U1 Capitulo 1 Lynch Resumen
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poder adquisitivo de sus clientes. Si bien la Amrica espaola slo generaba una limitada
gama de productos exportables a Inglaterra, dispona de un medio de intercambio vital: la
plata. En consecuencia, Gran Bretaa apreciaba su comercio con la Amrica espaola y
busc el medio de expandirlo, ya fuera a travs del comercio de reexportacin desde Espaa,
ya fuera a travs de las redes de contrabando existentes en las Indias Occidentales y el
Atlntico sur.
El mercado hispanoamericano, aunque era valioso y lo suficientemente importante
como para que se incrementara hasta donde fuera posible, nunca fue tan vital como para
exigir su incorporacin al imperio britnico. Durante los aos de guerra con Espaa,
especialmente despus de 1796, cuando la flota britnica bloque Cdiz, las exportaciones
britnicas cubrieron la consiguiente escasez en las colonias espaolas. El contraste entre
Gran Bretaa y Espaa, entre crecimiento y estancamiento, entre potencia y debilidad,
ejerci un poderoso efecto en la conciencia de los hispanoamericanos.
El imperio espaol en Amrica descansaba en el equilibrio de poder entre varios
grupos: la administracin, la Iglesia y la lite local. La administracin ostentaba el poder
poltico, pero su poder militar era escaso y asentaba su autoridad en la soberana de la
corona y en sus propias funciones burocrticas. La soberana secular estaba reforzada por la
de la Iglesia, cuya misin religiosa se apoyaba en el poder jurisdiccional y econmico. Pero el
mayor poder econmico estaba en manos de las lites, propietarios rurales y urbanos, que
englobaban a una minora de peninsulares y a un mayor nmero de criollos. La debilidad del
gobierno real y su necesidad de recursos permitieron a estos grupos desarrollar efectivas
formas de resistencia frente al distante gobierno imperial. Se compraban oficios y se
realizaban tratos informales. La burocracia tradicional, de hecho, se converta no en el
agente del centralismo imperial, sino en un intermediario entre la corona espaola y sus
sbditos americanos; vena a ser ms bien una delegacin burocrtica que el instrumento de
un Estado centralista.
La poltica borbnica alter la relacin existente entre los principales grupos de
poder. El absolutismo ilustrado fortaleci la posicin del Estado a expensas del sector privado
y termin por deshacerse de la clase dominante local. Los Borbones revisaron detenidamente
el gobierno imperial, centralizaron el control y modernizaron la burocracia; se crearon nuevos
virreinatos y otras unidades administrativas; se designaron nuevos funcionarios, los
intendentes, y se introdujeron nuevos mtodos de gobierno. stos consistan en parte en
planes administrativos y fiscales, que implicaban al tiempo una supervisin ms estrecha de
la poblacin americana.
El conocido repartimiento de comercio, que satisfaca distintos grupos de intereses,
consista en que los indios se vean forzados a producir y a consumir, los funcionarios reales
reciban un salario, los comerciantes obtenan productos agrarios exportables y la corona se
ahorraba los sueldos. Sin embargo, el precio le resultaba caro en otros aspectos, pues
supona abandonar el control imperial frente a las presiones locales.
Los reformadores espaoles decretaron la abolicin de todo el sistema en nombre de
una administracin racional y humana. La Ordenanza de Intendentes (1784 en Per, 1786 en
Mxico), instrumento bsico de la reforma borbnica, acab con los repartimientos y
sustituy a los corregidores y a los alcaldes mayores por los intendentes, que eran asistidos
por subdelegados en los pueblos de indios. La nueva legislacin introdujo funcionarios
remunerados y garantiz a los indios el derecho a comerciar y a trabajar como quisieran. La
reforma administrativa no funcion como se esperaba. La abolicin de los repartimientos
constitua una amenaza no slo para comerciantes y terratenientes, sino tambin para los
indios mismos, poco acostumbrados a utilizar dinero en un mercado libre y dependientes del
crdito para la adquisicin de ganado y de mercancas. La poltica de los Borbones fue
saboteada en las colonias mismas; las lites locales respondieron de forma negativa al nuevo
absolutismo y pronto tendran que decidir si queran hacerse con el poder poltico a fin de
evitar nuevas medidas legislativas ilustradas.
