Responsabilidad Por Suicidio
Responsabilidad Por Suicidio
Responsabilidad Por Suicidio
Cfr. LPEZ GARCA, M0 Beatriz, HINOJAL FONSECA, Rafael y BOBES GARCA, Julio: El suicidio: aspectos
conceptuales, doctrinales, epidemiolgicos y jurdicos, Revista de Derecho Penal y Criminologa, nm. 3, 1993, pp.
309 y ss; ROJAS, Enrique: Estudios sobre el suicidio, Salvat, Barcelona, 1978.
Cindonos a nuestro mbito cultural, y como muestra del carcter no uniforme de las respuestas ante el suicidio,
tenemos el caso de la cultura judeo cristiana, tradicionalmente intolerante con el suicidio pero que se enfrenta a la
paradoja de que sus propias fuentes en ningn momento incriminan tal conducta (Libro de los Jueces, 9, 52-54 y 16,
28-30; I Libro de Samuel, 31, 2-5; II Libro de Samuel, 17, 23; San Mateo, 27, 3-5). Otro tanto sucede en el campo
filosfico (occidental); frente al rechazo absoluto al suicidio que podemos ver en Inmanuel Kant [Fundamentacin de
la Metafsica de las costumbres (Martnez de Velasco, Luis, Ed.), Espasa-Calpe, Madrid, 1999, 140 edic.: Aconservar
la propia vida es un deber@ (pp. 59-60) ya queAuna naturaleza cuya ley fuese destruir la vida misma mediante el
mismo impulso encargado de conservarla sera, sin duda alguna, una naturaleza contradictoria y que no podra
subsistir@ (p. 93)] un autor incuestionablemente cristiano como Moro acepta con naturalidad dicha conducta en el
caso de enfermos incurables (MORO, Toms: Utopa, Bosch/Orbis, Barcelona, 1984, pp. 162-163).
3
El desarrollo de tal anlisis lo llev a cabo en 1897, en su obra El suicidio (Akal, Madrid, 1982), aunque
previamente, en 1895, en Las reglas del mtodo sociolgico (Orbis, Madrid, 1982, traduccin de la 180 edic.
francesa de P.U.F., pp. 42-43), ya haba anticipado el carcter de Ahecho social@ del suicidio, hecho que al tener
tambin manifestaciones privadas le haca copartcipe de los dos Areinos@: el sociolgico y el psicolgico, pudiendo
por ello hablarse de un Afenmeno de naturaleza mixta@.
Vid, por ejemplo BARCIA, Demetrio: Suicidio e intento de suicidio desde el punto de vista psiquitrico, Estudios
Penales y Criminolgicos, IV, 1981, pp. 115 y ss; PINILLOS DAZ, Jos Luis: Tres lecciones sobre psicologa del
suicidio, Estudios Penales y Criminolgicos, IV, 1981, pp. 137 y ss; RODRGUEZ PULIDO, Francisco; DELGADO
BUENO, Santiago, GRACIA MARCO, Ramn y SIERRA LPEZ, Antonio: Suicidio y trastorno mental, en
DELGADO BUENO, Santiago (Dir.): Psiquiatra Legal y Forense, Colex, Madrid, 1994, T. II, pp. 1225-1228;
CORBELLA CORBELLA, J.: El suicidio, en GISBERT CALABUIG, J.A.: Medicina Legal y Toxicologa, Masson,
Barcelona, 1998, 50 edic., p. 276 y ss; ROS MONTALBN, S.: La conducta suicida, Arn, Madrid, 1998; KAPLAN,
Harold,I. y SADOCK, Benjamn J.: Sinopsis de Psiquiatra, Editorial Mdica Panamericana-Williams & Wilkins,
Madrid, 1998, en especial pp. 983-992 y MORCILLO MORENO, L., SAIZ MARTNEZ, P.A., BOUSOO
GARCA, M. y BOBES GARCA, J.: Anlisis epidemiolgico y manejo de las conductas suicidas, en BARCIA
SALORIO, Demetrio: Tratado de Psiquiatra, Arn, Madrid, 2000, Tomo II, pp. 801-819.
Cfr. TORO LPEZ, Angel: La nocin jurdica de suicidio en Homenaje a Serrano y Serrano, Valladolid, 1965, y
del mismo autor: Instigacin y auxilio al suicidio, homicidio consentido y eutanasia como problemas legislativos,
Estudios Penales y Criminolgicos, IV, 1981, pp. 169 y ss.; CARBONELL MATEU, J.C. y COBO DEL ROSAL,
M.: Conductas relacionadas con el suicidio. Derecho vigente y alternativas poltico-criminales, Revista de la
El objeto de estas pginas est alejado de todas las perspectivas anteriores. Nuestro
anlisis pretende centrarse en el suicidio como hecho daoso que tiene lugar en una institucin -la
penitenciaria- cuando pueda concluirse la existencia de una relacin causal entre el
funcionamiento de dicha administracin y aquel resultado lesivo6. Llegados a la conclusin de
que tal relacin causal pudiera existir ser menester describir cmo se materializa la exigencia de
responsabilidad en dos momentos y planos: el primer momento que se corresponde con un plano
institucional (responsabilidad patrimonial de la Administracin Penitenciaria) y la segunda
secuencia que se corresponde con el plano personal (responsabilidad de los empleados de las
Instituciones Penitenciarias en va de regreso):
- Se hablar, en primer lugar, del suicidio en prisin. En general, puede afirmarse que el
encontrarse ingresado en un hospital o en una crcel eleva la posibilidad de suicidio; respecto a
esta ltima diferentes son los sucesos que pueden desencadenar una conducta suicida, llegando a
hablarse incluso de Ainevitabilidad@ del suicidio en prisin7. Lo cierto es que el problema es de tal
importancia *91 que gobierno e instituciones internacionales han tomado creciente conciencia del
mismo, siendo prueba de ello los ya frecuentes estudios y programas sobre prevencin del
suicidio en el medio penitenciario8.
- Se abordar, en concreto, la responsabilidad patrimonial (directa y en va de regreso) de
la Administracin penitenciaria ante el evento suicida en el medio penitenciario. Nuestra ptica
Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, nm. 12, 1987; ROLDN BARBERO, Horario: Prevencin del
suicidio y sancin interna, Anuario de Derecho Penal, Tomo 40, 1987, pp. 625 y ss; SILVA SNCHEZ, Jess Mara:
Causacin de la propia muerte y responsabilidad penal de terceros, en MIR PUIG, Santiago y otros: Comentarios a
la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, Barcelona, 1992.
6
La STS, 30, 19.6.1998 sintetiza con meridiana claridad el conjunto de requisitos que ha de concurrir para que pueda
hablarse se responsabilidad (objetiva) de la Administracin, que es al fin y a la postre de la que aqu se trata:
a) La existencia de una accin u omisin con un resultado daoso.
b) La consecuencia jurdica derivada de dicha actuacin, que se traduce en la lesin jurdica.
c) La existencia de un nexo causal, no roto por la concurrencia de circunstancias de fuerza mayor
exonerante de responsabilidad o culpa imputable a la vctima.
LPEZ GARCA, M0 Beatriz, HINOJAL FONSECA, Rafael y BOBES GARCA, Julio: op. cit., p. 392 enumeran,
por ejemplo, los siguientes:
A Noticias en cautividad (enfermedad o muerte familiar, abandono por parte de la familia o infidelidad de la
mujer).
A Violencia homosexual.
A Falta de noticias y de informacin externa.
A Aislamiento imprevisto (en detenidos arrestados por primera vez o arrestados por motivos ftiles).
A Inesperada condena y un perodo de detencin consiguientemente largo.
A Sentido de culpa emergente de la reconsideracin del delito cometido (especialmente en el caso de
crmenes contra nios, parricidas, asesinos de amigos, etc.).
A Tener de repente un problema fsico o moral con otros detenidos o con los funcionarios.
A Aislamiento por un perodo largo en una condicin de espera de un juicio definitivo.
8
A nivel internacional baste de ejemplo el reciente documento elaborado por la Organizacin Mundial de la Salud,
WORLD HEALTH ORGANIZATION. Departament of Mental Healt. Mental and Behavioural Disorders: Preventing
suicide. A resource for prison officers, Geneva, 2000. En el plano nacional aludiremos en varios momentos a los
Programas de Prevencin del Suicidio elaborados por la Direccin General de Instituciones Penitenciarias. Tambin
se han ocupado del tema Organizaciones No Gubernamentales; as The Howard League for Penal Reform britnica.
es, por tanto, jurdico-administrativa. Por ello, y an cuando ningn inconveniente habra en
Adepurar@ responsabilidades por el hecho suicida desde otras perspectivas y sedes (civil, penal, o
deontolgica), dejaremos de lado el estudio de tan variada tipologa de responsabilidades por
diversas razones. La responsabilidad Acivil@, ya que tras la reforma legislativa que tuvo lugar con
ocasin de la Ley 4/1999, de 13 de enero difcilmente podramos hablar hoy da de una
responsabilidad civil directa del personal penitenciario cuando se ha convertido en preceptiva la
previa reclamacin ante la Administracin Pblica correspondiente (art. 145.1 LRJPAC). La
responsabilidad Apenal@, ya que ello requerira un estudio monogrfico de un sistema de
responsabilidad (netamente individual) muy alejado del que ahora pretendemos (que es
institucional y solo indirectamente personal). La responsabilidad Adeontolgica@ por el carcter
puramente complementario de la misma, siendo infrecuente, por lo dems, que se acuda a esta va
cuando de responsabilidad por suicidio se trata. Pretendemos, en definitiva, un estudio
Ahomogneo@ (exclusivamente jurdico-administrativo) del sistema de responsabilidad que, en
principio, es el llamado a ser el ms utilizado cuando de reclamaciones por suicidio se trata.
Nuestro sistema de responsabilidad patrimonial aparece hoy constitucionalmente
consagrado, pues garantizando la Constitucin la responsabilidad de los poderes pblicos (art. 9.3
CE), el art. 106.2 regula la misma en los siguientes trminos: Los particulares, en los trminos
establecidos por la ley, tendrn derecho a ser indemnizados por toda lesin que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesin sea
consecuencia del funcionamiento de los servicios pblicos.
Adquiere as rango constitucional una institucin (la responsabilidad patrimonial de la
Administracin) ya conocida por nuestro Derecho9. El mandato constitucional fue desarrollado
por los arts. 139-146 de la Ley 30/1992, de 26 de noviem- *92 -bre, de Rgimen Jurdico de las
Administraciones Pblicas y del Procedimiento Administrativo Comn10; en concreto, el art. 139
LRJPAC reprodujo el citado art. 106.2 CE, aunque especificando -como ya lo hicieran los arts.
