El Didascalicon
El Didascalicon
Revisin tcnica
Joel Molina Ayala
coleccin
diecisiete,
17,
ndice
Libro segundo
I De la diferencia entre las artes ....................................................................33
II De la teologa .............................................................................................35
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
Libro tercero
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
De la humildad ...........................................................................................69
Del empeo por indagar..............................................................................72
De los otros cuatro preceptos ......................................................................74
De la tranquilidad .......................................................................................74
Del escrutinio..............................................................................................75
De la parsimonia .........................................................................................75
Del exilio ....................................................................................................76
Libro cuarto
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
Libro quinto
I De algunas particularidades de la Sagrada Escritura
y del modo de leerla ...................................................................................97
II De la forma triple de entender.....................................................................97
III De que tambin las cosas tienen un significado en la Sagrada Escritura........99
IV De las siete reglas .....................................................................................100
V De lo que se opone al estudio ...................................................................103
VI De cul sea el fruto de la lectura divina .....................................................105
VII De cmo debe leerse la escritura para corregir las costumbres....................105
VIII De que la lectura es para los principiantes y la accin
para los perfectos .....................................................................................108
IX De los cuatro escalones .............................................................................109
X De las tres clases de lectores .....................................................................111
Libro sexto
I De cmo deben leer la Sagrada Escritura
los que en ella buscan el conocimiento ......................................................113
II Del orden que se encuentra en las disciplinas ............................................113
III De la historia ............................................................................................114
IV De la alegora ...........................................................................................117
V De la tropologa, es decir, de la moralidad..................................................122
VI Del orden de los libros ..............................................................................123
VII Del orden de la narracin ..........................................................................124
VIII Del orden de la exposicin ........................................................................125
IX De la letra .................................................................................................125
X Del sentido ...............................................................................................126
XI De la sentencia .........................................................................................127
XII Del modo de leer ......................................................................................128
XIII De que en este lugar no se tratar de la meditacin...................................128
XIV Divisin del contenido de la filosofa..........................................................129
XV De la magia y de sus partes.......................................................................131
Apndice
De las tres subsistencias de las cosas.........................................................133
I Charles Henry
Buttimer, Hugonis
de Sancto Victore,
Didascalicon, De Studio
Legendi, A Critical Text.
The Catholic
University Press,
Washington, D.C.,
1939.
II Jerome Taylor, The
Didascalicon of Hugh of
St. Victor. A Medieval
Guide to the Arts.
Columbia University
Press, Nueva York,
1961.
10
Descle de Brower,
Bilbao, 1967.
del aprendizaje y del objeto en que se lee, sea rollo, cdice, libro
o pantalla. Por estas razones, y por una ms que sealo a cuenta
de los editores, quienes, generosamente, juzgan que la presente
traduccin ha logrado trasladar a nuestra lengua la secuencia y el
ritmo, la sonoridad y la profundidad, la religiosidad y hasta el
misticismo del original latino, se explica y justifica la aparicin
de esta nueva versin en espaol.
Hugo de San Vctor vivi en un tiempo anterior al de los derechos de autor y del copyright. A veces cita al autor, o al autor y
su obra, sobre todo cuando se trata de libros bblicos; sin embargo,
con mucha frecuencia toma prestados pasajes ajenos, ms o menos largos y hasta captulos enteros sin la ms mnima indicacin de que por su pluma es otro quien escribe. En este caso
especfico, la diferente tipografa que usa Buttimer o las comillas
de Taylor han permitido que el lector actual, no especialista pero
cuidadoso observador de la lectura y de la escritura, se d cuenta
cundo escribe Hugo y cundo se sirve de prstamos: a este propsito se ordena la inmensa mayora de las notas. Sin embargo,
estamos muy lejos todava de lo que sera un plagio.
Aunque uno de los ms notables beneficios de los actuales
medios de escritura y de lectura es hacer accesibles muchas de las
obras de otros tiempos, an seguimos padeciendo, en la llamada
Amrica Latina, pobreza bibliotecaria. No obstante, una buena
parte de las citas de Hugo son bblicas, lo cual no representa problema. Se sigue la Biblia de Jerusaln III para los nombres de los libros bblicos y la forma de abreviar captulos y versculos, pero la
versin castellana se basa en el texto latino porque se prefiere la
fidelidad a la argumentacin de Hugo que la precisin acadmica
de la traduccin.
Tampoco habr problema para el que quiera consultar a los
grandes clsicos griegos (Platn, Aristteles, etctera) o latinos
(Cicern, Virgilio, etctera), cuando stos sean citados por Hugo,
porque sus obras son accesibles en cualquier institucin que se
dedique al estudio de estos autores. Adems, siempre queda el
recurso a The Latin Library, en internet.
Por el contrario, las numerosas citas, explcitas o tcitas, de
los padres de la Iglesia (san Jernimo, san Agustn, etctera), de los
escritores de la antigedad cristiana (como Boecio y Casiodoro) y
del periodo medieval (a partir de Isidoro de Sevilla, hasta los con-
11
IV Ivan Illich, En el
12
amplio estudio preliminar y aparato crtico, adems de su presentacin bilinge, la presente quiere introducir en primera instancia
a Hugo en los debates contemporneos a propsito del libro y la
lectura en la actual encrucijada.
JMV
Prefacio
14
PREFACIO
PREFACIO
15
Libro primero
3 El concepto y la
I
DEL ORIGEN DE LAS ARTES
expresin de esta
oracin inicial (incipit) y
capital provienen de
Boecio, De consolatione
philosophiae, III, al final
de la prosa 10: As pues,
de todas las cosas que se
han de buscar, la
mxima y a la vez causa
de las dems es el bien
Y con seguridad se debe
concluir tambin que la
sustancia de Dios se
encuentra en el mismo
bien.
4 De las numerosas
fuentes conocidas de
este aforismo, la ms
antigua es Jenofonte
(Memorabilia, IV, 2,
24-25), en donde
Scrates pregunta a
Eutidemo si ha visto la
inscripcin a la entrada
del templo de Delfos y
aade: Acaso te has
puesto a pensar y
tratado de saber quin
eres? Concete a ti
mismo!
5 Entelequia es un
trmino aristotlico, no
platnico.
18
6 Adaptado de Boecio,
De consolatione
philosophiae, III, metro
9, vv. 15-17.
7 Calcidio, Plato
8 No se conoce
ninguna obra de
Varrn con este ttulo.
LIBRO PRIMERO
por la inteligencia las causas invisibles de las cosas, y capta por los
sentidos las formas visibles presentes; y una vez dividida, concentra el movimiento en esferas gemelas,6 ya sea que a travs de
los sentidos se acerque a las cosas exteriores, ya sea que por medio de la inteligencia ascienda a las cosas invisibles y regrese a s
misma trayendo las semejanzas de las cosas.
As es como la misma mente, que es capaz de contener todas
las cosas por estar compuesta de toda sustancia y naturaleza, es
apta para representar la imagen de la semejanza. El principio pitagrico, en efecto, expresaba que las cosas se aprehenden por
medio de lo que les es semejante, de tal forma que si el alma racional no estuviera conformada por todas las cosas, de ninguna
manera podra aprehenderlas todas, de acuerdo con lo que alguien
dijo: Aprehendemos la tierra por lo terreno, el fuego por las llamas, la humedad por lo lquido, el aire por nuestro aliento.7
Pero no debemos juzgar que estos hombres, doctsimos en
toda clase de asuntos, hubieran pensado que la esencia de suyo
simple se extendiera fuera de s misma en partes cuantitativas,
sino que afirmaban, para demostrar ms claramente su admirable
capacidad, que estaba conformada por todas las naturalezas, pero
no segn la realidad de lo compuesto, sino segn el concepto de
la composicin. Ni se debe pensar que esta semejanza con todas
las cosas la tenga el alma desde otra parte, desde afuera, sino que
ms bien ella en s y por s misma la posee, como una capacidad
innata y por virtud propia. Pues, como dice Varrn en el Periphysion,8 no toda variacin de las cosas es recibida desde fuera, de
modo que es necesario que todo lo que sufre una variacin, o bien
haya perdido algo de lo que tena, o bien haya recibido desde fuera
algo diferente de lo que ya tena. As vemos cmo una pared puede
recibir desde fuera la semejanza de cualquier cosa mediante la
forma que se le imprime; sin embargo, cuando el acuador imprime la figura en el metal, ste comienza a representar ya otra cosa
pero no impuesta desde fuera, sino por virtud propia y disposicin
natural. Lo mismo ciertamente sucede con la mente de la que, por
llevar impresa en s misma la semejanza de todas las cosas, se dice
que es todas las cosas y que recibe la composicin de todas ellas,
no porque las contenga de forma integral, sino virtual y potencial.
Tal es, pues, la dignidad de nuestra naturaleza, poseda por
todos de igual manera, pero no por todos reconocida de la misma
19
II
LA FILOSOFA ES LA BSQUEDA DE LA SABIDURA
Pitgoras fue el primero que dio el nombre de filosofa a la bsqueda de la sabidura,10 y prefiri el nombre de filsofo al de sophos, es decir, sabio, como antes eran llamados los filsofos. Y de
manera hermosa ciertamente llama a los que buscan la verdad
amantes de la sabidura, no sabios, porque, efectivamente, de tal
manera an permanece oculta la verdad que la mente, por ms
que arda en amor por ella y por ms que se dedique a buscarla, no
puede comprender en su cabalidad como ella es. Hace as de la
filosofa una disciplina de aquellas cosas que en verdad son y que
en s mismas encuentran su sustancia inmutable.11
Es, pues, la filosofa el amor y la bsqueda y, de alguna manera, la amistad de la sabidura, pero no de esa sabidura que consiste
ms bien en el conocimiento de algunas herramientas y en alguna
destreza fabril, sino de aquella sabidura que de nada necesita, y es
la mente viviente y la nica razn primigenia de todas las cosas.
Este amor por la sabidura es, por tanto, la iluminacin de la sabidura pura que se proyecta sobre el espritu capaz de entender
cmo se dan la atraccin y el llamado hacia ella misma, de manera
que se vea la bsqueda de la sabidura como la amistad de la divinidad y de aquella mente pura. As pues, esta sabidura hace recaer
sobre toda clase de almas el valor de su divinidad y las vuelve hacia
la propia fuerza y pureza de su naturaleza. De aqu proviene la verdad de las reflexiones y de los pensamientos, as como la santa y
casta pureza de las acciones.12
9 Cum in omnibus
philosophiae disciplinis
ediscendissummum
vitae positum solamen
existimem Con estas
palabras comienza la
obra De syllogismo
hipothetico, de Boecio
(PL, LXIV, 831B).
10 Cita de Boecio, De
11 Cita de Boecio, De
12 Cita de Boecio, In
20
13 Cita de Boecio,
Commentaria in
Porphyrium a se
translatum, I.i (PL,
LXIV, 71A).
LIBRO PRIMERO
III
DE LA TRIPLE POTENCIA DEL ALMA Y DEL HOMBRE
COMO NICO SER DOTADO DE RAZN
21
tomado de Boecio,
Commentaria in
Porphyrium a se
translatum, I.i (PL,
LXIV, 71A ss).
22
LIBRO PRIMERO
IV
DE LOS ASUNTOS QUE TRATA LA F ILOSOFA
15 Inextricabilem
labyrinthum es una
expresin de Boecio,
De consolatione
philosophiae, III, prosa
xii.
16 Es la misma
23
24
LIBRO PRIMERO
VI
DE LAS TRES MANERAS DE LAS COSAS
Entre las cosas existen efectivamente unas que no tienen principio ni fin y son las que se llaman eternas; hay otras que ciertamente tienen principio, pero no concluyen en un final y se
denominan perpetuas; y hay otras que tienen principio y fin, y
stas son las temporales. En la primera clasificacin se encuentra aquello cuyo existir no es distinto de su ser, es decir, que no se
explica por la diversidad de causa y efecto, que subsiste no por un
principio externo sino slo por s mismo, y tal es el caso nico del
Progenitor y Artfice de la naturaleza.
