Asesinato de Canalejas

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LAS REDES ANARQUISTAS TRANSNACIONALES EN LA ERA DE LOS


MAGNICIDIOS: EL ASESINATO DE CANALEJAS
Susana Sueiro Seoane

Publicado en: Bulletin dHistoire Contemporaine de LEspagne. Universit dAixMarseille, n 49, 2 trimestre de 2014, pp. 217-231.

En la maana del martes 12 de noviembre de 1912, el Presidente del Gobierno,


Jos Canalejas, paseaba por la Puerta del Sol camino del Ministerio de Gobernacin
donde a medioda tena convocado Consejo de Ministros. Como apasionado lector que
era, se detuvo como era su costumbre ante el escaparate de la Librera San Martn para
ver las novedades expuestas, en concreto, un mapa de la guerra de los Balcanes,
entonces en plena ebullicin. Eran las 11:25 de la maana. En ese momento, un hombre
joven, bien vestido (gabn gris claro, pantaln azul marino, traje interior azul de punto,
corbata de seda verde y sombrero flexible), se acerc por la espalda a Canalejas, sac
una pistola Browning de gran calibre, e hizo sobre l tres disparos a quemarropa que le
causaron la muerte al instante. Los tres agentes que tenan a su cargo la vigilancia del
presidente, no pudieron hacer nada. El asesino, vindose acorralado, se suicid con el
arma con la que acababa de cometer el mortal atentado. A grandes rasgos, este era el
relato que publicaba la prensa del da siguiente, y que fue recogido por mltiples
cronistas 1.
Enseguida se supo que el asesino era Manuel Pardias, un anarquista aragons,
de veintisis aos, que estaba fichado por la polica. Bastantes meses antes de que
cometiera el atentado, el gobierno espaol, empezando por la propia vctima,
conocieron la existencia y los propsitos asesinos de Pardias.
A pesar de las deficiencias policiales de la poca, la vigilancia de los anarquistas
espaoles desperdigados por el mundo daba a veces algn resultado. A principios de
aquel ao de 1912, se haba interceptado una carta enviada desde Tampa, Florida, en
EEUU, firmada por un tal Pardias y otros dos anarquistas, y dirigida a un
correligionario residente en Burdeos, Francia, en la que le peda dinero para completar
el ya reunido en los Estados Unidos, al objeto de enviar a un individuo de accin para

Vase, por ejemplo, Fernando Soldevilla: 1912. El Ao Poltico (1896-1928).

cometer un atentado contra el rey de Espaa cuando ste se dirigiese a San Sebastin en
agosto 2.

La propaganda por el hecho y los mrtires del anarquismo


Las autoridades se tomaban muy en serio este tipo de amenazas. El magnicidio
anarquista no era ninguna novedad. Desde la dcada de 1890 muchos monarcas,
primeros ministros y presidentes haban sido asesinados por anarquistas: en 1894, el
presidente de Francia, Carnot; en 1897, el presidente del consejo de ministros de Espaa,
Cnovas del Castillo; en 1898, la emperatriz Isabel, Sisi, de Austria; en 1900, el
presidente de los Estados Unidos, Mckinley; en 1901, el rey de Italia, Humberto I (que
ya haba sido vctima de un intento de asesinato en 1897).
En Espaa, hubo muchos episodios destacados de terrorismo anarquista, ya
fuese con bomba, con pual o con pistola: podemos sealar el atentado fallido de
Paulino Palls contra el general Martnez Campos, en Barcelona en 1893; la bomba en
el teatro del Liceo de Barcelona, tan slo unas semanas despus; el atentado, tambin
con bomba, de Barcelona durante la procesin del Corpus en 1896; etc. Era un crculo
vicioso de represin y venganza, de ejecucin de anarquistas y actos de venganza por
esas ejecuciones.
Mientras en la mayora de los pases, los atentados tendieron a desaparecer con
el cambio de siglo, en Espaa se prolongaron durante ms tiempo, con algunos casos
notorios, ya en el siglo XX, como los atentados frustrados contra el jefe del Gobierno
Antonio Maura, o los intentos de asesinar a Alfonso XIII en la calle Rohan de Pars, en
1905, y el de la calle Mayor de Madrid, el da de su boda en 1906, al paso de la
comitiva real, cometido por Mateo Morral.
La dura, a veces brutal, represin gubernamental de las protestas obreras, sobre
todo en Estados con un fuerte componente autoritario y represivo, como era entonces el
espaol, min la confianza de muchos anarquistas en la accin legal. Muchos llegaron a
2

Vase, Ministro de Estado, Alhucemas, a Juan Riao, Ministro en Washington. Madrid, 21 de


febrero de 1912. AMAE, Orden Pblico, H-2758. En el informe se le comunica que, segn
informes de la polica, se ha recibido de Burdeos una carta, firmada por el anarquista Pardias,
as como por Agustn Snchez y ngel Valladares, residentes en Tampa, en que dicen que para
el mes de agosto ir a Burdeos y de all a San Sebastin un hombre de accin, dispuesto a
cometer el atentado contra S. M. El Rey y piden fondos con que completar los ya reunidos en
Tampa para el viaje de dicho individuo. Riao comunica el 7 de marzo que ha dado
conocimiento de estas informaciones al Departamento de Estado norteamericano pidiendo
interese al del Tesoro para que mande instrucciones a los agentes de la polica federal al objeto
de que procedan a la vigilancia de los anarquistas mencionados.

la conclusin de que era ingenuo creer que los obreros podran resolver pacficamente la
cuestin social, y se convencieron de que la nica va eficaz de lucha era la
organizacin secreta, la constitucin de pequeos grupos anarquistas secretos que
deban adoptar tcticas violentas para llevar a cabo la soada revolucin social que
destruyera el rgimen burgus y alumbrara una sociedad nueva ajena a toda autoridad.
Era lo que se llam la propaganda por el hecho. Al principio esta expresin
signific cualquier sublevacin contra el capitalismo y contra el Estado, pero hacia la
dcada de 1890, el trmino se usaba ya para referirse especficamente al asesinato
poltico destinado a despertar la conciencia de los obreros contra sus opresores.
Los partidarios de la propaganda por el hecho crean que la realizacin de actos
terroristas era una forma de propaganda ms poderosa que los discursos o los escritos.
El impacto y espectacularidad de estas acciones daba a conocer la causa anarquista,
aterrorizaba a la burguesa y estimulaba a los oprimidos, despertaba a las masas, por lo
general sumisas, les haca adquirir conciencia de la explotacin que sufran y podan as
llegar a rebelarse contra sus opresores polticos, econmicos y religiosos. Un acto
violento, por su alto valor simblico, podra generar levantamientos revolucionarios
espontneos y acelerar el cambio revolucionario.
El atentado personal era, adems, un medio eficaz para aumentar el nmero de
proslitos, creando un martirologio. El terrorista daba un gran ejemplo de sacrificio y
abnegacin al ofrecer su vida por la causa anarquista. Los autores de los atentados se
convertan en hroes o mrtires, especialmente los magnicidas, lo que contribua a que
surgieran emuladores dispuestos a vengar sus muertes.
El argumento esencial justificativo de la violencia por parte de los anarquistas
era que se trataba de contra-violencia, una respuesta a la violencia del Estado burgus,
una represalia o venganza por la brutal represin gubernamental; se entenda como una
resistencia o rebelin frente a la violencia legal del Estado.
Incluso los intelectuales, los tericos anarquistas que no crean en la utilidad de
las acciones violentas y que explcitamente se definieron como no partidarios de la
violencia, se mostraron perfectamente dispuestos a disculpar, a entender a los que
recurran al asesinato de tiranos y se negaron sistemticamente a condenar sus actos.
Uno de los ms importantes tericos anarquistas de la poca, Peter Kropotkin, acab
criticando la propaganda por el hecho por la negativa imagen pblica que daba de los
anarquistas y por el efecto negativo que se vio que la represin gubernamental de dichos
actos tena sobre el movimiento. Sin embargo, justificaba los actos terroristas como