121 LEF y 40 LRJAE- que la responsabilidad se origina tanto por el funcionamiento normal
como anormal de los servicios pblicos11. En este marco legislativo general se desenvolver la
9
Sus precedentes ms cercanos en la forma hoy conocida (responsabilidad directa y objetiva) los tenemos en el art.
121 de la Ley 16.12.1954 de Expropiacin Forzosa y en el art. 40 de la Ley 26.7.1957 de Rgimen Jurdico de la
Administracin del Estado.
10
Los arts. 140, 141 y 144-146 LRJPAC fueron modificados por Ley 4/1999, 13 enero. Sobre la incidencia de la
modificacin vid. GARCA GMEZ DE MERCADO, Francisco: La modificacin del rgimen de la responsabilidad
de la Administracin por la Ley 4/1999, Revista Jurdica de la Comunidad de Madrid, nm. 4, ago.-oct. 1999 y del
mismo autor La responsabilidad patrimonial de la Administracin tras la Ley 4/1999, Actualidad Administrativa,
nm. 32, 6 a 12 sep. 1999, pp. 893-907; SALA LPEZ, Pascual (Coord.): Comentarios a la reforma del
procedimiento administrativo (Anlisis de la Ley 4/1999), Tirant lo Blanch, Valencia, 1999; GONZLEZ RIVAS,
Juan Jos: La reforma de la Ley de Jurisdiccin Contencioso-Administrativa, en La responsabilidad civil y penal del
mdico, Colegio Oficial de Mdicos de Madrid, 1999, pp. 197-207 y GIL IBEZ, Jos Luis: La implicacin de las
novedades legislativas en los procesos contra las Administraciones Pblicas, Ponencia presentada en el VI Congreso
de la Asociacin Espaola de Derecho Sanitario, Madrid 21-23 Octubre 1999..
11
Sobre la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Pblicas en general puede consultarse: GONZLEZ
PREZ, Jess y GONZLEZ NAVARRO, Francisco: Rgimen Jurdico de las Administraciones Pblicas y
Procedimiento Administrativo Comn (Ley 30/1992, de 26 de noviembre), Civitas, Madrid, 1993, pp. 1297-1401;
LEGUINA VILLA, Jess y SNCHEZ MORN, Miguel: La nueva Ley de Rgimen Jurdico de las
Administraciones Pblicas y del Procedimiento Administrativo Comn, Tecnos, Madrid, 1993, pp. 394-415;
GARRIDO FALLA, Fernando y FERNNDEZ PASTRANA, Jos Mara: Rgimen Jurdico y Procedimiento de las
13
Personalmente me he acercado a esta temtica en varias ocasiones recientemente: BARRIOS FLORES, Luis
Fernando: El suicidio en Instituciones Penitenciarias: I. Responsabilidad institucional, Revista Espaola de Sanidad
Penitenciaria, Vol. 3, nm. 3, 2001, pp. 118-127 y El suicidio en Instituciones Penitenciarias: II. Responsabilidad
profesional, Revista Espaola de Sanidad Penitenciaria, Vol. 4, nm. 1, 2002, pp. 31-38. Y sobre la especfica
cuestin del riesgo suicidario en internos preventivos, comentando el tan conocido caso del presunto narcotraficante
Ruiz de Santamara: BARRIOS FLORES, Luis Fernando y LPEZ LPEZ, ngeles: Asistencia psiquitrica
durante la prisin preventiva (el caso Ruiz de Santamara), La Ley, nm. 5459, 14.1.2002, pp. 1-6.
afectividad y/o de dependencia econmica. Procede por ello analizar hasta qu punto concurren
las notas o criterios de indemnizabilidad.
contornos muy groseros, y siendo consciente de que la cuestin siempre estar sometida a
discusin, una lnea divisoria entre el suicidio como consecuencia de un proceso morboso (por
ejemplo, psictico) o derivado de un trastorno psquico (as, depresin) y el suicidio fruto de una
reflexin personal libre, o si se quiere, no determinada decisivamente por una alteracin
psquica15. El tema est servido para que psiquiatras, psiclogos y filsofos aporten sus
especficos saberes al respecto. Pero, insisto, s creo que exista en general, y particularmente en el
medio penitenciario una, si se quiere, borrosa linde entre lo patolgico y lo no patolgico16. La
vida carcelaria puede proporcionarnos algunos ejemplos: el suicidio como consecuencia del
tedium vitae (aburrimiento vital tras un largo perodo de privacin de libertad cuando el fin de la
condena an dista demasiado17) o el suicidio decidido tras una evaluacin vital de ventajasdesventajas18. En estos casos es entendible, aunque no se comparta, que uno pueda cons- *95 truir en su propia celda el cadalso19, ya que si en la vida ningn hombre hay tan feliz... a quien
no ocurra muchas veces y no una sola, preferir el morir al vivir20, con cuanta ms razn personas
que conocemos en el medio penitenciario es comprensible que hayan decidido dar el salto hacia
delante21..
15
Personalmente en este punto comparto la afirmacin de AMRY, Jean: Levantar la mano sobre uno mismo.
Discurso sobre la muerte voluntaria, Pre-Textos, Valencia, 1998, p. 39: AQuien da el salto no necesariamente se ha
hundido en la locura, ni siquiera est en todos los casos *trastornado+ o *perturbado+. La inclinacin a la muerte
voluntaria no es una enfermedad de la que uno haya de ser curado como de las paperas@.
16
En este sentido LPEZ GARCA, M0 Beatriz, HINOJAL FONSECA, Rafael y BOBES GARCA, Julio: op. cit., p.
338, llaman la atencin sobre el hecho de que el suicidio en el medio penitenciario sea ms fruto de la
Adesesperacin@ que de la Adepresin@.
17
Lo que recuerda cuando Mefistteles dice a Fausto: ACuando la mente no ve salida, muy pronto esboza el final@;
GOETHE, Johann W.: Fausto, Unidad Editorial, Madrid, 1999, p. 146.
18
19
DANTE ALIGHIERI: Divina Comedia, Infierno, Canto XIII, 103-105: Yo levant en mi casa mi cadalso. En su
visita al Infierno, el Canto XIII, Crculo VII, Recinto II trata de los suicidas.
20
HERODOTO: Los nueve libros de la Historia, Libro VII, Polimnia, 46, [Antologa] Orbis, Barcelona, 1983, p.
308.
21
Es de inexcusable cita, y a m personalmente me ha provocado una honda reflexin la ya citada obra de Jean
AMRY. Parte este autor de un anlisis que pretende Aver la muerte voluntaria desde el interior de aquellos a los
que yo llamo *suicidarios+ o *suicidantes +, y no desde fuera desde la ptica del mundo de los vivos o de los
supervivientes (pp. 9-10), ya que toda investigacin sobre el suicidio, la sociolgica y la psicolgica, habla en
nombre de la sociedad (p. 105), olvidando que el ser humano se pertenece esencialmente a s mismo (p. 103).
Considera que la muerte voluntaria es un privilegio del ser humano (p. 52), razn por la cual defiende que al
suicidario, al suicidante, a pesar de su condicin minoritaria, se le conceda el derecho que toda minora reivindica
para s (p. 60).
2.3.- Efectivo.
El dao o lesin, ha de ser efectivo (139.2 LRJPAC), excluyndose as los daos
eventuales, futuros o posibles (STS, 30, 20.5.1997, Az. 3981), o las meras especulaciones o
simples expectativas (SSTS, 40. C-A, 17.12.1981. Az. 5427 y 30 7.2.1997, Az. 92). En
consecuencia, no podrn apreciarse cualesquiera circunstancias cuando no ha tenido an
cumplida realidad el efecto daoso (STS, 30, 12.5.1997, Az. 3976)22. Traslado lo anterior al
campo del suicidio, es patente que bajo la nota de efectividad se englobaran: la muerte y las
lesiones, la privacin de ingresos familiares y el dao moral producido a las personas
afectivamente unidas al suicidiario.
23
Cfr. GIL IBEZ, Jos Luis: Evaluacin del dao y criterios de reparacin, Cuadernos de Derecho Judicial, XIV,
1996, pp. 45 y ss.
24
Segn el art. 141.1 LRJPAC: La indemnizacin se calcular con arreglo a los criterios de valoracin establecidos
en la legislacin de expropiacin forzosa, legislacin fiscal y dems normas aplicables, ponderndose, en su caso, las
valoraciones predominantes en el mercado.
25
Bsicamente deslinda dos partidas: a) los gastos de hospitalizacin y asistencia mdica hasta la recuperacin, por
un lado y b) una cantidad arbitrariamente fijada, teniendo en cuenta la edad, las cargas, los ingresos, las expectativas
de trabajo..., siendo muy heterogneas las cifras indemnizatorias que se manejan. No es infrecuente el que los
tribunales usen Areferencialmente@ baremos indemnizatorios al uso en otros campos -significativamente en el de
accidentes de circulacin-; as por ejemplo en la STS, 30, 4.10.1999, EDE 29357. En general sobre el tema Cfr.
BRAVO FERNNDEZ DE ARAOZ, P.: Responsabilidad patrimonial, en SANTAMARA PASTOR, J.A. y
PAREJO ALFONSO, L.: Derecho Administrativo. La jurisprudencia del Tribunal Supremo, Centro de Estudios
Ramn Areces, Madrid, 1989 y DE NGEL YAGEZ, Ricardo: Algunas previsiones sobre el futuro de la
responsabilidad civil (con especial atencin a la reparacin del dao), Civitas, Madrid, 1995, pp. 107-203.
26
27
a) El dao moral trae causa de la lesin a un bien integrado en el mbito de las relaciones
afectivas familiares, aunque no tiene que circunscribirse exclusivamente a estos ltimos28.
b) Su existencia no necesita prueba, presumindose cierta. En realidad la presuncin
abarca dos aspectos: los vnculos de afecto (as STS, 30, 4.10.1999, EDE 29357) y la
propia existencia del dao moral (as STS, 30, 15.7.1991, Az. 6167). O como sintetiza la
STS, 30, 4.5.1999, EDE 99/18564 se debe presumir que quienes afirman la relacin
parental con el fallecido dicen verdad y que los vnculos de afecto y econmicos propios
de la unidad familiar se mantenan,... pues no debe ser probado lo que normalmente se
infie- *97 -re de las circunstancias concurrentes, sino aquello que se separa de lo
ordinario y obedece a situaciones de excepcin.
c) Su cuantificacin queda al arbitrio judicial. Pues como afirma la STS, 30, 28.2.1995,
EDE 95/657: los daos morales escapan por su naturaleza a toda objetivacin
mensurable, por lo que su cuantificacin ha de moverse dentro de una ponderacin
razonable de las circunstancias del caso, situndose en el plano de la equidad (cfr. SS 2
febrero 1980, 29 enero 1986, 4 abril 1989 y 26 octubre 1993). O, como se insiste en la
STS 30, 4.5.1999, EDE 1999/18564, en el caso de dao moral la indemnizacin no [es]
susceptible de una determinacin cuantitativa si no es mediante la referencia a
precedentes judiciales y a criterios legales de tasacin; esto es as porque el
resarcimiento de este tipo de dao por su carcter afectivo y de *pretium doloris+ carece
de parmetros o mdulos objetivos, lo que conduce a valorarse en una cifra razonable,
que siempre tendr un cierto componente subjetivo (STS 30, 26.4.1997, EDE
1997/4997).
