ESTUDIO 3 Literatura y Movimientos Sociales en El Salvador Ricardo Roque Baldovinos
ESTUDIO 3 Literatura y Movimientos Sociales en El Salvador Ricardo Roque Baldovinos
ESTUDIO 3 Literatura y Movimientos Sociales en El Salvador Ricardo Roque Baldovinos
ESTUDIO 3
Literatura y Movimientos Sociales
en El Salvador
Ricardo Roque Baldovinos
Personal Directivo
Profesor Salvador Snchez Ceren
Vicepresidente de la Repblica y Ministro de Educacin Ad Honoren
Dra. Erlinda Hndal Vega
Viceministra de Ciencia y Tecnologa
Ing. Eduardo Badia
Viceministro de Educacin
PRESENTACIN
El presente estudio: Literatura y Movimientos Sociales en El Salvador, realizado por
encargo del Centro nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (CENICSH),
Ricardo Roque Valdovinos, doctor en literatura, forma parte de la memoria de estudios del ao
2010 del CENICSH.
La memoria 2010 es una compilacin de los trabajos acadmicos y constituye una aportacin
al conocimiento de la realidad salvadorea, en su complejo proceso social, cultural, econmica
y poltica. Reune varias temticas de trabajos acadmicos y profesionales, que se generan como
articulos cientficos, cuadernos de trabajo y estudios.
Estos productos forman parte de una iniciativa del gobierno a fin de concretar una poltica
de investigacin cientfica a cargo del ministerio de educacin por medio del viceministerio de
ciencia y tecnologa. Ofrece a la comunidad acadmica estudios e investigaciones propias como
obras de consulta para clarificar y sustentar criterios con apoyo cientfico.
Abordada desde la perspectiva del descubridor del saber frente al sujeto social y su entorno
existencias y a los desafios del propio futuro, considera que la educacin es el componente de la
inspiracin nacional: la liberacin por medio de la cultura y la ciencia. El CENICSH, al elaborar,
publicar y difundir para su examen critico estos trabajos, cumple con objetivos del ministerio de
educacin, promover la cultura y el saber al pueblo de el salvador, origen y fin del estado segn
nuestra constitucin.
Este estudio de Ricardo Roque Valdovinos, es un resultado logrado y pretende ser un
documento de soporte en las investigaciones sobre ciencias sociales, que ha quedado plasmado
junto con otros trabajos acadmicos en la memoria de estudios 2010. Se publica por separado dada
la importancia e inters del cual ha sido objeto as como para cumplir con el propsito de enfocar
una de las temticas abordadas y prioritarias dentro de la agenda de investigacin del CENICSH.
Por la cultura,
Dra. Erlinda Hndal Vega
Viceministra de Ciencia y Tecnologa
Ministerio de Educacin de El Salvador
MINED
CONTENIDO
I.
ARTCULOS CIENTFICOS
Artculo cientfico 1: La formacin de recursos humanos en educacin para promover una
cultura poltica democrtica.
Investigador: Godofredo Aguilllon. Economista. (pgs. 9-16)
Artculo Cientfico 2: El problema de la violencia entre estudiantes de institutos de
educacin pblica
Investigador: Ricardo Argueta Hernndez. Historiador. (pgs. 17-26)
II.
CUADERNOS DE TRABAJO
Cuaderno 1: Cultura, Educacin e integracin social en El salvador.
Investigador: Luis Antonio Gonzlez. Filsofo. (pgs. 29-51)
Cuaderno 2: Educacin y formacin de democracia, sociedad y gobernabilidad.
Investigadora: Aida Ruth Rodrguez Macal. Sociloga. (pgs. 53-100)
Cuaderno 3: Polticas pblicas en Educacin para la formacin del estado de derecho,
principales actores polticos y sociales.
Investigador: Ricardo Ribera. Filsofo. (pgs. 101-151)
III.
ESTUDIOS
Estudio 1: Niez Excluida sin Hogar.
Investigador: Luis Sdney Castro Escobar. Experto en monitoreo y evaluacin (pgs.153219)
Estudio 2: Anlisis Comparativo del Discurso Sobre Poltica Educativa en centro Amrica:
alcances y limitaciones prcticas.
Investigadora: ngela Aurora. Comunicadora (pgs. 221-269)
Estudio 3: LITERATURA Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL SALVADOR
Investigador: RICARDO ROQUE BALDOVINOS. LITERATO. (PGS. 271-298)
Estudio 4: El papel del Estado de Derecho en la formulacin de polticas educativa de las
instituciones armadas en El Salvador (pgs. 299-351)
Investigadores: Emilio Daz Montenegro, Socilogo; Patricia Lpez Ortiz, Jurista; Julio
Palacios Torres, Politlogo.
ESTUDIO 3
Literatura y Movimientos Sociales en El Salvador
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
ESTUDIO 3
CENTRO DE INVESTIGACIN EN CIENCIAS SOCIALES
Y HUMANIDADES
VICE-MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGA
MINISTERIO DE EDUCACIN
INFORME FINAL
INVESTIGACIN
LITERATURA Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL SALVADOR
DR. RICARDO ROQUE BALDOVINOS
21 DE DICIEMBRE 2010
Este proyecto encuentra un asidero terico en las propuestas de Jacques Rancire sobre la vinculacin entre esttica y poltica. Las
ideas de este pensador francs han tenido un
impacto muy importante en los ltimos aos
en posibilitar un terreno de encuentro entre el
pensamiento filosfico, las ciencias sociales y
la reflexin sobre el arte, por la novedad de su
concepcin de la poltica y la sociedad, y la relevancia que all concede al arte.
La propuesta de Rancire deriva de la
teora francesa de las ltimas dcadas por la
centralidad que confiere a la dimensin sensible. Christian Ruby seala que su aporte se
enfrenta a la tradicin filosfica dominante
que excluye la dimensin sensible es decir el
Ruby destaca que, para Rancire, lo sensible no remite a los sentimientos, sino que se
convierte en un trmino encargado de describir
el mundo inmanente sobre el que se organiza
la dominacin social y poltica. Lo sensible de8
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
relacin a las formas ordinarias de la experiencia sensible que Rancire denomina dis-enso
(The paradoxes 139).
Es evidente que la propuesta de Rancire
entra en choque con mucho del pensamiento
que anima los debates contemporneos sobre
las implicaciones sociales del arte. En este sentido, Rancire ha sostenido una encendida polmica con Pierre Bourdieu y sus no-ciones del
arte como ocultacin de lo social y como fuente
de capital simblico que asegura a los grupos
dominantes naturalizar su posicin de supremaca (Malaise 9-26). Sin negar que la actividad
artstica est preada de connotaciones ideolgicas y se d en terrenos polticamente cargados, el planteamiento de Bourdieu resulta para
Rancire demasiado reductivo y comprometido
con una visin demasiado centrada en la reproduccin que tiende a fijar las identidades sociales y a dificultar la comprensin de la fluidez y
creatividad en la accin humana y, por lo tanto,
de aquellas agencias sociales que desestabilizan las identidades y las coordenadas sensibles.
Podramos decir cuando menos que el arte es
una esfera mucho ms ambivalente de lo que
supone Bourdieu y, por lo tanto, ms que ser la
esfera privilegiada de la supremaca burguesa
puede conver-tirse en un espacio cuya apropiacin puede ser objeto de disputa.
