Apuntando A La Torre
Apuntando A La Torre
Apuntando A La Torre
A p u nta n d o a la to r re | ndi ce
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ndice
Prembulo
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PRIMERA PARTE
HISTORIA Y SOCIOLOGA
Captulo I
Captulo II
Captulo III
Captulo IV
Captulo V
Captulo VI
El mundo de Rusell
La Torre y el Heraldo
Cenizas y llamas
El gran imperio de Brooklyn
La sociedad de la esclavitud
Por qu crecen los Testigos
TERCERA PARTE
EXPOSICIN BBLICA
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8
12
16
20
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Captulo I
Captulo II
Captulo III
Apndice
Una Biblia truncada
La cristologa de los Testigos de Jehov
Jehov y Cristo
La Trinidad que los Testigos niegan
Divinidad del Espritu Santo
El alma y su destino
Ms all de la muerte
Infierno en llamas
Celos sin fronteras
Epidemia de resurrecciones
La segunda venida de Cristo
Transfusiones de sangre
Patria, bandera, gobierno
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92
100
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CUARTA PARTE
EPISTOLAR
SEGUNDA PARTE
APOLOGTICA
Captulo I
Captulo II
Captulo III
Captulo IV
Captulo V
Captulo VI
Captulo VII
Captulo VIII
Captulo IX
Captulo X
Captulo XI
Captulo XII
Captulo XIII
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116
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Prembulo
Le por alguna parte que lo ms difcil de un libro es el prembulo. Esto, que ya preocup
a Cervantes con la historia de su ilustre Caballero de la Triste Figura, contina siendo un tor
mento para los escritores. Los prlogos no deberan existir. Nada de entremeses variados, como
en las comidas caras. El consom suave y ligero y de inmediato el plato nico, al igual que en
aquellos tiempos de la postguerra civil espaola. Que para eso vivimos en una sociedad de con
sumo, donde se dice que el tiempo es oro y lo bueno, si breve, doblemente bueno.
Si todava se tratara de escribir prlogos para otros, bien; de los dems siempre puede
hallarse algo bueno que decir. Si no de sus escritos, s de ellos. Pero esto de tener que explicar
lo que uno mismo ha escrito, por qu y para qu lo ha escrito, empieza ya a ser un suplicio
contra el que, el da menos pensado, nos sublevamos todos los escritores.
Mientras ese da llega hay que seguir escribiendo prlogos, hay que regresar a la primera
pgina del libro cuando uno ha escrito ya la ltima. Como el nio castigado que ha de volver a
borrar la pizarra y a escribir otras cien veces la frase No hablar ms en clase....
Si usted, lector, nunca se ha tropezado, en la calle o en el trabajo con un Testigo de Je
hov; si no le han visitado en su casa; si de verdad no los conoce, leyendo este libro sabr
quines son. Desde que en septiembre de 1968 complet una serie de artculos analizando sus
doctrinas, he venido pensando en este libro con la intencin de ofrecer una visin ms amplia
de los Testigos, de sus creencias, de su estrategia, de su culto, de su cerrada organizacin.
Hasta ahora no he podido dar cima a mis deseos. En los tres ltimos aos entregu a la imprenta
otros tres libros, realic numerosos viajes por el extranjero, hice otras muchas cosas; pero el
libro sobre los Testigos no se completaba.
Este ltimo invierno me decid. Suspend algunos viajes que tena pendientes, me encerr
durante muchas horas en mi cuarto de trabajo, pas largas noches con el bolgrafo en la mano,
adivinando el fro al otro lado de las paredes y escuchando pegar la lluvia en los cristales de mi
ventana. Con los primeros brotes de la primavera redact las ltimas pginas del libro que tiene
usted en sus manos.
No estoy arrepentido de haber dejado pasar tres aos desde mis primeros propsitos.
Durante ese tiempo he podido completar mi coleccin de libros publicados por los Testigos.
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He viajado a Nueva York y visitado sus fabulosas oficinas centrales, los he estudiado ms de
cerca, con mayor detenimiento, y mi pensamiento ha madurado ms. Creo que el libro sale
cuando tena que salir.
Si usted tropieza en el curso de las pginas que siguen con algunas frases que le puedan
parecer duras, o irnicas, o demasiado risueas para la seriedad del tema, no me juzgue usted
mal. Para los Testigos de Jehov, como personas, no tengo ms que respeto. Es ms, ni siquiera
creo que signifiquen peligro alguno para la fe de otros, como se teme en algunos crculos cris
tianos. En esto yo pienso como David cuando era nio. En tanto que los ejrcitos de Sal vean
en Goliat un peligro y una amenaza para el pueblo, David presenta una oportunidad para poner
de manifiesto el poder de Dios. Yo creo que los Testigos constituyen un desafo que Dios
mismo nos est lanzando para despertar un poco nuestra fe dormida, para sacudir la apata es
piritual que nos est invadiendo y para que dejemos de hablar tanto del poder del Evangelio, y
lo creamos, y pasemos a demostrarlo.
Para los Testigos, como seres iguales a m, no slo mis respetos, tambin mi cario. Pero
para la maquiavlica organizacin que les tiene tendidos sus potentes tentculos, estrangulando
su dignidad y su libertad, mi repulsa y mi enfado, que aqu dejo correr con la natural pasin del
carcter que Dios me dio.
Otra advertencia ms: Me niego a colocar al final de libro una lista de obras consultadas.
No pretendo con este libro que el lector me considere mejor o peor ledo. No escribo para la
vanidad de mi carne, sino para procurar alguna ayuda a mis semejantes. Poseo todos los libros
que los Testigos han publicado en castellano y algunos en ingls. Todos los he estudiado.
Casi todos estos libros aparecen citados en el curso de esta obra, como tambin menciono
a otros autores que me han ayudado con sus aportaciones literarias a completar las ideas que
ofrezco en estas pginas. Mi agradecimiento a ellos y a usted, lector, por haber elegido este
libro mo como parte de sus lecturas.
PRIMERA PARTE
Historia y Sociologa
Captulo I
El mundo de Russell
Charles T. Russell, fundador del movimiento religioso que hoy se conoce como Testigos
de Jehov, naci en 1852 y muri en 1916. Le toc vivir el perodo de mayor avivamiento reli
gioso que registra la Historia de Amrica. Esta circunstancia tiene mucho que ver con el origen
y desarrollo de su obra. El hombre crea las circunstancias a su alrededor. Pero el hombre es
tambin, de forma inevitable, producto y reflejo de esas mismas circunstancias. De haber vivido
en poca distinta, en un pas diferente, le habra sido muy difcil a Russell hacer lo que hizo. Si
en lugar de haber nacido en Norteamrica hubiese nacido en Angola, en Portugal o en Malasia,
los Testigos de Jehov no existiran hoy. El ambiente contribuy a hacerle. Y a su vez hall en
ese mismo ambiente el clima ideal para hacer cuanto hizo. Antes de estudiar al hombre se im
pone un ligero conocimiento de su mundo.
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eran ledos con avidez por los norteamericanos de cultura media y por las lites intelectuales.
Tambin se lea y discuta a Volney, Paine, Rousseau y otros. Las famosas biografas de Jesucristo
de Renan y de Rousseau, prcticamente desconocidas en el pas e introducidas por los militares
franceses, hicieron estragos entre la juventud estudiantil.
Por otro lado, las guerras con los indios, con los franceses, con los ingleses y la revolucin
americana crearon un clima de inmoralidad y de vicio, especialmente fomentado por los solda
dos franceses e ingleses. Se formaron numerosos clubes en todo el pas para estudiar la litera
tura atea, y muchas ciudades tomaron nombres de ateos famosos. Libros como El Sistema de
la Naturaleza, El Diccionario Filosfico, La justicia poltica, La edad de la razn y otros semejantes
sustituyeron a la lectura de la Biblia.
Las Iglesias escribe James di Forest eran impotentes. La Biblia lleg a ser virtualmente
un libro cerrado para las masas. Amargos debates se sucedan por todas partes, acentuando
las divisiones y el sectarismo. En tres aos, de 1793 a 1795, los metodistas sufrieron un gran
descenso, perdiendo cuatro mil miembros por ao. Las dems denominaciones experimentaron
tambin una gran prdida de miembros. Los ministros religiosos abandonaron sus ocupaciones
habituales y buscaron empleos seculares. La situacin de la Iglesia Episcopal lleg a ser tan des
esperada que el obispo de Nueva York present su dimisin por entender que el fin de la Iglesia
estaba prximo. El obispo Madison, de Virginia, comparta la opinin del ministro de justicia,
Marshall, en el sentido de que el decaimiento de la Iglesia era demasiado profundo para esperar
un avivamiento.
Dios, sin embargo, no pensaba igual; lo que pareca imposible se produjo. El despertar de
las conciencias sacudi el pas.
El gran avivamiento religioso que conoci Amrica durante el siglo XIX se prolong hasta
los aos inmediatos a la Primera Guerra Mundial, pasado ya el 1920. Burns, en su libro Aviva
miento, sus leyes y lderes, describe el perodo trgico que la precedi. Dice que, no obstante la
corrupcin moral y la infidelidad religiosa del pueblo americano, exista una minora fiel, la que
nunca dobl sus rodillas ante Baal, que oraba a Dios y le peda por un cambio de situacin en
las Iglesias, y en la vida del pas. Un grupo de veintitrs lderes religiosos de Nueva Inglaterra
public una carta circular, que fue ampliamente distribuida, en la que se pedan oraciones a
favor de un avivamiento.
El doctor Edward O. Griffin, presidente del Williams College y gran autoridad en materia
religiosa, fija la fecha del histrico despertar espiritual en 1792. El avivamiento empez en Nueva
Inglaterra y se extendi como un gigantesco incendio por todo el pas, alcanzando tanto las Igle
sias como los centros educativos. Timothy Dwight, presidente de la Universidad de Yale, se cita
como principal lder del avivamiento religioso entre los estudiantes. En 1796, Dwight, tomando
como texto Colosenses 2:8, habl a los estudiantes de su Universidad sobre La naturaleza y el
peligro de una filosofa infiel. El resultado de aquel discurso fue una consagracin casi masiva
de todos los estudiantes a Cristo.
Muchos son los nombres que se citan como principales responsables del avivamiento re
ligioso en Amrica. La lista se hara interminable. Entre los ms conocidos figuran Jonathan Ed
ward, uno de los precursores; Barton W. Stone; James McGready; William McGree; William
Hodge; Robert Marshall; John Rankin, etc.
Describiendo los efectos del avivamiento, McGready dice: En el Estado de Kentucky, las
multitudes se reunan al aire libre en el verano y en los locales cerrados en invierno y perma
necan durante das y noches orando y escuchando la Palabra de Dios. Los hombres se arrodi
llaban durante horas interminables o caan al suelo confesando sus pecados e implorando el
perdn de Dios.
Stone, en su autobiografa, aade: He visto a muchos creyentes caer al suelo en intensa
agona espiritual, pidiendo misericordia para sus hijos, incrdulos; para sus hermanos, padres
o simplemente conocidos. Los he visto llorando y gritando pidiendo a Dios que los salvara de la
condenacin del mundo.
Para 1850, las Iglesias de todas las denominaciones haban multiplicado extraordinaria
mente el nmero de sus miembros. En 1800 exista en el pas una iglesia por cada 1.751 habi
tantes y un ministro por cada 2.001. Cincuenta aos despus la proporcin era de una iglesia
por cada 538 habitantes y un ministro por cada 900.
MILLER Y EL ADVENTISMO
Entre los millones de prdigos que volvieron a la Biblia como consecuencia del despertar
religioso ya descrito, figuraba William Miller. Campesino, de madre muy piadosa, Miller haba
nacido en Pittsfield, Estado de Massachusetts, el 15 de febrero de 1782. Cuando estall la guerra
angloamericana, en junio de 1812, Miller tena ya treinta aos. Por aquella poca viva total
mente apartado de la religin. Hasta tal extremo que, en el Ejrcito, donde lleg a alcanzar el
grado de capitn, figuraba inscrito como no creyente.
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En la Navidad de 1814 termin esta guerra que haba durado ao y medio. Ingleses y ame
ricanos cenaron juntos, cantaron el God save the King y el Yankee Doodle, los himnos nacionales
de Inglaterra y de Amrica, y se liquid aquel conflicto que Andr Maurois califica de absurdo
y vano, como son todas las guerras.
La conversin o reconversin de Miller se produjo poco despus, en 1816, en pleno des
pertar religioso de Amrica. La seora Helen Gould de White, que llegara a jugar un papel de
lder indiscutible en las filas del Adventismo, dedica tres captulos a Miller en su voluminosa
obra El conflicto de los siglos, que volveremos a citar cuando tratemos el tema de la segunda
venida de Cristo. A la edad de treinta y cuatro aos dice la seora White el Espritu Santo
despert en su nimo el sentimiento de su condicin de pecador... Miller hizo entonces pblica
confesin en la fe que antes despreciara...
Como toda su familia perteneca a la denominacin bautista, Miller se hizo miembro de esta
Iglesia. Pero los sermones que escuchaba no le satisfacan enteramente. Solo primero, y acompa
ado por un grupo de amigos despus, se dedic a estudiar intensamente la Biblia. El grupo se
sinti especialmente atrado por la profeca bblica. Sus dos libros preferidos fueron Daniel y
Apocalipsis. El estudio del captulo ocho de Daniel llev al grupo a la conclusin de que la venida
de Cristo y el fin del mundo tendran lugar en 1843. Como este ao transcurri sin ningn acon
tecimiento especial, el grupo habl de errores de clculo y fij una nueva fecha: 22 de octubre de
1844. Tampoco esta vez acertaron; pero el movimiento adventista estaba ya lanzado, tras aos
de intensas campaas de predicacin por todo el territorio de los Estados Unidos.
La seora White, mxima autoridad en esta materia, dice que Miller lleg a la conviccin
de que Cristo vendra de nuevo a la tierra en 1843 a los dos aos de su conversin e ingreso en
la Iglesia Bautista, es decir, en 1818. Pero nada dijo en pblico hasta 1831, cuando rondaba ya
la cincuentena. Miller escribe la seora White no se determin a predicar en pblico hasta
que a ello le instaron sus hermanos, en cuyas palabras crey or el llamamiento de Dios. Tena
entonces cincuenta aos de edad, no estaba acostumbrado a hablar en pblico y se senta opri
mido al reconocer su incapacidad para la obra que le aguardaba.
Esta incapacidad no le impidi desplegar una grandsima actividad en pro de la idea que
le animaba. Miller estaba convencido que el fin del mundo se producira en 1843, y tanto l
como sus amigos se dedicaron a esparcir esta noticia por todo el inmenso territorio de los Es
tados Unidos. En 1833 public un libro al que puso un largo ttulo: Evidencias sacadas de la es
critura y de la historia en torno a la venida de Cristo hacia 1843.
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del personaje que ms nos interesa en este captulo. Demos, pues, unos pasos hacia atrs en
la historia del tiempo.
Capacitados para ser ministros y Los Testigos de Jehov en el propsito divino son, entre
los libros escritos por los lderes de la organizacin, los dos que ms datos nos suministran para
componer la historia de los Testigos de Jehov, segn ellos mismos la cuentan. Estas obras sern
nuestra gua principal en la primera parte de este libro.
Por el contenido de los mismos sabemos que el fundador del movimiento, Charles Taze
Russell, naci en Old Allegheny, que ahora forma parte de la ciudad de Pittsburg, en el Estado
americano de Pensilvania, el 16 de febrero de 1852. Sus ascendientes fueron escoceses e ir
landeses. Adems de Charles, el matrimonio tuvo otros dos hijos. La madre muri cuando
Charles tena nueve aos. El padre, hbil comerciante, tena una cadena de tiendas de tejidos.
Al propio Charles no se le daban mal los negocios, ya que a los quince aos era socio en el ne
gocio del padre. Habra llegado a ser un gran comerciante de no haberse inclinado por la reli
gin. Con todo, su inteligencia para los negocios fue de gran importancia en el desarrollo del
movimiento.
La familia entera de Russell perteneca a la Iglesia presbiteriana. No convencan mucho
al joven Charles las doctrinas de esta Iglesia y con frecuencia se le vea estudiando la Biblia
por s mismo y sembrando inquietudes religiosas a su alrededor.
Consecuencia de estas inquietudes fue su relacin con los llamados segundos adventis
tas, que tuvo lugar cuando Charles T. Russell contaba tan slo dieciocho aos, en 1870, como
ha quedado escrito. Este encuentro, relatado por el propio Russell, tuvo lugar en el stano de
una casa, muy cerca de una de sus tiendas de tejidos. Era un stano oscuro, con mucho polvo.
Russell haba descubierto que all se reuna un grupo de adventistas para estudiar la Biblia.
Entr, segn cuenta, para ver si el puado de personas que se reuna all tena algo ms inte
ligente que ofrecer que los credos de las Iglesias prominentes. All contina Russell, por vez
primera, o algo de los puntos de vista de los segundos adventistas, siendo el orador el seor
Jons Wendell. Aunque su exposicin bblica no era del todo clara, y aunque le faltaba mucho
en comparacin con la informacin que ahora disfrutamos, fue suficiente, bajo Dios, para res
tablecer mi fe vacilante en la inspiracin divina de la Biblia y para demostrar que los registros
de los apstoles y los profetas estn indisolublemente enlazados.
Dos puntos de doctrina cautivaron principalmente la atencin de Russell: la negacin
del infierno por parte de los adventistas, tema ste que siempre le haba trado de cabeza, y
la segunda venida de Cristo, acontecimiento en torno al cual giraban todas las predicaciones
del grupo que se reuna en el stano de la calle Federal.
Cinco aos permaneci Russell con aquel grupo, de 1870 a 1875. Durante esos aos se
convirti en un ferviente adventista, estudiante asiduo de la Biblia. Pero los principales del grupo
volvieron a cometer dos nuevos errores en relacin con la segunda venida de Cristo. Anunciaron
que el Seor volvera en 1873. Luego, que en 1874. El ridculo fue notable en ambos casos.
Como lo fue en 1843, en 1844 y como lo ser siempre que el hombre pretenda vaticinar sobre
acontecimientos que slo a Dios corresponde decidir.
Para calmar los nimos, Russell, que ya figuraba en plan de dirigente del grupo, escribi
un folleto, del que hizo 5.000 ejemplares, dando su explicacin del fracaso y atribuyendo ste,
como se ha hecho siempre, a un error de clculo en las profecas. El ttulo del folleto era El
objeto y manera de la vuelta de nuestro Seor.
Meses despus de publicado este folleto, en enero de 1876, Russell entr en contacto
con otro grupo adventista de la ciudad de Rochester, en el Estado de Nueva York, que encabe
zaba un tal N.H. Barbour. Este publicaba una pequea revista llamada The Herald of the Morning
(El Heraldo de la Maana), dedicada principalmente a anunciar la segunda venida de Cristo,
el tema predilecto de Russell. La revista, aunque de escaso valor tcnico y literario, le entu
siasm. Mantuvo una entrevista personal con Barbour, que result en la unin de ambos lderes
y de sus respectivos grupos. Fortalecidos en nmero y con una mayor capacidad econmica, el
nuevo grupo que surgi adquiri una imprenta, que fue montada en Rochester. Russell fue nom
brado coredactor de la revista. Ambos lderes adventistas emprendieron la redaccin de un
libro, que fue terminado y publicado en 1877. El libro llev por ttulo Tres mundos o plan de re
dencin. Constaba de 194 pginas. El tema central del libro era el mismo que viva en el corazn
de sus autores y de todos sus seguidores y que les haba expuesto a la vergenza pblica en
numerosas ocasiones: la machacona segunda venida de Cristo. Sus dos autores, Russell y Bar
bour, no escarmentados con los anteriores desengaos, volvieron a fijar nueva fecha, esta vez
a ms largo plazo. Jugando de nuevo con las profecas llegaron a la conclusin de que Cristo
volvera en 1914. Los discpulos de estos dos atrevidos lderes tenan, por tanto, treinta y siete
aos para preparar debidamente el recibimiento que pensaban tributar al Maestro en su re
greso. Infantil y absurdo.
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Muy graves son estas acusaciones, obtenidas del propio expediente de divorcio por quien
las hizo pblicas por vez primera. Un carcter como el que describe la mujer que vivi con l
durante diecisiete aos no merece confianza alguna cuando pretende erigirse en caudillo reli
gioso. Otro autor que ha estudiado en detalle la vida de Russell, Walter R. Martin, dedica un
captulo casi entero de su libro Jehov of the Watch Tower a probar que el fundador del movi
miento russellista, a quien acusa de perjuro, practicaba una moral bastante dudosa en sus re
laciones con los dems y en la forma con que trataba la palabra de Dios. Pero por cuanto nuestra
intencin no es atacar al hombre, sino denunciar el carcter antibblico del movimiento por l
fundado, pasamos las pginas de su historia personal y seguimos contando en otro captulo la
marcha ascendente de la organizacin.
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Captulo II
La Torre y el Heraldo
La casualidad no tiene fundamento cientfico ni filosfico. Los acontecimientos imprevistos
que nos suelen impresionar ocurren sin que sepamos exactamente por qu, pero en ocasiones
nos dejan huellas. Segn los mismos Testigos de Jehov, en el pasaje citado en el captulo an
terior, la separacin matrimonial de Russell se debi a problemas con su mujer a causa de una
revista. Aunque si nos atenemos a otras opiniones, sta debi ser una de las causas. Pues bien;
esa revista fue fundada por Russell el mismo ao de su matrimonio. En 1879 estren esposa y
revista.
Al romper sus relaciones con Barbour, la revista que publicaban entre ambos, El Heraldo
de la Maana qued suspendida. El 1 de julio de 1879 apareci el primer nmero de la nueva
revista de la organizacin dirigida por Russell. Su ttulo: La Torre del Viga de Sin y Heraldo de
la Presencia de Cristo. De este primer nmero se tiraron 6.000 ejemplares. El movimiento rus
sellista se iba consolidando. En la primera parte del ttulo, La Torre del Viga, se perfilaba ya el
futuro nombre de la organizacin y el cometido que se haba atribuido. El Heraldo de la Pre
sencia de Cristo era el ttulo que el propio Russell se daba. Estos fueron los comienzos de una
gigantesca produccin literaria que al correr de los aos llevara el mensaje impreso de Russell
por todos los rincones del mundo.
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la obra de los tratados hizo surgir la idea de una combinacin de esfuerzo con este fin, y el re
sultado es la formacin de esta Sociedad.
El primer nombre puesto oficialmente al movimiento russellista fue el de Watch Tower
Tract Society (Sociedad de Tratados Torre del Viga). Cuando la Sociedad fue legalmente ins
crita ante las autoridades de Pensilvania, el nombre fue alargado con una palabra ms: Sionss
Watch Tower Tract Society (Sociedad de Tratados Torre del Viga de Sin). Esta inscripcin se
llev a cabo el 13 de diciembre de 1884. Parece que los dirigentes, en la incertidumbre y el ner
viosismo de los primeros aos, no acababan de acertar con el nombre definitivo. Dos aos des
pus del ltimo cambio de nombre, en 1896, se sustituye la palabra Sin por la de Biblia, y
la Sociedad adopt este otro nombre: Watch Tower Bible and Tract Society (Sociedad Bblica
de Tratados Torre del Viga). Todava habra de sufrir un nuevo cambio el ttulo de la Sociedad,
que fue ampliado con el nombre del Estado donde se origin, quedando constituido as: Watch
Tower Bible and Tract Society of Pensylvania (Sociedad Bblica de Tratados Torre del Viga de
Pensilvania).
Estos continuos cambios de nombres, y los que vendran ms tarde, motiv el que autores
antirussellistas, entre ellos Walter R. Martin, denominaran a la Sociedad como el camalen de
la Torre del Viga. Como todo el mundo sabe escribe Martin, el camalen tiene una extraor
dinaria facilidad para cambiar de color, adaptndose rpidamente al ambiente donde se en
cuentra. Esta ha sido la situacin de la Torre del Viga desde los primeros momentos de su
fundacin!
PRIMERAS OFICINAS
La primera oficina que tuvo la organizacin russellista estuvo en el nmero 44 de la calle
Federal, en Allegheny (Pensilvania). La junta Directiva de la Organizacin se compona por aquel
entonces de siete personas, presididas por Russell. El genio comercial de ste, su amplia visin
y su extraordinaria capacidad de trabajo mantenan a la Sociedad en aumento continuo. Para
1889 no haba forma de desenvolverse en el reducido espacio de la calle Federal, y la Sociedad
se traslad a un elegante edificio de cuatro pisos, situado cerca de la oficina primitiva. Este edi
ficio cost 34.000 dlares. Cinco aos ms tarde el edificio y el material que contena se valo
raban en 164.000 dlares. Se le puso por nombre Casa Bblica. Los cuatro pisos fueron divididos
en dependencias para alojar una pequea familia de la Casa Bblica, imprenta, departamento
de envos, un saln de asamblea para unas 200 personas, una oficina, un departamento editorial
y un frente de tienda dando a la calle.
La historia interna del russellismo dice que por esta poca, 1890, el crecimiento de la or
ganizacin haba sido espectacular. Entre 1886 y 1891 se haban distribuido 841.095 folletos,
395.000 ejemplares de la revista Torre del Viga y 85.000 libros. La Sociedad contaba ya con 400
personas trabajando a pleno tiempo.
La actividad literaria de Russell era incansable. Al primer libro, escrito en colaboracin con
Barbour, siguieron otros de su propia pluma. Food for Thinking Christians (Alimento para cris
tianos pensadores) apareci en 1881 y en cuatro aos se distribuyeron un milln de ejempla
res. Entre 1886 y 1904 Russell public seis gruesos tomos de lo que llegara a ser su obra cumbre.
La serie completa fue llamada El plan de las edades. Ms tarde se cambi este ttulo por el de
Plan divino de las edades. La edicin que nosotros poseemos, en idioma ingls, data de 1913 y
se titula Studies in the Scriptures (Estudios en las Escrituras). Son unos estudios a la manera
de Russell, atropellando el texto de la Biblia, manejando a su antojo las profecas, sin un orden
lgico de temas, confundiendo Antiguo y Nuevo Testamento, sin diferenciar entre Ley y Gracia,
hablando unas veces como judo; otras, como gentil y, muy pocas, como cristiano. De esta ma
nera, buscando en la Biblia lo que le conviene, confundiendo al lector con citas bblicas que no
vienen a cuento del tema que se trata, amontonando pensamientos confusos, en los dieciocho
aos que emple Russell en esta obra pueden escribirse no seis tomos, sino la Biblioteca de
Alejandra completa.
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nos dan: Para ejercer ttulo a esta propiedad en el Estado de Nueva York los Testigos decidie
ron formar una nueva corporacin. La Watch Tower Bible and Tract Society of Pensylvania estaba
sujeta a ciertas restricciones legales. Por eso, despus de hacer solicitud apropiada, el 23 de fe
brero de 1909, la Peoples Pulpit Association (Asociacin del Plpito de la Gente) recibi iden
tidad jurdica en el Estado de Nueva York.
Si desgraciados fueron los nombres anteriores ste lo fue ms. Ni en espaol, pero tam
poco en ingls, se le ve sentido alguno a ese largo ttulo. Parece querer significar que la entidad
pretenda asociar todos los plpitos de la gente; como si cada ser humano, adems de nombre
y apellidos, dispusiera tambin de un plpito para sus predicaciones particulares. Estos absurdos
abundan y superabundan en la Torre del Viga.
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tido una especial complacencia en hacer todo lo contrario de lo que Russell predicaba. Las pa
labras de la Biblia se cumplieron literalmente, pero en sentido completamente opuesto al que
quera Russell. Que cuando digan paz y seguridad, entonces vendr sobre ellos destruccin re
pentina (1 Tesalonicenses 5:3).
En efecto: en lugar de Cristo pareci como si el mismo diablo se hubiera encarnado en
seres humanos con la intencin de destruir la tierra. En vez de la paz anunciada por los Testigos
de Jehov, aquel ao llegaron la destruccin, el hambre, las enfermedades. Lleg la guerra!
Los Testigos no esperaron para desengaarse a que llegara el 1 de octubre. Para esa fecha
Europa arda ya en llamas y el espectculo que el mundo ofreca no era precisamente de paz.
El 1 de agosto, Austria declaraba la guerra a Serbia, y Alemania a Rusia. El 3 de agosto, Alemania
declaraba la guerra a Francia y a Blgica. Al da siguiente, Blgica e Inglaterra declaraban la gue
rra a Alemania. El 5 de agosto, Austria declaraba la guerra a Rusia, y el 11 de agosto Francia e
Inglaterra declaraban la guerra a Rusia. Italia entrara en el conflicto en mayo de 1915, y el 6 de
abril de 1917, cuando no quedaba ya un solo rincn en el mundo que no participara ms o
menos directamente en el conflicto, el Presidente Wilson firmaba la declaracin de guerra con
tra Alemania y contra AustriaHungra lanzando a los Estados Unidos al conflicto porque, segn
rezaba la declaracin de guerra, con la ayuda de Dios, Amrica no puede hacer nada ms que
esto.
MUERTE DE RUSSELL
El descalabro sufrido por Russell y sus seguidores fue total. Russell, tan dado al estudio
de la Biblia, nunca lleg en realidad a comprenderla. De haber asimilado el autntico espritu
de la Biblia no hubiese creado tanta confusin a su alrededor, hablando donde la Biblia guarda
silencio. En su opinin, Cristo deba venir el 1 de octubre de 1914, pero olvid que la opinin
del hombre no es la misma de Dios. Un abismo de eternidades separa a la criatura del Creador.
Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Je
hov. Como son ms altos los cielos que la tierra, as son mis caminos ms altos que vuestros
caminos, y mis pensamientos ms que vuestros pensamientos (Isaas 55:89).
La tozudez de Russell no conoca lmites. Su fracaso proftico le cre infinidad de pro
blemas, muchsimos ms enemigos que los que ya tena. Fue ridiculizado desde los plpitos
de las iglesias, en la prensa y en las calles y plazas por donde iban sus mensajeros vendiendo
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Ap u nta n d o a la to r re | Ce ni za s y l l a m a s
Captulo III
Cenizas y llamas
Cuando un movimiento religioso experimenta en su aos iniciales el desarrollo que cono
ci la Torre del Viga, difcilmente perece a la muerte de su fundador. Puede entrar en crisis,
puede quedar paralizado durante aos, pueden darse divisiones en su seno, pero seguir su
rumbo. Siempre surge la figura precisa en el momento necesario. Los intereses y los compro
misos adquiridos son ya demasiado grandes para que todo termine en ruinas. Quienes creen
de buena fe resisten la prueba que supone la muerte del jefe. Y quienes creen porque as inte
resa a sus clculos tampoco abandonan, en espera del botn correspondiente a la hora de re
partir dinero, mando y fama.
Nada tiene de extrao, pues, que la Sociedad fundada por Russell se mantuviera e in
cluso progresara ms all de lo soado por su fundador, cuando ste dijo adis a la tierra.
Todo era cuestin de encontrar el sucesor ideal para el momento que viva la Sociedad. Y ste
apareci.
EL SUCESOR DE RUSSELL
El sucesor de Russell en la jefatura del movimiento fue Jos Franklin Rutherford. Los bi
grafos ajenos al movimiento le han descrito como autoritario, intolerante, engredo en la vani
dad del poder, amante de la vida burguesa, etc. Walter Martin, en el ya citado libro Jehova of
the Watch Tower, que ha tenido una amplsima circulacin, traza un cuadro bastante negro del
seor Rutherford. Con el fin de mantener el equilibrio informativo, conservndolo hasta donde
nos permitan nuestras propias convicciones, damos la versin que los mismos Testigos ofrecen
de la biografa de Rutherford.
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A p u nta n d o a la to r re | Ce ni za s y l l a m a s
hora de decidir problemas internos. El propio Russell tena derecho, l slo, a 125.000 votos por
que haba aportado a la Sociedad 250.000 dlares al liquidar los negocios que tena con el padre.
Este sistema tan material, tan a ras de suelo que tenan los Testigos de Jehov de resolver
sus problemas internos es, ya de por s, una prueba de su falta de espiritualidad. Los problemas
de la Sociedad no se resolvan orando a Dios ni pidiendo iluminacin al Espritu Santo, sino vo
tando con votos adquiridos a diez dlares cada uno. Y como esto es tan pobre, tan bajo, que
puede parecer una calumnia, quien desee comprobar la exactitud de lo escrito puede consultar
el captulo once, primeros prrafos, en el libro Los Testigos de Jehov en el propsito divino, es
crito y publicado por la Sociedad. La versin espaola que estamos citando corresponde a 1965.
Con este sistema, la eleccin de Rutherford, que por entonces ya era rico, estaba asegurada.
Pero no satisfizo a todos. Un grupo considerable de sus oponentes, entre quienes se encontra
ban destacados lderes de la poca de Russell, dieron principio a una intensa campaa de des
crdito contra Rutherford. Este grupo empez a recoger votos con la intencin de arrebatar el
puesto a Rutherford en el curso de la siguiente asamblea anual de la Sociedad, que habra de
celebrarse en enero de 1918. Pero pudo ms la habilidad de Rutherford, a quien le bast un
ao como presidente para consolidar su cargo.
Es curiosa la manera que tienen los Testigos de Jehov de presentar la superacin de aque
lla crisis. Sus explicaciones suponen un insulto a la inteligencia de los lectores, a quienes tratan
como si fuesen seres anormales, sin discernimiento propio. Leamos lo que nos dicen en el es
tudio 76 de Capacitados para ser ministros, pgina 315: La crisis interna culmin con el acae
cimiento de un evento bblico sobresaliente, a saber, la venida de Jehov y su mensajero,
Jesucristo, al templo para juicio en la primavera de 1918, para separar la clase del esclavo fiel
y discreto del grupo del esclavo malo (Mal. 3:13, N. C. Mt. 24:4355 N. M.). La divisin entre
los dos grupos se hizo ms grande, y el grupo del esclavo malo sufri ms desacuerdos internos
y se subdividi. Con el tiempo, muchos otros grupos pequeos disconformes se constituyeron
y existieron brevemente y luego desaparecieron.
Pero, puede haber un solo ser humano en la tierra, uno slo, medianamente inteligente,
capaz de creer semejante disparate? Quieren los Testigos, con esta barbaridad, tratarnos a
todos de monglicos? Creen ellos mismos estas palabras?
Interpretando caprichosamente Malaquas 3 en la versin catlica de Ncar Colunga, por
que este texto les viene bien aqu, y Mateo 24 en la versin del Nuevo Mundo hecha por ellos
a imagen y semejanza de su pensamiento, llaman al grupo de Rutherford esclavo fiel y discreto
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y al grupo de los que se le oponan, esclavo malo. Y llegan al colmo de lo absurdo diciendo
que las diferencias existentes entre ambos grupos fueron resueltas a favor del primero por in
tervencin especial de Jehov y de Cristo en la primavera de 1918. Todo un delicioso argumento
para una pelcula del Oeste, con malos, buenos y hasta sherif que interviene con su ayudante
para resolver la contienda! Esto es demasiado!
La verdad fue otra. Rutherford haba sido durante muchos aos hombre de confianza de
Russell y su asesor jurdico. Form parte de un triunvirato que dirigi los destinos de la Sociedad
desde octubre de 1916, fecha en que muri Russell hasta enero de 1917, cuando fue elegido
su sucesor. Adems tena el control de las imprentas, diriga el departamento de publicaciones
y mandaba en la tesorera. Rutherford tena a la Sociedad prcticamente en sus manos y era
ms poderoso que sus enemigos. Por esto fue elegido y por esto se mantuvo. Lo dems es que
rer que comulguemos no con ruedas de molinos, sino con molinos enteros.
ENCARCELAMIENTO DE RUTHERFORD
Los aos inmediatos a la eleccin de Rutherford fueron los ms calamitosos para el mo
vimiento. El clima de la guerra no era propicio para la propaganda russellista. Por todas partes
eran despreciados, acusados de antipatriotas por negarse a cumplir sus deberes militares en
una guerra que todo el pas americano haba aceptado, considerando que Alemania haba he
rido una y otra vez su dignidad nacional.
El 21 de junio de 1918, Rutherford y otros seis destacados lderes russellistas fueron en
carcelados. El peridico Tribune de Nueva York deca al da siguiente: Jos F. Rutherford y seis
de los otros russellistas, condenados por violacin de la ley de espionaje, fueron sentenciados
ayer a veinte aos en la penitenciara de Atlanta, por el juez Howe.
El desnimo cundi en las filas del russellismo, hasta el extremo de creerse que el movi
miento no se recuperara jams. Durante el encarcelamiento de Rutherford se hizo cargo de la
direccin de la Sociedad un comit ejecutivo compuesto por cinco hombres. La Sociedad sufra
ataques por todas partes. El comit, falto de un cerebro organizador, se desmoron. Uno de los
dos grandes edificios que la Sociedad posea en Brooklyn fue vendido. El otro, Betel, fue des
alojado y cerrado en los das que siguieron al encarcelamiento de Rutherford. Las oficinas de la
Sociedad fueron trasladadas nuevamente a Pensilvania. Figurativamente, por lo menos dicen
los Testigos, la obra haba muerto.
Ap u nta n d o a la to r re | Ce ni za s y l l a m a s
Por fortuna para unos y por desgracia para otros, la muerte de la obra fue tan slo figu
rativa. El 11 de noviembre de 1918 termin la Primera Guerra Mundial. Aqul fue un otoo
triste, pero el sol reflej su luz entre la espesa niebla del dolor. Los pases beligerantes empren
dieron la guerra de la paz. Y se acordaron de sus presos. El 25 de marzo de 1919, cuando tan
slo haban cumplido nueve meses de los veinte aos a que fueron sentenciados, Rutherford y
sus amigos fueron puestos en libertad. Al da siguiente llegaron a Brooklyn. Aunque la libertad
era condicional, bajo fianza de 10.000 dlares cada uno, los presos tenan libertad de movi
mientos. El 5 de mayo de 1920 fueron definitivamente libres. Esta libertad significara la resu
rreccin de la Sociedad, que se levantara de sus cenizas para volver a abrasar con sus poderosas
llamas la penitenciara de Atlanta, por el juez Howe.
4143
generalmente nos conocan como gente de la aurora del Milenio y nos daban nombres de
vituperio, tales como russellistas.
El cambio de nombre fue idea de Rutherford. Al principio no convenci a todos, pero el
lder mximo de la organizacin hizo callar todas las protestas alegando que el nombre le haba
sido revelado por el mismo Dios. De forma que toda discusin result intil. Y desde entonces,
los miembros de esta Sociedad, que tuvo sus inicios en un stano fro y destartalado de Pensil
vania, vienen llamndose por el ostentoso nombre de Testigos de Jehov, cuando en realidad,
a poco que se profundice en sus ideas, se advierte que creen, dicen y hacen todo lo contrario
a las enseanzas del Jehov bblico. Pero no hay forma de bajarles del burro. Viven contentos
en la mentira religiosa que les han metido en el cerebro. Porque, adems, tienen explicaciones
para todo.
Vase una muestra en el prrafo siguiente.
INTERPRETACIONES CONVENCIONALES
Para razonar el origen bblico de su nombre proceden, como hace notar Colinon, por afir
maciones masivas, apoyando estas afirmaciones en una serie de silogismos acrobticos que
dejan fro por su descaro. As se explican los Testigos: En 1931, sus representantes de muchos
pases se congregaron en convencin en Columbus, Ohio (EEUU, y resolvieron que deseaban
ser conocidos y llamados por el nombre que la boca del Seor Dios ha nombrado, a saber, Tes
tigos de Jehov: Vosotros sois mis testigos, dice Jehov (Isaas 43:10; 44:8). Despus de eso,
todas las congregaciones o compaas locales de esos cristianos diseminados por toda la tierra,
declararon que reconocan este nombre dado por Dios.
A ver qu otro remedio quedaba a esas congregaciones de Testigos diseminadas por toda
la tierra; si el presidente deca que el nuevo nombre se lo haba revelado Dios mismo, no tenan
otra alternativa ms que decir s y amn. De esta manera tan fcil, tan cmoda, no un nombre,
sino todos los problemas de la tierra quedan resueltos en cuestin de minutos. Todo lo que
hace falta es encontrar quienes bajen la cabeza y amordacen su pensamiento. As, cualquiera!
La explicacin de los Testigos al cambio de nombre se enreda ms a medida que intentan
aclararlo. El pasaje ltimo citado corresponde al libro Sea Dios veraz, publicado originalmente
en 1946. Este libro cuenta ya muy poco para los propios Testigos, pero lo escrito, escrito est.
Al prrafo anterior, de afirmacin, sigue este otro, de explicacin: En verdad, desde el siglo
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XIX, hombres tales como C.T. Russell y T.F. Rutherford han participado prominentemente como
Testigos de Jehov en esta tarea mundial, as como en tiempos antiguos Cristo Jess, Pablo,
Pedro, Juan el Bautista, Moiss, Abraham, No, Abel y muchos otros participaron prominente
mente en la obra como Testigos de Jehov.
La relacin de hombres hasta parar en Abel no es pura forma. Los Testigos de Jehov afir
man en todos sus libros que los primeros Testigos fueron Abel y No, as remontan su origen
hasta los albores de la Humanidad. Tontos, desde luego, no son. Pero con este procedimiento
tambin los carniceros pueden llamarse seguidores de Abel, puesto que el segundo hijo de
Adn y Eva fue el primero, que sepamos, en sacrificar un cordero; y los constructores de barcos
pueden declararse imitadores de No, quien fabric el Arca por mandato de Dios. Cuntas ton
teras!
En la mente de los Testigos, sin embargo, estos absurdos tienen su sentido. Al proclamarse
descendientes de Abel, No, Cristo, Pablo, etc., estn queriendo justificar su origen divino y al
mismo tiempo estableciendo una especial separacin entre ellos y el resto del mundo. Ellos
son los nicos que adoran de acuerdo a la Escritura! Ellos son los verdaderos y nadie ms!
Ellos son los ms grandes! Ellos son los privilegiados de Dios! Ellos son los escogidos de entre
la humanidad! Ellos solos se salvarn! Al resto de la creacin humana lo partir un rayo! No
son opiniones propias, ellos mismos lo dicen as. Y hay que leerlo dos veces para poder creerlo.
Aqu est este pasaje, tomado del tantas veces citado libro Los Testigos de Jehov en el propsito
divino: Los Testigos de Jehov ahora decan oficialmente que eran los verdaderos siervos de
Dios, dedicados a dar testimonio de su nombre y reino. Esto los separaba de todas las personas
del mundo, porque nadie ms reconoca al Rey entronizado del cielo colocado all por el poder
de Jehov con el propsito de subyugar a todas las naciones. Hay quien aumente estos dis
parates?
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Captulo III
MUERTE DE RUTHERFORD
Ya ha quedado dicho que tampoco Rutherford pudo sustraerse a la mana no sabemos
de qu otra forma llamarla que caracteriz a su antecesor de sealar fechas para el fin del
mundo y la segunda venida de Cristo. Fracasado el anuncio de 1914, Rutherford se lanz a una
nueva campaa, afirmando que el fin del mundo tendra lugar en 1925. Un ex Testigo de Jehov,
William J. Schnell, dice en el tercer captulo de su libro Esclavo por treinta aos en la Torre del
4163
Viga: Mantuvieron ante nosotros esa fecha de un modo vvido, asegurndonos que en ese
ao veramos reaparecer sobre la tierra a los hroes del Antiguo Testamento. En el otoo de
1924 mi padre trat de comprarme un traje nuevo; pero yo me opuse dicindole que ya faltaban
unos pocos meses para el 1925 y que podra pasrmelo bien con la ropa que tena.
A este grado llegaba la credulidad y la ingenuidad de los seguidores de Rutherford. Para
la gigantesca campaa que se prepar anunciando el fin del mundo Rutherford escribi un libro
de 128 pginas al que puso por ttulo el mismo de un discurso que haba pronunciado en Cali
fornia en febrero de 1918: Millones que ahora viven no morirn jams. Este libro se tradujo in
mediatamente a los principales idiomas y se distribuyeron varios millones de ejemplares.
Cuando pas el ao 1925 y ni apareci por la tierra Cristo ni tampoco los personajes del Viejo
Testamento anunciados en el libro, ste fue retirado inmediatamente de la circulacin. Hasta
el punto de no aparecer mencionado en la moderna literatura de los Testigos. Tan slo se hace
una breve referencia al mismo en Los Testigos de Jehov en el propsito divino.
Los Testigos son maestros en el arte de hacer desaparecer u ocultar lo que no les interesa
que se conozca. Muchos de sus libros antiguos, que contradicen las ideas actuales, estn fuera
de circulacin.
La misma muerte de Rutherford la rodean de misterio. Conocemos el fallecimiento de
Russell con todos sus detalles. Pero sabemos mucho menos de su sucesor. El motivo de la
muerte no lo han dicho jams. Cronistas de aquella poca, ajenos al movimiento, nos dicen que
muri de cncer.
