Antología XXVI CNCL ITESM PDF
Antología XXVI CNCL ITESM PDF
Antología XXVI CNCL ITESM PDF
Pablo Garca
Diseo de portada e interiores
Duecreativa
D. R. 2012 para la presente edicin
Instituto Tecnolgico y de Estudios Superiores de Monterrey
Ave. Eugenio Garza Sada 2501 sur, col. Tecnolgico, C. P. 64849
Monterrey, Nuevo Len, Mxico
Impreso en Mxico
Este libro no puede ser reproducido total o parcialmente sin la
autorizacin expresa del editor.
Mensaje
Prologo
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Prologo
Prologo
curiosamente poco comunes en las letras actuales en espaol tienen un lugar preponderante.
De una u otra forma, me ilusiona pensar que este contacto tan cercano con las letras y la creacin literaria servir a
los alumnos participantes de alguna forma, que enriquecer
tanto a quienes ganaron como a los que no, y que el nimo,
la valenta y la disciplina que ha implicado participar en este
concurso hacen an ms valiosa su experiencia universitaria.
En su discurso de aceptacin al premio Prncipe de Asturias,
Paul Auster se pregunta tambin sobre la utilidad de la novela y
llega a dos conclusiones: por un lado que sta, as como el arte
en general, es completamente intil; pero a su vez confiesa que
seguir dedicndose a ello hasta su ltimo aliento pues no le
queda ms remedio. Por lo tanto nos reconoce que, de alguna
irnica manera, ese objeto intil que son las letras le da sentido
y fin a su vida.
Yo no puedo sino concordar con la segunda parte y
ese cierto contrasentido genial de su argumento: me niego a
creer que el mundo sera igual sin Paul Auster o sin Gabriel
Garca Mrquez; sin las horas de nuestra vida que dedicamos a
las historias y los poemas, propios o ajenos; sin los profesores
que nos recomiendan libros, que corrigen y premian nuestros
textos, que nos inspiran e infunden en nosotros la posibilidad
de una alternativa, que nos hablan de seres que caminaron por
esta misma senda antes que nosotros. Sin los concursos literarios en los que participamos como incipientes escritores o
como jueces y organizadores nostlgicos y paternales.
As como el aleteo de una mariposa es capaz de crear
un tifn al otro lado del mundo, me gusta pensar que por cada
historia que sale de nuestra mente algo se mueve en esa red
infinita que llamamos humanidad. Que por cada poema que se
cincela sobre el mrmol virgen de una hoja de papel algo brota
en la superficie de nuestra memoria colectiva.
Nos pide Auster que no olvidemos que Hitler comenz su vida adulta como artista. Y pienso yo que si no hemos
de olvidarlo es precisamente porque contamos con el poder
de la palabra y con la literatura como medio para distinguir lo
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Prologo
Ganadores
POESA
Alumnos de preparatoria
Primer lugar
Ecos tras la vorgine
Juan Martn Rangel Noguez
Campus Hidalgo
Segundo lugar
Susurros del alma
Stephanie Eunice Silva Fernndez
Campus Eugenio Garza Sada
Tercer lugar
Noches de caf
scar Rodrigo Pasillas Bautista
Campus Aguascalientes
Alumnos de profesional
Primer lugar
Catarsis
Mariana Gonzlez Espinoza
Campus Ciudad de Mxico
Segundo lugar
Miscelnea
Georgina Stivaleit Guerrero
Campus Quertaro
Tercer lugar
Tremarctos Hyperornatus
Johnny Enrique Lee Otton
Campus Quertaro
Alumnos de posgrado, egresados, profesores y empleados
Primer lugar
La duea de la isla
Alma Karla Sandoval Arizabalo
Campus Cuernavaca
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Ganadores
Ganadores
Segundo lugar
Poemas con aura
Alma Karla Sandoval Arizabalo
Campus Cuernavaca
Segundo lugar
Lunes
Kenneth Geraldo Martnez Martnez
Campus Quertaro
Tercer lugar
Voy a dejar
Pablo Lpez de Anda
Campus Quertaro
Tercer lugar
El granero
Nabil Juliana Valles Dena
Campus Ciudad Jurez
CUENTO CORTO
Alumnos de preparatoria
Primer lugar
Ella/l
Ral Garca Meneses
Campus Ciudad de Mxico
Primer lugar
911
Sandra Berenice Mendoza Peuri
Campus Ciudad Obregn
Segundo lugar
Aquellos ojos
Sofa Patricia Salcedo Caballero
Campus Santa Fe
Tercer lugar
El reloj
Gabriel Anaya Guerrero
Campus Quertaro
Mencin honorfica
Finales
Diego Alejandro Cabrera Merlos
Campus Ciudad de Mxico
Segundo lugar
Mscaras
Ruth Escamilla Monroy
Campus Guadalajara
Tercer lugar
Museo de recuerdos
Wolfram Friedrich Schaffler Gonzlez
Campus Monterrey
CUENTO LARGO
Alumnos de preparatoria
Alumnos de profesional
Primer lugar
El demonio de Valverde
Vctor Charuan Aguilera Bezrokov
Campus Ciudad de Mxico
Primer lugar
A&R confirma la rebaja de Matas a calidad basura
Pablo Lezama Elguero
Campus Santa Fe
Segundo lugar
Sequa
Montserrat Estrada Garca
Campus Estado de Mxico
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Ganadores
Tercer lugar
El pacto
Daniel Anaya Lpez
Campus Ciudad de Mxico
Alumnos de profesional
Primer lugar
Cabina
Frida Beatriz Arriaga Cinta
Campus Ciudad de Mxico
Segundo lugar
Idilios en temporada de lluvias
der Alonso Hernndez Vite
Campus Monterrey
Tercer lugar
Maz con sal
Catalina Corts Trevio
Campus Morelia
Alumnos de posgrado, egresados, profesores y empleados
Primer lugar
Revontulet
Mauricio Esponda Estrada Cajigal
Campus Cuernavaca
Segundo lugar
Selene
Horacio Robles Torres
Campus Cuernavaca
Jurado
Poesa
Javier Aranda Luna
Periodista. Actualmente es conductor del programa Retomando
a de Foro TV. Colaborador de El maanero en materia de libros
y de En la opinin de del Noticiero con Joaqun Lpez-Driga.
Fundador y colaborador del peridico La Jornada. Colaborador de la revista Rolling Stone, del suplemento La Cultura en
Mxico en la poca de Carlos Monsivis, y de los suplementos
La Jornada Semanal y La Jornada Libros bajo la direccin de Fernando Bentez. Fue editor de la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz, con quien dirigi y condujo el programa radiofnico
Vuelta al aire. Grab las ltimas lecturas de poemas de Octavio
Paz, que public Crculo de Lectores (1996-1998). Conductor
del programa Sobremesa de TVUNAM. Fue director y conductor del programa radiofnico semanal Los libros tienen la palabra
de Radio UNAM, de Cruz y raya de XEW y de Pgina 0 de
Canal 22. Tambin condujo Antesala, de Canal 22. Prepara con
Sergio Pitol una antologa crtica de Carlos Monsivis que publicar el Fondo de Cultura Econmica.
Eloy Caloca Lafont
Licenciado en Relaciones Internacionales por el Tecnolgico de Monterrey. Se encuentra cursando simultneamente la
Maestra en Estudios Humansticos en esta misma institucin
y la Licenciatura en Ciencias de la Comunicacin en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Cuenta con estudios
como dibujante humorstico en el Instituto Maurer de Barcelona. Ha publicado en diversos medios locales y nacionales,
como el semanario Sinergia, del peridico A.M., y la revista
Retos Internacionales, de la que tambin es coeditor. Ha sido asistente de investigacin en el Centro de Investigacin Interdisciplinaria en Docencia y Educacin Tcnica. En 2009 organiz
las Primeras Jornadas de Literatura Joven Queretana. Se desempea como profesor en la Prepa Tec, campus Quertaro,
impartiendo cursos de Historia del arte y de Literatura.
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Jurado
Martn Mrida
Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la
Universidad Autnoma de Chiapas, licenciado en Filosofa
con estudios de Maestra en Educacin en la Univa y maestro
en desarrollo humano por el ITESO, donde tambin estudi
la Maestra en Filosofa y Ciencias Sociales. Ha sido becario
tanto del Coneculta Chiapas como del CECA Jalisco. En 1999
obtuvo el Premio Nacional de Poesa UdM y en 2003 gan
los XVII Juegos Florales Nacionales Amado Nervo. Ha publicado los poemarios Donde convoca el alma, El milagro de tu voz
distinta, La pasin segn un hombre cualquiera, El pas de la mirada,
El viaje que no elegimos y Los zapatos del nio guerrero, as como la
novela El poeta y el nio de la piedra. Actualmente se desempea
como catedrtico en el campus Guadalajara del Tecnolgico
de Monterrey.
Bertha Alicia Rosales
Estudi Literaturas Hispnicas en la Escuela de Letras de la
Universidad de Sonora y cuenta con una Maestra en Estudios
Humansticos por la Universidad Virtual del Tecnolgico de
Monterrey. Es maestra de la Prepa Tec del campus Sonora
Norte, donde imparte materias relacionadas con el lenguaje y
la literatura. A lo largo de su carrera docente ha trabajado para
diversas instituciones educativas, como la Universidad Tecnolgica de Hermosillo, la Universidad del Valle de Mxico y la
Universidad de Sonora, donde imparti Literatura extranjera,
Literatura francesa e inglesa. La correccin de estilo ha sido
otra de sus vertientes profesionales, as como la asesora en
metodologa de investigacin.
Jurado
Cuento corto
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Jurado
Jurado
Cuento largo
Marisol Schulz Manaut
Directora de la Feria del Libro en Espaol de Los ngeles,
LaLA. Egresada de la carrera de Historia de la Facultad de Fi-
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Jurado
losofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, donde fue jefa de informacin y de redaccin de la Gaceta
UNAM, jefa de publicaciones del Centro de Investigaciones y
Servicios Educativos, editora responsable de la revista Perfiles
Educativos y jefa de publicaciones del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades. Estuvo al frente del
rea de publicaciones del Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropologa Social. Fue directora editorial de
Plaza y Jans Mxico, as como subdirectora de Promocin
de la Lectura en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Trabaj
en Grupo Santillana, primero como editora ejecutiva y posteriormente como directora de los sellos Taurus y Alfaguara. Durante dos aos hizo recomendaciones bibliogrficas en
el noticiario radiofnico Monitor de la maana. Asimismo, fue
conductora del programa cultural Domingo 7 y de la seccin
Ms que ideas de Hechos AM, ambos de Televisin Azteca.
Ha impartido diferentes cursos a editores, escritores y pblico
interesado en la labor editorial.
Lisandra Isabel Acosta Prez
Estudi la Licenciatura en Letras Hispnicas en la Universidad
de Guadalajara. Desde el inicio de su vida profesional se ha
desarrollado en el rea de humanidades como profesora de espaol y literatura en los niveles medio y medio superior. Su actividad como docente abarca la Enseanza de Espaol como
Lengua Extranjera. En este mismo mbito se ha desempeado
en varias ocasiones como presidenta de evaluaciones del Diploma de Espaol como Lengua Extranjera, realizadas por el
Instituto Cervantes. Actualmente se desempea como docente
en el Instituto Nueva Galicia, campus Tlajomulco.
Dulce Mara Aquino Chacn
Licenciada en Ciencias de la Comunicacin por el Tecnolgico de Monterrey, donde realiz la Maestra en Educacin
con especialidad en Lingstica Aplicada. De 1988 a 1990 edit revistas para diversas empresas y el gobierno de Chiapas,
adems de ser responsable de la seccin La voz de la mujer
Jurado
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PoesIa
I
Encontr,
bajo el xido de un par de cuerdas,
una meloda sin planes.
Inocua, virgen;
representacin acstica
de un t que crea perdido en mi memoria.
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Poesia
PoesIa
II
III
Emergas
del cauce del ro,
y a tu paso
todo era luz.
La quietud
se perda en tu boca
y el tiempo tropezaba
con tus pasos.
Mi razn
se consuma
y mora entre
tus piernas.
Y el discurso
vehemente de las horas
miraba hacia donde t,
y se volva lluvia.
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Poesia
PoesIa
IV
Tomar las horas del da
y las ahogar en tu vientre,
y dentro de ti corrern los aos,
y la historia llevar tu firma.
Los latidos trmulos del segundero
marcarn infinitos.
Dibujarn el retrato incompleto de las eras,
sin tus ojos, sin tu aliento.
Sin tu nombre sofocndose en mi tiempo diluido
porque t eres el tiempo,
los ratos advenedizos que relucen
el vtreo paladn de mis deseos.
V
Caigo de tu piel,
del espacio efmero de tus encantos
en los que miro estallar al viento
y arranco partculas de arena
de tu voz que fragmenta al tiempo.
Y ya con la luz volcada en tu regazo,
y la niebla arrastrndome a tu rbita,
slo siento vibrar los pedazos
de mi cuerpo desprendido por las olas,
mismas olas que sern de ti,
como es de ti la tierra,
como es de ti la aurora.
Como es tuyo el instante inmenso
en que las fuerzas se distraen
y la naturaleza de los todos
fluye como el eco
en el nido de tu lengua.
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PoesIa
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PoesIa
Paloma blanca
Cmo te envidio, ave blanca
tan libre como el viento
y yo tan condenada como un reo.
Te despiertas al alba
y saludas a la maana con tu vuelo
mientras yo juego a la rutina,
vigilada por el carcelero.
Cmo quitar unos grilletes
que con mi ser nacieron.
Cmo abrir unas alas
que nunca existieron.
Oh, criatura pura,
envidia de mil almas,
cmo logras alcanzar el cielo
mientras yo sufro en el infierno.
Dime, paloma bella,
qu se siente vivir sin ataduras
y dejar que te lleve el viento.
Qu se siente buscar quin eres
y no perderte en el anonimato.
Qu se siente dejar la celda
y empezar a ser tu dueo.
Oh, criatura libre,
tormento de prisiones
y esperanza de mil corazones,
qu se siente inspirar a un artista con tu simple vuelo
y llevar paz a un pueblo entero.
Qu se siente derramar lgrimas de alegra
y poder al fin decir mi vida.
Cunto te envidio criatura de ensueo
y desde mi ventana te espero
soando que algn da vengas a mi encuentro.
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Poesia
PoesIa
Cmo?
Cmo no sentirme invisible
si no me ves aunque est frente a ti,
si no me escuchas aunque grite,
si no me sientes aunque ests en mi abrazo.
Cmo creer que existo,
si todo lo que me rodea es silencio,
y tus ojos nunca me miran.
Cmo saber quin soy,
si todo lo que soy lo soy por ti.
Cmo creer que soy alguien,
si no reconoces mi existencia.
Tal vez jams fui alguien,
porque nadie me vea,
aun antes de conocerte.
Cmo saber si estoy viva,
si mi corazn late por ti,
y t te has ido,
o ms bien nunca estuviste conmigo.
Cmo saber qu vale la pena,
si le soy indiferente al mundo
que no nos dio un futuro.
