Historia Uc 1
Historia Uc 1
I
19 6 1
INSTITUTO DE HISTORIA
Universidad Catlica de Chile
INSTITUTO
Universidad
DE
HISTORIA
Catlica
de
Chile
lH[1[Slr01Rl[A
1
Santiago de
196 1
Chile
DE
INsTITUTO
HISTORIA
DIRECTOR:
JAIME
EYZACUIRRE
SECRETARIO:
JAVIER
GONZALEZ
MIEMBROS:
EVZAGUIRRE
GONZALEZ
GONZALEZ
U A JI. D A
eEy
KREBS
OVIEDO
CUTIERREZ,
AVENDARo,
ECIIENIQUE,
W I T Z,
CAVADA,
RAMON
VIAL
R A Y
WILC~EN~
FRAY
FOLCU,
CORRE~
'-
I' ' .
A B JI 1 E lo,
CARLOS,
AIIMANOO
GONZALO
Casilla 114-0
C.
J AVIER
O.S.B.
RICARDO
Santiago de Chile
JAIME
JULIO
O.DEM,
Estudios
J.w.lE EYZAclJIRRE
LA ACTITUD RELIGIOSA DE DON BERNARDO O'HIGGINS
1.-
FORMAClON y
JUVENTI1D.
Calvo, gramtica. Consigna Barros Arana que aunque el joven O"Higgins "conserv gran eariiio a los padres llamrez y Alonso, al primero
de los cuales daba el tratamiento familiar de btaitita", se manifest particularmente ms afectuoso con fray Gil Calvo, que era "jovial y bondadoso" y "se haca querer de cuantos le trataban''l. Estos dos mios
junto a los rrailes sencillos y buenos, dejaron una marca indeleble en el
alma del discpulo: prendi en ella la fe rcligiosa a la vez que la grati
tud a sus abnegados maestros y ni el tiempo ni los grandes cambios
polticos del ruturo pudicron alterar esta impresin.
Por voluntad de su padre, pas a completar su educacin a Lima
y luego a Londres. Aqu trab amistad con el venezolano Francisco de
Miranda, hombre avezado en los gajes revolucionarios. Su influencia en
t>1 nimo juvenil de Bernardo fue decisiva. Gracias a l conquist un
mvil para toda su existencia: trabajar sin descanso por la emancipacin de Chile de la soberana Clip'llio!a.
Ni 105 estudios que realizaba en Londres, ni el avasallador influjo
de Miranda, parecen haber minado sus convicciones religiosas. Estas se
vislumbran al travs de los rragmentos que se conservan de su correspondencia de entonces. Por ella es posible afinnar que unos relojeros de
Londres, que por encargo de su apoderado en Cdiz, don Nicols de la
Cmz, deblan pagar su mantencin, intentaron cierta vez presionarlo
para que se trasladara a vivir a un colc:tio protestante, a lo que Bernardo se neg 3 Tambin se sabe por el mismo conducto que, como
consecuencia de sus conflictos con los relojeros, fue privado del subsidio econmico y que caritativamente le recogi en su casa, el sacerdote
Morini, capelln de la Legaci6n de Npoles, ras:to que hace presumir
cierto contacto anterior entre ambos.
De Londres pas O'lliggins a Ciz en J799. Desde alli busc
relacin epistolar con su antiguo y recordado maestro franciscano, el
Padre Francisco Javier Ram(rcz. Sus prcticas piadosas parecen manl('nerse, pues escribe a su madre, el 19 de febrero de 1800: "Le pido mI'
encomiende a Dios, como yo la encomiendo a Ud. en todas mis oraciones"4.
2.- LA
CUEI\RA DE mOEPENDE....C!A.
'La presente nota !ie con5Crva original en el Museo del Cannen de Maip.
'A.O., t. 1, P. 220.
10A.0., t. 1, p. 252.
10
OnclO ut: LA JU"-'A UF. GoIIIUI.."O, FIRMADO J'Ot\ CAIIIIF.KA y O'I!KX.ISS, IIIIUCIOO
AL
VICAIIIO
CAI'ITVLAII
PbIlO.
DN.
JOSE
SA:"lTlACO
EIlKAl.lIl\]Z
LoclA !.AmARINA y LA
MASQNERlA.
12
gins. Al respecto cabe advertir que el ltimo guard6 como reliquia unas
instrucdones del venezolano, en las que se leen estos consejos que por
referirse a los hombres de la Iglesia merecen aqui que se les recuerde;
"Es un error creer que cada hombre que es un tonsurado o can6nigo es un fantico intolerante y un enemigo decidido de los derechos
del hombre. Conozco por experiencia que en esta clase existen los hombres ms ilustrados y liberales de Sud Amrica, pero la dificultad est
en descubrirlos". El temor a los graves castigos los haca disimular
sus ideas l2 .
O'Higgins, al pasar a Cdiz, pudo apreciar la exactitud de las
afirmaciones de su maestro, pues trab alli estrecha amistad con dos
sacerdotes imbudos en el ideal separatista: don Juan Pablo Fretes. natural de Buenos Aires y cl chileno don Jos Corts Madariaga. Y luego
en su patria, al iniciar secretamente su accin propagandstica, cont
entre sus primeros adeptos al Prior de San Juan de Dios de Chilln, fray
Rosauro Acua.
Si la documentaci6n escrita, por razones obvias, no puede esclarecer paso a paso los sigilosos contubernios de los hombres que prepararon la emancipaci6n, es ms que suficiente lo conocido para formarse un juicio cabal del verdadero alcance de la Logia Lautarilla y de
los ncleos que le sirvieron de precursores. La informaci6n de uno de
sus fundadoreJ, don Matias Zapiola, arroja, por ejemplo, bastante luz
al respecto. C'uando don Bartolom Mitre preparaba sus obras histricas dirigi a dicho prestigioso oficia l de la guerra de independencia
un cuestionario sobre las sociedades secretas patriotas, que ste contest6 en forma breve y precisa. He aqu algunas de las ms importantes
preguntas y respuestas que entonces se cruzaron entre Mitre y Zapiola:
"l. Cmo se llamaba la Logia a que Ud. perteneci en Espaa?
-Sociedad de Lautaro se titulaba la reunin de americanos a
que fui incorporado en Cdiz.
2. Se sabe cundo y por quin se fund la logia?
-Ignoro quin fue el fundador ele la sociedad.
3. Si la logia estaba en relaci6n con la de Londres?
13
15
hierno consinti publicar tal cosa. Dios quiera no haya hecho mucho
mal, y me llena de consuelo la impugnaci6n que se hizo por C6mez, y
que no se volver a tratar semejante materia tan escandalosa y perniciosa, por cualquier lado que se mire. Todos los bienes que se quicxan
suponer los podemos tener aunque se haya de pasar algn tiempo ms;
desde que los espmioles comenzaron a poblar la Amrica han corrid(1
hasta el da poco ms de trescientos aos y sin haber en ella sino cat6licos y haber estado oprimida por la Espaa, han tenido en ese tiempo
un aumento. considerable en to.do. Qu ser, pues, ahora que puede
comerciar con todo el mundo y es gobernada por s misma? Hay muchsima gente cat6lica que ir para la Amrica a mejorar su suerte. De
Canarias y de Espaa y tambin de Irlanda, Alemania, Italia y otras
partes irn comerciantes, fabricantes, artesanos, y labradores que son
catlicos. En fin , confo en Dios, que nueslra patria no tenga ms religi6n pblica, ni ms templos que los catlicos"13.
Oc Londres pasaron Alvear, Zapiola y San Martn a Buenos Aires en 1812 y all, igual que en la primera ciudad, juntaron otro nck'O
secreto que tom el nombre de "Logia Lautarina". A ella se incorpor
ms adelante O'Higgins, como ya se ha dicho en pginas anteriores, y
despus del triunfo de Chacabuco se estableci6 una sede de la sociedad en Santiago que alcanz extraordinario influjo en las decisiones
gubcxnativas. Sus reglamentos, hallados en los papeles del prcer, fueron publicados por primera vez por el historiador Viclllia Mackenna en
186()l4. No hay cn sus pginas el ms leve indicio o preocupaci6n de tipo
filos6fico o religioso, como tampoco la menor alusin a contactos con la
masonera. Todo converge all a una meta precisa e inmediata: asegurar la independencia de los pases hispanoamericanos. El historiador de
la masonera chilena seor Benjamn Oviedo Martnez, despus de reproducir ntegros estos documentos en una obra acerca de dicha sociedad, llega a la siguiente conclusi6n: "Con los testimonios apuntados 1
con las deducciones que el lector pueda sacar de los antecedentes que
hemos expuesto, creemos que le ser fcil formarse una opinin defini
tiva al respecto y pensar, con sobrada base de razn, que la Logia Lau
llJulio Cuilln: "Correo insurgente de Londres capturado por un eor
safio puertorriquet1o, 1811". En "Boletn de la Academia Chilena de la Historia"
N.O 63; 2." Semestre de 1960; pp. 125-155. Se incluye all la dOC't.llnentaci6n sobrt
el funcionamiento de las logias americanas en Londres y Cdiz y la eorre~ponden.
da d e Alvear y 1..6pez Mndez.
El cuestionario de San Martn a Zapiola se encuentra en "Documentos de
Archivo de San Martn", t. X, pp. 488-491 (Buenos Aires, 1910).
14B . Vicua Mackenna; obra citada.
16
19_ Las Logias masnicas como instituciones iniciticas. Ejemplo: La Respetable Logia "Filantropa Chilena" [fundada en 1827];
29- Las Logias !.au/arillas como organismos secretos de accin
libertaria. Ejemplo: las Logias Lautaro fundadas en Argentina, Chile y
Per, a la que pertenecan algunos francmasones que desearon realizar
en ellas algunos ideales aprendidos en la Orden ... "11.
U8cnJamin Oviedo Mllrtinez: "La masooerla en Chile" (Santiago, 1919).
El capitulo sobre ~La Logia Lautarina" se public separado en el N' 66, julio-septiembre de 1919, de la "Revista Chilena de Historia)' Geografia", pp. 105-126.
lGRen Carda Valenzuela: uEI origen al>arcnte de la Francmasonerla en
Chile y la Respetable l...Qgia Simblica "Filanlropa Chllcna". Contribucin al
estudio de la Francmasonera ~n Chile y sus precursores" (Santiago, 1949), p.74.
En la RepbliCll Argentina .I'e ha escrito en abundancia sobre la l...Qgia Lautarina y analizado sus posibles concomitancias con la masonc rla. Ricardo Piccirilli en
su obra: San Martn lila poltica de iN pueblo.r (Bucnos Aires, 1957), hace un recuento prolija de esta bibliografa, en que predomina ms la conjetura que la
aportacin documental. Jos Manuel Estrada, por ejemplo, atac en 1869 a la
l...Qgia por tenebrosa y masnica; mientl1L'i la defendi de ambas imputacloncs
Rmulo Avendaio. Martn V. La7.cano separ por completo a la Logia Lautarina
de la masonerla en su obra: LoI lOCkd6dC1secrcflU, pol.icaI 11 maSnlcal en Bue1101 Aru~ (1927); cn cambio Antonio R. Ziga, en su libro: Lo Logia Loulara !I
la Independencia de Amricll". publicado oficialmente por la masonerla argentlnll,
sostuvo cnMUcamente la coocomitanda entre ambas instituciones. Este parecer ha
arrancado el siguiente juicio al historiador Piccirilli en su obra ya dicha: "El seor
ZUlga, ante la no igualada oportunidad de encontrarse fr~nte a 105 Marehi\'O$ masnicos y profanos" abiertos a SU consulta, prefirI tmemos en su libro el comentario y el anlisis de 105 hechos, guardndose las constancias documentales. Debe
Cf'eCne en su Cltposicin o no creerse en nada, y esto no satisface a la ciencia his-
t_"
'Sln duda que m5 peso que todos estos contradictorios pareceres, tiene la
opinin emitida por el destacado investigador argentino Bartolom Mitre ~n su
Historia de BelgrtJno 11 de la inde~nda argentlnlJ (en ObrIU completlU, t. VII,
p. 205; Buenos Aires, 1945). All dice: ~Las sociedade!l secreta, compuestas de
americanos, que antes de estallar la revolucin se habian gcnerali7.:\do en EU1OI)1,
revestan todas las form:u de las logias masnicas, pero :;lo tenan de tales los
signos, las fnnulas. los grad05 y los juramentos. Su objeto ~rn ms elevado y por
su oraniucin se asemejaban mucho a las ventas carbonariu". Este juicio de
17
La incorporaci6n de algunos masones en la Logia Lautaro, a titulo personal y no porque sta perteneciera a la Orden es posible, aunque hasta ahora no sepamos en Chile de otro caso que el del almirante
don Manuel Blanco Encalada. Ms frecuente fue, en cambio, el hecho
en Buenos Aires, donde exista la masonera antes de llegar Alvear y
San Martn en 1812 a fundar la Logia Lautarina. Muchos alios despus,
uno que haba sido su miembro_ el general don Enrique Martnez, deca que "esta sociedad tena el solo objeto de proponer la independencia
de todas las secciones de la Amrica espai'iola y unirse de un modo
fuerte para repeler la Europa en caso de ataque". y agregab:1 que a eOa
se haban incorporado masones y adems gente de "la parte civil, militar, eclesistica y el comercio"I'.
Pero la presencia de algunos masones, especialmente argentinos,
en la Logia Lautarina, no impidi un choque fuerte entre nmbas instituciones. En efecto, el agente diplomtico de Chile en Buenos Aires,
don Miguel Zaartu, que era activo miembro del grupo lautarino, denW1ci a O'Higgins, el 23 de jUllO de 1820, en carta desde Montevideo,
a donde debi6 refugiarse por circW1stancias polticas, las maquinaciones que la masonera porteJia haca en favor de don Jos Miguel Carrera, su implacable rival. Segn Zaartu "los masones estn convenidos
a vengar la muerte de Luis Carrera, que era hermano". Y agreg6 en seseguida: "Mucho cuidado con estas ramificaciones. V. sabe cun ex
tendida est en el ejrcito la masonera. Lo que ms encargo a V. son
golpes de energa en cualquier ocurrencia. Est V. seguro que lejos
de excitarse la indignacin, se conciliar el respeto de todos sus enemigos y el mayor aprecio de todos los hombres de orden que en el da,
despus de esta leccin, ya lo son casi todos"ls.
Esta carta de ZaJiartu lleva a conclusiones muy definidas. Por
ella se sabe de manera positiva que la masonera cxista entonces, tanto en el Ro de la Plata como en Chile; que O'Higgins estaba enterado
de ello; y, en fin, que masonera y Logia Lautarina eran dos organismos completamente diversos y hasta antagnicos. Pero cabe, a la vez,
Mitre cobra especial valor, porque descansa en infonnaciones acerca de la Logia
Lautaro y sus precedentes que le proporcion6 el General Mat:ls l.'piola, uno dc
sus fundadores, como ya lo hemos dicho en el texto. Adems Mitre conoca perfectamente la masonera pues era miembro de ella y alcanz en su patria el mugo
de Gran Maestre.
17Carta de don Enrique Martrnez Il don Andr4!s Lamas, Montevideo,
octubre 4 de 1853. En "Historia", N.O 20; Buenos Aires, junio-septiembre de 1960,
p.313.
ISA.O., t. VI, pp. 212-213.
18
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fund en el Per diversas logias masnicas. Durante el sitio del Callao, en 1825, tuvo ocasin de amistar con el almirante dan Manuel
Blanco Encalada, que serva alli con las fuerzas chilenas, y que, de
seguro, se haba iniciado en la misteriosa Orden, a igual que su hermano don Ventura, en sus afias de mocedad en Espaa. Blanco fue
recibido en la Logia "Regeneracin" de Lima, que le confiri el grado
18 del rito escocs y le encomend la misin de instituir un organismo
similar en Chile.
De acuerdo con este encargo, el 15 de marzo de 1827 se echaron las bases en Santiago de la Logia "Filantropa Chilena". Qued
como Venerable de ella su fundador don Manuel Blanco, como prirnf'r
Vigilante don Manuel Josl! Candarillas y como Tesorero don Ventura BIanco2l
Es interesante subrayar que los tres coincidan en su llostilidad
hacia Q'Higgins. El alm irante Blanco haba propuesto en agosto de
1826, durante su corto perodo de Presidente de In Repblica, que el
Congreso declarase proscrito y fuera del amparo de las leyes chilenas
al hroe mximo de la independencia, por creerlo comprometido en
una expedicin revolucionaria preparada en el Per. O'Higgins, que
antes haba tenido con l!1 algunos incidentes, calificaba a Blanco en
carta a Bolivar, fechada en Lima el 20 de noviembre de ese ao. como "aspirante sin opinin y faccioso sin carcter'"24. Candarillas,
el primer Vigilante de la Logia Masnica, que acaso ingres a esta
Orden durante su estancia en la Argentina, Figur siempre entre los
2lVer nota 16.
24Cruz: "Ep~tolario" citado, t. 11, p. 78.
El cannigo Juan Mara Mastai Ferretti, que acompa ni Vicario Apostlico Juan Mu:r.zi en 1824 en su viaje a ChUc, relata que cuando ellos Ileg:uon a
Valparlll'lO paro embarcarse de regre50 a Italia, Blanco Encalada Invit al prime.o
11 visitar la frogllla O'HI8Rfn$. Blanco, dice Mutai, "preferla llamarlo. Istlbc1, aunque
fuera el nombre que le haban puesto los esp.loles. por haber sido expulsado de
Santiago por O'H1!gins. no .s por qu nn:n, tal ve:I! por $e' del porlido de /cu ro,bonar1o'" ("Diario de viaje a Chile de luan M. Masta! Ferretti", II Parte, pArrafo
127. En "Historia"', volulDen 1, Santia;o de Che, 1961).
La obse....'acin de Mastai demuestra que por entonces se sindicaba a Blanco
como perteneciente a una 50Ciedad secreta que no poda ser la Logia Laut:ninil.
puedO que era contraria a Q'Hlggiru. En la pluma de un ecleshbtillO Italiano el
atribuir afiliacin al earbonarismo no andaba lDuy distante de tildar a Blanco de
miembro de la masonera. Mastal sabia perfectamente que el Papa VII habla condenado aquella organizacin en 1821, diciendo de ella que ero "quiz descendencia )' ciertamente imitacin de la masoneria".
21
22
de conciencia de los disidentes y no poner obstculo a su establecimiento en el pals; como tambin reconocer a la religin catlica su
carcter dc oficial del Estado y prestarle proteccin y amparo.
Cuando faltaban todava tres meses para que la independencia
de Chile quedara rubricada con el triunfo de Maipo, quiso O'Higgins
que en un documento pblico se consignara, para conocimiento de todos los pueblos, el propsito decidido de Chile de proclamar su plena
soberana poltica. Encontrndose en Talca le lleg el proyecto de acta
que para tal ohjeto haba redactado el Ministro don Mi,l?;uel Zaartu.
Su texto no le satisfizo por entero y en una nota dirigida el 22 de enero de 1818 a don Luis de la Cruz, que en su ausencia ejerca interinamente el mando de Santiago, O'lliggins le dio a conocer sus objeciones, entre ellas una vinculada al tema que nos ocupa. Dice as:
"La protesta de fe que observo en el borrador, cuando habla de
nuestro invariable deseo de vivir y morir libres defendiendo la fe santa
en que nacimos, me parece suprimible en cuanto no hay en ella una
necesidad absoluta y que acaso pueda chocar algn da con nuestros
principios de poltica. Los pases cultos han proclamado abiertamente
la libertad de creencias: sin salir de la Amrica del Sur, el Brasil acaba de- damos este noble ejemplo de liberalismo: e importara tanto
proclamar en Chile una religin excluyente como prohibir la emigracin hacia nosotros de multitud de talentos y brazos tiles de que abunda el otro continente. Yo, a lo menas, no descubro el motivo que nos
obligue a protestar la defensa de la fe en la declaracin de nuestra
independencia".
Aos ms tarde, el 13 de enero de 1869, al inhumarse en Santiago los restos de 01liggins trados al pas desde el Per, el historiador don Diego Barros Arana reprodujo en un discurso el anterior pasaje y agreg el siguicnte comentario: "O'Higgins modific el acta y
suprimi esa restrictiva protestacin de fe, dando as una pmeba solemne de su respeto por todas las creencias. En esa misma poca
O'Hige:ins encargaba al agente de Chile en Londres que contratase en
el extranjero inmigrantes europeos que viniesen a poblar nuestras desiertas campias. "En esta inmigracin, deda, sern comprendidos lo~
ingleses y cualquier otra naci6n, sin serIe obstculo su opini6n rcHgiosa"U.
El historiador don Crescente Errzuriz discrep con el seor Ba2'EI rererido di5CUrso se public en la obra titulada la "Corona del IUroe" (Santiago, 1872 ), pp. 183-187, Y nuevamente en "Obras oompleta ~ de Diego
Barros Arana" (Santiago, 1914), 1. XII, pp. 39-44.
23
rros Arana en el alcance que l daba a las palabras de O'Higgins. Trajo, en primer trmino, a cuenta las disposiC'iones constitucionales favorables a la Iglesia que promulg durante su Gobierno, y que detallaremos ms adelante. En segllida dio el texto completo de las instrucciones sobre inmigracin dirigidas al agente en Londres don Antonio Jos
de Irisarri, que slo fragmentariamente habla citado el seiior Barros
Arana y cuyo contenido era el siguiente: "PromovPr la emi~'Tacin irlandesa por medio de los buques balleneros que directamente vayan al
Pacfico y se esforzar cn que suceda lo propio con Suiza, que hoy la
hace en gran nmcro a los Estados Unidos. En esta emigracin sern
comprendidos los ingleses y cualquiera otra nacin, sin serIe obstculfl
su opinin rcligiosa".
"Como se \"c, coment el seJ10r Errzuriz, el seor O'Higgins encarg con preferencia la emigracin irlandesa, que era catlica, no excluyendo a los ingleses y suizos, sin que sea obstculo su opinin religiosa. Esto es: hizo lo mismo que han hecho algunos de nuestros Presidentes para la colonizacin del sur de la Repblica bajo el imperio
de nuestra Constitucin, que establece el culto pblico exclusivo de la
religin catlica y que obliga al Jefe del Estado, con solemne juramento, a observar esa misma religin".
En cuanto a la supresin en el acta de la independencia de la
protesta de fe, a que hizo alusin el seor Barros Arana, don Ctf~cente
Errzuriz apunt: "'El nico propsito del seiior O'Higgins, evidentemente, era manifestar que no pareela oportuno consignar en el acta de
nuestra independencia, no slo la profesin de nuestra fe, sino la protesta de defenderla. La argumentacin tena este fin y no el de probar
la conveniencia o necesidad de la pluralidad de cultos, y es violentar
los conceptos de su autor quererlos hacer servir para lo que no intent.
Tema l que la protesta de defender la fe catlica que se hada en el
acta de independencia, sonase a Jos odos de otras naciones como el
propsito de perseguir a los disidentes por sus opiniones, y por eso sblo alude a la libertad de creencias que haban proclamado pases cuItas, cosa diversa de la libertad del culto pblico religioso que es como
forzadarnente se pretende interpretar la frase para atribuir al general
opinin contraria a la que profes y consign en sus Constituciones.
y aun, si bien se mira, las referencias mismas comprueban lo que decimos. Examinada con imparcialidad y buena fe la nota de 22 de enero de 1818, se ver que en ella y en la Constitucin de 1822 expres
una misma idea: a saber, que l quera el exclusivismo del culto pblico catlico en Chile, pero sin exigir de los disidentes ms que el
24
25
26
nacimiento oficial de aquel culto, olvidando que hace todava muy poro tiempo que se les concedi la libertad privada de conciencia y un
cementerio exclusivo para ellos en un pas que apenas doce aos ha
estado sometido a la Inquisicin de Lima".
No parece, por otra parte, que el clero mostrase entonces enconn
hacia los protestantes. La citada l>.lary Graham visit sin obstculos ("illl
ventos de monjas y asisti a procesiones y actos del culto. Otro inp:ls
protestante, que estuvo en Chile apenas cinco aos antes, Samucl Hai~h,
dice en sus recuerdos de viaje: que no he encontrado "entre los padres
y los frailes ningn intolerante, que ni aun se toman el menor trabajo
para conseguir proslitos entre los extranjeros'"D.
5.- LA
ADML"-ISTl\AClO:"l y
DlSClPL(NA F..CI..&'ilASTICAS.
28
29
Pero, a pesar de la decisi6n COn que actu 01-1iggins en asutltos eclesisticos, parece que a la postre le asaltaron dudas acerca de
la legalidad can6nica de algunas de sus actitudes y que no obstante
explicarse ellas por las extraordinarias circunstancias polticas, crey
necesario buscar el medio de legitimarlas. Slo ad se explica que en
1821 nombrase a don Jos Ignacio Cienfuegos Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotendario ante el Soberano Pontfice, para recabar de ste el otorgamiento del Patronato. el derecho a percibir una
cuota del diezmo, la ere<X"i6n de nuevas dicesis y elevacin de la sede
santiaguina metropolitana, la reforma de los votos de los regulares y
el nombramiento de un Nuncio estable en Chilen. Tal paso carecera de sentido si O'Wggins hubiese considerado como indiscutible
que el patronato era un atributo estatal inherente a la soberana, ajeno
as a toda previa concesin pontificia, o si an ms, hubiese pensado
en constituir en el pals una Iglesia nacional, a la manera de la anglicana, desvinculada de Roma. Los sentimientos de sumisin del Director Supremo a la Silla Apostlica se manifiestan evidentes con el enVo
de Cienfuegos y aparecen subrayados en la carta credencial de 6 de
octubre de 1821 dirigida en latin al Papa Po VII y cuyo texto castellano es el sigwente:
"Beatsimo Padre:
"Desde que el Estado chileno libre e inclume, con el amilio
divino y por el consenso de los pueblos, de tod:l dominaci6n espaola
y extranjera, me eligi con los sufragios de todos, Director Supremo o
Primer Magistrado, ha sido mi principal deseo y el de todos los ciudadanos, el ofrecer a Vuestra Santidad el testimonio de humilde y
cordial reverencia y de eximia benevolencia. Siendo as que la ley fundamental de la Constitucin chilena ha determinado que se ha de observar oon exclusividad la Religin Catlica Apost6lica Romana, y
siendo as tambin que Jos nuevos acontecimientos civiles piden nuevas relaciones en los asuntos eclesisticos, enviamos para todo esto al
honorable ciudadano doctor don Jos Ignacio Cienfuegos, Senador del
Estado, Arcediano de la I~lcsia Catedral de Santia~o, ex Vicario Ceneral de la misma dicesis y distinguido entre los ms notables con la
Legin de Mrito de Chile, como Legado y Plenipotenciario ante Vuestra Beatitud, para que en todo lo que pidiera en nombre del Estado, se
le d plena fe y principalmente cuando d testimonio acerca de mi
fe, religin y afeccin y de la de todos los rdenes del Estado y cuanlT"Sesiones de los cuerpos Lcgislativru;", t. V, p. 294.
30
31
6.-
Se ha visto en pginas anteriores que OlIiggins se senta "Supremo Magistrado de un Estado catlico" y como tal con directo inters en todo lo concerniente al orden religioso. No ha de extraar entonces que se preocupase de la difusin de la doctrina cristiana entre sus
sbditos. En el Reglamento sobre las escuelas pblicas que elabor en
febrero de 1818 con el concurso del Senado, se contemplan normas
acerca de la instruccin y de las prcticas religiosas. All se prescribe
la cnscanza de la doctrina cristiana por el catecismo de Astele; la
participacin de los escolares en las rogativas y procesiones de accin
de gracias por la independencia; su asistencia diaria a misa y anualmente a las exhortaciones de cuaresma. Se aade, asimismo, que "'todos los das, al concluir la escuela por la tarde, rezarn las letanas
de la Virgen, teniendo por patrona a Nuestra Seora del Carmen; y
el sbado a la tarde rezarn un tercio del rosario"(o.
Anlogo inters por la educacin cristiana movi a 01-liggins
a preocuparse de restaurar el Colegio de Naturales de Chilln, donde
haba recibido su primera enseIianza y del que conservaba inolvidables recuerdos. Los azares de la guerra de independencia hablan gravitado en forma dolorosa sobre dicho establecimiento. Los franciscanos espaoles que lo regentaban, tomaron, como era de esperarse, el
partido del rey; la escuela dej de funcionar y su edificio acab destruido en gran parte. Por decreto de 15 de febrero de 1819, el Director Supremo dispuso la restauracin del Colegio y solicit del Provincial de la Orden Franciscana que lo informara sobre los medios para
llevar a cabo este propsito u . Es posible que poco despus se haya logrado regularizar la vida del establecimiento, pues entre los papeles del secretario de O'Higgins en el destierro, John Thomas, se encuentra vertido al ingls el texto de un lar~o discurso que don Bernardo habra pronunciado en la ceremonia de apertura. En su exhorditl
hallamos los siguientes prrafos:
"Despus de una ausencia de muchos aos, les dirijo la palabra
en el lugar de mi nacimiento. El evocar mi juventud encierra para m
un encanto difcil de describir; y los pensamientos que se agitan alrededor de mi cuna estn clidos de filial piedad. El honrar mi ciudad
natal es para m como honrar a mi padre, y seguro estoy de honrar a
fIIA.O., t. Xli, pp. 103_106.
nA.O., t. XII, p. 78.
32
33
34
00"40.
35
tomadas al enemigo fueron ofrendadas en accin de gracias a la "Divina Patrona del Ejrcito'60b. La devocin carmelitana qued as I
gada al sentimiento patrio y el da 16 de julio, que a ella destina la
liturgia de la Iglesia, revisti un carcter especial durantf' todo el gobierno de O'H iggins.
En 1817 dicha fecha fue preparada con cuidado. Un mes antes,
la Orden general del ejrcito dispuso que los jefes de los cuerpos
deban hacer todos los esfu erzos posibles para que en el da de la
festividad estuviera listo el vestuario por Jo menos de los dos tercios
de la tropa, "3 (in de poder celebrar como corresponde al da de la
Patrona del ejrcito "~I. El Gobierno, en su oportunidad, decret6
el cierre de los tribunales y del comercio, iluminacin extraordinaria
de Santiago d urante dos noches sucesivas y solemne funcin litrgica
en el templo de San Francisco, la que ocurri en presencia de todas
las autoridades. An ms, en esa ocasin se enarbol oficialmente junto a la imagen de la Virgen y con gran despliegue castrense, la bandera
tricolor con la estreUa solitaria que adoptaba como smbolo la nueva
repblica. En particular homenaje a Nuestra Seora, el Director Supremo concedi entonces indulto a los desertores que en un plaw
determinado regresaran a las filas .
Fuera del tradicional da 16 de julio, solian hacerse nuevos
homenajes a la Virgen del Carmen, sobre todo en las ciudades de provincia, Q'Higgins, que se encontraba en Concepcin en agosto del mismo ao 1817, cuid en persona de los preparativos de la fiesta que
iba a realizarse el 8 de septiembre, y temiendo que la iluminal'in
fuera deslucida, ofici al gobernador de Talea, don Luis de la Cruz,
para que a la brevedad posible le remitiese desde dicha ciudad dos
y media arrobas de cera&3. Pequeo detalle muy revelador de las
convicciones religiosas y cannelitanas del Jefe de Estado.
Los temores de nuevos reveses de las armas patriotas, aumentaron la confianza nacional en la intercesin valiosa de la Virgen del
Carmen. A raz del desastre de Cancha Rayada, que puso en grave
aprieto la defensa patria, el pueblo de Santiago y las autoridades se
congregaron en la catedral e hicieron el voto de erigir un templo en
honor de la celestial patrona en el sitio en que se diera la batalla deeisi
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La abdicacin del mando que hizo O'lIiggins en 1823 fue seguida de su alejamien lo de la patria. Voluntariamente adopt esta
actitud, con el generoso propsito de facilitar la reconciliacin de los
espritus y de no servir de obstculo al restablecimiento poltico de
Chile. Vivi diecinueve alios entre Lima y la hacienda de Montalvn, en el valle de Caete, que le haba cedido el gobierno peruano
como pblico reconocimiento a sus esfuerzos en pro de la indepen
dencia del pas. Durante ese largo transcurso de tiempo, pens ms
de una vez regresar a su patria, pero circunstancias polticas adversas
y, a la postre, su salud minada, se lo impidieron. El exilio se con
fundi , pues, con el trmino de su existencia.
En esta etapa fi nal de la vida del hroe, los principios religiosos que siempre le haban acompaado, adquieren una singular elevacin y madurez. A lo largo de su correspondencia y de sus actos.
emerge con trazos vigorosos su personalidad espiritual, no ya expre5~A.O.,
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39
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Pero el empeo de O'I1iggins fue ms all de anhelar la incorporacin a la fe cristiana de los grupos sociales y raciales inferiores de Amrica. Pens que el escepticismo religioso est:l.ba avanzando
en las clases cultas y que acabara por triunfar frente a un clero rutinario y a veces de poca calidad moral y a un laicado falto de ilustracin. Sin abandonar ni por un momento su condicin de catliro.
juzg con sencillez que algunas formas de la Iglesia Anglicana, que
haba conocido de cerca en su juventud y ms tarde con el trato frecuente con britnicos, podrian ser adoptadas con venta ja. Desde luego, la abolici6n del celibato eclesistico como med io de allOrrar algunos escndalos Y. en seguida, y sobre todo, la difusin de la Biblia entre los fi eles para ilustrar s6lid amente su fc.
Pero el paso ms importante encaminado a atajar el escept icismo en avance, crey 01-1iggins que seria el producir la unin de
las Iglesias cristianas. Su conviccin al respecto fu e lan firm e que
lleg a preparar el borrador de una nota dirigida al Papa para proponerle la convocatoria de un Concilio ecumnico encaminado a ese
propsito.
El referido documento, escrito en ingls en los alias fin ales de
la vida del prcer, se abra con estos tnninos:
"Estoy plenamente convencido de mi inhabilidad para hacer
justicia en un asunto tan elevado como el que vengo a exponer a Su
Santidad. No desconozco que soy bastante inepto para la tarea que
he emprendido, pero comprcndo la necesidad que existe de tomar la
medida que vengo a someter a la consideracin de Su Santidad. Ca
nociendo, como conozco, el verdadero estado de la Iglesia Catlica
en Sudamrica, sera un traidor a mi conciencia y a mi pas si ocultara a Su Santidad quc la vida del clero como tambin la del cstadll
seglar no estn de acuerdo con los principios que ellos profesan".
Luego de sei'i alar la crisis interior del catolicismo hispanoamericano, O'Higgins denunciaba la amenaza que de fucra se cerna sobre el dbil cuerpo espiritual de la Iglesia: "Desde la Revolucin
fr ancesa de 1789, el libre pensamiento sobre la religin ha cambiado
hasta un extremo horrendo. La idea del escepticismo se ha esparcido
profunda y ampliamente. Ya no pucde ser detenida, mucho menO!O
curada por medio de paliativos" Rousseau, Voltaire y otros autores
similares realizan sin contrapeso la tarea destructiva. Frente a "un
mal que se extiende con la ms espantosa rapidez", se hace indispensable remedios radicales. Uno es la difusin de las Sagradas EscrituL as lecciones de este libro son tan opuestas a nuestro modo de
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aquellas divergencias que, desgraciadamente, han surgido en la 19l1'sia a travs de dieciocho siglos".
O'I1iggins tiene plena confianza de ser odo por el Papa y se
funda en su experiencia anterior. "No abrigo -le dice- la menor duda de que Su Santidad desea una s6lida base para la Iglesia Catlica.
Me consta por la atenci6n que experimentara un enviado ante Su Santidad, cuando yo estaba a la cabeza del gobierno de Chile, en el ao
1821. Su Santidad Po VII trat en aquella ocasi6n a mi representante,
doctor Cicnfuegos, con el mismo respeto que manifestara hacia el rE"presentante del reino de Espaa"' l .
Fue transformado este borrador en una carta definitiva al Sumo Pontfice? Alcanz alguna vez a ser conocido por ste el planteamiento del venerable prcer? Por ahora no es posible dar respUe!i ..
ta a estas interrogantes. Acaso en el futuro el hallazgo de nuevos documentos proyecte mayor luz nI respecto. Basta, entre tanto, el texto
aludido para configurar de manera ms que suficiente la vivencia religiosa alcanzada por O'Iliggins en el ltimo decenio de su vida.
La oracin, el sacrificio de la Misa, el texto de los Evangelios,
llegaron a hacerse en l algo vivo y consustancial Los acontecimientos pblicos y los pequeos incidentes de la vida diaria fu eron colocados uno a tino tras el prisma de la fe. En las horas de la guerra entro
Chile y la Confederacin Perboliviana, sus plegarias se dirigen al cielo para que impida la lucJm entre pueblos hermanos, Al Protector de la
Confederacin, don Andrs de Santa Cruz, le escribe angustiado desde Lima, ellO de noviembre de 1838, en busca de un entendimienfn
entre los bandos. "'El ciclo lo conceda, le dice, mientras ruego humildemente al Todopoderoso inname sus corazones y dirija sus juicios
sanos, y benficos para aceptar mi proposici6n y por tanto intitularme
a las bendiciones que Dios promete a los pacficos que procuran propagar la paz entre los hombrcs"62. Y al general don Manuel Bul,
Des, que comandaba las fuerzas opuestas del Ejrcito Restaurador, le
escribe con fines anlogos, y le asegura que para alcanzarlos van "diariamente mis humildes ruegos al Seiior"l3.
Los achaques propios y ajenos los entrega a la voluntad divina
$lArchivo Nacional de Santiago, Fondo Varios, vol. 106 : "Ou![ine of letter
respecting Ceneral CouncU". Ilemo.~ utilizado la traduccin que de este manuscrito ha hecho la 5Corita Nclly Paslcr por encargo del Archivo O'lIiggins.
ceruz: "Epistolario" citado, l. lI, p. 242.
IJGonzalo BulllC.'s: " HiSloria de la campaa del PcrU en 1811f' (Santiago.
1878) , pp, 405-406.
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Cerro Azul.
Seor, mi respetable Padrt' muy amado: Con el ma)1>r gu5to he leido <u ap.tciable
:
':
dos cuadernO!l que me manda de hu Curtos Pastorales (ue estn muy de,otas.
"Oas amatgos habla pa.sado de .saber la nejoria de la enfermedad de mi
hermano. de que fue a curarse a Lima, y sus ltimas eartas me han traldo el con
!ruelo que pal1l el mes de abril vendr a llevarme para IlUe.'iITa casa y entonces 000
mayor gusto salud ... rl o V.R. personalmente, 10 que lo desea mucho. y ruego a Dios
N.S. por su Alud.
Su humilde hija q.b.s.m.
RQ,Ja O'lliggiM
Adicin
Expresiones del P. Renedo y de Petita."
~Cruz:
('ln,
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las gestiones judiciales, generalmente difciles y ientas, cuando no engorrosas, pcse al ttulo ejecutivo; los errores y lagunas existentes en algu_
nas escrituras constitutivas de censos; las nUlllcrosas cargas que SOpor_
taban las propiedades gravadas )' los concursos de acreedores, hicieron
que ms de una cuarta parte del primitivo capital invertido, se encontrara ya perdido a fines del siglo XVI I.
Por otra parte, el perpetuo estado de crisis que soportaba el Reino y las catstrofes de la guerra y de la naturaleza, contribuyeron en
gran medida a esta disminucin. Como ejemplo puede citarse el terremoto dc Santiago de 13 de mayo de 1647 que motiv una real cdula
que rebajaba la tercera parte del capital y corridos de los censos para
aliviar a los pobladores.
Paralelamente, la paulatina disminucin y desaparicin de pueblos y comunidades indgenas dio motivo y facilit la impunidad de los
deudores morosos.
El proceso fue constante en los siglos X'VlI y XVllI y no pudo
ser atajado por la accin de los particulares ni por la de los eclesisticos
que se ocuparon de este problema. Ni siquiera la creacin de funcionarios y la instalacin de un Juzgado especial para conocer las causas de
censos de indios en 1636 y 1676, pudo impedir que se consumara este
despojo. Por el contrario, los funcionarios y autoridades que se creaban,
pasaban a cobrar sus sueldos en la Caja de Censos de Indios, con lo
cual sta sufra nueva disminucin en sus posibilidades.
Pero la enajenacin definitiva tuvo IU$!;ar en 1680. En aquel ao
ya causa de In escasez y mala dotacin de los curatos d" campo, se dispuso que fuese pagado el snouo de los doctrineros con el producto de
los rditos ingresados a la Caja de Censos. El saldo habra de continuar
invirtindose cada ailo en vestuario y necesidades de los pueblos e indgenas propietarios de aqueHos bienes.
No obstantc, vcremos ('n su lugrlf cmo a la poca de llegarse
a este sistema, la Caja estaba exhausta y en la prctica, desde mucho
antes, no se atendan las inversiones que por ordenanZl1 deban hacerse.
Menos aun podran serlo despus de esta destinacin, por muello que a
partir de 1680 se activaSe en forma considerable la cobranza, se diera
curso a ejecuciones pendientes y se planteasen nuevas demandas eiecutivas.
Tan verdadera es esta grave conclusin que en 1710 el Juzgado
Mayor de Censos de Indios reconoci este hecho. En aquel ao se
encarg6 a cada doctrinero la cobranza directa de su sinodo, repartindose al efecto entre ellos hasta completar su salario, los rditos o corri48
dos que pagaban los pocos deudores solventes. El resto apenas alcanzaba par;! pagar los jueces, abogados, protectores, coadjutores, y dem~
burocracia creada para amparar a los indios.
A exponer este tema destinaremos los prrafos que se siguen.
Extenderemos su estudio hasta el aio de 1750, poca en que el Protector
General dOD Toms de Aza realiz el ltimo esruerzo por ordenar los
bienes de indios y regularizar la cobranza de sus censos. El trabajo ir
dispuesto en dos ll:lrtes: una, encargada de expresar la legislacin dictada al efecto, y otra, encaminada a presentar los datos de aplicacin
del derecho que nos han permitido llegar a las conclusiones ya expuesta .... Al final, se agregarn algunos anexos y documentos que ilustrarn
mejor sobre el particular.
1.- EL DERECHO
a) El contrato de censo. La antigua doctrina dividi los censos
en tres clases: consignativo, en fitutico y reservativo.