fruto de la desesperacin a la que los obreros se vean abocados en la injusta y


despiadada sociedad capitalista.
La prensa libertaria de forma muy general, an aquella que no se declaraba
partidaria del uso de la violencia, glorific a los mrtires anarquistas. Se encumbr y se
rode de un aura de mrtir al italiano Michelle Angiolillo, asesino de Cnovas del
Castillo; a Gaetano Bresci, que mat al rey Humberto I de Italia, incluso a Leon
Czolgosz, que asesin al presidente norteamericano MacKinley. Mateo Morral, aunque
no consigui matar a Alfonso XIII en 1906, se convirti tambin en un mrtir de la
revolucin. Las publicaciones anarquistas aplaudan estos actos justicieros, celebraban
estas efemrides, recordaban y conmemoraban cada ao las fechas de estos actos
heroicos y rendan homenaje a los hombres sacrificados por el Ideal.
En 1909 el pedagogo anarquista Ferrer y Guardia se convirti en un nuevo
mrtir de la causa. Su ejecucin, como otras muchas antes, qued para siempre en el
imaginario colectivo de los anarquistas, para quienes los gobernantes espaoles, y por
encima de todos el Rey, se haban vuelto a manchar las manos de sangre.
El fusilamiento de Ferrer dio lugar a una gran campaa internacional de protesta.
Se denunci la monarqua de Alfonso XIII como un rgimen desptico y brbaro, y
muchos anarquistas estuvieron de acuerdo en que la ejecucin de Ferrer mereca ser
vengada por algn joven camarada de accin. Estaban adems convencidos de que, ms
tarde o ms temprano, alguien lo conseguira.
A raz del fusilamiento de Ferrer, la crisis del sistema de la Restauracin se
agudiz. No slo cay el gobierno Maura sino que se produjo la ruptura de la
tradicional solidaridad entre los dos partidos dinsticos que se alternaban en el poder en
el llamado turno pacfico. Otra de las consecuencias polticas de lo ocurrido fue el
cambio de estrategia de los socialistas, que abandonaron su tradicional retraimiento
poltico y optaron por la lucha a favor de la democracia y la repblica en una alianza de
fuerzas progresistas, la llamada Conjuncin Republicano-Socialista, que en las
elecciones de mayo de 1910 obtuvo un gran triunfo, limitado a Madrid pero resonante
por lo amplio e inesperado. Un socialista, Pablo Iglesias, ocup por primera vez un
escao en el Parlamento. Desde la tribuna del Congreso, Iglesias dijo en pblico -y no
se desdijo de su afirmacin- que, antes que permitir que Maura subiera nuevamente al
poder, debemos llegar hasta el atentado personal. Quince das despus, Maura sufra
un atentado en la estacin de Barcelona.

Hay que tener en cuenta que, en esta poca, las organizaciones obreras de
izquierda, tanto anarquistas como socialistas, eran revolucionarias. El mensaje central
de su discurso sobre la necesaria destruccin de la corrupta sociedad burguesa para
crear una nueva sociedad basada en la igualdad, la libertad y la justicia, tiene en s
mismo la justificacin de la violencia ya que esa nueva sociedad no se podra conseguir
mediante la simple persuasin de la burguesa que monopolizaba el poder, sino
mediante una revolucin violenta. Anarquistas y socialistas estaban convencidos de que
esa revolucin acabara producindose en algn momento.
Aqu acababan las semejanzas. Mientras los anarquistas vean una futura
sociedad sin Estado, los socialistas crean que la clase explotada deba apoderarse del
poder poltico 3. Los socialistas, adems, crean que el da de la emancipacin del
proletariado estaba an lejos. Lo que haba que hacer mientras tanto era educar y
organizar a los obreros, ir conquistando derechos en una dura lucha contra el capital
hasta conseguir que la clase obrera tuviese la fuerza suficiente para que la revolucin
pudiera triunfar. Los anarquistas, en cambio, consideraban inminente la revolucin, y
crean que una chispa poda desencadenarla en cualquier momento. En el caso de
Espaa, la chispa, pensaban, bien poda ser la muerte del rey Alfonso XIII.

Anarquistas espaoles en Amrica: Manuel Pardias y su amistad con Pedro


Esteve
El gobierno espaol estaba informado de que la idea de un atentado contra
Alfonso XIII se discuta en las reuniones de anarquistas espaoles, tanto en Europa
como en Estados Unidos, donde el anarquismo floreci en el mundo inmigrante, en
ciudades como Paterson, New Jersey, con numerosas fbricas textiles de la seda, o
como Tampa, Florida, en las fbricas de tabaco, o en Nueva York, entre los trabajadores
martimos y del puerto, como fogoneros y estibadores.
Los representantes diplomticos espaoles en EEUU, una vez recibida la orden
de bsqueda de Pardias en Tampa, utilizaron los recursos que tenan a su alcance, que
eran bastante escasos, bsicamente la contratacin de detectives privados y el pago a
confidentes, que solan ser anarquistas supuestamente arrepentidos cuya informacin

Santos Juli, "Preparados para cuando la ocasin se presente: los socialistas y la revolucin,
en Santos Juli (dir.): Violencia poltica en la Espaa del siglo XX. Madrid, Taurus, 2000: 145190.

haba siempre que poner en cuestin. Y desde luego informaron al gobierno


norteamericano para que tratase de localizar y vigilar al tal Pardias 4.
Pero el Servicio Secreto Federal norteamericano apenas tena entonces medios ni
competencias claras para vigilar a los anarquistas extranjeros residentes en el pas 5.
Haba un nico agente de la polica secreta, encargado de vigilar a los anarquistas, en
concreto a los de Paterson ya que de all haba salido Gaetano Bresci, el anarquista
italiano que mat al rey Humberto I en 1900. El agente, llamado Maurits Hymans,
aunque entre los anarquistas, que le consideraban uno de ellos, su nombre era Herman 6,
llevaba en 1912 varios aos infiltrado en el movimiento anarquista, bsicamente entre
los italianos y espaoles, hacindose pasar por uno de ellos. Cada da enviaba al jefe de
los servicios secretos norteamericanos un informe relatando pormenorizadamente las
actividades y conversaciones de los anarquistas, que se declaraban a favor de la
propaganda por el hecho.
Pero ni Hymans, ni los informantes y confidentes infiltrados entre lo anarquistas
pagados por los consulados y viceconsulados espaoles en Estados Unidos, tenan
informacin sobre ningn anarquista llamado Pardias y, una vez alertados, no
consiguieron localizarlo 7.
4

Un telegrama de Juan Riao desde la Legacin espaola en Washington, al Secretario de


