Poldy Bird

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Si lo que muere es el amor...

He estado cuidando de la muerte tantas cosas... Cosas que podran parecer tontas e
intrascendente, cosas sin importancia... Y sin embargo, por ellas yo estaba atada a t y vos
rumiabas tu aburrimiento en las tardes interminables.
Tambin vos cuidabas cosas de la muerte. Lo s. Es doloroso, pero hay que decirlo.
Somos egostas.
No me quedaba a tu lado por t, no te quedabas a mi lado por m...
Sabamos que el amor haba pasado. Escuchamos el rumor de sus alas de gaviota cuado el
amor se alej mar adentro, cielo adentro, mundo adentro, para deshacerse lejos de nuestros
ojos.
Qu hicimos por impedirlo? Nada.
No se puede hacer nada para impedir que se astille, que se quiebre, que se muera el amor.
Cuando el amor se enferma, ya se sabe que no tiene remedio, que est fatalmente condenado.

El amor, el bello amor, tan frgil, tan indefenso, sin embargo.


Tan pronto se quema o se congela. Arde o tirita de fro. Pero es libre, no quiere ser guiado ni
formado.
Un empujn lo lastima, lo saca de su cauce, lo arruina.
El amor, el bello amor...
Lo tuvimos con nosotros y no supimos mantenerlo vivo. Lo enfermamos de silencio, de
costumbre, de aburrimiento. Lo herimos con el cuchillo de la soberbia, del orgullo, del
resentimiento.
Pero lo que ms debe haberle dolido fue nuestro empeo en no dejarlo morir. Nuestros
manoteos en el aire buscando la manera de prolongar su agona.
Le inyectamos palabras, palabras, palabras...
Lo emplazamos con promesas de felicidad. Nos turbamos para nombrarlo con voces de
mrtires. Y el que ms sufra era l...
En su nombre herimos, en su nombre nos volvemos egostas y crueles. Por salvar el amor... -decimos cmodamente echados sobre la costumbre, protegidos por la campana de vidrio de
nuestra indiferencia, por el temblor de los otros--.
Por salvar el amor... sigo as.
Es triste, es muy triste... pero no estuvimos tratando de salvar el amor, sino otras cosas que
iban a morir si el amor se mora.
Por ejemplo: el recuerdo...

Recuerdos que ya despus no sirven para nada. Lgrimas que fueron derramadas y que
despus de la muerte del amor que las inspir... tampoco sirven para nada...
Sonrisas y caricias que quedan planeando en el aire. Sin sentido.
Un tiempo de nuestro tiempo vivido en vano.
Eso es lo que no toleramos. Eso es lo que queremos salvar, y no el amor.
Queremos salvar egostamente nuestros preciosos minutos, el precioso aliento que gastamos
en pronunciar palabras, el calor que eman nuestra piel al estar cerca de otra piel.
Hemos estado cuidando de la muerte tantas cosas...
Cosas sin importancia. Y sin embargo, por ellas yo estaba atada a t y vos rumiabas tu
aburrimiento en tardes interminables.
Por algunos programas de televisin que vimos juntos por las noches. Por algunos veranos de
sol en los que corrimos por las playas doradas tomados de la mano. Por un ramo de violetas
que me regalaste un invierno, hace mucho... Por las corbatas que te regalaba para tu
cumpleaos. Por las frases que callamos porque ya estaban sobreentendidas. Por la rabia
sorda que de vez en cuando nos invada y haca que nos odiramos ferozmente. Por algunas
discusiones que finalmente terminaban en nada, en un gran cansancio y en un cigarrillo fumado
lentamente.
Nos ataban esas cosas, no el amor.
En qu momento muri el amor? Yo no lo s. Tampoco vos lo sabs.
Tal vez la ltima estocada se la dimos aquella tarde de lluvia a la salida del cine, cuando nos
separamos en la esquina, como dos viejos amigos, y cada uno se fue a caminar por su lado.
O no. No.
Quiz fue esa noche en que descubrimos (sin osar decirlo) que ya no nos desebamos, que
una oscura amargura haba tomado el lugar del deseo en nuestro cuerpos.
Quin sabe...? Es algo que no se puede decir con exactitud.
No me quedaba a tu lado por t. No te quedabas a mi lado por m. Nos quedbamos juntos para
no tomarnos el duro trabajo de enumerar verdades y aceptarlas, hacer nuestras valijas y
marcharnos.
Lo que muere puede salvarse si lo que muere es una planta o una persona. Pero si lo que
muere es el amor, morir irremediablemente.
Venciendo la inercia prepar mi maleta, te escrib esta breve carta de despedida que
encontrars sobre tu mesita de luz. Esta carta que te evitar el esfuerzo de tomar la decisin
final.
Maana o pasado dirs, seguramente: "Es una pena que Claudia no haya intentado salvar el
amor..."
Lo dirs sabiendo que no hubiera sido posible salvarlo.

Lo dirs para no sentirte tan mal, tan mal como me siento yo...

AQUELLA LUZ

Entonces se puso su cabeza en mi regazo, arrodillado ante m, y yo


mir su pelo oscuro y suave, un poco ms largo que de costumbre,
como siempre que va a hacrselo cortar. Sus largos brazos me
estrecharon y todo lo que pareca estar sembrado de espinas
desapareci. Acarici su cabello. El aire era de raso; el color
ambarino de la luz transformaba la piel en satn. No haba un
espejo all, pero yo registr ese momento como una fotografa color
sepia en la que un hombre y una mujer, cansados de ser
arrastrados hacia los remolinos del ro por la corriente rpida de la
ira, los celos, las equivocaciones, los rudos golpes de haber vivido...
cortan el elstico de la tensin y, al instante, se sientes libres como
dos barquitos navegando armoniosamente. Una fotografa
desfallecida, neblinosa y bella. Ese gesto entregado me quebr. Se
me escurrieron las palabras, Qu poda decirle? Qu podra
reprochar? Qu poda pedir que no estuviera recibiendo ya?.
Todos los discursos del universo eran menos elocuentes que el
calor de sus brazos aferrndome, o ms bien, aferrndose de m...
Acarici su cabello, sus mejillas hundidas, sus ojeras oscuras.
Suavemente.
l subi su cabeza de mi regazo a mi pecho, y su expresin de
dolor se fue mudando a paz. Dijo: "Te quiero, perdname." Lo dijo
muchas veces , muchas veces... Frot su rostro en mis manos y su
llanto las humedeci. Todo qued lavado con esas lgrimas.
Purificado. Claro. Borrados los precipicios. Borradas las esperas
con dolor en las tripas. Borrada la incertidumbre. Borrada la rabia.
Borrados los detalles, las piedras pesadsimas que hubieran
hundido la embarcacin. No es que no doliera, sino que su amor
fue la anestesia que acallo el dolor. Cmo puede un gesto sencillo y
verdadero obrar su milagrosa curacin. Cmo una voz que nace de
la fuente encantada del amor es capaz de sanar los tules rasgados
de la ilusin, las cortaduras del alma... Los actos simples hacen
simple al hombre. Y qu difcil es ser un hombre simple! l puso
su cabeza sobre mi regazo, arrodillado ante m. Entregado. Sincero.

Avergonzado. Cansado. Vengo del infierno, musit. Y yo supe que


era cierto. Que solamente el infierno puede borrar el brillo de la
mirada y dejar un pozo en cada ojo... Cmo pudo ser que no me
haya dado cuenta! Y, qu esperabas, qu creste, qu buscabas?
No s... las cosas estaban tan difciles con vos... me pareci que no
me queras ms, que yo ya no te importaba. Me volv loco. Tena
que llamarte la atencin... pens que poda manejar la situacin y
ca en mi propia trampa. Te sirvi? Me horroriz! No quiero
recordar los detalles de esa historia; podra parecer un alarde de
imaginacin tortuosa, enfermiza. Me basta con saber que nada
pudo destruir lo esencial. Que lo sagrado siempre qued conmigo,
y tuvo que regresar para recuperarlo... Acarici su cabello suave.
Bes sus prpados. Sus mejillas mojadas. Nunca estuvimos tan
cerca como en ese momento. Nunca nos miramos tan hondo
durante tanto tiempo. Tan hondo, tanto, tanto, que vi cuando sus
ojos recuperaron aquella luz perdida. Vena del fondo, creciendo
como un incendio: llama tibia, fogata, hoguera, sol. Amaneci su
vida.
Amaneci mi vida. Y no es que no doliera, ni que no hubiese
existido la noche antes de ese amanecer... sino es que el amor... ay,
el amor...
BUSCNDONOS
Nadie encuentra lo que no est buscando. No es verdad que las
cosas aparecen de pronto; que, sorpresivamente, cuando para la
lluvia, vemos una hermossima flor en el tallo en el que antes no
haba nada. All hubo, por lo menos, un capullo cerrado, algo que
estaba por abrirse, por transformarse en flor...
Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer
encuentra a un hombre... los dos estaban buscndose. Por soledad.
O por dolor. O por ganas de revivir la vida insuflndole oxgeno a
los los pulmones. O porque s. Por qu explicarlo todo? Por qu
decir que la causa, el efecto, que la casualidad no existe, que...?
Mejor pensemos que lo importante es que, cuando no hay alguien a
nuestro lado, no hacemos tostadas (para m solamente? (No...), no
gastamos el frasco de perfume, duran menos las latas de atn y
ms las milanesas en el freezer, compramos con ms nostalgia que
alegra un ramito de flores para llevar a casa, y estrenamos muy
pocas cosas. Se van yendo las ganas, como se va la luz, poquito a
poco... Y la noche nos asesta su golpe con el recuerdo, nos enva

sus fantasmas ms tristes, sus sombras incansables e inclementes.