Pero aquello cuyo existir es distinto de su ser, es decir, que
recibe su existir de un principio externo, que se convierte en realidad actual y comienza a existir como efecto de una causa precedente, eso es la naturaleza que contiene el mundo entero y se
divide en dos partes. Est primero la que slo reconoce como causa primordial de su existencia el designio de la voluntad divina,
que pasa al acto de ser sin la intervencin de ningn otro motor y
ah permanece inmutable sin verse sujeta a un fin ni a vicisitud
alguna. Tales son las sustancias de las cosas, que los griegos llamaban ousa, y de todos los cuerpos del mundo supralunar, que tambin se llaman divinos precisamente por no estar sujetos al
cambio.
A la tercera clasificacin pertenecen las cosas que tienen un
principio y un fin, que por s mismas no llegan a la existencia sino
que son obra de la naturaleza, que tienen su origen en la tierra,
bajo la esfera lunar, por la accin motora del fuego como artfice,
que dotado de cierta fuerza desciende para que sean procreadas
las cosas sensibles.
De las esencias, por tanto, se ha dicho: En el mundo nada
muere, porque ninguna esencia perece, pues las esencias de las
cosas no son transitorias, aunque s sus formas. Pero cuando se dice
que la forma es transitoria no debe entenderse como si se creyera
que alguna cosa existente pereciera del todo y perdiera su ser, sino
ms bien que ste cambia, ya sea porque las cosas que antes estaban unidas ahora estn separadas, o porque las que antes estaban
separadas ahora estn unidas, o porque las que antes estaban aqu
se encuentren ahora en otra parte, o porque las que ahora son
VII
DEL MUNDO SUPRALUNAR Y DEL MUNDO SUBLUNAR
25
17 Salustio, Bellum
Jugurthinum, II.iii:
Omniaque orta
occidunt et aucta
senescunt.
18 Fuente original, no
necesariamente la de
Hugo, Persio, Saturae,
III, 84: De nihilo
nihilum, in nihilum nil
posse reverti.
19 Maximiano, Elegiae,
I, 222: Et reddit ad
nihilum, quod fuit ante
nihilum.
26
LIBRO PRIMERO
VIII
27
IX
DE LAS TRES OBRAS
20 Adaptado del
comentario de
Calcidio al Timaeus.
21 Gn 1, 1.
22 Gn 1, 11.
23 Gn 3, 7.
24 Como observa
(Recurdese la nota 1
del prefacio sobre la
diferencia de una
unidad en la numeracin).
28
LIBRO PRIMERO
X
DE QU COSA ES LA NATURALEZA
26 De inventione,
I.xxiv.34: Naturam
ipsam definire difficile
est.
27 Adaptado de Boecio,
29
28 La fuente ms
382: Oceanumque
patrem rerum
nymphasque sorores.
30 San Agustn,
XI
DEL ORIGEN DE LA LGICA
Despus de haber presentado el origen de las partes terica, prctica y de la mecnica, queda por investigar tambin el origen de
la lgica, la que menciono al final porque fue la ltima en aparecer, cuando las dems ya se haban formado. Pero era necesario
llegar tambin a encontrar la lgica, porque nadie puede discutir
adecuadamente un asunto si carece de un conocimiento correcto
y veraz sobre la racionalidad del lenguaje, pues, como afirma Boecio, cuando los antiguos se entregaban a la investigacin de la
naturaleza de las cosas y de las caractersticas de la moral, era
inevitable que cayeran en errores, pues carecan de precisin en
el uso de las palabras y de los conceptos.
Esto se ve con frecuencia en Epicuro, quien afirma que el mundo est compuesto de tomos y se engaa al afirmar que el placer
es honesto. Es claro que esto le pudo suceder a Epicuro y a otros
por ser inexpertos en el arte de la discusin, pues suponan que lo
que estaba presente en su razonamiento, eso mismo suceda tambin en la realidad. Pero ste es un gran error, porque las cosas no
estn presentes en el razonamiento de la misma manera como lo
estn en una operacin aritmtica. En este caso es necesario, sin
lugar a dudas, que la cantidad numrica que se obtiene como resultado de un clculo correcto sea la misma que se observa en la
realidad, de manera que si el resultado del clculo fuera el nmero cien, es necesario que sean cien tambin las cosas sujetas a
dicho clculo. Pero esto no sucede de la misma manera en el arte
de la discusin, ni todo lo que se encuentra en el transcurso de la
argumentacin corresponde a un objeto determinado en la naturaleza. Por esto era inevitable que se equivocaran aquellos que, igno-
aunque no sea la
fuente directa, ofrece
una concepcin
semejante: Jupiter
omnipotens rerum
regumque deumque
progenitor genitrixque,
deus unus et omnes: De
civitate Dei, VII, 9. (Se
corrige la referencia
de Taylor, VII en lugar
de VI).
30
31 Cita de Boecio,
Commentaria in
Porphyrium a se
translatum, II (PL,
LXIV, 72C-73B). Se
corrige referencia de
Taylor.
LIBRO PRIMERO
31
32
32 Si la fuente ltima
es el Aureum carmen
(lnea 47 del texto
griego; 51-52 del texto
latino), como nos
informa Taylor, la
fuente inmediata es
Macrobio, In somnium
Scipionis, vi, xli: Per
qui nostrae animae
numerum dedit ipse
quaternum.
LIBRO PRIMERO
Libro segundo
I
DE LA DIFERENCIA ENTRE LAS ARTES
33 Cita de Boecio, In
34
II.xxiv.9: Philosophia
est meditatio mortis
LIBRO SEGUNDO
35
DE LAS MATEMTICAS
II
DE LA TEOLOGA
III
37 En Boecio, In
38 En Isidoro,
Etymologiae, II.xxiv.13:
Divinalis dicitur
quando aut ineffabilem
naturam Dei
DE LAS MATEMTICAS
De las matemticas, por otra parte, se dice que son una ciencia
doctrinal; sin embargo, cuando la palabra se usa sin la h, matesis,
se interpreta como vanidad y designa la supersticin de aquellos
que colocan en los astros los destinos del hombre, por lo que han
recibido el nombre de astrlogos; pero cuando se escribe con la
h, adquiere el sentido doctrinal.39 sta es la ciencia que se ocupa
de la cantidad abstracta, que se llama as cuando por medio del
entendimiento es separada de la materia o de sus otros accidentes,
y nos ocupamos de ella con el puro razonamiento, considerando
la cantidad en cuanto tal, como par, impar, u otros atributos semejantes:40 separacin que es fruto de la enseanza matemtica, no
de la naturaleza. Boecio llama a esta parte inteligible, que incluye
la primera, la intelectible, por el pensamiento y el entendimiento
que contemplan todas las obras celestes de la divinidad suprema
y todo aquello que bajo el globo lunar goza de nimo bienaventurado y de sustancia ms pura y, por ltimo, las almas de los hombres. Pero todos stos, que pertenecan a la sustancia primaria, la
intelectible, por el contacto de los cuerpos se degradaron y pasaron
de los intelectibles a los inteligibles, de manera que ms que ser objeto de entendimiento son ellos los sujetos que entienden, y ma-
39 En griego, mathesis
40 En Casiodoro,
Institutiones, II.
Praefatio, 4, o en otros
pasajes semejantes
mencionados por
Taylor.
36
41 En Boecio, In
LIBRO SEGUNDO
IV
DEL NMERO CUATERNARIO DEL ALMA
37
38
LIBRO SEGUNDO
evidente que el alma, despus del final de esta vida, que se representa por el nmero ochenta, retorna a la unidad de su simplicidad,
de la que se haba apartado cuando descendi para gobernar al
cuerpo humano. Que la meta de la vida humana se fije naturalmente en la edad de ochenta aos, lo declara el profeta: Si por buena
salud, dice, se llega a la edad de ochenta aos, mayores sern los
achaques y los sufrimientos.42 Algunos piensan que esta cudruple
progresin debe ser entendida como el nmero cuaternario del
alma, del que antes hablamos, y lo llaman as para distinguirlo del
nmero cuaternario del cuerpo.
V
DEL NMERO CUATERNARIO DEL CUERPO
39
DE LA PALABRA ARITMTICA
VI
DEL CUADRIVIO
VII
DE LA PALABRA ARITMTICA
Ares, en griego, se traduce en latn como virtus, poder, y rithmus
como numerus, nmero; de ah que aritmtica signifique el poder del nmero, y que el poder del nmero consista en que todas
las cosas fueron formadas a su semejanza.
40
LIBRO SEGUNDO
VIII
DE LA PALABRA MSICA
43 Taylor relaciona
IX
DE LA PALABRA GEOMETRA 43
Geometra quiere decir medida de la tierra, porque los primeros en practicar esta disciplina fueron los egipcios, quienes, cuando el limo de las inundaciones del Nilo cubra los mrgenes y
borraba los lmites, comenzaron a medir las tierras sirvindose de
varas y de cuerdas. Posteriormente los expertos aplicaron la medicin y extendieron su uso a los espacios del mar, del cielo, de la
atmsfera y de cualquier otro cuerpo.
X
DE LA ASTRONOMA
41
DE LA MSICA
XI
DE LA ARITMTICA 44
44 La terminologa de
este captulo se
explica, siempre segn
Taylor, por Boecio (De
arithmetica, I.iii.xvii,
PL, LXIII, 1083-1096) y
por Isidoro (Etymologiae, v.i-viii).
XII
DE LA MSICA 45
Hay tres clases de msica: la del universo, la del hombre y la instrumental. De la msica del universo, una se encuentra en los
elementos; otra en los planetas; otra en la sucesin de tiempos. De
la msica de los elementos, una se encuentra en el peso; otra en
el nmero; otra en la medida. De la msica de los planetas, una
se encuentra en el lugar; otra en el movimiento; otra en la naturaleza. De la msica de la sucesin de tiempos, una se encuentra
en los das, en la alternancia de luz y oscuridad; otra en los meses, en la sucesin de lunas crecientes y menguantes; otra en los
aos, en el cambio de primavera, verano, otoo e invierno.
De la msica del hombre, una se encuentra en el cuerpo;
otra, en el alma; otra, en la unin de ambos. De la msica del
cuerpo, una se encuentra en la potencia vegetativa, que es la que
lo hace crecer y que corresponde a todo lo que nace; otra, en los
humores, de cuya conformacin depende la subsistencia del cuerpo humano, y que es comn a todos los seres dotados de sentidos;
otra, que de manera especial es congruente con los seres racionales, en las actividades, entre las que sobresalen las artes mecnicas, que son buenas si no son excesivas, de manera que aquello
que debe fortalecer la debilidad no se convierta en alimento de la
avaricia, como lo expresa Lucano en su elogio de Catn:
Para l los banquetes consistan en dominar el hambre;
Cualquier techo le serva como palacio contra la tempestad;
45 Todo el captulo,
afirma Taylor, es un
compendio de Boecio,
De musica I.ii (PL,
LXIII, 1171D s).
42
46 Lucano, Pharsalia,
II.384-387.
47 Ef 5, 29.
variantes, de Boecio,
De musica, I.xxxiv (PL,
LXIII, 1196B).
LIBRO SEGUNDO
XIII
DE LA GEOMETRA
43
DE LA FSICA
XIV
DE LA ASTRONOMA
XV
DEF INICIN DEL CUADRIVIO
XVI
DE LA FSICA
49 Cf. Casiodoro,
Institutiones, II.iii.14;
Isidoro, Etymologiae,
II.xxix.16.
44
50 Virgilio, Georgica,
II.479 ss.
51 Boecio, In Porphy-
LIBRO SEGUNDO
XVII
DE LO QUE ES ESPECF ICO DE CADA UNA DE LAS ARTES
45
46
LIBRO SEGUNDO
XVIII
COMPARACIN DE LOS PUNTOS ANTERIORES
El conocimiento terico se divide en teologa, matemticas y fsica; dicho de otro modo, en intelectible, inteligible y natural; o an
de otro modo, en divino, doctrinal y filolgico. Es, pues, lo mismo
decir teologa que intelectible o divino; es lo mismo decir matemticas que inteligible o doctrinal; y es lo mismo decir fsica que filologa o natural.
Hay algunos que piensan que estas tres partes del conocimiento terico estn significadas de manera misteriosa en uno de
los nombres de Palas, figurada como diosa de la sabidura; en efecto, tambin es llamada Tritona, como tritoona, es decir, conocimiento de tres el de Dios, al que nombramos intelectible; el de las
almas, al que nos referimos como inteligible, y el de los cuerpos,
al que llamamos natural. Y con razn slo a estos tres se aplica el
nombre de sabidura, porque, aunque a las otras tres a la tica,
a las ciencias mecnicas y a la lgica convenientemente las podemos relacionar con la sabidura; sin embargo, con mayor precisin damos los nombres de prudencia o ciencia a la lgica, por la
elocuencia de la palabra, y a la mecnica y a la tica, por el cuidado de las costumbres y de las obras. Pero slo llamamos sabidura
al conocimiento terico por dedicarse a la reflexin sobre la verdad de las cosas.