Estado norteamericano, P.C. Knox, de 8 de enero de 1912, deca: Segn informes recibidos del
Gobierno de S. M., el anarquista Pardias, residente en Tampa, Fl., est tratando de obtener
recursos para enviar a Espaa a uno de los individuos que componen su grupo con el propsito
de atentar contra la vida de S. M. el Rey () Le ruego tenga a bien disponer que Pardias y su
grupo sean estrechamente vigilados y me sea notificado todo movimiento de los mismos que
pueda relacionarse con la ejecucin de sus intentos. Tanto mi Gobierno como yo agradecemos
en extremo al Federal que preste la ayuda y los poderosos recursos con los que cuenta a fin de
conseguir la vigilancia de estos individuos.
5
Vase, Richard Bach Jensen: The United States, International Policing and the War against
Anarchist Terrorism, 1900-1914, Terrorism and Political Violence, Vol. 13, N 1 (Spring
2001), Frank Cass, London: 15-45.
6
Despus de una dificultosa bsqueda, la autora de este trabajo consigui localizar los informes
de este agente. Vase, United States National Archives, College Park, Maryland, U.S. Secret
Service, Record Group 87, Agents Reports, Special Investigations, Alpha file, Agent Hymans.
Boxes 7-14.
7
El 9 de abril, el Secretario norteamericano del Tesoro escriba al de Estado que Pardias es
an un misterio porque no hemos podido encontrar ninguna prueba de la existencia de un
hombre con ese apellido (National Archives, College Park, Maryland. RG 59/250/microfilm
1369/roll n 12). Desde la Legacin de Espaa en Washington, Juan Riao informaba al
gobierno espaol que El tal Pardias no he podido averiguar quin pueda ser y creo que debe
ser un nombre supuesto (26 de marzo de 1912. MAE, Madrid, Orden Pblico, H 2759). Es
muy probable que la de su apellido le favoreciese. An despus del atentado, y conocida ya
perfectamente su identidad, en la prensa se le llamaba casi siempre Pardinas. Como luego se
supo, l mismo firmaba como Manuel Pardinas, aunque para los pocos que le conocan, era
simplemente Manolo.

Pardias no era en Estados Unidos un anarquista conocido. Perteneca al tipo,


muy comn, del anarquista solitario, reservado y taciturno. Era poco sociable, muy
serio, muy austero. Un tipo parecido a Czolgosz, el asesino del presidente McKinley y a
otros muchos autores de atentados anarquistas. Individuos desconocidos dentro del
movimiento anarquista, autodidactas, apasionados lectores de prensa y literatura
anarquista, dedicados por entero a la causa revolucionaria. Orgullosos de su misin, que
llevan a cabo a la luz del da, tras la cual asumen toda la responsabilidad de sus actos y
aceptan, como supremo sacrificio por la Causa, su inevitable destino, la muerte, ya
fuese mediante suicidio o ejecucin.
Por lo general, el autor de un atentado anarquista pretenda con su acto emular a
otro anarquista que le haba precedido como mrtir. Czolgosz haba quedado
tremendamente impactado y seducido por Gaetano Bresci, el inmigrante estampador de
seda en Paterson (New Jersey) que embarc rumbo a Italia y asesin de un disparo al
rey Humberto en julio de 1900. Se dio cuenta de que era posible que alguien como l,
un obrero corriente, asestase un golpe tremendo al sistema en aras de la justicia social y
busc una oportunidad para repetir la hazaa de Bresci.
Lo mismo hizo Pardias, un competente y disciplinado pintor decorador
aragons, que embarc en 1903 rumbo a Argentina para librarse del Servicio Militar,
algo nada excepcional era habitual que los obreros de tendencia anarquista huyesen de
Espaa desertando del Ejrcito- y presenci all, impactado, como su camarada Simn
Radowitzky, un obrero judo ruso de 18 aos, arroj el 14 de noviembre de 1909 una
bomba al paso del carruaje del jefe de polica de Buenos Aires, el coronel Falcn,
responsable de la brutal represin de una manifestacin de obreros anarquistas el 1 de
mayo de 1909, y acab con la vida de ste y de su secretario.
Tras el asesinato de Falcn, Pardias y otros muchos obreros anarquistas
extranjeros fueron expulsados de Argentina. Pardias fue entonces a la Habana, donde
residi durante dos aos. En 1911, tras una huelga, fue expulsado de Cuba y embarc
entonces con destino a los Estados Unidos, a Tampa, Florida, donde de nuevo se integr
en los medios anarquistas.

Pardias hizo el periplo que hacan muchos otros obreros anarquistas emigrantes
de aquella poca en busca de trabajo y huyendo de la persecucin, u obligados por la
deportacin: Argentina, Cuba, Estados Unidos 8.
Tampa, y en concreto uno de sus barrios, Ybor City, donde residi Pardias, se
haba convertido en el centro ms importante de la industria tabaquera de EEUU. En sus
fbricas y talleres trabajaban obreros inmigrantes de diversas procedencias, aunque
sobre todo cubanos y espaoles. Era una comunidad multitnica y era tambin uno de
los ms importantes centros anarquistas de EE.UU.
Aunque Pardias no apareca por ningn lado, el gobierno espaol estaba
bastante bien informado de quines eran los hombres importantes del movimiento
anarquista espaol en Estados Unidos.
Quien ejerca sin duda mayor influencia era el tipgrafo cataln Pedro Esteve, un
hombre culto que edit mltiples peridicos anarquistas y se relacion intensamente con
anarquistas de otros pases, como Kropotkin y sobre todo Malatesta, su ntimo amigo 9.
Era an muy joven, 26 aos, cuando emigr a EEUU, y ya nunca regres a
Espaa. Consagr su vida, hasta su muerte en 1925, a propagar el anarquismo entre los
obreros inmigrantes de EEUU, en Paterson, en Nueva York, en Tampa, junto a su
compaera de toda la vida, la anarquista italiana Mara Roda. Es tal su protagonismo
que resulta sorprendente lo poco que los historiadores saben sobre l 10.
8

En el trnsito del siglo XIX al XX, el anarquismo reforz su dimensin transnacional.


Anarquistas de todos los pases, buscando trabajo, escapando de la vigilancia policial o para
reunirse con correligionarios, cruzaron de forma constante las fronteras nacionales en un
trasiego, no slo dentro de un mismo continente sino de una orilla a otra del Atlntico, entre
Europa y Amrica, estableciendo intensos contactos y relaciones. Ese permanente ir y venir
aparece de forma clara en los documentos policiales y gubernamentales relativos a vigilancia de
anarquistas.
9
Le acompa en una gira de propaganda por Espaa en 1891-92. Estaban en Andaluca cuando
se produjo la famosa revuelta anarquista de Jerez en 1892, y ambos consiguieron eludir la
persecucin policial, Malatesta refugindose en Londres y Esteve emigrando a Estados Unidos.
Malatesta se aloj en casa de Esteve durante su viaje de propaganda por Estados Unidos en
1899-1900, y fue quien le convenci para adoptar la tendencia del anarquismo insurreccional.
10
La dimensin transnacional del anarquismo ha sido descuidada por los historiadores, lo que
supone una carencia historiogrfica. El enfoque nacional que han recibido hasta hace poco los
estudios anarquistas, y en concreto los estudios sobre anarquismo espaol, ha hecho desaparecer
de la escena a personas fundamentales en el movimiento por el simple hecho de que emigraron a
Amrica muy jvenes y nunca volvieron a Espaa. Esteve es de esas figuras a la que la
historiografa espaola ha olvidado casi por completo. Es como si se le diese por desaparecido,
lo que supone un tremendo error de enfoque ya que, lejos de desaparecer del movimiento,
estuvo tremendamente activo en l hasta su muerte en 1925, si bien durante el resto de su vida
tuvo como base de operaciones los EEUU. Durante tres dcadas, tuvo una actividad frentica e
ininterrumpida, realiz un inmenso trabajo de agitacin y propaganda de las ideas anarquistas
entre los medios obreros espaoles, italianos, cubanos y puertorriqueos. En Paterson, en Nueva