De esta manera, en el planteamiento de
Rancire, esttica y poltica aparecen ntimamente imbrincadas. La poltica no es slo el ejercio o la disputa del poder, sino la confi-guracin
de un espacio especfico, la circunscripcin de
una esfera particular de expe-riencia, de objetos planteados como comunes y que responden
a una decisin comn, de sujetos capaces de
designar a esos objetos y de argumentar sobre
ellos (Sobre polticas 18). Es decir, la poltica
implica para Rancire una dimensin esttica,
o para usar sus propios trminos, un reparto de
lo sensible, es decir, una distribucin de lugares
y identidades, de espacios y de tiempos, de lo
visible y de lo invisible, de los sujetos ca-paces
de expresar mensajes con sentido y propsito. A
esta dimensin es a lo que Ran-cire denomina
la esttica de la poltica (El reparto 9-19; Sobre
polticas 13-36; Ruby 67-72).
Paralelamente, Rancire concibe una
poltica de la esttica. Desde la mordernidad,
el Arte en singular (y no ya el sistema de las
Bellas Artes de la concepcin clsica) se constituye como esfera de experiencia especializada y autnoma con una funcin pro-piamente
poltica, la cual no consiste, por cierto, ni en la
transmisin de contenidos ide-olgicos ni en la
representacin de estructuras, conflictos o identidades (El reparto 20-36; Politique 11-40). La
poltica de la esttica radica en establecer nuevos tipos tiempo y de espacio, para el despliegue de nuevos tipos de sujetos. Lo propio del
arte sera en-tonces efectuar una distribucin
nueva del espacio material y simblico, una
nueva for-ma de ocupar un lugar en el que se
redistribuyen las relaciones entre los cuerpos,
las imgenes y los tiempos (El reparto 9-19).
Instituye, en resumen, una incertidumbre con
La propuesta de Rancire permite comprender que lo que se juega de la poltica en el
terreno del arte es algo ms que mistificaciones. Para Rancire, la literatura desempea un
papel protagnico en la constitucin de lo que
denomina el rgimen esttico en la modernidad. A diferencia de planteamientos como los
de Walter Mignolo o Angel Ra-ma que ven en
la escritura alfabtica y la imprenta la marca del
eurocentrismo y de la dominacin de una lite
letrada sobre la oralidad como voz genuina de
los grupos subal-ternos, Rancire propone otra
valoracin del significado histrico de la letra
impresa. La institucin literaria aparece aqu
9
La importancia que el espacio del arte ha
tenido en el proceso poltico salvadoreo puede
comenzarse a constatar ya a nivel puramente
La literatura as vista, como ese espacio anecdtico, si consideramos los numerosos lde enunciacin nuevo, democrtico, annimo deres y activistas de la izquierda revolucionaria
independiente de las jerarquas tradicionales que en algn momento estuvieron vinculados a
de poder, pero tambin de las nuevas jerarquas grupos de vanguardia artstica, especialmente
instituidas por el saber cientfico moderno, se potica. A parte del caso emblemtico de Rovuelve crucial para entender la reconfiguracin que Dalton, podemos citar tambin los de Jos
social de las coordenadas sensibles que hace Mara Cuellar, Rigoberto Gngora, Eduardo
posible el surgimiento de una actividad poltica Sancho o Alfonso Hernndez, por mencionar
democrtica como la de los movimientos socia- algunos.
les. Precisamente, en el planteamiento de Rancire la poltica [la politique] es mucho ms que
Es un hecho reconocido que en sociela administracin racional del conflicto dentro dades donde las libertades polticas han estado
de un orden social, a la que denomina, no sin restringidas, donde la censura y la represin
irona, polica [la police]. La poltica siempre han dificultado cuando no imposibilitado la
representa un exceso con respecto a todo orden existencia de una esfera pblica, el espacio de
social instituido, aun cuando este pretenda re- enunciacin de la literatura y, especialmente, de
girse bajo normas racionales. La poltica para la poesa, han sido tolerados como uno de los
Rancire es radicalmente democrtica por cuan- pocos mbitos de libertad plena. En esto sento siempre significa un reclamo de igualdad de tido, el origen potico de muchos revolucionalos sin parte, de los dejados fuera del conteo. rios resulta bastante lgico. Sin embargo, esta
La poltica supone as una ruptura drstica con investigacin pretende ir ms all de compren10
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
der la poltica de la poesa como coartada o camouflage para la poltica. Trataremos entonces
de comprender una poltica de la poesa con una
misin propia, como un modo de praxis que
afecta la institucin social del lenguaje. La poesa entonces opera disensos, nuevos repartos de
lo sensible, es decir nuevas formas de identidad,
tanto personal como colectiva, nuevos cursos
posibles de accin. Si lo propio de la poltica
en su dimensin esttica es la produccin de
nuevos nosotros, de nuevos sujetos colectivos, lo propio de la literatura ser la produccin
de nuevas instancias de enunciacin, es decir
nuevos yo, de nuevos aqu y ahora que
permiten establecer nuevas conexiones entre lo
pensable, lo decible y lo visible y formular nuevas intuiciones de un colectivo futuro, es decir
de comunidades estticas.
Por estas razones, es posible comprender la literatura en su interaccin con la
poltica democrtica, especialmente con el
movimiento social estudiantil, donde la actividad artstica parece tener una vitalidad notable. No debemos olvidar que, en el proceso
revolucionario salvadoreo, el movimiento
estudiantil tiene un lugar central. Esto obedece a caractersticas muy propias de nuestra
formacin social an insuficientemente estudiadas por la dependencia de los enfoques
crticos de una comprensin dogmtica y reduccionista de la lucha de clases. Tampoco se
ha estudiado lo suficiente la coincidencia del
movimiento estudiantil nacional con un movimiento estudiantil y juvenil a nivel mundial
que tiene su punto lgido en los movimientos
de 1968 en Pars, Estados Unidos y Mxico. En ese sentido, podramos arriesgarnos
a afirmar que el movimiento revolucionario
salvadoreo de la dcada de 1970 tiene un
componente claramente juvenil y que dentro de este movimiento juvenil expresiones
como la literatura juegan un papel destacado
como operadores en la forja de nuevas sensibilidades y nuevas subjetividades.
Dentro de la actividad literaria, resalta la poesa especialmente aquella vinculada a
grupos o colectivos poticos. Debemos recordar
que la precariedad de la industria editorial del
pas dificult mucho la consolidacin de la narrativa o la dramaturgia, pero permiti la existencia de una slida tradicin potica, mucho
ms capaz de subsistir y reproducirse a contrapelo de las lgicas sociales determinantes, que
viene a ser la vertiente ms activa, innovadora y
prolfica de nuestra tradicin literaria.
Dentro de los estudios literarios contemporneos, se detecta un cierto descuido de
la poesa quiz por la coincidencia histrica
entre el auge de los paradigmas cientficos de
la literatura y la eclosin de la novelstica en
Amrica Latina. Los crticos hemos pecado de
una imperdonable negligencia hacia la vertiente
ms caudalosa de nuestra produccin literaria.
Aparte del volumen y la calidad, la produccin
potica lrica tiene otra dimensin que la vuelve
promisoria para comprender estos procesos de
cambios. Es una dimensin, si se quiere paradjica, porque aun cuando la lrica es el vehculo
de exploracin y expresin de las dimensiones
ms ntimas de la subjetividad, en el perodo
que nos interesa, su produccin y difusin aparece con llamativa frecuencia unida a sujetos
colectivos. Estos son los llamados grupos poticos, que no son una creacin retroactiva de la
crtica, sino grupos que se autodenominan y se
reconocen, a menudo, como expresin de una
subjetividad que excede al creador individual.
En estos grupos poticos pueden verse entonces
en operacin comunidades estticas que prefiguran comunidades polticas.
Para comprender mejor la fragua de
comunidades poticas como anticipaciones de
comunidades polticas, pretendo estudiar la reconfiguracin de lo sensible desde la actividad
literaria en dos momentos. En primer lugar, trato de establecer un perfil de los sujetos poticos.
Es decir de los intelectuales productores de dis-
11
curso potico. Para esto me he basado, principalmente en los relatos de los propios sujetos
sobre su itinerario personal y artstico, si bien se
presta un especial nfasis en su ingreso al mundo potico y las modos de experiencia y accin
que supuso su ingreso a dicho universo. Esos
relatos los he reconstruido a partir de escritos
autobiogrficos o, en su mayor parte, de entrevistas realizadas a algunos escritores partcipes
de distintos movimientos poticos con alcance
poltico entre las dcadas de 1950 y 1980.
Existe una abundante literatura cientfico social que explora las diversas determinantes
de este proceso. All queda dibujada una sociedad perifrica con una economa depen-diente
donde amplias mayoras son excluidas del beneficio del producto social. Destaca el monopolio del poder por grupos minoritarios que no
vacilan en el empleo del terro-rismo de estado
para conservar sus privilegios. Pero tambin se
articula un movimiento popular bastante complejo y de una sorprendente tenacidad.
En un segundo momento, intento caracterizar el discurso potico que producen,
sobre todo en lo relativo a delinear nuevas
formas de subjetividad y comunidad, es decir
en las relaciones novedosas que establecen
entre lo pensable, lo decible y lo visible. Asimismo, presto atencin a las forma maneras
propias de reciclar e integrar las tradiciones
poticas con que dialogan. Este momento de
la investigacin ha supuesto no slo la lectura de la produccin potica representativa,
sino tambin el examen de materiales que enmarcan los marcos de significacin e interpretacin de esas actividades poticas, como
es el caso de manifiestos, intervenciones crticas o revistas.
El contorno socio-cultural de este proceso de contestacin social queda todava por estudiar. Esto implica dar cuenta de la formacin
de nuevos sujetos polticos capaces de retar al
poder oligrquico y dictatorial aun en condiciones de inhumana represin. Para este propsito,
resultan insuficientes los paradigmas tradicionales centrados en la lucha de clases y, dentro
de esta, en el protagonismo obrero-proletario.
Es de notar que en el proceso revolucionario
salvadoreo existen tres movimientos cuya
participacin es igual, sino mayor, al del sector
obrero. Estos son los movimientos campesino,
magiste-rial y estudiantil. La participacin del
sector campesino es tan visible y determinante
sobre todo en la constitucin del movimiento
guerrillero que ya hay bastantes estudios que
le dedican atencin. Sin embargo, en lo que respecto a los otros dos movimientos quedan an
ampliar zonas por explorar.
Primera parte
Los poetas
En este primer momento de la investigacin interesa especialmente caracterizar los
sujetos productores de poesa y los contextos
socioculturales en que la producen. Contrario
a lo que se puede extraer de ciertas propuestas
histrico-literarias predominantes no vemos a
la poesa como una actividad que se eleva de
la mundanidad a una morada ideal e inaccesible, sino una praxis sociocultural, producida por
personas de concretas inmersas en el devenir
social de su tiempo.
El descuido del movimiento estudiantil
se entiende adems por la interferencia de otros
dos conceptos heredados de la tradicin marxista. Me refiero a los de vanguardia polti-ca, en
la tradicin leninista, y de intelectual orgnico,
en la tradicin gramsciana. En ambos casos, los
lderes revolucionarios estudiantiles son vistos
como parte de la dra-maturgia de emergencia
del sujeto revolucionario que inevitablemente
culmina en la negacin de la extraccin burguesa o pequeo burguesa de los estudiantes politizados para que se pueda dar la nueva sntesis
12
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
del proletariado. En pocas, palabras el fin de intelectual de vanguardias o del intelectual orgnico ha sido pues la de abjurar de su origen ambiguo y superarse en un proletario cientfico.
Por esta razn, con frecuencia se ha desdeado
la situacin del estudiantado y se ha renunciado
a considerarlo como un actor social cuya identidad e intereses se definen fuera de la matriz
tradicional de clases.
Estas operaciones ponen en evidencia la
pesada deuda hegeliana del pensamiento marxista y sus dificultades para comprender los intrincados procesos de cambio cultural que hay
en la formacin de las subjetividades polticas,
las cuales lejos de ser emana-ciones de una condicin de clase predeterminada implican una
compleja dialctica de identificacin y desidentificacin, donde operan demarcaciones sensibles que hacen posible estos flujos y virajes.
Para romper con las inercias arriba expuestas y comprender la especificidad del movimiento estudiantil en la historia de nuestro pas,
puede resultar til prestar atencin al terreno de
las operaciones de demarcacin de lo sensible
donde se ubican muchos de los conflictos donde aparece. En otras palabras, el mbito cultural
puede resultar un terreno interesante de observacin por cuando se convierte en un escenario donde se evidencian las contradicciones del
proceso de modernizacin autoritaria que vive
el pas hacia me-diados del siglo XX. La bsqueda de acelerar la modernizacin desde arriba
choca a menudo con la capacidad de ejercer un
control social que opere en consonancia con los
intereses de los grupos de poder. Esto es especialmente crtico en los procesos de edu-cacin,
como intento de forjar las subjetividades del
estado nacional. Este es un proceso concebido
desde los intereses de los grupos de poder pero
que dista de ser monoltico. Todo lo contrario,
aqu podemos ver precisamente la tensin entre polica y poltica de la que hablaba Rancire.
Entre el intento de controlar racionalmente la
13
En la medida que el nuevo proyecto autoritario se ve obligado a abrir la educacin a
sectores sociales hasta entonces excluidos del
mundo de la Cultura, los espacios de contestacin se multiplican. No slo al interior de la
Universidad Nacional sino tambin un peldao
ms abajo, en el cada vez ms numeroso sector
magisterial. Ello se ve cla-ramente en la huelga
de ANDES, la cual anuncia el final de estos aos
de euforia mo-dernizadora y relativa calma poltica. La ampliacin del sistema educativo ha
supuesto el reclutamiento de un amplio contingente de jvenes en su mayora de extraccin
popu-lar. Y, a travs de la profesin magisterial
se ha incorporado al mundo de la escritura y el
saber a estos sectores sociales, los que pronto
demuestran pronto que no se resignan a ser caja
de resonancia del poder benefactor sino que tienen voz propia y pueden llegar a ser claves para
articular un discurso de contestacin. Como veremos ms adelante, la literatura y, en particular, la poesa jugarn un papel importante en ese
Para finales de la dcada de 1960 se el proceso de apropiacin de una posicin de
vive un efmera paz militarizada. El dictador enunciacin legtima de parte de estos sujetos
de turno, el General Fidel Snchez Hernndez de extraccin popular.
a la vez que ensaya una tmida apertura poltica emprende un ambicioso proceso de mo-
La literatura y la adopcin de la letra
dernizacin educativa y cultural liderado por como elemento estructurador de la cultura mosu Ministro de Educacin, el escritor Walter derna tiene connotaciones ambiguas. Por un
Bneke. Snchez Hernndez sigue la tradi-cin lado, puede verse como parte de las tecnologas
de los regmenes autoritarios modernizadores de incorporacin subjetiva de la modernidad y,
de buscar el surgimiento de una in-dustria lo- por lo tanto, como parte de un proceso global
cal y de ampliar un mercado de clase media que de colonizacin global, de lo que Anbal Quijapueda sostenerlo. Esto implica necesariamente no y Inmanuel Wallerstein denominan el sisteun mayor rol de estado en el mbito educativo ma mundo moderno-colonial. Por otra parte, en
y cultural. Pero esto no slo obedece a un cl- cuanto la literatura es el modo de implantacin
culo cnico. Tambin se participa de una cierta del rgimen esttico del arte, se convierte tameuforia moderniza-dora que tiende a minimizar bin un espacio de resistencia a este proceso.
la percepcin del empoderamiento de nuevas Por ello, la competencia literaria de los nuevos
franjas de la poblacin como un peligro para el sujetos tiene a su vez un carcter ambiguo, por
un lado, es la marca de la introyeccin de la dispoder dominante 1.
Un testimonio interesante de este espritu de euforia modernizante son los memorias de Waldo Chvez Velasco, Lo
que no cont sobre los presidentes militares.
14
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
15
comunidad juvenil, solidaria, ca-paz de incluir representantes ms lcidos del poder se habran
a los dbiles y de vivir en armona con la natu- dado cuenta que este proceso era imparable e
raleza.
intentaron co-optarlo por medios de los nuevos
espacios culturales y educativos que hemos
Este ejemplo trae a cuenta el cambio de mencionado arriba. Acaso operaban encegueciotra coordenada sensible que ser fundamental dos por la ingenua euforia de la modernizacin.
en este perodo: los modos de experiencia reli- Es difcil determinarlo a estas alturas, el caso
giosa, especialmente dentro de la iglesia catli- es que cuan-do las fuerzas ms intransigentes
ca. Esto ha sido estudiado con respecto al mo- intentaron detener los vientos de cambio, esto
vimiento campesino, pero no tanto con respecto ya era imposible.
al movimiento juvenil. Es importante considerarlo porque una buena parte de la educacin Los itinerarios
privada de la lite y las clases medias estaba
todava en manos de insti-tuciones religiosas.
Tratemos de profundizar ms en este
Si el papel de la religin luego de la larga dis- proceso y sigmosle la pista a algunos casos
puta con el estado a lo largo del siglo XIX haba especficos para poder delinear este mapa de requedado restringido a la esfera de la intimidad configuracin de lo sensible. Para poder establecomo dispen-sadora de consuelo y sentido de cer el perfil de los sujetos poticos hemos ledo
trascendencia a nivel personal, la doctrina so- algunos escritos autobiogrficos y conversado
cial de la iglesia vuelve a dar nfasis al sentido con algunos poetas sobre su trayectoria artstica
anti-capitalista y anti-autoritario del mensaje y en especial sobre los cambios en las coordecris-tiano, en el poder de la comunidad caris- nadas sensibles que hacen posible involucrarse
mtica del cristianismo primitivo. Eso es lo que en la poltica revolucionaria. Clave en la selechace posible, por ejemplo, que una narrativa cin de los materiales autobiogrficos ha sido
como la de Zeffirelli funcione y tenga im-pacto determi-nar la importancia que ocupan ciertos
a audiencias a lo largo del mundo. La vocacin sujetos colectivos de enunciacin, como los
de servicio a la comunidad, de responsabilidad crcu-los literarios en la poesa. Para comprobar
moral hacia la pobreza y, especialmente, la idea la importancia que tienen los grupos poticos en
de un pecado social como pecado original, ten- la literatura salvadorea de las ltimas dcadas,
drn un profundo impacto en generaciones de basta revisar algunos que intentan consignar los
jvenes que pasan por los colegios catlicos y principales desarrollos en la vida literaria de
los llevar a desidentificarse con su medio so- la segunda mitad del siglo XX (Vargas, Sorto).
cial y buscar la reconstruccin de la comunidad Estas agrupaciones son un sntoma de cierta
tendiendo lazos con otros grupos sociales 2.
voluntad de articular un sujeto de enunciacin
artstico colectivo que anticipa una comunidad
Es as como la nueva sensibilidad ju- esttica, es decir una comunidad poltica por
venil rompe la distribucin de lo sensible del venir.
con-senso autoritario impuesta por la disciplina
social dominante y que constitua la matriz que
Como parte de la investigacin, buscaoperaba en la formacin de subjetividades prin- mos conversar directamente con seis autores
cipalmente en los mbitos urbanos. Acaso los per-tenecientes a distintos de estos grupos poti-
Un caso muy emblemtico de este proceso es el de la joven guerrillera Eugenia, reconstruido por Claribel Alegra
y Darwin Fla-koll en No me agarran viva.
2
16
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
cos: Manlio Argueta, Luis Melgar Brizuela, David Hernndez, Joaqun Meza y Alvaro Daro
Lara. Asimismo, revisamos las memo-rias de
Eduardo Sancho, autor importante por cuanto
rene en su trayectoria biogrfica la doble calidad de poeta de vanguardia y de dirigente destacado del movimiento polti-co-militar. Tambin
revisamos algunos textos literarios que se construyen con elemen-tos autobiogrficos, como es
el caso de La novela El perro en la niebla de
Roger Lindo, en estos casos es importante tener
la precaucin que se trata de reelaboraciones
ficticias y no documentales.
El perfil social de estos productores de
poesa es heterogneo. Oscilan desde aquellos
salidos de hogares de clase media con un nivel
de cultura formal bastante alto (Sancho, Lara)
hasta quienes provienen de ambientes populares (Argueta, Hernndez). Es importante en este
sentido no caer en la tentacin de establecer una
relacin simple y directa entre actividad potica
y origen social de los autores. Pues en la actividad artstica que es claramente disensual operan
procesos de desidentificacin. Rancire recalca
esta dimensin en dos de sus trabajos, aquel dedicado a los intelectuales del mo-vimiento obrero francs del XIX, La noche de los proletarios,
donde resalta los esfuer-zos de los intelectuales
proletarios anteriores a la hegemona del marxismo por apro-piarse no slo del conocimiento
y la cultura burguesa, sino sobre todo, por hacer
suya la posicin de enunciacin del sujeto de
la cultura literaria, de su vocacin a la contempla-cin y al ocio reflexivo. En el breve ensayo
Breves viajes al pas del pueblo, por otra parte,
narra el viaje en direccin contraria, de los intelectuales hacia el lugar del pueblo. En ambos
casos, ms que reiterar coincidencias fciles de
origen y voz subraya preci-samente los procesos de desidentificacin como un paso importante para la emergencia de un sujeto de nuevo
tipo. La desidentificacin supone pues una serie
de operaciones de reparto de las coordenadas
sensibles, es decir de disenso.