Por las razones indicadas las cifras indemnizatorias sufren importantes oscilaciones,
pudiendo establecerse dos intervalos de cuantas indemnizatorias:
- Aquellos supuestos en los que se aprecia concurrencia de culpas (voluntad suicida del
interno y anormalidad en el servicio penitenciario). En tales casos se reconocen cifran que
van desde los 2.000.000 de ptas. (SAN Sec. 40, 11.2.1998, EDE 1998/18308; STS 30,
26.11.1998, EDE 1998/29814; STS 30, 28.3.2000, EDE 2000/8574), a los 4.000.000 ptas
(STS 30, 27.11.1993, EDE 10772) o 5.000.000 ptas (STS 30, 30.3.1999, EDE
1999/11357; STS 30, 4.5.1999, EDE 1999/18564).
- Aquellos otros en los que no se aprecia concurrencia de culpas (no queda acreditada la
culpabilidad de la vctima, de modo significativo en el incendio de celdas sin causa
determinada), supuestos en los que se reconocen cantidades que van de los 10.000.000
28
Ejemplo paradigmtico de dao moral es la ruptura de la relacin paterno-filial; as en SSTS, 40 (C-A), 29.7.1986,
Az. 6908, 30 C-A, 3.1.1990, Az. 154 y 15.7.1991, Az. 6167, y 40 Social, 20.4.1992, Az. 2663). Sntesis de la
doctrina contenida en dichas resoluciones nos la ofrece la citada STS, 30, 15.7.1991, Az. 6167 en donde se afirma: el
simple hecho de la muerte de una persona -como este Tribunal reiteradamente tiene declarado- produce en los
familiares de aqulla un dao o perjuicio en una y otra modalidad, sobre todo cuando en el acontecimiento concurren
circunstancias no naturales. Sin embargo, como decimos, el dao moral no tiene por qu circunscribirse a los
familiares; en algn caso se admitido respecto a personas unidas por vnculos afectivos no familiares, como por
ejemplo la novia (STS 40 C-A, 12.3.1975, Az. 1798).
ptas (STS 30, 26.4.1997, EDE 1997/4997) a los 15.000.000 ptas (STS 30, 25.2.1999, EDE
1999/1557)29.
2.5.- Individualizado.
Finalmente, el dao ha de ser individualizado con relacin a una persona o grupo de
personas (art. 139.2 LRJPAC). Este requisito cumple una doble funcin30 *98:
- por un lado, delimita el perjuicio identificando al particular (es) afectado (s).
- por otro, sirve para conocer el fin de la potestad administrativa.
El perjudicado, a efectos de indemnizacin patrimonial, no es el suicida cuando el
suicidio se consuma (si lo sera cuando como consecuencia del intento suicida padeciera daos o
lesiones). Normalmente sern los familiares o personas ligadas por vnculos de dependencia
econmica o de afectividad quienes padezcan los directos perjuicios del hecho suicida. Los
familiares sern, de ordinario, los usualmente perjudicados, pues como indica la STS 30,
15.7.1991, EDE 1991/7871: el simple hecho de la muerte de una persona -como este Tribunal
reiteradamente tiene declarado- produce en los familiares de aqulla un dao o perjuicio en uno y
otra modalidad, sobre todo cuando en el acontecimiento concurren circunstancias no naturales.
Excepcionalmente hay algn caso como el de la STS 30, 19.11.1994, EDE 1994/10114), en que se reconoce solo
una indemnizacin de 4.000.000 ptas por la muerte de un recluso con motivo del incendio de una celda que comparta
con otro que tambin fallece sin que conozcan las causas de incendio. En este caso el TS confirma la sentencia del
tribunal de instancia contra la que recurri en casacin la Generalidad de Catalua. Encuentra incomprensible
(motivos insuficientemente convincentes y poco razonables, FJ 31) la reduccin de la cantidad solicitada por los
padres de la vctima de 10.000.000 ptas a 4.000.000 ptas, pese a lo cual por razones de congruencia procesal -falta de
recurso del apelado- se mantiene la indemnizacin inicialmente concedida, la cual tuvo en cuenta para tal minoracin
el desconocimiento de las causas del incendio.
30
31
Cfr. FELTHOUS, A.R.: Preventing jailhouse suicides, Bulleting of the American Academy of Psychiatry and the
Law, 1994, Vol. 22, nm. 4, pp. 477-488; LANDSBERG, G.: Issues in the prevention and detection of suicide
potential in correctional facilities, en ROSNER, R.: Principles and practice of forensic psychiatry, Chapman and
Hall, New York, 1994, pp. 393-397.
33
Art. 121 CE: Los daos causados por error judicial, as como los que sean consecuencia del funcionamiento
anormal de la Administracin de Justicia, darn derecho a una indemnizacin a cargo del Estado, conforme a la Ley.
34
PARADA, Ramn: Rgimen jurdico de las Administraciones Pblicas y Procedimiento Administrativo Comn
(Estudio, comentarios y texto de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre), Marcial Pons, Madrid, 20 edic., 1999, p. 446.
36
TORNOS MAS, J.: La responsabilidad patrimonial del Estado por el funcionamiento de la Administracin de
Justicia, REDC, nm. 13, ene.-abr. 1985, p. 85.
37
SSTS, 30, 28.3.2000, EDE 2000/8574; 4.5.1999, EDE 1999/18564; 26.11.1998, EDE 1998/29814; 19.6.1998, EDE
1998/11379; 5.5.1998, EDE 1998/7308; SSAN Sec. 10, 27.11.1998, EDE 1998/40394 y Sec. 10, 9.7.1999, EDE
1999/47015.
38
PARADA, Ramn: Rgimen jurdico de las Administraciones Pblicas y Procedimiento Administrativo Comn
(Estudio, comentarios y texto de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre), Marcial Pons, Madrid, 20 edic., 1999, p. 451.
- No se aprecia responsabilidad en: Scott v. State, 618 So. 2d 1053 (La. App. 1993) al no
ser advertido el personal del centro de detencin juvenil de ninguna tendencia suicida del
interno; en Cockrum v. State, 843 S.W. 2d 433 (Tenn. App. 1992), pues aunque se
conocan las tendencias depresivas y suicidas de la interna no hubo evidencia alguna de
cmo obtuvo las drogas y tampoco existieron dictmenes periciales en el sentido de que
las medidas adoptadas no fueran razonables; en Perkowski v. City of Detroit, 794 F.
Supp. 223 (E.D. Mich. 1992), al no existir dato alguno que hiciera previsible el atentado
contra su vida; en Moore v. City of Troy, 577 N.Y.S. 2d 969 (A.D. 1992), que trata del
suicidio de un joven que se colg 11 minutos despus de ser alojado en su celda, sin que
previamente mostrara tendencias suicidas; en Hinkfuss v. Shawano County, 772 F. Supp.
1104 (E.D. Wis. 1991), no se aprecia responsabilidad (por falta de previsibilidad) en el
caso de un intento suicida de un detenido que ya haba tenido otro intento en un ingreso
anterior haca 3 aos; en Popham v. City of Talladega, 582 So. 2d 541 (Ala. 1991), no se
declara responsable a la ciudad por el suicidio de un preso cuando las autoridades
penitenciarias no tenan razn alguna para prevenir la conducta autoltica del preso; en
Boyd v. Harper, 702 F. Supp. 578 (E.D. Va. 1988), pues aunque se *102 le proporcion
al preso una navaja, no existan datos de prevencin; en Edwards v. Gilbert, 867 F. 2d
1271 (11th Cir. 1989), los funcionarios penitenciarios no fueron responsables por el
suicidio de un preso juvenil que no haba emitido ninguna amenaza anterior; en Horne v.
Beason, 331 S.E. 2d 342 (S.C. 1985) se concluye que la causa real de suicidio del
detenido es que no dese vivir, no cualquier negligencia por parte de los oficiales pues la
indumentaria extraa no es razn suficiente para sospechar de una tendencia suicida.
La retirada de objetos personales (o de ciertos utensilios de la celda) es una de las
medidas ms extendidas cuando de evitar las tentativas suicidas se trata. Hemos visto como la no
retirada del cinturn genera responsabilidad (STS 30, 30.3.1999, EDE 1999/11357), pero la no
retirada de una sbana no la genera (SSTS 30, 5.5.1998, EDE 1998/7308 y 19.6.1998 EDE
1998/11379). La jurisprudencia norteamericana dispone de una casustica muy rica al respecto.
Veamos algunos ejemplos:
- Cinturn. Su no retirada da lugar a responsabilidad en Discoll v. City of Irvine (reported
Co. Register, Santa Ana, Calif., 7.7.1989) y sin embargo no la genera en Dezort v. Village
of Hinsdale, 441 N.E. 2d 367 (Ill. App. 1982) o en Williams v. Borough of West Chester,
Pa., 891 F. 2d 458 (3rd Cir. 1989).
- Calcetines. Fueron utilizados, consiguiendo consumarse el suicidio al segundo intento
en Langton v. Town of Southington, U.S. Dist. Ct. D. Conn., Nos. 241CV00366 (PCD),
291CV00867 (PCD), Sept. 20, 1993, 37 ATLA L. Rep. 217 (Aug. 1994), y provocando el
reconocimiento de responsabilidad.
- Cordones. En Guglielmoni v. Alexander, 583 F. Supp. 512 (E.D. Pa. 1984) el interno
intenta y consigue suicidarse con el cordn, generando responsabilidad de los empleados.
- Jabn. El suicidio de un interno tragndose una pastilla de jabn se cataloga como
medio no previsible en Hardin v. Hayes, 52 F. ed 934 (11th Cir. 1995).
- Bolsas de aseo. En Cole (Estate of) & Pardue v. Fromm et al., 94 F.3d 254 (7th Cir.
1996), en el que se plantea colateralmente la presencia de bolsas de plstico (para la
Y a esta doctrina aluden las STS 30, 19.6.1998, EDE 1998/11379 y SAN Sec. 10, 9.7.1999, EDE 1999/47015.
considerado a los reclusos no como extraos al funcionamiento del centro penitenciario sino
integrados en su organizacin y disciplina. Por tanto, la legislacin otorga a la autoridad
penitenciaria las medidas de vigilancia y seguridad necesarias, tendente a proteger a los reclusos
que no son extraas al funciona- *104 -miento del Centro Penitenciario, sino que estn integradas
en su organizacin y disciplina40.
