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© 2010 Luis Bertea R.

Expedición De Agostini Texto: Christian Navarrete


Edición: Alejandra Zúñiga S.

C
uando se habla de Patagonia, automáticamente se evocan
las imponentes montañas del macizo Paine, conocido por
sus famosas torres. Esto ocurre porque históricamente ese
lugar ha sido la carta de presentación de la Región de Magallanes.
Sin embargo, Patagonia es mucho más que eso: es una región
diversa que comprende áreas montañosas, ríos y lagos de control
tectónico, ventisqueros, fiordos, islas e islotes. En suma, un crisol de
imágenes monumentales de un lugar remoto que aún conserva el
velo de una belleza virginal. Esta asombrosa diversidad de ambientes
ha convertido la zona austral de nuestro país en un recurso turístico
de gran importancia.
Si bien existen empresas que explotan los atractivos naturales de la
zona, a través de cruceros que navegan por los canales australes,
existe una clase de turista de intereses especiales cuyo nicho se está
recién desarrollando en el país. Se trata del fotógrafo de naturaleza.

A fines de noviembre pasado, fuimos protagonistas de un viaje


exploratorio para buscar nuevas rutas para fotógrafos. Organizado
por la empresa Patagonia Photosafaris creada por Luis Bertea y
Daniel Bruhin - ambos editores y fotógrafos con amplia experiencia
en Patagonia-, en alianza estratégica con Fitz Roy Expediciones, han
logrado un producto de alta calidad.

El viaje tuvo dos objetivos fundamentales: trazar una ruta que despierte
gran interés en el fotógrafo de naturaleza y determinar cuáles son las
necesidades de este tipo de turista.

...esta es la historia de ese viaje

© 2010 Luis Bertea R.


2

Isla Riesco
Seno Otway

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Cordillera Darwin
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1 Punta Arenas
2 Puerto Hately
3 Carlos III
4 Glaciar Santa Ines
5 Seno Magdalena
6 Glaciar Aguila
7 Glaciar De Agostini
8 Canal Gabriel
9 Bahía Azopardo
10 Bahía Parry
11 Bahía Ainsworth
12 Islotes Tuckers
13 Estero Condor

Isla de
Tierra del Fuego

10
H
e sido partícipe de una experiencia sin igual, que siento como deber recomendar.
Las vivencias de este las atesoraré por siempre.

La embarcación que nos acogerá durante los ocho días que durará esta aventura es el
M/N Forrest. Es un buque de 26 metros de eslora y 6 de manga, de poco calado, muy
estable y marinero, dotado de todas las comodidades necesarias para la navegación
y el confort. En su cubierta principal hay 39 asientos tipo Pullman en torno a siete
mesas que sirven de escritorio de trabajo, pues
disponen de enchufes para la conexión de
nuestros computadores y la carga de baterías de
las cámaras fotográficas. Aquí disfrutaremos de la
comida a bordo.

Para el entretenimiento contamos con dos


televisores de 27 pulgadas y un excelente
sistema de sonido. Además, contamos con
calefacción central, cuatro baños y seis habitaciones
(4 cuádruples que se usaron como dobles y 2
dobles).

La tripulación está compuesta por diez personas: un cocinero, un ayudante de cocina,


un camarero, un guía, dos tripulantes, un jefe de máquinas y un motorista, un piloto y
el capitán. La expedición la lidera el equipo de Patagonia Photosafaris, en esta ocasión
formada por Luis Bertea, junto a Daniel Bruhin y el biólogo Jorge Acevedo.

Para los desembarcos tenemos a nuestra disposición dos botes zodiac para 12 pasajeros
cada uno. Las medidas de seguridad en los desembarcos son las que la norma marítima
exige. Cabe señalar que contamos también con medicamentos especiales para impedir
o mitigar las molestias causadas por el mareo.
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Luis Bertea R.
El inicio de la aventura
El zarpe se registró el 27 de noviembre a las 17:00 horas desde el muelle Asmar, en
Bahía Catalina (solo por esta ocasión, ya que normalmente se zarpa desde Isla Riesco).
Ya acomodados en nuestras posiciones y después de una charla introductoria nos
dispusimos a conocer al resto de los participantes: diez personas, entre aficionados y
profesionales de la fotografía.

