REVISTA SURdeMexico No 1
REVISTA SURdeMexico No 1
REVISTA SURdeMexico No 1
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3 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
NDICE
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
En busca de la interdisciplina? El caso de la antropologa
poltica y la ciencia poltica
Roberto Varela 5
La aculturacin dirigida: Aguirre Beltrn y la teora del indi-
genismo mexicano
Rodolfo Stavenhagen 14
De la fnca a la comunidad: historia e identidad tojolabal en el
Suroeste de Chiapas en la segunda mitad del siglo XX
Guillermo Castillo Ramrez 22
Organizacin y participacin para el ecoturismo: implicacio-
nes socioculturales en el ejido Chacchoben, Quintana Roo
Maricela Sauri Palma, Birgit Schmook, Fernando Limn
Aguirre y Antonio Saldvar Moreno 34
Migracin familiar y crecimiento infantil en una zona urbana
pobre de Mrida, Yucatn
Hugo Azcorra Prez y Federico Dickinson 45
RESEAS CRTICAS
Reseas de libros, revistas, artculos y cap-
tulos
Baklanoff, Eric. N., y Edward. H. Moseley, eds. Yucatn in an
era of globalization (Ral Mesa) 56
Cahuich, Martha y Alberto del Castillo, coords., Conceptos,
imgenes y representaciones de la salud y la enfermedad en
Mxico: siglos XIX y XX
(Berenise Bravo Rubio) 57
Grobet, Lourdes, Espectacular de lucha libre (Ral Nivn
Ramrez) 59
Hernndez, Natalio, El despertar de nuestras lenguas: que-
man tlachixque totlahtolhuan
(Fidencio Briceo Chel) 60
Hernndez Daz, Jorge, coord., Ciudadanas diferenciadas
en un estado multicultural: los usos y costumbres en Oaxaca
(Olga J. Montes Garca) 62
Hernndez Daz, Jorge, coord., Ciudadanas diferenciadas
en un estado multicultural: los usos y costumbres en Oaxaca
(Orlando Aragn Andrade) 64
Moreno Andrade, Sal Horacio, Dilemas petroleros: cultura,
poder y trabajo en el Golfo de Mxico (Vctor Manuel An-
drade Guevara) 66
Legorreta Daz, Mara del Carmen, Desafos de la emanci-
pacin indgena: organizacin seorial y modernizacin en
Ocosingo, Chiapas (1930-1994)
(Gabriel Ascencio Franco) 68
Robichaux, David, comp., Familia y diversidad en Amrica
Latina (Rosario Esteinou) 70
Rodrguez Gmez, Guadalupe, El frijol en Mxico: elementos
para una agenda de soberana alimentaria (Cynthia Hewitt
de Alcntara) 74
Vargas Cetina, Gabriela, coord., La antropologa en cues-
tin: cinco ensayos temticos y un estudio de caso (Francis-
co Fernndez Repetto) 76
Wells, Allen y Gilbert M. Joseph, Summer of discontent, sea-
sons of upheaval: elite politics and rural insurgency in Yu-
catan, 1876-1915 (Piedad Rivero Peniche) 79
Reseas de materiales audiovisuales
Dehouve, Danile, La politique en terres indiennes Crnica
poltica de un municipio indgena (Marguerite Bey) 82
Reseas de recursos electrnicos
La biblioteca electrnica del Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales (Esteban Krotz) 83
LA INVESTIGACIN SOCIAL Y HUMANSTICA EN
LA REGIN SUR SURESTE DE MEXICO: INSTITU-
CIONES (MUSEOS, INSTITUCIONES DE INVESTIG-
ACIN Y DOCENCIA, PROGRAMAS DE ESTUDIO)
EVENTOS, TESIS PRESENTADAS, PUBLICACIO-
NES, AVISOS Y ANUNCIOS
Instituciones y eventos vinculados con y/o de
inters para la investigacin en ciencias socia-
les y humanas en el SurSureste de Mxico
Museos
El Museo de la Guerra de Castas en Tihosuco, Quintana Roo
Teresa Quiones Vega 85
Instituciones
Instantneas del Instituto de Artes Grfcas de Oaxaca
Luis Manuel Amador 89
Eventos
REVISTA SUR DE MXICO 4
111 El Sur desde El Sur: refexiones de un Simposium
Andrs Fbregas Puig 91
El IV Foro Acadmico del INAH Veracruz
Daniel Nahmad Molinari 93
Tesis de grado y de posgrado en ciencias so-
ciales presentadas recientemente en o sobre la
regin
Tesis de posgrado en ciencias sociales presentadas
recientemente en instituciones acadmicas del Sur-
Sureste de Mxico 95
Publicaciones en ciencias sociales y humanas
relacionadas con la regin SurSureste de M-
xico
Libros de ciencias sociales y humanas editados en
el SurSureste de Mxico 99
Tablas de contenido de publicaciones peridicas es-
pecializadas en ciencias sociales y humanas edita-
das en el SurSureste de Mxico 100
Textos de ciencias sociales y humanas contenidos
en publicaciones peridicas diversas, editadas en el
SurSureste de Mxico 109
Libros, artculos y captulos de inters para la in-
vestigacin en ciencias sociales y humanas sobre el
SurSureste de Mxico, editados en otras partes del
mundo 110
DATOS BSICOS DE LAS AUTORAS Y LOS AU-
TORES DE ESTE NMERO 111
RESMENES DE LOS ARTCULOS DE INVES-
TIGACIN EN INGLS Y EN LENGUAS IND-
GENAS DE LA REGIN 112
5 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
El proyecto general de la nueva revista
SurdeMxico es una revista cientfca multi-disciplinaria centrada en el anlisis de los procesos sociales y culturales actuales y
recientes del Sur-Sureste mexicano.
Su objetivo es dar a conocer y discutir la investigacin en ciencias sociales y humanas generada en la regin Sur-Sureste de Mxico
(ocasionalmente, tambin en las regiones adyacentes) y la elaborada en diferentes partes del mundo sobre la regin.
SurdeMxico es una revista con decidido enfoque regional, pero no limitada a la regin, ya que aborda tambin temas de alcance
nacional y latinoamericano-caribeo as como cuestiones generales de las ciencias sociales y humanas. Por lo general, no tiene nme-
ros temticos, pero en ocasiones publica dossiers compuestos por varios textos dedicados a un mismo tema.
A este objetivo estn dedicadas sus dos secciones principales: la seccin de artculos de investigacin emprica y de debate terico y
metodolgico, y la seccin de reseas crticas.
En su tercera seccin, la revista SurdeMxico difunde informacin sobre eventos y nuevas publicaciones, instituciones y progra-
mas de estudio generados y ubicados en la regin, promoviendo as la visibilidad de las ciencias sociales y humanas en la regin y el
intercambio de ideas entre instituciones, especialistas y estudiantes.
SurdeMxico es un proyecto multi-institucional patrocinado por una amplia gama de instituciones y dependencias acadmicas
ubicadas, ante todo, en las entidades federativas del SurSureste de Mxico, y por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (Coordi-
nacin SurSureste). Cada una de las instituciones patrocinadoras designar un enlace acadmico. Se espera que crezca el nmero de
instituciones patrocinadoras durante los prximos meses.
En su primera etapa, la edicin de SurdeMxico est a cargo de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regio-
nales Dr. Hideyo Noguchi de la Universidad Autnoma de Yucatn. Posteriormente se har cargo otra institucin patrocinadora.
Los diferentes consejos y comits estn en proceso de formacin y consolidacin. La revista cuenta con el patrocinio del Consejo
Mexicano de Ciencias Sociales (Comecso), en especial de su Coordinacin para la regin SurSureste.
En su etapa inicial, la edicin de SurdeMxico est hospedada en y cuenta con apoyo especial de la Unidad de Ciencias Sociales del
Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi de la Universidad Autnoma de Yucatn (Mrida, Yuc.); dado su carcter
multi-disciplinario y multi-institucional es de esperar que posteriormente otra institucin patrocinadora se haga cargo de la edicin.
La revista aparece tres veces al ao, impresa en papel y, posteriormente, tambin en forma electrnica. Se reciben permanentemente
propuestas de textos para ser publicados (que son sometidos a dictamen annimo por parte de especialistas).
Antecentes y agradecimientos
El proyecto de la revista SurdeMxico tiene varios aos de gestarse. Por ello, se agradece de manera muy especial su paciencia a toda/
os la/os autora/es que desde hace tiempo estn aguardando la publicacin de sus textos.
Aparte de la/os autora/es de este primer y los siguientes dos nmeros, hay una larga lista de personas a quienes se debe que fnalmente
est saliendo el primer nmero de la imprenta. Entre ellas hay que mencionar ante todo las subsiguientes autoridades acadmicas de la
Unidad de Ciencias Sociales (Efran Poot Capetillo, Beatriz Torres Gngora y Miguel Gmez Pineda) y del Centro de Investigaciones
Regionales Dr. Hideyo Noguchi de la Universidad Autnoma de Yucatn (Judith Ortega Canto y Jorge Zavala Castro), quienes apo-
yaron y acompaaron el proyecto desde su inicio. Tambin es menester agradecer al rector de la Universidad Autnoma de Yucatn,
Alfredo Djer Abimehri, su apoyo a las actividades de la Coordinacin Regional del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales y el proyecto
de la revista SurdeMxico.
En diferentes etapas del proyecto se cont con la colaboracin de Irving Berlin Villafaa, Myriam Estrada Castillo, Isela Gonzlez Ma-
rn, Jos Jess Lizama Quijano, Manyari Lpez Bracamonte, Jimena Pavn y May Wejebe; fue importante tambin el apoyo recibido
de parte de Carmita Carrillo y de Virginia May. Igualmente se agradece la colaboracin vigente hasta ahora de Yamili Chan Dzul, Elsy
Flores y Martha Alicia Lpez Villanueva.
Hubiera sido imposible el arranque de la revista sin la labor efciente y desinteresada del Comit de Redaccin, ubicado en la Unidad de
Ciencias Sociales de la Universidad Autnoma de Yucatn, cuyos integrantes laboran casi todos en diferentes instituciones acadmicas
de la Ciudad de Mrida. Lo mismo vale para el Consejo Editorial; sus miembros fundadores, que cubren una amplia gama de disciplinas
sociales y humanas, estn laborando en diferentes partes del pas y del extranjero, pero cuentan todos con vnculos con la regin. El
Consejo Asesor est todava en formacin.
Un agradecimiento especial se dirige a toda/os la/os colegas que aceptaron elaborar dictmenes sobre textos propuestos para su pu-
blicacin a SurdeMxico, y que fueron sumamente importantes para la toma de decisiones. En cada tercer nmero se dar a conocer
sus nombres.
PRESENTACIN
REVISTA SUR DE MXICO 6
Clave han sido los apoyos acadmicos y fnancieros de las autoridades de las diferentes instituciones patrocinadoras de la revista,
cuyo nmero seguramente aumentar en el futuro. En estos meses est completndose el conjunto de corresponsales institucionales,
cuyos nombres sern consignados en los nmeros futuros de la revista y consolidndose el mecanismo de apoyo fnanciero.
Con respecto al trabajo tcnico-editorial se agradece a su comprensin y paciencia a la Lic. Gabriela Castilla de Gmez (CEPSA Edi-
torial) y, con respecto a la propuesta de diseo, al LDG Jorge Mndez Arceo.
El contenido del nmero 1
Los cinco artculos de investigacin de este primer nmero abarcan una amplia gama temtica. La seccin abre con un texto de Ro-
berto Varela, fallecido en 2005 como profesor distinguido de la Universidad Autnoma Metropolitana (Ciudad de Mxico), quien
inici su vida profesional como antroplogo en Chiapas. Su anlisis de la relacin entre la antropologa poltica y la ciencia poltica
constituye un examen de aspectos de la interdisciplinariedad que es de inters tambin para otros cruces de disciplinas y campos
fenomnicos. Rodolfo Stavenhagen, hasta hace poco Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Situacin de los Derechos Hu-
manos y las Libertades Fundamentales de los Indgenas, estudia los ms importantes aspectos de la obra del antroplogo veracruzano
Gonzalo Aguirre Beltrn, que ha tenido importantes consecuencias para la conformacin de las relaciones intertnicas e intercul-
turales en Mxico. En De la fnca a la comunidad, Guillermo Castillo Ramrez aborda la conformacin y los cambios identitarios
de un grupo de chiapanecos tojolabales durante la segunda mitad del siglo pasado y contribuye de esta manera a la comprensin
de las relaciones intertnicas e interculturales actuales. El tema cada vez ms importante del ecoturismo es estudiado por un equipo
formado por Maricela Sauri Palma, Birgit Schmook, Fernando Limn Aguirre y Antonio Saldvar Moreno con referencia al caso con-
creto del ejido Chacchoben, en Quintana Roo. Cierra la seccin con una investigacin sobre las relaciones entre migracin familiar y
crecimiento infantil en una zona urbana pobre de la Ciudad de Mrida, llevado al cabo por dos autores ampliamente experimentados
en esta temtica, Hugo Azcorra Prez y Federico Dickinson.
La seccin de reseas, que SurdeMxico considera especialmente importante para el examen y la circulacin de ideas tericas,
aproximaciones metodolgicas, estudios empricos y propuestas prcticas, contiene doce reseas de once obras impresas (la mitad
referida especfcamente a la regin), una resea de un video y una ms, referida a una biblioteca virtual.
En la tercera seccin de la revista SurdeMxico se ha reunido informacin sobre una amplia gama de actividades e instituciones
relacionadas con la generacin y circulacin del conocimiento sociocientfco y humanstico en y sobre la regin. Como primera de
una serie de reseas de museos, importantes lugares de sistematizacin y difusin de conocimientos sociales, Teresa Quiones resea
historia y actualidad del Museo de la Guerra de Castas en Tihosuco, Quintana Roo. Por su parte, Luis Manuel Amador presenta con el
Instituto de Artes Grfcas de Oaxaca la primera de una serie de instituciones importantes en la regin, donde se combinan distintos
aspectos de la generacin, la discusin y la difusin del conocimiento social, cultural, histrico y poltico sobre la regin. Cierra esta
subseccin con dos reseas de eventos acadmicos de inters ms all de los participantes en ellos: un simposium centrado precisa-
mente en examinar la conformacin y las perspectivas de la regin y un examen al interior de una institucin dedicada desde hace
mucho tiempo al estudio de la misma.
En la siguiente subseccin, cuyo tamao seguramente aumentar en el futuro, se informa sobre tesis de posgrado en ciencias sociales
presentadas recientemente en y sobre la regin, porque se considera que las tesis de posgrado contienen informacin actualizada y
participan en la discusin terica ms reciente.
La ltima subseccin constituye el inicio de un inventario sistemtico de publicaciones de todo tipo sobre la regin, tanto la generada
en ella como fuera de ella.
Invitacin
Se invita a investigadores y docentes acadmicos, profesionales y estudiantes (especialmente recin graduados y de posgrado) de
todos los campos de las ciencias sociales y humanas, a enviar sus textos para las primeras dos secciones (artculos de investigacin y
reseas) y a proponer a la Redaccin instituciones, eventos y publicaciones para ser incluidas en la tercera seccin de la revista. No
hay fechas peridicas para la recepcin de materiales y propuestas, sino que se reciben todo el tiempo.
En el portal electrnico de la revista, se publica desde hace algn tiempo un listado de textos propuestos para su resea; en la mayora
de los casos, la revista puede proporcionar a posibles reseadora/es copia del texto en cuestin, por lo que se invita especialmente a
posibles interesados/a comunicarse con la Redaccin.
Finalmente, la revista SurdeMxico hace un llamado a los artistas grfcos de la regin, poniendo a su disposicin las partes libres
de texto para la publicacin gratuita de sus obras (blanco y negro): interesada/os favor de comunicarse con la Redaccin.
Esteban Krotz
7 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
EN BUSCA DE LA INTERDISCIPLINA?
EL CASO DE LA ANTROPOLOGA POLTICA Y LA CIENCIA POLTICA
Roberto Varela*
El artculo examina las defniciones de lo poltico generadas durante la segunda mitad
del siglo pasado por diversos autores clsicos de la ciencia poltica o politologa, por
una parte, y la antropologa poltica, por la otra; es importante considerar que varios
de los autores escogidos estaban involucrados en aquel tiempo en una polmica sobre
la existencia o no de la antropologa poltica. La determinacin precisa de la especi-
fcidad de ambas tradiciones investigativas la primera, una disciplina considerada
completa, con intereses prcticos y centrada en las sociedades occidentales moder-
nas, la segunda, una subdisciplina poco consolidada de la antropologa, con intereses
ms bien tericos y abocada al examen de la ms amplia gama de formas de lo poltico
en todos los lugares y tiempos se revela como la precondicin para considerar las
posibilidades de una autntica interdisciplina. El desarrollo de cualquiera de las di-
ferentes modalidades lgicamente posibles de sta ltima, plantearn nuevamente el
problema de la defnicin del concepto del fenmeno poltico.
Palabras clave: interdisciplina; antropologa poltica y politologa; defnicin de lo po-
ltico.
* Roberto Varela Velzquez (Guadalajara 1934-Ciudad de Mxico 2005) inici su labor docente en 1972-1973 en la Escuela de Desarrollo Regional en San Cris-
tbal de las Casas. Posteriormente trabaj en la Universidad Iberoamericana y en el entonces Centro de Investigaciones Superiores del INAH (hoy CIESAS),
instituciones capitalinas con las que permaneci estrechamente vinculado (la segunda le otorg en 1983 el doctorado en antropologa por su tesis Expansin
de sistemas y relaciones de poder: antropologa poltica del Estado de Morelos). Desde 1975 hasta su repentina muerte hace seis aos, fue profesor-investigador
fundador del Departamento de Antropologa de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autnoma Metropolitana (UAM), donde ocup tambin los cargos de
Jefe de Departamento y Director de la Divisin de Ciencias Sociales y Humanidades y fund el Doctorado en Ciencias Antropolgicas. Fue Miembro de la Junta
Directiva de la UAM y en 1995 fue designado Profesor Distinguido; todava en el ao de su muerte se cre en la UAM-Iztapalapa la Ctedra Roberto Varela. Sus
principales intereses de investigacin eran la teora antropolgica (que ense varios aos tambin en la Universidad Autnoma de Yucatn) y la epistemologa
de la antropologa, por un lado, y, por el otro, la antropologa poltica. Sus ltimos dos libros aparecieron pstumamente: Los trabajos y los das del antroplogo:
ensayos sobre educacin, cultura, poder y religin (UAM, Mxico, 2005) y Cultura y poder: una visin antropolgica para el anlisis de la cultura poltica (Anthropos/
UAM-I, Barcelona/Mxico, 2005). Sobre su vida y obra informan la seccin In memorian Roberto Varela (en: Alteridades, v. 15, 2005, n. 29, pp. 125-140) y la
seccin Homenaje a Roberto Varela por sus 70 aos (en el primer libro mencionado, pp. 243-279). El artculo es una versin revisada de una ponencia presen-
tada en octubre de 2002 en el Encuentro Pueblos y Fronteras, en San Cristbal de las Casas, Chiapas.
Cuando yo era joven muchos, muchos aos atrs,
lleno del fervor flosfco de la escolstica y de las ideas
claras y distintas cartesianas, pretenda poder encontrar
defniciones precisas en las ciencias sociales. Haba apren-
dido entonces que una ciencia, para constituirse como tal,
debera (De Vries en Brugger 1988:398-399) defnir:
el objeto material, es decir, el ente concreto total al
que se dirige el sujeto, y el objeto formal, o sea, la
caracterstica particular, el aspecto especial (for-
ma) que en ese todo se considera. Objeto formal
de [...] una ciencia [...] es aquel aspecto comn a
todos sus objetos y aprehendido, por lo menos im-
plcitamente, en cada una de las participaciones
individuales de dicho aspecto.
Aunque ya no soy tan joven y he perdido mucho de
aquel fervor, sigo afrmando que no podemos seguir
avanzando en nuestras ciencias sociales mientras no
sometamos a nuestras disciplinas a una rigurosa revi-
sin de los conceptos que utilizan.
El intento que comparto de Lvi-Strauss (1965:30)
para resolver con brillantez y contundencia el problema
del totemismo me parece que viene de la misma preocu-
pacin y nos proporciona un mtodo adecuado para re-
solverlo:
En efecto, tanto en este caso como en otros, el mto-
do que pensamos utilizar consiste en:
1. Defnir el fenmeno que vamos a estudiar como
una relacin entre dos o ms trminos reales o
virtuales.
2. Construir el cuadro de permutaciones posibles
entre estos trminos.
3. Tomar este cuadro como objeto general de un
anlisis que, a este nivel solamente, puede llegar
a establecer conexiones necesarias, puesto que el
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 8
fenmeno emprico contemplado al momento de
partir no era sino una combinacin posible entre
otras, cuyo sistema total debe ser previamente re-
construido.
Reduzco aqu el problema de la interdisciplina a la
relacin entre slo dos disciplinas, antropologa poltica
y ciencia poltica. Quin es el valiente que nos defna
con precisin la una y la otra o al menos uno de sus com-
ponentes que entrara como el trmino medio de la com-
paracin? Cmo establecer un posible puente interdis-
ciplinario cuando no sabemos con la sufciente claridad
dnde estn y cmo son las pretendidas columnas que le
darn sustento?
POLITOLOGA Y ANTROPOLOGA:
DEFINICIONES DE LO POLTICO
Encuentro como constante comn en ambas discipli-
nas o la indefnicin de lo que se entiende por poltica o
elaboraciones insufcientes que no logran ni dentro de
su respectiva disciplina consenso. Vayamos a los hechos.
En 1970, por ejemplo, W. J. M. Mackenzie, en su pe-
queo y, por otro lado, excelente libro The Study of Poli-
tical Science Today, afrmaba:
La defnicin de la materia de una ciencia viene
normalmente al fnal, no al comienzo, de su in-
vestigacin [] Esos ejemplos [Parsons, Easton,
Duverger, Oakeshott] son sufcientes para de-
mostrar que si intentamos defnir la poltica de-
bemos aceptar un compromiso ya sea al comien-
zo del argumento o debemos participar en toda
la investigacin de la ciencia poltica, normativa
y descriptiva. Parece ms sabio adoptar el dictum
de MacIntyre, formulado en relacin con la ti-
ca: Por esto sera peligroso y no slo sin sentido,
comenzar estos estudios con una defnicin que
delimitara cuidadosamente el campo de investi-
gacin (Mackenzie 1970:14).
Sin embargo, Mackenzie tom tanta precaucin que
ni al fnal del libro llega a una defnicin.
En The Social Science Encyclopedia (1999 [1996])
aparece en un artculo sobre la ciencia poltica:
La ciencia poltica es una disciplina acadmica,
dedicada a la descripcin sistemtica, explicacin
y evaluacin de la poltica y del poder Los ma-
yores subcampos de la investigacin incluyen el
pensamiento poltico, la teora poltica, la historia
poltica, las instituciones polticas, anlisis polti-
co comparativo, administracin pblica, poltica
pblica, seleccin racional, sociologa poltica, re-
laciones internacionales, y las teoras del estado
(OLeary 1999:632).
Excelente ejemplo de una defnicin tautolgica: la
ciencia poltica estudia la poltica. El lector tendr que
adivinar o inventar qu es poltica y qu es poder, pues
stos no son defnidos en el cuerpo del artculo.
La antropologa poltica, por su parte, no se queda
a la zaga. Lewellen, en su libro Political Anthropology
(1992), confesa:
Sin embargo, la antropologa poltica, como la an-
tropologa en general, permanece inmune a una
defnicin precisa [] El resultado es que la antro-
pologa poltica existe en gran parte a travs de un
popurr de los estudios que pueden ser clasifcados
en unos pocos temas amplios slo con un poco de
esfuerzo y bastante artifcio (Lewellen 1992:2).
La Encyclopedia of Social and Cultural Anthropolo-
gy (2001 [1996]), en su artculo dedicado a la antropolo-
ga poltica afrma que:
La antropologa poltica ha resultado un subcam-
po especializado dentro de la antropologa social y
cultural. Entre la dcada de los cuarenta y media-
dos de la de los sesenta hubo una generacin de
antroplogos polticos excepcionalmente cohesi-
va, que estableci un canon y un programa que se
desarroll tarde y dur poco. Pero, aparte de ese
corto periodo, la defnicin antropolgica de la
poltica y su contenido poltico ha sido tan amplia
que se puede encontrar en todas partes formando
la base de casi todas las preocupaciones de la dis-
ciplina en sus aproximadamente cien aos de his-
toria profesional. En 1950 [sic], el politlogo Da-
vid Easton critic a los antroplogos polticos por
ver a la poltica simplemente como un asunto de
relaciones de poder y desigualdad; actualmente,
la sensibilidad antropolgica a la omnipresencia
del poder y de lo poltico es considerada una de
sus fortalezas (Vincent 2001:428).
Creo que es de utilidad revisar la crtica que hizo Eas-
ton en 1959 a la antropologa poltica y las respuestas
que se le hicieron, pues nos podr servir como gua para
la comprensin de ambas disciplinas:
Los antroplogos estn preocupados por asuntos
polticos tales como las fuentes del conficto so-
cial y los mecanismos integrativos para acallarlos;
la naturaleza y funcin de la ley y del proceso le-
gal; el impacto de las sociedades complejas sobre
las primitivas, con atencin especial a las conse-
cuencias para la estructura poltica; las transfor-
maciones de las lites polticas; la aplicacin de
datos antropolgicos existentes para la solucin
de asuntos urgentes de planeacin poltica; y la
introduccin de conceptos y mtodos antropol-
gicos en el estudio de las sociedades modernas
complejas. Al cubrir la reciente literatura en este
campo, he elegido concentrarme en unos pocos
asuntos centrales, y dos docenas de monografas y
artculos que me parecen de inters excepcional
La esencia de mi argumento ser que, aunque el
ROBERTO VARELA
9 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
titulo de este ensayo es antropologa poltica,
tal subcampo no existe y no existir hasta que un
buen nmero de problemas sean resueltos. La in-
vestigacin ad hoc es valiosa y se necesita todava
ms; pero la necesidad central de los antroplo-
gos polticos hoy en da es una amplia orientacin
terica hacia lo poltico. En el pasado se han dado
bsicamente dos acercamientos diferentes en el
estudio de la poltica en sistemas primitivos. Por
una parte, pocos acadmicos han dirigido su aten-
cin a fenmenos estrictamente polticos, bus-
cando entenderlos en s mismos. Originalmente
suscitada por Sir Henry Maine y Louis H. Mor-
gan, esta ambiciosa, aunque escasa, tradicin se
refeja en el trabajo de Franz Oppenheimer, W. C.
MacLeod, y R. H. Lowie, y ms recientemente en
Sistemas Polticos Africanos [1940] y en el libro
de I. Schapera [1956]. Los autores de tales estu-
dios en su mayor parte no han llevado a cabo la
recoleccin directa de datos polticos; ms bien,
han buscado darle un sentido terico a la investi-
gacin de otros. Han sido tericos que se han es-
forzado por proporcionar una especie de matriz
terica para el ulterior desarrollo de esta rea de
la antropologa.
Por otro parte, se encuentran los trabajadores de
campo, los recolectores de datos, muchos de ellos
preocupados por los fenmenos polticos como
un asunto de inters ms bien indirecto que cen-
tral. Desde la publicacin de Sistemas Polticos
Africanos ha habido mucha ms investigacin
en asuntos polticos; pero aparte de descripcio-
nes etnogrfcas de la vida poltica [], o estudios
de algn aspecto especial de la vida poltica [],
este volumen creciente refeja los esfuerzos para
determinar el efecto de la vida poltica en otros as-
pectos de las sociedades primitivas, con los otros
aspectos normalmente como el punto de inters
(Easton 1959:210-211).
Para poner la cuestin en trminos formales,
las instituciones y las prcticas polticas tien-
den a ser vistas en la investigacin antropolgica
como variables independientes, de inters prima-
riamente por sus efectos en otras instituciones y
prcticas de la sociedad de la cual forman parte.
A primera vista puede parecer que alguna obje-
cin a esta apreciacin es justo partir pelos en
el aire. Si los datos obtenidos son relevantes
y las hiptesis deducidas de ellos son slidas,
qu diferencia puede tener para nuestro cono-
cimiento primordial sobre las sociedades si lo
poltico es visto como una consideracin prima-
ria o como secundaria?
El hecho es que s hace una diferencia muy impor-
tante. Una de las mayores consecuencias de rele-
gar los datos polticos al status accesorio ha sido
que la ambigedad, por no decir la confusin,
contina en obscurecer la distincin analtica
entre el comportamiento poltico y otras formas
sociales de comportamiento. Y esto ha signifca-
do a su vez que, a pesar del volumen creciente de
investigacin sobre la vida poltica primitiva, nos
quedamos sin una prueba confable que nos indi-
que lo que debe incluirse o excluirse del conjunto
de relaciones polticas que llamamos un sistema
poltico. Por el momento, no se trata de si la des-
cripcin de tales relaciones es til para propsitos
de la investigacin, sino slo de si siquiera existe
una defnicin razonablemente bien articulada
(Easton 1959:212-213).
Qu propona, en cambio, l?
Para descubrir diferentes signifcados entre los
sistemas polticos, ser necesario desarrollar una
conceptualizacin alternativa a la propuesta por
Smith. Algunas consideraciones amplias ya se
han propuesto en otra parte [Easton 1953, 1957]
de tal manera que aqu necesito referirme slo a
unos pocos de sus elementos mayores.
Para propsitos de claridad, he encontrado til
evitar caracterizar los aspectos polticos de la so-
ciedad como gubernamentales. En las sociedades
complejas modernas, el trmino gobierno est
cargado con tal variedad de connotaciones estruc-
turales especfcas que lo reservar para referir a
aquellos roles sociales que estn dedicados a la
tarea de tomar y ejecutar da a da decisiones pol-
ticas. En su lugar prefero el trmino ms familiar
de sistema poltico. Usar esta frase para identif-
car el conjunto ms inclusivo de acciones polticas
en un sistema social
La accin poltica ser vista como un aspecto de la
accin social en general. Un acto ser poltico en
cuanto diferente a uno econmico, religioso o de
parentesco, por ejemplo, cuando es ms o menos
relacionado con la formulacin y ejecucin de de-
cisiones vinculantes o autoritativas para un siste-
ma social [Easton 1953]. Una decisin es un acto
que adjudica cosas valiosas entre dos o ms per-
sonas o grupos, ya sea por proporcionarles algo o
por negrselos. Una decisin es autoritativa cuan-
do las personas a las que afecta se consideran a s
mismas ligadas por ella. Para los limitados prop-
sitos de este escrito, no importa por qu una deci-
sin es aceptada o qu consecuencias tiene para el
sistema social como un todo.
Desde este punto de vista, las decisiones polticas
se toman en toda clase de sistemas sociales con-
cretos: familias, grupos de parentesco extensos,
grupos de edad, asociaciones, linajes corporados,
negocios familiares, sindicatos, partidos poltico,
etc. Cada una de estas unidades sociales tiene
conjuntos de actividades que podemos designar
como sus sistemas polticos, en tanto se tomen
decisiones vinculantes y se pongan en efecto.
Pero en la ciencia poltica y en otras disciplinas
sociales, estamos preocupados esencialmente con
el funcionamiento, mantenimiento y cambio de la
sociedad como un todo, el sistema social ms in-
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 10
clusivo. De aqu, a menos que el contexto indique
lo contrario, confnar la idea de sistema poltico
a aquellas actividades ms o menos relacionadas
directamente con las decisiones vinculantes para
una sociedad y sus mayores subdivisiones.
Para proporcionar algunos puntos convenientes
de referencia para el anlisis de los sistemas pol-
ticos, es til proponer la siguiente pregunta: qu
clases de actividades se necesitan llevar a cabo si
una sociedad es capaz de tomar e implementar
tales decisiones vinculantes? Como hemos visto,
Smith ha aislado dos clases de actividades, las
administrativas y las polticas o las orientadas
por el poder. Mi crtica no es que esta especif-
cacin sea errnea, sino que es demasiado gene-
ral para ser til. En vez de ello, sugiero que hay
bsicamente al menos cinco clases diferentes de
actividades en que los miembros de una sociedad
deben involucrarse si se toman y llevan a efecto
decisiones vinculantes: (1) la formulacin de de-
mandas, (2) legislacin, (3) administracin, (4)
adjudicacin, y (5) el acopio de apoyo o solidari-
dad. Para nuestros presentes propsitos la ltima
actividad es la ms importante.