En lo que a asistencia sanitaria respecta, sta tendr carcter integral y estar orientada
tanto a la prevencin como a la curacin y la rehabilitacin (art. 207 RP), estipulndose la
garanta de Auna atencin mdico-sanitaria equivalente a la dispensada al conjunto de la
poblacin@ (208 RP). La normativa penitenciaria contiene numerosas previsiones descriptivas de
lo que pudiramos denominar normalidad prestacional sanitario-penitenciaria (Afuncionamiento
normal@ del servicio administrativo) en lo que a salud mental respecta.
Ya desde el momento del ingreso en un establecimiento penitenciario se inician las
actuaciones relacionadas con la deteccin de problemticas psquicas. En el momento del ingreso
los internos sern destinados al departamento ingreso, lugar en donde no podrn permanecer por
ms de cinco das (20.2 RP), y en donde se llevarn a cabo las siguientes actuaciones
profesionales:
- Respecto a los detenidos y presos: examen mdico (288.1 RP 1981) y entrevista por el
Trabajador Social y el Educador (a fin de detectar las reas carenciales y necesidades del
interno), formulndose por dichos profesionales un informe propuesta de separacin
interior (20.1 RP).
- Respecto a los penados: examen mdico (si se trata de nuevos ingresos) y propuesta
de separacin interior formulada por el Psiclogo, el Jurista, el Trabajador Social y el
Educador (20.2 RP).
Como consecuencia de este Aexamen de ingreso@ se formaliza, como hemos visto, la
propuesta de separacin interior, con la que se pretende Auna completa separacin, teniendo en
cuenta el sexo, emotividad, edad, antecedentes, estado fsico y mental@, por lo que Alos que
presenten enfermedad o deficiencias fsicas o mentales estarn separados de los que puedan
seguir el rgimen normal del establecimiento@ (art. 16 LOGP).
Materializado el ingreso existe una pltora de intervenciones profesionales que afectan de
modo directo a la materia que aqu nos ocupa. Dichas intervenciones pueden englobarse,
fundamentalmente, en tres reas de intervencin:
40
STS 30, 26.11.1998, EDE 1998/29814, que recoge la doctrina ya proclamada con anterioridad en la STS 30,
4.1.1991, EDE 1991/75:
En un plano ms inmediato y concreto la Ley general penitenciaria y su reglamento sientan que las
instituciones penitenciarias, si bien tienen como fin sustancial la retencin y custodia de detenidos, presos y
penados tienen, tambin, el deber de velar por su integridad (arts. 1, 3.4, 8.1 de la ley y 1, 5.3 y 23 del
reglamento). Tal deber se cumple a travs de una serie de medidas de vigilancia y seguridad tendentes entre
otras cosas a proteger a los recluidos, de agresiones de toda ndole por parte de otros compaeros e incluso
de s mismos (caso de autolesiones, suicidio). De ah, tambin que la jurisprudencia de este Tribunal haya
considerado a los reclusos no como extraos al funcionamiento del centro penitenciario sino como
integrados en su organizacin y disciplina.
42
La intervencin del especialista en psiquiatra cuando se haya detectado riesgo suicida por el mdico de atencin
primaria o los integrantes del equipo de tratamiento del establecimiento, la considero de todo punto necesaria. En el
caso Tobin v. Smithkline, aunque lo que realmente se cuestion fue la responsabilidad de la industria farmacutica por
falta de indicaciones en los prospectos acerca del efecto Aparadjico@ de los antidepresivos, a lo largo del proceso se
Adeslizaron@ referencias al hecho de que hubiera sido un mdico general quien prescribi un antidepresivo. El manejo
de esta medicacin tiene sus dificultades como ya he expuesto en varias ocasiones: BARRIOS FLORES, Luis
Fernando: Responsabilidad por suicidio como consecuencia del tratamiento antidepresivo (El caso Tobin v.
Smithkline Beecham)@, La Ley, nm. 5434, 6.12.2001, pp. 1-9, 2001-7, D-267; Responsabilidades del fabricante de
medicamentos. Legislacin comparada, Farmacia Profesional, Vol. 16, nm. 1, enero 2002, pp. 24-31 y Perspectiva
jurdica de la relacin entre farmacoterapia antidepresiva y suicidio, Revista de la Asociacin Espaola de
Neuropsiquiatra, Vol. XXI, nm. 80, 2001, pp. 37-54.
circunstancias eximentes establecidas en el Cdigo Penal les haya sido aplicada una
medida de seguridad de internamiento en centro psiquitrico penitenciario,... c) Penados a
los que, por enfermedad mental sobrevenida, se les haya impuesto una medida de
seguridad por el Tribunal sentenciador en aplicacin de lo dispuesto en el Cdigo Penal y
en la Ley de Enjuiciamiento Criminal que deba ser cumplida en un Establecimiento o
Unidad Psiquitrica penitenciaria.
- Mediante asistencia extrapenitenciaria. El art. 36.2 LOGP prev la posibilidad de
asistencia en las instituciones hospitalarias y asistenciales de carcter penitenciario y, en
casos de necesidad o de urgencia, en otros centros hos- *106 pitalarios, ya que las
prestaciones sanitarias Ase garantizarn con medios propios o ajenos concertados por la
Administracin Penitenciaria competente y las Administraciones Sanitarias
correspondientes@ (208.2 RP). Aunque, como principio general, las consultas cuya
demanda sea elevada debe procurarse que se efecten dentro de los centros
penitenciarios, cuando esto no sea posible se llevar a cabo en los hospitales que la
autoridad sanitaria designe y, en casos de urgencia, en el hospital ms prximo al Centro
penitenciario (209 RP). Los arts. 35 y 218 pormenorizan la regulacin de la salida de
internos por razones de asistencia mdica.
- Mediante asistencia sanitaria privada, ya que los arts. 36.3 LOGP y 212.3 RP reconocen
el derecho de los internos de solicitar a su costa los servicios mdicos de profesionales
ajenos a las Instituciones penitenciarias, pretensin que se conceder salvo que Arazones
de seguridad aconsejen limitar este derecho@.
A los efectos precedentes, los Centros Penitenciarios ordinarios dispondrn a efectos de
salud mental de una dependencia destinada a la observacin psiquitrica y a la atencin de los
toxicmanos (art. 37.b LOGP).
b) rea de Observacin y Tratamiento. Al margen de las actuaciones profesionales
previstas en el momento del ingreso (art. 20 RP), se encomienda a los Equipos de Observacin y
Tratamiento los siguientes cometidos relacionados con la salud mental:
- Ejecutar los programas de tratamiento o los modelos individualizados de intervencin
penitenciarios que se establezcan para cada interno por la Junta de Tratamiento (275.a
RP).
- El conocimiento directo de los problemas y de las demandas que formulen los internos.
(275.b RP).
- Proponer a la Junta de Tratamiento la adopcin de las medidas necesarias para superar
las carencias que presenten los internos (275.c).
Al propio tiempo se prevn diversas actuaciones especficas de diferentes profesionales de
los Equipos de Observacin y Tratamiento43. Con independencia de las funciones grupales,
43
De conformidad con la Disposicin Transitoria 30 del R.D. 190/1996, 9 de febrero de aprobacin del vigente
Reglamento Penitenciario, siguen vigentes con rango de resolucin del centro directivo diversos preceptos del
Reglamento Penitenciario anterior (R.D. 1201/1981, 8 de mayo) referentes a funciones de diversos puestos de trabajo.
vigilancia a cualquier precio Apues tal sistema penitenciario creara unas condiciones de vida
atentatorias a las exigencias de un mnimo de desarrollo de la personalidad del interno@ (SAN
Sec. 10, 27.11.1998, EDE 1998/40394).
Como puede verse abundan las previsiones normativas relacionadas con la deteccin y
tratamiento de problemticas mentales y situaciones que conlleven un riesgo suicida. Sin
embargo, lamentablemente, el suicidio no es un fenmeno en absoluto extrao a la prisin, ni en
Espaa ni allende nuestras fronteras45. *108 Precisamente por ello la Administracin
Penitenciaria Espaola ha llevado a cabo un notable esfuerzo para la planificacin y
organizacin de la prevencin del riesgo suicida en nuestros establecimientos penitenciarias.
Surgieron as los AProgramas de Prevencin de Suicidios@ (P.P.S.)46.
El Programa de Prevencin de Suicidios en las Instituciones Penitenciarias espaolas se
inaugura con la Instruccin de 21 de octubre de 1988. Esta norma de servicio se justifica en base
a la constatacin de que los suicidios que venan aconteciendo en los Establecimientos
Penitenciarios reunan una serie de circunstancias, es decir, eran demostrativos de la existencia de
un conjunto de factores de riesgo47. Esta Instruccin hizo especialmente hincapi en las
actuaciones de los profesionales penitenciarios (Mdico, Asistente Social y un miembro del
Equipo de Tratamiento) en el momento del ingreso e instaur un AProtocolo normalizado de
suicidio@.
Con posterioridad diferentes instrucciones y normas de servicio trataron de esta cuestin:
el 31.10.1988 sobre protocolo normalizado de suicidio; el 12.3.1990, sobre actuaciones en caso
de suicidio; el 15.4.1993, sobre necesidad de extremas las medidas preventivas; la Instruccin
21/1996, de 16 de diciembre, sobre prevencin de suicidios (apartado 3); el 10.9.1997, sobre
acciones preventivas en el momento del ingreso.
En la actualidad el APrograma de Prevencin de Suicidios, se encuentra regulado por la
Instruccin 16/1998, de 1 de diciembre. Dicho Programa tiene como objetivos confesados: a) la
deteccin de internos cuya problematicidad puede generar conductas suicidas, b) aplicacin
sistemtica de pautas de intervencin a los grupos de riesgo y c) establecimiento y mantenimiento
de cauces de informacin y coordinacin sobre la materia.
El Programa parte de la constatacin de la existencia de un Aperfil de riesgo@ y de otros
posibles factores coadyuvantes. El perfil correspondera a un varn, soltero, autor/presunto autor
de delitos contra las personas o contra la libertad sexual, preventivo, delincuente primario en los
45
No solamente las Administraciones Pblicas sino, incluso, la llamada sociedad civil, a travs de entidades no
gubernamentales ha mostrado su preocupacin por esta problemtica. Tal es el caso de la The Howard League for
Penal Reform en el Reino Unido, por poner un ejemplo. Esta asociacin denunci el elevado nmero de suicidios en
ese pas (436 suicidados en el perodo 1990-1997).
46
47
primeros das del internamiento, que utiliza con medio de ahorcamiento la ropa de cama,
cordones o cinturones, con antecedentes autolticos (indicadores de problemtica psico-afectiva,
socio-penal o penitenciaria) y con una situacin psico-social de soledad o rechazo, con apoyo
exterior conflictivo, espordico o inexistente y con actitud de inactividad o pasividad. Otros
factores a considerar seran los ambientales (poca tolerancia a la frustracin, existencia de
rupturas o desavenencias familiares, vivencias o prdidas personales) y personales (antecedentes
de familiares suicidas o con conductas depresivas, sintomatolo- *109 -ga grave depresiva,
angustia, consumo abusivo de alcohol, frmacos o drogas)48.