Era consignativo, cuanclo se contraa la obligacin de pagar una
pensin anual gravando un bien raz a fin de asegurar el pago del capital adeudado, o principal, y su rdito o corrido. De all su nombre,
por consignarse o imponerse sobre bienes del deudor. Sostena una subclasificacin en perpetuo y temporal, siendo a su vez el perpetuo. redimible o al quitar e irredimible o mucrto l . Eran, pues, tres sus eh-mentos principales y fundamentales: el precio o capital, la pensin o
rdito y el bien o finca sobre el cual se aseguraba.
Censo enfitutico, se llam el derecho que tena el particu1ar
para exigir de otro una pensin anual en mrito de haberle transferidn
el dominio til de un bien raz.
El censo reservativo, en fin, otorg a una persona el derecho a
( . ) La, fuentes contempornneas, cuando no se scaJen de om forma, se indicarAn conformf' a las siguientes abreviah.ras:
A. Archivo de la Secretaria Arzobispal. Santiago.
C.D.1.2. Coleccin de Documenlo.r hdilos ptlra la lI/!toria de ChUfl. Segun da Serie.
C.M. Arc::hivo de la Contadurla Mayor. Archivo Nac::ionll1. Santial:O.
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~xigir de OITO una pensi6n anual en frutos o dinero, por haberle transo
ferido el dominio directo y til de un inmueble.
En Chile se paci corrientemente el censo consignativo, en su
carcter de perpetuo y redimible, sindole fij ado un rdito ascendente
al 5i anual, segn norma que rigi en nuestro pas durante la colonia
y que fue confirmada por cdula de 13 de marzo de 1786. Las leyes que
regulaban este contrato disponan que en caso de haberse estipulado una
pensin superior a la autorizada, era nulo el exceso. La pensin deba
ser pagada en dinero, aunque se permita que lo fuere en frutos all
donde existiera tal costumbre. Su pago poda ser exigido al actual dueo
o poseedor del bien gravado, siendo ste obligado a pagar la deuda,
aunque luego podra repetir con tra sus antecesores.
En cuanto a la cosa aeensuada, deba ser fructfera y consistir en
bienes races, "!enil'ndose tambin por inmuebles los derechos incorporales que natural e inseparablemente van adherentes a la tierra, como los de pacer, pesca r, diezmar y otros semejantes, y los que se consideran perpetuos, aunque no tenp;an relacin con la tierra, como los
propios y arbitrios de los pueblos y los derechos comunes de los oficiO$
de los artesanos'"2.
Se pona fin a los nsos por las siguientes causales: extincin
de la cosa gravada o por convertirse en total y perpetuamente infructfera; entrega o abandono que de la cosa gravada hiciera el censuario a
favor del acreedor; prescripcin de 30 al10s cuando se poseyern la cosa
por libre de censo, de buena fe y sin interrupcin; redencin, vale decir,
por el entero y cumplido pago del capital y rditos causados.
En el siglo XIX, el Cdip;o Civil chileno suprimi las clasificaciones reseadas y en su artculo 2.022 estableci: "Se constituye un
censo cuando una persona contrae la obligacin de pagar a otra un rdito anual, reconociendo el capital correspondiente y gravando una
finca suya con la responsabilidad del rdito y del capital. Este rdito se
2Escriche prefiere la opinin dc los que estiman que la cosa al:ellsuada
no tiene calidad de hipotecada, sino que la carga del censo es una servidumbre
impuesta sobre la C'OSIl. Se basa en que "la accin para c:dgir las jX'llslones puede
dirigirse contra el poseedor aunque sean atrasadas )' an teriores al ticmpo (le su
posesin, por ser de aquell.1 que los romanos llamaban in rem ferip' tl. cua.ndo la.
accin hipotecaria no puede intentarse contra el poseedor sin hacer antes excusin
de los biene, del \'crdadero dcudor Agrega mAs adelan te que el censo se e.ttinoe por el abandono de la cosa en favor del acreedor "porque como el censo es
una especie de servidumbre, carga slo sobre la cosa y no sobre el poseedor sino
en cuanto la posee, 51ndole pcnnitido deiarla para librarse del censo, as! como
el dueo del predio sirviente puede abandonarle para quedar libre de la servidumbre". Idem, op. cit.
H
50
obstante, el producto de los rditos debera gastarse en hendicio comn de los indios y pago de sus tributos, mientras que los capitales que
se redimieren, s610 podran imponerse nuevamente a censo.
Las ordenanzas dictadas por don ~Iarln de Mujica en Chile, en
1647, confirmaron y completaron las anteriores disposiciones'.
Ellas ratificaron la existencia de una Caja y dispusieron que hubiese un arca de dos Ilavcs a cargo de los oficiales reales. Las libnmlas
que fuese dando el Juez Mayor de Censos, seran justificadas y ajusta.
das por los encargados de la Caja, resolviendo la Audiencia en caso de
disconformidad de los oficiales frente a una orden de pago. Asimismo,
la cobranza de censos principales y rditos, que en las ciudades estaba
a cargo de los oficiales reales, en los distritos rurales estara a cargo del
Corregidor respectivo.
La imposici6n de nuevos censos se hara mediante edictos colocados en las esquinas principales. Con las pruebas producidas por los
interesados sobre el valor de los bienes races ofrecidos para seguridad
del crdito y previo informe del Protector General, el Juez Mayor de
Censos elegira la persona favorecida con el prstamo.
Especial detalle mereci6 a la ordenanza la distribuci6n de los
bienes que se fuesen obteniendo. Con el producto de los rditos, dE"heran vestirse los indios, cuyO& eran los capitales. De los rditos de los
censos generales, vale decir, de aquellos que no se saba a qu pueblo
pertenecan, habra de sacarse lo necesario para pagar los salarios del
juez mayor, del escribano y al!.'11acil del juzgado, as como los gastos de
Protector, Coadjutor y dems funcionarios, y se financiara la cofradla
de indios de Nuestra SelIera de Copacabana.
Con el producto de los bienes, como cosechas o vcntas del mulo
tiplico del ganado, y, en su defecto, con los rditos de los censos particulares de cada comunidad, se pagara el Corregidor, el Protector Ceneral y el cura. as! como el tributo al encomendero, los auxilios a los
indios pobres y dems que seala. Si an sobrare dinero, debera imponerse a censo.
Salvo modificaciones menores que se indicarn en su lugar, tal
fue el sistema legal que rigi en Chile durante los siglos XVI[ y XVIII
en esta materia.
52
c) El Juzgado Mayor de Cemos ele Indios. La excepcional importancia dada por el legislador a esta clase de bienes, hizo que, adems de las medidas sealadas, se crease un Juzgado Mayor de Censos,
para su administracin y regularizacin.
Por cdulas de 17 de noviembre de 1629 y 16 de abril de 1636,
se cre6 este Tribunal especial, ordenndose que fuese constitudo por
un Oidor de la Audiencia con jurisdiccin sobre todas las diligencias
judiciales relacionadas con los bienes, censos y rditos existentes.
Las ordenanzas ya citadas de ~'ujica tambin se ocuparon de este
Tribunal. Dispusieron que el Prcsidl'nte de la Audiencia habra de nombrar un Oidor para que constituyese el Juzgado por cI tiempo que le
pareciere "el cual ha de tener a su cargo la judicatura privativamente
y cobranza de los dichos bienes y recogerlos y remitirlos a la Caja de
Censos y despachar libranzas y conocer de los casos de la dicha real
cdula (de 16 de abril de 1636)". Asesoraran al Juzgado, un escribano
y un alguacil.
Las sentencias de este Tribunal no admitiran ms que suplicacin a la Audiencia "y con la sentencia confirmatoria o revocatoria, SE'
acabe el juicio."
Este sistema fue reformado en 1676. Por cdula dada en Madrid
a 9 de agosto de dicho ao, el Rey orden que en lo sucesivo se reformase el Juzgado Mayor de Censos de Indios de Chile, y que lo compusieran, en lo sucesi\'o. el Obispo de Santiago y el Oidor decano de la
Audiencia. La competencia se extenda como antes privativamente para
administrar y cobrar las rentas, gastndolas en el fin a que estaban dedicadas. Asimismo, les encarg tomar cuentas al Oidor que hasta entonces ejerca el cargo de Juez Mayor de Censos, dndoles amplias facultades y ordenando a la Audiencia, justicias y dems funcionarios,
que no se entrometiesen en las actividades del nuevo Tribunal "antes
os den y hagan dar todo el favor y ayuda y asistencia que de mi parte
les pidiredes y hubiredes menester para la mejor ejecucin y cumplimiento de ella"'.
Esta cdula fue obedecida en Santiago de Chile el 19 de enero
de 1678, comenzando de inmediato la actividad del Tribunal. Cdulas
posteri ores reglamentaron distintos aspectos de su organizacin y funcionanmto, pero sin tocar su constitucin original, lo que permiti que
el Oidor decano y el Obispo continuaran al frente del Tribunal durantf"
el resto del siglo XVII y toda la siguiente centuria.
'Vid., documento N." 1, anexo a este trabajo.
53
SI'
hace lon
d:
l!e
dado un solo tomn porque todo 10 que sacan que les viene del sesmo, se 10 ecban
en censos y en ganados y los pobres indios ni gozan de los censos ni aun de 10'
ganados"3.
5C.D.J.2., vol.
m,
pg 37.
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recer del Gobernador Martn Ruiz de Camhoa. constituir una capellana con salario de trescientos pesos de oro para que se dijesen cuatro
misas a la semana en el Monasterio de las Agustinas de Santiago, por
los indios vivos y diruntos que no haban aprovechado sus capitales. El
resto de estos dineros cuyos dueos no se conocan, fueron repartidos
entre todos los pueblos de indios que los ganaron'.
El Gobernador Martn Carca de Loyola tambin criticaba este
sistema en 1598:
"Porque lo procedido de los sesmos, que es la parte que a los indIos pertenece, no les es de efecto alguno, pues que los han echado hasta ahora a eenso sobre
los bienes de los propios encomenderos y toda esta ciudad est' hipc:ltecada y aoeD~uada a 05105 bienes, de manera (ue hay muchas haciendas que valen menos d,.,
lo que deben de corridos, y ahora los v.:einO$ han reclamado para que 105 rditos R'
les reciban en lrigo y \'ino y ganado, que es de lo que los indios abundan, y no
pueden pagar en oro, y t'IIda d(l ,'(ln cargando y, en murindose el vecino, quedan
los indios vacos Y. no leniendo las haciendas sobre que esln impuestas con qu
las beneficiar, se pierden y el indio trabaja y trabaja. El principal y rditos asi_
mismo se pierdell y no se cobran. y asi la c:omjXIiia solo sirve para trabajar toda
la vida infruetuosamentc"1.
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56
alcanzaron en su tiempo la suma de 111.146 pesos, que es lo que restaba luego de diversas prdidas. Se refiere a la rebaja de la tercera parte
del capital y corridos en favor de los deudores autorizada por Real Cdula con motivo del terremoto de 13 de mayo de 1647, a la prdida de
capitales con motivo de concursos de acreedores sobre fincas sobrecargadas de censos e hipotecas, calculando el Obispo que por este concepto
se hablan perdido 18.561 pesos l l . Tom a ndo~ pues, en cucnta csta
prdida y la rebaja del tercio, resulta un capital de 194.564 pesos y 4
reales, lo cual viene a confirmar la estimacin hecha en 1662.
A mayor abundamiento, puede citarse al Oidor Juan del Corral.
Informa a la Audiencia en 1728 que cuando se hizo cargo del oficio de
Protector General en 1696, encontr comprobantes que acreditaban slo
unos cincuenta mil pesos de principales, pero que habindose dado a la
tarea de reconstituir los tltulos, encontr escrituras que comprome'tan
126.730 pesos y 4 reales de capital cobrable 14 Con lo definitivamente'
perdido, fcilmente se llegaba a los doscientos mil pesos.
No deja de asombrar que pese a todas las rdenes y leyes subsistiera tanto desorden en la administracin de los bienes de los naturales. Como ejemplo de esta desidia, puede citarse que cuando se constituy el Juzgado Mayor de Censos de Indios de 1678 y se realiz b.
visita a la Caja de Censos, apenas contena sta sesenta y dos pesos y
tres reales. La actividad del Tribun al, recin constituido, hizo suhir esta
suma, dos aos ms tarde, descontados los gastos, a 13.025 pesos, pro,jucto slo de los rditos que se estaban ahora cobrandol~. Poco ms
ta..de, en 1689, el Obispo Carrasco agregaba que el Tribunal haba
percibido por roncepto de corridos en once aos, la cantidad de 46.327
pesos'.
Pese a 10 anterior, cn esta poca, no encontramos grandes sumas
en la Caja de Censos. Segn los libros de los oficiales realcs y como
13D.A., \'01. 1, pg. 401
HC.M., vol. 1.174, sin fol.
ISA., Legajo, p. 4, N.O l.
I'D.A . vol. 1, pg. 401. Segn carta del Oidor Bilbao y del ObiSpo CJrrasco al Rey, de 10 de octubre de 1695, entre 1641 y 1686 los censos produjeron 125.62.5 pesos y 4 reales, y 10, gas tos subieron a la suma de 125.549 pt'sos y 2 reales. ( O.A . \'01. l . p;'g. 421). Por su p;lrtc, la relacin jurad: de los
oficiales de la Real Hacienda del Obisp;ldo de Santiago estableca lo siguien te:
entradas percibidll$ por la Caja de Cen(()S entre el 29 de enero de 165-1 y el 13
de octubre de 1681, ascendan a 87.340 pesos y 5 reales de todos los ramos y
caudal de censo, de indios; salidas entre las mismas fechas, 86.579 pesos y 5 reales,
en lo cual se ndulan, entre otros eresos, lIagos de sala ri os a ministro~ mayore~
y menores, \Iestuarios de los indios, imposicin de nue\lOS censo, y otros efectO!<,
segn libramientos del JUl.gado de Censos CA., Legajo 1, P. 4, N.O 1 ).
57
58
Hasta el 3 de enero de 1691, aparte de la devolucin de los cuatro mil pesos indicados anteriormente, se haban restituido otros 4.619
pesos. Quedaba un saldo deudor de 2.681 pesos que, pese a la Cdula
ya citada, an no se pagaban en 1705. En esta recha compareci el
Protector Ceneral demandando a la Healllaeienda. El Juzgado de Censos de Indios, por auto de 17 de diciembre de aquel ao, ()rdcn el reintegro de lo debido, reservando el derecho del Protector para cobrar
105 rditos causados por las sumas que se prestaron 18 .
d) Los censos como rClltas de los doctrilleros. La Cdula. dtn
da alude a otro fin que se estaba dando a 105 rditos de los censos
cuando dice que la aplicacin de los rditos era "'para obra tan pa
y necesaria como la sustentacin de los curas de este Obispado."
Desde principios del siglo XVII, se haba sClalado a cada cura
doctrinero un salario de cuatrocientos pesos al ao, situado en 18 reales por cada indio. Pero, la disminucin de Jos pueblos y encomiendas,
ya a mediados del siglo, hacia ilusorio este salario y ningn cura S:Jcaha o reuna ms de doscientos pesos al ao, siendo muchos los queobtenan sumas ms exiguas l. El resultado prctico era que ningn eclesistico quera servir las doctrinas, pues stas no les proporcionaban los medios para poder subsistir.
Ello dio margen a muchas reuniones y discusiones, en las cuales
participaron el Presidente-Gobernador, Obispo y otras autoridades. Se
acord, finalmente, segt'm nos rebta el Oidor don Juan de Huerta, en
carta de 12 de abril de 1647, que el sinodo, congrua o renta, so pat;ada con los rditos producidos por los censos llamados generales, hasta
enterar a cada curato la sumn que le faltaba para alcanzar los cuat rocientos pesos de renta. Estas sumas habrian de emplearse en cmco u
seis de las doctrinas pobre.~ con cargo de decir misas por los indios difuntos, dueiios que fueron de tales censos 20
No obstante, parece que este acuerdo no resolvi totalmente el
problema, ya que el Obispo de Santiago, en carta al Rey de 15 de
lIR.A., vol. 1.727, pieza 3.
\01. 140, N.O 2.597.
18~1.M.,
10~f.M .
59
dito~
h"j:Ir'Zl.
Bajo este rgimen termin el siglo XVII. Los bienes de lo, indios, haciendo excepd6n de algunos pueblos que an subsistan y eran
duei'lcs de algunas tierras, se roouclan s610 a estos capitales impuestos
a censo, vale decir, dineros que no les producan rentas.
El desorden en las cuentas se haba tambin generalizado. Ya
no se distingua entre censos de indios vivos, censos generales ni cellsos de pueblos extinguidos, segn lo indicaba en 1681 el contador real
don GC'rnimo Hurtado de Mendoza:
"Yen cuanto a este punto (de saellr la cuenta de Jo Que tocaba n cada
pueblo) se ha dc !iCrvU V. Sa. de proveer segn el estado presente, porque hallndose los cen_ de los indios aplicados po r el nuevo orden de S. Mid . al smlento de 105 a Iras y al pagamento de los min istros. no se necesita distinguir los
puehlos a que pertenecen los dichos censos, mayormente cuando los indius de
1M ,chos pueblos por la mayor parte, estn eoruumidos y que por esla mmn.
ya no se les acuda ron los vestuarios que se acostumbraba antiguamente y para
C\IYO efecto servan la distincin de Jos ramos de dichos censos."
61
62
63
e,
64
65
1647, y de ':'1 se infiere que slo desde entonces se (ormali1:6 su IJUneio edi~.
dase juzgado aparte para sus causas; pues hay una partida de data de 12 pesos
Que se glllitaron en traer de Lima las ordenanzas con que alli se Robernaba el
ramo, y otro de 16 pesos que cmt6 el hact'r dos libros para llevar la cuen~ de
sus caudales. y tambin se infiere del mi5mo libro que anterionnente corria el
manejo de ellos a cargo del Sr. fiscal Protectnr que lo era el Dr. don Antooio
Ramirez de Laguna, quien enter en la Caja de este ramo en diversas partida"
ms de ocho mil pe505 por alcances que contra l resultaron en el CEpresado ma.
neto. En cuyo supuesto no podcmos dar ms DOlidas del ti~po anterior. En nITo
libro que corri para 10$ aos de 1654 basta ]670 consta que por mandato tkl
seor Juez de este ramo se hicieron decir porciones de misas en favor de las
almas de los indios de varios pueblos tomando su limoma del producto o rditos
de los censos que a cada uno pertenedan; bico que no expresa si se encomen.
daron a los curas de los mismos pueblos o a otros sacerdotes. No ex.Jsten libros
de data desde el dicho ao de 1670 hasta el de 1693. En el que corri desde
1694 hasta 1701 hay puestas varias partidas de data, a 5aber; 3.550 tIeSOf, de
31.640 pesos )' de 9.206 pe5DS c:tpresando ser pagadas al Dr. Bartolom Hida'!:o.>
)' n don Miguel de la Mata, presbiteros, procuradores sinodales de los cura, de
e.~te Obispado, importe de vari05 libramientos que a su fa\'Qr expidieron los Sres
Obispo y Oidor ms antiguo de esta Real Audicocia como juez de dicho ramo,
y contra el producto de los rditos de censos; pero sin expresar el ponnenor de
101 CUr.l1 a quten eorrespomlia sino que era parn. su paga y sustento. Erta pric.
tica siui hasta el ao del 13 y desde enlonces slo se encuentran partidas pa.
adas a cada cura de por s, en virtud de libramientos de los seores jueces, pero
sin otra e:tpresin que la de ser por sus slnodos vencidos; cuyo m~todo CC) en
1766, pues desde entonces ya no se haclan en nuestra Tesoreria los enteros de
105 rditos ni se pag el snodo de ellos a los curas sino que pare<-e los cobraban
b;tos por su mano, segn la asignacin que se les tenia hecha. Aadimos, por
ltimo, que con moth'O de una Real Cdula de 15 de enero de 1772 en que
mand Su Majestad se le infonnase del snodo y dem:\s proventos que g07.aban
los curas de este Obispado, pidieron nuestros antecesores varias noticias y entre
ellas les pas el contn.dor real de Diezmos una que comprenda 39 CUr.l~ que
tienen asignacin en dicho ramo de censos, con carga de porcin de mi53l. b
cual por ser muy diminuta no acompaliamos en copia, pues no erpresa desde qu
ti~po empez ni en virtud de qu rdenes; en cuya atencin p;lrece que V. Sa
puede servirse de mandar que para ilustracin de este expediente, infonnen d
e5Cribano de dicho Juzgado y el citado rontador de diezmos en cuyas oficllla~ es
relUlar existan los papeles de lo que se desea saber; o resoh'er V. Sao lo que
estime justo. Tesorerla General de Santiago, 5 de marzo de 1801. Manuel r .. ,
nlindez, Jos Samanlego y Crdoba"J'.
66
PEND1CE
N9 1
1.350
100
3.416
2.210
363
100
pJ.
500
200
TotaJ
8.839
(A., Lea:. P. 4, N.O 1).
Al'ENDlCE N9 2
Relacin de principal!.:, de censos de 101 pueblol de Indios 11 cen.rol generaler, reoliuulo por el ritmo. Sr. D. fra'J Caspar de Vil/arrae/, Obispo ds Scmt/ago de Chile.
(1646).
DoctrifIQ ck ChocIpa
El pueblo de Cboapa
7.776 PI.
500
Doctrina de La L/gua
El pueblo de La Ligua
1.369
nvia
DoctrintJ de Qul/loto
1.003
El pueblo de Quillotll
El pueblo de Mallaca
).!l.
4rk
550 ...
Doctrina ck Aconcoguo
El pueblo de Curim6n
El
D.
El
El
pueblo de AalOcagua
Pedro Ulima, cacique del pueblo de Aconcagua
pueblo de Putaendo
pueblo de Apalta
1.523
2.54.2
130
264
972
DoctrintJ de Colina
El pueblo de Colina
1.047 pi.
6 rls.
Doctrilla de lmpd
El pueblo de Lampa
400
Doctrina del Solto
2.718
510
Doctrina de 8uoo
El puebla de Apoquiooo
El pueblo de Macul
El pueblo de Guarcochas
481
50
496
Doctrino de Tongo
El pueblo de Tano
Los yanaoonas del Coronel Miguel de Silva
3.007 ps.
850
3,"-
El pueblo de MelipUla
764
Doctrina de Guechun
85.
El pueblo de Uopeo
El pueblo de Pico
1.514 ps.
457
",,1
Dodrina de Acu/eo
El
El
El
El
pueblo de AcuIto
pueblo de Chada
puehlo de Maipo (despoblado)
Principal de Crdoba
518 ps.
314 ps.
1.342
960
Doctrino de Runcugl'll
El pueblo de Rancagua
El pueblo de Apalta (despoblado)
2.214
443
Doctrino de Mal/ou
El pueblo de Malloa
El pueblo de Tagua Ta~a
El pueblo de Copequn
37.
1.297
10.()49
68
2rls.
5
1
Doctril14 de 1I0DCl
El pueblo de Rapel
2.1401'5.
2rh.
2.038
)S.
4rls.
5
5
1.930 ps.
3.488
3.471
3 ris.
7 rI~.
DoctrirlD de Cole11oguo
El
El
El
El
pueblo
pueblo
pueblo
pueblo
de
de
de
de
Colcha gua
Llgeimo
Piehidegua (despoblado)
reumo
1.964
1.585
1.227
Doctrino de Chimborongo
El pueblo de Naneagua
El pueblo de Ten('
El pueblo de Rauco (despoblado)
Doctrino tk Pctcroo
El
El
El
El
El
pueblo de Peteroa
pueblo de Gualemo
pueblo de Mataquito
pueblo de Gonza
pueblo de Ponige
508 ps.
230
217
172
409 ps.
S lis.
Doctrina rW Loro
El pueblo de Vichunqun
El pueblo de Guenchullami
757
1.189
Doctrino de Mame
184 ps.
El pueblo de Pocoa
4tls.
Doctrino de Cauquenu
El
El
El
El
168
pueblo de Putag.m
pueblo de Cauquenes
pueblo de Purapel
pueblo de Chanco
596
43"
117 ps.
2 lb.
17.408
Censos Generales
(D.A., 1, 205).
69
APC"'DtCE N9 3
Doctrina
Copiap6
50 ".
50
50
lOO
Andacollo
CUIL'lCO
Limari Alto
Limad Baja
Choapa la Alta
Choapa la Baja
La Li~a
Catapilco
150
150
150
50
12.
Aconca~a
200
50
50
Quillota
Llmache
Valparalso
Casablanca
Loml'"
14.
14.
100
R,~
ISO
SO
l'iIufioa
150
7.
Tano
Acu leo
60
ISO
ISO
SO
SO
Santo Domingo
Rapel
Rancagua
Malloa
Chimbarongo
60
Colchaua
ISO
ISO
150
ISO
Pcumo
Vichuqun
Peteroa
Maule
Talea
Lo W.
Cauquenes
San Juan (Trasandina)
..
Mendoza
San Luis de Loyola
~
150
ISO
ISO
ISO
100
100
200
(M.M., v. 289, N.O 8534).
70
ApDODlCE N9 4
71
APFSDICE
NQ 5
AutD
En la ciudad de Santiago de Chile en 19
du d('l m~ de Enero de 1678 a005.
Los seores Venerable Oean y Cabildo
en sede vacante de esta S3nt3 Islesia
Cated~ y el Sr. Dr. don luan de la
Pea Salaz.ar, Oidor m:i.s antiguo y AIcalde de Corte de esta Real Audiencia,
jueces comisarios privativos de la admi_
nistraci6n y cobranza de los censos de
los indio, natural~ de este Reino, di;,,"
ron: Que por cuanto por cdula dc Su
Majestad, .su fecha de 9 de agosto de
1676 aal 59 lel encarga y I1UInda tomar cuenta al iun que ha administrado
y administra los diehos censos de lo
que se debe y de lo que so ha robrado
y en qu se ha distribuido, cmo y en
virtud de qu ordenes, pata saber si 5('
72
('$I
Consulto
Muy poderoso seor.- Por d testimonio de los autos de que hacemos presentacin a V.A. constar la nnvedad
con que el Venerable Oean y Cablldo
de esta Santa Iglesia Catcdrol se ha
querido introducir en b jurisdiccin
episcopal en virtud de una !leal Cdula
Auto
73
mo habla la dicha Cdula, cotJ el Obispo de este Obisp!.do y con vuestro Oi.
dar mb antiauo, estamos en Que la deha jurisdieei6n no es de las que reca~
en la sede vacante POr muerte del Obispo, por las rawnes arriba alegadaJ, con
lo cual, porque reconocimos el defecto
de jurisdiccin en el dicho Vennable
Dean y Cabildo. nos pareci a~br del
d icho auto, no por lo que toca u la ejecud6n de lu dicha Real C6:1uI3, 5ITIO
por defecto de iurisdieci6n en quien lo
manda sobre que no estA inhibida na
Real Audienda. Pero sin atende r a nU('$..
tras razones, fueron tales los aprietos
con que nas obliptOll, que por ~itar
escndalos)' reconoeienJo tambin que
era lino de los que mandaban, vuestro
Oidor ms antill:uo, Dr. luan de la Peful
5.la7,:1r, que se hallaba presente, } que
es uno de los comisarios de la dicha
Real Cdula como Oidor m;\.s antiguo,
nos pareci franquearle La Caia y los I_
bTOS de dichos cellSOS amo se hi~o. Ocu
millOS ahora 11 V. A. dndole noticia
de torlo lo actuado por el dicho Venera
ble Dcall y Cabildo, y porque no pa!o(!lI
adelante las nulidades Q.ue se p\ledeo
ofrecer oor defccto de jurisdiccin en el
dicho Venerable Dcan y Cabildo, $U'
plicamos a V. A. que reconociendo dicha Real Cdulu y los derechos que .se
pueden ofrecer, se sirva de conferirlo y
ordenar lo que fuere senido en este ea
so y porque la materia es de b gra\'edad que se reconoce, $('I'i bien que V,
A. se sir.a de da r ~c y noticia d .. todo lo actuado y de la dicha Real eMula,
al Virrey del Per que obrando con el
gobierno superior que tlcne, lo podri
decidir, y en el interin, se sin'3 V.A. de
dar dicha noticia a vuestro Pre,idente y
Gobernador que conferido con tun allas personas, lendr,i el neando ('1 fio y
pa~ que deseamos. Guarde Dios a V.
A. Contadurlu y enero 26 de 1678 anos.
D. CeTnimo Hurtado de Mendou y
Quiroa.
74
Prouedo
Vulvase esta consulta a los oficiales
reales, atento a estar inhibIda ~sta Real
Audiencia y dems Justicias de estas Pro\'incias para que (Xlr via de apelacin ni
en otra fonna, no se enuomctan a 'lur.rer ronocer ni conozcan de lo contenido
en la comisin que se refiere en dIcha
consulta y que antes den y hal(lUl dar
todo favor y ayuda y asistencias Que 105
jueces comis.,rlos pidieren y hubieren
menester, par., 1., mejor eiecucin y
cumplimiento y se vuelva el testimonio
que presentan, dejndolo un tanto de
dicha consulta y de este decreto. Proveyeron lo de suso decretado, los scliores
Presidente )' Oidores de esta Real Audiencia en la ciudad de Santiago de
Chile en 28 das del mes de I'nero de
1678 alios y lo rubricaron los seores
doctores don luan de la Pe., Salaz." y
don Die:o Portales. Ante mi, luan de
A:urto. escribano pblico y real
c....
Seores Venc-rable Ocan y Cal,ildo dI"
la ciudad de SllntiaRO. La CQmi5in que
Vuestra Seoora $e sirvi mandanne de.
puebar para la cobranza de los censo~
de indios de esta jurisdiccin de La Se
rena me hi;o;o SlIbcr el canitn don Di('.
go de la Lastra, y en ella dispone Vues
tra Seora Que dentro de treinta das
primero~ siguientes remita relacin de
los principales}' corridos clo dIchos censos }' por que no se me atribuya omisin
alguna, me ha oorecido noUciar a Vuestra Seora, como algunos eJe lo' P.1p"les de estas rentas paran en poder del
general don luan Bravo de Morales a
cuyo car:o estaba esta cobranza. el cual
sc halla fuera de esta ciudad vestari
en ella dentro eJe 15 das,}' en el Inter,
har juntar los dems papeles que conducen a esta materia, deseoso de cumplir con el mandato de Vuestra 5eona a quien suplica se sirva dispone r por
la falta de escribano en esta dudad, alguna forma DO! el p~iso y justo trabajo que en e$la materia se ha eJe tene r.
Guarde Dios a Vucstra Seriora muchos
aos como deseo. Serena y Noviembre
2 de 1679 aos. Don Fernando 11" Agui_
ne y Cort!:
Petici6n
Bartolom Jorque ra, Protector Ceneral de los indios de este Reino, por la
defensa de los de la jurisdIccin de J.I
ciudad de La Serena, diRo: Que los di.
cbos indios tienen mucbos eensos impuestos en oosesiones de la dicha ciudad
y que no se cobran sus corridos por no
haber persona idnea que lo haga y
que aunque se le ha enviado .,1 oficial
real Miguel de Tordera que lo es de
dicha ciudad y lXIrque el suso dicho se
ha excusado y se le ha enviado apremio para que hal;a la dicha cobranza y
que se lo notificase don 'osc.fe de Rojas y MOnTO)' que hace oficio de >rotector de aquella provincia, no se sabe
si se le ha notiCicado el recaudo ltimo
de~pachado y porque en 131 ordenan_
zas reales se ordena que los corregidores de dicha dudad corran con la dicha
cobranza y est a eaI1::O de ellos el ha
75
APENDICE NQ 6
Memoria jurada de 106 oficiaIe! rea/n solJre las .sumas que por concepfo I'~
IlOgo de prlncipalet 11 rMllw, han entrado en
Cala de Cen.JN de Indlo.t
entre el 21 de Enero de 1678 11 el 30 de Abril de 1680 11 IObre le.. pogN que
fe han hecho en/re las mlsmat fecha.r.
76
77
~.- 24
l:,:~e~c;~a;c:! =:%s6co;~~
de 1.500 pesos de censo principal Im_
puestoo sobre la dicha estancia causadoo
desde el 23 de Diciembre de 1676 en
que se le remat la dicha estancia por
l:l caUSo1 ejecutiva que contra eUa sigui
el coadjutor de Jos indios por los corridos del dicho censo y los 800 PCSOS restan!es, por b redencin del principal
del dicho censo.
34.- 7 de AgOlitO: el Capitn Miguel de
EIguca, 1.600 pesos por el contado de
5.500 pesos en que se le remat b es
tancia que fue del capitn Mi:ueJ de
Am&(Julta.
35.- tI de Agosto: el Capitn Juan
Bautista Manso por mano de Pedro de
Escratc, sindico del Cole,l(io de San
Diego de Alcal, 308 pesos, 105 270
de censo principal impuestos sobre unos
solarC$ en la Caada que lindan con el
mismo Colegio que Impuso Oieo de
Cspedes y Catalina del Corral que
compr el capi!n Miuel de Ehtuea e
hizo :racia '1 donacin al dicho Cole
gio, y los 38 peros restantes por los carridl)5 desde el 4 de Septiembre de
1676 hlLSta el 4 de A:oto dA 1679.
36.- 14 de Ago.to: el Caoitn Fran_
cisco RodrJitUez Olivila, 62 pesos por los
corridos del censo impuesto sobre su
casa.
37.- 2 de Septiembre: el Sar:ento Lueu de Santa IgleSia (sic), 50 pesos a
cuenta de los corridos de 1.000 pesos
de principal impuestos sobre su enano
cla de Quilapiln.
38.- 15 de Abril de 1680: el Licenciado
Francisco L6)C7. por mano del Licencia.
do Juan de Otrola, 582 pesos 2 reales,
los 550 pesos que redIme por otros tantos que estaban Impuestos sobre la casa
y solar que fue de doa Frnnelsca de
Len y se remat en el dicho licenclndo
Juan de Othola en 3 de Febrero de
1679 en 650 pCS05, los dichos 550 pe-
Da/ti
1.- 28 de Marzo de 1678: al capitin
BartoJom jorquern protector general,
30 pesos para los marordomos de la cofradla de Nuestra Seoora de Copaca.
hana, procesin del JuC\'es Santo.
2.- 19 de Julio: ).'laados a don Josefc
Axpl>, relator de la Real Audiencia, 70
pesos por su salario de un ao.
3.- 1.0 de Septiembre: a doa ~Iara
Caditegua, cacica del pueblo dC' Mallaca, 50 pesos.
4.- 2 de Septiembre: a Pablo de Velasco, 130 pesos y 4 reales, por un ao
cuatro meses y elrlCO das que C';crci
el oficio de coadiutor de indios.
5.- 3 de Septiembre: al capitn Mi.
guel de Valenda, 50 PCSOS por UD ao
de salario de portero de la Real Au
diencia (12 de Mnr~o de 1677 a 12 de
Marzo de 1678).
6.- 3 de Septiembre: a Caspar Valds,
24 pesos 3 reales por derechos de las escritu ras (IUe se han sacado y que para_
ban en los res:;istros de los escribanos
de Santiago.
7.- 17 de Septiembre: al cajlitn Barolom orquera, 50 pesos para papel
sellado para eJ despacho de los iDdios..
8.- 26 de Septiembre: al eapi.fin Bar.
tolom de Jorquera, 25 pesos para ha
cer un libro para asentar las escrituras
de censos do indios.
9.- 20 de Octubre: a Caspar Valdi!!:,
32 pesos 7 reales para pagar la saca
de unas escrituras de 105 oro!ocolos '1
registros de los escribanos.
78
79
MD."DICE
NI? 7
Modelo de eu:rilurl2 de imposicin deu n censo 11 fllUOT de lo, /ndiru, que con_
tiene cOpill de IlUl IIchwcWnes y trmites reolluu/o' paro obtener /o olllori::o_
cin correspondiente (1650).
Sepan cuantos esta escritum de imposicin de cen50 vieren, como nos, el
de Campo don Fernando de
Aguirre, alfrez mayor y vecino euromendero de esta cindad de La Serena,
del Reino de Chile y doa Catalina Cor
ts de earabantes, su letima mujer, y
yo, la susodicol, en presencia y con li~
<:encia del dicho mi marido que le pido
y demando para hace r y otorglr y jurar
esta escritura y lo que de yuso se contendr y yo, el dicho Maestro de Cam~
po don Fernando de Aguirre, se la doy
y concedo para el efecto que me la
pide, y della usando ambos dos marido
y mujer juntamente y a voz de uno y
cada uno de nos por s y por el todo in
50lidum renunciando como renunciamos
las leyes de la mancomunidad y el benefjcio de la divisin y ~cusin y todas las dems leyes, fueros y derechos
quc deben renunciar y renuncian los
que se obligan de mancomn SC1/:n Y
como en ella se contiene, decimos:
Que por cuanto habindose publicado en esta ciudad y puesto edictos por
mandato del seor doctor don Bernardino de Figueroa y de la Cerda, del
Consejo de Su Majestad y su Oidor y al_
calde de corte ms antiuo de la Real
Audiencia de este Reino Que oor man o
dato del ney Nuestro Seor reside en
la ciudad de Santiao y Visitador Ceneral de la Tierra. de que quien quisie_
re lomar a censo tres mil patacones de
los indios y comunidades de esta ciudad
y ~'U inriroiccin los dar sobre posesiones valiosas y cuantiosas y en esta con
fnnnidad yn el dicho Maestro de Campo dnn Fernando de Aguirre ped por
peticin ante su merced de dicho seor Oidor mil quinientos pesos a censo
~Iaestre
de~irrc,\-ecinodeestaciudaddigo:
80
al Maestre de Campo don Diego de RoJas Carabantes, Alcalde On!lllllriO y Ve"cino encomendero de la dicha ciudad
del cual recib iuramento a Dios y a la
Cruz en fonna de derI'Cho yo el presente escribano en virtud de la comisiu
que el dicho sefior Oidor me d:l por su
decreto y prometi de decir verdad S1'
cargo del <:ual y ~ieudo exammado poi
el !>edimcnlo de! dicho Maestro de Cam_
po don Femando de A:uirre dijo: Que
la hacienda y heredad de viiia y herras, bodega y casa y vasija Que lcn"
en Rivadavia e! dicho Maestro de Campa don Femando de A:;uirre que est
Junto a la de este testiJl:O que fue toda
ella del capitn Francisco Corts, en cu)'0 derecho rucedicron, es de la~ buenas
y mciores hadend u que hay en el dl~
trito de esta ciudad y (lue de ella COJ"
el dicho '\[aestre de Campo don Fernan_
do de Aguirre todos los aos de 600 arro_
bas de \'ino y ah paro. arriba de lo mejor y bueno de b tierra donde tien,
pL~ntados muchos Arboles frutales, y casas de \'ivlenda en esta ciudad !iOn buenas con huerta plantada de oUvos y
otros rboles que se incluyen en d O$ 50lares que son en la plaza de esta ciu_
dad, y sin embaro que tcn~an los quini<:ntos pesos de censo sobre la dicha
heredad, son valiO$!l3 y 'cuantiosas las
dich.:ls posesiones en ms de dos mil pesos y sobre cIJas !te les pueden dar Jos
mil y quinientos patacones fln" pide a
censo en que estar el didlo principal y
~us corridos, ciertos y seuros porque
mn bastantes y cuantio!iOs Ilara pagar
..1 dicho censo y otros muchos de mayor
ralidad y este le~i:o lo abona y esto
que h.:l declarado es la ven!ad, so cargo
del dicho jnramcnto en que se afiml
y ratific y sindole ledo este su dicho
v dijo estar bien escrito y es de edad de
cuarenta y ocho aos y que el dicho
Maestro de Campo don Fernando de
Aglllrrc estA casado con su sobrina y !JO
por este respecto ha deiado dI' decir la
verdad y lo finTl de su nomhre: Don
81
oc
82
nombre: ,10n Pedro de olivarell Rlquelabono de las haciendas sobre qu", pido
nle. Ante mi, AgI1Un de Campa, escrise me den a censo los mil y quinientos
bano pbliC{!o
pesos de los indins. Por tanto, a V. MerEn la. ciudad de La Serena en el di~ pido y suplico mando se me dt!n
cho da, mes y ao el dicho ~1nelltre dI'
que estoy presto a hacer la escrilun. D.
Campo don Fenlando de AlUirre para
Fernando de Aguirre.
la dicha informacin de abono present
Provedo:
por testizo al capi!:!.n don Frnncisco de
Traslado a luan Barraza y con lo que
Riberos Figueroa, vecino de esta dicha
dijere, tr:\.i:anse los autos. Provevlo de
ciudad, del cual fue recibido juramento
~uso decretado, el Sr. doctor don Bera Dios y a la Cruz en forma de derecho
nardino de Fij1;ueroa y do 1" Cerda, dcl
en virtud de la dicha comisi6n y proConsejo de Su Majestad, su Oidor mi
meti de dccir ve rdad so carj1;O del cual
antiguo y Alcalde de Corte de la Real
y sicndo examinado dijo: Que este tesAudiencia de este Reino y juez privativo
del derecho de la media anata y JU C7.
liao ha visto muchas veces la heredad
de viiia, tierras, bodcga y casa y vasiVisill1rlor General de la Tierra, que lo
jas que el dicho Maestre de Campo don
seal en la ciudad de La s,.~na d:
Femaodo de AlUirre tieoe en RivadaChile en 10 das del mes de Septiem_
bre de 1650 aos, ante m, Juan de
via que es muy buena y de mucho preAgurto Gastaaga, escribano receptor.
cio y valor, que cn Dios y en su conclcncia vale m:\.s de doce mil patacones
Notifiqu el decreto de esta otra parte
y que el vino que- de ella se cojc que c.~
a luan Barraza en su persona df' uue doy
en cantidad de 600 a 700 arrobas es el fe: testios, Fernando Bolado, Antoniu
Bolado, en el dicho dla, roes y ao dimejor de la tierra y ad mesmo las casas
que tiene y posee en esta ciudad son las chos. Juan de Agurto Castaaga, C$Crimejores que hay en eUa con los solares
bano receptor.
plantados de ollvol en que so incluyen
Peticin:
y aunque la dicha heredad tenl[a los quiJuan Barraza, Protector General de
nientos patacones contenidos en su petilos naturales de esta provincia, responcin se le pueden dar a cenJO los mil
diendo al tnlslado que se me ha dado de
quinientos que pide de los indios sobre
la informacin de abono que dio el
las dichas posesiones en que estar:\.n cier- Maestre de Campo don Fernando de
tos y seguros el principal y sus corridos
Ag\lirre de la posesin que tiene de Ri.
vadavia sobre que qulcre cehar mil v
por ser de mucho precio y valor para
quinientos -pesos a censo a cuenta de la
otro censo de mayor cantidad y este
testigo lo abona y esto que ha declaraplata que los indios de esta provincia
do es la verdad so carzo del dicho jutienen, dio: Que las declaraciones heramento en que se afirm y ratific,
ehas por los testillO$ de dicha informa_
sindole lcldo su dicho y es de edad de
cin son muy ajustadas a la verdad por.