Cuando en 1900 Bresci sali de Paterson y emprendi su viaje para asesinar al


rey de Italia, Esteve era el lder del grupo anarquista de Paterson, compuesto sobre todo
de italianos y algn espaol. En los mtines que se celebraron para aplaudir
pblicamente el acto de Bresci, Esteve, que hablaba y escriba perfectamente en
italiano, fue el principal orador. En 1909, cuando se produjo en Espaa la ejecucin de
Ferrer, Esteve, que resida entonces en Tampa donde tena una imprenta 11, convoc
diversos actos y mtines de protesta y en 1910 fund una Asociacin Francisco Ferrer,
de la que Pardias fue miembro.
Cuando Pardias, antes de emprender su criminal viaje, estuvo en Tampa, all
estaba Esteve. Durante unos meses Esteve incluy a Pardias en su ncleo de allegados
y amigos, tuvo un trato familiar con l, era alguien que iba con frecuencia a su casa y
jugaba con sus hijos. Le conoc mucho, recordaba luego Esteve; por algn tiempo
compartimos casa y mesa 12. A mediados de febrero de 1912, Pardias se fue de Tampa
a Nueva York, al mismo tiempo que lo haca Esteve, que por entonces viva entre
Tampa y Nueva York. En la ciudad de Nueva York diriga la publicacin anarquista
Cultura Obrera 13.

York, en Tampa, entre los obreros textiles, los tabaqueros, los trabajadores del mar y de los
muelles, fue la figura libertaria espaola ms influyente.
El nico trabajo existente sobre Pedro Esteve es un artculo de Joan Casanovas Codina:
Pere Esteve (1865-1925): un anarquista catal a cavall de dos mns i de dues generacions, L'
Aven, 162 (1992): 18-22.
Al historiador que mira al anarquismo europeo desde el otro lado del ocano Atlntico,
y sigue la pista de los anarquistas en sus itinerarios trasatlnticos, se le abre un nuevo y
sugerente campo de investigacin. Mi investigacin trata de estudiar la red anarquista
transnacional con base en los EEUU, poniendo el foco en Pedro Esteve y en su densa red de
conexiones. Esteve era el anarquista espaol de EEUU ms densamente conectado. Era muy
consciente de la importancia del transnacionalismo para el desarrollo del movimiento. Los
peridicos que edit, o en cuya redaccin fue figura clave, como El Productor de Barcelona y
en EEUU El Despertar o Cultura Obrera, tuvieron un papel central en esa conexin
transnacional. Su casa era lugar de encuentro y visita obligada de anarquistas de muy diversas
procedencias.
11
Varios grupos anarquistas recaudaron fondos para comprarle La Polglota, una pequea
imprenta en la que sigui imprimiendo peridicos. Por cierto que Esteve se carteaba
peridicamente con Hymans, el agente secreto del que hemos hablado, a quien trataba
cariosamente como a un camarada amigo, contndole la actividad de propaganda que realizaba
en Tampa.
12
Cultura Obrera, 30 de noviembre de 1912, 1 p.
13
Cultura Obrera, aparecida a mediados de noviembre de 1911 y dirigida por Pedro Esteve, era
la continuacin de Cultura Proletaria que haba dirigido su ntimo amigo, el tambin anarquista
cataln Jaime Vidal. La colaboracin de Esteve y Vidal entre los aos 1910 y 1913 fue muy
estrecha. No slo editaron juntos en Nueva York Cultura Obrera, sino tambin Brazo y
Cerebro, que apareci en julio de 1912. La primera tena una orientacin ms sindical, como
rgano del Sindicato de Fogoneros y Cargadores del Atlntico, que agrupaba a los marineros y

10

Las autoridades espaolas no supieron que Pardias embarc a finales de febrero


o principios de marzo de 1912 rumbo a Europa. Pero s consiguieron por fin localizarle
en Burdeos, el 19 de agosto de 1912. Un camarada de Pardias, que haba viajado con l
a Burdeos y con quien estaba estrechamente ligado, le traicion proporcionando al
cnsul espaol en Burdeos la confidencia de que Pardias estaba all a la espera de
recoger fondos e instrucciones para ir a Espaa a llevar a cabo el atentado 14. Como se
ve, la traicin est tambin presente en esta historia de espas, agentes secretos,
confidentes y venganza.
El gobierno espaol pidi al francs que extremara al mximo su vigilancia 15. La
polica francesa, a peticin de la espaola, le hizo una fotografa, se dio cuenta entonces
de que estaba siendo vigilado, lo que le decidi a abandonar Burdeos y trasladarse a
Pars, donde viva su hermano menor, que no era libertario. La polica someti a
Pardias en Pars a una estrechsima vigilancia, redactando diariamente un detallado
informe de todos sus movimientos 16. Pero, en Pars, Pardias, que saba que estaba
siendo vigilado 17, hizo una vida tranquila y normal, as que la polica fue disminuyendo
la vigilancia 18 y finalmente perdi su rastro el da 6 de noviembre. Fueron avisadas las
autoridades espaolas de la desaparicin de Pardias? Es probable, aunque no est del
todo claro. Desde luego, tras el asesinato de Canalejas el principal responsable poltico
espaol de la fallida vigilancia de Pardias, el ministro de Gobernacin, Antonio
Barroso, dimiti y como asegura Gonzlez Calleja- abandon para siempre del primer

obreros portuarios, muchos de los cuales eran de origen espaol; la segunda estaba orientada a
la difusin del ideario anarquista en general.
14
Informe del cnsul de Espaa en Burdeos que el Embajador de Espaa en Pars, Prez
Caballero, traslada al Ministro de Estado, 23 de agosto de 1912. MAE, orden pblico, H-2756.
15
El ministro de Estado, Garca Prieto, marqus de Alhucemas, al ministro de Gobernacin, 31
de agosto de 1912. MAE, Madrid, Orden Pblico, H 2753.
16
La polica francesa le sigui muy de cerca, desde que abandon Burdeos, el 18 de septiembre
de 1912, y se mont en un tren nocturno con destino a la estacin de Austerlitz de Pars en
vagn de tercera clase. Las pesquisas, que pueden consultarse en el Archivo de la Prefectura de
Polica de Pars, se llevaron a cabo por parte de la Direccin General de Seguridad del
Ministerio del Interior francs. Haba un agente de polica francs encargado especficamente de
la vigilancia de Pardias llamado Monsieur Nicolle, que se entenda directamente con el
Ministerio de Gobernacin espaol. Ni el Ministerio de Estado, ni la Embajada espaola,
estuvieron al corriente. Agradezco a mi colega Jos M Marn que, aprovechando uno de sus
frecuentes viajes a Pars, me proporcionara esta valiosa documentacin.
17
Por ejemplo, el da 1 de octubre Pardias consigue despistar a la polica, que pierde su rastro
al girar bruscamente y meterse por un callejn. Vase, Prefectura Polica (Pars), Serie Ba-1213.
18
En Pars se dedica a pasear los primeros das, luego busca y encuentra trabajo de pintor y hace
una vida muy regular, por lo que se decide restringir la vigilancia que, a partir del 27 de
septiembre de 1912, es slo a partir de las 6 de la tarde, cuando sale del trabajo.