Las actuaciones para la deteccin del riesgo suicida se inician en el mismo momento del
ingreso, encomendndose al personal sanitario, social y de tratamiento dicha labor en
cumplimiento del deber de asistencia inicial al ingresado (entrevistas de ingreso) que les
atribuye el art. 20 del Reglamento Penitenciario. Si la deteccin es llevada a cabo por un mdico
o psiclogo, dichos profesionales se encargarn directamente de evaluacin. En otro caso, se
remitir a los susodichos tal labor. Complementariamente a esta labor de campo se prev la
coordinacin de las reas de Rgimen y Tratamiento a fin de que la primera facilita a la segunda
la informacin que, constando en el expediente, sea de utilidad a efectos de prevenir un suicidio
(tipo de delito e intentos autolticos anteriores).
Una vez producido el ingreso la labor de deteccin corresponde a todo el personal del
establecimiento49. El conducto a seguir sera empleado-superior jerrquico-Subdirector de
Tratamiento; este a su vez encomendara al psiclogo y/o mdico correspondiente la evaluacin
del eventual riesgo.
Detectado el riesgo se proceder a efectuar la propuesta de inclusin en el PPS al
Subdirector de Tratamiento quien, a su vez, la elevar la propuesta concretando las medidas a
adoptar. El Director, de ser pertinente, emitir la correspondiente Orden de Direccin por tiempo
mnimo de una semana, en cualquier caso ampliable. Aprobada la propuesta de inclusin en el
Protocolo de Prevencin de Suicidios (PPS) debern concretarse las medidas a adoptar rigiendo
el principio de proporcionalidad (posibilitar cierto grado de adecuacin entre la intensidad de la
alteracin emocional y el consiguiente riesgo de suicidio, por una parte, y las medidas que se
seleccionen, por otra).
La Instruccin 16/1998 contiene un catlogo no exhaustivo (pudiendo adoptarse tambin
otras diferentes que se consideren oportunas) de medidas adoptables:
- En caso de afectacin moderada: seguimiento del equipo tcnico del mdulo segn
pauta establecida por el psiclogo, seguimiento por los servicios mdicos, intervencin
del trabajador social a fin de fomentar -en su caso- el contacto exterior, acompaamiento
48
Sobre los suicide profiles vid. por ejemplo BONNER, R.L.: Isolation, seclusion, and psychosocial vulnerability
as risk factors for suicide behind bars, en MARIS, R.W., BERMAN, A.L., MALTSBERGER, J.T. y YUFIT, R.I.:
Assesment and Prediction of Suicide, The Guilford Press, New York, 1992, en especial pp. 398-419. Tambin puede
verse el informe Suicide in Canada. Update of the Report of the Task Force on Suicide in Canada, Mental Health
Division, Health Services Directorate. Health Programs and Services Branch Health Canada, Otawa, 1994, pp. 25-27.
49
Aunque la Instruccin 16/1998 menciona a Acualquier funcionario@, ha de interpretarse aqu este concepto en
sentido amplio y comprensivo de todo personal que preste servicio en el Institucin penitenciaria.
Estos internos de apoyo son designados por la Junta de Tratamiento, previa propuesta de los Equipos, debiendo
recabarse al efecto la opinin del funcionariado del departamento.
51
Obviamente, por analoga y por existir igualdad de razn y un autntico Aestado de necesidad@, hasta tanto el Jefe
de Servicios provea lo oportuno cabra que el empleado penitenciario adoptara las medidas mnimas indispensables
para garantizar la integridad personal del potencial suicida.
52
53
Este caso es sin lugar a dudas paradigmtico de lo que supone la falta de atencin especializada en un enfermo ya
acreditado. Tngase en cuenta que el fallecido: a) tena reconocido un grado de minusvala de 42 unidades por
padecer Apsicosis paranoide@, b) en razn a lo anterior haba sido eximido de cumplir el servicio militar, c) haba sido
reiteradamente ingresado en un Centro Psiquitrico en los aos anteriores a su ingreso en prisin y posterior suicidio,
d) prendi fuego con una bombona de butano a la casa que habitaba su madre ya que Ase le caa encima@, e) escribi
con su propia sangre en el Auto de procesamiento la frase Aesto es un abuso@. Todo este cmulo de circunstancias,
seala la Sentencia ha debido alertar suficientemente a la Administracin Penitenciaria para poner en marcha las
oportunas medidas de vigilancia y seguridad, que de haber sido adoptadas, hubieran evitado el fallecimiento del
recluso.
56
En realidad en el presente caso carece de relevancia prctica si la anormalidad tuvo lugar durante la detencin
(Administracin policial) o tras el ingreso en prisin (Administracin penitenciaria) ya que el demandado es el
mismo: el Estado (y otro tanto hubiera sucedido de acontecer los hechos en Catalua, comunidad que tiene
transferidas tanto las competencias policiales como penitenciarias). Surgira, sin embargo, un problema competencial
en supuestos en los que la administracin policial y la penitenciaria se incardinaran en distintas administraciones
territoriales. Pinsese en el caso vasco en el que, aunque transferidas en gran medida las competencias, no acontece lo
mismo con las penitenciarias. En tal supuesto s importante deslindar en qu momento se produjo la anormalidad,
pues la Administracin imputable sera distinta en uno y en otro caso.
Esta resolucin nos trae a la memoria el caso britnico Kirkham v. Chief Constable of Greater Manchester (1990) 3
All ER 246 , en el que la esposa de un preso consigui ser indemnizada por el suicidio de su marido, al haberse
probado la existencia de negligencia policial. En concreto, a su marido se le haba detectado tras la detencin un
riesgo suicida, pese a lo cual dicha informacin no fue transmitida al centro penitenciario de destino, por lo que all
sera destinado a una celda ordinaria en lugar de a la enfermera de la prisin en donde poda haber permanecido bajo
observacin.
WOLRD HEALTH ORGANIZATION. Mental and Behavioural Disorders. Departament of Mental Health:
Preventing suicide. A resource for prison officers, Geneva, 2000, p. 10.
las colgaduras, la supervisin en el acceso o tenencia de materiales que pudieran ser letales y la
vigilancia (personal o a travs de cmaras).
58
Vid. por ejemplo: NIETO, Alejandro: La relacin de causalidad en la responsabilidad administrativa: doctrina
jurisprudencial, REDA, nm. 51, jul.-sep. 1986.
60
LEGUINA VILLA, J.: La responsabilidad del Estado y de las entidades pblicas regionales o locales por los
daos causados por sus agentes o servicios administrativos, Apndice III a La responsabilidad civil de la
Administracin Pblica, Tecnos, 1983, pp. 339 y ss.
61
Respecto al concepto de relacin causal afirma la STS 30, 28.3.2000, EDE 2000/8574
(con anterioridad STS 30, 11.5.1999, EDE 1999/18577): el concepto de relacin causal se resiste
a ser definido apriorsticamente con carcter general y se reduce a fijar qu hecho o condicin
puede ser considerado como relevante por s mismo para producir el resultado final como
presupuesto o *conditio [sic] sine qua non+ esto es, como acto o hecho sin el cual es inconcebible
que otro hecho o evento se considere consecuencia o efecto del precedente, aunque es necesario
adems que resulte normalmente idneo para determinar el concreto evento o resultado teniendo
en consideracin todas las circunstancias del caso.
En tal sentido se pronuncian las SSTS 30.3.1966, Az. 1747; 30.3.1969, Az. 1514; 14.12.1974, Az. 4880; 4.10.1978,
Az. 3319; 31.10.1978, Az. 3989; 11.10.1982, Az. 5757 y 24.3.1984, Az. 1754).
63
CUETO PREZ, Miriam: op. cit., p. 367. Esta sentencia sera comentada por NIETO, A.: La relacin de
causalidad en la responsabilidad del Estado, REDA, nm. 4, 1975, pp. 90 y ss; MUOZ MACHADO, S.:
Proteccin diplomtica y jurisdiccin contencioso-administrativa, REDA, nm. 6, 1975; CONDE CONDE, m.:
Responsabilidad extracontractual del Estado: la debilitacin del nexo causal, Revista de Derecho Pblico, nm. 58,
1975, pp. 215 y ss; MARTN REBOLLO, L.: op. cit., y LEGUINA VILLA, J.: La responsabilidad del Estado y de
las entidades pblicas, op. cit., pp. 339 y ss.
64
65
Aunque directamente no se trate de un suicidio puede traerse a colacin la STS 30, 25.4.2000, EDE 2000/12123, en
la que se aprecia concurrencia de causas y que tiene cierto inters por las circunstancias concurrentes. Un interno con
abundantes episodios autolticos recientes permanece atado a su cama. Otro interno le arroja un cigarro encendido
atendiendo a su peticin, como consecuencia de lo cual se origina un incendio. El TS considera que concurren la
culpa del propio perjudicado y de un tercero pero tambin aprecia Afalta de atencin especial requerida por el estado
de ansiedad y el comportamiento del interno, lo que acarrea la responsabilidad de la Administracin@.
66
En el mismo sentido STS 30, 28.3.2000, EDE 2000/8574); 4.5.1999, EDE 1999/18564; 30.3.1999, EDE
1999/11357; 26.11.1998, EDE 1998/29814; 19.6.1998, EDE 1998/11379; 25.1.1997, EDE 1997/692.
NIETO, Alejandro: La relacin de causalidad en la responsabilidad administrativa, op. cit, p. 428. Que cita varios
ejemplos jurisprudenciales. Vid. tambin: FERNNDEZ FARRERES, Germn: La fijacin del nexo causal cuando
en la produccin del dao concurre la accin de la vctima, REDA, nm. 34, jun-sep. 1982.
68
GONZLEZ PREZ, Jess y GONZLEZ NAVARRO, Francisco: Rgimen jurdico de las Administraciones
Pblicas, op. cit., pp. 1344 y ss.
69
70
GIL IBEZ, Jos Luis: La responsabilidad patrimonial de los poderes pblicos (Jurisprudencia contenciosoadministrativa), Actualidad Editorial, Madrid, 1994, pp. 51 y ss.
En ocasiones el suicidio ha tenido otros mviles ciertamente poco frecuentes. En Reed v. Woodruff County, Ark., 7
F. 3d 808 (8th Cir. 1993), se declara la irresponsabilidad de los funcionarios de la prisin en un episodio de suicidio
no intencional: el preso que falleci al colgarse durante un episodio de Aasfixia auto-ertica@.
72
73
Cfr. GIL IBEZ, Jos Luis: La responsabilidad patrimonial, op. cit., pp. 55-56.
