Cuentos 2015 PDF

C O L O M B I A C U E N TA
Colombia
O C TAV O
CONCURSO
NACIONAL
DE CUENTO
HOMENAJE A
LVA R O C E P E D A S A M U D I O
RCN
MINISTERIO
DE EDUCACIN
NACIONAL
C U E N T O S
GANADORES
2014
cuenta
L bei rtad
y Od
r en
OCTAVO CONCURSO
NACIONAL DE CUENTO
28 215
9 069
13 850
3 407
1 889
16 408
11 807
participantes
estudiantes hasta
sptimo grado
estudiantes de octavo
a undcimo grado
estudiantes
universitarios
docentes
mujeres (escritoras)
hombres (escritores)
32
municipios
4 505
instituciones de
educacin superior
290
jurados
35
departamentos
860
instituciones
educativas
287
evaluadores
5
ganadores
B O G O T 233
M A R T H A PAT R I C I A
A R VA LO P E A
ORLANDO MARN
HERRERA
B O G O T 227
P O PAY N 221
HELMER HERNNDEZ
ROSALES
B A R R A N C A B E R M E J A 215
FREDDY ALBERTO
GIRALDO
F L O R I D A B L A N C A 209
149
155
159
165
MEDELLN
169
LUISA FERNANDA
OCHOA CARDONA
FLORIDABLANC A
LAILA ALEJANDRA
C A R V A J A L PA L A C I O S
IBAGU
JAIRO HERNN
B E LT R N R O M E R O
BARRANQUILLA
JORGE ELICER
SALAZAR VERGARA
C C U TA
87
91
M E D E L L N 109
MANUELA
HERRERA ARANGO
R I O N E G R O 103
FRANCY JULIET
S E R N A A L Z AT E
B A R R A N C A B E R M E J A 97
D AYA N N A F E R N A N D A
P I E R O S M O N T O YA
MONTELBANO
DELIA ISABEL
MONTIEL RODRGUEZ
B O G O T
JULIN FRANCISCO
GONZLEZ ACUA
29
49
MEDELLN
55
J U A N I TA PA R R A
A C O S TA
SALENTO
SANTIAGO
C A S TA O R A M R E Z
C A L I 41
GABRIELA
GRANJA SOLS
V A L L E D U PA R 35
H A R I D D AYA N A
BUENO OSUNA
B O G O T
A L I C I A A C O S TA
BENTEZ
DOCENTES
MARA ALEJANDRA
RODRGUEZ GUTIRREZ
C AT E G O R A
ESTUDIANTES DE EDUCACIN SUPERIOR
LEONARDO
RAL BRITO
C AT E G O R A
C AT E G O R A
E S T U D I A N T E S D E O C TAV O H A S TA U N D C I M O G R A D O
C AT E G O R A
1
2
3
4
E S T U D I A N T E S H A S TA S P T I M O G R A D O
S T E F FA N Y S E N Z
ARCIA
SAHAGN
S H A K N M A Z AYA
M O R E N O FA J A R D O
V A L L E D U PA R 121
K E L LY J O H A N A
MNDEZ CARRANZA
B O G O T 127
RUBN FELIPE
RIVERA OTERO
B U C A R A M A N G A 135
MARA JOS
P L ATA F L R E Z
B O G O T 141
C A L I 181
JHANS ESPITIA
B O G O T 187
JORGE ALEJANDRO
ARBELEZ HENAO
S A N V I C E N T E F E R R E R 193
JUAN FELIPE
FORERO PULIDO
B O G O T 199
71
75
MEDELLN
81
LAURA BERENA
ROBLES MARTNEZ
B O G O T
J U A N PA B L O
ROSERO BRICEO
PUERTO GUZMN
EINER JHOAN
C A B R E R A S A N TA C R U Z
65
61
SANTIAGO BLANDN
ESCOBAR
JAMUND
E N V I G A D O 115
D U I TA M A 175
DIEGO ARMANDO
VELASCO
ELIZABETH MARN
CASTELLANOS
JOS INOCENCIO
BECERRA LAGOS
GANADORES
2014
G I N A P A R O DY DE C H E O N A
P AT R I C I A E S C A L L N D E A R D I L A
Ministra de Educacin Nacional

Gestora
COMIT TCNICO
M I NI ST ER IO DE EDU C AC I N NAC IONA L
L U I S E. G A R C A D E B R I G A R D
L AU R A B A R R AG N M O N TA A
SONIA VALLEJO RODRGUEZ
ILBA JANNETH CRDENAS FONSECA
N AT H A LY S O L A N O H OYO S
JOHANSSON CRUZ LOPERA
Viceministro de Educacin Preescolar, Bsica y Media

Directora de Calidad de Educacin Preescolar, Bsica y Media
Subdirectora de Fomento de Competencias
Viceministerio de Educacin Preescolar, Bsica y Media
Jefe Oficina Asesora de Comunicaciones
Ministerio de Educacin Nacional
Coordinadora Competencias Comunicativas
Concurso Nacional de Cuento
R CN R A D I O Y T E LE V I S I N
ANA MARA GUERRERO

C O N S TA N Z A E S CO B A R
A L B A L U C A P AVA
Gerente Responsabilidad Social, OAL

Asesora para Educacin, OAL
Gerente de Mercadeo Social, RCN Radio
CRDITOS EDITORIALES
C S A R C A M I LO R A M R E Z
C O N S TA N Z A P A D I L L A R A M O S
R O C O D U Q U E S A N TO S
C A M I L A C E S A R I N O C O S TA
BETUEL BONILLA
AMALIA LOW
JOHN JOVEN
C A R LO S R I A O
JORGE LEWIS
Direccin editorial
Edicin
Direccin de arte
Diseo de cartula y pginas interiores
Correccin de textos
Ilustraciones de la Categora 1
ISBN: 978-958-773-454-6
IMPRESO
I M P R E S I N : Editorial Delfn Ltda.

E N C O LO M B I A / P R I N T E D I N C O LO M B I A
I NFORMAC I N D EL CO NCU R S O
N ACION A L DE C U EN TO R C NMIN IST ERIO D E EDU C ACI N E N:
http://www.colombiaaprende.edu.co/concursodecuento
http://www.canalrcnmsn.com
http://www.rcnradio.com
Ocho aos del Concurso Nacional de Cuento RCN MINISTERIO DE EDUCACIN

Estimados lectores GINA PARODY DECHEONA
La msica de las palabras FERNANDO MOLINA SOTO - GABRIEL REYES COPELLO
Una casa grande CSAR CAMILO RAMREZ
C AT E G O R A
ESTUDIANTES
H A S TA S P T I M O
GRADO
p. 2 6
C AT E G O R A
ESTUDIANTES
D E O C TAV O
H A S TA U N D C I M O
GRADO
p. 8 4
C AT E G O R A
ESTUDIANTES
DE EDUCACIN
SUPERIOR
p. 1 4 6
C AT E G O R A
DOCENTES
p. 2 0 6
Acta del jurado
1
2
3
4
Los adioses
La chapa de mi abuela
Infierno personal
Esguerra
A travs de la ventana
Faustino Castillo
Lluvia de ranas en Puerto Azul
Ni de pelo largo, ni de pelo corto
Un largo camino a casa
Zara, la zanahoriactriz
11
15
19
23
29
35
41
49
55
61
65
71
75
81
El psiquiatra
Amor en silencio
24 horas
Amor ilegal
Alas de papel
Cincuenta
El abrazo del destino
El fantasma de su sonrisa
El escaramujo blanco
Sonidos que no desean ser escuchados
87
91
97
103
109
115
121
127
135
141
Alba
Trnsito de muerte
Anatoma de un amante
Estado civil: viuda
La cobija blanca
Mircoles
Fiestas municipales
Polvo (Ghostwriter)
Qu tal tu noche, amorcito?
Todos mis amigos estn muertos
149
155
159
165
169
175
181
187
193
199
Los ptalos, amarillos; el polen, rojo

Cuesta abajo
Dilogo de ciegos
La muerte me rasgu
Te hago regresar o me voy contigo
209
215
221
227
233
OCTAVO CONCURSO NACIONAL DE CUENTO RCN-MINISTERIO DE EDUCACIN NACIONAL
238
Ocho aos del Concurso

Nacional de Cuento
RCN
MINISTERIO DE EDUCACIN
ara Gabriel Garca Mrquez, 2007 fue un ao de celebracin.

l cumpli, en ese entonces, ochenta aos de edad y adems se
conmemoraron cuarenta aos de la publicacin de su novela ms
representativa, Cien aos de soledad, y veinticinco de haber recibido
el Premio Nobel de Literatura. En ese escenario y con la intencin
de rendirle un homenaje al escritor, naci el Concurso Nacional
de Cuento RCN Ministerio de Educacin Nacional (CNC) que
cont, adems, con la presencia de Gabo entre los jurados de la
primera versin.
Treinta y dos mil estudiantes participaron en esa primera convocatoria. Una cifra significativa que se aprovech para disear un
proyecto cuyo objetivo fue fortalecer la escritura creativa en los
estudiantes colombianos y reconocer su talento literario.
En 2014 se cumpli la octava edicin del concurso. Desde
aquella primera versin hasta hoy, el CNC ha tenido una constante
RCN
11
evaluacin para consolidarse y mejorar: en 2009 se cre la categora de docentes y directivos docentes, que vino a sumarse a las tres
que ya existan: estudiantes hasta sptimo grado, estudiantes de
octavo a undcimo grado y estudiantes universitarios. Cada ao se
publican los cuentos ganadores en el libro Colombia cuenta, gracias
al apoyo de la Fundacin SM, que se distribuye gratuitamente en
bibliotecas pblicas, instituciones educativas y ferias y fiestas del
libro en todo el pas; hasta el momento se han distribuido 83 000
ejemplares.
La participacin en el CNC es netamente virtual, la inscripcin
y evaluacin de cada uno de los cuentos se realiza a travs de un
micrositio alojado en el portal educativo del Ministerio de Educacin: Colombia Aprende (www.colombiaaprende.edu.co/concursodecuento). Sin duda, este ha sido un reto interesante para el
CNC, pues no solo debe superar las dificultades de conectividad
propias del territorio nacional, sino tambin disear contenidos
que sean aprovechados por la comunidad educativa de cada una
de las regiones del pas. Hasta la fecha se han recibido ms de
249 000 cuentos, desde ms de 900 municipios.
Adicionalmente, todo el proceso ha estado acompaado, desde
el inicio, de un componente de formacin dirigido a estudiantes y
docentes, lo que ha impactando a ms de 33 000 personas en todas
las regiones del territorio nacional.
12
RCN
13
14
Estimados lectores
G I N A PA R O D Y D E C H E O N A
M i n i s t ra d e E d u c a c i n
n libro de cuentos encierra un abanico de temas, colores,

sabores, olores. Un libro de cuentos escrito por varios autores de
distintas regiones contiene, adems, una vasija de sorpresas, una
caja de pandora que agita el mundo en el que vivimos. Y este libro
de cuentos, en particular, es la confirmacin, una vez ms, del talento literario de los colombianos.
Estos autores recogen el sentir literario de un pas que se cuenta a s mismo a travs del talento. Todos ellos son promesas literarias y esperamos verlos muy pronto como autores reconocidos
de las letras colombianas; as lo resuma el escritor colombiano,
Jorge Franco, en el prlogo de la primera edicin, en 2007. Nada
ms actual que aquellas palabras.
En esta octava edicin de Colombia cuenta, que corresponde a
los relatos ganadores del Concurso Nacional de Cuento (CNC) del
ao 2014, se sienten la fuerza, el talento y la disciplina que exige
la literatura: bien logrados, con finales contundentes, con imgenes memorables y personajes bien construidos. La lectura de estos
cuentos ser no solo agradable para el lector, sino tambin una
experiencia que lo har reflexionar sobre diversos temas del pas y
de la existencia misma.
15
Edicin tras edicin el CNC ha logrado ser la plataforma para

conocer estas nuevas historias que dibujan la realidad de nuestro
pas; una realidad escrita desde todas las regiones, que nos muestra
lo agrestes que pueden ser algunos das, pero tambin nos permite
ver aquellos que nos llenan de esperanza, limpios, que nos motivan a construir un mejor lugar para vivir, una nueva Colombia.
Cuando abrimos las pginas de este libro encontramos claras
referencias a la obra de Gabriel Garca Mrquez influencia ineludible en estas nuevas generaciones; as mismo, es notoria la necesidad de crear mundos mgicos donde todo es posible o de narrar
esos amores contrariados que marcan en la juventud; sin duda, el
conflicto armado que ha vivido el pas es una tendencia temtica
para los concursantes, lo interesante es que siempre prima una visin positiva para la solucin del conflicto; y los docentes, comprometidos con su labor, tratan de dejar un enseanza en sus textos.
Podemos hablar de una generacin de escritores que han crecido y se han formado alrededor del CNC, muchos de ellos como
ganadores, otros como finalistas y algunos como participantes. Una
generacin que ya tiene una obra publicada, que ha sido premiada
en importantes concursos literarios nacionales e internacionales y
que comienza a dar cuenta de los cambios que estamos viviendo.
Una generacin que hablar de la Paz.
Entendemos el CNC como un proyecto dinamizador para poner en la agenda del pas la importancia de la lectura y la escritura en nuestros estudiantes; lo acompaamos, adems, con un
componente de formacin que, pasados ocho aos, ha dejado una
huella importante: al 89% de los estudiantes que participan en los
talleres del CNC les gusta leer ms que antes; al 78% les interesa
escribir ms y el 86% de los docentes que participan en los talleres
entienden la lectura como un acto de placer y gusto1.
1
16
Resultados de la evaluacin de impacto realizada por la Fundacin E-Valuar, 2013.
Si bien las estadsticas del CNC son contundentes y demuestran

el impacto alcanzado durante estos ocho aos, ms importantes
son los procesos que se generan alrededor de este para lograr que
la lectura y la escritura se conviertan en un camino que haga de
Colombia la nacin ms educada de la regin y consolidar nuestro
sueo, que no es otro que tener educacin con calidad y equidad
para todos los nios y jvenes; la educacin es la herramienta ms
poderosa para igualarnos como sociedad.
Lo vamos a lograr!
17
18
La msica de las palabras

FERNANDO MOLINA SOTO
Pre s i d e n te R C N R a d i o
G A B R I E L R E YE S CO P E L LO
Pre s i d e n te R C N Te l e v i s i n
Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro

E M I LY D I C K I N S O N
n diciembre de 2014, el Concurso Nacional de Cuento

RCN - Ministerio de Educacin Nacional concluy su octava edicin con la premiacin de los 35 mejores cuentos, seleccionados
de entre ms de veintiocho mil registrados, provenientes de 860
municipios de Colombia.
El entusiasmo con el que han participado nios y nias, jvenes y docentes de Colombia, la formidable respuesta a nuestra
convocatoria y el nimo con el que profesores y directivos de las
instituciones educativas de los ms diversos rincones acogieron
esta versin del Concurso son para nosotros motivos de gran orgullo y satisfaccin.
Motivados por el inters de promover la escritura creativa y el
disfrute de la lectura, en 2007 iniciamos, de la mano del Ministerio
de Educacin, un largo recorrido en el que hemos contado con numerosos compaeros de viaje. Desde nuestro puerto de embarque,
el HAY Festival nos ofreci un espacio de proyeccin, regocijo e
intercambio para nuestros ganadores. Han sido, adems, los invitaFERNANDO MOLINA SOTO
GABRIEL REYES COPELLO
19
dos al HAY Festival de Cartagena escritores mundialmente reconocidos los jurados encargados de evaluar a los ltimos cien finalistas de cada versin del Concurso y seleccionar a los ganadores.
A lo largo del camino, los funcionarios del Ministerio de Educacin han demostrado gran compromiso y dedicacin. Ao tras ao
han perfeccionado las herramientas de la convocatoria a travs del
Portal Colombia Aprende y han agregado nuevos recursos pedaggicos para promover y fortalecer las capacidades de maestros y
directivos docentes en materia de escritura creativa. Durante la octava versin del Concurso, ms de 800 profesores y cerca de 1800
estudiantes hicieron parte de los talleres ofrecidos en diferentes
regiones del pas por el Ministerio, con el apoyo de la Asociacin
Colombiana de Universidades, ASCUN.
Esta ltima institucin ha sido tambin un fabuloso compaero
en esta travesa. Gracias a su apoyo, estudiantes de los ltimos semestres de pregrado y posgrado, as como docentes universitarios,
se han vinculado a la lectura de los cuentos participantes. Gracias
a su trabajo cuidadoso, quienes superan las primeras etapas del
proceso de evaluacin han recibido una valiosa retroalimentacin
sobre sus textos y cuentan as con elementos que les permitirn
enriquecer su talento.
Al final de cada etapa del trayecto, la Fundacin SM nos ha
brindado su respaldo a travs de la publicacin de las ediciones
de Colombia cuenta, el maravilloso libro que recoge el esfuerzo,
la perseverancia y la inspiracin de los 35 ganadores de nuestro
Concurso.
Con un especial reconocimiento por nuestros aliados y compaeros de excursin y una gran admiracin por quienes, como dira
Truman Capote, han encontrado placer en la msica que hacen
las palabras, presentamos este ejemplar de Colombia cuenta.
20
Ocho aos y ms de doscientos cuarenta y cinco mil cuentos

participantes despus, nuestro compromiso de promover la escritura creativa se mantiene, esperando contribuir de esta manera a
la excelencia de la calidad educativa.
FERNANDO MOLINA SOTO
GABRIEL REYES COPELLO
21
22
Una casa grande

C S A R C A M I LO R A M R E Z
D i re c to r e d i to r i a l S M
esde su creacin, en el ao 2007, el Concurso Nacional de

Cuento busca propiciar el desarrollo de las competencias lectoras y
fomentar la produccin de textos literarios a nivel escolar en todos
los rincones del pas. A partir de la primera versin de esta iniciativa del Ministerio de Educacin y el canal RCN, la Fundacin SM
se sum al proyecto aportando la edicin, ilustracin e impresin
de los cuentos premiados por el concurso, al hilo con su vocacin
institucional de contribuir al desarrollo socioeducativo de nuestro
pas ofreciendo ms y mejores oportunidades de crecimiento a los
ms jvenes.
En cada edicin del concurso se rinde homenaje a un escritor
relevante en la literatura colombiana; as han pasado Gabriel Garca Mrquez (2007), Toms Carrasquilla (2008), Germn Espinosa (2009), Jos Eustaquio Palacios (2010), Manuel Meja Vallejo
(2011), Rafael Pombo (2012) y, finalmente, Andrs Caicedo, en
2013. En esta ocasin el Concurso Nacional de Cuento celebra a
lvaro Cepeda Samudio (1926-1972), el legendario personaje del
Grupo de Barranquilla que aunque falleci a muy temprana edad
CSAR CAMILO RAMREZ
23
dej para la posteridad una obra literaria muy singular compuesta

por una novela, La casa grande, y dos libros de cuentos, Todos estbamos a la espera y Los cuentos de Juana.
En su conjunto, la obra de Cepeda est definida por un estilo
personal tan propio como su misma biografa. Caribeo impetuoso y de legendaria vitalidad, Cepeda empez a los 17 aos su carrera de periodista y posteriormente march a Estados Unidos en
donde adelant estudios de Literatura. All conoci a los principales escritores norteamericanos de la poca, como William Saroyan,
quienes influiran notablemente en su obra. Tena 28 aos cuando
public el libro de cuentos Todos estbamos a la espera, que tuvo
buena acogida en la crtica y dio a conocer su nombre en los crculos literarios y culturales colombianos.
En 1962 Cepeda public su novela, La casa grande, una singular metfora sobre la Violencia, construida a partir de la masacre
de las bananeras ocurrida en Cinaga en 1928. Cepeda supo de la
infame matanza de cientos de trabajadores de la United Fruit, a
travs de los testimonios escuchados durante su infancia en aquella poblacin, y en su novela logr recrear literariamente este triste episodio empleando tcnicas narrativas, experimentales en ese
momento, como la no linealidad de los captulos y la mezcla de
narraciones desde diferentes puntos de vista, dilogos, documentos y recuerdos, entre otras.
Han transcurrido ms de 50 aos desde la publicacin de La
casa grande y nuestro pas an sigue en busca del camino hacia
la paz, esta vez con pasos que parecen muy firmes. Qu mejor
homenaje para Cepeda Samudio que esta edicin que recoge los
cuentos ganadores de la octava versin del Concurso Nacional de
Cuento. Quizs en la imaginacin del autor de Hoy decid vestirme
de payaso s hubiera cabido la posibilidad de concebir esta gran
24
casa colombiana que a todos nos sorprende ao tras ao, en la que

ms de 30 000 nios y nias de todos los municipios dan forma a
sus ilusiones, fantasas y temores a travs de cuentos originales. En
esta magnfica muestra de la diversidad se expresa nuestra esencia
como colombianos.
CSAR CAMILO RAMREZ
25
Esguerra
49
CALI
GABRIELA GRANJA SOLS
C AT E G O R A
SALENTO
S A N T I A G O C A S TA O R A M R E Z
B O G O T
A L I C I A A C O S TA B E N T E Z
Los adioses
29
VA L L E D U PA R
H A R I D D AYA N A B U E N O O S U N A
35
Infierno personal
41
E S T U D I A N T E S H A S TA S P T I M O G R A D O
SAHAGN
S T E F FA N Y S E N Z A R C I A
JAMUND
DIEGO ARMANDO
VELASCO
Faustino Castillo
61
Lluvia de ranas
en Puerto Azul
65
MEDELLN
LAURA BERENA ROBLES MAR TNEZ
81
B O G O T
J U A N PA B L O
ROSERO BRICEO

75
MEDELLN
J U A N I TA PA R R A A C O S TA
55
PUERTO GUZMN
EINER JHOAN CABRERA
S A N TA C R U Z
Ni de pelo largo,
ni de pelo corto
71
Los adioses
B O G O T
No es necesario que me
detenga en detalles banales e
insignificantes para definirme.
Lo nico que soy, lo soy a travs
del arte, y mi existencia no se
remonta fuera de sus lmites.
Aquel pequeo y grisceo mundo
que habitaba cobr vida desde
el momento en el que los libros
comenzaron a teirlo con el color
que destilaban sus fantsticos

relatos. Una hoja y un lpiz es todo
lo que se requiere para darle vida a
una montona realidad.
Grado sptimo
Colegio Anglo Americano,
Bogot
29
Los adioses
i esperanza fue arrancada al mismo tiempo que la ltima

hoja del otoo. Son de nuevo la molesta campanilla que anunciaba el adis que preceda a las vacaciones escolares. Comenz a
llover, y aunque senta miedo ante tu inminente partida, me alegr
de que esta despedida estuviera acompaada de la lluvia. Trat de
memorizarte para todos los das que se avecinaban y en los que
solo tendra esa borrosa imagen para intentar llenar los huecos que
habras de dejar en mi interior.
Volvi a chillar la condenada campana y el pitido lejano del autobs avis que era hora de partir. Maldito tiempo que apremiaba,
maldito el mundo que ahora me alejaba de ti! El aire se impregn
de nostalgia y te abrac con fuerza, sin importar cunto lo negara.
Lo necesitaba tanto como t. Nunca haba dado un paso tan difcil
en mi vida; ninguno me cost tanto como el que di para separarme
de ti. Me alej temblando descontroladamente, sin la mitad de mi
alma, que se haba quedado contigo en medio de aquel abrazo.
Estbamos al mismo tiempo en medio de todo y de nada, vagbamos perdidas en aquel mundo en el que nuestra amistad floreca
simultneamente con la primavera. En esa poca del ao, los capullos adormilados se despertaban perezosamente de su tierno letargo. Al fondo se escuchaban las habladuras intiles del profesor
cuando nuestra conversacin alcanzaba un punto ms all del no
30
retorno. Sherlock se llamaba esa serie de la cual estbamos hablando y que se haba vuelto un medio de acercarnos ms. Dije que
te parecas a John, que por fuera se mostraba fuerte y alegre, pero
libraba en su interior una batalla de la que no poda escapar. A lo
que replicaste, divertida, que me asemejaba a Sherlock, apoyando
siempre a John desde que le haba ayudado a dejar atrs el bastn. Desde ese momento empezamos a llamarnos por esos nombres. Jugbamos con nuestras identidades dobles todas las noches,
cuando chatebamos sin falta entre las nueve y las once. Dejabas
de ser Violeta para convertirte en mi fiel e incondicional amigo,
y yo en tu magnfico genio. As comenz el mayor esplendor de
nuestro tiempo juntas.
Suena en mi cabeza Your Song, de Elton John, esa cancin que
empez a ser algo as como el himno secreto de nuestra amistad. Aquella meloda creca en el vaco, cuando nuestros violines
y nuestros seres convergan, fusionndose en uno, creando una
armona sublime y absoluta. Las notas seguan suspendidas en el
aire luego de haber levantado los arcos y parado de rasgar las sollozantes cuerdas. Solo entonces logr comprender en su totalidad
el inocente alcance de mi cario y el significado que tenas en mi
vida. Con una sonrisa pronunci las siguientes palabras: Sin ti
solo soy un Holmes sin su Watson, una luna fra desprovista de
sol que la caliente, la oscuridad sin ninguna luz que le d un final.
Solo te pido que no te vayas, que nunca te alejes de m. Mirndome intensamente a los ojos, con una expresin de agradecimiento
y sosteniendo mi plida mano, respondiste: No me voy, estoy
aqu contigo. No pudiste cumplir esa promesa.
La tristeza lleg con el invierno. Trat de abrir los ojos, pero
mis prpados se sintieron tan pesados que abandon todo intento
al instante. No me qued ms opcin que seguir maltratando mi
31
cordura mientras el fro araaba mi alma y me tentaba a sucumbir ante los placeres de la inconciencia. Cada noche, as como
antes, sola esperar frente al computador a la hora de siempre y
tu irremediable ausencia apagaba paulatinamente la esperanza de
que volvieras.
El verano vino trayndome una nueva vida. Sostuve en mis
manos la carta que nunca quise entregarte, pues estaba decidida
a dejarte ir. Saqu el encendedor, contempl la llama azulada y
pens que nuestra amistad haba sido igual a las estaciones cclicas
y eternas. A veces viva y ardiente, otras cruda e insensible, quiz
tierna como la primavera o melanclica como el otoo. Antes de
proseguir con mi descabellada tarea, mir por ltima vez ese escrito en el que se lea:
Solo quiero olvidarte, dejarte olvidarme, prefiero padecer una
sombra amnesia a someterme al dolor incesante de mi fatigado corazn. Evocarte me trae nostlgicos y malgastados recuerdos que
pueblan de ausencias mi alma solitaria. El cielo despejado me hace
sentir que no me encuentro en la realidad, pues es todo lo opuesto
a la guerra que se libra agitadamente en lo ms profundo de mi ser.
Los adioses vienen y van destruyendo amores y promesas, desenhebrando la amistad y confirmando nuestra absurda pequeez en
este mundo donde no somos ms que un par de piezas acomodadas estratgicamente en un despiadado juego de ajedrez.
El mensaje comienza a quemarse lentamente frente a mis ojos,
al mismo tiempo que un efmero soplo de viento se lleva las cenizas, reflejando en su perfeccin lo que fue nuestra historia, sin que
ya no quede nadie que la recuerde.
32
33
La chapa de
mi abuela
VA L L E D U PA R
Estudio en el Colegio Comfacesar