La noche que no termina nunca, que crece, que atormenta, que
entrevera nombres, que ronda, que agiganta las lgrimas hasta
transformarlas en un ocano. Estamos solos porque no hacemos
una llamada. Porque no damos el paso que nos acerca.
Porque no decimos la primera palabra que se transforme en
puente. Nadie encuentra lo que no est buscando. Por qu crees
que vos y yo nos encontramos? Desde dnde venas acercndote?
Desde cundo yo esperaba que llegaras? Por qu yo? Por qu
vos? Por qu nosotros? Por qu crees que no te desviaste, con otro
rumbo, que no fuiste ms hacia el sur, o ms al norte, o al otro lado
del mar incalculable? Por qu penss que me detuve para que
pudieras alcanzarme, extender las dos ramas de tus brazos,
abarcarme con toda tu ternura como dicindome "ahora ya no te
parar nada malo, nada triste, nada cruel"; podes dejar de llorar,
podes dormir con los ojos cerrados, mansamente y, al despertar, no
estars sola... Nunca ms estars sola. "Y yo estar solo nunca
ms...?" Por qu? Porque los dos estbamos buscndonos.
Porque desde aquella lejana, lejansima primera vez que nos vimos,
qued un delgado, finsimo, invisible hilo unindonos... un hilo
que nada puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros,
montaas... un hilo indestructible que no soltaste, que no solt, y
que al fin volvi a reunirnos para que la historia termine su retrato,
tal vez poniendo un poco menos de tonalidad en la paleta, o
distintos colores y brillos, pero retornando a los dos mismos
protagonistas.
Vos y yo. Regresando. Volviendo al paraso prometido que salimos
a buscar sin saber que lo tenamos tan cerca, debajo de los pies.
Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer
encuentra a un hombre... los dos estaban buscndose. Nadie
encuentra lo que no est buscando. Me entends, ahora?
CAJITAS

Junto cajitas. Cajitas esmaltadas, cajitas de madera pintada, cajitas


de cristal, de porcelana, de metal, de cartn, de ncar, todas
chiquitas.

En esas cajitas guardo los pedacitos de la felicidad. Porque la


felicidad no es un enorme friso en la pared, sino un rompecabezas
de pieza diminutas que se arma de a poquito.
Y no tiene una figura fija, preconcebida, sino varias figuras, todas
cambiantes, que pueden variar segn los das, segn las horas,
segn los lugares...
Vos me enseaste eso. Y muchas de esas cajitas tienen partes tuyas.
No... no lo aprend enseguida... me llev tiempo... Cuando tu vida
se apag, el miedo y la soledad hicieron nudos con mis tripas.
Golpeaba todas las puertas con terror de no ser escuchada, de no
ser recibida. Y me juraba, cada da, golpear otras puertas y otras y
otras, sin importarme quin las abriera, quin sera capaz de or el
sonido de campana al viento que emita mi corazn... una campana
de barco en medio del ocano, una campana de catedral en medio
del desierto, una campana quejumbrosa con sonido de pena y
manantial al mismo tiempo... Hasta que empec a abrir las cajitas.
En una encontr un fsforo, uno de esos fsforos con los que
encendas mis cigarrillos, y aunque casi no fumo, prend uno y
trat de hacer espirales con el humo, como hacas VOS.
En otra encontr unas tierritas de colores, de Purmamarca, y el
norte le trajo paz y color al sur de mi inquietud, con su placita de
vendedores de pesebres, su aire de celeste transparencia, sus
montaas redondas... En la de porcelana, una rosa seca y un papel
dobladito: "quinto aniversario".
En la de plata, una medalla bendecida de la Virgen de Lujn. Arena
de la playa mansa, monedita de austral, un coralito africano, una
entrada de cine, un boleto capica, un anillito que perdi la piedra,
un cuarzo casi dorado, una plumita de colibr... Todos itinerarios
de caminos que recorrimos juntos y yo vuelvo a caminarlos
llevando tus pasos encima de los mos, ahora que tus pasos no
pesan nada porque son de apenas airecito, de apenas aleteo de
mariposa, de apenas una lgrima... Ya ves, ya no golpeo puertas,
slo abro cajitas para no estar tan sola. Pero, eso s, al mismo
tiempo, abro tambin mi corazn...
CARTA

Por si no estoy cuando ya sepas leer con los ojos y con el corazn al mismo
tiempo.

Cuando te miro, Vernica, tan chiquita, tan redonda, con tu pelito


de seda, haciendo morisquetas frente al espejo, soy feliz... y tengo
miedo.
Porque el miedo es un raro ingrediente de la felicidad, sobre todo
de esta felicidad ma tan pulida, tan dulce, tan nueva. Ahora no lo
entiendes, claro, tienes nada mas que un ao, un aito que
pregonas con tu ndice en alto y una sonrisa de solo seis dientitos
de conejo.
Ahora tu mundo se reduce a los pajaritos de cartulina que pap
colg del techo de tu cuarto y el aire mueve constantemente para tu
asombro y tu alegra. Y a la mueca que buscando tu amistad solo
encontr que te diviertas tirndola al suelo desde tu cuna. Y al
mueco de celuloide pintado de rosa que tiene campanas en la
barriga y suena a gloria cuando lo mueves.
Ah... tu mundo... tu mundo de sopa, de pur, de torpes balbuceos,
de rodillas sucias de gatear por el piso, de chupetes, de paales, de
agua tomada con bombilla y verdaderas proezas para sacarle las
perillas al televisor. Es un mundo chiquito, vigilado, seguro, con
olor a colonia para bebes.
Un mundo que cabe en la palma de tu mano gorda. Yo estoy en ese
mundo, soy una enamorada de ese mundo. S, Vernica, ahora
mam esta. Lloras de noche y corre a tu cuarto, te acaricia la
cabeza, te dice que vuelvas a dormite. Mam ya te conoce bien,
sabe todo lo que te gusta y lo que no te gusta, y cuando pone sus
ojos sobre ti, te estudia, te analiza, trata de comprenderte, de
aprender cual es el camino que llega a tu corazn, para transitar
siempre por el.
Y ese es mi miedo. Hoy estoy aqu, tan cerca de ti, pensando la
manera de hacerte feliz, segura de que a mi lado encontraras la
dicha. Pero... si me muero antes de que seas grande? Y si me
muero antes de poder responder a todas tus preguntas, antes de
poder aclarar tus dudas, antes de poder secar las lagrimas de tus
primeras desilusiones, esas que duelen tanto? No, no tengo que
morirme, no quiero.

Pero si me muero, quiero dejarte entre muchas cosas (mi vida, mis
sueos, mi inmenso amor por ti) una carta para que la leas con los
ojos y con el corazn al mismo tiempo. Y sientas que estoy a tu
lado, que estirando la mano puedes tocarme en el aire y afinando el
odo puedes escuchar mi voz y mi risa (porque por sobre todas las
cosas quiero que te acuerdes de mi risa...)
Vernica, gorrin, esta es la carta:
"A tu alrededor hay un mundo con todo lo que conoces, con todo
lo que amas. Mas all, un mundo grande, bello y peligroso, donde
te espera todo lo que te har mujer: el amor, el hombre, la
decepcin, la angustia, el llanto, la felicidad.
Para entrar a ese mundo no uses cbalas, no cierres los ojos, pero
tampoco los abras con la intencin de ver todo lo malo, lo negativo,
lo gris.
No cierres tu corazn con siete llaves... pero tampoco lo dejes sin
ninguna cerradura. No te guardes todo, pero no lo des todo. No
pienses que los caminos son fciles y te lances a andar con los pies
desnudos, las manos abiertas y los ojos lavados con el agua de los
arroyos limpios.
Tienes que llevar algo para el viaje, para cualquier viaje que
emprendas; un equipaje sencillo y necesario que te ayude y te
proteja: la pequea armadura de tu voluntad para recuperarte de
las cadas, as ninguno de los golpes que recibas llegara a romper
tu fe; la ternura, porque con la ternura se curan los pajaritos
enfermos, se hace rer a los nios y se llena de alegra el corazn de
los que queremos.
Y lleva amor, mucho amor, para los que te amen y para los que te
odien. Porque alguien te va a odiar, no s quien y no s por que...
alguien te va a odiar sin motivos para odiarte, y el que odia,
Vernica, no es malo... solamente esta enfermo.
Recuerda que en tu mundo viejo y en tu camino nuevo tienes un
amigo. Es un hombre que te conoce desde que naciste. Es un
hombre que te quiere mas que a s mismo y, an no
comprendindote, an equivocado, siempre va a buscar lo mejor
para ti, te va a proteger, te va a ayudar.
Un hombre que har por ti lo que sea necesario hacer y ms!

Un hombre que busca tu luz para iluminarse y busca tu risa para


sentir que la vida no se ha vivido en vano. Un hombre que cuando
eras chiquita te compro unos pajaritos de cartulina blanca y negra y
los colg del techo de tu cuarto con hilo de coser. Pap. Tu pap,
Vernica.
Puede ser que lo encuentres muy severo o demasiado
intransigente... pero si tienes algn problema acrcate a l y dselo.
No hallaras mejor amigo que quien ha pasado noches en vela
cuando estabas enferma y rezo por ti cuando ya haba olvidado las
palabras de las plegarias, y lloro de emocin la primera vez que lo
llamaste "pap". Y, al fin, no quiero engaarte, decirte que te dejo
en un mundo de rosas, ruiseores y todas cosas bellas... Pero tu
puedes hacer que tu corazn las invente y cuando lo lastime una
espina, sepa que detrs de la espina esta el maravilloso milagro de
una flor.