Los Borbones del mismo modo que fortalecieron la administracin, debilitaron la
Iglesia. En 1767 expulsaron de Amrica a los jesuitas. La expulsin fue un ataque a la parcial
independencia que tenan los jesuitas y a la vez una reafirmacin del control imperial. Porque
en Amrica los jesuitas gozaban de gran libertad; en Paraguay tenan un enclave fortificado;
sus haciendas y otras formas de propiedad les confera un poder econmico independiente,
El ltimo ciclo minero colonial, aunque fue importante para las colonias, no estuvo
enteramente al servicio de los intereses coloniales. En primer lugar, la metrpoli reciba de
las colonias presiones cada vez ms acuciantes para mantener en pie el vital
aprovisionamiento de mercurio y equipamientos, algo que, de forma patente, era imposible
cubrir durante la guerra; por ello se vio a Espaa como un obstculo al crecimiento. En
segundo lugar, en una de las grandes ironas de la historia espaola colonial, el apogeo de la
gran produccin de plata coincidi con la destruccin del podero naval espaol, y por lo
tanto de su comercio colonial. Desde 1796, Espaa y sus comerciantes vieron, sin poderlo
remediar, cmo los productos procedentes del imperio iban a parar a manos de otros, cmo
los ingresos de la bonanza minera se exponan al peligro de merodeadores extranjeros o bien
cmo se reducan debido a la participacin de los comerciantes extranjeros.
En la agricultura, al igual que en la minera, era imposible conciliar los intereses de
Espaa con los de Amrica. Los terratenientes criollos buscaban mayores salidas a sus
exportaciones de las que Espaa permita. En Venezuela, los grandes propietarios,
productores de cacao, ndigo, tabaco, caf, algodn y cueros, se sentan permanentemente
frustrados por el control espaol sobre el comercio de importacin y de exportacin. Incluso
despus del comercio libre, la nueva generacin de comerciantes, ya fueran espaoles o
venezolanos inclinados hacia Espaa, ejercan un monopolio estrangulador sobre la economa
venezolana, al pagar precios bajos en las exportaciones y al imponer precios altos en las
importaciones. Los terratenientes y los consumidores criollos exigan un comercio mayor con
los extranjeros, denunciaban a los comerciantes espaoles como opresores, se oponan a
la idea de que el comercio exista para el slo beneficio de la metrpoli, y se movilizaron
en contra.
Estos intereses requeran la libertad de comerciar directamente con todos los pases
y de exportar los productos del pas sin restricciones. En 1809 presionaron para obtener la
apertura del puerto al comercio britnico, a lo que los espaoles, tanto los catalanes como
los otros peninsulares, se opusieron con fuerza. Aqu tambin exista un conflicto
irreconciliable de intereses. Pero incluso dentro de los intereses econmicos de la colonia no
exista una visin homognea o unitaria de la independencia; el creciente regionalismo, en
una provincia que peda proteccin para los productos locales y otra que quera la libertad de
comercio, creaba sus propias divisiones. Aun as, todava se hizo ms fuerte la conviccin,
fuera cual fuere la respuesta a estos problemas, de que slo podran ser resueltos a travs de
decisiones autnomas.
La funcin de Espaa como imperio y la dependencia de Amrica fueron puestos a
prueba por ltima vez durante la larga guerra que hubo con Gran Bretaa desde 1796. En
abril de 1797, tras la victoria sobre la flota espaola en el cabo de San Vicente, el almirante
Nelson coloc a un escuadrn britnico frente al puerto de Cdiz e impuso un bloqueo total.