Rodolfo Campo Soto desde
Transicin y agradezco a los
profesores que han tenido que ver
con mi educacin, en especial a
miss Rossbi y a miss Elvira, porque
me inyectaron la pasin por la
lectura y la escritura con cada
cuento y ancdota, con cada
historia y cada libro que le. Mis
triunfos en la vida no son casuales,
Dios as lo tena destinado; le doy

gracias a l por mi hermosa familia,
porque siempre me apoyan; me
encanta escucharlos decir que se
sienten orgullosos de m, eso me
hace ser cada da mejor.
Grado sptimo
Colegio Comfacesar,
Valledupar, Cesar
35
i abuela Berenice es una seora de setenta aos. Es muy

querida y admirada en la familia por lo luchadora que ha sido, ya
que desde que qued viuda, con cinco hijos, se las ingeni para
sacarlos adelante. A veces nos divierte contndonos chistes o ancdotas, pero otras veces est triste o amargada. Cuando mi ta Olga
la ve as nos dice: Mi mam ya quiere viajar o irse de paseo. En
cambio yo me imagino que su amargura es por su edad, por su
salud o por lo que le ha tocado sufrir en la vida, porque hasta la
violencia de la regin la afect, como a muchas otras personas, y
tuvo que desplazarse de sus tierras, en la sierra de Perij, al municipio de Agustn Codazzi, donde le toc dedicarse a trabajar en
casas de familia.
Por no ser tan bueno el pago, en las tardes tena que lavar o
planchar para ganarse otros pesitos, y en la poca de la cosecha
escoger caf. Como le pagaban segn la cantidad de latas que escogiera, se llevaba a mi mam para que le ayudara, era ella la que
siempre la acompaaba a todos lados. Pero esa tranquilidad no
dur mucho, porque despus la violencia se vino para el pueblo.
Otro grupo armado termin con la tranquilidad. Ni se poda viajar.
De noche no se poda salir, dormir menos. Se viva con zozobra.
Le toc nuevamente desplazarse hacia la ciudad de Valledupar. De
36
pronto esto fue lo que la enferm de la presin arterial, aunque

hoy en da da gracias a Dios porque por lo menos ella y los suyos
estn vivos, con un poco de tranquilidad. Y hasta recibe una pequea ayuda como desplazada. Yo me pregunto: Y el dolor del
alma quin se lo quita?.
Mi abuelita, como todas las personas mayores, tiene sus maas y costumbres. Por ejemplo, se la pasa caminando de un lugar
a otro, visitando a sus amigos o haciendo diligencias. Uno la ve
cuando anochece, pero no cuando amanece, porque cuando nos
queremos levantar ya se ha ido. Por eso mi pap le puso como
apodo Moncayo (por el profesor Moncayo, el caminante). Cuando
la ve venir, dice: Ah viene Moncayo o Ah va Moncayo y ella
solo se re. ltimamente camina ms lento porque tiene problemas
respiratorios. Los mdicos dijeron que el humo del fogn de lea,
cuando cocinaba en la finca, le afect los pulmones, porque ella
nunca ha fumado; adems, tambin puede ser por los tres infartos
que ha sufrido, pobre de mi abue.
Otra costumbre que tiene mi abuela es que todas las noches,
antes de ir a dormir, se quita su caja de dientes, a la que llama
chapa, y la deja en el nochero de la cama; al da siguiente la cepilla y se la pone.
Pero un da eso no pas. Una maana mi abuela se levant
temprano, como de costumbre, y lo primero que hizo fue buscar su chapa y, vaya sorpresa, no la encontr en el lugar de siempre. Inicialmente pens que estaba perdiendo la memoria y que
de pronto la haba cambiado de lugar, pero despus de buscarla
por todas partes, lo primero que se le ocurri fue culpar a nuestra
inquieta mascota, Linda, una hermosa perra labradora de color
negro, muy cariosa y juguetona. Como Linda no poda hablar, no
se poda defender, y si la haba cogido no podra decirnos dnde
H A R I D D AY A N A B U E N O O S U N A
37
la escondi. Pensamos que seguramente la haba confundido con

un huesito.
Recuerdo mucho a mi perrita porque lo que ms le gustaba era
correr conmigo y con mi hermano en medio del aguacero y bajar
la ropa de la cuerda cuando la lavaban. La ropa de mi pap, ni la
tocaba. Tambin persegua los gatos que llegaban al patio y espantaba las palomitas. Ni a las pobres hormigas las dejaba en paz. No
entendan que Linda solo quera jugar.
Daba mucha risa ver a mi abuela, sentada frente a la perra. Con
cara de tristeza estiraba la mano y le deca: Dame la chapa, dmela, a ti no te va a servir, y Linda, creyendo que la quera consentir,
se tiraba al suelo boca arriba a esperar que le sobara la pancita. Mi
abuela dur dos semanas sin chapa y dijo que ella no se mandara
a hacer otra porque una nueva la maltratara mucho. Se vea un
poco extraa. Hablaba raro. A mi hermanito Yubran no le gustaba
verla as y no se dejaba abrazar por ella. l le saco un verso que
cantaba cada rato: La chapa de mi abuela se perdi y yo no s
dnde qued.
Un da, estbamos sentados en el corredor, mi abuela haciendo
colchas de retazos de tela y nosotros estudiando cuando, de repente, vimos salir a Linda de mi cuarto con la chapa en el hocico, tirndola de un lado a otro. Mi abuela peg tal grito que nos asust.
Cuando nos acercamos a quitarle la chapa, Linda sali corriendo,
crea que queramos jugar. Mi hermano y yo salimos tras ella para
quitrsela, corrimos por toda la casa y ella se esconda por todos
lados hasta que la solt. Cuando vio venir a mi abuela con la escoba se fue a esconder debajo de la cama. Mi abuela estaba tan
brava que le quera pegar, pero mi mam y nosotros no la dejamos.
Dur todo el da brava con Linda y no le daba comida, pero al da
siguiente se le pas la rabia.
38
Por culpa de la chapa y por su comportamiento, a nuestra mascota la mandaron para la finca de la vecina. La mujer siempre quiso
que le regalaran el animal y pensaron que all estara mejor porque
tendra ms espacio para jugar y nuevos amigos. Mis padres nos
convencieron, prometindonos que un da la iramos a visitar, pero
eso nunca ocurri. Siempre que la vecina vena de la finca nos traa
razn de Linda. Nos conformbamos con saber que estaba bien y
que era feliz.
Una maana, el nieto de la vecina nos dijo que Linda haba
muerto. Llor mucho por mi perrita. El nio nos cont que la haban encontrado en el corredor de la finca y a su lado, enrollada,
una culebra cascabel. Seguro Linda pens que con esa culebra se
poda jugar, ya que para ella todos los animales eran amigos y todo
era juego y felicidad.
Hoy en da, recordando la ancdota de la chapa, nos queda claro que nunca se supo cmo fue que se perdi ni dnde la encontr
Linda, porque ese secreto se lo llev a la tumba y el misterio no se
pudo ni se podr descifrar. Lo que nos queda claro es que la recordaremos siempre.
H A R I D D AY A N A B U E N O O S U N A
39
Infierno
personal
CALI
A mis padres, en especial a mi

mam, quien me ense a vivir
entre mundos de tinta atados
al papel; a mis abuelos, a mi
familia entera por su apoyo e
infranqueable confianza en m; a
la chica que lleva secretamente
dentro de s su infierno personal e
inspir esta historia; al Concurso
Nacional del Cuento por la
oportunidad. Y a todas aquellas
personas prisioneras de la realidad

para que encuentren escape
entre las historias que tejen para
nosotros. Mundos sin ataduras ni
realidad.
Grado sptimo
Institucin Educativa Manuel
Mara Mallarino,
Cali, Valle del Cauca
41
Infierno personal
urete!
Sabes que con gusto lo hara Me tiembla la voz. Pdrete!
Cllate, obesa!
Cierra la boca! le respondo, cubriendo mis labios para
reprimir los incesantes sollozos. Me lastimas
No seas estpida, no te he tocado. Nunca debiste haber nacido!
Lo s, lo s contesto con una mano en la frente, intentando
recordar cmo mantenerme en pie y respirar. Despus de un
momento libero el nico sentimiento que tengo hacia ella:
Te odio, te odio, te odio. Detesto todo de ti. Todo. No puedo
soportarlo ms.
Me retiro del espejo y s que mi reflejo me imita.
Me despierto empapada en sudor.
Esa es mi vida, tan montona y apagada como siempre Hasta que la veo: mi tormento hecho pesadilla. La chica del espejo,
quien demanda ser yo, pero sencillamente NO puede ser. Ella es
tan... esculida, plida como una servilleta, con ms huesos protuberantes en su piel de los que podra contar, con ojos verdes
apagados, siempre llorosos, pero no lo suficiente como para que
42
se desprenda una lgrima, ocultando algo. Algn sentimiento de

debilidad que cubre una armadura invisible. Y yo soy tan obesa, con ms defectos que emociones, con mirada ausente, porque
siempre quiero estarlo, siempre lo estoy.
Me levanto de la cama descalza y me paro frente al espejo. La
luz de la luna la revela, aunque ahora no parece querer insultarme.
Se ve triste. La contemplo unos segundos y luego lloro. Lloro porque s que de alguna inexplicable manera ella soy yo Ella No
es una ella, es un algo. Es mi reflejo. Se supone que mi reflejo
es lo que soy. No lo entiendo. De repente, los sollozos vienen desde ms adentro y pronto soy incapaz de controlar el temblor que
se extiende por todo mi cuerpo. Necesito una manera de reprimir
lo que siento, una manera de librarme de m misma
Deslizo la cuchilla sobre mi mueca una y otra vez. Un corte
por cada uno de mis defectos. Soy fea. Estoy gorda. No tengo una
sonrisa perfecta. No tengo un bronceado ideal. Mi altura No
tengo una figura esculpida. Y mi ltimo corte, con llanto, sollozos
y vergenza hacia m. Me odio por el simple hecho de ser solo una
nia jugando a ser fuerte, una nia que siente vergenza de s misma porque intenta desesperadamente encontrarse, pero ni siquiera
sabe dnde est perdida En su propio infierno tal vez? No lo
comprendo. Me rindo, y al final me quedo dormida, ignorando
mis gritos silenciosos.
Al da siguiente me levanto y me preparo para ir al colegio (a
pesar de que son las cuatro y treinta de la madrugada y mi jornada empieza a partir las siete de la maana). No puedo volver a
dormirme y no me gusta llegar tarde a clases. En el autobs noto
que me hizo falta descanso y noto tambin mi dolor abdominal
(ltimamente es muy constante), as que permito que el bamboleo
del bus escolar me meza hasta sumirme en un sueo profundo. Me
43
despierto aturdida con la brusca sacudida que el conductor le da

a mis hombros.
Despierta, nia me refunfua sin el menor asomo de gentileza.
Me obliga a bajarme del autobs an adormilada, ya que parece
dispuesto a hacerlo por m si no me apuro, y no quiero saber de
qu manera.
Entro al colegio corriendo, por dos razones. La primera, el
hombre me dej aterrorizada. S que es ridculo, pero siento como
si pudiera seguirme. La segunda, voy tarde a clase y no lo soporto.
Cada minuto de mi tiempo libre, en la ltima semana, lo dediqu a
estudiar para el examen de Qumica. Mi padre dice que me esfuerce al mximo, pero otras veces me dice: Ests obsesionada con el
estudio, reljate un poco. Ey!, existe algo llamado vida ms all
de tus apuntes, cario.
En un momento empiezo a jadear y tengo que detenerme, me
siento dbil, siento que voy a desplomarme en el suelo en cualquier momento. Apoyo las manos en las rodillas, esperando que
el jadeo advierta a alguien, pero no lo hace. Retrocedo hasta chocarme con una pared, En qu momento perd mi fuerza? Hago
lo posible por estar en forma; hago al da, al menos, tres horas
de ejercicio, y como poco. Qu pasa? No me queda otra opcin,
tengo que hacer ms ejercicio. Empiezo a sentir mareo; no le hago
caso y contino mi camino. Parece que voy bien hasta
Lo ltimo que recuerdo es la leve percepcin que tuve del impacto de mi cuerpo contra el cemento, gotas de lluvia cayendo
sobre m. Tengo fro. No creo que sea a causa de la lluvia. Casi
siempre tengo fro. Me despierto. Mi uniforme ya no est, en su lugar hay una bata de hospital (aunque no concuerda con el sitio en
el que estoy). Estoy en mi cuarto, noto que la bata no tiene man44
gas suficientemente largas como para cubrir mis cicatrices, as que

instintivamente me pongo una mano sobre una de mis muecas.
Mi pap est a mi lado, dormido No, no lo est. Est llorando. Alza la mirada. Su vista recorre primero mi cara y luego mi brazo, hasta llegar a mis cortadas. Espero un reproche, un regao, un
grito, que me exija una explicacin, pero no hace nada y me pongo
ms tensa con el pasar de los segundos, porque no s qu esperar.
Perdname dice por fin. Su voz se quiebra. Perdn
repite al ver que no digo nada.
No s qu decir. l abre la boca para intentar hablar nuevamente, pero rompe en llanto. Me abraza, no me abraza, as desde que
ella se fue.
De repente, veo a mi madre, postrada de nuevo en la cama del
hospital, plida y dbil mientras el cncer le extraa poco a poco la
vida. El repentino recuerdo sale de mi mente, tal como lleg. En
un segundo. Y ese segundo es suficiente para hacerme llorar inconsolablemente. Abrazo a mi padre, s que l la piensa, s que la
extraa justo en este momento, tanto como yo. Nos consolamos el
uno al otro en silencio. Nos toma poco tiempo volver a dormirnos.
Me estoy haciendo viejo, Salom se queja mi padre
desde el piso de abajo, unas semanas despus.
Me ro mientras bajo las escaleras, terminando de ponerme un
arete, y le respondo entre risas:
Cada da ms, tienes razn.
Vamos, vamos o llegaremos tarde, sube me responde tambin con una carcajada.
En el auto de mi padre empiezo a recordar cmo fueron mis primeros das con el psiclogo Al principio no quera contarle nada,
haba estado construyendo un muro sin darme cuenta, para proteger y ocultar mis sentimientos y emociones del mundo exterior.
45
Era mi infierno, solo mo. No quera compartirlo, pero despus de

varias sesiones me acostumbr y todo fue mucho ms fcil.
No voy a decir que mi historia tuvo un final feliz, porque an
no ha terminado de escribirse. Porque cada nueva experiencia
contribuye a lo que voy a ser y a lo que soy. Estoy consciente de
que no puedo cambiar mi pasado, pero estoy dispuesta a construir
un futuro tan libre de errores como me sea posible. Cierro los ojos,
dejando que la brisa azote mi cara y eleve mi cabello en ondas.
Pienso en la comprensin ms valiosa que tengo en este momento:
entend que durante mucho tiempo fui mi propia crcel, presa del
miedo Sin saberlo, yo misma era tambin mi llave a la salida.
46
47
Esguerra
SALENTO
Tengo trece aos, que significan

universos en mi mente y memorias
que deseo compartir.
No me extraa que est dedicando
este cuento a mi mam y a mi
abuelo, Jos Ramrez, poeta y
compositor de msica colombiana,
ya que sin ellos no tendra esa vena
artstica que me llev a Cartagena.
Tambin lo dedico a mi colegio

y a mi profe, Doralba, porque sin
su acompaamiento no hubiese
podido concursar.
Grado sptimo
Gimnasio Ingls,
Salento, Quindo
49
Esguerra
Si quieres encontrar en el origen de cualquier

problema, busca en el lucro y la codicia.
SRI RAMAKRISNA
l blazer yaca en lo profundo del charco, hasta el punto que

las letras de la marca Prada no se podan leer. Estaba completamente humedecido y sucio. De las mangas se desprenda el olor
al vino que haba bebido temprano esa tarde. Su pantaln oscuro
haba costado el sueldo de tres de sus empleados y una minscula
parte del ingreso generado por el inters de sus mltiples acciones.
Su cuerpo estaba completamente destrozado: una pierna doblada
hasta la rodilla y en la otra, la carne en jirones, rasgada tanto en
el muslo como en la pantorrilla. En su mueca izquierda tena un
Rolex baado en oro y en sus extremos colgaban dos finas tiras de
cuero Italiano que servan de pulsera. Su corbata azul, con rayas
horizontales de un tono ms claro, le apretaba el cuello casi hasta
ahogarlo, dejndole una marca roja. Su camisa de tono pastel, junto con su correa de cuero, fueron utilizadas como gasa y torniquete
para parar el sangrado. Su fina billetera Louis Vuitton, que le haba
servido para adquirir tantas riquezas, no le sirvi para comprar el
lujo que es la vida.
Y all estaba su cuerpo sin vida, tirado cerca de la entrada del
banco, en un profuso ro de sangre. Una lluvia pertinaz trataba
50
de limpiar sus pecados. Su vida, llena de opulencia y comodidades, haba sido una distraccin alimentada por el deseo de poder
y dinero, avaricia y ambicin. Su nombre era Albeiro Esguerra
Oviedo, como deca en la respetada y temida placa en la puerta
de su oficina.
En la esquina izquierda de su escritorio, detrs del computador,
haba datos y nombres de informantes y aliados de sus andanzas
secretas. Archivos en estantes muy organizados contenan material
preciado, desde nombres de personas que incurran en lavado de
activos, en los que se poda o no confiar, hasta la lista de los no
deseados, la lista negra o la lista para las desapariciones sistemticas. Era uno de los congresistas ms poderoso y corrupto de todo
el pas.
Era hijo de un tahr que en las noches, bajo una luz mortecina,
jugaba a las cartas, batindose a duelo con sus contrincantes, esbirros de los peces gordos, y a los que siempre les ganaba mediante
triquiuelas. En las madrugadas volva a su apartamento, borracho
y con gruesos billetes arrugados en los bolsillos del pantaln. Esto
se repeta una y otra vez. Su infancia, llena de perturbaciones y
altibajos, sera el detonante de su vida y de las decisiones que a
futuro tomara.
Estaba dotado de una gran capacidad para calcular, organizar
y manipular, en otras palabras, era un magnfico estratega en las
artes maquiavlicas del engao.
Empez como estafeta de un magistrado reconocido, quien ms
tarde sera su mentor. Le ense todo lo que saba: las leyes, los
delitos y sus consecuencias. Los pormenores de la corrupcin, que
aprendi al dedillo, sobre todo para satisfacer sus intereses.
Sus orientaciones ideolgicas lo convirtieron en protagonista
de las noticias, que lo tenan como una persona con gran visin,
51
honestidad y un indomable espritu altruista, como deca su tutor,

una de las personas responsables de su gran salto hacia las contiendas polticas, el reconocimiento del pueblo y el odio de sus
contendores.
No fue una sorpresa que Esguerra obtuviese una silla en el Congreso, con ms del treinta por ciento de los votos; sin lugar a dudas
era el favorito. No obstante, para asegurar su victoria, sac un rollo
de billetes en las mesas de votacin y se pase por los diferentes
sectores de la ciudad para que la balanza se inclinara a su favor.
El primer da en la oficina, ya como hombre pblico, fue de
completa laxitud. Tratando de borrar el pasado, record cmo
acostumbraba a pasearse por aquel pasillo con carpetas, notas,
cartas, papeles llenos de mensajes, oficios, memos, peticiones, reformas y decisiones que deba repartir por todo el edificio y vivir
las desgastantes jornadas.
Con su traje de marca y mirada insondable observ a su alrededor y sacudi la cabeza. Tena motivos para estar satisfecho, pues
ahora sera l quien dirigira el rumbo de las cosas y en sus manos
estaran el poder y la facultad de trazar el destino de sus ambiciones.
Esta condicin desvergonzada le brindara buena parte de su
xito, un xito que sedujo y arrastr durante muchos aos a la mayor parte de la gente que lo conoca. Era el maestro de la ruindad
poltica.
En sus toldas se conoca a quien sera el ejecutor intelectual de
su destino final. Fue en un encuentro casual con Cesar Len Gonzlez, senador de ideas conservadoras, amaadas y de una personalidad introvertida y enigmtica. Lo atrajo, claro que s!, y a
medida que pasaba ms y ms tiempo con l, iban aflorando sus
habilidades para el engao y la manipulacin.
52
Durante mucho tiempo coma de las ganancias perdidas de los

dems, compraba atuendos con el sudor y la sangre de las personas y festejaba sobre las lgrimas que derramaban los familiares de
las molestias. Todo esto lo hizo con el fin de obtener poder. Pisote a cualquiera que se interpusiera en su camino, alimentando
su ego, su avaricia y su ambicin.
Se introdujo en el bajo mundo, conoci a los peces gordos e
hizo negocios con ellos, asfixiado por las ganas de poder y dinero.
Se hizo un nombre y cre un imperio. Aunque todo esto fuese
como tocar la gloria, poco a poco, pieza por pieza, bloque por bloque, su imperio fue cayendo. Deba dinero, no poda seguir a flote,
estaba vendiendo sus propiedades, sus acciones Y cuando se
dio cuenta de lo que haba hecho, la culpa lo ahog, lo consumi.
Era muy tarde para dar vuelta atrs. Sus aliados se convirtieron en
enemigos y fueron su perdicin. El senador Len Gonzlez decidi
eliminarlo de su lista.
Una noche, despus de discutir sobre temas polticos, deleitar
sus paladares en el restaurante Arcadiana y tomar unas copas de
vino tinto un delicioso Barolo, cosecha del 86 en el Hotel
Ikeima fue atacado a la entrada del banco al cual se diriga para
recoger dinero e irse a la maana siguiente. Su exterminador fue
un lacayo de su amigo.
As termin la vida de Albeiro Esguerra Oviedo, quien fue deslumbrado, consumido y eliminado por su propio mundo.
53
A travs de
la ventana
MEDELLN
A lo largo de mi vida he
encontrado las cosas que me
hacen feliz: la msica, el ftbol y la
literatura. Siempre he deseado un
mundo mejor, donde las historias,
por ms tristes que sean, tengan
un buen final; este mundo lo creo a
travs de la literatura.
han sacado una sonrisa, y tambin

a las que me han hecho llorar,
porque cada experiencia me hace
ms fuerte.
Dedico este cuento a todas las

personas que han sido parte de mi
vida, que me han apoyado, que me
Grado quinto
Colegio San Jos de la Salle,
Medelln, Antioquia
55
ace muchos aos Marta me adopt, me cont que me haba encontrado en la calle, llorando dentro de una sucia caja de
cartn. Al verme, decidi que yo iba a ser el hijo que ella jams
pudo tener; decidi que mi nombre sera Daniel y me llev a su
casa. Era un sitio pequeo, de un piso, en un barrio pobre, pero
supongo que no pude haber vivido mejor.
Hace unos meses cumpl doce, ya tengo suficiente edad para
empezar a trabajar, ganar dinero y darnos una mejor vida a Marta
y a m.
Jorge es un buen hombre; fue amigo de Marta desde su juventud. Trabaja en obras, arregla jardines y reparara techos. l fue
quien me ofreci trabajo.
A diario salimos a trabajar en distintas casas. El ltimo trabajo
que tuvimos fue en Cabo Verde. Convertimos un pastizal en un
hermoso jardn. All conoc a Celeste, una bella nia que me dej
sin aliento. Sus ojos azules me encantan y su cabello rubio me
atrapa y me enamora.
Cuando llegamos a Cabo Verde me qued atnito al ver la majestuosidad de la casa. Entramos y nos dispusimos a trabajar. Primero, Jorge pod el csped y luego yo comenc a hacer el hoyo
donde bamos a instalar la fuente de centro. Cuando termin mi
56
tarea me sent en una pila de adoquines con los que Jorge estaba
haciendo un sendero. Entonces la vi. Estaba en su cuarto, sentada
en su silla de ruedas, llorando desconsoladamente; fui a su encuentro para tratar de calmar su llanto. Golpe en la ventana para
que me abriera. Subi la cabeza y pude ver su hermoso rostro,
sus mejillas con incontables pecas por las que corran cataratas de
lgrimas que salan de sus ojos azules. Al igual que yo, ella se qued mirndome. Seguramente observaba la cicatriz que atraviesa
mi ojo izquierdo. Me abri la ventana y, luego de unos minutos,
me present. Le cont que esa cicatriz me la haba hecho jugando
ftbol en el barrio. Ella me dijo que haba tenido un accidente de
trnsito y por eso estaba en silla de ruedas. Tambin me dijo que
le encantaba el ftbol y que sola jugarlo con sus amigos cuando
poda caminar.
Me desped porque deba seguir trabajando.
Cuando bamos de regreso al barrio, fui a despedirme de Celeste, pero no la encontr. Tuve que esperarla porque no quera irme
sin decirle adis. Me asom por la ventana que daba a su cuarto, la
vi y golpe en el vidrio. Ella abri y me pude despedir.
Fue en la camioneta donde me acord que no le pregunte por
qu lloraba.
Al da siguiente, al llegar a Cabo Verde, me asom a la ventana
de su cuarto y le pregunt. Me sorprendi su respuesta. Me dijo
que ya no importaba, que ahora estaba feliz. Conversamos un rato,
nos remos, tenamos tanto en comn. Finalmente me fui a trabajar y fue raro porque no dejaba de pensar en ella.
As pasaron muchos das. Iba y la saludaba, conversbamos un rato,
me despeda y volva a trabajar. Nos hicimos muy buenos amigos.
El da que Jorge llev la fuente para instalarla decid proponerle que fuera mi novia. Fui a la ventana, la esper unos minutos.
J U A N I T A PA R R A A C O S T A
57
Cuando lleg, me organic el pelo con los dedos y le pregunt:

Quieres ser mi novia?. Hubo un silencio incmodo, pareca
que le haba desagradado por completo mi propuesta, pero luego
me dijo con una sonrisa que s. Estbamos muy felices y nos prometimos amor por siempre. Nos dimos un beso, un beso puro y
hermoso, como ella. La verdad, no s por qu nos hicimos novios
si yo iba a terminar algn da el jardn y jams volvera a verla. Fue
exactamente lo que pas.
Un da sal a jugar ftbol con mis amigos, pero en eso lleg Diego, un joven de unos diecisis aos, a quitarnos del lugar donde
estbamos jugando, solo porque all quera jugar su pandilla. Me
le enfrent, me dio un puo en el pecho y yo le respond con una
patada y sal corriendo por los techos de las casas, con la pandilla persiguindome para volverme papilla. Por andar corriendo
como un loco no me percat de una tabla que estaba rota, la pis y
ca desde el techo de una casa. La pandilla aprovech para darme
la paliza de mi vida y me dejaron ah, en el piso, retorcindome de
dolor. Me dolan las costillas. Cuando me pude levantar, comenc a caminar para llegar a casa y acostarme un rato, pero no tuve
suerte, cuando mir a mi lado derecho solo puede ver el camin
encima de m. Despus de eso no recuerdo nada, solo el hospital.
El mdico dijo que deba amputarme las piernas. Llor desconsoladamente y me acord de Celeste en su silla de ruedas. Me durmieron, cuando despert no tena piernas. Tuve que ir a terapias
para acostumbrarme a las prtesis y, vaya sorpresa, me encontr
nuevamente all con Celeste.
Y aqu estoy, con mis prtesis en las piernas, enamorado profundamente de Celeste. Espero nunca olvidar cuando la conoc a
travs de la ventana.
58
J U A N I T A PA R R A A C O S T A
59
Faustino
Castillo
DIEGO ARMANDO VEL ASCO
JAMUND
Este cuento lo dedico a mi madre

y a mi abuelo, quienes me cuentan
hermosas historias que me inspiran
la escritura. A mi profesor, Juan
Carlos Bainas, quien con su carisma
y motivacin constante me ense
que los sueos hay que buscarlos
con esfuerzo y dedicacin.
Tambin a todos mis compaeros

de la escuela, por su grandiosa
compaa.
Grado quinto
Institucin Educativa Alfredo
Bonilla Montao,
Jamund, Valle del Cauca
61
Faustino Castillo
DIEGO ARMANDO VEL ASCO
l nieto de Diosa, Faustino Castillo, sali de su casa esa noche, muy pintoso y muy majo, su gorra de lado, camiseta estampada, pantalones cados y sus botas de moda. Muchacho no salgas!, le grita la abuela, pero l la mira de lado y nada, palante se
va. Trep a su moto, motores prendi, aceler a fondo y el polvero
dej. En el camino, a Alejo encontr, y le dijo: Viejo Tino, el parche es donde Mafer, la Negra, tambin van a estar Dany, Elvira y
la bella de Sara. Faustino, como todo joven, le dijo: Hgale pues,
de una, nos vamos pall.
De esta manera, el Tino y Alejo buscaron viche, tumbacatre y
ron. A sus buenas pintas le sumaron ceds. Al llegar a casa de Mafer, el Tino la gorra se arregl, dio varios golpes. Quin es?, preguntaron. Nosotros, vieja Mafer, que venimos a poner el sabor.
Una vez adentro se form la rumba ms brava. Salsa, choque, bachata, merengue y hasta un poco de son. Y fue as como bailaron
a ms no poder.
Mi amigo el de gafas, dijo el Tino, ya siente calor, psenle
un trago de viche, hganme el favor, y despus de unas horas
de rumba y sabor, pidi un espacio y la guitarra de Mafer puso a
sonar. Los asistentes cantaron y cantaron, pedan y pedan hasta
62
que el repertorio se agot, y entonces no qued de otra, aunque

bastante entonados, que pa su casa coger.
El Tino, algo prendo y cansado de cantar y bailar, a su amigo
Alejo a su casa arrim. Y cuando l a su casa se diriga, recorriendo
la fra carretera de aquella vereda, fue sorprendido en una curva
por el tronco de un rbol colocado en la mitad de la va, que a un
alambrado con moto y todo lo mand a templar.
Ya en el suelo, como salidos de la nada, vio cmo un grupo de
hombres con armas de alto poder lo rodearon en medio de la oscuridad, y en un gesto absurdo, sus nervios lo hicieron reaccionar de
manera violenta, hasta escuchar el eco de armas sonar y en la fra
y oscura madrugada de aquel fin de semana, aquellos hombres se
perdieron nuevamente en la oscuridad, y el cuerpo del Tino, a un
lado de la carretera, tendido qued.
Ah, y la abuelita, solita qued.
DIEGO ARMANDO VELASCO
63
Lluvia de ranas
en Puerto Azul
SAHAGN
Llegu al concurso gracias a mi

profesora de Castellano, quien
seleccion a los mejores de la
clase para participar. Cuando me
enter de que era finalista me
sent como en un mundial de
felicidad. Me gusta leer cuentos,
especialmente los que tengan
algo de comedia. Los autores
que ms me han influenciado
son Gabo y Santiago Jimnez

Trespalacios. Tambin me gusta
la msica.
Grado sexto
Institucin Educativa
La Carrasquilla,
Sahagn, Crdoba
65
Lluvia de ranas en Puerto Azul

uerto Azul es un pueblito ubicado en la costa Atlntica de

Colombia. Siempre ha sufrido por la sequa y por fuertes olas de
calor. Nadie ha encontrado solucin a estos problemas, ya que es
un pueblo muy apartado donde no hay ros, quebradas ni aguas
subterrneas.
Un da, ante esta situacin, la Madre Naturaleza decidi ayudar
a los habitantes de Puerto Azul, y para eso envi a la nube Juana
para que regara con su lluvia al pueblo.
Juana era una nube joven e inexperta. Le pregunt a otras nubes
cmo producir lluvia, pero estas estaban muy ocupadas y sugirieron pedirle ayuda al sol. Juana le dijo al sol que la Madre Naturaleza le haba dado la misin de llevar lluvia a un pueblo, pero que
ella no saba cmo hacerlo. Ante esta situacin, el sol se emocion
mucho por poder ayudar a la nube Juana en su primera misin.
El sol le indic que deba quedarse sobre el lago mientras l calentaba, pero tanta era su emocin por ayudar a Juana, que no solo
evapor el agua sino que tambin arrastr a las ranas y los renacuajos que estaban all. Juana, sin saberlo, no solo qued cargada de
agua, sino tambin de ranas y renacuajos.
Juana estaba feliz y se traslad hasta Puerto Azul. Al llegar pudo
ver la alegra que despert entre sus habitantes. Los nios, con sus
66
caritas sucias, levantaban los brazos al cielo esperando la lluvia.

