0% encontró este documento útil (0 votos)
48 vistas

Escuela de Atenas

Cargado por

nelfigueroa
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
48 vistas

Escuela de Atenas

Cargado por

nelfigueroa
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 6

Escuela de

Atenas
(detalle: Platn)
Rafael - 1509-
1510



MITO O ALEGORA DE LA CAVERNA
MITO CON EL QUE PLATN DESCRIBE NUESTRA SITUACIN RESPECTO DEL CONOCIMIENTO:
AL IGUAL QUE LOS PRISIONEROS DE LA CAVERNA QUE SLO VEN LAS SOMBRAS DE LOS
OBJETOS, NOSOTROS VIVIMOS EN LA IGNORANCIA CUANDO NUESTRAS PREOCUPACIONES
SE REFIEREN AL MUNDO QUE SE OFRECE A LOS SENTIDOS. SLO LA FILOSOFA PUEDE
LIBERARNOS Y PERMITIRNOS SALIR DE LA CAVERNA AL MUNDO VERDADERO O MUNDO DE
LAS IDEAS.
En el libro VII de Repblica (514a-516d), Platn presenta el mito de la
caverna. Es, sin duda, el mito ms importante y conocido de este autor. Platn dice
expresamente que el mito quiere ser una metfora de nuestra naturaleza respecto
de su educacin y de su falta de educacin, es decir, sirve para ilustrar cuestiones
relativas a la teora del conocimiento. Pero tiene tambin claras implicaciones en
otros dominios de la filosofa como la ontologa, la antropologa e incluso la poltica
y la tica; algunos intrpretes han visto tambin implicaciones religiosas.
La descripcin del mito tal y como lo narra Platn en Repblica se articula en
varias partes:
1. Descripcin de la situacin de los prisioneros en la caverna.
2. Descripcin del proceso de liberacin de uno de ellos y de su acceso al
mundo superior o verdadero.
3. Breve interpretacin del mito.


I. DESCRIPCIN DE LA SITUACIN DE LOS PRISIONEROS
Nos pide Platn imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que
habitan una caverna subterrnea. Estos prisioneros desde nios estn encadenados
e inmviles de tal modo que slo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrs
de ellos y en un plano ms elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y
los prisioneros hay un camino ms alto al borde del cual se encuentra una pared o
tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del pblico para
mostrar, por encima de l, los muecos. Por el camino desfilan unos individuos,
algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos
objetos: unos figuras de animales, otros de rboles y objetos artificiales, etc. Dado
que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la
pared, sobre el fondo slo se proyectan las sombras de los objetos portados por
dichos individuos.
En esta situacin los prisioneros creeran que las sombras que ven y el eco de
las voces que oyen son la realidad.

II. PROCESO DE LIBERACIN DEL CAUTIVO
A. Subida hacia el mundo exterior: acceso hacia el mundo verdadero.
1. En el mundo subterrneo.
Supongamos, dice Platn, que a uno de los prisioneros, de acuerdo con su
naturaleza le libersemos y obligsemos a levantarse, volver hacia la luz y mirar
hacia el otro lado de la caverna. El prisionero sera incapaz de percibir las cosas
cuyas sombras haba visto antes. Se encontrara confuso y creera que las sombras
que antes perciba son ms verdaderas o reales que las cosas que ahora ve. Si se le
forzara a mirar hacia la luz misma le doleran los ojos y tratara de volver su mirada
hacia los objetos antes percibidos.
2. En el mundo exterior.
Si a la fuerza se le arrastrara hacia el exterior sentira dolor y, acostumbrado a
la oscuridad, no podra percibir nada. En el mundo exterior le sera ms fcil mirar
primero las sombras, despus los reflejos de los hombres y de los objetos en el
agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuacin contemplara de
noche lo que hay en el cielo y la luz de los astros y la luna. Finalmente percibira el
sol, pero no en imgenes sino en s y por s. Despus de esto concluira, con
respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los aos, que gobierna todo
en el mbito visible y que de algn modo es causa de las cosas que ellos haban
visto.
Al recordar su antigua morada, la sabidura all existente y a sus compaeros
de cautiverio, se sentira feliz y los compadecera. En el mundo subterrneo los
prisioneros se dan honores y elogios unos a otros, y recompensas a aquel que
percibe con ms agudeza las sombras, al que mejor recuerda el orden en la
sucesin de la sombras y al que es capaz de adivinar las que van a pasar. Esa vida
le parecera insoportable.
B. Regreso al mundo subterrneo, exigencia moral de ayuda a sus
compaeros.
1. Confusin vital por la oscuridad de la caverna.
Si descendiera y ocupara de nuevo su asiento tendra ofuscados los ojos por las
tinieblas, sera incapaz de discriminar las sombras, los dems lo haran mejor que
l, se reiran de l y diran que por haber subido hasta lo alto se le han estropeado
los ojos y que no vale la pena marchar hacia arriba.
2. Burla y persecucin.
Si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz se burlaran de l, lo
perseguiran y lo mataran.

