Compromiso Sartre y Levinas
Compromiso Sartre y Levinas
Compromiso Sartre y Levinas
LITERATURA Y
COMPROMISO
Entre el compromiso y el desprendimiento, Sartre y Levinas encarnan, para
el ensayista Blas Matamoro, los polos opuestos en la forma de entender el
fenmeno artstico y literario durante todo el siglo XX. Para Sartre, la
literatura es slo una excusa para el compromiso poltico; para Levinas,
por el contrario, el arte es la prueba de que no existe una verdad nica.
n 1948 Sartre public QU ES LA LITERATURA?, un texto perseguido por el xito, sobre todo por el de su vulgata ms visible, la
teora del compromiso. El escritor debe estar comprometido con su
tiempo y la literatura que produzca ha de ser comprometida por l.
Desde entonces se confunde fcilmente literatura comprometida con escritura
vinculada a posiciones polticas progresistas, denunciatorias o
revolucionarias. En rigor, la posicin de Sartre es menos simple
y ms ambiciosa. Responde a su etapa individualista y espontanesta ms dura, la de su primitivo existencialismo. El individuo
est en la raz y el origen de s mismo ha de ser autntico, no en
el sentido heideggeriano de admitir radicalmente su mortalidad y dejarse de habladuras que distraigan su mirada del
horizonte de la muerte, sino en cuanto a su relacin con el universo. Cada acto de cada quien modifica el conjunto universal,
lo compromete y tiene, por lo mismo, un carcter moral a partir
de sus efectos. El escritor, que hace pblico tal acontecimiento,
debe ser consciente de lo que efecta y saber cabalmente lo que
est diciendo. De lo contrario, corre el riesgo de que la obra diga lo que l no quiere y se le vuelva moralmente en contra.
Un peligro aadido es encontrarse con el tribunal de la historia, ante el cual debe responder el escritor por sus actos. En
sus estrados se sentarn, cuando Sartre busque candidatos a tal
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judicatura, los dirigentes del partido revolucionario, el que empuja a la sociedad hacia sus fines redentores. No siempre le ir
bien al mismo Sartre como imputado en dichos procesos. Ciertos
jueces llegarn a identificar existencialismo con decadentismo
individualista pequeo burgus, pesimismo apocalptico, literatura de sepultureros, colaboracionismo enmascarado, egotismo aristocrtico, etc.
Sartre sostiene una visin compacta del sujeto en tanto individuo, como una entidad que no puede dividirse. Pensemos
que, en esos aos, el inconsciente no existe para l. Su nocin
de sujeto es moral y jurdica, es el sujeto que responde ante la
autoridad de los dems, que siempre lo amenazan con condenarlo al infierno, el infierno de la otredad. Un sujeto permanente, constante, idntico a s mismo, como el que registran los
papeles de identidad y articulan las leyes civiles.
El escritor, el ciudadano, el despierto y el dormido, el militante y el aventurero, el santo y el comediante, cada uno en su
Marzo 2002
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B l a s M ata m o r o : L i t e r at u r a y c o m p r o m i s o
sable del sujeto ante el universo. Lvinas elude la perplejidad
y plantea una potica en toda regla. Ms an: sin decirlo expresamente, se reclama del simbolismo y parte de sus principios:
el arte como el discurso del otro que aparece cuando el uno se
disuelve en el anonimato, se desujeta, se libera de los deberes
del yo, la identidad y el rol social. Si Sartre hace hincapi en el
engager, Lvinas subraya lo contrario: el dgager. Compromiso y
desprendimiento. Es como el si el Yo se diera al Otro, con plena libertad (o sea sin determinacin previa), en un acto de donacin espontnea, ajeno a cualquier dominio o sumisin.
El arte es exploracin de lo oscuro, del reino de las sombras,
de la ambigedad crepuscular de las cosas. No es revelacin ni
creacin. Ms bien, lo contrario de la creacin: destino. El artista parte de cierto desinters o ceguera ante el concepto, se
abandona a un ritmo musical de las imgenes o las palabras,
desde una posicin de anonimato. Hasta aqu, Mallarm, pero no ms all.
El artista no es, entonces, el yo, que ha renunciado a sus poderes de control, ni tampoco el inconsciente, porque hay en l
una constante sensacin de presencia. Es quizs el sueo diurno que tantos, entre ellos Borges, reclaman para la invencin
artstica. Su fondo es musical, porque la msica desliga el
signo del objeto, lo deja en libertad, desconceptualizando la
realidad, que es, justamente, una construccin de categoras conceptuales, de objetos nombrados. El arte opera a la sombra de
la realidad, no para refugiarse en aqulla de las inclemencias
de sta, sino para averiguar lo que la realidad borronea con su
sombra. No se sita por encima de ella, en la altura aristocrtica y amoral del arte por el arte, sino que insiste en la ausencia que permite representar, o sea volver a tener presente, los
objetos. En sentido estricto, es la tarea de la imaginacin ms
que de la simbolizacin porque el smbolo va siempre ms all
del objeto, en tanto el arte tal como lo entiende Lvinas viene
hasta ms ac de l, a ese oscuro residuo del ser que la verdad
no puede alcanzar.
Si hay arte es porque, precisamente, no hay verdad, punto en
el cual Sartre y Lvinas disienten expresivamente. El mundo del
arte es el mundo sensible, donde reinan la imagen y la semejanza, como se dice que Dios hizo al hombre (y a la mujer: al principio, parece que estaban pegados y no haba sexo, seccin).
Cmo pedir, entonces, al artista que se responsabilice de
lo que hace? Cmo llevar ante los tribunales al incorrecto burgus Baudelaire y al correcto burgus Flaubert por haber infringido las leyes de la Ciudad con sus flores malignas y sus
adlteras provinciales y suicidas? Para responsabilizarse hace
falta mantener la unidad indivisa del sujeto y entonces no hay
invencin. Hay que mantener a ese sujeto unido no slo consigo mismo sino al momento presente de cada acto de su vida,
en tanto la obra de arte siempre est escapando hacia el porvenir, es evanescencia hacia el futuro, cosa que permanece y
elude a la muerte. Es la historia plastificada en mito, si se permite la simplificacin. Por eso insiste y vuelve, en tanto los momentos de la Historia pasan y no retornan.
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