Antropología Sexual

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ndice

3 Editorial
Edith Yesenia Pea Snchez y Joan Vendrell Ferr

6 El arte de escribir en el cuerpo


Bethsab Huamn Anda

26 Educando a Adn: punto de vista de educadores y educadoras


sexuales de Mrida, Yucatn, sobre el impacto que los procesos
de educacin sexual formal tienen en la salud sexual masculina
Claudia Salinas Boldo

42 Connotaciones del uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales


en adolescentes de dos contextos de Mxico
David de Jess-Reyes

64 Cncer cervicouteriono y sexualidad.


Un enfoque desde la narrativa de las mujeres enfermas
Mara del Carmen Caldern Benavides

76 La dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas


de los muertos por Sida de la ciudad de Mxico
Porfirio Miguel Hernndez Cabrera

96 Seeve/frescos: sexualidad, gnero y etnicidad en los significados


de las relaciones sexuales entre varones en comunidades
yoeme (yaquis) de Sonora, Mxico
Guillermo Nez Noriega

121 Percepcin de los estudiantes universitarios varones


de orientacin heterosexual sobre su masculinidad
y actitudes hacia gays y lesbianas
Fernando Reyes Baos

136 El proceso de transformacin corporal de personas transexuales:


Un camino hacia la normalizacin genrica?
Jordi Mas Grau / Oscar Guasch Andreu

152 El discurso homofbico en jvenes gays


y su representacin del travesti
Luis Bernardo Quesada Nieto

165 Ficciones, realidades y utopas de la liberacin sexual


de las mujeres a travs del feminismo en Mxico
Olga Nelly Estrada Esparza / Irma Alma Ochoa Trevio

Reseas
185 Adolescencias escindidas. Sexualidad y reproduccin adolescente
en contextos urbano-marginales de Nuevo Len
David de Jess-Reyes.
Ldice Ramos Ruiz

191 El deseo del cuerpo. Mujeres y hombres


en la Lima contempornea. Liuba Kogan
Bethsab Huamn Anda

194 Vidas de hombre(s). Oscar Guasch y Jos ngel Lozoya


Joan Vendrell Ferr

197 De los autores (semblanza)

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EL ORGULLO GAY, UNA LIBERACIN SEXUAL?

Editorial
Edith Yesenia Pea Snchez
y Joan Vendrell Ferr

En qu momento nos encontramos en lo referente a eso que se ha venido


denominando la sexualidad humana? Sabemos que el tema es complejo y
que en su abordaje se cruzan perspectivas muy diversas: lo biolgico, lo cultural, lo mdico, lo histrico, lo poltico, los derechos y deberes, el gnero, la
sociedad, y todava un largo etctera. Autores influyentes como Michel
Foucault y Thomas Laqueur, entre otros, nos han enseado que la concepcin
que tenemos hoy de lo sexual, nuestra idea de la sexualidad misma, forma
parte del orden de la modernidad y no puede ser disociada de la tecnologa
de los cuerpos ni de la gestin de las poblaciones. Gracias, asimismo, a la
labor de diversos movimientos polticos y sociales, el feminista, el gay, el trans
o el queer, lo sexual se encuentra hoy incluido en la agenda poltica de la
prctica totalidad de las fuerzas polticas, aunque lo que se propone o se discute al respecto sea tan variado, y pueda suponer tantos avances o retrocesos, como lo son y lo suponen dichas fuerzas en s mismas.
El antroplogo interesado en el anlisis de la sexualidad conoce, o debera conocer, todo esto, el panorama histrico y actual en el que emerge y vive
su objeto de estudio. Sin embargo, el antroplogo dispone de un bagaje cuya
existencia suele ser poco tenida en cuenta, menospreciada u olvidada sin ms:
la riqueza de datos sobre concepciones y prcticas corporales, sexuales o
de gnero procedentes del vasto corpus etnogrfico y etnohistrico disponible de
una gran variedad de sociedades y culturas humanas. Atendiendo adecuadamente a estos materiales, la cuestin se nos complica, hasta el punto de que
lo sucedido desde el siglo XVIII en esta cultura que llamamos Occidental o
Moderna se convierte en un caso ms dentro de un panorama humano mucho
ms amplio. Nos encontramos entonces con el clsico dilema de la antropologa: debemos atenernos primordialmente al estudio de construcciones de
sentido y praxis de carcter local, intentando comprenderlas en y por s mismas? O es mejor hacer un esfuerzo para insertar esos datos en una comprensin cientfica, con un carcter ms general, de algo as como la sexualidad humana? Posiblemente la mejor respuesta se encuentre en una
combinacin de ambas perspectivas.

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EDITH YESENIA PEA SNCHEZ Y JOAN VENDRELL FERR

La publicacin que tienen ustedes entre las manos no escapa a su poca y


a las preocupaciones de la misma, como tampoco lo hace al mundo sexual
que la ha visto nacer y que se puede incluso decir que le da su sentido y sus
objetivos. Somos hijos del dispositivo de sexualidad propio de la modernidad
occidental, con sus filias y sus fobias, sus conceptos, sus cortes dentro del vasto
mundo de los cuerpos, los deseos o los placeres y, en definitiva, las preocupaciones y problemas que dentro de dicho dispositivo se han ido definiendo. La
vocacin antropolgica no exime, dado que ello no es humanamente posible,
de los peajes debidos al contexto, a la poca, a sus obsesiones especficas, sus
maneras de ver y, junto a todo ello, sus lagunas, vacos y puntos ciegos. Hay
cosas que, simplemente, no vemos, o que nos costara un esfuerzo enorme ver.
Los puntos de fuga de nuestra (pos)modernidad nos lo impiden. Sin embargo, como antroplogos nos corresponde, al menos, ser conscientes y hacer
conscientes de ello, en la medida de lo posible, a nuestros lectores.
Como editores de esta Revista de Estudios de Antropologa Sexual, nos
toca dar(nos) cuenta de los sesgos existentes en nuestra seleccin de artculos. El carcter multidisciplinario de los mismos, por ejemplo, no estamos del
todo seguros de si sea un paliativo de lo dicho o, ms bien, un sesgo mismo
impuesto por las ciencias del sexo propias de nuestro dispositivo de sexualidad. En cualquier caso, juzgar sobre la adecuacin o no de la orientacin
dada a la revista es algo que dejamos a los lectores, juicio que esperamos nos
hagan llegar tambin de un modo u otro. Somos asimismo conscientes de las carencias de nuestra publicacin. Quiz nos falta una mayor atencin a los
materiales etnogrficos, tanto los de reciente produccin como los producidos por la antropologa a lo largo de su historia. La etnografa se encuentra
presente en ste y en los nmeros anteriores de la revista, pero nos preguntamos si no debera estarlo ms. Quiz tambin sera una buena idea incluir
secciones donde se recensionaran los clsicos indispensables para establecer
la genealoga de una antropologa sexual digna de este nombre, o se abordaran de una forma ms suelta (sin estar tan sujeta a la forma-artculo) los
problemas ms acuciantes en el plano terico y metodolgico del campo que
se pretende definir aqu. Quizs ello nos permitira avanzar hacia un paradigma mnimo, ms atento a una problemtica propiamente antropolgica que
a las que nos vienen definidas desde campos afines o desde las agendas poltico-sociales de los respectivos movimientos, colectivos o grupos profesionales interesados en las cuestiones que aqu se abordan. Pero todo ello va a
depender de la respuesta de ustedes, de la recepcin en general de la revista
y de los intereses que, por el medio que sea, ustedes nos manifiesten.
Dicho esto, la Revista de Estudios de Antropologa Sexual llega a su cuarto nmero fiel a su misin de poner sobre la mesa un panorama variado de

EDITORIAL

las preocupaciones y la investigacin ms recientes sobre cuestiones sexuales


y de gnero desde diversas ciencias humanas y sociales. Presentar el abanico
de las temticas, perspectivas terico-metodolgicas y problemticas abordadas en los textos que siguen excedera con mucho el espacio aconsejable para
este editorial, as que dejaremos que ustedes los descubran por s mismos.
Con seguridad no resultarn decepcionados de leer y reflexionar sobre el
cuerpo y sujeto sexuado narrado desde distintos enfoques. Nuestra vocacin
es la de mejorar nmero a nmero y lograr fortalecer los estudios en
Antropologa Sexual. Para ello contamos con ustedes.