La navegación comenzó con proa al sureste por el estrecho de Magallanes. Cielo nublado
y vientos de 20 a 25 nudos fueron el escenario de la primera jornada.
A tres horas del zarpe pasamos frente a Puerto del Hambre y unos minutos más tarde
pudimos divisar el Fuerte Bulnes. Este punto es de importancia histórica, ya que se trata
del primer asentamiento chileno en la Patagonia; su fundación data del 30 de octubre
de 1843.

Tras cinco horas de navegación fondeamos en bahía El Águila. Desde esta posición nos
vigilaba el imponente Monte Tarn, de poco más de 800 metros de altura. Las condiciones
al momento del fondeo eran de cielos parciales. En lo alto, la luna creciente iluminaba
la noche.

Caminando entre glaciares


El segundo día comenzó temprano, con la esperanza de contemplar el fascinante
amanecer patagónico, que por su encanto es una obligación fotografiar. Aunque nos
levantamos a las 4:30 horas, la fortuna no estuvo de nuestro lado pues los cielos
nublados no nos permitieron admirar aquella postal. A esta misma hora partimos hacia el
sur, siempre por el estrecho de Magallanes, en dirección al seno Magdalena, que separa
las islas Dawson por el este y Diego Aracena por el oeste.
Al salir del estrecho para enfilar por el seno Magdalena hacia el sur, se produce una
exposición a los vientos patagónicos sur y sureste, lo que hizo que la navegación fuera
un poco más agitada de lo que había sido hasta entonces. A estas alturas, el paisaje ante
nuestros ojos era de una belleza singular: bosque magallánico impenetrable, saltos de
agua de significativa altura y la compañía alada de petreles gigante y albatros de ceja
negra.

Avanzamos por el canal Magdalena y viramos hacia el este, para dirigirnos al seno
Keats, ubicado al suroeste de la isla Tierra del Fuego. A las 10:30 horas nos internamos
por el seno De Agostini, cuyo principal atractivo son los más de doce glaciares que
cobija en su interior. Aproximadamente a las 11:15 horas desembarcamos por primera
vez, en la morrena frontal del glaciar El Águila, desde donde realizamos una caminata
de dificultad leve, bordeando la laguna del glaciar hasta alcanzar su pared frontal, donde
tomamos fotografías de paisaje. Tras unas tres horas de excursión, retornamos al barco
para el merecido almuerzo.

Conforme avanzamos por el seno De Agostini, pudimos observar a través de las ventanas
del Forrest los más de cinco glaciares que descienden desde el cordón Navarro, en la
banda suroeste del trayecto.

Siempre navegando por el De Agostini, llegamos al tramo final donde éste se ramifica
en dos pequeños fiordos, el Hyatt hacia el este y el Serrano hacia el oeste. Elegimos
navegar por el fiordo Hyatt, en dirección al glaciar De Agostini, para lo cual abordamos
los botes para desembarcar en una morrena lateral a los pies del glaciar. De cuando en
cuando, intimidantes estruendos provenientes de la mole de hielo nos hacían voltear
hacia su dirección.

Ya de regreso, pudimos identificar a la distancia -a través de binoculares- a dos focas


leopardo descansando en fragmentos de hielo, desprendidos del glaciar. Con la
esperanza de lograr una fotografía de la especie, nos aproximamos en los botes para
explorar la posibilidad de acercarnos a ellas. La primera foca se encontraba al interior
© 2010 Daniel Bruhin W.
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Christian Navarrete
de un grupo de hielos flotantes, a una distancia cercana a los 25 metros. Dado que no
tuvimos un paso franco para acercarnos más, intentamos acercarnos al otro ejemplar,
distante unos 300 metros. Apresuramos los botes hacia la segunda foca leopardo, y 20
metros antes de arribar a este punto apagamos los motores. En esta ocasión no había
dificultad para intentar un acercamiento, por lo que llegamos a escasos dos metros del
ejemplar. Se trataba de una hembra. Tras unos minutos detrás de ella, se volteó y nos
miró, momentos en los que nuestras cámaras aprovecharon su perfil. Luego de un breve
instante decidió abandonar su lugar de descanso y sumergirse en las gélidas aguas.