- En un caso de muerte por sobredosis se aprecia que a la causacin del evento daoso,
cooperaron varias circunstancias, unas derivadas del funcionamiento del Servicio y otras
de carcter personal, ajenas al mismo (SAN Sec. 40, 11.2.1998, EDE 18308).
Por el contrario no se aprecia la existencia de nexo causal en el caso de no advertir
anomala en la prestacin del servicio74:
- En el suicida que, aunque ingresa con sndrome ligero-mediano a la herona, es
conveniente tratado (SINOGAN 25) y que incluso con su actitud *120 mostraba cierta
energa de nimo, razn que lleva al especialista que le entrevist en el mismo da del
ingreso a afirmar que no era previsible una accin como la emprendida, as como que
requiriera especial vigilancia (STS 30, 19.1.1999, EDE 1999/1995).
- En el suicida cuando no se conoca con anterioridad la tendencia a la realizacin de tal
hecho por parte del recluso, ni tampoco haba dado muestras, con anterioridad, de
conductas anormales que propiciaran el desencadenamiento de los hechos, razn por la
cual cabe afirmar que el suicidio fue debido a la actuacin de la propia vctima, de modo
voluntario y a ella imputable, sin que quepa apreciar la existencia de un deficiente
funcionamiento del servicio pblico penitenciario puesto que no se advierte que se haya
producido una actuacin pasiva por parte de la Administracin Penitenciaria, que
propiciara, directamente, el resultado lesivo producido (STS 30, 19.6.1998, EDE
1998/11379).
- En el caso del suicidio de un interno, an con antecedentes suicidas y sobre quien
pesaba una vigilancia especial por alto riesgo de suicidio, cuando esta vigilancia an no
continua s tena un grado de intensidad muy elevado (STS 30, 5.5.1998, EDE
1998/7308).
En cualquier caso para que se produzca la ruptura del nexo causal por la actuacin del
propio perjudicado es preciso que tal ruptura sea probada: la Administracin que opone la
ruptura del nexo causal, ha de probar la real y eficaz interferencia de un hecho, conducta o acto
con incidencia en la relacin de causalidad, y que tenga potencialidad suficiente a procurar esa
ruptura, pues el no producirse tal probanza es tanto como desconocer la determinacin de la
causa75. En este sentido, como la prueba de la culpa de la vctima pesa sobre la Administracin,
es insuficiente el planteamiento de una mera hiptesis de culpabilidad (STS 30, 26.4.1997, EDE
1997/4997). Tampoco se produce, en consecuencia, la ruptura del nexo -y por tanto est
injustificadala moderacin de la responsabilidad siempre que se haya acreditado la anormalidad
en el funcionamiento del servicio- cuando se ignora las causas de la muerte; paradigmtico es en
este sentido el fallecimiento de internos con motivo de incendio en su celda, cuando se ignoren
las causas del mismo (STS 30, 19.11.1994, EDE 1994/10114).
74
75
STS 30, 25.2.1999, EDE 1999/1557. Se trata aqu del caso del fallecimiento de un interno como consecuencia del
incendio producido en su celda. Se imputa la responsabilidad patrimonial a la Administracin ya que no siendo
posible establecer las causas determinantes del incendio, mal puede pretenderse imputar el mismo al interno.
Ntese que hasta aqu hemos dado por supuesto que la voluntad suicida era libre, lo cual
en muchos ocasiones en mucho suponer. Esta cuestin, que solo tangencialmente hemos podido
tocar, es mucho ms profunda de lo que a primera vista pudiera parecer. En el caso del suicidio
Alibre@ (en el sentido de no claramente patolgico) deben tenerse en cuenta dos circunstancias que
no son balad *121:
- La libertad siempre es relativa, ya que existe una multiplicidad de causas: Estos actos
de decisin no son ciertamente Alibres@ si se entiende por libertad la ausencia de causa. Si
el suicidario decide poner fin a su propia existencia, su acto es ela consecuencia de una
multiplicidad casi infinita de causas... El problema es que justamente esta sucesin de
nexos causales constituye su propio yo y que en calidad de tal son vividas por l76.
- La decisin suicida ms que un acto es consecuencia de todo un proceso: la muerte
voluntaria es mucho ms que un puro acto de autoaniquilacin. Es un largo proceso de
inclinarse hacia abajo77.
Pero )qu sucede cuando la voluntad suicida no es libre?, )puede romper el nexo causal
una decisin suicida adoptada en el seno de un proceso patolgico o durante un trastorno psquico
tan severos que anulen, o cuando menos menoscaben gravemente la voluntad del suicidario.
Obviamente en este punto la construccin jurisprudencial sobre la responsabilidad
patrimonial de la Administracin Penitenciaria es donde ms carencias presenta. Efectivamente,
el criterio del Tribunal Supremo es que, para que se reconozca responsabilidad de la
Administracin Penitenciaria, es preciso que haya sido probado algn elemento de anormalidad.
Esto podra justificarse en base a un pretendido -y por nuestra parte no discutido- principio de
especial deber de atencin-custodia al interno, precisamente por encontrarnos tratando de una de
las llamadas instituciones totales. Aqu junto a la tan manida78 doctrina de la Arelacin de especial
sujecin@, pudiera verse el contrapunto con la afirmacin de una relacin de especial
proteccin. Pero cuando ha habido ausencia de libre voluntad del suicidario o, dicho en otros
trminos, cuando por enfermedad o trastorno psquico el suicidario consuma el suicidio o lo
intenta con resultados daosos, nada justifica que sea peor tratado el interno/paciente de la
institucin penitenciaria que el enfermo de una institucin hospitalaria pblica cualquiera. Es
decir, si en el caso de este ltimo es notorio que la Administracin responde objetivamente,
cualquiera que sea el tipo de funcionamiento (normal o anormal), otro tanto cabra decir del
interno/paciente cuando la intentona o consumacin suicida se encuentra conectada causalmente
con su trastorno o patologa psquica.
76
77
78
Sin descartar aspectos razonables de tal construccin, lo cierto es que el recurso legitimador a la existencia de una
Arelacin de sujecin especial@ es notorio que en ms de un caso ha traspasado los lmites de un sensato uso para
sumergirse en la procelosa cinaga del abuso.
LEGUINA J en LEGUINA, J y SNCHEZ MORN, M: La nueva Ley, op. cit., p. 395. Me remito aqu a las
consideraciones hechas en torno a la aplicabilidad del Argimen general@ de responsabilidad a la Administracin
Penitenciaria.
80
81
STS 30, 16.12.1997, EDE 1997/10705. Doctrina recogida en STS 30, 30.3.1999, EDE 1999/11537.
APara hacer efectiva la responsabilidad patrimonial a que se refiere el captulo I de este Ttulo, los
particulares exigirn directamente a la Administracin pblica correspondiente las
indemnizaciones por los daos y perjuicios causados por las autoridades y personal a su servicio@.
d) Rige el principio de reparacin integral. En principio, la reparacin a cargo de la
Administracin ser ntegra, absoluta y total cuando la relacin entre el funcionamiento del
servicio pblico y el dao o perjuicio sea directa, inmediata y exclusiva. Ahora bien, cuando
existan otras concausas, la reparacin se moderar proporcionalmente82. Y as se dir:
- la concurrencia de concausas imputables unas a la Administracin y otras a personas
ajenas e incluso al propio perjudicado, imponen criterios de compensacin (asumiendo
cada parte la cuota que le corresponde) o de atemperar la indemnizacin a las
caractersticas o circunstancias concretas del caso examinado (STS 30, 28.3.2000, EDE
2000/8574).
- la nota de *exclusividad+ referida al nexo de causalidad debe ser entendida en sentido
relativo y no absoluto como se pretende, y especialmente en los casos de funcionamiento
anormal de los servicios pblicos o inactividad de la Administracin la concurrencia de
concausas imputables unas a la Administracin y otras a personas ajenas e incluso al
propio perjudicado, imponen criterios de compensacin (asumiendo cada parte la cuota
que le corresponde) o de atemperar la indemnizacin a las caractersticas o circunstancias
concretas del caso examinado (STS 30, 4.5.1999, EDE 1999/18564).
- *123 la concurrencia de causas diferentes, unas imputables a la Administracin y otras
a conductas ajenas (en este caso a las propias vctimas del incendio), debe valorarse para
moderar y atemperar equitativamente la responsabilidad administrativa (STS 30,
27.11.1993, EDE 1993/10772).
Necesariamente para que se produzca compensacin ha de acreditarse cumplidamente la
culpa de la vctima ya que de haberse acreditado la culpa de la vctima, el Tribunal *a quo+
debera haber tenido en cuenta la misma para fijar la indemnizacin a cargo de la Administracin,
pero al ignorarse las causas del incendio se desconoce si en su produccin participaron los
reclusos fallecidos, por lo que no cabe moderar la responsabilidad administrativa atendiendo a
simples conjeturas en cuanto a la actuacin de aqullos (STS 30, 26.4.1997, EDE 1997/4997).
82
STS 30, 25.1.1997, EDE 1997/692. En el mismo sentido STS 30, 28.3.2000, EDE 2000/8574). Cfr. asimismo SSTS
8.1.1967, 27.5.1984, 11.4.1986, 22.7.1988, 26.4.1997. Cfr. en la doctrina LEGUINA VILLA, J.: Funcin arbitral en
materia de prensa y responsabilidad civil de la Administracin, Apndice I de La responsabilidad civil de la
Administracin Pblica, Tecnos, 1983, pp. 234 y ss; NIETO, A.: La relacin de causalidad en la responsabilidad
administrativa, op. cit., pp. 427 y ss; MARTN REBOLLO, L.: La responsabilidad patrimonial, op. cit., p. 64.
GARRIDO FALLA, Fernando y FERNNDEZ PASTRANA, Jos Mara: op. cit., pp. 389-390.
84
GARRIDO FALLA, Fernando y FERNNDEZ PASTRANA, Jos Mara: op. cit., p. 389.
85
Vid. en general sobre este tema: LUQUE TORRES, Gracia: Notas sobre la responsabilidad patrimonial de los
funcionarios pblicos, Actualidad Civil, nm. 39, oct.-nov. 1997, pp. 1015 y ss.
Como seala PARADA86, la razn de ser de este precepto no es otra que la exigencia
misma de que la accin judicial por daos y perjuicios ocasionados por el normal o anormal
funcionamiento de los servicios pblicos se dirija directamente contra la Administracin normalmente ms solvente-87. El origen de esta autntica Arepeticin@ contra la autoridad o
funcionario responsable lo encontramos en la diccin del art. 1904 CC: AEl que paga el dao
causado por sus dependientes puede repetir de stos lo que hubiese satisfecho@88.