TU MAM

EL HILO QUE LO CONECTA TODO

Eres el hilo que lo conecta todo, me hilvana a la msica, al color, a


las palabras, a los sentimientos, a la naturaleza, al pensamiento, al
deseo, al espritu.
Antes de encontrarte, yo era un ramo de cosas entremezcladas,
ahora soy una luz nica en la que todo est fundido, aglutinado,
amasado sin grumos, procesado, unificado en el sentido literal del
trmino. Diste vuelta el cielo para volcarme las estrellas. Ovillaste
el canto para atrmelo al alma. Aunque me quede quieta pongo en
movimiento todo lo que construye al mundo: ternura, alegra,
amor. Y lo que lo transforma: mareas, huracanes, hielos, fuegos,
sequas...
Me voy abriendo. Y al abrirme, me expando, crezco, llego a los
confines, vuelvo y entro en m. En todas partes ests,

precedindome o esperndome. Eso es lo que ms amo en ti: tu


puntualidad para vencer mi soledad. Tu perseverancia para
pulverizar mi pena y echarla al aire. Tu fuerza para ocupar los
espacios ambiguos que existen en un ser: el espacio de la duda, el
de la indecisin el de la inquietud, el del desgano... Los
transformaste en depsitos de vida, latidos de reserva, semillas de
tumbergias rosadas (que ya no s si existen estas flores cuyo
nombre me ense Silvina Ocampo). No te voy a decir que es la
primera vez que me enamoro, porque no es verdad. Pero s es la
primera vez que "me enamoran". Que no eleg, que no ejerc el
control desde el principio. Que sucedi sin que me diera cuenta.
Que cuando supe, ya lo habas resuelto. Y empec, entonces, a
desatarme.
A abrir todas las puertas. A deshacer los nudos. A tirar las piedras
a los costados del camino. A respirar llenando los pulmones. A
desprenderme culpas y dolores, resentimientos y rencores y
dejarlos en papeleros amarillos. Me gusta tu nombre estereofnico,
tu voz vibrante y spera... bah, todo me gustas!
De pe a pa. Tu risa un poco tmida. Tus manos sensitivas. La forma
en que entornas los ojos con un movimiento casi infantil, como si
los prpados pudieran defender todo lo que se lee en ellos. Y tu
mirada rpida, directa, que se adelanta siempre a tus palabras,
como si les fuera abriendo paso. Me gusta que te importe lo que
digo, lo que pienso, lo que siento. Que tengas curiosidad por todo
lo que tiene que ver conmigo. Que ests constantemente tratando
de asomarte a mi corazn. Para que puedas espiarlo, lo dejo
descubierto. Quiero que sepas de m ms de lo que yo misma s.
Que por una vez en mi vida alguien me explique por qu hago o
digo..., alguien me d un consejo acertado, me haga razonar, me
brinde un poco de par..., alguien me saque del torbellino cotidiano,
de la envidia de los intiles, del orgullo de los nfimos y del
desagradecimiento de los mendicantes. Alguien que puede mirar
de frente el rostro de los ngeles y que hasta los conoce por sus
nombres. Alguien que guarde boletos capica, programas de cine,
servilletas con el nombre de las confiteras, cajitas de fsforos,
sobrecitos de azcar de todos los lugares por donde viaja. Alguien
que conoce el nombre de las estrellas y puede sealar las
constelaciones. El hilo que lo conecta todo: cuerpo, mente y
espritu, con la fuerza del cosmos y la vitalidad de la naturaleza.
Un hilo que me envuelve, que me hilvana al diamante y a la flor, a
la espuma del mar, al granizo, al vuelo del cndor, al aletear

mgico del colibr, a tu voz, a tu abrazo, a las esquirlas de tu amor


cayndome en el.

QUE EL AMOR SEA SUFICIENTE

El ngel est como suspendido en un estante alto de la biblioteca,


con su gesto preparado para volar. Ese ngel de madera de guindo
hecho por tus manos un tono ms plidas que su color de oro
ruboroso. Qu extrao lo nuestro...
Cada vez que hablbamos pareca que algo profundo nos acercaba,
algo con magia y tripas, unos lazos de esos que no se desatan
nunca ms. Pero no.
No haba lazos. Ni bien nos separbamos, se soltaban los hilos
intangibles que nos unan. Servan para unos breves momentos, los
del encuentro. La ms corta distancia los haca desaparecer. Y otra
vez la espera, otra vez volver a ser dos desconocidos, y la espera, la
campanilla del telfono que no suena, pulsar la tecla del
contestador al llegar de la calle... y nunca tu voz con un mensaje...,
y la espera, la espera, la espera... hasta reunir fuerzas y llamarte.
Qu tal, "extrao", cmo ests? No me pases facturas. Tuve unos
los brbaros, vos sabes cmo anda todo... Las cosas has cambiado
tanto? Ya no es lo ms importante el amor, la relacin humana, el
compartir con otro penas, sueos, problemas, alegras? Escuchar
una vieja cancin, leer en voz alta aquel poema de la Vilari o la
Orozco, usar los ojos como telescopios para encontrar la Cruz del
Sur en las noches de agosto... Una vez le abr la pajarera a Magaldi
(as se llamaba el jilguero) y el pequeo pjaro vol. No tuvo
miedo. No se detuvo. No mir hacia atrs. Y nosotros, tan fuertes,
tan pensantes, tan declamadores de frases maravillosas... no nos
atrevemos a traspasar la puerta que est siempre abierta, que nadie
cierra...! Vos ah.
Yo aqu. No quiero hacer reproches. No quiero orlos, tampoco. Me
parece que tendramos que hacer las cosas de otro modo. Dejar que
el amor sea lo que debe ser: la savia del rbol, las alas del alma, el
color del agua, las estrellas en el fondo de los ojos, la locura en el
pensamiento, el calor de la piel... Dejar que el amor sea suficiente.

Que lo dems estorbe, sobre no importe. Con tus manos hiciste un


ngel para que me cuidara. Ah est. Cerca de m. Ahuyentando
oscuridades y demonios con su aura rosada. Al tallarlo y pulirlo
pensando en m, invadiste mi territorio, te metiste en mi mundo
reservado y secreto... Cmo vas a salir de aqu? No podrs.
Cuando alguien llega donde vos llegaste, ah se queda para
siempre. Te parecer que podes salir, fantasears con ello, pero no...
una red invisible te ha atrapado, lo quieras o no. Ests en mi
realidad virtual, en este espacio de zorzales que cantan al
amanecer, cassettes que escucho cuatrocientas veces sin parar,
libros que releo, papeles que escribo y no dejo que nadie lea, una
alta palmera que veo desde la ventana... Ests. Vestido como yo
quiero. Diciendo lo que quiero que digas. Pensando lo que quiero
que pienses. Sintiendo lo que quiero que sientas. Porque mi mente
est muy entrenada y es capaz de fabricar imgenes y situaciones
que son las de la vida, o parecidas a la vida.
Quizs sea esos lo que a muchos nos mantenga vivos: soar que
vivimos...
Mientras la vida cree que anda por ah... Mientras vos creas que
ands por ah. Y no se den cuanta, ni vos ni la vida, que si yo no los
invento en m ustedes no existen! Deja que el amor sea suficiente.
Y que no necesites nada ms, porque el amor te alcanza.
UN LLANTO AZUL
De "Cuentos para leer sin rimmel"
Me he cepillado el pelo hasta dejarlo brillante, me he puesto mi
vestido verde el que te gusta y he cruzado la plaza para
llenarme los ojos con esa luz que se cuela entre las copas de los
rboles y deja dos escarabajos de oro en mis pupilas. Porque voy a
verte.
Porque voy a verte an sabiendo que es para decirte adis, para
que me digas adis, para que me aprietes las manos entre las tuyas
y me hables del amor que ha crecido entre nosotros, pero no es una
enredadera que da campanillas violceas sino una hiedra oscura
sino una hiedra oscura, que nunca sabr de flores.
S todo lo que va a ocurrir:
Rodar un llanto azul por mi mejilla.

