Santa Cruz - Plotino y El Neoplatonismo

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EDUARD O DAZ MART N

conocidos, y no menos convendra preguntar a los testimonios del escepticismo griego para vislumbrar su naturaleza no contradictoria,
sino dinmica y esclarecedora.

PLOTINO Y EL NEOPLATONISMO
BIBLIOGRAFIA

Mara lsa(Je{ Sa11ta Cruz

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Romn, R. (1994 ), El escepticismo antiguo: posibilidad del co11ocimiellto y
bsqueda de la felicidad, Universidad, Crdoba.
l.

INTRODUCCIN

Su ele considerarse a Plotino el iniciador del neoplatonismo, esa ltima


gran corriente del pensamiento pagano que se Jesarroll entre el siglo
111 y el siglo VI d.C. El neoplatonismo cierra la historia de la filosofa
antigua, aunque coexiste en el tiempo con otras direcciones de pensami ento, particularmente con el cristianismo. Si Plotino apar<"cr como el
iniciador de esta corriente filosfica en el si glo 111 , uno de los ms con vulsionados de la historia del Im peri o rom a no, es en buena medid
porque de sus predecesores inmediatos tenemos tnn slo un conocimiento extremadamente fragmentario y deficiente . La t1~ad i cin apenas
los ha conservado. Hoy tiende a considerarse a Plotino, ya no el funda dor, sino la figura ms importante de esta corriente, aun q ue no la nica importante (Merlan, 1960, 1-2). l es el primero q ue parece ha ber
sistematizado en un todo coherente un conjunto de ideas de raz platnica, con lo que dio a la exgesis un cuo original y consistente.
Plotino y sus sucesores no supieron que con el correr del tiempo se ran para nosotros neoplatnicos. En efecto, el trmino neoplatonismo no sino se forj en el siglo XIX, cuando los estudiosos alem a nes lo
acui1aron para distinguir el pensamiento de Plotino y sus sucesores de
la forma ms completa de platonismo que surge de la obra de Platn.
El neoplatonismo es significativo y su estudio merece inters por lo
menos por tres motivos. En primer lugar, representa el ltimo gran sistema pagano, el ltimo florcc imicno de la filo sofa hele nstica, mn su
intento pr reunir Jc modo ci> mp le to y org;inico los granlks te mas debatidos a lo largo de ocho siglos. Es un esfuerzo po r conc il iar Pla t n
con Aristteles, pe ro adems por integrar una serie de elementos filosficos y religiosos presentr.s en la cultura grecorromana. En segundo
lugar, su importancia reside en el hecho de que es el Gmal a travs del

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cual el platonismo ingres;-~ en la Edad Media y sigue en Occidente prcticamente hasta el siglo XIX, ya que slo entonces Plotino comienza a
distinguirse con claridad de Platn. En tercer lugar, es posible ver en l
un valor propio y relevante para el tratamiento de algunas cuestiones
de la filosofa actual (Baine Harris, 1976, 1-2).
Dentro de los lmites de este trabajo no es posible un tratamiento
del conjunto de los autores neoplatnicos. Me limitar, pues, apresentar de modo general las grandes lneas y las caractersticas distintivas
del neoplatonismo como corriente filosfica y a indicar los principales
representantes de cada uno de sus perodos, para centrarme despus en
la exposicin de los aspectos que, a mi juicio, constituyen las proble mticas centrales de la filosofa de Plotino.

PlOTINO Y El NEOPlATONISMO

Neop latonismo puede ser una palabra engaosa, porque sugiere una
renovacin de Platn. Los neoplatnicos se consideraban a s mismos
platnicos a secas, en el sentido de que pretendan JTstaurar la ;wtntica filosofa de Platn, despus de siglos en los que haba sido somet ida
a desviaciones, m a linterprct;-~ciones y distorsiones. Pero, ;1 pes;n de su
pretensin, ellos recogen y en parte continan esa larga tr;-~Jici1'Jil que,
en algunos aspectos, arranca de la Antigua Academia, sin cambiarla en
sus grandes lneas (lsnardi Parente, 1984, 3). Por otra parte, y aunque
prima en ellos un espritu platnico, el sistema que ofrecen se nutre no
slo de Platn y el platonismo, sino de otras vertientes, en especial de
la trad icin perlpatthica y de la estoica y, aunque en mucho menor me dia, del epicuresmo y el neopitagorismo. Entre Pbtn y Plotin o han
transcurrido seis siglos. Seis largos siglos, no precisamente vacos, sino
plenos de desarrollos filosficos, de preocupaciones religiosas y de
acontecimientos poiticos. As, el neoplatonismo se va preparando lentamente y lb que sern sus ncleos centrales se van gestando a lo largo
de los siglos que van desde la Antigua Academia hasta el 111 d.C. Los
neoplatnicos, pues, no pudieron evadir un determinado sesgo en el
modo de leer y comprender a Platn y de concebir los fundamentos del
platonismo (Baine Harris, 1976, 2). Los esfuerzos de los neoplatnicos
pueden verse .desde una doble ptica: por un lado, en la medida en que
ofrecen una exgesis de Platn teida de mltiples elemenos que son
ajenos al Platn propiamente dicho, pueden distorsionar o aun empobrecer el pensamiento de Plat n. En otro sentido, empero, en la medida en que ofrecen una exgesis inteligente y filosficamente valiosa,
pueden representar un enriquecimiento para nuestra propia lectura,
desde hoy, de las obras de Platn (Isnardi Parente, 1984, 4).
Hasta el siglo XIX, momento en el que se acenta la diferencia entre
ambos y las peculiaridades de cada uno, Platn y Plotino eran conside-

raJos virtualmente idnticos. La tendencia en el presente siglo, que se


ha iJo reforzando ms y ms, es a suprimir la distancia o el abismo entre Platn y Plotino y a mostrar cmo el neoplatonismo se remonta a la
antigua Academia sea directamente, sea a travs de la nueva versin de
Platn que produce el platonismo medio.
Esta direccin de pensamiento se desarroll desde la segunda mitad
del siglo 1 a.C. hasta principios del m d.C. A pesar de no constitir un
pensamiento unitario y ser en muchos puntos incierto y aun contradictorio, puede decirse que posee caracteres que se hnlbn a mitad Je camint> entre el platinismo de Platn y sus sucesores inmediatos, por un
lado, y el neoplatonismo , por el otro. La denominacin platonismo
medio es de Praechter. El propio Zeller no dispuso de este copcepto
que seguramente le hubiera resultado til para obtener una visin global de diversos pensadores a los que se refiere de un modo rnpsdico.
Entre hs figmas t.ue pueden tach:1rse de platnicos medios estn t\tico, Gayo, Albino, Ten, Celso, tal vez Amonio, Mximo de Tiro, tal
vez Numenio. Obra caracterstica, que circula en el siglo 11 d.C., es el
Didaskaliks, atribuido a Albino , maes to de Gayo.
Es difcil trat;-~r de ofrecer una pi ntura unitaria de este pensamiento
a mitad de camino, en el que confluyen di ve rsos autores;-~ los que re suha cxtrcnudamente difcil si no imposible reunir en llll;l mism.1 direccin de pensamiento. Sin embargo, podra decirse de un modo general que lo que caracteriza al conjunto de estos pensadores a los que se
ha dado en llama r platnicos medios es el intento de recuperar la di mensin suprasensible como fundamento explicativo de lo sensible. En
los diversos a utores vemos aparecer, con variantes entre elos, a lgunos
puntos comu nes de preocupacin: 1) la postulaci n ele un primer prin cipio de la realidad (Dios o inteligencia trascendente); 2) esbozos de
una teologa negativa como modo de referirse a ese primer principio; 3)
la afirm::~ci n de la inteligenc ia suprema como el lug::~r> de l<1s Ideas
platn icas; 4) la inclusin, en tre el primer principio y nuestro mundo,
de una jerarqua de potencias espirituales; 5) el planteo del problema de
la materia y del ma l, con tendencia, en muchos autores, a solucione:; de
tipo dualista; 6) la prdica de la necesidad del retorno al principio, que
slo puede alcanzarse a travs de intermediarios.
Debemos recordar, adems, que desde el siglo 1 a.C. se produce un
creciente predominio de las preocupaciones religiosas, en primer lugar
en Alejandra, centro de intercambio tanto comercial como cultural y
espiritual entre Oriente y Occidente. Judeoalejandrinos, cristianos, neopitagricos, algunas herejas cristianas, resurgimiento Je religiones de
misterios autctonas, como el orfismo, y procedentes del extranjero,
como el culto de Isis y Osiris, el de Mitra , la astrol og a caldea, la gnosis y el hermetismo. En todos los sistemas especulativos de esta poca
compleja, algu nos ms marcad amente religiosos y otros m ~1s marcadamente filos ficos, hallamos una idea central y fundnm enral en todos

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11.

