El Guión Cap 17
El Guión Cap 17
El Guión Cap 17
Robert McKee
SUSTANCIA, ESTRUCTURA,
ESTILO
Y PRINCIPIOS
DE
LA E S C R I T U R A DE G U I O N E S
17
El personaje
EL G U S A N O D EL P E N S A M IE N T O
Al estudiar la evolucin de la historia a lo largo de los veintiocho
siglos que han transcurrido desde H om ero, pens que me p o d ra
ahorrar unos mil aos y saltarm e desde el siglo iv hasta el Renaci
m iento porque, segn mi libro de texto de historia del instituto,
durante la Alta Edad M edia se detuvo todo el desarrollo del p e n
sam iento m ientras los m onjes vacilaban acerca de preguntas tales
como. Cuntos ngeles caben en la cabeza de un alfiler?. Escp
tico, busqu un poco ms y descubr que en realidad la vida inte
lectual de la poca medieval se m antuvo vigorosam ente... au n q u e
en cdigo potico. U na vez se descifr la m etfora, los investiga
dores hallaron que la preg u n ta sobre cuntos ngeles caben en la
cabeza de un alfiler no es metafsica, sino fsica. El tem a discutido
es la estructura atm ica: Cun peq u e o es pequeo?.
Para analizar la psicologa los acadm icos medievales idearon
otro concepto ingenioso: el gusano del pensamiento. Im aginem os una
criatura que tuviera el p o d e r de escarbar en el cerebro y llegar a
conocer totalm ente a una persona, sus sueos, sus m iedos, sus
fuerzas, sus debilidades. Supongam os que ese gusano de la m ente
tam bin tuviera la capacidad de provocar acontecim ientos en el
m undo. P odra as crear un hecho especfico dirigido a la n atu ra
leza nica y singular de esa persona que actuara de d eto n ad o r
para una aventura nica en su especie, u n a bsqueda que le obli
gara a utilizarse al m xim o, a vivir al lm ite. Ya fuera una tragedia
o una realizacin, u n a bsqueda de esa naturaleza revelara su h u
m anidad com pleta.
Al leer aquello tuve que so n rer po rq u e todo escritor es u n gu
sano del pensam iento. N osotros tam bin escarbam os en nuestros
personajes p ara descubrir sus aspectos, sus potenciales, y despus
446 El guin
448 El guin
450 El guin
452 El guin
pero que no. D urante los ltim os sesenta aos, cada vez que nos
m ontam os en u n taxi en u n a pelcula sobre N ueva York nos e n
contram os a ese taxista.
Tal vez cream os la p rim era escena m uda de u n taxista en N ue
va York. Ella inten ta entablar u n a conversacin muy neoyorquina
sobre los Yankees, los Knicks, la oficina del alcalde, pero l slo se
ajusta la corbata y sigue conduciendo. La turista se deja caer sobre
el asiento, su prim era decepcin en Nueva York.
Por o tro lado, el taxista que acabara con todos los taxistas: un
bicho raro de voz p ro fu n d a p ero ex trem adam ente am able que le
ca u n a conferencia muy acadm ica sobre la supervivencia en las
grandes ciudades; cm o cruzarse el bolso en el pecho, d n d e
guardar el spray paralizante. E ntonces la conduce hasta el Bronx,
le cobra ciento cincuenta dlares y le dice que est en M anhattan.
Iareca dispuesto a ayudar p ero se ha convertido en u n a rata la
drona, u n a contradiccin en tre la caracterizacin y la verdadera
personalidad. A hora pasarem os la pelcula buscando a ese tipo
porque sabem os que los guionistas no dan dim ensiones a los per
sonajes que no van a volver a utilizar. Si ese taxista no vuelve a apa
recer por lo m enos otra vez, nos sentirem os m uy molestos. No d e
bemos provocar falsas expectativas haciendo que los papeles de
los extras parezcan ms interesantes de lo necesario.
El rep arto gira en u n a rbita a lred ed o r de la estrella, su p rota
gonista. Los papeles de reparto se inspiran en el personaje central
v deben disearse p ara m arcar su com plejidad de dim ensiones.
1.os papeles secundarios no slo necesitan a los protagonistas, sino
que se necesitan entre s, para p o d e r proyectar sus dim ensiones.
M ientras algunos personajes terciarios (E y F, segn el diagram a)
com parten escenas con el protagonista u otros personajes princi
pales, ellos tam bin ayudan a revelar dim ensiones. En u n a situa
cin ideal, en cada u n a de las escenas cada u n o de los personajes
liar resaltar cualidades que m arquen las dim ensiones de los d e
ms, todos unidos en u n a constelacin p o r el peso del protagonisfa, colocado en su centro
454 El guin
El personaje cmico
Todos los personajes persiguen un deseo co n tra las fuerzas anta
gonistas. Pero el personaje dram tico es lo suficientem ente flexi
ble com o para alejarse del riesgo y darse cu enta de que eso podra
m atarle. El personaje cm ico no. El personaje cm ico est m arca
do p o r u n a obsesin ciega. El prim er paso para resolver el proble
m a de un personaje que deb era resultar gracioso pero no lo es
radica en e n c o n trar su m ana.
C uando las stiras polticas de Aristfanes y los rom ances en
farsa de M enandro pasaron a la historia, la com edia degener en
su prim a rival y cam pesina, la poesa trgica y pica. Pero al llegar
el R enacim iento -d esd e G oldoni en Italia a M olire en Francia
(saltndonos Alemania) y Shakespeare, Jo hnson, Wycherley, Congreve, Sheridan; hasta Shaw, W ilde, Coward, C haplin, Allen, los
graciosos ingenios de Inglaterra, Irlanda y A m rica-, volvi a as
cender de nuevo hasta alcanzar el deslum brante arte actual -la
gracia salvadora de la vida m oderna.
Al perfeccionar esos m aestros su arte, com o todos los artesa
nos, com partieron sus conocim ientos y llegaron a darse cu enta de
que el personaje cmico se crea asignndole al papel un hum or,
una obsesin que el personaje no percibe en s mismo. La carrera
de M olire se construy sobre la base de escribir obras que ridicu
lizaban la fijacin de su protagonista -E l avaro, El enfermo imagina
rio, El misntropo-. Casi cualquier obsesin p u ed e funcionar. Por
ejem plo, los zapatos. Im elda M arcos es un chiste internacional
porque no percibe su necesidad neurtica de p oseer zapatos que,
segn algunas estimaciones, superan los tres mil pares. A unque en
su juicio sobre el im pago de im puestos en Nueva York dijo que
slo tena unos mil doscientos... y que ninguno le calzaba bien. Se
trataba de regalos de las em presas zapateras, dijo, que nu n ca su
pieron adivinar qu nm ero necesitaba.
En All in the Family Archie B unker (Carroll O C onnor) era un
intolerante ciegam ente obsesionado. Siem pre que no se d cuen
ta es un bufn del que nos rem os. Pero si algn da se volviera ha
cia alguien y dijera: Sabes? Soy un m aldito racista m anitico, se
habra acabado la comedia.
456 El guin
BRBARA
(Ofreciendo una taza a Juan.)
Quieres esta taza de
caf, cario?
458 El guin
A n t n C h jov
460 El guin