La nombrars para sentirte menos culpable. Hablars de ella, de


sus aos de fervor y entrega, de las tranquilas paredes de tu casa,
sacudidas por las pequeas manchas que les hicieron las manos de
tus hijos. Hablars tambin de ellos: dirs sus nombres con voz
trmula, y yo me estremecer y los acunar en mi mente, como si
me pertenecieran.
Es tu yo pecador hablarme de eso, despus de haber soltado
amarras, despus de haber viajado conmigo entre tus brazos por
un mar de ngeles sentenciosos y risas asfixiadas por tus besos y
vientos de fuego quemndose en la sencilla y honda ceremonia de
la pasin y el estremecimiento. Cuando me confesaste que no eras
libre, ya estaba enamorada de vos, ya me queras.
Sent que el universo se vaciaba y me tragaba en sucesivos
terremotos; que me hunda buscando donde apoyar los pies.
Pero te quiero- dijiste.
Y la tierra volvi bajo mis pies, se cerraron las grietas, se soldaron
los abismos, todas las cosas volvieron a su lugar.
Tan slo una ptina gris sobre mi vida, sobre mi cuerpo,
oscurecindose, aplastando mis movimientos hasta volverlos lentos
gestos de autmata.
-Pero te quiero.
Me colgu de esas tres palabras para no morir. Entonces empez la
ansiedad de nuestros encuentros.
Empezaste a nombrarla cada vez, a armarla para m, para que
supiera sus colores, sus actos, su forma de pensar.
Tan distinta de m. Tan distante de vos y, sin embargo, tenindote.
Porque vos no sabas todava no sabas- que era ella y no yo quien
te tena.
Y yo lo fui sabiendo sin querer, sin proponerme saber -, lo fui
sabiendo da a da y fui ocultndotelo con miedo de que lo
advirtieras.
Mientras no lo supieras me albergaras en un rincn de tu ser y de
tu mente y seguiras pensando que yo era tu motor, que yo era la

corriente de luz que te impulsaba, tu oasis, tu huerto y engalanado


de frutos para el hambre y arroyos para la sed.
Egosta, aferrada, empecinada, recortndote con el filoso cuchillo
de la posesin; recortndote de tu estampa familiar en la que ellos
te rodeaban, pude alargar mi agona.
En qu momento descubre el rbol que su verdad es la raz y no el
libre ramaje que lo acerca al cielo y lo agita en el aire?.
En qu momento ibas a darte cuenta de esto?. Unas semanas ms,
y sucedi.
Era lo inevitable, lo esperado con miedo, lo presentido. Eran los
fantasmas corporizndose.
Me llamaste con una voz triste, pero segura y firme:
-Tengo que hablar con vos, por ltima vez...
-Bueno...
-Maana, Ana; maana a las tres de la tarde.
Y hoy es maana.
Rodar un llanto azul por mi mejilla en el momento del adis.
Rodar un llanto azul por tu mejilla en el momento de la verdad.
Por qu entonces este afn de gustarte, este cruzar la plaza para
llenarme de luz dando la hora del encuentro, si s que va a ser el
ltimo y nunca ms, nunca, nunca ms volver a verte, volver a
estrecharme contra vos?.
Voy a morir un poco y me acicalo.
Voy al entierro de mi luz y me ilumino.
Voy al martirio y ro.
Azucaro el caf, lo siento amargo.
Tiemblo, te quiero.
Voy a evitarte una tortura.

Voy a hacer algo por el amor que me recorre, que me aprieta frente
al limite de tu olvido.
Llamo al mozo, pago mi caf.
Huyo. Huyo de este lugar y del encuentro.
Me esperars en vano. No vers mis ojos mojados. No tendrs que
decirme tu discurso de despedida.
No responder a tus llamados, si me llams.
Ya ves te facilito la tarea. Evito que te conviertas en mi verdugo.
No es un acto de arrojo solamente; es una forma de inventarme la
manera de creer que hubiera rodado un llanto azul por tu mejilla
en el momento de la despedida.
Un llanto azul por m.
Un llanto azul.
Porque si voy y ests sereno y duro, si voy y tus ojos permanecen
secos, ser la muerte verdadera, as..., puedo llenar de azul este
recuerdo.
De un llanto azul, un llanto azul por m.
QU ES UNA LAGRIMA?
Podra dar la frmula qumica de la lgrima. Pero sera una tontera. Todos sabemos que la
lgrima no es nada ms que unas letras maysculas y unos nmeros chiquitos, un lquido que
sirve para lavar el globo ocular, corno dijo una vez un crtico en un comentario literario.
La lgrima lava tambin otras cosas.
La lgrima abre su corola celeste sobre un signo de interrogacin. A veces es una pregunta. A
veces es una respuesta. Pero siempre es un mensaje. Pero siempre es una mano que se
tiende, suplicante y abierta, en busca de otra mano que la estreche.
Y nace lejos de los ojos.
Nace en una regin de adentro, sa que el miedo paraliza; sa que la emocin o la tristeza
dejan un instante como suspendida en el aire, igual que cuando bajamos en un ascensor
demasiado rpido; sa que evidencia que existe justamente en el momento en que la amargura
la define con un cosquilleo, con una vuelta de tuerca, con un temblor.
Qu es una lgrima?
Una lgrima es, un poco, decir adis a lo que los ojos vieron antes de la lgrima.
Porque las imgenes anteriores ya no sern las mismas.
Porque cada vez que las miremos, despus de la lgrima, las imgenes estarn impregnadas
de su humedad salada, de ese sombro fuego que quem nuestros prpados.
Nada es igual despus de una lgrima.
Ni la alegra, ni el dolor, ni la luz, ni la fe, ni la amistad, ni el amor.
Pero creo que lo que ms cambia una lgrima... es al ser que la llora.
A m me fueron cambiando las lgrimas que derram en mi vida: la que inaugur la soledad de

mi infancia; la que suplant el grito de rebelda por las injusticias que se cometieron con mi
adolescencia; la que brill como la estrella de Beln para indicarme el camino que llevaba al
sendero bello y cambiante del amor.
La que me borr el espejismo de que cada uno, en el mundo, tena adjudicado su techo, su
pedazo de pan, su cuota de alegra, su renovado asombro cotidiano.
La que me despert frente al blanco envoltorio desde donde una nia recin nacida, en mitad
de la noche, me hizo madre y mujer y rescat los pagos de mis comienzos, que se me haban
perdido detrs de una maraa de rabias y de ausencias, de negaciones, de golpes, de intiles.
S, a m me fueron cambiando as lgrimas que derram en mi vida.
La que corri por tu rostro cayendo de mis ojos, resbal por tu cuello, humedeci tu pecho y
reg tu corazn hacindolo ms blando y comprensivo.
Esa lgrima que, no s por qu magia, por qu milagro inesperado, disolvi las espinas que
suelen ir creciendo en las personas que se aman, y las van araando sin que lo adviertan, y
van impidiendo que uno se acerque al otro por miedo a lastimarse y por miedo a lastimar, y uno
no quiere decir que las ve, que las toca, que las siente, sino que cierra los puos y los ojos y
las niega, las niega, las niega. Tres veces, como Pedro, antes que cante el gallo de la lgrima y
despierte la verdad y, por fin, despierte la verdad. .. sin frmulas qumicas, sin ecuaciones, sin
tontos prejuicios... Todo por una lgrima, una simple lgrima. Esa que atora al mundo, y el
mundo... se empea en no llorar.
LAS DISTANCIAS
Ser por eso, porque los dos llegaron al lugar cargados con su historia, porque los dos llegaron
al beso con el mismo hermetismo, encerrndolo adentro de la piel.
No se entregaron.
Hubo un intento, apenas un intento.
Un barco que quiso llegar a puerto pero se dej arrastrar corriente aguera, hacia cualquier
tormenta, o hacia la misma tormenta de siempre.
Ella llevaba en s largas caminatas por maanas de sol, desolados cansancios de tardes
amarillas, el odo alerta para la llamada del despertador, la mano preparada para sacar el
boleto del tren del bolsillo interior de la cartera, la lengua fra por un helado de frutilla
saboreado sin prisa.
l llevaba pegado a sus talones el polvo de las mismas baldosas andadas y desandadas varias
veces al da, un aplazo en un examen de la Facultad, cinco novias distintas y repetidas hasta
el aburrimiento, las ganas de no haber devuelto, aquella vez, la billetera que encontr en la
calle.
Y adems llevaban otras cosas.
Ropas que fueron usadas y despus regaladas.
Canciones de moda que se les pegaron y canturrearon bajo la ducha, quizs las mismas
canciones a un mismo tiempo, pero en lugares diferentes.
Tal vez algn asomo de alegra vivido a un tiempo, pero separados.
Tal vez alguna tristeza inmensa en una misma noche, pero bajo techos distintos.
Lo saban todo el uno del otro.
Qu puede haber de misterioso en la vida de una persona?
Y, sin embargo, no saban nada, porque ignoraban nombres y fechas y lugares donde haban
pasado los veranos.
Hubieran tenido que contarse todo.
Hubieran tenido que hacer una larga lista de cosas, de sorpresas, de lgrimas, de sonrisas, de
sobresaltos, agonas, desencantos, temores, de pelculas y libros y poemas sabidos de
memoria, de casualidades, descubrimientos, de aceptacin y de rechazo. Hubieran tenido que
pronunciar cientos de miles de palabras que fueran descascarando la soledad hasta dejar el
cuerpo preparado para la entrega, para la confianza. Hubieran tenido que atreverse a jugar
una carta, el todo por el todo, quitarse la mscara, esconder la reverencia, decir la verdad,
sea cual fuere, mostrar las lastimaduras, las arrugas, las vetas de oro, las napas de barro.
Pero no se animaron.

Les falt valor.


Ellos dijeron que les falt tiempo. Pero les falt valor.
Estaban engolosinados en su propia tristeza, estaban prisioneros bajo el caparazn de la
comodidad, no querian tomarse el trabajo de quitarse los siete velos y ver la desnudez de la
felicidad... porque teman que despus del sptimo velo apareciera de nuevo la soledad, la
terrible, la zorra, despiadada.
Y entonces caminaron juntos unos pasos. Y entonces se estrecharon fuerte, se besaron,
cerrando los ojos porque cada uno quera mirarse a s mismo, nada ms que a s mismo y no al
otro.
Estuvieron acariciando el limite, lo exterior, la impenetrable puerta, la puerta con cien
cerrojos; y ninguno de los dos quiso buscar las llaves, ninguno de los dos quiso empezar a abir,
ninguno de los dos quiso saber que haba en realidad detrs de la puerta que los separaba.
Por eso fracas el encuentro.
Porque cada uno fue a encontrarse consigo mismo.
Porque cada uno fue a alimentar con llanto su propia soledad.
Porque cada uno llev a su distancia y la puso en el medio.
Y a pesar de los besos, y a pesar de ser un hombre y una mujer llenos de posibilidades, se
dijeron adis y lloraron, pensando que lloraban por decirse adis, pero sabiendo que cada uno
lloraba por sus viejos dolores, otros adioses, por otros intentos y otras historias. Y porque ya
nunca podrian borrar las distancias que los separararan de ellos y de los otros que quisieran,
alguna vez, acercarse a ellos.