III. INTERPRETACIN
A. Comparacin de las realidades.
Debemos comparar la regin visible con la morada-prisin y la luz del fuego
que hay en ella con el poder del sol.
B. Comparacin de los procesos.
El ascenso y contemplacin de las cosas de arriba es semejante al camino del
alma hacia el mbito inteligible.
C. Valor de la Idea del Bien.
Objeto ltimo y ms difcil del mundo cognoscible: la Idea del Bien.
Idea del Bien: causa de todas las cosas rectas y bellas; en el mundo visible ha
engendrado la luz y al sol, y en el mbito inteligible es la productora de la verdad y
de la inteligencia; es la realidad que es necesario ver para poder obrar con
sabidura tanto en lo privado como en lo pblico.

El siguiente cuadro puede ilustrar las variadas e importantes consecuencias de
este mito en la filosofa platnica:

SMBOLOS DEL MITO DE LA CAVERNA Y SU INTERPRETACIN
DIMENSIN ANTROPOLGICA
SMBOLOS DEL MITO INTERPRETACIN EN LA VIDA REAL
prisioneros
el hombre en la medida en que vive inserto en el
mundo sensible y sus valores
conocimiento de s mismos
como siendo meras
sombras
identificacin de la realidad humana con el cuerpo
liberacin del prisionero
liberacin del hombre y descubrimiento del mundo
verdadero
(Mundo de las Ideas)
el cautivo pierde las
cadenas, reconoce los
objetos en la caverna,
sube al mundo exterior y
reconoce los objetos del
mundo exterior
el filsofo libera moral e intelectualmente su alma de
las limitaciones y ataduras del cuerpo y del mundo
sensible y asciende al mundo de las Ideas; prctica de
la dialctica o filosofa
conocimiento de s mismo
en el mundo exterior
tras el ejercicio de la filosofa, identificacin de la
realidad humana con el alma
DIMENSIN ONTOLGICA Y EPISTEMOLGICA
SMBOLOS DEL MITO INTERPRETACIN EN LA VIDA REAL
TIPO DE REALIDAD TIPO DE REALIDAD TIPO DE SABER
MUNDO SUBTERRNEO
MUNDO QUE SE DA A LOS
SENTIDOS (o mundo sensible)
OPININ
las sombras en el fondo de
la caverna
las sombras y los reflejos de los
objetos
conjetura
los objetos de la caverna los objetos naturales y artificiales
creencia
la luz del fuego el sol
MUNDO EXTERIOR
MUNDO INTELIGIBLE O MUNDO
CIENCIA
DE LAS IDEAS
las sombras y reflejos en
el agua de las cosas
exteriores
las ideas matemticas
pensamiento
discursivo
las cosas exteriores
mismas y, por la noche, la
luna y los objetos celestes
las Ideas superiores
inteligencia
el sol mismo la Idea de Bien
conocimiento como subida
al mundo exterior
conocimiento o ciencia estricta o filosofa como
ascensin al ser (al mundo de las Ideas)
DIMENSIN MORAL Y POLTICA DEL MITO
SMBOLOS DEL MITO INTERPRETACIN EN LA VIDA REAL
necesidad en el proceso de
liberacin del prisionero
(por eso Platn emplea
con frecuencia expresiones
del tipo si le forzramos,
si a la fuerza se le
arrastrara)
el destino del hombre no es el mundo fsico sino
el mundo absoluto y divino de las Ideas, por lo
que es necesaria la dialctica o filosofa para el
cumplimiento de dicho destino;
legitimidad del autoritarismo ilustrado platnico
el prisionero liberado baja
de nuevo al mundo de la
caverna
el filsofo no puede limitarse a la mera contemplacin
de las ideas; tiene la obligacin moral de volver su
mirada hacia el mundo y ayudar a la liberacin de las
dems personas
el prisionero liberado que
es perseguido y asesinado
por sus compaeros
el proceso y muerte de Scrates y de todos aquellos
que insisten en mostrar la verdad a los hombres
comprensin del papel que
tiene el sol en la vida,
realidad y gobierno de las
cosas
comprensin del papel que tiene la Idea del Bien como
el principio que crea, da inteligibilidad a la realidad e
ilumina la vida moral y poltica





Ver dualismo ontolgico y mitos platnicos.

