Pikaza, Javier - Teologia de Los Evangelios de Jesus PDF
Pikaza, Javier - Teologia de Los Evangelios de Jesus PDF
Pikaza, Javier - Teologia de Los Evangelios de Jesus PDF
DLOS
EmNGELIOS
DE JESS
JavierPikaza
Francisco
de la Calle
SK3UEME
TEOLOGA DE
LOS EVANGELIOS
DE JESS
JAVIER PIKAZA
FRANCISCO DE LA CALLE
TERCERA
EDICIN
CONTENIDO
A nuestros hermanos y amigos mercedarios de la provincia religiosa de Castilla. Sin su ayuda y su confianza
no hubiera sido posible nuestra dedicacin a los estudios bblicos. Agradecidos.
Introduccin
TEOLOGA DE MARCOS: Francisco de la Calle
Nota bibliogrfica
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Introduccin
El desierto y la salida de l (1, 1-15)
La iglesia, plenitud del evangelio ( 1 , 16 - 8, 26)
El camino de los seguidores (8, 27 - 10, 52 y c. 11-13)
Jerusaln o la oposicin (11-13 y 14, 1 - 16, 8)
Marcos, hoy
15
17
19
35
47
65
87
101
109
Nota bibliogrfica
111
115
1.
2.
3.
Nota bibliogrfica
205
219
222
225
1.
2.
3.
4.
5.
235
249
273
305
323
357
Nota bibliogrfica
359
1. Introduccin
361
2. La entrada de Dios en el mundo (1, 1-34)
383
3. Los hombres ante el revelador (1, 35 - 6, 71)
395
4. Lucha abierta del revelador y victoria secreta sobre el mundo
(7, 1 - 12, 50)
415
5. El revelador ante los suyos (13, 1 - 21, 25)
441
ndice de citas bblicas
479
ndice general
499
INTRODUCCIN
El desarrollo en la nocin y exposicin de la teologa bblica
en el mundo ambiental cristiano ha corrido parejo con la profundizaran en los estudios bblicos y con la mentalidad teolgica de
los autores. Con respecto a esta segunda, podemos seguir una esquematizaran del pensamiento en cuatro etapas o modos de considerar la teologa bblica. No son tanto etapas superadas cuanto
distintas concepciones de una misma realidad, de aqu que aun
hoy da pueda tropezarse uno con teologas bblicas que bien podran haber nacido en el siglo XVII como en el XIX.
Una primera etapa est en considerar la teologa bblica-como
parte de la dogmtica; se escruta el texto, tratando de entresacar
su contenido, que se pone en relacin con las verdades dogmticas
o teolgicas. Es una especie de apologtica, para probar la veracidad o falsedad de las expresiones teolgicas, nacidas en otro mbito muy distinto del bblico. Es la que podramos llamar primera
parte. Este modo de concebir la teologa bblica se remonta al siglo XVII. La encontramos en la obra de S. Schmidt, Collegium
biblicum, in quo dicta veteris et novi testamenti iuxta seriem locorum communium theologicorum explicantur, 1671. Una idea
que nace en el protestantismo y que ha perdurado hasta nuestros
das, ahora ya, dentro del campo catlico. Un repaso a cualquier
manual de teologa dogmtica de hace un decenio y la obra de
Ceuppens corroboran nuestro aserto.
Una segunda etapa o visin es la que se inicia con A. Schlatter
en su obra Die Theologie des Neuen Testaments, 2 t., 1910-1911.
La teologa bblica viene a ser un inicio a complementarse con la
historia de los dogmas, de la que recibe su estructuracin y problemtica. Supone un adelantamiento respecto a la primera concepcin, al admitir una cierta evolucin del pensamiento y delimitando los campos entre teologa dogmtica y bblica.
La tercera etapa comienza con L. Bauer, que edita su obra en
los aos 1796-1803, y cuyo principal representante sea quizs la
obra de H. Weinel, Biblische Theologie des Neuen Testaments,
4
1928. Su modalidad consiste en ver la doctrina bblica en el con-
10
Introduccin
Introduccin
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(
12
Introduccin
Introduccin
13
14
Introduccin
Teologa de Marcos
FRANCISCO DE LA CALLE
NOTA BIBLIOGRFICA
18
Francisco de la Calle
INTRODUCCIN
H N nuestra mentalidad ya hecha, tenemos formado un concepto
"^^ concreto de la palabra evangelio; con ella, denotamos cuatro
escritos ms o menos apostlicos en su origen, y que tratan de
Jess. Dndola por buena en principio ms adelante veremos
el sentido preciso y distinto que esta palabra clave tiene en Marcos, nos encontramos con el fenmeno llamado de los evangelios sinpticos. De los cuatro evangelios existentes, tres de ellos
(Mateo, Marcos y Lucas) parecen a primera vista calcado el uno
sobre el otro, de tal modo que se podran leer en paralelo; de aqu
les viene el nombre: sinptico, que se puede mirar conjuntamente.
Muchos aos de estudio han estado dedicados a la llamada cuestin sinptica; es decir, a estudiar las mutuas relaciones de unos
evangelios con otros. En este punto, la crtica ha llegado a una
conclusin: Marcos, entre los evangelios que han llegado actualmente hasta nosotros, es el ms antiguo.'
Pero, a poco que uno se introduzca en el estudio de estas obras
literarias, podr inmediatamente observar que las similitudes entre
estos evangelios es poco ms que anecdtica; se repiten ciertamente escenas completas, pero siempre hay un algo distintivo en cada
1. La fecha de composicin de los sinpticos est girando en torno a los aos 70,
aos menos o aos ms. El punto decisivo para estatuir una fecha exacta es la destruccin de Jerusaln. En el ao 70 tuvo lugar la destruccin por Roma de la ciudad
santa de los judos. Ha visto Marcos la ciudad ya destruida? Opiniones hay para
una y otra sentencia de las dos posibles; ms comnmente se inclinan los autores a
pensar en que no la vio y, por consiguiente, su composicin se sita con anterioridad al 70.
ltimamente, hace dos aos, la prensa, radio y revistas no especializadas airearon
mucho el gran encuentro del padre O'Callaghan (Bibl 53 [1972] 91-100). En los
manuscritos de Qumran, estara ya el evangelio de Marcos; esto querra decir que
habra sido escrito por los aos 50. La hiptesis peca de precipitada. Se fundamenta
en una hipottica lectura de un trozo de papiro de un centmetro cuadrado de extensin, en el que se encuentran aisladas unas catorce letras, de lectura tambin incierta, que se supone coincide, una vez reconstruido, con Me 6, 52 s. Benoit, en
Revue Biblique 79 (1972) 321-324, en una sobria pgina, despus de haber analizado
el manuscrito original (7Q5), ha llegado a la conclusin de que, incluso la individuacin de las letras del papiro es ms que problemtica. Su posible lectura no coincide con la de O'Callaghan.
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Teologa de Marcos
uno de ellos. Hay expresiones que se cambian y, sobre todo, contextos diferentes en que unas mismas narraciones han sido introducidas. Y es actualmente cuando, en vista de esas diferencias, se
intenta trazar la lnea maestra de cada evangelio, el nivel llamado
tcnicamente redaccional.2
I.
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Teologa de Marcos
obras de un tirn, y apoyndose solamente en su memoria de testigos de la vida de Jess. Hoy sabemos que han usado narraciones y hechos, que haban existido independientemente de su contexto actual, y corrido en las comunidades cristianas, para solucionar sus problemas internos. Pero el evangelista no es tampoco,
como se haba difundido ltimamente, un mero coleccionador de
materiales prehechos, sino un verdadero autor que ha estampado
en la obra literaria de los evangelios su propia personalidad. Nos
han transmitido su visin del cristianismo, que es, por aprobacin
ulterior de la iglesia, una de las visiones aptas para expresar la
obra del Cristo. Marcos es tambin un autor que, apoyndose en
un esquema de la vida de Jess, nos da su visin de la fe cristiana.
La estructura de su pensamiento est reflejada en el evangelio
que escribiera. Lo difcil es buscar esa estructura mental a travs
de los relatos evanglicos. En la actualidad existe una tendencia
muy acentuada en interpretar cada evangelista sinptico desde una
perspectiva tomada del mismo evangelio, aplicando despus las
conclusiones a todo el cuerpo narrativo. As ha sucedido tambin
con Marcos. El primero en esta lnea ha sido W. Marxsen 10. A partir del estudio de la mencin de Galilea, llega a una interpretacin
de todo el evangelio; todo l viene a ser el anuncio que el resucitado da a los suyos, que esperan en Galilea la inminente parusa
o retorno triunfal de Jess. J. Robinson, al que seguirn bastante
de cerca tanto Best como Mauser , vern todo el evangelio desde
la perspectiva de las tentaciones de Jess en el desierto. El evangelio de Marcos no sera otra cosa que la narracin de la lucha
sostenida por Jess contra el diablo, presente en el mal, el pecado, los judos. J. Schreiber 12 lo mirar todo desde la narracin de
la muerte de Jess. El evangelio ser una mezcla de paradjica salvacin-condena que se verifica en la cruz y que exige una fe-confianza en el Dios crucificado por amor.
II.
resurreccin del maestro hasta pasados tres das o ms, y el autor sagrado le echara
la culpa a las mujeres. El miedo quedara explicado por el gnero literario de las
teofanas, a las que responde siempre el hombre con un temor sagrado. L. Schenke
formula la hiptesis de que se trate de una apologa cristiana. La comunidad de
Galilea pleitea con la de Jerusaln, queriendo estatuir su primaca. Ha sido ella
la primera en ser fundada; de aqu que el resucitado ni se aparezca en Jerusaln,
sino en Galilea, ni nadie en Jerusaln sepa ni pueda saber del hecho de la resurreccin
10. En su obra Der Evangelist Marki/s, Gttineen 1959.
11. Sus obras, respectivamente son: Das Geschichtsverslandnis des Markusevangeliums, Zrich 1956; The Temptation and tbe Passion, Cambridge 1965; Christ
in the Wilderness, London 1963.
12. La exposicin fundamental de su pensamiento se encuentra en Theologie
des Vertrauens, Hamburg 1967.
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Teologa de Marcos
En la primera razn, hay que poner algo ms; no se trata solamente de una divisin cuatripartita de todo el evangelio, sino
que, dentro de cada una de estas divisiones podemos encontrar,
fundamentndonos en los mismos datos toponmicos, unas subdivisiones menores. As tenemos en la seccin del mar de Galilea
otras tres menores, cuyos ncleos centrales son Galilea (1, 35-45),
la Decpolis (5, 1-21) y Tiro y Sidn (7, 24-30). Y alrededor de
ellas, como una especie de satlites, otras menores. As, en Galilea, tenemos: mar (1, 16-20)-sinagoga (1, 21-28)-casa (1, 29-34)toda Galilea (1, 35-45)-casa (2, 1-28) 15-sinagoga (3, l-6)-mar (3,
7-12). Aqu podemos observar cmo unas mismas localizaciones se
repiten en orden inverso despus de Galilea, de tal modo que
se inicia y acaba con una misma localizacin.
El indicio del que hemos hablado y que, junto con otros estudios, nos llev a formular este esquema est en ntima conexin
con la estructura que acabamos de exponer aqu arriba; se trata
del modo de componer propio de Marcos, conocido por sandwich
literario, una especie de emparedado que aparece con frecuencia
en su evangelio. El evangelista comienza tratando una materia
(llammosla A); la abandona momentneamente y empieza con
otra distinta (llammosla B); despus vuelve a la primera. De esta
manera tenemos un orden A B A; el tema segundo, el B, queda
como emparedado entre los otros dos, que son de la misma especie. Unos ejemplos sencillos de este proceder literario pueden observarse en 3, 20-35 y 11, 12-25. En 3, 20-35, aparece el tema
primero, los familiares de Jess, tema A (3, 20-21); le sigue inmediatamente el tema segundo, B, que trata de los escribas bajados de Jerusaln (3, 22-30); cierra la narracin el retorno al tema
primero, A (3, 31-35), con la llegada de los familiares de Jess.
En 11, 12-25, aparece el primer tema, A, la higuera sin frutos
(11, 12-14); en 11, 15-19, el segundo tema, que trata de la purificacin del templo, tema B; cierra la narracin el retorno al
tema primero, tema A, la higuera maldita (11, 20-25). Tenemos
as el llamado esquema concntrico A B A'. Esquema concntrico que ha sido estudiado ya y aplicado a Marcos por varios au-
26
13. Normalmente se usa para distribuir las partes del evangelio un esquema
geogrfico-histrico. Jess estuvo aqu o all e hizo esto o aquello. Es el esquema
o divisin que suele aparecer en casi todas las traducciones del evangelio. Otros
autores prefieren un esquema teolgico, fundamentado en la ideologa del evangelista, por temas. Otros, finalmente, acuden a las razones literarias: la composicin que presenta el mismo evangelio, independientemente de su ideologa. A veces, se usan sistemas mixtos.
14. Es el fruto de nuestro trabajo personal, parte del cual se encuentra en la
tesis doctoral que aparece en la bibliografa.
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16
a)
b)
c)
b')
a')
d)
a)
b)
c)
b')
a')
III.
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c)
d)
c')
b')
a')
31
Ante un texto as, sin puntuar, tal como nos lo han transmitido los manuscritos, surgen un montn de dudas dnde poner
puntos y comas? Es un problema ampliamente estudiado 17 y en
el que, lgicamente, no podemos entrar. Digamos, sin embargo,
que su sentido ms verosmil sea el de unir los versculos 1 al 4,
tomando los 2 y 3 como un parntesis:
1
El principio del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios (2 tal como ha
sido escrito en Isaas el profeta: he aqu que envo a mi ngel delante de tu persona, a preparar tu camino; 3 la voz del que clama en
el desierto: preparad el camino del Seor), 4 fue Juan bautizando en el
desierto...
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Teologa de Marcos
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Con esto, tenemos ya centrado lo que es el evangelio de Marcos, una narracin eminentemente teolgica, que pretende describir el paso de Dios por los hombres, desde una perspectiva cristiana. El inters teolgico del evangelista no est ya en presentar
la paradoja de un Jess que oculte su dignidad mesinica21 o que
lucha contra las fuerzas del mal 22 , sino en presentar toda la obra
de Dios en el mundo; una especie de adelantamiento de la gran
obra de Juan, el iv evangelio. Los captulos que siguen no son
ms que una consecuencia de los ya expuestos; algo que ha sido
escrito para que los hombres de buena voluntad puedan acercarse
ms al libro que un da ya lejano escribi Marcos.
2
EL DESIERTO Y LA SALIDA DE EL
(1, M 5 )
Teologa de Marcos
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nuacin, de alguna manera, del mundo religioso del antiguo testamento, pero es tambin y al mismo tiempo una superacin de
aqul.
Hoy, cuando hacemos referencia al antiguo testamento, nuestra mentalidad se centra en una serie de libros escritos en ambiente judo y que la iglesia cristiana ha tomado como exponente de
la revelacin, admitindolos, juntamente con otros escritos llamados nuevo testamento, entre sus libros sagrados y cannicos.
Pero sta no es la mentalidad de los primeros escritores cristianos,
de los pertenecientes a la primera generacin. Para stos, el antiguo testamento es todo un mundo religioso del que, adems de
los libros que hoy tenemos por sagrados en el cristianismo, forman
parte todos los elementos de una tradicin religiosa vital. Es una
sociedad teocrtica en la que privan el sumo sacerdote, su familia,
los sacerdotes y los escribas, telogos del tiempo; entre ellos forman el gran consejo del pueblo, una especie de senado, cuyas funciones haban recortado bastante los dominadores romanos. Es,
adems, una sociedad dividida en sectas religiosas: saduceos, fariseos, esenios... Y es, por ltimo, una sociedad que se ampara en
su pasado religioso, sintetizado en obras literarias de todos los
tiempos; en estas obras, adems de los libros integrados actualmente en nuestro canon, existen numerosos comentarios rabnicos,
dichos de los antepasados y otras literaturas que gozaban prcticamente de la misma autoridad. Este es, muy resumidamente, el ambiente con el que choca la comunidad cristiana primitiva y del que
tender a diferenciarse rpidamente.
I.
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Teologa de Marcos
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II.
Juan es una persona con abolengo dentro del cristianismo incipiente. No slo en razn de que, como hemos dicho, muy posiblemente Jess iniciar su predicacin como discpulo suyo, sino que,
en especial, los seguidores de uno y otro se confundan entre s,
diluyndose quizs en la praxis comn de un bautismo como rito
de iniciacin en la secta. As, los discpulos que reciben a Pablo
en Efeso (Hech 19, 1 s.) han sido bautizados con el bautismo de
Juan; han salido a recibir a Pablo, un predicador cristiano, e ignoran incluso la existencia del Espritu santo. Se hace necesario un
nuevo bautismo, ahora en el nombre de Jess, y la imposicin de
manos del apstol, prenda del venir del espritu. Es tambin el
caso de Apolo, el brillante conocedor de las escrituras, que estaba bien informado del camino del Seor y hablaba con fervor
del espritu, y enseaba con exactitud lo que toca a Jess; pero
slo conoca el bautismo de Juan (Hech 18, 25). La comunidad
primitiva tena la urgencia de deslindar ambas figuras, guardando
al mismo tiempo el hilo de la historia de Dios, que haba pasado
hasta Jess a travs de Juan el Bautista.
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Teologa de Marcos
Estas escrituras se toman en el sentido genrico de profeca, prediccin, y tienen vigencia hasta que Juan apareci; se centran total
y exclusivamente en predecir una preparacin a la venida del Seor, pero la misma venida queda lejos, fuera de su alcance; ellas
no integran el evangelio del hijo de Dios, se quedan a las puertas.
La segunda es el mbito del judaismo fiel, sintetizado en la figura
de Juan bautizando y los israelitas bautizndose, acogindose, con
ste su proceder, al cumplimiento de las escrituras; ambos personajes bajo el signo de la transitoriedad de su proceder. Esta postura, que es respuesta y cumplimiento del pasado sagrado de Israel
es ya para el cristiano el inicio del evangelio; desde ella, se puede
y debe saltar hasta la tercera etapa: Jess. Para este salto, har
falta salir del desierto y entrar en el mar de Galilea, en la iglesia,
el nico sitio en donde, como veremos, puede llamar Jess y en
donde es posible encontrarle despus de muerto (16, 7).
2.
Pero la actuacin de Juan tiene poco de original; segn Marcos, se limita a realizar lo prometido. Juan aparece bautizando en
el desierto, tal como haba sido escrito en Isaas el profeta
(1, 2). Entra a formar parte del evangelio, pero est dependiendo
de la palabra antigua. Los profetas haban predicho una preparacin a la venida del Seor, y sta se da con el bautismo de Juan.
De todo un mundo veterotestamentario de promesas y vivencias,
Marcos ha elegido solamente dos frases, que, siguiendo el pensamiento de la poca, las interpreta como promesa. Son la ya conocida cita de Isaas 40, 3 (Me 1, 3) y otra nueva, proveniente de
Mal 3, 1 y Ex 23, 20: He aqu que mando a mi ngel delante
de ti para prepararte el camino (Me 1, 2), que encontramos en
la tradicin sinptica, aplicada siempre al Bautista (Mt l l s 10; Le
1, 76; 7, 27).
El profeta, resumen de todas las esperanzas veterotestamentarias en este contexto, haba entrevisto solamente el inicio del
evangelio, a Juan bautizando y pregonando su anuncio, pero l se
queda afuera, sin pertenecer a este evangelio. Es un pensamiento
revolucionario. Todo el mundo veterotestamentario, con sus profecas sobre el avenir salvfico no tiene su culminacin en Jess
sino en Juan; las escrituras sagradas no hablaron sobre Jess, no
prepararon su venida sino indirectamente, a travs de una profeca que se cumpli con el Bautista. El profeta, rasgando los velos
del futuro, haba predicho el comienzo de la salvacin, pero no la
salvacin misma.
Podemos distinguir tres etapas en el pensamiento de Marcos.
La primera es el mbito de la escritura, sintetizada en el profeta.
marchado al cielo sin morir (2 Re 2, 11), tendra que venir antes de la consumacin
ue los tiempos como embajador mesinico. La fe cristiana tratar de describir al
Bautista con los caracteres de Elias; de aqu su indumentaria, paralela a la de Elias.
3.
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Teologa de Marcos
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Teologa de Marcos
III.
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3
LA IGLESIA, PLENITUD DEL EVANGELIO
( 1 , 1 6 - 8 , 26)
H N la anchura imprecisa de una geografa palestina, que va des*-J de las conocidas Cafarnan y Betsaida hasta la inexistente
Dalmanuza, Marcos ha concentrado la actividad de Jess (1, 16 8, 26). A continuacin del desierto, entra el mar de Galilea (1, 16;
7, 31), que ensambla toda esta actividad, y desaparece no bien
Jess se haya puesto en el camino que culminar en Jerusaln
(8, 27; 10, 32).
A las orillas de este mar, el Jess histrico ha ejercido su ministerio; de por all provienen sus primeros seguidores'; de no
muy lejos, de Nazaret, vino el mismo Jess a bautizarse. Pero el
evangelista no piensa ya primordialmente en una geografa material; como en el caso del desierto, la ha transformado ya en teologa. No le interesa ya narrar que Jess estuvo aqu o all, recalcando el aqu y el all en su dimensin local, sino hacer ver que
en este su estar se estaba llevando a cabo la plenitud del evangelio (1, 1).
Los hechos acontecidos en la vida de Jess tuvieron un sentido ms hondo, que slo la resurreccin con su ir a Galilea el
resucitado (16, 7) abri de un golpe. El Jess que est describiendo Marcos en su evangelio es el Jess que el evangelista sabe va
a resucitar, y que precisamente por ello ha dejado unas huellas
imperecederas en su suelo histrico. El pasar de Jess por la tierra
de Palestina es, en la realidad de fe del evangelio, la gran poca de
salvacin. Aquellos gestos desencadenaron la historia de Dios en
el mundo, que se contina en el momento en que el evangelista
escribe su obra. Marcos superpone planos estrictamente histrico y de fe, pasado y presente y nos da su versin, escondida
1. El iv evangelio los hace procedentes de Betsaida (Jn 1, 44). En la narracin
de la negacin de Pedro, la criada, por su manera peculiar de hablar, llama galileo
a Pedro.
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Teologa de Marcos
(1, 18. 20; 2, 14; 3, 7), otros se quedan a las puertas de este seguir, se admiran (1, 27; 2, 12), vienen a l hambrientos de milagros (1, 32. 45; 3, 8), esparcen su fama (1, 28. 45) o se oponen
decididamente a l (3, 6). Jess es el que ha entrado llamando
a los hombres, y nadie puede permanecer ajeno a este llamamiento.
Aquellos que siguieron a Jess, las dos primeras parejas de hermanos (1, 16-20), Lev (2, 14) y la multitud procedente de Galilea (3, 7) constituyen un grupo nuevo.
Por ahora, el evangelista no dir muchas cosas sobre lo que
este seguimiento comporta; ser ms adelante, en la seccin del
camino, cuando dar las normas por las que se tienen que regir
sus seguidores. Por ahora, anotamos solamente el hecho: Jess es
el que ha venido a llamar a los hombres, aunque no sepamos a
ciencia cierta para qu ni a dnde piense llevarlos.
La llamada de Jess se realiza inevitablemente en esta primera
seccin en un marco preciso, el mar. Slo aqu puede tener lugar
la radical entrega como respuesta a la llamada del maestro. Simn,
Andrs, Juan, Santiago y la multitud de Galilea, los nicos seguidores de Jess, estn al borde del mar cuando responden a la llamada de Jess, cuando le siguen. Es el mar tpico que encierra
toda la actividad de Jess: el mar de la vocacin, de la enseanza
(4, 1), de la revelacin (4, 35 ss.; 6, 45 ss.). Es el mar en que slo
pueden encontrarse Jess y los suyos, es la iglesia.
El principio y el fin de la actividad de Jess y que tiene como
primera meta Galilea (1, 39) se desarrolla en el mar (1, 16; 3, 7).
La intencin y finalidad de Jess al presentarse en su mundo circunstancial fue crear un grupo de seguidores. Por eso, lo primero
que hace es llamar a cuatro individuos (1, 16-20). Y, despus de
automanifestarse en la sinagoga (1, 21-28; 3, 1-6) y en la casa
(1, 28-34; 2, 1-11), arrastra hacia el mar una multitud bien diferenciada: los procedentes de Galilea, autnticos seguidores (siguieron), y los procedentes de Judea, Jerusaln, Perea, Idumea,
Tiro y Sidn, los cazadores de milagros, que solamente vinieron
a l 4 . Todos ellos vienen a constituir, con su ir tras Jess y sus
discpulos5, la nueva comunidad, la iglesia. En ella, Jess es aclamado como triunfador sobre la enfermedad y el demonio (3, 10 s.).
En las aglomeraciones de gente en torno al Jess taumaturgo, Marcos ha visto, desde la perspectiva de la resurreccin, el inicio de
la iglesia, de la comunidad de seguidores del maestro.
48
I.
LA NUEVA COMUNIDAD ( 1 , 1 6 - 3 , 1 2 )
La iglesia en que vive Marcos tiene su origen en el Jess histrico; es, con respecto a l, una especie de continuacin temporal. Lucas puso un Pentecosts como inicio de la nueva comunidad
(Hech 2, 1 s.); Mateo, en un momento postpascual (28, 16-20);
Marcos, en la actuacin histrica de Jess. Su idea nace, como
todas las dems sobre Jess, de una reconsideracin de los sucesos
acaecidos al Jess de la historia. El actuar de Jess se va a convertir as en el arquetipo de la iglesia; en esa actuacin de Jess
est estampada la realidad eclesial del momento histrico en que
el evangelista escribe su obra.
A partir de su entrada en Galilea, Jess no hace otra cosa que
ir a los hombres; va siempre llamando. Unas veces lo hace verbalmente (1, 16. 19; 2, 14); otras, presentndose sencillamente
con su actuacin carismtica (1, 22 s. 32 s. 40 s.; 2, 1 s.; 3, 1 s.).
A este ir de Jess, corresponde un movimiento dialctico de los
hombres que se sienten atrados por su persona; unos le siguen
2 Es el caso, por ejemplo del viaje a Tiro y Sidn (Me 7, 24-31). Segn los
estudios ltimos, la narracin primitiva no estaba localizada en Tiro y Sidn, sino
en algn lugar de Galilea; slo as es inteligible el que Jess tuviera que ocultarse
de la gente. Mal podra o necesitara hacerlo en una regin alejada, en la que era
totalmente desconocido.
3. Tomemos como ejemplo la seccin 3, 13 - 6, 13. El derrotero de Jess es el
siguiente: est en un monte, va primero hacia su casa, para encontrarse con los
escribas bajados de Jerusaln; pero resulta que no es su propia casa, porque vienen
hasta l tambin su madre y sus hermanos y lo encuentran enseando, cuando un
momaito antes estaba con los representantes de Jerusaln, que no dice el texto se
hayan marchado; despus vuelve al mar, ensea en parbolas y se marcha hacia
Gerasa; vuelve, hace un par de milagros y camina de nuevo hacia su patria, hasta
que vuelve a congregar a sus discpulos. Es toda una geografa simblica y no
histrica. El hilvn de las localidades va detrs de la idea que el evangelista quiere
expresar.
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II.
Teologa de Marcos
51
del evangelio. Jess no volver a entrar en la sinagoga6, se apartar totalmente de ella y ejercitar su ministerio en el mar y sus
alrededores, en la iglesia misionera. Por eso en 3, 7, cuando se
inicia la fundacin de la nueva comunidad, sta, siguiendo a Jess
y sus discpulos, se aleja hacia el mar, a partir de la sinagoga
(3, 1-6), que ha terminado por mostrrsele hostil.
La novedad del cristianismo, sin embargo, no estriba solamente en ir contra la sinagoga, como si se tratara de un judaismo antisinagogal. La ruptura es ms ntima y profunda; va contra todo el
judaismo. En los captulos 11-13, en las enseanzas de Jess en
Jerusaln, se concentra la anttesis judaismo-cristianismo; pero es
ya, en la constitucin misma de la iglesia, en tierras de Galilea,
donde se delimitan los planos. Los escribas son los eruditos de
la ley; toda su vida est consagrada al estudio de ella. Sus decisiones pasan a formar parte de acervo comn religioso de Israel.
Son los jueces que dictaminan sobre el bien y sobre el mal, sobre
el modo de agradar a Dios. En Jerusaln, existen autnticas escuelas de estos hombres. De all vienen para enjuiciar a Jess
(3, 20-30). Su actuacin, dicen, es demonaca (3, 22). Yerran en
lo ms profundo; confunden al Espritu santo, mvil de las acciones de Jess (1, 12), con el prncipe de los espritus inmundos.
Por esto, no pueden aceptar ni seguir a Jess, y su pecado no
puede tener remisin (3, 29.30); su concepcin de la persona de
Jess, nica capaz de salvar las diferencias entre lo antiguo y lo
nuevo, se levanta como una barrera gigante, imposible de saltar;
fallan en lo radical: porque decan: tiene espritu impuro (3, 20).
Cristianismo y judaismo no tienen nada en comn, se distinguen radicalmente. El discpulo de Jess de todos los tiempos no
puede volver la cabeza atrs y considerarse descendiente del judaismo. La razn de fondo no es que Jess se haya apartado de
la religiosidad veterotestamentaria, sino que los hombres pertenecientes a ella se han quedado anclados en sus tradiciones y rechazado a Jess; se han quedado en el desierto sin pasar a los tiempos nuevos. El ser cristiano comporta inicialmente apartarse del
modo de ser y pensar del judaismo, con todas sus especies de clanes y sectas. La ley, las instituciones, el sacerdocio, el templo, la
sinagoga son todas categoras de un pasado, que no pueden reiterarse en el seno de la iglesia. Consciente de esta realidad, el evangelista ha colocado a Jess en un ir y venir, que termina con la
separacin de la sinagoga (3, 6-7), y en unas disputas, en las que
6. En 6, 1, vuelve, sin embargo, a aparecer la sinagoga. Es una noticia anterior al evangelista y que ste respeta; lo importante es que la sinagoga est en
su patria (6, 1).
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
La carne y la sangre no pueden entender a Jess, tiene una jerarqua de valores incompatibles con el cristianismo.
A la familia segn la carne, se le une en el relato, su familia
religiosa, los judos bajados de Jerusaln de que hemos hablado
antes. Y tambin el judaismo, la religin que profes el mismo
Jess se opone a l. Ni unos ni otros vienen a escuchar a Jess,
sino a juzgarle o, habindole juzgado, a encerrarle, a obstaculizar
la marcha de Dios sobre el mundo.
Lgicamente, unos y otros son rechazados por Jess. A los primeros, los desconoce; a los segundos, les advierte que su postura
es rechazo de la obra de Dios. Sus familiares no solamente no
consiguen prender a Jess, sino que se ven preteridos por la multitud que le est escuchando (3, 31-35). La carne y la sangre quedan rechazadas por el maestro, en dos dimensiones diversas; no
sirven para encontrarle, para hacerse partcipes de los nuevos tiempos de salvacin ni tampoco como modelo de las mutuas relaciones
entre los cristianos. La familia segn la carne necesita de una conversin, de un nuevo modo de ver la realidad presente en Jess,
de ver el cristianismo; no lo consigue, porque puede ms la naturaleza en ellos, y quedan desgajados del cristianismo. A los segundos, los rechaza de plano. El mundo judo est ms alejado de
Jess que la misma familia; su pretendido nivel de doctos les ciega
para leer en Jess a la salvacin de Dios, para ver en el cristianismo la superacin de sus estrechos lmites y la entrada de Dios en
la historia de los hombres.
Lo mismo, y por ltimo, viene a suceder con los paisanos de
Jess.'No ven en l, en sus enseanzas y acciones carismticas, la
irrupcin del reino de Dios; es solamente el hijo de Mara, el hombre enraizado en la tierra que le viera nacer, el que se les presenta
(6, 2-3). El hecho de que conozcan su procedencia humana es un
obstculo insuperable para llegar al seguimiento; son radicalmente
incrdulos.
Frente a estos tres tipos de familiaridad, de comunidad, el
evangelista presenta a los Doce. Es una familia que se mueve en
el mbito de Dios, son los cumplidores de la voluntad del Padre
(3, 35); a ella se le da el misterio del reino prometido y esperado
con tantas ansias por el pueblo israelita, en la explicacin del sentido arcano de las parbolas (4, 11). Es una familia testigo de que
Dios est obrando a travs de las manos de Jess (5, 21-43),
que recibe fielmente su enseanza, que est pendiente de su palabra (1, 14; 4, 1-32).
La familia es tan novedosa que ha tenido que dejar, ante la
llamada de Jess, todo lo que tena anteriormente entre manos:
las redes (1, 18), padre, barca y criados (1, 20) y hasta la mesa
52
III.
53
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
de cambios (2, 14). Es el cambio radical que pidiera antes de entrar en Galilea (1, 15). Y, en su seguir a Jess, van a ser los testigos del evangelio y sus colaboradores en el reino.
Porque el reino, aunque muchos lo ignoren, ha llegado ya bajo
el ropaje de Jess de Nazaret. Ellos lo saben, porque Jess mismo
se lo ha dicho, en la explicacin de las parbolas. El reino se ofrece en la persona de Jess; sus palabras son como la semilla lanzada al campo. Debiera de fructificar, porque la semilla tiene fuerza de por s, pero la tierra no responde. Hay demasiado egosmo,
miedo, atracciones, superficialidad en los hombres que dicen escuchar la palabra. Son la tierra dura del camino, las piedras y las
espinas que impiden el crecimiento y desarrollo del reino (4, 3-20).
Y el reino, su cristianismo, es pujante de por s, porque lleva
a Dios encerrado en su interior; crece, si la tierra es buena, sin la
ayuda del hombre, que ni se da cuenta del progreso (4, 26-29). La
palabra acogida se desarrolla asombrosamente, da frutos iluminadores, es contagiosa por necesidad (4, 21-23), y debe extenderse
sin lmites por todo el universo, como arbusto capaz de acoger
pjaros extraos el pueblo gentil y cobijarlos entre sus ramas.
El reino universal en su extensin y paradjico en sus comienzos
lleva la liberacin personal del individuo, pleno responsable ante
Dios (4, 24 s.).
La iglesia de Jess es la familia de Dios en la tierra; en ella
tiene cabida todo aquel que sea capaz de dejar todo atrs y ver en
las acciones y la palabra de Jess a Dios actuando en la historia,
que le impulsa a estar con l y a difundir el alegre mensaje de que
Dios ha llegado.
54
IV.
(6, 14 - 8, 26)
A la iglesia le falta todava una cualidad esencial. Hemos visto
que se fundamenta en el Jess histrico y que forma la verdadera
familia de Dios en la tierra; le falta el punto ms interesante: la
presencia del resucitado en ella. En medio de estos discpulos, Jess se revel como Dios entre los hombres en su historia humana
y se est revelando ahora, en el momento en que escribe Marcos,
nuestro momento. En el pasado, a la bsqueda de una confesin
de fe en su persona; en el presente, a la bsqueda de un reencuentro total con el resucitado, que se ha dejado entrever, hasta
ahora, en su palabra y en su gesto de fundador de la comunidad.
En la seccin 6, 14 - 8, 26, es la profundidad ltima de Jess la
que se puede palpar.
1.
55
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
56
8. Los discpulos que van en la barca con Jess opinan que no llevan ningn
pan, mientras que el relator evanglico ha puesto al inicio la afirmacin de que
llevaban un solo pan; es Jess.
2.
57
58
Francisco de la Calle
tivamente. El cadver de Jess, como el de Juan, tambin es puesto en el sepulcro, pero Jess resucit. Esta es la gran diferencia.
Mientras que el sepulcro de Jess est vaco, el de Juan sigue con
el cadver dentro. Juan es solamente tipo de Jess. Superponiendo
ambas figuras, existen semejanzas profundas y, al mismo tiempo,
contraste brutal. En este contraste, se transparenta Jess. La iglesia nueva, al contemplar la figura de Juan, reconoce al Cristo; hace
suya la confesin del Bautista: Viene el ms poderoso que yo
detrs de m (1, 7). Juan, por sus semejanzas y su contraste, es
signo vivo de la presencia del Cristo. El primer signo de que el
evangelio de Dios estaba llegando al mundo de la promesa (1, 1 s.).
El segundo signo es el recuerdo del milagro de la multiplicacin de los panes, que se actualiza en la comida eucarstica. O, ms
precisamente, la eucarista que repite a los hombres de hoy el sentido ms hondo de aquel milagro (6, 30-44). En el pan bendito,
troceado y repartido, Jess est presente al cristiano.
Fue un milagro sigiloso, escondido, hecho en exclusiva para
sus discpulos, sin que llegaran a entrever el sentido verdadero:
Jess era el pan (8, 14). La comunidad escatolgica, la iglesia, distribuida como el ejrcito de los ltimos tiempos 9 , recibe de manos
de los discpulos el pan multiplicado; va saliendo de las manos del
seor, pero slo ellos pueden constatarlo. Solamente el seguidor
de Jess, el cristiano, puede reconocer en ese pan el cuerpo, la
persona del crucificado-resucitado; solamente la iglesia, los suyos,
sabe encontrar la presencia oculta del resucitado en el pan compartido.
Al banquete del reposo (6, 31), estn invitadas las ovejas sin
pastor (6, 34) y los de lejos (8, 3), los judos y los gentiles, pero
solamente el llamado por Jess, el cristiano, intuye la profundidad
del hecho. Y es que, en la barca de la comunidad, solamente hay
un pan (8, 14), desconocido en vida por sus moradores (8, 16 s.).
Ser menester que venga la Pascua y, en su cena, adquiera plena
significacin; el pan de la comunidad es la misma persona de Cristo: Este es mi cuerpo (14, 22). En la comida eucarstica de la
comunidad, Jess est presente a sus discpulos, como alimento
vital del nuevo caminar.
El tercer signo es el central, que modela todos los anteriores;
es el de Jess caminando sobre las aguas (6, 45-52). En su caminar
sobre las aguas, Dios mismo se hace presente en Jess. La barca
9. Al menos sta parece ser la interpretacin de los grupos que se sientan
por grupos de ciento y de cincuenta a comer el pan milagroso. Una distribucin
paralela a la de los ejrcitos de Yahv de los ltimos das y a la organizacin de los
monjes de Qumran.
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60
Teologa de Marcos
V.
61
(2
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Teologa de Mateos
2.
La Decpolis de los tiempos de Cristo era una regin helenizada, con poblacin preponderantemente no juda, situada en la
orilla oriental del mar de Galilea. Su nombre quizs le venga de
un pacto inicial, una confederacin de diez ciudades, de aqu su
nombre Deka-polis, si bien stas no fueron siempre las mismas en
el decurso de la historia. Marcos pone la actuacin de Jess en
estos lugares, narrando el episodio de la curacin de un endemoniado, que se va a convertir en el predicador de Jess en toda la
Decpolis (5, 20).
En Gerasa, un territorio-ciudad que el evangelista hace pertenecer a la Decpolis y asomarse a un mar que nunca conoci 14,
14. Gerasa, en cuanto la arqueologa actual puede decirnos, es una localidad
ms al sureste del mar de Galilea; sus territorios nunca llegaron hasta el lago de
3.
63
El crculo se ampla en una nueva y ltima dimensin: los paganos. En aquella comunidad primitiva, que luchaba enconadamente entre cerrarse sobre s misma o abrirse a los paganos, el hecho
de situar a Jess en una tierra totalmente pagana en donde realiza,
Tiberades. Quizs sea sta la razn del cambio que sufri la narracin en Mateo,
que pone regin de los gadarenos (Mt 8, 28), y de las distintas lecturas en el
texto de Marcos: tierra de los gerasenos (el texto ms seguro), de los gadarenos
(tomado de Mateo), de los gergesenos y de los gergistenos.
64
Francisco de la Calle
4
EL CAMINO DE LOS SEGUIDORES
(8, 2 7 - 1 0 , 52 y c. 11-13)
II ASTA ahora, el evangelista Marcos ha expuesto en su evangelio el equivalente a una dogmtica eclesial; ha asentado lo
que constituye el ncleo de la iglesia. A partir de este momento
(8, 27), con la confesin de Pedro sobre la persona de Jess, se
entra en un nuevo mbito, que bien puede ser catalogado como el
de una moderna moral. El evangelista va a exponer los principios
prcticos que comporta el seguimiento a Jess, la pertenencia a la
iglesia.
Para exponer su moral, echa mano, como anteriormente para
exponer su dogmtica, de la vida de Jess. Jess comienza un camino que no dejar hasta entrar en Jerusaln, la ciudad de la contradiccin y de la muerte; sus discpulos, los que le han seguido
en Galilea, continan ahora tras l; van ellos solos, recogiendo de
labios de Jess unas enseanzas que debern poner en prctica
en el camino del seguimiento a Jess. Camino y seguimiento son
dos realidades complementarias en el evangelio de Marcos. El seguimiento se verifica mediante el cumplimiento de los preceptos
encerrados en la seccin del camino: 8, 27 - 10, 52.
A estas enseanzas prcticas, hay que aadir tambin las que
resultan de las disputas habidas en Jerusaln (11, 1 - 13, 37). No
pertenecen propiamente al camino, sino a la contraposicin doctrinal con Jerusaln, con el judaismo entero; sin embargo, dado su
carcter de enseanza, las introducimos en el presente captulo.
I.
15. Cf. nota 2.
16. Toda esta imposibilidad de prestar fe, de seguir al Jess en vida de ste,
nace del hecho real de que solamente despus de su muerte lleg a los gentiles la
palabra salvadora del evangelio. El Jess de la historia actu solamente en Palestina
y para los israelitas. Es por ello, quizs, el que los relatos de los milagros de Jess
realizados con los paganos se verifiquen siempre a distancia, jams est Jess presente en el lugar en que un pagano es curado.
El inicio del camino tras Jess est constituido por la confesin de Pedro y el mandato de. Jess para que guarde silencio sobre su identidad (8, 27-30-). Hemos dicho que este episodio es el
central de todo el evangelio; en l se da respuesta al interrogante
66
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
sobre quien sea Jess, que se haba formulado al inicio de la anterior subseccin (6, 14 - 8, 26) y se brela nueva etapa del camino, que se concluir con el episodio de la curacin y seguimiento
de Bartimeo (10, 46-52). Son todos los detalles que contribuyen
a encontrar en el texto las lneas exegticas de interpretacin.
El relato es la ilacin de dos etapas literarias. Como respuesta a la ltima seccin narrada (6, 14 - 8, 26), seala que toda la
vida de Jess en su historia mundana fue una continua bsqueda
de fe en su persona; Jess existi para que, manifestndose a travs de milagros y enseanzas, un reducido nmero de hombres, su
iglesia, le prestara fe, creyera en l. Como inicio de la siguiente
seccin (8, 27 - 10, 52), se establece el cumplimiento de la fe anterior en dos dimensiones diferentes: a la fe tiene que seguir siempre el seguimiento, el cumplimiento de los preceptos de Jess y,
segunda dimensin, slo se puede pasar a este cumplimiento, partiendo de una fe inicial.
Pedro, en nombre de todos, reconoce en Jess al mesas, sin
ningn calificativo ms'. Despus de haberle visto actuar, en la
redaccin del evangelista, como Dios mismo, se le ocurre solamente confesarle mesas. Es una confesin de fe raqutica, incipiente.
Le faltan los elementos esenciales del mesas cristiano: muerto y
resucitado. Pero esta confesin perfecta de fe no la puede hacer
Pedro ni nadie hasta que Jess haya muerto (15, 39). Porque slo
despus de la resurreccin cayeron los discpulos en cuenta de la
personalidad del maestro razn histrica y porque Marcos va
buscando justamente un inicio que haga posible caminar tras Jess,
llegar a ser cristiano (razn teolgica).
Esta confesin de fe no tiene nada de extraordinario. Pedro
se asemeja a cualquier fiel del antiguo testamento, slo que ha
puesto su confianza en la persona de Jess. El est pensando en
su mesianismo terrestre, y por eso recusar la primera enseanza
sobre el mesas doliente cristiano y conminar una vez ms a Jess
a abandonar su camino (8, 33). Pero es ya una confesin que sita a los discpulos en un lugar aparte respecto a los hombres en
general, que piensan sea l el Bautista, Elias o uno de los profetas (8, 28). Pedro ha confesado a Jess como el final de toda la
propia esperanza y no, como los dems hombres, un trnsito hacia
el cumplimiento de su propia esperanza.2
II.
67
Ser cristiano significa seguir a Jess, y este seguir es el cumplimiento de todas las esperanzas, en que se haba movido la naciente
iglesia. Seguir a Jess es entrar en el reino. La entrada a l est
umversalmente abierta; no hay resquicios al sectarismo. El camino no se puede andar, sin el apoyo fundamental de Dios. Tres
cualidades umversalmente vlidas para el seguimiento.
En los albores mismos de la iglesia, antes aun de que se escribieran los evangelios, se haba expresado la salvacin cristiana en
moldes tomados de la apocalptica ltima juda. Segn ella, la salvacin de Dios sera inaugurada con el advenimiento del hijo del
hombre, que instaurara, con su juicio, el reino de Dios en la tie3. Aunque en el estrato preevanglico, el secreto del silencio impuesto a Pedro
a continuacin de su confesin mesinica tenga el valor de explicar cmo Jess,
no fue reconocido por mesas, a pesar de haberlo sido en vida, en el estrato de la
redaccin del evangelista, hay que interpretarlo segn lo hacemos en el texto. El
concepto de mesas es, como dice Joan Leita (El fundamento irreligioso de la iglesia, Salamanca 1972), un concepto recuperable. No vale de por s, sino como punto
de partida para otra confesin posterior.
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
68
69
Francisco de la Calle
70
III.
Para seguir a Jess, hay que cambiarse del todo; es la conversin que presida su ingreso en Galilea (1, 15) y que en la seccin
del camino se explcita, a modo de introduccin, como negacin de uno mismo y prdida de la vida por el evangelio y
por Jess (8, 34. 35). Es el aspecto negativo del cambio; el
positivo es la realizacin del seguimiento y el reencuentro con
la vida (8, 35). Pero en qu concretamente debe de cambiar el
hombre?
6. Cf. captulo 3.
Teologa de Marcos
1.
71
Es una constante estremecedora; el camino que emprende Jess lleva a la muerte y a la resurreccin. Los discpulos tienen que
saber, han de aprender cul sea el designio de Dios sobre Jess;
es la enseanza primordial del discipulazgo. Ella implica el abandono de su concepcin mesinica, la transformacin de todas sus
esperanzas.
El hombre, Jess, que se manifiesta como Dios mismo en medio de sus discpulos tiene una trayectoria mundana bien determinada y trgica, si, como los' discpulos, no se entiende el ltimo
peldao: resucitar (9, 10. 32). El maestro confesado mesas tiene
necesariamente que sufrir mucho, ser rechazado por los dirigentes del pueblo de Israel, ser asesinado y, paradjicamente, resucitar al final de todo (8, 31 s.). Es ste el querer de Dios (8, 33) 7 .
Se trata de una enseanza restringida a los seguidores, a la que
nadie ms tiene acceso; una enseanza que se va gradualmente
explayando en la medida que se aproxima su cumplimiento.
Al principio, es solamente el anuncio escueto de los hechos,
apoyados en la voluntad de Dios: es necesario que acontezcan
(8, 31 s.). La figura del Cristo estara incompleta sin la serie de
sufrimientos que terminan en la resurreccin. Cierto que los escribas esperan un mesas triunfal, despus que Elias haya preparado el camino (9, 12), pero tanto Elias como el hijo del hombre
estn sujetos a la voluntad de Dios ms que a las esperanzas de
los hombres. Y esta voluntad est escrito es que tanto el
uno como el otro padezcan mucho (9, 12 b-13). El triunfo del
mesas est en la propia muerte y en su existencia ms all de la
misma.
En un segundo momento, el querer de Dios se hace carne en
el querer de Jess: el hijo del hombre se entrega en mano de los
hombres, lo matan y, despus de muerto, resucitar, pasados tres
das (9, 31). Ya no es una imposicin, sino una colaboracin con
Dios, cuyo sentido ltimo no se percibe an. El sufrimiento se concentra en la muerte; no se trata de que le crean muerto, como en
el episodio del endemoniado, narrado anteriormente a la segunda
prediccin de la pasin (9, 26 s.), sino de una muerte real, total,
de la que se alzar Jess. Su padecer le viene al Cristo no sola7. El primer anuncio de la pasin est precedido de la palabra es necesario (dei). Se trata de terminologa apocalptica, con la que se designaba la que
iba a suceder en los ltimos tiempos por voluntad explcita de Dios.
