Viernes 25 y Otros Poemas Dardo y Nelly Dorronzoro 1
Viernes 25 y Otros Poemas Dardo y Nelly Dorronzoro 1
Viernes 25 y Otros Poemas Dardo y Nelly Dorronzoro 1
Nelly Dorronzoro
PRLOGO
Porque todo antes de ser poesa debe
pasar por mi corazn, darlo vuelta con el
grito para arriba, colocarlo cara al alba,
cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre,
por mis huesos, por mi respiracin, por
el corazn de mi sangre, pues yo soy un
poeta no un hacedor de versos bonitos.
Estas palabras que una vez el poeta escribi definen su
posicin esttica, su irrenunciable fidelidad al hombre, a
ese ser nico, irrepetible, que est solo desde el sollozo y
el aire hasta el relmpago, su apasionado amor hacia los
seres ms desvalidos, tristes y desamparados, a los que no
tienen amor ni pan, a los que se van sin haber llegado, a los
que a veces sonren, a los que a veces suean...
Por eso, la rebelda contra un mundo dividido y despedazado,
contra el sino sangriento de nuestros das, se alza y transita
por estos versos como un dolor, como una cruz.
Yo quisiera evocar aqu el mbito cotidiano del poeta herrero
que organizando y desorganizando el fierro caliente a
martillazos, crey que no era tan difcil vivir si se le daba
al alma la forma de un pjaro, de una flor, de una selva, de
una luz, tal como lo dice en su poema Vivir.
Amaba las tardes silenciosas con ese vientito fresco de
madreselvas y retamas, amaba las maanas con el canto
El poeta herrero crey que no era tan difcil vivir as, mirando
para afuera, hablando para afuera, gritando para afuera su
condicin de hombre libre al que jams se le pudo atar la
sangre. El poeta herrero crey que no era tan difcil vivir
as, indagando dentro de s mismo el profundo misterio
del hombre.
Pero era indefenso, tan indefenso como una gota de llanto
con todo el cielo adentro, segn las palabras del poeta
dominicano Manuel del Cabral, quien en una carta le dice:
T eres de aquellos humildes ante quienes los poderosos
se desvanecen; a tu sencilleza le temen los palacios; eres
indefenso como una gota de llanto con todo el cielo adentro:
qu montaa concentra tanto espacio, tanta altura!
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Nelly Dorronzoro
La Loma, Lujn, Argentina. Verano de 1978.
11
Poemas
Obra reunida de Dardo Sebastin Dorronzoro
Seleccin original de
Nelly Dorronzoro
DE ESTE LADO,
SOLAMENTE HOMBRES
Dardo, El Galleguito Jos Luis, La Negra Graciela, El Gordo Blanco , Julito Varguz
y El Cabezn Navarro en casa de Dardo
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CA N C I N PARA M I SAN G RE L IB RE
MIENTR AS ME MATAN
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SO LOS
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YO Q U I E RO U N A M QU INA
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A LG O SO B R E M M I SM O
los pasteles
que mi hermana me envuelve delicadamente,
entre
aromos y herreras y cigarras ausentes,
y muchos ojos mos alrededor de la mesa.
Y yo te digo, entonces: no hay iguales; fjate
que nadie es igual a ti, a m, al obispo o a mi amigo el barrendero,
ni mis perros son iguales a los perros del vecino,
ni sern iguales
las paladas de tierra que alguna vez nos echarn encima
pero s son iguales
la hache del hombre, el pan y la sopa y el dolor del hombre,
y es igual
la luz
que se nos clava
en mitada de una risa sin posible hambre.
Y te res,
o te sonres, y me dejas
cosiendo los agujeros de mis medias, preparndome
para treparme a esta torre desde donde
me miro siempre tan pequeo
que me cuesta trabajo ponerme los pantalones.
Y luego, cuando se va la estrella, regresas, contemplas
mi nacimiento, contemplas
esta arruga tan vieja y clara que me regal mi padre,
mientras
la mitad de tus ojos se dispone a cambiar un pedazo de mi corazn
por tu
secreto de hormigas y primaveras.
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A UN VAGABUND O
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LOS A M I G OS
Yo tena un amigo
y otro amigo
y muchos amigos.
Alguno traa su guitarra,
otro su aventura
y otro su soledad y su tristeza.