46 aos y es hermano del dicho Maestro
q'Je la dicha posc-~in es muy cuanlioSll
de Campo don Fernando de AlUirre y
y suficiente para echar en ella la dicha
no por este respecto ha dejado de decir cantidad y mucho mAs a cen!'O y as! en
la verdad y Jo Bnll de su nombre. D.
esta conformidad ood" Vuestm Men.:ed.
siendo servido, darle la cantidad de peFrancisco de Riberos Fhr;ueroa.. Ante m,
Agustn de Campos, escribano pblico.
50S que pide a ceoso oor la utilidad que
Peticin:
se le si.I(Ue a dichos Indios. Suollco JI
El Maestre de Campo don Fernando
V. Merced provea en todo en justicip,
de Aguirre digo:
la cual pido y en lo n~rio. Juan B:I'
Que yo tenao dada la informacin de
B3
Decreto:
Dnsele los mil Quinientos peSOJ Que
pide, atento a no haber habido otra perque pida estos censos y decide el
protector son abonadas las hipoteca! y
constan por la Informacin. Provey 111
do suso decretado, el Sr. doctor dOD Bernnrdlno de Fij/;Ueroa, cte., que lo seal
en la eiudad de L., Serena en 10 dlaJI
de Septiembre de 1650 aos. Ante mI,
Juan de AJt1.lrto Gastaaga, escribano re.
ceptor.
Prosigue:
y en conformidad de lo proveido v
mandado oor el dicho seor Oidor, el
capitn don NlcolAs GalleJt:o de Herrera,
Alguacil Mayor y delensor de los iodlos
de esta dicha ciudad y de la visita que
IU merced del dicho seor oidor est haciendo en esta dicha ciudad y su distrito,
en cuyo poder es\{m los dineros de los
dichos Indios que se dan a censo, nos
quiere dar los mil y quinientos patacones
en el dicho censo de los bienes y comunidades de los Indios y comunidad de
Guaseo Bajo y Payanhlme, que son de
la encomienda de don Juan Bravo de
Mom lcs y de doa Laurenda Femndez
de Castilla, jurisdiccin de esta dicha
ciudad y nosotros los querernos rec:ebir
y otorgar de cllo escritura en forma y
ponindolo en ef~to otorgamos y concedemos por esta prcsente carta por IIOSotros mismos y nucstros herederos y 5U'
cesores que vendcmos a los dichos indios
y comunidad de dicho \'alle del Guaseo
y a su Protector en su nombre y a quien
por los dichos indios fuere Darte, conviene a saber, 75 peSO$ de 1llata de 11
ocho reales el peso de censo v tributo
~n cada un ao mientras no redimiremos
el principal que co"e dC5de hoy dla de
la fecha en adelante y u nos obligamol
de hacer la primer pap de hoy dicho
en un ao y ad sucesivamente las demAs paRas en la dicha dudad llanamen_
te y sin pleito al.I(Uno con las cortas de
la cobranza el cual dieho censo vendemos 11 los dichos indios y comunidad ro-
lOna
84
85
APEl\DICE N9 8
Demanda ejecutiva:
Gaspa, valds, coadjutor de los indios
naturales de este Reino, dio: Que como
consta de la escritu,a y reconocimiento
que presento con la solemnidad y jura.
mento necesario, 13..'l easas que quedaron
por fin y muerte de Lorl'nzo Prez que
hoy posee el Maestre do Campo Gcneral Geronirnn de Quirolla, son deudoras
de 484 pesos de a ocho reales, desde la
Imposicin de 360 PCSOS de principal
que el dicho Lorenzo prez imouso en
ella en 7 de Mayo dcl ao pasado de
1610, dcscunt:\ndole 740 pesos quc pa_
rece por esta dicha cau51. haber pagado
por los corridos del dicho cerno, por 11
recibos que est'n en ella; y para Que se
cobre el dicho resto de 484 PCSOS, se ha
de servir V.Sa. de concederme la restit>.cin que compete a los dichos indios del
tiempo pasado y por los ltimos trmi
nos se me despache mandamiento de
ejecucin, mediante lo cual:
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d~~~~~ ~:~JoS:~:;C~RaOn~~r.rs:
brc quc pido justicia y ro~tas. Pablo dI'
Villela
Providencia:
"utl).' y Vistos; redbcse esta causa
I prueba por trmino de 9 das, comunes a las parte! y citense para sus prohanus. (Santiago, 27 df' Noviembrf' de
1680
Escrito:
El capitn Pablo de ViUda, en nombre del ~I::aestre de Campo Genl'"ral del
Reino Gerbnimo de Quiroa, en la cau_
sa ron el coadutor de los indios de
este Reino sobro que se hllJl'l rebaja del
ccnso impUcsto en las caSIU del dicho
mi parte, dill'o: Que esta. causa se recibi de prueba y porque los trminos
son pasa.dos:
A V.Sa. pido y supllro se sirva de
mandar meer publicacin de testllos y
que se pongan las probanzas en esta causa para con vista de ellas, pedir y alegar
lo que convenga al derecho dt' mi parte.
Pido justicia y en lo necesario. Pablo de
VilIela.
Traslado y estando pre<l('ntc el roadjutor de los indios consinti en la publicacin de lO! testigos la ('ual se haza
con el thmino de la ley. (Santia:o, 14
de febrero de 1685).
~Iinuta de punto~ de prueba:
Los testigos que fueren presentados
por parte del ~Ia{"stre le Campo Celleral del Reino Cernlmo de Quiroga,
en la causa de rebaia con los Indios de
este Reino, dd censo impUesto sobre Ia.~
ca<a.s de su morada que tien .. en esta
dudad, por la ruina que padecieron con
el terremoto ma:;no del ao puado de
1647, sean examinados por el tenor de
las preguntas siguientes:
1.- Primeramente, por el conocimien_
90
91
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GoNZALO VIAL
CoRRliA
1.-
DE
GoMARA.
UN ENIGMA Hlsroruoo.
95
tos aztecas son los dueos del Valle del Mxico. Han arrasado el podero de Azcapotzalco. Tlateloloo es ahora un simple barrio
de Tenochtitln. Tezcoco, la ciudad del rey-poeta Netzahualcoyotl,
tambin ha doblegado la cerviz ante los mexicas. Las annas de stos
llegan hasta el Golfo y hasta el Pacfico; hasta Amrica Central y
hasta la misteriosa "tierra caliente" del Pnuco.
De todos los rincones del Imperio, afluyen a Tenochtitln los
tributos de los vencidos. Oro, telas y ropas de algodn o fibra de
loe, calzado, jade, turquesa, mbar, cristal, armas, joyas, caucho, papel, plumas de aves tropicales, maz, cacao, miel de magey o de tuna, tabaco, vasijas, maderas, muebles ... son el precio de la paz con la
Ciudad del Lago y sepultan a sta, valga la expresin, bajo un alud
de riquezas.
Tal embriaguez repentina de podero y opulencia engendr
una prspera civilizacin material y dio alas a una brillante cultura.
La primera se reflejaba especialmente en la capital mexica.
Al comenzar el siglo XVI trescientas mil, y quizs ms, personas la habitaban. Sus edificios, pintados de rojo mate o blanco brillante,
y rodeados de floridos jardines, relucan como joyas en las aguas del lago. Por sobre stas, tres calzadas -que servan a la vez de dique contra
las inundaciones- unan Tenochtitln con la tierra firme. Eran tan lar
gas, que una meda ocho kilmetros; tan llanas como la palma de la
mano; tan rectas como una lanza y tan anchas, que solan caber por
ellas ocho jinetes de frente. Amn de las calzadas, dos ingeniosos acueductos atravesaban el lago y abastecan de agua dulce, trada desde
la ribera, a la capital mexica.
Dentro de ella, la actividad era deshordante. Un comercio IICtivsimo tena su centro en la plaza de Tlatelolco. M iIlares de canoas
10 alimentaban, entrando a la ciudad por canales paralelos a las calles. Los das de feria se rcunan de veintinco a cincuenta mil personas en la plaza mencionada, a disputarse los productos de todo el
mundo conocido, que all se desplegaban con orden perfecto, disciplina rigurosa y ejemplar limpic'l.a.
Junto al centro comercial, el cortesano y reli~ioso: la gran plaza (el Zcalo de la moderna Ciudad de Mxico). Aqu se levantaban
los tcmplos y palacios, orgullo de la arquitectura azteca.
Entre los primeros, destacaba el adoratorio comn de lIuitzilopochtli -el guerrero 'dios-colibr"_ y Tlaloc, la divinidad agrcola,
con sus capillas gemelas y sus ciento y tanto escalones de acceso.
Otro templo famoso era el dedicado a Quetzalcotl ("serpiente emplu96
97
PRESUNTAS CAUSAS,
98
Tal superioridad operaba en dos distintos ordenes: en los medios fsicos de (:ombate y en la tctica militar.
La ventaja fsica provena de elementos bcos espaoles que
el azteca desconoca; principalmente el caballo -originario de Amrica, pero ausente de ella desde tiempos prehist6ricos- y las annas de
fuegol.
La superioridad tctica derivaba de que el espaol era un soldado incomparable, adiestrado en los ocho siglos de la reconquista y
que, a mayor abundamiento, aplicaba la estrategia europea, distinta
de la indgena y superior a eIJa.
Las esbozadas ventajas hispanas sin duda existieron. Pero, miradas con detenimiento, aparecen sin el carcter aplastante que se les
suele atribuir. Y, desde otro ngulo, ellas estn contrapesadas por inferioridades, asimismo muy reales, del espaol comparado con el indio.
1) Tomemos, primeramente, las annas de fuego.
Recordemos que nos hallamos a comienzos del siglo XVI, vale
decir, en la infancia de estas mquinas de muerte.
Entre las manuales, la escopeta tiene apenas medio siglo de uso.
El arcabuz es an ms reciente, contemporneo de la conquista de
Amrica.
En cuanto a la artillerla, tambin est en paales; solo a fines
del siglo XV, el can propiamente dicho ha reemplazado a la antigua
"bombarda", ms terrorfica que til.
Las annas de fu ego eran, por consiguiente, novedades y, como
lSoustelle (La Vida Cotidiana de hu Azteca.!. VI, P. 214) aade los
bergantinu, pequeos barcos a \'ela hispanos. A ello, cabe observar : a) Lo! e5paoles ya poseian dos bergatines (cuatro segn Antonio de Herrera, Hiftutia General ..., V. 111, Dcada I1a, L.X,C. VII, pp. 339 y ss.) al producirse el
alzamiento que culmin con la "Noche Tristc'. No impidieron stos la denota,
y fueron quemados por 105 me~icas. b) El berj;tantin servia para el bloqueo, '1
pana proteger a los conqUistadores cuando luchaban sobre las ealzadas: al adentrarse 10$ espaiioles en la ciudad, el navio defaba de ser til. Su calado, y estaeas que los mencas clavaban en el fondo de la laguna, no le pcnnitlan avanzar. e) La gran ventaja del hergantln, resida en 5UI caones y arcabuces. O sea,
la importancia del bera;antln era la importancia del anna de fu ej;to, que el texto
analizada.
Otros autores agregan a las superiorid ades hispanas el em pleo de perros
de presa.
No creemos q ue en la conquista de Mxko este animal haya tenido mayor tJ1l5Cenclenela. Y si la tuvo fu e --como veremos- mls bien pskol6ica que
militar. Por otra parte, Bernal Oiaz parece indicar que '&0 un perro de prclQ
participaba en la expedicin a Tenochlitln (LX I, LXVI). En adelante citaremos a Bemal sealando entre parntesis el capitulo de su obra.
99
lOO
Eran poqusimas.
Al desembarcar contaba, aproximadamente, una decena de caones y "falconetes" e igual nmero de escopetas. Cuando incorpor a
sus huestes las que traa Pnfilo Narvaez, o sea, en el cenit de su podero militar, juntaba una artillera de veinte a veinticinco piezas y
un centenar de escopetas y arcabuces. Estos ltimos eran s6lo trece',
mas todas tales armas, manuales y artillera, se perdieron con la "noche
triste" (y si alguna qued no poda usarse: n0 haba un grano de
p6lvora). F inalmente, al iniciarse el asedio a Tenochtitln, los espaoles reunieron docena y media de cai'iones y "fal conetes" y hasta cincuenta arcabuces y escopetas'.
Tan exiguas cifras confirman que el arma de fuego no pudo tener. en el desastre mexica, el rol estelar que se le quiere atribuir.
No parece sugestivo que Corts sufriese su nica derrota a
mano de los aztecas, precisamente cuando reuna ms armas de fuego?
y apenas as derrotados .. no vencieron los espaoles -malheridos y bajo el peso de la fatiga y de la desmoralizacin- a los mexicas
en Otumba, cuando los conquistadores no 1Jodan disparar un tiro por
falta de armas y de plvora?
Concluyamos recordando -pa ra reforzar las anotaciones anteriores- que los espaiioles, especialmente despus de la "Noche Triste", sufrieron un a grave escasez de p6h'ora. El asalto final a Tenochtitln se inici con diez quintales (unos cuatrocientos cincuenta kilos) de tan indispensable elemento. Se apreciar la insuficiencia de
semejante provisi6n si anotamos que, con cinco tiros de "falconete",
v.gr., se iba un kilo de plvora. Al terminar el sitio, sta se hallaba
prcticamente agotada.
101
102
103
104
Trampa mortal fue, v. gr., la tendida a los espaoles en Cholula. Mientras les alojaban con gran pompa en el centro de la ciudad,
toda sta era una inmensa emboscada. Tropas se ocultaban dentro
de las casas y en los arrabales. Las caJles estaban \lenas de barricadas
y de hoyos disimulados -con estacas punteagudas al fondo- para detener a los caballos. Rebosaban de piedras las azoteas de los edilicios.
Ningn detalle haba sido olvidado: ni las victimas humanas que se
inmolaran a los dioses, agradeciendo la victoria; ni las oUas con "chile"
para aderezar exquisitamente a los espaoles derrotados ..
Slo que el jefe de los candidatos a la olla se llamaba Hernn
Corts. Y transform la emboscada en implacable matanza de cholultecas.
Ello no produjo escarmiento. A la salida de Cholula, rumbo a
Tenochtitln, Moctezuma II volvi a hilar su tela de araa para coger a los espaoles. Dos caminos se abran ante ellos: uno empinado,
pleno de vericuetos, entorpecido por la nieve y por hacinamientos de
rboles cados (puestos all por los mismos aztecas); el otro amplio,
despejado y recin barrido por los solcitos mexicas. Naturalmente, el
ltimo llevaba a una quebrada, donde aguardaban ocultos los ejrcitos
de Moctezuma.
Mas de nuevo Corts penetr las intenciones enemigas y, tomando el camino difcil, sorte sus asechanzas.
Sin embargo, en este continuo duelo de ingenios, hubo ocasiones -algunas trgicas- en que don Hemn fue vencido por el indio.
Asi aconteci en Iztapalapa, cuando Corts realizaba una expedicin "de tanteo" circundando el lago, antes de poner cerco a TI.::nochtitln.
Los indios fingieron ceder terreno, atrayendo de tal manera a
los conquistadores hacia el centro de Iztapalapa (que era semilacustre y terminal de una de las calzadas de que hemos hablado). Mas
-una vez dentro los espaoles y engolfados en el combate y el saqueolos mexicas, simultneamente con arrojarse a sus canoas, rompieron la
calzada-dique y sepultaron la ciudad bajo un torrente de agua. Slo
huyendo a lo que daban sus pies, y con grandes prdidas de vidas y
armas, pudieron salvarse los conquistadores.
La emboscada d~ Iztapalapa hubiese sido quizs un desastre
definitivo para los hispanos, de no haber discurrido Corts -en medio
de la bataJla y de la aparente victoria- que se les haMa tendido una
trampa, ordenando la retirada inmediata. Demasiado tarde para prevenir la derrota, pero a tiempo para impedir que ella fuese total.
lOS
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107
amor al argumento- supongamos que Bernal fuese, en materia de cifras, un verdadero Barn de Munchausen, que los guerreros tlaxealteeas sumasen slo la dcima parte de lo que l asevera ... de todos modos, habrian sido ocho veces ms que los espanoles!
Los modernos clculos de poblacin conducen a concluir que,
por cada soldado de Corts, Moctezuma 11 tena al menos seiscientos
guerreros ll .
Claro que los conquistadores tuvieron, en su lucha con los me.
xicas el auxilio de otros grupos indgenas -tlaxcaltecas, totonacasenemigos de los primeros. Pero esto plantea la cuestin (que, segn se
ver, es la clave de todo el problema) de por qu tales grupos apoyaban a los espaoles, extranjeros, y no a sus hermanos de raza.
Por otra parte, los refuer.lOS indgenas atenuaron, pero no hicieron desaparecer, la inferioridad numrica espaola ' ). Adems, la utilidad del auxiliar indio era discutible. Sola desertar con los reveses
y -por falta de coordinacin con los hispanos- a menudo estorbaba
a stos. Amhas cosas sucedieron en el sitio final de Tenochtitln. A la
primera derrota de Corts ( la emboscada vista atrs) se esfum la
mayora de los aliados indgenas. Y antes, cuando salan al combate,
se amontonaban en las calzadas entrabando a los espaoles.
b ) Conocimiento del terreno. Es innegable que los aztecas aventajaban a sus adversarios en el dominio de la geograHa sobre la cual
unos y otros operaban.
Se ha reflexionado en que Corts atravesaba un territorio del
cual no tena mapas y cuyo clima, recursos y situacin poltica desconoca por completo?
e) Apoyo de la poblaci6n civil. Tambin es seguro que el no
IICort.!!, "Corlas". lI a, p. 40.
Ixtlixchitl, IJislorM Chiclllmcca (Obras Hls16riCOl, V, 11), LXXXIII.
Angel Roscnblat, La Poblacin llldgCM ti el Mesl/Ulie en Amrica. calcula -muy conservadoramente- la poblaein total de Mxico hacia 1492, en 4.500.000
dI"
persona~
lOS
combatiente estuvo ms junto a sus hermanos de raza, que en el bando de los conquistadores forneos.
y si se alega que fuertes ncleos de la poblacin civil apoyaron
al espaol contra el azteca, volvemos a la pregunta clave: por qu
esta preferencia, a primera vista anti-natural?
d) Fortificaciones. El valle de :Mxico era teatro de continuas
guerras entre los mismos indgenas. Las fortificaciones de toclo tipo
abundaban.
Una verdadera "muralla china", v. gr., defenda Tlaxcala. Era
de piedra, con una altura de casi dos metros y medio y un ancho de
ms de seis metros. Corra por la cima de ella, a todo su largo, un
parapeto para los defensores. Tena una sola entrada, retorcida y enteramente dominada por los ocupantes del parapeto.
Otros lugares por naturaleza inaccesibles -como Cuauhnahuac
("Cuemavaca" para los espaoles) o el peii6n de Yacapixtla- haban
sido perfeccionados por el ingenio indio, convirtindolos en bastiones
inexpugnables.
y la propia Ciudad del Lago ... no era en definitiva una fortificacin inconquistable?
No hay duda que tales fortines significaban una superioridad
indgena sobre el hispano.
e) Armas. No olvidemos, por ltimo, que el indio era un maestro en el uso del arma arrojadiza. La pluma de Bernal Daz refleja el
pavoroso y mortfero efecto de estas tupidsimas lluvias de flechas,
piedras y jabalinas: "Qu granizo de piedras de los honderos! Pues
flechas: todo el suelo hecho parva de varas elE" a dQ!': gajos. que pasan cualquier arma, y las entraas donde no hay defensa ... " "An
de noche estaban sobre nosotros ... tiraban var3S . . y flechas a bulto,
y piedra perdida, que entonces estaban todos aquellos patios y sucios
hechos parvas dellos" (LXV y CXXVI).
Tal "'parva" de dardos, lanzas y ,guijarros, es sumamente expresiva. Oigamos ahora a Corts: "Eran tantas las piedras que nos echaban con hondas dentro de la fortaleza, que no pareca sino que el cielo
las llova; e las flechas e tiraderas eran tantas .. .. que casi no podamos
andar con ellas"13.
Las dos ltimas citas se refieren al asedio de los esp:l.Iioles por
los mexicas en el palacio de Axayactl, antes de la "Noche Triste". Al
da siguiente de cste ataque, los sitiados recogieron y quemaron tres
\lCoTlk, Cartas, lIa., p. 109.
109
110
tos: los perrOS comian unos y otros. "y esta es la caUSll prque a los
indios les pesa mucho que los nuestros les llamen perros".
Un hedor pestilencial y un calor agobiante envolvlan la desdichada Ciudad del Lago. Los lamentos de los enfermos suban como
incesante clamoreo: ..... todo el cuerpo, y la cara, y todos los miembros tan Denos y lastimados de viruela, que no se podlan bullir ni menear de un lugar, ni volverse de un lado a otro, y si alguno los meneaba daban voces",
Pisando los talones a la plaga, y provocada por ella, vino una
hambruna que cosech nuevas vctimas.
Dos meses dur la peste ("grano divino" la bautizaron los aztecas) cn Tenochtitln. Mediando diciembre de 1520, la viruela abandon la capital me.xica, propagndose a Chalco. Dejaba tras s muertos por miles y, en muchos sobrevivientes, su estigma perenne: "Caras
aboyadas .. , ojos quebrados"I'.
No faltan quienes explican la derrota final azteca, conectndola
con el estrago causado por la viruela, que habra debilitado la resistencia mexica.
El debilitamiento es efectivo, Bernal Daz lo seala como uno
de los factores que permitieron a Corts durante su ltimo asalto, marchar de Tlaxcala a Tezcoco sin ser interceptado,
Pero no exageremos ese debilitamiento.
Pues no hay motivo para suponer ms benignas las viruelas en
Tlaxcala que en Tenochtitln (los paliativos europeos de la plaga, que
quizs los conquistadores ensearon a sus aliados tlaxcaltecas, eran nfimos). Y bien, pese a la peste, los tlaxcaItecas conservaron intacla su
potencia blica,
As, los vemos incorporarse cntusiastamente a las expediciones
con que Corts recupera el prestigio perdido en la *Noche Triste"
Despus, asistimos a su vigorosa hazaa -que admira a los conquistadores- de transportar los bergantines espaoles, en vilo, desde
Tlaxcala hasta el lago,
Qu robustos hombres, y cuntos miles de ellos, se necesitaran
para tan formidable faena!
Las Casas nos pinta similares acarreos de buques desarmados,
III
les
17" . 105
metan
las
~u~i~Ub::~~d!I~JiJ:~'r
rdlleMa
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116
117
llS
muerte violenta. No falleci por decaimiento, no fue estorbada ni reprimida en su desarrollo. Muri asesinada, en la plenitud de su evolucin, destruida como una flor que un transente decapita con su
vara"2s.
Adoptada esta versin del derrumbe azteca, era menester expUcar el enigma con que abrimos el presente ensayo: por qu una cultura proclamada tan floreciente, cay en un instante y por obra de
un enemigo sobremanera inferior.
y aqu viene, entonces, la aberracin: se recurre a las "presuntas causas". E l inmenso, majestuoso desastre del Imperio mexica; el
hundimiento aterrador de todas esas maravillas del arte, la inteligencia y el esfuerzo ... se hacen derivar de unos cuantos caones o escopetas; un par de perros bra\'os; una peste o alguna vieja leyenda, ms
o menos discutible. Queriendo ensalzar a los me.'(icas se les rebaja,
al ridiculizar la destruccin de lo que ellos crearon.
En verdad, como dice Toynbee 26 , el Imperio azteca recibi el
golpe cortesiano cuando ya haba paralizado su desarrollo; cuando, tras
la cscara engaadoramente perfecta, habla comenzado la descomposicin provocada por sus propios excesos. Pero los mexicas agonizaron
y murieron con dignidad y grandeza: se les envilece. al presentarlos
como vctimas de caballos o perros, o como engaados por una grotesca "comedia de equvocos", alrededor de Quetzalcotl.
4.- ACONIA DE UN hll'ERlO.
r
Los espaf9Jcs fueronf:l~~n dijirn,os, los directis'a~nt~~ , de ~~t,
yl
pueblos
sometidos. Y tambin, aunque rnenos tnten'same~{e, en ei interior t1el
'
Ahora bien ... cul era la base o fundamento espiritual del Imperio mexica, que empapaba toda su estructura y generaba e intensificaba continuamente las tensiones que lo llevaran al colapso? Era
la regi6n azteca, con su insaciable exigencia de sacrificios humanos.
B) El alimento de los dioses
Ni la civilizacin material, ni la cultura azteca fueron originales,
sino herencia recibida de los legendarios toltecas, que precedieron en
el Valle a los mexicas. Estos se limitaron a expandir y perfeccionar el
legado tolteca.
En cambio, la religin mexica s que tena un elemento propio:
el culto al dios guerrero, Jluitzilopochtli, mediante los sacrificios humanos. Corriendo los siglos, el pantcn azteca -tan tolerante como el
romano- recibi otras divinidades, de cuna extranjera: Tlaloc, dios
agrcola; la divinidad benfica Quetzalcotl; Tezcatlipoca, el "dios de
dioses", que rivalizaban en importancia con J-Iuitzilopochtli y aun lo
superaban. Pero las vlctimas humanas, extendidas ahora a todas estas
deidades y a muchas ms, continuaron siendo el ras~o preponderante
del culto azteca.
Antes del auge tenochca, Amrica y el Valle practicaban ya el
sacrificio humano, pero slo en pequclia dimensin y ocasiones e:'{ccpdona les. Pero con los aztecas tanto el nmero de vctimas como la
complejidad y crueldad del rito crecieron aterradoramente. Adems
lo exacerbaron "por contagio", si se nos permite la expresin, en otros
pueblos. Se lleg al extrao colmo de que el culto a Quetzalcotl -dios
adverso a los sacrificios humanos, como se ver- era sang':iento, si bicn
en mucho menor escala.
El nmero de sacrificados no se puede precisar: ya hemos visto
la poca fe que merecen las cifras dadas por Jos cronistas. Pero la cantidad debe aproximarse a veinte mil vctimas anuales, para la sola Tenochtitln. Ciertas ocasiones especiales eran festejadas con becatombes
tambin especiales. Las fuentes indgenas dicen que, para la inauguracin del "tcocalli" mayor de la capital, Ahuizotl, tio y predecesor d~
Moctezuma JI, inmol veinte mil seres humanos; y que Moctezuma JI
casi emul la piedad de su to, ofreciendo a Huitzilopochtli doce mil
cautivos de una provincia rebeldc2'l.
21Un excelente resumen del aspeeto numrico de los sacrificios humanos az
tecas, en Rosenblat. op.)' V. cit., V, Nota I a la p. 100. Permite concluir que la cifra
mas moderada y probable es la dada por el texto, que se basa en Zumwaga y
Clavigcro y que es fa menor hallada en las fuentes (si se excepta a Las Casas.
cuyas exageraciones pro-indios son proverbiales).
120
28Sahagn, op. cit, V. 1, 11, Apndice, p. 245. Durn, fIlst orill de /IlS //J.
dios de Nueva El'p(lf<ll, Vol. 11, LXXX, pp. 8485, consigna que el "Izompantli" de
Tenochtitln se hallaba en COIlSl!IIte ampliacin y rcno\acin.
121
122
ca. La servicia de las otras no tena ni tiene parangn. Horrible es describirlas, pero tambin necesario para comprender plenamente el final
de Tenochtitln.
Era comn el sacrificio de mujeres, que representaban diosas del
panten azteca: en el sptimo mes, era inmolada una mujer que personificaba a Huixtocilmatl. diosa del agua salada. Este era el mes llamado
"Tecui1huitontli"; en el siguiente (Huey Tecuilhuitl), se sacrificaba a
otra muchacha, que simbolizaba a Xilonen, diosa del maz tierno. Al
undcimo mes (Ochpaniztli) otra infeliz encamaba a la madre de los
dioses. Toci, y como tal era sacrificada. La misma suerte corran, sucesivamente, cinco mujeres que personificaban diosas campesinas (dcimotercer mes. Tepeilhuitl \ y una doncella cuya inmaculada vf'5tidura
blanca representaba a la diosa-volcn, I1amatecuhtli, perennemente nevada (decimosptimo mes, Tititl).
Se sola considerar mal augurio que la sacrificada gritase al morir; por ende, su lamento final era ahogado, apretndole el cuello con
"un palo rollizo" Asimismo, tomaban corrientemente por presa.e;io funesto que la mujer se mostrase decada: ocultbanle entonces su amargo destino, dicindole que "la llevaban para que dunniese con ella algn gran seor"U.
Los nios de pecho constituan la ofrenda favorita de Tlaloc, dios
agrcola y de las lluvias: se le inmolaban para pedir estas ltimas. A
veces eran crucificados pero, ms frecuentemente, les ahogaban echando a pique en la laguna canoas adornadas con flores y que rebosaban
corazones de sacrificados: los infelices pequeos tripulaban tales embarcaciones. Se haca gran ruido para que los nios no se durmiesen
durante la atroz ceremonia, cediendo al cansancio: este sueo compasi\'0 era mirado como mal augurio. En cambio, si las diminutas vlctimas
lloraban, sus lgrimas presagiaban lluvias numerosas y los circunstantes
se alegraban sobremanera: a mayor llanto, mejor el presa~io y ms
grande la alegra.
y as los diversos dioses, "gourmets" de la sangre humana, exigan
su forma especial para el sacrificio: ste peda decapitaran a la vctima; aqul, su desollamiento apenas muerta; otro, que la asaetearan
hasta morir, o bien que luchase con guerreros aztecas ... pero atado el
infeliz a una piedra y usando armas fingidas ("esgada de palo, b cual
en IUJ!ar de navajas tenia plumas de ave pe2adas por el corte") contra
las muy reales que empleaban sus enemigos lo .
2tSahagn, op. cit., V. 1, L. 11, C. XXVI. pp. 174-175; C. XI,
XXI, pp. 139-140.
123
J.
112.
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127
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129
Vimos que a las clases sociales que ascendan -artfices, comerciantes- se les permita sacrificar esclavos. Pero esto constitua una
mera tolerancia: a nadie se le ocurra reemplazar permanentemente los
cautivos por esclavos. Hubiera sido ofender a los dioses. A mayor abundamiento, habra resultado muy caro y fuente de agitacin en las clases bajas, siempre expuestas -por los azares econmicos- a la esclavitud.
La necesidad continuada de prisioneros para el tajn impulsaba
-y daba pretexto- a los aztecas para la guerra tambin continuada. Y
fue tal guerra la que condujo, a travs de los siglos, a la formacin del
Imperio mexica que hallaron los espaoles.
La base del Imperio azteca es tambin, por consiguiente, el sacri
ficio humano.
Ello explica, adems, una curiosa -y trascendent31- caracteric .
tica del Imperio. A saber: que no quitaba su autonoma a los vencidos,
limitndose a imponerles un tributo peridico. y los aztecas procedan
as poi- cuanto la autonoma del derrotado representaba para eUos la
posibilidad de nuevas guerras ... que Jos surtan de vctimas.
El inmenso Imperio mexica se hallaba, pues, en continuada efer
vescencia. La autonoma de sus partes integrantes, combinada con los
pesados tributos e innumerables vejmenes que imponan los aztecas,
eran fuentes de repetidas rebeliones. y los mexieas reciban encantados tales estallidos. Ellos significaban guerra y la guerra, gloria y
vctimas.
Es, entonces, un hecho histricamente comprobado -aunque paradojal- que la agitacin antiazteca reinante en el Valle a la llegada
de Corts era, de cierto modo, permitida y hasta deseada por los mmcaso Si bien, segn veremos pronto, en ese momento preciso dicha agitacin parece haba alcanzado un paroxismo.
Esta pasin por la guerra y por la caza de vctimas es el motivo
de que los aztecas permitiesen subsistir, junto a sus centros vitales, tribus enemigas independientes, como la "repblica" de Tlaxcala. Es evidente que el Imperio hubiese destruido a esas tribus sin mayores dificultades, caso de habrselo propuesto seriamente. Si no lo realiz fue
-como explicaba Moclezuma Il, aludiendo a Tlaxcala- para mantener
bien provistos a los dioses.
La necesidad de guelTa neg a tal punto que, cuando no haba
causas o pretextos que las justificasen, simplemente se acordaba la guerra entre dos naciones vecinas ... tal como hoy se conviene en celebrar
un encuentro deportivo. Tales fueron las "guerras floridas": "xocruya-
130
131
Por d.e pronto, no se percibe en qu mejoraran las cosas con tales falta de crueldad, y nimo vengativo.
y luego, pase la ausencia de espritu vengativo, pero crueldad
haba, y mucha. Crucificar o ahogar nios; desollar; asaetear; quemar
vivo; arrancar corazones todava palpitantes ... son faenas que exigen
sevicia, cualesquiera que sean los pretextos simblicos o religiosos invocados.
UI) ...... Cada cultura tiene su nocin particular de lo que es
cruel y de 10 que no lo es. Los romanos, en su poca de mayor brillo.
vertan ms sangre en sus circos y con fines dc diversin de la que los
aztecas vertieron jams ante sus dolos. Los espaoles, que tan sinceramente se emocionaron por la crueldad de los sacerdotes indgenas,
a su vez hicieron matanzas, quemaron, mutilaron y torturaron con una
imperturbable tranquilidad de conciencia. An nosotros ... hemos tenido ante nuestros ojos, en nuestra poca, a pueblos civilizados que
organizan la exterminacin sistemtica de millones de seres humanos
y preparan armas capaces de aniquilar, en un segundo, cien veces 'ms
vctimas de las que el Imperio azteca sacrific jams"40. Otra variante
sobre el mismo tema: ..... una de las tantas aberraciones que reviste
el sentimiento religioso en la historia de la humanidad y que, partiendo
de falsos supuestos, que se consideran evidentes, puede conducir, con
todo lgica, a las ms terribles consecuencias. Quemar herejes en esta
vida para ahorrarles el sufrimiento del fuego eterno en el infierno,
destruir a individuos que se consideran de una raza inferior, para no
contaminar a la raza aria, etc., son otros tantos ejemplos que abundan
en la historia de las religiones"u.
Este tipo de argumentos presenta varios defectos, que sera
largo analizar. Pero el esencial es que se pretenda "disimular" los sacrificios humanos, de manera apasionada y anti-histriea: un cie~o enamoramiento, que oculta o distorsiona las realidades.
Pues quienes as arguyen omiten la caracterstica ms importante del sacrificio humano azteca, que 10 hace -creemos- nico en
la historia. Tal caracterstica no es la crueldad (por desgracia, la crueldad no ha sido ni es monopolio de nadie); ni el nmero de las vctimas ni la muerte por motivos religiosos o por simple diversin . .. todo
esto ya se ha visto y sigue y probablemente seguir vindose. Pero lo
que singulariza el sacrificio humano azteca es su jfllldamentalidad. El
4DSous telle, op. cit., III,p. 104.
4lCaso, op. cit., p. 96.
132
circo es un accidente para Roma; las hogueras inquisitoriales, un accidente para el catolicismo espai'iol. Mas -acabamos de comprobarlola sociedad y la religin aztccas se hallan edificadas sobre la vctima
racional: para inmolarla viven; inmolarla es su tarea favorita, primera
y principal. . Cmo no palpar diferencia tan terrible y sustancial,
entre la aberracin incidente y la aberracin sistema? - El incidente
pasa; el sistema sella a una sociedad. Roma puede vivir sin gladiadores; la Iglesia sin autos de fe ... los aztecas no pueden vivir sin sacrificios humanos. Si los suspendieran, el mundo perecerla destrozado por
los dioses hambrientos.
IV ) ".... entre vctimas y sacrificadores no exista.. sino ...
una extraa fraternidad o - los textos lo establecen as- una especie
de parentesco mstico. El prisionero, completamente seguro de su destino y preparado desde su niez' para aceptarlo, se inclinaba estoicamente. Es ms: si se le ofreca una clemencia contraria a su destinf'
y a la voluntad de los dioses, la rehusaba"u. Caso reitera este concepto
de que el prisionero prefcda morir en el tajn a la libertad pues -ex
plica- "se consideraba elegido por el Sol; su derrota no poda atribuirla a causas naturales; no eran su fortaleza ni su valor los que ha
ban fallado, sino que se haba mostrado la voluntad del dios, hacindolo caer prisionero, y l no poda huir ni libertarse sin contrariar la
voluntad divina"l.
Aqu sorprendemos, nuevamente, el delito flagrante de "'disimular" los sacri fici os humanos ... Vctimas y verdugos emparentados msticamente y las primeras ansiando la muerte y rechazando la libertad:
podr ser verdad tanta belleza?
Laurette Sejoum no lo cree. Para eUa, las clases dirigentes de
las ciudades-estados en el Valle, se entendan bajo cuerda C'se saludaban secretamente", dice una historia indgena): la "'necesidad csmica
del sacrificio humano" era s610 un "slogan ideal" para mantener la
guerra incesante, que sostena el prestigio y la prosperidad de esas
clasf'S. Pero ellas no crean, naturalmente, en el "slogan": "'No se ve
jams a los seores aztecas impacientarse por alcanzar la gloria solar
en nombre de la cual mataban a la humanidad . .. Si hubieran credo
autnticamente que la nica finalidad de la existencia era hacer don
de su vida, el sacrificio no hubiera quedado limitado a ... esclavos y
prisioneros .. sino que hubiera sido exclusivo de la lte". "Los seores
133
Pero es indi~cutible que las altas castas del Valle mantenan, pese a su
enf'mistad, relaciones ocultas: a~ se desprende de los textos que cita L. Sejoum
)' de otras numerosas fuentes Indgenas (v. gr. Dur,", Historia de u Indi4J de
Nueva Esvaiia). El problema reside en dilucidar si tales relaciones indican, com!'
bien slo un
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136
4fI\Vesthe.im, op. cit., Los totonaca.r, p. 235. Sin embargo Vietor Von lIagcn,
1"11e AzteCl, dice -ignoramos con qu fundamento-- que los tributos eran "moderados".
N. Molins: El Cddlce Mendocino !I la ecooQmw de Tenoclltitln, pass/m.
Se calcula que una "carga" (veinte unidades) de prendas de vestir, equivala a la $Ubsisleneia anual de un indigena muicano (Soustelle, op. cit., 11 , p.
91): por ende, slo en ropas Tenochtitllin recibia impuestos suficiente para sustentar a ciento cincuenta mil personas.
El alimento diario (Jue reciba un il~io mexieano, puede apreciarse en
seiscientos gramos de maz; o sea, doscientos diecinueve kilogrnmos al ao. Como
el tributo en maz que llegaba a Tenochtitllin bordeaba la! siete mil toneladas
anuales, representaba la manutencin de treinta y cinco mil pe"onas. aproxima_
damente (ver Morley, Cle//i;:acifI Mafia, C. VIII, p. 177. Hoy por hoy, el all
mento diario del indgena mnicano contina en las mismas lneas: Roberto de
la Cerda, Los bdgeno6 merlc6n06 de Trupdn, Jol~o, "Cultura material". p. 31~.
137
138
Uo, morado, blanquecino, verde, prieto, azul, pardo, anaranjado y leonado ... ".
Este noble dios, sin embargo, presenta otra extraordinaria caracterstica: es una divinidad ausente. Los dems dioses lo han expulsado:
por qu?
Los tl'xtos son precisos. La "'Serpiente Emplumada" aborreca
los sacrificios humanos y se negaba a practicarlos, "porque mucho amaba l a sus vasallos", dice el C6dice Chimal,JOpoca; Sahagn confirm:1
que slo sacrificaba culebras y mariposas.
Los demonios -agrega el "C6dice" referido- primero intentaron
convencer a Quetzalcotl de que deban sacrifi car seres humanos. Al ntl
obtenerlo, se alarmaron. Teman el apoyo popular a la "Serpiente": "Pa
rece -se decan- que el 1JUcblo observa el modo con que vivimos.
Indicio capital! Los dioses sanguinarios, entonces, tramaron una conspiracin para perder a Quetzalcotl: le embriagaron con "pulque" (be
bida de magey fennentado) y el dios ebrio cometi el pecado camal
con su propia hermana. Avergonzado, huy a la costa: all hizo encen
der una hoguera y en expiacin se arroj a ella. Desapareci as la
"Serpiente Emplumada", no sin antes predecir que l y sus descendien
tes regresaran a seorear la tierraSI
Las fu entes nos conservan tambin el nombre del principal "demonio", enemigo de Quetzalcotl; el nombre de quien discurri la trampa del "pulque" y perdi a la "Serpiente": era Tezcatlipoca, el "'dios de
dioses" indgena, cuya importancia en el pantcn del Valle rivalizaba
con la de Quetzalcotl y cuyo perverso humor contra los seres humanos
era proverbial. .
\Vestheim define la rE'ligin mpxica como un dualismo semejante
al maniqueo: eterna lucha en tre el principio bueno, constructivo. repre
sentado por Quet""J:alcotl, "el dios blanco", y el principio nocivo y des
tructor, simbolizado por el negro Tezcatpoca, el "ms malo" de los
dioses 52
Esta historia SE' halla constelada de hechos sugestivos, que indican a las claras una poderosa corriente enemi~a del asesinato ritual entre los indgenas del Valle:
140
1.- la divinidad y personaje legendario ms importante del Valle pre-colombino, cuya imagen -la serpiente emplumada- "posey . .
la misma fuerza de evocacin que el Crucifijo para la Cristiandad''5l y
que abri la cra nhuatl como Jess la cristiana, era decidido enemig('
del sacrificio humano.
2.- Esta aversin al asesinato ritual, condujo a un conflicto con
otros dioses partidarios de l. El triunfo de las divinidades sanguinarias
signific el exilio de Quetzalcotl; la entrega de la especie humana al
sacrificio. Pero con una promesa de redencin: el regreso de la "Serpiente Emplumada~.