COMO SE HACE UN POEMA ...


-Poldy BirdQuiero que hagamos un recuerdo hoy, como se hace un poema.
Hoy, que todava tengo estrellas en los ojos y la piel suave y nueva como hojas tiernas que
inaugura la primavera en los rboles de octubre.
Hoy, que mi voz se nutre con savia de tu amor y conoce el itinerario que llega hasta el
centro de tu corazn enamorado.
Hoy, que me has comprado un ramillete de violetas y an estn vivas y tienen un poco de
roco en los ptalos, y mis manos las sostienen a la altura de mi pecho, hacindoles or los
golpeteos apurados anhelantes, de este corazn loco que late al comps de tus palabras.
Hoy, que somos felices y que remos por nada, porque en la plaza no hay nadie, pudimos
sentamos en un banco para nosotros solos, debajo de una fina y transparente llovizna de
junio que nos humedece el pelo y la cara y nos devuelve aquella infancia, aquellos nios que
fuimos una vez, desobedientes, escapados de la tutela materna, metiendo los zapatos en los
charcos, demorando nuestra vuelta de la escuela para jugar a la rayuela sobre las baldosas
rotas de la vereda.
Un recuerdo.
Un recuerdo perfecto y preciso, pintado con la tmpera de un gran pintor, con todos los
colores y todas las luces de este instante, para poder mirarlo ms adelante y verlo asi: tus
ojos pardos, mis ojos azules, tu impermeable gris, mi tapado amarillo, los rboles de un
verde lavado, los guijarros rojos, el cielo como una plancha de azogue y plomo, las violetas
azules.

Una muchacha alegre y un muchacho contento.


Unas palabras viejas como el mundo que se llenan de alas y campanas y suenan nuevas,
nuevas por completo porque han sido pulidas y lustradas por la ternura que nos rebasa, que
nos cubre, que nos estremece.
Este beso que enciende, esta cabeza ma que cae como un fruto dorado sobre tu pecho.
Este momento de felicidad que nos vuelve hermosos, unicos habitantes de milagro.
Somos los pobladores de la maravilla, te das cuenta?
Somos una cancion, dos aves en vuelo, dos estrellas de una constelacin de amor.
Somos los sacerdotes de una antigua religin que la humanidad vuelve a inaugurar cada vez
que un hombre y una mujer entrelazan las manos y se dicen te quiero.
Somos un amanecer, la llegada de sol y del verano en una lluviosa tarde. Esto se repetir,
dices. Esto se repetir, digo.
Habr otras tardes y otros das y otros be y otras palabras iguales a stas... S, si... vos
queres que as sea, yo quiero que as sea... Pero el tiempo se nos va a trepar, nos obligar a
cambiar -como a todos-, y a medida que transcurran los meses y los aos nos convertiremos
en otros, parecidos a estos de hoy, pero otros. Habremos salvado algunos obstculos,
habremos sufrido algunas desilusiones, tendremos algunas heridas que trataremos de curar
y algunos miedos que desearemos olvidar... ciertas partes de los resortes que hoy nos
mueven estarn gastadas y tendremos que cambiarlas.
Porque eso es vivir ... ; vivir es gastarse y renovarse y volverse a gastar, dejar cosas en el
camino... y encontrar otras.
Nos amaremos, si seguiremos amndonos..., pero tambin nuestro amor pasar por mil
pruebas, ser iluminado por otras luces y oscurecido por sombras. Tambin nuestro amor
cambiar, se ir modificando, ganara hondura y perder esplendor. Ser alto y macizo como
el roble aoso, y no tendr la gracia -un poco endeble, pero arrobadora- de arbolito nuevo.
Por eso quiero que hoy, que en este momento, fabriquemos un recuerdo con todo lo que nos
pertenece, con lo que somos ahora, y lo guardemos con cuidado, como se guardan las
fotografas de los grandes acontecimientos, para mirarlo, pasados unos aos, y
encontrarnos en l... y volver a vivir por un instante este temblor, esta claridad, esta
emocion esta perfecta realidad de amor que nos hace felices.
No creas que no te he amado.
No creas que no te amo cuando te pienso, cuando te recuerdo y te digo gracias, gracias, un
milln de veces gracias ...
LA PALABRA QUE CURE LAS HERIDAS
-Poldy Bird-

Iba caminando delante de m, tomada de la mano de su mam, con una mediecita cada y la
otra no, las florcitas ce. lestes de su vestidito arracimndose, e> mo pequeos cielos
repartidos sobre la tela, y el pelito de seda, dcil y e~, apenas una lluvia enrulada por el
aire.
Cada tanto levantaba la carita para preguntar algo y la mam sonrea.
Iban tranquilas. Sin apuro.
Eran todas las mams y todas las nenas, un resumen hermoso en la tarde serena.
Eran, tambin, mi hija y yo hace unos aos cuando yo no tena todas las respuestas pero las
inventaba. Lo que tena era la risa. Lo que tena era el futuro iluminado y el bello cansancio
de las cosas que ahora ya no hago y por eso me cansan... han dejado un vaco en mis horas.
La nia me necesitaba y me amaba sin condiciones para amarme.
La nia aceptaba todo de m: mi forma de vestirme, de peinarme, de resolver problemas, de
vivir.
Ella apretaba mi mano fuerte, fuerte, y frotaba sus mejillas redondas en mis mejillas
tambin redondas.
Acurrucaba su cuerpo contra mi cuerpo, tibiecita y era la rama florecida de mi rbol. Una
prolongacin de m.
No buscaba una doble lectura en mis palabras.
No exiga. No miraba de reojo.
Yo elega sus zapatitos blancos o de negro charol.
Y todo estaba bien.
Porque la amaba y me amaba y nada entorpeca ese amor.
Ahora... ella mujer y yo tan sola (porque a m lile tocaron los dolores que marcan la soledad
como una cicatriz) - todo ha cambiado.
Ya no soy la que elige sus zapatos, y ella corrige mis elecciones.
He dejado de ser inteligente.
Escondo lo que siento de verdad porque temo su juicio.
Fui una tonta al no sacar mi entrada para ir a ver a Sting.
-Desde casa, por la pantalla del televisor, el espectculo fue perfecto... Tom caf, sentada
en un silln... no tuve fro ni tem la lluvia...
Ella se encoje de hombros. "No es lo mismo", replica. "No es la vida".
Y a m me da pereza explicarle que a su edad yo temblaba de fro en el invierno. Que tena
miedo de llegar tarde al trabajo y me reprendieran. Que los das quince comenzaba a
contar las monedas para llegar a fin de mes. Que si no hubiese tenido xito con mis libros,
nunca hubiera podido tener la casa propia".
Soy, para ella, una especie de tonta que no sabe disfrutar de las cosas.
Tal vez tenga razn.
Me costaron tanto, que las cuido.
Y las quiero.
Quiero mi Platerito de madera, todas las chucheras que los amigos y los lee torea me
mandan de regalo. Las atesoro. Cada una de ellas posee un significado y un mensaje. Quiero
los libros subrayados, las copas de cristal qu pagu en mensualidades, el mantel de las
grandes ocasiones. No me gusta que revuelva mis papeles ni mis fotografas, porque es
como si hojeara mi vida viendo con ojos crticos o burlones lo que es sagrado para m.
Ella ha crecido.
Es ms grande que yo.
Es ms sabia.
Es menos frgil.
Tuvo ms posibilidades y ms tiempo para seleccionar lo mejor de la vida, mientras yo me
golpeaba, me equivocaba, me quedaba sin aliento armando el difcil rompecabezas del
presente sin vuelo, del futuro sin problemas.

Y estoy aqu, siempre aguardando su llamado o su visita apresurada, porque tiene que hacer
tantas cosas
Y entre su entrada ruidosa y su salida al trotecito (esta nia ma no aprendi nunca a
caminar denuncie), una frase
que me golpea la boca del estmago que le corta la res respiracion
-Mir mam, vos hac lo que quieras, pero a m me parece que ...
Ella lo dice al pasar.
No oye lo que respondo, de modo que no contesto nada. Y se va.
El mundo la aguarda fuera de esta puerta. Es hermosa y es buena. Creo que es ms
generosa que yo.
Y que si se ocupara realmente de darle forma a lo que siente, podra ayudar a mejorar el
mundo en que vivimos
Sin duda, sufrir menos que yo.
Con algun granito de arena habr contribuido para que fuese ms fuerte y decidida, menos
temerosa de lo que soy.
Ella sale por esa puerta, deja impregnada la casa con su perfume algo sofisticado, y yo me
quedo sola.
Solemne soledad la ma.
Maravilla, mi perra, se pone como loca cuando lloro. Entonces no lloro, porque me apena
verla acongojada.
Se ovilla a mis pies mientras escribo Mueve la cola, alborozada, -cuando la lla- mi
compaerita
Tal vez ella s sabe que yo tengo miedo.
Que me da vergenza.
Que me encierro y a veces me paso horas rezando mi rosario y pidindole a Dios que me
ayude, que me d una respuesta, que me muestre el camino, que me tienda una mano con
temperatura humana, que alguien sepa obligarme a vivir lo que me queda de vida, alguien sin
miedo, a quien no pueda discutirle nada, alguien que me entienda y me conmueva y no me d
tiempo a titubear ni a contradecirlo.
Alguien que me vea. Soy asi ni dema- linda, ni poderosa, ni invencible, con bosquecitos
dentro de los ojos, y todo un cielo estrellado en el torrente de mi sangre. Soy buena
compaera para los silencios y para las charlas amanecidas. Pongo el hombro en la lucha, y
en la paz puedo ser una isla arbolada, una plaza con tilos florecidos.
i Oh, iba caminando delante de m, tomada de la mano de su mam. Entregada y pequea!
Ahora yo soy la nia entregada y pe~a que busca la palabra encendida que no queme, que
simplemente alumbre. La palabra que cure las heridas...
TE CANTARE PARA QUE DUERMAS
Te cantare para que duermas, amor,
para que descanses en paz.
Yo s que escucharas mi canto,
en voz muy baja,
tan solo audible para vos.
Estas tan lejos y tan cerca.
No s ni el nombre ni el lugar.
Ser un oasis, una selva, una ciudad?
Por donde iras con las respuestas a las
preguntas que no te pude preguntar?
No s por que cuando te pienso

se me pone tan loca la ansiedad.