Aqu, en esta mano, hay alguna lgrima, todava,
de aquel tiempo;
algn recuerdo
que me llega a veces como un galope de caballos,
como un perfume
o como un dolor
buscando lugar en la sangre.
Yo tena amigos
que se fueron a buscar la muerte.
Otros se convirtieron en maz,
en guitarra, en canciones;
otros se convirtieron en ciudad,
en puerto, en mueble de oficina,
y algn otro, como yo,
se convirti en poema.
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Los amigos en invierno vienen golpeando los pies contra las paredes,
con la sombra de los rboles metida en las orejas,
cada uno tiene a su mujer, tiene a su hijo, tiene a su perro menor,
que lo esperan para ver si llega con la forma de un pan en la mano,
para ver si hay un silbido antes de acercarse a la puerta,
o si suena una moneda a contraluz en el bolsillo izquierdo de su saco,
pero ellos no quieren historias de los das que pasan
y despus de un largo viaje llegan a mi casa,
me agrietan las lmparas de tanto frotarlas para que aparezca el genio,
lloran sobre mis libros,
me cuentan las arrugas de la cara y de los relojes,
y luego deciden demolerme la casa desde los ladrillos a las hormigas,
pero no les alcanza el viento ni los martillos,
no les alcanzan los reyes de la baraja ni los gatos,
y me buscan entonces el rincn de los mircoles perdidos,
una cara parecida a un viejo tirabuzn de madera
o simplemente algo que los aleje
de un mundo que no sirve
ni para llevarlo pintado en las zapatillas.
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M I CO RAZ N N O E S
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NO COMP R END O
No comprendo.
Son las mismas calles.
Son los mismos hombres.
Son los mismos gritos.
Son las mismas sangres.
No comprendo.
Otras manos no las mas cavan trincheras.
Otras manos preparan el pan,
aguzan el hierro.
Otras manos
destruyen
los ltimos restos de la noche.
No comprendo.
Viene aqu mi padre, sonriendo,
frente al antiguo rostro de la muerte.
No comprendo.
Estn todos, sin embargo. Nadie falta.
No comprendo.
Alguien pregunta: ya llega el alba?
No comprendo.
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C UA ND O D U E L E N LOS HU ESOS
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PAR A O.C.
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E L H O MB RE L I B RE
L Y YO
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VA M OS A VE R
Vamos a ver,
mejor dicho tendramos que ver,
mejor dicho ya hemos visto mucho de lo que hay que ver,
hemos visto mucho pero no hemos tocado,
mejor dicho nos han tocado, nos han apaleado, nos han enjaulado,
y hemos tenido poco,
mejor dicho no hemos tenido nada,
mejor dicho hemos tenido hambre, a veces, dolor en los huesos,
dolor en las uas, dolor en las tripas, dolor en los hijos, dolor en
la sangre,
nunca hemos tenido otra cosa,
mejor dicho nos han tenido,
mejor dicho nos han dado vuelta del revs y del derecho,
mejor dicho nos tienen,
mejor dicho nos beben y respiran,
mejor dicho nos empaquetan,
mejor dicho nos empaquetan y nos despachan,
mejor dicho nos entierran sin muchos honores,
mejor dicho nos tiran en un pozo cualquiera,
pero vamos a ver,
mejor dicho tendramos que ver,
mejor dicho tendramos que hacer algo,
mejor dicho no solamente tocar la guitarra,
mejor dicho no solamente decir que somos bravos,
mejor dicho tendramos que agarrar el mundo por las cuatro puntas,
mejor dicho agarrar el mundo y darlo vuelta para que caiga todo
lo que no sirve,
mejor dicho para que caiga toda la basura.
LA SP TIMA R AZ A
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S E MFO RO 1 7
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YO TE DIRA:
HAY QUE VIVIR
El Gallego Osvaldo, Puchi Aducci y Dardo; guerra de barro en el Arroyo del Haras, Lujn
VIVIR
Yo te dira:
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RAZN DE AMOR
R AZ N D E AMOR
Por sobre
la razn de las computadoras, nacen las rosas,
nace una tarde de diciembre, un amor,
o estalla un mar,
un trigo,
un nio, o una
nueva
Sodoma se levanta
para ser destruida.
