Este documento describe la envidia, sus manifestaciones y efectos negativos. Define la envidia como entristecerse por el bien ajeno y enumera pecados relacionados como la tristeza, el odio y la detracción. Explica que la envidia puede ser un pecado mortal o venial dependiendo de su gravedad. Además, ofrece remedios para dominar la envidia como practicar la caridad, alegrarse por el bien del prójimo, servir desinteresadamente a los demás y ver a todos como hijos de Dios.
Este documento describe la envidia, sus manifestaciones y efectos negativos. Define la envidia como entristecerse por el bien ajeno y enumera pecados relacionados como la tristeza, el odio y la detracción. Explica que la envidia puede ser un pecado mortal o venial dependiendo de su gravedad. Además, ofrece remedios para dominar la envidia como practicar la caridad, alegrarse por el bien del prójimo, servir desinteresadamente a los demás y ver a todos como hijos de Dios.
Este documento describe la envidia, sus manifestaciones y efectos negativos. Define la envidia como entristecerse por el bien ajeno y enumera pecados relacionados como la tristeza, el odio y la detracción. Explica que la envidia puede ser un pecado mortal o venial dependiendo de su gravedad. Además, ofrece remedios para dominar la envidia como practicar la caridad, alegrarse por el bien del prójimo, servir desinteresadamente a los demás y ver a todos como hijos de Dios.
Este documento describe la envidia, sus manifestaciones y efectos negativos. Define la envidia como entristecerse por el bien ajeno y enumera pecados relacionados como la tristeza, el odio y la detracción. Explica que la envidia puede ser un pecado mortal o venial dependiendo de su gravedad. Además, ofrece remedios para dominar la envidia como practicar la caridad, alegrarse por el bien del prójimo, servir desinteresadamente a los demás y ver a todos como hijos de Dios.
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6. ENVIDIA.
Es la tendencia a entristecerse por el bien ajeno, en cuanto rebaja
nuestra gloria y excelencia. Los pecados derivados de la envidia son: Tristeza. Es afligirse al ver el bien ajeno. Odio. Deseo de un mal al prjimo. Detraccin. Consiste en denigrar la fama de los dems, hablando mal de ellos. Calumnia. Cuando se le atribuye La envidia puede ser pecado mortal o venial. Es mortal cuando se opone directamente a la caridad, que manda nos alegremos bien del prjimo, cuanto mayor es el bien que se envidia, ms grave es el pecado. Es venial cuando el sentimiento es poco advertido y poco voluntario. CMO LUCHAR CONTRA LA ENVIDIA Contra la envidia se debe luchar practicando la virtud de la caridad. La caridad nos lleva a amar a Dios por encima de todas las cosas y al prjimo por amor a Dios. MANIFESTACIONES DE LA ENVIDIA Como la envidia procede de la soberbia, el envidioso no desea tener superiores ni rivales; se entristece al ver que a su alrededor hay quienes tienen muchas virtudes o bienes materiales que l no tiene; le molesta ver que otros alcanzan triunfos y xitos; le inquieta or alabanzas que se hacen a otros, de tal manera, que tratan de atenuar eso elogios hablando mal de los alabados; si descubre alguna falta o pecado en el prjimo, lo propaga enseguida, aumentndolo; como no puede negar que su contrario es superior a l, le quita mritos y lo empequeece; demostrando as que es pusilnime y pobre de espritu; no tiene un juicio recto para amar la verdad. Empieza por envidiar los bienes ajenos y si no rechaza estos malos impulsos, acaba odiando a su prjimo. EFECTOS DE LA ENVIDIA Los efectos que produce la envidia son:
Provoca angustia y falta de paz en el alma, porque el envidioso no
consigue dominar a sus contrarios. Es fuente de odio, como el que tuvieron a Jos, sus propios hermanos (cfr. Gnesis 37, 4). Destruye la fraternidad y con frecuencia corrompe la amistad. La Sagrada Escritura dice: el hombre es envidiado por su propio compaero (Eclesistico 4, 4). Produce corazones secos, entenebrecidos, pobres y sin capacidad para amar. Pues donde existen envidias y espritu de contienda, all hay desconcierto y toda clase de maldad (Santiago 3, 16) Provoca resentimientos y heridas profundas. As lo vemos con el rey Sal: Irrtose mucho Sal y le disgust el suceso, pues deca dan miradas a David y a m millares; slo le falta ser rey. Y desde aquel da en adelante miraba Sal a David con ojos de envidia (I Samuel 18, 8-9). En ocasiones, el envidioso realiza trabajos excesivos con el fin de no ser alcanzado por nadie. Lleva a rer y a gozar ante las adversidades del prjimo. Tiende a sembrar divisiones entre familiares o conocidos por no aceptar su condicin social o econmica. Ataca con palabras y obras al que ha conseguido triunfos y xitos profesionales o bienes materiales. Puede llegar al crimen, a la manera de Can que mat a su hermano, o como los fariseos que crucificaron a Jesucristo (cfr. San Mateo 27, 18). No seamos ambiciosos de vanagloria, provocndonos los unos a los otros y recprocamente envidindonos. (Glatas 5, 26). REMEDIOS PARA DOMINAR LA ENVIDIA Los remedios para dominar la envida son: Recordar que todos somos hermanos, miembros del cuerpo Mstico, cuya cabeza es Cristo y las buenas cualidades de unos redundan en los otros, es por eso que debemos alegrarnos al ver el bien ajeno como si fuera propio.
Rezar para pedir a Dios un corazn grande y rebosante de
generosidad. Meditar acerca de la entrega total y generosa de Jesucristo Nuestro Seor, de la Virgen Mara y de todos los santos. Servir a los dems desinteresadamente para no pensar en s mismo. Practicar las obras de misericordia corporales y espirituales. Ver al prjimo, sea el que sea, como hijo de Dios y hermano nuestro; as descubriremos nuestros valores y lo apreciaremos. Reflexionar antes para no dejarse llevar por cualquier movimiento de envidia. Fomentar la emulacin (es un sentimiento bueno que nos mueve a imitar y aun a superar, con la ayuda de Dios, las virtudes de nuestro prjimo. Es por eso que la Iglesia nos muestra a los Santos para que los imitemos, animndonos a una santa emulacin. CONTRA LA ENVIDIA, CARIDAD Dios, en este mundo, padece fro y hambre en la persona de todos los necesitados, como dijo l mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna a dar en el cielo quiere recibir en la tierra (San Cesreo de Arls, Sermn 25, 1). Aprendamos a vivir la caridad ejercitando las obras de misericordia temporales y espirituales. La caridad produce gozo y alegra en el alma generosa.