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
mente del pueblo de Israel, sino de los hombres, los que no han
sido capaces de ver en l el cumplimiento de todas sus esperanzas
(8, 27-28). El seguidor de Cristo tiene que saber que l se entreg
voluntariamente a la muerte, con la esperanza de una resurreccin,
que se amold al querer, humanamente incomprensible, de Dios.
En un tercer momento, el ltimo, la enseanza se transforma
en prediccin; las didascalas especiales del camino estn para suceder (10, 32-34). En Jerusaln, meta prxima del camino de Jess, le espera el cumplimiento de su papel de mesas en los planes
de Dios. Al pueblo de Israel en sus dirigentes, toca la condenacin
a muerte; a los gentiles, la ejecucin de la sentencia, afrentosa por
dems. La muerte se ve ahora bajo el prisma de liberacin hecha
por muchos (10, 45) y es un ejemplo a seguir por la comunidad
de los discpulos, por los cristianos (10, 35-45).
La enseanza de esta realidad primaria es recusada, en principio, por sus seguidores. As como al inicio del ministerio de Jess,
Pedro haba intentado hacer volver al maestro a Cafarnan (1, 37),
as tambin ahora quiere apartarlo de su camino (8, 32 s.). Y ahora
como antes, Jess cumplir con su deber, arrastrando tras de s
a los discpulos. Existe una rebelin interna en el hombre que intenta seguir a Jess, paralela a la del mismo Cristo en Getseman;
no quiere beber el cliz (14, 32-42); no quiere entender la figura
de un mesas humanamente fracasado; no quiere aceptar la dura
realidad de un seguimiento. Beber el cliz, seguir a un mesas sufriente contrara todos los planes humanos; es algo ininteligible.
Es lo que le viene a decir Pedro. Pero estas ideas son ideas satnicas, ideas propias de hombres, que no se acomodan al sentir de
Dios (8, 33). Son dos polos antitticos en el pensar; de una parte, Dios; de otra, el hombre. Slo Tess unifica en su persona,
mediante el s voluntario a su pasin, la tirantez, la paradoja.
Y esta unificacin se transforma en enseanza para los discpulos,
a los que Jess no pide comprensin, sino aceptacin
A esta aceptacin se aproximan, en la medida en que van caminando tras el maestro. Al llegar el tercer anuncio de la pasin,
los discpulos saben solamente sentir miedo (10, 32). La oposicin ha pasado, y ya hay slo temor sagrado ante el mesas que
va a padecer. Y es que la comprensin del mesas sufriente est
inextricablemente unida al seguimiento. Solamente aquel que pierde su vida por el evangelio puede llegar a comprender los sufrimientos de Jess; saber que Dios, su evangelio, se ha hecho contradiccin, sufrimiento y muerte. El Dios que aparece entre los
hombres no es el mesas que esperaban los israelitas, pero esto lo
sabe solamente el cristiano. Por eso la enseanza de la pasin ha
sido una enseanza reservada a los discpulos en exclusiva. Y, a pe-
72
2.
73
75
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
74
a)
Pasin-resurreccin interna
9. Dos veces trata Marcos la cuestin de la primaca en el seno de la comunidad (9, 33-37 y 10, 35-45); en ambas, da radicalmente la misma solucin: la autoridad es servicio; pero en cada uno de los trozos la asercin reviste una modalidad
diversa. En el primero, el servicio se ejemplifica en recibir a un nio en nombre
de Jess; en el segundo, con la muerte del Cristo tomada esencialmente como servicio prestado a los hombres. En el primero, todo va enderezado hacia el tema paz
en la comunidad; en el segundo, a una diferenciacin de la iglesia con las sociedades humanas.
10. Se trata evidentemente de un dicho perteneciente a la tradicin anterior al
evangelista. Siguiendo la lnea redaccional de Marcos, ignoramos quin sea el que
envi a Jess. Dios, el Padre, se presenta como quien testimonia que Jess es su
hijo (bautismo y transfiguracin), pero no se dice explcitamente que le haya enviado.
11. Algunos autores dicen que la percopa sobte el acoger a los nios encierra
la enseanza de protegerlos, casi adoptarlos en el nombre de Jess. Se tratara de
una necesidad de la comunidad primitiva: solucionar el caso de los nios abandonados.
Ni el texto del evangelista ni la tradicin anterior a la formacin del mismo
dan pie a esta interpretacin; no se dice recibir en la casa, como sera de desear
para estatuir esta significacin. El acento recae en el modo de la acogida: cordialmente, en nombre y como Jess.
12. No sabemos con exactitud el significado del v. 11. El sentido genrico es:
el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio. Pero el texto de
Marcos aade un ep'autn, que especifica la realidad del adulterio. Hay que
traducirlo por es adltero con ella o contra aqulla?, se trata de la primera
o de la segunda mujer? Los autores catlicos suelen traducir, aludiendo a la primera (Schmid, Zorell, Schnackenburg ..), entendiendo el ser adltero como una
violacin del primer matrimonio. Pero, absolutamente tambin, puede entenderse
con respecto a la segunda: es adltero contra ella; el mal estara, en ese caso,
en que la segunda mujer se convierte en adltera; algo parecido, aunque al revs,
a Mt 5, 32.
Dado que el segundo inciso, al tratar de la mujer que se separa del marido,
acaba solamente en es adltera, parece que la idea fundamental, la que une ambos casos, sea: el divorciado y contraedor de nuevas nupcias (sea l o ella) es
rompedor de la unidad querida por Dios en el camino del seguimiento a Cristo.
13. Resultara improcedente estatuir una legislacin matrimonial cristiana a
partir de este solo dato de Marcos. Incluso para entenderlo plenamente es necesario
verlo en su contexto ambiental. La comunidad del tiempo del evangelista se encuentra con la problemtica de si los casados pueden o no ser cristianos. La solucin
es: s, con tal de que, una vez cristianos, no abandonen a sus cnyuges para buscar
otro hombre o mujer. Para establecer una teologa o unos cnones que regulen hoy
el matrimonio hay que acudir, en primer lugar, a la praxis no a la teora de
la iglesia, y confrontarla despus con la doctrina evanglica al respecto.
77
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b)
Persecuciones externas
El evangelista sabe de las persecuciones que han sufrido y sufren los primeros cristianos; conoce seguramente la muerte de Santiago y de Juan (10, 39) ", y tiene muy a la vista el final humano
de Jess. Son los datos suficientes para asentar la conclusin de
15. De vida sin fin y de en futuro no habla Marcos en ningn otro lugar.
El hecho de la resurreccin es doctrina esencial del evangelista frente a los saduceos (12, 18-27). El en o edad futura puede referirse a la parusa (13, 24-27). En el
contexto (10, 30), se contrapone claramente al momento actual, tiempo de persecucin y posesin. Parece que se trata de una edad relativamente prxima, pero no
se concretiza el cundo. El acento de la promesa recae sobre el hecho habr vida
sin fin, que es donacin slo para los servidores (10, 28 s.), en contraposicin al
israelita rico (10, 17), al que le falta slo seguir a Jess (10, 21).
16. No es viable la opinin de que este ciento por uno sea cualitativo; es
decir, al que abandona todo, se le da en recompensa algo que es cien veces mejor;
entendindose este mejor como la unin con Dios.
Lo que cambia radicalmente, segn Marcos, es la postura humana ante los bienes. Estos son tan materiales como los que dej el seguidor de Cristo. No hay pie
alguno para ver la comunicacin o unin con Dios. Adems de sa expresin
inexacta de estar con Jess o formar parte de su familia, est la posesin real
de bienes, que ya no son obstculo para el seguimiento.
17. La cuestin de datar la muerte de Juan est vista normalmente en el mbito
polmico de nacerle vivir en tiempos posteriores para explicar la autenticidad junica
del iv evangelio, escrito posteriormente a los sinpticos. La tradicin que recoge
Marcos, sin embargo, parece que conoca verosmilmente la muerte de ambos hermanos, Juan y Santiago (10, 35-40). Es un dato polmico, difcil de encuadrar en
cualquier cronologa de los escritos neotestamentarios.
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que la persecucin y la muerte son connaturales al seguidor autntico del Cristo. El cliz del dolor es el tnel necesario para llegar
a la semejanza perfecta con Jess (10, 35-40). Para Jess, la meta
humana de su camino fue Jerusaln, la cruz; para los discpulos
habr tambin siempre una nueva Jerusaln a punto, en la que
tendrn que sufrir. El ms aqu de la comunidad, la edad mundana de los seguidores del Cristo, llamados a una vida sin lmites
de tiempo, est caracterizada tambin y esencialmente por la persecucin. En su pacfico y amoroso estar entre la nueva familia,
aparece el dolor mortal del mundo circunstante:
No hay nadie que, habiendo dejado casa... por m y por el evangelio,
deje de recibir el ciento por uno casas... ahora, en este tiempo,
entre persecuciones, y, en el en que est viniendo, la vida sin fin
(10, 29 s.).
Teologa de Marcos
IV.
79
1.
Israel est representado esta vez (12, 18-27) por los saduceos IS, los negadores de la resurreccin. Su equivocacin no est
solamente en negar este hecho bsico para el cristiano, sino en toda
18. Este es el nico momento (12, 18-27) en que, dentro del evangelio de
Marcos, entran los saduceos en escena; los trae slo su oposicin a la doctrina principal del maestro, de la iglesia naciente: la resurreccin. Desde un punto de vista
estrictamente histrico no es justo ponerlos como representantes de Israel, puesto
que sus contemporneos los fariseos admitan la existencia de una resurreccin y
eran mayora. Sin embargo, el evangelista los elige como autnticos representantes
del judaismo, sealando con ello la ntima y total ruptura con el mundo del antiguo testamento.
80
Francisco de la Calle
la interpretacin que hacen de las escrituras (12, 24) y en el concepto radical del mismo Dios (12, 27). La resurreccin existe, pero
no puede ser considerada desde una perspectiva humana, no es un
retorno a la existencia dejada con la muerte, volver al mundo de
los humanos, en donde tiene realidad el modo de ser humano, el
matrimonio, por ejemplo (12, 20-23). La casustica propuesta por
los saduceos, la mujer que pas en vida por mano de siete maridos
subsiguientes, es solamente una cosa de este ms aqu, al que no
se retorna ms.
La resurreccin implica un nuevo orden de cosas, en el que los
hombres sern distintos. A partir de la resurreccin de los muertos, que el evangelista no coloca en un momento determinado de
la historia, los hombres sern como ngeles en el cielo (12, 25).
En el mbito de la resurreccin, meta del cristiano, no existe ya
la preocupacin del sexo. En el ms aqu, en el camino, se da la
primordialidad del seguimiento sobre el matrimonio (10, 1-12);
en el ms all, podemos deducir, el seguimiento ha terminado y el
hombre se ha asimilado al resucitado; con ello, queda superado
el mismo sexo.
En realidad, los judos no entienden a Dios; le tratan a l y
sus cosas con una mentalidad puramente humana. No se han dado
cuenta de que Dios es el Dios de los seres vivos, que ha aparecido
a los hombres con Jess de Nazaret, el resucitado. Frente a los
judos, el cristiano tiene que sostener la realidad de la resurreccin,
cuyos atisbos se perfilan ya en la comunidad eclesial, la de los hombres que, en su actuar tras el Cristo, van reencontrando transformadas todas las cosas de su entorno vital: madre, hijos, hijas,
campos...
2.
Teologa de Marcos
81
En contraposicin a esta venida que no admiten y que han reconocido tan slo sus seguidores, se presenta la venida ltima del
hijo del hombre (13, 24-27) 19 , que coincide justamente con la ruina del pueblo que no supo transformar sus esperanzas, con la destruccin del pueblo de Jerusaln y de su templo. El mesas no
nacionalista se vuelve en realidad el destructor de todo nacionalismo.
Y es que el cristianismo no puede hacer poltica con el cristianismo (12, 13-17). Dios y el Csar no se deben de entremezclar;
cada uno de ellos se mueve en un plano distinto. Los judos estn
haciendo poltica de este mundo, nacionalismo exclusivista y avasallador, en nombre de Dios; han identificado religin y raza, han
rebajado la salvacin de Dios hasta sus propias esperanzas, confundindolas entre s. Con ello, han opuesto Dios al Csar, usando
para ello, algo que pertenece al Csar: el denario. La verdadera
religin, el cristianismo, no estriba en dar o dejar de dar el tributo
al Csar, sino en ponerse el hombre todo entero bajo la accin de
Dios. Y es en esta accin, que viene a decir lo mismo que ser cristiano o seguir a Jess, est la verdadera religin y el fin de todo
nacionalismo. Los hombres no se miden, en el cristianismo, por
su raza, sino por su capacidad de entrega al seguimiento. Y, si en
este seguimiento, el Csar llega a interferirse en su accin, como
se interfiri Israel al Cristo, al cristiano no le queda otra solucin
que morir. Cristianismo y nacionalismo son incompatibles; el cristiano debe de saberlo.
El gran mandamiento cristiano es doble: amor a Dios y al prjimo; los dos al mismo rasero de valor. Esta es la contrapartida al
nacionalismo judo (12, 28-34). En la comunidad de los hombres
que Dios quiere, hay proyeccin de amor hacia todo otro. El cris-
Cristianismo y nacionalismos
Jess, entrando en Jerusaln sobre el pollino tomado en prstamo, es ciertamente el mesas, el reino que llega (11, 10) al pueblo de los judos, a Jerusaln; pero sta lo ignora, y solamente los
seguidores de todos los tiempos, los cristianos, los que van detrs
y delante de l (11, 9), son capaces de ver en l al que viene
en el nombre del Seor (11, 9. 10), dando a Dios gracias por
ello. Jess es la solucin de todas las esperanzas humanas, incluso
de las judas; pero el pueblo de Israel no ha aceptado transformar
sus esperanzas mesinicas al contacto con la palabra de Jess. Sigue
esperando, absurdamente ya, un mesas triunfador, que les saque
del dominio de Roma. Por eso, no cree en l ni le recibe como
solucin.
19. Todo el captulo 13, paralelo en la estructura de la seccin con 11, 1-H l a
entrada en Jerusaln, es una composicin centrada a su vez sobre la patusa.' Su
esquema concntrico, estudiado por Lambrecht {Die Kedaktion der Markus-Apocalypse, Roma 1967), es el siguiente:
Introduccin- 1-5 a
!
Discurso
a)
b)
c)
b)
a)
impostores: 5b-6
guerras: 7-8
persecuciones: 9-13
guerra-destruccin: 14-20
impostores: 21-23
llegada: 24-27
. a) la higuera (pronto!): 28-29
apuros
) b) certeza: 30
instrucciones ( c) confirmacin: 31
y avisos
/ b) repentino: 32
a) parbola (vigilancia): 33-37
82
Francisco de la Calle
El templo de Jerusaln era la realidad central del culto israelita. Las esperanzas de montones de aos estaban cifradas en el
nico lugar de culto al Dios nico. En l, deca la fe judaica, habitaba Dios mismo. La comunidad cristiana primitiva, como narran
los Hechos de los apstoles, no se apart en principios del culto
al templo; los cristianos, antes incluso de recibir este nombre
(Hech 21, 24), eran fieles cumplidores y adoradores de Dios en
el templo de Jerusaln, al que suban a orar (Hech 3, 1) y a depositar sus votos (Hech 21, 24).
Marcos va a romper con todo el culto al templo, estableciendo
un nuevo concepto de oracin, de limosna y de doctrina teolgica.
El culto del antiguo testamento no tiene razn de existencia en el
cristianismo. A Dios no se le honrar a la manera antigua, sino
de la nueva.
La primera modalidad es la supresin de los sacrificios. El estar a bien con Dios no queda pendiente de unos animales sacrificados en el altar del templo, sino en la realizacin del seguimiento, para cuya ejecucin era necesaria la oracin (9, 29). Frente
a sacrificios, oracin (11, 20-25). Sus caractersticas esenciales son
dos; creencia absoluta en su eficacia (11, 24) y perdn de las injurias recibidas (11, 25). La primera es una confianza total, sin
dudas de ninguna clase (11, 23): Creed que lo recibisteis ya, y
ser vuestra la cosa perdida (11, 24) 20 . La segunda es fruto integrante de la misma oracin: cuando estis orando, perdonad lo
que tengis contra otro (11, 25), y no una condicin anterior.
Consecuencias de este perdn al hermano es el propio perdn de
Dios. 21
20. Algunos cdices han tratado de aminorar la fuerza de la expresin. As,
traducen: creed que lo recibiris, etc.. El texto con ms visos de originalidad dice
taxativamente: creed que lo recibisteis, etc. (un aoristo griego).
21. El v. 26 de algunos cdices, que dice y si no perdonareis, tampoco os
perdonar en el cielo vuestro Padre, no aparece en la tradicin textual ms importante; quizs provenga de Mt 6, 15.
Teologa de Marcos
83
El cristiano, que necesita de Dios en su caminar tras el maestro, ha de acudir a la oracin, a la peticin confiada que le posibilite al mismo tiempo la paz entre los hermanos y la ayuda en el
caminar. Esta parte del nuevo culto a Dios es solamente un medio,
una ayuda para el cristiano que, en los momentos difciles de su
caminar ha de orar, al igual que Jess, el que se retir a orar en
los momentos cruciales de su existencia cristiana: antes de lanzarse al riesgo de una misin universalista (1, 35), antes de manifestarse como Dios ante los suyos (6, 46) y antes de entregarse
a su pasin (14, 32).
La limosna sigue teniendo valor en el culto a Dios, pero la
valorizacin de la misma es diferente (12, 41-44). No est en
la cantidad, sino en la calidad, y sta se mide en relacin a los
haberes del donante. La viuda de la narracin evanglica, con su
ochavico 22, ha echado ms que nadie, porque ha echado todo lo
que tena, sin reservarse nada para s; se ha desprendido de todos
sus haberes, como Jess mismo haba pedido al rico que quera
y no quiso seguirle (10, 21).
La doctrina esencial que corre en torno a Dios cambia tambin
esencialmente en el cristianismo, respecto al judaismo. Estos han
centrado su teologa en la figura de mesas hijo de David (12,
35); la salvacin de Dios, que dimanara de su bien actuar cltico
en el templo, producira el dominio del judaismo sobre todos los
pueblos. Pero el cristiano sabe que eso no es posible. El mesas
ha llegado con Jess de Nazaret; y ste no se ha presentado como
el triunfador hijo de David (12, 35-37), sino como el enviado
de Dios a pedir cuentas a los judos de la administracin de su
via (12, 1-12). Ha sido muerto por los viadores, pero los hombres han quedado ya al cuidado de otros, de la comunidad cristiana, y los judos han desaparecido del mbito de la salvacin.
El templo de Jerusaln, el exponente de la religiosidad del antiguo testamento se ha corrompido, pero era de esperar. Israel no
es capaz de ofrecer una oracin como la que pide Jess, ni una
limosna total ni un cambio de mentalidad en sus esperanzas; estn
demasiado aferrados a la tierra. Tiene s, como la higuera (11, 13);
mucho pblico que manifiesta una piedad externa, centrada en los
sacrificios, pero no en la confianza en Dios; centrada en el poder
del dinero recogido en el tesoro del templo, y no en el desasimiento de este mismo dinero; centrada en dominar a los hombres, y no
Francisco de la Calle
84
La autoridad nueva
Teologa de Marcos
V.
85
EL DISCPULO PERFECTO
Jess pas entre los hombres con una finalidad precisa: posibilitarles el seguimiento. Sus milagros, en el evangelio, son signos
profundos de que Dios ha estado entre los hombres. Sus discpulos continan la misin de Jess, truncada humanamente en Jerusaln; a ellos tocar, en el decurso del tiempo, seguir llamando
a los hombres, para formar parte de la familia de Dios en el mundo. La postura radical del hombre llamado es poner toda su confianza en la voz del maestro, capaz de arrancar a uno de s mismo,
dejando atrs el viejo mundo, y disponerse acto seguido a ir tras
Jess, a cumplir su parte de camino hasta llegar a la meta. En ella,
el hombre antiguo se pierde y renace, termina de renacer, el hombre que Dios ha querido. El gran milagro del Cristo es transformar
a los hombres y sacarlos de su egosmo para lanzarlo al amor de
Dios.
Y no son Pedro y los suyos el mejor modelo a seguir. Su caminar en pos del maestro est trenzado de entrega e incomprensin que llega hasta la rebelda y el abandono. El discpulo perfecto, en el evangelio de Marcos, es Bartimeo, el ciego que lleg
a ver y caminar. Como un resumen magistral de las exigencias de
Jess, el evangelista ha colocado la historia de su curacin como
remate de la seccin del camino, a las puertas mismas de Jerusaln (10, 46-52).
Bartimeo est ciego y junto al camino, pidiendo limosna; oye
de Jess que pasa por all, y empieza lastimeramente a pedir ayuda. No pide nada en concreto, slo misericordia; le ordenan que
calle, pero l insiste ms agudamente: Hijo de David, apidate
de m. La llamada del maestro le viene a travs de los compaeros de camino de Jess: Ten confianza, levntate; te est llamando (10, 49). Bartimeo no duda un instante; deja atrs su manto
y llega hasta Jess. Su peticin es ahora concreta: Maestro, que
vea bien (10, 51). Jess asiente: Vete, tu fe te lia salvado.
Bartimeo ve ahora perfectamente y se adhiere a la comitiva: Y le
segua en el camino (10, 52).
Bartimeo no ve; es como los discpulos que no entienden y
como el ciego de Betsaida; todos necesitan de la mano milagrera.
Sin embargo, como Pedro, comienza por reconocer en Jess al
mesas, al hijo de David. Se reconoce ciego, no puede realmente
apreciar quin sea Jess, pero confa en su poder; por eso pide
desaforadamente misericordia. Est al borde del camino, como el
judo rico, cumplidor de la ley (10, 17-22), pero no ha recibido
como aqul la llamada de Jess al seguimiento. Son los seguidores
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5
JERUSALN O LA O P O S I C I N
( 1 1 - 1 3 y 14, 1 - 1 6 ,
8)
Francisco de la Calle
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I.
Jess es llevado al sumo sacerdote. All se dan cita sumos sacerdotes, ancianos y escribas, el sanedrn completo (15, 1) que representa al pueblo de Israel. La autoridad mxima rebusca testimonios acusadores para dar muerte a Jess (14, 55). En principio, se
trata de un juicio honrado; buscan testimonios, pruebas vlidas;
pero stas no existen. Israel tiene slo intenciones mortales respecto a Jess, pero es incapaz de dar una razn para ello, ni siquiera apelando a pruebas falsas imposibles de probar; los acusadores
no llegaban a ponerse de acuerdo (15, 56-59). Ms que la inocencia de Jess, resplandece la sinrazn del proceso. Israel no tena
argumentos para condenar a muerte a Jess, ni siquiera para enfrentarse con l. Todo es una absurda trama querida por Dios,
para mostrar la autntica dimensin del mesas.
Finalmente, Israel en su cabeza religioso-poltica pregunta por
dos veces a Jess. La primera vez ste calla; las acusaciones dirigidas contra su persona no tienen base, se contradicen a s mismas
y Jess no puede responder (14, 60 s.). Su muerte es radicalmente
entrega al Padre, aceptada de antemano. El querer de Israel es
paradjica y trgicamente el mismo del Padre. En la segunda interrogacin del sumo sacerdote, Jess habla. Es la pregunta clave:
Eres t el Cristo, el hijo del Excelso? (14, 61).
Israel pregunta abiertamente ahora. Anteriormente haba pedida signos del cielo (8, 11); posteriormente pedir que baje de
la cruz (15, 32). A ambas peticiones, est la negativa por respuesta. Ahora no; su respuesta es al mismo tiempo afirmacin y signo:
S, lo soy, y Veris al hijo del hombre sentado a la diestra del
poder y viniendo entre las nubes del cielo (14, 62). Jess se confiesa mesas y juez de sus jueces.
Jess se presenta ante Israel que le juzga como el que ha venido y el que vendr. Ha venido acompaado de signos inequvocos, sus milagros del mesas de Dios; ha luchado y vencido a Satans, se ha presentado en Jerusaln, montado sobre el asnillo, tal
como le viera Zacaras (11, 1-11), ha enseado con poder (1, 27).
Teologa de Marcos
89
II.
EL EVANGELIO EN JERUSALN
Jess ha pasado por el pueblo de la antigua promesa, ofreciendo una participacin en el reino que ha llegado con l. No se trata
de un hecho histrico irreversible, porque a los judos, al judaismo
en general, le queda una continuacin de la oportunidad cristiana,
mediante el anuncio continuado del seguidor de Cristo (13, 9 s.).
Pero, de hecho, el Jess histrico, confesado mesas cristiano, sufri y muri en Jerusaln a manos de los judos. Y, en este Jess
que muri en la cruz, rechazado por su pueblo, el evangelista est
viendo los ltimos momentos humanos del evangelio, de la revelacin de Dios. El Jess que muere en la cruz es tambin y esencialmente evangelio de Dios; la salvacin divina se muestra tambin en la cruz.
El evangelista, siguiendo su obra literaria, tendr que expresar
estas ideas; y lo hace, poniendo de teln de fondo Jerusaln, que
ya no es tanto la Jerusaln fsica e histrica, sino el pueblo de
Israel que recus a Jess. Historia y teologa se entremezclan en
cada uno de los relatos, que reciben ahora, sobre el fondo de una
historia ocurrida, una significacin teolgica concreta; es la visin
de fe de una historia humana que culmin con un fracaso, en el
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92
1.
Francisco de la Calle
Jess entra en Jerusaln, y a su encuentro vienen los representantes todos de Israel: los sumos sacerdotes, los escribas, los ancianos (11, 27). Son las fuerzas del mal por antonomasia, que juzgarn a Jess digno de muerte (14, 53), despus de haberle prendido (14, 43), y lo entregarn a Pilato. Vienen tambin fariseos
y herodianos (12, 13), y, por ltimo, los saduceos (12, 18). Estos
todos vienen a interrogarle, a poner a prueba al maestro. Vienen
atrados por su fama, pero no es en busca de milagros; se quedan
a un nivel ms bajo an: vienen a tentarle (12, 15). Todo Israel
en sus representantes tienta a Jess, cuando ste se halla en Jerusaln; son la fuerza mala que ya se present en el mar de Galilea
(8, 11-13) y en el camino (10, 1-12); son el Satn del desierto
(1, 12 s.).
El sanedrn es el primero en venir hasta Jess (11, 27-33) y
preguntarle por su autoridad, por la razn que se esconde en su
postura total'. Pero no viene limpio; se mueve en el frgil hilo
de una poltica; no es capaz de dejar atrs su preocupacin de gobernantes que busca el favor de la plebe (11, 32) ni de confesar
su pecado de no haber aceptado tampoco al Bautista (11, 31). Se
mueve en el terreno de la dialctica verbal, del pensamiento, sin
arriesgar nada propio. Piden a Jess razones, enjuician la persona
del maestro. No buscan la verdad, sino al culpable de tener una
autoridad que no ha recibido de ellos. Por eso, se marchan confabulando contra su vida (12, 12).
Lo mismo sucede con los fariseos y herodianos. Vienen decididamente a enredar a Jess (12, 13). Su postura inicial es servil
y aduladora, pero, con ella, estn diciendo la verdad. Jess es el
maestro que, sin mirar el rostro de los hombres, sin hacer distinciones, ensea con veracidad el camino de Dios (12, 14). Con esta
postura, introducen la trampa, la pregunta capciosa, apta para un
tiempo de tensin con el Csar: es lcito dar tributo al Csar?.
Es una trampa bien echada, en la que no interesa tampoco la enseanza de la verdad, sino la respuesta comprometida, que lo enfrente disyuntivamente al pueblo o a la autoridad.
Y los saduceos tambin se acercan a Jess. Vienen como sabios
a dejar en ridculo al rab de Nazaret. Portadores de una tradicin,
1. El esto (11, 27) no se entiende de la accin ejecutada en el templo; es
todo el misterio de Jess el que est detrs de la palabra. En definitiva, le estn
preguntando quin sea l, que se atreve a hacer signos extraos para la mentalidad
judaica.
Teologa de Marcos
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la ms genuina de Israel 2 , estn en conflicto central con la iglesia: la existencia de la resurreccin. Es un ataque frontal al ncleo
mismo de la iglesia: Si Jess no ha resucitado, dir Pablo (1 Cor
15, 14), nuestra predicacin y nuestra fe estn vacas.
Solamente uno, un escriba, reconoce el bien ensear de Jess,
conforme a la ley (12, 28-34); pero ste viene solamente con deseos de instruirse, de saber. No toma partido ante Jess, est
cerca del reino (12, 34), pero no entra en l. Jerusaln es oposicin, y slo los que han venido con Jess pueden estar dentro
del nmero de sus seguidores.
2.
Los discpulos
Del Israel segn la carne, slo sus discpulos, que han hecho
la incipiente confesin de fe por boca de Pedro (8, 29), son adoctrinados por Jess en Jerusaln. Han reconocido al mesas de sus
esperanzas, pero as como tendrn que guardar secreto sobre su
confesin, porque el mesas es muy otro que el confesado, as tendrn que sufrir la crisis de Jerusaln.
Los doce no se separan de Jess hasta que les llega el momento previsto. Pertenecen al Israel de la carne, son judos, pero han
empezado a creer en l. Porque le han seguido en el camino, porque de la confesin han saltado a la prctica, reconstruyendo con
ello sus ideas de mesas y de salvacin, han sido elegidos para estar
con l y para mandarlos a predicar y a continuar su labor de expulsar al demonio del mundo (3, 14 s.); han llegado a ser su propia familia.
El ser ltimo y profundo del discpulo es estar en comunicacin, en comunin con el Jess que vivi, muri y resucit. Por
esto, son ellos solos los que comen el pan que es la persona de
Jess 3 en la ltima cena (14, 22). Pero su comunin con el Cristo
quedara en el aire, sin la comunin en la sangre, porque el mesas
cristiano es fundamentalmente el mesas que muere en la cruz. Es
el cliz, pasin, que todo discpulo debe de beber (10, 39), que
Jess, a brazo partido consigo mismo, bebi (15, 21-32), y que, en
Jerusaln bebieron: Esta es mi sangre, la del pacto, la derramada
2. Los saduceos, cuyos representantes pertenecen en su mayora a la aristocracia
juda, son los reptesentantes de las tradiciones ms puras, ms antiguas del pueblo
de Israel. Frente a su conservadurismo teolgico y poltico, nacieron los fariseos o
separados, portadores de innovaciones teolgicas (la resurreccin, por ejemplo) y
polticas (el nacionalismo).
3. La palabra griega soma, con que se designa el pan, no significa cuerpo en
oposicin a alma, sino en oposicin a otros cuerpos; es sinnimo de persona viva.
Francisco de la Calle
Teologa de Marcos
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IV.
95
LA CONTRADICCIN DE JESS
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Teologa de Marcos
a Jess en medio de Israel, en Jerusaln, va marcada con el carcter ineluctable de la muerte, Cada recuerdo, para tener valor, hay
que entroncarlo con el evangelio (14, 9). Quien en Israel pida el
cuerpo de Jess porque espera en el reino, como Jos de Arimatea
(15, 43), no puede acudir al recuerdo, sin ponerlo en relacin con
el evangelio; es decir, tiene que encontrar al resucitado en Galilea.
Y en este encuentro, que es vuelta a una nueva fe, adquiere la persona de Jess su mxima realidad que no puede dar Pilato, sino
Galilea, la iglesia. Es el fin del evangelio de Marcos.
Judas, en su ir a los sumos sacerdotes (14, 10), est repitiendo, pero al revs, el mismo gesto que hiciera cuando lo eligi Jess
(3, 13). Va a ellos, como antes fuera a l. Los sumos sacerdotes
se alegran de la decisin de Judas (14, 11), y Jess se entristece
(14, 19). Es el mal que nace de dentro de la misma iglesia. Y Jess, traicionado por uno de los suyos que est en connivencia con
sus enemigos, muere abandonado hasta de Dios (15, 33-41) 6 . Pero
su muerte seala el fin del podero del viejo mundo; el templo,
con su velo roto queda profanado y ya no podr ser reconstruido 7 .
Despus de su muerte, como un sustituto al irreversible Judas
(14, 21), el centurin confiesa que el muerto era realmente hijo
de Dios (15, 39). La muerte de Jess, lejos de acabar con el evangelio, como intentaban los sumos sacerdotes, se convierte en el
acicate ms fuerte que lo difunde hasta los gentiles. Slo el centurin es capaz de confesar en Jerusaln la gran realidad que Jess
ense a sus discpulos y que no llegaron a comprender en vida
de ste: el hijo del hombre tena que padecer.
Jess es crucificado (15, 21-32). Israel vence exteriormente.
El maestro est solo, en medio de todo un mundo hostil de burladores y blasfemos, ante el que permanece totalmente mudo. Todas las traiciones, las huidas y los odios se dan cita al pie de la
cruz. Ha sido colgado por ser rey de los judos (15, 25), y los
judos todos, los que pasan por all y los que vienen ex-profeso
a verle, se mofan de l. Pero su crucifixin es al mismo tiempo
triunfo y condena. Condena para Israel, triunfo para sus seguidores. Ha sido puesto en la cruz, como reza el cargo (15, 26), por
ser rey de los judos; y stos reconocen en el ttulo su significacin mesinica (15, 32), pero son incapaces de ver sin un signo
6. La aplicacin de Sal 22, 1, al ltimo grito de Jess en la cruz, es ciertamente una interpretacin cristiana del mismo. Y el salmo habla precisamente de la
soledad del justo en medio de los sufrimientos. Jess se encuentra solo y abandonado.
7. El velo del templo era uno de sus principales y caractersticos elementos.
En una antigua tradicin judia, se habra conservado por manos de ngeles, junto
con otros utensilios, despus de la destruccin romana de Jerusaln, a la espera de
la futura reconstruccin. Una leyenda paralela a la que se recoge en 2 Mac 2, 4-8.
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6
MARCOS, HOY
I o que hemos expuesto en los captulos precedentes ha sido un
^-~* resumen bsico del contenido de una de las obras literarias,
en que el cristiano basa su fe; es una de las modalidades en que
el mensaje cristiano se presenta al hombre de hoy, en su pureza
primigenia. Pero cmo entender el hombre de nuestros das este
mensaje? A pesar de que todo lo dicho es plenamente actual, a uno
le queda el resquemor de no ser entendido. Existe el grave riesgo
de considerarlo todo como una bonita o fea historia anclada en el
pasado. Y no es as, ignoro si por suerte o por desgracia. Es por
ello que aadimos estas breves pginas. Quieren ser un resumen
de conjunto. Muchos detalles quedarn en la sombra.
Una advertencia es necesaria. El evangelio de Marcos es una
de las modalidades de la realidad cristiana; no es exhaustiva ni exclusiva. Lo primero, porque la realidad, en las cosas de Dios, desborda cualquier delimitacin humana; lo segundo, porque existen
ms evangelios. Y la verdad no est totalmente ni en cada uno de
ellos ni en todos unidamente. La verdad terica cristiana no existe, se va haciendo en el duro bregar, cristiano de cada da. Y los
hombres que trabajan en el evangelio de Dios van cambiando,
mucho unas veces y poco otras, en su manera de comprender las
cosas. En los primitivsimos tiempos de la iglesia, decir que Jess
de Nazaret era Dios constitua un crimen de lesa ortodoxia, porque Dios era el Padre, y Jess no se poda confundir con l; en
la terminologa eclesial posterior, decir que Jess no era Dios era,
igualmente, un crimen de lesa ortodoxia, porque intilmente un
puro hombre poda haber trado al mundo la salvacin de Dios.
Cuestin de palabras. Pero, en este juego de palabras, necesario
tambin para expresar la salvacin de Dios, se corre el riesgo de
coger el rbano por las hojas. Es un riesgo que se ha de correr.
Dividimos la sucinta exposicin en tres puntos: Jess, salvacin, hombre. Son temas concatenados y los esenciales que toca
el evangelista.
Francisco de la Calle
202
I.
JESS DE NAZARET
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103
LA SALVACIN
Franctsco de la Calle
Teologa de Marcos
204
105
tido de ayudar a ser cristiano, que muchos obispos y papas de la misma iglesia.
Todava hoy, por ejemplo, se lee con ms frecuencia alguna obra de santa Teresa
y se le presta ms obediencia que a muchas encclicas papales de los ltimos aos.
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Francisco de la Calle
EL HOMBRE
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108
Francisco de la Calle
NOTA BIBLIOGRFICA
Mateo ha escrito un libro sobre Jess. Los diferentes elementos de su obra ley y juicio, iglesia y misin universal se integran como entorno y expansin del Cristo.
Desde ese centro, el evangelio de Mateo se estructura en forma
de compendio y expresin del existir cristiano. Es una vida de
Jess y un conjunto de preceptos morales. Pero es ms: es la visin de todo el ser de Dios y de los hombres a la luz de ese misterio de Jess, el Cristo. Por eso, siendo fundamentalmente un
libro cristolgico se puede asegurar que es, a la vez, un libro
sobre Dios, sobre los hombres y la iglesia (teologa, antropologa
y eclesiologa).
El evangelio de Mateo es teologa (estudio y comprensin de
Dios). Pero no ha visto a Dios en la teora. El Dios completo se
desvela solamente en Jess y su destino escatolgico. Jess revela
a Dios entre nosotros (11, 25 s.); a Dios se llega conociendo al
Cristo. Por eso, el evangelio de Mateo es teologa.
Revelando a Dios, Jess descubre el verdadero rostro humano.
Segn eso, el evangelio de Mateo es, a la vez, un libro antropolgico. Nos asegura que slo en el amor se llega al ser autntico;
nos dice que la forma de encontrarse es el perderse por el otro.
Comprendemos en Jess la ms profunda dimensin del hombre.
El caminar inquieto hacia lo nuevo (el reino) y el constante preocuparse por los otros no se pueden llamar bella poesa; no son algo
que se aada al fondo humano; constituyen nuestra esencia. De
esta forma piensa san Mateo. Por eso, su evangelio es un espejo
del ms claro rostro humano.
El misterio de Dios nos une en comunin. Por eso, Mateo nos
ofrece, finalmente, un libro eclesiolgico. La verdadera comunidad se ha condensado en el servicio a los hermanos, en la ayuda
del pequeo y el perdn de los pecados (Mt 18). Jess es quien
alienta en esa iglesia. Siempre est donde se encuentren unos pocos reunidos en su nombre (18, 20). Jess es quien la enva al
mundo, en el servicio del amor, en el mensaje (5, 13 s.; 28, 16 s.).
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Teologa de Mateo
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INTRODUCCIN
ISRAEL Y EL CRISTO DE
MATEO
1.
La esperanza de Israel
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Teologa de Mateo
116
117
peso (8, 17) y es el siervo que calladamente ha dirigido todo hacia su obra salvadora
entre las gentes (12, 18-21). Resumiendo su destino, el evangelio le presenta como
el maestro que revela los misterios escondidos desde antiguo (13, 35), como el rey
que viene al pueblo (21, 5) y, sin embargo, ha sido rechazado (27, 9-10).
Sobre el sentido de estas citas, cf. K. Stendahl, o. c, 97 s. y en general todo el
libro. Cf. tambin R. Pesch, Eine alttestamentliche Ausfhrungsforme im MatthausEvangelium: BiblZ 10 (1966) 220-245 y 11 (1967) 79-95. ,
2. La profeca puede interpretarse de dos formas. Puede juzgarse que todo lo
que viene a desbordar su letra es pura novedad, carece de sentido y no es efecto
Javier Pikaza
Teologa de Mateo
Creemos que Mateo sigue siendo comprensible. Pero es preciso traducir su antiguo testamento en trminos de vida y de esperanza humana. Nuestra existencia es mbito de muerte, oscuridad, pecado; pero, al mismo tiempo, existe en ella la esperanza.
Caminamos a lo nuevo y anhelamos la presencia del Dios que nos
transforma. De esa forma an nos seguimos manteniendo en el
antiguo testamento.
La vida se convierte en un pecado al encerrarse sobre s, tomar
su ley (forma de ser) como absoluto y rechazar el incesante camino hacia lo nuevo. Es la actitud que el evangelio atribuye al
fariseo que ha negado su esperanza al no tomarla como abierta
a la sorpresa de Dios en Jesucristo.
La existencia se convierte en lugar de la venida de Dios cuando
se abre hacia el futuro, cuando toma su pasado como un punto de
partida y deja a Dios que se presente como gracia. Es la actitud
que en san Mateo se ha ligado con los pobres de este mundo que,
por ser internamente desprendidos, han podido descubrir la luz
de Dios en Jesucristo. Los que buscan y permiten que Dios se les
revele siguen siendo un verdadero antiguo testamento; han recibido la palabra de Dios y ahora se encuentran en camino hacia
la plena manifestacin de su mesas.
118
2.
b)
119
220
Teologa de Mateo
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de Dios para los hombres (14, 22-33). Esa presencia de Jess, que
es la presencia de Dios entre nosotros, nos lleva a superar el mal
del mundo, del demonio y del pecado (8, 23 - 9, 8). Por eso somos
hombres nuevos. La presencia de Dios por medio de Jess se
muestra de una forma especial en las palabras con que acaba el
evangelio:
Se me ha dado todo poder en cielo y tierra; id y haced que todos sean
mis discpulos...; y he aqu que yo estoy con vosotros todos los das
hasta que llegue la consumacin del tiempo (28, 19-20).
c)
121
De aqu pasamos a la presencia escatolgica de Dios en el Jess, hijo del hombre y juez definitivo. El texto fundamental es
Mt 25, 31-46; pero tenemos que fijarnos tambin en otros pasajes
de sentido escatolgico.
El mismo Juan Bautista afirma que Jess ha recibido la funcin de realizar el juicio escatolgico: Reunir su trigo en el granero y quemar la paja en fuego inextinguible (3, 11-12). La
fuerza de ese juicio se dirige tambin a los que dicen ser cristianos
y no cumplen la exigencia de dar frutos (7, 21-23), y amenaza de
igual forma a los que viven ya encerrados sobre s y no quieren
recibir al mensajero de Jess (10, 14-15). Al juicio aluden las parbolas (13, 36 s.). Del juicio trata todo el evangelio. Pues bien,
all en la hora decisiva ha de venir a desvelarse la verdad de ese
Jess, hijo del hombre que desciende con los ngeles del cielo y el
poder del Padre (cf. 26, 64). A su llegada cambia todo; tiemblan
los pueblos; los salvados vienen de los cuatro extremos de la tierra; surge un mundo nuevo (cf. 24, 29-31). Pero aqu nos interesa
de manera especial la vertiente cristolgica de esa venida del hijo
del hombre, tal como se ha reflejado en 25, 31-46. La accin del
texto es eminentemente cristolgica: aparece el hijo del hombre,
en forma de seor, rey decisivo. Todo viene a ser juzgado en su
palabra.
El hijo del hombre ocupa aqu el lugar de Dios, es Dios que
juzga all en el centro, en el principio y en la meta de la historia
de los hombres. Pero es un Dios que ya no juzga desde fuera, siguiendo simplemente su verdad o su capricho. As lo muestra el
doble contenido de su palabra.
Por un lado es palabra de evangelio que proclama que Jess,
la salvacin de Dios, se encuentra en los pequeos de la tierra,
en los que tienen hambre y sed, estn desnudos. Lo que hicisteis
a cada uno de los pequeos a m mismo me lo hicisteis (25, 40).
En esta afirmacin recibe su validez definitiva la verdad de las
bienaventuranzas que proclama felices a los pobres. Ahora vemos:
son felices porque el mismo hijo del hombre se halla en ellos.
Por otro lado, esa palabra de Mt 25, 31-46 afirma que Jess
es plenitud de aquellos que han cumplido la ley en que se habla
del amor a los dems, al enemigo y al pequeo (25, 34 s.).
La revelacin cristolgica de este pasaje es decisiva. Como
juez universal, Jess se ha convertido en el sentido, en la presencia de Dios en el principio y en la meta de este cosmos. Jess no
es Dios que existe como base de entidad del cosmos; es Dios
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La plenitud de ese Jess no es pura realidad humana. Pertenece al mbito del Padre, a ese misterio original del ser divino.
Por eso, porque viene de Dios, porque realiza el misterio de Dios,
Jess ser el principio de la ley, el fundamento de la iglesia, el
juez del cosmos. Por eso puede llamar a todos los mortales con
la voz de la sabidura de Dios, para invitarles: Venid a m todos
los que estis cargados y oprimidos... (11, 28). Ir a Jess es ir
al Padre. Al caminar a Dios ha descubierto san Mateo que el misterio primordial, el mismo Dios, se ha concretado y realizado en
Jess, llamado el Cristo. 3
Teologa de Mateo
3.
123
Tomemos el evangelio 4 e intentemos reflejar su teologa. Descubramos a Jess, siguiendo la estructura literaria de Mateo.
Por razones a la vez literarias y teolgicas suponemos que el
evangelio de Mateo se divide en tres momentos principales o apartados 5:
1. El primero abarca de 1, 1 a 4, 16 y nos presenta a Jess
como el Hijo de Dios y de los hombres, el Cristo de Israel, luz de
las gentes.
2. El segundo (4, 17 - 16, 20) habla del reino que Jess predica y la escisin que ha suscitado su palabra entre los mismos que
le escuchan o reciben de algn modo su mensaje.
3. El tercero (16, 21 - 28, 20) se refiere al camino de Jess
hacia la muerte, ese camino que culmina en la pascua y es origen
de la iglesia y fundamento del juicio universal del mundo.
Antes de estudiar por separado esos momentos los veremos en
esquema, separadamente.
a)
4. La lectura de estas pginas presupone un moderado conocimiento crtico acerca del origen y sentido de los evangelios. Por eso no podemos detenernos a explicar
detalles que, por otra parte, pueden consultarse en una buena introduccin al nuevo
testamento.
5. Cf. E. Krentz, The extent of Matthetv's prologue Toward the structure of
the first gospel: JournBibLit 83 (1964) 404-408. Esta divisin est ya insinuada en
E. Lohmeyer, o. c, 65 y 264. Ha admitido la divisin J. D. Kingsbury en recensin
a W. G. Thompson, en Bblica 53 (1972) 152-156.
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Teologa de Mateo
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b)
125
1
PRESENTACIN DE JESS, EL CRISTO,
HIJO DE DAVID, HIJO DE ABRAHAM
(1, 1-4, 16)
H L evangelio de Mateo comienza con unas palabras que son cl-* _J sicas en la literatura israelita: Genealoga de Jess, el Cristo (1, 1). Por ellas se sita la figura de Jess en el contexto de
una historia; no ha venido de repente, no est aislado; es heredero de Abraham y de David (1, 1), es el efecto del Espritu divino (1, 18).
La genealoga de Jess es complicada. Aparentemente abarca
slo la serie de patriarcas situados desde Abraham hasta Jos
(1, 2-16). Pero al final hay algo que desborda el molde humano:
Jacob engendr a Jos, el esposo de Mara, de la cual naci Jess,
llamado Cristo (1, 16). La explicacin de esta aparente irregularidad se encuentra en la percopa siguiente (Mt 1, 18-25): Jess
es fruto del Espritu de Dios que obra en Mara, la doncella.
La genealoga completa abarca, segn esto, las dos partes del
captulo primero: siendo el hijo y heredero de Israel (Abraham,
David), Jess traduce para el mundo el decisivo misterio del Dios
grande. Basta citar ese doble origen para entender ya a Jess,
llamado el Cristo? Mateo no lo ha sentido as. Por eso explica el
nacimiento y la misin de ese Jess, el Cristo (cap. 2).
En unidades literariamente implicadas, el captulo segundo ha
pretendido centrarnos la figura de Jess: siendo el nazir de Dios,
el vastago de viejas promesas salvadoras (2, 23), Jess suscita
llanto y divisin al paso por el mundo (2, 16 s.). Es el hijo al
que Dios habla (2,-15), pero los miembros de su pueblo no han
querido recibirle, mientras vienen desde lejos los gentiles a su encuentro (2, 1 s.).
El surgimiento de Jess se ha puesto as a la luz de su destino.
Siendo introduccin del evangelio, estos captulos ofrecen a la vez
como un resumen de todo su mensaje. Pero hay ms. El mismo
captulo tercero, unido ya de una manera menos fuerte a lo anterior, sigue formando parte de ese prlogo. El tema es semejante
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Teologa de Mateo
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I.
Comenzamos con el captulo primero. En l se expresa el doble aspecto del origen de Jess, el Cristo (1, 1-17 y 1, 18-25).