EL NEOPLATONISMO. UBICACIN Y CARACTFRFS c;FNF.ft ,\I.I'.S

MARIA ISABEl SANTA CRUZ

PlOTINO Y El NEOPlATONISMO

ellos: la cade1ta del ser, reproducida por la cadena del pensamiento.


As, puede haber un sistema de pensamiento porque .el propio ser constituye un sistema. El orden de la demostracin es tal como el orden del
ser: lo primero en teora es lo primero en la realidad. El sistema de la
realidad forma una jerarqua definida por la mayor y menor perfeccin, divinidad y bondad de los eslabones que la integran. Pero esa jerarqua no es esttica sino dinmica: hay un movimiento del ser, que es
doble: de descenso, <<creativo>>, y de ascenso, decreativo (]onas, 1971,
46-47). Tal vez lo ms importante entre los siglos 1 a.C. y 11 d.C. es que
se produce una serie de interacciones y reacciones entre pbtonismo,
aristotelislno y estoicismo, que acaba con el triunfo del platonismo, pero
de un platonismo que no sale indemne, puesto que ha absorbido ideas
de otros sistemas que le dan un nuevo perfil.
Puede decirse que el neoplatonismo es una forma particular de exgesis de la obra de Platn. Una exgesis sistcmatizadora que trata de
fundir en un toJo org;\nico frmulas de Platn que :tp;Ht-nn en difnetes obras y que a primera vista son difciles de conciliar, con elementos
aristotlicos y con elementos estoicos. El resultado no es, como podra
pensarse, un eclecticismo, sino una sntesis original, filosficamcnte valiosa, que ofrece una visin del mundo y de la vida humana muy caractersticas (Hadot, 1971, 1-3 ).
Plotino nombra a Aristteles no ms de cuatro veces en toda su
obra. Sin en1bargo, est muy familiarizado con la obra aristotlica, de
la que toma muchos conceptos frtiles. El platonismo de las Enadas
no es platonismo sin ms, sino acaso un hbrido resultante del cruce de
Platn con. Aristteles y los estoicos, por lo menos, al punto de que a
veces resulta difcil determinar qu es lo importante y dominante. Hay
quien sugiere que tal vez Plotino conoci y comprendi a Aristteles
ms que al propio Platn. Y no falta quien afirme que hubiera sido mejor llamar << neoaristotlicos y no <<neoplatnicos>> a Plotino y a sus
sucesores. En todo caso, la mayor parte de los sucesores inmediatos de
Plotino crea que ste haba logrado una unificacin entre Platn y su
discpulo. Lo que queda claro es que sera una distorsin tornar a Plotino y a sus sucesores como simplemente inscriptos en !:1 tradicin platnica de Plat{m mismo. En Plotino se da una profundizacin y un resultado cabal en la bsqueda de hallar un sistema en Platn, en el esfuerzo
de interpretar y comprender a Platn, hallar consistencia en su ohra, resolver dificultades de sus textos y mostrar en ellos colwreurin.
Ms all de los riesgos que supone toda periodizacin, de un modo
muy general, podramos reconocer en la historia del neoplatonismo
tres fases o tres momentos. La primera es la fase alejandrino-romana,
de tendencia marcadamente especulativa y metafsica, que se ubica en
el siglo 111 d.C. y cuyas figuras descollantes son Plotino y Porfirio. En
esta fase seguramente debera inscribirse a Amonio --con quien Plotino, condiscpulo de Herenio y Orgenes, se inici en la filosofa-, si de

1) Una pluralidad de esferas de ser estrictamente subordinadas una


a otra, de modo tal que la realidad aparece concebida como una snie,
con grados de mayor y menor ser, el ltimo de los cuales es el ser sensible, es decir, el sujeto de la dimensin espaciotemporal.
2) La derivacin Je cada esfera del ser de la que le es inmediatamente superior. Dado que esta derivacin se verifica fuera del espacio y del
tiempo, es asimilable no a una relacin de causa-efecto sino a una implicacin mental o lgica. Hay, pues, que eliminar la nocin de una causalidad eficiente>>.

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l tuviramos las noticias suficientes. La segunda fase, de tendencia


ms bien tergica, corresponde al siglo IV y se escinde en dos escuelas:
la .de Siria, a la que perteneci Dexipo y cuya principal figura es Jmblico, y la de Prgamo que, fundada por Edesio, discpulo de Jmblico,
cont entre sus miembros al emperador Juliano el Apstata y a Salustio. La tercera fase, de tendencia tergica, pero tambin marcadamente
erudita, es la que est representada por la escuela de Atenas, en el siglo
V --cerrada en el ao 529 por el edicto de Justiniano- y por la escuela'' de Alejandra en el siglo VI hasta comienzos del VIl. A esta fase
pertenecen muchos de los grandes comentadores neoplatnicos de las
obras de Platn y de Aristteles. La figura ms importante de la escuela de Atenas -que es muy poco probable que haya sido una sucesin
de la Academia platnica en sentido jurdiccr-- es, sin duda alguna,
Proclo. Otros representantes son Plutarco de Atenas, Siriano, Marino,
Isidoro, Zenodotd y, tal vez, Dnmnscio, a ms de Sin1plicio. Fn lo qt~t
toen ;1 ht escuda dt Alej :uldr;l, es p reciso tomar c:"url il .. t ' ii illl scnl ido amplio, corno una comunidad de espritu y de doctrinas y no como
una institucin permanente. En efecto, casi nada sabemos de la situacin de los neoplatnicos que enseaban en esa ciudad . No sabemos si
enseriaban toJos en la misma institucin pblica o privada o si cada
uno haba abierto su propia escuela. Se incluyen aqu figt1ras como 1-Jipatia, conocida sobre toJo por su trgica muerte en el ario S 15, Hierocles de Alejandra, Asclepio, Olimpiodoro, Elas, David. Adems de estas escuelas, y aunque no constituyen una verdadera escuela, debe
considerarse a los neoplatnicos del Occidente lati no de los siglos IV y
V: Calcidio, Mario Victorino, Macrobio, Marciano Ca pella y Boecio.
Estos pensadores, que fueron o se volvieron casi todos ellos cristianos,
son importantes como intermediarios entre la Antigedad y la Edad
Media. Entre ellos, Mario Victorino y Boecio intentaron una sntesis
entre neoplatonismo y cristianismo.
. E.n~re las ca ractersticas de lo que se llama neoplatonismo, pueden
tdentrfiCarse algunos supuestos bsicos que son comunes a los pensadores que se encuadran en esta corriente, en muchos de los cuales se advierte la resonancia del pensamiento rnedioplatnico. Tal como lo preSl'llta con acierto Merlan ( 1960, 1), esos supuestos son los siguientts:

MARIA ISABEL SANTA CRUZ

3) La derivacin de todo lo que es ser de un principio que no es ser


sino superior a l, en la medida en que no posee determinaciones nticas y que es, en consecuencia, el ser> ms pleno, en el sentido de que
no es esto ni aquello.
.
4) La caracterizacin de ese principio nticamente indeterminado
como <<Uno , no como descripcin adjetiva sino para sealar su unicidad y completa simplicidad, que excluye toda multiplicidad y toda determinacin.
5) La creciente multiplicidad que se da de grado en grado de ra realidad, y ello en un doble sentido: como mayor nmero de entidades y
como mayor determinacin o limitacin de cada entidad, hasta llegar
al mnimo de unidad que se da en la determinacin espacio temporal.
6) La aprehensin del primer principio como un modo de conoci miento radicalmente diferente del modo de conocimiento del resto de
la realidad, que es predicativo; el conocimiento del principio no puede
ser tal, pues el principio unitario carece de determinaciones.
Adems, quizs el gran problema que deben enfrentar todos los neoplatnicos -concluye Merlan- es la dificultad de explicar cmo y por
qu se verifica el pasaje de la unidad a la multiplicid ad , co n el principio
de la materia que juega en este proceso un importante papel.
P. Hadot (1971 ), por su parte, identifica en todo neoplatonismo
cuatro principios fundamentales: unidad sistematizante, trascendencia,
inmanencia y conversin. En lo que concierne a l prim ero de estos principios, toda multiplicid ad implica una un idad q ue le p ropo rci o na su estructura y, entonces, la realidad en su conjunto constituye un conjunto
ordenado, encadenado, precisamente porque supone un principio nico con relacin al cual se ordena y orga n iza. Este pr incip io supremo es
unidad absoluta, absoluta simplicidad, ausencia de determinaciones. El
universo forma un sistema: una pluralidad de esferas de ser subordinadas una a otra, es decir, una serie ordenada de grados de ser. En lo que
toca al principio de trascendencia, ha de decirse que toda unidad trasciende la multiplicidad, a la que unifica y estructura y es por ello que
ese principio acta sin disminucin , sin prdida de s mismo ni de energa. El universo forma as un todo jerarquizado: la multiplicidad de
cada plano de la realidad supone una unidad qu e lo trasciende, ha sta
que, ascendiendo de grado en grado, se llega a una unidad que es simple en absoluto. Pero, paradjica mente, aunque el principio trascienda
lo derivado de l, toda multiplicidad de algn modo est contenida en
la unidad que la trasciende. Por lo tanto, todo se interpenetra en su estado de involucin en el seno del principio, antes de diferenciarse en
su estado de evolucin. Hay una continuidad dinmica. El c uarto
punto fundamental es el principio de conversin: toda realidad, para
poder realizarse, debe salir de la unidad en la que est contenida y que,
sin embargo, la trasciende y va hacia la multiplicidad. Pero para realizarse plenamente debe regresar a su fuente .

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PIO liN O Y El NE O PLAT O NISM O

111.

1.

PLOTINO

Vida y escritos
-

~rcticamente todo cuanto sabemos sobre Plotino procede de lo co~


Signado por Porfirio, su discpulo inmediato, quien, en el ao 298, casi
treinta aos despus de la muerte de su maestro, rea liz una edicin de
su obra a la que puso como prefacio una larga y rica Vida d e Plotino.
A pesar de los estilos de la poca y del pro psito que pueda. haber tenido Porfirio, no hay razones como para dudar de la autenticidad de los
datos que nos transmite. La escasa informacin adicional que ofrecen
Fmmcus Maternus, E una pi o y Su idas ca rece de valor independi ente.
Ya Porfirio no sabe cando ni dnde naci Plotino ni conoce nada referido a su familia ni a su lin aj e. Al cmi1iem:o de la Vid, nos cutnt:l
que Plotino se ncgaha a ltah lar dl' sus padres y de su raza. l:ra un individuo que pareca te ner ve rgi.ie nza de estar en un cuerpo, dice Porfirio,
razn por la cual no quera que de l se hiciese pintura ni escultura alg~mas (Vid~, 1). Otras fuentes nos informan que naci en Lyco (Eunaplo) o Lycopo lt s (S tud as ), ciudad del Alto Egipto. Su nacimiento ocurri en el ao 204 o en el 205, a juzgar por la noticia que Porfirio
transmite: que muri a la edad de sesenta y seis aos al terminar el segundo aiio del rein ado de Claudia G tico.lgal (1972, passim) sostiene
que Porfirio cometi un error de clculo y que el nacimiento de Plotino
debe situarse en los ltimos meses de l 203 o primeros del 204. Seguramente su familia no era egipcia y, si lo era; estaba altamente helenizada. No conocer~os ta~poco el origen de su nombre, que puede presu mrrse latmo. Ma s a lla de una ancdota con su nodriza, Porfirio nada
sa be de su maesro hasta que, en el a o 232, cuando tena veintiocho
aos, Plot ino decide estudiar filosofa y, para ello, se traslada a Alejan "
dra. All anduvo de escuela en escuela, sin encontrar lo que buscaba
hasta que, por indicacin de un amigo, di con Amonio, quien colm
sus expectativas y junto a quien permaneci once aos.
Aunque ca si nada sabemos del maestro de Plotin o, Amonio Saccas .
es posible afirmar que su influencia fue decisiva en la formacin filos:
fica de Plotino y seguramente determin el carcter de su enseanza.
Amonio, quien vivi en el siglo 111, no escribi nada . Es difcil reconstruir algo de su pensamiento sobre la base de los escasos testimonios de
los que disponemos. Parece haber enseado, como otros plat<)llicos medios, que en lo fundamental haba coincidencia entre Plat('m y Aristteles. Ncmesio le atribuye una concepcin sob re la natu ra leza del alm~ y
su relacin con el cuerpo que corresponde a la de Plotino. Es posible
q~e hubiese sostenido un Dios nico, artfice del universo -unidad jera rqlllcamente ordenada de los mundos inteligible y sensible- de la
nada. Si esto es as, habra ha bido en l influencia del cristianism o , al
que luego ahan don , cosa que puede en parte explicar el par:1lelismo de

PLOTINO Y El NEOPLATONISMO

MARA ISABEl SANTA CRUZ

lenguaje sobre Dios entre Plotino y algunos cristianos. Cuenta Porfirio


que Amonio abandon el cristianismo cuando comenz a pensar por s
mismo. Segn el testimonio de Hierocles, conservndo en la Bih/ioteca,
de Focio, Amonio sostena un Dios supremo, artesnno, productor, padni y rey. La esencia de ese primer dios consista en un actuar creativo y
providente. Al parecer, puede haber sostenido una concepcin no ortodoxa en el mundo griego: un dios creador, que actn por voluntad, productor de la gnesis del universo sin presuposicin de algo existente.
Esto hizo pensar en el posible origen hebraico de Amonio o de nlgunos
contactos con el pensamiento cristiano.
En el 243, interesado por conocer de modo directo la filosofa de
los persas y de la India, Plotino se alist en el ejrcito del emperador
Gordiano III, que inici una expedicin contra el rey persa Sapor l.
Pero en 244 Gordiano fue asesinado y Plotino huy{ pnsando a Antioqua y de all a Roma, donde se instal y comem. con sus cursos a la
edad de cuarenta aos. Durante diez aos ense sin escribir nada. En
254, cuando tena cincuenta aos, comenz a escribir. Cuando Plotino
lleg a la escuela, en 263, Plotino ya tena escritos veintin tratados .
Entre 263 y 268 escribi veinticuatro tratados m;s. Entre 2()H, fecha
de la partida de Porfirio hacia Sicilia, y 2 70, ao de su muerte, Plotino
escribi sus ltimos nueve tratados, que le envi a Porfirio. En 26, atacado por una enfermedad deformante -seguramente un tipo de lepra- Plotino decidi retirarse a Campania, a la casa de uno de sus viejos amigos, Zethus, en ese entonces ya fallecido . Aunque Porfirio nada
dice al respecto, es altamente probable qu e el retiro de Plo tin o a Campania no fue slo a causa de su enfermedad, sino tambin a la persecucin de amigos de Galieno cuando asumi el nuevo emperador Claudia (Isnardi Parente, 1984, 62). Muri un ao despus, en la primera
mitad del 20. Al tiempo que una serpiente se deslizaba hajo su lecho y
se colaba por un agujero de la pared, Plotino pronunci sus ltimas
palabras: <<[ . ] me esfuerzo por hacer remontar lo que hay en m de divino a lo que de divino hay en el universo (Vida, 1 ).
Porfirio refiere el carcter de los cursos de Plotino (Vida, caps. 1.1 y
14). En ellos se lea un comentario de algn platnico, como Severo,
Cronio, Numenio, Gayo o Atico, o de algn peripattico, como Aspaco, Alejandro o Adrasto. A esa lectura Plotino agregaha reflexiones
propias y originales y explicaciones hechas en el espritu de 1\monio.
Sus clases eran desordenadas y a veces se suscitnhan discusiones ociosas, debido a que Plotino no haca largas exposiciones sino que prefera que los as.i stentes plantearan preguntas, segn cuenta Plotino que le
relat Amclio. Los cursos estaban abiertos a todos, aun a mujeres. Entre los asistentes se contaban muchos senadores, lo que seguramente
dio a Plotino conexiones importantes, aunque, finalmente, fracas su
prop6sito de fundar Platonpols, una ciudad regida segn los lineamientos polticos trazados por Platn.

