Reporte de Lectura El Principe de N. Maquiavelo
Reporte de Lectura El Principe de N. Maquiavelo
Reporte de Lectura El Principe de N. Maquiavelo
MICHOACANA DE SAN
NICOLAS DE HIDALGO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS
SOCIALES
Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberana
sobre los hombres, fueron y son repblicas o principados. Los principados son o
hereditarios, cuando en ellos impera desde hace tiempo el linaje de una familia o
son nuevos.
Otro buen remedio es enviar a algunas colonias a alguno de los lugares que sean
como llaves para aquel Estado.; las colonias no cuestan, son ms fieles y
entraan menos peligro, los damnificados no pueden causar molestias porque son
pobres y estn demasiado aislados.
A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, la ofensa que se le haga al
hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse.
Si en vez de colonias se emplean tropas, e gasto es mucho mayor, por el
mantenimiento de la guardia, se perjudica e incomoda a todos y por lo cual, se
vuelven enemigos.
El prncipe que anexe una provincia con organizacin y costumbres diferentes a la
suya debe convertirse en defensor de los vecinos menos poderosos para debilitar
a los de mayor imperio y cuidarse de que entre a su estado un extranjero tan
poderoso como l ya que se le adhieren todos los que sienten envidia del que es
ms fuerte ya que enseguida y de buena gana forman un bloque con el Estado
invasor.
El deseo de conquista es un sentimiento muy natural y comn, y siempre que lo
hagan los que pueden, antes sern alabados que censurados; pero cuando
intentan hacerlo a toda cota los que no pueden, la censura es admitida.
Para evitar una guerra nunca se debe dejar que el desorden siga su curso.
Es natural que se ha vuelto poderoso recelo de la misma astucia o de la misma
fuerza gracias a las cuales se ha obtenido la ayuda.
Hay tres formas de conservar un estado que estaba acostumbrado a regirse por
sus propias leyes y a vivir en libertad:
1. Destruirlos.
2. Habitar en ellos.
3. Permitir que se siga viviendo bajo las normas antiguas, cobrando un tributo
y estableciendo una oligarqua que te sea leal.
Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla
gobernar por los mismos ciudadanos. El nico sistema seguro de dominar una
ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueo de una
ciudad as y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por ella. Sus rebeliones
siempre sern representadas con el nombre de libertad. El recuerdo de su antigua
liberad no les concede ni un momento de reposo si los habitantes no se separan ni
se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier contingencia.
Cuando las ciudades o provincias estn acostumbradas a vivir bajo un prncipe, y
por la extincin de este y su linaje queda vacante el gobierno, por un lado los
habitantes estn acostumbrados a obedecer y por otro no tienen a quin, y no se
ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por
ltimo tampoco se deciden a tomar armas contra el invasor.
Los nobles cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda
la autoridad en uno de ellos y lo hacen prncipe para poder, a su sombra, dar
rienda suelta a sus apetitos. El pueblo cuando no puede hacer fuerte a sus
grandes, cede su autoridad a uno y lo hace prncipe para que lo defienda. El que
llega al principado con ayuda de los nobles se mantiene con ms dificultad que el
s o hombre que ha legado con el apoyo del pueblo, porque los que o rodean se
sientes sus iguales.
Un prncipe jams podr dominar al pueblo cuando tenga por enemigo. Lo peor
que un prncipe puede esperar de un pueblo que no o ame es el ser abandonado
por l; de los nobles, si los tiene por enemigos, es que se rebelen contra l. Es
una necesidad del prncipe vivir siempre con el mismo pueblo, pero no con os
mismos nobles, puede crear nuevos o deshacerse de lo que tena a su
conveniencia.
El que llegue a ser prncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse por
conservar su afecto, pues el pueblo slo pide no ser oprimido. El que se convierta
en prncipe por ayuda de los nobles perecer si se empea en conquistarlo, lo que
slo ser fcil si lo toma bajo su proteccin.
Un v prncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de lo contrario no
tiene remedio en la adversidad.
Estos principados peligran cuando quieren pasar de un principado civil a un
principado absoluto.
Aquel que en un principado no descubre los males antes mencionados una vez
nacidos, no es verdaderamente sabio, pero esta virtud la tienen pocos.
rompen cada vez que pueden beneficiarse, el temor es el miedo al castigo que no
se pierde nunca.
El prncipe debe hacerse temer de modo que vite el odio.
Cuando el prncipe est al frente de sus ejrcitos, es necesario que no se
preocupe si merece fama de cruel, porque sin esta fama jams podr tenerse
ejrcito alguno unido y dispuesto a la lucha.
Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad
del prncipe, un prncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno,
tratando siempre de evitar el odio.
PRINCIPES
DEBERAN
Hay dos maneras de combatir: una, con las leyes, otra, con la fuerza. La primera
es distintiva del hombre; la segunda de la bestia.
Un prncipe debe saber comportarse como bestia y como hombre. Como el
receptor es mitad bestia y mitad hombre, un prncipe debe saber emplear las
cualidades de ambas naturalezas, ya que una no puede durar mucho tiempo sin la
otra.
Como bestia conviene que el prncipe se transforme en zorro y en len; porque el
len no sabe protegerse de las trampas y el zorro no se protege de los lobos.
Un prncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia
vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le
hicieron prometer ya que los hombres son perversos.
Se podran citar innumerables ejemplos modernos de tratados de paz y promesas
vueltas intiles por la infidelidad de los prncipes. Hay que saber disfrazarse bien y
ser ms hbil en el fingir y el disimular
Es preciso que un prncipe posea todas las virtudes mencionadas, pero es
indispensable que aparente poseerlas. Hay ocasiones que el tenerlas y
practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas es til. Est bien
mostrarse piadoso, fiel, recto, humano y religioso, as mismo serlo efectivamente;
pero se debe estar dispuesto irse al otro extremo si ello, fuera necesario.
Un prncipe debe tener muchsimo cuidado de que no le brote nunca de los labios
algo que no est empapado de las cinco virtudes antes citadas. Y en las acciones
de los hombres, particularmente de los prncipes, donde no hay apelacin posible,
se atiene a los resultados.
23 CAPTULO XXIII.ADULADORES.
Los aduladores abundan en todas las corte. Los hombres se complacen tanto en
sus propias acciones de tal modo que se engaan y cuando quieren defenderse,
se exponen al peligro de hacerse despreciables. No hay otra manera de evitar la
adulacin que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la
verdad; y resulta que, cuando todos pueden decir la verdad, faltan al respeto.
Un prncipe debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombres de buen juicio
de su Estado, nicos a los que dar libertad para decirle la verdad. Debe
interrogarlos sobre yodos los tpicos, y fuera de ellos no escuchar a ningn otro.
Un prncipe debe pedir un consejo siempre que l lo considere conveniente y no
cuando lo consideren los dems. Y si pide consejo a ms de uno, los consejos
sern siempre distintos y a un prncipe que no sea sabio no le ser posible
conciliarlos.
Estos prncipes en pocas de paz nunca pensaron que podran cambiar las cosas,
cuando se presentaron tiempos adversos, atinaran a huir y no a defenderse.
CONCLUCION:
Bibliografa: