de las especies de Darwin. Hannah Arendt quera encontrar un ttulo que reflejara el mtodo del libro, un mtodo claramente distinto de los utilizados por la historiografa tradicional. As por ejemplo, el ttulo de The burden of our time, bajo el cual a pesar de sus propuestas fue publicado por sus editores en Inglaterra, tuvo un xito inmediato porque captur el tono de la obra, pero no su enfoque. Hannah Arendt puso de manifiesto su problema metodolgico en una carta dirigida a la misma Mary Underwood y fechada el 24 de septiembre de 1964. Ella estaba convencida de que generalmente los historiadores dan por sentado que los acontecimientos y los periodos sobre los que escriben son parte de una secuencia, un desarrollo o una evolucin conectados con el presente. De ah que ella quisiera mantenerse alejada de la metodologa histrica en el sentido estricto, porque le pareca que esa continuidad slo estaba justificada si el autor quera entregar la materia de su estudio al cuidado y a la memoria de futuras generaciones. Escribir historia en ese sentido siempre se converta entonces en una suprema justificacin de lo sucedido.12 Aunque Hannah Arendt se neg a contemplar los objetivos del totalitarismo desde una ptica teolgica, se acerc a ella cuando se refiri al mal radical o mal absoluto. No s lo que en realidad es el mal radical, escribi a Jaspers el 4 de marzo de 1951, el mismo mes en el que se public su libro, pero tiene algo que ver con [este] fenmeno: la superfluidad de los hombres, como hombres. Arendt aventur la hiptesis de que, cuando los hombres aspiraron a la omnipotencia atribuida en las religiones monotestas al Dios que hizo a los hombres, estaban aspirando a la posibilidad de hacer al hombre superfluo. Ningn concepto del poder constitua un fundamento adecuado para la comprensin de este fenmeno; y, lo que era todava peor, la filosofa occidental nunca haba tenido un concepto puro de

12 Carta de Hannah Arendt a Mary Underwood, Houghton Mifflin, 24 de septiembre de 1964, citada por Elisabeth Young-Bruehl, Hannah Arendt, traduccin de Manuel Lloris Valds, Valencia, Edicions Alfons el Magnnim, 1993, 651 p. (Coleccin Debates/Biografa, 14), p. 262-263. Cfr. Hanna Arendt, Los orgenes del totalitarismo, Madrid, Alianza, 1987, p. 30-31.

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la poltica, y no poda tenerlo porque siempre haba hablado del Hombre y nunca de la pluralidad humana. Pero sta slo fue su conclusin para la teora poltica. Como historiadora del totalitarismo, Arendt se esforz sobre todo en demostrar que, a diferencia de los histricos regmenes de la monarqua, la repblica y la tirana, el totalitarismo, como una forma de gobierno sin precedentes, no poda pretender un suelo igualmente genuino como aqullos, porque ste slo podra revelarse bajo las imposibles circunstancias de una unidad global de toda la humanidad. Por eso el mundo ficticio del rgimen totalitario implicaba el peligro real de que, para poder seguir existiendo era indispensable la dominacin total al interior del pas y la destruccin de cualquier otro pas no totalitario que amenazara la ideologa del terror. Es aqu donde se toca la ideologa del terror y la violencia, porque para Arendt ambos suplantan y suprimen el principio de accin poltica y no slo la libertad, sino incluso cualquier espacio posible para el ejercicio de la misma; por eso no dej de sorprenderla el hecho de que los historiadores le tuvieran escasa atencin a estos dos fenmenos.13 Hannah Arendt acepta que la negacin de la libertad es comn a todas las tiranas, pero tambin afirma que para combatir al totalitarismo slo se necesita comprender una sola cosa: que se trata de la ms radical negacin de la libertad y que la existencia de movimientos totalitarios son un testimonio elocuente del desplome de la estructura entera de la moralidad, del desplome del cuerpo completo de mandatos y prohibiciones que tradicionalmente haban traducido y encarnado las ideas fundamentales de libertad y de justicia en trminos de relaciones sociales y de instituciones polticas.14 Slo as podemos entender por qu Hannah Arendt dice haber escrito su libro sobre un fondo de incansable optimismo y de incansable desesperacin. Haberlo hecho con el convencimiento de que era posible descubrir los mecanismos ocultos mediante los cuales todos los elementos tradicionales de nuestro mundo poltico y espiritual se haban disuelto, fue para ella la manera de combatir el sometimiento a la falsa grandeza de lo que se present como una necesidad histrica. En ese caso, el antisemitismo apareci slo como un catalizador del imperialismo y del totalitarismo, uno tras otro cada vez ms brutal, pero los tres, poniendo de relieve las incertidumbres esenciales de nuestro tiempo, y a la vez, demostrando que la dignidad hu-

Vid. Hannah Arendt, Sobre la violencia, traduccin de Miguel Gonzlez, Mxico, Joaqun Mortiz, 1970, 95 p. (Cuadernos de Joaqun Mortiz). Vale mucho la pena recordar el hecho poco conocido u olvidado de que este breve ensayo fue traducido al espaol en Mxico, en el mismo ao de su aparicin original en ingls, e incluso antes de que la propia Arendt lo colocara al frente de su siguiente libro: Crises of the Republic, que apareci dos aos despus. 14 De la naturaleza del totalitarismo. Ensayo de comprensin, en Ensayos de comprensin, op. cit., p. 395.