Siguiendo este mapa de los autorrelatos
revisados hemos podido reconstruir dos itinerarios. En primer lugar sera, el viaje al pas del
pueblo, en el caso de los poetas de origen burgus o pequeo burgus. Esto implica al menos
dos momentos, en primero de ellos es la salida
del ethos del privilegio social, es decir el rechazo a la prosa de la vida clasemediera, al filistesmo y miseria moral de su sentido de normalidad.
Aqu el descubrimiento de la literatura juega un
papel muy importante como revelacin de la
promesa de sentido (la aventura, la riqueza de
los sentidos) frente a la degradacin del sentido
propio de la normalidad burguesa.
Un caso bastante claro de este proceso
es el proceso de descubrimiento de su vocacin
potica y revolucionaria que narra Eduardo
Sancho en sus memorias. El autor proviene de
un tpico hogar de clase media acomodada, su
padre es un mdico eminente. Estudia en el colegio Externado San Jos, institucin jesuita de
prestigio al que asisten los hijos de la burguesa
nacional. En las primeras pginas, reconstruye un ambiente social y cul-tural provinciano.
Describe la educacin religiosa, autoritaria, antes de la llegada a di-cha institucin educativa
de otra generacin de religiosos marcados por
la doctrina so-cial de la iglesia y la teologa de
la liberacin. Narra como se siente aplastado
por la frrea disciplina religiosa y el horizonte
mezquino de realizacin personal que le ofrece
su clase social.
En 1963 se da un cambio importante. Se forma un crculo literario en el colegio,
pro-movido por el Hermano Cardenal. [F]ue
la experiencia colectiva ms importante del ao
63-64 El crculo literario en el Externado serva para liberarse de la cultura in-existente; descubre que valemos pero no tenemos pas y que
no queremos el pas porque no tenemos sentido
de pertenencia (45). La literatura se convierte
en un antdoto contra el dogmatismo religioso:
El crculo literario es vital para las confesio-
17
nes sin restriccio-nes, amenazadas de penitencia, sentencia por el peligro de pecado, temor
al castigo de Dios, al fuego divino, a la mirada
del prefecto Gondra (ibid.). Pero tambin en
un cati-lizador que le permite descubrir nuevos
horizontes, procesar el mundo del saber con la
ampliacin de los estmulos de experiencia del
entorno de su adolescencia, sobrecarga-do de
estmulos libidinales de la cultura meditica.
La experiencia de la literatura en el crculo literario que describe Sancho implica una
conexin con la vida y la constitucin de un
nueva identidad que lo vincula a una nueva comunidad de compaeros y amigos que transita
de los espacios cerrados de la normali-dad burguesa al medio social heterogneo circundante.
Hay un pasaje clave dentro de las memorias
donde se describen las excursiones del crculo a
La Puerta del Diablo. All se manifiesta un nuevo reparto de lo sensible para el joven poetaactivista:
El grupo subi por la calle del parque
hasta esa ladera donde se vea el mar, rayas
blancas de olas, el techo de tejas de Panchimalco, su iglesia, as sacudan las clases abu-rridas
de Landarech, profesor de literatura con su libro
de texto (ibid.)
Este texto es revelador. El crculo literario se convierte en una atalaya que se eleva,
en un sentido a la vez literal y figurado, por encima del tedio y la mediocridad del filis-tesmo
de la cotidianidad de clase de media. A este
mundo pertence, por cierto, la litera-tura degrada por la lgica utilitaria, transformada en
saber bancario por el padre Landa-rech, autor
de libros de texto sobre literatura universal y
nacional en el Externado San Jos. La literatura reencantada por el crculo literario le ofrece al joven poeta una atala-ya desde donde se
contemplan dos paisajes: el mar, la apertura al
infinito, a nuevos horizontes; pero tambin los
techos de tejas de Panchimalco que le abren
18
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
de lectura o escritura, sino apropiarse de un terreno ajeno desde las demarcaciones de clase.
Quiz nadie narra este encuentra de forma tan
dramtica y con connotaciones casi msticas
como Manlio Argueta. Argueta era hijo de una
madre soltera que sostiene a su familia en condiciones de sobrevivencia precaria3. Esta mujer,
sin embargo, se distingue porque en algn momento tuvo acceso a la literatura, especialmente
en una modalidad muy cara en la sensibilidad
de comienzos del siglo XX: la poesa declamatoria. Es as como a travs de sus relatos orales
sobre esa riqueza secreta que atesora en su memoria abre a su hijo el apetito por la literatura,
esta aparece como un mundo luminoso que se
proyec-ta por encima de la privacin cotidiana
y abriga la promesa de redencin social. As se
despliega la aventura del nio que comienza a
hacer sus primeras lecturas no en una biblioteca
familiar, que no existe, ni en la escuela, a la que
todava no asiste, sino en los empaques de papel peridico de las comprar que su madre trae
del mercado. Su encuen-tro con la letra impresa
bajo estas condiciones opera una clara funcin
de disenso, de romper con el destino al trabajo
asalariado que se le ofrece su condicin popular. La curiosidad infantil reencanta as los deshechos de la palabra impresa que vienen como
doble subproducto de la sociedad mercantil.
El nuevo destino que se abre al nio
inspirado por la letra desechada supone, por
otra parte, ingresar y asumir la disciplina de la
escuela, el vago camino de progreso social trazado por una sociedad autoritaria y excluyente.
Pero su encuentro con la letra excede con mucho este itinerario y es precisamente all donde
la lectura literaria entra en juego. Esta lectura
no se compone, por cierto, de los clsicos de la
declamacin caros a su ma-dre o de los textos
Este ambiente familiar regentado por figuras femeninas, asediado por apremiantes estrecheces pero imbuido de estoicismo es recreado ficcionalmente en algunas de sus novelas como Milagro de la Paz o Siglo de O(g)ro. Sin embargo,
la mayor parte de la informacin que utilizamos a continuacin proviene de una entrevista que mantuve con el autor
para realizar la presente investiga-cin.
19
20
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
Como hemos sealado, la lrica reviste
una especial importancia en el rgimen esttico del arte. Lo que est en juego en la lrica
moderna es pues la constitucin de un lugar de
enunciacin desde el cual el sujeto annimo, disociado de una palabra identificada con la autoridad de un cierto rol social, pueda hablar hacia
una comunidad tambin annima de iguales. En
otras palabras, lo que est en juego en la lrica
es la fabricacin de la len-gua de la comunidad
futura y no, como se ha querido ver, una lengua
privada en la que una comunidad selecta se reconoce y distingue del vulgo. El aparente hermetismo de esta lrica experimental est marcado por la bsqueda de una lengua que resiste la
de-gradacin del lenguaje, la reificacin como
resultado de la mercantilizacin. Se trata as de
construir una lengua que pueda hablar el mundo
futuro, donde las barreras y jerarqu-as ha sido
barridas. Si esto lleva a la poesa por terrenos
ms esotricos, de lo que se trata es de preservar esa vocacin de verdad de lenguaje de su
instrumentalizacin por la propaganda poltica
y la industria de la cultura.