XIX
MS SOBRE EL MISMO TEMA
47
XX
DE LA DIVISIN DE LAS ARTES MECNICAS
EN SIETE PARTES
variantes, de Boecio,
In Porphyrium dialogi,
I.iii (PL, LXIV, 11D s).
53 Cita de Isidoro,
Etymologiae, II.xxiv.16.
48
54 Cita de Cicern, De
inventione, I.iv.5.
LIBRO SEGUNDO
Por ella la vida se vuelve segura, honesta y noble, y por ella, tambin agradable, porque de ah provienen para la vida pblica muchsimas ventajas, si se cuenta con la asistencia de la sabidura que
todo lo modera. Para los que la han alcanzado, la elocuencia se
convierte en fuente de alabanza, honor y dignidad; y tambin para
sus amigos constituye una proteccin absolutamente segura y
confiable.54
XXI
49
SEGUNDA: EL ARMAMENTO
XXII
SEGUNDA: EL ARMAMENTO
La segunda es el armamento. A veces a cualquier tipo de instrumento se le llama arma, como cuando hablamos de las armas
de la guerra, o de las armas de un navo, es decir, las herramientas de la guerra o del navo. Pero hablando con propiedad, armas
son las que usamos para protegernos, como el escudo, la coraza y
el yelmo; o las que usamos para golpear, como la espada, el hacha
de doble filo y la lanza; pero son proyectiles las armas que podemos arrojar, como el venablo o la flecha.
La palabra arma viene del latn armus, que significa brazo,
porque protege el brazo que normalmente empleamos para defendernos de los golpes; pero proyectil viene del griego telon, que
significa largo, porque estas armas son alargadas, y de ah el uso
de la palabra latina protelare, que significa prolongar. Por todo ello,
el arte del armamento es considerado en cierta forma como una
ciencia instrumental, no tanto porque en su operacin tenga que
servirse de instrumentos, sino por cuanto convierte en un instrumento, por as decirlo, la masa material que est a su alcance. Y a
esta ciencia pertenece toda clase de materiales como piedras, maderas, metales, arenas y arcillas.
El armamento comprende dos ramas, la constructiva y la artesanal. La primera se divide en construccin de muros, que es
trabajo de canteros y de albailes, y en construccin de carros,
que es trabajo de carreteros y carpinteros, as como de otros artesanos de ambas especialidades, que manejan la azuela y el hacha,
la escofina y el astil, la sierra y el taladro, la garlopa, la prensa, la
cuchara de albail, el nivel; y que pulen, desbastan, cincelan, liman, burilan, juntan, recubren con cualquier tipo de material:
lodo, ladrillo, piedra, madera, hueso, grava, cal, yeso, y otros semejantes que puedan encontrarse. La rama artesanal se divide en
la de forja, que da forma a la materia al extenderla a base de golpes; y la de fundicin, que mediante el vaciado le impone su
forma a la materia. Por ello han recibido el nombre de fundidores los que saben transformar en una vasija la masa informe de
materia.55
Enarrationes in
Psalmos, Ps 67, 39 (PL,
XXXVI, 836D).
50
LIBRO SEGUNDO
XXIII
TERCERA: LA NAVEGACIN
XXIV
CUARTA: LA AGRICULTURA
XXV
QUINTA: LA CAZA
La caza se divide en la de animales salvajes, la de aves y la pesca. La caza de animales salvajes se lleva a cabo de muchas formas:
con redes, cepos, lazos, fosos, arco, arpones, jabalina, con ayuda de
ojeadores, del humo, de perros o de halcones. La caza de aves se
hace con lazos, cepos, redes, arco, goma o gancho. La pesca se hace
con redes, sedales, anzuelos, en pozas o con arpones. A esta disciplina corresponde la preparacin de toda clase de alimentos, sabores y bebidas. Su nombre, sin embargo, lo recibi slo de una
parte de ellos porque antiguamente las gentes se dedicaban principalmente a la caza para obtener su alimento, como sucede toda-
51
SEXTA: LA MEDICINA
XXVI
SEXTA: LA MEDICINA
La medicina se divide en dos partes,56 las ocasiones y las operaciones. Las ocasiones son seis: aire, movimiento y reposo, vaciedad y
52
LIBRO SEGUNDO
XXVII
SPTIMA: LO TEATRAL
El arte del espectculo recibe el nombre de teatral del teatro donde el pueblo sola reunirse para su diversin, lo que no significa que
el teatro fuera el nico lugar de diversin, pero s el preferido sobre
los dems. En efecto, algunas de estas actividades ldicas se realizaban en los teatros, otras bajo los prticos de los edificios (in gabulis), otras en los gimnasios, otras en los anfiteatros, otras en las
arenas, otras en los banquetes, otras en los templos.
En el teatro se representaban las grandes gestas con la ayuda
de cantares poticos, de personajes dramticos, de mscaras o de
53
DE LA LGICA...
figurillas; bajo los prticos organizaban coros de cantantes y danzantes. En los gimnasios se dedicaban a la lucha; en los anfiteatros
competan en carreras a pie, a caballo o en carros; en las arenas
actuaban como pgiles. En los banquetes entonaban cantos y odas
acompaados de instrumentos musicales, y jugaban a los dados;
en los templos entonaban las alabanzas de los dioses en fechas
consagradas.
Estas diversiones eran consideradas como actividades legtimas porque con un ejercicio equilibrado se incrementa el calor
natural del cuerpo y con la alegra se reconforta el espritu; o, como
parece ms probable, dado que era necesario que de cuando en
cuando el pueblo se reuniera para divertirse, decidieron que hubiera determinados lugares para hacerlo, y evitar as que se agruparan
en sitios apartados para cometer acciones infames o criminales.
XXVIII
57 Boecio, Commenta-
ria in Porphyrium a se
translatum, I.ii-iii (PL,
LXIV, 73B-75A).
54
LIBRO SEGUNDO
XXIX
DE LA GRAMTICA
XXX
DE LA CIENCIA DEL RAZONAMIENTO
La ciencia del razonamiento tiene como partes integrantes la invencin y el juicio, mientras que sus partes divisivas son la argumentacin demostrativa, la probable y la sofstica. La demostracin
se da en los argumentos necesarios y pertenece a los filsofos; la
argumentacin probable pertenece a los dialcticos y a los retricos; la sofstica pertenece a los sofistas y a los embaucadores.
La argumentacin probable se divide en dialctica y retrica,
y ambas tienen como partes integrantes la invencin y el juicio; y
puesto que tanto la invencin como el juicio constituyen de manera integral el mismo gnero, es decir, el de la ciencia del razonamiento, se sigue como consecuencia necesaria que deben estar
presentes simultneamente en la composicin de todas sus especies. La invencin es la que ensea cmo encontrar los argumentos y cmo estructurar la argumentacin; la ciencia del juicio es
55
56
LIBRO SEGUNDO
Libro tercero
I
DEL ORDEN Y MODO DE LEER Y DE LA DISCIPLINA
58
LIBRO TERCERO
nndolas, y as, de un mismo arte con frecuencia se hace referencia a varios autores. De entre stos, har mencin de algunos
pocos nombres a continuacin.
II
DE LOS AUTORES DE LAS ARTES
58 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae, II.xxiv.4.
59 Hic enim arithmeti-
Etymologiae, III.xxv.1,
iii.26.
Como telogos hay que mencionar a Lino entre los griegos; a Varrn entre los latinos; y, en nuestro tiempo, a Juan Escoto, con su
escrito De las diez categoras aplicadas a Dios. Entre los griegos,
Tales de Mileto, uno de los Siete Sabios, es el iniciador de la fsica
natural;58 mientras que entre los latinos, Plinio la describi. Pitgoras de Samos descubri la aritmtica,59 y Nicmaco escribi un
tratado sobre ella, que fue traducido, entre los latinos, primero por
Apuleyo, despus por Boecio.60 El mismo Pitgoras compuso el
Mathen tetrados,61 un libro sobre la enseanza del cuadrivio, y descubri en la letra Y una figura de la vida humana. Moiss dice que
el inventor de la msica fue Tubal, del linaje de Can; pero los griegos dicen que fue Pitgoras; otros que fue Mercurio, quien fue el
primero en usar el tetracordio; y otros que Lino, o Zeto, o Anfin.
Se dice que la geometra primero se descubri en Egipto, y entre
los griegos su representante fue el gran Euclides, autor de un tratado traducido por Boecio.62 Eratstenes tambin fue un gemetra
destacadsimo, a quien se debe la medicin del mbito terrestre.
Hay quienes dicen que Cam, hijo de No, fue el primero en
descubrir la astronoma. Los caldeos fueron los primeros en ensear la astrologa partiendo de la observacin del momento del
nacimiento; sin embargo, Josefo asegura que fue Abraham el primero en formar a los egipcios en la astrologa. Tolomeo, rey de
Egipto, restaur la astronoma, y estableci las reglas para encontrar el curso de los astros. Algunos dicen que el gigante Nimrud
fue el ms grande de los astrlogos, y por ello la astronoma tambin est asociada con su nombre. Los griegos dicen que fue Atlas
el primero en concebir este arte, y por esto tambin se afirmaba
que sostena el cielo.63
Scrates fue el iniciador de la tica, sobre la que escribi veinticuatro libros basados en la justicia positiva. Despus Platn, su
discpulo, compuso los numerosos libros que abarca la Repblica,
basados en ambas clases de justicia, a saber, la natural y la positiva. Despus Cicern compuso en latn los libros de su Repblica.
Tambin el filsofo Frontn escribi el libro Strategematon, es decir, de la estrategia militar.
La mecnica ha tenido muchos autores. Hesodo de Ascra fue
el primero entre los griegos que se dedic a escribir sobre los
asuntos del campo, y despus Demcrito. Tambin un gran cartagins compuso un estudio sobre agricultura en veintiocho volmenes. Entre los romanos, Catn es el que inicia con su tratado
Acerca de la agricultura, que despus Marco Terencio complement. Virgilio tambin escribi sus Gergicas; despus Cornelio, Julio
tico y Emiliano, o Columella, el famoso orador que abarc todo
el campo de esta disciplina.64 Luego hay que mencionar a Vitruvio, Acerca de la arquitectura, y a Paladio, Acerca de la agricultura.
Se cuenta que Minerva fue la primera que ense a los griegos la forma de producir la lana, y se cree tambin que fue la primera en producir la tela, colorear la lana y la que inici el cultivo
del olivo y la produccin artesanal;65 y se cree que Ddalo aprendi con ella y que despus l mismo continu con el oficio artesanal. Pero en Egipto, fue Isis, hija de naco, la que descubri la
forma de tejer el lino y les ense cmo hacer vestidos con esta
tela;66 fue ella tambin la que en ese pas inici la produccin de
lana. En Libia, el uso de la lana se origin en el templo de Ammn.
Nino, rey de los asirios, fue el primero en practicar la guerra.67 Se cree que Vulcano fue el primer herrero, aunque la historia
sagrada dice que fue Tubal.68 Prometeo fue el primero en descubrir
el uso de los anillos, al introducir una piedra en un crculo de hierro.69 Los pelasgos fueron los primeros en practicar la navegacin.
Ceres fue la primera en descubrir la utilidad del trigo, en Eleusis,
en Grecia, y en Egipto fue Isis. Pilumno introdujo en Italia el uso
del trigo y de la escanda, as como el modo de molerlos y machacarlos,70 mientras que Tago introdujo en Espaa la prctica de la
siembra. Osiris introdujo en Egipto el cultivo de la via, y lo mismo hizo Liber entre los indios.71 Ddalo fue el primero en servirse
de mesas y sillas. Un tal Apicio fue el primero en disponer de un
mobiliario de cocina, quien finalmente encontr en este lugar una
muerte voluntaria, por haber disfrutado de todas sus bondades.72
Entre los griegos, el creador de la medicina fue Apolo, pero
su hijo Esculapio, quien despus muri fulminado por un rayo, la
59
64 Cita de ibid., XVII.ii.
XIX.xx.1-2.