En lo que se refiere a sus escritos, Plotino comienza a escribir slo a


los cincuenta aos, depus de diez aos de enseanza en Roma. Todos
sus escritos pertenecen a los ltimos diecisis ailos de su vida y, en consecuencia, es lo ms plausible que no pueda encontrarse en ellos evolucin de su pensamiento y que representen su filosofa madura y plenamente formada. Aunque a Plotino le toc vivir uno de los siglos m;1s
convulsionados del Imperio Romano, en los que se dio una decadencia
general de la vida y de la cultura y los emperadores se sucedieron impotentes, llama la atencin que no haya en su obra el menor reflejo de
las zozobras polticas.
Resulta extremadamente difcil trazar una diferencia entre una presunta ensei1anza esotrica y una exotrica. Mientras Plotino vive, sus
escritos slo circulan entre sus discpulos. Puesto que surgen como resultado de l.ls discusiones de los Lursos, no ofrtnn una presentacin
ordenada ni gradual de su sistema, que aparece en dios de modo asistem;ico . Hay un perpetuo tratamiento y retratamiento bastante libre
de ciertos ncleos problemticos desde puntos de vista diversos y con
intereses y propsitos diferentes, y que tienen como trasfondo preguntas y objeciones distintas en cada caso. lk ah que sea llL"l"l"S;tria la lectura y rdectura de Plotino para poder aprehender el meollo y las cuestiones centrales de su sistema.
Las En,1das, tal como ahora las Icemos, son el producto de la actividad editorial de Porfirio, quien para publicarlas corrigi y reparti
en seis grupos de nueve tratados cada uno los escritos que Plotino le
fuera entregando. Para lograr ese nmero, cincuenta y cuatro tratados
repartibles perfectamente en seis grupos de nueve, debi operar algunas intervenciones drsticas, algu11os cortes arbitrarios. Porfirio decidi od en ar por temas los escritos y no segn el orden en el que fueron
escritos, pero en los captulos 4 a 6 de la Vida nos ha trasmitido el orden cronolgico de los tratados, as como los ttulos yu e prevalecieron
de cada uno de ellos, ninguno puesto por el propio Plotino. Porfirio reparte las seis Enadas en tres volmenes. El primero, constituido por la
1-:n<;,tfa VI, la 111\S extensa, incluye escritos que se rcficrLn a );ts cttcgoras y a lo Uno. El segundo (E11. IV y V), al alma y a la inteligencia; en
el tercer volumen, rene todo lo dems, y aunque los tratados que forman la Enad<1 1 tienen un nfasis predominantcnH'lli"L' l-tico, los de
1-:n<;<lda 11 aL-cntt'tan locosntolgico. l.a lllcncicrrra ya lln;t v;trinbd dt le tilas y Sl' finaliza con un tratado que se llama, prccis;lllll"nlc, .. consideraciones diversas>>.
2.

El c,n,ctcr de: su (iloso(<l

Las E11 adas no son, sin m;is, la trascripcin de las lecciones, -esos escritos fueron redactados por Plotino, pero revisados, corregidos y ordenados por Porfirio-- pero reflejan la ensea nza viv;l que se daha en

MARA ISABEL SAN TA C RU Z

Pl O TIN O Y El NE O PLAT ONIS MO

la escuela. Plotino parece habe r concebido la tarea filosfica como maestro como respuesta a una continua solicitacin por parte de los textos
que se lean y comentaban, as como por las preguntas de los discpulos. Lo que no debe pasarse por alto es el hecho de que Plotino trabajn,
tanto en sus cursos como en sus escritos, sobre la base de una tradicin
constituida, la que innova, modifica, critica; traduce en un nuevo le nguaje, pero de la que depende y de cuyas lneas principales no se desva. La originnlidad de Plotino reside en las respuestas personales y en
la particular impostacin de los problemas qu e se han ido pbnteando
en la tradicin platnica de la que depende.
De los escritos de Plotino y de toda la informacin sobre l qu e poseemos se desprende que, tanto por su educacin como por su t rasfondo cultural, es plena y absolutamente griego . No hay ninguna evidencia de que Plotino haya tenido contacto directo con el cristianismo
ortodoxo. Podemos presumir que poco snhn de l y que lo que sahn
no le complaca ni le inte resa ba dem a si;Jdo . T ;lllliHll.(l pucdt detectarse
en l influencia directa y conscientemente reconocitb de ideas judas o
cristiai1as. Aunque no pued e e xcluirse la posi b il id ad de una influe ncia
indirecta, a travs quizs de Amonio u otros contactos en Alcj ;lndra,
no podemos probar su existencia. No debemos ovidar que en Alejandra funcionaba, desde la segunda mitad del siglo 11 J.C., la escuela
cristiana a la que pertenecieron Clemente y Orgenes. Por otra parte,
de la expedicin de Gordiano puede colegirse que Plotino no lleg a establecer ningn contacto directo con filsofos orient;des; no hay testimonios internos ni externos de que haya adquirido conocimiento de la

_!\ene respecto del primero. Pero si Platn hablaba de mbitos, pla n os o


regiones, Plotino lo~a.!:~~teriza explcitamente como muiiclos, cmo
estructuras ordenadas armoniosamente. Para dar respuesta a los pro.h1Cina~i urgenr(:s . que pi ;nte;l la filosofa de PI atn - y cuya rcsjluesu
cree presente en los textos de el divino maestro - , Plotii.!Q_~_p_!<~ \~ 2ne, por un lado, hallar y justificar el fundamento ltimo de lo intcligibley;--. consec uencia, tambin de lo sensible, y, por otro, explicar la
-.r~ l <:~ cin entre lo inteligible y lo sens ible,- intentando salv ;u-la separacin entre ambos, que Aristteles tanto criticara a Platn.
Plotino concibe la realidad dinmica como un proceS() incesante,
conl l.ln. desai-rollo de naturaleza espiritual, que acontce uera del esJi acio y del ti empo. La realidad es como una gran vida que se extie nde,
que posee continuidad consigo misma, sin fisuras, pero que se articula
en dif~c:_1]~2.._g rado~ o nivel_es, _ ~~ da uno d e los cualrs_es di~timo del
~ll' Jo 11T~~~!s_pt~J_Hl ("S~; l'(ll~: ~do dr fl_ (/:11 . '! 2, /_). r~( ' d( ~plit ') ', ll! .
se da Clllrt _tl o~ polos: l;_~ u1_1_i~L1_~ ~ hli!!. l l_l_ta y L) plr11a mlllli~licidad. El
despliegue, en el que se va ;lcrecentando la comp le jidad y h imper fe ccin, progresa de lo uno a lo mltiple, de lo simple a lo cOmplejo , de lo
perfecto ;1 lo impe rfecto. C a da gra d o de la rea lidad deriv a dl'l anlrrior
_y_c.!_!._tant~l .lJ!.I.S_.~l Pt:!teccin coi m plica unidad y simplicid;1d, !:1 impn_k<:_ci_l:!__~~)il_~r_li c_a_9_efi_0encia, plur<1lidad y complejidad. l..a vida que se
despliega se vuelve cada vez ms compleja y se articula en distintos
gr;lllos de complejidad , di fcrentcs modos de cstructmalilll, di ferentes
etapas . El d~~p licgu no es li1:!S-al , sino que la realidad __p_uscc una es_-:
trUf_t_LJ_ ra tem-ria a derivacin de cada grado de la rea lid ad exige tres
momentos: Jlrocesi__n, detencin y conversin contempla t iva hacia su
- f"t1elte, es d ecir, despliegue, detencin ~ rep li egue.
etapas de ese despliegue, los niveles de la realidad son lo que se
conoce -aunque Plotino no utiliza tcnicamente este trmino- con el
nombre de <<hipstasis>> : lo Uno, la i nteli encia y el al~ '!.; Por debajo
de esta ltima se hall a la m ate ria , lti m o esca ln y lmite de la realidad, soporte de l mundo sensibl e.
Lo Uno, punto de partida y principio de la realidad toda, unicidad
absoluta, plena y completamente simple, anterior a todo, est en todo
y no est en ninguna de las cosas que de l derivan._Aung~t_e no, est
_!!lez<j_Q~) s=qn_l_~s_ reali_dades inferiores, est siempre present~ El es
principio verdaderamente uno (V 4, 1 ). No es una cierta ydeterminada
unidad , sino que es unidad -en-s (V 3, 12). Hay en l una ausencia de
todo tipo de determinaciones y, en co nsecuencia, carece de forma. Pero
esa ausencia de toda determinacin no implica negativilbd:J& __Uno,
J10r el contrario, es la realidad positi va por excelencia, que de nada necesita ni de n;hh carece . (~ 1 es , co m o q uer;: Piatn , c i Bie n . No pe rte-n t:~S al pla no -_de l ser sin_o q ue est m s all d el se r. Po r eso mismo ,
pu esto qu e se r, pensar y vid a surgen conjuntamente y se coimplican, lo
. Uno es-tj tambi n m;1s nlL1 de la vitb, ms nll del pensami c.nto. Ei1 ri:

filosofa india.
El sistema de Plotino se halla en continuidad con la tradicin griega, pero la fide lidad a esa tra dicin no excluye la presencia de elementos nuevos en su pensamiento. Su filosofa puede considerarse una sntesis unificada de los sucesivos aportes de la herencia griega . Hay,
pues, una continuidad entre la tradicin helnica y el esfuerzo espec ulativo d e Plotino .. Esfuerzo que opera una renov acin en la filosofa
griega, no por una ruptura con el pasado ni p or introduccin de doctrinas extraas, sino por el resurgir de la reflexin que da vida a las
frmulas escolares, y encuentra en ellas sentido e inspiracin (Moreau,
1970b, 172 ss).

3.

La estructura de la realidad. Lo Uno y la fJroccsin

Como dijimos, el pensamiento de Plotino est presenrado de forma totalmente asistcmtica en la s Enadas. Pa ra e xpone rl o es preciso, entonces, t ratar de o rdena r su sistema, entresacando pas:1jes de uno y otro
tratado. Es til , como punto de partida, te ner en cue nta que, como Pl atn y los platn icos en general, Plotino da__po! ~~nt_~~'- la distincin ent re d~:~-~~~i!o s, el inteligible y el sensibl e! y la depe ndencia que ste

348

--------ras

.1 4 9

MAR A ISABE l SANI A CRUZ

PlOTINO Y El NEOPlATONISMO

gor, no vive y, si puede atribursele la vida, es slo en el sentido de que


es pnclpjo-cre--elli: lat11pt)cose pnsa a inismo 11i a otra cos~1, puesto-que el acto de pensar supone la alteridad entre lo pensante y lo pensado, y lo Uno escapa a toda alteridad (VI 9, 6; V 3, 13; V 6, 6). Si
puede decirse, en algn sentido, que es pensamiento, lo es en tanto es
causa y principio del pensar (III 9, 9). No tiene percepcin ni conocimiento de, s mismo (VI 7, 38; V 3, 12). As como 110 le pcrtcnclTil ni la
intcleccin ni el pensamiento, tampoco posee conciencia de. s (Schwyzer, 1960, .374-375; Warren, 1964, 83-97). De nada necesita ni naJa
busca, nada es para s mismo, puesto que se basta a s mismo y no depende de otra cosa para ser lo que es. En realidad, no es Bien para s
mismo sino para las otras cosas, ya que las otras cosas tienen necesidad de l pero l no t\ene necesidad ni de las dems cosas ni de s mismo (Vl7, 41).
La necesidad de la existencia de lo Uno como primer principio aparece casi por una exigencia racional. PoLque la mu ltip lic idad requiere
una unidad que la preceda y la justifique. Aunque por la razn no podamos aprehenderlo tal como l es, la razn nos impone que l cs . Sabemos que es, aunque no sepamos cul y cmo es l'll s mismo.
Por estar ms all del ser y del pensar, lo Uno es verdaderamente
inefable: se diga de l lo que se dijere, jams podr apres~rselo, porque
decir es siempre decir algo determinado y lo Uno escapa a toda posibilidad de determinacin. Ningn nombr~l~ c_~r:!_':'et]~,_2e r_? la ex~~~sin
ms all de todas las cosas y ms all de la m<is venerable inteligencta~,- ~~ ' t:l_! Y~i;Ta r1_C.~ a_C:e~ada~-porque- n es. un i101ii bree ind ica que
_pre_cisamel}tC rlO haynombre alguno aplicable a lo Uno, ya que nada
puede serie atribuido (V 3, 13 ). Aunque no podamos expresarlo en s
mismo-, hablan1o-s (fe-lCd.eclmos algo sobre l o en derredor de l, pero
jams podemos decirlo (V 3, 14). Y si hablamos sohre l es por la necesidad que tenemos de comunicanos, de sugerir y de exhortar a buscarlo
(VI 7, 41; II 9, 1; VI 9, 5). Si lo llamamos Uno es para apuntar a su carcter de indivisibilidad y de simplicidad absoluta , y no en el sentido
de la unidad numrica (VI 9, 5). Es falso aun decir que lo Uno es (V 4,
1). Decir que es uno no significa predicar. algo de l (ll 9, 1). En rigor,
nada puede serie predicado, de modo que tampoco puede decirse de l
que sea libre ni que est sujeto a la necesidad, ni que posca voluntad ni
que no b posea, puesto que pertenece a un plano qu se uhica lll<lS all;i
del querer (VI 8, 8). SoJl stas deteo11iuacioncs que corresponden al
pl ano de lo que le es inferior. Lo Uno es como es no porque no pueda
ser de otra manera , sino porque es perfecto ~ lo perfecto es as. .l es el
que es (VI 8, 1 0).
El carcter supraontolgico y suprarracional de lo Uno, que lo
hace en rigor inefable, slo puede subrayarse por medio de metforas,
tales como la de la irradiacin de un a luz o la de difusi n de un perfume, de superabundancia, de fuente que se eh! a los ros sin agotarse, de