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Xabier Lizarraga Cruchaga

El arte de escribir en el cuerpo


Bethsab Huamn Anda
Instituto Runa de Lima, Per

Resumen

A partir del performance Perra, realizada por Regina Galindo en 2005,


durante el cual escribe dicha palabra en su pierna izquierda con una navaja,
en actitud de protesta por las mujeres asesinadas en Guatemala en el transcurso de ese ao, se debatir sobre la escritura literal o simblica en el
cuerpo, en la bsqueda de un lenguaje que trascienda significados. A su vez
se buscarn los vasos comunicantes entre escritura y accin, ya que este performance se acompaa de textos que refuerzan su propuesta. La violencia
ser un mbito privilegiado de reflexin al hacer un recorrido por las varias
piezas que la autora ha desarrollado al respecto. Finalmente, se preguntar
por la intencin poltica o no de Perra, as como de la concepcin del
arte como acto poltico.
Palabras clave: mujeres, lenguaje, propuesta, violencia.

Abstract

Based on Regina Galindos 2005 performance piece Perra in which she writes the word perra (bitch) on her left leg with a knife in an act of protest
against the women killed in Guatemala that year, literal and symbolic writing
on the body will be debated in the quest for a language that transcends meaning. At the same time, channels of communication between writing and
action will be sought, because this performance is accompanied by texts that
reinforce its approach. Violence will be the focus of reflection by undertaking
a survey of the various pieces that the artist has developed on the subject.
Finally, the question will be raised of the political or nonpolitical intention of
Perra, as well as the conception of art as a political act.
Keywords: women, language, performance, violence.

Introduccin
Intentar un ensayo sobre el performance nos acerca a crticas fragmentarias,
contradictorias opiniones, transitorias conjeturas e inconclusas definiciones.
Pero ese es quizs el modo en que debemos asumir un arte en movimiento, que
transita por calles y plazas, por escenarios polticos inestables y permanentes
crisis econmicas, tan diverso como nuestras geografas, acentos y costumbres. Como afirma Silvio de Gracia (s. f.), la historia del performance o arte

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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Figura 1. Perra 1. Regina Galindo, Guatemala, 2005.

de accin latinoamericano no se ha escrito an, lo cual nos impide referirnos


a un cuerpo de conocimiento ya organizado. Si bien Deborah Cullen (2005)
hace un intento por crear un corpus para el caso de Guatemala, muchas de
las acciones que construyen la tradicin del performance en el pas no fueron
consideradas arte, no fueron documentadas y slo se han quedado en la
memoria de los pocos que las vieron o simplemente han dejado su olvido
(Prez-Ratton, 2005).
Por este hecho no vamos a entrar a debatir sobre el concepto de performance, porque nos llevara a una discusin que est lejos de ser concluyente (Taylor
[s.f.], El Vicio, 2005); recuperaremos para nuestros fines la definicin de
Amelia Jones (1998), de aquel arte del cuerpo cuyas acciones intersubjetivas
inician el descentramiento del sujeto moderno cartesiano.1 Esta definicin nos
va a permitir un correlato con la explicacin de Derrida sobre la estructura
descentrada y las posibilidades de subversin desde los mrgenes.2 Hablamos
Amelia Jones no utiliza el trmino performance sino el de arte del cuerpo, el cual define as:
Body art is wiewed here as a set of performative practices that, through such intersubjective
engagement, instantiate the dislocation or decentering of the Cartesian subject of modernism.
Mantendremos la concepcin de performance como equivalente de arte del cuerpo, pues creemos
que al equiparar arte del cuerpo con prcticas performticas, las vuelve concepciones afines.
2 Derrida (1972) explica la sociedad como una estructura en la que el hombre es el centro del
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BETHSAB HUAMN ANDA

tambin de acciones que se caracterizan por llevarse a cabo en una coyuntura poltica, cultural, social especfica con la que tienen estrecha relacin
y ante la presencia de un pblico invitado a tomar posicin sobre lo observado, tentando as un alto grado de sorpresa e improvisacin.
Sumando a las caractersticas sealadas, especialmente en Latinoamrica,
el performance no slo permite una inmediata respuesta a contextos polticos o
coyunturas concretas, sino que es ms democrtico en la medida en que todo
puede ser material, ocasin, espacio de su realizacin; por ser econmico, ms
barato, como lo dicen Consuelo Pabn3 y Rosemberg Sandoval,4 por estar al
alcance de todos. De este modo el performance favorece, al menos hipotticamente, un acceso equitativo que disminuye las jerarquas de gnero (clase, raza)
reproducidas en el arte: [e]s interesante notar que el performance ha sido, en
general, una expresin femenina en Centroamrica, por lo menos entre los aos
1997 y 2002. Muchos de los artistas abordaron asuntos de gnero desde distintas perspectivas relacionadas con su particular contexto de vida, que vara
mucho de Guatemala a Nicaragua a Costa Rica (Prez-Ratton, 2005: 294).
A su vez el hecho de que el performance tenga como primera herramienta
el cuerpo, ahorra la larga discusin sobre lo femenino y lo masculino que se
ha dado, por ejemplo, en la literatura o en las artes plsticas, cuyos mbitos
artsticos se consideraban descorporizados, andrginos, universales, hasta
que las mujeres los poblaron de un cuerpo que pare, que sangra, que goza, que
siente de una manera particular, o al menos de una forma con la que los hombres no se sentan identificados y que dejaba en claro su previa vivencia de
una literatura exclusivamente masculina (Huamn, 2007).
Ello nos permite pasar directamente a los significados que se acoplan a esos
cuerpos, las preocupaciones, las apuestas, que no dejan de tener relacin con las
sistema. Ello le permite una situacin privilegiada por la cual no se somete a las normas y leyes
del sistema que l organiza; los otros, los marginales, son los que padecen el rigor de las leyes,
la violencia de la otredad, la resignacin de no tener palabra. A su vez, esos marginales, como
las mujeres, sometidos a las normas patriarcales masculinas logocentristas (falologocntricas),
pueden ver las grietas del sistema y en ello poseen la posibilidad de la subversin. Una posibilidad que en principio Derrida le resta al hombre en situacin de centro.
3 El performance se mueve en muchos mbitos; se puede mover desde un mbito de galera o
de museo. Desde los salones nacionales han aparecido performance muy importantes, como en
la calle, como en las universidades. El performance est en la atmsfera, se pude dar en cualquier lugar; el problema no es tanto el lugar; el problema es ser capaz de transmutar ese lugar
(El Vicio Producciones; transcripcin ma).
4 La performance de alguna manera crea una inmediatez que me permita ser eficaz y adems
muy barata; me sala mucho ms barato hacer una performance que por ejemplo hacer un cuadro al leo; la performance es un arte de riesgo y es un arte de riesgo porque uno est contra
todo (El Vicio Producciones; transcripcin ma).

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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luchas de las mujeres y de los sujetos marginales por su vnculo con el marasmo social. En ese sentido discreparamos con Jones en la medida en que ella
considera que el cuerpo entra al performance desde su especificidad identitaria
de raza, sexo, sexualidad:[t]he term body art thus emphasizes the implication
of the body (or what I call the body/self, with all of its apparent racial, sexual,
gender, class, and other apparent or unconscious identifications) in the work.
Nos parece que la identidad es una temtica posible a poner en juego, pero tambin puede ser eludida, lo que no impide que una vez actualizada reciba las mismas crticas desautorizacin, enojo, rechazo que aquellas ampliamente
vistas en la literatura y en todas las artes que han sido patrimonio masculino.5