66 Adaptado de
Marciano Capella, De
nuptiis, II, xlviii, segn
Taylor. En realidad, el
pasaje se encuentra en
ese libro II, pero en el
par. clviii: Eademque
Isis lini usum sementemque monstravit,
segn la edicin de U.
F. Kopp, Frankfurt (del
Meno), 1835.
67 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae, XVIII.i.1.
68 Gn 4, 22.
69 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae, XIX.
xxii.1.
70 Adaptado de
Marciano, De nuptiis,
II.clviii: Comminuendae frugis farrisque
fragmenta Pilumno
assignat Italia, dice el
original, segn la
edicin citada en la
nota 59.
71 Cita de Remigio de
Auxerre, en su
comentario a De
nuptiis, de Marciano
Capella. Cf. Lutz,
Remigii Autossiodorensis Commentum,
libros I-II: Osyris
apud Aegyptios cultum
vinearum repperit, sicut
Liber apud Indos
(p. 168).
72 Cita de Isidoro,
Etymologiae, XX.i.1.
60
73 Adaptado de ibid.,
IV.iii.1-2.
74 Adaptado de ibid.,
XVIII.xvi.2.
75 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae, I.iii.5-6.
76 Adaptado de
Remigio, en su
comentario a Marciano.
Cf. Lutz, op. cit.:
Carmentis autem dicta
eo quod carminibus
futura praediceret. Haec
primum Latinas litteras
repperit (p. 187).
77 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae, I.xlii.1-2:
para el final del
prrafo, ibid., xxxix.1.
78 Adaptado de
Marciano Capella, De
nuptiis, iv.cccxxx. En el
texto citado slo
aparecen la roca y el
personaje, Parmnides,
en otro contexto, pero
recurdese que es texto
adaptado.
79 Adaptado de
Remigio, en su
comentario a
Marciano. Cf. Lutz, op.
cit., libros III-IX, p. 16.
LIBRO TERCERO
61
primero en traducir la dialctica del griego al latn. Despus, Cicern escribi su obra Tpicos. Se cree que Demstenes, hijo de
un artesano, fue el iniciador de la retrica entre los griegos, Tisias
entre los latinos y Crax entre los de Siracusa. De retrica escribieron en griego Aristteles, Gorgias y Hermgoras, y sus traductores al latn fueron Cicern, Quintiliano y Tiziano.
III
DE LAS ARTES QUE MS DEBEN SER ESTUDIADAS
62
LIBRO TERCERO
IV
DE LAS DOS CLASES DE ESCRITOS
63
80 Virgilio, Eclogae,
V.16-17.
64
LIBRO TERCERO
V
DE QUE SE DEBE DAR A CADA UNA DE LAS ARTES
LO QUE LE ES PROPIO
Hay todava otro error, casi tan grave como el anterior, y que es
preciso evitar a toda costa. En efecto, hay algunos que sin omitir
nada de lo que hay que leer, con todo, son incapaces de dar a cada
una de las artes lo que le es propio, y cuando estudian una pretenden abarcarlas todas. Si se trata de la gramtica, discuten de la
naturaleza del silogismo; si de la dialctica, indagan sobre la declinacin de los casos y, lo que es mayor motivo de risa, sin pasar del
ttulo parece que ya leyeron todo el libro, y a la tercera sesin de
lectura apenas han terminado el incipit. Al actuar de esta forma no
ensean a los dems, slo hacen ostentacin de su ciencia. Ojal
que todos los pudieran ver tal como yo los veo! Pero reflexiona
sobre la perversidad de esta costumbre, porque de verdad cuantas
ms cosas intiles agregues tanta menor ser tu capacidad para
entender y retener los asuntos de importancia.
As pues, en cualquier arte tenemos que identificar y distinguir sobre todo dos cosas: primero, cmo debe ser tratado el arte
mismo; segundo, cmo se deben aplicar a cualquier otro asunto
los principios de ese arte. Son pues dos puntos distintos, tratar del
arte y tratar de acuerdo con el arte. Tratar del arte, por ejemplo, es
tratar de la gramtica; tratar de acuerdo con el arte es tratar algo
de acuerdo con la gramtica. Hay que distinguir bien las dos cosas, tratar de la gramtica y tratar gramaticalmente. Trata de la
gramtica aquel que se ocupa de las reglas dadas para normar el
uso de las palabras y de los preceptos que pertenecen a este arte;
trata de acuerdo con la gramtica todo aquel que habla y escribe
segn las reglas. Por tanto, tratar de la gramtica slo corresponde a algunos escritos, como los de Prisciano, Donato o Servio;
tratar gramaticalmente es asunto de todos.
Por tanto, cuando tratemos de cualquier arte, sobre todo en la
docencia, en la que todo debe ser reducido a compendios para
facilitar la comprensin, debemos darnos por satisfechos con explicar el tema de la manera ms breve y clara posible, para evitar
que con la multiplicacin de complicadas explicaciones confundamos al alumno en lugar de instruirlo. No es necesario que digamos todo lo que podemos decir, para que no pierda su utilidad la
65
VI
DE LO QUE ES NECESARIO PARA EL ESTUDIO
VII
SOBRE LA APTITUD NATURAL
Los que se dedican al estudio deben estar dotados a la vez de aptitud y de memoria, que estn tan estrechamente vinculadas entre
s en todo estudio y disciplina, que si llega a faltar una de ellas, la
otra no puede llevar a nadie a la perfeccin. Es como en el caso
de las ganancias, de nada sirven si no son guardadas y, por otra
parte, en vano se dispone de lugares de acopio si no hay nada que
guardar. La aptitud encuentra la sabidura, la memoria la guarda.
La aptitud es una cierta potencia naturalmente presente en la
mente y con un valor intrnseco; procede de la naturaleza, mejora
con la prctica, se embota con el excesivo trabajo y se agudiza con
66
LIBRO TERCERO
el ejercicio equilibrado. Como alguien dijo con bastante buen gusto: Quiero que por fin te cuides a ti mismo, hay demasiado afn
en esos papeles. Sal a que te d el aire!
Hay dos cosas que mejoran la aptitud: la lectura y la meditacin. La lectura permite que nos formemos en las reglas y preceptos que obtenemos de los libros. Hay tres clases de lectura: la del
maestro, la del alumno y la del que lee por su cuenta de manera
independiente. Por ello decimos: le leo un libro, me asiste en la
lectura de un libro, leo un libro. En la lectura hay que tener en
cuenta sobre todo el orden y el modo.
VIII
DEL ORDEN DE LA LECTURA
67
DE LA MEDITACIN
IX
DEL MODO DE LEER
X
DE LA MEDITACIN
La meditacin es una reflexin persistente, acompaada de deliberacin, que prudentemente investiga la causa y el origen, el
modo y la utilidad de cada cosa. La meditacin tiene su punto de
partida en la lectura, pero sin verse constreida por sus reglas y
preceptos, pues se complace en recorrer ciertos espacios abiertos
donde concentra libremente su mirada penetrante en la contemplacin de la verdad y logra captar a veces unas causas de las cosas, a veces otras, y en ocasiones, adentrarse en las profundidades
sin dejar nada en la duda o en la oscuridad.
As pues, el inicio de la enseanza se encuentra en la lectura;
su culminacin, en la meditacin, y si alguien se ha familiarizado
amorosamente con ella y ha decidido entregrsele con frecuencia,
ella le recompensar con una vida verdaderamente agradable y le
proporcionar el mejor consuelo en el momento de la tribulacin.
En efecto, la meditacin es la que ms asla al alma del bullicio de
las actividades terrenales, y permite que tambin en esta vida se
68
LIBRO TERCERO
XI
DE LA MEMORIA
Pienso que al hablar de la memoria por ningn motivo debe pasarse por alto aqu que as como la aptitud natural investiga y
descubre mediante la divisin, as la memoria conserva mediante
la recoleccin. Es preciso, por tanto, que lo que dividimos en el
proceso del aprendizaje lo recojamos ahora para encomendarlo a
la memoria. Recoger significa reducir a un resumen breve y sustancioso aquello de lo que se escribi y se discuti con mayor detalle; es lo que los antiguos llamaron eplogo, es decir, una breve
sntesis de lo expuesto antes. Todo tema que se trata tiene un principio en el que se apoya toda la verdad del asunto y la fuerza del
pensamiento, y de l depende todo lo dems. Buscar y examinar
este principio es lo que significa recoger.
Existe una sola fuente y muchos arroyos que de ella emanan.
Para qu seguir las sinuosidades de las corrientes? Mantente en
la fuente y dominars todo. Digo esto porque la memoria del
hombre es dbil y disfruta de la brevedad, por lo que si tiene que
abarcar muchas cosas va perdiendo fuerza en cada una de ellas.
Debemos, por tanto, en todo aprendizaje recoger ciertos datos breves y seguros que se puedan guardar en el cofrecito de la memo-
69
DE LA HUMILDAD
XII
DE LA DISCIPLINA
XIII
DE LA HUMILDAD
70
II.ii.2 y Virgilio,
Eclogae, VIII.63.
84 Tomado de san
Jernimo, Epistulae,
ep. LIII.i.2. (San
Jernimo, Epistolario,
BAC, t. 1, p. 486).
LIBRO TERCERO
DE LA HUMILDAD
lo que t ignoras, porque la humildad puede hacer que compartas lo que la naturaleza ha dado a cada quien como un bien propio. Sers ms sabio que todos si ests dispuesto a aprender de
todos. Los que de todos reciben son ms ricos que todos.
Por ltimo, no desprecies conocimiento alguno porque todo
conocimiento es bueno. No desdees, si tienes tiempo, la lectura
por lo menos de ningn escrito. Si no obtienes provecho, tampoco
pierdes nada, sobre todo si se tiene en cuenta que, a mi juicio, no
existe libro alguno que no ofrezca algo de inters si se lee en el
lugar y en el momento adecuados; o que no contenga algo especial que el atento escudriador de las palabras no haya encontrado
en otros escritos, y que con tanto mayor gusto acoge cuanto ms
raro es el hallazgo.
Sin embargo, nada puede ser bueno si se elimina lo que es mejor.
Si no es posible que leas todo, lee entonces lo que sea de mayor
utilidad; y aunque pudieras leer todo, no debes dedicarle el mismo
esfuerzo a todo. Se deben leer ciertos escritos para que no nos sean
desconocidos; otros se deben leer para que por lo menos hayamos
odo hablar de ellos, porque suele suceder que otorguemos ms
valor del que realmente tiene a aquello de lo que no hemos odo
hablar, y se valora mejor aquello cuyos frutos se conocen.
Ahora puedes ver cunto necesitas esta humildad para que
no menosprecies conocimiento alguno y para que con gusto puedas aprender de todos; de modo semejante tambin te ayuda a
no despreciar a los dems cuando los aventajes en conocimiento.
Esta hinchazn de vanidad les sobreviene a algunos porque se
detienen demasiado en la contemplacin de sus conocimientos,
y parecindoles que ya han llegado a convertirse en alguien,
piensan que los dems, a los que ni siquiera conocen, no se les
comparan ni pueden comparrseles. El mismo origen tiene la
ebullicin actual de ciertos mercaderes de baratijas quienes, jactndose no s de qu, acusan a nuestros primeros padres de simplicidad, y se comportan como si la sabidura hubiera nacido y
hubiera de morir con ellos. Afirman que el modo de expresarse
de la divina palabra es tan simple que no es necesario acudir a
maestros para que la interpreten, sino que cada quien puede por
su aptitud natural penetrar en los arcanos de la verdad. Arrugan
la nariz y fruncen los labios frente a los estudiosos de la ciencia
divina, y no quieren entender que ofenden a Dios al predicar su
71
72
LIBRO TERCERO
palabra, que ciertamente es sencilla y est contenida en un hermoso lenguaje, pero que se vuelve inspida cuando se tuerce su
sentido. No aconsejo que se imite a esta clase de hombres.