Los campesinos lanzaban gritos de jbilo porque por fin sus cultivos seran regados.
Ese da no hubo clases en la escuela. Era tanta la felicidad entre
profesores y alumnos que suspendieron la jornada escolar.
El alcalde declar da cvico a partir de ese momento para que
ningn habitante de Puerto Azul se perdiera este gran evento y
para que de paso se baaran, almacenaran toda el agua posible y
asearan a sus mascotas. La nube Juana, desde lo alto, empez a
soltar las gotas, pero junto con las gotas de agua empezaron a caer
las ranas y los renacuajos. Los nios gritaban asustados, con renacuajos en sus cabezas; las ranas caan por todos lados y en abundancia, tanto que a doa Cleotilde, que sala de la iglesia, termin
con su paraguas hecho trizas por el peso de tantas ranas.
Fue tal el impacto que caus este suceso que la Madre Naturaleza, al enterarse, le llam la atencin a Juana y le orden corregir
su error.
Ante lo sucedido en Puerto Azul, la prensa no se hizo esperar
y el hecho se convirti en noticia internacional. Tan lejos lleg la
noticia que un comerciante francs, propietario de una cadena de
restaurantes en la que el plato principal eran ancas de rana, decidi viajar hasta Puerto Azul para comprar todas las ranas y los
renacuajos, ya que en Europa estaban muy escasos.
El alcalde, como mxima autoridad, fue el encargado de hacer
el negocio con el francs. Se recolectaron veinte camiones de ranas y renacuajos y con el dinero recibido se construy el primer
acueducto de Puerto Azul, pero no sirvi de nada por falta del
preciado lquido.
Juana aprovech entonces para enmendar su error, as que otra
vez le pidi ayuda al sol, advirtindole que no se emocionara tanS T E F FA N Y S E N Z A R C I A
67
to. Nuevamente se produjo la evaporizacin en el gran lago y la

nube, muy cargada de agua, se traslad otra vez hasta Puerto Azul.
La gente estaba muy temerosa de que volvieran a llover ranas, caimanes o babillas
Despus de haberse cerciorado de que solo caa lluvia, los nios, los campesinos y los dems habitantes salieron a recibir la
bendicin del agua. Juana haba llevado tanta agua que los tanques
que se haban dispuesto para almacenar se llenaron hasta rebosar.
Los cultivos fueron regados en su totalidad, por lo que los campesinos saltaban y bailaban de felicidad.
Ante el buen trabajo realizado por Juana, la Madre Naturaleza
la felicit y le encomend llevar agua lluvia hasta Puerto Azul cada
vez que fuera necesario.
El sol, por su parte, reconoci que no solo fue culpa de Juana
que llovieran ranas en el pueblo, por lo que emiti un rayo de luz
que atraves las gotas de agua al caer, formando un hermoso arco
iris que fue apreciado y aplaudido por los nios.
Desde entonces, Puerto Azul dej de ser un pueblo sin agua,
ya que contaba con una nube propia a la que esperaban nios y
campesinos, sabiendo que al finalizar la lluvia tambin disfrutaran
de un espectacular arco iris.
68
69
Ni de pelo
largo, ni de
pelo corto
E I N E R J H O A N C A B R E R A S A N TA C R U Z
PUERTO GUZMN
A mis paps, que me han

acompaado en cada paso.
Grado sptimo
Instituto Amaznico
de Puerto Guzmn,
Puerto Guzmn, Putumayo
71
Ni de pelo largo, ni de pelo corto

amila se sienta delante de m en la fila del centro del saln.

Es una nia como casi todas las de sptimo, flaca y de pelo largo.
Me parece bonita, aunque se levante del puesto y grite por todo.
Cuando los gritos de Camila se juntan con los chillidos de los pjaros que tienen un nido en el techo, justo encima de mi puesto, quisiera salir corriendo. Me retuerzo en mi pupitre, pero me aguanto.
Lo que ya no resisto es que ella piense que me gusta su pelo y
que en pleno dictado se lo eche para atrs, tapando todo mi cuaderno, o que me agarre desprevenido y gire de repente, golpeando
con l mi cara. Entonces me da calor de la rabia y me pongo rojo.
Ella no se da cuenta, o se hace la tonta
Como se hacen los tontos esos pichones que ya nacieron y me
dejan todas las maanas su regalo sobre mi silla, con un tino! Mis
cuadernos de cien ahora van quedando de cincuenta, porque arranco dos o tres hojas para limpiar mi pupitre todos los das. Llevo una
semana explicndole a cada profesor, en cada cambio de hora, que
no puedo ubicarme con mi pupitre en la fila, por lo de los pjaros,
y dicindoles a los tres compaeros que se turnan en el aseo que no
dejen mi silla debajo del nido. Nadie quiere escucharme y menos la
directora de grado, la profe de Ingls, que adems es mi mam. Me
dijo que nos cambiara de puesto al terminar el periodo.
72
Termin el primer periodo y nos cambiaron de lugar. Los malos

adelante. Ahora estoy atrs, al lado de la ventana, y delante de m
se sienta Maryuri. Es alta, bonita, callada, muy inteligente y, lo mejor tiene el cabello corto! Algunas veces me atraso porque me
quedo mirndola y se me olvida copiar, entonces mi amigo Greidy
me empuja y me pongo pilas de nuevo. Con l le mand saludes
y ella me contest que lo mismo. Con mi celular le tomo fotos a
escondidas y no se las muestro a nadie. De la tienda de mi pap
saco todos los das, disimuladamente, dos bombones, uno para m
y otro para ella.
Hoy es viernes, termina el segundo periodo y nos vamos de
vacaciones de mitad de ao. Todos estn divirtindose en el patio
y mi mam nos pidi a Greidy y a m que reuniramos a los compaeros en el saln para repartir la torta. Solo faltaba Maryuri. La
busqu hasta encontrarla en un rincn, al lado del laboratorio,
chupando pia con Villanueva!
Cuando le cont a mi mam, que sabe de sapologa, habl
conmigo y luego de la chchara me consol dicindome que besarse dentro del colegio es una falta que est en el Manual de Convivencia y baja la nota de comportamiento. Maryuri me gan por
cinco dcimas el primer puesto en el periodo pasado, me toca contentarme ahora con bajrselo. No puedo hacer nada ms porque
Villanueva me lleva dos aos y, adems, vale por dos porque estudia con su mellizo en grado dcimo. Seran dos contra uno!
Luego de las vacaciones nos cambiarn de nuevo de puesto,
que conste que no tengo nada en contra de los pjaros ni de las
nias bueno, si me dieran a escoger, me quedo con los pjaros.
Si mi mam sigue con el cuento de que en las filas debe ir una nia
y detrs un nio pienso hablar con el seor coordinador para que
ubiquen delante de m a un nio. No quiero saber nada de nias,
ni de pelo largo, ni de pelo corto.
73
Un largo
camino a casa
J U A N PA B L O R O S E R O B R I C E O
B O G O T
Todo comenz como una tarea de

mi colegio, pero nunca imagin
que mis ideas podran llegar tan
lejos. Doy gracias a mis padres,
Pablo y Mery, y a mi hermanito
Samuel, quienes me acompaaron
siempre y me animaron a escribir
este cuento. Un largo camino a
casa naci en una tarde lluviosa
mientras contemplaba el cielo
encapotado de Bogot; siempre
he querido conocer la nieve y
as me inspir, lo dems se fue
materializando en mi mente hasta
lograr mi primer cuento. Sin duda,

mi mejor experiencia, ahora que
encontr en la literatura la manera
de darle vida a mis ideas. Gracias
a todos por leer mi cuento, espero
que lo disfruten como yo lo hago
cada vez que lo leo.
Grado quinto
Colegio Hogar de Nazareth,
Bogot
75

l da era muy claro y sin nubes. Era una maana de marzo,

el fin del invierno estaba cerca. En una granja en el norte de los Estados Unidos, Tommy Smith se senta feliz porque haba concluido
temprano su labor.
La nevada termin anoche, le coment a su esposa mientras
almorzaban. Despus de que acabaron, l mir por la ventana de la
cocina y dio gracias a Dios porque el invierno conclua.
Sin embargo, en el cielo se observaba una gran nube negra que
se mova suavemente e iba cubriendo con rapidez los rayos del
sol. Esta inmensa nube, sin forma, pareca un monstruo, de esos
que aparecen en los sueos. Rpidamente Tommy le pidi a su
esposa que organizara todo lo necesario, pues se aproximaba una
tormenta. Saldr a recoger a los nios al colegio, sinceramente no
me gusta como luce el cielo.
Se puso el abrigo y de inmediato sali para la escuela, que estaba a tres kilmetros de all. Mont uno de sus mejores caballos.
En ese momento la inmensa nube ya haba cubierto por completo
el cielo.
Una gran ola de nieve y viento azot a Tommy y a su caballo.
La nieve toc su cara y rpidamente hizo casi invisible el camino,
pero l continu lo ms rpido que pudo.
76
En la escuela, alumnos y profesor haban notado que se aproximaba la tormenta, pero este ltimo intentaba mantener a los
muchachos distrados en sus tareas. Aunque muchos de ellos tenan sus caballos y sus trineos en la escuela, tenan por norma que
mientras hubiese tormenta no podan salir del colegio hasta tanto
sus padres no los recogieran.
Los hijos de Tommy, Sarah, de quince aos; Nicole, de once y
Tommy Jr., de ocho, vieron cuando su padre entr a la escuela.
Sarah pens que desafortunadamente nadie crea que ellos fueran
capaces de ir solos en trineo a su casa. Su padre sonri y les dijo:
Pnganse rpidamente sus abrigos. Sarah, ayuda a tu hermana a
alistarse para salir.
Sarah tom a su hermana de la mano y la llev hasta el trineo.
Alistaron la carpa para el viaje, para protegerse de la fuerte tormenta. Tommy puso a los dos nios pequeos en el piso del trineo y
los cubri muy bien con unos abrigos de piel.
Sarah se sent en el trineo mientras su padre amarraba el caballo. Sarah!, grit su padre, qudate aqu mientras localizo
el camino que nos llevar de vuelta a casa. El caballo estaba listo
para viajar. Sarah saba que era un animal muy obediente y fcil
de llevar. De repente, un fuerte ruido los sorprendi y el caballo,
asustado, sali del colegio en la direccin equivocada. Sin embargo, Sarah pudo notarlo. Ella les dijo a sus hermanos que no se
asustaran: Llegaremos a casa primero que pap, estoy segura de
que el caballo conoce el camino.
Intent controlar al animal, pero no lo logr, hasta que finalmente el caballo se detuvo. Nicole pregunt: Ya estamos en casa?
Pap lleg antes que nosotros?. Sarah se baj del trineo y trat
de ver dnde se encontraban, pero la fuerte tormenta y la densa
nieve no se lo permitan. Todo a su alrededor estaba recubierto de
una nieve blanqusima, era imposible caminar.
77
El caballo inici nuevamente su marcha. Le costaba mucho trabajo andar entre esa densa nieve, halando el trineo. Sarah difcilmente poda ver hacia el frente, los lados o hacia atrs. Mientras
el caballo caminaba con dificultad sucedi algo terrible, la nieve
haba cubierto un pozo de agua y el caballo cay en l. La nia
hizo todo lo posible por ayudarlo a salir.
En el intento, la ropa de Sarah termin totalmente mojada. Pens que la nica solucin era encontrar un lugar en el cual permanecer mientras cesaba la tormenta. Nicole sali del trineo a ver qu
estaba haciendo su hermana. Entre las dos trataron de romper el
hielo que se haba formado sobre la cabeza del caballo. Intentaron
de muchas maneras buscar el camino a casa, pero era una tarea
imposible debido a la nevada.
Finalmente no lograron hallar la forma de ubicarse y volvieron
al trineo donde estaba su hermano. El caballo consigui salir y
hal fuertemente el trineo, pero un objeto impeda que se moviera.
Al golpear el trineo, los nios fueron sacudidos y la carpa se sali, haciendo que Sarah y Nicole cayeran. Se levantaron y trataron
nuevamente de mover el trineo, pero era muy pesado para ellas.
Lo nico que podan hacer era permanecer all hasta que alguien
las buscara y las rescatara.
Ya haba cado la tarde. Sin poder ver el sol, en la oscuridad,
Sarah pensaba que, por ser la hermana mayor, debera hacer algo
para salvar a sus hermanos. Cariosamente acarici la cara de Nicole y le dijo: No te preocupes, pronto vendrn a ayudarnos.
Con la carpa logr hacer una tienda en la que entraron los tres
hermanos y se cubrieron con los abrigos de piel y con todo lo que
estaba al alcance. En medio de la oscuridad, Sarah hizo unos colchones con algunas carpas y todos se acostaron y se abrazaron para
mantenerse calientes.
78
Sin embargo, no haba forma de impedir que el fro penetrara

en la carpa. El fuerte viento la sacuda y la nieve lograba entrar.
Sarah trat de tapar a sus hermanos con el abrigo, pero el hielo
continuaba entrando. Cuidadosamente los abraz de nuevo para
darles calor. De repente, un fuerte viento se llev la carpa y quedaron totalmente descubiertos. La nieve caa con mucha fuerza y
solo se podan observar tres figuras humanas esperando a que los
ayudaran, mientras la furia de la naturaleza los segua azotando.
Algo le deca a Sarah que deba pensar rpidamente y ver qu
iba a hacer. Decidi que lo mejor era permanecer en movimiento
para evitar congelarse y morir. No cierren los ojos, muevan las
piernas y los brazos, oremos a Dios para que nos ayude. Les prometo que esto pronto pasar, dijo a sus hermanos.
Entre tanto, su padre los buscaba con ayuda de varios amigos.
l saba que por la fuerza de la tormenta y en la oscuridad era imposible hallarlos.
Veinticinco horas despus de que salieron de la escuela, unos
amigos de Tommy encontraron las huellas del caballo. Al llegar a la
ltima, vieron el cuerpo rgido de una nia que permaneca boca
abajo, abrazando a sus hermanos, protegindolos de la nieve para
salvarlos. Sarah haba entregado su vida por sus hermanos y les
haba hecho prometer que saldran vivos para que su muerte no
fuera en vano.
79
Zara, la
zanahoriactriz
L AU R A B E R E N A RO B L E S MA R T N E Z
MEDELLN
Me gusta leer, escribir, dibujar,

coser a mano y a mquina, tejer y
tocar la guitarra. Mi sueo es ser
algn da una talentosa diseadora
de modas.
Este cuento se lo dedico
principalmente a Dios, y a todos
aquellos que tienen un sueo, pero
que no saben cmo cumplirlo o
no se sienten capaces de hacerlo;
por ello me identifico con estas
profundas frases:
Nunca desistas de un sueo.

Solo trata de ver las seales
que te lleven a l.
Paulo Coelho
Si sueas con alcanzar las estrellas,

cuando menos obtendrs la luna.
Brian Littrell
Grado sptimo
Gimnasio Cantabria,
Medelln, Antioquia
81
L AU R A B E R E N A RO B L E S MA R T N E Z
uy lejos de aqu, en una isla llamada Bocados, viva Zara,

una zanahoria que anhelaba ser actriz, pero sus padres pensaban
que era una completa prdida de tiempo porque queran que fuera
enferfruta, juezanahoria o abogabrocoli como sus hermanos; sin
embargo, ella no les prestaba atencin y siempre que haba una
obra en el comilegio era la protagonista, la antagonista y la extra, se
aprenda todo el libreto y enseaba a los almuerzolumnos a actuar.
En definitiva, era una muy talentosa zanahoriactriz.
Una tarde su maestromate de teatro fue a su casa y habl con
sus padres acerca del talento de Zara, pero solo empeor las cosas. Sus padres la inscribieron en un pizzainternado del pueblo
Fastfood, donde solo enseaban profesiones importantes. Ella
estaba muy triste porque ya no sera actriz. Tres das despus, Zara
escribi una obra de teatro y se la ense a los dueos del pizzainternado, quienes aceptaron producirla. El da del estreno se dieron
cuenta del talento de Zara, la sacaron del pizzainternado y la inscribieron en la Real Academia de Acfrutacin, en donde demostr
ser la mejor.
82
Al terminar la escuela se convirti en la ms famosa zanahoriactriz de la isla. Todos la queran contratar para pelculas y programas. Zara haba logrado cumplir su sueo y, como no fue fcil,
decidi viajar por el mundo actuando y dndole esperanza a todos
los cominios, ensendoles que todos los sueos se pueden lograr si se trabaja con constancia, venciendo los obstculos.
L A U R A B E R E N A R O B L E S M A RT N E Z
83
RIONEGRO
F R A N C Y J U L I E T S E R N A A L Z AT E
Amor ilegal
103
BARRANCABERMEJA
D AYA N N A F E R N A N D A P I E R O S M O N T O YA
24 horas
97
C AT E G O R A
B O G O T
JULIN FRANCISCO
GONZLEZ ACUA
El psiquiatra
87
MONTELBANO
DELIA ISABEL MONTIEL RODRGUEZ
Amor en silencio
91
E S T U D I A N T E S D E O C TAV O H A S TA N D E C I M O G R A D O
VA L L E D U PA R
S H A K N M A Z AYA
M O R E N O FA J A R D O
ENVIGADO
ELIZABETH MARN

121
CASTELLANOS
Cincuenta
115
B O G O T
M A R A J O S P L ATA F L R E Z
Sonidos que no desean

ser escuchados
141
BUCARAMANGA
RUBN FELIPE
RIVERA OTERO
135
MEDELLN
MANUELA HERRERA ARANGO
Alas de papel
109
B O G O T
K E L LY J O H A N A
MNDEZ CARRANZA
127
El psiquiatra
JULIN FR ANCISCO GONZ LEZ ACUA

B O G O T
A mi pap, que crey en el cuento

y que cree en m.
A los ojos del que me lee, no soy
nadie. En la medida de lo posible
quiero que esto contine as.
Grado noveno
Instituto Alberto Merani,
Bogot
87
El psiquiatra
JULIN FR ANCISCO GONZ LEZ ACUA
espiertas. Es otro da de arduo trabajo en el hospital psiquitrico. Te ests hospedando en una humilde habitacin, una
exactamente igual a la de los internos. Tienes que ir de consulta
en consulta, de terapia en terapia, recorriendo los mismos pasillos
una y otra vez. Las blancas paredes, las lmpidas baldosas, el olor
a desinfectante y los gritos de los pacientes son tu pan de cada
da. Al fin de cuentas, eres un psiquiatra. Frecuentemente te encuentras absorto en la monotona de tu oficio y pasas largas horas
pretendiendo que escuchas a todos tus pacientes, a pesar de que
realmente andas obnubilado, anonadado; sientes que ya no aguantas ms y entonces, exhausto, vuelves a tu habitacin.
Es de noche y no puedes conciliar el sueo. Las patologas de
todos los pacientes que visitas a diario son tan familiares que de
vez en cuando te sientes en el lugar de ellos y aunque te esfuerzas
por creer que nada de lo que haces repercute de manera directa en
tu salud mental, muy en el fondo sabes que algo se est adueando
de ti. Es de madrugada y pasan apenas unos segundos antes de que
te levantes agobiado por el insomnio y abras la puerta de tu habitacin para avanzar determinante y a la vez sigiloso. Ahora caminas
cabizbajo, susurrando una que otra palabra, y entonces te tropiezas con el filo de una puerta. Bramas de dolor. De inmediato, todos
88
los guardias prenden sus linternas y te alumbran directamente en

la cara con cierta displicencia, ms bien con lstima. Te tapas los
ojos para que no te encandile la penetrante luz que apunta a tu
rostro y caes al suelo fulminado, como si hubieras usado toda la
fuerza que posees en esa caminata nocturna.
Despiertas. Piensas continuar con tu rutina diaria, revisas en tu
mente el itinerario y te dispones a dirigirte a la habitacin de otro
paciente. De repente, sientes un dolor punzante en tu tobillo y al
agacharte notas unos vendajes en casi todo tu pie derecho. Con
dificultad te enderezas, miras a tu alrededor y te das cuenta de
que no ests en tu habitacin. Paulatinamente empiezas a recordar
las desventuras de la noche anterior. En ese momento un hombre
formal, de bata blanca, con gafas y fonendoscopio entra a la habitacin y se sienta en la silla que se encuentra adyacente a tu cama.
Te mira de reojo y agarra una libreta de un bolsillo de su bata y
comienza a dictar la condena de tu perdicin: He sido informado
que el paciente nmero 4284 fue encontrado merodeando las instalaciones a las 3: 25 a. m.. Se te hiela la sangre y sientes cmo tu
corazn empieza a bombear descontrolado. El hombre te vuelve a
mirar y reconoces en su bata una identificacin: Dr. Hans Enziel.
Tambin me comentaron que el paciente 4284 sufre de trastornos
de personalidad y que normalmente frecuenta a los otros internos
para preguntarles cosas, como si se tratara de un psiquiatra, prosigue y, finalmente, se te acerca y te pregunta: Acaso cree usted
que es un psiquiatra?. Te limitas a permanecer callado, conforme
el hombre se levanta y se marcha, y casi sin pensarlo coges la silla
en la que ese hombre se hallaba y la ubicas en el centro de la habitacin. Con las cortinas improvisas una soga, la amarras a un tubo
que est en el techo y, parado sobre el asiento, sumerges la cabeza
y susurras acongojado: Estoy loco.
JULIN FRANCISCO GONZLEZ ACUA
89
Amor en
silencio
MONTELBANO
Este triunfo se lo dedico

principalmente a mi padre,
Dagoberto Montiel, por ser un
incondicional y por darme las
oportunidades que ahora tengo;
a mi madre, Doris Rodrguez, por
apoyarme siempre y por alentarme
a seguir adelante, saciando mi sed
de lectura. Tambin se lo dedico
a mis hermanas Kelly, Bleidys y
Sofa por hacer que mi vida nunca
sea aburrida; a esta ltima, por ser
la persona en la que ms confo.
A toda la familia Montiel y, por

ltimo, a mi colegio, que me ha
hecho lo que soy y que ha forjado
mi carcter, adems de mi mente;
gracias especiales a la profesora
Carol Santana.
Grado dcimo
Fundacin Educativa
de Montelbano,
Montelbano, Crdoba
91
Amor en silencio
lla es como una brisa refrescante que te alegra el alma. Le

alegra el da a cualquiera. l es como una gota de agua, pura y cristalina. Hara feliz a cualquier mujer. Ella ha tenido que vivir lo que
probablemente no le ha tocado a nadie. A pesar de sus pocos aos
ha sufrido ms que cualquier persona que conozca y aun as sonre
todo el tiempo. Su presencia es tan reconfortante para m l es
la nica persona que me conoce completamente. Ella me permiti
entrar a su vida como nunca se lo haba permitido a nadie.
l lleg a mi vida y la ilumin con su sonrisa, con esos hermosos ojos azules que cautivan y enloquecen. Ella es tan fuerte,
deseara tener su fuerza, es una luchadora. Aunque en mi vida ha
habido pocas personas importantes, l verdaderamente se gan un
espacio en mi corazn. En realidad, no s cmo llegu a estar tan
perdidamente enamorado de ella. Estoy perdidamente enamorada
de l.
Y cmo olvidar el primer da que la vi. La chica que siempre
sonrea y que se la llevaba bien con la mayora del saln, aunque
siempre estaba sola. Cmo olvidar el da que lleg al saln el chi-
92
co nuevo que no conoca a nadie y que obviamente necesitaba

amigos. Ella fue la primera persona que me habl, con esos hermosos labios y su sonrisa brillante. Y, por supuesto, yo iba a ser la
primera en hablarle, aunque por un momento fue algo imposible,
sus ojos hipnotizaban. Quizs eso fue lo que me hizo enamorarme
de ella, ese bienvenido, seguido por un golpecito en el hombro
muy dulce, como ella. En realidad pens que nunca iba a salir de
mi boca el bienvenido que asegur algo entre nosotros. Ese golpecito me devolvi a la realidad, ya que me qued atontado con su
hermosa sonrisa. l solo me respondi con una dulce mirada y me
dijo: Hola. Solamente fui capaz de decirle: Hola, porque no
estaba seguro de sonar coherente si deca algo ms. Y ese simple
hola hizo que me enamorara de l.
Ahora estamos en un picnic, tres meses despus de conocernos,
y ella est acostada justo a mi lado. Me invit a un picnic y estamos acostados uno al lado del otro. Verla con los ojos cerrados es
genial, te genera una paz interior inigualable. Y aqu, con los ojos
cerrados, estoy pensando todo esto. Si supiera que pienso todo
esto de ella. Si l supiera lo que pienso. La brisa hace que su pelo
se mueva muy suavemente y el atardecer en el fondo es perfecto,
todos los das con ella son perfectos.
En realidad, en mi vida ninguna persona haba sido capaz de
generarme una felicidad tan grande como la que l me ha prodigado porque, a pesar de que no sabe a ciencia cierta lo que siento,
desde el primer momento me ha apoyado. Lograr que me mostrara lo que en realidad era su vida fue difcil, fue duro conseguir su
confianza. Cuando alguien ha sido daado por tantas personas en
la vida cree que todos vamos a hacerle dao, y eso pens ella de
m al principio. Al principio cre que l solo quera hacerme dao,
como lo han hecho todos los que han entrado en mi vida.
93
Al fin logr entrar en su vida, tratando siempre de hacerla feliz,

que sonra, no con esa sonrisa falsa que le muestra a todos en el
colegio, no!, una sonrisa verdadera y genuina que me enamora
cada da ms. l no quera hacerme dao, supongo que nicamente anhelaba a alguien importante en su vida; en realidad me
ayuda mucho porque me hace sonrer como nunca nadie lo haba
logrado. l sabe quin soy en verdad, me ayuda a escapar de todos
los problemas y de mi pasado. Cuando ella sonre me siento en las
nubes, siento una paz interior que no haba sentido antes, una paz
que nunca nadie me haba dado.
A veces me pregunto por qu l an no ha conseguido a alguien.
Pienso que estoy ahuyentando sus citas y eso en cierto modo me
tranquiliza porque s que nunca tendr que verlo feliz con alguien
ms. Solo le pido a Dios que ella no consiga a nadie porque no s
si aguantara verla sonrer por otra persona. A veces pienso que me
agradara que me viera como algo ms.
Solo quiero que ella me haga feliz a m. Si supiera todo lo que
siento, ella no lo aceptara. Solo quiero que l sea mi razn de sonrer para siempre. Pero nunca se lo dira solamente soy su mejor
amigo. Pero eso nunca va a ser as qu lstima, solo es mi mejor
amigo.
Y todos en el colegio se daban cuenta de cmo l estaba enamorado de ella y de cmo ella se mora por l. Todos, menos ellos dos.
94
95
24 horas
BARRANCABERMEJA
Las letras forman palabras, las

palabras forman frases y las frases
forman historias.
Esta es una de las muchas historias
que las letras hicieron nacer.
Tuve noches de insomnio, de borrar,
de llorar, de frustrarme por un
cuento; no me arrepiento.
Hoy puedo decir que vivo la

literatura, que vivo el arte!
Hoy las letras me forman a m!
Grado undcimo
Escuela Normal Superior
Cristo Rey,
Barrancabermeja, Santander
97
24 horas
elicidades, ha soportado exitosamente veinticuatro horas

ms de su vida, vida en la que, desde temprana edad, va a estar
en manos de otras personas consideradas como su familia. De ella
depende su supervivencia, desde su tierna infancia hasta su adolescencia, etapa en la que simplemente va a odiarla unos das y
amarla otros. O no.
Entonces usted decidir que es suficiente y la vida, coqueta y
tranquila, dir que no. Todava no. En esa etapa tan maravillosa que es la adolescencia, adems de seguir dependiendo de sus
padres va a ir a una escuela donde su futuro est cifrado en sus
profesores; pero no se engae, eso no significa que usted no sea
responsable de su futuro, aunque los maestros tambin se llevan
buena parte de la culpa. Entonces usted pensar: Por favor, es
suficiente, y la vida, an coqueta, pero ms alegre, dir: Espera
un poco, todava no. An no.
Cuando ya tenga edad suficiente, ir a la universidad (se habr
dado cuenta de que ha estudiado y estudiado para seguir estudiando) y seguir dependiendo, nuevamente, de sus padres. Si es
98
que ellos le quieren ayudar. Entonces va a poder darse cuenta de

lo que es vivir solo, o al menos lejos de regaos y gritos para que
ayude en su casa. Entonces usted dir: Es suficiente, vamos, y la
vida, entornando los ojos, dir: Que esperes un poco ms, cario. Con toda la tristeza del mundo, an no es momento.
Al terminar la universidad (termina sus estudios) tiene que seguir de largo a buscar un trabajo. Un trabajo! Un trabajo, joder!
Ha estudiado buena parte de su vida para conseguir un trabajo en
el que pasar el resto de su vida (eso si es uno fijo, porque si no)
y ese dinero que gane, al principio, ser para usted solamente,
pero olvidamos algo? Ah, s! Las cuentas que llegarn cada mes a
su casa o apartamento, agua, luz, telfono, Internet, gas. Por todo
tendr que pagar al Gobierno! Y como si eso fuera poco, si usted
llega a tener familia, adems de mudarse a una casa ms grande,
porque su esposa e hijos no caben en un apartamento o en una
casa de soltero, tendr que dar parte de su dinero para que sus
hijos se alimenten, estudien. Ellos sern como usted. Y usted dir:
Por favor, te lo ruego, es suficiente, y la vida, cansada de todo,
dir: Te esperas o alargar el momento. Es extrao, pero por
suerte o desgracia an no es tiempo.
Lo peor es que esas personas, ms adelante, pueden querer
separarse de usted (esposa) o tratarlo mal cuando pasen por una
etapa adolescente (hijos) que usted tendr que afrontar. No
los puede correr de la casa (Dios mo, qu gran idea!); tampoco
venderlos (un poco cruel e ilegal) y lo nico que puede esperar
es una disculpa solamente cuando quieran salir con sus amigos.
Linda vida.
Entonces usted se habr dado cuenta de que ya tiene suficiente,
pero en una edad muy avanzada, y la vida decidir que s, que es
cierto, que ya es suficiente. Entonces, morir.
D AY A N N A F E R N A N D A P I E R O S M O N T O Y A
99
Y usted, o mejor, su cuerpo sin vida, empezar a depender de

su familia, que decidir si cremarlo, su piel fundindose, su cara
derritindose, sus huesos volvindose cenizas, las abrasadoras llamas atrapando todas las partes de su cuerpo. O enterrarlo, encerrado con animales diminutos que poco a poco irn consumiendo
todo lo que era, pudrindose, dejando que los gusanos se coman
su piel, todo lo que usted hizo con su cuerpo reducido a nada.
No se llevar nada. Pero eso no importa, ya estar muerto, no
sentir nada. La vida decidi que ya era suficiente.
Pero, nuevamente, felicidades, porque cada cuarenta segundos,
en algn lugar del mundo, alguien habr decidido que es suficiente y aunque la vida le haya dicho que esperara, no lo quiso hacer.
Felicidades porque cada cuarenta segundos alguien piensa en el
suicidio y lo hace realidad. Felicidades porque, mientras usted lea
esto, pasaron ms de cuarenta segundos y todava sigue vivo, sigue
aqu y pensando en superar todo lo que vendr con el futuro.
No? Felicidades porque es usted una de las personas que ha
superado a personas como yo, pesimistas, que le han dicho qu
es lo que tiene que hacer con su vida, qu es lo que le deparar el
futuro, pero usted sigue aqu, sin darle mayor importancia.
Felicidades porque en este momento alguien ha decidido que
es suficiente y aunque la vida le haya dicho que no, ese alguien cierra sus ojos fuertemente y se dispara en la cabeza o se ata una soga
al cuello o se tira de algn edificio cercano. O se corta las venas.
Pero usted ha pasado, exitosamente, otras veinticuatro horas de
su vida. Y esperemos que an esa vida coqueta y risuea no haya
decidido que es suficiente.
100
D AY A N N A F E R N A N D A P I E R O S M O N T O Y A
101
Amor ilegal
RIONEGRO
Me encanta escribir y me gustan el

teatro, la msica y la fotografa.
Agradezco a mis padres y a mi
amiga Leicy, la bibliotecaria.
Grado undcimo
Institucin Educativa
San Antonio,
Rionegro, Antioquia
103
Amor ilegal
stoy cansada de tener el ceo fruncido, de llorar en mi habitacin, sola. En esas cuatro paredes sombras solo hay desorden.
Me levanto, voy a la cocina, tomo un vaso de agua. Hace cunto no
como nada? Abro la nevera: vaca. Salir a la calle? No quiero. Vacilo un momento. Salgo. Trato de organizarme un poco el cabello.
Llego a la tienda, compro un helado y regreso a mi apartamento.
Me siento en ese mueble viejo, gastado. Me siento incmoda,
me levanto, me miro al espejo: doy asco. Decido ir a la ducha, dejo
que el agua fra corra por mi cuerpo, lavo mi cabello. Al salir, me
peino, me pongo un vestido, me miro al espejo: tengo ojeras. Me
maquillo un poco, quedo mucho mejor, me siento guapa. Organizo mi apartamento un poco y salgo.
Llego al parque. Est lleno de nios. Te recuerdo. Miro el cielo,
una nube, me distraigo.
Puedo sentarme?
Quin es? Volteo la cabeza y veo a un hombre alto, se ve
interesante, est ordenado, nada mal...
S, claro. Sintate le respondo mientras l sonre, sus dientes son muy bonitos y, sin saber por qu, me fijo en sus labios
rosados.
104
Cmo ests? me pregunta con mucha confianza.

