HH-Signus Demonicus PDF
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James Swallow
Signus Daemonicus
El ngel cae
Warhammer 40000. Hereja de Horus 22
ePub r1.1
epublector 22.05.14
La Hereja de Horus
Es un tiempo de leyenda.
La galaxia est en llamas. La gloriosa visin del
Emperador de la Humanidad yace en ruinas. Su hijo
predilecto, Horus, se ha apartado de la luz de su padre y
ha abrazado el Caos.
Sus ejrcitos, los poderosos y temibles marines
espaciales, estn sumidos en una brutal guerra civil.
Antao, estos guerreros definitivos lucharon codo con
codo como hermanos, protegiendo la galaxia y trayendo
a la humanidad bajo la luz del Emperador. Ahora estn
divididos.
Algunos permanecen leales al Emperador, mientras que
otros se han puesto del lado de Seor de la Guerra.
Preeminentes sobre ellos, los lderes de esas legiones de
miles de Astartes son los Primarcas. Magnficos,
sobrehumanos, son el mayor logro de la ciencia gentica
del Emperador. Marchando a la batalla para enfrentarse
unos contra otros, la victoria es incierta para ambos
bandos.
Mundos enteros arden. En Isstvan V, Horus asest un
golpe atroz y tres legiones leales fueron prcticamente
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DRAMATIS PERSONAE
Primarcas
SANGUINIUS: Primarca de los ngeles Sangrientos
HORUS LUPERCAL: Primarca de los Hijos de Horus
La IX Legin
ngeles Sangrientos
AZKAELLON: Comandante de la Guardia Sanguinaria
ZURIEL: Sargento de la Guardia Sanguinaria
LOHGOS: Guardia Sanguinario
MENDRION: Guardia Sanguinario
HALKRYN: Guardia Sanguinario
RALDORON: Capitn, 1. Compaa
OREXIS: Sargento, 1. Compaa
MKANI KANO: Adjunto, 1. Compaa
CADOR: 1. Compaa
RACINE: 1. Compaa
VENERABLE LEONATUS: Dreadnought, 1. Compaa
AMIT: Capitn, 5. Compaa
FURIO: Capitn, 9. Compaa
CASSIEL: Sargento, 9. Compaa
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La Guerra es el Infierno
Wyllam Tekumsah Shirmun,
Escritos recuperados de la Era Anterior a la
Noche [M7]
Si uno quiere pasar desapercibido ante los demonios, no debera depositar su confianza en los ngeles
atribuido al rememorador
Ignace Karkasy [M31]
MELCHIOR
La guerra que lleg a Melchior la libraron dioses y ngeles:
rompi el cielo y la tierra, quem montaas y convirti ocanos
en cenizas, pero al final se trataba de un nico objetivo. En las llanuras de sal blanca del desierto plateado, donde millones de reclutas y fieles haban trabajado para construir torres de alabanza y
capillas empticas, los nephilim se reunieron para la ltima
batalla.
Durante los meses de guerra haban retrocedido, dejando atrs
cada campo de batalla sin importar si haban sido los vencedores
o los vencidos. Era como si los pueblos, las planicies y los caones
estuvieran contaminados para ellos por el derramamiento de sangre. Los nephilim le daban la espalda y se alejaban, y poco a poco
se hizo evidente hacia dnde se dirigan. Desde la rbita, una vez
que sus naves de guerra con forma ovoide fueron destruidas y
perdieron su superioridad en el vaco, las lneas de desplazamiento eran lo suficientemente amplias como para ser vistas a
simple vista. Corrientes de figuras, cintas negras de refugiados
siendo conducidas desde cada punto de la brjula, dibujadas
sobre el paisaje como las oscuras nubes de humo de las ciudades
incendiadas.
La guerra de los dioses y los ngeles podra haber terminado
desde esa ventajosa posicin. Slo habra requerido el tiempo y la
paciencia necesaria para conducir al enemigo a su ltimo bastin
y luego bombardearlo hasta llevarlo al olvido.
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Pero este no era ese tipo de batalla, ni los que luchaban se sentan inclinados a aguantar y esperar. Haba grandes afrentas que
haba que responder a igual escala, lecciones que deban aprenderse y demostraciones para la galaxia en su conjunto. Los
nephilim haban ofendido al Imperio y tenan que ser vistos
siendo castigados por su crimen.
Y luego estaba la poblacin. No todos ellos cantaron los himnos, con los rostros manchados de lgrimas de alegra, mientras
miraban a los gigantes que caminaban entre ellos. No todos ellos
dieron todo lo que tenan, desde los enseres hasta los primognitos, por la palabra de los nephilim. Muchos estaban entre la multitud obligados, con grilletes y convertidos en esclavos. Merecan
ser liberados, y sugerir que se les sacrificase en el altar de la
guerra era algo inconcebible.
Algunos dijeron que, si hubiera que ampliar la definicin, todos los adoradores eran esclavos. Al final, el asunto era discutible.
Para liberar a la poblacin de Melchior los nephilim tenan que
ser exterminados, hasta el ltimo de ellos. En ese asunto, no haba
discusin.
En el corazn del desierto plateado, en el chispeante yeso
blanco envuelto en oleadas del radiante calor solar, los nephilim
concentraron su gran comitiva entre rocas y acantilados escarpados. All, cantaron sus peculiares canciones ululantes y trabajaron
duro en los cobrizos marcos de sus construcciones. Esperando a
que el enemigo llegara.
Caballeros con armadura pintada de blanco plido y ribetes
negros formaron una falange masiva de ceramita, escudos y
armas. Haba ocho mil de ellos y la marcha de sus botas aplastaba
la capa superior del suelo salino hasta convertirlo en un polvo que
se arremolinaba en el aire tan fino como el humo. Blanco sobre
blanco, envueltos en la niebla, la falange pareca flotar hacia los
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lmites del gran campamento nephilim con un sonido estruendoso, el rugido de un trueno que no pareca acabar. En los extremos de sus batallones haba mquinas de guerra: carros de
combate, hovercrafts elevados por columnas invisibles antigravedad, vehculos bajos y rectangulares que parecan trilobites
blindados, y vehculos de combate erizados de caones. Por encima de la niebla haba cientos de estandartes de batalla y banderines que portaban diversos diseos del signo que los guerreros llevaban sobre los hombros, el rostro negro de un lobo astuto con
una media luna debajo de su hocico, junto con las designaciones
de unidad y las marcas de escuadra.
La bandera ms alta, llevada en la punta de la formacin, tena
un diseo nico: un ojo reproducido de un modo que recordaba a
un antiguo smbolo de Terra, abierto y audaz, vigilante como el de
un depredador. El estandarte era llevado por un campen entre
campeones y se alzaba resplandeciente sobre su armadura artesanal, marchando en el brazo derecho de un semidis. Un seor de
la guerra.
Horus Lupercal, Primarca de los Lobos Lunares y seor de la
XVI Legin Astartes, se detuvo en seco y levant una pesada
mano enguantada, apuntando a las lneas de barricadas y revestimientos que marcaban el lmite del ejrcito nephilim. Su accin se
extendi a lo largo de las filas de sus guerreros que tambin se detuvieron y esperaron sus rdenes.
El severo sol de Melchior formaba una sombra negra sin fin a
sus pies.
Los ve, capitn? pregunt en voz baja Horus, sin girarse
hacia su subordinado.
El capitn Hastur Sejanus, pretor de la cuarta compaa de los
Lobos Lunares, asinti con gravedad. El impacto cercano de un
ataque snico nephilim a principios de la campaa haba daado
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vio a humanos reunirse en torno a los xenos del mismo modo que
los nios se aferran a una madre. Los conversos estaban armados
con armas robadas a las fuerzas de defensa planetaria de Melchior. Sus rostros eran apenas visibles detrs de las gruesas mscaras
translcidas que llevaban. Las mscaras emborronaban sus rasgos, por lo que sus facciones parecan uniformes y sin definir. Los
servicios de inteligencia crean que las mscaras de los conscriptos estaban hechas de capas epidrmicas de carne nephilim. Se
haba observado a verdes cortar parches de su propia piel para
este proceso ritualista y se teoriz que de alguna manera el uso de
la carne xenos una a los reclutas con sus amos. Sejanus haba observado personalmente una autopsia postbatalla en un nephilim
muerto y vio la profusin de entraas nervudas y rganos
gelatinosos que componan las formas de estas cosas. Pesadas entidades de contorno ms o menos humanoide, suaves como las
pastillas de jabn, con formas abstractas semejantes a brazos y
piernas. Sus cabezas cpula sobresalan de sus hombros sin cuello
y una serie de hendiduras olfativas y ojos anillaban la superficie
de sus crneos. En este sentido, los nephilim parecan seres de
vidrio soplado, con una carne semitransparente que brillaba intensamente durante el da.
Horus se detuvo y el gris se encorv ligeramente para mirar
hacia abajo, hacia l. Cada uno de los xenos era dos veces la altura
del legionario ms alto.
Har la oferta por ltima vez dijo Horus a la criatura.
Liberad a vuestros esclavos y abandonad este lugar. Hacedlo
ahora, en nombre del Emperador.
La piel fotosensible del nephilim brill y este se extendi por
sus rechonchas manos de tres dedos en un gesto de falsa sinceridad que debi copiar de un ser humano. El aire en la parte
delantera de la criatura vibr como si un panel invisible de fuerza
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No podis detenernos. El gris hizo un gesto hacia las extraas torres de antenas de cobre tras l. Haba miles de nephilim,
un mar de gigantes avanzando con un trote lento. Hemos
luchado contra vosotros y sabemos cmo defendernos. Y slo
podris ganar si matis a los que queris proteger el gris seal
a un grupo de conversos. El xenos hizo el gesto de la mano de
nuevo, provocando que lneas de luz blanca se movieran por su
piel. Unos a nosotros. Os mostraremos, entenderis lo hermoso
que es estar en comunin. Ser a la vez un dios y un mortal.
Por un momento, Sejanus crey haber visto algo sombro en la
cara de Horus ms al instante desapareci.
Hemos derrocado a todos los dioses y vosotros slo sois plidas sombras de esas falsas creencias dijo el Primarca.
El gris dej escapar un grito ululante en su propio idioma y la
Legin de nephilim avanz, cada uno de ellos mostraba un amarillo fosforescente semejante al enojo.
Os destruiremos. Os superamos en nmero dijo.
Lo intentaris, pero en este da os enfrentis a los hijos y
guerreros del Emperador. Nosotros somos los Lobos Lunares y
esta Legin es el yunque sobre el que seris quebrados dijo Horus. Luego hizo un gesto compungido y sac su espada, una masiva
espada de acero y adamantina aceitada.
Desde muy arriba lleg un crujido bajo y un sonido como un
trueno lejano mientras estampidos snicos de la atmsfera superior alcanzaron el suelo del desierto. Sejanus levant la vista, agudizndola para observar las estelas blancas, cientos de ellas, surgiendo tras grandes lgrimas carmeses y caoneras de tonos escarlata, mientras caan a velocidades supersnicas hacia el
desierto plateado.
Somos el yunque repiti Horus, apuntando al gris con su
espada. Y aqu est el martillo.
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Los cielos gritaron.
Eyectados de los tubos de lanzamiento de una docena de naves
capitales y barcazas en rbita baja, una lluvia de cpsulas de
ceramita atraves la atmsfera exterior de Melchior y cay como
meteoros en llamas hacia el desierto plateado. Junto a ellas descendan las naves en picado: Stormbirds y caoneras de asalto,
girando y maniobrando por el aire hacia el gigantesco campamento nephilim.
Eran rojos como la sangre, como la furia, y en sus vientres llevaban compaa tras compaa de legionarios de la IX Legin
Astartes. La velocidad de su asalto fue la clave de la victoria. Los
invasores xenos y sus fanticos haban sido atrados con xito
para hacer frente a las fuerzas concentradas de los lobos lunares,
dejando las defensas en sus flancos reducidas y vulnerables. Pero
los gigantes xenos no tardaran en descubrirlo y cuando entendieran que haban sido engaados intentaran reagruparse y consolidar su posicin.
Los ngeles Sangrientos no permitiran que eso sucediera. Los
nephilim seran destrozados y derribados, su cohesin destrozada
por el profundo ataque brutal que ahora estaba a instantes del
punto de impacto.
El primer impulso agudo de potencia sonora fue disparado
hacia la fuerza de asalto descendente, fuertes haces de aire oscilante destellando con espontneos rayos de calor. Abajo, en el
desierto, los ms rpidos de los xenos estaban elevando sus
gruesos brazos hacia arriba, como si tantearan entre las nubes
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Mientras hablaba, el ruido del aterrizaje del resto de los Stormbird aterrizando fue acompaado por los impactos de las cpsulas
de desembarco. El suelo temblaba bajo sus pies, las lgrimas de
ceramita se estrellaron contra la arena y se abrieron como flores
letales floreciendo. Lneas de legionarios salieron de cada cpsula
en formaciones de combate listas junto a bibliotecarios, vigilantes
de armadura negra, y apotecarios de batalla. Azkaellon vio que todos ellos miraban a Sanguinius en busca de liderazgo. Como ellos,
estaba orgulloso de estar aqu en compaa de su progenitor y
Primarca.
Ni un solo xenos se salvar prometi.
Sanguinius levant su espada a modo de saludo.
Los otros el ngel no dijo las palabras, pero el Comandante de la Guardia saba a quin se refera. Los esclavos. Liberad
a todos los que puedas. Lucharn con nosotros ahora que saben
que no les hemos abandonado.
Y los conscriptos? Azkaellon apunt hacia una dbil lnea
de adoradores humanos enmascarados que avanzaban con cautela
hacia los blindados legionarios carmeses. Qu hacemos si
oponen resistencia?
Un momento de dolor pas sobre el semblante del gran ngel,
oscureciendo su resplandor por un instante.
Entonces, ellos tambin sern liberados. Sanguinius levant la espada y el gesto provoc un rugido de sus hijos reunidos
que hizo latir el cielo.
Una cohorte de torpes azules coron una colina baja y la
batalla comenz de verdad para los ngeles Sangrientos.
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sopesado la tctica de enfrentamiento y tomado una decisin lamentable, pero necesaria. Haba tomado la decisin difcil y luego
pas a otra cosa, cargando con su peso. No por falta de corazn,
sino de conveniencia.
Sanguinius no poda hacerlo con la misma facilidad. El enfoque contundente de la fuerza bruta se adaptaba mejor a sus
parientes ms intemperantes, a Russ o Angron, y tampoco Sanguinius ni su hermano Horus era tan ingenuos, tan centrados en
el objetivo en detrimento de todo lo dems.
Pero era difcil no dar rienda suelta a la fra rabia inculcada
por las acciones de los nephilim. Los gigantes xenos, burlndose
del gran sueo de la humanidad con su charla de la paz y unidad,
haban dejado un rastro de destruccin tras ellos que se haba llevado por delante un centenar de mundos antes de que llegasen a
Melchior Sagan, la Columna DeCoras, Orpheo Minoris, Beta Rigel
II. Estos planetas haban quedado despojados de toda vida humana, con sus poblaciones conducidas a capillas empticas tan
grandes como montaas y luego consumidas lentamente. El verdadero horror de ello era que los nephilim utilizaban a los que
pregonaban la lucha en su contra, atrapando a los dbiles, a los
solitarios, a los tristes, con su ideal de una divinidad alcanzable.
Les seducan con historias de la existencia eterna de los fieles y de
tristeza sin fin para el agnstico, y eran muy buenos hacindolo.
Tal vez los xenos realmente crean que lo que estaban
haciendo era de alguna manera transportarlos a una forma ms
all de la carne, a otra vida en un estado celestial eterno, pero no
importaba. Con sus tecnologas implantaban fragmentos de s
mismos en sus esclavos para promover la comunin, cortando su
propia carne y creando las mscaras para destacar a sus devotos.
Las mentes eran controladas por los nephilim, ya fuera a travs de
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En plena carrera el ngel era un huracn, abrindose paso hacia
el grueso de las lneas nephilim y lanzndolas por los aires con diestros y giles movimientos. Con la espada y la hoja ms corta de
una alabarda integrada en su avambrazo, acab con enemigo tras
enemigo, destrozando a los que trataban de ensordecerles con sus
ondas snicas. Flanquendole estaban Azkaellon y Zuriel, primero
y segundo de su guardia personal, utilizando sus blteres modelo
ngelus montados en sus muecas, vertiendo rfagas de fuego
sobre la lnea enemiga. En cada impacto sobre la piel de un
nephilim, las cabezas reactivas de los pesados proyectiles estallaban en cientos de monofilamentos cargados magnticamente,
causando desgarros internos en los torsos de las criaturas xenos.
Lagos de fluidos azulados y brillantes cubran el campo de batalla,
reducindose lentamente a medida que el desierto plateado los
absorba.
Pisndole los talones a la Guardia llegaron los capitanes al
frente de sus compaas de asalto. Raldoron, el ensangrentado de
la Primera, disparaba el fuego de blter con mano firme, junto a
los veteranos de lite adornados con fetiches de bano tallados al
estilo de las tribus de cazadores del mundo de origen de los
ngeles Sangrientos: Baal. El Primer Capitn estaba acompaado
por elementos de la 9. compaa de escuderos de Furio, hombres
de la 16. de Galan, con sus espadas caractersticas adornadas de
pentagramas, y Amit con la 5., armados con un blter y un
cuchillo de desollar.
Las barreras de fuego pesado se concentraron en las torres
cobrizas y las paredes de las capillas empticas, negando a los
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Tras la batalla, los esclavos liberados fueron aislados de los conversos que an quedaban con vida, por miedo a que los asesinatos
por venganza surgieran de forma explosiva en la mentalidad
colectiva. Horus tom nota de este hecho: sin lugar a dudas los
conversos seran llevados ante la justicia y ante los liberados, pero
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ostentaba el nuevo ttulo honorfico de Seor del Captulo, sirviendo en un papel similar al de los guerreros del cuadro consultivo de Horus, el Mournival. No era un hombre dado a las acciones impulsivas y poco meditadas, por lo que su intrusin ahora
era motivo de preocupacin.
Habla, Ral.
Hubo una pausa momentnea, tan pequea, tan fraccionada
que slo alguien que conociera al capitn Raldoron tanto como su
seor la notara. Pero fue suficiente para sealar que algo andaba
mal.
Hemos perdido a uno de nuestros hermanos, seor.
Sanguinius sinti que su rostro se converta en una mscara,
mientras el fro se filtraba en sus venas.
Mi hermano, por favor perdname.
Sanguinius nunca capt la respuesta de Horus, ya estaba en
marcha siguiendo a Raldoron a travs de la niebla de la batalla
que envolva al desierto oscuro.
***
No hablaron, ni mientras caminaban, ni cuando subieron al land
speeder que Raldoron haba decomisado para el transporte a
travs de la zona de guerra. Sanguinius se retir al interior de sus
propios pensamientos y se prepar para lo peor mientras el
Primer Capitn puso a prueba su conduccin por todo el flanco
oriental del rea de conflicto. Se movan sobre el perfil del terreno, avanzando hacia arriba y abajo por las elevaciones e inclinaciones, rodeando los restos maldecidos de las torres de
alabanza y las almenas cadas. Mientras los motores de gravedad
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Dentro del templo xenos cado, el olor de la sangre fresca flotaba
en el aire, potente y con un regusto metlico. Sanguinius se humedeci los labios, sin poder detener la reaccin refleja. Su membrana omofagica prob diferentes variedades de vitae humana,
analizndola instintivamente como un viticultor que conocera las
edades y texturas de bouquet de un vino. Haba sangre xenos
derramada tambin, el aroma acre de los nephilim.
Sanguinius encontr las botas de oro de su servoarmadura
formando ondas a travs de un charco de lquido oscuro que
haba formado un pequeo lago en el sombro interior de la capilla. Haba muchos, muchos muertos aqu con l, dispuestos
alrededor de los bordes de la cmara como si se tratara de un
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pblico viendo el escenario de un teatro en plena funcin. Fragmentos aplastados de sinapsis de tecnologa neurolgica
nephilim, matrices empticas y similares cubran las ruinas. Pero
nada de la violencia causada aqu proceda de la batalla librada
este da. No, la escena aqu no era una propia de la guerra, sino de
la locura.
Vio a Alotros en el momento en que entr en el templo, su imagen trmica resaltaba claramente en los ojos mejorados del
Primarca contra los fros cuerpos de los muertos. El marine espacial se agachaba sobre una rodilla, como en un gesto de lealtad.
Con cuidado y metdicamente, Alotros se sent en mitad del lago
y ahuec sus manos de forma mecnica para luego llenarlas de
lquido oscuro y llevarlas, una tras otra, a los labios. Bebi en silencio, sin prisas.
Mrame orden Sanguinius. Su corazn se encogi en el
pecho y una clase muy especfica de tristeza se apoder de l
cuando Alotros obedeci lentamente.
La armadura del ngel Sangriento estaba gravemente daada,
con las fibras musculares rasgadas y la ceramita agrietada. Al
parecer, el pectoral haba sido desgarrado por el esternn y una
herida brutal se abra bajo ella. El Primarca reconoci el patrn
de impacto de un pulso snico nephilim y, mirando ms de cerca,
vio los rastros de sangre seca visibles desde las fosas nasales, las
orejas y las comisuras de los ojos enrojecidos de Alotros. Tal dao
habra hervido la masa cerebral de un ser humano ordinario, e incluso para un legionario el impacto debera haber paralizado su
carne y roto su sistema nervioso. Alotros estaba plido y evidenciaba sufrimiento, pero pareca desprenderse del dolor. El guerrero haba recibido un golpe a bocajarro desde una de las armas
xenos y haba sobrevivido, una rara casualidad, pero en realidad
no haba sobrevivido, se corrigi Sanguinius. En este mismo
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La pregunta cogi a Horus con la guardia baja y, por un momento, el Lobo Lunar estuvo a punto de ignorar la pregunta, pero
luego su expresin cambi y dio una respuesta brutalmente veraz.
Caer demasiado pronto. Caer ante mi Legin, mi Imperio
mi Emperador.
Algo que cada uno de sus hijos comparte, incluso aunque
muchos de nosotros nunca tuvieran el coraje de admitirlo. Sanguinius se alej, alargando las sombras tras l. No poda hablar
de esto a cualquiera de los otros. Sabes tan bien como yo que al
hacerlo desmantelaran mi Legin. Algunos de nuestros hermanos
podran verlo como una debilidad y tratar de poner esta verdad en
mi contra. Alpharius, Lorgar No seran generosos dijo,
haciendo una mueca.
Pero por qu lo has mantenido oculto ante padre? Si hay un
ser vivo capaz de saber la clave de esto, sera l!
Sanguinius se volvi hacia Horus, con sus rasgos serficos
convertidos en piedra.
T sabes muy bien la razn! respondi con un gruido.
No voy a ser responsable de la eliminacin de los ngeles Sangrientos de la historia imperial. No voy a tener un tercer pedestal
vaco bajo del techo del Hegemn como nico monumento a mi
Legin!
Los ojos de Horus se agrandaron.
No llegara a tal extremo.
Sanguinius neg con la cabeza una vez ms.
No puedo correr el riesgo. El Emperador tiene preocupaciones que van ms all de las necesidades de sus hijos individuales. Sabes que es as. Todos sabemos que es as.
Se hizo el silencio de nuevo, slo roto por el viento que soplaba
por los huecos en los muros en ruinas del templo y el estruendo
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Raldoron apenas ocult su sorpresa cuando no uno, sino dos
Primarcas salieron del edificio en ruinas. Sin decir una palabra a
ninguno de los guerreros reunidos, Sanguinius y Horus se alejaron por las arenas plateadas, cada uno encaminndose por caminos opuestos hacia las lneas de sus respectivas legiones.
A su lado, Azkaellon permaneca tan rgido como una estatua y
el Primer Capitn no tena ninguna duda de que el lder de la
Guardia Sanguinaria estaba furioso en su interior. El aspecto de
Horus slo poda significar una cosa. Lo sabe.
Sintiendo su escrutinio, Azkaellon fulmin a Raldoron con una
mirada severa.
Tus guerreros han sido ineficaces.
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La mueca del Primer Capitn se profundiz y despidi a sus guerreros con un gesto brusco. Despus mir a uno de ellos.
Dnde est el apotecario? Llam a uno de ellos hace una
hora!
Aqu, seor dijo una voz tras l.
Raldoron se volvi y encontr a un legionario marchando
hacia l a travs de la plaza de escombros, emergiendo del humo.
La servoarmadura carmes del guerrero llevaba el distintivo color
blanco de un apotecario sancionado de la Legin y de su blindaje
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Hubo un momento de vacilacin por parte del otro ngel Sangriento, pero el casco sin rostro no mostr ninguna expresin y
pronto se puso a trabajar. El reductor inici un zumbido alto
mientras se abra paso a travs de la piel expuesta, con su punta
excavando en el cadver antes de abrirse y cortar los nudos repletos de genes. Cada glndula progenoide era una coleccin de
metadatos ADN expresados en forma orgnica: el cdigo crudo de
la fisonoma de los ngeles Sangrientos representada como carne.
rganos similares estaban implantados en todos los legionarios,
cada uno adaptado a las caractersticas y peculiaridades de su hermandad. Estas eran el recurso ms valioso de una Legin de marines espaciales, pues cada glndula progenoide recuperada de un
guerrero cado, encontrara una nueva vida en el cuerpo de la
nueva generacin de reclutas. De esa manera, mantendran un
linaje gentico con los que vinieron antes que ellos y con los que
vendran despus, mientras los rganos se formaban en su
interior.
El apotecario coloc reverentemente la semilla gentica de
Alotros en una cpsula hermtica, pero antes de que pudiera caer
en una bolsa de sellado en su cadera, el capitn Raldoron extendi
la mano y se la quit.
Cul es su nombre, apotecario? pregunt el oficial, impidiendo cualquier reaccin.
Meros, seor. De la 9. compaa.
Bajo el mando del capitn Furio. Un buen guerrero. Una
compaa bien considerada dijo Raldoron.
Gracias, seor. Pero
Raldoron continu como si Meros no hubiera hablado.
Los hombres de la Novena saben cmo seguir las rdenes.
As que no tengo ninguna duda de que seguirs esta. A continuacin fij sobre el legionario una mirada firme. Nunca
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PARTE I
La Cruz del Norte
UNO
Rocas y peligros ocultos
Arma silenciosa
Un favor
Kano vio las piedras caer a travs de la oscuridad ante l, apareciendo cada vez ms grandes en el cristal blindado del puesto de
observacin. Pinculos de roca ms grandes que las montaas
rodaban y se dirigan al vaco, rodeados por nubes tupidas de
partculas ms pequeas cuyo tamao variaba desde cascos de
naves espaciales a motas de polvo. Escamas muy pequeas de
arena chocaban contra el casco del transporte de abordaje de la
clase Pugio mientras se acercaban cada vez ms a su objetivo y a
corta distancia Kano vio otras naves del mismo diseo movindose en formacin abierta. Siguiendo su estela haba un escuadrn de arietes de asalto Caestus, con los propulsores de los aparatos alados generando un amarillo brillante mientras maniobraban para la aproximacin final.
Sus cascos carmeses reflejaban la luz fra y distante de la gigante estrella azul a muchos segundos-luz de distancia en el vasto
espacio del cinturn de Kayvas. Lo que antao haba sido un sistema de varios planetas rocosos ahora no era ms que una congregacin colosal de asteroides. Un gran cataclismo csmico haba
destrozado los planetas hace eones y esparcido sus restos en el
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plano de un disco de acrecin de cientos de millones de kilmetros de dimetro. Nudos de gravedad en torno a los grandes planetoides, del tamao de continentes, luchaban por reunir suficiente
masa para reformarse, perdiendo eternamente. Kayvas estaba
condenado a no evolucionar ms all de sus cascotes y escombros.
Sus asteroides, caticos e imposibles de cartografiar lo hacan un
escondite ideal para los que eran demasiado estpidos o estaban
demasiado desesperados para desanimarse por las mareas gravitacionales imprevisibles y las constantes colisiones de asteroides.
Los orkos haban hecho de este lugar su refugio. Muchas
tribus de pieles verdes, dispersas y sin lder tras el martillazo que
sufrieron en Ullanor, haban huido a cualquier punto de la brjula
etrea y muchos haban venido a establecerse en el cinturn de
Kayvas, donde tallaron nuevos puestos de avanzada en las rocas
ricas en mineral a la deriva, lamiendo sus heridas y rearmndose.
Los xenos ya haban comenzado a sacar la cabeza por encima
del parapeto, golpeando a los sistemas imperiales cercanos y a sus
colonias recin sometidas, y las Legiones Astartes tenan el deber
de reforzar la leccin de Ullanor de nuevo. Una y otra vez si fuera
necesario, hasta exterminar hasta el ltimo de esos piojosos y salvajes merodeadores.
La Legin Alfa haba seguido su rastro hasta esta guarida y solicit a Horus los refuerzos necesarios para proseguir su plan de
exterminio, pero despus de la guerra en el mundo llamado
Muerte y el desastroso encuentro con la civilizacin conocida
como los Interexianos, los Lobos Lunares se haba mostrado
reacio a comprometer naves y legionarios para la campaa de
Alpharius.
Al final, fueron los ngeles Sangrientos los que accedieron a
ayudar a sus primos de la XX Legin, con el propio Sanguinius
comandando una intervencin importante para apoyar a los
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Nadie saba lo que la Legin Alfa haba hecho para que los
orkos huyeran de esta manera. Kano era el ayudante del capitn
Raldoron y por ello a menudo estaba en condiciones de or fragmentos de la informacin que pasaba a travs de los ms altos
niveles de la estructura de mando de los ngeles Sangrientos,
pero incluso l saba poco. Lo nico de lo que estaba seguro era
que la Legin Alfa se haba ocultado y slo enviaba comunicados
regulares a la flota de bloqueo que contenan poco ms que un
mensaje de mantener la lnea. El puado de orkos que fue capturado con vida dio respuestas incomprensibles en los interrogatorios que enturbiaron an ms el asunto. A medida que la flota
mantena y aseguraba el bloqueo, las patrullas de exploracin profunda en el cinturn recogieron todo tipo de transmisiones xenos
agitadas y los augures mostraron evidencias definitivas de batallas entre orkos que tenan lugar cerca del sol azul. Entonces, despus de varios meses de campaa, las naves en el cuadrante del
giro detectaron la destruccin de un gran planetoide del tamao
de una luna por medios desconocidos. El propio Sanguinius envi
peticiones a la 88 y la respuesta fue que el suceso era algo que
no tena importancia.
Finalmente, el Primarca, cansado de las formas evasivas de
Alpharius, envi una fragata al interior, sobrepasando la radiobaliza exterior y desafiando las reglas de enfrentamiento que las dos
legiones haban acordado. Cuando la fragata regres semanas
despus, la tripulacin inform de que no haban encontrado indicios de sus aliados, slo los restos de naves orkas y los cuerpos
de xenos muertos. La 88. flota expedicionaria estaba formada
por cientos de buques de guerra y sin embargo, no haba rastro de
ellos.
Ahora, el ritmo de la campaa en Kayvas estaba llegando a un
nivel terminal. Los ltimos vestigios de las fuerzas orkas estaban
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despegando desde el cinturn en un xodo desordenado, pereciendo por los destellos de caones lanza y barreras de torpedos al
cruzar la lnea de vigilancia. Al final, las naves de la Legin Alfa
estaban apareciendo en el mismo borde del rango de los sensores,
aparentemente movindose en una formacin de barrera para espolear al enemigo hacia la periferia del sistema.
La ltima gran nave capital que los pieles verdes pudieron reunir, permaneca por delante del Pugio y las otras naves de abordaje. Era vagamente ovoide en forma, un puo gigantesco de roca
de color marrn que se haba revestido con un mosaico de placas
de metal, sus flancos carcomidos de crteres lucan torretas y las
fauces de lanzamisiles. Un collage de motores estaba encajado con
crudeza a una amplia superficie del asteroide canibalizado, lanzando columnas de empuje a toda potencia en un vano intento de
impulsarse hacia arriba y fuera del plano de la eclptica. Mientras
se acercaban, Kano observ las distorsiones reveladores de generadores del campo Geller temblando sobre la nave, como el collar de pinchos de un perro Guardin. Una luz violeta dbil se arremolinaba alrededor de sus extremidades, una seal clara de que la
tripulacin de la nave se preparaba para levantar la membrana de
energa protectora. Una vez hecho esto, el siguiente paso consistira en enfrascarse con la traslacin a la disformidad.
Cualesquier tctica sombra que hubiera empleado la Legin
Alfa haba funcionado y ahora los ngeles Sangrientos iban a dar
el golpe final, deteniendo la nave comandante antes de que pudiera deslizarse desde el espacio real y huir al inmaterium.
Renete y preprate. Abriremos brecha en unos minutos
dijo una voz, Kano se volvi y vio que el capitn Raldoron haba
entrado en el compartimento desde la cubierta de vuelo superior.
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El muelle de embarque del Pugio estaba llena, un puado de escuadras tcticas y devastadoras se alineaban en los arietes de
abordaje montados en la cubierta, dispuestos a encerrarse en ellos
antes de que la proa de diamantina de la nave penetrara en el escudo de la nave orka. Todos los hombres se quedaron en silencio
por respeto al capitn. Kano conoca a Raldoron desde hace dcadas y no pareca haber cambiado mucho en ese tiempo, su paso
por la Gran Cruzada slo le haba concedido unas pocas cicatrices
y un tono ms plateado de pelo. Segua siendo el gran veterano de
rostro duro que Kano haba conocido y cualquier otra cosa que
hubiera cambiado en l permaneca oculta como su carne bajo su
servoarmadura.
Raldoron hizo una sea a un legionario, que abri una caja de
metal sellada magnticamente en las placas de la cubierta. Dentro
haba una vieja y familiar imagen. Lo llamaban cliz, aunque era
un nombre poco apropiado ya que se pareca ms a un vaso alto y
estrecho. Estaba forjado de metal negro anodizado y su superficie
exterior era un bosque de pequeos picos, poco profundos y cada
uno con una punta hueca.
Todos los guerreros en el compartimento estaban quitndose
su guante derecho y Kano hizo lo mismo sin pensarlo. Raldoron
ya lo haba hecho y tom el cliz con la mano desnuda y la estrech con firmeza, permitiendo que las puntas afiladas penetraran la densa carne de la palma de su mano y extrajeran su sangre. Entonces el capitn entreg la copa al hermano de batalla
ms cercano a l, un sargento veterano llamado Orexis, que a su
vez hizo lo mismo. Orexis pas el cliz a otro guerrero y as
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sucesivamente en toda la lnea de los ngeles Sangrientos. En pocos instantes la copa haba rodeado el compartimiento y llegado a
Kano. l hizo lo mismo, notando que las espigas estaban ahora
mojadas con la sangre de una docena de hermanos de batalla y
que la copa pesaba ms por el lquido que haba tomado.
Finalmente, Raldoron recogi el cliz y se recoloc el guantelete. Los otros hicieron lo mismo, con un coro de chasquidos
apretados cuando ajustaron la ceramita. A medida que sus tropas
ocuparon sus puestos en sus bastidores de soporte, el Primer Capitn dibuj una lnea sobre ellos, mojando su dedo ndice en la
sangre mezclada en la taza. Hizo a cada guerrero una marca, una
lnea de color rojo en el ala derecha del alatus cadere, el smbolo
de la Legin de los ngeles Sangrientos compuesto de una gota de
vitae rub con alas.
Kano vacilaba al llamarlo un ritual, dara un regusto a acto
religioso y en la armona secular del Imperio del Emperador no se
permitan tales cosas. No, era ms fiel llamarlo una tradicin, una
convencin previa a la batalla que haba sido parte de la cultura
del planeta Baal desde antes de la Guerra de la Quema. Incluso los
legionarios nacidos en Terra como Orexis, que se unieron a sus
hermanos Baalitas despus de la reunificacin, haban adoptado
la costumbre sin problema. Ellos entendan plenamente el significado de la misma.
Al compartir su sangre antes de que comenzara la lucha, al
recibir cada hermano de batalla una gota de la vitae mezclada
sobre sus servoarmaduras, el pacto entre ellos era rehecho. Simblicamente, los legionarios afirmaban su unidad y la verdad del
hecho de que eran, ahora y para la eternidad, de la misma sangre.
Otras legiones compartan un juramento del momento antes de
embarcarse en una batalla, una promesa jurada sobre un arma,
para los ngeles Sangrientos esto serva para el mismo propsito.
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Un estruendo de asentimiento brusco pas entre los escuadrones y Kano no pudo evitar unirse.
Los iconos cambiaron de color cuando los otros legionarios
mostraron que estaban listos.
Preparaos para el despliegue dijo Raldoron.
Entonces la flecha blindada del Pugio golpe la nave enemiga
y la cabeza de Kano se estrell hacia delante y hacia atrs.
***
Oy el sonido del metal rasgndose.
La accin de abordaje destruy la nave que los haba transportado. Los astutos orkos, conscientes de que los humanos
podran tratar de llevar la lucha sobre ellos, haban reforzado las
placas del casco de su nave de mando, lo que convirti a la penetracin en una experiencia mucho ms costosa. El compartimento
de tropas blindado estaba a prueba de mucho ms y sobrevivi
con sus guerreros intactos, pero el resto del fuselaje estaba
destrozado por la fuerza del impacto. Todos los sistemas a lo largo
de la nave se daaron, perdieron potencia o se fundieron. El piloto ya estaba muerto, su parrilla de gravedad lo haba estrangulado en la colisin y los cogitadores que actuaban como mecanismos de seguridad se rompieron ms all de una reparacin
posible.
Si la nave de transporte hubiera estado llena de hombres
comunes, todos habran muerto, no en el impacto pues los amortiguadores en los bastidores hicieron su trabajo, pero si cuando la
nave muri y dej escapara el aire al espacio. Los legionarios, encerrados en sus servoarmaduras e inmunes a estos problemas
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En ese caso habla muy bajo replic Raldoron, sin volverse. Tercera y cuarta escuadra, mantened este nivel. La segunda y la primera conmigo, avanzaremos por niveles. Raldoron encar la plataforma con un trote. Mantened mi ritmo!
Kano ech a correr y sigui a sus hermanos de batalla, situndose automticamente en formacin de apoyo de dos en dos
mientras corran por la pendiente. La cubierta bajo ellos se tambaleaba alarmantemente mientras suban, resonando con cada
pisada blindada, pero se mantena firme.
Torretas artilleras automticas les esperaban en el cuarto circuito, poco ms que chatarra y bidones de aceite soldados entre s
con cajas llenas de municin alimentando grupos de ruidosas
armas. Raldoron no rompi su paso, destruyendo la primera con
una granada perforante y la segunda con un preciso disparo de su
pistola que atraves el objetivo destrozando el interior. El resto se
lo dej a los guerreros de la segunda escuadra para que los
destruyeran y as lo hicieron, reducindolos a pilas humeantes de
chatarra.
Sin embargo, las torretas automticas haban estado all ms
como dispositivos de alerta temprana que como un esfuerzo serio
para detener el avance de los legionarios y el estruendo de su
ataque atrajo a orkos pululando por los cables de suspensin de
los niveles superiores del pozo de acceso.
Kano los vio venir, sorprendido un instante por la agilidad que
los pieles verdes mostraban mientras se balanceaban como los
grandes simios, mano sobre mano a travs del abismo. Otros en
realidad descendan en rappel, colgados boca abajo con las armas
de tiro rpido en sus manos. Todos ellos rugan en su propio lenguaje grotesco y sin sentido.
Los ngeles Sangrientos dispararon en movimiento mientras
continuaban su ascenso, enfrentndose a los orkos cara a cara.