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mana precisaba de un nuevo principio poltico que alcanzara a toda la humanidad sin excepciones. Si era cierto que en las fases finales del totalitarismo ste haba aparecido como un mal absoluto (porque no poda ya ser deducido de motivos humanamente comprensibles), tambin era cierto que sin l, tal vez no habramos conocido nunca la naturaleza verdaderamente radical del mal ni habramos descubierto la medida de la fortaleza humana. Pero Arendt no se conform con la formulacin de esta irona suprema y que habra implicado la tcita aceptacin de una necesidad histrica. El punto de ruptura lo coloc en la imposibilidad de recoger del pasado lo bueno y denominarlo sencillamente nuestra herencia, despreciando lo malo, y considerndolo simplemente como un peso muerto que el tiempo por s mismo habra de enterrar en el olvido. Es as como se revela el verdadero enemigo de la humanidad que Hannah Arendt encontr en su reflexin acerca de la historia poltica moderna: la idea de una historia universal.
La corriente subterrnea de la Historia occidental ha llegado finalmente a la superficie y ha usurpado la dignidad de nuestra tradicin. sta es la realidad en la que vivimos. Y por ello son vanos todos los esfuerzos por escapar al horror del presente penetrando en la nostalgia de un pasado todava intacto o en el olvido de un futuro mejor.15

En 1958 Hannah Arendt public La condicin humana, y dos aos despus, Entre el pasado y el futuro; en ste recogi algunos de sus ms importantes ensayos publicados durante la dcada de los aos cincuenta que continuaron con el desarrollo de lneas de investigacin abiertas por Los orgenes del totalitarismo, pero ahora s explcitamente a la luz de la teora poltica y del carcter originario de la pluralidad en la poltica y en la historia. Entre 1956 y 1959 ella haba trabajado ya en el proyecto de una Introduccin a la poltica, encargada por la editorial Piper, alemana, y que se pens que hara pareja con la Introduccin a la filosofa de Karl Jaspers, publicada con gran xito por la misma casa editora de Klaus Piper desde 1950.16
15 Prlogo a la primera edicin norteamericana de Los orgenes del totalitarismo, p. 13-14. Cfr. Hannah Arendt, Conferencias sobre la filosofa poltica de Kant, traduccin de Carmen Corral, introduccin y edicin de Ronald Beiner, Barcelona, Paids, 2003, 270 p. (Paids Studio, 157), p. 18-19. Aqu, Arendt hizo explcita la disyuntiva: o bien decimos con Hegel que la Historia del mundo es el tribunal del mundo, o bien afirmamos con Kant la autonoma del espritu humano y su independencia potencial de las cosas como son o como han llegado a ser. Si el juicio es nuestra facultad para ocuparnos del pasado, el historiador es el hombre que investiga, y quien, al narrar el pasado, lo somete a juicio. Si esto es as, recobraremos nuestra dignidad humana, se la reconquistaremos a la pseudo-divinidad de la edad moderna llamada historia, sin por ello negar la importancia de la historia, pero retirndole el derecho a ser el juez ltimo. 16 Hannah Arendt, Qu es la poltica?, traduccin de Rosa Sala Carb, introduccin de Fina Biruls, Barcelona, Paids/Universidad Autnoma de Barcelona, Instituto de Ciencias de la Educacin, 2004, 156 p. (Pensamiento Contemporneo, 49).