Tambin acostumbran a silenciar el lugar de su muerte. Y esto tiene una explicacin: Ru
therford haba anunciado que en 1925 volveran a la Tierra Cristo y los patriarcas del Viejo Tes
tamento. Con el pretexto de ofrecerles un lugar adecuado, mand construir un suntuoso palacio
en San Diego (California). En aquella poca el palacio cost a la Sociedad 75.000 dlares, unos
50 millones de pesetas al cambio de hoy, que en la primera mitad de los aos 20 supona una
fortuna. Al palacio se le puso por nombre Casa de los Prncipes. Como buen nacionalista, a
pesar de su oposicin a los gobiernos de su propio pas, Rutherford quera que los personajes
bblicos cuyo regreso anunciaba vivieran tranquilamente en la soleada California. Pensaba el
hombre que Norteamrica poda ofrecer a estos personajes ms comodidad y seguridad que
los habitantes de Palestina.
O somos ms tontos que los dems o algo no funciona en nuestro intelecto; pero no po
demos comprender cmo el fanatismo religioso sea capaz de cegar el entendimiento de una
persona hasta el punto de edificar una casa en California para que en ella vivan Abraham, Isaac,
Jacob, No, David, Cristo y otros seres cuyas moradas estn en los cielos de Dios. Y mucho
menos podemos entender que estos extravagantes lderes religiosos tengan personas sensatas
que les sigan. Tanto poder cegador hay en una idea religiosa?
Ni Abraham, ni David, ni Cristo llegaron a vivir en el palacio de California. El nico prncipe
que lo ocup fue el propio Rutherford. Ms que prncipe se haba convertido en un rey solitario,
amargado, dictador. Durante los ltimos aos de su vida se le vio pocas veces en pblico, y el
que haba escrito miles de pginas anunciando la paz, muri entre el tronar de los caones y el
silbido de las bombas. Rutherford muri en su palacio de San Diego el 8 de enero de 1942, en
plena guerra mundial, a los setenta y dos aos de edad.
Fue mejor organizador que Russell. Ms cerebro, menos espiritual. Durante los veinticinco
aos que permaneci al frente de la Sociedad ejerci una dictadura frrea. Pero fue un gran
trabajador, viajero incansable, predicador, autor de numerosos libros y folletos, y sobre todo
fue un autntico hombre de negocios. A su muerte dej fundado un verdadero imperio econ
mico. De 21.274 miembros que tena la Sociedad en 1918 lleg a 141.606 en el perodo de
19401945. La distribucin de literatura subi de cerca de 10 millones en 1918 a unos 158 mi
llones y medio en 19401945.
La sorpresa sera de Rutherford al comprobar que en el ms all no sera Jehov quien le
pedira cuentas, sino Cristo el Hijo, segn la misma declaracin de la Escritura: Porque el Padre
a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo (Juan 5:22).
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EL IMPERIO DE BROOKLYN
Para redactar este prrafo de Apuntando a la Torre hemos visitado personalmente el in
menso complejo administrativo e industrial que la Sociedad posee en Brooklyn (Nueva York).
Sin ver con los propios ojos el imperio que los Testigos de Jehov han levantado en Brooklyn es
imposible describirlo. Incluso tras haberlo visto se hace difcil dar una idea exacta de lo que esta
poderosa organizacin encierra en esos austeros edificios de ladrillos rojos que se alzan des
afiantes entre los puentes de Brooklyn y de Manhattan.
La imprenta que poseen ya ocupa, por s sola, cuatro edificios con un total de 22 grandes
plantas dedicadas ntegramente a la produccin de literatura. Estas plantas estn equipadas
con las maquinarias ms modernas que salen al mercado. En su mayor parte son importadas
de Alemania. Hay mquinas que se han construido especialmente para ellos.
Treinta y seis grandes linotipias van convirtiendo en plomo los textos originales. Gigan
tescas rotativas que producen revistas a un ritmo de 24.000 ejemplares a la hora cada una de
ellas. Toda la tinta que gastan estas mquinas es producida en fbrica propia. Pisos enteros
dedicados al corte del papel, la composicin, la impresin, la tirada, el doblaje, la encuader
nacin. Hombres y mujeres por todas partes, instalados tras sus mquinas, haciendo cada cual
su trabajo, empleando para ello los ms modernos instrumentos. Sin necesidad de otros datos
adicionales, el lector podr darse una idea de lo que esta imprenta es y significa en la expansin
del movimiento con slo saber que en el curso de un ao, 1969, los Testigos de Jehov distri
buyeron por el mundo 14.474.862 libros encuadernados; 11.111.743 folletos y 186.257.878
revistas de La Atalaya y Despertad! Los datos figuran en el Anuario de los Testigos de Jehov
para 1970.
4183
En total, muy cerca de los doscientos doce millones de ejemplares de libros, Biblias,
revistas y folletos en un ao. As es como se gana el mundo! El poder de la pgina impresa es
incalculable. No conocemos ningn otro movimiento religioso que dedique tanto nfasis a la
literatura como ste de los Testigos de Jehov. Las mquinas que poseen en sus imprentas valen
millones de dlares, pero sacan buen partido a este dinero.
Adems de los edificios dedicados al manejo de la literatura, el fabuloso complejo de
Brooklyn incluye otros destinados a oficinas administrativas y oficios diversos. Los primeros
estn situados en el nmero 117 de la calle Adams. Estos ltimos se levantan en el 107 y 124
de la Columbia Heights. Aqu estn las oficinas del presidente, vicepresidente y secretariote
sorero; tambin las oficinas desde las que se dirige el trabajo en los dems pases. Cada pas
donde hay Testigos de Jehov tiene su oficina, su archivo, su ordenador electrnico y su diri
gente norteamericano en estos edificios. En ellos estn igualmente instalados el departamento
de redaccin, una lavandera equipada con los ms modernos mecanismos, un saln para re
paracin del calzado, la biblioteca, una sala de reuniones con capacidad para 462 personas,
un departamento de la Escuela Bblica Galaad, un inmenso comedor y una gran cocina, toda
ella automtica.
Por va de ancdota diremos que una de las ocasiones en que comimos all, haciendo un
alto en nuestra visita a los edificios, haban matado 45 cerdos tan slo para aquella comida.
Estos cerdos, como ocurre con el 90 % de los alimentos que consumen, proceden de las exten
ssimas granjas que los Testigos poseen en las afueras de Nueva York. No deja de extraar el
hecho de que los Testigos de Jehov, tan aferrados al Viejo Testamento, consideren comestible
la carne del cerdo, cuando la Ley de Jehov se manifiesta contraria a su uso. Como siempre,
toman de la Biblia lo que ms les conviene y lo que no les gusta lo tachan y siguen adelante.
Actualmente hay 1.600 personas trabajando en las oficinas, talleres y fbricas de la So
ciedad de Brooklyn. Entre ellas predomina el elemento joven. La mayora son de los Estados
Unidos, aunque las hay tambin de otros pases. La disciplina que se mantiene es frrea. Ingresar
no es fcil. Los candidatos son cuidadosamente seleccionados. Deben llevar un mnimo de doce
meses bautizados; siempre tienen preferencia los ms maduros en la fe. Al ingresar se les exige
firmar por un perodo de cuatro aos como mnimo.
Se calcula que el 80 % de los residentes de Brooklyn son solteros. En este aspecto, las
leyes de la Sociedad son inhumanas. A los casados se les prohbe tener hijos durante el tiempo
que permanecen al servicio de la Sociedad. Y puesto que han de firmar un mnimo de cuatro
aos, quiere decir que han de pasar todo ese tiempo en abstinencia sexual o impidiendo la con
cepcin por medios artificiales. Esto es, a todas luces, contrario a la naturaleza y contrario tam
bin a las leyes de Jehov en quien dicen creer.
Pero ms brutal resulta todava la manera que tienen de cortar todos los brotes de amor
estos modernos inquisidores del pensamiento humano. Si una pareja de jvenes se enamora
en el curso de su estancia all, debe disimularlo o exponerse a ser expulsada. Si quieren contraer
matrimonio se les exige un tiempo mnimo de quince aos de servicio a la Sociedad entre
ambos. Es decir, que l lleve ocho aos trabajando para la organizacin y ella siete, o ella diez
y l cinco, etc. Si entre los dos suman quince aos de trabajo, pueden casarse. Pero siempre a
condicin de no tener hijos. Y si los tienen son expulsados.
As de inhumanos y de brbaros son los dirigentes de esta macabra organizacin, que
luego se permite atacar violentamente el celibato catlico y a organizaciones religiosas a las
que acusan de intolerantes. Cuando ellos mismos llevan la dictadura hasta lo ms sagrado de
la naturaleza humana: el corazn, donde radican la fuerza, la libertad y la dignidad del hom
bre.
El capital invertido en ese gran imperio neoyorquino slo ellos lo saben. Nosotros, me
diante una sencilla operacin matemtica, podemos conocer lo que cuesta mensualmente el
mantenimiento de las 1.600 personas que all trabajan. Si creemos lo que dicen los Testigos,
que cada uno de los 1.600 residentes cobra tan slo catorce dlares mensuales, tendremos
22.400 dlares al mes, o sea, milln y medio de pesetas en sueldos. Admitiendo que el consumo
mnimo diario de cada residente es de dos dlares, la suma de 3.200 dlares por da se convierte
en 96.000 dlares cada mes de treinta das, lo que hace un total de 6.720.000 pesetas espaolas,
o lo que es lo mismo, unos ocho millones largos de pesetas todos los meses nada ms que en
sueldos y comidas, calculando la cifra mnima para ambos captulos.
Si nos dedicamos a echar nmeros sobre lo que cuesta mantener la totalidad de las acti
vidades que all se desarrollan, las cifras sumaran muchos miles de millones de pesetas al ao.
De dnde sale este dinero? La respuesta no ofrece misterios: de ese ejrcito de incautos se
guidores que la organizacin tiene por el mundo. Estos son los que dan su dinero y su tiempo
a la Sociedad. Piensan que as hacen un bien a Dios. Y no advierten que Dios es bastante menos
complicado de como lo presentan los Testigos. Lo que s hacen, y esto sin advertirlo, es enri
quecer cada da ms a esa poderosa organizacin financiera, que tiene el 90 % de su capital in
vertido en los Estados Unidos de Norteamrica.
4193
Entretanto, el movimiento sigue adelante. Los potentes tentculos del gran pulpo neo
yorquino se extienden por toda la tierra atrapando a los inocentes y envolviendo a los incautos.
Si bien, como afirmamos en otro lugar de este libro, es ms el ruido que las nueces. Progresan,
cierto, mucho; pero mucho menos de lo que se cree. Ms de lo deseado por nosotros y menos
de lo querido por los cerebros de Brooklyn.
Las ltimas estadsticas que poseemos sobre la marcha del movimiento corresponden al
ao 1970 y fueron dadas a conocer en La Atalaya del 1 de marzo de 1971. De acuerdo con estos
datos, los Testigos de Jehov bautizados sumaban 1.483.430 al terminar el ao 1970. Este milln
y medio corto de Testigos se distribuye de la siguiente manera:
frica
Asia
Europa
Islas del Atlntico, el Mediterrneo y el Caribe
Islas del Pacfico
Amrica del Norte
Amrica del Sur
TOTALES
250.915
30.693
442.707
49.337
91.782
498.736
119.260
1.483.430
Milln y medio de miembros en cien aos de existencia que tiene la Sociedad de los Tes
tigos de Jehov no es para preocupar a nadie. No olvidemos que somos ms de tres mil qui
nientos millones de seres en el mundo. Y si los Testigos hablaran tanto de sus fracasos como
hablan de sus xitos, si adems de decirnos cada ao el nmero de los que ingresan nos dijeran
tambin los que abandonan, la imagen que tenemos del movimiento cambiara.
Como el tonto del cuento que slo sumaba las monedas que reciba, sin contar las que
gastaba, los dirigentes de Brooklyn aaden cada ao a sus libros las triunfalistas cantidades de
los convertidos; pero no se les ocurre rebajar a los que han abandonado la organizacin ese
mismo ao. As da gusto. Llegar el da en que nos apunten a todos en sus Anuarios, para des
cubrir en la hora verdadera que su triunfalismo ha quedado reducido a nmeros fros, a paja, a
barro amasado con las falsedades de unas ideas sin alma, de vida muerta, sin calor humano.
Captulo IV
La sociedad de la esclavitud
Tirana y totalitarismo son dos palabras que abundan en la literatura de los Testigos
de Jehov. Las emplean con mucha frecuencia para atacar a todos los sistemas religiosos del
pasado y del presente. Particularmente agresivo, en este aspecto, es el libro publicado por ellos
con el ttulo Qu ha hecho la religin para la humanidad?
La respuesta es nada. Segn los Testigos, ninguna religin ha hecho cosa que valga la pena
por el ser humano. Tan slo, claro, la religin de la esclavitud que ellos proclaman. El descaro
con que escriben no puede ser mayor. En el libro citado atacan a todas las religiones, acusn
dolas de querer dominar al hombre. Al catolicismo lo definen como el sistema totalitario reli
gioso del Papa. Y la verdad es que no hay religin alguna que ejerza sobre sus miembros una
tirana mayor que esta Sociedad llamada Testigos de Jehov.
El control que ejercen sobre todos sus seguidores es absoluto. El Testigo de Jehov sim
pln, que no investiga, que no lee ni piensa, jams llega a advertir que es un autmata, contro
lado, gobernado y dirigido por los jefes de Brooklyn. stos han conseguido implantar una
autntica tirana sobre el espritu de cada uno de sus fieles, hasta el extremo de convertirlos en
seres sin iniciativa propia y sin creencia personal.
Esta tirana, que inmediatamente vamos a pasar a demostrar, se ejerce sobre el indivi
duo como tal, controlando todos sus movimientos y contando cada uno de sus pasos; es la
tirana de los nmeros. Tambin en su escala jerrquica; ni un solo cargo puede ser nombrado
sin el acuerdo de la jefatura central. Y se lleva la tirana hasta ese acto ntimo del culto, di
ciendo desde las oficinas de Brooklyn a los Testigos de Jehov en todos los dems lugares de
la tierra cmo tienen que adorar, qu han de leer y hasta qu han de decir en cada reunin
que celebren.
4203
Los Testigos de Jehov son los grandes mudos de la religin. No tienen ms bocas para di
rigirse a Dios que las de los jefes norteamericanos que hablan desde Nueva York. Todos los
dems han de callar y obedecer. Obedecer y callar.
Las citas que voy a reproducir en este captulo estn tomadas, sin excepcin, del libro Tu
palabra es una lmpara para mi pie. Este libro no es popular entre los Testigos, pero es lo
mejor que han publicado para conocerles por dentro. La versin original inglesa apareci en
1967. Un ao despus se hizo la traduccin al espaol, que es la que yo poseo. Si despus de
leer este libro los Testigos no son capaces de percibir la dictadura espiritual que pesa sobre
ellos, no queda ms que compadecerles y pedir a Dios como lo hizo el ciego del Evangelio a
Jesucristo: Seor, que vean.
4213
Cada mes se compilan todos los informes de servicio en el campo, tambin se cuentan
los informes de estudios bblicos de casa que han entregado los publicadores de congregacin,
y se enva a la Sociedad un informe total de la actividad de la congregacin. Este informe se
pone en el correo a ms tardar el quinto da del mes (pg. 110).
Ya lo sabe usted, lector. Si usted ha sido visitado durante ese mes por los Testigos, en el in
forme que mandan por correo ir el nombre de su calle, el nmero de su casa, el da que le visita
ron, la hora, cul fue su reaccin, si les compr usted o no algn libro o revista, y muchos etcteras.
Para los archivos centrales de Brooklyn, usted ser un nmero ms en sus ficheros. Como
nmero son tambin, a veces sin saberlo ellos mismos, quienes le han visitado. Para los jefes
de los Testigos no es el espritu el que cuenta, ni el hombre en s; tan slo el nmero. Ellos lo
burocratizan todo. Es la religin de las computadoras electrnicas, de las grandes oficinas, de
los ficheros a granel. Usted no es el fin de sus actividades. Aunque digan que s, le engaan.
Usted no es ms que el instrumento para hacer crecer la organizacin, usted es el nmero que
el da quinto de cada mes volar dentro de un sobre con destino a las oficinas centrales de
Nueva York. Le gusta?
No se crea que una congregacin local de los Testigos es cosa fcil. La sencillez de las Igle
sias del Nuevo Testamento no se conoce en absoluto entre ellos. Tienen ms cargos y grados
que en un ejrcito; ellos, que tanto atacan a otras organizaciones. Camufla un poco el hecho
de que todos se hacen llamar siervos. Pero entre estos siervos los hay de distintas categoras.
Vemoslo:
Siervo de congregacin: El siervo de congregacin es el ministro presidente y tiene la su
perintendencia general de la congregacin... Toda la correspondencia de la Sociedad que tiene
que ver con asuntos de la congregacin se le enva a l (pgs. 121123).
Siervo auxiliar de congregacin: Despus del superintendente de congregacin, por lo
general el siervo auxiliar de congregacin es el hermano ms competente de la congregacin
(pg. 125).
Siervo de estudios bblicos: Aunque el siervo de estudios bblicos participa en todo rasgo
de servicio, est particularmente interesado en promover la actividad de revistas y estudios b
blicos de parte de todos los publicadores de la congregacin (pg. 128).
Comit de congregacin: El siervo de congregacin, el siervo auxiliar de congregacin y
el siervo de estudios bblicos componen lo que se conoce como el comit de la congregacin
(pg. 130).
Siervo de revistas y territorio: Al siervo de revistas y territorio se le ha dado la asignacin
de suministrar ejemplares de la revista La Atalaya y Despertad! para usarlas en el servicio del
campo y el territorio (pg. 133).
Siervo de literatura: En la congregacin hay un siervo cuya asignacin especial es hacer
que otros publicadores y precursores tengan libros, folletos, Biblias y tratados para usarlos en
el ministerio del campo. Es el siervo de literatura (pgina 136).
Siervo de cuentas: El siervo de cuentas est encargado de la responsabilidad de atender
el dinero que otros contribuyen localmente para el adelanto de la obra del Reino, as como de
cualesquiera otros fondos manejados por la congregacin (pg. 138).
Siervo del estudio de La Atalaya: El siervo del estudio de La Atalaya conduce a la con
gregacin en su estudio semanal de la revista La Atalaya, la publicacin principal de la clase del
esclavo fiel y discreto (?) (pg. 141).
Siervo de la escuela del ministerio teocrtico: El hermano que preside la Escuela del Mi
nisterio Teocrtico es el siervo de la Escuela del Ministerio Teocrtico (claro!). Entre los her
manos de la congregacin es, por lo general, uno que tiene un conocimiento particularmente
4223
bueno, tanto de la verdad bblica como del idioma del pas y puede expresarse bien. Est pro
fundamente interesado en el mejoramiento de la habilidad de hablar y ensear de todos los
de la congregacin (pg. 142).
Siervos de estudio de libro de congregacin: Los siervos de estudio de libro de congre
gacin desempean un papel clave en el desarrollo espiritual de cada congregacin. Sus deberes
son triples: conducir los estudios de libro de congregacin, llevar la delantera en el ministerio
del campo y dar la atencin personal necesaria a cada uno de modo que todos disfruten de
buena salud espiritual (pg. 144).
Oradores pblicos: En cada congregacin, le toca al comit de congregacin determinar
qu hermanos deben ser utilizados como oradores pblicos... Slo a los mejores oradores se
les alista para pronunciar discursos pblicos en congregaciones que no sean las de ellos mismos
(pg. 148).
Estos son los Testigos de Jehov. Este es el rostro oculto de esos hombres y mujeres que
recorren las calles y visitan las casas dicindonos que al Cristianismo le ha perdido su propia je
rarqua, que es menester ser libres, que no es preciso tener locales ni templos donde reunirse,
que ellos han terminado con todo tipo de jerarqua. Pobres ingenuos! Estn organizados y su
perorganizados hasta la mdula. No son seres libres. Son piezas, tornillos de una maquinaria
cuyos botones de arranque y de parada son manejados desde miles de kilmetros de distancia.
Porque todos estos cargos que acabamos de repasar, y los que han de seguir antes de terminar
este captulo, son nombrados desde Brooklyn. Parafraseando el Evangelio, se puede decir que
ni un solo cabello cae de la cabeza de un testigo sin el conocimiento y aprobacin de la oficina
central. Para convencerse basta con seguir leyendo lo que ellos han escrito. Como esto:
Los que son superintendentes en las congregaciones de Jehov son nombrados teocr
ticamente (es decir, por los jefes de Brooklyn). En cuanto a los siervos ministeriales en cada
congregacin y los auxiliares del superintendente, ya detallados, ellos tambin son nombra
dos de manera teocrtica (pgs. 114115).
Cuando se necesitan ms siervos, el comit de servicio local (el siervo de congregacin,
el siervo auxiliar de congregacin y el siervo de estudios bblicos) se renen para considerar el
asunto en oracin (pgs. 115116). Pero los jefes de Brooklyn no confan ni en la capacidad de
los siervos locales para elegir nuevos siervos ni tampoco en la eficacia de sus oraciones.
Porque este comit de servicio local no tiene facultad para decidir nuevos nombramientos.
Tan slo para recomendar candidatos a la jefatura central. Son los directores de Brooklyn
quienes nombran a los siervos en el resto del mundo donde tienen congregaciones. Las r
denes a este respecto son claras, tajantes. Sigamos leyendo:
La recomendacin de ellos (del comit de servicio local que a su vez ha sido nombrado
por Brooklyn) es enviada entonces a la Watch Tower Bible and Tract Society of Pensylvania, la
agencia legal que usa el cuerpo gobernante visible de los Testigos de Jehov. Al enviar una re
comendacin a la Sociedad, el comit muestra el nombre completo del que est siendo reco
mendado, la edad, los aos que lleva en el servicio, la fecha de inmersin, y, si es de los ungidos
o de las otras ovejas, tambin el promedio de horas del servicio del campo, revisitas y estudios
bblicos de casa por los pasados seis meses. Adems, se solicita que incluyan comentarios sobre
la espiritualidad del hermano, segn se refleja en una comparacin de l con los requisitos b
blicos. Cuando un siervo auxiliar de congregacin est siendo recomendado, tambin se sumi
nistra su direccin completa para recibir correspondencia y el nmero de telfono. Si el comit
recomienda unnimemente a un hermano, slo tiene que enviarse un nombre; no obstante, si
hay ms de una persona capacitada disponible, pueden enviar una primera y segunda reco
mendacin. La Sociedad no est obligada por la recomendacin que se enva, pero le place con
siderarla. Si es aceptable, se enviar una carta de nombramiento a la congregacin (pgs.
115116).
Ah queda eso. Ni siquiera los altos jefes de la C.I.A., ni los del FBI, ni Scotland Yard, ni la
Interpol son tan exigentes en el estudio y conocimiento de un candidato como estos jefes reli
giosos de Brooklyn. Para que un miembro de una congregacin local en Cdiz o en Fernando
Poo, pinto por caso, pueda leer la Biblia entre los suyos o contar el dinero que han dado entre
ellos, de sus propios bolsillos, con sus esfuerzos, hay que mandar a Amrica previamente toda
una biografa suya, solicitando autorizacin.
De qu clase de libertad nos hablan los Testigos de Jehov? Tan ciegos estn? Acaso
son ellos libres? No se dan cuenta estos ingenuos que estn atados de pies y manos al partido,
que estn controlados, dirigidos y gobernados por los cerebros de Brooklyn?
Y que no vengan diciendo que son calumnias nuestras. Ah queda expuesto lo que ellos
mismos han escrito y practican.
Todava ms. He mencionado once diferentes clases de siervos, desde el de congregacin
al orador. Todos ellos son nombrados por Brooklyn. Pero estos siervos componen la oficialidad
de la congregacin local. Son, por llamarlos de algn modo, la pequea jerarqua. La maquinaria
no para ah. La organizacin sube peldaos ms altos. Por encima de estos siervos hay otros
4233
siervos que los controlan. Son la jerarqua superior, a las rdenes directas de la jerarqua ab
soluta. Sigamos el recuento:
Siervo de circuito: para ayudar a todas las congregaciones, grandes o pequeas, as como
a publicadores aislados, la Sociedad hace arreglos para visitas regulares por los siervos de cir
cuito, a quienes nombra la Sociedad (pg. 154).
Siervo de distrito: Otro de los superintendentes viajantes de los testigos de Jehov es el
siervo de distrito. Varios circuitos componen un distrito, y, como superintendente del distrito, el
siervo de distrito visita con regularidad a los que son siervos de circuito y trabaja con ellos en el
ministerio, adems de servir como el orador principal en las asambleas de circuito (pg. 161).
Siervo de zona: Aun los siervos de sucursal, que tienen la superintendencia general de
las congregaciones y la obra de predicacin en un pas entero o en un grupo de pases, son vi
sitados y ayudados por otros siervos responsables en la organizacin de Jehov... Se hacen arre
glos para que personas que son nombradas por la Sociedad por medio del presidente visiten
las oficinas sucursales e imprentas de la Sociedad, as como todos los hogares misionales. A
estos hermanos se les conoce como siervos de zona (pg. 165).
Como se ve, estos siervos de circuitos, de distritos y de zonas ocupan cargos superiores.
Al igual que los dems, sus nombramientos dependen directamente de la Sociedad, de la jefa
tura central en Brooklyn. Est todo estudiado con minuciosidad. Aqu s que es cierto lo del
mosquito. Ni siquiera un mosquito es capaz de pasar sin ser advertido por entre las tupidas ma
llas de esta superorganizacin religiosa.
Todava existen otros miembros a quienes llaman precursores. Son personas que dedican
parte de su tiempo a la venta de literatura y visitas por las casas. Entre estos precursores los
hay de tres categoras: regulares, de vacaciones y especiales.
Servicio de precursor regular: otro privilegio que est disponible a ministros capacitados
es el servicio de precursor regular, en el cual uno dedica cien o ms horas cada mes al ministerio
del campo (pg. 192).
Servicio de precursor de vacaciones: hay muchos Testigos de Jehov que despus de hon
radamente evaluar sus circunstancias personales, descubren que no pueden ser precursores
regulares. Pero pueden ser precursores de vacaciones de vez en cuando... Muchos participan
en esta actividad durante el mes de abril cada ao. Otros lo hacen durante los meses en que el
siervo de circuito visita su congregacin, o al tiempo de las vacaciones o a intervalos fijos durante
todo el ao (pg. 197).
Servicio de precursor especial: Los precursores cuyos registros de servicio muestran que
estn obteniendo resultados en su ministerio y que pueden mudarse a cualquier asignacin
donde se les necesite pueden ser invitados por la Sociedad para llegar a ser precursores espe
ciales (pg. 198).
El lector dar por sabido el procedimiento a seguir para el nombramiento de estos pre
cursores. El mismo sistema de dedocracia que para todos los dems cargos. El dedo de la
Sociedad es largo, muy largo; apunta con severidad y mando hacia todos los rincones de la tierra
donde se mueven los Testigos de Jehov. Sigamos leyendo:
Hay que satisfacer ciertos requisitos antes de ser alistado entre los precursores. Uno
debe haber sido un ministro bautizado por lo menos por seis meses, y debe ser un publicador
regular, habiendo informado servicio cada mes por los pasados seis meses. Sus promedios de
servicio del campo para el ltimo semestre de servicio deben mostrar por lo menos diez horas
y seis revisitas y debe estar conduciendo en la actualidad un estudio bblico de casa (pg.
194).
El candidato a precursor debe llenar un formulario y entregarlo al superintendente de
su congregacin. Si ste estima que rene las condiciones necesarias para precursor, enva el
formulario a la jefatura central, quien tiene, como siempre, la ltima palabra: En algunas si
tuaciones, quizs haya duda en la mente de los miembros del comit; de modo que envan la
solicitud a la Sociedad junto con una declaracin de los factores que tienen que ver con el caso,
y por supuesto (por supuesto!), la Sociedad toma la decisin (pg. 194).
Entre esta amplia escala jerrquica no podan faltar los misioneros. Los Testigos de Jehov,
adems de las once categoras de siervos menores; de las tres categoras de siervos mayo
res; de las tres categoras de precursores y de otras muchas categoras, tienen tambin sus
misioneros. Pero ser misionero entre ellos no es cosa fcil. Uno de los requisitos exige que el
candidato a misionero conozca el idioma ingls. As puede mantenerse estrechamente en con
tacto con los cerebros de Brooklyn, quienes no se molestan en aprender otros idiomas. De ah
que la gran mayora de estos misioneros sean norteamericanos. Algunos, pocos, son ingleses y
canadienses. Otra condicin es que no deben tener hijos pequeos. La Sociedad no quiere pagar
escuelas ni polvos de talco para los hijos de misioneros. Y como al mismo tiempo exigen que
no sean mayores de cuarenta aos, a ver a qu edad hay que contraer matrimonio y criar a los
hijos para poder ser misionero de los Testigos. Son el no va ms de lo inhumano. Mejor que ex
plicarlo, es leerlo:
4243
Los que son enviados al servicio misional por la Sociedad primero reciben entrenamiento
especial en la Escuela Bblica de Galaad de la Watchtower, en Brooklyn, Nueva York. Aqu hacen
un estudio intenso de la Biblia, reciben instruccin en asuntos de organizacin y se les ayuda a
adquirir un conocimiento fundamental del lenguaje del pas a donde irn. Los misioneros en
perspectiva que son invitados a asistir a la Escuela de Galaad son seleccionados de entre per
sonas que satisfacen los siguientes requisitos: bautizado por lo menos por tres aos; precursor
por los ltimos dos aos; por lo general, entre las edades de veintiuno a cuarenta; soltero o ca
sado por lo menos por dos aos y sin hijos dependientes. Deben conocer el idioma ingls. Los
que solicitan deben tener buena salud; deben estar dispuestos a servir en cualquier lugar; y
deben tener planes de permanecer en su asignacin misional, hacindola su hogar.
Estos son los Testigos de Jehov por dentro. Ni conocen la libertad del Espritu, ni pueden
decir que son libres en Cristo, toda vez que se han convertido en siervos de los hombres, ni tie
nen nada que ofrecernos en el campo de la libertad. Si Lamennais no hubiese escrito ya un libro
con el ttulo de La Esclavitud Moderna, bien podra usarse este nombre para una obra sobre
los Testigos. Ningn otro ttulo definira mejor a la Sociedad de Brooklyn y a los miembros que
la componen.
Nos parece oportuno recordar que seguimos citando el libro, poco conocido, Tu palabra
es una lmpara para mi pie, editado por la Sociedad de Brooklyn para el servicio interno de sus
congregaciones.
La cita anterior es elocuente. Las congregaciones que van surgiendo por los diferentes pa
ses donde trabajan los Testigos quedan sujetas, para su cultura y desarrollo espiritual, al pro
grama que se les traza desde Brooklyn. Las diferentes clases de reuniones estn programadas
por la Sociedad. As:
Estudio de La Atalaya: El estudio semanal de la revista La Atalaya es la reunin ms im
portante de la congregacin, y todo el que est asociado con la congregacin debe hacer un
esfuerzo diligente por estar presente en esa reunin con regularidad (pg. 44). El estudio de
La Atalaya abre y cierra con cntico y oracin. Despus de la oracin de apertura, el conductor
llama la atencin brevemente a algunos de los puntos principales de la leccin, tanto para des
pertar el apetito del auditorio por lo que va a seguir como para ayudarles a comprender la razn
por la cual se considera la materia especfica que se va a tratar (pg. 45).
Amorosamente, el esclavo fiel y discreto, ha suministrado una abundancia de excelente
materia que puede usarse. Adems de los libros encuadernados y folletos, hay La Atalaya, que
es la revista principal de los Testigos de Jehov (pg. 67).
Ya nos lo han dicho. En la reunin ms importante que celebran los Testigos no se estudian
las enseanzas de Cristo, ni las cartas de los apstoles, ni siquiera los libros del Viejo Testamento,
a travs de los cuales habla Jehov. La Biblia, en sus cultos, no es ms que un pretexto. Los que
se renen para adorar a Dios han de estudiar las lecciones de La Atalaya, escritas o autorizadas
por el presidente de la Sociedad, a quien llaman esclavo fiel y discreto. Esclavo, o esclaviza
dor? Discreto, o hbil?
La reunin pblica: La reunin pblica difiere a buen grado del estudio de La Atalaya. Se
le llama a sta una reunin pblica porque se da extensa publicidad para invitar al pblico y los
discursos se pronuncian considerando al pblico (pgs. 4748).
La reunin de servicio: La reunin de servicio est especficamente diseada para equi
parle de modo que usted tenga participacin eficaz en efectuar la obra de predicar las buenas
nuevas del Reino y hacer discpulos de los que responden a la Palabra de Dios... Las reuniones
de servicio se preparan en torno a la informacin que suministra la Sociedad en el Ministerio
del Reino, que usted recibe cada mes de su superintendente de congregacin. Cuando l recibe
un nmero nuevo del Ministerio del Reino l analiza cuidadosamente su contenido y asigna las
4253
4263
conceptos, sean enviadas a la Sociedad. Sobre el dinero, los jefes ejercen una presin an mayor,
si cabe, que sobre el mismo culto. La Sociedad exige una minuciosa contabilidad en las congre
gaciones. Son ellos, los de Brooklyn, quienes deciden los gastos locales, sean pequeos o ele
vados. Leamos, una ltima cita del libro que hemos venido usando en este captulo, Tu palabra
es una lmpara para mi pie:
Despus de cada reunin se sacan las contribuciones de la caja y la cantidad se anota en
un formulario de Recibo. Una copia duplicada del Recibo va al siervo de congregacin, y el siervo
de cuentas anota la cantidad en la Hoja de Cuentas. Por lo menos una vez a la semana tambin
se recibe dinero de los siervos de literatura y revistas y territorio, se les dan Recibos, una copia
de cada uno queda en manos del siervo de cuentas y se hacen las anotaciones apropiadas en
la Hoja de Cuentas... Para el quinto da de cada mes se hace a la Sociedad una remesa de todo
el dinero recibido de los siervos de literatura, y de revistas y territorio durante el mes anterior,
y se solicita crdito por los artculos colocados a los precursores. Usando un formulario de Re
mesa y Solicitud de Crdito firmado por el siervo de congregacin.
Tal sistema de contabilidad nada tiene que envidiar a los empleados por los grandes ban
cos. Tan slo cambian los nombres. El cajero de una sucursal es, en la Sociedad de los Testigos,
un siervo de cuentas; el contable es el siervo de congregacin; y el consejo de administracin
son los esclavos fieles de Brooklyn. Que no son, desde luego, tales esclavos, sino seores de
milln y medio de siervos en esta segunda mitad del siglo XX.
De las fatigosas citas reproducidas en el presente captulo, el ms largo de todo este libro,
slo queda preguntarnos: Con tanto control desde las oficinas centrales, con tanta programacin
de los cultos y dems actividades de los Testigos, para qu quieren la Biblia? Qu papel juega
la Biblia en sus reuniones si el culto principal lo constituye el estudio de La Atalaya? Para esto
tanto esfuerzo en mal traducir las Escrituras? Habran hecho mejor negocio con invertir ese di
nero en mquinas electrnicas o en computadoras japonesas. Porque lo de ellos no es la libertad
del espritu bblico; es la tirana de los nmeros, la esclavitud de la organizacin humana. No
van descaminados al llamarse siervos. Desde luego que no.
Captulo V
4273
tiene hoy da ms de veinte millones de miembros en todo el mundo. Alejandro Campbell dio
principio al movimiento de Restauracin en los Estados Unidos al mismo tiempo que Russell se
aliaba con Barbour para editar los primeros nmeros de El Heraldo de la Maana. Y el movi
miento de Campbell cuenta en la actualidad con ms de seis millones de miembros, si bien
menos esparcidos por el mundo de lo que lo est el milln y medio de Testigos. El propio Ad
ventismo, del que se separ Russell en 1878, y cuyo fundador William Miller empez su Obra
no ms de cuarenta aos antes que Russell, tiene alrededor de tres millones de seguidores en
todo el mundo. Y as podramos continuar con otros movimientos religiosos, dentro y fuera del
Cristianismo, como el Movimiento Bahai, el Caodasmo y los nuevos cultos orientales, para pro
bar que el crecimiento de los Testigos de Jehov es bastante menos espectacular de lo que ge
neralmente se cree.
No obstante, hay que admitir que en los ltimos veinte aos han progresado, en propor
cin, ms que otros grupos religiosos. Como tambin es verdad que su crecimiento es ms in
ternacional. Hallar las razones de este crecimiento es lo que nos proponemos en el presente
captulo. Nuestro anlisis no ser completo, no puede serlo, pero al menos abrir el tema para
estudios ms extensos.
el poder divino. De ah que dijera a sus discpulos: Ya enviar la promesa de mi Padre sobre
vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusaln, hasta que seis investidos (Lucas
24:49).
Este poder era el poder del Espritu Santo. Cristo fue ms explcito con los mismos
apstoles poco antes de que el acontecimiento se produjera. Despus de haber resucitado
y poco antes de ascender a los cielos les dijo: Recibiris poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espritu Santo, y me seris testigos (Hechos 1:8).
Sin el poder del Espritu, sin la asistencia del Espritu, sin la morada del Espritu Santo
en el corazn del testigo de Cristo, no hay poder para convencer de pecado ni para llevar
almas a Dios. Los discpulos de Cristo eran ms eficaces en su trabajo cuanta mayor era su
dependencia del Espritu Santo. Sus palabras y sus argumentos tenan la uncin del Espritu,
es decir, del mismo Dios, como tendremos ocasin de demostrar en otros captulos de este
libro. Ante el concilio de sacerdotes judos que les pedan cuentas de su conducta, Pedro y
los dems apstoles respondieron: Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y tam
bin del Espritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen (Hechos 5:32). Los te
logos e intelectuales judos de Cirene, de Alejandra, de Cilicia y del Asia bblica disputaban
con Esteban, pero no podan con l. No porque Esteban les superase en conocimientos hu
manos, antes al contrario, sino porque Esteban tena con l al Espritu Santo. Dice la Biblia
que los telogos del judasmo no podan resistir a la sabidura y al Espritu con que hablaba
(Hechos 6:10).
La suya era una sabidura espiritual. Como era la de Pablo. Me gustara saber qu res
ponden los Testigos de Jehov a estas afirmaciones de San Pablo: Ni mi palabra ni mi pre
dicacin fue con palabras persuasivas de humana sabidura, sino con demostracin del
Espritu y de poder (1 Corintios 2:4). Y otra vez: Nuestro evangelio no lleg a vosotros
en palabras solamente, sino tambin en poder en el Espritu Santo (1 Tesalonicenses 1:5).
Los llamados Testigos de Jehov carecen por completo de este poder. No tienen el Es
pritu Santo en sus vidas ni en sus predicaciones, desde el momento que no creen en l
como la tercera Persona de la Trinidad. Tan slo lo admiten como una influencia externa e
impersonal. De ah que, su xito, grande o pequeo, no se puede atribuir a bendicin del
cielo. Las causas hay que buscarlas y encontrarlas en la tierra. Este es el fin del presente ca
ptulo.
4283
SU SISTEMA DE APOSTOLADO
Si la organizacin de los Testigos de Jehov es antibblica por completo, su sistema prefe
rido de apostolado, en cambio, tiene una slida base bblica. Me refiero a ese ir de casa en casa
con su literatura y su zurrn mental lleno de citas bblicas, cuidadosamente seleccionadas y me
morizadas.
Este mtodo fue muy usado en los tiempos primitivos del Cristianismo. Jess lo reco
mend a sus discpulos (Mateo 10:1214). El mismo Maestro dio ejemplo, visitando muchas
casas durante los aos de su ministerio en la tierra (vase Marcos 7:24; 14:3 y otros pasajes se
mejantes). Las iglesias del Nuevo Testamento no empezaron en templos suntuosos, sino en
casas, humildes unas, ms confortables otras (puede verse, entre otros pasajes: Romanos 16:5;
1 Corintios 16:19; Colosenses 4:15 y Filemn 2).
De los apstoles se nos dice que todos los das, en el templo y por las casas no cesaban
de ensear y predicar a Jesucristo (Hechos 5:42). Y cuando Pablo se despide de los Ancianos
de la Iglesia en feso, les recuerda: Nada que fuese til he rehuido de anunciaros y ensearos,
pblicamente y por las casas (Hechos 20:20).
Por desgracia para ellos y para la causa de Cristo, los lderes de las Iglesias cristianas,
de todas las Iglesias, han perdido casi por completo la visin del contacto personal. Quieren
que las gentes acudan los domingos a verles y a orles en sus lujosos templos; algunos sealan
horas de visitas durante la semana, pero rehuyen el trabajo personal. No llevan a la calle su fe,
no la publican por las casas. Unos porque no pueden, porque estn sumamente ocupados en
otras tareas; otros, porque aun teniendo tiempo carecen de la vocacin necesaria.
Los Testigos de Jehov, en cambio, son especialistas en esta clase de trabajo, captulos
enteros de sus libros estn dedicados a entrenar en la tcnica de la visita a domicilio. Se les
ensea cmo han de presentarse, cules son las horas ms propicias, cmo iniciar la conver
sacin, qu decir en cada caso, de qu manera han de reaccionar si son mal recibidos... Las
palabras, los gestos, las sonrisas, todo lo llevan estudiado y ensayado. En sus salones del
reino celebran reuniones orientadas hacia el aprendizaje de la visita a domicilio. Saben cundo
han de atacar, cundo han de mostrarse moderados y hasta cundo conviene el repliegue. Es
pecialmente estn entrenados para conseguir que la persona visitada escuche, para no dejarla
hablar, para confundirla con citas preparadas, segn sea la religin de quien tengan delante.
Y si les ocurre lo peor, que la persona visitada responda con un portazo, ellos deben insistir. Si
4293
no quieren or, dicen los dirigentes de los Testigos, sabrn al menos que uno de los nuestros
les ha visitado.
Este sistema lo explotan al mximo. Y lo emplean para criticar a los sacerdotes catlicos
y a los pastores protestantes. Si la persona visitada defiende sus creencias, ellos estn prepara
dos para el ataque. Entonces se les ha dicho que digan que mientras sus sacerdotes y pastores
estn en los templos, ellos, los Testigos, van de casa en casa con el mensaje. Y lo dicen. Y en al
gunos casos convencen.
SU AUREOLA DE MRTIRES
La gente queda admirada ante la fidelidad que suelen mantener los Testigos de Jehov
hacia sus creencias. Y aun cuando entre ellos se dan tambin muchas deserciones a la hora de
la prueba, sin que estos casos merezcan la publicidad que se da a los otros, es cierto que han
sufrido persecuciones, vituperios, crceles, internamientos en campos de concentracin y su
plicios de otras clases, sin que por ello hayan decado en su fe ni traicionado sus ideales.
Aqu mismo, en Espaa, hay jvenes Testigos de Jehov que llevan ya hasta diez aos cum
pliendo castigos en crceles militares por negarse a prestar juramento a la bandera. El Estado
espaol est estudiando una ley para los objetores de conciencia, con la intencin de solucionar
estos y otros casos parecidos. Sabido es que durante las dos ltimas guerras mundiales los Tes
tigos de Jehov fueron muy perseguidos por casi todos los pases que tomaron parte en aquellos
conflictos armados.
Estos sufrimientos han sido transformados por los dirigentes de los Testigos, quienes se
han valido de ellos para crear en torno al movimiento una aureola de martirio. Las gentes,
cuando conocen estos casos, exclaman: Eso s que es fe! Estos aman realmente a Dios!
Nosotros no seramos capaces de sufrir as! Y otras frases parecidas.
Eso es fe, sin duda. Fe hacia sus convicciones, ms que fe en Dios. Fidelidad a los principios
de la Sociedad, no a las leyes de la Biblia, aunque ellos amontonen citas bblicas en vanos in
tentos de demostrar que estn sufriendo por Cristo.
Esta fidelidad es la normal en todas las ideologas. A mucha gente le parece algo extraor
dinario en nuestros tiempos, porque estamos materializados hasta la mdula del alma, porque
rehuimos el dolor, porque somos incapaces de sufrir por los ideales del espritu. El nico ideal
que hoy preocupa es el de la carne, el cuidado del cuerpo. Estamos atravesando la mayor crisis
de ideologas en toda la Historia del hombre. Nos dejamos arrastrar blandamente por la masa;
siempre a favor de la corriente. El lema de hoy, pintado en todos los corazones, es ste: A m
no me complique usted la vida, vivo feliz as.
Y cuando otro se la complica lo miramos como bicho raro y queremos elevarlo a los altares,
sin caer en la cuenta de que eso es lo frecuente en toda persona de ideales.
Los Testigos de Jehov no son los nicos que han sufrido por fidelidad a sus creencias.
Estara bueno! La historia del Cristianismo es una historia de mrtires, de seres que han subli
mado sus vidas en el sacrificio, como testimonio de fe en el Seor Jess. El relato de las perse
cuciones religiosas, desde la aparicin de Cristo hasta nuestros das, forma gruesos volmenes.
Los cristianos han sido encarcelados, perseguidos, martirizados y asesinados por defender su
fe durante muchos siglos antes de que aparecieran los Testigos de Jehov. Y tambin despus.
La gente sencilla ignora esto. Como ignora tambin que durante la ltima guerra mundial
los pilotos japoneses se estrellaban voluntariamente contra objetivos fijos, sabiendo que iban
a morir sin remedio. Y que en el Vietnam se han suicidado muchos monjes budistas rocindose
con gasolina y prendindose fuego como protesta contra los atropellos que se haca a su fe.
El Testigo de Jehov que prefiere la crcel antes que participar en una ceremonia militar
en la que no cree es digno de admiracin. Pero este acto no basta para hacer de l un hroe. Ni
debe ser explotado por los dirigentes de la organizacin como medio para captar conciencias
sensibles, dicindoles que ellos, slo ellos, estn dispuestos a sufrir por su fe. Es una trampa
que no encaja en la Historia.