Cmo creer en el destino,
si fue ste el que nos distanci,
o tal vez slo quiero creer que fue as,
que alguna vez fuiste mo.
Quise que
Quise que supieras mi sentir,
pero termin hirindome a m misma.
Quise que me vieras como soy,
pero escogiste ver slo lo que queras.
Quise que te dieras cuenta que me duele tu engao,
pero decidiste ignorar mi sufrimiento.
Quise compartir contigo un tierno momento.
Pero slo hacas conmigo cuanto queras
sin considerar mis sentimientos.
Quise que me conocieras
pero jams intentaste siquiera fingir inters.
Quise que abrieras los ojos a la verdad
pero preferiste la mentira por conveniencia.
Quise alejarme de tu lado
pero mi corazn me lo impidi.
Quise entenderte
pero tu egosmo no te dej ver
lo que trataba de hacer por nuestra relacin.
Quise tantas cosas para nosotros
pero creo que no basta con querer.
Se necesitaban dos para hacer que nuestro amor funcionara
pero slo yo la que remendaba
lo que quedaba de nosotros
despus de cada pelea.
Por ms que quise hacer algo
para que las cosas mejoraran entre los dos
pero ahora me doy cuenta que me enga a m misma.
Las cosas nunca funcionarn ya que lo nuestro slo era un
romance,
la ilusin de lo que deba ser el amor.
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48
Poesia
PoesIa
Siempre a tu lado
Te veo nacer con la maana,
y crecer con el cielo anaranjado.
Te veo dar tus primeros pasos,
tambalendote por un camino incierto,
con los ojos vendados ante el maana
y el corazn atado al ayer.
Te veo llorar sangre y lgrimas
y sufrir en manos de mi hermana
y no puedo evitar contemplarte con tristeza.
Te sigo desde el nacimiento,
como si hubiera nacido para ti,
pero la verdad es que todos nacen para m,
para conocerme y alcanzar la paz,
para reconfortarse en mis brazos,
despus de haber amado a la sangre de mi sangre,
a mi hermana mayor.
Compaera silenciosa
Deja atrs tus palabras
que tus ojos me dicen
lo que tu boca esconde.
El secreto no es pecado
y mayor mal es sufrir en silencio.
Caes como hoja otoal,
pero te niegas a florecer en primavera.
En tu piel se secan las lgrimas de abril,
y tu corazn se marchita con el llanto de tu alma.
Una palabra podra cambiarlo todo,
pero no me atrevo a pronunciarla.
Me niego a renunciar a lo que jams fue mo,
a lo que nunca me perteneci
porque a pesar de que me parta el alma
verte desvanecer como retoo en invierno,
mayor dolor es no tenerte cerca.
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PoesIa
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PoesIa
Luna
Fiel compaera de trasnoches vacas
Luz que calma las almas y desvanece las pequeas minoras
Hogar de desamparados y viajeros de una sola aventura
T, luna, nica capaz de escuchar y brindar silencioso
consuelo
En su sombra la cruel incertidumbre nubla la razn
Evaporando sueos nunca soados, cartas jams escritas
Bajo su compasin, las sombras gritan lo que el corazn calla
Inevitable recordar glorias pasadas que bajo su cuidado
supieron emerger
Voz taciturna y reconfortante que evoca
Inexorable recuento de tus sonrisas y ausencias
No sin antes invitar a un trago de caf, remojando tus
miradas
Sorbindolo poco a poco, en el tibio aroma que dej tu
partida
Si lleg a quedar algo, se qued firmado en la luna
En caligrafa errante y luminosa el pasado se form
Sobre un escao de parque me sentar a esperar
A que la luna salga, y en su reflejo me pueda consolar.
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Poesia
PoesIa
Lluvia
Limpia y errante
Sanadora y reconstituyente luz de bondad,
Se estrella y rompe la realidad del cristal con que veo
Inunda la verdad
Delgado manto que divide mi interior con lo real
El miedo a ver afuera se convierte en pavor, quin controla
la realidad?
Se escucha chocar errante
Sonido que surca la imaginacin sensorial
A lo lejos rostros velados por la recalcitrante precipitacin
Corren presurosos al encuentro con el incierto destino
Veo a travs de la todava tibia taza
Ya no hay ms caf
Noches de caf
A ella
Nula y distante tu voz est
Cual arena en el tiempo diluyndose
Su ligereza me preocupa, no ms luz adelante
Una vocacin por la soledad surgi.
La gravedad de lo incorpreo te aplasta
Con la llegada del sangrante atardecer,
Trayndote el recuerdo,
El recuerdo que se pierde en el vapor.
Existe el remanente de la lluvia diurna
Glido viento mece los setos
Al ritmo del suave toque del farol
T no ests ah, mis fuerzas ruegan por ti.
Recuerdo aquellas plticas
Plticas tan largas y el caf tan escaso
Charlas divagadoras sin propsito,
Reconfortantes sin ninguna razn
La oscuridad de la noche las absorbe,
Ya no queda ms.
Y nunca se dijo nada. El silencio lo respondi todo,
Aprend a escuchar estando en tu silencio
Eres la siempre presente sutileza en mi subconsciente
Melancola noctmbula alimentada por sueos
Pero slo eso, sueos.
Viandante de tu voz, en infinitos caminos
Que llevan al paraso deseado
El sol que brilla en tus labios.
El arte de la noche y del da se confunde
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Poesia
PoesIa
Madrugada
El peso del tiempo se deja venir,
Ahogndome entre las manecillas
Sumindome en una vesania indefinida
No existe razn
La noche y sus efectos ms diversos
Se presentan en aumento con inagotable cafena
Lobreguez a lo distante slo se puede apreciar
Suave caricia de un destello a lo lejos
El alba vuelve a nacer.
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Poesia
PoesIa
Rayos de sol
Se marca un nuevo lmite
Todo lo anterior parece ficcin, realmente pas?
Se despeja el alma como se despeja el cielo
No hay necesidad, sali el sol
El amanecer trae consigo alivio y calor
La suave brisa susurra, las hojas corean al unsono
Rezagados nocturnos se animan a buscar tranquilidad
Sali el sol
Aversin por las pesadillas pasadas,
O tal vez a lo que le sigue
La luz del nuevo da esclarece el destino
Sali el sol
Las bondades de la noche permanecen
Como sombra transparente en la vastedad
Con blanco pauelo aliadas perpetuas
Complicidad con el sol y tus sueos
Siempre presentes, siempre conmovible
Ya sali el sol, y se esfuma el aroma del caf.
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PoesIa
I. Rbame
Pirata de sueos, conquistador de emociones,
seduce el oleaje de mis pasiones,
navega hacia las honduras profundas de mi cuerpo,
y no zarpes hasta cubrir mis aguas saladas con tus besos.
Pirata, seductor y eterno pirata,
enciende con estrellas mi almohada,
eclipsa la luna en mi pecho,
s el ladrn de mi cuello desierto.
Pirata mo, realizador de utopas,
derrite mis rodillas al ritmo de la brisa
cocina mis muslos entre tu vientre
arribemos juntos a la isla de la dulce muerte.
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Poesia
PoesIa
II. Esclavzame
Rapsodia, sirena de mar,
voces de agua, de viento y de sal.
Gardenias satinadas de deseo
Escampada de silencios!
Bulbo sensible Besos de magma!
Tunda de aullidos,
resonancia de pecado
paraso de nadie,
slo tuyo y mo.
Lecho de azcar,
t, t, t
eterno dueo de mi cuerpo.
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Poesia
PoesIa
IV. Vomitarte
Disclpenos, seorita, qu le parece un pastel de cucarachas cubierto de palabras dulces? No, no, gracias, ya casi
termino de pagar la cuenta, por favor, no interrumpa mi
paso.
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Poesia
PoesIa
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PoesIa
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Poesia
PoesIa
Aria
Una oda a la negrita
con la cara ms bonita:
El cielo azul por detrs,
ojos oscuros de ms,
algo tmidos quizs,
como cancin favorita.
Una oda a la negrita
con la cara ms bonita.
Lo que Cherry quiere
Aunque parezca un estorbo,
Cherry quiere un cerdo gordo.
No quiere tocar violn,
tampoco aprender latn,
quiere tener un festn
y darle a su amigo un sorbo.
Aunque parezca un estorbo,
Cherry quiere un cerdo gordo.
Ojos verdes
A esos ojos verdes
yo les escribo un poema de amor,
l era un maoso, l era un actor.
Dejaba mi corazn triste y solo,
se iba todo el da
pero aun as yo a l lo quera.
Ojos verdes serenos,
buenos, bellos, ajenos;
para ellos tengo una definicin:
Era un gatito negro besucn.
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Poesia
PoesIa
Hola, Ral
En India a mitad de mes
por fin en Dios crees.
l viste de azul,
carga una pequea caja,
tambin una navaja.
T traes un gran bal
colmado para Ral,
quien habla francs.
En India a mitad de mes
por fin en Dios crees.
De rodillas agradeces
el no estar en su lugar,
boleto para volar,
conocer a los burgueses
y todas tus necedeces.
Sueas que l despus
aparece en lo que lees.
En India a mitad de mes
por fin en Dios crees.
The lover
El conejo est enamorado.
Sabe dnde vive la pelirroja,
que toma el bus porque es un poco floja,
que su color favorito es morado.
Sabe que come dulces por bocado,
que en su alhajero es donde los aloja.
Sabe que odia cualquier paradoja
y sabe que su padre es abogado.
La nia tranquila espera obediente
aunque siempre quiso saber el nombre,
no saba preguntar, la inocente.
Que la nia no grite y no se asombre
cuando su pretendiente se presente
porque es un animal y no es un hombre.
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PoesIa
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Poesia
PoesIa
A ve t a saber
Ve t a saber a quin sonre
porque con esas gafas de aviador
oculta bien toda su expresin.
Nadie sabe su verdadero amor.
l es un coqueto de lo peor.
Cuando se deja querer yo sufro ms.
En clase me saca la lengua a m
pero les guia el ojo a las dems.
Ha dicho que lo hered de su padre,
su gusto por cantar desafinado
y la voz sexy que me ha cautivado.
El da que lea esto termina
porque se encuentra escondido su nombre
en el poema que le hecho a mi hombre.
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Poesia
terriblemente malo
para adherirme a formas
clssicas del poema.
En fin, ya he soado
tantas y tantas cosas
que no s qu es real
y qu na ms so.
Tal vez un da so
que yo poda escribir
todito en heptaslabos.
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PoesIa
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Poesia
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Poesia
PoesIa
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PoesIa
Autorretrato imposible
Flaca para que me quiera.
Flaca para que me luzca.
Flaca para que tambin me lleve el viento
y su amor si no engordo,
si soy liviana, talla cero,
a la medida de lo que no existe,
de lo que notan como adorno,
calavera bonita, perfumada,
de mujer con hambre que la esconde,
de mujer flaca, pero triste, a la que muestran.
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Poesia
PoesIa
Astro Girl
Son las siete con quince
y s me acuerdo de Astro Boy
y aunque no sirve para nada,
slo para decirte que me acuerdo,
son las siete con dieciocho, Lucy,
y debo caer desde mi corazn.
Todos los noviembres te los dejo
con un caracol en la boca del indgena,
una lanza que lami Atenea,
un canal para cruzar el mundo,
una bandera que has recuperado
y Astro Boy.
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Poesia
PoesIa
No conocimos a Bolao
El pramo tibio
Para lvaro
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Poesia
PoesIa
Insular
Que no me reproduzco.
Que no muerdo el cebo.
Rechazo la misma suerte,
el ardor en esa parte, la de todas.
Que no me lacera este silencio.
Lo que necesito es esta orilla,
esta ausencia de amantes
que se van como los barcos llenos,
ricos, con el brillo de mis propias gemas.
Que no amo, as no.
Soy duea de la isla, capitana, defensora.
Combato los saqueos.
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PoesIa
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PoesIa 103
Poema en taxi
No dormir ya nunca
y ser el alma de la nieve
sin talismn para un aullido.
Si no rompes los hilos de saliva,
el traje de mi llanto,
si no se derrite el paisaje
de una vez por todas,
no dormir.
Crecer una crcel
al sur de cada hora
sin columna vertebral
para la muerte.
Llama,
que no se pudra
la semilla,
que tu canto
tambin duerma.
104 Poesia
PoesIa 105
106 Poesia
PoesIa 107
Poema en agua
Esta urgencia
de quebrar espejos
no salva a la mujer
sin rbol.
Llegar al bosque
nunca es poco
con agujas
para el clima.
Urge volver
a una jacaranda
y navegar
este diluvio.
No has dormido.
Poema retrocediendo
No me dejes
con este papalote blanco
entre los dedos.
Escribe para que el ardor
desaparezca
en la costra de un nio
cayndose del rbol.
Rodillas raspadas,
eso es todo,
y el amigo imaginario
tambin lejos.
Por algo no quera salir
al mundo. Me quedaba
dormida al interior del clset
sudando toda la violencia
de mi infancia.
Escribiendo en las hojas
que eran barcos para otros,
aviones y corazones
sin centro.
Te lo digo a ti por algo
desde mi tierra calcinada
que no curan las tormentas.
108 Poesia
PoesIa 109
PoesIa
Nada
Regresamos a la noche que llenamos de promesas,
al rbol de los juegos, al sueo del viaje sin movernos.
Regresamos a los barcos de papel,
al primer olor del abandono,
a la mano que nos tuvo,
a las cosas que buscamos olvidar.
Regresamos al sitio de la duda,
al lugar donde tiramos la inocencia,
a las cartas que guardamos sin abrir,
a las calles sin tu paso.
Volvemos y no encontramos nada.
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112
Poesia
PoesIa
Palomas
Ayer dejaste palomas vivas en mi cama,
regres a buscarme y solamente encontr
pedazos de deseo regados por el piso,
me quit la ropa y no haba nadie en m.
Cuando no ests la vida se me cae.
Anoche dejaste tus manos en mi pelo.
Paisaje
Hay un fondo de tormenta desairada
que se asoma detrs de un cristal roto,
una vela oscura en el perfil de la ventana,
una fruta sin comer sobre la mesa,
una silla rota a un lado de la puerta,
manchas sin forma en las paredes,
una cruz rota olvidada en el piso,
dos monedas viejas junto a la fruta.
Hay un mar de orillas que ya se marchitaron
sobre la arena donde no existen tus huellas,
una roca moldeada a golpe de las olas,
una humedad que anida en las palmeras.
Hay fro y hay silencio en este paisaje sin ti
que dibujo todas las maanas de mis das.
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114
Poesia
PoesIa
Hormigas
Ayer quise derribar la puerta donde promet que jams te
dejara
y no pudieron con ella los huesos carcomidos de mi alma.
Recuerdo el da en que el adis hizo un nido en mi garganta,
me dejaste en la entrada una caja llena de nosotros,
no la he podido vaciar, tampoco s dnde guardarla
la maana siguiente y desde entonces me despierto
para sacudir de la cama las hormigas de mi muerte.
Hay das que duele hasta el dolor que nos abandona.
El ltimo da
Se irn los versos que tiramos en un puente,
se irn la culpa y los errores, se ir la prisa.