Desarrollo
Regina Galindo naci en Guatemala en 1974. Es escritora y poeta. Como seala
Fusco (s.f.),lleg al performance en 1996,sin un entrenamiento formal,en el contexto de los acuerdos de paz que pondran fin a 30 aos de guerra. El performance
que tuvo una gran repercusin y le gan reconocimiento mundial la realiz en
2003,Quin puede borrar las huellas?, en l va caminando hacia el Congreso
de Guatemala, dejando huellas de sangre, en memoria de las vctimas del conflicto armado y en rechazo a la candidatura presidencial del ex militar golpista y
genocida Efran Ros Montt. Recibi el Len de Oro en la ciudad de Venecia en
2005 por el video Himenoplastia.Tiene un libro de poesa, Personal e intransmisible, que gan el premio nico de poesa en Guatemala en 2000.
La pieza que analizaremos se titula Perra (2005); en ella la artista escribe la palabra PERRA con un cuchillo en su pierna izquierda como una
denuncia de los sucesos cometidos contra mujeres en Guatemala, donde han
aparecido cuerpos torturados y con inscripciones hechas con navaja. El performance que se realiz en Miln, Italia, en la Prometeo Gallery di Ida
Pisani, consista en la artista sentada sola en una habitacin vaca, vestida
toda de negro, con una pierna descubierta en la que con un afilado cuchillo
escriba. Aunque en la accin no haba ningn indicio que vinculara el hecho
con el contexto de violencia vivido en el pas, el uso de un vocablo bien conocido y peyorativo, dirigido exclusivamente a las mujeres, traa a colacin diferentes vnculos con los cuerpos, con el prejuicio de la sexualidad desbordada
y el tratamiento social rechazo y deseo de la misma.
A su vez, la pieza se complementa con textos que la autora publica en su
blog Hay que conocer a fondo este lugar de metamorfosis. En la entrada
5 Como lo dice la propia Carolee Schneemann, una de las pioneras del performance y de la incorporacin del cuerpo femenino en su prctica artstica: my work has to do with cutting through
the idealized (mostly male) mythology of the abstracted self or the invented self.

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BETHSAB HUAMN ANDA

fechada el 4 de diciembre de 2005 escribe: Soy una perra/ una perra enferma// el mundo mordi mi corazn/ y me contagi su rabia. Y el 12 de
diciembre del mismo ao, aade:
soy una perra
que se busca incansablemente la cola
doy vueltas y vueltas
hasta sentir mareos
caigo desmayada y
muero ahogada en mis propios vmitos
resucito a los tres das
y no me veo a la derecha de ningn padre
de ningn hombre

El texto tienes tres imgenes poderosas en las que vale la pena detenerse.
La primera es la de la perra buscndose la cola. Al decir la frase en femenino, cambia todo el sentido general que tiene decir que un perro se muerde la
cola, es mucho ms chocante, ms agresivo y nos invita no slo a pensar en
el crculo vicioso, en la acentuacin de un problema sin salida, sino a explorar las diferentes acepciones de la palabra cola, los sentidos sexuales que
dan un matiz un tanto obsceno a la imagen pues se puede aludir al autoplacer, la masturbacin, la autocomplacencia, marcados por el vocablo perra
que sexualiza (negativamente) todo lo que toca. Especialmente porque como
producto de ese girar incesante y extenuante la perra muere, en sus vmitos,
ahogada por su propio cuerpo, por sus fluidos; pero tambin por no hallar
salida ni escapatoria fuera de s, de la condicin de ser mujer.
La segunda es la figura de la resurreccin, la cual se da, como en Cristo,
luego de tres das, es decir, es casi un hecho mgico, divino, la vuelta a la vida,
una vuelta que adems la llevar a un nuevo estado. Entramos as en la tercera imagen, la de no estar a la derecha de ningn padre u hombre, la llegada
de la libertad, la independencia frente a una situacin repetida (viciosa) de
subyugacin, dominacin masculina que va de la tutela del padre a la del marido. Como una diosa, esta perra se redime de sus dolores, de sus sufrimientos,
de sus problemas, de su abyeccin, de su propio cuerpo y resurge, nueva.
En ese sentido se emparenta ese poema con el que Galindo titula Soy un
lugar comn (Acevedo y Toledo, 1998):
Soy un lugar comn
como el eco de las voces
el rostro de la luna.

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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Tengo dos tetas


diminutas
la nariz oblonga
la estatura del pueblo.
Miope
de lengua vultar [sic];
nalgas cadas,
piel naranja.
Me sito frente al espejo
y me masturbo.
Soy mujer
la ms comn
entre las comunes.

Ser la ms comn entre las comunes nos acerca a la concepcin de la


perra, de la mujer pblica, la mujer que es todas las mujeres, cualquier mujer,
que es justo la forma en que el pensamiento machista se acerca al cuerpo
femenino. Sin embargo, en el poema, como antes con la resurreccin, la mujer
es sexualmente independiente, se masturba, se ve a s misma y no encaja con
los cnones de belleza, pero se desea, se gusta, se goza. Esa postura es igualmente redentora, como lo era la muerte y posterior retorno a la vida, desde
otra posicin, desde un punto distinto, diferente, un paradigma en el que la
mujer es el centro de su vida. Como dice el lema feminista No puedo ser
la mujer de tu vida, porque soy la mujer de la ma.
Lavery y Bowskill (2011) han sealado cmo se enriquece la obra de
Galindo con la interrelacin entre blog, poesa y performance. Y en efecto,
vemos aqu que los sentidos se disparan al conjugar el soporte tecnolgico del
blog, el ancestral poema escrito y efmero performance (ahora perpetuado
tambin por la tecnologa). Vista en conjunto, Perra sera una accin cuyo
centro es la palabra, una palabra que se marca con sangre, como una metfora demasiado realista, pues en efecto el rtulo ha significado la muerte, el
dolor y el estigma para muchas mujeres. Es as que podemos hacer un equivalente entre escribir perra con sangre en la pierna y decir soy una perra;
en ambas hay un alto grado de violencia, hay una marca, ambas nos increpan, nos duelen, incomodan.
En cuanto a las marcas en el cuerpo y la relacin con la escritura, las referencias inmediatas de esta pieza seran Diamela Eltit y Ral Zurita, integrantes de CADA en Chile (Richard, 1986), las heridas y quemaduras de Eltit en
los brazos previos al recital y publicacin de su novela Lumprica (1983),
que utilizaba como imgenes de portada; as como el poemario Purgatorio

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BETHSAB HUAMN ANDA

Figura 2. Piel. Hogar. Karla Solano, Costa Rica, 2004.

(1979) y Anteparaso (1982) en el marco de los cuales Zurita se marc con


hierro al rojo vivo la mejilla y se ech cido en los ojos. Pero tambin la pieza Hogar, de Karla Solano (Costa Rica, 2004), en la que se borda una casita soleada con hilo negro en la palma de la mano (Prez-Ratton, 2007). Y
ms lejanamente la de Catherine Opie (1994), quien se escribi la palabra
pervertida (pervert) en el pecho y se tom una foto con la cara cubierta
y agujas clavadas en ambos brazos (Cfr. Reilly, 2007; Bornay, 1995; Mayayo, 2003).
La particularidad de la propuesta de Galindo sera que en Perra el
pblico presencia el proceso de la herida, mientras que en los otros casos
la marca se realiza en actos privados que luego se esgrimen como denuncia, manifiesto o imagen, de modo que en el performance de Galindo el
pblico vive el proceso de la laceracin en presencia y las reacciones a l
son mltiples. Nos parece que Galindo justamente apela a la reaccin, a la
sensacin, mientras que en los dems ejemplos se busca la idea, la imagen,
el smbolo.
Quiz la razn de que Galindo busque apelar al efecto, al sentimiento,
a la complicidad del dolor y la herida se deba a la larga historia de sufrimiento vivida por las mujeres en Guatemala. La violencia ejercida hacia
la mujer en Guatemala no es un tema menor; segn estadsticas de 2009,
es el tercer pas a nivel latinoamericano con mayor nmero de muertes de
mujeres. En el periodo de 2000 a 2007 murieron 3,107 mujeres por causas violentas,6 para otras fuentes seran 5,300.7 Dadas las alarmantes
cifras, en 2008 se aprob la Ley contra el Feminicidio. Ese mismo ao se
registraron 722 muertes violentas, de las cuales 75% se tipificaron como
feminicidios. Como es sabido, la mayora de estos crmenes quedan impunes.
www.radiofeminista.net/mayo09/notas/ob_guate_cifras.htm; consultado el 12 diciembre de 2011.
www.americaeconomia.com/politica-sociedad/sociedad/violencia-hacia-la-mujer-en-latinoamerica-adquiere-caracteristicas-de-pan; consultado el 12 de diciembre de 2011.