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Los aliengenas que llevaban paneles curvos como armadura aterrizaron en grupos en el borde de la rampa y realizaron su ataque,
disparando o golpeando con grandes cuchillos-bayonetas unidas a
las bocas ennegrecidas de sus armas.
Uno de ellos cay justo al lado de Kano y le lanz su desafo,
sus ojos amarillos estaban empaados con una especie de frenes
vaco. En esa fraccin de segundo Kano vio el collar de los huesos
y los dientes alrededor de su cuello, el olor putrefacto de su respiracin y la arrogancia de su pose.
Sus labios se curvaron detrs de su casco de combate, aumentando su antipata contra la brutal monstruosidad. El orko era
fornido, teniendo fcilmente la misma masa que Kano, pero no
era lento. Tena un arma larga de dos caones que haba unido a
un hacha de doble hoja, con lo que poda ametrallar y cortar en el
mismo golpe.
Las reacciones de Kano no fueron conscientes, pero si instintivas. Se volvi hacia el orko con un giro de su torso y apret el
gatillo del blter, permitiendo que el potente retroceso del arma
tirara de la boca del can en una ronda semiautomtica de tres
disparos. El primer disparo recort la pierna del orko, volndole
una porcin de carne del tamao de un puo de su muslo, y el segundo y tercer disparo alcanzaron su estmago y el esternn. El
impacto le despe por el borde de la rampa y la criatura cay en
espiral, rebotando en los cables hasta que su cada termin con l
hecho un mueco roto sobre la cubierta a lo lejos.
Eliminada la amenaza, Kano volva a correr hacia arriba, cambiando su blter al modo de disparo nico y elevndolo a su
pecho. Mientras corra, dispar proyectiles a cada orko que an
tena la osada de permanecer en pie. Los proyectiles reactivos se
convirtieron en parte del mismo coro que cantaban las armas de
sus hermanos. Se abrieron camino a travs de los defensores
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Aydale. Luego hizo una sea al otro par de marines espaciales que estaban cerca, dos baalitas de nombre Cador y Racine. Vamos, no podemos quedarnos.
***
Ms torretas automticas de chatarra estaban esperando a los tres
ngeles Sangrientos en el extremo del corredor, una lnea de ellos
sacudiendo los caones de sus armas de ida y vuelta mediante engranajes mecnicos. Cador manejaba un blter pesado que hizo el
trabajo fcil para ellos, enviando una salva de proyectiles de gran
calibre hacia las unidades y volndolas en pedazos, envueltas en
bolas de fuego rojo.
Racine, armado con un blter estndar como Kano, lleg con
l a la escotilla que conduca al puente de mando de la nave y juntos abrieron la compuerta lo suficiente como para lanzar a un
puado de granadas cegadoras. Kano cerr la escotilla otra vez de
espaldas y escuch la descarga. Luego tuvieron que abrirla de
nuevo y los tres marines irrumpieron en el centro neurlgico de la
masiva nave de guerra orka.
Lo encontraron abandonado.
Por el Trono Dnde estn los orkos? dijo Cador mientras haca una mueca, apuntando con su blter pesado en todas
direcciones.
Kano avanz, encontrando unos pocos cadveres orkos tirados
en las planchas de la cubierta o echados sobre sus ruidosas
consolas.
Todos estn muertos comenz, elevando la cabeza de uno
por el moo enjuto de su cuero cabelludo. Pero no nos dejemos
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Me conoces?
Lo s todo sobre vosotros.
Kano frunci el ceo ante el extrao nfasis en las palabras del
guardin y un escalofro le recorri el cuerpo cuando experiment
el lento ascenso de la comprensin.
Todos nosotros? repiti como un eco, esforzndose por
mantener un tono uniforme.
Annellus coloc el bastn ornamentado que llevaba en una
funda con forma de esqueleto en la cadera. El dispositivo tena un
doble propsito: no slo era un arma de energa como una maza,
letal en combate cuerpo a cuerpo, sino que tambin tena una funcin ceremonial. En la lengua antigua de Terra, el arma era conocida como un crozius arcanum. Era la insignia del guardin en su
oficio, como la armadura de negro, eternamente aparte de sus
hermanos de batalla.
Los guardianes eran los vigilantes de los ngeles Sangrientos.
Servan como mentores para los legionarios jvenes, instructores
del campo de batalla y veteranos experimentados que compartan
sus conocimientos con el resto de sus parientes, pero tambin
eran los encargados de mantener la cohesin a lo largo de las decenas de miles de legionarios que llenaban las filas de la IX Legin
Astartes. Eso podra significar cualquier cosa, desde ofrecer sugerencias a un capitn en un punto de la doctrina de combate a oficiar una ceremonia en recuerdo a los cados. Eran guardianes del
saber, consejeros, maestros. En el pasado profundo, los hombres
que haban servido en puestos similares en otros ejrcitos haban
sido conocidos como diconos, zampol, capellanes o una docena
de otros nombres algunos polticos, algunos religiosos, algunos
seculares. Existan fuera de la cadena de mando, pero an dentro de sus filas, sosteniendo el mayor de los ideales imperiales en
toda la Legin, la unidad.
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profundos y oscuros de la disformidad, causando un enorme disgusto a su padre y esta respuesta draconiana.
Kano pens en sus habilidades como algo similar a un blter o
una espada, peligroso en manos de tontos e indisciplinados, pero
una buena arma cuando la ejerca aquel que tena dominio de ella.
Tal vez, en algn lugar escondido y silencioso de su corazn, casi
senta resentimiento de que le dijeran que no era capaz de controlar sus habilidades. Rechaz la idea con el ceo fruncido, mirando
Annellus y esperando.
Nuestro Imperio es un lugar de resolucin y colaboracin
insisti el guardin. Llegaremos a la utopa bajo la direccin
del Emperador al final de la Gran Cruzada, cada ser humano
jugando su parte en un todo igual, del mismo modo que nosotros
servimos a la Legin y al ngel. Pero para que eso sea as, nadie
puede desafiar a la voluntad mxima. El guardin se acerc.
Los que creen que las convenciones del colectivo no se aplican a
ellos, incluso si poseen un poder tan grande como Magnus el
Rojo, estn muy equivocados. Todos marchamos juntos, Kano.
Todos debemos poner de nuestra parte.
Kano no pudo contener el silencio por ms tiempo.
Nunca he hecho otra cosa. Soy un hijo servicial de Sanguinius. Ests sugiriendo que no es as, guardin? Porque preferira la
franqueza en lugar de una charla ms adecuada para un recluta
novato.
Annellus cruz sus brazos blindados de ceramita.
Tienes muy buenos instintos, Kano. El guardin hizo que
la palabra sonara de una manera inmoral. Esto ha llegado a mi
conocimiento. Y entonces me encuentro llegando al puente de esta monstruosidad xenos y te veo involucrado en una batalla con
un orko psquico. Una coincidencia interesante.
Vuestra ayuda fue muy apreciada para despachar al orko.
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En todas las cubiertas de la nave de guerra Andronius, los Hijos
del Emperador se preparaban para hacer la guerra. Bajo la autoridad directa del representante designado por Fulgrim, el lord
comandante Eidolon, los guerreros de la III Legin Astartes prepararon sus espadas y sus armaduras. Sus filas estaban reunidas
para el combate venidero, ser la vanguardia hacia el sistema
Isstvan, el objetivo de la 63. Flota Expedicionaria. Liderados por
el Seor de la Guerra Horus Lupercal, las fuerzas combinadas de
los legionarios de los Hijos de Horus, la Guardia de la Muerte, los
Devoradores de Mundos y los Hijos del Emperador se concentraran para someter a los mundos disidentes del sistema
Isstvan.
Esa era una verdad, la otra se esconda por debajo, nadando
entre sombras y conspiraciones, pero no sera revelada por algn
tiempo.
Por el momento nada eso importaba, ni la batalla que se
avecinaba o los planes maestros del Seor de la Guerra, ni
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Llam. Tal vez no me escuchaste? Erebus sigui caminando, mirando el contenido de los tubos qumicos a su paso y el
rgano cuidadosamente colocado en la camilla de Fabius.
Parecas muy absorto.
Quin te dio permiso para entrar? pregunt Fabius.
Acaso importa? Erebus se detuvo frente a una serie de
vainas de estasis elevadas, cada uno de ellas sellada tras persianas
de plastiacero. Es cierto lo que me dijeron. El trabajo que ests
haciendo aqu es bastante increble. Pocos hombres tendran el
coraje de tratar de forzar el gran diseo del Emperador.
No trato de forzarlo, sino de aumentarlo mejorarlo replic Fabius. Frunci el ceo, pues el Portador Palabra estaba
tratando de desviar su atencin. No deberas estar aqu. Esto es
un asunto de la Legin.
Erebus neg con la cabeza.
Vamos, Fabius, no te lmites. Tu trabajo tiene un significado
mucho ms all de los lmites de los Hijos del Emperador, debes
admitirlo. Tal vez no te has atrevido a considerar realmente las
ramificaciones de esto, pero t sabes que es verdad. Cuando vio
que no era replicado, el capelln continu. S que hay algunos
que consideraran vuestras investigaciones no autorizadas de
mal gusto, pero yo no.
Poco a poco, Fabius se encontr rodeando la pregunta que
Erebus estaba esperando que le hiciese.
Qu quieres?
Eso le vali una leve sonrisa.
Slo un favor.
Fabius hizo una mueca, preguntndose qu alcance y qu
coste tendra tal favor.
Por qu iba yo a querer ayudarte?
La falsa sonrisa de Erebus se tens.
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Erebus baj la palanca del tanque y las persianas se doblaron
hacia atrs para revelar el cuerpo de un legionario en su interior,
flotando en un lquido oleaginoso.
El guerrero pareca muerto a simple vista. Plido y de un tono
grisceo, su cuerpo desnudo era un desastre desigual de cortes y
contusiones. Abajo, en el lado derecho, varios trozos de carne
haban sido arrancados con una brutalidad animal, pedazos de
sus costillas, cadera y la parte superior del muslo. Su brazo
derecho terminaba justo debajo del codo en jirones de tendones y
piel. Cortes ms salvajes eran visibles en el cuello y el esternn.
El rostro del legionario estaba oculto a la vista detrs de una
mscara monitorizada que le tapaba la nariz y los labios como una
mano asfixiante y su despeinado cabello rubio formaba un halo
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Y tu sabidura te ha dado la razn. Voy a coger esto y t obtendrs mi gratitud. Erebus se volvi para convocar a un silencioso sirviente que esperaba al otro lado de la cmara, pero Fabius
le interrumpi.
Por qu quieres este medio cadver? Qu utilidad tiene
para ti?
Eso no te importa.
Supongamos que si me importa. El apotecario puso casualmente su mano sobre la pistola de agujas medicae apoyada en
su mesa de trabajo. Empleada como un arma a corta distancia, el
dispositivo podra ser tan mortal como una pistola shuriken eldar.
El tono de Erebus no cambi y eso hizo que la amenaza que
sigui fuera an ms escalofriante.
Entonces todo el alcance de lo que ests haciendo aqu
saldra a la luz. No slo las modificaciones genticas, sino el empalme de cdigo gentico de los Hijos del Emperador con cepas
xenos y de otras Legiones sino tambin la confiscacin sistemtica y clandestina de guerreros heridos en los campos de batalla de
la Gran Cruzada para tu propia experimentacin. Erebus asinti
con la cabeza, sealando las otras cpsulas cerradas. Angron,
Mortarion, incluso el Seor de la Guerra Crees que pasaran
por alto el secuestro de sus legionarios?
Fabius se burl.
Toma lo que quieras y vete.
Muchas gracias respondi Erebus, mientras el sirviente
ciego ya separaba la cpsula y la montaba en una plataforma de
transporte con ruedas. Te prometo que este regalo que me brindas ayudar a traer otra Legin a la causa del Seor de la Guerra.
Erebus sonri de nuevo. Al menos, esa es una opcin.
DOS
Reunidos por la cuestin
Aclito
El rostro entre el humo
Por dentro y por fuera, la Lgrima Roja era una obra de arte de la
construccin naval. La nave portaba la bandera de los ngeles
Sangrientos siempre que el Primarca dejaba el mundo de origen
de la Legin y al igual que el propio Sanguinius, su visin era un
espectculo para la vista.
Visto desde la proa, la barcaza de batalla pareca una punta de
flecha de diez kilmetros de proa a popa, forrada en cobre brillante, bronce y acero carmes. Las fauces del can nova, los
mega-lseres, los impulsores de masa y los tubos de torpedos estaban incrustados la parte delantera, mostrando un arsenal comparable al de toda una flota de naves de menor tamao. Kilmetros de torres se dispersaban por todo lo largo de la longitud inferior de la nave, extendindose hacia los cascos laterales y el ventral.
En la moda de las naves imperiales, segn el diseo de cubierta a
cubierta previsto por los antiguos para el Lgrima Roja, cuyos
ancestros navegaban los ocanos, se alzaba en popa una enorme
ciudadela. Esta enorme torre de mando pareca una gigantesca
fortaleza, con un exterior de altsimos muros de adamantina
formando la base y un gran torren cilndrico que se elevaba an
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Debajo de la cpula solar, en la parte superior de la gran torre,
haba una magnfica sala de recepcin. Los pilares de mrmol
rojo, extrado de las tierras ardientes de las regiones ecuatoriales
de Baal, iban desde el suelo piso hasta el techo, sosteniendo velos
de seda trabajados con detalles intrincados. Las banderas que colgaban eran recuerdos de batallas, mostrando todas las campaas
en las que los ngeles Sangrientos haban luchado, desde las escaramuzas finales en Terra durante el ocaso de las Guerras de
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guerreros de la Legin podran reclamar. Llevaba el honor con orgullo y humildad, a la manera de los ngeles Sangrientos, pero el
capitn saba que siempre lo apartara de sus compaeros.
Tal vez eso tambin era bueno, Raldoron nunca haba sido un
destacado espritu gregario. Se vea a s mismo como un alma humilde, un guerrero listo para la llamada a las armas por su
Primarca y su Emperador. Qu haba que decir o dudar sobre
eso?
Redujo el paso cuando vio a tres de sus hermanos de batalla
participado en una acalorada discusin, captando los extremos de
la conversacin.
El capitn Nakir, comandante de la 24., estaba hablando con
Furio de la 9.. Ambos comandantes mostraban grandes contrastes y eran muy distantes en su personalidad del modelo tpico de
un ngel Sangriento. Nakir era de origen technomad, su pelo
negro llegaba hasta los hombros y estaba trenzado, y su rostro
moreno estaba siempre atrapado entre la sonrisa de un asesino y
el gesto de un fantico. Por su parte, Furio era un poco ms alto y
ancho que Nakir. Algunos bromeaban con que sera ms adecuado para l llevar una armadura catafracta de los exterminadores en lugar de su servoarmadura, que pareca pasar apuros
para adaptarse a su estatura. La cabeza calva de Furio era plida,
mostrando sus orgenes como nacido del hielo en las zonas polares del norte de Baal.
Nakir y Furio se dirigan a un tercer oficial, e incluso de espaldas Raldoron supo de inmediato que se trataba de Amit, capitn
de la 5.. Como Nakir y su compaero, la servoarmadura de Raldoron estaba en buenas condiciones y se ajustaba de una manera
acorde con la cumbre que estaba a punto de tener lugar. El Primer
Capitn hizo una pausa antes de ascender a la cpula con el fin de
recoger su espada de energa y su vaina ceremonial para tales
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El Primarca est en camino dijo Furio. Vi al guardia sargento Zuriel dirigirse a su aposento para acompaarle.
Si fuera por la guardia sanguinaria, al ngel no se le permitira salir de sus aposentos resopl Nakir. Azkaellon camina
como si esa armadura de oro lo hiciese mejor que los dems.
Raldoron no estaba en desacuerdo con ese sentimiento, pero
no era decoroso permitir incluso que la semilla ms pequea de
divisin echara races aqu. Concedi a Nakir una mirada severa.
Azkaellon, Zuriel y los dems, todos tienen sus deberes que
cumplir, al igual que nosotros. Merecen nuestro respeto.
Yo slo digo lo que veo respondi Nakir, despus de un
momento.
Aqu no. Ahora no. No fomentaremos ninguna rivalidad
entre nuestras filas replic Raldoron.
He odo rumores acerca de nuestro nuevo destino dijo
Furio, intercediendo para llevar la conversacin hacia el asunto en
cuestin. Se dice que el Seor de la Guerra est planeando una
importante ofensiva en varios sectores distantes.
Y cmo lo sabes? pregunt Amit, mostrando claras dudas
en su rostro.
Los coros astropticos explic Furio. Sus comunicaciones son a veces imprecisas. Otras seales se solapan. Datos
sobre otras flotas expedicionarias son conocidos.
Raldoron no dijo nada. l tambin haba odo el mismo rumor, comentado por los tripulantes cuando crean que estaban
fuera del alcance de su odo. Naves de varias legiones, por algunos
informes hasta seis, estaban siendo convocadas por orden de Horus y con ellas, sus Primarcas. El Primer Capitn trat de imaginar
qu tipo de enemigo necesitara tal escala de fuerzas. Dos o tres de
los hijos del Emperador luchando juntos era una rareza. Ms slo
poda significar una amenaza a gran escala en el horizonte.
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mantenindose intemporal merced a tratamientos de rejuvenecimiento. Raldoron recordaba la imagen de su madre biolgica, creciendo en un orfanato despus de que su familia hubiera perecido
en una tormenta abrasiva, pero se pregunt si ella se habra parecido a DuCade.
Gracias por estar con nosotros, almirante dijo Nakir.
Cmo est la flota?
Bien, capitn respondi ella. Estamos en condiciones ptimas para el combate. Las bajas de la campaa han sido asumidas. Creo que todos estamos de acuerdo en que estamos listos
para pasar al prximo despliegue.
Y no tanto en agradecrselo a la Legin Alfa dijo Furio
suavemente. Es como si nunca nos hubiesen necesitado
Si no es Terra, entonces dnde? interrumpi Amit, no
dispuesto a que el tema de la conversacin derivase. Vamos a
unirnos al grupo de combate Ignis en Nartaba?
La almirante mir al otro ngel Sangriento.
No. Tengo entendido que la misin contra los piratas eldar
en el sistema Nartaba est llegando a su fin. El acorazado Ignis y
su flotilla se unirn a nosotros. Ya se est preparando un punto de
encuentro.
Y despus? dijo Nakir.
DuCade mostr una dbil sonrisa.
Tu suposicin es tan buena como la ma, capitn. El
Primarca an no ha decidido compartir sus planes ms all de ese
punto conmigo iba a decir algo ms, pero entonces uno de los
hombres a su lado se puso rgido.
El ayudante de la almirante tena un implante en el lado
derecho de la cara que se extenda desde la sien hasta la lnea de
la mandbula, un dispositivo de bronce y plata pulida. Raldoron
reconoci la forma de un mecanismo de comunicacin
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terminaban los hechos y empezaba la ficcin. El ngel tena la visin, como se le llamaba, y nada que Raldoron hubiera visto u odo
jams en sus aos como legionario le haba hecho dudar de ello.
En raras ocasiones, en los momentos de mayor importancia, Sanguinius intervena en las operaciones de la Legin, al parecer sin
motivo, pero siempre con gran efectividad. Se salvaran vidas, se
evitaran derrotas, se encontraran trampas. Y era sabido que a
veces conceda una bendicin a un legionario, un vistazo de su
propio futuro revelado a travs de la compleja trama del destino.
Cuando era un joven explorador, Raldoron haba odo esta historia del viejo maestro de nefitos y se preguntaba qu significara
tal cosa. Ahora, ms de un siglo despus, estaba aprendiendo la
respuesta.
Sanguinius asinti.
Te vi en Baal. Estabas en las cavernas bajo la fortaleza-monasterio. Estabas
Durante el ms breve de los instantes el rostro del Primarca se
nubl, pero entonces el momento pas y Raldoron se pregunt si
lo haba imaginado.
T me llenaste de orgullo.
El capitn no lograba encontrar las palabras adecuadas. Al final, encontr una respuesta.
Siempre he estado orgulloso de ser hijo de Sanguinius,
seor.
Y me alegra contar contigo entre mis legionarios el
Primarca le dirigi una sonrisa fcil. T eres mi fuerte brazo
derecho, Ral.
Ya llegan! grit Zuriel, previniendo a los dems.
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En medio de la antecmara, un cuadrado de baldosas cay en un
hueco y luego se retir, cada uno retrayndose del espacio bajo el
suelo como las piezas de un rompecabezas formado con mosaicos.
Desde el hueco abierto se revel una plataforma subiendo,
flotando en un campo de fuerza antigravitatoria. El ascensor se
igual con la cubierta y se detuvo, de pie sobre ella haba cuatro
ngeles Sangrientos portando el blasn dorado de la guardia sanguinaria y en posicin de firmes como en un desfile militar con
sus blteres sostenidos en los brazos. Como uno, hincaron sus rodillas y repitieron la misma reverencia que Raldoron haba hecho
momentos antes.
Tres figuras permanecan en el centro de la plataforma y
mostraron a Sanguinius su debido respeto. Dos de ellos eran marines espaciales, con una servoarmadura oscura muy detallada con
lneas de texto tallado en la ceramita y el signo de un libro ardiendo en sus hombreras. Los Portadores de la Palabra no portaban cascos e hicieron una inclinacin hasta la cintura. Ambos
hombres tenan largas trenzas que se desplomaban sobre sus
gorgueras, con el pelo anillado con broches devocionales y giros
de hilo de oro.
El ltimo de los recin llegados era una mujer anormalmente
alta, vestida de pies a cabeza con ropas de un extrao material de
color broncneo. El primer pensamiento de Raldoron era que
podra ser una descendiente de una de las colonias espaciales
donde los humanos crecieron esbeltos y con huesos dbiles por la
microgravedad, pero tales seres estaran confinados a estructuras
de apoyo en una nave con una gravedad igual a la de Terra. El
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Las puertas de la antecmara se cerraron con un sonido bajo de
metal contra metal y Sanguinius se acerc a la astrpata. No poda
quedarse quieta, cambiando de pie como si recibiese un soplo de
viento que solamente la tocaba a ella.
El Primarca se acerc y levant su barbilla con los dedos,
haciendo que la mirase a los ojos.
Eres muy curiosa le confes. Qu ha hecho mi hermano
para enviarte a ti, Mamzel?
No me gustara adivinarlo susurr ella, acariciando un
broche de plata sobre sus ropas.
No?
No estoy al tanto de los pensamientos de los semidioses.
El ngel se ech a rer.
No somos semidioses, l o yo, pero bajo una luz pobre nos
podran confundir como tales.
Tal contradiccin en los trminos, es grande dijo Sahz.
No soy divino dijo el ngel.
Ella extendi la mano, atrevindose a tocar el borde posterior
de las alas plegadas bajo el manto de malla.
Sanguinius permiti la imposicin, pero luego dio un paso atrs para darle espacio.
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El rostro de Horus se agit y se movi, por lo que sus expresiones se hicieron difciles de leer.
Magnus era estpido. Mantuvo sus objetivos ocultos a
padre. Nunca har eso. El Emperador siempre sabr lo que me
propongo el fantasma del Seor de la Guerra se hizo ms
grande, las formas de su armadura de batalla se hicieron ms patentes a medida que avanzaba. Incluso esta representacin serva
para llevar su gran presencia a aos luz sin disminuirla. Se me
ocurre una pregunta, Sanguinius. Mientras estoy aqu en la cubierta del Espritu Vengativo con mis guerreros a mano y al final
de la Gran Cruzada en el horizonte Pienso en nuestras dudas.
No tengo ninguna respondi el ngel sin dudarlo.
Nuestra causa es tan justa como lo ha sido siempre, hermano.
Traemos la luz a aquellos que necesitan de iluminacin, estamos
siguiendo las huellas gloriosas de nuestro padre. Ya lo sabes.
Lo s se hizo eco Horus y por un momento casi pareci decepcionado. Conozco el deseo de nuestro Emperador por una
galaxia ordenada bajo su dominio.
Es para lo que hemos nacido Sanguinius se detuvo, la preocupacin esculpa sus rasgos. Era difcil interpretar el fantasma
de la imagen de su hermano, pero poda sentir una distancia entre
ellos que no era slo fsica. Horus, qu es lo que te preocupa?
Hay algo fuera de lugar? Es por eso por lo que queras hablar
conmigo a solas?
Su respuesta lleg lentamente, pero con seguridad.
No tengo problemas, hermano. No te preocupes por m
hizo un gesto hacia Sanguinius, con sus dedos fantasmales abarcando hacia fuera. Tengo nuevas rdenes para los ngeles Sangrientos. Una importante misin que requerir de todo el poder
de tus ejrcitos.
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TRES
Sobre la lnea de sangre
Lobos
Ahogndose en cenizas
El ritmo de los pies descalzos del legionario, golpeando contra la
plataforma de metal fro, era un metrnomo, midiendo el paso del
tiempo mientras rodeaba la longitud de la galera artillera del
Hermia.
El ngel Sangriento corra a un ritmo que habra igualado al
de crucero de un transporte de tropas Mastodonte sobre terreno
llano, con su uniforme de entrenamiento adhirindose a sus
miembros. En su espalda llevaba una estructura de metal cargada
con discos de hierro, contrapesos tomados de las tripulaciones de
los pesados lanzadores balsticos dispuestos muy por debajo de la
plataforma de la galera. Llevaba pesos alrededor de sus muecas
y tobillos, llenos de denso polvo de osmio. Le arrastraban, simulando la carga de la servoarmadura Mark II completa, pero sin
ninguno de los sistemas de mejora de la fuerza o mecanismos internos de control de temperatura. Aun as, el sudor qumicamente
diseado le mantena fresco, lo que le permita mantener su velocidad al acercarse a la proa del Hermia y al punto medio de la
galera artillera.
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Elevada por encima del arco de la nave, la galera era parte del
diseo anterior a la cruzada de la nave. Antao era un espacio
donde los oficiales de artillera podan tomar lecturas visuales y
donde estaban emplazados los sensores augures, pero los avances
gracias a la tecnologa del Mechanicum de Marte haban hecho
obsoletos los anteriores sistemas y despus del ltimo periodo en
los astilleros del crucero, las plataformas de kilmetros de largo
haban sido reconstruidas. Aparte del principal corredor vertebral
del Hermia, este era el pasillo ms largo de la nave y en su mayor
parte estaba vaco. Uno de los lados del pasillo miraba hacia los
espacios inferiores del casco, donde descansaban los caones de
proa y los mstiles del campo Geller, el otro miraba a travs de los
paneles de cristalplas al espacio profundo, con los flancos de color
carmes de la nave cayendo a lo lejos.
El ngel Sangriento vio la curva antes de entrar en ella y
aument su velocidad en un sprint repentino. Quera terminar su
carrera antes de que el Hermia completara su salida de los bordes
del sistema Nartaba, antes de que se moviera al espacio interestelar y se aventurase en el inmaterium. En otra parte de la nave,
sus hermanos de batalla ya estaban preparando sus armaduras y
armas para la prxima misin. Su comandante, el hermano sargento Cassiel haba ordenado una revisin obligatoria de equipo y
el lder de escuadra era conocido por su rigurosa atencin a los
ms mnimos detalles. El resto de la unidad Sarga, Leyteo,
Xagan y los otros tendran difcil trabajar bajo su agresivo escrutinio, desmontando sus blteres hasta el armazn y trabajando
sus piezas con abrillantador en polvo. Sin embargo, su armadura
estaba todava en manos de los siervos de la Legin, puesto que
las reparaciones de las placas daadas estaban tomando ms
tiempo del esperado.
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Estaba pensando en el dao que sufri, cuando la herida estall de dolor una vez ms. Mientras continuaba en su carrera, encarando el arco, el diamante irregular de tejido cicatrizado en el
vientre se resinti. Le pinch con el dolor suficiente como para
provocarle una mueca de dolor y, por un momento, detener su
paso.
En el mismo instante, vio una figura al abrigo de una viga de
soporte curvo, un hombre inclinado hacia delante sobre las rejillas como almenas que una vez alojaron macroscpicos y augures
lser. El legionario se detuvo, moderando su respiracin, y su
mano baj a su cicatriz.
Todava sigue curndose, no? El corte, quiero decir dijo el
hombre. Sonri nerviosamente y luego seal al legionario. Su
voz tena una entonacin cantarina, al igual que los acentos de los
colonos de Keltian.
Qu sabes de ella? pregunt el ngel Sangriento. Las palabras del hombre parecan como una imposicin y su cara le era
desconocida, pero la ropa que llevaba dejaba claro que no era alguien de la tripulacin de la nave o un siervo de la Legin. La
placa de datos en su mano era un elaborado modelo civil, con
lentes plegables en brazos retrctiles y una pluma atada una cadena de bronce. Un rememorador entonces, decidi. Haba un
puado de ellos entre los buques de la fuerza de combate, aunque
la mayora permanecan en los alojamientos de la nave de mando
de la fuerza, la Ignis.
S quin es usted, mi seor. El hermano Meros, del noble
linaje de la novena compaa. Si no le importa que se lo diga, usted es un tema de cierto inters.
Meros dio un paso ms cerca.
Inters para quin?
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del Hermia comenzaron un coro estridente y un estruendo recorri la cubierta cuando varias bateras de caones automticos se
giraron para hacer frente a la puerta de disformidad que se estaba
formando.
El apotecario vio que la rasgadura abierta en el espacio-tiempo
expulsaba una viga de hierro de sus profundidades brillantes. Era
una nave de diseo imperial, similar en masa y estructura al Hermia. Pero mientras que el Hermia estaba adornado con emblemas y smbolos que mostraban su lealtad a la IX Legin
Astartes, el recin llegado mostraba los colores estoicos del Gran
Ejrcito de Terra. Los motores de la nave funcionaban al mximo,
dndole un impulso completo, y lleg incmodamente cerca del
casco carmes del Hermia segn regresaba al espacio normal.
La cubierta del crucero se inclin bruscamente y Meros se
agarr a un carril de gua cuando las placas de gravedad en la cubierta lucharon para contrarrestar el abrupto cambio de curso que
estaba haciendo el timonel del Hermia. La enorme nave se vir,
ganando distancia de la mejor manera posible.
Afuera, en el vaco, la brecha disforme irisada se cerr con una
rfaga de radiacin anormal y enfermizas emisiones en falsos
colores. Gerwyn temblaba cuando se atrevi a mirar hacia arriba.
Se ha ido? pregunt, con una voz apenas audible sobre las
sirenas.
La nave?
La brecha del inmaterium!
S asinti Meros. El necio al mando de ese buque debe
estar desesperado o ser muy estpido para salir de la disformidad
tan cerca de un punto de traslacin Meros frunci el ceo. Estas tcticas eran utilizadas a veces por corsarios en las rutas muy
transitadas por transportes de carga, o por capitanes de naves que
intentaban bloquear un sistema estelar. El ngel Sangriento
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Espacial, la gran flota del ngel estara esperando ah fuera la llegada del Hermia y del resto del grupo de combate Ignis. Un retraso
mayor no sera tolerado.
Atended las necesidades del capitn Redknife dijo el
guardia sanguinario al final, convocando a una legin de siervos
con un gesto lacnico. Le dio la espalda a los Lobos Espaciales y
se alej. Asegurad la nave! Contactad con el Ignis y pasad la orden de entrar en el inmaterium espet.
Mir hacia arriba y encontr al legionario que segua mirndole desde la parte superior del prtico. Meros. El que result
herido. La expresin del guerrero estaba llena de preguntas y
Azkaellon hizo una mueca, compartiendo su incertidumbre.
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Est aqu! Est aqu! la ayudante del mariscal Zauber se estrell contra la puerta de su oficina en un estado que estaba en algn lugar entre el pnico y la euforia. Su nombre era Rozin y
haba sido asignada por el mariscal para ese trabajo porque era al
mismo tiempo competente y agradable a la vista. En la carrera de
un mariscal, esto ltimo era una rareza, pues la compleja matriz
poltica de la colonia se compona en gran parte de ancianos o de
veteranos de guerra llenos de cicatrices. Eran personas que
parecan hacer un arte de ser poco atractivos, a pesar de toda la
galantera con la que se cubran y de todos los altos cargos y rangos que se otorgaban entre s.
La mayora de ellos estaban muertos ahora. Se sacudi ese
pensamiento y sali corriendo desde detrs de su escritorio,
haciendo caso omiso de las pilas acumuladas de placas de datos
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que tir con su pasada. Se dirigi hacia la puerta y a la amplia escalera que se curvaba a lo largo de la sala del consejo hasta la
planta baja.
La luz densa y rojiza que haca que todo pareciese como sangre
vieja se filtraba por las paredes y la alfombra, convirtiendo los
pasillos y escalones familiares en algo onrico e irreal.
No. No era algo onrico, esa era una palabra incorrecta. Era de
pesadilla.
Todo era as, todo. La luz, las paredes y el suelo, todo estaba
mal. Rozin le pisaba los talones mientras corra y se dio cuenta de
que ella tambin estaba confundida. Su voz era ms alta y frgil
de lo que haba sido antes. Como si estuviera constantemente al
borde de la histeria.
Le sonaba as la voz de Zauber a ella? Quera preguntrselo,
pero tambin lo tema. Tema que ella le dijera: s, suenas como si
estuvieras perdiendo la cordura. Quera preguntarle si estaba escuchando los mismos ruidos en el borde de su conciencia, como
susurros o el susurro de las pginas al pasarse. Vera tambin
Rozin las extraas cosas parpadeando por el rabillo del ojo? Las
formas fantasmales en espejos o en cualquier objeto reflectante?
Le resultaba difcil no pensar en apualar a gente hasta
matarla? Tena pesadillas todo el tiempo? Quiz tena Rozin
ganas de gritar y gritar y gritar hasta que la garganta se le llenara
de sangre?
Apart todo estos pensamientos con un gesto literal y con un
breve no, que tal vez la chica advirti pero que no coment.
Cruzaron el patio y Zauber mir a los tragaluces. Los ejes de luminosidad trenzados estaban ah, columnas de niebla que bajaban
por los agujeros en la mampostera que cubran el cristalplas. La
ceniza caa y tras varios das seguidos, el extrao fenmeno no
daba seales de detenerse.
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Estaba en todas partes, como la nieve caliente, ascuas que ardan y nunca se apagaban, acumuladas en montones o vagando
por las calles impulsadas por repentinas rfagas de un viento abrasador. Si hubiera habido un volcn cercano, habra tenido sentido. Si hubiera habido un respiradero en la tierra escupiendo
humo al cielo, eso habra sido algo lgico para Zauber. Pero en
ninguna parte de la colonia haba algo remotamente parecido a
eso. La interminable lluvia de cenizas que derramaban las
amenazantes nubes bajas no hizo nada por obedecer las restricciones de la meteorologa.
Otros planetas en el racimo estaban informando de los mismos fenmenos, o lo estaban haciendo en medio de declaraciones
de alarma y demandas de que la capital hiciera algo. Al principio,
Zauber y todos los dems en el consejo haban descartado los
primeros informes como bromas o errores de informacin, para
finalmente reconvertirlos de forma reticente a la sugerencia de algn tipo de manifestacin organizada por activistas. Necio, pens.
Era la naturaleza rebelndose contra nosotros, no los hombres.
Alderman Yee, en las horas previas a ponerse una pistola lser
entre sus labios finos, como de papel quemado, y frer su crneo
con ella, haba sugerido un origen diferente. Yee era de origen un
comerciante independiente, antao un capitn muy solicitado
antes de que el amor y el matrimonio le tentaran para establecerse en la superficie y vivir la vida de un colono, y en eso se haba
convertido cuando fue el primero en sugerir la posibilidad de la
participacin xenos. El viejo capitn haba dicho algo sobre la disformidad, pero Zauber no entendi nada de lo que hablaba. Nacido y criado en los lmites de los mundos coloniales, el mariscal
nunca haba cruzado el inmaterium, ni siquiera puesto un pie a
bordo de una nave interestelar. Rozin trataba ahora de recordar
exactamente lo que Yee haba dicho, pero los pensamientos de
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Una tecnologa repiti Bruja. Usted no necesita preocuparse acerca de su funcin el emisario lleg a las puertas de la
sala del consejo y mir por primera vez al cielo nublado.
Zauber no estaba seguro, pero le pareci ver al hombre sonrer
ligeramente.
Rozin solt una risa nerviosa y frgil.
Lord Bruja, perdneme, pero parece tan sereno frente a
nuestra crisis. Ustedes han odo nuestro mensaje de socorro,
conocen el alcance de los fenmenos que hemos experimentado
trag aire y mir a los cielos. Esto no os perturba?
Bruja se detuvo en el umbral de la sala y le dedic su atencin.
No. En el mundo en el que nac, un cielo como este no parecera fuera de lugar.
Terra? pregunt Zauber en voz alta.
El emisario neg con la cabeza.
Un planeta colonial distante, pero dudo que haya odo su
nombre. Pocos en este sector saben de Davin.
El nombre no significaba nada para Zauber, ciertamente.
Sin embargo empez a decir, que hayan llegado tan lejos
para ayudarnos habla en gran medida de su
La respuesta del mariscal fue interrumpida por el sombro eco
de una gruesa gota de lquido que golpe el suelo cerca de sus
pies. Por reflejo, mir hacia arriba a medida que caan ms,
salpicando su chaqueta negra. Una gota estall contra su cara y l
se estremeci, llevando una mano a su rostro para limpiarse el
lquido.
La mano de Zauber se ti de carmes y ola a cobre mojado.
La cada de ceniza se haba transformado. Ahora, en vez de los copos de brasa gris, un torrente de gotas oscuras caan de las nubes
sombras, silbando mientras baaban toda la mampostera a su
alrededor.
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CUATRO
Buen recibimiento
Portadores de Luz
El ngel del Dolor
El casco del guila de Tormenta retumbaba con el impulso de sus
motores y reflejaba fragmentos de luz de las estrellas titilantes a
travs de las ventanas, mientras la nave haca su camino entre la
flota de guerra de los ngeles Sangrientos. Libre en el compartimento de tropa, el hermano Meros caminaba con cautela a lo
largo del suelo de rejilla de la caonera, escuchando atentamente
los movimientos de su servoarmadura, hasta el ms bajo gemido
de la musculatura artificial bajo la ceramita. Se senta alegre al
enfundarse con su servoarmadura una vez ms. El trabajo de reparacin de los tecnomarines de la Legin la haba restaurado
para estar apta para el combate y no haba ni rastro del impacto a
bocajarro del proyectil busca-almas eldar que casi le haba costado la vida. Por primera vez en semanas, Meros se senta bien,
con su moral elevada.
La vista a travs del portal hizo mucho para mejorar su estado
de nimo. Fuera, en el oscuro espacio, tan lejos como su visin
aumentada le poda mostrar, haba naves espaciales. La majestuosa vista de ellas agit con profunda emocin sus corazones
gemelos.
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Legin. No como nosotros, o ellos asinti hacia los Lobos Espaciales, mientras se alejaban hacia una de las plataformas elevadoras. E incluso a los Portadores de la Palabra. Pueden los
polticos y los legisladores entender qu es lo que hemos hecho
ah fuera? Hay una gran, gran distancia hasta los pasillos de
Terra.
Sus palabras son lo suficientemente buenas para el ngel.
Cassiel le dirigi una fra mirada. Son lo suficientemente
buenas para ti, legionario.
La pregunta que ocupa mis pensamientos sigue presente
dijo Meros. Luego mir hacia Kano. Cuntos de nuestros
hermanos de batalla estn en esta cita? Cien mil?