Se ir la lluvia en las banquetas, se ir el deseo,
los ojos que nos vieron, lo que nunca pedimos,
te irs t, se irn ellos.
Se irn las maanas y las piedras que arrojamos,
la furia, la alegra, se ir lo que no fuimos,
se irn las despedidas, las cosas
que guardas en tus manos,
se irn los cuentos que lemos.
Se irn las luces, los pueblos,
se irn las horas, la impaciencia,
se ir el sonido, la poesa,
se irn los templos.
Se irn las risas, los rumores,
los mitos, los espejos,
se irn los desiertos,
los nios y sus juegos.
Se ir el tumulto, la tragedia,
se irn los martes,
los gustos, los aromas,
se irn las cenizas de los muertos.
Se irn las costumbres,
los das con su peso, se ir lo nuestro,
se irn las puertas, los candados,
se ir el fro, se irn las ilusiones,
se irn las hojas, los siglos,
se ir lo que nos dieron.
Se ir lo simple y lo que no entendemos,
se irn los secretos,
se irn los das azules, las malas tardes,
se ir lo que se ha ido.
Se ir el mar adentro,
se irn los consejos,
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Poesia
PoesIa
Tu nombre
Hoy al decirlo, en voz alta, me di cuenta
que tu nombre est lleno de lo que no te digo
y lo repito cuando me duele el fro
contigo no amanezco, no despierto
si la noche no deja tu rastro en mis sentidos
cuando no ests, no estoy aqu
y no es estar lejos sino tu ausencia lo que me aparta
eres la tierra firme del camino en que me pierdo
eres el mar de mi ceniza, el himno de mi patria
la soledad de mis ojos, mi muralla
Mi muerte llegar cuando no tenga nada que decirte
Cuando tu nombre sea tambin el mo
Cuando nuestro primer da sea mi ltima esperanza
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Poesia
Cuento Corto
121
TURNO VESPERTINO
Cuando escucho la chillante alarma del telfono sonar, me sobresalto. Nunca puedes acostumbrarte a este trabajo y es que
cada caso es diferente. No sabes lo que te aguarda al otro lado
de la lnea.
Nueve once, cul es su emergencia? contesto en
cuanto levanto el auricular. El corazn se me acelera y no puedo evitar sentirme robot cada vez que digo esta lnea.
Aydenme susurra una persona en algn lugar,
con el telfono pegado a la oreja. Sorprendentemente, su voz
es impasible y montona. No logro identificar a quin le pertenece.
Por supuesto, se es nuestro trabajo intento infundir calma con mi voz. Pero necesitamos que nos describa la situacin.
Por un rato slo me responde el aliento de una respiracin entrecortada contra el telfono.
Aydenme, por favor.
No puedo creer que no lo haya notado. La persona es
una joven!
Te ayudaremos, pequea digo suavemente. Debe
de tener entre unos catorce o quince aos. Dinos qu es lo
que ocurre.
Mienten. No van a ayudarme responde, imperturbable pero dbilmente.
Por qu dices eso? Nosotros
Ustedes no me conocen interrumpe.
No, pero
Y yo no la conozco a usted.
Quizs sea as, pero eso no impide que salvemos
vidas cada da.
Ustedes no pueden salvar mi vida.
Me desconcierta la afirmacin. Por un momento, no
s qu decir. Este tipo de casos, en los que la persona llama
pidiendo que la ayudemos y, sin embargo, rechaza ella misma
la ayuda son muy poco comunes. A m jams me haba tocado
124
Cuento Corto
Pip, piiiiiiiip.
Cuelgo el telfono y me levanto del asiento.
Te encuentras bien? me dice Eric Ests muy
plida.
Ir por un poco de caf.
Cuando l deja de verme, me giro en la direccin contraria a la cafetera y corro hacia la salida. Empujo la puerta,
intentando no estrellarme con ella, y salgo al callejn.
Jams haba estado aqu. Es medianoche as que est
oscuro y, naturalmente, no hay ningn alma. Camino lentamente adentrndome en el callejn, con mi sombra pisndome
los pies. En cierto momento no s si me engulle la oscuridad o
cierro mis ojos pero, cuando quiero abrirlos, ya no puedo.
Hola otra vez.
Es la misma voz de la chica de hace rato. Abre los
ojos, me digo a m misma, y lo intento desesperadamente,
pero me rindo.
Gracias por venir. No quera estar sola en mis ltimos momentos.
Por qu no puedo verte?
Te sorprenderas. Estoy baada en sangre.
Por qu vas a morir?
Porque as lo quiso Dios, o as lo quiso la persona o
cosa que me mat, o as lo quise yo, que ya dej de luchar. Te
molesta si
Mi brazo se mueve. La mano de la chica es clida y
pequea, y envuelve mi mano en ella.
Lo siento le digo. Te promet que te salvara.
Oh, ya no tena remedio. Adems, no me molesta
morir.
Por qu?
Sabes cul es la diferencia entre sobrevivir y morir?
Me quedo callada.
Ninguna. No hay ninguna diferencia. Ni una va primero que la otra; y la muerte no es el destino para aquellos que
viven.
Pero Dejas la vida que tienes en la tierra.
Nos quedamos sumidas en el silencio. Sospecho que la
chica est cavilando sobre algo, cuando escucho unos ruidos
extraos. Es un sonido que sale de su garganta. Son sollozos
que ella misma contiene.
Oh
La estrecho contra m. Ella hunde su cabeza en mi pecho y yo le acaricio la cabeza. Rompe a llorar.
Perdn musita entre el llanto Perdn Perdn
No tienes nada de qu disculparte.
Pero entonces me doy cuenta de la razn por la que no
puedo abrir los ojos, la razn por la que no puedo verla. Y ella
termina su oracin.
TURNO MATUTINO
Eric, sigues aqu? le pregunto.
Ya me iba.
E Irene?
No lo s. En la medianoche fue a tomar caf y no
regres. Pero estaba por terminar su turno y recin haba atendido una llamada extraa, as que quizs slo fue a su casa ms
temprano a descansar.
En ese preciso instante suena el telfono. Lo que menos me gusta de este trabajo es esa maldita alarma. Podra ser
algo ms relajante, como una tonada de msica clsica.
Nueve once, cul es su emergencia? ah, tambin
detesto tener que decir lo mismo siempre.
Espero a que alguien conteste, pero no hay ruido alguno del otro lado de la lnea.
Nueve once, cul es su emergencia? repito. Eric
se sienta enfrente de la computadora y echa a andar el programa para rastrear las llamadas. Nos inclinamos ambos sobre la
pantalla, observando el porcentaje de progreso. Es un minuto
que se me hace eterno mientras espero con el telfono pegado
al odo pero, al fin, aparecen los resultados.
Ninguno de los dos puede creer lo que la pantalla nos
dice. La llamada proviene del callejn de al lado.
Eric y yo nos echamos a correr, pero lo que vemos en
el callejn es incluso ms increble. Nos acercamos con miedo
hacia lo que parece un cuerpo ensangrentado. Eric se lleva la
mano a la boca y yo me aprieto el estmago para no vomitar.
En silencio y cautelosamente, avanzamos unos cuantos pasos
ms hasta que distinguimos los dos a quin pertenece el cuerpo.
Ninguno dice su nombre, pero sabemos que los dos
pensamos lo mismo y que no hay duda.
La regla nmero uno al encontrar un cadver es no
tocar nada, pero alcanzo a ver el celular de Irene en el suelo,
cerca de su mano.
Llamando al 911.
Cuento Corto
131
el estmago.
Perturbado por aquella mirada, adems de la previa escena vivida, sal del lugar dirigindome a un bar cercano. Debo
aclarar que no soy un fantico de la bebida, sin embargo, he
escuchado que quita las penas y ayuda a olvidar, y estando en
mi situacin, olvidar era todo lo que necesitaba.
Volv despus de varias horas, armado del valor que
slo el licor puede brindar y despreocupado por las visiones
que el trabajo en exceso pudo haberme causado. Entr directamente hasta mi habitacin sin encontrar rastro del pequeo
bribn que antes me haba sacado de mi propia casa y me dispuse a dormir hasta el da siguiente.
Estando ya recostado y listo para entregarme a Morfeo, escuch de nuevo el estruendo que una vez me haba trado a un pequeo compaero y tem. Levantndome con cuidado not que comenzaba a llover en plena poca de sequa.
Buena noticia para los agricultores, mal augurio para m.
Escuch una respiracin pausada y perturbada a la vez;
pareca provenir de la esquina ms profunda de mi habitacin,
as que lentamente me acerqu al interruptor de la luz para encenderla y pillar al descarado que osaba atormentar mi sueo.
Camin lento y en silencio, si haba de atrapar a aquel pillo lo
hara pronto pero seguro. Estaba a slo unos pasos del interruptor cuando lo sent moverse en la oscuridad. Prisionero
del miedo, me abalanc sobre el interruptor y logr encender la
luz. Sin embargo, creo que aquello fue lo peor que pude haber
hecho.
Pude haber corrido desde el primer momento, pude
haber gritado o incluso luchado en la oscuridad contra mi verdugo, pero no fue as. Decid enfrentarlo, luchar y perder.
La luz no dur demasiado, ya que segundos despus
de que pudiese ver, un relmpago ensordecedor termin con
la electricidad de todo el lugar, no sin antes dejarme ver tan
horrendo escenario.
Mi habitacin completa estaba arreglada como en
aquellos tiempos, aquellos das en los que l an estaba conmigo y vivamos felices en el secreto. Sus ropas colgaban de
Adriel! grit por piedad pero no fui escuchado.
Aterrado por el dolor, intent aliviarlo con mis propias manos. Frot contra mi piel como queriendo apagar las
llamas invisibles mientras l me miraba complacido por mi dolor. Frotaba con desesperacin pero las malditas llamas slo se
extendan. Estaba siendo quemado en vida y mi vida pareca
no terminar jams! Pero yo soy ms listo y siempre lo he sido!
As, con decisin y seguridad en mi actuar, comenc
a arrancar mi piel. Trozo por trozo, vea la sangre brotar de
mis brazos y apagar las llamas que trataban de acabarme. Re
mientras continuaba con mi labor y l me miraba inexpresivo.
Es porque haba sido ms listo! Le haba ganado en su juego
macabro! Puedo estar hoy encerrado en esta habitacin de
blancas paredes pero yo gan! Yo gan! Te gan, ahora deja
de mirarme!
Hay personas que ven el tiempo como algo ms que un concepto meramente abstracto, como algo ms que un conjunto
de instantes que se suceden. Hay personas que intentan encontrar un significado ms all del tradicional, que intentan
concebir el tiempo como todo lo que les rodea. Tal era el caso
de Rogelio. Lo que est escrito abajo es una buena historia con
un horrible final.
Y ah estaba de nuevo, corriendo detrs de ese hombre, con
un deseo inexplicable de alcanzarlo. No conoca el motivo ni
el propsito... slo saba que tena que llegar hasta l, como si
mi vida dependiera de ello. Corra ms y ms rpido pero l se
alejaba cada vez ms. Hasta que se detuvo sbitamente. Toqu
su hombro, se dio la vuelta y...
Rogelio! Anda a despertarte que se te hace tarde.
Mir el reloj. Las 7:30. De verdad se me haca tarde.
Sal de un salto de la cama y corr a baarme. Sentado en mi
cama me dispona a ponerme los zapatos cuando... Tic...tac...
tic...tac... All estaba otra vez. El reloj de pared haciendo su
armonioso y desquiciante ruido. Entr en un trance, aunque
eso no era nada nuevo. Tic...tac....tic...tac. Algo en mi interior
me deca que tena que quedarme ah por el resto de mi vida,
condenado como un alma en el purgatorio a ver el pasar del
tiempo, el movimiento incansable de las manecillas. Tic...tac...
tic...tac. Mi hermano entr a mi cuarto, sacndome de mi interminable lance.
...
Caminaba junto a Julia. Y de verdad, slo caminaba,
porque no escuchaba nada de lo que me estaba diciendo. Pasamos junto a la fuente que haba sido construida casi cincuenta
aos atrs. Esa fuente que vea todas las maanas al entrar a la
escuela y todas las tardes al salir. Y no pude evitar pensar en
ella como una bestia dormida, esperando el momento preciso para liberar su fuerza brutal y tomar venganza por tantos
aos de maltratos, de pintarrajeadas y de golpes con monedas.
Como si el arquitecto de dicha fuente supiera lo que le esperaba, y hubiera guardado a propsito una fuerza sobrenatural
Cuento Corto
141
Qu fue lo que son hace rato?
De qu hablas?
En la cocina, antes de que me cayera.
Pues lo nico que son fue tu cabezota estrellndose con la mesa. Me sacaste un susto de muerte, por favor ten
ms cuidado.
...
Despert baado en sudor. No haba podido conciliar
el sueo completamente en toda la noche. Soaba con relojes,
con tics y tacs, y con la misma escena de m corriendo detrs
de aquel hombre.
La revelacin lleg a m de golpe. Por fin haba logrado descifrar mi sueo. Aquel extrao hombre que encontr la
tarde anterior. Era ese hombre, al que persegua.
Mir mi mesa de noche. Ah estaba el dichoso reloj, reposando. Daba la impresin de que estaba esperando que unas
manos incautas presionaran ese botn sin saber la maravilla
que estaban a punto de presenciar.
...
Ya me haba acostumbrado a ese peso en mi bolsillo.
Y a pesar de que en manos de alguien ms este artefacto sera
la vida entera, yo lo vea comn y corriente, como uno ms de
tantos relojes que circulan en el mundo.
Aun as debo admitir que tena sus beneficios. Mis calificaciones en clase se dispararon, mi cuarto siempre estaba
limpio, y los deberes que me tocaban hacer siempre estaban
completados en tiempo y forma. Y sin embargo, los momentos estticos eran los ms oscuros para m. Por alguna razn, el
no escuchar el tic...tac... en clase o en mi casa me pona los nervios de punta. Pona en desequilibrio mi mundo y mi estado de
nimo, y tena una urgencia apremiante por salir del lapso en
el que me encontraba, por escuchar el rtmico ruido del pase
de las manecillas.
...
Ahora cada vez que regresaba a la realidad senta que
algo dentro de m se fracturaba cada vez ms. Descubr que el
golpe que escuch la primera vez que detuve el tiempo era una
constante, y aun as no me acostumbraba a l. Tambin descubr que el reloj no funcionaba si estaba en presencia de alguien
ms.
El poder de manipular el tiempo no me haca sentir
mejor. Al contrario, por alguna extraa razn no me dejaba
vivir, no poda dormir, no pensaba ms que en el maldito reloj,
con el tic...tac... de fondo.
...
No poda deshacerme de l. Lo lanc por mi ventana,
lo tir a la basura, lo pis, intent romperlo a martillazos y no
pasaba nada. Estaba condenado a quedarme con l por el resto
de mis das. Y a la vez no quera que nadie pasara por la misma
desgracia que yo, por lo que no intent regalrselo a nadie.
Todo haba perdido sentido en mi vida. No haba tiempo, slo
el reloj. No haba espacio, slo el reloj. No haba personas,
slo el reloj. No haba Rogelio, slo el reloj. Tictac...tic...
tac...
