TESIS MAG 0844 Miguel Serrano
TESIS MAG 0844 Miguel Serrano
TESIS MAG 0844 Miguel Serrano
LA INVENCIN DE CHILE
Aproximacines a la obra de Miguel Serrano
Profesores Guias:
Federico Schopf Ebensperger
Alfredo Jocelyn . Holt Letelier
Alumna: Natalia Figueroa Gallardo
TESIS FINANCIADA POR CONICYT
Ao 2008
INDICE
CAPTULO 1
LA TRADICIN NACIONAL EN EL CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
.1. El proyecto nacional en el Centenario de la Independencia..........................7
1.2. Alcances polticos y culturales.........................................................19
CAPTULO II
MIGUEL SERRANO Y LA INVENCIN DE CHILE
2.1, El mito como apertura generacional...................................................25
2.2. Hacia una reconstruccin del relato mtico de Miguel Serrano... .............. ... 35
2.3. Nietzsche y la posibilidad de Chile.....................................................45
2.4. El Futuro del Sur .................. . ..................................................... 50
2.5. ELELLA. Consideraciones sobre el amor .......................... . .................. 58
2.6. Alcances en tomo a una potica de la accin ............ . ........................ ....61
2.7. Espectculo del sacrificio ............................................................... 71
INTRODUCCIN
En los ltimos aos ha aumentado el nmero de personas que valora los textos de
Miguel Serrano. Personalmente he escuchado a varios buenos lectores hablar bien del
autor, aunque no en pblico. Por otra parte, los escritos que se refieren a l, escasos y
breves, en su mayora crticas ocasionales aparecidas en revistas y diarios con motivo de
reediciones, no alcanzan por su naturaleza a vislumbrar la transversalidad temtica que
recorre toda su produccin, conformada de poesa, ensayo, memorias de viaje y
relaciones autobiogrficas. La falta de referencias a un autor cuyos textos poticos estn
siendo abundantemente reeditados (Las visitas de la Reina de Saba, ao 2002; La Flor
Inexistente, 2004; Los Misterios, 2006; todos de la editorial Beuvedris Editores), y la
presencia de un grupo de "lectores mudos" en relacin a ellos, constituye un
silenciamiento generalizado cuyos motivos bien pueden relacionarse con las posturas
ideolgicas del autor, en desmedro de una obra que supera dichos encasillamientos, y
cuya importancia, a mi juicio, radica en invitar a pensar, desde los mitos y utopas, la
tarea de un Chile posible.
ni
Francisco Encina, Alberto Edwards, Tancredo Pinochet, Nicols Palacios, Julio Valds
Canje, entre otros), y cuyo estudio da las pautas necesarias para comprender, en una
primera etapa, el desarrollo de las principales temticas que tratar Miguel Serrano, sus
porqu, y sus maneras de hacerlo (sus "lgicast 1 ).
Por ello, en el primer captulo de este estudio, reviso las principales lneas
temticas de la tradicin escritural inaugurada en esa poca, centrndome en aquellas
que sern re-significadas en la potica de Serrano, para poder entrar al estudio del autor,
en el captulo segundo, previo establecimiento de un contexto explicativo bsico y
significativo a la hora de develar el lugar la tradicin- desde donde Miguel Serrano nos
habla, permitiendo, junto con eso, la apertura de sus textos desde una ptica distinta a la
que se le ha tendido a encasillar hasta el momento.
CAPITULO
LA TRADICIN NACIONAL EN EL
CENTENARIO DE CHILE
Una orientadora nocin a la que suele recurrirse para definir "nacin", es la de Pasquale
Mancini, quien a mediados del siglo XIX formul el "principio de las nacionalidades",
entendiendo por nacin una comunidad de origen, de costumbres y de lengua,
agregndose a ello la conciencia de esa unidad, conciencia de un pasado y destino
comunes, a travs de vnculos o lazos de sangre, historia o territorio; y tambin, de una
manera tanto ms general, conciencia de aquello que identifica y diferencia a una
comunidad, de las otras.
De acuerdo a esta definicin, es posible hablar de una coincidencia del individuo
con su mundo, y del mundo con l, y de esta coincidencia, decir que uno y otro
adquieren cierta semejanza. Y digo cierta, pues la dimensin de libertad, o
interpersonalidad en un sentido amplsimo, implica la consideracin de un continuo
contraste entre identidad y diferencia 2 . Sin embargo, el problema que se present a la
hora de traer estas reflexiones al mbito de las corrientes nacionalistas del siglo XIX y
principios del XX europeo, fue el de la inexistencia de directrices que orientaran a los
escritores en esta proyeccin en la cual idealmente, el individuo incorpora a su
experiencia el conocimiento de esa semejanza con el mundo, sin disolverse en esa
identidad comn, sino proyectando su particularidad hacia una conexin colectiva ms
intensa y general; directrices que adems, pudieran funcionar como vnculos histricos
que sugirieran cierta continuidad en el actuar de los pueblos 3
Se trata de representantes de la historiografla romntica, dentro de una lnea de reflexin que pensadores
como Hayden White designan "Potica de la historia". Desde esta perspectiva, Herder resulta un
importante antecedente, pues abocndose al rescate de un pensamiento mtico y metafrico, insisti en que
la labor del historiador era asegurar la unidad y armonizacin de lo aparentemente distinto, con un sentido
de unidad en la diversidad, queriendo comprender la historia como un proceso, y no como fases separadas
e independientes entre s. Asimismo, Michelet, quien, si bien abocado al estudio y comprensin de la
Revolucin Francesa, revel con sus postulados que su mtodo no era otra cosa que la elaboracin de las
implicaciones metafricas, concebidas como manera de permitir al historiador no slo identificarse con la
vida del pasarlo, sino tambin resucitarlo y revivirlo en su totalidad.
Por su parte, deca Novalis, que el nico significado que la vida puede tener debe provenir de una
fe acrtica en el poder de la historia para proveer su propio significado, creencia en que los hombres
deban seguir a la historia del mismo modo como a la religin. Profesaba una suerte de cristianismo
cosmopolita y unificador, creyendo que la justificacin de sus reflexiones poda encontrarse en el estudio
de la historia (historia por si misma instructiva y coherente), debiendo el historiador buscar en ella, puntos
del tiempo paralelos, usando lo que llam "la varita mgica de la analoga", hacia la conviccin de la
existencia de una instructiva coherencia.
De acuerdo con Carlyle, finalmente, el propsito del historiador era transmutar las vidas de los
grandes hombres del pasado, en significados valiosos e inspiradores para las personas vivas, captando el
pasado como preexistencia al hacer hincapi en que cada suceso particular desciende de todos los dems
sucesos, pasados o contemporneos, especie de destino histrico que hara de los hombre lo que son, por
poseer detrs un determinado curso vital.
(Para el examen de estas cuestiones he utilizado los siguientes textos: WHITE, Hayden:
Metahistoria, la imaginacin histrica en la Europa del siglo XIX [1973]. Mxico, Fondo de Cultura
Econmica, 1992 [1973]; HERDER, Johann Gottfried: Filosofla de la historia para la educacin de la
humanidad [1774]. Editorial Nova, Buenos Aires, 1950 y; CARLYLE, Thomas: Los Hroes [1841].
Bruguera, Barcelona, 1967.)
lo recalcara Encina 5 la dacin de un sentido que permitiera que todas estas capas
,
p.e., el francs J. A. Gobineau, sostuvo que la raza de tos germanos, rastreable en Alemania,
Inglaterra, Francia, Blgica y ciertos pases nrdicos, es la nica que conserva una pureza de entre las
procedentes de la raza superior aria, pues las otras, a diferencia, estaran mezcladas con elementos
melanios y amarillos, inferiores y dbiles. Mientras la aria sera la mejor preparada en la lucha por la
existencia, la ms bella, enrgica y dotada para la creacin; el reconocimiento del predominio del
elemento amarillo en el indgena americano, hacan de ste uno limitado en sus deseos, que se reducan
por lo general, y sin posibilidad de progreso, a lo esencial de sus necesidades fisicas.