Tras esa sesión nos devolvimos por la misma ruta por la que arribamos. Ya de vuelta
en la embarcación, nos dirigimos rumbo al seno Keats, donde con algo de sol, pudimos
ver en todo su esplendor las montañas Giordano, Sella, Buckland y Aosta. Todos estos
colosos nos flanqueaban por el este y nos revelaban sus imponentes glaciares.
Al llegar al seno Keats nos internamos por el fiordo Contramaestre Martínez, ubicado
al oeste del fiordo De Agostini. Aproximadamente a las 20:40 horas fondeamos en una
hermosa bahía llamada Escandallo. Desde aquí mirando al oeste se encuentra el monte
Sarmiento (2404 metro), oculto celosamente a nuestra vista.
© 2010 Luis Bertea R.
Rumbo al seno Almirantazgo
A las 6:00 de la mañana una nueva jornada comenzaba con el leve de anclas. Dejamos
bahía Escandallo para continuar nuestro derrotero hacia el canal Gabriel, el próximo
paradero. En el camino volvimos a navegar por los senos Keats y Magdalena.

Alrededor de las 8:30 horas, el cielo comenzó a despejarse. La aparición del sol nos
regaló una de las más espectaculares vistas del paisaje magallánico, el famoso monte
Sarmiento, sin duda la cumbre más sublime de Tierra del Fuego.

Una hora más tarde navegábamos por el angosto canal Gabriel, cuyas aguas en un
tramo de 30 millas de extensión separan la isla Dawson por el norte, de la Isla Tierra
del Fuego por el sur. A medida que avanzamos el paisaje nos regala verdaderas
postales: bosques impenetrables, acantilados que desde su altura revelan elevadas
caídas de agua, prístinos glaciares. Como en casi toda nuestra travesía, continuamos
flanqueados por el vuelo de los fieles albatros de ceja negra y petreles gigantes, las aves
marinas más abundantes de la zona. El resto de la avifauna se componía de gaviotines
sudamericanos, gaviotas dominicanas, pingüinos magallánicos, cormoranes imperiales
y gaviotas australes.

En ambos costados, el bosque magallánico siempreverde dominado por el Coigüe de


Magallanes y el Canelo, fue testigo de nuestro paso. De vez en cuando era posible
observar laderas desnudas por efectos de los aludes que se producen cuando las lluvias
arrastran la frágil capa de suelo vegetal.

Siendo las 12:30 horas, salimos del canal Gabriel para entrar en el extenso seno
Almirantazgo, donde las condiciones climáticas fueron variando a medida que
progresábamos. Pasamos abruptamente de un soleado día a un cielo cubierto, que
originaba chubascos débiles en forma de agua nieve. En este momento el capitán debió
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Luis Bertea R.
tomar una decisión sobre el itinerario, que originalmente contemplaba la visita al islote
de los Albatros, donde pensábamos descender para fotografiar la colonia. Como el mal
tiempo no cesaba, abortamos aquella excursión para dirigirnos al interior del fiordo
Parry. Siguiendo el nuevo trayecto de la jornada, por el flanco derecho comenzamos a
divisar los fiordos Brookes y Ainsworth, para finalmente arribar a nuestro destino, donde
iniciamos una navegación interior, descubriendo los atractivos naturales del lugar.

A las 18:50 horas descendimos hacia una pequeña playa al costado este del fiordo,
aprovechando su actual exposición a los rayos solares. Desembarcados, realizamos
una breve caminata fotografiando la belleza del entorno: gran cantidad de témpanos
desprendidos del glaciar nos servían como modelos para fotografiar.

Bosques de coigüe y algunos canelos circundaban la playa. Desde su interior oíamos el


insistente llamado del churrín, rayaditos, fiofíos y cometocinos se sumaban al concierto.
En lo alto, un jote de cabeza colorada y dos tiuques adornaban el cielo austral.