...
Mi madre estaba muy preocupada por m. No era de
extraarse, mi conducta ltimamente no haba sido de lo ms
normal.
Maana en la tarde te llevar con el doctor, no tienes buena pinta desde hace varios das...
Entonces me entr el pnico. Corr a mi cuarto y me
encerr con llave. No quera que nadie ms supiera de mi desgracia. No quera compartir mi locura con el mundo. Slo quera algo: recostarme en mi cama mientras escuchaba el meldico ruido del reloj de pared. Tic...tac...tic...tac.
Julia llevaba das sin ver a Rogelio. Decidi ir a buscarlo a su
casa.
Ir a llamarlo dijo su madre.
Entr y se llev una gran sorpresa: la ventana del balcn de Rogelio estaba abierta. Del mismo colgaba una cadena
de oro. Era demasiado larga para ser un accesorio de joyera.
Al acercarse al balcn vio que sta terminaba con un hermoso
reloj de oro que extraamente tena dos botones. Pero lo que
Cuento Corto
151
Actualizacin:
3:42 pm
A consecuencia de la nueva calificacin de Matas, la agencia
Animitch ha decidido recortarle la nota a Tuchal, Shih Tzu que
vive con Matas, de ABBB+ a BBB. La agencia afirma que Tuchal se encuentra en una situacin vulnerable y es dependiente
de la condicin actual de Matas, aunque declar que todava
tiene fe en Tuchal, por lo que an hay esperanza de que no se
vaya a la ruina como su dueo.
Actualizacin 2
4:18 pm
Matas ha sido desheredado por sus padres. Adems su madre
ha levantado una demanda en su contra por lo que ella declara
incumplimiento de sus deberes, citando que ella ha invertido mucho tiempo y esfuerzo, sin mencionar dinero, en su hijo y no
ha obtenido ningn tipo de remuneracin.
LUNES
Te matar.
Quin escribi esto?
Llego despus que el profesor y a regaadientes me
deja entrar. Como dicta algo sobre el derecho romano, slo
tengo tiempo de tomar mi libreta y escribir.
Es hasta que se va cuando veo anotado este mensaje
en la paleta de mi banca: Te voy a matar.
Es curioso.
MARTES
Llego a tiempo. Despus de dejar mi mochila en la banca salgo
a entregarle un libro a Miguel. Charlo un momento sobre mujeres fciles y padres complicados, hasta que veo a la maestra
acercarse. Entro al saln y es cuando vuelvo a ver mi paleta:
Te voy a matar, Kenneth.
Frunzo el ceo. Detrs de m re Mariana. Ser de m?
Curioso
MIRCOLES
Vuelvo a llegar tarde. El profesor no me deja entrar y tengo
que esperar hasta la siguiente hora para tomar mis encantadoras ctedras. No hay banca donde acostumbro sentarme, pero
encuentro una en la tercera fila. Cuando voy a sentarme hago
un gesto mustio y me retiro: es la banca de los recaditos. Te
voy a matar, Kenneth. Calle Real, once.
Busco otra.
En la ltima clase, masco chicle. Cuando el sabor se
acaba, lo tomo y lo pego debajo de la banca. Qu es lo que
siento? Un papelito doblado. Algo incmodo, lo extiendo.
No entendiste? Te voy a matar, Kenneth. Calle Real,
once.
Al instante lo tiro por la ventana.
Si es una broma, comienza a darme gracia, porque yo
ni remotamente vivo cerca de Calle Real. El bufn debi investigar ms.
JUEVES
No pienso seguir con esto. Llego antes que nadie, para poder
escoger banca a mis anchas. Me decido por la ltima de la
cuarta fila. Ah, hermosa paleta sin tontos mensajes!
La clase de Etimologas es mortalmente aburrida. Garabateo sin nimo sobre mi paleta. Un momento. Qu diablos es esto? Un mensaje con caracteres griegos? Me fuerzo a
poner atencin al pizarrn, y en mi libreta sustituyo las letras
griegas por las latinas.
Fantstico.
Te voy a matar, Kenneth. Ser la siguiente semana.
Calle Real, once.
VIERNES
Al correr el rumor sobre los recados me convierto en el polichinela del grupo. Todos los encuentran graciosos. Sabes la
nueva? Alguien va a asesinar a Kenneth. Obviamente, nadie
lo toma en serio, por qu yo s?
LUNES
Dos increbles antros han desaparecido la ms mnima huella
de desconcierto. De todos modos, el viernes no recib nada, y
hoy, hasta medioda, tampoco.
Tengo que entregar el trabajo final de Sociologa. Voy
a los laboratorios de la escuela para imprimir el documento.
Primera hoja segunda tercera y ltima. Tomo el escrito
completo y lo voy revisando en el camino.
Me detengo en seco. En la Bibliografa, una nota al pie
de pgina marca: Te voy a matar, Kenneth. Ser esta semana.
Tal vez ni siquiera duela mucho. Calle Real, once.
Cuento Corto
Regreso corriendo al laboratorio. Abro el archivo. Busco errores. Cambio color de fondo y fuente. Nada.
La clase est por comenzar. Entrego el trabajo sin bibliografa.
MARTES
Las clases no tienen sentido. A qu pretenden jugar los estpidos mensajeros?
No importa. El da se ha ido y no hubo ni un mensaje.
Abandono la escuela con bastante recelo hacia cualquier cosa
o persona que cruza en mi camino. Incluso declino la oferta de
Miguel de ir a dar algunas vueltas en el carro de su patrn.
Tal vez en otra ocasin le contesto sin nimos.
Y tomo la ruta once.
A mitad de camino, recuerdo que hay tarea de Historia.
Saco la libreta. La abro al azar y enloquezco. Martes. 0803-06. 2:35 pm. Te doy cinco minutos para despedirte de tu
familia.
Miro el reloj. 2:35.
Con mil demonios, qu significa esto? Mi corazn se
acelera de forma tan repentina que duele. Lanzando maldiciones, marco un nmero en mi celular.
Mam? Escchame bien. Voy en la ruta once, en
Avenida Jurez. Estoy a punto de entrar a Calle Real y
Clic.
161
Cuento Corto
171
hecho escala en Guadalajara para visitarme y l por mi hospitalidad. Nos besamos la mejilla y nos dimos un abrazo. Su mano
en mi cintura me insinu varias cosas que habra aceptado si
no supiera que en su casa lo esperaba Elsa y a m Francisco.
Adems, an no s fabricar mscaras.
Cuento Corto
Entre las ruinas del hogar de su infancia vio un sobre, ligeramente quemado pero an en aceptables condiciones. Lleg hasta ah acompaado por un grupo de especialistas, para
hurgar entre los escombros de la ciudad donde vivi su niez,
aquella que desapareci en un instante, tras una explosin atmica de baja magnitud. Dadas las circunstancias y despus de
tanto tiempo, lo que menos esperaba era encontrarse una carta
dirigida a l, la cual aos antes haba visto cmo era depositada
en un buzn europeo. Siempre supuso que jams haba llegado a su destino. En ese instante se recrimin su falta de fe y
reconoci en silencio la eficiencia del ya desaparecido servicio
postal.
Al entrar a la adolescencia viaj con su familia por Europa. En Roma celebr su cumpleaos doce, el mismo da en
que su padre cumpla treinta ms que l. Tuvieron la fortuna
de encontrarse an de viaje, semanas despus, cuando estall
el artefacto terrorista. Todas sus pertenencias desaparecieron
y jams, hasta el momento, se haba autorizado el reingreso de
alguno de los habitantes originales a la llamada Zona Cero
de la Ciudad Cero. Ariel Villaverde tuvo suerte de lograr tal
autorizacin, por su trabajo en la integracin del acervo del
que sera llamado Museo del Recuerdo, an en construccin.
Estudi arqueologa, motivado por el paralelismo de la
destruccin de Pompeya con la de su ciudad natal. Cuando sus
padres se atrevieron a decirle que su vida cambiara por completo, que no podran regresar a su hogar porque ya no exista
y que con toda seguridad la mayor parte de sus amiguitos haban muerto en la explosin, se encontraban precisamente en
esa ciudad italiana, famosa por la devastacin del volcn que
acab en unas cuantas horas con todo su esplendor.
El envo de la misiva se dio unos pocos das antes,
cuando visitaban la milenaria Roma, donde festejaron el cumpleaos compartido. Fue un divertimento familiar que buscaba trascender el tiempo lo que llev a su padre a escribirle una
carta que debera abrir el da que tuviera la misma edad que
tena l en ese momento, cuarenta y dos aos. No antes, no
despus. Ese da. Treinta aos en el futuro. Era una leccin de
181
paciencia para un jovencito impetuoso, envuelta en un mensaje paternal salpicado con la travesura amorosa.
Con el atentado la vida cambi para Ariel, para su familia y para el resto del mundo. Fue tan slo el primero de
varios letales incidentes de tal naturaleza. Obsesionado, Ariel
termin convirtindose en especialista en ciudades destruidas
por ataques terroristas, a fin de abastecer modernos museos
conmemorativos.
Al regresar de su viaje por Europa, el gobierno de su
pas los reubic en otra zona metropolitana y contrat a su
padre como supervisor de sistemas informticos de una biblioteca, mientras Ariel pasaba la mayor parte de su tiempo
sumergido entre libros y documentos que fueron normando
su carcter y su mente. Con los aos, aprendi a ser paciente,
lo que le hubiera agradado a su padre, de vivir an. Algo que
lo distingua entre sus pocos amigos era respetar el orden de
los libros que ya haba decidido disfrutar. Tena varios aos
por delante de textos por leer y rara vez alteraba el orden que
se haba autoimpuesto. Era una mana que no daaba a nadie.
La encomienda oficial era encontrar artefactos cotidianos que
sirvieran para el museo que recordara el lamentable incidente,
el cual pronto sera inaugurado en la capital del pas, como un
homenaje a las miles de personas que perecieron en ese primer atentado. Mientras cumpla con su trabajo, jams esper
encontrar su antigua casa y mucho menos la carta que una vez
sinti perdida para siempre.
Haban entrado con extremo cuidado a las ruinas, recorriendo con su vista los desechos y fue al remover algunos
de ellos cuando encontr el sobre, muy cerca de la entrada
principal. Percibi el amarrillo ocre que sobresala entre el cenizo color del polvo que cubra todo. Tras levantarlo y sacudirlo con cuidado, para no daarlo, se dio cuenta de que estaba
dirigido a l. En su mente circularon improbables posibilidades matemticas que pretendan justificar tan increble y casual
hecho. Su regalo de cumpleaos haba llegado y senta como si
ese ltimo mensaje de su padre le quemara las manos. Se tom
dad, los ltimos das de un pueblo que desapareci en un instante. Una ciudad que pereci vctima de un ataque terrorista,
con un arma letal creada originalmente por el mismo gobierno
de su pas.
Mir a su alrededor, visualizando a sus padres junto a
la chimenea, enseguida del rbol de Navidad. Crey escuchar
sus palabras y sinti de nuevo la ansiedad infantil de ver los
regalos que saba eran para l. Revivi la emocin de no saber
qu contenan y la sorpresa que seguramente sentira al rasgar
el papel y apreciar su contenido.
Gir finalmente sobre s mismo y se encamin hacia
el exterior. Sin proponrselo sigui el mismo recorrido de ms
de veinte aos atrs, hasta traspasar el umbral. Volvi a vivir,
en ese instante, el momento en que salieron de su casa para
irse de viaje, en esas vacaciones que salvaron sus vidas.
Record, no supo por qu, la emocin que sinti en
ese momento, cuando estaba a punto de trasladarse a otro
continente, donde conocera cosas nuevas, donde percibira
cmo viva la gente de otros tiempos y lugares.
Ahora, al reintegrarse a los dems expedicionarios en
su bsqueda de nuevos recuerdos para el museo, sinti que
haba recorrido un crculo, casi en su totalidad, pero le faltaba
el ltimo tramo.
Ese sobre, de remitente y procedencia temporal inesperados, tena un mensaje para l. Un mensaje que en ese momento decidi leer hasta que llegara la fecha que indicaba la
instruccin, su cumpleaos cuarenta y dos, tal y como le haba
dicho su padre. Por lo pronto, conservara el sobre, era suyo.
No lo entregara al museo.
Youve Got Mail, record el ttulo de una antigua pelcula.
Pero no tena prisa por leer la carta. Saba esperar y la
emocin constante de no saber su contenido, de anticipar las
palabras de su padre ya desaparecido, le dara fuerzas y motivo
para vivir los prximos ocho aos. Entonces recibira su regalo, disipara la duda y cerrara el crculo.
Adems, todava tena varios cientos de libros que leer
en su lista personal.
Calmado, Cisforo. Que la rabia no te maneje porque es retraicionera consejera. Ese canijo ya las va a pagar all
arriba, nada podemos hacer hasta entonces.
Pero luego me dan ganas de agreg Cisforo
apretando los nudillos. Dej que el viento se llevara la frase
en un soplo al ver que un nubarrn de polvo revoloteaba a lo
lejos. Era el diablo. Evaristo.
Ah viene! grit Pietro. Agarra el machete y
ponte a cortar porque si no esto se va a poner muy feo.
La cercana de ese galopar trepidante, el ondeo de la
capa negra, la nube de polvo que se alzaba como bruma admonitoria de desgracia. Todo eso hizo que el corazn de ambos campesinos comenzase con un sincopado latido. Ambos
empuaron el machete y comenzaron a estocar las pencas con
rabiosos cortes. Temerosos de que ese demonio conviniera
cualquier excusa para poder hacer descender el ltigo contra
sus cuerpos.
Sintieron la presencia del capataz a sus espaldas. Los
bufidos de El Pardo eran los propios de una terrible fiera que
no poda ser montada por cualquier jinete, sino por uno proveniente de otro mundo.
A m no me engaan! dijo una gruesa voz a sus
espaldas La holgazanera es algo que no se perdona aqu en
Valverde.
No! No estbamos flojeando, patrn! Mire, yo llevo ya dos cajas completas. Se lo juro exclam Pietro llevndose los dedos a la boca.
Hubo un zumbido en el aire. Fue slo un instante. El
cuero de la fusta abri una grave herida en los labios de Pietro.
ste se tendi en el suelo, viendo cmo un mar de sangre brotaba de sus labios. Observando con terror la crueldad del diablo
Evaristo.
Lvate esa herida y ve a la trastienda de la hacienda!
Ya lleg el maz para que coman. No lo merecen pero soy un
buen latifundista.
S, patrn! mascull Pietro baado en lgrimas,
tierra y sangre.
Evaristo mantena a los campesinos presos con los grilletes de las malas pagas y las diezmadas meriendas. La explotacin de esos desdichados laboreros le haba permitido llenar
sus arcas con dinero manchado de sangre y sudor. Viva en una
hacienda no muy lejos de la nopaleda, al estilo colonial. Con
estancias enormes y ostentosas, con tejas de pecho de paloma
y columnas de mrmol. Entre los trabajadores decan que esa
casa era el mismsimo infierno. Que ms de uno haba visto
cmo el capataz renda cultos a extraas deidades de cuernos
retorcidos y anatomas imposibles.