Por su parte, G. V. de Lapouge, su discpulo, contrapuso a espaoles, franceses, italianos y sudamericanos
frente a los pueblos de estirpe germnica (escandinavos, holandeses, ingleses, etc.), hacia la demostracin
de lo que segn l era la mayor pureza biolgica de los ltimos, y. GOBINEAU, J.A. The inoquality of
human races. G.P. Putnam's Sons, New York,l915; VACHER de LAPOUGE, Georges: L'Aryen, son role
social [1896]. Bologne, 1977.
y. nota N6. v.a. CARDOEN, Carlos: Prlogo, En Raza Chilena. Edicin Facsimilar, Ediciones
Colchagua, 1987.
il
antigua filiacin germnica, asegurando que los que habran emprendido la conquista
seran aquellos grupos no mezclados que an portaran en su sangre el germen de la raza
teutona. En prrafos de profundo ingenio, escribi: "El descubridor i conquistador del
nuevo mundo vino de Espaa, pero su patria de orjen era la costa del mar Bltico,
especialmente el sur de Suecia, la Gotia actual. Eran los descendientes directos de
aquellos brbaros rubios, guerreros conquistadores [ ... ] Eran esos los Godos, prototipo
de la raza teutnica, jermana o nrdica, que conservaron casi del todo pura su casta,
gracias al orgullo de su prosapia a las leyes que, por varios siglos, prohibieron sus
matrimonios con las razas conquistadas. Por los numerosos retratos o descripciones que
conozco de los conquistadores de Chile, puedo asegurar que a lo sumo el diez por ciento
de ellos presentan signos de mestizaje con la raza autctona de Espaa, con la raza ibera;
el resto es de pura sangre teutona, como Pedro de Valdivia, cuyo retrato es tan
conocido". Palacios concluy que la mezcla del elemento femenino mapuche ms el
masculino visigodo generaron el ejemplar racial vulgarmente llamado roto chileno, tipo
que sobre la base de vnculos compartidos, podra dar al habitante de Chile una
referencia situada en su origen para el sentimiento de lo comn; pese a que la crtica que
se observa, es que vea en lo araucano algo esencial al carcter chileno, en un contexto
en que el modelo indgena no influa en la visin de mundo occidental.
Vale preguntarse porqu sugerir directrices apelando a categoras raciales,
categoras que tienen el defecto de generar cierta controversia entre nosotros? Desde un
punto de vista religioso, y elucubrando posibles respuestas, es necesario recordar que
primitivamente la pertenencia a una raza indic la cercana o lejana del hombre en
relacin a la divinidad, a un tipo unitario de cultura. Vistas desde la biologa, las razas
refieren a sistemas genticamente abiertos, en el sentido de que pueden cruzarse de
manera indefinida entre s: no se trata de magnitudes estticas e invariables; todo lo
contrario, es en este cruzamiento donde podemos hablar de dinamismo, y entender lo
racial como un proceso que da cuenta de una evolucin. Las tendencias nacionalistas,
refiriendo a la raza desde la conjuncin de ambas perspectivas, mostraron que en la
medida en que sta aludiera a factores hereditarios, podra apelar a una historia
EIJ
Al respecto, resulta de utilidad el texto de CiAZMURI, Cristin: Notas sobre la influencia del racismo en
la obra de Nicols Palacios, Francisco A. Encina y Alberto Cabero. Ediciones Historia, Instituto de
Historia, Universidad Catlica de Chile, Apartado dci N16 de Historia, 1981.
12
13
diferenciada, pensndose que una economa que explotara sus capacidades al mximo,
podra ser la base de una diferenciacin cultural a futuro.
Junto con esto, aunque en planos un tanto distintos, se vuelve la geografia de
Chile una variante ms del nacionalismo, al intentar por el aislamiento geogrfico
infundir la idea de nacin territorial plenamente demarcada: en el aislamiento no se vio
un obstculo, sino una ventaja que incluso poda ser interpretable en trminos
espirituales, como lo hiciera en numerosos poemas G. Mistral 14 . Por su parte, Alberto
Cabero notara aos ms tarde un asunto relacionado con la adhesin al suelo chileno
mediante la concepcin psquica de la geografia en lo que llam patriotismo grfico'5
pero, as como Encina haba enfatizado que su texto estaba destinado a despertar la
atencin sobre los problemas que afectan la vitalidad y el porvenir de Chile, dirigindose
de preferencia a profesores y preceptores; en todas estas reflexiones la educacin,
espacio de toma de conciencia, fue el motor central de donde poda resurgir la hipottica
elevacin nacional.
De ah que Galdames formulara su nacionalismo educacional'6 proyecto
,
As por ejemplo en su Poema de Chile, donde de la Cordillera anotaba: "Andando va con nosotros/
como un sueo verdadero,/ casi tocando el costado/ la duea de nuestros cuerpos,! como una sola alma
fiel/ y con semblantes diversos" (poema "Cordillera"). y. a. MISTRAL, Gabriela: Conversando sobre la
tierra (19 de septiembre de 1931). En CESPEDES, Mario (ed.): Gabriela Mistral en el repertorio
americano. Universidad de Costa Rica, San Jos, 1978,
15
El patriotismo grafico de Cabero resulta de una concepcin geogrfica instalada con claridad en la
mente de los chilenos, fruto de la demarcacin que el mar y la cordillera le otorgan al territorio.
16
En GALDAMES, Luis: Educacin Econmica e Intelectual. Imprenta Universitaria, Santiago, 1912.
14
Cito: "cualquiera que sea su origen, una raza puede adquirir en su evolucin energa de
voluntad, probidad, devocin del deber, espritu humanitario y progresista, y este
carcter adquirido se heredar en menor grado que los caracteres congnitos; mas, al
mismo tiempo, esta herencia, mantenida durante varias generaciones, llega a tener tal
7
8
15
arraigo que se hereda con tanta energa como si fuera congnita hasta que llega a serlo.
De este modo, la raza juzgada como inferior puede llegar a poseer las cualidades ms
favorables al desenvolvimiento de la actividad social y llegar a ser superior" 9. Su
reflexin, que tambin quiso conciliar el pesimismo de las posiciones europeas hacia los
pases latinoamericanos, se dirigi, como las de Encina y Palacios, a la totalidad de los
chilenos, diciendo, cual si fuese una suerte de credo religioso, que si una nacin se
convence de su potencial superioridad, es capaz de conseguir los mayores logros.
Y ocurre que el nacionalismo, en sus orgenes, va de la mano con la decadencia
de las creencias religiosas, en la medida en que en la ilustracin, no fue el declive de la
conviccin religiosa, condicin de la desaparicin del sufrimiento asociado a ella. Frente
al reconocimiento del absurdo de la religin cristiana o de la irona de la religin 20 , B.
Anderson y H. Kohn 2 ' resaltaron que as como el pensamiento religioso opera
transformado la fatalidad de la muerte en continuidad (la reencarnacin es un ejemplo de
ello), la idea de nacin se hace cargo del vaco religioso de la Ilustracin, ofreciendo
otro tipo de fe, Ja fe en lo unitario, en la superacin, cuestiones que en ltima instancia,
vuelven a referir a lo religioso. Adhiriendo tambin al vitalismo, en esta lnea escribi A.
Edwards22 sobre los procesos histricos en tanto significados espirituales, interpretando
el alma colectiva de su tiempo, desprovista de los ideales de sus antecesores. La revisin
que hace de los gobiernos del siglo XIX se centra en la idea de la obediencia ilimitada a
la Monarqua Espaola como sentimiento por un poder fuerte y duradero, asociado a una
dinasta representativa de la divinidad, especulando con la idea de un nacionalismo
ligado a un poder ultraterreno. De acuerdo a l, Portales habra restaurado esta idea,
desplazando el principio dinstico por fundamentos espirituales conservadores del orden
institucional que decan sobre el respeto a una autoridad y poder abstractos,
legtimamente establecida e independiente de quienes lo ejercieran. No obstante, el
CABERO, Alberto: Chile y los chilenos. Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1926, pp. 106-107.
Muy presente, slo por citar un ejemplo, en el Kierkegaard de Sobre el concepto de irona en constante
referencia a Scrates (en Escritos de Sren Kierkegaard. Volumen 1, Editorial Trotta, Madrid, 2000).
21
Fundamentalmente en los siguientes textos: ANDERSON, Benedict: Comunidades Imaginadas. Fondo
de Cultura Econmica, Mxico, 1993; KOI-[N, Hans: Historia del nacionalismo, op. cit.
22
En EDWARDS, Alberto: La fronda aristocrtica. Imprenta Nacional, Santiago de Chile, 1928.
20
16
Cabero recogi esta influencia al hablar de aquello que se arraiga con el tiempo,
sea o no congnito. La diferencia est en que mientras en Cabero el llamado es a toda la
colectividad, en Spengler y Edwards el reconocimiento es slo para minoras que
adquieren su conciencia histrica no tanto por educacin, sino por crianza. De ah que lo
que llaman el poder de la sangre, sea tan importante en un pensamiento que distingue
entre lo adquirido y lo aprendido y establece en aquel punto la superioridad de ciertos
individuos. Pero siempre, insisto, enmarcados en conceptos movibles y ciertamente
poticos, todava teniendo en cuenta que la corriente vitalista intent expresar algo sin
explicacin racional: "ese id en nosotros que a toda costa quiere ir arriba y adelante, el
impulso csmico y aorante hacia la preeminencia, impulso vegetativo y racial que va
unido a la tierra, a la patria, orientacin, direccin, necesidad de accin" 25
23
Esta influencia ha sido estudiada en varias ocasiones. y. GONGORA, Mario: Prlogo, En EDWARDS,
Alberto: La Fronda aristocrtica. Editorial Universitaria, Santiago, 1982; GAZMURI, Cristin: La
influencia de O. Spengler en el pensamiento histrico de Alberto Edwards V. En ALAMOS, Mara
Ignacia: Perspectiva de Alberto Edwards, Editorial Aconcagua, Santiago, 1975; y GAZMURI, Cristin:
Alberto Edwards y la Fronda Aristocrtica. En Tres hombres: tres obras. Sudamericana. Santiago, 2004.