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EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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En un contexto as no resulta sorprendente que el tema de la violencia no


le sea ajeno a la obra de Galindo, y sea a ese contexto inmediato que responden muchas de sus acciones. Podemos citar piezas como El dolor en un
pauelo (Guatemala, 1999), su debut artstico, en el que la autora desnuda
y amarrada a una cama que se coloca en posicin vertical proyecta sobre su
cuerpo noticias de violaciones y abusos cometidos en el pas. En No perdemos nada con nacer (Guatemala, 2000; Mxico, 2000) se le encuentra metida en una bolsa de plstico transparente, completamente desnuda y dopada,
como un despojo, arrojada en el basurero municipal. En Himenoplastia
(Guatemala, 2004) la artista se somete a la reconstruccin del himen, el
procedimiento supuestamente seguro la manda de urgencia al hospital. En
(279) Golpes (Venecia, 2005), est encerrada en un cubculo sin que nadie
pueda verla, se da un golpe por cada una de las mujeres asesinadas en ese
ao (del 1 de enero al 9 de junio), amplificando el sonido para que se escuche en los exteriores.
Perra se relaciona directamente con Golpes en la medida en que se realiza un flagelo directo al cuerpo. En No perdemos nada con nacer se pone en
evidencia la violencia simblica y fsica de tratar a la mujer como desecho,
refiriendo a la larga lista de feminicidios que no slo conllevan una deplorable muerte con violencia, tortura y violacin, sino la posterior flagelacin del
cuerpo ya inerte, descuartizacin o maltrato, que implica una reiterada
humillacin y genera un impacto profundo en el colectivo, en la familia y en
las otras mujeres, que al ver el trato que otras mujeres reciben y la impunidad de la que goza el crimen, se viven a su vez insignificantes.
En Himenoplastia, de manera radical y extrema, se profundiza en la violencia simblica, en la ideolgica que la rodea, la demanda de virginidad para
las mujeres, que niega cualquier deseo, cualquier vivencia del sexo gozosa que
no se haga con fines reproductivos o a voluntad del otro, en el marco de la
oficialidad, el matrimonio, la ley paterna. En este caso la reconstruccin del
himen es un procedimiento que las mismas mujeres se autoimponen por una
apariencia, por ahorrarse la vergenza o el pleito, y que las lleva muchas
veces a la muerte, por las condiciones antihiginicas y poco profesionales en
que se realiza, como es el caso tambin de los abortos clandestinos. Lo que
las condena es su sexualidad, supuestamente desbordada, la decisin sobre su
propio cuerpo y su placer, el mismo placer que la sociedad por otro lado alimenta y anhela con la hipercosificacin del cuerpo desnudo, la pornografa y
la prostitucin.
En Un espejo para la pequea muerte (Costa Rica, 2006) permanece
desnuda y embarazada, atada de pies y manos sobre un charco de sus orines en un hotel de mala muerte. En Isla (Repblica Dominicana, 2006) per-

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BETHSAB HUAMN ANDA

manece inmvil en un arrecife sobre sus propios orines, ponindose en la


posicin de la despojada, abandonada. En Mientras, ellos siguen libres
(Guatemala, 2007), con ocho meses de embarazo, permanece atada con cordones umbilicales reales a una cama catre de la misma forma en que las
mujeres indgenas embarazadas eran colocadas para ser posteriormente violadas, durante el conflicto armado en Guatemala, producto de lo cual la
mayora de las veces se interrumpa su embarazo. Estas piezas giran sobre
la idea del despojo, al elegir ubicarse en un hotel y en una isla; pero directamente ponen sobre el tapete la violacin sexual primero como posibilidad
latente, luego como tortura y como arma de guerra. En el ttulo de la pieza,
Galindo adems denuncia la impunidad que pesa sobre los perpetradores de
estos crmenes.
En Extensin (Costa Rica, 2008), los cabellos de cuatro mujeres, cuyos
cuerpos nunca fueron reclamados, son utilizados para fabricar extensiones
que la autora y otras mujeres voluntarias se colocan en el cabello, para
extender simblicamente la vida de las annimas y redimir en alguna medida su ausencia. En Caparazn (Npoles, 2010), su cuerpo desnudo permanece dentro de un domo blindado, un grupo de individuos armados lo golpea
hasta destrozar sus propias armas. En este caso se trabaja el tema de la vulnerabilidad; como seala Cazali, Galindo reflexiona sobre la indefensin
como estado permanente de una sociedad como la guatemalteca (Cazali,
2010: 26).
Tambin ha tratado la violencia simblica en Recorte por la lnea (Caracas, 2005), en la que uno de los ms renombrados cirujanos plsticos de Venezuela, Billi Spence, seala los cambios que debera hacerse para tener el
cuerpo perfecto. En Yesoterapia (Repblica Dominicana, 2006) est enyesada completamente durante cinco das consecutivos en los que una enfermera
la cuida. Como se sabe, la yesoterapia es una forma comn que utilizan las
mujeres para bajar de peso, respondiendo a los mandatos sociales sobre el
cuerpo ideal y el rechazo de lo que se considera gordura, que muchas veces
va en contra de la salud.
Como vemos en las piezas mencionadas, la violencia ha sido ampliamente
explorada por Galindo. Se ha abordado la violencia en casi todas sus formas,
lo cual resulta ms chocante por la constitucin de la artista, la que se describe as: Tengo dos tetas /diminutas /la nariz oblonga /la estatura del
pueblo (Acevedo y Toledo, 1998), como una mujer pequea, delgada, que
proyecta fragilidad y no parece le sea posible resistir a tantos golpes.
Sin embargo, el cuerpo de esta mujer abandona su vulnerabilidad para
hacerse fuerte en manos de la arista, hacerse decidido, valeroso, engrandecerse:

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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Posee una manera frrea y resuelta de siempre referirse a los subalternos de


la sociedad, las mujeres en particular. En realidad, se trata de cualquier
otro que ha sido sometido a la violencia. Sus performances estn directamente relacionados con la brutal sociedad patriarcal en que vive y ponen a
prueba la resistencia del pblico. Galindo se ha colocado en el lugar de las vctimas, infligiendo sobre su pequeo cuerpo el mismo tipo de violencia que
denuncia (Prez-Ratton, 2005: 295).

Queda claro que Galindo pone en juego la necesidad de ponerse en el


lugar del otro, de vivir en carne propia la situacin o una situacin lo ms
cercana posible, nunca la misma, pero sin duda con un gran acercamiento
al dolor, al sufrimiento, al hecho en s. Podemos concluir en principio que el
tema de la denuncia de la violencia y de la forma particular en que el cuerpo de la mujer es sometido es una de las grandes preocupaciones de su
obra. A su vez siempre es el cuerpo el soporte principal, el protagonista de
sus piezas, por tanto un cuerpo que escribe, que inscribe, que crea significados.
En un mbito de violencia siempre queda flotando la gran pregunta:
cmo transmitir, hablar, nombrar la violencia sin crear ms violencia? En
este caso las acciones de Galindo ponen sobre el tapete hechos que ocurren
diariamente en espacios lejanos, cerrados o ajenos, para hacernos presenciar,
ser partcipes, testigos de los hechos. Nos hace ver lo que ocurre a nuestro
alrededor. De un modo nos involucra como cmplices de la violencia en la
medida en que somos (ms) conscientes de qu est ocurriendo en el mundo.
Nos invita a interrogarnos sobre nuestra indiferencia o compromiso, a tomar
una posicin.
Pero faltara saber, hubiera sido interesante saber, la reaccin del auditorio. Slo al ver las imgenes de su pierna sangrante dan escalofros y surgen
las interrogantes: habr gemido?, se habr quejado?, habr llorado?
Estos datos no han sido registrados en los documentos ni en la propia documentacin de la autora. Aunque nosotros, los que nos acercamos a su pieza
a travs de las imgenes, somos tambin espectadores, no poseemos la experiencia real del hecho, slo podemos ponernos en situacin de vivirla, como la
misma Galindo hace, en situacin de mujer vulnerable, en situacin de ver a
una mujer lacerndose. Pero quizs eso tambin sea una fortaleza del performance porque nos invita a seguir preguntndonos sobre el acto, sobre el
hecho, sobre la realidad.
No slo Galindo ha denunciado la violencia hacia la mujer en Guatemala;
tambin Mara Adela Daz, Sandra Monterroso y Jessica Lagunas han abordado la violencia, la sexualidad, la subalternidad y el feminismo de manera