As pues, el buen estudiante debe ser humilde y dcil, totalmente ajeno a las vanas preocupaciones y a los atractivos de los
placeres. Debe ser diligente y aplicado para aprender gustosamente de todos; para nunca ufanarse de sus conocimientos; para huir
de los autores de falsas doctrinas como de un veneno; para aprender a reflexionar largamente sobre un asunto antes de emitir su
juicio; para tratar de ser, no de parecer, un hombre instruido; para
comprender y amar las sentencias de los sabios; y para tenerlas
siempre ante los ojos como si fueran un espejo ante su rostro. Y si
llega a suceder que algunos temas ms oscuros se cierran a su
comprensin, no debe estallar luego en airado rechazo y pensar
que slo lo que est al alcance de su entendimiento debe ser valorado. sta es la humildad propia de la disciplina de los lectores.
XIV
DEL EMPEO POR INDAGAR
El empeo por indagar se refiere al ejercicio, y en esto el estudiante ms que ser enseado, necesita ser alentado. Todo el que quiera
examinar atentamente lo que los antiguos tuvieron que soportar
por el amor de la sabidura, y cun dignos de permanente recuerdo
son los testimonios que de su virtud dejaron a la posteridad, constatar la pequeez de su esfuerzo comparado con el de ellos. Unos
despreciaron los honores, otros rechazaron las riquezas, otros se
regocijaron en las injurias recibidas, otros ignoraron los sufrimientos, y otros ms, apartndose de la compaa de los hombres y
adentrndose en los sitios ms apartados y secretos de parajes solitarios, se consagraron totalmente a la filosofa, de manera que tanto
ms libremente pudieran entregarse a la contemplacin cuanto
menos sujeto estaba su espritu a los apetitos desordenados que
generalmente impiden el camino de la virtud. Se lee, por ejemplo,
que el filsofo Parmnides habit en una roca en Egipto durante
quince aos. Y de Prometeo se nos recuerda que, debido a su irrefrenable gusto por la meditacin, se expuso en el monte Cucaso a
los ataques de un buitre. Ellos saban que el verdadero bien no se
73
85 1R, 1, 1-4.
86 Cita de san
Jernimo, Epistulae,
ep. LII.iii.2. (San
Jernimo, Epistolario,
BAC, t. 1, p. 464).
87 Aqu es importante
74
88 Cita de san
Jernimo, Epistulae,
ep. LII.iii.3. (San
Jernimo, Epistolario,
BAC, t. 1, p. 465s, en
donde la lectura es
Estescoro, no
Terscoro).
LIBRO TERCERO
extrema y de haber descuidado los asuntos familiares, fue acusado de demencia por sus hijos; recit entonces ante el juez la historia de Edipo, que recientemente haba escrito, y dio tal prueba
de su sabidura a pesar de los quebrantos de su edad, que transform la severidad del tribunal en el aplauso de un teatro. Tampoco
hay que sorprenderse de que Catn, el Censor, quien era el ms
elocuente de los romanos, ni se avergonz ni perdi la esperanza
de aprender el griego cuando era ya un anciano. Y es cierto que
Homero narra que de la lengua de Nstor, ya viejo y casi decrpito, fluan palabras ms dulces que la miel.88
As pues, advierte a qu grado amaron la sabidura aquellos a
los que ni siquiera una edad decrpita pudo apartarlos de seguir
buscndola. Este amor tan grande por la sabidura, y tal abundancia de buen juicio en personas ancianas, se deducen convenientemente del significado del nombre arriba mencionado. Abisag, en
efecto, se interpreta como mi padre superfluo, o tambin como
el rugido de mi padre, con lo cual se demuestra que el inmenso
trueno de la palabra divina, ms all de la voz humana, est presente en los ancianos. Esto es as porque la palabra superfluo en
este lugar significa plenitud, no redundancia. Adems, Sunamita
se traduce en nuestra lengua como escarlata, lo que de manera
muy apropiada puede significar el fervor de la sabidura.
XV
DE LOS OTROS CUATRO PRECEPTOS
XVI
DE LA TRANQUILIDAD
75
DE LA PARSIMONIA
XVII
DEL ESCRUTINIO
XVIII
89 Como referencia de
DE LA PARSIMONIA
90 Cita de san
Jernimo, Epistulae,
ep. LII.xi. (San
Jernimo, Epistolario,
BAC, t. 1, p. 480:
vientre obeso no
engendra ingenio).
76
LIBRO TERCERO
XIX
DEL EXILIO
91 Ovidio, Epistulae ex
Se trata, por ltimo, lo que se refiere a una tierra extranjera, porque ella tambin da al hombre ocasin para ejercitarse. El mundo
entero es un lugar de destierro para los que reflexionan filosficamente. Sin embargo, como dijo alguien: No s qu dulce atraccin ejerce el suelo patrio / Que no permite al hombre que de l
se olvide.91
Es un gran paso en el camino de la virtud que el espritu ejercitado aprenda, poco a poco, a intercambiar primero estas cosas
visibles y transitorias, para despus ser capaz tambin de abandonarlas por completo. Es dbil aquel que todava se siente atrado
por la dulce patria; ya es fuerte aquel que en cualquier lugar se
encuentra en suelo patrio; pero es perfecto aquel que en cualquier
parte del mundo se siente desterrado. El primero puso su amor en
un lugar del mundo; el segundo lo extendi; el tercero lo extingui. Yo, desde mi niez, he sido un desterrado, y por experiencia
conozco el dolor que a veces siente el alma cuando tiene que
abandonar el reducido espacio de su cabaa; pero tambin conozco cun fcilmente desdea despus los palacios de mrmol y los
salones con sus artesonados.
Libro cuarto
I
DEL ESTUDIO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
78
LIBRO CUARTO
II
DEL ORDEN Y DEL NMERO DE LOS LIBROS
79
80
LIBRO CUARTO
III
DE LOS AUTORES DE LOS LIBROS SAGRADOS
92 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae, VI.ii.1-12.
93 Adaptado de ibid.,
VI.ii.26-27.
94 Adaptado de ibid.,
VI.ii.13.
95 Adaptado de Isidoro,
Etymologiae,
VI.ii.28-33.
81
DE LOS TRADUCTORES
IV
QU ES UNA BIBLIOTECA?
La biblioteca recibe su nombre del griego, porque es el lugar donde se guardan los libros. En efecto, la raz biblio se traduce de libros y teca como repositorio. Despus de que los caldeos
quemaron los libros de la Ley, y una vez que los judos regresaron
a Jerusaln, el escriba Esdras, inspirado por el Espritu Divino,
restaur los libros del Antiguo Testamento. l corrigi todos los
libros de la Ley y los de los profetas que haban sido corrompidos
por los paganos, y fij en 22 el nmero de libros de todo el Antiguo
Testamento, de manera que hubiera tantos libros en la Ley cuantas letras haba en el alfabeto.96 Pero hay en el alfabeto hebreo
cinco letras dobles: caph, mem, nun, phe, sade, que se escriben de
una manera si se encuentran al principio o a la mitad de las palabras, y de otra si se encuentran al final. Por ello, segn opinin de
muchos, hay tambin cinco libros dobles: Samuel, Malachim, Dabrehiamin, Esdras, y Jeremas con sus Cynoth o Lamentaciones.97
V
DE LOS TRADUCTORES
La primera traduccin del Antiguo Testamento fue la de los Setenta, a los que Tolomeo, llamado Filadelfo, rey de Egipto, encarg
la traduccin del Antiguo Testamento del hebreo al griego. Personaje muy versado en todo tipo de escritos, quiso superar en su
inters por las bibliotecas a Pisstrato, tirano de Atenas, quien
fue el primero en establecer una biblioteca entre los griegos, a
Seleuco Nicanor y a Alejandro, as como a otros anteriores que
haban fomentado el estudio de la sabidura. Con este fin logr
reunir en su biblioteca no slo las obras de la literatura pagana,
sino tambin las de la literatura sagrada, de tal manera que en su
tiempo haba en Alejandra no menos de setenta mil libros. Para
obtener los escritos del Antiguo Testamento, Tolomeo se dirigi a
Eleazar, el sumo sacerdote. Los traductores, aunque aislados cada
uno en diferente celda, inspirados por el Espritu Santo, de tal
manera culminaron su trabajo que en su traduccin no se encon-
96 Cita de ibid.,
VI.iii.1-2.
97 Cita de san
Jernimo, In libros
Samuel et Malachim
(PL, XXVIII, 551A).
82
98 Adaptado de Isidoro,
100 Adaptado de
Isidoro, Etymologiae,
VI.iv.3-5.
LIBRO CUARTO
VI
DE LOS AUTORES DEL NUEVO TESTAMENTO
VI.ii.35-39.
Varios autores han escrito Evangelios, pero algunos de ellos, privados de la asistencia del Espritu Santo, se esforzaron ms en
construir un relato, que en seguir el hilo de la verdad de lo narrado. Por ello, los santos Padres, instruidos por el Espritu Santo,
slo aceptaron la autoridad de cuatro y rechazaron los dems. Estos Evangelios son los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, a semejanza de los cuatro ros del Paraso, de las cuatro barras del Arca y de
los cuatro animales de Ezequiel. Mateo, que es el primero, escribi su Evangelio en hebreo; Marcos, el segundo, lo escribi en
griego. Lucas, entre todos los evangelistas el ms conocedor de la
lengua griega por haber ejercido en Grecia la profesin mdica,
realiz el tercero, que dedic al obispo Tefilo, lo mismo que su
libro de los Hechos de los Apstoles. Juan es el cuarto y ltimo
que escribi su Evangelio.101
Pablo escribi catorce epstolas, diez a Iglesias y cuatro a individuos. Pero es parecer mayoritario que la ltima epstola, la de
los Hebreos, no es de Pablo; algunos la atribuyen a Bernab y
otros suponen que la escribi Clemente. Las epstolas cannicas
son siete: una de Santiago, dos de Pedro, tres de Juan, una de Judas. El apstol Juan escribi el Apocalipsis en la isla de Patmos,
donde se encontraba desterrado.102
83
VI.ii.44-49.
VII
DE QUE LOS DEMS LIBROS SON APCRIFOS
Y DE QU SIGNIF ICA APCRIFO
stos son, pues, los escritores de los libros sagrados, quienes, expresndose bajo la inspiracin del Espritu Santo, han redactado
para nuestra instruccin preceptos que constituyen una norma de
vida. Fuera de stos, todos los dems libros son declarados apcrifos. Son llamados apcrifos, es decir, secretos, por su carcter dudoso. Su origen en efecto es oscuro, y desconocido aun para los Padres,
de quienes recibimos, por una tradicin del todo segura y conocida,
la autoridad de las verdaderas Escrituras. Aunque en estos apcrifos
se encuentre alguna verdad, con todo, debido a sus mltiples errores, carecen de toda autoridad cannica, y con razn se determina
que no se debe creer que sean sus autores aquellos a los que se
atribuyen, puesto que muchos de ellos han sido publicados por herejes y puestos bajo el nombre de alguno de los profetas o, en los
escritos ms recientes, bajo el nombre de alguno de los apstoles.
A todos ellos, identificados con el nombre de apcrifos y despus
de cuidadoso examen, se les ha negado autoridad cannica.103
Etymologiae,
VI.ii.50-53.
VIII
DEL SENTIDO DE LOS NOMBRES DE LOS LIBROS DIVINOS
El Pentateuco recibe este nombre de los cinco libros que lo componen, porque en griego penta significa cinco y teucus, libro. El
Gnesis es llamado as porque contiene el relato del origen del
universo; el xodo, por el relato de la salida de Egipto de los hijos
de Israel; el Levtico, por su exposicin sobre los oficios de los levitas y la diversidad de las vctimas. El libro de los Nmeros es
llamado as porque enumera las tribus salidas de Egipto, as como
los cuarenta y dos lugares de residencia en el desierto.104 Deutrus
es una palabra griega de dos slabas que se traduce por segundo
Etymologiae, VI.ii.2-6.
84
VI.ii.7-9.
Etymologiae, VI.ii.9-11.
VI.ii.22-24.
108 Adaptado de ibid.,
VI.ii.25-27.
LIBRO CUARTO
85
109 Cita de ibid.,
VI.ii.14-15.
110 Cita de san
Jernimo, In libros
Samuel et Malachim
(PL, XXVIII, 599A). Se
corrige la referencia
de Taylor.
111 Adaptado de
Isidoro, Etymologiae,
II.vi.17.21.
86
Jernimo, Praefatio in
Danielem (PL, XXVIII,
1357A-1359B). Se
corrige la referencia
de Taylor.
114 Cita de Isidoro,
Etymologiae, VI.ii.12.