24 y. SPENGLER, Oswald: El Estado. La decadencia de Occidente [1917]. Tomo II, Espasa Calpe,
Madrid, 1976.
25
SPENGLER, op. cit. p. 569.
17
26
En MAC-IVER, Enrique: Discurso sobre la crisis moral de la Repblica. Imprenta Moderna, Santiago,
1900; VALDES CANJE, Julio (seudnimo de Alejandro Venegas): Sinceridad. Chile ntimo en 1910.
Imprenta Universitaria, Santiago, 1910; MOLINA, Enrique: Ensayo sobre los sud-americanos. En
MOLINA, Enrique y Rowe, Leo S.: Las democracias aniericanas y sus deberes. Universitaria, Santiago,
1917.
18
Al respecto, resulta de utilidad e inters el texto de RINKE, Stefan: Cultura de masas: reforma y
nacionalismo en Chile, 1910-1931. Ediciones de la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos DIBAM,
Santiago, 2002: y MUNOZ, Luis: Los festejos del Centenario de la Independencia, Chile en 1910. Tesis
para optar al grado de Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Catlica de Chile, Santiago, 1999.
chilenos despertaran sus facultades creadoras, dejando atrs el estado de imitacin servil
de los modelos extranjeros. Para l, la cuestin se traduce en la irreligin de las clases
media y superior y no en factores materiales. La decadencia repite sucesivamente
Keller- proviene de un factor espiritual que habra que activar en la conviccin de que el
espritu y la fe son los nicos capaces de dar sentido hacia la realizacin de los ideales.
Todava considerando que el suelo chileno brinda condiciones ptimas para una vida
ms digna, y que la base racial es adecuada para dicho emprendimiento, la eterna crisis
no est afuera recalca- sino en lo profundo del chileno, en la forma de problemas
humanos como la rectitud y la buena intencin, el afn de trabajo y la voluntad de surgir
y construir en trminos materiales y espirituales
Sobre estas bases y unido a Jorge Gonzlez von Mares, entre otros, fundaron en
1932 el Movimiento Nacional Socialista Chileno (MNS), jurando en el nombre de Chile
y su grandeza. El antecedente poltico se encontr en 1914 con la fundacin del Partido
Nacionalista de parte de Encina, Galdames y Guillermo Subercaseaux. El MNS,
integrado en su mayora por jvenes, ms all de partidismos de izquierdas y derechas,
llam al esfuerzo comn y al sacrificio individual en pos del bien de la comunidad,
cultivando las virtudes y el herosmo entre sus integrantes 29
28
De Carlos KelIer, he utilizado los siguientes textos: La eterna crisis chilena. Editorial Nascimento,
Santiago, 1931; Chile: imagen y destino. Victoria, Valparaso, 1960; y su escrito editorial en la Revista
Accin Chilena. Santiago de Chile, Enero 1934, Vol 1, N1.
29
Para todo lo relacionado al MNS y. SERRANO, Miguel: Captulo 1, en Adolf Hitler, el ltimo Avatara
[1987]. Editorial Solar Ltda, Colombia, 2000; GONZALEZ von MAREES, Jorge: El alma de la raza. S.
impr. Santiago, 1935, disponible e en el sitio web Accin Chilena www.accinchilena.cI; DAVILA, Juan
Diego: Homenaje a la legin de cados eJ 5 de septiembre de 1938. Ediciones AESIR, Santiago, 2005;
MOLLER, Magdalena: El movimiento nacional socialista chileno (1932-1938). Tesis para optar al grado
de Licenciado en Historia de la Pontificia Universidad de Chile, Instituto de Historia, Santiago, 2000.
5931
en Chile32 publicacin que por primera vez aunara a un grupo de escritores, y diera los
,
30
21
vernculo. Entendiendo esto no como el criollismo de Mariano Latorre, Luis Durn, que
tambin en aquellos aos eran escritores muy vigentes, sino que un nacionalismo
telrico. Entender la tierra como Nietzsche lo dira: la patria del alma, algo que est en
el paisaje y que se mete en la sangre de nosotros mismos. Intentar interpretar a Chile en
su ms profunda esencia" 33 . Asimismo, y de acuerdo a Serrano, se trat sta de una
generacin desconectada de las anteriores, en el sentido de que rechazaron la generacin
de Neruda, Huidobro y de Pablo de Rokha, por querer ensearles "un camino que no era
el nuestro. Huidobro era el afrancesamiento, y Neruda era un mundo abisal" 34 ; y cuyas
lneas generales fueron, a grandes rasgos, la bsqueda y cuestionamiento de la identidad
nacional, la traduccin a la realidad nacional de las ideologas existentes en Europa, y el
inters por las ciencias ocultas, entre otros 35 , sintindose representantes de una suerte de
Chile mgico. 36
Vale decir que es en esta poca en que Serrano conoce personalmente a Keller,
quien lo inicia en lo referente a las ideologas nacionalistas, con toda la carga mtica e
histrica que ello con lleva 37
Entrevista realizada a Miguel Serrano por Patricio Heim, En Revista Entreguerras N 09, Santiago, 1994,
p. 25.
Ibid.
Al respecto, resulta ilustrativo el Artculo de ARREGU!, Cristin: Sobre la poesa de Miguel Serrano.
Revista El Navegante, Universidad del Desarrollo, Santiago, 2005, p. 287.
36
v.a. entrevista que le hiciera Claudio Aguilera, disponible en sitio web Proyecto Patrimonio, Archivo de
autores, escritores y poetas en espaflol: http://www.letra2.s5.com/serrano 191 0.htm
Una detallada exposicin de todo esto se encuentra en el Captulo 1 de su libro Adolf Hitler, el ltimo
Avatara, op. cit.
22
Este escritor, cada vez ms conocido, y cuyos libros han sido traducidos a ms de
diez idiomas, ha sido prejuiciado por sus constantes referencias ideolgicas. Sin
embargo, en esta introduccin he querido entender su produccin relativa a la
construccin de una imagen de Chile, como inseparable de una tradicin intelectual
escrituraria chilena que como el suyo, fund su pensamiento en el relego de lo espiritual
de parte de lo material. Es as que todas las lneas expuestas en el apartado anterior mito, artificio, voluntad, raza, superacin, etc- convergen en su obra realzadas en torno a
la unidad de su propio relato, que dcadas de por medio, vendra a incorporarse a aquel
movimiento, entregando una narracin de corte mtico de Chile que ya haba sido
comenzada por el doctor Palacios. Todo lo cual, sin embargo, no implica dejar de ver en
su obra una mistificacin que tendiendo hacia lo espiritual, conlleva igualmente afanes e
intereses encaminados a lo social, lo poltico y lo econmico 38
38
Afanes completamente explcitos en sus obras de corte no literario, como El ciclo racial chileno (1982),
Se acab Chile (2001), y La entrega de la Patagonia mgica (2003).
23
CAPITULO II
24
Insertarse en los textos de Miguel Serrano, implica adentrarse en una obra que
considera esta dimensin, instalndose en un "aqu y ahora", cual si se esperase hallar un
Utilizo las definiciones plasmadas en RAHNER, Karl: Libertad, op. cit.; PARTRIDGE, P. H.: Freedom.
En The Encyclopedia of Philosophy de Paul Edwards, Macmillan Publishing, New York, 1973.
25
lugar propio dentro de una bsqueda que considera la posesin del individuo para si
mismo, pero en relacin a un todo del cual no puede evadirse. Por ello, y pese a que la
obra de cada autor tienda a contemplarse como parte de su camino individual, en Miguel
Serrano ese camino explcitamente se proyecta ms all de su particularidad, llegando a
manifestarse esta proyeccin, en una primera instancia, en el intento de asumir en su
voz, la voz de su generacin, tambin llamada "Generacin del 3840. En Ni por Mar ni
por Tierra, el autor relata:
'
41 SERRANO,
42
26
reinlegraba..."),
es
posible rastrear una objetivacin del hombre que toma distancia de si, no slo para
autocontemplarse distinto al que es, sino tambin para contemplarse dentro de un
conjunto mayor. De la misma forma pueden entenderse las siguientes palabras de
Serrano: "El yo as reintegrado a un marco general no sufre una limitacin en su
libertad, sino que por el contrario, amplia su radio original. Adquiere nuevas antenas,
nuevos rganos y tambin nuevas responsabilidades" 44
Vale decir que esta postura se inserta dentro una mayor, que pregunta por el
sentido. Pero qu es el sentido? Etimolgicamente, la palabra se relaciona con trminos
que refieren a un camino, a un viaje, aludiendo luego a la capacidad de percepcin ms
all de lo sensorial, significando tambin "razn", "intencin", e incluso "finalidad".