Al mismo tiempo, la armada real britnica bloque los puertos hispanoamericanos y atac a
los barcos espaoles en el mar. Las consecuencias fueron nefastas. El comercio gaditano a
Amrica qued ahora completamente paralizado. Desde toda Amrica, los consulados
informaban de la extrema escasez de bienes de consumo y de las provisiones ms vitales. Y
mientras los intereses americanos presionaban para que se permitiera la actividad de los
abastecedores extranjeros, los comerciantes de Cdiz insistan en que se mantuviera el
monopolio. Mientras Espaa consideraba el dilema, perdi la batalla. La Habana simplemente
abri su puerto a los norteamericanos y a otros barcos de pases neutrales. Espaa se vio
obligada entonces a permitir lo mismo a todos los que haba en Hispanoamrica o bien se
arriesgaba a perder el control, y los ingresos. Como medida de emergencia se emiti un
decreto (18 de noviembre de 1797) que permita el comercio legal y cargado de impuestos
con Hispanoamrica en navos neutrales. El objetivo era hacer de los neutrales un
instrumento de comercio con las colonias para eludir mejor el bloqueo ingls y cubrir la falta
de barcos espaoles. De hecho se convirtieron virtualmente en los nicos transportistas, en
la nica va que conectaba las colonias espaolas con sus mercados y provisiones.
Fueron los barcos neutrales los que salvaron el comercio colonial y tambin fueron los
que obtuvieron beneficios. Este comercio tambin result beneficioso para las colonias, ya
que as se proveyeron de productos importados mejores y la demanda de exportaciones
recibi un nuevo impulso.
El monopolio comercial espaol concluy de hecho en el perodo de 1797-1801,
adelantando la independencia econmica de las colonias. Entretanto, el comercio de los
Estados Unidos con las colonias espaolas alcanz unas cifras espectaculares. Es cierto que
la paz de Amiens de 1802 permiti que Espaa restableciera su comunicacin con las
colonias y que los comerciantes llegaran de nuevo a los puertos y mercados de Amrica.
Hubo un resurgimiento comercial, y en los aos de 1802-1804 Cdiz se recobr. Pero era
imposible restaurar el viejo monopolio: las colonias ahora tenan establecidos unos fuertes
vnculos comerciales con los extranjeros, especialmente con los Estados Unidos, y se dieron
cuenta de las obvias ventajas que durante tanto tiempo se les haban negado.
Los ltimos restos del podero naval espaol fueron barridos. El 5 de octubre de 1804,
anticipndose a la guerra formal con Espaa, unas fragatas britnicas interceptaron una gran
flota que transportaba metales preciosos desde el Ro de la Plata. Al ao siguiente, en
Trafalgar, se complet el desastre; sin una flota transatlntica, Espaa quedaba aislada de
Amrica. Al desmoronarse el mundo hispnico, las colonias empezaron a protestar, ya que
sus exportaciones quedaban bloqueadas y se devaluaban, y las importaciones eran escasas y
caras. Y de nuevo otros pases corrieron a sustituir a Espaa. La decadencia del comercio
americano de Espaa coincidi con el desesperado intento britnico de compensar el
bloqueo de los mercados europeos efectuado por Napolen en el continente. As pues, la
situacin favoreca de nuevo la expansin del contrabando ingls.
En Espaa los efectos de la guerra resultaron un desastre nacional. Una gran
proporcin de sus productos agrcolas, junto con las manufacturas, se vieron privados de un
mercado vital, y mientras esto provocaba la recesin del sector agrcola, cerca de un tercio
de la produccin textil se hundi. Tanto la industria como los consumidores padecieron la
escasez de materias primas coloniales, y por otro lado, la no llegada de metales preciosos
zarande tanto al Estado como a los comerciantes. El futuro de Espaa como potencia
imperial estaba ahora totalmente en duda. El monopolio econmico se perdi
irremediablemente. Lo nico que quedaba era el control poltico y ste tambin estaba sujeto
a una creciente tensin.