Es como si te aguardara todava
y como si estuvieras por llegar.
Me parece que entras; que tus pasos cruzan el corredor, que llegan al cuarto, se detienen
junto a mi lado de la cama y, mientras yo me incorporo para recibirte, tus brazos me
estrechan contra tu pecho, y los latidos de tu corazn hacen un do de ritmo acompasado
con los latidos de mi corazn.
Pero abro los ojos y estoy sola.
Ni tu olor ha quedado en el aire que me pesa, que yo embarullo con el perfume de una rosa
que se va abriendo entre las fotos, encima de la cmoda.
Fotos donde tu mano se posa en mi rodilla, sentados con el mar atrs y tu sonrisa avanza.
La de tu ltimo cumpleaos con los amigos rodendonos. y aquella de tus tres aos: un nene
con el tapadito cerrado con doble hilera de botones y un conejito blanco relleno de estopa,
que se te perdi en una tarde de compras con tu mama en Gath & Chaves.
Cuando te despedimos, amor, lloramos por el hombre que se iba sin regreso. Y lloramos
(algunos sin saberlo), por el nenito con el conejo blanco y la carita asombrado de nuevo
explorador de vida...
Ay! Por que, cuatro aos antes de llegar al 2000?
Vas a perderte tantas cosas: los festejos del fin del siglo, del fin del segundo milenio, la
pirotecnia del recibimiento del Tercer Milenio.
No lo viste a Alan disfrazado de pirata en su cuarto cumpleaos, ni Pars en septiembre ya
casi totalmente programado, ni las pirmides de Egipto con sus ondas energticas. Ni
"Casablanca" por dcima vez por un canal de cable. Ni a Vargas Llosa, que pulic Los
cuadernos de Rigoberto y vino a la Argentina, como te habra gustado leer esta
continuacin de aquel impresionante Elogio de la madrastra, que te maravillo!
Uso tus jeans azules. Mande acortar las mangas de tu saco de tweed. Y el sastre me dijo
que con tres toques me va a quedar tu traje gris.
Se secaron todas las plantas del balcn cerrado del living. Ni bien partiste. Todas, las
chicas y las que estaban desde hace aos.
Alguien me dijo que las plantas extraan.
Te extraaron, amor.
Todava no fui a comprar otras, no tuve ganas, no quiero ir sola...

Y si a las nuevas las ahoga la tristeza que todava flota por la casa como un fantasma
transparente que da vueltas y vueltas, incansable bailarn de valsecito melanclico?
Me puse tu pulover de rombos para la misa del Pilar.
Si, te llevo a misa, amor: seguimos yendo juntos, como antes.
Y le pregunto a Dios si El no hubiera podido...
Pero no s si quiero escuchar su respuesta.
Le pido, le ruego que El te cuide.
Que no te suelta la mano.
Que no apague la luz de la estrella secreta que mirbamos a veces, a las diez de la noche, y
que ahora es nuestro punto de reunin.
Le suplico que t de paz, que borre de mi recuerdo todas las cosas tristes y me deje
intactos los flashes de ternura y de alegra, para que no me asalte la desesperacin.
Aqu estoy, amor.
No te dejare solo.
Nada es lo mismo ahora.
Quiero que sepas que, pase lo que pase, andars en los caminos de mis pensamientos.
Y aunque mi vida cambie, aunque el rompecabezas se arme de otra manera, todas las noches
te cantare para que duermas...
Para que duermas con tu gesto entregado, con la expresin de nio abrazando el conejito
blanco que el sueo te pona en el rostro.
Si, te cantare para que duermas, amor.

PARA QUE EL MUNDO NO SE QUEDE A OSCURAS


-Plody BirdCon mis manos, que a veces tienen las uas comidas y otras veces no, trato de tocar tu
corazn,
Desde mis libros te he mostrado cosas de la vida.

Cosas cotidianas, obvias.


Las que nos identifican, nos hermanan, nos unen.
Lgrimas, sonrisas, sueos, esperanzas, abatimiento, soledad, muertes, resurrecciones,
temores, osadas.
Me he quitado sin pudor los siete velos que cubren el alma, te mostr mis llagas y mis rosas,
quebr la distancia que separa a los seres, me di entera en cada palabra, busqu tu
proteccin, te di mi apoyo...
Te he hablado de aquello que se calla por temor a parecer sentimental y cursi.
Por qu a las personas les da vergenza hablar de sus ms bellos y profundos
sentimientos? pero ni siquiera se ruborizan cuando cuentan algo terrible y violento, algn
hecho aberrante de esos que gritan a los cuatro vientos las primeras planas de los diarios y
los noticieros de TV?
Cunto hace, amiga, amigo, que no ves en televisin a un escritor leyendo un pedacito de su
obra... o dando sus opiniones sobre lo que sucede en este mundo nuestro de cada da ... ?
Acaso saben ms del hombre los polticos, los comerciantes, los observadores econmicos?
Anoche llor oyendo a Pinti cantar su cancin "Cuiden los artistas".
Justamente a la tarde haba estado hablando por telfono con una promotora de una
tarjeta de crdito a quien no conozco personalmente, y quin sabe por qu rara casualidad
yo le haba estado comentando estas cosas: que la gente no cuida a sus artistas, que los
medios se ocupan muy poco de los creadores, que nos dejan archivados en un rincn y nos
sacan a relucir solamente cuando "queda bien" mostrar que a tal o cual lugar asisti "gente
de todas las disciplinas de la cultura".
No, no es importante el que siembra luces... No es importante quien usa las palabras para
reivindicarlas del horror y las miserias... No es importante el que detenta el poder de
desentraar los sentimientos ms hermosos del ser humano... El otro poder es el que
cuenta, porque hay quienes piensan que las personas son solamente un gran bolsillo o un
enorme estmago.
No hay tiempo para los artistas.
No hay espacio para ellos.
Y sin embargo, cuando todo estalla, cuando todo sangra, cuando todo duele... es la voz
susurrante del artista la que sirve de blsamo de vendaje, la que te hace descubrir que las
pequeas cosas son las que verdaderamente valen, las que pueden darte esa alegra que el
gran suceso ignora.

Es el artista el que mantiene encendida la llamita necesaria de la emocin. El que riega el


rosal para que no se muera irremediablemente la rosa, el que seala hacia arriba para que
levantes los ojos al cielo y descubras que todava la Cruz del Sur sigue teniendo cuatro
estrellas que guan a las naves extraviadas de noche en los mares...
Es el artista el que mantiene con vida a tu ngel de la guarda.
El que escribi las frases que usas como lema.
Los versos que guardas en tu cuaderno de cuando eras adolescente.
Las letras de las canciones que tarareas cuando algo triste o bello te sucede.
Es el artista el que te hace rer, el que te conmueve, el que te acepta como sos, el que abre
las puertas del alma que dan a tu interior y te invita a recorrer los caminos que te llevan a
lo ms profundo de tu ser.
El artista es quien te convence de que la vida vale la pena ser vivida, el amor es lo ms
grande, lo ms valioso y necesario, que vales no por lo que tenes sino por lo que das, y que
siempre, en todos, hay algo que los dems necesitan, algo que puede salvarte y salvar a
otros.
Sin temor a equivocarte, pens que los artistas te pertenecen. Que trabajan para vos.
Que cada artista hace lo que hace para darte algo: est el que representa un papel para
construir un sueo. El que disea un vestido para que vayas a una fiesta aunque sea con la
imaginacin. El que compone una cancin para que represente algn pasaje de tu existencia.
El que pinta un cuadro para que puedas ver y descubrir aquello que no conocas: llmese
mar, rostros ajenos que nunca son del todo ajenos, formas y colores que no tenan forma ni
color en tu mente.
El que canta dndote su voz para que la sientas tu voz.
El que escribe todo aquello que tantas veces hubieras querido plasmar en palabras si
hubieras sabido escribir.
El artista tiene una estrellita en la frente y leva en su mano una tea encendida para que al
mundo no quede a oscuras.
Y sabes de qu se nutre?
Sabs lo que le da fuerzas para continuar?
Vos.
Tu afecto.