Pero sentido no significa la mcta a alcanzar; significa la legitimacin de la misma. De
acuerdo a B. Welte, "sentido es la coincidencia posible de m mismo conmigo como
coincidencia con mi mundo [ ... ] significa, por consiguiente, que lleva a la coincidencia
posible de m mismo con mi ser en el todo, como una coincidencia con los entes en su
totalidad"45 . La realidad de esta coincidencia posible, se designa "absoluto", recordando
en general las reflexiones de Santo Toms de Aquino, quien vea en esta contemplacin
una participacin del hombre en el infinito: al estar por encima de toda individualidad,
incluso de la personal, surge en l la posibilidad de un pensar trascendente. De ah que
sea posible decir que el asunto del sentido pregunta no slo por el sentido para "m",
sino tambin para un "nosotros".
27
Numerosos eruditos han reflexionado sobre ello (Agustn, Hegel, Marx, Teilhard
de Chardin, entre otros), y quiz no tenga valor detenerse a elucubrar posibles
respuestas, ya que el sentido, y he ah su cualidad problemtica, no est dado. Sin
embargo, en los textos de Serrano se nota una aproximacin a l, por medio de la
plasmacin de semejanzas que actan desde el individuo en un nivel microscpicohacia un conjunto de hombres su generacin- y de ellos hacia la humanidad en
trminos macro- ("mi alma estaba adherida a una mucho mayor, a la que si no se
reintegraba"), partiendo de la base, en la que cree Serrano, de que puede y debe existir
un tipo de energa comn que, por trascender las pequeas individualidades de los
hombres, sustente sus posibles uniones (reflexin reforzada con la frase "ese mar de
cuerpos que no me eran extraos"). Por eso, en la obra estudiada, el sentido, en tanto
finalidad, es algo que est asumido: responde a una suerte de trascendencia que hace
coincidir lo unvoco e individual, con una concepcin csmica de correspondencias o
Todo, siendo ste, a grandes rasgos, la meta de su camino, camino que el autor intentar
llenar de un sentido -entendido ahora como fuerza y/o potencial legitimador- que pueda
conducirle hacia ese fin.
Relacionando la postura generacional presente en los textos, el sentido se
formula como bsqueda de una correspondencia evolutivo-temporal entre lo marcado y
sealado por una tradicin, su reactualizacin actual, y las posibles maneras en que
podra ser retomado en el presente hacia una futura renovacin. En esta lnea, por traer
un ejemplo, se refiere el autor a Diego Portales, valorando la imposicin que hace en
Chile, de una llamada "superestructura europea del alma". Dice:
"Su concepcin madura slo poda haber sido obtenida a travs de un proceso
distante de la historia, en que el alma se ha impregnado en el drama superado de
otra cultura. Es el resultado de una herencia del espritu, de una conquista de la
forma [ ... ] cuando el Titn cae, en medio de la catstrofe, su concepcin perdura
sin embargo [ ... ] En la lucha extrema de un ser en contra de la naturaleza, el mito
contina la batalla despus de su desaparicin material. Se ha dicho que en el
28
acaso sugiriendo que slo mediante la debida comprensin de ellos, sus rasgos
significativos podran salir a la luz, revestidos bajo la forma de una "batalla silenciosa".
En este sentido, la conservacin de un pasado ficcionalizado, se presenta no slo por su
poder de repercutir, sino tambin porque afecta a la libertad misma, ya que Serrano lo
retorna como esencia que viene desde atrs ("es el resultado de una herencia del
espritu"). Se trata de que el pasado, planteado como exigencia de ser aceptado, llegue al
hombre como una labor, abrindose as hacia el tiempo futuro que a su vez, se har
presente como tarea venidera a realizar.
29
invertebrada, sin lazo de unin con las generaciones anteriores y ni siquiera con las que
nos han precedido en forma ms cercana. Es una generacin-isla, que ha emergido
repentinamente de antiguas y angustiadas profundidades, con la instantnea conciencia
de ser un peasco sombro y solitario en la vastedad de un mar hostil. A su alrededor no
hay ms que agua y horizonte, y ni siquiera se adivina una hermandad de islas
semejantes" 48 . De hecho, un buque en medio de la tempestad, que navega entre restos de
naufragios, y tripulado por un solo hombre hombre que de acuerdo a las seas del
texto, representa a toda su generacin-, se yergue en smbolo de una situacin donde la
carencia de vnculos, o la ausencia del sentimiento de ellos en relacin con un tiempo
preciso, con una contingencia nacional, con una historia comn, advienen en este caso
preciso de que "ya nada podramos encontrar en los caminos conocidos que no fueron
hechos para nosotros" 49 . La cita testimonia las consecuencias de una enseanza impropia
de un aqu y ahora, incapaz de subsumir las potencias del pasado; enseanza que tendi
hacia lejanas culturas y mundos distantes que alejaron progresivamente el propio mundo
hasta el grado de que aquella otredad, desprovista de las distinciones que debi haberle
impreso un lugar distinto, un tiempo diferente, se contempl y radic en la conciencia de
la generacin de la cual Serrano se hace vocero, como un absurdo. Al mirar hacia atrs,
buscando puntos de apoyo, anota: "el pasado se nos apareca como un museo de momias
o de piedras duras y vacas" 50
Ibd. p. 115.
Ibid. p. 124.
50
Ibid. p. 115. Ntese la similitud que presenta el desarrollo de este tema, con lo planteado a propsito de
la extranjerizacin, por los autores del Centenario (y. primer captulo de este trabajo).
30
generacin. Sin embargo, en la revisin que hace, nota que ni siquiera las generaciones
que le preceden poseen rasgos de este tipo con sus consecuenciales inmediatas. Es por
ello que su tarea no se restringe a crear smbolos para su poca, sino, de una manera
tanto ms ambiciosa, a crear smbolos que puedan extenderse a todas las pocas de
Chile, sobre todo de las que vendrn (la guerra csmica es uno de ellos). Importa realizar
esta observacin, pues mientras la carencia de ese sentido comn, implique la tarea de su
creacin, la narracin de los textos estudiados asumir la forma de un relato mtico, en la
inteleccin de que los mitos hacen de lo inexpresable algo tangible y acogen cierta
perpetuacin de las concepciones encerradas en distintas pocas, sobreviviendo a la
desaparicin material de aquello que les dio origen. 5
'
retorno [1949], Emec, Buenos Aires, 2001; ELIADE, Mircea: Mito y Realidad [1963]. Editorial Labor,
Barcelona, 1991; ELIADE, Mircea: Lo sagrado y lo profano [1957]. Paids, Buenos Aires, 1990;
CAMPBELL, Joseph: El hroe de las mil caras. Psicoanlisis del mito 119491, Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1999; GUSDORF, Georges: Mito y Metafisica [1953]. Editorial Nova, Buenos
Aires, 1960; DUMEZIL, Georges: Los dioses indoeuropeos [1952]. Seix Barral, Barcelona, 1970.
Tambin me fue de ayuda el texto de JOCELYN-HOLT, Alfredo: Historia General de Chile, Tomo 1: El
retorno de los dioses. Ed. Sudamericana, Santiago de Chile. 2003.
'- JOCELYN-l-IOLT, op. cit. p. 231.
31
aquello que el hombre perdi en el comienzo de los tiempos; un signo de fuego en las
estrellas [ ... ] o un poder tremendo en la obscuridad del alma" 53 ; rescatando el mito cual
lo hicieran en el siglo XIX F.W.J. y. Schelling y J.J. Bachofen, entre otros, para quienes
este tipo de relato expres las ms arcaicas y originarias experiencias del hombre, al
relacionarse con la verdad, a la vez que ofreciendo versiones de ella inaccesibles a los
pensamientos nicamente positivistas y racionales.