principio raiga! de vida o, la ms ajustada y rica, la de un crculo. Ante


la i~11 p~~ibilidad de ex r!:_sarlo en s mismo, se impone t ! nL'Ctsid_~ ~llfe
llalJa r e o uno por negacin, es decir, enunciando no lo que es sino
prcctsamente o ~e no es, e ~no~~ i~orrect<~ atrib_y<ildole propiea es ue en rea toa no pue en serie atribuidas o bien restrictivo es
e~ ir, sealando en cad ~<:_a~ -u~ ires como- tal o cuaT o~a--;- es por
as1 dC'crlio tal o cual cosa. De l ta mbin hablamos lllL'taf riLa o traslaticiaii~ente ~lt~J;;;y-~nJolc- predicados que en rigor corresponden a lo
q ue es posterior a l, o rcgrcsivamcntc, partiendo Je la consideracin
de lo que l deriva (Deck, 1967, 10-11; Moreau, 1970, 76). Aunque
Plotino tie.ne fu_e_~t~_!!~~_e_nci~ a h~~lar negativamente de lo Uno, cuan:
~!._l_ier_~_~r_esa!~-~-<:a':_cter emin~ntemen-te .positivo, recurn~ a me~~~~:1_.1_(.)_~~~-r:.~i!!_OS! de ra_! aristotlica, potencia (dynamis) y acto
. (cnrgeia) (V 3, 16; lll 8, 10). Potencia erltendida no en sentido pasivii,
como potencial idad Je ser, sino en se ntido activo, como fuerza, como_c~pac(ra-d~prc>ductiva, y, en tal sentido; equiparable a acto, entendido
..fQ.!.J.!.Q_?_ctivi<1-.<!,_di!:l.'l!SJl19,J,o Uno es, pues, esencialmente, una fuer-~-~ _producto_t:a din_mica, fuente y motor de la realidad en su conjllllto,
diferc1~tc de ella y en continuidad con ella, que prodt;ce sin sufrir me__nos~abo. La ac~ividad de lo Uno no puede escindirse, pues, de su ser
o de su existencia (Rist, 1967, 66).
De lo Uno procede la inteligencia. Podemos preguntarnos cmo y
-por qY se produce este surgimiento de la Inteligencia. Suele recurrirse,
para exp licarlo, al trmi no <<emanacin>>, slo una etiqueta que no
acla ra demasiado, que Plotino no utiliza tcnicamente (Schlette, 966,
59-60) y que conviene reemplazar por <<procesin . La explicacin que
da Plotino es que el despliegue se produce porque hay una fuerza de
pr?duccin inheren.te a cada uno de k>s grados de la realidad, producCion que es necesana (\' 1, 6, 30-39). Que haya multiplicidad no es un
hecho, sino una exigencia a priori que se remite de manera sinttica a
la ley de la unidad (Trouillard, 1955a, 6). La perfeccin misma del primer pri~cipio es causa del surgimiento de la multiplicad, porque, por
su prop1a natura leza , se desborda, se expande, produce. Del comienzo
al fin hay, pues, en cada grado de la realidad el poder de producir lo
que le sigue. Es una produccin <<descendente , en la que la fuerza se
va dcbilitnndo, la luz 5_e va oscurcnciendo, el ser se va volviendo pnulatinamcntc m~s imperfecto hasta que topa con el no ser, con la oscuridad, con la pasividad total de la materia, punto lmite del llespliegue,
en el que se ha agotado la vida y la fuerza de pmduccin .
Cabe preguntarse en qu reside la necesidad de la produccin descendente. Plotino responde que el resorte que mueve la produccin es
1~ _contemplacin, la theora. En efecto, toda produccin es contemp lacton y resultado de una contemplacin (lll 8, passim). As, todos los
seres y cada uno de ellos son los eslabones de una cadena de contemplaciones que producen lln objeto de contem placin que es, a su vez,

350

351

MARiA ISABEL SANTA CRUZ

PLOTINO Y El NEOPLATON IS MO

contemplacin (Cilento, 1946). La estructura ontolgica de cada grado


de la realidad, de cada hipstasis, est directamente relacionada con el
modo de contemplacin que le es propio, al punto de que son inseparables y los grados de la ralidad son diferentes niveles ontolgicos pero
tambin noticos (Trouillard, 1955a, 6-8), ya que para Plotino ser>> se
identifica con << pensar, no porque el ser se reduzca al pensar, sino
porque posee una naturaleza notica, de modo que podemos explicar
cada grado ontolgico a travs del modo de pensar que le es constitutivo (Santa Cruz, 1979b, 13-20).
Cuando se encara la procesin como una produccin que se opera
por contemplacin, el primer problema que se presenta es el de d istinguir el modo en que produce lo Uno, que es di ferente del modo en el
que producen la inteligencia y el alma. Porque la unidad indivisible de
lo Uno, precisamente porque es metaontolgica es tambin metanotica y metaterica.
Siendo superior <1 toda dualidad, lo Uno est; e11tonccs n1:s all; del
se r, de la vida, del pensamiento. Y su absoluta simpli ci dad lo ubica
tarnhin ms all de la contemplacin. Aunqu e no eje rce ninguna conte mplacin ni de otra cosn ni de s mismo, de lo l hm procede dirtTLl mente la Inteligencia, que es la primera multipli cad el primer ser, la primera vida , el rimer pensam iento. De qu modo entonces surge la
multiplicidad de la unidad absoluta? )roced de l sin qu c se inclin e.,
ni lo decida ni lo desee, si no por la natuml fecundidad del principi o
p rim ero, que no pued e permanecer sin desbordar su infinita fue rza de
produecin. Lo Uno produce porque es perfecto, porque tiene un exceso -por as decido- de perfeccin, sobreabunda y se derrama dand
nacimiento a algo diferente de l. Ese surgim iento es , en un sentido, necesario, porque no puede concebirse que no ocurr<l o que oc ur ra de
otro modo . Pero es tota !mente es ontneo, en el sentido en que lo Uno
no est su jeto a compu lsi n externa ni interna (V...L_<i; V 4, l; V 2, 1).
Lo perfecto roduce . Lo Uno, ue es lo ms perfecto, )roduce tambin
de modo em ine nte, es potencia rimera , fuer7a primera ele produccin.
La generacin de la inteligencia a partir de lo Uno -y del alma a
partir de la inteligencia- se produce en lo que podramos llam ar dos
momentos, que, claro est, son dos momentos lgicos y no estn, en
consecuencia, en una secuencia espacial ni temporal. El primer momento es el surgimiento de una potencialidad informe, a la que Plotino
caracteriza como dada indeterminada, alteridad primera, visin que
an no ve, tendencia o deseo. El segundo momento es el del regreso
contemplativo de lo generado hncia su fuente par;1 informarse y llenarse de c ontenido y de determinacin. Cada hipstnsi s l ' S lo que es en virtud de relacionarse con la precedente de la que surge: su relacin no
consiste en su haber descendido de ella sino precisamente en su regresar a ella. As la conversin es tan indispensable como la procesin
para el establecimiento y subsistencia de cada hipstasis (Jonas, 1971,

13). Lo Uno es comienzo y fuente de todo, pero no comienzo espermtico. Las potencialidades de ca da hipstasis son actualizadas no por la
pmduccio de 1 in(erio a ellas sino po la contem placin de lo que
les es superior (11 4, 5; V 2). El si stema de Plotino no es, as, un sistema
evolucionista, sino un sistema teleolgico: el comienzo es el fin.

352.

4.

La inteligencia y el alma

Producto directo de lo Uno, la inteligencia, segunda hipstasis, rene


en s el dios aristotlico y el mundo platnico de las Ideas. F.lla es pensamiento que se piensa a s mismo y al pensarse piensa su propio contenido, su propia estructura interior: el mundo de Ideas o paradigmas.
La inteligencia es ella misma su objeto, de modo que hay una identidad
entre la inteligencia y su objeto de inteleccin. ste no es una potencia litbd sin vida, sino que es una actu:1lidad, ya que es el ser por excelenci;l, 1;1 primera o11sa (V J, S). !.o inteligible constituye un cosmos, una
totalidad orgncia y din;mica en la que cada Idea es simultneamente
una inteligencia . La inteli~encia representa, pues, el nivel notico de la
rcalilhd. Su rnmlo propio de pensamiento es la intckcciclll o llc!l'sis.
aprehensin intelectual directa e inmediata. La inteligencia es una inteligencia, pero ella es simultneamente mltiple. El mundo de las ideas
no es est;ltico, sino que constituye una totalidad orgnica dinmic;1 y
viviente de seres qu e se interpenetran y que son a la vez Formas e inteligencias. La inteligencia, uno-mltiple (V 3, 15, 11; V 4, 1, 21; V 1, 8,
26; VI 2, 9, 39-42) es infinita y finita. Infinita en potencia, es finita en
tnnto todo completo formado por un nmero realmente existente de
h>nnas, c1da una de las cuales es una realidad definida, limitad a.
Como e! primer motor aristotlico, !a inteligencia es nesis IUJ(;seos ,
pensamiento del pensamiento. Plotino acepta de Aristteles que b inteligencia slo puede pensarse a s misma, pero le reprocha el haber hecho
dl pensamiento del pensamiento la primera instancia de la realidad, ya
que el pens~~c nci e rr~ ~~er~p r~_": _ i~lcvita.~1IC~l ~-~~maj;!_a~id;~d__p~.~~~!l_
te-:.P_ensado, por encima de [, cuaf lfebe haber una u111llad carente Je
toda duplicidad. Plotino instala en el seno de la inteligencia la trada
ser-vda-pensanilento, cuya presencia puede hallarse en el So(ist<1, de
Platn, y tambi n en el lib ro XII de la Metafsica, de Aristteles (Hadot,
1960), entendiendo por vida el eterno dinamismo que comporta el movimiento del <ltrtopensamiento. All tambin instnla los gneros supremos del So(ist,r, ser, movimiento, reposo, mismo y otro, a los ljuc traspone en gneros primeros, gneros que son simult;neamente principios
constitutivos del ser y de los que trata extensamente en. el segundo de
los tres tratados que dedica a ios gneros y a las categoras (VI 2).
El paralelismo o la correspondencia que Plotino establece entre ser y
pensamiento muestra, segn P. A u benque ( 1971 ), que no pone en cuestin el principio b3sico de la inteligibilidad del ente de la onto loga

