Para Un Esquema Historico Del Pensamiento Geografico
Para Un Esquema Historico Del Pensamiento Geografico
Para Un Esquema Historico Del Pensamiento Geografico
El objetivo de este articulo es contribuir a la construccin de un esquema comprensivo de la historia de la geografia moderna, rompiendo con 10s dos inconvenientes mayores de las aproximaciones clsicas: la parcialidad metodolgica, es decir, el
rechazo de una parte de la tradicin geogrfica en funcin de 4as opciones propias
de quien realiza la introspeccin histrica, y el aislacionismo, esto es, la consideracin de que la problematica de la geografia no tiene parangn en otras ciencias. Se
postulan aqu, en cambio, la necesidad de reconocer el papel histricamente positivo
de las distintas propuestas metodolgicas que se han venido sucediendo en el modelado de la temtica geogrfica desde el siglo XVIII y la interpretacin de esta dinmica
como un caso particular dentro de la evolucin general de las ciencias humanas.
Reconstruir la historia de una ciencia es una manera de formular una determinada concepcin de esa disciplina o de consolidar una definicin ya establecida.
Cualquier opcin metodolgica plenamente afirmada posee su gropia legitimacin
* Este trabajo fue presentado como comunicacian a la ponencia sobre Pensamienfo geogrfico del I1 Coloquio Ibrico de Geografia, celebrado en Lisboa en octubre de 1980. En el debate que sigui a su exposicin, el doctor Vila Valent tuvo la amabilidad de subrayar la verosimilitud de nuestro esquema. Mereci
tambin un comentari0 extens0 y alentador por parte del ponente, doctor Horacio Capel, cuyas palabras estfin puntualmente recogidas en la publicacin subsiguiente: Clasificaciones, paradigmas y cambio conceptual
en geografia, a11 Coloquio Ibrico de Geografia, Lisboa, 1980. Comunicaqoes. Volume II,,, 1983 (pp. 133151). Por razones ajenas a nuestra voluntad, el texto de nuestra comunicacin no ha quedado recogido en
dicho, volumen. Habiendo desarrollado otros trabajos que descansan explcitamente en el esquema presentado en Lisboa, nos parece oportuno publicar ahora aquel escrito, sin otras modificaciones mayores que la
referencia en nota a trabajos complementarios posteriores.
* * Profesora del Institut Nacional de Batxillerat aMontserrat,,, de Barcelona.
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cin entre interpretaciones divergentes y de 10s esfuerzos por llegar a sntesis superadoras de 10s conflictos (Carr, 1961, pp. 161-168). Asi pues, el debilitamiento de la
funcin normativa del discurso histrico, que estaba ligada a una situacin de monopolio de la historia disciplinaria por parte de 10s adeptos a una corriente metodolgica dominante, ha de ser contemplado, desde el punto de vista del progreso historiografico, como un signo positivo de maduracin. A su vez, la posibilidad de producir y difundir visiones alternativas otorga a la historia de la ciencia una funcin
mas estimulante que la de reafirmar una ortodoxia cualquiera y que consiste en favorecer la asimilacin de la pluralidad inherente al proceso cultural. La confrontacin del gegrafo encuadrado en una determinada escuela con diferentes proposiciones que se han formulado en algun momento del desarrollo de la cultura cientifica,
examinadas de manera comprensiva y no simplemente caricaturizadas, posibilita una
adhesin ms matizada a las convicciones propias y una mayor apertura a 10s planteamientos metodolgicos ajenos.
NATURALISMO E HlSTORlClSMO EN LAS ClENClAS SOCIALES
1. A la vista del uso que se viene haciendo de esos conceptos en el campo de las ciencias humanas,
no parece ocioso recordar que Kuhn 10s introduce, precisamente, para definir la historia de las ciencias naturales en contraposicin a las sociales: N . . . la practica de la astronomia, de la fsica, de la qumica o de la
biologia, no evoca, normalmente, las controversias sobre fundamentos que, en la actualidad, parecen a menudo endtmicas, por ejemplo, entre 10s psiclogos o 10s socilogos. Al tratar de descubrir el origen de esta
diferencia, IleguC a reconocer el papel desempefiado en la investigacin cientifica por lo que, desde entonces.
llamo "paradigmas". Considero a estos como realizaciones cientficas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad cientficaw (Kuhn, 1961,
p. 13).