32
"Y cuando la lanza indgena me abri el pecho, del arroyuelo de sangre que de l
manara para regar el lejano sur y fertilizar el manzano, vinieron tambin ciudades
y ciudades, con muros de oro, con techos de diamante, que yo llevaba dentro
desde que naciera" 56
Sangre que acoge las categoras raciales explicadas en la primera parte de este
trabajo, ya que mientras sea sugerida su supervivencia en la descendencia, actualiza un
origen ligado a lo superior, tanto en el cuerpo fisico de los individuos como,
evolutivamente hablando, en grupos humanos constituidos; smbolo ligado, en la obra
analizada, con las cualidades jungeanas relativas a la psique, cualidades que segn el
filsofo alemn, adquiriran contenido, influjo y conciencia al ser debidamente activadas
o tradas a la vida, a travs de la sangre, representativa de la herencia, permitiendo esta
conexin conceptual comprender el profundo alcance que sugiere Serrano al hablar de la
"herencia del espritu" 57 . Referidas a los sedimentos de todas las experiencias de los
antepasados, pero no a esas experiencias mismas, las categoras jungeanas hacen que el
smbolo de la sangre adquiera su importancia de la mano de todo lo que implica el
Arquetipo, y dicha conjugacin implique la sugerencia, evocando a George Dumzil, de
una forma de providencia divina para la condicin humana. As entendido, la frase 'que
yo llevaba dentro desde que naciera", aproxima e identifica los motivos del mito a los
arquetipos. Ya Jung entenda a los primeros como proyecciones de un alma colectiva o
inconsciente colectivo, llevando implcita una verdad que se agota con el hecho de
existir. Y es que en cierta medida, en la reflexin del profesor Jung, en el mito el hombre
volvera a encontrarse a s mismo, razn por la que postulara una inteleccin de ellos
desde la psicologa.
33
[...1
la derrota, ascendiendo hacia abajo, si se pudiera decir. De las mentes de los hombres
fluye la angustia y el odio por lo bello y lo fuerte" 58 . Sin embargo, no es una visin
desesperanzada o fatalista (como suceda con Gobineau, por ejemplo), puesto que lo
perdido, relacionado con el nivel al que el mito permite un acercamiento, es justamente
lo que tratar Serrano de revertir, situando su narracin en esta carencia, cual necesidad
de interpretar y explorar a partir del mito, dentro de la experiencia general de la realidad:
"sobre todo cuando conozco la fuerza tremenda que se encierra en el tomo de las
imgenes primordiales [...]. Son capaces de organizar la realidad a su manera y de
transformar el mundo. La realidad se transfunde y llega a multiplicarse" 59
Unus Mundus"60 9
recoge una concepcin dentro de la cual lo total el Unus Mundus-, se relaciona con un
centro que a su vez expresa lo perfecto, en tanto sensacin del hombre de una totalidad
radicada en si mismo, pero que es preciso hallar. 6
'
58
34
Si para gran parte de los escritores reunidos en tomo al centenario de Chile el acento en
relacin al tema nacionalista estuvo puesto en una cuestin emprica relacionada con el
mejoramiento de la economa, la poltica y la cultura del pas; Miguel Serrano lo pone en
la espiritualidad del hombre, la que considera oscurecida por la podredumbre, la
irreligin, la desolacin y la guerra, la secularizacin, y la nadera de lugares habitados
que ya para nadie significan cosa alguna. En un intento por valorizar la existencia hasta
en su faceta ms cotidiana, Serrano asocia contenidos significativos a la experiencia.
Esta analoga, que desencadenar finalmente su mito, se entronca o deriva del lugar
comn rastreable en la mayora de las religiones: una unidad primordial. Para ello, el
autor inscribe su relato dentro de la tradicin mtica nrdica, de la Tule hiperbrea,
vinculando, primeramente, la gnesis del chileno, con cierta existencia o energa
superior e indeterminada que rastrea en su mito cosmognico; energa que, cada vez
menor, habra pervivido en distintos lugares del mundo como consecuencia del largo
peregrinar del pueblo que originariamente la posey:
"En verdad, los ltimos Dioses Blancos de Amrica son los Visigodos, aqu
llegados muchos siglos antes de los espaoles" 62
35
antepasados haban descubierto aqu refugios inexpugnables, tal vez las entradas
a la Tierra Hueca, en los Oasis de la Antrtica. 63
importantes de la humanidad", siendo as, por ejemplo, que la Asgard de los Edda sea
la Hiperbrea griega, mientras que el No bblico tenga su equivalente en el libro del
Gilgamesh. Ya situados dentro de la dimensin mtica, lo importante es resaltar que
todas las tradiciones que Serrano incorpora en su narracin parten de un punto en comn
que permitir soportar la conexin con mltiples relatos: la procedencia de todos los
pueblos de una raza semidivina, procedente a su vez de la divinidad.
36
contexto donde el desenlace del mito rfico es metfora de las bsqueda y peregrinar
inacabables del hombre: "As, la Creacin es la Danza de El y Ella que se buscan y se
pierden infinitamente" 65
Todo lo cual equipara el nivel cosmognico con el de origen& (el origen del
chileno), pues siendo la creacin del mundo la creacin, la cosmogona se convierte en
el paradigma de toda otra especie de ella, para toda otra instancia en que algo advenga a
la existencia, en la medida en que cualquier nueva aparicin implica la existencia de un
mundo. De ah que Serrano relate una situacin nueva que explica cmo, a partir de un
estado de cosas unitario, se lleg a uno cada vez ms indistinto y fraccionado, dando
lugar a un mundo empobrecido, del que llega a decir que "Chile devenga
etnolgicamente un pas enemigo de los que an siguen luchando por el cumplimiento
de una misin superior, en esta regin mgica del planeta" 67. Entonces hablar de "la
poca ms oscura", irguindose este mundo en reino de un dios que denomina El
Demiurgo, anttesis del Dios perfecto, representativo de lo desintegrado. La
secularizacin mundial, la posmodernidad, las sectas y su continua segregacin y
divisin sociocultural son slo ejemplos de ello en la contemporaneidad. Lo esencial es
que esta mitologa expresa, a travs de otras que la forman, que la tendencia, de acuerdo
a una concepcin cclica del tiempo, es hacia la total fractura, y la era actual, de acuerdo
al Mahabhatara, es la era del KaliYuga, el ltimo Yuga del Manvatara, o la Edad del
Hierro de Hesodo, marcada por una degeneracin en relacin al perodo anterior,
tratndose de un descenso, de una cada de acuerdo al alejamiento gradual del principio
constituyente:
SERRANO, Miguel: Nos, El libro de la resurreccin. Editorial Kier, Buenos Aires, 1980, p. 14.
Diferenciacin sumamente presente en ELIADE, Mircea: Mito y Realidad, op. cit.
67
SERRANO, Miguel: El ciclo racial chileno [19821. Ediciones La Nueva Edad, Santiago de Chile, 2005
p. 6.
66
37
SERRANO, Miguel: No celebraremos la muerte de los dioses blancos [1992]. Ediciones La Nueva
38
"La leyenda nos dice que estos gigantes, al despertar el Antiguo Sol, no pudieron
resistir el Sol Nuevo y se refugiaron dentro de los Andes, en las Ciudades
Ocultas. [ ... ] el ario que a este extremo sur de la tierra llegara, en tiempos muy
remotos, seguramente en busca de sus ancestros gigantes, tras la desaparicin de
todo un mundo, se mezcl con un pueblo monglico que aqu se hallaba o que
arrib despus de l" 70
39
"Tambin en los tiempos histricos se han borrado las huellas de esos "Dioses
Blancos" que, partiendo del Polo Norte, alcanzaron el Polo Sur. Pero los
"esclavos de la Atlntida" los recuerdan y hablan de ellos. Los buscan, esperan
su retorno. Guardan celosamente las entradas a sus refugios secretos" 72 .
Otra frmula que utiliza el autor para enfatizar los vnculos entre pueblos lejanos,
como tambin lo hiciera el doctor Palacios, es el establecimiento de similitudes que se
quieren etimolgicas, entre lenguas vernculas sudamericanas y otras antiguas de
occidente. Veamos un ejemplo: "Andes viene de anhi, en quichua, sol. Antu en mapuche.
72
Ibd. p. 287.
Ibid. p. 287.
Pero
anda
La sangre diluida da cuenta de las mezclas y del encuentro entre los pueblos;
mezclas que generaron el decaimiento de aquella cultura original ('raza blanca aria"), y
su progresiva tendencia hacia estados de cultura menos evolucionados y/o unitarios que
el anterior; de la misma forma en que Gobineau deca que las civilizaciones no son ni
grandes ni brillantes ni fecundas, si no conservan al grupo noble que las creara,
41
constituido por lo mejor de la especie 75 . As, el pueblo mapuche aparece menos unitario
que el grupo anterior que le formara (descendiente ario), del que llega a decir el autor:
"el indio araucano, que en alguna proporcin pudo mezclarse con el godo de Palacios,
era ya un producto mestizo, donde la hipottica sangre blanca aport esa bravura, ese
sentido heroico y guerrero de la vida, y nada ms, pues civilizacin no era capaz de
crear, por la fuerte preponderancia de los elementos fineses, mongoles, ugorianos, donde
el amarillo y el negro diluido impiden toda creacin ms alta" .