MARA ISABEl SANTA CRUZ

clsica, pero relativizaa sta, llevndola a un segun~o plano, el de la


segunda hipstasis. Por encima de la ontolog? Plotm.o propone un~
suerte de <<henologa y, ms bien, d~ <<henologta nega.tlva. y ope~a.ast
lo que podra llamarse una superacin de la ontolog~_a gnega clastc:l.
Plotino radicaliza la cuestin del ser del ente, en el sentido de que ahora
el <<ser> del ente est fuera de los entes y es diferente y superior a ellos.
Indiquemos ahora brevemente algunos rasgos pr~1pios de la tercera
hiptesis, el Alma, tal como Plotino la ~onnhe .. Na u da de ~:1 :Hitm.:.<~n
templacin de la inteligenci a, ella constituye el u~t11no ese<llon de lo Inteligible y a travs de ella se opera el IJasae haCJa lo sens1ble (lll 6, 6;
lll3, 5; IV 7, 9; IV 7, 10; IV 3, 12; IV 4, 3; IV 7~ 13;lV 6~ 3). Niv e ~ ontolgico ms complejo y menos perfecto que la mte.hgencta, tamb1e.n e.s
un nivel notico inferior a ella. Su modo de pensamtento no es la noests
sino la dinoia, pensamiento discursivo, mediato. Ella rep.rescn.ta, entonces el nivel dianotico de la realidad. As como la mtebgencta aparece cmo actualizacin de !a fuerza productor;~ cic lo Uno, del mismo
modo el alma es la actualizacin de la fuerza de produccin de la inteligencia. En ella hay dos <<partes o, mejor, dos funci<?1.1es: una sup rior vuelta haca su fuente y entregada n su c.Onte111plauon, la partera cio~al, y una parte inferior -a la que Plotino llama nwchas veces
<<naturaleza- orientada haca lo sensible, a lo qu e conhgura, determina y anima (IV 8, 8; 11 5, 3; V 3, 7; IY 8, 3). a parte inferior .es una
imagen de la primera y la imita con el fin de produur los seres vtvos {~1
1, 5; V 2, 1; IV 8, 7). Aunque Plotino se refiere ms de u~1a. vez a la tnparticin del alma, en conformidad con el esquema platomco, no ere~,
en realidad en un alma tripartita. Cuando emplea una termmo logia
conforme a' tal doctrina no est presentado una doctrina psicolgica
seria (Blu111enthal, 1971, 11 ss, 21 ss, 103).
A diferencia de lo que acontece en el plano de la inteligencia, que
posee de s misma una visin directa e inmediata, el alma, para poder
autocontemplarse, debe desdoblarse, hacerse exterior a s misma, en frentarse ' a s misma y recuperarse . La parte inferior del alma se plu.raliza en una infinidad de fuerzas seminales -y en este aspecto Plotmo
es fuerte deudor del estoicismo- de potencias germinales y animadoras que constituyen la forma de los individuos sensibles (lll 8, 5).

PlOTIN O Y El NEOPlATONISM O

Uno, sino que es el punto final de ese proceso continuo y sin fisuras que
parte del primer principio simple y acaba en la rigidez de lo que aparece
como soporte necesario del devenir.
Si se co mpara n las caractersticas principales que Plotino asigna <1
lo Uno y la materia, se advi.er.te que ellas coinciden en los dos extremos
en tre los que se despliega la realidad: ambos son simples, no son ser,
son infonm~s, infinitos, potencia y no aprehem'ihlcs por 1,1 intcligenci<L
Pero nli l' lll ras que en el caso de lo Uno esos c;n:lUeJTs apunt:111 a sn
naturaleza positiva por excelencia, a su superioridad ontolgica y norica, en el caso de la materia, por el contrario, apuntan a su cadctcr
negativo, a su inferioridad y deficiencia.
El mundo sensible es un mixto de forma y materia. Con10 para
Aristteles, para Plotino la forma del particular sensible es i.nmanente a
b materia, pero, a diferencia de lo que quera Aristtdes yhcl al platonismo, para Plotino la forma inmanente no es sino rdlqo o destello
prodcido por las Ved adeas formas inteligibles que cst<n en e! alma y
que no se vuelven interioresa la materia, sino que se conse.rvan separ~
das de ellas. Aunque el alma aparece como la tntermed1ana, la anf1h1a
(IV S, 4, .~ 1-.H), el puente que con11111ca lo sensible L'Dil lo inll'iigibk,
ella pertenece enteramente al mbito de lo inteligible.
A travs de su concepcin de la realidad como procesin Plotino
logra , entonces mantener el carcter puramente ' nteligihle }'se parado
d~ lo intelig ible y evadir la separacin entre los dos ;imbitos, pueslo
qu la forma sensible, inseparable de la materia es un rdleo verdade ramente producido por las formas inteligibles. Lo s~nsible con.stttuye
un cosmos. Es el ms bel lo JOsible, en tanto es el refleo de los parad1g
mas inteligibles y est regido por una providencia .

6.

1.a convcrsi6n hacia lo U11n

Por debajo del alma y generada por ella, como lti111o cscaln de la realidad y su lmite inferior, ms all del cual no puede continuar la procesin porque la fuerza de produccin se ha agotado, se encuentr.a la materia, pura potencialidad informe, no ser, su.s trato y ~eceptac ulo de
formas, impasible, slo p asible de ser ap rehendtda a traves deun <<razonamiento bastardo (ll 4, III 6) . Ella es, en tanto opuesta al BJCn, el mal
(I, 8), pero no constituye un principio dualsticamente enfrentado a lo

El hombre es un microcosmos. En l est presente la estructura toda de


la realidad. Mejor dicho, la estructura del hombre es la misma que la
estructura Je la realidad: est constituido por un clclllL"tlto sensihlt: y
un elemento inteligible, por un cuerpo y un alma. Y es precisamente a
travs del nlma que se integra en la realidad inteligible. El alma humana, la gran viajera del universo, es la encargnda de llevar a cnbo el difcil trayecto de regreso a la patria, al pndre, al origen, el vi:1je t!e recupcracin, de rerlicgue. En su ascenso debe rehncer en sent1do uwerso el
camino que la realidad recorre en su despliegue. Y ese camino de repliegue, de ascen so, es la conversin, que es una purificacin tanto notica como mora l.
El alma debe huir, debe recuperar su estado <<divino (V l, 5). El
ascenso del alma se logra por una progresiva unificacin. Lo sensible
es slo mltiple, el alma es una y ~ltiple, la inteligencia es uno-mlnple y lo Uno es slo uno. El recorndo del alma es, pues, el de una s1m-

.354

35S

5.