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permanece, en la medida en que descansa en 10 que Dilthey denomin una ccidea del
m~ndo>>.~
Designar de manera inequvoca las dos tendencias metodolgicas mencionadas
no es una operacin fcil, mxime si debemos especificar, no so10 las diferencias
generales entre una y otra actitud, sino tambin las diversas formas histricas que
han ido adoptando a 10 largo de doscientos aos de pugna y mutua influencia.
Nos parecen inadecuadas aquellas soluciones que consisten en utilizar 10s mismos trminos para designar 10s dos principales niveles de concrecin histrica de la
polmica: la globalidad de 10s siglos XVIII-xx,como mbito cronolgico en el que se
desenvuelve el proyecto de las ciencias sociales, y las etapas en que se produce esa
evolucin. Se favorece as una confusin de plano$ histricos tan innecesaria como
peligrosa.
En la que Foucault (1969) llama crticamente cehistoria de las ideas,, es costumbre rastrear el origen de determinados elementos culturaies independientemente de
10s contextos histricos en 10s cuales alcanzan sentido preciso. Con frecuencia, esas
cecorrientes>>o ceconstantes>>se designan por medio de trminos referidos a perodos
concretos. Ahora bien, la amplitud cronolgica que alcanza el tkrmino es funcin de
la reduccin de su contenido. Si en determinados supuestos este procedimiento es
til, no cabe duda de que la menor extensin del contenido del termino en cuestin
supone una dificultad a la hora de describir la globalidad histrica de la que fue extraido. En este caso est, sobre todo, el termino ccpositivismo>>,
ligado originariamente al nombre de Auguste Comte y, por extensin, al de otros filsofos y cientficos
de mediados del siglo XIX,cuando se usa, adems, para caracterizar las otras manifestaciones de la misma rama metodolgica desde el Siglo de las Luces a la actualidad. En autores como Kolakowski (1966) o Moulines (1979), Iss conceptualizacin
de la cccorriente positivista>>,a la luz de 10s desarrollos recientes de unos autodenominados herederos del legado positivista, lleva a la paradoja, inaceptable desde el
punto de vista estrictamente historiografico, de poner en duda --o incluso negarel caracter positivista del pensamiento comtiano. En toda descripcin histrica, es regla que 10s trminos designativos extraidos de 10s documentos dc la poca conserven
su contenido original con cierto rigor y fidelidad.
Por otro lado, cuando se critica a Comte por no haber sido ccautnticamente>>
positivista, no so10 se esta desdibujando una entidad histrica hasta hacerla irreconocible, sino que se est implicando, tambin, que dentro de la corriente positivista
s610 caben aportaciones acertadas -10 que hoy aparece como aportaciones acertadas- y que el ccpositivismo>>tiene la exclusiva de las soluciones correctas. Una secuela de este modo de ver las cosas es la caracterizacin de todo 10 que no es integrable como ccpositivismo>>por via negativa: ccanti-positivisme>>. Semejante simplificacin impide ver la menor lgica interna en el desarrollo del proyecto de las ciencias
sociales durante 10s dos ltimos siglos.