En El Salvador, existe una tradicin lrica
bastante consolidada desde el siglo XIX. Como
En la tradicin potica de la literatura se ha sealado en repetidas ocasiones, hubo
latinoamericana, la bsqueda de una comu- participacin activa cuando no protagnica de
nidad futura pasa la invencin de un epos, de ciertos autores salvadoreos, en la constitucin
un sujeto de enunciacin colectivo, una inter- del modernismo como es el caso de Francisco
subjetividad que permite trascender la crcel Gavidia, Vicente Acosta o Arturo Ambrogi. Sin
de la individualidad burguesa. Esta bsqueda embargo, hacia el siglo XX, lo que predomina
se manifiesta claramente en la obra de poetas es lo que Francisco Rodrguez Cascante denocomo Pablo Neruda. A lo largo de su extensa mina una poesa aurtica, es decir una concepproduccin lrica se puede trazar el itinerario cin del lugar de enunciacin potica como un
desde la angustia de la in-significancia y del lenguaje apartado al mximo de la cotidianidad
vaco existencial del yo en los poemas de ins- lingstica. Esto se manifiesta en un fuerte forpiracin surrealista de Residencia en la tierra, malismo y en una prctica identificacin de la
hasta el descubrimiento de un lugar de enuncia- lrica con formas muy estilizadas, especialmencin pico donde la voz del poeta se impregna te identificado con las formas ms exigentes de
22
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
23
24
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
La separata est presentada por el director de la revista y de la Editorial Universitaria,
Italo Lpez Vallecillos quien resalta la importancia de este grupo de poetas enfatizando [la]
gran responsabilidad: la de ser escritores en un
pas, atrasado, hostil en cierta for-ma al hombre
de ideas que es [la] lucha por la liberacin y
democratizacin nacio-nal (105) e influir en
el medio, transformar, cambiar las injustas estructuras del pas (106). En estas palabras de
presentacin, se afirma pues la vocacin extraliteraria de la praxis potica. La experiencia lrica
En conclusin, La pajara pinta opera entonces no est desligada de la transformacin
diversos disensos en su propuesta de cultu- de la sociedad, la utopa potica en este caso
ra lite-raria para El Salvador. En primer lugar, est directamente conectada a una utopa poluna revista que se propone como un ideal de tica.
cooperacin no slo entre artistas de distintas
generaciones y lenguajes artsticos. En segundo
En el Primer manifiesto los poetas firlugar, una redefinicin de lo potico donde sin mantes se ubican en un clima de angustia exisexcluirse del dilogo con la produccin litera- tencial pero afirman una tarea poltica que es la
ria universal ms exigente se busca desauratizar que le confiere el nombre al grupo. Pie-dra y
el espacio de expe-riencia potica, trayndolo siglo [s]imboliza este nombre la perenne an25
El cisne de vidrio es una clara alusin
Para luego afirmar su credo potico ci- irnica a la potica modernista, pero luego su
tando a Brecht El mundo de hoy no puede ser escenografa se complementa con Marilyn
descrito a los hombres de hoy, nicamente si les Monroe y la mariguana, dos elementos de la
es presentado como transformable (ibid.)
nueva sensibilidad y de la prosa del mundo a
los que Castro Rivas abre lugar en el espa-cio
Los manifiestos de Piedra y Siglo vistos de enunciacin potica.
en la tradicin iconoclasta de los manifiestos
de vanguardias poticas resulta sorprenden-
Esta redefinicin de la experiencia potemente moderado y comedido. Los poetas se tica y una denuncia de los tpicos de la potiarrogan una posicin intermedia entre la razn ca aurtica se encuentra en Mientras la noche
y el pasin. Enfatizan la poesa como trabajo, pasa de Ovidio Villafuerte:
que se abre la actividad colectiva y se conecta con la transformacin social. Pero tambin Qu quieren que diga? Que aqu los rboles
en el hecho de que la poesa es histrica y que tienen copas frondosas
no obedece a preceptivas trascendentales, sino de lucirnagas mientras la noche pasa.
que tiene que estar a tono que el palpitar de los Que el presidente Johnson va a pasar vacaciotiempos. Sin em-bargo, en sus creaciones po- nes en su rancho
ticas es donde encontramos una voluntad ms O que un poeta delira en coronar su verso en la
explcita de ruptura. Pasemos entonces a revisar asamblea.
las contribuciones poticas que aparecen en la Todo esto quieren que se diga,
26
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
campanillas:
seal que yo devolver cuando pase frente
Buenos das, doctor
a las arcadas de los templos.
Mi coronel, ordene
Aqu estoy.
Result que me escap por los tragaluces de las
Aqu me quedo escuchando y narrando
aulas,
Vuestras frusleras y maquinaciones: Japi verdi
que me sedujo el sabio temblor de los follajes
tu yu
y desde entonces mi sudor fue el mundo.
Avendia Melvin Jones
Colonia Escaln Wall Street.
Bella y cruel, dije, ser esta camisa
Aqu estoy con suficiente gas para mi lmpara,
Sobre su trquea el ritmo de anuncios fluores- cantando, meditando.
centes,
Para Amrica Latina
pildora buscando en una lgrima el rostro de los
que vive nuestra emocin,
nios,
con la voz del corazn
guitarras sacudiendo sus violentas caderas
canta Cuba campesina
y el hombre oyendo atnito el tam tam que All est l con su cara de cristo mirando el vueemerge de la selva
lo de las guilas,
con augurios funestos.
con su barba de crissto redimido golpeando a
Tomo mi alma y fotografo el largo metraje de los mercaderes de la tierra.
esta pesadilla.
All estn sus manos en las miles de manos que
Perdido en un rio de burbujas hediondas y le- navegan por la vieja Europa.
tales
All estn sus manos donde el puma llena la nome miro lapidado por autmatas que rugen che de lucirnagas.
como en un estadio,
All est l
vaciado por murcilagos que acumulan en mi
cuerpo sus horribles chillidos de
Este gorrin hurga las corolas, no enloquece.
[plstico.
Perdname Frufr.
Muchas arrugas tienes en el alma.
Fiera irona ser blanco de los cazadores,
Es mejor la otra cara del mundo. (124-125).
sin embargo estoy bien con este traje de gorrin.
Soy una estatua educada que glorifica la pala-
Este poema es una declaracin de rebelbra:
da contra el mandato de asumir el camino del
pequeo burgus acomodado pero sumiso al
Buenos das, mam.
poder. La imagen clave aqu es la del go-rrin.
Buenas noches, pap.