Jess es hijo de Abraham y de David. As lo muestra la lnea
de sus padres (1, 2-16). Esos hombres son un signo de la historia de la esperanza de Dios y de su pueblo. Abraham es testimonio
de promesa salvadora que se extiende hacia las gentes. David es
tipo del mesas, rey que salva. El camino que conduce, por su
medio, hacia Jess es un camino lleno de sentido. La historia tiene
un ritmo, un orden de esperanza que Mateo ha sealado cuidadosamente 2. Pero en Jos el camino parece haberse roto (1, 16). Jess es ms que humano. Siendo el heredero y la expresin de nuestra historia es a la vez efecto, encarnacin del Dios que salva. As
lo muestra la percopa siguiente (1, 18-25). 3
La procedencia humana no es bastante para explicar el nacimiento de Jess. Jos vacila. No entiende lo que pasa con Mara.
El Seor, su Dios, se encarga de aclararlo. Slo Dios se encuentra
1. Para la unidad de 1, 1-4, 16, cf. E. Krentz, The extent of Malhew's prologue.
Toward the structure of the first gospel: JournBibLit 83 (1964) 404-409. Sobre la
historia de la infancia en Mateo, cf. A. Vbgtle, Die Genealogie Mt 1, 2-16 und die
Matthaiscbe Kindheitsgeschichte: BiblZ 8 (1964) 45-58, 239-262 y 9 (1965) 32-49.
2. El sentido del ritmo de la historia lo ha expresado Mateo de forma explcita
al ordenar la genealoga en tres unidades de catorce miembros (1, 17). Eso nos
muestra que el camino de Israel (del hombre) hacia Jess no ha sido algo casual;
responde al misterio de la accin de Dios en nuestro mundo.
3. Sobre la estructura literaria de las unidades que ahora siguen, cf. Ch. Th. Davis, Tradition and redaction in Matthew 1, 18-2, 23. JournBibLit 90 (1971) 404-421.
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II.
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del judaismo. Ese Jess, Dios con nosotros, es luz que a todos
llama. En l se encuentra el sentido de ste mundo, la verdad
completa. Encontrarle y aceptarle significa vivir en el secreto ms
interno de las cosas, all donde Dios mora. Rechazarle implica
preferir la oscuridad y las tinieblas. 6
Las tres percopas que siguen (2, 13-15; 2, 16-18; 2, 19-23)
tuvieron, quizs, en su origen un valor independiente. Ahora aparecen en funcin de nuestra historia de los magos. El enfrentamiento de Jess y de su pueblo es el origen de la huida a Egipto (2, 13-15), a matanza de los nios (2, 16-18) y la misma
vuelta a Nazaret (2, 19-23). En todos esos casos la intencin del
evangelio es el mostrar cmo las viejas profecas se han cumplido
ya en Jess, el Cristo.
1. Comenzamos con la huida a Egipto (2, 13-15). Es intil
el buscar un fondo histrico. Todo se explica desde el hecho de
que el pueblo de Israel no acepta al Cristo ni ha querido formar
parte de la iglesia. Ha condenado a Jess y ha perseguido a sus
discpulos. Esa actitud se ha reflejado ya en la misma historia de
ese nio. Persiguen a Jess desde la cuna y as sellan, para siempre, su destino y el destino de su iglesia. Pero Dios est con l y
le libera; Dios defiende ya a su iglesia. All en el fondo el texto
tiene todava un contenido ms viviente; en aquel nio perseguido
que retorna del destierro se han cumplido las palabras viejas: De
Egipto he llamado a mi hijo (2, 15; cf. Os 11, 1). Jess, la iglesia, es el autntico Israel que vive en el exilio y que viene sin cesar
hacia la nueva tierra, sostenido por la voz de Dios que es Padre
y que promete.
2. Los nios inocentes mueren (2, 16-18). Como fondo histrico se deben recordar todos los crmenes de Herodes que asesina sin piedad a los que puedan presentarse de algn modo, aunque lejano, pretendiendo al trono 7 . Pero el texto de Mateo dice
ms. Est en funcin de Jeremas:
Se oy una voz en Rama,
llorar, quejarse a gritos.
Es Raquel que por sus hijos llora
y ya no admite ms consuelo, pues no existen
(Mt 2, 18; cf. Jer 31, 15).
6. Sobre el sentido de la historia de los reyes (de los magos) en Mateo, cf.
A. Salas, Jess, esperanza de los gentiles, en Mt 2, 1-12, en La esperanza en la
Biblia (XXX Semana bblica espaola), Madrid 1972, 108-130.
7. Sobre el tema del hroe-nio perseguido por sus enemigos y sobre la crueldad
proverbial de Herodes, cf. E. Lohmeyer, o. c, 30.
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IV.
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Al or que Juan haba sido encarcelado, se retir hacia Galilea y, dejando Nazaret, fij su casa en Cafarnaum, en el extremo de Zabuln
y Neftal, a fin de que se cumpliese el anuncio del profeta Isaas:
Tierra de Zabuln, tierra de Neftal,
camino del mar, al otro lado del Jordn,
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Galilea de las gentes
El pueblo que estaba en la oscuridad
ha visto una luz grande.
Para los que estaban en la tierra y sombra de la muerte
ha surgido la luz.
Desde entonces, Jess comenz a predicar diciendo: Arrepentios, pues
se acerca el reino-de los cielos (4, 12-17)
As termina el prlogo del evangelio de Mateo. Ha introducido a Jess, le ha conducido a Galilea. Cualquiera puede comprender ahora el valor de su mensaje. Jess, el predicador del
reino, no es ya un desconocido. Quien escuche su palabra sabr
ya a qu responde. El que medite en sus milagros podr entender
lo que ellos quieren transmitirnos.
El texto que acabamos de citar (4, 12-17) marca la transicin.
Todo lo anterior se abre de pronto en la presencia de Jess en
Galilea. Esa presencia luz en medio de tinieblas marca el tono
de todo lo que sigue. El mensaje de Jess en Galilea se sita a la
luz de ese motivo. Con esto pasamos a la segunda seccin del evangelio (Mt 4, 17 - 16, 20).
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Mirad, que no hagis vuestra justicia ante los hombres, para que os
vean; si actuis as no tendris mrito ante vuestro Padre que est en
los cielos (6, 1).
Tal es el tema de la siguiente unidad del sermn de la montaa (6, 1-18). Tambin aqu se busca la autntica justicia (cf. 5, 20).
El mensaje de todas sus palabras es sencillo y bien profundo: el
valor de la existencia no se mide en ventajas materiales, exteriores; no se puede traducir en resultados positivos, primacas de la
tierra. La vida misma vendra a convertirse as en comercio. Y a
Dios no le podemos exigir ninguna cosa. No se vende ni se compra.
La limosna que se da en ayuda al indigente no se puede convertir en propaganda (6, 2-4). Tampoco la oracin tiene sentido
al realizarse delante de los otros, a fin de que nos vean (6, 5-6).
Finalmente, el ayuno siempre debe hacerse en lo escondido (6, 1618). Nos hallamos ante Dios a solas. Slo en lo profundo tienen
un sentido nuestros actos religiosos.
El apartado anterior (5, 21-48) nos sealaba que la autntica
justicia se resume haciendo el bien al otro. Ahora hemos dado un
paso adelante. El bien obrar no es medio; no se puede utilizar
como una forma de ganar prestigio ante los hombres. La limosna,
la oracin y ayuno son como el resumen de la vida religiosa. La
limosna es la apertura hacia los otros; en ella se condensa nuestra
ayuda a los pequeos, el servicio a los que buscan, lloran, sufren.
La oracin es una mano tendida a lo divino; los hombres no se
encuentran perdidos sobre el mundo; no estn solos; Dios les fundamenta; a Dios le llaman cuando rezan. El ayuno es el centrarnos
en nosotros mismos. Abiertos a los otros y tendiendo a lo divino,
tenemos que ser dueos de nosotros, ser capaces de emplear y dirigir nuestra existencia. Somos libres si podemos disponer de nosotros; tal es el gran secreto del ayuno.
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2.
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La reaccin de los testigos aparece de algn modo como conclusin de todos los milagros. De una manera ms precisa es conclusin de los tres ltimos. Del primero y del segundo se afirma
que dieron fama a Jess en toda la tierra (9, 26. 31). Del tercero
se asegura:
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La obra de Jess suscita, segn esto, divisin. La muchedumbre se admira. Admite el prodigio de Jess, lo extrao de su obra.
El fariseo, en cambio, no lo acepta: sus milagros aparecen unidos
a un mensaje que perdona los pecados (9, 11), son signo de la fe
de los gentiles que se acercan al banquete (8, 11-12). El orden
viejo acaba. Jess no puede ser el mensajero de Dios si es que perturba el equilibrio santo de su ley. Por eso, sus prodigios no son
ms que accin del diablo.
Con esto vemos que el milagro es de verdad signo escondido.
Es un reflejo de Dios que nos presenta su rostro y que nos habla
de amor y de la vida. Pero es signo que no puede convencer de
fuera. Por eso los fariseos lo rechazan. Slo admiten el prodigio
externo y lo interpretan como efecto de un poder malfico, el
demonio.
Los milagros no demuestran de una forma necesaria el valor
de Jesucristo. En el fondo, son valiosos solamente porque vienen
a acercarnos a Jess, porque reflejan el sentido de su obra en nuestra vida. Son milagros por ser una expansin, actualidad, del
nico milagro que es Jess como presencia del reino de su Padre
sobre el mundo. Si sucediera de otro modo, si Jess nos revelara
un reino de mentira, si el mensaje que proclama fuera infiel al
gran misterio de Dios Padre... entonces la razn vendra a estar
de parte farisea: ese hombre tiene un diablo; no es ms que un
mago que disfruta de un poder extrao.
Para Mateo la figura de Jess es, sin embargo, la presencia y
resplandor de Dios sobre la tierra; sus palabras son anuncio de su
reino; sus prodigios muestran que la fuerza salvadora ha penetrado entre los hombres. De esta forma, repitiendo las palabras del
comienzo (cf. 9, 35 y 4, 23) se condensa todo el actuar de Jess
como mesas, mensajero de Dios para los hombres.
El texto contenido entre 4, 23 y 9, 35 el sermn de la montaa y los milagros de Jess es un compendio del misterio, es
un resumen de todo el evangelio. Sin embargo, a Mateo no le basta. En primer lugar, Jess asocia a su misin a los discpulos; as
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se indicaba en el comienzo de la seccin, en la llamada de los cuatro seguidores (4, 18-22); ahora se vuelve sobre el tema y se precisa en un captulo (Mt 10). Por otra parte, las palabras y milagros
de Jess suscitan divisin; ya lo hemos visto (9, 33 b-34). Tambin esa divisin pertenece a la venida del reino; en ella se precisa
el sentido de Jess. Por eso a la misin del reino en Galilea (4, 17 16, 20) pertenece tambin la gran seccin 11, 2 - 16, 20 en que
la revelacin de Jess se presenta como causa de divisin (fe o rechazo) de los hombres.
II.
Conocemos las reacciones que Jess ha originado: la muchedumbre se admira y los fariseos se escandalizan (9, 33 b-34). Tambin las gentes suscitan en Jess un movimiento interno: la piedad.
Jess, que ensea y cura, observa que su pueblo se disgrega, que
se pierde como oveja sin pastor, extenuada, abandonada (9, 36).
Siente compasin y ruega a Dios por ese pueblo (9, 37-38). Siente
compasin y manda a sus discpulos (Mt 10).
La misin de los discpulos ser la de extender la obra y mensaje de Jess, el Cristo. Lo que el Cristo ha hecho (Mt 5-9) no es
un dato aislado, algo que pasa; es la presencia de un reino que
comienza a germinar ya sobre el mundo. Para plantar el reino
enva a sus discpulos. Les enva a realizar su sueo, a transformar
el mundo. Tal es el tema del captulo 10. "
Los enviados de Jess son ante todo aquellos doce primeros
seguidores que la iglesia tuvo siempre como punto de partida de
su obra. En principio se les llama, sin ms, los doce discpulos
de Jess (10, 1). Ms tarde recibirn el nombre tcnico de apstoles (10, 2) que la tradicin terminar ligando para siempre a
ellos. El mismo texto actual (10, 1-5) quizs es indicio de una
doble tradicin. En 10, 1 se pudiera conservar como un recuerdo
del primer envo de Jess que manda a los discpulos, ya en su
vida, a pregonar el reino. En 10, 2-4 se emplea un lenguaje posterior, se alude a la palabra apstol que no vuelve a encontrarse
en san Mateo. Finalmente, en 10, 5 se precisa el valor definitivo
del envo.
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III.
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Hemos visto (Mt 10) la misin de la iglesia a la luz de la palabra de Jess. Ahora veremos (11, 2 - 16, 20) la misin de Jess
y su encuentro con los fariseos a la luz de la experiencia de la
iglesia.
El reino de Jess (4, 17) no encierra slo las palabras y las
obras (Mt 5-9). No se reduce a la misin (Mt 10). Implica, al mismo tiempo, una confesin especfica en el Cristo. De esa confesin
que divide a los hombres y funda la iglesia nos habla la tercera
seccin (11, 2 - 16, 20) de esta segunda parte de Mateo (4, 17 16, 20).
La seccin est determinada por la gran pregunta: quin es
se? La formula Juan Bautista: Eres t el que ha de venir o esperamos a otro? (11, 3). Jess responde aludiendo a su palabra
y a sus obras. Son ellas las que pueden definirle (11, 4-6). Quin
es se? Jess se patentiza, manifiesta su verdad, llama a los hombres. Pero sus obras y palabras se convierten en lugar de divisin.
Casi todos le rechazan, slo algunos le reciben (Mt 11-12). Es ms;
todo el mensaje sobre el reino termina convirtindose en verdad
para el creyente y puro enigma para aquellos que no aceptan al
maestro. A la mayor revelacin de Jess corresponde el rechazo
ms grande del pueblo (fariseos) (Mt 13). Slo algunos le reciben,
sus discpulos, la iglesia (14, 1 - 16, 20). A la pregunta del principio quin es se? ha respondido al final Pedro: es el mesas, el hijo de Dios vivo. En esta respuesta creyente funda Cristo
su nueva comunin, su iglesia (16, 18-20).
En esta seccin encontramos dos unidades paralelas: 11, 2 12, 45 y 14, 1 - 16, 20. Las dos presentan en la prctica los mismos temas: Jess que se revela, desde Juan, y divisin que as
suscita. Los fariseos buscan ms all de las palabras y las obras
de Jess un signo. Los discpulos le aceptan. En esta situacin se
ha revelado el misterio del reino, tal como se expresa en las parbolas (Mt 13): la semilla se dirige a todos; pero slo unos entienden (los discpulos); los otros quedan fuera.
Toda esta divisin forma parte del misterio del reino que Jess
anuncia en Galilea (4, 17). Es el reino que se expresa en obras
y palabras (Mt 5-9); el reino que la iglesia expande en su misin
(Mt 10); reino que escinde ya a los hombres: algunos quedan fuera (fariseos); otros lo aceptan (los discpulos, Pedro). El reino que
Jess anuncia en el principio (4, 17) viene a presentarse en el final
como don de la iglesia (16, 18-20).
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escandaliza de ese signo (11, 6). El fariseo (el judaismo) lo rechaza; pide una y otra vez una seal distinta que demuestre externamente que aquel hombre es Cristo. No se arriesga; tienta a Dios
en su carencia de confianza.
Mateo aprovecha la ocasin y vuelve a presentarnos al Bautista. Jess nos asegura: Juan es un profeta (11, 9) que prepara los
caminos del Seor (11, 10). Es Elias que dispone a los hombres
para el juicio decisivo. Juan est en el lmite; hasta su vera alcanzan la ley y los profetas; con l empieza de alguna forma el reino
(11, 12-13).
La grandeza decisiva de ese Juan consiste en formar parte con
Jess de la llamada en la que Dios anuncia el reino. Juan ayuna;
simboliza la austeridad del juicio. Jess come y bebe; es como el
signo de la nueva realidad del reino. Pero los hombres de esta generacin no han hecho caso a la palabra de ninguno. No dejan ni
un resquicio para Dios en su existencia. Lo tienen todo ya resuelto.
No hace falta que se venga a perturbar el orden de sus vidas. La
sabidura de Dios se justifica. Lo ha intentado todo; son los hombres quienes faltan (cf. 11, 16-19).
Este punto de partida en que Jess se une con Juan y llega
a ser, con l, abandonado es como nota dominante en lo que sigue.
Jess ofrece su mensaje sin cesar. Israel no le ha escuchado. La
negativa de Israel es en Mateo como indicio de una ruina. Parece
que le fracaso es absoluto. Y sin embargo, de las ruinas, surge la
semilla de la iglesia.
El fracaso de Jess se condensa en las ciudades galileas (11,
20-24). Son ciudades que han visto sus obras; son personas que
han odo la primera palabra de la iglesia. No han escuchado. Han
preferido seguir siendo lo de siempre. No necesitaban de Jess.
Ellas se bastan. Pero el juicio de Dios est ya al fondo; nace la
condena. Esta experiencia de Jess (y de la iglesia) ha sido dura.
Es la tragedia de Israel. Es el pecado. Y sin embargo, aqu es donde ha venido a desvelarse el gozo ms profundo:
160
1.
14. Cf. J. Dupont, Uambassade de Jean Baptiste: NouRevTh 83 (1961) 805821, 943-959.
161
Gracias te doy, Padre, soberano del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelas a los pequeos
(11, 25; cf. 11, 26).
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Teologa de Mateo
Padre. Por eso puede ser origen de la iglesia (cf. 28, 16-20), puede
realizar el juicio (cf. 25, 31-46). Su fuerza brota de la unin con
Dios, su Padre. Slo Dios conoce de verdad al Cristo (el hijo).
Slo el hijo llega al Padre; por eso puede desvelarlo y mostrarnos
su secreto (11, 27).
Jess ha respondido a la gran cuestin (11, 2): eres t el que
ha de venir? Asiente a la pregunta de la iglesia y descorre el velo
del misterio. El secreto de Dios se abre. Jess est en el Padre.
Por eso puede llamar a los pequeos, invitarles con palabras de la
vieja sabidura israelita:
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2.
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los que se cierran; necesita explicacin, la explicacin que se conoce slo al aceptar su iglesia. Tal nos parece el sentido de las
aclaraciones que se han dado en 13, 18-23 y 13, 36-43.
Las parbolas reflejan el valor del reino; de ese reino que es
pequeo y no se ve, como es pequeo el grano de mostaza. Pero
el reino crece, viene pronto a ser un rbol decisivo en el que pueden cobijarse los humanos (13, 31-32). Se halla dentro de nosotros, viene a ser como un fermento que lo cambia, lo transforma
todo (13, 33).
El reino es fuerte, pero nunca viene solo, por s mismo. Exige
decisin de nuestra parte; es como perla, un gran tesoro que se
ofrece y que nosotros encontramos. Al comprarla es necesario darlo todo, vender lo que tenemos, arriesgarnos (13, 44-46). Al aceptar o rechazar el gran tesoro del reino que nos muestra el Cristo
realizamos la escisin definitiva. Nos hacemos pesca buena, hombres de Dios que buscan ser perfectos o llegamos a ser pescado
malo que no vale ms que para el fuego (13, 47-50).
Tal es el fondo, quizs el fondo ms antiguo, del mensaje de
Jess en torno al reino. Utilizando tambin palabras viejas, la tradicin evanglica y Mateo han precisado en dos parbolas la fuerza
decisiva, divisoria y salvadora del mensaje de Jess y de su reino.
El sembrador esparce su semilla sobre el campo. Parte ha cado
en tierra buena y da su fruto. Otra se pierde en el camino (entre
las piedras o las zarzas); no florece. Esto nos basta por ahora (cf.
13, 3-9). Todo el destino de Jess se transparenta de pronto en
este smil. Los de fuera, los que escuchan el mensaje y no lo aceptan, se han quedado en la palabra externa; la parbola es en ellos
un enigma. Los discpulos, en cambio, han comprendido; han aceptado el signo salvador de las palabras de Jess, comprenden por lo
tanto sus parbolas (cf. 13, 10-17).
Las parbolas nos valen, pues alumbran el hecho radical, la
divisin que surge en torno al Cristo. Los de fuera miran sin ver,
escuchan sin oir lo que se dice; se han perdido en la palabra externa. Los creyentes ven y alcanzan a entender lo que se dice.
Cmo se explica la escisin? El aceptar o rechazar es, en el fondo, don del Padre (cf. 13, 11; 13, 16-17). As se cumple la Escritura vieja que nos habla de los ciegos que endurecen su propio
corazn y ya no entienden (13, 14-15). Todo es, al mismo tiempo,
efecto de la propia actitud de cada uno, es la respuesta que se
ofrece a la palabra de la siembra (cf. 13, 13). 16
16. Sobre todo el tema de la divisin que suscitan las parbolas y el endurecimiento de Israel, cf. G. Gnilka, o. c, 90-115.
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3.
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171
Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado ha de ser arrancada. Dejadles! Son ciegos. Y si un ciego conduce a otro ciego caern
ambos en la fosa (15, 13-14).
Dejadles! Es como si ya no hubiera nada que ofrecer. Ya no
se espera. La revelacin de Jess ha suscitado tres actitudes muy
precisas: los discpulos le siguen en el mar; se acercan los gentiles;
los judos quedan fuera, encerrados en s mismos. Solos! Respondiendo al sentido de esta revelacin y concluyendo toda la segunda
parte del mensaje sobre el reino, Mateo vuelve a presentar en dos
escenas las actitudes decisivas: a) por un lado, los fariseos (judaismo) que no aceptan al Jess que se revela piden todava un signo
y quedan solos (16, 1-12); b) por el otro, los discpulos responden
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Teologa de Mateo
a la pregunta quin es se confesando que es el Cristo; aceptan su mensaje. Jess concreta en ellos la fuerza de su reino (16,
13-20). 1 7
Fariseos y saduceos (todos los judos) no se quieren conformar
con lo que ven. No les bastan las palabras y los gestos de Jess,
piden un signo. Aqu se ha retratado su actitud definitiva (16, 1;
cf. 12, 38). La respuesta es tambin definitiva. El signo est ah;
el signo es Jess y no lo han visto. Han pasado de largo ante la
mano que Dios les ha tendido (cf. 16, 4). A la actitud ya decidida
del judaismo debe responder una actitud igualmente firme en los
discpulos. Las palabras que Jess dirige hacia su iglesia son bien
claras: Evitad la levadura de los fariseos y saduceos (16, 6); es
decir, evitad su enseanza (16, 12).
La enseanza del judaismo era algo serio. Contena las promesas y la ley, mostraba a Dios, buscaba. Sin embargo, las palabras
de Tess son claras: Evitad esa doctrina. En estas palabras se
ha fijado una larga historia de la iglesia antigua que despus de
haber comenzado integrada dentro del judaismo termina por abandonarlo, obligada por su falta de fe, su negativa.
Tess pregunta: quin dicen los hombres que es el Hijo del
Hombre? Es la pregunta que suscitan sus mismos hechos y palabras (Mt 5-9), la pregunta que el Bautista formulaba de otro modo
antes de ahora ( 1 1 , 3). Con ella se concluyen los ltimos captulos
de la segunda p^rte del evangelio, esos captulos en que Tess se
revela (Mt 11-12) y deja que por su revelacin vengamos a encontrarle (Mt 14-15).
La respuesta que se pone en boca de los hombres (16, 14) es
benvola. Todos presentan a Tess como profeta. Nadie le llama,
con los fariseos, mensajero de Satn, el diablo. Pedro avanza ud
paso y llega a la verdad ms honda. Le basta lo que ha visto, no
pide ningn signo. Confiesa v dice: Eres el Cristo, el hijo de Dios
vivo (16. 16).
Dejando al margen el fundamento histrico de las palabras de
Pedro, tenemos que afirmar que en ellas se ha fijado la fe de nuestra iglesia. Se trata de una fe pascual, que ha confesado a Jess
como mesas; una fe que le venera como el hijo. Ciertamente,
ha sido Pedro el que ha fundado para siempre esta confianza; ha
sido Pedro el que primero ha proclamado a Jess resucitado, de
tal forma que en su voz, su confesin creyente se ha venido a fundar toda la iglesia. 18
La confesin de Pedro es el compendio de la fe cristiana. En
ella se interpreta la vida de Jess, sus gestos y milagros, sus palabras. Jess no representa al diablo como piensa el judaismo. No
demuestra su verdad con signos exteriores. El mismo Jess-hombre
es signo de Dios para nosotros, es el hijo.
Esta respuesta de Pedro que en el fondo es confesin pascual
se ha situado en la vida de Jess porque la fe de los apstoles
los doce es la expansin y el sentido de su encuentro con
Jess, el hombre. La revelacin del resucitado, que se desvela en
la iglesia como el Cristo, no es ms que la realidad total y abierta
de lo que est latente en el Jess de la historia. En el fondo, cuando se confiesa a Jess como mesas, hijo de Dios, se afirma eso
del mismo Jess, el hombre de la tierra.
Los fariseos siguen aferrados a su ley antigua. Por eso, Jess
manda a sus discpulos: Dejadles! (15, 14). Los fariseos piden
signos; no han credo en la presencia de Dios en Jesucristo. Jess
ordena a sus discpulos: evitad ya su enseanza (16, 6. 12). Esos
discpulos parecen apoyarse de verdad en un vaco. Slo se fundan
ya en su confesin creyente. Tienen valor las palabras que Pedro ha proclamado? La experiencia pascual de nuestra iglesia no
ser toda un fracaso? No habr visto Pedro visiones de la carne
y de la sangre? No. Pedro ha llegado a la verdad. As lo afirma
Jess al responderle:
172
cf. tambin S. Lgasse, U antiiudisme dans l'vangile selon Matthieu, en M. Didier, o. c, 417-428.
173
18. Cf. O. Cullmann, Petrus, Jnger, Apostel, MSrtyrer, Mnchen 1967, 33 s.,
117 s.
19. Cf. J. Kahmann, Die Verheissung an Petrus: Mt 16, 18-19, im Zusammenbang des Matthaus-evangeliums, en M. Didier, o. c, 261-280.
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Toda la segunda parte de Mateo (4, 17 - 16, 20) ha sido anuncio y expresin del reino. Ya hemos visto que el reino de las obras
y palabras de Jess, reino del juicio que se acerca, no se puede
tomar como un futuro siempre abierto; no es tampoco un ms all
que permanece aislado. El reino viene a hacerse carne entre los
hombres. Es el tesoro y propiedad de nuestra iglesia.
La iglesia est fundada para siempre en Pedro. Sin su fe y su
testimonio aquel mensaje de Jess hubiera fracasado. Pero no tratamos de posibles. La iglesia existe. Su solar y su edificio es firme;
est Jess en ella; su palabra de presencia pascual (resucitada) la
sostiene.
Lo ms grande que se puede afirmar de nuestra iglesia es que
todo su poder, su autoridad no es algo que se impone y se mantiene desde fuera. Es ella misma la que tiene autoridad, la que
decide. Pedro, en su centro, es dueo de las llaves.
El reino es desde ahora de los hombres. Lo imposible, lo lejano, se ha venido a convertir en nuestra dote, en el tesoro que
nosotros manejamos. Llegar a Dios no es apartarse de la tierra.
Llegar a Dios consiste en alcanzar el reino; y el reino es ahora
nuestro, est por medio de Jess en nuestras manos. Qu podemos hacer? La iglesia debe mantenerse en la actitud de Pedro, en
confesin creyente; slo as podr escuchar una y otra vez las verdaderas palabras: vuestras son las llaves! K
Con esto acaba la segunda parte del evangelio de Mateo. Para
comprender el sentido del reino y de la iglesia, para valorar el
camino de los hombres tenemos que seguir leyendo todava su
mensaje.
3
EL CAMINO DE JESS HACIA LA MUERTE.
IGLESIA Y JUICIO
(16, 21-28, 20)
1 A estructura de Mateo no es lineal. No hay un comienzo, me^~* dio y fin en orden ascendente. Tampoco hay elementos que
se puedan comprender aislados, prescindiendo de los otros. Cada
parte de su obra ofrece todo el evangelio desde un ngulo distinto.
Es completa porque muestra a todo el Cristo. Es deficiente porque
slo puede comprenderse dentro del conjunto que compone el
evangelio.
La primera parte (1, 1 - 4, 16) expone el misterio de Jess en
diferentes rasgos. Nacimiento y magos, bautismo y tentaciones nos
presentan todo su mensaje desde diversas perspectivas. La segunda
parte (4, 17 - 16, 20) expone las obras y palabras de Jess y la
respuesta que han hallado entre los hombres. Pues bien, cuando
parece todo ya centrado, se descorre un rasgo decisivo. Las palabras de Mateo lo anuncian de esta forma:
Desde entonces, comenz Jess a mostrar a sus discpulos que deba
ir a Jerusaln y padecer de parte de los ancianos, sacerdotes y escribas; que le mataran y que al tercer da resucitara (16, 21).
20. En este contexto pueden ser vlidas algunas de las observaciones que J- Le" a
ha dirigido precisamente en contra de Mateo: cf. J. Leita, El fundamento irreligioso
de la iglesia, Salamanca 1972, 61-67. Sobre este tema, cf. A. Fierro, El crepsculo
y la perseverancia, Salamanca 1973, 150 s,
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I.
LA IGLESIA
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(16, 2 1 - 2 0 , 34)
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Javier Pikaza
Teologa de Mateo
Jess deben seguir por su camino, sin tender nunca al poder o hacia el dominio:
El que entre vosotros quiera ser grande, hgase vuestro siervo; el que
quiera ser primero, hgase vuestro esclavo (20, 26-27).
Slo renunciando a las ventajas exteriores, centrada en el camino- de Jess hacia la muerte, la iglesia llega a ser un signo de
esperanza. Se asemeja as a Jess, Hijo del hombre, que ha servido a los dems y ha dado hasta su vida como prenda salvadora
por los otros (20, 28). De esta forma, los discpulos de Cristo se
preparan para el juicio en el que el Hijo del Hombre ha de tratar
a cada uno de acuerdo con sus obras (16, 27).
Sobre la cruz, como camino de la iglesia, se abre as una referencia al reino... Algunos de los aqu presentes no morirn hasta
que vean al Hijo del hombre que viene en su reino (16, 28).
Quiz en principio estas palabras decan: La parusa es inmediata!
Sin embargo, en el contexto en que actualmente se encuentran
parecen referirse a la presencia del Seor glorioso en medio de los
suyos. Y a eso alude, de hecho, el texto siguiente, la transfiguracin (17, 1-8).l
Nos hallamos en medio de una iglesia que sigue a Jess en el
camino de pasin. Se ha reducido todo a eso? En modo alguno.
En el fondo de la iglesia, en la montaa santa, como expresin de
su victoria, est latente el seor transfigurado. Quiz en principio
se trataba de un relato de la Pascua: Jess resucitado se aparece
a sus discpulos. Al situarse luego en la vida de Jess, ese relato
se convierte en smbolo de la presencia constante del Seor resucitado en el camino de la iglesia. Lo mismo dicen, de otra forma,
las palabras: Donde estn dos o tres reunidos en mi nombre all
estoy yo en medio de ellos (18, 20). El yo que aqu nos habla
es, sin dudarlo, el Seor glorificado. Aqu fortifica a la iglesia que
reza. En la transfiguracin sostiene a la comunidad que sufre en
el camino de la cruz.
Los versos siguientes (17, 9-13) nos sitan, otra vez, en el contexto de la cruz y de la pascua. La transfiguracin no se entiende
si no es a partir de la resurreccin (cf. 17, 9). As lo muestra el
mismo Jess que, unido a Juan, camina al sufrimiento.
En este contexto se sita el milagro del luntico (17, 14-21).
Los discpulos no pueden curar su enfermedad. Est el Seor trans1. Cf. F. McCool, Investigatio de methodologia esegetica evangeliorum. Introductio in Evangelium secundum Matthaeum (ad usum privatum), Romae 1967,
185-223.
1.
179
2. Con K. Aland, The greek new testament, tomamos el verso 17, 21, como
posterior.
3. Sobre Mt 18, adems de W. Trilling, Das Wahre Israel, 106-123, W. G.
Thompson, o. c, y W. Pesch, o. c, podemos citar J. Gnilka, Die Kirche des
Matthdus und die Gemeinde von Qumram: BiblZ 7 (1963) 53-63, y W. Trilling,
Hausordnung Gottes: eine Auslegung von Matthiius 18, Dusseldorf 1960.
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que no acaba. En otras palabras, dentro de la iglesia, el matrimonio y celibato, la riqueza y la pobreza slo tienen un sentido en
cuanto pueden dirigirse al reino.
Ciertamente, la exigencia de la unin matrimonial (19, 3-10)
es dura. Miradas las cosas desde el mundo es preferible no casarse;
por lo menos se est libre. Pues bien, nos dice el Cristo: tampoco
el verdadero no casarse es fcil; es preciso hacerlo por el reino
(19, 12). Matrimonio y celibato tienen ya, para el autntico discpulo de Cristo, una exigencia nueva; son funcin del reino.
Funcin del reino? Qu es eso? De qu forma deberemos
comportarnos? Otra vez la respuesta de Jess es enigmtica. Toma
a un nio en sus manos y nos dice: De los que son as es el reino
de los cielos (19, 14; cf. 19, 13-15). Todo el esfuerzo del casado
y clibe en funcin del reino viene a resumirse en ese gesto del
nio que no es nada y deja simplemente que Jess le lleve.
Perp de nuevo nos pudiera parecer que eso es muy simple,
amable, dulce, como el nio que se deja conducir a todos lados.
La voz del reino llama otra vez y nos traspasa all en el mismo
centro de la vida. Un joven rico. Qu debo hacer para tener la
vida eterna? (19, 16). Jess responde: Cumplir los mandamientos (18, 18-19). Pero el cumplir ya de verdad los mandamientos
no es tarea fcil. Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes, dselo a los pobres y tendrs un tesoro all en los cielos; entonces ven y sigeme (19, 21).
Buscar la Vida implica poner lo que uno tiene en direccin
del reino. No se trata de vender los bienes de repente. Es ms
difcil. Se trata de ponerlos da a da al servicio de los pobres; se
trata de irlos dando, de dar nuestra existencia por los otros. Slo
as podr decirse que seguimos a Jess, el Cristo. De verdad que
es un quehacer difcil para el rico; ms difcil que el lograr que un
gran camello pase por el ojo de la aguja. Sin embargo, aun eso es
para Dios posible (19, 23-26).
La iglesia est formada por aquellos que lo dejan todo, que
han jugado su existencia y la han vendido al encontrar a Cristo.
Slo importa ya el buscarle y el fundar su reino. Cul ser la recompensa? De los discpulos primeros se precisa que estarn en
tronos, doce tronos, como jueces de las tribus viejas de su pueblo;
de los otros se asegura que tendrn la vida (19, 27-29). Todos,
todos son los herederos de la nueva tierra.
El rostro de la iglesia tiene en san Mateo aspectos diferentes.
Surge, es cierto, del camino de Jess hacia el calvario. Se concreta
en el amor a los pequeos y el perdn de los hermanos. Sin embargo, en su pura negacin y en su abandono, el que recibe a ese
Jess camina hacia la vida. Se podr negociar con el camino? Tal
2.
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II.
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tado de su infidelidad religiosa. El destino de ese pueblo se convierte en signo del destino de los hombres.
Culminando la condena de Israel, Jess afirma: He aqu que
vuestra casa ha de quedar desierta (23, 38). Casa es, ante todo,
el templo. Precisando esas palabras, en el contexto inmediatamente
posterior, dice Jess mirando al templo: No quedar aqu piedra
sobre piedra (24, 2). Los discpulos preguntan: Dinos cundo
pasarn estas cosas y cul ser la seal de tu venida y del final del
mundo (24, 3). Como vemos, los discpulos han ligado en la misma pregunta uniendo en el mismo contexto tres realidades
distintas: la destruccin del templo, la parusa de Jess y el final
del mundo.
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2.
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cin del cosmos; el fin es la respuesta en la que Dios acoge la verdad del misionero y da la plenitud a los que escuchan su palabra.
c) El fin, por ltimo, es siempre una sorpresa. Ni los terrores
del mundo ni los cambios de la tierra sern los decisivos. Como el
rayo que fulgura de repente y sin anuncio, all en el este, as ser
el venir del hijo del hombre (24, 27).
En esos textos (24, 4-14 y 24, 15-28) aparentemente tan lejanos descubrimos una verdad fundamental para la vida del cristiano. El mal de nuestro tiempo no se puede tomar como absoluto.
Precisamente su terror es signo de que el fin se acerca. Mucho ms.
Todo el mensaje de Jess es una especie de semilla que florecer
en el aparente horror de ese final sangriento.
Cuando anunciamos el mensaje caminamos sin cesar hacia la
meta. Tal es nuestra certeza. Y sin embargo, debemos confesar que
nos hallamos siempre a la merced del que se acerca, de ese Cristo
que incesantemente viene. A su llegada cambiarn las cosas. Le
vern todos los hombres. Cristo unir a sus elegidos. Estarn con
l por siempre. Los otros? No se dice. Quedan fuera; se hundirn
en el fracaso del no haber querido ser del Cristo (cf. 24, 29-31).
Hemos llegado ya a la meta. Con la venida del hijo del hombre, el cambio csmico (24, 29) y la unin de los elegidos termina
el drama de la historia. Se ha cumplido para siempre la verdad del
Cristo. Pero Mateo quiere mostrar otros aspectos del gran drama,
iluminarlo partiendo de otros ngulos. Por eso plantea la pregunta
vieja: cundo? (24, 32-41). Slo al tratarla podr llegarse a descubrir que lo importante no es el tiempo (cuando) sino el modo de
vida que a la luz de ese final debemos hacer nuestro.
Cundo? Las respuestas que la tradicin tiene por propias de
Jess se contradicen, por lo menos en su aspecto externo. No
pasar esta generacin hasta que todo esto se cumpla (24, 34).
Han brotado los renuevos en el rbol; llega ya la primavera (cf.
24, 32-35). Pero, a la vez, se afirma: Nadie sabe el da ni la hora;
ni los ngeles del cielo, ni tampoco el hijo. Lo conoce slo el Padre (24, 36). Ser como en los tiempos de No; la calma es plena;
y sin embargo, sin aviso y de repente, llega el agua (24, 36-41).
Mateo ha unido las dos afirmaciones. El final est a las puertas; no es un hecho ms junto a los otros, un hecho que permite
que sigamos tan seguros, inactivos. Toda nuestra vida, segundo tras
segundo, se coloca a la luz de ese momento; es vida en juicio. No
sabis el da ni la hora; el final se halla en las manos de Dios y nos
desborda; somos incapaces de llegar a conseguirlo en un esfuerzo;
tenemos que esperar en su venida (que es sorpresa, gracia y novedad definitiva).
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un don que recibimos y que luego presentamos ante Dios ya rebosante de sus frutos.
La vigilancia se convierte aqu en esfuerzo por lograr que la
existencia en germen d frutos. Pero todava nuestro tema sigue
oscuro. Cmo puede florecer la vida? Cules son sus verdaderos
frutos? Respondiendo a estas preguntas, la parbola final (25, 3146) se nos presenta como autntica expresin del juicio escatolgico y esencia de todo el evangelio.10
Cristo se ha encontrado siempre al fondo. Se saba que es el
juez, se confiaba en su venida como el hijo del hombre que inaugura el orden nuevo. Pues bien, de pronto las cortinas se han corrido y ahora vemos de verdad que es Jesucristo el que se sienta
sobre el trono de la gloria, como rey del permanente y nuevo reino.
A sus pies se ha tendido de pronto la historia, plenamente virgen,
vacilante y nueva. Ahora podremos descubrir lo que es valioso, lo
que importa de verdad all en el fondo de la guerra, los afanes de
los hombres, los terrores y grandezas. Sabremos ya qu significa
el vigilar, aprenderemos la manera en que el talento de la vida
fructifica.
Quizs esperbamos otra cosa. Nos habamos forjado otros esquemas de existencia, otros valores. De repente descubrimos que
todo es ms sencillo, que la misma vida de Jess, tan complicada,
se condensa en unos rasgos. Escuchamos las palabras: Venid...
benditos, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed
y me ofrecisteis agua, estuve enfermo...; cada vez que lo hicisteis
a uno de esos pequeos a m me lo hicisteis... (cf. 25, 34-40). Ya
no hay verdad distinta de esa. Jess, el hombre nuevo, est latente
en todos los que viven sufriendo y necesitan de los otros. Por eso,
edificar su reino significa ayudar a los pequeos.
Llegando aqu sabemos que el Jess que es juez del universo
(25, 31 s.) es aquel mismo Jess del evangelio que pregona, en la
montaa, su mensaje de la buena nueva de los pobres (5, 2 s.).
Felices los pobres y mansos, porque de ellos es el reino! Pero,
benditos de verdad los que se ocupan de llevar la dicha al pobre!,
los que siembran el amor hacia los otros, los que buscan siempre
el bien y ayudan al Jess que verdaderamente sufre en sus hermanos pobres. Ahora en el juicio se ha mostrado que el sermn de
la montaa era verdad y no el deseo simplemente utpico de un
hombre.
El juicio se reduce a realizar la gran latencia de amor que se
ha mostrado en las palabras y el ejemplo de Jess. Vemos aqu
que la condena de Israel no significa una venganza. No era ms que
la expresin de que tan slo el amor es absoluto y permanece.
Todo el conjunto de las leyes pasa. Vemos tambin que la gran
lucha de los tiempos que se dicen del final y abarcan toda nuestra historia se reduce a la patencia de un amor que, al entregarse
por los otros, se ha enfrentado con el odio de todos los que quieren dominar, utilizando al hombre. La espera de las vrgenes es
eso. Los talentos que florecen son lo mismo: siempre se trata del
amor hacia los otros, de la ayuda del que es pobre y necesita de
nosotros.
Esas palabras de Jess se han dirigido antes que nada a los
cristianos. No pretenden ensearnos slo la manera en que podrn
salvarse los gentiles o paganos, como un grupo separado de personas. Ese relato (25, 31-46) es, ante todo, como un centro interior
del evangelio de Mateo. La figura de Jess se ha precisado aqu del
todo al presentarse como juez universal que realiza el juicio de
Dios y como hermano de los hombres de este mundo. Aqu logramos descubrir la verdadera ley, borrosa todava en el antiguo testamento y precisada por Jess al concretarla en el amor que se
demuestra a los que tienen hambre y sed, necesidad concreta. Vemos, igualmente, que la iglesia encuentra aqu su fondo y su sentido; no es un pueblo que vive para s; es funcin del reino, ayuda
que se tiende sin cesar al otro. Paradjicamente, a la luz de esta
enseanza, los fieles de Jess, la iglesia, tienen importancia en la
medida en que se anulan a s mismos, se convierten en ayuda pura
y simple dirigida siempre al mundo.
Pero la gran leccin de estas palabras desborda el marco de la
iglesia y se convierte en dato humano. Ciertamente, la iglesia est
obligada a darse ms porque es ms lo que le han dado; sus talentos son ms grandes, la fortuna de sus bienes ms profunda. Ella
tiene el verdadero, el ms valiente mensaje de esperanza y gracia.
Lo est dando sin cesar a los que buscan? Se vaca de s misma
al entregarse a los que tienen hambre y sed de vida, de verdad, de
gracia? La enseanza de este texto de Mateo es absoluta. Todos
los que tienen estn invitados a dar; todos los que son algo estn
llamados a entregarse por los otros. Jess se encuentra en cada
uno de los que buscan, aguardan y penan.
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10. Opiniones distintas de las aqu expuestas defienden J. C. Yngelaere, La parable du jugement dernier: Mt 25, 31-46: RevHisRel 50 (1970) 23-60; J. Winandy,
La scne du ugement dernier: Mt 25, 31-46: ScienEc 18 (1966) 169-186, y J. Rennes,
A propos de Mt 25, 31-46: tThRel 44 (1969) 223-224. Segn estos autores, Mateo
tratara slo del juicio de los gentiles (gentes = gentiles) de acuerdo con su conducta respecto a los hermanos ( = los cristianos). Sin negar el valor de esta interpretacin, la consideramos contraria al contexto total del evangelio. En una obra
como sta no podemos detenernos a probar nuestra postura. Lo haremos prximamente en otro trabajo. Sobre el valor de este texto en la teologa moderna, cf. G. Gutirrez, Teologa de la liberacin, Salamanca 41973, 254-265.
19?
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196
MUERTE Y RESURRECCIN ( 2 6 , 2 - 2 8 , 2 0 )
197
11. Sobre los relatos de la pasin, cf. A. Vanhoye, Structure et thologie des
rcits de la passion dans les vangiles synoptiques: NouvRevTh 89 (1967) 135-163.
Javier Pikaza
Teologa de Mateo
anuncio de abandono de los suyos (26, 31) hasta el mismo momento de la huida: Dejndole, todos los discpulos huyeron
(26, 56).
Jess predice el abandono (26, 31-35) y de esa forma comienza
ya a estar solo antes de estarlo. Los doce y Pedro aguardan otra
cosa, no han entrado hasta el misterio de Jess; le dejan cuando
el tiempo llega. La soledad en el jardn de la oracin es todava
ms profunda (26, 36-46). Los discpulos duermen a su lado; nadie entiende lo que pasa. Tampoco Dios ayuda. A Dios se llama
y no contesta: Pase de m este cliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya (26, 39. 42).
El evangelio es consciente de su interna paradoja. El juez universal, aquel que alienta en medio de la iglesia, es slo un hombre
que no tiene apoyo alguno. Le han dejado los discpulos. Dios
calla. Cuando llega Judas y le entrega con un beso ese Jess se
hallaba ya vendido. No hace nada. Est indefenso. Alguien se excita, desenvaina su espada y se decide a protegerle. Ahora s que
viene ya a enturbiarse todo. Nadie ha comprendido el mensaje de
Jess, ni unos ni otros. Su ideal no es defenderse con violencia!
Por eso manda: Vuelve tu espada a la vaina (cf. 26, 52).
Mientras llevan a Jess como un ladrn, los discpulos se escapan (26, 56). Jess padece en solitario su misin de hijo del
hombre y verifica en propia carne la verdad de su mensaje. En
el fondo, invisible pero segura, se realiza la palabra de Dios que
gua el paso de la historia (26, 54-56).
198
2.
199
De la soledad se pasa a la condena. Comienzan dictando sentencia las autoridades de Israel (26, 57-68). La confirma y ratifica
el juez romano (27, 11-26). Ante el Jess que sufre y calla rueda
ya la historia trgica del hombre que no sabe comprender lo que
sucede.
Los judos ancianos, escribas, sacerdotes condenan a Jess
porque ha venido a declarar que es el mesas, hijo de David y
porque aade: Veris al hijo del hombre sentado a la derecha
de Dios... (26, 63-64). Mateo no ha buscado la raz histrica de
la condena en el juicio de Jess. La mentalidad que ha reflejado
es posterior. Jess se ha proclamado, al menos con sus gestos,
como nuncio y mensajero de Dios y de su juicio. La iglesia le ha
aclamado hijo de Dios, el juez que viene. Pues bien, el judaismo
no ha podido aceptar esa figura. Dios sigue estando, segn ellos,
plenamente solo. Por eso es necesario que Jess perezca.
Javier Pikaza
Teologa de Mateo
ten su palabra, comprometen sus personas en el gesto. Se han hecho, de verdad, los responsables. n
Este gesto de Israel que, como pueblo unido, ha condenado al
Cristo responde al ms profundo contenido de Mateo. Esa condena
no es tan slo nota de un momento. Es decisin que se mantiene
todava, es negativa ante el mensaje de Jess que le presentan en
la iglesia. Pues bien, al condenar al Cristo, el judaismo se autocondena. La controversia con los fariseos y la condena de Israel que
se ha expresado en los captulos 21-23 es consecuencia de ese gesto.
Jess, condenado, se convierte en rey de burla (27, 27-56).
Haciendo un juego de escarnio, los soldados le coronan y se mofan
de sus ttulos, palabras y realeza (27, 27-31). Le llevan al calvario
y le colocan en la cruz, entre bandidos. La causa de su muerte est
all escrita, como burla que se eleva hacia los cielos: Este es Jess, el rey de los judos (cf. 27, 37).
Todo el abandono de Jess se ha concentrado aqu en las voces de la gente que al pasar se mofa: Si eres hijo de Dios, por
qu ahora no te salvas? (27, 40). Israel eleva ya su inmensa carcajada: A otros salv; pero no puede salvarse a s mismo. Es el
rey de Israel! Que baje de la cruz, y ahora creeremos (27, 42).