El 27 de junio de 1806, una fuerza expedicionaria britnica procedente del cabo de
Buena Esperanza ocup Buenos Aires. Los invasores calcularon correctamente que tenan
poco que temer del virrey espaol y de sus fuerzas, pero subestimaron el deseo y la
habilidad de la poblacin de Buenos Aires para defenderse a s misma. Un ejrcito local,
incrementado con voluntarios y dirigido por Santiago Liniers (un oficial francs al servicio de
Espaa), atac a los britnicos el 12 de agosto y los oblig a capitular. La original expedicin
no haba sido autorizada, pero el gobierno britnico cay en la tentacin de querer que
continuara y le envi refuerzos que se apoderaron de Montevideo el 3 de febrero de 1807. De
nuevo la reaccin local fue decisiva. El incompetente virrey fue depuesto por la audiencia y
Liniers fue nombrado capitn general. Las milicias criollas fueron desplegadas de nuevo y los
invasores les cedieron la ventaja. Cruzando el Ro de la Plata desde Montevideo, los
britnicos avanzaron hasta el centro de Buenos Aires. All fueron atrapados por los
defensores, capitularon y accedieron a marcharse.
La invasin britnica de Buenos Aires ense varias lecciones. Qued bien claro que
los americanos no queran pasar de un poder imperial a otro. Esto, sin embargo, no era nada
reconfortante para Espaa. Tambin se puso en evidencia la inoperancia de las defensas
coloniales y se humill a la administracin. La destitucin del virrey fue un suceso sin
precedentes y que tena un significado revolucionario. Fueron los habitantes, y no las fuerzas
militares espaolas, quienes defendieron la colonia. Los criollos particularmente probaron el
poder, se dieron cuenta de su fuerza y adquirieron un nuevo sentido de identidad, incluso el
de la nacionalidad. As, la debilidad de Espaa en Amrica llev a los criollos a la poltica.
En la segunda mitad del siglo XVIII, las nuevas oportunidades existentes en la
administracin colonial y en el comercio llevaron a un creciente nmero de espaoles a
Amrica. Algunos buscaron empleo en la nueva burocracia y otros siguieron la ruta del
comercio libre. Los inmigrantes llegaron a conformar una exitosa clase de empresarios,
activos en el comercio y la minera, que constantemente eran reforzados con nuevos recin
llegados de la pennsula. Los americanos se sentan vctimas de una invasin, de una nueva
colonizacin, de un nuevo asalto espaol sobre el comercio y los cargos pblicos. Adems, la
situacin demogrfica estaba del lado de los criollos. Los blancos, que eran la minora, no
podan esperar mantener el poder poltico de forma indefinida. A pesar de la creciente
inmigracin, la tendencia demogrfica estaba en contra de ellos. La independencia posea
Los ltimos Borbones, al favorecer a los espaoles frente a los criollos, al utilizar
Amrica como un premio para los espaoles, agudizaron las divisiones existentes e
incrementaron el descontento de los criollos.
Si los criollos tenan un ojo puesto sobre sus amos, tenan el otro sobre sus sirvientes.
Los criollos eran muy conscientes de la presin social existente desde abajo y se esforzaron
por mantener a distancia a la gente de color. El prejuicio racial cre en los americanos una
actitud ambivalente hacia Espaa. Los peninsulares eran blancos puros, aunque fueran
pobres inmigrantes. Los americanos eran ms o menos blancos, incluso los ms ricos eran
conscientes de la mezcla racial existente, y estaban preocupados por demostrar su blancura
aunque fuera necesario ir a los tribunales. La cuestin racial se complicaba con los aspectos
sociales, econmicos y culturales, y la supremaca blanca no fue discutida; tras estas
barreras defensivas estaban los indios, los mestizos, los negros libres, los mulatos y los
esclavos. En algunas partes de la Amrica espaola la revuelta de los esclavos fue tan
temida que los criollos no abandonaran la proteccin del gobierno imperial, o bien no se
atrevieron a abandonar las filas de los blancos dominantes. Adems, por otro lado, la poltica
borbnica dio mayores oportunidades de movilidad social. Los pardos negros libres y
mulatos fueron admitidos en la milicia. Tambin pudieron comprar su blancura legal con las
cdulas de gracias al sacar. La ley del 10 de febrero de 1795 ofreca a los pardos la dispensa
del estado de infame: los solicitantes que la obtuvieron fueron autorizados a recibir una
educacin, a casarse con un blanco, a tener cargos pblicos y a entrar en el sacerdocio. De
este modo el gobierno imperial reconoca al creciente nmero de pardos y buscaba la
manera de mitigar la tensa situacin social existente al hacer desaparecer las mayores
formas de discriminacin. El resultado fue que las lneas entre los blancos y las castas se
diluyeron y el hacer posible que algunos de los que no eran claramente indios o negros
fueran considerados como espaoles, tanto social como culturalmente. Pero los blancos
reaccionaron vivamente ante estas concesiones. El crecimiento demogrfico de las castas en
el curso del siglo XVIII, junto con la creciente movilidad social, alarmaron a los blancos y
alimentaron en ellos una nueva conciencia de raza y la determinacin de mantener la
discriminacin. Ello pudo observarse en el Ro de la Plata, en Nueva Granada y en otras
partes de Amrica. Pero fue Venezuela, con su economa de plantacin, la fuerza de trabajo
esclava y los numerosos pardos, la que tom el liderazgo en el rechazo de la poltica social de
los Borbones y cre el clima para la futura revolucin.