El patrn se trae algo. La otra vez lo vi en la hacienda
prendiendo veladoras, pero no de San Judas Tadeo, ni de San
Charbel, como las que prende mi mujer para protegerme de
ese pelado. No, nada de eso! Eran monstruos de caras rojas.
Tambin lo vi beber sangre de una copa, una sangre muy oscura. Era morada! Pa m que sa era la sangre del demonio.
Hay que cuidarnos entre nosotros, compadres, un da de stos
la sangre en esa copa va a ser la nuestra.
Cisforo permaneca apostado en el suelo. Con una
mirada colmada de odio. Un odio que haba sido alimentado
por los aos. Un odio de espinas y de cuero, de sudor y mugre.
A ti no te va a ir mejor, Cisforo. Yo ya te he visto
varias veces robndome en la trastienda.
Tenemos hambre y no nos alimenta como debe, no
es mi culpa, es la suya sentenci con una voz contundente.
Qu dices? exclam sorprendido Evaristo, desmontando del caballo A m no me responde nadie en esta
hacienda! Eres buen trabajador pero a m esas envalentonadas
no me hacen gracia.
El zumbido se produjo una vez ms. El cuero impact
la cara del campesino, que cay al suelo escupiendo maldiciones. Evaristo alz una vez ms el rebenque y atraves la espalda de Cisforo. Esa herida fresca se convertira en otra cicatriz.
En un recuerdo del maltrato, un vestigio de tirana.
Con eso tienes para un rato maldijo Evaristo, escupiendo cerca del desventurado trabajador.
Cisforo prob el sabor a xido de su propia sangre.
Palp la herida en su espalda. Era profunda. Le arda terriblemente, ms ahora de rabia que del dolor del corte. Ya es
demasiado, se dijo.
Se incorpor con lentitud, como si comprobara que su
cuerpo todava le perteneca. El ardor era una tortura impasible. Mir al capataz directo a los ojos, esos orbes negros que
bien podan ser los de una fiera dantesca. Empu el machete,
un hilillo de sangre escarlata le recorra la barbilla. Goteando
constantemente hacia la tierra en la que ya haba un riachuelo
rojizo mezclndose con la inmundicia. Se volvi. Empez a
cortar una de las cactceas, las aliadas verdosas del diablo Evaristo.
Quiero cuatro cajas para hoy mismo. Si no, lo que
acabo de hacerte ser una caricia noms.
Cisforo cerr los ojos. Ya no eran las heridas las que
le dolan, sino el orgullo y la dignidad. Ambos le gritaban desde
sus entraas, amplificados por el eco de un odio que haba sido
cultivado con ms vertiginosidad que los cactos que cercenaba. Apret el machete, testigo callado de su sufrir. Lo oprimi
hasta que sus nudillos emblanquecieron. Se volvi con furia
hacia ese ser despreciable y en un movimiento gil lo incrust
en el pecho del capataz. Cisforo se sorprendi al comprobar
que la sangre de Evaristo era tan roja como la suya.
El Pardo relinch asustado al ver cmo su jinete se
desplomaba con la mirada perdida en el cielo grisceo. Ech a
correr cuando Cisforo lo azot con la fusta.
As ya me has pagado, desgraciado.
Cisforo no saba qu hacer, miraba a todas partes,
nervioso de que alguien viese la atrocidad que haba cometido.
Slo las cactceas que circundaban el terreno haban presenciado el regicidio, impvidas y eternas. Centinelas que se limitaban a observar y callar los males de los que eran testigos, o
incluso partcipes en algunas ocasiones.
Despus de una apresurada meditacin decidi ocultar
el cuerpo sin vida del capataz. Lo arrastr hasta un sumidero,
donde las pencas eran ms grandes y ms espinosas que en la
planicie. Comenz a cortarlas. Los cactos lo atacaron con sus
cuerpo irreconocible con la piel tragada por las primeras etapas de descomposicin, con la mirada languidecida como si
su alma buscara solaz para el suplicio que sufra el cuerpo. Todas las imgenes eran ntidas y extravagantes; las salpicaduras
de sangre, las espinas en posiciones imposibles atravesando el
cuerpo inerte, los rostros toscos de los visitantes. Todo era casi
tan ttrico como en la realidad.
Pobre hombre deca una dama que vesta un eterno atuendo negro que prolongaba una cola hasta las llanuras
de la lejana. Sin duda el culpable de esto es un vstago de
Satn.
A Cisforo le result hilarante el comentario. Si supiera, pens mientras escudriaba el rostro bajo el velo igualmente negro de la damisela. No tena ojos.
Un hombre regordete que vesta una sotana se aproxim al finado. Se santigu con vehemencia y se arrodill para
trazar una cruz con los dedos justo sobre el cuerpo yacente.
Dos lgrimas rojas rodaron por las mejillas desfiguradas de
Evaristo. Nadie excepto Cisforo pareca notar el fenmeno.
De pronto la luz mortecina que provena de esa tarde se difumin dando paso a una oscuridad casi absoluta. Inciertas figuras danzaban en la penumbra, quizs los congregados para el
sepelio de don Evaristo o quizs presencias que no haban sido
invocadas formalmente. Hubo un estruendo. Cisforo palideci al encararse con los hermanos Valverde. Ramn, Gustavo
y Evaristo Valverde.
Lucan caras enrojecidas y mandbulas que asomaban
colmillos lobunos. Lo miraban a travs de ojos amarillos, como
de carroeros sedientos.
Son demonios! grit desesperado.
Cisforo se encontr en su camastro, baado en un
copioso sudor. El vaho que expeda el hoyo ftido se haba colado por un tragaluz destapado. Ese olor rancio penetr en los
pulmones del campesino hacindole sentir una nusea palpitante. Senta el estmago como fuego y la sangre se arremolinaba en sus hinchadas sienes.
No estoy para cuentos de supersticiosos y viejas de
La casera emiti un bufido y busc en los anaqueles
de madera desgastada de la cocina. Le tendi a Cisforo un
paquetito rectangular y se volvi a la cacerola para seguir con
la coccin. El aroma del potaje no mejoraba, sino que haca lo
contrario. Entre ms especias e ingredientes arrojaba la mujer,
ms desagradable era el olor del menjunje.
Si ves al patrn dile que sus salsas ya estn listas
dijo la mujer al ver que Cisforo se diriga a la salida.
No creo que me lo encuentre agreg secamente
desde el umbral.
Cisforo sali al patio principal. Las nuseas persistan pero iban amainando conforme caa la noche. Un par de
lmparas de alcohol resplandecan en el anochecer, luchando
intilmente contra ese manto oscuro. Los campesinos iban llegando de la jornada. Se top con Antonio, el Tony, para los
amigos. Tena la mirada desvanecida, perdida en el anochecer.
Y esa mirada buscona, Tony?
El esculido campesino se sobresalt ante la presencia
de su compadre; la burbuja de luz cobre que emanaba de la
lmpara trastabillaba bajo el pulso inseguro de Antonio.
Pues es que pasa algo raro, Sforo. El patrn no
aparece desde medioda, y no es que me preocupe del canalla
ese, pero se me hace raro que as de repente se lo trague la tierra. Maana va a haber chanchullo, los uniformados van a caer
y pues con eso de que no ando muy bien con la seora ley
Varias lmparas ms se congregaban en el centro del
patio, las esferas luminosas se mezclaban en un ceremonioso
baile. Los rostros se confundan con las sombras necias que
se aferraban a pesar del fulgor de los candiles. Cisforo reconoci a Pietro y a Berto, que haban ido a la trastienda para
desempacar los costales de maz. Pietro tena una herida coagulada alrededor de los labios, trazaba un corte mediano hasta
las mejillas.
Ese demonio se pas contigo, Pietro maldijo Cisforo con una voz casi gutural. Los dems lo miraron desconcertados.
Estas heridas sanan, Sforo, el corazn marchito de
Hoy mat a un hombre. Eso quiero pensar, que asesin a un dictador que le gustaba disfrazarse de diablo. No
entiendo cmo puedo sentir alguna culpa despus de todo lo
que nos hizo. A los demonios no se les tiene piedad, pero
Mi machete est manchado con la sangre de un hombre, con
sangre tan roja como la ma o la de Pietro. Ese asunto de criaturas del infierno es pura supersticin. Demonio un capataz?
Son puras excusas para evitar la confrontacin, son pretextos
de cobarda. Lo que haca falta era que alguien se agarrara los
pantalones y ajustara cuentas con ese cabrn. Y ya que me
atrev no hay de otra. Maana me levanto como lo vengo haciendo ya doce aos y doy mi testimonio a los judiciales. Estoy
seguro que nadie me vio y, a menos de que a los nopales les
salgan bocas, nadie se puede enterar de quin mat a Evaristo
Valverde.
Cisforo se santigu para alejar las pesadillas y los remordimientos. No quera soar otra vez con ese tro de demontres que lo miraban sedientos de venganza. Pero quedndole claro que Evaristo no era ms que un tirano con dejos
dantescos durmi fuera de los dominios del sueo y el delirio.
La maana siguiente prometa un clima fresco, densos
nubarrones ocultaban el sol, como si el astro quisiera evitar
mirar algo prohibido.
Cisforo sali al patio comn. El olor a inmundicia
le llen los pulmones casi de inmediato, el resquemor del da
anterior sobrevino como una avalancha. Record el machete
ensangrentado, tan callado como siempre, impvido ante la
barbarie, con un temple que Cisforo envidiaba. Un calambre
se apoder de su pierna izquierda, sus sienes estaban atiborradas de sangre y le entr una inclemente sed. Se adentr en la
cocina. Martha, acompaada de su hermana Luca (cra con la
que Cisforo haba probado suerte alguna vez en su juventud,
pero que ante los desaprobatorios ojos de la hermana haba
quedado como un romance carnal), serva lo que parecan ser
chilaquiles verdes en platos de barro de datacin imposible.
Los resquebrados valos describan laberintos infinitos en la
superficie caf, con salpicaduras de pintura opaca que alguna
campesino sopln que lo haba alcanzado a ver. Quizs se confrontara con su sueo en vida; el cuerpo tendido y la multitud
congregada, la dama de velo negro y mirada cncava. Saba
que no estaba listo.
Se plant ante la cerca principal. La silueta del casern
se adivinaba en el terrapln al final del desfiladero de pencas.
Imagin el espritu errante de Evaristo vagando por los corredores y estancias en busca de su ajusticiador. Le temblaron
las piernas. Suspir largamente y se adentr en la nopaleda.
Las cactceas lo miraban acusadoras, a sabiendas de su crimen.
Temi por un momento que a las plantas les brotaran bocas
de espinas por dientes y que gritasen a los cuatro vientos el
secreto que acallaban bajo su rugosa piel.
Lleg por fin a donde se congregaban los campesinos
antes de la jornada. Sudaba copiosamente, y no por el clima
sino por el pavor que experimentaba. Gotas heladas rodaban
sobre su espalda, explorando las cicatrices, haciendo remembranzas cuando tocaban los bordes de las magulladuras.
Cisforo se detuvo en seco. No haba uniformados, ni
familiares, tampoco estaban los palafreneros ni las damas con
velos negros. No haba cadveres ni atmsferas fnebres. Slo
campesinos.
La cadencia de un zumbido marcaba ritmos en los que
se poda montar una sinfona vertiginosa. Los ojos del campesino enrojecan brutalmente ante la imagen que se le presentaba: la capa negra ondeante, la fusta que surcaba el viento, el
cuerpo fornido que se estremeca al azote del ltigo. La bestia
marrn con los relinchos que cortaban el cielo, las heridas.
Evaristo estaba en el centro de la nopaleda, frente a todos los
trabajadores, repartiendo latigazos a diestra y siniestra, con la
mirada eufrica. Vivo, ileso, sin espinas atravesando su cuerpo,
sin la ropa desgarrada, sin el agujero en el pecho. Not la presencia de Cisforo, lo mir con ojos de quimera. Esboz una
sonrisa macabra, a Cisforo esos dientes blancos luna de terminaciones agudas se le antojaron los de un stiro del averno.
Hola, Sforo dijo una voz gruesa que pareca amplificada por un eco siniestro.
Es el diablo! grit Cisforo aterrado.
dos a asistir.
Todos deben llevar el uniforme impecable y, antes de
subir a los autobuses que los trasladarn al centro, se utilizan
detectores para asegurarse de que no lleven consigo ms que
el uniforme. Una vez en los autobuses, el enviado del Poder
Central les recuerda con un discurso memorizado a dnde y
para qu van, y asegura que, tratndose de un sitio de alta seguridad, cualquier falta de disciplina ser gravemente castigada
conforme a la ley. Una vez dicho esto en todos los autobuses,
los alumnos toman sus asientos y emprenden un largo camino para salir de la ciudad y adentrarse en la nada, donde un
edificio fortificado y de tamao imponente los espera con las
puertas abiertas.
La directora del Centro de Reincorporacin es una mujer alta,
delgada y sobria. Usa un traje sastre muy simple en gris y blanco, y su apariencia en general recuerda al tipo de maestra que
no soporta a los nios. Recibe a la excursin en la entrada
de las oficinas del centro y cuando nota que no llegan ms
alumnos, indica que todos deben seguirla en silencio y echa a
andar hacia adentro. Se detiene frente a un par de puertas de
vidrio esmerilado e indica en una voz potente que los alumnos
debern entrar al auditorio en una sola fila y ocupar los asientos del frente hacia atrs y del fondo hacia la entrada sin dejar
espacios vacos. Muchos an no han razonado la instruccin
cuando la directora abre las puertas y les indica tajantemente
que entren. Unos minutos despus todos estn sentados en
su lugar. La directora pasa al podio al frente del auditorio, les
da una bienvenida memorizada y comienza una presentacin
sobre los mtodos de reincorporacin social del centro.
Una vez que cometen un delito y son atrapados
dice la directora los criminales son trados aqu y se les
suministra una primera dosis, intravenosa y ms abundante, de
anabolia. Esta droga en tales cantidades, adems de suprimir la
violencia, elimina de la memoria del criminal los actos ilcitos
que haya realizado a lo largo de su vida, e induce un estado de
catatonia parcial que se presta a la programacin neurolings-
tica. As, cuando el preso sale del trance recuerda que hizo
algo mal, pero no recuerda qu, por qu o cmo. Pero, ms
importante, sabe que debe pagar su crimen con su trabajo y
obediencia. Para asegurar que los impulsos de violencia no se
presenten de nuevo y se mantenga el orden, el tratamiento con
anabolia contina con una dosis diaria oral antes de las tareas
del da se apaga la pantalla que haba estado proyectando
imgenes y la directora los mira un momento. Dudas? su
voz es fuerte y desde el alumno ms joven hasta el ms grande,
a pesar de no haber entendido nada de la presentacin, se quedan callados e inmviles en su lugar Eso cre.
La directora hace un gesto hacia un lado del auditorio
y dos hombres se acercan al podio. Uno usa un traje de cuerpo
completo de color gris rata y el otro viste en un color verde
agua; por la ropa, todos reconocen al primero como preso y al
segundo como empleado de salud.