Piden una seal; la seal que han buscado a lo largo de todo el
evangelio. Jess calla.
Jess se halla indefenso. Abandonado de los hombres que se
ran y hasta juegan con sus ltimas palabras (cf. 27, 46-49). Sin
la fuerza de lo alto: Dios mo, Dios mo! Por qu me has abandonado? (27, 46). Aqu se ha descubierto el hombre, el hombre
que slo al entregar su vida puede afirmar que la ha ganado. Aqu
est el hombre, soledad, vaco y muerte. Y dando un grito entreg
su espritu (27, 50).
Pero all, sobre el silencio de la muerte que se cierne en el calvario, la iglesia ha descubierto su misterio. Quizs nadie lo ha visto. Nadie sabe lo que pasa; pero hay algo que ha cambiado. La
misma muerte ha desvelado su victoria: el templo se ha rasgado
(27, 51): termina as el antiguo testamento; el lugar de la presencia de Dios ya no es ahora un edificio de este mundo, el lugar de
Dios es Cristo, slo el Cristo. La tierra se estremece (27, 51): estn
aqu los signos del fin de nuestro mundo. Slo Cristo es, en el
fondo, la nueva realidad; por eso, cuando alcanza el fin de su carrera el mundo se estremece; comienza el juicio grande de salud
o de condena. Los muertos resucitan (27, 52-53): con la muerte de
Jess se ha estremecido el mundo viejo. La vida llega; los que
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Teologa de Maten
3.
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No temis. S que buscis a Jess crucificado; no est aqu; ha resucitado como dijo. Venid. Mirad el sitio donde estuvo. Corred; decid
a sus discpulos: Resucit de entre los muertos; he aqu que os precede en Galilea. All le veris (28, 5-7) 14 .
14. Sobre toto el relato de la tumba vaca, cf. L. Schenke, Le tombeau vide
et l'annonce de la rsurrection, Pars 1970.
15. Cf. W. Trilling, Das Wabre Israel, 21 s.
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RECAPITULACIN TEOLGICA:
LOS PLANOS DE LA OBRA DEL CRISTO
es Jess? Slo se puede responder a esta pregunta precisando el sentido de sus obras, valorando el camino que
ellas vienen a fundar sobre la tierra.
Un Cristo que termine en su persona y que se cierre en su aureola como esencia autovaliosa carece de sentido. Cristo es ser
abierto; es la presencia de Dios que nos transforma. Son sus obras
su despliegue las que muestran qu es Jess, quin es Jess
para nosotros (cf. 11,3 s.).
Por sus obras se conoce al Cristo. De ellas trata el evangelio
de Mateo. Si queremos precisarlas las tendremos que mirar en tres
sentidos.
UIN
a)
Fundamento de la iglesia
Javier Pikaza
Teologa de Mateo
206
c)
207
1.
La iglesia de Mateo
Todo el evangelio de Mateo est volcado hacia la meta del juicio. Pero esa meta no es final que venga impuesto desde fuera, ni
es efecto de un capricho; madura desde el mundo y se anticipa
como iglesia. La semilla del fin est ya dada; vivimos en la etapa
en que comienza a florecer, en que despuntan ya sus frutos.
Jess resucitado ratifica su mensaje. Se le espera pronto como
el hijo del hombre que se acerca sobre un trono de nubes disponiendo ya su juicio (16, 27; 19, 28; 24, 27; 25, 31 s.). Pero ahora,
mientras tanto, qu nos dice?: Id a Galilea, all le encontraris
(28, 7. 10). Cuando llegamos a verle en Galilea hemos sentido su
palabra que nos manda: Id y predicad entre los pueblos... (cf.
28, 19). Descubrimos as que la resurreccin de Jess se actualiza
como iglesia. El Seor vive en los que extienden su verdad, propagan su doctrina y se comportan de acuerdo a su mensaje.
La presencia del Seor resucitado se traduce en una crisis. No
podemos quedarnos simplemente en lo que ha sido nuestra vida.
No podemos contemplar el mundo como antes. Al principio se nos
dice: Id a Galilea. Despus se nos exige salir hacia las gentes;
dejar la vida antigua, ser testigos.
La exigencia de la crisis se concreta en los* judos como esfuerzo por triunfar de la piedad cerrada, de la ley ceremonial y de
una forma de vida que se centra simplemente en el aspecto externo de las cosas. El judaismo que no acepta la dureza de ese juicio
ni el camino hacia lo nuevo queda marginado. Pierde su vieja identidad y su esperanza; se convierte en un recuerdo ya pasado.
La crisis no se puede superar ya de una vez por todas. El creyente permanece siempre bajo el juicio. El que pretenda ganar su
vida la perder; el que por m la pierda la encontrar (16, 25).
La novedad del reino exige que vendamos todo y que pongamos
nuestra vida al servicio de la gracia que se acerca.
Segn esto, la iglesia es la expresin del juicio salvador de
Dios que en Cristo vence el mal del mundo y nos ofrece el gran
amor que salva. Todo su ser se ha concentrado en ese juicio. Por
eso debe proclamarlo sin cesar y presentarlo entre los hombres de
Javier Pikaza
Teologa de Mateo
tal forma que comprendan que Dios mismo les convoca hacia la
vida verdadera y les seala que es posible ya el fracaso y la condena.
La iglesia no se puede tomar como una especie de simple sociedad que se mantiene estable, idntica a s misma y permanece
entre los cambios. La iglesia nace sin cesar y se origina del juicio
en el que Dios le llama. La iglesia se concreta en forma de respuesta al Dios que invita, decisin por mantenerse en el lugar que abre
a la vida esa llamada y exigencia de volcarse hacia los otros para
darles testimonio e invitarles sin cesar al reino.
El punto de partida de la iglesia est en Jess y sus discpulos.
Los doce, aquellos que han seguido a Jess y han escuchado sus
palabras, se convierten por la pascua en mensajeros del juicio que
se acerca. En su mano est el perdn del reino. Ofrecen a los hombres la grandeza de Jess, todo su nuevo poder sobre las cosas.
Qu hace Jess con los discpulos? Les manda, les enva hacia las gentes. Fundada en ellos, la iglesia es la enviada. Es un conjunto de personas que carece de una base propia. Se apoya, por un
lado, en el Jess que ha muerto. Se sostiene, por el otro, en la
exigencia de las gentes que ya esperan. Carente de una base interna, la iglesia ha de encontrarse ms segura. Por qu? Porque es
Jess, el gran Seor de las palabras y las obras (Mt 5-9), quien la
enva y la sostiene. Porque ahora su cimiento no se encuentra ya
en las cosas del cielo o de la tierra sino en el Cristo, que es Seor,
eje del cosmos (28, 16-20).
Carente de un centro interior, la iglesia ofrece un don ms
grande que ella misma: el don de Dios que nos libera de la muerte
de las cosas, el reino que alborea (Mt 10). La iglesia ofrece a todos
la posibilidad de que sean discpulos del Cristo y que penetren
en el mbito de vida del Padre, el Hijo y el Espritu (28, 16-20).
El poder de la iglesia no es nunca dominio en el mundo. A nadie sujeta, no esclaviza a nadie. Slo tiene una palabra de interna
libertad, slo nos brinda la posibilidad de una vida que desborda
las fronteras de la tierra. Pero, cuidado; eso no implica ningn
tipo de etreo misticismo. Todo el don y el poder de la iglesia se
concentra en el mandato de Jess que nos conduce hacia el amor
y que nos manda entregarnos a los otros. Se trata de vivir en el
milagro que Jess suscita sobre el mundo al revelarse como amor
que triunfa de la muerte, el desengao y la mentira. Se trata de
cambiar desde ese amor nuestra existencia, formando sobre el mundo un hogar nuevo de ilusin y de esperanza.
A quin se ofrece el reino de Jess? De acuerdo con Mateo,
el evangelio se dirige, en primer lugar, a los judos. A ellos hablaba
sobre el mundo el Cristo; a ellos predica la iglesia en el principio
(cf. 10, 5-6; 15, 24). El Seor es su mesas y ha venido a responder a su esperanza. Pero, siendo mesas de Israel, Jess se muestra, al mismo tiempo, como luz universal, una llamada dirigida
hacia las gentes. Qu hubiera pasado en el supuesto de que el
pueblo israelita se hubiera convertido? No sabemos. Ni podemos
formular hiptesis posibles. Israel, en su conjunto, no ha aceptado
la llamada de su Dios; la voz de invitacin se ha dirigido por lo
tanto hacia las gentes (cf. 21, 33 - 22, 14).
La iglesia en que se expresa el verdadero Israel se ha convertido en misin que se dirige al mundo: Sois la luz del mundo;
brille vuestra luz delante de los hombres de manera que contemplen vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre de los
cielos (5, 13-16). La iglesia es, en el fondo, realidad excntrica.
No vive para s, aun cuando tenga en su interior a Cristo. Vive
desde Cristo para el mundo, repitiendo su forma de existencia de
tal modo que el morir es para ella origen de la vida. Si alguno empieza a olvidarse de s mismo y vive para el otro es cuando puede
hacerse grande, cuando logra ser en Cristo y para Cristo.
La iglesia acta en nombre de Jess. Por eso puede ofrecer lo
que desborda todos los deseos, todas las esperas de los hombres.
La iglesia es siempre ms de lo que tiene. En el momento en que
se encierra y cuenta slo con aquello que ha encontrado en su interior se ha destruido; es mensajera de Jess y tiene en mano el
gran tesoro, Dios que se ha venido a condensar en ella.
Pero la iglesia tiene que lograr que los dems vengan a ser
tambin discpulos. Por eso ha de ofrecer el gran misterio que
se esconde de algn modo en su- existencia interna. Su plenitud
que es Cristo tiene que expresarse en una forma de vida, ha de
mostrarse en un ejemplo de conducta. Siendo ms que un tipo humano de existencia, la iglesia ha de venir a traducirse siempre en
una vida, convirtindose en testigo de la fuerza salvadora, del perdn y de la luz que alumbra verdaderamente nuestra casa. .
La iglesia de Jess ha de mostrarse para todos como el campo
en que el perdn se acta. Es el perdn de Dios que ha superado
todas las fronteras, perdn que se condensa en una vida siempre
abierta, siempre nueva. Cuntas veces tendr que comenzar a ser
amable con mi hermano, a responder su mal con bien? Siete veces? Nada de eso! Setenta veces siete, siempre (18, 21 s.). La
gran sorpresa del perdn de Dios se ha convertido as en principio
de una vida. Ya no cuentan los derechos y deberes; y los mritos
terminan por no ser ya decisivos. Slo nos vale el amor de Dios
que ha transformado nuestra vida, el amor que se concreta en el
perdn y nos trasciende;
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Teologa de Mateo
La iglesia del perdn es, a la vez, iglesia del pequeo y miserable (18, 1-4). Lo importante no es tener,' no es exigir ni defender los privilegios. Lo que vale es olvidar nuestro derecho, es centrarnos sin cesar sobre los otros y ayudarlos. Por eso, nadie puede
recibir ya nunca un ttulo en la iglesia; no se puede hacer pasar
por padre o sabio; porque todos, todos son hermanos (23, 8 s.).
El que suponga ser mayor ha de volverse ya por siempre un siervo
de los otros; el que es ms rico debe poner todo lo suyo al servicio del pequeo (cf. 20, 25-27).
Pudiramos decir que la iglesia es una aristocracia en que slo
cuentan los servicios que se hacen, el amor que se ha sembrado,
el perdn que se reparte. Aristocracia por lo que exige de cada
uno; democracia porque nos pone siempre al servicio de los otros.
Aristocracia y democracia que no vienen a tomarse como esencia
o expresin de nuestro ser humano, pues derivan de Jess; son
testimonio de su fuerza, de su amor entre nosotros. All donde
estn dos o tres reunidos en mi nombre all estoy yo en medio de
ellos (18, 20).
Pero esta iglesia, no estar a merced de un entusiasmo momentneo? Nada de eso. En ella existen los escribas, los profetas
y los sabios (cf. 13, 52; 23, 34). Pedro es roca y fundamento de
la fe en el centro de ella. El Padre hablaba en la firmeza de la fe
y la confesin de Pedro; por eso tienen fuerza probativa sus palabras (16, 16-20). No. Siendo expresin del Dios que ama y nos
perdona, la iglesia es, a la vez, un verdadero encuentro humano,
sociedad bien definida, cuerpo bien centrado.
Su autoridad no es un poder sino un servicio. Su fuerza no se
impone; es testimonio de un amor que se presenta. Por eso, la estructura de la iglesia no se puede fijar nunca en una forma de organismo. Esa estructura es el efecto siempre nuevo de un perdn
(anuncio de Jess, del reino); es el efecto de un perdn que une
a los hombres y les lleva a dirigir su vida desde el fondo de un
amor que se realiza en medio de ellos.
Pero Mateo sabe que la iglesia no es ninguna comunidad ideal;
se ha concretado en unos hombres deficientes; tiene verdaderas
limitaciones y pecados. Parece que ha nacido dentro de ella el deseo de los cargos (cf. 23, 8 s.); el amor que hubo al principio se
ha apagado (cf. 24, 12). Eso hace pensar que el fin se acerca.
La iglesia que ha sufrido la tragedia de venir^ a separarse de
Israel, su primer pueblo, ha vuelto a dividirse. En ella hay trigo
y hay cizaa. Hay muchos que han odo en un momento la palabra y despus se han olvidado al preocuparse de negocios y han
perdido la ilusin primera (13, 20-22. 36-43). La divisin de la
iglesia ha llegado hasta el extremo de que vienen a surgir de su
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Teologa de Mateo
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der la mano. En ese hombre, quienquiera que sea, est Jess, llamado el Cristo.
El evangelio nos hace sentir la nueva realidad de una existencia que se centra en el amor. Comienza abrindonos los ojos al
misterio de Dios que se ha escondido en Cristo. Dios nos ama, por
Jess. Dios ha inundado nuestra vida en su perdn. Dios nos dirige hacia su reino. Cuando se ha visto que el reino es el misterio
decisivo, entonces puede precisarse ya el sentido de los hombres.
El reino est centrado en el misterio de Jess, en el amor que manifiesta a los pequeos, en la vida de los pobres, en el mundo que
padece. All, en el fondo, se viene a descubrir que el reino son los
otros, la presencia de Jess en la miseria de la tierra, en el camino
de esperanza.
S, es preciso proclamar el reino. Es necesario el invocarle en
la oracin, hay que esperarlo. Jess hace a su iglesia heraldo de la
nueva realidad, de ese amor que llega en su persona, del sbito
estallido de la gloria que se acerca en su futuro al presentarse como
el hijo del hombre. Pero, al mismo tiempo, ese Jess nos muestra
que su reino comienza a despuntar sobre la tierra. Sus palabras de
esperanza y sus milagros de un amor que se expansiona son indicio
y signo de ese reino. Pues bien, desde Jess es en verdad la iglesia
la que viene a ser el signo de ese reino; es signo de un perdn que
ya ha vencido todo el odio; es signo de un amor que es ms potente que la lucha de los hombres, que la guerra y que la muerte;
es signo de una espera llena de confianza.
El reino se abre en el amor de los cristianos. No se trata de
igualarlo con la ayuda material a los pequeos; no es la ayuda sin
ms lo que ahora cuenta; es el ambiente, el clima de perdn y
amor que desde el Cristo tiene que inundar la tierra. El reino es
el gran sueo de unin en eme los. hombres saben que estn siendo
desde Dios, que por Tess les quiere, v a la vez responden a ese
amor al entregarse a los pequeos, los oerdidos y humillados, es
decir, todos aquellos que ahora forman el cuerpo y carne de Jess
sobre la tierra.
El mandamiento de amor lev de Mateo no es, por tanto,
un cdigo de conducta, aunque nos llame a realizar obras heroicas.
El mandamiento del amor es la expresin de que una nueva realidad inunda nuestra tierra. Es la expresin de que merece la pena
el aceptar al Cristo. Por eso, las obras de la iglesia son reflejo de la
presencia de Tess. Son obras de esoeranza que suscitan la llegada
del gran reino, obras que anunciar la verdad de aquel amor que
es el que triunfa sobre todo. No son un medio de conquista; son
tan slo un don abierto hacia los otros.
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3.
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Ya hemos dicho que las obras, por s mismas, carecen de importancia. Mateo no elabora ningn cdigo moral determinado.
Valen los hombres. Cuentan slo las necesidades de los otros. Segn nos comportemos con los hombres se realiza el juicio.
Dios es juez en el antiguo testamento. Gua el curso de la historia, lo dirige sin cesar hacia la meta y ha dispuesto en el final la
gran escena del juicio escatolgico. Tambin Mateo habla de Dios
como Seor que juzga; condena al siervo que carece de piedad (18,
21-35); premia a los hombres que han sacado fruto del talento
recibido y abandona en las tinieblas exteriores a los otros (25, 1430); da el denario a los que vienen a la via (20, 1-15); castiga
o premia en el banquete de las bodas (22, 1-14).
Pero es propio de Mateo el acentuar que el juicio de Dios lo
ha realizado y lo realiza el Cristo. Cristo es testigo, el testigo y
abogado de palabra decisiva en el momento en que se juega todo
(10, 32-33). Pero es ms; como hombre autntico, presencia de
Dios y realidad del reino, Cristo viene a ser el juez que ha decidido
la importancia de los hombres y el destino de la tierra. Por eso
se la llama hijo del hombre.
El hijo del hombre comienza siendo en el antiguo testamento
una figura envuelta en mito. Sus rasgos son difusos; su carcter
impreciso. Ya en Dan 7, 13-14 esa figura, que parece referirse de
algn modo a los poderes de los ngeles del cielo, se concreta como
pueblo de los santos, el autntico Israel de la promesa; como a tal
se le ha donado honor, imperio, reino.
El hijo del hombre de Mateo (y de la tradicin sinptica) ha
venido a ser el resultado de diversas tradiciones. Siguiendo una
terminologa semita hijo del hombre puede significar un hombre. En otros casos, el concepto se precisa y nos presenta a Jess
como el que sufre. Pero aqu no importan ya esos casos; no podemos detenernos en matices; en el centro del evangelio, el hijo del
hombre ha venido a ser el juez universal, el Cristo que ahora tiene
el destino de los hombres en su mano:
Cuando el hijo del hombre venga en su gloria, acompaado de todos
sus ngeles, entonces se sentar sobre su trono. Y se juntarn delante
suyo todos los pueblos; y separar a unos de otros, como el pastor
separa a las ovejas y cabritos (25, 31-32).
216
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Teologa de Mateo
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dar solos, lejos, fuera (cf. 25, 30). La vida se convierte as en fracaso. La abertura al Dios que salva, que no ha sido recibida, puede
convertirse en fuego que consume en la geena (cf. 5, 22. 29; 18,
9; 23, 15. 33). >
El fracaso del hombre no es ms que la falta de amor. Quien
no acepta el bien del reino queda solo, sin Dios y sin los otros.
Queda sin Cristo ni esperanza. Ese fracaso es muy posible. Significa que Jess vino a llamar y no hubo una respuesta.
Teologa de Lucas
JAVIER PIKAZA
1. No tratamos aqu del sentido particular que en cada caso puede tener la
palabra geena Slo nos importa su valor genrico de fracaso, de alejamiento de
Dios y de su reino.
NOTA BIBLIOGRFICA
Lucas ocupa un lugar bien preciso dentro del nuevo testamento. Ha escrito un evangelio y ha sentido la necesidad de completarlo con el libro de los Hechos. De esa forma se distinguen
mutuamente el mensaje de Jess y la existencia de la iglesia.
La misma dualidad de la obra implica un bien preciso trasfondo teolgico. El tiempo o plano de la historia de Jess el evangelio se distingue claramente del obrar del Cristo que se encuentra ya en los cielos y que acta por medio del Espritu en la
iglesia (Hech). Los dos momentos surgen, finalmente, del principio
original divino.
La estructura y divisiones de san Lucas se reflejan de manera
preferente en k liturgia y en sus fiestas. Adviento y navidad se
apoyan de una forma especial en los primeros captulos de su evangelio. Slo en Lucas aparece el tiempo de cuarenta das de la pascua y la ascensin como subida simblica y concreta hacia la gloria
de Dios Padre. Finalmente, la datacin de Pentecosts se funda
nicamente sobre el libro de los Hechos.
Por eso, cuando datamos la navidad o interpretamos la ascensin como la cumbre de la pascua o nos fijamos en el da del Espritu utilizamos el esquema teolgico de Lucas. Quiz Pablo y
Juan ofrezcan un retrato ms profundo y ms austero del misterio
de Jess en los cristianos; pero creemos que por la nitidez de sus
rasgos y por la claridad de sus divisiones la teologa de Lucas ofrece una de las ms autnticas y completas expresiones de la buena
nueva.
En las pginas que siguen intentamos sorprender y presentar
la novedad de Lucas. No trazamos un sistema; preferimos seguir
humildemente el texto (Le y Hech). Ciertamente, ese trabajo puede ser cansino y aburrido. Pero Lucas nos importa y nos parece
que es preciso trazar una lnea de interpretacin teolgica que
corra al lado mismo de su texto y que lo explique en un lenguaje
que se adapte a nuestros das. Por eso nuestras pginas suponen
la lectura constante y repetida de la obra de san Lucas.
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Teologa de Lucas
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INTRODUCCIN
EL INTENTO TEOLGICO DE LUCAS
Ya que muchos intentaron escribir un relato de los acontecimientos
que han venido a suceder entre nosotros, como nos lo han transmitido
los que fueron ya testigos oculares desde el principio y los que han
venido a ser los servidores del mensaje, yo tambin me he decidido
a escribrtelo por orden, ilustre Tefilo, despus de haberme informado de todo desde el principio, a fin de que as reconozcas la firmeza de las doctrinas que has recibido (Le 1, 1-4).
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Teologa de Lucas
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El pasado de Israel
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3.
El tiempo de Jess
En un primer momento Jess aparece para Lucas como la maduracin de la esperanza y el tiempo de Israel (Le 1-2). Siendo
verdad para Israel, Jess es luz para las gentes (Le 2, 32): cuando
el viejo pueblo de la esperanza encuentre su verdad, cuando llegue
a su plena dimensin, se convertir en servicio para el mundo, salvacin para los pueblos.
Siendo la verdad de Israel, Jess contiene a su vez un tiempo
bien concreto. Es el tiempo de un hombre que limita con la profundidad de Dios (pues surge del Espritu) v que nace, sin embargo, en un momento bien concreto, el ao del empadronamiento de
Cirino, bajo el mando del Augusto (Le 2, 1 s.). Es tiempo de una
vida que se puede enmarcar en los anales de una historia (Le 3,
1-2). Por eso muere en un momento bien preciso, con Pilato y con
Herodes y los sumqs sacerdotes de testigos. Hay ms. El tiempo
de experiencia primordial del Jess resucitado abarca todava, para
Lucas, los cuarenta das. Todo acaba, sin embargo, en el misterio
primordial de lo divino; Tess resucitado sube al Padre.
Con esto no termina la historia de Tess. Slo se acaba un tipo
de existencia. Con la ascensin se profundiza en lo divino; la
obra de Jess recibe as dos rasgos principales: por un lado, su
1
r se expande y se realiza por medio del Espritu; por otro, su
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Javier Pikaza
Teologa de Lucas
Sin dejar de ser divino, el Espritu se acta plenamente en Jess de Nazaret, de tal manera que su obra es concrecin visible del
eterno poder de lo divino (cf. Hech 10, 38). De tal modo se iguala
el Espritu de Dios con Jesucristo que, diciendo adis al mundo,
Jess puede prometerlo y concederlo de una forma plena (Hech
1,4.8).
El Espritu es de Jess. Lo ha recibido del Padre y puede
darlo (Le 24, 49; Hech 2, 33). Aunque Lucas no se fije abiertamente en ese tema puede afirmarse que toda la obra de Jess se
viene a resumir en este centro: subiendo al cielo nos concede el
Espritu de Dios (su Espritu) a fin de que podamos tomar parte
en su camino hacia la gloria.
Por eso, en todo el libro de los Hechos, el verdadero contenido de la iglesia se ha expresado en dos rasgos que se muestran,
a la vez, complementarios y constantes: la fe en Jess es fundamento y es origen; pero todo es, igualmente, efecto del Espritu.
Lo que desde un punto de vista puede expresarse en forma de
creencia en Jesucristo viene a mostrarse, en otra perspectiva,
como presencia del Espritu (cf. Hech 2, 38 y 10, 42 s.).
Fundado en Dios y prometido en Israel (cf. Hech 2, 16 s.;
2, 32 s.), el tiempo del Espritu no es ms que la expresin de
aquel obrar del Jess resucitado que transforma,, en la misin,
a todo el mundo de los hombres. Jess es el origen, humano y
divino, de la nueva realidad. El Espritu es la fuerza inmediata
que deriva de Jess y que realiza el cambio entre los hombres. La
iglesia, en fin, es el efecto y la expresin, el resultado del obrar
del nuevo y viejo Espritu divino.
Pero el Espritu no acta de una forma uniforme y montona;
tiene un ritmo peculiar que Lucas ha sabido interpretar de manera
impresionante.
Basndose en Jess resucitado, la iglesia ha de fundarse en el
ms hondo testimonio de aqueFos que le han visto; por eso Lucas
nos presenta los cuarenta das del encuentro con Jess glorificado.
La verdad de ese encuentro se desvela slo en la venida del Espritu (Hech 2). Ser de Jess implica ya un vivir en testimonio misionero, como signo de verdad y salvacin para los hombres.
En un primer momento (Hech 2-5), la iglesia se ha mostrado
en forma de Israel perfecto. Se cree en Jess y se recibe la fuerza
del Espritu desde los moldes de la religiosidad israelita. En un
segundo momento, y dirigida por la fuerza del Espritu, la iglesia
palestina viene a abrirse hacia las gentes y se muestra como signo
de perdn y salvacin universales (Hech 6-15). Se forma as una
doble iglesia que, unida en el testimonio de Jess, consta de fieles
judos y de miembros del antiguo paganismo. El ritmo final lo ha
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5.
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Javier Pikaza
PRESENTACIN DE JESS
(1, 4 - 4 , 13)
I.
EL NACIMIENTO DE JESS.
SU RELACIN CON JUAN Y EL VIEJO TESTAMENTO
(C. 1-2) '
H L evangelio de Lucas se abre con la escena del anuncio del n- ^ gel al anciano Zacaras (Le 1, 5-25). El anciano y su mujer
viven estriles, sin hijos, como tantos en la vieja historia de su
pueblo, como el mismo Israel de aquellos tiempos. Sin embargo,
eran los dos hombres honestos que se mueven en la esfera de esperanza religiosa y Zacaras, sacerdote, sirve a Dios all en su
templo.
Lucas nos dirige precisamente al templo. All se encarna la
grandeza del antiguo Israel y su esperanza. No hace falta teorizar;
no es necesario decir nada. Al situarnos en el templo, Lucas presupone una visin del mundo, evoca un gran misterio religioso.
Israel es realidad sagrada; su esperanza es santa; es eso lo que
aqu nos dicen, sin nombrarlo.
Pero veamos. Lucas no pretende abandonarnos en el templo.
Lo que importa es el que Dios se nos desvela en el recinto santo.
El ngel habla (Le 1, 11 s.). Sus palabras son precisas: el verdadero culto de Israel y su esperanza vendrn a concretarse ahora en
un hombre. No hace falta presentarlo; se llama Juan y es nazoreo, un consagrado (Le 1, 13-15).
Lucas no pretende describirnos simplemente los sucesos de un
pasado. No tengamos curiosidad; no preguntemos en el texto por
detalles, ni por nombres o familiar, ni por tiempos o lugares. Lo
importante es Juan. Y Lucas sabe, con la vieja tradicin, que la
1. De manera general, tratando de la infancia hemos seguido a Laurentin, o. c.
A su obra remitimos a quien quiera precisar las influencias del antiguo testamento,
la estructura literaria y los problemas que suscita el texto.
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
misin y encargo del Bautista se enraiza en el antiguo pueblo israelita y viene de Dios mismo: estar lleno (ha estado lleno) del Espritu de Dios y ha convertido a numerosos miembros de su pueblo, transmitindoles el fuego sagrado de sus padres, los profetas
y patriarcas (Le 1, 15-17).
Pero el quehacer de Juan se concretiza de una forma todava
ms profunda: preparar el camino y la venida de su Dios (1, 17;
si no precisamos las citas se refieren aqu, siguiendo el texto, al
evangelio). Todo Israel se ha resumido en Juan y se convierte en
un anuncio, en testimonio de verdad inmensa: Dios, el gran Seor
se acerca.
En torno a Juan se ha precisado la verdad fundamental del
evangelio: por un lado, es necesario que los hombres se preparen,
que se exija penitencia, que la vida cambie. Por el otro, hay que
afirmar que la llegada de Dios es el momento decisivo. Sin conversin humana Dios no viene; sin venida de Dios la conversin
no puede ser autntica. Esto plantea dos preguntas: cul es la
verdadera conversin? cmo se acerca Dios y cmo puede asegurarse su presencia? Pero con esto corremos el riesgo de perdernos
en cuestiones generales. Para Lucas la exigencia de conversin se
ha precisado en Juan; la llegada de Dios se ha realizado en Jesucristo.
Paralelo al de Juan est en san Lucas el anuncio de Jess (1,
26-38). Desaparece altar y templo y nos hallamos en un pueblo
cualquiera de la tierra palestina: Nazaret, en Galilea. Del mbito
sagrado del judaismo y de su templo, que son preparacin, salimos
a la misma realidad del mundo, al campo profano y decisivo en el
que viene a penetrar Jess y su mensaje salvador divino.
En Nazaret est Mara, una doncella, virgen desposada. Qu
ha pensado, qu secretos se reflejan en su vida, qu valores nos
presenta? No sabemos nada. En torno a ella slo existe un gran
silencio. Pero es silencio que Dios llena; por eso, el ngel dice:
Salve a ti, agraciada; el Seor est contigo (1, 28). Mara (la
mujer), Mara (el mundo entero de Israel y de las gentes) recibe
a su Seor como el regalo decisivo, como el punto de partida del
quehacer ms alto. 2
Tampoco aqu, en la escena del anuncio del ngel a Mara, ofrece Lucas el detalle de una historia. Hace algo ms; presenta el gran
secreto del hombre que se encuentra abierto a Dios (Mara); nos
lleva hasta el misterio del Dios que se refleja y se realiza a travs
del compromiso del hombre que le acepta. Han pasado ya siglos
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Teologa de Lucas
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La gloria de Dios y la paz de los hombres se encuentran unidas por siempre en el Cristo. El verdadero culto, el sacrificio
gloria a Dios en las alturas! se traduce como nueva realidad
humana, como amor de Dios que se ha extendido sobre el mundo
y en la tierra paz al hombre...
Pero sigamos con Lucas. Como a judo, circuncidan a Jess,
le ponen el nombre revelado por el ngel (2, 21). Sin embargo,
a Lucas le interesa centrar todo el destino de Jess en torno al
templo. La salvacin de Dios ha comenzado a expandirse desde
el templo (1, 15 s.). Por eso, aunque Jess est entroncado en
Galilea (anunciacin) y en Beln (nacimiento), ha de subir al templo y escuchar all la voz del Padre (2, 22 s.).
La accin comienza desde abajo: cumpliendo la escritura ofrecen a Jess al Padre (2, 22-24). Dios responde luego: el Espritu
penetra en Simen, el expectante anciano, que bendice a Dios y
canta:
4. Una ambientacin de este pasaje del anuncio de los ngeles y su relacin
con el culto imperial del helenismo en P. Mikat, La predicacin de Cristo en san
tucas y el culto al emperador: RevOcc 111 (1973) 267-297.
5. De esta manera, Lucas se acerca a lo que ser la teologa clsica de Juan.
La tendencia a presentar posturas que Juan desarrollar de forma ms extensa es
una linea constante de san Lucas.
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Teologa de Lucas
II.
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III.
24?
( 3 , 2 1 - 4 , 13)
La unidad redaccional Le 3, 21-38 quiere precisar, como preludio a la misin de Galilea y al conjunto de todo el evangelio, el
doble origen de Jess. Su persona y realidad es, por un lado, la
expresin de lo divino (3, 21-22); por el otro es resultado de la historia de los hombres (3, 23-38).
Sucedi que al bautizarse todos, tambin Jess fue bautizado... (3, 21). As comienza el texto en Lucas. Parece cierto que
la antigua tradicin se refera a ese bautismo de Juan que recibi
Jess en el comienzo de su obra. Pero a Lucas no le importa ya
ese dato. Por eso puede comenzar con frase ambigua: Sucedi
que al bautizarse todos.... Le interesa el fondo de Jess, aquel
origen que es divino y que aqu se manifiesta.
Juan ha hablado de Jess. Ha situado su figura sobre el campo
de conversin y de perdn en que se vuelve comprensible. Por eso
ya no importa su accin en el bautismo. Todo se ha centrado en
el misterio de Dios que se desvela. Se abri el cielo y el Espritu
santo descendi sobre l en forma corporal, como paloma (3, 22).
Esta venida del Espritu ha adquirido en Lucas importancia extraordinaria (cf. Le 4, 18; Hech 10, 38). Ya sabemos que Jess procede del Espritu divino (Le 1, 35); toda su obra se presenta aqu
como expresin y consecuencia de ese Espritu.
Lo que Jess realiza no se puede tomar como obra humana.
Es el misterio y es la fuerza de Dios la que se acta en su persona.
Jess se encuentra ungido en el Espritu, nos dice el libro de
los Hechos (10, 38). Precisando ese rasgo, nuestro texto del bautismo pudiera traducirse del siguiente modo: Como paloma que
desciende, as baj el Espritu sobre Jess y se mostr en l de
forma corporal. Jess sera la corporalidad, algo as como la encarnacin del Espritu de Dios.
Sea cual fuere la traduccin, tenemos que afirmar que Jesucristo, guiado y plenificado en el Espritu divino, tiene, sin embargo,
autonoma personal. Por eso puede escucharse una palabra que
proclama: T eres mi hijo, el predilecto, en ti me he complacido
(3, 22). Jess no es un autmata, movido desde arriba. Es cierto
que realiza el misterio de Dios sobre la tierra. Pero al hacerlo es
hijo bien concreto. Ms an, es hombre entre los hombres. Slo
en el centro de su obra, al final del evangelio y al principio de los
Hechos, presentando la subida de Jess a la derecha de Dios Padre
y concretando la venida del Espritu a la iglesia, precisa Lucas la
mutua implicacin y diferencia de Jess, el Padre y el Espritu en
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
Condensamos lo anterior. Sobre el fondo de esperanza del antiguo testament y preludiado en la llamada a conversin de Juan
Bautista se presenta el Cristo. Es hombre y, a la vez, es el efecto
(es obra) del Espritu divino. De tal modo proviene de Dios que
el Padre mismo le ha llamado para siempre hijo.
Ciertamente, no sabemos todava aquello que ser del nio
que ha nacido. Sin embargo, se han marcado ya los rasgos decisivos de su vida: con l viene a cumplirse lo que tiene de verdad la
gran llamada a penitencia del antiguo testamento y del Bautista.
Es ms. Jess derrota al diablo.
Juan ha resumido su misin diciendo: El os bautizar en Espritu santo y fuego (3, 16). Es cierto, Jess tiene como propio
el Espritu divino; por eso puede darlo, inundar a los humanos de
su fuerza. Con esto se preludia todo el tema de san Lucas y hasta
el mismo libro de los Hechos. Porque tiene el Espritu de Dios,
Jess nos juzga; en su verdad podemos descubrir si somos trigo
de granero o slo paja que se emplea para el fuego (3, 17).
Vamos a entrar, con esto, en el relato propiamente dicho de
las obras y palabras de Jess (cf. Hech 1, 1) y ya sabemos que
aquel reino que existe para siempre es de Jess. Como sabemos
que Jess es salvador, seor del mundo (cf. Le 1, 33; 2, 11). Conociendo esto podemos pasar a la misin de Galilea.
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6. Cf. J. Dupont, Les tentations de Jsus dans le rcit de Luc (Le 4, 1-13):
SdenEcd 14 (1962) 7-29.
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2
MISIN EN GALILEA
(4, 14-9, 50)
I.
INTRODUCCIN
Con el poder del Espritu volvi Jess a Galilea. Y su fama se extendi por toda la comarca. Y enseaba en sus sinagogas, siendo glorificado por todos (Le 4, 14-15).
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Teologa de Lucas
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II.
As comienza una de las ms extraordinarias narraciones evanglicas. Tomando el rollo de Isaas, solemnemente, Jess recita
unas palabras viejas:
Sobre m (ha venido) el Espritu del Seor;
por eso me ha ungido.
Me ha enviado a anunciar la buena nueva al pobre,
a proclamar la libertad de los cautivos,
(a dar) la vista al ciego, libertad al oprimido,
a proclamar un ao de gracia del Seor
(Le 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2; 58, 6).
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Teologa de Lucas
La escena est bien clara: Jess, profeta rechazado por los suyos, se dirige hacia las gentes. As lo entienden sus vecinos y pretenden despearle.
Sacada de su contexto original (cf. Me 6, 1-6) esta escena sirve
en Lucas de resumen de su obra. Es resumen de nuestra seccin
(4, 14 - 9, 50) porque presenta a Jess como evangelio, como gracia salvadora que se ofrece a todos. Es resumen del camino que
nos lleva desde 9, 51 hasta el final: su pueblo no le acepta y su
llamada misionera se transforma en subida hacia la muerte. Finalmente, en Hechos se desvela el sentido salvador de ese camino:
el Jess rechazado en Nazaret (por Israel) se nos presenta como
salvacin universal, ayuda para todos los perdidos de las gentes.
En esta escena se condensa la teologa de san Lucas: el antiguo
testamento en que se ofrece el testimonio de la gracia que se acerca; la palabra y obra de Jess que nos transmite la salvacin; y la
respuesta humana, negativa (en Israel) o positiva (algunos de Israel y muchos de las gentes).
Israel quiere matar a Jess y destruir su obra. Le molesta. Este
es el tema de gran parte del libro de los Hechos. Pero igual que
en los Hechos Israel no puede hacer callar la iglesia... tampoco
aqu han podido hacer que calle el Cristo.
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III.
253
El Espritu de Dios .. me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar la libertad de los cautivos, (a dar) la vista al ciego... (4, 18 s.).
Pues bien, aqu se cumple esa palabra. El reino que proclama,
la enseanza que ha impartido no se viene a referir a un problemtico futuro. Jess comienza a ser ya desde ahora, en sus palabras y sus gestos, la seal de la verdad y libertad para los hombres.
Ciertamente, Lucas no ha dudado de que el Cristo hizo milagros. Por eso los relata. Sin embargo, no le importa ya el milagro
como un hecho que ha pasado. Le interesa ver el gesto de Jess
como expresin de una victoria sobre el mal y como signo de una
nueva realidad que ahora comienza y que se llama reino. Slo
si en la vida y las acciones de Jess comienza a traslucirse la verdad del reino, su palabra podr hacerse creble.
Aqu no podemos valorar la actividad de Jess. Quizs estamos
demasiado lejos para entender bien lo que entonces implicaba la
curacin de los enfermos, la expulsin de los demonios. De todas
formas, es preciso sealar que en Lucas la misma enseanza de
Jess se manifiesta como fuerza que libera: muestra el sentido
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
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IV.
1-11)
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Teologa de Lucas
hombres (5, 10). Y a los doce les enva a pregonar el reino (9,
1 s.) y les rene en torno a s en la confesin creyente (9, 18-20).
Al terminar esta seccin Lucas nos abre una perspectiva nueva. Por un lado pone a los discpulos en el camino del seguimiento
que es subida hacia la muerte y a la misma plenitud (gloria divina).
Por el otro enva a los doce y despus a setenta y dos que son un
signo de todos los misioneros de la iglesia universal. Les manda
proclamar ya su llegada (10, 1-12); siguen al maestro y anuncian
su mensaje.
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V.
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VI.
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Lo primero que Jess realiza con los suyos es bajar de la montaa, ir al encuentro de los hombres que le esperan en el llano.
Jess se ha situado en la llanura; en torno suyo estn los doce,
el grupo entero de discpulos y el pueblo, ese gran pueblo que
incesantemente espera en su palabra y sus milagros. En esta escena
ha reflejado Lucas la estructura del misterio salvador del Cristo
y de su iglesia. Todo procede de Jess, que est en el centro, pasa
a travs de los apstoles y fieles (los discpulos) y es fuerza salvadora para aquellos que se encuentran dominados por el mal, endemoniados.
Y ahora, en ese escenario solemne, la palabra de Jess se concretiza y se convierte de verdad en evangelio para el mundo.
Fijando los ojos en sus discpulos dijo (6, 20). As comienza su
mensaje. Discpulo de Jess ser el que cumple las palabras que
aqu se han pronunciado; apstol, el testigo de su fuerza y su poder entre las gentes. El mundo, todo el mundo, espera ser curado,
est escuchando.
El mensaje de Jess al mundo no comienza siendo una enseanza moral, ni es un conjunto de doctrinas. Es, ms bien, una
proclama absolutamente nueva, internamente paradjica:
Felices sois los pobres, porque es vuestro el reino de Dios;
felices los que ahora estis hambrientos, pues seris saciados;
felices los que estis llorando, pues reiris;
felices seris cuando os odien... (Le 6, 20-22).
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a un futuro en el que lleva premio aquel que sufre sobre el mundo. Se habla de un presente; de un presente de riqueza verdadera
de los pobres, los hambrientos, los que sufren. Pero un presente
que no expresa lo que existe de por s y por siempre. Ese presente
es la verdad del reino que Jess ofrece y que nos trae.
Esto nos sita en el centro de la obra de san Lucas. La pobreza no es aqu simple miseria. Es, ante todo, la abertura de los
hombres a la gracia. Por eso es rico el fariseo que se apoya en sus
acciones o sus leyes. Como es rico aquel que pone como base y
garanta de su vida la abundancia de los bienes materiales. Pobre
es el que pide; el que se abre a Dios y llama. Pobreza significa en
un segundo momento el aceptar la ley del reino, el trabajar por
los otros, entregar vida y riquezas por los pobres.
Tales son las reflexiones de tipo ms concreto que san Lucas
elabora en su evangelio y en el libro de los Hechos. Sin embargo,
no podemos olvidar nunca el torrente de gracia y novedad que se
respira en las palabras iniciales: Felices sois vosotros los pobres.... S, los pobres de todo tipo y confesin, los que se mueven perdidos por las rutas ms extraas de la tierra, todos, todos
son aqu benditos, porque el reino se ha ofrecido y llega a todos,
porque viene en forma de perdn y de riqueza verdadera, de abundancia y gozo.
Pero la gracia del reino que concede Dios a los que buscan se
traduce en los que llegan a encontrarle en la exigencia de un don
hacia el hermano. Siendo el reino un don que Dios concede, el
reino nos convierte en don para los otros. El que entiende la
primera parte Felices vosotros los pobres... no necesita demasiadas palabras para llegar hasta la hondura de lo que sigue: Amad
a vuestros enemigos; haced bien a los que os odian (6, 27). No
juzguis y no seris juzgados (6, 37).
La ley de la pobreza del reino se concreta en el amor al enemigo que san Lucas nos repite de una forma solemnemente noble
(6, 27 s.; 6, 35) y nos aclara con ejemplos (6, 29-34). La conversin que era al principio (Le 3, 7 s.) el cambio humano necesario
en los que buscan la llegada de Dios y de su reino se precisa aqu
a manera de expresin y consecuencia del perdn ya concedido. Al
principio est la gracia, expresada en las bienaventuranzas, est
Dios que nos perdona y nos ofrece su misterio. La conversin para
el amor ser la consecuencia, la visibilidad de esa gracia recibida.
Ciertamente, el amor que aqu se pide no es tan slo el amor
al enemigo. Ms que una definicin se ofrece aqu una nota dominante, como un fondo de sentido del amor de los cristianos. Se
trata simplemente de encontrarse dispuesto a dar sin esperar las
consecuencias, a ofrecer y conceder lo que se tiene sin pedir nada
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
en recompensa. Aqu, en este servicio total hacia los otros, se realiza cada da la autntica pobreza que nos pide (nos ofrece) el reino.
Pero el amor es ms que dar. Es respetar al otro. Por eso se
nos dice: no juzguis (6, 37-42). No, el hombre no tiene el derecho de exigir o de obligar al otro. No juzguis y no seris juzgados; no condenis y no seris condenados; perdonad y se os perdonar; dad y se os dar... (6, 37-38). En estas palabras se ha
venido a superar toda dialctica y batalla entre los ricos y los pobres. Dad y perdonad, se dice a todos. Y en el mismo momento
en que vinieran a cumplirse estas palabras dejara de haber ricos,
dejara de haber pobres. Todo sera ya de todos. Porque el dueo
verdadero del haber del rico es ahora el pobre, aquel que necesita.
Porque el centro de la vida de los hombres se ha trocado; el centro son los otros. Slo de esta forma empieza a revelarse sobre el
mundo, segn Lucas, el rostro de Dios Padre. Sed compasivos,
lo mismo que vuestro Padre es compasivo (6, 36).
Tal ha sido el contenido del sermn de la llanura en Lucas. La
enseanza de Jess se ha condensado para siempre. Se ha mostrado
ya el sentido de su obra. Desde aqu cobran sentido las palabras
y los gestos de Jess, todas las obras de la iglesia. Aqu se determina la solidez del rbol bueno que presenta fruto autntico (6,
43-46). Esta es la tierra en que se encuentra el fundamento verdadero; el que edifica en otro suelo est abocado por principio
a destruccin, fracaso (6, 47-49).
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VIL
1.
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Teologa de Lucas
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En 4, 18 s. Jess se ha mostrado a manera de suma y compendio del reino. Por eso el que pregunta por Jess debe mirar hacia
el sentido de sus obras; en ellas se trasluce el resplandor de lo divino. Creyente es quien descubre el reino que las obras de Jess
le ofrecen; incrdulo es, en cambio, el que distingue slo datos
puramente humanos.
Juan ha preguntado por Jess (7, 18-20). Ahora es Jess el
que admitiendo la bsqueda de Juan le rinde testimonio. Juan es
un profeta, mucho ms, es el autntico pregn y mensajero del
Seor que viene (7, 24-27). Sin embargo, no ha llegado todava
al reino (7, 28). El reino es de Jess, es de la gracia de Dios que
ha bendecido a los perdidos y humillados de la tierra. Juan fue
slo, en el camino de la busca, una pregunta.
Sin embargo, la pregunta de Juan es decisiva. Por eso el que
le niega y no recibe la verdad de esa palabra queda solo y no comprende el don del reino (7, 29-30). De tal forma es eso cierto que
las obras de Juan y de Jess pueden mirarse de algn modo como
paralelas: el que rechaza la dureza de Juan y su exigencia ya no
puede escuchar la invitacin del Cristo que nos llama al gozo (7,
31-35).
Es valioso que volvamos a anotarlo. Si los mensajes de Juan
y de Jess se diferencian, no tenemos ms remedio que aadir que
estn unidos. En nuestros das, la figura del Bautista est cobrando actualidad inusitada. En todas partes se habla de justicia.
Ciertamente, la justicia de este mundo es buena y necesaria. Pero
es slo obra de Juan, del Juan que busca, que prepara y que pregunta. Es necesario que lleguemos, desde Juan, a la verdad del
reino. Pero, aadimos, solamente el que ha pasado por Juan, el
que ha cumplido su exigencia de conversin y de justicia, podr
venir hasta Jess de veras.
No podemos quedarnos con Juan porque ha sido Juan mismo
el que dice: eres t el que ha de venir? Jess responde sealando
sus milagros y aadiendo: Al pobre se le da la buena nueva
(7, 22). Pero aun eso le parece a Lucas pobre; hay algo ms en
el milagro de Jess que anuncia el reino; est el perdn de los
pecados. De ese perdn nos habla la escena del banquete (cf. 7,
36-50). 5
Jess come en casa de un fariseo. La pecadora de la ciudad
entra y perfuma sus pies y se los besa. Murmura el fariseo y Jess
habla de un amor proporcional a la grandeza del pecado perdona-
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3.