3.- Los vencedores de Quctzalcotl son presentados como per\'ersos, como "de mon ios~, incluso Tczca tlipoca, el "dios de dioscs".
Por eso, con entera propiedad, se puede decir que los Illdgenas
se sentan "endemoniados": es decir, abandonados a la merced de dioses malvolos, por la derrota y exilio del dios benfico: Quetzalcotl. Y
el signo de la "posesin demonaca" era el asesinato ritual. De ste n('
se librara el hombre si no al volver Quetzalcotl.
B) Despus de la "Serpiente Emplumada", el personaje -ya absolutamente histrico- ms popular del mundo indgena era sin discnsin Netzahualcoyotl, el rey poeta y filsofo de Tezcoco, precursor
del monotesmo y contemporneo del monarca azteca Itzcoatl.
Pues bien, Netzahualcoyotl tambin ero -8e~ln su leyenda- enemigo de los sacrificios 1tumanos.
Declan las tradiciones que Netzahualcoyotl no practicaba sacrificios humanos. Su sacerdotes achacaban a esta "tibieza" las desgracias
que afligan al rey. A saber: la falta de hijo legtimo para sucederle en
el trono y la imposibilidad de someter al viejo y ciego cacique de Chalca, Tocilecuhtli.
Impresionado por los argumentos de los sacerdotes, Netzahualcoyotl cedi, inmolando vctimas humanas a los dioses para obtener
heredero y la humillacin de Tocitecuhtli.
Al instante las cosas, en vez de mejorar, empeoraron ... El rey
no slo continu sin descendencia legitima, sino que perdi sus hijos
naturales, capturados en una emboscada por Tocitecuhtli. Ql1ien les
arranc los corazones y -engastados en oro- "se los puso como gargantilla a la garganta"; mientras los cuerpos infelices servian, en la sala de
recepciones del sanguinario cacique, como porta-antorchas: sujetaban
51Sejoum, L.:
cit.,I, p. 32.
141
54Ixuih:6cht1, op. di., V. l., pp. 241 Y ss. Sumarla Relacin ... pp.
194 Y 55.
142
143
envJaron a decir que les perdone, por ser de repente su llegada, que 1'10
le envan ms, que de que vaya a su ciudad, harn lo que son obligadu~
y le servirn como a su Capitn, que los conquist, y los tienen cn
144
145
este modo, en una hatalla, la somhra del "'tchcatl" planeaba sohre ambos ejrcitos.
Por arra parte, la "degradacin social" que experimentaban quienes no capturaban vctimas, y que vimos ms arriba (4, C ), tuvo que
engendran sordas animosidades clasistas. Hay seas de que la revuelo
ta que termin con la destitucin y la muerte de Moctezuma JI y el
entronizamiento de Cuitlhuac, fue en buena medida una g\lf'rra so
cial.
Para concluir, hay un elemento, tal vez el principal, que era
idntico en mencas y no-mexicas: la repulsin tica a la estpida y continuada matanza ritua~ sobre todo desde que ella perdi, con el engrandecimiento azteca, su carcter espordico, para adquirir lIn ritmo
desenfrenado. Al respecto, es intil hablar vaguedades sobre el "carcter indio" y el "mundo mgico" en que habran vivido los meneas,
para pretender que consideraban el sacrificio una cosa lgica: la naturaleza humana es esencialmente idntica y as! corno el asesinato ritual,
desde que se hizo elefantisico, engendr reprobacin en TCZCQ(Y\,
Cempoal y Tlaxcala, debi en~endrarla si bien menor en Tenochtitln.
Por cierto, tal reprobacin se ocultaba como una hereja en el fondo
del alma, y no prosperaba mayormente en las castas guerreras y sacerdotales, que vivan del sacrificio, pero su existencia -a la luz de los
antecedentes anteriores- parece veroslmil.
Entre los augurios que anunciaron a Tenochtitln la prxima rui
na, es decidora la visin experimentada por un cautivo que esperaba
el "techctl". Mientras el infeliz lloraba su destino, tuvo una aparicin, que le orden "dijese a los sacerdotes. . que muy pronto cesara
su sacrificio y derramamiento de sangre, por cuanto ya venlan cerca los
que lo haban de prohibir y mandar en la tierra"S'. Esta tradicin mexica
confirma la tesis eqluesta.
Con Moctezuma 11 la decadencia azteca enraizada en el sacrificio humano, camin a pasos agigantados '. aunque de puntilla~
bajo un exterior refulgente.
El poder del '1Jei Tlatoani" se hizo ms absoluto y ms cruel;
las castas guerreras y sacerdotales que hasta este instante -segn e'lpcamos- eran abiertas al mrito, comenzaron a cerrarse, a transformarse en oligarquia, aumentando as la tensin social entre los mismos
aztecas.
El ritmo del sacrificio humano adquiri caracteres aterradores.
"Lpez de Cmaca, Historia de Lu Iooltu, Parte U g , p. 269.
146
ola tras da, noche tras noche, se abata el puiial de obsidiana y crepitaban las hogueras de Xiuhtecutli, el Viejo Dios del Fuego.
El Valle era UD hervidero. Las intrigas de Moctezuma 11 se dirigan contra sus mismos aliados: a la muerte de Netzahualpilli, rey de
Tezcoco, por ejemplo, el monarca tcnochca tom el control de la ciudad amiga, a travs del nuevo rey, su sobrino Cacama. Se granje as
un adversario implacable: el prncipe tc"LCOcaoO btlix6chitl, que sera
valioso aliado de Corts.
Las revueltas de los pueblos sometidos se multiplicaban: la "Tri
pie Alianza", dominada por Tcnochtitln, acuda a uno y otro punto
del Imperio a sofocarlas con feroz regocijo. Cada victoria dejaba una
estela de sacrificios (ya dije que slo de Oaxaca fueron arrastradas al
"tchcatJ" doce mil vctimas), odios y aspiraciones a la revancha ..
Poco antes de llegar los espatioles, estallaron y fueron aplastadas rebeliones en Colxtlahuacn, 1.ozoln, Tototepec, Tequantepec, .Yopitzinco,
Oaxaca, Tlachquiauhco, Malinaltepec, lztactIalocn, Tlacotepec ,Izqu.ixochtitepec ... Numerosos caciques rebeldes -v.gr. Zetecpatl. de Colxtlahuacn; Nahuixochitl. de 1.ozolan y Malinal, de Tlachquiauhco- perecieron en el tajn.
La tensin haba alcanzado su punto crtico.
Los mismos presagios de que se habla en otra parte (2, C). indican que la crisis "estaba en el aire"; que la intuicin prevea el final
de un Imperio amasado en sangre. El espacio estaba lleno de lamentos de mujer: " Oh, hijos mos, ya estamos a puoto de perdemosl Oh,
hijos mos! a dnde os llevar?". "Ya es acabado tu tnnino", susurraban
las apariciones al emperador.
Hasta que un humilde "macehualli" trajo a Moctezuma II la extraa y terrible noticia: "en sierras o cerros grandes. que andaban de
una parte a otra... haban llegado a la costa hombres nunca vistos, plidos y barbudos. El Imperio entraba en agona.
5.- MUERTE DE UN IMPERIO.
147
neducidos a un sector cada vez ms pequeo de la urbe, continuaron combatiendo con fiera desesperacin. Un mar de cadveres in
5epultos los rodeaba; su hedor casi impeda respirar.
El estruendo de la batalla, ensordeca. Mezclaba el tronar de los
caones a los alaridos aztecas y a su msica guerrera: tambores que n'tumbaban sordamente, bramidos ronco de las trompas blicas.
Hombres y mujeres luchaban codo a codo: "que tan bUE'na pedrada daban ellas como ellos".
De vez en cuando, lamentos desgarradores rompan el estoicismo
indio: "Si eres hijo del sol -gritaban a Corts- y el sol en tanta breve
dad, como es un da y una noche, da vuelta a todo el mundo ... por
qu no nos acabas de matar as, brevemente, y nos quitas de pesar tantor'5I!.
Por ltimo, el 13 de agosto de 1521, da df' San Hip6IHn Mr
tir, Cuauhtmoc fue capturado. Al instante, ces la lucha y se hizo si
lencio, un silencio tan opresivo como el estruendo anterior. Llevado a
presencia de Corts, el "Uei Tlatoani" dijo: "Seor Malinche, ya yo he
hecho lo que estaba obligado en defensa de mi ciudad y vasallos, y no
puedo ms ... toma luego ese pual que traes en la cinta, y mtame
luego con l". "Y lloraba muchas lgrimas con sollozos". "Corts con
alegria le abraz, y le mostr mucho amor" ... lo cual, por cierto, no
fue obstculo para torturarlo poco das despus eG
Mientras se desarrollaba esta escena, desfilaban los vencidos:
hombn::s, mujeres y nios esculidos, amarillentos, ftid os.
Los es
paales buscaban mujeres y oro; sus aliados indgenas, carne humana
para la oppara cena de la victoria. Llova interminablemente. El Imperio Azteca habla muerto.
Nunca ms Tcnochtitln refulgira como una joya -roja, verde,
blanca- en el engaste azul del lago. Nunca ms llegaran a elJa miradas
de canoas, como bandadas de pjaros. Nunca ms resonara en el mero
cado de l1atelolco la alegre voz del pueblo azteca ... libre, 'lrgulloso,
triunfal. Nunca ms bailarian los mexicas acompasadamente en las
plazas sagradas, majestuosos y solemnes en sus mantas ricas, sus toca
dos de plumas tropicales y sus ornamentos de mbar y jade. Nunca ms
cantaran sus melanclicos poetas; ni sus lapidarios taUarian delicada~
allLpez de Gmara, Historia de /a.s IndlG.t, Parte lIa. p. 264. Corts "Car
lila. p. 220.
'
6GBernal Diaz. CL VI. Los indigenas llamaban "Malinche" a Corts por su
amante La famosa indi- Marina, de Tabasco.
UI.f",
148
formas en cristal de roca ni en piedra verde ni desplegadan ~us plumista maravillosos mosaicos multicolores. Nunca ms sus astrnomos
vigiladan los cielos, ni dadan la seal para los trabajos agrlcolas. Nunca mis los pintores de cdices ornamentaran el papel de magey .
Nunca ms se levantara esa cultura tan rica y variada!
Pero tampoco, nunca ms, e siniestro tambor llamara a sacrificio, desde la cspide del "tcocalli". Nunca ms las vctimas sollozantes
y desnudas, grotescamente adornadas, subidan las escalas arrastradas
por los sacerdotes de cabellos apelmazados en sangre. Nunca ms relampagueadan los puales de obsidiana ni saltaran los cautivos cubiertos de ampollas en las hogueras de Xiuhtecutil ni humearan los corazones en los jcaras Uenas de copal. Nunca ms 1I0rarlan los infantes
conducidos en andas a la muerte. Nunca ms los infelices prisioneros
atados a la piedra gladiatoria se arrojanan sobre ella, como corderos
entregndose indefensos al matarife ... Nunca ms los dioses despiadados y golosos, untaran sus lahios en "chalchihuatl", el liquido precioso, la sangre d~l hombre!
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151
152
lonia con la Edad Media de Europa pareciera que en Chile tal paralelismo se subrayara.
Si los espaiioles trajeron a Amrica las formas de la vida seorial, el arte, las instituciones, kls leyendas doradas y hasla las rebeliones medioevales, es en Chile, con sus guerras, donde ms fielmente se
reproduce el ambiente de la inacabable reconquista de Espalia.
La guerra de Arauco es el teln de fondo de tres siglos de historia: al conjuro del nombre del apstol Santiago se libran unas tras
otras las batallas, se sitian, pierden y recuperan ciudades: al uso cabJ.+
lleresco la suerte de sendos ejrcitos se decide en singulares combates:
se bacen cautivos, se concertan rescates, se celebran solemnes parlamentos, se dan paces. La historiografa ha ponderado suficientemente
la. influencia que la presin de semejante estimulo hubo de haber tenido en la contextura de un pueblo en etapa de formarse. Es evidente
que la inestabilidad de la conquista, el peligro constante de vida, lo
efmero de los triunfos y la amenazante pobreza hubieron de hacer
pensar, adems, a aquellas gentes en cuestiones ms altas: dentro del
clima espiritual de la poca lleg a ser frecuente en los soldados el
trueque de las armas por los hbitos taJares. Dentro de ese mismo ambiente no fue ciertamente raro que mientras unos religiosos moran
mrtires algn tal sacerdote llegase a tomar la direccin de la guerra
santa. Los Soberanos Pontfices concedan a un tiempo indulgencias y
gracias especiales a quienes rogasen por la pacificacin de Chile y a
quienes se alistasen en I:l prosecucin de su cruzada. Al mar.c:en de
todo este complejo intemo, por mar, holandeses e ingleses -''hercjcs''amenazan con sus apariciones el inmenso Mar del Sur, Meditl'rrneu
indiano.
Al calor de este fuego se dcsarrolJaba entre tanto, en sus ms
diversas facetas, una iglesia joven y batalladora, templada en vencer
las dificultades. En la evangelizacin del indio, consciente do 10 difcil de su tarea, trabajaba a largo plazo. "Ni Europa, ni Roma -deca- se convirtieron a la fe en ms de trescientos alios ... ahora doscientos fue cuando Don Pedro de Valdivia empez a conquistar estl'
reino. no sabemos cundo llegar el tiempo feliz para stos ... "
No se desfalIeda, sin embargo; se ensayahan mtodos eficientes
y se iban obteniendo prometedores resultados; con todos los elementos derivados de la hoguera blica en contra, se echaban las bases de
una nueva ciudad cristiana. Los pastores se consolaban al ver que
contribuan a la dilatacin del reino de Dios en la tierra cuando precisamente la unidad de la Iglesia en otras partes se quebriljaba. La
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00 debajo del mismo juramento y voto, a celebrarla en el dicho convento de predicadores de Los Reyes, sin que en esto se haya de innovar
pcr ningn accidente, sino que perpetuamente goce esta religin de la
honra y merced que en nombre de su majestad le hago, as por los servicios grandes hechos a su corona, como por juzgar quedar tambin
nuevamente servida y obligada la Virgen Santsima Mara nuestra
Seora, aclamando y celebrando la grandeza de su Nombre ..."
El prudente Arzobispo que, para esquivar escndalos, se habia
allanado humildemente a las circunstancias, no depuso las armas sin
haber agotado antes sus esperanzas de vindicta. As, despus de baberse visto empujado a presidir fiestas en casa ajena, apel por sus fuero:- derechamente al monarca. La interesante respuesta de ste nos
viene especialmente a nuestro propsito para entrever ms claro el
particular e intimo pensamiento del soberano. "Me ha parecid<.> -vendra a contestarle ste desde Madrid el 19 de febrero de l&t7- que
por haberse dado principio a ella [la fiesta] en el convento de Santo
Domingo de esa ciudad y por ser muy grande la devocin que tengo
a Nuestra Seora del Rosario por los favores que( mediante su intercesin) han recibido mis reinos y me promete se han de continuar ..
no es bien hacer novedad en esto, sino que contine el celebrar cada
ao la dicha fiesta en aquel convento y as por otra mi cdula de la
fecha he mandado confirmar el juramento que el dicho Virrey mo en
mi nombre y de toda la milicia de esas provincias de celebrar y guardar perpetuamente el da del Nombre Santsimo de la Virgen Mara
Nuestra Seora el octavo da de la Naval ... mediante 10 cual, -con
clua-, y la grande devocin que yo y todos mis vasallos tenemos a
la Virgen del Rosario, espero de vuestro celo, atencin y piedad, que
de ''Uestra parte ayudaris .. ,Por la importancia que tiene en nuestra historia diremos aqu
que la clebre Virgen del Rosario de Lima, segn constante tradicin,
haba sido ohsequiada por Carlos V, luego de fundada la ciudad. Su
Altar en el convento dominico aventajaba a todos en riqueza; ardjan
ante l perpetuamente doce lmparas de plata y tena todo "tan aderezado todos los das del ao como si fueran fiestas solemnsimas, con
mucbos relicarios de plata, flores verdaderas y contrahechas de oro y
seda, perfumes y mucha cera ardiendo",
El convento en que se hallaba, al que volveremos varias veces,
se llamaba ya del Rosario desde su fundacin en enero de 1535 y con ...
ta que seis aos ms tarde se rendia en l solemne veneracin a la c
lebre imagen, Segn Vsquez de Espinosa, 10 poblaban doscientos cin-
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o:~~e~~~~~cc~~P:~5Se~:~in~n!d~iC;an~~nt:r:~ \'~~~e~~~q~~t:Jo;/I~~
Vitoria, 1951, pfg. 326. Cfr. Ye!Je5, O.P., Fr. Diego: Nuestra Seiiora del RO.Mrlo
la IgleriD d~ Santa Domingo de Limo. Lima, 19:21.
&Vargas Ugarte, Op. cit., T. 11, pg. 388.
d~
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gravedad del peligro inminente sera palanca eficiente que las moviese
a intentarla.
No otra cosa fue su formal ocupacin por las fuerzas del prncipe Mauricio de Nassau, que enviadas bajo el mando del almirante
Enrique Brouwer, gobernador general de las Indias Orientales, arribaron a Valdivia en agosto de 1643.
La noticia, propagada en los trminos ms alarmantes, enfrent
a los pases del virreinato a uno de los mayores aprietos de su historia.
En Santiago, Lima y Quito se improvisaron milicias hasta con la servidumbre de las casas, mientras conventos y comunidades religiosas
se aprestaban para cooperar en la defensa. Con transparente fidelidad
todos vean para breve la cada de Chile, Per, Tierra Firme y ~'Ijico
"por la parte del sur. con el consiguiente aumento de Holanda, dao
de Espaa y ruina de la religin catlica". La instalacin de holandeses en las costas del Pacifico, primeros extranjeros que osaban dar semejante paso, vena a equivaler directamente a la de los musulmanes
en el Mediterrneo.
Mientras se aprestaban las defensas materiales. las espirituales
se hacan a lo propio. El marqus de Mancera juntaba reales de todas
partes hasta enterar el par de miJIones en que se calculaba el costo de
la empresa1 y el fruto de sus desvelos, una flota de veintids galeones,
la ms poderosa que surcara el Pacfico, se preparaba para recuperar
por la fuerza a Valdivia. Procesiones de rogativas recorran entre tanto las calles'. mientras todos descontaban haber llegado el momento
para que la jurada proteccin de la Virgen comenzara a ejercitarse.
1En 16 de julio de 1644, Mancera daba cuenta al rey que el comercio de
Lima acababa de erogar cincuenta mil peSOll de a ocho reales y que en 20-1-1644.
haba solicitado al ArzobiSpo, Cabildo y tribunales para moverlos a imitar igual
actitud diciendo de paso sobre el enemigo "que habiendo empezado con tantos
162
Esp.'liole~
fiesta del Dulce Nombre en ulla imagen distinta a la jurada por Mancera y era
sacada en procesin el segundo domingo de oc:tubre. Cfr. Vargas Ugarte. Qp.
cit., T. 11, p.-. 71.
163
despus de finiquitados los detalles con la personal asistencia del vrrey, se fij para el ltimo da del ao la despedida de la armada.
Ostentaba el mando de la expedicin, con el ttulo de General
de la ~'[ar del Sur, el propio hijo del virrey. El escrupuloso gobernante
del Per, no pudiendo comandarla l mismo, ni deseando arriesgar su
xito entregndola a direccin extraa, esquivando, adems, posibles
agravios entre los primates del reino, por parejo alistados en la jornada u , haba cortado derechamente echando la mano en casa y usando
a su primognito. Don Antonio Scbastin de Toledo y Henrlquez, a la
sazn Caballero de la Orden de Alcntara, Comendador de Puertollano
en la de Calatrava, Maestre de Campo General de todos los reinos del
Per, Capitn General de la Real Armada y Ejrcito de la Mar del
Sur, llegara pronto a ser II Marqus de Mancera, Grande de primera
clase, Embajador ante las cortes de Pars y Viena, Virrey de Nueva Espaa y Presidente del Consejo de Castillal~ . Tena, en la poca en que
vamos, escasos veintids aos y para su cabal desempeo, su padre 10
asesor de un selecto consejo dentro del cual, al lado de almirantes,
ttulos, generales y caballeros de las rdenes militares, se sentaban diez
religiosos: a uno de ei10s -su confesor- nada menos que el venerable
siervo de Dios, padre Francisco del Castillo, conocido en la historia
como el apstol de Lima, veremos actuar en forma especialmente vinculada a nuestro tema.
Las fu entes que hemos podido consultar sobre la partida de la
armada no hacen mencin explcita de la imagen, pero los sucesos reseados permiten concluir con sobrado fundam ento que ella presidi6
la ceremonia. Bstenos para ello recalcar que las autoridades antes de
dirigirse a las naves van a encomendarse a la Virgen y 10 hacen, no en
la catedral, sino en nuestro conocido convento dominicano. La salida
del squito de esta iglesia, por 10 dems, tiene tanto de desfile militar
como de procesin.
La expedicin era una verdadera cruzada y como tal deba iniIIManeera encomend la cxpedicin "a su mismo hijo el Seor Don Antonio De Toledo, que hoyes el E_~celenti5imo Marqu~ de ~hneera. envindolo pOr
general de In Armada y haciendo lisonia a toda la flor de la Nobleza del Reino,
qu~ se haba alistado en In faccin". Bucndla, Joseph de: Vida odmirolJlc y p ro(!igio$o$ vlrtude$ del Venerohle y Aportlico Podre Franci$Co del Costilla, de lo
Compaa de JeJi14S, natural de Lima. Madrid, 1693, pg. 63.
12Gonzlez Hontoria y Allende SaJazar, Cuadalupe: El Marqu de Mal!'
cero, Virrey de Nuevo E$poiia. Tesis doctoral presentada a la Facultad de Filosofa)' Letras de la Universidad Central de Madrid. Madrid, 1948 (indita). Agra.
decemos a la autora el habe r podido consultarla.
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namente el furor del viento, de modo que pudieron desarbolar sin riesgo alguno la nao que peligraba y retirarse mar adentro sin el menor
peligro". Todos, unnimes, atribuan a la proteccin de la Virgen el
resultado del incidente: el mismo padre Castillo escriba: "pudo suceder una gran desgracia si la celestial Estrella del Mar, Mara Sant.
sima no interviniese con su divina luz y fervor".
Viva la memoria del suceso, doce das despus, navegando con
ladas a favor, el mismo padre public el jubileo que se ganaba en las
misiones de flota. "Convirtise desde aquel instante el bajel en que navegaba el siervo de Dios... en una devota casa de ejercicios, segn
el nmero y regularidad de las piadosas distribuciones de que era el
alma y acudan desde el General para abajo todos, con ejemplar exactitud y devocin y sumo provecho de sus almas, pues no hubo casi
uno [sic] que ... no ganase santamente las gracias publicadas".
Durante toda la travesa, al ponerse el sol, con las letanas a
Nuestro Seor, "se saludaba a la Santsima Virgen, especial patrona de
la navegacin, cantndole la oracin Salve RegiDa, a que asistan tambin "desde el General al ms nfimo de la nao". Por fin, el 20 de enero, da de don Antonio Sebastin, se celebr el jubileo. "Se empavesaron y pusieron de gala las naos tremolando al aire flmul as, grmpolas
y gallardetes ... ": ocupada la maijana en confesiones y misa de comu'
nin general, "la tarde, nos dice Buenda, fu e muy regocijada, porque
puestos de fiesta los bajeles, comenzaron por su orden a disparar en
alegres salvas la artillera, pasando por junto de la Capitana a darle a
su excelencia los buenos afias y el buen viaje".
El sbado 4 de febrero de 1645 se encontr finalmente toda la
flota junta a la vista del puerto de Valdivia. El da estaba esplendoroso
y realzaba la majestad del paisaje. "A las cuatro de la tarde comenz
a ir calmando el viento y sin embarazo fu e entrando r.'l Armada con solf'
la marea, yendo por delante la Capitana real cual si ruera un bajel muy
pequeo lozanendose en el mar, que pareca influa en eUa la bizarra
y valor de su General y siguindola los dems". Los doscientos dieciocho eaiiones de la flota saludaron en este momento al Reina de 10$
Cielos, de don Martn de Mujica que, anclado en el puerto. cargaba
parte de los materiales que el gobernador de Chile, marqus de Baides.
aportaba a la repoblacin. El de Mancera, al pasar revista a sus esfuerzos coronados con el xito, escriba directamente al monarca: "de
manera que se hallaron en el !luerto de Valdivia diecisiete bajeles .. ,.
Aunque don Antonio de Toledo reconoci dos veces las ruinas
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trocinio de la Virgen y actuacin de don Antonio de Toledo hay repartidas en numerosas publicaciones coctneas 13 .
Provisoriamente instalada, como hemos visto, en la isla de Mancera, la imagen, entre tanto, slo pudo ser trasladada a Valdivia en 6
de enero de 1647, festividad de la Epifania: slo entonces el gobernador, Francisco Gil Negrete, se atrevi a encarar la repoblacin de la
ciudad en su primitivo sitio: el temor a un asalto indgena haba mantenido en jaque a las debilitadas fuerzas espaolas en el insalubre sitio de la isla, semiconsumidas por la peste y se seala q ue slo por el
consejo de su confesor, el jesuita fray H emando de Mendoza, se decidi el gobernador, con el auspicio de la Virgen, a dar tan decisi\'0 paso.
E l pad re Miguel de Aguirre nos describe con lu jo de detalles la
ceremonia: desembarcada la tropa y formada en el cuadro de la antigua plaza, el gobernador Ucrigi en medio dl un altar con la decencia y adorno posible: recibieron con salva y veneracin una imagen
de bulto de Nuestra Seiiora Virgen y Madre de D ios, a quien llevaban por tutelar protectora y primera fundadora de aquella nueva o renovada ciudad y fue talla devocin, que infundi ml'lsica y con ms erecto
que instrumentos y armona de voces, cantaron la letan a hasta llegar
al lugar del altar, donde la colocaron: cantsc una misa en que, mediante la intercesin de su madre, pidieron todos el favor de Dios.
Comulg toda la gente, habindose prevenido y confesado antes a instancia y ejemplo del gobernador". El sermn de estilo estuvo a cargo
IJMooina, F'T. Cipri:lllo de: Sermn predicado o la Emperatri;:. de 10$ CtelO$
en el festivo trnsito que hizo de su Capilla del Rosario o la Mayor de la Cttbedral.
Lima, 1645. Cfr. Aguirre, Fr. Miguel de: Poblacin de Baldivio {sic}. Molioos y
mediO$ para aquella IHldaci,l, defensas del Reino del Pero para remtlr las invasiolles enemigas ell lIIor y tierra , cte., Lima, 1647. Tamayo y Mendoza, Carda
de: Corllo de tr('s Carws (Iue el CapItn ... e.serbono Mayor de /0 Realllacfcndll
ti Secretario de /a8 Jutltas de Clwrra !I fortificacin del CIIllao ' za e.serito dc lo que
e/esde que entr6 a gohernar este Heino tlel Per el Excmo. Sr. Marqu! de Mancera, Virre!l d! Ita ido olJrondo hostil los catorce de enero de$l.e lio de 1645,
;ulltamente con /0 re/acin del feli;:. Via;e flue lzizo la Armada a Va/diuia 11 ocupar
y presidiar aquella Pla::.a UlI/U que el Holands volvicll/l. Lima, 1645. El padre
Castillo escrihi una obm: Det:ocllln a Mara y ('Ta muy devoto del rosado; '<"
proceso de beMificaci6n se abri en Lima el 17 de mayo de 1677, con la lestificacin de tre~ ohispos, todos los oidores, cannigos y nobleza de b ciudad. Por
decreto de 12 de marzo de 1763 In Sagmda Congregacin de Ritos declaro oficialmente introducida la causa de Beatificaci6n y Canonizacin. Ch. enca y Sanz,
Pedro: Vida del Venerable ti Apostlico Padre FrarJeSCO del Castillo, de 10 Compaia de 1cM. Roma, 1863. p:\g. 305. Cfr. Buenda, Op. cit., Y Un indito valiow:
Autobiografa del Venerable Padre Francl$(;o del Castillo, en: Revi.tta del ArclzillO
Nacional de Lima, T. IlI, Lima, 1925, pg. 101.
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del padre Mendoza, siendo la comunin de la tropa, como en las Navas de Tolosa, "fausto presagio de la felicidad".
Desde este momento comienza otro aspecto de la existencia de
nuestra imagen, enclavada en la misin pastoral que deben afrontar
los religiosos respecto a la feligresa espaola e indgena. Dos puntos
son claves en esta tarea: uno, la. ereccin de una importante archi
cofrada, y el otro, la celebracin anual de la fiesta, ~ran mtodo para
atraer a los naturales y reavivar peridicamente el calor de la devocin.
LA REAL CoNCRECACION DEL
DuLCE
NOMBRE DE MARIA
Como ha sido recalcado, en cierta manera uno de los puntos bsicos de la cristianizacin de Amrica fueron las cofradas, que en su
doble tipo de accin, formaron espiritualmente a los habitante-s, ya por
medio del cultivo de determinadas prcticas religiosas, ya contribuyendo al esplendor del culto divino. Espaa no hizo en este plinto ms
que trasplantar al nuevo mundo una clsica institucin medieval que
haba sido herramienta p;cferida para la accin sobre vastos medios
sociales. Las cofradas y congregaciones aunaban en tomo a una devocin a distintos grupos, cuyo nexo pudo ser indistintamente su afinidad
de oficio, de domicilio o, simplemente, de estrato social. El trasplante
de las cofradas a estas tierras dio ~ran resultado, florecieron en todas
partes rindiendo esplndidos frutos 14 ,
Dentro de la lnea de estas instituciones sobresalen por su importancia las congregaciones marianas que la Compaia de Jess estableci invariablemente en todos los lugares en que posea residencias, Ms remozadas y dinmicas respecto de las cofradas tradicionales
de patrn medieval, fueron, con los ejercicios de San Ignacio y otros
ULas cofradas d~ la Virgen del Rosario traan su orien de la llamada eld
Salterio, fundada en 1470 por el Beato Alano de la Rupe en Douai. La Iglesia
confi su tuicin a los dominicos que lograron llevarlas al primer plano de la piedad popular (Cfr. Trens, Op. cit., p:ig. 312). Ellos fundan en Lima en 1554 ulla
para 105 indios. En 1562 lo hacen para la noble:;a, instituyendo la Archicofrada
del Rosario de Espaoles y en 1564, una tercera, para negro$.. (Cfr. Vargas Ugarte, Op. cit., T. 11, pg. 71 y Annas Medina, Fernando: Crirtianl:;ocin del Per,
Sevilla, 1953, pg. 431). En Santiago ya en 1572 funciona unn en el convenio de
171
15Vid. lIist or;a de la Compmia (le }es.s en Chile: 1593-1955 (Indita). San.
tiago, 1955. pg. 44, del R.P. Waller Hanisch Espndola, S.L a quien agradecemos espcdalmCflte los datos proporcionados.
leEntre los mayordomos mayores de la Congregacin encontramos a los
capitanes D. Gl'rnnlo GCllles Caldern. Veooor interino, 1733-1736. D. Ju an
AngC'1 de B:ljlgurcn. 1739, D. Esteban limnez de Coyenete, Veooor Bcal 1148
(Archivo Nacional, Santiago: Capitana General -en adelante C. C.-, Vol. 191),
D. Ignacio Pinuer, Comisario Gene ral de Naciones, 1111 ( Id. id. Real .\udiencia
- R.A.- 2128) D. \Ianuel de Asenjo 1767 (Id. id. Jesuitas. 17).
I7Pru Deire, Julian, al Rey, Valdivia, octubre 30 de 1649. A. C. l., Li
ma 54.
172
Vald. 3-:<- 1800 (Copia protocolizada ante Feo. Buenrrostro id. 8-X_1SOO en areh.
p:rtieular Fam. Cuarda). Una chacra do la Congregacin sita cn la frontera de
la plaza C!! adquirida hacia 1736 por el capitn don Jos de Agilero (Atlto, conlm
la IIlcesin de D. GertmJo Giellle, CalderlI 1Jor l/etlda a la Congre;aclII del
Dulce Nombre ... Valdivia 1748: C.C., 191). Cuantiosas donaciones a la Virgen
del Rosario h;lCC c. gobernador Navarro Santaclla, el virrey Mancera y el capitn
en:oral marqus de Baida (Vid. inera).
173
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o la protecd6n nuestra y e toas las amas y banderas de estos reinos y tengo por llano que, guardando bien de nuestra parte este captulo y dando buen ejemplo con l a espaoles y a indios, tendris
el favor de la Virgen Santsima Seora Nuestra pam la observancia de
todos los dems 21
Estas instrucciones del piadoso vicesoberano, puestas a la cabeza
de sus ordenanzas de buen gobierno, ms propias de un religioso que
de un gobernante, fueron complementadas por otra iniciativa suya, como 10 seala Rosales, la de ms acierto y buen resultado: el rezo colectivo del Rosario en las compaas militares.
"Por su orden se entabl desde entonces -nos dice el cronistauna grande devocin a la Virgen Nuestra Seora de rezarla todos los
das el rosario a coros en los cuerpos de guardia. Esta devocin pas
de Valdivia a todo el reino de Chile y la observan en los tercios y
fuertes toda la milicia con grande edificacin y es de singular consuelo
ver or todos los das misa a los soldados en campaiia, y al comenzar
a marchar en cada compaa or cantar a coros las letanas, decir el
itincrario, y en llegando a alojarse, por cansados que vayan, no dejan
la devocin del rosario a coros"T.I.
Olivares, despus de aludir a lo mismo, seala que todos acuden a las plticas con mucho provecho y agrega que "todos los sbados se le canta una misa a la Virgen y a la tarde la salve, una y otra
con buena msica, que no suele faltar en la plaza". En 1736 continuaba
fresca esta antigua costumbre y en cuanto a la difusin del rosario,
Frezier, que visit Chile y estuvo en Valdivia hacia 1700, anot6 sobre
sus habitantes que "parece que toda su devocin se reduce al rosario.
Lo rezan en todas las ciudades y aldeas dos y tres veces por semana,
en las procesiones ... en el seno de las familias o bien cada uno en
particular a lo menos todas las noches"2J.
Rosales ensea aun otra prctica piadosa de las huestes valdi21 10. G. l., Lima, 52.
uRosales, Diego de: Historia General del Reyno de Chile, T. IIf, Valparalso, 1877. pg. 275.
21Frerier, A. Fran~is: Re/alion du Voyage de la Mer du Sud UflX ctes du
Chill el du Prou et du Brsil. Paris, 17l6. Cit. Vargas Ugarte, Op. cit., T. 1,
pg. 35. La ordenanza 34 de las entregadas por el gobernador Espinosa Dvalos al
comandante de la expedicin enviada en busca de la Ciudad de los Csares, Val.
ruvia 13-IX-1777, deca: hA modo de cuartel se rezar diariamente el Rosario f!'\
el alojamiento, tocndose despus de romper el da y cerrar la noche, L'On la caja,
las Ave Marial. considerando se hallan en tierra de infieles y que como cristianos
el alabar al verdadero Dios entre aqullos, les adquirir la proteccin divina lara
lauro de In eat6licas armas". Medina, Ms. T. 336, Fjs. 109.
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tra iglesia ( La Compmia), juramento de defender la pureza de su Inmaculada Concepcin hasta morir en su defensa: y para ms fortalecer su obligacin, celebraron con las armas en las manos y las banderas
reales en el altar, una fiesta a la Santsima Virgen. Fue este da de
mucho regocijo para la soldadesca y visiblemente experimentaron el
patrocinio de la Madre de Dios que le son gratos estos obsequios, porque habiendo sufrido en el reino grandes ruinas por el alzamiento general, todas las fronteras y fuertes de la ciudad de la Concepcin, las
de Valdivia estuvieron muy victoriosas y triunfantes y se han hecho
temer de los antiguos y nuevos rebeldes .. .''2~.
Fuera de estas efemrides, particular importancia hubo de haber tenido, en 1685, la celebracin de la fiesta titular del Dulce Nombre, como resultado de su reciente extensin a la Iglesia Universal.
Hemos visto cmo se habian gestado en el Per sus orgenes ffi Amrica y lo vinculada que estaba a ellos la celebracin de Valdivia. Con
motivo del triunfo obtenido por el rey de Polonia Juan Sobieski el 12
de septiembre de 1683 en el auxilio de Viena, asediada por el Cran
Visir Kara Mustaf con un ejrcito de doscientos mil turcos, Inocencia
XI decret, con fecha 25 de noviembre de aquel ao, la celebracin de
la fiesta en toda la cristiandad. La batalla se haba librado despus de
la comunin de todo el ejrcito catlico, que embisti al enemigo in
vacando el Nombre de Mara. El triunfo del cerco de Viena haba li
brado al occidente del peligro orienta) y resultaba en todo equivalente
a la victoria de Lepanto. Despus de esto. la fiesta de esta devocin,
2SOlivares: lfistori6 de la Compaa ... , p&g. 351. Vargas Ugarte, ()p. cit., T.
nuta en el punto citado, pan..'Ce, en cambio, que 10$ vicarios forineos de la Iglesia
Mayor, desesperndos de la retencin que los jesuitas hacian de la clebre Imagen ti .
tular de In ciudad, cogieran pretexto de esta jura para declarar a la Inmaculada por
pat rona, cuando menos, de aquella igleUa. Por certificacin dada por el Veedor Ceneral D. Esteban Iimnez de Coyenete, Vald. 4-XII-1744, se sabe que el gobernador
Navarro Santaella hizo para su retablo principal "una imagen de cuerpo entero de
la Pura y Limpia Concepcin, titular de aquelln IgleSia, con su corona de plata 50bre dorada", mencionindose, en cambio, en la misma certificacin, la cuantiosa donacin de "unas andas de plata a Nuestra Seora del Rosario y Dulce Nombre de
Mara, titular de Valdivia". sita en la iglesia de la Compaia (A.G.I. Chile, 98).
En la Iglesia de ~h ncera, finalmente, exista otra importante imagen de la Virgen
del Rosario que era titular de la misma, a la que el propio gobemador obsequia dos
centelleros y cuatro blandones de plata y un traje fino ( Id. id.). En inventario de
esta misma ltima igleSia, figura, en octubre de 1748, la dicha imagen entre las cinco
policromadas del retablo mayor tallado y donado (A.G.1. Chile, 101 ). Cfr. Vargas
Ugarte, Op. cit., T. 1, pg. 131 y RR. PP. Benedictinos de Paris: Vie.f des 5aintr d
des Bienheuretlx te/on /"ordre du cQlcndrier allec L' Hislorique des fttn, T. XII, Pars, 1956, pAg. 264.
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celebrada hasta entonces el segundo domingo de octubre, fue adelantada en el calendario trgico a su lugar definitivo.
En general, nuestra congregacin, hasta la expulsin de la Compaa, se mantuvo continuadamente dentro de sus primitivos moldes,
con los altibajos propios de las instituciones de ms de un siglo de vida.
Fue precisamente la extincin de la orden su primer golpe serio.
Toc6 en Valdivia cumplir este injusto trmite al gobernador don Flix
de Berroeta, ex Capitn Ceneral de Chile y prefecto de la congregacin del Dulce Nombre; el colegio de la Compaia estaba instalado
desde haca poco en las casas que fueron de su antecesor, el gobernador Carminati, donde hoy tiene su asiento el convento de San Francisco. El padre rector, Ignacio Tamayo. comisario de la misma congregaci6n. se encontraba en el ltimo edremo de la enfermedad que
acabarla con su vida y, no obstante la ntenci6n regia de que hasta tales sufriesen la expulsin, su penosa agonla impidi6 el literal cumplimiento de tan inslitas rdenes. Recogido por la caridad particular.
falleci6 a los pocos das. Acababa entre tanto de haber sido elegido mayordomo mayor el capitn don Manuel de Asenjo. a quien le haba de
tocar defender a dos manos los bienes de la instituci6n, blanco apetecido de la insaciable real hacienda. que trataba de envolverlos para si
en el mont6n de las temporalidades. Como sucedi6 en todas partes. el
balance de los secuestros desilusionaba los optimistas clculos de los
mentores de la expulsi6n y el infundio de supuestas ocultaciones se
propag6 en forma directamente proporcional a la exigidad de los inventarios. En Valdivia, con el pretexto de buscar presuntos tesoros, fueron levantadas las losas del pavimento de las casas de doa Aurelia de
Eslava y Lape, fronteras de la Compaa. en cuyos aposentos acababa
de finar su ltimo prelado. Al no encontrarse nada. los sabuesos del
gobierno repitieron an:ilogas pesquisas en las de la infinita parentela
de aqueUa dama, de que se arm6 el alboroto, tanto de gente oomo de
pavimentos. que puede echarse de ver. Nuestro mayordomo mayor,
mierltras tanto. lograba con muchas peripecias, rescatar sus preseas de
las atarazanas reales, donde hacan hora para su embarque a Santiago.
La congregaci6n era una instituci6n particular y sus bienes no s610
no perteneclan a los expulsas, pero ni siquiera el ordinario eclesistic.'
tena el menor derecho sobre ellos%7.
%7Cfr. Auto, .robre lo delX!/uci6n de 101 olho;flI 11 OrMmento.t pertenecfente, a
la Congregacin de Nuestro Senara de el [sic] D1Ilce Nombre de Mola, Pfl1rollO
de la PIa:.a 11 Prelklio de Voldivio. Jesuit1\S, Vol. 77, fjs. 125 )' AulOif contro D.
Antonio dft Ba.saguren !J EI/ooo por $Uptlcsto robo a hu ternporalidodu. Valdivia
1768, Id. Vol. 75, Pza. 14.
179
El rey haba provisto a los franciscanos en las vacantes jesuticas y en este predicamento la religin serfica haba heredado iglesia,
claustro y dependencias de los llorados expulsas. Los vicarios forneos,
archiprestes de la iglesia mayor, que desde mediados del siglo XVII
haban visto con desesperacin que la tuicin de la clebre imagen
titular de Valdivia haba parado en manos ajenas, juzgaron llegada la
hora de sus vindicaciones y aprovechando lo confuso del momento le
echaron directamente la mano. Los franciscanos. nada quedados en estas materias, no estaban dispuestos a soltarla sin ms y de resultas de
tal situacin, trabse entre ambas santas instituciones una de aquellas
contiendas tpicas de las pocas de gran piedad.