Tu cercana.
Solamente eso.
No tiene otros premios, otros alicientes.
Es tu aplauso, tu mano estrechando su mano, el paso que das hacia l el que lo impulsa.
"Cuiden los artistas", cantaba Enrique Pinti anoche en una celebracin. Porque todo pasa...
pero quedan los artistas.
No importa que los diarios y las radios y los canales de TV se acuerden de ellos solamente
cuando son piedra de escndalo... Vos, ella, l, todos ustedes son los que tienen que hacerlos
sentir queridos.
Porque el artista hace lo que hace por amor. Por verdadero AMOR. Y lo hace porque te
quiere... y PARA QUE LO QUIERAS.
Contesta tu pregunta decirte que escribo para que me quieras?
Es as.
Dios me ha premiado ms que a otros artistas.
Porque ests ah. Porque a veces me escribs. Porque me mandaste un rosario hecho con
rositas de organza, un osito celeste de peluche que aprieto fuerte antes de dormirme para
que me llene de "buenas ondas", tarjetas musicales, sealadores con dibujitos, huevos de
Pascua..., en realidad: mimos. Cario que me cuida cuando estoy ms triste y ms sola que
nunca.
No te enojes si no contesto enseguida tu carta, tu envo, porque mi forma de responderte...
es escribiendo las pginas de mis libros donde tambin ests vos, estamos vos y yo riendo y
llorando juntos, como lo hacemos desde hace tantos aos.
Si no fuera por vos, qu pobrecita cosa sera mi corazn.
Pasarn Cosas
-Poldy BirdHa empezado otro ao.
Como un cuaderno nuevo est ante m, y me acuerdo de cuando era chica, iba a la escuela y
me apuraba para terminar el viejo cuaderno y as comenzar el otro. En las ltimas pginas
haca letra grande, enormes dibujos apresurados. Pegaba dos hojas con engrudo de
fabricacin casera: agua y harina en la cocina.

Los cuadernos nuevos se empiezan con letra pequea, pareja, prolija, cuidada...
Igual que los aos.
Igual que ste.
Borrn y cuenta nueva?
No, no, sin borrn.
Y sumando a la cuenta nueva las otras cuentas que antes nos sirvieron.
Porque no todo est para el olvido.
Porque no todo fue para dejarlo atrs, disimulado entre las hierbas secas del otoo.
Pasaron cosas.
NOS PASARON COSAS.
Crecimos un poquito, un poquito as, pero crecimos.
Llorar hace crecer, es esa lluviecita de uvas de cristal sobre el techo de chapa de nuestro
corazn. Pica, repica, musiquea, despierta.
Nadie es el mismo despus de haber llorado.
Rer hace crecer.
Tambin remos.
Algunas veces, quiz podemos contarlas con los dedos de una mano... Y cmo une la risa!:
dos que se rieron juntos, a carcajadas limpia, no se desatan nunca en el recuerdo.
Yo tengo siete chistes favoritos, y me acuerdo de quines fueron las siete personas que me
los contaron.
En cambio, no me acuerdo de todas las que me hicieron llorar o compartieron mis angustias.
No creas que se trata de mala memoria... me parece que es puro instinto de conservacin.
Fjate que la gente le huye a la tragedia.
En algn tiempo me daba mucha rabia, pero ahora lo entiendo y no la juzgo mal.
Una amiga de la infancia, que quiero profundamente, todava no habl conmigo desde que
muri mi compaero. Y si yo no la llamo no es porque no tenga ganas de hacerlo ni porque

piense que es a ella a quien le corresponde llamarme... sino simplemente porque me da miedo
que se sienta mal...
A ella le digo: si les esto, no busques entre lneas... te quiero mucho, me gustara que
estuvieras cerca. No temas, no estoy desahuciada, no contagio las penas, las tengo dentro
de m, tan escondidas que para hallarlas tendras que escarbar demasiado. Y, adems, a los
muertos queridos no los recuerdo muertos, los recuerdo con su olor a perfume y su camisa
favorita, con la msica que les gustaba, con las ancdotas que los muestran en su mejor
momento. No hablaremos de heridas ni agonas ni hablaremos de nieblas o tormentas... no,
sabes qu haremos?... terminaremos la charla aquella que empezamos una tarde en un caf
de la calle Crdoba... o la seguiremos, porque las charlas entre amigas no se terminan nunca,
son siempre una continuacin de la anterior, que fue una continuacin de la anterior... y as,
siempre, siempre, hayan pasado das, meses, aos.
Trabajar, hace crecer.
Y me ha dado un poco de trabajo trabajar.
Porque mi trabajo es solitario, callado, sin jefes que me obliguen a hacerlo, sin un horario
que cumplir.
Se trata de transformarme en mdium y sentir lo que todos sienten a mi alrededor... e
interpretarlo con palabras escritas que traduzcan exactamente eso que siento, eso que
sents, eso que sienten otros.
Admirar hace crecer.
Es tan larga la lista de la gente que admiro, que te cansara leerla. Pero en esos nombres
seguramente nos reconoceremos, hermanadas, vos y yo. Violeta Parra, Mozart Mick Jagger,
Horacio Molina, Paganini, Cortzar, Woody Allen, Silvio Rodriguez. Beethoven, Ral
Porcheto, Chopin, Alejo Carpentier, Fellini, la hermana Teresa, Silvina Ocampo, Bergman,
Ricardo Montener, siempre mi Felisberto Hernndez que releo, los hermanos Marx, Olga
Orozco, Humphrey Bogart reviviendo cada vez que pasan "Casablanca" por televisin (ojal
que no dejen de pasarla nunca).
Al admirar abrimos una ventanta del alma que, a veces, est cerrada con candado. Al
abrirla, nos abrimos. Dejamos que eche a volar un pjaro cautivo y que entre el aire con olor
a magnolas y a flores de tilo, ese olor que es olor a verano y a plaza (Cuando era chica
llevaba botellitas a la plaza, las mova, dando vueltas, y luego las tapaba, creyendo que en
ellas podan guardarse los olores. Tal vez s. Nunca las encontr, despus, nunca tuve
oportunidad de destaparlas...
Agradecer es crecer.
Amar es crecer.
Crear es crecer.

Ha empezado otro ao.


Cuadernito nuevo.
Cuadernito de hojas inmaculadas, todava en blanco.
Cuadernito que en la tapa dice Poldy.
Solamente que yo podr escribir en l los das que vendrn.
POR ESTE HOMBRE
- Poldy Bird Por este hombre de manos como nidos y recorr todos los caminos, ca en los precipicios, me
zambull en lo lagos y en los mares, me volv media loca de sed en los desiertos, me abrac
en el trpico, fui enceguecida por el reflejo de la luz sobre las nieves perennes.
Por este hombre de frecuente sonrisa blasfeme, grite, mord, me diferencie bien poco de
las bestias.
Por este hombre de tranquilos gestos llegue a pensar que Dios era mentira.
Por este hombre que miraba asombrado la tristeza en mi rostro.
Por este hombre que no entenda el motivo de mis llantos.
Por este hombre que huia de mis explosiones y me encerraba en un sueo que lo aislaba de
mi dura realidad.
Por este hombre yo he pasado noches levantada maquinando venganzas el mirarlo dormir
como si nada de mi la interesara.
Por este hombre conoc las lucirnagas que se encienden en la mugre, y producen una
hoguera en el territorio del cuerpo enamorado.
Y aprend tambin a castigar dicindole que no.
Y aprend la soledad, el empecinamiento, la rabia, la rutina, la garganta ahogada, los celos, la
desconfianza, el miedo, los reproches, las espinas, la sal.
Por este hombre conoc la bruma, la oscuridad, la asfixia.
Por este hombre no me qued quieta desde el da en que decidimos intentar todo juntos
No tuve reposo, ni quietud.

No tuve tiempo para otra cosa que no fuera exigirle, exigirme pedirle, darle, quitarle,
obligarlo a recibir.
Por este hombre de voz pausada y ojos comprensivos ya no me queda nada por conocer.
Todas las tramas, todas les redes todas as cadenas, todos los matices.
Y soy una mujer igual a todas.
Y l un hombre muy parecido a todos.
Y La nuestra, una historia que se repite a diario, una historia que se escucha y se huele
detrs de las puertas cerradas y las persianas bajas. La historia que comienza a
entretejerse cuando los platos de la mesa quedan limpios y los nios se duermen. La historia
con iniciales de cansancio, que a cada uno le parece nica, irrepetible, diferente.
Es la historia de la falta de tiempo para estar juntos. La historia del cansancio y el sueo
La historia de ser jvenes y tener que luchar por el futuro.
Y l no entiende por qu una es tan dramtica.
Y l no entiende por qu una le da importancia a cosas pequeitas como el olvido de una
rosa.
Y una lo ve un monstruo fro, sin compasin ni sentimientos.
Y 1 la ve a una imposible, incapaz de aceptarlo, de conocerlo.
Y el orgullo de ambos, el empecinamiento, la fatiga, las heridas constantes van dibujando un
lmite que separa... ; primero puntos suspensivos como los de los mapas; despus, un hilo de
agua; por fin, una montaa.
Y dnde estn los que una vez sintieron que no podan vivir separados?
Dnde estn los que temblaban cuando sus manos se rozaban apenas?
Dnde, los que reciban la madrugada conversando?
All, a cada lado de la montaa, solos.
Cuestin de dar un paso y voltearla.
Cuestin de hacer caer la piedra con los llantos.
Cuestin de desviar el curso de los ros para que la echen abajo.
Slo bast que yo le entregara mis ojos mansamente y lo dejara mirarme en ellos.