No es la verdad un sinnmero de tarjetas perforadas,
y s es un pan, un plato vaco,
o es mi martillo
golpeando
el eterno corazn del hierro.
La verdad es ese hombre,
ese gusano o ese cardo
que florece de sol en el amor de tus ojos. Cada uno
es l,
centro de s mismo
y de la oscura eternidad de los dioses.
Pero igual
hay siempre una mano de vitales relmpagos
de antiguos vientos nacidos en el corazn del hombre,
que nos construye, nos destruye y nos reconstruye,
o nos arroja
en medio
de un desierto,
de donde solamente el amor puede rescatarnos.
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Y as, de pronto,
solemos ver
dragones de metal engullendo ngeles y orculos
anticipndonos una lenta muerte,
sumergidos
en este delicado incendio de amapolas.
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que siempre
te florece en los ojos.
Es una historia tan larga, si supieras.
todos los besos que no me diste.
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Caben en ella
Este verano
no he bebido una sola gota de atardecer contigo junto al ro.
Y las golondrinas
y los dragones de nubes
y los heladeros
y las esquinas con automviles y monoslabos de grullas,
o
un dulce final de grillos y retamas nos esperan,
para que no te alejes de mi piel dura de rbol
y hierro y clara
y asombrosamente parecida a la piel de los
camellos y de los dioses.
Y nos esperan
muros de pinos y perros en la noche junto al cielo en luna,
mientras yo manejo el color de tus ojos entre las piedras de
una calle,
y tus dedos
cavan
un pozo de eternidad para mi corazn enemigo de los tenderos
y los barcos.
En tanto,
para hacer tiempo,
yo te quiero toda con tus ciudades recuerdos,
toda de estaciones, a veces
con trenes y noche, nostlgica ma,
toda de caminos y viejas piedras sin olvido, que
ahora viajas
por mis horas de luz entre paredes, por los
estruendos que me nacen la carne, crepsculo a crepsculo,
por esta niebla ma, por estos labios
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de
mi
lluvia,
que te besan los ojos cuando ests triste.
Ahora
viajas
por todos los pueblos de mi sangre.
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Necesito hoy
tenerme
de un hilo azul, inmvil,
o dejarme correr en una tarde del ro,
o del viento
o de una sombra endurecida por los sauces.
Necesito, amor,
mudarme a tus ojos en medio de las tormentas,
cazar
un grillo de luz, mientras se mueven
todos los instantes de tu sangre, y
necesito
no quedarme
en la otra orilla,
no indagar rincones del olvido,
no partir
antes
de iluminarme entero en todos tus amaneceres.
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B SQ U E DA
NOSOTROS Y LA NOCHE
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ALG U N A VE Z
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CA RT E L
Corren las agujas del reloj, ya son todas las horas sobre el
viento del mundo,
amor,
pero yo igual miro la luz de tus ojos y salgo para no olvidarme,
para no recordarme,
para no gemirme,
para matar ayeres y sombras,
para colmarme al hombre toda esta tarde junta,
todo este invierno,
todos estos chicos
que salen de sus cuevas para mirar mi cara de alambre y piedra,
de remotos hombres a la orilla de los ros y de los pjaros,
mientras
levantan
un solo pedazo de su mugre para ensuciarme el pelo y las orejas,
pero
yo me pongo el traje de buzo,
el traje de torero
o el traje de ministro a la hora en que se amontonan detrs de los
mostradores,
y me marcho con los bueyes del alba,
con la sombra de los tigres,
o me rasco los granos de mi abuelo, el que se emborrachaba con
viruta de madera,
y ellos siguen ah firmemente solos, querida,
y yo digo
que me midan de abajo para arriba, de la sangre para afuera,
de los pobres que me llevan de los sueos para afuera,
pero ellos igual tosen, allan, gruen, se convierten en ratones,
se mueren
antes
de saber si el pezn de la madre es la lengua de un gato,
si el pezn de la madre es el dedo de un dios,
si el pezn de la madre es el ojo de una carabina,
si el pezn de la madre es un ciervo corriendo por los bosques.