Ms. Cada una de las compaas est representada aqu, a
bordo de las barcazas y las compaas de mandos respondi
este sin dudar.
Una concentracin considerable, una que pocas veces se ha
repetido en la historia de la Legin el apotecario asinti para s
mismo. Hermanos, si estamos reunidos en tal nmero, la pregunta que debemos hacernos es: contra qu clase de enemigo vamos a enfrentarnos?
S asinti Sarga. Podramos montar toda una cruzada
propia con este ejrcito! Meros tiene razn. Qu amenaza hay ah
fuera de tal calibre que necesita semejante martillo para
romperlo?
Esa respuesta se aclarar muy pronto dijo una voz severa.
Como uno, los ngeles sangrientos se volvieron para ver al
Guardin de armadura negra acercarse a ellos, con el sombro
semblante de su casco recorriendo sus rostros. Os ocupis de
cosas ms all de vuestra competencia.
Kano frunci el ceo.
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En toda la flota de combate de los ngeles Sangrientos, los dorados altavoces de voz montados en cada pared sonaban a coro triunfal. Los primeros compases del Himno Sanguinatus recorrieron
los pasillos y en las cubiertas, todo ser vivo a bordo de las naves
de la Legin, desde siervos a comandantes de compaa, saba lo
que significaban esos tonos. El Primarca estaba a punto de
hablarles.
Por un momento, toda la actividad se detuvo. Slo los servidores sin mente y los cogitadores mecnicos continuaron sus
tareas, ajenos a la gran importancia de las lneas de datos-mquina que salan al vaco y hacia las naves que rodeaban a la Lgrima Roja, lneas de datos ordenando a las otras naves de la
flota que retransmitieran. Las pantallas pictogrficas en los mamparos de cubierta y en los refectorios abiertos se activaron. Los intercomunicadores se pusieron en lnea automticamente. Los legionarios sellados en sus servoarmaduras encontraron sus canales
de voz redirigidos y requisados, y en los espacios en los que estaban montados proyectores hololticos, se encendi el brillo fantasmal de su luz.
Uno de los mdulos hololticos del Lgrima Roja estaba
montado en el techo del hangar donde Meros y los dems estaban
ahora, a cientos de metros de altura por encima de ellos. Con un
rayo de fotones capturados, el fantasma de una gran figura
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A bordo de la Pgina Oscura, el aclito Kreed sinti el breve susurro de la comunin cuando los Portadores de la Palabra se unieron con la flota de los ngeles Sangrientos en la disformidad, y
se ro entre dientes. El toque del empreo sobre su alma era como
nctar y su prdida le trajo de inmediato una oleada de tristeza
mientras pasaba, desvanecindose.
Un da sentira ese toque y permanecera con l, se dijo Kreed.
Un da, sera bendecido ms all de toda medida.
El aclito se alej del agitado cielo carmes ms all de las
ventanas de la ancha cmara del sacellum y se traslad de nuevo
al centro de la sala que pareca una capilla, mirando al capitn
Harox. Mientras Kreed se haba quitado la armadura y portaba
sus hbitos, Harox estaba resplandeciente en su librea ascendida,
con los grabados de texto corrupto sobre las placas de ceramita de
su servoarmadura formando nuevas palabras y smbolos que
enunciaban una letana blasfema. Y si la luz brillaba sobre Harox
de ese modo, podra verse lo que pareca ser una compleja red de
estrellas octales enterradas en el brillo de la servoarmadura.
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La celda de Kano era espaciosa, ya que dichas cmaras eran lo suficientemente grandes para que un par de nefitos la llamaran
hogar. Era una reconversin de sus funciones anteriores en el
Librarius, una cabina compacta y libre en las cubiertas ventrales
de la Lgrima Roja con paredes de hierro pesado, una buena
plataforma y un bastidor armado erigido en la esquina ms alejada. Antes de que el Decreto de Nikaea hubiera prohibido la
guerra psquica entre las filas de los ngeles Sangrientos, a
hombres como Kano Lexicarios, Epistolarios y Codiciarios se
les haban concedido el uso de celdas como esta. En el interior,
podran meditar y perfeccionar sus dones en un lugar de relativa
serenidad. Este santuario, tan pequeo como era, tena un gran
valor y, aunque otros sin los dones de Kano podran utilizarlos
tambin, no se conectaban a la paz que inculcaba de la misma
forma. Despus del edicto, muchos de los antiguos psquicos
ahora compartan los mismos dormitorios que sus hermanos de
batalla no operantes, pero el uso de las celdas de meditacin estaba todava abierto a ellos.
Kano no tena duda de que los Guardianes observaran de
cerca cada vez que un exmiembro de su selecto linaje llegaba a las
celdas. Mientras estaba all sentado, moderando su respiracin,
parte de l se preguntaba si incluso ahora Annellus o uno de su
especie estaba siendo alertado sobre su presencia. Rechaz la
idea, las opiniones de Yason Annellus no eran de su incumbencia.
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Desconect los acontecimientos de los ltimos das. Kano cerr los ojos, dejando que su nodo catalepsiano implantado negara
cualquier necesidad de dormir. Entr en un estado alfa y en los
pasillos de su mente calmada escogi una zona de tranquilidad.
En los prximos das, se dijo, tendra que recordar esos momentos de calma, para poder centrarse y llevar todo el poder de su
ira guerrera a los xenos.
Este era el mantra que circundaba a travs de sus pensamientos cuando la cubierta bajo sus botas se rompi como el hielo
quebradizo y cay a travs de una sala sin fondo de aire negro.
La gravedad reclamaba a Kano y le arrastraba con cadenas invisibles, mientras que los vientos pestilentes golpeaban su cuerpo.
Las corrientes de aire apestaban a olor de matadero, tirando violentamente de sus ropas como si quisieran desnudarlo y luego
desollarlo hasta los huesos.
Estaba cayendo para siempre y la grieta en la cubierta que lo
haba tragado haba desaparecido. Ahora no haba nada salvo la
abierta y aullante oscuridad, y un torrente de manchas cenicientas
que colgaban como copos de nieve en una corriente ascendente.
Un fragmento de la mente de Kano una pieza distante de l,
tan distante a esta experiencia como lo estaba su cuerpo de los
desiertos ms remotos de su mundo de origen, Baal saba que
estaba soando todo esto. Estaba en medio de una visin, arrancado de su carne y proyectado en un reino de los espritus y smbolos; no menos real, no menos letal.
Era la disformidad. Dentro de la nave, a pesar de hectreas de
adamantina y la potencia de los campos Geller de proteccin e independientemente de sus propias barreras mentales innatas, la
fuerza psquica pura del inmaterium arrastraba Kano de nuevo a
s mismo. El toque de la misma le oblig a ir en su mente a
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lugares que haba negado, le hizo volver a encender los fuegos que
haban ardido y se haban convertido en cenizas fras.
Luch, desesperado por desactivarlo y volver a la realidad de
carne y sangre del mundo de la vigilia. El sueo no lo dejara ir.
Las cenizas-manchas se fundieron en gotas escarlatas y Kano
sigui cayendo, ms y ms rpido ahora, ms all de toda verdadera velocidad, convirtindose en un cometa de carne a travs
de la oscuridad. Instintivamente saba que en algn lugar debajo
haba un final a esto, una superficie inmensa en la que iba a
aplastarse como una mueca de porcelana. Se hara aicos.
Pero poda detener la cada con un pensamiento. Lo nico que
tena que hacer era romper el edicto. Dejar que el fuego de su
mente ardiera de nuevo. Kano oa ese pensamiento tan poderoso
provenir de fuera de su cabeza. Haca eco a travs de la oscuridad,
ofrecindole esperanza y escapatoria.
Y si lo haca entonces qu? l hizo un juramento de no usar
sus poderes sobrenaturales y el eco de ese voto era todava fuerte,
enterrado bajo la superficie de sus pensamientos. No poda traicionarlo, no se permitira mostrar debilidad.
El estruendo de aire alrededor de Kano cambi de tono, llegando a ser ms fuerte y ensordecedor. La cada estaba terminando. Estaba muy cerca. Sera antes de tiempo; iba a morir all,
temblando en el suelo de la celda de hierro, estrellndose contra
las paredes de su propia mente. Morir en el sueo era perecer en
la realidad.
En los ltimos instantes, vio una figura. Una figura humana, o
algo que trataba de serlo. Se acercaba en la oscuridad, en lnea
recta hacia l y le estaba gritando.
La figura era un hombre, un guerrero con armadura pesada
que brillaba con un fulgor hmedo rojo carmes e infernal. Un
pelo oscuro se mova desde su cabeza y estaba rodeado de un halo
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Kano despert.
Se dio la vuelta, con el sudor salpicando su piel oscura, la
rplica de la adrenalina corra por su forma transhumana. Las
paredes de la celda de meditacin entraron en un enfoque ntido y
parpade, recuperando un cierto sentido de dnde se encontraba.
Hermano Kano dijo una voz lnguida y plana. Se volvi y
encontr a un sirviente jorobado de pie en la puerta, uno de los
ilotas de mantenimiento que trabajaban en las cmaras de este
nivel. Le mir con ojos idiotas. Fui alertado por los sonidos de
angustia. Est enfermo? Necesita un apotecario?
Lrgate le grit.
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Stiel llam el capitn de batalla. A m! O mis palabras
tienen poco mrito para ti? las palabras eran duras y llenas de
fricativas rotas, la lengua combativa de Fenris que careca del
ritmo engolado del gtico imperial estndar.
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CINCO
Avistamiento
Algo parecido a un nombre
Remanentes
Estaba en una cada sin fin.
Eso nunca haba sucedido antes, no en siglos de guerra. En
miles de mundos, de miles de cielos diferentes, nunca haba cado.
No era posible, desafiaba a la realidad.
No puedo caer, se dijo, pero incluso cuando las palabras se
formaron en su mente, prob la falsedad agria de ellas. La
gravedad, tan fuerte como el pesar, le tena esclavizado, tirando
de l hacia abajo y abajo en un abismo inconmensurable. Haba
una oscuridad que lo rodeaba que no tena profundidad en s
misma, tan estigia y sin forma que hasta sus sentidos sobrehumanos no podan registrar nada de su alcance o escala. Los
furiosos y chillantes torrentes de aire le rasgaban a su paso,
golpeando con fuerza contra su cara, sus piernas, su torso. Los
generosos cortes del traje que llevaba se haban convertido en
cuchillas, con la tela pesada mordindole y golpeando su carne.
Los ornados medallones, los honores y las insignias de batalla
fueron arrancados de sus soportes y cayeron lejos en un parpadeo
de oro, perlas y jade rojo, con los juramentos de batalla ondeando
tras ellos. La cada imposible estaba tratando de arrancarle sus
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Ms all de la rbita de Phorus, se produca un amplio intervalo
de varios minutos luz hasta la esfera helada de Holst. A diferencia
de la superficie rida y llena de crteres del planeta ms lejano,
Holst haba sido completamente colonizado por el Imperio. El
mundo anillado azul-blanco era rico en gas helado y bajo el manto
de una atmsfera delgada de nitrgeno, las refineras qumicas
salpicaban la superficie junto a enormes ciudades colmenas que
albergaban a los obreros que trabajaban en la recolecta del fango
metlico para los motores de imperio. Los restos de un tercer
planeta, que segn crean los propios exploradores del Mechanicum era el ncleo pesado y las lunas rotas de un gigante de gas
colapsado, formaban un cinturn de asteroides que rompa el plano de la eclptica de Signus en dos. Los locales tenan un nombre
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considerarn combatientes enemigos hasta que se indique lo contrario. Quiero ser informado del momento en el que registre algn
contacto.
El repique son de nuevo.
Mi seor?
Sanguinius oy inmediatamente la alteracin en el timbre de
la voz del almirante DuCade y lanz una mirada a Azkaellon, que
tambin haba advertido el cambio de matiz. El anlisis de las palabras era automtico, tan instantneo como el respirar. El
Primarca no perdi el tiempo en prembulos.
Cul es el problema?
DuCade no le pregunt cmo lo saba, haba estado a su servicio el tiempo suficiente para comprender que los ngeles Sangrientos simplemente sentan las cosas ms rpido que un ser humano normal.
Las exploraciones iniciales del espacio local no captan estelas de propulsin o desplazamientos de energa congruentes con
las de naves imperiales o firmas de energa conocidas de las naves
nephilim.
El Primarca alz una ceja. Saba que haba algo ms.
Prosiga.
Los sensores largo alcance estn leyendo objetos metlicos a
la deriva fuera del puerto, cerca de Phorus. Segn mi criterio, he
desviado una nave exploradora a investigar.
Cul es su hiptesis?
Probablemente sern en su mayora naves abandonadas,
lord Sanguinius. No tienen potencia o signos de vida. Estamos
leyendo los subproductos de mltiples barreras de armas en esa
zona y DuCade hizo una pausa, como si estuviera luchando
por encontrar las palabras adecuadas algunas lecturas de energa anmalas.
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El muelle de cruceros de babor en la parte ventral de la Lgrima
Roja estaba despejado para permitir que la fragata Numitor pudiera emplear el tubo de atraque y como medida de precaucin, todos los auxiliares y la tripulacin no combatiente fue derivada a
otras funciones. La nave exploradora colgaba en medio del vasto
espacio, brillantes rayos de luz baaban sus flancos con
salpicaduras de iluminacin oscura. La tripulacin del Numitor
haba accedido a permanecer embarcada mientras un grupo de
servidores medicae dirigidos por el Guardin Berus se mova a
travs de la nave con la servoarmadura sellada, examinando a
cada uno de ellos y tomando informes detallados de lo que haban
descubierto en la zona de restos.
Meros se detuvo en la amplia esclusa y se puso el casco, sellndolo al cierre de cuello de su armadura. Oy el chillido agudo de la
presin del aire cuando el anillo se cerr y una serie de iconos activos brill en su visin perifrica. La atmsfera en el interior de la
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Meros se tom un momento ms en responder, estaba recordando un momento muchos aos antes, con otra orden similar del
Primer Capitn despus de haber estado en la batalla contra los
gigantes.
Como ordene respondi.
SEIS
Miedo
Phorus
Las estrellas se apagan
No haba lugar para Sanguinius en el puente de mando de su nave
insignia. l lo haba hecho as, su trono de mando permaneca en
su santuario privado en la parte alta de la torre dorsal de la Lgrima Roja pero a todos los efectos, no haba asiento formal de
poder aqu para l. Era un pequeo gesto de humildad que haba
sido reforzado a lo largo de la flota de guerra de los ngeles Sangrientos desde el principio de su reinado. El Primarca se neg a
tomar la silla del capitn de una nave de su flota, para que no
fuera visto como una disminucin de la autoridad del oficial al
mando de dicha nave. Permaneca de pie con una mano en el alto
respaldo de la estacin de la almirante DuCade mientras la
comandante diriga a su tripulacin. Permaneca como una estatua inmvil y en silencio, como lo hacan los miembros de su
guardia de honor, que esperaban en huecos cubiertos con cortinas
carmeses a babor y estribor de la cubierta del puente.
El nexo de control y mando de la Lgrima Roja pareca una
pequea arena de combate o un teatro en plena representacin.
En su nivel ms bajo estaban las consolas primarias de operaciones atendidas por DuCade y su primer grupo de oficiales
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Igual que jaulas desgarradas por un animal feroz Azkaellon apareci cerca, captando los extremos de la conversacin. Se
inclin ligeramente ante su seor. No puedo entender cmo y
por qu estas naves estaban en esta zona del espacio. La mayora
de ellas no tenan motores de disformidad y eran incapaces de velocidades ms all de la mitad de la luz, y sin embargo parecan
estar tratando de alcanzar el espacio interestelar. Habran tardado
siglos en llegar a la estrella ms cercana del sistema y un milenio
al mundo imperial ms cercano.
Para responder a esa pregunta, Comandante de la Guardia,
necesita algo que las Legiones Astartes no poseen dijo DuCade.
Y qu es eso?
Miedo Sanguinius detect el cambio en la frecuencia del
pulso por un cambio de color microscpico en sus plidas mejillas
y el movimiento de sus manos delgadas. Ella continu. Considere esto. La gente en esas naves estaba tan asustada que voluntariamente buscaron el abrazo del espacio profundo. Una perspectiva de una lenta inanicin cuando sus suministros de alimentos se redujeran o la asfixia y la congelacin por la falta de soporte vital.
Tal vez se aferraron a la esperanza de encontrar aqu a sus
salvadores dijo el Primarca, tratando por un momento de colocarse en ese punto de vista. Pero no haba nadie para ayudarlos.
Nadie para evitar el destino que en ltima instancia, los reclam.
Teman a esta muerte mucho menos que al terror que los
persigui desde sus casas sugiri Azkaellon con una mueca.
Esa idea me resulta tan ajena como cualquier xenos.
Almirante? el ayudante modificado de DuCade se acerc
a la comandante. Los observadores informan de que estamos
entrando en alcance visual del planeta Phorus. La velocidad de la
flota se est reduciendo segn sus rdenes. Cruzaremos el
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S, mi seor el mayor se inclin ligeramente. Quiero decir, no, mi seor. No hay nada all. La telemetra de la sonda
muestra un mundo que est completamente muerto. Sin vida.
Hasta el nivel microscpico.
Azkaellon vio que su seor se quedaba muy quieto, salvo por el
ligero movimiento de sus grandes alas plegadas contra su
armadura.
Lord Sanguinius, cmo desea continuar? Cruzaremos la rbita de Phorus en un minuto dijo la almirante.
No hay nada para nosotros aqu dijo el Primarca, despus
de un momento. Mantenga el rumbo y dirjase en direccin al
ncleo del sistema.
El Comandante de la Guardia descubri que no poda apartar
la mirada del cadver del planeta mientras este flotaba ms all
de la proa de la Lgrima Roja, quedando por debajo cuando la
nave insignia pas hacia el sistema propiamente dicho.
Y entonces, como el ojo de un depredador del ocano girando
lentamente para seguir el movimiento de un animal de presa,
Phorus se movi.
Cambiando de lugar, el astro negro empez a cambiar de aspecto, volvindose contra su rotacin normal y ondulando su superficie quemada. Las alarmas sonaron en una docena de consolas cuando los servidores sensores detectaron algo que no corresponda a ningn movimiento planetario conocido o previsto
por los programadores.
Sanguinius avanz hasta al cristal blindado del portal, con las
manos presionando la barrera transparente.
Almirante! Ordene a la flota que aumente la distancia con
Phorus, ahora!
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En las pantallas de cada nave de la flota de los ngeles Sangrientos, Phorus daba vueltas y vueltas, pasando por un ciclo da-noche
increblemente rpido, movindose como si hubiera roto su relacin con las leyes de la naturaleza. La esfera oscura finalmente encontr una especie de equilibrio, presentando lo que haban sido
sus regiones polares del sur a la Lgrima Roja y a todos los que
miraban a travs de las ventanas grficas y rels de pantallas.
Un nuevo color, una violenta llamarada naranja sobre el planeta oscuro, surgi de puntos de luz ardientes en la curvatura de la
superficie arruinada de Phorus. Si un ser pudiera haber permanecido con vida en el planeta, habra sido testigo de montaas decapitadas pintadas de holln oscuro hundindose en pozos
abisales y grandes abismos que se abran de un lado a otro del horizonte. Chorros de magma fueron lanzados al aire, expulsados
desde el ncleo profundo del planeta, lo suficientemente calientes
para que el resplandor infernal fuera visible desde el espacio
orbital.
Y desde arriba slo desde arriba la dimensin completa de
lo que se estaba produciendo en Phorus se haca cada vez ms
clara. Al principio pareca que el planeta estaba sufriendo una
catstrofe geolgica repentina e inexplicable. La gravedad del
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El Comandante de la Guardia hizo una mueca mientras miraba y entonces tambin sinti que su aliento se ahogaba en su
garganta.
Las estrellas
Ms all de la funesta luz roja de Signus Alfa y los brillantes
soles de sus hermanas, la dispersin de las estrellas y nebulosas
que estaban a la vista de la Lgrima Roja estaba cambiando.
Azkaellon tena la impresin repentina de que una colosal cortina
caa a travs de una seccin del tamao de una galaxia. Un gran
velo impenetrable y estigio, ocultndolo todo.
Aturdido y en silencio, permaneci al lado del ngel y observ
las estrellas apagarse.
ULLANOR
Algunos dicen que el triunfo en Ullanor comenz con el eco del
primer disparo contra las hordas de pieles verdes del caudillo Urlakk Urg, otros que fue marcado por la sangre derramada cuando
Horus Lupercal lanz al monstruoso xenos desde el balcn del
gran torren, para morir hecho un mueco roto contra las losas
muy por debajo del mismo. Al final, lo nico que importaba era la
victoria y el largo y tortuoso camino que millones de soldados y
cientos de miles de legionarios haban abierto en el centro del violento ataque orko.
La gran masa de xenos haba amenazado con romper en mil
pedazos los nuevos lazos forjados por la Gran Cruzada y as, una
cohorte de guerreros de entre las nobles legiones se unieron para
destruir esta amenaza antes de que se extendiera ms all del sector, en donde la marea verde creca a cada da que pasaba.
Bajo el mando de Horus, los Lobos Lunares llevaron la lucha
al corazn de la mquina de guerra de Urg, distrayendo al ejrcito
xenos con una enorme finta. A pesar de que su padre, el Emperador, diriga a los soldados comunes y a las falanges de Titanes
de combate a travs de Ullanor Mayoris, fue Horus quien asest el
golpe mortal.
Con la eliminacin de Urg, el naciente imperio orko se
autodestruyo y los xenos que no fueron aniquilados en el barro
del gran campo de batalla de Ullanor, fueron perseguidos a travs
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transportadas por el viento. Cuando entr por primera vez la rbita de Ullanor, eclips parcialmente el sol del planeta y los pilotos del Emperador se vieron obligados a dirigir el rumbo de la
nave con mano de hierro, para evitar que la masa de la misma
ejerciese un efecto de marea en el sistema meteorolgico local.
Nuestra Cruzada repiti el Seor de la Guerra. Realmente es nuestra ahora, hermano. La decisin de Padre de regresar al Palacio Imperial la coloca de lleno en nuestras manos.
Se quedaron en silencio por un momento.
Ests tan sorprendido como el resto de nosotros dijo Sanguinius, al final. Haba pensado que te habra hablado de sus
intenciones.
Para liderar, uno debe tener un slido conocimiento del
teatro de operaciones respondi Horus distante. Y este es el
escenario que hemos construido aqu se call, mirando hacia la
ventana.
Sanguinius volvi a hablar antes de que Horus pudiese decir
ms.
Creo que me he entrometido. Deseas un momento a solas
se volvi hacia la cortina de la puerta, poniendo su copa sobre
una mesa con su contenido intacto. Voy a mantener a los dems
ocupados.
Qu les vas a decir? Horus hizo la pregunta a la espalda
del ngel y este se detuvo. Qu me encontraste rumiando?
Lo ests? pregunt Sanguinius jovialmente. Pens que
dejaramos eso a Angron esta noche.
l no es feliz.
Horus concedi un asentimiento.
Nunca lo est. Es su suerte en la vida.
Sanguinius se volvi.
Est furioso. Ms furioso de lo normal, quiero decir.
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Algo brill, dibujndose momentneamente en el ojo del servidor. El Seor de la Guerra estaba tocando la cadena de eslabones de platino que colgaba de su cuello, sobre la que un corte de
zafiro tena la forma del Ojo de Terra. El medalln era el smbolo
de su rango y condicin, otorgado a Horus slo unas horas antes
en la ceremonia de homenaje.
Angron no ser el nico. Habr otros que estarn amargados
por la distincin que padre me ha otorgado en el da de hoy.
Cuando Perturabo se entere de ello dej la frase sin terminar.
Una sombra pas por el rostro de su hermano.
No va a ser de su agrado, as es. Pensar que debera haber
sido l. Y Curze, bueno Sanguinius vacil antes de decir las
siguientes palabras. Te odiarn por ello. Por lo menos al
principio.
Horus frunci el ceo y dej caer el medalln de sus dedos.
Nunca he pedido esto. Pero no voy a lamentarme tampoco.
Ni deberas! Sanguinius volvi a por su copa y la tom de
nuevo. Hermano, el manto de Seor de la Guerra es tuyo y es
justo que as sea sonri. Me siento orgulloso y satisfecho por
ello ms all de mi capacidad de expresin.
Lo estas dijo Horus, como si se tratara de una repentina
certeza para l.
Y Lorgar y Fulgrim? continu su hermano. No les oste
animar conmigo cuando padre dijo las palabras, cuando te nombr comandante supremo? Los otros eran un eco por detrs, pero
sentan lo mismo. Estoy seguro de que si Rogal no fuera tan tieso
habra hecho lo mismo.
Dorn estrech mi mano.
Viniendo del Puo Imperial, eso es prcticamente una explosin de alegra con pocas palabras, la sonrisa del ngel se extendi a su hermano y Horus hizo un gesto superficial. Sanguinius
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Nunca te he preguntado por tus dones, Sanguinius el servidor sinti que el otro Primarca se tensaba ante las palabras.
Nunca he preguntado por tu sentido para los eventos futuros.
Nada tan grandioso objet el otro Primarca. Un atisbo,
nada ms. Un mayor sentido del instinto que a veces se me revela
en sueos.
En efecto respondi Horus. Dime, en tus sueos, has
visto alguna vez que llegaba este da? A nuestro padre despidindose de la Cruzada por razones que no comparte plenamente con
sus hijos y este nuevo laurel sobre mi cabeza? por fin se dio la
vuelta para mirar a su hermano a los ojos. Habas previsto algo
de esto?
El calor se desvaneci del rostro de Sanguinius.
No.
Horus asinti con la cabeza una vez ms.
Yo tampoco.
PARTE II
La Catedral de la Marca
SIETE
Llamada a cnclave
Rostros entre el fuego
Fra
La cmara de litoclasto estaba llena de legionarios cuando entr el
capitn Raldoron, cada uno de pie sobre un pedestal plano bajo
un cono de luz tenue. Cada pedestal estaba ocupado y ninguno
presentaba a un hombre por debajo del rango de capitn de compaa. Haba cerca de trescientos de ellos, lo que representaba
casi todo la oficialidad de la IX Legin. Los colores de sus armaduras eran austeros y de un brillante carmes contra las sombras intencionadamente apagadas de las paredes y el suelo de color arena de la cmara.
Un marcador rnico, aparecido en el interior de su casco, ilumin el rostro de Raldoron cuando su mirada cay sobre un podio
vaco. Salud a aquellos junto a los que pasaba. Nakir y Galn estaban en la fila de atrs, tambin estaba Carminus de la Tercera
Compaa, con los dedos de su brazo aumentado tamborileando
sobre su blter enfundado, Berus, el Alto Guardin, con su tnica
roja que cubra su uniforme de campaa negro y el honorable
armero Metriculus, que miraba a travs de sus ojos mecnicos.
El Primer Capitn advirti otros toques de color fuera de lugar
en medio de un mar de rojo. El Lobo Espacial enviado por
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eventos catastrficos. Podra ocurrirle eso a todo un sistema estelar y a nosotros con l?
Cerca de all, Metriculus se acarici la barbilla, desechando la
cuestin.
La energa para lograr semejante resultado sera probablemente mayor que la suma de la produccin total de la propia
galaxia. Es irracional concebir
Son estos tiempos racionales? la respuesta de Redknife
era casi un susurro.
El Primarca neg con la cabeza lentamente.
Seguimos en el espacio normal, capitn Galn. Nuestros
navegantes lo confirman, a pesar de que dicen que han perdido
todo contacto con las balizas de disformidad ms all de la lnea
del velo.
Los crongrafos se han visto afectados inform Zuriel, y
tambin lo han hecho nuestras comunicaciones. Las seales de
comunicacin dirigidas al velo son reflectadas. Los astrpatas
vacilo, echando al ngel un vistazo antes de continuar. Un astrpata a bordo de la Ignis intent hacer un envo a travs de la
barrera. Afirm que fue asaltada por gritos, ecos enloquecidos de
su propia voz teleptica.
Azkaellon habl por primera vez.
Se quit la vida poco despus.
Raldoron de repente se sinti obligado a hacer la pregunta.
Cmo?
Se rompi su propio cuello dijo el Comandante de la
Guardia, zanjando el asunto.
Sanguinius junt las manos ante l.
He ordenado que una nica nave se retire de la flota, el
crucero Helios. Estn siguiendo un curso inverso a nuestro
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El Stormbird sali de la baha de lanzamiento de popa y se impuls en un giro curvo a travs de los inertes reactores
propulsores del Hermia. La nave de desembarco se enrosc
alrededor del crucero de los ngeles Sangrientos y pas por la
agrupacin de restos que la nave mayor utilizaba como cobertura.
Antao, los muelles de transferencia orbitales haban salpicado
los anillos de hielo brillantes de Holst, como piedras preciosas engarzadas a lo largo de un collar, pero ahora no eran ms que una
coleccin de fragmentos de metal. Los restos de chatarra se
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El guila de Sangre aull al atravesar las regiones exteriores del
cielo del mundo colmena, dejando tras de s una estela de gas de
plasma caliente y de aire desgarrado. Una lluvia de fragmentos
metlicos de los bancos de restos orbitales arda a su alrededor,
convirtindose en breves destellos de inmolacin antes de desintegrarse bajo las increbles temperaturas en la zona de interfase.
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Cada una de las Legiones Astartes proporcionaba a sus guerreros
un programa de entrenamiento hipntico que les daba un conocimiento bsico de las operaciones con vehculos. Los legionarios
fueron imprimados con el conocimiento de cmo manejar unidades areas de superficie y comunes como deslizadores, speeders
artillados y motojets, pilotar un Stormbird estaba en el lmite de
estos conocimientos.
Meros se permiti olvidar por un momento que era un apotecario, entregando sus reflejos a los programas de memoria muscular arraigados profundamente en su mente. Record cmo pilotar la Stormbird de una manera distante, con la claridad de un
hombre cantando de nuevo una meloda medio oda.
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El capitn de navo Godolfan se inclin hacia delante en su silla
de mando y mir a lo largo del puente, observando fijamente la
proa de la Helios, como si pudiera intimidarla para que le diera
respuestas. Se frot la barbilla bien afeitada.
Esto es condenadamente curioso dijo con su acento de Enigma, envolviendo la declaracin con un tono estudiado.
Cuando el crucero acort la distancia con la barrera oscura
alrededor del cmulo Signus, el estado de nimo en el puente de
Godolfan haba decado hasta el silencio. Poco a poco, sus ocupantes abandonaron el gritero de rdenes y rumores, y el habitual sentido de la profesionalidad haba dado paso a otra cosa. No
era miedo, se negaba a llamarlo as. Temor, tal vez.
Era difcil no mirar hacia ese muro impenetrable de humo
negro y no sentir que algo haba salido profundamente mal en el
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universo. Seis dcadas de servicio en las fuerzas armadas imperiales le haban mostrado a Godolfan muchas cosas y lo haban llevado a muchos lugares, pero la enorme aberracin de la extraa
mortaja le afect de una manera que encontr difcil de articular.
De hecho, no debera haber sido tan preocupante, slo era oscuridad. Nada ms que un fenmeno estelar extrao, un gran
ocultamiento csmico auspiciado por los enemigos de la humanidad. Preocupante, de hecho, incluso formidable. Pero nada que
minase la voluntad de un hombre.
Distancia al borde interior? la pregunta vino del capitn
Reznor, un teniente comandante de la 164. Compaa. El
descomunal legionario estaba cerca de la alcoba de artillera, con
su rostro aquilino enmarcado por un pelo largo y negro. Reznor
era parte de una fuerza de cincuenta ngeles Sangrientos a bordo
de la Helios, de acuerdo con las rdenes del Primarca, para investigar e informar sobre lo que la tripulacin de siervos llamaba
el velo.
Cuando la respuesta no lleg, Godolfan mir a su oficial de
augures.
Respndale, teniente Dequen!
La joven manipul su consola con una creciente sensacin de
la agitacin.
Lo hara si pudiera, seor
El rostro de Godolfan se retorci en una mueca y se levant de
la silla, movindose por toda la sala. El capitn haba nacido en
los anillos orbitales de Enigma y tena un andar estirado y de paso
largo tpico de su vida en un mundo de baja gravedad.
Explquemelo le pregunt, estirndose sobre Dequen para
mirar en las profundidades del holograma que mostraba las lecturas de los augures.
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Se reunieron bajo el ala de estribor intacta del Stormbird. Con la
nave de desembarco sobre esa posicin, el enorme perfil aerodinmico se curvaba sobre las cabezas de los legionarios, protegindolos de la incesante nevada. Los fluidos goteaban de las
grietas en el fuselaje y el combustible restante se derramaba fuera
de los tanques perforados para agruparse en la autopista.
Alrededor de los bordes de los charcos ya se estaban formando
placas de hielo, el increble fro de Holst era lo suficientemente
potente como para congelar prometio lquido.
Kano encontr a Meros atendiendo a un legionario de la escuadra tctica. El giro inesperado del apotecario en los controles
de la nave los haba hecho aterrizar de forma segura, aunque segura fuera un trmino relativo. Ninguno de los ngeles Sangrientos o Portadores de la Palabra de Harox haba muerto en el accidentado aterrizaje, pero si hubo algunas lesiones menores. El sargento Cassiel llev a cabo un balance de su situacin, a todos los
efectos estaban totalmente operativos y su despliegue haba
comenzado.
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Encontraron los primeros cuerpos en el atrio, donde la autopista
penetraba en la metrpoli, en el lmite de un anexo de varios
niveles que comprenda una galera de puestos de venta, un
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Meros seleccion un modo de visin y una imagen superpuesta apareci en las lentes de su casco, mostrando una serie de
iconos que indicaban el estado de las servoarmaduras de cada legionario en el equipo: verde para normal, mbar para daado,
rojo para crtico. Slo el oficial de mando y la unidad medicae
tenan acceso a la recepcin de esa telemetra y slo a corta
distancia.
El icono de Xagan brill de verde a mbar y un instante despus una salva de disparos reson en el aire fro.
Por ah! Cassiel sali disparado hacia adelante como un
cohete, subiendo los peldaos de un paso elevado de tres en
tres. A todas las unidades, mantengan posiciones y permanezcan alerta! no esper a que Meros corriera tras l, saba
que el apotecario se apresurara.
Corrieron sobre un csped bordeado de hielo y una fuente ornamental congelada cuando otra andanada de disparos de blter
impactaba a una distancia cercana. Meros capt un ruido como el
de la piedra moliendo piedra y el tintineo de cristales rotos, mientras saltaba a travs de un vehculo de tierra congelado y corra
hacia un edificio cado de dos plantas.
El icono con el nombre de Xagan parpade de mbar a rojo y
luego se oscureci.
La entrada estaba bloqueada. Cassiel abri el camino,
haciendo asideros en el rococemento de la pared perforndolo con
sus dedos. El sargento se levant sobre el dintel del techo derrumbado y se desliz hacia abajo. Ambas plantas se haban comprimido en una, formando un pequeo atrio de piedra rota. Meros se
detuvo a nivel del techo, barriendo la panormica con la pistola
blter en busca de cualquier contacto hostil.
Abajo, yaca un blter modelo Umbra Ferrox como si hubiese
sido arrojado en el suelo, con el vapor todava saliendo de su
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fibras musculares potenciadoras de su servoarmadura convirtieron su salto en un poderoso bote que lo desplazaron un trecho
hasta la siguiente azotea baja. La piedra se astill bajo el impacto
de su aterrizaje, pero no le hizo caso, sigui corriendo y escogi la
ruta que le llevara a la torre cada lo ms rpido posible.
Mientras avanzaba, oy la voz de Cassiel en el comunicador.
A todas las unidades, contacto enemigo, vectores desconocidos. Estad listos!
El apotecario hizo un ltimo salto que lo dejo en medio de lo
que haba sido una plaza de aparcamiento para taxis automatizados. Vehculos cpsula de tierra, llamativamente pintados, estaban parcialmente enterrados bajo los escombros de la torre derrumbada, y el aire todava estaba espeso por una nube de polvo.
Meros mir empleando la visin trmica de su casco, barriendo la
zona con su escrutinio. Inmediatamente, vio una lnea de luz
blanca caliente que emanaba de una docena de formas irregulares
a pocos metros de distancia. Cambio a un modo ptico normal,
aventurndose a travs de la nube de polvo que se disipaba,
apuntando con su pistola blter.
Los Portadores de la Palabra no estaban vinculados al sistema
de iconos de estado, pero dispona del auspex de su guantelete y
lo utiliz para escanear en busca de seales de vida.
Las lecturas de retorno eran confusas y sin sentido.
Meros se detuvo para orientarse. De alguna manera, el esqueleto de acero de la torre cada no se haba roto en su colapso. En
cambio, estaba arqueada sobre s mismo, con espinas sueltas
abiertas a lo largo de su longitud como los dedos de una garra de
metal. Increblemente, paneles enteros de cristalplas seguan en
su sitio, con sus bordes al descubierto y ntidos. Colgaban sobre
su cabeza como un dosel de hachas de verdugo. Un fluido oscuro y
aceitoso manchaba muchos de ellos, y ese mismo lquido se
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OCHO
Helios
La ciudad viviente
Exterminatus
El carrusel de los horrores volva sin cesar desde la oscuridad del
velo y Godolfan se apart de los paneles, sacudiendo la cabeza.
Trat de librarse de las imgenes, de las ilusiones que su mente
perturbada haba creado. Lo intent y fracas.
Esto Godolfan qued momentneamente desorientado e
ignor el asunto. Esto no es correcto su mirada deriv al capitn Reznor, pero el ngel Sangriento estaba distrado, olfateando
el aire como un perro de caza.
El aroma. El capitn camin hacia delante, inclinando su
cabeza para estudiar el hemisferio de plastiacero en el techo del
puente de la Helios, la cara inferior del mdulo de hbitat del
navegante.
Godolfan mir hacia arriba y vio algo que brillaba alrededor
del borde circular de la escotilla de presin: una estela de lquido
se mova en un arco lento en torno al borde de la trampilla hacia
su punto ms bajo. El lquido oscuro se concentr y se rindi a la
gravedad, emitiendo una gota gorda que salpic en las placas de
cubierta. Instintivamente, el capitn tendi la mano para coger
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Para cuando los Portadores de la Palabra regresaron al atrio, estaba decidido.
Los nephilim deben haber dejado cazadores en la ciudad, a
la espera de cualquier fuerza de rescate Kano observaba mientras Cassiel hablaba con Harox. Obviamente, estn camuflados
de alguna manera que los hace invisibles a nuestros auspex.
Obviamente repiti el capitn. Su voz sonaba como el roce
entre pedernales.
El sargento hizo un gesto hacia los jardines pisoteados del
pequeo parque a su alrededor.
Esta zona tiene buenas lneas de visin. Nos estableceremos
aqu y les atraeremos. Kaide ha sembrado el permetro con cables
trampa y granadas perforantes.
El tecnomarine movi su cabeza al or su nombre, sin levantar
la vista de la placa de datos en su mano. El servo-crneo de Kaide
an estaba por encima de ellos, zumbando mientras daba vueltas
por los aleros del techo de la gran cpula en un patrn de vigilancia automtica, en busca de picos trmicos, escuchando los posibles pulsos de alta frecuencia de las vocalizaciones xenos.