Jernimo, In libros
Samuel et Malachim
(PL, XXVIII, 599A). Se
corrige la referencia
de Taylor.
116 Adaptado de
Isidoro, Etymologiae,
VI.ii.28.
117 Cita de ibid., VI,
ii.30.
118 Cita de ibid.,
VI.ii.32.
LIBRO CUARTO
87
destacar su semejanza con Salomn no slo por el nmero de libros, sino tambin por la naturaleza de sus contenidos. Pero el
segundo de estos libros no se encuentra entre los hebreos y su
estilo indica un origen griego. Algunos escritores antiguos afirman
que este libro es del judo Filn. Por tanto, as como la Iglesia permite ciertamente la lectura de Judit, Tobas y de los libros de los
Macabeos, pero no los acepta entre las escrituras cannicas, as
tambin sugiere que se permita la lectura de estos dos libros para
edificacin del pueblo, pero no para confirmar la autoridad de los
dogmas eclesisticos.119
As pues, del mismo modo que son veintids las letras que
usamos en hebreo para escribir todo lo que tenemos que decir, y
sus sonidos iniciales abarcan las capacidades expresivas de la voz
humana, as tambin suman veintids los libros por los que, como
en forma elemental e inicial, la tierna y lactante infancia del varn justo es instruida en la doctrina de Dios.120
Hay algunos que consideran el relato de Ruth y las Lamentaciones de Jeremas como libros distintos e independientes en el
grupo de los hagigrafos y, aadiendo estos dos a los veintids
anteriores, cuentan un total de veinticuatro libros de la Antigua
Ley, nmero que representa a los veinticuatro ancianos que, segn el Apocalipsis, adoran al Cordero.121
IX
DEL NUEVO TESTAMENTO
Jernimo, Praefatio in
Salomonem (PL,
XXVIII, 1307A-1308A).
Se corrige la referencia de Taylor.
Jernimo, In libros
Samuel et Malachim
(PL, XXVIII, 597A-B).
Se corrige la referencia de Taylor.
LIBRO CUARTO
88
X
DE LAS TABLAS DE LOS EVANGELIOS
Etymologiae, VI.xv.
Ammonio de Alejandra fue el primero que prepar tablas de concordancias de los Evangelios, seguido despus por Eusebio de Cesarea, quien les dio forma ms completa. Estas tablas fueron
hechas para que con su ayuda pudiramos encontrar y conocer los
pasajes comunes a varios evangelistas, as como los propios de
cada uno, y son diez en total. La primera indica con nmeros los
pasajes comunes a los cuatro, Mateo, Marcos, Lucas y Juan; la
segunda, los pasajes comunes a Mateo, Marcos y Lucas; la tercera,
los pasajes comunes a Mateo, Lucas y Juan; la cuarta, los pasajes
comunes a Mateo, Marcos y Juan; la quinta, los pasajes comunes
a Marcos y Lucas; la sexta, los pasajes comunes a Mateo y Marcos;
la sptima, los pasajes comunes a Mateo y Juan; la octava, los
pasajes comunes a Lucas y Marcos; la novena, los pasajes comunes a Lucas y Juan; la dcima indica los pasajes que son propios
slo de uno de los evangelistas.
Estas tablas de concordancias se presentan de la siguiente
manera: se encuentra un determinado nmero al margen de ciertas secciones del texto de cada Evangelio; y bajo cada uno de estos
nmeros se extiende un espacio marcado de rojo, que indica en
cul de las diez tablas se encuentra el nmero del que depende
este espacio. Por ejemplo, si el espacio sealado es el primero,
este nmero se encontrar en la primera tabla; si es el segundo,
en la segunda; si es el tercero, en la tercera, y as sucesivamente
hasta llegar a la dcima. As pues, si al abrir cualquiera de los
Evangelios se quiere saber cules de los dems evangelistas han
escrito pasajes semejantes, se anota el nmero colocado al margen de la seccin a la vista y se busca ese mismo nmero en la
tabla de concordancias indicada, y all se encontrar lo que cada
quien escribi. Y as, por ltimo, se buscan en el cuerpo del texto
los lugares indicados por los nmeros, y se encontrar, despus
de revisar cada Evangelio, lo que dice sobre el mismo tema.122
89
XI
DE LOS CNONES DE LOS CONCILIOS
XII
DE QUE SON CUATRO LOS SNODOS PRINCIPALES
Pero entre todos los dems concilios, hay cuatro snodos venerables que contienen la esencia de toda nuestra fe, y son tantos
como los Evangelios o como los ros del Paraso. El primero de
stos fue el snodo de Nicea, que reuni a trescientos dieciocho
obispos, y se celebr mientras era emperador Constantino Augusto. Entonces fue condenada la blasfemia de la hereja arriana, sostenida por el mismo Arrio al mantener la desigualdad entre las
Personas de la Santa Trinidad. Este santo snodo defini, por medio
de su smbolo, la consustancialidad de Dios Hijo con Dios Padre.
El segundo snodo congreg en Constantinopla a ciento cincuenta padres bajo el llamado de Teodosio, el Viejo; al condenar a
Macedonio que negaba la divinidad del Espritu Santo, demostr
la consustancialidad del Espritu Santo con el Padre y el Hijo. Dio
Etymologiae, VI,
xvi.1-4.
90
Etymologiae,
Vi.xvi.5-12.
LIBRO CUARTO
as forma al smbolo de fe que proclaman en las Iglesias la totalidad de las comunidades griegas y latinas.
El tercer snodo, el primero de feso, se llev a cabo con
doscientos obispos convocados por Teodosio Augusto, el Joven; al
condenar con justo anatema a Nestorio, quien afirmaba la existencia de dos personas en Cristo, mostr que a las dos naturalezas del
Seor Jesucristo corresponde una sola persona.
El cuarto snodo, el de Calcedonia, tuvo lugar con seiscientos
treinta sacerdotes reunidos durante el mandato del emperador
Marciano. En l, por decisin unnime de los padres, fueron condenados Eutiques, abad de Constantinopla, quien proclamaba la
unidad de naturaleza del Verbo de Dios y de su carne, as como su
defensor, un cierto Discoro, obispo de Alejandra, y de nuevo
Nestorio, junto con los dems herejes. El mismo snodo declar
que Cristo, en cuanto Dios, naci de la Virgen, de tal manera que
debemos confesar en l tanto la sustancia de la naturaleza divina
como la de la naturaleza humana.
stos son los cuatro snodos ms importantes, los que contienen la proclamacin ms plena de la doctrina de la fe. Pero si hay
otros concilios que los santos padres, llenos del Espritu de Dios,
han sancionado, aqullos reciben de la autoridad de estos cuatro,
cuyos actos se encuentran consignados en esta obra, de los cuales
derivan su permanencia y su fuerza.
La palabra griega snodos se traduce como compaa o reunin. Pero el nombre concilio proviene del uso romano, porque
en la poca en que se litigaban los asuntos, todos convergan en
un lugar y procedan de comn acuerdo en lo que trataban. De
este comn acuerdo se deriva concilio (concilium), como si se
hablara de consejo (consilium), ya que no se explica por la palabra latina cilium (prpado o pestaa) que se refiere a los ojos,
sino por la derivacin de considium (sesin) a consilium (consejo),
y el cambio de la d por la l. Coetus (reunin) significa convencin
o congregacin y viene del verbo latino coire, es decir, convenir en
un lugar o propsito, y de ah el nombre de convencin que, al
igual que los de asamblea o concilio, se origina de la asociacin de
muchos con un solo propsito.124
La palabra griega epistole se traduce al latn por missa o mensaje. Las epstolas cannicas, es decir, las que regulan, tambin
son llamadas catlicas, es decir, universales, porque no fueron
91
escritas para un solo pueblo o ciudad, sino para todas las naciones
en general.125 Los Hechos de los Apstoles presentan los orgenes
de la fe cristiana entre las naciones y la historia de la Iglesia naciente, y narran lo que hicieron los apstoles, y de ah el nombre
de Hechos de los Apstoles. Apocalypsis es una palabra griega que
se traduce al latn como revelatio, o revelacin, y de acuerdo con
lo que dice el mismo Juan: Revelacin de Jesucristo, que Dios le
ha dado para hacerla conocer a su siervo Juan.126
125 Adaptado de
Isidoro, Etymologiae,
VI.viii.17 y vi.ii.46.
VI.ii.48-49.
XIII
DE LOS QUE CREARON BIBLIOTECAS
VI.vi.1-2.
XIV
DE CULES ESCRITOS SON AUTNTICOS
Etymologiae, VI.vii.2-3.
LIBRO CUARTO
92
129 Adaptado de la
pseudo-gelasiana,
IV.v.242-246.
XV
El Itinerario, supuestamente del apstol Pedro, en ocho libros, y atribuido a san Clemente: apcrifo.
Los Hechos, supuestamente del apstol Andrs: apcrifos.
Los Hechos, supuestamente de Toms: apcrifos.
Los Evangelios, supuestamente de Tadeo: apcrifos.
Los Evangelios, supuestamente del apstol Bernab: apcrifos.
Los Evangelios, supuestamente del apstol Toms: apcrifos.
Los Evangelios, supuestamente del apstol Andrs: apcrifos.
Los Evangelios, falsificados por Luciano: apcrifos.
Los Evangelios, falsificados por Icio: apcrifos.
El libro De la infancia del Salvador: apcrifo.
El libro De la Natividad del Salvador y de santa Mara, o Del
alumbramiento del Salvador: apcrifo.
El libro llamado Del pastor: apcrifo.
93
LIBRO CUARTO
94
XVI
ALGUNAS ETIMOLOGAS RELACIONADAS CON LA LECTURA
134 Adaptado de
Isidoro, Etymologiae,
VI. xiii.
VI.xiv.8.
95
VI.x.1-2 y VI.xi.1-2.
137 Adaptado de
Isidoro, Etymologiae,
VI.viii.2-5.
I.xxx.1.
Libro quinto
I
DE ALGUNAS PARTICULARIDADES DE LA SAGRADA ESCRITURA
Y DEL MODO DE LEERLA
No debera resultar molesto para el lector empeoso que, de tantos y tan diversos modos, nos ocupemos del nmero, orden y vocabulario de los libros sagrados, porque sucede con frecuencia que
por ignorar estos temas elementales, se oscurece el conocimiento
de los asuntos importantes y tiles. Por lo que una vez que el lector ya est preparado y haya asimilado bien el contenido de esta
especie de normas mnimas, puede recorrer despus con paso ligero el camino que se ha propuesto, sin tener que preguntarse de
nuevo en cada libro por ciertos datos rudimentarios. Arreglados
estos asuntos, trataremos a continuacin los dems que nos parezcan importantes para el propsito de la presente obra.
II
DE LA FORMA TRIPLE DE ENTENDER
Antes que nada, es preciso saber que hay tres formas de entender
la Sagrada Escritura: la histrica, la alegrica y la tropolgica. Ciertamente no todo lo que se encuentra en la divina palabra debe
98
Quaestiones in Vetus
Testamentum, Praefatio
iv (PL, LXXXIII, 208).
Se corrige la referencia de Taylor.
LIBRO QUINTO
99
III
DE QUE TAMBIN LAS COSAS TIENEN UN SIGNIF ICADO
EN LA SAGRADA ESCRITURA
140 1P 5, 8.
100
LIBRO QUINTO
IV
DE LAS SIETE REGLAS
101
146 Is 19, 2.
102
151 Jn 6, 70.
LIBRO QUINTO
103
V
DE LO QUE SE OPONE AL ESTUDIO
adaptado de Isidoro,
Libri sententiarum,
I.xix.1-19 (PL, LXXXIII,
581A-586A).
104
adicin de la llamada
Vulgata, que comienza
as el cap. 6: La
sabidura es mejor que
la fuerza, y el hombre
prudente mejor que el
poderoso.
LIBRO QUINTO
resulta intil o menos eficaz. No obstante, como se dice: La sabidura es mejor que la fuerza,154 y sucede a veces que los objetos
que no podemos mover con nuestras fuerzas, los levantamos mediante algn artificio.
Lo mismo, por cierto, se repite en toda clase de estudio. El
que acta sin criterio, se esfuerza ciertamente, pero avanza poco,
y es como el que golpea el aire y desperdicia sus fuerzas en el
vaco. Considrese el caso de dos hombres que al mismo tiempo
atraviesan un bosque, pero mientras uno se afana por los rodeos
de caminos desviados, el otro sigue los atajos de la va recta; ambos siguen su camino con impulso semejante, pero no llegan los
dos al mismo tiempo. Y acaso no podra yo comparar la Escritura
con un bosque, cuyos frutos dulcsimos recogemos cuando leemos
sus enseanzas y los volvemos a saborear mediante la reflexin?