11

plano de la vida pblica 19. Hay varios testimonios que aseguran que Canalejas supo con
preocupacin que Pardias haba conseguido burlar la vigilancia en Pars y se lo
confes a su esposa a la que dijo que mucho tema que el tal Pardias diera un disgusto
serio 20.

Los criminales natos y sus inductores intelectuales


Al cadver de Pardias se le realiz la autopsia, como haba ocurrido antes con
otros asesinos de reyes y presidentes, a los que se diseccion y analiz el cerebro para
comprobar si haba alguna malformacin que pudiera explicar su conducta criminal. El
anarquista era un objeto predilecto de la ciencia de la Antropologa criminal, entonces
en sus inicios. Estaban en boga las teoras del mdico y profesor criminalista italiano
Csar Lombroso, que hacia 1876 haba llegado a la conclusin de que el
comportamiento criminal no se deba a un condicionamiento exterior, sino a una
disposicin natural en algunos sujetos, a los que llam "Criminales Natos". Coleccion
cantidades impresionantes de crneos de criminales, estudi su morfologa e hizo un
inventario de los rasgos fsicos y anomalas anatmicas que los hacan reconocibles.
Rasgos comprometedores eran una caja craneana demasiado desarrollada, una frente
demasiado huidiza, unos arcos superciliares demasiado marcados, unas orejas en forma
de asa, as como unos brazos demasiado largos colgando a lo largo del cuerpo. Las
extravagantes teoras lambrosianas tuvieron bastantes adeptos, aunque fueron rebatidas
por otros colegas como carentes de rigor cientfico 21.

19

Eduardo Gonzlez Calleja: La razn de la fuerza. Orden pblico, subversin y violencia


poltica en la Espaa de la Restauracin (1875-1917). Madrid, CSIC, 1998: 467.
20
Otros aseguraron que Canalejas haba comentado al Marqus de Portago, durante una de las
comidas que tena con amigos en el Nuevo Club: S que al anarquista a quien he tocado en
suerte fue expulsado de Buenos Aires, que estuvo luego en Pars y finalmente en Burdeos y que
despus se ha perdido su pista", Vase, Jos Manuel Reverte Coma: Biografa del Asesinato de
Jos Canalejas y Mndez. http://www.ucm.es/info/museoafc/home.html
21
La principal crtica era que los famosos estigmas definidos por Lombroso se encontraban a
menudo en sujetos que llevaban una vida perfectamente normal y no haban cometido ningn
delito. En 1893, Lombroso se afili al Partido Socialista Italiano y en 1894 escribi un librito
titulado Los anarquistas en el que trataba de aplicar a los adeptos al anarquismo su teora del
criminal nato. En Espaa fueron varios los tericos libertarios que refutaron las tesis de
Lombroso, sobre todo Ricardo Mella en El Productor y en un libro titulado Lombroso y los
anarquistas, criticando su total ignorancia del anarquismo. Vase, lvaro Girn: Los
anarquistas espaoles y la criminologa de Cesare Lombroso (1890-1914), en Frenia, Vol. II2-2002.
Otro intento de contrarrestar el estudio de Lombroso fue la Psicologa del socialistaanarquista que public Augustin Hamon en 1895, un estudio que tambin aseguraba ser
cientfico cuyo objetivo era anatomizar los encfalos anarquistas para tratar de explicar la

12

Los forenses buscaron en el cuerpo y en el cerebro de Pardias al criminal


nato y los estigmas que lo confirmasen pero no encontraron en el examen ningn signo
degenerativo; solo una asimetra muy pronunciada de la cara, especialmente manifiesta
en la nariz. El resto, ante su desilusin, era completamente normal.
La prensa burguesa insisti en que Pardias era slo el brazo ejecutor de un
crimen cuyos responsables ltimos eran los inductores, los propagadores de teoras que
alentaban al asesinato poltico, o, como deca un periodista de forma expresiva, los
pocilgueros de la utopa que concitan los odios populares, en la esperanza de que
algn cerebro perturbado encuentre en su locura el valor que ellos no tienen, y
recogiendo sus excitaciones al crimen, cometa el hecho, enaltecido y encomiado en la
tribuna pblica 22.
No estaban desencaminados aquellos que sealaban la importancia de los
inductores que, en el caso que nos ocupa, existan muy claramente. Pedro Esteve, desde
los mltiples peridicos que edit, insisti siempre en la grandeza de los actos
individuales de violencia para dar a conocer la fuerza de la Anarqua. Pocos das
despus del asesinato de Canalejas, el 30 de noviembre, Esteve public un artculo
titulado Manuel Pardinas en su peridico de Nueva York, Cultura Obrera 23 que se
public tambin en lengua italiana, aquel mismo da, en su otro querido rgano, LEra
Nuova de Paterson. Algo despus, el artculo se publicaba asimismo en la conocida y
muy influyente revista anarquista de Emma Goldman en Nueva York Mother Earth 24 y
en Tierra y Libertad 25 de Barcelona, en todos los casos con las iniciales de su nombre y
apellido. El artculo era una absoluta y total justificacin del asesinato cometido por
Pardias, al que llamaba heroico paladn de la vindicacin social. En Cultura Obrera

psicologa del socialista-anarquista. El autor aseguraba haber demostrado, experimental y


racionalmente, que los anarquistas-socialistas tenan una constitucin mental particular, segn
l, caracterizada por el espritu de rebelda, el amor a la libertad, el individualismo, el
altruismo, la sed de justicia, el sentido de la lgica, la curiosidad de conocer y el espritu de
proselitismo.
22
J. Paulis y F. de Sorel: Maura ante el pueblo. Prlogo de Angel Ossorio y Gallardo. Madrid,
Francisco Beltran, 1915. Los autores citan tambin las palabras de El Diario Universal: "ms
cobardes que el asesino que mata por la espalda, lo son los inductores, ocultos detrs de teoras
que al caer sobre cerebros explosivos o degenerados, vienen a producir hechos abominables
como el del asesinato del Sr. Canalejas". ABC, por su parte, afirmaba: Pardinas (sic) era un
canalla, pero ms canalla es el ambiente que prepar, que dispuso la entraa del crimen.
23
Cultura Obrera, Nueva York, 30 de noviembre de 1912, ao II.
24
Mother Earth, 7, n 11 (January 1913): 379-381.
25
Tierra y Libertad, Barcelona, 5 de marzo de 1913 (N151).