Ya de vuelta en el buque fondeamos en el mismo lugar aprovechando el resguardo y


protección que éste nos ofrecía. Cenamos y, como en noches anteriores, procesamos
las fotos que habíamos tomado durante el día.
© 2010 Luis Bertea R.
La isla de los Albatros
A las 6:30 horas, como de costumbre, zarpamos hacia un nuevo destino fotográfico. En
esta oportunidad visitaremos uno de los grandes atractivos de la expedición: un islote en
el cual fue descubierta una colonia nidificante de albatros de ceja negra, en 2003.

Saliendo del fiordo Parry, torcemos hacia el sureste por el seno Almirantazgo. En unos
minutos pasamos frente a la isla Tres Mogotes. Ya casi en la sección más oriental del seno
Almirantazgo, y antes de subir a los botes, Jorge nos instruye respecto de las normas
para visitar la colonia de albatros, tomando en consideración que están anidando.

© 2010 M. Ignacia Jutronic


© 2010 Luis Bertea R.

El islote denominado de Los Albatros está situado en la bahía Azopardo, en el extremo


oriental del seno Almirantazgo, entre la isla Tres Mogotes y la caleta Benavente. De unos
80 metros de altura, se encuentra cubierto de una densa vegetación de coirón y matorral
de mediana altura.

El desembarco lo efectuamos en una pequeña playa de piedras, situada en la sección


suroeste. Apenas comenzado el ascenso por la empinada pendiente, nos damos cuenta
que para llegar a nuestro objetivo se requerirá bastante esfuerzo. Una vez en lo alto,
pudimos apreciar el vuelo de las magníficas aves despegando o aterrizando en la cara
opuesta y más vertical del islote.

Ya elegidas nuestras posiciones, nos dispusimos a la sesión fotográfica. Las aves ni


se inmutaron con nuestra presencia, permitiendo retratarlas relajadas y efectuando
comportamiento de cortejo. Nuestro acercamiento a ellas fue increíble: logramos una
proximidad de escasos centímetros incluso para hacerles un retrato. Tras dos horas de
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Daniel Bruhin W.
diversión emprendimos la retirada, satisfechos por la cosecha fotográfica. En nuestro
descenso debimos sortear un par de nidos de skúas, aves que nos vigilaban desde
lo alto, observando las caídas de algunos fotógrafos, que por su inexistente riesgo se
convirtieron en parte del anecdotario de la jornada.

De vuelta en el Forrest comenzamos la navegación rumbo al fiordo Ainswort, al que


llegamos a las 13:30 horas. Poco después nos dirigimos a una punta de la bahía
Ainstworth, en las inmediaciones del Glaciar Marinelli. Con nevazón y viento en contra
nos subimos a los botes para efectuar el desembarco. Luego de una caminata de
reconocimiento, el biólogo de la expedición encontró al costado de un riachuelo cuatro
cachorros de elefantes marinos, de alrededor de un mes y medio de edad. Permanecimos
una hora realizando fotografías a los pequeños desde todos los ángulos imaginables.
Las criaturas fueron muy buenos modelos, aunque en medio de la sesión la nevazón
incrementó su fuerza, lo que originó fotografías de espectacular dramatismo.

Retornamos a los botes para cruzar hacia un islote ubicado justo al frente de la bahía
Ainsworth. Nuevamente Jorge nos explica la forma de recorrer este islote para no causar
problemas a las aves que nidifican ni molestar a la fauna existente.
© 2010 Daniel Bruhin W.
© 2010 Luis Bertea R.

Antes del arribo era patente la presencia de ejemplares adultos de elefantes marinos,
pues sus vocalizaciones rompían el silencio reinante. Observamos una docena de ellos,
separados en grupos de tres, más un individuo solitario; todos juveniles. Los grandes
animales tendidos en el pasto descansaban plácidamente. De cuando en cuando un
bostezo o vocalización nos regalaba un buen retrato.

Aparte de los grandes mamíferos en el lugar existe una colonia nidificante de gaviota
dominicana y de gaviota austral. Los nidos sobre el suelo se componían de tres huevos
en su mayoría y en menor medida de dos. Además de las aves mencionadas avistamos
y fotografiamos pilpilenes negro y austral, además de las habituales carancas, patos
juarjuales y canquenes comunes.