"Sin embargo, como el eco difuso de una sinfona polar, subsiste y perdura el
clima de epopeya aria, cosmognica" 77
42
ya que en la medida en que halle semejanza con el hombre, se extender sobre l hacia
correspondencias que alcanzan niveles universales. De ac tambin el hablar de la guerra
csmica entre las fuerzas del bien y del mal, adjudicando a ciertos hombres o grupos
humanos, la pertenencia a una u otra potencia, siendo el camino ideal sugerido, aquel en
que cada fuerza se incorporara plenamente en la otra, encaminndose ambas hacia una
especie de liberacin explosiva. En este contexto, el encuentro de culturas del perodo de
colonizacin, representando una guerra de potencias aparentemente contrarias, aparece
"cosmificado" ("el clima de epopeya aria, cosmognica"), esto es, equivalente al
Cosmos, que es el organismo armonioso por excelencia. Se hace la guerra, rememorando
a Herclito, expresin de un origen, ya que la lucha entre los opuestos y lo mltiple, es
generadora de vida, considerando, como se dijo, que los opuestos en la obra de Serrano,
son partes de un dios nico, al que se accede por imgenes que insinan, a travs de la
paradoja, el camino para adquirir una visin justa de la existencia dentro de un mundo
contradictorio:
"Son aquellas clulas rebeldes, en lucha contra el espritu de la tierra, las que
mejor trabajan por la liberacin de este mismo espritu" 78
"Quien vive all es el guardin del fuego y habita entre los hielos" 79
43
una historia que se quiere ver a si misma como historia sagrada, queda patente en
prrafos del tipo:
Y la tarea sealada en los textos del autor, es volver a lo unitario, despertar a los
dioses que moran en las cumbres, siempre de acuerdo a un relato que se auto-sita de
manera simblica: "Usted sabe que toda esta alegora tiene un valor simblico, y
equivale a realidades psquicas" 81 , relato que hablar de lo superior y de la superioridad,
slo mientras existan acercamientos a avistamientos de lo total (totalidad que para
algunos es lo superior, aquello a lo que slo podemos aspirar, la verdadera realidad de
Platn, el lugar donde todo se concentra y estalla, el amor concebido en su grado ms
alto, lo que algunos llaman "dios").
44
"Se encuentra en todas partes y no slo en el lago Nahuell-luapi, entre las Torres
del Paine, en el Monte Melimoyu y en los oasis antrticos de la Reina Maud.
Tambin aqu mismo, en el centro de Santiago de la Nueva Extremadura, en la
calle San Diego, en Avenida Matta, en la calle Lira, en Carmen, en Recoleta, en
Santo Domingo, en Padura y muchas ms. La andarn pisando, escuchando a
cada momento; cuando hayan entrado en ella, ya no lo estarn [ ...
1;
la habrn
82
Para este captulo he utilizado fundamentalmente los siguientes textos: NIETZSCHE, Friedrich: La
ciencia jovial [1982]. Monte Avila Editores, Venezuela, 1992; NIETZSCHE, Friedrich: As habl
Zaratustra [1892], Alianza, Madrid, 2002; VATTIMO, Gianni: Dilogo con Nietzsche [2001], Paids,
Espaa, 2002.
83
SERRANO, La flor inexistente, op. cit. pp. 59-60.
45
46
"All vengo, all retorno. Pero ese que viene, que regresa, teniendo mi forma e
individualidad, realiza las otras posibilidades, todas a la vez, o una sola de las
que no cumpli en la vida antigua, en la primera dimensin del tiempo, cuando
iba hacia el futuro. As, ahora Nietzsche no se volver loco, Csar no ser
asesinado, Napolen no tendr su Waterloo, los ctaros no perdern su guerra, la
fortaleza de Montsegur no ser tomada." 86
86
47
cuenta de esto:
"Poder reproducir el mundo, que no es ms que una consecuencia de
azares... A esto se reduce mi esfuerzo: poder reunir y recomponer estos
fragmentos y todo lo que es enigma y azar terrible?"... "Salvar todo el pasado y
salvar todo lo que "fue", para ser lo que "debera ser". Esto es lo que yo podra
48
llamar salvacin". "Yo camino entre los hombres como entre fragmentos de un
porvenir que veo..
89
SERRANO, Miguel: Nietzsche y la danza de Siva. Ediciones Self, Santiago de Chile, 1980. p. 59 (la
cursiva es del autor).
49
Retomando las reflexiones sobre la nacin, y agregando las relativas a la tarea de crear
smbolos para nuestro tiempo, observa Serrano que el impulso de trascender ms all de
nuestras pequeas individualidades, que es tambin impulso de otorgar sentido, se halla
bloqueado al punto de que muchos se observan como fines en si mismos y sin relacin al
espacio en el que estn insertos. En muchas ocasiones pareciera que el mundo ha dejado
de existir para los hombres, habiendo una desposesin que opera en todos los niveles, as
en el individual, en la medida en que el hombre, quiera o no, se encuentra situado en un
lugar y por ello, su mal o falseamiento de individualidad le aparta el mundo que le
pertenecera si quisiese nombrarse integro.
"Un amanecer les vi. Fue una visin esttica y violenta [ ... ] Contempl la
gran mole de los Andes y, dentro de ella, dos gigantes prisioneros de la roca. Las
cabelleras les caan sobre los hombros y los bordes de sus siluetas se enmarcaban
con vetas de oro. Uno, extenda hacia lo alto sus brazos implorantes; el otro, se
inclinaba hacia la tierra. 90
50
51
52
palabras "cerrojo" y "llave" se hacen frecuentes, dentro de una lectura inicitica que
considera un camino de destruccin del que se espera una triple revelacin: revelacin
de lo sagrado, de la muerte y de la sexualidad, simbolismos acogidos en el prrafo recin
citado. Consecuentemente con la relacin montaa caverna, alcanzar lo espiritual a
travs de lo convencionalmente negativo, bajo y msero, se explica tambin por la
concepcin unitaria de los opuestos y la utilizacin de la paradoja, "en la aventura de
dejarse morder por la serpiente y de encontrar la eternidad envenenndose" 94
recordando el descenso del Dante que debi pasar por todos los crculos infernales antes
de acceder al purgatorio y al paraso, slo que esta vez, el simbolismo del Demonio est
explicitado: "El Demonio somos nosotros mismos, es una parte spera y pesada de
nuestra alma. Acaso no somos tambin nosotros el mundo? Acaso no somos tambin
Dios?" ', palabras que delatan la experiencia contempornea de la prdida de dominio
del mundo, invitndose a la posesin de lo que se ha perdido.
'' SERRANO, Miguel: La serpiente del paraso. Editorial Nascimento, Santiago, 1963, p. 15.
95 SERRANO, Ni por mar ni por tierra, op. cit. pp. 75-77.
' Ibd. p. 392.
Ibid. p. 393.
' SERRANO, Ni por mar ni por tierra, op. cit. p. 393.
53
Prrafo en que la imagen del futuro del Sur se asimila al origen mtico que se le
adjudic (ciudades ocultas, dioses morando en ella), revelando una dinmica que tiene
su fundamento detrs de s, sin que ese detrs de s deje de tener tambin su medida en el
porvenir que como principio, pretendi adelantar. Quiz por eso sea que Serrano, en
repetidas ocasiones, aluda a la "modificacin de un destino", en tanto su narracin, por
el carcter mtico que tiene, est en constante dilogo con el futuro. Sin embargo, ese
proyectar no da cuenta de una imagen acabada: se trata ms bien de una composicin de
elementos limitados que depender de la accin de los receptores. De ah que su
54
construccin, como el narrador ante los hielos del sur, se halle siempre ante la
posibilidad del vaco y del fracaso.
Por eso, el estudio de esta composicin no puede obviar la actitud del narrador,
quien asume una postura de fe y de responsabilidad' 0 '. Fe: creer que permite el acceso a
un saber que no puede ser alcanzado por el conocimiento cientfico (y que tampoco
puede ser negado por ste); saber cuya renuncia implicara despojar al hombre de sus
posibilidades trascendentales y superiores, cerrndolo a la plenitud de su existencia y
personalidad, quitndole la posibilidad de articular respuestas a la cuestin del
fundamento y meta de su existir. Pero la fe en los textos estudiados no da cuenta de un
pasivo disponer del hombre sobre si, ya que incorpora la realizacin de cierta existencia
histrica que requiere de un comportamiento responsable para su concrecin.
Responsabilidad que expresa una dimensin dialgica del individuo que dispone sobre si
en relacin a su propia persona, y tambin, consecuentemente con las reflexiones hasta
ac elaboradas, con los dems hombres que le rodean y' a travs de ellos, con el mundo.