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Entonces me miras,
el prestamista me mira,
el dueo de los almacenes me mira,
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LOS D AS NO P ER D ID OS
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SEMFORO 19
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LA ESP ER ANZ A NO ES
La esperanza
no es un fbrica de muecos irrompibles,
no me venga con esos viejos cuentos,
la esperanza no es un duende o un arzobispado,
por ms que uno no tenga ni un carozo de ciruela en el bolsillo
y sea agosto con viento,
y sople el viento sobre nosotros, sobre nuestras pulgas,
la esperanza est ah,
con toda su importancia,
con toda la historia del hombre, la historia del lobo,
y no podemos decir buenos das a veces cuando es lunes
y vamos a la fbrica con dos mates en el estmago,
pero an contina aqu, ella, en algn lugar,
silenciosa, inmvil, sin que nadie la vea,
sin que nadie pueda acariciarla y decirle oh, gatita ma,
o decirle mi rosa de invierno, mi rosa de primavera,
sin que nadie pueda tocar su piel con cada dedo de la mano,
pero ella se nos va detrs de cualquier perro cuando
alguien nos coloca una moneda en la mano,
nos hemos quedado sin olvidos
o el viento de la noche corre muy fro
por debajo del puente.
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LEO SU N O M B RE E N U N DIARIO
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D OLOR D EL HOMBR E
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H E R MAN A P I E D RA
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D E B RT U LOS Y M E MORIAS
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QU MS QUISIR AMOS
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S I E M P R E H AB R U N H OM B RE
De todos modos
siempre habr un hombre que regale sus huesos,
que entierre sus lgrimas en su sangre ms honda,
y habr un cielo, una tarde, un perro,
y habr una calle para salvar la vida,
ms parecida a los dioses que a los hombres mismos.
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CANCIN PAR A
D ESP ERTAR A UN ESCLAVO
A veces nos ponemos a pensar en los poderosos y tenemos
miedo.
Tenemos miedo de los poderosos porque son poderosos,
pero si nos preguntramos por qu son poderosos nos
reiramos a carcajadas.
Quiz nos iramos al circo o alguna otra parte para divertirnos,
nos despreocuparamos de la vejez,
de los sapos de la noche,
del rincn de estar en las casas de seoritas mayores,
de los anarquistas que andan con sus antiguas bombas en los
bolsillos
y nos preocuparamos o nos seguiramos preocupando
por los jergones mugrientos y por las guerras,
por el pedazo de pan solo, por las amapolas,
por la primera mujer que nos quiso a los quince aos,
por la ltima mujer que nos quiere ahora,
y nos dedicaramos a demoler poderosos,
a desgastar poderosos con una hojita de afeitar usada,
a dejarlos sin orillas,
sin besamanos,
a colocarlos de cara a las palomas de la plaza,
y luego
no habra ms que dejarlos caer suavemente sobre cualquier
maana
para
que desaparezcan
entre un ruido de ventanas y de pjaros.
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UN O AP RE N D E TA RD E A VER
L AS C I G A RRAS
Uno aprende tarde a ver las cigarras en los rboles,
aprende a verlas cuando
ya no puede subir para agarrarlas
y hacerlas cantar, apretndoles la barriga,
cuando ya los capataces nos saben de memoria
todas nuestras artimaas,
o los de arriba nos mandan cada vez ms abajo,
nos quedamos tontos de tanto pisar oficinas,
o fbricas,
y nos hacen creer que los melocotones son piedras preciosas,
que los patrones estn flacos por nosotros,
y que los bancos de las plazas los puso algn dios bueno
para
que
dejemos caer en ellos nuestros huesos viejos,
y para que de vez en cuando
se nos acerque una mariposa moribunda y nos diga:
Tu vida ha sido ms corta que la ma.
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Edicin de Una sangre para el da publicada en 1975 por Roberto Santoro. Ejemplar
nmero 28 de la coleccin de poetas populares La pluma y la palabra
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TO D OS E S P E RAM OS
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P ED IATR A
Zanahoria rallada,
manzana rallada,
muchas protenas,
muchas vitaminas,
mucha leche,
que no tome fro,
que duerma en una habitacin ventilada,
que las criaturas
durante el primer ao son muy delicadas. Ha entendido?
S, doctor, dijo la mujer,
mientras el doctor sala en cuatro patas de la cueva.