Primero, si se tiene que tomar una decisin, debe
ser posible para al menos algunos de los miem-
bros de la sociedad ejercer presin sobre deman-
das que piensan deben tomarse. Sin la existencia
de demandas potencialmente confictivas no ha-
bra necesidad de hacer elecciones entre cursos
alternativos de acciones. Y especialmente cuando
la poblacin aumenta, es necesario tener una ac-
tividad dedicada a la formulacin de demandas
de tal manera que puedan tomarse decisiones.
En algunas sociedades complejas, por ejemplo,
la opinin de los lderes, los medios masivos de
comunicacin, los grupos de inters, y otros se-
mejantes presentan una multitud de demandas
heterogneas; es parte de la funcin de los parti-
dos polticos recolectarlas, sintetizarlas, ordenar
las que vistas como alternativas realistas o desea-
bles, formularlas en asuntos impugnables relativa-
mente homogneas y, entonces, buscar decisiones
basadas en la aceptacin de una u otra alternativa.
Sin la reduccin de muchas demandas a unas rela-
tivamente pocas, sera imposible para los tomado-
res de decisiones habrselas con ellas.
Segundo, deben existir procesos que permitan que
se acte sobre estas alternativas y se conviertan en
reglas vinculantes que validen el comportamien-
to. Esto es lo que concebimos generalmente como
legislacin. Puede comprender estructuralmente
desde el consenso informal por los ancianos de
una pequea banda de bosquimanos hasta las le-
yes plenamente deliberadas de una legislatura mo-
derna.
Tercero, debe haber procesos administrativos o ac-
tividades que lleven a efecto las decisiones. Se nece-
sita inicialmente que personal e instalaciones sean
organizados y canalizados hacia la consecucin de
los objetivos defnidos por el proceso legislativo.
Cuarto, en cada sistema debe haber actividades
decisorias que invoquen las reglas obligatorias,
ya sea en la forma de decisiones hechas delibera-
damente o leyes consuetudinarias que se activen
cuando la ocasin lo requiera, y que se apliquen
frente a presuntos rompimientos.
Y quinto, debe haber tambin actividades que ten-
gan como resultado el acopio de apoyo y el desa-
rrollo de solidaridad. Existen tres niveles o focos
alrededor de los cuales se moviliza tpicamente en
cada sistema poltico: el gobierno, el rgimen, y la
comunidad poltica (Easton 1959:226-228).
Aos despus (Easton 1965b:153) volva enftica-
mente a reconfrmar su posicin:
[] Por razones elaboradas en otra parte, en el
nivel ms general es altamente til representar
un sistema poltico como un conjunto de inte-
racciones a travs de las cuales se adjudican
autoritativamente cosas valiosas para una so-
ciedad
LA ANTROPOLOGA POLTICA FRENTE A LA
CRTICA POLITOLGICA
Aunque la escuela procesualista tom algunas ideas
de Easton, su concepcin de la poltica fue rechazada.
En Political Anthropology (1966) escribieron:
David Easton est cercano a las realidades emp-
ricas de lo poltico cuando defne la vida poltica
como un conjunto de interacciones sociales de
parte de individuos o grupos (1955:49), [me pa-
rece que aqu hay un error de transcripcin, pues
en realidad citan su libro de 1965a] pero parece
que cae de nuevo en la trampa estructuralista
cuando contina distinguiendo las interacciones
polticas de todas las otras clases de interacciones
sociales, en que stas estn predominantemen-
te orientadas hacia la adjudicacin autoritativa
[nfasis de los autores] de valores para una socie-
dad (Easton 1965:50). Muchos campos polticos
se extienden ms all de las fronteras de una so-
ciedad; y las luchas de las sociedades por el po-
der se libran entre grupos que no reconocen una
autoridad comn y tienen poco o nulo consenso
normativo. Ms an, el igualar lo poltico con la
poltica intrasocial [societal politics] es privarnos
de un medio crucial para entender an la espe-
cifcacin morfolgica distintiva de la poltica in-
trasocial. A menudo es a travs de su comembre-
sa en un campo poltico intersociedades que los
componentes, en siempre cambiantes relaciones
de conficto y alianza, sumen su forma poltica es-
pecfca (Swartz, Turner y Tuden 1994:118).
Dos aos despus, en Local-Level Politics, escribe
Swartz:
ROBERTO VARELA
11 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
Sin asumir un positivismo radical decimonnico
parece defendible mantener que una defnicin
de lo poltico basada en objetivos pblicos ms
que en el gobierno, o en sus equivalentes funcio-
nales, nos permitir observar mejor lo que real-
mente sucede. Si no vemos lo poltico como un
asunto de adjudicaciones autoritativas (Easton
1959, Southall 1965), probablemente veremos
actividades que no son an o ya no son autori-
tativas (brotando de autoridades, que signifca
posiciones en una estructura) y esto obviamente
es til cuando mucho del trabajo que ahora ha-
cemos se refere a situaciones donde hay al me-
nos alguna duda de quienes sean las autoridades
y/o qu reas continan siendo autoritativas. No
hay nada en nuestra defnicin de lo poltico
que desaliente, o aun prevenga que la atencin
se dirija a los planes estructurales en curso, pero
tampoco que automticamente le conceda a stos
una posicin especial. La visin estructuralista,
por otra parte, dirige la investigacin fuera de
cualquier actividad centrada alrededor de los ob-
jetivos pblicos (y algunas veces los objetivos p-
blicos no slo estn fuera sino son violentamente
antitticos a la estructura en proceso y su distri-
bucin de autoridad). Por lo tanto, me parece que
una visin de lo poltico centrada en los objetivos
pblicos comprende lo que tiene de valioso una
visin centrada en la estructura y, al mismo tiem-
po, llama la atencin a tipos cruciales de actividad
que no se incluyen en esa visin (Swartz 1968:4).
La defnicin que en 1966 propuso la escuela proce-
sualista pretenda ser especialmente til: por una parte,
al no partir de supuestos apriorsticos cuasi flosfcos,
trataban dejar abierto el lente para captar todo el espec-
tro del fenmeno poltico; por otra, aunque era atracti-
vamente amplia, tambin crean que era lo sufciente-
mente precisa para permitirnos diferenciar lo poltico
de otros hechos sociales. Swartz formulaba as la defni-
cin:
El estudio de la poltica, entonces, es el estudio
de los procesos implicados en la determinacin e
instrumentacin de las metas pblicas y en el lo-
gro diferenciado y el uso del poder por los miem-
bros del grupo respecto de esas metas (Swartz
1968a:7).
El concepto clave en esta defnicin, como nos lo ex-
plicaban los autores de Political Anthropology, era el de
objetivos pblicos, es decir, de objetivos deseados por
un grupo en cuanto grupo. Estos objetivos incluiran: a)
El establecimiento de una nueva relacin con otro grupo
o grupos. b) Un cambio en la relacin con el medio am-
biente para todos o la mayora de los miembros del gru-
po. c) El otorgamiento de cargos, ttulos y otros bienes
escasos por los que existe una competencia a nivel gru-
pal, es decir, la posesin de estos bienes escasos depende
del consentimiento del grupo para otorgarlos.
Hay que aclarar, sin embargo, que cuando trataban
de objetivos de un grupo no estaban afrmando que ste
fuera la sociedad total o un sector mayor de ella, ni que
necesariamente los medios que utilizara el grupo para lo-
grar estos objetivos fueran institucionalizados. Por otra
parte, aunque es cierto que gran parte de la actividad
poltica tiene que ver con la competencia por el poder,
lo poltico no se reducira a sta: puede haber objetivos
pblicos sobre los que existe un acuerdo universal sobre
su implementacin y que no conllevan necesariamente
una lucha por el poder. Ms an, como Swartz (1968b)
convincentemente lo mostraba, la distincin ya clsica
establecida por Smith (1960) entre accin poltica (que
tiene que ver con el sistema de poder) y la accin ad-
ministrativa (que se refere al sistema de autoridad), es
decir, que lo poltico y lo administrativo son dos fenme-
nos diferentes, el primero centrado en la competencia
por el poder y el segundo en su uso, era una distincin
poco til que limitaba innecesariamente el campo de lo
poltico. En efecto, los procesos polticos que se encami-
nan, por ejemplo, a ganar la sumisin del pblico tanto
en la situacin de conficto por el poder como en la de
su uso, no parece que sean distintos. Por ltimo, hay
que sealar que en la defnicin dada se haca explcita
mencin de una distribucin y uso diferencial del poder
en funcin de los objetivos pblicos.
Por ltimo, siguiendo muy de cerca a Parsons y Eas-
ton, trataban el problema de la legitimidad de los siste-
mas polticos. Swartz, Turner y Tuden defnan y distin-
guan seis niveles diferentes:
La legitimidad deriva de valores que proceden del
establecimiento de una conexin positiva entre la
entidad o el proceso que tiene legitimidad y tales va-
lores. Puede establecerse esta conexin de diferentes
maneras [] pero en todos los casos incluye a un
conjunto de expectativas en las mentes de quienes
aceptan la legitimidad. Estas expectativas estn en
funcin de que la entidad o el proceso legtimos, bajo
determinadas circunstancias, satisfagan ciertas obli-
gaciones que deben cumplir quienes ven esto como
legtimo. [] La legitimidad es un tipo de evaluacin
que imputa una conducta futura de un tipo esperado
y deseado (Swartz, Turner y Tuden 1994:106-107).
Ms adelante introducan el trmino de poder con-
sensual [] como el aspecto dinmico de la legitimidad,
una legitimidad que la accin social pone a prueba
(Swartz, Turner y Tuden 1994:109), y que lo distinguan
de la fuerza y coercin
La obediencia basada en el poder consensual es
motivada por la creencia [] de que en algn mo-
mento en el futuro el funcionario, la agencia, el
gobierno, etctera, a quienes obedecen los indi-
viduos, satisfacern sus expectativas de manera
positiva. [] Sin embargo, si el poder consensual
est presente como un atributo del origen de las
rdenes, la obediencia resultar de la creencia de
que, tarde o temprano, en su operacin general,
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 12
el funcionario, la agencia, o el gobierno cumpli-
rn los resultados deseados o continuarn man-
teniendo algn estado de cosas deseado (Swartz,
Turner y Tuden 1994:109).
Los 6 niveles que examinaban eran:
1. Comunidad poltica:
sta es el grupo ms grande dentro del cual
pueden arreglarse las diferencias y promover-
se las decisiones mediante acciones especfcas
(Swartz, Turner y Tuden 1994:107).
2. Rgimen:
Se trata de las reglas del juego con que hay que
jugar. Hasta los miles de millones de afcionados
del juego ms pedestre y, por lo mismo, ms po-
pular en el mundo entero como es el ftbol lo
saben! Nos proporciona nicamente el estndar
de la legalidad y nos dejara sin saber si tales re-
glas se derivan de la legitimidad o de alguna otra
fuente (la fuerza, por ejemplo). Es especialmen-
te engaoso aplicar el concepto de legitimidad al
rgimen: si hay algo especialmente refractario al
anlisis racionalista e individualista de la teora
de juegos es justamente lo poltico, ya que la posi-
bilidad misma de la teora es que los actores sigan
las mismas reglas (vase Turner 1974:140-142).
Lo que norma, sin embargo, lo poltico no son
reglas sino las relaciones de poder.
3. Gobierno:
Las series interconectadas de status, cuyos ro-
les estn relacionados bsicamente con la toma e
instrumentacin de decisiones polticas (Swartz,
Turner y Tuden 1994:107). El gobierno no nece-
sariamente existe en todas las sociedades.
4. Status poltico:
Una posicin cuyo rol es principalmente aquel
de tomar y/o instrumentar decisiones polticas
(Swartz, Turner y Tuden 1994:107).
5. Funcionario poltico:
Es simplemente el ocupante de un status poltico.
6. Decisin poltica:
Un pronunciamiento que tiene que ver con metas,
asignaciones o acuerdos que, en ltima instancia,
se originan a partir de una entidad en el sistema
poltico (Swartz, Turner y Tuden 1994:108).
El punto central estara en que la legitimidad o la fal-
ta de legitimidad de un nivel no conlleva necesariamente
la legitimidad o falta de legitimidad de los otros.
En 1969 Abner Cohen public un artculo, Antropo-
loga poltica: el anlisis del simbolismo en las relaciones
de poder, que despert gran expectativa en el medio an-
tropolgico. En Mxico se hizo sentir hasta 1979 cuan-
do se tradujo al espaol (Llobera 1979). Por una parte,
porque fue una respuesta a la revisin crtica de Easton
(1959) sobre la antropologa poltica; por la otra, porque
trat de defnir el campo de la antropologa poltica.
La crtica a Easton la formul as:
A parte de algunas observaciones breves, casti-
cas hechas por Bailey (1968:281) contra l, el ve-
redicto de Easton ha permanecido incontestado.
Sin embargo, no puedo pensar de ningn otro co-
mentario sobre la antropologa social tan daino y
acadmicamente tan irresponsable como ste. Es
daino, primero, porque Easton es una de las f-
guras ms destacadas en la ciencia poltica de hoy
en da y sus opiniones tienen una amplia repercu-
sin en las ciencias sociales. En segundo lugar, su
artculo sobre la antropologa poltica (1959) y su
preocupacin con el concepto de sistema polti-
co lo han hecho popular entre los antroplogos
sociales (Gluckman y Eggan 1965), algunos de los
cuales parece que le dan mucho peso a su juicio.
Aun antroplogos del calibre de Southall parece
que han aceptado la visin de Easton, y con ob-
servaciones apologticas para prevenir posibles
acusaciones tipo Leach de recolectar mariposas,
han insistido que deberamos superar nuestra
debilidad al embarcarnos en nuevas y ms sofs-
ticadas clasifcaciones unidimensionales de los
sistemas polticos (Southall 1965). El comentario
de Easton es irresponsable porque se basa en lo
que parece una lectura apresurada de unas cuan-
tas monografas que dio la casualidad que se ha-
ban publicado poco antes de que lo hiciera. Como
lo indico ms abajo, descuida corrientes enteras
de pensamiento dentro de la antropologa, cuya
contribucin al estudio de lo poltico ha sido in-
mensa. Todava peor, interpreta en forma com-
pletamente equivocada la naturaleza de los pro-
blemas tericos centrales con los que se trata la
antropologa social (Cohen 1979:55-56).
Su propuesta sobre la antropologa poltica la resu-
mi de esta manera:
La antropologa poltica difere de la ciencia pol-
tica en dos aspectos: teora y escala. La ciencia po-
ltica es esencialmente unidimensional, preocu-
pada principalmente con el estudio del poder: su
distribucin, organizacin, ejercicio y la lucha por
l. Como trata slo de una variable, la ciencia po-
ltica es descriptiva [] Su universo de referencia
es el estado moderno. La antropologa poltica,
por otra parte, trata con reas de la vida poltica
mucho ms pequeas, pero compensa su limita-
cin de escala con mayor profundidad de anlisis.
Se ocupa, como lo he sugerido, del anlisis de la
interaccin dialctica entre dos variables prin-
cipales: las relaciones de poder y el simbolismo
(Cohen 1979:77-78).
Habra que advertir que la crtica de Cohen a la cien-
cia poltica no toca a Easton, pues ste explcitamente
haba rechazado desde 1953 en su Political System que
la idea del poder fuera una descripcin completa de lo
ROBERTO VARELA
13 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
que se debera ocupar la ciencia poltica. Por otra parte,
me parece que Cohen confunde la antropologa con la
antropologa poltica. El poder y la cultura simbolis-
mo en Cohen son dos dimensiones de toda interaccin
social. En su posicin, se podra eliminar sin ms la an-
tropologa poltica como subdisciplina pues se confun-
dira con la antropologa. Cohen confunde la parte con
el todo.
Qu podramos aadir a ms de cuarenta aos en
que Easton hizo la crtica a la antropologa poltica? Qui-
z unas cuantas notas sean todava de inters.
1. Easton, desde su libro de 1953, ya comenzaba a
leer la obra de los antroplogos. Ah cita expresamente
el African Political Systems, en la nota 9 del captulo V,
al que considera de valor excepcional. No es de extra-
ar, entonces, que los editores del Biannual Review of
Anthropology le hubieran encargado una resea sobre
el tema. No trat de hacer una revisin exhaustiva, pues
no era antroplogo, pero me parece que tom en cuenta
los trabajos ms signifcativos, con la excepcin del libro
de Leach (1954) sobre los kachins y la incipiente escuela
neoevolucionista de White y Steward.
2. Me parece que Easton, aunque no lo quiera e in-
clusive lo rechace, tiene que hacer intervenir al poder
en su misma concepcin del sistema poltico, pues el
conjunto de las interacciones a travs de las cuales las
cosas valiosas son asignadas autoritativamente para una
sociedad supone que una unidad operante imponga
esos valores, es decir, una unidad dotada con el poder de
tomar una decisin.
En 1967 Balandier, aunque no defni lo poltico, s
propuso los objetivos y metas de la antropologa poltica:
a) Una determinacin de lo poltico que no lo vin-
cule necesariamente ni con las sociedades llama-
das histricas, ni con la existencia de un aparato
estatal.
b) Una dilucidacin de los procesos de formacin
y transformacin de los sistemas polticos con la
ayuda de una bsqueda paralela a aquella del his-
toriador; an cuando la confusin de lo primiti-
vo y de lo primigenio es generalmente evitada,
se privilegia el exmen de los testimonios que nos
remiten a los comienzos (de la verdadera juven-
tud del mundo, segn la formulacin de Rous-
seau) o que dan cuenta de las transiciones.
c) Un estudio comparativo, que conciba las dife-
rentes expresiones de la realidad poltica, ya no
solo dentro de los lmites de una historia particu-
lar, aquella de Europa, sino en toda su extensin
histrica y geogrfca. En este sentido, la antropo-
loga poltica pretende ser antropologa en el sen-
tido pleno del trmino. As contribuye a reducir
el provincianismo de los politlogos denunciado
por R. Aron, para poder construir la historia
mundial del pensamiento poltico deseado por
C. N. Parkinson (Balandier 1967:9).
Treinta aos despus, M. Abls y H.P. Jeudy hacan
un recuento del estado de la cuestin:
Dentro de la diversidad de investigaciones antro-
polgicas a lo poltico, se distinguen tres grandes
orientaciones que permiten, situar mejor la apor-
tacin de ese tipo de trabajos. La primera se ocu-
pa de inventariar la diversidad de las institucio-
nes que gobiernan las sociedades humanas: all se
encuentra la infuencia de la tradicin humanista
de la poca de las luces y de la perspectiva evo-
lucionista. El estudio de la accin poltica, de las
tensiones y de los confictos, constituye un segun-
do aspecto de la investigacin antropolgica. La
tercera orientacin signifcativa se concreta en la
propensin de analizar la imbricacin de la pol-
tica y de las otras dimensiones de lo social: en el
centro de esta problemtica se encuentra un cues-
tionamiento del proceso poltico y de los simbolis-
mos del poder (Abls y Jeudy 1997:5-6).
Me parece que a partir de los aos ochenta las inves-
tigaciones de los antroplogos se fueron centrando ms
en las relaciones de poder. El mismo nombre de antro-
pologa poltica fue cayendo en desuso y aparecieron
temas del poder sin que los autores estuvieran preocu-
pados de si hacan o no antropologa poltica. Por ejem-
plo, Fogelson y Adams editan en 1977 su The Anthropo-
logy of Power. Angela Cheater edita en 1999 otra The
Anthropology of Power.
Esta tendencia la detecta con claridad Joan Vincent
en su artculo mencionado con anterioridad:
Una preocupacin con la mecnica del poder y la
relacin del poder con el conocimiento [] fren
la involucin de la especializacin disciplinaria y
de sus subcampos. Dentro de la antropologa de lo
poltico, emergi un nuevo paradigma post-Fou-
caultiano, micro-poltico [] al mismo tiempo
que movimientos transdisciplinarios estudios
subalternos, de negros y feministas hicieron fa-
miliares conceptos como poder, historia y la pro-
blemtica clasista (Vincent 2001:433).
Del mismo modo, la antropologa poltica de Abls
y Jeudy se concentra en el poder, ya no meramente en
un campo poco defnido y muy confuso sobre lo pol-
tico. En efecto, van a insistir en la heterogeneidad del
poder:
Es la heterogeneidad misma de las formas de po-
der que sigue constituyendo objeto principal de
las investigaciones de la antropologa poltica,
frente a la supremaca de una homogeneizacin
de los modelos de gestin poltica, provocada por
la tendencia dominante del neoliberalismo. No
hay que confundir la diversidad de los campos y
de los objetos de la antropologa con la heteroge-
neidad que los caracteriza; sta es constitutiva de
su enfoque y no se reduce al objeto que se atribu-
ye. Mientras que los socilogos han cristalizado
una buena parte de sus debates sobre la moder-
nidad alrededor de la nocin de complejidad, los
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 14
antroplogos no tienen necesidad de enunciar
un estado de la sociedad: ellos rechazan rea-
lizar un diagnstico y trabajan con la heteroge-
neidad como un refejo de la diversidad de la
cultura de los modos de funcionamiento de las
sociedades, sin jams perder de vista que su des-
cripcin no legitima el reconocimiento de cual-
quier sndrome de la modernidad. En esencia,
la antropologa puede muy bien prescindir de la
misma nocin de modernidad, no por razones
de puro conservatismo, sino para evitar caer
en la trampa de otorgar una fnalidad gestora
a sus objetos de investigacin (Abls y Jeudy
1997:17).
Me parece que aqu est el meollo de la distincin
de las dos disciplinas que nos hemos propuesto anali-
zar para discernir su especifcidad y, por tanto, la posi-
bilidad de una posible interdisciplina. Si la antropolo-
ga en general y la antropologa poltica en particular
no buscan una fnalidad gestora, la ciencia poltica
s lo hace. Mackenzie, en el libro citado, estableca con
toda claridad la fnalidad normativa de su disciplina:
La ciencia poltica tambin puede ser normativa
en el sentido de que ofrece asesoramiento a los
gobernantes y a los ciudadanos sobre su conduc-
ta. Esto no quiere decir que todos los cientfcos
polticos individuales ofrezcan consejos, pero
muchos de ellos s lo hacen, e incluso las inves-
tigaciones que a primera vista son descriptivas,
pueden ser realizadas ante todo porque estn
relacionadas con asuntos de poltica pblica. En
tales casos, puede resultar muy difcil identifcar
el elemento normativo y defnir sus efectos; a me-
nudo el propio autor no es plenamente conscien-
te de las recomendaciones latentes de su investi-
gacin (Mackenzie 1970:24).
Habra que recordar que desde la publicacin del
African Political Systems en 1940, Fortes y Evans-
Pritchard eran tajantes respecto al carcter no nor-
mativo de la antropologa. En la Introduccin, apar-
tado III, Filosofa poltica y poltica comparada,
escribieron:
No hemos encontrado que las teoras de los f-
lsofos polticos nos han ayudado a compren-
der las sociedades que hemos investigado, y las
consideramos de escaso valor cientfco. Esto se
debe a que sus conclusiones no acostumbran a
estar formuladas en base al comportamiento
observado, ni son susceptibles de ser probadas
mediante este criterio. La flosofa poltica se
ha ocupado fundamentalmente del deber ser,
es decir, de cmo deberan vivir los hombres y
de qu tipo de gobierno deberan tener, y no de
cules son sus costumbres e instituciones pol-
ticas (Fortes y Evans-Pritchard 1979:87).
PERSPECTIVAS PARA LA INTERDISCIPLINA-
RIEDAD
Si comparara uno los artculos o temas de los libros
sobre antropologa poltica y ciencia poltica, se sor-
prendera uno de la enorme coincidencia de las preocu-
paciones de estudio de ambas disciplinas. Sin embargo,
la mayor parte de los antroplogos y de los libros de an-
tropologa poltica no se ocupan del tema normativo. La
escuela procesualista, es cierto, tom como un elemento
de su defnicin de poltica las metas pblicas, pero
no en el sentido normativo, sino como objeto de estudio
(ver supra). En la ciencia poltica, por el contrario, se
debate sobre las formas de gobierno que mejor garan-
tizan la estabilidad democrtica. Un tema central tanto
en el currculo de la licenciatura como en las discusiones
e investigaciones que llevan a cabo sus estudiosos, se re-
fere a las polticas pblicas. En el temario, por ejemplo,
de un Congreso Latinoamericano sobre ciencia poltica
que se celebr en 2002 en Salamanca, aparece:
Temario 12 Polticas Pblicas y Administracin
Pblica
Enfoques, instrumentos y resultados de las re-
formas de la presupuestacin pblica. Enfo-
ques, instrumentos y resultados de las reformas
del control interno de los gobiernos. Enfoques,
programas y resultados de la reestructuracin
organizativa de las administraciones pblicas.
Modelos, programas y resultados de la profesio-
nalizacin del servicio pblico. Criterios, mto-
dos, prcticas y resultados de la evaluacin de la
poltica social I: educacin, salud, infraestructu-
ra... Criterios, mtodos, prcticas y resultados de
la evaluacin de la poltica social II: superacin
de la pobreza. La recepcin acadmica de las
teoras y tecnologas de la Nueva Gestin Pbli-
ca (<http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/
information.htm>).
Pero conviene poner en su justa dimensin las dos
disciplinas. Siendo estrictos y sin pecar de falsa modes-
tia, podramos afrmar que mientras la ciencia poltica
es una disciplina completa, la antropologa poltica, si
es que todava existe, es a lo ms una subdisciplina, una
especializacin dentro de la antropologa: la antropolo-
ga poltica se reduce en el currculo ordinario de la an-
tropologa a uno o dos cursos. Cierto que antroplogos
particulares, en su formacin de autodidactas, abarcan
muchos temas semejantes a los politlogos, pero no por
su formacin en la subdisciplina.
Interdisciplina? Individuos aislados la podrn ha-
cer, pero veo en el futuro prximo pocas probabilidades
que surja una interdisciplina cuando no estn defnidas
las disciplinas respectivas, aun concedindole a la antro-
pologa poltica el status de disciplina.
Las posibilidades lgicas de la interdisciplina entre
dos disciplinas son cuatro:
1. La disciplina A se reformula sta sera una nueva
disciplina, y B permanece igual.
ROBERTO VARELA
15 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
2. Las disciplinas A y B permanecen, y se crea la
disciplina C.
3. Las disciplinas A y B desaparecen, y se crea la
disciplina C.
4. Las disciplinas A y B se reformulan, y no se crea
una nueva disciplina.
Me parece que la cuarta alternativa es la que podr
darse en un futuro, pues ambas disciplinas comparten
un inters comn en el poder. Ambas, mientras no se
pongan de acuerdo en un tratamiento a fondo del poder,
seguirn con sus mltiples ambigedades, estriles ge-
neralizaciones y recopilacin de datos y datos usque ad
nauseam irrevelantes o revelantes hasta que algo les d
sentido. Es posible que antroplogos estudiosos de lo po-
ltico se integren en equipos de investigacin con polit-
logos, pero me parece que lo inverso sera poco realista.
BIBLIOGRAFA CITADA
Abls, Marc y Henri-Pierre Jeudy, eds.
1997 Anthropologie du politique. Pars: Armand Colin.
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ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 16
LA ACULTURACIN DIRIGIDA: AGUIRRE BELTRN Y LA TEORA
DEL INDIGENISMO MEXICANO
Rodolfo Stavenhagen*
La obra del antroplogo veracruzano Gonzalo Aguirre Beltrn sigue siendo un elemen-
to importante para comprender la historia de las relaciones intertnicas e intercultu-
rales del Mxico de la segunda mitad del siglo XX, y su anlisis crtico un punto de
partida relevante para los debates sobre las posibilidades de un estado nacional plural.
El artculo resea primero la biografa de Aguirre Beltrn y examina luego sus prime-
ras grandes obras sobre el tema. En seguida se detiene en la revisin de sus conceptos
regin de refugio y proceso dominical. En su parte fnal, el texto refexiona sobre
las perspectivas del indigenismo aguirrebeltraniano a la luz de las recientes transfor-
maciones poltico-culturales en Mxico y otras partes de Amrica Latina.
Palabras clave: indigenismo; antropologa aplicada; Gonzalo Aguirre Beltrn.
* Rodolfo Stavenhagen se gradu en antropologa social en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia (1956) y en sociologa en Paris (1965). Desde 1965
es profesor en el Centro de Estudios Sociolgicos de El Colegio de Mxico. Ha combinado su fructfera carrera acadmica libros recientes relacionados con la
temtica de este artculo son Confictos tnicos y estado nacional (Siglo Veintiuno, Mxico, 2000) y La cuestin tnica (2001) con el desempeo de importantes
cargos pblicos, entre ellos, la Direccin General de Culturas Populares de la Secretara de Educacin Pblica y la Subdireccin de la UNESCO; en 2001 fue
nombrado primer Relator Especial para los Derechos Humanos de los Pueblos Indgenas por la Organizacin de las Naciones Unidas. Resultado de ese tiempo
es el volumen Los pueblos indgenas y sus derechos (UNESCO, Mxico, 2008 accesible en <http://www.cinu.org.mx/prensa/especiales/2008/Indigenas/libro%20
pdf/Libro%20Stavenhagen%20UNESCO.pdf>). El artculo es la versin revisada y ampliada de una conferencia pronunciada en enero de 2009 en la Ctedra
Interinstitucional Arturo Warman.
INTRODUCCIN
La prolfca obra y actividad de Gonzalo Aguirre Bel-
trn (1908-1996) abarc ms de medio siglo en la vida
pblica de Mxico. Tuvo una larga y productiva carre-
ra como mdico, investigador, acadmico, funcionario
pblico y poltico. En este ensayo sobre una parte de su
amplsima obra concentrar mi atencin en su contri-
bucin al indigenismo y a la antropologa social, reas
en las cuales me toc conocerlo ms de cerca y en las
que tuve el privilegio de colaborar con l durante algu-
nos aos. Fue sin duda durante este periodo el princi-
pal terico de la antropologa social y ciertamente del
indigenismo en Mxico. La obra terica y prctica del
Dr. Aguirre es referencia obligada para entender la re-
lacin entre el estado mexicano y los pueblos indgenas
durante las dcadas que van desde el gobierno carde-
nista hasta el fn de siglo.
LA VIDA Y OBRA DE GONZALO AGUIRRE
BELTRN
Recordemos brevemente algunos hitos de su fecun-
da vida. De origen veracruzano, fue a estudiar medi-
cina en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico
en donde se recibi de mdico-cirujano. Mientras co-
menzaba a practicar la profesin en su estado natal, se
interes en la etnohistoria de Huatusco, realiz inves-
tigaciones en el archivo de documentos coloniales y
escribi un estudio sobre las luchas por la tenencia de
la tierra de los indgenas de la regin, cuyo resultado
fue su primera publicacin importante en el rea de las
ciencias sociales, El seoro de Cuauhtochco: luchas
agrarias en Mxico durante el Virreinato (Aguirre
Beltrn 1991 [1940]). Pronto ingres a trabajar a la Se-
cretara de Gobernacin en el rea de poblacin.
En Gobernacin continu con su vocacin por los
datos de los archivos histricos de la nacin y persigui
su inters por la historia de la poblacin de origen afri-
cano en Mxico. Su investigacin pionera sobre este
tema se public como La poblacin negra en Mxi-
co: un estudio etnohistrico, en 1946 (Aguirre Beltrn
1990 [1946]). All tambin conoci a Manuel Gamio
con el cual trab amistad y quien ejerci vital infuen-
cia en su orientacin y vocacin por la antropologa.
Obtuvo una beca que le permiti pasar un ao en 1945
en la Northwestern University en donde realiz estu-
dios bajo la direccin de Melville J. Herskovits (1895-
1963), antroplogo cultural especialista en frica y la
poblacin negra de Estados Unidos.