Este pjaro alude por un lado a un esterotipo neNo importa que la indiferencia os ciegue.
gativo de la falta de carcter, de quin se niega
Bien se yo que no puedo ser el primognito al mandato disciplinario de asumir el mandato
de vuestros desvelos,
patriarcal de ser alguien en el mundo. Es el goel buho dcil que llegue con su cartoncito
rrin que vuelva de lugar en lugar, pero no asua inaugurar un negoico frtil de jaquecas,
me una identidad estable no la ancla en un sitio
intestinos o vueltegatos de juzgados.
definitivo. Pero, por otra parte, es precisamente
la levedad de este pajarillo la que permite a la
Todo da igual.
voz potica a escaparse de la crcel del manDesde aqu observo la mala seal que responde dato pequeo burgus y dejarse prender por la
en el alma
poesa del mundo. Aqu la contemplacin de la
de las puertas,
naturaleza no aparece ya como una ocultacin
28
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
Como sus nombres lo indican sus publicaciones de grupos ms inconclastas, que afirmar su vocacin de ruptura con mayor estridencia. La Brigada la Masacuata es un grupo de
poetas jvenes, notablemente algunos de ellos
estn radicados en San Vicente y man-tienen su
vinculacin con su ciudad natal, y afirmar hasta
cierto punto la existencia de un mundo artstico
que no est necesariamente circunscrito al escenario capitalino. En su nombre est por un lado
el elemento popular, folklorista, de la serpiente masacuata, pero tambin el componente de
vanguardia militante al definirse precisamente
como brigada. Esto aparece expreso en la presentacin de la revista que podra verse como
una especie de manifiesto:
Como podemos ver, las formas en como
los poetas de Piedra y siglo pretenden trascender la potica aurtica son diversas. Oscilan
desde una afirmacin de una poesa prosai-ca,
conversacional, como en el caso de Villafuerte
o, en cierta medida, Iraheta Santos, hasta una
poesa hermtica como la que hemos visto operando en el poema de Cullar. Pero al transforma decididamente lo naturaleza de lo potico,
Somos juventud y esa es la mejor
reconectan la utopa po-tica con la utopa po-
tica. El mundo entero se convierte en la materia manera de definirnos antes (sic) los cerebros
donde habr de operar la poiesis de la praxis 4. anqui-losados. Iniciamos esta embestida cultural, as, porque consideramos que definir la
Bri-gada, sera muy difcil, porque somos tan
La Brigada La Masacuata y la Cebolla Prpura complicados como la vida misma y es a partir de ah que decimos estar implicados en la
La produccin literaria de los grupos tarea cultural que haremos sin trabas, porque
poticos activos en la dcada de 1970 resulta nuestro dinamismo no lo pueden detener, porpar-ticularmente difcil de reconstruir. En ella que toda nuestra energa la hemos venido acuse ha ensaado especialmente el celo destruc- mulando en los fracasos y triunfos de nuestras
tor de los aos de represin y de guerra. Mu- batallas. (s/p)
chos de sus documentos fueron destruidos, muPosteriormente, traducen ese impulso
chas veces por sus mismos propietarios, antes
que despertaran el inters de estudio-sos por de ruptura a su concepcin de arte:
preservarlos. De esta forma, sus publicaciones
Para nosotros el arte tiene una funcin
resultan hoy en da difciles de conseguir y lo
ser mientras no exista un esfuerzo sistemtico cultural porque vitaliza, porque rompe esquepor preservar el patrimo-nio impreso de nuestro mas, porque el arte no se basa en dogmas al
pas. Para fines de de esta investigacin hemos estar impregnado de vida humana, de com-plipodido rescatar, no sin dificultad, dos nicos caciones. Ah reside nuestro empeo: estar en
nmeros de dos de las revistas de vanguardia los con la cultura oficiante. Tambin nos hepotica de la dcada de 1970: La Brigada la mos encontrado con unos grupitos que ocupan
el arte como una entretencin. Para nosotros
Masacuata y la Cebolla Prpura.
Sobre la desublimacin de la poesa relacionado con la obra literaria y el pensamiento de Roque Dalton remito al
trabajo de Luis Alvarenga.
29
La Cebolla Prpura, por su parte, es la
Revista del grupo literario del mismo nombre,
fundado por Jaime Surez Quemain y David
Hernndez. Hay claramente en el nombre Cebolla prpura una alusin a lo psicodlico. Adems de la revista el grupo mantuvo una pgina
en el suplemento literario del Latino dirigido
por Juan Felipe Toruo.
En esta concepcin, el arte aparece decididamente identificado con una labor de ruptura,
de enfrentamiento al establecimiento cultural, y
de transformacin de la sociedad. Por eso definen su labor en consonancia con una especie de
guerra de guerrillas cultural:
El editorial que presenta la revista y el
grupo no es precisamente de ruptura. Se limita
El papel de las BRIGADAS DE LA a enunciar que su objetivo es literario y que se
MASACUATA se hace necesario pornerlo dedicar a difundir obra de calidad inde-penal lado de la juventud inconforme, rebelde dientemente de la procedencia del autor. Sin
con causa, con inquietudes por lo nuevo y embargo, en la seccin dedicada a po-esa salsolo ello podr convertir a las Brigadas en vadorea se hacen, al igual que en la Brigada la
guas y orientadoras culturales. Siempre Masacuata, juegos caligramti-cos. Nuevamenhemos estado dispuestos a darnos con las te por medio de los juegos de tipografa se oblinarices []Para nosotros construiremos ga al lector a cambiar la orientacin de la pgina
un nuevo horizonte, abriremos brechas, conforme lee.
trincheras (s/p)
Una novedad en la muestra de poesa
En el nmero que hemos rescatado, se que ofrece esta revista es la presentacin de
publica una seleccin de poesa de Nicaragua, poesa ertica y, especialmente, proponer una
Cuba y El Salvador. La poesa de la Brigada la identificacin de la experiencia ertica con la
Masacuata es ms prosaica, conversacional, experiencia mstica, como lo hace el Poema
de buscar el efecto esttico por la va del laco- eucarstico de Julio Iraheta Santos, autor pronismo, de la irona que la que hemos analizado veniente del grupo Piedra y Siglo:
en Piedra y Siglo.
Traigamos ms dioses a este mundo
Un aspecto llamativo de la revista es nuestro miedo necesita guerrileros
la presentacin grfica de la misma. Se omite ven sbete o me subo
deliberadamente la numeracin de las pgi- tu ombligo y mi ombligo son
nas y se presentan los poemas en forma de son nudos de la tierra
caligramas, donde la distribucin grfica de desatemos volcanes
los caracteres sobre la pgina se vuelve un untemos de espanto los ojos del tirano
aspecto importante del efecto potico. En los labios del magnate y sus rancios abolengos
este sentido, se juega con la direccin de Ya no hay sosiego en este aliento
las letras para obligar al lector a cambiar de
posicin de la pgina conforme avanza en la
Aqu el acto sexual se presenta como
lectura. Se busca con esto romper con una un acto de rebelda, como un acto de rebelda
supuesta actitud meramente contemplativa, diri-gido no slo contra la moral dominante
pasiva del lector, se quiere sugerir su involu- sino contra el sistema de poder. El sexo como
cramiento activo en la lectura de los poemas comunin csmica se presenta como la fuerza
presentados en la revista.
que desata las fuerzas csmicas. El cuer-po, la
30
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
Aqu se opone esta vez el entusiasmo
de la promesa de modernidad, del adelanto tecnolgico, como coartada del consenso autoritario, frente al vaco existencial, de la tri-vialidad
de la abundancia material. En consonacia con
En el poema Tu madre no lo dijo todo este poema resulta interesante el ensayo de Luis
de Francisco Rivera, encontramos nuevamente Rivas Cerros Una herencia explosiva que preel conflicto generacional de rechazo al mandato senta un diagnstico de la poca:
al progreso social y, nuevamente, como en el
caso de Jos Mara Cullar el objeto de la inter-
Colocados en la cspide de nuestra cipelacin es la madre:
vilizacin, se creera que por ese hecho, espera
a los jvenes del presente una vida placentera
Tu madre dijo
y feliz, facilitada por la tecnologa moder-na,
que haba mucho de ngel
prcticamente sin lmites para crear cuantos
en ti.
bienes de consumo se necesiten, as como para
Que tu sangre
lograr toda clase de conquistas (s/p)
31
Aqu se presenta la paradoja de la herencia de la civilizacin con su cuota de avances en
el dominio de la naturaleza, pero frente a esto se
plantea un peligro:
que est asociada a la difusin de los experimentos con drogas entre los grupos juveniles como
parte de esa sensibilidad juvenil de ruptura de la
que nuestro pas co-mienza a ser parte. Tambin
se manifiesta la angustia existencial provocada
por la com-binacin fatal entre el vrtigo de la
modernizacin, especialmente por el impacto
de la tecnologa en los mbitos privados y de la
subjetividad, y la amenaza inminente de la catstrofe nuclear. Pero esta angustia se transforma luego en entusiasmo y hasta en eu-foria al
traerse a cuento otros signos de los tiempos especialmente la Revolucin Cuba-na y la figura
mesinica del Che Guevara. Pronto sabr esta
generacin que se encuentra en la cresta de una
ola histrica, a la vez catastrfica y promisoria,
y que se le ofrece un protagonismo prometeico.