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UN T EC H O Y U N P E RRO
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H I STO RI A
Vamos, venimos,
nos encontramos con viejos amigos, todos tristes,
porque ya han pasado los buenos tiempos,
alguno nos pregunta por nuestra mujer, otro por nuestro perro,
y fingimos no estar tristes como ellos,
les hablamos de nuestras estancias, de nuestros grandes
almacenes,
les prometemos avisarles para darles la gerencia de alguna
cosa,
y cuando los dejamos
vamos a nuestra casa, derramamos una lgrima por ellos,
nos ponemos el traje de sirviente y el cartel de Jaime,
y nos vamos
con el esqueleto, bailando
a la gran Compaa Azucarera,
a recoger los pequeos terrones de azcar que quedan en el piso.
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C I N E MU D O
Y ENTONCES
Primero
tuve un lo con Gloria Swanson
cuando ella me miraba desde la pantalla y yo
desde la ltima silla de la platea,
luego fue con Mary Pickford, luego con Greta Garbo,
pero siempre me persigui la mala suerte con esas mujeres,
tal vez porque no era buen mozo,
tal vez porque no era el hijo de algn doctor o de algn escribano,
tal vez porque en ese tiempo todava llevaba pantalones cortos,
eran miradas van y miradas vienen, nada ms,
pero siempre a las muchachas se las llevaba otro,
hasta que un da me fui a ver a la bruja del pueblo
y ella me hizo tres cruces con la pata de un sapo,
me dio de beber una bebida amarga con gusto a cucarachas
y ratones,
y esa noche las tuve a las tres,
llamando desesperadas a la puerta de mi casa,
pero mi mam las ech
y me dijo que yo era muy mocoso para andar con mujeres.
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KU LUM B A
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D E TOD OS MOD OS
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Escritorio de Nelly
P O E MA PARA T U L L EG ADA
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ES E C I E LO TA N AZ U L
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D E TANTO ANDAR YA
NO TENGO NADA MO
De tanto andar ya no tengo nada mo.
Miro pjaros y tempestades con estos antiguos ojos ajenos.
Ni la sangre ni el aliento que me dura en el cuerpo es mo,
y mi sueo es el sueo del hombre que sufre all
en algn rincn del pan o del recuerdo.
De tanto andar ya soy todos los que andan.
He olvidado el temblor de mi mano en todos los temblores.
Se me cae a veces la soledad sobre alguna sombra, en la noche.
O sobre una muerte que se parece a mi muerte.
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SO L E DAD
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NECESIDAD D EL
TIGR E AGAZ APAD O
El universo,
esa burbuja
donde
el hombre reposa su misterio,
es la sombra
de un hermoso tigre agazapado.
Quiz
no lo sea, exactamente,
pero es lcito suponerlo as,
o necesario, a veces,
pues ello
ahuyenta
la soledad y la tristeza de la larga noche.
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I N FO R M E SO B RE L A L I BE RTAD
NECESIDAD
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Alguna vez,
solos,
olvidaremos todo lo cantado y aprendido,
para
reconocernos
en la
autntica
imagen
de lo que nunca hemos sido.
Si no ocurriera as, perderamos
la nocin de la distancia
que existe
hasta
la otra orilla.
Y siempre diramos: Buen da, seor,
le entrego a usted mi bandera.
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arropamos su carne,
le hacemos una cuna,
nos levantamos en la alta noche para ver si duerme.
Y comenzamos a preparar para l
un mundo mejor que el que encontramos nosotros.
(Somos los dueos de la luz.
Y no queremos que nuestros hijos se nos vayan envueltos en
banderas.
No queremos que corran bajo las balas,
ni que se disputen un pedazo de pan o un pedazo de tierra,
bajo la luz de este sol que nos alumbra a todos).
Nunca ms seremos,
quedar la planta sola, los perros solos,
una lgrima caer sobre el antiguo noviembre,
para qu nos sirve la palabra de amor que alguna vez dijimos?
Pero asimismo/continuamos
acercndonos, no tenemos miedo,
porque no es tan oscura la noche como nos cuentan los libros
y algo, cuando besamos la arena,
nos har sonrer como en otros tiempos.
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E L F I N D E N U E ST R A S C ENIZAS
Inventamos,
nos alejamos del bosque, de esas orillas
que nos regalan los ros para que soemos,
y de
la oscura
interpretacin de lo vivido.