De vuelta en Mxico, pas al Departamento de
Asuntos Indgenas, creado durante el gobierno de
Lzaro Crdenas, y cuando se estableci el Instituto
Nacional Indigenista (INI) en 1948 como organismo
coordinador de la poltica del gobierno en materia de
las poblaciones indgenas, Aguirre Beltrn fue nom-
17 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
brado para representar a la Secretara de Gobernacin
en esta institucin en donde comienza su larga colabo-
racin con Alfonso Caso, el fundador y primer director
del Instituto. En el INI llev a cabo las primeras inves-
tigaciones socio-econmicas regionales en zonas ind-
genas, que habran de servir para orientar la poltica
indigenista en la prctica. As pas algunos meses en la
Cuenca del Tepalcatepec, Estado de Michoacn, zona
en la cual se haba interesado el general Crdenas des-
de el gobierno estatal como posteriormente en el go-
bierno federal (Crdenas, ya ex presidente, sera luego
nombrado vocal ejecutivo de la Comisin del Balsas,
que inclua la cuenca del Tepalcatepec). Estos estudios
fueron posteriormente publicados por el INI. Aguirre
Beltrn luego realiz estudios semejantes en la regin
de los Altos de Chiapas, en donde se establecera a prin-
cipios de los cincuentas el primer Centro Coordinador
Indigenista Tzeltal-Tzotzil del INI, siendo nombrado el
Dr. Aguirre Beltrn su primer director.
A partir de esa experiencia, durante las siguien-
tes tres dcadas, Aguirre Beltrn ocupa numerosos
cargos pblicos.
1
Despus de Chiapas, fue nombrado
sub-director general del INI (1952), luego rector de la
Universidad Veracruzana (1956-1961) en donde fun-
d la Escuela de Antropologa, y diputado federal por
Veracruz (1961-1964). En 1966 fue nombrado director
del Instituto Indigenista Interamericano que tena su
sede en la Ciudad de Mxico, y posteriormente ocup
simultneamente la Sub-secretara de Cultura Popular
y Educacin Extraescolar de la Secretara de Educacin
Pblica y la Direccin General del INI (1971-1976).
Fue sobre todo en el INI que desarroll su prol-
fca actividad de investigador y terico de la proble-
mtica antropolgica como disciplina al servicio de
un ideal social y poltico, que para Aguirre Beltrn era
la ideologa de la Revolucin Mexicana. Yo lo conoc
en 1954, cuando entr como becario al INI junto con
otros compaeros de mi generacin. Aunque no fue
mi maestro (debido a sus diversas ocupaciones, no
daba entonces clases), cada conversacin con l ter-
minaba siendo una ctedra de antropologa, y mantu-
ve con l durante ms de tres dcadas una fructfera
relacin profesional e intelectual. Las lecturas de sus
obras siempre fueron, y siguen siendo todava, prove-
chosas y estimulantes.
No se puede entender el importante papel de Gon-
zalo Aguirre Beltrn en la historia de las ideas contem-
porneas en Mxico sin abordar aunque sea brevemen-
te el contexto de lo que durante aos (cuando menos
desde el siglo diecinueve) se ha llamado el problema
indgena. A partir de la Independencia, y sobre todo
con el triunfo del liberalismo a mediados del siglo dieci-
nueve, el Estado Mexicano emprendi una feroz lucha
-como la ha caracterizado Enrique Florescano- contra
los pueblos indgenas
2
. Sus principales caractersticas
han sido ampliamente estudiadas y pueden resumirse
en unas pocas frases: el despojo de las tierras y terri-
torios de los pueblos indgenas y la violencia ejercida
por las autoridades contra los que se resistan, como
ocurri, entre otros, con los yaquis en el norte y los ma-
yas en el sur. Ese siglo de ignominia terminara en la
Revolucin Mexicana.
Fieles a la perspectiva racista que dominaba en el
mundo occidental a lo largo del siglo diecinueve, las
lites dominantes consideraban a los indgenas como
brbaros, salvajes y primitivos, negando en los hechos
la igualdad formal que las leyes fundadoras de la Rep-
blica les haban reconocido. Hacia la segunda mitad del
siglo, la ideologa positivista, expresada a travs de un
darwinismo social importado, consideraba a los indios
como un obstculo insuperable a la emergencia de una
nacin fuerte y autnticamente independiente. As na-
ci el problema indgena que deba ser resuelto para
que Mxico pudiera acceder al rango de las naciones
modernas y civilizadas.
En 1916 Manuel Gamio public Forjando Patria en
donde propone que la antropologa sirva al buen go-
bierno, y que los indios deben ser integrados a la nacin
mexicana (Gamio 1982 [1916]). Gamio luego realiz un
amplio estudio sobre La poblacin del Valle de Teoti-
huacn (1922), en el cual desarrolla por primera vez
un enfoque regional integral (Gamio 1922), que sera
retomado posteriormente por Aguirre Beltrn en los
estudios regionales previos al establecimiento de los
diversos centros coordinadores indigenistas del INI.
Manuel Gamio haba estudiado con Franz Boas en la
Universidad de Columbia. Boas, originario de Alema-
nia, fue un perspicaz investigador de campo, uno de los
fundadores del relativismo cultural como nueva pers-
pectiva antropolgica y crtico consistente de las diver-
sas teoras evolucionistas que abundaban por aquellos
aos entre los estudiosos de los pueblos primitivos
(recurdese la infuencia que tuvieron las teoras de la
evolucin cultural de Lewis H. Morgan en los estudios
sobre los indgenas norteamericanos, y que fueron re-
tomados por los fundadores del marxismo cientfco).
Con la ayuda de su maestro Boas, de quien luego se
distanciara, Gamio particip en la creacin de la Es-
cuela Internacional de Arqueologa y Etnologa Ameri-
canas en Mxico (1911)
3
. Tanto las ideas de Franz Boas
como las de Manuel Gamio penetran posteriormente
en la obra de Gonzalo Aguirre Beltrn.
La revolucin mexicana tiene que enfrentar tarde
o temprano la contradiccin entre los ideales demo-
crticos proclamados por sus principales dirigentes
polticos (Madero, Carranza) y la cruda realidad que
expresan los movimientos campesinos a travs de sus
lderes populares (Zapata, Villa). Las reivindicacio-
nes agrarias que pronto se manifestan sobre todo en
el centro y sur del pas surgen de las demandas por
la tierra generadas en torno a la situacin de las co-
munidades indgenas. Aunque la terminologa que se
cristaliza en las leyes agrarias no refeja adecuadamen-
te toda la problemtica que enfrentan estos pueblos
1
Ms informacin sobre su vida y obra se encuentra en la semblanza de
Guillermo de la Pea (1988).
2
Ver para esto E. Florescano (1998) y la resea de Fernando Escalante Gon-
zalbo (1998).
3
Ver Garca (1988) y Rutsch (2007:253-401).
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 18
principalmente porque los autores de la Constitucin
del 17 asumieron un lenguaje clasista al ocuparse de la
situacin en el medio rural, el problema indgena
persiste en los debates sobre el futuro de la nacin.
En los aos veinte se fue perflando en el sector de
izquierda del mundo intelectual y profesional una vi-
sin revolucionaria de la poltica social del nuevo r-
gimen, basado principalmente en las ideas de Ricardo
Flores Magn (1874-1922) y algunos constitucionalis-
tas del 17. Entre sus primeras preocupaciones resalta
la necesidad de impulsar la educacin en el campo, ya
que la principal causa del atraso de los campesinos
se atribua a la falta de escuelas. Pronto se promueve
desde el gobierno central la educacin rural, sin duda
una novedad en el pas que hasta entonces haba care-
cido de una poltica gubernamental en este rengln. La
escuela rural, sin embargo, ignora durante su primera
etapa a los indgenas y sus necesidades especfcas.
No fue sino hasta la presidencia de Crdenas, quien
asume el gobierno en 1934, que se abren dos nuevas
lneas de poltica gubernamental que afectan direc-
tamente a los pueblos indgenas: la escuela rural que
ahora presta especial atencin a las comunidades ind-
genas, y la aceleracin de la reforma agraria mediante
la cual el gobierno quiere atender directamente la de-
manda acumulada por la tierra de los pueblos indge-
nas del pas.
Aguirre Beltrn se nutre directamente de esta co-
rriente, y a lo largo de los aos escribi numerosos en-
sayos y tratados para justifcar y legitimar la accin de
los gobiernos emanados de la Revolucin en torno de
la problemtica indgena. Como otros intelectuales de
la poca reconoci en el experimento cardenista un im-
pulso innovador y nacionalista que deba ser apoyado
desde las trincheras de la actividad pblica. Para Agui-
rre Beltrn esta trinchera sera la poltica indigenista a
la cual se entreg plenamente a lo largo de las siguien-
tes dcadas. Aguirre fue un activo participante en este
proceso de cambio, a la vez que un agudo observador,
su cronista cuidadoso y su analista acucioso y sereno.
De all su importancia en la historia del pensamiento
social contemporneo en Mxico y su contribucin al
desarrollo de la antropologa en el pas. En las pginas
que siguen discutir sus principales aportes al tema in-
dicado.
PRIMER ACERCAMIENTO A LA RELACIN
NACIN-ETNIAS
En 1953 la Universidad Nacional Autnoma de M-
xico public su Formas de Gobierno Indgena, que
puede ser considerado como el primer estudio compa-
rativo general de antropologa poltica en el pas. Basa-
do en experiencias de campo en la zona tarasca (purh-
pecha), tzeltal-tzotzil y tarahumara, Aguirre considera
estos estudios necesarios para orientar la accin del
Instituto Nacional Indigenista. Ya en la Introduccin
(fechada en 1952) establece su postulado terico fun-
damental, del que no desviara ms en el resto de su
carrera intelectual.
Mxico es un pas que lucha por alcanzar el grado
de homogeneidad que le permita fundar los cimientos
slidos de una nacionalidad. Dos obstculos se oponen
a este objetivo: la geografa hostil y una diversidad os-
tensible entre sus grupos de poblacin carentes de un
medio de relacin comn posesin de un idioma ha-
blado por todos sus habitantes que facilite la integra-
cin de una cultura nacional bsica (Aguirre Beltrn
1991a [1953]:15).
Aqu Aguirre Beltrn ya esboza una teora de la na-
cin, elementos de una teora sociolgica del lenguaje,
una teora ecolgica de la integracin nacional y del de-
sarrollo, y tambin, implcitamente, un objetivo polti-
co. Es decir, aborda su estudio con una visin de pas
que mantendra a lo largo de su posterior carrera. Esta
orientacin se aclara cuando afrma: que los mestizos
son el nico sector de poblacin alrededor del cual
poda realmente crearse la nacionalidad mexicana
Se llegar a esta meta cuando las comunidades ind-
genas que an persisten en el pas sean positivamente
integradas a la vida nacional (Aguirre Beltrn 1991a
[1953]:17). Como se ve enseguida, a lo anterior se agre-
ga una teora tnica de la nacionalidad. De hecho, afr-
ma: Esta integracin ha sido una de las motivaciones
vehementes de la Revolucin (Aguirre Beltrn 1991a
[1953]:17). Y tambin, por lo visto, una teora nacional
de la evolucin cultural expresada cuando lamenta im-
plcitamente la existencia de comunidades indgenas
que an persisten en el pas (Aguirre Beltrn 1991a
[1953]:17).
Para lograr esta anhelada integracin, aporta una
interesante interpretacin del municipio libre, al afr-
mar que una de las medidas de mayor trascendencia
fue la de otorgar a las comunidades una autonoma de
gobierno dentro de los mdulos generales fjados por la
Constitucin al erigir el municipio libre (Aguirre Bel-
trn 1991a [1953]:17). La idea del municipio libre es un
viejo anhelo que proviene de las comunidades ibricas
prcticamente desde la poca feudal, y desde luego es
importante que haya sido rescatada en los principios
constitucionales mexicanos. Podramos decir que se
aplica a las comunidades indgenas cuando stas se eri-
gen en municipios (como ha sucedido en Oaxaca), pero
no cuando las comunidades indgenas estn incorpora-
das a estructuras municipales en las cuales no gozan de
autonoma alguna.
El municipio libre slo funcion en comunidades
indgenas aculturadas, nos dice Aguirre Beltrn, mas
en aquellas otras donde el proceso de cambio no ha
logrado modifcar realmente los viejos patrones tra-
dicionales su funcionamiento es precario o nulo
(Aguirre Beltrn 1991a [1953]:55). La Revolucin
neg a dichas comunidades el derecho a gobernarse
conforme a sus patrones tradicionales (Aguirre Bel-
trn 1991a [1953]: 55). Aguirre Beltrn reconoce que
la Revolucin sacrifc el principio de la libre deter-
minacin de los pueblos para regirse conforme a sus
propios patrones, pues consider ms valiosa meta la
consecucin de la unidad nacional (Aguirre Beltrn
1991a [1953]:56).
RODOLFO STAVENHAGEN
19 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
Qu pensara Aguirre Beltrn de los debates en
torno a la autonoma indgena que han planteado en la
actualidad los movimientos indgenas, particularmente
a raz del levantamiento zapatista en Chiapas?
Aqu surge un nuevo concepto al que el indigenis-
mo da mucha importancia: el de la comunidad. En la
accin integral de la Revolucin hacia las comuni-
dades indgenas, dice Aguirre Beltrn, se consider a
la comunidad como un todo indivisible, poseedora de
una cultura cuyas constelaciones estn interrelaciona-
das en forma tal que la modifcacin armnica, el mejo-
ramiento y la modernizacin slo pueden conseguirse
si se atacan conjuntamente los ngulos importantes
(Aguirre Beltrn 1991a [1953]:18-9).
Basado en el enfoque de Robert Redfeld (1897-
1958), quien desarroll una teora de la sociedad folk a
raz de sus estudios de campo en Tepoztln y en Yucatn
en los aos treinta, y quien se inspir en las concepcio-
nes del socilogo alemn Ferdinand Tnnies y otros
4
,
Aguirre toma el concepto de comunidad como la piedra
angular de la poltica indigenista. Para lograr sus ob-
jetivos, la Revolucin tuvo que recurrir, dice Aguirre,
a dos fuerzas contradictorias. Por una parte, la idea-
lizacin del pasado indgena como reaccin contra el
extranjerismo de la antigua casta dominante y, positi-
vamente, como punto de apoyo en qu fundamentar un
nacionalismo que diferenciara a Mxico en el concierto
de las naciones (Aguirre Beltrn 1991a [1953]:56) y,
por la otra, la aculturacin dirigida, ya que la Revolu-
cin pretende que esas comunidades reinterpreten sus
viejas formas tradicionales dentro del nuevo molde
para lograr en ellas un nivel de aculturacin que las fa-
culte para participar en los benefcios que la reforma
social ha conseguido para la mayora de la poblacin
nacional (Aguirre Beltrn 1991a [1953]:56).
Este enfoque lo desarrolla Aguirre Beltrn amplia-
mente en escritos posteriores y lo retoma con alguna
frecuencia, por ejemplo en un estudio que escribe con Ri-
cardo Pozas, Instituciones indgenas en el Mxico actual
(Aguirre y Pozas 1954), el cual, junto con otros ensayos
de orientacin ms histrica, es presentado por el INI a
la UNESCO como un aporte del gobierno de Mxico.
Aguirre se lanza a una exploracin ms terica de
sus ideas en un estudio preparado para el Seminario
de Problemas Cientfcos y Filosfcos de la UNAM,
coordinado por el flsofo Eli de Gortari (1918-1991),
publicado en 1957 con el ttulo El proceso de acultura-
cin. En este texto pasa revista a numerosos aportes de
la antropologa cultural norteamericana reciente y los
aplica a la situacin de los pueblos indgenas en la so-
ciedad nacional mexicana. Si en sus escritos anteriores
haba esbozado apenas la idea de distintos niveles de
aculturacin de las comunidades indgenas, aqu toma
como su marco analtico la aculturacin como un pro-
ceso resultante del contacto cultural y el prstamo cul-
tural entre culturas diferentes, enfoque que en aquellos
aos estaba siendo ampliamente utilizado en la antro-
pologa cultural norteamericana.
Para aproximarse a la situacin mexicana, utili-
za el enfoque metodolgico dialctico de inspiracin
marxista. En Mxico, dice, la pugna entre las culturas
europea colonial e indgena hizo posible la emergencia
de una cultura nueva -la cultura mestiza o mexicana-
como consecuencia de la interpenetracin y conjuga-
cin de los opuestos Su actual dominancia determi-
na la muerte y el total acabamiento de los remanentes
de las viejas culturas, indgena y europea colonial, que
representan lo viejo que fatalmente debe ser substitui-
do. En suma, enriquece el enfoque culturalista con un
toque de dialctica marxista: tesis, anttesis, sntesis.
Volviendo a su principal preocupacin, que es la
poltica indigenista de la Revolucin, afrma que el in-
digenismo es la expresin cultural del mestizaje y escri-
be: La base orgnica de la ideologa del indigenismo
no es el indio sino el mestizo (Aguirre Beltrn 1992
[1957]:113). Cosa que para entonces los que estbamos
haciendo nuestros pininos en el INI, ya nos sospech-
bamos
Aguirre retoma de sus escritos anteriores varios
conceptos importantes para el anlisis del proceso de
aculturacin. En el caso de Mxico, nos dice Aguirre,
la direccin de este proceso de aculturacin es esen-
cialmente unidimensional porque conduce de la co-
munidad indgena tradicional a la sociedad mestiza
nacional. Si en principio la aculturacin puede mani-
festarse como un proceso bidireccional, para Aguirre
Beltrn esto no tiene importancia porque en la din-
mica de la Revolucin (que es lo que le preocupa)
es la unidireccionalidad mencionada la que importa.
As las comunidades pueden ser caracterizadas segn
sus niveles de aculturacin y niveles de integracin
que a su vez son signifcativos para orientar y evaluar
la accin indigenista. Este esquema recuerda la teo-
ra del continuo folk-urbano que haba desarrollado
Robert Redfeld veinte aos antes en sus estudios de
diversas comunidades en Yucatn, y que tuvo gran in-
fuencia en los estudios de comunidad que realiza-
ba la antropologa social en aquella poca en distintas
partes del mundo.
Aguirre introduce aqu dos nuevos postulados im-
portantes a la concepcin de la accin indigenista. En
primer lugar, enfatiza el concepto de regin intercul-
tural que sera el foco del proceso de elevacin de los
niveles de integracin socio-cultural. Si el mbito de
accin de los centros coordinadores indigenistas es la
regin intercultural, es all tambin en donde se podrn
advertir los progresos alcanzados mediante la acultu-
racin inducida por el Estado de la Revolucin. Esta
visin abre el camino a los posteriores esfuerzos por
establecer indicadores vlidos del cambio econmico y
social, tarea a la que se aboc durante algn tiempo el
INI en sus etapas posteriores, y que todava hoy sigue
ocupando la atencin de funcionarios y estudiosos.
En segundo lugar, los organismos indigenistas que
trabajan en las regiones interculturales promueven
meditados programas de aculturacin inducida me-
diante el uso de agentes del cambio cultural que pro-
vienen del interior de las comunidades indgenas. La
4
Un resumen de su concepcin fue publicado en 1942 en la Revista Mexica-
na de Sociologa (ver Redfeld 1942).
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 20
nueva categora de los promotores culturales como
agentes de la accin indigenista, es decir, como nuevos
agentes del Estado, fue en efecto un rompimiento re-
volucionario con la visin anterior. Una de las razones
del fracaso de la escuela rural en las comunidades in-
dgenas haba sido, en la dcada de los treinta y poste-
riormente, el hecho que los maestros rurales provenan
de otras partes, desconocan la cultura y la lengua de la
comunidad en la que trabajaban, y salvo contadas ex-
cepciones de maestros realmente excepcionales, tenan
la tendencia de imponer sus propios valores cultura-
les a los nios. Los promotores culturales (que eran
reclutados y capacitados para trabajar en las reas de
educacin, salud, produccin agrcola, etc.) seran los
indicados para elevar los niveles de integracin socio-
cultural de las comunidades y regiones, despus de ha-
ber sido ellos mismos aculturados por la accin del INI.
En otras palabras, el indigenismo de la Revolucin se
asemejaba a los experimentos de ingeniera social que
haban estado de moda durante varias dcadas en los
pases socialistas y tambin en la economa urbano-
industrial de algunos pases capitalistas avanzados. A
lo largo de los aos, los promotores culturales del INI
participaron activamente en la dinmica de los cam-
bios socio-culturales en sus regiones, tal vez no siem-
pre en el sentido previsto por Gonzalo Aguirre Beltrn,
pero esto tendra que ser objeto de otro anlisis.
LA REGIN DE REFUGIO Y EL PROCESO
DOMINICAL
La versin ms sofsticada y acabada de la argumen-
tacin terica de Aguirre Beltrn en apoyo del indige-
nismo de la Revolucin la encontramos en lo que es
probablemente su obra maestra, Regiones de refugio:
el desarrollo de la comunidad y el proceso dominical
en Mestizoamrica, editado por el Instituto Indigenis-
ta Interamericano en 1967. Las regiones de refugio son
las reas en las que hay mayor densidad de poblacin
indgena, a las que no ha llegado la modernizacin eco-
nmica y social. Se caracterizan por la coexistencia de
una poblacin ladina (no indgena) dominante y una
poblacin indgena dominada, a travs de lo que Agui-
rre denomina el proceso dominical.
Los ladinos ejercen su dominio desde su sede en
la ciudad regional primada, sobre una constelacin de
comunidades indgenas fragmentadas que dependen
econmicamente de este centro rector, cuya poblacin,
compuesta principalmente por ladinos, depende a su
vez econmicamente de los indgenas. El sistema ha
sido descrito alguna vez como un sistema solar. En
Chiapas, San Cristbal las Casas constituye el ejemplo
ms ntido de una ciudad primada regional, pero los an-
troplogos han identifcado numerosas otras regiones
en el pas en que puede aplicarse el esquema, as como
otras regiones indgenas en donde el esquema no fun-
ciona.
La ciudad primada como centro rector regional
ejerce su papel fundamentalmente a travs del merca-
do regional, que juega un papel esencial en el proceso
dominical. Pero tambin rene la ciudad primada un
conjunto de instituciones fundamentales para la pol-
tica indigenista y para la dinmica poltica de la regin
como un todo. En ella tienen su sede los principales
organismos pblicos del poder ejecutivo federal y esta-
tal y del poder judicial, cuya presencia es clave para el
control del proceso de cambio y el ejercicio de las fun-
ciones gubernamentales. Tambin opera all general-
mente el obispado catlico, el cual, cuando menos en
el caso de San Cristbal, ha tenido un papel importan-
te en la relacin entre la ciudad y las comunidades. Fue
por ello que, siguiendo las recomendaciones de Agui-
rre Beltrn, el primer centro coordinador indigenista
fue establecido en San Cristbal las Casas, Chiapas, y
no en alguna comunidad indgena cercana, como ha-
ban sugerido otros antroplogos, alegando que preci-
samente la institucin indigenista deba desligarse de
las instituciones asociadas tradicionalmente al ejerci-
cio del poder regional. Para el INI, por el contrario, esa
cercana era importante para el desempeo de su labor
indigenista.
Si bien el proceso dominical gira esencialmente
alrededor del mercado y la dependencia econmica
creada en torno a su funcionamiento, otros factores
infuyen asimismo en la dinmica del poder ladino
sobre la poblacin indgena, como son la segregacin
racial, el control poltico, la discriminacin y los tratos
desiguales a los indgenas por parte de los ladinos, la
distancia social, y la accin evanglica. Este conjunto de
elementos, cada uno con su dinmica propia, han dado
sustento al proceso dominical en las regiones de refugio.
Nuevamente, basndose principalmente en sus lec-
turas de los antroplogos culturales norteamericanos,
Aguirre Beltrn propone un enfoque terico sugesti-
vo. En las regiones interculturales de refugio existe
entre los ladinos y los indgenas un sistema de castas,
rgido, adscriptivo, y no un sistema de clases abierto,
dinmico, basado en la movilidad social de sus miem-
bros. Generalizando al respecto, nos dice: Los me-
canismos dominicales tienen la funcin de mantener
la estructura de castas de las colonias de explotacin,
para obstruir la emergencia de sociedades clasistas
que representan un paso adelante en la evolucin de
la humanidad (Aguirre Beltrn 1991b [1967]:53). El
concepto de castas proviene, desde luego, de la Colo-
nia, y la idea de un sistema de castas estratifcado para
contraponerlo a un sistema de clases, es retomado por
la sociologa contempornea.
Aunque estn vinculados estrechamente por el pro-
ceso dominical, Aguirre afrma que las comunidades
indias, no obstante su pluralidad cultural, constituyen
tomadas en su conjunto un universo social nico,
el indio, en confrontacin con las sociedades ladinas
que constituyen otro universo social nico, el ladino
En la posicin subordinada de poblacin dependiente
se encuentran los grupos tnicos nativos organizados
como sociedades parroquiales (Aguirre Beltrn 1991b
[1967]:208-9). De all la necesidad de la accin indige-
nista, para liberar a los indios del proceso dominical,
integrarlos a la estructura de clases y a la nacin.
RODOLFO STAVENHAGEN
21 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
Para Aguirre, la transformacin de los indios de
castas a clases es un paso esencial en la transforma-
cin de las regiones interculturales de refugio. En di-
versos pasajes propone la proletarizacin del indio
como una salida al atraso tan criticado. Aqu, como en
otras partes, Aguirre parece adoptar una perspectiva
marxista de las clases sociales: el indio ha de transfor-
marse en proletario. Pero en otras partes emplea el con-
cepto de clase en su sentido funcionalista no marxista,
como una categora social no rgida en contraposicin
a la casta integrada a un sistema de estratifcacin so-
cial (visin que de la clase social tiene la sociologa nor-
teamericana de la poca a diferencia del enfoque marxis-
ta de la lucha de clases, ver Stavenhagen 1969).
No cabe duda que para Aguirre Beltrn el universo
social de los ladinos dominantes es un vestigio de po-
cas coloniales anteriores, y no representa a la sociedad
nacional. El Estado de la Revolucin, a travs de la ac-
cin indigenista, har lo que los indios deberan hacer
pero no han podido hacer: desmantelar el sistema co-
lonial regional, la estructura de castas, el proceso domi-
nical del cual son vctimas. En este proceso, dejarn de
ser indios y sern integrados plenamente a la sociedad
nacional. La poltica indigenista del Estado de la Revolu-
cin tiene, segn Aguirre, un papel modernizador, pro-
gresista y nacionalista. Agrega claramente que si bien en
la regin de refugio, el grupo ladino superior se identi-
fca con la nacin, de hecho los elementos progresistas
de la nacin no se pueden identifcar con este grupo re-
trgrado. Es preciso reconocer que la ideologa del ladi-
no no es ya un cdigo legal, pero sigue siendo un credo,
parte de la moral y de la religin del pueblo. Del anlisis
se desprende que la estructura de la regin de refugio
intercultural y sobre todo el proceso dominical que en
ella impera, justifcan plenamente la accin integral in-
digenista del Estado.
PERSPECTIVAS DEL INDIGENISMO DE
GONZALO AGUIRRE BELTRN
Las tesis del autor del libro citado Regiones de re-
fugio, que fue presentado por la delegacin de Mxico
en un Congreso Indigenista Interamericano, fueron
ampliamente debatidas en la poca, y tambin incorpo-
radas al pensamiento indigenista de algunos pases la-
tinoamericanos. El concepto Mestizoamrica, que em-
plea Aguirre en este texto, se justifca porque Mxico
es visto por el autor como una nacin mestiza, y as lo
son tambin otros pases semejantes. Sin embargo, el
trmino no parece haber corrido con fortuna ni en las
ciencias sociales ni en la accin poltica y no ha despla-
zado al concepto Amrica Indgena, que as se llamaba
la revista del Instituto Indigenista Interamericano que
fue publicada durante ms de medio siglo.
En cambio, el concepto de regiones de refugio ha
sido ampliamente debatido entre los especialistas a lo
largo de los aos y contina siendo utilizado en algu-
nos textos, aunque se cuestiona su relevancia actual-
mente. Algunos estudiosos afrman que este concepto
es inadecuado por dar una idea equivocada de la situa-
cin real en las zonas de alta densidad de poblacin
indgena. Asimismo el concepto de ciudad primada
slo parece aplicarse a unas cuantas regiones en Mxi-
co y no se puede extender para clasifcar las relaciones
urbano-rurales y ladino-indgenas en todas partes del
pas. Sin embargo, ambos trminos han sido retoma-
dos una y otra vez en la literatura y continan siendo
referencias obligadas en los anlisis contemporneos
sobre la situacin de los pueblos y comunidades ind-
genas.
Tal vez haya sido ms problemtico el intento por
catalogar a la poblacin ladina como una casta aparte
del resto de la sociedad nacional. Los estudios realiza-
dos en aos recientes sugieren, por el contrario, que la
poblacin ladina se encuentra estructuralmente inte-
grada a la sociedad nacional mediante mltiples ligas
y vnculos y que el poder econmico y poltico que le
sirven de sustento como casta superior proviene fun-
damentalmente del apoyo que reciben de las instan-
cias superiores en los centros de poder que operan a
nivel estatal y nacional. Es muy probable que as haya
sido tambin en la dcada de los cincuenta y sesenta,
y que la perspectiva terica adoptada por Aguirre Bel-
trn, para no mencionar su compromiso poltico con
el Estado de la Revolucin, no le permiti profundizar
en estos aspectos.
A principios de los aos sesenta, el autor de estas
lneas y Pablo Gonzlez Casanova, por separado, utili-
zaron en algunos escritos el concepto de colonialismo
interno, para analizar las relaciones entre indgenas
y ladinos en Mxico y en Guatemala, concepto que
luego fue desarrollado tambin por otros autores en
otros contextos nacionales. Aguirre Beltrn prefri no
tomar en cuenta en esa poca esta posibilidad analtica
distinta, aunque tampoco se declar, segn tengo co-
nocimientos, en oposicin abierta a ella.
En resumen, Gonzalo Aguirre Beltrn no solamente
proporcion al indigenismo de la Revolucin (es decir
al Estado Mexicano) un fundamento terico coheren-
te, claro y sumamente atractivo; tambin aport un es-
quema analtico que se mantuvo slido durante varias
dcadas. Este enfoque le permiti asimismo producir
contribuciones fundamentales en reas especiales que
enriquecieron sus planteamientos de anlisis poltico,
como los que present en Formas de gobierno indge-
na. Me refero sobre todo, pero no exclusivamente, al
campo de la educacin indgena y la poltica lingsti-
ca del Estado Mexicano. Uno de sus mltiples aportes
brillantes y ponderados se encuentra en su obra Teora
y prctica de la educacin indgena, que present por
primera vez como ponencia en un congreso de educa-
cin en 1957, y que fue publicado posteriormente con re-
visiones y adiciones en la coleccin SepSetentas en 1973
(Aguirre 1992a [1973]).
All comienza diciendo claramente que En la situa-
cin intercultural la socializacin es el proceso de inte-
gracin de la comunidad indgena dentro de la sociedad
nacional y la escolarizacin el difcil proceso de la reno-
vacin cultural (Aguirre Beltrn 1992a [1973]:13). Lue-
go pasa en revista las distintas etapas de la educacin
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 22
indgena en Mxico, la educacin rural directa, las mi-
siones culturales, la alfabetizacin en lenguas indgenas,
la castellanizacin, la educacin bilinge e intercultu-
ral, para legitimar el enfoque indigenista en el que par-
ticip directamente durante tantos aos. Nos recuerda
las discusiones y las controversias, los enfrentamien-
tos ideolgicos de los distintos actores en torno a la
educacin, los bandazos que daban en un plazo de po-
cos aos los distintos gobernantes, los confictos en los
que el propio Aguirre particip siendo alto funcionario
del gobierno, incluso dejando escapar algunas crticas
veladas e implcitas a algunos gobernantes de la poca
que no apoyaron como debieron haberlo hecho los es-
fuerzos por erigir un sistema congruente de educacin
indgena en el pas.