Al margen del aspecto pintoresco de la cuestin, que hubo de haber dividido no s610 a prelados y cofrades, sino a toda la vecindad,
gracias a este pleito conocemos hoy huena parte de la historia de la
imagen, pues en extensos autos, incoados bajo los auspicios del arch;preste Dr. don Jos Ignacio de Rocha y Rodrguez, Comisario de la
Inquisicin, Visitador General del Obispado y Vicario a la sazn de la
Iglesia Mayor, qued debidamente certificarlo su ori,2;en y antigedad.
Logr el prelado afinnar sus derechos en "haber sido esta santa imagen destinada por el Rey nuestro selior (que Dios guarde) con real y
particular donacin para patrona y tutelar de esta Plaza desde el principio de su primera fundacin [Mancera]". En aquella oportunidad,
por haber sido destinado por el arzobispo de Lima como primer vicario
el padre Pedro de la Concha, de la Compalia de Jess, habia sido tolerado como nonnal que la imagen parase en la iglesia en que dicho vicario tena su residencia. Los obispos de Concepcin haban ms tarde diputado vicarios del clero secular e independizado el car~o de la
tuicin de los regulares, quienes, no obstante, sentando precedente en
el uso y costumbre, conservaron la custodia de la imagen organizando
su culto por medio de la congregacin respectiva. Desaparecidos los
jesuitas, nada ligaba a sus sucesores con aquella tradicin y, por el contrario, era llegado el momento en que la imagen, por fin, ocupara el
lugar que a su jerarqua corresponda en la capilla mayor de la iglesia
principal. Tan claras y ponderadas razones inclinaron la balallza por
el vicario que pudo acarrear a su sede el cuerpo del litigio y con l la
famosa cofrada, que sin mayores cuidados haba de armar por su
cuenta la celebracin de la fiesta. A lo largo de todo el proceso el pre-
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~?IJ~~~;1:~~ut:f:~1~:~~~~~~[~I~~l~~;:~~~1;:~~:~ ~~~
18l
182
183
184
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llos 31
En la maana se celebraba la misa solemne en la Iglesia Mayor.
En estas ocasiones las aposentaduras se ordenaban en dos filas a lo
Fj~.
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de San Pedro, San Miguel y Santiago; el segundo de ellos era una verdadera torre de homenaje, pues tena sobre sus dos pisos una elevada
espadaa cuyo triple campanario serva para dar las alarmas de malocas
o piratas, pero que en esta ocasin echara sus esquilones al vuelo, adhirindose a la general algazara. El hermoso conjunto de estas murallas
haba sido levantado hacia 1653 por el gobernador Montero del Aguila
y era, al decir de Rosales "obra insigne y por singular en Chile admi
rabie y digna de inmortal memoria"; restaurada sucesivamente en 1715,
1755 Y 1767, estuvo coronada un tiempo por ochenta buenos caones y
fuera de su teora de puertas y baluartes, la adornaban seis airosas g:lritas y lucida crestcra de almenas, en nuestra ocasi6n, flameante de
banderas, pendones y gallardetes.
Penetraba la procesi6n lentamente de nuevo al recinto por el otro
extremo (norte) de la calle real, pasando bajo los arcos de la puerta
rastrillo, la principal de la plaza. A ambos lados de aquella corta carrcra, contiguas unas con otras, lucan fachadas de piedra edificios prin
cipales: los cuarteles, las Cajas Rcales -sobre cuya portada podan distinguirse en un dorado tablero, a todo color, las armas de los reyes de
Espaa- la residencia de los vicarios y, al final , la Compaa; enfrente,
el convento de San Juan de Dios, el palacio de los gobernadores y, al
trmino, la Iglesia Mayor.
Encabezaban la procesin cruz alta y ciriales a los que sucedan
las distintas cofradas en orden inverso a su anti~edad. a exC'epcin,
por cierto, de la del Dulce Nombre, que con ser la ms antigua ~ozaba,
adems, del privi1e~io de acompaar las andas. Pasaba as! primero la
del Carmen, fundada a mediados del siglo XVIlI y ltima la del Santsimo Sacramento, que lo haba sido en J647 31 . Todas iban precedidas
de cruces de guia, insignias y candeleros, todo ello de plata labnlda , :l
m{s del consabido estandarte recamado con el emblema del "santo".
Venan luego las corporaciones; mientras lo hubo, el Cabildo, Justicia
y Regimiento, con sus maceros, alguaciles y sndicos, regidores y alcaldes, cada uno de los ltimos con sus clsicas varas de cabezal de plata.
Segua luego la alta burocracia: oficiales, Veedor y Factor Real, con
espadas y ba.~lones; los inquisidores, que vestan hbito lar.e;o sobre el
31ArcJvo de la Catedra! de Valdh'a: Libro de la E!t:lauana del Slmlrimo Sacramento; id. id. Libro tic Actas de la CofradJ de Na. Sra. dd Carmen.
Tena sta constituciones espedales y elega mayo~domo en junta solemne presidida por el gobt-mador "segn costumbre". Da. Rosa de Vega Badn y Valenzuela
instituy legados cuantiosos a las de San ,los y Santsima Trinidad -aparte de la
del Dulce Nombre y Esdave,mia del Santsimo- dotando para la primera la construcci6n de una iglesia (Vid. supra).
188
189
antiguo vecino y principal presea del tesoro dE' la iglesia de San Franciscolt .
Finalmente la Real y Santa Congregacin del Dulce Nombre de
Mara rodeaba las andas de la imagen. Adelante su guin de raso blanco, enviado especialmente para ella en 1645 por el Capitn General
marqus de Baides; luego estandarte, cruz alta y blandones de plat.\
lustrada, precedan a la venerable junto de consiliarios con su Mayordomo Mayor. Sus miembros se disputaban por tumos el bonor de cargar
las pesadas andas.
El arreglo de la imagen es fcil imaginarlo para quien tenga alguna idea de los clebres "pasos" sevillanos. Las barrocas anclas de plata
haban sido donadas en 1744 por el gobernador Navarro Santacl1a. Encima, detrs de la imagen, destacaba un sol con sus rayos, a los lados
numerosos candelabros y dos vistosos centelleros con sus faroles labra
dos, en total, sobre cuatrocientos cuarenta y tres marcos (123,690 kilogramos) de fina plata labrada. De las alhajas de la Virgen, el rosario
"muy rico de huesos de aceituna del Monte Olivete engarzado en oro",
haba sido regalado tambin por el gobernador Navarro. De los tres
"ternos" de pedrera, esto es juegos ue collar con medallones. zarcillos,
sortijas y prendedores, uno era de perlas, el otro de esmeraldas y el
tercero de diamantes. Todos estaban engastados en oro y tenan varios
centenares de piedras preciosas 4n En 1739 le haba sido obsequiado un
magnfico vestido de glas azul recamado de plata.
Fcilmente podemos imaginar la algaraba que produda la salida
de la imagen en medio de este inmenso aparato, las campanas de todas
las iglesias al vuelo, la artillera tronando, las rdenes marciales, los
clarines, golpes secos de arcabucera y desenvaine de espadas. En medio del informe concierto destacaban dificultOiamente su meloda la
lt"EI da de la Asuncin se canta misa en recuerdo del alma del bienhechor
que don6 la reliquia d~ velo de la Virgen, en una custodia pequeiia de muy de
lieada labor, la que el dia de la p."ltrona del pueblo es sacada en procesin", Infonne de Fr. Francisco Galez. Presidente del Hospicio Real de San Francisco.
Valdivia, 3-XII-I80B (C. G., Vol. 958).
4nEI collar "de diamantes muy rico", de uno de estos ternos, le haba sido donado
hacia 1739 por el gobernador Navarro (R. A., Vol. 1635), Sobre el tipo de estas
valiosas joyas, pueden orientarnos las inventariadas en 1748 en los bienes de doiia
Gabrie\a L<lyo[a y Arauja, mujer del Veedor Femndez de Castelblanco: se como
ponlan de un par de sarcilJos con tres pendientes, cada uno con un total de 372
diamantes, otro par semejante a los anteriores, contena 204 esmeraldas (R. A., Vol.
1401, P.w.. 2). Entre las alhajas enajenadas en 1910 figuraba un rosario de cuentlls
de oro tamafio de nuez, de oro de Valdivia; el que conserva actualmente la llllgen, de plata y madreperla, fue obsequiado por doa Clara de la Guarda de
Larca, a quieo debemos estos datos.
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191
:illOV;~~~Ia(v!::~u~~t'R::J~n~;7der~~I~~;a:o~t~0:t:II'~:~~~~6SQ~ae%!
del tiempo que fo fue de la Plo::a '1 Presidie de Voldiula, 1743 ( R. A., Vals. 1635
y 2840, Pza. 5). Inventorio de 101 Bienes de la Congreg0ci6rl del Dulce Nombre
de Mara, PotrOM de esta PlUJ. VaId. 1771 (R. A., Vol. 2128). Infonne ... del
R.P. Fr. Feo. GaIiez (Vid. supra). Cfr. Ritual Romano Tt. XVII del Libro TII
y artculo! de prensa en "El Gorreo de Valdivia", 28-V-1951, 21_VI_I951, 171U1957 Y 1211-1961.
192
desastrosas que este hecho tuvo para la causa de la Patria no han sido
suficientemente ponderadas. El desaciert~ de Carrera, que instig el
golpe, no slo hizo perder para Chile ms de la cuarta parte de sus ms
disciplinadas fuerzas militares, sino que puso en manos enemigas, en el
momento ms oportuno para ellos, todos los elementos para que fuese
reconquistado.
A pesar del calor con que los miembros de los dos bandos defendan sus ideas, las inquietudes poltica del momento no lograban hasta
entonces contagiar al grueso de los habitantes. La cuestin se debata
en el seno de un crculo ms o menos cerrado y precisamente sera la
eleccin de la Virgen del Rosario como Patrona de las armas reales el
elemento preciso para darle popularidad a la causa. Slo existiendo un
entusiasmo delirante puede comprenderse el esfuerzo que signific para
Valdivia sostener su ayuda a la empresa de la reconquista puesta todo
el tiempo a la vanguardia.
El consejo de guerra reunido el 26 de junio de 1812 haba acordado someter nuevamente el gobierno a la directa jurisdiccin del virrey y en espera del arribo de don Ignacio de Justiz y Herrera, designado en Cdiz gobernador de Valdivia, en 21 de septiembre reciba,
en caUdad de interino, al coronel don Manuel Montoya, su represen
tanteo
En enero de 1813, entre tanto, negaba a Ancud, procedente del
Callao, el Brigadier General don Antonio Pareja con cincuenta soldados.
En ambas provincias australes, con la urgencia que exiga el momento,
durante todo el verano, se arm un magnfico ejrcito de dos mil setenta
plazas que tenninara a la larga restaurando en Santiago el antiguo rgimen con la derrota de las armas de la Patria.
Pareja arrib a Valdivia el 20 de marzo y luego de embarcar sus
fuerzas parta a Concepcin tres das ms tarde. Lo acompruiaba, COn el
cargo de Vicario Ceneral de su ejrcito, el prebendado Dr. Jos Maria
Femndez de Larca y Vega Bazn, ms adelante arcrupreste de la
Mayor de Valdivia .
Cados Talcahuano, Concepcin, Chilln y Linares. la primera
fase de la reconquista baba sido una serie de xitos continuados. Slo
el sitio de Chilln y sus episodios inmediatamente antecedentes vinieron a significar una prueba seria para las, hasta entonces, invencibles
huestes del monarca. Fue ante las noticias de estos aprietos cuando la
ciudad determin encomendar la causa a su tradicional abogada. Junto
con llegar la nueva de las incidencias del frente, se supo que antes de
193
morir heroicamente en Chilln don Lucas Ambrosio de Mona y Agero. comandante del Valdivia, haba ordenado depositar a los pies de la
Virgen su espada manchada en la sangre de tantas y tan gloriosas bata11aso .
Inmediatamente el Cabildo, a pedimento de su alcalde don Vicente de la Guarda -mayordomo mayor de la Cofrada del Carmen- se
reuni en las primeras horas de la maana del dos de octubre de 1813
y acord jurar a la Virgen del Rosario Patrona oficial de sus armas.
"Asimismo con la misma solemnidad juraron, dice el acta de la
sesi6n del da, que el da que sale en triunfo por las calles y plaza, que
lo es por el mes de septiembre, saldr este Ilustre Cabildo sin varas y
sin bastones; y el Seiior Gobernador dijo asimismo que el da de la
funcin del Dulce Nombre de Maria, antes de la misa, subid. con el
Ayuntanento al altar donde se halla colocada la Sellora y por el Cura
Prroco, que deber anticipadamente estar al pie de dicho altas revestido, ser tomado el bastn y colocado en la mano derecha de la
misma Seora, que saldr con l y durar hasta despus de la procesin, en que con la misma ceremonia se le entregar al Jefe ... "
Despus de previstos tan detalladamente los particulares de la
ceremonia, como impacientndose ante la perspectiva de tener que
aguardar casi un ao para cumplirla, acto seguido impusieron a la imagen las insignias del mando.
-y para solemnizar mls -contina el documento citaclo- este
acto tan piadoso como cristiano, se celebr en la misma maana una
solemne misa de accin de gracias con Te Deum en esta Iglesia Parroquial desde cuyo da se le puso bastn a la Seora que lo debe para
siempre tener; acabada la misa -agrega- se present el Seor Gobernador en la plazuela de la misma Iglesia con el Ilustre Cabildo, corporaciones, pueblo y de la tropa que se hallaba formada de acuerdo y
despus de haber dicho una ligera exhortacin alusiva al caso, jur la
tropa y lo restante del mismo modo y forma que arriba queda dicho
yen fe de ello hicieron las tropas su descarga que acomp3Jl la salva de
artillera, festivos repiques y tiernas vivas de todo el vecindario"44.
4JDato proporcionado por el distinguido recopilador. de tradicione! don
Omar Bu.sch, quien lo obtuvo de doa Elisa Frick Jimnez, biznieta del prcer.
44Varios, 359. El llamado bastn de Pareja, que hoy conserva 1:1 imagen, no
pudo, por anacronismo, haber pertenecido a dicho general. En efecto, no slo en
el momento de serie impuesto se habian enterado siete meses de su fugaz trnsito
por la ciudad, pero incluso haca ya cinco que haba muerto en el frente. El bastn
de plata era el de ceremonia que se transmitieron desde 1645 los cincuenta y siete
gobernadores "por Su Magestad" que hasta 1820 tuvo la dudad. Como ejemplo, en
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El triunfo definitivo de la revolucin no hizo, por s mismo, menguar la tradicional devocin a la Virgen del Rosario. Fue el estado de
tlld. id., T. XVI, (id. 11), pAgo 199.
411Sobrc el solemne rccibimiento en el Callao y Lima de estas banderas Vid.
Valencia Avaria, Op. Cit., pg. 31. Varga5 Ugartc, Op. Cit., T. 1I, pAgo87, senala qUll
desaparecieron del altar, con ttxlos los dcms trofeos de la poca al advenimiento de la repblica. Dircmos a<lu que, en general, la clientela de la imagen limena
se mostr inclinada hacia el lado del rey. En 1813 el general Pezuela presidi una
solemne accin de gracias por la Victoria de Anacatn y en 1820, siendo virrey,
orden su conduccin a la catedral y la celebracin de un novenario para el remedio
de las necesidades pblicas (Cfr. Vargas Ugarte, Op. Cit., T. 1I, pg. 86). Fray
Jer6nhnn Cavero, provincial de Santo Domingo en el Pero, por ntra parte, protestaba en 30-VII-1821, "a una con los religiosos del convento del Rosario" y ante el
triunhnte San Martn, "jurando a Dios y a la Patria, defender con su opinin, personas y propiedades, la independencia del Pero del gobierno cspaol y de cualquiera
otra dominacin extranjera" ( Id. id., T. 1, pg. 104). El propio general, con Bol.
var, se inscribieron en la cofrada como "bennanos veinticuatro", con homenaje a la
patrona de Lima ( Id. id., pg. 86).
197
cosas que se deriv del cambio, el factor decisivo que la hizo languidecer. El problema de la paulatina descristianizacin del pas es muy
complejo para abordarlo en estas pginas; hicieron presin a un tiempo numerosas determinantes que en la tensin de las guerras civiles generan odios y reacciones. La decadencia posterior de nuestra devocin
tradicional se debi as a un proceso lento y no a consecuencias inmediatas.
Un hecho es evidente y fue que la entrada de la revolucin a
Valdivia acarre en lo espiritual un serio descalabro. En el tardo 1820
la ciudad era uno de los ltimos baluartes de importancia que an retena Espaa en Amrica del Sur y su ocupacin no dej de hacerse
con saa. Bajo el comn de monrquicos fueron tratados ms o menos
por parejo todos los habitantes y la iglesia, con razn o sin eUa, cayl>
bajo el anatema.
Don Jos Ignacio Vctor Eyzaguirre, fundador del Colegio Po
Latinoamericano de Roma, que con el futuro arzobispo de Santiago
monseor Rafael Valentn Valdivieso, fue a Valdivia en misin en
1836, escribe que la ciudad estuvo abandonada no slo durante, sino
tambin despus de la guerra. "Sus prrocos, sus misioneros y sus sacerdotes o huyeron a ocultarse en el interior de los bosques o emigraron a pases extranjeros, temiendo los efectos de la revolucin". Segn
el inteligente prelado, el punto de Chile "cuyos habitantes menos recursos han tenido para alimentar su fe, ha sido Valdivia".
Los misioneros franciscanos, con fama de realistas, fueron blanco preferido de la persecucin. "'Lord Cochrane, rntrando en el Puerto
de Valdivia, nos dice Monseor Sallusti, mand desde ah a sus ms
animosos soldados a sorprender y devastar todas las casas de las misiones, aprisionando a los misioneros, muy pocos de los cuales lograron
salvarse, quien en la montaa y quien en las cabaas de los indios,
que miraron como un deber acogerlos y ocultarlos", Los archivos de
los ministerios del Interior y Hacienda, por otra parte, nos conservan los
inventarios oficiales del saqueo de las iglesias, que por diligencia directa del valeroso ingls, fueron desvalijadas de todo lo de valor que
posean, casi dos toneladas de plata labrada, tesoro inapreciable del
arte virreinal y de la piedad de siglo y medio de generaciones valdivianas. Hasta muchos aos despus en las iglesias del puerto se careda hasta de clices para celebrar misas.
Recin en 1824, a peticin del gobierno de Valdivia se dispuso
enviar desde Santiago, con dos ex misioneros franciscanos de la zona,
198
aOSallusti: Qp. Cit .. pgs. 621 y 618. Cfr. Arch. Ministerio Hacienda, Inten_
dencia Valdivia, Vol. I y Minl:;terio Interior, id. id., Vol. 111; Eyza.guirre, los Ignacio Vctor; Lo, Interese, Ca161icos en Amrico, T. 1, Paris, 1859, ~, 433.
199
cio del Hospital, amparando ms tarde la fundacin de la Casa de Hurfanos y la primera "Cota de Leche" de la ciudad51
La tradicional procesin, que an deslumbraba a los habitantes,
no era ni plida sombra de las pasadas, pero, con todo, continu desarrollndose hasta principios de este siglo. Una crnica de la prensa
local, en setiembre de 1865, nos refleja la nostalgia de otros tiempos:
"He aqui la fiest a -deca- que veinte aos atrs era la que dominaba
entre todas .... La procesin por antonomasia, pues, era esta... era el
da del Dulce Nombre, da de regocijo para los nios y jvenes, porque para cUa stos estrenaban traje nuevo, reciban cuartillos encintados de los padres y se vendan dulces por las calles: entonces, el
canto llano, el olor de incienso, las camaretas, voladores y los repiques
de campana haclan un efecto.
Lo que aos atrs era un motivo de
goce -conclua- ha dejado de serlo abara y las fiestas de esta clase
no son ya las que marcan los das en la memoria de los pueblos ... Si
Valdivia es un pueblo catlico no es propio ni conveniente que la suntuosidad de las fiestas de ese culto lleguen a ser indiferentes ni que la
religin se extinga en sus manifestaciones hasta el extremo al cual
camina. "&2.
El desarrollo histrico de nuestro estudio sugiere, para terminar,
algunas reflexiones.
SICfr. Muoz Olave: Op. Cit., pg. 158. Fund6 la Sociedad de Beneflcenci6
Nuestra Seara del R08IJrio Da. Trnsito Lorca de Guarda (Cfr. La Vudad, Val.
divia, aos 1873-74) . El islote era propiedad de su marido y en sus casas fue preparada la Imagen, que consel""a pegado al dorso un papel con los d3tos sobre la
restauracin referida. D. los Mara Berganza habla nacido en la ciudad en 1813
en el hogar fomlado por el brigadier D. Jos de Berganza, miembro de la junta de
guerra realista de Valdivia, intendente de Concepcin y Comandante del ejircito
real en Chilln (C. G., Vol. 1047, Pza. 15) , muerto asesinado por 105 patriotas en
la Punta de San Luis (Cfr. Contadurla Mayor, Vol. 157 y Morla Vicua, Vol. 54,
Fjs. 2.29) y Da. Juana Maria Lorea y Vega Bazn, de familia connotadamente monrquica (Cfr. R.-ruista Clli/cna ele Historia y Geografa, N.O 10, Santiago, 1913,
p!t.g. 28).
uCrr. El Semanario, Valdivia, 9-IX-1865. De la novlsima historia de nuestra
imagen, agregaremos que por decreto de S-VIl-1944, la Santa Sede la deSign Pa
trona de la dicesis de Valdivia, recin erigida y titular de su catedral (Cfr. Guo
Ec/eri.rtica de Chile, Santiago, 1944 pg. 286). El domingo 17-JlI-1957, fue $Olemnemenle coronada por el Excmo. y R\-dmo. Sr. Nuncio de S.S. Mons. Sebastin
Baggio, Arzobispo Titular de Efe50, con la asistencia de los Excrnos. y Rvdmos.
Sr.; D. Arturo :\Iery Beckdorf, Arzobispo Tit. de Fasi, Coadjutor de Concepcin,
Jos Manuel Santos Ascarza, Obispo de Valdivia, Augusto Salinas Fuenzalida, Ohupo de Ancud, Alejandro Menchaca Lira, Obispo de Temuco, Francisco Valdis Su
hereaseaux Obispo de Osomo, Guido Bcck de Ramberga, Obispo Tit. de Mastaura y
Vicario Apostlico de la Araucanla, Teodoro Eugenin Barrientos Obispo Tit. de Ce
200
El cuadro general de la devocin se nos muestra como una pequea pero fiel rplica del que ofreca en el mismo tema Europa hacia
el ocaso de la Edad Media; dentro de un ambiente de absoluta unidad
espiritual en la que se da por supuesto y aceptado todo el conjunto de
verdades dogmticas fundamentales, la piedad popular, movindose
dentro de ese campo y bebiendo siempre del mismo manantial. no se
vitaliza ya al contacto de su chorro ms abundante, sino se entretiene
en la contemplacin de las gotas que orillan su fuente.
Si bien, como hemos dicho, con ser religiosa, la festividad estudiada involucraba denlro de si una civil -homenaje a la Monarquay otra militar -patronato de las armas reales- extraan sus desmedidas proporciones en relacin a las que deban tener los misterios centrales de la liturgia.
Mientras profusa cantidad de fuentes nos ilustran abundantemente sobre una devocin, no hallamos documentacin equivalente respecto a la que deba corresponder, por ejemplo, a la celebracin pascual. Es cierto que una festividad popular que atraa muchedumbres
era una ocasin a propsito para catequizar, pero, no era ms fcil
elegir otra fiesta del cal~ario que permitiera hacerlo con ms propiedad, directamente? En contraste con la simplicidad de la doctrina
enseada a los indgenas en las misiones, asombra, en :eneral, 10 complicado de la piedad urbana, enmaraada de la ms variada cohorte
de octavas, novenas, jubileos, triduos. septenarios y diversos ejercicios
que, aunque buenos en s, nublan la prstina claridad de la religin,
tal cual la ofrece la liturgia de la Iglesia. Como en el Medievo Europeo, en nuestros tiempos virreina les la llamada piedad subjetiva o
piedad no centrada en la liturgia , haba impregnado por entero las manifestaciones de la vida devota, barroquizando sus formas ad infinitum.
Sealamos entre las sucesivas causas de la decadencia de nuestra
risso Y VIClIrio General Castrense, )' Gullermo Ilartl de Laufen, Obispo TIt. de Eslralonicea, Coadjutor de la Araucania superiOre5 de comunidades religiosas y autoridades que llenaban las naves de la Catedral. En el !e"emoto det 2.2 de mayo de 1960,
que deslruy aquella iglesia, la imagen sufri algunas les:ioDeS, motivo por el cual
fue lrasladada a Santiago por el propio Obispo EJ:cmo. Sr. Sanlos. La res1auracin
fue encomendada a la direccin del historiador D. laime Eyzaguirre )' fue ejecutada por el eJCUltor D. Tito Conzle:l:, profesor del TaUer de Arte del Instltuto Chi_
leno de Cultura HispIDlica, siendo sufragados 105 gastos por el Dr. D. Enrique
Ortega Cuzm:\::. residente en Valdivia, Entre los ltimos blenhechore5 do la Imagen
se cuentan el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Ramn Angel Jara, Obispo que fn e de San
Carlos de Aneud, Da. Umiliana CarvalJo de Lorea, Da. Clara de la Guarda de
Lorea, Da, Delia Carrasco de Lopetegui, el Excmo. Sr. T. Toms S\lflrr )' Ferre:,
Embajador de Espa.ia y la C(llonia de esa nacin, residente ell Valdivin,
201
devocin los Ilechos concretos dc la expulsin de los jesuitas, la situacin derivada de la revolucin republicana y. acaso, su identificacin
y alianza demasiado estrecha con el ideal poltico de la monarqua.
Quedara an por preguntarse; dentro de una evolucin de las condiciones bsicas que, a manera de platafonna, sustentaban aquellas
formas piadosas, cabra hasta hoy una devocin en los tnninos en
que se expresaba en su poca de mayor brillo?
Sea de ello lo que fuere, queda en pie un hecho importante; con
todos los defectos que con nuestro criterio actual podamos acumular
en tomo a aquellas formas tradicionales, subsiste la realidad rotunda
de su existencia dentro de un marco desbordante de vida, riqueza y
abundancia difcil hoy de imaginar en sus verdaderas dimensiones. Lo
estudiado en el escenario reducido de una de las ltimas ciudades en
tonces pobladas en el continente, debe trasladarse proporcionalmente a
las verdaderamente importantes del virreinato.
Una incursin seria por el campo histrico del catolicismo hispanoamericano ayudarla a ste a tomar autoconciencia de sus genuinos
valores. Lograra interesarlo en el conocimiento de la construccin, sin
precedente en la historia de la Iglesia, de un continente integralmente
cristiano; le hara robustecerse con las experiencias bebidas de sus fuentes naturales y contribuira a darle esa madurez y estilo que imprime
una rica tradicin cimentada sobre slidas bases.
202
Docum e nt os
lNTRODlICCION
De Po IX .se conocen hasta ahora los siguientes elar/toa rew/loo! a
Chile y contemporneo.t a.tu viaje en la Misin AlU;:;I:
1) Carta al Cannigo Simonetti. Santiago de Chile. J 2 t' abril de
18241 ;
2) Carta al Card. Carlos Odescalchi, Anobispo de Ferra.ra. Santiago
de Chile, 27 de abril de 1824';
3) Carta al sacerdote Jos Craziosi. Sontiag() de Chir. 1'1 de mayo
de 1824 4 ;
4) Carta a su madre condesa Catalina Mastai. Santiago de ChUe, 19
de mayo de 1824 5 ;
5) Carta al Cannigo Felipe Orengo. Son/iago de Chile, 6 de junio
de 1824';
6) Carta a su madre condesa Catalina Mastai. Santiago de Chile. 15
de unio de 1824\
7) Carta al Cardo Julio Maria della Somaglia, Secretario de Estado.
San!iDgo tk Chile, 3 de julio de 18241 ;
8) Carta a Mons. Luis Lambruscruni, Arzobispo de Gnova. Santiago
de Chile, 13 de leptiembre de 1824',
9) Respuesta a los ataques del peridico santiaguino EL L'SERAL.
Valpara&O, 30 de octubre de 1824 11; Y
10) Apuntes de una carta a su hennano Cabriel Maslai, comenzados a
escribir el 16 de noviembre de 1824 durante la nauegaci6n a Alorltevideo.
cerca de Tierra del Fuego. noviembre de 1824 11
IDecimos relativos a Chile y no anw:rican06, pues stos son muchol mb.
2Serafini, Alberto. Po Nono. Vol. l. TiJlOirafia Poliglotta Vaticana, 1958.
pp. 291-304.
lSerafini. 0.(:. pp. 306-309. Letuna Sol., Pedro de. Relacione6 enlre lo Santa
&!de e lli.rpfmoomrk(l. Vol. 111. Romae-CaraCQs, 1960. pp. 351.356.
'Serafini. o.c. pp. 309-313; Leturia. o.c. 111, pp. 357-362
lSerafini a.c. pp. 3]3-315.
lSerafini. a.c. pp. 316-3]7.
1Sera(inl. 0.(:. pp. 266-290.
lSerafini. a.c. pp. 327-333; Leturla. a.c. 111, pp. 362-370.
'Ser.Hni. a.c. pp. 336-338; Leturla. a.c. IIJ, pp. 372-374.
I0Serafini. 0.(:. pp. 346-351.
lISel1lfini. a.c. 353-364.
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dudtJ que los olros escritos complementan, enriquecen e ilustran c1icersO$ pdsa;e.J del Diario, IJ por ene motivo son 1,ara el historiado1' una documentacin
auxiliar imprescindible para reconstruir el pensamiento de Po IX en ena moteria.
En s mISmo el Diario tiene un Villor mltiple, por toMS los tlSpectos
que toca. SignifiClJdo, incidencias, intimidad y crtica de la Misin Muzi;
enado poltico IJ religioso de Chile, Per, Argentina y Uruguay; algunas cos
tumbres de estos mi.tmos pueblos IJ ooloracin de fiUS hombres; persono;es
importantes de la hinoria americana;' elevaciones espirituales del Siervo de
Dios Po IX; y, finalmente, el relato de un largo via;e de Europa a Chile con
todas los dificultades de lo poca IJ con sus coloridas caracter.~tic:as. Todo
erto representa una caliood documental muy aweciable IJ reconstruye en fOfma directa y sincera lo crnica de una poca, de la que los historiadores pueden deducir ooliosas consecuencias en todos los aspectos que detallamos ms
arriba.
Este Diario viene a sumarse a otros escritos seme;antes de entonces,
como lO! de Mary Craham l5 y Edllard Poepigg U , y en forma muy particular
tJ la obra del otra componente de la Misi6n Muzi el abate Jos Sallll$Ijl7.
La comparacin entre el Diario de Po IX y la Historia de Sal/usti es
interesante e inevitable. Por cierto que la obra de ste es .superior en muchos
aspectos como testimonio documental; en primer lllgar por su exten~in y
haber sido escrita para publicarse, y luego que Sallusti dej escrito un quinto
libro de .su Historia, que no pudo, sin embargo, superar la censura eclesistica l ! . Sallusti en su crniClJ no renunci a .su apasionamiento poro ,iu::.gar precisamente a fiUS compmieros de la Misin Apostlica y tal defecto es 10 que
reno seriedad ltist6riClJ !I obietiviood a ese aspecto decisivo y el ms impOftante de 811 obro. Si bien Po IX es a veces duro" desClJmado en juzgar situadOfle.s !I personas, $U Diario aventaja precisamente en estas consideraciones
a la obra de SaUusti, ya que sus descripciones -precisamente por el carcter
de Breve relaci6n- .ron menos extensas IJ profundos.
Ma$la/ naci el 13 eh mayo de 1792 !l. por consiguie'lte, al emprender
111 viaje a Chile tenia 31 aos y dos meses cumplidos; era sacerdote desde
haca cuatro mios IJ tres meses. El viaje comenz en Roma el 3 de ulio de
J 823 y concluIJ6 en Gnooo el 5 de unlo de 1825.
MARIA
MASTAI
FERRETTI
DE SlNICACLlAI9
PARTE
EL VIAJE A CHILE
3 de julio de 1823 - 28 de febrero de 1824.
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iuegos.- 53. Descripcin del lugar.- 54. Descripcin de las Postas.- 55.
Canal de Barranca y Tambo.- 56. Noticias de Chile.- 57. Portezuelo y Moro.- 58. San Luis.- 59. Consideraciones generales de Argentina.- 60. Camino
a Mendoza.- 6L Mendoza.- 62. En la cordillera.- 63. Malestar del viaje.
L- [23] Yo estaba ocupado con algn cmpeio en Roma en la edu_
cacin de la juventud. y particularmente de los pobres hurfanos que estn
en el Hospicio llamado Tata Giovamli, donde yo vivi desde el 19 de febrero
de 1818 hasta el 2 de julio de 1823 inclusive, cuando plugo a la Divina Providencia trasladarme a otra parte. Era la Cuaresma del ao 1823. cuando supe
que un eclesistico roman02 habla sido invitado por el seor Cardenal Consalvi para ir a Chile a tratar asuntos importantes [24] de b Religin. correspondiendo a las instancias de dicha nacin. que haba enviado a Su Santidad
un Representante Zl para pedirle un Vicario Apostlico. Esta noticia, que supe
por mi confesor, me conmovi y me anim inmediatomente a hablar con l
para saber qu pensara de mi para tal objeto. contestndome que aquel
eclesistico (con quien nos conoclamos mutuamente muy bien) tal vez S'
sentirla complacido de mi compaii.a22 . [25] Esto bast par:!. hacerme busc;r
la ocasin oporhma de mostrarle mis deseos. La que no tard en presentarse.
Efectivamente, el d[a en que la Estacin (cuaresmal) tena lugar en Santa
Anastasia 21 , me encontr en esa iglesia con dicho eclesistico, quien al salir
me refiri que estaba tratando del gron viaje con el Cardenal Consalvi. pern
que an no se llegaba a una perfecta conclusi6n. Era muy naturul la respuesta
que recibi de mi, es decir: "Feliz Usted, lcon qu gusto le har[a compa
al". Y l tomando mis palabras, tales como las profeti, mostr una grande
alegra y no le bast6 eso sino que quiso hacerlas saber tambin al EminentisUno seor Cardenal della Cenga despus de haber [26] hablado de esto
en la Secretaria de Estado.
EnC<lIltrndome una tarde despus en casa de dicho Purpurado. l
mismo quiso preguntarme si verdaderamente yo habla manifestado el deseo
de ir a Amrica, y respondindole que si. le cont lo que yo habia. dicho y
que me hablan tomado la palabra.
El eclesistico, por varios motivos, no se decidi6 a partir 24 y de all
que pensando en otro sujeto se dirigieron al seor abate don Juan Muzi,
Auditor de la Nunciatura de Viena, hombre de experimentada piedad y
doctrina.
Habiendo venido ste a Roma, y encontrndome nuevamente una
20Pedro Q,lini. que ms tarde rue Nuncio en Brasil y luego Cardell~l.
21El Den de la Catedral de Santiago don Jos Ignacio Cienruegos.
22Dice en nol/]: "Agrego que la idea que me habla ronnado de esta Misin
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tar<le en la casa del mencionado Eminentimo (JeUo Gengo), l me ptegunt (27] si habla presentado alguna instancia para ser admitido en el nmero de los viajeros americanos, y habindole dicho que no (ya que conociendo mi total insuficiencia, no me haba atrevido a hacer tal peticin), me
pidi permiso para proponenne como compaero del seor abate Muzi (ahora Monseor Muzi, Arzobispo de Fi.lipos) y tratando luego el asunto con
Monsetior CaprJ.no, hizo escribir a la Secretaria de Estado. Mientras tanto,
yo no cesaba de orar por esto y de celebrar y hacer celebrar Sacrificios incruentos al Seor, para que se dignase manifestanne su voluntad. Tampoco
descuid interpelar a mis padres, {nne en la resolucin [28] de no partir si
no tenia la aprobacin de ellos. Obtenida sta, despus de mucha vacilacin
y oposici6n 2S , Y guiado por el consejo de sabios eclesisticos, dispuesto Monseor Muzi a aceptarme en su compaa, y sobre todo aconsejado al gran
paso por el Sumo Pontfice Po VII, al que me remita en todo, tanto en lo
que tenia que hacer por el CanonicatoJ- cuanto por varias dificultades surgidas de parte de algunos parientes, decid finalmente partir, persuadido que
despus de haber obrado con prudencia, Dios bendito me habra dado aquellas luces de que yo sabia que careca absolutamente, y que sin embargo eran
necearias para el desempeo del oficio que me [29] echaba encima.
2.- Estando as las cosas, el dla 3 de julio part de Roma con Monseor Arzobispo de Filipos y Vicario Apostlico de Chile, junto con el seor
abate don Jos Sallusti, de San Vito de Palestrina, no sin alguna emocin por
dejar tantos jvenes que estaban confiados a mi asistencia y tantos amigos
que me hablan distinguido COII los mb bellm signos de afecto. Se tom la
va de Florencia, donde experiment gran consuelo visitando 1m cuerpos de
Santa Mara Magdalena de Pazzi y de la Beata Maria Bagnesi. Desde Florencia se desvi a Baloa, donde nos esperaba el seor abate Malina. ex jesuita chileno y autor de la Historia natural y poUtica [30] de aquel Reinan,
quien estaba alH con otros dos chilenos, y todos ellos nos dieron consoladora..
noticias de sus compatriotas y de la tierr3 patria.
3.- Finalmente se lleg a Cnova el da 17 de dicho mes, donde
f'ncontramos al seor Arcediano Cienfuegos, mandado por su Gobierno para
el objeto indicado al principio, quien nos haba preparado una cmoda habitacin en la Posada de Santa Marta . El mismo, apenas lIegamm, nos hizo
saber la infausta noticia de que el Santo Padre Pio VII haba sufrido una
cada fracturndose peligrosamente una pierna. Por esta noticia, nuestra
llegada se vio profundamente amargada y perdimos inmediatamente el placer
Ucfr. Letuna. o.c. 111 , pp. 342-344; Serafinl. o.c. pp. 250-251.
uJuan Maria Mastai era can6nlgo de la Basillea Santa Maria In ~fo Lota
de Roma.
nMoHna. Juan Ignacio. Sa8gw IIlIIo norlo R(lhJra!e del Chile. Bologna. 1782.
Soggw lIl110 II/#orfo c/ui/e del Ch/Ie. Bologna, 1787. vid. Biblwgraffa ecfetdM/co
chlleM. Editorial Universidad Catlica. Santiago, 1959. pp. 204205.
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Cue se senda por la felicidad del viaje. Las noticias posteriores [31] si no no~
quitaron completamente el temor de perderlo, nos dieron sin embargo la ilusin de que se prolongara su preciosa existencia. Mientras tanto ('1 seor
Arcediano nos advirti que por algunas circunstancias se haba diferido el
embarque; y nosotros confiados en que nos haramos a la veJa a fines de
julio, escuchbamos ahora que no saldramos sino despus de la mitad dp
agosto.
4.- Este retardo permiti a Monseor Vicario Apostlico dirigirse a
Turn en mi compaa para quedarse all algunos das con el Encargado de
Su Santidad ante aquella Real Corte, el seor Abogado don Antonio Tosti,
nuestro comn amigo, quien agradeci la visita demostrndolo con miles nI'
sinceras atenciones.
5.- [32] No fue la desgraciada cada del Santo Padre la "Ola mnla
noticia que omos en Gnova, pucs todava se le agregaron otras; es decir,
el incendio de la antiqusima Baslica de San Pablo y la casi total destruccin
de aquella selva de preciosas columnas que la adornaban internamente. Tal
desventura fue atribuda a la incuria de un estaador que al arreglar unos
canales dej la olla del fuego sobre la bveda de la iglesia, motivo por el
cual se encendieron las inmensas vigas que la sostenan. Otros decan que el
incendio haba sido provocado, pero hasta ahora no se han tenido pruebas
seguras.
La larga permanencia que nos toc en Gnova nos dio lugar para [33}
conocer sus establecimientos, sus edificios y la ndole de sus habitantes, en
general bien devotos y bien provistos de clero, de tal manera que despul
de Roma no creo que haya en Italia una ciudad ms abundante de clero Innlo
regular como secular. La mayora de los genoveses se dedican a los negocios
y por consiguiente abundan en mercancas. El seor Juan Pisani, Cnsul
pontificio, y toda su familia se prest con toda dedicacin a servir a Monseor
Vicario y a sus acompaantes. Tambin un cierto seor Penes, comerciante,
se ocup con mucho empeo en efectuar algunos encargos que le fueron encomendados.
En Gnova no slo nos ocupbamos de aquellas cosas que lB merecen observarse [34] sino tambin de aprender la lengua espaola o algn
otro estudio !lagrado, bajo la direccin de Monseor Vicario, que nos tenan
ocupados con mayor fruto; y sobre todo tenamos mucho inters en leer noticias de Roma, las que despus de la desgracia acaecida al Santo Padre esperbamos con ansiedad en cada correo y comenzbamos a leerlas siempre
con algn temor.