Bien respondo, y t?
Muy bien, gracias. Hace un hermoso da asevera con
tono optimista, mientras pasa un carro de helados. Quieres
uno? Sonre.
Vale respondo y sonro.
Se queda a mi lado toda la tarde. Cuando veo que llega la noche
me levanto para despedirme. Le doy gracias por el helado y me
doy la vuelta.
Maana te espero aqu a las dos me advierte con mucha
seguridad.
Sigo caminando. Ahora estoy confundida. Estoy a tres pasos de
mi puerta. He dejado las llaves. Me pregunto dnde estar la duea del edificio. La busco, la encuentro, le doy las gracias.
Al fin entro, voy a mi cuarto, veo mi cama y mi libro. Me acuesto
y me pongo a leer. Ya llega la noche, ese te espero aqu a las dos
me retumba en la cabeza. Ir? No s... Me cay bien, es agradable,
serio. Por qu se me acerc? No tena ningn tono coqueto, se ve
algo mayor. Qu raro es! Me duermo.
Cuando despierto son las diez, me levanto, me organizo, salgo
al supermercado, hago las compras. Llego a mi casa. Ya son las
doce. Cocino algo, pasa el tiempo y ya son la una y treinta.
Ir al parque? Vacilo diez minutos, agarro mi mochila, empaco
mi libro por si acaso salgo para el parque, estoy nerviosa.
Est sentado en la misma banca de ayer, me acerco o no me
acerco?
Hola digo.
Gracias por venir. Sonre.
A su lado hay un ramo de claveles amarillos, son hermosas esas
flores...
105
Para ti. Las extiende haca m. Noto una expresin de cario, me mira con un sentimiento diferente, como si me contemplara, como si me acariciara el cabello y el rostro con su mirada.
Son mis flores favoritas, sabas? respondo al recibirlas.
Esa tarde hablamos sobre m, me pregunta qu hago, qu me
gusta hacer, cul era mi deporte favorito y otras cosas.
Y tus padres? me pregunta.
Pasan por mi cabeza miles de imgenes y recuerdos.
Murieron respondo.
Hay un momento de silencio incmodo.
Me tengo que ir, tengo un compromiso miento. Hasta
pronto.
l se ofrece a llevarme y yo declino su propuesta.
Llego a mi casa, estoy deprimida. Por qu me pregunt sobre
mis padres? En realidad le ment. Mi madre s haba muerto, pero
mi padre nos abandon. Cuando yo era pequea, l le pegaba a
mam, era un borracho, adicto a las drogas. Yo era pequea y no
entenda por qu todos los paps de mis amigas eran lindos con
sus madres y el mo no.
Bah! Una lgrima corre por mi mejilla. Qu difcil es recordar!
Veo los claveles y eso me entristece ms. Pap le daba unos
iguales a mam despus de pelear. Mejor no pienso en eso, pero
quin es ese hombre? Por qu me miraba con tanta ternura?
Mi madre muri hace tres semanas, me hace falta, era mi nico
apoyo, lloro.
Ahora debo conseguir un trabajo, el dinero que me dej no durar para siempre, adems, debo distraerme. Maana lo buscar,
estoy cansada, intentar dormir.
Otro da ms de vida! No tengo nimos, pero debo buscarlos.
Veo el peridico, todos los empleos exigen experiencia, hay
uno que no la requiere, un supermercado. No suena mal. Llamo,
106
pregunto, me dan la direccin. Me emociono, ya nada pasa en mi

vida. Me organizo muy bien para mi entrevista. Cuando llego al
lugar, lo veo. Es l! Increble! Me sonroj. Por qu?
l me saluda tranquilamente, me pregunta qu hago ah y, oh,
coincidencia! Es el dueo del lugar. Me quiero morir de la vergenza. l, con cierto tinte de felicidad, me contrata.
Ha pasado el tiempo. Llevo ms de un mes trabajando. Me duele menos lo de mi madre, he salido varias veces con l, nunca me
ha mirado con morbo, me siento protegida, creo que me estoy
enamorando, ojal que no. Me trata con mucho cario, me lleva a
casa, cuando me siento mal, me escucha con mucha atencin, me
hace cumplidos, me... encanta.
Hace dos meses lo conozco y ha transformado mi vida. Le he
contado muchas cosas sobre m. Es un poco misterioso, dice que
no tiene hijos ni esposa, pasa su vida en el campo.
Estoy emocionada. Hoy me invit a cenar. Me pongo un vestido rojo y me maquillo, me pinto los labios tambin de rojo. Estoy
muy feliz. Creo que le dir que me encanta. Qued fantstica. Tocan a la puerta. Es l.
Me mira con admiracin.
Ests muy bella me dice.
En el restaurante, la mesa estaba decorada con claveles, haba
pedido una comida deliciosa.
Debo decirte algo muy importante y creo que es el momento.
Siento mil cosas, estoy nerviosa, esto lo estaba esperando hace
mucho. Agacha su mirada y toma aire. Creo que le dir lo que
siento.
Te amo digo mientras l, a la vez, me dice que es mi padre.
107
Alas de
papel
MEDELLN
A mis padres, que tuvieron el valor

de cuestionarme cuando deban
hacerlo y de apoyarme cuando ms
lo necesitaba.
A Rina, que me ense que quien
no tiene alas debe construirlas.
A Medelln, la nica ciudad del
mundo que ensea a las personas
a volar.
Grado dcimo
Colegio Calazans Femenino,
Medelln, Antioquia
109
Alas de papel
veces sueo que me pierdo en la inmensidad del cielo, que

vuelo con las aves y que me como las nubes. Otras veces sueo
que hay monstruos que me persiguen y cuando estn a punto de
alcanzarme extiendo las alas y vuelo, vuelo muy lejos, el viento me
arrulla en sus brazos y toco las estrellas que me gritan: Adis.
Hoy el ogro ha vuelto a casa muy furioso. Mi mami llora y me
pide que haga silencio mientras subo a mi habitacin. Ella siempre
tiene la carita hinchada y llena de moretones y raspaduras. Pobrecita mami! Cree que no me doy cuenta de que el ogro es muy
malo. Ella quiere que yo lo quiera, pero l me da miedo, a veces
me golpea y me mira con una cara tan feroz que me pongo a llorar
y mojo mis pantalones, entonces l se pone furioso, me golpea ms
fuerte y me dice: Maldita intil, no sirves para nada, y despus
todo se pone oscuro.
Quiero ser un pajarito y poder volar muy lejos, pero no puedo
dejar a mami solita, tengo que protegerla. Soy la que hace que
mami tenga problemas, por mi culpa la golpea el ogro. Soy una
mala nia, por eso todos me odian y me lastiman. Excepto mami.
Ella solo est un poco perdida, un poco marchita. Llora como yo y
las dos nos abrazamos. En ocasiones yo comparta mi osito, as ella
110
no lloraba cuando se iba a dormir. Pero el ogro le quit la cabeza a

mi osito y ahora mami siempre llora. Si yo fuera ms buena hubiera protegido a mi osito y a mami, pero soy tonta y le tengo miedo
al ogro. Es que no sirvo para nada.
Los nios en el colegio me molestan, ellos me odian, me tiran al
piso y escupen mi cara. Yo no los odio. A veces, cuando no aguanto ms, los muerdo, pero me siento mal, como rota. No quiero que
ellos sientan dolor como yo. Entonces llega la maestra y me dice:
Muy mal, Mar, ya tienes cinco aos y te comportas as? Es que
parece que no sirves ni para ser educada. Miro a la ventana, veo
las nubes grises y pienso cmo me gustara volar bajo la lluvia.
No me gusta llorar. Cuando estoy triste y golpeada me voy al
parque con mis alas y las contemplo por horas. No importa si nadie juega conmigo, soy feliz solo con mirar mis alas. Estn hechas
sobre todo de papeles arrugados y algunos pedazos de gasa. Son
blancas como la nieve y me quedan perfectas; con ellas puedo volar hasta tocar el sol. Una vez el ogro las vio y las destruy, as que
ahora debo guardarlas debajo de mi cama. Odio tanto al ogro y
extrao tanto a pap!
Todas las maanas una paloma me observa desde la ventana.
Sus alas son blancas como las mas, es inteligente y muy buena,
me invita a volar y le digo: Esprame un poco, pequeita, solo un
poco ms.
El ogro ha venido muy borracho. Al principio estaba un poco
amable y hasta intent besar a mam, pero ella ya no besa ogros
y ahora l est tan enojado que mam me hizo esconderme en
mi clset. Escucho muchos gritos y no estoy segura de qu estn
diciendo. Me doy cuenta de que estoy llorando al probar mis lgrimas. Mam dice que las lgrimas son excesos de amor, pero es
mentira, las lgrimas son pequeas gotitas de tristeza, por eso son
111
saladas. Todo lo horrible es salado: las lgrimas, la sopa y el mar.

Por eso odio llorar.
Me he quedado dormida. Cuando abro los ojos me duelen mucho y no puedo ver bien. Abro el clset despacio, ahora ya no
escucho gritos. Qu ha pasado? Bajo de puntillas a la sala. Tengo
mucho miedo de encontrarme con el ogro. Lo escucho roncar desde un rincn lejano. Tiene una botella de cerveza quebrada en su
mano. Camino un poco ms y encuentro a mam tirada sobre la
alfombra, hay mucha sangre y no puedo ver su rostro. Me acerco
a ella y est muy fra, hay pedacitos de vidrio alrededor, brillando
por todos lados. Algunos tienen gotitas rojas encima. La sacudo
por un tiempo, pero ella no despierta y ahora estoy muy asustada,
comienzo a llorar y le digo: Ser ms buena, mami, ser mejor.
Tengo miedo, no quiero estar sola.
Lloro y miro el cielo. Ahora mami est volando, su cuerpo sigue conmigo, pero ella est volando. Yo tambin quiero volar con
ella, as que subo corriendo y cojo mis alas, miro al balcn y veo
a la pequea paloma all, ella me mira de vuelta, curiosa, despus
vuela hacia el cielo inmensamente azul. Y yo susurro, bajito: Ya
voy, pequeita.
Me dirijo al balcn con mis blancas alas puestas, me subo al
borde y por un momento miro hacia abajo, donde mucha gente
triste y gris pasa. Ojal ellos tuvieran alas y tambin pudieran ser
libres!
Cierro los ojos, salto, extiendo mis alas, siento el viento en mi
cara y sonro: ahora puedo volar para siempre.
112
113
Cincuenta
ELIZABETH MARN CASTELLANOS

ENVIGADO
A mis padres y amigos, sin ellos no

sera quien soy ni esta historia se
hubiese contado.
A los libros, que me han hecho
sentir mil y un sentimientos en un
puado de palabras.
Adoro los placeres sencillos; son

el ltimo refugio de los hombres
complicados.
Oscar Wilde
Grado undcimo
Colegio San Jos de la Salle,
Envigado, Antioquia
115
Cincuenta
espierta en la mitad de una habitacin, sola. Es blanca y

tiene ese olor a amoniaco distintivo de los hospitales. Se sienta
sobre la camilla, con el cuerpo adolorido y la cabeza palpitante.
Desconecta lo que supone que es el suero y comienza a sentirse
algo mareada. El bip del monitor cesa para volverse un nico
pitido constante cuando remueve la pinza de su dedo. Debe salir
de all y volver a su hogar rpidamente. Cunto tiempo lleva all?
Rezando porque no sea demasiado se acerca a la puerta y la abre de
un tirn para observar el pasillo. Es largo, completamente blanco
e iluminado. Al final solo hay un giro a la derecha que indica que
el camino contina. Los primeros pasos los da con cautela, casi
esperando que un loco le salte encima. Camina con un poco ms
de confianza. Tal vez s est en un hospital, uno muy descuidado,
por golpearse la cabeza y perder algo de su memoria. Eso explica
el dolor.
El primer par de puertas estn unos pasos ms all, imponentes
y plateadas, con una pequea ventana. La puerta de la derecha tiene una gran X negra sobre ella y al mirar a travs del vidrio no ve
ms que muebles rotos amontonados. La segunda, a su izquierda,
est algo empaada. La habitacin que se ve dentro es bastante
grande, con paredes acolchadas y blancas y varias lmparas col-
116
gando del techo. No los ve de entrada, pero los oye. La risa de

dos nios tintinea en el aire, luego susurros y ms risitas, como si
compartieran un secreto gracioso entre ambos. Sus cuerpos estn
muy juntos al otro lado del cuarto, tanto que no puede decir dnde comienza uno y termina el otro. Sobre sus frentes caen cabellos
rizados color caoba. Sus ojos brillantes y grises la observan. Los
ve ponerse de pie y caminar en su direccin. Da un paso atrs, inconscientemente, notando algo en aquel pedazo de metal que no
ha visto antes: una ficha mdica.
Experimentos 1 y 2. Edad: 6 aos. Operacin exitosa. Cuerpo
bicfalo.
Al alzar la vista no encuentra hermosura en aquellos rasgos
angelicales, solo locura. Entiende por qu no se pueden distinguir bien sus cuerpos estn unidos el uno al otro y sabe que
no es de nacimiento. Una bata cubre aquel monstruoso cuerpo.
Aun as puede apreciar las bruscas suturas que corren por donde
deban estar sus hombros antes de ser unidos. Lo que a lo lejos
ve como hermosos ojos claros ahora son orbes aterradoramente
abiertas con pupilas dilatadas, sus sonrisas tienen tambin un aire
siniestro, como si supieran exactamente por qu est ella all. Son
sonrisas diablicas, de esas que ruegan por sangre.
Aterrada por tal expresin en rostros tan jvenes, corre y gira al
final del pasillo. Qu es ese lugar? Definitivamente, no un hospital. No quiere ver las dems puertas, solo Dios sabe qu encontrar
si lo hace. Sin embargo, alcanza a leer varias palabras. Experimento
3, trasplante de ojos. Puede imaginarse lo que significa eso. Experimento 7, radiacin. La imagen le causa escalofros. Experimento
14, acupuntura. No quiere saber. Se detiene en una: Experimento
22, proyecto Frankenstein. Edad: 19. Operacin fallida, el sujeto
presenta una psicosis grave. No puede evitar dar un vistazo.
117
En medio de la habitacin hay un chico sentado de espaldas,

con el pelo rubio y grasiento, algunos aos mayor que ella por lo
que dice su ficha. Permanece con la cabeza gacha y las piernas cruzadas en un crculo de sangre. Siquiera est vivo? Es suya aquella
sangre? Pega un poco ms el rostro al vidrio con la esperanza de
observar mejor ese subir y bajar de hombros. Acaso tiene una camisa de fuerza? Le parece ver que mueve la cabeza un poco. Grita
inevitablemente cuando el muchacho aparece de forma repentina
frente a ella, al otro lado de la ventana. Tiene la expresin de un
psicpata: ojos rojos, extremadamente abiertos y sin enfocar. Tiene un corte sobre una de las cejas y un araazo al lado derecho
de la cara. Se le han formado ya costras de sangre seca, dndole
un aspecto maligno, sobre todo por su sonrisa. Sus dientes estn
manchados con una sustancia carmes que tambin corre por las
comisuras de los labios. Sabe por qu lo ha encontrado de espaldas
en la puerta en cuanto vio la pila de extremidades humanas rodas,
justo donde estaba sentado. Canbal, susurra. Su mente le grita
que corra, pero tiene las piernas entumecidas en ese mismo punto,
mientras que aquel ser, a falta de un trmino mejor, le dirige
miradas lujuriosas, deseando su cuerpo, pero no sexualmente.
Eres la siguiente, un murmullo a sus espaldas le hace girar tan
repentinamente el cuello que teme haberse causado un desgarro.
Una chica plida le devuelve la mirada. Experimento 23, quimera,
lee en su ficha. No puede responderle, solo observarla. La chica
sonre, da pasos atrs en su habitacin para que pueda echarle un
vistazo a sus piernas deformes y peludas, con pezuas al final. La
palabra cabra le viene inmediatamente a la cabeza. Eres la siguiente!, grita y comienza a rerse fuerte, generando escalofros a
todo su cuerpo. Oye risas igual de dementes a su alrededor.
118
Qu harn con ella? Le quitarn sus rganos y la obligarn

a comerlos luego? Le implantarn partes de animales como a la
chica? O acaso la lanzarn al psicpata para alimentarlo? No, no,
no puede morir all, no de esa forma, no an. Tiene que salir,
pronto, rpido. Dnde estn sus amigos? El pensamiento de encontrarlos en alguno de esos cubculos le da nuseas, siente la bilis
subiendo por su garganta y, sin querer pararlo, vomita al lado de la
puerta. Tiene que encontrar a alguien ms, no puede ser la nica
desgraciada que han atrapado para ser usada en quin sabe qu
cosas macabras. Se detiene en cada puerta desde ese momento, sin
reconocer a nadie y sintiendo disminuir su cordura. Amputacin,
trasplante de cerebro, automutilacin, esquizofrenia, tolerancia al
dolor. A cada paso que da su esperanza disminuye y el estrs aumenta. Tiene que escapar.
Desde el cuarto de control, el hombre sonre hacia las pantallas
mientras ve a su nueva favorita correr de un lado a otro en busca
de una salida, asomndose por cada ventana para encontrar un
horror diferente. Ver cmo trascurre todo, tal como lo espera,
lo satisface. Una sonrisa siniestra surca sus delgados y cortados
labios. Toma su cuaderno de campo y lo abre en una pgina en
blanco. Comienza a escribir: Experimento 50. Edad: 16. En proceso. Psicosis inducida. Procedimiento realizado: se asign una
habitacin al sujeto, dejndole la puerta abierta para crear la sensacin de libertad. El sujeto despert desorientado por el golpe;
predecible. Se estudi la reaccin ante los dems sujetos de prueba. Ante la mencin de su futuro aument su ritmo cardiaco y la
actividad en el hipotlamo. Se estiman veinticuatro horas para la
prdida de la razn.
119
El abrazo
del destino
S H A K N M A Z AYA M O R E N O FA J A R D O
VA L L E D U PA R
Soy una persona afortunada por

tener a mi mam, una luchadora
incansable que me da su apoyo;
a mi pap, el hombre de la
creatividad infinita; a mis amigos
quienes, aunque pocos, ocupan un
lugar muy importante porque han
sabido llegar all; a toda mi familia,
que ha disfrutado este triunfo y
cree en m; a ese angelito que est
en el cielo, Alejo; a mis profesores
de Castellano, especialmente
a Edgardo, por motivarme a
participar, y a mis directores de
colegio, Pedro y Bere.
Gracias por su apoyo incondicional.
Grado noveno
Colegio Gimnasio del Norte,
Valledupar, Cesar
121
S H A K N M A Z AYA M O R E N O FA J A R D O
l hombre de la gabardina negra, que nunca haba sido visto

divagando por las solitarias calles de aquel barrio, meti cautelosamente un sobre de manila en el buzn de la casa ms hermosa,
colorida y agradable de la acera, la casa de Samantha Grace. El
sobre iba dirigido a ella.
Samantha era una joven hermosa, de cabello castao, ojos verdes y mirada profunda. Tena muchos pretendientes que siempre
le mandaban cartas, flores e innumerables regalos; sin embargo,
ninguno de ellos le interesaba. Adems, no tena tiempo para un
novio, ya que era una nia muy inteligente y perseverante, dedicada a sus estudios en los que siempre sobresala. Era ms bien de
ese tipo de muchachita que prefera ganarse la vida y destacarse
por su inteligencia ms que por su belleza, aunque tuviera esta
de sobra.
Aquel da encontr entre su correspondencia un sobre de manila sin datos del remitente. El sobre contena un largo manuscrito
que narraba la vida de una tal Allison, desde el da de su nacimiento hasta el de su muerte. Samantha comenz a leer aquel extrao manuscrito. Aunque lo encontr inusual e interesante, record
122
que deba hacer sus quehaceres, as que guard el escrito y no lo

volvi a abrir.
Pasaron los aos y Samantha continu sus estudios. Segua siendo la misma persona educada, amable, tierna y llena de pretendientes enamorados de su fsico y, sobre todo, de su forma de ser.
Un da, al fin, encontr al hombre de su vida, Thomas Thompson,
un hermoso hombre rubio, con ojos azules, con piel ligeramente
bronceada. Fue la nica persona en toda la vida de Samantha que
logr moverle el piso.
Thomas y Samantha pasaron mucho tiempo juntos, hasta que
un da l decidi escogerla como la mujer que amara el resto de
su vida y le propuso matrimonio. Ella, sin pensarlo dos veces, dijo
que s. Hay que admitir que se amaban infinitamente, cada te quiero que se decan era sincero.
Tiempo despus concibieron a una hermosa nia que tena un
brillante cabello castao, como su mam, y unos hermosos ojos
azules, como su pap. Allison Thompson Grace fue creciendo al
lado de sus padres; llevaba una vida tranquila y llena de alegras,
con una familia perfecta. A los quince aos era una bella jovencita, llena de pretendientes, igual que su madre cuando tena su
edad. Su vida era la tpica de una adolescente: muchas fiestas,
reuniones con amigos, chats infinitos, buenas notas, estudios sobresalientes, amigos.
Sin embargo, Allison desarroll una extraa enfermedad. Padeca del sndrome Riley-Day, no senta el dolor, lo que la haca
excepcionalmente propensa a los accidentes. Por lo inusual de
la enfermedad, Samantha y Thomas trataban de cuidar mucho
de Allison.
Un da, mientras Samantha revisaba entre las cajas de recuerdos del colegio, encontr aquel sobre de manila que recibi en su
S H A K N M A Z AY A M O R E N O F A J A R D O
123
adolescencia, ese que contaba la vida de una tal Allison. A medida

que lo lea se fue dando cuenta de la similitud entre la historia de la
protagonista del manuscrito y la de su propia hija; no solo coincida el nombre, sino tambin la extraa enfermedad, el nombre del
padre, su personalidad y la forma de expresarse. Samantha not
que era un documento escrito haca muchos aos, que narraba
con detalle la vida de su hija y que incluso, al final, describa tambin su muerte.
Samantha no saba qu hacer, no poda decirle a nadie sobre
el manuscrito porque la tildaran de loca, no poda terminar de
leerlo porque se enterara de cmo morira su hija. No poda hacer nada!, solamente guardarse todo para s misma. Sin embargo,
se le ocurri que si cambiaba algunas partes del documento, tal
vez podra cambiar la vida real. Fue imposible, las hojas eran indestructibles, no se podan quemar o romper, no se poda escribir
nada encima, no se poda borrar ni una palabra. Era inmodificable.
Desesperada, pens que tal vez podra salir en busca de quien
le haba dejado el manuscrito. Pero la nica pista que tena era la
de un hombre que siempre llevaba una gabardina negra, como lo
revelaba en una de las esquinas del antiguo papel. Sin ms indicios, Samantha emprendi la bsqueda, sin resultados.
Un da, mientras Samantha segua con sus pesquisas, Allison
escuch sobre el individuo de la gabardina negra e inmediatamente lo asoci con aquel hombre que ella se encontraba en todos
lados y que, casualmente, siempre llevaba una prenda del mismo
color. Habl con su mam sobre l, la llev a los lugares donde
siempre lo hallaba. Ese da no estaba. Volvieron todos los das, los
meses siguientes, pero nunca lo encontraron.
Ni Allison ni Thomas supieron para qu buscaban a aquel hombre, ni se enteraron sobre aquel manuscrito. Samantha no tuvo
124
ms remedio que guardase todo para s misma, como lo haba hecho siempre, leer el final de aquel documento y disfrutar cada momento que viva junto a Thomas y Allison. Aunque ya saba qu
iba a pasar, prefiri hacerse la desentendida.
S H A K N M A Z AY A M O R E N O F A J A R D O
125
El fantasma
de su
sonrisa
K E L LY J O H A N A M N D E Z C A R R A N Z A
B O G O T
A mi familia, profesores y amigas:

gracias! Esto nunca hubiese sido
posible sin ustedes.
El amor y la muerte siempre
encuentran la manera de aparecer
en mis historias. No es que yo
les d permiso, pero nunca he
escrito sin amor y no hay un amor
que evite el trgico destino de la
muerte. En cuanto me siento llena
de palabras, la imperiosa necesidad
de escribir se apodera de m, lo
que explica por qu tengo todo el
tiempo en mis manos un lpiz y
una hoja de papel.
Alguna vez le que ignorar una

pasin es un suicidio lento, as que
no importa qu est haciendo, la
literatura ser mi eterno refugio, el
lugar donde cultivar cada uno de
mis pensamientos.
Grado undcimo
Colegio El Carmen Teresiano,
Bogot
127
atalia se quit los zapatos muy despacio. Sus manos an

temblaban y el nudo en su garganta no disminua. Acostndose
suavemente sobre la cama, cubri su rostro con una almohada,
haciendo un inmenso esfuerzo por no romper a llorar mientras los
recuerdos la acechaban.
Record bajar las escaleras despus de haber tenido una noche
repleta de pesadillas y sentarse a la mesa junto a sus padres y su
hermano. Record los elogios de pap al delicioso desayuno y la
manera en que mam sonrea por ello. Siempre suceda, cada maana. Entonces, su hermano hara algn comentario para enojarla
y empezaran a discutir compitiendo por quin terminaba primero.
Pero al da siguiente no sera as. No haba sido as en los ltimos dos das.
Tendra que bajar las escaleras y sentarse junto a sus padres.
Ninguno hara comentarios elogiando al otro porque ambos estaran demasiado ocupados tratando de contener las lgrimas. Ya
no tendra con quin competir ni con quin enojarse porque l
no volvera. l se haba ido y, segn lo que todos decan, era para
siempre.
Sin embargo, Natalia no les crea. No importaba cunto insistieran en que l no regresara a su habitacin, ella siempre iba all
a revisar, confiando en que aparecera en cualquier momento y
128
sonreira tranquilamente. Quizs lo que ms anhelaba era que su

hermano estuviese a su lado durante las terribles pesadillas que
solan atormentarla. l se escabulla para abrazarla y susurrarle
cuentos clsicos o ancdotas, cambiando los personajes, hasta que
lograba dormirse. En una ocasin lleg a inventar algo relacionado con aliengenas y robots. Si lo que los dems decan era cierto,
no tendra quin desapareciera sus pesadillas y tampoco quera
enfrentarlas sola. Esa fue la principal razn por la que decidi que
no volvera a dormir. Por desgracia, sus prpados empezaron a cerrarse contra su voluntad y, an con la almohada encima, cay en
un profundo sueo.
Su garganta arda y la oscuridad pareca devorarla con cada segundo que pasaba. Natalia se hizo un ovillo en el suelo, con la
esperanza de pasar desapercibida, y esper. Cuando una mano clida se pos en su brazo, se forz a no gritar. Gir sobre s misma y
vio a su hermano. En menos de lo que pens, su cuerpo reaccion
y lo abraz. l le devolvi el abrazo sin decir una palabra para explicar por qu estaba vestido de un color que no le gustaba. Algn
tipo de bronca le haba tenido siempre al blanco desde que ella
derram un frasco de corrector sobre su camiseta favorita. Segua
siendo el mismo chico alto, con cabello oscuro rizado y ojos azules. Aunque luca un poco ms joven y no llevaba zapatos.
Mam lo reprendera por eso.
Natalia se aferr a su camisa, como en esa pelcula que haban
visto juntos, donde un barco se hunde y las personas sujetan tablas
sobre el agua creyendo que eso evitar que mueran. Ella crea en
ese momento que abrazarlo evitara que desapareciera.
Natalia murmur l.
No te vayas. No te vayas, por favor.
Claro que no. An te debo un cuento, hermanita, recuerdas?
129
La noche en que la noticia lleg a casa, l no haba ido a tranquilizarla. Natalia supo por qu cuando se levant de mal humor
y fue a despertarlo. Su hermano no reaccionaba.
S.
Est bien Ambos se sentaron en el suelo. rase una vez
una princesa llamada Natalia
No. Sabes que odio a las princesas.
l dej escapar un bufido y code su costado.
Nunca me dejas hacer los cuentos a mi modo, pero en esta
ocasin lo dejar pasar. Entonces, en qu iba? Ah! rase una vez
una bruja llamada Natalia, que no fue invitada a la celebracin por
el nacimiento de la hija del rey.
Conozco ese. Lo s de memoria.
Haba olvidado lo exigente que eras Natalia sinti sus ojos
enlagunarse por ese comentario. Es broma, Nata. No podra olvidarte. Qu quieres que pase en el cuento?
Ella respir antes de responder:
Quiero que la bruja haga una pocin para que nadie cercano
a ella muera. Es ms: para que nadie muera en absoluto.
Eso no es posible.
S, s lo es. Es nuestro cuento, yo soy la bruja replic, enojada. Yo puedo hacer la pocin que quiera, y a la primera persona a la que se la dara a beber seras t!
Hubo un pequeo silencio, interrumpido por sus sollozos. Natalia saba que eso no poda hacerse, pero estaba harta de la realidad.
Yo no la bebera asegur su hermano. Vivir es ms complejo que morir, Natalia, y en realidad siempre habr una parte de
m contigo.
Conmigo?
130
S. Siempre quedan partes de las personas que se van. No

tengo permitido confesarte qu queda de m, lo que es una suerte
porque s que lo descubrirs por tu cuenta.
Pero
No dispongo de mucho tiempo, hermanita.
l narr su cuento sin interrupciones. Habl sobre una bruja talentosa y sensible que era querida por todo el pueblo y cuyo hermano haba viajado a tierras lejanas. Una bruja que aprenda cada da
algo nuevo y que tuvo un problema con un par de trolls. Casualmente, nunca encontr a un brujo o a un prncipe del cual enamorarse.
Qu sucede despus?
No s. Es nuestro cuento, t tienes que crear el resto.
No puedes hacer eso me quej. No puedes dejarlo ah.
En realidad, s. Desde ahora crears tus propios cuentos, Natalia. Vivirs tus propios cuentos, de hecho. Me gustara que todos,
sin excepcin, tuvieran un final feliz, pero algunos no lo tendrn
y son esos los que te servirn como enseanza Suspir. Dios,
sueno como pap.
Ella no pudo evitar rer.
Pero y mis pesadillas?
Tratar de encargarme de ellas, de acuerdo?
Su hermano se puso de pie y ella lo imit. Ah estaba: la despedida. Eso era lo ms doloroso.
De acuerdo.
Tienes diez aos hasta ahora, brujita. Haz que el resto valga
la pena. Yo te estar esperando aunque no quiero que regreses
demasiado pronto.
Entendi que no se refera al sueo. Quiso llorar, pero las lgrimas no salan. Un beso en la mejilla y un te quiero susurrado
ms tarde.
131
Natalia despert y camin hasta el bao. En su mente se reprodujo el sueo y le entr gran curiosidad por saber a qu se
refera su hermano con la parte que quedaba de l en ella. Tena
que tratarse de algo notorio. Examin su reflejo detalladamente. El
cabello de Natalia era casi rojizo y su piel varios tonos ms clara
que la de l. Sus ojos eran de un color distinto tambin. Ni siquiera
parecan llevar la misma sangre. De hecho, una de sus profesoras
no la dej irse con l cuando fue a recogerla porque no poda creer
que fuese su hermano. Recordando cmo se burlaban de la expresin de la sorprendida mujer, Natalia sonri.
Y fue en ese instante cuando entendi que el azar de la gentica
haba puesto en ella la misma sonrisa. Esa que ella siempre vea
tras superar sus pesadillas y lograr dormir. As que cada vez que
Natalia sonriera, sera como si su hermano estuviese sonriendo a
travs de ella.
Lo que haba quedado de l era el fantasma de su sonrisa.
132
133
El escaramujo
blanco
RUBN FELIPE RIVER A OTERO
BUCARAMANGA
A mi familia.
A Sofa, por lo sentimental
de aquel escrito.
Y a los tiempos libres, pues de all

salieron las lneas ms grandes de
mi historia.
A todos los que alguna vez me

vieron escribir y a quienes no.
A quienes les guste la literatura
y a los no lean.
A la gente con la que alguna vez
me cruc en la calle y nunca volv
a ver.
Grado octavo
Fundacin Colegio UIS,
Bucaramanga, Santander
135
RUBN FELIPE RIVER A OTERO
s difcil tener que contar esto. Ciertamente es complicado

tener que hablar desde mi perspectiva menos psicpata, plenamente consciente de todo lo que digo, no de todo lo que hago.
Es complejo. Mezclado con el desasosiego, este estado es mortal,
como si por mis venas transcurriera el tiempo y el corazn fuera
mi reloj cronolgico (de hecho lo es). Siempre describiendo esto
como algo imposible de describir, en la irona de la palabra, pues
por mucho que lo detalle me encierra dejndome sin explicaciones. Y si el amor es de apreciacin, que nadie se atreva a juntarse.
Yo la apreci por horas, intentando controlarme, pero eso solo me
excit ms; en ningn momento fui consciente de lo que haca,
mis actos fueron producto de mi demencia y yo, con mi poca experiencia para manejarla, me qued observando, no control mi
cuerpo, trataba de hablar con ella y decirle que se detuviera; al
parecer eso la incit.
Por eso es tan difcil... Qu pasa cuando dejas de pensar? Qu
pasa cuando el creador de ellos (porque l no me cre) empieza a
involucrarse? Tal vez todo esto sea un invento, como el libro ms
vendido en el planeta, un invento gracioso (ojal).
Sera agraciado poder levantarme, verla a ella todos los das,
como habitualmente. Verla rer, llorar, ser feliz, enfermar, verla vi-
136
vir. Seguro que sera mejor que verla fra y plida, recostada en un
forraje, sangrando, sin poder hablar. Pues a pesar de todo duele,
tortura y escarmienta el hecho de que yo hice esto, y que lo hice
sin haberlo hecho.
Los eventos que recuerdo hasta el momento en el que agarr
esta hoja de papel para palpar el suceso son pocos; sin embargo,
tratar de esforzarme por los lectores y de ambientarla lo mejor
que pueda. Le sorprendera a usted saber lo contradictorio que
puedo ser, no me culpo, incluso a veces lo hago a propsito me
produce una sensacin inenarrable el poder confundir y como
en este momento el medio es mo, me aprovechar un poco, de
paso lo usar para llenar espacios en mi remembranza.
Tengo dudas, pero me parece que fue un fin de semana, quiz
el ltimo da de esta, algn da en el calendario que se olvida fcilmente debido a la poca importancia que tiene para m; no obstante, soy consciente de que los das no dejan de pasar porque no los
mires, y aunque los mires.
Continuando con mi descripcin, empiezo por contar un poco
de mi cotidianidad. Siempre he vivido en una zona rural, en lo
ms profundo de la naturaleza, en la verdadera naturaleza, no la
naturaleza que conoces, sino el triple de pura, donde la sociedad
no alcanza a llegar; tampoco la tecnologa y menos la libertad
que esta representa. Con excepcin de un poblado que se encuentra a unos pocos minutos de aqu, no hay nada ms en kilmetros.
Como dije, un sitio abandonado.
Esto produce cierta calma (aunque nunca estoy calmado). Un
paraso en el congelado infierno que la gente llama cielo, con
un clima templado que para un demonio es ms que helado. Con
muy poca fauna, exceso de flora y un aroma muy embrollado como
para detallarlo.
RUBN FELIPE RIVERA OTERO
137
No hay pobreza, se vive con poco. Es muy enredado conseguir

algo de carne, pero eso no es problema para un vegetariano, y ya
que aqu casi todos lo son, nadie mata los animales, ni los atormenta cazndolos, en cambio los dejan vivir en paz, como unas
personas, hasta que mueren.
Ahora me dispongo a revivir el suceso del primer instante que
logro divisar en mi mente. Era de noche (recuerdo). Las luces de la
carretera que comunica con el poblado estaban ms apagadas de lo
normal, el metal que las sostena haca un ruido silbante que terminaba con un pequeo golpe contra el poste, parecido al de una
campana apenas cesa el viento. La fuerte lluvia volva un lodazal el
camino (semipavimentado, lo suficiente para que los carros transiten y, as mismo, para embarrarse) y lo converta en un sendero
peligroso.
Yo sala de la casa de Lenz, un vecino con quien sola frecuentar
los bares al estilo rstico de las cercanas. Iba en una mquina algo
destartalada, tan rpido como era posible. No s por qu solo sal
de la casa despidindome de l luego de haber compartido unas
cuantas bebidas. De un momento a otro sufr un ataque de ansiedad, con la adrenalina a mil. Hund el pedal hasta lo profundo,
mov la palanca y arranqu, sin importar el peligro, haciendo caso
omiso del lmite de seguridad, olvidando que por viejo que pareciera, el lugar tena una buena comisara.
A los pocos minutos se me acomod una patrulla detrs, con
las sirenas a tope, y empez a hacer cambio de luces. No quera
problemas, me control y par, me orill y esper a que el oficial
llegara al lado de mi puerta. Como era de esperarse, me avis de
los carteles y me inform que tendra que ponerme una multa, por
lo que, sin pensarlo dos veces, muy decidido, empu la pistola
que siempre portaba y descargu tres tiros en la quijada del oficial.
138
No observ ni me detuve a ver si alguien estaba viendo, arranqu

y esta vez a la velocidad lmite me dirig a mi casa.
Faltaba menos de media hora para llegar. La lluvia pareca por
fin haber cesado y el fro de siempre abordaba el vehculo. Las
rfagas de viento golpeaban mi mejilla. Me dispona a continuar
por la interseccin, a la entrada al pueblo, cuando la vi a ella!, la
nica mujer a la que contemplaba, cuyo nombre (al igual que el
mo) prefiero tener en reserva. La vi caminando sola, muy tranquila, como yo, segura de s misma. De nuevo, a sangre fra, sin
pensarlo, me dispuse a bajar del carro. Llegu hasta donde ella y
la salud con una voz algo fuerte. Ella sonri y me salud igual.
Acto seguido, empezamos a tener una conversacin muy simple y
tpica, pero con una intencin oculta.
Se vea interesada en la conversacin, la detuve y le propuse
acercarla hasta su casa. Gran error que aceptara.
El camino se oscureca y yo estaba muy alegre, asintiendo a
todo lo que ella deca. Es ms, el paisaje se volva algo romntico,
perfecto; con cada palabra pronunciada por su tierna voz yo encarnaba ese demonio que soy, hasta el punto en el que enloquec
completamente. De un momento a otro la golpe con mi arma, tan
fuerte como pude. El exceso de rabia actu y ella cay de golpe en
el asiento. Es lo ltimo que recuerdo, pues el resto son memorias
cortas con muchas emociones reprimidas que evocan mi locura.
As que aqu me encuentro, igual que al inicio, buscndole cura
a lo incurable, rogando por piedad a un Dios inexistente, tratando
de asimilar todo, escondindola a ella detrs de ese escaramujo, ese
escaramujo que para m es blanco y que prximamente ser rojo.
RUBN FELIPE RIVERA OTERO
139
Sonidos que
no desean ser
escuchados
B O G O T
Dedico este cuento a todos

los monstruos que, con una
maldicin a sus espaldas,
recorren las calles de las ciudades
colombianas.
Le doy las gracias a mis
compaeras y profesores del
colegio Santa Francisca Romana,
a mi familia, a Vctor Hugo
Paredes Castro, a los integrantes
de Gtomedios, a los estudiantes
y profesores de la Escuela de
Msica de Cmara de Bogot,
a los amigos que llegaron a mi
vida por la providencia de las

partituras y, especialmente,
a Julio Martnez, Jaime Plata,
Roco Cruz, Olga Luca Flrez,
Edward Moore y Alberto Gracia,
quienes ayudaron a armar los
rompecabezas de mis escritos.
Grado undcimo
Colegio Santa Francisca Romana,
Bogot
141
Sonidos que no desean

ser escuchados
ace tiempo no poda dormir. Todo empez una noche en

la que, por puro capricho, no cerr mis ojos despus de que mis
paps me dieran el beso de buenas noches. Cuando todo estaba a
oscuras escuch un ruido metlico, como el que hace el papel plateado que envuelve los bocadillos escolares. Pero el sonido era extrao, era un sonido que no deseaba ser escuchado. El ruido vena
de la calle, pero a esa hora no poda ser un nio jugando o alguna
pareja en una cita a escondidas. Era un monstruo, un monstruo
que haca ruidos plateados que nadie debi haber escuchado.
La siguiente noche fue igual. Un rato despus de que mis paps apagaran la luz, escuch los gruidos metlicos del monstruo.
Quise asomarme, pero mam haba inducido sabiamente en m el
miedo a las ventanas. La record con su voz firme, esa que tienen
las madres: A una nia de mi barrio la mataron. Se la llev una
bala perdida porque se puso a mirar por la ventana. Fue otra
noche sin sueo y de miedo. Miedo a un pedazo de vidrio porque
daba a la calle.
La ltima semana de colegio me levant de mala gana. Mam
me rega varias veces por quedarme dormida mientras me vesta
o alistaba la maleta. Un lunes gris, por la maana, pap me acompa a desayunar y me dijo: Yo saba que a medida que crecieras
142
te volveras un poco perezosa, pero ests muy pequea para hacer

estos dramas. Eso djaselo a tu hermano. Yo miraba con tristeza
los huevos pericos, incapaz de comer, pues el sueo me quitaba el
apetito. Mi hermano, un granduln de diecisis aos, no caba en
aquella discusin. l solo tena ojos para su consola y su celular. l
no saba nada de sonidos de metal y mucho menos del monstruo
que haba al otro lado de mi pared.
Tal vez fue la noche de ese lunes que la curiosidad venci al
miedo y me atrev a mirar por la ventana. Cuando me asom, vi el
tronco y parte del follaje de un arbolito que crece frente a mi cuarto. Iba a poner la cortina en su lugar cuando una especie de enredo
greudo se asom por la parte inferior de la ventana. Quise gritar,
pero entonces la bola de greas se daba la vuelta y me miraba. Tena
unos ojos oscuros y profundos. Eran ojos de un hombre. Eso lo saba porque todos los monstruos fueron hombres o nios alguna vez,
antes de que los maldijeran brujas o magos ms malos que ellos.
Quise correr y llamar a mis paps, pero el monstruo no me dej,
me tena hipnotizada con sus greas sucias y sus ojos de alquitrn.
Me qued en la ventana. El monstruo debi calmarse porque
me mostr lo que llevaba en sus peludas manos, un yogur de esos
que guardan en las tiendas en grandes congeladores. El monstruo
movi la tapa metlica. Esta vez el sonido de metal no me incomod porque ahora deseaba ser escuchado. Sonre, aliviada, y el
monstruo peludo me hizo seas para que fuera a dormir. Le hice
caso por puro miedo, porque nadie podra dormir en una situacin as. Me qued quietecita con la cabeza en la almohada, tratando de dormir con el monstruo al otro lado de la ventana.
Con el tiempo me acostumbr a la presencia de la bestia greuda. Llegaba cuando la casa estaba toda a oscuras, se acomodaba
debajo del marco de mi ventana y se tomaba su yogur de tapa plaM A R A J O S P L ATA F L R E Z
143
teada. Cuando me levantaba a mirarlo, sus ojos grandes y oscuros

estaban ah, medio escondidos en su maraa de pelo y enredos.
Recuerdo que una noche, antes de irnos de viaje, me qued observndolo largo rato. l no me indic que me fuera a dormir, solo se
qued ah, mirndome como si le fuera a pedir algo. Yo no entenda. Qu poda pedirle a un monstruo greudo de ojos oscuros?
Nos fuimos de vacaciones tres das a tierra caliente, lejos del
fro, del trfico de Bogot y del monstruo. La madrugada del tercer
da de paseo el celular de pap nos levant a todos a las tres de la
madrugada, una mala hora para despertar en cualquier poca del
ao. Pap contest, guard silencio, dijo una grosera, invoc a
Dios y luego otra grosera. Pero l no maldeca con rabia, lo deca
como con tristeza, tal vez con miedo. Mi hermano y yo estbamos
bien despiertos, pero nos hacamos los dormidos mientras pap le
susurraba a mam palabras que la hacan llorar.
Media hora despus mis paps nos llamaron para darnos las
malas noticias, porque buenas no eran. Haban robado el apartamento. Mam culp a los porteros, pap al pas y mi hermano
a todo el mundo. Cuando llegamos, la casa estaba rara. La sala,
siempre tan ordenada, tena todos sus adornos burdamente explayados en el suelo. El estudio ya no tena el computador que ronroneaba como un gato peludo y gordo. Mi hermano haba perdido su
amada consola con todo y controles. La que ms llor fue mam,
por su joyerito que tena las cadenas de la primera comunin, los
aretes del matrimonio, la medallita de la ta que iba a venir de visita en un mes y el brazalete de la otra que haba muerto haca once
o doce aos.
Mi cuarto no se salv. La pieza se vea tan triste con el bal
abierto, los libros de cuentos por el suelo, junto con la ropa y los
juguetes. Todo para llevarse la pantalla del televisor. En silencio y
con lgrimas en los ojos fui recogiendo el desorden que los ladro144
nes haban dejado. Fue ese da que mam mand a cortar el arbolito, diciendo que era un nido de ratas. Tuve pena de mi monstruo
peludo, ya no vendra porque no tendra cmo esconderse. Pero
dio igual que lo cortaran porque los das en los que el rbol an
estaba en pie el monstruo no regres. No volv a ver sus greas ni
sus ojos oscuros, ni escuch la tapa plateada del yogur.
La casa se recuperaba, yo tuve una tele nueva, mi hermano otra
consola y pap se coste otro computador. Mam no quiso joyas
y se content con haberse llevado el anillo de compromiso y de
matrimonio al viaje. Unas semanas despus me atrev a contarles
la historia del monstruo a mis padres. Primero se miraron el uno
al otro, aterrados, queriendo creer que era una mentira. Pap fue
el primero en creerme, lo s porque me abraz y me dio muchos
besos diciendo: Mi hijita, menos mal ese hombre malo no te hizo
nada. Mam lleg despus con sus caricias en el pelo y sus lgrimas de adulta.
Mam y pap llegaron a la conclusin de que dormira en el
estudio y pap trabajara donde antes haba sido mi pieza. Casi
nunca tratamos el tema, pero cuando lo hacemos mis paps siempre hablan de ese tipo o ese hombre. Aunque alguna vez le
escuch a pap decir: Bueno, tampoco podemos ser tan severos.
La gente que se dedica a esas cosas por lo general lo hace porque
no tiene de otra.
Yo sigo pensando que era un monstruo. Tal vez haba sido un
hombre que no tuvo de otra ms que dejar que lo convirtieran en
una bola de greas con ojos. Mam dice que hay que ser mayor
para comprender estas cosas, pero yo s que si puedes dejar unos
cuentos en el suelo y llevarte unas cadenitas de primera comunin
entonces a ti tambin te han robado algo. Algo que vale ms que
una consola y un computador que ronronea como un gato grande
y peludo.
145
LAILA ALEJANDRA
C A R VA J A L PA L A C I O S
Estado civil: viuda

165
C AT E G O R A
F LO R I DA B L A N C A
IBAGU
JAIRO HERNN
B E LT R N R O M E R O
159
C C U TA
MARA ALEJANDRA
RODRGUEZ GUTIRREZ
Alba
149
BARRANQUILLA
JORGE ELICER SALAZAR VERGARA
Trnsito de muerte
155
ESTUDIANTES DE EDUCACIN SUPERIOR

CALI
SANTIAGO BLANDN
ESCOBAR
D U I TA M A
JOS INOCENCIO
Fiestas municipales
181
BECERRA LAGOS
Mircoles
175
B O G O T
JUAN FELIPE FORER O PULIDO
Todos mis amigos

estn muertos
199
SAN VICENTE FERRER

JORGE ALEJANDRO
ARBELEZ HENAO
Qu tal tu noche,
amorcito?
193
MEDELLN
LU I S A F E R N A N DA O C H OA C A R D O N A
La cobija blanca
169
B O G O T
JHANS ESPITIA
Polvo (Ghostwriter)
187
Alba
MARA ALEJANDRA RODRGUEZ GUTIRREZ

C C U TA
A todo aquel que lleva el arte como

aliciente y al amor como vida en las
infinitas luchas. A los valientes con
espritu incansable, que pudieron
recrearse a s mismos despus de
verse abatidos. A los que nunca se
dejaron abatir. Desde lo ilegible, a
cada animal no humano existente y
prximo a existir, por los que cada
da de tenacidad vale totalmente. Y,

por encima de todo, a la literatura,
mi verdugo y mi vigor, a ella, cada
una de mis siete vidas.
Universidad Libre,
Ccuta, Norte de Santander
149
Alba
e dije, Alba, que la comida nunca estara lista, que si llegabas a casa con esos ojos de fingir ceguera no obtendras alimento.
Debiste haber callado, haber seguido el principio de guardar silencio, sobre todo cuando hay dolor en lo que no se dice. Debiste seguir cantando lo que te peda el pblico, tomarte las pastillas que
te recet el psiquiatra y pedir perdn cada vez que alguien dudaba
de la verdad de tu acusado.
Tenas que haber inventado una mejor excusa, seguir venerando al victimario, permitirle que te pagara el silencio. Pero si t
nunca hablaste ms que para recitar oraciones marianas, nunca
levantaste las manos ms que para experimentar con agujas y solo
viajaste al infierno cuando era diariamente impuesto! Te pareci
poco? No importa, vida ma, t no sembraste las murallas y los
vacos, no abriste la puerta de una habitacin para princesas afligidas, la cerraste, la limitaste, la atascaste, perdiste la partida porque
nadie escucha a las pequeas que fantasean en voz alta, por eso los
monstruos siempre la invaden.
Has regado tu propio olvido y la desidia de tus cercanos. Incineraste todos tus vestidos, destrozaste todas las hojas de tu diario,
te sumergiste en la baera por ms de un minuto sin lograr tu cometido. Eras la cantora ms linda del barrio hasta que decidieron
150
exiliarte todos: tus hermanas, tu madre, tu padre, tu abuela. Abandonaste la zona de la masacre con tan solo trece aos en la piel
y cinco meses de vientre, con la mochilita de colores y el cabello
sin peinar, con los brazos y las piernas amoratadas y miradas que
raspaban tu espalda.
Alba, Albita, el alma se te fue desde la primera sacudida, la vida
te confirmaba que las historias que leas jams llegaran a tu tropa
de realidades, que los sueos se quedaran en una isla blanca donde solo entran los poderosos. El espritu te doli desde la primera
entrada, el empalamiento de la luna, la traicin a la sangre, tu progenitor dentro de ti.
Alba, Albita, llegar el tiempo de la verdad. Has sabido tener
paciencia, has sabido tener amnesia, has sabido guardar la ira.
Vendrn los pjaros azules a traerte los trozos del malvado, vendrn todos los poetas a dedicarte antologas enteras, a retratarte
como protagonista de sus historias, pero con nombres distintos
y ordinarios. Quiz seas Silvia o Carmen, si acaso Victoria, para
jugar con las palabras y la realidad. Estars tambin en la lista de
los revictimizados si intentas la justicia. Estars tan desnuda como
siempre, sers un nmero ms para los archivos y una lgrima ms
para las pantallas.
Sabas que el seor tiempo no sana a los abatidos, que no hay
segundo ms curativo que el de la accin, que la pasividad acompasada en tus brazos no traera flores para mi nacimiento. Ya no
dibujas flores en los pupitres, no alimentas a los perros de los parques, no memorizas las citas de los libros para acallar a tus maestros; ya no hay utopas en tus manos que hagan creer a cualquiera
en un sueo an no soado, no hay cartas annimas para tu nico
amor, un nio silencioso y pintor voraz que te ense con su andar que el hogar podra ser el camino.
151
La abuela te visti con trajes negros y te ba con hierbas, te

atest la habitacin de humo y te cambi las sbanas. La comida
empez a faltar enteramente para ti, te arrebataron los discos de
ese blues que bailabas desde la clandestinidad, te arrancaron los
libros, aunque estuviesen en los mejores escondites, te despedazaron el jbilo, te obligaron a ser ausente, porque los nicos presentes pueden ser los que se viven en reserva. T, en cuarentena.
Pero no estabas enferma, estabas quebrada. La vida sobre la vida,
la nia prodigio dara a luz y nadie quera ver ese sol, por eso partiste, tuviste que partir, la orden haba sido emitida a travs de un
edicto de traiciones.
Tus amigas no volvieron, huyeron como si estuvieran ante la
presencia de una peste. Renunciaste a tu amor y cediste a la desdicha. Soy lo nico que te acompaa. Los discos ya no estn, los
libros han sido prohibidos, el teln no ser abierto jams. Me viste
llegar a una casita desahuciada regida por monjas, me tuviste en
tu habitacin. Sola, lo hiciste sola, porque las novicias no queran
acercarse al pecado. Con ms de diez nias expectantes a tu alrededor, muertas de miedo y de asco, violentamente descargaste
alaridos para expulsarme, con las piernas abiertas y la existencia
coja, con la garganta a punto de reventar, con el sudor como tu
nico calor, con las manos aferradas cruelmente a las almohadas.
Una lgrima tras otra naca como la vida misma, me desterraste de
tu vientre y llegu a tu pecho.
Cada da era una hazaa completa, crecer es una de las cargas
ms pesadas. Estar sujetas a las necesidades humanas y civilizadas
fue el peor castigo. Deseamos siempre ser estrella, galaxia, luna.
Esperamos tanto, aun habiendo dado todo. Una abre los ojos y
escoge mantenerlos as, una llega a la vida y decide quedarse en
ella. Alba, mi cielo, madre ma, ya no llores, sigue cantando, si152
gue bailando ese blues sin miedo, sigue llenndome las noches de
historias. Todo el futuro que temimos nos abrazar. Lo busqu y
lo encontr, a mi padre, tu padre, lo conoc y le di muerte. Alba,
Albita, el monstruo se ha ido.
153
Trnsito
de muerte
BARRANQUILLA
A un querido amigo, quien se

extravi aquella noche de lluvia
y llanto, para no regresar.
Escribo para m. Para mi placer.
Para mi vicio. Para mi propia
condenacin.
Juan Carlos Onetti
Universidad Libre,
Barranquilla, Atlntico
155
Trnsito de muerte
ran las diez de la maana y los nios jugueteaban por toda la

casa. Todos vestidos de negro, beban caf y aguas aromticas. Algunas mujeres, con las cabezas gachas, empezaban a sollozar; otras
haban comenzado a llorar desde la noche anterior. Hombres, amigos y familiares del viejo se repartan entre cervezas y botellas de
aguardiente; algunos, ya borrachos, cantaban y contaban chistes.
El viejo segua caminando, haba ingresado por el portn que permita la entrada a los autos. Salud a la gente, bebi una cerveza,
un trago de aguardiente y sigui su paso. Todo el mundo alzaba la
mirada cuando sentan las parsimoniosas pisadas acercndose. El
viejo se detuvo en la cocina y, junto a las empleadas de la casa, comi un poco de cordero asado y sigui andando hasta llegar a un
cuarto que se antepona a la sala principal. En aquel cuarto se cambi de ropa y se puso un traje que haba comprado semanas antes
en un almacn del pueblo. Se perfum y ates la corbata hasta que
esta apret su ajado cuello. Lustr los zapatos de gala con los que
se cas y camin hasta llegar a la sala. Personas sentadas alrededor
del recinto, sumidas entre llantos, observaban el cajn abierto. El
viejo salud a todos en la pieza y le dio un beso a su esposa, hizo
156
una vena doblando su cuerpo y se introdujo en el cajn. Tocaron

las campanas de la iglesia. Los hombres echaron el cajn a sus
hombros y avanzaron al cementerio que esperaba a su muerto.
157
Anatoma
de un
amante
J A I R O H E R N N B E LT R N R O M E R O
IBAGU
A Leonor, mi madre, culpable de