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Figura 3. Perra 2. Regina Galindo, Guatemala, 2005.

particular. Curiosamente muchas de ellas tambin son poetas (Prez-Ratton,


2005). Cobra por ello mucho mayor sentido hacer un anlisis de los textos
que acompaan o complementan la labor performtica de Galindo para
extender los universos de sentido presentes en su obra, en una propuesta que
sale del cuerpo (de mujer), es el cuerpo (protagonista) y vuelve al cuerpo (significados).
Cuando escribe perra en su pierna, la artista est haciendo visible una
inscripcin que las mujeres, desde una construccin machista y discriminatoria, tienen ya colocada en la frente, la tpica concepcin de que la mujer es
slo un cuerpo, un cuerpo de placer masculino que puede ser tomado, usado,
abusado, sin pena ni gloria.
Sin embargo, el que sea ella la que empua el cuchillo, la que clava sin
duda sobre su piel, es un hecho de valenta, de estoicismo que introduce nuevos significados, pues contradice la inscripcin con la accin, la idea disminuida de la perra con la actitud valiente de soportar la navaja. No slo es el
autoflagelo, sino tambin la autodenominacin la que imprime rasgos positivos en la mujer y simblicamente los proyecta a la sociedad, en un contexto
en que el sacrificio por el otro es tambin una demanda cultural hacia la
mujer ideal.
Salvando las distancias, el hecho podra compararse con la Marcha de
las putas, que surgi a raz de una tristemente clebre frase, pero que traduce el pensamiento generalizado de la sociedad deben evitar vestirse como
putas para no sufrir violencia sexual, dicha por un indigno representante
del orden en Canad (Huamn, 2011). Es as que, como respuesta, salieron
las mujeres a gritar que todas eran putas, porque en realidad se trata de un

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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trmino que hace mucho perdi su sentido literal para extenderse a cualquier mujer que no siga los patrones sociales establecidos y no slo en el
mbito de la sexualidad, sino tambin de la ciencia, de la poltica, del arte,
del cortejo. Es as que esta marcha sirvi para hacer evidente la contradiccin y para reivindicar que las mujeres no son putas, son libres, son inteligentes, son multiorgsmicas y que nada de eso justifica la violencia; como
deca uno de los lemas, la premisa es no veas putas donde hay mujeres
libres. Y ese es el sentido ltimo de la inscripcin de Galindo: una reafirmacin de su libertad.
A su vez, sus apuestas en torno a la violencia pueden verse como una forma de vivir el trauma, porque no slo recupera la memoria de los asesinatos
y violaciones, sino que tambin vuelve a escenificar estos hechos. El trauma,
como menciona Taylor, deviene en algo transmisible, algo soportable y polticamente eficaz a travs del performance (s. f. a: 6). De ese modo es una
oportunidad de conectarse con el dolor colectivo exento de culpas (Cazali,
2010: 27).
En su blog retoma el tema en un texto publicado el 22 de febrero de
2006 titulado Perra, en el que otorga a la mujer el gozo libre de culpa, el
gozo que se dara desde el cielo, sin los rasgos de dolor y violencia que el
cuerpo experimenta, aunque la idea de gozo en una violacin es altamente cuestionable y repulsiva: Senta cmo la vista se le nublaba en medio
de un gemido que le sala desde el fondo de las entraas. Era un orgasmo,
del que tantas y tantas veces haba odo hablar. El que tantas y tantas
veces haba buscado de diferentes formas (Galindo, Perra, 2005). En un
tono irnico tambin presenta la frigidez como otra de las grandes contradicciones sociales, porque muchas de esas mujeres a las que llaman
perras o putas, jams han llegado a sentir placer precisamente, porque en
el cuerpo es que se condensan todas las armas del poder y el rechazo
colectivo es vivido de una forma interior, inconsciente, mucho ms poderosa que cualquier ley, que impide la plenitud, la identidad, la conciencia del
propio ser.
De ah que la mujer representada habra buscado ese placer masturbndose, en el sexo con sus primos y con su novio, pero no lo haba logrado. Esa
mujer, que luego la autora nos describe:
La bolsa de nylon que le cubra el rostro, ahora con una extraa sonrisa, se le
termin de pegar a la piel, la fuerza que la sostena en cuatro patas, dej de
correrle por los msculos. Ya no senta nada, ni ardor en la pierna navajeada,
ni dolor en la mano sin dedos, ni miedo, ni odio, ni impotencia, slo una corriente de paz y ganas de no abrir los ojos nunca ms (idem).

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Como sealan Lavery y Bowskill (2011): groteque elements become


threatening as they are associated with the abuse of the female body. Y es
eso lo que resulta chocante, el contrapunto entre las voces de los militares violadores que la ultrajan ya muerta y la voz de la muerta, sintiendo por primera
vez el clmax. Es grotesco mezclar, sobre todo en un texto potico que permite una mayor cercana con el lector, la figura de la mujer asesinada, torturada, violada multitudinariamente, descuartizada, en el contexto de la guerra
interna en Guatemala,8 con la idea de placer.
Al final, la mujer fue colocada en una caja de cartn como nico atad:
La caja fue depositada de madrugada en una calle de la zona 3. Las orejas se
las guardaron ellos de recuerdo. El resto del cuerpo, el trax, la cabeza, los
brazos, la otra pierna, fueron cortados luego, metidos como fuera en bolsas
negras Kanguro y depositados sin orden en diferentes puntos de la ciudad
(Galindo, Perra, 2005). Pero el ltimo pensamiento de la mujer fue: Este
tiene que ser un orgasmo [], del que tanto me haban hablado, el que tanto haba esperado (Galindo, Perra, 2006).
Aunque grotesco al principio, si lo analizamos con detenimiento, el texto
plantea una resignificacin, una nueva redencin para la mujer, pues en el sueo eterno que es la muerte, ella extender el orgasmo, lo har infinito, lo proyectar en el tiempo y en el espacio, llenar las constelaciones y el universo
con su placer. De este modo, lo que se cree un castigo, terminar siendo un
premio, aquello que se vive como injusticia traer consigo una justicia csmica.9 Por cada mujer asesinada se crear un nuevo universo forjado no con
polvo de estrellas sino con la fuerza, el goce, el clmax femenino. Y no se me
ocurre una imagen ms poderosa ni ms irritante para la estrecha y obtusa
mente machista, ni una mejor forma de contradecir esa negacin, ese rechazo a la sexualidad de la mujer que hacerlo origen del universo. Transformar
la perra en diosa, su insignificancia en posteridad, su cuerpo en esencia, su
desaparicin en energa creadora, su discriminacin en gloria.
Es as que Perra termina siendo un performance que surge de una palabra, labrada en la piel, en el cuerpo, como un estigma, pero que la transciende al dotarla de un discurso de libertad y autonoma a travs del placer en la
poesa, a travs de la voluntad, el pulso, la decisin, la autodefinicin.
Aunque para Prez-Ratton (2005: 295) es imposible disociar el contexto
social y poltico centroamericano de los desarrollos en el arte de accin, Regina
8 La poesa de Galindo tiene un registro muy similar al de Roco Silva Santisteban, que ha poetizado (2007), pero tambin analizado (2008), la situacin de violencia vivida en Per (1980-2000).
9 Se trata de una imagen que acercara a Galindo con la propuesta de Jos Mara Arguedas en
El sueo del Pongo, en la que Dios cubre al terrateniente explotador de miel y al sirviente de
mierda, y los condena a lamerse uno al otro toda la eternidad.

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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Galindo seguir afirmando que ella no se ve como una activista poltica, sino
como una artista:Esta idealizacin del artista que arriesga su vida es falsa,por
qu?, porque yo no soy una activista, siempre lo repito. Ser una activista en
Guatemala es otra cosa; cuntas activistas asesinan? Son campos completamente distantes (Taylor, s. f. b; traduccin ma).
Ella no se considera ms en riesgo que otras personas, sino tanto o ms
que cualquier ciudadano que transita por la calle:
Porque se tiene esta idea, como un poco romntica como yo todava la veo,
utpica, de que un artista arriesga la vida en este pas; eso no es as en
Guatemala; cualquier guatemalteco est en riesgo aqu por violencia cotidiana. Si te subes a un bus ests en muy alto riesgo, pero no por ser artistas, no por decir lo que quieras. En Guatemala existe una libertad absoluta.
Voz abierta tienes; ahora que tu voz ejerza alguna influencia, que llegue a
ser un problema para el Estado, en toda su complexin, tanto el Estado
como el Ejrcito; t no significas ningn riesgo para el Estado; por lo tanto, al Estado le importa un carajo lo que t hagas (Taylor, s. f. b; traduccin
ma).