Aguirre nunca ha dejado de pugnar por la escue-
la como instrumento de integracin de los indgenas a
la nacin mestiza, pero tambin defendi el uso de las
lenguas indgenas en el proceso de escolarizacin y al-
fabetizacin como una modalidad para acelerar precisa-
mente este proceso de integracin. Esta postura produjo
fuertes discusiones dentro del propio indigenismo, en
que se discutan (sin resolver an hasta la fecha) los m-
ritos relativos de la enseanza en lengua indgena y la
castellanizacin directa. Aguirre Beltrn personalmen-
te como estudioso y funcionario estaba profundamente
involucrado en estas controversias. Otro de sus grandes
mritos fue haber podido contribuir un texto cientfco
en el cual profundiz en esta problemtica varios aos
despus, con el ttulo Lenguas vernculas: su uso y des-
uso en la enseanza: la experiencia de Mxico (Aguirre
Beltrn 1983).
Segn su apreciacin, despus de una etapa en que se
ignor totalmente a los indgenas en materia educativa,
y otra de escolarizacin en la lengua ofcial sin tomar en
cuenta sus caractersticas culturales, en los aos treinta
es difundida en Mxico por algunos estudiosos la teora
marxista de las nacionalidades oprimidas que revalo-
riza las lenguas indgenas. Al mismo tiempo se hizo pre-
sente en Mxico el Instituto Lingstico de Verano (ILV),
una organizacin misionera evanglica norteamericana,
que estudia, traduce y alfabetiza en lenguas indgenas
con el objeto de evangelizar a los indios. Su mtodo con-
venci al presidente Crdenas, y el gobierno frm un
convenio con el ILV para que le preste asesora. Buena
parte del conocimiento lingstico de las lenguas ind-
genas en Mxico, que sirvi de base para la escritura de
estas lenguas y la posterior produccin de cartillas para
la alfabetizacin, fue proporcionado por los lingistas
del ILV. Aos despus el ILV fue acusado de servir a la
CIA, el convenio entre el gobierno mexicano y el Ins-
tituto fue anulado, y ste se vio obligado a reducir sus
actividades pero sin retirarse del pas
5
. No fue as en
otros pases donde operaba el Instituto, en los cuales
tambin prosperaron estas acusaciones, y de los cuales
fue expulsado.
A lo largo de tantos aos de productiva labor teri-
ca y prctica, es natural que surgieran discrepancias y
crticas a las posturas de Aguirre Beltrn entre distin-
tos miembros de la comunidad acadmica. En diversos
artculos, reunidos en un pequeo volumen prologado
por ngel Palerm, y publicado bajo el ttulo Obra po-
lmica (Aguirre Beltrn 1976a), Aguirre retoma algu-
nas de sus respuestas a diversas crticas de las que fue
objeto.
No cabe duda que a raz del movimiento poltico-es-
tudiantil del 68, Aguirre se sinti personalmente agre-
dido por una nueva generacin de antroplogos, los lla-
mados antroplogos crticos o etno-populistas que
desde diversas tribunas descalifcaban el indigenismo
de la Revolucin. Aguirre Beltrn reconoce y respeta a
sus contrincantes, los refuta pero nunca los descalifca,
acepta la crtica y tolera a veces con sentido del hu-
mor la disidencia y la divergencia, pero no retrocede
de sus principales argumentos y convicciones. Reivindi-
ca el indigenismo revolucionario que promueve la ele-
vacin del indio y su integracin a la sociedad nacional,
con su cultura y su identidad tnica, para que ingrese a
la lucha de clases con plena conciencia de su responsa-
bilidad e insiste de nueva cuenta que el indigenismo
no es una poltica formulada por indios para la solucin
de sus problemas sino la de los no-indios respecto a los
grupos tnicos heterogneos que reciben la general de-
signacin de indgenas (Aguirre Beltrn 1976b:24-5).
En ms de medio siglo, los tiempos han cambiado, y
ms pronto de lo que seguramente se lo imaginaba el Dr.
Aguirre Beltrn. En 1994 se levant el Ejrcito Zapatista
de Liberacin Nacional. El movimiento indgena tuvo un
periodo de alta movilizacin aunque defciente organi-
zacin. En 2001 fue modifcado el artculo 2 de la Cons-
titucin y el pas ahora reconoce el derecho de los pue-
blos indgenas a la libre determinacin y la autonoma
(aunque an no se practique). Mxico se reconoce como
pas multicultural y las lenguas indgenas son reconoci-
das como lenguas nacionales. En 2007 la Organizacin
de las Naciones Unidas adopt la Declaracin sobre los
Derechos de los Pueblos Indgenas, que Mxico promo-
vi y frm. En 2006 un lder indgena aymara fue electo
presidente en Bolivia y una nueva Constitucin fue apro-
bada en 2009 con la que se refunda la nacin boliviana.
Qu dira a todo esto el Dr. Gonzalo Aguirre Bel-
trn?
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ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 24
DE LA FINCA A LA COMUNIDAD: HISTORIA E IDENTIDAD TOJO-
LABAL EN EL SUROESTE DE CHIAPAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL
SIGLO XX
Guillermo Castillo Ramrez*
Este texto aborda la identidad tnica de un poblado de ascendencia tojolabal fundado
en el ao 2000, en Las Margaritas, en el Suroeste de Chiapas. La identidad es enten-
dida como una articulacin compleja entre el pasado del grupo -cuando los miembros
del poblado eran peones en una fnca- y las prcticas comunitarias actuales que defnen
su imagen grupal. De esta manera, este proceso es observado a travs de la historia
colectiva del grupo y de su historia de opresin en la fnca, pero tambin, se describe
y analiza la forma en que la comunidad retoma su adscripcin tnica a travs de la
conciencia de su historia y de la vida social del grupo. La lnea que gua el texto es la
cambiante genealoga de su imagen como grupo -identidad tnica- desde su vida en la
fnca pasando por su liberacin y hasta la vida comunitaria actual.
Palabras clave: comunidad; historia; identidad tojolabal; Chiapas.
* Guillermo Castillo Ramrez, Maestro en Antropologa (Instituto de Investigaciones Antropolgicas-Facultad de Filosofa y Letras-Universidad Nacional Aut-
noma de Mxico). Actualmente es alumno de Doctorado en Antropologa del Instituto de Investigaciones Antropolgicas de la Facultad de Filosofa y Letras de
la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.
1
A peticin de los miembros de la comunidad, tanto el nombre del poblado como sus integrantes han sido cambiados.
2
Las Margaritas, municipio fronterizo del suroeste, tiene una poblacin de 98,374 habitantes segn el ltimo censo del INEGI. La mayora de ellos se encuentran
en el rea rural y es uno de los principales municipios, junto con Altamirano, donde se concentran los hablantes de tojolabal, que acorde con los ltimo datos del
ltimo censo del INEGI asciende a 42,798 (www.inegi.gob.mx) [20/septiembre/2006].
3
La mayora de los personas de El Zapotal procede de San Juan, comunidad fundada a inicios de los ochenta por personas que fueron peones en la fnca El Chico
Zapote y tienen ascendencia tojolabal directa o indirecta.
4
Para elaborar una defnicin de identidad tnica se recurri a los siguientes autores: Barth (1969), DAndrea (2000), Epstein (1973), Poutignat y Streif-Fernat (1995).
INTRODUCCIN
Este texto trata la identidad tnica en El Zapotal,
1
pequeo poblado del municipio fronterizo de Las Mar-
garitas,
2
Chiapas. El poblado se fund en mayo del
2000 en tierras liberadas por el Ejercito Zapatista de
Liberacin Nacional (EZLN) en 1994 y antes eran una
fnca ganadera y cafetalera;
3
la totalidad de los miem-
bros de El Zapotal tiene antepasados del grupo tnico
tojolabal que procedan de las comunidades vecinas,
adems todos los miembros del poblado son catlicos
practicantes de la dicesis de San Cristbal y son bases
de apoyo del EZLN. El texto se divide en los siguientes
apartados: (1)
el marco interpretativo, donde se mues-
tra el andamiaje terico utilizado para tratar el tema en
este poblado y adems se describe el abordaje metodo-
lgico; (2) en la fnca y la identidad del acasillado, se
describe cul fue el origen de este proceso histrico en
la comunidad y los referentes simblicos que delinea-
ban la identidad de los miembros del poblado mientras
vivieron en la fnca y eran peones y que los hacan mi-
nusvalorar su diferencia cultural; en esta parte tambin
se muestra cmo salieron de la fnca y sus posteriores
condiciones de vida; (3) despus, en la identidad co-
munitaria en los embates del pasado, se describe el
proceso de la reconfguracin de la identidad tnica de
los miembros del poblado a travs de una dinmica de
cambio y permanencia de la tradicin de sus antepasa-
dos tojolabales as como de ciertas prcticas culturales;
(4) casi al fnal, en los procesos de reconocimiento (la
Palabra de Dios), se destaca cul ha sido uno de los pro-
cesos sociales de carcter regional y de larga duracin
que de alguna manera estimul la reconfguracin de
su identidad tnica y, (5) por ltimo, se cierra con las
conclusiones.
EL MARCO INTERPRETATIVO Y ABORDAJE
METODOLGICO: DESDE DONDE SE LEE
EL SER COMUNIDAD
La identidad tnica como proceso social tiene varias
dimensiones que terminan articulndose en la ima-
gen de un nosotros, por una parte una perspectiva
relacional que nos remite a las alteridades circundan-
tes en el entorno social y al s mismo grupal, lo que,
por otro lado, implica rastrear la biografa social para
ver cmo se ha conformado este sujeto colectivo, pero
tambin ver, en el presente, sobre qu organizacin so-
cial y prcticas comunitarias se basa la imagen de la
comunidad.
4
Por lo que respecta a la dimensin rela-
25 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
cional del problema y retomando a Barth (1969:12-20)
no slo nos limitamos a una perspectiva que se fja en
la posesin de rasgos culturales diferenciadores com-
partidos por un grupo tnico, sino que tambin se
opta por una ptica de carcter relacional, en donde el
nosotros se defne en relacin con alguna alteridad
o alteridades prximas. Esto se da a dos niveles, uno
de carcter externo, con aquellas alteridades diver-
sas con que se vinculan a la comunidad, y para ello es
til la nocin de lmite pues la referencia al otro
fomenta aquel contraste que ayuda defnir al grupo.
Por otra parte est el nivel interno, representado por
los diversos subgrupos -nios, mujeres, hombres- del
interior de la comunidad, as como las variadas acti-
vidades que se asignan y desempean segn criterios
de diferenciacin social -edad, gnero, estado civil-. No
obstante, esta doble dinmica no agota el fenmeno en
su totalidad, falta indagar de qu manera los miembros
sienten pertenecer a una colectividad. En este sentido y
acorde con Epstein (1963:95), previo a la adscripcin e
identifcacin -consciente- de los miembros de la colec-
tividad, las personas de la comunidad experimentan un
sentimiento de pertenencia al grupo, un formar par-
te de que surge de la participacin en las actividades
comunitarias y que puede remontarse a la infancia y
adolescencia. La identidad tnica es ms que el recono-
cimiento de rasgos culturales compartidos que delimi-
tan una unidad social, y que se basan en la emergencia
de la conciencia del lmite, incluso si estos rasgos son
sealados por los miembros. Surge adems de formas
de organizacin intracomunitarias y de prcticas colec-
tivas que crean un proceso de autoidentifcacin como
grupo. Dicho proceso no es dado de una vez, ni de ma-
nera innata, esta imagen de s mismos como grupo no
permanece inmvil ni est exenta de las transformacio-
nes sociales, polticas y econmicas propias de su vida
social. Hay un constante rejuego de factores internos
y externos en los que se asienta el carcter de cambio
histrico de este proceso psicosocial de identifcacin.
Hay que rastrear en la historia del grupo, cmo se ha
ido creando y modifcando el proceso identitario co-
munitario. Al igual que Epstein, pensamos que sin la
biografa social de la comunidad no puede entenderse
la manera en que se ha creado una imagen del s mis-
mo grupal y las relaciones que con las alteridades cir-
cundantes se han establecido. Lo cual plantea la cues-
tin de la permanencia en el proceso de identifcacin
cmo se logra y se constituye la continuidad en un
proceso de cambio histrico como ste? Por ello una
tarea pendiente sera indagar las reas y actividades de
contacto entre las diversas generaciones, pero tambin
en la formacin e insercin de las nuevas generaciones
en la vida comunitaria, en las actividades laborales y de
responsabilidad, la incorporacin de nuevos miembros
en las instituciones comunitarias.
5
La comunidad como forma de organizacin social
est basada, en cierta medida, en la atribucin catego-
rial (adscripcin), pero tambin en procesos de orga-
nizacin internos correspondientes a diversos rdenes
comunitarios: autoridades comunales, asambleas, fes-
tas, prcticas e instituciones comunitarias que ordenan
y trazan la vida socialmente compartida de la comuni-
dad.
6
La identidad tnica es una manera de ordenar
el mundo social por colectividades humanas, pero tam-
bin es la confguracin de la comunidad como un es-
pacio social propio y diferenciado, la reconstruccin de
un grupo por individuos que comparten una vida en co-
mn en ciertas actividades comunitarias, as como una
visin del mundo socialmente semejante, no obstante
la diversidad social y de puntos de vista que caracte-
riza a los diversos sectores internos de la comunidad.
La identidad tnica como proceso histrico de la vida
comunitaria se proyecta hacia el presente en la reali-
zacin peridica y actual de las prcticas e institucio-
nes comunitarias donde se producen y recrean los re-
ferentes para la imagen de s mismos que como grupo
tienen los diferentes miembros de la comunidad. As,
y no obstante que el parentesco juega un papel impor-
tante en la cohesin de la comunidad, la pertenencia a
la comunidad no est dada de un modo defnitivo por
un origen comn; tiene que actualizarse y convalidarse
mediante la participacin en las labores que demanda
la comunidad.
7
As, ms que slo una autodefnicin o
exodefnicin discursiva con base en rasgos culturales,
la identidad tnica es tambin un proceso que refeja
la articulacin de diversas prcticas sociales sobre todo
comunitarias,
8
aunque tambin familiares,
9
encami-
nadas a la reproduccin de las condiciones sociales de
5
Ms all de la deteccin de las prcticas y rasgos culturales conservados,
habra que ver qu signifcados les atribuyen las personas y grupos de la co-
munidad. Debido a que la identidad comunitaria es un concepto que integra
diversas prcticas comunitarias, relaciones internas y externas, vivencias,
rasgos culturales y por la diversidad de mbitos que toca, sera inadecuado
plantear una dicotoma entre conciencia e inconsciencia, que slo permitira
considerar aquellos actos motivados voluntaria y conscientemente; el afecto
y las emociones tiene un papel muy destacado en este tipo de procesos socia-
les, como en el caso de la pertenencia, donde los miembros antes de saberse
parte de, se sienten que son parte de la comunidad.
6
Aqu no se plantea disociar la atribucin categorial y los procesos de orga-
nizacin internos de la comunidad, que van entrelazados y se determinan
mutuamente, pero si se quiere arrojar ms luz sobre estos ltimos.
7
De hecho hay gente que sin haber nacido ah, forma parte de la comunidad
y cumple con los deberes comunitarios, pero de alguien que naci ah y no
cumple con los deberes comunitarios no puede decirse lo mismo.
8
En este sentido, la identidad tnica tambin puede ser considerada como la
conciencia de la constitucin de un espacio social formado colectivamente
por un grupo de individuos en el transcurso de la vida en comn y al que
no necesariamente corresponde un territorio geogrfco defnido. Dicha di-
nmica de identifcacin en tanto prctica social autodefnitoria se sustenta
en otras prcticas sociales colectivas como los discursos en las instituciones
comunitarias: iglesia, asamblea, autoridades y las acciones sociales que po-
sibilitan la existencia social del grupo. La identidad como autodefnicin se
encarna en un modo de vida -que se lleva al cabo cotidianamente- , decir
que soy X -si soy X- implica no slo autodefnirse mediante un discurso,
sino vivir como X, lo cual equivale a realizar el universo de actividades y
poseer una visin del mundo semejante a X.
9
Como referente directo de la construccin de la identidad comunitaria es-
taran las prcticas sociales comunitarias todas aquellas labores o deberes
de carcter comunitario-, y como referente indirecto las prcticas sociales
familiares e individuales.
REVISTA SUR DE MXICO 26
vida del grupo -desde las bsicas (materiales) hasta las
culturales o religiosas- y que en su conjunto constituyen
un modo de vida.
10
En resumen la identidad tnica incorpora los ni-
veles previamente descritos en una compleja articu-
lacin, una lgica relacional con la alteridad, pero
que nos remite a la historia del grupo y a su vez a las
actividades y vida comunitaria presentes. (1) Si bien
por una parte nos remite a una doble dinmica de endo
y exodefnicin basada en el lmite tnico y la relacin
nosotros-otros, lo que en el texto nos lleva a rastrear
los diversos vnculos de los miembros de El Zapotal con
las diversas alteridades -fnqueros, los capataces, otras
comunidades, el caxln- y ver de qu manera en esto
se conforma el nosotros de la comunidad, (2) pero
tambin nos remite a hurgar en la historia del grupo
y ver su constitucin como sujeto social y los avatares
histricos que han delineado su imagen grupal, de ah
la necesidad de reconstruir su vida en la fnca y la ma-
nera en que han elaborado su imaginario de s mismos
y trazar una lnea de continuidad hasta la actualidad y,
(3) fnalmente, descifrar cules son las formas de or-
ganizacin, estructuras comunitarias y prcticas que
permiten a la comunidad diferenciarse de otros, pero
al mismo tiempo generar coherencia interna.
Abordaje Metodolgico. Por lo que respecta a la re-
copilacin del material etnogrfco, si bien una parte
importante del trabajo se realiz a travs de la obser-
vacin participante del mtodo etnogrfco, mediante
diversas temporadas de campo, se recurri, principal-
mente, a la historia oral como un procedimiento de
nuevas fuentes establecido para la investigacin hist-
rica con base en testimonios orales obtenidos en inves-
tigaciones especfcas (Aceves 1996:18)
11
; se trata de un
campo de mtodos especfcos para un tiempo deter-
minado y apoyado en un trabajo interdisciplinario, que
posibilita la ampliacin de la tradicin y la percepcin
histrica y se diferencia de otros campos de heurstica
histrica por el hecho de que las fuentes no son direc-
tamente accesibles -no son textos escritos- y la forma
de explorarlos determina su carcter (Niethammer
1989:3-25)
12
. La historia oral a travs de la entrevis-
ta del recuerdo enriquece la perspectiva histrica de
la investigacin, con las perspectivas de la experiencia
subjetiva de un espectro variado de sujetos sociales. No
slo el entrevistado juega un papel activo sino tambin
el investigador, pues es l quin formula las preguntas
y defne el grupo de personas, es tambin quien con-
juntamente con el sujeto defne la construccin de la
fuente oral. Thomson seala esto al resaltar que los
historiadores orales pueden escoger a quienes entre-
vistar y qu preguntarles, lo cual les permite buscar la
evidencia que necesitan (Thompson 1998); este autor
piensa que la historia oral tiene el mrito, a diferen-
cia de otras fuentes, de permitir la reconstruccin de la
multiplicidad de puntos de vista de los actores sociales,
lo cual refeja el carcter complejo y plurismico de la
realidad social acontecida y estudiada.
13
Durante la in-
vestigacin etnogrfca llevada a cabo en El Zapotal en
diversas temporadas de campo, entre agosto de 2004
y julio de 2006 -que permiti la redaccin de este tex-
to- se realizaron entrevistas semiestructuradas (abier-
tas) y estructuradas (cerradas) segn ejes temticos a
informantes clave, se trabaj con relatos de vida que se
articulaban en torno a los siguientes procesos sociales:
vida y trabajo en la fnca, la salida de la fnca y, la for-
macin de la comunidad y la vida comunitaria actual.
As, a travs de las entrevistas realizadas, se cont con
los testimonios de las autoridades civiles -el responsa-
ble de la comunidad- y religiosas -los catequistas y el
dicono-, ancianos que haban vivido y trabajado en la
fnca, el comisariado municipal y ejidal, curanderos y
mdicos tradicionales. Dentro del espectro de los suje-
tos entrevistados destaca que la mayora eran hombres
adultos -mayores de cuarenta aos-, esto con el prop-
sito de recoger el proceso de cambio socio histrico que
ha delineado el proceso de identidad tnica. Tambin
se entrevistaron mujeres mayores -esposas de quienes
fueron peones- y jvenes de la comunidad.
LA FINCA. EL ACASILLADO Y EL PATRN: DE
LA EXPLOTACIN Y LA IDENTIDAD NEGADA
A LA COMUNIDAD
En este apartado se narran las condiciones socio
histricas que dieron origen al poblado de El Zapotal
y se muestra la explotacin que vivieron los miem-
bros de esta comunidad en la fnca, que delinearon la
identidad que por aquel tiempo asuman estos sujetos,
que negaba y estigmatizaba su diferencia cultural. Los
miembros mayores y fundadores de El Zapotal fueron
peones acasillados de la fnca El Chico Zapote, inclu-
so algunos de ellos nacieron ah.
14
Esta propiedad de
aproximadamente 650 hectreas se encuentra cerca
del ejido Vicente Guerrero, sus principales actividades
econmicas fueron la produccin de caf y la crianza de
GUILLERMO CASTILLO RAMREZ
10
Como se mencionaba previamente, detrs de dichas actividades comunita-
rias hay una serie de motivaciones, sentidos y signifcados que el grupo atri-
buye y asigna a dichas labores, y que constituyen elementos imprescindibles
mediante los cuales los miembros de la comunidad edifcan la imagen de s
mismos como grupo.
11
Segn este autor, una vez obtenidos los testimonios, terminada la fase
inicial, pues a semejanza de las fuentes escritas, faltara la crtica y an-
lisis de la fuente -quin es el entrevistado, a qu grupo pertenece, cul es
su posicin ideolgica y socioeconmica-, la interpretacin y ubicacin
histrica de los testimonios y las evidencias orales.
12
Acorde con el autor, esta tcnica especfica de investigacin actual
es un instrumento metodolgico que posibilita un entendimiento ms
amplio del pasado inmediato y de su conformacin sociocultural como
historia.
13
Parte frecuente del trabajo de historia oral es la elaboracin de una
historia de vida que, en sentido estricto, es la narracin autobiogr-
fica del sujeto entrevistado o informante clave, adems del trabajo de
investigacin y anlisis por parte del investigador: contextualizacin de
la entrevista, recreacin del marco histrico social de los acontecimien-
tos de la vida del sujeto.
14
Alrededor de ocho de los diecisiete padres de familia de San Juan
trabajaron como peones acasillados en El Chico Zapote: Don Jos, Ber-
nardo, Emiliano, Don Jacinto, Don Rubencio, Jos Alfredo, Don Israel,
Don Lupe, de los cuales Bernardo, Emiliano, Jos Alfredo nacieron y
pasaron su niez y adolescencia ah.
27 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
ganado vacuno para su venta en la cabecera municipal
de Las Margaritas. Entre 1952 y 1983, la fnca tuvo su
etapa ms productiva y cambi varias veces de propie-
tario. A principios de este periodo, Jos Villa Toro fue el
patrn de El Chico Zapote, despus pas a manos de
su hijo Antonio Villa Toro y, entre 1978 y 1979, compr
la propiedad -con todo y peones- Augusto Altusser.
Mientras los peones vivieron y trabajaron en la fnca
estuvieron sometidos a varios mecanismos de explota-
cin que no variaron mucho de un propietario a otro,
15
y de los que surgieron los referentes simblico-socia-
les con base en los cuales se construa la identidad de
los peones. Los mecanismos fueron los siguientes: (1)
El patrn les permita a los peones sembrar un peda-
zo de tierra en una suerte de compensacin salarial y
les pagaba un sueldo. Sin embargo, el sueldo era muy
bajo y el monto econmico que reciban por el traba-
jo no cubra el costo de los productos para satisfacer
las necesidades. Tampoco el dejarles cultivar algunos
productos en su tierra tena un carcter compensatorio
real, pues las faenas del patrn dejaban a los peones
muy poco tiempo libre para sembrar y cosechar culti-
vos propios.
16
(2) Adems, cuando los peones fatigados
de las condiciones de trabajo se iban a vivir y traba-
jar a otra fnca, dejaban las huertas frutales, cafetales,
caaverales que haban labrado para benefcio de ellos
en las parcelas prestadas por el patrn. No tenan de-
recho sobre esos bienes, tampoco podan venderlos,
simplemente se iban y el dueo se apropiaba del valor
agregado a su tierra y de los cultivos.
17
(3) Otra situa-
cin comn era que tras aos de arduo trabajo el pen
envejeca y no poda hacer ms las faenas de la fnca a
cabalidad. Entonces el patrn lo dejaba de contratar y
no se haca responsable de su manutencin, el pen te-
na que arreglrselas por s slo.
18
El trato que reciban
por parte del fnquero era similar al de un utensilio de
labranza o animal de trabajo, una vez que dejaba de ser
productivo y generar ganancias lo tiraba o se deshaca
de l. (4) Por lo que respecta al maz que los acasillados
cultivaban para el patrn, suceda que luego el fnquero
les venda el mismo maz que ellos haban producido
a precio de mercado en la tienda de raya. A causa del
poco tiempo que les dejaba para trabajar en los cultivos
propios los peones no alcanzaban a cosechar sufcien-
te productos para el gasto en las parcelas prestadas,
19
por ello tenan que comprar el maz, pero slo con el
patrn, pues nadie ms les fara o dara crdito. (5)
Finalmente, la tienda de raya era donde el crculo vi-
cioso se cerraba. El patrn no slo explotaba con los
bajos salarios, adems era el vendedor de los bienes de
consumo que necesitaban los peones. Al endeudar a los
trabajadores a travs de farles o darles a cuenta -pro-
ceso que el mismo patrn generaba al no pagarles por
da o cuando necesitaban el dinero- los tena sujetos y
para fn de mes ya deban buena parte o la totalidad del
salario duramente ganado.
20
Debajo de estos mecanismos subyace una relacin
de constriccin y opresin ms bsica, sobre la que se
sustenta este control permanente de las condiciones de
trabajo que impona el patrn. Es el hecho de que los
peones por carecer de tierra y propiedad, estaban en
la necesidad de vender su fuerza de trabajo para sub-
sistir. La condicin del fnquero, de propietario y po-
seedor del capital, le daba la posibilidad de contratar a
los peones segn las condiciones que l determinaba.
En cambio, el carcter de desposedos de los peones los
haca sujetos de explotacin.
Sin embargo, tampoco puede omitirse que los peo-
nes acasillados generaban sus propios procesos de re-
sistencia para contrarrestar este estado de cosas y ma-
nifestar su inconformidad. Fue el caso de los peones
que se desplazaban de una fnca a otra, los que no eran
eventos aislados, sino prcticas frecuentes en las que
los peones manifestaban su repudio a la explotacin de
que eran objeto; y si bien no reciban un mejor sueldo,
21
por lo menos las condiciones de trabajo y de vida po-
dan ser menos agobiantes.
Otro escenario similar ocurra en el caso de la solida-
ridad familiar cuando un pen ya no poda trabajar o el
patrn se desentenda. La familia se haca cargo de apo-
yar al pen, las redes de parentesco funcionaban como
una alternativa para contrarrestar la miseria a la que lo
condenaba el patrn. En este sentido se encuentra la
salida de los peones de El Chico Zapote, propiedad de
Augusto Altusser, as como la formacin y fundacin de
la comunidad de San Juan en las tierras que compraron
con su trabajo. En las relaciones sociales y familiares
entre los acasillados hay una serie de recursos basados
en gestos de mutuo apoyo que les permitieron revertir
una condicin de franca explotacin y discriminacin.
La construccin de la identidad de los acasillados en
la Finca. A partir de lo anterior se puede trazar una se-
15
Aunque los testimonios revelan que la situacin se recrudeci con Augusto
Altusser. Es en las relaciones de poder y subordinacin de los mecanismos
de explotacin donde encontramos trazas de la identidad grupal negada de
los peones. Es en el trato discriminatorio y desigual donde se funda el estig-
ma con que se identifcaban los peones.
16
El patrn les exiga jornales de trabajo como requisito para que pudieran
labrar su tierra. Este era el trabajo de balde o baldo que se impona en la
fncas a los acasillados y que est por dems planteado para el caso de otras
fncas de Las Margaritas en Memoria balda. Los tojolabales y las fncas: tes-
timonios (Gmez Hernndez y otros 1992).
17
Pero cuando se aburran los trabajadores se iban a otra fnca, entonces
esos trabajos (los de ellos) ah se quedaban y eso era para benefcio del mis-
mo patrn, porque no, l no compraba nada. Entrevista a don Jos, julio
2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
18
Y ya cuando uno se hace viejo, pues ya de planos el patrn ya no tiene
nada que ver, uno se lo arregla, no hay ayuda pues. Entrevista a don Jos,
julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
19
Entonces l haca sufciente (maz) para venderle a los muchachos que a
veces ya no podan hacer sufciente milpa pues para ellos, porque era tam-
bin muy limitado el tiempo. Entrevista a don Jos, julio 2005, el Zapotal,
Las Margaritas, Chiapas. Entrevista con Bernardo, julio 2005, el Zapotal, Las
Margaritas, Chiapas.
20
El patrn poda determinar los precios de las mercancas a su antojo y los
peones no tenan posibilidad de ir a otro lado pues carecan de dinero y de
crdito.
21
Recurdese que los patrones estaban de acuerdo respecto a el precio del
jornal. Los patrones estaban de acuerdo entre ellos, si te ibas a otra fnca
te pagaban lo mismo. Entrevista con Bernardo, julio 2005, el Zapotal, Las
Margaritas, Chiapas.
REVISTA SUR DE MXICO 28
rie de oposiciones que defnen el tipo de vnculos que
haba entre el fnquero y los peones as como la imagen
que cada uno se formaba del otro; as la identidad t-
nica de los acasillados se daba en la articulacin entre
las imgenes que el patrn les atribua a ellos y las que
ellos mismos se asignaban como sujetos sociales. Ha-
ba mltiples relaciones asimtricas de poder donde el
patrn estaba en el polo que detentaba mayor fuerza, lo
cual no supone que los peones carecieran de capacidad
de accin y respuesta, como se ha demostrado. En el
proceso de construccin de la identidad mientras vi-
vieron en la fnca, el acasillado apareca, segn el fn-
quero, como aquel que no tena propiedad ni bienes y
por ello tena necesidad de trabajar; la falta de tierra
los obligaba a laborar para alguien ms y vivir aca-
sillados, su carencia los condenaba a trabajar para
un propietario.
22
El nico recurso con el que contaban
era su fuerza de trabajo, su saber labrar la tierra, no
saban hacer otra cosa.
23
El patrn, por el contrario,
era l que tiene propiedades, no tena necesidad de
trabajar -como ellos- porque tiene; slo supervisaba
y no trabajaba, pasaba temporadas en la fnca y se iba
a Comitn.
24
El fnquero por ser el dueo de la tierra
que se cultivaba y de los bienes
25
defna el tipo de re-
lacin econmica que se estableca entre l y el pen.
En la estructura agraria regional tambin encon-
tramos el par de opuestos acasillado (indgena) y fn-
quero-caxln.
26
Los peones, originarios de la zona,
indgenas algunos y la mayora con ascendencia
indgena directa eran los que carecan de educacin
y salud, no saban hacer otra cosa que trabajar en
el campo, mal hablaban el castilla. En cambio los
fnqueros eran caxlanes
27
y venan y vivan en la
ciudad, tenan educacin y estaban bien alimentados,
se sentan superiores a los peones y los trataban con
discriminacin.
28
Ser indgena o tener ascendencia
indgena tena una carga peyorativa, los acasillados
no recuerdan que reconocieran entre s su herencia
indgena de manera positiva. El proceso de reconoci-
miento y valoracin de su pasado y races tnicas fue
paulatino e inici mucho despus.
La libertad de los trabajadores estaba constreida
por la voluntad del fnquero y su tiempo sujeto a su
disposicin, ste poda incrementar las labores segn
lo desear y ejerca control sobre la gente a travs de
los caporales.