A las 16:30 horas ya estábamos de regreso en la embarcación. En el exterior la nieve seguía


cayendo, ahora con mayor intensidad. Mientras revisábamos la cosecha fotográfica, el
Forrest navegaba en dirección al fiordo Brookes, al oeste del fiordo Ainsworth, en donde
fondeamos alrededor de las 20 horas.
De regreso al Estrecho de Magallanes
El quinto día de navegación nos sorprendió con un paisaje de un blanco puro en las
colinas a nuestros flancos. Las cumbres níveas más altas destacaban contra el azul del
cielo.

Comenzamos la jornada a las 6:30 horas con proa hacia al islote Tucker, situado al oeste
del seno Almirantazgo. Una hora antes del arribo abortamos la visita a aquel lugar donde
pensábamos fotografiar la pequeña colonia de Pingüinos de Magallanes. Las rachas de
viento de más de 70 kilómetros por hora y las fuertes marejadas fueron los argumentos
que respaldaron nuestra resolución.
En vista de las adversas condiciones meteorológicas, el capitán tomó la decisión
de avanzar por el canal Gabriel. A las 13:30 horas salimos de él y entramos al seno
Magdalena. Durante toda la navegación tuvimos viento, marejadas y agua nieve. Los
albatros de ceja negra fueron nuestros fieles acompañantes, junto a las fardelas, petreles
plateados y moteados y gaviotines sudamericanos.

© 2010 Christian Navarrete


© 2010 Luis Bertea R.
Cerca de las 15:00 horas, ya en el
estrecho de Magallanes, avistamos una
ballena unos dos kilómetros al frente. Los
chorros expulsados al aire eran visibles
por breves instantes. Lamentablemente
no tuvimos la suerte de poder contemplar
al cetáceo a una distancia adecuada
como para intentar fotografiarlo (la
ballena jorobada recién llega a la zona a
mediados de diciembre).

Seguimos avanzando en dirección al


oeste, para arribar a las 18:00 horas al
islote Rupert. Toda esta área se encuentra
inserta en el Parque Marino Francisco
Coloane, la primera área marina costera
protegida del estado y la más extensa
del país. Su importancia radica en que
se trata de una zona de alimentación de
la Ballena jorobada, que llega a estas
aguas subpolares entre diciembre y junio. La abundancia de alimento para esta ballena
y demás especies proviene del afloramiento de aguas profundas debido a la orografía y
corrientes reinantes (Cabo de Hornos, Circupolar y del Atlántico).

Al llegar al islote Rupert se abrió una ventana de clima más benigno, deteniéndose
la caída de agua nieve, lo que posibilitó que descendiéramos en un bote a la costa
del islote. Sin embargo las condiciones lumínicas no fueron las mejores para conseguir
buenas fotografías. Sí tuvimos una buena oportunidad para observar diversas especies
de aves y mamíferos, principalmente pingüino de magallanes, caranca, skúa, pilpilén
austral, dormilona, jote de cabeza colorada y cormorán imperial. Entre los mamíferos,
lobo de dos pelos sudamericano además de una cola de ballena sei.
El Parque Marino Francisco Coloane
A las 6:30 horas amaneció la sexta jornada, navegando desde el sector sur de la isla
Carlos III con dirección al seno Ballena, gran fiordo ubicado al oeste de nuestro punto de
origen e inserto en la gran isla Santa Inés.

A las 8:00 horas arribamos a un sector donde la expedición realiza faenas de agua.
Cuatro de los expedicionarios aprovecharon de dar un paseo por el lugar.

A las 9:30 nos dirigimos hacia el glaciar Santa Inés, uno de los más de 15 que posee la
isla. Todos estos colosos de hielo milenario tienen su nacimiento en un gran casquete
de más de 150 kilómetros cuadrados. Salimos en dos botes llevando box lunch para
la aventura, puesto que no retornaremos a almorzar: poco importa, estamos felices de
nutrirnos con fotos.
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Luis Bertea R.
En el trayecto advertimos gran cantidad de aves, muchas de ellas fueron fotografiadas
a corta distancia. Vimos carancas con pichones, cormoranes imperiales, canquenes,
yecos empollando, gaviotín sudamericano efectuando comportamiento social -incluyendo
disputas por una sardina-, petrel gigante y una skúa que nos permitió acercarnos hasta
hacerle un retrato.