En ese sentido nos parece interesante revisar brevemente la pieza desarrollada por la artista que intenta demostrar la separacin de esas dos esferas.
Nos referimos a Infiltrado (Guatemala, 2008) en la que contrata a un especialista en inteligencia para que acuda a la muestra de arte Horror Vacui y
entregue un reporte completo del evento y de todos los integrantes. Es as
como Galindo describe el resultado de esta accin:
l no me dijo lo que iba a hacer; cuando me entrega, es un folder de este tamao, donde me averigu todo de los 20 participantes, dnde viven, quines son
sus paps, qu marca es su carro, su cuenta bancaria, qu deuda tienen, a qu
hora salen, a qu hora entran. Me quedo yo con la boca abierta de toda la
informacin que me dio que yo no se la haba pedido, y luego me da un reporte con sus opiniones. Y en el reporte deca: este es un grupo de artistas jvenes que se llaman a s mismos de denuncia, pero este grupo de artistas jvenes
no estn denunciando nada, estn trabajando sobre hechos muy conocidos en
el pas y no representan absolutamente ningn riesgo para el Estado (Taylor,
s. f. b; traduccin ma).

Esta pieza me parece una de las ms brillantes de Galindo, muy acorde


con su concepcin del artista, pues literalmente demuestra que un artista no
va a cambiar el mundo, ni es una amenaza al statu quo poltico o social de
ningn pas. Sin embargo, hay efectos del arte que ni el ms capo de los

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miembros del servicio de inteligencia puede descubrir porque son como las
pequeas olas de aire que erosionan la piedra, poco a poco y silenciosamente.Y creo que en ese sentido el trabajo continuo y permanente de Galindo presenta puntos de vista que calan en corazones, aunque no lo veamos, aunque
no lo veremos.
Galindo dice que si uno quiere cambiar el mundo no debe ser artista, que
ha equivocado su vocacin, que colocar ese peso sobre la obra lo nico que hara es aplastarla; si uno se pone en los hombros la responsabilidad de querer solucionar algo, el peso te va a hundir en la tierra y te va a hundir en la
tierra porque quiz no escogimos el camino apropiado; si nuestro altruismo
es en verdad querer modificar el mundo, cambiar algo en la sociedad, no debimos ser artistas (idem; traduccin ma). Lo que ella quiere es hacer piezas,
y en eso no cree que empeorar el mundo; quiz sembrar al menos una
duda:uno es como un puente; aunque no puedas modificar, puedes llamar al
dilogo, llamar a la reflexin; puedes despertar una conversacin a la hora de
la cena en una familia, y obviamente tu objetivo es tu pieza (idem; traduccin ma).
Esta declaracin nos increpa porque nos parece que las piezas de Galindo son polticas en todo sentido, en la medida que ponen en entredicho
las relaciones de poder, que las cuestionan, que hacen evidentes las bisagras que estructuran la sociedad. Porque descentran, increpan al sujeto
cartesiano y le hacen ver su color de piel, su origen, su sexo, sus privilegios. Dejan en claro que ser mujer no es un don, que la violencia es el da
a da, el noche a noche de todas estas mujeres, de cualquier mujer, llamadas el lugar comn, pero que aun desde esa posicin (o por ella) les es dable la crtica.
No es necesario haber vivido en carne propia la violencia para rechazarla
y trabajar en contra de ella. Pero es desde su cuerpo que Galindo logra subvertirla, al inscribirse con su propia mano la palabra perra, al lanzarse desnuda a un basurero. Ha llegado ah a travs de su posicin en el mundo, la
que est marcada por su cuerpo, el que est a su vez marcado por la dominacin.Y es a travs de l que establece ese puente con el dolor del otro, otro
afn, semejante.

Consideraciones finales
En la presentacin de sus experiencias, justamente juega con colocarse en todos esos horizontes posibles de vida que son cotidianos en Guatemala y en muchas otras partes del mundo; dice: sin las escenas de violencia que presenci como nia, quiz hubiera sido diferente [], sin la
maravillosa imagen de una nia dentro de m, en contraste con la sola

EL ARTE DE ESCRIBIR EN EL CUERPO

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Figura 4. Perra 3. Regina Galindo, Guatemala, 2005.

idea de 15 soldados violndome cuando yo tena siete meses de embarazo, habra sido otra. De ese modo, se nutre del dolor, de la rabia, de la indignacin para crear; lo que hago es transformar mis propias experiencias, las experiencias de los otros en imgenes nuevas (Galindo [s.f.],
Experiencias).
Ahora podemos preguntarnos qu transform, qu propuso Perra? Y quiz este performance nos lleva a la misma pregunta que presenta Blocker para
la instalacin de Judy Chicago Menstruation Bathroom (1972): es muy
difcil de entender o es muy obvio? Y la respuesta es, ambas, es muy difcil de
entender, dificilsimo, y es tambin tan obvio que a la mujer se le violenta, se
le considera perra, no se le da valor, al punto que en ello se nos va la vida. Por
eso la principal accin que conlleva es la de hacer visible lo invisible y resemantizar lo nombrado.
Creo que la pieza ha otorgado otros sentidos positivos y poderosos, ha
creado verdaderamente otra imagen, la de la mujer que desafa al dominante, y ella misma se inscribe y ella misma se lacera porque no le tiene
miedo al dolor, no ms que a la propia prdida de su libertad. Y a travs de
su palabra, en el juego del lenguaje, ha logrado trascender el cuerpo doliente, superar la muerte y resucitar una mujer mgica, poderosa, gozosa,
imperturbable.

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Ello lo logra Galindo por usar ese resquicio de opresin, ser mujer, para
construirse desde otros parmetros, desde su cuerpo explcito:
Unfolding the body as if pulling back velvet curtains to expoe a stage, the performance artists [] peel back layers of signification that surround their
bodies like ghosts at a grave. Peeling at signification, bringing ghosts to visibility, they are interested to expose not an originary, true, or redemptive body,
but the sedimented layers of signification themselves (Schneider, 1997).

En resumen, Galindo ha tratado de desmantelar las estructuras que producen la violencia, especialmente las dirigidas hacia la mujer, en cuyo proceso hace palpable el modelo masculino y machista desde el cual se ve, se lee,
se entiende a la mujer, aquel por el cual se produce una esquizofrnica estructura social que demanda una hipersexualidad femenina, al tiempo que la
rechaza, la violenta, la cosifica, la deshumaniza.
Perra es un performance que se complementa con textos poticos, lo cual
no quiere decir que la accin por s misma no se explique; por el contrario,
esta interdisciplinariedad permite otras rutas de acceso al tema y crea as una
constelacin de sentidos que resignifican de muchos modos el cuerpo, la palabra y la sexualidad femenina. El performance en s mismo, como la palabra
escrita, se vuelve una forma de superar el trauma de la violencia, vivido de
manera dramtica en el contexto guatemalteco. Es tambin una forma colectiva de redencin, de interrogarse, de increpar la realidad. De modo que en la
reescenificacin, no slo se supera el trauma sino que se hace un acto artstico que propone estticamente un gesto poltico que da la vuelta a los significados peyorativos y de opresin, enaltecindolos. Quedmonos con la imagen
de un universo forjado de la energa orgsmica femenina, en el que todo lo
que duele ser fuente de placer, todo lo que sufre ser pleno, las mujeres dejarn de ser perras y sern diosas.
En sus propuestas, Galindo va llevando muchas veces a los extremos de lo
abyecto, de lo grotesco, y quiz por ello, ms all de gusto y colores, lo que
produce es la escalofriante experiencia de mirar a los ojos a la muerte, experiencia de la cual nadie puede salir inclume y a la que ella termina sacndole la lengua y nos escribe con su arte, en el cuerpo, en la mente, en la realidad.