4303
tionario con 80 temas seleccionados por los jefes de la Sociedad, que el candidato al bautismo
debe conocer y a cuyas principales preguntas ha de responder. Donde Cristo puso dos condicio
nes, ellos, a la buena de Dios, las amplan hasta ochenta. Si el lector quiere saber cules son estas
condiciones las encontrar entre las pginas 5 y 38 de Tu palabra es una lmpara para mi pie.
Y no queda ah todo. Despus de aprenderse medio libro de consejos escritos por los
jefes de Nueva York, la persona que desee bautizarse debe antes trabajar para la Sociedad un
mnimo de doce horas mensuales durante un perodo de seis meses, haciendo visitas y revisitas.
(Vase Predicando y enseando en paz y unidad, pg. 18.)
En estos seis meses, el candidato al bautismo no slo trata de ensear en sus visitas do
miciliarias. Tambin en las abundantes reuniones que la Sociedad celebra semanalmente en
sus salones del reino. Aqu los preparan para la discusin, lavndoles el alma y anulndoles la
voluntad.
Quien haya hablado con Testigos de Jehov sabe bien que son personas inservibles para
el dilogo. Con ellos no cabe el confrontamiento sereno de las verdades bblicas. Slo saben
discutir. Son profesionales de la discusin. Con una mueca que quiere ser amabilidad o con se
riedad jurdica, ellos discuten siempre.
Todos son iguales en este aspecto. Yo he hablado con Testigos de Jehov en Marruecos,
en Espaa, en Hait, en Estados Unidos, en Grecia, en Per, y todos estn cortados por el mismo
patrn. Citan los mismos versculos, usan los mismos argumentos, inician, prosiguen y terminan
la conversacin de la misma forma. Y esto es as porque su escuela es la misma. Los jefes de
Brooklyn los tienen bien entrenados, a todos, en todas partes, lo cual constituye para ellos una
gran ventaja.
En este ambiente aparecen los Testigos de Jehov dando la razn a los descontentos, dis
parando sus libros contra toda clase de instituciones civiles y religiosas.
Las Naciones Unidas reciben un ataque frontal. Atacndola, se incluye en la misma conde
nacin a todos los en ella representados. Leamos: Jess revel (?) que esa organizacin interna
cional bestial regresara de la condicin de no existencia, pero esta vez con la religin organizada,
incluyendo a la Jerarqua catlica romana en la silla. Vi a una mujer sentada sobre una bestia
salvaje de color escarlata que estaba llena de nombres blasfemos y que tena siete cabezas y diez
cuernos. En cuanto a esa asociacin bestial de naciones con sus muchos miembros, la bestia
salvaje que viste era, pero no es (durante la II Guerra Mundial), y no obstante est destinada a as
cender del abismo, como las Naciones Unidas (Sea Dios veraz, pgs. 253254).
Los Gobiernos son, segn los Testigos, obra del diablo: El sistema gobernante visible que
domina la tierra recibi su poder y autoridad del gran dragn, aquella serpiente antigua, que es
llamado el diablo y Satans, que seduce a todo el mundo (Esto significa vida eterna, pg. 195).
Por lo que respecta a las instituciones religiosas, mal paradas salen en los libros de los Tes
tigos las dos grandes ramas del Cristianismo, el Catolicismo y el Protestantismo. Rutherford llama
al Protestantismo progenie del catolicismo romano; y agrega: Estas denominaciones religiosas
tienen ilcitas relaciones con los elementos polticos y financieros del mundo; y el Eterno mismo
denuncia a la una como madre de las prostitutas y a la otra como su hija; ambas son igualmente
impdicas e injustas (Liberacin, pg. 269, citado por Maurice Colinon, o.c., pg. 182).
Aunque al lector le cueste creerlo, an hay en la literatura de los Testigos condenaciones
ms fuertes contra las instituciones religiosas. Nos abstenemos de dar ms citas para evitar
dolor a las conciencias sensibles.
Lo grotesco de todo esto es que la Sociedad de los Testigos se permita semejantes acusa
ciones, cuando ella misma se ha convertido en una institucin religiosa que tiraniza las con
ciencias al mximo, doblegando y gobernando las voluntades.
Con todo, estos ataques a Estados y a Iglesias encuentran seguidores. Tienen un pblico.
Gente a quien no interesa la doctrina ni poco ni mucho, sino el ir contra lo instituido. Y de estos
campos tienen cosecha abundante los Testigos.
Es difcil hallar un lugar en la Tierra donde no se practique alguna forma de religin.
Donde exista la religin existirn los clrigos. Y donde haya clrigos habr tambin anticlerica
les. Los pases con mayor nmero de anticlericales, como las repblicas de Hispanoamrica y
las naciones latinas de Europa son los terrenos preferidos de los Testigos. En estos pases,
4313
mucha gente acepta el ingreso en la Sociedad de los Testigos por la nica razn de su anticle
ricalismo, por los ataques que los jefes de la Sociedad disparan contra todas las Iglesias, segn
ellos, institucionalizadas.
problema tiene mayores honduras. La gente no lo capta, se queda ah, en esa apelacin senti
mental, y le da la razn al que escribi la idea y al que la propaga. Si no hay castigos finales, si
slo hay recompensas, comamos y bebamos, que maana moriremos.
4323
Todo ello, aqu, en la tierra. Pero en una tierra que estar nicamente reservada a los Testigos
de Jehov. Es decir, si esto ocurriera maana, esa tierra de leyenda sera ocupada tan slo por
milln y medio de personas.
Naturalmente, para vivir un da en la tierra ednica de su invencin, los Testigos le dicen
a usted que ha de hacerse miembro de su organizacin. Es la nica salida que, a juicio de ellos,
Dios le deja. Dicen: Jehov Dios ha edificado su sociedad del nuevo mundo sobre la tierra y...
l le da a ella su garanta de que sobrevivir a travs de la guerra del gran da, de Dios el Todo
poderoso... No puede acudir a la cristiandad para gua, porque los frutos de sta manifiestan
que no es cristiana... Est condenada y ni su oro ni su plata podrn librarla de su fin predicho...
Acepte la ayuda de los testigos de Jehov... l har que haya gran regocijo por usted dentro de
su organizacin teocrtica (Usted puede sobrevivir al Armagedn, pgs. 360362).
Ya hemos visto a qu clase de organizacin se nos invita. Pero hay quienes slo ven, como
en el payaso tradicional, el rostro risueo de estas promesas sin sentido, no la angustia y la es
clavitud interior que hay dentro de la Sociedad que tan dulcemente se describe. Y lo peor es
que la gente, sin conocimientos bblicos y sin molestarse en adquirirlos, acepta y cree todas
estas patraas.
OTRAS RAZONES
Existen otras razones que justifican el relativo crecimiento de los Testigos; pero este cap
tulo no puede alargarse ms. Las principales creemos que han sido expuestas.
Entre las que no hemos mencionado figura su continua proclamacin de independencia
jerrquica. Dicen que ellos no tienen jerarqua eclesistica, que entre ellos cada Testigo es un
ministro de Dios. Al hombre le gusta esto. Le agrada ser considerado en igualdad de funciones
al sacerdote. El concepto, bblicamente, es correcto; pero en el engranaje de la Sociedad no es
as, porque aun cuando todos se hagan llamar ministros, entre ellos los hay de muy distintas
categoras, como queda probado. Estn jerarquizados de los pies a la cabeza.
El alarde que hacen de pacifistas es otro caramelo que la gente acepta sin advertir el doble
juego. Los Testigos son pacifistas nada ms que en cuanto al servicio militar se refiere. Se niegan
a prestar juramento a la bandera del pas, se niegan a vestir uniforme militar, se niegan a tomar
parte en las guerras. Pero esto no lo hacen porque sean de una naturaleza bondadosa, o porque
4333
SEGUNDA PARTE
Apologtica
Captulo I
Aqu tengo, en un ngulo de esta enorme mesa repleta de libros y de papeles, sobre la
que escribo, un pequeo tubito de unos 8 centmetros. Es de color verde, muy atractivo;
contiene en su interior diminutas pastillas de las que suelen vender en la farmacia para re
lajar los nervios cuando se les somete a la tensin de un trabajo prolongado. Tengo tambin,
sobre la misma mesa, un ejemplar en castellano de la Biblia traducida por los Testigos de
Jehov. El libro es tan atractivo por fuera como el tubito de pastillas: tapas fuertes, excelente
encuadernacin, letras en oro sobre un precioso fondo verde esperanza, de tono muy lo
grado.
Si a un nio o a un adulto les diese por ingerir todas las pastillitas del tubo, que para
mayor tentacin tienen una leve capa dulzona, se intoxicara inmediatamente y habra que
hacerle un lavado interior. Si otro nio en la fe, o cualquier persona de escasos conocimien
tos bblicos, se traga el contenido de esta Biblia llamada del Nuevo Mundo, el resultado
ser el mismo. Sufrir tal intoxicacin espiritual que pondr en peligro su alma. Porque la
Biblia de los Testigos es una Biblia truncada. Ni siquiera es una Biblia, sino un remiendo de
Biblia.
4343
Por su parte, Sais, en su breve pero detallado estudio, prueba cuatro supercheras ma
nifiestas en la versin del Nuevo Mundo: alteracin del texto, adicin de palabras, supresin
de pasajes y un psimo estilo literario, del que ya hemos hablado. Sobre este guin podra
confeccionarse perfectamente un libro de regulares dimensiones, pues material para ello hay
ms que suficiente en la descalabrada versin de la Biblia hecha por los Testigos.
BIBLIA TRUNCADA
En castellano hay versiones bblicas muy buenas. No haca falta sta. Al fabricarla, los Tes
tigos lo hicieron con la intencin de variar el texto de la Escritura y ajustarlo a su particular forma
de pensar. Truncar una cosa significa mutilarla, desposeerla de su sentido exacto. Y esto es lo
que han hecho los Testigos con la Biblia. Han cometido un sacrilegio de los que el Espritu Santo
no perdona; han pecado de muerte (1 Juan 5:16). Han mancillado la Biblia para hacer que el
texto d la razn a sus creencias. Quieren que la Biblia diga, a toda costa, lo que ellos dicen. Voy
a ofrecer cuatro ejemplos, que igual podran ser cuatrocientos.
1. El Espritu Santo
Los Testigos no creen en el Espritu Santo como Segunda persona de la Trinidad. Gnesis
1:2 dice que el Espritu de Dios se mova sobre la faz de las aguas.
En la Biblia de ellos se dice que la fuerza activa de Dios estaba movindose de un lado a
otro sobre la superficie de las aguas.
Sustituyen el Espritu por fuerza activa y convierten a Dios poco menos que en una cen
tral elctrica.
2. La divinidad de Cristo
En opinin de los Testigos, Cristo es un Dios menor que el Dios Padre. Por ello, donde la
Biblia dice En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1),
ellos han traducido caprichosa e irreverentemente de la siguiente manera: En el principio la
Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios.
4353
3. La perdicin eterna
Tampoco creen los Testigos que el pecador se pierde eternamente en el ms all sin Dios.
Dicen que los malos sern destruidos, simplemente. Y para salirse con la suya han falsificado
uno de los ms sublimes versculos de la Biblia, Juan 3:16.
Dice este texto que de tal manera am Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unignito,
para que todo aquel que en l cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
En la traduccin de los Testigos se lee: Porque, tanto am Dios al mundo que dio a su
Hijo Unignito, para que todo el que ejerce fe en l no sea destruido, sino que tenga vida
eterna. En lugar de perderse el alma, los Testigos la destruyen, corrigiendo la doctrina del pro
pio Maestro.
4. La inmortalidad
Los Testigos creen que la muerte es tan slo un sueo, sin prolongacin de vida en la eter
nidad.
Dicen que no hay paraso ni inmortalidad despus del sepulcro. Sin embargo, Cristo dijo
a uno de los dos ladrones que fueron crucificados con l: De cierto te digo que hoy estars
conmigo en el paraso (Lucas 23:43).
En la mente de los Testigos no cabe esto, que tras la muerte, instantneamente, venga el
paraso para quienes mueren reconciliados con Dios. Para quitar fuerza y argumento a las pa
labras de Jess intercalan dos puntitos en la promesa de Cristo y la dejan en condicional. As es
cmo han traducido la frase: Verdaderamente te digo hoy: Estars conmigo en el paraso.
Luego lo explican diciendo que la promesa fue present, pero la recompensa sera futura,
cuando llegue esa Tierra de leyendas que ellos esperan. El ladrn, en la teologa de los Testigos,
si se me permite hablar as, ser uno de los 144.000 que vivirn en el cielo con Cristo. A menos
que de aqu a entonces vuelvan a parchear la Biblia para hacerla decir otra cosa.
Con esta grotesca versin de la Biblia los traductores han cado fulminantemente dentro
de la condenacin que Apocalipsis 22:19 lanza contra todo el que se atreva a quitar, aadir o
falsificar el texto de la Escritura. Pero, a lo que parece, esto no quita el sueo a los seores de
Brooklyn.
INFERIORIDAD DE LA BIBLIA
Los lderes de los Testigos de Jehov consideran la Biblia inferior a los escritos que produce
la Sociedad.
Ellos creen que la Biblia es Palabra de Dios; la estudian y la conocen, como demostr co
nocerla el Diablo cuando tent a Cristo con la misma Palabra (Mateo 4:111).
En uno de los libros publicados en espaol salido de las prensas de Brooklyn, Equipado
para toda buena obra, se dice: Jehov sigue produciendo para su pueblo pactado pruebas co
rroborativas de que la Biblia es Su Palabra autntica de verdad, y no la palabra del hombre. Y
despus de este reconocimiento aconseja a los Testigos la lectura de la Biblia: Con el propsito
de estar mejor equipados para buenas obras en el servicio de Jehov, sus testigos hacen bien
en familiarizarse con la evidencia de la autenticidad de las Sagradas Escrituras, porque lo capa
citar para establecer firmemente la fe de otros (pg. 16).
A pesar de estos consejos, en el culto de los Testigos la Biblia tiene un lugar secundario,
inferior a las lecciones que envan preparadas desde Brooklyn. Ya lo vimos en el captulo
cinco de la primera parte de este libro. Para ellos, los escritos que producen, extraos a la
Escritura, confusos, contradictorios, enmaraados, tienen ms importancia que el texto ins
pirado.
El fundador del movimiento, Russell, en un artculo publicado en su revista Atalaya, el 15
de septiembre de 1910, dijo: Los seis tomos de Estudios de las Escrituras constituyen prcti
camente la Biblia misma... No puede verse el plan divino estudiando la Biblia por s sola. En
contramos que si alguien pone a un lado los Estudios aun despus de familiarizarse con ellos...
y se dirige a la Biblia sola, dentro de dos aos vuelve a las tinieblas. Al contrario, si lee los Estu
dios de las Escrituras con sus citas y no ha ledo ni una pgina de la Biblia, como tal, estar en
la luz al trmino de dos aos.
Un destacado Testigo de Jehov me dijo que todos los que escriban contra sus doctrinas
solan citar este pasaje, copindose unos a otros. Es muy posible. Pero esto nada dice. Esas pa
labras fueron pronunciadas por el lder mximo de los Testigos. Y ah estn, como un insulto al
Libro de Dios, nica autoridad en materia religiosa, nica gua infalible, nica voz autorizada
que nos habla en nombre de Dios.
A tal extremo de ceguera llegan los Testigos de Jehov? Y cmo hay cristianos que se
dejan engaar por sus doctrinas? Ese pasaje de Russell tocante a la Biblia, es falso o verdadero?
4363
La revista donde fue publicado existe an, de modo que su autenticidad puede comprobarse
en cualquier momento. Y, analizando el pasaje, qu dice?
Primero. Que los seis tomos de sus escritos no son un comentario sobre la Biblia, sino la
Biblia misma. Casi nada! No han ledo, por lo visto, que el Jehov de quien dicen testificar pro
hbe quitar o aadir al Libro divino. (vase Deuteronomio 4:2; 12:32).
Segundo. Que estudiando la Biblia por s sola no se puede comprender el plan de Dios. Es
decir, se pretende que la revelacin no es suficiente para entender la mente de Dios, cuando
Cristo dijo todo lo contrario (Lucas 16:2931).
Tercero. Que la Biblia, sin los famosos comentarios de Russell, envuelve al hombre en ti
nieblas, cuando repetidamente se dice en la misma Biblia que su contenido es claridad, sol, bri
llo, luz (vase Salmo 119:130, entre otros muchos pasajes).
Cuarto. Que sin leer la Biblia, solamente con los comentarios del lder de los Testigos, la
gente puede encontrar la luz. Cristo responde a esta absurda pretensin diciendo que la igno
rancia de la Biblia es fuente de error (Mateo 22:29. Vase tambin Hechos 13:27).
El hombre es tan contradictorio que se empea en permanecer ciego ante la luz. Aunque
todo est clarsimo, el Testigo seguir sin ver ni admitir estos errores de bulto y el ingenuo que
se deja convencer por su doctrina se resistir a admitir que ser Testigo de Jehov significa darle
cuatro patadas a la Biblia y alterar completamente su doctrina, su religin y su principal prop
sito en las relaciones entre Dios y el hombre.
por la inteligencia humana y como consecuencia viene ese laberinto de contradicciones bblicas
en el que se ven envueltos.
En el caso de los Testigos es natural la confusin. No creen en el Espritu Santo como parte
integrante de la Divinidad, dicen que el Espritu no es Dios, y aqu incurren en el fallo principal.
Porque el Espritu Santo es, precisamente, el agente divino que nos gua a la recta interpretacin
de la Biblia, Dios el Padre la inspir, Dios el Hijo la cumpli, Dios el Espritu Santo es el encargado
de hacrnosla comprender. Si prescindimos del Espritu Santo, nos quedamos a oscuras, nos
metemos sin gua en un Himalaya espiritual donde nos perdemos sin remedio.
Los Testigos no ven el absurdo. Se me ocurre compararlos a esos espectadores que entran
al teatro con la funcin empezada. La linterna del acomodador es todo cuanto disponen para
encontrar sin dificultades sus asientos. Si prescinden de la luz amiga, van dando tropezones
contra butacas y personas y jams consiguen llegar a sus destinos. Les falta la asistencia prevista.
Carecen de luz!
As les ocurre con la Biblia a los Testigos.
El Espritu Santo es la luz enviada por Dios para guiamos por las pginas del Libro. Lo dijo
el mismo Cristo: Cuando viniere aquel Espritu de Verdad, l os guiar a toda verdad (Juan
16:13). A qu verdad? La pregunta que hizo Pilato no tena nada de anormal. Antes y despus
de l el hombre ha buscado una definicin de la verdad religiosa. Antes de Pilato era natural;
despus de Pilato resulta lgico, porque Jess mismo dijo: Yo soy la verdad (Juan 14:16) y,
luego, dirigindose al Padre, tu Palabra es verdad (Juan 17:17).
Piense el lector conmigo: Cristo es la verdad; esta verdad se revela en la Palabra, que tam
bin lo es; la misin del Espritu Santo es guiarnos a encontrar la verdad en la Palabra; ahora
bien, si prescindimos de este gua, si no creemos en el Espritu Santo, cmo podremos encon
trar la verdad?
Aqu est, aqu, el corazn del problema. Los Testigos de Jehov siempre vivirn en el error
porque prescinden del nico instrumento que puede conducirles a la verdad. Abandonan la luz
y caminan hacia su destino dando tropezones.
Ms citas. El apstol Pedro, hablando de la profeca bblica, dice que no fue en los tiempos
pasados trada por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspira
dos por el Espritu Santo (2 Pedro 1:21).
Otra vez el mismo problema. La Biblia fue escrita porque el Padre Dios, a travs del Dios
Espritu, inspir a hombres para que la escribieran. Sin Espritu Santo no hay Biblia ni hay forma
4373
4383
Nada hay tan confuso entre las doctrinas de los Testigos de Jehov como su cristologa.
Es una mezcla de hereja primitiva y liberalismo enciclopedista; parece como si hubieran ido es
pigando en todas las fuentes condenables hasta formar un cuerpo de ideas negativas sobre la
persona de Jess. Con los arrianistas del siglo IV dicen que Jess fue un Ser creado, y con los ra
cionalistas del siglo XVIII agregan que Cristo fue un hombre perfecto; parece que copian las pa
labras de Mahoma cuando sostienen que es un Espritu de Dios y se ponen de acuerdo con la
escuela juda que ve en Jess a un profeta ms, como los muchos del Antiguo Testamento.
Si Cristo no es Dios, no nos interesa. Como simple hombre no le queremos porque los
hombres buenos han abundado en todas las pocas y seguirn abundando. Si le amamos, si
confiamos en l, si le tenemos por nuestro Salvador, es porque slo l tiene palabras de vida
eterna.
A continuacin analizamos las opiniones de los Testigos acerca de Cristo y aconsejamos
al lector que se arme de paciencia para leer tantas barbaridades.
prevean que este y otros pasajes de la Biblia correctamente traducida contradiran su doctrina
con respecto a Jesucristo. Por eso, como explicamos en el captulo anterior, en la traduccin
convencional que ellos han hecho de la Biblia, han cambiado totalmente el sentido de este ver
sculo. As traducen: En el principio la Palabra era y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era
un Dios.
De esta forma tienen el problema resuelto. Para ellos, Cristo es un Dios, pero no Dios. La
confusin doctrinal en el Cristianismo de hoy llega hasta el extremo de que, cuando a una de
nominacin no le conviene lo que dice la Biblia, hace una nueva traduccin de acuerdo a sus
gustos y un problema menos. La traduccin castellana hecha por los Testigos, realizada del in
gls, no directamente de los originales, es el mayor disparate que puede concebirse. Adems
de los errores doctrinales, la gramtica castellana sale muy mal parada. Esto, dicho ya, conviene
repetirlo.
Los Testigos parecen no darse cuenta de la contradiccin entre la teora y la prctica. Dicen
que Cristo es un Dios, pero no el Dios Padre. Y sin embargo ellos le rinden culto. Cmo pueden
adorar a dos dioses?
La Biblia condena claramente el politesmo (vase xodo 20:3, 20:11; Deuteronomio 4:39,
5:7, 6:4, 10:7, 11:17; Mateo 4:10; 1 Timoteo 2:5, etc.). Y Pablo dice rotundamente: Para noso
tros slo hay un Dios (1 Corintios 8:6).
Que Cristo es Dios, y no un Dios, lo aclararemos con las Escrituras, en el curso de ste y
de los siguientes captulos. Aqu slo queremos, como anticipo de los pasajes que prueban la
divinidad de Cristo, citar el versculo del apstol Juan cuando dice de Jess: El Hijo de Dios ha
venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verda
dero, en Su Hijo Jesucristo. ste es el verdadero Dios y la vida eterna (1 Juan 5:20).
NO SE CONSIDER DIOS
Para los Testigos, Cristo era un dios, pero no el Todopoderoso Dios. (Sea Dios veraz, pg.
23.) Dicen que el Padre es un Dios superior, y el Hijo inferior. Rutherford, en su libro El arpa de
Dios (pg. 99), dice: Algunos han credo sinceramente que Jess era el mismo Dios. Tal conclu
sin no se corrobora con las Escrituras.
Imaginamos al lector cristiano protestando y diciendo: Claro que se corrobora con las
Escrituras, ah est, entre otros pasajes, el de Juan 1:1. S, pero los dirigentes de los Testigos
Aaden los Testigos que Cristo no se consider Dios antes de su encarnacin. Dicen: Antes
de venir a la tierra, este Hijo unignito de Dios no pens que era coigual con Jehov Dios; no se
consider a s mismo como igual en poder y gloria (Sea Dios veraz, pg. 33).
Resultara interesante conocer cmo saben los Testigos acerca de lo que Cristo pensaba
antes de venir a la tierra. Nosotros leemos que estando en la tierra dijo: Padre, glorifcame t
para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese (Juan 17:5). Qu
Captulo II
gloria era sta? No era, como quieren los Testigos, la gloria de un Dios, sino la gloria de Dios.
As lo dice el apstol Pablo: Dios... resplandeci en nuestros corazones, para iluminacin del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Corintios 4:6).
4393
HIJO ESPIRITUAL
Los Testigos parecen sentir placer en complicar las cosas ms sencillas. A Jess le dan una
naturaleza en el cielo y otra en la tierra. Leamos lo que dice de estas dos naturalezas el seor
Russell, fundador del movimiento: Cuando Jess estuvo en la carne fue un Ser humano perfecto;
antes haba sido un ser espiritual perfecto; y desde su resurreccin es ser espiritual de la orden
ms elevada o divina..., experiment por dos veces cambio de naturaleza, primera de lo espiritual
a lo humano; despus de lo humano a la ms alta de las naturalezas, la divina; y tanto en un caso
como en el otro dej una naturaleza para tomar la otra (Estudios de las Escrituras, tomo I, pgs.
185, 186).
No vamos a discutir la naturaleza divina de Cristo en su morada eterna, porque eso es lo
que estamos haciendo en todo este estudio. Demostrar que Cristo era Dios desde la eternidad
de los tiempos. Era, como dice el apstol Juan, con Dios y era Dios (Juan 1:1). Nos interesa ms
HOMBRE PERFECTO
Para tratar de salvar las grandes dificultades que surgen de la aceptacin de una sola na
turaleza la humana en Jesucristo, los Testigos dicen que fue un hombre perfecto en la tierra,
4403
que la justicia divina no permita que fuera ms que un hombre perfecto y que como tal se
ofreci como sacrificio humano para toda la humanidad (Cosas en las cuales es imposible que
Dios mienta, pgs. 219, 220 y 232). Cunta confusin intil! Y qu cadena de errores y de con
tradicciones!
Si Cristo es un hombre, es un hombre, con todas las limitaciones y bajezas humanas. No
hay hombres perfectos, porque el hombre es ser humano y la humanidad es siempre imper
fecta. Eso quera Renan, ensalzarlo en cuanto hombre hasta lo ideal, hasta lo sublime, llamarle
incluso superhombre, con tal de negarle la divinidad, para luego terminar su Vida de Jess di
ciendo que entre l y Dios no se distinguira jams.
La Biblia dice que no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46). No hay justo ni an
uno... por cuanto todos pecaron y estn destituidos de la gloria de Dios... (Romanos 3:10,
23). Si Cristo fue un hombre tuvo que estar sujeto al pecado, por mucha perfeccin que se
le quiera echar encima. Y la Epstola a los Hebreos entera tiende a ensearnos que el hombre
no puede ofrecerse en sacrificio por otro hombre, que el Pontfice Salvador nos convena
santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores y hecho ms sublime que los cielos (He
breos 7:26). Estas virtudes y cualidades no pueden darse en hombre alguno ni aunque lo
busquemos con linterna por las calles del mundo, como dicen que haca Digenes en Ate
nas.
Adems, el autor de la Epstola a los Hebreos nos dice en otro lugar que Jess fue tentado
en todo segn nuestra semejanza, pero sin pecado (Hebreos 4:15). No hay hombre alguno,
por muy perfecto que sea, que pueda resistir la tentacin. Ah estn, como ejemplos, esos ele
vados caracteres morales del Antiguo Testamento y cayendo en ocasiones como otros hombres
de su misma condicin. Y ah tenemos a Pablo, con toda su fortaleza espiritual y su buen deseo
de agradar a Dios diciendo: Yo s que en m, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien est en m, pero no el hacerlo... porque segn el hombre interior, me deleito en
la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que est en mis miembros (Romanos 7:18, 25). Slo
un Dios puede resistir el pecado. Y Cristo lo hizo porque era Dios, sin dejar por ello de ser hom
bre. Razn llevaban los fariseos, cuando, extraados de que Jess perdonara los pecados al pa
raltico, exclamaron: Quin es ste que habla blasfemias? Quin puede perdonar pecados
sino slo Dios? (Lucas 5:21).
NO FUE INMORTAL
Para los Testigos de Jehov no tiene importancia alguna, por lo visto, el que la naturaleza
entera se estremeciera a la muerte de Cristo, el que se abrieran las tumbas y los muertos resu
citaran, el que se produjeran hechos normalmente inexplicables como la rotura del velo que
en el templo judo separaba el llamado lugar santo del santsimo y el que hasta los mismos que
le crucificaron reconocieran su crimen y admitieran su divinidad.
La Historia del mundo, que una editorial espaola tiene recopilada en ms de 90 tomos,
no registra hecho semejante. Y hombres clebres, hombres buenos, hombres mrtires, han
muerto a millares desde que la Humanidad existe sobre la tierra. Si en la muerte de Cristo ocu
rrieron los sucesos mencionados fue porque el que mora no era un hombre, sino la naturaleza
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humana del Dios eternamente existente, del Dios que como tal nunca naci y jams ha muerto
ni podr morir.
Con todo, los Testigos no admiten esta verdad. No admiten ninguna verdad que pueda
convencerles de la divinidad de Cristo. Pobres seres! Estarn enfermos de cristomana? A
qu tanto cerrar los ojos a realidades suficientemente demostradas? Por qu tanto esfuerzo
por negar que Cristo es Dios? Si de este mundo de dolor quitamos a Cristo, qu nos queda?
Los Testigos dicen que Cristo no es ni siquiera inmortal. Que no muri como Dios. Leamos
una vez ms sus declaraciones y purifiquemos nuestro espritu despus de haberlo hecho.
Dicen: Las Escrituras declaran, en 1 Timoteo 1:17, que Dios es el Rey de los siglos, inmortal.
Por esto, si Jess era el Dios inmortal, no podra haber muerto, (Sea Dios Veraz, pgina 108), y
luego una afirmacin capciosa: Si Jess era Dios, entonces, cuando l muri, muri Dios.
No, de ninguna de las maneras. Cuando Jess muri, no muri Dios. Aun cuando hubiera
sido as, el mundo no habra quedado sin Dios, como dicen los Testigos, porque en tal caso hu
biera muerto una de las tres personas de la Trinidad divina. Pero Dios no muri en Jess. Dios
no puede morir a manos del hombre. Lo que muri en la cruz fue la naturaleza humana de
Cristo. La vida del Ser cuya muerte estaba profetizada desde el Gnesis y era necesaria para la
salvacin de todo el gnero humano.
El error de los Testigos radica en negar la Trinidad y en rechazar la doble naturaleza de
Cristo durante su permanencia en la tierra. Al hacer esto se ven arrinconados en su propia con
fusin y la nica salida que encuentran est ah, en decir que Cristo no poda morir como Dios
porque entonces el mundo se habra quedado sin Dios.
Pablo dice, en 1 Timoteo 3:16, que: Dios fue manifestado en carne. Dice tambin que
fue justificado en el espritu, visto de los ngeles, predicado a los gentiles, credo en el mundo,
recibido en gloria, lo cual es sumamente importante; pero nos interesa ahora eso de que Dios
fue manifestado en carne. Porque Juan viene a decir lo mismo: En el principio era el Verbo, y
el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. Y a continuacin, lo que fortalece de verdad nuestra
fe y aclara nuestra inteligencia: Y aquel Verbo fue hecho carne y habit entre nosotros (Juan
1:1, 14).
Cuando dice Pablo que Dios fue manifestado en carne, dice por ventura que dej por
ello de ser Dios? No. Cuando afirma Juan que el Verbo fue hecho carne, dice que dej de
ser Verbo? Tampoco. Que se clav en la cruz? Que lo entiendan bien los Testigos. Que lo oiga
el mundo. En la cruz mir la carne del Verbo, pero no el Verbo. La carne de que se haba Dios
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Tras el anlisis realizado en el captulo anterior sobre la posicin cristolgica de los Testi
gos, queremos seguir considerando las principales objeciones que oponen a la divinidad de
Cristo, estudiando los pasajes bblicos en los que apoyan sus teoras. Luego seguiremos con
otras consideraciones de signo ms positivo que hablan a favor de la filiacin divina de Jess
de Nazaret.
Los arrianos del siglo IV agitaron este texto con tanta fuerza como lo hacen ahora los Tes
tigos de Jehov para decir que Cristo es un Dios menor al Padre.
Basilio dice que para entender las palabras de Cristo es preciso tener en cuenta que ha
blaba como hombre, y en este sentido no solamente era menor al Padre, sino tambin a los
ngeles e incluso a los hombres, pues Pablo dice que se anonad completamente (Filipenses
2:68). Lleg a ser, como dice en profeca el Salmo 22:6, Gusano y no hombre; oprobio de los
hombres y desecho del pueblo. Cristo, dice San Agustn, no hablaba de ir al Padre como Dios,
porque como Dios est en todas partes, sino como hombre que terminaba la misin que le
haba sido encomendada. Por otro lado, el solo hecho de que Cristo se atreva a establecer com
paracin entre el Padre y l ya es una prueba de su divinidad, pues tal comparacin sera blas
femia en un hombre que tan solo fuese hombre.
Whesseil dice, con mucha lgica, que el Padre es mayor que el Hijo como la Mente es
mayor que la Voluntad, que para que la Voluntad ejecute, la Mente ha de planear; pero ambas,
Mente y Voluntad, forman parte de la misma naturaleza.
OBJECIONES A LA DIVINIDAD
3. La bondad de Dios
1. La subida al Padre
Captulo III
Jehov y Cristo
Y he aqu una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contenta
miento: a l od (Mateo 17:5).
Si Cristo era Dios y se encontraba en ese momento en la tierra, preguntan los Testigos,
de quin era la voz que hablaba desde los cielos? Era la propia voz de Cristo?
No, respondemos. Era la voz del Padre. Discutiremos esto ms ampliamente al tratar sobre
la Trinidad. Los tres, Padre, Hijo y Espritu Santo, son uno en cuanto a sustancia. Como lo explica
Gregorio de Nacianceno estn divididos sin divisin y estn unidos en la divisin. La divinidad
es nica en los tres, pero cada uno con personalidad propia. De modo que cuando el Padre ha
blaba, como en este caso, no era el Hijo, sino el propio Padre. Igual ocurri en otras dos ocasio
nes durante la vida terrena de Jess (Mateo 3:17; Juan 12:28).
4443
Cristo era Dios, al morir muri Dios. Tercera: Si Jess era Dios, cmo poda estar en la tierra y
en el cielo a la vez? Al bajar a la tierra, el cielo se quedara sin Dios.
Como el lector puede advertir, las objeciones son en extremo superficiales y es dudoso
que engendren dificultades, que planteen problemas teolgicos. Cuando Cristo oraba lo haca
al Padre. En los momentos de oracin dejaba que su naturaleza humana se manifestara tal cual
era. Fue esta naturaleza la que muri. Dej de existir la humanidad de Jess, no su divinidad. Y
al bajar a la tierra no qued el cielo sin Dios, porque l era Dios de todo y en todos. Estando en
el cielo viva los problemas de la tierra; viviendo en la tierra segua presente en el cielo. Yo
estoy con vosotros todos los das, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
JEHOV Y CRISTO
Y Jess, despus que fue bautizado, subi luego del agua; y he aqu los cielos le fueron
abiertos (Mateo 3:16).
Preguntan los Testigos: No estaban los cielos abiertos a Jess, si es que l era Dios, du
rante los treinta aos anteriores a su estancia terrenal? Por qu dice aqu que los cielos le
fueron abiertos?
Es natural que los cielos estuvieran siempre abiertos para Jess, porque de los cielos vino
(Juan 16:28). Seran demasiado ingenuos los Testigos si creyeran que en este acto del Bautismo
del Seor los cielos se abrieron materialmente, literalmente, partindose en mitades o dejando
una abertura por donde penetrar. Es una manera que tiene el escritor de darnos a conocer la
visin, la revelacin, la teofana que tuvo Jess, como ms tarde en el Monte de la Transfigu
racin (Mateo 17:113), como la tuvo Esteban (Hechos 7:56) y Pablo (Hechos 9:19). En otro
lugar de la Biblia se habla de cerrarse los cielos (Deuteronomio 11:7), cuando en realidad no
pudieron cerrarse por no estar abiertos. Para Cristo los cielos permanecieron siempre abiertos,
porque su lugar estuvo continuamente a la diestra del trono de la Majestad en los cielos
(Hebreos 8:1).
6. Tres objeciones ms
Hay otras tres objeciones que, por su semejanza, queremos recoger en un solo apartado.
De hecho, estas objeciones sern contestadas al tratar sobre la Trinidad, pero queremos repa
sarlas aqu. Primera: Cuando Jess oraba, a quin oraba, si l mismo era Dios? Segunda: Si
El simple nombre de Testigos de Jehov indica que estas personas viven fuera de su
tiempo. El profeta del Antiguo Testamento que viva bajo la ley de Moiss estaba llamado a ser
un testigo de Jehov; pero al hombre del Nuevo Testamento que ha pasado de la esclavitud de
la Ley a la gracia salvadora de Cristo, se le pide que sea un testigo del Maestro, segn la orden
dada a los discpulos despus de su resurreccin: Me seris testigos (Hechos 1:8).
Para los llamados Testigos de Jehov, el Jehov del Antiguo Testamento y el Cristo del
Nuevo son dos seres distintos. En Sea Dios veraz (pg. 39) dicen: Ahora Jess es hecho la Ca
beza bajo Jehov de la organizacin capital de Dios, organizacin que est sobre todo el uni
verso. Y en El Reino se ha acercado (pg. 45) agregan: El nombre Jess fue dado por Dios.
No significa Salvador, como generalmente se ha credo. Jess es la forma griega para el nombre
hebreo Josu, o la forma completa del nombre Jehosu. Por consiguiente, Jess significa Jehov
el Salvador, de modo que el nombre de este Hijo de Dios fue en s mismo un testigo de Jehov
Dios.
Esto, la verdad, no hay quien lo entienda. Dicen que Jess no significa Salvador y agregan
inmediatamente que s, que es Cristo Jehov el Salvador. Luego vuelven a decir que no, que es
la cabeza bajo Jehov de la organizacin a la que ellos pertenecen. Cuando se pretende en
redar lo simple se llega al ridculo, al absurdo. Antiguo y Nuevo Testamento se ponen de acuerdo
para decir que entre Jehov y Cristo no hay diferencia de esencia ni de persona, antes al con
trario, una total unidad divina, una sola naturaleza celestial. Vemoslo.
1. Se le llama Jehov
El Jehov de Isaas 40:3 es el mismo que el Cristo de Mateo 3:3. En la profeca de Isaas le
emos: Voz que clama en el desierto; barred camino a Jehov; enderezad calzada en la soledad
a nuestro Dios. Y Juan el Bautista, aplicando esta profeca a Cristo, dice a la gente que le escu
chaba en el desierto de Judea: ste es aqul del cual fue dicho por el profeta que dijo: Voz de
uno que clama en el desierto; aparejad el camino del Seor, enderezad sus veredas.
4453
mo, dice Jehov de los Ejrcitos. Hiere al pastor, y se derramarn las ovejas Jess se atri
buy el cumplimiento de esta profeca cuando dijo a los fariseos: Yo soy el buen pastor; el
buen pastor su vida da por las ovejas (Juan 10:11). Y durante la celebracin de la ltima
cena, el Seor aadi a los suyos: Todos vosotros seris escandalizados en m esta noche;
porque escrito est: Herir al pastor y las ovejas de la manada sern dispersas (Mateo
26:31).
6. Jehov, tropezadero
2. Jehov de gloria
En el Salmo 24:78 se describe a Dios como Rey de gloria... Jehov el fuerte y valiente, Je
hov el poderoso en batalla. Para el apstol Pablo, este Jehov es el mismo Seor Jess. Hablando
de la sabidura oculta en Dios, dice que ninguno de los prncipes de este siglo conoci; porque si
la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Seor de gloria (1 de Corintios 2:8).
3. Jehov, justicia nuestra
En la profeca mesinica de Jeremas 23:57, al Cristo se le llama Jehov, justicia nuestra.
Pablo recoge esta cita y la aplica a Jess, de quien dice que nos ha sido hecho por Dios sabidura
y justificacin... (1 Corintios 1:30).
As ve a Jehov el profeta Isaas, como piedra de tropiezo para los que se obstinan en re
chazarle: A Jehov de los Ejrcitos, a l santificad; sea l vuestro temor, y l sea vuestro miedo.
Entonces l ser por santuario; mas a las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y por tro
pezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalem... (Isaas 8:1314). Para el
apstol Pedro este Jehov tropezadero del incrdulo no es otro que el mismo Cristo. As lo
afirma cuando escribe que la piedra que los edificadores reprobaron, sta fue hecha la cabeza
del ngulo; piedra de tropiezo y roca de escndalo (1 de Pedro 2:68).
7. Jehov de los Ejrcitos
Leemos en Isaas 44:6: As dice Jehov, Rey de Israel y Su Redentor, Jehov de los Ejrcitos:
Yo el primero y yo el postrero, y fuera de m no hay Dios. El Cristo resucitado reclama idnticos
atributos en Apocalipsis 1:8: Yo soy el Alpha y la Omega, principio y fin, dice el Seor, que es y que
era y que ha de venir, el Todopoderoso. Comprese tambin Isaas 48:12 con Apocalipsis 22:13.
En la famosa visin de Isaas, cuando el profeta vio al Seor sentado sobre un trono alto
y sublime, dice la Escritura que la consecuencia fue que el profeta exclamara con angustia: Ay
de m, que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo
que tiene labios mudos, han visto mis ojos al Rey, Jehov de los Ejrcitos (Isaas 6:15).
Citando esta profeca Juan escribe: Estas cosas dijo Isaas cuando vio su gloria, y habl
de l (Juan 12:41). Isaas dice que vio a Jehov, y el apstol Juan insiste que a quien vio fue a
Cristo. Se equivoc Isaas? Miente Juan? No, la explicacin es, por poco que agrade a los Tes
tigos, que Jehov y Cristo son una misma persona.
5. Jehov, el pastor
8. Jehov, el Creador
Otra profeca mesinica, la de Zacaras 13:7, habla de Cristo como compaero igual a
Dios. Dice el profeta: Levntate, oh espada!, sobre el pastor y sobre el hombre compaero
Los versculos del Antiguo Testamento que hablan de Jehov como Creador son innume
rables. Pero nos gusta especialmente ste de Proverbios 16:4, donde se dice que todas las
4. Jehov, el poderoso
cosas ha hecho Jehov por s mismo. En Colosenses 1:16, Pablo dice que quien cre todas las
cosas fue Cristo: Porque por l fueron creadas todas las cosas que estn en los cielos, y que
estn en la tierra, visibles e invisibles... Hay contradiccin entre los dos Testamentos? Nosotros
creemos que no, pero que respondan los Testigos.
9. Jehov, el mensajero
En Malaquas 3:1 se habla de Jehov como el mensajero, el ngel del pacto que habra
de entrar a su templo. Esta profeca fue tambin cumplida en Cristo. Lucas, relatando los epi
sodios de su niez, dice que vino por Espritu al templo (Lucas 2:27).
10. Invocado como Jehov
En Joel 2:32 se dice que cualquiera que invocare el nombre de Jehov ser salvo. Y Pablo,
escribiendo acerca de Cristo, dice igual, que todo aquel que invocare el nombre del Seor ser
salvo (Romanos 10:13). Estos dos pasajes pueden admitirse nicamente si partimos de la base
de que Jehov y Cristo son una misma persona. De lo contrario habra dos dioses y dos caminos
diferentes de salvacin.
11. Jehov, la Roca
Moiss, en su canto de alabanza a Dios, llama a Jehov Roca perfecta: El nombre de Jehov
invocar... l es la Roca, cuya obra es perfecta (Deuteronomio 32:4). El apostol Pedro identifica a
Cristo con la Roca, la Roca eterna de los siglos que fue abierta para el pecador (1 Pedro 2:8).
12. Jehov, el Santo
La santidad es atributo esencial de Dios. Del Dios que se revela bajo el nombre de Jehov en
el Antiguo Testamento y del que se manifiesta en Cristo en el Nuevo, pues ambos son un solo y
mismo Dios. No hay santo como Jehov, pues no hay ninguno fuera de ti (1 Samuel 2:2), dice Sa
muel. Y Pedro, refirindose a Cristo, declara: Vosotros, al Santo y al justo negasteis (Hechos 3:14).
4463
LA PERSONA DE JESS
Dos captulos hemos dedicado a sealar los errores en que incurren los Testigos cuando
niegan la divinidad de Cristo, y nos quedan por exponer an los principales argumentos. Hemos
dedicado ms atencin a destruir tesis que a cimentar verdades. El propsito de estos trabajos
as lo requera. Por otro lado, miles de libros se han escrito en el mundo para demostrar la di
vinidad de Cristo, y al lector interesado no ser difcil encontrar obras de este gnero. El tema
empez a discutirse cuando Cristo hizo a sus apstoles una pregunta directa, hallndose en las
regiones de Cesarea de Filipo: Quin decs que soy? (Mateo 16:15).
Si Cristo no es ms que un hombre, aunque sea un superhombre, entonces es relativo,
porque la humanidad ser siempre imperfecta y limitada. Si es un profeta, aunque se le llame
el ms grande de los profetas, su misin es temporal, simplemente terrena y finita, porque el
profeta acaba donde termina la profeca. Y si es un Dios menor, subordinado a un Ser superior,
su gloria queda eclipsada, su autoridad mermada y su poder limitado. En este caso, todos de
penderamos de un Ser a su vez dependiente.