Parte del antagonismo de los criollos hacia los peninsulares bien puede deberse al
resentimiento de los terratenientes patricios hacia los inmigrantes comunes a quienes
consideraban de origen muy bajo. Pero los peninsulares eran blancos puros, mientras
muchos criollos no lo eran. Este hecho simplemente acentu de forma notoria la
susceptibilidad respecto a la raza e hizo aumentar los recelos criollos hacia los pardos, los
indios y los esclavos. La poltica imperial los enoj porque la consideraban demasiado
indulgente respecto a los pardos y los esclavos. La lite criolla se opuso tercamente al
avance de la gente de color, protest por la venta de los certificados de blancura y se
resisti a la extensin de la educacin popular y al ingreso de los pardos en la universidad.
Entre otras cosas, se vieron afectados por la prdida de la fuerza de trabajo en un perodo
de expansin de la hacienda y de crecimiento de las exportaciones. En tanto que los pardos
se establecieron como artesanos, agricultores independientes, o criadores de ganado en los
llanos, los terratenientes blancos intentaron mantenerlos subordinados y sujetos al peonaje.
Los criollos eran hombres asustados: teman una guerra de castas promovida por las
doctrinas de la Revolucin francesa y la violencia contagiosa de Saint-Domingue. En otras
partes de Amrica las tensiones raciales tomaron la forma de confrontaciones directas entre
la lite blanca y las masas indias, y en estos casos los criollos tambin tomaron medidas
para autodefenderse. Tradicionalmente la lite esperaba que Espaa la defendiera; los
propietarios, ante las amenazas de los jornaleros y los trabajadores y de la violencia nacida
de la pobreza y la delincuencia, dependan de las autoridades espaolas. Los criollos
perdieron la confianza en el gobierno espaol y empezaron a poner en duda la voluntad de
Espaa de defenderlos. Cuando la monarqua se derrumb en 1808, los criollos no podan
permitir que el vaco poltico se mantuviera as, y que sus vidas y bienes quedaran sin
proteccin. Tenan que actuar rpidamente para anticiparse a la rebelin popular,
convencidos como estaban de que si ellos no se aprovechaban de la situacin, lo haran
otros sectores sociales ms peligrosos.
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fracas. Los dirigentes indios fueron brutalmente ejecutados, sus seguidores abatidos; hacia
enero de 1782, despus de una conmocin corta pero seria, los espaoles recuperaron el
control.
Aspiraba Tupac Amaru a la independencia? La libertad respecto a Espaa era slo
una parte de su programa. La autntica revolucin era contra los privilegios de los blancos,
ya fueran criollos o espaoles, y su deseo final era acabar con el sometimiento de los indios.