Al llegar a una distancia prudente del frente del glaciar, pudimos observar todo su poder
con varios desprendimientos espectaculares. Desembarcamos y el grupo se dividió entre
quienes deseaban fotografiar fauna y aquellos que buscaban retratar paisajes. Estos
últimos se internaron hacia un misterioso valle virgen a las pisadas del ser humano. La
caminata duró tres horas disfrutando el avistamiento de parejas de canquenes, carancas
y algunos cóndores que, desde lo alto les salieron al encuentro.

Mientras tanto los fotógrafos de fauna tuvieron una visita inesperada y casual en estas
latitudes: tres pingüinos rey, dos adultos y un juvenil; como si fueran modelos publicitarias
nos entregaron una sesión inolvidable.
A las 17:00 horas nos dirigimos al sector sur de la isla Carlos III, donde llegamos con
la esperanza de ver alguna ballena jorobada, lo que lamentablemente no ocurrió (Jorge
nos había comentado que era difícil que en esta fecha las vieramos, ya que normalmente
llegan a fin de diciembre).
© 2010 Christian Navarrete
© 2010 Luis Bertea R.
Una ruta coronada de sorpresas
Aunque comenzó nublado, a ratos la luminosidad se hacía presente. Después del
desayuno, salimos en dos botes, separados en según el interés fotográfico. El primero
se puso en marcha hacia una roca afloramiento, al sureste de la isla Carlos III. En
este lugar vimos alrededor de siete lobos de dos pelos o lobo fino y constatamos la
presencia de golondrinas de mar común, así como de un pequeño y escurridizo petrel
que aparecía y desaparecía a nuestro alrededor, al que fue imposible hacerle siquiera
una foto decente.

Dejamos la roca para ir al islote Rupert, costeando todo el sur buscando oportunidades.
El desembarco en este lugar no está permitido, ya que la isla está catalogada como
área marina y costera protegida,
además de ser parte del Parque
Marino Francisco Coloane.
Debimos conformarnos con
permanecer en los botes
varados en una pequeña playa
con presencia de pingüinos de
Magallanes. A un costado de
la pequeña playa permanecía
cuerpo en tierra un quetro no
volador inmóvil. Al hacerle una
foto de prueba y magnificar la
imagen en la pantalla de la cámara, nos dimos cuenta que tenía su cabeza apenas
ladeada en nuestra dirección vigilándonos con uno de sus ojos. Para poder intentar
hacerle una mejor fotografía, cambiamos de posición y nos acercamos un poco. Fue en
ese momento que el ave dejó su yerta actitud para incorporarse y caminar tranquilamente
en un comienzo y correr velozmente por nuestro costado al final, para alcanzar el agua
y perderse chapoteando con sus alas.

Tras lo anterior seguimos costeando la isla en busca de otras especies. En una pequeña
roca costera divisamos una pareja de pilpilenes australes con un polluelo. En otros
sectores del islote vimos más pingüinos de Magallanes, carancas, jote de cabeza
colorada y skúas.

El segundo grupo flanqueó la costa sur de la isla Carlos III, hasta llegar a los domos del
campamento científico del lugar. Aquí visitaron el mirador, desde donde se domina el
núcleo del Parque Marino Francisco Coloane.

Una vez retornados los expedicionarios en el Forrest, el capitán informó que las
condiciones climáticas son favorables para dar inicio a la navegación. Enfilamos al
noreste hacia el canal Jerónimo, que comunica las aguas del estrecho de Magallanes y
el estrecho Otway, además de separar la isla Riesco de la península de Brunswick.

A las 16:00 horas navegamos al estero Cóndor, fiordo secundario del canal Jerónimo
que se encuentra rodeado por montañas de la isla Riesco. Este sector de la isla está
protegido, pues es parte de la Reserva Nacional Alacalufes. Fondeamos al final de dicho
fiordo a las 16:30 horas, para luego dar curso a la última excursión del día hacia el lago
de la Botella, en un sector de la isla Riesco.