13

el artculo se acompaaba de una prolongacin inserta a continuacin del mismo en el


que Esteve se extenda en el recuerdo de su amigo.
Como es obvio, Esteve oculta muchos datos fundamentales de la historia. Dice
que Pardias decidi regresar a Europa porque su vida en Tampa careca de alicientes 26.
En realidad, l tuvo mucho que ver en la decisin de Pardias de regresar a Europa y
que lo hiciera con un propsito asesino. Fue l quien le proporcion el contacto en
Burdeos, el de un amigo anarquista a quien Esteve conoca desde tiempos lejanos, que
poda asesorarle y darle dinero 27.
En el bosquejo biogrfico que Esteve hizo de Pardias le describe como un
hombre bondadoso, muy trabajador, muy sensible, un poeta de alma delicada, un
corazn sencillo en quien las penas ajenas dolan tanto como las propias, con una gran
curiosidad y afn por aprender, leyendo y estudiando en su tiempo libre tras las largas
jornadas de trabajo, restando horas al sueo. Todas las caractersticas arquetpicas del
buen anarquista, del anarquista abnegado, estn en esta semblanza: la generosidad, el
altruismo, el amor al prjimo, el fuerte sentimiento de justicia, etc. Esteve dice de
Pardias que era amante de los nios, que atenda con desvelo a los camaradas enfermos
y les aplicaba los mtodos curativos llamados naturales de los que era un ferviente
defensor. Todava hoy me parece verlo baando a mis hijos y construyendo un

26

En la extensin del artculo, que solo public Cultura Obrera, deca tambin que su
aspiracin era retirarse a su casa, all en un rinconcito de Aragn, entre sus viejecitos queridos,
sin luchas, sin afanes, labrando la tierra y haciendo vida naturista. As me lo dijo muchas veces,
as me lo repiti, cuando en el muelle de Port Tampa me dio aquel abrazo que deba ser el
ltimo, as me lo figuraba yo, all en la casita de los padres labrando la tierra ingrata que le vio
nacer.
27
El contacto de Pardias en Burdeos era Vicente Garca, al que Esteve conoca desde los
tiempos de El Productor en Barcelona. Haba nacido en Burgos, aunque con doce aos se
traslad al Pas Vasco y all se hizo anarquista, dirigiendo en 1890 el peridico El Combate de
San Sebastin, una actividad que le vali una condena de crcel. Segn Max Nettlau, Vicente
Garca acompa a Esteve y a Malatesta en la gira de propaganda por Espaa en 1891-92. Tras
los sucesos anarquistas de Jerez, Esteve se exili en EEUU y Garca en Inglaterra. En 1906 se
traslad a Burdeos. Cuando las autoridades francesas fueron alertadas por las espaolas en 1912
de los propsitos asesinos de Pardias, Garca fue expulsado de Francia. Segn la polica, tena
por entonces unos 44 aos y su oficio era el de tonelero. Sobre Vicente Garca hay mucha
documentacin en MAE, Madrid, Orden Pblico, H 2757.
La relacin de amistad entre Garca y Esteve continu a lo largo de los aos tras el
asesinato de Canalejas, aunque en algunas cuestiones doctrinales diferan. Por ejemplo, en 1913,
Esteve rebati desde su rgano Cultura Obrera los argumentos malthusianos de Garca (que
Pardias comparta) expuestos en las pginas del semanario anarquista Fuerza y Salud a favor
de la limitacin del nmero de nacimientos para evitar el agotamiento de los recursos del
planeta. Vicente Garca muri el 24 de octubre de 1930. Vase, Soledad Gustavo: Vicente
Garca ha muerto, La Revista Blanca, 15 de noviembre de 1930: 285-286.

14

solrium para darles un bao de sol en el patio de la casa que yo entonces


habitaba!.Habla tambin de su extremada sobriedad y frugalidad: no fumaba, no beba
nada de alcohol y se alimentaba solamente de frutas y verduras en pequeas cantidades.
Pardias era, en efecto, un adepto al naturismo y al vegetarianismo que
practicaban bastantes libertarios, los cuales consideraban que la carne y el alcohol eran
productos de la sociedad capitalista que envenenaban la salud de los proletarios. Crean
que para que los obreros recobrasen la salud fsica y mental deban purificar su cuerpo,
someterlo a la exposicin a los rayos solares, ingerir slo verduras, y practicar el
excursionismo al aire libre, en el campo o la playa. Los principios naturistas de
Pardias, de bsqueda de una armona humana con el medio natural, eran consecuencia
de su adhesin al neomaltusianismo, que se haba difundido mucho por entonces entre
los anarquistas como solucin al problema de la miseria de las familias numerosas, la
idea de que era necesario promover la procreacin consciente y la difusin de mtodos
anticonceptivos. Pardias saba por propia experiencia como emigrante que era la
pobreza la que empujaba a muchos obreros a buscar trabajo fuera de sus pases de
origen.
Esteve habla tambin del inters de Pardias por la astronoma y de que busc
consuelo en el espiritismo y actu como mdium en sesiones espiritistas. Una de las
pertenencias que se hallaron en su cadver cuando cometi el atentado pareca
corroborar este dato; se trataba de unas pginas de un libro, publicado por entregas en la
prensa, que haba tenido un xito enorme, Astronoma Popular, del francs Camille
Flammarion, un conocido astrnomo, que era adems espiritista, que contribuy a
difundir la moda de las sesiones de espiritismo.
Aunque pueda parecer una prctica extravagante, el inters por los fenmenos
psquicos y paranormales era comn entre los anarquistas de aquellos tiempos, bastantes
de los cuales se dejaron seducir por las ciencias ocultas, un mundo nuevo, ajeno al
convencional, revolucionario, que fue perseguido por las autoridades. La jerarqua
eclesistica mostr un frontal rechazo de las prcticas espiritistas, llegando a realizar
quemas de libros sobre la nueva ciencia del ocultismo en las plazas de algunas
ciudades. El objetivo del espiritismo era abrirse a otro mundo, igual que el
anarquismo aspiraba a un mundo radicalmente distinto en el que los oprimidos se
liberaran. El espiritismo form parte de la cultura obrera radical.
Junto a la idealizada semblanza de Pardias de la que venimos hablando, Esteve
dice tambin que tuvo una vida llena de privacin y sufrimiento. Donde quiera que

15

estuvo, ya fuese Espaa, Francia, Cuba o Norteamrica aseguraba- encontr


penalidades y persecucin. El estudio le hizo ms infeliz porque le hizo vislumbrar un
mundo de bellezas del que saba que no le sera a l dable disfrutar jams. Estaba tan
desesperado que no le importaba morir. Tan desgraciada era su vida que, segn Esteve,
el momento del suicidio fue quizs el nico momento feliz de su vida.
No era raro que un intelectual anarquista glosase la figura del mrtir que haba
sacrificado su vida por la causa. Otros antes como Emma Goldman en el caso de
Czolgosz- haban revestido al autor de un atentado de un aura romntica al afirmar que
era una vctima explotada y desheredada del sistema, uno ms de la legin de oprimidos
que llevaban una oscura vida de desconsuelo, un alma sensible que no poda soportar un
mundo cruel, con valor suficiente para sacrificar su vida y morir en soledad por un
ideal.

