El Niño de Chulliyachi

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EL NIO DE CHULLIYACHI

Acabo de llegar a la clida provincia de Sechura y una seora abre la tienda que con tanto ahnco
atiende diariamente. De tez triguea y delgada pero con la fuerza suficiente como para subir la
pesadsima puerta corrediza de su local comercial. La mujer no sobrepasa el 1.70 de altura y a
la que todos conocen como doa Margarita Dedis. Se ha hecho tarde que pasadas las ocho de
la maana recin abre las puertas de Don Melchor. Esta actividad la realiza casi todos los das
durante sesenta aos, incluyendo aquellos meses que dur la estada de El Nio en aquella parte
de Piura hace ya veintisis aos. Le pido algo ligero para comer y dos botellas con agua, y
Marlene -la muchacha que trabaja junto a la seora- me las alista para llevar. Slo espero pasar
un relajante da de playa.

Algunas personas le llaman Chulliyachi, otras Chulliyache, le llamen como quieran llamarle no
le quita ninguna caracterstica de la que es duea esta playa.

De arenas tan bronceadas como la piel de los escasos pescadores que an van al lugar,
montados en sus veleros o balsillas en busca de Sardinas, Cojinovas, Sucos, Tollos y Caballas
que con cordel en mano los suelen pescar; tan amplia que hay espacio suficiente para todo
aquel que quiera pasar un rato de descanso y de paseo; y de marinas aguas limpias y tranquilas.

Hoy en da se intenta borrar de la memoria aquella fatdica tarde del 31 de enero de 1983 en las
que sus aguas mansas dejaron de serlo para revolverse y, disfrazadas de maretazos, sobrepasa
la frontera con la antigua caleta de Chulliyachi, dejando como resultado un pueblo fantasma.

Nadie le quiso poner nombre alguno a ese nio que se haca sentir desde mediados del mes de
diciembre y que tanto dao hizo. La visita en aquel ao de El Nio ha sido una de las ms caras
que ha tenido el Per. No slo porque permaneci con nosotros seis largos meses, sino porque
los daos directos producidos por este fenmeno ambiental, tanto en produccin como en
infraestructura, en todo el pas se estimaron en 730 millones de dlares. Nuestra regin fue la
ms afectada que todas, con 500 millones de dlares en daos (fue el 68% del total de daos en
el pas).

Aquel lunes el mar amaneci tranquilo, tanto que les pareci una buena oportunidad a los
hermanos Pablo y Tefilo Antn Amaya para echarse a la mar y probar suerte en pescar algo, y
as tener para saciar el hambre de sus respectivas familias en los prximos das; ya que a causa
de las torrenciales lluvias que se haban producido en las ltimas semanas, los caminos que
conducan a la caleta de Chulliyachi se haban interrumpido, sobre todo los que comunicaba a
Sechura con Piura y Paita, y los alimentos que traan los barcos de la marina peruana no eran
suficiente y muchas veces ni llegaban a las familias. Pasada la 1 de la tarde del 31 el mar,
repentinamente, comenz a agitarse. Entre las 2 y 3 de aquella negra tarde, el agua estaba
molesta y la mayora de los pescadores comenzaron a desembarcar. Se qued en altamar,
llevado por la sinrazn de la corriente, Don Claudio, quien pudo observar como las personas
corran desesperadamente en direccin a los mdanos en el momento que se percataron que se
aproximaba hacia ellos, de manera muy lenta, una gigantesca ola de aproximadamente 10
metros de altura.

Minutos antes, en tierra, las mujeres se dedicaban a sacar el agua de la lluvia anterior de sus
casas, los nios intentaban recuperar la alegra que haca ms de un mes haban olvidado. Entre
esas personas se encontraba Marlene lvarez Periche, que con cuatro aos de edad intentaba
ayudar a su mam Esperanza a baldear. De pronto, es alzada en brazos por el seor Gobernador
de aquel tiempo de Chulliyachi, Hiplito Fiestas, y subida al vehculo de ste para ser llevada a
los mdanos. Su mam alarmada del suceso, empez a correr con su beb en brazos en busca
de un lugar seguro y para no ser alcanzada por la ola. Muchos fueron rescatados por miembros
de la Compaa anfibia de Matacaballo, que en sus botes salvavidas fueron en su auxilio.

El nio es malo -se oa en la boca de muchos chulliyachinos- que vean con tristeza y asombro
cmo la caleta que haca un rato tena su plaza, un nico colegio y dos capillas, ahora no tena
nada ms que ruinas y los esfuerzos inundados por la clera de aquel nio que se resista a
irse y se adueaba del terreno que los acogi por aos.

Tristes y resignados, pero tranquilos por haber salvado sus vidas, los pobladores de la caleta
comenzaron su andar hacia la ciudad de Sechura, otros fueron llevados en carros militares.
Marlene se reencontr con su mam en la plaza. Su hermanito arda en fiebre y era casi imposible
caminar por la zona en busca de un mdico. Las botas de jebe no ayudaban mucho y el fango
hizo resbalar a su madre en dos ocasiones. Encontraron a un doctor que atendiese al beb, pero
los medicamentos no estaban al alcance, costaban mucho y un remedio ni se encontr debido
a la escasez de medicina que se dio en la poca. Finalmente, el hermano de Marlene se recuper
con muchos cuidados de la mam.
Despus de la tragedia de la tarde del 31 de enero, los pobladores con ayuda del Gobierno
central y el Municipio de Sechura fueron reubicados en la parte sur de la ciudad. Al lugar en
donde se asentaron le llamaron Nuevo Chulliyachi; y esta vez no utilizaran ms agua de mar,
ni peas porosas y conchuelas, ni arena de la playa para levantar los muros de sus nuevas
viviendas, tampoco haran sus techos de madera y paja. Otro grupo de damnificados pidieron
posada en las casas de sus familiares sechuranos.

Entre esas familias estaba la de Marlene. Despus de muchos aos se mudaron del todo para la
ciudad de Talara, lugar en donde viven hasta ahora (sept. 25 de 2009). Por su parte, la muchacha
regres a Sechura, pues dice no soportar el olor a gas que acompaa al aire de Talara. Ahora
(Sept 29) de 31 aos, est casada y es madre de tres nios -de 10, 7 y 3 aos-. Trabaja desde
hace un tiempo para Margarita Dedis en Don Melchor.

Mientras tanto Pablo y Tefilo intentan no recordar cada minuto que vivieron ese lunes de enero
d 1983. Actualmente, siguen yendo a esa ancestral caleta que en 2004 an era la soledad en

llamas. Ambos participaron en el concurso de remo y de balsillas que se realiz a comienzos


de este ao (2009), con la finalidad de demostrar sus aptitudes y habilidades en el manejo de
esas actividades. Pero organcese lo que se pueda organizar, las ruinas de la otrora caleta de
Chulliyachi les recordar aquel acontecimiento que marcara por siempre sus vidas y que an
les provoca un cierto temor a una inesperada visita de aquel fenmeno ambiental que
conocemos como El Nio.

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