Muy bien Harox no ofreci ms y Kano frunci el ceo
bajo del casco. Haba esperado alga muestra de emocin del
Portador de la Palabra. El capitn acababa de perder a uno de sus
hombres y sin embargo se comportaba como si estuviera hablando de un ejercicio en un desfile. El ngel Sangriento saba que
sus parientes de la XVII Legin se entregaban a la furia y justa rabia, pero no vio nada de eso en el taciturno Harox y su compaero
silencioso. Y teniendo en cuenta que su misin de bsqueda y
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rescate apenas si haba logrado el primer aspecto de esta descripcin, los Portadores de la Palabra parecan despreocupados por la
orden de Cassiel de atrincherarse y esperar. Cuando Kano trat de
poner una descripcin a la conducta de Harox, la nica palabra
que se ajust fue desinteresada.
El guerrero mir hacia otro lado. Tena ganas de quitarse el
casco y tomar una bocanada de aire que no fuese de la atmsfera
cerrada y reciclada de su armadura sellada, pero Cassiel haba
dado la orden a todos los legionarios de permanecer con el casco
puesto. El hecho era que el aire txico de Holst habra sido daino
para sus pulmones despus de un par de respiraciones, pero Kano
no poda ignorar la tensin en su interior, la fronteriza presin
claustrofbica al borde de sus sentidos. Deb haberme quedado en
la nave insignia, se dijo. Este lugar no es ms que una tumba.
Nos sentamos y esperamos, entonces? pregunt Sarga,
haciendo una pausa mientras recargaba el blter. Perdemos un
Stormbird, dos guerreros, y nos sentamos a esperar?
El enemigo es astuto respondi Cassiel, silenciando con su
tono al otro ngel Sangriento. Asalta a hombres solitarios, desapareciendo de nuevo en las ruinas. Este es su territorio. Tenemos
que atraerlos para que renuncien a su cobertura y ataquen en
campo abierto.
He visto a los nephilim de cerca seal Leyteo. Son
grandes. Difciles de ocultarse. No podras ocultar uno en todo
esto.
Cierto. Pero usaron esclavos humanos de Melchior Sarga
seal hacia los muertos. Por qu no aqu tambin?
Un soldado conscripto no hizo desaparecer a Xagan respondi Meros. Y los esclavos no descuartizan a un legionario.
Cassiel hizo un gruido desde el fondo de su garganta y avanz
hacia el centro del parque.
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Lo primero que trat de matar a Kano tena una farola de
columna y el torso y las extremidades formadas por seales de la
carretera, seales rotas de trfico decapitadas y otras piezas
menos identificables de residuos metlicos. No era un robot de
batalla, pues Kano haba luchado con autmatas en las jaulas de
entrenamiento y durante el ao que dur la Guerra de la Luna del
xido. Esta cosa estaba animada por una fuerza imposible ms
all de su comprensin. Su instinto le deca que estaba alimentado por la ira y eso pareca suficiente comprensin por el
momento.
La cosa-chatarra lo asalt con dedos hechos de radios de una
rueda, mientras gruesas chispas amarillas emergan del suelo all
donde se arrastraba y atacaba. Desde enormes bocas formadas
con papeleras escupi fragmentos rotos de tornillos y dispersos
restos de chatarra, todo calentado hasta alcanzar un color
naranja-blanco.
Kano se detuvo y apunt hacia el centro de la masa, descomponindola en pedazos con una poderosa rfaga de tres disparos.
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Durante un largo segundo, Kano sinti la necesidad de conocer la respuesta. l podra lograrlo, si era rpido. Slo el ms ligero roce de sus poderes psquicos acorralados, para buscar una
mente o un atisbo de ella tras estas cosas
Vio a sus hermanos de batalla y a los Portadores de la Palabra
a su alrededor. Me veran, se dijo Kano. Ellos lo sabran. Est
prohibido.
Seguid disparando orden Cassiel. Destruidlos!
Al mismo tiempo, la primera fila de abominaciones se tambale hacia atrs, como arqueros en una competicin. Luego
rompieron hacia delante como uno solo y arrojaron jabalinas de
acero roto a toda velocidad hacia las lneas de los legionarios,
varillas de metal expulsadas de sus torsos delgados. Un legionario
cay cuando una lanza oxidada de ocho metros de longitud le atraves por el estmago y sali a travs de las capsulas de refrigerante de su mochila. Kano vio a Kaide recibir un golpe de refiln
que le derrib.
Retirada! el resto de las palabras del sargento se
perdieron en un lastimoso murmullo bajo sus botas. Hoyos sin
fondo se abrieron en el rococemento a su alrededor, con colmillos
irregulares de ladrillo quebrado. Para horror de Kano, trabajaban
como bocas de lamprea, moliendo y mordiendo a la nada,
tratando de morder a cualquier cosa que se acercase.
El suelo se retorci y enroll bajo sus pies, una onda de movimiento recorri toda la extensin del atrio de la ciudad superior.
En un momento de lucidez, Kano imagin la superficie del parque
como si se tratara de una manta sobre una gran bestia dormida,
ahora despertando al encontrar insectos arrastrndose sobre su
lomo.
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La demencial pesadilla no terminaba. Por un breve momento,
Meros se pregunt si haba quedado inconsciente durante el
choque de la Stormbird y hasta ahora se encontraba en un coma
inducido para curarse, con su mente sacando a relucir esta locura
de su subconsciente.
No. Meros haba estado en ese estado no haca mucho tiempo,
existiendo en un reino donde el pensamiento era tan real como la
carne, y casi lo haba matado. Saba que no era una ilusin, eso
habra sido una explicacin demasiado simple. Pareca como si la
demencial realidad de la pesadilla que experiment entonces,
ahora lo hubiera seguido a la autntica realidad.
Escaparon de la gran cpula, incluso cuando los bordes rotos
del hemisferio de cristalplas se convirtieron en los labios de una
boca con colmillos y se cerraron tras ellos. Afuera, en las nieves de
la autopista abierta, los vehculos muertos bajo gruesas capas de
nieve irrumpieron de repente en movimiento, dando bandazos
hacia delante sobre ruedas congeladas que patinaban cuando intentaban embestir a los legionarios contra las paredes de la
mediana.
Era una cada dura desde la carretera elevada a las llanuras de
hielo de Holst, pero lo hicieron, incluso con sus compaeros
heridos. Las rdenes de Cassiel eran claras: poner la mayor distancia posible entre ellos y cualquier elemento de la infraestructura de la ciudad. Si el enemigo podra recurrir a objetos inertes
para asaltarles, ninguna parte era segura.
Meros se atrevi a echar un vistazo por encima del hombro y
vio la carretera doblarse en bucles, mientras la monstruosa
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Sanguinius viaj a Holst para verlo por s mismo.
El combate ya estaba en marcha cuando entr en rango visual.
La Hermia, junto con el Victus y sus cruceros de escolta: Sable y
el Caballero Plido, estaban golpeando la superficie del planeta
con los brillantes hilos rojos intermitentes de sus mega-lseres,
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Sin embargo ningn miembro de la tripulacin, humano o legionario, poda apartar la vista de la ventana panormica. Centrada en el cristal blindado, la superficie de Holst era parcialmente visible a travs de las nubes de cenizas volcnicas y la
niebla qumica. Pareca un hervidero de colosales formas serpenteantes, cambiando y evolucionando. El paisaje helado se haba
convertido en una cscara cancerosa en constante movimiento y
su forma retorcindose jugaba malas pasadas al ojo, como si se
asemejase a rostros que rugan y escupan.
Cuando el seor de la Guardia Sanguinaria volvi a hablar,
haba una furia glacial bajo cada palabra pronunciada.
Nuestra sangre no ser derramada por aquellos que no se atreven a mostrarse. No habr muerte aqu sin retribucin. Por mi
Legin, lo juro.
Informe del capitn Amit inform Zuriel. La Victus,
Sable y Hermia estn entrando formacin con nosotros. La Hermia reporta daos mayores, pero todava an est operativa vacil. Sus rdenes, mi seor?
Esto acaba ahora dijo Sanguinius. Almirante DuCade,
control de armas esclavo en todas las naves a mi orden. Dgales a
todos los capitanes que preparen sus torpedos ciclnicos y sistemas de mega-armas para un bombardeo total. Objetivo Holst.
Una oleada de incertidumbre recorri a la tripulacin humana
ante el pensamiento de tal descarga de potencia de fuego.
Todas las armas? Contra la ciudad colmena? pregunt
DuCade.
Contra el planeta corrigi el Primarca. Sincronizad las
retculas de objetivos a lo largo del ecuador, rastread el flujo
geolgico. Quiero que este mundo estalle.
Azkaellon sinti que un escalofro lo atravesaba. El martillo de
la voluntad del Emperador era una fuerza poderosa y en las
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guerras de la Gran Cruzada haba sido a menudo lamentablemente necesario castigar mundos enteros con crueles decisiones.
El Comandante de la Guardia haba visto ciudades borradas del
mapa en un abrir y cerrar de ojos, vaporizados por los caoneslanza y las bombas macro-nucleares, continentes ardiendo con
andanadas lser, cielos en llamas.
Y aunque que el poder de matar a un mundo, en realidad
destruirlo, siempre haba estado al alcance de la Legiones
Astartes, era una orden que Azkaellon nunca haba visto ser
ejecutada.
Todos los capitanes informan de que tienen las armas preparadas DuCade ley de nuevo la situacin con voz muerta,
como si no estuviese dispuesta a creer lo que vendra despus.
Su orden, mi seor.
Azkaellon senta una ira igual a la del Primarca por la destruccin del Caballero Plido y saba que nadie a bordo de las naves
hermanas senta otra cosa, pero el acto de guerra que estaba a
punto de suceder ante ellos todava le haca detenerse.
Finalmente, Sanguinius se apart de la ventana panormica y
mir a su viejo amigo y compaero a los ojos. En la cara noble del
ngel haba una gran distancia que record a Azkaellon hasta qu
punto estaba por encima incluso de su transhumanidad superior.
Y dentro de ella vio determinacin, tan densa como el neutronium
e igualmente inquebrantable.
Mi paciencia con este juego de sombras ha llegado a su fin
dijo el Primarca y las palabras parecieron ser slo para Azkaellon. Dad la orden: Exterminatus Extremis.
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NUEVE
Un arma de cobardes
El bibliotecario
Convocando
Hemos trado una sombra con nosotros dijo Meros, con palabras que surgieron espontneamente. Su mirada permaneca
firmemente bloqueada en un punto del mamparo de plastiacero
que atravesaba la cmara en donde estaba, su concentracin era
imperturbable.
Una sombra el Primer Capitn Raldoron estaba en el borde de su lnea de visin, el carmes de su servoarmadura contrastaba con las paredes del gris metal. El compartimiento a
bordo de la Lgrima Roja era una cmara de contencin segura,
del tipo que la Legin usara si requera el transporte de prisioneros. Qu quieres decir con eso?
Raldoron era el rojo, a su izquierda, en el centro, el Comandante de la Guardia Azkaellon era el oro, su excelente armadura de
artificiero pareca opaca y plana en la sombra oscuridad, y el Alto
Guardin Berus, rpidamente trasladado desde el Cliz, era el
negro en el otro extremo. Los tres guerreros estaban all para
juzgar a Meros y a sus palabras, junto con las de todos los que se
haban aventurado hasta la superficie de Holst.
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Cuando las naves acabaron con ese ruinoso infierno y regresaron a la flota, se produjo un cambio mir a Berus. S que
lo habis visto.
Nosotros hacemos las preguntas, hermano Azkaellon se
apresur a advertir al apotecario.
Berus respondi no obstante.
Lo he visto asinti l, su voz ronca era un gruido animal. Han pasado das desde que penetramos en la rbita de
Signus VI, y dejamos ese mundo muerto y roto. El estado de nimo de la Legin ha cambiado. Mientras se llevaba a cabo la misin de la colmena primaria de Holst, nos lleg el informe de la ltima comunicacin de la Helios se call, pensativo. Perdida
con toda su tripulacin en circunstancias extraas.
Meros gru sin humor.
Hemos sido acosados por circunstancias extraas desde el
momento en que llegamos al cmulo Signus, Guardin.
No se equivoca observ Raldoron.
Nuestra Legin ha derramado ms sangre en la Cruzada
replic Azkaellon. Hablas como si nos encogisemos ante el
hecho de perder hermanos.
Con el debido respeto, mi seor. No he dicho eso dijo Meros. Exteriormente, mantuvo un semblante firme, pero por dentro
el ngel Sangriento estaba al lmite. Cualquiera de los guerreros
en la habitacin tena el poder de toda una compaa de combate
en sus manos, eran figuras legendarias con cuadros de honor que
se extendan cientos de aos de guerra y l no era ms que un legionario de lnea, un humilde medicae de escuadra.
Sin embargo, no poda permitirse dejarse intimidar. Arriesg
una mirada al capitn Raldoron, preguntndose qu intenciones
se movan tras ese rostro impasible. Azkaellon se comportaba con
un aire de eterna arrogancia y Berus con una actitud tan vigilante
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con Kano y Sarga, Cassiel y Leyteo, Kaide y el resto, hasta el capitn Amit y el Guardin Annellus, la descripcin de los testigos
presenciales sobre lo que se haba encontrado en el mundo helado
era ahora un asunto de la Legin.
Berus continu, mirando a la pantalla ovalada.
He ledo esto con temor e incredulidad por igual, hermano
Meros. Lo que dices que viste desafa a la lgica y la posibilidad.
No ment. Y si mi mente estaba nublada de alguna manera,
fue tan sutil que no lo saba insisti Meros. Mir a Azkaellon.
Es eso lo que pensis? Estabais a bordo de la nave insignia,
seor. Vio el planeta.
Desde la rbita corrigi el capitn de la Guardia. No vi
amalgamas monstruosas de metal y piedra.
Pero osteis el grito dijo Meros antes de que ser consciente
de ello y al instante se arrepinti de su respuesta.
La expresin de Azkaellon se convirti en piedra.
Todos lo hemos escuchado dijo Raldoron antes de que el
Guardia Sanguinario pudiera responder.
Otra arma psicolgica insisti Berus. Transmitida por
voz a todos los canales, emitida por una onda resonante. Una
tctica conocida de los xenos.
El arma de un cobarde los labios de Azkaellon se curvaron
y mir a Meros. Con la intencin de socavar las mentes firmes.
Si el Comandante de la Guardia le estaba provocando en busca
de una reaccin, el apotecario se neg a proporcionrsela. Al final,
fue Raldoron el que habl.
Puedes retirarte, hermano apotecario. Vuelve a tu escuadra y
espera nuevas rdenes.
Meros vacil. Tena sus propias preguntas y quera respuestas,
pero una mirada al Primer Capitn le dijo que no iba a obtener
ninguna hoy.
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El transporte atrac en la bodega de carga nmero 6 del Encarnadine, con gruesas patas articuladas que siseaban bajo el peso de
la carga del transportador. Una manada de servidores pulul inmediatamente hacia la nave, listos para recoger los suministros en
su interior y llevrselos hasta los tranvas neumticos que
trasladaran los contenedores de un lado a otro por los pasillos de
la quilla.
A pesar de que la flota de los ngeles Sangrientos se encontraba en alerta uno, listos para el combate, un puado de movimientos de transporte entre naves se sigui llevando a cabo. El estado
de alerta mxima no impeda que uno se aventurarse de una nave
a otra, si bien se haca ms difcil sin causa justificada. Viajar a
travs de la flotilla sin un salvoconducto formal o una marca de
libertad significaba una corte disciplinaria como poco, y un consejo de guerra en el peor de los casos.
Sin embargo, Kano lo haba logrado. Fue astuto y cuidadoso,
trazando un curso que teji de un lado a otro a travs de las naves
de la flota y en el lapso de un da hizo su viaje desde la Lgrima
Roja a la gran concentracin de naves en el cuadrante en sentido
del Giro. Viaj entre naves cisterna, Stormbirds y lanzaderas. Se
hizo tan poco notable como un transhumano poda, dejando su
servoarmadura en la barcaza de batalla y su rostro oculto bajo la
capucha de su tnica. Era una flota atareada y el ayudante de un
Primer Capitn saba bien cmo funcionaba.
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Meros sinti el sombro y desesperado estado de nimo de la enfermera al pasar por sus salas. Fuera de las necesidades de un
combate real, cuando el centro mdico estaba curando a los
heridos y atenda a los moribundos, era normalmente un lugar
tranquilo. Ahora estaba igual, pero de una manera diferente. El
aire estaba cargado de desesperacin y haba muchos ms miembros de la tripulacin y siervos de la Legin en los pasillos. Los
que se atrevieron a alzar la vista hacia el ngel Sangriento, lo hicieron con el miedo en sus rostros. En el ojo de su mente, Meros los
vio y se acord de los cadveres congelados en las calles de Holst
Prime. Parecan dos caras de la misma moneda: vivos y muertos,
aqu y all.
Los humanos eran muy frgiles, incluso en ausencia de heridas. Era difcil para el legionario imaginar que una vez haba sido
como ellos, antes de que sobreviviera a las pruebas y se ganara el
derecho a la implantacin de la semilla gentica y los aumentos.
Tuvo compasin de ellos, de los que permaneceran para siempre
normales. Nunca veran el universo con tanta claridad como l,
nunca estaran tan confiados y seguros de su propsito
La idea cuaj. De qu estoy seguro de ahora?, se pregunt
Meros. Su rgida visin de las cosas estaba siendo desafiada. Los
supuestos sobre los que el guerrero haba edificado su vida se estaban volviendo arena en sus manos, cayendo entre sus dedos.
He viajado mucho y he visto lo increble, pens. Esto es un regalo que me dieron a cambio de mi servicio a esta Legin. Pero
hasta Signus, nunca haba experimentado lo imposible. Esa fue la
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sombra de la que haba hablado y una mirada a los ojos de Raldoron y los dems comandantes haban dejado clara la verdad.
Ellos tambin lo saben.
La sensacin que acompa a la revelacin era extraa y
nueva. Un fro punzante a travs de la superficie de sus pensamientos, un hueco en el pecho. Podra ser un eco de miedo?
Imposible. Esa palabra otra vez.
No hay ningn lugar al que no nos aventuremos murmur
Meros, recordando las palabras de la inscripcin en el Sepulcro de
Hroes de Baal.
Eh! alguien le estaba gritando, corriendo hacia el apotecario, y con ello su momento de introspeccin se desintegr.
Lord Meros! era Gerwyn, el rememorador que haba conocido a
bordo de la Hermia. El hombre pareca ms pequeo de lo que recordaba, como si las ropas que llevaba fueran demasiado grandes
para l.
El ngel Sangriento inclin la cabeza.
Has sido trasladado a la nave insignia, entonces.
S Gerwyn devolvi el gesto con las manos en movimiento,
nervioso y enrgico. Los ojos del secuencialista tenan un halo de
color gris y su tez era plida. Estoy alojado con el resto de la
compaa en la Torre del Cisne.
Meros la conoca: un minarete de oro en la superficie dorsal de
la Lgrima Roja, que se utilizaba principalmente con fines ceremoniales. El Primarca gentilmente haba instalado all al contingente rememorador para que pudieran hacerla suya.
Gerwyn segua hablando, palabras ociosas de poco inters
para el apotecario acerca de las relacin del hombre con los artistas, dramaturgos y periodistas, que documentaban la misin de la
flota. Meros se dio cuenta de algo y lo seal.
Dnde est la placa de datos? La perdiste?
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visto el ceo en la cara del ngel Sangriento. Sabe lo de los suicidios? Y los que se volvieron locos sin explicacin?
Meros pens en el frenes que haba visto en los ojos del piloto
de la Stormbird.
Lo s.
Gerwyn se inclin ms, bajando la voz hasta convertirla en un
susurro conspiratorio.
Sabe cuntos? Ms de una docena slo en la Torre del Cisne
y no de un modo discreto. Horrores, seor. Horrores que
mantienen a un hombre despierto en la noche.
Hay ms aparte de los ocho?
Ocho? los ojos de Gerwyn se abrieron de par en par y casi
se atragant con las palabras. Ochocientos ms bien! He odo la
historia de un escultor a bordo del Cliz, de ingenieros que se
ahogaron usando aceite de motor. Dicen que el sargento de armas
en un destructor escolta se comi su propia pistola lser retrocedi, parpadeando mientras recobraba la compostura. Ninguno de vuestra clase, supongo. Slo los inferiores de nosotros
su voz se apag en un estremecimiento. Tengo que irme. Perdonad mi interrupcin. Le ruego me disculpe Gerwyn hizo una
torpe reverencia y se march rpidamente.
Durante un largo momento, Meros qued de pie en el pasillo
de la enfermera, dndole vueltas a las palabras del secuencialista
en su mente. Finalmente, fue hasta un cogitador situado en un
rincn en uno de los laboratorios secundarios y activ una
bsqueda de datos.
La mquina-esclavo tartamude al cobrar vida.
Existo para servir expres.
El apotecario habl por el micrfono de voz.
Esquelas. Ordenar por los siguientes criterios. ndice temporal, desde la llegada al cmulo Signus al presente. No slo
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Kano parpade, tratando de asimilar lo que su hermano de batalla
le haba dicho. La senda del psquico era compleja y siempre en
constante cambio, y haba aprendido en sus primeros aos de servicio a la Legin que su mejor arma era tambin la puerta a la locura y la destruccin. Demasiadas veces, Kano haba luchado contra telpatas renegados o mutantes, alimentados por funestos fuegos psquicos, y los haba visto consumidos por las energas disformes que haban tratado de dominar.
La visin del espritu de alas ensangrentadas, que le haba
asaltado en su vvido sueo, no se haba desvanecido con el paso
de los das. Fue esta visin lo que le haba impulsado a buscar algn tipo de respuesta, primero siguiendo su curiosidad hasta
Holst con Meros y los otros, all enfrentando ms signos y locura.
Y ahora, llevndole a Ecanus.
La visin fue tan potente, tan personal, que pareca como si
hubiera sido arrancada de los pasillos ms profundos de la psique
de Kano. A partir de los hilos de mi alma, pens, si existe tal cosa.
Cmo poda otro haber experimentado una visin tan poderosa y tan parecida en los detalles? Kano escuch mientras Ecanus
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Qu? la voz de Ecanus se endureci. Vamos a aventurarnos, t y yo, peinando en secreto la flota para encontrar a cada
psquico despojado de su capucha, hacerle preguntas, recoger informacin Y luego qu?
Iremos al ngel. l nos escuchar. l comparte el don.
Ecanus neg con la cabeza.
Nunca nos permitirn verlo! Entre ellos, Azkaellon y Berus
saben todo lo que ocurre dentro de la Legin. Qu sospechas
crees que construiran si se enteraran de esta intencin?
Se imaginaran una transgresin semejante a la desobediencia de los Mil Hijos la voz lleg de su alrededor, spera y
quebrada.
Kano se gir, con su mano deslizndose por debajo de su tnica para empuar el cuchillo de combate enfundado all.
Quin habla? Muestra tu cara! grit y sus palabras resonaron en los contenedores.
Esa era mi intencin una figura surgi de las sombras y al
igual que los dos ngeles Sangrientos estaba encapuchado. A
diferencia de los tonos terrosos oscuros de sus ropas, el atuendo
del recin llegado era de un gris helado. Las luces de una cubierta
que estaban atravesando, lanzaron una hoja de iluminacin a
travs de la plataforma elevadora, dejando al descubierto una cara
escarpada con una barba blanca y el pelo largo encadenado en
trenzas, adornado con cuentas de piedra y anillos de metal.
La piel desnuda alrededor de la garganta del otro legionario
estaba surcada con tatuajes rnicos y Kano vio hilos de cuero y
cobre por debajo de la tnica. Artculos tallados hechos de bano
y hueso temblaban mientras caminaba.
Hijo de Russ. Sacerdote Rnico dijo Ecanus.
Los ojos de Kano se estrecharon y alivi su agarre sobre el
cuchillo.
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Como Harox supo que estara, Tanus Kreed estaba furioso por la
llegada inesperada del capitn de batalla.
Cada sirviente hijo de la Legin conoca la importancia de los
rituales y un guerrero tan altamente situado como l, lo saba ms
que la mayora. Harox mostraba las marcas procedentes de esos
momentos de comunin, quemados en su piel y en su alma. Haba
sentido el dulce beso de la disformidad durante su peregrinacin.
Pero la ira del aclito se desvaneci y se convirti en profunda
atencin a cada momento, con la interrupcin pronto desplazada.
Kreed cruz los brazos, olvidando la sangrienta espada corta en su
mano derecha que apuntaba a la cubierta. El comandante de Harox no prest atencin a los arroyos de lquido que goteaban de la
punta, golpeando ligeramente en el suelo de hierro negro y agrupndose alrededor de sus pies descalzos sobre la superficie.
Mientras Harox daba su informe, el sombro pasillo arqueado
fuera del sacellum amortiguaba sus palabras de manera extraa,
atenuando el aire para que no se las llevasen. La diccin recortada
del Portador de la Palabra siempre haba sido dura, un remanente
de una vieja herida en la garganta que no haban curado bien. Con
su casco retirado, su voz sonaba en sus odos como el chasquido
de huesos pequeos.
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Empezaremos de nuevo dijo Kreed, marchando a travs de
lneas de suplicantes en espera. La prueba de muerte que haba
hecho estaba tendida a un lado, descartada por uno de los ilotas
letnicos, que estaba encima, mecindose hacia adelante y hacia
atrs. El siervo tena muchas bocas, todos ellas movindose para
formar palabras silenciosas y secretas.
Cuatro hombres se arrodillaban a ambos lados de l y cada
uno de los ocho estaba marcado con el octeto a travs de sus torsos desnudos. La piel y la grasa bajo el signo se haban desollado
cuidadosamente con un lser, de modo que las lneas formaban
canales para guiar el flujo de la sangre al suelo.
En el suelo de la cmara, la astrpata Sahz yaca en una pila.
Trat de elevarse sobre sus rodillas.
No estoy lista se lament. Por favor, seor. Un momento
onde sus manos, blancas palmas de plidos dedos aferrndose
a la nada.
La dispensa de Harox te dio eso y ms le espet. No me
decepciones ahora, Mamzel. Prometas tanto. Todo te ser
otorgado.
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grueso que una lnea de anclaje. Las alas y los cuernos, cadenas
hechas de almas petrificadas en enlaces de hierro, placas de armadura de bronce templado en baos de carne fundida. Pezuas y
tintineantes cascadas de crneos de dioses.
Sus pensamientos se tambalearon ante el aura de odio que exudaba este monstruo. Los ecos de un milln de escenas de clera
y derramamiento de sangre tumbaron a Kreed como una marea
ardiente, sobrepasando el espectro de la emociones. La pequea
ira egosta de un nio mimado, el imponente e impotente miedofuria de la vctima, la lujuria de un psicpata desquiciado, el singular odio de la mente colectiva de un ejrcito desatado. Y estos
fueron slo los desechos de la criatura, las huellas que dej mientras caminaba.
Kreed cay al suelo, en parte por el dolor, en parte con la esperanza de no llamar la atencin de la criatura, pues su instinto le
dijo que podra matarle con una mirada.
Horus Lupercal dijo el demonio, desmenuzando el nombre
con abierto entusiasmo. Samus te enva sus saludos. Ahora
comienza el juego.
DIEZ
Oculto
Comunin hertica
Viejos nombres
Cinco cpsulas de desembarco cayeron en las llanuras de cosechas, aterrizando pegados en un anillo de combate. Las escuadras tcticas de la 24. compaa se desplegaron por el permetro en unos instantes, asegurando la pequea porcin de la superficie de Scoltrum como un puesto de operaciones avanzado.
Instalaron armas y lneas de ataque en abanico, barriendo en todas direcciones.
Era medioda en el mundo agrcola, pero gran parte de la luz
del sol era tragada por las negras nubes de humo en movimiento,
procedentes de los incendios que envolvan el cielo. Los picto-registros coloniales del planeta mostraban campos de cereales que
iban de horizonte a horizonte, llanuras de mbar de trigo modificado, rotas slo por los estrechos pasillos de blanco hueso de las
agrupaciones de aerogeneradores. Esos campos estaban ardiendo
ahora, asfixiados por el avance de las lneas de fuego naranja que
eran visibles desde rbita baja, movindose lentamente a travs
del paisaje a medida que eran empujados por los constantes vientos del planeta. Alguien haba puesto una antorcha sobre las granjas y dejado que ardiese.
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Utilizando cables y las cerraduras magnticas en sus botas, los
ngeles Sangrientos subieron a bordo de la Daga Cruel, emergiendo a una larga y baja cmara de armado bajo las bahas de
torpedos de la fragata. Se dividieron en equipos de diez hombres y
se repartieron por la infraestructura de la nave, usando las luces
montadas en sus blteres para guiarse.
Meros activ el iluminador en su mochila y alumbr el camino
para Madidus, que se puso al frente con Nakir un paso por detrs.
Cassiel se qued cerca. El veterano haba dicho muy poco desde
que salieron de la Lgrima Roja y miraba cada montn de chatarra junto a los que pasaba con desconfianza, como si esperara
que se levantasen y atacasen en cualquier momento.
El camino a travs de la fragata derribada era lento y cuidadoso. No tenan cubiertas sobre las que caminar, con los restos de
la nave al revs y el techo convertido en su suelo, obligndoles a
abrirse camino por los arcos y almenas decorativas. Los implantes
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Kreed haba dado su consentimiento cuando el Urizen lo haba
exigido. Nunca haba cuestionado, esa no era la manera de los
Portadores de la Palabra. Estaban construidos, en alma y hueso,
en una certeza de propsito que era definitiva e irrompible.
Nuestra sangre es nuestro juramento.
Esas palabras fueron pronunciadas en los aos anteriores a la
Iluminacin, en los pramos de Colchis cuando los enemigos eran
sacerdotes crueles y despiadados tiranos. Fueron pronunciadas de
nuevo cuando el Emperador lleg en su falsa gloria. Ahora eran
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Meros pas de un superviviente harapiento al siguiente, hacindoles un examen superficial, documentando sus lesiones con creciente preocupacin. Haba treinta y dos en el total, veinte
hombres y doce mujeres, con edades comprendidas entre un nio
de aproximadamente tres aos a una mujer de ciento seis aos
terranos estndar. Todos ellos estaban severamente deshidratados y desnutridos, con dos de ellos cerca de la muerte y varios
ms con heridas menores.
Hizo una mueca. La cmara le haca sentirse incmodo de un
modo que llegaba hasta la mdula. Haba una atmsfera sepulcral
en la habitacin, como las profundidades de una tumba antigua
que es mejor dejar a los muertos. Meros sinti el fantasma de un
vaco en los bordes de sus pensamientos, una maldad que no
poda quitarse de encima. Suspir y trat de apartarla para
centrarse en su trabajo.
El capitn y el sargento Nakir Madidus estaban cerca, imponentes ante los humanos. Los refugiados andrajosos se acurrucaron juntos en un grupo holgado, con el miedo evidente en cada
movimiento de sus manos y en cada mirada furtiva de sus ojos.
Meros descubri que la mujer con el vestido tena el nombre de
Tillyan Niobe y haba sido la cuidadora de un jardn ornamental
poco importante en un pueblo en las afueras de Desembarco, la
capital de Signus Prime. Al principio, ella le habl ms a l que
con l, como si fuera un asunto de gran importancia el ofrecerle la
mayor cantidad de datos acerca de s misma en el menor tiempo
posible. Era casi como si quisiera demostrarle que ella era lo que
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A las armas! A paso ligero! en un borrn de servoarmaduras rojas, los legionarios tronaron desde la cmara, desapareciendo por donde haban venido.
Ya lo habis odo dijo Cassiel, escrutando los rostros de los
civiles. En pie. Llevad a los que no pueden caminar o sern dejados atrs.
ngel Sangriento! la mano de Niobe tir del brazo de
Meros, llevada por el pnico. No lo entiende, no podemos salir
ah
No os alejis. Nosotros os protegeremos.
Eso cree ahora, pero os equivocis dijo, sacudiendo la
cabeza.
***
En la posicin avanzada, los legionarios de guardia haban
pensado en un principio que era un vendaval de viento trayendo
nuevas columnas de humo de los incendios, empujndolas a
travs del paisaje en ruinas hacia ellos.
Entonces, uno de los guerreros seal que las nubes se movan
en sentido contrario al del resto de los humos. Oyeron el zumbido,
el leve tono montono aumentando de tal forma que pronto se
hizo imposible destacar sus voces sin gritar.
Las moscas, gordas y de color bano, vinieron en un enjambre
lo suficientemente denso como para eclipsar lo que quedaba de la
luz del sol. Los ngeles Sangrientos que estaban sin sus cascos
corrieron a ponrselos cuando los insectos cayeron sobre ellos
como un maremoto. Algunos fueron demasiado lentos y cayeron
arandose las partes expuestas de la piel. Las moscas se clavaron
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Meros y los dems slo podan moverse tan rpidamente como los
miembros ms lentos del grupo irregular de supervivientes, y su
avance se convirti en una lucha interminable. Madidus tom la
iniciativa y viajaron a rfagas. En primer lugar a travs de los
sinuosos y destrozados pasillos de la Daga Cruel, luego enhebraron a travs del campo disperso de restos y despojos. Ahora estaban en terreno abierto, con slo algn pequeo ascenso ocasional y las cortinas pesadas de humo asfixiante cubriendo su
avance.
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Madidus levant el puo en el aire y luego se tir al suelo, algunos de los civiles reaccionaron demasiado lentamente la
primera vez que el sargento hizo el gesto, pero Cassiel les haba
gritado hasta la saciedad y ahora nadie se atreva a retrasarse.
Qu es? dijo Gravato por el comunicador, desde el centro
del grupo. Desde su posicin en el extremo final de la columna, el
apotecario pudo ver al ngel Sangriento colocar su rifle de fusin
en su hombro.
Arriba dijo Madidus. Oigo alas.
Meros se esforz por escuchar y capturar una fraccin del
ruido. El ruido sordo de aire sobre el batir de alas correosas, el extrao grito agudo de algo que no era un ave comn. Levant la
vista, pero lo nico que vio fueron sombras moverse por encima
de las nubes de humo, rpidas y fluidas.
Una parte de l deseaba ver y mirar e intentar un disparo
sobre esas formas vagas, slo por la certeza de ser capaz de ver
qu criaturas acechaban en esta tierra. Pero un nico disparo de
blter alertara al enemigo de su presencia y las vidas de las personas que haban venido a rescatar no podan ser puestas en
peligro.
Mir hacia abajo y vio a Niobe observndolo. Su rostro liso
tena ojos amables que le imploraban. Pareca tan pequea y dbil, tan falta de fuerza. Que ella y los dems hubieran vivido tanto
tiempo le pareca milagroso al apotecario.
La galaxia es un lugar duro y despiadado, pens. Por eso el
Emperador nos cre, para someterlo para personas como ella. Era
importante tener en cuenta este tipo de cosas, en el largo conflicto
de la Gran Cruzada a veces era fcil olvidar que la galaxia no era
slo un lugar de guerra.
Los ojos de Niobe se posaron en un punto sobre el hombro de
Meros y vio que el color de sus mejillas hua. Su boca se abri con
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ONCE
Demonios
Signus Prime
El grito
Madidus llev a los supervivientes al punto avanzado, abrindose
paso a travs de un pasillo seguro. Estaban casi en los Stormbirds
cuando Gravato inform de que el conteo no cuadraba. Meros se
dio cuenta de que Hengist y el hombre que llevaba, un campesino
herido de nombre Quan, haban quedado muy atrs. Volvi a por
ellos.
Quan estaba en un montculo a poca distancia del permetro y
Hengist estaba cabreado tratando de ponerlo en pie. Cuando Meros dio dos pasos hacia el hombre herido, la criatura, a la que
Niobe llam diablilla, atac.
Hengist ech a correr gritando cuando el scubo cay del aire,
arrojndose desde la parte trasera de una bestia alada, para correr
a por Quan con su gran garra. El agricultor muri rpidamente,
pero de forma brutal, sin oponer resistencia a esa cosa. En cambio, Quan se perdi en la mirada opalescente de la criatura mientras le evisceraba vivo.
La montura de la diablilla, un lagarto-pjaro grotesco con
cuatro alas y una boca llena de cilios, gir y se lanz hacia el ngel
Sangriento, bloqueando instintivamente la lnea de fuego hacia su
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que el apotecario ahora. La falta de concentracin por un solo instante, poda ser fatal contra semejante enemigo.
Desde su posicin baja, la criatura salt hacia l, sus poderosas
patas con garras impulsndola hacia adelante con renovada velocidad. Meros gir el hombro ante el asalto, inclinndose para
recibir la carga. Chocaron con una fuerza que partira huesos y escuch el crujido de la ceramita cuando la capa exterior de su armadura fue mellada. Una mano garra se extendi hacia l y la
golpe abajo con la culata de su pistola. La materia quitinosa y
huesuda que la compona se fragment y el scubo escupi
furioso una cascada de ruidos que parecan palabras, pero no de
un idioma propio de una lengua humana. Vio un destello de carne
sangrando dentro de la garra agrietada; no era, como haba aventurado antes, un arma enmangada sino la mutacin del delgado
brazo carnoso de la hembra. La pequea y abominable verdad de
este detalle le enfermaba. Qu tipo de evolucin monstruosa
creara una criatura tan retorcida como esta?
La daga negra cay sobre su pecho y le golpe en un mal ngulo, raspando toda la curva de su torso blindado pero sin poder
penetrarlo. Meros eligi su siguiente accin en una fraccin de segundo y tir su pistola blter, dejndola caer en el barro quemado
a sus pies.
Con una mano ahora liberada, agarr la mueca de la garra y
la forz hacia delante en una fuerte sacudida. La diablilla fue sorprendida con la guardia baja y la curva de su gran tenaza golpe
con fuerza en su cara, haciendo manar restos de sangre prpura y
aceitosa.
Meros continu su ataque, empujando a la criatura de nuevo
antes de que pudiera recuperar el equilibrio y liberarse. Gir la
cabeza de la hacha sierra en su mano y la elev, apretando el percutor en el mango. Las cuchillas giratorias desgarraron la piel
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desnuda de la criatura desde la cintura hasta la cabeza. Empleando todas sus fuerzas, el apotecario levant a la diablilla en el
aire.
La criatura grit y le ara, sabiendo que la muerte estaba
sobre ella, y la belleza sobrenatural de su extrao aspecto se convirti de repente en un retrato de algo infernal y lleno de odio. Los
ojos de palo sin fondo que capturaron la voluntad de Quan se
quedaron blancos y su grito se cort con un jadeo seco.
Arroj el cadver al suelo y se agach para recoger su pistola.
Hengist, que haba estado acurrucado cerca durante la pelea,
se puso en pie, incapaz de apartar la vista del cadver de la criatura y la seal.
Se lo dije escupi, como si estuviera acusando a alguien de
un gran crimen. Se lo dije.
Vamos ladr Meros, recargando mientras lo haca.
Qudate atrs otra vez y te dejo aqu.
El sonido de los lanzallamas vino a su encuentro a su paso
bajo el ala del Stormbird ms cercano. Los hombres de Nakir
trazaban hilos de fuego en los tubos de escape obstruidos por las
moscas, quemando manadas de impos insectos y obligando a los
enjambres a dispersarse. Era mejor arriesgar daos menores a
las propias naves de la Legin, consider Meros, que permanecer
varados en la superficie de Scoltrum.
Scubos y pjaros-lagarto muertos yacan por todas partes, y
con ellos una serie de guerreros con armadura roja. Meros
maldijo entre dientes al ver al primer ngel Sangriento muerto a
manos de estas grotescas arpas.
Apart la mirada y vio a Madidus en la escotilla de popa de
una nave de desembarco. El rostro de Niobe era tambin visible
desde el interior, mirndole. El sargento le hizo seas; no esperaran a que una segunda oleada viniera a por ellos. Haban
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El estado de nimo en la cmara de litoclasto tena un marcado
contraste con el carcter del cnclave slo unos pocos das antes.