Teologa de Lucas
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Nos hallamos al final de un recorrido largo. La misin de Galilea se termina y es preciso resumir los principales rasgos del mensaje. La pregunta decisiva dice: quin es se? Presentando su
mensaje ha respondido Jess sin declarar su nombre; su verdadera
realidad la desvela su funcin de pregonero del gran reino. Precisando nos deca Lucas que Jess era el principio del mensaje decisivo, la palabra que proclama el reino; en l se hallaba el verdadero poder sobre los mundos, sobre el mal, la enfermedad, la muerte. Todo eso era Jess y haba asociado a su misin a los discpulos. La misin no estaba clara. No se haba delimitado el actuar
propio del maestro y el quehacer de los discpulos. Sin embargo
eso no fue lo decisivo. Decisiva era la unin de Jess y sus discpulos. Decisivo era su intento de dotar a los hambrientos del pan
escatolgico.
La multiplicacin de los panes, sin perder su arraigo histrico,
tiene en Lucas el carcter de signo de la obra de los apstoles y
de la iglesia. Jess que ha concedido el verdadero perdn a los
pequeos y perdidos de la tierra ofrece aqu en el centro de su
vida el pan escatolgico. As se expresa ya el valor de la misin,
se muestra todo el actuar del Cristo.
Teologa de Lucas
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Teologa de Lucas
estar aqu (9, 33). Sin duda, es bueno. Pero olvidan que esa
meta vislumbrada implica el caminar de un xodo. Por eso es
necesario que despierten y se encuentren solos, con Jess en el
camino de la vida.
Solos con Jess! Se han esforzado por curar a un nio enfermo y expulsar al diablo. No han podido. La iglesia se siente impotente. Se esfuerza y no puede. Es verdad, el camino es pesado.
No puede, no puede alcanzarse de pronto el final de un problema,
la dicha. Formamos parte de una generacin incrdula y torcida.
Pero, tendremos que darnos por vencidos? De ninguna forma.
Jess est detrs y Jess puede. Por eso, aunque parezca que ya
nadie es capaz de resolvernos un problema, aun cuando todo nos
induzca a pensar que no hay remedio podemos y debemos acudir
ms hacia el fondo, a ese Jess que alienta en nuestra iglesia (9,
37-42).
El Jess que lo ha podido todo es el que afirma de nuevo su
palabra: el hijo del hombre ha de ser entregado (9, 44). Y no le
entienden. No le entienden porque buscan gloria y quieren ser mayores que los otros (9, 45-46). No han llegado a descubrir que sus
palabras nos mostraban precisamente lo contrario: Quien se haga
(y sea) el ms pequeo entre vosotros se es el ms grande (cf.
9, 48). Ser grande significa ahora servir; importante no es quien
tiene sino aquel que necesita y al que todos han de dirigir su ayuda. Quien reciba en mi nombre a un nio a m me recibe; quien
me recibe ha recibido a quien me enva (9, 48). El Padre est en
Jess, pues le ha enviado; de una forma semejante est Jess
en quien es nio y necesita.
Con esto parece aclararse ya el rostro de Jess. Le han llamado
el mesas y no quiere rechazar esa palabra. Sin embargo, y de inmediato, ha sealado que el sentido de ese ttulo es distinto; no
es mesas porque viene a dominar de una manera victoriosa y aparente sobre el mundo. Es mesas porque traza un camino de fidelidad que le conduce hacia la muerte y por la muerte al Padre. Es
enviado porque forma en torno suyo un campo de presencia y fidelidad en que los hombres pueden tomar parte en su camino. Es
enviado de Dios y su destino se dirige hacia la muerte. Pero, al
mismo tiempo, es enviado que se encuentra en todo nio o ser
necesitado de ayuda y de consuelo. Por eso, porque su poder no
se ha fundado contra nadie, hay que dejar que lo utilicen otros, si
hace falta. Jess, nuestro mesas, no es monopolio de nadie; est
al servicio abierto de todos los que buscan (cf. 9, 49-50).
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271
3
EL CAMINO HACIA JERUSALEN
(9, 51-19, 46)
I.
I A misin de Galilea ha revelado el nombre de Jess y su mi*-"' sin entre los hombres. Es el Cristo. El mismo Marcos ha
llegado a descubrir que el confesar al Cristo implica desvelar su
senda de dolor y acompaarle en el camino hacia la muerte. Lucas
ha querido fundar lo que nos queda de evangelio en ese tema. Por
eso, despus de haber mostrado la unidad de los destinos de Jess
y los discpulos, aade de una forma bien solemne:
Entonces, al cumplirse el tiempo de su ascensin, se decidi de una
manera firme a- subir a Jerusaln... (9, 51).
El verdadero camino de Jess conduce a la ascensin, termina
en la subida a Dios, el Padre (cf. Hech 1, 2. 11. 22). Pero es camino a travs del sufrimiento que se centra en Jerusaln, el juicio
y muerte. Slo en la dureza del volcarse totalmente en el servicio
de su obra, en la pobreza del hallarse solo y desvalido ante la muerte se revela y se realiza el verdadero ser y la riqueza de Jess que
asciende al Padre.
En el camino, los discpulos que han dicho s a Jess descubren poco a poco la urgencia que se encierra en su palabra: la
riqueza del reino es de tal forma decisiva y exigente que nos lleva
a la pobreza del servicio por los otros. En el camino de su ascensin Jess ofrece la riqueza de su ser en Dios, el Padre; pero, al
mismo tiempo, y con su mismo arriesgarse y ser matado, nos ensea que es preciso superar la vida vieja si se quiere conquistar
lo nuevo.
Desde aqu al final del evangelio (y al principio de los Hechos)
no existe ms que un tema: la subida de Jess al Padre. Sin embargo, dentro de la gran unidad pueden trazarse dos momentos
relativamente autnomos. En una primera parte (9, 51 - 19, 46)
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
bres han quedado grabados para siempre, son cimiento y son principio del quehacer de nuestra iglesia (cf. 6, 14-16). Junto a ellos
ha escogido a otros muchos. En el texto se nos habla de setenta
y dos, nmero de plenitud, signo de todos los que anuncian el mensaje del reino en nuestra iglesia (cf. 10, 1-12).
Los setenta y dos misioneros se encuentran arraigados en el
tiempo de Jess: les ha enviado el mismo maestro galileo. Pero
son, al mismo tiempo, el signo de todos los obreros que el Seor
enva. Cul es su funcin? Qu hacen? A Lucas no le importa
precisar su ministerio o sus funciones dentro de una iglesia que
se encuentra jerrquicamente bien fundada. Si es secundario todo
eso! Lo que vale es su trabajo misionero. Son obreros para el reino que la iglesia ha de pedir, que el Padre enva; obreros que reciben su funcin de Cristo: anuncian y realizan la verdad del reino
(cf. 10, 9-11).
La misin de los discpulos est fundada en la palabra y el camino de Jess que les enva. Pero es misin que ya no tiene fronteras en el tiempo. Su meta es slo la gran siega, la cosecha escatolgica. Aqu, en el principio de la subida a Jerusaln, advertimos
que el maestro no est solo. Camina con los suyos a la siega y pone
todo, absolutamente todo el mundo, en direccin al reino. Por eso
la misin de sus discpulos no es slo como un tipo de efecto
o consecuencia que deriva del obrar del Cristo que ha pasado. Esa
misin es elemento integrante del camino de Jess hacia su Padre.
En otras palabras: Jess no sube solo. Convoca a la gran fiesta (la
cosecha y siega) de su ascenso a todo el mundo. Llama a las puertas de todas las conciencias. Llega el reino! Quin lo acepta?
La misin que pone el mundo a la luz de la subida al reino ha
desvelado, al mismo tiempo, la posible realidad de una condena.
El que rechaza la palabra de Jess se queda solo, y baja hasta el
abismo del fracaso. Las ciudades galileas que no aceptan a Jess
y sus ministros se convierten en seal de destruccin y muerte
(10, 13-15).
En esa obra misionera de la iglesia se descubre el verdadero
rostro de Jess, el Cristo. En ella es donde el diablo cae (10, 1719) y se realiza el juicio. En ella es donde el hombre puede llegar
desde Jess al Padre: Quien os escucha a m me escucha. El que
os desprecia me desprecia; y desprecindome desprecia a aquel
que me ha enviado (10, 16). La obra de Jess es verdadera obra
del Padre. Su misin y su misterio no ha surgido de la tierra. Es
la presencia de Dios entre nosotros.
En este contexto se sita el gozo de Jess ante la obra que
realizan sus discpulos (cf. 10, 21-24). Es gozo porque el reino se
274
II.
Lucas sita en el camino la exigencia del autntico seguimiento de Jess (9, 51-52). Sobre el camino se edifica la misin en que
la iglesia extiende al mundo la verdad de su maestro (10, 1-15.
17). Finalmente, en ese esfuerzo misionero se desvela la profunda
unin del Cristo con su Padre (10, 16. 18-24).
El seguimiento de Jess no ofrece ventaja alguna de tipo material, del mundo. Saber que se camina en la verdad no da derechos sobre el hombre que no quiere escuchar nuestra palabra y recibirnos. Nadie puede interpelar a Dios, pedir fuego del cielo y
exigir que se destruya al malo (9, 51-56).
Al que le pide un lugar entre los suyos Jess no puede darle
ni siquiera un lecho en el que venga a descansar tranquilo (9, 58).
Al mismo tiempo, Jess pide una ruptura plena con lo viejo. Est
en camino; con l viene el que le sigue y es preciso dedicar todas
las fuerzas al servicio del reino que se anuncia (9, 59-60). De tal
forma es exigente la llamada que no deja para el hombre ni un
respiro; el que ha tomado ya el arado con su mano pierde el surco
si es que olvida el campo que le espera y mira hacia el pasado con
nostalgia (9, 61-62). El siguimiento es exigente. Sin embargo, su
autntico valor no se descubre simplemente en la dureza de la vida
a que nos llama. Ese valor se expresa de forma urgente en la exigencia misionera:
Despus de estas cosas, seal el Seor a otros setenta y dos y les
envi de dos en dos delante suyo, a todas las ciudades y lugares donde
l mismo pensaba ir. Les dijo: La mies es mucha; los obreros pocos;
rogad pues al dueo de la mies que enve obreros a su mies. Id. Yo
os envo... (10, 1-3).
Vimos la misin de los doce (9, 1-6). All dijimos que la obra
de Jess no est cerrada. Se realiza y expansiona a travs de los
discpulos. Aquellos doce siguen siendo el fundamento. Sus nom-
275
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
y de Mara (10, 38-42) y<de la forma del orar cristiano (11, 1-13).
Un perito en la ley le pregunta a Jess: Qu debo hacer
para heredar la vida eterna?. Jess le remite precisamente a su
ley y en ella encuentra: Amars al Seor tu Dios con todo tu
corazn... y al prjimo como a ti mismo (10, 25-28). Pero el
judo que supone saber lo que se incluye en el amor a Dios no
acierta a comprender del todo lo que implica el prjimo. Por eso
pregunta. Jess le responde con la escena del buen samaritano.'
La exigencia del amor al prjimo se expresa como ayuda al
marginado o al que sufre cualquier tipo de dolencia. El texto no
pregunta por las causas del dolor o la miseria. Ciertamente, aqu
se habla de un hombre al que asaltaron de camino los ladrones.
Ese hombre es smbolo de todas las personas que padecen justa
o injustamente, con razones o sin ellas. El verdadero prjimo no
gusta de preguntas. Ve la necesidad y ayuda. Es todo. No interesa
su carcter, responsabilidad, funcin que ocupa. Nada se opone
a la ayuda. Ni el ser de otro pueblo, enemigo o extrao. La nica
ley que rige en este campo es la de sentir la necesidad o la miseria
ajena. Prjimo autntico es quien da, sin preguntar ni exigir, sin
buscar causa o recompensa (10, 30-37).
Pero en palabras del perito, que Jess acepta, el camino de la
vida tiene dos facetas: amor a Dios y amor al prjimo (10, 25-28).
El buen samaritano slo muestra la segunda. Bastar con eso? No
nos apresuremos y sigamos leyendo el evangelio. Jess ha entrado
en casa de Marta y de Mara. Marta trabaja. Mara, sentada a los
pies del Seor, escucha la palabra. Protesta la primera y le responde Jess de la siguiente forma: Marta, Marta, te agitas y preocupas por muchas cosas. Una es la que importa; Mara ha escogido la mejor parte (10, 41-42).
Qu hace Mara? Ciertamente, no est aislada de la tierra,
contemplando. Escucha la palabra de Jess (10, 39). Nada le
impide ahora que acte; pero su obrar ya no ser hacer por hacer sino un poner en cumplimiento aquello que ha escuchado.
Desde aqu podemos volver atrs y afirmar que, aun sin saberlo,
el samaritano ha escuchado la palabra de Jess porque la cumple
al ayudar al prjimo.
Si de algn modo se quieren oponer Marta y Mara no son
como la accin (Marta) y el puro contemplar (Mara). Marta puede representar nicamente aquella accin que no ha escuchado a
Jess.-Mara simboliza un escuchar la palabra que se tiene que
276
III.
277
1. Cf. W. Monselewski, Der barmherzige Samariter. Eine auslegungsgeschchtliche Untersuchung zu Lukas 10, 25-37, Tbngen 1967.
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Teologia de Lucas
278
La oracin descubre el sentido de la vida ante Dios y lo proclama. Se esconde en ella aquel amor de Dios que le importaba
al perito de la ley? Ciertamente, al menos en la forma que Lucas
le concede. No se trata de darle a Dios nada. Se descubre, ms
bien, el amor en que Dios nos envuelve; se descubre y acepta con
gozo, viviendo agradecidos al saberlo.
Pero el amor de Dios tiene otro rasgo paradjico. Ms que
darle a Dios implica un saber que es Dios quien puede darnos
y aceptarlo. Con ejemplos sacados del fondo real de un amigo que
llama (11, 5-8) o del hijo que pide (11, 11-12) nos muestra san
Lucas la forma de estar confiando ante Dios y buscarle. No estamos acabados todava; por nosotros mismos somos incompletos.
Por eso, porque somos pobres, tenemos que pedirle a Dios la gran
riqueza de la vida, pedirle un da y otro da el reino.
Esta pequea enseanza sobre la oracin (Le 11, 1-13) termina
con palabras paradjicamente decisivas: Si vosotros, siendo ma-
IV.
279
El Padre da el Espritu a los que se lo piden (11, 13). As terminaba la seccin anterior. As comienza ahora la nueva. De dnde viene ese Espritu? Cules son sus notas distintivas? Para responder a estas preguntas es preciso recordar de alguna forma los
dos primeros captulos del evangelio que nos hablan de la fuerza
de Dios de que ha nacido el Cristo. Dando un paso ms, pudiera
repetirse la escena del bautismo (3, 21-22) o el discurso primordial
deNazaret (4, 18-22). Ciertamente, Lucas tiene eso presente; como
tiene ya en la mente el nacimiento de la iglesia desde el Cristo
que, elevado ya a la gloria de Dios Padre, enva sobre el mundo
la gran fuerza del Espritu divino. Sin embargo, en nuestro texto
no hace falta repetir esas escenas. Ni tampoco es necesario utilizar
2. Cf. W. Ott, Gebet und Heil. Die Bedeutung der Gebetspparanese in der
lukanischen Theologie, Mnchen 1965.
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280
2.
El espritu perverso
Teologa de Lucas
281
282
3.
Teologa de Lucas
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El Espritu y el triunfo de los que esperan en Jess
283
Estamos en el contexto del camino. La subida de Jess es fundamento de la misin de nuestra iglesia (9, 52 - 10, 24) que conduce hacia un amor en el que vienen a incluirse Dios y el prjimo
(10, 25 - 11, 13). En ese camino se centra la vida del hombre al
que mueve el Espritu, la vida del hombre que sabe llegar al secreto de Cristo y supera, por tanto, el cerrado ambiente judo (11,
13 - 12, 12).
Solamente aqu podr trazar san Lucas los rasgos de ese reino
de Dios en nuestra vida, en el camino de los hombres: gran parte de esos rasgos quedan ya apuntados en los textos que preceden.
Ahora vendrn a estar unidos de una forma que pudiera llamarse
sistemtica.
Lucas nos habla de una sola gran verdad: de la presencia del
reino que Jess ha proclamado, se realiza en el Espritu y se muestra como autntica riqueza de los hombres, su tesoro y el sentido
de su vida. Teniendo ese tesoro que aparece como don inmerecido,
perdn que Dios nos brinda, el hombre ha de mostrarse absolutamente desprendido. Todas sus antiguas riquezas pierden base y se
convierten en residuo de una vieja idolatra. Es idolatra el tomar
como absoluto cualquier tipo de bienes que los hombres han creado, materiales o morales y, quizs, hasta religiosos (la ley de los
judos como autojustificacin). La riqueza de la tierra deja de ser
idolatra al convertirse en medio en el servicio de los pobres, medio para la convivencia humana, para el amor de los hermanos.
Tales son los temas que se ordenan aqu en torno al gran esquema del camino de Jess hacia su gloria. Para facilitar la lectura
de las pginas que siguen presentamos, desde ahora, su divisin y
problemtica.
a) 12, 13 - 13, 9: riqueza del mundo y riqueza del reino se
oponen. Quien sigue a Jess goza del autntico tesoro que ilumina
su existencia (12, 13-34). Ese tesoro le mantiene en permanente
vigilancia. Llega el reino y es preciso estarlo preparando, decididos
y cambiando nuestra vida cada da (12, 35 - 13, 9).
b) 13, 10 - 15, 32: pero, al mismo tiempo, el reino que buscamos con todo nuestro esfuerzo es algo que no puede merecerse.
El poder de su riqueza radica precisamente en que es un don gra-
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VI.
285
287
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Teologa de Lucas
Sobre este fondo ha presentado Lucas viejas frases de confianza ante el misterio de la vida, confianza que se viene a reflejar para
el que mira con amor hasta en el mismo plano de la vida de las
plantas y animales (12, 22-29). Lo importante aqu no es el quedarse en las comparaciones que pueden ser miradas desde un ngulo distinto y as pierden su valor y urgencia. Lo que importa es
slo el suscitar la sensacin de una confianza: no hemos sido arrojados a la vida; ya no estamos sometidos al oscuro e inconsciente
rodar de los espacios y los tiempos; all en el fondo lo ms fuerte
es el amor de un padre, el amor de un corazn que se preocupa
de nosotros.
Todo se resume en una contraposicin fundamental: gentil es
el que slo asegura su existencia desde el mundo, la comida y el
vestido, los poderes materiales y el dinero. No cuenta con ms
bienes y se encuentra esclavizado por aquello que ha credo poseer
y le posee. Vosotros, sin embargo, tenis all en el fondo un Padre. Por eso, la preocupacin fundamental de vuestra vida slo
puede ser aquello que presenta relacin con ese Padre: el amor
y la justicia, la confianza y el buscar el bien del otro (cf. 12, 30).
Se ha perfilado as una lnea ms para entender el tema. Rico
para el mundo es el que vive ahogado, esclavizado en su riqueza,
es el gentil que intenta fundar su realidad y asegurar su vida en
lo que tiene (bienes y dinero). Rico para Dios es el que sabe que
el hombre es siempre ms de lo que tiene; es el que busca su propia plenitud en la confianza, en el trabajo por los otros, el misterio
del amor que Dios extiende para siempre entre los hombres.
Buscad primero el reino de Dios y todo lo dems se os dar
por aadidura (12, 31). No; esto no quiere decir que el hombre
debe preocuparse slo de gozar y contemplar en lo divino. Buscar
el reino significa trabajar para el amor, servir al pobre... significa
poner como principio y fundamento de la vida aquellas normas
que Jess nos ha dejado como base de todo su evangelio. Pero
sigamos. La palabra sobre el reino y su riqueza se cierra con dos
notas, la primera de consuelo (12, 32) y la segunda de exigencia
(12, 33-34).
El consuelo se dirige a los pequeos, a los pobres y perdidos
de la iglesia que no tienen ms que un poco de confianza en Jesucristo y sin embargo se gozan ya en lo oculto de su reino:
286
Estad siempre vestidos y ceidos, con la lmpara encendida en vuestra mano, como el hombre que espera a su seor... para que venga,
llame y se abran sin tardar las puertas (12, 35-36).
Lo importante no es que el amo venga en una hora u otra de
la noche. Lo que se pide es el vivir en la tensin de su llegada, el
ocuparse sin cesar de los misterios de ese reino que an no llama
con un golpe abierto en nuestra puerta pero existe en medio de
la noche y determina de una forma radical nuestra existencia.
Pero la vida vigilante no es tan slo pura y simple expectacin,
vivir vaco en el anhelo de un futuro lleno. Pedro ha preguntado,
refirindose al problema: lo dices por nosotros o por todos? Jess
no necesita concretarlo. Vuelve hacia lo mismo. Aade:
3. Cf. W. Pesch, Zur Formgeschichte und Exegese von Lk 12, 32: Bib 41
(1960) 25-40.
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Cerrando la interpretacin de la parbola se encuentra una sentencia decisiva: Nadie puede servir a dos seores... (16, 13).
Quien idolatre la riqueza se convierte en enemigo de Dios y de su
reino. Quien adora a Dios no puede hacer de la riqueza un absoluto; ha de tomarla como medio que dirige hacia el amor y como
forma de ayudar al otro. Los fariseos al orlo desprecian a Jess
y su doctrina; le desprecian porque ignoran el autntico sentido
de la vida (cf. 16, 14). En este contexto se proclama una sentencia clave de san Lucas:
294
Vosotros sois los que os autojustificis ante los hombres; pero Dios
os conoce de veras; porque lo que es excelso ante los hombres es
para Dios abominable (16, 15).
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296
IX.
Por muy valiosas que las observaciones anteriores puedan parecemos, para gran parte de los hombres la pregunta decisiva sigue
siendo: cundo llega el reino? Pues bien, Lucas no quiere responder a esa pregunta; es ms, intenta desviarla a otro terreno:
El reino de Dios no viene de manera que se pueda observar externamente; no se dir est aqu o all. Mirad, el reino de Dios se
encuentra entre vosotros (17, 20-21).
El judaismo de aquel tiempo parece obsesionarse por el cundo, de tal modo que el reino se transforma en un desnudo ms
all; se corre el riesgo de apartarlo de la vida concreta de los hombres. Lucas intenta superar ese concepto. De algn modo, el reino
est ya dentro de los hombres; se realiza superando la riqueza del
mundo, en la abertura al gran tesoro de Dios que es absoluto y en
la ayuda a los pequeos y perdidos.
El reino est dentro y, sin embargo, an no ha llegado el da
en el que el hijo del hombre se revela. Cmo puede explicarse
esta ruptura? El origen del reino se encuentra en el sufrimiento
y el rechazo de Jess, hijo del hombre. Parece incomprensible pero
es cierto. El reino no se puede tomar como un efecto o cualidad
del mundo. Es don de Dios y se enraiza en el camino de Jess al
Padre. Es realidad que nos trasciende (no se agota en este mundo)
y viene (vendr a manifestarse) plenamente en la llegada gloriosa
de Jess, el Cristo (cf. 17, 22-25).
Con esto hemos logrado descubrir los dos momentos fundamentales de la historia salvadora. En el origen se encuentra el su-
X.
297
(18, 1-30)
La enseanza sobre la oracin en el camino se condensa en tres
escenas claramente definidas, progresivas. Lucas es un narrador
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Teologa de Lucas
que no construye sobre ideas. Prefiere centrarse y centrar su verdad en historias, detalles y gestos. As, en concreto, la exigencia de un constante mantenerse en oracin se muestra en la parbola del juez y de la viuda (18, 1-8). La oracin de la pobreza se
formula en la parbola del fariseo y del publicano (18, 9-14) y la
abertura filial y confiada de los hombres al misterio se refleja en
la sentencia de Jess sobre los nios (18, 15-17).
Es necesario mantenerse orando. Como la viuda que en su ruego interminable ha conseguido que el injusto juez le haga justicia
(18, 1-8). Nos hallamos ante Dios da tras da y, sin cesar, nuestra
existencia tiene que mostrar rasgos de ruego. Seremos capaces de
estar vigilando, guardar nuestra fe hasta el final, mantenernos
abiertos al Dios que es piedad y esperarle? Tal es la pregunta.
Pero no se trata de una forma de esperar cualquiera. Tambin
el fariseo sube al templo y dice abiertamente que le importa la
oracin y la realiza. Sin embargo, su palabra es hueca. No ha buscado a Dios y se contenta con su propia, suficiente perfeccin humana. El pobre, en cambio, el publicano sube a Dios y se descubre hundido en la miseria. Sube a Dios y pide auxilio. Se halla
solo y busca compaa en el camino. Por eso llama. Ya no importa
su pasado, no interesa el xito que tenga en el futuro. All donde
se encuentra un hombre que se siente solo, all donde levante a
Dios sus manos implorando ayuda existe una oracin autntica.
La oracin no consiste en profundas y largas palabras. Su ejemplo es el gesto de un nio que espera en los otros y deja que vengan, le traigan y lleven (18, 15-17). La oracin de la vida no es
ms que un poner lo que somos, tenemos y hacemos al brillo del
reino. No exigir nada, pero confiar que el Dios de amor nos apoye,
nos asista y nos rodee. Sabernos slo intiles, perdidos, pecadores
y sentir, ai mismo tiempo, que, a pesar de todo, es Dios nuestro
tesoro y nuestro amigo y somos, por lo tanto, verdaderamente ricos. Como el nio que no tiene nada y es el dueo de la casa y es
el centro del cuidado de los padres que ante todo buscan lo mejor
para ese nio. Como la viuda que est sola y sin justicia y sin embargo tiene en Dios, el juez autntico, su triunfo y su justicia.
Pudiera parecer que la oracin nos deja en el peligro de la
pasividad absoluta. Para eludirlo acude Lucas al quehacer de la riqueza (18, 18-30). Con esto cerrar la gran seccin de la enseanza de Jess en el camino (12, 13 - 18, 30).
El quehacer de la riqueza. Un jefe de Israel le ha preguntado
por la forma de alcanzar la vida eterna. Su vida es un modelo. Representa a Israel y ya ha cumplido los viejos mandamientos: no
roba, ni mata, ni fornica... Pero eso no basta todava. Eso no es
ms que la manera de actuar del fariseo que al final puede acer-
XI.
299
El tercer anuncio de la pasin nos sumerge de lleno en el camino: Subimos a Jerusaln y se cumplir lo que dijeron los profetas. El hijo del hombre se dirige abiertamente hacia su muerte
(18, 31-33). Slo en este dato cobra sentido lo que Lucas dice sobre el reino; la riqueza de los cielos, el amor hacia los pobres, la
oracin y el seguimiento. Si por un momento el evangelio se quedara sin Jess, si no existiera su tender hacia la muerte y su vic-
300
2.
Teologa de Lucas
Javier Pikaza
La exigencia contenida en el seguimiento del ciego se ha expresado de un modo ms preciso en la llamada y la respuesta de
Zaqueo (19, 1-10). Zaqueo es publicano. Su oscuridad es diferente
de aquella que anidaba en la mirada del ciego del camino. Zaqueo
es rico. Vive para su dinero y no se ocupa de los otros. Por eso es
publicano. Pero tiene curiosidad por saber quin es Jess y con
esfuerzo se acerca hasta el camino. Jess mira. Le descubre y dice
invtame a tu casa. La escena es curiosa. Normalmente es el
dueo del hogar quien llama. Pero Jess no necesita que le busquen; se adelanta y llama. Prestamente, Zaqueo le recibe.
Aceptar a Jess recibir el don que ofrece el cielo implica
un cambio en la actitud y en la conducta. No basta con decir: Me
siento sano. No basta con mudar las intenciones. No sabemos lo
que siente el buen Zaqueo. Al evangelio le interesa slo su conducta: donde he robado har justicia y dar cuatro veces ms que
aquello que he quitado. Y mi dinero, la mitad de mi dinero lo
pondr a disposicin del pobre. Zaqueo est en camino de apren-
301
der. Ha sabido escuchar la palabra que vino a llamarle. Jess comenta: la salvacin ha entrado en esta casa (19, 9).
3.
Pero el caso del ciego que se pone al servicio de Jess (el reino) y de Zaqueo que aprende a usar de su riqueza sirven como
encuadre del mensaje universal de la parbola que trata del uso
de las minas (19, 11-27). Termina el camino y se encuentra Jerusaln ya muy cercana. Se acerca el fin, piensan las gentes. Todo
cambia! Pues bien, en ese ambiente explica Lucas el sentido del
vivir ante la meta. No; el reino no lleva a la utopa de un futuro
que nos libra del quehacer presente. El reino se precisa en la exigencia del obrar de cada da. Eso nos dice la parbola.
Marchando lejos, el Seor ha confiado a los criados sus caudales. En esa situacin estamos todos. El tesoro de la vida, del amor
y de los bienes de la tierra es la riqueza que Dios nos ha entregado. El que la esconde para s y la en tierra ser rico en su interior
pero ante Dios es pobre. Slo aquel que desarrolla su fortuna, el
que negocia y busca siempre un rendimiento de sus bienes gana.
Ciertamente, nuestra vida es don de Dios, como se muestra en
el milagro del camino (el ciego). Es don que siempre puede tomarse en el sentido de un perdn (Zaqueo). Dios nos toma como a
nios y nos llena de una nueva verdad, de una exigencia de servicio por los otros. Esta exigencia, arraigada en el don que recibimos
y centrada en el agradecimiento que mostramos, es el tema de la
parbola de las minas: slo aquel que arriesga su vida (el que
pierde el alma y bienes, se entrega a los dems), slo aquel que ha
trabajado sin descanso y en intensa alegra por los otros... slo se
entiende que el reino est cercano, est ya dentro de nosotros y no
cree en las razones vanas que nos dice: est ah, se encuentra all
delante (cf. 17, 21).
Y una vez que hemos llegado aqu tenemos que tratar de situar
de nuevo el tema de Jess en el camino. En un plano de continuidad histrica, el camino de Jess, que le ha llevado desde Galilea
a Jerusaln (muerte, ascensin) ha sido un hecho histrico. No hay
duda. El mensajero del reino vino un da de su tierra, all en el
norte, hacia Sin, ciudad bendita, convertida en plaza de sangre
y de victoria. Ese camino impresion ya a Marcos que lo ha visto
como tipo ideal del seguimiento de los fieles. Lucas, por su parte,
lo transforma en eje central de su evangelio.
La misin en Galilea nos llevaba hacia Jess como el mesas.
Pero tan pronto como habamos confesado eres el Cristo nos
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
dbamos cuenta de que ante nosotros se abra una sima. Qu significa ser el Cristo? Lucas no quiere respondernos de forma terica. No es que no sepa hacerlo. La razn es diferente. El mesas
no es un tipo de verdad general que pueda describirse. Por definicin, el mesas es figura concreta de la historia y conocerle significa ponerse en su camino y repetir el riesgo de su vida. Es lo que
Lucas ha intentado. Nos ha puesto en el camino de Jess y ha pretendido ayudarnos a entenderle.
En el camino de Jess su decisin de arriesgarse a la muerte
y el triunfo que conduce de la cruz a la ascensin se entronca
un nuevo tipo de existencia; una existencia que se funda en la
riqueza del amor y del perdn y que, por tanto, ha de vivirse en
la confianza (en la oracin) y en el servicio de los pobres. Al descubrir eso pensamos que se alumbra ya en nosotros la enigmtica
revelacin con que comienza el evangelio: Os nace un salvador,
un mesas que es el kyrios (2, 11). Nos parece que tambin se
aclaran las palabras tan solemnes de Jess de Nazaret cuando sostiene que hoy se cumple la verdad del evangelio (cf. 4, 17 s.);
se ilumina el valor de salvacin que ahora penetra al pobre y al
perdido sobre el mundo.
Pensamos que la iluminacin decisiva ha llegado y, sin embargo, nos hallamos todava en el mundo. Slo en la ascensin de
Jess se revela que su marcha ha sido autntica y slo si ese Cristo
que se encuentra a la derecha de Dios Padre nos enva la fuerza
del Espritu podremos ponernos en camino con l hacia lo nuevo.
Todo se concreta ya en lo que hemos visto; pero todo es, a la vez,
una promesa; depende del camino de ascensin de Jesucristo, se
funda en la venida del Espritu. Pero no adelantemos problemas.
Llegar el momento de hablar de todo esto.
Para que llegue ese final, Jess tendr que hacer su entrada en
Sin. Le preparan un asno y se sienta (19, 28-34). Mientras llega,
se suscita la disputa. Los discpulos le aclaman (19, 35-38); los
judos (fariseos) no le aceptan.
La escena ha sido reducida a sus rasgos esenciales. Los discpulos parecen ser un tipo de la iglesia que aclama a Jesucristo
como el rey que viene y sabe que es el cielo (Dios) el que le manda (19, 38). Los fariseos, al contrario, representan a Israel. No
pueden permitir que se le llame a Jess el rey que viene. Intentan mantener la antigua ley y su ortodoxia (19, 39). En este enfrentamiento es Jess mismo el que ha salido en defensa de los
suyos. Es Dios, la misma realidad del cosmos, la que habla en
ellos. Con esto, el camino de subida adquiere caracteres de rechazo. Pero Jess es rey y Jerusaln, su capital, no ha querido recibirle y queda, por lo tanto, abandonada:
302
XII.
(19,28-46)
El camino dirige hacia Jerusaln. Nos acercamos ya y, en un
sentido, acaba nuestra ruta: se ha trazado, para siempre, la promesa y la exigencia de la vida de los hombres desde el Cristo.
Pero, a la vez, ese camino nos conduce hasta el misterio del Jess,
crucificado y exaltado a la derecha de su Padre. Slo desde esa
profundidad el camino de Jess podr convertirse en modelo salvador y fuerza redentora para todos. Por eso comenzar en Jerusaln el gran retorno que lleva hacia la iglesia; no lleva hacia el origen (Galilea) sino al mundo de las gentes, hacia Roma, el cosmos.
303
Al ignorar su hora, al rechazar al Cristo, Jerusaln se ha convertido en una simple ciudad de la tierra. Ha perdido su carcter
de signo salvador y se define nicamente en funcin de su extremismo poltico, de su oposicin al Csar. Como opuesta a Roma,
capital del mundo, Jerusaln ha sido ajusticiada. Lucas lo sabe
y pone aqu en boca de Jess ese destino.
Lo que anuncian las palabras de Jess no se ha realizado inmediatamente despus de la ascensin. El rechazo de Jerusaln tiene
una historia larga. Los apstoles han dado testimonio en ella; en
ella ha proclamado Pablo su mensaje de luz para las gentes (Hech
21 s.). As ha sido. El libro de los Hechos nos seala que todo ha
sido en vano. Jerusaln se queda sola; la que un da ha rechazado
a Jess en el camino ha perseguido y rechazado a los ministros y a
los fieles de su iglesia. De esta forma la vieja ciudad de la subida
se convierte en campo de ruinas. La salvacin ya no se encuentra en el camino que lleva a Jerusaln, ni en la esperanza de una
parusa que se venga a realizar en ella. La salvacin se encuentra
slo en ese Cristo que se sienta a la derecha de su Padre y que ha
mandado a sus apstoles y fieles hacia el mundo (Roma).
De algn modo, esta palabra de Jess sobre Jerusaln constituye una de las metas de la obra de Lucas. All donde la salvacin
se ha preparado y ofrecido de una forma ms intensa, all el rechazo viene a ser ms grande, la ruina ms costosa. Subiendo hacia su
304
Javier Pikaza
Padre, en medio de la tierra, Jess llora sobre el fondo de las ruinas de su pueblo muerto (19, 41).
Este rechazo se ha reflejado de una forma estilizada en el relato de la expulsin de los vendedores del templo (19, 45-46). No
negamos el fondo histrico del hecho. Pero creemos que Lucas lo
ha querido situar en el trasfondo de la historia que nos narra en
el libro de los Hechos: la iglesia que empieza a existir, anidada
en el templo de Dios, lo abandona. Los judos la rechazan. En la
vieja casa santa slo quedan mercaderes. Lgicamente, Jess los
ha expulsado. Desde ahora en adelante el templo de Dios ser el
gran mundo en el que viene a pregonarse la palabra.
4
DE JERUSALEN A LA ASCENSIN
(19, 47-24, 53 y Hech 1, 1-11)
I.
Enseaba Jess cada da en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes trataban de matarle, pero no encontraban la manera
de lograrlo, porque el pueblo entero le escuchaba con inmenso agrado
(19, 47-48).
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
el hijo del Seor a visitarles. Le asesinan. Qu pasar? Rechazando a Jess, piedra angular en que se puede fundar el edificio,
Israel queda en el aire. Pierde su sentido y pierde la verdad de su
pasado.
Ese Jess, el hijo rechazado, es el principio de verdad para los
hombres. Slo en l se halla el sentido de la vida y slo en sus
palabras pueden resolverse los problemas que suscita el mundo
(20, 20-44).
En la palabra de Jess se ha descubierto que el poder de Dios
no es el poder de un hombre (el Csar). A Dios no se le encuentra
simplemente en la poltica del mundo: Devolved al Csar lo que
es del Csar y a Dios lo que es de Dios (cf. 20, 20-26). Estas
palabras son valiosas para Lucas, que ha querido mostrar que el
cristianismo no se opone a la verdad y autoridad de Roma. Roma
no tiene que temer al Cristo. Ese problema volver a ser importante en el libro de los Hechos.
Pero el poder del Csar pertenece al mundo y Dios nos garantiza una existencia que trasciende las fronteras de la muerte. Dios
concede a los que mueren y le aceptan una vida que es distinta y
no termina. Nos recibe como amigo y goza en nuestra dicha. Es
Dios de vivos, no de muertos, Dios que quiere convertir a los humanos en un tipo de existencia nueva, anglica y repleta de la
gloria que se extiende partiendo de la pascua (cf. 20, 27-40).
En la disputa de Jess con Israel ha presentado Lucas los problemas que despus ha de estudiar tratando el juicio de Pablo.
Pablo dir que no ha tenido ni tiene nada contra el Csar (Hech
25, 8). El servicio de Jess no le ha impedido ser un ciudadano
fiel a Roma. Frente al judaismo que le acusa dir que su desdicha
se ha basado en defender la resurreccin de los muertos (Hech
23, 6), mantenerse fiel a la palabra de promesa del antiguo testamento.
Tal es el centro de la disputa de Jess. No se levanta contra
el Csar (Roma); defiende aquella vida tras la muerte en la que
igualmente han credo los escribas (20, 39). Mirando as las cosas,
ni Roma ni Israel tienen razones de importancia contra el Cristo.
Y sin embargo habrn de condenarle, como veremos. Lo harn
porque no entienden el sentido del mesas (20, 41-44). Lo harn porque Jess critica la actitud y religin de los escribas que,
mostrndose externamente cumplidores, han llegado a convertir
su vida de oracin en una farsa, en un medio de adquirir reputacin, de apoderarse de los bienes de los pobres (20, 45-47). De
toda la grandeza del templo y sus riquezas Jess slo ha admitido
como buena aquella ofrenda de una pobre, de una viuda que se
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Teologa de Lucas
308
II.
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Esto es mi cuerpo entregado por vosotros.
Esta copa es la nueva alianza (que se realiza) en mi sangre derramada
por vosotros (22, 19.20).
Desde la comida con Jess sobre la tierra, pasando por la aceptacin de su alimento (en el camino), los discpulos se acercan hacia el reino. Pero el camino es duro y Satans vigila. El mismo
Pedro est montado sobre el filo del peligro y llegar el momento
en el que venga a renegar de su maestro. Jess mismo ha rogado
por su suerte y .le encomienda que, una vez fortalecido, se preocupe de los suyos (22, 31-35). Ciertamente, el caminar es duro. Aunque el sentido deba ser distinto del que tiene en los crculos celotas, guerrilleros de ese tiempo, se transmiten aqu unas enigmti-
Teologa de Lucas
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Teologa de Lucas
proclamarse soberano, niega el poder, la autoridad del Csar. Ciertamente, el proceso refleja un pasado en que el Cristo ha sufrido
condena del pueblo judo y de Roma. Pero al evangelio le interesa
el sentido, actualidad de la condena ms que el dato puramente
histrico y externo.
Lucas sabe que fue Roma quien dict sentencia. Pero nos quiere indicar que la ms honda causa de su juicio fueron los judos.
Es ms, escribiendo para un mundo greco-romano, Lucas se esfuerza por mostrar que Jess es inocente; de tal forma era inocente
que Pilato no ha encontrado razones de juzgarle y si lo hace ha
sido slo por ceder a las presiones de los judos, belicosos, atrevidos, inquietantes.
La actitud de Lucas se refleja en el transcurso del proceso. Pilato intenta quedar libre de Jess y lo ha mandado hacia Herodes,
rey judo que domina en Galilea y que a su vez descubre que Jess
es inocente. Con eso se establece el triple frente: sanedrn, Herodes, Roma.
a) La autoridad israelita juzga a Jess por razn de sus principios religiosos. La condena es radical, definitiva. El hombre que
pretende colocarse junto a Dios y reivindica poderes divinos es
blasfemo. Carece del derecho a la existencia.
b) Pero, al lado del sanedrn, exista en Israel una semiautoridad poltica: los reyes de la familia de Herodes. Ante un
Herodes testimonia Pablo (Hech 26); ante otro ha sido conducido
el Cristo (Le 23, 8-12). La historicidad del dato no es fundamental en nuestro caso. Lo que importa a Lucas es el gesto del pequeo rey de oriente. Ciertamente, no condena a Jess como lo han
hecho los judos (el concilio). Pero no es bondad lo que le mueve
sino la indiferencia. No le importa el tema religioso. Tampoco le
interesan los derechos de Jess a quien deba defender como a su
subdito (galileo). No merece la pena molestarse por alguien tan
pequeo. El caso de Jess es ridculo, despreciable. Ser mejor
dejarlo en manos de Pilato (Roma).
c) Terminamos en Pilato. Le han entregado un hombre y no
sabe cmo resolver su asunto. Todo su derecho y la verdad de la
justicia le inclinan a soltarle. Est seguro. Ese Jess no atenta a
la seguridad poltica del pueblo (23, 13-16). Sin embargo, la justicia pura es impotente. Por un lado, nada puede temer de una
posible rivalidad de Herodes reyezuelo que pudiera complicar
sus movimientos. Jess no es ms que un hombre despreciable
y no merece la pena el arriesgarse por su causa. Por otro lado, no
es prudente el enfrentarse con los jefes religiosos del pueblo que
le piden la muerte de Jess. Qu hacer? La tragedia parece fatalmente necesaria.
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Teologa de Lucas
Tres veces intenta Pilato soltarle. Tres veces insisten los judos. Finalmente, Pilato consiente; se cumple as la voluntad de
los que gritan (23, 17-24). Realmente, no ha habido ms juicio
que el del Sanedrn-, La acusacin contra Jess ha sido slo la de
haberse presentado como el Hijo del Hombre que asciende a la
derecha de Dios Padre y que preside nuestra historia. Herodes
se ha limitado a despreciar a ese profeta. Pilato deja que las cosas
marchen. Final de un proceso absolutamente injusto. Israel ha podido escoger dos soluciones: Jess o Barrabs. Pero Jess que es
smbolo de autntico poder de Dios camina hacia la muerte. Le
han querido acusar de guerrillero, agitador poltico que inflama al
pueblo contra Roma. Pues bien, la inmensa irona del destino les
obliga a recibir a Barrabs, el verdadero celota que conspira y lucha contra el Csar (23, 25).
En esta perspectiva se comprende el ltimo camino que conduce hacia el calvario. Todava hay mujeres en Jerusaln que lloran sobre Jess y se conduelen. Jess dice: No lloris por m;
hacedlo ms bien por vosotras y por vuestros hijos (23, 28-29).
Rechazando a ese Jess, el pueblo se ha quedado absolutamente
solo. Solo y en manos de bandidos guerrilleros, de Barrabs y sus
ensueos, de Roma y su realismo militar, poltico. Despreciar a
Jess significa convertirse en un simple momento del mundo, un
momento de sus luchas y sus muertes, de sus odios y del tiempo
que lo mata, lo destruye absolutamente todo (23, 26-31).
Pero aun all, sobre la altura del juicio en que se viene a decidir nuestro destino, puede darse todava el cambio. Jess no ha
condenado, rechazado a nadie. Como en el caso de Esteban (Hech
7, 60 \ su palabra asciende sobre todos los afanes de la tierra y
dice: Padre, perdnales, pues no saben lo que hacen (23, 34).
El Jess que por la muerte sube al Padre es salvacin que se
ha ofrecido absolutamente a todos.
Puede ofrecer la salvacin uno que muere condenado de los
hombres, impotente, abandonado y solo? Evidentemente, eso es
ridculo. As lo sienten los judos que se ren de sus viejas pretensiones. No puede ser Cristo de Dios, el elegido, un hombre que
parece abandonado. Quizs ha salvado a otras personas, es posible
que tuviera algn poder extrao. Sin embargo, ha muerto. Y esa
muerte es la ms clara garanta del fracaso, sinsentido de su vida
(23, 35). As piensa Israel. Y los soldados del imperio que le asisten le desprecian de igual modo. Cmo puede ser el verdadero
rey un hombre ajusticiado? (23, 36-38).
Esto lo dicen de aquel hombre los testigos, Israel y Roma. Sin
embargo, all en el centro de su propia impotencia, en el fracaso
de su muerte, se desvela para Lucas el poder de su palabra y de
su vida. Con Jess estn muriendo dos bandidos. Toda la tradicin lo ha recordado. Pues bien, uno desprecia al que apellidan
cristo. El otro ruega: Acurdate de m cuando ests en tu reino (23, 42). Jess responde: Hoy estars conmigo en el paraso (23, 43).
Frente al desprecio de judos y gentiles que rechazan a Jess
como maldito, afirma Lucas y la iglesia que Jess es verdadero
rey-mesas. En su propia impotencia dispone del reino. En su
muerte camina al lugar de la dicha del Padre. Y no camina solo.
Van con l los que le aceptan, los perdidos y los pobres, los bandidos, publcanos, pecadores y malditos que no tienen sobre el
mundo salvacin alguna y piden: Acurdate de m....
Por eso, cuando Jess muere se ilumina para aquellos que han
credo el verdadero sentido de la vida. El mundo se oscurece, el
sol se apaga; el cosmos deja de ser un absoluto y se convierte en
un reflejo y un camino que dirige al Cristo. Al mismo tiempo se
divide el velo que separa el templo de Israel y el mundo. El judaismo acaba (cf. 23, 44*45). All en el centro, en la montaa del
calvario slo queda Jess, como final de ese camino que conduce
al Padre. Por eso exclama: Padre, en tus manos encomiendo mi
persona. Y as muere (23, 46).
La muerte de Jess no se ha mostrado para Lucas como culmen de abandono y soledad, miedo absoluto. La muerte se le muestra en forma de momento final de ese camino que se viene a realizar en la obediencia y sufrimiento, en el amor y sacrificio, en la
absoluta entrega a lo divino. Es el instante en que la vida se abre
al Padre. Se abre al Padre la vida del Jess que, desvelando su
misterio, exclama: Padre, en tus manos encomiendo mi destino
(mi persona). Se abre al Padre con los hombres que le siguen
y por eso le asegura al ladrn crucificado: Hoy estars conmigo
en el paraso. 3
La verdad interior de Jess se realiza de forma esencial en los
rasgos que han dado sentido a su muerte. En el fondo, la misma
muerte del Cristo se iguala a su triunfo: morir es subir hacia el
Padre (23, 46). Y en el mismo hoy de la cruz se desvela ya
para el bandido que le acepta la gloria, el paraso. Por eso, de
algn modo, el hoy de la muerte, contemplado en toda su profundidad, contiene la victoria de Jess y de los suyos (pascua y
ascensin). Sin embargo, Lucas ha sentido la necesidad de desarrollar todo el contenido de ese hoy de salvacin al presentarnos, con
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3. Por eso, el Jess de Lucas no puede terminar diciendo Dios mo, Dios
mo, por qu me has abandonado?, como en Mt 27, 46 y Me 15, 34.
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Teologa de Lucas
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III.
RESURRECCIN Y ASCENSIN
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Javier Pikaza
Teologa de Lucas
expresar el sentido de ese testimonio y enseanza del Jess resucitado a los apstoles condensa los cuarenta das de la plenitud
simblica de la revelacin (apariciones) en la visin del nico da
de la pascua que culmina en la ascensin (Le 24, 36-53). En otras
palabras, todo lo que en Hechos se alarga durante cuarenta das
(Hech 1, 4-11) se realiza en el evangelio en un da lleno que es,
a la vez, ascensin y pascua (Le 24, 1-53).