No bailamos ya
para nuestro miedo en la mitad de la noche, y la
aventura
ya no es aventura, sino
clculo exacto,
velocidad
y profundos laboratorios. Pero,
a veces,
debemos
regresar. El amor nos llama, y adelante,
frente a la antigua razn de nuestros ojos,
siempre existe algo
que
con miedo o dolor buscamos: Dios,
o
el fin de nuestras cenizas.
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R ESCATE
Antiguos lobos,
debajo de letreros luminosos
o luciendo una orqudea en el baile de los lobos,
sonremos con
los mismos dientes que usamos
para
devorar a nuestros enemigos.
No obstante,
a veces
nos inclinamos
para tocar la cabeza de un nio,
levantamos una violeta destruda,
y la
sustancia
del alba, entonces,
penetra por
el filo de nuestras uas.
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C UAN D O N O H AY
U N P O E MA PARA H ACER
Cuando no hay un poema para hacer,
ni una mujer para decir,
ni un nombre para llorar,
uno se va por la primera calle del mundo que encuentra,
toca la pared de una vieja casa,
toca un rbol,
toca un chico,
toca un perro,
descuelga una flor de la nube ms alta,
gira alrededor de la soledad del hombre,
gira alrededor de las orugas,
de las hormigas,
de ese cansancio de los juanes a las siete de la tarde,
y luego regresa,
hace el poema,
dice una mujer,
llora un nombre en un costado de la mesa.
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ESFER A D E LA ROSA
Anteayer
ha nacido la rosa. Ha nacido
y ya camina el aire con su muerte.
A su lado,
casi tocndola,
todos los rboles y las nubes
caben en la noche.
Y estamos aqu,
esperando por ella,
hasta la terminacin de las sombras.
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MU E RT E D E L A F LOR
La flor
se muere
de soar su fruto.
La flor
se muere
debajo de la luna. Sus ptalos
igualan estrellas
mientras
duermen los pjaros.
La flor
se piensa en el roco,
y se muere aqu,
de amor,
al pie de las altas sombras.
Una sola
palabra
designa
llegar o irse definitivamente. Pero igual
la tierra
continuar llevando nuestro peso, an ntegro,
nuestra angustia,
y seguir
ese latir de pequeo reloj, de planeta,
de cosmos recndito y alegre, mostrando
una presencia pura: un grito,
un nadador,
un nio,
sobre
la nica rosa que obedece al vrtigo
hermosa y terrible
del seguro abismo.
Y an as
es innegable
la pluralidad del tiempo,
del dolor y la nada.
Sin embargo, remos,
levantamos la mano; queremos
apagar el fulgor de la noche,
el grano
de iluminado infinito,
y robamos
la moneda,
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SEMFORO 16
el pan,
las dulces mariposas de la entraa,
con el ltimo esfuerzo, sin vacilar,
inconclusos en el amor, todava,
y soberbios
hasta navegar las cenizas.
Y luego,
damos una vuelta,
saludamos
con la copa en alto.
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Nina: yo te regalara
un enano grun,
una lupa para mirar al enano,
un pachol para que vayas al diccionario
y un Ssifo patilludo con
la ltima piedra al hombro, listo
para dejarla caer
sobre
tus dioses
de mazapn y sombra de chocolate.
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Ven.
Vamos a enterrarlos
en una tumba de fusiles y de palomas.
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H OMB RE CO N MU E RT E
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H AY U N H O MB RE
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CHILE EN SANGR E
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PA RA H AC E R U N P O E M A
Si tienes una sartn en casa, una sartn muy vieja, por supuesto,
si tienes el retrato de una muchacha que te mira desde 1945,
o desde despus, o desde antes, y si tienes tambin una calle
por donde pasan chicos sucios, vagabundos melanclicos y por
donde pasa siempre un lechero silbando, ests en condiciones
de hacer un poema, si quieres, no quiz el ms hermoso que
se haya escrito, pero podrs decir, por ejemplo:
Cuando se colgaban a nuestros muertos de los lunes,
cuando crecan caballos, estatuas y gendarmes,
cuando se agrietaban granujas de calle y barrio en las esquinas
de los trenes,
cuando los hijos de perra nos mataban al Che y al Inti Peredo,
cuando nadie, amor, te dijo
volvers a encontrarlo en el secreto de los pjaros,
ya estbamos cruzando lobos, inventando panes y colmenas,
inventando revoluciones, levantando
fosos y flores de tus pasos,
volviendo de un amanecer hacia la noche,
volviendo de la noche hacia una sangre.
de a uno,
de a cien,
de a quinientos,
y seguirn naciendo, siempre, y muriendo y volviendo a nacer
hasta que florezcan todas las sangres y las muertes,
todas las hambres,
todos los harapos,
todos los pobres,
todos los puos y los pechos americanos.