El capitn Raldoron cruz los brazos sobre el pecho y recorri la
estancia, escrutando los avatares de los comandantes que estaban
transmitiendo desde sus naves. Junto con innumerables fallos
menores y pequeas prdidas de definicin, la red hololtica entre
las naves de la flota de los ngeles Sangrientos sufra prdidas intermitentes del flujo de datos, y los avatares sintticos de muchos
de los capitanes de compaa de los Trescientos eran borrosos y
llenos de esttica. Los tecnomarines y servidores procedentes de
las brigadas de visioingenieros del Mechanicum de la Lgrima
Roja haban sido incapaces de corregir el problema, o de borrar el
maldito susurro de interferencias que se haba extendido poco a
poco a cada canal y rel tctico.
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Entonces, qu los atac? la pregunta la hizo el comandante de la 216., con su imagen hologrfica fluctuando
ligeramente.
La expresin de Meros se tens.
Capitn, hablaron de ejrcitos de seres que eran una mezcla
de de formas de vida. Amalgamas humanoides y animales, bestias aladas y cosas de carne lquida. Un ejrcito de demonios
frunci el ceo. Esa fue la palabra exacta utilizada, mis
seores.
Berus resopl.
Es como he dicho antes. Este es el resultado de la guerra
psicolgica, sin duda realzada por el uso de la metodologa del
control mental. Drogas, sustancias qumicas, programacin mental. La psique humana sin entrenamiento es algo maleable,
abierta a la manipulacin y la corrupcin el Guardin lanz una
breve mirada hacia donde estaba Raldoron, pero no, no al Primer
Capitn, sino a su ayudante. A su lado, el hermano Kano no dijo
nada, permaneciendo en las sombras.
Con todo respeto, ningn rastro de esta manipulacin ha
sido encontrada en los supervivientes. Ellos creen en lo que estn
diciendo dijo Meros.
Estoy seguro de que lo hacen dijo Berus, lo que le vali algunos murmullos secos de adhesin por algunos de los otros
capitanes.
Dicen que un seor de la guerra inhumano dirige este ejrcito de monstruos dijo Nakir. Un ser que se autodenomina el
Devorador de Almas, un asesino que se deleita en la violencia y
el sufrimiento hizo una pausa. Se sabe que existe un segundo
lder, otra criatura.
Cuntos de estos llamados demonios hay? pregunt
Galn.
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Los nmeros difieren admiti Meros. Algunos de los supervivientes hablaron de un ser humano, un hombre llamado
Bruja. Vino a ellos proclamando ser un agente del Imperio, pero
parece haber sido el responsable de la cada del gobierno
signusita.
Un solo hombre? las dudas de Azkaellon eran evidentes. Cmo lo hizo?
Con la magia Raldoron observ el vigor de las palabras de
Meros, con una ceja levantada. Bruja estaba supuestamente vinculado a una criatura de la disformidad, un genio perverso que
llev a cabo terribles actos de profanacin y crueldad se detuvo
abruptamente. No tengo ms explicaciones que ofrecer. Me he
limitado a repetir lo que los supervivientes me dijeron.
Repite una ficcin salvaje! Y lo hace como si le concediera
crdito dijo Annellus.
Me veo obligado a estar de acuerdo con el Guardin las palabras salieron entre siseos y chisporroteos, transmitidas desde el
puente de la Pgina Oscura. El aclito Kreed, con su imagen envuelta en tnicas de servicio, no haba ofrecido nada hasta ahora a
la conversacin. Estas descripciones de criaturas horribles, la
insistencia en que de alguna manera son irreales Son las
creaciones imaginarias de mentes no preparadas que no pueden
captar el alcance de algo aliengena.
Estis seguro? dijo Amit, con el rostro sombro. Es eso
lo que explica los fenmenos preocupantes que hemos encontrado? Qu me dice de los incidentes a bordo de nuestras naves,
la epidemia de suicidios entre la tripulacin, siervos y los contingentes de rememoradores? No se ha encontrado causa para
explicarlo.
Algunos permiten que su miedo a lo desconocido los
destruya dijo Kreed. Todos hemos visto a los xenos en sus
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Kano dej la cmara lo ms rpidamente que pudo, tras despedirse de su comandante. Encontr a Meros en un pasillo que
sala del atrio. El rostro del apotecario traicionaba a su mente preocupada. Pareca perdido en sus propios pensamientos.
Kano tuvo que llamarlo dos veces antes de su viejo amigo saliese de su ensimismamiento.
Hermano, un momento.
Meros asinti.
Vas a preguntarme por qu no mantuve mi maldita boca
cerrada? hizo una mueca. Furio probablemente me relevar.
Ahora, cada capitn de los Trescientos piensa que soy un idiota
con el cerebro blando.
No todos ellos respondi Kano con una sonrisa seca.
Slo los que piensan que saben ms que t.
Meros se volvi hacia l, repentinamente animado.
Dnde has estado, Kano? Despus de que volviramos de
Holst, desapareciste. Nunca dijiste una palabra sobre
Su frgil buen humor frgil se derrumb.
Sobre lo que vimos all, quieres decir? No, no lo hice. En
verdad, tena preguntas para las que tena que encontrar
respuestas.
Y lo hiciste? Meros avanz un paso, ocultando sin xito la
frustracin y la ira bajo sus palabras.
Kano habl en voz baja.
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Mientras caminaba de vuelta a la cmara de litoclasto, con la intencin de buscar a Raldoron por sus tareas, Kano encontr su
camino bloqueado por otro oficial.
T el capitn de la quinta compaa le estaba esperando.
Voy a tener unas palabras contigo, bibliotecario.
Los ojos de Kano se estrecharon, pero se inclin como el protocolo le exiga.
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Las historias que Niobe le relat eran una coleccin de pesadillas.
Meros las escuch en silencio, con cuidado de no hacer nada para
mostrar cualquier tipo de juicio sobre lo que dijo la mujer.
Antes de que llegaran a Signus, incluso antes de su experiencia
cercana a la muerte en Nartaba Octus, el ngel Sangriento podra
haber encontrado dudas en lo que ella deca. Ahora, pensaba de
otra manera. Hora tras hora, lo irreal se haca ms real para l.
Meros encontr a Niobe en una estancia de la cmara medicae
donde estaban retenidos los supervivientes de Scoltrum. Ella permaneca tan lejos del resto como le era posible sin salir de la sala.
Un soldado naval de la tripulacin de la almirante DuCade
montaba guardia en la puerta para asegurarse de que ninguno de
ellos saliese.
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Con una inevitable lentitud, la luz de los tres soles fue eclipsada
por la proa de la Lgrima Roja, cuando finalmente el planeta
Signus Prime apareci ante la flota de los ngeles Sangrientos.
Ninguna voz humana, ni seal de vida llegaba del mundo capital. Los sensores que llegaron a tocar la superficie trajeron flujos
de datos que no tenan sentido, un galimatas ilegible, e incluso
los simples alcances pticos trajeron informes confusos o contradictorios. El planeta entero estaba enterrado bajo una cubierta de
nubes espesa y biliosa, y pareca una esfera de cristal llena de un
humo amarillo enfermizo. Clulas de tumultuosas tormentas eran
visibles, movindose en patrones al azar y en contradiccin con
las normas meteorolgicas. Imponentes relmpagos iluminaban
el lado nocturno, curvndose entre barras de negro purpreo que
imitaban la forma de una sonrisa con colmillos.
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La visin regres y como antes en la celda de la meditacin, Kano
no tuvo ninguna advertencia.
La cubierta se quebr bajo sus pies y se tambale. Bajo las
placas del suelo de metal, un insondable abismo negro se revel,
absorbiendo los fragmentos rotos del mundo a su infinita e ineludible gravedad.
Las manos de Kano llegaron a su rostro y borraron la imagen
del abismo. Antes, no tena nada para detener el ataque del
sueo-visin, pero esta vez saba qu esperar; tena la ms
pequea medida de armadura contra l y el antiguo psquico elev
sus defensas.
Dentro de sus pensamientos, levant murallas defensivas de
antipoder, dibujndose en su interior, plantando mentalmente
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La flota de los ngeles Sangrientos estaba preparada para todas
las formas de ataque excepto para una.
Con el planeta Signus Prime como ncleo, un grito que iba
ms all de la voz y el sonido explot en el espacio hacia las naves
reunidas de la IX Legin. Un gran huracn de choque psquico,
creado a partir de la esencia embotellada del asesinato de millones de almas rendidas, reson desde el mundo envuelto. Barri
las naves carmes en una estremecedora ola inmaterial. Los
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DOCE
Revelados
Naves infernales
Rumbo de colisin
Algunos podran decir que el ms potente tormento que un
hombre puede experimentar sera ver latir el sangriento corazn
de su oscura alma interior, para buscar en ella con una perfecta y
libre claridad. Conocer la ira, el odio y el mal que es capaz de
hacer.
Eso mismo, pero en un torrente un milln de veces ms potente, una avalancha de emociones oscura de no una, sino un sinnmero de almas muertas y corruptas, sacrificadas para un momento as.
Esta fue la fuerza que se extendi en la psique de los hombres
y mujeres que estaban al servicio de la gran flota de los ngeles
Sangrientos. Cada corazn y mente se puso a prueba hasta el
lmite, y muchos se quebraron bajo la tensin. Los ms fuertes
sobreviviran, marcados para siempre, atormentados hasta la
tumba. Los ms dbiles quedaran desquiciados, viendo horrores
donde quiera que mirasen, con sus mentes rotas y frgiles como el
cristal.
El primer disparo haba sido lanzado.
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El capitn Raldoron corri por la galera dorada hacia el Sanctorum Angelus con el semblante firme. Los gritos y los lamentos resonaban en las paredes del pasillo adornado, retorciendo su percepcin hasta que las estatuas y las grandes obras de arte adquirieron un aspecto deformado y amenazante.
Hizo un ruido gruendo entre dientes y apart de nuevo esa
sensacin, expulsndola. Raldoron haba sido entrenado para soportar ataques de naturaleza insidiosa, pero la tripulacin comn
de la Lgrima Roja no tena esa defensa. Vio a oficiales navales
que conoca bien reducidos a nios chillones, algunos horadando
tajos sanguinolentos sobre sus rostros, otros mudos y con la
mirada perdida, atrapados en la prisin de su propia mente. Le
desgarr no poder hacer nada por ellos, pero esto era ahora una
batalla y ellos eran bajas. Su primera directriz era ver a la nave y
al Primarca seguros, una vez hecho esto, podra canalizar su
venganza contra el enemigo que les haba golpeado.
Estaba casi en el atrio cuando un tiroteo llam su atencin.
Raldoron patin hasta detenerse en la balaustrada de la galera y
vio en el nivel por debajo de l a una gran cantidad de miembros
de la tripulacin en una enorme multitud furiosa. Haba
cadveres esparcidos a su alrededor y al otro lado del compartimiento un puado de ngeles Sangrientos mantena una lnea con
las armas en sus manos. Una figura con armadura negra y sosteniendo un crozius gritaba las rdenes.
Rendos! bram el Guardin Annellus hacia la multitud.
Volved a vuestros puestos o seris abatidos!
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lanz una mirada cida hacia el Guardin. Nunca olvidis esto. Nunca vacilis. Tomad la fuerza de vuestros compaeros y
hermanos.
Los otros legionarios ya haban bajado sus armas. Raldoron
dej ir al hombre y se alej.
Qu podemos hacer? dijo una llamada de entre la multitud. Si el enemigo puede penetrar en nuestras mentes, qu podemos hacer?
Desafiarles dijo Raldoron, sin volverse. Hasta que mueran. O lo hagamos nosotros.
***
Lleg santuario del Primarca sin ms interrupciones y mientras
cruzaba el atrio antes de la gran puerta de bronce y oro, Raldoron
sinti el cambio sutil en la cubierta a travs de las suelas de sus
botas de ceramita. La Lgrima Roja estaba virando y en un ngulo lo suficientemente pronunciado como para que las placas de
gravedad de la masiva nave insignia se esforzaran para
compensarlo.
Mientras las alarmas sonaban a su alrededor se pregunt qu
estaba ah fuera, obligando a la nave a cambiar de rumbo. El
siguiente ataque era inminente, lo saba hasta la mdula. Su nica
duda era dnde esperarlo. La mano de Raldoron cay a la empuadura de la espada de energa enfundada en su cintura. Una
parte de l dio la bienvenida a la unin con la batalla, mientras
que otra lo tema.
Primer Capitn en las puertas, el Sargento de la Guardia
Zuriel lideraba a un dispuesto grupo de barricada, con la hoja de
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La segunda fase del ataque acechaba a plena vista, oculta en el
banco de restos que circundaba Signus Prime con una banda
gruesa de metal resquebrajado.
Naves rotas y deformadas se liberaron de la gravedad del planeta y se lanzaron al asalto de la flota de los ngeles Sangrientos,
con sus motores vomitando penachos de humo de fuego de
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fusin. No podra haber una clasificacin para estas naves, ninguna manera formal para medirlas con las leyes convencionales
del combate en el vaco. Eran naves infernales y, al igual que los
restos de sus tripulantes, se haban retorcido y rehecho en algo repugnante e impensable. Al principio durmientes, muertas a ojos
de todos los sensores, pero que cobraron vida con energa fantasmal, motivadas por poderes que haban venido de la nada.
Algunas eran monstruos de dos cabezas, con plastiacero y
bronce fusionado que se asemejaba a las consecuencias de una
traslacin catastrfica desde la disformidad. Otras haban sido
abiertas, con las placas del casco dobladas para revelar la
nervadura del esqueleto por debajo, igual que el grabado
anatmico en los libros de texto de algunos medicae. Los incendios ardan entre los ahora restos depredadores, con orbes de fuego
en sus proas afiladas como flagrantes ojos en la oscuridad. Estas
naves no se desplazaban a travs del espacio sino que nadaban
sobre l, con sus cascos ondulando. Se movan como grandes animales, formas dirigidas por las malficas inteligencias que habitaban las carcasas de lo que haba sido el orgullo de la fuerza de
defensa signusita.
Otros abrieron grandes velas hechas de piel humana curtida y
desplegaron armazones telescpicos que se parecan a cuernos y
marfil. Los masivos espinaqueres cortaron la luz con su tamao y
avanzaron increblemente, como si un viento fantasma les estuviese empujando. Las armas emergieron de todas las superficies
de las naves infernales, liberando cascadas de energa prpura y
descargas de dispersin de esferas de pas explosivas del tamao
de Stormbirds.
Algunas de las naves eran poco ms que misiles gigantescos,
pecios vacos lanzados al camino de las naves de guerra imperiales sin orientacin o gua a dnde dirigirse. Una de estas
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Kreed lami la sangre de la punta de los dedos, saborendola. El
lquido que sangraba de sus ojos era oscuro y aceitoso, y llevaba
consigo un olor acre que llev su mente de nuevo a la distante
Colchis. Huele a nacimiento, se dijo. Renacimiento. El heraldo de
lo nuevo.
Torrentes silenciosos de luz proyectaron diferentes sombras a
travs de su trono de mando mientras los cielos alrededor de la
Pgina Oscura ardan con las descargas de las armas. Kreed se levant y mir hacia abajo.
El puente de su nave de guerra era una burbuja de cristal
blindado reflectante, pintado de xido y opaco desde el exterior,
pero dentro uno se senta igual que estando de pie en el medio de
la nada. Unos enormes mamparos mantenan normalmente la
gran burbuja segura y blindada, pero el aclito haba ordenado
que los bajaran todos para que poder observar cmo se desarrollaba la traicin.
Kreed vio las naves-araa darse un festn con la Cliz y su sonrisa se ensanch. Pronto, los ngeles Sangrientos consideraran a
la tripulacin de esa nave como los afortunados, al igual que los
muertos a bordo de la Helios, la Caballero Plido y todas las otras
ofrendas.
La hemorragia no se haba detenido, haba comenz a raz de
la manifestacin anterior de Horus en el sacellum, y ahora segua
lenta y constante. El Portador de la Palabra no senta dolor o incomodidad por ello. Se haba dado cuenta de que se trataba de una
seal sobre l, una marca de preferencia que haban dejado sobre
su carne. No se permiti detenerse en las palabras del Seor de la
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Guerra, ni en el conflicto que surga de ellas. Horus le haba ordenado desafiar el plan establecido por el Erebus y Kreed busc
dentro de s mismo para encontrar la culpa generada por ello,
pero no encontr nada. Erebus, tan arrogante, tan seguro de s
mismo, l y el mestizo de Kor Phaeron otorgaban el poder como
regalos a sus favoritos pero no estaban aqu. No vieron la oportunidad. Kreed tena ahora la ocasin de avanzar ms all de ellos, tal vez ganarse el derecho a permanecer al lado de Lorgar en
su lugar.
Si tenemos xito. Cuando tengamos xito.
El gran demonio alado le haba permitido vivir y los regueros
carmeses eran un recordatorio de su benevolencia. Una vez ms,
Kreed se atrevi a preguntarse sobre el futuro. Estoy marcado.
Esto hace que sea una certeza. Sonri para sus adentros. Esta
guerra ya est ganada.
Repetidos mensajes de la nave de mando de los ngeles Sangrientos Kreed volvi su rostro hacia el guerrero que haba
hecho el informe. Su nombre era Felleye; el descomunal segador
era parte de la guardia personal escogida por el capitn Harox.
Piden nuestra ayuda dijo el aclito. Mir hacia abajo. Por
debajo de sus botas y a travs de la cubierta vio la gran forma esculpida de la Lgrima Roja, iluminando el vaco con sus armas de
fuego y descargas de rayos.
Kreed sinti una extraa especie de calma al estar a la deriva
en medio de un enfrentamiento tan violento. La Pgina Oscura
no haba hecho un solo disparo ni recibido la ms mnima atencin por parte del enemigo.
La mujer DuCade exige que usemos nuestras armas para el
control de este sector de la flota continu Felleye.
Que se atiborre de esttica.
Harox se coloc al lado de su comandante.
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Las naves de este sector estn siguiendo el protocolo establecido de combate dijo el capitn. Seal los cruceros de batalla
movindose en una lenta formacin de falange protectora
alrededor de la nave de Sanguinius.
Como supe que haran asinti Kreed para s mismo.
Dando poca importancia a la exencin de sus parientes de la XVII
Legin observ las naves en su lento ballet. La confianza es de
tontos.
Objeto aproximndose, una cuarta sobre la horizontal inform Felleye. Mis seores, parece ser el caparazn de una nave
cisterna civil. Pasar directamente a travs de nuestro corredor de
fuego en un curso de colisin con la Lgrima Roja. Somos la nica nave en condiciones de pararla.
Kreed levant la vista y sus ojos aumentados enfocaron al
atacante entre la oscuridad. Un cilindro envuelto en un ftido
humo, con incendios escapando de su casco e impulsada a cada
vez ms velocidad, los flancos cubiertos de textos viles y smbolos
extraos. La mano del aclito descans en su antebrazo, donde su
cuerpo tatuado llevaba muchos de esos signos.
Cerr los ojos. Si escuchaba con atencin y abra su alma,
Kreed casi poda or el cacareo y alegre odio que irradiaba de la
nave entrante. Las criaturas a bordo estaban ansiosas por probar
la sangre de los ngeles.
rdenes? dijo Harox.
Es la hora, por fin dijo Kreed, abriendo los ojos. Se ha
revelado el momento perfecto para la traicin.
Kreed regres a su trono de mando y sabore el acto, deseando
poder mirar a los rostros de los que haba traicionado.
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***
Al principio Meros pens que sus ojos le estaban engaando. Su
mano se apret contra el cristal blindado de la ventana, mirando
hacia la batalla en el espacio y su aliento qued atrapado en su
garganta cuando un destello de color silencioso pas por la popa
de la nave de los portadores de la palabra. Por un momento, el
ngel Sangriento crey que la Pgina Oscura haba sufrido una
explosin interna catastrfica, pero entonces las llamas se desvelaron como las estelas de los reactores de sus motores y supo
que el crucero les haba abandonado.
La escena era suficiente para dejarle paralizado, incluso en
medio de la batalla que se desarrollaba. Qu razn podran tener
los hijos de Lorgar para huir?
Meros! una voz familiar le llam y se gir para encontrar
a Kano acercndose a la carrera. Rpido! Ya vienen!
Quin? su hermano de batalla pareca fatigado, agarrando un blter pegado al pecho. Kano, qu quieres decir?
Mira el otro legionario seal con un dedo blindado a la
oscuridad. Meros sigui su direccin y vio la roma nave-garrote
dirigindose hacia la Lgrima Roja. La ves?
Meros mir a su compaero.
Y t? golpe con un dedo su frente.
La expresin de Kano se agri.
Eso no importa ahora.
El apotecario tena ms preguntas, pero fueron ahogados por
el impacto de la nave cisterna, al estrellarse contra el casco exterior por debajo de ellos.
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***
La nave haba sido antao un transporte de combustibles qumicos voltiles, una lenta barcaza que haca largos viajes de ida y
vuelta desde Signus Prime hasta el Ro Blanco. Sus circuitos interminables se haban roto cuando la prole de la disformidad lleg al
cmulo. La tripulacin fue convertida en recipientes de carne
para las bestias menores del inmaterium, envolturas que podan
enfundarse para andar en el reino de los efmeros. A su vez, reunieron a ms de los signusitas, que les juraron lealtad con la esperanza de que los salvaran. Lo hicieron, pero no de la manera que
estos buscaban.
La marca de Slaanesh cubra toda la superficie de la nave, con
sus palabras impas escritas sobre la proa de la nave como una
bendicin, cuando lleg el momento de dar muerte a los ngeles
del Emperador.
El punto de impacto fue en el costado de babor, un espacio repleto de maquinaria donde los carriles neumticos conectaban
con las bahas de armas delanteras, transportando torpedos desde
el almacn principal de municin. Las bestias se desplegaron
desde las paredes horadas de la nave cisterna y pulularon hacia la
Lgrima Roja.
Los ngeles sangrientos les estaban esperando, pero no en
gran nmero.
***
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haba llegado al punto de ataque con la misma intencin: defender la Lgrima Roja hasta la muerte.
Las criaturas cantaban al llegar junto a los legionarios,
melodas llenas de horribles gritos ululantes y jadeos que resonaban a travs de los mamparos. La avalancha de criaturas
pareca no tener fin y cada vez ms de ellas se arrojaban por el
casco de la nave cisterna en un brillante y retorcido enjambre. La
marea estaba subiendo y, sin refuerzos, los ngeles pronto se veran abrumados.
El percutor de la pistola de Meros presion al vaco.
Recargando! grit, expulsando el cargador con una velocidad nacida de la concentracin y la prctica constante.
Kano no tuvo tiempo de hablar y en su lugar, se gir y apunt
cuando uno de los horrores aprovech el instante de pausa del
apotecario para lanzarse al prtico donde se encontraban.
Los disparos de Kano le acertaron, pero la criatura era grande
y aunque los proyectiles reactivos hicieron volar trozos de carne
prpura de sus flancos, no muri. Ignor a Meros y atac a su
hermano de batalla, destrozando un conjunto de tuberas en su
camino para llegar a l. Kano cay con estrpito y desapareci de
la vista bajo el grueso cuerpo del monstruo. Meros empu su
espada-sierra y golpe en sus flancos heridos.
Unas bocas con colmillos se abrieron a lo largo del lateral de la
criatura, intentando morderle. Con su arma recargada, Meros dirigi un proyectil a cada una y fue recompensado con varios gritos
de dolor del monstruo. La masa pegajosa se ech hacia atrs y
cay, revelando a Kano hecho un ovillo.
Hermano-medicae! un grito desde arriba atrajo la mirada
de Meros. Sobre su cabeza, agrupados en una va de ferrocarril,
haba una lnea de legionarios con armadura gris-acero,
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Athene DuCade permiti que sus manos taparan su cara, enterrando la base de las palmas en los huecos de sus ojos. El calor de
su piel le hizo sentirse desconectada del momento, como si lo estuviera experimentando de segunda mano. La almirante estaba al
tanto de la sangre que retumbaba en sus odos, causando un
sonido sordo con cada latido de su corazn.
Toda su vida haba conocido el control: de los dems, de su
nave, de s misma. Ahora pareca un sueo lejano. Athene haba
tratado de contenerlo con gran intensidad, pero ahora saba que
su fuerza se desvaneca. Y pronto desaparecera.
Oy a su ayudante hablar.
Estn en el interior de la nave! su voz estaba tensa por la
histeria. Esos monstruos han penetrado en el casco, infectndonos dijo con un suspiro tembloroso.
Las manos de DuCade se alejaron de su rostro.
Mayor, clmese trat de decir las palabras con la autoridad, pero surgieron agrietadas y rotas. La fuerte luz del puente de
la Lgrima Roja le picaba los ojos y se estremeci a su pesar.
l se volvi hacia ella, perlado y baado por el sudor.
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No lo entiendes? el oficial le grit la pregunta, atravesando el puente, llamando la atencin de los dems miembros de
la tripulacin. Despierte! Mire a su alrededor. La Legin nos ha
llevado a nuestra muerte. Esto es una trampa, un pozo hacia el
infierno!
Su cara estaba muy roja. El estmago de DuCade se encogi
con repugnancia cuando se dio cuenta de que poda ver el pulso
de la sangre por los capilares a travs de su piel. Cmo era posible? Pregunt una pequea voz en su cabeza, pero no hubo
respuesta.
El mayor avanz hasta ella y agarr los brazos de su silla de
mando, gritando al mximo de su voz.
Scanos de aqu! la almirante vio entonces que era presa
de la locura. Por el amor de Terra, debemos huir!
Respndeme, zorra sin corazn!
En la cadencia carmes de su rostro, ella vio tambin algo
negro, una tinta oscura y venenosa. El mayor se dio cuenta con un
sobresalto de que era l quien estaba infectado con la locura, el
miedo, o con lo que fuera que ese grito paralizante haba dejado
atrs.
Kyriss.
Qu has dicho? le espet ella.
DuCade salt sobre sus pies y el mayor se tambale hacia atrs. El nombre crepit a travs de ella como la electricidad. Su
vista se aclar por un momento.
Yo Yo no he dicho el rostro del mayor era slo una
mscara de carne colgando sobre algo horrible que haba
usurpado su forma.
Ahora lo entenda. Uno de las pistolas lser de su cinturn estaba de repente en su mano y luego le dispar un proyectil brillante de luz tras otro, derribndolo sobre la cubierta y haciendo
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Tengo que expiarme dijo en voz alta, a travs de un sollozo. Esto no puede ir ms all. S. S.
Sanguinius lo entendera. Saba que lo hara. El perdn del
ngel era suficiente.
El almirante introdujo un nuevo curso en el timn, provocando que los impulsores la hiciesen virar de tal forma que la
punta de la proa de la nave insignia puso rumbo hacia Signus
Prime. Los motores aceptaron las rdenes y la gran nave se desmarc de su posicin, cayendo en las garras de la gravedad del
planeta. Con sus armas, destruy la consola de mandos para que
su obra no pudiera ser deshecha.
El ltimo de los proyectiles lser atraves el corazn de
DuCade, abriendo un agujero ardiente y cauterizado en su pecho.
TRECE
Una lgrima cayendo
Fortaleza
Este es nuestro voto
Iluminada por los fuegos atmicos y el resplandor de energas
concentradas, la guerra en los cielos sobre de Signus Prime era un
tapiz de violencia. Las naves infernales reanimadas de su muerte
y su letargo camuflado se lanzaron contra la flota de combate de
los ngeles Sangrientos, impulsadas por pilares de fuego y otros
medios ms efmeros.
Muchas de las naves renegadas todava tenan tripulaciones,
en cierto modo, pero no se parecan en nada a los hombres y
mujeres fieles que una vez haban ocupado sus puestos. Los ms
cercanos a los humanos eran los fanticos, los dbiles de espritu
y cobardes de corazn que haban vendido su alma y lealtad a la
mentira de la redencin de Bruja. Su miedo a la muerte los haba
atado en una servidumbre que los vera perecer una y mil veces.
Luego estaban los otros, los monstruos y las mutaciones, seres
moldeadores de la carne que usurparon los cuerpos de los muertos, como un hombre se enfunda un traje ambiental, para poder
hollar desde la disformidad el reino de lo material. Estas criaturas, vestidas con atuendo de carne humana sin hueso, jugaban
y cantaban bajo el nombre de demonios. Se haban cansado del
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Cassiel tuvo que gritar para hacerse or por encima del atronador
sonido a lo largo del pasillo.
Puedes hacerlo o no?
La cubierta bajo el sargento y sus hombres cabeceaba y se balanceaba. Kaide se arrodill cerca de la escotilla central que daba
al puente, con una mano anclndole contra la cubierta y la otra
enterrada hasta el codo en el panel abierto cerca del mecanismo
de control. Sus ojos estaban desenfocados, un aspecto que desmenta su intensa concentracin.
Puedes abrirla? Cassiel pregunt de nuevo, echando una
mirada a Leyteo en la retaguardia. El otro ngel Sangriento levant un rifle de fusin en su mano, demostrando que estaba listo
para disparar a la escotilla atascada tan pronto como lo pidiera.
A su lado, Sarga entrecerr los ojos y murmur algo en voz
baja acerca de las causas perdidas. Cassiel y su pequeo grupo de
sus guerreros se encontraban en el lugar oportuno para correr
hacia el puente en el momento en el que la barcaza de batalla
haba comenzado su descenso incontrolado, pero ahora, una barrera blindada lo suficientemente gruesa como para desviar lseres
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pesados se interpona entre ellos y la cubierta de mando. La sombra evaluacin de Kaide no haba sido bien recibida, incluso con
el can de fusin de Leyteo necesitaran horas para fundir un
hueco a travs de ella.
Puedo abrirla dijo el tecnomarine al fin. Algo dentro del
panel arroj una chispa efervescente que inund el pasillo con la
espiga caliente de la electricidad. La escotilla gru y se abri mediante pistones hidrulicos, mostrando a los legionarios el interior del puente de mltiples niveles.
El olor a vidrio y carne quemada les asalt cuando Cassiel los
lider hacia el interior, con Sarga a su lado barriendo a izquierda
y derecha con el blter. Cada miembro de la tripulacin y servidor, todos los auxiliares y oficiales, yacan muertos en sus puestos o tumbados en el suelo. Muchos haban muerto huyendo,
mostrando humeantes heridas de lser en sus espaldas con hmedas heridas rosadas.
Leyteo hizo una mueca cuando los sigui dentro.
Ms locura. Se asesinaron unos a otros? Por qu?
Cassiel no respondi a la pregunta, avanzando ms all del
trono de mando hacia el vrtice del puente. Tendida en el suelo de
la cubierta a sus pies, la capitana era un desastre de piel chamuscada y sedas arrugadas de su otrora elegante capa.
Luego mir hacia otro lado, ms all del gran portal. Vio la
proa con forma de punta de flecha de la Lgrima Roja baada en
fuego.
Superviviente! grit Kaide desde uno de los puestos de
control.
El sargento se acerc y encontr a un hombre hundido en un
charco rojo y pegajoso. Llevaba el uniforme de un oficial de comunicaciones de segunda clase y el olor de su sangre llen las fosas
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en el caos. Si lanzara ahora las cpsulas de salvamento ahora, resultaran dispersadas. Algunas podran quedar atrapadas en una
rbita baja, otras arrastradas nuestro paso y an ms aterrizando
sobre lo que se encuentre por debajo de las nubes de Signus
Prime Kaide asinti en silencio ante la sombra estimacin de su
Primarca. Despus de un momento, Sanguinius sacudi bruscamente la cabeza. No. Esta es mi orden. Difundidla a todos los
que puedan orla. Decidles que se refugien en los niveles centrales, en los compartimentos ms profundos y ms protegidos.
El ngel se arrodill junto al cadver de DuCade y sus alas se
abrieron ligeramente, proyectando una sombra sobre la mujer.
Los fuegos de plasma de la reentrada inminente iluminaron sus
plumas blancas con el parpadeo de serpentinas de color carmes y
naranja.
Raldoron hizo un gesto brusco y Cassiel le sigui con una inclinacin de cabeza. En pocos instantes Kaide, Sarga y Leyteo
fueron repitiendo las rdenes del Primarca en los canales de voz y
de intercomunicacin.
Cassiel mir a Azkaellon cuando el ngel se puso de pie.
La nave resultar destrozada insisti el comandante. Si
no lo es por la fuerza del descenso, lo ser al estrellarse contra el
suelo.
No Sanguinius ni siquiera mir a su oficial. En cambio, se
acerc a la consola del timn y puso su mano sobre una placa forjada en bronce y oro. El panel estaba atornillado a un podio que
alojaba la brjula etrea de la nave, y llevaba el sello de Terra y el
Emperador. Los grabados certificaban los servicios de la Lgrima
Roja al Imperio y a las Legiones Astartes. No, no voy a aceptar
eso. Esta nave ha llevado mi bandera tanto en la guerra como en
la paz y nunca me ha fallado. Ha servido a esta Legin durante
siglos. No nos va a fallar ahora.
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Entonces el ngel hizo algo que ninguno de ellos poda esperar. Cerr los ojos e inclin la cabeza, con los incendios ms all
del gran portal bandolo con la luz danzante del infierno.
Yo te saludo dijo a la nave, significando cada palabra. Y
ahora te pido una nica bendicin, vieja amiga. Lleva a mis hijos a
travs de esta prueba. Llvanos al corazn de nuestro enemigo.
El estremecimiento en la cubierta se convirti en un fuerte
temblor. La mirada de Cassiel se sinti atrada por la luz infernal
de las llamas a travs de los portales del puente.
Ante l, Signus Prime llenaba su visin.
***
La barcaza de batalla se zambull en la zona intermedia entre el
espacio y el mundo, y se convirti en un ardiente cometa carmes.
La Lgrima Roja estaba envuelta en una cubierta de furioso gas y
plasma desgarrado, con llamas ms largas que bloques habitacionales lamindola desde la proa y a lo largo de los bulevares
de torres de comunicaciones, bateras de caones y hangares.
La armadura ablativa del casco exterior fue sacrificada en
gavillas de brillantes fragmentos, despegada en brasas ardientes
que se rompieron y se convirtieron en polvo al rojo vivo. El calor
desatado flua como el agua, movindose en peculiares corrientes
de conveccin que baaron los niveles verticales del fuselaje de la
nave insignia. Las capas de pigmento resistentes al espacio se arrugaron e hirvieron, con los signos carmeses y los orgullosos grabados de nombres y hazaas convertidos en oscurecidas rayas sin
sentido. Los pendones hechos de acero flexible se evaporaron,
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sobrecargados luchaban para bloquear los compartimentos y activar los sistemas de supresin de incendios.
La Lgrima Roja penetr en la parte ms alta de la ionosfera
de Signus Prime y sigui cayendo. Los propulsores de la nave insignia estaban muertos, pero los sistemas automticos de
matrices de control de gravedad de la nave lograron ralentizar un
poco la cada. No haba manera de detenerla, pero cada pice de
poder usado por el sistema la detuvo lo mejor que pudo. Grandes
arcos zumbantes de energa electrosttica brillaron y grueron,
luchando contra la inevitable e ineludible atraccin del planeta
por debajo.
Una breve y brillante aurora irradi de sus alas metlicas,
formando patrones y colores que ningn fenmeno natural podra
tener la esperanza de duplicar. La radiacin centelle y se desvaneci, invisible e inadvertida. El aire se espes y se volvi
denso, con el silencio del espacio sofocado bajo un creciente rugido atronador mientras la nave a velocidad hipersnica rasgaba
el cielo. Nubes antinaturales que fluan como el agua turbia se abrieron como un oleaje agitado cuando la Lgrima Roja irrumpi
entre ellas.
La niebla que cubra el planeta se aferraba al mundo en un
manto enfermizo, envolvindolo como el hedor de la muerte se
adhera al cuerpo de un hombre moribundo, pero la nave de los
ngeles Sangrientos la rasg limpiamente, forzando por un instante a la niebla amarillenta a soltar su empalagoso abrazo.
La fuerza y la velocidad de la nave en descenso eran tan
grandes que en su estela desplaz las capas de aire, creando casos
de inversin de la presin. Las nubes se apresuraron a llenar el
vaco y sonaron clarines de grandes truenos, terremotos celestes
tan fuertes que llegaron a la superficie mucho ms abajo. Micro
clulas de tormenta nacieron alrededor de la nave insignia
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mientras atravesaba la capa de nubes y la estratosfera. Aqu, enjambres llevados por el viento de demonios con alas de
murcilago y otros horrores voladores escupieron y aullaron
cuando la nave rasg su dominio areo, seguida por la conmocin
del aire.
La senda de la Lgrima Roja a travs de Signus Prime era una
lnea ardiente sobre el oscuro cielo, marcado por una lluvia de
fragmentos arrancados de su casco. Como un gigante alado de antiguas leyendas, irrumpi desde la parte baja de las nubes turbias
y ardi sobre las altas cordilleras del nico y gigantesco continente del planeta.
Bajo el cielo de un matadero llorando en rojo y negro, la nave
de guerra vestida de llamas hizo su descenso final. La sombra ardiente de la nave barri las laderas desnudas y los asentamientos
saqueados, eclipsando brevemente las torres de humo de las piras
funerarias de kilmetros de altura y los monumentos infernales
erigidos por los tontos ignorantes de los poderes a los que estaban
cortejando.
Los picos de las cumbres se elevaron para rastrillar la parte inferior de la nave mientras el suelo estaba metro a metro ms
cerca. Montaas de obsidiana manchadas con la sangre negra de
la tierra ocupaban la trayectoria de descenso de la nave y la ms
alta entre ellas se interpona con la gran vela ventral que se extenda hacia abajo desde la parte inferior de la Lgrima Roja.
Presionada ms all de cualquier lmite de tolerancia imaginable,
la aleta de adamantina se quebr en toda su extensin y escupi
llamas de fuego. Las bahas de crucero resultaron destrozadas
bajo el trauma del impacto y la vela fue arrancada. Miles de toneladas de plastiacero y ceramita se convirtieron en un torrente de
restos en llamas, decapitando a las montaas bajo ellas y
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Raldoron se quit el polvo de los ojos y se puso en pie con un
gruido, apartando un pedazo de revestimiento de adamantina
que se haba estrellado en la cubierta desde el adornado techo por
encima. A su alrededor, el metal gema y se quebraba al asentarse.
La cubierta estaba inclinada ligeramente, pero pareca que haba
hecho el descenso planetario relativamente intacta. Sonri brevemente ante la fra estimacin de la situacin.
Sabore el olor acre del plstico quemado en la parte posterior
de su garganta mientras se abra paso a travs de los escombros
que haban llegado a la deriva en su descenso cayendo desde la rbita. Aqu y all, sus hermanos de batalla iban levantndose desde
donde haban cado. La ltima y estremecedora colisin con la superficie les haba desperdigado, mezclando a los hijos de Baal con
la tripulacin muerta.
A todos menos uno.
El ngel permaneci ante la consola de navegacin, con una
mano sobre el dispositivo daado y la otra a su lado. Sus alas
sobresalan de su espalda, enrolladas como velas blancas. Sanguinius haba manejado la nave hasta el final, con los pies firmemente establecidos, y nunca se movi de su lugar, mirando a
travs de la gran ventana ovalada del puente, como si desafiara al
destino a que se atreviera a derribarlo.
El destino, al parecer, no haba aceptado el reto.
Azkaellon ech una mirada al Primer Capitn mientras ayudaba a Zuriel a levantarse, la mirada era ilegible. Se dio la vuelta.