Aunque los Testigos insistan en que l nunca afirm ser Dios, los Evangelios revelan que
Cristo tena plena conciencia de su divinidad. Veamos, si no, algunas citas: Yo y el Padre una
cosa somos (Juan 10:30); El que me ha visto, ha visto al Padre; Creedme que yo soy en el
Padre y el Padre en m (Juan 14:910); Todo lo que tiene el Padre, mo es (Juan 16:15); Voso
tros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo
(Juan 8:33); Sal del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre (Juan
16:28) y tantas otras expresiones semejantes.
Cuando Pedro le dice: T eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo, no le recrimina por esta con
fesin, sino que le llama bienaventurado por el grado de revelacin alcanzado. Y cuando el
pontfice, desesperado, le pide: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si eres t el Cristo,
el Hijo de Dios, Jess responde con calma y con seguridad: T lo has dicho (Mateo 26:6364).
Qu hombre, qu profeta, qu semidis se ha presentado jams al mundo como la ver
dad absoluta, el camino nico de salvacin, la luz del mundo, la vida eterna, la puerta al cielo,
la paz para el torturado, el alivio para el cansado, el Salvador de los pecadores, el Redentor de
los condenados, el Fundador de la Iglesia, el Pastor de los extraviados, el Sumo Sacerdote, el
Abogado eterno, el nico en quien descansa toda autoridad en el cielo y en la tierra? Un hom
bre que va por el mundo diciendo que es todo eso y mucho ms, proclamando a los vientos su
4473
Captulo IV
4483
Cuando discurren sobre el alma dicen que es una criatura viva, respiradora, consciente,
animal o humana. Ven ellos el alma o la intuyen por el misterio? Pueden tocar el alma o so
lamente a la criatura material que la posee? Qu pasa cuando esa criatura sigue fsicamente
intacta en el interior de un atad, pero sin vida? Dnde ha ido el alma? No es esto otro mis
terio? Y los Testigos creen en l.
As podramos seguir recorriendo un largo camino. La Trinidad es un misterio ms de los mu
chos que existen en la vida. Tan inexplicable a la razn como el temblor del mar, como el verdor de
los campos, como el color de la amapola, como la sonrisa del nio, como los colores del arco iris.
Dicen los Testigos que la doctrina de la Trinidad no fue concebida por Jess ni por los pri
meros cristianos. En ninguna parte de las Escrituras siquiera se hace mencin de una Trinidad...
La plena verdad es que la doctrina constituye otro esfuerzo de Satans por impedir que las per
sonas temerosas de Dios aprendan la verdad acerca de Jehov y su Hijo, Cristo Jess.
Este rechazo de la Trinidad por los Testigos es la consecuencia natural de la posicin que
mantienen ante Cristo y ante el Espritu Santo. Para ellos, ni Cristo es Dios ni tampoco lo es el
Espritu Santo. Al despojar de la divinidad al Espritu Santo y a Cristo, la doctrina de la Trinidad
les resulta insostenible.
El autor del libro Sea Dios Veraz, de donde hemos transcrito la cita dada ms arriba y uno
de los ms fundamentales de doctrina que tienen los Testigos en castellano, dice que los cris
tianos apoyamos la Trinidad en cuatro textos principales: 1 Juan 5:7; Juan 10:30; Juan 1:1, y 1
Timoteo 3:16.
Esto no es cierto. Alguien ha engaado al autor de este libro o quiere l engaar deliberada
mente a sus lectores. Es verdad que la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, pero la doctrina
se contiene en una serie de textos que no son precisamente esos cuatro. Tampoco se encuentra
en lugar alguno de la Biblia que Dios proiba concretamente las transfusiones de sangre; pero los
Testigos lo deducen as de la interpretacin bastante parcial, por cierto, de unos cuantos pasajes
del Antiguo Testamento. Adems, si los vocablos Trinidad y Trinitario no aparecen en la Biblia,
tampoco se encuentran los de Unidad y Unitario que ellos adoptan para rechazar la Trinidad.
El lector comprender que resulta imposible, por la brevedad de este captulo, desarrollar
aqu toda una teologa de la Trinidad. Vamos a limitarnos a comentar algunos pasajes del Anti
guo y del Nuevo Testamento que nos autorizan a creer en un solo Dios, manifestado en tres
Personas distintas.
4493
Muchos autores del cristianismo primitivo han visto una expresin de la Trinidad en el
Salmo 33:6: Por la palabra de Jehov fueron hechos los cielos y todo el ejrcito de ellos por el
espritu de su boca. Aqu aparecen la Palabra, o sea el Verbo, que es Cristo; Jehov Dios y el
Espritu Santo.
Ms clara aparece an la Trinidad en el captulo 6 de Isaas, en aquella visin celeste que
tuvo el profeta. Isaas dice que oy la voz del Seor, que deca... (Isaas 6:8). Juan 12:41 aplica
la visin a Cristo: Isaas dijo esto cuando vio su gloria y habl de l. Y, en fin, Pablo pone estas
palabras en boca del Espritu Santo: Bien habl el Espritu Santo por boca del profeta Isaas,
diciendo... (Hechos 28:25). Dios, Cristo, el Espritu Santo? Hablaron los tres o fue uno solo?
Uno solo con tres nombres, el Dios uno y trino. Muy sencillo.
En esta misma visin de Isaas se seala como trinitaria la triple repeticin de la santidad
divina: Santo, Santo, Santo (Isaas 6:3) as como se hace igualmente con la bendicin sacer
dotal de Nmeros 6:2426. Orgenes ve en los dos Serafines que acompaaban a Dios en la vi
sin de Isaas figuraciones del Verbo y del Espritu Santo. El mismo Isaas, en otros tres diferentes
pasajes de su libro, nos presenta a la Trinidad con igualdad de atributos. Habla de Dios como
Padre: T, oh Jehov!, eres nuestro Padre (63:16). Describe al Mesas, a Cristo, con ttulos
divinos:
Admirable Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Prncipe de Paz (9:6). Y cuando habla
del Espritu Santo, lo iguala al Padre y al Hijo: Reposar sobre el Espritu de Jehov; Espritu de
sabidura y de inteligencia. Espritu de consejo y de poder. Espritu de conocimiento y de temor
de Jehov (11:2).
4503
se hace mencin de una Trinidad. Ya hemos presentado textos del Antiguo y del Nuevo Testa
mento. Y aunque tambin hemos dado algunos pensamientos de cristianos primitivos acerca
de la Trinidad, vamos a exponer aqu rpidamente algunas citas ms de hombres que vivieron
en los primeros siglos del Cristianismo.
Tertuliano, que naci en Cartago ao 155, dice: Son tres, pero no por la cualidad, sino
por el orden, no por la sustancia, sino por la forma, no por el poder, sino por el aspecto: pues
los tres tienen una sola sustancia, una sola naturaleza, un solo poder, porque no hay ms que
un solo Dios. Mas por razn de su rango, de su forma y de su aspecto se les designa con los
nombres Padre, Hijo y Espritu Santo. (Vase Patrologa, de Johannes Quasten, edicin de la
B.A.C., pg. 567, tomo I).
Gregorio el Taumaturgo, nacido en Neocesrea del Ponto el ao 213, escribe: Hay una
Trinidad perfecta, en gloria y eternidad y majestad, que no est dividida ni separada. No hay,
por consiguiente, nada creado ni esclavo en la Trinidad, ni tampoco nada sobreaadido, como
si no hubiera existido en un perodo anterior y hubiera sido introducido ms tarde. Y as, ni al
Padre le falt nunca el Hijo, ni el Espritu Santo al Hijo; sino que, sin variacin ni mudanza, la
misma Trinidad ha existido siempre (Patrologa, tomo I, pg. 419).
Atanasio, nacido el ao 295 en Alejandra, dice: En la Iglesia se predica un solo Dios,
que est sobre todos, por todos y en todos (Efesios 4:6). Sobre todos, en cuanto Padre,
principio y fuente; por todos, por el Verbo; en todos, en el Espritu Santo. Es una Trinidad
no slo de nombre y por pura apariencia verbal, sino en verdad y realidad. Pues as como el
Padre es el que es, as tambin su Verbo es el que es, y Dios sobre todos. El Espritu Santo
no est privado de existencia real; existe y tiene verdadero ser (Patrologa, tomo II, pg.
69).
Cirilo de Jerusaln, que naci el ao 315, dice: La economa de la salvacin con respecto
de nosotros, que procede del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, es indivisible y concorde y
nica. Nuestra fe es indivisa, nuestra reverencia es inseparable. Ni separamos la Trinidad santa
ni la confundimos (Patrologa, tomo II, pg. 389).
Y, en fin, Gregorio de Nisa, que naci en el ao 335 y con cuya cita cerramos este captulo,
dice: La Trinidad Santa realiza todas las operaciones de manera parecida a como he explicado,
no por separado segn el nmero de las Personas, sino de suerte que no hay ms que una mo
cin y disposicin de la buena voluntad que del Padre, a travs del Hijo, desemboca en el Espritu
Santo... Por consiguiente, no se puede llamar tres dioses a los que, conjunta e inseparablemente,
4513
por medio de accin mutua, realizan en nosotros y en toda la creacin este poder y esta accin
divina de inspeccin. (Patrologa, tomo II, pg. 301).
Captulo V
4523
Pero no es esto lo que la Biblia ensea. El Espritu de Dios es Dios mismo en accin llevando
a cabo una determinada actividad. Dios ordenando el caos primitivo y produciendo el orden:
El espritu de Dios se mova sobre la faz de las aguas (Gnesis 1:2); Dios impartiendo la vida
al hombre: El Espritu de Dios me hizo (Job 33: 4). El Espritu es el que da vida, (Juan 6:63).
Dios comisionando a sus elegidos para determinadas Misiones: El Espritu de Jehov vino sobre
Sansn... (Jueces 14:6). Dios habitando en el creyente, enseando, llamando, convenciendo al
hombre de pecado, conducindole a la verdad (vase Juan 14:17, 26; 15:26; 16:8, 13); Dios ins
pirando las escrituras, hablando a los cristianos primitivos, llamando al ministerio, enviando
obreros al campo de labor (vase Hechos 1:16; 8:29; 13:2, 4).
No, el Espritu Santo no es una fuerza de Dios, no es el poder activo de Dios, es Dios
mismo actuando, Dios en accin.
Por otro lado, el hecho de que Jess enviara al Espritu Santo y con l bautizara a sus disc
pulos no prueba, precisamente, que el Espritu sea una fuerza activa impersonal, como dicen
los Testigos. Tres personas pueden unirse para llevar a cabo un trabajo especfico. En una reunin,
dos de ellas deciden enviar a la tercera a un pas distante con una misin determinada. El hecho
de que esta persona sea enviada por las otras dos y acte en todo momento de acuerdo con
ellas no quiere decir que sea menor en categora ni que carezca de personalidad propia. Simple
mente, se le ha encomendado una misin distinta que ha de llevar a cabo en nombre de los tres.
Cristo llama al Espritu Santo el otro: Yo rogar al Padre, y os dar otro Consolador, para
que est con vosotros para siempre (Juan 14:16). El Espritu Santo se presenta aqu como otro
Cristo. El Hijo haba terminado la misin que le haba trado a la tierra. La continuacin de Su
obra, es decir, el establecimiento y fortalecimiento de la Iglesia, eran trabajos encomendados
al Espritu Santo. Este empezara a obrar cuando el Hijo hubiera sido recibido nuevamente en
los cielos: Os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador
no vendra a vosotros, mas si me fuere, os lo enviar (Juan 16:7).
Es imposible exigir mayor claridad. El Espritu Santo no es una fuerza, como el aire, la
electricidad o el veneno; es una persona con atributos propios.
2. Poder impersonal
Tras mencionar el pasaje de Lucas 24:49, los Testigos de Jehov afirman: Este lenguaje
de Jess nos da a entender que el Espritu es un poder, y no una persona (Esto significa vida
eterna, pg. 165). En otro lugar aclaran que este poder est en accin continua: El Espritu
Santo es el poder activo, invisible del Todopoderoso Dios que impulsa a sus siervos a hacer su
voluntad (Sea Dios Veraz, pg. 106).
Ya hemos aclarado lo de poder o fuerza activa. Aqu queremos corregir eso de que el Es
pritu Santo no es una persona. No sabemos qu hacen con la Biblia los Testigos de Jehov. Por
que nos basta con una Concordancia Bblica para probar que el Espritu Santo tiene personalidad
propia, que lo de impersonal slo se da en la mente de quienes no estudian las Escrituras o las
estudian de una manera parcial. Ren Pache, en su estupendo libro La personne et lOuvre du
SaintEsprit, analiza cuidadosamente todos los atributos del Espritu Santo y concluye que es
mucho ms que una mera fuerza, como dicen los Testigos.
El Espritu Santo, en efecto, posee todos los atributos esenciales de la personalidad. Re
sulta imposible escribir literalmente aqu la enorme cantidad de citas bblicas al respecto. Nos
limitamos a dar algunas referencias que el lector interesado puede estudiar por s mismo. El
Espritu Santo est dotado de voluntad, ya que reparte dones como l quiere (1 Corintios
12:11); est dotado de pensamiento (Romanos 8:27); tambin de conocimiento (1 Corintios
2:1011); de lengua (1 Corintios 2:13), y posee los atributos de bondad y de amor (Nehemas
9:20 y Romanos 15:30).
Adems, la Biblia afirma que el Espritu Santo puede ser tratado como una persona. Al Es
pritu Santo se le puede mentir, se le puede tentar, se le puede resistir (vase Hechos 5:3 y 9;
7:51). Se le puede entristecer (Efesios 4:30); ultrajar (Hebreos 10:29); invocar (Ezequiel 37:9) y
se puede blasfemar contra l (Mateo 12:31).
Un ser dotado de semejantes atributos, no es una persona? A qu cosa, a qu poder,
a qu fuerza se puede tratar as? Como Persona, el Espritu Santo se reconoce a s mismo en
las pginas de la Biblia. Afirma su identidad con lo finito del hombre en la tierra y con lo infinito
de ste y de Dios en el cielo. Mediante este conocimiento se iguala completamente con el Padre.
Son verdades que no podemos ms que balbucear y que, sin embargo, nos conducen al cono
cimiento total de la obra y de la Persona del Espritu Santo como Dios uno y trino.
3. Onda radiotelefnica
Curiosas en verdad las imgenes que emplean los Testigos para comparar al Espritu Santo.
Curiosas y un tanto grotescas. Leamos: As como las ondas radiotelefnicas actan como por
4533
tadoras de los impulsos que producen las personas al hablar, cantar o desempear un papel en
el estudio, y transmiten el sonido y la visin a la radio y a la pantalla de televisin en el hogar
distante, as mismo acta el Espritu Santo (Esto significa vida eterna, pg. 166).
No. As no acta el Espritu Santo. Lo que omos por la radio es el eco de una voz; lo que
vemos por la pantalla es la imagen de una persona; pero el Espritu Santo no es eco, sino voz;
no es imagen, sino persona. Es la propia voz de Dios, es la Persona misma de Dios.
Un ejemplo nos bastar de momento. Ms adelante abundaremos en este mismo argu
mento. El profeta Isaas, describiendo la visin del templo, dice: O la voz del Seor que deca...
(Isaas 6:8). El apstol Pablo, refirindose a este mismo pasaje durante sus enseanzas a los ju
dos de Roma, ante la resistencia de stos a aceptar la verdad que el apstol les propona, les
dice: Bien habl el Espritu Santo por medio del profeta Isaas a nuestros padres, diciendo...
(Hechos 28:25).
Segn Isaas, la voz que oy en el templo era la voz de Dios; segn Pablo fue la voz del Es
pritu Santo Hay contradiccin aqu? No, porque no se trata de dos voces distintas ni tampoco
un eco de voz, sino de una misma y autntica voz.
4. Viento, soplo, respiracin
Citamos de nuevo Asegrense de todas las cosas, porque es el libro que los Testigos de
Jehov tienen para las definiciones. Los temas estn tratados por orden alfabtico, comenzando
por la adoracin de animales y terminando con la vuelta de Cristo. Bajo el epgrafe Espritu
(pg. 172) leemos: Espritu, al ser traducido de ruah en el hebreo y pneuma en el griego: Los
significados ms sencillos o elementales de las palabras originales son para describir algo se
mejante a viento; es decir, algo que no es visible, pero que de todos modos produce resultados
visibles o perceptibles. Ambas se sacan de verbos races que significan respirar o soplar.
No comentaramos los trminos viento, soplo y respiracin que los Testigos usan
aqu para comparar al Espritu Santo si no creyramos que merecen una aclaracin. El viento,
efectivamente, es una de las figuras con que se describe al Espritu Santo en la Biblia. Tambin
es verdad que en las lenguas originales Espritu quiere decir soplo, y que el principio vital
del ruah hebreo se patentiza al exterior por la respiracin de Jehov. Pero esto no significa que
el Espritu de Dios sea vendaval, ni que el ser humano llene sus pulmones de Espritu cada vez
que respira, ni que lo transmita mediante el soplo de los labios.
Fue Cristo, en su conversacin con Nicodemo (vase Juan 3:115), quien describi la accin
del Espritu Santo semejante a la del viento en el sentido de que al Espritu, igual que al viento,
se le comprueba por sus efectos y no por su realidad visible. Pero en tanto que el viento, como
fuerza natural, ejerce una accin meramente externa y muchas veces devastadora, el Espritu,
como agente divino, lleva a cabo una transformacin moral y religiosa en la conciencia del in
dividuo; le hace nacer a una nueva vida de relaciones con Dios. Esto est bien claro en el pasaje
de Juan y en otros muchos captulos de la Biblia, entre ellos Ezequiel 37:9, donde el Espritu se
distingue del viento en su obra regeneradora: As ha dicho Jehov el Seor: Espritu, ven de
los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, y vivirn.
En cuanto al soplo, no se trata de un soplo cualquiera, sino de la vida inmortal de Dios
transmitida a la carne del hombre: Entonces Jehov Dios form al hombre del polvo de la
tierra, y sopl en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (Gnesis 2:7).
Este soplo de vida proceda del interior, de las entraas del mismo Dios, por emplear figuras
humanas, y es prueba de su divinidad. Job lo pone ms claro: El Espritu de Dios me hizo,
y el soplo del Omnipotente me dio vida (Job 33:4). Soplo y Espritu son aqu una misma
cosa. Parte de la divinidad creadora, Dios manifestndose en la tercera Persona de la Trini
dad.
Este principio creador se expresa en otros lugares de la Biblia por el hlito de la boca o la
respiracin de las narices, pero siempre en relacin con Dios, formando parte de Dios, obrando
por imperativo de Dios: Entonces aparecieron los abismos de las aguas y quedaron al descu
bierto los cimientos del mundo, a tu reprensin, oh Jehov!, por el soplo del aliento de tu nariz
(Salmo 18:15. Vase tambin xodo 15:8).
4543
su accin creadora, accin que transforma la naturaleza y a los individuos, de la que tambin
se hace eco el salmista (Salmo 33:6).
En el Antiguo Testamento, el Espritu Santo no estaba derramado sobre toda carne, como
ocurri en la nueva Alianza. La razn nos la ofrece el apstol Juan: An no haba venido el Es
pritu Santo, porque Jess no haba sido an glorificado (Juan 7:39). El Espritu Santo ejerca
un ministerio indudable, aunque circunstancial. Le fue enviado a Bezaleel para que diseara el
tabernculo (xodo 3:3), a los jueces, tales como Otoniel, Geden, Jeft, etc., para que llevaran
a cabo misiones especiales (vase Jueces 3:10; 6:34 y 11:29) y a los profetas, segn la explcita
declaracin de Pedro (1 Pedro 1:1011).
Su obra en la antigua Alianza era temporal, no permanente. Era dado y poda ser retirado de
una misma persona, como en el caso de Sal (vase 1 Samuel 10:10 y 16:14), De Sansn tambin
leemos que el Espritu de Jehov comenz a manifestarse en l en los campamentos de Dan,
pero cuando Sansn desobedeci a Dios, el Espritu le abandon (vase Jueces 13:25 y 16:20).
En algunos momentos la accin del Espritu Santo era ms general, obrando en el pueblo
adems de hacerlo en los individuos, como en el caso de Israel. Enviaste tu buen Espritu para
ensearles (Nehemas 9:20). Con todo, la obra del Espritu Santo en el antiguo Pacto, conviene
recordarlo, era incompleta. Los profetas, no obstante, vislumbraron su ministerio futuro, uni
versal, y lo dieron a conocer en sus mensajes (vase Isaas 44:3; 59:21; Ezequiel 39:29 y Joel
2:2829, entre otros textos).
Cuando Dios decidi hacerse hombre para inaugurar la nueva Alianza y formar un pueblo,
la Iglesia, de entre todos los pueblos de la tierra, el Espritu Santo tuvo una parte muy activa en
la nueva obra. Estuvo presente en el nacimiento de Cristo (Lucas 1:35, Mateo 1:20); le ungi al
principio de su ministerio (Lucas 4:18, Hechos 10:38); se manifest durante el bautismo del
Seor y en la escena de la tentacin (Mateo 3:1317 y 4:1); derram sus dones sobre l y el co
razn de Cristo se regocij por ello (Lucas 20:21); segn la cita de Hebreos 9:14 fue asistido del
Espritu Santo durante su entrega voluntaria en la cruz. Finalmente, por el Espritu, Cristo fue
resucitado de entre los muertos (Romanos 8:11). Cuarenta das despus de su resurreccin,
Cristo vuelve a recordar a los discpulos la promesa del Padre (Hechos 1:4), el Espritu Santo
por medio del cual recibiran un nuevo poder (Hechos 1:8). La promesa se hace realidad el pri
mer Pentecosts despus de la resurreccin del Seor, cuando el Espritu Santo se manifest
con seales sobrenaturales (Hechos 2) igual que en el nacimiento de Cristo y, efectivamente,
cambi por completo los corazones de los discpulos.
Desde aquel da, el Espritu Santo mora entre nosotros. Vivimos en la dispensacin del
Espritu. Su misin actual tiene numerosas facetas. Gobierna la Iglesia, reparte dones como l
quiere y est presente, con su ayuda, en los momentos ms difciles del creyente. Por otro lado,
usa la predicacin de la Palabra para que el hombre perdido encuentre a Dios convencindole
de su estado pecaminoso (Juan 16:89).
Trazar la historia del Espritu Santo no es tarea difcil. La pregunta de los Testigos carece
de sentido. Ms an si tenemos en cuenta que el segundo versculo de la Biblia ya nos habla de
l, y cuatro versculos antes de acabar el libro de Dios, en el captulo final del Apocalipsis, apa
rece de nuevo el Espritu Santo. Esto demuestra su importancia y su estrecha relacin con las
restantes Personas de la Trinidad.
4553
Basilio de Cesarea, escritor cristiano que naci el ao 330 de nuestra era, ms conocido
por San Basilio el Grande, discurriendo sobre los atributos del Espritu Santo, dijo: Qu fun
damento hay para aplicar al Espritu todos los dems atributos igual que al Padre y al Hijo, y
privarle solamente de la divinidad? Es de todo punto necesario o reconocerle la comunidad
aqu o no concederle tampoco en todo lo dems. Si es digno de todo lo dems, no es cierta
mente indigno de esto. Si, como arguyen nuestros adversarios, l es demasiado insignificante
para concederle comunidad con el Padre y el Hijo en el atributo de la divinidad, no es digno de
compartir con ellos ni uno solo de los atributos divinos; porque cuando se consideran cuidado
samente los trminos, comparando los unos con los otros segn el sentido que se contempla
en cada uno de ellos, se ve que implican nada menos que el ttulo de Dios...
Concluimos con que el Espritu Santo es una Persona. Es una Persona divina. Es la Tercera
Persona de la Trinidad. El doctor Ren Pache, de cuyo libro, ya citado, hemos tomado los datos
esenciales para la discusin de este punto sobre la divinidad del Espritu, dice que si el Espritu
es una Persona y, ms an, si es Dios mismo, en todos nosotros debe haber una firme disposi
cin para amarle y obedecerle en todas las cosas y aceptarle, no como una bendicin de Dios,
sino como la presencia del Dios Todopoderoso en nuestra vida.
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Captulo VI
El alma y su destino
Nos toca analizar aqu un tema cuya importancia y profundidad parecen ignorar los Tes
tigos de Jehov, por la ligereza con que lo tratan: la existencia y el destino eterno del alma.
Como de costumbre, vamos a pedir a la Biblia que nos ayude a arrojar un poco de luz entre las
espesas brumas que cubren las ideas de los Testigos a este respecto. Adems, haremos nuestra
parte para poner un poco de orden en el caos de contradicciones en el que envuelven el tema.
4563
partes de la naturaleza humana: el cuerpo sin vida del nio, tendido sobre la cama, y el alma
como potencia vivificante existiendo independiente del cuerpo. Si el hombre no tiene alma,
como dicen los Testigos, entonces la Biblia est loca.
Me dicen los Testigos que yo no tengo alma. Que soy un hombre sin alma. Un hombre sin
alma y, sin embargo, siento y pienso; mi mente trabaja; me quemo y lo siento en mi carne; me
hacen dao y mi naturaleza interior se subleva; respiro el aire de los campos y me asfixio en las
ciudades; amo y aborrezco, ro y lloro, me alegro y me entristezco, conozco el bien y tambin el
mal. Si todo eso no prueba la existencia de mi alma tampoco es rojo el color de mi sangre.
EL HOMBRE ES UN ALMA
En Asegrense de todas las cosas (pg. 26) los Testigos escriben: Una criatura humana
es un alma. No posee un alma separada y distinta del cuerpo. Lo mismo dicen, aunque con
ms detalles, en Sea Dios Veraz (pg. 66) y en Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta
(pgs. 134141).
La primera parte de la sentencia anterior es correcta, pero la segunda parte es falsa. Es
verdad que el Antiguo Testamento emplea en ocasiones la palabra alma para referirse a las
personas, para designar la vida misma y hasta para indicar los sentimientos que nacen del co
razn. Pero es preciso tener en cuenta, como observa el telogo Mullins, que los escritores
usaban un lenguaje popular ms que cientfico. Por otro lado, es cierto que el hombre, como
ser viviente, es un alma. Pero un alma pensante, un alma que anda, que gobierna, que acta.
Un alma espiritual, racional, creada a imagen y semejanza de Dios.
Lo que no es cierto es que el hombre sea un alma y nada ms, no es verdad eso de que el
hombre no posee un alma separada y distinta del cuerpo. Es que no saben leer la Biblia los
Testigos de Jehov? Qu les pasa, no quieren o no pueden comprender? Quin o quines les
engaan? Es todo tan sencillo! Leamos Gnesis 2:7: Form Jehov Dios al hombre del polvo
de la tierra y alent en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente. Dios trabaj
dos veces; primero hizo el cuerpo y luego cre el alma. Dos actos distintos para dos fines dife
rentes. La creacin del hombre consisti en una primera parte fsica y en una segunda parte
espiritual. El cuerpo solo, como un mero organismo, no es un hombre, es un cadver de hombre,
es un cuerpo sin vida, sin existencia, sin alma. El alma sola, separada del cuerpo, tampoco es
un hombre; al hombre completo lo hace la unidad, la combinacin del espritu y de la materia,
A p u nta n d o a la to r re | El a l m a y su dest i no
4573
del cuerpo y del alma. Son muchos los pasajes bblicos que desmienten la teora de los Testigos
y que afirman que el alma y el cuerpo son cosas diferentes. Entre estos pasajes se encuentran
las propias palabras de Jess, cuando dijo: No temis a los que matan el cuerpo, mas el alma
no pueden matar (Mateo 10:28). O no sabemos leer, o Cristo est afirmando aqu que el hom
bre posee un cuerpo y un alma. Por su parte, el apstol Pablo hace referencia a tres elementos
que constituyen la naturaleza humana: cuerpo, alma y espritu (1 Tesalonicenses 5:23). Lo
mismo hace el autor de la epstola a los Hebreos (Hebreos 4:12). La palabra espritu se emplea
muchas veces para designar el alma y esto viene a decir que el ser humano posee un elemento
material llamado cuerpo, tierra, carne, polvo, y otro elemento espiritual, superior, llamado alma,
cuya funcin, segn vimos en el pasaje que nos relata la resurreccin del nio de la viuda, es la
de dar vida al cuerpo.
bre, alma humana, fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Los animales no. Esta semejanza
se ve en que el hombre tiene una naturaleza racional, como Dios; el hombre tiene una natura
leza moral, como Dios; el hombre tiene una naturaleza emocional, como Dios; el hombre tiene
una naturaleza espiritual, como Dios; el hombre es un ser libre, como Dios; el hombre puede
ser santo, no a la medida de Dios, pero s dentro de los lmites de la perfeccin humana; el hom
bre tiene dominio sobre los dems seres de la creacin, igual que Dios; el hombre es inmortal,
como Dios; el hombre puede llegar a ser feliz, como Dios; nada de esto, absolutamente nada,
tienen los animales.
El animal lo hace todo guiado por el instinto, el hombre se gua por la razn. Esto prueba
que entre el alma del hombre y el alma del animal existe la diferencia del soplo divino, de esa
vida espiritual, inteligente e imperecedera que Dios comunic al hombre y no al animal.
Los Testigos vienen a decirnos, como si nos descubrieran con ello el Mediterrneo, que
los peces, las criaturas voltiles, la bestia salvaje y los insectos... son en s mismos alma. La
Biblia habla de ellas como almas (Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta, pgs. 137,
142).
Esto es verdad, pero entre el alma del hombre y el alma de los animales hay una gran di
ferencia. Admitamos que el alma, en este caso, signifique ese principio vital que es comn a los
hombres y a los animales. El alma animal es irracional y perece con el cuerpo. El alma del hom
bre, en cambio, es espiritual, racional, inmortal. Es espiritual porque piensa, siente, razona; y
es inmortal porque es espiritual.
Los Testigos no niegan esto, antes bien lo reconocen. No tienen otro remedio. Admiten
que Dios cre al hombre separado y distinto de los peces, las aves y los animales de la tierra.
Proclaman que el hombre es un ser superior. Transcriben Gnesis 1:26, 27 y 2:7, pero lo inter
pretan a su modo, porque enseguida vuelven a equiparar al hombre con los animales. Oig
moslos de nuevo, si es que tenemos paciencia para soportar las muchas contradicciones en que
incurren: esta alma viviente humana se refieren a Adn era palpable, perceptible al tacto
de aquellas criaturas animales inferiores, porque ellas mismas tambin eran alma y esta alma
viviente humana estaba hecha de la misma tierra que ellas. De la misma tierra s, pero no del
mismo espritu, que es lo que no podemos olvidar. Ni tampoco de la misma naturaleza. El hom
Apoyndose en Levtico 17:1114, los Testigos sostienen que el alma es la sangre (Vase
Sea Dios veraz, pg. 68). El texto de la Biblia dice: la vida de la carne en la sangre est... porque
el alma de toda carne, su vida, est en su sangre.
Castex tiene una nota humorstica cuando dice que si este texto tuvisemos que interpre
tarlo literalmente, como hacen los Testigos, habramos de entender que cada vez que se inyecta
sangre a una persona se le est inyectando alma, y cada vez que se le saca sangre, se le est sa
cando parte del alma. El mismo autor, ya ms en serio, trae a colacin un buen argurnento b
blico: Si el alma fuera la sangre, sera verdaderamente mortal, porque la Biblia dice que la
carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios (1 Corintios 15:30).
El texto de Levtico no puede tomarse literalmente. La palabra sangre tiene en el Antiguo
Testamento doce sentidos diferentes. Desde el principio, los hebreos solan considerar la sangre
como elemento vitalizante, vehculo y principio de la vida. Y es natural, pues la simple obser
vacin de la sangre derramada haca pensar espontneamente en una vida perdida o al menos
disminuida (Charbel).
La sangre es la sangre, no el alma; el alma es el alma, no la sangre. En la sangre hay un
principio de vida animal, terrenal, pero una vez vertida se coagula y se materializa. El alma, en
cambio, es inmaterial, invisible, inmortal, no tiene color ni forma, pero su presencia en el cuerpo
humano se manifiesta por la vida racional, emocional y espiritual que comunica a ste.
Ap u nta n d o a la to r re | El a l m a y su dest i no
Tambin dicen los Testigos que el alma es la respiracin. La palabra alma (Nefesh) significa
algo consciente que respira (Nuevos cielos y una nueva tierra, pg. 55). Esto les conduce a una
conclusin graciosa: Eso significa que el alma humana se mantiene por medio de respirar por las
narices el aire que se necesita (Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta, pg. 143).
Otra vez han descubierto el ocano. Si cerramos la boca y dejamos de respirar por la nariz,
es claro que morimos de asfixia. Tambin morimos si nos pegamos un tiro o si nos clavamos un
cuchillo en el corazn, o si nos colocamos bajo las ruedas de un tren. Pero eso no significa que
el alma sea tren, ni plvora, ni acero. La falta de aire en los pulmones mata el cuerpo, como lo
mata tambin la altura, el veneno, etc., pero slo el cuerpo material; el espiritual no muere
jams.
De dnde viene la idea de concebir el alma como la respiracin normal de la persona?
El doctor Justo Collantes, filsofo y telogo, nos lo explica as: La primera funcin del alma, y
la ms perceptible, es la de dar vida al cuerpo. Y como la respiracin es la seal de la vida animal,
de ah que el alma se designe con tres trminos que llevan envuelta la idea de respiracin, de
movimiento de aire: a) nefesh (de nfas: respirar); b) nesamash, hlito; c) ruah, es
pritu.
Pero el hecho de que se usen estos trminos para designar el alma no quiere decir que el
alma sea precisamente la respiracin del individuo humano. Morir, segn Gnesis 35:18, 35:29;
Lucas 8:4956; Hechos 7:59 y otros muchos pasajes bblicos, no es exactamente dejar de respirar,
es separarse el alma del cuerpo, es el espritu del hombre que abandona la materia que lo en
vuelve.
4583
Los Testigos no quieren comprender que aqu alma significa persona, como en Gnesis
12:5, 46:27; xodo 1:5; Deuteronomio 10:22 y en tantos otros pasajes de la Biblia. Y la persona
fsica, material, el cuerpo que vemos y tocamos, s que muere, como bien lo explica Pablo en
1 Corintios 15:53, 54. Hablar de la muerte del alma es lgico, pero en un sentido espiritual.
Decimos que un alma est muerta cuando el individuo que la posee vive apartado de Dios,
cuando, por efecto del pecado, se produce un corte, una separacin entre Dios y el hombre.
Esto lo tenemos perfectamente ilustrado en el caso de Adn: Dios le dijo: De todo rbol del
huerto comers; mas del rbol de la ciencia del bien y del mal no comers de l; porque el da
que de l comieres, morirs (Gnesis 2:1617). Por la Escritura sabemos que Adn comi del
rbol prohibido, pero no muri aquel da, como lo haba sentenciado Dios, sino que vivi nove
cientos treinta aos. Qu ocurri? Dej Dios de cumplir su palabra? En absoluto. Adn muri,
muri espiritualmente, cay de su estado de gracia y transmiti esa muerte espiritual a todos
los descendientes, como aclara Pablo en el captulo 5 de la Epstola a los Romanos.
Cuando la Biblia habla de la mortalidad del alma se refiere siempre o a la muerte de la
persona fsica, que deja de existir aqu o a la muerte espiritual de quien viviendo est muerto
para Dios. El alma autntica, el principio de vida que gobierna nuestro cuerpo, la naturaleza es
piritual del hombre no muere, no puede morir. Porque el alma es eterna, como lo es tambin
su Creador. Sin acudir a la filosofa ni a la teologa, sin apartarnos para nada de la Biblia, trata
remos de probar lo que hemos escrito:
1 En Gnesis 1:2730 se afirma la superioridad del hombre sobre todos los dems seres
de la Creacin. Esta superioridad la tiene el hombre en razn de haber sido creado a imagen y
semejanza de Dios (Gnesis 1:26), y esta semejanza no puede venirle sino porque el alma es
superior a la materia... Dios es inmortal, y si el hombre est hecho a semejanza de Dios, al morir
el cuerpo slo puede sobrevivir en razn del alma, que nunca muere.
2 En este primer libro de la Biblia, donde se describen las vidas de los patriarcas, se
habla con frecuencia de una existencia tras la muerte, de ser reunidos con los que ya murieron.
As, por ejemplo, en Gnesis 49:29, dice Jacob, poco antes de morir: Yo voy a ser reunido con
mi pueblo. Si la vida termina con la muerte, Jacob era iluso, porque no hay reunin posible en
la tumba.
3 En xodo 3:6, Dios le dice a Moiss: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham,
Dios de Isaac, Dios de Jacob. Si la vida terminara en la tumba, Dios tendra que haber dicho:
A p u nta n d o a la to r re | El a l m a y su dest i no
Yo era el Dios de tu padre... Pero dijo bien, y Cristo nos da la clave al comentar: Dios no es
Dios de muertos, sino de vivos (Mateo 22:32).
4 En 1 Samuel captulo 28, el profeta, que haba muerto haca mucho tiempo, aparece
vivo y habla con Sal. Si la vida termina en la tumba, Sal sufri un espejismo.
5 Cuando muri el nio que David tuvo con la mujer de Uras, el rey, ante su cadver,
dijo: Yo voy a l, mas l no volver a m (2 Samuel 12:23). Si el alma no continuara viviendo
despus de la muerte, la esperanza de David era vana.
6 En Job 19:2527 hay estas palabras del patriarca, suficientes en s mismas para des
hacer la idea de los Testigos sobre la mortalidad del alma: Yo s que mi Redentor vive, y al fin
se levantar sobre el polvo; y despus de deshecha sta mi piel, en mi carne he de ver a Dios;
al cual ver por m mismo y mis ojos lo vern, y no otro, aunque mi corazn desfallece dentro
de m.
7 En el Salmo 17:15, David dice: En cuanto a m, ver tu rostro en justicia; estar satis
fecho cuando despierte a tu semejanza. Si el alma no sigue viviendo despus de la muerte,
David se engaaba, porque el rostro de Dios no est en la tumba.
8 En otro Salmo, el mismo autor dice: Me has guiado segn tu consejo y despus me
recibirs en gloria (Salmo 73:24). Dnde esperaba David ser recibido? Dnde est la gloria?
Y si el cuerpo muere, qu parte de David entrara en esa gloria?
9 Daniel, escribiendo sobre la resurreccin de los muertos, dice: Y muchos de los que
duermen en el polvo de la tierra sern despertados, unos para vida eterna, y otros para ver
genza y confusin perpetua (Daniel 12:2). Si el alma no vive despus de la muerte, qu parte
de la naturaleza humana disfrutar de esa vida eterna?
10 En Mateo 25:46, hablando sobre el destino eterno del hombre, Cristo dice que los
impos irn al tormento eterno, y los justos a la vida eterna. No creemos que en la tumba haya
tormento ni vida. Luego si el alma muere, juntamente con el cuerpo, no hay vida eterna, y en
este caso Cristo miente.
11 En Marcos captulo 9, donde se describe la transfiguracin del Seor, se dice que
les apareci Elas con Moiss, que hablaban con Jess (versculo 4). Elas y Moiss haban
muerto haca muchos centenares de aos. Sin embargo, continuaban vivos y hablaban. Si con
la muerte acaba todo, los discpulos vieron a dos fantasmas.
12 En Lucas captulo 16 es Abraham quien aparece en el ms all, teniendo junto a l a
un mendigo que haba acabado de morir, Lzaro, y hablando con un rico que sufra en la con
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denacin, tambin muerto haca poco. Si no hay nada ms all de la tumba, Cristo nos enga
en este sublime captulo de la Biblia. Porque aqu nos habl de tres muertos que continuaban
viviendo.
13 Si el alma no vive despus de la muerte, Cristo enga tambin al ladrn que estaba
junto a l en la Cruz, cuando le prometi: Hoy estars conmigo en el paraso (Lucas 23:43).
14 Si el alma no vive despus de la muerte, Cristo volvi a engaar a los discpulos y
tambin a todos nosotros, cuando dijo: En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si as no
fuera yo os lo hubiera dicho, voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os pre
parare lugar, vendr otra vez, y os tomar a m mismo, para que donde yo estoy, vosotros tam
bin estis (Juan 14:23).
15 Si el alma no vive despus de la muerte, la confianza de Esteban en la vida futura
cuando dijo: Seor Jess, recibe mi espritu, tras haber visto los cielos abiertos y al Hijo del
hombre que est a la diestra de Dios (Hechos 7:5760) fue un fracaso.
16 Si al morir el cuerpo se termina todo, Pedro deliraba cuando deca que Dios haba
puesto a Jess por juez de vivos y muertos (Hechos 10:42). Cmo puede juzgar Dios a un
muerto?
17 Si el alma no es inmortal y superior a la materia, Pablo estaba enseando una falsa
doctrina al escribir sobre la inmortalidad e incorruptibilidad del ser humano mediante el triunfo
sobre la muerte, como lo hace en 1 Corintios 15:5354: Porque es necesario que esto corrup
tible se vista de incorrupcin y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible
se haya vestido de incorrupcin y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se
cumplir la palabra que est escrita: sorbida es la muerte en victoria.
18 Si tras la tumba no hay otra vida, Pablo era un engaador cuando afirmaba la exis
tencia de un ms all eterno con esta seguridad: Porque sabemos que si nuestra morada te
rrestre, este tabernculo, se deshiciera, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de
manos, eterna, en los cielos (2 Corintios 5:1). Y era tambin un soador y un pobre iluso
cuando suspiraba por desprenderse del cuerpo y gozar en espritu la presencia de Dios: Pero
confiamos, y ms quisiramos estar ausentes del cuerpo y presentes al Seor (2 Corintios 5:8.
Vase tambin Filipenses 1:2123).
19 Si el alma no sigue viviendo despus de la muerte, Pablo minti a los Tesalonicenses
cuando les dijo que el Seor en su segunda venida traer con l a los creyentes que durmieron
en Jess (1 Tesalonicenses 4:14).
Ap u nta n d o a la to r re | El a l m a y su dest i no
20 Y, en fin, tan seguro es que el alma sigue viviendo despus de la muerte, que el aps
tol Juan dice que vio bajo el altar las almas de los que haban sido muertos por causa de la Pa
labra de Dios y por el testimonio que tenan (Apocalipsis 6:9). Estas almas de los mrtires
reclamaban la intervencin del Gran Juez, pero el Seor les dice que reposen hasta la liberacin
final, hasta el cumplimiento de los tiempos.
No hemos agotado el tema de la inmortalidad del alma ni mucho menos. Nos hemos li
mitado a los pasajes ms sobresalientes de la Biblia. No podemos hacer otra cosa en el espacio
que tenemos fijado para este captulo. Pero creemos que las pruebas bblicas sern suficientes
para convencernos de que tras la muerte como dice Eclesiasts 12:7, El polvo se torna a la
tierra como era, y el espritu se vuelve a Dios que lo dio.
4603
A p u nta n d o a la to r re | M s a l l de l a m uerte
Captulo VII
Ms all de la muerte
Los Testigos de Jehov son un tanto fatalistas cuando abordan el tema de la muerte. No hay
luz en sus ideas. No hay esperanzas en sus manifestaciones. No hay seguridad en sus doctrinas.
El misterio de la muerte est para ellos envuelto en una enorme nube de dudas y de negaciones.
Creen y no creen. Afirman y niegan. Dicen y se desdicen y se vuelven a contradecir. Al
igual que cuando escriben sobre el alma, al hacerlo sobre la muerte nos dan la impresin de
hallarse perdidos, vacilantes, inseguros. No encuentran la puerta de la Verdad. Carecen de br
jula salvadora. Han perdido la firmeza doctrinal y caminan extraviados por sendas de pesimismo
y de negruras. Son dignos de verdadera lstima, ellos y todos cuantos sin ser Testigos navegan
por sus mismas aguas. De ah nuestro inters en arrojar sobre sus ideas ciegas la luz que nos
llega de la Biblia. Prosigamos.
4613
de creyentes en todos los tiempos, de cuyas voces se hace eco el gran poeta que fue Vctor Hugo:
Cerca de medio siglo dice el genial francs he estado escribiendo mis pensamientos en prosa,
verso, historia, filosofa, drama, stira, oda, canto. Todo lo he experimentado, pero siento que
an no dije la milsima parte de lo que est en m. Cuando yo baje a la tumba podr decir, como
muchos: Ha terminado la faena del da, pero no podr decir: Ha terminado mi vida. Mi trabajo
comenzar a la maana siguiente. Mi tumba no es un callejn sin salida; es un camino abierto
que se cierra con el crepsculo de la noche y abre con la aurora. No valdra la pena vivir, si tuvi
ramos que morir por completo. Lo que aligera el trabajo y santifica nuestros esfuerzos es la visin
de un mundo mejor que contemplamos a travs de las tinieblas de esta vida.
Los Testigos de Jehov no creen esto. Ellos admiten la resurreccin de los muertos, si bien
dicen que en la primera resurreccin tomarn parte solamente 144.000 elegidos. Pero insisten
en que cuando la persona muere todo termina hasta ese da; que desaparece en la tumba y se le
acaba la existencia. Es decir, que no hay un ms all de vida inmediatamente despus de la muerte.
Llevan razn? Las enseanzas de la Biblia acerca del estado intermedio de los muertos
no son muy numerosas, pero las que tenemos son claras y arrojan suficiente luz como para no
extraviarnos en absurdas especulaciones.