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Xabier Lizarraga Cruchaga

Educando a Adn:

punto de vista de educadores y educadoras


sexuales de Mrida, Yucatn, sobre el impacto
que los procesos de educacin sexual formal
tienen en la salud sexual masculina
Claudia Salinas Boldo
Universidad Latinoamericana

Resumen
El presente estudio, de carcter cualitativo, se realiz con el objetivo de analizar la descripcin y evaluacin que hacen educadoras y educadores sexuales de
Mrida,Yucatn, acerca del papel que los procesos educativos tienen en la construccin y deconstruccin de representaciones en torno a la salud sexual masculina. La tcnica empleada fue la de la entrevista a profundidad. Se entrevist
a ocho educadores sexuales, cuatro hombres y cuatro mujeres, los cuales se
desarrollan profesionalmente en instituciones pblicas y privadas, en organizaciones no gubernamentales, consultoras y consultorios particulares. Las entrevistas giraron en torno a los siguientes temas principales: su experiencia como
receptores de educacin sexual formal, la descripcin de su labor como educadores sexuales, la manera en que estos procesos educativos impactan en la
salud sexual masculina y la proyeccin que la educacin sexual tiene a futuro.
Palabras clave: educacin sexual, salud sexual, sexualidad masculina, masculinidad.

Abstract
This qualitative study was conducted to analyze the description and assessments carried out by male and female sexual educators in Mrida, Yucatn
concerning the role of formal educational processes in the construction and
deconstruction of representations surrounding male sexual health. The technique used was in-depth interview. Eight sex educatorsfour men and four
womenwith jobs in public and private institutions, NGOs, and private offices
were interviewed. The interviews focused on the following topics: their experience as recipients of formal sex education, the description of their work as
sex educators, the way in which these educational processes impact male
sexual health, and the challenges that sex education faces in the future.
Keywords: sexual education, sexual health, male sexuality, masculinity.

EDUCANDO A ADN

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Salud sexual masculina


La Organizacin Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como la
integracin de los aspectos biolgicos, psicolgicos y sociales del ser humano
sexual en formas que sean funcionales y que favorezcan el desarrollo de la personalidad, la comunicacin y el amor.Y para conseguir esta salud sexual, lvarez-Gayou (1986) nos dice que la posibilidad de disfrutar de una actividad
sexual reproductiva equilibrando una tica social y personal; un ejercicio de la sexualidad sin temores, culpas ni mitos; sin factores psicolgicos y sociales que
interfieran con las relaciones sexuales; y el desarrollo de una actividad sexual
libre de trastornos orgnicos, enfermedades o alteraciones que la entorpezcan.
De acuerdo con Lpez (2005), la experiencia sexual humana va mucho
ms all de la reproduccin, ya que cuenta con una dimensin intencional, es
decir, somos la nica especie que busca el contacto sexual aun cuando la
reproduccin no es posible o que nos negamos a ese contacto aun cuando
nuestros cuerpos estn en perfectas condiciones para llevarlo a cabo. Los seres humanos podemos decidir cundo, cmo y con quien nos relacionamos
sexualmente. Esto hace que nuestras experiencias sexuales sean susceptibles
de vivirse como consecuencia de elecciones libres y responsables, que nos ayuden a construir experiencias erticas enfocadas a satisfacer necesidades que
trasciendan la de la reproduccin, e incluso la del placer ertico. Con esto nos
referimos a las necesidades sociales, ya que hoy en da no es posible hablar
de identidad social sin tocar el tema de la sexualidad (Lamas, 2002).
Estas necesidades psicolgicas, a las cuales hace referencia el autor, estn
presentes en todos los individuos y son: contar con una actitud de aceptacin
hacia los cambios fisiolgicos que se presentan en cada etapa de la vida;
adquirir una identidad sexual armnica que contemple el desarrollo de roles
de gnero equitativos; la especificacin, reconocimiento, aceptacin y satisfaccin de las necesidades sexuales y los afectos que de ella se desprenden;
la construccin del conocimiento en torno al tema de la sexualidad; el tener
espacios de aceptacin social en el cual puedan expresarse las diversas manifestaciones e inquietudes sexuales propias de la edad, y acceder a mecanismos adecuados que permitan prevenir riesgos y consecuencias indeseadas
(Lpez, 2005)
La salud sexual en su dimensin social, de acuerdo con lvarez-Gayou
(1986), involucra la tica individual, ya que para poder tener una salud sexual
completa es necesario evitar las prcticas que lesionen en su integridad fsica, psicolgica o social a otras personas, o que se aprovechen de su desconocimiento y/o inconsciencia.
Igualmente, nos dice que la salud sexual se ve afectada por el papel sexual, el cual se compone de todas las expectativas de conducta y actitudes

28 |

CLAUDIA SALINAS BOLDO

que se esperan de los individuos de acuerdo con el sexo al cual pertenecen


(idem).
En el caso de los hombres, y de acuerdo con lo que comenta Castaeda
(2002), ese papel sexual incluye expectativas de fortaleza, poder y liderazgo. Y
esto se expresa en la vivencia de su sexualidad, pues se espera que ellos sepan
todo al respecto, que nunca presenten dificultades, dudas o desconocimiento en
el rea de la sexualidad, pues esto se podra considerar como indicador de una
virilidad deficiente. La bsqueda de informacin o de ayuda es poco frecuente
entre los hombres, porque esto implicara aceptar que algo les afecta, que su
sexualidad no es todo lo perfecta que se supone debe ser, y que hay situaciones o
inquietudes que no pueden resolver solos, lo cual ira en contra del ideal masculino introyectado a travs de una educacin sexual deficiente (idem).
Este tipo de actitudes y creencias que se introyectan a travs de la educacin sexual recibida en la casa, la escuela, la iglesia, la calle y los medios de
comunicacin van ocasionando, segn la autora, que los hombres no se interesen por tomar precauciones que les permitan preservar su salud, que eviten
involucrarse en la planificacin familiar, que padezcan en silencio de disfunciones sexuales, que se abstengan de expresar abiertamente sus dudas e inquietudes acerca de la sexualidad, que nieguen deseos o preferencias que
vayan en contra del estereotipo masculino tal como podra ser el caso de
hombres homosexuales o bisexuales, y que presenten actitudes de intolerancia o rechazo hacia las personas que expresan su sexualidad de una forma alternativa a la que ellos conocen como la nica vlida, como sera el caso
de los hombres que presentan actitudes homofbicas (idem).
Todas estas situaciones originan que en muchas ocasiones la salud sexual
sea dbil e incompleta, reflejndose en una vivencia de la sexualidad poco
satisfactoria. La salud es entonces un resultado directo de todos los introyectos que se van acumulando a medida que el individuo se desarrolla. Pero a
pesar de esto, los valores que se tienen en torno a la sexualidad no siempre
son objeto de reflexin por parte de los individuos y las sociedades.
En el caso de las investigaciones en torno al tema de la salud reproductiva, sucede lo mismo que con el tema de gnero: los hombres aparecen como
una referencia hecha por parte de las mujeres, pero poco se sabe acerca de
la perspectiva masculina en cuanto a estos temas. Los hombres son considerados como elemento de apoyo, y a veces como obstculo a la fecundidad de
las mujeres, pero en general puede decirse que, por parte de los hombres, no
existe un involucramiento en las cuestiones relacionadas con la reproduccin
(De Keijzer, 2003; Jimnez, 2003).
Todo lo que tiene que ver con la procreacin se considera como exclusivamente femenino; a los hombres se les contempla como un elemento perifrico en este

