Pregón Pascual Gregoriano

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Pregn Pascual

EXULTET
El texto del himno
Algrense por fin los coros de los ngeles,
Algrense las jerarquas del cielo,
y por la victoria de rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvacin.
Goce tambin la tierra, inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla,
que cubra el orbe entero.
Algrese tambin nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo
con las aclamaciones del pueblo.

Esta es la noche en que,


rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
De qu nos servira haber nacido
si no hubiramos sido rescatados?
Qu asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
Qu incomparable ternura y caridad!
Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adn,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
Feliz la culpa que mereci tal Redentor!
Qu noche tan dichosa!
Slo ella conoci el momento
en que Cristo resucit del abismo.

Por eso, queridos hermanos,


que asists a la admirable claridad de esta luz santa,
invocad conmigo la misericordia de Dios
omnipotente,
para que aquel que, sin mrito mo,
me agreg al nmero de los diconos:,
completen mi alabanza a este cirio,
infundiendo el resplandor de su luz.

Esta es la noche de que estaba escrito:


Ser la noche clara como el da,
la noche iluminada por mi gozo.
Y as, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los cados,
la alegra a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los potentes.

El Seor est con ustedes.


Y con tu espritu.
Levantemos el corazn.
Lo tenemos levantado hacia el Seor.
Demos gracias al Seor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.

En esta noche de gracia,


acepta, Padre Santo,
el sacrificio vespertino de esta llama,
que la santa Iglesia te ofrece
en la solemne ofrenda de este cirio,
obra de las abejas.

En verdad es justo y necesario


aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazn
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su nico Hijo, nuestro Seor Jesucristo.
Porque l ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adn
y, ha borrado con su sangre inmaculada,
la condena del antiguo pecado.

Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego,


ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de cera fundida,
que elabor la abeja fecunda
para hacer esta lmpara preciosa.

Porque stas son las fiestas de Pascua


en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Esta es la noche en que sacaste de Egipto,
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el Mar Rojo.
Esta es la noche en que la columna de fuego
esclareci las tinieblas del pecado.
Esta es la noche
que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra
los arranca de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
los restituye a la gracia
y los agrega a los santos.

Qu noche tan dichosa


en que se une el cielo con la tierra,
lo humano con lo divino!
Te rogamos, Seor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
para destruir la oscuridad de esta noche,
arda sin apagarse
y, aceptado como perfume,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
Jesucristo, tu Hijo,
que, volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina por los siglos de los siglos.
Amn.

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