29
l determinaba si los peones haran
milpa en su tierra, y s la hacan, l decida de cunto
tiempo dispondran y cmo le retribuiran por darles
permiso de sembrar.
30
Incluso cuando queran salir
para asistir a alguna ceremonia religiosa, comenta
Bernardo, no los dejaba. Para muchos de los peones,
la imagen que de s mismos tenan, estaba muy de-
teriorada, eran hombres que estaban condenados a
trabajar y a depender de la voluntad de alguien ms
para cualquier actividad, estaban incompletos y eran
vistos con desprecio y de poca vala. Principalmente
a travs de la violencia verbal, el ltimo dueo se en-
cargaba de degradar cotidianamente a los peones me-
diante regaos desmesurados y ofensivos;
31
junto con
los caporales, los humillaba, los haca sentirse menos,
los trataba de manera agresiva e indigna, faltndoles
al respeto.
32
A los ojos del patrn, el acasillado era al-
guien inferior, que no mereca un trato de igual a igual
debido a su condicin de pobreza y por su necesidad
de trabajar para poder sobrevivir, por su ascendencia
indgena y por ser originario de aquellas tierras.
Para el acasillado, el patrn era el propietario,
no era procedente de ah sino de la ciudad, era un
caxln, era quien les daba trabajo. Un sujeto que te-
na de todo y no pasaba carencias, tena salud, casa,
educacin, sustento, a diferencia de ellos que vivan
en la miseria y padecan enfermedades. Pero tambin
era un agresor que poda hacer uso de la violencia con
impunidad, un sujeto que infiga sufrimiento y explo-
tacin. De esta relacin deriva una alteridad que traa
la castellanizacin y negaba sus races tnicas. Era una
concepcin contradictoria, pues lo que consideraban
plenitud, poseer bienes y tierras, estar bien alimenta-
do, tener educacin, era la causa de la opresin y las
carencias que constantemente los peones sufran.
33
GUILLERMO CASTILLO RAMREZ
22
Pero hay que dimensionar esto en su justa medida, la falta de tierra no slo
implica que no hay un capital ni sitio para trabajar, sino que tampoco hay
un lugar donde vivir.
23
... y los trabajos de por s, no podamos hacer otro trabajo ms que puro
machete pues, hacha, era lo que podamos desempear, desgraciadamen-
te como no tuvimos escuela en esos tiempos. Entrevista a don Jos, enero
2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
24
Bernardo comenta sobre Augusto Altusser, el patrn nada ms vena en
las vacaciones de sus hijos.
25
Ganado, bestias de carga, caf, maz, huertas.
26
Con este trmino se designa todo aquel que viene de afuera y no es indge-
na, se refere a la gente blanca de la ciudad.
27
Con el trmino caxln los miembros de El Zapotal, pero tambin en ge-
neral los tojolabales de la montaa de Las Margaritas, designan a quien no
pertenece a las comunidades y a la regin, generalmente se le asocia con
aquellas personas que provienen de la ciudad. Parece que este trmino tam-
bin lo usan otros grupos tnicos en otras regiones del estado de Chiapas, es
el caso de los choles por ejemplo.
28
Los patrones eran caxlanes, te trataban con discriminacin, te maltrata-
ban y te decan pinche indio t no sabes nada. Entrevista con Bernardo,
julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas. Esto fue en el periodo en
que Augusto Altusser era dueo de la fnca.
29
Las tareas eran ms grandes, ms vigilada la gente por el caporal. En-
trevista don Jos, julio 2005, Las Margaritas, Chiapas. Bernardo aade la
jornada de trabajo era ms dura y el salario era el mismo cinco pesos.
30
(Augusto Altusser) les peda una semana sin que les paguen, una semana
de rosar la milpa de l sin que les paguen un peso, era como pagando el
alquiler de su tierra, Entrevista a don Pedro, Julio 2005, El Zapotal, Las
Margaritas, Chiapas. Poco ms adelante se aclara que el patrn anterior no
les peda como pago una semana de trabajo gratis.
31
Porque trataba muy mal pues, o sea, regaaba pues, as como si fuera
uno un animal de plano, ya no tena nada de conciencia, de consideracin;
Augusto, ese si se port de lo peor de la vida, porque ese s maltrato a la
gente, que ya no soport ms la gente Entrevista con don Jos, julio 2005,
El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas. Y Bernardo dice No podas hablar, si
(en) algo fallaste te regaaba, (te la) mentaba e incluso hasta con la soga te
va dar, incluso traa pistola.
32
Maltrataba a los trabajadores porque no le podas faltar ni un da de tra-
bajo; (nuestro padres) estaban sometidos a una esclavitud, no te respeta-
ban, no respetaban su dignidad, los capataces eran muy duros. Entrevista
con Bernardo, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
33
Esta concepcin est infuida por la imagen estigmatizada de s mismos
que intentaban imponerles el dueo de la tierra y las instituciones. A raz
de la asimilacin positiva de su pasado y de las diferencias constitutivas, se
resignifca su identidad y toma un giro distinto.
29 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
Si bien la identidad se daba en el re-juego de la re-
lacin con el fnquero y los caporales, debemos subra-
yar que el acasillado tambin construa una imagen
de s a partir de las acciones que le permitan modif-
car el entorno adverso, ya fuera a travs de las redes
familiares, as como de la bsqueda de otros espacios
laborales y la solidaridad grupal. De entre otras signi-
fcativas muestras de agencia de parte de los trabajado-
res,
34
est precisamente el que algunas de las personas
que trabajaron en la fnca,
35
hartos de una situacin de
onerosa explotacin y de velada esclavitud, rompieran
el mecanismo de explotacin representado por la fnca
y la oposicin fnquero-pen al comprar tierras para s
mismos mediante su nico recurso disponible, el traba-
jo. As formaron una comunidad, donde no hubiera ni
propietarios ni acasillados, sino propietarios comuni-
tarios de la tierra; ah no tendran que obedecer el man-
dato de nadie y trabajaran libremente compartiendo la
tierra. Ser indgena era tambin tener la posibilidad
de elegir un presente y futuro diferentes; las acciones
antes descritas permitieron que se valoraran a s mis-
mos y se supieran capaces de una accin que les saca-
ra de tal situacin.
Tras el arribo del ltimo propietario y el recrudeci-
miento de las condiciones de explotacin en la fnca de
El Chico Zapote, un grupo de peones decidieron salirse
de la fnca y fundar un poblado; sin duda, en este proceso
tuvo un lugar destacado el papel de refexin crtica de la
Palabra de Dios, como llamaban y llaman a la prctica
de la religin catlica en la regin por parte de los cate-
quistas de las comunidades vecinas y los agentes de pas-
toral de la dicesis de San Cristbal de las Casas que, en
aquel tiempo, encabezaba el seor obispo don Samuel
Ruiz. Este grupo de aproximadamente diez individuos
compraron mediante trabajo unas escarpadas tierras
ejidales a unos pequeos propietarios vecinos y en 1983
fundaron la comunidad de San Juan que contaba con al-
rededor de 150 hectreas de tierras en laderas rocosas.
Despus, una vez que se instalaron en sus tierras y junto
con sus familias, los ex peones de la fnca comenzaron a
trabajar en un proyecto de vida comunitaria. Dadas las
condiciones de la tierra que posean, los habitantes de
San Juan optaron por el cultivo de caf para venta como
su principal actividad productiva; complementaban
dicha actividad con la siembra de otros cultivos como
caa, ciertos ctricos y diversas variedades de pltano -el
cual tambin se venda-, por ltimo estaba el frijol y el
maz que estaban destinados al autoconsumo. No obs-
tante que la tierra, si bien daba para vivir, nunca fue su-
fciente y menos cuando la comunidad se expandi de-
mogrfcamente con el nacimiento y crecimiento de los
hijos de las familias iniciales; esta situacin era comn
a varias de las comunidades vecinas. Por ello la carencia
de ms y mejores tierras fue una necesidad de varias co-
munidades desde fnales de la dcada de los ochenta y
principios de los noventa del siglo XX.
Si bien no queda del todo claro, para inicios de la
dcada de 1990, varios de los miembros de la comu-
nidad de San Juan se incorporan como bases de apo-
yo del EZLN en el marco de un vasto proceso regional
que vena de las comunidades ms adentradas en las
caadas, hacia el sur; posteriormente la totalidad de los
miembros de la comunidad se incorporara a esta or-
ganizacin poltica. Despus del levantamiento armado
de 1994, varias tierras pertenecientes a fnqueros, entre
ellas la deteriorada y prcticamente olvidada fnca de
El Chico Zapote, fueron abandonadas por sus dueos
quienes no volvieron ms. En este contexto y debido a
la falta de mejores tierras, as como a las condiciones de
opresin que haban vivido los miembros de San Juan
mientras fueron peones en la fnca, los comuneros de-
cidieron recuperar esas tierras que haban ganado con
aos de trabajo y explotacin; y fue en estas tierras don-
de, posterior y aproximadamente la mitad de los miem-
bros de San Juan, se fund El Zapotal en el ao 2000.
LA IDENTIDAD COMUNITARIA EN LOS EM-
BATES DEL PASADO, ENTRE EL CAMBIO Y LA
PERMANENCIA: RETOJOLABALIZACIN, S
SOMOS TOJOLABALES, AUNQUE NO MEROS
TOJOLABALES
En esta parte se aborda el complejo proceso social
mediante el cual los miembros de El Zapotal, en el pro-
ceso de reconstitucin de su identidad tnica, se ads-
criben como cierto tipo de tojolabales en tanto indivi-
duos insertos en la comunidad y con una historia comn
compartida entre ellos, pero tambin con sus ancestros
que vivieron en condiciones similares; se saben y sien-
ten tojolabales pero de un modo peculiar, pues tambin
est muy presente la brecha cultural que los separa de
los tojolabales tradicionales.
36
Se trata la manera en
que el actual imaginario de la comunidad rehabilita su
pertenencia tnica, pero en el dilogo del proceso his-
trico y de carcter sociocultural que ha constituido al
poblado y a su s mismo grupal. Se recurre al trmino
de retojolabalizacin para hacer alusin a la recupe-
racin e incorporacin de la tradicin
37
en la cons-
truccin de la imagen comunitaria de s mismos como
colectividad humana.
La retojolabalizacin atraviesa por la toma de con-
ciencia y valoracin de su diferencia cultural, dinmica a
la que ha contribuido el proceso religioso del caminar de
la Palabra de Dios y la militancia en la organizacin po-
ltica a la que pertenecen. A pesar del redescubrimiento
de un nexo directo con las comunidades que hablan to-
jolabal y de que conservan ciertas prcticas culturales de
34
Recurdese la referida movilidad de peones a causa de su inconformidad con
las condiciones de trabajo y vida de la fnca.
35
Recurdese las diez personas, entre ellas don Jacinto y don Rubencio, que
compraron las tierras.
36
Los testimonios de varias de las personas de ms edad de la comunidad coinci-
den en sealar que los meros tojolabales o tojolabales tradicionales son aque-
llos que an conservan ciertos rasgos culturales ms visibles como la lengua, el
vestido, pero tambin formas de organizacin como el trabajo de las mujeres en
el campo, entre otras.
37
Aqu por tradicin se entiende el marco referencial simblico cultural de cierta
sociedad desde el cual se interpreta el mundo social y los hechos, en el sentido
gadameriano. Ver Verdad y mtodo (Gadamer 1992).
REVISTA SUR DE MXICO 30
sus ancestros, los habitantes de El Zapotal no afrman
que exista una semejanza absoluta con ellas. Saben que
hay diferencias visibles como el vestido y la lengua, por
mencionar dos de las ms inmediatas. Somos tojola-
bales, pero no meros tojolabales afrman, sin que esto
signifque que sean un punto intermedio en una gradua-
cin jerrquica donde en un extremo est el mero tojo-
labal
38
y en el polo opuesto est el caxln, el citadino,
el de afuera que no pertenece a las comunidades.
Esto supuso una recuperacin de su pasado y el de
sus ancestros, un reconocimiento de su raz que atra-
ves por la revaloracin y el resaltar ciertas condiciones
sociales de vida as como ciertas prcticas culturales
especfcas.
39
En la reconfguracin de su identidad t-
nica, todos estos rasgos que antes estaban ah pero se
minusvaloraban, se resignifcaron y aparecen como
el legado cultural que los une con otras comunidades
tojolabales. Esto marc una lnea de continuidad re-
gional e histrica con los poblados vecinos. Su historia
y presente se reviste de nuevos sentidos dignifcndose
y posibilitndoles construir una imagen de s mismos
como grupo hecha por ellos mismos, que ni les es ajena
ni les es impuesta.
(a) La prdida de la adscripcin, la destojolaba-
lizacin: el estigma de ser pen en una fnca. Hubo
un proceso de prdida de ciertas prcticas culturales
durante su estancia en la fnca mientras fueron peones,
fue el caso de las festividades, el uso del vestido y de la
lengua as como de la adscripcin tojolabal; esto min
la identidad tnica que tenan sus antepasados remotos.
Esta dinmica involucr el contacto irregular con una
variedad de alteridades dispares como los gobiernos
municipales, la radio, la entrada de la religin protes-
tante (en sus diversas variantes), el trato frecuente con
otros peones acasillados, rancheros, fnqueros. Entre
ellos haba una permanente relacin de desigualdad
social y econmica
40
donde ellos estaban en una posi-
cin desfavorecida e internalizaban como propias las
valoraciones que sobre ellos tenan los agentes exterio-
res y a partir de esto se formaba una imagen deteriora-
da de s mismo, una identidad [tnica] negativa, dira
Epstein (1973:125).
La nocin de destojolabalizacin permite enten-
der, en cierta medida, por qu la generacin mayor de
El Zapotal no se senta ni se adscriba como tojolabal en
su infancia y juventud y se inclinaban ms a una iden-
tifcacin como mestizos y campesinos.
41
Don Pedro
comenta que, treinta y cinco aos atrs, hubo un go-
bierno municipal o estatal que les dijo ya esa lengua
(la tojolabal), esas costumbres ya no sirven y simul-
tneamente se introdujo la idea de que todos tena-
mos que saber hablar la lengua (castilla).
42
Por esas
mismas fechas entr a las comunidades de la montaa
de Las Margaritas la religin protestante en sus diver-
sas modalidades. Por su parte, el dicono asocia a la
entrada de la nueva religin la prdida de ciertas prc-
ticas culturales comunitarias, algunas relacionadas a
la vieja tradicin catlica cuyas races se trazan hasta
la Colonia: las festas comunitarias y religiosas patro-
nales y las actividades que en ellas se realizaban, se
fue perdiendo las costumbres, de no tocar el tambor,
de no quemar cohetes, de no hacer romeras, de no
ir por agua en los cerros y ros.
43
Debido a los cno-
nes normativos de las religiones protestantes que no
permitan la adoracin de los conos y la devocin a
las imgenes, se prohibieron las festas al santo patro-
no, las romeras y todas aquellas prcticas religiosas
mediante las cuales las comunidades manifestaban su
fervor.
Otro hecho adicional en esa regin fueron los matri-
monios mixtos, generalmente entre ranchero mestizo
con una tojolabal, en donde el modo de vida y la cul-
tura del mestizo se impona sobre la de la tojolabal, lo
cual era posible a causa del trato desigual y la sujecin
que haba e iba desde la imposicin del espaol como
lengua, hasta la modifcacin de la manera de vestir y
la forma de profesar la religin o educar y reproducir la
familia.
44
Los acasillados de El Chico Zapote, por vivir
en la propiedad del patrn, se vean en la necesidad de
hablar espaol con el patrn y el capataz; la castilla
era la lengua de las fncas. Se desarroll la tendencia
de ocultar y deshacerse de aquellos rasgos culturales
por los que se les identifcaba y se les haca acreedores
de un trato discriminatorio por parte de esa alteridad
externa. Probablemente uno de los factores que contri-
buy a que los padres de los miembros ms viejos de El
Zapotal minusvaloraran los rasgos culturales propios
de su modo de vida fue el trato inequitativo y la subor-
GUILLERMO CASTILLO RAMREZ
38
Que es el trmino que ellos utilizan para denominar a los tojolabales que s
conservan los rasgos culturales de su tradicin.
39
(1) La ascendencia indgena, la posesin de la sangre y raza tojolabal;
(2) la pertenencia a la comunidad; (3) la vinculacin al territorio donde cre-
cieron y trabajaron y donde sus padres y abuelos nacieron y vivieron; (4) el
llevar a cabo para subsistir un modo de vida parecido al de sus ancestros,
basado en el trabajo de la tierra para el autoconsumo; (5) en la forma pecu-
liar de crear, mantener y educar la familia y recrear los lazos de parentesco;
(6) en el modo de alimentacin basado en el cultivo de maz y del frijol; (7)
adems del ejercicio de los valores sociales como el compartir comunitaria-
mente, convivir o hacer las cosas juntos por grupos de gnero, edad, el vivir
en comunidad.
40
En los intercambios econmicos con las alteridades previamente mencio-
nadas quienes defnan sobre todo las condiciones del intercambio eran los
otros y no ellos. Los rancheros y fnqueros defnan los precios de compra o
el salario. Y por otro lado, en el trato social los otros hacan ver y marcaban
su supuesta condicin de superioridad recalcando su condicin de propieta-
rios, su procedencia del exterior y el no tener ascendencia indgena.
41
Esto es una parte clave para comprender por qu, de hace aproximadamen-
te unos veinte aos a la fecha, inicia paulatinamente un proceso de adscrip-
cin como tojolables siendo que ahora realizan menos prcticas culturales
que ellos consideran tojolabales, esto no es til para indagar porque toma
una vertiente tnica la identidad comunitaria. Por otro lado a partir de su
adscripcin como tojolabales se reconfgura el orden social segn lo con-
ciben ellos y en el cual estaban inmersos, ahora se sienten ms prximos y
cercanos con los meros tojolabales y la distancia de por s existente con las
alteridades exteriores -ciertos rancheros y caxlanes- se dibuja ms clara e
infranqueable, cosa que antao era diferente.
42
Entrevista con don Pedro, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
43
Entrevista con el dicono, enero de 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chia-
pas.
44
Algo semejante ocurra en las fncas y ranchos entre los peones acasillados
y el patrn, el cual al tenerlos confnados y sujetos a su control le impona
una serie de normas y condiciones de vida que no eran las propias y de paso
coartaba su modo de vida.
31 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
dinacin a una alteridad opresora, el dueo o patrn.
(b) La lgica de la semejanza y la diferencia, to-
jolabales pero no meros tojolabales. En esta parte se
resaltan las prcticas culturales que, a juicio de sus po-
bladores mayores, an siguen vigentes y los vinculan
con los meros tojolabales; esto adems los hace adscri-
birse como tojolabales. La articulacin de dichas prc-
ticas conforma un modo de vida propio que les permite
crearse una imagen de s mismos basada principalmen-
te en sus propias valoraciones que los defne en oposi-
cin al caxln.
En la reconstruccin de su identidad tnica, la
adscripcin de s mismos como tojolabales se en-
tiende como una construccin propia basada en
las actividades comunitarias, en la valoracin de
su pasado como grupo social que se autoconserva
y reproduce a travs de los procesos de concienti-
zacin social de diversa ndole en los que han par-
ticipado y de los que al mismo tiempo han sido ges-
tores; dichos procesos son la Palabra de Dios y su
militancia poltica.
Aquello que se perdi, las prcticas culturales
que reconocen ya no realizan, pero que, segn ellos
no los distancian mucho de los meros tojolabales,
son: la lengua, su modo de vestir, que implicaba
no slo el hbito de usar cierto traje sino cierto pro-
ceso de manufactura;
45
la msica, los tambores de
diferentes tamaos, tonos y melodas, la flauta de
carrizo y la marimba,
46
este ltimo instrumento an
no se extingue del todo en El Zapotal. En el proceso
de desgaste de la tradicin, segn lo entienden ellos,
reconocen la prdida de ciertas fiestas religiosas y
otras ceremonias vinculadas al cultivo de la tierra
como la fiesta de las cruces, la de la tapisca, las ro-
meras y la modificacin -a veces significativa- de
otras celebraciones como la fiesta de Todos los San-
tos o la del Santo Patrono de la comunidad. Estas
ltimas ceremonias an mantienen su carcter co-
munitario, pero no conservan la fastuosidad de pre-
parativos ni la estructura organizativa del sistema
de cargos de antao.
Antes haba ms prcticas culturales y rasgos de
identificacin entre los miembros de mayor edad
en El Zapotal y los meros tojolabales o tojolaba-
les tradicionales. Sin embargo, por la presin de los
caxlanes ellos no se asuman como tojolabales. En
la actualidad, ellos s se reconocen y valoran como
tojolabales an si hay menos cosas en comn entre
ellos y los meros tojolabales que en el pasado.
Tambin es significativo sealar que, mientras
antes ser tojolabal tena una carga estigmatizan-
te creada por la alteridad de los caxlanes, ahora la
identidad tnica tiene un polo positivo y el carcter
de ser una construccin desde s mismos. El proceso
de identidad se asocia con una serie de valores que
reivindican y ejercen, entre ellos destacan la pri-
maca del inters grupal sobre el individual, la pro-
piedad social o comunitaria sobre la pertenencia
individual, la autosatisfaccin de las necesidades
de educacin, religin, salud, su estrecha relacin
con la naturaleza a travs del cultivo de la tierra y
de su habitar la comunidad, la actividad conjunta
y comunitaria, todas estas prcticas se articulan en
la vida social conformndolos de facto como grupo
y a su vez les permite crear la imagen de s mismos
como comunidad.
Pero tambin dentro del reflejo del s mismo gru-
pal se marca una oposicin con la alteridad exte-
rior que refuerza en un lmite difcil de pasar: el
caxln es quien carece de los valores previos y tie-
ne un modo de vida centrado en el individuo y la
satisfaccin personal de sus necesidades y as, mien-
tras la diferencia con los meros tojolabales no pare-
ce ser tan significativa, la brecha con los caxlanes
aparece como un muro insalvable que los distancia.
Ahora bien, para hablar de las semejanzas es
necesario destacar que los miembros de El Zapotal
han ido valorando, apropiando y resignificando una
serie de atributos que comparten con los meros to-
jolabales; hecho que los hace re-adscribirse como
tojolabales. Antes la significacin de su pasado era
ambigua. Las prcticas culturales que se tratan a
continuacin se entienden tambin como estruc-
turas simblicas que permiten la comprensin que
les ha posibilitado rehabilitar su historia y su nexo
con sus antepasados y la articulacin de stas en un
modo de vida que los remite a un pasado en comn.
Lo anterior les posibilita incorporar esa carga de la
tradicin en la imagen que de s mismos como grupo
estn construyendo actualmente.
47
La primera de estas prcticas es la manera de
trabajar la tierra, determinada por la divisin de g-
nero y de edad. Al gnero masculino conciernen las
bregas del campo y al femenino las labores domsti-
cas del hogar. Don Pedro asegura que la manera en
que trabajan la tierra, los ritmos y procedimientos
son muy similares a la forma en que lo realizan los
meros tojolabales, en donde vivimos nosotros tra-
bajamos (la parcela) con machete, rosando monte y
sembrando, igual todos, no hay diferencias.
48
De lo
anterior se infiere que ambos, ellos y los tojolabales
tradicionales, mantienen una relacin estrecha con
la tierra, la cual, lejos de ser slo un capital, es un
smbolo de vida y uno de los ejes fundamentales de
su modo de vivir. Resalta la identificacin tanto con
sus ancestros tojolabales y su tradicin como con los
meros tojolabales contemporneos, lo que, en buena
medida, ayuda a consolidar entre otras prcticas su
45
En los hombres era un calzn largo y una camisa de manta, para las mu-
jeres era una falda de enaguas plisadas poco ms abajo de las rodillas con
encajes blancos y listones de colores, una blusa de colores con listones y un
paliacate amarrado a modo de pao sobre el cabello.
46
Que se utilizaban en las festividades religiosas.
47
Como se reitera constantemente en los testimonios, la realizacin de las
prcticas culturales los hace sentirse tojolabales y reubicarse en su propia
confguracin del mundo social, crearse un lugar propio en el complejo en-
tramado de alteridades en que se encuentran inmersos y que van desde las
comunidades vecinas tojolabales y mestizas, hasta los caxlanes de Las Mar-
garitas o Comitn y pasando por la red de fliaciones polticas o religiosas.
48
Entrevista con don Pedro, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
REVISTA SUR DE MXICO 32
adscripcin como tojolabales.
49
As el vnculo de san-
gre manifiesto en el hecho de descender de tojolaba-
les reviste, adems de una condicin biolgica, una
cultural; el ser herederos de una tradicin de antao
que se encarna en su modo de vida.
50
La otra prctica es el modo de alimentacin que
tiene por base el consumo de maz, principalmente
en forma de tortilla, aunque tambin est el pozol y
otros alimentos menos frecuentes elaborados a par-
tir del nixtamal: tostadas, tamales entre otros; el fr-
jol que consumen abundantemente varias veces al
da y se complementa casi cotidianamente con caa,
frutas de temporada, sobre todo algunas variedades
de pltano y ciertos ctricos como naranja, limn,
lima; tambin consumen calabaza, xilacayota, chile,
huevos y con menor frecuencia, una vez a la semana
o menos, carne de gallina en caldo. La cultura ali-
menticia se vincula directamente al modo de produc-
cin en tanto se consume lo que se cultiva y cosecha
en mayor cantidad. El maz es el alimento que ellos
consideran fundamental.
Otro rasgo es la integracin e interconexin de las
diversas acciones de la produccin y el autoconsu-
mo formando una red articulada de actividades; as
la actividad alimentaria se vincula con la del cultivo
pero sta a su vez con la organizacin y composicin
familiar; y en una relacin de mutua determinacin,
de la conformacin del ncleo familiar dependen
los satisfactores a consumir. El maz funge como un
smbolo que representa su modo de vivir de la tie-
rra, con la cual se entabla una larga relacin travs
de las generaciones pero tambin es legado de sus
ancestros. Es el recuerdo de un pasado de autosu-
ficiencia y relativa autonoma. Implica tambin la
herencia cultural de siglos de los saberes necesarios
para cuidar la tierra y cosechar el maz, del trabajo
que requiere y los ritmos que se necesitan; sin duda
alguna este saber cultivar maz es un legado cultural
de la tradicin tojolabal.
51
A semejanza del maz, a la
tierra le asocian mltiples significados, ms que un
patrimonio econmico o capital, es el espacio carga-
do de recuerdos, de explotacin y de dolor donde se
padeci por generaciones cuando eran peones de la
finca, pero tambin es donde actualmente se vive y
de donde surge la posibilidad de tener un modo de
vida propio y digno basado en la autoproduccin de
sus condiciones sociales de existencia (los alimentos,
la educacin, la salud, las autoridades).
52
Para los habitantes de El Zapotal la tierra est do-
tada de cierta vitalidad, es un ente vivo, la fuente de la
vida y no slo un artculo inerte que se puede intercam-
biar segn convenga. La tierra es el espacio geogrfco,
social y simblico sobre el que se funda la comunidad,
es la posibilidad de existencia del grupo y un bien para
compartir con la familia y la comunidad, no para aca-
parar. Es en este sentido que don Pedro dice la tierra
signifca que es como tu casa... es la casa donde debes
vivir... la tierra debe tener un respeto y un cuidado y
luego darle sus valores, de vivirla pues de alguna mane-
ra comunitaria para darle el verdadero sentido.
53
La tierra permite llevar a cabo una vida conjunta a
travs de la propiedad social, con esto el grupo se re-
genera como una colectividad social en movimiento y
sujeta al cambio. Dentro del espectro de sentidos men-
cionados la tierra tambin alude a una relacin ms
amplia y de inclusin con el entorno natural, pero tam-
bin refere al vnculo histrico consigo mismos y con
sus antepasados.
Sin estar desligada de lo anterior, est tambin la
vida comunitaria que se manifesta a travs de ciertas
prcticas. Las festas, asambleas, servicios religiosos,
trabajos ejidales realizados en un territorio preciso
son varios de los rasgos ms importantes que posibili-
tan tanto adscribirse como tojolabales como tender un
nexo de semejanza y parentesco sociocultural con los
meros tojolabales, lo ms importante en la forma de
vivir como indgena es la vida comunitaria.
54
El vivir
en comunidad a travs de sus prcticas comunitarias
55
no es nicamente un legado de la tradicin tojolabal,
56
sino una manera de organizarse en la que han vivido y
GUILLERMO CASTILLO RAMREZ
49
El cultivo del maz y del frjol como principal actividad productiva supone una
relacin de cercana, respeto y dependencia con su parcela, el entorno natural y
los ritmos de la naturaleza. Los saberes y la realizacin de la vida agraria contri-
buyen a confgurar y consolidar las relaciones familiares entre los padres y los
hijos varones en edad de trabajar, a travs de la convivencia cotidiana y de la ac-
tividad conjunta en la parcela, creando as un referente comn entre las familias
de la comunidad por ser una actividad que todos los hombres mayores de quince
aos realizan y comparten esa experiencia laboral, lo cual contribuye a reforzar
la cohesin social del poblado por ser la tierra una propiedad social. Somos
iguales, nuestro cuerpo, nuestro pensamiento, en los trabajos que hacemos, la
cocina (para la mujer) y el (cultivo del) maz (para el hombre). Entrevista con la
esposa del hermanito de la autoridad ejidal, julio 2006, El Zapotal, Las Margari-
tas, Chiapas. Este testimonio muestra que las similitudes con los meros tojola-
bales son de diversa ndole tanto culturales y de rasgos biolgicos compartidos
como ancestros comunes y la misma sangre.
50
Don Jos, a manera de sntesis, concluye: yo creo que trabajamos las mismas
cosas. Los meros tojolabales se dedican a la produccin del milpa y del frjol, lo
mismo que nosotros es lo que hacemos... ellos se dedican a trabajar la tierra y
producir, igual nosotros... igual que ellos aportan lo que consumen y lo que sobra
es para vender. Entrevista con don Jos, julio 2006, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas. Al recalcar el testimonio que su principal actividad laboral es para el
autosustento y no para ganar dinero, evidencia con contundencia que su modo
de vida es distinto y se rige por otras normas y principios.
51
La tierra es un elemento relacionado con la cultura alimenticia, es a su vez, un
referente simblico antiqusimo que los ancla a su pasado, el saber que vienen y
son gente de la montaa y de comunidad, pero tambin los hermana con los me-
ros tojolabales que tambin viven de la tierra.
52
Esto se opone a la percepcin del ranchero y del caxln, de la tierra como una
mercanca o un negocio potencial cuyo valor se mide en funcin del benefcio
econmico que pueda generar; todo lo cual est inserto dentro de la lgica de la
propiedad personal y el inters individual, y donde no hay otro tipo de vnculo con
la tierra que el del propietario con una mercanca de su propiedad; el sentido de
la tierra para unos se ha convertido en un negocio, que no ha habido un respecto...
precisamente en la ciudad es lo que pasa, en la ciudad compras un pedazo de terre-
no e igual puedes venderlo al rato, entonces no tienes como el sentido de hacer co-
munidad. Entrevista con Pedro, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
53
Entrevista con Pedro, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas. Y ms
adelante continua: vivamos de la tierra y que la cuidemos como si furamos no-
sotros mismos o sea como un ser, un ser vivo que merece cuidado y respecto.
54
Entrevista con el dicono, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
55
Los trabajos ejidales, las asambleas comunitarias, las festividades religiosas, por
nombrar algunas de las ms representativas.
56
Las tradiciones de nuestros antepasados han servido, (asambleas) han servido
mucho porque tienen grandes valores tanto en su convivencia como en el com-
partir, en el distribuirse o sea hay una colaboracin mutua. Entrevista con don
Pedro, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
33 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
crecido, la comunidad, como grupo activo dentro del
cual se existe, ha sido uno de los referentes prima-
rios
57
-junto con la familia- en la construccin de la
identidad comunitaria. En este sentido, sin duda una
prctica de antao y heredada por sus antepasados es
la utilizacin de instancias comunitarias de decisin y
deliberacin a travs de las asambleas comunitarias,
aunque cabe resaltar que el criterio de participacin
ha variado a lo largo del tiempo. Esta instancia comu-
nitaria sirve de facto para planear y resolver proble-
mas y actividades del orden de la vida cotidiana co-
munitaria, aunque tambin para eventos religiosos o
sociales importantes como las festas.
La idea de la vida comunitaria resume con fuerza su
propio modo de vida centrado en el benefcio colectivo
y en la inclusin y participacin de los diversos secto-
res sociales dentro de la comunidad. La comunidad
no slo tiene el signifcado de diversos actores sociales
actuando conjuntamente y de manera articulada, sino
que se construye con la participacin y el trabajo de
todos sus miembros. La accin y programacin comu-
nitaria de su vida grupal: las festas comunitarias, tra-
bajos ejidales, las asambleas, la escuela comunitaria, la
casa de salud, el manejo de las tierras, las autoridades
comunitarias, en no pocas ocasiones les ha permitido
una mejor y ms participativa resolucin de sus nece-
sidades (como la educacin y la salud, por citar dos de
las ms apremiantes). Esto ha signifcado transformar
las relaciones de subordinacin que antes padecan con
los agentes del exterior: los gobiernos municipales y es-
tatales, rancheros y caxlanes.
Otra prctica fundamental de la comunidad es la
forma de crear y constituir la familia, la forma de esta-
blecer y conservar los lazos de parentesco. El padre es
la cabeza de familia y la ltima instancia de autoridad,
aunque junto con la esposa y conforme crecen los hi-
jos las decisiones se consultan y asumen por todos; la
instancia de decisin familiar son los padres y los hijos
mayores que an vivan con ellos. Por lo regular los hi-
jos varones adultos permanecen ms cercanos y al pen-
diente de sus padres que las hijas, pues stas, una vez
que se casan, se incorporan a la familia de su esposo y
suegro; una vez que salen de su casa, las mujeres pasan
a formar parte de la unidad de parentesco de su pareja.
A semejanza de los meros tojolabales hay dos maneras
de iniciar una nueva familia; una es la boda o la entrega
formal,
58
la otra opcin es el robo de la muchacha, en
el cual los novios se ponen de acuerdo para huir juntos
a casa de la familia del novio.
Todo lo anterior ayuda a entender como esta re-
ciente dinmica de proximidad y lejana respecto a los
meros tojolabales y otras alteridades les da una forma
de adscripcin propia a los habitantes de El Zapotal
que les permite adscribirse como tojolabales aunque
no meros tojolabales. Esta lgica de la diferencia
y la semejanza que se asienta y refeja en el modo de
vida previamente descrito les da una identidad comu-
nitaria propia con una vertiente tnica tojolabal.
LOS PROCESOS DE RECONOCIMIENTO:
LA PALABRA DE DIOS
59
Son dos principalmente las dinmicas que han con-
tribuido a la creacin del peculiar s mismo grupal del
poblado, ambas de un doble carcter intra y extraco-
munitario en el mbito regional; una es la Palabra de
Dios, y la otra, es la militancia poltica. Por razones de
espacio, aqu slo se tocar la primera. La mayora de
los miembros adultos de la comunidad recuerdan que
empezaron a reconocerse como indgenas tojolabales
con el caminar de la Palabra de Dios. Rememoran que,
a nivel de varias regiones y durante la ltima parte de
la segunda mitad del siglo pasado, en la dicesis de San
Cristbal de las Casas, el obispo Samuel Ruiz resalt la
signifcacin de un modo de vida comunitario y otorg
valor al aporte cultural y a la diferencia social propia de
los diversos grupos indgenas de esa macro-regin del
Estado de Chiapas.
60
Precisaron que este sentirse y saberse tojolabales
no fue algo que aprendieron en la escuela, pues no ha-
ba centros de educacin por culpa del mal gobierno,
pero tampoco les vino de sus progenitores,
61
sino que
este proceso de reconocimiento y recreacin de la ads-
cripcin tnica fue a travs de la Palabra de Dios y del
ejercicio de su militancia poltica.
Aparejadas a esta retojolabalizacin se dan una se-
rie de modifcaciones de diversa ndole en la vida social
e historia de la comunidad que van delineando la con-
formacin de la imagen grupal que de s misma tiene la
comunidad: la experiencia comunitaria del colectivo, la
recuperacin de las tierras de El Chico Zapote, la esci-
sin del poblado San Juan que dio lugar a la formacin
de El Zapotal, la educacin y salud comunitarias, la
creacin y consolidacin de los municipios autnomos.
Paralelo a este proceso de readscripcin tnica y de cier-
to rescate de la tradicin para constituirse en un sujeto
social y culturalmente diferente y consciente de su pe-
culiaridad se da un paulatino proceso de apropiacin
del control de algunas relaciones y circunstancias de
su vida comunitaria: el manejo de las tierras, el segui-
miento y conduccin del proceso educativo y de salud,
nuevos intercambios econmicos favorables a travs
de la diversas instancias del municipio autnomo. La
prctica religiosa comunitaria jug un papel destaca-
57
Nosotros consideramos que lo ms lgico es que haiga convivencia
que realmente nos podamos amarrar en las cosas y que realmente veamos
buenas. Entrevista con la autoridad ejidal, julio 2005, El Zapotal, Las Mar-
garitas, Chiapas.
58
Doa Mara seala que hay dos variantes dentro de esta opcin: a veces
que es juntamiento en la casa, se entrega y de ah se va la muchacha y se
hace la festa y a veces que en la iglesia, pues s por la iglesia, en la iglesia se
entrega y se hace la festa. Entrevista con doa Mara, julio 2005, El Zapotal,
Las Margaritas, Chiapas.
59
Con el trmino la Palabra de Dios se designa el proceso religioso de las
comunidades.
60
Los tzotziles de los Altos de Chiapas, los tzeltales de Ocosingo, los Altos
y la zona Norte, los tojolabales de Altamirano y Las Margaritas entre otros.
Diario de campo, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
61
Nuestros padres no nos ensearon mucho de donde dependamos. En-
trevista con Don Jos, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
REVISTA SUR DE MXICO 34
do en todo lo anterior. La Palabra de Dios estimul la
idea de que la diferencia cultural propia de su modo
de vida no tena un carcter peyorativo y denigrante
como su relacin con ciertos otros, los mestizos, pa-
reca suponerlo en el pasado. Por el contrario, tena
relevancia y en modo alguno implicaba per se un trato
desigual y discriminatorio como antes lo ejercan y lo
naturalizaban algunos caxlanes, especialmente bajo
la representacin especfca del patrn.
Pero a su vez tambin permiti un reencuentro con
su origen y su pasado reciente y lejano en la medida en
que su historia individual, grupal y regional dej de ser
negada y cargada con valoraciones negativas por parte
de agentes externos y se descubri en ella una lnea de
continuidad con las generaciones que los precedieron.
La relevancia social que se adjudicaban como grupo
dependa de la posesin y reconocimiento de aquello
que los particularizaba: la sangre, la organizacin fa-
miliar, la organizacin e instituciones comunitarias, las
redes regionales religiosas y polticas. Esto atraves por
cuestionar y minusvalorar ciertas exodefniciones de s,
que otros tenan y que claramente los infuenciaban en
el pasado, en esta lnea refexiva es que el dicono afr-
ma: antes como que el ser indgena era muy aislado de
la sociedad, como que no tena valor.
62
La Palabra de Dios promovi la idea del valor in-
trnseco a cualquier ser humano y la igualdad frente a
la degradacin y subordinacin, pero sin soslayar las
particularidades propias de su vida social.
63
Este pro-
ceso comunitario y regional del cual ellos eran gestores
les mostr que sus relaciones con los actores sociales
circundantes no tenan porque ser forzosamente des-
iguales y jerrquicas.
64
La Palabra de Dios les permiti explorar como gru-
po la refexin sobre el lugar social y el valor que se le
haba otorgado a su tradicin y a las prcticas culturales
propias y de sus padres;
65
en ese espacio se gener un
cuestionamiento a los valores y signifcados que tanto
ellos como los agentes externos les haban atribudo. As,
su modo de vida surgi a travs del dilogo grupal y de
la crtica de sus condiciones sociales de existencia como
grupo, con valores autnomos y factibles. La comunidad
se volvi el espacio y fgura de referencia y el esfuerzo en
comn fue la va para mejorar el nivel de vida a travs de
la solidaridad comunal y grupal; el fomentar estos valo-
res comunitarios les permita crear un espacio propio y
acorde con el sentido de vida que perseguan.
CONCLUSIONES
La construccin social de la identidad tnica en la
comunidad supuso dinmicas de conservacin, reno-
vacin y transformacin de la imagen del s mismo, as
este proceso de identifcacin se entiende como un pro-
ceso simblico de adscripcin grupal local y regional y
de delimitacin frente a grupos sociales circundantes:
las comunidades aledaas con los que tienen diversos
vnculos -polticos, religiosos o familiares-, los pobla-
dos aledaos contiguos pero sin relaciones con El Za-
potal, la cabecera municipal, el fnquero, los caxlanes,
slo por citar los ms importantes. Esta dinmica tiene
por base (1) una dinmica doble de endo y exodefni-
cin que, (2) se sustenta en un entramado de prcticas
culturales de ndole grupal: los trabajos comunitarios
aqu tratados. Estas actividades defnen el carcter so-
cial del gremio y, (3) permiten ordenar y catalogar las
alteridades prximas, los otros sociales circundantes,
en funcin del sitio y actividad social que el grupo re-
conoce, atribuye y asume, es decir, provee una ordena-
cin del mundo social circundante.
En la realizacin de esta investigacin se plante
una doble perspectiva antropolgica: una de corte his-
trico y otra de carcter sincrnico o actual. Dentro de
la ptica sincrnica hubo dos ejes; por un lado, las re-
laciones sociales, culturales, polticas y econmicas con
los grupos aledaos que juegan algn papel en la con-
formacin de la identidad grupal, ese nosotros que se
demarca frente a los otros, es decir, esas alteridades
mltiples y diferenciadas que circundan al grupo y que
van desde los blancos y mestizos hasta otros cercanos
como los tojolabales, con quienes tienen relaciones de
semejanza y parentesco cultural y sanguneo. El otro
eje seran las prcticas culturales de carcter comu-
nitario actuales, las festas comunitarias, la organiza-
cin social, las instituciones comunitarias: asambleas,
autoridades, adems de las actividades comunitarias
de conservacin del poblado, las labores de manteni-
mientos de la comunidad o trabajos ejidales; tambin
forman parte de este eje las redes familiares y la mane-
ra de conformar nuevos ncleos familiares, el modo de
vida o subsistencia como el trabajo de la tierra en una
economa de autosubsistencia, las prcticas religiosas
comunitarias.
Desde una perspectiva diacrnica, se indag la con-
formacin de la identidad grupal en el proceso histri-
co reciente y de duracin media, a travs de puntos de
anclaje. Por una parte, el territorio entendido como el
espacio geogrfco donde se habita, as como el lugar de
procedencia y nacimiento, pero tambin como el sitio
social que est cargado de marcas simblicas que con-
tienen los hechos, signifcados de una historia grupal re-
ciente y remota, por ejemplo; la fnca, las tierras, la casa
grande, los caminos entre otros. La relacin simblica
social con un entorno natural que est signifcado en tr-
minos de las vivencias y las creencias del grupo, en dicho
entorno anida la historia social del grupo. Aunado a lo
anterior estn el parentesco lejano y las redes familia-
res extensas y cronolgicamente remotas, que ms all
del hecho biolgico de tener cierta genealoga aluden a
la signifcacin cultural de ser heredero y depositario de
la tradicin de un grupo social distante. El saberse den-
tro de la lnea de continuidad cultural de cierto modo
62
Entrevista con el dicono, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
63
Entrevista con el Hermano Marista Jorge Carrasco, julio 2005, Comitn,
Chiapas.
64
Entrevista con N. Borrallas, agente pastoral de la dicesis de San Cristbal,
julio 2005, Comitn, Chiapas.
65
Las festas comunitarias, un modo de vida basado en la el autoconsumo y la
siembra y con fuerte base comunitaria, la idea de la genealoga ancestral, la
lengua, el vestido, etc.
GUILLERMO CASTILLO RAMREZ
35 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
de vida que particulariza a un gremio social especfco,
que se ha perpetuado a travs del tiempo. Dentro de
esto se recalc someramente el uso que el grupo hace
de su genealoga social y origen, de saberse depositarios
parciales de los tojolabales y valorar positivamente esto.
Este mecanismo social e histrico les permiti reconf-
gurarse como grupo; en la actualidad ser miembro de
la comunidad atraviesa por adscribirse como tojolabal.
Se registraron parcialmente los procesos sociales orales
donde la historia en comn y la vida compartida se retie-
nen y transmiten, como en el caso de las asambleas, en
el servicio religioso, en las plticas familiares. Sin duda,
la identidad grupal atraviesa, entre otros aspectos, por el
proceso mediante el cual la memoria colectiva se mani-
festa de manera oral y en las prcticas sociales de reno-
vacin de la vida comunitaria para crear un sentido de
pertenencia al grupo (Prez Taylor 1996:14).
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Londres y Nueva York: Routledge.
Materiales etnogrfcos y entrevistas.
Entrevista con el dicono, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con Don Pedro, enero 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con Antonio, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con Don Pedro, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con Don Jos, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con Bernardo, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con el catequista, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con la autoridad ejidal, julio, 2005, El Zapotal, Las Mar-
garitas, Chiapas.
Entrevista con el dicono, julio 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con Doa Mara, julio, 2005, El Zapotal, Las Margaritas,
Chiapas.
Entrevista con la esposa de Don Pedro, el catequista, julio de 2005,
El Zapotal, Las Margaritas, Chiapas.
Entrevista con el Hermano Marista Jorge Carrasco, julio 2005, Co-
mitn, Chiapas.
Entrevista con N. Borrallas, julio 2005, Comitn, Chiapas.
REVISTA SUR DE MXICO 36
INTRODUCCIN
Mxico se encuentra entre los diez primeros des-
tinos tursticos del mundo (OMT 2005). En la zona
norte de Quintana Roo se localiza Cancn, principal
destino turstico del pas. Cancn como centro turs-
tico se plane y desarroll en un rea donde prcti-
camente no haba asentamientos humanos (Arnaiz
1992), fue impulsado a fnes de 1960 por el gobierno
federal, a partir del Plan Integral de Desarrollo Tursti-
co (Fernndez 2003).
Actualmente el turismo es la base de la economa
del Estado de Quintana Roo (Mndez 2005), aportan-
do casi el 75% del Producto Interno Bruto (Panorama
Quintana Roo 2008). Este xito econmico ha llevado
al gobierno a querer expandir el turismo en todo el Es-
tado; la cualidad de este planteamiento, en el discurso,
es que sea sustentable, con la pretensin de evitar los
ORGANIZACIN Y PARTICIPACIN PARA EL ECOTURISMO:
IMPLICACIONES SOCIOCULTURALES EN EL EJIDO CHACCHOBEN,
QUINTANA ROO
Maricela Sauri Palma
*
,Birgit Schmook
**
,
Fernando Limn Aguirre
***
, Antonio Saldvar Moreno
****
Este artculo examina un caso concreto del ecoturismo en el Sur del Estado de Quinta-
na Roo.
1
Se pone al descubierto la situacin en la que queda la organizacin y partici-
pacin de los pobladores del ejido Chacchoben. Se plantea cmo el proyecto es parte de
las polticas de desarrollo, cuyas concreciones son la sustitucin de la forma de organi-
zacin ejidal as como de la autoridad depositada en la Asamblea General, por nuevas
estructuras excluyentes y de intereses particulares que no corresponden a la intencin
original de toma de decisiones y participacin de la mayora de los ejidatarios para la
bsqueda del bienestar colectivo.
Palabras clave: ecoturismo; asamblea ejidal; participacin; sustentabilidad; desarro-
llo sustentable.
*
Maricela Sauri Palma es antroploga social (Universidad de Quintana Roo, 2003) y Maestra en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural (ECOSUR-
Chetumal, 2008). Sus investigaciones se han enfocado a la bsqueda de soluciones a las problemticas que enfrentan las comunidades campesinas y mayas en el
contexto del modelo de desarrollo vigente en el mbito internacional. Ha laborado en el Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya del Estado de Yucatn, el
Centro Quintana Roo del Instituto Nacional de Antropologa e Historia y la Universidad Intercultural del Estado de Tabasco. Actualmente es profesora-investi-
gadora de carrera de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (UIMQROO).
**
Birgit Schmook es Maestra en Ciencias egresada de la Facultad de Agronoma de la Universidad de Hohenheim (Alemania) y Doctora en Geografa (de la
Universidad de Clark, EEUU). Desde 1996 labora en el ECOSUR-Chetumal realizando investigaciones sobre los cambios en el uso del suelo en Quintana Roo y
Campeche. Actualmente est participando en un proyecto sobre el impacto de desastres naturales en las economas y estrategias de las familias campesinas en
Quintana Roo y Campeche. Entre sus publicaciones recientes estn los artculos en co-autora Fuentes de ingreso y empoderamiento de las mujeres campesinas
en el municipio de Calakmul (en: Poltica y Cultura, n. 28, 2007, pp. 71-95) y Distribucin espacio-temporal de las actividades extractivas en los bosques del
ejido Caoba, Quintana Roo (en: Investigaciones Geogrfcas, n. 62, 2007, pp. 69-86).
***
Fernando Limn Aguirre es socilogo (UNAM, 1991), Maestro en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural (ECOSUR-San Cristbal, 1995) y Doctor
en Sociologa (BUAP, 2007). Sus estudios se han centrado en los pueblos mayas de Chiapas, abordando temas relacionados con el conocimiento cultural de los
pueblos y su modo de vida como alternativos al modelo hegemnico de desarrollo, as como en la interaccin de los pueblos mayas con la naturaleza, particular-
mente en reas naturales protegidas. Actualmente es Investigador de ECOSUR-San Cristbal. Ha publicado recientemente los artculos La ciudadana del pueblo
chuj en Mxico: una dialctica negativa de identidades (en: Alteridades, n. 18, 2008, pp. 85-98) y, en coautora, Participacin campesina para la generacin de
tecnologa alternativa (en: Nueva Antropologa, v. XXI, 2008, n. 68, pp. 113-129).
****
Antonio Saldvar Moreno es Licenciado en Geografa (UNAM, 1998) y Maestro en Desarrollo Rural (Universidad Autnoma Chapingo), y es doctorante en el
rea de comunicacin, cultura y educacin (Universidad de Salamanca). Ha trabajado en diferentes zonas indgenas y rurales del pas sobre los temas de educa-
cin, desarrollo comunitario y regional y educacin intercultural. Actualmente es Investigador Asociado y Docente en el ECOSUR-San Cristbal. Ha publicado
recientemente, en coautora, Retos de la orientacin vocacional en contextos indgenas: anlisis de caso del COBACH 59 en Pantelh, Chiapas, Mxico (en:
Revista Mexicana de Orientacin Educativa, n. 11, 2007, pp. 2-11) y Entre lo territorial y lo sectorial: la experiencia de las microrregiones en la Selva Lacandona,
Chiapas (en: Revista de Geografa Agrcola, n. 37, 2006, pp. 57-78).
1
Se agradece la beca otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologa (CONACYT) y los recursos del Programa de Apoyo para la Realizacin de Tesis
de Maestra (PATM) de El Colegio de la Frontera Sur.
37 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
problemas ecolgicos y socioculturales que se han pre-
sentado en el norte.
Las condiciones socioeconmicas del Centro y Sur
del Estado de Quintana Roo son muy diferentes a las
del Norte. Tienen mltiples ejidos con importantes
riquezas naturales y culturales, potenciales atractivos
para el turismo. La zona centro es predominantemente
agropecuaria y tiene el mayor rezago socioeconmico.
En tanto en la zona sur, adems de las actividades agro-
pecuarias, hay una fuerte presencia del sector terciario,
comercio y servicios privados y pblicos concentrados
en la capital Chetumal. Estas dos zonas se diferencian
tambin entre s ya que en los ejidos del centro radi-
can campesinos indgenas mayas, mientras que los del
Sur son campesinos no indgenas originarios principal-
mente de la regin del Golfo de Mxico.
El anlisis del caso de Chacchoben en el Sur del es-
tado permite reconocer la manera cmo participa un
ejido en el desarrollo turstico a travs del ecoturismo.
El presente artculo da a conocer los resultados de la in-
vestigacin realizada en el ejido Chacchoben, que abar-
c las dos comunidades que lo conforman, una maya y
otra mestiza: Chacchoben y Lzaro Crdenas, con un
total aproximado de 1,140 habitantes (INEGI 2000) y
309 familias
2
.
Especficamente se muestran los factores econ-
micos y sociales que inhiben la participacin en el
ecoturismo de las estructuras ejidales y las personas
de Chacchoben. El artculo expone elementos que
ponen en evidencia la lgica imperante con que se
imponen este tipo de proyectos que no consideran
los recursos y circunstancias socioculturales de la
comunidad para beneficiar equitativamente a la po-
blacin local.
La pregunta central que gui la investigacin fue:
cules son los factores econmicos y sociales que in-
hiben la organizacin y participacin ejidal en el ecotu-
rismo? Con esta pregunta se pretenda lograr: 1) cono-
cer la forma de organizacin y participacin ejidal para
el ecoturismo y 2) identifcar las implicaciones socio-
culturales de la forma de organizacin y participacin
ejidal para el ecoturismo.
Previo a la investigacin en el ejido, se contaba con
informacin de un primer trabajo de campo de dos
meses realizado en el ao de 1998, por la primera au-
tora del presente texto. En los aos subsiguientes se
continu visitando el ejido para dar seguimiento a los
cambios que se presentaban. Asimismo, se haba rea-
lizado una estancia de tres meses en el ao 2004, en
el rea del muelle Puerta Maya concesionada al prin-
cipal inversionista que promueve y dirige la llegada de
cruceros tursticos internacionales al sur del estado.
Por otro lado, se recopil informacin documental del
Instituto Nacional de Estadstica, Geografa e Inform-
tica (INEGI) y del Registro Agrario Nacional (RAN),
informacin hemerogrfca de los diarios estatales e
informacin bibliogrfca diversa referente al ejido y al
ecoturismo.
Durante el periodo de investigacin de campo de
enero a mayo de 2006, el ejido se encontraba en un
torbellino de cambios con el desarrollo del ecoturismo
como nueva actividad econmica, lo que haca perti-
nente el empleo de tcnicas e instrumentos cualitativos
de investigacin, de la tradicin de estudios antropo-
lgicos, que permitan profundizar en temas y aspec-
tos emergentes. El trabajo implic mucho dilogo y
refexin compartida cotidianamente con la poblacin
del ejido. Adicionalmente, se aplic una encuesta al
25% de los padres de familia. Ambas tcnicas, cuali-
tativas y cuantitativas, resultaron complementarias y
permitieron cruzar, comparar, confrmar o descartar
datos de una forma ms sustentada.
Las tcnicas e instrumentos utilizados para la bs-
queda y recopilacin de informacin en el ejido fueron:
Observacin participante en asambleas, reuniones
y actividades cotidianas de los ejidatarios sobre todo en
torno al ecoturismo. La atencin principal se dirigi a
la forma de participacin, interaccin y toma de deci-
siones de los diferentes actores. Esta tcnica fue de uti-
lidad para registrar y reconocer las relaciones sociales en
el contexto del ecoturismo. Fue soportada con una gua
de observacin, una libreta de anotaciones, una cmara
fotogrfca y, eventualmente por una grabadora. Los da-
tos obtenidos fueron transcritos en un diario de campo.
Entrevistas abiertas a personas del ejido seleccio-
nadas por su relacin directa con el inicio y desarrollo
de las actividades ecotursticas y por resultar infor-
mantes clave: integrantes del Comisariado y de las di-
rectivas, trabajadores del ejido en el mdulo de la zona
arqueolgica, representantes de grupos organizados,
etc. Las entrevistas fueron realizadas con base en una
gua y con grabadora.
La encuesta se aplic a 78 padres de familias elegi-
dos al azar que representan el 25% del total de familias
de cada comunidad (Chacchoben y Lzaro Crdenas).
El anlisis de todos los datos obtenidos fue realiza-
do a la luz de las aportaciones tericas de la literatura
especializada en el tema. Ello es considerado un pro-
cedimiento de verifcacin por medio de contrastar la
informacin emergente con los hallazgos de investiga-
cin encontrados por otros investigadores.
El artculo primeramente da a conocer el estado de
la investigacin respecto al ecoturismo y ofrece una
descripcin general del ejido Chacchoben. Posterior-
mente se presentan los datos obtenidos sobre la orga-
nizacin ejidal y las implicaciones socioculturales de
la forma de organizacin y participacin ejidal para el
ecoturismo. Para fnalizar, se realiza una discusin de
los resultados de la investigacin con los aportes de los
diferentes autores que tratan el tema.
LA ORGANIZACIN Y PARTICIPACIN LO-
CAL COMO BASE DEL ECOTURISMO
El ecoturismo como modalidad turstica denomi-
nada sustentable, pretende ser puente entre la con-
servacin de los recursos naturales y la obtencin de
benefcios socioeconmicos. Para esto, un aspecto b-
2
El total de familias se obtuvo del censo realizado en el mes de enero de 2006
por personal del Centro de Salud de ambas comunidades.
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 38
sico es la participacin y ejecucin del proyecto por las
poblaciones locales donde se implementa (Groom y
otros 1991, Azcar 1995, Daltabuit y otros 2000, Kru-
ger 2004, Moreno 2005).
En pases de Centro y Norteamrica (Belice, El Sal-
vador, Guatemala, Honduras y Mxico), existe ecotu-
rismo frecuentemente en reas rurales. No obstante,
los gobiernos antes que impulsar la participacin de las
comunidades, otorgan preferencia a los inversionistas
privados, con el fn de obtener ayuda tcnica y fnancie-
ra (Moreno 2005). Muchos proyectos son dirigidos por
inversionistas quienes desplazan a las comunidades de
su ejecucin y administracin, decidiendo su forma de
participacin y el uso de los recursos (Azcar 1995 y
Contreras 2000).
Los inversionistas o sector empresarial basan su
operacin en la obtencin de las mayores ganancias
posibles. Por ello, promueven sus ofertas de bienes
y servicios hacia las diferentes zonas naturales y cul-
turales, atrayendo a un creciente nmero de turistas.
Generalmente realizan tambin inversiones en infraes-
tructura ms adecuada al turismo masivo (Groom y
otros 1991, Azcar 1995, Kirstges 2002, Moreno 2005).
Asimismo, retoman y resignifcan desde una posicin
mercantilista elementos culturales locales y actividades
tradicionales, descontextualizados del entorno particu-
lar. Azcar (1995) dice que se les asigna un signifcado
monetario y se ofertan como productos consumibles.
As, en el ecoturismo lo ecolgico se integra como
parte de la publicidad o la mercadotecnia, cuando lo
que impera es la idea de ganancias econmicas. Para
Daltabuit (2000), la mayora de los proyectos de eco-
turismo son slo versiones a menor escala del turismo
tradicional. Esto constituye una forma de concrecin
del concepto de desarrollo sustentable entendido por
Leff (1998) y Rioja (1999), como un discurso ambiental
confgurado y adaptado como estrategia poltica al pro-
ceso de la globalizacin econmica por los organismos
y grupos de poder. De este modo, se forja una nueva
ideologa que legitima nuevas formas de apropiacin
de recursos naturales y culturales. Lo cual corrobora
que an cuando al desarrollo se le vista de sustentable,
sigue siendo parte de ese mismo planteamiento pol-
tico, econmico y programtico que se universaliza e
impone como sinnimo de progreso, crecimiento, evo-
lucin o mejora, bajo la lgica del inters por el creci-
miento econmico (ver Limn 2005).
Debido a esta situacin resulta particularmente
necesario y hasta urgente el nfasis en la organizacin
local, bajo criterios culturales propios, que estimule la
capacidad de intervencin, accin y decisin colectiva
de los actores en el lugar (Contreras 2000). Al par-
ticipar colectivamente, muchas comunidades podran
contribuir a construir alternativas realmente susten-
tables, alternativas al desarrollo que vayan ms all
del modelo hegemnico entendido como civilizacin
occidental-capitalista. Ello debido a que en los mbi-
tos locales, particularmente los rurales, generalmente
se mantiene una signifcacin y prcticas culturales
distintas a la occidental sobre lo que es la naturaleza,
la economa, la vida, el alimento y las relaciones socia-
les (Escobar 2002).
En el caso de las comunidades rurales en Mxico
su organizacin como ejidos est basada en el inters
del bienestar colectivo, a travs de la participacin y la
decisin colectivas. La organizacin ejidal est repre-
sentada por la Asamblea General que es el rgano su-
premo o mxima autoridad, compuesta por todos los
ejidatarios quienes deben tomar las decisiones por el
voto de la mayora. El Comisariado Ejidal debe encar-
garse de la ejecucin de los acuerdos de la Asamblea y
de la representacin y gestin administrativa del eji-
do. El Consejo de Vigilancia debe vigilar que los actos
del Comisariado se ajusten a la ley y al reglamento
interno del ejido. Las elecciones para Comisariado y
Consejo son por mayora de votos de la Asamblea. La
duracin del cargo es de tres aos y pueden ser reelec-
tos los miembros salientes despus de transcurrido
un lapso igual al que estuvieron en ejercicio. Pueden
ser removidos por la Asamblea cuando no realicen
sus funciones acorde a lo establecido en la ley o regla-
mento interno (Procuradura Agraria 1994 y Delgado
2005).
En muchos casos la organizacin ejidal puede
coadyuvar al buen funcionamiento de un proyec-
to ecoturstico, donde sean los mismos ejidatarios
quienes lo defnan, lo organicen y lo manejen. Pero
algunos autores externan que en la prctica y a travs
de la historia, los ejidos y su forma de organizacin
han sido intervenidos e infuidos constantemente por
polticas de desarrollo, respaldadas por leyes e insti-
tuciones que regulan todos los asuntos agrarios (Flo-
rescano 1986, Morales 1987, Warman 2001, Delgado
2005, Rodrguez 2006). Los efectos de las polticas di-
rigidas hacia aspectos estrictamente productivos y de
rentabilidad econmica, han sido el individualismo,
la competencia, la desigualdad socioeconmica y la
concentracin de la tierra y los medios de produccin.
Esto ha constreido en muchos ejidos la posibilidad
de participacin, accin y decisin colectiva campesi-
na en los proyectos en general.
Concretamente, los puestos en las jerarquas de
poder locales, generan relaciones de poder que infu-
yen en la toma de decisiones y genera resultados ne-
gociados (Stephen 1998). Como resultado, el absten-
cionismo y la falta de participacin en muchos casos se
han convertido en elementos recurrentes en el proceso
de toma de decisiones (Baitenmann 1998).
Por otro lado, la reforma al artculo 27 constitucio-
nal en 1992 impulsa polticas dirigidas a reestructurar
la tenencia de la tierra y la organizacin ejidal. Segn
Rodrguez (2006), los aspectos centrales de la reforma
son: brindar certidumbre jurdica de la tierra, el fn del
reparto agrario, participacin legal de las sociedades ci-
viles y mercantiles en el campo mexicano, entre otros.
La Procuradura Agraria (1994) apunta que se pretende
que el ejido funja como una empresa y que se asocie
con inversionistas privados. Para ello la ley agraria es-
pecfca formas de asociacin rural que pueden llevar a
cabo los ejidatarios.
MARICELA SAURI PALMA, BIRGIT SCHMOOK, FERNANDO LIMN AGUIRRE, ANTONIO SALDVAR MORENO
39 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
Los efectos de la reforma y las polticas agrarias
que de ella derivan, son contrarios a los que promul-
gan; por ejemplo, el Programa de Certifcacin de
Derechos Ejidales y Titulacin de Solares Urbanos
(PROCEDE) ha favorecido en muchos ejidos la venta
de tierras y la sustitucin de antiguos ejidatarios por
nuevos (Zafra y Gonzlez 1998). Antes la libre circu-
lacin de la propiedad social era ilegal y la titularidad
como ejidatario slo poda derivarse de la herencia
o por decisiones de la autoridad ejecutiva (Warman
2001). Por lo tanto, muchas Asambleas Ejidales prc-
ticamente han perdido el derecho a la toma de deci-
siones y a la reglamentacin de las transacciones in-
dividuales, el uso de la tierra y los derechos ejidales
(Baitenmann 1998).