La aparicin de Jess comienza siendo testimonio. Jess viene hasta los suyos; saluda con la paz y se les muestra. Su presencia
pudiera parecer la de un fantasma. Es cierto que Jess se ha aparecido? No fueron todo unas visiones? Nada de eso. A Lucas le
interesa precisar la realidad de la victoria de Jess, de su presencia
entre los suyos. Por eso, porque quiere refutar toda mentira y
superar toda sospecha hace que el Cristo muestre pies y manos
(Le 24, 40). Es ms; partiendo de la presencia del Jess resucitado
en la comida de los suyos nos conduce Lucas hasta el gesto del
Jess que, siendo ya glorioso, come y muestra as la hondura corporal de su victoria (cf. Le 24, 42-43; Hech 1, 4). 6
Al testimonio sigue la enseanza. La resurreccin se muestra
as como el sentido del triunfo de Jess. Su vida en Galilea y su
camino ya no son mero fracaso; contienen la verdad y se presentan a manera de tendencia hacia la pascua. Tambin la Escritura
ha perdido su enigma; es camino y palabra que lleva hacia el Cristo.
De esta forma la resurreccin de Jess se desvela como el culmen y el sentido de un pasado. Pero, al mismo tiempo, su verdad
nos abre hacia el futuro: el futuro del Espritu de Dios que el
Cristo nos promete y el futuro de la misin que debe realizarse en
todas las naciones en su nombre. Precisemos.
a) La resurreccin concreta el sentido de la autntica promesa de Dios que se condensa en el Espritu. Juan ha bautizado en
agua; el que viene detrs suyo, el Cristo, llenar a los hombres del
Espritu y del fuego (3, 16; Hech 1, 5). Tal es el verdadero bautismo de Jess, la novedad y gracia decisiva que recibe de Dios
y da a los hombres. El don del Espritu condensa y concretiza toda
la misin del Cristo. Para que su camino pueda ser nuestro camino
necesitamos la fuerza de Dios; una fuerza que no sea invento humano, un poder que no se pueda reducir a los poderes de la tierra.
Jess tuvo ese poder. Subiendo al Padre nos lo ha dado. Tal es el
eje central del pensamiento de san Lucas.
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Diciendo esto, se elev ante sus miradas y una nube lo tap a sus
ojos. Mientras miraban de qu forma suba hacia los cielos, se pusieron ante ellos dos varones de blancas vestiduras. Les dijeron: Galileos, por qu os quedis mirando al cielo? Este Jess que ante
vostros ha ascendido al cielo volver de la manera que habis visto
que ha.subido (Hech 1, 9-11).
5
DEL EVANGELIO A LA TEOLOGA
DEL LIBRO DE LOS HECHOS
(Hech 1, 11-28, 31)
I J EDICAMOS nuestro estudio al pensamiento teolgico de Lucas.
^-^ Por eso no podemos terminar en la ascensin donde concluye el evangelio. Si hiciramos as nuestro trabajo quedara sin
sentido. La obra de Jess no habra culminado, no se mostrara
como fuerza de vida y esperanza que se arraiga, por medio del
Espritu y la obra misionera, en medio de los pueblos de la tierra.
El evangelio de Lucas no forma una obra cerrada. Slo al estudiar los Hechos puede llegarse hasta su centro. Al mismo tiempo, si tratramos- los Hechos sin la base que les viene a ofrecer
el evangelio se podran confundir con unos mitos y podran mostrarnos la experiencia intemporal de un Espritu, una fuerza que
ignoramos de dnde procede y a dnde nos dirige.
De todas formas, y aun queriendo precisar los esquemas primordiales de la iglesia de que habla el libro de los Hechos, no podremos extendernos demasiado en nuestro tema. La razn es bien
sencilla. Aqu tratamos fundamentalmente de la teologa de los
evangelios. Por eso acudimos a los Hechos slo en el intento de
aclarar a Lucas'. En las pginas que siguen presentamos los siguientes temas:
I. Comenzaremos hablando de Pentecosts y de la esencia de
la iglesia, tal como se expresa, fundamentalmente, en la comunidad
primitiva de Jerusaln. Trataremos de 1, 11 - 5, 42.
II. En un segundo momento, tendremos que ocuparnos del
Espritu y la esencia misionera de la iglesia de Jess. Comenzaremos con los helenistas y, pasando por la misin original de Pedro
y Pablo, llegaremos al llamado Concilio de Jerusaln con la exigencia fundamental de comunin y libertad cristianas (6, 1 - 15, 35).
1. En todo nuestro comentario a los Hechos hemos seguido de una forma especial las obras de M. Dibelius, Aufsatze, E. Haenchen, o. c, y E. Plmacher, o. c.
Teologa de Lucas
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I.
(1,15-5,42)
1.
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vertir nuestra experiencia cristiana en fuente de disputas, en origen de tendencias puramente subjetivas de los hombres. El testimonio ya se ha dado, de una vez y para todas. La iglesia est
fundada para siempre. Su base y su modelo, el fundamento que
siempre permanece est trazado: lo forman los doce y la comunidad primera de Jerusaln. 2
Pudiramos suponer que, para Lucas, la iglesia est fundada
da una forma claramente definida, inmutable y siempre idntica.
Eso sera ignorar que los apstoles y Jerusaln no constituyen la
iglesia para siempre sino slo el fundamento o punto de partida. Nadie puede fundar otra iglesia, pues ya est fundada en los
doce. Nadie puede separar ninguna comunidad de sus races primitivas (Jerusaln). Pero, a la vez, como lo muestra Lucas, una iglesia que viniera a cerrarse sobre s aunque fuera la comunidad
original de Jerusaln perdera la razn de su existencia, su sentido y fuerza. Por qu? Porque el testimonio de Jess fundado
en los apstoles en Pedro no puede separarse de la obra siempre nueva del Espritu.
Lucas sabe mantenerse en la tensin entre el Espritu y la base
unitaria de la iglesia. Por un lado, es el Espritu el que rompe con
todo lo previsto y encamina a la iglesia hacia lo nuevo por Esteban, los helenistas y Pablo. Por otro, se nos dice que el Espritu
se ha dado nicamente all donde la iglesia se unifica y viene a estar en comunin con los apstoles, Jerusaln o sus legados (cf.
8, 14-17; 18, 24 - 19, 7).
Del Espritu como origen fundante de la iglesia traza Lucas un
cuadro que impresiona; se trata de Pentecosts y del discurso misionero de san Pedro (2, 1-47). Ciertamente, la fijacin histrica
y su unin con la vieja fiesta israelita del pentecosts es obra de
san Lucas. De esa forma culmina aquel misterio que, expresndose
originalmente en la resurreccin de Jess y precisndose en la ascensin, viene a concretarse finalmente en la presencia del Espritu
de Dios sobre la iglesia.
Para Lucas, el Espritu es la fuerza que desciende de Dios y
que se muestra de una forma peculiar en el amado don de lenguas. La experiencia de ese don que debi ser relativamente frecuente en la iglesia primitiva se condensa de manera modlica al
principio (2, 1-4). Pero la experiencia externa del Espritu de Dios
necesita interpretarse. Para aquellos que estn fuera, para aquellos
que la miran con curiosa indiferencia, quizs es slo un signo de
2. Cf. W Schmithals, Das kirchhche Apostelamt Eine historische Untersuchung,
Gottingen 1961, y G. Klein, o. c.
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Teologa de Lucas
locura o borrachera extrema (2, 5-13). En el discurso que san Lucas atribuye a Pedro se nos muestra el sentido de ese Espritu (2,
14-36).
La realidad del Espritu en la iglesia constituye para Lucas un
dato original de su mensaje. Era indudable que en la iglesia hubo
fenmenos distintos, no vulgares, entusiasmo desbordante, otra
manera de enfocar la vida, un poder y una alegra no soadas. Ese
entusiasmo, el don de lenguas y el poder de la palabra, se tomaron como efecto del Espritu divino 3. Lo que pasaba en la iglesia
no era simple consecuencia de un acaso. Era el efecto de una accin de Dios ya presentida desde antiguo (2, 15-21). Era el sentido y consecuencia de la vida de Jess, resucitado por Dios y convertido en el Seor y Cristo (2, 22-36). Ese Espritu, esa vida de
la iglesia es la verdad, el decisivo don divino. Por eso puede hablarse del final, se puede buscar la conversin de todos (2, 37-41).
326
2.
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El verdadero origen y trasfondo de la iglesia es siempre el Padre. A Dios ha ido Jess, de Dios enva la fuerza del Espritu. Por
eso, toda la hondura de la iglesia est fundada en el misterio primordial que nos trasciende y que se muestra, sin embargo, entre
nosotros.
Ese misterio (de Dios) se ha desvelado por Jess, el hombre
cuyo tiempo se ha podido concretar en un pasado que va del nacimiento a la ascensin al Padre. Pero el pasado se convierte en
la ascensin en un presente primordial, fundamentante. A la
derecha de Dios Padre (Le 22, 69; Hech 7, 56), Jess es para el
mundo la presencia del obrar de Dios que salva. Sobre un fondo
de historia que ha pasado, todo el evangelio nos ofrece a ese Jess
que es fuerza salvadora de Dios Padre: es juez (Le 3, 17; 17,
20 s.), es rey (Le 1, 32-33; 19, 38), es el seor, el salvador y el
cristo (Le 2, 11). En l llegamos hasta el Padre (Le 9, 48; 10, 16;
10, 22-23; 12, 8 s.).
Sin embargo, el actuar fundamental de ese Jess que est en
el Padre es para Lucas el envo del Espritu. Debemos confesar
que Lucas no ha mostrado la dependencia del Espritu respecto de
Jess con la firmeza y precisin con que lo har san Juan. A primera vista puede parecer que, para Lucas, el Espritu no tiene con
Javier Pikaza
Teologa de Lucas
decisivo. Sin duda, el fin se debe revelar en Jerusaln; por eso, los
apstoles aguardan precisamente all. Cuando el Seor vuelva ha
de hallarlos junto al templo, dando testimonio de su nueva realidad a todo el pueblo. Por eso abandonaron Galilea, ellos que slo
eran de pueblo. Y abierta, denodadamente anuncian que Jess resucit y que en su destino ya se ha puesto en marcha el final de
nuestra historia.
Pero a Lucas no le importa el conseguir un tipo de precisin
arqueolgica en su intento de mostrarnos la historia del origen.
Sabe que esa iglesia ha rendido testimonio verdadero de Jess
como mesas en el centro de su pueblo y eso le parece suficiente.
Todos los que luego intenten proclamar la realidad de salvacin
del Cristo han de saberse apoyados y basados sobre aquel antiguo
fundamento y fondo.
Pero no basta la palabra. La primera comunin de los creyentes ha vivido ya la misma verdad de la exigencia de Jess:
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3.
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vado los creyentes. Su novedad y su exigencia ha suscitado oposicin. El judaismo establecido, que absolutiza sus viejas creencias
en un tipo de sistema inmutable, no puede soportar que se presente el Cristo-salvador con la figura y rasgos del Jess crucificado.
El triunfo de Jess implicara la ruina de las viejas seguridades y
estructuras. Por eso es lgico que la autoridad juda intente oponerse a los que anuncian a Jess.
Todo parece indicar que la primera persecucin declarada contra los discpulos de Jess se ha dirigido contra el grupo llamado
helenista (6-7). Sin embargo, es muy posible que haya habido
ya dificultades desde el mismo momento en que Pedro y los once
han dado testimonio. As quiere-indicarlo Lucas, trazndonos un
cuadro de la persecucin como tensin permanente de la iglesia.
Lucas presenta la persecucin de la primera iglesia en dos cuadros claramente paralelos (4, 1-31 y 5, 17-42). El motivo es el
mismo en los dos casos: los apstoles rinden testimonio de Jess
y el testimonio estorba (cf. 4, 8-12 y 5, 29-32). Por eso les conminan al silencio.
El hablar sobre Jess hasta el final es peligroso. Peligroso para
todos los que tienen ya una seguridad y basan su existencia en
ella. Peligroso para todos los que dominan a los dems en funcin
de unos principios que Jess ha puesto en duda (cf. 4, 18; 5, 40).
La respuesta de los apstoles muestra la fuerza de Jess: Nosotros no podemos dejar de hablar de aquello que hemos visto y
escuchado (4, 20). La verdad de Dios es don que ha de ofrecerse
abiertamente a todos, aunque venga a ser molesta: Porque es
preciso obedecer a Dios antes que a los hombres (5, 29). En medio de la persecucin, la iglesia slo pide una cosa: quiere ser
capaz de seguir dando testimonio de Jess; y quiere darlo con
poder, con fuerza y decisin, a todos. Tal es su vocacin; tal es
la gracia que de Dios ha recibido, es su destino (4, 29 s.).
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II.
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Sobre el testimonio de los doce y como expansin de la primera comunidad de Jerusaln se ha formado para Lucas el conjunto de la iglesia cristiana.
En un momento determinado, la primera comunidad deja de
ser un grupo que se cierra internamente en la esperanza de la
prxima llegada del Seor y Cristo. Surgen dentro suyo unas tendencias que se libran del esquema rgido y judo del principio; se
descubre que la fe en el Cristo no se encuentra atada por el tem-
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1.
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La persecucin de los judos y el impulso del Espritu ha esparcido la palabra de Jess en todas direcciones. Mientras los apstoles parecen seguir en Jerusaln (8, 1), los helenistas han llegado
8. Ibid., 256-259.
9. Cf. O. Cullmann, Del evangelio a la formacin de la teologa cristiana. Salamanca 1972, 67 s.
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No hace falta repetirlo, Lucas interpreta. Pero interpreta a partir de su visin fundamental del cristianismo. Porque sabe que
Pablo fue enemigo de Jess y de sus fieles (helenistas); porque
sigue sabiendo que Jess ha conquistado a Pablo, su enemigo, de
manera total y decisiva, Lucas ha trazado de una forma que podemos llamar hasta genial los rasgos del camino de Damasco.
Jess se vuelve encontradizo con Pablo en el camino. Indefenso, cae a tierra. Escucha: Pablo, Pablo, por qu me persigues?... Soy yo, Jess, a quien persigues (9, 4-5). Jess se convierte en el nico centro de Pablo. Su luz le ha cegado y a la vez
le abre la vista. Desde ahora ver de una manera diferente, ser el
heraldo de Jess ante las gentes (cf. 9, 15 s.).
Pablo se ha encontrado con Jess. Pero Jess slo le habla
abiertamente por medio de la iglesia. Recibido en la comunidad
de Damasco por Ananas, encuentra su nueva identidad, se llena
del Espritu (9, 10-13). Pronto comienza a predicar (9, 19-22);
pero su autntica misin slo se puede realizar en comunin con
los apstoles. Por eso sube a Jerusaln. Por eso busca la primera
iglesia (9, 26-30). Aunque los detalles de su narracin puedan ser
deficientes, Lucas ha entendido bien a Pablo. Pablo no comienza
a predicar desde s mismo. No se considera origen de la iglesia.
En l se centra el impulso misionero de los helenistas. Jerusaln
le ha recibido y ha admitido siempre su derecho de anunciar al
Cristo. Ciertamente, Pablo y su iglesia estn fundados en la roca
de los doce. u
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12. Cf. Ch. Burchard, Der dreizehnte Zeuge. Traditions und kompositionsgeschichtliche Untersuchung zu Lukas' Darstellung der. Frhzeit des Paulus, Gottingen 1970.
3.
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se ahora cristianos (11, 26). Ciertamente, la iniciativa no ha partido de Jerusaln, pero Jerusaln la acepta, enva un delegado y
comienza a estar en comunin con ese nuevo, totalmente diferente,
grupo de creyentes (11, 22-23).
Pero esa iglesia, all en el centro, sirve de intermediaria en un
momento y luego desaparece. Ha sido el puerto en el que viene
a desembocar la actividad que de uno u otro modo ha provenido
de los doce; es el punto de partida del que surge la misin de Pablo. Pablo y Bernab eran la conciencia viva de la iglesia antioquena (11, 25-26), eran profetas (13, 1-2). Y un da se ha sentido
claramente la llamada del Espritu: es preciso que Pablo y Bernab salgan al mundo, que prediquen la palabra y llamen a las
gentes (13, 2-3).
Con esto llegamos a lo que pudiera llamarse el primer viaje
misionero de Pablo (13, 1 - 14, 28), por Chipre, Antioqua de
Psidia, Listra y Derbe. Como despus trazaremos el sentido de la
obra misionera de san Pablo no podemos detenernos a estudiarlo
ahora. Estamos en el centro del libro de los Hechos y Lucas ha
tenido que ordenar los temas en su intento de ofrecer las verdaderas dimensiones de la iglesia. Para ello debe sacrificar creemos el orden de la historia.
Por el mismo anlisis interno del libro de los Hechos comparado con las cartas de san Pablo se puede suponer que los acontecimientos se han desarrollado en el orden siguiente. El primer
paso vendra dado por la conversin de los gentiles en Antioqua
y la nueva problemtica que con ello se suscita. Seguira el llamado concilio de Jerusaln, que ha establecido el doble carcter
de la iglesia judos y gentiles. Slo despus del concilio parece
tener sentido tanto la expulsin de Pedro de Jerusaln (12, 1-17)
como la misin sistemtica de Pablo (13-14). 13
Lucas atrasa intencionadamente el concilio, situando por delante un primer viaje misional de Pablo. La obra de Pablo, todas
sus iglesias, se colocan as bajo la sancin oficial de Jerusaln.
Aquel abrazo fraternal en que judos y gentiles se admiten mutuamente no ha incluido slo a los primeros conversos de Antioqua.
Abarca a todos los gentiles convertidos (la misin de Pablo); todos se encuentran ya fundados en el reconocimiento y validez que
les otorga Jerusaln.
Junto al destino de Pablo, Lucas traza la figura de Pedro. La
ha trazado porque sabe que la iglesia se ha fundado sobre Pedro.
As lo muestra y luego deja su figura envuelta en sombra. En el
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Teologa de Lucas
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a la ley; por eso mismo plantean el problema del valor y del sentido de esa ley en el conjunto de su vida de creyentes. Los helenistas y Pablo que han tomado como meta de sus vidas la misin
de los gentiles saben que el mensaje salvador de Cristo no tiene
por qu hallarse incluido en el conjunto de una ley israelita. El
problema era inevitable y ha surgido en torno a la misin que se
realiza en Antioqua. Algunos hermanos de la iglesia de Jerusaln
quieren lograr que todos los paganos convertidos se dejen circuncidar y cumplan los mandatos de la ley antigua. La solucin no
est clara y varios de los miembros de la iglesia antioquena Pablo y Bernab con otros suben a Jerusaln a resolver ese problema (15, 1-6).
Ciertamente, Lucas no ha copiado las actas del concilio pero
logra reflejar de una manera impresionante lo que all se ha conseguido y muestra todo el influjo de aquel hecho en el futuro de
la iglesia. El sentido del concilio viene a reflejarse en dos discursos
que se atribuyen a Pedro y a Santiago y en una carta de la
asamblea.
El discurso de Pedro (15, 7-11) es un resumen de su propia
historia; es un compendio de su labor all en el centro de la iglesia. Pedro no razona. Se limita a constatar un hecho: los gentiles
convertidos reciben el Espritu sin necesidad de haberse vuelto
israelitas. El mismo Pedro puede ofrecer un testimonio de ese hecho (cf. 15, 7-9).
Tal es el rasgo decisivo del Pedro de Lucas. El hombre que
ha sido, al principio, el centro de la iglesia de Jerusaln termina
abrindose a las gentes. No sabemos dnde ni cmo pero todo nos
hace suponer que Pedro se ha venido a convertir, de alguna forma, en misionero. Por eso, Lucas le hace decir aquellas ltimas
palabras: slo la fe de Jesucristo salva; la ley no purifica; la ley
es un quehacer siempre imposible. Nadie puede confiar en ella (cf.
15, 10-11) M. Este Pedro enigmtico de Lucas ha cumplido su misin. Desaparece (12, 17). Con l acaba la iglesia original. Desde
ahora quedan, frente a frente, los gentiles y judos convertidos,
Santiago y Pablo.
La postura de Pablo es conocida. La misin de los gentiles no
tiene obligacin de someterse a la ley de los judos. En ningn
momento ha puesto en duda la legitimidad de la iglesia de Jerusaln (judeo-cristiana), pero le niega el derecho de imponer su ley
a los gentiles. Pues bien, en nombre de la iglesia de Jerusaln y
14.
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Teologa de Lucas
haciendo suya la ltima palabra, Santiago acepta la postura y libertad de Pablo (15, 13-21).
Tambin el discurso de Santiago est fundado sobre un hecho.
El judaismo se mantiene en las ciudades en que existen sinagogas;
no hay riesgo de que muera (15, 21). Pero encima de ese hecho
hay todava una verdad teolgica ms honda. Segn la vieja profeca, el judaismo no existe para s. Si la cabana de David se restablece, si Israel encuentra su verdad en Cristo no la puede encerrar en su interior; la tiene slo para abrirse, siendo testimonio
ante las gentes (15, 13-17).
Santiago distingue, por tanto, dos tipos de plenitud mesinica.
Por un lado est Israel. La verdad de ese Israel se encuentra en
Cristo. Por eso es absolutamente necesario que los judeo-cristianos
profundicen su nueva y decisiva experiencia; slo as, siendo hasta el fin judos y cristianos, servirn de luz y medio de conversin
para las gentes. El cristianismo central (judo) no existe para s;
ha de darse como signo a fin de que las gentes crean. Como creyentes, los gentiles pueden seguir siendo distintos; a travs de
Israel del Israel perfecto que forman Jess y la comunidad judeo-cristiana recibirn la plenitud de la luz mesinica.
Esta es la sentencia que triunfa. Por eso no se exige el cumplimiento de la ley a los paganos convertidos; solamente se les
pide que guarden unas normas fundamentales de exigencia moral
y convivencia para que puedan entrar sin escndalo en contacto
con los hermanos judos convertidos. Tal parece ser el sentido del
famoso decreto (15, 19-20. 23 b-29).
No sabemos de una forma expresa lo que Lucas piensa del
problema. No le gusta introducirse cuando narra y deja que los
hechos hablen por s mismos. Aqu ha dejado que Santiago piense
y, probablemente, ha reflejado la que toma como postura tradicional del judeo-cristianismo. No hay nada reprobable en el hecho
de que los judos convertidos piensen que son la tienda de David reedificada y que su vida es signo y medio de salvacin para
los otros. No importa que ellos sigan practicando la antigua ley
juda. El camino de Jess, el Cristo, puede adaptarse a los senderos de los hombres.
Cuando el concilio de Jerusaln decreta que los gentiles no
estn obligados a cumplir la ley juda afirma algo que importa no
solamente a ellos. Si la ley no es necesaria para algunos no podr
decirse necesaria para nadie. El fundamento de Jess y del Espritu es el mismo para todos. Las diferencias ley, no ley se han
situado en un nivel que es exclusivamente humano.
Tericamente, Lucas admite dos iglesias. Las dos se fundan
en los mismos apstoles (Pedro y los doce); las dos profesan una
fe que es idntica; y las dos se comunican. Sin embargo, son distintas. La de Jerusaln parece cerrarse sobre una ley que ya no es
punto de partida (como en los apstoles) sino un modo de existencia. La de Pablo se abre, en impulso irresistible, hacia las gentes. Decimos que Lucas admite dos iglesias. Sin embargo, por el
tema posterior del libro de los Hechos observaremos que, en la
prctica, slo desarrolla la lnea de Pablo. Jerusaln se cierra sobre
s. Slo con Pablo y todo lo que Pablo representa parecen cumplirse las palabras de Jess: Seris mis testigos desde Jerusaln...
hasta el confn de la tierra (Hech 1, 8).
El camino que ha llevado a Jess hacia Jerusaln (evangelio)
y le ha exaltado a la derecha de Dios Padre, no es camino que se
pueda encerrar en la Jerusaln de este mundo. Desde el Cristo
celeste, en el Espritu, conduce a los creyentes a la exigencia de
un testimonio universal. Cerrarse en la ley significa, a fin de cuentas, un quedarse a medio andar, en el camino. Por eso, decimos
que todo nos lleva a pensar que Lucas ha visto en Pablo el autntico camino de la iglesia, la verdadera continuacin de aquel testimonio que un da comenzaron a dar en Jerusaln los doce apstoles. Con esto entramos en la tercera parte del libro de los
Hechos.
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III.
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(15, 3 6 - 2 8 , 3 1 )
El sentido de la iglesia se termina centrando en la misin y
destino de Pablo. Indudablemente, Lucas conoce otras comunidades cristianas que han desarrollado un verdadero esfuerzo misionero; se podra hablar de Antioqua o de aquellos annimos hermanos que han llevado la semilla de la fe a Efeso o a Roma. Existen tambin otras iglesias que superan el viejo judaismo cerrado
y que se abren a las gentes: la de Mateo, la de Juan, etc. Sin embargo, para Lucas el avance de la iglesia se ha centrado y se refleja
de una forma modlica en Pablo. Por eso le ha escogido como
smbolo, agonista final de su relato.
Pedro ha desaparecido. Los helenistas se velan en la sombra.
Jerusaln se cierra. Ante la escena de Lucas slo queda Pablo, destacndose sobre un mundo que le espera, le recibe, le aplaude y le
persigue, segn los diferentes casos.
Pablo se sabe independiente; por eso est avalado por el concilio de Jerusaln. Sin embargo, se mantiene en comunin con la
iglesia de Santiago y en un viaje cargado de presagios, en contra
de todas las advertencias, sube a Jerusaln a visitar a los herma-
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Se supone aqu que en Efeso exista una comunidad judeocristiana que se hallaba unida a la sinagoga. Pablo acepta la situacin e intenta mostrar, desde dentro de Israel, el sentido de Jess
y del camino salvador que nos presenta. Slo cuando se producen
dificultades, Pablo sale fuera. Deja la sinagoga, saca a los discpulos y forma con ellos una iglesia autnoma. Estando en esa situacin predica la verdad a los gentiles.
Pero Efeso es solamente un caso. Quiz otras veces no hubo
tiempo para formar una comunidad judeo-cristiana por la misma
oposicin inicial de los judos. De todas formas, el Pablo de san
Lucas sabe presentar el evangelio a los gentiles sin necesidad de
que conozcan el viejo testamento. El caso tpico lo constituye el
sermn del Arepago (17, 22-34). 15
Ese discurso del Arepago puede conservar un fondo histrico.
Sin embargo, Lucas nos presenta aqu un sermn tpicamente estilizado; el mensaje de Pablo (smbolo de la misin cristiana) se
presenta en forma de palabra dirigida a Atenas (centro y compendio del mundo grecorromano culto).
Los motivos atenienses se encuentran hbilmente presentados:
templos e imgenes de dioses, piedad del pueblo, escuelas filosficas, curiosidad ante lo nuevo, los discursos del Arepago... Sobre
esos temas construye Lucas una escena claramente tpica en que
Pablo, como nuevo y autntico Scrates, dirige la palabra de verdad a todo el mundo culto de su tiempo.
La palabra de Pablo el mensaje de Jess no empieza siendo una condena. Atenas y el paganismo han elevado un altar al
Dios desconocido. Con eso, y sin saberlo, han venerado al Dios
autntico en que todos nos movemos, vivimos y existimos. Todo
el mundo griego, con su bsqueda de Dios y su sensibilidad ante el
misterio, aparece valorado aqu como mbito en que puede predicarse la palabra de Jess el Cristo de manera que pueda comprenderse.
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2.
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Cuidad de vosotros y del rebao en que el Espritu santo os ha constituido como inspectores a fin de apacentar la iglesia que Dios mismo
ha adquirido con su sangre (la sangre de su propio hijo) (20, 28).
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misin que l representa, esas iglesias formadas por judos y gentiles a lo largo y a lo ancho del imperio.
En todas esas iglesias se vive una problemtica acuciante: las
relaciones con el imperio. Parece que los cristianos han empezado
a encontrar dificultades; se les considera reos de pecado contra el
Csar pues anuncian y practican un tipo de religin en que no
cabe lugar para el emperador como soter, kyrios divino (cf. Le
2, 11). Por otra parte, los judos que gozan de un tipo de estatuto de libertad dentro del imperio se niegan a extender ese estatuto a los cristianos, traidores a su ley y al templo. Por eso, Lucas debe luchar sobre dos frentes. Por un lado, ha de mostrar que
el cristianismo no puede ser rechazado por Israel, porque en el
fondo Israel y el cristianismo viven de una misma esperanza primordial, la resurreccin mesinica de los muertos. Por otro lado,
tiene que sealar que, aunque haya sido acusado ante Roma, el
nuevo camino de los cristianos no encierra nada que vaya en contra de la seguridad y vida del imperio.
Lucas centra toda esta problemtica sobre el hecho histrico
del proceso de Pablo en Jerusaln, Cesrea y Roma. Obrando as
ha sido fiel a su propia teologa: en Pablo se refleja el destino de
la iglesia universal; por eso, su proceso ha de mostrarse como signo y contenido de ese inmenso proceso en que el mensaje de Jess
se encuentra enfrentado a los judos y romanos.
El proceso empieza ante el mismo pueblo que le acusa, en Jerusaln y junto al templo. Pablo, liberado por los romanos del
motn judo (21, 27 s.), pide permiso y trata de mostrar que no
es culpable (22, 1-21). Con ese fin cuenta el transcurso de su vida.
Y la presenta en su conjunto como smbolo de fidelidad estricta
a su vieja formacin de fariseo y a su nueva vocacin cristiana.
El debate no se inicia en el momento de hablar sobre Jess.
Pablo, el fariseo, pudiera haber sentido a ese Jess que dicen que
ha triunfado de la muerte. Lo que Israel no puede consentir es el
que Pablo se dirija a las naciones y pervierta el orden dado; no
admite que las viejas verdades de su pueblo salgan de Jerusaln
y se conviertan en valor de vida para todos (cf. 22, 30 - 23, 10).
El enfrentamiento llega a la violencia cuando Pablo afirma de
modo solemne que su conciencia (de judo) est tranquila (23,
1-5). Y contina la violencia cuando el mismo Pablo intenta presentar el cristianismo como un caso de disputa que se puede mantener dentro de los cuadros del mismo judaismo (23, 6-9).
Pablo intenta mostrar que si le juzgan es porque ha credo, de
verdad y hasta el final, en la resurreccin de los muertos con todo
lo que en ella est implicado. De esa forma es infinitamente ms
judo que los saduceos que rechazaban la resurreccin; por eso
350
3.
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Teologa de Lucas
puede aliarse en realidad con los fariseos que la admiten. Con esto
se ha llegado al centro del proceso entre la iglesia y el judaismo.
Por medio de Pablo la iglesia tiende la mano y la tiende de forma
absoluta. En el fondo de nuestra fe, en la resurreccin, somos
aliados. Por eso, no podemos combatirnos y por eso los judos son
injustos si es que quieren acusarnos ante Roma.
Tal es la situacin real. Y sin embargo, el judaismo ha pretendido aniquilar a Pablo (el cristianismo) de una forma constante
y decisiva. Ante eso, Pablo no tiene ms remedio que acudir a la
proteccin que, neutralmente, ofrece Roma a todos los que forman
parte de su imperio y de manera especial a los que son sus ciudadanos (23, 12-35). Con eso comienza un juicio doble. Por un lado,
Pablo ha de afirmar que nada tiene contra el pueblo de Israel y
que, al venir a condenarle, los judos se ponen a luchar contra su
misma esencia (cf. 24, 14-16. 21). Por otro lado, ha de afirmar
que es inocente de aquello que le acusan ante Roma: no ha organizado sediciones, no perturba el orden del imperio (24, 12-13;
cf. 24, 1-9).
Pablo intenta separar su tema del campo de jurisdiccin de
Roma (orden pblico) para colocarlo sobre un fondo puramente
religioso, dentro del mismo judaismo: lo nico que se debate en
realidad es el sentido de la resurreccin de los muertos (24, 21).
Por todo esto, Pablo no tiene nada contra Roma; y si el procurador Flix no le ha puesto en libertad es porque esperaba recibir dinero a cambio (24, 22-26). Por eso, cuando Festo, el nuevo
procurador, quiere congraciarse con los judos y plantea de nuevo
todo el problema, con evidente peligro de la vida para Pablo a
quien amenazan los extremistas de Israel, Pablo apela tranquilamente al Csar (25, 1-12).
No creo se pueda dudar, al menos demasiado seriamente, de
que Pablo fue ciudadano romano y de que, juzgado en Palestina,
apel al supremo tribunal de Roma. Sin embargo, el inters de
Lucas no se centra en los detalles de esa historia. En Pablo se
refleja todo el cristianismo que, rechazado por Israel y sin contar
con proteccin oficial de ningn tipo (en peligro de ser declarado
fuera de ley) apela, sin embargo, a Roma.
Lucas no ha querido terminar el juicio en Palestina con la escena de la apelacin. Podra dar la impresin de que Pablo y el
procurador se encuentran divididos y el proceso tiene un fondo
de razn. Por eso, para mostrar que Pablo es inocente) para indicar que el procurador no ha tenido razones enviando a Pablo a
Roma, ha presentado Lucas una nueva escena que es ms de aclaracin que juicio.
La escena reviste un ornato solemne. Festo, el procurador, invita al rey Agripa que ha bajado a visitarle. No sabe qu decir de
Pablo a Roma y no le puede enviar sin una causa. Por eso quiere
hacer luz sobre el problema; quizs Agripa le ayude (25, 23-26).
Pues bien, en ese contexto solemne Pablo vuelve a presentar su
vida. Todos los problemas de una posible sedicin contra Roma
o de un delito de orden pblico han desaparecido. Pablo no es
ms que un judo, un autntico judo que rinde testimonio de
Jess y anuncia la resurreccin (26, 1-32).
Todo el problema que suscitan Pablo y el cristianismo se mantiene dentro del marco del judaismo, en la manera de entender la
esperanza mesinica: si el Cristo tena que padecer, si es el primero en resucitar de entre los muertos y si es luz para su pueblo
y para los gentiles (26, 23). Tal es la realidad del cristianismo;
sobre esto debe decidir el Csar.
El procurador y Agripa adelantan la respuesta que sera lgica,
segn Lucas. Desde un punto de vista meramente personal, Festo,
el romano, no comprende a Pablo. Por eso dice: T ests loco.
Agripa, judo a medias, debe confesar: Casi me conviertes, Pablo (26, 24-28). En el plano oficial los dos asienten:
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sabe y es capaz de superar todo peligro. Ninguna fuerza de la tierra puede oponerse a la obra misionera y Pablo ha de venir a
Roma, ha de rendir su testimonio al Csar.
En Roma encuentra Pablo a los cristianos. Han llegado antes
que l y le reciben. Precisamente ellos son los que demuestran
que la obra misionera ha sido vlida, ha saltado por encima de
todas las barreras. Es la hora decisiva y Pablo se halla en Roma.
Una vez ms acuden los judos. Pablo les habla. Toda su historia
ha sido un intento de llegar a lo esencial del judaismo, abrindolo
a la misin universal por medio de Jess el Cristo. En el proceso
que acaba de sufrir en Palestina, Pablo ha mostrado que el judaismo y el mensaje de Jess convergen en un centro, en esa meta
universal de la resurreccin de los muertos. Pero el conjunto de
Israel no ha aceptado el testimonio de Pablo. Una vez ms, en
Roma, le rechazan (28, 16-28). Y una vez ms, prisionero del Csar y rechazado por su pueblo, se dirige Pablo a los gentiles (28,
30-31).
El fin de la obra de Lucas est cargado de simbolismo. Su situacin parece sin salida; no tiene apoyo humano y se mantiene,
sin embargo, en esperanza. Israel no le acepta como suyo. Roma
le mantiene custodiado. Pues bien, abandonado de los suyos y aparentemente solo, Pablo es el ms fuerte, anuncia confiado el evangelio de Jess, Seor y Cristo (28, 31).
Qu ha pasado de Pablo? No sabemos. Quizs ha sido juzgado y ha sufrido la condena. Le han matado. No sabemos. Ni nos
debe interesar porque tampoco le interesa a Lucas. Pablo ha cumplido su misin y ha sido testigo de Jess por los caminos del
oriente; ha proclamado la verdad del Cristo a los judos; y ha venido a Roma a rendir testimonio ante el kyrios, el Csar, seor de
la tierra, mostrando que slo Jess es verdadero y absoluto seor,
kyrios (28, 31). Eso basta.
5.
Nota final
Teologa de Lucas
355
Teologa
del cuarto evangelio
FRANCISCO DE LA CALLE
NOTA BIBLIOGRFICA
El evangelio de Juan o iv evangelio tiene una bibliografa ilimitada; su carcter de evangelio espiritual, con que fue reconocido
en la antigedad en oposicin a los sinpticos, ms materiales, ms
aparentemente afincados en un Jess hombre histrico de sus das,
ha dado origen a un sinnmero de comentarios desde los primeros
tiempos del cristianismo. Nuestra intencin al poner esta reducida
nota bibliogrfica es la de orientar al lector erudito en las tendencias exegticas que nos han servido de caamazo para trazar esta
teologa del IV evangelio. Recogemos tan slo aquellas obras que,
segn nuestro parecer, sealan los hitos exegticos de nuestro
siglo.
Barrett, C. K., S. John, London 1958.
Baumbach, G., Qumran und das Johannes-Evangelium. Ein vetgleichende
Untersuchung der dualistichen ussagen der Ordensregeln vom Qumran
des Johannes-Evangeliums mit Bercksichtigung der spatjdischen Apokalypsen, Berln 1958.
Bernard, J. H., A critical and exegetical commentary on the gospel according
to St. John, Edinbourgh 1928.
Blank, J., Krisis. Untersuchungen zur johanneischen Christologie und Eschatologie, Freiburg 1964.
Boismard, M. E., El prlogo de san Juan, Madrid 11970; Saint Luc et la
rdaction du quatrieme vangile: RB 69 (1962) 185-211; Les traditions
johanniques concernant le Baptiste: RB 70 (1963) 5-42.
Braun, F. M., Jean le thologien, 3 vol., Pars 1959-1966.
Bultmann, R., Das Evangelium des Johannes, Gttingen "1968; Theologie
des Neuen Testaments, Tbingen 31953; art. Gnosis (ginosko), en
ThWNT.
Casabo, J. M., La teologa moral en san Juan, Madrid 1970.
Conzelmann, H., Grundriss der Theologie des Neuen Testaments, Mnchen 1967.
Craig, C. T., Sacramental interest in the fourth gospel: JBL 59 (1939) 31-41.
Cullmann, O., Der Johanneische Gebrauch doppeldeutiger Ausdrcker ais
Schlssel zum Verstandnis des 4 Evangeliums: TZ 4 (1948) 360-372.
De la Potterie, I., Oda et ginsko. Les deux modes de la connaissance dans
360
Francisco de la Calle
1
INTRODUCCIN
362
Francisco de la Calle
363
estudio del material pre-sinptico . Su aportacin puede ser discutida, no tanto en las lneas generales cuanto en sus conclusiones
particulares; lo que no puede hacerse es pasar por alto su laboriosa obra.
En el evangelio de Juan, distingue el autor tres tipos de material narrativo o fuentes prejunicas; la fuente de los signos, la
de los discursos y otra que contiene un material paralelo al de los
sinpticos. La segunda, la ms importante, sera una fuente precristiana, nacida en el mbito del gnosticismo. La idea o intencin
del evangelista sera la de cristianizar el gnosticismo o, dicho de
otra manera, presentar en moldes gnsticos el mensaje cristiano.
En el plano de la elaboracin de estas fuentes, Bultmann distingue tres etapas diferentes. En la primera, se lleg, mediante la
elaboracin armnica del material preexistente, a un evangelio
completo, cuyo final aparece actualmente en 20, 30 s.; un libro
que narrara los signos del revelador Jess. Su autor habra sido
un discpulo del Bautista. En un segundo momento, sin que conozcamos sus causas, el orden primitivo del evangelio se perdi 4 .
Y, en una tercera y ltima etapa, hubo un autor que intent reestructurar el descompuesto evangelio, aadiendo de su cosecha retoques de importancia como el captulo 21; este autor es precisamente el que se autoidentifica con el discpulo amado. Consecuente
con esta hiptesis, Bultmann, en su comentario a Juan, trata de
encontrar el orden del primitivo evangelio, agrupando las narraciones en virtud de su material y origen.
Este problema del orden del evangelio es de importancia para
nuestro trabajo. En ltima instancia, lo que interesa a un autor
que quiera exponer el pensamiento de otro es encontrarlo si de
un escritor se trata en una obra literaria, cuya estructura sirve
de armazn a la exposicin. En el caso de un evangelio, viene a
suceder un poco, mutatis mutandis, como con algunos libros de
nuestros das que recogen material anterior a sus autores y lo ordenan y elaboran de un modo personal, para exponer su propio
3. Bultmann es el representante de ms calidad dentro de la corriente exegtica neotestamentaria, conocida con el nombre alemn de Formgeschchte o historia
de las formas. Los autores de esta tendencia, admitida universalmente en sus rasgos
generales, intentan explicar el origen concreto de cada una de las tradiciones independientes que dieron origen a los actuales evangelios. Bultmann es el autor que
ha estudiado en profundidad tanto la tradicin sinptica como en el evangelio de
Juan. Sus 4dos obras en esta direccin son Geschichte der synoptischen Tradition,
Gottingen 1958 y Das Evangeltum des Johannes, Gottingen "1968.
4. El fundamento para postular esta hiptesis est en la carencia actual de
orden en la narracin evanglica. Una muestra puede apreciarse en el discutido orden
de los captulos 6 y 7 que, en un orden estrictamente cronolgico y geogrfico
parece que deberan estar invertidos.
364
I.
Francisco de la Calle
INTRODUCCIN: 1, 1-34.
1. Prlogo: 1, 1-18 5.
a) El logos y Dios: 1, 1-2.
b) El logos y la creacin: 1, 3-5.
c) El logos y Juan: 1, 6-8.
d) Funcin del logos: 1, 9-14.
c) Jess y Juan: 1, 15.
b) Jess y los hombres: 1, 16-17.
a) Jess y Dios: 1, 18.
2. Transicin a Jess: 1, 19-34.
a) Primer testimonio de Juan: 1, 19-28.
b) Segundo testimonio de Juan: 1, 29-34.
II. LOS ENCUENTROS CON EL REVELADOR: 1, 35-6, 71.
1. Introduccin: 7, 1-13.
2. Enseanzas del revelador: 7, 14 - 8, 59.
3. Signos del revelador: 9, 1-11, 54.
a) Jess es luz: 9, 1-10, 42.
b) Jess es vida: 11, 1-54.
4. Victoria secreta universal: 12, 1-36.
a) Los judos le confiesan mesas: 12, 1-19.
b) Los gentiles vienen a l: 12, 20-36.
5. Conclusin: 12, 37-50.
IV.
1. Introduccin: 13, 1.
5. El esquema del prlogo est tomado esencialmente de M. E. Boismard, El
prlogo de san Juan, 126. En lo restante, hemos seguido bastante de cerca a Bultmann, aunque corrigiendo su esquema en los puntos que hemos juzgado oportunos.
}65
II.
Francisco de la Calle
palabra perpetuamente vlida para la fe cristiana, no es menos verdad que necesita de una especie de traduccin a nuestro lenguaje;
la culpa est en que la mentalidad humana de hoy es bastante diversa de aquella en que se origin el evangelio.
Para explicar este mundo ambiental, en el que se hizo el evangelio de Juan, se han lanzado cinco hiptesis: antiguo testamento,
judaismo post bblico en general, la literatura sapiencial en especial, Qumran y, por ltimo, la gnosis 6 . De entre todas estas hiptesis, parece ms viable la ltima; el iv evangelio expresa con moldes gnsticos el contenido de la fe cristiana. Es, al menos, la hiptesis que brinda ms soluciones de interpretacin.
Claro est que, al hablar de gnosis, una gran cantidad de autores siente como si el contenido del evangelio se hubiera convertido de golpe y porrazo en heterodoxo, porque por gnsticos se
conocen en la historia de la iglesia a los primeros herejes del cristianismo; los nombres de Marcin y Valentiniano, acompaados,
en Espaa, de Prisciliano, saltan inmediatamente a la memoria de
todos. Pero es que el gnosticismo como fenmeno cientfico-religioso es una realidad bastante anterior al cristianismo y contribuy a formar una mentalidad que, en sus lneas esenciales, tiene
todava vigencia en un gran nmero de personas de nuestro occidente cristiano.
Ha habido en la historia muchos tipos de gnosticismos; todos
ellos, sin embargo, tienen una mentalidad comn, una especie de
lneas maestras que el autor del iv evangelio trata de superar. El
gnosticismo parte esencialmente de un dualismo original, mezcla
de ideas griegas y persas. De un lado, est el mundo de Dios, el
mbito de lo divino, inasequible totalmente al hombre; de otro,
el mundo de aqu abajo, de la materia. En este segundo plano
est el hombre ansioso de conocimiento y salvacin. En el mundo
de lo sobrenatural est el verdadero ser de las cosas, por esto el
conocimiento de la realidad de Dios implica el conocimiento de
todo; lo que importa es el conocimiento gnosis, la comprensin de las realidades que circundan al hombre. El conocimiento
de Dios, la gnosis, es la comprensin del universo.
Para llegar a ella, el gnstico se aparta del mtodo experimental, de la ciencia, y apela a la visin de Dios, a una especie de
superconocimiento. Para llegar a esta visin de Dios teora, en
el lenguaje clsico el hombre tiene que verificar una ascesis,
en la que demostrar a Dios su buena postura ante l. La razn
366
6. La primera explicacin es la llamada tradicional; la segunda ha sido propuesta por O. Boecher en 1965; la tercera, ms antigua, parte de F. M. Braun (1959);
la cuarta, de G. Baumbach (1958); la ltima, de Bultmann (1941).
367
7. La bibliografa sobre el gnosticismo es mltiple. Hemos usado preponderantemente H. Joas, Gnosis und spatantiker Geist I, Gottingen 1964, y el artculo
Ginosko de R. Bultmann en ThWNT.
Francisco de la Calle
368
III.
LOS SIGNOS
En el iv evangelio, la personalidad oculta del revelador aparece, se desvela, a travs de acciones concretas, que el autor llama
signos. A partir de Cana, Jess hace una serie de signos; son la
resurreccin (2, 18), la curacin del hijo del oficial real (4, 54),
la del tullido (5, 20) y, en general, todos aquellos hechos que pueden quedar catalogados bajo el nombre de milagros. Ellos, juntamente con la palabra del revelador que instruye muchas veces
desvelando el profundo significado de estos milagros, forman el
entramado de la presentacin de Jess; son la gloria que despidi
su persona y que es atestiguada por el evangelista (1, 14. 15; 20,
30 s.; 21, 24 s.).
Pero Juan no ha creado esta terminologa de los signos. Tanto
en el mundo hebreo como en el griego, por los que se extendi en
principios el evangelio, exista ya un concepto elaborado sobre
las actuaciones prodigiosas y su significacin religiosa. Y es conveniente recordarlas, porque de ellas va a depender la figura del
personaje que aparezca detrs de estas acciones. Juan ha recibido
y moldeado una teora anterior a l; con ella concuerda en parte, y
en parte diverge. Su quehacer como evangelista, en este punto
concreto y de gran importancia, consistir en revestir de un nuevo
sentido cristiano los hechos fundamentales de un Jess taumaturgo.
1.
a)
369
Dios ejecuta acciones que, a los ojos de los hombres que las
contemplan, son maravillosas, excepcionales. En el fondo, no es
ms que una explicacin de los fenmenos inexplicables. Lo nunca
visto, lo que excede a la comprensin humana, que tiene casi en
exclusiva su propia actuacin y fuerza como arquetipo de lo posible, proviene de una fuerza inconmensurable que, en una religin,
se atribuye al influjo del mundo superior sobre el inferior. En una
religin monotesta, como lleg a ser Israel, estas cosas slo podan provenir de Dios, de Yahv.
De este pensamiento de ida de explicacin del fenmeno,
se pas rpidamente a un pensamiento de vuelta. Si Dios intervena en la historia, tena que hacerlo de una manera estentrea.
Y no es patrimonio exclusivo del pueblo hebreo; antes de que
tuviera conciencia de su ser como pueblo, existan ya autnticos
gneros literarios, que describan las teofanas o apariciones de
Dios.
Ya en la antigua mesopotamia, el dios de la tempestad Adad
(acdico) o Iskur (sumerio) se apareca con unas caractersticas
precisas de truenos, relmpagos, nubes y lluvia. Lleg a existir un
gnero literario apto para expresar la presencia de Dios en un lugar. Dios llegaba con todo el aparato de su fuerza arrolladora, y el
mundo circunstante reaccionaba ante su aparicin: los hombres
8. No se trata de una alteracin de las leyes de la naturaleza, tal como nuestra
imaginacin occidental y esquemtica puede pensar. Para un hebreo, el mundo no
est dirigido por leyes; es sencillamente la casa de Dios, y en ella pone y quita a
su antojo los utensilios de ella.