La mano del Primarca se levant de la brjula y Raldoron vio
que el metal estaba deformado por el agarre sobrehumano del
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En cuestin de horas, la Lgrima Roja ya no era una nave espacial. La barcaza de batalla se convirti en una fortaleza, una gran
isla del metal rojo quemado en mitad de las tierras muertas. Los
guerreros de la Legin aseguraron la nave y evaluaron los daos.
Aquellos sistemas o materiales que pudieran ser utilizados para la
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Meros sinti una extraa sensacin incmoda en la parte posterior de su crneo. Una leve prdida del equilibrio, aunque nunca
podra haber sido eso. No, era algo ms de esa sensacin ya familiar de incorreccin que se asentaba malamente en l.
Levant la vista hacia las nubes oscuras y agitadas y las sinti
intensamente. El planeta no pareca correcto, de una manera que
no era fcil de explicar con palabras. Era como si estuviera mirando a la creacin de una pintura de un artista enloquecido en
tonos de sangre y fuego a travs de una tela amarillenta, una imagen nacida de la fantasa ms que de la realidad.
El gran espacio abierto en donde se encontraba slo agrav la
sensacin. Reunidos en una amplia formacin, docenas de legionarios en servoarmadura de combate fijaban sus rostros en el cielo
xenos, mirando a lo largo de las torres y almenas de la nave en
tierra. Todos ellos estaban armados y listos no, deseosos para
el combate.
Le pareca extrao estar aqu, encima de uno de los puestos de
combate lo largo de la columna vertebral de la Lgrima Roja.
Meros nunca haba estado en el casco de la gran nave antes y
hacerlo bajo este cielo en lugar del negro vaco sin aire del espacio
era an ms extrao. Una extensin de revestimientos defensivos
y de trincheras ya se estaba cortando alrededor del permetro de
la nave. Se haban desplegado lanzaderas, junto con las lneas de
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Revestido de su armadura, su guantelete dorado se volvi mbar por la luz taciturna de Signus, cuando su seor seal al
apotecario.
Cuntales, hermano Meros le orden. Cuntales lo que
viste.
Meros vacil y su mirada se encontr con la de Kano, que estaba al lado de capitn Raldoron. Su amigo hizo una leve inclinacin de cabeza, animndole a hablar, pero la reaccin no fue
amable. Con cuidado y claridad, transmiti lo que haba visto
desde la galera a bordo de la Lgrima Roja en los momentos previos a que la horda enemiga desembarcase en la nave insignia mediante la fuerza bruta. No fue la descripcin de los monstruos
mutantes que los legionarios haban despachado lo que caus inquietud, sino las acciones de Tanus Kreed y la Pgina Oscura.
Fuiste testigo de que la nave de Kreed disparase a los
atacantes? la pregunta reson desde la unidad codificadora de
voz del hermano Cloten, un guerrero Dreadnought de la 88.
compaa.
No le dijo Meros. Slo vi la retaguardia de su nave
cuando vir y huy le fue imposible contener la amargura de su
voz. La retirada de la Pgina Oscura dej a la Lgrima Roja
vulnerable. No tengo ninguna duda en esto.
Este medicae no estaba en la nave expres Cloten. No
sabe lo que ocurri all!
El matasanos dice la verdad respondi Helik Redknife, con
los brazos cruzados sobre el pecho. Yo tambin lo vi. Kreed
huy del campo de batalla el Lobo Espacial volvi sus ojos
severos hacia Azkaellon. Dime que no es as, Comandante de la
Guardia.
El duro rostro aguileo de Azkaellon se tens.
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Un murmullo de voces se movi entre de los hombres reunidos y Meros escuch los tonos familiares y maliciosos de
Annellus.
Ese nombre es de cuentos infantiles, una reliquia de la antigua mitologa y la leyenda desterrada por la iluminacin del
Emperador!
Amit se volvi hacia el Guardin, sealndole con un dedo.
No niegues lo que has visto con tus propios ojos. Estas cosas
con las que luchamos no son los nephilim, nunca lo fueron! Y no
son xenos, estn ms all de eso mir a su alrededor, a sus
hermanos. Desafo a cualquiera a que me diga que no lo siente
tambin. Nada de lo generado a partir de nuestro universo podra
abarcar estos horrores, y abjuramos de ello a nuestra costa!
Has dado tu opinin, Amit empez Sanguinius.
No le espet, atrevindose a hablar por encima de su
seor. No, mi seor. No lo he hecho.
El Guardia Sanguinario Mendrion se apart de su posicin al
lado del Primarca y se acerc para castigar al capitn, pero la
mano de Sanguinius lo mantuvo en su lugar.
Tengo ms que decir enton Amit. Y muchos no desearn orlo, pero en nombre de Baal y Terra debe ser odo!
Meros sinti helarse su sangre cuando vio el rostro angelical
de su Primarca tan duro como el mrmol tallado.
Habla, hijo mo.
Amit asinti y Meros vio algo en el capitn que nunca haba
visto antes: un momento de duda, de tristeza.
Mis temores sobre Signus Prime han resultado ser ciertos.
Este lugar era una trampa para nuestra Legin. Hemos sido
atacados por las mentiras y las sombras desde que nos pusimos
en marcha dirigi una breve mirada a Kano y a continuacin
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sigui. Y el doble juego de Kreed al traernos aqu slo puede significar una cosa. Hemos sido traicionados.
Kreed podra haberse acobardado dijo Raldoron,
rompiendo su silencio. Pero no tiene sentido que nos condujese
a la ruina.
Limitas tu pensamiento, Primer Capitn respondi
Amit. Tanus Kreed no es el artfice de esto. Es un seguidor, no
un lder.
Erebus? Azkaellon dijo el nombre sin pensar.
Amit neg con la cabeza.
Parece alguien an mayor, hermanos. Quin nos ha enviado aqu?
Elige tus prximas palabras con cuidado dijo el Primarca,
quedndose muy quieto.
El capitn solt una carcajada sin humor.
Sabis que no es mi forma de ser, seor. Debo decir lo que
yo creo, y creo que el Seor de la Guerra nos ha enviado aqu con
una mentira en los labios, con pleno conocimiento de lo que
La armadura dorada brill como un relmpago y Meros retrocedi ante el choque crepitante de metal contra ceramita, con el
profundo impulso de alas blancas rompiendo contra el aire. De
repente Amit estaba tirado en el casco con un nuevo crter de impacto en su daada servoarmadura y Sanguinius estaba de pie
sobre l. El ngel se movi tan rpido que el apotecario apenas
haba registrado el movimiento, barriendo y derribando a Amit
con la empuadura de su gran espada. La hoja roja estaba ahora
en las manos del Primarca y la punta a pocos milmetros de la
garganta desnuda del capitn.
Vas a pedir perdn por lanzar esas calumnias sobre mi
hermano Horus escupi, con una expresin atronadora, y
luego te arrancar tu armadura y te marcar para el castigo la
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CATORCE
Las llanuras de los condenados
A la guerra
Devorador de almas
Kano cruz la baha de aterrizaje, caminando con cuidado.
Suprimi el dolor de cada pisada de su pensamiento por mera
fuerza de voluntad, tomando el calor blanco y encerrndolo en
una caja inexpugnable. Sin embargo, el contenedor metafrico
rebosaba y todas las acciones de las glndulas neuroqumicas en
sus bio-implantes y los filtros de drogas con los que haban sido
dosificados no detuvieron el flujo de la agona. Kano estaba caminando sobre espadas, soportndolo con una calma estoica y
frrea.
La mole carnosa que lo haba atacado en los huecos del casco
haba descendido sobre l con la pura fuerza de su masa,
golpeando su armadura y amenazando con aplastarle bajo su
peso. Su servoarmadura, fracturada de la cabeza a los pies y casi
intil, le haba sido retirada y enviada a los artificieros de Metriculus con vanas esperanzas de reparacin, los maestros de las
armas tenan otras muchas tareas que atender y Kano dudaba de
que no recibira otra cosa que tnicas de servicio en un futuro
inmediato.
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de fibra de carbono y oro. Los ojos de Raldoron se sintieron atrados por el metal rojo de la gran espada de su seor, que en ese
momento estaba siendo limpiado y preparado por un
tecnomarine.
Sanguinius mir hacia arriba e hizo seas a Raldoron con un
movimiento de cabeza cuando la ltima pieza de la armadura encaj en su sitio.
Podis retiraros dijo al resto.
Sin decir una palabra, la Guardia Sanguinaria se march en
procesin de la sala y el capitn sinti la mirada interrogante de
Azkaellon en su espalda.
Estamos listos entonces? dijo el ngel.
La Legin espera asinti Raldoron, sacando una placa pictogrfica de una bolsa en su cinturn. El capitn Redknife pidi
permiso para unirse a nosotros en la lucha y se lo he concedido.
Los elementos de la flota en rbita informan de que la situacin es
estable, pero sin avances. No tenemos la superioridad en rbita,
pero tampoco el enemigo. Presion la pantalla para activarla.
Nuestros exploradores han informado. Hemos encontrado lo que
parece ser una solitaria y enorme fortaleza a varios kilmetros
hacia el norte.
Un nico reducto repiti el Primarca. Ral, el censo colonial menciona seis asentamientos solo en este cuadrante.
En efecto. Envi exploradores hacia esas coordenadas. No
queda nada, mi seor. Ni siquiera las ruinas ofreci la placa.
Esto es todo lo que sigue en pie.
Sanguinius tom el dispositivo y lo estudi, hojeando las imgenes areas de la fortaleza enemiga. Arque una ceja.
Por qu estas pictografas son tan pobres?
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La interferencia con los sistemas pticos de los pjaros monitores que enviamos a sobrevolar el objetivo hizo una pausa.
Los drones volvieron diferentes. Tuve destruirlos y quemarlos.
Es difcil estimar el tamao dijo el ngel.
La aguja central es de aproximadamente tres kilmetros de
altura explic Raldoron. Las mediciones lser se negaron a
dar una estimacin consistente. Es casi como si el edificio no estuviese del todo all haba estudiado minuciosamente las imgenes hasta que un extrao y molesto dolor en el estmago le oblig a mirar hacia otro lado. La fortaleza se pareca a una antigua
catedral de altura, con conos estrechos y arcos de capilla masivos.
Alrededor de la torre central haba cuatro torres ms pequeas y a
continuacin un anillo de ocho ms. El alto ngulo de la pictografa del pjaro mostr un claro patrn geomtrico de arquitectura, pero la base de la estructura estaba envuelta en una peculiar
niebla plida que brillaba, iluminada por un resplandor rojizo de
miles de ventanas empaadas. La construccin de la gran catedral
era extraa, su superficie estaba manchada, como si hubiera sido
construida con piedras mal acabadas.
Un disparo de un can lanza desde la rbita pondra a
prueba la realidad de este lugar sin duda Sanguinius habl
como si lo hiciera consigo mismo.
No pueden verla desde all arriba respondi Raldoron.
Me comuniqu con Galan en la Pacto de Baal y ped a sus artilleros que hicieran los preparativos para posibles bombardeos. Su
respuesta fue preguntarme por qu quera convertir una porcin
del desierto en cristal.
Est aqu, tan claro como dijo el Primarca pero se detuvo
sin terminar la frase, frunciendo el ceo ante las imgenes borrosas. Bueno. Tal vez no le dio la espalda a la placa. Esto
nunca iba a ser una guerra de mantener una posicin elevada y
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remordimientos, hijo mo. Y me temo que no habr tiempo suficiente para deshacer el destino que nos espera a todos entonces
el instante pas y Sanguinius blandi la gran espada. Vamos a
luchar la batalla frente a nosotros y luego regresaremos a buscar a
Horus. Y sabr la verdad en ese momento salud con la hoja.
Da la orden. Vamos hacia el norte. Hacia la guerra.
***
Desde los flancos de la Lgrima Roja, una rfaga de la arena arrastrada por el viento se elev en el aire cuando vehculos areos,
medios de transporte y las botas de miles de marines espaciales se
desplazaron por el paisaje arrasado de Signus Prime. Tanques
Predator y vehculos con armamento gravtico, speeders y motojets formaron la punta de la formacin, mientras que las plataformas mviles portaban unidades de apoyo pesado, garras de
Dreadnoughts y divisiones de exterminadores por centenares.
Igualando sus nmeros, las escuadras de ngeles sangrientos en
filas apretadas avanzaban a paso ligero. Salieron hacia el lejano
bastin enemigo, con la luz del sol sin brillo iluminando de forma
intermitente sus espadas desnudas y blteres preparados.
Las unidades de asalto se impulsaron con sus aullantes retroreactores, devorando la distancia en largos saltos propulsados por
destellos de fuego amarillo. Por delante de ellos, las compaas de
lite marchaban rodeando el oro y el blanco del Primarca y su
guardia de honor.
Sanguinius sac su espada y un grito de euforia a todo pulmn
ondul a lo largo de su ejrcito como una gran ola rompiendo
contra la orilla.
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De las paredes de la distante ciudad-catedral, fuera del denso miasma de la empalagosa bruma blanca, un ejrcito de lo desconocido avanz por las Llanuras de los Condenados, y las arenas
blanquecinas se tornaron negras con sus huellas. Revelando una
horda de batalla como nunca haba combatido la humanidad. No
tenan aviones, ni vehculos blindados, ni mquinas de guerra, en
la forma en la que un guerrero de las Legiones Astartes los concebira. En cambio, este ejrcito tena bestias tradas de las leyendas
ms oscuras. Monstruos y demonios, porque no haba otra manera de describirlos. Mantcoras y quimeras, diablillos y hostigadores, ogros y trolls, scubos y calaveras: cientos de miles de
espritus oscuros arrancados de innumerables generaciones de
leyendas aterradoras, la prole de los temores del corazn humano
convertidos en carne corrupta y huesos podridos. Viviendo, gritando, aullando por la sangre de los ngeles Sangrientos.
El gran ejrcito de la disformidad superaba en nmeros a los
guerreros de la Legin por miles, incluso con la representacin de
hermanos de batalla de casi cada compaa de los poderosos Trescientos. En primera lnea, corriendo salvajes y locos como avanzadilla de las bestias, estaban los ltimos restos de vida de la gente
de Signus. Estos crean estar, de algn modo misterioso, bendecidos. Eran hombres y mujeres que se haban entregado completa
y totalmente a los poderes de la oscuridad, mucho ante de que la
invasin total de la disformidad siquiera hubiera comenzado.
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Algunos de ellos haban mantenido su secreta fe oculta durante generaciones, escondindose en lugares sombros y protegiendo la vileza de sus creencias en la cara de la verdad secular
del Emperador y su Gran Cruzada. Imaginad su alegra cuando el
emisario de la noche lleg a ellos y les dijo que se prepararan para
un nuevo renacimiento. Su religin proscrita ardi repentinamente de nuevo a travs de los planetas y lunas del cmulo
Signus.
Cuando lleg lo extrao y aterrador, saban lo que era, cuando
Bruja lleg en su carro de la mentira, lo saban. Y estaban felices.
Estos fueron los hombres y mujeres que haban dirigido sin
dudarlo a sus familias, vecinos y compaeros, como ovejas a las
fbricas rediseadas para ser materia prima de los carniceros. Estos fueron los que bebieron profundamente de la hiel de demonios recin nacidos y voluntariamente aceptaron la invasin de
la prole disforme, no slo en su universo y en sus mundos, tambin en su carne.
Estos eran los vasallos dispuestos del ejrcito de Kyriss, los
que ms queran ser cabalgados como monturas, convertirse en
los recipientes de carne de los depredadores inmortales del inmaterium. Y con esto en mente y canciones hechas de palabras prohibidas surgiendo de sus labios, se abalanzaron para ahogar los
caones de los ngeles Sangrientos.
Los embelesados cultistas se haban convertido en esclavos
psquicos, portaban pistolas y armas arcanas, cuchillas y chalecosbomba, y un centenar de otras maneras de matar y mutilar. Una
lluvia horizontal de fuego blter y plasma furioso lleg al encuentro de su avance y los despedaz, desgarrando la carne en tiras o
hacindoles gotear pegotes de grasa de carne carbonizada. Los
guerreros de la IX Legin obtuvieron la primera sangre en Signus
Prime, como era su derecho y su intencin. Se comprometieron a
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Los elementos de ataque aterrizaron con choques de ceramita
contra piedra y con las armas gruendo mientras disparaban a la
multitud de enemigos. El Primarca ascendi a la cima de una colina baja, balanceando su espada para atravesar el cuello de un
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demonio de piel amarilla. La criatura se pareca a alguna combinacin de insecto, bovino y humano, y su cola de escorpin
tembl cuando su cabeza carnosa cay al polvo. Azkaellon y
Halkryn estaban en sus flancos, despachando un justo fuego con
sus blteres ngelus.
De las hendiduras abiertas en el suelo cercano y por debajo de
las arenas muertas apareci una nube zumbante, retorcindose en
motas negras brillantes. Enjambres de oscuras moscas de batalla
fueron vomitados en el aire, provocando malestar en los odos de
los legionarios con el ruido del batir de sus alas. Se demoraron
para alimentarse de los muertos y luego barrieron hacia abajo,
hacia los ngeles Sangrientos.
Sanguinius no tena necesidad de dar voz a la orden, sus guerreros ya se haban preparado para este tipo de ataque. El ngel se
limit a sealarlas y sus legionarios se encargaron del resto.
Lneas de lanzallamas de alta presin y armas de plasma incineraron los enjambres y vertieron infiernos en el aire. Con un ruido
parecido al de gritos humanos, los insectos murieron y se arrojaron granadas perforantes en las aberturas en la tierra para
cerrarlas.
El Primarca se adelant cuando el sonido de los gruidos y
furia canina fueron a su encuentro. De la niebla de la guerra
aparecieron bestias que parecan a perros, pero creados por la
mente de un loco atormentado. Estos grandes sabuesos de carne
estaban goteando fluidos, como si les hubieran desollado vivos, y
espinas afiladas de hueso negro surgan de sus torsos. Ojos rojos y
brillantes como lseres miraban sobre fauces llenas de un nmero
imposible de colmillos. Cada perro del infierno era del tamao de
un legionario sin armadura y se lanzaron contra las tropas
atacantes, mordiendo limpiamente a travs de la ceramita o
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Grit desde su cara encapuchada y bocas mordientes, manipulando sus dedos para asemejarlos a garras nacaradas con las que
cortar y desgarrar. El ngel reban a los perros de carne que se
reunieron en grupos para impedir su avance, mientras la criatura
aullante bailaba y se retorca sobre las arenas, tratando de
mantenerse fuera de su alcance.
Entonces estuvo sobre la viuda y el filo rojo gir en sus manos,
convirtindose en un arco de plastiacero brillante que cay de arriba a abajo. El ngel cort las garras de un solo mandoble, dejando seis muones de los que brotaba materia oleosa, y las
manos cayeron al polvo y se deslizaron lejos como araas presas
del pnico. l las aplast bajo sus botas mientras la criatura finalmente le mostr su rostro. All, bajo la capucha, haba una madeja
de carne plida cubierta de ojos humanos y carente de todos los
dems rasgos.
Sanguinius agarr un puado de sedas brillantes mientras la
criatura se giraba para huir y tir de ella, elevando a la viuda de
sus piernas sinuosas. Sac su adornada pistola infernus y la
apret contra el cuello de la criatura.
No llores ms dijo, y la ejecut de un tiro.
Se alej del cadver y ech una ojeada a su alrededor, encontrando a sus Guardias Sanguinarios cerca, cada uno dedicado a la
eliminacin de otra de esas obscenidades. Diablillas seductoras
con garras y mucho ms de los demonios de ungulados llegaban a
sus lneas, ululando y gritando un coro antinatural. Las lneas de
batalla de los ngeles Sangrientos y sus enemigos estaban ahora
mezcladas, llevando la ola del combate adelante y atrs mientras
fuerzas opuestas luchaban por la supremaca, ganando y
perdiendo terreno a cada momento.
El Primarca sonro con frialdad, sintiendo la carga de la ira de
batalla creciendo muy dentro de l, sintiendo la misma rabia
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Se desplegaron alrededor de los Phobos y al amparo de los
caones lser pesados de los land raider, cuyas lanzas blancas ardientes de luz chisporroteante atravesaron el aire empaado hacia
las defensas del enemigo.
Los demonios. Meros tuvo problemas para sacar el nombre de
sus pensamientos. Se haba incrustado all como una astilla y no
poda quitrsela.
Adelante! grit Cassiel, apuntando con su pistola de
plasma. Adelante por la Novena y la Legin!
El resto de la escuadra se hizo eco el grito del sargento y sali
de la sombra del tanque, unindose al avance de su compaa en
la refriega. Ms adelante, Meros alcanz a ver al capitn Furio
blandiendo su escudo de honor y la espada de energa que era su
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arma caracterstica. El apotecario tena su espada-sierra encendida y lista, con la pistola blter amartillada y cargada.
Sarga se haba quitado el casco, dejando el pelo suelto en una
melena salvaje y sus dientes al descubierto en un gruido. Sonri
a su compaero, alejndose mientras colocaba su blter al hombro. Cerca de all, Leyteo y el tecnomarine, Kaide, estaban
haciendo lo mismo, midiendo sus primeros tiros contra la lnea
enemiga. Eran un puado de guerreros, entre muchos miles, un
nico elemento en mitad de falanges de legionarios blindados carmeses, pero pareca que la batalla les perteneca slo a ellos.
Meros se uni a sus hermanos, mirando a travs de las lentes
de su casco para seguir la carrera de un nudoso y cornudo demonio aproximndose, enseando sus garras y azotando su cola
furiosamente. El selector de objetivos pareca deslizarse de la criatura mientras se mova, incapaz de obtener una adquisicin slida. Hizo una mueca y lanz un tro de proyectiles blter hacia ella
calculando a ojo su posicin, volndole un miembro con un golpe
de suerte.
La bestia solt un estridente sonido agudo parecido a un relincho y apunt sus cuernos hacia l, bajando la cabeza y el chorreante y espinoso aguijn en su cola. Nubes de feromonas soporferas empaaron el aire, expulsadas desde las glndulas en la espalda de la criatura. Se movi ms rpido de lo que esperaba, embistiendo y abrindose paso a cabezazos entre los legionarios en la
fila por delante de l. Unos ojos negros sin pupilas miraron a Meros, y el legionario supo que quera matarlo.
Sigui disparando y de repente al rugido de su pistola se unieron las voces de una docena ms de blteres. Incapaz de detener
su carga, el demonio corri hacia el matadero y fue despedazado.
Meros lanz una mirada por encima del hombro para ver
quin le haba ayudado y se encontr una mscara de crneo
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devolvindole la mirada. El Guardin, Annellus, le dirigi una inclinacin de cabeza, junto al guerrero negro estaban Redknife y
sus Lobos Espaciales, con los caones de sus armas todava
humeantes.
El capitn pas por delante y le dio al monstruo muerto una
desganada patada.
Mueren bastante fcilmente. Aunque apestan a carne en mal
estado la carne del demonio ya se estaba ablandando, volvindose empalagosa y fundindose. Un extrao vapor perfumado se
elev del cadver, encrespndose en el aire como si algo escapase
de la prisin de su cuerpo enfrindose. El cuerpo se descompuso
con una rapidez escalofriante, como todos los otros enemigos
muertos. Robado de la energa vital grotesca que les animaba, se
desintegr casi de inmediato. Pareca casi como si no fuera una
muerte en absoluto.
Seguid el avance espet el Guardin y Meros se movi con
el grupo, con sus hermanos de batalla coronando una colina baja
un poco ms adelante.
El Lobo Espacial con la cabeza rapada, el que tena la piel cubierta de tatuajes rnicos y smbolos arcanos, sacudi un bastn
nudoso en la mano y le dijo algo en fenrisiano. Las palabras no
eran claras, pero el tono revel lo suficiente. Una advertencia,
pens.
Meros sigui el gesto del escaldo y sinti la tierra temblar bajo
sus pies. A travs de la niebla, una forma masiva de fcilmente el
grosor de un transporte Rhino se acercaba, tambalendose de un
lado a otro sobre piernas gruesas y flexibles. Una luz apagada surga del latn sucio manchado de sangre. Se mova rpido, avanzando a saltos.
La cosa pareca un cefalpodo de un ocano profundo, pero
eso slo era la mente de Meros agarrndose al equivalente lgico
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Cada guerrero en las almenas de la Lgrima Roja destilaba ira y
frustracin en las auras de sus pensamientos, hasta el punto de
que Kano poda sentirlas incluso sin proponrselo. Caminaba rgidamente lejos de los guerreros en la fosa de misiles construida
apresuradamente, tratando de ordenar los pensamientos de su
mente. Con rostro adusto, march a lo largo de la cara norte de la
barcaza de batalla en tierra, observando la luz de la distante
conflagracin.
Kano saba sin mirar atrs que los legionarios apostados en el
can eran hermanos de la 221. compaa y que vean el deber
de velar por la base con la misma aversin que l. Tambin saba
que le costara poco presionar con ms profundidad, obteniendo
sus nombres y recuerdos de sus pensamientos ms superficiales.
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No te ven a ti.
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Sanguinius contempl a una bestia.
Un misterioso humo de bano en espiral se extenda alrededor
de un torso musculoso de iracunda carne roja, un pecho hinchado
y unos brazos flexivos apenas contenidos por las bobinas de aros
de latn y una maltrecha armadura de bronce. Unos maliciosos
cuernos negros sobresalan de un rostro que grua constantemente con una expresin de odio salvaje, mostrando colmillos
amarillos y salivando por las comisuras de sus labios. Su llegada
haba sido como la de un cometa, cubierta de una nube de cenizas
del cielo maldito por encima, y sin embargo, el Primarca intuy
instintivamente que era una criatura del inframundo ms que de
los cielos. Haba visto los viejos libros del saber que llenaban las
bibliotecas secretas del palacio de su padre y conoca los mitos de
bestias y demonios del pasado supersticioso de la humanidad. El
humanoide que se alz ante l era el terror de los hombres muertos mucho tiempo atrs, ms real y terrible de lo que jams podra
haber imaginado.
Habl, mirando de reojo a ngel.
Has disfrutado de la partida hasta el momento, dorado?
su voz era como el magma hirviente. Tantas piezas gastadas y
tanto por recorrer antes de que lleguemos al final del juego lanz una mirada maliciosa a los muertos en torno a ambos, cuerpos
de los legionarios, cultistas y monstruos por igual. Pero bueno,
ambos adoramos el sabor de la sangre, no?
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Meros vaci su pistola sobre una manada de furias chirriantes y
recarg, saltando crteres de arena empapada de sangre mientras
se acercaba al centro de la batalla. Se desliz por una pendiente y
se detuvo. Un grupo de legionarios permanecan de pie con las
armas preparadas, muchos de ellos legionarios de la primera
compaa de Raldoron. Vio al capitn y a la Guardia Sanguinaria
blindada en oro, las escuadras de exterminadores de Saevin y
Mecallus, y ante ellos la forma carmes del Venerable Leonatus,
con sus banderas ondeando en los flancos adamantinos del
Dreadnought.
Todos ellos estaban esperando y a lo largo de la lnea de
batalla al apotecario vio a la horda enemiga en una posicin similar. Grupos de perros de pelaje negro y lagartos-lobos a los que ya
se haba enfrentado jadeaban y pateaban en el barro, junto con
humanoides crestados con crneos con cuernos y espadas oxidadas. Los devastadores gruan y salivaban, sujetando firmemente
las empuadoras de sus espadas a la espera de rdenes de su
amo.
Su amo. Meros qued impactado al mirar a la figura infernal,
este Devorador de Almas. Lo escuch hablar y sinti el temblor en
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el aire por el batir de las alas oscuras en su espalda. Por un momento, pareci como si un espejo de pesadilla hubiera sido colocado ante el ngel y este oscuro reflejo se mostraba como el polo
opuesto a todo lo que era noble y bueno en l.
Por qu nos combates? pregunt la criatura, ladeando la
cabeza y mirando a las vctimas de la guerra. Somos iguales.
Ambos conocemos la alegra del derramamiento de sangre. El
dulce sabor de la matanza la criatura dio un paso hacia adelante, blandiendo sus armas: un largo ltigo de metal en espiral y
un hacha que pareca formado a partir de la quijada de un leviatn. Khorne es poderoso ms all de toda medida. El caos es el
estado final de toda la existencia. Resstete y solo logrars prolongar lo inevitable el demoledor sonido de su voz hizo mostrar
los dientes a todos los ngeles Sangrientos, como si pudiera escucharles a travs de la resonancia de sus huesos. Incluso
vuestro Emperador-Padre lo sabe. Por eso se esconde de nosotros.
Porque tiene miedo.
Meros vio el relmpago de ira en los ojos del Primarca, la pa
haba acertado de pleno, pero entonces Sanguinius sonri.
Fuera de mi camino, animal, o te despedazar le dijo a la
bestia. Solo tratar con tu seor, el llamado Kyriss.
El humo estigio que envolva al demonio se agit con una furia
repentina.
Esa puta de los sentidos no es mi amo se enfureci. Yo
slo respondo ante Khorne! Yo soy el seor de la guerra de este
lugar!
No eres nada para m dijo el ngel, y atac.
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vengar este ataque contra su seor. Sanguinius sinti las emociones que procedan de ellos en oleadas. Vio sus caras, oy sus
nombres repiquetear en sus odos. En cabeza el firme y audaz
Nakir, su capitn de la 24. compaa, y con l Gravato, Madidus,
Perada, Ferveus, Eremin, Carrick y muchos ms, a los que conoca
como si fueran sus hijos.
No! trat de advertirles que se retirasen, con las piernas
heridas resistindose a l mientras intentaba ponerse de pie, pero
KaBandha ya estaba corriendo hacia ellos, invocando un fuego
rojo desde el aire, una neblina que arda como pura furia.
El hacha del demonio se levant, y al caer, un nuevo sol carmes naci en el medio del campo de batalla. El gneo estall y en
los pasillos de su mente, un padre oy cmo quinientos de sus hijos perecan en un instante.
Entonces la oscuridad reclam al ngel, con la sacudida del
shock psquico envolvindole en el abismo de su alma.
NIKAEA
Esto no va a terminar bien dijo el capitn Thoros. Las palabras fueron casi un susurro, ms el escape de un pensamiento mal
disimulado que una declaracin real.
Raldoron mir a su compaero de piel plida y se detuvo en
medio del spero tnel de paredes negras.
Hermano? apunt.
Thoros vacil y sus plidas mejillas adquirieron un destello de
color al darse cuenta de su error.
Perdonadme, Primer Capitn. Habl fuera de lugar.
Comparte tus pensamientos si quieres insisti Raldoron.
El otro oficial neg con la cabeza.
Aqu no mir alrededor del conducto volcnico. Ahora
no.
Raldoron vacil en el pico de hacerlo una orden, pero Thoros
se le adelant.
Los transportes deben estar preparados para la salida del
ngel. Me pondr a ello dijo. Antes de que pudiera decir algo
ms, Thoros comenz a andar por una bifurcacin del pasillo, en
direccin hacia el cuadrante de aterrizaje que haba sido tallado
en los campos de ceniza volcnicos, ms all del cono que se elevaba por encima de ellos.
El Primer Capitn frunci el ceo y sigui caminando. Pas al
lado de sirvientes y guerreros de otras legiones, todos ellos involucrados en los asuntos propios de la retirada de la superficie de
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dirige mi Guardia Sanguinaria porque desconfa de todo y sospecha de una amenaza en todos los lugares. Pero Amit hizo
una pausa. El capitn Amit siempre dice lo que piensa, nunca
vacila, aunque l sabe muy bien que se juega una reprimenda.
Puede estar seguro de eso hasta el da de mi muerte seal
Amit.
El ngel asinti con la cabeza.
Pero nunca lo olvides. La palabra del Emperador es ley y su
voluntad se cumplir. El Decreto de Nikaea ahora es un mandato
imperial, y vamos a respetarlo como tal. Los bibliotecarios volvern a integrarse de nuevo en las filas tcticas. Todava son legionarios. Harn que me sienta orgulloso, no importa qu arma lleven
a la batalla se volvi para mirar a Amit y le clav una constante
y firme mirada. Y en cuanto a lo que el destino nos deparar
despus de este da Los ngeles Sangrientos se ocuparn de ello
cuando llegue.
Raldoron acept en silencio. Sin embargo, sus dudas no se
calmaron.
PARTE III
El ngel Rojo
QUINCE
Templo de huesos
Ignicin
Un acto de desafo
El camino de Tanus Kreed estaba enlosado con las aureolas de
cien mil crneos, cada uno suavizado y pulido como si fueran adoquines desgastados en la calles de un mundo marginal. Sus pisadas despedan un eco peculiar en los pasillos de la catedral y la
densidad de las paredes daba al sonido un timbre frgil.
El ruido de la batalla en el exterior apenas poda llegarles aqu.
Estaba muy lejos, un ruido sordo, como los rompimientos de las
olas sobre una costa lejana. Crepitantes fuego de blter, con gritos
humanos e infernales resonando, era un ambiente apropiado.
Pas los dedos de su guantelete sobre los arcos y pilares que se
elevaban por encima de su cabeza para sostener el techo cnico.
Racimos de largos fmures rodeados de cajas torcicas se levantaban en grupos para formar algo parecido a columnas, cada
una asegurada en su lugar por las pequeas barras de las falanges
de las manos de los nios. Mandbulas y espinas forman prticos,
mientras las caderas vestan las paredes del claustro, y los crneos
eran omnipresentes. Cuencas de ojos vacas miraban hacia el legionario desde arriba y abajo, iluminadas dbilmente desde dentro por antorchas plasmticas.
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El gran templo de hueso era una magnfica creacin, reflexion, una obra devocional que empequeeca incluso los ms
grandes monumentos que los Portadores de la Palabra haban
erigido para el Emperador, cuando todava le llamaban maestro.
Kreed se ruboriz al pensar en eso. Lorgar y sus hijos haban
trabajado tanto tiempo al servicio del distante y despreocupado
padre del Urizen, y para qu? Haban credo tan firmemente en
su grandeza, cortejado la verdad de su naturaleza divina en todos
sus actos y guerras durante la Gran Cruzada. La XVII Legin
haba pasado mundos enteros por la espada por atreverse a desafiar al Emperador y muchos ms se haban puesto a trabajar
para construir obras para glorificarlo.
Luego sucedi la traicin en Khur y todos los ojos se abrieron
por fin. Se inici con la destruccin de Monarchia, ese perfecto
homenaje al Emperador, y termin en Monarchia, el pramo
donde Lorgar fue castigado por su amor ciego. Su fanatismo fue
reprochado, escupido sobre l. Tanus Kreed haba estado all.
Haba visto lo que sucedi.
Como consecuencia, era tan sorprendente que los Portadores
de la Palabra se hubieran dado cuenta de que haba una verdad
ms grande que abrazar? Una palabra no procedente de un mortal que pretenda negar su camino a la divinidad, sino de verdaderos dioses, verdaderos poderes con el toque de la ruina y el caos
a su alcance?
Aclito? el capitn Harox estaba a su lado, esperando.
Kreed no se haba dado cuenta de que se haba detenido. No dijo
nada y volvi a su paso, escuchando el eco, sintiendo la acumulacin de energa silenciosa en el aire hmedo. Este lugar, esta
Catedral de la Marca, era la clase de monumento que deberan
haber estado creando todo el tiempo. Todo lo que hizo falta fue la
traicin ms grande para que esto quedase claro.
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Kreed imagin ese momento, los ngeles Sangrientos despojados de su nobleza arrogante y pomposa, con la armadura de su altivez ensuciada por una rabia animal e incontenible. Una degradacin apropiada para los favorecidos del Emperador, pens.
Ardern en los fuegos de su propia furia gru KaBandha,
saboreando el pensamiento, y ser entonces cuando se arrodillarn, aunque slo sea por probar ms sangre.
Haces que parezca tan fcil! espet Kyriss. Pero no debera esperar menos. T intelecto es tan brutal como tus tcticas,
Devorador de Almas! el demonio desgarbado camin alrededor
de la boca del pozo con sus piernas delgadas y esculpidas. Soy
yo el que ha preparado el camino para esto, el que comand los
susurros del ter y desat los horrores en Signus! Kreed vio flexionarse su cuerpo en formas antinaturales. Esta carne, que tom
como mi recipiente del sacerdote davinita fue rehecha del mismo
modo como rehce la verdad, el terror y el miedo en estos mundos
las manos con garras resonaron airadamente al juntarse. Mientras t estabas afilando tus cuchillas y buscando cosas para
matar, fueron los emisarios de Slaanesh que abrieron el camino.
Fueron mis cultos los que surgieron aqu, no los tuyos, guerrero
de Khorne! Yo plant las semillas para las cbalas de brujos sobre
Ta-Loc, Kol y una docena de otros puestos de avanzada! Dirig sus
psquicos a la masacre. Contest a sus llamamientos! Kyriss estamp sus pies con garras en los huesos por debajo de ellos.
Recuerda eso!
La criatura se volvi hacia Kreed y seal con un dedo largo y
delgado al Portador de la Palabra.
KaBandha no es dueo del cmulo Signus, efmero, no importa lo fuerte que pueda golpear con su espada contra su armadura. Y tampoco lo es tu seor de la guerra mortal. Soy yo.
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He aqu el gneo escupi Kyriss, mirando de reojo al dispositivo de hechicera. La magia de los sentidos, capturados y
acorralados. Un arma de guerra. Lo sientes, efmero? Incluso su
mera visin amplifica la naturaleza ms bsica de los que se exponen el demonio apunt al enorme hacha de KaBandha. El
golpe asestado contra los guerreros del ngel estaba saturado por
este poder. La fuerza destructiva de la matanza fue magnificada
mil veces suficiente como para atar a su Primarca en un sueo
sin fin, donde permanecer hasta que los poderes de la oscuridad
lo deseen.
KaBandha hizo una mueca.
Vil magia psquica. Me enferma tener que estar en su aura
Las piezas encajaron en los pensamientos de Kreed.
Sin su seor, los ngeles Sangrientos descendern ms en su
propia furia Y si Sanguinius se eleva una vez que se hayan
despojado de toda falsa apariencia de dignidad
Romper el espritu del pequeo ngel dijo Kyriss, con una
sonrisa odiosa.
***
Meros mir, pero no vio.
Le pareci que estaba en lo que antao haba sido un corredor
a bordo de la Lgrima Roja, un pasillo amplio con la anchura de
un bulevar de una ciudad colmena. Una gran franja del casco exterior ya no estaba, desgarrado por la cada desde rbita de la barcaza de batalla y el catastrfico aterrizaje de emergencia, y ahora
el corredor se haba convertido en una galera abierta a los elementos. Arenas custicas y cenizas sopladas por los vientos
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aullantes de Signus Prime se acumulaban en el socaire de las soportes de apoyo. Dedos de luz de la estrella principal y sus compaeras dibujaban un elenco sombro en el entorno.
Meros estaba y no estaba aqu. Se senta como si una parte de
l estuviese todava en el campo de batalla, enraizado en el barro y
el fuego, como si un fragmento de su espritu se hubiese quedado
all mientras haba sido despojado de esta nave de carne y hueso.
Cada vez que trataba de pensar de nuevo, tratado de moverse
hacia delante, el horror de lo que haba presenciado ocupaba de
nuevo sus pensamientos y le torturaba al revivirlo.
El pensamiento era como una herida cruda y sin cicatrizar. El
ngel cay. Recordaba el peso de la pistola blter y su espada-sierra. Pesada, pero no restrictiva, potente y lista para matar. La
mueca en sus labios cuando avanz para estar bajo el brillo del
Primarca al unirse a la batalla. Cassiel en la distancia, disparando
y matando hordas enloquecidas de cultistas signusitas. El capitn
Nakir, con una llamada a la guerra en sus labios, escuchada sobre
los burbujeantes gruidos de los perros infernales y los chirriantes gritos de las furias aladas.