Entre las aproximaciones que optan, en principio, por una actitud neutral ante
la polmica metodolgica de las ciencias sociales, la reciente de Von Wright (1971)
2. aTanto la religion como la filosofia buscan firmeza, eficacia, dominio, validez universal. Pero la humanidad no ha avanzado un solo paso por este camino. La lucha de las ideas del rnundo entre s no ha Ilegado a una decisi6n en ningn punto capital. La historia realiza una seleccion entre ellas, pero sus grandes
tipos quedan en pie unos junto a otros, independientes, indemostrables e indestructibles. No pueden deber
su origen a ninguna demostracion, y ninguna demostracion puede disolverlos. Los estadios particulares y las
formas especiales de un tipo pueden refutarse, pero su raz en la vida perdura y sigue actuando y crea siempre nuevas formas, (Dilthey, 1911j p. 49).
. .
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escoge para la larga duracin 10s trminos de cctradicin galileana,, y cctradicin aristotlica>,. Aun apreciando esa aportacin, creemos que trabaja con unas referencias
histricas demasiado alejadas -y desigualmente alejadas, por aadidura- de la problemtica especifica de las ciencias sociales, cuya concepcin arranca del momento
histrico de la consolidacin del paradigma newtoniano en las ciencias naturales.
Ms interesantes nos continan pareciendo las primeras aproximaciones historiogrficas al dualismo metodolgico por obra de diversos filsofos e historiadores de la
cultura de principios del siglo xx, entre 10s que cabe destacar el tratamiento de la
dicotomia naturalismolhistoricismo en Ernst Troeltsch (1922).
De acuerdo con esta nomenclatura, se puede distinguir, al nivel de la mxima
generalidad histricamente relevante, entre naturalismo, la actitud que sostiene la
necesidad de aplicar el mtodo de las ciencias naturales como nica via para fundar
las ciencias sociales y que pone el nfasis en la explicacin, e historicismo, segn el
cua1 no ~ u e d elleearse al autntico conocimiento de 10 humano a travs de la inclusin de 10s casos particulares en clases e insiste en la necesidad de acceder a la comprensin de las intenciones que guian la accin humana y de la finalidad que da sentido al mundo.
El enfrentamiento entre estas dos actitudes se traduce en una alternancia de periodos de predomini0 naturalista y otros de signo historicista. Este tip0 de evolucin
caracterstica se realiza. fundamentalmente. a travs de un mecanismo de substitucin peridica movido por el contraste que se produce en las ciencias humanas naturalista~entre su voluntad esencial de incidir en la practica social en un sentido util i t a r i ~y la necesaria abstraccin de sus realizaciones. stas suscitan movimientos de
reaccin cuya mayor contribucin es aportar datos que muestran la insuficiencia de
las teorias naturalistas en relacin con la complejidad de la vida histrica. Esos datos
debern ser integrados por cualquier nueva formulacin naturalista. Buenos ejemplos de este tip0 de funcionamiento son, en el terreno de competencia de 10s gegrafos, la reaccin contra las divisiones territoriales del tip0 adepartamento*, desarrolladas por la Revolucin Francesa y exportadas por el imperialismo napolenico,
y la oposicin contra el urbanismo georntrico de Cerda o Le Corbusier, tan ccracionaln e ccigualitario,>como 10s principios ilustrados .de la Francia revol~cionaria.~
A grandes rasgos, se puede distinguir en la evolucin de 10s ltimos siglos una
serie de etapas - c u y a cronologia habria que matizar segn las disciplinas y 10s paises- en las que naturalismo e historicismo alternan de forma bastante regular en el
control de las ciencias s ~ c i a l e s . ~
A la Zlustracin, verdadera creadora de la idea de una ciencia social segn el
3. Sobre el aurbanismo~,considerado como ciencia social aplicada en la que aparece con claridad el
mencionado mecanismo de substituci6n dialctica de enfoques metodol6gicos, hemos dado a la imprenta 10s
siguientes trabajos: Ram6n Grau: Ildefonso Cerda y la geografia catalana, revista de Geografia,) (Barcelona), XIV, 1980, pp. 75-89; Ram6n Grau y Marina Mpez Guallar: El concepto de monumento histrico en
Barcelona (1835-1982), <<Urbanisme e historia urbana en el mundo hispano. Segundo Simposio, 1982s, Madrid, Universidad Complutense, 1985, 11, pp. 1055-1064. Ramon Grau i Marina Lpez Guallar: La genesi del
Parc de la Ciutadella, in -El Pla de Barcelona i la seva histbria. Actes del I Congrs d'histbria del Pla de
Barcelona ..., novembre de 1982*, Barcelona, La Magrana-IMH, 1984, pp. 441-467; Manuel Arranz, Ramon
Grau i Marina Lpez: El Parc de la Ciutadella. Una visi histdrica, Barcelona, Ajuntament-L'Aveng, 1984,
124 pp.; Ramon Grau i Marina L6pez Guallar: L'urbanisme de la N~lustracia Barcelona, ~Pedralbes,,,V,
5 (1985), PP. 59-79.
4. Hemos especificado el sentido de este movimiento dialctico entre naturalismo e historicismo en:
Ramn Grau y Maria Sala: La geomorfologia en sus tratados y manuales: un esquema histrico de la disciplina (1870-1982), *Revista de Geografia* (Barcelona), XVI-XVII, 1982-1983, pp. 175-192. Vanse especialmente las pp. 180-183.
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Que en geografia existe una doble tradicin metodolgica es una idea ya antigua
que se reconoce en las confrontaciones clasicas entre ccdeterminismo), y ccposibilismo,,
(Febvre, 1922) y entre ccexcepcionalismo~~
y ccconcepcin cientfica,, (Schaefer, 1953).
A pesar de que 10s juicios de Febvre y Schaefer sobre las dos opciones metodolgicas
son diametralmente opuestos, sus clasificaciones comparten dos rasgos que les han
impedido, a uno y a otro, funda1 una historia de la disciplina verdaderamente comprensiva: en primer lugar, la consideracin de que s610 una de las dos tradiciones es
vlida, en tanto que la otra queda reducida a la condicin de desviacin ---o de parntesis, como quiere Burton (1963)-; en segundo lugar, la nonlenclatura sui generis
de 10s movimientos, que crea la falsa impresin de que el caso de la geografia es nico y carece de conexiones significativas con la problematica de otras disciplinas.
En la actualidad, la ausencia de un triunfo definitivo de la cinueva geografia* de
10s cuantitativistas y la irrupcin de corrientes que significan un retorno al historicismo han convertido en anacrnica la intolerancia tpica de 10s autores citados y estan
abriendo paso a valoraciones de aquella dualidad concebidas en trminos mucho mas
cautos (Bird, 1978 y 1979). Por otro lado, el contacto menos belicoso de la geografia
con las otras ciencias humanas, que parece ser un rasgo significr~tivode la evolucin
cultural de 10s ltimos lustros, favorece una comprension mis amplia y objetiva del
sentido histrico de la polaridad metodolgica.
En cualquier historia de esta antigua rama del saber que es la geografia puede
advertirse la insistencia en la solucin de continuidad formalizada alrededor del ao
1800 (Dickinson, 1969; Clozier, 1972). Los rasgos diferenciadores de la geografia
contempornea con respecto a la practicada antes del siglo xvrrr aparecen como un
dato incontrovertible y aceptado con generalidad, aunque la fecha mas precisa para
el comienzo de la nueva tradicin puede oscilar varios decenios segn el punto de
5 . Fuera del mbito estricto de la geografia hemos trabajado este esquema en el terreno de la h~storiografia en numerosos artculos para la obra colectiva Ictneu. Diccionari de les citncies de la societat als paisos catalans (segles xvm-xx), Barcelona, edicions 62, 1979. Entre ellos: aArqueologia., <<Filologia., aHistoriografiar, aIl~lustracimy <<Positivisme)).Una versin posterior: Ramon Grau y Marina Lpez: L'escola historiogrdfica, en la obra colectiva: L'aportaci de la Universitat catalana a la Ciencia i a la Cultura, Barcelona,
L'Avenq, 1981, pp. 148-154.