De esta forma, cuando en Ni por mar ni por tierra el maestro le llama la atencin al
narrador, a las puertas del inicio del viaje por la Antrtida, sobre la gran responsabilidad
que tiene en sus manos para con su generacin, y el viaje aparece ante los lectores con
las caractersticas de una misin de magnitudes y repercusiones no slo individuales; se
estara incorporando la idea de asumir una configuracin responsable de los actos
morales particulares hacia la toma de decisiones que estn en conformidad con la
insercin e identificacin histrica que se ha asumido, donde la misin dice relacin con
"imponerse aqu, an en contra del ambiente y del mal reinante" 102 , rechazando toda
concepcin que implique un futuro planificado para el hombre, detrs del cual nada se
pueda ya esperar, sino que encomendando al individuo su creacin.
Vale decir que el viaje por los hielos antrticos es un viaje frustrado en el que no
se alcanzan las profundidades deseadas. Cierta vez o decir que Serrano haba inventado
01 y. MOLINSKI, Waldemar: Responsabilidad; y FRIES, Heinrich: Fe. Ambos en Enciclopedia
Teolgica Sacramentum Mundi, op. cit.
02
Ibid. p. 147.
55
una mitologa donde l poda reinar como mximo pope. Sin embargo, en lo que
respecta a la triloga de libros en cuestin, el asunto es distinto: Serrano, personaje de
sus fabulaciones, ficcionalizado, es vencido por no encontrarse suficientemente
preparado: "yo haba perdido, yo no fui capaz. Los hielos me rechazaron" 03 . Pero otra
lectura tambin es soportable, siempre que sea posible leer en esa prdida otro vehculo
de su mito, ya que siendo lo Total captado como tarea eterna, su recreacin del fracaso
vendra a reforzar la planificacin de una escritura que para cumplir su tarea, requiere de
la colaboracin del resto de los individuos, motivo por el cual, en su misin escrituraria,
vuelva a relucir una y otra vez el anhelo por la realizacin expansiva del hombre,
expresable en la siguiente imagen:
"Uno, extenda hacia lo alto sus brazos implorantes; el otro, se inclinaba hacia la
tierra."
'
104 y.
56
"Y cuando la lanza indgena me abri el pecho, del arroyuelo de sangre que de l
manara para regar el lejano sur y fertilizar el manzano, vinieron tambin ciudades
y ciudades, con muros de oro, con techos de diamante, que yo llevaba dentro
desde que naciera"
105
57
La idea del hombre que rene en s lo disperso y lo proyecta hacia el mundo, incorpora
un aspecto que sera injusto pasar por alto, debido a la importancia que asume en los
textos estudiados. Se trata del amor entre el hombre y la mujer como fundamento y
metfora de la plenitud del hombre.
9I06 .
"Dej caer su veste, con lentitud. Primero fueron sus hombros, luego el pecho, el
vientre, hasta quedar desnuda, vibrando, y con la sonrisa triunfante del rostro de
la Madre al fondo de la edad de los glaciares" .
' SERRANO, ELELLA, op. cot. p. 135.
107
1bd.p. 140,
58
"Melquisedec mir al fondo de esos ojos abismales y reconoci las sombras del
continente desaparecido, todo ese drama antiguo que sucediera en el Paraso" 08
Esta estructura ligada ahora con el amor, se incorpora y asimila al plano mtico
de correspondencias del autor, quien actualiza las narraciones rficas de la particin de
los huevos y de la divisin del Andrgino, de tal forma que "la Creacin es la Danza de
Ely Ella que se buscan y se pierden infinitamente" 1
SERRANO, Las visitas de la reina de Saba. Publishing House, Bombay, India, 1960, p. 50-51.
' y. BATAILLE, Georges: Introduccin. En El erotismo [1957]. Tusquets Ediciones, Barcelona, 2002.
1l
SERRANO, ELELLA, op. cit. p. 142. El correlato lo hallamos en el Fedro 255d: "Entonces s que es
verdad que ama, pero no sabe qu [ ... ] no acierta a qu atribuirlo y se olvida de que, como en un espejo,
se est mirando a si mismo en el amante" (utilizo la versin de Gredos, Madrid, 1986).
SERRANO, NOS. El libro de la resurreccin, op. cit. p. 14
59
ser revitalizada y completada dentro del individuo, el amor-impulso que abre las puertas
de la comprensin de la totalidad del hombre, hacia la creacin y accin. Serrano, en
este contexto, para hablar de los amantes dice "ELELLA" o "NOS", enfatizando que no
debe perderse el hombre en la belleza terrenal, pero s encontrar en ella caminos de
apertura:
112
Ibd. p. 54.
Zo
El mltiple nivel relacional que cubre el mito de Serrano, no sita su campo de accin
dentro de una dimensin meramente potica, ya que se preocupa de establecer un nexo
entre la poesa y la realidad, interpelando al sujeto de la recepcin a incorporarse al ciclo
narrado. La mayora de sus libros se dirije a un "ustedes" o "vosotros" (p.c. "En mis
otros libros, os he contado" t13) al que directamente se le implica en la lectura: "Jvenes,
creedme, nada se ha perdido y todo se ha ganado [ ... ] debis luchar para destruir la
hipnosis que tiene paralizados a hombres y mujeres de nuestra misma raza fsica y
espiritual..." t14 , configurando un espacio potico que persuade al receptor, quien en la
lectura, se encuentra ante la posibilidad de decidir intervenir en la historia en la historia
extraliteraria-, por medio de la constitucin potica de caminos de accin en la realidad
social. Enfatizando esta interpelacin, Miguel Serrano introduce en sus textos
parlamentos explicativos de su propia obra que, no bien tienden a legitimarla, plantean
tambin la posibilidad de una interpretacin que las considere como maneras de
violentar la frmula esttica, al aparentemente interrumpir la trama de una creacin
fantstica, para impregnarla de cierta realidad, generando de esa convivencia un nuevo
espacio que sugiere con mayor fuerza la posibilidad de su sentido. Al respecto, el autor
seala: "Toda mi creacin se halla fuera de un gnero literario determinado; no es
poema ni ensayo filosfico, aun cuando tiene un poco de todo eso. La he concebido
dentro de una unidad rtmica del alma" 5, cual si el constante dilogo entre poesa y
realidad se pusieran ah para imprimir un sello caracterstico que responde a la
configuracin de mundo del autor.
113
SERRANO, Miguel: Man. Por el hombre que vendr. Ediciones La Nueva Edad, Santiago, 1991, p.
21.
114
RE
Por eso, cuando Serrano habla de arte debe entenderse dentro del contexto de
creacin y posesin, de dar sentido, o, dentro de su lxico, de crear e inventar una Flor
Inexistente, que sin embargo, es "ms real que todas las flores de los jardines de la
tierra". De hecho, la imagen impresa al comienzo de sus libros, de un hombre
descansando sobre una flor, pasar a ser la imagen que simbolice toda esta bsqueda.
Veamos el siguiente prrafo:
G4
... vendr un joven con una flor y te rozar con ella los labios o la frente.
Tambin es posible que la flor venga sola. Y entonces t saltars a esa flor y te
quedars en ella. Parece dificil; pero es el resultado del trabajo, de la espera de tu
Me refiero a la "Triloga de la bsqueda en el mundo exterior", conformada por Ni por mar ni por
tierra; Quin llama en los hielos y; La serpiente del paraso. Las otras trilogas, agrupadas de esta forma
por el mismo autor, corresponden a la "Triloga de la bsqueda en el mundo interior", con los siguientes
ttulos ELELLA. Libro del amor mgico; El Eterno retorno y: El crculo hermtico. Finalmente, la
"Triloga del Hitlerismo Esotrico", agrupa los libros El cordn dorado. Hitlerismo esotrico; Adolf
Hitler: el ltimo Avatara y; Man. Por el hombre que vendr.
SERRANO, Ni por mar ni por tierra, op. cit. p. 398.
HR
SERRANO, Nietzsche y la danza de Siva, op. cit. p. 61.
62
vida, en especial de tus bodas. Tambin puede ocurrir que el joven con la flor no
llegue nunca. Pero ser lo mismo. Porque esa flor en la que t entras, es el fruto
final de tu alma, es tu ltima creacin."
119
,,t22
Es desde este lugar que Serrano habla de la bsqueda de un crculo cuya circunferencia
est en todas partes y su centro en ninguna, pues ese centro o Flor Inexistente, deben ser
no slo creados, sino tambin credos.
[...]