De todos modos gran parte de la doctrina critic el carcter facultativo de la repeticin
(La Administracin... podr exigir...)89. Y ser, precisamente, la Ley 4/1999, *125 13 de
enero, la que proceder a la reforma de este precepto. El nuevo art. 145.2 se limitar en este punto
a sustituir el Apodr exigir@ por el Aexigir@, quedando como sigue: La Administracin
correspondiente, cuando hubiere indemnizado a los lesionados, exigir de oficio de sus
autoridades y dems personal a su servicio la responsabilidad en que hubieran incurrido por dolo,
o culpa o negligencia graves, previa instruccin del procedimiento que reglamentariamente se
establezca.
La lgica preocupacin de los profesionales en esta materia ha llevado a la reivindicacin
-con resultados fructuosos en el caso del INSALUD y otros entes autonmicos anlogos- de un
aseguramiento del personal sanitario90.
En la prctica, no obstante, se detectan disfuncionalidades. Producido un episodio suicida
en las prisiones espaolas, por lo general las investigaciones judiciales penales acaban el
sobreseimiento de las actuaciones al no detectar responsabilidad penal alguna por parte de los
empleados penitenciarios. Por su parte, la investigacin administrativa que igualmente se abre en
tales casos finaliza, por lo comn, bien declarando la falta de responsabilidad administrativa de
todo tipo (en base normalmente a los hechos probados en la investigacin penal) o bien
apreciando la comisin de una falta leve. Lo que sucede en este ltimo caso es que la brevedad de
los plazos reglamentarios aboca a la prescripcin de aquella. Ello ha motivado la intervencin del
86
PARADA, Ramn: Rgimen jurdico de las Administraciones Pblicas, op. cit., p. 473.
87
Afirma CUETO que el hecho de que la responsabilidad administrativa sea directa no puede implicar la exclusin de
otras responsabilidades; entre otras cosas por la necesidad de mantener el principio de eficacia en la actuacin
administrativa; CUETO PREZ, Miriam: op. cit., p. 271.
88
En materia de centros educativos el art. 1904 CC en su segundo prrafo aade la siguiente regla especfica:
Cuando se trate de Centros docentes de enseanza no superior, sus titulares podrn exigir de los profesores
las cantidades satisfechas, si hubiesen incurrido en dolo o culpa grave en el ejercicio de sus funciones que
fuesen causa del dao.
89
CUETO PREZ, Miriam: op. cit., p. 271: no se entiende muy bien el porqu el legislador ha mantenido el
ejercicio de la accin de regreso con carcter facultativo,... si no queremos llegar a la inmunidad total del personal al
servicio de la Administracin.
90
Vid. sobre la materia. PELAYO PARDOS, Santiago: El aseguramiento del personal sanitario dependiente del
Instituto Nacional de la Salud, Ponencia presentada al Taller sobre AResponsabilidad y Seguro@, VI Congreso de la
Asociacin Espaola de Derecho Sanitario, Madrid, 21-23, octubre 1999.
Cfr. DEFENSOR DEL PUEBLO: Situacin Penitenciaria y Depsitos Municipales de detenidos 1988-1996,
Informes, Estudios y Documentos, Madrid, 1997, p. 34.
92
DELGADO ECHEVERRA, J.: Elementos de Derecho civil, T. II: Derecho de obligaciones. Vol. 11. Parte
General. Teora general del contrato, Bosch, Barcelona, 1994, p. 175.
93
DEZ-PICAZO, L: Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Tomo II: La relaciones obligatorias, Civitas,
Madrid, 1993, p. 612.
94
CHIRONI, G.P.: La culpa en el Derecho Civil moderno, (Trad. A. Posada), Reus, Madrid, 20 edic., 1928, Tomo I,
p. 142.
95
En referencia al caso fortuito, el art. 1.105 CC seala que: Afuera de los casos expresamente mencionados en la
Ley, y en los que as lo declare la obligacin, nadie responder de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse,
o que, previstos fueran inevitables@. La STS, 9.11.1949 sealaba que: Asiendo la posibilidad de prever los sucesos un
concepto tericamente amplsimo y de lmites imprecisos, hay que entenderlo en su aplicacin legal y prctica como
excluyente de aquellos sucesos totalmente inslitos y extraordinarios, que, aunque no imposibles fsicamente y, por
tanto, previsibles en teora, no son los que puede calcular una conducta prudente atenta a las eventualidades que el
curso de la vida puede deparar; y en cuanto a la imposibilidad de evitar los sucesos previstos, si bien no excusa de
prestar la diligencia necesaria para vencer las dificultades que se presenten, no exige, sin embargo la llamada
prestacin exorbitante, es decir, aqulla que exigira vencer dificultades que pueden ser equiparables a la
imposibilidad, por exigir sacrificios desproporcionados o violacin de deberes ms altos@.
KORNPROBST, L: Responsabilits du medecin devant la loi et la juirisprudence franaises, Pars, 1957, p. 117
97
ATAZ LPEZ, J: Los mdicos y la responsabilidad civil, Montecorvo, Madrid, 1985, p. 294.
En States Bank of St. Charles v. Camic, 712 F.2d 1140, 1146 (7th Cir.) se especifica que
la deliberate indifference viene referida no a una mera posibilidad sino a una importante
probabilidad de que un importante dao puede acontecer. En similares trminos en Tittle v.
Jefferson County Commission, 10 F.3d 1535, 1539-1540 (11th Cir.1994) viene a establecerse que
para que pueda hablarse de deliberada indiferencia en materia de prevencin de suicidios es
preciso que el personal haya tenido noticia conocimiento de una strong likelihood, rather than a
mere possibility de las tendencias suicidas del sujeto (doctrina que se reitera en Williams v. Lee
County (11th Cir. 1996).
6.3.1.- Diagnstico/pronstico.
Por de pronto deben diferenciarse dos situaciones que ya de principio son distintas, pues
distinta es la exigencia profesional (el standard de comportamiento exigible, podramos decir).
Me refiero al caso de que intervenga o no un mdico especialista *128.
Bien es cierto que a los funcionarios del Cuerpo Facultativo de Sanidad Penitenciaria se
les exige una especfica formacin psiquitrica (en cada Establecimiento Penitenciario prestar
sus servicios, al menos, un Mdico de Medicina general con conocimientos psiquitricos,
perteneciente al Cuerpo Facultativo de Sanidad Penitenciaria, el cual podr, en su caso, solicitar
la colaboracin de especialistas, art. 139.1 RP 1981) y tienen especficos cometidos en relacin
con la salud mental98. No tengo la menor duda que la primera (la formacin especfica) est
justificada en base a la segunda (la funcin especfica). En otras palabras, se exige cierta
formacin psiquitrica, precisamente, para poder acometer las funciones de deteccin de la
enfermedad (o trastorno) mental.
Ahora bien, que se exija una determinada formacin no pasa de ser un mero requisito de
seleccin (temario de la prueba de oposicin) que no afecta a la titulacin. No puede olvidarse
que, de conformidad con lo dispuesto en el art. 1 del Real Decreto 127/1984, 11 enero (BOE, 31
de enero), sobre regulacin de la obtencin de ttulos de especialidades mdicas, el ttulo de
especialista ser obligatorio no solo para utilizar, de modo expreso, la denominacin de Mdico
Especialista sino tambin para ejercer la profesin con este carcter. Es decir, que la especfica
formacin que se exige a los mdicos de II.PP. no puede servir para eludir la asistencia
98
El art. 288.1 y 2 del RP 1981 les atribuye expresamente las funciones de:
A1.0 Reconocer a todos los internos a su ingreso en el Establecimiento con la especial finalidad de descubrir
la existencia de posibles enfermedades fsicas o mentales y adoptar, en su caso, las medidas necesarias.
2.0 Velar por la salud fsica y mental de los internos y prestar asistencia facultativa a los mismos, a los
nios cuyas madres los tengan consigo en el Establecimiento, a los funcionarios y a sus familias, as como a
las religiosas en caso de que las hubiere@.
La asistencia a los internos tiene carcter integral (ALa asistencia sanitaria tendr carcter integral y estar orientada
tanto a la prevencin como a la curacin y la rehabilitacin@ (207.1 RP 1996) y equiparable al resto de la poblacin
(AA todos los internos sin excepcin se les garantizar una atencin mdico-sanitaria equivalente a la dispensada al
conjunto de la poblacin@ (208.1 RP 1996)..
100
Tngase presente que, de conformidad con el art. 41.1 CEDM: Los mdicos funcionarios y los que actan en
calidad de peritos debern tambin acomodar sus actividades profesionales a las exigencias de este Cdigo.
101
Como podr apreciarse uso indiscriminadamente los trminos diagnosis-prognosis, pues aunque bien sabido es
que son dos operaciones claramente diferenciadas (el diagnstico es la identificacin de un proceso o enfermedad
mediante la evaluacin especifica de signos clnicos, sntomas,...; el pronstico es la prediccin de la posible
evolucin de una enfermedad), lo cierto es que en el campo de la prevencin suicida aparecen, a veces, burdamente
mezclados. A nuestros efectos, claro est, la diagnosis, ya de por s dificultosa (abundan los diagnsticos
provisionales) dar pie o justificar un pronstico suicida (tambin frecuentemente provisional). Las dificultades, la
Ainexactitud@ se da en ambas tareas mdicas.
102
La inexactitud, y por tanto posibilidad de error, del conocimiento psiquitrico ya fue puesto de manifiesto, entre
otros, por KRPELIN, quien en 1920 afirmaba: No debe olvidarse que todo intento de comprender una vida mental
ajena en sus mecanismos internos encierra muchas posibilidades de error (KRPELIN, Emil: Las manifestaciones
de la locura, en HOCHE, Alfred, KRPELIN, Emil y BUMKE, Oswald: Los sntomas de la locura, Triacastela,
Madrid, 1999, pp. 57-58.).
En esta idea se ratifica modernamente tanto en el campo psiquitrico como en el jurdico. As CARRASCO
GMEZ, desde el conocimiento psiquitrico, afirma: ALa medicina no es una ciencia exacta y dentro de ella, la
psiquiatra es, si cabe una de las especialidades ms inexactas y ms humana a la vez. La investigacin y tratamiento
de las conductas y de las facultades anmicas la hace moverse en un campo donde las mediciones son difciles y
donde el subjetivismo es la forma habitual de ejercerla, lo que puede generar riesgos, incluidos los de posibles
reclamaciones por malapraxis@ (CARRASCO GMEZ, Juan Jos: Responsabilidad mdica y Psiquiatra, Colex,
Madrid, 1990, p. 20.).
Por su parte DEZ-PICAZO GIMNEZ desde el mbito jurdico seala en la misma lnea: Atratndose de la
psiquiatra de una ciencia de tal difcil ejercicio por tratar conductas ntimamente ligadas con problemas mentales de
difcil valoracin, previsin y constatacin@ (DEZ-PICAZO GIMNEZ, Gema: La responsabilidad civil por los
daos derivados de suicidio (A propsito de la STS de 11 de marzo de 1995), Anuario de Derecho Civil, 1996, nm.