No es gran cosa, ya ves; no obstante, despus podrs salir a la
noche, mirar de frente a los espritus malficos, que siempre
rondan por ah, y comerte todas las estrellas, una a una, silenciosamente, bajo la sonrisa aprobadora de tus perros, que son
tambin comedores de estrellas.
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D EJAR LA CRUZ EN
UN R INCN D EL BOSQUE
Estoy vaco,
slo me quedan las tripas para gruir,
las uas para arrastrar las estatuas lejos de sus barbas y
sus caballos,
y una herida
confiada en mi juventud para salvarse,
pero no me desanimo,
salgo a mirar la esquina de las calandrias, de la retama,
del sauce,
salgo para ver si las violetas ya se han metido en la nariz de
mis perros,
digo para m viva yo aunque yo perezca,
y no me importa que los vecinos me vean con la ropa de mis
antepasados,
que mi mujer sonra por octava vez en esta tarde,
o que en el mundo no quede una sola luz para ennoblecer
mis bigotes.
De todos modos,
ya nunca ms ser lo que fui ayer, lo que soy ahora;
la diferencia puede verse
en el dibujo de las venas cuando las extiendo por las maanas
vacas,
y en este mar cada vez ms angosto que existe
entre mi corazn y la choza de la esquina.
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YO, EL GATO
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E N T RE G LO R I A Y L AU R EL ES
R AZ N
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AM O R
EL P ER RO Y YO
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CA M I N O D E T I G R ES
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LA V I DA N O S E CO N STRU YE
CO M O U N A CA SA
Uno se va a morir sin un perico en el alma,
sin siquiera un payaso a medioda,
sin siquiera un fantasma alegre y borracho
para jugar a las cartas. Eso es lo triste,
aunque lo triste tambin sea necesario para vivir,
para sacarse alguna vez las zapatillas y tirarlas al medio de la calle,
nada ms que
para no or
ese tintineo de campanas, esos festejos donde se ahogan
pjaros,
donde se ahogan algunos recuerdos, algunos amigos,
alguna mujer que cierta vez se nos acerc demasiado
y despus
llor para siempre, o tantos
ladridos de perros en la noche.
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P OD R A EL MUND O
HABER SID O SLO ESO
Podra el mundo haber sido slo eso,
una tarde, una lluvia, tu pelo mojado,
algn beso
o un poema tristemente olvidado.
Pero haba un cielo, tambin, all lejos,
con otra tarde de pjaros y azules,
llena de tus manos rozando soledades y recuerdos,
llena de tu sangre de amor para mi sangre.
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S U P E R P RO D U CC I N
LA LEY
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E N T E R R A R L A S C E N IZAS
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F ragmentos de
una bsqueda
Extractos de cartas de Nelly Dorronzoro a Osvaldo Cald
1979 - 1996
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No puedo escribir, las palabras no sirven, no sirven para
nada. Miro las fotos del ao pasado, recuerdo aquellos das
felices y pienso que es muy alto el precio que hemos pagado por aquellas horas de estar juntos, rernos y pensar
(yo lo pens) que la vida nos compensaba de tanto dolor.
No puedo seguir escribiendo. Me siento muy extenuada,
pero tena que decirles esto, en forma incoherente. Estoy
muy aturdida por el dolor. Mi corazn ha quedado vaco
y aqu, sin embargo, estn todos, en esta casa de ausentes, hay ahora otro ausente. Slo puedo mandarles mis
lgrimas. [1989]
* * *
Qu lindo debe ser todo. Tener familia, amigos con los que
se puede hablar claramente. Cuando yo abro la boca aqu,
siempre hay quien me dice que soy agresiva. Entonces pongo violn en bolsa y ya no hablo ms, de nada, porque nada
me interesa de lo que ocurre a mi alrededor. Y todo va por
dentro, lgrimas y dolor y esta sombra que me acompaa
y nunca me abandona. [1979]
* * *
* * *
Estoy muy triste y abatida por todas las cosas que ocurren
en este pas, sin luz ni remordimientos. Ahora caminamos
por las calles sabiendo que los genocidas quedaron libres
de culpa y cargo y tambin ellos gozan de la libertad (no
s hasta cundo nos durar a nosotros, los civiles) [...]