Se trataba esencialmente de objetivos de carcter social. En cuanto a la independencia, era
poco probable que una rebelin india pudiera haber tenido las ideas, la organizacin y los
recursos militares necesarios para tal causa. A las revueltas indias les falt otro ingrediente
para obtener la independencia: la direccin criolla. Los criollos estaban inmersos en la
estructura econmica existente, y sta se basaba en el trabajo indio en las minas, en las
haciendas y en los obrajes. La independencia, cuando lleg, se hizo sobre trminos
diferentes.
Las rebeliones del siglo XVIII no fueron propiamente hablando antecedentes de la
independencia. Es verdad que las autoridades espaolas las denunciaron como subversivas,
ya fuera por miedo o con propsitos propagandsticos. Aunque los insurrectos no formularon
ninguna idea de independencia, colaboraron en crear un clima de opinin que los presentaba
como un reto fundamental al sistema tradicional. Adems, las revueltas hicieron ms patente
el hecho de que el nuevo gobierno vena de fuera. En este sentido, constituyeron una etapa
ms avanzada del desarrollo o en la toma de conciencia de las colonias, signo de incipiente
nacionalismo, defensa dramtica de una identidad y de unos intereses claramente diferentes
de los de la metrpoli.
El incipiente nacionalismo tuvo una poderosa influencia, pero no fue india. Los indios,
as como otros elementos marginalizados de la sociedad colonial, podan tener bien poco, si
es que tenan algo, de sentido de identidad nacional, y sus relaciones ms cercanas eran con
la hacienda, la comunidad o la administracin local, y no con una entidad mayor. Las
expectativas de los criollos, por otro lado, reflejaban la existencia de una percepcin ms
profunda, de un sentido de identidad en desarrollo, de la conviccin de que ellos eran
americanos y no espaoles. Este protosentimiento de nacionalidad era ms subversivo ante
la soberana espaola y mejor conductor a la independencia que las peticiones especficas de
reforma y cambio. Al mismo tiempo que los americanos empezaban a repudiar la
nacionalidad espaola, estaban tambin tomando conciencia de las diferencias que haba
entre ellos, porque incluso en el estado prenacional las diferentes colonias rivalizaban entre
ellas en cuanto a sus recursos y a sus pretensiones. Amrica era un continente demasiado
vasto y un concepto demasiado vago como para atraer lealtades individuales. Los hombres
eran en primer lugar mexicanos, venezolanos, peruanos, chilenos, y era en su propio pas y
no en Amrica donde encontraban su hogar nacional. Estos pases se definan por su historia,
por sus fronteras administrativas y por los contornos fsicos que los demarcaban, no slo ante
Espaa sino tambin entre s. Este era el mbito donde estaban establecidas las sociedades
americanas, cada una de ellas nica, y sus economas, todas con intereses diferentes.
De qu fuentes se alimentaba esta conciencia nacional? Los americanos estaban
redescubriendo su tierra, gracias a una original literatura americana. El perodo de la
preindependencia vio el nacimiento de una literatura de identidad en la que los americanos
glorificaban sus pases, exaltaban sus recursos y valoraban a sus gentes. A la vez que
enseaban a sus compatriotas cul era su patrimonio, les mostraban cules eran las
cualidades americanas para ocupar cargos y, de hecho, las que tenan para poder
autogobernarse. Los mismos trminos utilizados patria, tierra, nacin, nuestra Amrica,
nosotros los americanos creaban confianza a fuerza de repetirlos. Aunque se trataba de un
nacionalismo cultural ms que poltico y que no era incompatible con la unidad del imperio,
prepar a la gente para la independencia, al recordarles que Amrica tena recursos
independientes y que los tenan en sus manos.
Las ideas de los philosophes franceses, su crtica a las instituciones sociales, polticas
y religiosas contemporneas y su concepto de la libertad humana no eran desconocidos en el
mundo hispnico, aunque no contaban con una aceptacin universal, y la mayora de la
gente continuaba siendo de conviccin catlica y fiel a la monarqua absoluta. La
Ilustracin espaola en Amrica fue poco ms que un programa de imperialismo renovado.