Como parte de su visita, es requerido que presencien el protocolo de administracin de anabolia el empleado
de salud sale de la vista del pblico y regresa un momento
despus con una silla. El preso se sienta con la espalda recta y
el otro hombre saca de un bolsillo en su pecho una pequea
pastilla blanca y un reloj. El preso separa los labios y levanta la
lengua; el empleado de salud le coloca la pastilla en el frenillo
y le toca la barbilla indicndole que debe cerrar la boca. Pasan
diez segundos en el reloj y le ofrece al preso una charola en la
que, sin dejar de mirar al frente, escupe la pastilla.
Me est mirando a m murmura una nia pequea en el centro del auditorio, y su voz resuena en el silencio
absoluto.
Silencio ordena la directora, le da las gracias a sus
ayudantes y contina con su presentacin.
Los Centros de Reincorporacin brindan una buena parte de
la mano de obra que su zona requiere en lo que respecta a
trabajos pesados o que la poblacin no realiza por conviccin.
Pero tambin son autosuficientes. El aseo, el mantenimiento,
la manufactura de ropa y objetos de uso cotidiano, la recolec-
Cuento Largo
211
1
El continuo y tranquilo sonido del reloj es lo nico que se
puede escuchar en toda la casa. Salvo algn automvil impaciente por llegar a su destino, o el lejano ladrido de algn perro en medio de la noche, no hay otro sonido que perturbe la
tranquilidad del lugar. Alma est profundamente dormida, la
noche es fra y la casa est en completo silencio. Las imgenes
sin sentido que se revuelven en los sueos de Alma empiezan
a provocar un gesto de aversin en su rostro. Es un sueo muy
grotesco, hay sangre regada y puede ver a un nio de aproximadamente seis aos que corretea con una sonrisa malvada,
nada tiene sentido. La casa contina en completo silencio. De
pronto, una figura oscura y encorvada con la cabeza baja cruza
caminando lentamente la habitacin por enfrente de la cama
de Alma, se queda mirndola un momento y contina su camino hacia la puerta. El ambiente es fro, Alma desea despertar
pero sigue viendo las imgenes en su cabeza, sigue viviendo su
pesadilla. La figura recorre el pasillo que lleva de la habitacin
de Alma a las escaleras, es una mujer de edad avanzada que
arrastra los pies al caminar.
2
A la maana siguiente, mientras toda la familia se rene para
desayunar, Alma les cuenta que tuvo un sueo horrible en el
que vea cmo una mujer mora en lo que pareca ser una choza en medio del bosque, y a un nio pequeo que persegua a
un animal ensangrentado.
A partir de hoy te prohbo ver tus pelculas de zombis y de muertos, me escuchaste? No s de dnde sacas semejantes barbaridades le advierte Luca a su hija.
Ay, mam, por favor, tengo diecisiete, ya estoy grandecita como para creer en esas cosas, slo fue un sueo, ya no
te vuelvo a contar nada! Dios mo! le contesta en un tono
sarcstico.
Se escuchan las risas de la ta de Alma, Sofa, una mujer
joven que se dedica a escribir para una revista independiente
de temas diversos.
Ya, ya, mejor ve a avisarle a tu abue que ya est el
desayuno, debe estar en su cuarto le dice Luca.
Era una maana muy soleada de domingo, la familia
se dispona a pasar el da junta despus de toda la semana de
slo verse por las tardes para comer ya que, si no fuera por ese
lapso de tiempo, cada quien estara en su habitacin preocupado por sus propios asuntos, gastos, tarea, deudas, etc., sin
percatarse de la existencia de los dems y sin acordarse siquiera
de que tiene una familia.
Una vez que Alma va subiendo los peldaos de la escalera hacia el cuarto de su abuela, en el primer piso, se alejan las
voces de su madre y de su ta que estn en la planta baja. Alma
piensa en lo grande y silenciosa que es la casa cuando no hay
nadie, sin mencionar el fro que provoca
Al llegar a la habitacin de su abuela, Alma toca la
puerta y una voz cascada y enrgica responde:
Adelante.
La joven da unos pasos hacia una habitacin oscura,
cubierta de telas y tejidos por todas partes, fotografas de la
familia, de nios pequeos (algunas de ellas en blanco y negro
o con un color rojizo antiguo), una televisin vieja que emite
un sonido triste y hueco al que nadie presta atencin, y por
ltimo una seora de casi setenta aos con un aspecto cansado, encorvado, pero que sin embargo cuenta con una vitalidad
y una fuerza que a veces le hacen falta a Alma para soportar
todas sus actividades diarias.
Ya est el desayuno, abue dice en voz baja Alma,
intentando no romper el silencio del ambiente que se respira
en aquella habitacin.
Ya voy, hija slo djame la seora no termina la frase. Tiene algo en las manos que Alma no alcanza a distinguir, pareciera que la seora intenta esconder lo que guarda
en las manos con su rebozo. Abre una pequea caja de metal
con adornos grabados que saca del bur y deposita dentro de
4
La abuela de Alma camina sobre un largo corredor, las imgenes y los Cristos colgados a lo largo de las paredes la siguen
con la mirada. Un silencio profundo inunda el lugar muy en
el fondo se escucha el canto de un monje solitario en las entraas de la iglesia. El peculiar olor a incienso se impregna en la
nariz y en la ropa de la anciana, se persigna antes de entrar al
cubculo custodiado por un enorme Cristo negro.
Buenas tardes, padre dice en voz baja la seora.
Ave Mara Pursima.
Sin pecado concebida responde, y le besa la
mano.
Pase, por favor dice el sacerdote, y a continuacin
se dirige hacia su cubculo de regreso. La anciana est llorando.
Se est saliendo de nuestras manos, padre; sin razn
alguna se ha molestado con nosotros y ahora nos castiga
dice soltando un sonoro gemido y rompe en llanto.
Tranquila, hija, recuerda que para el Seor no hay
imposibles, cuntame qu pasa.
Hace tres semanas que comenz de nuevo. Yo hago
mis oraciones diarias, se lo juro. Pero de pronto, de la nada,
algo lo hizo molestarse la anciana se remanga el brazo derecho del suter que trae puesto y ensea una cicatriz que va de
la mueca a la mitad del brazo, una cicatriz muy roja y reciente.
Padre Santsimo! esto no puede ser. Pero no debemos subestimar el poder de nuestro Seor. Alguien de su
familia se ha dado cuenta de esto?
La seora se suena la nariz, an con la cara hmeda
por las lgrimas.
No, nadie, pero creo que est afectando ahora a mi
pequea nieta. Dios mo, debemos hacer que se detenga, padre, por favor!
El sacerdote, con la frente sudorosa y las facciones
muy serias, se levanta de su lugar, da media vuelta y se dirige
a su pequeo escritorio, saca una botella de agua bendita, un
rosario y un pesado libro.
La visitar a ms tardar maana; mientras, llvese
esto y no permita que le suceda nada a su familia, sobre todo a
su nieta. Que Dios la bendiga
Y haciendo la seal de la cruz acompaa a la anciana
hasta la salida y regresa a encerrarse en su cubculo. El canto
de aquel monje ha parado de sonar. Las veladoras alumbran al
Cristo principal colocado en el centro, haciendo sus facciones
an ms siniestras.
5
Creo que debemos decirle a la nia lo que est pasando
dice Sofa a su hermana, mientras le pasa nerviosamente el
cigarrillo que fuman entre las dos. Te lo juro, si no hacemos
algo va a suceder una desgracia, lo que le hizo a la nia fue
demasiado.
Ests segura de lo que te dijo? Tal vez slo crey
sentir eso, a lo mejor fue su imaginacin
Y qu me dices del sueo que tuvo la semana pasada? Tampoco tiene nada que ver? No inventes, Luca Si no
haces algo t, lo voy a hacer yo y dio media vuelta dejando
el cigarrillo a Luca.
El ambiente que se perciba en la casa era de lo ms
denso, llevando a la memoria de Luca las vivencias que haba
tenido hace veinticinco aos, cuando ella era joven y cuando
an viva su ta, cuando todo comenz
La casa en ese entonces no tena el aplanado ni estaba
pintada en su mayora, pero s era muy grande y cada quien
tena su habitacin. Entonces haca an ms fro de lo habitual, haba corrientes de aire por todas partes y uno no saba si
era el viento el que silbaba en la planta alta o si ese sonido era
producido por alguien o algo.
Luca y Sofa vivan con su madre y su ta, Dolores,
quien era espiritista. Ni ella misma sabe en lo que cree, les
deca su madre a las muchachas.
Dolores trabajaba haciendo limpias, amarres, predic-
Luca, por lo violento y grotesco que sucedi en aquella pequea habitacin. Pocas veces haba visto a su ta concentrarse
tanto, al igual que lo hizo la joven
Aquel da, Dolores comenz dibujando con sal la estrella de cinco picos y le pidi a la joven que se desnudara y se
colocara justo al centro, y, por ltima vez, le pregunt si estaba
segura de lo que estaba haciendo. Ya no habr vuelta atrs,
Beatriz, esto es peligroso y corres mucho riesgo, ests completamente segura?. Beatriz, con lgrimas en los ojos bastante
hinchados, pero sin mostrar debilidad sino odio, asinti.
Despus de quince minutos de rezos, el ambiente se
comenz a poner denso y muy silencioso, el viento se detuvo
y dej de soplar como para ser tambin testigo del rito que se
estaba llevando a cabo. Un pacto con el diablo.
La anciana, ya cansada, se inclin hacia su cliente con
los brazos completamente abiertos y la mir duramente a los
ojos. De pronto Beatriz, que se encontraba desnuda y an hincada sobre la estrella de sal, cerr los ojos, pero al abrirlos,
stos estaban en blanco. Su aspecto cambi radicalmente de
una chica hermosa a un ser abominable e infernal. Luca, observando todo desde afuera de la habitacin, emiti un leve
gemido de miedo, que sin duda haba escuchado su ta pero al
que no prest atencin, y continu completamente concentrada frente a la joven. Beatriz comenz a sangrar abundantemente por la nariz y la vidente, sin limpiar la sangre, se arrodill frente a ella. Todas las veladoras que tena encendidas de
pronto se apagaron al unsono. Slo los tenues rayos de sol que
se filtraban por uno que otro agujero dejaban ver las siluetas
de las dos mujeres, pero, sobre todo, esos ojos en blanco que
despedan un odio contenido, una maldad inhumana que se
haba apoderado del cuerpo de la joven.
La anciana, ponindose de pie muy despacio y sin dar
la espalda por ningn motivo a la joven, como hacindole reverencia, se dirigi hacia una esquina de la habitacin, donde
guardaba los animales para el sacrificio. Tom una gallina y
acercndose de nuevo a la joven desnuda, torci y arranc de
tajo la cabeza del animal, regando los chorros de sangre sobre
automtica.
Ciertamente, sobre todo en este momento... dijo,
y repentinamente se call.
Yo mir hacia la ventanilla y vi las ltimas luces del
ocaso, comenzaba a anochecer. l pareci perderse en sus
pensamientos, y le cre tan ensimismado que no quise molestarlo ms; sin embargo, l comenz a hablar de nuevo, ahora
con ms seguridad en su voz y un tono un poco ms fuerte.
Mi destino es Vadstena dijo. Por un momento
cre que hablaba solo, pues cuando lo hizo no me di por aludida. No fue hasta que l me mir que me quit la duda de si s
hablaba conmigo o no.
Oh!, eso es estupendo, he estado all y es bastante
lindo, aunque fro, desde luego, como toda Suecia dije, tratando de apresurarme. l no contest a esto ltimo, sino que
se limit de nuevo a mirar por la ventana; a m me pareci un
poco descorts, as que mir hacia otro lado, confusa y preguntndome cul sera la historia de ese hombre; ciertamente se
vea interesante, enigmtico y misterioso.
Usted no me ha dicho a dnde va dijo de repente
y con un tono calmado, pero sin mirarme.
Disculpe, pero... debera? contest retadoramente.
Pues, sera lo ms apropiado, yo le he dicho a dnde
me dirijo y usted debe pagar con la misma moneda. Son las
bases de una conversacin casual. Yo le pregunto cmo est,
usted me contesta y devuelve la pregunta. Yo le digo mi nombre, usted me dice el suyo. Yo le digo a dnde voy, usted hace
lo propio dijo. Su tono segua calmado, pero esta vez me
dirigi una mirada desafiante.
No poda debatir aquello, en realidad s era la convencin social, al menos la ms adecuada. No se puede otorgar
informacin sin esperar alguna a cambio. Pero este hombre
comenzaba a exasperarme.
A Stangebro dije, quitndole importancia.
Oh, eso est un poco ms cerca, se bajar antes que
yo dijo.
Y esto fue lo ltimo que hablamos, por lo menos du-
Nunca me he considerado muy intrpida pero en
cuanto se durmi (ni siquiera lo pens) me acerqu sigilosamente a su gabardina: estaba decidida a remover la caja para
ver qu contena. Con una habilidad anormal para mi cotidiana
torpeza, logr tener la caja entre mis manos; era una hermosa
pieza de bano oscuro, tena un seguro que no me cost trabajo abrir. Pero maldigo mi curiosidad. La caja estaba forrada en
terciopelo rojo, en la tapa haba manchas oscuras que en ese
momento no not, pero ahora estoy segura de que se trataba
de sangre, sangre seca. La caja tena dos compartimientos, en el
primero haba una coleccin de pestaas humanas, haba unas
largas y negras y otras ms claras pero cortas, haba incluso
unas con tonalidades rojas y grises, eran muchas. Temblorosamente y con un sudor fro en la nuca, proced a ver el segundo
compartimiento; lo que haba no era algo mucho mejor que en
el primero. Era cabello, y estaba acomodado por tonos, pareca
una paleta de pintura pero de pelo humano, tuve que recurrir a
todas mis fuerzas para no soltar la caja, habra sido un desastre
tener que tocar esas partes humanas regadas por la cabina para
que el hombre no notara los cambios. Y fue con ese pensamiento que record al hombre, me gir para observarlo pero
mi corazn se detuvo, l ya me estaba viendo, juzgndome
con esos ojos que atravesaban cuerpos; sin embargo lo ms
aterrador fue su lnguida sonrisa demente. Estaba extasiado de
que hubiese encontrado la caja y que llevada por la curiosidad
la examinara. Por mi parte, estaba totalmente paralizada, cerr
la caja y la arroj en su direccin, l sin parpadear la tom, y
volviendo su vista hacia la ventana me dijo:
Sabe por qu observo tanto a la ventanilla? No
miro precisamente el paisaje, me miro a m mismo; al observar
a la ventana, sta arroja un reflejo, como espejo, as que me
veo.
Pens que esto era sumamente egocntrico, pues pasaba demasiado tiempo observndose a s mismo. Se lo hice
notar.
No me miro por vanidad, seora, lo hago para descubrirme, sacar al verdadero yo de m, y alejar a ese otro dijo,
Nombre! El da que nos enteramos que la Nena quera matrimoniarse, a mi ap casi le da un aire. Estbamos en plena comida cuando nos cay la noticia, y que se arma feo en la mesa.