De este modo, el estado ha centralizado el poder
poltico y desvirtuado las formas de participacin de
las sociedades locales y culturales; ha ido sistemtica-
mente sustituyendo sus formas de organizacin para
resolver diferentes problemas y los grupos sociales
han ido perdiendo la capacidad para organizarse. La
participacin se establece entonces como formas de
relacin, dependientes de las decisiones del estado
(Saldvar 1999).
El estado no ha dado participacin a las comunida-
des en la planeacin de los proyectos, ni la oportunidad
de demostrar sus conocimientos, de decidir y dirigir su
propio destino (Masri y Robles 1997 y Leff 1998). El tipo
de participacin local que se presenta en la mayora de
las experiencias ecotursticas es el involucramiento de
la comunidad en proyectos decididos y dirigidos por
agentes externos (Azcar 1995). La presin que siente
la gente ante la vorgine de cambios externos inducidos
les crea un sentimiento de inevitabilidad e insignifcan-
cia en relacin a su involucramiento (Moreno 2005).
Ante esta problemtica es necesario que las diver-
sas sociedades fortalezcan sus capacidades mediante
su organizacin y accin colectiva, para la solucin a
sus propios problemas y la obtencin de fnes comu-
nes (Rello 2001). Por ello, es relevante la constitucin
de nuevos sujetos sociales, actores colectivos con reco-
nocimiento de sus potencialidades, como base para la
reivindicacin de sus derechos, para la transformacin
de la sociedad y para la conformacin de futuros posi-
bles (Saldvar 1999). En este sentido, la construccin
de alternativas al desarrollo deben plantearse no desde
el interior mismo de las propuestas y programas del de-
sarrollo, sino desde dentro de las races ms profundas
de los conocimientos culturales, las espiritualidades y
las flosofas de los diversos pueblos (Limn 2005).
EL EJIDO CHACCHOBEN
El ejido Chacchoben se localiza en el municipio de
Othn P. Blanco, al sur del estado de Quintana Roo, a
80 kilmetros al noroeste de la capital Chetumal.
3
El ejido ha pasado por dos grandes etapas histricas
de impulso estatal econmico y productivo que a largo
plazo no resultaron sostenibles:
a) la explotacin forestal (1900-1950),
4
que se ca-
racteriz por la extraccin de la resina de chicozapote y
corte de maderas preciosas de demanda internacional.
A partir de esta etapa se conform la comunidad maya
yucateca de Chacchoben, fundadora del ejido en 1941.
5
b) las agroindustrias (1970), que impulsaron mo-
nocultivos comerciales, como el arroz y la caa de
azcar con tecnologa moderna. Las agroindustrias
formaron parte del Programa Estatal de Colonizacin
Dirigida, en cuyo contexto se form Lzaro Crdenas,
6
como comunidad anexa en el ejido y con poblacin pro-
veniente principalmente del Estado de Michoacn. Se
destaca que las relaciones entre las dos comunidades
que conforman el ejido se establecieron desde un prin-
cipio entre desacuerdos y confictos. Los pobladores de
Chacchoben sealan su inconformidad de que los colo-
nos llegaran a ocupar tierras del ejido que fundaron y
que el gobierno los haya apoyado con los recursos ne-
cesarios. Los confictos por los recursos que se asignan
a uno y otro poblado van a persistir a lo largo de la his-
toria del ejido, as como por los cargos ejidales que son
ocupados por personas de una u otra comunidad, pues
los ejidatarios de la comunidad de Chacchoben consi-
deran tener mayor derecho. Sin embargo, legalmente
cualquier ejidatario de ambas comunidades puede par-
ticipar como candidato para los cargos ejidales. Otras
problemticas surgen tambin de las diferencias socio-
culturales que existen entre las dos comunidades.
Ante el declive del auge forestal y agroindustrial
los campesinos del ejido han subsistido de programas
y apoyos gubernamentales como el PROCAMPO
7
y
OPORTUNIDADES y de la realizacin de diversas ac-
tividades econmicas. La comunidad de Chacchoben,
trabaja principalmente la agricultura de temporal, ge-
neralmente con el sistema tradicional de roza, tumba y
quema, mientras que la comunidad de Lzaro Crde-
nas con un sistema de agricultura mecanizado. Los cul-
tivos son principalmente maz y frjol. Lzaro Crdenas
practica en mayor escala la ganadera, mientras que
Chacchoben apenas empieza a incursionar en esta acti-
vidad. Todos los ejidatarios se ayudan econmicamen-
te con las utilidades
8
obtenidas del aprovechamiento
forestal del ejido que se distribuyen entre todos.
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
3
Vase fgura 1.
4
La produccin chiclera de Quintana Roo convirti a Mxico en uno de los
primeros productores mundiales del ltex, pero al participar en los mercados
internacionales se vio necesariamente afectado por la crisis econmica mun-
dial de 1929. En 1942, a raz de la Segunda Guerra Mundial, la produccin
chiclera volvi a aumentar, alcanzando niveles an ms altos que en 1929 y
llevando a Quintana Roo a un nuevo auge econmico (Careaga 1990).
5
Acerca de la poca forestal en el estado de Quintana Roo y en el ejido Chac-
choben en particular vase Rosado (1940), Chenaut (1989), Careaga (1990),
Galletti (1992), Csar Dachary (1993), Beteta (1999).
6
Acerca del impulso de agroindustrias vase Fort (1979), Rosales (1980), C-
sar Dachary y otros (1993).
7
El Programa de Apoyos Directos al Campo (PROCAMPO) consiste bsi-
camente en un apoyo econmico que se entrega a los productores rurales
del pas por superfcie elegible, registrada y sembrada con los cultivos au-
torizados por la Secretara de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SE-
MARNAT).
8
Las utilidades son las ganancias econmicas que se obtienen por la explo-
tacin y comercializacin de los recursos forestales de uso comn de cada
ejido y que se distribuyen o reparten entre todos los ejidatarios pertenecien-
tes al ncleo ejidal.
REVISTA SUR DE MXICO 40
Otra actividad que contribuye a la economa cam-
pesina es la migracin laboral. La gente de Chaccho-
ben migra principalmente al norte del estado (Cancn,
Playa del Carmen, Cozumel y Tulum), unos pocos ha-
cia Estados Unidos y Canad. Mientras que la gente de
Lzaro Crdenas migra hacia Estados Unidos, donde
ya tienen una historia migratoria desde sus orgenes
en Michoacn. No obstante, tambin han comenzado
a migrar hacia el norte del estado, generalmente Playa
del Carmen. Los trabajos que desempean en el norte
del Estado de Quintana Roo son: construccin de pala-
pas, carpinteros, operadores de maquinaria, cargado-
res, albailes. En Estados Unidos se emplean de mese-
ros, cocineros, vigilantes, lavaplatos, etc.
A partir del ao 2000 se identifca una nueva etapa
econmica en el ejido, la cual gira alrededor del eco-
turismo. Surge con la promocin estatal (1993-1999)
en el sur de Quintana Roo, del proyecto Corredor Tu-
rstico Costa Maya que considera entre los atractivos
algunas zonas arqueolgicas ubicadas en reas ejidales
o cercanas a ellas.
ORGANIZACIN EJIDAL PARA EL
ECOTURISMO: COLECTIVISMO O
INDIVIDUALISMO?
El proyecto Corredor Turstico Costa Maya en el
sur de Quintana Roo, del cual procede el ecoturismo
de Chacchoben, plantea armonizar benefcio social y
econmico con la integridad y estabilidad de los eco-
sistemas. El planteamiento base es impulsar la parti-
cipacin de los diferentes actores: gobierno del estado,
comunidades, inversionistas, etc., involucrados dentro
del rea (Campos s/f).
Pero la forma en que opera la actividad turstica li-
mita la participacin de las comunidades locales. Cru-
ceros internacionales llegan al muelle Puerta Maya,
ubicado en el poblado de Mahahual (a 145 km de Che-
tumal),
9
concesionado a un empresario quien dirige
la promocin turstica. Los turistas desembarcan con
paquetes tursticos adquiridos antes y durante el viaje,
o al llegar al muelle los seleccionan a travs de varios
operadores de viajes.
10
Los operadores, comerciantes y
empresarios negocian y/o pagan al concesionario del
muelle para vender sus paquetes tursticos o estable-
cer algn negocio comercial dentro del rea. As, los
turistas son conducidos del muelle hacia las diferentes
reas comerciales, naturales y culturales seleccionadas
para tal fn.
La actividad turstica se presenta en el ejido Chac-
choben a partir de que el Instituto Nacional de Antro-
pologa e Historia (INAH) restaur (1994-1998) y plan-
te la expropiacin de un conjunto de vestigios arqueo-
lgicos mayas localizados en el ejido, pero sin propo-
ner a los ejidatarios ningn tipo de participacin en el
desarrollo turstico. Con este acontecimiento lo que se
empieza a marcar al interior del ejido es una diversidad
de opiniones y posiciones que comienzan a tejer una
cierta confictividad. A nivel de las dos comunidades
tambin se marcan las divisiones que histricamente
han prevalecido.
La decisin de que el ejido participara en el desa-
rrollo turstico se present a travs de un lder de la
comunidad de Chacchoben. Este lder cuenta con cier-
to poder e infuencia basados en su pertenencia a una
familia antigua y la experiencia desarrollada por la ocu-
pacin de anteriores cargos administrativos. Tambin,
ha sido infuido de manera importante por la visin del
desarrollo econmico que prioriza la produccin mate-
rial y el consumo como sinnimo de calidad de vida, lo
que lo hace un interlocutor aceptable para realizar ne-
gociaciones con instituciones pblicas y privadas. Sin
embargo, la visin del lder contrasta con el sentido de
vida y bienestar compartido como comn denomina-
dor entre las familias de Chacchoben que reivindican
los vnculos sociales caractersticos de sus sociedades.
A pesar de que las concepciones de la gente del ejido
han sufrido cambios radicales a partir de la expansin
del modelo de desarrollo, la combinacin de lo particu-
lar, culturalmente hablando, con lo general, como lgi-
ca del sistema imperante, han generado nuevas com-
binaciones de signifcados que mantienen su contexto
cultural distintivo.
11
El lder referido consigue la presidencia del Comi-
sariado Ejidal y genera estrategias arduas de presin y
negociacin con el gobierno del estado, principalmente
con el INAH. Una de ellas fue condicionar la expropia-
cin y apertura de la zona arqueolgica a cambio de in-
cluir al ejido en el desarrollo turstico. El lder plante
en Chacchoben, en marzo de 2006, al INAH:
nosotros no queremos dinero, lo que quere-
mos es participar en lo que va a ser el desarrollo,
que es otra cosa. No es posible que haiga esa ri-
queza y lo aprovechen otras gentes y a nosotros
no nos toque nada. No es posible que nuestra
gente tenga que emigrar porque no hay de donde
agarrarse y otras gentes vengan porque tienen
seguro lo que es de nosotros
Finalmente, el Comisariado Ejidal lleg a un con-
venio con el gobernador del estado quien otorg al eji-
do exclusividad para manejar el rea de servicios de la
zona arqueolgica, as como apoyo, asesora y capaci-
tacin para el desarrollo ecoturstico del ejido. Adicio-
nalmente, las empresas tursticas privadas acordaron
pagar al ejido una tarifa de dos dlares por cada turista
que llevaran a visitar la zona arqueolgica. As como
una donacin econmica para obras de infraestructura
y programas de promocin comunitaria.
MARICELA SAURI PALMA, BIRGIT SCHMOOK, FERNANDO LIMN AGUIRRE, ANTONIO SALDVAR MORENO
9
Vase fgura 1.
10
Los operadores de viajes tursticos son los denominados mayoristas que
compran transporte, hospedaje, comidas y otros servicios para estructurar-
los y venderlos en un paquete vacacional.
11
Acerca de la visin y signifcacin del mundo de los pueblos agrarios en
contraposicin con la visin occidental, vase Levine y White (1986).
41 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
La organizacin para actividades ecotursticas est
actualmente encabezada por los rganos de represen-
tacin ejidal tradicionales: Asamblea Ejidal, Comisa-
riado y el Consejo de Vigilancia. Bajo esta representa-
cin se encuentran conformados comits a cargo del
manejo y administracin de los diferentes proyectos:
servicios de la zona arqueolgica y cabaas ecolgicas.
12
Los comits y sus integrantes son elegidos y regidos por
la Asamblea Ejidal y es a ella a quien se deben dar a
conocer mensualmente las actividades y movimientos
administrativos correspondientes, incluyendo el repar-
to de utilidades.
13
Concomitantemente se comenz otro proyecto
turstico denominado Pueblo Chiclero, para el cual
se conform una Sociedad de Produccin Rural de
Responsabilidad Ilimitada (SPR de RI). Su organiza-
cin la integra una Asamblea General de Socios como
mxima autoridad, un Consejo de Administracin o
representante legal y un Consejo de Vigilancia. Esta
organizacin no representa a todos los ejidatarios que
conforman la Asamblea Ejidal por no cumplir con los
requisitos para ser socios: acta de nacimiento original
o copia notariada, copia de credencial de elector, copia
de la Clave nica del Registro de Poblacin (CURP),
copia del Registro Federal de Contribuyentes (RFC),
constancia de soltera (expedida por el subdelegado de
la comunidad) o acta de matrimonio, comprobante de
domicilio (recibo de luz o agua) y copia del certifcado
agrario actualizado. Los obstculos fueron: documen-
tos incompletos y fechas de nacimiento, nombres y di-
recciones no coincidentes.
As quedaron fuera de la sociedad, sin voz ni voto,
una gran mayora de ejidatarios, an cuando fue la
misma Asamblea Ejidal quien otorg su anuencia
para la conformacin de la sociedad. Al estar la SPR
legalmente constituida (ante fedatario pblico y el
Registro Agrario Nacional), permite y facilita la ne-
gociacin y asociacin del ejido con inversionistas
privados. Por esta causa, representa al ejido en las
actividades tursticas en lugar de los rganos de eji-
dales tradicionales.
Asimismo se han conformado grupos para activida-
des teatrales y de elaboracin de artesanas, as como
la empresa transportadora Turismo Chacchoben, S. de
R. de C.V; todos ellos fuera del mbito ejidal, pues se
conforman por iniciativas particulares, sean o no ejida-
tarios. Sin embargo, en el caso de los grupos de teatro
y de artesanas, el Comisariado Ejidal los respalda ante
los trmites necesarios.
Respecto a la percepcin local sobre la organizacin
ejidal para el ecoturismo, de 78 ejidatarios y residentes
encuestados, el 88.5% considera que el ejido no tiene
buena organizacin; el 47% seal que la causa es el
mal desempeo de funciones de las directivas, espec-
fcamente: desacuerdos, envidias, pleitos y falta de ho-
nestidad entre los integrantes de las directivas debido
al manejo del dinero y la bsqueda de benefcios per-
sonales. Esto incluye sealamiento de mala adminis-
tracin y falta de claridad en el manejo de los recursos
y la informacin. El 19.2%, un tanto ms autocrtico,
indica que la mala organizacin del ejido se debe prin-
cipalmente a la falta de unin, comunicacin y acuer-
dos conjuntos entre los ejidatarios y otro el 17.9% dice
que se debe a la falta de preparacin y conocimientos
de los ejidatarios, tanto a nivel escolar como de la acti-
vidad ecoturstica. Todas estas perspectivas se refejan
en las asambleas ejidales donde la mayora de los ejida-
tarios no opina ni se involucra en la planeacin y toma
de decisiones para los proyectos, as como tampoco da
seguimiento a los acuerdos establecidos.
La percepcin ms generalizada es que los confic-
tos y la exigua participacin en el desarrollo turstico
estn relacionados principalmente con la desconfanza
que se les tiene a los dirigentes del Comisariado Ejidal.
Habitualmente se trata de lderes que han ocupado
cargos en diversas ocasiones, cuentan con cierto poder
e infuencia basados en su pertenencia a familias anti-
guas y algunos tienen estudios profesionales y empleos
en el exterior de la comunidad. Uno de los ejidatarios
expres:
la gente ya est cansada de cmo se han hecho
las cosas, aguanta pero ya est cansada. Se ne-
cesitan personas que no hayan estado en algn
cargo Ya la gente no confa y va a las asambleas
y ni caso hacen, se necesita a alguien que haga
recuperar la confanza de la gente en sus auto-
ridades y en las cosas que se hacen, alguien que
en las asambleas haga que la gente participe, que
se dejen de comportar como si estuvieran en un
mercado, que se pidan opiniones (Chacchoben,
marzo de 2006).
Se identifca a un lder, quien principalmente ha di-
rigido el desarrollo turstico, como aquel que toma las
principales decisiones y controla la informacin. Otro
ejidatario opin:
aqu en el ejido, las cosas nunca se han ventila-
do, este seor, siempre ha manejado las cosas
a su criterio y como si fueran de l le podrs
preguntar a mucha gente y te ignoran las co-
sas, porque el seor nunca ha hecho las negocia-
ciones abiertamente, como las deba de hacer.
Incluso creo que hay hasta convenios, creo que
estn hechos y la mayor parte del ejido no lo
sabe. Tiene mucha labia y ha estado involucrado
en muchos de estos asuntos Desde esa fecha
hasta ahorita, l es el mismo, l es el que mani-
pula todo eso (Chacchoben, marzo de 2006).
De este modo, se seala a los lderes como manipu-
ladores de las asambleas ejidales a favor de sus intere-
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
12
Acerca de los diferentes proyectos y actividades ecotursticas que en ade-
lante se mencionen vase cuadro 1.
13
Las utilidades son las ganancias econmicas que se obtienen por la explo-
tacin y comercializacin de los recursos forestales de uso comn de cada
ejido y que se distribuyen o reparten entre todos los ejidatarios pertenecien-
tes al ncleo ejidal.
REVISTA SUR DE MXICO 42
ses. A travs de ello tambin consiguen legitimar a los
integrantes de los comits de los diferentes proyectos
y los cambios que en ellos se presentan. Las pugnas
internas entre estos lderes exteriorizan diversas caras
de las problemticas y los ejidatarios de la Asamblea
Ejidal toman partido por lo que escuchan de ellos, sin
estar sufcientemente informados.
Una de las concreciones de esta forma de operar del
desarrollo turstico ha sido la venta de derechos ejida-
les a personas del mismo ncleo ejidal con posibilida-
des econmicas y/o poder poltico, a personas que vi-
van en el ejido pero que haban migrado por trabajo, e
incluso, a gente externa al ejido. Algunos ejidatarios se
ven compelidos a vender sus derechos por alguna nece-
sidad econmica, presentndose un desplazamiento de
antiguos ejidatarios por nuevos. De los 310 ejidatarios
de Chacchoben, se dice que alrededor de 100 han ven-
dido sus derechos ejidales.
IMPLICACIONES SOCIOCULTURALES DE LA
FORMA DE ORGANIZACIN Y
PARTICIPACIN EJIDAL PARA EL
ECOTURISMO
Derivado de la organizacin y participacin ejidal
para el ecoturismo, se generan confictos internos en el
ejido, stos inhiben la accin y decisin colectiva para
hacer frente apropiadamente a los diferentes actores
e intereses externos (guas de turistas, empresarios,
etc.) que intervienen y compiten en la actividad turs-
tica. Muchos de estos actores externos no han estado
de acuerdo con el manejo ejidal del rea de servicios de
la zona arqueolgica, por lo que infringen la normati-
vidad establecida por el ejido e infuyen adversamen-
te en su imagen y promocin. Adems, los confictos
internos ejidales provocan que los agentes externos
busquen aliados, incluso entre las directivas ejidales, a
cambio de benefcios personales. Un ejidatario seala
en una entrevista:
muchas gentes, por ejemplo, los administra-
tivos del ejido apoyan esta corrupcin mala
Todos los del puerto [los empresarios concesio-
narios del rea del muelle de cruceros] vienen e
involucran al ejido, a los dirigentes, y les dicen:
te voy a dar esto, te voy a dar el otro; t ayda-
me, apyame para que yo mande ac, yo mane-
je esto. [As] apoyan a todos los que vienen de
afuera, cuando que deberan apoyar a su pueblo,
a su gente. Nuestras autoridades a veces en lugar
de que ayuden, ahora s al pueblo para que salga
para adelante y que guarden al menos un patri-
monio para los hijos, para los que estn crecien-
do, lo regalan o lo convienen con otras cosas
(Chacchoben, marzo de 2006).
La alianza de empresarios con las directivas ejidales
genera que los proyectos sean determinados, establecidos
y dirigidos desde la visin de los agentes externos, afn al
modelo econmico de desarrollo, hegemnico y extractivo.
Otros efectos del ecoturismo son las restricciones
que se estn aplicando a las actividades tradicionales
de los ejidatarios: agricultura, ganadera, venta de ma-
dera y cacera de subsistencia, con el supuesto fn de
conservar el medio ambiente. No obstante, los campe-
sinos estn conscientes que su decisin de conserva-
cin ambiental, incluyendo el dejar de realizar sus acti-
vidades tradicionales, va a depender de las alternativas
reales que tengan de satisfacer sus necesidades bsicas.
Hasta ahora los recursos monetarios generados por el
turismo ejidal son apenas para unas pocas personas
y los confictos no han dado certeza de que todos po-
drn participar y benefciarse, por lo que la mayora en
el ejido contina realizando sus prcticas econmicas
tradicionales.
Por otro lado, los ingresos econmicos que identi-
fcan los campesinos como importantes para el desa-
rrollo del ecoturismo y la conservacin de los recursos
naturales que conlleva, es tambin lo que los inquie-
ta a hacer esfuerzos por participar en las diferentes
actividades, aun manifestando que no les gusta. Esto
debido a que los dirigentes del ecoturismo deciden las
actividades a realizar; retoman y refuncionalizan ele-
mentos culturales, descontextualizndolos del entor-
no socio-cultural particular por lo que la gente local
no se identifca con ellos. Un caso especfco es el del
H-meen o sacerdote maya de la comunidad de Chac-
choben. l explica que en la representacin de la ce-
remonia maya contemplada para el proyecto Pueblo
Chiclero, donde participa, descontextualizaron mu-
cho la ceremonia real que realiza en los espacios co-
munitarios y tradicionales
14
; comenta que no le gusta
realizar el trabajo para los turistas porque no es un
juego, es una ceremonia sagrada, pero lo hace slo por
ganar dinero.
Asimismo, algunas de las actividades tursticas se
contraponen a las tradicionales causando confictos fa-
miliares y personales. Las mujeres, permanecen ms
tiempo fuera de sus hogares y descuidan sus activida-
des hogareas como la cra de animales domsticos, la
atencin a sus esposos e hijos, entre otras.
Finalmente, otro efecto del ecoturismo es el regreso
de familias que haban emigrado defnitivamente del
ejido para establecerse principalmente en el norte del
estado, para mayores oportunidades de empleo. Estas
familias traen ya ciertos conocimientos y experiencia
en turismo, as como recursos econmicos que les dan
ventaja para insertarse o iniciar alguna actividad tu-
rstica. De igual forma existe inmigracin de algunas
personas externas al ejido, con experiencia en turis-
mo que establecen algn negocio. Ante esta dinmica,
muchos ejidatarios que normalmente han vivido en el
ejido y han migrado por temporadas cortas, siguen en-
contrando en la migracin la forma ms inmediata de
obtencin de recursos al tener pocas oportunidades de
participar en el turismo ejidal.
MARICELA SAURI PALMA, BIRGIT SCHMOOK, FERNANDO LIMN AGUIRRE, ANTONIO SALDVAR MORENO
14
Realiza la ceremonia llamada Jeets Luum para pedir permiso al dios del
monte para cuidar las milpas.
43 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
DISCUSIN
La actividad turstica se presenta al ejido Chaccho-
ben no como producto de una decisin dialogada, re-
fexionada y consensuada por los ejidatarios, sino como
la opcin econmica en turno propagada por el modelo
de desarrollo e impulsada por el estado.
Esto de inicio lleva a refexionar sobre la universa-
lizacin e imposicin del desarrollo como sistema que
penetra y busca arraigarse en los espacios rurales y
tradicionales y en actividades emergentes, como el de-
nominado ecoturismo, bajo la lgica del inters por el
crecimiento econmico (ver Limn 2005).
Por otro lado, la inclusin de la zona arqueolgica
del ejido en el desarrollo turstico del sur del estado,
no fue coherente en la prctica con el discurso de par-
ticipacin de las comunidades, pues se pretenda su
expropiacin sin proponerle a los ejidatarios ningn
tipo de participacin en el turismo. Esto demuestra,
de acuerdo con Leff (1998) y Rioja (1999), que con el
concepto de desarrollo sustentable el discurso ambien-
tal es adaptado como estrategia poltica al proceso de
globalizacin econmica por los organismos y grupos
de poder. Con ello se forja una nueva ideologa que le-
gitima nuevas formas de apropiacin de recursos natu-
rales y culturales.
El ejido no ha podido hacer frente colectivamente a
los intereses externos en torno a su patrimonio arqueo-
lgico, sus terrenos, su patrimonio cultural y sus recur-
sos naturales; debido a que en la organizacin ejidal
priva el individualismo, la competencia, la desigualdad
socioeconmica y la intervencin e infuencia histrica
de las polticas de desarrollo (ver Florescano 1986, Mo-
rales 1987, Warman 2001, Delgado 2005, Rodrguez
2006). El ecoturismo, como concrecin de las polticas
de desarrollo, ha constreido a este ejido como a mu-
chos otros, en cuanto a la participacin, accin y deci-
sin colectiva con criterios culturales en la bsqueda
del bienestar comn.
En Chacchoben, la decisin y bsqueda de inclu-
sin del ejido en el desarrollo turstico a partir de su
zona arqueolgica, se presenta a travs de un lder
que ocupa la presidencia del Comisariado Ejidal. As
se manifesta que el Comisariado Ejidal suplanta las
atribuciones de mxima autoridad y toma de decisio-
nes que debiera corresponder a la Asamblea General
del ejido.
En este caso, la organizacin para el ecoturismo re-
produce y hasta consolida la corrupcin que ha existido
histricamente en el ejido a travs de la fuerza polti-
ca que ejerce el Comisariado Ejidal. Se prolongan as,
manejos fraudulentos y enriquecimientos a costa de
los intereses de los miembros del ejido. Como seala
Stephen (1998), los puestos particulares en las jerar-
quas de poder locales generan relaciones de poder que
infuyen en la toma de decisiones y generan resultados
negociados. El ambiente que priva en el ejido Chaccho-
ben y principalmente en las asambleas son desacuer-
dos, confictos y falta de claridad en la informacin y el
manejo fnanciero.
De acuerdo con Leff (1998) y Daltabuit (2000) para
que el ecoturismo sea realmente una alternativa sus-
tentable, debiera conllevar una reubicacin del poder
y de la toma de decisiones que impulsen la autonoma
local para la defnicin y manejo de su proyecto. Sin
embargo, en Chacchoben se identifcan dos principa-
les acontecimientos que pudieran ir contrarios a esta
propuesta: uno de ellos es la conformacin legal de la
Sociedad de Produccin Rural (SPR) que comienza a
suplantar a los rganos ejidales en los proyectos turs-
ticos; la SPR no integr como socios a todos los ejida-
tarios que conforman la Asamblea Ejidal, por lo que no
todos tienen derecho a la toma de decisiones ni a los
benefcios, restringindose an ms la autoridad de la
Asamblea y el manejo colectivo del ecoturismo.
El segundo acontecimiento es la venta de derechos
ejidales que ha ido en aumento y ha generado un des-
plazamiento o sustitucin de antiguos ejidatarios por
nuevos elementos. En este caso, Baitenmann (1998) in-
dica que la Asamblea Ejidal prcticamente ha perdido
el derecho a la toma de decisiones y a la reglamentacin
de las transacciones individuales, el uso de la tierra y
los derechos ejidales.
Tanto las problemticas que genera la SPR como la
venta de derechos ejidales, son consecuencias de la Re-
forma al artculo 27 constitucional y la creacin de la
ley agraria en 1992 que impulsaron la reestructuracin
de la tenencia de la tierra y la organizacin ejidal. El
discurso fue que se propiciara mejor uso y mayor di-
namismo de los recursos del sector agropecuario para
impulsar su desarrollo. Con estas polticas el estado ha
ido sistemticamente sustituyendo las formas de orga-
nizacin propias de las sociedades locales y los grupos
sociales han ido perdiendo la capacidad para organi-
zarse y resolver sus problemas (ver Saldvar 1999). La
participacin se establece entonces como una relacin
dependiente de las decisiones del estado.
Los efectos socioculturales locales que se estn pre-
sentando, derivados de la organizacin ejidal, empie-
zan a ser similares a los del turismo tradicional, aunque
en menor escala, como lo plantea Daltabuit (2000).
Los confictos internos en el ejido difcultan hacer fren-
te apropiadamente a los diferentes actores e intereses
externos que intervienen y compiten por benefcios en
la actividad turstica. Esto consolida la tendencia de
que los proyectos sean dirigidos por los agentes exter-
nos y su particular visin de los recursos, la historia y el
patrimonio locales.
Esta situacin corrobora lo que Azcar (1995) men-
ciona respecto al tipo de participacin local que se pre-
senta en la mayora de los casos de ecoturismo, y que
consiste en el involucramiento de los miembros de la
comunidad en proyectos dirigidos por agentes exter-
nos, quienes toman la mayor parte de las decisiones.
La nica forma de hacer frente a estas problemticas
es que el ejido Chacchoben decida frenar la tendencia
actual y como colectivo constituirse como nuevo sujeto
social, actor colectivo con reconocimiento de sus po-
tencialidades, como base para la reivindicacin de sus
derechos y obtencin de fnes de benefcio comn.
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 44
Esta perspectiva reafrma la sugerencia de Escobar
(2002), en cuanto a la reafrmacin de lo local para ha-
cer frente a las tendencias del sistema, manteniendo la
signifcacin y prcticas culturales que no slo resultan
ser distintas a la occidental sino que pueden contribuir
a construir alternativas realmente sustentables, alter-
nativas al desarrollo.
CONCLUSIONES
La organizacin ejidal para el ecoturismo en Chac-
choben es la que ha existido en el ejido desde su confor-
macin. En esta forma de organizacin, histricamente
se han generado jerarquas y relaciones de poder. Los
dirigentes del Comisariado ejidal son lderes polticos
que han ocupado ms de una vez cargos y que han su-
plantado las atribuciones de mxima autoridad de la
Asamblea General compuesta por todos los ejidatarios.
En este sentido, la organizacin ejidal no corresponde
a la intencin original de trabajar y buscar el bienestar
colectivo, a travs de la participacin y toma de decisio-
nes de la mayora de los ejidatarios. En su interior reina
el individualismo, la competencia y la desigualdad que
generan confictos.
La organizacin ejidal para el ecoturismo reproduce
y hasta consolida la corrupcin histrica en el ejido. La
opinin local generalizada es que no existe una buena
organizacin para el manejo del ecoturismo. Los resul-
tados son que la Asamblea General prcticamente ha
perdido el derecho como mxima autoridad a la toma
de decisiones, a la reglamentacin de las transacciones
individuales, el uso de la tierra y los derechos ejidales.
No existe un manejo colectivo del ecoturismo, por lo
que se presenta una desigual participacin y benefcios
en las actividades tursticas.
Se plantea que las problemticas de la organizacin
ejidal son consecuencia de la intervencin e infuencia
constante de las polticas estatales de desarrollo diri-
gidas hacia aspectos esencialmente econmicos. Para
el caso del ecoturismo infuye la reforma al artculo 27
constitucional y la creacin de la ley agraria en 1992
que han ido sistemticamente sustituyendo la forma de
organizacin local propia.