Platn nos ofrece en el famoso texto siguiente el mito de la caverna, metfora de la
situacin del hombre en relacin a la verdad y al ser y concentrada imagen de las tesis ms
importantes de su filosofa.
"I. -Y a continuacin -segu- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a
la educacin o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de
cavernosa vivienda subterrnea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se
extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que estn en ella desde nios, atados
por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar nicamente hacia
adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrs de ellos, la luz de un fuego
que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino
situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido
a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el pblico, por encima de las cuales
exhiben aqullos sus maravillas.
-Ya lo veo -dijo.
-Pues bien, contempla ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda
clase de objetos cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales
hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habr,
como es natural, unos que vayan hablando y otros que estn callados.
-Qu extraa escena describes -dijo- y qu extraos pioneros!
-Iguales que nosotros -dije-, porque, en primer lugar crees que los que estn as han visto
otra cosa de s mismos o de sus compaeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre
la parte de la caverna que est frente a ellos?
-Cmo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmviles las cabezas?
-Y de los objetos transportados? No habrn visto lo mismo?
-Qu otra cosa van a ver?
-Y, si pudieran hablar los unos con los otros, no piensas que creeran estar refirindose a
aquellas sombras que vean pasar ante ellos? Forzosamente.
-Y si la prisin tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? Piensas que, cada vez que
hablara alguno de los que pasaban, creeran ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la
sombra que vean pasar?
-No, por Zeus! -dijo.
-Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrn por real ninguna otra cosa ms
que las sombras de los objetos fabricados.
-Es enteramente forzoso -dijo.
-Examina, pues -dije-, qu pasara si fueran liberados de sus cadenas y curados de su
ignorancia y si, conforme a naturaleza , les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera
desatado y obligado a levantarse sbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz
y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de
ver aquellos objetos cuyas sombras vea antes, qu crees que contestara si le dijera alguien
que antes no vea ms que sombras inanes y que es ahora cuando, hallndose ms cerca de la
realidad y vuelto de cara a objetos ms reales, goza de una visin ms verdadera, y si fuera
mostrndole los objetos que pasan y obligndole a contestar a sus preguntas acerca de qu es
cada uno de ellos? No crees que estara perplejo y que lo que antes haba contemplado le
parecera ms verdadero que lo que entonces se le mostraba?
-Mucho ms -dijo.
II. -Y, si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, no crees que le doleran los ojos y que
se escapara volvindose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que considerara
que stos son realmente ms claros que los que le muestran?
-As es -dijo.
-Y, si se lo llevaran de all a la fuerza -dije-, obligndole a recorrer la spera y escarpada
subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, no crees que sufrira
y llevara a mal el ser arrastrado y, una vez llegado a la luz, tendra los ojos tan llenos de ella
que no sera capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
-No, no sera capaz -dijo-, al menos por el momento.
-Necesitara acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vera
ms fcilmente seran, ante todo, las sombras, luego, las imgenes de hombres y de otros
objetos reflejados en las aguas, y ms tarde, los objetos mismos. Y despus de esto le sera
ms fcil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la
luz de las estrellas y la luna, que el ver de da el sol y lo que le es propio.
-Cmo no?
-Y por ltimo, creo yo, sera el sol, pero no sus imgenes reflejadas en las aguas ni en otro
lugar ajeno a l, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en s mismo, lo que l
estara en condiciones de mirar y contemplar.
-Necesariamente -dijo.
-Y, despus de esto, colegira ya con respecto al sol que es l quien produce las estaciones y
los aos y gobierna todo lo de la regin visible y es, en cierto modo, el autor de todas
aquellas cosas que ellos vean.
-Es evidente -dijo- que despus de aquello vendra a pensar en eso otro.
-Y qu? Cuando se acordara de su anterior habitacin y de la ciencia de all y de sus antiguos
compaeros de crcel, no crees que se considerara feliz por haber cambiado y que les
compadecera a ellos? Efectivamente.
-Y, si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran
los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetracin las sombras que pasaban y
acordarse mejor de cules de entre ellas eran las que solan pasar delante o detrs o junto
con otras, fuesen ms capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder,
crees que sentira aqul nostalgia de estas cosas o que envidiara a quienes gozaran de
honores y poderes entre aqullos, o bien que le ocurrira lo de Homero, es decir, que
preferira decididamente ser siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal o sufrir
cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
-Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferira cualquier otro destino antes que aquella vida.
-Ahora fjate en esto -dije-: si, vuelto el tal all abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento,
no crees que se le llenaran los ojos de tinieblas como a quien deja sbitamente la luz del
sol?
-Ciertamente -dijo.
-Y, si tuviese que competir de nuevo con los que haban permanecido constantemente
encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habrsele asentado
todava los ojos, ve con dificultad -y no sera muy corto el tiempo que necesitara para
acostumbrarse-, no dara que rer y no se dira de l que, por haber subido arriba, ha vuelto
con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensin?
Y no mataran, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara
desatarles y hacerles subir ?
-Claro que s-dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, oh, amigo Glaucn!, a lo que
se ha dicho antes; hay que comparar la regin revelada por medio de la vista con la vivienda-
prisin y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo
de arriba y a la contemplacin de las cosas de ste, si las comparas con la ascensin del alma
hasta la regin inteligible no errars con respecto a mi vislumbre, que es lo que t deseas
conocer y que slo la divinidad sabe si por acaso est en lo cierto. En fin, he aqu lo que a m
me parece: en el mundo inteligible lo ltimo que se percibe, y con trabajo, es la idea del
bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello
que hay en todas las cosas, que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al
soberano de sta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento,
y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o
pblica.
-Tambin yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo."
Platn, Repblica, libro VII



ndice general del tema Platn

Edicin en papel:
Historia de la Filosofa. Volumen 1: Filosofa Griega.
Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.

También podría gustarte