La materia y lo sensible

MARA ISABEl SANTA CRUZ

plificacin y su meta no est fuera de ella sino que la encuentra cuando


revierte hacia su propia interioridad y hace coincidir su propio centro
con el centro del universo.
H ay uha doble prcocup<lcin en la filosofa de l'lotino: por un
lado , su es fu erzo por describi r la estructura de la realidad que procede
eternamente de lo Uno a formas sensibles a la luz de su fundamento y,
por otra, el acento puesto en el tema del destino del alma, de su retorno al origen. Estas dos preocupaciones estn ntimamente ligadas, en la
medida en que el alma logra hacerse plena por asimilacin a la realidad y esa asimilacin slo puede obtenerse a travs del conocimiento
de la realidad. Para recuperar su naturaleza, es preciso instruir al alma,
ensearle el camino que la realidad cumple en su despliegue (V 1, l ).
Al retornar a su fuente, el alma puede experimetnar en cada grado de
la realidad y es activa en cada uno de ellos, hasta llegar a la unin con
lo Uno, donde cesa la bsqueda y halla satisfnccin.
Hay dos etapas en el camino de recuperacin del :1lma: en un primer momento, ella debe recogerse en s misma, desentenderse de todos
los objetos exteriores y del cuerpo y concentrarse en el nivel que es
propio precisamente del alma: la razn discursiva o dianotica. No es
ste un fin en s mismo, sino que esta reversin es para contemplar lo
que en ella hay de intelectual y, finalmente, para volverse hacia la inteligencia. Para ello, deber despojarse tambin de la dispersin que acarrea la razn discursiva, pasando as del ejercicio de b dinoia a 1 ejercicio de la nesis. Llegada a esta segunda etapa, slo le resta esperar la
manifestacin, la presencia de lo Uno, que aparece de golpe, en un xtasis interior (VI 9, 7) que se produce con un ltimo despojamiento, ei
de lo inteligible. La conversin es fundamentalmente hacia s mismo,
no en respuesta a otra instancia exterior a uno mismo (Aubin, 1963,
177). Esa conversin tiene por meta algn tipo de aprehensi n de l primer principio que es de naturaleza diferente de la <lprehensin de un
objeto inteligible. Esta conversin que lleva a cabo el alma individual y
que rehace en sentido inverso todo el proceso de emanacin, no ha de
confundirse con aquella de la que antes hablamos para referirnos al segundo momento necesario y determinante de la constitucin de cada
hipstasis en el proceso de despliegue de la realidad.
Para contemplar a lo Uno el alma debe vo lverse inteligencia , in telectualizarse. Pero debe superar tambin este estadio y abrirse a la presencia de lo Uno, que slo se manifiesta a quienes puJen recibirlo y estn dispuestos a entrar en contacto con l. Lo Uno est presente y, a la
vez, ausente. Presente para quienes tienen la disposi~i{Jn de entrar en
contacto con l; a usente para quienes no la ti enen (V I 9, 7 ). La inteligencia tiene un doble poder: el poder de pensar a lo Uno y aquel de ve;
a lo Uno de otro modo (Vl 7, 35-36), es decir, la facultad, por un lado,
de pensarse a s misma y pensar a lo Uno y, por otro , la facultad de acceder a un t ipo de contacto ms ntimo con l, de na t ura leza no ya ra-

Pl OTIN O Y El NEOPLATON ISMO

cional sino suprarracional. Para aprehender a lo Uno es preciso Caer


fuera de la inteligenc ia, (II 9, 9, 51-52), abandonar toda dulic!ad y
toda forma inteligible, toda determinacin. Si quiere ver a lo Unola inteligencia dche dejar de srr inteligencia, debe abandonarse a s misma.
El acceso a lo Uno, su visin, es privilegio no ya de una ,. imcligcncia
sabia, que es la que contempla un objeto inteligible, sino de una inteligencia amante, embriagada de nctar, que se simplifica al extremo y llega as a un estado de plenitud dichosa (VI 7, .15) , Lo Uno es,
pues, aprehensible por un poder que est en la inteligencia misma pero
que, sin embargo, la supera, porque es una parte o un aspecto de la inteligencia que no es inteligente (V 5, 8, 22-23), que opera un salto hacia lo Uno (V .5, 48-10).
Lo que importa subrayar es que la aprehensin final del principio
es llevada a cabo por b propia inteligencia, y no por alguna facultad
que S(' :1grt'gm y opong:1 a dh. La intdigcnria ticnl' h rapacidad de
llegar a una aprchcnsin notica del principio, t'S decir, de coJHlCCrlo
tal como ese principio se le hace accesible. Pero, en un intellto supremo
de coll LT ilt rar i n, una vez llegada al punto ms alto posihle de su actividad ral"llnal, se produce, sin que se sepa cmo, la pnstncia, la ap:Hicin, la visin, el contacto, elm <ximo acercamiento, el xtasis interior,
la coincidencia del centro con el centro, la simplificacin, la unificacin, la supresin de la alteridad, el tornarse una misma luz la que es
vista y la que ve (Arnou, 1%7, 235 ss; Rist, 1967, 213-230).
Son todas stas metforas de las que Plotino se vale para transmitir
la naturaleza de esa suprema captacin que se alcanza de lo Uno cuando
ia inteligencia ha ilegado al cmulo del ejercicio de su actividad intelectual (VI 7, 31 ). La mstica aparece as como la coronacin y necesario
punto en el que desemboca la filosofa. El ejercicio de la racionalidad
permite acceder a un modo de cap taci n de un principio que no puede
ser nlcanzado en su intimidad por la pura racionalidad, porque por su
naturaleza la su pera.
Importa sealar -y quiero insistir en ello- que la mstica no aparece en Plotino como una suerte de excrecencia que marque alguna
ruptura respecto de la tradicin anterior. Por el contrario; la mstica
est pensada como la realizacin ms completa y plena de la actividad
de la inteligencia. No se trata de una experiencia de naturaleza totalmente diferente y mucho menos opuesta a la de la actividad racional,
sino que constituye su continuacin y su remate na.tural. No es, pues,
una aniquilacin, supresin ni negacin de la inteligencia, sino su rn<s
pleno desarrollo como inteligencia. Si puede hablarse de una mstica
plotiniana, ella es una mstica racionalista (Rist, 1967, 213-2.10), en
tanto apertura de la razn hacia lo que la excede, pero como resultado
del ejercicio extremo de la racionalidad. Pero eso que excede a la razn
est< no fuera d e e ll a, sino en Stl mismo fondo. La conversin hacia lo
Uno no es en realida d un ascenso sino un repliegue, una autuconver-

3S7

PlOTI~lO

MARA ISABEL SANTA CRUZ

sin, un camino de interiorizacin que acaba cuando se alcanza el objetivo: la coincidencia del centro con el centro. Ese encuentro con lo
Uno no es el estadio final y definitivo en el cual se permanezca. Es fugaz, instantneo, apenas un momento. No hay, pues, ningn tipo de
fusin con lo Uno ni de prdida de s, sino un extrcnw contacto, del

cual el alma recae, pero enriquccid;l.


La influencia de Plotino sobre la filosofa occidenul fue por mucho
tiempo indirecta. Los ltimos latinos que lo conocieron directamente
fueron seguramente quienes transmitieron las Enadas al medioevo latino, Agustn y Macrobio, y no es seguro que conocieran los originales,
sino a travs de Porfirio o de la traduccin de Mario Victorino.
El neoplatonismo ha tenido luego influenc ia en la cultura bizantina
y un fuerte renacimiento en la Academia florentina fundada por Cosme de Medici en 1462, y que cont con figuras de la talla de Marsilio
Ficino -con quien tn! vez deba hacerse con1cnzar !~1 crftictl tnodcrna
de Plotino- y Pico della Mirandola. Algunos elementos de ese neoplatonismo florentino fueron retomados en Inglaterra a fint's del 1400 por
John Colet, uno de los plat nicos de Cambridge, cuyo princ ipal objetivo era trabajar una mezcla de cristianismo protest;111te ingls con el
pensamiento de Plotino. Durante los siglos XVII y XVIII, figuras como
Berkeley revelan inters por la filosofa de Plotino. Pero el veradero renacer de ese inters se da con el romanticismo, con Schelling y Novalis,
a fines del siglo XVIII. A principios del siglo XIX la atencin sobre Plotino aparece de la mano con el renacimiento de SpinozJ. Hegel, por su
parte, le dedica un captulo de sus Lecciones de Historia de la :[osofa, y adopta una posicin notablemente distinta de la de los romnticos. En Francia es Bergson quien rescata a Plotino del olvido, dedidndole dos cursos en el College de France. Los estudios crticofilolgicos
y filosficos sobre Plotino que se inicia n en el siglo XI:\ prosiguen hasta
nuestros das con renovado mpetu y rigor. Ta l vez Plotino tenga an
mucho para decirnos.

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