All, delante de l, Sanguinius y el Devorador de Almas intercambiaban tajos y luego golpes titnicos que agrietaron la tierra.
Habra sido fcil distraerse, contemplar el glorioso duelo excluyendo todo lo dems.
Meros record cmo parta el crneo de un demonio con alas
de murcilago y el olor maduro del icor que salpicaba de la herida
mortal. La lucha le llev lejos a un lugar donde slo existan
atacante y defensor. Cuando mir de nuevo, agitando la sangre
contaminada de los dientes giratorios de la hacha-sierra, vio al
ngel dar un golpe letal al Devorador de Almas
El ngel cay.
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Los corazones de Meros parecieron salirse del pecho. Sanguinius viva, pero estaba perdido para ellos. El apotecario se
acerc a tocar el rostro de su seor y sinti el aleteo de calor, en
aquel momento el fragmento de miedo que le haba perforado
pues fue esa emocin y no otra se convirti en fuego y furia.
En lo profundo de su psique, Meros fue consciente de que algo
rompa sus cadenas, arrancaba una puerta de barrotes de sus
goznes. El shock toc algo primario y mortal en l, y supo sin
duda que todos los guerreros que compartan su linaje estaban experimentando lo mismo.
Volved! unos brazos fuertes le empujaron y cay contra el
barro. Las armaduras doradas de la Guardia Sanguinaria lo
rodeaban, agrupndose alrededor de su seor. Azkaellon pareca
herido, con los ojos desorbitados. Proteged al Primarca!
Meros record que se levant, vislumbrando a Raldoron correr, la servoarmadura del Primer Capitn manchada de vitae corrupta. El asombro inundaba su rostro.
Debemos retirarnos a la nave insignia grit Raldoron.
Reagrupaos!
El apotecario se tambale hacia su comandante cado, obligndose a apartar toda idea de lo que haba pasado, concentrndose
en el momento.
Yo le ayudar empez. Era su cometido. Era para lo que
estaba entrenado.
El ngel cay. Y yo tambin ca.
El zumbido de una baliza de teleportacin son cerca de sus
odos, pero Meros no le prest atencin. Cogi al Primarca una
vez ms cuando un rayo esmeralda les envolvi.
Y ahora miraba y vio.
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***
En la enfermera, una docena de apotecarios rodeaban la figura
comatosa de Sanguinius, tratando toda clase de mtodos para
despertarle y fracasando. Les observ por un tiempo, incluso
cuando su cuerpo todava temblaba por el trauma de re-materializacin del efecto de la gran esfera de teletransportacin, repitiendo lo que haba visto para incredulidad de los guerreros que se
haban quedado para defender la Lgrima Roja.
En cierto modo, todos ellos lo haban sabido en el momento en
el que ocurri. No slo aquellos en el campo de batalla sino tambin los que estaban en la nave insignia estrellada y sin duda
aquellos en rbita, entre los infinitos destellos de fuego lser que
enmarcaban el continuo combate espacial.
Meros se inclin hacia delante y se aferr a un carril de gua
rota para apoyarse, como si la cubierta bajo l se balancease como
la de un galen en una tormenta.
Cuando el aire se amortigu a su alrededor, supo quin haba
llegado.
Le mataron? pregunt la mujer, con un sollozo atrapado
en su garganta.
Neg con la cabeza.
No deberas estar aqu, Tillyan.
Cmo pudieron matarlo? insisti Niobe, exigiendo una
respuesta como un nio necesitado.
El ngel no ha muerto dijo Meros entre dientes las palabras pues an tena los dientes apretados. Pero l ha cado. En
un sueo inmortal. El shock vacil, incapaz de formular sus
pensamientos. No s cmo.
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La batalla estaba cayendo en una espiral hacia la locura.
El hermano sargento Cassiel se dej caer en la cobertura que
ofreci un speeder estrellado. El vehculo gravitatorio haba sido
derribado en el cielo por un horror hbrido que fusionaba las caractersticas de una avispa gigante y una batera de cimitarras. La
tripulacin muri en el impacto, pero la escuadra de Cassiel haba
vengado su muerte con fuego de plasma y una cascada de
granadas de fragmentacin. Pese a toda la escabrosa y enfermiza
apariencia de los as llamados demonios, podan morir si se les
verta suficiente potencia de fuego. Este triste y nico hecho era
todo a lo que el veterano pudo agarrarse. Todo lo dems se desmoronaba a su alrededor, derrumbndose como arena mojada.
El estruendo de las armas y el choque de garras y espadas
venan de todas partes. La cohesin de las unidades haba desaparecido. Las comunicaciones entre escuadras eran un desastre
de canales superpuestos y protocolos rotos, y slo cuando la red
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El viento gema a travs de los cristales blindados destrozados de
los portales de la cubierta de mando, llevando consigo el sonido
agudo de los disparos y otros sonidos menos identificables de la
batalla distante. El capitn Raldoron mantuvo el augur de voz en
su odo, escuchando al dispositivo escaneando todo el espectro de
los canales de comunicaciones tcticas, tratando de encontrar alguno para fijarlo. Cada seal era lo mismo: un bao de burbujas
de esttica que en un principio pareca al azar, pero despus de un
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lugar. Azkaellon hizo lo mismo con cautela y se quedaron mirndose el uno al otro, recogiendo lentamente su ira.
Finalmente, el Comandante de la Guardia habl.
Cualquiera que fuese la brujera que ocurri all, cualquiera
que fuese el poder arcano empleado, nos ha tocado a todos nosotros, prximos al fenmeno o no. Un fuego se ha encendido, Raldoron. Puede consumirnos.
Cmo? se pregunt. Cmo podran saberlo?
Ninguno de los dos tuvo que mencionar el fallo, ambos haban
estado all en el da, hace mucho tiempo, en que Sanguinius los
haba convocado para un consejo secreto en donde se haba
puesto de manifiesto el dolor que le obsesionaba. La potencialidad oscura de la sed roja enterrada en todos y cada uno de ellos,
ahora arrastrada a la superficie por qu? Magia y brujera?
Si no podemos escapar de este lugar, sucumbiremos
Azkaellon frunci el ceo. Mranos, hermano. La furia nos est devorando desde dentro. Es slo una cuestin de tiempo antes
de que no seamos mejores que los berserkers que hemos liquidado en la batalla. Caeremos en la compaa de la muerte.
Raldoron cerr los ojos y vio su armadura pintada de color
negro.
Cuando los abri de nuevo, una tercera figura estaba de pie en
la escotilla rota, vestido con gruesas tnicas.
Antes de que ninguno de ellos pudiera hablar, levant la mano
y se ech atrs la capucha sobre la cabeza.
Primer Capitn. Comandante de la Guardia. Me gustara
hablar.
T eres Kano. El una vez psquico Azkaellon le dirigi una
intensa mirada. Cunto tiempo has estado escuchando
nuestras palabras?
Lo suficiente.
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DIECISIS
Psquica
Fantasmas rojos
Hilos
Esto ser peligroso. Algunos de nosotros moriremos dijo
Ecanus. Se pas una mano por el crneo rapado. Su piel pareca
plida a la luz sombra de la cmara medicae.
Y aun as hemos venido el hermano Deon estaba detrs de
l, mantenindose en las sombras. El rostro de Deon siempre estaba oculto en la penumbra de su capucha, haciendo slo visible
para el resto una pequea parte de su tez rojiza.
Kano se encontr asintiendo.
Ninguno de nosotros somos ignorantes del precio que esto
se cobrar mir a los otros siete guerreros a su alrededor que estaban en un grupo amplio, algunos en su servoarmaduras, otros
con ropas de servicio. Todos ellos compartan un solo rasgo: una
mirada en sus ojos que revelaban una verdad ms profunda.
Todos vimos el ngel rojo, el ngel del dolor, pens Kano. Y
todos tememos lo que significa.
Slo faltaba un rostro y su ausencia le molestaba. El sacerdote
rnico Stiel no se encontraba por ninguna parte. Kano era consciente de que el capitn Redknife y sus Lobos Espaciales haban
ido a reunirse con el avance hacia la Catedral de la Marca, pero
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Meros mir por encima del hombro al capitn Raldoron mientras
se abran camino por el pasillo retorcido.
Ella no estar de acuerdo le dijo. No es un soldado. Cultiva plantas.
Todos estamos en guerra ahora fue la respuesta. Le has
salvado la vida en el mundo agrcola. Confa en ti. Convncela.
Me temo que he gastado esa moneda admiti. La ltima
vez que hablamos, la aterroric.
Las fuertes pisadas de la servoarmadura hicieron eco en las
paredes daadas de la Lgrima Roja y las placas de cubierta se
combaron alarmantemente. Los niveles ms bajos de la masiva
barcaza de batalla eran un laberinto de escombros compactados y
ruinas. Muy pocos compartimentos seguan intactos y con
energa.
Entonces aterrorzala para que obedezca respondi Raldoron. Creme, si pudiera drogar a esta civil hasta la docilidad y
llevarla en un cajn de armas, lo hara.
No funciona de esa manera dijo Meros casi para s mismo.
Haban llegado al santuario y los dos ngeles Sangrientos se inclinaron para atravesar el arco cado de la escotilla de carga. El
nico hermano de batalla que permaneca de centinela hizo un
movimiento de cabeza, pero no dijo nada.
El espacio ms all haba sido un largo y ancho del tanque de
agua cuando la Lgrima Roja estaba en funcionamiento, pero
ahora era un atrio de paredes curvas y deflectores suspendidos,
siendo los nicos indicadores de su anterior contenido las manchas de xido en las paredes.
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Los seres humanos no podan ocultar su miedo, pese a que algunos de ellos lo intentaban. Meros literalmente poda olerlo en
ellos, analizando con sus sentidos mejorados seleccionaban las
sustancias qumicas provocadas por el miedo en sus olores corporales. Trat de imaginar el momento desde su punto de vista,
pero era difcil enmarcar su pensamiento de una forma tan limitada. Meros tena la ventaja de estar preparado para su cometido
en la batalla, sin detenerse a meditar sobre los significados
mayores que los acontecimientos pudieran tener. En un nivel ms
profundo, era consciente de que las circunstancias de la misin en
el cmulo Signus tendran consecuencias de largo alcance, no slo
para la flota o la Legin, sino para el Imperio en su totalidad. Si se
detena un momento y dejaba que estas preguntas subiesen a la
palestra, entonces, tal vez tambin sabra algo del temor que estas
personas estaban experimentando.
Pero no poda detenerse en pensamientos de sedicin, de
hermanos dando la espalda a hermanos. Tena que luchar en la
batalla ante l. Y luego la siguiente. Y la siguiente.
Encontraron a Niobe con algunos de los otros sobrevivientes
de la Daga Cruel. Ella se estremeci cuando vio a los ngeles Sangrientos y se ech hacia atrs.
Meros levant la mano.
Tillyan. Lo siento. Antes, en el pasillo olvid mi
autocontrol.
Ella asinti con cautela.
Est bien. Te entiendo pareca decir la verdad. No podas
saberlo. Todo esto era nuevo para ti.
No viste lo que pas cuando llegaron los demonios declar
Zhomas con tristeza. Nosotros tambin pensamos que
podamos luchar. En un primer momento
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Helik Redknife no era ajeno a la bestia salvaje que acechaba en las
almas de los hombres. Lo haba visto en s mismo con demasiada
frecuencia, a sabiendas de que tal cosa era real y tena un gran
poder. Muchos crean que los Lobos de Russ no eran ms que una
fuerza salvaje e indisciplinada, pero los que lo pensaban no
conocan a los hijos de Fenris. Reconocer a su bestia interior y
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luchar en un conflicto eterno contra ella, encadenndola a las necesidades de la guerra, requera un grado de autocontrol que un
simple brbaro jams podra lograr.
Hasta el da de hoy no haba sido testigo de la visin de ese
poder salvaje abrindose camino en cualquier otra Legin excepto
la suya, pero estaba aqu, a su alrededor, en los ojos de todos los
ngeles Sangrientos que pudo encontrarse.
A su lado, el hermano Valdin mantena su blter cerca,
moviendo distradamente los dedos en el agarre inferior del
can.
Todava no hay nada en el comunicador inform.
Redknife asinti con la cabeza, viendo al sacerdote rnico
caminar delante de ellos. Stiel se inclin, trazando con sus dedos a
travs de la tierra seca bajo sus pies. La niebla de guerra alrededor
de los Lobos Espaciales tena un olor peculiar que obstrua las fosas nasales de los legionarios y pareca aligerar el aire, amortiguando los sonidos. Era cada vez ms difcil de entender lo que
estaba pasando en este paisaje infernal.
El ruido de la guerra estaba a su alrededor, el estruendo de las
armas y el sangriento sonido apagado de los cuerpos cayendo del
cielo, pero el capitn no poda decidir si escuchaba la derrota o la
victoria de los ngeles Sangrientos. Los hijos de ngel que se
haban encontrado desde que comenz el desorden no les prestaron ninguna atencin. Para un hombre normal, los guerreros
de la IX Legin slo parecan interesados en el derramamiento de
sangre y la violencia.
Stiel haba puesto palabras al hecho.
La cada de su Primarca ha lanzado un fantasma rojo sobre
ellos. No huelo ms que rabia en el aire.
Redknife asinti solemne. Poda entenderles. Si Russ cayese
por la hoja de un enemigo, reaccionaran los Lobos Espaciales de
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manera diferente? Pero se senta mal al pensarlo. Todo lo que Helik saba de los ngeles Sangrientos era de una Legin que tena
poco que ver con esto. Ahora luchaban con una ferocidad que
hara detenerse a un Garra Sangrienta.
All seal Valdin, y Redknife vio un gran grupo de figuras
con armadura carmes reunidas en una gran desfiladero. Se acerc a la formacin, incluso cuando el sacerdote rnico irrumpi en
una carrera.
No Stiel grit una advertencia. Detente. No son
Sus palabras llegaron demasiado tarde. Algunos de los ngeles
Sangrientos los haban visto y se estaban girando, reunindose
para hacer frente a los Lobos Espaciales. Redknife cont por lo
menos tres veces el nmero de su escuadra y sinti el peso de la
amenaza que se cerna en el aire.
Filos hmedos brillaban en las manos de los otros legionarios.
No se trataba de cuchillos de combate comunes, sino de armas
modificadas coronadas con pas, ms parecidas a las hojas de
desollar de un carnicero. El capitn lobo se detuvo, con la mano
en su espada, esperando. No necesitaba mirar hacia su escaldo
para saber lo que vendra despus.
Algunos de los ngeles Sangrientos estaban en cuclillas y
cuando se pusieron de pie, Redknife vio que haban estado inclinados sobre los cuerpos de los muertos, los ltimos de los dementes cultistas enviados por las criaturas-bestias para ralentizar
a la fuerza de asalto.
Los guerreros se haban quitado los cascos y sus caras estaban
manchadas de rojo, con una gran marea carmes cayendo por su
barbilla y sobre su armadura. Los dientes del Lobo Espacial
quedaron al descubierto por el shock y los ngeles sangrientos
hicieron lo mismo, mostrando colmillos hmedos con brillantes
hilos de color rojo.
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El Stormbird brill sobre el campo de batalla, rpido y alto, describiendo un arco balstico hacia la fortaleza enemiga.
En la rampa de desembarco de popa, Raldoron estaba agarrando un puntal y mantena su otra mano pegada al cristal
blindado de la ventana cuadrada de la escotilla. Sombro, observaba las nubes anormales moverse sobre la confusa zona de guerra
y chocar las unas contra las otras, partindose de vez en cuando
para mostrar destellos de crteres de tierra manchada de sangre
por debajo.
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En el exterior, una bandada de furias hbridas aladas, humanoides de piel lvida y roja con garras y alas negras con pas, se
volvieron y viraron en la estela de la aeronave. Las criaturas actuaban de forma extraa, aullando durante un largo rato y
arandose las unas a las otras como si estuvieran afligidas, molestas sobremanera ante la sola presencia de la aeronave de los
ngeles Sangrientos.
Entonces atacaron.
Sus horribles caras de grgola llenaron la escotilla, mientras
decenas de ellas se abalanzaban sobre el rpido Stormbird,
mordiendo con sus dientes en el fuselaje mientras sus garras
atacaban el casco y tiraban de las aletas estabilizadoras. La nave
se sacudi y cay bruscamente. Raldoron vio a un grupo bestias
convertirse en trocitos sangrientos cuando se obligaron a s mismas a introducirse en los motores de desembarco de la nave, obstruyendo las turbinas.
Cogi su blter y pate el interruptor que abra la escotilla,
balanceando abierta la rampa de desembarco a pesar de que haba
miles de metros sobre el suelo. El aire contaminado penetr en la
baha de tropas y Raldoron abri fuego, despachando a las criaturas que revoloteaban a travs de su estrecho campo de visin
en la cola del Stormbird. Un grupo de furias trat de ganar la entrada a travs de la escotilla entreabierta, pero el Primer Capitn
les detuvo con una rfaga concentrada de proyectiles blter,
hacindolas volar en estelas empaadas de sangre.
El casco vibr y el nublado horizonte vir bruscamente cuando
un humo gris y componentes del motor estallaron en el aire. Raldoron mascull una maldicin cuando las alas de la Stormbird bajaron y comenz a girar en espiral hacia el suelo.
Se quedaron cortos, en gran medida, del punto de aterrizaje
proyectado y el Stormbird se despedaz al chocar contra el barro
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Kano grit, dando voz a un dolor que iba ms all de lo fsico, ms
all de lo corpreo. Su cuerpo se haba ido, olvidado por l. Slo
su psique lo contena y la esencia de Mkani Kano agonizaba.
Era un fragmento de vidrio impulsado a un frente de olas, frgil y fcilmente destruible. Era cenizas en una tormenta, desintegrndose. Era papel tocado por un infierno. El exbibliotecario alcanz sus propias profundidades y abri las puertas al poder que
haba guardado silencio desde el da del edicto. Susurros de esa
fuerza se haban escapado, una y otra vez, pero Kano nunca los
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capturando el brillo enfermizo. Se vean como ngeles de la decadencia y el horror. El rayo se movi a travs de la cmara colosal
con la regularidad precisa de un faro lejano. Cada vez que pasaba
por encima de Kano se senta sucio y se encogi ante su toque. Las
estrellas distantes de sus hermanos eran dbiles e indistintas.
Toda la superficie de la caverna estaba cubierta con una profusin de cables e hilos, algunos tan finos como seda hilada, otros
ms gruesos que el brazo del legionario. Los tendidos iban y
venan, serpenteando por el suelo, entrecruzados en el aire, unos
encima de otros en nudos enlazados. Engancharon los pies descalzos de Kano, mientras trataba de avanzar, tirando de sus
brazos y azotando sus mejillas. Los hilos eran de color rojo y
negro.
El rojo quem su carne cuando los toc, un incendio de cido
hirviente que se extendi rpidamente y le devor por dentro.
Kano se mare y puso furioso, evocando una sed repentina en el
estmago, un hambre que instintivamente supo que ninguna
carne o bebida saciara jams. El negro le quem con un fro ms
duro que el aliento del espacio y son un eco de campana en las
profundidades de su ser, empujndolo a una ira antigua y sin sentido que naca de algo primario y amorfo en el alma humana. Una
rabia a la espera de ser liberada.
Y all lleg hasta el ngel Sanguinius. Su Primarca colgaba
como el trofeo de un cazador o la obra de arte de un escultor
cruel, sostenido por la trama de hilos por encima del suelo. Los
cordones mantenan sus alas extendidas y los brazos en postura
cruciforme, con el rostro inclinado hacia atrs para soportar el
barrido despiadado de la luz.
Kano subi, ignorando el dolor en las manos y los pies, tirando
de s mismo una y otra vez. El ascenso se prolong durante das o
segundos, pues el tiempo discurra lejos de l. Entonces Kano
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estuvo ante el ngel y sin espada para cortar los hilos, manipul y
desenroll el negro y el rojo, maldiciendo de frustracin al tratar
de devolverle la libertad a su seor.
Seor, me oyes? jade.
Los ojos de Sanguinius se abrieron de golpe y en ellos haba un
ocano de color carmes devolvindole la mirada. Antes de que
pudiera reaccionar, la boca del Primarca se dividi en una mueca,
mostrando brillantes y afilados colmillos.
El ngel empuj a Kano en un abrazo brutal y mordi salvajemente la carne de su cuello, perforando la arteria. La sangre, roja,
rica y con el olor embriagador del hierro, fluy en un gran estallido interminable.
DIECISIETE
Punto de no retorno
Maldito
Visiones
El mastodonte corri por las planicies devastadas por la guerra,
subiendo y bajando sobre crteres de impacto y valles poco profundos, vadeando arroyos estancados con los restos de humanos
muertos y otros menos identificables. Ante el transporte, las
torres de huesos relucientes de la Catedral de la Marca crecieron,
asomndose a travs del cielo y rastrillando las nubes biliosas con
sus picos afilados.
Meros estaba en un soporte donde haba montado un can
lser destrozado. El dispositivo era una ruina de piezas rotas y
cristal fundido por el calor, demasiado pesado incluso para formar una torreta decente si se separaba de su anclaje. El aire exterior
penetraba a travs de las grietas en la armadura del mastodonte y
se asom, capturando destellos de los combates en torno a ellos.
Vio furia, no una guerra. Una batalla era algo ordenado. Incluso el combate cuerpo a cuerpo, que era la especialidad de los
ngeles Sangrientos era una accin racional y calculada forjada
con el enfoque de habilidades y aos de entrenamiento. De lo que
Meros era testigo se pareca ms a la carga de un combate de
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gladiadores, un reguero de plvora indisciplinada hecha de guerreros en movimiento contra todo lo que se atreva a enfrentarse a
ellos.
Cada legionario sobre el que puso los ojos se encontraba perdido en medio de su propio infierno personal, con su razn muy
por detrs y la sed de sangre tomando el control total. Vio
hermanos de batalla que l conoca, buenos guerreros y legionarios soberbios, empapados desde el casco hasta las botas en sangre
fresca y hambrientos por tomar ms. Al verles de cerca por
primera vez, Meros qued horrorizado, y sin embargo no se sorprendi. Aceptar que ese corazn furioso lata dentro de su pecho
y en el de sus hermanos no era imposible. Tal vez siempre haba
sabido que ese potencial estaba all, vislumbrado en los momentos ms oscuros y en la rabia ms ciega.
Los enemigos muertos cubran el campo de batalla en nmeros ms all de sus clculos, y por delante del descuidado avance
frentico, las filas de demonios se estaban retirando en grupos. Se
retiraban mientras los ngeles Sangrientos cerraban un lazo rojo
sobre el templo de los huesos, matando a las bestias en masa.
A pesar de la sensacin vaca que a Meros le proporcion
verlo, los hijos de Sanguinius estaban ganando la batalla por
Signus Prime. Y todo lo que haba sido necesario era sumergirlos
en las profundidades de la desesperacin.
Quera gritarles, gritar la verdad en los canales de comunicacin. El ngel vive! Nuestro padre vive! Pero le prestaran atencin, incluso si lo escuchasen? El golpe que derrib a Sanguinius,
el ataque que mat a quinientos legionarios, haba llevado algo a
la superficie que no sera tan fcilmente silenciado.
Un instante despus, olvid su ensoacin cuando una horda
de caballera diablilla super una colina y se abalanz sobre el
transporte. Sus monturas se asemejaban a cras de gallinas sin
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Kreed escuch la sinfona del asesinato ms all de las paredes de
la Catedral de la Marca y cerr los ojos. La msica le era extraa y
poderosa, y agit las emociones que siempre haba dado por
muertas en su interior. La vida del aclito haba sido una vez un
tapiz de alegra apasionada y de satisfaccin en su trabajo en
nombre de su seor, entonces llegaron los aos de la duda y la incertidumbre, y ahora la renovacin y el renacimiento en un nuevo
propsito. Pero aun as era un momento difcil y haba mucho que
reaprender. Kreed quera ms de lo que poda expresar: la idea de
ocupar un lugar en el Gal Vorbak, de unirse con el ms poderoso
de los poderes Eso le inspiraba de una manera como ninguna
otra haba hecho en su vida. Pero no poda negar que tena reservas. No dudas, porque esas eran cosas de los dbiles.
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Raldoron dio la orden de abandonar el mastodonte cuando el
transporte qued atrapado en un nido de masas tentaculares, a
los pies del templo de huesos. Los ngeles Sangrientos se
desplegaron del vehculo en orden, formando escuadrones con
una cuidada y sombra precisin. El capitn ech a Niobe un
vistazo. Tena la cara manchada de holln y tropezaba al lado de
Meros, sudando mientras trataba de mantener su paso.
Raldoron llam la atencin del apotecario y asinti con la
cabeza hacia ella, recordndole su obligacin de mantener viva a
la paria.
Grandes multitudes de criaturas aberrantes se arremolinaban
alrededor de la base de la catedral masiva en grupos itinerantes,
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Sus heridas
Raldoron le hizo callar con un movimiento de cabeza, pero las
palabras no dichas hicieron eco en sus pensamientos. Sus heridas
no fueron causadas por el enemigo.
Rene a los legionarios dijo a Racine. Seguimos
adelante.
***
Halerdyce Gerwyn se despert gritando y no estaba seguro de si la
pesadilla haba terminado, o si acababa de renovarse con un disfraz diferente.
Tropez con la plataforma en la que se haba derrumbado, en
lo que le pareci una era, encontrando a los supervivientes y a la
tripulacin de la nave huyendo de la cmara de metal decrpito en
un pnico extremo. El rememorador vio a personas pisoteadas,
desapareciendo al caer fuera de la vista, estrellndose contra la
cubierta de metal. Trat de resistirse a la presin de los cuerpos
que se impulsaban hacia l, pero no tena otro lugar adonde ir.
Gerwyn tropez y ech a correr con ellos. Resistir habra supuesto
ser aplastado.
Fluyendo como una marea, los humanos discurrieron por los
corredores de todos los pasillos anchos de la Lgrima Roja y se
dispersaron. La multitud iba y vena, exudando desesperacin en
sus gritos. Vio al anciano, Zhomas, pasar de largo en un instante.
Estaba sangrando por un corte en la mejilla y un marcado temor
le robaba cualquier sentido de conservacin.
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***
El demonio Kyriss barren por el suelo de hueso con un grito
agudo y lleg a Tanus Kreed en un destello de garras y ruidos.
Harox estaba desenvainando su espada, ms por reflejo que por
previsin, llegando en su defensa, pero eso signific poco. La criatura bate al capitn de los Portadores de la Palabra y lo envi
rodando sobre las baldosas-crneo, peligrosamente cerca del borde de la gran fosa. Kreed vacil un momento demasiado largo en
empuar su propia arma y entonces ya fue demasiado tarde. La
enorme garra-cangrejo de Kyriss se abri de golpe y lo atrap
entre sus pinzas.
Carne pattica escupi. Qu has hecho? T has provocado esto? Vuestros arrogantes Primarcas semidivinos se atreven
a dejar el camino que marcamos para ellos?
Kreed se aferr la garra, empujndola hacia atrs. Necesit la
mayor parte de su fuerza y temi que Kyriss pudiera acabar con l
de inmediato, si lo deseaba, cerrando las tenazas y decapitndole
limpiamente. Lanz una mirada al Devorador de Almas, pero el
otro demonio se limit a sonrer disfrutando del espectculo.
Nio de Slaanesh gru KaBandha, haciendo del ttulo un
insulto burln, pasas tanto tiempo jugando tus juegos en camas
de seda y en salas susurrantes que te olvidas de que las piezas a
veces tienen mente propia.
Kyriss dio un gruido petulante y liber a Kreed,
sacudindole.
Yo soy el jugador de los juegos, no una pieza! grit, sobrepasando con su elevada voz las paredes.
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no lo haces. Subestima al Seor de la Guerra por tu cuenta, demonio. Vuestro campen tiene sus propios planes que nunca sers capaz de controlar.
***
Abri los ojos y se levant sobre sus rodillas, removiendo arena
roja a su alrededor con cada movimiento. Kano se tambale hacia
delante y el dolor fue su recompensa. Cada paso sobre las piedras
de color rojizo era como cuchillos clavados en el pecho.
March en su agona, vestido slo con una prenda de lucha
con capucha. La sangre sala a raudales de su cuerpo, marcando
una cadencia de gruesas gotas rojas sobre las losas de piedra que
pintaba su camino.
Demasiada sangre. Podra el cuerpo albergar tal volumen?
Kano estaba empapado con ella, fluyendo lenta y constantemente
de los pinchazos en su garganta. Debera estar muerto. La hemorragia era constante como la lluvia. Debera haber parado. Deba
parar! El implante sanador, el rgano de Larraman, le estaba fallando. Las heridas deberan estar coaguladas y cerradas hace
tiempo! Kano nunca haba sangrado durante tanto tiempo. No entenda por qu estaba vivo. No entenda dnde estaba.
Ms all de los arcos del claustro sin fin vio un ceniciento
desierto post-nuclear y, ms a mano, las torres de una ciudadela
cada y los soportes rotos de estatuas destrozadas. Esto era Baal,
el mundo de origen de los ngeles Sangrientos, y estaba caminando por las ruinas de su fortaleza-monasterio.
Pero no poda ser as. Baal prosper! La fortaleza estaba intacta y entera, la Legin fuerte y lista
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Pero no aqu. En los huesos, Kano sinti un peso de incontables edades, un lapso de tiempo y distancia tan amplio que no
poda medirlo. El cielo sombro sobre su cabeza estaba lleno de
soles muertos y slo un puado brillaba, agrupados como si estuvieran observndole.
Esto no era el ahora, reconoci. Estaba mirando a una era por
ocurrir, una visin de un maana remoto de diez, veinte o cien
mil aos en el futuro.
Es esto todo lo que quedar de nosotros? La pregunta lo dej
helado. Ruinas y polvo?
Los nervios de los pies descalzos de Kano se incendiaron y se
tambale hacia atrs, mirando hacia abajo para encontrar la
fuente del dolor. All, serpenteando hacia el horizonte desde el
claustro sin fin, haba dos gruesas cuerdas de pesada seda tejida.
Una negra, otra roja.
Se agach torpemente a recogerlas, estremecindose de un
dolor que corri por sus manos al tocarlas. Resoplando, Kano tir
de las cuerdas y las enrosc entre sus dedos rgidos.
Tengo que seguir. Estaba aqu por una razn. Tengo que ver.
Estaba all para ver algo. Encontrar a alguien.
Las estrellas brillantes deslumbraron sus ojos. Levant la vista
hacia ellos y sinti que su mundo giraba repentinamente, invirtindose, saturando de oscuridad las paredes de la galera de
piedra.
A travs del lejano arco la roca roja se convirti en metal
oscuro espirada con temblorosos y cambiantes glifos. La va de
paso haba cambiado. Ahora se trataba de un portal a un lugar
diferente, una escena que enferm a Kano al observarla.
Una nave, una sala del trono, la guarida de un seor loco. Vio
un ojo maligno con una rajada pupila negra contra un campo de
sangre carmes y debajo de ella un gran portal mirando hacia
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Todo era diferente.
Ahora las ruinas de Signus Prime volvieron a su vista, con el
gran templo del hueso convertido en un montn de osarios, de esqueletos pulverizados en cenizas negras por el fuego disforme.
Un nuevo monumento al horror se alzaba en su lugar, igual
que los rboles del mundo llamado Muerte, un cadalso construido
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Un parpadeo de la realidad y nada era igual.
Y as, una vez ms, estuvo en los pasillos del Espritu Vengativo, mientras Sanguinius arremeta contra su hermano, creando
una grieta significativa en la armadura casi impenetrable del
Seor de la Guerra. Pero no fue suficiente y la gran hoja roja del
ngel se rompi. La monstruosa garra del Seor de la Guerra
Horus apres la garganta de Sanguinius y Kano lo sinti como si
fuese la suya. Los huesos del ngel se hicieron aicos mientras la
vida le era arrebatada. Otra estrella se encendi y se desvaneci.
l muere all.
***
El mundo cambi.
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Y el claustro regres, la arena y el sonido interminable de los vientos, pero esto no era un maana lejano. Estaba mucho ms cerca.
Vio las puertas a las cavernas bajo el desierto rojo de Baal, hacia el
Saln de los Hroes. La ltima estrella se atenu lentamente.
Kano oy la voz del ngel. So contigo, amigo mo. Habl de
Raldoron y Kano vio al Primer Capitn cruzar el pasillo. Una
majestuosa plataforma gravtica baada en oro y rub le segua. Te
vi en Baal. Estabas en las cavernas bajo la fortaleza-monasterio.
Estabas lleno de orgullo.
Y Raldoron estaba orgulloso, pero lloraba y vesta una banda
negra de luto en el brazo. Llevaba el cuerpo de su padre hacia su
lugar de descanso final.
l morir.
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Kano abri los ojos por ltima vez y vio a un guerrero envuelto en
una pesada armadura arcaica brillando con un hmedo
resplandor carmes e infernal, elevado por un par de alas masivas
empapadas en vitae y cada pluma goteando sangre contaminada.
Un aullante ngel manchado de rojo.
DIECIOCHO
En la compaa de la muerte
gneo
Venganza
La marea roja rompi en las paredes de la gran catedral con una
violencia indescriptible y el choque de cien mil armas. Sin lder y
fuera de control, los ngeles Sangrientos actuaban por instinto
letal, convergiendo en las torres de hueso con un solo impulso alimentndoles hacia adelante. El odio los llev a las cohortes de desangradores y scubos que defendan los accesos al templo, y desgarraron a las criaturas demonacas en pedazos. Los hijos de Sanguinius ya no eran una Legin, sino una fuerza de la naturaleza,
arrasando todo lo que se interpona en su camino.
Los blteres gritaron y llenaron el aire con el humo de cordita
y el fuego explosivo, y cuando las armas quedaron descargadas se
convirtieron en porras, o fueron olvidadas en favor de las espadas
y espadas-sierra, mazos de batalla y puos de combate. Marines
espaciales, exterminadores y Dreadnoughts unidos en una sola
emocin: furia.
Esa furia se manifest en la necesidad de sangre, en una sed
insaciable por el derramamiento de la esencia vital de su enemigo.
Los lastimosos colonos de Signus Prime, los que no haban tenido
la fortuna de morir rpidamente por causa del gigantesco osario o
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Tal vez les llev una eternidad, o tal vez un abrir y cerrar de ojos.
El tiempo pareca maleable dentro del templo de huesos, movindose a saltos en lugar de en una progresin lineal. Meros haban
perdido la cuenta del nmero de criaturas que haba matado
mientras suban la gran escalera en espiral que se alzaba en el interior de la torre central. Como antes, cuando haban volado a
travs de la zona de batalla hacia la catedral, parecan moverse sin
viajar y ms de una vez se pregunt si todo era un truco mental.
Fue Niobe quien les mostr el camino. La llevaba encima, pues
no poda seguir el ritmo de su paso, elevada sobre su hombro
como un padre podra sostener a un nio. La mujer perdi la voz,
por miedo o u otra razn de la que l no poda estar seguro, pero
le sealaba de un lado a otro, dirigindolos a lo largo de arcos de
hueso y a travs de pasajes interminables. Las bestias parecan no
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Unas lanzas de fuego irrumpieron en escena cuando los legionarios lanzaron una andanada de rayos de plasma al torso del
monstruo y a sus piernas nudosas, alcanzando su objetivo con
destellos de luz azulada, desprendiendo tejido putrefacto
quemado y lquidos oleosos. El demonio rugi mientras los guerreros lanzaban fuego a su paso, pisando fuerte hacia delante y soportando los golpes como si disfrutara de la brutalidad del dolor.
El otro seor demonaco, la cosa llamada Kyriss, bail y gir
en el otro lado de la cmara, riendo y rebuznando de pura diversin viendo la pelea en curso. Cerca del monstruo de carne plida,
Meros vislumbr figuras que hicieron sonar una nota discordante
en su mente. Vio a dos guerreros de las Legiones Astartes recortados en el aura repelente del demonio. La armadura era inconfundible, una servoarmadura Mark IV.
Pero el color estaba mal. No se trataba de ngeles Sangrientos.
Pudo distinguir lo que parecan extraos textos rnicos tallados
en la ceramita desfigurada, y en la hombrera donde debera haber
habido un signo sancionado de las legiones imperiales, slo haba
el icono grotesco de un diablo aullando.
Kreed susurr el sargento Orexis, reconociendo a los
traidores. Harox. Se atreven a mostrarse
Cualquier duda sobre la alianza entre los Portadores de la Palabra y los arquitectos de la atrocidad de Signus se desvaneci y
Meros los maldijo. Intent apuntarles, pero un grupo de monstruos crestados con cuernos surgi del pozo brillante, con ardientes
espadas infernales en ristre. Se lanzaron hacia ellos para unirse al
Devorador de Almas, cortando el aire y rugiendo.
Raldoron y el resto de la escuadra respondieron, dividiendo el
fuego entre el gran monstruo y sus soldados-secuaces. El ltigo de
bronce chasque como un trueno y ms hombres murieron. Los
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Kano regres, y la transicin fue una agona. Sus pensamientos
eran un revoltijo de imgenes incoherentes y de emociones destiladas, con piezas de su ser desparramadas en el transcurso de un
rudo despertar. Haba estado tan cerca de los pensamientos de su
seor, apenas tocado la mente atrapada del Primarca, pero luego
todo se haba ido. Su conexin se cort, rota en brillantes hilos. El
reino de sueos y las visiones, las extraas escenas futuras que
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Podra haber pasado un centenar de aos antes de que Kano saliese arrastrndose del compartimento, tambalendose por el
pasillo. Cay contra las paredes, dando tumbos como un borracho. La plida luz de Signus Prime se derramaba sobre el pasillo
quebrado, cubriendo con el polvo del aire maloliente los cuerpos
de los muertos que cubran el suelo. Cadveres humanos yacan
dondequiera que miraba, y sentadas sobre muchos de ellos unas
arpas aladas se deleitaban devorando su carne fra.
Las criaturas escupieron cuando vieron venir a Kano. Irrumpiendo en un vuelo frentico y zumbando con sus alas mientras huan hacia el cielo muerto por los lugares en los que el casco
de la Lgrima Roja haba sido arrancado.
Kano volvi a tropezar, cayendo contra la pared rota. Necesit
todo lo que tena en su interior para llegar hasta aqu. Quera
tumbarse sobre la cubierta y dormir, dejar que la calma de su
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membrana an-sus se apoderase de su cuerpo maltrecho e impusiese el descanso. Pero eso sera admitir la verdad.
He fallado susurr. La promesa que haba hecho: darlo
todo para llegar a la mente de su Primarca, atrapado en una jaula
de visiones atormentadas; se haba derrumbado ms all de su alcance, y los mismos guerreros que podran haber cambiado la
suerte de esta guerra yacan muertos a causa de ello. Haba estado
tan cerca. Slo unos momentos ms, si Ecanus no hubiese
muerto
A su alrededor, los pasillos vacos de la barcaza de batalla en
tierra eran testigos mudos de esta verdad que afloraba. Sus
hermanos se haban ido, la Lgrima Roja haba sido abandonada
mientras la gran sed de sangre finalmente haba abrumado a la
Legin. Kano se asom en direccin a las lejanas torres de la
catedral infernal. La torre de los huesos estaba llamndole, igual
que les haba llamado a todos ellos. Sera el monumento a su
final.
Una marea de miseria horrible barri a Kano, tan grande que
le rob el aliento.