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vista del autor. Para quienes, mas o menos influidos por 10s estudios de sociologia
de la ciencia, subrayan el criteri0 de la institucionalizacin de la disciplina y de la
aparicin de una comunidad cientfica, el momento mas significativo es, generalmente, el octavo decenio del siglo XIX,en plena poca del positivismo (Claval, 1964; James, 1972; Capel, 1977). Para otros, tal vez la mayoria, 10s padres de la geografia
moderna son Humboldt y Ritter, influidos por el romanticisrno, activos durante la
primera mitad del siglo pasado y fallecidos ambos en 1859. Desde el punto de vista
del diseo tematico de la disciplina en su forma moderna y de la fundamentacin de
las tcnicas eruditas que son el soporte de su carcter cientifico, es difcil negar la
importancia de la contribucin de 10s dos clasicos alemanes. No obstante, su magna
obra no se puede entender, a nuestro juicio, si no es como desarrollo de y respuesta
a las tesis de la Ilustracin sobre la naturaleza y el hombre.
El encargo de estudiar las relaciones entre el hombre y el medio, eje de la investigacin geografica durante 10s dos ltimos siglos y principal fundamento de la
unidad de la disciplina en un mundo cada vez mas vertido a la especializacin, otorga
a la geografia un lugar bastante bien definido dentro del programa de las ciencias sociales. La elevacin de aquel tema a la categoria de problema cientifico de primer
orden es obra de la cultura ilustrada y, en este sentido, la historia de la geografia moderna comienza con la integracin del ambientalismo en la concepcin del mundo laica articulada por 10s ilustrados.
La influencia del medio natural, idea antigua reintroducida en la alta cultura por
Montesquieu, es manejada por 10s ilustrados como teoria de segundo grado, es decir
como elemento a quedar enmarcado por el idealismo cultural, que es una componente de rango superior dentro del panorama de ideas de la Ilustracin. Es esgrimida
principalmente como posible explicacin de la desigualdad efectiva entre las naciones, una situacin que contradice las tesis centrales acerca de la igualdad esencial entre 10s hombres. Las diferencias del medio natural pueden explicar la diversidad observable en la situacin de las distintas comunidades humanas, no obstante estar
todas ellas igualmente capacitadas para alcanzar el estadio de progreso. Ahora bien,
la aparente perennidad de 10s datos fisicos de un territori0 hace peligrosa la explicacin, en cuanto tiende a presentar las diferencias como naturales (y la naturaleza
es, para 10s ilustrados, perfecta) y no como situacionales. La prevencin contra un
tipo de explicacin que pone en peligro la doctrina de la universalidad del progreso
impulsa a la mayoria de 10s ilustrados a insistir en 10s cambios registrados en el tiempo por comunidades asentadas en territorios cuyas caracteristicas no han variado y
a atribuir esas desviaciones respecto a la situacin ideal de progreso a causas morales, es decir a factores dependientes de la voluntad humana. A esa conflictividad de
la explicacin ambientalista dentro del mundo de ideas del siglo XVIII debe atribuirse
la no-fundacin de la geografia moderna por parte de 10s encicl~pedistas.~
En polmica con la Ilustracin, 10s romanticos afirman que las diferencias observables entre las distintas naciones no s610 no son una anomalia dentro de la tendencia general hacia el perfeccionamiento, sino que son imprescindibles para el progreso de la humanidad, entendido ahora como una evolucin constante de todo 10
real, constituida a base de 10s desarrollos originales e irrepetibles de las diversas naciones. La diferenciacin del medio natural juega en esta teoria general un papel positivo de cara a la definicin de las colectivididades nacionales, cuya historia comien6. Hemos tratado este tema en: Ramon Grau y Marina Lpez Guallar: El pensament historiografic
d2Antoni de Capmany: de la Il.lustraci6 al romanticisme, <<PrimerCongres d'Historia Moderna de Catalunya;
2n volum*, Barcelona, Universitat, 1984, pp. 589-596.
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