Mi ap alegaba ms que nada porque era con el pelado ese
que la Nena conoci una vez cuando jue pal otro pueblo, uno
sombrerudo, de camioneta grandotota y botas bien puntiagudas; el tal Bernardo. Mi ap siempre deca que Bernardo slo
quera a mi hermana pa poder quedarse con el rancho ya que
se muriera, pero noms por el terreno, que en ese entonces
era el ms grande del pueblo. Que iba a vender los animales, la
poquita siembra que tenamos, y luego iba a derrumbar todo
pa mandar a construir quesque una maquiladora. Pos sabe!
Adems, mi ap toda la vida haba dicho que la Nena se iba a
casar con el Jorgito, el hijo de mi padrino Rafa, porque era un
muchacho chambeador y, sobre todo, reteestudioso. Termin
toda la primaria el condenado! Y pos el Jorgito iba a diario pa
la huerta con mi ap, le ayudaba en la siembra y la cosecha, y
tambin arreaba de vez en cuando el ganado. A sus diecisis
aos, el Jorgito ya estaba bien listo pa ser hombre de familia, y
como mi hermana pos tena sus catorce bien cumpliditos, era
cuestin de tiempo pa que el bodorrio se diera hasta que
apareci el Bernardo ese.
Pero la Nena tena de su lado a mi am. Mi am siempre ha sido bien alcahueta con la Nena, y adems quera mucho
al Bernardo ese porque cuando iba a la casa llevaba algunas
frutitas o verduras compradas en el mercado del otro pueblo,
y a veces hasta nos traa pollos pa la comida, y pos a mi am
le ha gustado cocinar toda su vida. Ella cri a la Nena as como
mi abuela a mi am, como debe ser! Es algo que muchos no
creen porque, desde que naci, mi hermana ha estado muy
chiquita, y por eso le hemos dicho la Nena toda la vida. Pero
mi am le ense todo lo que una buena esposa debe saber:
cocinar, preparar caf, desgranar elote, ordear, barrer, trapear, tejer, coser, y le puso un buen ejemplo obedeciendo a mi
ap en todo lo que peda, pero saba hacerlo escuchar cuando
era necesario, como con el Bernardo. Mi am pensaba que
la Nena lo haba atrado por lo bien educadita que estaba, lo
se iba a dejar.
Si mijo slo viene a reclamar lo que es de l! Ust
y yo ya habamos apalabrado que mi Jorgito y la Nena se iban
a casar! Ora resulta que se la vendi a un pelado que ni arar
sabe y lo nico que quiere es joderlo a ust y a todo el pueblo!
Cllese el hocico, que mija no est vendida! Mejor
lrguese derechito a su casa antes de que le meta un plomazo
entre los dientes! y no s qu tanto gritaba mi ap.
Los nimos se caldearon todava ms como por una
hora, entre discusiones, chismes, gritos y guitarrazos sin ton
ni son del Jorgito, amenazas de mi ap y chillidos de la Nena
que, aunque estaba encerrada en su cuarto, podamos or hasta
ajuera.
Despus de eso, doa Amparito, mi madrina, se llev
a Jorgito y a don Rafa, y pos yo tuve que jalar a mi ap pa la
casa, porque mi am estaba con la Nena pa que dejara de llorar porque estaba bien agitada la pobrecita. Y cmo no iba a
estarlo? Faltaban ya dos das pal bodorrio, con casi todo listo,
y de seguro que el Bernardo se iba a enterar de esta escena de
Jorgito y con todos los chismes de las vecinas nos bamos a
meter en un broncn que no quera ni imaginarme.
A la maana siguiente nos levantamos tarde. Despus
de lo que haba pasado, mi ap quera que nos apurramos con
los preparativos del bodorrio, para asegurarnos de que el Bernardo no se desanimara y se casara con la Nena, porque si no
lo haca, mi ap no iba a dejar que se casara con el Jorgito, y se
quedara solterona seguramente. No fue sorpresa que Jorgito
no se aperson ese da, despus de sus tonteras de la noche
anterior y los tragos que se haba echado; era mejor que no lo
hiciera, o mi ap ah lo hubiera ajusticiado.
El que s nos cay por sorpresa fue don Rafa, que lleg
como al medioda preguntando por el Jorgito.
Es que mijo sali desde en la maana y no ha regresado, pens que haba venido a ver otra vez a la Nena
deca bien preocupado.
Pero pos nosotros ni enterados de l, y no creo que
la Nena quisiera verlo en ese ratito. De todos modos pos don
Nena se iba a casar con el Bernardo! Por qu no tuvo los tamaos pa buscarla desde antes?
Pos eso ya estaba arreglado entre nosotros, Valentino! De hombre a hombre!
Tal vez ust y yo tenamos un arreglo de hombres,
compadre; pero la verda yo s tena mis dudas acerca del Jorgito contest mi ap, con lo que le pic el orgullo a mi
padrino.
Ahora s se la parto enterita, cab!
Ya, por favor! Dejen de pelear! Dejen a mijo descansar tranquilo! dijo mi madrina con los ojos bien llorosos.
Justo ah, los dos se quedaron callados, noms viendo
cmo mi madrina abrazaba y lloraba encima del Jorgito. Todo
estaba del carajo, pero mi ap segua decidido con la boda,
con su prestigio por delante y el miedo de que la Nena fuera a
quedarse solterona si no aprovechaba esta oportunidad, como
mi am lo haba convencido.
Al rato de eso, como pude, jal a mi ap para llevrmelo a la casa, y pos dar la mala noticia a mi am y a la Nena.
Pobrecitas, las dos lloraron reteharto, abrazadas una con otra
llenando de amargura toda la casa y el patio que se supone se
llenara de felicidad por la boda de la Nena. Yo en ese momento me sent tan mal que ni siquiera prob el chile con carne
que haba preparado mi am y se haba enfriado porque no
llegbamos. Y la Nena ni se diga a mi hermanita le doli
tanto enterarse de lo que le pas al Jorgito que se encerr en
su cuarto y no sali como por dos horas. Chille y chille, pobre
Nena aunque el Jorgito le haba hecho la mala pasada esa
noche, la verdad es que la Nena siempre lo vio como un amigo
bien cercano, y pos era de esperarse que estuviera retetriste,
justo el da antes de su boda, caramba!
Ah estbamos, toda la casa callada, y pos el pueblo
tambin. Ni un alma se poda ver en las calles, y eso que el sol
se acababa de esconder. Afuera, ni los perros de la vecina se
asomaban; adentro, mi ap y yo seguamos acomodando sillas,
mesas y la tarima quesque pal brindis de la boda de la Nena,
y alistando los detallitos que faltaban pos pa que mnimo mi
Al contrario, don Valentino. Yo soy el que no va a
responder maana que me case con la Nena si ust sigue jugndole al valiente. As que mejor medtele con la almohada de
qu lado est. Maana me caso porque me caso con la Nena,
y ustedes llevan todas las de perder. Pinsele, suegro, no creo
que quiera ust terminar como el Jorgito, verd? Buenas noches.
Mi ap noms se qued de mudo y dej que el Bernardo se juera despuesito de eso, todava tambalendose no s
si por la borrachera o la cachetada. Y yo, pos noms viendo
todo el pancho, sin meterme en ningn momento. Justo ah
nos cay el veinte de qu le haba pasado al pobre Jorgito; cav
su tumba noms con el ridculo que le hizo pasar a la Nena, y
todo por no tener los que se necesitan pa declarrsele antes.
Estoy seguro de que esa noche nadie durmi aqu en
la casa. Ya nos olamos que la Nena estaba por esposarse con
un asesino, pero con la amenaza que nos hizo el Bernardo pos
ni pa dnde hacernos. Slo nos quedaba esperar que al da siguiente, con la boda, el Bernardo se tranquilizara por estar con
la Nena, y todo volviera a la normalidad pero ya era difcil
decir qu era normal con tanta cosa pasndole a todo mundo.
Todo el pueblo estaba patas arriba.
Igual de difcil fue decir cundo amaneci al da siguiente. Estaba retenublada esa maana, y ya no sabamos si
era bueno o malo el augurio despus de lo que haba pasado.
De pronto la temporada de lluvias nos pona los nervios de
punta y ya no pareca tan buen augurio como antes, porque la
boda de la Nena podra aguarse todava ms si llegaba la tormenta.
Con todo y todo, la gente empez a llegar al patio pasado el medioda. Varios se aparecan despus de ir a velar un
ratito el cuerpo del Jorgito, por lo que el ambiente de tristeza
se senta reteharto, pero aun as se haban dado el chance de
ir. Para ese rato, mi am estaba preparando a la Nena en su
cuarto, ponindole su vestidito, el velo, dndole las florecillas,
y unos cuantos consejos pa la noche de bodas. Mi ap y yo,
mientras, bamos terminando de checar que el corderito estu-
y de vuelta a mi ap. La gente no se pudo esperar ni un minuto cuando ya estaban hablando que a la Nena la iban a dejar
plantada. Pero mi ap no se raj con esto. En cuanto sali mi
am a ver que faltaba, mi ap me mand por la Nena, con la
intencin de ensearle a la gente que s iba a haber casamiento.
Ve y trete a la Nena; dile que el Bernardo ya no
tarda, pa que salga y no se agite cuando no lo vea. Adems,
as la gente va a dejar de hablar, pa que vean que mi nia no es
ninguna quedada me dijo.
Pos que voy al cuarto de la Nena a tocarle.
Pasa me dijo con su vocecita triste.
Entr, y que la voy viendo: ella bien bonita y arregladita, con su vestidito blanco, su cabello recogido por debajo de
su velo, las flores en sus manos, pero la mirada triste aunque
ya sin lgrimas. Ya las haba sacado todas la noche anterior,
pobrecita. Tan linda que se vea, pero tan triste que estaba, mi
hermanita. Y cmo hacerle? Pos que le voy diciendo tal como
mi ap me haba pedido, que el Bernardo ya estaba por llegar,
que no se agitara y saliera pa empezar la boda tan pronto
llegara el novio.
Hermanito, todo saldr bien? me pregunt la
Nena.
Me parti el corazn, no saba qu decirle a la pobrecilla. Nada ms me le qued viendo, esperando que no se pusiera a chillar porque yo no sabra qu hacer. Lo nico que se
me ocurri fue mover la cabeza dicindole que s, y despus
llevrmela del brazo pa salir de su cuarto, entregrsela a mi
ap y que l la entregara al Bernardo, tal y como Dios manda.
Pero cul fue nuestra sorpresa que al salir del cuarto y caminar
al patio, el Bernardo ya estaba ah, metido con mi pap y otras
personas en un alboroto brutal.
Lo primero que vi fue cmo la seora bruja desconocida se ech sobre el Bernardo, arrancndole unos cabellos y
tratando de pegarle con su otra mano, mientras su hija estaba
sentada todava, reteasustada. Y no era para menos, la seora
estaba bien salvaje, y necesitaron a ms de tres pa separarla
del Bernardo, que tambin traa atrs de l a tres tipos que de
Amelia tena lgrimas de maz. As que despus de llorar, juntaba todas sus lgrimas en una olla y preparaba palomitas. Una
vez llor tanto que al da siguiente abri en su casa la proyeccin de una pelcula y vendi las palomitas. Fue tanto su xito
que no slo le alcanz para pagar la renta del proyector, sino
que adems se pudo financiar una semana en el Caribe.
Aquel viaje no hizo sino enriquecer su nostalgia al recordar promesas del pasado, y la gente se sorprenda de encontrar granos de maz rodando por la cubierta. Mientras miraba
el ocano en sus tardes de calma, Amelia se perdi en el sol
que bajaba por el horizonte. Decidi entonces que si el amor
que ella senta era tan grande, deba buscar hasta el infinito la
manera de revivirlo. Luego de que pas la semana y regres
al pueblo, lo primero que hizo fue tocar a la puerta de lvaro
Crdenas. Sin embargo, contrario a las escenas de su imaginacin, donde l abra la puerta para decirle cunto haba esperado aquel momento y la tomaba entre sus brazos, lvaro
se sorprendi de verla y de la forma ms educada que pudo
le explic que no tena nada que hacer ah y volvi a cerrar la
puerta.
Durante seis das con sus noches, Amelia llor sola en
su habitacin. Al sptimo da estaba a punto de volver a hacerlo cuando su familia le dijo que ya todos estaban hartos de
comer palomitas, que luego de tanto les haban creado indigestin. La muchacha, en vez de tomarlo como un incentivo para
olvidar, pens que el problema eran sus lgrimas anormales y
fue a visitar al mdico en busca de una solucin.
El mdico, que se pavoneaba con sus diplomas de
Francia y Blgica en materias de medicina, le recet un menjunje con sabor a lechuga con naranja. Amelia se lo tom al
pie de la letra, una taza cada seis horas durante catorce das. Y
como si el destino quisiera que probara la eficacia del remedio,
ese da al salir a la calle vio en la plaza a lvaro Crdenas nada
ms y nada menos que acompaado de Acacia, la que un da
haba sido amiga de Amelia. La chica aguant recta y digna
mientras los otros dos se paseaban por la plaza, absortos en
abrazos y cursileras. Pero al llegar a su casa, comenz a llorar
en quemar la nota para no saber su nmero y as evitarse tentaciones. Pero una hora despus de pensar, se dio cuenta de que
segua esperando y Javier no llegaba. Era la primera vez que
no iban al concierto del domingo, y era la primera vez tambin
que la dejaban plantada. Sin pensrselo dos veces tom el telfono y una voz aguda y corriente le correspondi del otro lado.
El mesero se llamaba Dionisio Vzquez. Amelia accedi a verlo la semana siguiente, ms por despecho que por ganas. Pero luego de tomar caf y pasear un poco por el bosque,
se dio cuenta de que le agradaba su compaa. Luego de dos
salidas, Amelia entr en conciencia de que lo que haca estaba
mal. Analiz las cosas cuidadosamente. El cario que le haba
tomado a Dionisio Vzquez no era ni de cerca el que senta por Javier Villagmez. Sin embargo, le agradaba salir con
Dionisio y que la hiciera sentir querida. Pens y pens en que
deba decidirse por alguno de los dos. Pero esa decisin se fue
alargando y alargando al punto en que, cuando se dio cuenta,
llevaba ya ms de tres meses engandolos a ambos.
As que tom la determinacin necesaria y decidi que
era mejor quedarse con Javier, pues al fin y al cabo haban pasado muchas cosas juntos. Ese da haba quedado de salir con
Dionisio Vzquez al bosque y, en medio de los rboles, Amelia
le confes la existencia de alguien ms. Dionisio la abraz y
dej que llorara en su hombro. Le dijo que la entenda, pero
que no esperara volver a verlo jams porque realmente haba
lastimado su corazn. Amelia se sinti culpable, pero aliviada
de haber terminado aquella situacin al fin.
Sin embargo, esa noche Dionisio Vzquez fue a la cantina del pueblo a beber a la salud de Amelia. En la barra se encontr con alguien llamado Javier Villagmez, que estaba ah
por mera casualidad. A falta de alguien ms, Dionisio le cont
cmo una mujer acababa de abandonarlo. Javier reconoci el
perfume de gardenias en su ropa e, hilando los hechos, se dio
cuenta de que haba sido engaado.