El pasaje ms claro a este respecto lo encontramos en el captulo 16 de Lucas. Se trata de
una historia contada por el propio Seor Jess. Para restarle importancia, algunos dicen que es
una simple parbola. Si as fuera, sera la nica parbola en toda la Biblia cuyos personajes tie
nen nombres propios Abraham, Lzaro. Pero, an negndole su carcter histrico y dejando
este pasaje en simple parbola, nada cambia, porque Cristo usaba las parbolas para ilustrar
hechos reales y si no fuera real la vida en el ms all inmediatamente despus de la muerte, ni
siquiera como parbola tendra sentido este captulo de la Biblia.
Aqu se habla de un hombre rico, que se vesta de prpura y de lino fino, y haca cada da
banquete con esplendidez. Se habla tambin de un mendigo llamado Lzaro, que estaba
echado a la puerta de aqul, lleno de llagas.
Luego se dice que muri el mendigo, y fue llevado por los ngeles al seno de Abraham;
y muri tambin el rico, y fue supultado. Y en el Hades alz sus ojos, estando en tormento....
Dos hombres, dos muertos, dos destinos eternos. La vida en estos dos casos bblicos no
supuso terminacin de la existencia. El rico y el pobre dejaron de existir aqu, pero siguieron vi
viendo en el ms all y siguieron viviendo inmediatamente despus de haber muerto. Esta doc
trina no es exclusiva del Nuevo Testamento. En el Antiguo, Samuel dice al rey Sal: Maana
Ap u nta n d o a la to r re | M s a l l de l a m uerte
seris conmigo t y tus hijos (1 Samuel 28:19). Ese maana era un da normal de veinticuatro
horas. Samuel estaba en el cielo, y Sal en la tierra an. Si el que muere se queda en el sepulcro,
estaba mintiendo Samuel?
Ocurri exactamente igual entre Cristo y uno de los ladrones que estaban junto a l en la
Cruz. Cuando el malhechor, reconociendo la inocencia de Cristo, le pide: Acurdate de m
cuando vengas en tu reino, el Maestro le responde: De cierto te digo que hoy estars conmigo
en el paraso (Lucas 23:4243). Hoy es hoy, no el da de la resurreccin. El paraso no es la
tumba, sino el lugar feliz de descanso junto a Dios. Cristo le estaba diciendo al ladrn que aquel
mismo da, muerto el cuerpo y atravesado ya el tnel por el que se pasa de la tierra a la eterni
dad, seguira viviendo con l en el paraso. Otra prueba ms de que la muerte no es terminacin
de la existencia; es un simple cambio de residencia.
Hacia dnde se cambia? Si la persona que muere salvada ha de resucitar un da para
comparecer ante el Tribunal de Cristo y la que muere sin la salvacin ha de resucitar tambin
para ser juzgada en el juicio del gran Trono Blanco, adnde van unos y otros cuando mueren?
La respuesta no es difcil.
Todos ellos desembocan en lo que la Biblia llama Hades o lugar de los muertos. A este
respecto dice Mullins: La palabra Hades, como es empleada en el Nuevo Testamento, equivale
prcticamente a la palabra Sheol del Antiguo Testamento. Significa sencillamente la morada
de los muertos. Hades no es el paraso; tampoco es el gehenna. Puede ser cualquiera de estos
dos, pero no debe identificarse con ninguno de ellos. El uso de la palabra Hades no dice por s
mismo si el que entra en l baja a la miseria o sube a la felicidad. Puede ir en cualquier direccin.
Jess entr en el Hades (Hechos 2:31). As tambin lo hizo el rico de la parbola (Lucas 10:23).
As es que el Hades es representado en el Nuevo Testamento como una regin separada de la
vida presente en la que entran todos los muertos.
El Nuevo Testamento no nos deja a oscuras acerca del Hades o lugar de los muertos. Dis
tingue perfectamente en l dos lugares; uno de felicidad, adonde van las almas redimidas por
Cristo, y otro de condenacin, adonde van los que mueren sin la salvacin. En el captulo 16 de
Lucas se identifican con toda claridad estos dos lugares. Aadamos, sin embargo, y para evitar
confusiones intiles, que el estado de los muertos en estos lugares es provisional, ya se trate
de creyentes o incrdulos. Los primeros, como escribe Pache, disfrutan junto a Dios esperando
la resurreccin y el reinado eterno, mientras que los otros se encuentran en una especie de
prisin preventiva, esperando el da del gran juicio y la condenacin eterna.
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A p u nta n d o a la to r re | M s a l l de l a m uerte
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Ap u nta n d o a la to r re | M s a l l de l a m uerte
misma respiracin tienen todos; ni tiene ms el hombre que la bestia, porque todo es vanidad.
Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volver al mismo polvo. Quin sabe
que el espritu de los hijos de los hombres sube arriba y que el espritu del animal desciende abajo
a la tierra? (Eclesiasts 3:1921). Aqu la Biblia parece dar la razn a los Testigos en su creencia de
que la muerte del hombre y la muerte del animal son una misma muerte. Pero en la interpretacin
de la Biblia rige un principio general, el de que texto sin contexto es un pretexto. En el contexto
global de la Biblia no encuentra cabida la idea pesimista que se apunta en estos tres versculos.
Por el contrario, el mismo autor, en el mismo libro, unas pginas ms adelante asegura que el polvo
del hombre vuelve a la tierra en tanto que el espritu se torna a Dios que lo dio (Eclesiasts 12:7).
Es tambin regla interpretativa de la Biblia que no puede fundarse una doctrina sobre un
pasaje oscuro, cuando hay otros muchos, suficientemente claros, que afirman lo contrario. Una
doctrina tan importante como la supervivencia consciente del alma tras la muerte no puede
establecerse sobre un solo pasaje de dudosa interpretacin que parece contradecirla e ignorar,
en cambio, los muchos textos que hemos aducido para afirmarla.
Por lo dems, hay que tener en cuenta, para la recta comprensin del pasaje citado, que
en el Eclesiasts Salomn mira las cosas desde el punto de vista terreno. Aqu se ocupa de lo
que ocurre debajo del sol (1:3). Y para nosotros, en apariencia, no hay diferencia entre la muerte
del hombre y la muerte del animal. De no ser por la revelacin divina, el hombre se debatira
en la oscuridad. Slo quien ha comprendido los propsitos de Dios manifestados en Cristo al
canza a ver la diferencia entre la muerte del animal y la muerte del hombre.
Como filsofo, Salomn se muestra en este libro desencantado de la vida y describe las
vanidades terrenas con un lenguaje de realidades crudas. Debajo del sol todo es vanidad, la sa
bidura y los placeres son decepcionantes y de ellos no obtiene el hombre beneficios duraderos.
Las riquezas y la gloria son igualmente intiles, porque el hombre ha de morir, mirando de cielo
abajo, como mueren tambin los animales.
Pero esto no significa, de ninguna manera, que el destino del hombre ms all de la tumba
sea igual que el destino de los animales. Entre otras razones, porque, como dice Pablo, el cuerpo
del hombre es diferente al cuerpo del animal (1 Corintios 15:39). El destino del animal es la
tierra. El destino del hombre est ms all de la tierra. Lo dijo Cristo: Irn los incrdulos al tor
mento eterno y los justos a la vida eterna (Mateo 25:46).
Dejemos ya a los llamados Testigos de Jehov con sus pobres y psimas teoras y cerremos
este captulo, sin necesidad de acudir nuevamente a la Biblia, con aquellas palabras pronuncia
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das por el gran Flammarin ante la tumba de su amigo Marn: Seores, si esta tumba es el fin
ltimo de la existencia, y la ltima palabra de cuanto es, la creacin no tiene entonces sentido,
y el universo infinito, con sus soles y sus lunas, con todos sus seres y todas sus luces y todas sus
esperanzas, tendra menos sentido que la accin ms pequea del perro y de la hormiga.
Captulo VIII
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Infierno en llamas
A los Testigos de Jehov no les agrada el infierno. Es natural. Ni a ellos ni a nadie. Tampoco
a este escritor. Igualmente nos desagrada la muerte, pero nada podemos contra ella. Estamos
condenados a morir. Porque es bueno que sepamos que la muerte es una condenacin. Como
lo es tambin el infierno. En el plan general de Dios hay condenaciones temporales y hay con
denaciones eternas. Nos guste o no. Y el infierno, pese a nuestro desagrado, se describe en la
Biblia como una condenacin eterna.
Los Testigos niegan esto. Dicen: La doctrina del infierno ardiente donde los malos son
atormentados eternamente despus de su muerte no puede ser verdad por cuatro razones
principales: (1) Carece por completo de apoyo bblico; (2) Es irrazonable; (3) Es contraria al amor
de Dios, y (4) Es repugnante a la justicia.
As, por las buenas. Se podran haber ahorrado palabras, porque si es cierto que la doc
trina del infierno carece de apoyo bblico, no necesitamos ms argumentos para darle carpe
tazo en nuestra conciencia. Pero los Testigos no quieren ahorrar prrafos. Siguen. Ahora, el
sistema de siempre, el argumento del sentimentalismo, el recurso a los efectos humanos. Oi
gmoslos: Quin es responsable por esta doctrina de un infierno de tormentos la cual des
honra a Dios? El promulgador de esta doctrina es Satans mismo. Su propsito al introducirlo
ha sido asustar a la gente para que no estudie la Biblia y para que odie a Dios. El hombre im
perfecto ni siquiera atormenta a un perro rabioso, sino que lo mata. Sin embargo, el clero atri
buye a Dios, que es amor, el crimen malvado de atormentar a las criaturas humanas
simplemente porque tuvieron la desgracia de nacer pecadoras. (Las dos citas estn tomadas
del libro Sea Dios veraz, pgs. 9798). Toda la literatura de los Testigos abunda en parecidos
argumentos en contra del infierno.
El miedo que la gente tiene al infierno es debido, en gran medida, al concepto medieval
sobre esta doctrina. Las horripilantes figuras usadas por los telogos de aquellos siglos para
describir el infierno no slo llenaron de horror la mente y el alma de los individuos, sino que,
adems, fueron la causa de la sublevacin que hoy padecemos en contra del infierno. Los libros
religiosos de aquella poca hablan del infierno como de un lugar donde los cuerpos humanos
son pinchados con grandes tenedores por demonios monstruosos y echados en ollas de aceite
hirviendo. Describen a los condenados como horribles malhechores, criminales mezclados
con los demonios cuyo oficio es atormentarles. Aaden que uno de los ms fuertes tormentos
del infierno lo constituye el gusano roedor, cuyas mordeduras seran suficientes para matar
mil veces a los condenados si morir pudieran.
Este concepto enteramente material del infierno fue recogido por Dante, contemporneo
de Toms de Aquino, y explicado en su Divina Comedia con imgenes ms terrorficas an. En
el infierno de Dante, los condenados son obligados a correr tras una ensea, aguijoneados por
moscardones y avispas. Enormes llamas de azufre achicharran los cuerpos, mientras que otros
son descuartizados y degollados por Cerbero, monstruo de tres cabezas. Sangre hirviente, perros
hambrientos, bocanadas de fuego que caen del cielo y otros incontables pasajes de horror y
escenas luctuosas aparecen en el infierno de crculos superiores e inferiores del Dante.
Hasta hoy, los crculos tradicionales del Cristianismo han venido creyendo y enseando
esta explicacin del infierno. No es extrao, pues, que los pases cristianos sean ms antiinfer
nistas que otros, porque la mente humana no puede dejar de rebelarse contra la crueldad que
semejantes figuras representan. Y estas figuras son de exclusiva invencin humana, porque a
excepcin del gusano y del fuego, las dems son totalmente extraas a la Biblia.
Los Testigos de Jehov no son los nicos en oponerse al infierno. Doctrinalmente lo niegan
tambin otros grupos religiosos. En la prctica, forman legin el nmero de personas que, an
perteneciendo a una denominacin llamada cristiana, viven sin creer en el infierno, rechazando
con repugnancia esta doctrina de la Biblia.
EL CARCTER DE DIOS
No se puede comprender la doctrina cristiana del infierno si no se tiene en cuenta el ca
rcter de Dios. Decir que un Dios de amor no puede condenar eternamente a una criatura, no
es suficiente. Porque ese Dios de amor es tambin Dios de justicia.
Todo cuanto el mundo desee conocer acerca del amor de Dios est contenido en ese ver
sculo 16 del tercer captulo del Evangelio de Juan, llamado la Biblia en miniatura. Aqu se nos
declara la intensidad del amor de Dios: Porque de tal manera am Dios; el alcance de su amor:
Al mundo; la demostracin de su amor: Que ha dado a su Hijo Unignito; y el objeto final
del amor: Para que todo aquel que en l crea no se pierda, mas tenga vida eterna.
Este amor, de consecuencias eternas, adquiere valores superiores cuando nos damos
cuenta de que la iniciativa amorosa parti de l. Su amor hacia nosotros no fue la correspon
dencia divina hacia una actitud humana; fue un gesto gracioso e inmerecido con el cual Dios
quiso distinguirnos para ofrecernos la oportunidad de alcanzarle en su morada celestial. As lo
dice el apstol: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que l nos am a nosotros, y envi a su Hijo en propiciacin por nuestros pecados (1 Juan
4:7).
El amor es, pues, cualidad principal en el carcter de Dios. Es el atributo por excelencia
de la divinidad. Pero haciendo pareja con el amor est la justicia de Dios. Amor sin justicia sera
injusticia. Justicia sin amor sera crueldad. Son principios bsicos en todo carcter.
En la Biblia, Dios aparece como Juez Supremo, asistido de normas jurdicas serias: Todos
sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en l, es justo y recto (Deu
teronomio 32:4). Este atributo de Dios, cosa muy importante a tener en cuenta por quienes
niegan la condenacin eterna, no contradice en absoluto su carcter, antes al contrario, es una
exigencia de su propia naturaleza moralmente impecable. Leamos Gnesis 18:25, donde dice
Abraham, dirigindose a Dios: Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impo, y
que sea el justo tratado como el impo; nunca tal hagas. El juez de toda la tierra, no ha de hacer
lo que es justo?
Este sentido insobornable de rectitud, de justicia, sujeto a los imperativos de su naturaleza,
le llev a castigar a nuestros primeros padres en el Edn; castig a los patriarcas del Antiguo
Testamento con aflicciones temporales por causa de desobediencia; conden a Moiss a no pe
netrar en la tierra prometida; castig a los israelitas por el desierto haciendo que la tierra se
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abriera bajo Cor y su familia; hizo llover fuego sobre las ciudades pecadoras de Sodoma y Go
morra y castig a toda la humanidad pecadora con el diluvio, salvando nicamente a No y su
familia precisamente porque era justo.
Cuando se dice que Dios no puede condenar eternamente a una criatura porque ello ira
en contra de su carcter amoroso, no se debe olvidar que el Dios que entreg a Su Hijo en el
Calvario por nosotros y el Dios que hizo perecer a toda la Humanidad mediante el diluvio, es
un solo y mismo Dios. La Biblia dice que Dios es amor (1 Juan 4:8); cierto, pero tambin dice
que Dios es fuego consumidor (Hebreos 12:29).
Otra prueba de que el infierno no est en contradiccin con el amor de Dios lo tenemos
en el hecho de que ser el mismo Cristo el encargado de dictar sentencia. Y nadie nos ha dado
una mayor prueba de amor que el dulce Carpintero de Nazaret. Cristo, en el da del juicio, dir
a los que estarn a su izquierda: Apartaos de m, malditos, al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ngeles (Mateo 25:41).
EL LENGUAJE DE LA BIBLIA
Es interesante observar que quien ms habl acerca del infierno fue precisamente el Seor
Jesucristo, el carcter ms santo de toda la Biblia. En su estupendo libro LAu Del, el abogado
y telogo Ren Pache analiza veintids diferentes expresiones bblicas que describen el infierno.
No podemos transcribir aqu todo el lenguaje de la Biblia por la natural falta de espacio, pero
ofrecemos las citas y el lector interesado puede estudiarlas por s mismo.
Se habla del infierno como la hoguera encendida de Jehov (Isaas 30:33); las llamas
eternas (Isaas 33:14, Lucas 16:1921, 2 Tesalonicenses 1:78); el gusano que nunca muere
(Isaas 66:24, Marcos 9:48); el oprobio y la vergenza eterna (Daniel 12:2); el fuego que nunca
se apaga (Marcos 9:43, 48; Mateo 18:8 y 25:41; Hebreos 10:26, 27); la gehenna (Mateo 5:29
30 y 10:28); la perdicin (Mateo 6:13; Romanos 9:22; Filipenses 3:19); el horno de fuego
(Mateo 13:41, 42); el lugar del lloro y el crujir de dientes (Mateo 13: 50 y 22:13); el tormento
eterno (Mateo 25:46); las tinieblas (Mateo 22:13; 2 Pedro 2:417 y Judas 6 y 13; la ira ve
nidera (Lucas 3:7; Romanos 2:58 y 5:9); el lugar de exclusin (Lucas 13:2528); los tormen
tos (Lucas 16:2328 y Apocalipsis 14:11 y 20:10); la eterna perdicin (2 Tesalonicenses 1:9;
2 Pedro 3:7); el juicio eterno (Hebreos 5:11, 6:2); la condenacin (2 Pedro 2:3; Judas 4);
el castigo (Judas 7); la destruccin (Apocalipsis 11:18 y 2 Tesalonicenses 2:8); el fuego y
ANIQUILACIN
Como una consecuencia de la doctrina sobre la mortalidad del alma, los Testigos de Jehov
mantienen la de la aniquilacin o destruccin de los impos. Dicen que no hay castigo eterno,
que slo Dios es inmortal y que l concede esta inmortalidad nicamente a los que creen en Jess.
Al defender esta tesis, los Testigos se encuentran con todos los muertos incrdulos que se han ido
de esta tierra, sin saber qu hacer con ellos. De momento, al morir, los dejan en la tumba. Pero
como admiten la resurreccin no tienen ms remedio que darles un destino. Al cielo no pueden ir,
porque han muerto sin creer; al infierno tampoco, porque dicen que no existe. Qu hacer con
tantos millones de muertos? Resuelven el problema, o al menos pretenden resolverlo, diciendo
que sern aniquilados, que sern destruidos por Dios. Condenarlos a un infierno eterno dicen
sera hacerlos inmortales, y la inmortalidad est reservada para Dios y para los creyentes solamente.
Esta teora la basan en varios versculos de la Biblia, que explican a su manera, pero prin
cipalmente en el de Mateo 10:28, que dice: No temis a los que matan el cuerpo, mas el alma
no pueden matar. Temed antes a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Para entender correctamente este pasaje se ha de tener en cuenta que el verbo destruir,
en el original griego, significa tambin perder. El mismo verbo se aplica a las ovejas perdidas
de la casa de Israel (Mateo 10:6); a la oveja perdida, a la dracma perdida y al hijo perdido
(Lucas 15:6, 9, 24). Es claro que ni la oveja, ni la dracma, ni el hijo prdigo estaban destruidos.
La misma palabra se encuentra en Mateo 18:11, donde se dice que Jess vino a salvar lo que
se haba perdido. Lo destruido no precisa salvacin.
Es curioso comprobar cmo los Testigos, que tanto recurren al sentido del griego cuando
les conviene, dejan de hacerlo en este pasaje de santsima importancia, que puede leerse as:
Temed a Aquel que puede perder el alma y el cuerpo en el infierno.
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El doctor Pache, que ha estudiado bien esta cuestin (vase el libro Existe el Infierno?,
traducido por Juan Antonio Monroy), despus de analizar todos los pasajes bblicos que hablan
de destruccin, concluye: Faltos de textos bblicos, los partidarios de esta doctrina no se ha
llan de acuerdo sobre el momento del aniquilamiento; unos opinan que los pecadores dejan
de existir desde el mismo instante en que se produce la muerte. Esto es exactamente lo que
afirman los incrdulos: Comamos y bebamos que maana moriremos! Para los que as piensan,
la historia de Lzaro y el rico malo ha sido escrita en vano (Lucas 16:1931). Otros afirman que
el aniquilamiento de los pecadores se verificar en el da del Gran Juicio, cuando sean arrojados
en el lago de fuego y azufre. Pero ya hemos visto que no habr nada de eso. Por otro lado, sera
una tremenda injusticia que Can haya venido sufriendo durante miles de aos en el lugar de
los tormentos, en tanto que los rebeldes al final de los tiempos e incluso el diablo lo hagan
slo unos instantes para ser aniquilados seguidamente. Todava otros afirman que los pecadores
sern aniquilados ms tarde, despus de haber pasado en el lago de fuego y azufre un tiempo
proporcional a las faltas cometidas. Pero est bien claro que no hay texto bblico alguno que
hable de permanencia temporal en un infierno donde todo es eterno.
EL PECADO Y LA CULPA
No queremos proseguir en este captulo sin antes aclarar un malentendido de los Testi
gos. Dicen, en el pasaje que al principio citamos, que se atribuye a Dios el crimen malvado
de atormentar a las criaturas humanas simplemente porque tuvieron la desgracia de nacer
pecadoras.
Esto es doctrina humana, pero no bblica. Y los Testigos debieran distinguir. La Biblia dice
que el pecado de Adn es hereditario, que el nio nace con la inclinacin al mal, con la predis
posicin al pecado, pero no dice en lugar alguno que Dios condene a una criatura por la incli
nacin ni por la predisposicin. La responsabilidad del nio comienza cuando llega a la edad en
que es capaz de distinguir entre el bien y el mal. Antes de eso no es responsable ante Dios. Si
un nio muere sin haber alcanzado el estado de responsabilidad individual ante el Creador, no
va al infierno, sino directamente al cielo.
Cuando muri el nio que David tuvo con la mujer de Uras, el heteo, el Rey dijo: Yo voy
a l, mas l no vendr a m (2 Samuel 12:23). Y David no esperaba ir al infierno, sino al cielo,
como canta repetidamente en todos sus salmos.
El Seor Jess puso ms clara esta verdad, que los hombres han convertido en men
tiras. En una ocasin en que las madres traan a sus hijos para que los bendijera, viendo
Jess que los discpulos trataban de impedirlo, les dijo: Dejad los nios venir a m, y no lo
impidis; porque de los tales es el reino de los cielos (Lucas 18:16). Y an en otra ocasin
puso a un nio como ejemplo del nuevo nacimiento mediante el cual se entra al cielo, di
ciendo: Si no os volvierais y fuereis como nios, no entraris en el reino de los cielos
(Mateo 18:3).
Ya hemos dicho que Dios es amor y es tambin justicia. Sera injusto por su parte condenar
a una criatura por pecados que no ha cometido. El nio que muere sin haber pecado no va al
infierno; va al cielo, aunque los hombres digan cosas distintas, que los Testigos aprovechan y
esgrimen sin especificar.
EL VERDADERO TORMENTO
De las muchas y terribles imgenes que la Edad Media ha usado para ilustrar el tormento
del infierno, solamente encuentran apoyo en la Biblia el fuego, el gusano devorador, el lloro, el
crujir de dientes y el azufre. Todas las dems representaciones son concepciones un tanto gro
tescas de la mente humana.
Ahora bien, si estas imgenes son autnticas o simblicas, nada cambia la realidad de la
eterna condenacin del alma. Aunque en el infierno no haya fuego, ni azufre, ni gusanos devo
radores, ni crujir de dientes, una cosa es segura: all no estar Dios, y donde Dios no est, no
hace falta ms tormento. Ya es un infierno en s.
Pablo lo concibe as, como separacin de Dios. Hablando de los inicuos, dice que sern
castigados a eterna ruina, lejos de la faz del Seor y de la gloria de Su poder (2 Tesalonicenses
1:9, versin NcarColunga). Ya est. No hace falta ms infierno que ese vivir eternamente lejos
de la faz del Seor. Aunque en lugar de fuego el alma se baara en ros de leche, como el pa
raso de Mahoma.
La persona condenada no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3), ni tampoco ver la
vida (Juan 3:36). En esta situacin, est donde est, se hallar en un infierno aunque no sea
de fuego. Porque sabemos que ese infierno, contenga lo que contenga, debe ser algo espantoso.
La Biblia dice que Cristo vino a salvarnos de la condenacin. Y muy grave debe ser esa conde
nacin cuando Dios se encarn, sufri y muri para salvarnos. Una salvacin pagada a semejante
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precio debe ser algo grande. Como grande debe ser tambin la condenacin que concede al
alma humana un precio tan elevado. Es de lgica.
A p u nta n d o a la to r re | Ci e l os si n fronte ra s
Captulo IX
LA NUEVA TIERRA
Quien no haya ledo en plan de estudio, como ha tenido que hacer este autor, la enreve
sada literatura de los Testigos acerca de la nueva tierra, no sabe lo que es un autntico dolor de
cabeza. No es fcil, desde luego, poner orden entre las muchas citas, las ideas atropelladas y
las repeticiones y contradicciones en que incurren continuamente.
Haciendo un uso literal de Apocalipsis 21:1: Vi un cielo nuevo y una nueva tierra, por
que el primer cielo y la primera tierra se fueron, los Testigos coinciden que al final de todos
los tiempos quedarn dos estados eternos. La enseanza bblica dice que estos dos estados
eternos sern, respectivamente, el cielo y el infierno. Pero los Testigos afirman que no; como,
segn ellos, el infierno no existe, porque todos los malos sern aniquilados por Dios, teora
que ya analizamos y rechazamos en el captulo anterior, los dos estados eternos sern, pri
mero, el Cielo, desde donde reinar Cristo y 144.000 personas ms, y, segundo, la tierra,
donde habitarn para siempre todos los salvados, es decir, todos los que acepten las doctrinas
de los Testigos de Jehov. Estos vivirn abajo y sern felizmente gobernados por los de
arriba.
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Como al lector puede parecerle un poco extrao este cielo de dos pisos, copiamos uno
de los muchos textos de los Testigos al respecto. Esto nos evitar el que alguien nos acuse de
excesiva imaginacin. As dicen: Los nuevos cielos, de los cuales Dios hizo directamente una
promesa hace mucho tiempo en Isaas 65:17; 66:22, sern los nuevos poderes gobernantes ce
lestiales, a saber, el glorificado Seor Jesucristo y su Novia, sus 144.000 discpulos fieles, todos
stos reemplazando a Satans el Diablo y sus ngeles demonacos, quienes son los gobernantes
mundiales de esta oscuridad, las inicuas fuerzas espirituales en los lugares celestiales de este
tiempo actual (Efesios 6:1112). Correspondientemente, la nueva tierra no significar un
nuevo globo terrestre en el cual vivir para siempre. Significar toda la humanidad salva que viva
como una sociedad justa en un nuevo sistema de cosas bajo los nuevos cielos y todava vi
viendo en este mismo globo terrestre (Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta, pgs.
378379).
En otras obras (Asegrense de todas las cosas, pg. 367, y Sea Dios veraz, pgs. 257267)
nos dicen que las condiciones de vida en esta nueva tierra sern enteramente paradisacas.
Aqu habr un mundo sin la muerte adnica, sin enfermedad, tristeza, lgrimas o confusin re
ligiosa. Ser un mundo seguro, que adorar a Jehov y estar lleno de amor y gozo y de toda
cosa deseable. Permanecer, no por mil aos, ni por un milln de aos, ni siquiera por mil mi
llones de aos, sino para siempre.
Todo esto ocurrir, segn los Testigos, aqu mismo, en la tierra; y no por un perodo de
mil aos, como afirman los mileniaristas, sino para siempre, perpetuamente, eternamente.
Ser, segn ellos, un estado ideal independiente del cielo. Esto lo enfatizan. Cuando comentan
sobre la nube de testigos de Hebreos 11, machacan: El ser fieles hasta la muerte gan para
ellos la promesa de una resurreccin mejor, un levantamiento a la vida, no en el cielo, sino
sobre la tierra bajo un gobierno divino bajo el cual ellos nunca tendrn que volver a morir, sino
que podrn alcanzar la perfeccin humana.
Los Testigos de Jehov corren mucho en sus especulaciones profticas, que constituyen
el nervio central de su mensaje.
La nueva tierra se describe en cuatro pasajes principales de la Biblia: Isaas 65:17, 66:22;
2 Pedro 3:13, y Apocalipsis 21:1. Pero estas escrituras no les autorizan a dogmatizar, con la se
guridad y contundencia con que ellos lo hacen, sobre el establecimiento literal de una tierra
nueva en este mismo globo terrestre, como ellos dicen, separada del estado eterno del cielo.
Tropiezan con dos grandes obstculos. El primero es el que les opone la enseanza general de
Ap u nta n d o a la to r re | Ci e l os si n fronte ra s
la Biblia, y el segundo el que ellos mismos se crean al interpretar literalmente los pasajes y fi
guras de la Biblia que as les conviene.
Un autor catlico, el jesuita Ricardo Franco, que es doctor en Teologa en la Facultad Teo
lgica de Granada, explica as el pasaje de 2 Pedro: Esta destruccin por el fuego es equivalente
a la del diluvio, que es la primera destruccin del mundo y una vuelta al caos primitivo, con la
confusin de las aguas superiores e inferiores. Este lenguaje apocalptico no debe tomarse al pie
de la letra. Mucho menos intentar un concordismo con los datos cientficos. Su mensaje funda
mental es el de la simpata de la naturaleza inanimada con la historia de la salvacin, que traer
a ella tambin, no la destruccin, sino la liberacin de la corrupcin (Romanos 8:1922).
En cuanto al pasaje de Apocalipsis 21:1, dos autores protestantes de significativa talla es
piritual e intelectual, Luis Bonnet y Alfredo Schroeder, francs el primero y alemn el segundo,
dicen: Un cielo nuevo y una tierra nueva, Dios los haba prometido ya por los profetas (Isaas
65:17; 66:22). Su aparicin cumple la esperanza de los creyentes (2 de Pedro 3:13); responde
al suspiro de la creacin entera (Romanos 8:1922). El vidente puede contemplar esta gloriosa
renovacin del universo, pues el primer cielo y la primera tierra han desaparecido (Apocalipsis
20:11). Esta descripcin de la felicidad celestial y eterna es el coronamiento del Apocalipsis. Al
gunos intrpretes han visto en ella, sin razn, la pintura de un estado intermedio que formara
parte todava del reinado de mil aos (Apocalipsis 20:110). Pero es necesario reconocer que
aqu, como en todas partes, la vida eterna es representada por figuras, indispensables para
poner a nuestro alcance cosas inefables (2 Corintios 12:4). Al interpretar estas figuras hay que
cuidarse de dos errores: figurarse que todos estos signos materiales se realizarn exactamente
o no ver en ello ms que ideas desprovistas de toda realidad. El hombre resucitado (Apocalipsis
20:1213) ser un espritu puro (1 Corintios 15:35 ss.). Ahora bien, el mundo en que vivir de
ber estar en armona con esta constitucin de su ser. A estas exigencias responden las ltimas
descripciones del Apocalipsis, que unen la ms elevada espiritualidad a un sano realismo.
Los tres autores citados, uno catlico y dos protestantes, todos ellos verdaderas autori
dades en la Biblia, concuerdan en lo delicado que resulta hacer un uso literal de las imgenes
empleadas para describir los nuevos cielos y la nueva tierra. En torno a las palabras de los dos
apstoles, Pedro y Juan, se ha especulado tanto que hay volmenes enteros dedicados a explicar
lo que ellos ni siquiera pensaron.
Para nosotros, las palabras nuevos cielos y nueva tierra no tratan de explicarnos por
ciones materiales del universo; son, simplemente, una descripcin del lugar donde habitarn
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eternamente todos los redimidos por Cristo. El cielo y la tierra actuales sirven de figuras que
nos ayudan a comprender mejor la gloria y la grandeza de ese otro cielo donde no entrar nin
guna cosa sucia, o que hace abominacin y mentira, sino solamente los que estn escritos en
el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21:27) y del que seguiremos hablando en este ca
ptulo: El cielo como lugar final de todos los redimidos por Cristo. Si ese cielo ha de estar arriba,
abajo, ms abajo o ms arriba, no importa ni tampoco nos interesa. Basta con saber que ser
la mansin eterna donde habitar la gran familia de Dios. Y para siempre.
A p u nta n d o a la to r re | Ci e l os si n fronte ra s
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Ap u nta n d o a la to r re | Ci e l os si n fronte ra s
a la Biblia, diramos que, despus de todo, el sistema no puede ser ms gracioso. Al menos est
ideado con ingenio.
El cielo de los Testigos tiene solamente 144.000 plazas.
El cielo de la Biblia est preparado para albergar a una multitud tan numerosa como las
estrellas del cielo y como la arena innumerable que est a la orilla del mar (Hebreos 11:12).
El cielo de la Biblia no tiene fronteras. Es la patria celestial (Hebreos 11:16) de todos los
redimidos por Cristo. Estos redimidos proceden de todo linaje y lengua y pueblo y nacin
(Apocalipsis 5:9). En lugar de 144.000, la Biblia dice que todas las naciones vendrn y adorarn
delante de ti (Apocalipsis 15:1). Semejante adoracin no tendr lugar en la nueva tierra, sino
en el cielo. En la Jerusaln celestial iluminada por la claridad de Dios y por la luz de Jesucristo
(Apocalipsis 21:23). All, las naciones que hubieren sido salvas andarn a la lumbre de ella
(Apocalipsis 21:24).
Es un cielo sin discriminacin, llamado tambin casa del Padre: En la casa de mi Padre
muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para voso
tros. Y si me fuere y os aparejara lugar, vendr otra vez, y os tomar a m mismo; para que
donde yo estoy, vosotros tambin estis (Juan 14:23).
Cristo no est en la tierra. Est en el cielo y con l quera llevar no nicamente a los apstoles,
sino tambin a los miles y millones que creeran en l por la palabra y el testimonio escrito de stos.
En este cielo de gloria los creyentes en Cristo vivirn en la plenitud del conocimiento (1
Corintios 13:12). No tendrn tiempo de aburrirse, porque all servirn da y noche (Apocalipsis
7:15 y 22:3); ser un servicio descansado, valga la paradoja (Apocalipsis 14:13 y 21:4).
ste ser el paraso prometido por Cristo al ladrn de la Cruz (Lucas 23:43). El paraso hacia
el cual fue arrebatado en visiones y en revelaciones del Seor el apstol Pablo (2 Corintios
12:14). El nuevo paraso donde ya no ser peligroso comer del rbol de la vida, porque Dios mismo
incitar a ello (Apocalipsis 2:7). All, Dios ser todas las cosas en todos (1 Corintios 15:28).
Esta ser, como dice Erich Sauer, la nueva creacin, donde Dios mismo, el Rey de los si
glos, sacar de su plenitud infinita ms y ms siglos de siglos (1 Timoteo 1:17; Apocalipsis 22:5;
Efesios 2:7), y en jubileos celestiales todas sus criaturas redimidas le alabarn en perfeccin,
resonando eternamente a travs de las esferas y mundos de la nueva creacin este cntico
triunfal: Al que est sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendicin, y la honra, y la gloria,
y el poder, para siempre jams (Apocalipsis 15:13).
4723
Captulo X
Epidemia de resurrecciones
Los errores no han sido introducidos en el Cristianismo como consecuencia de la lectura
de la Biblia, sino por la especulacin afanosa y amaada de la Palabra de Dios. Cuando uno lee
la Biblia sencillamente, llanamente, sin ideas preconcebidas, dejndose llevar por el mensaje
divino, ni hay confusin intelectual, ni hay extravo espiritual, ni hay contradiccin doctrinal.
Pero, en cambio, cuando uno fija en su mente una determinada idea y luego acude a la Biblia
buscando confirmacin a lo que de antemano ha pensado, el lo que se arma es fenomenal.
Esto les ocurre a los Testigos cuando escriben sobre la resurreccin de Cristo y la resurreccin
de los muertos.
LA RESURRECCIN DE CRISTO
Los Testigos de Jehov imaginaron que la resurreccin del Seor no fue corporal, sino ex
clusivamente espiritual, y una vez decidido esto acudieron a la Biblia en busca de argumentos
en que apoyar sus ideas. Y los encontraron, naturalmente. Tienen un arte especial para hacer
hablar las Escrituras. Un versculo de aqu, otro de all, unas palabras menos a ste, otras ms
a aqul, y se han fabricado una doctrina compuesta de remiendos bblicos. A primera vista im
presiona, y al lector poco ducho en las Escrituras convence, pero no resiste un anlisis sereno
y argumentado.
Vamos a escucharles: Al tercer da de yacer Jess muerto en el sepulcro, su Padre inmortal
Jehov lo levant de los muertos, no como Hijo humano, sino como un poderoso e inmortal
Hijo espiritual con todo poder en el cielo y en la tierra bajo el Dios Altsimo... Por cuarenta das
despus de eso l se materializ, as como ngeles lo haban hecho antes de l, para presentarse
vivo ante sus discpulos como testigos (Sea Dios Veraz, pg. 38).
4733
Si los Testigos acabaran aqu sus declaraciones sobre la resurreccin del Seor no habra
nada que objetarles, porque, despus de todo, no dicen ms que lo sabido, que el cuerpo re
sucitado de Jess era espiritual, distinto al que llev durante treinta y tres aos. Pero conviene
no olvidar la aparicin de Jess a Toms y el desafo a que tocara su cuerpo fsico. El cuerpo de
la resurreccin, si bien era diferente, libre de la sujecin a lo material, era, al mismo tiempo,
real, de carne y hueso, aunque no de sangre.
Pero los Testigos no terminan ah sus febriles investigaciones. Quieren saber y quieren ex
plicar lo que fue del cuerpo enterrado en el sepulcro cedido por Jos de Arimatea. Poco perde
remos con seguir escuchando sus explicaciones. Russell, el fundador del movimiento, dice: El
cuerpo de nuestro Seor, sin embargo, fue quitado sobrenaturalmente de la tumba... No sabe
mos nada de lo que pas con l, excepto que no se descompuso (Hechos 2:2731). Si fue disuelto
en gases o si todava se halla preservado en algn sitio como el gran recuerdo del amor de Dios,
de la obediencia de Cristo y de nuestra redencin, nadie sabe; ni es necesario tal conocimiento
(Estudios de las Escrituras, tomo II, pgs. 129130).
La opinin de Russell es modesta. Adelanta tmidamente unas ideas que su sucesor, Ru
therford convierte ya en teoras concretas. Russell se qued en un me parece, pero Rutherford
lleg hasta el as fue vanidoso. Dice Rutherford, ahondando en el mismo tema: El cuerpo
humano del Seor, en que fue crucificado, fue removido de la tumba por el poder de Dios. Si
hubiera permanecido all hubiera sido un obstculo en lo que atae a la fe de sus discpulos,
los cuales no estaban instruidos en cosas espirituales. Ellos no recibieron esa instruccin sino
hasta cuando les fue dado el Espritu Santo en Pentecosts. De lo que pas a ese cuerpo las Es
crituras slo revelan que no vera corrupcin (Hechos 2:2731). Podemos, pues, nicamente
imaginarnos que el Seor lo ha preservado en alguna parte para exhibirlo al mundo durante la
Edad Milenaria... (El arpa de Dios. pgs. 169170, citado por Nelson).
En el mismo libro (pgs. 168169) Rutherford explica as el cuerpo de la resurreccin: La
nica respuesta que cabe es que siendo ya un ser divino poda crear un cuerpo y un vestido
para presentarse en cualquier tiempo u ocasin, segn lo deseara. Tena la facultad de crear un
cuerpo de carne, aparecer en l y luego disolverlo en cualquier momento, y sin duda esto fue
lo que hizo cuando apareci a sus discpulos, esa ocasin en que se encontraban a puerta ce
rrada: cre el cuerpo en su presencia y lo disolvi al desaparecerse.
Wilton M. Nelson, que ha escrito sobre los Testigos desde su ctedra espiritual en Costa
Rica, se enfada contra Rutherford por estas afirmaciones y exclama: He aqu una combinacin
asombrosa de orgullo, disparates y blasfemias!... Imagnese una cosa tan repugnante: que Dios
haya momificado el cuerpo de Jess, y que en la Edad Milenaria lo ponga en exhibicin, de la
misma manera que los comunistas rusos exhiben el cadver de Lenin y que los museos ofrecen
a la vista del pblico las momias de los faraones egipcios de antao!
Es para enfadarse, desde luego; pero ms vale tomarlo con calma. Los lderes religiosos
judos pidieron a Pilato que asegurara bien el sepulcro, por si acaso a los discpulos del Seor
se les ocurra robar el cuerpo y decir luego que haba resucitado (Mateo 27:6264). Ms tarde
lleg Mahoma y escribi que Jess, en realidad, no muri. No lo mataron y no lo crucificaron,
sino que as les pareci (El Corn, captulo IV, vrs. 156). La tradicin mahometana dice que
Dios, para engaar a los judos, cambi el cuerpo que estaba en la Cruz, llevndose a Cristo y
colocando en su lugar a otro que se le pareca completamente. Fantstico, desde luego; pero
igualmente fantstica resulta la posicin de Russell y de Rutherford cuando afirman que Dios
escondi el cuerpo del Seor para evitar problemas de fe a los discpulos. Ms que fantstico,
esto nos parece infantil. Y, por supuesto, radicalmente antibblico.
La Biblia ensea, efectivamente, por medio de una cuidada seleccin de pasajes, que el
cuerpo de Jess resucitado sufri una transformacin. Era un cuerpo espiritual, glorificado; pero
al mismo tiempo tangible. Rendle Short, profesor de ciruga y cristiano de conviccin, ya falle
cido, dice en su libro La Biblia y las investigaciones modernas (pg. 168) que el cuerpo resucitado
del Seor no era puramente natural ni puramente espiritual; llevaba las marcas de su muerte;
pudo ser tocado y sentido; prepar alimentos y particip de ellos. Por otra parte, no fue siempre
reconocido; apareca y desapareca, pas por puertas cerradas y, finalmente, ascendi en forma
visible de la tierra al cielo.
Tan corporal fue su resurreccin, que en el cielo contina con su ttulo de Hijo del hom
bre, distintivo de su humanidad. Juan, en su visin de Patmos, dice que en el cielo vio a Jess
semejante al Hijo del hombre, y a continuacin habla de su cabeza, sus cabellos, sus ojos, sus
pies, su voz, sus manos, su boca y su rostro. Y agrega que todo ojo le ver (Apocalipsis 1:13
16 y 1:7).
Que este cuerpo sea distinto al que naci en Beln, conformes. Pero conformes tambin
en que el cuerpo de Beln, el que fue bautizado por Juan en el Jordn, ni permanece en el se
pulcro ni en otro lugar alguno de esta tierra, digan lo que digan los Testigos. La tumba vaca es
el gran triunfo del Cristianismo. La victoria de Jess sobre la muerte.
4743
PRIMERA RESURRECCIN
Estos Testigos quieren volver al mundo loco con sus especulaciones bblicas. Por si fuera
poca la confusin que engendran cuando dogmatizan sobre la resurreccin de Cristo, la aumen
tan todava ms al escribir sobre la resurreccin general de los muertos. La Biblia dice que habr
dos tipos de resurrecciones, as de justos como de injustos (Hechos 24:15). Los que duermen
en el polvo de la tierra sern despertados, unos para vida eterna y otros para vergenza y con
fusin perpetua (Daniel 12:2). Cristo corrobor con su autoridad la profeca de Daniel: Vendr
hora dijo cuando todos los que estn en los sepulcros oirn su voz; y los que hicieron bien
saldrn a resurreccin de vida; mas los que hicieron mal, a resurreccin de condenacin (Juan
5:2829).
Estos textos son clarsimos, pero los Testigos son maestros en el arte de complicar las
cosas. Dicen que habr tres resurrecciones de muertos: una, pequea, que ya ha tenido lugar,
segn ellos, compuesta por 144.000 elegidos; otra, que la llaman terrenal, en la que tomarn
parte los profetas y patriarcas del Antiguo Testamento, y, por fin, una tercera con todos los
dems muertos, que disfrutarn de una segunda oportunidad.
Argumentemos sus afirmaciones para mayor conocimiento del lector y para dejar ntegra
nuestra responsabilidad de escritor.
Respecto a la primera de las tres resurrecciones, dicen: Pablo expres a los cristianos
asociados con l la esperanza que tena de ser levantado de la muerte a la vida en el cielo: Es
tando ciertos que el que levant al Seor Jess, a nosotros tambin nos levantar por Jess y
nos pondr con vosotros (2 Corintios 4:14). Esta resurreccin es la primera en cuanto a tiempo
o importancia (el subrayado es nuestro). Bienaventurado y santo el que tiene parte en la pri
mera resurreccin (Apocalipsis 20:6). Las escrituras tambin indican que el nmero de los que
participan de esta resurreccin primera no es un nmero grande, sino que es una manada pe
quea, y est limitado al Seor Jess y los 144.000 miembros del cuerpo de Cristo (Lucas 12:32;
Apocalipsis 7:4; 14:13).
Este grupo de elegidos, segn los Testigos, ya ha resucitado! Cundo? Pues ahora, en
1972, hace exactamente cincuenta y cuatro aos, de acuerdo a los datos de ellos. Oigmosles:
Aunque todos ellos fueron recibidos en el pacto para el Reino o congregacin celestial, no fue
ron llevados inmediatamente al cielo cuando murieron y unidos a la cabeza de la Congregacin.
Durmieron en el sepulcro hasta la primera resurreccin, que aconteci a la venida de Cristo
Jess al templo de Jehov en 1918, tiempo en que fueron llevados a la gloria con su cabeza
(otra vez volvemos a subrayar nosotros).