Las implicaciones socioculturales locales derivadas
de la organizacin ejidal para el ecoturismo, empiezan
a ser similares a las del turismo tradicional. Los confic-
tos internos en el ejido difcultan hacer frente colectiva
y apropiadamente a los diferentes actores e intereses
externos que intervienen y compiten por benefcios en
la actividad turstica. Esto consolida la tendencia de
que los proyectos sean dirigidos por los agentes ex-
ternos, quienes deciden las actividades a realizar y
descontextualizan elementos culturales del entor-
no particular. Por ello, el ecoturismo y el desarrollo
sustentable que lo envuelve se manifiestan en Chac-
choben como una prctica ms del desarrollo econ-
mico dominante.
PROYECTOS Y
ACTIVIDADES
CARACTERSTICAS
FORMA DE
ORGANIZACIN
Manejo del rea
de servicios de la
zona arqueolgica
Mantenimiento y limpieza del
mdulo
Manejo de cafetera
Renta de espacios a personas
del ejido para la venta de
artesanas, comida regional,
cocos, helados, etc.
Cobro de derecho de entrada
a empresas transportadoras de
turistas
Cobro de comisin a guas
de turistas que prestan
sus servicios de forma
independiente
Ejidal
Administrado por
un comit
Cabaas
Ecolgicas
Construccin de dos cabaas y
un restaurante ecolgico
Ejidal
Administrado por
un comit
Pueblo Chiclero
Representaciones de la
poca histrica del ejido
como campamento chiclero:
ceremonia maya; sendero
interpretativo de rboles
y plantas medicinales;
extraccin y cocimiento del
chicle; leyenda de la Xtabay;
apiario de abejas meliponas;
orquidiario; ballet folklrico,
etc.
Sociedad de
Produccin Rural
de Responsabilidad
Ilimitada (SPR
de RI)
Teatro bilinge
Ximbal Kaj
(Recorriendo
Pueblos)
Representaciones teatrales
Grupo organizado
del ejido con una
representante.
Registrado ante
la Direccin
Estatal de Culturas
Populares
Taller de
artesanas
Fuerza
Creativa
Produccin de artesanas: velas
aromticas, tallado de madera,
bordados y costura, etc.
Grupo organizado
representado por
una Presidenta,
Secretara y
Tesorera
Turismo
Chacchoben
Recorrido turstico para
conocer la comunidad de
Chacchoben, las tradiciones de
una familia maya tradicional
y la selva
Sociedad de
Responsabilidad de
Capital Variable (S.
de R. de C.V.)
Cuadro 1.
Proyectos y actividades
ecotursticas del ejido Chacchoben
MARICELA SAURI PALMA, BIRGIT SCHMOOK, FERNANDO LIMN AGUIRRE, ANTONIO SALDVAR MORENO
Fuente: Base de datos geogrfcos del Laboratorio de Anlisis de Informacin
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45 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
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MARICELA SAURI PALMA, BIRGIT SCHMOOK, FERNANDO LIMN AGUIRRE, ANTONIO SALDVAR MORENO
Figura 1. Mapa de ubicacin del ejido Chacchoben y principales localidades
47 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
MIGRACIN FAMILIAR Y CRECIMIENTO INFANTIL EN UNA ZONA
URBANA POBRE DE MRIDA, YUCATN
Hugo Azcorra
*
y Federico Dickinson
**
Buscamos identifcar y medir efectos de la inmigracin familiar sobre el crecimiento
de 445 nios de 4-6 aos de edad [228 nativos (112 , 116 ), 217 inmigrantes (99 ,
118 )] residentes en el sur de Mrida, Yucatn, medidos en 2006 y 2007. No encon-
tramos diferencias signifcativas (p<0.05, t de Student) en medidas de crecimiento y
variables socioeconmicas entre grupos. Las familias estudiadas tienen bajos ingresos
y ocupan un rea urbana segregada, con poco equipamiento e infraestructura urbanos.
Los nios presentan dfcit de talla y peso (13% con <2 desviaciones estndar [DE] Ta-
lla/Edad, 6% con <2 DE Peso/Edad [P/E]) y evidencia de encontrarse en un proceso
obesognico (5% con >2 DE P/E, 32% con >2 DE ndice de masa corporal).
Palabras clave: migracin; crecimiento infantil; Ciudad de Mrida; Yucatn.
1. INTRODUCCIN
Este artculo estudia las posibles consecuencias de
la inmigracin familiar sobre el crecimiento infantil en
familias que residen en el sur de la ciudad de Mrida. Es
decir, indagamos los posibles efectos de un proceso la
migracin inmerso en un sistema sociocultural, sobre
otro proceso -el crecimiento fsico- igualmente comple-
jo, que es objeto de estudio de la biologa humana; en
esta indagacin utilizamos elementos tericos y metodo-
lgicos de varias disciplinas: antropologa, sociologa y
biologa humana, y empleamos la estadstica como prin-
cipal herramienta en el manejo y anlisis de los datos.
1
El artculo se divide en tres secciones: antecedentes,
metodologa y tcnicas, resultados y discusin. En los
antecedentes argumentamos la relevancia del estudio
de los efectos de la migracin sobre el crecimiento in-
fantil y presentamos el lugar de estudio; en la seccin
de metodologa y tcnicas explicamos el diseo del es-
tudio e indicamos las tcnicas de obtencin y anlisis
de los datos; fnalmente, en el ltimo apartado ana-
lizamos nuestros principales resultados a la luz de la
literatura especializada y argumentaremos nuestras
conclusiones.
2. ANTECEDENTES
Nuestros tres ejes tericos son, en primer trmino,
la migracin, el segundo, el crecimiento infantil y, el
tercero, la ciudad, este ltimo como sistema ecolgico
y social resultado de intereses econmicos, sociales y
culturales en el cual ocurre la migracin.
2.1 LA MIGRACIN
Molinari (1979) defne la migracin como un cam-
bio de residencia permanente o semipermanente, im-
plicando un lugar de origen y uno de destino, en el cual
el o los individuos traspasan las lneas divisorias de
su territorio nativo. Por su parte, Pimienta (2002:19),
*
Hugo Azcorra es Licenciado en Nutricin (Universidad Autnoma de Yucatn) y Maestro en Ciencias en Ecologa Humana (CINVESTAV);
actualmente cursa estudios de doctorado en antropologa biolgica en la Universidad de Loughborough (Reino Unido). Su tesis de maestra
Migracin familiar y crecimiento infantil en Mrida, Yucatn, Mxico (2007) puede consultarse en: <http://www.mda.cinvestav.mx/Tesis%20
HAzcorra.pdf>. Se ha desempeado como docente en la Universidad del Valle de Mxico-Campus Mrida y ha colaborado en el proyecto Ecologa
humana de la migracin en Yucatn del Laboratorio de Somatologa del Departamento de Ecologa Humana del CINVESTAV-Unidad Mrida.
**
Federico Dickinson obtuvo la Licenciatura en Antropologa Fsica en la ENAH, la Maestra en Antropologa Fsica en la UNAM y el Doctorado
en Ecologa Humana en el Instituto de Ecologa de la Academia Polaca de Ciencias. Desde 1985 labora en el Departamento de Ecologa Humana
del CINVESTAV-Unidad Mrida, cuya jefatura ocupa desde 2003. Sus lneas de investigacin son ecologa humana de la migracin, crecimiento
infantil y juvenil, y procesos comunitarios participativos y desarrollo rural. Recientemente ha publicado sobre el tema en coautora con otros,
entre ellos con el primer autor del presente artculo, Family migration and physical growth in Merida, Yucatan, Mexico (en: American Journal of
Human Biology, v. 21, 2009, n. 3) e Infuence of maternal stature, pregnancy age, and infant birth weight on growth during childhood in Yucatan,
Mexico (en: American Journal of Human Biology, 21, 2009, n. 5).
1
Agradecemos el apoyo prestado a la realizacin de este trabajo por el Dr. Stephen Rothenberg, la Bil. Graciela Valentn Rojas y la Br. Paloma
Prez Sols.
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 48
quien concibe a la migracin como todo movimiento
espacial que implica un cambio de residencia que tie-
ne como resultado la permanencia continua en el lugar
de destino, seala dos aspectos a tener en cuenta ante
la difcultad de medir la idea de cambio: la distancia
recorrida, pues slo podran ser considerados como
migratorios los movimientos que cubren una distancia
mnima razonable que coincide, en muchas ocasiones,
con divisiones de tipo poltico administrativo, y la du-
racin del desplazamiento al lugar de destino. En tr-
minos operativos, consideraremos migracin a aquel
movimiento geogrfco que traspase lmites de regio-
nes defnidas, es decir, divisiones de tipo poltico admi-
nistrativo, sea del orden estatal o municipal.
La relevancia biolgica de la migracin reside en que
es uno de los cuatro procesos ms importantes para la
evolucin biolgica (los otros tres son seleccin natural,
mutacin y deriva gnica). La migracin, que permite
introducir nuevos elementos a un conjunto de genes y
expone a individuos con genotipos similares a diferentes
presiones selectivas al colocarlos en distintos ambientes
(Dickinson 2004), ha caracterizado a nuestra especie y a
nuestros ancestros por ms de dos millones de aos. En
los ltimos dos mil aos los humanos han colonizado,
a travs de la migracin, vastas reas a travs de la ex-
ploracin, invasin, guerra, conquista y asentamientos
involuntarios (Mascie-Taylor y Lasker 1988:3).
2.1.1 LA MIGRACIN BAJO UNA VISIN
ECOLGICA
El enfoque ecolgico de la migracin sugerido por
Lomnitz (1975:48) considera a las sociedades o grupos
humanos dentro de un sistema complejo de factores
geogrfcos, climticos, sociales, culturales, entre otros,
propios de una regin dada, es decir, un sistema ecol-
gico o ecosistema y concibe la migracin como el des-
plazamiento de un grupo humano de un nicho ecolgi-
co a otro, distinguiendo tres etapas: a) desequilibrio,
referido a la saturacin temporal o permanente de un
nicho ecolgico, comprometiendo la subsistencia o se-
guridad del grupo; b) traslado, que incluye numerosas
variables que pueden afectar la migracin como distan-
cia de traslado, medios de transporte, algunas caracte-
rsticas de los emigrantes (edad, estado civil, composi-
cin tnica, escolaridad, etc.) adems de aspectos tem-
porales y espaciales, y c) estabilizacin, que implica un
acomodo del grupo a su nuevo nicho e incluye tanto la
posibilidad de cambios en el grupo, estructura familiar,
economa, idioma, religin, estructuras de apoyo, como
la posible formacin gradual de un nuevo ambiente so-
cial y de una nueva visin del mundo; la estabilizacin
no necesariamente se alcanza, un posible resultado de
la migracin es una nueva migracin o, en un caso ex-
tremo, la extincin del grupo.
2.2. EL CRECIMIENTO
El crecimiento es defnido como el incremento en
el tamao o masa del cuerpo o de sus partes (Ulijas-
zek, Johnston y otros 1998:15, Bogin 2001:64, Came-
ron 2002:10) y, si bien est determinado de manera
importante por las caractersticas genticas del indivi-
duo, la regulacin de su velocidad, ritmo y momento
dependen de condiciones ambientales adecuadas para
su accin (Hidalgo, Vzquez y otros 2001) entre ellas
diversos factores socioeconmicos que, el caso de los
nios, operan bsicamente a travs de sus familias.
De esos factores, en este trabajo incluimos los que se
consideran ms relevantes: ingreso monetario familiar,
ocupacin, educacin y posicin laboral de los padres y
disponibilidad y acceso a servicios de salud.
El ingreso est fuertemente relacionado con la ca-
pacidad de adquisicin de alimentos y la accesibilidad
a los servicios de salud; se ha reportado una estrecha
correlacin positiva entre la variacin en el crecimiento
en talla y la ocupacin de los padres (Kromeyer, Haus-
pie y otros 1997, Crooks 1999, Gultekin, Hauspie y
otros 2006) que guarda, a su vez, estrecha relacin con
su ingreso monetario (Bogin 1999). La educacin pa-
rental, especialmente la materna, es importante para el
crecimiento de los nios por su relacin con el cuidado
y alimentacin de los hijos (Roche y Sun 2003, Bogin
1999). Otros factores ambientales relevantes para el
crecimiento son la alimentacin y la nutricin porque
la multiplicacin de las clulas o su aumento de tama-
o, dependen en buena medida de una adecuada inges-
ta de nutrimentos. Todo evento (enfermedad, escasez
de alimentos, trastornos alimenticios, etc.) que provo-
que una menor ingesta y aprovechamiento de energa
y se prolongue demasiado, afectar negativamente el
peso y la talla de los nios.
2.2.1 EFECTOS DE LA MIGRACIN SOBRE EL
CRECIMIENTO
Franz Boas demostr, en la primera dcada del siglo
XX, que hijos de inmigrantes italianos en los Estados
Unidos resultaron ms altos que sus padres y que el
resto de la poblacin de origen (Lasker y Mascie-Taylor
1988), es decir, que el crecimiento de los seres huma-
nos es plstico, lo que permite hacer frente exitosa-
mente a cambios ambientales (Mascie-Taylor y Bogin
1995), resultados que han sido ampliamente confr-
mados en distintas condiciones ambientales y para
grupos de edad diversos (Komlos y Kriwy 2002, Pak
2004, Bogin y Loucky 1997, Mofat 1998, Moffat, Ga-
lloway y otros 2005). En Mxico se cuenta con pocos
estudios del efecto de la migracin sobre el crecimien-
to fsico (Dickinson 2004), midiendo la prevalencia
de desnutricin en poblacin infantil y juvenil cuyas
familias han experimentado migracin rural urba-
na; Salcedo y Prado (1992) estimaron la infuencia de
los factores de riesgo de la migracin familiar perma-
nente procedente de sitios con un ndice de margina-
cin alto sobre el estado de nutricin (Peso/Talla) de
preescolares inmigrantes de 12 a 60 meses de edad,
en albergues caeros del estado mexicano de Jalis-
co, encontrando una clara asociacin (OR>1) entre la
desnutricin crnica y ser inmigrantes permanentes
HUGO AZCORRA, FEDERICO DICKINSON
49 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
y diferencias estadsticamente signifcativas (p<0.05)
en hijos de padres desocupados al migrar. Nez y
colaboradores (1998) compararon la prevalencia de
desnutricin (-2 DE Talla/Edad) entre preescolares
inmigrantes y nativos en una muestra de 160 nios de
1 a 6 aos de edad de parvularios clasifcados como de
muy alta marginacin en Monterrey, Nuevo Len, en-
contrando que dicha prevalencia en nios de familias
inmigrantes y nativas fue de 51.3% y 28.8%, respecti-
vamente (RP= 2.6, IC 95%= 1.2, 5.2, p= 0.006) y que
slo las caractersticas socioeconmicas relacionadas
con la migracin, como el lugar de origen, grado de
marginacin de ste y direccin del desplazamiento
(rural urbano) infuyeron en el estado de nutricin.
Ortiz y Garca (2002) analizaron los cambios en el n-
dice talla para la edad (T/E) que ocurrieron entre la
etapa escolar y la pubertad en una muestra de 303 ni-
os de la delegacin Milpa Alta, en Mxico D. F., me-
didos en centros de educacin primaria y secundaria,
encontrando que tanto en ambos niveles educativos
los hijos de inmigrantes tuvieron valores ms bajos en
ese ndice. Los estudios citados muestran que la mi-
gracin rural-urbana conduce, bajo ciertas condicio-
nes, a que la poblacin infantil inmigrante presente
un crecimiento inadecuado y que las caractersticas
socioeconmicas del lugar de origen y las oportuni-
dades de acceder al mercado laboral en el lugar de in-
sercin juegan un papel importante en el patrn del
crecimiento.
2.3 LA CIUDAD
En trminos geogrfcos, la ciudad es considerada
como un ncleo de poblacin de ciertas dimensiones y
funciones especializadas en un territorio amplio (Zoi-
do, De la Vega y otros 2000). En un contexto socioeco-
lgico, Folch (1999) seala que debe ser considerada
como un sistema ecolgico y social que constituye el
mbito existencial de buena parte de la especie huma-
na. En un sentido sociolgico, Schell (2002) seala que
para describir a la ciudad se debe tomar en cuenta: a)
el tamao de la poblacin, b) su densidad y c) la he-
terogeneidad existente entre sus habitantes. Bajo una
perspectiva social, Fuentes (2005) concibe a la ciudad
como un tipo de organizacin espacial, producto so-
cial y cultural resultado de intereses y valores sociales
en contradiccin estructural, en construccin perma-
nente por diversidad de actores sociales, heterognea
y en la cual las relaciones entre los grupos y el espacio
estn determinadas por la posicin social de estos.
En muchas ciudades de los llamados pases en de-
sarrollo existen hoy reas urbanas carentes de una ade-
cuada infraestructura y dotacin de servicios bsicos
para sus pobladores, con diversas formas de ocupacin
del suelo (Zoido 2000) a las cuales suelen llegar inmi-
grantes, predominantemente de origen rural, que esta-
blecen estrategias sociales para enfrentar las difculta-
des de un ambiente cuyas condiciones son adversas o
diferentes a las del lugar de origen (Brockerhoff 1994,
Dofour y Piperata 2004).
2.4 LA ZONA DE ESTUDIO
Realizamos este estudio en el sur de Mrida, Mxi-
co, ciudad que, a partir de la segunda mitad del siglo
XX experiment un notable crecimiento que la llev, de
1950 a 2005, de 142,828 a 734,153 habitantes (INEGI
2006). Mrida es una ciudad fuertemente segregada en
trminos urbanos, socioeconmicos y culturales, con
una fuerte concentracin de las clases sociales ms ri-
cas en el Norte y las ms pobres en el Sur. Buena parte
de la poblacin del sur de Mrida es de origen maya,
resultado de la inmigracin de campesinos desemplea-
dos por el colapso de la industria henequenera en Yu-
catn que culmin en la dcada de 1990.
Las familias estudiadas viven en el distrito V de M-
rida que ocupa 4,130 hectreas (23% del total del rea
urbana) y lo conforman 69 asentamientos de los cuales
el 36% son clasifcados como de alta marginacin. Esta
zona muestra una alta densidad demogrfca por hec-
trea y la menor dotacin de soportes urbanos de toda
la ciudad (Fuentes 2005) y ha sido equipada con sopor-
tes destinados al funcionamiento regional, tales como
el aeropuerto internacional de Mrida, una prisin (el
Centro de Readaptacin Social), instalaciones militares
(el cuartel de la X Regin Militar y la base militar area)
y cementerios, lo que ha determinado un bajo precio
del suelo (Fuentes 2005). Los pobladores de esta zona
contribuyen mayormente, con su fuerza de trabajo, al
funcionamiento de otras partes de la ciudad (Fuentes
2005), de manera que sin ellos ninguna empresa o in-
dustria podra obtener las cuantiosas ganancias produ-
cidas en la actualidad (Garca y Bolio 2007).
Los datos que reportamos aqu provienen de 445 fa-
milias que habitan en 15 colonias ubicadas entre el aero-
puerto de Mrida y la seccin sur del perifrico de la ciu-
dad, zona muy pobre, habitada por inmigrantes rurales
y familias pobres natas de Mrida (Tabla 1).
Zona 1 Zona 2 Zona 3
Cinco Colonias
San Antonio Xluch I, II
San Jose Tecoh I
Emiliano Zapata Sur I
Valle Dorado
San Arturo Xluch
San Jose Tecoh II
Emiliano Zapata Sur II
Frac. San Jos Tecoh
Nuevo Renacimiento
Emiliano Zapata Sur III
San Antonio Xluch III
Guadalupana
San Luis Sur Dzununcn
38% (170) 33% (145) 29% (130)
Tabla 1. Colonias contenidas en
el rea de estudio, por zona
La mayora de las colonias de la zona 1 iniciaron su
formacin en la dcada de 1970, cuando el henequn
estaba en franca decadencia, lo que gener que miles
de campesinos emigraran a Mrida, propiciando que
el suelo ejidal fuera invadido. Las colonias de la zona 2,
se formaron aproximadamente en la siguiente dcada,
cuando el estado decidi expropiar tierras ejidales de la
periferia de la ciudad para constituir la reserva territo-
rial del municipio y ms tarde liberarlas al mercado y
permitir que fuese ste quien determinara el crecimien-
to de la ciudad. En relacin a la zona 3, especfcamente
las colonias San Antonio Xluch III y Emiliano Zapa-
ARTCULOS DE INVESTIGACIN
REVISTA SUR DE MXICO 50
ta Sur III, su formacin se inici en la dcada de 1990
(Lara 2000), mientras que Nuevo Renacimiento, San
Luis Sur Dzununcan y Guadalupana son ms recien-
tes, pues su formacin se inici hace poco menos de
10 aos. Hasta 2000 en estas 15 colonias vivan 41,142
habitantes (INEGI 2001), casi el 6% del total de la po-
blacin urbana de Mrida.
En estas 15 colonias hay jardines de nios y escuelas
primarias pblicas pero slo hay una escuela secunda-
ria estatal y carece por completo de bibliotecas o algn
otro espacio de consulta o fuente de informacin aca-
dmica, cultural, histrica u otra. En trminos de ser-
vicios de salud hay tres unidades de servicios del pri-
mer nivel de atencin, es decir, cuyo funcionamiento se
basa en la implementacin de estrategias preventivas y
atencin mdica bsica y, si bien en la colonia San Jos
Tecoh II existe un hospital que dispone de rea de con-
sulta externa especializada, quirfano y laboratorio,
para febrero de 2007, el costo de la consulta mdica
oscilaba entre $50 y $60 pesos cantidad que, teniendo
en cuenta el bajo ingreso monetario de las familias, era
elevado.
Para 2007 la zona no dispona de plazas comercia-
les, restaurantes, cafs, salones de baile, espacios cul-
turales, entre otros y los escasos parques con reas ver-
des y espacios de juego para nios estaban descuidados
y en la noche se convertan en lugares peligrosos por
la presencia de pandillas que se reunan ah a consu-
mir alcohol y otras drogas. Buen nmero de las calles
carecan de pavimento y alumbrado, en su mayora en
la zona 3 y muchas de las viviendas son resultado de la
autoconstruccin.
3. METODOLOGA Y TCNICAS
ste es un estudio no experimental y exploratorio, de
casos y controles, que investiga el efecto de la inmigra-
cin familiar sobre el crecimiento fsico de nios y nias
de 4 a 6 aos de edad para lo cual se midi estatura,
peso, longitud y permetro del brazo y pliegue tricipital,
para obtener rea muscular y grasa del brazo (AMB y
AGB) como medidas de composicin corporal. Adems,
se obtuvieron datos biolgicos de nios y padres: peso
al nacer, edad de gestacin, orden de nacimiento, edad
de los padres, edad de la madre al embarazo del nio es-
tudiado y estatura de la madre y se recab informacin
diettica de cada nio, si hubo o no lactancia y, en su
caso, su duracin y enfermedades cursadas por el nio
durante el mes anterior a la medicin antropomtrica.
Se obtuvo informacin sobre el proceso migratorio fa-
miliar incluyendo tipo y direccin del desplazamiento,
miembro de la familia quien determina la condicin mi-
gratoria, el o los lugares de origen y tiempo de estancia
en Mrida. En relacin al componente socioeconmico
se utiliz el ndice de Nivel Socioeconmico y de Con-
diciones de la Vivienda (Bronfman, Guiscafre y otros
1998) que incluye: material del piso de la vivienda, dis-
ponibilidad de agua potable, forma de eliminacin de
excretas, nmero de personas y cuartos en la vivienda
y escolaridad del jefe de familia. Adems se explor el
ingreso monetario, ocupacin y posicin laboral del jefe
de familia y el aporte familiar total.
La unidad de anlisis fue la familia porque: 1) los
nios migran como parte de un ncleo familiar, 2) tra-
bajar a nivel de la familia permite identifcar las estra-
tegias de subsistencia en el marco de las fuerzas econ-
micas y polticas, y 3) el anlisis de la familia permite
la identifcacin de los factores estructurales y de com-
portamiento que intervienen en la decisin de migrar,
que suele ser tomada en el contexto familiar (Brettell
2003, Trager 2005).
Para establecer el nmero de familias a estudiar se
realiz un anlisis de poder en el que se obtuvo que,
para un modelo de regresin mltiple con 15 variables
y una r
2
=0.100, una muestra de 450 sujetos tendra un
poder o efciencia del 89% para detectar, a una p=0.05,
un incremento en r
2
de 0.020 al incluir una variable
adicional (migracin).
Se seleccionaron nios que pertenecieran a familias
inmigrantes y nativas mediante visitas a escuelas pri-
marias y jardines de nios de la zona que permitieron
obtener nombre, direccin y lugar de nacimiento de los
nios y padres; se consider como inmigrante a toda
madre o padre que hubiese nacido fuera de Mrida y
llegado a sta a los 18 aos de edad o ms porque asu-
mimos que a esta edad los individuos han cubierto en
buena medida su proceso de socializacin y conforma-
cin de rasgos culturales y patrones de conducta, por
ejemplo la alimentaria, acorde a sus lugares de origen.
Por cada nio inmigrante se seleccion otro nativo (cu-
yos padres hubieran nacido en Mrida o llegado a sta
a una edad inferior a los 18 aos) en igualdad de edad
y sexo.
3.1 RECOLECCIN DE LOS DATOS
Los nios fueron medidos en los jardines y escuelas
primarias, previo permiso de los padres de familia y la
Secretara de Educacin de Yucatn. La antropometra
fue hecha por profesionales con experiencia previa.
Para la toma de mediciones antropomtricas se siguie-
ron los mtodos convencionales sugeridos por Cameron
(2002) y Comas (1976). La informacin socioeconmi-
ca, sobre proceso migratorio, componente biolgico e
instrumentos dietticos se obtuvo de la madre de familia
en su vivienda. El recordatorio de 24 horas se aplic en
tres ocasiones y la frecuencia de alimentos en una. To-
dos estos instrumentos fueron adaptados de versiones
previas utilizadas en el Laboratorio de Somatologa de
Cinvestav-Mrida y, antes de su aplicacin defnitiva en
las familias estudiadas, fueron aplicados de manera pi-
loto en aproximadamente 40 casos no incluidos poste-
riormente en el estudio y modifcados en lo necesario
2
.
3.2 ANLISIS CUANTITATIVO DE LOS DATOS
El procesamiento estadstico de los datos y la elabo-
racin de grfcas se realizaron mediante el paquete Sta-
2
Los instrumentos utilizados pueden ser consultados con el segundo autor.
HUGO AZCORRA, FEDERICO DICKINSON
51 VOL. 1, ENERO-ABRIL 2011, N. 1
ta 9.1 y se centr en la bsqueda y explicacin de las po-
sibles diferencias entre inmigrantes y nativos en relacin
a variables somticas, socioeconmicas y biolgicas.
Se ubicaron a los nios estudiados en relacin a
la referencia de crecimiento del Centro de Control y Pre-
vencin de Enfermedades de Estados Unidos (CDC 2000)
en trminos de desviaciones estndar de estatura y peso
(principales medidas de crecimiento) respecto a la media
de la referencia. Una vez analizadas las diferencias entre
inmigrantes y nativos se identifc aquellas variables bio-
lgicas, socioeconmicas o de migracin que explican el
comportamiento de las medidas de crecimiento mediante
la obtencin de modelos de regresin mltiple. Las me-
didas de crecimiento seleccionadas fueron: estatura, peso,
rea muscular y grasa del brazo, las dos primeras como
medidas de crecimiento y, las otras, de composicin cor-
poral. Se elaboraron modelos para cada medida, para los
cuales la seleccin e inclusin de las variables respondi
a hiptesis que incluyeron nicamente factores que pre-
dicen la variabilidad observada en cada medida de creci-
miento (Pagano y Gavreau 2001).
Entre las variables incluidas en los modelos de re-
gresin distinguimos dos grupos: 1) las incluidas en to-
dos los modelos: edad, sexo y condicin migratoria, las
dos primeras con la fnalidad de controlar su efecto ya
conocido y la tercera como parte central de la investi-
gacin y 2) variables socioeconmicas y biolgicas cuya
capacidad de infuir en las medidas de crecimiento se-
leccionadas es conocida: aporte familiar, nivel socioeco-
nmico, zona de estudio, estatura de la madre, peso al
nacer, orden de nacimiento, edad de gestacin, ingesta
de lpidos, protenas e hidratos de carbono, as como los
componentes generados a partir de estas tres ltimas.
Para evaluar los modelos de regresin, se verifc la
presencia de una relacin lineal entre cada variable in-
troducida al modelo y la medida de crecimiento, se co-
rrobor y corrigi la presencia de no-colinealidad entre
las variables explicativas y se construyeron grfcas de
dispersin de los residuales para detectar posibles ob-
servaciones atpicas en la muestra. Para cada modelo
de regresin se presentan los coefcientes de genera-
dos por cada variable, los valores de p y los intervalos
de confanza 95%.
4. RESULTADOS
4.1 DESCRIPCIN DE LA MUESTRA
Entre septiembre de 2006 y febrero de 2007 se mi-
dieron 445 sujetos, 47% nios (211) y 53% nias (234),
217 de los cuales fueron inmigrantes (Tabla 2) en 5 jar-
dines de nios (72%) y 8 escuelas primarias (28%).
El rea donde se recolect informacin fue dividi-
da en tres zonas, encontrando una disminucin de ca-
sos (Zona 1: 170; zona 2: 145; zona 3: 130) debido a un
descenso de la densidad demogrfca en un gradiente
norte sur.
4.2. CARACTERSTICAS DE LAS UNIDADES
FAMILIARES ESTUDIADAS
La mayora de las familias (72%) posee de 2 a 5
miembros (Tabla 3); en general, los padres de familia
estudiados forman un grupo relativamente joven: 83%
de las madres nativas se ubica entre los 20 y 34 aos y
82% de las inmigrantes entre los 25 y 39 aos (Tabla
4), es decir, el segundo grupo se concentra en rangos
de edad ms avanzados. Al comparar las medias resul-
ta que las nativas e inmigrantes tienen 29.04 y 30.98
aos respectivamente, una diferencia estadsticamente
signifcativa (p=0.003, IC 1.03, 1.10). Para los padres
se observa la misma tendencia, 81% de los nativos se
ubica entre los 25 y 39 aos y 86% de los inmigrantes
entre los 25 y 44 aos; 10% de estos ltimos tiene 45
aos o ms (Tabla 4). Las medias para los nativos e in-
migrantes son de 31.42 y 33.75 aos respectivamente,
diferencia estadsticamente signifcativa (p=0.002, IC
1.03, 1.12); es decir, los padres inmigrantes son ligera-
mente ms viejos. La edad constituye la primera carac-
terstica selectiva de la sub muestra inmigrante.
Edad
Inmigrantes Nativos
Total
Nios Nias Nios Nias
4 29 28 29 35 121
5 36 53 37 43 169
6 34 37 46 38 155
Subtotal 99 118 112 116
445 Total 217 228
Tabla 2. Conformacin de la muestra por edad,
condicin migratoria y sexo
Fuente: Datos propios
Los jefes de familias poseen bajo nivel educativo:
47% tiene primaria completa o menos; 39% adicional
tiene secundaria incompleta y completa y slo 2% cur-
s estudios superiores a secundaria. En general, es-
Tabla 3. Tamao de las familias
Nmero de personas Fr %
2 5 320 72
6 10 117 26
11 8 2
Total 445 100
Sin diferencias signifcativas por migracin (p=0.295, t de Student)
Tabla 4. Edad de los padres
Nativos Inmigrantes
Grupos de
edad
Madre
Padre
Madre
Padre
Fr % Fr % Fr % Fr %
15 19 - - - - 1 1 - -
20 24 50 22 17 8 16 7 9 4
25 29 66 30 69 32 74 34 42 20
30 34 70 31 68 32 72 33 74 36
35 39 23 10 36 17 33 15 38 18
40 44 12 5 16 7 18 8 25 12
45 49 3 1 3 1 2 1 10 5
50 1 1 6 3 1 1 11 5
Total 225 100 215 100 217 100 209 100
p=0.003, IC 1.03, 1.10 (t de Student);
Media DE
(cm
2
) 16.87 2.11 17.1 2.26 0.49
AGB
(mm
2
) 6.78 2.60 6.69 2.41 0.70
Desviacin estndar,
rea
muscular del brazo = Pb (Pt)
2
/4,