Francisco de la Calle
370
9. Precisamente, uno de los problemas cruciales del Israel que se estaba formando al' contacto con otras poblaciones poseedoras de fuertes tradiciones religiosas
fue el distinguir a Yahv de Baal, por ejemplo. Y esto lo realiz, a veces, mediante
una teofana distinta de la de Baal, dios que se apareca en la lluvia. De aqu el
relato de la teofana de Yahv a Elias; Dios no estaba, como Baal, ni en la lluvia
ni en el viento ni en el fuego, sino en el blando y ligero susurro (1 Re 19, 11 )
b)
371
10. En este mismo sentido, hay que interpretar el signo de Isaas a Acab (Is
7, 12; 2 Re 19, 29); algo ms exagerado parece el caso de Ezequas (2 Re 20, 19).
Francisco de la Calle
372
2.
373
Francisco de Id Calle
374
3.
4.
375
El autor del iv evangelio, en cuanto hoy por la crtica podemos suponer, ha usado, para construir su obra literaria, de tres
fuentes diversas y anteriores a l n. Una de ellas, que contiene
Francisco de la Calle
conversin del agua en vino (2, 11), curaciones genricas y concretas (4, 54; 6, 2; 9, 16), la multiplicacin de los panes y los
peces (6, 14) y la resurreccin de Lzaro (12, 18). Tambin entra
en esta categora de signos las palabras de Jess a los judos, con
ocasin de la purificacin del templo destruid este templo...,
etc. y que se refieren, segn interpreta el evangelista, a la resurreccin (2, 18). Por otra parte, no todos los milagros son apellidados signos. La curacin del tullido, en la interpretacin que
le da Jess, es una obra (5, 20).
La palabra signo referida a los milagros se pone generalmente en boca de alguno de los actores del evangelio. Los circunstantes (2, 23; 3, 23; 6, 2. 14; 9, 16), los que se han enterado de la
accin (7, 31; 11, 47) o el relator (2, 11; 4, 54; 12, 18) son los
que hablan de signos. En boca de Jess, aparece tan slo en
4, 48 al oficial real y en 6, 26, al pueblo que ha presenciado
la multiplicacin de los panes y los peces.
Jess llama normalmente a estos milagros con el nombre de
obras, acciones (5, 20. 36; 7, 21; 10, 25. 32; 14, 12); pero
no lo hace en exclusiva, porque tambin sus parientes les llaman as (7, 3). Dentro del argot atribuido a Jess, los milagros
-obras entran dentro de toda la gran obra que l ha de
ejecutar en nombre del Padre.
Con esto, tenemos que los milagros se sitan en la perspectiva
global de la actuacin de Jess. Son signos respecto a los dems,
pero l, y solamente l supo a los discpulos lo revelar ms
tarde que eran exponente de su unin radical con el Padre
(5, 32).
Y esto es lo que significan los milagros de Jess en el iv evangelio, la unin en el ser y el quehacer de Jess con el Padre ,4. Una
verdad que en un ltimo momento desvel a sus discpulos, que
tampoco entendieron gran cosa: El Padre que permanece en m
es el que hace las obras... creedlo al menos por las mismas obras
(14, 10 s.). Es el Dios sumamente trascendente el que residi y
actu en Jess de Nazaret, el profeta muerto y resucitado. Los
milagros fueron parte de la gloria del unignito, que se desbord
en el mundo, durante su permanencia entre los hombres. En Jess
de Nazaret, estuvo presente la plenitud de Dios, y sta pudo ser
perceptible, a travs de los muchos milagros que hizo.
Estos milagros fluyeron de la persona de Jess de una manera
racional y equilibrada; no fueron productos de su fuerza incoerci-
376
a)
377
14. Cf. A. Vanhoye, L'oeuvre du Christ, don du Pfre (Jn V, 36 et XVII, 4):
RevScRel 49 (1960) 377-419.
Francisco de la Calle
378
b)
c)
15 Un cierto resabio de la actuacin de Jess como varn divino al tipo helnico aparece en las narraciones sinpticas de la hemorrosa (Me 5, 24-34 par). La
mujer es curada sin que intervenga una accin voluntaria de Jess; un milagro por
contagio.
379
Francisco de la Calle
380
Signos y crisis
Una cosa es cierta; que el pueblo de Israel, oficialmente a travs de sus dignatarios, intervino en el asesinato de Jess de una
manera definitiva. Fueron ellos los que le condenaron a muerte
y los que consiguieron del poder romano la confirmacin de la
sentencia. Segn un primer estrato de la confesin cristiana de fe,
Israel haba asesinado al mesas que esperaba. Cada evangelista,
en su obra literaria, tendr que dar una razn teolgica a este hecho. Y, para el cuarto evangelista, en el plano humano, la muerte
381
de Jess estuvo motivada por sus signos; en el sanedrn, se preguntan: Qu haremos? porque este hombre hace muchos signos.
Si le dejamos continuar, creern muchos en l, y los romanos vendrn y nos exterminarn (11, 47 s.).
Esta noticia, propia del iv evangelio, y que, muy posiblemente,
se ajuste en gran parte a los acontecimientos histricos est revestida del ropaje teolgico que encierra su idea sobre, los signos.
Jess muere, porque se haba hecho semejante a Dios (5, 18; 10,
33), que es justamente la finalidad intrnseca de los mismos signos: revelar su comunidad con el Padre.
De esta manera, el signo adquiere una ambivalencia radical; es
medio para prestar fe en el revelador y tambin para asesinarle.
Los milagros de Jess se convirtieron en crisis de los hombres.
Unos le aceptaron y otros le mataron, fundamentndose en unas
mismas realidades: los signos. Pero frente a aquella discriminacin histrica, causante de la iglesia y de la muerte de Jess, Dios
establece un signo perpetuo y universal, que es esperanza para los
que mataron al Cristo y muro de separacin: Destruid este templo y yo lo reedificar en tres das (2, 19). El signo total del quehacer del Cristo, que los judos piden y los discpulos necesitan
para llegar a la comprensin plena (2, 18. 22) es la resurreccin
de Jess de Nazaret.
Con su explicacin propia de la persona de Jess, el iv evangelista ha encontrado un camino nuevo para entender, tambin,
los milagros-signos que la tradicin le haba legado. No se mueve
ya en la esfera del judo o del helenista; ha superado ambas, porque Jess no es ni el mesas de Israel ni el hombre divino del helenismo. Jess es el Dios unignito que estuvo de paso entre los
hombres y que ahora est de nuevo con el Padre.
Sus milagros haban estado dosificados por la misma sabidura
divina; de ellos haba nacido toda la realidad presente al evangelista: la muerte de Jess y la existencia de la iglesia. Movidos por
los milagros, unos creyeron y otros le recusaron. Pero, en este
ahora, ya de nada valen los signos hechos sin la explicacin adecuada de la palabra divina reveladora, esa misma palabra que tuvo
Jess, y en la que se fundamenta la fe de los cristianos.
2
LA E N T R A D A D E D I O S E N EL M U N D O
(1,
1-34)
Francisco de la Calle
384
I.
EL PROLOGO ( 1 , 1-18)
El llamado prlogo de Juan (1, 1-18) es de los pasajes neotestamentarios ms discutidos. Salvo en la afirmacin de que se trata
de una especie de introduccin a todo el evangelio, en nada se
est de acuerdo; se discute sobre el texto, su puntuacin, sus fuentes y su interpretacin; es decir, sobre todo lo que es materia de
discusin en un texto bblico '. Dentro de una maraa de opiniones, es sumamente verosmil que se trate de una composicin anterior a la construccin del evangelio; de aqu que su personaje
principal, el Logos, en cuanto tal palabra, no vuelva a aparecer
en el contexto de todo el evangelio En lo que era primitivamente
un himno de procedencia gnstica y que celebraba la figura de un
revelador, se ha introducido la figura del Bautista y se ha cristianizado, identificando a este Logos con Jess de Nazaret. 2
El prlogo viene a ser una especie de introduccin al evangelio. No es propiamente una introduccin a la manera de Lucas,
que nos describi en el inicio de su evangelio (Le 1, 1-4) la finalidad de su obra y la metodologa y fuentes utilizadas. El prlogo
de Juan es una especie de obertura que presenta en sntesis el tema
que va a desarrollar posteriormente. Es un concentrado teolgico
para presentar el ncleo del pensamiento junico, la irrupcin en
el mundo de los hombres de la figura cumbre del nico revelador,
de Jess de Nazaret. Hay partes que se mueven en el mundo de
lo divino; hay partes que dan en comprimido la historia de Dios
en el mundo de los hombres.
Su personaje principal es el Logos, la Palabra. Y para hallar
su sentido recurren los autores a cuatro hiptesis, muy en consonancia con las distintas explicaciones dadas al mbito vital del
evangelista; es, dicen, una creacin de Juan (1), la misma palabra
creadora del Gnesis (2), el logos de Herclito y, posteriormente,
de los estoicos 3) y, finalmente, un concepto tomado de la sabidura veterotestamentaria o de la gnosis (4) 1 . Una determinacin
1. A muestra de ejemplo: es posible, en 1, 13, leer que ba nacido de Dios
(referido a Jess y que han nacido de Dios (referido a los cristianos); en 1, 3-4,
son ya clebres las dos posibilidades de puntuacin: ...y sin l no se hizo nada
de cuanto fue hecho. En l estaba la vida y ...y sin l no se hizo nada. Cuanto fue
hecho -tena vida en l-; el verbo usado en 1, 5, puede traducirse por y las tinieblas no le acogieron o por las tinieblas no le vencieron. Es una breve cata del
texto, sin meternos en las lgicas y discrepantes exgesis.
2. Esto, sin contar la posibilidad sostenida por Bultmann {Das Johannes-evangehum, 27 s ) de que el himno primitivo celebrase al Bautista como revelador de
Dios. Hiptesis que no es totalmente inadmisible.
3. Cf. H. Conzelmann, Tholo&ie du nouveau testament, Genve 1969, 341 s.
385
El logos y Dios
Francisco de la Calle
386
2.
387
El logos y la creacin
Una relacin doble une a este logos con las dems cosas que
no son Dios con el mundo, al que nosotros llamamos creado; es
hacedor y revelador desconocido. Todo lo creado cae bajo su poder, depende de l. Pero su actuar no es independiente. La expresin por l (1, 3), que puede ser entendida ambivalentemente,
como si el logos fuese la causa principal o una especie de instrumento, queda determinada con esta otra: Sin l no se hizo nada
absolutamente (1, 3 b). Su papel cae fuera de las terminologas
clsicas de causas; Dios y el logos, a pesar de ser dos realidades
distintas dos personas, estn mutuamente implicadas en su
ser y actuar. As como, en el relato evanglico que sigue, Jess
y el Padre son una misma realidad, porque ambos a una estn
siendo-obrando la misma realidad salvfica, as sucede tambin en
el plano de la creacin. Desde el punto de vista humano, todo Dios
est presente en el logos, como lo estar en la vida de Jess de
Nazaret, y nada hay, fuera del logos, que pueda hablar de Dios.
Por ello, si la creacin puede hablar de Dios, revelarle de alguna
manera, de esa misma manera tiene que estar presente en ella el
Francisco de la Calle
logos. La creacin manifiesta al Dios inasible, luego el logos revelador ha intervenido necesariamente en ella.
La creacin tiene esencialmente un papel de revelacin; su
existencia dimana de la nica existencia anterior a ella misma, la
de Dios y del logos; la creacin est prendida a la existencia de
Dios, que le ha posibilitado, por el logos, su llegar a ser4, ha existido siempre en l 5 ; la vida de los seres no puede entenderse aislada de la accin del logos: Lo hecho tena vida en l (1, 4).
Y esta misma vida de los seres viene a convertirse en luz para los
hombres (1, 4 b). No es la vida del logos, sino la de las creaturas,
aquella que deba de haber funcionado como faro iluminador del
hombre, quien, a travs de ellas, deba haber llegado hasta Dios.
Es, en el fondo, el mismo pensamiento de Rom 1, 20: Lo invisible de l (de Dios) se muestra a los hombres a partir de la creatura.
Continuamente, desde que el mundo es mundo, el hombre haba podido llegar hasta el conocimiento de Dios, porque la creacin participa en su ser ms ntimo, su ser-en-el mundo, de la capacidad reveladora del logos. El hombre, sin embargo, no lleg
a aceptar, a recoger6 esta indicacin, quedando a oscuras sobre el
verdadero ser de Dios. 7
Las relaciones del logos con el mundo de lo creado no se queda solamente en el mbito de la pura naturaleza. La participacin
vital de su existir llega al mximo con lo que pudiramos llamar
la segunda creacin, que empieza a verificarse en la tierra a raz
de la venida personal del logos (1, 11-13).
En un segundo paso de revelacin, el logos viene a los suyos,
se instala en medio de los hombres y hace participantes de su mismidad divina a aquellos que se acogieron. No se trata ya de la
gnstica vida eterna que aparecer frecuentemente en el texto
evanglico, sino de un llegar a ser hijos de Dios. El cristiano se
convierte en hijo de Dios. En este sentido, Jess queda ya denominado como Dios unignito (1, 18); es el primero en la serie de
hijos de Dios.
La diferencia entre Jess y los cristianos es, sin embargo, profunda. Jess es el logos preexistente que ha llegado a ser hombre;
el cristiano es el hombre existente que llega a ser hijo de Dios.
Jess es el capacitador de esta filiacin como antao el logos lo
fuera de la vida de la creacin.
Esta nueva creacin es al mismo tiempo revelacin. En el cristiano, se est revelando la figura ms exacta de Dios, que se hizo
histricamente presente en Jess de Nazaret. El cristiano viene
a ser una especie de continuacin de la encarnacin. El mundo
divino, que se hizo pleno en Jess de Nazaret, contina su historia
mundana a lomos de los cristianos. Y los hombres podrn ver en
el cristiano la imagen viva del Dios que por amor se hizo hombre
y muri en la cruz.
388
4. Es, quizs, de los textos bblicos ms en consonancia con la llamada creacin ex nihilo; los seres deben toda su existencia, sin materia alguna preyacente,
a la accin del logos.
5. Leemos 1, 3b-4 as: Lo hecho tena vida en l, entendiendo el pronombre
como referido al logos. El imperfecto tena indicara la continuidad en el existir;
de aqu que, en el texto, decimos ha existido siempre.
6. Etimolgicamente el verbo griego usado (katalambano) significa coger algo
que se est cayendo.
7. Los autores discuten si este versculo (1, 5) trata del logos preexistente o
del logos encarnado (Jess de Nazaret). Creemos que el planteo formulado como
una disyuntiva no es adecuado. El v. 5 abarca los dos trminos de la disyuntiva;
trata del lqgos preexistente y presagia, adelantndose, al logos encarnado.
3.
389
8. La expresin que est en el seno del Padre (1, 18) puede entenderse en
presente y en pasado, sin que se excluya una de las dos significaciones.
Francisco de la Calle
Estas son las ideas centrales del prlogo del evangelio; lo que
sigue no es ms que un desarrollo de las mismas. La gloria inherente al Dios hecho carne se manifestar en las narraciones sobre
Jess de Nazaret. A su paso por la historia, ir dejando a los hombres divididos; los que, en el mundo en que entr por la encarnacin, le aceptan y continan su envo, haciendo posible un mundo
divino, y los que no le aceptan y se quedan as en su puro papel
de hombres de este mundo.
390
4.
II.
391
Francisco de la Calle
392
393
3%
Francisco de la Calle
I.
22)
397
398
Francisco de la Calle
399
II.
(2,23-6,71)
Los discpulos, al contacto con los signos, perfeccionaron su
fe incipiente; son los hombres de buena voluntad que han esperado el cumplimiento de las viejas promesas del antiguo testamento y se han entregado sin demasiados prejuicios a la persona del
maestro; no han esperado los signos para ir tras l. Los dems
hombres, en general van a necesitar de signos. Pero, al contacto
con ellos, que expresan la realidad oculta de Jess, estos hombres
van a demostrar lo que llevan dentro. Los signos son caminos
abiertos para ver en Jess la irrupcin de un nuevo orden de cosas, que culminan con la inmortalidad del creyente. La fe en Jess
es un medio para que el mundo divino entre en contacto con el
humano. Pero este mundo divino desconcierta las categoras humanas; de su contacto, surge el choque inevitable, porque los hombres somos esclavos de nuestros propios pareceres.
La fe inicial que brota del contacto con los signos es imperfecta. Esto en dos dimensiones. En el nivel histrico del Jess
que hizo los signos y en el nivel universal del hombre que se funda
sjo en los signos para creer. Hace falta que el hijo del hombre
muera y resucite, y que el cristiano se fe ya exclusivamente de
su palabra, que propone bautismo y eucarista como ncleos esenciales, dimanadores de vida eterna y acicate para una comprensin
plena del revelador.
El evangelista desarrolla estas ideas en los captulos 3-6. Usa,
para expresarlas, de cuatro personajes Nicodemo, el Bautista, la
samaritana y el oficial real que entran en dilogo inquisitorio
son Jess. Despus, introducir dos signos curacin del paraltico y multiplicacin de los panes que sirven de base a discursos
de Jess, en los que presenta su ser y su quehacer.
400
1.
Francisco de t"
dle
401
Para la comprensin de la persona de Jess, realidad que implica la antigua expresin ver y entrar en el reino de los cielos 6,
se hace necesario un nuevo nacimiento, un nuevo modo de ser de
la persona, que Nicodemo todava no ha adquirido ni es capaz
de comprender: Hay que nacer de lo alto, hay que nacer del
agua y del Espritu (3, 3. 5).
El mundo de la carne y la sangre, el mundo en el que, por naturaleza, se mueve el hombre no puede llegar a la comprensin de
Jess, que implica una transformacin radical del mismo hombre.
Comprender a Jess lleva consigo la entrada en el mbito supramundano de la realidad divina, la nica que puede expresar convenientemente a Jess.
Jess presente entre los hombres es fruto nacido del amor de
Dios al mundo que le resulta enemigo (3, 16). Ha venido para
salvar al mundo, a los hombres de carne y sangre, dotndolo de
vida inmortal. Y solamente a travs de l, reconociendo su papel
de presencia de Dios y adhirindose plenamente a su palabra y a
sus hechos, el hombre puede conquistar su propia inmortalidad.
Debido a que es el nico medio, se convierte necesariamente en
crisis del mundo, en separacin. Los hombres que han optado
por la fe de cada da se destacan netamente son inmortales
de los que no han admitido la salvacin presente en el revelador.
Esta realidad, latente en la verdadera confesin de fe, escapa
a la visin de Nicodemo por dos razones, esencialmente conexas.
Porque slo despus del fin humano de Jess es perceptible en su
totalidad (3, 14), y porque el hombre debe de comprometerse a
vivir del agua y el Espritu. El nacimiento no es sencillamente un
trmino a quo, un punto de partida, que una vez puesto, contina
obrando casi mgicamente; nacer del agua no es solamente recibir
el bautismo. Se trata de un progresivo nacimiento, que empieza
externamente con el agua y se contina ininterrumpidamente mediante la accin del Espritu, del mundo divino, que va empujando
al hombre hacia lo desconocido.
El Espritu, gua hacia la verdad plena (16, 13), a recibir por
6. Es mucha la problemtica que se esconde en este prrafo y que versa, en
general, sobre la palabra agua. Primero, es anacrnico que Jess hable de un
bautismo, cuando el mandamiento de bautizar es posterior a la resurreccin (Mt 28).
Por consiguiente, se tratara de una palabra secundaria en la tradicin junica o
proveniente de la tradicin eclesial. Un segundo problema es indicar las mutuas
relaciones entre agua y espritu. Existe una subordinacin del uno al otro,
como diciendo que el espritu se confiere por el bautismo? Obra el espritu por
el bautismo? Es el agua un smbolo del espritu?
Muy posiblemente, como dice E. Schweitzer (TKWNT, 6, 439), ambas expresiones son complementarias. El espritu es el influjo de Dios, que provoca la fe
(conocimiento y renovacin) junto y desde el bautismo. No se trata del bautismo,
sino de la vida bautismal.
Francisco de la Calle
402
b)
403
Francisco de la Calle
Jess es el que est por encima de todo, porque proviene del cielo.
Juan se erige en el testigo de esta verdad (3, 32), que, quien sea
su discpulo, debe de aceptar, confirmando as al Dios veraz (3,
33). Slo el discpulo de Juan que se pase a las filas del revelador
est sometindose a los planes salvficos de Dios. Y, como resultado de este su pasarse a la fe en el revelador, se cumplir plenamente la predicacin apocalptica: Tendr la vida eterna (3, 36);
el que no se someta al hijo, permanecer bajo la ira de Dios (3, 36).
Ser discpulo de Juan no sirve para nada. Ha sido el Bautista
mismo quien lo ha enseado. Con el Bautista se est ms cerca del
revelador, pero hay que hacer caso total a Juan, y pasarse a la fe
en Jess. El Bautista aventaja a Nicodemo en cuanto que es capaz
de comprender a Jess, pero l mismo no puede dar el salto hasta
la fe en el revelador. Juan no cree en Jess, se limita tan slo
a dar testimonio de lo que ha visto. Queda ya muy lejos la figura
del Bautista muerto; su figura es la reinterpretacin cristiana y cariosa de quien, quizs, fue discpulo suyo.
404
c)
La mujer de Samara
Los habitantes de Samara, si bien despreciados por los judos 9, se consideraban herederos de los antiguos patriarcas; se
apoyaban en el Dios del Sina con la misma insistencia de los judos; celebraban sus cultos, al cerrrseles las puertas de Jerusaln,
en el monte Garizim, y, entre sus esperanzas, figuraba un mesas,
apellidado Taeb que, en sus tradiciones religiosas, tendra el cometido de aclarar los ltimos acontecimientos csmicos 10. Toda
una postura de autntica fe, bastante similar a la juda, a la que el
evangelista pone en parangn con la fe cristiana. Para ello, hace
uso de un personaje nuevo y desconocido de toda la tradicin
evanglica: la mujer samaritana que acudi a buscar agua al pozo
de Jacob.
La samaritana tiene un gran parecido con Nicodemo; ambos
empiezan malentendiendo las palabras de Jess; ninguno de los
9. Los samaritanos procedan tnicamente del resto que dejara en el reino del
norte el rey asirio Salmanasar y de los colonos babilonios con que fue repoblada
la tierra (2 Re 17, 24-41). Religiosamente, tenan un culto sincretista en el que, junto
a Yahv, se adoraban dieses diversos. De esta impureza religiosa dependi la enemistad de los samaritanos con los judos que volvieron del destierro. En principio,
admitidos a participar en la reconstruccin del templo de Jerusaln, fueron expulsados posteriormente (Es 4, 2). A partir de este momento, nacen las ltimas rivalidades En el siglo n, los samaritanos se aliarn con los selecidas contra los judos.
10 Sobre el Taeb, cf J McDonald, The theology of the samantans, London
1964. La doctrina sobre el Taeb revelador escatolgico se encuentra en el libro sagrado de los samaritanos Mermar Marqah o Doctrina de Marqah.
405
11. Entre la mltiple literatura sobre el agua viva, cf. A. Jaubert, La symbolique du puits de Jacob: Jean 4, 12, en L'homme davant Dieu, Pars 1963, 63-73.
Francisco de la Calle
406
d)
2.
407
En el dilogo con Nicodemo, el evangelista ha dado un compendio de la realidad profunda que encierran; demuestran, conducen hasta el Jess que es presencia de Dios en el mundo que ha
13. La frase pertenece a la terminologa misional de la iglesia primitiva. Designa la conversin al cristianismo: cf. Hech 8, 8; 11, 14, etc.
408
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Ynido a_salvar. Pero esta explicacin, cuyo alcance no vio Nicodemo, se convirti en quicio de contradiccin. Los judos no creyeron, a pesar de los signos y la interpretacin dada, desde distintos ngulos, por Jess. Los judos, fundamentados precisamente
en la realidad velada de los signos, van a matar al revelador, porque se ha hecho a s mismo Dios (5, 18). La persona de Jess,
manifestada a travs de sus signos, se convirti as en autntica
crisis, en divisin que llevar a la condena, a pesar de que Jess
era el salvador del mundo.
Se trata, evidentemente, de una reelaboracin de la vida de
Jess, considerndola desde la nueva perspectiva del logos hecho
carne, cuya presencia contina efectiva entre los hombres en virtud del amor, que hace posible la comunidad con l y el Padre
y de un bautismo y una eucarista hecha realidad en la propia existencia de los cristianos. Los signos que el Jess histrico hiciera
quedan ya anticuados, queda ahora, en el momento en que el evangelista escribe, el valor desnudo de la palabra del revelador, perceptible en la iglesia, y que apunta al agua y a la carne de Jess
como los signos nuevos, a travs de los cuales, es todava posible
llegar hasta el hondn del revelador y recibir de l la vida sin fin.
Despus del desfile de las cuatro personas, que sintetizan las
posibles posturas de los hombres ante el revelador que se acerca,
el evangelista, continuando la misma temtica, desarrolla los efectos de la palabra reveladora, primero ante los judos en general,~y
despus ante sus discpulos. Ambas actitudes salen a luz con ocasin de un milagro, de un signo, cuyo ntimo significado desvela
Jess: el paraltico de la Probtica y la multiplicacin de los panes
a)
409
410
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El milagro de la^ multiplicacin de los panes y los peces (6, 114) fue tambin un signot que los judos dejaron pasar por alto,
sin ver tras l al revelador, que terminar por hablarles de la eucarista. El milagro, en el iv evangelio, est relatado de manera
diversa que en los sinpticos. Aqu es Jess mismo el que distribuye el pan; y los que se han saciado de l han podido observar
el milagro. A la multiplicacin, se aade como tambin la tradicin sinptica el milagro de la deambulacin de Jess por las
aguas, aunque en el iv evangelio, el nfasis se pone en la pronta
y taumatrgica llegada a Cafarnan (6, 21) y en la escapada misteriosa de Jess, huyendo del acoso de la multitud. Con estos dos
milagros, se cierra la serie de presentaciones de Jess ante^ los
hombres, sin entrar en lucha abierta con ellos, como lo har en
la parte siguiente.
Jess es el alimento, que engendra vida nueva en el mundo;
lo es, en cuanto que, a partir de la cruz que, en Juan, es el mo-
411
Francisco de la Calle
mos y el doblegarse ante la enseanza del Padre (6, 45). Por ltimo, apoyado solamente en la palabra de Jess (6, 51. 53-58),
toda la realidad ltima y pretendida llega a su fin; la vida eterna
fluir al contacto con la eucarista, que implica la fe en el Jess
histrico y la realizacin, en la comunidad, de la misma eucarista
o carne y sangre por la vida del mundo, acto ltimo y mximo
del amor de Jess.
El hombre que llega hasta Jess, afanoso de bienes materiales
debe de cambiar su postura ante l; ha de llegar, primero, hasta
el hondn de su persona reveladora. Y slo despus, fiado ya de
su palabra de vida eterna, arrimarse hasta la eucarista. En ella
encuentra el contacto necesario, para extender su vida en la nueva
dimensin de eternidad.
El principio de este apartado estaba encabezado con la figura
de Nicodemo, el judo que necesitaba de la obra del Espritu en
l, para calar en la profundidad de los signos. El final est marcado con la participacin eucarstica. Dos realidades complementarias. No es solamente la fuerza del Espritu la que lleva al hombre hasta su incorporacin al Cristo, sino que va acompaado necesariamente de la participacin vital de la eucarista. Y ahora sta
como antes aqul no en una funcin mgica de donacin mstica,
sino de realidad cotidiana de un entregarse continuo a la muerte
humana, en nombre del amor divino. Pero esta ltima connotacin, que era posible intuir, ya que Tess se presenta en su ser y
actuar como presencia del amor de Dios, no aparecer desveladamente hasta que el Revelador se dirija en exclusiva a sus discpulos, a los que se entregaron, confiados, a su palabra salvadora; en
el evangelio, a partir del c. 13.
412
18 Cf. captulo 5
413
Francisco de la Calle
416
I.
(7, 14 - 8, 59)
En el encuadre de la festividad de los tabernculos i, el IV
evangelista ha colocado dos ncleos de enseanzas de Jess (7,
14-52; 8, 12-59) y el milagro de la curacin del ciego (9, 1-41),
seguido de otras dos enseanzas Jess puerta; Jess pastor,
en ntima conexin. Despus, fuera ya de la fiesta, tendr lugar el
segundo milagro de esta serie, la resurreccin de Lzaro (c. 11).
Las palabras enseanzas preceden a los hechos, dndole un
marco preciso, en el que tienen sentido.
Hasta ahora, Jess ha enseado en pblico solamente con ocasin de sus signos, tratando de darles sentido como obra del Padre.
Sus enseanzas han sido ms bien ocultas: Nicodemo, la samaritana... Ahora se desvela pblicamente. Lo hace en Jerusaln, con
ocasin de la festividad de los Tabernculos, en un mbito escatolgico y mesinico.
No be trata, sin embargo, de una revelacin plena, sino escondidamente (7, 10), porque la plena manifestacin ser la de
su muerte. Es una revelacin que tiene por finalidad establecer la
crisis entre los hombres tal como ya la haba anunciado anteriormente (5, 22), y que se haba empezado a realizar (6, 41. 52. 66).
Ahora, la crisis llevar a Jess hasta la muerte, cuando haya llegado su hora (7, 6).
1.
La doctrina de Jess
Como anteriormente sus obras, ahora su doctrina est reflejando a Dios. El punto de arranque para la comprensin de su
doctrina no est en que haya tenido maestros anteriormente (7, 15)
1. La fiesta de los tabernculos era una de las tres grandes fiestas judas (pascua, Pentecosts y tabernculos), se celebraba hacia septiembre. En su origen haba
sido una fiesta de accin de gracias por la vendimia; ms tarde, dndole un sentido
religioso, se evocaba el tiempo del desierto, cuando Israel vivi bajo tiendas; de
aqu su nombre. En los tiempos postexlicos, en los que vivi el Cristo y la comunidad cristiana primitiva, tena un sentido escatolgico y mesinico. De aqu la
importancia en este evangelio: Jess se revela en el mbito de las esperanzas escatolgicas judas. Cf. J. Danilou, Le symbolisme eschatolagique de la fte des tabernacles- Irnikon 31 (1958) 19-40.
417
Francisco de la Calle
como l am. Hay amor de Dios sobre la tierra? Es posible confesar que Jess de Nazaret fue el revelador del Padre.
Y es precisamente este amor el que va buscando, con su palabra, Jess. Pero este amor es imposible sin el nacimiento de arriba, sin la fuerza del Espritu, sin la muerte de Jess. Ni siquiera
a sus discpulos, pedir Jess este amor; slo despus de la resurreccin, Pedro confesar su amor al Maestro (21, 15-19). Y es
justamente lo que los hombres no pudieron dar al Jess de Palestina; por eso Jess no tuvo ms remedio que morir.
418
2.
Contenido de la predicacin
419
420
Francisco de la Calle
14, 1-6), pero a los judos les habla slo lo necesario, lo que, a
juicio del evangelista, serva para expresar el ncleo esencial de
la fe cristiana y que, dada la mentalidad de los judos, no poda
ser rectamente entendido.
Al hablar de su ida al Padre, los judos la entienden de dos
modos diversos e inexactos; creen que se trate de una ida a los
judos de la Dispersin (7, 35) o de un suicidio (8, 22). La expresin anfibolgica es vosotros no podis ir all a donde yo voy.
Jess la entiende con sus categoras de revelador como la vuelta
definitiva a su lugar primero, del que saliera para venir al mundo,
como la permanencia en Dios posterior a la muerte. Los judos la
entienden con sus categoras que, inesperadamente, resultarn verdicas, porque la doctrina de Jess se expandir por la gentilidad
despus de su muerte (12, 24; 11, 52) y porque es Jess mismo
quien la ha elegido libremente (10, 18).
Posteriormente a su ida, los judos, como tambin los discpulos, buscarn a Jess, pero se trata de dos bsquedas diversas.
Los primeros seguirn a la espera del libertador, del mesas, de los
planes de Dios. Y no encontrarn nada, morirn en su pecado
(8, 21), si no reconocen en el muerto al que est con el Padre (8,
24). Los suyos, los discpulos, que han dado ya el primer paso
de fe, recibirn el mandamiento nuevo y la promesa de un retorno del Padre y el hijo, perceptible en su vida comunitaria de amor.
En contraste con su personalidad celestial de revelador del
Padre, Jess desvela tambin la personalidad de los judos, de los
que, en el evangelio, actan como representantes de los que no
prestan su fe en l Son los judos histricos que condenaron a
muerte a Jess y los hombres sin fe que pululan alrededor del
mensaje de Jess sin aceptarlo.
Los judos no pueden aceptar a Jess; son los malos en este
drama de fe. No se trata de un dualismo determinista, como si los
judos no pudiesen aceptar a Jess; es el evangelista el que usa del
esquema dualstico, de proveniencia quizs gnstica, para explicar
el hecho de que unos admitieron y admiten al salvador y otros
ni le admitieron ni le admiten. Existe ciertamente, a travs de
todo el evangelio, la constante de que slo despus de su muerte,
Jess fue plenamente admitido, pero esto incluso por sus discpulos; el evangelista la expresa de diversas maneras. A Nicodemo,
hablndole del nuevo nacimiento, en conexin con el don del Espritu y h muerte de Jess, como, en general a los judos (7, 3739; 8,'28) y a los gentiles (12, 20-26). A los discpulos, mediante
el envo del Espritu, continuador e intrprete de la misma revelacin de Jess (14, 26). Pero esto io implica una determinacin,
como si ninguno de los actores del evangelio pudieran salirse de
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4. Sobre este papel de los judos, cf. F. Festorazzi, I giudei e il quarto evangelo,
Brescia 1964.
423
424
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425
II.
42)
Lo realmente importante para el ciego no es que llegara a distinguir los objetos materiales, sino que termin por tributarle al
hijo del hombre, a Jess, el signo de adoracin debido a Dios:
crey y le ador (9, 38) 6 . Para llegar hasta aqu, se afianz en su
honradez y en la palabra de Jess; y, en su camino hasta l, se vio
echado de la sinagoga, excomulgado.
El ciego no ha querido ni pedido su curacin; la ha aceptado
sencillamente como resultado de la accin de Jess, que le ha ordenado ir a lavarse al estanque de Silo. El ciego curado se convierte en una especie de tierra de nadie en la que se libra la batalla del revelador con los fariseos, con el mundo; stos le condenan, declarndole pecador y echndole de la comunidad juda, de
426
Francisco de la Calle
la sinagoga (9, 34); aqul le recibe entre sus ovejas, puesto que le
ha reconocido (9, 38; 10, 14. 16) y le ha declarado, ya de antemano, exento de todo pecado (9, 3).
El primer encuentro del ciego ya curado tiene lugar con los
vecinos y conocidos (9, 8-14). Ante ellos, testifica dos cosas; que
es l mismo aquel que antes no vea y que ha sido el hombre llamado Jess quien le mand a Silo, donde qued curado, pero
ignora dnde est ahora este hombre. El resultado es que es llevado a presencia de los fariseos.7
El beneficiario del milagro se limita a expresar honradamente
lo que ha sucedido, sin aadir explicacin alguna de su propia
cosecha. Es l y no otro el agraciado por la curacin. En el que le
ha hablado, reconoce solamente al hombre Jess. No dice de l ni
siquiera que sea un taumaturgo, e ignora dnde pueda estar. Ante
el Jess ido, los vecinos de Jerusaln preguntan por l a quien ha
recibido su presencia taumatrgica. Pero el ex-ciego no sabe nada.
Con su primer testimonio ha sacado de la duda a sus vecinos es
l mismo, pero los ha introducido en otra superior: ignoran
dnde est Jess.
La problemtica pasa a los fariseos, y con ellos, ante el testigo,
suceder algo parecido. De entrada, discuten ya, no sobre la realidad del hecho, sino sobre la capacidad de Jess. Jess es un pecador porque ha quebrantado la ley del reposo sabtico, y un pecador
no puede estar cercano a Dios. Otros niegan la tesis, aceptando el
milagro (9, 16). El problema ha pasado ya descaradamente a ser
un enjuiciamiento de la persona de Jess. Es o no pecador?
Y, en este juicio, es llamado a declarar el ex-ciego. Dado que
l es el receptor del milagro 8, qu opina de l? Es un profeta,
responde (9, 17). Su confesin de fe va ms arriba; ya no se trata
del hombre llamado Jess, sino de un enviado de Dios, como interpretar posteriormente ante los mismos fariseos. Estos, incr-
7. Los fariseos, junto con los sumos sacerdotes, son en el iv evangelio los asesinos de Jess (18, 3). En el momento en que se escribe este evangelio, las distinciones histricas de los actuantes en el drama estn ya muy desviadas; se entremezclan judos y fariseos y se confunden con el sanedrn, aunque histricamente
cada uno de ellos tuviera un oficio propio y distinto. En el presente episodio, se
capacita a los fariseos para echar de la sinagoga a los fieles, para excomulgarlos;
cosa inadmisible desde el punto de vista de la historia. Claro est que tampoco es
admisible que, en tiempos de Cristo, se echara a alguien de la sinagoga por confesarse mesas. El evangelista est retrotrayendo a la historia de Jess cuestiones que
sucedieron mucho despus.
8. La mayora de las traducciones, siguiendo la interpretacin de la Vulgata,
unen la causa de la pregunta a la pregunta misma: qu dices t de aqul que te
abri los ojos?. El sentido es otro, casi sarcstico: qu dices t de l?, porque
te abri los ojos, no?. Los fariseos dudan de la realidad del milagro.
427
dulos del milagro, han interrogado a los padres del que fue ciego,
y vuelven a acosarle, esta vez dentro de un mbito sagrado: Da
gloria a Dios (9, 25). Y da su ltima respuesta, en medio de una
graciosa diatriba (9, 30). El milagro dice a las claras que Jess es
un enviado de Dios; el curado lo dice con unas palabras semejantes a las de Nicodemo (3, 2): Si ste no viniera de Dios, no podra hacer nada (9, 33). El antiguo ciego ha llegado hasta el
mximum que un judo, segn el iv evangelista, puede dar de s.
En consecuencia de esta confesin de fe, es echado fuera de
la sinagoga', del mbito religioso judo. Y es entonces cuando se
encuentra con Jess, que le pide una ltima meta en su confesin
de fe; ha de creer en el hijo del hombre. El que haba sido ciego
est dispuesto a todo, pero ignora quin sea este hijo del hombre.
Y Jess se le revela: Es aquel que has visto 10 y que est hablando contigo (9, 37). Jess es aquel que en el momento el ciego
no ve, pero que ha visto anteriormente, el que se ha ido pero perteneci a la historia. Ahora podra ya dar respuesta a la segunda
pregunta de sus vecinos (9, 12). Y es tambin y esencialmente el
revelador, el que est hablando con l. Y el ciego ve ahora: crey
y le ador (9, 38).
El ciego ha dado el paso adelante que no pudo dar Nicodemo.
Es el prototipo de la fe perfecta, como en el evangelio de Marcos
el hijo de Timeo (Me 10, 46-52); el ciego curado por Jess a las
puertas de Jeric, es, en Marcos, el prototipo del seguidor perfecto. Y es justamente esta fe, causada por el Jess de la historia
y el revelador eterno, la que sirve de discriminante entre los hombres. El ciego curado es la parte iluminada por la luz, que la ha
recibido plenamente, pasando de fe en fe.
2.
428
Francisco de la Calle
que el hombre que se confiesa curado haya sido ciego alguna vez.
Lo hacen, fundamentndose en su propia interpretacin de la ley
de Moiss, de quien se confiesan discpulos. Jess no puede ser el
autor del milagro, porque ha quebrantado la ley sabtica del reposo y es, consecuentemente, un pecador. Estn recusando el que
poda ser primer paso para una confesin de fe; reconocer en Jess
al enviado de Dios.
Ellos lo saben, tienen conciencia cierta de ello (9, 24), como
saben tambin que Dios ha hablado a Moiss (9, 29) e ignoran de
la misma manera la procedencia de Jess (9, 29). Se apoyan en la
escritura, en sus conocimientos de sabios slo el pueblo ignorante de la ley sigue a Jess, han dicho anteriormente (7, 49),
pero sin calar en su profundo significado, porque, bien interpretada, la escritura habla de Jess, testimonia sobre l (5, 39). Interpretacin rabnica e interpretacin cristiana de una misma cosa
se encuentran frente a frente. De tejas abajo, ambas con el mismo
valor. Desde el mbito de la fe, la cristiana es un punto de apoyo
ms, junto con los signos, la palabra y el testimonio de los dems,
para reconocer en Jess al revelador.
Los fariseos-judos, sin embargo, la toman aisladamente, con
valor propio y exclusivo, sin contar con el milagro ni con el testimonio del ex-ciego. Por eso, se les vuelve en contra (5, 45 s.),
y la palabra del revelador confirma la sentencia: Si fueseis ciegos,
no tendrais pecado; pero ahora decs "vemos": vuestro pecado
permanece (9, 41).
Su sabidura les lleva a no reconocer en Jess al revelador, capaz de salvar, y con ello quedan fuera de toda perspectiva salvfica; han desaprovechado la oportunidad de creer y, de jueces, se
han convertido en reos. Lo que achacaban a Jess es pecador-,
en la nueva perspectiva de fe cristiana, ha recado ineluctablemente sobre ellos mismos.
El juicio discriminatorio que Mateo puso al final de los tiempos, ha llegado ya. En los judos fariseos estn todos los hombres
de todos los tiempos que no reconocen en el Jess de la historia,
hacedor de milagros al revelador del Padre y, consecuentemente,
se oponen a l. En el ciego curado est todo hombre que, desde
su impotencia natural, sabe dejarse en manos de la palabra para
llegar hasta una confesin de fe, que va a transformar su existencia. Confesin que, en primer lugar, le separa del mundo en que
ha vivido en el texto, de la sinagoga, y, posteriormente, le
hace entrar en la mismidad de Dios.
Pero la palabra condenatoria del revelador no se queda en algo
negativo, en hacer patente la ceguera y la visin de unos y otros;
penetra ms hondamente an. Su misin de luz no queda completa
429
con causar una crisis de fe, unos creen en Moiss y otros en Jess;
se complementa con la entrada del creyente en Dios y la liberacin,
anterior y consecuente, de los estrechos moldes del judaismo. Esto
lo adquirir Jess, y de un modo inasequible a la mentalidad humana: poniendo la vida por sus ovejas.
3.
La lucha del revelador con el mundo, que ha nacido esta segunda vez a consecuencia de la curacin del ciego, sigue todava
en el relato bblico n . A los asistentes a la dura condena de los
fariseos, les sigue diciendo, ahora en forma de comparacin que
aclarar posteriormente n: Os digo en verdad: el que no entra
por la puerta al recinto de las ovejas, sino que sube por otro lugar,
es un ladrn y un depredador. Sin embargo, el que entra por la
puerta es pastor de las ovejas. A ste es al que abre el portero,
las ovejas oyen su voz, llama a las ovejas propias por su nombre
y las saca. Cuando las ha sacado, va delante de ellas, y las ovejas
le siguen, porque conocen su llamada. Al ajeno no le seguirn, sino
que le escaparn, porque no conocen su llamada (10, 1-5).
Los judos no entendieron la parbola (10, 6). El evangelista,
consecuente con su teologa, da la explicacin alegrica; Jess es,
al mismo tiempo, puerta y pastor (10, 7-10. 11-18).
Jess es puerta, en dos dimensiones distintas: de entrada (10,
7-8) hasta las ovejas y de salida (10, 9-10) para las mismas. Solamente l ha venido a traer la autntica salvacin de Dios a la humanidad que la acepte en su persona; es l el nico capacitado por
11. La conexin entre ambos relatos (curacin del ciego y buen pastor) es discutida entre los autores. Las razones para postular su no conexin son principalmente:
a) transicin dura entre los captulos 9 y 10, b) se vuelve a hablar de las ovejas y
el pastor en 10, 25-30, narracin que el autor coloca en otra fiesta distinta, en la
de la dedicacin (10, 22). Entre las fiestas de los tabernculos y de la dedicacin
median tres meses (cf. J. H. Bernard, D. Mollat, R. Bultmann, E. Schweizer).
La primera razn es bastante manipulable y no puede ser criterio definitivo;
la segunda se fundamenta en un orden histrico-cronolgico del evangelio, que habra que probar primero si fue intencin del ltimo redactor o si proviene de
fuentes anteriores. Ms verosmil parece que la percopa 10, 25-30, se una a la inmediatamente anterior desde el punto de vista de la temtica. As, C. H. Dodd, H. van
den Bussche, F. M. Brown, A. Feuillet, etc.
12. Un punto difcil de solucionar en este texto es la relacin que media entre
la parte que el evangelista llama paroimia (10, 1-5) y la siguiente (10, 7-18). Se
trata de una parbola con interpretacin alegrica?, son tres grados de revelacin
apocalptica? Hemos elegido la solucin primera. En la primera parte (10, 1-5), se
tratara de una parbola, en la que es imposible, por naturaleza misma del gnero
literario, buscar un perfecto paralelo entre lo que se dice y la realidad; tiene un
sentido genrico, como una metfora ampliada. La segunda parte sera una alegorizacin; cada palabra tiene una transcripcin en la realidad.
Francisco de la Calle
Dios para tener vida en s y para darla a quien quiera (5, 26 s.).
Todos los que han venido a las ovejas anteriormente a l son ladrones, no pueden aportar la salvacin de Dios. Y, en este todos,
quedan involucrados no solamente los movimientos zelotas del
tiempo de Jess, sino, en orden descendente, los fariseos, Juan
Bautista y Moiss. Venido Jess, el revelador, ninguno de ellos
tiene ya vigencia; seguirles, dndoles un valor perenne y no de
mero trnsito, es entrar a las ovejas por diverso sitio que por la
puerta. Y eso es, en el contexto inmediato de la curacin del ciego,
lo que estn haciendo los fariseos. El revelador es la nica y exclusiva presencia total de Dios. Y las ovejas, los hombres, que saben de ello, como el ciego curado, no puede or la voz del que no
ha entrado por la puerta, del que sigue presentado como vlido
a un Moiss no interpretado cristianamente.
Y lgicamente es tambin la puerta de salida para las ovejas
(10, 9-10). La salvacin escatolgica, posterior a la vida histrica
de Jess de aqu el uso de los tres futuros en 10, 9 consiste
primariamente en una salida del mbito veterotestamentario, como
el ex-ciego que ha sido echado de la sinagoga. En un segundo momento, convivir con el revelador 13 y, en un sentido metafrico,
vivir del revelador encontrar alimento (10, 9).
Jess es, tambin, el pastor en dos dimensiones distintas, en
cuanto defiende las ovejas de los ataques del lobo a cambio de su
propia vida (10, 11-13) y en cuanto reconoce sus ovejas dondequiera que estn (10, 14-16). La vida divina, constituyente de la
salvacin cristiana, no ha sido posible sin la muerte del Cristo.
Solamente despus de ella, el Dios de Jess es, en el evangelio de
Juan, el Dios de los discpulos (20, 17). Por eso, al hablar de la
salvacin que en Jess encuentran los cristianos, el evangelista
tiene que hacer alusin necesariamente a la muerte del revelador,
del que sabe ya el modo como se va a verificar esta salvacin.
Y, siguiendo la comparacin, Jess se presenta como el que libremente y por un acto de amor hacia sus ovejas, se deja quitar la
vida, sabedor de que no se trata de una muerte total, sino transitoria, porque, despus, la volver a tomar (10, 11. 17-18). Su
muerte de cruz es el signo externo evidente del amor del revelador
hacia los hombres. Con l se pueden parangonar, en desequilibrio
430
13. El evangelista expresa esta convivencia con las palabras entrar y salir,
trmino que, aplicado a una ciudad, significa libertad de movimientos en tiempos
de paz y que, aplicado a personas, significa convivir, ser compaero de alguien en
todo: cf. P. Boccaccio, termini conrari come espressione della totalita in ebraico:
Bibl 33 (1952) 173-190.
4.
431
Ya hemos hablado anteriormente, dentro de este mismo captulo, de las reacciones positivas y negativas, productos crisis de los contactos con el revelador. Dejando aparte al ciego
y a los fariseos, jueces condenados, en 10, 22-39, igual que anteriormente al final de las palabras de Jess (8, 59), se vuelve a repetir, ya casi machaconamente, la divisin causada por la actuacin
de la Luz.