El ao 1918 fue el de la terminacin de la primera guerra mundial. Europa estaba en ruinas
y el mundo lloraba sangre. Las comunicaciones no eran lo que son hoy, pero estaban bastante
desarrolladas. Si en algn lugar del mundo o en distintos lugares al mismo tiempo se hubiera
producido una resurreccin de 144.000 personas, las naciones se hubieran conmovido. Pero
nada ocurri. Nadie supo nada. Para explicar esta anomala, los Testigos dicen que la resurrec
cin fue espiritual. Escuchmosles de nuevo: Los cristianos muertos que estaban durmiendo
en sus sepulcros fueron levantados con cuerpos espirituales para juntarse con l en el templo
espiritual (los tres ltimos pasajes citados de los Testigos pertenecen al libro Sea Dios Veraz,
pgs. 272, 128, 198).
Antes de pasar a ocuparnos de la segunda resurreccin anotemos las contradicciones que
observamos en esta primera.
1. Cuestin de fechas
Dicen que la primera resurreccin tuvo lugar en 1918. No hay un solo versculo de la Biblia
en que puedan apoyar semejante desvaro. Esto lo analizaremos con ms detenimiento cuando
tratemos de la segunda venida de Cristo.
2. El nmero
Dicen que los resucitados fueron exactamente 144.000. Se refieren al grupo especial
de los elegidos que irn al cielo. El resto de los salvados, segn los Testigos, quedar vi
viendo en una especie de paraso terrenal, del cual nos ocupamos en el captulo anterior.
Esto est en absoluta contradiccin con las enseanzas del Antiguo Testamento, de Jesu
cristo y de los Apstoles. En la resurreccin de los justos tendrn parte todos los que hayan
credo. Hay tal cantidad de textos en apoyo de esta verdad que resulta imposible ni siquiera
mencionar las citas. Bastan algunas declaraciones del mismo Seor: Yo soy la resurreccin
y la vida: el que cree en m, aunque est muerto vivir... Y sta es la voluntad del que me
ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en l, tenga vida eterna; y yo le resucitar
en el da postrero... El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resu
4753
citar en el da postrero... Vendr hora cuando todos los que estn en los sepulcros oirn
su voz, y los que hicieron bien, saldrn a resurreccin de vida... (Juan 11:25; 6:40; 6:54;
5:2829).
Segn estos versculos, que podramos haber multiplicado, en la resurreccin de los justos
tomarn parte todos los que hayan credo en Cristo; todos los que hayan alcanzado la vida
eterna; todos los que aadidos a la Iglesia de Cristo participen de los elementos del pan y del
vino; es decir, todos los que por amor a Cristo hicieron bien a sus semejantes. Estos todos for
man la multitud de millones de millones de Apocalipsis 5:11 y no los 144.000 tan torpemente
sealados por los Testigos de Jehov.
3. La naturaleza del Cuerpo
Los Testigos afirman que la resurreccin de los supuestos 144.000 tuvo lugar en 1918 y
que el mundo no se enter de ella porque fue una resurreccin puramente espiritual. Es otro
error, porque el cuerpo de la resurreccin no ser solamente espiritual, como quieren los Tes
tigos. Voy a reproducir aqu, para conocimiento del lector, unas estupendas consideraciones de
Erich Sauer a este respecto. Estn tomadas de su libro El triunfo del Crucificado. Sauer nos habla
no solamente del cuerpo resucitado del creyente, sino que adems abunda en la realidad del
cuerpo real de Cristo, tema del que ya hemos tratado.
Es, pues, falsa la enseanza de que el Resucitado no tena un cuerpo real, sino solamente
el poder de hacerse visible por medio de un cuerpo, utilizando tal cuerpo nicamente con el
fin de manifestarse a los hombres, abandonndolo despus de sus apariciones. Tal teora con
tradice abiertamente el pasaje que hemos visto en Lucas 24:39, en el que el Seor declara que
no era slo espritu. Segn la errnea opinin que examinamos, habra sido normalmente es
pritu sin carne y hueso, en cuyo caso habra engaado a sus discpulos al decir: Un espritu no
tiene carne y hueso como veis que yo tengo. Y debiera haber dicho en tal caso: Un espritu no
puede asumir carne y hueso.
El Resucitado es la norma y prototipo de los santos que se hallarn perfeccionados delante
del trono celestial, y nuestro cuerpo de resurreccin se conformar a su cuerpo de gloria (1
Juan 3:2; Romanos 8:29; Filipenses 3:21; 1 Corintios 15:49). En su Cuerpo, por lo tanto, perci
bimos ciertas caractersticas bsicas que correspondern a nuestro cuerpo futuro, y si el suyo
consiste de materia glorificada como fundamento, el nuestro ser igual.
En 1 Corintios 15:50 leemos que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios;
pero eso no contradice lo que venimos exponiendo, porque el contexto aclara que se refiere a
carne y sangre sin transformar y sin glorificar. Hemos de interpretar 1 Corintios 15:44 de igual
manera. Es muy cierto que el cuerpo de resurreccin se llama espiritual; pero eso no significa
que es slo espritu sin materia alguna. Es preciso examinar los trminos soma pneumatikon
(cuerpo espiritual) y soma psichikon (traducido por cuerpo natural o animal). Los adjetivos in
dican la base de la naturaleza del cuerpo. En el cuerpo espiritual el espritu dominar de la
forma en que domina el alma en el cuerpo actual, pues psichikon indica aquello que se relaciona
con el alma. No quiere decir, pues, que el cuerpo espiritual consiste solamente de espritu, como
tampoco es verdad que nuestro ser actual consiste tan slo de alma. El cambio del cuerpo actual
(relacionado con el alma) en el cuerpo espiritual de la resurreccin no significa el desnudarse
de vestidura externa, sino que se habla precisamente de todo lo contrario: Anhelando reves
tirnos de nuestra morada celestial... Porque es menester que esto corruptible se vista de in
corruptibilidad, y esto mortal se vista de inmortalidad (2 Corintios 5:24; 1 Corintios
15:5354). La naturaleza y el modo de este cambio no admiten explicaciones, siendo un misterio
como tambin lo es la constitucin de la materia celestial del nuevo cuerpo que se revelar
solamente en la eternidad.
4. Las citas bblicas de los Testigos no dicen nada
En el primer pasaje reproducido en este apartado del libro Sea Dios Veraz, los Testigos
citan Lucas 12:32, Apocalipsis 7:4 y 14:3 para probar que sern 144.000 los que tomarn parte
en esta resurreccin especial. No transcriben los versculos, simplemente sealan las refe
rencias. Pero esas citas, como el lector puede comprobar, no dicen nada acerca de la resurrec
cin que ellos pretenden. Como en tantos otros lugares, las citas estn ah slo para
impresionar.
SEGUNDA RESURRECCIN
Como ya hemos visto, los Testigos dividen la resurreccin de los justos en dos partes. La
primera, compuesta de 144.000 exclusivamente, ya ha resucitado de forma espiritual y se en
cuentra en el cielo. La segunda, agregan, tendr lugar cuando se haya inaugurado en la tierra
4763
ese hipottico reino terrenal, que ya hemos discutido. Vamos a orles nuevamente: Puesto que
las Escrituras dicen claramente que, adems de Jesucristo, los 144.000 son los nicos que tienen
parte en la resurreccin celestial (permtasenos aqu un parntesis por nuestra cuenta para ad
vertir que la Escritura, como ya hemos probado, no dice eso ni claramente ni tampoco velada
mente), no arguye esto que nadie ms saldr de la tumba? No; porque habr una resurreccin
terrenal. La mayor parte de la humanidad encontrar la vida aqu en la tierra entre condiciones
paradisacas... Estn incluidas tales personas como Abraham, David, Daniel y otros... Tambin
se incluira a los de la clase de las otras ovejas que mueran ahora antes de la guerra del Arma
gedn reteniendo su devocin a Dios y a su reino (Sea Dios Veraz, pg. 275).
Los Testigos de Jehov, porque s, porque ellos quieren, porque les parece as, adoptan
ante la resurreccin de los justos dos actitudes a cual ms arbitrarias: la primera es la de resu
citar a unos, por las buenas, en 1918, y la otra en mandar a 144.000 al cielo y dejar a los dems
salvados en la tierra, en lo que ellos llaman el paraso terrenal.
Entre stos, dicen, figurarn todos los patriarcas, profetas y justos en general del Antiguo
Testamento. Por los ejemplos que tenemos de Samuel, Moiss, Abraham y Elas sabemos que
estos justos estn en el cielo, junto a Dios. De manera que, segn los Testigos, cuando resuciten
de entre los muertos no volvern al lugar que ahora ocupan, sino que se quedarn en la tierra
paradisaca. Es decir, habrn perdido en lugar de ganar con la resurreccin. Qu absurdo resulta
todo esto!
La verdadera enseanza de la Biblia es que los salvados resucitarn todos juntos al
mismo tiempo. Los salvados que vivan an sobre la tierra cuando se produzca la resurreccin
de los muertos sern transformados sin pasar por la muerte. Y todos, unos y otros, sern
arrebatados para recibir al Seor en su segunda venida y vivir siempre en el cielo con el Padre.
El apstol Pablo es clarsimo en la exposicin de esta doctrina. Dice: Por lo cual os decimos
esto en palabra del Seor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida
del Seor, no seremos delanteros a los que durmieron. Porque el mismo Seor, con aclama
cin, con voz de arcngel, y con trompeta de Dios, descender del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarn primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente
con ellos, seremos arrebatados en las nubes a recibir al Seor en el aire, y as estaremos siem
pre con el Seor. Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras (1 Tesalonicen
ses 4:1518).
TERCERA RESURRECCIN
En la tercera de sus resurrecciones los Testigos de Jehov incluyen a todos los que han
muerto sin conversin; es decir, a los injustos. El error que ms abulta en esta resurreccin y,
por lo tanto, el que ms nos interesa tratar aqu es el de una supuesta segunda oportunidad
para los condenados. Dicen: La resurreccin de los injustos que han practicado cosas viles sin
duda acontecer cuando el paraso cubra la tierra y pueda sostener a todos los miles de millones
de personas de la humanidad en general, que sern levantados a una oportunidad de alcanzar
la vida en el nuevo mundo (Nuevos cielos y una nueva tierra, pg. 351). Todos deben ser tra
dos para que se les d el conocimiento de la verdad, para que puedan ser puestos a prueba y
tengan oportunidad de aceptar la verdad de que Jesucristo es el redentor del hombre. El pro
psito de la prueba ser ofrecer a todos y a cada uno la oportunidad de ser reconciliado con
Dios y vivir (citado por E.C. Routh, Quines son?, pg. 46).
Un solo versculo de la Biblia desbarata esta pobre teora humana, que tampoco es exclu
siva de los Testigos: Hebreos 9:27: Est establecido a los hombres que mueran una vez, y des
pus el juicio.
Lucas 16:1931 nos presenta el caso de un condenado para el que no hubo segunda opor
tunidad. Es ms, aunque pidi a Abraham que le aliviara del tormento, su oracin no fue con
testada. Y tampoco fue complacido cuando rog que, por lo menos, se notificara a sus hermanos
sobre la existencia de un lugar de castigo. No hay un solo versculo en toda la Biblia que hable
de una segunda oportunidad para el alma que muere sin salvacin.
El cielo es eterno y el infierno es tambin eterno. La salvacin es para siempre y para siem
pre es tambin la condenacin. El mismo Seor Jess dijo que el que blasfemara contra el Es
pritu Santo no tiene perdn jams, sino que queda sujeto a eterna condenacin. Al que
hablare contra el Espritu Santo no le ser perdonado, ni en este siglo ni en el venidero (Marcos
3:29; Mateo 12:32, versin moderna).
La blasfemia o el pecado contra el Espritu Santo es la incredulidad, porque l vino preci
samente para convencer de pecado al mundo (Juan 16:711). Cristo dijo claramente que el que
no cree ya es condenado (Juan 3:18). Y esta condenacin es eterna, aunque los Testigos ven
gan ahora tergiversando las Escrituras y hablando de una segunda oportunidad.
Dice Pablo que los injustos sern castigados de eterna perdicin por la presencia del
Seor y por la gloria de su potencia (2 Tesalonicenses 1:9). Vase tambin, entre otros muchos
4773
textos, Hebreos 6:2; Judas 6, 7, 13; Apocalipsis 14:11; 19:3; 20:10; Mateo 25:4146; Marcos
9:43; Daniel 12:2; Isaas 3:14; 66:24; Mateo 18:8; Marcos 3:29, etc. Casi cien veces aparece en
la Biblia la palabra eterno aplicada a la condenacin en el ms all. La teora de una segunda
oportunidad contradice enteramente el mensaje general de la Biblia.
Por ltimo, al pecador se le invita al arrepentimiento hoy, cuando el Espritu Santo habla
y el hombre puede or su voz (Hebreos 3:7, 8). En el ms all, en lugar de segunda oportunidad,
como dicen los Testigos, habr condenacin sin remedio. He aqu, como broche de este captulo,
unas palabras de Cristo que son, al mismo tiempo que una gran leccin, un reto, un ruego y
una aclaracin importante: El que se avergonzare de m y de mis palabras en esta generacin
adltera y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzar tambin de l cuando venga en la gloria
de su Padre con los santos ngeles (Marcos 8:38).
Captulo XI
4783
que por entonces vivan y arrebatamiento de unos y otros para recibir al Seor en el aire, y as
estaremos siempre con el Seor.
Pero los Testigos de Jehov tienen la endiablada costumbre de complicar las cosas con
su torcimiento de los pasajes bblicos, tomando versculos de un lado y de otro, ideas y decla
raciones sueltas y pensamientos fuera de su contexto. De esta forma ni ellos se entienden, pues
se contradicen continuamente, ni hay quien los entienda, por mucho amor intelectual que uno
ponga en el estudio de su literatura.
Este tema de la segunda venida de Cristo, tan sencillo y fcil de comprender, lo complican
hasta extremos de locura. Esto lo veremos en el transcurso del presente captulo, en el cual re
petiremos datos ya expuestos en la primera parte de este libro.
FECHAS A GRANEL
Si los Testigos se sacan de la manga una autntica epidemia de resurrecciones, tampoco
se quedan cortos en sealar fechas a la segunda venida de Cristo.
El fundador del movimiento, Charles Taze Russell, era un apasionado del estudio de las
profecas. Por el primer captulo de este libro conocemos su relacin con el Adventismo. El fun
dador de esta denominacin, William Miller, haba profetizado que Cristo vendra por segunda
vez en 1843; como este ao pas sin que nada ocurriera, seal otra fecha: 1844. Transcurri
este otro ao y nada notable ocurri. Pero entonces los adventistas empezaron a decir que su
fundador y profeta no se haba equivocado, que aunque Cristo no vino ese ao a la tierra, pas
de un lugar a otro en el cielo, del lugar santo al lugar santsimo.
He aqu cmo lo explica la seora Elena G. Mite: El asunto del santuario fue la llave
que aclar el misterio del desengao de 1844... Tanto la profeca de Daniel 8:14: Hasta dos
mil y trescientas tardes y maanas, entonces ser purificado el santuario, como el mensaje
del primer ngel: Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora del juicio, seala
ban el ministerio de Cristo en el lugar santsimo, para el juicio investigador, y no la venida
de Cristo para la redencin de su pueblo y la destruccin de los impos. El error no estaba
en el cmputo de los perodos profticos, sino en el acontecimiento que deba ocurrir al fin
de los dos mil trescientos das. Por este error haban sufrido un desengao los creyentes.
Sin embargo, se haba realizado todo lo predicho por la profeca y todo aquello de que haba
garanta bblica para esperarlo. En el momento en que deploraban el desvanecimiento de
sus esperanzas se haba realizado el acontecimiento predicho por el mensaje y que se haba
de cumplir antes de que el Seor apareciera para recompensar a sus siervos. Cristo no haba
venido a la tierra, como ellos esperaban, sino como estaba simbolizado en el tipo, al lugar
santsimo del templo de Dios en el cielo... La proclamacin He aqu que viene el esposo!,
en el verano de 1844, indujo a miles de personas a esperar el inmediato advenimiento del
Seor. En el tiempo sealado vino el esposo no a la tierra, como el pueblo esperaba, sino
hasta donde estaba el anciano de das en el cielo... (Vase El conflicto de los siglos, pgs.
533542).
La seora White, tras esta explicacin, dice que este asunto no lo entendieron los adven
tistas de 1844.
Russell no escarment con el fracaso proftico de Miller y empez a proclamar de palabra
y por escrito que Cristo vendra en 1874. Este ao tampoco ocurri nada de espectacular. Cristo
sigui sin venir. Russell dijo entonces que ese ao haba comenzado la siega de la edad evan
glica, el gran da de Jehov, y seal otra fecha a cuarenta aos de distancia: 1914. He aqu
lo que escribi Russell antes de 1914: El gran da de Jehov empez en 1874 y continuar cua
renta aos, y terminar con la expiracin de los tiempos de los gentiles en el destronamiento
del dominio mundano y satnico en la tierra y la investidura plena de EmmanuelCristo Jess y
sus santos... Los tiempos de los gentiles se acabarn de manera definitiva en el ao 1914 y... en
aquel tiempo sern derribados y el reino de Cristo ser plenamente establecido... (Estudios en
las Escrituras, pgs. 250 y 170).
Tampoco en 1914 vino Cristo de la manera que se haba anunciado. Los Testigos lo arre
glaron diciendo que s vino, pero de una forma invisible. Leamos: Esta segunda presencia de
Cristo el Mesas haba de ser invisible, y la seal inequvoca que l dio muestra conclusivamente
que esta vuelta de Cristo empez en el ao 1914. Desde ese tiempo Cristo ha dirigido su aten
cin hacia los asuntos de la tierra... (Asegrense de todas las cosas, pg. 394).
Al afirmar los Testigos que la segunda venida de Cristo empez en 1914 estn querindo
nos decir que el regreso de Cristo a la tierra ha de ser gradual, escalonado, progresivo. En qu
lugar de la Biblia apoyan tan disparatada idea? Qu bien vienen aqu aquellas palabras de Cristo
a los judos: Erris ignorando las Escrituras! (Mateo 22:29).
Cuando Russell advirti que en 1914 no haba ocurrido lo que l haba profetizado, no se
desanim ni se inmut. Al contrario, cobr nuevos bros, se lanz a la propagacin del movi
miento a escala internacional y volvi a sealar nueva fecha: 1918. Afortunadamente para l,
4793
se fue de este mundo a tiempo de evitarse un nuevo fracaso y otra vergenza ms, pues muri
el 31 de octubre de 1916.
El ao 1918 conoci el fin de la primera gran guerra mundial, pero nada se supo del ad
venimiento de Cristo. Los Testigos, que para todo tienen salida, lo arreglaron con otras explica
ciones. Este otro prrafo pertenece al popular libro Sea Dios Veraz (pg. 198), tantas veces
citado, revisin de 1955. As dicen: As como Jess limpi el templo en Jerusaln tres aos y
medio despus de ser ungido con el espritu de Dios para ser Rey, del mismo modo tres aos y
medio despus de recibir poder como Rey en el otoo de 1914, l vino al templo espiritual
como el mensajero de Jehov y empez a limpiarlo. De manera que esto aconteci en la pri
mavera de 1918. Eso marc el principio del perodo de juicio e inspeccin de sus seguidores
engendrados del espritu.
A ver si nos aclaramos un poco, intentando ordenar tanto desbarajuste. Miller, de quien
espiritualmente bebi Russell, dijo que Cristo vendra en 1843; no vino y tampoco dio explica
cin alguna de su fracaso. Anunci que la venida se producira un ao ms tarde. Tampoco vino
en 1844, pero sus discpulos dijeron que Cristo haba pasado de un lugar a otro en el cielo. Rus
sell seal primeramente el ao 1874 como el de la segunda venida de Cristo; al no producirse
el acontecimiento anunciado se excus diciendo que ese ao haba comenzado el gran da de
Jehov. Dio otra fecha, 1914, y como tampoco vino, los Testigos lo arreglan diciendo que su
regreso fue invisible. Nueva fecha, 1918, y nuevo fracaso. Pero tambin nueva justificacin:
Vino al templo espiritual como el mensajero de Jehov y empez a limpiarlo.
Esto es demasiado jugar. Son muchas tonteras juntas para que alguien medianamente
sensato pueda tomar en serio a estos Testigos cuando tratan la segunda venida de Cristo. Mucho
llevar a Cristo de un lado para otro del cielo, mucho decir que Cristo hizo esto y aquello, mucho
calcular y justificarse; pero siempre han fallado: Cristo contina sin venir. Y es lgico. Vendr
cuando quiera l, no cuando lo anuncien los hombres.
Ningn estudiante serio de la Biblia podr despreciar el estudio de las profecas, pero si
quiere mantenerse en una lnea honrada y fiel de interpretacin bblica no se embarcar en un
sistema de clculos donde la imaginacin lo es todo, tal como hacen los Testigos. Para ellos, el
eje sobre el que gira la historia del mundo es el ao 1914, cuando tuvo lugar dicen la venida
invisible de Cristo y la inauguracin del reino.
Su punto de partida es Daniel 4:32: Siete tiempos pasarn sobre ti hasta que conozcas
que el Altsimo se enseorea en el reino de los hombres, y a quien l quiere lo da. Siete tiem
pos comentan los Testigos quiso decir siete aos literales en el caso de Nabucodonosor, pri
vado de su trono. Los siete aos eran iguales a ochenta y cuatro meses, o contando bblicamente
treinta das para cada mes, dos mil quinientos veinte das. En el Apocalipsis 12:6, 14 se hace
mencin de mil doscientos sesenta das y se describen como un tiempo y dos tiempos y la
mitad de un tiempo, o tres tiempos y medio. Siete tiempos sera el doble de mil doscientos
sesenta o dos mil quinientos veinte das, por medio de su fiel profeta Ezequiel, Jehov dijo: Un
da por cada ao te he sealado (Ezequiel 4:6). Mediante el aplicar esta regla divina los dos
mil quinientos veinte das significan dos mil quinientos veinte aos. De manera que puesto que
la existencia del reino tpico de Dios, con su capital, Jerusaln, ces en el otoo de 607 a.C., en
tonces, contando los tiempos sealados desde esa fecha, los dos mil quinientos veinte aos se
extienden hasta el otoo de 1914 d.C. (Sea Dios Veraz, pgs. 247248).
Asombra el atrevimiento con que toman versculos aislados, declaraciones imprecisas y
textos completamente fuera de sus respectivos contextos, para llegar a conclusiones de ante
mano concebidas. Se lan de tal forma que ni ellos mismos son capaces de deshacer el enredo.
Porque la verdad es que esos clculos no hay quien los entienda.
La Biblia guarda un silencio absoluto sobre el tiempo en que tendr lugar la segunda ve
nida de Cristo. Los discpulos del Seor se interesaron por este tema mucho antes que los Tes
tigos de Jehov, cuando el Maestro an permaneca entre ellos. En una ocasin, sentados en el
monte de los Olivos, los discpulos le preguntaron: Dinos, qu seal habr de tu venida y del
fin del mundo? (Mateo 24:3). En la primera parte de este captulo de Mateo, Cristo les da a
conocer algunas de las seales que precederan a su venida, tales como hambre, guerras, te
rremotos, sublevaciones nacionales, confrontamientos internacionales, enfriamiento del amor,
multiplicacin de la maldad, etc. Pero no les seal fecha alguna ni tampoco les dijo en ningn
momento que para conocer el tiempo exacto de su venida deban dedicarse al estudio de las
profecas.
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ERRORES DOCTRINALES
El espacio marcado a este captulo es insuficiente para analizar la serie de errores doctri
nales en que incurren los Testigos cuando se ponen a dogmatizar sobre la segunda venida de
Cristo. Entre estos errores hay dos que destacan sobre los dems: el supuesto desinters de
Cristo por los problemas de la tierra desde su ascensin hasta el ao 1914 y la venida invisible
del Maestro.
Respecto a lo primero, los Testigos dicen que en 1914 Cristo vino a la tierra para empezar
su segunda presencia aqu. Esto no requiri agregan su venida personal directa como
persona espritu. Puesto que l tiene todo el poder necesario en el cielo y en la tierra, slo se
necesitaba que l dirigiera su atencin a la tierra y extendiera su poder real hacia la tierra para
que estuviera presente otra vez. Por lo tanto, su presencia ahora es invisible (Cosas en las
cuales es imposible que Dios mienta, pg. 336).
Este mismo lenguaje se repite en otros libros de los Testigos, y parece querer decir que el
poder real y la atencin a la tierra por parte de Cristo empezaron a ser efectivos a partir de
1914. Hemos de entender que desde que ascendi al cielo hasta entonces Cristo no ha mani
festado su autntico poder en la tierra ni se ha interesado por ella? Si los Testigos creyeran esto,
tendran que explicarnos qu quiso decir Cristo con aquello de Yo estoy con vosotros todos
los das, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20), y esto otro de donde estn dos o tres congre
gados en mi nombre, all estoy yo en medio de ellos (Mateo 18:20). Estos versculos son una
muestra del claro y especfico inters del Seor por todos los creyentes en la tierra. Y no sola
mente esto, sino que, adems, al serle dado por el Padre todo Poder en el cielo y en la tierra
(Mateo 28:18), ni una hoja de rbol se mueve sin su voluntad. Su inters por los problemas te
rrenos y su intervencin en ellos, respetando siempre el libre albedro del hombre, han sido
continuos desde su glorificacin en los cielos hasta los das presentes, como seguirn sindolo
hasta el final de los tiempos.
El segundo punto que aqu nos hemos propuesto discutir, el de la venida invisible de
Cristo, es consecuencia de los repetidos fracasos ante los anuncios del regreso de Cristo en fe
chas distintas. Como Jess no ha sido visto en las fechas por ellos anunciadas, lo arreglan di
ciendo que vino invisiblemente. He aqu cmo se explican: Como se prefigur por la vuelta de
Moiss a Egipto despus de cuarenta aos de ausencia, Jesucristo tena que volver al tiempo
debido fijado por Dios, los tiempos de la restauracin de todas las cosas de que habl Dios por
boca de sus santos profetas. Esto significara el tiempo para restaurar el reino de Dios en la
lnea de la familia de David, el cual tiempo era el fin de los tiempos sealados de las naciones,
en 1914. Volvi Jesucristo en aquel ao? Comenz entonces su presencia? La mayora de
la gente dir: Nuestros ojos no lo vieron volver en ese tiempo. Bueno; cuando Jess ascendi
al cielo, los dos ngeles que aparecieron no dijeron que los apstoles que miraban veran a
este Jess volver otra vez. Ellos meramente les dijeron a los apstoles que Jess volvera.
Cmo? As de la misma manera que lo han contemplado irse al cielo. Ellos lo vieron irse, pero
no lo veran volver. Las palabras de los ngeles as de la misma manera, no dicen as en el
mismo cuerpo. En cuanto a la manera en que l se fue, una nube se lo llev de la vista de
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ellos, de modo que l se hizo invisible a ellos. Su regreso, por lo tanto, sera invisible. (Cosas
en las cuales es imposible que Dios mienta, pgs. 329330.)
Los Testigos no podrn quejarse que escribimos sobre ellos sin citar sus escritos. Transcri
bimos intencionadamente esos largos prrafos para que el lector pueda apreciar mejor el re
torcido sistema de interpretacin bblica que usan. Cuando Cristo ascendi a los cielos es verdad
que una nube le recibi y le quit de los ojos de los discpulos (Hechos 1:9), pero esto no
quiere decir que su partida fuera invisible. En todo caso era la invisibilidad de la distancia.
Cuando el avin toma altura se va perdiendo de vista gradualmente y llega un momento que
deja de verse. As ocurri con Cristo. Pero el texto de Hechos dice claramente: vindolo ellos,
o sea, que le vieron ir. Y los mensajeros celestiales dijeron: As vendr como le habis visto ir
al cielo (Hechos 1:11). Su venida ser tambin gradual. No le veremos en el mismo instante en
que abandone el trono de Dios, sino cuando est al alcance de nuestro radio de accin visual.
Esto puede entenderlo cualquiera.
De lo que no hay duda es de que le veremos. Los Testigos dicen que los discpulos lo vieron
irse, pero no lo veran volver. Por qu no? Cmo saben ellos que no? Quin les ha dicho que
no? Saben ms que la Biblia? As vendr, como le habis visto ir al cielo. El texto no puede ser
ms claro. Y, adems, tenemos Apocalipsis 1:7, ms explcito an: Viene con las nubes, y todo
ojo le ver, y los que le traspasaron, y todos los linajes de la tierra se lamentarn sobre l. Las
palabras de Juan estn inspiradas en Zacaras 12:10 y fueron comentadas por el mismo apstol
en Juan 19:37. Est tambin Mateo 24:3146, donde el Seor habla del juicio de las naciones
que seguir a su venida. Los componentes de estas naciones le vern igualmente. Y Mateo 26:64,
donde Cristo responde al conjuro del pontfice con estas palabras: Desde ahora habis de ver
al Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo.
El apstol Pedro dice que el da del Seor vendr como ladrn en la noche (2 Pedro
3:10). Y los Testigos comentan este versculo as: quietamente, sin ser observado.
Conformes: quietamente, sin ser observado, inesperadamente, pero no de forma invisible.
Un ladrn puede ser cauteloso, puede penetrar sin que le vean, pero no es invisible. Puede ser
sorprendido y entonces es visto.
As le veremos cuando l venga. Cuando l quiera venir. Lo ms que nosotros podemos
hacer es dirigirnos al que dijo ciertamente vengo en breve, y pedirle con el apstol: Amn,
sea as. Ven, Seor Jess (Apocalipsis 22:20).
Captulo XII
Transfusiones de sangre
Vida para Ruth es una pelcula inglesa que ha dado la vuelta al mundo con su drama de
creencias religiosas y de humanidad. Ruth es una nia de diez aos. Un da va a la playa con un
amiguito menor que ella. La pelota con que jugaban cae al mar. Para recuperarla, los nios
cogen una barca que haba en la orilla y se adentran en las aguas. El oleaje hace naufragar la
embarcacin. Llega el padre de Ruth y como un desesperado se arroja al mar. Salva primero al
amiguito de su hija y luego recupera a Ruth. La nia ha sufrido graves heridas contra una roca
y es inmediatamente internada en un hospital. El mdico ordena a toda prisa una transfusin
de sangre. Es la nica manera de salvar a Ruth. Pero el padre de la nia se opone rotundamente.
Es Testigo de Jehov, ha sido educado por su padre en esta creencia y alega que la transfusin
podra salvar la vida terrena de Ruth, pero la condenara para la eternidad. Hay un momento
dramtico entre el mdico y el padre de la nia. Esta se muere por momentos; el mdico trata
intilmente de convencer al padre; la madre vacila, lucha entre unas creencias que nunca ha
sentido de verdad y su amor de madre. Pero la voluntad del padre es firme. No hay transfusin
de sangre, aunque el dolor consume su vida. Ruth muere y el padre es denunciado y comparece
ante los tribunales.
El resto de la pelcula no es importante para nosotros. El tema que la origina, con sus apli
caciones morales y sociales, ha sido extrado de la realidad. Los Testigos de Jehov se oponen a
que los enfermos reciban transfusiones de sangre. Prefieren que mueran. De una caprichosa in
terpretacin del Antiguo Testamento deducen que Dios condena las transfusiones. Olvidan que
Dios mismo transfiri la sangre de su propio Hijo a todo un mundo que pereca en el pecado.
En marzo de 1967 ocurri en Miln un caso similar al tema que desarrolla Vida para Ruth.
La seora Clara Buccinelli dio a luz una nia en el hospital Sesto San Giovanni. Tanto ella como
4823
su esposo, Rino Poli, eran miembros de los Testigos de Jehov. Los mdicos diagnosticaron in
mediatamente que si la nia no era sometida a una transfusin de sangre, morira irremedia
blemente como consecuencia de una incompatibilidad de los factores sanguneos de sus padres.
Pero el dictamen mdico no conmovi en lo ms mnimo a los padres de la nia. Siguieron opo
nindose a pesar de la insistencia de los mdicos. Todas las argumentaciones de stos resultaron
intiles ante la terquedad de los padres. El director del hospital pidi al padre de la nia que
firmara su negativa a la transfusin. Con el documento en la mano, el asunto fue puesto ense
guida en manos de un juez, quien, sin perder tiempo, despoj a los padres de la nia del derecho
de patria potestad y nombr como tutor a la asistencia social del hospital. La nia tena ya nueve
das de vida. Se le practic la transfusin y enseguida comenz a dar muestras de vitalidad,
hasta que fue declarada fuera de peligro. Preferimos que muera decan los padres de la nia
antes que se alimente de sangre: nuestra religin lo prohbe.
dicho a los hijos de Israel: No comeris la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne
es su sangre; cualquiera que la comiere ser cortado.
Deuteronomio 12:2325: Solamente que te esfuerces a no comer sangre; porque la san
gre es el alma; y no has de comer el alma juntamente con su carne. No la comers; en tierra la
derramars como agua. No comers de ella; para que te vaya bien a ti, y a tus hijos despus de
ti, cuando hicieres lo recto en ojos de Jehov.
Estos son los textos bblicos donde se apoyan los Testigos de Jehov para rechazar las
transfusiones. Textos que, por un lado, contienen leyes temporales, como veremos inmediata
mente; leyes especficas para un pueblo determinado, y que, por otro, nada dicen, en absoluto,
acerca de las transfusiones de sangre. En esos versculos se prohbe comer sangre, pero no se
prohbe salvar una vida humana mediante una transfusin; no se dice que uno haya de dejar
morir criminalmente a una inocente criatura, pudindole salvar mediante una transfusin de
sangre.
Cada vez que el Antiguo Testamento se ocupa de la sangre se refiere a lo mismo, al lquido
rojo vitalizante que corre por nuestras venas. Pero el trmino sangre tiene varios y diferentes
sentidos en el Antiguo Testamento, detalle ste muy digno de tener en cuenta a la hora de re
chazar tajantemente las transfusiones basndose en pasajes de diferentes interpretaciones.
Est la sangre de los animales (Levtico 17:1014); sangre de las vctimas inmoladas a Dios (Le
vtico 1:11); sangre de uvas, con referencia al vino (Gnesis 49:11); aguas rojas como sangre,
en sentido metafrico (2 Reyes 3:22); sangre humana, derramada por Can cuando mat a Abel
(Gnesis 4:1011); sangre humana derramada con violencia, que exiga la reparacin tambin
por sangre (Gnesis 9:6); se da a la sangre el sentido jurdico de culpa, muerte (Josu 2:19);
sangre como impureza, como mancha (Levtico 15:9); sangre como vida humana (Salmo 72:14);
sangre como hombre inocente (Deuteronomio 27:25 y 1 Samuel 19:15), y, en fin, se habla tam
bin de la sangre en sentido escatolgico, como seal de muerte y calamidades (Joel 3:4).
Charbel, a quien ya citamos cuando escribimos sobre la identificacin entre alma y sangre,
dice a este respecto: Entre los semitas, ya desde el comienzo, se consider a la sangre como
elemento vitalizante, vehculo y principio de la vida. Y es natural, pues la simple observacin
de la sangre derramada haca pensar espontneamente en una vida perdida o al menos dismi
nuida. He aqu la mentalidad, el trasfondo que dio origen al mito babilnico de la creacin del
hombre con la sangre (vida comunicada) del dios Kingu, y el relato de la formacin de los ani
males, originados de la mezcla de tierra amasada con la sangre (vida) del dios Marduk. Al mismo
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Del Antiguo Testamento podemos aprender mucho. Pablo dice que todo cuanto est es
crito, para nuestra enseanza fue escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolacin de
las Escrituras estemos firmes en la esperanza (Romanos 15:4). Hemos de agradecer al Antiguo
Testamento la ayuda que nos presta para mejor conocimiento del Nuevo. Como alguien ha
dicho: El Antiguo Testamento es el Nuevo Testamento oculto; el Nuevo Testamento es el Anti
guo Testamento revelado.
Pero nada ms. No somos judos, sino cristianos. Las leyes del Antiguo Testamento no nos
alcanzan, porque estas leyes fueron dadas al pueblo judo. En el captulo 20 del xodo, donde
se contienen los Diez Mandamientos, en los primeros versculos, leemos: Y habl Dios todas
estas palabras, diciendo: Yo soy Jehov tu Dios, que te saqu de la tierra de Egipto, de casa de
siervos. As, pues, las leyes iban dirigidas a los que salieron de Egipto. Un pasaje ms explicativo
an es el de Deuteronomio 5:16, donde las dudas se despejan.
Mientras Cristo vivi guard la ley, porque l era judo. Mara cumpli los preceptos de la
purificacin tal como se contenan en la ley; Jess fue circuncidado; guard la pascua y respe
taba las costumbres judas. Pero su muerte en la cruz termin con la esclavitud de la ley e in
augur la era de la gracia. Como lo dice Pablo: Rayendo la cdula de los ritos que nos era
contraria, que era contra nosotros, quitndola de en medio y enclavndola en la Cruz (Colo
senses 2:14. Puede verse tambin Efesios 2:1516, Hebreos 9:1517 y otros pasajes).
La ley del Antiguo Testamento no tiene autoridad sobre el cristiano por una serie de im
portantsimas razones que nos gustara exponer hasta agotar el tema, pero que no tenemos
ms remedio que seleccionar:
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5.
6.
7.
1.
2.
3.
Porque la ley fue dada provisionalmente, hasta que viniera la simiente, es decir,
Cristo: Pues de qu sirve la ley? Fue puesta por causa de las rebeliones, hasta que
viniese la simiente a quien fue hecha la promesa, ordenada aqulla por los ngeles
en la mano de un mediador (Glatas 3:19).
Porque la ley fue solamente nuestro ayo para conducirnos a Cristo, nuestro tutor pro
visional: De manera que la ley nuestro ayo fue para llevarnos a Cristo, para que fu
semos justificados por la fe. Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo (Glatas
3:2425).
Porque la ley levantaba entre el hombre y Dios una muralla de separacin, muralla
que fue derribada por Cristo: Porque l es nuestra paz, que de ambos hizo uno, de
8.
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12.
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eternamente a los que por l se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por
ellos (Hebreos 7:2425).
Porque la ley nos trae maldicin, mientras que la gracia que es en Cristo Jess nos
trae bendicin: Porque todos los que son de las obras de la ley, estn bajo maldicin.
Porque escrito est: maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas que
estn escritas en el libro de la ley, para hacerlas... Cristo nos redimi de la maldicin
de la ley, hecho por nosotros maldicin (porque est escrito: Maldito cualquiera que
es colgado en madero) (Glatas 3:1013).
Porque la ley de Cristo nos ha librado de la ley del pecado: La ley del Espritu de vida
en Cristo Jess me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era
imposible a la ley, por cuanto era dbil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en se
mejanza de carne de pecado y a causa del pecado, conden al pecado en la carne
(Romanos 8:23).
Porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia: El pecado no se enseorear de
vosotros; pues no estis bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 6:14).
Porque al seguir la ley estamos negando la gracia: Vacos sois de Cristo los que por
la ley os justificis; de la gracia habis cado (Glatas 5:4).
Porque, en fin, no se nos manda or al dador de la ley, Moiss, sino a Cristo. El primero
dio la ley recibindola de Dios, pero el segundo hizo la gracia con su muerte vicaria
(Juan 1:17). Por eso la orden de Dios es, para los que vivimos en la era cristiana: A El
od (Mateo 17:5), refirindose a Cristo.
El Antiguo Testamento no dice ni una sola palabra sobre las transfusiones de sangre, pero
aun cuando la dijera, esos textos indican con suficiente claridad que los cristianos no estamos
bajo la ley del Antiguo Testamento, sino bajo la gracia del Nuevo. Si los Testigos de Jehov quie
ren cumplir la ley del Antiguo Testamento, no deben limitarse a las prohibiciones acerca de la
sangre; tambin deben peregrinar a Jerusaln una vez al ao, como obligaba la ley; deben prac
ticar la circuncisin, como la ley ordenaba; deben ofrecer sacrificios de vctimas, como exiga la
ley; deben quemar incienso sobre el altar del templo, como hacan quienes vivan bajo la ley;
deben guardar el sbado para cumplir con la ley; deben celebrar la pascua que ordenaba la ley;
deben apedrear a los hijos rebeldes en las afueras de las ciudades para satisfacer la ley, y tam
bin a las mujeres pecadoras; deben celebrar el jubileo y cumplir otras muchas imposiciones
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que ellos no cumplen, pero que la ley ordena. O es que la ley del Antiguo Testamento sola
mente prohbe comer sangre? O es que los Testigos de Jehov, tan cmodos en sus doctrinas,
sienten escrpulos por quebrantar un mandamiento de la ley y por otro no? La ley del Antiguo
Testamento o se cumple toda o no vale: Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley,
y ofendiere en un punto, es hecho culpable de todos (Santiago 2:10). Dejar morir a una persona
por no querer someterla a una transfusin de sangre carece totalmente de valor espiritual. Para
que se pudiera pensar en algn posible efecto, los Testigos tendran que cumplir a rajatabla
todos los dems mandamientos de la ley, cosa totalmente imposible, pues Cristo vino precisa
mente por eso, porque por la ley era imposible la justificacin.
EL EJEMPLO DE CRISTO
Ningn testigo puede presentar una sola cita bblica donde se prohban las transfusiones
de sangre. Lo que prohbe la ley del Antiguo Testamento es el comer sangre, pero el enfermo
que recibe una transfusin de sangre humana no come sangre. La sangre, en este caso, no es
ms que un medio como otro cualquiera para salvar una vida. Si veo a uno que se est que
mando, me condenara Dios porque me arrojara a las llamas y pretendiera salvarlo? Si se est
ahogando, me prohbe Dios que salte al agua y trate de rescatar su vida? Dios me condenara
si no moviera un dedo en favor de la persona en peligro. Me condenara Dios y me condenan
las leyes humanas. Qu diferencia hay entre uno y otro medio de salvacin? No expongo
igualmente mi vida por salvar otra?
Es curioso que digan los Testigos que la sangre no debe darse porque es portadora de
vida, cuando precisamente la mayor prueba que podemos dar de amor al prjimo, segn Cristo,
es entregarle nuestra vida: Nadie tiene mayor amor que ste, que ponga alguno su vida por
sus amigos (Juan 15:13). Cuando Pedro dice al Seor: Mi alma sangre, segn los Testigos
pondr por Ti, Jess no le recrimina por la intencin, sino por la negacin que se avecinaba.
No poda ser de otra forma, ya que el mismo Seor entreg su sangre en una transfusin uni
versal para abrirnos la puerta al cielo: Tomando el vaso, y hechas gracias, les dio, diciendo:
Bebed de l todos. Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos
para remisin de los pecados (Mateo 26:2728).
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Captulo XIII
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1914. El lector se preguntar: Por qu esta fecha? Porque Rutherford, padre juntamente con
Russell del movimiento de los Testigos, declar, como hemos discutido en otro lugar de este
estudio, que Cristo inici su reinado en la tierra en 1914. De modo que en este ao de 1972 en
que redactamos el presente captulo, los Testigos llevan nada ms que cincuenta y ocho aos
siendo ministros de Cristo. Poco tiempo.
Mucho, pero mal leen los Testigos la Biblia. Deberan leerla menos, pero mejor. La Biblia
dice que todos los cristianos somos ministros del Seor. Ministros desde que se estableci la
Iglesia, el primer Pentecosts despus de la resurreccin de Cristo. Quien quiera molestarse en
comprobar lo que decimos, que lea estos versculos: Hechos 26:16; Romanos 15:16; 1 Corintios
4:1; 2 Corintios 3:6; 2 Corintios 11:23; Efesios 6:21; Colosenses 4:7; 1 Tesalonicenses 3:2, y
1 Timoteo 4:6. En todas estas citas se dice que los cristianos somos ministros de Cristo desde
hace casi dos mil aos, no desde 1914.
EMBAJADORES HUMANOS
Dicen los Testigos: Segn las leyes de este mundo el embajador de una potencia est
exento como extranjero de hacer juramento de lealtad al gobierno del pas donde es residente.
No se requiere que l rinda ninguna clase de obligacin poltica. La nacin en que l radica no
tiene autoridad para imponerle ningn reglamento que le sea una carga o estorbo en el des
empeo de su deber.
Este argumento lo usan los Testigos para defender su actitud antagnica hacia los gobier
nos. Pero es un argumento, como el mismo lector advertir, muy pobre. Quien escribi este
libro saba poco de diplomacia. Dice que no se espera que el embajador rinda ninguna clase de
obligacin poltica, cuando su cargo es enteramente poltico. El embajador depende directa
mente del Ministerio de Asuntos Exteriores, que es el Departamento ms poltico en todo Ga
binete ministerial.
Agrega el autor del libro que el embajador no debe hacer juramento de lealtad al Gobierno
del pas donde reside, ni que debe sujetarse a reglamento alguno. Se equivoca. El embajador
est obligado a acatar las leyes del pas donde ejerce su cargo, debe respetarlas y obedecerlas.
Si las quebranta, puede ser inmediatamente expulsado del pas, como ocurre todos los das.
Es ms, un embajador responsable procurar ser respetuoso con las leyes del pas donde
se encuentra, no slo porque es su obligacin, sino tambin por conciencia profesional, para
ser digno representante del Gobierno que le ha confiado el cargo y para dejar a su pas en el
mejor lugar posible.