Al da siguiente, Javier Villagmez termin con Amelia. Ella intent pedirle perdn e impedir su partida, pero sus
lgrimas no hicieron sino confirmar el dolor del muchacho.
La felicidad no existe me dijo un da, parada sobre un can en Suomenlinna.
Cmo puedes decir eso, cuando nosotros somos la
mejor prueba de que existe?
Pero lo nuestro no es felicidad.
Ah, no? Entonces qu es?
Es una simple prolongacin de la ausencia de tristeza, del sufrimiento. Ese que sabes que regresar, ms temprano que tarde.
Cul sufrimiento?
El que nos genera esta inmensa miseria a la que hemos sido condenados y movi los brazos como queriendo
abrazarlo todo. La vida misma es eso, sufrimiento. Y la infelicidad es parte de los seres humanos. Y aunque busquemos
evitarla, solos o con otros, no encontraremos la salida. Para
escapar de la realidad, del vaco que llevamos dentro y que nos
rodea, inventamos de todo: drogas, religiones, amor, familia.
Pero nada sirve para aliviarlo.
Para m la familia es una prueba de la felicidad, nada
ms feliz que ver cmo algo sale de ti con vida... y crece
No. Eso slo prueba que existen formas de evitarlo
temporalmente. Y de traer ms sufrimiento al mundo aadi entre risas.
Y qu me dices del amor?
Un simple invento para cambiar nuestra triste realidad me dijo mientras me mandaba un beso.
Ests loca le contest divertido.
Tal vez, pero quin no? Venga ya, te apetece un
whisky?
T invitas?
Claro.
Vamos pues.
Entre risas nos tomamos del brazo y caminamos hacia
el ferry. En la fila, cerr el tema:
Alcohol, una prueba ms de que podemos escapar
por un momento, antes de regresar a la desgracia.
Y terminamos el da, como muchos otros antes y des-
Ya lo creo que es un premio contest entre risas, es la justa recompensa para terminar con este gran engao levantaba su vaso y lo giraba alrededor, este castigo
y esta agona que es la vida.
No tienes remedio dije sonriendo. Tu fatalidad
me sorprende. Sobre todo cuando toda tu actitud es generalmente feliz, a gusto con lo que has logrado en la vida.
Ser porque es la nica que tengo, pero no creas
todo lo que ves, realmente no sabes nada.
De ti? Te conozco ms de lo que te imaginas.
No es as, ni yo misma me conozco, slo s que me
gusta el momento, y que intento prolongarlo al mximo. Pues
al final slo queda la vida, y el sufrimiento que representa, el
estado normal.
Entonces morir es una solucin?
No me tientes fue como si esas palabras me
recorrieran todo el cuerpo como una flecha ardiente y, destruyndolo todo a su paso, se alojaran en mi cabeza. Era la
muerte mejor que la vida? Cmo poda decir eso cuando lo
tena todo: desde salud, amor y un hijo en camino, hasta xito profesional y dinero? Desde esa noche, que recuerdo entre
sombras y brillos dorados, procur no volver a tocar el tema.
Lo tena presente a cada instante, pero jams lo dej salir de mi
boca. Esa noche hicimos el amor como pocas veces, sin saber
que sera la ltima.
Ella comenz a tener razn a mediados de octubre.
Me llam al trabajo, cosa que casi nunca haca. Estaba ebria
y repeta sin descanso que era lo mejor. No entend a qu se
refera. Dej la oficina y llegu lo ms rpido que pude al departamento. Estaba parada junto a la ventana, con un vaso de
whisky en una mano y la otra sobre el vientre ya disminuido; la
mirada fija en el horizonte. Ni siquiera intent mirarme cuando entr. Antes de acercarme a ella me serv un whisky.
Ests bien? le dije.
No contest y su mirada continu en el cielo.
Qu pas? le dije.
Crees que est all, jugando con las estrellas?
No lo s intent abrazarla pero me rechaz con
un movimiento de cabeza. Beb mi whisky lentamente. La
acompa al cuarto, la recost en la cama, la dej dormir. Pas
la noche en el bao, al otro da no quedaban rastros.
Tres das despus sali de la cama. Tenamos una invitacin a cenar con mis compaeros de trabajo, donde mi jefe
anunciara mi contratacin a partir de enero. Ella no quera
asistir, pero yo presion pensando que le hara bien el salir un
rato.
Amor le dije, sabes que es importantsimo para
m. Para nosotros. Es nuestro futuro.
Tu trabajo, tu futuro. No el mo me dijo.
No te pongas as, te har bien el salir. Despejarte,
rer, convivir.
T te despejas, t convives musit.
Por favor, salgamos de aqu.
Ya no voy a salir. Estoy en el mismo lugar me dijo
en una voz apenas perceptible.
Bueno, entonces nos quedamos.
Esa clase de chantaje no funcionar conmigo, es
que no puedes entenderlo? No quiero hacer nada y, para mi
temor, regres al cuarto, llevndose de la cocina una botella de
whisky, un vaso y una cubeta con hielos. Me qued anclado,
con la mirada perdida hacia la ventana, como buscando all lo
que no encontraba en m, lo que ya no encontraba en ninguna
parte. Termin mi whisky y sal hacia el restaurante.
Todos entendieron que no quisiera asistir. Incluso me
reprocharon el que insistiera en traerla. Demasiados whiskys
despus regres al departamento. Y la encontr al lado de la
ventana, tal como antes. Al ver su mirada vaca, imagin que
no estaba conmigo, sino all, jugando entre las estrellas, con
quien ya nunca podra hacerlo.
Y la miseria se pos en nuestras vidas: yo me qued
en la realidad y ella dej su trabajo y lo cambi por la cama
durante el da.
Sueo los sueos que ningn mortal se atrevi jams a soar me dijo un da, citando The Raven de Ed-
Hoy despert y no la encontr. Como todas las maanas desde que estamos aqu lo primero que hice fue servirme
un whisky en las rocas. Y al mirar por la ventana encontr la
nota pegada al vidrio.
La cabaa parece disminuir y oprimirme, mientras
siento alargarse su distancia. La nota desenreda su pasado y
me muestra su futuro: Me voy a buscar un whisky, pues necesito una mejor combinacin para evitar este vaco. Las letras
se van convirtiendo en ideas. Cuando las entiendo, el segundo
whisky del da abandona mi mano. Revienta contra el suelo.
Pequeos cristales como sus ojos brillan entre el dorado lquido, que humedece la nota que termina anunciando: Como
aquel da en que nos conocimos.
Miedo yo? Para nada! No soy de los que se asustan fcilmente. Mira, s que todo esto parece muy enredado pero realmente
es muy simple. Lo que pasa es que no me creen! Ya se lo cont
al otro, pero si insistes, te lo dir de nuevo:
La angustia y el miedo son cosas distintas. Se parecen,
es cierto, pero no son lo mismo. Ahorita, por ejemplo, me carcome la angustia y quiz por eso te parece que tengo miedo;
pero no, no tengo miedo.
El da que todo esto empez era viernes. Como siempre en mi vida rutinaria y aburrida, regres de la escuela ya noche. Casi en forma de ritual, hice lo que siempre hago al llegar
a casa. Me quit la ropa, me puse pijama, sandalias, me serv
un vaso con leche. Me lo tom con una concha sopendola y
prend la tele. Nunca salgo de noche. No es por miedo; es que
no me gusta.
No tengo amigos. Los compaeros de clase me toleran
pero no me tragan. No bebo alcohol, no fumo ni me meto
nada. Tampoco hago ejercicio pero me gusta caminar; hasta
ese da siempre lo hice de da. Ya me estaba dando sueo y apagu el televisor. En la ventana se vea el cielo escampado que
despus de la llovizna dejaba ver la luna llena de octubre que
brillaba como un enorme foco iluminndolo todo. De pronto,
el sueo se me fue. A mi mente vino la imagen intermitente de
todas las mujeres que han sido mi anhelo inalcanzable. Una a
una como en carrusel desfilaron en mi pensamiento hasta volverse imgenes que me rodeaban. Me pregunt entonces por
qu ninguna de ellas nunca siquiera me mir a los ojos. Para
ellas, si no es que para todos, yo era tan significativo como el
mobiliario de la escuela.
El viento suave pegaba en la ventana y desprenda las
hojas secas de los rboles. Abr la ventana y el fro refresc,
como una deliciosa caricia, mi rostro. Nunca me he arrepentido de nada de lo que hecho en mi vida, pero ahora hubiera
preferido no haber tomado la decisin de salir a caminar a la
luz de la hermosa luna llena de la fresca noche del viernes. Lo
pienso y me repito mil veces que ya estaba en pijama y acostado, no s por qu tuve que salir!
Ese da en particular me senta ansioso. Bueno, estaba cmo te lo digo? Es que me da pena! No lo programo, pero ya te lo dije, no?, no tengo novia y a veces el
cuerpo pide un poco de ayuda para liberar los nimos febriles.
Me entiendes? Pero ese da no quise, a pesar de lo subido del
deseo sexual, hacer eso que me pareca una prctica detestable;
ms por que me recordaba que estaba solo que por pudor. Me
vest con la misma ropa que traa, me puse una chamarra y
sal. Inmediatamente empezaron a ocurrir extraas cosas que
deberan tener una explicacin; pero todo esto no la tiene.
En la esquina de mi casa hay una fbrica de ropa. Por
esta razn a eso de las nueve empiezan a salir un montn de
muchachas costureras, de aspecto humilde y cansado. Ese da
llam mi atencin una en particular, que me provoc un sentimiento sincero de repulsin. Flaca hasta los huesos, con la
dentadura prominente a tal grado que los dientes superiores
estaban tan salidos que no le permitan cerrar la boca; el cabello reseco, le llegaba hasta los hombros. Me despert un sentimiento que se fue transformando poco a poco hasta llegar a
sentir enojo verdadero contra esa insignificante persona que
me taladraba las sienes slo con su presencia. La segu con
la mirada hasta que ella se detuvo un instante en la siguiente
esquina para cruzar la calle. Mir hacia un lado, hacia el otro
y cruz. En ese momento un auto negro, a toda velocidad,
gir en una calle que desembocaba en la esquina donde estaba, dirigindose irremediablemente a ella. Todo sucedi en un
instante, pero me pareci una eternidad. Al tiempo que el vehculo humeaba por las llantas que se aferraban al pavimento,
provocando el aullido agudo del asfalto herido, un sentimiento
de triunfo me invadi. Un sentimiento mordaz dibuj una breve sonrisa en mi rostro, pues estaba seguro de que el auto la
hara pedazos. Siempre he sido discreto en lo que se refiere a
mis pensamientos ms profundos, no soy como esas personas
que se duelen falsamente del dolor ajeno, cuando en el fondo
todos experimentamos el natural morbo atractivo de ver sufrir
a otros. En el instante exacto en que el auto iba a dar de lleno
con el cuerpo de la infeliz que me inspir tanta repugnancia,
Era sin duda alguna la mujer ms bella que mis ojos hubieran
contemplado jams. Un rostro largo que enmarcaba con lneas
suaves una respingada nariz filosa y unos ojos verdes que en la
oscuridad parecan brillar con luz propia. Dos pequeos cristales plateados brotaban de sus ojos y con pauelo en mano
se apresur a secarlos cuando sinti mi presencia. Nuestras
miradas se clavaron un eterno instante que se negaba a ceder.
Temblando los labios, apenas distingu un leve movimiento
que balbuceaba pidiendo lumbre para el cigarro apagado que,
a medio fumar, conservaba en la mano izquierda.
No fumo le dije con voz trmula. Perdn!
Gir para alejarme, cuando rompi en llanto. Me volv
y sin pensarlo me sent a su lado, preguntndole si se senta
bien, si poda hacer algo por ella.
Gracias contest. Creo que nadie puede hacer
ya nada por m, estoy aqu porque no tuve el valor de arrojarme del tercer piso de mi departamento y vengo aqu con la
esperanza de que los malandrines me maten.
Pasaron mil cosas por mi mente en ese instante. Hasta
entonces repar en que estaba elegantemente vestida, llevaba
un vestido corto, blanco, que le llegaba arriba de la rodilla y
mostraba generosamente lo bien torneado de sus largas piernas. Los zapatos con pedrera reflejaban el buen gusto y lo
sofisticado del vestuario que sin duda era caro. Una chalina
satinada cubra con discreta transparencia sus finos hombros
delgados; y su cabello corto mostraba, aun en la fra y hmeda
intemperie, el volumen sacado a pulso en un saln de belleza.
Las lneas de sus ojos se prolongaban escurridas por las lgrimas que rasgaban el maquillaje discreto de una dama de mundo perdida en la podredumbre del parque ms abandonado del
rumbo.
Me sent a su lado y sin pensarlo la abrac. Le dije
que seguramente encontrara una solucin a sus aflicciones,
que lo pensara bien, que era una chica joven y hermosa, que
no vala la pena morir por problemas. Cuando acab mi cursi
discurso me mir fijamente con un escrutinio que reprochaba
sin hablar la sarta de frases hechas y huecas que nervioso aca-
No era ella!
Era la otra, la bonita!
No estoy loco!
No tengo miedo!
No, no!
No me dejes solo!
No me encierres, por el amor de Dios!
Mensaje
| 7
Prlogo
| 11
Ganadores
| 17
Jurado
| 23
Poesa
| 33
| 35
| 43
Noches de caf
scar Rodrigo Pasillas Bautista
| 51
Catarsis
Mariana Gonzlez Espinoza
| 59
Miscelnea
Georgina Stivaleit Guerrero
| 69
Tremarctos Hyperornatus
Johnny Enrique Lee Otton
| 79
La duea de la isla
Alma Karla Sandoval Arizabalo
| 91
| 101
Voy a dejar
Pablo Lpez de Anda
| 109
Cuento corto
| 119
911
Sandra Berenice Mendoza Peuri
| 121
Aquellos ojos
Sofa Patricia Salcedo Caballero
| 129
El reloj
Gabriel Anaya Guerrero
| 137
Finales
Diego Alejandro Cabrera Merlos
| 145
| 151
Lunes
Kenneth Geraldo Martnez Martnez
| 157
El granero
Nabil Juliana Valles Dena
| 163
Ella/l
Ral Garca Meneses
| 169
Mscaras
Ruth Escamilla Monroy
| 173
Museo de recuerdos
Wolfram Friedrich Schaffler Gonzlez
| 179
Cuento largo
| 187
El demonio de Valverde
Vctor Charuan Aguilera Bezrokov
| 189
Sequa
Montserrat Estrada Garca
| 205
El pacto
Daniel Anaya Lpez
| 215
Cabina
Frida Beatriz Arriaga Cinta
| 229
| 237
| 255
Revontulet
Mauricio Esponda Estrada Cajigal
| 265
Selene
Horacio Robles Torres
| 277
La Antologa
del XXVI Concurso Nacional
de Creacin Literaria
del Tecnolgico de Monterrey
se termin de imprimir y encuadernar en abril de 2012.
El cuidado de la edicin estuvo
a cargo de Pablo Garca.
Se tiraron doscientos ejemplares.