Creo que volveremos al tiempo de la infamia y del exilio
interior. A quin puedo hablarle de lo que me pasa? La
gente est en otra cosa y le fastidia conversar estos temas.
Estoy ahogada de dolor y estoy llorando por esta pena
inconsolable. [1987]
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Ves, todo es as en mi vida, impreciso, difuso, inseguro. Estoy
sin brjula, navego a la deriva (parece cursi la imagen,
pero expresa justo mi realidad). [1979]
* * *
Yo no pierdo las esperanzas de que Dardo est vivo, no s,
hay das en que me siento desolada y pienso que todo lo
que hago es intil, pero otros das en cambio siento unas
fuerzas que me brotan de muy adentro y me dicen que
Dardo va a volver. [1979]
* * *
Entonces toco el escritorio de Dardo, miro sus fotos, leo
sus versos, abro los cajones, miro todas esas chucheras que
guardaba en ellos, sus cigarros, su pipa, los libros, sus cartas
y todo todo es una vuelta al pasado que jams podr sacar
de mi memoria y de mi corazn. [1979]
* * *
Me alegro que los que estn afuera tengan valor para pensar
en los que no estn. [1979]
* * *
Me imagino que todo les parecer un sueo o una pesadilla
de la que finalmente despertaron y ahora pueden hablar,
rerse, reunirse con amigos y andar libremente, qu lindo
me parece todo eso, qu natural y digno del ser humano.
Yo perd todo eso que parece tan simple y slo me queda
recordar lo que fue y ya nunca ms ser. Yo s que no me
voy a mover de esta casa, que no voy a ir a ninguna parte,
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D E SO L AD O O F I C I O
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Nelly Dorronzoro
1998
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Eplogo
Osvaldo Cald
2016
200
201
202
203
206
207
209
Comunicado del Comando Nacionalista Jordan Bruno Genta pegado en las paredes de Lujn
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Nelly Dorronzoro
Nelly
Nelly, Jos Luis, Teresa Ramonet, El Oso Domato, Dardo, Osvaldo y Ral Blanco
ND ICE
PRLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Poem as
I. VIERNES 25
DE ESTE LADO, SOLAMENTE HOMBRES
Todas las maanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cancin para mi sangre libre . . . . . . . . . . . . . . . .
Mientras me matan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Solos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Soy un hombre solo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Yo quiero una mquina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los buenos tiempos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Algo sobre m mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De este lado, solamente hombres . . . . . . . . . . . . . .
A un vagabundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los amigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los amigos en invierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mi corazn no es . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
No comprendo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cuando duelen los huesos . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los 18 whiskys de tu muerte, Dylan Thomas . . . . . . . .
Para O.C. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El hombre libre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l y yo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vamos a ver . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La sptima raza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Semforo 17. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Soledad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Necesidad del tigre agazapado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Informe sobre la libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Necesidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Somos los dueos de la luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nunca ms seremos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El fin de nuestras cenizas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rescate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cuando no hay un poema para hacer . . . . . . . . . . . . . . . .
Esfera de la rosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Muerte de la flor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Una sola vez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Semforo 16 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ellos, los que van a morir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hombre con muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hay un hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Chile en sangre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los conquistadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Para hacer un poema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Este mar cada vez es ms angosto . . . . . . . . . . . . . . . . .
Dejar la cruz en un rincn del bosque . . . . . . . . . . . . . . .
Yo, el gato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Poema a Severino di Giovanni . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Entre gloria y laureles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Razn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El perro y yo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Camino de tigres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La vida no se construye como una casa . . . . . . . . . . . . . . .
Podra el mundo haber sido slo eso . . . . . . . . . . . . . . . . .
Superproduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Enterrar las cenizas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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F ragm en t os de u n a b s qu eda
Extractos de cartas de Nelly Dorronzoro a Osvaldo Cald . . . . . . . . . 171
Desolado oficio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
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ARCHIVO FOTOGRFICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
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