As pues, el que en tan enorme cantidad de libros no sigue un
mtodo y un orden de lectura es como el que se extrava en la
espesura del monte por haber perdido la senda de la va recta; y es,
como se dice, semejante a los que siempre estn estudiando y
nunca aprenden. El criterio es, pues, de tal importancia que, sin
l, todo descanso es vergonzoso y todo afn, intil. Si nos pusiramos todos de acuerdo!
Normalmente son tres los principales problemas que dificultan los estudios de los lectores: la negligencia, la imprudencia y la
mala fortuna. Existe negligencia cuando completamente nos olvidamos de lo que debemos aprender, o cuando ponemos menor
empeo en su aprendizaje. Existe la imprudencia cuando no seguimos el orden y el mtodo convenientes en nuestro aprendizaje.
La mala fortuna sobreviene por alguna eventualidad, casualidad o
suceso natural, como cuando por pobreza, o por enfermedad, o por
torpeza mental adquirida, o tambin por escasez de maestros, sea
que no haya docentes o que no los haya que enseen bien, nos
vemos obligados a abandonar nuestros planes. Lo que debe hacerse en estas tres circunstancias es, en el primer caso, el de
negligencia, amonestar al estudiante; en el segundo, el de imprudencia, instruirlo; pero en el tercero, el de mala fortuna, habr
que ayudarlo.
105
VI
DE CUL SEA EL FRUTO DE LA LECTURA DIVINA
VII
DE CMO DEBE LEERSE LA ESCRITURA PARA CORREGIR
LAS COSTUMBRES
155 Mt 6, 33.
106
LIBRO QUINTO
107
158 Cf. Rm 2, 13 y St 1,
22.
108
160 Qo (o Eclesiasts)
12, 12-13.
LIBRO QUINTO
necesario que exista Sin, pero sin perder la paz. Observa con
cuidado, pero que la ocupacin no te absorba. No seas avaro, no
sea que padezcas siempre de inopia. Escucha a Salomn, escucha
al sabio y aprende a ser prudente. Hijo mo, dice, no busques
ms all de esto. No se termina nunca de hacer muchos libros, y
la reflexin continua es un tormento para la carne. En dnde,
pues, se encuentra el final de todo esto? Escuchemos todos juntos
el final del discurso: Teme a Dios y observa sus mandamientos: tal
es el deber de todo hombre.160
VIII
DE QUE LA LECTURA ES PARA LOS PRINCIPIANTES
Y LA ACCIN PARA LOS PERFECTOS
Pero nadie debe pensar, en vista de lo que antes aduje, que desapruebo la diligencia de los lectores, cuando por el contrario me
propongo animar a estos diligentes lectores a alcanzar su meta, y
mostrar que son dignos de alabanza aquellos que con gusto se
dedican al estudio. Como antes me dirig a los ya educados, ahora
me dirijo a los educandos y a los que se inician en la enseanza que
es el principio de la disciplina. A aqullos se les propuso la prctica
de las virtudes; a stos, por lo pronto, el ejercicio de la lectura, pero
sin que los ltimos se desentiendan de la virtud y sin que los primeros omitan por completo la lectura. Con frecuencia, efectivamente, la accin que no est precedida por la lectura es menos
previsora, y la enseanza que no es seguida por las buenas obras
es menos til. Es sumamente importante, sin embargo, evitar que
unos vuelvan la mirada hacia atrs, y que se modere a los otros
cuando quisieran estar ya en el lugar de los primeros. Es conveniente, por tanto, que unos y otros se mantengan activos, que
unos y otros sigan adelante. Nadie debe volver atrs. Se puede
ascender, pero no descender. Pero si an no puedes ascender, permanece en tu lugar.
No est libre de culpa el que usurpa la funcin de otro. Si eres
monje, qu haces entre la multitud? Si amas el silencio, por qu
te agrada estar constantemente entre los que hablan sin parar? T
debes ser siempre fiel a los ayunos y lamentaciones, y quieres
actuar como filsofo? La sencillez es la filosofa del monje, pero
109
IX
DE LOS CUATRO ESCALONES
110
LIBRO QUINTO
111
X
DE LAS TRES CLASES DE LECTORES
Libro sexto
I
DE CMO DEBEN LEER LA SAGRADA ESCRITURA
LOS QUE EN ELLA BUSCAN EL CONOCIMIENTO
II
DEL ORDEN QUE SE ENCUENTRA EN LAS DISCIPLINAS
Ante todo, es preciso que el lector de las divinas Escrituras reflexione, a propsito del orden que se busca en las disciplinas, cul
114
LIBRO SEXTO
III
DE LA HISTORIA
De ornamentis
verborum, Prologus
(PL, CLXXI, 1687).
DE LA HISTORIA
115
116
LIBRO SEXTO
117
DE LA ALEGORA
IV
DE LA ALEGORA
167 Gn 1, 1.
168 Gn 2, 8.
118
LIBRO SEXTO
embotada, sino que requiere ingenios experimentados, que puedan al mismo tiempo mantener la agudeza en la investigacin, sin
perder la prudencia en el discernimiento. ste es alimento slido:
si no se mastica bien, no se puede tragar. Necesitas, por tanto, la
suficiente moderacin para que, manteniendo la agudeza en la
bsqueda, no te muestres temerario en tus avances, y que recuerdes lo que el salmista dice: l ha tendido su arco y lo tiene listo,
y en l ha preparado artefactos de muerte.170
Recuerdas, supongo, que dije antes que la divina Escritura era
semejante a un edificio, en el que habiendo puesto primero los
cimientos, se levanta luego la estructura: es claramente semejante al edificio porque tambin ella tiene su estructura. Que no extrae, por tanto, si continuamos la comparacin de forma ms
detallada. Observa el trabajo del albail. Una vez que ha puesto los
cimientos, extiende su cordel en lnea recta y deja caer su plomada, para luego colocar ordenadamente las piedras bien talladas.
Luego busca ms y ms piedras, y si acaso percibe que hay algunas que no encajan bien en la primera hilera, toma su lima, elimina las protuberancias, pule las asperezas, da la forma debida a lo
deforme y finalmente las coloca junto con las otras que ya estn
bien alineadas. Pero si encuentra otras que no se pueden rebajar
o acomodar bien, las abandona por temor de romper la lima mientras se afana en pulir la piedra.
Pon atencin! Te he propuesto algo despreciable para los espectadores, pero digno de imitar para los que entienden. Los cimientos estn bajo tierra y no siempre se utilizan piedras talladas
en ellos. Pero el edificio se eleva sobre la tierra, y requiere una estructura bien proporcionada. De modo semejante la pgina divina
contiene, en su sentido literal, muchas cosas que parecen contradictorias entre s y, algunas veces, presentan algo que se acerca a
lo absurdo o imposible. Pero la comprensin espiritual no encuentra oposicin alguna; en ella, muchas cosas pueden ser diversas,
pero ninguna puede ser contraria. T puedes ver que la primera
hilera de piedras que se va a colocar sobre los cimientos se alinea
con el cordel extendido, y sobre ella se apoya y acomoda todo el
resto de la obra, y esto no carece de significado, porque constituye
como un segundo cimiento y la base de todo el edificio. Este cimiento, al tiempo que sostiene la estructura sobrepuesta, es sostenido por el primer cimiento; todo se apoya sobre ste, pero no
DE LA ALEGORA
119
todo se ajusta a l. Todo el resto se apoya sobre el segundo cimiento y todo se adapta a l. El primero sostiene el edificio y se encuentra debajo del mismo. El segundo soporta el edificio, pero no slo
est bajo el edificio sino en el edificio. El cimiento que se encuentra
bajo tierra, como dijimos, es figura de la historia; el edificio que se
construye arriba conduce a la alegora. Por ello, la base de este
edificio debe relacionarse con la alegora. El edificio se levanta sobre muchas hileras de piedra, y cada una tiene su base.
Son muchos los misterios que se encierran en la pgina divina, y cada uno de ellos tiene su principio. Quieres saber cules
son estos rdenes? El primer orden es el misterio de la Trinidad,
porque tambin esto est contenido en la Escritura, que antes de
todas las criaturas ha existido un Dios, a la vez Trino y Uno; quien
de la nada las cre a todas, es decir, a las visibles y a las invisibles:
tal es el segundo orden. l dio a la criatura racional el libre albedro y se vali de su gracia para que pudiera merecer la eterna
bienaventuranza. Despus, castig a los que por su voluntad caan
en el pecado y, como eran perseverantes en su falta, les dio la
fuerza para que ya no siguieran cayendo. De cul sea el origen del
pecado, de qu sea el pecado y cul su pena: tal es el tercer orden.
De cules misterios son los que instituy primero bajo el dominio
de la ley natural para la restauracin del hombre: tal es el cuarto
orden. De cules libros se escribieron bajo la Ley: tal es el quinto
orden. El misterio de la Encarnacin del Verbo: tal es el sexto orden.
Los misterios del Nuevo Testamento: tal es el sptimo orden; y
finalmente su Resurreccin: tal es el octavo orden.
Aqu est toda la divinidad, ste es aquel edificio espiritual
que, construido sobre tantos rdenes cuantos son los misterios que
contiene, se desprende hacia lo alto. T quieres ahora conocer tambin las bases, y las bases de los rdenes son los principios en los
que se apoyan los misterios. Mira que te has iniciado en la lectura
y te dispones a construir el edificio espiritual. Ya han sido colocados
en ti los cimientos de la historia: te falta ahora que pongas las bases
del edificio. Extiendes el cordel, lo alineas perfectamente, ajustas
bien las piedras cuadradas en el orden correspondiente y, con movimiento circular, vas marcando el trazo de los futuros muros. El
cordel tenso seala la senda de la recta fe; las bases de la obra espiritual son ciertos principios de la fe, sobre los que apoyas tu inicio.
No hay duda de que el lector prudente, antes de acercarse a los
120
LIBRO SEXTO
DE LA ALEGORA
121
T te has dado cuenta de que muchos de los que leen las Escrituras, por carecer del fundamento de la verdad, caen en varios
errores y cambian de opinin casi tantas veces cuantas cambian
de lecturas. Pero ves a otros que, gracias al reconocimiento de la
verdad en la que interiormente se han fortificado, han sabido hacer concordar cualquier pasaje de las Escrituras con su correcta
interpretacin, y discernir lo que se aparta de la sana fe de lo que
con ella se aviene.
En Ezequiel puedes leer que las ruedas seguan a los animales, no los animales a las ruedas. Cuando los animales, dice,
avanzaban, avanzaban igualmente las ruedas, y cuando los animales se elevaban de la tierra, se elevaban igualmente las ruedas.172 Es, sin duda, el caso de las mentes de los santos, quienes
cuanto ms avanzan en virtudes o en conocimiento, ms conscientes son de la profundidad de los arcanos de las santas Escrituras, y lo que a las mentes simples y atadas a la tierra parece
desdeable, se presenta como sublime ante las mentes elevadas.
Porque el texto contina: Adonde quiera que el espritu las impulsaba, all iban las ruedas, y ellas se elevaban igualmente, porque
el espritu del animal estaba en las ruedas.173 Ves cmo estas
ruedas siguen a los animales y siguen al espritu?
Tambin en otro lugar se dice: La letra mata, pero el Espritu
vivifica,174 porque ciertamente es preciso que el lector de los escritos divinos se consolide en la verdad de la comprensin espiritual, para que la puntualidad del sentido literal, que a veces es
entendido errneamente, no lo lleve por algn camino desviado.
Por qu aquel antiguo pueblo, que haba recibido la Ley de vida,
fue rechazado si no por haber seguido la letra que mata de tal
manera que incluso se priv del Espritu que vivifica?