mi ADN literario; a Mara Luisa,
quien domina las habilidades para
explorar la anatoma de un amante;
a Juan Camilo, corrector de mis
precarias tcnicas para contar las
desdichas de un amor contrariado;
a Claudia, por compartir las claves
de su sabidura; a Sandra, Jefferson
y Manuelito por su generosa
paciencia para soportar con

estoicismo mis desvaros literarios.
Pero especialmente a ese joven
cuya derrota prematura inspir
esta historia.
Universidad Cooperativa
de Colombia,
Ibagu, Tolima
159
quella fue una noche invadida por el insomnio. Cumpla

mi ao rural en ese poblado lejano y fro. A la medianoche, cuando empezaba a dormitar, me despert el estruendo de un disparo
seco que cort el aire e interrumpi de un tajo la msica que se
escuchaba a lo lejos.
No pude volver a dormir. A las seis de la maana me levant.
Acord con el otro mdico sortear a cara o sello las tareas de la
jornada. Perd. l atendera las consultas de urgencias del pequeo
hospital y yo hara la necropsia.
Camin sonmbulo a la morgue, atravesando un saln atiborrado de policas, familiares y curiosos que no queran perder detalles
de esta tragedia.
Record el instante en el que el silencio de la noche fue atravesado por el balazo y repet la pregunta que deba responder con la
tarea poco grata que iniciaba: Cmo ocurri la muerte? Cul era
su mecanismo fisiopatolgico?. Esa era mi labor. Cules eran
los motivos del otro que lo llevaron a vencerlo sin oportunidad y
sin revancha para siempre?. El ayudante ambientara las circunstancias y las razones.
Este es un muerto distinto, me dijo el ayudante, que se autodenominaba, orgullosamente, tanatlogo. Era bajo, viejo y gordo,
escaso de pelo y dientes, experto en las lides de preparar los restos
160
de los vencidos para hacerlos presentables para el funeral. Sent

que estaba conmovido con el muerto. Habamos hecho ms de
diez necropsias juntos y siempre sospech que l disfrutaba del
dolor de los deudos, del rictus de miedo, de la angustia y del terror
a los muertos y de las circunstancias de la muerte, que me narraba
en detalle.
Afuera, la madre del muerto, que se reconoca porque era la
nica que lloraba con conviccin y sinceridad, se abrazaba con un
adolescente que dejaba rodar unas silenciosas y gruesas lgrimas.
Lo dems, era lo de siempre: los vecinos, los amigos y la nube imprudente y mrbida de curiosos que susurraban fingiendo congoja
e indagaban detalles de la muerte. Siempre detest a esa clase de
personas. Nunca vi la cara de un muerto a menos que fuera por
obligacin, como en este caso. Me ruborizaba ver la derrota.
Los policas, con cara de aburrimiento e indiferencia, organizaban el saln contiguo a la morgue y anotaban en sus libretas los
datos que reciban de los deudos.
El ayudante desnud al muerto y me entreg la bata, el tapabocas,
los gorros y los guantes; prepar el bistur y la sierra para la necropsia.
Preso de la curiosidad, mir en detalle al occiso, un joven de
unos veintids aos, cuerpo atltico, plido, fro, lvido, pero sin el
rigor mortis propio de un cadver de seis horas. Vi en su rostro un
gesto de satisfaccin, como si durmiera feliz. Los ojos entreabiertos. Le en su rostro una dignidad nunca vista. Su boca dibujaba
una sonrisa, acompaada de un hilillo de sangre que brotaba por
la comisura izquierda de los labios. Su rostro impecablemente afeitado tena dibujado un beso con labial en la mejilla.
Solo tena un agujero cerca de la tetilla izquierda, hecho por el
proyectil estruendoso y solitario de la madrugada que encontr en
su camino a este hombre y decidi quedarse en l. No encontr
orificio de salida.
161
Sus manos eran grandes, callosas, de hombre de campo, pero

sus uas limpias y bien cortadas daban la imagen de una persona
cuidadosa. Adems de su imponente presencia, me impresion el
fuerte olor a perfume varonil, con aroma a sndalo, como si acabara de aplicrselo. La pequea morgue estaba inundada de este
perfume intenso y penetrante.
Por qu huele as? pregunt al ayudante.
Se ba anoche en perfume respondi, estaba invitado
a una fiesta. Lo mataron mientras bailaba con la esposa del asesino.
Pero, huela esto me dijo acercndome la camisa, tiene
un olor diferente. Sent el perfume varonil, mezclado con otro aroma, una fragancia de jazmn, suave, dulce y tenue. Era el olor de
la mujer con quien bailaba prosigui, por ella lo mataron. Su
esposo sinti celos, los separ y le dispar en el pecho.
Entre sus dedos encontramos cabellos largos. Su brazo izquierdo luca un tatuaje rudimentario, con su nombre y un nombre
femenino que el ayudante atribuy a la mujer de la fiesta.
Se le advirti, pero deca que estaba enamorado, no le importaba nada. El amor es la mayor estupidez que existe sentenci.
Iniciamos la exploracin del trax. El proyectil se haba deslizado entre los espacios intercostales. Buscamos la trayectoria,
identificamos en los rganos lesionados la causa de muerte. Sus
pulmones rosados estaban indemnes.
Nunca fum coment el ayudante, quien pareca conversar con mis pensamientos. Lo que yo me preguntaba mentalmente,
justo l me lo responda en voz alta.
Encontramos un corazn sano de hombre joven, con una perforacin puntiforme en su ventrculo izquierdo, sin salida. Con los
dedos busqu el proyectil. All estaba, entre abundantes cogulos.
Del ventrculo extraje una bala pequea, como el pulpejo del meique de un nio: duro, fro. Rompi el corazn y por ese pequeo
162
agujero se escap la vida, pero no avanz. Era suficiente, aquella

minscula herida derrot a este corazn enamorado y testarudo.
La muerte tiene sus certezas. Un solo disparo de insomnio, un
solo rgano, una sola herida, nada sobraba, nada era redundante o
innecesario. All estbamos ante la poderosa muerte.
Hay que tomar una muestra del contenido gstrico para buscar alcohol, pens. Inmediatamente el ayudante trajo la botella
para hacerla mientras deca: No tomaba.
Exploramos su cerebro, indemne, gelatinoso, insondable. Pensaba en el lugar donde habitaran las decisiones, aquellas como
prepararse para la fiesta, baarse en un aroma de perfume seductor, disponerse a invitar a la mujer casada a bailar, abrazarla al
comps de la msica, apretar contra su pecho el corazn galopante
de su amada y sentir el propio, ese que estaba ahora vencido y expuesto a nuestros ojos.
Estaba de acuerdo con el ayudante. Era una estupidez y un motivo abyecto matar y hacerse matar por amor. Siempre me parecieron ridculas aquellas historias de crmenes pasionales, pero nunca
haba explorado en la anatoma de un amor mortal.
Me acerqu. Tena un tinte color rojo en la mejilla. Era del labial. Aventur a suponer que la mujer le estampaba un beso en
la mejilla en el momento que el asesino dispar, por eso el gesto
de satisfaccin que ignor la muerte, que no se inmut ante ella.
En este momento ya no oa al ayudante que segua murmurando
sobre el muerto.
Terminamos la necropsia y le pregunt por qu me deca que
este muerto era distinto. Tom aire profundamente, como un moribundo. Se tom un tiempo largo que sent infinito. Este muerto
es mi hijo. Baj la cabeza y sali del saln, dejndome solo con
aquel cadver plcido. Reaccion al sentir el ahogo de las lgrimas
que me brotaron por este amante desconocido.
163
Estado civil:
viuda
L A I L A A L E J A N D R A C A R VA J A L PA L A C I O S
Soy una soadora que cuenta

su edad por momentos vividos,
no por aos pasados. Reflejo
en mis escritos la lucha de mis
pensamientos, la lucha de mi vida
diaria, el feminismo y el cambio
social.
Dedico este cuento a la vida
misma, que me ensea cada
da cmo luchar una vez ms, al
feminismo por ser inspiracin
para este cuento y a la lucha
por la desmitificacin del amor.
Agradezco a mi familia por

darme la libertad de ser quien
soy, por ensearme a creer en
m y por ser la mayor muestra de
amor libre e incondicional que
conozco. A Florence Thomas, por
revelarme que nada construido
histricamente es eterno.
Universidad Industrial de
Santander, Floridablanca,
Santander
165
Estado civil: viuda
L A I L A A L E J A N D R A C A R VA J A L PA L A C I O S
o vio tan tranquilo, tan quieto, tan l, serenamente recostado

en la cama, con los ms bellos sueos reflejados en su sonrisa y no
lo soport. Tena un prncipe, pero no era azul, solo era un prncipe, as que se le ocurri una idea para cumplir su anhelado sueo:
teir ese plido rostro de azul. Sali de la casa a recibir la sensacin
placentera que le causaba sentir los rayos de sol en su vientre. Con
fuerzas casi divinas entr de nuevo a su casa, subi las escaleras
sintindose la mujer ms fuerte del mundo y, con suavidad y amor,
puso una almohada en su rostro, apret y apret hasta que la lucha
de aquel cuerpo debajo de ella termin.
Al retirar la almohada, sus ojos se llenaron de lgrimas y en su
rostro se dibuj la ms sincera sonrisa. Su prncipe era azul, de
ese azul nico, de su azul favorito. Pero su sonrisa no dur mucho. Record aquellas promesas de amor eterno y sinti celos de la
tierra que lo acariciara por el resto de la eternidad, as que baj a
la cocina, cogi su cuchillo favorito, s, aquel de cortar carne que
su prncipe haba afilado muy bien para preparar la cena antes de
tomar la ltima siesta.
Subi las escaleras de nuevo, con una tristeza que pareca dominar cada uno de sus msculos y, con delicadeza, le fue quitando
166
la camisa a su prncipe, ahora azul. Recostada sobre su pecho, con

tibias lgrimas rodando por las mejillas, tom las fuerzas que necesitaba para seguir. Tena que arreglrselas para que sus promesas
de amor se cumplieran; no estaba dispuesta a compartir su corazn con los gusanos.
Poco a poco y con mucha delicadeza fue deslizando el cuchillo
desde la garganta hasta el vientre. El lquido rojo que brotaba del
cuerpo an tibio manchaba su ropa, las sbanas, su cordura. Con
destreza y suavidad separ uno a uno los huesos de las costillas de
su prncipe y, con el amor ms sincero que haba experimentado,
sac su corazn separndolo de las venas y arterias que lo retenan
y lo unan a su cuerpo, cada vez ms fro. Por fin era suyo y de
nadie ms. Pero el gozo, la sensacin de jbilo, no dur mucho.
Record aquella otra promesa que angustiaba su ser y atormentaba
su mente.
Primero sac su ojo izquierdo, aquel que se le apagaba cuando
tena sueo o preocupaciones, y luego el derecho. Los ojos color
panela ahora eran suyos. Su prncipe ya no tendra ojos para nadie
ms, como lo haba prometido.
Morana, con sus mejillas llenas de lgrimas negras, una sonrisa
adornando su rostro y con los ojos y el corazn de su prncipe en
las manos, se recost en su regazo, cerr los ojos y esper volver a
soar con su eterno amor, su ahora prncipe azul.
L A I L A A L E J A N D R A C A R V A J A L PA L A C I O S
167
La cobija
blanca
LUISA FERNANDA OCHOA C ARDONA
MEDELLN
Como estudiante de Artes, mi

sensibilidad me ha llevado a
explorar mltiples lenguajes a
travs del cuerpo, la msica, la
plstica y las letras; he podido
encontrarme con la infinita riqueza
del universo, la imaginacin y el
pensamiento.
Agradezco a la vida los golpes y

zancadillas y, sobre todo, por la
oportunidad de ser madre, gua y
consejera de Jacobo y David.
Universidad de Antioquia,
Medelln, Antioquia
169
La cobija blanca
LUISA FERNANDA OCHOA C ARDONA
n da, mientras lavaba ropa, la ta Carmen me pidi permiso para lavar sus cobijas, que ya tenan mucho polvo. Eran tres cobijas muy bonitas, casi nuevas. Una de ellas, la blanca, me pareca
muy hermosa y en tono de charla le dije que cuando no la usara
ms, me la diera a m. Mi ta me cont que la cobija haba pertenecido a mi abuelo Jos Manuel, al que solo alcanc a conocer por fotos, pero que fue el padre querido de toda mi familia materna. Jos
Manuel le regal la cobija a la abuela Julia, quien la guard por
treinta y cinco aos, empaquetada en una funda plstica que no
pudo salvarla del olor particular que adquieren los objetos guardados por largos periodos, hasta el da en que la ta Carmen tuvo que
someterse a una ciruga delicada y estuvo varios das en el hospital.
Solo entonces la abuela decidi sacar la cobija del empaque y drsela a la ta para que se abrigara durante su convalecencia. Mi ta, a
diferencia de la abuela Julia, no guardaba nada, permanentemente
sacuda sus cajones y regalaba todo lo que no necesitaba.
Despus de esta pequea charla me qued pensando en mi difunta abuela, ella haba vivido en la casa que ahora era ma. La que
era su habitacin luca totalmente distinta, no haba vestigios de
papeles y colgandejos, calendarios viejos, medicamentos vencidos,
estampitas religiosas, camndulas, flores artificiales, cuadernos de
170
hojas amarillentas con apuntes de toda clase, recetas, oraciones,

telfonos y recordatorios, todo cubierto de una delgada capa de
polvo que los protega de manos ajenas.
El pequeo cuarto de la abuela pareca un mercado de san
Alejo, al que no le caba ni una cosa ms, pero, a pesar de eso,
ella siempre se las ingeniaba para reacomodar sus cosas y hacerles campo a las nuevas. Ella s que aprovechaba el espacio; para
ser sincera, no solo su cuarto estaba atestado de cosas, tambin
la cocina y el techo hacan las veces de bodega. La abuela era bastante creativa, afirmaba que todo serva y por eso cada vez que un
recipiente plstico quedaba vaco, lo lavaba cuidadosamente para
reutilizarlo en caso de ser necesario. Cuntas cosas tena la abuela
en su cuarto? Era todo un misterio, los nietos llegamos a pensar
que tena un tesoro escondido y era un sueo poder hurgar entre
sus cosas, pero la nica manera era con los ojos, cuando entrabamos a visitarla, porque la mirada se nos perda entre las grietas y se
esforzaba por atravesar las transparencias de los velos que cubran
algunos objetos.
La abuela deca que cuando ella muriera, la ta Carmen se encargara de lanzar todos sus preciados bienes a la basura, ya que
no estaba de acuerdo con la acumulacin desmedida de la anciana. De todos modos, ese pareca un panorama lejano, puesto que
la abuela era como un roble inmunizado, no le dola nada, o por
lo menos no se quejaba, incluso pas por dos cirugas a corazn
abierto y siempre sali victoriosa.
Tres aos despus de la ltima ciruga, la abuela se encontraba
bien, pero un da su color empez a cambiar, su tez siempre blanca
se torn amarilla, y no cualquier amarillo, era un amarillo intenso,
casi radiactivo, que con los das se volvi ms fuerte; eso fue todo
lo que supimos porque a los diez das la abuela muri.
LUISA FERNANDA OCHOA CARDONA
171
Despus de su muerte los mdicos descubrieron que un cncer

haba invadido su cuerpo, un cncer de esos que se gestan en el
interior, silenciosamente, y pasan a cobrar su cuota el da final. De
todas formas la abuela, en mi opinin, vivi sus aos plenamente.
La muerte de la abuela fue dolorosa para todos y, como en muchos otros funerales, reuni a toda la familia, incluso a unos que
no conoca, aparecieron ms tos y primos de los que yo crea tener. Despus de eso, y como una profeca que se cumple, la ta
Carmen empez a desalojar el cuarto de la abuela el mismo da
que la enterraron. Estuve presente en el desalojo y me asombr
bastante porque era la primera vez que en realidad vea lo que haba all guardado, no poda entender cmo entre cuatro pequeas
paredes podan caber tantas cosas, pero ms tristeza me dio descubrir la cantidad de artculos nuevos, ropa, zapatos y porcelanas
que la abuela guardaba dizque para una fecha especial, objetos
guardados por aos, esperando ser estrenados en algn tipo de
evento que lo ameritara, algo imposible en una casa donde haba
pocos. Despus de repartir las cosas de la abuela, lo que no demor mucho, qued el vaco y la inmensidad de su habitacin, y,
sobre todo, algunas dudas que surgieron desde el funeral.
Pasados algunos das un grupo de familiares se reuni en casa
de la abuela. La recordamos a ella y a los familiares desconocidos
que aparecieron en su funeral, en la reparticin de sus corotos.
Quines eran estas personas?, le pregunt a la ta Carmen y ella,
con el rostro sombro, nos cont la verdad:
Bueno, muchachos, esta familia es grande y bien surtida, todos somos hermanos, pero no todos nos parecemos. La abuela fue
la madre de todos los aqu presentes y en todos est su sangre,
pero ella sufri sus propios dramas que todos los hijos conocamos, pero de los que nadie hablaba nunca. Tuvo tres esposos y el
172
ltimo fue Jos Manuel. Mara, la mayor, es hija del difunto Augusto Marn; ngela es hija del capataz de la finca donde trabaj
la abuela, nunca supe el nombre; el resto de los doce hijos son de
Jos Manuel, solo que l ya estaba casado antes de conocer a la
abuela, as que ella no pudo tener el lugar de esposa que siempre
anhel y se senta bastante avergonzada, tanto que al entrar a la
iglesia se esconda detrs una columna porque la gente del pueblo
la sealaba como pecadora. Tal vez por eso siempre les insisti a
las mujeres de la casa para que se casaran, pero qu sufrimiento el
que le dieron todas, mams jvenes y solteras, menos yo, que me
qued de ta.
Cuando la ta Carmen termin de contar la historia, le pregunt
por qu solo hasta ahora nos enterbamos del asunto y ella me
dijo que por respeto a la abuela no se comentaba nada de eso en
la familia, era un secreto ms bien guardado que todas sus cosas y
por ms de cincuenta aos.
Ese da por la noche, tendida en mi cama, no pude conciliar el
sueo, me senta triste y no sala una sola lgrima que me aliviara. Pensaba en todo el dolor que la abuela guard, tan silenciosa,
tan ausente. Y ahora ya no estaba. Fue esa noche de insomnio, en
el silencio de mi habitacin, que pude sentir lo mismo que sinti Carmen el da que se abrig por primera vez con la preciada
cobija blanca.
LUISA FERNANDA OCHOA CARDONA
173
Mircoles
JOS INOCENCIO BECERRA LAGOS

D U I TA M A
A mi familia.
Tengo dieciocho aos. Admito
que eleg el camino menos fcil
para sobrevivir: el arte, en su
personificacin ms enigmtica, la
literatura; pero le atribuyo no sin
alegra a esa innata preferencia,
mi felicidad. Voy a escribir y a leer
toda la vida; seguir poniendo un

par de sillas a mi lado para que se
sienten Bioy y Borges a dictarme lo
que no quieren olvidar.
Universidad Pedaggica y
Tecnolgica de Colombia,
Duitama, Boyac
175
Mircoles
o se ba. Se puso las botas de goma, el pantaln de siempre y el abrigo rojo. Abri el diccionario: adjetivo; la palabra era
imprvido. Mir su reflejo. Compuso su barba. Como todos los
mircoles, no desayun. Tendi la cama, se lav los dientes y sali
a la calle. Su objetivo era inconcebible: quera matar al hombre
menos prescindible del pueblo.
Dedic toda la maana a imaginar el crimen, a elegir a la vctima y las circunstancias de su muerte. Le dispar a un maniqu azul
para entrenar.
Prepar la pistola, la bala correcta... sonaron dos balazos. Sonri. Mat al alcalde. Crey haber asesinado al elemento ms imprescindible del pueblo: consum el exterminio del lder. Los habitantes se enteraron. Hicieron una fiesta larga y muy alegre. El
que haba sido elegido perpetuamente ya no gobernara, volvera
su orfandad libertina.
El hombre se acost temprano. Tres balas en vano, pens.
Estaba insatisfecho, no haba sido un delito perfecto. Para tomar mejores decisiones le pidi a Cronos su dios que le diera
la oportunidad de reiniciar el da...
176
II
Solo se lav el rostro. Se puso las sandalias grises, el pantaln de
siempre y el abrigo negro. Abri el diccionario: sustantivo; la palabra era esperanto. Mir su reflejo. No movi su barba. Como
todos los mircoles, no desayun, no tendi la cama. Se lav los
dientes y sali a la calle. Su objetivo era inconcebible: quera matar
al hombre menos prescindible del pueblo.
Dedic toda la maana a imaginar el crimen, a elegir a la vctima y las circunstancias de su muerte. Persuadi a un perro para
entrenar.
Prepar el brebaje, la gota correcta... La fluidez del veneno no
se oy. Sonri. Mat al mdico. Crey haber asesinado al elemento
ms imprescindible del pueblo: consum el exterminio de la salud. Los habitantes se enteraron. Hicieron una fiesta larga y muy
alegre, ya no protegeran su infinitud, volvera la peste natural.
El hombre se acost tarde. Dos infusiones en vano, pens.
la oportunidad de reiniciar el da...
III
Tard mucho tiempo en la ducha. Se puso las botas de goma, el
pantaln de siempre y la chaqueta verde. Abri el diccionario: verbo; la palabra era restar. Ignor su reflejo. Solo palp su barba.
Como todos los mircoles, no desayun. Tendi a medias la cama,
lami la crema dental y sali a la calle. Su objetivo era inconcebible: quera matar al hombre menos prescindible del pueblo.
Dedic toda la maana a imaginar el crimen, a elegir a la vctima y las circunstancias de su muerte. Apual a dos gallinas para
entrenar.
177
Prepar la daga, el corte correcto... Contaron cuatro incisiones.

Sonri. Mat al sacerdote. Crey haber asesinado al elemento ms
imprescindible del pueblo: consum el exterminio de la fe. Los
habitantes se enteraron. Hicieron una fiesta larga y muy alegre, cesara su pavor por la vida eterna, volvera su politesmo irracional.
El hombre no se acost. Seis hendiduras en vano, pens.
la oportunidad de reiniciar el da
IV
Se dio un rpido duchazo. Se qued en medias, en calzoncillos y
desabrigado. No abri el diccionario. Rompi el espejo. Se afeit.
Era mircoles. Desayun. Lav las cobijas, extravi el cepillo y no
sali a la calle. Su objetivo era inconcebible: quera matar al hombre menos prescindible del pueblo.
Dedic toda la maana a imaginar el crimen, a elegir a la vctima y las circunstancias de su muerte. Se amarr los zapatos para
entrenar.
Prepar la soga, el nudo correcto... oyeron caer una butaca.
Sonri. Se haba suicidado. Crey haber asesinado al elemento ms
imprescindible del pueblo: consum el exterminio de la muerte.
Los habitantes se enteraron. Hicieron un velorio largo y bien llorado, la infinitud regresara, nadie los matara.
El hombre durmi profundamente. Tres peticiones en vano,
pens.
Estaba satisfecho, haba sido un delito perfecto. No le hizo ninguna otra peticin a Cronos su dios.
178
V
La polica resolvi el enigma, pero el victimario se suicid minutos antes de que lo encontraran. Estaba semidesnudo. Impunes
quedaron la muerte de un alcalde, un mdico, un sacerdote, dos
gallinas y un perro, la destruccin de un maniqu y el robo de unos
zapatos de amarrar.
179
Fiestas
municipales
SANTIAGO BL ANDN ESCOBAR
CALI
A mi hermano, quien sin saberlo

aliment mi necesidad de contar,
exigindome una historia para
cada noche.
A mi madre, quien descubri
para m el maravilloso mundo de
las palabras. Con una voluntad
inquebrantable, ella me ense a
descifrar el significado de las letras,
a desentraar el mundo que haba
detrs de cada pgina.
A mi padre, el principal
responsable de mi adiccin a los
relatos, no solo porque me regal
mi primer libro de cuentos, sino
porque es un gran narrador de
historias. El presente cuento se
inspir en una de sus ancdotas.
Que lo disfruten.
Universidad de Cartagena,
Cartagena
181
Fiestas municipales
SANTIAGO BL ANDN ESCOBAR
or ese entonces un puado de muchachos, entre diecisiete y

veinticinco aos, conformamos un grupo de teatro que en pocos
meses haba resultado increblemente bueno. Con la obra, Un gato
bajo la lluvia, viajamos a Filadelfia, Salamina, Pcora, Anserma,
Chinchin; hasta nos presentamos en el teatro Los Fundadores,
de Manizales. Aun as, la solicitud del alcalde nos tom desprevenidos. En una carta nos notificaba su inters para que furamos el
acto central de las fiestas municipales. Nunca antes haban elegido
a alguien del pueblo para esa responsabilidad. Fueron muy enfticos en que no debamos desencantarlos. En este momento no
entiendo por qu accedimos con tan poco tiempo de anticipacin,
pero en esa poca ramos jvenes, sentamos que el mundo nos
quedaba pequeo y nos imaginbamos cualquier cosa, menos que
todo terminara en tragedia.
Nos reunimos en la casa cultural que pusieron a nuestra disposicin desde ese momento. Todos me miraban con cara de expectativa porque fue a m a quien se le ocurri Un gato bajo la lluvia y
les daba la impresin de que mis ideas eran infalibles.
Pero esta vez era Too Escobar quien quera proponer. No tuve
ninguna objecin, sobre todo porque no se me haba ocurrido nada
bueno y no poda imaginarme que la idea de Too nos llevara al
182
desastre. Su propuesta estaba inspirada en Agosto, un grupo de

teatro que trabajaba en las calles de Bogot, sin previo aviso, con
puestas en escena que conmocionaban a la multitud porque las
presentaban como hechos de la vida real. Despus de explicarnos
esto, Too nos expuso su idea. A todos nos pareci tremendamente buena y aunque ahora me resulte inslito no hubo nadie
que advirtiera el enorme peligro que representaba.
Los ensayos iban desde el amanecer hasta muy entrada la tarde.
Estbamos tan emocionados que bien podamos seguir de largo y
pasar la noche en vela, con tal de que nuestro acto central fuera el
mejor de todos los tiempos.
Fueron dos semanas extenuantes, pero debo reconocer que
tambin resultaron placenteras: en la casa todos me trataban como
si fuera una celebridad, me llevaban el desayuno a la cama, me
alcahueteaban cualquier capricho. En la calle no era distinto: los
borrachos nos ofrecan ron, las seoras nos saludaban con respeto
y las muchachas nos miraban con reserva, pero con una admiracin que aumentaba considerablemente cuando nos preguntaban
en qu consistira el acto central y nosotros contestbamos, con un
tono de voz que denotaba la seriedad del asunto, que no podamos revelarlo hasta las fiestas municipales. Quiz el misterio de los
preparativos contribuy a construir el malentendido que origin
la tragedia.
El da de las fiestas municipales lo pas completo con la hermana de Too. Estuvimos juntos en las competencias infantiles,
viendo a los nios correr en patines o hacer maromas en bicicleta.
Caminamos con el desfile de bandas marciales y en la tarde ella me
acompa al torneo de ftbol, uno de los ms concurridos del ao
porque tenamos la visita de un equipo de profesionales retirados
que se haca llamar Las viejas glorias del Once Caldas. Contra
SANTIAGO BLANDN ESCOBAR
183
ellos perdimos la final, pero jugu como nunca: la hermana de