He fallado a mi Legin. Mis hermanos. Mi Primarca cerr
los ojos avergonzado.
No lo has hecho.
Kano se sacudi, abriendo los ojos de golpe como si despertara
del sueo ms profundo. A pesar del fro y de la fetidez del aire, a
pesar del sombro resplandor de las estrellas signusitas sangrado
a travs del cielo enfermizo, haba mbar brillante y blanco reluciente delante de l.
Una gran figura, una forma mtica tallada por la luz y forjada
de oro y carmes. Sanguinius estaba a su lado, y la expresin del
ngel era la de un padre lleno de todas las emociones en conflicto
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Desde que la guerra de Signus haba comenzado, el capitn Raldoron haba visto muchas cosas que pusieron a prueba su razn,
su carcter estoico, y a falta de una palabra mejor, su fe. Sin embargo, pareca que no habra fin a la obscenidad de la traicin que
moldeaba cada asalto que haban sufrido los ngeles Sangrientos.
Mentiras y verdades ocultas, criaturas sacadas de mitos y fbulas,
todas estas cosas fueron difciles de aceptar, pero ninguna fue tan
difcil como el horror risible de la traicin.
Raldoron descarg su blter en la cara chirriante de un desangrador, decapitndolo con las detonaciones. El cuerpo de piel carmes sigui oscilando, moviendo su espada bruscamente. Lo remat con una fuerte patada que lo envi tambalendose sobre el
borde de la fosa que brillaba intensamente y hacia abajo, a los fuegos misteriosos que se retorcan en su interior. Las llamas disformes lamieron con avidez las paredes del amplio pozo, emergiendo de algn no-espacio franqueado por el dolor psquico de
millones de vctimas.
Mientras la batalla ruga alrededor de la cmara, sus guerreros
continuaron martilleando a KaBandha y a los otros demonios,
distrayendo la mirada del capitn por un instante. Su vista cay
hacia la extraa luz del pozo. La iluminacin que emanaba de all
lo deformaba todo. Era como si la Catedral de la Marca hubiese
sido construida encima de una herida en la carne de la realidad.
La distraccin casi le cost la vida. Una cimitarra curva brill
en el borde de su visin y se gir, evitando por poco un tajo que
pudo partirle en dos.
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Harox. El taciturno Portador de la Palabra haba venido a obtener un trofeo del ngel Sangriento.
Por qu nos has hecho esto? espet Raldoron, dejando escapar la pregunta. Por qu nos traicionis?
Nunca lo sabrs, ni lo entenders gru Harox, fintando,
devolviendo el golpe con su espada.
Maldito seas, entonces! la maldicin explot de los labios
de Raldoron en un grito violento, y sinti que su autocontrol se
escapaba. El blter del capitn grit dos veces, alcanzando a Harox a corta distancia. Varios pedazos de armadura se desprendieron y el Portador de la Palabra se tambale. Maldito seas! la
furia de Raldoron le posey y derrib a Harox contra el suelo de
crneos con el can de la pistola humeante, golpendole con su
espada con una ferocidad propia de la locura.
Su puo blindado se abri y sin pensarlo conscientemente,
Raldoron lacer el cuello de Harox, desgarrndoselo. La sangre
del Portador de la Palabra chorre en una cascada de color carmes, salpicando a su atacante. Antes de que Harox pudiera liberarse, Raldoron lo liquid, aplastando el crneo de su oponente
con su bota blindada.
Raldoron se ech hacia atrs, sorprendido por el abrupto impulso agresivo que se haba extendido en su interior. La sangre
contaminada cubra su servoarmadura, bullendo hasta
evaporarse.
Kyriss lo vio todo y le dirigi una reverencia burlona,
desternillndose por la escena. Inmediatamente, la ira regres y
Raldoron dio un paso hacia el demonio serpentino, lleno de
pensamientos y deseos de despedazarlo y ver el color de su sangre, como haba hecho con Harox.
Se detuvo, conteniendo el impulso, negndose a dejar que tomara el control. Raldoron mir instintivamente hacia arriba y vio
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con el hacha preparada para partir el crneo del ngel en dos. Las
manos de Sanguinius se unieron en un choque estridente, capturando el filo entre ellas.
Por un momento, los dos titanes forcejearon uno contra el
otro, con los ojos fijos y los msculos tensados.
Has vuelto rechin el demonio.
Mis hijos me encontraron.
Eso no cambia nada, pequeo ngel. El hacha tembl,
movindose arriba y abajo. Un error y el filo caera.
Al otro lado de la cmara, el empalado Kyriss rugi por encima
del sonido de los legionarios del ngel en batalla con sus soldados
de a pie.
Mtalo!
La lengua de KaBandha se movi rpidamente.
Tu preciosa Legin ser destruida, Sanguinius. No puedes
evitarlo. Incluso ahora tus elegidos estn atrapados en las profundidades de una furia asesina de la que no pueden escapar. Ya
es demasiado tarde! El veneno est en ellos. Lo sabes tan bien
como yo.
Tal vez susurr Sanguinius. Pero no caern hoy. No lo
permitir mostr los colmillos en un gruido. Esto termina
ahora demonio.
Con un grito sin palabras, el ngel retorci sus brazos,
rasgando con las manos el extrao material espeluznante de la
cabeza del hacha. Un crujido repugnante rompi por la habitacin
como el chasquido de una espina dorsal, y el arma de KaBandha
qued destrozada en toda su longitud, esparciendo trozos de
metralla. Antes de que la criatura pudiera reaccionar, Sanguinius
agarr uno de los cuernos curvos del Devorador de Almas y tir
de l hacia adelante con todas sus fuerzas. El Primarca alz su
otro puo para encontrar el hocico del animal e hizo caer una
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El sonido fue como el desdoblamiento de una gran vela de cilicio y el demonio KaBandha grit lo suficientemente fuerte como
para sacudir las paredes. El fuego disforme brot del mun del
ala y la criatura se estremeci de dolor, una sensacin que slo
haba conocido previamente de los gritos de sus enemigos.
Con el ltigo todava enrollado alrededor de su cuello, el ngel
arrastr al demonio herido al borde del abismo en el centro de la
cmara y luego le levant para que pudiera mirarle a la cara. El
demonio se rio entre los estertores de su dolor, sufriendo convulsiones mientras trataba de liberarse.
An tomar tu crneo.
Los ojos del Primarca brillaron con un fuerte odio.
Si realmente provienes del reino que los hombres una vez
llamarn infierno enton, cuando regreses all, dile a tu
estirpe que fue Sanguinius quien te expuls con un gruido de
esfuerzo, el ngel separ a la bestia y la empuj sobre el borde
dentado del pozo.
Las maldiciones de KaBandha resonaron segn caa, hasta
que finalmente desapareci, gritando, en las llamas disformes.
***
El espritu de Meros se elev cuando el Primarca despach al demonio alado, y por un instante, se atrevi a esperar que haba una
sombra de victoria en este sangriento conflicto de desgaste.
Golpe con el puo su pecho para celebrar el triunfo de su seor,
aunque el apotecario saba que la batalla est lejos de acabar.
Sobre l se arremolinaba una pesadilla aullante de formas bestiales que se abalanzaban contra de las armas y espadas de los
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ngeles Sangrientos. Orexis permaneca al lado de Raldoron, levantando al capitn al tiempo que disparaba con su mano
izquierda. Vio a Cassiel, Leyteo, al tecnomarine Kaide y un
puado de legionarios apartados del alcance de Kyriss por un
grupo de desangradores.
Meros se dio la vuelta para llegar hasta Niobe, que se acurrucaba a la sombra de un pilar seo.
Tillyan! Ven conmigo! Te necesitamos!
Ella sacudi la cabeza con violencia.
No puedo. No puedo!
Hizo una mueca. Los ojos de Niobe estaban llenos de temor.
Nada de lo que haba experimentado podra haberla preparado
para los horrores que se estaban desarrollando ante ella, o el camino que la haba llevado hasta all. Era un milagro que su espritu
no se hubiera roto bajo la tensin.
Pero la vida de Niobe, al igual que la suya o la de cualquier
miembro de la Legin, solo contaba en cmo poda ser utilizada
para la derrota de sus enemigos. Alarg la mano hacia ella y
entonces, un proyectil procedente de la nada, impact en su
muslo, desequilibrndole.
La conmocin fue un duro puo de presin que estrell a Meros a un lado y sobre el suelo de hueso fracturado. Se levant rpidamente, sacudindose, y vislumbrando a Niobe tendida de
bruces. Por un dramtico segundo temi que el proyectil hubiese
alcanzado a la paria, pero habra quedado poco de ella si eso hubiera sido as. La mujer estaba sangrando y era insensible. La onda
expansiva de la explosin que haba derribado a Meros la golpe
hasta dejarla inconsciente y mientras se daba cuenta de ello, el legionario sinti que el extrao campo nulo alrededor de ella se retiraba y disipaba.
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una sinfona de disparos y gritos. Slo aquellos abracen la verdad marcharn con nosotros.
T consigui decir Meros, tosiendo una bocanada de
humo. El dolor era intenso. T eres dbil. Como Lorgar. Los
Portadores de la Palabra siempre han sido dbiles. Nunca con la
fuerza para estar solos. Siempre habis necesitado una excusa.
No sabes nada gru Kreed, elevando el blter para
apuntar directamente al rostro de Meros. El apotecario vio
pequeas lneas de texto de oraciones grabadas con cido en el
metal del can.
Siempre habis tenido que encontrar un poder para esconderos tras l. Un dios falso para justificar vuestra fragilidad de espritu! Primero fue el Emperador y ahora estas aberraciones
disformes.
Kreed se inclin, saboreando el momento.
Nuestros dioses nos aman.
Entonces renete con ellos! Meros se abalanz, impulsando su guantelete medicae con toda la fuerza que pudo y desviando la boca del can del blter. El arma dispar, ensordecedora, pero el tiro err por arriba. Meros no fall, flexionando los
dedos, el mecanismo del guante extendi la sierra cortadora sea
y la clav travs de la parte inferior de la mandbula de Kreed,
empujando el borde afilado dentro de su cavidad nasal y el
crneo. Desencaj la sierra y desgarr el rostro del aclito, dividindolo en una salpicadura de sangre derramada. El Portador
de la Palabra muri gorgoteando y el ngel Sangriento se apart
de su presa.
Recuper su hacha-sierra y fue a por Niobe, frunciendo el ceo
con cada paso que apoyaba en la pierna herida. Coloc a la mujer
por encima del hombro como si no fuera ms que un rollo de tela,
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DIECINUEVE
Sacrificio
El sabor de la victoria
Recordando a los cados
En los pasillos de la baslica profana de Signus Prime se reuni el
masivo poder de la Legin de los ngeles Sangrientos, procedente
de todo el campo de batalla para devolver al enemigo demonaco
de vuelta a su guarida. Los cultistas muertos y los cuerpos deformes que eran las capas de carne de los espritus de la disformidad alfombraban el suelo de huesos y la gran plaza de ruinas al
frente. Pegotes de fluidos pintaban el suelo o se agrupaban en lagos poco profundos. Por todas partes, la sangre derramada de las
bestias sacrificadas salpicaba en arcos las paredes donde les
haban abierto las gargantas. La escena se repiti en todo el planeta, en todas las fortalezas enemigas y en las naves que an se
batan en duelo en la oscuridad de la rbita alta.
Los hijos de Sanguinius se haban perdido en el tumulto de la
matanza. Las cuidadosas lneas puenteadas de las compaas y
captulos se haban roto y mezclado. Al cabo de unas horas la Legin se transform poco a poco en algo salvaje. Se haban convertido en un huracn rojo que desgarr Signus Prime sin dejar nada
a su paso. Los ngeles Sangrientos luchaban como nunca lo
haban hecho antes, no con la fra razn y la fuerza justa como sus
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guas, sino con los corazones latiendo de venganza, con una rabiosa sed de sangre en sus labios. Imparables, todos los que se
cruzaron en su camino fueron exterminados.
El enemigo subestim gravemente la voluntad de los ngeles.
Lejos de desmoralizarse por el ataque brutal y vicioso sobre su
amado Sanguinius, se haban despojado de sus ataduras. Los
lazos que los mantenan a raya se deslizaron y una oscuridad previamente escondida se desat. Cada uno de ellos estaba hambriento por la sangre de su enemigo, pero era una sed que no poda
ser saciada, solo les proporcionaba un breve intervalo de respiro.
Los ltimos de la guardia demonaca fueron empujados al
amplio anexo en la base de la Catedral de la Marca, presionados
en una masa de carne retorcida e indescriptible. La horda haba
vivido con excesos su dominio del cmulo Signus, atormentando y
asesinando a los colonos humanos que haban llamado a estos
mundos hogar. Los ltimos de ellos haban sido masacrados por
los demonios en este lugar, por lo que era un lugar apropiado para
acabar con los asesinos.
Los ngeles Sangrientos los despedazaron, reduciendo sus
nmeros a medida que las espadas se alzaban y caan. Los cuerpos
fueron destrozados en mareas de vsceras, con las esencias demonacas gritando cuando evacuaban la carne para caer en el
gran foso en las entraas del templo. El ltimo soldado de las criaturas fue masacrado bajo un torbellino de espadas, pero con su
muerte la ira no disminuy.
Descendi un sombro y melanclico silencio, solo roto por el
goteo de la sangre y las respiraciones por las rejillas de ventilacin. Slo la criatura Kyriss quedaba con vida, maullando por encima de la gran cmara de dolor, pero aqu en el campo de batalla
no haba nada ms que matar.
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El demonio estaba llorando y riendo en igual medida mientras
colocaba sus delgados dedos sobre la empuadura de la espada
del ngel, forzndola angustiosamente fuera de la cavidad abierta
de su torso. Cuerdas de materia hedionda seguidas de un chorro
de sangre se desparramaron ante l cuando la hoja cruji de la
pared y finalmente cay libre, resonando sobre el suelo seo.
Raldoron se estabiliz, levantando su arma.
Quiero ser yo el que lo mate espet, furioso sin medida.
Sus heridas parecan vagas y cosas olvidables. Todo lo que quera
era matar a la cosa llamada Kyriss, orle gritar.
El capitn parpade y trat de sacudirse el siniestro impulso,
pero este slo se retir a los bordes de sus pensamientos,
coloreando todo a su alrededor.
La monstruosidad de piel rosada extendi sus cuatro brazos y
gir su cabeza bovina.
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la Legin, se haba mantenido en silencio como su seor haba pedido, pero no poda cerrar los ojos a cmo este conocimiento traa
dolor a su Primarca. No haba destino ms temido por el ngel
que el sufrimiento de sus hijos.
La punta de la gran espada carmes vacil y apunt al suelo.
Raldoron oy un coro de gritos de los guerreros a su lado, lamentos de incredulidad y censura. El Primer Capitn se esforz para
llegar junto a su seor, moviendo la cabeza.
Esto es lo que quieren los traidores insisti. Por eso nos
trajeron aqu, mi seor! Para llegar a esto, no lo veis?
Ya veo dijo Sanguinius, y las palabras parecieron envejecerle siglos.
Es mucho pedir? dijo con una sonrisa afectada el demonio. Un padre que lo da todo por sus hijos. Eso es lo que pretendas desde el principio, no es as, Sanguinius? Morir por ellos? las manos de Kyriss se cruzaron para realizar una serie
complicada de gestos y a su vez la cpsula de cristal bajo ella se
sacudi y rasg, con sus placas de material psquicamente resonante abrindose como una flor mecnica y barroca. El humo rojo
en su interior se filtr ondulante al aire exterior.
Raldoron sabore la bruma en la lengua. Era sangrienta como
el hierro hmedo y rica como el odio amargo.
No se puede confiar en esta cosa escupi.
Nunca te mentiremos dijo Kyriss, hacindose eco de las
palabras de KaBandha en las llanuras de los Condenados. Te
dar lo que necesitas. Lo que deseas.
El ngel proyect una mirada larga y sombra a travs del
marco en ruinas de la ventana rota, hacia abajo, hacia las masas
de guerreros carmeses blindados que rodeaban la catedral. Sus
amados hijos.
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Cometi el acto sin dudarlo. Saba que tena razn. Si hubiera habido tiempo para dudas, Meros se podra haber preguntado
acerca de esas cosas abstractas como el sino o el destino, pero l
no pensaba en esos trminos. Slo exista la cuestin de lo que
haba que hacer, de la inmediatez de la accin.
l no puede caer.
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Desde el momento en que haba recibido un disparo en Nartaba Octus, cuando sinti el proyectil buscador de almas penetrar
en sus entraas y alojarse en su carne, Meros supo que un fantasma de su propio final estaba cerca. Haba estado a punto de
morir, ese era el destino de un legionario, estar siempre a punto
de perecer en gloria y batalla, por la Verdad Imperial.
Pero la muerte no le haba llegado ese da, y en el sarcfago
donde yaca mientras su sangre era filtrada de la corrupcin
xenos, la intangible cualidad del hombre que se podra llamar su
espritu oscil cerca del borde de la vida.
El Seor de la Guerra Horus.
El guerrero que conoci en el ensueo de la curacin de su
sangre haba dicho ese nombre. Una advertencia. Slo ahora Meros la entendi completamente. Al principio, pens que se trataba
de una advertencia que lleg demasiado tarde, pero en este momento le pareci lo contrario. Se trataba, en cambio, de que
haba sido preparado para este evento? Un ngel Sangriento que
ya debera haber muerto, retenido de su fin para esta eleccin?
Este acto?
Pareca justo. Era justo.
El chirriante cable ardi mientras traqueteaba entre los
mecanismos de poleas, arrastrando la pesada masa de su cuerpo y
servoarmadura hacia arriba, haciendo caer a cambio al suelo un
grueso contrapeso. La visin de Meros se nubl mientras se hunda en la neblina carmes y se dej ir, dando vueltas. La velocidad
inercial lo empuj a un lado y el apotecario cay con fuerza sobre
un ptalo de la psico-cpsula abierta, agrietando la matriz
cristalina. Rasp la resbaladiza superficie con los dedos recubiertos de ceramita y se desliz. Meros logr asirse antes de perder el
control y caer por donde haba venido. Se levant y se recompuso.
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se trata de lo que dijo la bestia Kyriss, es la fuerza bruta de la disformidad. Es el poder crudo de todas nuestras rabias. No seras
capaz de controlarlo. Te destruir.
S dijo, dando un paso ms cerca. Me destruir, pero no
a ti Meros levant la mano, girando la mueca donde el guante
medicae descansaba sobre su mueca blindada. Nos ha enseado muchas cosas, lord Sanguinius. La nobleza de nuestro espritu. La destreza guerrera de nuestros corazones. La humildad,
en la cara de un universo de grandeza y magnificencia Meros asinti para s mismo. Y el deber. El gran peso del deber levant
la vista, enfrentndose a la constante mirada del ngel. Sois un
Primarca, hijo y seor de la guerra del Emperador, el ms espiritual y galante de su estirpe. Yo no soy ms que un guerrero,
nacido del polvo de Baal y elevado para luchar en una gran causa.
Y no veo ninguna causa mayor que esta.
No quiero que mis hijos mueran en mi lugar susurr
Sanguinius.
Esa decisin no es vuestra. Es nuestra. Es ma cuidadosamente, Meros extendi la hoja de sierra del guantelete y lo
coloc contra el cierre de su cuello. Si un solo legionario se consume en el fuego y la furia, la galaxia seguir adelante, sin advertirlo. Pero si vos cais hizo una mueca. Si el Seor de la
Guerra ha vuelto su rostro a Terra, entonces no podis caer. Slo
vos podis enfrentarlo en igualdad de condiciones. Cuando llegue
la batalla, debis estar all para enfrentaros a l, hermano contra
hermano vacil Meros. No tengo la visin, seor, pero si veo
esto. Y lo s.
Con un chorro de chispas y un gruido de dolor, Meros oblig
a la hoja a cortar la parte delantera de su servoarmadura, abriendo un desgarro irregular a travs de la ceramita que corra
desde el cuello hasta la ingle, a travs de las capas de la carne que
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haba debajo. Guio la punta de pas del reductor a los lugares correctos, como lo haba hecho tantas veces antes en los cuerpos de
legionarios a punto de morir. El aparato zumb y perfor la piel,
levantando un tono spero de dolor. Meros flexion los controles
digitales y con estallidos hmedos de sangre derramada, extrajo
sus propias glndulas progenoides. El dispositivo aspir los ndulos de rico tejido gentico en una vaina de depsito, sellando el interior para su conservacin. El legado de Meros a su Legin estaba ahora seguro.
Con sus labios manchados de carmes, el apotecario gir el
mdulo medicae y lo separ de su armadura.
Mi seor, podra? aturdido por el shock, Meros lo arroj
hacia el ngel, que lo cogi en el aire con un destello de oro.
Tomad esto y permitid que algo de m siga viviendo.
Luego le dio la espalda a su seor y se lanz hacia el corazn
latente del gneo.
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Fue ms terrible que las palabras que podran describirlo. Fue
furor en su forma ms pura, un vaco absoluto de todos los dems
sentidos y las emociones. No haba amor para templarlo, no haba
paz para fomentar la tranquilidad. No haba control o razn por la
cual la furia pudiera ser dominada y ordenada. No haba intelecto
para enfocarla, ni moral o instinto a travs del cual se pudieran
encontrar lmites.
Slo haba ira, bullendo roja y lvida, convocando a una sed de
sangre y sangre y ms sangre, y en algn lugar en las profundidades, esperando seguir el camino carmes, haba una furia negra
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Kano sinti el final de su amigo y se tambale, recibiendo el shock
como un golpe fsico. Tropez y cay contra un poste roto,
parpadeando por el dolor emptico, alzando su cabeza. Kano mir
a travs de una seccin cortada en el casco de la Lgrima Roja,
sobre las tierras yermas de la zona de guerra hacia las altas torres
del templo demonaco. Relmpagos esmeraldas y escarlatas brillaron de las nubes arremolinadas sobre la catedral, iluminando el
cielo ceniciento. Las chispas de color ardiente eran como las espadas de los dioses en guerra, persiguindose entre s de un lado a
otro.
El ftido sabor elctrico de la energa psquica pura estaba en
el aire, el sucio derrame txico de los habitantes de la disformidad
liberados en su agona, contaminando el mundo desde su punto
de entrada en este universo. Entre todo esto, Kano sinti como se
llevaba a Meros. No fue una muerte, puesto que eso era un efecto
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la disformidad, Kano vio un par de alas fantasmales ensangrentadas abrindose brevemente en la espalda del apotecario herido,
reordenando los huesos destrozados por debajo con una lluvia de
sangre fantasmal, y luego se desvanecieron.
El hermano Meros muri y naci el ngel Rojo.
***
La matriz de cristal de la cpsula son como campanas disonantes
a medida que se deshaca, convirtiendo el bronce y el cristal en
fragmentos de metralla letal. La bestia Kyriss se ech hacia adelante con los brazos en alto en lo que podra haber sido una
splica, gritando en sus lenguas. El ruido estridente e inhumano
era ensordecedor, era el sonido de una emocin que mora, un engao tan estigio y horrible que incluso el ms negro de los
corazones humanos no habra sido capaz de abarcarlo.
El demonio grit, se ech a llorar como una viuda desconsolada, golpeando todo aquello a su alrededor entre grandes rabietas. Finalmente, se volvi y escupi su bilis hacia la lnea irregular de ngeles Sangrientos que se movan para mantener a la criatura en su punto de mira.
No tenis derecho a hacer esto! Vosotros, animales ignorantes y lastimeros! Cmo os atrevis a arruinarlo todo? Sois
nuestros peones! Esto es Signus Daemonicus, nuestra cabeza de
playa, nuestra zona de guerra! Y aqu haris lo que os digamos!
la voz meldica de Kyriss crepit y se rompi, volvindose dura
y rencorosa. A medida que cambiaba, tambin lo hizo el patrn
del rostro tatuado del demonio, el color rosado suave de su hocico
bovino adopt matices nuevos y ms malignos. Las piezas
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mientras inspeccionaba a Raldoron y al resto de sus cansados hijos de batalla. Esa es la verdad que no entiendes, la verdad que
Horus ha olvidado. No es el descenso hacia la sombra ni el ascenso hacia la luz lo que nos hace superiores. Es en la lucha sin fin
entre ambos en donde reside nuestra grandeza. Somos probados y
no desfallecemos la voz del ngel se convirti en un grito repentino. Nunca caeremos! Lleva este mensaje a mi hermano y
dselo!
El guerrero roto se volvi, asintiendo, y se desvi hacia el gran
abismo. El fuego disforme en su interior creci fuerte y agitado,
como si detectara su presencia.
Para sorpresa de Raldoron, Sanguinius dio unos pasos tras el
fantasma.
Meros? dijo, y pronunci en bajo sus palabras para que
no fuesen percibidas. Si oyes esto, escucha mi juramento. Juro
por la Legin, a cuyo honor has sostenido, que tu noble sacrificio
ser recompensado. No morirs en silencio.
La forma ahora lamida por las llamas no le reconoci. Se dej
caer del borde del pozo y sus alas carmeses con un resplandor arcano irradiaron de su espalda. Raldoron oy un ronco y bajo estruendo que creci hasta que fue tan fuerte como si el mundo se
estuviese partiendo.
Un infierno de energas disformes emergi con una fuerza volcnica, tragndose el cuerpo del guerrero transformado. Sanguinius volvi a ponerse de espaldas a l, extendiendo sus amplias
alas para proteger los cuerpos de sus legionarios de la pared de
fuego infernal desatado.
Un instinto grit en los pensamientos de Raldoron, un sentido
profundamente enterrado en el fondo de su cerebro, algo que surgi hace millones de aos en el elemento ms bsico de la psique
humana. Grit una orden a los legionarios.
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Horrores indecibles e insondables de palabra o pensamiento, gritaron y maldijeron a los ngeles Sangrientos mientras su ltimo
punto de apoyo en Signus Prime se rompa. Las plantas superiores de la gruesa torre cnica del templo volaron en pedazos
cuando el fuego disforme alcanz un punto crtico y se liber en
una esfera de energa sobre la superficie del planeta. Los fragmentos rotos de huesos se esparcieron kilmetros, cayendo del cielo
en una lluvia obscena.
La materia disforme perdi su control sobre el universo material y fue arrastrada entre gritos a travs del cielo, sellando las
nubes de ceniza ardiente, rompiendo la membrana delgada de la
atmsfera y acelerando. Consumi grandes bocanadas de los restos de los cinturones de la muerte en rbita baja y las naves supervivientes de la flota de los ngeles Sangrientos aceleraron y
maniobraron para salir de su camino, convirtindose muchas de
ellas en las ltimas vctimas de la batalla al reaccionar con demasiada lentitud para evitar la deflagracin.
La turbulenta esfera de fuego inmaterial perdi cohesin y,
como un moribundo ahogndose, golpe con una violencia demencial mientras le llegaba la muerte, araando los planetas y
soles del cmulo Signus, rasgando sus superficies y atrayndoles.
Pero no pudo aguantar. Esta vez el grito psquico fue sofocado y
una breve supernova floreci antes de que el incendio se atenuase
en brasas y finalmente, en nada.
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Poco a poco, tentativamente, el velo de sombra que haba envuelto a la extensin completa del sistema estelar se desintegr,
disipndose como una tormenta por el viento.
All, en la superficie, sobre las ruinas de la torre rota, Raldoron
mir hacia arriba a un cielo donde no haba nubes. Poco a poco,
en la oscuridad por encima de ellos, las estrellas que haban sido
cegadas regresaron con su luz para mirar hacia Signus Prime una
vez ms.
Cassiel fue el primero en hablar.
Ahora ha terminado?
Sanguinius le lanz una mirada. Neg con la cabeza.
VEINTE
Precio a pagar
Pesar
Imperium Secundus
El suelo tembl cuando el terremoto reson por las llanuras desoladas y hubo un momento en que Signus Prime pareci contener
el aliento. Entonces, impulsado por mstiles de fuego nuclear que
fundieron la roca y convirtieron la arena en vapor, la mole gigantesca de la Lgrima Roja comenz a elevarse. Lentamente al
principio, desprendiendo fragmentos rotos de metal y gavillas de
arena depositadas por los lastimeros vientos, la barcaza de batalla
se liber de la tierra que la sujetaba. Luchando contra la gravedad
cada metro del ascenso, la nave pareci desafiar la razn cuando
se levant en el aire sombro. La monoltica construccin artesanal del tamao de una ciudad resisti los intentos del planeta para
devolverla a donde haba cado. Esta fue la ltima batalla que se
libr en el cmulo Signus, la partida final entre el poder de los
ngeles Sangrientos y los pramos hechos de miseria humana y
brujera disforme. La IX Legin la gan como ya lo hiciera antes,
el fracaso hubiera significado controvertir la voluntad del ngel.
En Signus Prime, en Holst, y en rbita, en cada lugar donde
sus guerreros haban puesto un pie, su Primarca orden que sus
hijos borrasen todas las pruebas de que la Legin haba estado
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alguna vez en este lugar. Durante los das que pasaron despus de
la carga final en la Catedral de la Marca, un ejrcito de sirvientes y
Guardianes recogieron los cadveres de cada hermano de batalla,
cada vehculo averiado, cada trozo de armadura arrancado o cada
espada embotada. El trabajo estaba casi terminado, quedando las
cubiertas gastadas de algunos casquillos perdidos y enterrados en
la arena, pero poco ms. Sanguinius lo haba ordenado as. Los
ngeles Sangrientos no dejaran nada atrs en este lugar asesinado y maldito. Ni sus naves, ni sus reliquias y menos sus preciados muertos.
Herida pero imperiosa, la Lgrima Roja se alz ms y ms
rpido a medida que sus poderosos motores presionaban contra el
cielo. Los daos en la nave eran gravsimos en lo profundo de
sus espacios internos las reparaciones estaban todava en curso
pero al igual que los ngeles Sangrientos, haba desafiado a las
probabilidades y los planes de un enemigo engaoso para ascender de nuevo. El resplandor blanco del sol enano Signus Beta, muy
en lo alto entre la nube de polvo en el aire, brillaba y fue eclipsado
brevemente por la silueta de la Lgrima Roja. La sombra que
proyectaba reflejo el smbolo de la Legin a su paso sobre el
campo de batalla y ms all.
***
Raldoron vio la poderosa barcaza alejarse en la distancia del cielo
signusita, l y todos los dems capitanes se reunieron en las ruinas derruidas y miraron hacia arriba en seal de saludo al verla
marchar. Eran los ltimos ngeles Sangrientos en el planeta, en
cualquier parte del sistema. A poca distancia, un ala de
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El atrio central de la Lgrima Roja haba sido un lugar de obras
devocionales y trofeos de batalla para alabar los elogios de la nave
de guerra, pero despus de Signus haba cambiado tanto como la
Legin. Muchas de las salas y pasillos de la barcaza de batalla
fueron sellados tras los daos sufridos, reutilizando compartimientos y cmaras para necesidades ms inmediatas. Sin embargo,
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los cambios en el atrio haban llegado sin orden directa. Se hicieron en silenciosa comprensin.
A los pies de un gran friso con el ngel y sus guardias dorados,
los hermanos comenzaron un memorial improvisado por los perdidos. Los artculos pequeos como medallas o cadenas de honor,
clices personales, incluso espadas rotas, formaron un tapiz en la
pared del fondo. Los rollos de pergamino digitales fueron fijados
en el mrmol y en ellos haba nombres escritos por docenas de
diferentes manos. Esta sera la forma en que se les recordara,
hasta que la ceremonia de duelo pudiera ser formalizada.
El sargento Cassiel extendi la mano y traz el nombre de
Meros con el dedo, frunciendo el ceo.
Entonces est muerto una sombra se movi a su alrededor
y Cassiel supo que era la mujer llamada Tillyan. Ella se puso a su
lado, leyendo el pergamino. Al principio, consider el sargento,
cuando partieron a la misin de ataque contra la catedral, haba
pensado en Niobe como un lastre. Ella aminoraba su velocidad,
reduca sus tiempos de reaccin e hizo que el ataque fuera mucho
ms difcil. Tena poco respeto por la ciudadana imperial comn.
Pero ella lo haba sorprendido con su fortaleza. Esta mujer,
que ni siquiera era un soldado, haba caminado con ellos en un
lugar lleno de terrores inimaginables incluso para los veteranos
ms experimentados. Ella no haba vacilado. Cassiel vio una
mirada en los ojos de Niobe que le result familiar, la misma
mirada que haba visto en s mismo, en sus hermanos. Ojos que
haban contemplado una especie de infierno.
No estaba seguro de si ella estaba llorando, las emociones de
los seres humanos no aumentados le eran difciles de calibrar.
No saba todos los detalles del sacrificio del apotecario, ni su
destino final. A decir verdad, tampoco Cassiel. Golpeada, Tillyan
Niobe haba permanecido inconsciente en el suelo del templo de
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La sala de ejercicio estaba vaca cuando lleg Raldoron, con la esperanza de encontrar la paz de la meditacin en la amplia cmara
abierta. Pero esa tranquilidad no le lleg fcilmente.
Cuando el sonido de un puo golpeando contra los soportes de
adamantina rompi su concentracin, no se sinti molesto. El
Primer Capitn se levant de donde estaba arrodillado y se volvi.
Sin esperar su permiso, una figura encapuchada pas junto a l en
la cmara.
Amit. Ningn otro guerrero de la Legin sera tan audaz.
El Capitn de la Quinta retir la capucha y fij en su hermano una
hosca y melanclica mirada. Pens que habas vuelto a la Victus
continu Raldoron.
Durante un tiempo dijo Amit con cansancio. Abri su tnica y en una mano portaba la desnuda longitud de su espada de
batalla, la hoja desolladora con pas que le haba ganado su
sobrenombre de Desgarrador de Carne. Se lo ofreci como un
trofeo. Toma esto. Ya no merezco ni mi rango ni mi condicin.
He deshonrado a nuestra Legin. Los Lobos sus palabras se
desvanecieron.
La sangre de Raldoron se hel cuando la pieza que faltaba
ocup su lugar en sus pensamientos.
Fuiste t. Tus legionarios. Fuisteis responsables de la muerte
de la escuadra de Redknife.
Cgela! grit Amit. Tengo que expiar lo que ocurri. Yo
y mis guerreros hemos traicionado a nuestro Emperador. Asesinamos a nuestros aliados! Hemos perdido el control! La sangre
su voz se quebr en un grito de dolor y de ira. Me ceg. Slo vi
enemigos que deban morir.
Cmo pudiste hacerlo? Raldoron quiso gritar la pregunta,
pero conoca la respuesta. Haba sentido el poder del gneo, apenas resistindolo incluso con la mujer paria a su lado. A Amit y sus
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forma, no los hilos. Lo que puede parecer una costura de importancia conduce a ninguna parte. Y lo que es despreciado su voz
se apag. Yo no puedo predecir nuestro futuro igual que no
puedo comandar el movimiento de las estrellas por un instante,
la mirada de Sanguinius se dirigi a su interior, recordando algo
que pas mucho tiempo atrs. Hay mucho que no me es desvelado, tanto como lo que s lo es. Sabe esto, Kano. Lo que compartiste conmigo es slo la madeja de las posibilidades, e incluso el
acto de observarlo altera su trayectoria. Conoceremos el futuro
cuando est sobre nosotros, y no antes.
A su pesar, Kano regal una sonrisa triste.
. Eso es poco consuelo, mi seor.
Lo s dijo Sanguinius. Creme, lo s. Encontrars una
especie de paz al final, pero cuando llegaste a mi paisaje mental,
sacrificaste algo tuyo para llegar a m. Nunca lo recuperars, como
Ecanus y los otros bibliotecarios nunca volvern a vivir salvo en
nuestra memoria cogi un grial rojo a su lado y lo levant en
seal de saludo. Sigo siendo honrado por la dedicacin de mi
Legin. Tienes mi gratitud cuando el ngel tom un sorbo, el
sirviente lanz un suspiro y se retir, retrayendo sus delgados
brazos para doblarlos de nuevo en su pecho.
All, sobre el rostro de Sanguinius, una lgrima negra haba
sido tatuada de forma permanente en la mejilla. La marca de
bano empaaba la forma perfecta de sus rasgos, pero la llevaba
con orgullo.
As que no les olvidar explic, y ofreci el grial a Kano.
Lo tom, sorprendido por el gesto. Contena un rico y suave
vino rojo, y el sabor le record a Baal. El sabor encendi un momento de memoria, otro rico sabor en los labios, otra sed de algo
ms.
El Primarca lo observ y asinti con la cabeza.
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tercera compaa, el elegido por el Primarca para tomar temporalmente las funciones de seor de la flota tras el suicidio de la
almirante DuCade.
Carminus salud y no esper a la pregunta obvia.
Los navegantes, mi seor. Cayeron en una especie de estado
de coma hace unos momentos. Tratamos de despertarlos, pero
slo balbuceaban acerca de un puerto seguro. Entonces,
ejecutaron repentinamente una traslacin disforme aqu.
Halkryn estaba ante los grandes ventanales.
Este no es el sistema Solar. Las estrellas estn mal seal
hacia arriba y hacia estribor, donde un grueso cinturn de la luz,
la curva de un brazo espiral galctico, era claramente visible.
Las estimaciones iniciales indican que todava estamos en el
Segmentum Ultima dijo Carminus. Los cogitadores estn
ejecutando coincidencias de constelaciones, pero parece que
hemos sido desplazados.
Cientos de aos luz fuera de nuestro curso dijo el
Primarca. Tenemos que asumir lo peor. Avisad a todos las
naves, todos los escuadrones. Posiciones de combate, Sacrus. Cualquier cosa que no lleve nuestros colores se considerar enemigo
Carminus salud y se alej de la visual para transmitir la orden.
Cmo hemos llegado hasta aqu? dijo Kano, luchando por
procesarlo. Deberamos estar a las puertas de Terra.
Los viajes por la disformidad nunca han sido una ciencia exacta murmur Zuriel. Pero si nuestros navegantes estaban de
alguna manera daados por el enemigo sin que lo supiramos
puede que nos hayan entregado a los traidores.
Sanguinius neg con la cabeza.
No. Esto es algo diferente, puedo sentirlo. Las tormentas, el
desvanecimiento de la seal de la Astronomicn. Todo est conectado se qued en silencio, meditando. Le dije a los
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EPLOGO
El Seor de la Guerra Horus observ desde su trono y su corte reunida cuando Erebus entr en la cmara. El Apstol Oscuro
rompi el protocolo y se dirigi hacia adelante sin esperar reconocimiento, apenas si ofreciendo una inclinacin de la cabeza
en un amago de saludo. La molestia bailaba en sus ojos oscuros,
inusualmente claros por una vez.
Seor de la Guerra dijo, con una mueca de desprecio enterrada en las palabras. Te traigo un regalo de Signus Prime.
Un grupo de Portadores de la Palabra sigui al capelln en la
sala, cada uno de ellos aferrando una cadena que se extenda
hasta una figura flotando sobre la cubierta. La figura era un guerrero con una quebrada armadura carmes, envuelto en un feroz
resplandor rojo-anaranjado que apestaba a ira.
El Mournival de Horus ya estaba avanzando con decisin, sus
lugartenientes de confianza llevaban sus manos en los blteres y
espadas, considerando que la falta de respeto de Erebus mereca
un castigo. El Seor de la Guerra hizo un gesto con una garra del
enorme puo de combate en su mano derecha, detenindolos
antes de que pudieran actuar. En su lugar, se levant y se baj del
trono.
Haciendo caso omiso de Erebus, avanz hasta el atormentado
guerrero. Horus apart a los Portadores de la Palabra sosteniendo
las cadenas, que cautelosamente dieron un paso atrs, aflojando
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