Los judos llegan hasta Jess y le preguntan sin ambages si es
en realidad el mesas (10, 24). Y Jess da la respuesta conveniente
y clara, que se ha dejado entrever ya anteriormente. Son sus obras
las que atestiguan; l es el salvador, el que viene a traer la vida
Francisco de la Calle
432
14. Quizs para nuestra mentalidad la expresin una sola persona resulte un
tanto desconcertante. El texto dice somos uno. Preferimos una persona, en
vez de una cosa, dndole a la palabra persona el sentido vulgar de uno-en-elser-actuar, sin pretensiones filosficas. Jess y el Padre son y obran una misma realidad: la salvacin divina del hombre.
15. Jess se hace el remoln para que Lzaro muera y pueda suceder el milagro
de la resurreccin (11, 4).
1.
433
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2.
La oposicin a la vida
435
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436
437
(12, 1-36)
1.
A partir de la fe cristiana, Jess de Nazaret, el profeta a quien
dieron muerte en Jerusaln los jefes de los judos, es el hijo de
Dios, portador de la salvacin a los hombres todos. Para el cristiano que escribi el iv evangelio, Jess fue el revelador del Padre,
portador a los hombres de vida y luz, engendradoras de crisis, de
divisin. El revelador tom contacto con los hombres a travs
de sus palabras y sus signos; y los hombres tomaron y toman
una postura ante l. De una parte, Dios, en la persona de Jess,
trayendo salvacin; de otra, los hombres. En el plano de la historia, triunfaron los hombres que se opusieron: dieron muerte al
revebdor. En el plano de la fe nico totalmente vlido, triunf el revelador, porque consigui todo lo que Dios pretenda del
hombre, de la manera como haba prefijado de antemano: con la
misma muerte de Jess. En la lucha establecida, tena que darse
necesariamente el triunfo de Dios sobre los hombres.
El iv evangelista traslada a la historia de Jess esta misma
lucha y el triunfo. Tiene que defender, por una parte, la primordialidad del revelador invicto; y, por otra, es sabedor de que slo
despus de la muerte-resurreccin de Jess se llev a cabo esta
victoria en los hombres que reconocieron en el muerto al resucitado, al revelador del Padre. Y tiene que expresar esta victoria. Lo
hace de dos modos: en vida, triunf ocultamente y profetiz, supo,
de su victoria definitiva despus de la muerte.
El triunfo se va a ir concretizando poco a poco, en la medida
en que el lector va conociendo la evolucin de la po'stura de los
hombres que no prestaron fe en el revelador. En principio, la lucha es con los hombres que no quieren aceptarle. Al final, es la
lucha por los hombres que quieren aceptarle y contra los que se
oponen a ello.
Del primer momento de esta lucha, hemos visto su victoria en
el hecho de que, como revelador que es, tiene siempre la ltima
palabra. Nadie puede afirmar lo contrario a lo que l afirma. Se
acepta o se recusa, pero no se puede contradecir. Y, de la aceptacin o de la recusa, surge la crisis, el juicio entre los hombres.
Unos reciben luz y recibirn vida, y otro quedan culpablemente
en su ceguera. El revelador se convierte en el juez de sentencia
inapelable. Pasemos ahora- al final del encuentro, que el evangelista narra en el c. 12: el pueblo de Israel viene a l y tambin los
gentiles (12, 12-26); la victoria ltima est para ser conseguida
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439
Para cerrar el captulo de la lucha y victoria escondida del revelador con el mundo, el iv evangelista aduce dos trozos (12, 3743. 44-50), que son el resumen de toda la doctrina expuesta. Los
judos no creyeron y, sin embargo, Jess sigue siendo el nico
portador de la presencia salvfica de Dios.
Los judos no creyeron de verdad. Empezaron a creer algunos
pero su seguridad les impidi confesar abiertamente en l al mesas esperado. La fe en el Cristo llevaba implcita la separacin del
mundo religioso judo, ser echados de la sinagoga. Y esto atemoriz a los creyentes. El evangelista, anacrnicamente, retrotrae la
problemtica posterior a los acontecimientos a la vida misma de
Jess. Con ello, modela un poco, aminorndola, la perspectiva presinptica que, del rechazo oficial del mesianismo de Jess, haba
pasado a expresar el rechazo total del pueblo (cf. Mt 13, 13 par).
Y es que, en realidad, la iglesia que confes mesas al crucificado
haba nacido dentro del mbito judo.
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5
EL REVELADOR ANTE LOS SUYOS
(13, 1-21, 25)
I A iglesia cristiana nace despus de la resurreccin de Jess,
^~J pero tiene sus races en la historia misma del resucitado. Los
cristianos confiesan salvador del mundo al Jess histrico que
muri y resucit. Los primeros acompaantes del Jess histrico
cambiaron radicalmente su perspectiva de enjuiciamiento del maestro, a partir de la confesin de fe: Jess ha resucitado y se ha
aparecido a Simn. Unos hombres que haba visto en Jess muy
posiblemente al mesas esperado, restaurador de las prerrogativas
triunfalistas de Israel, tuvieron que pasar al Jess hijo de Dios,
salvador del mundo entero, en una dimensin espiritual, divina.
Esta salvacin, insospechadamente, les oblig a la formacin
de una comunidad de creyentes, aunada en el nombre de Jess
y abierta a todas las gentes. Todo era as lo confesaban la
gran obra salvfica de Dios en el mundo, que haba comenzado en
Jess de Nazaret.
En el iv evangelio y hay que recordarlo siempre Jess
tiene el papel esencial de revelador del Padre. Los cristianos son
aquellos que han aceptado plenamente esta revelacin y se han
incorporado a ella. Y la ven desde una perspectiva distinta a como
la vieron judos y fariseos y a como ellos mismos, en la vida histrica de Jess, pudieron captarla. Haban ciertamente prestado
fe en Jess, pero era una fe incipiente, que slo despus de la resurreccin, y movidos por Dios mismo, se hizo posible.
Es as como nacen los ltimos captulos del iv evangelio; los
que contienen los llamados discursos de despedida (13-17) y
los sucesos ltimos, pasin y resurreccin. En esas palabras y esas
obras Jess de Nazaret, el revelador del Padre, se desvel totalmente ante ellos. Ellos son ahora los que reconocen en el Jess
de la historia al revelador. Por ello, tendrn que pintar en el Jess
442
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443
( 1 3 , 2 - 16, 33)
Jess, conocedor de su ser ms profundo presencia de Dios
en la tierra y todopoderoso todo lo puso el Padre en sus manos, comienza a adoctrinar a los suyos (13, 3). A los ojos de los
hombres sin fe, sus discpulos estn solos en el mundo en su tarea
de representar a Dios. Porque sta es, en el fondo, la gran tarea
cristiana, hacer presente a Dios a la manera como Jess lo represent. A los ojos de la fe, sin embargo, el cristiano est en contacto ntimo con Dios, va Jess. Y este Dios es, radicalmente, el
que ama y se entrega. Los hombres, como Pedro, seguirn juzgando segn la carne y no entendern, pero la palabra del revelador
sigue enhiesta como garanta del buen quehacer cristiano.
Los cristianos son los enviados de Jess, como Jess es el enviado del Padre. El cristiano es un don de Jess, del revelador, al
mundo ansioso de salvacin. Mediante la fe, se ha injertado en
la corriente vital de Dios mismo; est naciendo cada da del Espritu, de Dios, como de Dios naci un da la palabra. El cristiano
est en el mundo, ponindole, con su vivencia del amor, en crisis,
de la que nacen nuevos hijos de Dios. El cristiano recibe la alegra de Dios y el odio del mundo. Como Jess de Nazaret, el cristiano es el escondido amor de Dios a los hombres.
Y Jess, en su funcin de revelador, va a ir diciendo todo esto
a sus discpulos; es toda la misin y sus consecuencias, el tema de
sus discursos. Lo hace, en algn sentido, veladamente, porque la
misin formal vendr con posterioridad a la resurreccin (20, 21),
cuando el ansiado y prometido Espritu venga sobre ellos.
Es toda esta parte, la que pudiramos llamar fundacin de la
iglesia. Toda ella est fundamentada ciertamente en la dinmica
de Dios, proveniente de la cruz resurreccin, pentecosts, pero
es la palabra del revelador la que contornea esa realidad fundamental y vital.
444
1.
Francisco de la Calle
Una accin simblica y su interpretacin
445
2.
El mutuo amor
Francisco de la Calle
446
Fe en el revelador
que seguir a la muerte-resurreccin (14, 18-20) y que va a anunciar ahora (14, 3), podr ser comprendida. Es una fe que puede
apoyarse en las obras milagrosas que ha hecho Jess ante sus discpulos: Creedlo al menos por mis obras (14, 11).
Si las palabras que habla Jess provienen de su unin con el
Padre, la fe que debe de tributrsele es, consecuentemente, la misma fe que a Dios. Y esto es justamente lo que pide a sus discpulos. Para ellos, no hay ya ms Dios que el presente en Jess; l
es la verdad del Padre, capaz de dar vida. Todo posible intermediario de Dios para con el hombre queda borrado radicalmente de
la fe cristiana; es Jess el nico camino. Por eso, el que preste fe
a sus palabras se convierte vida en el continuador de las mismas obras, que han podido revelar ante los hombres, la presencia
de Dios en el mundo (14, 4. 6. 7. 12).
Y el revelador, credo ya como al mismo Dios, habla ahora del
hecho histrico fundamental del cristianismo: su muerte. Los judos no haban llegado a comprender a dnde iba (7, 35; 8, 22);
los suyos tampoco. De aqu la intervencin de Pedro (13, 37) y la
pregunta de Felipe (14, 8). Pero se les ha empezado a desvelar el
misterio. La desaparicin de Jess de entre ellos, su muerte, es
un irse al Padre, del que los discpulos van a sacar autntico provecho; van a ser todos los frutos que hoy llamamos de la Redencin y que el evangelista explica como preparar un lugar y volver (14, 2 s.).
El discpulo tiene que creer en la funcin salvfica de la muerte
de Jess y en la misma salvacin. Porque Jess muri, el cristiano
tiene acceso a la misma intimidad de Dios. No es un esfuerzo del
hombre el que le empuja hasta Dios, ni tampoco un mito, sino un
hecho real: la muerte de Jess, que se dio en la historia concreta
de los hombres. El hombre se salva, porque entra en la esfera de
Dios concepto de salvacin gnstica, pero sta ha quedado
posibilitada por un hecho estrictamente histrico, la muerte de
Jess concepcin cristiana de la salvacin.
4.
2. Ibid., 174.
3. Para su presentacin como revelador, Jess, en el IV evangelio, usa con suma
frecuencia una frmula estereotpica: Yo soy; como predicado, ha aparecido pan
de vida (6, 35), luz del mundo (8, 12), puerta (10, 9), pastor (10, 11.14)
y resurreccin y vida (11, 25). A sus discpulos se les manifestar principalmente
como vid (15, 1) y como verdad, camino y vida. En la primera parte se acenta
la discriminacin; en la segunda, a los suyos, la unin en la tarea salvfica. La
frmula de autopresentacin pertenece al lenguaje gnstico. En el evangelio de Juan
es la interpretacin concreta del dilogo permanente de Dios con el mundo
(H. Conzelmann, Thologie, 358).
447
Todo el mundo, que ha entrado con Jess en poca de salvacin, es, para el iv evangelio, un continuo y recproco ir y venir
del amor de Dios. Dios ama a los hombres, dndoles la salvacin
presente en su hijo, y ama a su hijo, dndole los hombres, para
que los vivifique; el hijo ama al Padre, porque sigue de cerca sus
mandamientos, y ama a los hombres, porque da su vida y su revelacin a todos; los hombres aman a Dios, porque aman a Jess,
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449
Francisco de la Calle
450
5.
451
La crisis postpascual
Con la muerte-resurreccin del revelador, el Espritu hace irrucin en los hombres que hayan prestado su incipiente fe en el
maestro. Jess vuelve a los suyos, de los que le ha separado la
muerte fsica, posibilitando la continuacin de la salvacin; los
cristianos sern en l como l es en el Padre. Pero esta realidad
va a sacar a relucir la crisis profunda que el revelador ha venido
a efectuar a este mundo.
Los sinpticos haban puesto la victoria histrica de Jess, en
el momento de la parusa. Al final de los tiempos, habra el retorno triunfal del mesas, que pondra las cosas en su lugar. Parusa
que aparece sumamente materializada en el evangelio de Mateo,
el que pone el advenimiento del juez-Jess, seleccionador de los
hombres. Para Juan, esta seleccin escatolgica empieza a verificarse plenamente en los tiempos inmediatos a la muerte-resurreccin de Jess.
Durante su vida, Jess ha manifestado a travs de sus signos
la curacin del ciego y de sus palabras que el juicio ha llegado
con l; que los hombres van a dividirse, en virtud de su postura
ante el revelador. No es una determinacin del juez, sino una consecuencia de la actuacin humana de cara a Jess, representante
de la salvacin de Dios. Esta seleccin, sin embargo, no se llegar
a realizar plenamente sino despus de la resurreccin, porque tampoco la salvacin es posible antes de entonces.
La salvacin no es ya algo escatolgico, a acontecer al final de
los tiempos, sino algo histrico. Como existe un empalme natural
entre el Jess que estuvo por Palestina y el Jess que se ha. ido al
Padre, existe tambin un lgico empalme entre el hombre que ha
servido de receptculo a Dios y que sigue viviendo en Dios. El
mundo de lo divino se ha hecho posibilidad humana con la muerte
del Cristo y el hombre vive ya en el mismo nivel de lo divino y
perdurable: el amor manifestado en Jess. En la medida en que
el hombre de fe ama, est realizando y viviendo la salvacin cristiana.
De manera similar, la condenacin cristiana se est realizando
ya en este ms aqu de la existencia y se hace evidente en el contraste con los que viven en y desde la salvacin. A partir de la
muerte del revelador, tiene su realidad el juicio de Dns en los
hombres que no se han abierto a la palabra, que no la han recibido
francisco de la Calle
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6.
La alegra cristiana
El cristiano, para unos ojos carentes de fe, es el hombre destinado a morir a manos de los dems hombres, de los que rigen
este mundo. Jess les ha prometido una persecucin a muerte. Su
vida se va a deslizar entre la saa y el odio del mundo, ante quien
453
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Francisco de la Calle
45$
II.
As podramos intitular el pasaje evanglico vulgarmente conocido como oracin sacerdotal, con la que el evangelista termina la revelacin verbal de Jess a sus discpulos, momentos antes de que los acontecimientos ltimos de la vida de Jess comiencen a precipitarse. El texto est redactado a la manera de una oracin, de aqu su nombre vulgar. Jess, con un gesto similar al que
hizo ante la tumba de Lzaro (11, 41) levant los ojos al cielo
y dijo, inicia una oracin, que resume toda la teologa del
iv evangelio: el revelador se ha ido de entre los cristianos, pero
el triunfo de Dios sobre el mundo contina en ellos; han nacido
de Dios, y siguen revelando en el mundo, bajo la gida ya de Dios
mismo, la gloria que empez con el unignito y que es patrimonio
exclusivo de Dios.
Jess histrico no es ya para la comunidad cristiana sino el
revelador ido. La fe le confiesa presente, pero ya es en unidad total
con el Padre, convertido en ayuda de Dios en la labor cristiana;
su palabra, su persona, sus 'milagros han quedado ya ineluctablemente en el pasado. Pero toda su obra, por ser obra de Dios, contina en el plano de la historia. Las generaciones cristianas, que
confiesan revelador del Padre en el Jess de la historia, siguen su
camino como enviados de Jess. Y Dios mismo est avalando ahora la verdad de Jess; la vida eterna y escondida, que se manifiesta
en el amor de los hermanos y que trasciende los lmites de una
vida humana, contina haciendo mella de salvacin en los hombres
que han prestado fe a Jess.
Dios de una parte y Jess de otra. Jess, el ido, es el fundamento histrico de la salvacin que confiesa tener la iglesia primitiva. Dios, el presente en Jess y en los cristianos, es el fundamento vital de esta misma iglesia. Toda la salvacin proviene, en defi.
Francisco de la Calle
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1.
La glorificacin en la primera
comunidad
457
2.
Francisco de la Calle
458
459
(18, 1 - 2 1 , 25)
El iv evangelio ha mundanizado toda escatologa; juicio y salvacin se estn dando en este ms aqu de la existencia; el mundo
que no ha prestado fe en el revelador queda definitivamente separado del Dios introducido en la existencia cristiana; el cristiano
queda dentro de la salvacin. Pero toda esta realidad es perceptible slo por la fe. Al igual que la Palabra hecha carne irradi su
gloria, as la comunidad cristiana irradia la gloria, la salvacin,
perceptible slo por la caridad mutua. Pero es slo perceptible
en signo y no en realidad.
460
Francisco de la Calle
Los acontecimientos hasta la cruz se van precipitando en el relato evanglico; pero todos ellos llevan la pauta de la entrega libre
de Jess, que subrayan su obediencia al Padre. En esta misma entrega, se est dando la absurda paradoja de un rey crucificado, que
slo crucificado puede ser tenido por rey; la extraa victoria del
dejarse asesinar.
1.
Muerte y resurreccin son dos aspectos de una misma realidad: la glorificacin del revelador. Ambas cosas quieren decir un
mismo mensaje a los cristianos: el triunfo histrico y metahistrico al mismo tiempo de Jess. Jess en la cruz es Jess ido al
Padre metahistoria y continuidad de la historia salvfica: los
hombres, posibilitados a nacer de lo alto. La muerte viene a ser
el hecho, la resurreccin su interpretacin.
La muerte de Jess es el ltimo retoque, el acabamiento, de la
obra terrena que el Padre le encomendara. Es el retorno al Padre
y la elevacin salvadora. Toda la glorificacin-salvacin se centra
en la cruz. Jess que muere en la cruz sigue viviendo, no porque
retorne a la vida, sino porque es la misma vida. El instante de la
muerte es el mismo trnsito al Padre; la muerte del que vivi antes que Abraham no se puede dar; es el paso de un modo de ser
a otro distinto y anterior. La palabra que se hizo carne deja su
modo de ser en la carne, para continuar en Dios. Jess deja de
vivir tan slo para los que no tienen fe.
a)
461
Francisco de la Calle
cin es el cumplimiento de la palabra de Jess, subraya el evangelista (18, 32; cf. 3, 14; 8, 28; 12, 33). Su propia palabra se une
al concierto de los datos veterotestamentarios, con el mismo valor; el echar suertes sobre su capa (19, 24), el vino ofrecido (19,
28) detalles que Juan ha encontrado en la tradicin subyacente
y comn con los sinpticos se suman al hecho de que no le quebraran las piernas y s alancearan su cadver (19, 36). Toaos ellos
han tenido lugar para que se cumplieran las Escrituras. Todo se
mueve en un mbito de lo divino, como dijo a Pilato: No tendras potestad sobre m, si no te hubiera sido dada de lo alto
(19, 11).
En la escena de la entrega, el cristiano puede ver a Dios mismo. Jess se presenta con la frmula de revelacin soy yo,
que los judos pueden entenderla como yo soy Jess de Nazaret,
pero que el cristiano no puede dejar de entenderla como automanifestacin divina, que causa, como la visin misma de Dios, el
estupor y el abatimiento entre los que han venido a prenderle;
dan un paso atrs y caen por tierra (18, 6). La sublime libertad
y ecuanimidad ante el sumo sacerdote (18, 19-23) y ante Pilato
(18, 28 - 19, 11) muestran al Dios que se est entregando con
Jess.
En la cruz, llega al mximo del desprendimiento humano; el
Jess que es la palabra hecha carne se queda a solas con Dios. Su
madre y su discpulo tienen que acogerse mutuamente y apartarse
del crucificado. El ya no pertenece ni a su familia ni a sus discpulos; ambas categoras pertenecen al vivir en medio de los hombres, a la Palabra hecha carne, pero no al Jess de la cruz; ah est
a solas con Dios. El mximo dolor se encuentra en un mismo punto con la mxima presencia de Dios. El cristiano tiene que adorar
la cruz. En este punto, Juan est muy cerca del pensamiento de
Pablo, el que no quera hablar sino de Jess crucificado (1 Cor
1,23).^
Jess y el Padre estn unidos al realizar el momento cumbre
de la salvacin, como lo haban estado a travs de toda la existencia del revelador. El hombre ha podido siempre ver en Jess a
Dios, y el cristiano, por la fe, lo ve de hecho, lo confiesa. Pero
esta unidad de ser-accin no indica confusin entre Dios y Jess.
Ambos ejecutan una misma obra, pero Jess pone de su parte algo,
toda su persona. La salvacin se efectu ciertamente porque Dios
as lo quiso, pero en ella tom parte Jess, que se asoci libremente al querer del Padre, que transform en suya la voluntad de
Dios. Jess fue el obediente.
Esta cualidad, que aparece ya en los sinpticos, se acenta mucho ms en el iv evangelio. Pero es una cualidad que reconoce el
462
b)
463
El vencido vencedor
Jess es el que venci al mundo (16, 33); la victoria, sin embargo, est en el mismo hecho de ser vencido, en la cruz y los pasos que conducen hacia ella.
En el plano de la historia, la que es necesario escribir sin los
datos de la fe, Jess fue un mesas fracasado, al que ajusticiaron
por orden del gobernador romano y exigencias del sanedrn. La fe
detecta en este ajusticiado al vencedor de los que le dieron muerte, de sus contrincantes. Los sinpticos suelen expresar esta conviccin de fe a la manera de un juicio sobre los asesinos de Jess;
por eso, ante el consejo del pueblo, ante el sanedrn, Jess se con-
Francisco de la Calle
fiesa juez de sus jueces: Veris al hijo del hombre (Me 14, 62;
Mt 26, 64) o desde ahora el hijo del hombre est sentado a la
derecha del poder de Dios (Le 22, 69). En el iv evangelio, sin
parusa, sin segunda venida de Jess, su triunfo est en la cruz.
Jess es el vencedor, no en cuanto juzgar a sus jueces, sino
en cuanto que sus asesinos -todos los que no le han prestado
fe quedan fuera de toda salvacin. El no ha venido a juzgar sino
a salvar, si bien el juicio, la discriminacin entre los hombres, se
est dando a consecuencias de la postura adoptada ante el revelador 4. La victoria est en la salvacin obtenida, y sta comienza
a verificarse en el momento de la cruz, de su ida al Padre. La victoria de Dios sobre el mundo, que realiza Jess, tiene lugar en el
calvario. La vida eterna a donar a los hombres aparece justa y paradjicamente ah, en la muerte; Jess, a pesar de morir, como
constata mejor que los dems evangelios el de Juan, sigue viviendo; la cruz conecta a Jess con su ser anterior a la encarnacin.
Y en su muerte, el cristiano comienza a gozar de la vida.
En la historia del Jess que muere, el cristiano reconoce y confiesa al Dios que vive y que da vida a los hombres. La historia
aparece ahora con un perfil inasequible al control meramente humano, pero totalmente real. No es ya un hecho y su significacin,
sino del hecho concreto: Jess que muere es Dios que vive y hombres que pueden vivir. Es el culmen de la salvacin, de la victoria
de Dios en el mundo y sobre el mundo, incapaz de salir por s
mismo de sus estrechos moldes vitales.
En su encuentro con las fuerzas del orden que vienen a prenderle, Jess es el claro vencedor (18, 1-11); es su voluntad la que
se cumple, y, en ella, a la manera de un resumen, est integrada
la salvacin de sus discpulos. Jess sale al paso de la turba armada, establece con ella un dilogo, en el que se da a conocer y termina imponiendo su autoridad: Si es a m a quien buscis, dejad
que stos sus discpulos se marchen (18, 8). El prendimiento
de Jess es la liberacin de sus discpulos, que se verifica por la
palabra del Maestro y en virtud de su profeca: Para que se cumpliese la palabra que dijo: de los que me has dado no llegu a perder ninguno (18, 9; 17, 12). La proteccin de Jess hacia sus
discpulos, que es su mantenimiento en la salvacin, en el nombre
del Padre (17, 11 s.), se realiza plenamente en el momento del
464
465
5. El estudio de estos rituales aparece en E. Norden, Agnostos theos Untersuchungen zur Formgeschichte religibser Rede, Darmstadt 41956. Sobre la realeza
de Jess en el IV evangelio, cf. I. de la Potterie, Jsus ro et juge d'aprs Jn 19, 3:
ektbisen epi bmatos: Bibl 41 (1950) 217-247.
466
Francisco de la Calle
467
pide su crucifixin, porque, segn la ley, tena que morir (19, 6 s.).
En un segundo momento, tras el dilogo de 19, 8-12, cambia de
parecer; el hombre es en realidad el rey de los judos. Lo sienta
sobre el estrado en el Litstrotos y proclama: He aqu al rey de
los judos (19, 13 s.). Y el pueblo vuelve a pedir su crucifixin
(19, 15 s.).
Jess es presentado, primero, como inocente. Pilato no ve ms
all de la justicia humana. En ella, el hombre es inocente, no tiene
por qu morir. Pero el hombre ha sido aclamado rey; es el hombre, tras del cual se esconde Dios; es el rey que tiene que ser crucificado para serlo realmente. El pueblo, los judos, sin percatarse
de la profunda realidad, lo gritan a voces: se ha hecho hijo de
Dios y tiene que morir (19, 7). Pilato intuye la realidad (19, 8)
y busca un nuevo dilogo con Jess, que no contesta a la pregunta
clave: De dnde eres t? (19, 9). Pilato ha tocado el centro
de la persona de Jess, el venido del Padre. Y, con su temor religioso a cuestas (19, 8), termina por presentar a los judos a su
autntico rey (19, 14). Es la presentacin oficial del rey a sus subditos, los que le pertenecan por tradicin, pero que no le recibieron.
El tercero y ltimo paso es la intronizacin. Aclamado y presentado a su pueblo, el rey es sentado sobre su trono y comienza
a reinar. El evangelista ha visto este inicio lgica y justamente en
el momento de la crucifixin. La fuerza expresiva reside en la colocacin del ttulo. En Marcos (15, 26) y Mateo (27, 37), se trata
de la causa de su condena, el porqu de la sentencia. En Lucas,
es un ttulo indicativo de la persona de Jess (Le 23, 38). En Juan
es un ttulo universalmente vlido y expresivo. Todos pueden leer
la inscripcin trilinge (19, 20), y los judos, a pesar de su insistencia (19, 21), no pueden borrar la realidad que, a modo de profeca, sealan al crucificado como Jess el Nazareno, el rey de
los judos (19, 19).
Jess, que haba predicho el inicio de su reinado, de la salvacin, a partir de la cruz (3, 14; 8, 28; 12, 32), ha llegado finalmente hasta ella. Pilato, el nico gentil que ha tenido contacto
con el revelador durante su existencia terrena, lo ha proclamado
as, y ha dejado un ttulo indeleble en la cruz: Lo que he escrito,
he escrito (19, 22). Jess est en su momento de victoria. Por
eso, el evangelista no ha trado a colacin las befas de los sinpticos (Me 15, 35 s. par). En la cruz, Jess termina por estar a solas
con Dios. Su madre y su discpulo tendrn que sostenerse mutuamente, y los judos vuelven a Pilato negando que el crucificado
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Francisco de la Calle
La victoria de Jess sobre un mundo incapaz de prestar salvacin al hombre se expresa en el iv evangelio con una figura veterotestamentaria de honda raigambre en el cristianismo primitivo,
con la figura del cordero pascual, el que se coma, estando la familia reunida, para recordar a los hebreos el paso salvfico de Dios
en tierra de Egipto (Ex 12, 43-49). Las relaciones Jess-pascua
pertenecen al estrato mismo de la historia; alrededor de esa fiesta
juda o en ella misma, muri Jess, que pronto empez a ser llamado nuestra pascua (1 Cor 5, 7). Juan recoge el tema que la
tradicin le ofrece y nos presenta, en su relato evanglico, al verdadero cordero de Dios, el inmolado en la hora y da del pascual,
y del que, una vez muerto, dimana a los hombres agua y sangre.
En la comida del da de la pascua, cuando Israel conmemoraba
su salida milagrosa de la tierra de Egipto, la familia reunida comparta, principalmente, un cordero asado, que deba ser consumido
ntegramente o quemados los restos. Uno de los ritos de esta comida consista en que no poda romperse ningn hueso del animal.
Este haba sido sacrificado el da anterior para nosotros: el mismo da antes de la cada del sol en las oficinas especiales de las
que dispona el templo de Jerusaln, que haba venido en convertirse matadero religioso oficial del pueblo.
En el iv evangelio, los sucesos ltimos de la vida de Jess tienen lugar el da antes de la pascua (13, 1). La ltima cena no es
la cena pascual, como sostienen los sinpticos, sino la cena de un
da anterior a la Pascua. Los sucesos que llevan a Jess hasta la
cruz y k cruz misma tienen lugar en el espacio de ese mismo da;
por eso, los judos no entran en el pretorio, porque no quieren
contaminarse y celebrar la pascua (18, 28); Jess es condenado
a muerte la misma vspera de la fiesta, sobre el medioda (19, 14)
la hora en que, segn los sinpticos, sobrevienen las tinieblas
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470
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a)
471
La tumba vaca
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472
b)
La aparicin a la Magdalena
Mara est llorando al pie del sepulcro; llora tanto que es incapaz de reconocer a los dos ngeles que le preguntan el motivo
de su gemir. Y lo mismo le pasa con Jess, a quien toma por el
jardinero. Una vez que ha pronunciado su nombre Mara se
da cuenta de la presencia del resucitado, en quien confiesa al maestro. Y Jess le dirige la palabra: Deja ya de tocarme, que todava
no he subido al Padre. Vete a mis hermanos y diles: subo a mi
padre y padre vuestro, a mi Dios y Dios tambin vuestro. Y Mara lo comunic (20, 11-18).
Mara es la personificacin de quien no ha entendido en absoluto lo que significa la muerte y el sepulcro vaco. Llora en vez de
alegrarse de que Jess se haya ido al Padre; sigue preguntndose
y preguntando dnde est el cuerpo de Jess. Mara necesita una
explicacin de la palabra del revelador.
Mara busca el cuerpo de Jess, su presencia fsica, tal como
la tuvo en su existencia terrena, pero esto es ya imposible. Ya no
es el momento de quedarse encerrada en el pasado; la experiencia
actual, la cristiana, de Jess es distinta; no puede basarse en el
resucitado que vuelve, sino en el ido al Padre que establece, junto
con l, su morada en el cristiano que cumple, amando, sus mandamientos (14, 21). La resurreccin implica un nuevo modo de
trabar relaciones con Jess. Jess no es el maestro que confiesa
Mara; eso perteneci a otro momento de la historia ya pasada.
Son ya relaciones directas con Dios, que se ha revestido para
el cristiano del mismo modo de ser que tuvo para con el revelador.
Este ha sido precisamente el sentido de la muerte en la cruz. El
Dios que era Padre de Jess se ha convertido en el Dios y Padre
de los discpulos. El cristiano viene a ser, al igual que Cristo, el
nacido de nuevo, de lo alto, como dijera al inicio Jess a Nicodemo
(3, 3), sin que ste hubiera sido capaz de entender. Jess ha sido
el medio y modelo de las nuevas relaciones, del nuevo modo de
ser que media entre el hombre y Dios. Como palabra hecha carne,
pertenece a una historia ya ida y sin vuelta posible. Solamente en
el cumplimiento de los mandamientos que dej el revelador y
en ntima unin con Dios, puede el hombre ya tener contacto con
c)
473
El cumplimiento de lo prometido
Francisco de la Calle
Toms no cree a la palabra de los otros discpulos, que le anuncian la resurreccin, con toda la implicacin teolgica que el fenmeno encierra. No cree que el muerto en la cruz haya resucitado,
que est con el Padre. Necesita de una prueba, que concretiza en
ver y palpar los signos de la pasin: Si no veo en sus manos la
hendidura de los clavos, y no meto mi dedo en ellas y mi mano
en su costado, no creer (20, 25). A la fe por la palabra, prefiere
y exige el contacto personal y directo.
Es la problemtica de la segunda generacin de cristianos, de
nosotros los que tenemos que creer que Jess est con el Padre
sin ninguna constatacin, anteriormente a cualquier vivencia cristiana, fundamentados tan slo en la palabra de los otros cristianos.
El evangelista, como tantas otras veces, ha transportado al tiempo
de Jess la problemtica de la comunidad de su tiempo.
Toms llega a apreciar que el muerto sigue viviendo en su
nueva y primitiva dimensin. Es el mismo que haba muerto y
que contina siendo el omnisciente, que se ha enterado de su postura incrdula. La aparicin y las palabras que le dirige son determinantes. El muerto se le ha revelado en toda la hondura de su
personalidad; es el Jess que muri, est con Dios y fue y sigue
siendo el revelador. De aqu la inslita confesin de fe de Toms.
No es el reconocimiento de la persona en el pasado, como el caso
de la Magdalena (20, 16), sino de toda la dimensin histrica y
metahistrica de la misma: Seor mo y Dios mo (20, 28). En
el plano de la historia, Jess ha sido el Seor, en el plano de la
metahistoria, en el que se mueve totalmente a partir de la muerte,
es el Dios de siempre. Es lo que confiesa Toms.
Y la palabra del revelador contina: Porque me has visto,
has credo? Bienaventurados los que creen sin ver (20, 29). Es
la palabra conclusiva, que llega hasta nosotros; en ella se confunden el anuncio de la iglesia y la palabra de Jess. Quien crea a la
iglesia, anunciadora de la resurreccin, del ser metahistrico del
Cristo, est creyendo la palabra del mismo Cristo. Es el mismo
muerto quien sigue realmente viviendo.
474
e)
d)
Bienaventurados nosotros
El episodio de la incredulidad de Toms (20, 24-29) est trado en orden a las generaciones cristianas que creyeron en Jess,
sin haber experimentado fsicamente la muerte resurreccin del
maestro; creer, sin haber visto al resucitado. La narracin est
desarrollada en tal modo que abarca tambin otra problemtica,
la identidad entre el resucitado y el muerto en la cruz.
475
El seguimiento de Pedro
Francisco de la Calle
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2, 7: 474
3, 14: 59 n. 13
3, 15: 90
4, 1-7: 371
4, 28-31: 371
12, 43-49: 468
12, 46: 469
15, 16: 90
16, 15: 411
20, 8-11: 50
34, 6: 59 n. 12
NMEROS
9, 12: 469
11, 7-9: 411
LEVTICO
10, 9: 444
14, 27-29: 447
17, 6: 417
19, 15: 417
1 REYES
19, 11-13: 59 n. 12
19, 11 s.: 370 n. 9
2 REYES
1, 8: 39
2, 11: 39 n. 3
7, 9: 31 n. 18
17, 24-41: 404 n. 9
19, 11 s.: 370 n. 9
19, 29: 371 n. 10
20, 19: 371 n. 10
ESDRAS
4, 2: 404 n. 9
NEHEMAS
9, 15: 411
1 MACABEOS
2, 29: 37
13, 51: 437
2, 27-34: 371
2 SAMUEL
5, 2: 131
18, 20. 22. 25:
31 n. 18
20, 1: 444
JEREMAS
7, 11: 90
13, 5: 133
28, 9: 372
31, 15: 132
31, 16: 133
OSEAS
11, 1: 132
MlQUEAS
5, 2: 131
ZACARAS
2 MACABEOS
2, 4-8: 96 n. 7
10, 7: 437
JOB
8, 8: 59 n. 11
38, 16: 59 n. 11
SALMOS
1 SAMUEL
ISAAS
7, 12: 371 n. 10
40, 3-5: 36
40, 3: 40
40, 3 s.: 242
58, 6: 141, 250
61, 1-2: 141, 250
2, 8: 42
22, 1: 90. 96 n. 6
22, 18: 90
41, 10: 94
110, 1: 90, 188
PROVERBIOS
8, 22 s.: 386
3, 1: 40
MATEO
1, 1: 30, 127
1, 1 s.: 124
1, 1 - 4, 16: 123,
127, 175
1, 1-17: 128
1, 2-16: 127, 128
1, 13: 129
1, 16: 127, 128
1, 18: 127, 129
1, 20: 129
1, 21: 124, 129
1, 21-23: 122
1, 22: 116
1, 22-23: 129
1, 23: 119, 124, 129,
3, 11-14: 134
3, 12: 216, 217
3, 13 s.: 124
3, 13-17: 128
3, 15: 134
3, 16: 129
3, 16-17: 134
3, 17: 134
134
1, 24: 129
1, 24-25. 130
2, 1 s.: 124, 127
2, 1-4: 131
2, 1-12: 130, 149,
155
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2, 3: 131
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2, 9-10: 131
2, 11: 131
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2, 13-18: 131
2, 15: 124, 127, 132
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2, 17: 116
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2, 23: 124, 127, 133
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3, 1 s.: 128
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158
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4, 8-11: 177
4, 9-10: 136
4, 10: 136
4, 12: 124
4, 12 s.: 124
4, 12-17: 23, 138
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4, 17: 116, 124, 128,
134, 139, 159,
168, 175, 251
4, 17 - 16, 20: 123,
124, 138, 139,
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4, 23 - 9, 35: 139,
140
5, 1 s.: 169
5, 2 s.: 194, 213
5, 3: 141
5, 3-10: 140
5, 4: 141
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168
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OC
134
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OO
OO
480
481
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179
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20,
20,
20,
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26
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3, 21: 52
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11, 32: 92
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16, 12-13.14-18: 21
16, 19-20: 21
LUCAS
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256, 259
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489
, 16: 265
, 17: 265
, 19-21265
, 22-25 266
, 22-56 262, 265,
266
, 26-39: 266
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, 49-56: 266
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15,
15,
15,
15,
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491
492
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JUAN
1, 1-2: 364
1, 1-18: 363, 364,
383, 384-391
1, 1-34: 364, 383-393
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n. 7, 419
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1, 9: 419
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1, 11-13- 388
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n. 8
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7, 24: 417
7, 25: 422
7, 27: 423
7, 30: 423
493
9, 8-14: 425
9, 12: 427
9, 16: 377, 426
9, 17: 426
9, 22: 427 n. 9
9, 24: 428
9, 25: 427
9, 29: 428
9, 30: 427
9, 33: 427
9, 34: 426
9, 37: 427
9, 38: 425, 426, 427
9, 41: 428
10, 1-5: 429, 429
n. 12
10, 1-18: 429431,
447
10, 6: 429
10, 7-8: 429
10, 7-10: 429
10, 7-18: 429 n. 12
10, 9: 430, 446 n. 3
10, 9-10: 429, 429
n. 11, 430
10, 11-13: 430
10, 11. 14: 446 n. 3
10, 11. 17-18: 430
10, 11-18: 429
10, 14-16: 426, 430,
431
10, 15: 431
10, 16: 431
10, 18: 420
10, 22: 429 n. 11
10, 22-39: 431 s.
10, 24: 431
10, 25: 392
10, 25-30: 429 n. 11
10, 25. 32: 377
10, 30: 432
10, 31: 421
494
10, 33: 381
10, 38: 432
U , 1-54: 364, 416,
432-435
11, 3: 433
11, 4: 432 n. 15
11, 5: 434
11, 21-32: 432
11, 23: 433
11, 24: 433
11, 25: 446 n. 3
11, 25 s.: 434
11, 37: 432
11, 41: 455, 457
11, 43: 434
11, 44: 434
11, 45 s.: 435
11, 47: 377, 381,
435
11, 47-53: 435, 437
11, 48: 437
11, 48 s.: 403, 435
11, 50-52: 435
11, 51 s.: 435
11, 53: 43711, 57: 437
12, 1-9: 364
12, 1-36: 364, 436439
12, 6: 421
12, 9-11: 435
12, 12-18: 437, 465
12, 12-26: 436
12, 13: 437
12, 17: 438
12, 18: 377
12, 19: 403, 435,
437, 438
12, 20: 425 n. 6
12, 20-26: 420, 438
12, 20-36: 364
18, 9: 464
18, 11: 463
18, 18 - 19, 11: 462
18, 19-23: 462, 465
18, 28: 468
18, 31: 461
18, 32: 462
18, 33-38: 465
18, 36: 465
18, 37: 466
18, 38: 466
19, 1-3: 466
19, 2-3: 465
19, 5: 465, 466
19, 6 s.: 467
19, 7: 408, 467
19, 8: 467
19, 8-12: 467
19, 9: 467
19, 11: 462
19, 13-14: 465, 467
19, 14: 467, 468
19, 15 s.: 467
19, 19: 467
19, 20: 467
19, 21: 467, 468
19, 22: 467
19, 28: 462
19, 30: 461, 463,
468
19, 33. 3842: 470
19, 34: 469
19, 36: 462, 469
20, 1-8: 471
20, 1-10: 470
20, 1 - 21, 23: 365,
442, 470-477
20, 2: 471
20, 6-7: 471
20, 8: 471
20, 11-18: 21, 470,
472
495
20, 16: 475
20, 17: 386, 430
20, 19: 473
20, 19-23: 21, 402,
470, 473
20, 20: 473
20, 21: 443, 444
20, 21 s.: 473, 474
20, 24-28: 104 n. 1
20, 24-29: 470, 474
20, 25: 475
20, 28: 475
20, 29: 407, 475
20, 30 s.: 362, 368,
378, 407, 475
21, 1-14: 254, 475,
476
21, 1-23: 362, 470
21, 15-19: 418, 475,
476
21, 19: 477
21, 20-25: 475
21, 24 s.: 365, 368,
392
HECHOS
496
4, 12: 328
4, 18: 331
4, 20: 331
4, 24 s.: 331
4, 32: 330
4, 33: 328, 330
4, 36-37: 329
2, 1 s.: 48
2, 1-4: 325
2, 1-21: 327
2, 1-42: 327
2, 1-47: 325
2, 5-13: 326
2, 14-36: 326
2, 15-21: 326
2, 16 s.: 227, 232,
5, 1-11: 329
5, 12 s.: 330
5, 17-42: 331
5,29: 331
5,29 s.: 331
5, 29-32: 331
5, 36: 372
5, 40: 331
233
2, 22: 386
2, 22-36: 326
2, 32 s.: 232
2, 32-33: 227
2, 33: 227, 232, 327
2, 37-41: 226
2, 38: 232, 328
2, 38-39: 227
2, 40: 328
2, 42-45: 329
2, 42-47: 330
2, 46-47: 328, 330
3, 1: 82
3, 1-26: 327
3, 6: 328
3, 6-7: 327
3, 13: 327
3, 19 s.: 328
3, 19-21: 329
3, 21: 233
4, 1-31: 331
4, 8-12: 331
4, 10: 328
6, 1 s.: 333
6, 1-6: 333
6, 1 - 8, 40: 333
6, 1 - 15, 35: 323,
331
6, 5: 333, 334
6, 8 s.: 334
6, 8-14: 333
6, 10: 333
7, 1-53: 333
7, 2 s.: 228
7, 25 s.: 334
7, 35: 334
7, 39-41: 334
7, 44-50: 334
7, 48: 334
7, 52: 334
7, 54-60: 295
7, 55: 334
7, 56: 326
7, 56 s.: 231, 234
7, 56-60: 227
7, 57 s.: 334
7, 59: 334
7, 60: 314
9, 1 s.: 328
9, 1-2: 336
9, 1-30: 335
9, 4-5: 337
9, 10-13: 337
9, 15 s.: 337
9, 19-22: 337
9, 26-30: 337
9, 31-43: 338
9, 45: 337
19, 1 s.: 38
19, 1-7: 346
19, 8-9: 345
19, 11-16: 346
19, 21: 344, 347
19, 21 - 20, 38: 344
19, 21 - 21, 26: 344,
347
19, 23-40: 349
20, 1-6: 349
20, 7-12: 349
20, 16: 347
20, 17-38: 347
20, 18-38: 348
20, 22-23: 348, 349
20, 25-35: 348
20, 28: 348
20, 29: 324
20, 29-30: 348
20, 31: 348
21, 10-11: 349
21, 13: 349
21, 17: 348
21, 17-26: 350
21, 24: 82
21, 27 s.: 351
21, 27 - 26, 32: 344,
350
21, 38: 37, 372
497
24, 14-16: 352
24, 21: 352
24, 22-26: 352
25, 1-12: 352
25, 8: 306
25, 23-26: 353
26,
26,
26,
26,
1-32: 353
23: 353
24-28: 353
31-32: 353
1, 3 s.: 385
1, 20: 388
8, 3: 386
1 CORINTIOS
1, 23: 462
5, 7: 324, 468
5, 7-9: 336
15, 14: 93
FlLIPENSES
2, 6 s.: 386
3, 1-12: 336
1 JUAN
4,
4,
4,
4,
7: 450
9: 450
11 s.: 450
16: 450
Jn 7, 9: 437
APOCALIPSIS
NDICE GENERAL
Introduccin
TEOLOGA DE MARCOS Francisco de la Calle
Nota bibliogrfica
1
INTRODUCCIN
I
II
III
2
I
II
III
3
I
II
III
IV
8, 26)
(6, 14 - 8, 26)
8, 26)
7, 23)
(1, 35 45, 5, 120,
I
II
1113)
500
ndice
III
IV
V
5
I
II
III
IV
6
ndice
general
16, 8)
MARCOS HOY
I
II
III
TEOLOGA DE MATEO
Javier Pikaza
115
115
118
118
119
121
123
123
124
II
III
4, 16)
127
La doble genealoga (c 1)
En torno a los magos (c 2)
Jess y Juan el bautismo (c 3)
Las tentaciones Jess viene a Galilea (4, 1 16)
16, 20)
128
130
133
136
139
La iglesia de Mateo
La ley del Cristo
Jess, el juez que viene
INTRODUCCIN
I
II
III
IV
175
205
207
211
215
Nota bibliogrfica
1
2
3
4
5
168
(16
125
140
140
148
154
159
160
165
RECAPITULACIN TEOLGICA
1
2
3
IGLESIA Y JUICIO
28 20)
109
501
21
111
La esperanza de Israel
El Cristo de Mateo su obra y su sentido
a) Jess, principio de la nueva ley
b) Tess, presencia de Dios para la iglesia
c) Jess, juez decisivo
Estructura del evangelio de Jess segn Mateo
a) El origen de Jess (1, 1 4, 16)
b) El reino y los que le acogen (4, 17 - 16, 20)
c) El camino de Jess hacia la muerte y el triunfo {16, 21
28, 20)
ABRAHAM ( 1 , 1
88
89
91
92
93
94
102
103
106
1
2
87
II
III
101
Jess de Nazaret
La salvacin
El hombre
INTRODUCCIN
70
71
73
79
79
80
82
84
85
general
219
222
225
228
229
230
231
233
I
II
4, 13)
235
235
242
ndice
502
III
general
ndice
4, 13)
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
Introduccin
En la sinagoga de Nazaret (4, 16 30)
249
250
252
254
26
263
265
266
2^7
268
269
276
IV
IX
X
XI
XII
II
27?
III
11, 13)
305
III
503
general
(Hech 1, 11
256
j-i-i
274
VI
VII
VIII
19, 46)
259
I
II
III
249
I
II
245
HECHOS
28, 31)
INTRODUCCIN
I
II
III
d) Signos v crisis
305
309
316
323
324
324
326
328
331
333
335
337
340
343
344
347
350
353
354
357
359
361
363
365
368
368
369
371
372
373
374
375
376
378
379
380
ndice
504
2
El
1
2
3
4
JJ
II
Los
35
6, 71)
384
385
387
389
390
391
II
III
IV
12
50)
395
21
25)
III
407
408
410
416
416
418
422
425
425
427
429
431
432
433
434
436
437
438
439
441
443
444
445
Indtce
general
general
3 Fe en el revelador
4 La dialctica del amor
5 La crisis postpascual
6 La alegra cristiana
7 El resumen del revelador
Todos ya en las manos de Dios (17, 1 26)
1 La glorificacin en la primera comunidad
2 La glorificacin en la escala del tiempo
3 El futuro sin fin
La obra cumbie del revelador (18, 1 21, 25)
1 El amoi hasta el sepulcro (18, 1 19, 42)
i) La pasin como mutua obra de amor
b) El vencido vencedor
c) El cordelo inmolado y participable
2 El amor tras el sepulcro (20, 1 21, 23)
a) La tumba vaca
b) La aparicin a la Magdalena
c) El cumplimiento de lo prometido
d) Bienaventurados nosotros
e) El seguimiento de Pedro
II
396
399
400
400
403
404
406
5.
383
prologo ( 1 , 1 18)
El lo^os y Dios
I I logos y la creacin
El logos y Jess de Nazaret
El logos y Juan Bautista
comienzo de la historia (1 19 34)
I
II
4.
ndice
genercl