Too estaba orgullosa y sonriente, dicindome que todo era un
buen presagio para la obra de esa noche.
Se nos haca tarde para los ltimos preparativos de la comparsa
y decidimos tomar un atajo que llamaban el Camino del Diablo. A esas alturas solo los nios crean que si cruzaban por ah
se les apareca un duende. Nos tropezamos en pleno monte con
un puado de campesinos encabezados por Milln y Medio, uno
de los hombres ms ricos y ms conservadores del pueblo. En ese
momento, quiz por el afn, no nos percatamos de lo peculiar que
era aquel grupo reunido en la espesura. Tal vez hubiramos podido evitar la tragedia si no fuera porque solo tenamos cabeza para
pensar en que llegaramos tarde y Too nos gritara. Eran las seis
de la tarde.
A las ocho de la noche estbamos listos para salir cada uno
en sus posiciones cuando el presentador del evento empez a
anunciar el acto central. Habamos decidido interrumpirlo en ese
momento para que todo resultara ms genuino. La hermana de
Too, que estaba a mi lado, conservaba la calma en los momentos
de mayor tensin. Yo senta que se me iban a reventar las sienes
por la presin de los nervios. Entonces, Too irrumpi en la plaza
pblica y grit con su vozarrn desmedido: Esta es una toma del
M19!. Era la seal para que todos saliramos desde distintos edificios. Estbamos encapuchados y no haba ni un solo polica en
tres kilmetros a la redonda, porque habamos establecido complicidad con el comandante en jefe.
Doa Esperanza Arciniegas, quien traa a su nieto en brazos,
empez a mecerlo dramticamente en frente de nosotros, mientras
repeta: No me hagan nada, miren, tengo un beb. No me maten!. Comprend que se nos haba ido la mano con el montaje,
184
pero era demasiado tarde. Jairo Lagaas, uno de nuestros compaeros ms resueltos, dispar al aire, con tan mala suerte que la
bala se astill al salir y una de las esquirlas cay en la frente de don
Jess Escobar. Un hilo de sangre le empap la cara. En la plaza
pblica se escuch un grito de muchas voces: Hirieron a don
Chucho, hirieron a don Chucho!.
Un hombre sali corriendo del Cafegn el principal billar del
pueblo. Desde donde estaba no me cost reconocerlo: era uno
de los campesinos reunidos en el monte esa tarde con Milln y Medio. El objeto que empuaba me result ms difcil de distinguir,
pero por la forma en que lo traa supuse que se trataba de un revlver. Se abri paso entre la muchedumbre atnita y ni los cmplices
secretos de la comparsa, ni nosotros, ni siquiera el mismo Jairo
Lagaas pudo moverse del lugar donde estaba sembrado por el
terror, pues el campesino corra hacia l con una violencia que impeda cualquier reaccin. Confieso que en el momento del disparo
no pude evitar cerrar los ojos, pero la explosin del revlver casi
me revienta los tmpanos. Levant la mirada y me cost distinguir
cualquier cosa entre la muchedumbre en desbandada, hasta que al
fin pude enfocar el lugar donde yaca Jairo Lagaas, plido y sin
capucha, mientras peda a gritos que le llevaran a su mam.
Cuando llegu a socorrerlo, lo encontr lvido, desvanecido.
No me fij en la sangre que me haba empapado hasta los pantalones, ni en el crter humeante que se abra en su pecho, sino
en la expresin de inasible tristeza con la que remat sus ltimos
minutos. Los cmplices secretos de la comparsa acudieron para
aclarar a gritos que todo haca parte de la puesta en escena.
Era demasiado tarde: Jairo Lagaas haba muerto.
SANTIAGO BLANDN ESCOBAR
185
Polvo
(Ghostwriter)
JHANS ESPITIA
B O G O T
Muchas palabras, palabras que

quedan, palabras que se van. Y
lo que es mejor: palabras que se
comparten.
La dedicatoria va para scar
Monroy, quien fue mi maestro en el
arte de ver el mundo, para que yo
me convirtiera en maestro de otros.
Agradezco a mi Yoba y a mi Chris,

que siempre estn a mi lado,
creyendo.
Janko
Universidad Distrital, Bogot
187
Polvo (Ghostwriter)
JHANS ESPITIA
A mi profesor, scar Monroy, y a David Hockney.
sta casa me queda grande. Voy hasta el patio a llevar la ropa

hmeda, la extiendo en un tiempo relativamente corto. A eso de
las diez de la maana debo sentarme a escribir; regreso a la cocina
y pongo el caf, vuelvo al patio, termino lo de la ropa; de vuelta a
la cocina, saco un pocillo, sirvo el lquido caliente y sorbo un poco
(perfecto para el clima de esta ciudad).
Algn da me escapar de este departamento, algn da lo har,
tengo pensado ir a la costa, es otro clima, aqu es fro siempre, y
rutinario, nadie llama a la puerta y aunque la lnea de telfono est
activa, este aparato se llena de polvo rpidamente. A decir verdad,
yo no llamo a nadie, no me gusta eso de molestar a otras personas.
Camino al estudio, mis zapatos resuenan en toda la casa, alisto
una hoja en blanco y saco un esfero, el caf reposa sobre la mesa,
an exhalando su vaho (s que se enfriar, que se desvanecer en
el aire).
No he pasado un trapo a esta mesa, no la he limpiado, todo se
llena de polvo en esta casa, la hoja blanca se ha manchado, faltan
cinco minutos para las diez de la maana en mi reloj de pulso; en
el de la entrada (ahora lo recuerdo) siguen faltando esos mismos
tres minutos para la medianoche... Ese tiempo es eterno. Siempre
188
voy de paso. Cada vez que miro ese reloj, recuerdo que tengo que
mover su pndulo y darle vida; ms tarde lo har.
Ya qued limpia la mesa, pero voy dos minutos tarde para empezar a escribir, tengo una idea pensada, es clara. Comenc con la
frase: Es un da gris, un da que presagia la muerte.
Observo las letras escritas, me quedo quieto, absorto en ellas.
Recuerdo el trapo, voy hasta la cocina, el caf est en la estufa,
hirviendo, lo sirvo en el pocillo y llego con la resonancia de mis
pasos al estudio, limpio este polvo que rodea todo. El caf descansa sobre la mesa, sorbo un poco; son las diez y an no he llevado
la ropa hmeda al patio.
La frase escrita me gusta, aunque me parece triste; pienso en los
dos personajes de esta historia.
Sorbo caf, despus de tanto tiempo permanece caliente y eterno. Sobre la mesa escucho ruidos en la cocina. Ella est lavando la
loza, lo s, tambin s que preparar el almuerzo. Me gusta pensar
qu ser esta vez.
Pienso en la blancura del arroz y en el olor de la carne con cebolla y la seca humedad de unas papas saladas. Todos estos olores
llegan hasta el estudio, de seguro el alimento ya est listo, de seguro ella acab, tal vez ya se marchar.
Voy hasta la cocina. El eco de mis pasos me recuerda la soledad. Observo el reloj de la entrada, con una hora perdida en el
tiempo. Faltan tres minutos para la madrugada (tengo que mover
su pndulo ms tarde). Llego a la cocina, el olor a comida lo ha
invadido todo. Me acerco a la estufa an tibia. Sobre ella reposa
una olla, miro en su interior, caf caliente, saco un pocillo, antes de
servir recuerdo limpiarlo. Aqu todo se llena de polvo fcilmente.
Me sirvo caf y sorbo, debe faltar poco tiempo para las diez, debo
sentarme a terminar la historia.
JHANS ESPITIA
189
En el estudio se me ocurre una frase, pienso en ella, pero es

muy triste. Tengo la seguridad de unos personajes claros. Ellos dos
llegan de nuevo, recuerdo el reloj y s que no le he dado vida.
Discuten muy fuerte. No me atrevo a salir, me quedo quieto
con el esfero en el aire, a punto de escribir, miro el pocillo, debo ir
por caf hasta la cocina.
Mi mano tiembla con el trapo y el pocillo en el aire. Me dirijo
hacia la puerta del estudio, tal vez escucharon mis pasos. Ya no hay
ruido, pero oigo voces, susurros que se pierden en el aire como
el vaho del caf. Sorbo un poco. Debo sentarme a escribir, alisto
una hoja en blanco, pienso en una frase y, aunque es triste, deseo
escribirla.
Los jadeos de ella se escuchan por toda la casa, como mis pasos. La puerta est entreabierta. Cruzo muy rpido, pretendiendo
no mirar. Debo sacar la ropa al patio. Al cruzar por la cocina veo
que el caf est listo. Me sirvo un poco. Deseo probarlo, tengo la
sensacin de saber a qu sabr con solo inhalar su vaho.
Ella llegar pronto a preparar el almuerzo. Debo darle espacio,
debo dejar la cocina. Me voy hacia el estudio, no sin antes fijarme
en el reloj de la entrada. Debo mover su pndulo ahora, lo observo, tiene demasiado polvo, voy por un trapo, regreso al cuarto y
limpio la mesa, no he servido caf.
Preparo una hoja blanca, miro el clima en la ventana, se me
ocurre una frase triste y s que algn da me ir.
Ellos llegan, los escucho, discuten, l lo hace ms fuerte, ella
calla, l le reclama, no me atrevo a salir, ella calla, l intenta obligarla, ella calla, miro el vaho en el pocillo, miro el esfero flotando
sobre la hoja inmaculada, l la amenaza, ella no quiere nada, solo
calla, miro el pocillo; pienso en el clima, es muy fro y el esfero en
el aire... Se me ocurre una frase, es muy triste. Quiero arrepentir190
me. Quiero no escribirla, pero ella ha cado al suelo, su golpe es un

sonido que se ahoga en toda la casa. Cruzo rpido, la puerta est
entreabierta, l sali corriendo y ahora voy despacio, con el trapo
en mis manos, llevando el pocillo.
El vaho lo cubre todo, hay un hilo de sangre, una mancha, no
quiero ver lo escrito, y el telfono no sirve, llevo el pocillo y la hora
interminable seala mi olvido, faltan tres para las doce ahora.
Por fin me siento a escribir. Saco una hoja blanca, tengo los personajes claros y una frase triste, una frase que presagia la muerte.
An no he limpiado este polvo, este polvo que ensucia la hoja, que
condena mis actos, este polvo de todos estos aos.
JHANS ESPITIA
191
Qu tal
tu noche,
amorcito?
JORGE ALE JANDRO ARBELEZ HENAO
SAN VICENTE FERRER
Nac hace 33 aos en un pequeo

municipio del Oriente antioqueo
llamado San Vicente Ferrer.
Este cuento y este triunfo se los
dedico a aquellos que siempre han
credo en m, a pesar de todos los
reveses.
Instituto Tecnolgico
de Antioquia, San Vicente Ferrer,
Antioquia
193
Qu tal tu noche, amorcito?

JORGE ALE JANDRO ARBELEZ HENAO
l silbido del viento al entrar apretado por las celosas de la

ventana que hay tras de mi cama, me sac de la infeliz sopa de
sueos intranquilos en la que nadaba. La cortina se hinch con la
presencia del aire, que luego de vaciarse fue a amontonarse en el
fondo del cuarto.
Por un instante me sent tranquilo en medio del vaco y el silencio casi absolutos de la noche, solo interrumpidos por los susurros
ininteligibles que mi hermano diriga a su almohada, al otro lado
de la habitacin. Las sedantes inhalaciones y exhalaciones nocturnas llenaban mi cuarto, excepto un lugar que estaba cerca de m.
El viento raro que haba entrado por la ventana se apilaba ahora a mis pies, sobre mi cama, constituyendo una sombra amorfa
y palpitante. La imagen se aclaraba de a poco, al ritmo de la vista
que se acostumbra a la oscuridad. Lo primero que pude diferenciar de entre los girones de tiniebla que se deshacan en el aire fue
un dorso femenino desnudo, muy delgado; casi poda contar sus
vertebras y costillas, pero el sobresalto mudo me lo impeda, la
inquietante aparicin no era para bromas.
Estaba sentada sobre sus piernas flexionadas, inclinada hacia
su izquierda apoyndose en el brazo de ese mismo lado. Era una
194
mujer, no caba duda. Su cintura era estrecha y sus caderas anchas.

Su piel era plida y estaba cruzada por moretones alargados que
me contagiaron de dolor. Su cabello era una profusa maraa negra,
atravesada por mechones descoloridos. Miraba al fondo de la habitacin, no poda ver su rostro.
Me cost mucho trabajo arrancar la mirada de su espalda y
ponerla en mi hermano, que dorma tan tranquilo, ajeno a lo que
suceda. Volv a fijar mis ojos en ella, ahora pareca triste. Gir
levemente su cabeza para observar cmo sus dedos recorran y
acariciaban sus muslos azulados. Su rostro era un delgado perfil
entre la profusa maraa capilar y luca como la flama moribunda
de una vela. Yo segua sin poder ver su cara, estiraba el cuello para
tratar de desvelar su identidad, pero solo pude ver que de su maxilar colgaban unas gotas plateadas que luego se precipitaron hasta
golpear silenciosamente el muslo que acariciaba. Sent curiosidad.
Pronto me contagi tambin su tristeza. Estas emociones se haban
mezclado con el miedo, contaminndolo. Entonces las oleadas de
estremecimiento, ahora tibias, eran algo ms tolerables.
Ella se detuvo, los dedos antes suaves, acariciantes, se cerraron
en un slido puo. Su tristeza haba cedido espacio a la rabia. El
miedo en m se purific. Envidi la suerte del gato que dorma en
la habitacin. Haca rato haba huido, se dio a la fuga en el momento que el lbrego viento empezara a amontonarse a mis pies.
De un tirn termin de girar, el cabello le reptaba por las sienes
y los huesos de la cabeza, toda la melena se mova por su propia
voluntad. Clav en m sus ojos, si era que quedaba alguno en esas
cuencas vacas repletas de las tinieblas ms oscuras que jams vi.
No pareca tener boca, y esta solo fue visible cuando mostr una
mueca, una tenebrosa sonrisa que me hizo retroceder mientras mi
cuerpo se incendiaba con el ms feroz entumecimiento.
JORGE ALEJANDRO ARBELEZ HENAO
195
En un pestaeo estaba sobre m, atenazaba mis muecas y mis

tobillos con una fuerza brutal y metlica. El contacto con sus carnes era como tocar un vidrio liso. Sus senos escasos me rozaban
el pecho, trazando lneas heladas que ardan como araazos. Sus
finos labios se deslizaban por mi cuello, me besaba delgadamente,
pero no poda estremecerme, el estupor burbujeaba en todos mis
miembros. Solo poda respirar y trataba, con las pocas fuerzas disponibles, de hacerlo lejos de su boca y del infecto aliento que ya
me haba escarbado la piel del cuello.
Me sorprendi la claridad durante el aturdimiento provocado
por el suceso. El corazn me galopaba rabioso, senta cmo el pulso me empujaba la piel con un gran volumen. La vista se me aclaraba en oleadas, como una luz intermitente de sstole y distole.
Pensaba en el amanecer. La luz de la maana tena ese gran don de
sacarnos de cualquier aprieto onrico, pero esto era tan doloroso y
compacto que no poda simplemente ser un sueo, o era un sueo
en otro nivel, pens fascinado.
Faltaba mucho para el alba. Ella adivin mi pensamiento y, con
voz como de cristales que se rompen, me susurr que ahora no le
importaba el sol, que ese molesto astro andaba muy lejos todava,
lo que le daba tiempo para divertirse un rato ms.
Mi hermano dorma como un gatito. Los susurros se haban
convertido en ronroneos de satisfaccin producidos por un buen
sueo. Trat de liberar mi mano derecha para encender una lmpara que estaba sobre la mesa de noche. Fue intil. De nuevo volv a sentir sus implacables dedos envolver mis muecas mientras
meca su cabeza en un fro gesto de negacin. Cuando volvi a
concentrarse en m, lo intent otra vez, en esta ocasin con xito.
Golpe la lmpara justamente en el interruptor. La bombilla se
encendi, pero la linterna rod por la pequea mesa hasta caer al
196
suelo sin romperse. Un haz de luz abofete su rostro, lo que la hizo

volverse. Se incorpor con la furia contenida y mirndome a los
ojos me prometi volver. Luego se hizo humo y se escabull por
donde haba entrado
Despert de un golpe. El sol llevaba media hora alumbrando
y calentando la porcin de mundo que le tocaba. Esta cama es
ms grande, pens, y esta habitacin tambin, qu raro. Dej
caer mi cabeza al lado izquierdo, sobre la almohada, y la vi, era mi
novia que dorma desnuda dndome la espalda. Era un torso delgado, casi poda contar sus vrtebras. Se incorpor, se desperez
y sentada sobre sus piernas flexionadas, inclinada a su izquierda,
apoyada en el brazo del mismo lado, mientras acariciaba sus azulados muslos me pregunt: Qu tal tu noche, amorcito?.
JORGE ALEJANDRO ARBELEZ HENAO
197
Todos mis
amigos estn
muertos
JUAN FELIPE FORERO PULIDO
B O G O T
Gracias por la algaraba y los

discursos, los escenarios y las
cmaras, el mrito de ser un
ganador por algo que en realidad
no es tan especial. Despus de
todo, es solo un cuento. Un poco
ms de mil palabras, dos tipos
hablando, un ttulo llamativo, un
pequeo mundo en una esquina
que pasar inadvertido. Solo
un cuento por el que nos darn
palmaditas en la espalda y la frase:
bien hecho. Es solo otra historia
sin leer. Por eso, le dedico este
simple cuento a la nica persona

que entiende lo que significa para
m. La nica persona que cree
tambin que no se trata de un
poco ms de mil palabras, dos tipos
hablando, un ttulo llamativo, un
pequeo mundo en una esquina
que pasar inadvertido. Esta
historia (que, Dios sabe, no es tan
buena) y este reconocimiento te lo
dedico a ti, Sina.
Universidad Nacional, Bogot
199
Todos mis amigos estn muertos

ay un tipo colgando de un rbol en la plaza principal. La

soga que rodea su cuello no est atada con el nudo del ahorcado,
pero el amarre improvisado que ha hecho logra mantenerlo un
metro alejado del suelo. Despus de varias horas de estar ah colgado, luciendo como un espantapjaros deprimido, me le acerco
para ver si quiere ayuda.
Buenas tardes le digo, pero l no dice nada, mantiene la
cabeza agachada y los prpados cerrados, balancendose levemente de lado a lado, como si estuviera muerto. No quiero importunarlo, amigo, solo pasaba para ver si necesitaba ayuda. Puedo traer
una escalera y ayudarle a bajar me ofrezco mientras me quito las
gafas y limpio los lentes con mi camisa para que el ahorcado no se
sienta tan observado.
Estoy bien, gracias responde.
Seguro? Lleva mucho tiempo colgado y le aseguro que no se
va a morir, no importa el tiempo que dure ah.
El tipo abre los ojos y suelta un suspiro.
Es una pena or eso me dice.
Ese nudo que hizo se ve inexperto, si desea le puedo ensear
a hacer un verdadero nudo de ahorcado.
200
Su nudo puede matarme?

No, no puede.
Entonces no me interesa, gracias.
Asiento con la cabeza y le doy la espalda.
Oh, no exclamo en voz alta.
Qu pasa? pregunta el ahorcado.
All arriba, en la azotea de ese edificio, hay otro recin llegado como usted le digo.
Va a saltar?
S, va a saltar. Todos los das varios saltan. Incluso viejos residentes. Intentan encontrar una forma de volver a sentir alguna
emocin, y qu mayor emocin que saltar de un edificio le aseguro mirando al extrao recin llegado a lo lejos, en el techo del
edificio.
Y funciona? Saltar produce alguna emocin? interroga el
ahorcado a mis espaldas.
No. Nada lo hace. Por eso vinimos aqu, no? Para huir de
las emociones y los conflictos. Pues aqu no podemos sentir nada.
Nada?
Nada.
Esto es una maldita pesadilla, pero no se lo quiero decir a mi
nuevo amigo, el ahorcado. No quiero desalentarlo y darle ms nimos para que siga con sus infructuosos intentos suicidas. No le
quiero decir que aqu no puede sentir hambre, ni fro, ni una brizna de calor, ni cansancio, ni sueo. Que aqu no necesita nada.
Esto es mucho peor que la muerte o que la vida de la que huimos.
Y entonces, el extrao sujeto que est en la azotea salta del edificio.
Cae durante un leve segundo por el vaco y se estrella con salvajismo contra el concreto. Finalmente, se levanta, se limpia el polvo
que no tiene y mira en todas las direcciones. El pobre infeliz sigue
201
ah, de pie, y ni siquiera sabe por qu. Solo se quiere morir, pero
no puede. Ya est muerto. Literalmente, muerto.
Pobre tipo. Se dio cuenta de que no se puede matar afirma
el ahorcado.
Solo se puede morir una vez digo mirndolo de reojo.
Va a hacerlo otra vez afirma el ahorcado, viendo cmo el
extrao vuelve al interior del edificio.
Quiz vaya a saltar toda la tarde. Varios lo hacen por das.
Saltan una y otra vez hasta que se sienten algo estpidos y empiezan a fingir que tienen una vida, como el resto de nosotros.
Cuando yo llegu, todava se poda ver a Virginia Woolf saltando
de los edificios, pero ya no le comento al ahorcado, mirndolo
de nuevo a los ojos.
Virginia Woolf est aqu? me pregunta.
Todos los que acabamos con nuestra propia vida estamos
aqu, mi amigo. No importa qu tan famosos o importantes sean.
Qu tal Ernest Hemingway?
Claro.
Vaya.
Y se le puede pedir un autgrafo?
No hay papel ni lpiz aqu. En fin, al maestro Hemingway no
le gustan los extraos. Solo se junta con otros escritores famosos
como Sylvia Plath, Vladimir Mayakovsky, David Foster Wallace.
Quin es David Foster Wallace? pregunta el ahorcado.
Un escritor ms. Se colg porque la fenelzina dej de opacar
su depresin. Es un buen tipo cuando no est con su grupo de
escritores suicidas, que por cierto, ya no pueden escribir lo digo
como si fuera un chiste, pero el ahorcado no se re.
Hay unas cuantas personas esta tarde aqu en la plaza. Permanecen de pie, estticos o sentados, con sus caras impvidas, pre202
tendiendo no vernos, ya que es demasiado vergonzoso presenciar

a esos insistentes y patticos suicidas colgando de rboles y saltando de edificios. Como si ellos no fuesen iguales a nosotros. Cobardes. No importa si queremos encubrir nuestro miedo con filosofa
barata o tras algn cdigo de honor. Los samuris se quitaban la
vida abrindose el vientre con sus espadas, tomando el control de
su muerte antes que perderla a manos de un enemigo o para expiar
algn agravante a su cdigo de honor. Y ahora hay un centenar de
honrados japoneses enclaustrados en su eterno tedio, atrapados
en este inamovible estado de aburrimiento, junto con todos nosotros. Y ahora estamos aqu, extraando los problemas por los que
nos matamos, deseando un poco de necesidad, olvidando cmo se
siente la satisfaccin de lograr algo, lo que sea.
Qu otra celebridad hay por aqu? pregunta el ahorcado.
Todas le respondo. Una vez vi a Marilyn Monroe, con
su bello rostro y cabello peinado, totalmente desnuda, en plena
calle. Mostrando su esbelto y perfecto cuerpo a todo el mundo,
con una expresin desesperadamente apagada. Creo que estaba
buscando como fuera volver a ser deseada, admirada, amada. Y, la
verdad, fue como si un vagabundo repulsivo estuviera exhibindose. Nadie quera verla, y todos la ignoraron. Aqu no sentimos
lujuria alguna. La belleza de Monroe es tan agradable como basura
en el suelo. Su bonito rostro no significa nada para nadie, no despierta nada en nadie. Ella estaba ah desnuda, y fue tan pattico
como aquellos idiotas que se cuelgan de los rboles o saltan de los
edificios. Quiz lo nico verdadero que podemos sentir aqu es
vergenza. Solo eso, una pesada vergenza de saber que fuimos
derrotados, que nos permitimos perder y preferimos cortarnos las
muecas. Esas ansias enfermizas por no sentir vergenza hacen
que la gente invente nuevas razones a su decisin de morir. Y, de
203
pronto, todos aseguran haber escapado de vidas escabrosas en las

que soportaron torturas y abusos. No oirs a nadie aceptar que se
suicid porque no tena dinero para pagar la hipoteca, porque la
bolsa de valores colaps, porque no encontraba el sentido de vivir
o porque se senta triste. Sonara estpido. Es decir, millones de
personas sobreviven guerras y terribles desastres y nosotros nos
matamos porque nos sentimos solos.
El ahorcado se queda pensando un rato.
No estoy seguro, pero creo que me mat porque no me gustaba mi trabajo. Espero que no suene tan pattico como creo.
He odo peores le respondo.
Al menos intenta ser sincero.
Y el ahorcado me dice:
Venga, aydeme a bajar de aqu.
204
205
C AT E G O R A
4
LEONARDO RAL BRITO
Los ptalos, amarillos;

el polen, rojo
209
BARRANCABERMEJA
FREDDY ALBER TO GIRALDO
Cuesta abajo
215
DOCENTES
B O G O T
ORLANDO MARN HERRERA
La muerte me rasgu
227
P O PAY N
HELMER HERNNDEZ ROSALES
Dilogo de ciegos
221
B O G O T
M A R T H A PAT R I C I A
A R VA L O P E A
Te hago regresar
o me voy contigo
233
Los ptalos,
amarillos;
el polen, rojo
L E O N A R D O R A L B R I TO
A mis abuelos, Lilia y Froy,

contadores de historias. A mis
estudiantes del Conchal, el motivo
de estas letras. A Joha, mi lectora.
Nac en El Pozo, un casero de
Hatonuevo, en La Guajira. Algazara
en las noches: jugar con los primos
al escondido, al chuseleco. La
familia, contar las estrellas y darle
forma a las nubes, era la infancia.
Luego la ciudad, Bucaramanga,
la UIS. Licenciado en Espaol y
Literatura y maestro en Pedagoga.
Los profesores. Los compaeros y

amigos. La lectura.
Un poema enredado en las
entraas. Los concursos y los
premios literarios. Me gusta leer y
escribir; tambin el silencio.
Institucin Educativa Vanegas,

Floridablanca, Santander
209
Los ptalos, amarillos;

el polen, rojo
L E O N A R D O R A L B R I TO
a pintura de las paredes empezaba a desaparecer. No haba

rejas, como ac, pero s una puerta marrn que nos separaba del
patio y de la calle. ramos veinte. En una mesa nos reunan a cinco. La mayora del tiempo transcribamos de unas cartillas a los
cuadernos. Me perda en las letras. Las transformaba en garabatos
que nadie entenda.
Las hojas las colorean de verde; el tronco, marrn; las flores,
amarillas; el pasto, verde y los frutos, rojos recitaba la profesora
en la clase de Artstica.
Pocas veces la complaca en sus indicaciones. Con el ceo fruncido y un largo suspiro de resignacin reprobaba mis dibujos. Yo
guardaba silencio y buscaba en el techo los pequeos orificios por
los que entraban algunos rayos de luz en el saln. Luego, ya saba:
al rincn.
All me perda en los ojos de Mariana, otra de mis distracciones.
Era de quinto grado. Ayudaba a la profesora con los nios ms pequeos y conmigo, que estaba en el grupo de los aplazados. Por las
tardes sola ir a su casa. En una vieja mesa de madera me lea los
cuentos que el profesor de la vereda vecina le dejaba cuando pasa-
210
ba por El Encanto. Yo le contaba las historias que inventaba cuando me castigaban en el rincn. Ella se rea con mis ocurrencias.
Deca que las iba a escribir en un cuaderno. Despus me pona
planas para que aprendiera a escribir. Aprend, pero la profesora
nunca lo supo. Me gustaba quedarme en el rincn, perderme por
los orificios que invadan de luz el saln y escribir en mi cabeza los
cuentos que imaginaba para la nia de los ojos cafs.
Los ptalos los colorean de amarillo; el polen, rojo; el tallo,
verde; la hojita, tambin verde y las races, marrones insista la
profesora.
Tom la hoja con la flor para colorear e hice un dibujo al respaldo. Mi flor era blanca y el centro rosado, como las mejillas de
Mariana. A su lado estaba un nio con una capa azul, adornada
con pjaros volando entre las nubes. En una de sus manos, el nio
sostena una regadera de la que sala un montn de letras que hacan sonrer a la pequea flor.
Era un regalo para Mariana. Cuando fui a entregrselo, la profesora me detuvo. Me vigilaba desde haca un rato. Me arrebat el
dibujo, rasgando una de las esquinas de la hoja. Le grit que me lo
entregara. Lo arrug hasta volverlo una bola de papel y lo tir al
piso. Me tom del brazo y me apret con fuerza, mientras me regaaba por no cumplir con mis deberes. Quise deshacerme de ella
lanzndole varias patadas, pero fall en mis intentos. Me sac del
saln. Entre lgrimas cog el camino del ro y descargu mi rabia
tirndole piedras al agua.
Mam y la profesora decidieron que no volvera a la escuela. A
los burros hay que tenerlos corticos, mientras se acostumbran al
peso de la carga, repeta mam. Quizs esa era la respuesta. Me
mand montaa arriba a trabajar con unos tos.
LEONARDO RAL BRITO
211
La noche antes de partir fui a la casa de Mariana. Entre sus libros guardaba la hoja arrugada con el dibujo. En l ya no estaba la
flor. Le dije que era suyo. Un regalo. Los pasos de su madre marcaron nuestra despedida. Un adis en la oscuridad.
Despus de varios aos regres a El Encanto. Pregunt por ella.
Segn me dijeron, ayudaba al profesor de la vereda vecina. Viva
con l. En la escuela, una nueva profesora se ocupaba de los nios.
Las mismas paredes desteidas. Los orificios en el techo. El rincn,
ahora, vaco.
212
LEONARDO RAL BRITO
213
Cuesta
abajo
F R E D DY A L B E R TO G I R A L D O
BARRANCABERMEJA
Cuando escrib el cuento no lo

hice pensando en participar en el
concurso. Sucedi entonces que
mi esposa lo ley y opin que era
bueno. Me sugiri inscribirlo y
aunque yo consideraba que no era
un cuento ganador, ella insisti. Y
fue justamente ella quien recibi la
llamada en la que me anunciaron
que era uno de los ganadores; por

supuesto, la frase: se lo dije, no se
hizo esperar.
Y ya sabemos que a las mujeres
les encanta tener la razn.
Instituto Tcnico Industrial,