Por qu Canalejas?
Pero, Por qu Canalejas? Canalejas no era Maura, el poltico ms odiado por la
izquierda, tildado de represor, reaccionario y clerical a raz de la Semana Trgica.
Lejos de las posiciones de Maura, Canalejas se haba distinguido por una poltica
reformista en un sentido liberal democrtico. Su gobierno fue un fecundo periodo de
legislacin social y laboral. Introdujo viejas reivindicaciones de la izquierda, como la
abolicin del impuesto de consumos y la implantacin del servicio militar obligatorio
que pona fin al viejo e injusto sistema de la redencin en metlico.
Canalejas, adems, quiso poner freno al avance clerical porque crea que la
excesiva influencia de la Iglesia era el principal obstculo para la modernizacin de
Espaa. Aunque poco tena que ver su anticlericalismo con el de la izquierda
revolucionaria, su famosa ley del Candado de 1910, que frenaba la expansin de las
rdenes religiosas, desat masivas protestas de los medios catlicos, con rogativas y
manifestaciones callejeras, y estuvo a punto de suponer la ruptura de Espaa con la
Santa Sede. Le acusaron de jacobino enemigo de la Iglesia y, al ser asesinado, la prensa
ultraclerical, tradicionalista, recibi con alborozo la noticia y se lleg a afirmar que
haba sido el dedo de la divina providencia el que apret el gatillo 28. El Osservatore
Romano, rgano oficioso del Vaticano, public al da siguiente del asesinato un artculo
28

Vase, Mara Cruz Seoane y Mara Dolores Siz: Historia del periodismo en Espaa. Vol. 3.
El siglo XX: 1898-1936, p. 117. Vase tambin, Prxedes Zancada: Canalejas, poltico y
gobernante. Madrid, 1913. W. J. Callahan: La Iglesia catlica en Espaa, 1875-2002.
Barcelona, Crtica, 2003.

16

de su director en el que equiparaba a Canalejas con su asesino, asegurando que ambos


pertenecan a la misma escuela liberal 29.
El talante abierto y democrtico de Canalejas haca incomprensible para muchos
el crimen. Segn el embajador norteamericano, el asesinato de Canalejas era
particularmente ilgico y execrable, dada la tolerancia de la vctima con las ideas
avanzadas y su carcter inclinado al perdn y a no extremar la represin.
Sin embargo, Canalejas tena enemigos tremendos, tanto en las filas de la
extrema derecha, sobre todo entre los catlicos tradicionalistas, como en las filas de la
izquierda revolucionaria 30.
Durante su etapa al frente del gobierno, entre 1910 y 1912, a Canalejas se le
acumularon los problemas. Fue un periodo de una impresionante conflictividad laboral.
En el otoo de 1910 se fund la Confederacin Nacional del Trabajo, CNT, en la que
confluyeron las tradiciones anarquista y sindicalista revolucionaria y que defenda la
huelga general revolucionaria como supremo medio de lucha. Cuando al cabo de menos
de un ao la CNT convoc, en septiembre de 1911, su primer Congreso ordinario,
contaba ya con 30.000 afiliados.
Por lo dems, la cuestin de Marruecos volva a estar candente. Los partidos de
izquierdas, incluida la Conjuncin republicano-socialista, lanzaron duros ataques contra
la intervencin militar en tierras africanas, en la que slo vean un intento de proteger
las inversiones mineras de unos cuantos millonarios, poltica en la que Canalejas
apareca como equivalente al odiado Maura.
Los anarquistas espaoles refugiados en el extranjero a raz de la Semana
Trgica, sobre todo en Inglaterra y Francia, multiplicaron sus mtines en los que los
oradores, con un lenguaje tremendamente violento, aseguraban que un desastre espaol
en Marruecos encendera la mecha de la revolucin en Espaa que supondra el fin de la
Monarqua espaola. Los peridicos anarquistas, sobre todo de Francia, publicaron
violentos artculos con injurias a Alfonso XIII e incitaciones al asesinato 31. Aseguraban
29

El embajador espaol cerca de la Santa Sede, marqus de Gonzlez, enviaba el 14 de


noviembre de 1912 el recorte de este artculo al Ministro de Estado. MAE, Madrid, Orden
Pblico, H 2753.
30
Hubo incluso quienes se preguntaron si el presidente del Consejo asesinado haba sido
vctima de la Ley del Brazalete o de la Ley del Candado, afirmando que se desconoca casi todo
sobre Pardias y los mviles de su acto. Vase, Jos Peirats: Los anarquistas en la crisis
poltica espaola (1869-1939). Ediciones Jcar, 1976.
31
Las quejas del gobierno espaol y sus peticiones para que las autoridades francesas pusieran
coto a esta exaltacin del crimen poltico desde peridicos como La Guerre Sociale y La
Bataille Syndicaliste, solan obtener como respuesta la impotencia argida por el gobierno

17

que las frmulas qumicas y el fulminato de mercurio que haban servido para fabricar
la bomba de la rue Rohan en 1905, estaban cuidadosamente guardadas esperando una
nueva ocasin propicia 32, y amenazaban con recibir al monarca con nuevas bombas si
osaba pisar suelo francs, a donde proyectaba ir para la firma del tratado franco-espaol
que estableca el protectorado sobre Marruecos.
La oleada huelgustica durante la primavera y el verano de 1911 culmin con
una huelga general de 48 horas el 11 de septiembre, en protesta por la guerra de
Marruecos y por la represin de la huelga de carreteros de Bilbao. La huelga adquiri
carcter nacional, aunque alcanz mxima gravedad en Zaragoza y Valencia, y muy en
concreto en Cullera, donde fueron salvajemente asesinados un juez de Sueca y dos
alguaciles.
A raz de los sucesos de Cullera, hubo una campaa de denuncia de las horribles
torturas, semejantes a las de Montjuich o Alcal del Valle, que estaban sufriendo los
presos de Cullera en las crceles espaolas. Los anarquistas aprovecharon estos sucesos
para lanzar una campaa similar a la de dos aos antes con el caso Ferrer. En Francia, el
Comit de Defensa de las Vctimas de la Represin Espaola convoc acciones de
protesta contra la Inquisicin espaola y contra Canalejas, al que calificaban de
renegado y traidor a la causa democrtica. Cuando, en el juicio, siete de los
responsables fueron condenados a muerte, la campaa anarquista arreci.
Pero el gobierno de Canalejas no deseaba en absoluto un nuevo caso Ferrer.
Canalejas era contrario a la pena de muerte y el Consejo de ministros recomend al rey
clemencia a favor de seis de los encausados, pero no del sptimo, considerado mximo
culpable, aunque finalmente el rey le conmut tambin a ste la pena capital por la de
cadena perpetua.
francs debido a su escasa su capacidad de accin en materia de libertad de prensa. Por lo
dems, Francia trataba de tranquilizar a las autoridades espaolas con el argumento de que la
influencia de los peridicos anarquistas era escasa, porque slo los lean los ya convencidos. El
gobierno espaol contestaba que la experiencia demostraba que las excitaciones a criminales
atentados que se hacan desde la prensa no siempre caan en el vaco y que ese tipo de
peridicos eran los que armaban el brazo de los asesinos solitarios, alentndoles al crimen.
Vase, MAE, Madrid, Orden Pblico, H 2770, informes de diciembre de 1911 y enero de 1912
del embajador espaol en Pars al ministro de Estado.
32
MAE, Madrid, Orden Pblico, H 2753. Vase tambin, Constant Leroy (seudnimo de
Miguel Villalobos Moreno): Los secretos del anarquismo. El asesinato de Canalejas y el caso
Ferrer. Librera Renacimiento, Mxico, 1913. Miguel Moreno, anarquista nacido en Cartagena,
reneg de sus antiguos compaeros e ideas, se puso al servicio de la polica espaola como
confidente y escribi este libro como descargo de conciencia que, aunque contiene datos de gran
inters, no parece del todo fiable dada su animadversin hacia sus antiguos correligionarios y su
inters en probar su implicacin en los atentados.