6.- No pas mucho tiempo para que los temores se verificaran, ya
que nos llegaron unas cartas de Roma, con fecha 16 de agosto de 1823, en las
que nos anunciaban el empeoramiento del mal, y e1 seilOr ahate Capaccini,
escribiendo desde la Secretaria de Estado, le deda a Monseor que ya no
haba remedio dada la extrema debilidad en que [35] se encontraba Su San-
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blar con Monseor Arzobispo; pero, por las dificultades del desembarco,
atendida la violencia del mar, aceptaron que fuera yo en lugar suyo. Me
preguntaron qu misin tena Monseor Vicario Apostlico y respond que
no tenia otra que tratar de cosas relativas a la Religin, como era verda,!;
me preguntaron adems dnde yo era cannigo y qu edad tena v si los
pueblos en Italia estaban contentos de sus soberanos: a todo respond categricamente. Despus de las cinco de la tarde mandaron llamar al Capitn
para intimarle que Monseor bajara a tierra. Monseor se neg, hacindose
esperar [541 para el da siguiente. La peticin, entonces, fue repetida con
mayor vehemencia a fin de que bajara, amenazando en el caso contrario a
todos los del nav!o, y l para no comprometer a nadie obedeci y baj en mi
'oompaila. Puesto el pie en tierra le fue ordenado enlrar en el Lazareto.
pero l se neg haciendo ver la injuria que se hacia a Su Santidad y a la
bandera sarda, a su dignidad. a la buena fe , al derecho de genleli; pero
nada vali. Finalmente. protestando yo con l que sin la viva fuerza no
iramos jams all, los tres empleados que nos hablaban nos mostraron cuatro fuertes y que estaban prontos [55) para arrestarnos. Esto bast para
que, obedientes, dirigiramos los pasos a nuestra crcel, adorando los jui_
cios de Dios y agradecindole al mismo tiempo, ya que nos hacia dignos
de sufrir algo por E12'. Hasta entonces yo haba sufrido alguna otra anic_
cin de espritu, adems de los temores e incomodidades del viaje, pero aunque era miserable no haba sufrido todo ello oon la resignacin que deba, y
nunca he sufrido en proporcin a los pecados cometidos. Poco desplls
vinieron el abate Sallusti. el camarero21 y algunos marineros de a bordo que
traan nuestros colchones. Despus de habemos hecho esperar ms de una
hora a [561 cielo descubierto, nos llevaron a una pieza como una buhardilla,
que no diferla en nada de una crcel y que no tenia otra cosa buena que
un pequeo prado adelante. donde se poda pascar, y una buena vista del
mar rrente a la ciudad de Palma.
Dejado lodo temor y confiados en la justicia de nuestra caU5ll. escribimos inmediatamente dos cartas, una en italiano a la Primera Autoridad de
la isla y otra en latn al Obispo. En la primera reclambamos los derechos
de libertad, y en la segunda, des!)us de narrar lo sucedido. pedlamos a
Monseor Obispo que intercediera por nosotros.
En la maana siguiente, 17 de octubre, vinieron otra vez los mismos
tres [57) de la tarde (anterior) a renovar su examen, que hicieron separa_
damente a Monseor y a Sallusti, excluyndome a mI, que ya lo habla pa_
sado. Ms an se convencieron que la Misin no tenIa otro objeto que el
inters de la Religin, pero quisieron ver el Breve de Su Santidad para
Monseor Vicario, y por esto me pennitieron ir a bordo a buscarlo, agregndome que llamara al seor Cienfuegos y al P. Arce, pero les rr~pond
2'Alude a llecMI de los Ap. 5,41.
2fLoreru:o CUlleo. Sallusti. l1/..storla de
217
JI Misiones Aport6/icas.
p. OO.
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una respuesta ms rpid3.. Pero cuando se. tnt6 si CODVeIDa hubo mucha diJo
crepancia y sta nos vali 13. libertad. Nosotros hab3.mos celebrado la Misa
en la crcel por esta intenci6n. Quiso Dios escuchar nuestros votos y as 13.
Misi6n de Chile super6 tambin est3. fuerte oposici6n y el demonio no pudo
vencerla.
13.- El viento fue propicio durante 24 horas y llegamos as! hacia el
final de las costas de Valencia. Pero comenw el brego que nos impidi6
avanzar, o que apenas nos permita hacerlo. Yo tuve un pequeo malestar
de est6mago, con los habituales efectos. Una hora despus del medioda
[631 del 23 de octubre an no llegbamos frente a Alicante. El 24 de 00tubre hubo calma y avanzamos s610 p0C3.s millas, o sea pasamos el Cabo
de Palos y a las seis de la tarde estbamos frente a Cartagena en el Reino
de Murcia. Durante la noche sigui6 la escasez del viento y continu6 igual
en la maana del 25. El mar no ocasiom~ba ninguna molestia y gr.cias a
esto, con gran placer, se pudo decir Misa cmodamente.
14.- En I a tarde el viento aument6, siguiendo favorablemente toda
la noche y tambin en la maana del 26. Por esto se esperaba en la noche [64J la entrada a Gibraltar, a donde se lleg6 realmente a las 2,30 de
la maana del 27 de octubre, vigilia de los Santos Ap6stoles Sim6n y Ju.
das. Esta ciudad se encuentra en una gran ensenada del mar sobre el de
clive de un escollo altsimo enteramente fortificado.
Antes existla. en esa misma parte de levante, a la distancia de una
milla, una gran fortaleza de los espaoles. que fue derribada ms tarde por
los ingleses. Frente a Gibraltar. en la misma ensenad.1, est Algeciras, cill'
dad espaola, y al lado est San Roque, un pequeo poblado tambin
espaol.
Partimos de Cibraltar a la una y media de la tarde del 28. Tam.
bin ahl [651 hubo difiCllltades y pequeos disgustos. El cnsul pontificio
seor Boschetti. por el contrario. n05 colm6 de atenciones y no quiso re
cibir la ms mnima cantidad de dinero por el valor de los encargos que le
habla hecho Monseor Vicario Apost6lico.
15.- Esta Misi6n hasta ahora no presenta nada ms que aspectos de
incertidumbre Y de futuros sufrimientos. El carcter de ciertas personas 31 ,
la incertidumbre de tantas otras cosas me haclan vivir !Ina profunda pena
si no sintiera un valor interno que no puede venir sino de Dios. Sea mil ve
ces bendito: ciertamente que soy el peor culpable y tal vez el [661 motivo de
las incomodidades sufridas hasta ahora y de las que tendremos que soportar
despus.
En la tarde, el Afzica se vea muy pr6xima, y hasta 5e distingulan
algunas fogatas. Aquella visi6n me hizo adorar 10$ Juicios 00 Dios al conlILa alusin ciertamente es para Cienfuego5 y dudosamente para SalIusti
por lo que dice mis adelante en e1 n. 17.
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siderar las tinieblas que oscurecan esa parte del mundo donde antes flol'f'ca la santidad y la doctrina de las luminarias de la Iglesia.
16.- Entramos en el O~ano, y en los das 29 y 30 sufrimos alguna
pequen incomodidad por el mar, porque los vientos no eran muy favora_
bles. No obstante, siempre se pudo decr Misa; tambin el da 3 1' que fue
mejor que los otros.
Despus del medioda romenz un mar (67J muy fuerte, qne nos
impidi (celebrar) la misa al da siguiente dedicado a Todos los Santos, y
el da 2 (que era) domingo. El mar estuvo muy incmodo en la noche, por
el extraordinario movimiento. Hubo la gran ventaja que el viento wplando
de popa nos dio esperall7.3S de que el da 3 llegaramos a las Canarias. Efectivamente, en la tarde de ese da se vieron las islas, pero disminuyendo el
viento y soplando en contra durante la noche, nos encontramos de maana
cerca s, pero siempre delante de las mismas islas, especialmente nI' aquel
lugar conocido como Pico de Tenerife, una montaa que se crea la mAs
alta del rr:undo. De heellO es alUsima [68] y est siempre cubierta de nieve. En la maana del 4 estbamos siempre en la misma posici'n por b
calma que haba
Un ligersimo viento que soplaba y un hennoso da, como se puede
tener en la tranqtlilidad, nos quitaban el fastidio. La noche sigui en calma,
pero a las dos de la maana se levant un viento contrario tan furi050 como
imprevisto: no obstante el cielo estrellado se corra peligro, y el da 5, prosiguiendo el mismo viento, IlOS separamos de tielTa, pero sin avanz,'\! nada
en el camino. De este modo en 6 das hicimos 720 millas desde Gibraltar
hasta las Canarias, y aqu fue necesario [69] e~erar.
17.- Debo alabar siempre ms el carcter de los jvenes. No digo
nada de Monseor Vicario a quien veo siempre ms lleno de slida virtud
Tambin don Jos Sallusti es muy digno de toda alabanza: repito que }'t'
soy la rueda que chirria en el carro.
18.- En la noche nos encontramos en la misma posicin, pero una
circunstancia particular nos puso en gran peligro. Cerca de las 11 un corsario
de la Repblica de Colombia se aproxim casualmente a nuestro lIavo, reconocindolo quizs por bs luces de las ventanas de popa. Con la cornet~
marina nos pregunt la proveniencia, la direccin y nuestra bandem: y no
sintindose satisfecho (70J con las respuestas dijo al Comandante qu~ amainaran las velas porque enviara (gente) a bordo. Efectivamente a los poens minutos subi un ofici:ll con un acompaante. No se saba qu fin tendra esta visita y mucho temamos que tenninara muy mal. La nave corsaria era de tres mstiles, estaba. bien a.nnada y a poca distancia habla otra
nave ms pequea que le perteneca, venia de lejos y poda, al menos,
tener necesidad de vveres. Estas ideas eran entristecedoras, pero no obstante
todo esto, despus de haber visto todos los papeles de nuestro Capitn nos
dl."se buen viaje. El persegua a los espaoles y nos cont que habia que-
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M.- En este dla nos acompai'i6 [81) un navlo a 3 millas de dilltanda: no habamos visto ninguno desde las islas de Cabo Verde. La lluvia era
continua y se sentia un fresco que lIeglro casi a ser frlo. El tiempo borrascoso dur hasta despus de medianoche. Las olas se levantaban con
extraordinaria altura. En el da, despus del 8 de diciembre. ('1 vipnto se
calm, pero no tan perfectamente como el mar. El navo del dla anterior
estaba muy prximo a nosotros y por eso se alz bandera y l respondi, y
se supo as que perteneca al Emperador del Brasil. Nuestro Piloto fue II
bordo para preguntar algunas noticias y saber la posicin. Venia de la Babia de Todos los Santos y nos dijo que esa {82J posicin era de 21 grados
y algo ms de latitud y que estbamos 11 solas 45 millas de la costa, mientus creamos estar a ms de 200. En este da hubo diversin por la pesca,
habiendo pescado tres peces canes con el anzuelo, el ms grnnde de los
cuales tenla diez palmos de largo. Agrego que el Capitn de dicho navo dijo que Montevideo an pcrtenech a Portugal, pero que muy pronto, segn
su opinin. se unira al Brasil. Tenia a bordo muchos esclavos negros e iba
a Rlo de Janeiro.
21.- El da 9 se avanz hacia el sur, pero nos separamos un poco ms
s e tierra, porque as nos llevaba el viento. En la maana (83) encontramos
otro navlo con bandera sarda, que iba hacia la Lnea; el fuerte viento no
permita acercrsele. Hacia las 5 de la tarde se sali de la zona trrida, donde
pennanecimos un mes justo, del 9 de noviembre al 9 de diciembre. En los
dlas 10 y 1 J hubo tiempo tranquilo y fresco. y en la maana temprano y
en la tarde era ms bien fria; pero se hizo poqul.simo camino y estbamos a
600 millas de distancia del Rlo de la Plata, sin contar la longitud que se duo
plicaba. Por esto, algunos desebamos ardientemente unos cinco o seis dlas
de viento fuerte y bueno. El dio. 12 fue hermoso y sin calor, pero todavla
sin viento; {54J despus de las 4 se comenz a hacer 4 millas, y 5 en la noche. En el dla se avanz con la misma progresin y apliqu la Misa en honor de Santa Lucia para tenerla propicia para mis ojos un pOCO debilitados.
El dla 14 hubo un tiempo hennoslsimo y fresco, pero (el viento fue) ms
escaso que de costumbre: haca las 5 de la tarde se vi un navlo delante de
nosotros, que iba en nuestra misma direccin. El da 15 fue como el anterior, un poco mejor por el calor y llegamos a 30 grndos de latitud. Me su
cedi un caso en que conocl mejor la sencillez de mi compaiiero, valor
siempre ms su virtud, pero me ingeni en sacar el mayor provecho {851 para l, para mi. para todos. La maana y la tarde estuvieron casi en calma.
Pero la marIana del 16, antes de las nueve, aument (el mento) aunque
nos empujaba hacia tierra antes de tiempo. Se vieron muchos delfnes y
gran nmero de peces como el dla 22 de noviembre, y pasamos un poco de
fria. El mismo fro hizo el dla 17. en el que se avanz un poco. El da 18
fue muy propicio, mientras a merliocHa estll.bamos a 32 grados. y con aqueo
llos habituales clculos, hechos a base del deseo y generalmente anulado!
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bi6 el viento y se puso enteramente contrario. Estos vientos los llaman Pamperos porque tienen origen en las pampas, unas llanuras inmensas C'erl-a de
Buenos Aires. El navlo qued con dos \'elas solas, y stas disminuidas, pero,
no obstante, la fuerza del viento era tal y las olas tan grandes que sufrimos la
tempestad ms fuerte desde la salida (91] del puerto dc Gnova. En el da
24 sigui el mismo estado, quizs un poco menos. Fue necesario meditar el
dulce misterio de la Encanlacin en medio de estos horrores. Hacia la tarde el viento se calm bastante, pero las olas siguieron si no tan altas, al menos cuanto bastaba paro dar mucho movimiento al navo. En la feroz tempestad no experiment temor, pareCindome estar en las manos de Dios,
no porque dejara de reconocer en m tantos defectos que debla atemoriz.arme, sino por considerar los motivos y el modo prudente con que me haba
resuelto a esta navegaci6n, que me persuadlan deber estar en las manos de
Dios y (92] consideraba como movimientos suyos aqullos de las olas y del
viento, y me tranquilizaba. La tempestad tenia algo que la hada menos terrible, y era la limpieza del cielo, que nos daba algn aliento en medio de
tanta furia del mar, aunque poco podla contemplarse, porque las olas eran
ms altas que el navo y lo inundaban de popa a proa.
Los espaoles llaman Iliaros comero,tlt a ciertas aves blancas y negras del Ro de la Plata. Son anchsimos, de dos canasn cuando tienen las
alas desplegadas, y en esos das se present uno cerca de la nave. En la
noche Monseor Vicario (93] dijo la Santa Misa y yo lo asist con el seor
aoo.te Sallusti, y tres personas de a bordo la escucharon. En la maana de
Navidad yo tambin pude decir Misa, pero con mucha dificultad, porque el
Pampero aument6, y as se pas la Navidad entre terribles balanceos, pero
por mi parte muy favorecido por abundantes gracias del Nio Jess. El dla
26 el mar se habia calmado. pero el poco viento que soplaba no nos favorecia.
Con los brazos tomaron uno de aquellos pjaros de color oscuro, de que
he hablado: del pico a la cola tenia cerca de tres palmos de largo, eada
una de las alas cerca de 4 palmos, el pico en fonna redonda y recta s6lo al
final [94] con una excrecencia que le llegaba hasta la mitad: media 6 dedos,
era un poco encorvado en la parte superior, los pies tales como los del
ganso: se sostienen poco sobre las palas, acostumbran a donnir sobre las olas
y a volar prolongadamente en el aire; es bastante domstico, pero un poco
pestilente. Hacia las 5 de la tarde vino un viento un poco ms propicio, pero
escaso: despus de las 6 se midi el fondo y se encontr que eran 47 brozQS
ingleses. Es dificil describir el placer qu~ me ocasion6 esta sola seal de la
tierra prxima. En la mrdianoche fue medido de nuevo el fondo (lo que
llaman sondear) y se encontraron 35 brazos; a las cuatro eran 33.
26.- Cerca de las 8,30 (95] del 27, dedicado a San Junn, dla dominltEn castellano en el original.
l5Cana: antigua medida de dos ,aras.
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go, deda la Misa el P. domnico nuestro compaero de viaje, e.1 mar era
plcido, el viento propicio, cuando se oy6 un grito universal de alegra de
todos los que estaban cn cubierta, pues un marinero habla gritado tierra. y"
estaba escuchando la Misa y reconociendo el grito de alegria particip ple.namente en ella. Sin embargo de esto, se estuvo en la duda hasta despus
del medioda. A la una y media yo tambin la vi claramente, e bamos navegando con el viento en popa por el gran Ro sin poder ver la otra orilla
que dista en su desembocadura [96J 40 leguas, o sea del Cabo Santa Maria al Cabo San Antonio. Se vieron muchos lobos marinos que viven en un
islote en el lado norte del ro. llamado por esto lsla de los Lobos, a la que
se lleg hacia las 7. El ('olor del agua era un verde sucio, el sabor salado.
Sentimos una humedad extraordinaria an con el sol lmpido. Del Cabo Santa
Mara a la Isla de los Lobos hay 40 millas: a casi 12 millas de las isla se
encuentra el puerto de Maldonado, y de esa isla a Montevideo hay casi 80
millas. y 120 de r-.lontevideo a Buenos Aires. De esa isla al banco ingls 50
millas. que est casi en lnea recta ms al sur. [97J De Montevideo al banco
Ortiz casi 35 milbs. Este banco se divide en otros tres casi en medio del
ro. Antes de llegar a Montevideo, a la distancia de 15 millas se encuentra la
isla de Flores, muy pequea, donde no hay otra COsa que algunas cabaas,
en las cuales se refugian los pescadores cuando van a pesca desde Montevideo.
27.- El da 28 rue casi de calma; en la tarde comenz un poco de
viento. pero a las 9 se ech el ancla para esperar el da y evitar los bancos.
Habiendo zarpado a las 3,30 del da 29. comenz un poco de viento contrario y a fuerza de costear se pudo llegar a la isla de Flores, [98} detrb de
la cual, umainadas las velas y puesta la proa al viento, se detuvo la nave,
esperando -si fuera poSible- un viento que nos empujara para recorrer el
breve trayecto de las 15 millas hasta Montevideo.
La desgracia quiso que el Capitn echase el ancla en un rondo de
arena. incapaz de retenerla, y esto lo hizo inconsultamente. pues en el son
deo no haba encontrado la arena que se necesitaba. El hecho rue que poco
a poco la nave retroceda, por lo que se ceh6 otra anda, que result6 igualmente intil. Se pens entonces levarla y confiarse a las velas, pero no fue
posible conseguir el primer intento. Mientras tanto para evitar el [99] pr6.~i.
mo peligro de que las aguas entraran por la proa y hundieran la nave, o de
chocar con la costa, fuemo cortadas las cuerdas y perdidas las anclas. Se
desplegaron las velas y se retrocedi. En la maiiana del 30 nos encontramos
a 100 millas de distancia de la posicin del da anterior, habiendo transcurrido la noche en continuos temores de chocar en los bancos y hundirnos. El
viento fue poco favorable, pero siendo escaso y el mar tranquilo se pudo
avanzar un poco. El da 31 el viento fue ms fuerte, pero menos favorable
para nuestra ruta que el da anterior. Ciertamente que despus de haber
pasado el trpico para entrar en la tempestad meridional, la navegacin
228
nador del Obispado, es decir aqul que se [108] estima como Obispo en la
Catedral vacante.
Monseor Vicario, que se senta mal por una obstinacin de vientre
que se resista a los purgantes y lavativas (y yo que recordaba bien la enfermedad de Monseor Paulina Mastai, quien muri6 precisamente por la
imposibilidad de obrar, estaba con suma aprehensin). no pudo recibirlo;
por lo que yo le present las excusas y me entretuve a hablar con l y los
dems cannigos, llegando poco despus el seor Cien fuegos. Hablaron mucho de Fernando Vll, con aquella vehemencia que cada uno puede imaginarse; pidieron Juego otras noticias de Europa y preguntaron si subsista la
voz de que el peq\leo Napolen sera coronado Rey [109] de Roma. como
aqu se tenia casi por r:ierto.
Vinieron (tambin) otras visitas, pero muchas ms todava el 6, dla
de la Epifana, con gran multitud de pueblo a pedir (a Monseor) la Bendicin y a besar (le) la mano. Monseor Vicario Apostlico pudo satisfacer
a todos, ya que para mi gran consuelo, se senta suficientemente restablecido.
36.- Vino tambin el General San Martn en bourgeoi$l7, pero no
pas a la habitacin. Al da siguiente vinieron algunos jueces de los tribunales y muchas personas de categora, algunas de las cuales ofrecieron su
casa para residencia de Monseor.
El mencionado General volvi6 haciendo mucha exhibici6n.
37.- En la tarde del 8 fue [110] Monseor a devolver la visita al
Gobernador del Obispado; pas6 tambin donde el Gobernador de la ciudad,
quien estaba en el campo, a donde se haba retirado suponiendo que el Vicario Apost6lico venia a deshacer todo lo que el Gobierno habla establecido
en materia de religi6n sin ponerse de acuerdo con l. como la supr"!sin de
los conventos y usurpaci6n de sus bienes, el cambio de nombre al Captulo
y nombramiento de nuevos can6nigos, y llamar Presidente a la primera dignidad y Senado eclesistico a todo el Cabildo. Despus fue donde el secretario del Ministro de Estado, quien no lo recibi6, porque quera realizar
este acto en el palaciO municipal con toda la [111] mayor pompa. Efectivamentc, en la maana del 9 le hizo saber que 10 esperaba y lo recibi con
10 6 12 oficiales que estaban en la antesala. La fisonoma de ste (Riba_
davia) era israeltica. Lo recibi6 con una desagradable y soberana prosopopeya. Habl6 de la necesidad de la religi6n para civilizar a los pueblos y
de la necesidad de que los pueblos vivieran unidos con el Jefe de la Iglesia ,
dando a la religin esa va intermedia (que a la verdad debe tener). pero
que segn l, si no me equivoqu al escuchar, coincida con la tan trillada
y desfigurada sentencia Quod es! Caesaris, etc. u . Habl6 de la necesidad de
Roma de tener a [1121 Consalvi en su Corte como Secretario de Estado.
lTEn francs en el original.
llLc. 20,2.5. Dad al Ca, le que es del Charo .
229
230
destino".
231
232
mente caen tres o cuatro veces al mes producen este verdor. La iglesia de.
Lujn tiene cpula y es suficientementE' grande. El prroco manrl6 a la Posada IIn altar con servicio de plata para que Monseor Vicario Apostlico
pudiera decir Misa al da siguiente, domingo 18 de enero, dedicado al Santsimo Nombre de Jess.
44.- Despus de haber dicho Misa -Monselior en su residencia y
yo en la ig1esia- partimos y se pas por un campo donde en algunos lugares pacan numerossimos [1261 rebaos de caballos, vacas" ov"jas En
la tarde llegamos a Caada Honda, a 35 leguas de Buenos Aires, Que e~
la posta, y tiene 4 6 5 cabaas. Nos dijo el patrn, o sea el Maestro de
posta, que meses antes algunos asesinos (no indios, sino b:lI1didos espalioles, americanos, etc.), le haban robado 10 mil escudos y 300 bestias: pero "a pesar de esto, agreg, gracias a Dios y aMada SanHsima no me falta
un pedazo de carne", as como nosotros decimos un oedaro de pan, porque aqu se come poco o ms bien nada de pan y en-cambio todo lo que
se come es carne. Nos dijo adems que el terreno era de una extraordinaria
abundancia y que renda el 100 y comnmente el 50 (por lino).
[1271 Qu buen corazn tienE' esta gente de campo, pero (laOl.
bin) mucha inercial
45.- En la maana del 20 partimos, y despus de 14 legnas llegamos a San Pedro, parroquia con unas pocas cabaas, y a la distancia de
una media legua se encuentra la posta donde almorzamos. Por el camino
pasamos un ro estrecho, pero con agua hasta la boca del caballo. Para no
mojarnos pasamos en una canoa. (El ro ) estaba lleno de truchas muertas,
que quizs haban perecido porque el agua que haba descendido repentinamente de la nieve derretida de las cordilleras era excesivamente fangosa, En la tarde llegamos a otra posta llamada Hermanas, donde dormimo~
en una cabaa de tierra. [128] La cantidad extraordinaria de los rebaor.
y de los pjaros nos sorprenda. Estbamos caminando por las riberas del
Paran. El ver en verano todos los prados verdes nos daba una nueva alE"
grla. En la tarde vimos muchos zorros que tienen sus cuevas junto a la
carretera.
46.- En la maana llegamos a San Nicols, a cerca de 70 leguas
de Buenos Aires y limite de esa Pro"incia con la de Santa Fe. Desviamos
un poco porque el camino era ms poblado y, en consecuencia, sin peligro
de indiOS; aunque en el mes pasado hubieran llegado a pocas Icguas de San
Nicols, cs decir, a la posta llamada Caada de CaI7.ada, donde dormimo,.
[1291 Estas postas 110 son otra cosa que dos o tres cabaas de barro techa
das con paja, desvencijadas y faltas de todo, por lo que es necesario doro
mir en el suelo o al aire libre.
Aqu los compaeros del selior Cienfuegos cazaron una vizcacha eJcepcional, ms gruesa que un gato, con pelo ms fino, patas y cola ms COftas, cara ms fiera, bigotes bajo la nariz y otros bigotes ms cortos y se
233
dosos que le circundaban los labios lateralmente arriba y abajo. Tienen sus
cuevas bajo tierra, de donde salen al atardecer. Son comestibles y tienen
una carne blanca.
47.- En la maiiana del 21, da de Santa Ins, partimos y Uegamos a
las 10 a Rosario, pequeo pueblo (130} de Santa Fe. Aqu supimos que a
la distancia de 20 leguas hacia poco que hablan apareeido los indios, pero
que segn la costumbre de aquellos brbaros de venir al principiar la luna
ahora no exista peligro alguno, pues nos encontrbamos en la menguante,
El prroco vino a invitar a Monseor Vicario Apostlico paro la Coufirmacin, que file fijada para las 6 de la tarde. Result6 tan concurrida y
con tantos gritos de los nios y la gente quc se amontonaba que fue una
gran fatiga para Monseiior y para quien lo asista.
Estc pueblo tan pequeo queda sobre las riberas del Paran, donde
hay una especie de puerto. En medio de dicho do [131} se encuentran muchas islitas habitadas por los tigrcs, que no daan al hombre y huyen con
facilidad, segn me cont el prroco, quien estaba tan seguro de esto qU"
cuando iba a pascar se pon la a dormir sin temor en la ribera del ro
48.- Partimos de Rosario en la maana del 22, y recorridas 2--1 kguas llegamos a una posta de 5 cabaas llamada la Cuardia de la Esquina
AIH por temor de los indios (SI' viva) como atrincherado por pozos de agua
y (cerco,,) de tunas. Ah se durmi, pero yo no pude hacerlo porque los
mosquitos me martiriZl.ron. El campo lo encontramos menos frtil y [132]
pobre en animales. Ya hahlamos dejado el Paran y esto influa mucho en la
fertilidad del terreno: en cuanto a la escasez de ganado sta debla atribuirse en gran parte a los robos de los indios. Vimos tambin muchos ciervos y gamos.
49.- En la maiiana del 23, nasado el do Saladillo, descansamos en
la posta del mismo nombre, perten;ciente al Gobierno de Crdohtl., donde
en una asl llamada fortaieza haba 30 homhres con dos oficiales. Y como el
camino que faltaba recorrer era el ms peligroso por (temor de) f'ncontrarnos con los indios, tomamos 8 hombres para que nos escoltaran. Dirigia esta posta una familia muy limpia. que [I33} el alio anterior viva en la pos.
ta que lbamos a pasar (la que haba sido rualtadlJ por los indios) y debla
su salvacin a la fuga, aunque debieron perder la cabaa y casas que le
incendiaron, le robaron las cosas y se llevaron cautivos a dos nios y una
mujer, de quienes tena algunas noticias y se esperaba rescatarlos.
50.- En la tarde llegamos sanos y salvos a una parroquia con algunas cabaas, llamada Fraile Muerto. Se dice que all fue encontrado un
fraile muerto por un tigre. De e~ta manera el misericordiossimo Jess, por
la intercesin de su querida Madre y de los Angeles Custodios, nos libr
tambin de este peligro, ya que todos aseguraban que despus de este luga r [134J no haba ms que temer. El calor, ayer y hoy, fue ba!tanle
fuerte.
234
El prroco vino en la tarde a saludar a Monseor y a pedir la Conlirmaci6n para la m33n3, pero debiendo partir no SIC pudo comphcerlo
El pueblo era de I:a Di6cesis de Crdob3.
51.- En la maan3 del 24, despus de 8 leguas de camino, llegamos 3 una posta llamada Esquina de Medr6n, en cuyos alrededores el campo se vea con el mismo aspecto de fertilidad que el de Buenos Aires, con
el agregado de muchas arboledas de gruesos espinos y de otros rboles
grandes, cuyas hojas son del largo de una ua y del ancho de la punta de
unos tres alfileres. Cerca corre un tia algo ms [1351 angosto que el Tber,
que se llama Tercero. A las 5 llegamos a la posta Arroyo de San Jos, llamada as por un arroyo de ese nombre que corre ah cerca, en el que
me lav.
52.- La salud de Monseor iba resintindose con lu molestias del
viaje y las extravagancias del director del mism04t , las que no describo. porque sinceramente las atribuyo a agotamiento mental, a la ansiedad de llegar luego, a impaciencia, y tambin a enlennedad de 511 parte. Mjentra~
tanto yo no cesaba de rezar por todos, pero ",cees mene non sunt dignae4 2
53.- El trigo, en estos lugares, produce el 30 6 el 40 (por uno).
Hay que observar que en todas partes las circunstancias de las estaciones
originan [136] muchas diferencias en las cosechas. Las sequas causan grandes daos, como tambin el dejar siempre el trigo en el campo, aun cortado,
por falta de graneros. En todas estas llanuras, no obstante de que habitan
muchas familias , no se ve un alma. Estlibamos en el Estado dI'! C6rdoba.
capital del Tucumn, pero del que ahora est separado.
En la ma3na del 25, da domingo, dije Mis3 y partimos para la
Punta del Agua, posta con unas 4 5 cabaas, distante de Crdoba. 32 leguas y a 11 de San Jos, de donde hablamos partido. La mujer del Maestro
de posta DOS dijo que ah! estaba la mitad del camino de Buenos Aires a
Mendoza. (137) (Ackmt ) nos refiri muchas cosas, porque era muv locuaz
y tan curiosa que pretenda leer un pliego que iba dirigido a San Jos, o
mejor dicho a Fraile Muerto, cuyo prroco lo habla enviado a San Jo~1t dI"
parte del Gobernador del Obispado y del Captulo de Crdoba. En esta
felicitaba a Monseor por su llegada, expresando los ms bellos sentimien_
tos de unin a la Sede Apostlica y se daban a Monseor todas las facultades. etc.
54.- En la tarde llegamos a Santa Brbara, otra posta, a 9 leguas
de viaje. Fue necesario que llevramos agua , porque no la hay en el camino. En este trayecto, despus: de casi 160 leguas de Viaje, vimos por la
primera vez [138J algunas colinas, o sea 105 Montes de Crdoba.
Para dar una idea de estas postas dir que no son otra cosa que
tlEste era Clenfu e8o~.
n,ui.s plegaritu no lCI1 dlgMl. De la Suencio de la Misa de Difuntos.
235
236
arei6n de aracias.
237
238
comendado a Dios y todo se ha arreglado bien. Sit nomen Domini benedictumu . Los terrenos cultivados de Retamo terminan despus de dos o tres
leguos, y se llego no mucho despus al ro Mendoza, angosto pero con agua
hasta la altura del cuerpo de los caballos. Aqui se comienza a conocer 1'1
efecto de las Cordilleras, ya que el camino est lleno de piedras y adems
se ven muchas lagunas.
61.- Despus [l52J de 7 leguas de Retamo llegamos a la posta llamada Rodeo, y no mucho despus comenzamos a ver cultivos, o por decir
meJOr terrenos cerrados por un muro de barro para cra de ganado, y muchas casas -de barro tambin pero construidas ln orden- y que se van
sucediendo hasta Mendoza y forman un suburbio, como en Europa se anunciara una gran capitol. Ciertamente que el interior de la ciudad no corresponde a todo esto. Al dla siguicute, 16 de febrero, todo el clero sceular y
regular vino a buscar a Monseiior para llevarlo a la Iglesia Matriz. El clero
.secular es bastante numeroso, y el regular est formado por los Padres
franciscanos, [153J dominicos, agustinos, mercedarios y hospitalorios. Todos
(vinieron) en procesi6n con el Prroco revestido con capa pluvial, y en se,guida los Magistrados; en la iglesia recibieron la bendicin y luego besaron
la mano de Monseor Vicario Apostlico, quien en seguido volvi a casa.
Las calles estaban adornadas; haba arcos triunfales y flores esparcidas por
el suelo. En la maana del 18 hubo Misa solemne de accin de gracias por
la llegada del Vicario Apostlico.
El secretario del Director vino a hablar acerca de la supresi6n de los
religiosos. El secretario era el Prroco del Peni-Pacheco. AJgunos religioso~
haban pedido la secularizacin y hablan recurrido al Gobierno secular para obtenerla. No hay dudo que algunos regulares [1541 han tenido un;]
conducla escandalosa; pero necesse en lit eveni(JJlt scoruWlo4'.
Hay all un Inslitulo de monjas provenientes de Burdeos, cuyas regias son muy semejantes a las de los jesuilas y estn en observancia en esa
buena comunidad. Educan jovencitas en el monasterio y hacen clases a externas, que tienen en gmn nmero. Hay omtorio nocturno, donde algunos
sacerdotes seculares tmbajan ln mucho empeo. Ah tambin participan
las mujeres, y el Prroco asegura que nunca ha sucedido algo inconvenienle.
Los das 20, 21 , 22, 23 Y 24 fue administrada la Confirmacin a muchlsimos
fieles. En la tarde del 23 hubo una magnifica recepcin ofrecida por el
[155] Cabildo en la C'J.sa del Alcalde de primer voto, seor don los Clemente Venegas. Con mucho lnsuelo escuchamos poesas en honor de Su
Santidad, del Vicario Apostlico, del Estado de Chile. y contm los filsoros
libertinos. ele.
62.- Acompaados por una gran multitud partimos en la tarde del
~'No puede meno, que '/lber e.te6nd/llo,; pero, /ly de aqut/ por quien v_
filete el e.tedndaloJ MI. 18, 7.
240
II
PARTE
EN ClllLE
29 de febrero - 30 de octubre de 1824.
64. En Chile.- 65. Los Andes.- 66. Colina.- 67. Dificultades con Cienfuegos.- 68. Santiago.- 69. PresentaciD de credeociales.- 70. Primeras inlpresiones de la Misin en Santiago.- 71. El Cobierno paga una pensin al
Vicario Apostlico.- 72. Documentos del Vicario Apostlico.- 73. Descripcin de Santiago.- 74. Edificios y casas.- 75. Iglesias y conventos.- 76.
Los campos y las costumbres chilen8S.- 77. Costo de la vida.- 78. Las Ordenes religiosas.- 79. El Obispo de Santiago.- SO. El Director Supremo.81. Dificultades con Sallusli.- 82. La revolucin de julio.- 83. Entrevista
c..'On Freire.- 84. Crtica interna a la Misin.- 85. Se estudia reducir las fiestas eclesisticas.- 86. Se impide al Obispo de Santiago ejercer su jurisdiccin y se le suplanta por Cienfuegos.- 87. Reduccin de las fiestas eclesishcas.- 88. Continau las secuJarizaciones de religiosos.- 89. Se nombra
Asesor del Tribunal del Vicario.- 90. Mastai es ca1umniado.- 91. Se intenla
someter a los regulares al Ordinario de Santiago.- 92. Noticias de Buenos
Aires.- 93. Apostolado del P. Zrate.- 94. Ultrajes al Vicario Apostlico.~5. Carta de BoUvar.- 96. Mcdidas contra los regulares.- 97. El Vicario
piensa irse de Chile.- 9B. Proclama del general Olaeta.- 99. Decretos del
Gobierno de Buenos Aires.- 100. Estudios teolgicos en Santiago.- 101. Se
resuelve partir de Chile.- 102. Texto de la carta de Bolvar.- 103. Se decide ir a Monlevideo.- 104. El Vicario pide los pasaportes.- 105. Reaccin
del Ministro Pinto.- 106. Reaccin de Cienfuegos.- 107. Libros perniciosos
en Santiago.- 10B. Negociaciones sobre los Obispos.- 109. IntervenCin del
Obispo de Santiago.- 110. El Vicario nuevamente pide los pasaportes.- 11),
Prosiguen las negociaciones con el Ministro Pinto.- 112. Interviene Freire.113. Intrigas de Cienfuegos.- 114. Punto muerto de las negociaciones yentrega de los pasaportes.- 115. Ms sobre Cienruegos.- 116. Comienzan los
trmites para partir.- 117. Nuevamente interviene Freire.- 118. Supuesta
candidatura de Mastai para un Obispado.- 119. Las secularizaciones.- 120.
Despedida de Santiago.- 121. El viaje a Valparaso.- 122. Descripcin de
241
~7Juan
Francisco Meneses.
242
243
244
Pasando por las habitaciones que estn en frente se llega a otro patio q\IC
generalmente es un jardn, y a ste salen las habitaciones menos importantes.
Comnmente (172] hay todava otro patio que corresponde a la cocina y otras
dependencias. En muchas casas no faltan muebles del mejor gusto europeo,
por haber en Santiago ebanistas franceses, ingleses y alemanes; espejos y co
s~u semejantes que naves europeas, especialmente inglesas, llevan a Valpa_
mso. Hay lujo de alfombras, por su calidad; pero, hay que confesar que ese
lujo es all necesario para repararse de la humedad de la planta baja y para
encubrir el enladrillado, trabajado muy modestamente, y para hacer decentes
las habitaciones. En aquellas casas no se conoce lo que nosotros llamamos
fuga de habitaciones, porque del patio se entra en una [173] salita y de sta
en una sala de recepcin. Generalmente las puertas y ventanas son mal trabajadas, y parece que les interesa ms tener una buena mesa que un buen
sentido, motivo por el cual siempre se encuentran por las calles hombres y
mujeres con la cara amarrada con un pauelo por el dolor de muelas, fluxiones, etc. Son pocas las casas construidas con ladrillos cocidos. Casi todas se
construyen con adobes de barro mezclado con paja, endurecidos al rayo del
sol. Los habitantes dicen que las casas edificadas as, segn les ensea la
experiencia, resisten ms a los terremotos, que son frecuentes en el pals.
75.- (174] A pesar de esto las iglesias Catedral y de Santo Domingo
han sido edificadas todas de piedra, que an existen, despus de haber resistido a los fuertes temblores.
En la ciudad hay 7 monasterios: dos de clarisas. 1 de capuchinas, 2
de cannelitas, 1 de agustinas y otro de dominicas llamadas Rosas de Santa
Rosa".
Hay (religiosos) franciscanos y tienen tambin un convento de Reforma; dominicos, que igualmente tienen un convento de Refonna; mere&dario.~, agustinos y de San Juan de Dios.
Hay casi 30 iglesias, tres hospitales, 2 casas de ejercicios , un hospicio
de pobres. En las iglesias, por su construcci6n arquitect6nica. no hay nada ni
de horrible ni de particular. [175] No se encuentra casi ningn cuadro y en
los altares hay estatuas de made ra, vestidas con gneros, sedas. etc. Hay suficiente platera, pero que no luce, porque los candelabros, adornos, etc.
estn todos mal hechos. Las casullas son ms angostas en los hombros que
las nuestras y tan estrechas en el cuello que para quitrselas es necesario
apretarse las orejas o la nariz. Usan una pequea cucharilla para echar las
gotas de agua en el cliz. Los sobrepelliccs son ms largos que los romanos
\' ms ajustados, con dos grandes colas en lugar de mangas que caen desde
los hombros y se envuelven en los brazos. Las dalmticas [176] no tienen
mangas sino dos colas bien anchas que llegan hasta el codo y que de lejos no
.~e direrencian de nuestras mangas. Los ministros llevan un cuello det mismo
5~ED
castellano en el odginal.
245
gnero y color de las dalmticas, que por atrs les cubre la cabez.a y por
delante tennina en punta a ambos lados. En las iglesias no se ven silbs, y
las mujeres llevan pequeos y graciosos tapetes que extienden en el suelo
y all se hincan y se sientan.
Pareee que fuera un resto de gusto indio el ver espejos grandes y pequeos como adornos en las iglesias y en los altares; Jos hay tambin en las
sacristas, como en Francia, para ver si quedan bien colocadas las ve~tiduras
sagradas. Las ceremonias [177] y ritos no estn aqu en mucho vigor.
246
ben [181J confitar toda! las frutas: entre eUas tambin el tomate, Que hay
que confesar que es bueno au nque quizs demasiado dulce.
En Chile hay algunas haciendas que tienen 8 leguas y ms de largo
y otro tanto de ancho.
La habilidad de los campesinos montados a caballo para parar un
toro es increible; les echan un lazo a las patas y los hacen caer.
77.- Precios de algunas cosas en la poca en que estbamos nosotros.
Huevos: a 4 reales; el real son 12J:1 boj.u. Aceite: una botella negra de las
comunes, un escudo. Una libra de caf de 16 onzas: 5 reales; una de azcar:
2 reales; una de t: 3 escudos. [182] Vino comn: una botella negra, 1 Ii.
real; 12 castaas por 1 real. Panes de lanza : 96 por escudo. Arroz' 1 libra.
1 J:I real. Mante<:a de cerdo: una libra ... 64 . Una fanega de trigo: 5 escudos;
la fanega es media carga de un caballo, que lleva una por cada lado, etc.
Los chilenos decan que todos estos precios hablan subido enormemente despus de las revoluciones y por la desgracia de las sequlas. y en cuanto al
trigo por un gusano que llaman polvillo, que haca 2 o tres aos que arruinaba la cosecha.
La carne de buey o de vaca no se vende [183] al peso sino por trozos,
y en esto los carniceros son perfectos anatomistas, porque la cortan en muchisimos pedazos. de los que cada uno tiene su nombre y su precio, entre
los que el mejor lo llaman guacha lomo.
78.- El estado de las Ordenes (religios&) , a nuestra llegada, era de
gran decadencia. ( Haba) discordias y divisiones, especialmente por la elecci6n del Provincial en que se daba bastantl" motivo de escnd310. La vida
comn no exislla sino en un convento reformado de dominicos, llamados recoletos; los otros, o sea Jos dominicos de la casa grande, agustioos, franciscanos
y mercedarios tcnlan en comn algunos el refectorio, a otros se O:l.saba una
mensualidad. [l84J Muchlsimos pcdlan la secularizaci6n. El Gobierno cuando
tiene necesidad de un local para poner las tropas echa a los religioso~, quienes se ven obligados a retirarse a casas pMticulares. El clero secular goza de
gran estima en la ciudad , como tambin los monasterios de monjas, Que son
siete.
79.- El Obispo es homhre que ha sufrid o con las revoluciones por
haberse declarado demasiado abiertamente en favor de los es pafiol e.~. A pe-S.1r de ello Jo encontramos en el pacifico ejercicio de su ministerio, despus
de haber sufrido un exilio de 3 aos. Sus rentas, eso st, han sido muy dis
minudas, porque de casi 60 mil escudos el Gobierno le daba s610 4 (milL
Tena muchas dudas. Poco le agradaba la venida [1851 del Vicario Anost6lico, aunque no dejaba de hacemos los acostumbrados oficios de urbanidad.