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propietarios y comenzaron una larga y feroz lucha por la abolicin de la esclavitud y por la
independencia respecto a Francia. Al final Francia tuvo que admitir su fracaso y el 1 de enero
de 1804 los generales negros y mulatos proclamaron el nuevo estado de Hait, la primera
repblica negra de Amrica.
Hait, observada por los dirigentes y los dirigidos con creciente horror, constituy un
ejemplo y un aviso para la Amrica espaola. Los criollos ahora podan ver los resultados
inevitables producidos por la falta de unidad en la metrpoli, por la prdida de energa por
parte de las autoridades y por la prdida del control por parte de la clase dirigente colonial.
Hait no slo representaba la independencia sino la revolucin, no slo la libertad sino
tambin la igualdad. El nuevo rgimen extermin sistemticamente a los blancos que
quedaban e impidi que cualquier blanco se volviera a establecer como propietario; se
reconoca como haitiano a cualquier negro y mulato descendiente de africano nacido en otras
colonias, fuera esclavo o libre, y se les invit a desertar; por otro lado, declar la guerra al
comercio de esclavos. Estas medidas sociales y raciales convirtieron a Hait en un enemigo
ante los ojos de los regmenes coloniales y esclavistas de Amrica, que inmediatamente
tomaron medidas para protegerse.
Los revolucionarios hispanoamericanos queran mantenerse a distancia de la
revolucin haitiana.
Si el caso de Hait constituy un aviso, tambin fue un ejemplo. Los
hispanoamericanos pronto tendran que enfrentarse a la crisis de la metrpoli y a la quiebra
del control imperial. Entonces tendran que llenar el vaco poltico y agarrarse a la
independencia, no para crear otro Hait sino para evitar que sucediera lo que all sucedi.
La crisis se produjo en 1808, como culminacin de dos dcadas de depresin y
guerra. Al descender la calidad de los dirigentes, el gobierno se redujo al simple patronato en
el interior y al clientelismo en el exterior. Adems, los espaoles sufrieron grandes
adversidades. La crisis agraria de 1803 produjo una gran escasez, hambre y mortalidad.
Entretanto, a pesar de los esfuerzos por mantener la independencia nacional, el gobierno no
tuvo ni la visin ni los recursos necesarios para resolver los urgentes problemas de la poltica
extranjera. La alianza francesa no salv a Espaa, sino que acentu su debilidad, prolong
sus guerras y expuso su comercio colonial a un ataque ingls. En 1807-1808, cuando
Napolen decidi reducir a Espaa totalmente a su voluntad e invadi la pennsula, el
gobierno borbnico se hallaba dividido y el pas se encontraba sin defensas ante el ataque.
En marzo de 1808 una revolucin palaciega oblig a Carlos IV a exonerar a Godoy y a abdicar
en favor de su hijo Fernando. Los franceses ocuparon Madrid y Napolen indujo a Carlos y a
Fernando VII a desplazarse a Bayona para discutir. All, el 5 de mayo de 1808, oblig a ambos
a abdicar y al mes siguiente proclam a Jos Bonaparte rey de Espaa y de las Indias.
En Espaa el pueblo se levant y empez a luchar por su independencia. A finales de
1808 las juntas provinciales haban organizado la resistencia ante el invasor y en septiembre
se form una Junta Central que invocaba el nombre del rey. sta quera unificar la oposicin
frente a Francia y, en enero de 1809, public un decreto estableciendo que los dominios de
Amrica no eran colonias sino que eran una parte integrante de la monarqua espaola.
En Amrica estos sucesos crearon una crisis de legitimidad poltica y de poder.
Tradicionalmente la autoridad haba estado en manos del rey; las leyes se obedecan porque
eran las leyes del rey, pero ahora no haba rey a quien obedecer. Esta situacin tambin
plante la cuestin de la estructura del poder y de su distribucin entre los funcionarios
imperiales y la clase dominante local. Los criollos tenan que decidir cul era el mejor medio
para preservar su herencia y mantener su control. La Amrica espaola no poda seguir
siendo una colonia si no tena metrpoli, ni una monarqua si no tena un rey.
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