18

Canalejas crea que la huelga laboral era lcita, exceptuando la huelga en los
servicios pblicos, pero rechazaba de plano la huelga revolucionaria, cuyo objetivo no
era la conquista de un determinado derecho social, sino la destruccin del rgimen
capitalista. Actu con enrgicas medidas, ilegaliz la CNT en 1911, y, ante una nueva
convocatoria de huelga general ferroviaria en octubre de 1912, decidi la militarizacin
de los obreros, que tuvieron que prestar servicio como soldados: fue la llamada ley del
brazalete. Hubo un fuerte estado de opinin en la izquierda revolucionaria contra los
supuestos brbaros mtodos represivos utilizados en la huelga ferroviaria. Canalejas
mereci el calificativo de liberticida.
Pedro Esteve, en su artculo-loa de Pardias, aluda a los sucesos de Cullera, as
como a la fecha emblemtica de noviembre en que haba llevado a cabo su accin,
recordando a los mrtires ms famosos del martirologio anarquista 33:
El 12 de noviembre, veinticinco aos despus de aquel gran crimen que la
burguesa de Chicago cometi, un amigo de ambos me dio la noticia: Canalejas ha
muerto, un obrero lo ha matado. Y poco despus, o a alguien que, traduciendo, lea un
peridico; el nombre son en mis odos: Manuel Pardinas, aragons, 28 aos (sic); s,
era l, era aquel soador de ojos claros, de alma sensible y tierna. Le vi tendido sobre la
acera, resolvindose en su propia sangre; vi su semblante iluminado por la alegra del
deber cumplido y un nombre acudi a mi mente: Cullera; ante m, la visin de unos
hombres tristes y doloridos por el tormento, marchando macilentos a hundirse en las
lobregueces del presidio 34.
Desde la ptica anarquista, no haba grandes distinciones entre Cnovas, Maura
o Canalejas. Canalejas, como hombre de la burguesa y de la lite poltica, no poda ser
33

Los famosos mrtires de Chicago, dirigentes anarquistas condenados a la horca en 1887 tras
un juicio injusto y sin garantas, acusados de haber arrojado una bomba durante un mitin en la
plaza de Haymarket de Chicago. El 11 de noviembre, da en que fueron ahorcados sera
recordado ao tras ao con diversos actos de homenaje en todo el mundo. Los peridicos
anarquistas, en principio los de EEUU, pero enseguida, a travs de la labor de los corresponsales
y del carcter fuertemente transnacional de la prensa libertaria, la de todo el mundo,
construyeron un discurso sobre estos mrtires que impresion hondamente a muchos obreros y
supuso su bautismo como anarquistas.
34
Cultura Obrera, 30 de noviembre de 1912. En otro lugar del artculo, insista: (Al volver a la
vieja Europa), no solo se enfrent a la pavorosa desocupacin, si que tambin a la exasperante
polica, que no le dejaba ni a sol ni a sombra, que le denunciaba como un peligroso anarquista a
todo el que le empleaba y al de la casa en que se hospedaba, y que le tena constantemente
vigilado, convirtindole en peligroso de verdad.
Era por naturaleza un sensitivo y sobreexcitaron seguramente su sensibilidad. Le
hicieron ms hastiosa la vida, ms deseable la muerte... En ese estado, la falacia de Canalejas
con los ferroviarios le habr impresionado intenssimamente y le habr decidido a morir
matando; y mat y se suicid. Tal vez haya sido el nico momento feliz de su vida!.
Habrn sido estos los motivos que le llevaron a suprimir a Canalejas? l no lo ha dicho,
probablemente nadie lo sabr, mas los que le hemos conocido, los que hemos intimado con l
como compaeros, y sabemos cmo pensaba, cmo senta, cmo obraba, podemos permitirnos
deducciones de este gnero.

19

un personaje simptico, menos an por la estrecha relacin que le una al rey, al que los
anarquistas hacan mximo responsable de la ejecucin de Ferrer.
Esteve solo se permita aventurar una explicacin sobre las razones que llevaron
a Pardias a suprimir a Canalejas, en este caso probablemente porque las desconoca, ya
que Pardias a quien se haba comprometido a asesinar era a Alfonso XIII. Esa maana,
el monarca iba a ir al Retiro a la inauguracin de una exposicin de crisantemos y tena
que pasar por la Puerta del Sol. Quiz estaba esperndole, pero al ver a Canalejas solo y
tan cerca, decidi aprovechar la oportunidad de atentar contra un objetivo ms fcil, el
de la mxima autoridad del gobierno espaol en aquel momento, gran amigo del rey,
por lo que su desaparicin supondra un duro golpe para la Corona.
Esteve seala su convencimiento de que, tras el asesinato, se repetira el mismo
crculo vicioso de siempre: la dura represin gubernamental sera seguida de algn
nuevo acto de venganza anarquista. Con estas tajantes y amenazadoras palabras
terminaba su artculo sobre Pardias:
De qu han servido las leyes promulgadas para impedir hechos de esta
naturaleza?, de qu las galeras fotogrficas y los departamentos antropomtricos?
Pocos das antes de realizar el hecho fue retratado y medido por la polica francesa que
le haba dedicado un inspector para vigilarlo. De qu servir la detencin de centenares
de hombres que tal vez no conocieron, ni oyeron hablar nunca antes del atentado, del
tiranicida? A lo mas, para sobreexcitar a algn otro espritu sensible.
Y acababa su loa a Pardias con una frase de dudoso gusto potico:
Ante la tumba del hermano cado, mis lgrimas no la regarn, no tendr un
gesto compasivo; sobre la losa de los que caen como l cay, el rbol de la gloria riega
inmarcesibles flores y las rojas amapolas rebeldes dan al viento sus anrquicas corolas
(Tampa).
Esteve, como otros muchos anarquistas, repeta la idea de que la represin, los
atropellos, los vejmenes, los asesinatos cometidos por la Autoridad, serviran de
acicate para nuevos actos de heroicos paladines de la vindicacin social, como haban
sido Caserio, Bresci o Pardias.
En efecto, al ao siguiente, en 1913, el rey Alfonso XIII sufri otro atentado. El
anarquista Rafael Sancho Alegre le dispar tres tiros en la calle de Alcal de Madrid
durante un acto de jura de bandera, del que escap casi milagrosamente.
Pero, a partir de entonces, aunque sigui habiendo episodios de violencia
anarquista, la eficacia policial mejor y los pases intensificaron su cooperacin e
intercambio de informacin sobre terrorismo anarquista.
En los primeros aos veinte, hubo en Espaa, sobre todo en Barcelona, otra
espiral de violencia; fue la poca del pistolerismo, con episodios como el asesinato en

20

Madrid de Eduardo Dato -el cuarto presidente del gobierno asesinado en medio siglo- a
manos de tres anarquistas catalanes. Pero esa oleada de terrorismo tuvo un carcter
distinto y se desarroll en un contexto histrico muy alejado del que hemos tratado aqu.
Como dice el hispanista Gerald Meaker, el asesinato se convirti en una industria y
los que disparaban fueron, cada vez ms, pistoleros profesionales, con tiroteos a la
salida de una fbrica o de un mitin sindical, o en enfrentamientos cara a cara en las
calles 35.

35

Gerald H. Meaker: La izquierda revolucionaria en Espaa, 1914-1923. Barcelona, Ariel,


1978.

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