LA EXENCIN RELIGIOSA
Dicen los Testigos: Ms an; por razones parecidas, se exime a los ministros de la religin
de las cargas que el Gobierno impone ordinariamente sobre toda la gente... Se dice que la in
fluencia que ejerce la predicacin en la gente contribuye al bienestar y a la moralidad, y por
eso es bastante buena y grande para justificar la exencin de los ministros religiosos. Los Testigos
de Jehov, que predican el nico mensaje de verdadera esperanza, estn en su derecho al re
clamar estas exenciones que se conceden a todos los ministros de religin.
A qu exenciones se refieren los Testigos? Los ministros religiosos, en casi todos los pa
ses, estn exentos de vestir el uniforme militar, pero en muchas ocasiones su presencia en el
Ejrcito es obligatoria. Naturalmente, para ejercer funciones en consonancia con su profesin
religiosa. En otros pases los ministros se alistan voluntariamente para servir en calidad de ca
pellanes. Pero en ningn pas los ministros religiosos se niegan a servir en el Ejrcito si ello es
necesario. Los Testigos de Jehov, por el contrario, protestan desde que son llamados a filas.
Se niegan a incorporarse al Ejrcito ni siquiera para cuidar enfermos. La comparacin, pues, no
sirve.
EL ORIGEN DE LA PATRIA
Dicen los Testigos: Puesto que Jehov ha seleccionado a sus testigos, sacndolos de este
mundo para ser embajadores a los pueblos de la tierra a favor de su reino, ellos no son parte
del mundo. Dado que su lealtad es al Dios Altsimo y a su reino, ellos no participan en las elec
ciones locales, nacionales o internacionales ni en la poltica. Ellos son desligados de esto por la
ley de Dios, quien les ordena permanecer sin mancha del mundo.
Es decir, que la lealtad a Dios les impide cumplir con los deberes de la patria. Pero quin
fund las patrias?; quin instituy las naciones?; no fue el mismo Dios?
Dios dijo a Abraham: Har de ti una nacin grande. La nacin juda, fundada por Dios
mismo, tena un propsito: Sern benditas en ti todas las naciones de la tierra (Gnesis
12:23).
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Dios fue el Padre de las naciones, y los Testigos estn en contra de ello. Dios dio leyes a
estas naciones, y los Testigos estn en contra de las leyes. Dios instituy primero a caudillos en
estas naciones, como Moiss, como Josu; ms tarde les dio jueces, como Geden, como Jeft,
y luego reyes, como Samuel, como David, etc., y los Testigos estn en contra de los jefes, de los
jueces y de los reyes.
Y lo curioso del caso es que dicen que lo hacen en nombre de Dios. Hasta ah llega el ab
surdo humano!
OBEDIENCIA Y MORALIDAD
Dicen los Testigos: Igual que Cristo Jess y sus apstoles, quienes dejaron el ejemplo que
haba de seguirse, ellos estn en el mundo, pero no son parte de l (Santiago 1:27; Juan 17:16
17; Juan 15:1719).
Otro montn de citas que nada prueban. Las palabras del Maestro, no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo, nada tienen que ver con el desacato a las autoridades ya
constituidas. Aqu es cuestin de moralidad, no de obediencia. No son del mundo en el sentido
de que han sido elegidos del mundo, rescatados por Cristo y hechos participantes de su reino
espiritual, que es la Iglesia (Juan 15:19; 1 Pedro 1:18, Colosenses 1:13). En este estado el cris
tiano debe mantenerse apartado de las contaminaciones del mundo: que os abstengis de los
deseos carnales que batallan contra el alma (1 Pedro 2:11). Estos deseos carnales vienen de
las pasiones propias (Santiago 4:1), no de los gobernantes ni de las leyes del pas. Porque si hay
gobernantes malos y leyes malas y uno se empea en ser bueno, nada ni nadie le har cambiar.
pas con leyes propias, y est obligado a cumplirlas siempre que no atenten contra los principios
de la fe que profesa, principios que deben basarse en serenas y razonadas argumentaciones b
blicas, no en interpretaciones caprichosas y convencionales.
Cristo era ms celestial que todos nosotros, y, sin embargo, cumpli con las leyes del pas
donde viva, segn nos dice Mateo 17:2427, y diferenci claramente las potestades espirituales
de las terrenales, dando a cada una lo que le perteneca, como se desprende de Mateo 22:1621.
DESERCIN MILITAR
Dicen los Testigos: Adems, estando alistados en el ejrcito de Cristo Jess, l no puede
desertar las huestes de Jehov para asumir las obligaciones de soldado en algn ejrcito de
este mundo sin ser culpable de desercin y sufrir el castigo dictado por el Todopoderoso Dios
para los desertores.
Y quin dice que un cristiano tenga que desertar de su vocacin espiritual porque pase
un tiempo en el Ejrcito de su pas? Hay mayores oportunidades para testificar de Cristo que
en un Ejrcito, donde uno convive con miles de personas diferentes?
Cornelio, el primer gentil convertido al Cristianismo, descenda de una ilustre familia de
militares romanos y l mismo ejerca un importante cargo militar. Sin embargo, cuando fue bau
tizado por Pedro y aadido a la Iglesia, no se dice que desertara de su puesto en el Ejrcito, al
contrario, la Historia afirma que Cornelio fue instrumento para la conversin de muchos solda
dos romanos al Cristianismo (vase Hechos captulo 10).
Cuando los soldados preguntaron a Juan el Bautista, Y nosotros, qu haremos?, ste
no les dijo que desertaran, ni que abandonaran la fe, sino simplemente: No hagis extorsin
a nadie, ni calumniis; y contentaos con vuestras pagas (Lucas 3:14).
Muy lgico, porque cuando se sabe mantener el testimonio cristiano, da igual dnde se
est y la ropa que se vista.
LA BANDERA
El prrafo que los Testigos dedican a la bandera en el captulo ya citado es amplio y abarca
temas varios, por lo que nos interesa tratarlo ms extensamente y ordenando un poco las ideas
que exponen:
4893
1. Error de interpretacin
Dicen: Los testigos de Jehov han rehusado saludar la bandera fascista, nazista y comu
nista. No se trata de que slo rehsen saludar la bandera de los Estados Unidos y de otras na
ciones democrticas. De manera que ellos no hacen distincin de una nacin para menoscabo
de otra. Su manera de ver y tratar este asunto se basa sobre las Escrituras infalibles. El negarse
a saludar se basa en leyes prohibitivas del Todopoderoso Dios que se hallan expresadas en 1
Corintios 10:14 y en otras partes de las Escrituras cristianas griegas, as como en las Escrituras
hebreas.
Esas otras partes de las Escrituras griegas y hebreas no las citan, simplemente porque
no existen. Es un recurso literario. Una forma de decir cuando no se pueden aportar argumen
tos. En cuanto a la cita de 1 de Corintios 10:14, lea el lector lo que dice: Por tanto, amados
mos, huid de la idolatra. Ni una palabra de saludo, ni de bandera. Y sa es la nica cita que
aportan. Como si la bandera, que es el emblema visible de un pas, tuviera algo que ver con la
idolatra.
2. La bandera y los diez mandamientos
Citan los Testigos los mandamientos de la Ley de Dios en xodo 20:26, y a continuacin
escriben: Muchas de las banderas nacionales llevan semejanza de cosas que hay en el cielo,
tales como estrellas, sol, etc. Otras llevan semejanzas de cosas que hay sobre la tierra o en sus
aguas, tales como el guila, el len, la serpiente, el pez, etc... Porque la nacin de Israel viol
este mandamiento voluntariamente al entregarse a la adoracin de dolos, imgenes o smbolos,
Jehov la castig, porque ella estaba en un pacto con l para permanecer fiel.
Desde luego, vaya manera ms arbitraria de interpretar la Biblia. Los mandamientos de la
Ley de Dios no dicen ni una palabra acerca de la bandera. Y si saludar a una bandera, aun cuando
ostente en ella un smbolo, fuera pecado, entonces Dios sera el primer pecador, porque l
mand a los israelitas que usaran banderas. A ver cmo explican los Testigos este pasaje, ellos,
que tan aficionados son a las citas del Antiguo Testamento: Y habl Jehov a Moiss y a Aarn,
diciendo: Los hijos de Israel acamparn cada uno junto a su bandera, segn las enseas de las
casas de sus padres... E hicieron los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Jehov mand
a Moiss; as asentaron el campo por sus banderas, y as marcharon cada uno por sus familias,
segn las casas de sus padres (Nmeros 2:12, 34).
4903
3. El carcter de la bandera
2. Se ha de orar por las autoridades
Toda bandera nacional es un smbolo o imagen del poder soberano de su nacin. Por lo
comn, la bandera de toda nacin es considerada sagrada por esa nacin y por la gente que
rinde su lealtad a ella. Consideren todos religiosa o sagrada la ceremonia del saludo a la bandera
o no, de todas maneras es una ceremonia poltica en la cual se saluda o se hace reverencia re
ligiosa ante el smbolo, la bandera.
Valiente barbaridad! Cunta ignorancia o qu deseos de confundir! El saludo a la bandera
de un pas es un acto puramente militar, de contenido patritico, que no es igual que poltico
ni, mucho menos, religioso. Prueba de ello es que el saludo a la bandera lo efectan hasta los
pases ateos, los que niegan completamente a Dios y combaten toda forma de religin.
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracia,
por todos los hombres; por los reyes y por todos los que estn en eminencia, para que vivamos
quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante
de Dios nuestro Salvador (1 Timoteo 2:13).
3. Se las ha de obedecer
Recurdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estn
dispuestos a toda buena obra (Tito 3:1).
4. La bandera y la salvacin
4. Se ha de vivir sujeto a ellas
Oigamos nuevamente a los Testigos: Este es un acto que atribuye salvacin al emblema
nacional y a la nacin que ste representa. El que saluda declara implcitamente por el saludo
que su salvacin procede de la cosa que est representada por la bandera, a saber, la nacin
de la cual la bandera es un smbolo.
Otra barbaridad mayor que la anterior! Puede una persona juiciosa creer semejante dis
parate? Dnde, quin, cundo se ha dicho que saludando a la bandera se salve uno? De qu
puede salvar la bandera? Que sepamos, no hay pas en el mundo que pretenda salvar a sus sb
ditos mediante el saludo a la bandera. Los Testigos, que han inventado muchas formas para sal
varse, nos ofrecen aqu una que raya en el absurdo.
Cul debe ser la actitud del cristiano ante las autoridades civiles de su pas? Mal que
pese, la Biblia da orientaciones claras a este respecto. Sin analizar los textos, porque hemos
consumido el espacio disponible en este captulo, vamos a ordenarlos y transcribirlos conve
nientemente y que el lector saque sus conclusiones:
Por causa del Seor someteos a toda institucin humana, ya sea el rey, como a superior,
ya a los gobernadores, como por l enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los
que hacen bien. Porque sta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagis callar la igno
rancia de los hombres insensatos (1 Pedro 2:1315).
5. Se ha de reconocer el trabajo que realizan
Somtase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de
parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la
autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenacin para s
mismos. Porque los magistrados no estn para infundir temor al que hace bien, sino al malo.
Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrs alabanza de ella; porque es ser
vidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues
es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle
sujetos, no solamente por razn del castigo, sino tambin por causa de la conciencia. Pues por
esto pagis tambin los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente
a esto mismo. Pagad a todos lo que debis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto;
al que respeto, respeto; al que honra, honra. (Romanos 13:17.)
Es curiosa la interpretacin que dan los Testigos a este pasaje. Escuchmosles: Las po
testades superiores mencionadas all son los principales factores gobernantes de la congrega
cin de Dios. A saber, el cuerpo gobernante invisible del reino de Dios. No era la intencin del
apstol el que su mencin de las potestades superiores se aplicara a hombres que son visibles
a los ojos humanos y que son los gobernantes de este mundo inicuo dirigido por Satans. De
modo que las potestades superiores que mencion el apstol son Jehov Dios y Cristo Jess,
y Cristo Jess es el gran Ministro de Jehov.
Ni Cristo es el gran Ministro de Jehov, sino Jehov mismo, ni esas potestades superio
res son Dios y Cristo, sino autoridades humanas, autoridades civiles porque Pablo habla de
magistrados y de tributos que se les ha de pagar.
El mismo Pablo se someti a las autoridades de su tiempo, habl con orgullo de su ciuda
dana romana (Hechos 22:2528) y se vali de ella cuando le convino (Hechos 25:11).
Quienes hoy leemos y creemos los escritos de Pablo y seguimos tras las pisadas del Maes
tro hemos de someternos a las autoridades civiles siempre que stas no pretendan interponerse
entre Dios y nosotros, dando testimonio de nuestra fe y demostrando con nuestra conducta
que, aunque pertenecemos a un reino espiritual, sabemos tambin cumplir con nuestras obli
gaciones humanas en la tierra donde Dios nos ha hecho nacer.
4913
4923
TERCERA PARTE
Exposicin bblica
Captulo I
Cristo en la Biblia
En esta tercera parte de Apuntando a la torre, que no ha sido la ms fcil de componer,
me ocupo de los tres temas ms importantes entre los varios que los Testigos suelen desfigurar
con su descalabrada interpretacin de la Biblia: La divinidad plena de Cristo, la divinidad del Es
pritu Santo y la inmortalidad del alma.
Lo que hago aqu con estas doctrinas bblicas podra hacerse con todas las dems que los
Testigos niegan y que la Biblia afirma. Si he seleccionado estas tres ha sido por parecerme las
ms trascendentes. Las que ms directamente afectan a nuestra fe en la tierra y a nuestra su
pervivencia en el ms all de Dios.
Lamento no haber podido transcribir literalmente los pasajes bblicos. Ello habra supuesto
un considerable aumento en las pginas de este libro, que he querido hacer breve y completo.
Sealo cuidadosamente las citas bblicas para que el lector, provisto de una Biblia, pueda ir ex
perimentando por s mismo el gran placer del descubrimiento en este fresco manantial de vida
y de enseanzas que es la Palabra de Dios. El estudio hay que hacerlo reposadamente, con
calma, leyendo y anotando con cuidado los pensamientos divinos.
El lector encontrar que en esta tercera parte se repiten algunas citas bblicas ya mencio
nadas con anterioridad. Pero aqu aparecen en un contexto diferente, como parte de un todo
doctrinal.
En este lugar de Apuntando a la Torre he eludido todo comentario. Aqu he hecho caso a
quienes dicen que el mejor comentario a la Biblia es la Biblia misma. Creo que llevan razn.
Dicen los Testigos de Jehov: Algunos han credo sinceramente que Jess era el mismo Dios.
Tal conclusin no se corrobora con las Escrituras (El Arpa de Dios, pg. 99).
4933
2. En Isaas 40:3 se manda preparar camino a Jehov, idea que tambin se repite en 35:8.
Mateo identifica a Jehov con Cristo en 3:3, donde dice: ste es aqul de quien habl
el profeta Isaas...
3. Isaas 60:19, pasaje que tiene que ver con los tiempos eternos, llama a Jehov luz per
petua, cuyos rayos iluminarn el cielo eterno. San Juan, en Apocalipsis 21:23, refirin
dose igualmente a la Jerusaln celestial, dice que el Cordero es su lumbrera.
4. En la visin que Isaas tuvo en el templo, descrita en el captulo 6 de su libro, el profeta
cuenta que vio al Seor sentado sobre un trono alto y sublime (v. 1). Este Seor, en
la interpretacin de Juan 12:3841, era el mismo Cristo.
5. La piedra en la que tropieza el pueblo de Israel es Jehov en Isaas 8:1314 y Cristo en
1 Pedro 2:48.
6. El Seor a quien tentaron los judos en el desierto, cuando el castigo de las serpientes
(Nmeros 21:57) es el mismo Seor Jess del Nuevo Testamento (1 Corintios 10:9 y
Juan 3:1315).
7. En Isaas 44:67 se dice que el Autor de la profeca es Dios, en tanto que esta misma fa
cultad se atribuye a Cristo en Apocalipsis 11:3.
8. Dios es quien enva a los profetas para que cumplan su misin en el Antiguo Testamento
(2 Crnicas 36:1516). Idntico oficio se seala a Cristo en el Nuevo (Mateo 23:34).
4. El propio Cristo proclama su identidad con el Dios del Antiguo Testamento
1. Cristo, como Dios, es el Pastor de las ovejas. Isaas 40:1011, Ezequiel 34:1112 y Salmo
23:1 con Juan 10:7, 11 y 14.
2. Cristo, como Dios, es el Seor. Salmo 8:1 y 9 con Juan 13:1314.
3. Cristo, como Dios, es la luz. Salmo 27:1 con Juan 8:12 y 9:5.
4. Cristo, como Dios, es el principio y el fin. Salmo 90:12 con Apocalipsis 14:6.
5. Cristo, como Dios, es el camino. Salmo 27:11, 32:8 con Juan 14:6.
6. Cristo, como Dios, es la verdad. Deuteronomio 32:4 y Salmo 43:3 con Juan 14:6 y 1:14
17.
7. Cristo, como Dios, es la vida. Salmo 36:9 con Juan 14:6 y 1:4.
8. Cristo, como Dios, es la puerta. Salmo 100:4, Job 41:14 y Salmo 118:20 con Juan 10:79.
9. Cristo, como Dios, es Rey. Salmo 24:79 con Juan 18:37.
10. Cristo, como Dios, es el pan de vida. xodo 16:4 con Juan 6:35, 48 y 51.
11. Cristo, como Dios, es la resurreccin y la vida. Job 19:2527 con Juan 11:2526.
12. Cristo, como Dios, es el divino Yo soy del Antiguo Testamento. xodo 3:1314 con
Juan 8:24, 28; 13:19 y 18:5.
13. Cristo, como Dios, es celestial. Daniel 2:28 e Isaas 66:1 con Juan 8:23, 42.
14. Como Dios, Cristo es estrella resplandeciente. Job 41:32 y Salmo 80:13 con Apocalipsis
22:16.
15. Como Dios, Cristo es la vid verdadera. Isaas 5:14 y Oseas 14:57 con Juan 15:5.
16. Como Dios, Cristo es el eterno viviente. Jeremas 10:10 y Daniel 6:26 con Apocalipsis
1:18 y Juan 14:19.
17. Como Dios, Cristo es el manantial de aguas vivas. Jeremas 2:13 con Juan 4:1314 y
7:3738.
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4953
1. Cristo es el Creador del mundo. Juan 1:3; Colosenses 1:16; Hebreos 1:3.
2. Cristo es el Autor de la vida. Juan 1:4; 11:25; 1 Juan 5:1112.
3. Cristo es el Seor de todos los hombres. Hechos 10:36; 2:36.
4. Cristo es dueo de todas las cosas. Juan 16:15.
5. Cristo es el sustentador de todas las cosas. Hebreos 1:3; Colosenses 1:16.
6. Cristo es el perdonador de todos los pecados. Mateo 9:26; Lucas 7:4750; Hechos
10:43.
7. Cristo es el Salvador del mundo. Lucas 2:11; Juan 4:42; Hechos 4:12.
8. Cristo es Dios en toda la tierra y en el cielo. Filipenses 2:911.
9. Cristo es adorado como Dios en el cielo. Apocalipsis 5:56; 7:9.
5. Los evangelistas y apstoles declaran que l es Dios
1. Mateo 1:23: Dios con nosotros.
2. Juan 1:1: Dios el Verbo.
3. Juan 20:28: Seor y Dios.
4. Romanos 9:5: Dios sobre todas las cosas.
5. 1 Corintios 1:4: Dios de la Gracia.
6. 2 Corintios 4:46: Dios de la Gloria.
4963
4973
2. Como Dios, Su resurreccin estaba prevista por los profetas. Salmo 16:10; Isaas 53:10
12; 1 Pedro 1:1011.
3. Como Dios, Su resurreccin fue presenciada por seres celestiales. Mateo 28:26; Marcos
16:47; Lucas 24:47; Juan 20:1112.
4. La resurreccin demostr que Cristo era y es Dios, con cuerpo de apariencia humana y
naturaleza divina. Lucas 24:31, 3637; Juan 20:2629.
5. La resurreccin demostr que Cristo era y es Dios, con pleno dominio sobre la vida.
Juan 5:26; 10:1718; 11:25.
6. La resurreccin demostr que la eterna gloria de Cristo era y es gloria de Dios. Mateo
17:2; Juan 17:5; Romanos 6:4.
7. La resurreccin demostr que Cristo es la Tercera Persona de la Trinidad Santa. Romanos
1:4, 8:11.
8. La resurreccin demostr que la muerte, enemiga eterna del hombre, sucumbe ante
el supremo poder de Dios en Cristo. Hechos 2:24.
9. La resurreccin demostr que la autoridad de Cristo es autoridad de Dios. Mateo 28:18.
10. La resurreccin demostr que Cristo, como Dios, es inmortal. Romanos 6:9; 1 Timoteo
6:1516; Hechos 13:3237.
11. La resurreccin demostr que Cristo, como Dios, est eternamente presente en el co
razn de todos cuantos le aceptan. Mateo 28:20; Marcos 16:20; Hechos 19:910, 23:11;
Colosenses 1:27.
12. La resurrecin demostr que Cristo, en cuanto Dios, resucitar un da a todos los que
creemos en l. 1 Corintios 15:1322; 2 Corintios 4:14.
13. La resurreccin demostr que el poder de los apstoles para hacer milagros en nombre
de Cristo es poder de Dios. Hechos 4:1011, 4:33.
14. La resurreccin demostr que la eterna morada de Cristo es el cielo, junto al Padre,
con quien es igualmente uno. Juan 10:30; Romanos 8:34; Efesios 1:20; Apocalipsis 1:18.
3. Es Dios en Su ascensin a los cielos
1. La ascensin estaba en la mente de Dios. Salmo 24:710, 68:18 y 110:1 con Efesios
4:78.
2. La ascensin estaba en la mente de Cristo, en cuanto Dios. Juan 6:62, 7:33; 14:3, 12,
28; 16:5, 28 y 20:17.
3. La ascensin confirm su dignidad de Dios. Lucas 24:26, 5051; Efesios 1:2021.
4. La ascensin confirm su autoridad de Dios. Hechos 1:89; 1 Pedro 3:22.
5. La ascensin confirm sus promesas de Dios. Juan 14:24, 17:24; Hebreos 6:1720.
6. La ascensin confirm la Trinidad de Dios. Juan 16:715; Hechos 1:8 y 2:33.
7. La ascensin confirm su identificacin con Dios. Juan 17:5; Colosenses 3:1.
8. La ascensin confirm la redencin llevada a cabo por Dios. Hebreos 9:1112,
2425.
9. La ascensin confirm el establecimiento de la Iglesia de Dios. Efesios 1:1923.
10. La ascensin confirm su intercesin continua ante Dios. Romanos 8:34; Hebreos
7:26, 9:24.
11. La ascensin confirm su preeminencia sobre los cielos de Dios. Efesios 4:19; Hebreos
4:14.
12. La ascensin confirm su exaltacin a la diestra de Dios. Hechos 5:3031, 7:5556; He
breos 8:1.
4983
13. Cristo abrir los libros de la vida. Apocalipsis 3:5, 5:210, 13:8.
14. El libro de la vida est en manos de Dios. Apocalipsis 22:19.
15. El libro de la vida est en manos de Cristo. Apocalipsis 21:27.
16. Dios juzgar todas las acciones y las palabras de los humanos. Eclesiasts 11:9; Judas
15.
17. Cristo juzgar todas las palabras de los humanos. Mateo 12:3436.
18. Quien rechaza la Ley queda bajo el juicio de Dios. Romanos 3:19.
19. Quien rechaza la Gracia queda bajo el juicio de Cristo. Juan 12:4648.
20. Cristo, como Dios, ser el Juez de vivos y muertos en el juicio del gran trono blanco.
Hechos 10:42.
21. Dios juzgar a Su pueblo. Deuteronomio 32:36 con Hebreos 10:30 y 2 Pedro 2:4.
22. Cristo juzgar a Su pueblo. Mateo 7:23; 13:4043.
3. Es Dios en el cielo.
1. Cristo, como Dios, es Rey en el cielo. Isaas 6:15; Salmo 10:16 y 24:710 con Apocalipsis
19:11, 16; 17:14.
2. Cristo, como Dios, es luz en el cielo. Apocalipsis 21:23; 22:5.
3. Cristo, como Dios, es templo en el cielo. Apocalipsis 21:22.
4. La gloria de Dios en el cielo es la gloria de Cristo. Apocalipsis 21:1011, 2324.
5. El trono de Dios en el cielo es el trono de Cristo. Apocalipsis 22:13.
6. La potestad de Dios en el cielo es la potestad de Cristo. Salmo 68:3234 con Mateo
28:18.
7. La voz de Dios desde el cielo es la voz de Cristo. Mateo 3:17, 17:5; Juan 12:28; Hechos
9:45; Apocalipsis 1:10.
8. La adoracin que se tributa a Dios en el cielo es la misma que se tributa a Cristo. Apo
calipsis 11:1619 con Apocalipsis 5:1114.
9. El reino de los cielos es de Dios y de Cristo. Mateo 6:910; Efesios 5:5; Apocalipsis 11:15.
10. Todas las potestades del cielo estn sujetas a Cristo, por cuanto Cristo es Dios eterno,
Dios sobre todas las cosas. Efesios 1:2023 y 1 Pedro 3:22.
4993
Captulo II
41003
41013
2. El empleo, por Dios mismo, de la primera persona del plural evidencia su existencia en
distintas Personas. Gnesis l:26; 3:22; 11:7.
3. El propio nombre de Dios, Elohim, en hebreo, aparece en plural en las pginas del An
tiguo Testamento. Gnesis 35:7; Josu 24:1819. Elohim no es Dios, sino Dioses. La plu
ralidad en la unidad divina muestra la Trinidad, toda vez que el Dios de la Biblia es uno.
xodo 20:13; Deuteronomio 6:4; Mateo 4:10; Marcos 12:29.
4. La triple bendicin sacerdotal de Nmeros 6:2426 es indicacin de la Trinidad en Dios.
5. Se menciona a las tres Personas de la Trinidad con igualdad de atributos: El Padre: Isaas
63:16; Malaquas 2:210. El Hijo: Salmo 2:79; Proverbios 30:4; Isaas 9:6. El Espritu
Santo: Gnesis 1:2; Isaas 61:1; 63:10.
6. Jehov Dios; Su Palabra, que es el Verbo, y el Espritu aparecen unidos en Salmo 33:6.
(Aliento, de algunas versiones, es Espritu en otras.)
7. La proclamacin triple de la santidad de Dios en Isaas 6:3 seala la doctrina de la Tri
nidad. Vase tambin Apocalipsis 4:8.
2. La Trinidad en los textos del Nuevo Testamento
1. En Mateo 3:1617 figuran las tres Personas de la Trinidad. El Padre, hablando desde el
cielo; el Hijo, en las aguas del Jordn; el Espritu Santo, en forma de paloma entre el
cielo y la tierra. Vase tambin Marcos 1:1011 Lucas 3:22.
2. La forma bautismal enseada por Cristo a sus discpulos incluye a las tres Personas de
la Trinidad. Mateo 28:19.
3. En el anuncio de la Encarnacin las tres Personas de la Trinidad aparecen unidas. Lucas
1:35.
4. En el breve pasaje de Lucas 4:18, El Espritu del Seor est sobre m, se menciona la
Trinidad. Quien habla aqu es Cristo, citando la profeca. Por el Seor se refiere a Dios
Padre.
5. En la promesa del Espritu Santo de Lucas 24:49 estn el Padre, el Hijo y el Espritu Santo.
6. El Padre, el Hijo y el Espritu Santo, tambin llamado Consolador, estn identificados en
Juan 14:16 y 26.
7. Las tres divinas Personas se mencionan en el captulo siguiente, Juan 15:26.
8. Y otra vez, las tres, en Juan 16:7, 10, 1315.
41023
9. En el primer gran discurso del apstol Pedro est presente, sin dudas de ninguna clase,
la doctrina de la Trinidad. Hechos 2:33, 3839.
10. Ante el concilio de sacerdotes judos, San Pedro menciona nuevamente a las tres Per
sonas de la Trinidad. Hechos 5:3032.
11. Padre, Hijo y Espritu Santo, en absoluta unidad, son mencionados otra vez por Pedro
en el discurso pronunciado en casa de Cornelio. Hechos 10:28, 33, 34, 38, 4248.
12. San Pablo dice a los romanos que la justificacin del creyente es obra de la Trinidad.
Romanos 5:15.
13. Ms clara que el agua de los riachuelos est la doctrina de la Trinidad contenida en
Romanos 8:9, 11, 1417. Espritu Santo, Espritu de Dios y Espritu de Cristo son aqu
una sola y misma Persona.
14. Como lo son tambin en Romanos 15:1516 y en 15:30, donde Pablo ruega a los cre
yentes de Roma en nombre de las tres Personas divinas.
15. El Seor de Gloria, que es el Hijo; Dios, que es el Padre; y el Espritu de Dios, que es el
Espritu Santo, se mencionan conjuntamente en 1 Corintios 2:811.
16. Nuestro cuerpo es de Dios, del Hijo, que nos ha comprado por precio, y del Espritu
Santo que mora en nosotros. De nuevo, aqu, la Trinidad. 1 Corintios 6:1920.
17. Radiante, como luz solar, est la Trinidad en 1 Corintios 12:46. El Espritu en el ver
sculo 4, el Hijo en el 5, y el Padre en el 6.
18. En 2 Corintios 1:2122 el escritor sagrado une a las tres Personas de la Trinidad en la
salvacin del creyente.
19. San Pablo bendice a los corintios en nombre de la Trinidad. 2 Corintios 13:14.
20. Los tres: Padre, Hijo y Espritu Santo, unidos en una sola Persona, estn en el pasaje
de Glatas 4:46.
21. En un corto versculo, que es una emocionante oracin de San Pablo a favor de los
creyentes en feso, estn unidas las tres Personas de la Trinidad. Efesios 1:17.
22. En el captulo 2 de la misma epstola Pablo contina enseando la doctrina de la
Trinidad, sin nombrarla. Las tres Personas estn en Efesios 2:18: l, Cristo; el Esp
ritu y el Padre. Y las tres aparecen de nuevo unos versculos ms abajo, en Efesios
2:2122.
23. En el siguiente captulo Pablo insiste en la identidad esencial de las tres Personas que
forman la Trinidad divina. Efesios 3:1416.
24. Antes de terminar esta epstola, Pablo toca de nuevo el tema de la Trinidad. En Efesios
4:16, hablando de la vocacin del cristiano, menciona en una sola y misma unidad al
Espritu, al Seor Jess y al Dios Padre.
25. La regeneracin del creyente fue obra de la Trinidad, segn San Pablo en Tito 3:46.
26. El autor de la epstola a los Hebreos, convencido de la Trinidad, la presenta en un breve
pasaje: Hebreos 9:14. Aqu estn, unidos, el Padre, el Hijo y el Espritu Santo.
27. Tambin lo estn en Hebreos 10:29, para que no quede duda alguna sobre la creencia
de los autores inspirados en la Trinidad.
28. El apstol San Pedro, que ya nos ha hablado de la Trinidad en el libro de los Hechos,
insiste en las epstolas. Es imposible leer 1 Pedro 1:2 y no creer en la Trinidad!
29. An vuelve sobre el tema antes de poner firma a esta epstola. Cristo, Dios y el Espritu
de Dios estn presentes en 1 Pedro 4:14.
30. San Juan nos ha hablado claramente de la Trinidad divina en su Evangelio. En su pri
mera epstola, 5:69, define la doctrina con un texto que no admite rplica.
31. Algunos dicen que el texto anteriormente citado es una interpolacin. En el dudoso
supuesto de que as fuera, en qu perjudica esto a la doctrina de la Trinidad? Es tam
bin interpolacin el pasaje de 1 Juan 4:1116, donde el mismo apstol presenta al
Padre, al Hijo y al Espritu Santo en igualdad de Personas?
32. Judas, el apstol hermano de Santiago, despide su breve epstola invocando sobre sus
lectores a las tres Personas de la Trinidad. Lo hace por este orden: Espritu Santo; Dios;
Seor Jesucristo. Judas vv. 2021.
33. En fin, los comentaristas de la Biblia suelen ver representaciones de la Trinidad en el
primero y ltimo captulos del Apocalipsis. En el saludo a las Iglesias, Apocalipsis 1:1
6, y en la visin final, Apocalipsis 22:1. El ro limpio de agua de vida que vio Juan sa
liendo del trono de Dios y del Cordero es smbolo del Espritu Santo.
3. La Trinidad en los textos comparados de la Escritura
1. En la visin de Isaas, el profeta vio al Seor sentado sobre un trono. Isaas 6:1. Aqu
se refiere a Dios el Padre. Juan dice que Isaas vio a Cristo: Juan 12:41. Y Pablo atribuye
esta visin al Espritu Santo: Hechos 28:25. El profeta tuvo una clara visin de la Trini
dad.
41033
2. San Pablo dice que nuestro cuerpo es templo de Dios: 1 Corintios 3:16; templo de
Cristo, pues que Cristo mora en nosotros: Colosenses 1:27; y templo del Espritu Santo:
1 Corintios 6:19. Es decir, templo de la Trinidad.
3. Los dones espirituales son repartidos a los creyentes por Dios Padre: 1 Pedro 5:10;
por Dios Hijo: Efesios 4:11; por Dios Espritu Santo: 1 Corintios 12:11. Por la Trinidad.
4. La vida eterna es obra de Dios Padre: Romanos 6:23; es obra de Jesucristo el Hijo: Juan
10:28; es obra del Espritu Santo: Glatas 6:8.
5. Los mensajeros de Dios son inspirados, indistinta y conjuntamente por las tres Personas
de la Trinidad. Por el Padre: Hebreos 1:1; por el Hijo: 2 Corintios 13:3; por el Espritu
Santo: Marcos 13:11.
6. Nuestra comunin cristiana es con el Padre, con su Hijo Jesucristo, 1 Juan 1:3, y con
el Espritu Santo, Filipenses 2:1. Tenemos comunin con la Trinidad.
7. En su peregrinacin por el desierto, los judos tentaron a Dios. xodo 17:7. En las citas
que se dan de este incidente en el Nuevo Testamento se menciona a Cristo: 1 Corin
tios 10:10, y al Espritu Santo: Hebreos 3:7. Los israelitas provocaron a la Santa Trini
dad.
8. La resurreccin de Cristo fue obra del Padre: 1 Corintios 6:14; obra del propio Hijo:
Juan 2:19; y obra del Espritu Santo: Romanos 8:11 y 1 Pedro 3:18.
9. El conocimiento de las verdades divinas nos viene a travs de las tres Personas de la
Trinidad: a travs del Padre segn Isaas 48:17 y 54:13; a travs del Hijo segn Lucas
21:15; y a travs del Espritu Santo segn Juan 14:26.
10. En xodo 17:6 se describe el incidente de la pea en Horeb. El texto del Antiguo Tes
tamento dice que sobre la pea estaba Dios. En la interpretacin que Pablo hace de
este texto dice que la roca espiritual de la cual beban los israelitas era Cristo. 1 Corin
tios 10:4. Y es el propio Cristo quien presenta al Espritu Santo como fuente de agua
viva, roca abierta en el corazn de Dios. Juan 7:3839.
11. La obra de la Creacin se atribuye en las pginas de la Biblia a Dios Padre: Gnesis 1:1,
Isaas 44:24; a Dios Hijo, Colosenses 1:16; Hebreos 11:3 (Palabra aqu es Verbo,
segn Juan 1:1); y a Dios Espritu Santo, Isaas 40:1213; Salmo 104:30.
41043
4. Revela a los creyentes los misterios de Dios. 1 Corintios 2:1012; Efesios 1:1718.
5. Son bautizados por el Espritu en un solo cuerpo. 1 Corintios 12:13.
6. Reparte dones a los creyentes. 1 Corintios 12:11; Glatas 5:2223.
7. Son edificados por el Espritu para morada de Dios. Efesios 2:22.
8. Por el Espritu tienen entrada al Padre. Efesios 2:22.
9. Son el templo del Espritu. 1 Corintios 3:16; 6:1920.
10. Son regenerados por el Espritu. Tito 3:5; Juan 3:5.
11. Son santificados por el Espritu. 2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro 1:2.
12. Son liberados por el Espritu. Romanos 8:2.
13. Son fortalecidos por el Espritu. Efesios 3:16.
14. Son hechos hijos de Dios por el Espritu. Romanos 8:1416.
15. Son llenos del Espritu. Efesios 5:18.
16. Son amonestados en nombre de Dios por el Espritu. Hebreos 3:7; 10:15.
17. Son vivificados por el Espritu. Juan 6:63; 7:3839; 2 Corintios 3:6.
18. Han de andar conforme al Espritu. Romanos 8:46; Glatas 5:1618.
19. Conocen el amor de Dios a travs del Espritu. Romanos 5:5.
20. El Espritu Santo produce en el creyente frutos espirituales. Glatas 5:2223; Romanos
14:17; 15:13.
21. El Espritu obra a travs de la Palabra. Efesios 6:17; Colosenses 3:16.
22. Obra mediante la oracin. 1 Corintios 14:15; Efesios 6:18; Judas 20.
23. El Espritu Santo gua al creyente hacia la forma de adoracin que agrada al Padre.
Juan 4:2324; Filipenses 3:3.
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41053
Captulo III
El alma en la Biblia
Dicen los Testigos de Jehov: Los cientficos y cirujanos han llegado a la conclusin de que el
hombre es sencillamente el orden ms elevado de la vida animal, poseyendo un organismo
ms complejo y capaz de ejercer facultades fuera del alcance de otras formas de vida animal.
No han podido encontrar en el hombre ninguna prueba definitiva de inmortalidad. No pueden
hallar evidencia alguna que indique que el hombre tenga un alma inmortal. (Sea Dios veraz,
pg. 64.)
1. Dios aconseja guardar el alma con diligencia. Deuteronomio 4:9, 15; Josu 23:11.
2. El alma del hombre puede hallar a Dios si se lo propone con sinceridad. Deuteronomio
4:29; 2 Crnicas 15:12.
3. El alma del hombre debe amar a Dios con todas sus fuerzas. Deuteronomio 6:15; 10:12;
Mateo 22:37; Marcos 12:30.
4. Se han de llevar las palabras de Dios en el alma. Deuteronomio 11:18.
5. Se ha de convertir uno a Dios con toda el alma. Deuteronomio 30:10; 1 Reyes 8:48; 2
de Crnicas 6:38.
6. El hombre puede pecar contra su propia alma. Nmeros 16:38.
7. Dios redime el alma del hombre. 2 Samuel 4:9; 1 Reyes 1:29; Job 33:28; Salmo 69:18.
8. El alma del hombre est en las manos de Dios. Job 12:10.
9. Dios salva el alma. Salmo 6:4; 35:3.
10. Dios sana el alma del pecado. Salmo 41:4.
11. Dios guarda el alma de sus santos. Salmo 97:10; 121:7.
12. Dios sacia el alma. Salmo 107:9.
13. Dios fortalece el alma. Salmo 138:3.
14. Dios ampara el alma. Salmo 141:8.
15. Dios saca el alma de la angustia. Salmo 143:11.
16. La Palabra de Dios es vida al alma. Proverbios 3:2122; 19:16.
17. Pecar contra Dios es defraudar al alma. Proverbios 8:36.
18. El alma de los malos hallar el mal. Proverbios 13:2; 21:10.
19. Dios mira por el alma. Proverbios 24:12.
20. El alma de los malos amontona el mal para s. Isaas 3:9.
21. La salvacin del alma est en su descanso en Dios. Jeremas 16:16.
22. El alma encuentra su descanso en Cristo. Mateo 11:29.
23. La salvacin del alma es ms importante que los bienes del mundo. Mateo 16:26; Mar
cos 8:36.
24. Cristo vino para salvar el alma del hombre. Lucas 9:56.
25. La perdicin eterna del alma puede ocurrir en cualquier momento. Lucas 12:1320.
26. La fe en Dios es precisa para la preservacin del alma. Hebreos 10:39; 1 Pedro 1:9.
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41063
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41073
Ap u nta n d o a la to r re | El a l m a en l a Bi bl i a
16. Quien cree en Jesucristo tiene vida eterna, en la eternidad del alma inmortal. Juan
5:24; 8:51; 10:28; 17:3.
17. La inmortalidad del alma queda probada en la superioridad del espritu sobre la ma
teria. Juan 6:63.
18. El alma es inmortal porque el pan vivo que descendi del cielo, Cristo, hace vivir para
siempre a quien lo come. Juan 6:51.
19. El alma es inmortal porque todo el que cree en Cristo, aunque est muerto vivir. Juan
11:25.
20. El alma es inmortal por cuanto no puede corromperse. Hechos 2:27, 31.
21. El alma es inmortal porque Cristo ser juez de vivos y de muertos. Hechos 10:42.
3. Enseanzas de las epstolas y el Apocalipsis.
1. El alma es inmortal porque ha de seguir viviendo en la gloria venidera. Romanos 8:17
18.
2. Si no hay condenacin alguna para los que estn en Cristo Jess es porque tienen almas
inmortales. Romanos 8:1.
3. Si ni siquiera la muerte puede hacer separacin entre Cristo y los que en l creen es
debido a la inmortalidad del alma. Romanos 8:3839.
4. Si el alma pereciera con el cuerpo Pablo no alabara a los que, perseverando en bien
hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad. Romanos 2:7.
5. Si no hay inmortalidad de vida somos seres dignos de compasin. 1 Corintios 15:19.
6. Si no hay inmortalidad de vida, los muertos nunca resucitarn. 1 Corintios 15:2023,
32.
7. Si no hay inmortalidad de vida, tampoco habr cuerpos espirituales. 1 Corintios 15:40
49.
8. Si no hay inmortalidad de vida, nunca heredaremos el reino de Dios. 1 Corintios 15:50.
9. Si no hay inmortalidad de vida, no habr tampoco transformacin de muertos cre
yentes. 1 Corintios 15:5152.
10. Si no hay inmortalidad de vida, el cuerpo de corrupcin nunca ser vestido de inco
rrupcin, ni lo mortal de inmortalidad. 1 Corintios 15:5354.
11. Si no hay inmortalidad de vida, la muerte jams ser vencida. 1 Corintios 15:5557.
41083
12. Si el alma no es inmortal, Pablo no dira que nuestro espritu ser salvo en el da del
Seor. 1 Corintios 5:5.
13. El alma es inmortal porque aunque el cuerpo se deshaga tenemos un edificio espiritual
eterno en los cielos. 2 Corintios 5:13.
14. El alma es inmortal porque llegar un da en que el cuerpo mortal ser absorbido por
la vida de los cielos. 2 Corintios 5:4.
15. El alma es inmortal porque nuestra presencia en la tierra significa la ausencia del cielo.
2 Corintios 5:69.
16. La inmortalidad del alma se prueba en que el creyente regenerado se sentar un da
en los lugares celestiales con Cristo. Efesios 2:46.
17. Si Pablo consideraba la muerte como ganancia es porque estaba seguro de su inmor
talidad. Filipenses 1:1921.
18. Si Pablo saba que su nombre y los de sus colaboradores estaban escritos en el libro
de la vida era porque tena fe en la inmortalidad del alma. Filipenses 4:3.
19. El alma es inmortal porque Dios ha dado al creyente vida juntamente con Cristo, Co
losenses 2:1213, y Cristo es inmortal. Apocalipsis 1:18.
20. Prueba elocuente de la inmortalidad del alma es que a la Segunda Venida de Cristo
los cuerpos transformados sern arrebatados para recibir al Seor en el aire. 1 Tesa
lonicenses 4:17.
21. Si el alma no fuese inmortal nuestra comunin con Dios quedara interrumpida con la
muerte, cosa que no ocurre. 1 Tesalonicenses 5:10.
22. Prueba de que el alma es inmortal est en el consejo de Pablo a los creyentes de Te
salnica en el sentido de que no se entristezcan por sus muertos como los que no tie
nen esperanzas. 1 Tesalonicenses 4:13.
23. Dios quiere que todos los hombres sean salvos. 1 Timoteo 2:34. Y si el alma no es
inmortal, de qu van a ser salvos?
24. Prueba de que el alma es inmortal es que Jess quit la muerte y sac a luz la vida y
la inmortalidad por el Evangelio. 2 Timoteo 1:10.
25. Prueba de que el alma es inmortal est en que Dios juzgar a los vivos y a los muertos.
2 Timoteo 4:1; 1 Pedro 4:5.
26. Prueba de que el alma es inmortal es que Pablo esperaba obtener una corona de jus
ticia que le sera dada por el Seor en aquel da. 2 Timoteo 4:68.
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27. Prueba de que el alma es inmortal es que Pablo estaba seguro de que Dios le preser
vara para su reino celestial. 2 Timoteo 4:18.
28. Si no fuese el alma inmortal no sera tan horrendo caer en las manos del Dios vivo.
Hebreos 10:31.
29. Si no tuvisemos un alma inmortal Santiago no afirmara que el cuerpo sin el espritu
est muerto. Santiago 2:26.
30. Pedro esperaba recibir una corona incorruptible de gloria en el ms all, lo que prueba
la inmortalidad. 1 Pedro 5:4.
31. El alma es inmortal porque Dios nos tiene reservada en los cielos una herencia inco
rruptible, incontaminado e inmarcesible. 1 Pedro 1:34.
32. El alma es inmortal porque un da alcanzaremos la salvacin que tenemos preparada.
1 Pedro 1:59.
33. La inmortalidad del alma est implicada en la posesin de la vida eterna que tenemos
en Cristo. 1 Juan 5:1113.