El se llamaba Monseor Rodrguez (era) natural de Santiago y muy culto. En
247
un~
a cin
lma de las muchas visitas que deb hacerle me ofreci una dignidad de ~II
Captulo, pero como el nombramiento no dependa de l, me dijo que deseaba recomendar con cmpei'io este asunto al Director Supremo: respond!
-como era natural- que no era posible valenne de sus corteses demoslta_
ciones.
El da de los Santos Apstoles Pedro y Pablo, Monseor Vicario Apostlico pontific en la Catedral por invitacin de Monseor Obispo, quien predic y nos invit A almoT'Z.1r, interviniendo tambin los cannigos, menos
[186J Cienfuegos, siempre en oposici6n a su Obispo, pero que ese da deMa
haber asistido por deferencia a Monseor Vicario Apost6lico; pero, en esto
no hacA e){cepci6n, siendo consecuente con todo el resto de su conducta.
80.- El da 10 de junio el seor Director don Ramn Frere estuvo
de regreso de su expcdici6n militar de Chiloe~, que no tuvo feliz resultado,
y nosotros fuimos a visitarlo al da siguiente. El nos recibi con mucha cor_
tesa, y, estando dotado por su naturaleza de un aspecto gentil, hlvimo! de
l ms fcilmente unA buena opini6n, la que, en verdad, gozaba generalmente.
El da 2 de julio invit a Monseor Vicario y a mi a una comida que
daba en honor del Enviado [187J de los Estados Unidos se . Hasta entonces
no se haba preocupado de las co~as de la Misin Apost6lica, antes bien pareca que ni siquiera pensaba en ella.
Cien fuegos hizo una queja muy resentida contra la corte de Roma, por
la cual -deca- habla sido engaado respecto a las facultades que lle\'aba
Monseor Vicario Apostlico, cuando en Roma el seor Cardenal Consalvi se
las haba prometido mucho ms amplias. En contradicci6n con esta queja
suya habla llegado pocos das antes a Monseor Vicario un oficio del Gobiemo, en que el Ministl'O de Estado le daba cuenta dE' las providencias tomadas, que todos los Tribunales y autoridades del Estado hablan recibido
aviso de reconocer a Monseor ~fuzi [l88] en su representacin y al mismo
tiempo IIgregllba que el Gobierno al conocer sus facultades las habla encontrado todava ms amplias de las que haban sido pedidas a Roma por eJ
Encargado, es decir por el seor Cienfuegos.
81.- La cllbeza del buen Sallusti siempre visionaria, ligera e inconstante (como me 10 hablan pintado en Roma el EminonUsimo Odescalchi, el
seor cannigo Federici y el seor abate Baini), procuraba comprometer a
Monseor Vicario Apostlico, a m su compaero, y ms que todo a h Santa
Sede. Escribi varias cartas al seor Francisco Tagle, senador del Gobierno
de Chile. En una le deca que l prefera la libertad, con letras maysculas,
fl89] a cualquiera otro cosa; en otra se ofreca como preceptor de sus hijos;
en otra cl(ageroba los malos tratos que le pareca recibir de Monseor, la
UChle,en el original.
~8l1eman Allen. De este banquete da noticias El Correo de Mauro n. 17,
Viernes 9 de julio de 1824. pp. 75-76.
248
249
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menos que agradecer cada da al piadossimo Jess tantos favores. Entre las
reflexiones no puedo callar absolutamente que debe condenarse la 5uma facilidad con que Monseor concede las secularizaciones, :1 pesar de haberle
dicho todo cuanto saba en oposici6n a esto. Hoy estamos a 30 de iulio, y
desde que llegamos a Santiago se han dado sescntaids Rescriptos de secularizacin.
85.- El Ministro de Estado don Francisco Antonio [197] Pinto escribi una carta en que preguntaba cul era la hora ms oportuna en la no
che para reunirse con Monseor en presencia de una persona de su confianza. Fui donde el Ministro para decirle la hora y me difo que la converSo1.cin tendria por objeto la reduccin de las fiestas y que seria buet'lO hacer
esta disminucin como la hizo Po VII en el Concordato con Napolen.
86.- Mientras se trataba de este punto acerca del nmero de fiestas
que ms o menos debla quedar, sali un decreto del Gobierno, a 10 militar.
que separaba de la administracin de la Dicesis al Prelado Monseor Jos
Santiago (198) Rodrguez por haber demostrado continua oposici6n al sistema
de la Independencia nacional por la proteccin dispensada a los eclesiAsticos
enem igos de dicho sistema, colocando a l'llgllnos de ellos en Ins parroquias y
por escribir entre sus tihllos el del COfI3elo eh Sil Ma;estad. Con este decreto
el Obispo era substitudo por Cienfllegos. a quien se nombr Gobernador y
Provisor del Obispado, y (01 Obispo se) le daba un plazo de tres das para
irse a la Villa de Melipi1la a 12 leguas de SantiagoH: el lugar de relegacin
despus fue cambiado por el de \lIla casa de campo que el Obispo tenia a una
media legua fuera de la dudlld.
Fui a visitarlo, y {199] me ley el Oficio que le habla dirigido el
Cobiernn.
87.- El da 6 de !I(~osto sali el Indulto Apostlico de reduccin de
la! fiestas. Cuando yo confesaha en una misin de campo haba tocado con
la mano la gran dificultad que tenan los campesinos en el cumplimiento del
precepto de olr la Misa en mnchos das del ao en que E'ra permitido Irab..,jar. Mon.seor Vicario con la facultad apostlica suprimi estos dlas v
algunos de riguroso prec..'Cpto, quedando -adems de los domingos- la Circuncisin. la Epifana. la Anunciacin, el Corpw, la Ascensin. San Pedrn
v San Pablo. la Asuncin, Todos Santos. Natividad del Seor y de la Virgen.
la Concepcin&l.
88.- Despus de haberse [200] condescendido al Gobierno por esta
parte, (ste) escribi el da 9 recomendando una lista de 15 dominicos qUf'
"Decreto de Freire SeJld10cin del DlOCV!sono, de 2 de alO$lo de 1824. Ba.
ktln de ltu Leyel. t. 11, pp. 45.
"ReduccUm de l/estlJl. Indulto apostlico dlngldo a 10I Srcl. ordnDriOI. CUrigol I6CtJW1e1 11 reguwul, !J 11 todO$ lO$ flek, del Estado de Chile, de 7 de agosto
de 1824. El 1,"1ulto fue publicado con el "Ejectese, circule y publiqueS!' en el
Boletn" de Freire y Pinto, con fecha 9 del mismo mes y ao. BoletEn de /aI Leye,.
l. lJ, pp. 14-}6.
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de lo! &tados independientes de Sud Amrica, manifestando al mi.wno tIempo a V.S.I. lO! ardiente! deseo! que animan a S.E. de entrar en relacione! con
la Cabe:a de la Iglesia, por demanoorlas urgentemente la salud e.spirituol de
esto! pueblos, el ertado de orfandad a que se hallan reducidos SU! iglesias, Y
el e.spritu de fidelidnd a la Doctrina OrtodOa, depositada en la Relig in
Santa que profeso la Repblica.
S.E., adems, considerando lo! derechos del Santuorio, al poso que
ert comprometido en cimentar [213] la Independencia de la Nacin, y
asegurar su libertad ba;o los formas que ella misma se 1uJ decretado, desea
vivameflte que su rgimen ell1liritual se determine conforme a los cnones; y
que se arregle un concordato sobre todos aquellos puntos que podran causar
alteraciones entre ambas potestades, por no conocerse otra base respecto de
ellos que la de un convenio explcito, en cOlIsecllencia de lo variedad de la
disciplino eclesistica, de los diversos usos y Jlrerrogativas dc los Estados y
sobre todo o la necesidad que compele (l los miembros de lino misma coml'
ni6n de procurar y sostener entre s la ms cordial armona.
Ba;o [214J tales consideraciones 5.E. el Lihertador se atreve a esperar
que V.S./. se sirvo hacer cuanto depenckl de su porte en beneficio espiritual
de este Estado, ponibldofas cerco del corazn potcoral de Su Santidad. Que
el Gobierno del Per, por obligaci6n y por sentimientos personlJles, no omitir
medio alguno de los que sean conformes con las mximas Evanglicas para
proteger el esplendor de la Iglesia y evitar que sean escarnecida! sus instituciones y veiada la dignidad del Augusto depositario de st/S llaves. Dgnese,
pues V.S.I. de aceptar esta comunicacin, tanto en se/lal del respeto y con
gratulacin de S. E. el Libertador, [215] como en testimonio de los voto,~
que coMignlJ.
El Ministro General del Per tiene el alto honor de repetir al !ltmo.
Vicario Apostlico en el Estado de Chile 10$ sentimientos que ha emititW a
nombre de S.E., ete. 1S
Hasta aqu la carta.
103.- Aventurarse, sin embargo, a ir al Per donde actualmente estaba el teatro de la guerra, habiendo all Generales espaoles, a saber: Canterae, La Sema, Olaeta y Valds con fuerzas respetables, y aunque no estuvieran unidos entre ellos, todos, sin embargo, hadan la guerra a Jos independientes en diversos puntos; exponerse a una navegacin en aquellas aguas
cruz.'1das entonces por naves espaolas, dos de las cuales, a saber Asia de 64
y Aquiles de 20 hablan llegado recientemente de Europa (216] y hablan
pasado pocos das antes a la vista de Valparaso, parecieron motivos que habrlan podido caracterizar como imprudente esta resolucin. Se agrega que
por esta incertidumbre se poda o no complacer a la Santa Sede, de la que
eSHasta aqul tradujO Po IX. El original concluye: ..... a nombre de S, E. el
Libertador y de ofrecer muy reverentemente su particular obsecuencia.- Dios guarde a V.S.I.- Ilustrsimo Seor.- Snchez Cani6n". El Correo de Arlltlco. 1. c.
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que los desrdenes inauditos que reinaban en las corporaciones religiosas en'"
causas ms que suficientes (221J para justificar al mismo Gobierno; yen cuanto a no haberse prestado an atencin al cumplimiento de las comisiones de
que Monseor Vicario estaba encargado, esto dependla de que el Gobierno
estaba ocupado en muchas otras cosas y en la imposibilidad en que se encontraba de dotar a los Obispos.
Queda justificarse tambin de la provisin emanada de que 105 regulares se presentaran al Diocesano para obtener la secularizacin pero, quin
no sabe que quien tiene vendas en los ojos dice ms despropsitos cuando
pretende justificarse que cuando se equivoca? Se quej tambin con Elizondo
de lo que le haba dicho Monseor Vicario, es decir que l obraba en contradiccin con los cnones aprobando (222} todo esto que haca el Gobierno:
que este reproche no lo habra elicuchado ni del Papa; que finalmente era un
Obispo, y que en su dicesis era 10 mismo que el Papa en Roma. Tambin
Invent despus una calumnia dicicndo que Monseor Vicario habla dado el
titulo de ladrn al Gobierno, cuando ni siquiera lo habla pensado. Esto tampoco (me) haca impresin, porque o por malicia o por debilidad de cerebro
tenia costumbre de decir una coso por otra y mentiras como royos. No quiero
dejar de observar que a las quejas que le hizo el Vicario Apostlico por 105
gTandes errores que permitan publicar en las gacetas aun en puntos dogmticos, respondi: [223) "Y no sabe Ud. que en los estados librcs se acostumbra as! y que en Inglaterra se hace otro tanto?".
107.- Conversando con el Ministro del Per don Juan de Salazar me
dijo que en Santiago circulaban por muchas manos libros psimos, como la
Vida de Samucl, El origen de todo.t ltu cufto.t, una vida hertica de Jesucristo
y otros. A Cienfuegos le haban puesto por sobrenombre Cardenal \Vorse".
108.- El Gobiemo contest al Vicario Apostlico, maravillndose dE'
tal resolucin, que ella era muy sensible al corazn del Director, que esperaba que antes de su partida consagrarla a los Obispos. Proyecto en que
consinti el Vicario Apostlico a condicin [224] de que todo fuera ejecutado
en las bien precisas formas que ordenaba Su Santidad. (M) lleg pi nombramiento de los Obispos en las personas de Cienfuegos para Obispo Auxiliar
de Santiago, de L:UTann como sucesor del Vicario Apostlico y del actual Provisor de Concepcin". El primero puede saberse de qu puta era
por cuanto he dicho anteriormente; el segundo era conocido por todo Santiago como corifeo de la tolerancia de cultos, por uno que siendo cannigo
de la Catedral no iba nunca al Coro con la excusa de un dolor de rodillas,
"Probablemente se refiere al Card. Tomas Walsey (1474.1530).
I'1Joaqu!n Larra!n y Salas, cannigo y mcrcedario secularizado (1782-1824).
"Slllvador de Andrade y Bohrque1!. 1758-1828. Mos. Muzi lo abJOlvl6 de
In censuru y lo habilit para gobernar la dicesiS, por decreto de 18 de octubre
de 1824. vid. MuOl: OJave, Relnaldo. RllJgO$ bio8r6fi<;o$ dI' eclctidstlco$ dI Co""
cepelll (1552-1818). Santia:o de Chile, 1916. p. 38.
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pero que estaba como protagonista en todas las funciones patTioticas, almuerzos, revoluciones, etc. El tercero, adems de (225] su edad y achaques haba gobernado la dicesis de Concepcin sin que nadie le hubiera dado la
jurisdiccin, antes bien con la expresa prohibicin de su DiQCt!sano, por
quien haba sido excomulgado en una Pastoral de 1814.
109.- Entre las condiciones para Obispo Auxiliar de Santiago se exiga que deba pedirlo el actual Obispo. Fui donde el Obispo y me dijo que
l no poda presentar a nadie, porque estaba en condiciones de administrar
la dicesis por s mismo y que prescindiendo de Cienfuegos, a quien habla
que excluir absolutamente, l crea en conciencia que no poda nombrar a
ningn (226] otro: Ull solo sujeto, agreg, podra nombrarse; Eyza~\lirre.
A propsito de Cienfuegos me dijo el enorme abuso que habla hecho de la
jurisdiccin desde la primero vez que lo nombr Gobernador del Obispado,
extralimitndose hasta dar la siguiente licencia de matrimonio; Fulano cas
con Zutana, que tena una hija Mengana; muerta Zutana, Fulano cas con
Mengana pagando 800 escudos a Cienluegos, para obtener la licencia1o
Adems de esto haba disminuido las obligaciones de las capeUanlas
como le habla parecido y gustado. Que otra vez, me dijo despus, le haba
dado una tarjeta como Gobernador del Obispado en [227] estos tnninos:
"Por orden del Supremo Gobierno debo dejar el Obispado y entregar a usted el gobierno de la dicesis, por tanto venga a tomarlo", y, en consecuencia deda --era nulo su nombramiento e ilegitima su jurisdiccin, y concluy
con estos hennosos ttulos: que era un hipcrita, un cismtico, un hombre
devorado por la ambicin.
De Larraln me dijo todo lo que se poda decir de malo, y hasta que
nunca decla ni escuchaba Misa.
110.- Se contest al Gobierno que el Dombromiento de estos Obispos
no haba sido hecho en el modo y forma prescritos por Su Santidad y que,
por consiguiente, el Vicario Apost61ico volva a pedir [228] el pasaporte para regresar a Roma.
111.- Poco despus de esta respuesta vino el Ministro Pinto a preguntar cules eron las dificultades que impedan al Vicario Apostlico oonsagrar a los tres sujetos, y se le respondi que no poda proceder a la consagracin del primero sin que lo pidiese el Obispo de Santiago, como prescriba Su Santidad; tampoco a la del segundo porque estando obligado a
partir por ser incompatible su pre!Jencia, o sea la del Representante de la
Santa Sede, con las medidos que en materias eclesisticas tomaba el Cobit'r
no sera igualmente incompatible la de un S\lccsor suyo; tampoco ti la del
tercero si antes no se proceda a [2291 legilimor su jurisdicci6n en el goS8jos Alejo Eyzaguirre y Areebavala (1783-1850).
7O'fal providencia significaba dispensar sobre el impedimento matrimonial
de afinidad en lnea recta en primer grado, sobre el cual no suele dispensar la
IgleSia y para lo cual Cienfueg05 careca absolutamente de facultades.
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antes- desaprob la conducta del Gobierno y agreg que quer:J. salir d.e
viaje a Roma; aunque en contradiccin con esto hada el examen de los
prrocos, (los) cambiaba, aconsejaba, reduca las parroquia$ sin ninguna autoridad.
Ya se baba hecho el contrato del viaje con [234] el caoitn de la
nave Colombia, de propiedad del seor Juan Bautista Montebuono, y el Cabiemo de Chile quiso hacerse cargo de todos los gastos del viaje, q\le estableci con el dicho capitn en la suma de cinco mil pesos hasta el puerto
de Gnova.
117.- El Director mand llamar a Sallusti y le dijo que el Gobierllo
estaba pronto a perder este dinero abonndolo al capitn, con lal <]Ile Monseor Vicario se quedara en Salltiago para consagrar a los Obispos, entre los
cuales no poda prescindir de Cienfuegos, como el primero de ellos, y que
de muy buen grado me hubiera nombrado tambin a m, pero que no poda ofender a los hijos del pas.
118.- Esta ambicin, aunque nunca la habla tenido, mucho menos
se me [235] habra podido producir en una poca en que Chile se encontraba abandonado a tanta divisin y que si sera condenable tenerla para
conseguir una mitra en el pals propio mucho ms lo seria desearla en un
pais tan remoto. No niego que muchas veces habla tenido el deseo de quedarme entre los indios como misionero, pero solamente en esta simple calidad y nada ms. Todas estas cosas eran voces vagas que el Gobierno esparca intencionahnente para conquistarse al pueblo, que tena mucho in
ters en la presencia del Vicario Apostlico y para procurar convencer que si
se iba de Santiago la culpa era enteramente suya.
119.- [236] Las ocupaciones en esos das fueron muchas. Las indul
gencias, los oratorios privados, otras gracias y ms que todo las secularizaciones y las pretensiones de los religiosos daban mucho que hacer. Este ltimo
ramo era exclusivo del compaero don Jos y por gracia del ciclo en toda
mi permanencia en Chile no hice sino dos rescriptos de este gnero, mientras todos los secularizados habrn sido 300 o poco menos.
120.- En la antevigilia de la partida fueron a visitar al Vicano Apostlico -a diversas horas- el Director y el Obispo, a quienes habamos visi
tado dos das antes, como tambin a Cienfuegos, quien, sin embargo, no Sf>
dign pagar la visita.
[237] Las demostraciones de todo el pueblo por el disgusto de estlI
partida fueron demasiado claras.
121.- Finalmente, en la maana del 19 de octubre salimos de viaje
para Valparalso, despus de una permanencia en Santiago de 7 meses y 13
das. Nos acompaiiaron hasta Valparaso el Cannigo E!izando, por parte del
Cabildo eclesistico, el P. Arce y otro compaero suyo, y don Santiago y
don Bernardo Tagle, cuya familia demostr mucha solicitud por nosolrmi
basta nuestro embarque.
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Tal vez por esto vino despus el General Blanco, comandante de 1..
Floti1la [242] de Chile e invit6 a ~Ionseor a bordo de la fragata IMbel.
Esta fragata con otros 6 navos fucron tomados por O'I-liggins cuando crn
Director de Chile, y lleva su nombre: pero Blanco prefera llamarla Ilabel
aunque fuera el nombre que le hablan puesto los espaoles, por haber sido
expulsado de Santiago por O'Higgins no s por qu raz6n, tal vez por ser
del partido de los Carbonados.
En las maiianas del 23 y 24 hubo muchsimas confirmaciones.
El da 24 fuimos a bordo de la Isabel, donde no se present el General, porque Monseor no le habla devuelto la visita en su casa. All hubo
tambin la salva de dos caonazos de [243] ms. Los oficiales eran todos in
gleses. 1..1 flotilla del Per era mandada por el ingls Payle.
128.- En El Liberal de Santiago comenzaron entonces a publicar al.
gunas calumnias contra el Vicario Apost6lico. Estas eran que l haba partidro
porque el Gobierno no haba querido darle ms de 6 mil escudo~ anuales.
porque no haba conseguido que Mastai fuera consagrado Obispo. que segua los consejos de los godos - as' llamaban a los espaoles-, que no ha
bla querido de ninguna manera consagrar a los Obispos, que habla hecho
gastar a Chile ms de 50 mil pesos, que haba tenido \lila conducta mezqui.
na y fingida; con [2441 otros motivos tambin justos. como eran la intr"
ducci6n de la libertad de imprenta y el haber sometido a los regulares a la
jurisdicci6n de Cienfuegos u . Yo escrib una rectificacin a todo esto y la
entregu a don Santiago Tagle para que la llevara a la capital e hiciera USCI
de ella a su tiempo't2. Monseor tambin escribi6 una respuesta anlOll:an .
129.- Por estos dlas el Director fue a Vnlparalso para encontrarse
presente ti la salida de la Flotilla p:tra la expedici6n a Lima. Estaba como
puesta de 7 naves: la mayor tena 58 piezas de artillera. La emedici6n se
realiz dos meses ms tarde.
lIIPARTE
EL REGRESO
30 de octubre de 1824 - 5 de junio de 1825.
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gaci6n.- 134. Paso del Cabo de Homos.- 135. En el Ocano Atlnti00.- 136. Ansiedades espirituales de Mastai por su vocaci6n mislonera.137. Llegada a Montevideo.- 138. El Vicario de Montevideo.- 139. Primeras impresiones de Montevideo.- 140. Descripcin de Uruguav.- 141.
Injurias de la prensa chilena al Vicario Apostlico.- 142. Mastai refuta
105 cargos.- 143. Conveniencia de erigir la di6ccsis de Montevideo.144. Nuevos deseos de Mastai de quedarse en Amrica.- 145. El Ca
bildo civil pide a Mns. Muzi que consagre un Obispo in IJarl.ibu.J.- 146.
Falla de moralidad de los habitantes.- 147. Dificultades para partir de
Monlevideo.- 148. Noticias de la guerra del PeT.- 149. Bolvar.- 150.
La prensa de Rio de Janeiro ataca a Mns. Muzi.- 151 . Noticias del triunfo de Bolvar en el Pel.- 152. Las Misiones de los jesuitas.- 153. Ms
noticias de Montevideo.- 154. Acerca de la tolerancia de culto.~.- 155.
Confirmacin del triunfo de Bolivar y Sucre en el Per.- 156. Buenos
Aires excita a Montevideo a separarse del Brasil.- 157. Reflexiones de
Mastai contra la independencia americana.- 158. Noticias de Europa.159. Mns. Muzi escribe al Cabildo catedral de Buenos Aires.- ] 60. Reciben cartas de Roma.- 161. Mons. Muzi confiere el sacerdocio a cuatro
clrigos de Buenos Aires.- 162. La plaga de las langostas.- 163. Costumbres de CamavaL- 164. Algunos animaJes.- 165. Partida de Montevideo.- 166. Primeros incidentes de In nnvegacin.- 167. Ansiedad de
Mastai por el resultado de la Misi6n y proyectos pam el futuro.- 168.
Prosigue la navegacin.- 169. Encuentro con un navo de Gibraltar y noticias de la guerra en el Pel.- 170. Contina el relato de la navegacn.171. Enfermedad de Mastai.- ]72. Semana Santa.- 173. Nuevamente en
Europa.- 174. Contina la enfermedad de Mutai.- 175 Prosigue la narracin del viaje.- 176. Hacia Gibraltar.- -177. Arribo a Gibraltar.- 17N
En Gibraltar.- 179 Descripcin de la ciudad.- ]80. Los hospitales.181. Las escuelas.- 182. L'Is bibliotecas.- 183. La administracin de 10'1
hienes eclesisticos.- 1$4. Visitas a personajes de la ciudad.- 185. Par
tida para Cnova.- ]86. Llegada a Gnova v ('Uatenten:..
130.- Las velas fueron desplegadas
30 de octubre a las 3 de la tarde, vigilia de
era domingo). y viajamos todo el da y la
que no sin las acostumbradas molestias de
perimentamos ms que la otra vez.
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5 bacia medioda se vieTOn tres ballenas que caminaban velozmente echando agua como enorro de grandes fuentes; la longitud de ella era, a ojo,
como de 20 pasos, pero como no se vean enteramente no era pOSible formarse una idea justa de su dimensi6n. El da 6 tuvimos viento favorable
aunque a costa de graves incomodidades por el fuerte balanceo de la na~
ve; en la noche cambi y en la maana del 7 el cielo volvi a ser claro
pero el viento no nos dejaba adelantar mucho empujndonos ms haci~
tierra que hacia el sur, a donde tenamos que acercarnos. El da 8 fue un
poco mejor, y el da 9 [247} finalmente fue propicio haciendo ocho o
nueve millas por hora; a medioda estbamos en el paralelo de Valdivia, a
40 grados de latitud; nos faltaban 14 todava para llegar al para1elo del
Cabo de Hornos. La navegacin daba un poco de molestias, pero no muchas, y sin duda la agitacin del mar me haca menor Impresin que en
el primer viaje.
132.- El Seor me colmaba con sus favores y debo agradecerle de
corazn que de vez en cuando me hacia escuchar su voz para danne nul'>vos nimos, o, para decir mejor, para removenne de tanto.~ defectos y ti.
biems. La navegaci6n es muy oportuna para elevarse a Dios [248} con
fervor, porque si siempre estamos en sus manos, aqu nos encontramos en
ellas de una manera ms sensible, ya que todo contribuye a probar esta
verdad y a llamar al espritu a recogene con Dios, a reconocer su grandeza, a aumentar la confianz.1 en El y a esperar en S\I misericordia: todo
esto se experimenta ms fcilmente en tiempo de tempestad.
133.- El dla lO el viento fue menos propicio; llegamos al paralel"
de la isln de Chilo. sill.lllda entre 42 a 44 grados de latitud. Se empezab~
11 sentir fro, pero de modo tolerable, tanto ms que est&hamos en el mes
que corresponde al nuestro de mayo, [249} porque el polo sur es mucho
ms fro que el del norte, quizs por estar dominado por 105 marrs y tI"ner mucho menos tierra que el del norte.
En la noche hizo un viento muy fuerte que nos molest no poco
y tanto ms que soplahll en contra. Hacia las nueve de la maana decrl'lci su violencia y naveg~bamos hacia el sur, a\mque con la popa haeia
tierra. Hacia medioda del 11 encontramos un navlo comerciante de los
Estados Unidos que iba hacia Valparaso: iz6 su bandera y pas6 muy
cerca de nosotros. Se vio otro navo a la misma hora, pero muy lejos
y de la parte de tierra, es decir a poniente. Haca [250} ya dos das que
nos acompaaban muchos pjaros de mar, grandes y pequeos, a los que
el Seor ha dado una fuerza increble en sus alas, pues volaban todo el
da cerca de la nave haciendo nuestro camino, pero centuplicado por las
repetidas vueltas que daban; descansan sobre las mismas olas. El da 12 se
avanz6 poquSimo hasta casi medioda; despus el viento mejor6 y en la
maana del 13 nos encontramos a 45 grados de latitud. Vimos una nave
a casi 4 millas de distancia, pero no fue posible reconocer a quien perte-
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para matar en sus estancias cuantas reses quisieran, y se haclan pagar slo
un escudo por la piel de cada buey. Los mosquitos y los zancudos causan
gran molestia en el verano.
140.- La provincia de Montevideo tiene 50 mil habitantes y podrla
contener 5 millones. Es frtil y regada por grandes rlos, como son el Plata,
el Paran, [2611 el Ro Grande, el Ro Negro, el Santa Luca, el Uruguay,
el Paraguay; el terreno no es montono como el de las pampas sino qU
lene alguna elevacin.
Cerca de Montevideo corre un ro ms pequeo que se llama Miguelete, sobre cuyas orillas estn situadas las mejores casas de verau('() de la
gente rica.
En el mes de octubre de este ao cay una grani7.ada tan extraol ~
dinaria que algunos granizos pesaron hasta 3 libras y an ms. Como esto
me pareca fabuloso pregunt a cuantas personas tuve oportunidad de ha~
blar de ello y todos me aseguraron de la verdad de lo ocurrido.
141.- Mientras tanto llegaban peridicos de Chile [262} donde se
declan muchas injurias al Vicario Apostlico y se propa~aban doctrinas cismticas acerca de la autoridad de los Ordinarios, diciendo que un sacerdote
destinado al gobierno de una iglesia no tiene otro Hmite a su autoridad que
la necesidad, asegurando con la autoridad del Concilin de Toledo 16 cap.
8. que cuando un Obispo muere o traiciona a la patria. la sede vacante
con un solo canniq:o asume toda la autoridad diocesana, y si tambin faltara este cannigo la autoridad (civil) desirnarla al sujeto a quien la Iglesia autoriza el ejercicio de toda la jurisdiccin espiritual. El Obispado no
(puede) ser mlis de uno. segn San Cipria no. pero ste puede deso:-mpearr;e
por todos, teniendo r263] cada uno in sofidum una parte del mismo; y en
fue rza de estos principios afirmaban q11e si en torla la Amrica qlledara un
solo Obispo, ste debera clesempeliar las funciones epi!COpales para todos.
que a l perteneceria el proveer de sacerdotes el Altar y que estara obli~ado, segtlll el precepto de San Pablo. a cuidar de la grey de Jesucristo en
toda la 19lesia.
Agre~aban que el Cobierno tiene todo el derecho de quitar a Jos re,t(Ulares los bienes que poseen; an ms, que les hace un favor. una caridad,
lihrndolos de la distrnccin de administrarlos. siendo cosa ajena a la espiritualidad que profesan. Repetlan que el Vicario A po~tlico haba r264J
antepuesto a MMtai en luq:ar de Cienfue~os en el nombramiento de los Obi~_
pos, sin existir un pice- de fundamento para afirm ar esta necedad. v finalmente que el Vicario Apostlico era un espla de la Santa Alian7.a 75
142.- Hice tambin una rectificacin a este impreso y Jo mand al
cannigo Lazcano, de Crdoba , junto ron otra respuesta de Mon'leor Vi-
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150.- En los primeros das de febrero llegaron las gacelas de Janeito, en que se pona en ridculo al Vicario Apostlico, uniformndose a
la Gaceta de Buenos Aires.
151.- De las victorias de Bolvar no lleg inmediatamente la confirmacin oficial. Los Gobiernos independientes de Amrica no ven con buen
ojo a este general, pues estn persuadidos de que si la fortuna favorece a
sus annas se aduear de otros Estados y tal vez con la idea de Se( el monarca de ellos. [278] De la victoria de Bolivar re dud hasta que lleg un
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tretcna con unos delfines en la proa del navo, que lo acompaaron por un
buen trayecto de camino jugando en tomo suyo: haba algunos ms largos
[314] que una cana. El da 30 fue una de aquellas jornadas ms alegres de la
navegacin por la belleza del horizonte, por el aire fresco y por la tranquilidad del mar; haca poco viento. Se vieron dos bergantines en lontananza.
El 'i' de mayo. en la maana temprano se vieron dos navlos, uno a proa y
otro a popa; el da fue igualmente hermoso como el anterior y :I'lIlque no
hiciera tanto viento por la posicin en que nos encontrbamos se esperaba,
sin embargo, ver al da siguiente el Cabo San Vicente en la costa de Portugal, distante -segn el clculo-- a 80 millas. En la maana del 2 de
mayo. da de San Atanasia, el viento sigui dbil, y temprano vimos un
bergantn que egua {3151 nuestra ruta. Hacia las 11 vimos tierra. lo que
me caus6 gran plaC('r, aunque muy inferior a aqul que sent cuando la vi
al llegar a Amrica.
Agradecl al Seor que nos haba salvado hasta entor.ces de tantos
peligros. Se vieron 3 pequeos navos a la vela en torno al Cabo San Vicente. El d a 3 adelantamos poqusimo y el 4 hubo calma; en los dos das
se vieron algunos navos. Habiendo hecho un POCO de viento en la noche.
en la maflana deiS se vio el Cabo Spartero en Alrica: llegamos a la vista de
Tnger en el Imperio de Marruecos. hacia el comienzo del estrecho; pero el
viento ces completamente. Hacia el Ave Mario ,In fenmeno de mar me
sirvi de entretencin: estando el mar en perfecta calma y placidsimo comenz a encrespaMie a alguna distancia y acercndose estas olas sin que ningn viento las moviera se aprnximaron a nosotros haciendo rumor, y despus de un cuarto de hora terminaron de pasar, mientras segula un ruido
como el murmullo de un correntoso torrente que se escuchaba a alguna distancia.
177.- En la noche se continu el viaje con extrema lentitud y caminando slo por la fuerza de la corriente que del Ocano [3171 se introduce
en el Mediterrneo; y al salir el sol se ech fondo en el puerto de Cibraltar.
Aqul supimos que el bergantn que hablamos encontrado a 19 grados de
latitud meridional , con el que nos hablamos propuesto ir, al embocar en el
Estrecho de Gibraltar haba sido sorprendido por un COMiario de Colombia.
que no haciendo caso de la bandera ingles.1 bajo la cual navegaba el dicho bergantn rob 15.000 pesos fuertes a los pasajeros espaoles que estaban a bordo. Crece siempre ms el motivo de dar gracias al Seor por la
particular proteccin que liberalmente nos haba acordado.
178.- Llegados a Cibraltar, el Cnsul ponticio seor Juan M. Boschelli, Caballero del E~oln de oro, vino en la maana {318] en compaiJ.
del Vicario Apostlico (ya que Gibraltar perteneca en tiempos de la dominacin de Espaa, en 1700, a la dicesis de Cdiz, y pertenece IIhora directamente a Su Santidad). El Vicario Apostlico don Juan Zino nos invit
a su casa; pero supimos que todos los gastos lo! hacia el C6nsul, quien no
nos invit a su casa por tener enfermos en ella.
279
280
281
Junta celebra sus sesiones, pero parece que no tiene gran exactitud, pues no
hay ningn libro de contabilidad y )'0 s610 vi unas hojas sueltas t:n un armario. El Vicario .se quejab.1 por estar enteramente excluido de esta Junta
3dministrativa.
J84.- DIIJante nuestra permanencia en Gibraltar fut' mu('haf veces
a visitar a MOllscfior (3281 el Embajador de Portugal, Comendador seiior
Pereira, enviado al Delegado de Argelia, para tratar de la libertad de t"Omercio con su Corte, pagando los usuales tributos o regalos al Delegado, lo
qUl' acostumbran hacer casi todas las naciones de Europa con las diversas
potencias berberiscas. El nos llev6 a visitar al Gobernador de la ciudad Lord
Pill, hombre de ms de 80 alios, de buena salud y hermano ma)'or del famoso Ministro del mismo nombrel l . Estuvimos tambin donde el General
Don, hombre muy benemrito de Gibraltar por haberla embellecido y sostenido siempre, y que entonces iba a quedar como Vice-Gobernador por el
regreso [329) a Londres de Lord Pitt, que parece que quiere ir a concluir
sus dias en su casa.
185.- Por este tiempo el Capitn del navio que deba llevamos a
Gnova mostr6 algunas dificultades para proseguir el viaje. Su carga consista casi toda en dinero efectivo, tina suma de 80 mil escudos; y ('amo ya
ero cosa conocida la que l llevaba tema que los corsarios del MeditelTneo
pudieran darle una sorpresa.
Es cierto que existan cors.1Tios con bandera de Colombia o de algun otro estado independiente de Amrica y, en consecuencia, perseguan
sblo a los espaoles, pero la avidez de dinero hace (330J pasar muchas veces sobre las le)'es y hasta sobre el derecho natural, lo que causaba temor al
Capitn, quien agregaba que se haba esparcido la voz que en !II navio
haba 500 mil escudos, contando con el dinero de Monseor; (pero) a mi
entender creo que lo de su propiedad ascenda a JO 6 a lo ms a 12
mil escudos. Una feliz coincidencia quit6 toda dificultad que se opusiera a
la continuaci6n del viaje. Una corbeta de guerra del rey de Cerdeiia. qut'
tena a bordo al Coronel primero Mari (encargado de una misi6n eKtraordinaria junto al Emperador de Marruecos, es decir de la misma de que estaba
encargado el Comendador Pereira en Argelia) haba teminado SIlS negociaciones y [331] regresaba a Cnova. El Capitn tom6 la buena ocasin
para rogarle que nos patrullara, a lo que accedi6 especialmente por deferencia al Vicario de Su Santidad y nos hicimos a la vela en la bahia hacia el me-dioda del 25 de mayo, mientras soplaba un viento propicio.
El da anterior hahamos estado a bordo del navo lA Nmmo. CaroUna de 112 caiiones, perteneciente a los Estados Unidos. y de~pus habamos ido a bordo de la corheta n visitar al mencionado seor Enviado y al
Comandante, que volva al dla siguiente a bordo de nuestro navo La
Colombia.
El (Ha 26 sigui6 el buen viento y se lleg al Cabo de Cata. El 27
IIGuiUermo Pitl.
282
APEND I CE
Seor Don Pedro de Reyes.
Roma Mayo 22 de 1827.
Muy estimado amigo:
Craclas a Dios que he tenido noticius de Ud. y de los amigos por medio de su
carta fechada Junio 26 de 1826. Que consuelo para mi tener carta de Chile dc:pub de haber carecido de ellas por tan to tiempo. Pero la noticia de nuc:lro amigo
don Santiago Tagle que falleci con tan prcmahua muerte, me ha causado mucho
desconsuelo. Yo le escrib luego al seor Muz.i Obispo de CillA di Castello y le
hice saber en ni casa a Sallusti pa.ra qlle le hiciesen sufragios.
Yo le doy gracias por las felicitaciones que Ud. me hace de mi feliz llegada
a mi Patria adonde he visto mis amados parientes que aunque viejos he aliado en
buena salud. Yo no he olvidado 511 persona en mis pobres ruegos y le prometo de
continuar en esta memoria. E l seor MU7.i que est de Obispo, como he dicho
arriba, goza de buena salud y lo mismo es de don Jos SaUusti que vlvt' aqu en
Roma.
Nuestra llegada en Roma de vuelta de Amrica fue el dla 7 de julio de
1825. En el mes de diciembre el Santo Padre me nombr Presidente del Hospicio
Esta carta se encuentra en el Museo del Carmen de Malp (Chile).
283
Apostlico. Esta es una magnfica casa adonde cstan recogidas acerca de mi! per.
sonas repartidas en ctlalm Comunidades de Nios, Nia!, Viejos y Vieja~: las dO:'!
primerl!i soo de Huenanos, las dos ltimas de inv"idO$: lodos son bajo el tllulo
de San Miguel Arcangel. En estos dias el Santo Padre me ha dado nUC'o'a deslina_
cin, muy superior a mis fuerzas, y a mis mritos que no tengo, es a saber me ha
de!tinado a cubrir la sede de Spo[cto, Patria de Su Santidad. Yo $Oy muy con.
fundido de esta novedad, pues me faltan luces y ptendas para sostener tan pe~ado
cargo y me apdo con mayor razn al pacto que celebramos antes que )'0 saliese
de Chile.
En das pasados el Santo Padre ha proclamado los Obispos de la Sadia en
el Brasil, de Santa F de llogot, de Venezuela, de Quito y de Cuenca: y son lo!
siguientes por el orde n mismo de dichas ciudades: Don Romualdo Antonio de Se.
un, Don Femando Caycedo y Flores, Don Dr. Ramon Ignacio ~Indez. Dr. Don \Ia.
nud de los Sanetos Escobar, Don Felix Calisto Miranda. A Cha\"ClU ha puesto un
sufraganco en persona de don Malias Teratas.
Muchas memorias al seor Don Judas Tadeo a quien conservo mi afeclo y
estimacin: eJprcsiones tambin a todos de su familia, Don Diego Sarlte, Don
Francisco Tagle y todos de su Familia, don Pedro Marin, Don Francisco Larra!n
Cappcll&n del Cannen Alto, a Fr. Ramon Arce al P. Cato y a todos los dem!,
amig05 para quienes la mlis viva memoria.
La Espana no e5l quieta; hay revoluciones parciales con frecuencia, y d
Portugal se va llenando de Ingleses.
N05Otros rogam05 a Dios y sino tenemos ms proporcion de nos vernol tn
eslt' mundo, nos veremos por la misericordia de Dios en el Sanlo Pllra}~. Dios
ge. U. muchOJ aos y disponga del tierno cariiio que le profC511 ID Servidor y
y Amigo que S.M.S.
JlJ(ln M-. AfMoi
Arzobispo de Spolelo
P. S. Perdone Ud. los muchos yerros que hay, pues hace tiempo que no he
escrito en espanol y he perdido el exercicio.
Al Sr. Don Francisco Larrain mand a bordo de un bergantn sardo un",
cnca rgitos que me di, Mand tamhin a 1111 Monjas C.puehinas muchas carlas de
agregacin a )a Cong regacin de SSmo. CoraZn.
Bibliografa
FICHERO 8IBLIOCRAFICO
(1959-1960)
B. Historia de Chile.
J. Fuentes de la historia. Bibliografa. 6-25.
11. Ciencias au.riliares.
a) Arqueologia,26-37.
b) Etnologa. 38-43.
e) Cenea10ga y disciplin.s afines,
44...so.
d) Fo1k1ore, 51-54.
III. Historlografia,55.
IV. Prehistoria,56-56a.
V. Hisloria general
a) Periodos diversos, 57.{12.
b) Periodo indiano, 63-69.
e) Independencla, 70-76.
d) Repblica, 77.92.
VI. HIstoria especial.
11) !listoria religiosa, 9394.
h) Historia del derec:ho y de hu
instituciones iudicU, 95-1Ol.
y econmica,
LDs abrevIDturas de las revistaf cflildfJI en e$la .seccin san la. riguientu:
288
A.
IEORlA y FtLOSOFli\ DE LA
HISTORIA-
1. ENCINA, FRANCISCO ANTONIO. lIepercwiofle, del alto pemamienlo l/lolflco 11 cwmtfico $Obre la conup
cUS" eh la h/.storia. En BACII, Primer
semestre de 1959. N.O 60. 5-35.