Sin embargo, a la vez que recibir una
herencia incalculable en podero, hereder asimismo una carga explosiva de problemas. Nunca en el pasado generacin alguna estuvo como
la presente tan acosada, asediada, amenazada
por tan gran nmero de males de tanta gravedad,
tales son: una riqueza fabulasa criminalmente
destribuida [sic]; la exis-tencia de naciones
gigantes y todopoderosas oprimiendo a pases
pequeos y pobres; los prejuicios raciales y religiosos no slo existentes an, sino recrudecidos;
el creciente envenenamiento de las fuentes de la
existencia; las luchas polticas, econmicas en
las que estn empeados los pueblos interna y
externamente, con derroche extenuante de sus Conclusiones
mejores energas (ibid.)
Los disensos que va a operar la poesa
Este diagnstico, otorga un rol protag- lrica van a ser importantes para que las nuevas
nico especial a la nueva generacin:
generaciones reconfiguren el mundo que les ha
tocado vivir y, sobre todo, para conce-birse a
todo esto, decimos, disminuye en nada s mismos como los protagonistas de su transnuestra simpata, admiracin por el supremo formacin. Un topos potico que se repite con
coraje y generosidad con que la juventud ac- insistencia en este momento histrico es algo
tual libra su lucha, la lucha de su tiempo, la de que podramos definir como una temporalidad
su momento histrico en un mundo fantstico, de la inminencia. Se trata de una especie de sepero con las entraas cargadas de bombas de cularizacin del milena-rismo cristiano, de la
muchos megatones: es una herencia explosiva certeza que se asiste a una aceleracin intensa y
al mximo (ibid.).
dramtica del tiempo, una intensificacin de la
historia que antecede el arribo del nuevo tiem
En lo explosivo, de la herencia que la po. Esta intuicin adquiere tintes dramticos y
juventud habr de asumir, resuena sin duda la hasta profticos en los ltimos versos del poeansiedad propia de la guerra fra y la amenaza ma-rio Todos los das el hombre de Julio Iraheta
de un inminente cataclismo nuclear.
Santos:
Si bien La Cebolla Prpura es menos
iclonocasta en sus declaraciones de principios,
en sus pginas da cabida a poemas que siguen
en la tendencia iconoclstica y permiten la exploracin de nuevas zonas de experiencia. En
particular, la experiencia potica psi-codlica
32
CENICSH
Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades
De esta manera, la juventud se lanzaba lo popular, de las zonas de memoria marginadas
al reto de la historia, rebelndose de su rol de por el poder.
reproducir la senda del progreso que les asigna
Estos cambios de la sensibilidad que exba el imaginario del consenso autoritario.
plican el surgimiento de nuevos itinerarios de
En este sentido, son perfectamente com- accin y de nuevos sujetos colectivos polticos
patibles conductas aparentemente antisociales pueden observarse con cierto poder de anticicomo la bohemia y la experimentacin psicod- pacin en la esfera de lo potico, aunque, por
lica con drogas. Eran incursiones en nuevas zo- supuesto, su traduccin en fuerzas histricas y
nas de experiencia hasta entonces vedadas por sociales decisivas habrn de realizarse en otros
procesos de subjetivacin que suponan dosis terrenos de la realidad y la praxis social. Con
muy violentas de autodisciplina para aceptar la estas reflexiones todava preliminares e incomviolencia inherente a una sociedad autoritaria y pletas, he intentado ilustrar de qu forma prcexcluyente. Las zonas que se exploran son por ticas aparentemente minoritarias y restringidas
igual el mundo de los sentidos, de las sensacio- a crculos de iniciados como la poesa, en realines, hasta entonces concebidas como distracto- dad participan de las grandes fuerzas de la hisras del pro-greso, y tambin la exploracin de toria y pueden iluminarnos en su comprensin.
Bibliografa
Alegra, Claribel y Dawin Flakoll. No me agarran viva, la mujer salvadorea en la lu-cha. San Salvador: UCA
Editores, 1987.
Alvarenga, Luis. La crtica de la modernidad en Roque Dalton (tesis). San Salvador: Universidad Centroamericana Jos Simen Caas, 2010.
Alvarenga, Patricia. Cultura y tica de la violencia. El Salvador 1880-1932. San Salva-dor: DPI, 2006.
Argueta, Manlio. La fantasa creadora, en La Universidad, enero-abril, 1971: 137-157.
. El valle de las hamacas. San Jos: EDUCA, 1982.
. Siglo de o(g)ro. San Salvador: DPI, 2000.
Armijo, Roberto. Apuntes sobre la generacin comprometida en La Universidad, No. 1-4, enero-diciembre,
1962: 123-137.
. La enajenacin de la realidad en la poesa contempornea, en La Universidad, No. 3-4, julio-diciembre, 1964: 129-143.
. T.S. Eliot: el poeta ms solitario del mundo contemporneo, en La pjara pin-ta, Ao 1, No. 4, abril
de 1966.
Bataillon, Gilles. Gnesis de las guerra intestinas en Amrica Central (1960-1983). Mxico: FCE, 2008.
Chvez Velasco, Waldo. Lo que no cont sobre los presidentes militares. San Salvador: ndole editores, 2006.
Dalton, Roque. Pobrecito poeta que era yo. San Salvador: UCA Editores, 2000.
Deranty, Jean-Philippe (ed.). Jacques Rancire. Key concepts. Londres: Acumen, 2010.
Gluck, Mary. Popular Bohemia: Modernism and Urban Culture in Nineteenth-Century Paris. Cambridge
(Massachussets) y Londres: Harvard University Press, 2005.
Lauria-Santiago, Aldo. Una repblica agraria. San Salvador: DPI, 2003.
Lindo, Roger. El perro en la niebla. Bilbao: Editorial Verbigracia, 2006.
Lpez Bernal, Carlos Gregorio. Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: El imaginario nacional de
la poca liberal en El Salvador, 1876-1932. San Salva-dor: Editorial Universitaria, 2007.
Melgar Brizuela, Luis. Nuevas voces en la poesa salvadorea, en La pjara pinta, No. 66, enero-febrero,
1972: 6-11.
Mignolo, Walter. The Darker Side of the Renaissance: Literacy, Territoriality, & Colo-nization. Ann Arbor:
33
34