Barrancabermeja, Santander
215
Cuesta abajo
F R E D DY A L B E R TO G I R A L D O
avid quiso saltar antes de que la zorra detuviera su marcha, pero saba que recibira un regao de su padre. Salud al
perro callejero que husmeaba entre las bolsas de basura sobre la
acera. Inmediatamente tuvo que evitar que Arenoso, el caballo que
halaba la carreta, introdujera su trompa en las bolsas de basura, lo
que agradeci en silencio el famlico can.
Mientras su padre ataba a Arenoso a una seal de trnsito, David le indicaba a Clarita que deba permanecer en la carreta cuidando a Arenoso, tarea que la pequea, de grandes ojos negros,
asuma con orgullo porque, como le haba dicho su padre, era el
trabajo ms importante en el negocio de la familia. Padre e hijo
iniciaron el recorrido por la empinada calle.
Puedes darme el dinero que me guardaste?
Claro, muchacho. Solo recuerda comprar ese pan cuando
terminemos de recolectar.
No es un pan anot el pequeo, es un roscn especial
de arequipe. Es el ms grande y sabroso de todos los roscones del
mundo.
216
Es el ms grande y sabroso del mundo, pensaba David. Caro

alimento que escapaba al presupuesto familiar, porque con el costo
de uno solo de esos roscones se poda comprar el pan que la familia consuma en cuatro o cinco desayunos. Pero esta vez era diferente. El pan de sus sueos estaba al alcance despus de muchas
semanas de ahorro. Cada propina, cada moneda encontrada entre
los desechos haba sido depositada en el tarro de leche en polvo,
ahora convertido en alcanca. Clarita lo acompaaba en ese sueo.
Hoy lo haran realidad.
En el almacn de electrodomsticos recogieron tres cajas grandes que haban contenido neveras.
Nos las llevaremos a la bodega de acopio susurr el hombre al odo de su hijo.
Esas cajas les serviran para dormir ya que el ro se desbord
repentinamente e inund las humildes viviendas del sector donde
vivan. Muy tarde se dieron cuenta de que los viejos colchones de
algodn tendidos en el suelo absorbieron demasiada agua y lodo,
lo que angusti a los padres, pero anim a los nios a jugar con
barcos de papel.
En la ferretera recogieron sobrantes de lminas de madera
prensada. Los ms grandes serviran para reemplazar algunas tablas deterioradas de las paredes de la casa. El padre pensaba en
eso con tristeza. Cundo sera posible tener una casa construida
con material definitivo y no con materiales de desecho? David las
imaginaba puestas en el espacio que utilizaban para dormir. Era su
habitacin, y junto con Clarita las decoraran con sus propios
dibujos. Tendran paredes nuevas.
Luego de llevar a la carreta los materiales recolectados, fueron a la
cafetera donde recogieron bolsas y recipientes plsticos. David observ varios vasos de helados que tenan coloridos motivos infantiles.
F R E D D Y A L B E RT O G I R A L D O
217
Podemos quedarnos con algunos? pregunt David a su

padre cuando se dirigan al lugar donde estaba la carreta. Necesitamos vasos. Los que tenemos estn muy viejos.
Su padre asinti. Molesto, pens que la basura de los dems
era la vajilla de l y de su familia. Por qu tena que ser as?, se
pregunt dirigiendo la mirada al cielo. David observaba con entusiasmo los que seran sus nuevos vasos. Eran ms bonitos que los
que tenan. Clarita hoy tendra el derecho de escoger primero.
La duea del almacn de zapatos los llam y, adems de la caja
con el reciclaje, les entreg una bolsa que contena un vestido que
ya no usaba su hija, estaba segura de que le quedara muy bien
a la pequea Clarita. David lo sac inmediatamente de la bolsa
y su padre observ que, aunque usado, conservaba definidos los
colores. Era notoria la buena calidad de la tela y de las costuras.
Se pregunt si Clarita mereca usar, para esa ocasin, un vestido
de esa calidad o el sencillo vestido nuevo que l y su compaera le
haban comprado el da anterior. A David le pareci un excelente
traje. Por la expresin de Clarita, el padre supo que la nia estara
feliz de usarlo.
Por fin terminaron la recoleccin en esa calle. David corri hasta la panadera que quedaba en la parte alta de la cuadra y, sin
dejar de mirar el apetecido roscn especial de arequipe, entreg
una bolsa de monedas a la empleada, quien sin mucho agrado
se dedic a contarlas. El nio sali del local y, aunque no resisti
la tentacin de sacar de la bolsa el enorme pan dulce, tuvo que
aguantar las ganas de darle un mordisco porque ese primer bocado
y la mejor parte del roscn le correspondan a Clarita.
Al tratar de introducirlo de nuevo en la bolsa, el roscn escap
de sus manos y rod cuesta abajo. David reaccion inmediatamente. No poda permitir que su bien ms preciado, por el que se
218
haba esforzado tanto, se le escapara o se deteriorara. De alguna

manera la rueda de harina descenda en lnea recta, directo hacia
donde estaba la carreta en la que lo esperaban su padre, Clarita y
Arenoso, en una va transitada por muchos automviles, rpidos
y pesados, automviles destrozadores de roscones. Eso no lo permitira. Su padre observaba la escena. Su corazn se entristeci.
Sinti rabia, sin saber contra quin. No era justo que su pequeo
tuviese que recoger del suelo algo por lo que haba trabajado, algo
que nadie haba arrojado, algo que nadie haba desechado, algo
que era suyo, solamente suyo.
Por un momento, David levant la mirada y vio el rgido rostro
de su padre. Tambin vio la cara de su hermana. Pudo ver, aunque no or, sus carcajadas, sus manitas aplaudiendo. La escena era
cmica: corra, inclinado hacia adelante, con un brazo extendido,
detrs de un delicioso y esquivo roscn. Empez a divertirse con la
situacin, pero eso no lo hizo desistir de su propsito y pudo agarrarlo justo antes de que pasara por debajo de la carreta. Jadeante,
mir a su padre, quien para entonces sonrea. Mir a Clarita y ahora escuchaba su risa, una risa de cinco aos exactos, inocente y sin
incisivos. Extendi hacia ella el roscn y, al tiempo que recuperaba
el aliento, le dijo: Feliz cumpleaos.
F R E D D Y A L B E RT O G I R A L D O
219
Dilogo
de ciegos
P O PAY N
Soy docente y escritor. Escribo

para restaar heridas, para
juntar recuerdos, para exorcizar
demonios, para sobrellevar la vida.
Procuro que ningn da muera
sin haber escrito un prrafo o una
lnea.
Despus de haber participado en
todas las convocatorias anteriores,
finalmente logr estar en el selecto
grupo de ganadores de la octava
versin del Concurso Nacional
de Cuento. De modo que este

tambin es un reconocimiento
al aprendizaje permanente y a la
constancia.
Dedico este cuento ganador a mis
hijos Santiago, Nathalie, Helmer y
Vladimir, y a mi nieto Mateo.
Institucin Educativa Francisco

Antonio Rada, Popayn, Cauca
221
Dilogo de ciegos
unto a la puerta del banco encontr al ciego. Lo salud y le expliqu, con palabras que no lastimaran su sensibilidad de animal
herido por las tinieblas, que la maana estaba brillante y se anunciaba un da fatigoso. Escuch agazapado en su sonrisa de muerto
y esper a que yo terminara el saludo para decir que me haba estado esperando porque quera hablarme sobre un asunto muy grave.
Sonre, desconcertado, porque nunca haba pensado que un ciego
pudiera hablar de cosas serias. Es en serio lo que digo, insisti.
Y despus de un silencio que debi parecerle un siglo, le respond
que estaba bien, que podamos hablar, que tena unos cuantos minutos antes de empezar mi rutina de cajero en el banco. Se anim
a decirme que no era el lugar ms indicado, necesitaba privacidad.
Estuve de acuerdo y le propuse ir a la cafetera de enfrente. Atravesamos una calle silenciosa y sin aroma, como una mujer recin
baada. Algunas personas que esperaban que el banco abriera protestaron. Solo son un par de minutos, les respond.
Al bajar el andn le tend mi mano y not toda la tensin del
mundo acumulada en su brazo izquierdo. La cafetera estaba desierta y una empleada obesa y soolienta desempolvaba las mesas,
aprestndose para la jornada. Pedimos caf. Empec hablando de
cualquier cosa y cuando ya estbamos cmodos, el ciego carraspe
222
repentinamente y dijo que quera manejar ese asunto con la mayor

discrecin. Irgui el cuello como una tortuga boca arriba y finalmente habl, salpicando de saliva el mantel anaranjado: Es de mi
mujer que quiero hablarle. Una oleada de calor invadi mi cara.
Con voz entrecortada, me dijo: Ella tiene un amante. Enseguida
meti la mano derecha en el bolsillo del pantaln. Las manos y los
pies se me crisparon. Ech el cuerpo para atrs porque cre que el
ciego iba a sacar un revlver para asesinarme. Pero no, l mantena
la calma, seguramente tena ojeras que las gafas negras no dejaban
ver, aunque mostraba el sosiego de quien ha digerido largamente
su amargura. No puede ser, dije balbuceando.
Unas lgrimas asomaron por debajo de sus gafas de bho desolado. Agregu, estpidamente: No creo que ella sea capaz de
algo as. No me prest atencin. Sac un pauelo amarillento y
ajado, lo pas por la cara e insisti: Tengo pruebas. Me habl
de algunos cambios inexplicables en el comportamiento de ella.
Yo lo escuchaba sin descuidar el movimiento de sus manos. El
aire me pesaba como una tonelada de plomo en los pulmones.
Repentinamente, escupi hacia un costado y dijo algo que cambi
la perspectiva de las cosas: Solo me hace falta averiguar quin es
el desgraciado que se acuesta con ella. Termin la frase y sigui
sollozando. Se quit las gafas para secarse las lgrimas y pude ver
el extrao paisaje de sus ojos sin destello, como extraviados en
un desierto de sombras. Absurdamente me sent intranquilo. Las
moscas revoloteaban encima de mi cabeza, como si acecharan un
cadver. Aydeme a averiguarlo, me pidi. La voz se le quebr
y empez a lloriquear nuevamente. Es un asunto complicado,
respond. Le expliqu que lo ms conveniente era que l y su mujer hablaran para aclarar las cosas. Es cierto, reflexion, pero de
todas maneras, necesito saberlo.
223
Mir el reloj. An me quedaban dos minutos. Debe tener algn indicio, le suger sintindome feliz de que no pudiera verme
la cara plida. As es, el tipo usa una colonia muy parecida a la
suya, dijo al tiempo que meti la mano en el bolsillo del pantaln. Esta vez sac un revlver. Sent la misma zozobra de antes.
Pens que quizs el ciego estaba usando conmigo una depurada
estrategia de destruccin y simplemente estaba tomndose un
tiempo para ejecutar su maniobra perversa. Sent rabia. No estaba
dispuesto a entrar en su juego de misterios y de verdades a medias.
Quin era l para amedrentarme de esa manera? Estuve dispuesto
a corroborar sus sospechas y a asumir las consecuencias. De pronto, pregunt: Y ella, qu ha dicho?.
Se detuvo en seco. Las lgrimas volvieron a aparecer por debajo
de las gafas oscuras. Algo absurdo Por eso quiero saber quin
es de verdad el desgraciado. Una mujer y dos nios se acomodaron en una mesa cercana. Agradec al cielo y le dije: Hay nios
aqu, por favor, guarde el arma. El ciego obedeci. Agregu dos
o tres frases que no recuerdo. Estaba en silencio, como a la espera
de una sentencia. Har lo posible, dije y le apret el brazo, en
seal de compromiso. Hora de irnos, agregu, y me puse en pie.
Me quedo un rato ms, me respondi. Me desped y sal. Por
un instante pens que iba a dispararme por la espalda. Al abrirme
paso entre las personas que se aglomeraban a la entrada del banco percib que un hombre joven que haca fila exhalaba el mismo
olor a colonia de la que haba hablado el ciego. Lo mir por un
momento. Pareci sonrer. En ese instante sent como si alguien
me hubiera eximido de una culpa terrible. Un segundo despus, el
ruido seco de un disparo que provena de la cafetera enmudeci
los murmullos de la gente.
224
225
La muerte
me rasgu
B O G O T
Soy de la dcada del sesenta.

Modelo para armar, como dira
Julio Cortzar. Profesor del Colegio
Campestre Monteverde, en Bogot.
La literatura es mi vida en tanto
que desde ella vivo de la misma
manera que lo hizo don Quijote
de la Mancha. Tengo mi nsula en
mi cerebro y desde ella invento mi
existencia.
Centro Educativo Plan Padrinos
San Luis, Bogot
227
La muerte me rasgu
omo le vena contando, parce, lo que ms me gusta de ese

barrio es la tarde, sobre todo las tres y treinta. Extrao, cierto?
A esa hora baja de la montaa una neblina lo ms de bonita, y
entonces a uno le dan ganas de imaginar que est en Londres. Me
asomaba a la ventana de mi casa y vea como esa leche en polvo
que resbalaba del pramo. Luego me estiraba y vea all, al fondo,
toda la ciudad de Bogot.
Para ese entonces estudiaba en el colegio Mauricio Babilonia, solo que iba pocas veces, para qu, aprenda ms afuera que
adentro. A m me gustaba ir cuando haba rumba. Eso s, la pasaba del putas. Nadie se meta conmigo. El caso es que soy muy
hombre y nadie me la monta, ni mi mam ni mi pap, l ni siquiera vive con nosotros. Aqu donde me ve, pequeo, flaco y
todo lo que usted quiera, soy bravo para la pelea y para las que
sea. Claro que no piense que soy camorrero; a m, si me dejan
quieto, quieto me quedo.
Bueno, mi perrito, despus le sigo hablando de estos temas. Lo
que me interesa ahora es hablarle del barrio. Como a las cuatro
de la tarde las calles son apacibles, apenas se siente el susurrar
del viento o el lejano latir de un perro. Todo pareca bien. Miraba
228
por la ventana y me encontraba con un cielo azul, como si el mar

habitara arriba. Daban ganas de inventarse un velero y surcar sin
miedo la inmensidad del infinito, hasta perderse en lo ms profundo del universo. Y as iba pensando que viva con mi mam y con
mi hermanita en una casa propia. Eso le deca yo a mi madre: Te
voy a comprar una casa, viejita. Ms bien pngase a estudiar,
responda ella mientras planchaba los uniformes que yo no utilizara, estudie para que sea alguien en la vida. Acaso no ve cmo
me toca trabajar a m?.
Cmo no. Volva a mirar las calles largas y curvas que ascendan
por todo el cerro. Cmo me gustaba el olor de la gasolina que se
mezclaba poquito a poco con el de los eucaliptos. Me haca pensar
en el peligro. Me daba una emocin que se pareca al miedo, aqu,
en el estmago, y esas ganas que se apretaban en mis manos de
tantas ganas de salir a aventurar. Pero no sala, me encantaba estar
en la casa, ver a mi mami planchar y a mi hermanita hacer figuras
en origami en unas hojas de papel muy blanco. Esperaba hasta la
noche y me iba a eso de las ocho, porque esa hora es la puerta al
suspenso. En la distancia no se distinguen los rostros, all afuera,
en cada calle y en cada camino, existe la posibilidad de un encuentro fortuito con la muerte o con la vida, nunca se sabe.
Cuando llova era mejor, tena una sensacin de tranquilidad,
un sosiego que se pareca al sueo, una clida tibieza en el hogar.
Escuchaba el suave susurro de las gotas de lluvia en el tejado, las
gotas que resbalaban aprisa por la ventana, las gotas que se filtraban por entre los diez o veinte orificios del techo, las gotas en las
cacerolas para que no se hiciera un charco en mitad de la cocina.
As era siempre. No era un dolor de cabeza. Importaba la lluvia, su
suave ronroneo, su refinada cadencia, esa vida abrindose camino
por las vas del barrio hasta ser arroyuelos. Usted me dir que si
229
acaso es que soy poeta. Sencillo: iba una vez a la semana al colegio, en la tarde, porque estudiaba en la tarde, pero en la maana
haca algo que aprend desde nio, lea. Extrao, cierto? As es la
vida. Me aburra hacer tareas, en cambio me gustaba leer para m,
no quera leerle a nadie, solo leer. Y lea de todo, desde Condorito
y Mafalda hasta los libros de Fernando Vallejo. Cmo me gust La
virgen de los sicarios. Claro que no consegua los textos en las libreras; a veces compraba algunos en las casetas del centro, a veces me
los prestaban y a veces me los robaba de la biblioteca del colegio.
Sala de la casa a eso de las ocho, iba por las calles y respiraba un
buen rato ese aire limpio que baja de la montaa. Me senta lo ms
de bien, con ganas de hacer vida, de hacer historia, de hacer patria.
No saba lo que me esperaba
Pero hombre, parcerito, deje el afn. Usted tiene cuarenta aos
y yo diecisiete, a m me quedan aqu seis meses, a usted ocho.
Cul es la prisa? Por qu no les hizo caso a su mam y a su pap?
Alguien le prohibi que aprendiera a leer y a escribir?... Bueno,
no se alebreste, le voy a resumir la historia que le he contado tantas
veces, pero aprenda a leer, con eso se divierte un buen rato por las
noches, que buena falta le hace. Pngase a estudiar aqu, saque la
primaria adelante. Por mi parte, ya se lo he dicho, voy a ser abogado. Que le quede claro que quiero es hablarle de mi barrio.
Sin saber cmo, el camino me condujo finalmente hasta el club
Mi boho. Saba que algo iba a ocurrir, lo presenta. Entr y al primero que vi fue al Gato, el ex novio de Claudia. Me la tena sentenciada, me lo haban dicho mis amigos y por eso siempre buscaba la
forma de evadirlo. Se acerc y me dijo que por qu era tan alevoso,
que por qu era tan picado, que era un hijueputa. Pude aceptarle
todo, menos que tratara mal a mi mam, con mi madrecita nadie
se mete, as que us el pual una sola vez, hasta el fondo, y desde
230
el fondo de sus ojos vi su desesperacin, vi cmo se le iba yendo

la vida. Apenas deca no me mate, seamos amigos, qudese con
Claudia. Despus fue la Polica, la crcel, mi mam llorando
Hombre, ya s que le gustan los detalles, pero no me agrada
para nada saber que soy un joven asesino, as que por ahora no voy
a profundizar en el tema. Lo quiero olvidar, hacer como si nada
hubiera pasado. Estoy vivo, solo quiero pensar que la muerte me
rasgu, no ms.
Le seguir hablando de mi barrio. A las cinco de la maana
me despertaba, pero no a trabajar, me despertaba del fro. Es que
desde mucho antes empieza a bajar del cerro un chifln que va envolviendo despacio todo el barrio y cuando uno se toca la punta de
la nariz parece un trozo de hielo, as que lo mejor es irse metiendo
dentro de la cama, dejar apenas por fuera las fosas nasales y sentir
entonces la tibieza del amanecer. A esa hora all los nicos felices
son los frailejones.
Los conoce? No? Bueno, el frailejn es una planta que puede
tener uno o dos metros de altura, sus hojas son gruesas, anchas, y
lo ms bonito de todo es que son aterciopeladas, estn hechas para
vivir en el fro del pramo. Antes iba mucho por esos lares con mis
amigos, ahora no. Ahora tengo que esperar unos buenos das. A
las cinco de la maana hago un ovillo con mi cuerpo y dejo que
el da fluya. Afuera se escuchan los pasos de las seoras que salen
a trabajar, los autos, los pjaros, los gallos, los perros y a veces los
gatos, y espero el tinto que mi hermanita est preparando. Ella s
madruga juiciosa a estudiar. Pero le insisto, lo que ms me gusta
de mi barrio son las tres y treinta de la tarde Hombre, parcerito,
djeme hablarle del barrio, que hablarle del barrio es como hablarle de mi libertad.
231
Te hago
regresar o me
voy contigo
M A R T H A PAT R I C I A A R VA L O P E A
B O G O T
Te hago regresar o me voy

contigo, ms que un cuento, ha
sido el pretexto perfecto para
empezar a escribir y entender que
nac para esto. Espero que quienes
lo lean perciban lo mismo y que
por nada del mundo, tal y como
deca Cortzar: Acte la ley de la
gravedad y el libro se caiga de sus
manos.
Dedico este cuento a Dios,

fuente de mi inspiracin; a mi
esposo Rodrigo, por su apoyo
incondicional y por alegrar mi
vida, y a mis hijos Sofi y Santi, por
ensearme la belleza del amor
verdadero y darme motivos cada
da para sonrer.
Fundacin Universitaria Ciencias
de la Salud, Bogot
233
Te hago regresar o me voy contigo

M A R T H A PAT R I C I A A R VA L O P E A
oc, toc.
Quin es? pregunt Carmen.
Yo, Gernimo.
En verdad eres t, Gero?
S, Carmen, breme la puerta que est lloviendo.
Entonces, dime la contrasea.
Cul contrasea?, no hay ninguna contrasea.
La olvidaste, cierto? Entonces contstame, de qu edad
muri mi bisabuela?
Carmen, otra vez lo mismo Doa Esther falleci el da que
cumpla noventa y nueve aos.
Una y otra vez se repeta la historia. Carmen tena momentos de
mucha lucidez, eran pocos, pero suficientes para creer que no deba rendirme. No haba muchas palabras, pero s una mirada que
peda a gritos: No me dejes, te necesito! Luego, otra vez, viajes a
lugares desconocidos en los que imaginaba historias improbables,
conoca personajes quimricos, y yo intentando traerla de regreso
a este mundo que tanto desconcierto le produca. Era evidente que
ella prefera quedarse donde estaba. Yo tema perderla, que no regresara nunca, por eso luchaba incansablemente para que volviera.
234
Conoc a Carmen cuando yo tena diecisis aos y ella quince.

Desde el da en que la vi supe que quera compartir el resto de mi
vida con ella. Hoy, despus de veintisis aos, ocho meses y quince das juntos s que no ser por el resto de mi vida, sino por el
resto de la suya, ya que cada da el pronstico empeora. Vivo para
ella. Mi vida ya no es ma; he renunciado a todos mis sueos, que
al final no eran solo mos, pues los construimos los dos. Cuando
duerme, la miro casi sin parpadear, quisiera creer que despertar y
que todo habr vuelto a la normalidad. A veces quisiera despertarme yo y pensar que todo fue un mal sueo, que ah est Carmen,
mi bella Carmen.
Ya casi cumpla cuarenta y dos aos y pareca que ella lo haba olvidado. Yo siempre intentaba que por lo menos el da de su
cumpleaos fuera especial, que lograra por unos instantes sentirse
el ser ms importante y amado, siempre con la esperanza de que
esa explosin de sentimientos lograra subir a su cabeza y hacer
las conexiones en el cerebro que le permitieran recordarlo todo y
empezar de nuevo.
Esa maana, sus ojos tenan un brillo alucinante, su rostro irradiaba tranquilidad y sonrea con tal espontaneidad que yo estaba
perplejo. Estbamos sentados a la mesa, desayunando, como de
costumbre. Carmen se levant de la silla y me hizo un gesto para
que yo tambin lo hiciera. Apret fuerte mis manos y me dio un
beso profundo, un beso que an puedo sentir en mis labios, y susurr: Sgueme, mi amor. Sus palabras fueron tan convincentes
que sin pensarlo entr en su mundo y por primera vez me sent
libre. Vea lo que ella vea, oa lo que ella oa y senta lo que ella
senta. En ningn momento solt mi mano, era ella quien guiaba
mis pasos y me conduca por bellos caminos.
M A R T H A PA T R I C I A A R V A L O P E A
235
Dentro de m, algo me empujaba a regresar, como siempre lo

haca. Carmen deba regresar. Esta vez estbamos juntos y no haba temor, no haba dudas, podamos quedarnos ah para siempre.
Carmen no paraba de hablar y aquellos relatos que antes me parecan extraos e inimaginables cobraban vida ante mis ojos. Nos
acercamos a un arroyo por el que corra el agua ms cristalina que
alguien hubiera visto jams.
Lleg el momento me dijo Carmen.
De qu momento hablas? le pregunt.
Debo despedirme me contest, hasta aqu me acompaaste, debo continuar sola.
No entenda lo que Carmen deca. Pens que nuevamente la
estaba perdiendo. Esta vez era diferente, ella era diferente, sus palabras eran diferentes. Empez a soltar mi mano lentamente y ya
no la vea tan definida. Le rogu que me llevara con ella. Sonri,
limpi mis lgrimas y empez a alejarse.
La tuve otra vez frente a m. Ella an no regresaba, sus ojos
estaban perdidos en la inmensidad. Era la misma Carmen del da
anterior, no se haba ido. En lo que qued del da, solo me miraba.
No pronunci ni una palabra ms. Su mirada era cmplice, como
si guardramos un secreto que nadie poda saber. Yo solo agradeca
poderla tener an conmigo.
A la maana siguiente, estando an en mi cama, estir la mano
para coger la cabeza de Carmen. No estaba. Me levant, la busqu
en el bao, en la cocina y en el jardn. No haba rastro de ella.
Entr en pnico, pens que haba salido a la calle, desde que le
diagnosticaron esa extraa enfermedad, hace ms de cinco aos,
no sale sola. Sin embargo, la puerta estaba cerrada con doble llave,
tal y como yo la dejo todas las noches, antes de ir a dormir. Respir
profundo, intent tranquilizarme y volv a mi habitacin.
236
Son el telfono.
Abre la puerta, estoy frente a tu casa, he timbrado muchas
veces y pens que no haba nadie dijo una voz familiar.
Quin habla? pregunt.
Soy yo, Gilma, tu mam.
En verdad eres t?
S, hijito, estaba muy preocupada, ests bien?
Pues si realmente eres t, dime la contrasea.
Hijo, de qu hablas?, cul contrasea?
La olvidaste otra vez, verdad? Entonces contstame, hace
cunto muri Carmen, mi bella Carmen?
M A R T H A PA T R I C I A A R V A L O P E A
237
Acta del jurado
O C TAV O C O N C U R S O N A C I O N A L D E C U E N T O
RCN-MINISTERIO DE EDUCACIN NACIONAL,
H O M E N A J E A LVA R O C E P E D A S A M U D I O
os integrantes del jurado de la octava edicin del Concurso Nacional de Cuento RCN- Ministerio de Educacin Nacional
recibimos cada uno 105 cuentos finalistas que llegaron hasta esta
etapa de la seleccin a partir de un grupo de 28 215 relatos que
fueron evaluados en tres instancias previas. De estos 105 cuentos
surgieron los 35 ganadores de las 4 categoras: estudiantes de educacin bsica, media y superior (10 por categora) y docentes (5).
En la primera categora abundan la construccin de realidades
fantasmagricas, los relatos futuristas y las fbulas tradicionales.
Encontramos una buena dosis de temas como la naturaleza, los
animales y se destaca la presencia de personajes que enfrentan circunstancias extraordinarias. A pesar de la corta edad de los estudiantes de esta categora sobresalen all narraciones sobre el mundo realista en el cual los pequeos se mueven.
En la segunda categora aparecen la soledad, el miedo, la violencia, el amor y la locura. Una gran dosis de crtica, de imaginacin y ms bien poca ternura. La manera de ver el mundo se torna
un poco oscura, con la presencia de tragedias cotidianas y males
de nuestra sociedad.
En la tercera categora llama la atencin el inters de varios jvenes escritores por las ms diversas psicopatas, como si consideraran la literatura una va natural de expresin de las enfermedades del alma. Otros temas recurrentes son las relaciones humanas,
el amor, la muerte, el suicidio, la incomprensin y los sueos. La
ternura y el humor tienen mayor presencia. Los talentosos jvenes
escritores de estos cuentos demuestran originalidad, imaginacin
y muy buena tcnica para manejar el suspenso.
En la cuarta categora encontramos relatos bien redactados
que tienden a reflejar las contradicciones del mundo contemporneo: la guerra, la pobreza, la violencia y la desigualdad. El misterio y la melancola se hacen presentes en historias construidas
con gran fuerza.
Muchos de estos relatos representan el deseo de dar testimonio escrito del conflicto colombiano en el mundo rural. Todos son
cuentos construidos con imaginacin, creatividad, pasin e historias vividas que reflejan la sensibilidad y visin de jvenes que
narran con mucho acierto lo que sienten, imaginan y viven.
CARTAGENA DE INDIAS, COLOMBIA, 29 DE ENERO DE 2015
FIRMADA POR LOS JURADOS: PATRICIA ENGEL, MARGARITA GARCA ROBAYO,
IGNACIO MARTNEZ DE PISN, ALONSO CUETO, SANTIAGO GAMBOA
O C TAV O C O N C U R S O N A C I O N A L D E C U E N T O
RCN-MINISTERIO DE EDUCACIN NACIONAL,
H O M E N A J E A LVA R O C E P E D A S A M U D I O
CUENTOS
GANADORES
2014

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C O L O M B I A C U E N TA

ESTUDIANTES DE EDUCACIN SUPERIOR

Ministra de Educacin Nacional

Viceministro de Educacin Preescolar, Bsica y Media

ANA MARA GUERRERO

Gerente Responsabilidad Social, OAL

I M P R E S I N : Editorial Delfn Ltda.

Ocho aos del Concurso Nacional de Cuento RCN MINISTERIO DE EDUCACIN

Acta del jurado

Los ptalos, amarillos; el polen, rojo

OCTAVO CONCURSO NACIONAL DE CUENTO RCN-MINISTERIO DE EDUCACIN NACIONAL

Ocho aos del Concurso

ara Gabriel Garca Mrquez, 2007 fue un ao de celebracin.

n libro de cuentos encierra un abanico de temas, colores,

Edicin tras edicin el CNC ha logrado ser la plataforma para

Resultados de la evaluacin de impacto realizada por la Fundacin E-Valuar, 2013.

Si bien las estadsticas del CNC son contundentes y demuestran

La msica de las palabras

Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro

n diciembre de 2014, el Concurso Nacional de Cuento

GABRIEL REYES COPELLO

Ocho aos y ms de doscientos cuarenta y cinco mil cuentos

FERNANDO MOLINA SOTO

GABRIEL REYES COPELLO

Una casa grande

esde su creacin, en el ao 2007, el Concurso Nacional de

dej para la posteridad una obra literaria muy singular compuesta

casa colombiana que a todos nos sorprende ao tras ao, en la que

CSAR CAMILO RAMREZ

Un largo camino a casa

que destilaban sus fantsticos

i esperanza fue arrancada al mismo tiempo que la ltima

Estudio en el Colegio Comfacesar

Dios as lo tena destinado; le doy

i abuela Berenice es una seora de setenta aos. Es muy

pronto esto fue lo que la enferm de la presin arterial, aunque

la escondi. Pensamos que seguramente la haba confundido con

A mis padres, en especial a mi

personas prisioneras de la realidad

se desprenda una lgrima, ocultando algo. Algn sentimiento de

despierto aturdida con la brusca sacudida que el conductor le da

gas suficientemente largas como para cubrir mis cicatrices, as que

Era mi infierno, solo mo. No quera compartirlo, pero despus de

GABRIELA GRANJA SOLS

Tengo trece aos, que significan

Tambin lo dedico a mi colegio

Si quieres encontrar en el origen de cualquier

l blazer yaca en lo profundo del charco, hasta el punto que

honestidad y un indomable espritu altruista, como deca su tutor,

Durante mucho tiempo coma de las ganancias perdidas de los

han sacado una sonrisa, y tambin

Dedico este cuento a todas las

Cuando lleg, me organic el pelo con los dedos y le pregunt:

Este cuento lo dedico a mi madre

Tambin a todos mis compaeros

DIEGO ARMANDO VEL ASCO

que el repertorio se agot, y entonces no qued de otra, aunque

DIEGO ARMANDO VELASCO