La excursión se inició con 5 personas. Una vez en la orilla del estero Cóndor,
desembarcamos e iniciamos una agradable caminata bajo la lluvia, rodeados de una
flora endémica y exuberante. Luego de 15 minutos llegamos al mirador del lago de la

© 2010 Daniel Bruhin W.


Botella.

Entre la flora del trayecto destacan coigüe de Magallanes, canelos, leña dura, ciprés
de las guaitecas (la única conífera capaz de crecer en estas latitudes); arbustos como
el michay, chaura y romerillo o mata verde son los más abundantes. Entre las plantas,
© 2010 Luis Bertea R.
la margarita de los pantanos, grandes helechos como la costilla de vaca y la lengua de
gato. También bosques en miniatura compuestos por líquenes, briófitos y trepadoras.

De vuelta en la embarcación disfrutamos de la tarde revisando las imágenes registradas.


Con los últimos destellos del esquivo astro rey vimos en el agua, a través de las ventanas
a unos 100 metros, unas siluetas que en un comienzo no supimos identificar, y que tras
una detenida observación llegamos a la conclusión que eran delfines.

Rápidamente se preparó un bote con el cual salimos a investigar. Luego de una breve
búsqueda, los amistosos delfines -de la especie austral-, salieron a nuestro encuentro.
Eran al menos cuatro ejemplares que por algún tiempo se cruzaron y jugaron con
nosotros.

La despedida de los delfines


La jornada final a bordo siguió la ruta de regreso. A las 6:30 horas navegamos hacia el
canal Jerónimo. En el trayecto, el monte Muela, el más alto de la península de Brunswick,
nos sale al encuentro. La navegación rumbo al noreste nos dirige hacia al Seno Otway.

El día se presenta parcialmente despejado. Con el paso de las horas ya comienzan a


verse las estancias ganaderas típicas del paisaje patagónico.

Navegamos por el Seno Otway y en los próximos instantes el capitán realizará una
maniobra de viraje hacia la izquierda, lo que nos dejará expuestos por algunos momentos
al embate de las olas que nos golpearán por el costado. Luego de algunos momentos de
tensión por los efectos de la maniobra anterior, el Forrest quedó con su proa en dirección
al Canal Fitz Roy, último tramo de la travesía.
Cuando ya pensábamos que estaba todo dicho, una visita inesperada nos hizo sacar
de los bolsos nuestras cámaras fotográficas. Tuvimos en los instantes postreros de esta
aventura la compañía de siete ejemplares de tonina overa. El entusiasmo se apoderó
de nosotros nuevamente, buscando obtener alguna buena toma de estos juguetones
delfines que nos escoltarían por un largo trecho.

Fue así como sin darnos cuenta llegamos al punto de desembarco, en Río Verde. Por
última vez se prepararon los botes para llevarnos a tierra firme. A diferencia de los
desembarcos anteriores, éste tenía un dejo de nostalgia. Cada uno de nosotros dio
un último vistazo a la noble embarcación y se despidió de ella y de la tripulación con
la esperanza de volver en un futuro próximo y revivir los maravillosos momentos de
camaradería y pasión por la fotografía que vivimos en un rostro menos conocido de la
Patagonia Chilena.
© 2010 Luis Bertea R.
© 2010 Daniel Bruhin W.
Ficha técnica M/N Forrest
Eslora : 26,21 m
Manga : 6,7 m
Punta : 3,27 m
TRG : 144 ton
Motor : Kelvin TS8 320 HP
Astillero : J. Cook (Inglaterra) 1967
Tripulantes : 11
Pasajeros alojando: 20
Pasajeros asiento pullman: 40
Acomodaciones : 4 Cabinas Cuádruples
2 Cabinas Dobles
4 Baños
Calefacción : Central agua caliente
Autonomía : 20 días
Balsas salvavidas : 4 x 25 pax c/u
Embarcaciones auxiliares : 2 Botes Pumar 12 pasajeros
1 Bote zodiac 6 pasajeros

www.expedicionfitzroy.com
[email protected]
© 2010 Luis Bertea R.
www.PatagoniaPhotoSafaris.com
[email protected]

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