34. Si no tuvisemos un alma inmortal no se nos exhortara a la fidelidad doctrinal para
ser premiados en el cielo con vestiduras blancas. Apocalipsis 3:5.
35. Si no tuvisemos un alma inmortal no se asegurara la entrada en el cielo a los inscritos
en el libro de la vida. Apocalipsis 21:27; 20
41093
2. Elas
1. Fue arrebatado en un carro de fuego. 2 Reyes 2:11.
2. Sin pasar la experiencia de la muerte, al igual que Enoc, subi al cielo en un torbellino.
2 Reyes 2:11.
3. Los profetas amigos de Eliseo crean que el Espritu de Jehov lo habra dejado caer
en algn monte o en algn valle. 2 Reyes 2:16.
4. Pero Eliseo estaba convencido de que Elas haba sido arrebatado al paraso, no al se
pucro. 2 Reyes 2:1718.
5. Si Elas no hubiese seguido viviendo despus de su arrebatamiento, Malaquas no habra
hablado de su regreso, antes que venga el da de Jehov. Malaquas 4:5.
6. Si el alma quedara en el sepulcro juntamente con el cuerpo, los contemporneos de
Jess no habran esperado el regreso de Elas. Mateo 11:14; 16:14; 17:12; Marcos 8:28;
9:13; 6:15; Lucas 9:19; Juan 1:21.
7. Si el alma quedara en la misma tumba que el cuerpo, el ngel del Seor no habra dicho
a Zacaras que Juan el Bautista aparecera con el espritu y el poder de Elas. Lucas 1:17.
8. En fin, si el alma y el cuerpo quedaran en la tumba, Elas no habra aparecido, en el
cielo de Dios, junto a Moiss, en la transfiguracin del Seor. Mateo 17:3; Marcos 9:4;
Lucas 9:30.
3. Samuel
1. Samuel muri y fue sepultado en Ram. 2 Samuel 28:3.
2. Sal pretende hablar con Samuel, aun sabiendo que haba muerto. 2 Samuel 28:7; 11.
3. La pitonisa de Endor vio a Samuel, aunque el cuerpo del profeta estaba en la tumba. 2
Samuel 28:12.
4. Sal entendi tambin que el aparecido en el ms all era Samuel. 2 Samuel 28:14.
5. Samuel habl con Sal, aun cuando su cuerpo haba muerto y estaba enterrado. 2 Sa
muel 28:15.
6. Sal, desde la tierra, respondi a Samuel y le hizo partcipe de sus angustias. 2 Samuel
28:15.
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41103
5. Moiss habl con el Seor; Elas habl con el Seor. Y ninguno de ellos estaban en la
tumba! Mateo 17:3; Marcos 9:4; Lucas 9:30.
6. Elas y Moiss hablaron concretamente de la partida, sufrimientos y muerte de Jess
en Jerusaln. Lucas 9:31.
7. Los tres apstoles vieron a los personajes del Antiguo Testamento y oyeron lo que ha
blaban con Jess. Lucas 9:32; 18. 2 Pedro 1:16.
8. Si el alma no sigue viviendo despus de la muerte, cmo es que Elas y Moiss, arre
batado el uno y muerto el otro, aparecieron conscientes en lo alto del monte donde
Jess oraba?
9. Si no se sigue conservando la personalidad espiritual tras la muerte, cmo supieron
los apstoles que aqullos eran Elas y Moiss?
10. Si el cuerpo y el alma quedan en el sepulcro, minti Jess? Mintieron los apsto
les?
4. El nio de David
6. El rico y Lzaro
1. Muere el nio que David tuvo con la que fue mujer de Uras. 2 Samuel 12:1819.
2. Dijo David tras la muerte del nio: Yo voy a l, mas l no volver a m. 2 de Samuel
12:23.
3. Dnde estaba el alma del nio muerto? En la tumba? Cristo dijo que de los nios es
el reino de Dios. Marcos 10:14; Lucas 18:16.
4. All, al reino de Dios, al cielo, a la gloria esperaba ir David tras su muerte. Al encuentro
del nio. Salmo 73:2426. Esto sera imposible si el alma no siguiera viviendo tras la
muerte.
5. La transfiguracin
1. Jess se fue con tres de sus discpulos a un monte alto. Mateo 17:1.
2. Mientras oraba con ellos se transfigur su rostro, sus vestidos y todo su cuerpo. Mateo
17:2; Marcos 9:3; Lucas 9:29.
3. Moiss, que haba muerto, apareci en el ms all. Mateo 17:3; Marcos 9:4 Lucas 9:30.
4. Elas, que haba sido arrebatado al cielo, en el cielo apareci juntamente con Moiss.
Mateo 17:3; Marcos 9:4; Lucas 9:30.
1. No se trata de una parbola, sino de un hecho real explicado por Cristo, puesto que el
personaje principal tiene nombre propio: Lzaro. Lucas 19:20.
2. Aun cuando fuese parbola, la leccin permanece invariable, puesto que la parbola
tiene por misin declarar las cosas escondidas de Dios. Mateo 13:35.
3. Dos hombres, uno rico y el otro pobre. Lucas 16:1921.
4. Los dos murieron y fueron sepultados. Lucas 16:22.
5. El alma del pobre no qued en la tumba. Fue llevada por los ngeles al seno de Abra
ham, esto es, al paraso. Lucas 16:22.
6. El alma del rico no qued en la tumba. Fue al hades, o lugar provisional de los muertos
donde sufren los que mueren sin fe. Lucas 16:23.
7. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar desde el que siguen viendo.
Lucas 12:23.
8. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar desde el que siguen hablando.
Lucas 16:24.
9. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar desde el que continan implo
rando misericordia. Lucas 16:24.
A p u nta n d o a la to r re | El a l m a en l a Bi bl i a
10. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar desde el que siguen sintiendo
sed. Lucas 16:24.
11. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar donde sienten el tormento. Lucas
16:24.
12. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar donde continan teniendo con
ciencia de s mismos. Lucas 16:25.
13. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar donde conservan la memoria.
Lucas 16:27.
14. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar donde siguen conservando el
sentimiento de culpabilidad. Lucas 16:28.
15. Los muertos no quedan en la tumba! Van a un lugar donde siguen contemplando la
dureza del corazn humano. Lucas 16:30.
16. Si los que mueren creyendo no empezaran a gozar en la presencia de Dios inmediata
mente despus de morir, Abraham no hubiese aparecido en el cielo. Lucas 16:2223.
17. Si los que mueren creyendo no empezaran a gozar en la presencia de Dios inmediata
mente despus de morir, Lzaro no habra estado en el seno de Abraham. Lucas 16:22.
18. Si los que mueren sin creer no empezaran a sufrir inmediatamente despus de morir,
el rico no habra sentido el tormento de las llamas. Lucas 16:24.
19. Si los que mueren sin creer no empezaran a sufrir inmediatamente despus de morir,
el rico no hubiese sentido tan honda preocupacin por sus hermanos. Lucas 16:2731.
20. Si tras la muerte no hubiese otra vida, Cristo no habra explicado este singular pasaje
a sus discpulos. Lucas 16:19.
41113
7. El ladrn en la cruz
9. Otros textos de la Escritura
1. Fue crucificado junto a Jess. Lucas 23:33.
2. Reprendi a su compaero de fechoras, tambin crucificado. Lucas 23:40.
3. Admiti la inocencia de Jess. Lucas 23:41.
4. Pidi a Jess que se acordara de l en Su Reino. Lucas 23:42.
5. Cristo le prometi el paraso. Lucas 23:43.
6. Si el alma no continuara viviendo inmediatamente despus de la muerte, Cristo no ha
bra dicho a este malhechor convicto: Hoy estars conmigo en el paraso. Lucas 23:43.
1. Job crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte y dice que Dios habla al hom
bre para apartar su alma del sepulcro. Job 33:2930.
2. Mateo crea que el alma sigue viviendo despus de la tumba y dice que las puertas de
la muerte nada pueden contra los miembros de la Iglesia del Seor. Mateo 16:18.
3. Marcos crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte y asegura que Dios es
Dios de vivos, no de seres muertos. Marcos 12:27.
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4. Lucas crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte y advierte que Dios puede
llevarse el alma del hombre en el momento ms inesperado. Lucas 12:20.
5. Juan crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte y dice que todo aquel que
cree en Cristo, aunque est muerto, vivir. Juan 11:25.
6. Esteban crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte, y al morir apedreado
dijo: Seor Jess, recibe mi espritu. Hechos 7:59.
7. Pedro crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte, porque afirma que Cristo
predic a los espritus encarcelados. 1 Pedro 3:19.
8. Pablo crea que el alma sigue viviendo despus de la muerte, porque deca que partir
del cuerpo, es decir, morir, significaba estar con Cristo, lo cual es muchsimo mejor.
Filipenses 1:2123.
9. El autor de la epstola a los Hebreos crea que el alma sigue viviendo despus de la
muerte, porque la congregacin de los primognitos, los espritus de los justos,
como llama a los que han muerto en la fe de Cristo, viven en el cielo, en la Jerusaln
celestial. Hebreos 12:2223.
10. Yo creo que mi alma seguir viviendo despus de la muerte de mi cuerpo, porque la
Biblia me dice que ni siquiera la muerte me puede apartar del amor de Dios en Cristo
Jess. Romanos 8:3839.
41123
CUARTA PARTE
Epistolar
Carta amiga a un Testigo de Jehov
Vulvete, y haz volver a tus hermanos
(2 Samuel 15:20).
Amigo:
Me dejas llamarte as? No empleo esta hermosa palabra de manera superficial. S a lo
que compromete la amistad. Y acepto sus implicaciones. En realidad, yo creo haber empezado
a darte pruebas de mi amistad desde que me puse a escribir este libro. No lo he escrito para
hacer dinero ni para ganar fama. No necesito ni lo uno ni lo otro. El objeto final del libro que
tienes en tus manos eres t; solamente t. Para ti lo he pensado, para ti lo he escrito, a ti te lo
dirijo.
Una de las preguntas ms inquietantes en la historia del hombre es, segn creo yo, la que
Dios hizo a Adn despus de la cada. Dejando or su voz entre los rboles y las plantas del
huerto, Dios llam al hombre, y le dijo: Dnde ests t?
Adn estaba escondido. Se vea desnudo. Haba pecado. Tena miedo.
En mi voz tiembla la misma pregunta, que mi pulso escribe con seguridad: Dnde ests
t?
Me estoy refiriendo a tu postura religiosa. Eres Testigo de Jehov, bien, de acuerdo, pero
seguro que sabes dnde ests metido?
Puede que tus relaciones con la Sociedad de los Testigos no lleguen ms all de la con
gregacin local. Conoces la calle, el nmero y el piso donde hay un saln del Reino. Sabes qu
das y a qu horas se celebran las reuniones; te gusta el ambiente religioso que se respira en
ese saln; te agradan las personas que lo frecuentan; te sientes a gusto.
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Pero has pensado en lo que hay ms all del saln que t frecuentas? Has investigado
quines hay detrs, delante y al frente de la Sociedad? Ests adherido a una de la ms compli
cadas organizaciones que existen hoy en el mundo religioso. T no sabrs mucho acerca de sus
dirigentes, pero ellos s que saben de ti, porque te controlan y te dirigen por medio de mquinas
electrnicas desde las oficinas centrales de la Sociedad en Nueva York. Creo que ya te he dicho
bastante sobre esto en el captulo de la primera parte de este libro.
Formas parte de una institucin religiosa cuyo credo se compone de negaciones. Puede
que lo sepas, pero tambin puede que no; que no te lo hayan explicado y que ests, sin propo
nrtelo, igual que los samaritanos, adorando lo que no sabes ni conoces.
Donde ests metido no creen en la interpretacin literal de la Biblia; no creen en la Trini
dad de Dios; no creen en la divinidad del Espritu Santo; no creen que Cristo es Dios; no creen
en la inmortalidad del alma; no creen en la existencia del infierno; no creen en la organizacin
de la Iglesia segn el Nuevo Testamento; no creen en la patria; no creen en la obediencia que
debemos a los poderes constituidos; no creen en la salvacin tal como est planteada en el
Nuevo Testamento; no creen en ayudar al prjimo mediante transfusiones de sangre; no creen
en la existencia de un cielo eterno para todos los redimidos...
Todo! Niegan todo lo que Cristo afirm y sus apstoles ensearon. Sabas esto? Si no te
merecen confianza mis palabras, investiga por ti mismo y me dars la razn. Plantea preguntas
concretas y exige respuestas igualmente concretas. Que no te respondan con evasivas, que no
pretendan liarte con versculos de la Biblia, porque en esto son unos maestros. Que digan s o
no, sin aadiduras y sin comentarios a tus preguntas.
El credo que te han enseado se compone de negaciones, pero te has puesto a pensar
con detenimiento en las afirmaciones de ese credo tuyo? Te hacen creer cada cosa que ni en
las tribus de frica! Ni en las leyendas de Blancanieves te piden que creas las historias que
te cuentan los seores de Nueva York!
Porque este es otro cantar. Aunque t veas a los dirigentes de la congregacin local y
trates slo con ellos, la realidad es otra. T ests dirigido por personas que no hablan tu
idioma, que no conocen tu mentalidad, que nada saben de tu historia, que no sienten a
Dios como t. Y no me digas que exagero. No exagero! Cuando t te renes en el saln
del Reino, la parte ms importante del culto consiste en la meditacin de La Atalaya. Y esos
artculos de La Atalaya, que te sirven de base religiosa y de gua espiritual, no han sido es
critos por los siervos de tu congregacin local, sino por los seores que trabajan en las
oficinas de Nueva York. Ellos lo han pensado para ti, porque hasta el derecho a pensar te
niegan.
De verdad, de verdad que sabes dnde ests? Te has amarrado a una forma de vivir tu
vida religiosa que te puede hacer mucho dao, a ti y a los tuyos. Dao en el cuerpo y en el alma.
Y por qu ests ah? Por qu te has hecho Testigo de Jehov? Vivas sin Dios, necesi
tabas una religin? Pero, hombre, has ido a escoger la religin que menos tiene de Dios! La
que ms enseanzas de hombres contiene! Ah, entre los Testigos, Dios no puede estar con
tento contigo; de ninguna manera. Si vivas sin Dios, todava continas casi sin l, porque te
hacen negar todo lo que Dios aprueba. Da un paso ms y busca la verdad de Dios. No te ser
difcil.
Que te desengaaron los dirigentes de tu religin? Que tenas quejas contra el sacerdote
catlico de tu parroquia o contra el pastor protestante de tu iglesia y decidiste el cambio?
Esto no es justo. La gran mayora de vosotros, los Testigos, habis arribado a la Sociedad
empujados por los ministros religiosos de vuestras anteriores creencias. Porque os desengaa
ron con su conducta, porque no se os metan en la cabeza muchas cosas de las que hacan y
decan.
Puede que ste sea tu caso. Y creme que no te culpo a ti del abandono, sino a ellos que
no supieron cuidar tu vida espiritual. Pero ni siquiera esto es motivo para el cambio. Hay que
distinguir entre el hombre y las creencias. Los hombres pueden defraudarte, te defraudarn
tambin ah, donde ests ahora, porque son hombres tan de barro como los dems. Pero las
creencias estn por encima de los hombres.
No seas t de los que ponen su confianza en los hombres. Es cierto que el comportamiento
de ellos influye; es cierto que estn llamados a darte ejemplo; es cierto que deben ayudarte en
la fe, no hundirte; pero tambin es cierto que si ellos fracasan en estos deberes el tuyo es evitar
que te afecten espiritualmente, porque por encima de ellos est Dios y es Dios, en definitiva,
quien ha de salvarte. Y si ellos caen y te defraudan, piensa que tu deber no es abandonarlos en
el barro y cambiarte a otra religin, sino rehacerte t y ayudar a ellos. Porque al cambiar no
traicionas al hombre, sino al Dios que est por encima del hombre.
Pudo ocurrir que los Testigos llegaran a tu vida en un momento crtico. Vivas sin Dios y
queras poner fin a esta situacin; o acababas de sufrir un fuerte desengao en tu anterior re
ligin; o empezabas a interesarte por la lectura de la Biblia. En este estado de incertidumbre,
desencantos y deseos llamaron a tu puerta o te invitaron unos amigos. Fueron amables contigo,
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asististe a una reunin, te cautiv el ambiente, descubriste la Biblia; truncada, pero t eso no
lo sabas. Comparaste a aquellos hombres con los ministros de la religin que hasta entonces
habas practicado, y salieron ganando. Decidistes quedarte all, sin hacer ms averiguaciones,
aceptando sus normas, obedeciendo sus mandatos, ignorando las muchas imposiciones que
pesan sobre ti.
Pero qu haces ah? Esta misma pregunta se la hizo Dios a Elas cuando el profeta, con
miedo parecido al de Adn, se escondi en una cueva del monte Horeb huyendo de la amenaza
de una mujer. Permteme que insista: Qu haces ah, en esa Sociedad que tantas veces ha cam
biado de nombre? Vuelve en ti, recapacita y huye en cuanto puedas! Sin dudarlo ni un mo
mento: Huye!
Ests empleando tu tiempo en una obra que no es de Ellos, que no tiene la aprobacin
de Dios, que no conduce a Dios.
Ests dando tu dinero a una organizacin que lo emplea para extender sus dominios en
la tierra; para aumentar sus riquezas en pases extranjeros al tuyo, para continuar edificando
inmuebles cuyas escrituras de propiedad estn a nombre de cuatro o cinco jefes.
Te ests sacrificando, es muy posible que con una gran dosis de sinceridad por tu parte,
por una causa que no es la de Cristo. No es una causa celestial, sino terrena, humana, vaca.
Ests adorando a Dios a travs de una larga lista de intermediarios humanos, hombres
que se interponen entre Dios y tu alma, que se cuelan como intrusos en lo ms ntimo de tu ser
y te dicen lo que has de hacer y lo que has de evitar en tus relaciones con Dios.
Ests imponiendo a tu vida unas limitaciones que Dios no aprueba ni los dems te agra
decen. Slo para dar satisfaccin a quienes te han impuesto estas cargas.
Ests entrando en conflicto con las autoridades de tu pas, con la sociedad en la cual vives,
con tus compaeros de trabajo, con tu propia familia. Y si lo hicieras porque Dios te lo manda,
bien, seras bienaventurado. Pero no. Esos sacrificios no te valen ante los ojos de Dios, porque
no es Dios quien te los exige.
Tus jefes me llamarn gentil, dirn que soy enemigo de Jehov por contarte estas cosas,
as. Te dirn que Satans ha entenebrecido mi mente, que soy de los esclavos malos, que ser
destruido en el da de Jehov. Y no. Nada de eso.
Soy cristiano, amo a Dios con toda mi alma, tengo la seguridad de la salvacin dentro de
m, te escribo con una gran serenidad en mi corazn, aunque tambin con la energa que Dios
me dio.
Si alguien te dice que soy enemigo de Jehov, no lo admitas. Soy amigo de Dios y quiero
ser amigo tuyo.
Sal de ah. Sal antes de que te len ms. Sal antes de que te sea ms difcil salir.
Sal si es que quieres ser, de verdad, un autntico testigo de Jehov.
Sal si quieres agradar a Cristo y hacer Su voluntad.
Sal si estimas en algo la salvacin de tu alma.
Sal si quieres un da ver a Dios en la eternidad.
Sal si quieres ser una persona libre en todos tus actos.
Sal si deseas adorar a Dios en espritu y en verdad, alegremente, libremente.
Sal si quieres limpiar tu mente de esa amarga confusin de citas bblicas que han metido
en ti.
Por amor a Dios, por amor a tu familia, por amor a ti mismo, sal, amigo mo, de esa Socie
dad que se hace llamar Testigos de Jehov. Mejor que maana sal hoy mismo, sal ahora mismo.
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Estos Testigos tienen un olfato especial para detectar a los miembros de las Iglesias evan
glicas. En un sentido prefieren stos a los catlicos. No para convencerles, sino para discutir
con ellos, que es a fin de cuentas lo que les gusta. Con los miembros de la Iglesia catlica, que
por lo general no estn muy duchos en la Biblia, los Testigos prefieren hablar de historia de la
Iglesia y de los compromisos que sta tiene con los Estados. Repiten los cuatro pasajes que han
ledo en Sea Dios veraz o en La Atalaya y atacan sin piedad.
A los miembros de las Iglesias evanglicas los ataques van contra su Biblia y contra la su
puesta profesionalidad del pastor. Vigila! Harn lo posible por liarte citndote versculos de
aqu y de all, sin conexin alguna. Se escaparn por los cerros de beda cuando los aprisiones
en un tema concreto. Se revolvern entonces contra tu congregacin, contra los dirigentes y
hasta contra ti. Si eres miembro de una Iglesia evanglica, por qu quieres cambiar? Por qu
vas a hacerlo? Crees que te van a tratar ellos mejor de lo que hacen en tu Iglesia? Entrate
primero. Te impondrn muchas ms obligaciones de las que te atan a tu congregacin y te exi
girn bastante ms de lo que ahora te exigen.
Si es cuestin de doctrina, no van a mejorar la que ahora crees y practicas, sino todo lo
contrario. Te harn creer cosas tan absurdas como intiles para la fe. En cualquier caso, te acon
sejo que te documentes bien antes de dar un paso que pueda causarte trastornos religiosos. Si
necesitas la ayuda de tu pastor no vaciles en pedrsela. l te explicar lo que tal vez por tu escaso
conocimiento de la Biblia t no entiendas.
No creas, no creas jams que en la Sociedad de los Testigos vas a ser ms feliz que en tu
Iglesia catlica o protestante. Al principio hasta podr parecerte que s. Pero poco a poco irs
notando amargura en tu alma. Ellos no conocen la fuente de la felicidad espiritual. Y al no co
nocerla no te la pueden brindar.
sta es mi opinin. Si perteneces a uno de los grandes grupos cristianos; si eres catlico, angli
cano, ortodoxo, o miembro de alguna Iglesia protestante, tu doctrina es ms cristiana y est ms en
consonancia con la Biblia que lo que puedan ofrecerte los Testigos. Si eres indiferente en tu propia
religin, si no la estudias, ni la crees, ni la vives, no digas entonces que te cambias porque con ellos
sientes algo distinto. Eso mismo, que no es distinto, puedes sentirlo si te consagras a Dios en tu
propia Iglesia. Porque no irs a decir que el Jehov de los Testigos es distinto al Dios que t ya tienes.
Y si es el mismo Dios, puede hacerte sentir todo lo que t desees, porque dice la Biblia que Dios no
da el Espritu por medida, ah, donde ests, en la religin que ya tienes. Si ahora sientes vaco de Dios
en tu alma la culpa no es de l, ni de la religin, es tuya; nica y exclusivamente tuya. Haz la prueba.
Puede ocurrir que t no seas religioso, sino ateo, o indiferente a la cuestin religiosa. Y
puede ser que est despertando tu inters hacia Dios a travs de los Testigos de Jehov.
Ve con pies de plomo. Anda todo lo despacio que puedas. Pinsalo muchas veces antes
de dar el paso definitivo. Sera una lstima que, decidido a abandonar tu atesmo, cayeras en
los lazos de esa organizacin. Sera algo as como salir de Guatemala para entrar en Guatepeor.
Mi consejo no es que permanezcas en el atesmo, de ninguna manera. Sin fe es imposible
agradar a Dios. Y el que no cree ya es condenado. A Dios lo necesitas como al aire que da vida
a tus pulmones. Puedes vivir sin Dios, o malvivir, pero si llegas sin Dios a la muerte, al otro lado
de la tumba te espera una sorpresa desagradable, amarga como el fracaso del hroe.
Pero no te quedes con ese Dios pequeo, misterioso, confuso, contradictorio; no te quedes
con esa desfiguracin de Dios que te ofrecen los Testigos. Camina unos pasos ms hacia el ver
dadero y nico Dios de la Biblia. Lo encontrars con poco que indagues. No ests lejos de l. Ni
l de ti. En l te mueves, y vives, y eres. l te ha hecho, a ti y a todo el linaje humano, de una
sola sangre. l est a la puerta de tu corazn y llama. Te pide entrada. Y al propio tiempo, para
no defraudarte, te invita a que participes del gran banquete espiritual que te ofrece.
Si se estn despertando en ti inquietudes religiosas que antes no tenas, prosigue la bs
queda. No te pares ah, entre los Testigos. Cometeras una gran equivocacin. No ganaras
mucho espiritualmente.
Tu atesmo de ahora te priva del cielo, pero los Testigos te dejan igualmente en la tierra.
Tu atesmo dice que tanto el cuerpo como el alma se quedan en la tumba, y a la tumba
tambin lo destinan los Testigos. Ellos no tienen la llave que abre las puertas del ms all. An
no la han encontrado.
El Cristianismo que te presentan los Testigos, puedes convencerte por ti mismo estudiando
sus libros, es un Cristianismo racionalista, sin alma y sin vida. Y su espiritualidad es un materia
lismo a lo religioso. Siendo ateo niegas a Dios, pero tampoco lo afirmas siendo Testigo. No,
desde luego, al Dios y Padre del Seor Jesucristo.
Qu carta tan larga! Es la llamada carta del soldado, verdad? Ya termino. El hombre y el
misterio nacieron juntos y juntos caminarn hasta el final de los tiempos. Nuestras acciones
aqu son muchas veces tan incomprensibles como el temblor de la nube o las ondulaciones del
mar. A pesar de todas las advertencias de Dios para que el hombre no se estrelle contra el muro
de la condenacin eterna, lo hace. No s decirte si el misterio est en sus acciones o en el hecho
mismo de que se estrelle. O quiz, quiz el misterio est en la desobediencia. En ese no querer
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APNDICE
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fecha y concretan que la ciudad de California donde Rutherford pronunci el discurso fue Los
ngeles. Pero en la pgina 315 del libro Capacitados para ser ministros se afirma que el discurso
histrico as se le califica fue pronunciado el 24 de marzo de 1918, en la Academia de M
sica de Brooklyn, ante tres mil personas.
Aunque esta contradiccin carece de importancia real, quiero dejar constancia de la
misma.
El libro, lo he dicho, ha sido retirado de la circulacin por los mismos lderes de los Testigos
de Jehov. No quieren que los nuevos convertidos al movimiento conozcan los tremendos fallos
bblicos de los fundadores. Para ellos, lo que se dijo en 1918 no vale para 1974. Es as como suelen
proceder los Testigos. Hablan y escriben sin sentido bblico, sin consideracin a la Escritura Sagrada,
y cuando comprueban que se han equivocado, retiran lo dicho y lo escrito y continan con nuevas
exploraciones en el texto bblico, siempre por los mismos senderos errados; no sujetndose a la
Palabra de Dios, sino haciendo que la Palabra se acomode a su particular forma de pensar.
Un breve anlisis de los ms destacados pasajes de este libro nos revelar los tremendos
errores de interpretacin proftica cometidos por el seor Rutherford, segundo presidente de
la organizacin Testigos de Jehov. Vemoslo.
Dnde apoy semejante idea? Aqu: En el captulo 24 de Mateo tenemos un discurso del
Seor Jesucristo en el que se profetizan los acontecimientos que habran de tener lugar antes
de la destruccin de Jerusaln (hecho ocurrido el ao 70 de nuestra era) y los que tendrn lugar
antes del fin del mundo.
El versculo 8 de este captulo dice as: Y todo esto ser principio de dolores. La cita vino
de perla al seor Rutherford, quien la us para decir que 1914 marc este principio de dolores,
o principio del fin del mundo, como le llama l, o tambin el final del tiempo de los gentiles. As
lo escribe en el libro que estoy comentando, Millones que ahora viven no morirn jams.
Dice en la pgina 14: As, pues, definitivamente, vemos que los tiempos de los gentiles
terminaron en el otoo de 1914.
Pgina 15: As se nos suministra otra evidencia de que 1914 marca el principio del fin del
mundo (o edad), porque Jess claramente dijo: Estas cosas principio son de dolores (Mateo
24:8).
Pgina 16: Esto no significa el fin del disturbio, pero, de acuerdo con las Palabras de Jess,
significa que el mundo anterior termin en 1914 y que el proceso de remover los gastados sistemas
est ahora en progreso, como acto preparatorio para la inauguracin del Reino del Mesas.
Pgina 33: Por ms de cuarenta aos el fundador de esta Asociacin, el Pastor Russell,
un fiel cristiano, proclam a la gente tanto de palabra como por medio de la prensa y de sus li
bros, que 1914 marcara el fin de los tiempos de los gentiles; que el mundo empezara a terminar
en esa fecha, y que el Reino del Mesas vendra poco tiempo despus.
Quiero que el lector tenga en cuenta un dato que considero importante: Cuando Russell
empez a profetizar que Cristo volvera a la Tierra en 1914, lo hizo basndose en unos clculos
realizados sobre pasajes del Antiguo Testamento, mayormente de Ezequiel y Daniel. No tuvo
en cuenta para nada el texto de Mateo 24:8. Este texto fue usado exclusivamente por Rutherford
para justificar el fracaso de Russell. Es as cmo emplean la Biblia los Testigos. Cuando una cita
no les vale, echan mano de otra. Hay tantas!
En segundo lugar, el texto de Mateo 24:8, Y todo esto ser principio de dolores se refiere
a los preludios de la destruccin de Jerusaln. Los acontecimientos catastrficos que en ese pa
saje se anticipan tuvieron un cumplimiento histrico antes del ao 70, fecha en que el empe
rador romano Tito siti y destruy Jerusaln. Nada se dice en este texto, absolutamente nada
se dice sobre el final del tiempo de los gentiles ni el principio del fin del mundo. El uso que el
seor Rutherford hace de este pasaje es un claro abuso de la Escritura.
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Por otro lado, en los veinte siglos que llevamos de Cristianismo se ha venido hablando siem
pre del fin del mundo y de la segunda venida de Cristo. Los tesalonicenses y los primeros cristia
nos que murieron mrtires de su fe crean que Cristo volvera en el curso de su propia generacin
y que el mundo acabara al da siguiente. Centenares, miles de cristianos de imaginacin tan ca
lenturienta como la del seor Rutherford han venido dicindonos, desde el alborear del cristia
nismo, que entrbamos en la tribulacin de los ltimos tiempos, que el mundo acabara en
cuestin de aos. Y todos ellos quedaron expuestos al mismo ridculo y fueron objeto de la misma
burla que los seores Russell y Rutherford. No se puede jugar con la Palabra de Dios.
por Rutherford, ste el nuevo orden de cosas? Sus profecas dan pena. Como profeta no pudo
ser ms malo.
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venida de Cristo. Estos cristianos, segn Pablo, sern arrebatados hacia las nubes para recibir
al Seor en el aire (vase 1 Tesalonicenses 4:17).
Exceptuando estos dos casos, todos los seres humanos hemos de morir; por eso se nos
llama mortales. Tras la muerte nos aguardan dos lugares perfectamente definidos en toda la
Biblia, muy especialmente en el Nuevo Testamento: un lugar de gozo en la presencia de Dios y
otro lugar de sufrimiento alejados de Dios. (Entre los muchos textos que establecen esta indis
cutible verdad bblica, si el lector lo desea puede leer Lucas 16:1931.)
Ahora bien: qu nos dice el segundo gran jefe de los Testigos de Jehov en los pasajes
transcritos?
Primero: Que los patriarcas y profetas del Viejo Testamento resucitaran en 1925, coinci
diendo con la restauracin de un nuevo orden de cosas. Ya volver al tema de esta inventada
resurreccin patriarcal. Prosigamos ahora.
Segundo: Que como consecuencia de la resurreccin de los patriarcas y profetas y el es
tablecimiento del nuevo orden de cosas las personas piadosas, las que obedecieron la justicia
divina, las que l encuadra en el texto de Ezequiel 18:2728 y que ocupaban la tierra por en
tonces, es decir, en 1918, fecha en que Rutherford pronunci el discurso que contiene el libro,
no moriran jams!
Tercero: En el prrafo de la pgina 87, Rutherford insiste repetidamente en la misma idea,
que millones entre los que por entonces estaban vivos no moriran, sino que seran restaurados
y viviran felices en la tierra.
Cuarto: Todo esto lo afirma Rutherford con una seguridad que estremece; seguridad que
a unos indigna y a otros hace rer. Porque el hombre llama a esas peregrinas teoras suyas po
sitiva e indispensable conclusin. Esto no debe extraarnos, porque los Testigos son as de con
tundentes en sus desvaros doctrinales.
Lo que le ocurra a Rutherford es que el hombre crea o quera hacerlo creer que en
ese ao de 1925 se producira el fin del mundo. Por eso afirmaba que millones de seres que
por entonces vivan no moriran jams.
Es cierto que muchos millones de seres que vivan en 1920 an continan vivos; pero mo
rirn, porque parece ser que a este mundo le queda cuerda para largo. En cambio, me gustara
que los Testigos me presentaran a esos otros millones que en 1920 tenan cincuenta aos o
ms y que ahora deberan pasar del siglo. Dnde estn? Han muerto o no? Dnde est el
propio seor Rutherford? As es todo entre los Testigos de Jehov. Pura fantasa.
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Anticipndonos a la actual guerra cientfica contra la vejez y cuando nada se saba sobre
los mtodos de la doctora Aslan para prolongar la juventud, Rutherford profetiz en 1918 que
los ancianos seran restaurados a su primitivo vigor juvenil durante el tiempo de la llamada res
tauracin. Leamos sus propias palabras:
Pgina 80: Cuando lleguen los tiempos de la restauracin, sin duda habr muchos en la
tierra que estarn bastante avanzados de edad y casi listos para la tumba. Pero los que sepan
del gran sacrificio de rescate y que acepten al Rescatador, volvern a los das de su juventud;
sern restaurados a la perfeccin de cuerpo y mente, y para siempre vivirn en la tierra.
Pgina 82: De esta manera, al comenzar la restauracin, una persona de setenta aos
gradualmente ser restaurada a la condicin de buena salud fsica y balance mental. El Seor
le ensear cmo y qu comer, y algunas otras cosas relacionadas con su mejor modo de vivir;
pero sobre todo aprender la verdad, qu pensar y la manera de fijar su atencin en las cosas
santas. Y por el gradual proceso de restauracin ser ayudado por el Gran Mediador a levan
tarse, y ser restaurado a los das de su juventud, y nunca ver la muerte.
Anatole France deca que la vida sera intolerable si nos quitaran la capacidad de soar.
Pero es que hay sueos y sueos. Los del seor Rutherford, como sus propios escritos revelan,
sobrepasan todas las fronteras de la imaginacin. Lo suyo no era locura nocturna, como ocurre
con los soadores reales, ni tampoco se dejaba llevar por las fantasas azules de los poetas, no;
lo del seor Rutherford era delirio proftico, mana por la caprichosa interpretacin de la Biblia.
Y el pobre hombre no daba una!
Porque la supuesta restauracin, segn l mismo explica en otros pasajes de este libro
que ya he citado, comenz en 1925. Y ningn anciano de esa fecha ha sido restaurado. No hay
una sola persona en el mundo de hoy que en 1925 contara setenta aos de edad y que perma
nezca viva, joven y fuerte. Los que en 1925 tenan setenta aos, en 1975 deberan tener ciento
veinticinco aos. Cuntos hombres y mujeres de ciento veinticinco aos gozan ahora de buena
salud fsica y balance mental? Los Testigos no contestarn a esta pregunta. Para ellos es ms
fcil aprenderse cuatro textos del Antiguo Testamento y andar confundiendo a los que ni cono
cen la Biblia ni la historia de los Testigos. En el arte de esquivar lo que no pueden razonar, son
maestros. Pero as, cualquiera es maestro de cualquier cosa.
A este punto me refer en prrafos anteriores. Pero voy a ampliarlo aqu. En la pgina 80
de su libro, Rutherford predeca la resurreccin de los patriarcas para 1925. No es, con todo, la
nica referencia a esta hipottica resurreccin, nuevo fruto de su fantstica imaginacin. En el
libro Millones que ahora viven no morirn jams hay dos alusiones ms al mismo tema. Helas
aqu:
Pgina 72: Lo ms indispensable de entre las cosas que deben ser restauradas es la vida
a la raza humana, y como quiera que hay varias citas que sin lugar a duda indican la resurreccin
de Abraham, Isaac, Jacob y otros fieles de tiempos antiguos, y que stos gozaran del primer
favor, podemos esperar que el ao de 1925 presenciar el regreso de estos fieles, saliendo de
la tumba plenamente restaurados a la perfeccin humana y constituyndoseles en represen
tantes legales, y visibles, del nuevo orden de cosas en la tierra...
Pgina 73: Como ya lo hemos indicado, el gran cielo de jubileos terminar en 1925... Por
lo tanto, podemos confiadamente esperar que 1925 marcar el regreso de Abraham, Isaac,
Jacob y los fieles profetas de la antigedad, especialmente los nombrados por el apstol en He
breos, captulo 11, y vendrn a ser perfectos seres humanos...
Quien lea estos pasajes y contine creyendo en el sistema proftico de los Testigos de Je
hov, o es un ingenuo sin remedio o es que su fe en el hombre desborda todos los lmites de lo
razonable. El seor Rutherford escriba que varias citas de la Biblia le autorizaban a predecir la
resurreccin de los patriarcas para 1925. Este despropsito lo afirmaba, sin lugar a dudas, con
vencido de una infalibilidad que atacaba en otros. Lo que jams pudo el seor Rutherford, ni
pueden sus seguidores actuales, es decirnos en qu lugar de la Biblia se encuentran tales citas.
Si Dios no da por inocente a los que toman en vano Su Nombre y Su Palabra, a los Testigos les
espera una dura condenacin.
Tan credo estaba Rutherford de que los patriarcas volveran a la Tierra en 1925, que
mand construir un palacio en el lugar ms soleado de California, en San Diego, con la esperanza
de que fuese habitado por estos personajes del Antiguo Testamento. Dicho palacio, al que puso
por nombre Casa de los Prncipes, cost entonces 75.000 dlares. Rutherford esper pacien
temente hasta 1930, y puesto que los patriarcas no llegaban se decidi a ocuparlo l mismo.
Los peridicos americanos se burlaron de lo lindo. Despus de su muerte, ocurrida en 1942,
los Testigos decidieron vender el palacio, convencidos de que los patriarcas no iran a invernar
a San Diego de California. Pero guardaron silencio sobre los errores y las inexactitudes profticas
de su segundo presidente general.
NUEVA FECHA?
Tras los rotundos fracasos profticos de los dos primeros presidentes de los Testigos de
Jehov, Russell y Rutherford, el tercer presidente, Natan H. Knorr, actualmente en el ejercicio
de su cargo, ha sido ms prudente y no se ha arriesgado a anunciar nuevas fechas sobre el fin
de los tiempos actuales ni sobre la instauracin de lo que ellos llaman el nuevo orden de
cosas.
Con todo, la literatura reciente de los Testigos viene apuntando con insistencia hacia el
ao 1975, que ya tenemos encima.
Los Testigos de Jehov aceptan la cronologa del arzobispo anglicano Jaime Ussher, muerto
en 1656, segn la cual el hombre apareci en la Tierra cuatro mil cuatro aos antes de Cristo.
Esto, en contra de las muchas pruebas cientficas que conceden una antigedad bastante ms
avanzada a la raza humana.
En la revista Despertad, que los dirigentes de los Testigos redactan y publican quincenal
mente en su cuartel general de Brooklyn, decan el 8 de abril de 1969: Segn cronologa bblica
confiable, Adn y Eva fueron creados en 4026 a. de la E.C.
Del otoo de 4026 a. E.C. a 1 a. E.C. ...........4.025
1 a E.C. a 1 E.C....................................................1
1 E.C. a 1969 E.C. ........................................1.968
Total hasta el otoo de 1969 ......................5.994
aos
ao
aos
aos
Segn esto faltaran slo seis aos ms desde el otoo de este ao de 1969 para completar
6.000 aos cabales de historia humana. Ese perodo de seis aos terminara en el otoo de
1975. Significa esto que la evidencia ya dada positivamente seala a 1975 como el tiempo para
el fin completo de este sistema de cosas? (Adems de la revista citada puede verse el libro Vida
eterna en libertad de los hijos de Dios, versin espaola publicada por los Testigos en 1966,
pgs. 26 a 35.)
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Como se ve, los lderes de los Testigos, escarmentados, ya no afirman, sino que interrogan.
En el mismo nmero de la revista Despertad aaden: Puesto que la Biblia no declara especfi
camente esto, ningn hombre puede decirlo.
Por fin se rinden a la evidencia y admiten que no estn autorizados a hablar donde la
Biblia calla! Pero qu hacen con Russell y con Rutherford? Si la Biblia no declara especfi
camente cundo se ha de producir el fin del mundo; si ante el silencio de la Biblia ningn
hombre puede hablar, por qu no condenan las falsas profecas de sus dos primeros presi
dentes? Por qu siguen las enseanzas de hombres que adulteraron la Palabra de Dios, que
ilusionaron vanamente a multitudes, que defraudaron espiritualmente a miles de seres en
su mayora ignorantes? Qu bien les viene aqu a los dirigentes de los Testigos esta cita de
Isaas: Pueblo mo, los que te guan te engaan, y tuercen el curso de tus caminos (Isaas
3:12).
Pero lo cierto es que aun cuando no se atreven a declararlo en pblico, los Testigos viven
en la creencia de que el otoo de 1975 marcar el fin o el principio del fin en el actual orden de
cosas. Todos esos clculos, estudios cronolgicos y comparaciones entre los supuestos 6.000
aos de historia humana y el jubileo judo, no es trabajo que se toman en vano. Ellos creen y
esperan. Si nada pasa, como nada pasar, se sentirn ntimamente defraudados, pero no se ex
pondrn otra vez! a la vergenza pblica.
Lo curioso y lo contradictorio en los lderes de los Testigos es que mientras suean con un
nuevo cielo y una nueva tierra ideales, en esta tierra que pisan todos los das se afirman y se
rodean de las mayores comodidades posibles.
Su revista La Atalaya, en el nmero correspondiente al 1 de octubre de 1973, trae una
amplia descripcin de los nuevos edificios en construccin en las grandes extensiones de te
rrenos que poseen en las afueras de Nueva York. Nuevas residencias para internos, ms plantas
purificadoras de agua, otras cuatro gigantescas mquinas de imprenta, ms vacas para leche,
ms gallinas para huevos, ms cerdos para carne, ms de otras muchas cosas. Todo ello pagado
con el dinero que les llega de los distintos pases del mundo.
Si esperan un nuevo ciclo, si suean con una nueva tierra, por qu los lderes se ro
dean aqu de tantas comodidades? Por qu se dicen Testigos de Jehov y viven en su cuartel
general de Nueva York como viven los paganos materialistas a quienes slo interesa este
suelo?
REFLEXIONES FINALES
No quiero cerrar este captulo sin unas reflexiones a modo de conclusin, centradas en el
libro que he venido comentando, Millones que ahora viven no morirn jams, escrito por el se
gundo presidente de los Testigos de Jehov.
Los Testigos que a principios de siglo leyeron este libro y lo creyeron, fueron completa
mente defraudados. Ellos confiaban en el seor Rutherford, le crean, le tenan por profeta.
Pero si el seor Rutherford se equivoc entonces, o si minti a sabiendas, o si result ser un
falso profeta y errado intrprete de la Biblia, qu garanta tienen los Testigos de Jehov hoy?
Cmo puede cabeza humana en esta tierra aceptar unas creencias religiosas que estn basadas
en la mentira, o, en el mejor de los casos, en el error? Qu garanta moral me ofrece a m una
organizacin cuyo segundo gran jefe miente o comete tamaos errores de interpretacin? Si lo
que escribi hace cincuenta y tres aos un hombre de tanto prestigio entre los Testigos como
el seor Rutherford result falso, cmo s yo que lo que me escriben ahora los sucesores de
este seor para que lo acepte como verdad religiosa no es tambin falso? Por qu he de seguir
yo sus interpretaciones de la Biblia, si esas interpretaciones han demostrado ser falsas? Si me
han engaado en un tema tan importante como el que trata el libro, no me estarn engaando
en todo lo dems? Y quieren estos seores que deje yo la infalible Palabra de Dios y que acepte
en su lugar los folletos y libros tan tremendamente contradictorios que ellos escriben y publican
en Brooklyn, Nueva York?
No, seores Testigos de Jehov: Por amor a Dios y a Su Verdad, no. No quiero que llamis
a mi puerta dispuestos a soltarme el kilmetro de citas bblicas aisladas y confusas que os han
ido metiendo en la mente una a una, centmetro a centmetro. Lo que quiero es que dejis de
jugar a taumaturgos baratos, que miris la verdad de frente, hasta baaros en su luz, y que me
expliquis por qu Rutherford, vuestro segundo gran jefe, cometi tantsimos errores al inter
pretar la Biblia a su aire y capricho. Y por qu no escribi otro libro pidiendo perdn a las miles
de personas que creyeron en l y fueron engaadas.
Y digo ms: Soy como un nio despierto en esta noche de calma y no dejar de escribir
hasta que haya cantado otras verdades. Luego me ir tranquilo a la cama, como los pjaros fe
lices, piando mi alegra a la luz de la madrugada.
Digo que si Rutherford no acert en su interpretacin de la Biblia, qued desautorizado
por ella y por Su Autor. Fue durante veinticinco aos un gua indiscutible de los Testigos, pero
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