63
"Se dirigi hacia m y me mir al fondo de los ojos, como inquiriendo, como
preguntndome. Supe as que si le apoyaba
[ ... ],
parte, avanzara, para cumplir el destino y "apurar la copa hasta las heces". En un
relmpago intu el misterio de esta aventura: el Mayor no era ms que el vehculo
de mi Mito. l tambin pareca comprenderlo." 123
123
124
64
semejante en rango a Jasn y descendiente de los arios guerreros que incorpora el autor
en su narracin del origen de Chile. Veamos algunos ejemplos de esta fabulacin:
"Elegir el modo de partir dijo [Jasn] con voz llena de ternura-. Escoger el
vehculo que me lleve. T conoces, deber ser como en los antiguos tiempos,
cuando exista una gloria para el hombre, cuando los hombres eran menos y, por
lo tanto, se les recordaba. Habr sangre en mi partida, "porque el color de la
sangre es rojo, tan intensamente rojo,- porque el color de la sangre no se
oiviaa -
27:
"Durante muchos meses [Jasn] viva en cama, en sueo. Indagaba all los signos
que le dieran un indicio, una ruta. Y sala a la calle a buscar febrilmente la
Ciudad. Se detena ante obstculos invisibles para los dems, o franqueaba un
125
foso de otro mundo. Muchas veces nos invit a ir con l, a entrar en un recinto
que haba descubierto, pero que slo l poda contemplar" t28
128
129
admoniciones e inspiracin para los vivos, especie de revelacin vital desde el pasado
hacia el presente. Es as que de Diego Portales se llega a decir:
De una forma un tanto distinta, por asumir el narrador la voz del personaje, en La
Flor inexistente, dice Simn de Alcazaba:
"Saba ya que la Ciudad estaba cerca; a veces, crea estar pisndola. Encontr un
viajero solitario de la Patagonia [ ... ] Le pregunt si deseaba confesarse
[...1
Recuerdo sus palabras: "Quien necesita confesarse eres t [...] Vas en busca de
algo que nada tiene que ver con nuestros tiempos. Confisate a ti mismo; pero di
SERRANO, Ni por mar ni por tierra, op. cit. pp. 139-141.
67
131
68
decir a Serrano: "No hay nada ms verdico que la Leyenda y el Mito. Todo lo que
queda por debajo de ellos pertenece al reino de lo infrahumano" 32 .
Es en esta lnea, que podemos decir que los personajes heroicamente presentados,
dan cuenta de un estar lanzado a, donde la proyeccin futura genera dentro del mundo
posible del texto, en su plano fictivo, el deslinde de las fronteras tempo-espaciales,
dentro de una estructura de conciencia de los personajes, en que stos aparecen situados
al borde del presente, el pasado y el futuro, entre su existencia, su origen y su propia
muerte. La palabra potica traspasa en el proceso mimtico al objeto de su
ficcionalizacin, trasladndolo hacia un nuevo espacio en el que sufren una
intensificacin de sus posibilidades de significar, volviendo luego a referir a la realidad
de una manera dialgica en que la palabra potica contiene ms que la realidad. En otras
palabras: a la vez que se toma contacto con ese tiempo mtico, se construye otro, y los
personajes, objetos y circunstancias, se insertan en ese nuevo ciclo de la historia mtica,
para tensionar los conflictos de la poca actual.
"Puede que esto sirva para conmover a los jvenes de mi patria, esa nueva
generacin tan distinta a la nuestra. Acaso ellos no ven que la montaa sagrada
se desplomar sobre sus hombros
132
IIIIi
70
"La literatura, el arte, es slo un bastn para subir al cerro; una vez que se ha
llegado arriba, ya no se necesita y hay que abandonarlo. Los problemas que el
arte suscita, cuando se vive dramticamente su esencia, no encuentran solucin
en el arte mismo, sino en la vida. Se precisa el acto dificil de su renunciacin
[ ... ] La salvacin est en la magia y no en el arte [...] Nadie quefue algn da en
medio del tiempo, escribi nada. Slo escribieron sobre l, o sobre lo que l dijo,
los que en tomo de l estuvieron" 34
71
"Si yo cumpliera el pacto con mi alma, y arrojara este libro al mar, recogindome
silencioso y fro dentro del corazn, tal vez salvara mi existencia y encontrara de
nuevo aquel Oasis. Pero no s qu fuerza, qu tentacin diablica de sacrificio
personal me empujaban; qu deseo de proyectarme en espectculo... Y tambin
qu esperanzas de transmitir un mensaje para que los otros lo recojan y busquen
el camino cuando yo ya no exista..
72
EPILOGO
73
74
Este camino que revela su creacin se liga con la idea de un futuro que est
adelante, pero que tambin existe en un certero salto hacia atrs. Se tratara, finalmente,
de una invitacin hacia la coincidencia del origen con el mundo posible futuro,
entrevistos, retomando las reflexiones nietzscheanas de la Puerta del Instante del Eterno
Retorno, como un presente eterno, tiempo del ahora (autores como Benjamin, dentro de
otro contexto, hablaran del jetzzeit), que puede redimir todos los tiempos y las
injusticias: "La Voluntad de Poder lo ha librado de aquello que lo va haciendo pasado,
"no ms ahora", porque retorna eternamente" 40 . Voluntad, pues "se hace imprescindible
interpretar, sentir, reconocer. Un sentido all depositado, inherente, que para revelarse
necesita de nuestro concurso [ ... ] Algo que depende de nosotros para su existencia, que
puede ser o no ser, por esto mismo, y que nos convierte en un Dios creador, si realmente
somos capaces de extraerla a la luz, a la vida. Una flor inexistente, que una vez creada,
inventada, llena adems nuestra propia vida, por un instante (es decir, para siempre) de
una luz de milagro y nos transforma en un Poeta-Mago" 41
75
Unus Mundus,
aspiracin fundamental.
142
y. GOIC, Cedomil: La novela chilena, los mitos degradados [1968]. Editorial Universitaria, Santiago
de Chile, 1991.
76
Es innegable que la polmica sobre los textos del autor se funda en que en la
mayora de sus escritos se acogen a manifestaciones ideolgicas y de poltica mundial.
Sin embargo, si seguimos las reflexiones hasta ac expuestas, no resulta del todo
contradictorio ver en ellas, como reafirmara Armando Uribe, "por su estilo y pasin,
sobre todo literatura de creacin mitolgica" 45 . Incluso el nacionalsocialismo fue en
cierta medida una mitologa inventada que fue ms all de la ficcin, con las
consecuencias nefastas que aquello signific. La Riefenstahl logr algo similar y en
cierta medida, tambin Speer y Jnger. Todos ellos son objetables, pero por ciertas
razones como las que he involucrado en este estudio, logran no ser totalmente
rechazados. Todo esto tiene que ver con su creatividad, con su inventiva, con el hecho
de que "inventan" una mitologa.
145
URIBE, Armando: Posfacio: El poeta en su prosa. En SERRANO, La flor inexistente, op. elt. p. 120.
77
Por ello, pese a todo lo nacionalsocialista que el autor pueda mostrarse, la nota
caracterstica de sus textos siempre involucra un alejamiento de la realidad necesario e
imprescindible, en la medida en que la clave para la apertura de sus textos es la ficcin,
la literatura, y el enorme potencial que tiene en manos de un notable fabulador que no
merece silenciamientos.
78
BIBLIOCRAFIA
Fuentes Primarias
Serrano, Miguel
79
Revista
Fuentes secundarias
Anderson, Benedict.
Aguilera, Francisco.
Arregui, Cristin
Bataille, Georges
Cabero, Alberto.
80
Campbell, Joseph.
Cardoen, Carlos
Carlyle, Thomas.
Cirlot, Jean.
Chevalier, Jean.
1995.
Darwin, Charles.
Dumzil, Georges.
Edwards, Alberto.
Eliade, Mircea
Encina, Francisco
Fries, Heinrich
Galdames, Luis
81
Gazmuri, Cristin
Gobineau, J. A.
Goic, Cedomil
Gngora, Mario
Gonzalez von Marees, Jorge El alma de la raza. S. impr. Santiago, 1935, disponible e
en el sitio web Accin Chilena www.accinchilena.cl
Goodrick-Clarke, Nicholas. Las oscuras races del nazismo. Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 2005.
Gusdorf, Georges
Guenon, Ren.
Heidegger, Martin
Herder, J. G.
Jocelyn-Holt, Alfredo.
Jung, Carl G.
KelIer, Carlos.
Kohn, Hans.
Mac-lver, Enrique
Mancini, Pasquale
Marcuse, Herbert
Molinski, Waidemar
Moller, Magdalena
Muoz, Luis
Nietzsche, Friedrich.
Palacios, Nicols.
Partridge, P. H.
Pereira, Teresa.
Pinochet, Tancredo.
Rahner, Karl
Rinke, Stefan
Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile, 19 10193 1. Ediciones de la Direccin de Bibliotecas, Archivos y
Museos DIBAM, Santiago, 2002
Solotorevsky, Myrna
Spengler, Oswald
Splett, J"rg
Uribe, Armando
Vattimo, Gianni
White, Hayden.
84