Luis Coloma y El Relato Fantastico
Luis Coloma y El Relato Fantastico
Luis Coloma y El Relato Fantastico
en el siglo xix
(Espaa e Hispanoamrica)
1. Cf. Luis Coloma, Pequeneces, ed. de Rubn Bentez, Ctedra, Madrid, 1977.
2. Los trabajos ms recientes sobre la narrativa breve de Coloma se encuentran enmarcados
en estudios de carcter general. Vid. Ana Luisa Baquero Escudero, El cuento popular en el siglo
xix (Fernn Caballero, Lus Coloma, Narciso Campillo, Juan Valera), Anales de la Universidad de
Murcia, XLIH (1984-1985), pp. 361-380 y Mariano Baquero Goyanes, El cuento espaol del romanticismo al realismo, CSIC, Madrid, 1992.
3. Emilia Pardo Bazn en su Nuevo Teatro Crtico, 1891, seala lo siguiente: Voy a consignar
algunos [datos] referentes a la venta de tan combatida obra. La tercera edicin de Pequeneces
(siete mil ejemplares) se vendi antes de terminarse; ni siquiera lleg a verse en las libreras;
desapareci de ellas por arte de birlibirloque [...] y ya est despachada tambin antes de salir
de las prensas la edicin cuarta, que consta de diez mil. En la actualidad traducen la obra del
padre Coloma en Pars, en Berln y en Londres.
4. En su obra Recuerdos de Fernn Caballero, Imprenta del Corazn de Jess, Bilbao, 1910,
Luis Coloma nos refiere la amistosa relacin que mantuvo con la escritora consagrada. Asimismo
en su cuento Viernes de Dolores y en la dedicatoria que se incluye en la edicin de 1873 de
Juan Miseria, Coloma muestra su admiracin y afecto por la escritora.
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los dos primeros cuentos mencionados, mientras que en los subttulos de los
dos ltimos se alude a la veracidad de lo narrado.
El saln azul se centra en el relato que el narrador realiza de una extraa
y misteriosa experiencia vivida en casa de unos amigos que residen en un
pueblecito prximo a San Sebastin. Coloma utiliza un narrador-personaje que
cuenta en primera persona algo observado por l mismo, con lo que la veracidad
del suceso notable se intensifica con el testimonio del propio protagonista. La
experiencia fantstica ocurre cuando el narrador, despus de conversar con sus
jvenes amigos, regresa, a avanzada hora de la noche, a su dormitorio pasando
cerca de un saln que permanece en desuso:
... reson en mitad de ste [saln azul], sobre el encerado pavimento, un golpe
seco y fuerte, terrorfico en el silencio, seguido del marcado rumor de algo
que rodaba hacia el ngulo izquierdo de las habitaciones de la reina... Al mismo
tiempo, una fuerza invisible, que ni me lastim ni me hiri, y que pudiera
llamarse tambin impalpable, hzome caer en el suelo con gran violencia...
Levnteme instantneamente como movido por un resorte, y entonces vi en
el centro del saln una de esas cosas sin nombre... Era como una columna
de luz azulada que llegaba desde el suelo hasta el techo, y se mova y menguaba
al comps del ruido y le segua hasta apagarse con l, en el mismo rincn,
bajo el retrato de la monja. Los ojos de sta se abran y cerraban de modo
espantable, y su mano descarnada, fuera del cuadro, movase de arriba abajo,
no s si llamndome a m o santigundose ella... En el otro rincn los ojos
del apuesto caballero brillaban como dos brasas rojas...1''
El relato de estos sucesos que el narrador apenas sabe cmo calificar est
situada en medio de dos descripciones que atestiguan la normalidad del saln
azul, pues el narrador, recorre la abandonada estancia antes y despus del
episodio fantasmagrico. El protagonista fuertemente impresionado por la
experiencia vivida trata de averiguar si en aquel saln ocurri en el pasado
algn suceso trgico o misterioso que justifique de algn modo los acontecimientos vividos. Coloma, hbilmente, influye en el lector, pues el protagonista
admite al iniciar sus investigaciones la realidad de unos hechos que no obedecen
a ley natural alguna. Lo de menos es lo averiguado la supersticin que sostiene
que en dicho saln qued el rabo de un judo ladrn cuando los demonios
se lo llevaron consigo, o el hecho real, muerte de un hugonote en aquella
estancia y desaparicin de su cadver a fin de sustraerlo de las iras del pueblo,
que le culpaba de todas sus desgracias, lo importante es que logra transmitir
la posibilidad de lo irreal. Expectativa que se refuerza cuando el narrador regresa
al saln azul con la esperanza de que se repita la experiencia extraordinaria
vivida meses atrs. Coloma describe con gran habilidad el estado anmico del
protagonista, seducido y aterrado al mismo tiempo ante la posibilidad de
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Vi una cosa que no puedo definir, porque parece un prodigio verlo, y sera
otro prodigio explicarlo... pero lo vi tan claro, como lo veo a usted en este
momento... Era una cosa indescriptible; as como una columna de humo
amasado con tinieblas... All haba forma sin materia, sin color; palabra sin voz...