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Esa obra en particular nunca apareci en vida de Arendt y slo la compilacin de los materiales legados por la autora vio la luz en alemn en 1993, pero su sentido ltimo, igual que la mayora de los textos reunidos en espaol en De la historia a la accin, slo se puede entender a la luz del prefacio de Entre el pasado y el futuro, donde est la clave de por qu la investigacin de los conceptos antiguo y moderno de la historia son imprescindibles para entender su pensamiento poltico.17 Al rescatar un aforismo de Ren Char que en ms de una ocasin ha servido para significar toda la obra de Hannah Arendt,18 Entre el pasado y el futuro comienza justo donde termina el prlogo a Los orgenes del totalitarismo: nuestra herencia escribi el poeta francs no proviene de ningn testamento, no hay una tradicin que entre las posesiones del pasado a un futuro. Pero adems, la falta de dicho testamento indica que ya no hay quien diga al heredero lo que le pertenecer por derecho, no hay algo que transmita y preserve indicando dnde estn los tesoros y cul es su valor, y en suma, parece no existir una continuidad voluntaria en el tiempo, sin pasado ni futuro y slo con el cambio eterno del mundo biolgico. La prdida consumada por el olvido o por un fallo de la memoria a la cual alude Arendt se traduce, en trminos de realidad poltica, como la prdida de la conciencia del cumplimiento despus de la accin, la cual es indispensable para que cualquier acontecimiento pueda ser contado a la historia y trasladar su significacin. Sin la articulacin operada por el recuerdo, sencillamente ya no hubo relato que se pudiera transmitir. Lo que falta entonces es el relato de una historia que se espera como consecuencia de la accin, y que, como tarea de la mente, consiste en entender lo que ocurri reconciliando a los hombres gracias a la comprensin. As, para Hannah Arendt, la nica causa que ha sido abandonada ha sido la ms antigua de todas, la nica que en realidad ha determinado, desde el comienzo de nuestra historia, la propia existencia de la poltica, la causa de la libertad contra la tirana.19 Pero esto no quiere decir que la historia a la cual ella se refiere sea una historia de la realidad de los acontecimientos polticos o una historia ms o menos convencional del pensamiento poltico; sus ensayos son ejercicios de pensamiento poltico no slo porque las conHannah Arendt, Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexin poltica, traduccin Ana Poljak, Barcelona, Pennsula, 2003, 430 p. (Ediciones de Bolsillo, 57) y De la historia a la accin, traduccin de Fina Biruls, introduccin de Manuel Cruz, Barcelona, Paids/Universidad Autnoma de Barcelona, Instituto de Ciencias de la Educacin, 1995, 171 p. (Pensamiento Contemporneo, 38). 18 Vase, por ejemplo, Agustn Serrano de Haro, Hannah Arendt y la equivocidad de la historia, en Jess M. Daz lvarez y Mara del Carmen Lpez Senz (comps.), Fenomenologa e historia, Madrid, Universidad Nacional de Educacin a Distancia, 2003, 239 p. (Actas y Congresos), p. 155-165. 19 Hannah Arendt, Sobre la revolucin, traduccin Pedro Bravo, Madrid, Alianza, 2004, 399 p. (El Libro de Bolsillo. Ciencia Poltica: Ciencias Sociales, 3426), p. 11.
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diciones a las cuales alude son vlidas exclusivamente dentro del campo de los fenmenos mentales, sino porque estn encaminados al nico objetivo de adquirir experiencia en cuanto a cmo pensar. Y si no se trata del hallazgo de qu hay que pensar o de qu verdades se deben sustentar, lo que Hannah Arendt consigue es describir cmo, en la medida que el hombre piensa y es intemporal dentro de la realidad de su ser concreto, l vive en la brecha del tiempo situada entre el pasado y el futuro. Pero esta brecha tampoco ha de creerse como un dato histrico real, se trata de una tensin coetnea e inmanente al hombre sobre la tierra; bien podra ser la regin del espritu, dice Arendt, pero es ms bien la senda que el pensamiento allana y recorre una y otra vez aunque no siempre nos encontremos preparados para la actividad del pensar, pero precisamente por eso es que se hace indispensable la reformulacin de los conceptos de la experiencia viva y del pensamiento que surge de ella. Es aqu donde se entiende por qu, en ms de una ocasin, Hannah Arendt dijo de s misma que ella era fenomenloga aunque no a la manera de Hegel o de Husserl. A lo largo de su obra, fueron muchas las ocasiones en las cuales Arendt insisti en la importancia de pensar a partir de la experiencia viva, y aunque todos sus escritos son efectivamente tentativas de pensar nacidas de su voluntad de comprender, fue sobre todo el ltimo lustro de su vida cuando ella tuvo la oportunidad de volver a respirar el aire libre de la filosofa. Al comenzar la dcada de los setenta, La condicin humana era considerado su libro ms filosfico, pero an habra que esperar la discusin acerca de su texto sobre El pensar, escrito a propsito de las conferencias Gifford en Aberdeen con las cuales fue distinguida. se fue el origen de los manuscritos de el pensamiento y la voluntad, las dos partes que hoy conocemos como La vida del espritu, pero el fallecimiento de Arendt impidi que el programa se completara. El vaco dejado por la tercera y ltima parte de la obra, acerca de el juicio, se trat de llenar con la publicacin de las Conferencias sobre la filosofa poltica de Kant, pero es difcil decidir acerca de ello. Ms importante para nosotros es descubrir que dichas conferencias tienen por tema a la historia moderna de la filosofa de la historia, y que en ellas no slo aparece un vvido retrato del hombre melanclico descrito por Kant como si hablara de s mismo, sino que adems la crtica de Arendt se coloca del mismo lado que el ngel de la historia de su amigo Walter Benjamin, una figura bsicamente melanclica, destruida por la inmanencia de la historia, como observ Gershom Scholem. Pero el hecho de que Hannah Arendt, como el historiador de Catn, haya preferido colocarse del lado de la causa vencida, no quiere decir que se haya conformado con huir del presente o con la sublime dignidad de la derrota, el carcter melanclico de su propia filosofa radica en el sentido de una lucha de antemano perdida: la lucha por la dignidad humana.
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