Es capitulo de una obra homnima,
y el ttu!o no colTesponde del todo al
contenido. Se aborda principalmente el
problema de las civilizacione<i: ro gne.
l'iJ, su crecimiento y $1,1 evolucin. El
autor se declara enemio de la tesis de
Toynbee sobre lu incitaciones del me.
dio como origen de lu civilizaciones.
aseverando que tal teoria falla desde el
punto de vista soclollico y 110 con
cuerda con los dat~ acumulados y hechos valer ell su apoyo. MEo el estado
actual de nuestro conocimiento, elorl.
len de la civilizacin se TI05 representa
estrechamente unido al proceso de evolucin mental del hombre, a 105 fenme.
nos de la variacin y de las selecciones ..... "La influencia del aur fem o
adverso 50bre los primeros pa$OS de 1.,
clvillzaciones nunca seeXlJ!:erari en e:c.
ceso". Nadie puede desconocer UII rito
mOcn la evolucin de las civilizaciones:
nacimiento, infancia, juventud. edad ma
dura ... Pero la realidad ntima de esta
evolucin escapa a todos lo.'! moldes soe!olgicol, histricos y filosficos en que
se le quiere encuadrar.
Como resultado final de esta, piglnas
se recoge el convencimiento del autor
acerea do la relatividad del conocimiento. relatividad que deberla desembocar
pero que, paradjicamente, no desem
boca, en un absoluto escepticlomo, no
,,"lamente en lo lilitrico, 5ino en toda
actividad Intelectual.
2. FUENTEALBA, LEONARDO. L4
289
<4. LEISERSOHN BAENDEL. CERARDO. Estructura V sentida ds J hi#tona segn la literatura apocalptica. En_
10110
una contribuci6n Q la htstorilJ
d. la F//(nafa
la Historia. Edlclone!
as
as
+ 358 pigs.
"aL
291
"'s.
""s.
24. SOTmIAYOR, BERNARDO. Co rtas de Fr .. . 1823_1824. En BACH, Segundo semestre de 1960. N.O 63. 3()8..
313.
Cuatro cartas diri;idas, de 1823 a
1825, a don Fernando Err;\.zuriz, cuad'l
del remitente, y dos al P. oratoriano de
Lima Fr. Manuel Jos Pooemonte.
(1824).
25. ZECERS DE TUPPER, 15100RA. Carta diriKlda por doa . .. ro ClIfiado don Fcrdlnand Brock TIlPper en
a) ARQUEOLOCIA
293
294
hlado por este pueblo desapareci junto con l, la interpretacin debe moverse
en UD campo hipottico y solamente
aproximativo, aprovechando para el efecto el idioma mapuche, la georafia de
Chilo y otros elementos Sf"mejantes.
AlgUIlM
36. NIEMEYER F., HANS. OCUfH1rin IndgetI(J en el Rfo Colortu/o, afluente del !IIDlpo. En AAChCN, 1958. N.o
22' Lminas.
Recuento de los indicios de vida humana primitiva encontrad05 en las mrgenes del Ro Colorado, en las inmediaciones de Santia;o. Se han hallado pcb'ogUfos y en tumbas, restos de huC$Os y
de cermica, esta ltima muy fragmentaria.
37. ORELLANA RODRIGUEZ, MA40. HAENCKEL CH., CARLOS. Antropologw fsico de los mapuche.t. En
AACIlCN, 1958. N.O 22. 13-22. Um!-
RIO. Algunos efludw! arqueolgicos reD/lUIdO! en Chile ti el problemtJ del paleoltico americano. En AUCH, Cuarto
trimestre de 1960. N.O 120. 218-229.
Revisin de los estudios d~ Medina,
I..alcharn, Oyarzn, Uhlc, CnpdeviUe,
Juniu5 Bird y Le Paige, a la luz del
problema del paleoltico anterior, etapa
por la cual parecen haber oasado la~ an_
tiguas culturas ch.i1enas.
b) ETNOLOGIA
295
N.o4l.
PINEDA RODRICUEZ,
Vid. N.o 4.1.
E LIANA.
minas.
Estudio geneaI6gico.biognHico.
AFINES.
49. SANCHEZ DE LOR JA ERRAZURIZ, FEDERICO. DI infarmodonu g6neolgicos impugnadas por el Sanla Ofl.
do de la lnquisicl6n. En REH, N.O 8-9.
1960. 93-140.
Tnu unas palabras de presentacin se
reproducen las infonnaciones releridas.
La vrimcra, de 1609, verS:l sobre don
Pedro Luis de Cabrera y doa Petronila
de la Cuadra, y de ella resultada que
296
111. H lSTORlOCRAFlA
JOO.
Se revisan los ttabaios de Jaime Eyza-
DANNEMANN,
MANUEL.
Vid
N.O 51.
I V. PREHISTORIA.
a ) PERIODOS DIVERSOS
57. DOUSSINAGUE, JOSE ~I AR I A.
Ceneologll elpiri/uol de Chile. En REH.
N.O 8.9. 1960. 5-7.
Amrica pudo llegar a la Independen.
cia porque Espalia la preparo e instruy,
no porque la mantuviese en la abyec.
ci6n. En Chile rPeUerda E'I antor a [as
Universidades Pontificias, a la de San
Felipe y dem establedmil'ntos de en
seanza de la poca.
58. ENCINA, FRANCISCO ANTONIO. El pueblo chileno hacia 1810 11
los fMfl,osca rdinale, de IU eoolucin po_
ltica y econmica hosto 1920. En
AUC H, Terce r Trimestre de 1960. N.O
119,2944.
En lo referen te a los aJiOJ 18101891
hay una sntesi.!; de las ideas fundatnen
tales de la H islorio de Chile del autor.
Sigue despus una visi6n a ratO$ muy
personal, que no carece de afinnaclooes
que deben recogerse. Por ejemplo: den.
tro de las pr:'icticas y doctrinas de la
poca, la rotativa parlamentaria no t\lvo
la importancia que se le ha tradicional.
mento atribuido: la ideali7.aci6n del periodo corrido entre 1831 y 1891 hito que
la poca pa rlamentaria apareciera, sin
serlo, como corrompida y deshonesta; la
edUca acerba y sistemitica el rgimen,
a menudo injusta, exagerada y sin fun
damentos, contribuy en gran parte al
298
b) PERIODO INDIANO.
del vlofc
cin
tllto de un ;Ioe,o
300
.u
c.=
c) INDEPENDENCIA.
301
d) REPUBLICA
ao.
302
82. FELlU
CRUZ, GUILLERMO.
Elogio de don Malluel MOIIN. En AUCII,
Cuatro Trimestre de 1959. N.o liB. 9-19.
Discurso pronunciado en la velada
con que la Universidad de Chile conmemor el 150" aniversario del nacimiento del Presidente.
84. FELlU CRUZ, GUILLERMO. La
evolucin poltica, econmica IJ 80cial de
Chile. ElllalJo histrico sobre los rasgas
fundamenlales hasta 1924. En AUCH.
Tercer Trimestre de 1960. N. D 119. 4585.
En la primera parte de este estudio
el autor sienta la tesis de quc en los
aos que van de 1860 a 1940, aproximadamentc, "una oligarqua bancaria
poderosa, prepotente y orgullosa, had
sentir el peso de sus decisiones" en el
gobierno. Acoc despus el autor la tesis de Ramrez Necocbea de haber sido
la revolucin de 1891 una reaccin de
h,.~ intereses heridos por 8alrnaceda en
su gestin ~bemativa, si bien deja a
salvo la intencin de quienes dirigieron
la oposicin contra el Pre5ident~. Trata
despus del estado de las clases humilde)
durante el mismo perlodo y del progreso
de la idea de prntegerlas por medio de la
legislacin. Se refiere por ltimo al periado parlamentario, expresando el juicio peyorativo que comnmente se hace
de l.
Se tocan en este estudio materias oe
gran complejidad, que no parece puedan darse por dilucidadas en tan breves pinas. En varias partes de l falo
la la comprobacin necesaria para ad
mitir las afirmaciones que se hacen.
85. GUARDA, GABRIEL. UII retro
to de Quintanilla, ltimo fepre.rentante
del reu de Chile. En BACH, Sel(undo
Semestre de 1960. N.O 63. 286287.
Lliminas.
303
de
to.
nud Monll. En AUCH, Cua rlo Trimestre de 1959. N.o 116. 20_22.
BasndOl;e principalmente en recuerdos famili.ire~ (el autor d~...cieIldtl d.,
don Antonio Varas), se haee un curioso )' simp.ltico cuadro d~ algunos JSp,
lo. de 1.1 vida p.."\laciea;a en los primerflS aos del gobiel1lo de \lonU. La
misa don inical ronnaba parte de la eUqudu oficial, )' se r~gia por estrictas
CASo
95. A\"JLA :\IARTEL, ALMURO
DE. Condiciu de 10$ reos ~'lmlJlldo$ en
el presidIo de \'aldic/a en 1771. En
RCHD, Hhi9. K' 1. 59-62.
Dl'1Iput's d' una adecuada introduc_
cin se reproduce un e~pedi.ente de
177J. Lo~ [(.'O). una \<.:1; cumplida la pe_
na que hJbi. rn. :i~ado su remi~in a
Valdivia. quedaban, en cierto modo )'
detennio
n,, 1,
la iurisdicuoo del Gobernad"r de la pla:l:a. En ti e"pediente citad() ~ promuc\c d.!.ate ~obre la matl'tia, )' un
auto acordado de la Real Audiencia de
Lima re,ue!\e que, pasad.:u; la~ emergencias, 10$ reos cumplidosSOIl libres dI"
salir de Va!divia.
305
pa-
,..
100. T APIA ~100RE, ASTOLFO. L<>gillDcf6n urbanmico dfl Chile. 18181959. En AUCII, Tercer Trimestre de
1960. N. 119. 177200.
Esta reseia, que omite el rico materia] de acuerdos del Cabildo, cdulas y
otras disp05iciones anteriores a la ln_
dcpendenci:l, pasa revista a las disposiclones- urbanbticas contenidas en los lu_
tos constitucionales-, en las leyes enemes sobre la materia y en las leyes de
caricterparticular.
101
VALENCIA
AVARIA,
.urno perual1l>.boliviano de 1873. En BACH, Sl'l(Undo Semestre de 1959. N.O 61. 5-2A
Recuerda el autor la aecin del poli_
tlco ar"entino Rawson encaminada a im_
pedir la aocaJn de su patria al tratado peruano-bollvlano de 1873. Se insertan completas las dos carta~ dirigidu
por Rawson a su amiltO el senador Sin.
ehez de Bustamante, en que es-pwo extensamente las razones que haciadesancoruejable la adhesin arcntina
a rgentioo al tratado
LUIS.
306
29.3-27.
Postula el autor la edslencia de varios escalafones en el orden de 1(l5 valores literarios, lo Que tmera como consecuencia que no hay llOr qu subesti_
mar, como muchos hacen, la literatura
chilena, especialmente la d..1 siJ,tlo pas.ado. Sostiene que la llamada generacin de 1842 debera llamarse con mAs
ropiedad gene racin de Bello, )' que
Sarmiento tuvo poca o ninguna influen.
cla en su Rncsis. No es verdad, asevera el aulor. que el teatro no haya exis.
tido en las letras chilenns. ni que la
poesla del sil:lo pasado carezca de va
lar.
116.
pendencio
308
ind,'
chile
M.
descubrimiento de la elcctroanestesia,
debido al mdico chileno Ramn Araya
Eche\'erria, quien 10 dio a conocer en
1882. Junto con anotar el alcance cientfico del descubrimiento y su encuadre
dentro de los conocimientos mdicos, el
autor da una detallada resea de las poll!micas a que dio lugar, en las que no
siempre cstuvo presente b obietividad
prol)ia de la ciencia_ El ::Iescubrimicnto
del doctor Arara, <lue en su poca no
10gt el inters que mercca, llene especial significacado dentro de l~ psiquiatra.
309
mflo
310
128.
EnAGUIRRE
ESCOBAR.
JUAN. PrOl/Cclru pa ra la acuacin de
mancdas de cobre en Chile. 1781 1834.
En BAC H, Primer Semeslfe de 1 95~.
N.O 60.193-204.
Se recuerdan las iniciativas para acu_
ar moneda de cobre, destinada a las
operaciones comerciales rle pequeo
monto, de Manuel Tos Oreiuela (1776),
Pedro Jos Ramlrez Tula (18 17), John
Miers (1821) Y del Ministro don Diego
Jos Benavente (1823).
129. CONGORA, MAR IO. Origen de
los "/nqullirw,s" de Chile cenlral. Unlvers.idad de Chile. Seminario df' Historia Colonial de la Facultad de FilosoUa y Educacin, Santiago. 1960. 1M
p::s.
Vid. recensi6n en p~g. 329.
130. JARA, ALVARO. Fuentes por/J
la Mstorla del traba;o en el Reino de
Chile. IV. Adm lnUtraci6n de lor bienc,
11 cenw.r de lar comunidades de ndiol.
En BACH, Segundo Semestre de 1959.
N.O 61. 156-18l.
Son tres documentos. Dos de ellos son
tiles para conocer la "vida" del sIstema
protector de los naturaJes: a) recibo de
311
RA~ION.
indgCOfJ& de
312
140. SANTA CRUZ, DO\IINGO. \fetllo sialo de ddo unio;er,lla.II'. Conf.lb.,cldn a la /ris!.oria de. In lInillerrid(lcl de
Chile. En AUC H, Tercer Trime~tre d,'
1960. N.O 119.94 113.
Crnica llena de datos, antl"Cedcntes
y rcf"renci;n sobre la vida de la Unjo
"ersidad Je Chile en sus ltimos cin
cuenta ao~. I la de prestar ("'idente utilitbt! a los fut\lro~ historbdorcs de estl
in~titucln
VII.
LOC .... L.
h) IfISTORlA DE LA EDl'CACION
DE LAS IDEAS l' DE LA Cl'LTUllA..
313
VIII. BIOGRAI'L\.
flC.
Rt:~erdOl
314
1:0
315
1.
SUBERCASEAUX
C.
16L
BROWNE,
FUESTES DE LA iUSTOT1lA .
BlBUo-
316
317
170. TORO GARLAND, FERNANDO. Uno corto indito robre Ia$ "Leel
Nueva$". Eo RCHO, 1959. N." l. 63-71.
Despus de un arll.'CUado comentario
introductorio se reproduce una carta en
que el obispo de Calahorra, don Juan
Bernal y los licenciados Gutierre Velsquez . y Gregario Lpez se pronuncian
sobre diversos puntos relacionados con
la aplicacin de las "Leyes Nuevas" de
1542. En la introduccin se afirma que
se trata de la respuesta a la cousulta de
Carlos V sobre esta materia, respuesta
que echaba de menos Sobarer en su obra
sobre el Consejo de Indias. Segn eso, la
fecha de la calta debe se r 1545, y ha
debido constituir un antooedente de la
Cdula de Malinas, de ese mismo ao,
que vino a modificar las "l...tlyes Nuevas". El documento se cncuentr!\ en copa hecha por don Juan Bautista Munoz, en el Archlvo Nacional de Madrid,
Seccin Documentos de Indias, N.O 53,
p. 139. El ori.l{inal debe encontrarse en
el ArchIvo GeneraJ de indias, Indiferente Ceneral. Legajo 1530, fs. 803-SOB.
n. CIENCIAS
AUXILIARES
ARQUEOLOCIA
171. TREBI DEL TREVICNIANO.
nOMULO. DUtlffollo !I oprecitJci6n tU
Ia$ prlmeraz erprerione, ortCrticQl en el
lit
HIsTORJOCRAFlA
318
a) MONAIIQUIA HISPANOINDIANA.
174. CONZALEZ
SALINAS,
ED-
b) ESPA!lA E HISPANOAMERICA
DESPUES DE LA EMANCIPAClONo
176. AMUNATECUI, MI G U E L
LUIS. EncclicD.t de kn PoPa.J Pio VII
IJ Len
319
320
V1.
189.
GONSTANTINESGU,
PAUL.
VII. BIOCJ\AFL\..
188. CASTILLC+ ABE!. ROMEO.
Pedro Frlmco Ddvilo. En RCHG, 1959.
N.O 127. 9:!-132.
De la p!g. 92 hasta la pg. 106 se
contiene un esbozo biogrfico de Franco
Dhila, naturalista ecuatoriano del Siglo
XV III , cuyas colecciones fonn:uoo el ncleo del Real Cabinete de Historia Na
tural de Madrid. Fue Franco el primer
Director de esta institucln,lnaugurada
ell 1776. Se i.nserta despo!l la lMlrur
ci61l, redactada por Franco y enviad"
32l
D.
NA-
HISTORIA UNIVERSAL.
CIONES NO HISPANOAMERICANAS.
322
RESEAAS
ARclUVO DE DoN BERNARDO Q'HICCINS. Tomo XIX. Archivo Nacional. Editorial Universidad Cat6lica. Santiago, 1959. Tomo XXI. Id. 1960.
Tomo XXII. Id. 1960.
323
324
cin del clebre tribunal: c1evndose a gran altura moral por sobre las pasioncs del momento, supieron sus miembros penetrarse profundamente de la
responsabilidad de sus funcioncs y divisar con clarividencia el alcance que
para el prestigio de la causa de la patria haba de tener la correccin de sus
procedimientos. De entre ms de cuatrocientos calificados, slo siete mere
cieron, por indisculpable, su extrema reprobacin. Es decidor el hecho d,.
que la conseja callejera, al chismorrear en torno a sus actuaciones, lo hay!!
sindicado no de abusivo, sino de indu1gente. Las temidas calificaciones, a la
postre, vinieron a escudar con un anna legal a 105 muchos patriotas improvi.
sados del momento frente al peligro de toda posible represalia. Como lo de'\"
taca el distinguido prologuista don Femando Campos Harriet, ms que ave
rig\lUr ideas pasadas, sus micmhros prefirieron asegurar en los caficados ('1
reconocimiento al nuevo rgimen y la fidelidad a la causa de la patria.
A una edicin del gnero del Archivo O'Higgins es muy dificil sea.
larle defectos. El carcter estrictamente documental de su contenido, podrla,
a lo ms, trasladar al Cl"tico al campo histrico coetneo con las fuentes. A
los editores slo les corresponde entregar en la mejor fonoa posible su ma
terial y este cometido, podemos comprobarlo, lo llena con creces esta publi.
cacin cuyos mritos nunca encarecer suficientemente nuestra historiografia.
Fr. Gabriel Guarda, O.S.B.
ARclU\'o
325
326
Segunda
serie, tomos III y IV. Fondo Histrico y Bibliogrfico Jos Toribio Medina. Santiago. 195960.
3'1:1
328
Esta obra del profesor Mario Cngora deshace largos errores histricos y fundamenta con seriedad un nuevo concepto sobre los orgenes del
inquilinaje en Chile.
La tesis del autor es que dicha institucin no proviene de la encomienda
ni de otras fonnas jurdicas de la poca de la conquista.
En ve rdad, ha habido sobre este punto, hasta hace poco tiempo, un
doble error. Se crea que las encomiendas eran extensiones de tierra otur
gadas a los conquistadores, juntamente con los indios que habitaban en
ellas. Las investigaciones histricas de este siglo han trazado con claridad
indiscutible la diferencia entre las concesiones de tierras (o mercedes de
tierras, como se las denominaba) y las de indios (encomiendas). Poda ,
~lUes, un espaol poseer tierras y no te ner indios en ellas; y al revs, no
tene rlas y ser en cambio, dueo de minas o ingen ios y beneficiario de tina
encomienda. Las haciendas chilenas no son una fonna evolucionada de las
encomiendas; ni su inquilinos, los descendientes jurdicos directos de los
indios encomendados.
Dice el profesor Cngora que en el curso del siglo XVII y cuando
an nuestra agricultura era rudimentaria y pobre, "antiguos soldados y
oficiales mestizos... se radica n en tierras prestadas. La falta de valor del
suelo, propio de esta etapa , da lugar a un sistema de tenencias gratuitas o
semigratuitas ... toleradas por los estancieros y til para ellos". Estos prstamos de tierra "los utilizan poco a poco. no slo los mestizos, sino tambin
negros y mulatos libres, m uy raramente indios sueltos". Los estancieros
impon!an "deberes de custodia de linderos y asistencia a rodeos".
A medida que la tierra comenz a aumentar de valor y a cul tivarse
ms intensivamente, se configllr con mayor claridad jurdica el arrenda_
miento, y los deberes de los "inquilinos" se hicieron ms estrictos. Esttl
punto es el que da al contrato una carcter especial y propio. por cuanto lo
ms usual es que el arrendatario pague por el goce de la cosa arrendada
una suma de dinero o cierta cantidad de especies. En este caso, en cambio,
y sin perju icio de ello, tom cada vez ms importancia la obligacin de
suministrar mano de obra. Debemos recordar -y de all! viene la ellpresin- que inquilino en espaol quiere decir arrendatario y por la situacin
de hecho que hemos explicado pas a tener la palabra en Chile el sentido
que ahora le damos.
En suma, pues, la obra del profesor Gngora pennile llegar a la conclusin
de que el inquilinaje es una organizacin del tra bajo en el campo que tuvo su
origen en una agricultura muy elltensiva y descapitalizada. La cesin de
detenninados derechos sobre alguna porcin de suelo a cambio de ciertas
obligaciones de trabajo supona, indudablemente, haciendas de gran tamJo y de no mucho valor y falta de dine ro para pagar jornales. EI .progre.w
329
BRASIL.
tiago. 1959.
Con un conceptuoso prlogo del internacionalista y ex ministro de Estado chileno don Ernesto BrlITos Jarpa, la Editorial Andrs Bello nos entrega un interesante trabajo sobre la historia de las relaciones diplomticas entre Chile y Brasil durante los aos del siglo XIX. Su autor, Juan Jos Fernndez, joven diplomtico chileno que actualmente sirve a su patria en
Inglaterra, nos presenta un panorama muy completo de aquellas relaciones y prcticamente ha agotado la infonnacin de primera mallO que ofrecen
los archivos chilenos y el Archivo Histrico del Palacio de Itamaraty.
Tal vez uno de los puntos que pueden parecer ms novedosos, es el
que dice relacin con la idea comnmente aceptada en nuestras esferas que
tales contactos diplomticos se deslizaron siempre por el cauce de una amistad frrea , desinteresada y ejemplar. As lo han sostenido tambin algunos
autores como Alfredo Vallado, el cual en su obra Brasil e Chile na poca
do Imprio. Ami::.ade sem exem,fo que el mismo aiio 1959 vela la luz en
Ro de Janeiro, expresaba lo siguiente: "Entretanto foi essa amizade realmente, de desmedida grandeza, e apresentou aspectos verdadeiramente dramticos nos ltimos das do Imprio, a Historia do qual ficou para sempre
vinculada, e muito especialmente quanto a figura de D. Pedro 1I, glria
incontestvel das Amricas, como o tempo cada vez mais vai confinnando;
foi sem e.'~emplo".
En cambio en el prlogo de la obra que comentamos, el seor Barros
Jarpa pone el dedo en la herida al decir: "All (Brasil) no miraron con
simpatla nuestra irrevocable determinacin de impedir la Confederacin Per-Boliviana del Mariscal Santa Cruz; acogan benvolamente a los barcos
espaoles durante nuestra guerra con Espaa, despus de la ocupacin de
las Islas Chinchas, si bien protestaron con elocuencia del bombardeo de
Valparaso; y ms tarde. suscriban en la primera Conferencia Panamericana de 1889, el Pacto de Arbitraje obligatorio retroactivo que, con harta razn, Chile consideraba como dirigido en su contra".
No obstante, de la lectura de esta obra nos parece que el problema
de tales relaciones diplomticas queda reducido a sus verdaderas dimensiones: fructferas comprensiones en los campos en que los intereses coincidnn;
desacuerdos y recelos cuando tales intereses no eran concordantes. Y junto
a todo esto, el juego de equilibrios entre las potencias americanas, poten_
cias entonces de ltimo orden en el concierto mundial. pero que pretendan
imitar los juegos diplomticos polticos y militares de las grandes potencias
de su poca. Maniobras increlbles entre paises que nacieron como un solo
gran Imperio en tiempo pretrito, pero que fueron aventadas despus dI'
la epopeya de 1810.
331
332
2Coronic6n Sacro-Imperial! de
Ch/l~/
ci6n/ de esto eran bellcolcl Provlncl6/ pOT IN Re(lel CatlwlicM/ Admirable Concerri6n de $u-Centili8mo/ -por 10$ Rellglemu de la Orden de S.n Fran.co/ E&WMeci
333
334
Solo desde el punto de vista histrico, el que aqul mL nos interesa. lacilita el manejo de unos buenos centenares de fuentes. Paro que su utidad no
quede trunca, esperamos que la Biblioteca Central de la Universidad Catlica contine entregando, acaso anuahnente, ampliaciones y adiciones a
esta ohra, a fin de mantener al da la bibliografa eclesistica. no dejando
incompleto el esfuerzo gigantesco desplegado en esta primera y fundamental etapa. Aun ms, insinuamos la necesidad de abordar otros dos trabajos tanto o ms ingentes que ste pero de no menores proyecciones: una
bibliografa eclesistica de articulos y otra sobre aquella infinidad de trabajos consagrados al estudio de cuestiones religiosas escritos por personas nC'
pertenecientes al estado eclesistico. Aunque el proyecto es ambicioso, la
publicaci6n que comentamos demuestra que no faltan posibilidades ni aliento.
Fr. Gabriel GuartbJ, 0.5.8
DE DON BERNARDO
O'HICClNS. Editorial
335
336
ste, con Io ese elemento del confesonario podla trastornar el pas, potque
los incidentes ms reservados estaba en su mano el conocerlos" (Pg. 80).
Creerla Cruz de buena fe que el seor Rodrguez haba organizado un
sistema de espionaje que tena como base la violacin sistemtica del sigilo sacramental? La ocurrencia no puede ser ms peregrina.
Los Recuerdos de don BernarCJ O'Higgins nos muestran mucho de
la figura del prcer y algo de la personalidad de su autor. el general don
Jos Mara de la Cruz.
}aoier Gonzlez Echenqlle
Hemn Ramrez Necochea: ANTECEDENTES EOONO:>.lICOS DE LA I!<.'DEPENDENCIA DE CIIlLE. Editorial Universitaria, Santiago. 1959.
El seor Ramrez, de ideologa marxista, busca en esta pequea obra
las causas econmicas de la Emancipacin. Los resultados no son felices.
El credo inflexible del autor le obliga a hallar en la economia el factor determinante de los hechos y stos, naturalmente, en la Historia de chile 00mo en cualquier otra, slo retorcidos entran al zapato chino del materialismo.
Para el autor, quines hicieron la la Independencia fueron nicamente
ciegos instrumentos de la economa. An cuando no tuvieran en sus mentes ni el ms tenue o remoto propsito independentista, estaban 3ctuando
como eficientes portavoces de la necesidad por independencia que se haca
sentir sobre la estructura econmica de Chile".
Esta "necesidad por independencia", a su vez, derivaba segn el seor Ramrez de la crisis econmica que afectaba al pas desde fines del
siglo XVIII. El "libre comercio" implantado paulatinamente por los Borbones, haba trado los males que el autor indica en el Captulo III del libro:
ruina de la industria nacional, desequilibrio de la balanza comercial, cri
sis del comercio chileno y fuga de metales preciosos. A todo ello se aada
nuestra excesiva dependencia econmica del Virreinato del Per, reseada
por el seor Ramrez en el Captulo IV del libro.
Pero la tesis del autor pierde a continuacin toda lgica interna. CosJ.
-que suele suceder cuando las tesis no surgen de los hechos, sino que se
intenta acomodar forzadamente stos a aqullas.
En efecto, fueron los Barbones los que tenninaron con nuestra suje.
ci6n econmica al Pero. Hasta el punto que de las tres balanzas comerciales
chilenas (con Argentina, Per y Europa) slo la peruana era favorable a
nosotros al comenzar el siglo XIX. El autor prescinde entera y majestuosamente de estos hechos.
337
Por otra parte, frente a los males del '11bte comercio" borbn ... qu
preconizaban los ms ilustrados pensadores chilenos, los Ambrosio OHig.
J05 Anselmo de la Cruz? Lase
la respuesta en el Captulo V de la obra comentada: preconizaban comercir
an ms libre.
y la Independencia ... con qu reemplaz el "comercio libre?'" -con
un comercio librrimo que, naturalmente, acentu los males sealados por
el seor Ramrez como causa de la Emancipacin.
Si los economistas chilenos reaccionaban contra el "libre comercio ... ~
por qu lo proponan como panacea? Y si la Independencia se origin en
los males del "libre comercio" por qu lo acentu? El seor Ramrez
no lo explica.
Gonzalo Vial Correa
gim, los Cos Iriberri, los Manuel de Salas,
Ampla el seor Ramlez con esta obra una anterior (La Guerra Civil de 1891. Antecedentes Econmicos. Editora Austral, 1951).
El mrito principal del estudio, es el mismo del trabajo primitivo. A
saber; un rastreo muy eficiente de las conexiones entre los intereSe! britnicos en el salitre y la oposici6n a Balmaceda que desemboc en la guerra
civil. Este rastreo se ha hecho utilizando archivos notariales, peridicos nacionales y extranjeros, documentos ingleses, etc. Es manifiesto que anima
al seor Ramrez una marcada malevolencia cuando .'le refiere a las clases
gobernantes tradicionales. Pero tambin es manifiesta su comprobacin de
que el contubernio poltica-negocios salitreros era, antes de la guerra civil
y durante ella. una triste realidad. Las apreciones cel autor podrn ser in
justas en uno u otro caso particular, pero el cuadro de conjunto aparCCf'
innegable.
Pero el seor Ramrez va ms all y esboza su propia teorla sobre lo
revolucin de 1891. As Balmaceda pasa a ser el caudillo de la clase media, la burguesa industrial y el proletariado, contra los antiguos terratenientes. la burguesa comercial y bancaria y el imperialismo ingls representados por el Congreso.
Esta teora apenas tiene asidero en los hecbos. Ni el mismo autor puede
sealar un solo ejemplo, ni una solitaria comprobacin de que la burguesl.
industrial, la clase media o el pueblo apoyasen al Presidente. Lar dates tradicionales no estaban identificadas slo con el Congreso, como pretende el
seor Ramrez, sino divididas entre revolucionarios y balmacedistas; el pro..
338
pio Pre.idente era un aristcrata y lo mismo sucedJa con muchos, muchsimos de sus seguidores. La idea del autor de que el "sitico" -son sus propios trminos- apoyaba a Balmaceda. habr hecho revolverse en su twnba
a Jos Miguel Valds Carrera, el violento balmacedista, que precisamente
acusaba de "siticos" a los principales dirigentes congresistas. El pueblo.
el proletariado. segn algunos era indiferente a la contienda; segn otrol
era revolucionario; el senor RamJ"cz es el primero en pretenderlo balmacedista.
En verdad . la historia es demasiado compleja para pretender encasillarla en estos esquemas simplistas. dividiendo a sus protagonistas en DUo!n~" y "villanos". El doctrinarismo marxista ha jugado al seor RamJ"ez
una nueva mala pasada. hacindole inCUITir en simplificaciones tipo propaganda poltica, ajena por completo a la Historia.
Con.talo vial
Richard Konetzke:
CON'C4
ilustran posterionnente los documentos son los siguientes, en iineas generales: la constitucin de la propiedad territorial; los mayorazgos; las encomiendas; la burocracia hispanoamericana; el comercio; la minera; las activi_
dades industriales; el trabajo de los indios y de los esclavos; la organiza_
'cin militar y el estado eclesistico. Aparte de estos temas, que son los
fundamentos de la estructura social americana, abarca tambin esta coleccin las disposiciones que se refieren especficamente a los distintos elementos raciales que componlan esa estructura; y estas leyes son tal vez las
ms interesantes.
A primera vista, o revisadas aisladamente, podran tomarse como la
expresin de una poltica drsticamente "segregacionista" o reaccionaria.
Se prohibi, por ejemplo, ordenar sacerdotes a los mestizos y fueron excluidos de ciertos oficios y cargo pblicos; y sobre mulatos y negros tambin
cayeron prohibiciones de este tipo. Sin embargo, la visin de la COTOna
espaola fue ms profunda, orgnica y humana que cualquiera tendencia
meramente racista; y ms equilibrada y cuidadosa a la vez que una falsamente democrtica. Es as como junto ti esas medidas restrictivas se consider a los indios nobles dignos de todas "las preeminencias y honores.
as en lo eclesistico como en lo secular, que se acostumbraban a conferir a
los nobles hijoshidalgos de Castilla". Se penniti el matrimonio entre espaiioles e indias yen cambio se trat de impedirlo entre negros e indias. Prohibise que hubiese "diferencia ni distincin de personas de espaoles e
indios" en el castigo de los delitos. Al mismo tiempo, la legislacin dictada
por la corona foment la incorporacin de indios y negros a la civilizacin,
proveyendo lo necesario para que fuesen evangelizados, instruIdos en el
idioma castellano y aqullos agrupados en pueblos con autoridad y bienes
propios.
La aparente contradiccin entre las medidas restrictivas y estas otras
se explica porque en el fondo de esta concepcin de las cosas habla un principio ideal enlazado orgnicamente con una observacin concreta y realista. El principio ideal era que todos los hombres son esencialmente ig\lales:
y la observacin concreta, que la diferencia de cultura, temperamentos e
inclinaciones hacen indispensables ciertas barreras y limitaciones, al menos temporalmente y en de terminadas circunstancias. La concepcin de toda
la organizacin social y poltica, por lo dems, era fuertemente jerrquica
y hoy nos resulta extraa, pues se ha producido una cierta disolucin del
sentido de la autoridad, de las formas y de los smbolos.
y la prueba de todo ello es que si juzgamos esa poca histrica <.'On
sus propias posibilidades, debemos admitir que supo crear en Amrica Ulla
sociedad organizada y abierta al progreso material y la cultura. Los ciento cincuenta alias de inestabilidad poltica, social, econmica y cultural que
ha padecido Hispanoamrica no son meramente una crisis de crecimiento:
hay tras de ellos la quiebra total de una estructura de la sociedad y de
340
bna organizacin de la vida, que, como consecuencia, interrumpi el desarrollo de los pueblos.
El estudio de los documentos de Konetzke debe ser completado, por
cierto, con el de la realidad a la cual toda aquella legislacin fue aplicada
y ellos mismos pueden servir tilmente de pauta para hacerlo.
EDAD
341
342
343
Jairrw Eyzoguirre
EN CmLE. TRA-
345
mente, sin dejar grandes huellas, ni problemas raciales, 10 que no obsto para
que el etnlogo o antroplogo atento pueda descubrir aqu y all una rai
gambre negra oculta pero poderosa~. El lector se pregunta: Si esa raigambrd
negra es oculta, cmo se sabe que es poderosa? y si es poderosa, porqu
puede afinnarse que no dej grandes huellas? Y para lenninar: en las pginas
194 y 195 se dice: "S i echamos una mirada general al comercio de Santiago,
segn lo que registran las escrituras notariales de la segunda mitad del siglo
XVI, podemos (Megurar q!te el dinero inoortid{) !J tambin fa frecuencia segn su magnitud, corresponden a ... " y se sealan cinco rubros en orden
correlativo. Pero al pie, en nota, encontramos lo que sigue: "Esta lista se ha
confeccionado compulsando algunos cientos de documentos del Archivo de
Escribanos. Debe entenderse vlida slo en sentido general y con las siguien_
tes limitaciones: se ha tenuw en cllenta fa frecuencia de fas obietos !J mercaderas vendidas ms que el oolumen de dinero que representa la OOJlta; se
ha tratado de tomar en cuenta las compras hechas por mercaderes ... ", etc.
Como se puede observar, la afirmacin del texto pierde su valor en vista
de 10 expresado en la nota, y el verbo asegurar empleado en aquella parece
por lo tanto, excesivo.
Estos y otros muchos casos que podrian sealarse producen dudas, que
hacen temer que haya raltado al autor una ms atenta renexin antes de
redactar su obra. y se une a lo anterior, para aumentar la incertidumbre, el
lenguaje a veces complicado, CQmo el que usa Mellafe en la pgina 137 para
definir el concepto que l asigna al trmino migraci6n.
Pero la objeci6n mayor que cabrla hacer a la obra, de indudable valor.
por lo dems, es su visin unilateral y parcial del problema estudiado. Olvida
a menudo Mellafe que el esclavo era hombre, inteligente y psicolgicamcntl.'
libre, y que esta libertad e inteligencia no han podido menor de reflejarse en
la instituci6n de la esclavitud. Incluso al hablar, en el capitulo VII de la
Parte n, de "Los negros en la organizacin legal de la colonia", no pasa
ms all de lo referente a las ordenanzas penales y de polica. El esclavo
sujeto de derechos, el relativo reconocimiento de su personalidad, el matri
monio entre 11egros, son problemas que ni siquiera se insinan.
Slo algunos relmpagos, aqu y all, nos aclaran algo sobre el espritu
del negro. Qu delicadeza, por ejemplo, encontramos en la esclava Margarita, sierva de Almagro, que en 1553 funda una capellanla en sufragio del
alma de don Diego, de su hijo y de los "otros seores amigos mios que acom
paaron al dicho mi seor en la jornada que hicimos a las provincias de Chile"l (Pgina 45). Una frase de Conzlez de Njera: "a los cuales negro~
tienen los nuestros por propios ya los indios por extraos" (pgina 104',
nos da a entender tambin, en su sencillez, algo de lo mucho que habla en
el alma del negro. Pero Mellafe, al contrario de lo que hace Vial en su ya
citada obra, casi nada aprovecha de tan nobles materiales, y la accin del
espritu ocupa muy poco lugar a travs de sus pginas.
El libro de Mellafe revela a un investigador extraordinariamente dotado,
346
J.
Vicens
Edicin esmeradsima, bellamente ilustrada, sujeta a la direccin cientfica de un distinguido catedrtico de la Universidad de Barcelona cinte
grada por monografas de diversos autores. La pauta a que se ajusta la obra
inclina a limitar la visin de la historia y a considerar lo econ6mico-social
como lo determinante de los dems fen6menos. En momentos el planea_
miento manista aflora desnudo y franco, como en esta frase del T. r, pgina 142: "Si hasta ahora hemos examinado la plataforma humana y econ6mico social sobre la que se asienta la sociedad visigoda, vamos a describir
a continuacin las consecuencias polticas y espirituales a que dio lugar
aqulla".
Por 10 que toca a Amrica, la Prehistoria est expuesta por el profesor
Manuel Ballesteros Caibrois cn forma clara aunque somera. No trata las
culturas chilenas. Las Indias en tiempo de los Reyes Cat6licos y de los Austria dan motivo a un discreto ensayo del profesor Guillcrmo Cspedes del
Castillo, escrito con visi6n ordenada y elegante. De menor calidad, sin duda,
es el trabajo que al siglo XVIII americano dedica M. Hcrnndez Snchez
Barba. Sobre Chile las informaciones son francamente deficientes, cuando no
errneas. Vase por vla de ejemplo de esto ltimo el cuadro de poblacin
(T. IV, pgina 338 ), en el que adjudica a Santiago 6.000 habitantes en
1800, y la bibliografa en que se cita como nica referencia chilena un
artculo aparecido en Atenea en 1935, J. G. Silva: El verdadero derecho de
propiedad Ij la verdadera esclavitud.
Del mismo Hemndez Snchez Barba es el estudio sobre "Los Estados
Americanos en los siglos XIX y XX". Si 10 que atae a la organizaci6n y
crisis econmica de Chile est expuesto en trminos por dems confusos, lo
que all se dice acerca del proceso poltico denota un pobrSimo y lamentable
conocimiento del tema. Como muestra del criterio hist6rico del autor, impermeable a los matices y diferencias dentro de Amrica, basta leer en las
pginas 528-529, T. IV bis, bajo dos grandcs retratos, 10 que sigue: "El na_
cionalismo de Hispanoamrica se vio reforzado por la actuaci6n de los caudillos polticos y militares en una pieza: Manuel Bulnes, presidente de Chile
347
Eduard Poeppig: UN TESTIGO DE LA ALBORADA DE CHILE (I82~1829). Versi6n castellana, notas e ilustraciones de Carlos Keller. Editorial Zig Zag.
Santiago. 1960.
La copias.1 bibliografa existente sobre viajes y viajeros a Chile en la
poca de la Independencia y de la organizaci6n del Estado viene a enriqul'cerse con un libro notable como es el que ha dado a las prensas la Editorial
Zig Zag.
En una muy bien cuidada impresi6n, completada con lminas, fotograrlas y mapas, el relato de Poeppig nos presenta a Chile bajo una imagen en
parte nueva y del mayor inters, lo que ha hecho pensar al traductor, Sr.
Keller, que esta obra ha de "cambiar, en ms de un sentido, cuanto se haya
escrito y pensado sobre Chile". Tal afinnaci6n n05 parecerla aceptable en
todas sus partes si la basara en un juicio exactamente ajustado a la realidad.
Agrega a aquella aseveraci6n la de que la obra de Poeppig fue ignorada por
todos los historiadores chilenos, con la sola excepci6n de Medina . No obstante, si revisamos la Historia General de Chile, de Barros Arana, observa_
remos que dedica, en su volumen XV, a Poeppig y su libro no menos de siete
pginas. (Parte Novena, Cap. XXV1IJ, N'" 9). Igualmente, el mismo historiador public en los Anales de la Universidad de Cllile, en 1869, una nota
necrolgica, llamando la atenci6n sobre la producci6n que ahora comentamos.
A travs de S\IS diversos capullos, el viajero nos habla de su viaje por
mar desde Baltimore hasta Valparaiso, cruzando frente al Cabo de Hornos;
de su estada en aquel puerto y luego en el valle de Aconcagua; de su ex-
349
I N Die E
ESTUDIOS:
Jaime Eyzag\lirre: LA AcrrnID RELlCIOSA DE DON BEllNARDO Q'HICCINS
47
!..OS
OE OE\"OCION
A'ZTEC.u .
95
EN LA EDAD ME-
ROSAIUO DE VALlJIVIA
152
DOCUMENTOS:
DlAIUO DE VIAJE A
Cmu: DE JUAN
205
BIBLIOGRAnA:
FICREIIO BI3UOCI\AFlOO
287
REsE.u:
Archivo de don Bernardo O'Higgiru, Tomos XIX y XXI.
323
325
327
329
Bibliografa
Ecl~jca
Chilena .
339
!/
342
348
el 30 de
Santiago. Chile.
LAUS DEO