Pero no digo esto para dar pie a que cualquiera pueda interpretar las Escrituras segn su albedro, sino para mostrar a aquel
que sigue nicamente el sentido literal que no puede avanzar mucho sin caer en el error. Es preciso, por tanto, que sigamos la letra
de tal manera que no antepongamos nuestra interpretacin al sentido de los autores divinos, pero que al seguirla no creamos que de
ella se desprende el juicio absoluto sobre la verdad. No el hombre
de la letra, sino el hombre espiritual juzga de todo.175 Por tanto,
para que puedas expresar un juicio seguro sobre la letra no pongas
por delante tu interpretacin; es necesario que primero te infor-
172 Ez 1, 19.
173 Ez 1, 20.
174 2Co 3, 6.
122
LIBRO SEXTO
mes y te instruyas, y as logres colocar como base la verdad inconmovible sobre la que se apoya toda la construccin. Y no te asumas
como tu propio instructor, no sea que pienses que entras cuando
en realidad te desvas. Esta introduccin hay que buscarla entre
los doctores y los sabios, quienes, apoyados en la autoridad de los
santos padres y en los testimonios de las Escrituras, la preparan y
te la ofrecen en la forma conveniente; y una vez que te han dado
esta introduccin, se puede confirmar cada una de sus enseanzas
mediante la lectura de los testimonios de las Escrituras.
Esto es lo que a m me parece. Al que le agrade seguirme en
esto, con gusto lo recibo; quien crea que esto no es lo conveniente,
haga lo que le plazca, que yo no entrar en discusiones. S bien
que hay varios que no siguen est prctica en el aprendizaje; pero
tampoco ignoro la manera como algunos logran avanzar.
Si preguntas cules son los libros que ms ayudan en este
estudio, pienso que son el principio del Gnesis, sobre las obras
de los seis das; los tres ltimos libros de Moiss, sobre los misterios de la Ley; Isaas; el principio y el final de Ezequiel; Job; el
Salterio; el Cantar de los Cantares; dos Evangelios principalmente,
Mateo y Juan; las epstolas de Pablo; las epstolas cannicas; y el
Apocalipsis. Pero especialmente las epstolas de Pablo, que ya en
su nmero manifiestan que contienen la perfeccin de ambos Testamentos.
123
VI
DEL ORDEN DE LOS LIBROS
176 Is 7, 14.
177 Mi 5, 1 (Taylor da
182 Dn 7, 13-14.
124
183 Lc 1, 26-33.
184 Is 7, 14.
185 Lc 2, 4-7.
186 Mi 5, 1.
187 Jn 1, 1.
188 Mi 5, 1.
189 Jn 1, 14.
190 Is 7, 14.
LIBRO SEXTO
per los sellos, excepto el Len de la tribu de Jud. Por eso vino el
Hijo de Dios y se revisti de nuestra naturaleza, naci de la Virgen, fue crucificado y sepultado, resucit, ascendi a los cielos y,
dando cumplimiento a lo que haba sido prometido, hizo patente
lo que estaba latente. Leo en el Evangelio que el ngel Gabriel fue
enviado a la Virgen Mara y le anunci que dara a luz.183 Recuerdo entonces la profeca que dice, He aqu que la virgen concebir.184 Leo que cuando Jos estaba en Beln con Mara, a su esposa
embarazada le lleg el tiempo de parir, y dio a luz a su hijo primognito,185 de quien el ngel haba predicho que reinara en el
trono de David, su padre. Recuerdo la profeca, Beln-Efrat, eres
pequeo entre los miles de Jud, pero de ti saldr quien gobernar en Israel.186 Leo tambin: En el principio era el Verbo, y el
Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios:187 Recuerdo la profeca que dice, su salida es desde el inicio, desde los das de eternidad.188 Leo tambin: El Verbo se hizo carne y habit entre
nosotros.189 Recuerdo la profeca que dice, lo llamars Emmanuel, es decir, Dios con nosotros.190
No quiero correr el riesgo de cansarte continuando con esta
enumeracin detallada, pero si no conoces primero la Natividad
de Cristo, su predicacin, su Pasin, su Resurreccin y Ascensin,
y todo lo dems que hizo en la carne y por la carne, no sers capaz
de penetrar los misterios de las figuras antiguas.
VII
DEL ORDEN DE LA NARRACIN
En cuanto al orden de la narracin, lo que en este lugar debe tenerse en cuenta ante todo es que el texto de la pgina divina no sigue
siempre un orden natural ni continuo en la forma de expresarse;
ya sea porque con frecuencia antepone lo que es posterior a lo que
es anterior, y as, despus de haber enumerado algunos puntos, su
discurso vuelve de repente a otros anteriores y los presenta como
si fueran subsiguientes; o porque tambin con frecuencia vincula
temas que estn separados entre s por un largo intervalo como si
fueran sucesivos unos de otros, y como si ningn lapso separara lo
que no se encuentra separado en la secuencia del discurso.
125
DE LA LETRA
VIII
DEL ORDEN DE LA EXPOSICIN
La exposicin incluye tres elementos: la letra, el sentido y la sentencia. En todo texto est presente la letra porque las palabras
estn compuestas de letras, pero el sentido y la sentencia no
siempre se encuentran al mismo tiempo en cualquier texto. Hay
algunos textos en los que slo coinciden la letra y el sentido; algunos en los que slo la letra y la sentencia; y otros en los que
coinciden los tres al mismo tiempo. Pero todo texto debe contener al menos dos de estos elementos. Estn presentes slo la letra
y el sentido en el texto que claramente da a entender algo por la
sola enunciacin, sin que se haga necesario sobreentender algo
ms. Pero slo estn presentes la letra y la sentencia en los textos
en los que el oyente, por la mera pronunciacin, nada puede
comprender si no se complementa con una exposicin. Por ltimo, confluyen el sentido y la sentencia en aquellos textos en los
que hay algo que se expresa abiertamente, pero tambin algo que
se sobreentiende y se aclara por la exposicin.
IX
DE LA LETRA
191 Si (o Eclesistico)
1, 1.
192 2Jn 1, 1.
126
195 Sal 57, 5.
196 Sal 103, 15.
LIBRO SEXTO
X
DEL SENTIDO
200 Is 4, 1.
127
DE LA SENTENCIA
Ya has encontrado la interpretacin espiritual, aunque no entiendes lo que la letra del texto quiere decir. Pero es posible que el
profeta haya querido expresar mediante estas palabras tambin un
sentido literal. De hecho, antes haba hablado de la destruccin
del pueblo prevaricador, y ahora aade que en ese mismo pueblo
la mortandad ser tan grande que llegar hasta la eliminacin del
grupo de los varones, de tal forma que siete mujeres difcilmente
encontrarn un varn, siendo lo usual la unin de una sola mujer
con un solo hombre. Y aunque ahora lo normal es que los hombres busquen a las mujeres, en ese entonces, invertidas las costumbres, las mujeres buscarn a los hombres. Pero para evitar que
el varn se resistiera a unirse con siete mujeres al mismo tiempo,
por carecer de medios para alimentarlas y vestirlas, ellas se anticipan: Comeremos nuestro pan y nos cubriremos con nuestros
vestidos. No es necesario que te angusties por nuestro cuidado,
slo deja que llevemos tu nombre, que seas llamado nuestro
esposo, y lo seas realmente, para que no se nos diga que somos
repudiadas y estriles, y no muramos sin descendencia, lo que en
aquel tiempo constitua un gran oprobio. Y por eso dicen: Lbranos de nuestro oprobio.
Muchos pasajes semejantes encontrars en las Escrituras, y
sobre todo en el Antiguo Testamento, expresados segn las caractersticas idiomticas de su lengua, los cuales, al ser claros en sta,
parece que no significan nada en la nuestra.
XI
DE LA SENTENCIA
128
Agustn, De Genesi ad
litteram, I.xxi (PL,
XXXIV, 262).
Agustn, De Genesi ad
litteram., I.xviii (PL,
XXXIV, 260).
LIBRO SEXTO
XII
DEL MODO DE LEER
XIII
DE QUE EN ESTE LUGAR NO SE TRATAR DE LA MEDITACIN
Ya hemos explicado, en la forma ms clara y breve que nos fue posible, lo que se refiere a la lectura. De la otra parte de la enseanza, es decir, de la meditacin, no dir nada en este espacio porque
129
XIV
DIVISIN DEL CONTENIDO DE LA F ILOSOFA
animalibus coenam,
nos dice Taylor,
constituyen las
palabras finales del
Asclepius latino. Sera
tambin el final de la
primera versin del
Didascalicon.
130
LIBRO SEXTO
tidad discontinua en relacin con otra cosa. La tercera es la geometra y trata del espacio, es decir, de la cantidad continua
inmvil. La cuarta es la astronoma y trata del movimiento, es
decir, de la cantidad continua mvil. El elemento de la aritmtica
es la unidad; el elemento de la msica es la unidad de sonido; el
elemento de la geometra es el punto; el elemento de la astronoma es el instante.
La prctica se divide en individual, privada y pblica. La prctica individual ensea cmo cada quien debe basar su vida sobre
las buenas costumbres y embellecerla con la prctica de las virtudes. La prctica privada ensea cmo se debe dirigir a los miembros de la familia, as como a los que estn unidos por los lazos
carnales. La prctica pblica ensea cmo deben ser gobernados
por sus dirigentes todo un pueblo y toda una nacin. La individual
concierne a los particulares; la privada, a los padres de familia; la
pblica, a los jefes de ciudades o Estados.
La mecnica trata de los trabajos corporales y se divide en siete
artes. La primera es la produccin de lana; la segunda, la produccin de armamento; la tercera, la navegacin; la cuarta, la agricultura; la quinta, la caza; la sexta, la medicina; la sptima, el teatro.
La lgica se divide en gramtica y razn argumentativa y sta
se subdivide en probable, necesaria y sofstica; la probable se subdivide en dialctica y retrica; la necesaria concierne a los filsofos; la sofstica, a los sofistas.
En estas cuatro partes de la filosofa, el orden que debe seguirse en su enseanza es el siguiente: primero debe colocarse
la lgica; luego la tica; en tercer lugar la terica; en cuarto lugar la
mecnica. En efecto, la elocuencia es lo primero que se debe
alcanzar; luego, como dice Scrates en la tica, se deben purificar los ojos del corazn por medio del estudio de la virtud; para
que luego, en la parte terica, tengan la penetracin necesaria
para la investigacin de la verdad. Al ltimo viene la mecnica,
que por s misma es totalmente ineficaz a menos que se apoye
en los principios de las anteriores.
131
XV
DE LA MAGIA Y DE SUS PARTES
132
LIBRO SEXTO
La numerologa se subdivide en tres clases: la de los arspices, la de los ageros y la de los horscopos. Los arspices son
llamados as por ser como horuspices, es decir, inspectores de las
horas, porque observan los tiempos propicios en que se deben hacer las cosas; o como aruspices, es decir, observadores de los altares, que buscan el futuro en las entraas y vsceras de los animales
sacrificados. El agero o auspicio algunas veces se pone en relacin con el ojo, y se llama auspicio por ser como avispicium porque
se presta atencin al movimiento y vuelo de las aves; otras veces se
pone en relacin con el odo, y se llama agero por ser como garritus avium, la garrulera de las aves que es percibida por el odo. El
horscopo, que tambin se llama constelacin, consiste en buscar
el destino del hombre en las estrellas, como hacen los genetlacos,
que observan el da del nacimiento, y quienes antiguamente reciban el nombre especfico de magos, de los que habla el Evangelio.
Sortlegos son los que tratan de adivinar mediante la prctica
de echar suertes. Los hechiceros son los que por medio de encantamientos demoniacos o de amuletos, o de cualquier otra especie
execrable de recursos, realizan cosas abominables con la cooperacin de demonios y de un instinto perverso. Ilusionistas son los
que por medio de apariencias ilusorias sobre la supuesta transformacin de las cosas, engaan a los sentidos humanos con este arte
demoniaco.
Suman, pues, en total once estas clases de magia: bajo la mntica hay cinco, la necromancia, la geomancia, la hidromancia, la
aeromancia y la piromancia; bajo la numerologa hay tres, la de
los arspices, la de los ageros y la de los horscopos; por ltimo,
hay tres ms: el sortilegio, el maleficio y el ilusionismo.
Se dice que Mercurio fue el primero en descubrir el ilusionismo; los frigios descubrieron los ageros; Tages fue el primero que
ense la aruspicina a los etruscos; la hidromancia procede originalmente de los persas.
Apndice
134
205 Gn 1, 3.
206 Gn 1, 14-16.
Genesi ad litteram,
II.vi.viii (PL, XXXIV,
268-270).
APNDICE