Que se ablandara mi tensin, y mi cuerpo reconociera en l al dios, al mago.


Que refloreciera mi ternura.
Que dejara fluir naturalmente mis palabras. mis pensamientos mis ganas.
Por este hombre de manos como nidos. Por este hombre de tranquilos gestos. Por este
hombre de voz pausada y ojos comprensivos, conozco la felicidad. la paz, la suerte de haber
llegado a un puerto sin tormentas, a una orilla de luz a una permanente construccin, a un
encuentro en el que nos reconocemos y nos necesitamos.

Corazn sin llave


No estaba ni triste ni contenta, no haca ni fro ni calor, no pensaba en nada...y de pronto te
vi, parado frente a m, sonriendo, atildando como siempre (digo "como siempre" porque hasta
hace 4 meses siempre haba sido as, y la gente, generalmente, cambia poco).
-hola... hasta el mismo perfume.
Y el gesto protector de agarrarme del brazo. Un gesto mecnico que me encantaba, pero en
esta oportunidad me oblig a recapacitar que no era algo que hacas solamente conmigo sino
con cualquier mujer que estuviera cerca. Y que, por supuesto, conocieras.
-Hola Ese perfume... y la presin de tu mano...y un beso al vuelo en la mejilla...
Mi mente esta fra, razonadora, en guardia. Pero mi cuerpo, como si obrara por su cuenta,
como si fuera un ente aparte de mi inteligencia y mi psiquismo, se conmovi.
-tena el presentimiento de que un da de estos iba a verte... La voz.
Ahora era su voz rozndome, rasgndome, entrando en mi temblor. Una voz que me sublev
con palabras, que con palabras me suaviz, me hizo rer, que me llen de ternura, de lstima,
de rabia... por qu no poda responder tranquilamente, estableciendo una distancia que me
mantuviera lejos de la conmocin y los reproches? Haba sido difcil lo nuestro, o yo
transform en complicada una cosa que pudo ser sencilla y transparente?
Si el cerebro hiciera ruido, hubiera odo el rugido de todos sus motores en marcha. Los
recuerdos iban y venan, como flechas lanzadas al aire por un arquero loco. Mis largas esperas
junto al telfono aguardando una llamada que no haras. Tu aparicin al da siguiente, como si
nada, extendiendo los brazos: " me fue imposible, Excusas increbles, mentiras infantiles...
eras un campen defendindote de estupideces... Despus te ibas y yo me quedaba rumiando
la bronca, desolada, con ganas de tirarte por la ventana o matarte. Pero no te tiraba por la
ventana... ni te clavaba un cuchillo en el corazn.
Caminando por la calle te llevaba conmigo, aunque no estuvieras all. Viendo una pelcula,
secretamente te la comentaba. Mirando vidrieras. Oyendo msica... Conversando con otras
personas. Qu mana tenemos las mujeres cuando nos enamoramos. Todo lo transformamos en
"l". Pero, "el" nos tiene presentes TODO EL TIEMPO? Me di cuenta de que habas tomado mis
dos manos entre las tuyas. Dios mo! otra vez mi cuerpo traicionndome, obrando por su
cuenta, sin pedirle permiso a mi criterio. Quise retirar las manos, pero ellas se quedaron ah,
sumisas, entregadas.
Mi cuerpo te extra. Mi cuerpo te busc entre sueos. Mi cuerpo se qued insomne
imaginndote. Fueron noches interminables. Fueron das de sonmbula desconsolada. Fueron
meses de llantos repentinos que me obligaban a abandonar la mesa, el escritorio, y correr a
encerrarme en el bao hasta que el diluvio se detuviera, y despus retocar el maquillaje,
respirar hondo y regresar dando una excusa que seguramente nadie me crea.
Me cost tanto sacarte de esa obstinada espera, borrarte de mi tiempo cotidiano, aprender a
mirar los relojes sin que manejaras las agujas... Me cost tanto, tanto recuperarme para m,

volver a ser "una persona"" y no "los dos". Y ahora, ah en pocos minutos, estabas otra vez
dueo y seor de la situacin, moviendo las piezas necesarias para otro jaque mate.
Mis manos se soltaron. Mi pulso se fue tranquilizando. Mi cuerpo volvi a m... mir el reloj
-perdname, pero ya llego tarde- ment, tranquilamente.
-puedo llamarte maana?
-no, ni maana, ni pasado, ni nunca. yo tambin tengo un compromiso, sabes? pero no se trata
de algo sin importancia. Es una persona muy valiosa y no quiero perderla jams.
Se te endureci la mandbula. Ese gesto de bronca que conoca de memoria. -bueno... - te
pusiste de pie para despedirme - que todo salga bien.
-gracias, todo va a salir bien. Me lo merezco. y sal sonriendo Sal apurada, casi corriendo. Mi
compromiso era en verdad con una persona muy valiosa, que no quiero perder jams.
CONMIGO

Tres intentos(Mariposas encerradas en mi)poldy bird


En qu momento se qued sin cuerda el reloj? En qu momento la
palabra se hizo un ovillo y se acost en un rincn del cuarto, cansada,
desganada, plegando sus alas? En qu momento la certeza se transform
en interrogante? En qu momento las manos tiraron las caricias al cesto de
los papeles? Ella lo sabe. Quiere armar la escena con precisin matemtica,
pero no encuentra los gestos, la intencin, el motivo. Hurga entre los
recuerdos.
Espa, busca, indaga...
Su memoria es traidora: no la ayuda, le esconde datos, le mezcla los
recuerdos buenos con los recuerdos malos. La cuestin es que ahora
importa poco que haya habido sublimes desvaros y ansias incontrolables.
La cuestin es que ahora importa poco que haya habido una unin de
puente tendido entre los dos, que hayan sido nufragos abrazados sobre
una balsa en medio del ocano, que se hayan repetido hasta el delirio que
moriran si no estaban juntos. Porque ahora ella ya no puede asegurar que
sigue enamorada. Ella no puede convencerse de que lo necesita. Ella se
queda con los ojos abiertos en la noche, buscando en la oscuridad una
explicacin que la tranquilice, que le aquiete esa culpa que siente por lo
que ya no siente. No es felz ni desdichada, cmo se puede vivir as? Est
como una plaza en una siesta de verano: verde de rboles y coloreada de
flores, pero sin presencias humanas.
Ganas de llorar no tiene.
Ganas de gritar no tiene.
Podra, por ejemplo, hacer una cantidad de cosas que antes no se atreva a
hacer sola, porque la soledad le daba miedo. Podra caminar por una calle,
con pasos rtmicos, por el solo placer de caminar. Podra ir al cine a revivir
que cuando era adolescente estaba casi loca por Paul Newman. Podra...
podra... podra... Lo que verdaderamente no sabe es cmo decirle a l todo
esto. Por qu l no lo entender.
Por ms que siempre dijo que la conoca mejor que a, la palma de su mano,
que la comprenda, que poda leer sus pensamientos, que saba cmo
hacerla felz, cmo hacerla brillar, cmo hacerla sentir bien, plena, en paz...

No la entender. Se pondr furioso, arremeter contra ella con frases


hirientes, con gestos hostiles. Tratar de humillarla, de conmoverla, de
hacerla sentir como una nia, como una vieja, como una tonta, como una
loba, como un cordero, como un ave de rapia, como una flor, como una
espina, como un pan dorado, como una daga refulgente.
Tratar de despedazarla, de unirla, de someterla, de rescatarla, de odiarla,
de hacerse el mrtir, el desahuciado, el pobrecito, de hacerse el
superhombre, el conquistaador, el guerrero, el manso, el brazo, el incrdulo,
el sarcstico, el noble, el dulce, el potico, el abandonado. Usar todas las
armas y todos los matices.
Ser una batalla tan larga y agotadora, que ella terminar por admitir que
bueno, que est muy confundida, que s, que lo mejor ser darse otra
oportunidad... que est bien, que no se puede tirar todo por la borda sin
hacer un intento por salvarlo, por rescatar lo rescatable, por...
Y har el intento.
Porque las mujeres hemos sido educadas as: para hacer el intento por
salvar las cosas, y ella es una mujer igual a todas las mujeres y no sabe,
como los hombres saben, cortar las cosas de un hachazo y chau. Por eso
maana a la maana lo va a llamar y le va a decir que tiene que hablar con
l de algo importante. Y le va a plantear sus dudas. Y se va a aguantar todo
lo que sabe que suceder. Y le conceder un plazo para arreglar las cosas.
Maana mismo.
Porque sabe que una mujer... para terminar con una relacin amorosa o casi
amorosa o que fue amorosa alguna vez, debe pasar tres veces, por lo
menos, por tres intentos. Las tres veces las mismas escenas. Las tres veces
las tripas retorcindose dentro de ella. Las tres veces diciendo lo mismo y
oyendo lo mismo.
Slo que la tercera vez, por fin, agachando la cabeza y encogindose de
hombros, sin replicar, sin decir la ltima palabra, haciendo odos sordos a la
frase con la que l tratar de partirla en dos... por fin, por fin, por fin podr
marcharse caminando despacito, como si sufriera terriblemente, sin darse
vuelta... primero pasitos cortos, lentos; despus pasos ms largos, ms
rapidos, y al fin esa distancia que no la deja or ms, esa distancia que le
permite respirar, que le pone todo el universo delante de los pies, para que
lo recorra como se le antoje, como pueda, como quiera, ya sin pensar en
qu momento se cortaron los hilos y porqu y cmo se lo va a decir a l...

http://vaciodeansiedad.blogspot.com/

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