y en medio, algo que senta yo ser mi hermana..., dos ojos, los suyos..., su
mirada triste, tristsima, que pareca implorar algo [...] Entonces se alarg la
sombra hasta llegar a la mesa, y con la punta de aquella obscuridad toc el
papel y borr la firma...18
A pesar del estupor que le causa el relato de estos hechos, el jesuta trata
de buscar una respuesta lgica a aquellos acontecimientos, sin embargo, las
posibles soluciones se disuelven ante una prueba irrebatible, pues la firma
realmente aparece borrada por una fuerza no humana como el propio jesuita
reconoce: La Rabina tena razn: no era aquella una mancha de tinta; no haba
borrado la firma el roce descuidado de un mantn, ni tampoco el frote de una
manga. Era una mancha obscura, del matiz del cuero, idntica en el color y
en lo quebradizo a la huella tostada que deja sobre un papel el contacto de
algo candente....19 A pesar de que el narrador no es testigo presencial de la
aparicin del espectro, la experiencia sobrenatural de La Rabina, conmueve al
narrador hasta tal punto que en determinadas ocasiones no se atreve a abrir
los ojos: parecame siempre que iba a ver aquellos dos ojos tristes, tristes, que
miraban implorando algo: aquellas dos lgrimas de fuego que corran en silencio
por mejillas vagas, borrosas, como de humo amasado con tinieblas....20 Relato,
pues, emparentado con los clsicos relatos de aparecidos que por distintas
razones no pueden encontrar la paz despus de su muerte.
La cuesta del cochino se relaciona con otra de las modalidades clsicas
del relato fantstico: las apariciones de la Muerte. En esta narracin Coloma
utiliza en un primer momento un narrador interno en la accin que se interesa
por el origen de la locura de un personaje que conoce mientras efecta una
visita a un hospital. De los archivos del centro el narrador saca las exactas
y comprobadas notas que nos han servido para escribir, hasta en sus menores
detalles, esta tan extraa como ejemplar historia.21 El viejo Zamama no era otro
que un banderillero de Cdiz, Manolito Espejo, quien en el ao 1796 deba
de tomar la alternativa el da de la Virgen. Un narrador omnisciente es el que
relata el suceso sobrenatural: Manolito Espejo descubrir paseando por Ronda
una insinuante mujer, a la que seguir movido por la pasin y que al alcanzarla
se transforma en un horrendo esqueleto, con la pelada calavera envuelta en
la mantilla de blondas, y los secos miembros crujiendo y revolvindose entre
18.
19.
20.
21.
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
p.
p.
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y Pelusa, todos ellos recreaciones ms o menos personales de temas tradicionales. Este carcter de relato popular se subraya mediante dos procedimientos. Por un lado la historia maravillosa se enmarca dentro de otro relato; por
otro Coloma se sirve, en ocasiones, de unas clusulas iniciales y finales
emparentadas claramente con las propias del relato oral.27 Dado su carcter de
cuentos para nios nadie se sorprende del poder de la voz porrrita componte!,
capaz de satisfacer las exigencias de los ambiciosos personajes del cuento; del
poder mgico de un misterioso lquido capaz de unir los cuerpos decapitados
de unos moros y del propio protagonista del relato Periquillo sin miedo; de
las extraas y sorprendentes cualidades de las muecas que aparecen en Pelusa
y Ajaj, relato, ste ltimo, que conocer dos nuevas versiones de mano de
Juan Valera La muequita y La buena fama. Por ltimo slo sealar que
todos estos relatos estn dedicados a nios concretos, a quienes Coloma se
los ofrece como envoltorio grato de una enseaza que debern tener presente
en su vida de adultos. De esta forma la ficcin fantstica se subordina al mensaje
doctrinal, pues, como ya indicbamos al principio del trabajo, la literatura no
es para Coloma un fin en s misma, sino un medio til y eficaz de adoctrinar.
27. Coloma suele utilizar frmulas iniciales, como la que hallamos en su relato Historia
de un cuento: Pues, seor, que era vez y vez. Igualmente en el cuento titulado Pelona encontramos
la clusula final que transcribimos: Y aqu se acab mi cuento, con pan y pimiento; y s alguno
quiere saber ms, que compre un viejo....
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