1, p. 156).
El juicio de probabilidad tiene caractersticas propias cuando de pronstico mdico se trata, y la tarea juzgadora
en este punto se vuelve especialmente dificultosa en el momento de deslindar responsabilidades. Cfr. Cole (Estate of)
& Pardue v. Fromm et al., 94 F.3d 254 (7th Cir. 1996) y Estelle v. Gamble, 429 US 97, 104 /1976.
104
PENNEAU, J.: Faute civile et faute penale en matire de responsabilit mdicale, Paris, 1975, n1 130.
105
106
LLAMAS POMBO, Eugenio: La responsabilidad civil del mdico. Aspectos tradicionales y modernos, Trivium,
Madrid, 1988, pp. 67-68.
107
LLAMAS POMBO cita como jurisprudencia sobre el tema la S. de Rouen (Francia) 21.4.1923, la S. de Grand
(Blgica) 5.12.1975 y la STS 13.7.1987; LLAMAS POMBO, Eugenio: op. cit., p. 67, nota 238.
108
ROMEO CASABONA, Carlos Mara: El mdico y el Derecho penal. I. La actividad curativa (Licitud y
responsabilidad penal), Bosch, Barcelona, 1981, p. 255.
109
Cfr. FULWILER, C., FORBES, C., SANTAGELO, S.L. y FOLSTEIN, M.: Self-mutilation and suicide attempt:
distinguishing features in prisoners, Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law, 1997, Vol.25,
nm. 1, pp. 69-77; HOLLEY, J.L. y ALBOLEDA FLREZ, J.: Hypernomia and self-destructiveness in penal
settings, International Journal of Law and Psychiatry, 1998, num. 22, pp. 167-178.
(eventual juicio por responsabilidad; en nuestro caso va de regreso). En estos casos debieran
tenerse en cuenta las siguientes reflexiones:
- los servicios de deteccin del riesgo suicida (servicios sanitarios o de tratamiento en
Espaa) deben discriminar la concurrencia o no de una finalidad espuria. Como todo
diagnstico existir un margen de error (no desdeable en esta materia). Lo fundamental,
en cualquier caso, es fundamentar la decisin, de modo especial cuando se descarta la
inclusin en el programa de prevencin del suicidio.
- los rganos jurisdiccionales, llegado el caso, deben tener en cuenta un factor que an
existente extramuros, alcanza profusa presencia en no pocas conductas penitenciarias, la
manipulacin. A los presentes efectos, una argumentada decisin debe suponer el
descarte de todo intento inculpador (penal o patrimonial en va de regreso) del empleado
penitenciario.
Finalmente, ha de hacerse una referencia al lugar que ocupa el PPS en esta fase
diagnstica. Recurdese que el PPS reparte un elenco de tareas entre diverso personal de los
Centros Penitenciarios y, al propio tiempo, establece un Aperfil de riesgo@ suicida. Respecto a lo
primero indicar que puede concurrir la responsabilidad de personal penitenciario no sanitario
cuando dicho personal incumpliendo sus deberes profesionales incurre en culpa grave. Pinsese,
por ejemplo, en que el Asistente Social o el miembro del Equipo de Tratamiento que lleva a cabo
la entrevista de ingreso conoce datos relevantes que son relevadores del riesgo suicida110 y no los
pone en conocimiento de quien corresponda. Mayor inters tendr, doctrinalmente hablando, el
error diagnstico que, como se sabe, podr ser cometido tanto por mdicos como por psiclogos,
ya que ambos corresponde en el PPS *131 la evaluacin del eventual riesgo suicida. Respecto a
lo segundo indicar que la apreciacin/evaluacin del riesgo suicida comporta un juicio clnico
que corresponder, en cualquier caso, al profesional (mdico o psiclogo). No puede establecerse
un mimetismo que relegue a estos profesionales a una labor de mera aplicacin automtica de
determinadas medidas frente a eventuales riesgos. En algn momento se han hecho eco de esta
doctrina los tribunales. As la Audiencia Nacional (Sec. 10) en su S. 9.7.1999, EDE 1999/47015,
considerar que la inclusin en el Programa de Prevencin de Suicidios no es obligada ni an
cuando existan precedentes autolticos, cuando del comportamiento general del recluso nada
poda indicar que pudiera tomar tan trgica decisin de acabar con su vida. Otra cosa ser,
naturalmente, que concurra tal cmulo de indicios objetivos, que delimiten un neto perfil suicida
y que el profesional -sin motivacin alguna- haga caso omiso de los mismos. Pero, ntese, en
estos casos an cabra no elevar una propuesta a los rganos directivos de los Centros sealando
que an concurriendo factores de riesgo no se aprecia riesgo relevante por unos determinados
motivos que, en cada caso, se concretarn.
En Cole (Estate of) & Pardue v. Fromm et al., 94 F.3d 254 (7th Cir. 1996), se aborda un
tema de especial inters, la graduacin del riesgo suicida; graduacin que es un instrumento
recurrente en los protocolos de prevencin de riesgo al uso. Tras protagonizar una pelea en el
110
Estamos hablando de datos relevantes segn el juicio general de cualquier prudente profesional. Este personal ha
de actuar con Acommon sense@, no precisando de una formacin tcnica sobre la materia.
centro penitenciario en donde permaneca recludo el interno Max Cole fue trasladado al
Hospital, en donde fue atendido de quemaduras en la cara y frente. Su comportamiento all fue
agitado y fuera de todo control. El psiquiatra que le atiende diagnostica psicosis inducida por el
consumo de txicos111 y ordena su ingreso en la unidad reservada para pacientes con problemas
agudos prescribiendo la correspondiente medicacin antipsictica. Al da siguiente otro
facultativo tras relatarle Cole las alucinaciones con ideas suicidas que padeca clasific al
paciente como Apotentially suicidal@. El Wishard Memorial Hospital tena estipulados dos niveles
de riesgo suicida:
a) potential suicide precautions destinado a provide ongoing assessment and
intervention of patients who exhibit or verbalize suicidal ideations. Se mantiene una
regular, aunque no constante, observacin del paciente por el celador, y los pacientes
tienen una amplia libertad de movimientos por la unidad.
b) high risk suicide precautions para provide a safe and therapeutic environment for
those patients who exhibit or verbalize serious suicidal intention. Se aplica una continua
observacin del paciente, mediante monitorizacin.
Encontrndose, por tanto, en el ms bajo nivel de riesgo suicida contemplado por el
protocolo de prevencin de suicidio del Hospital, el paciente Mr.Cole solicita un cigarro a una
enfermera a la que manifiesta sentirse mejor. Sin embargo, 25 minutos ms tarde sera encontrado
en su habitacin cubierto por las sbanas *132 haba introducido su cabeza en una bolsa de
plstico -de las utilizadas para recoger la ropa blanca- falleciendo por asfixia.
Tngase en cuenta que, en el nivel de riesgo de suicidio en el que se encontraba Mr. Cole
an no de manera continuada s estaba sometido a ciertas medidas de control y vigilancia. En este
caso, aun siendo cierto que existen discrepancias entre el juicio clnico del Dr. Butler (que
clasific el riesgo suicida de Mr. Cole) y el Dr. Davis (perito de los demandantes), no menos
cierto es que Alas meras diferencias de criterio facultativo no dan lugar a una deliberada
indeferencia@112. Se concluir, por tanto, que la determinacin del nivel de riesgo en el que ha de
clasificarse al potencial suicida corresponde al juicio clnico113, juicio que ponderar los diversos
intereses y bienes en conflicto.
El trmino que emplea la sentencia es Adrug-induced psychosis@, lo cual bien pudiera incardinarse -aunque no con
absoluta precisin- dentro de las clasificaciones internacionales al uso por F1x5 en la CIE-10.
112
Se invoca en este punto la doctrina recogida en Estelle, 429 US at 107 en White v. Napoleon, 897 F. 2d 103, 10910 (ed Cir. 1990).
113
De todos modos : ALa lnea entre el juicio clnico y la desviacin de una correcta prctica mdica no es nada fcil
de sealar, particularmente en supuestos de tratamiento psiquitrico@. Schrempf v. State of New York (1985), 66 N.Y.
2d at 295, 496 N.Y. 2d at 977.
prevenir la materializacin del riesgo suicida. Recurdese que la Instruccin 16/1998 contiene un
catlogo no exhaustivo (Apudiendo adoptarse tambin otras diferentes que se consideren
oportunas@). Pero que no exista un numerus clausus no significa, en absoluto, que puedan
adoptarse cualesquiera medidas. Nuevamente el criterio de proporcionalidad habr de servir de
orientacin a la hora de ponderar la medida a adecuada en cada caso. Con ser loable la evitacin
del suicidio, el fin no puede justificar en modo alguno los medios. El caso Cole (Estate of) &
Pardue v. Fromm et al., 94 F.3d 254 (7th Cir. 1996) es un buen ejemplo de ello. Se rechaza all el
precio a pagar por la prevencin a toda costa; el tributo a abonar por el empleo de medidas
restrictivas de la libertad personal. En realidad, la cuestin remite a un conflicto de derechos y,
por tanto, a una necesaria ponderacin de bienes, debiendo ser el juicio clnico el que en cada
caso decida. La solucin, como indica esta resolucin, no es inmovilizar a cualquier probable
suicida cual si se trata de Hannibal Lecter.
La culpa, en este momento, podr referirse tanto a la falta de adopcin de las medidas
como a la manifiesta inadecuacin de las adoptadas. Poco ms puede concretarse. Habr que estar
a cada caso concreto. En general puede decirse que ser un tratamiento correcto aqul que, en
las mismas circunstancias hubiera adoptado un profesional medio de la misma categora. No se
trata de imputar el error en el resultado final en el que desemboca el tratamiento, sino las
precauciones tomadas al elegirlo y prescribirlo114 *133.
114
GONZLEZ MORN, Luis: La responsabilidad civil del mdico, Bosch, Barcelona, 1990, p. 99.
115
Es de citar por curioso el caso de la STS, 20, 24.11.1989, Az. 8720.Un mdico psiquiatra que somete a su paciente
a un tratamiento de narclisis -Ano urgente ni imprescindible@, recalca la sentencia-, a cuyo efecto suministra una
inyeccin endovenosa de pentotal sdico, sin cerciorarse de la no presencia de la fase digestiva, y sin tener a mano un
equipo mecnico de reanimacin incluyendo el necesario para la intubacin endotraqueal. El TS confirma la condena
por imprudencia del citado mdico.
116
VERDE, Claudia Alejandra: Responsabilidad Civil y Psiquitrica, 20 parte, Psiquiatra Forense, Sexologa y
Praxis, 2: 5. En www.aaps.com.ar/forense/5/for5-02.htm.