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proceso.Estn ah porque facilitan o limitan la crianza,pero no son ms que meros


espectadores de una situacin en la cual las mujeres son protagonistas. Una de las
consecuencias de esto es que se fomenta en los hombres una actitud de falta de
responsabilidad y compromiso hacia su propia conducta reproductiva. Y esto es
algo que se ve apoyado por la sociedad, ya que la paternidad es un estado que
socialmente cuenta con menor reconocimiento que la maternidad (Jimnez,2003).
Muchas de las situaciones que limitan o impiden el desarrollo de una adecuada salud sexual por parte de la poblacin masculina, se originan en la
imposicin de estereotipos de gnero que obligan a los varones a esforzarse
continuamente por alcanzar el ideal masculino de estoicidad, temeridad y
autosuficiencia, que evite cuestionamientos a su virilidad (Bourdieu, 2000).
Gilmore (1994) habla de la masculinidad como un atributo independiente de la configuracin anatmica, y define la virilidad como un estado precario y artificial que los jvenes varones deben cruzar, mediante pruebas
constantes, con mucha dificultad, y exponindose a riesgos que amenazan su
salud y estabilidad emocional.
Uno de los elementos de anlisis importantes, cuando se habla de la masculinidad, es pensar en sta como factor de riesgo para los hombres, ya que,
para alcanzar el ideal social estipulado, se involucran en actividades que los
lesionan o que desgastan su salud. Algunas de esas conductas son la violencia, el homicidio, peleas, alcoholismo, tabaquismo, drogadiccin, suicidio y, en
general, un descuido constante hacia sus propios cuerpos (De Keijzer, 2003).
Hemos aprendido que lo relativo al hombre es todo lo oficial, lo pblico,
lo activo, lo racional, lo objetivo, y que le corresponde mantenerse en control
de s mismo y de los dems (Bourdieu, 2000). El macho es una mscara
detrs de la cual se ocultan los sentimientos del ser humano real.
Sentimientos como el dolor, la ternura, el miedo y la tristeza se encuentran
invisibilizados, y es por esto que se expresan a travs del nico sentimiento
que al hombre le es permitido exponer: el enojo (Caudillo y Cerna, 2007).
Los hombres continuamente y desde el inicio de su vida deben demostrar,
a s mismos y a los dems, que cubren con ese nivel mnimo no explcito de
virilidad, que les asegure el respeto de la sociedad y su estabilidad identitaria
como miembros del gnero masculino. Continuamente los hombres se preguntan, no sin cierta angustia, qu tan hombres son (Mead, 1967). Y esto est
motivado por las expectativas sociales en torno a los hombres desde que stos
tienen conciencia de su identidad y se adhieren a ella (Bourdieu, 2000).
El privilegio masculino no deja de ser una trampa y encuentra su contrapartida en la tensin y contencin permanentes, a veces llevadas al absurdo,
que impone en cada hombre el deber de afirmar en cualquier circunstancia
su virilidad (ibidem: 68).

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La masculinidad, de acuerdo con De Keijzer (2003), es un conjunto de


atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al varn
en una cultura determinada. Igualmente se supone que existe un modelo hegemnico de masculinidad, el cual es una idea, socialmente construida, donde se presenta al hombre como esencialmente dominante.Todos los hombres
que no logren adaptarse o asimilar este modelo quedan en desventaja respecto al resto de los hombres, pues su identidad queda en entredicho. Bourdieu
(1983:19) dice que no es la condicin de clase la que determina al individuo, sino que es el sujeto quien se determina a s mismo a partir de la toma
de conciencia, de la verdad de su condicin de clase.Y del gnero se puede decir lo mismo. No son los mandatos sociales los que, en s mismos, determinan
los comportamientos, actitudes y pensamientos de los hombres, sino la introyeccin que de ellos se hace.
En la medida en que las sociedades se tornan ms pluralistas e incluyentes, y menos dominadas por estructuras tradicionales rgidas, van surgiendo
ms y ms formas de ser hombre. Luego entonces cabra decir que ya no
podemos hablar de una masculinidad sino de muchas masculinidades, muchas
formas de construir y expresar una identidad masculina (Weeks, 1998).
De acuerdo con Guttman (2003), existe ms de una forma de concebir la
masculinidad. La primera de ellas es pensar que masculinidad es todo lo que los
hombres piensan, dicen y hacen; la segunda de estas definiciones es la que
habla de todo lo que los hombres hacen, piensan y dicen, pero con la intencin de distinguirse a s mismos como hombres, es decir, enfocado a perseguir
el estereotipo, y por ltimo, tenemos la concepcin de la masculinidad como
una cualidad que algunos hombres poseen en mayor cantidad, y calidad, que
otros, algo por lo que se tiene que luchar; esto nos habla de jerarquas entre
los mismos hombres, de una constante competencia para probar quin es ms
hombre, para no quedarse atrs respecto a los otros. Esta ltima definicin
de masculinidad es la que resulta ms oportuna y adecuada para la presente
investigacin, pues los esfuerzos y actividades que realizan los varones para
acentuar su masculinidad o comprobarla es lo que, en muchas ocasiones, pone
en riesgo su salud sexual. Es por esto que resulta tan importante el involucrarlos en procesos educativos encaminados a cuestionar los estereotipos de
gnero que asimilan y reproducen, de tal forma que disminuyan las situaciones que amenazan a su salud sexual integral.
Los hombres de esta generacin bien pueden estarse enfrentando a lo que se
ha llamado crisis de la masculinidad, la cual designa los conflictos que viven
los hombres cuando se enfrentan a las incongruencias generadas por el choque de discursos que existe en la actualidad. Por una parte, tenemos el discurso de la democracia sexual, el cual pugna por la individualidad, la eleccin

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espontnea y el rompimiento de estereotipos, y por otro lado tenemos la idea


hegemnica de la masculinidad que los hombres han introyectado desde la
infancia y que an se les exige, tanto a nivel de relaciones personales como de
imaginarios sociales.

Educacin sexual formal


Todos los individuos reciben educacin sexual a lo largo de su vida.
Generalmente el concepto se relaciona con cursos que se reciben en la escuela, y aunque este tipo de actividades son parte de la educacin sexual, no la
abarcan en su totalidad. La educacin sexual va ms all de la escuela, pues
se recibe tambin en la calle, la iglesia, los centros de salud, la casa y a travs de los medios de comunicacin.
La educacin sexual es entonces un proceso que dura toda la vida y que
puede presentarse en una amplia variedad de formas. Pero para efectos de la
presente investigacin se consider pertinente hacer uso de la distincin que
realiza Prieto (1998) entre los procesos de educacin sexual formal y los
procesos informales.
Los procesos educativos informales, segn esta autora, son los que en
general se dan de forma inconsciente, sin una planeacin y sin contar con el
respaldo de la investigacin cientfica. Es una educacin que se da desde lo
no verbal con las conductas, las actitudes e incluso en el silencio. McCary et
al. (1999) dicen, acerca de este tipo de educacin, que est generalmente
basada en mitos y falacias, creencias populares que continan perpetundose de generacin en generacin y que habitualmente conllevan un desconocimiento de la sexualidad y del cuerpo, de su constitucin y de sus funciones.
Estos procesos informales de educacin los constituyen las conversaciones
casuales, las revistas y libros de divulgacin popular, los programas, pelculas
y reportajes cuyo objetivo es entretener, las consultas que se realizan a personas no profesionales y los aprendizajes obtenidos de la propia experiencia.
Prieto (1998) nos dice que, a diferencia de los anteriores, los procesos
educativos formales son los que requieren planeacin y organizacin y que
tienen como objetivo educar y orientar. Estos procesos constituyen esfuerzos
ordenados, sistemticos y conscientes cuyo fin es informar y orientar a los
individuos a los cuales van dirigidos. La educacin sexual formal se construye mediante cursos, clases y plticas que se dan en escuelas o centros de trabajo, las consultas individuales que brindan profesionales especialmente
entrenados con este objetivo, los textos y materiales audiovisuales expresamente elaborados con fines educativos y los eventos acadmicos y cientficos organizados para difundir los ms recientes avances en el estudio de la
sexualidad.

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La educacin sexual formal debe tener metas bien establecidas, as como


estructura y neutralidad, es decir, no se trata de transmitir los valores personales de quien educa sino de informar a los educandos y promover en ellos
actitudes de reflexin y anlisis que les permitan tomar decisiones asertivas
en cuanto a su vida sexual. Estos procesos educativos deben valerse de tcnicas como el intercambio de ideas, las discusiones y la participacin activa, y
deben ser aplicados por personas capacitadas para ello (Hiriart, 1999).
La educacin sexual formal es muy importante y necesaria, ya que la sexualidad es una de nuestras necesidades bsicas. La salud sexual y reproductiva es fundamental para la sociedad; es importante minimizar los riesgos asociados a la actividad ertica y es necesario que la poblacin est informada
para evitar la presencia de disfunciones sexuales que pudieran disminuir la
calidad de su vida sexual (Lpez, 2005). Y no slo se trata de informar sino
de formar, ya que tener una actitud de apertura, respeto y aceptacin hacia la
sexualidad permite exteriorizar todas nuestras inquietudes, pedir apoyo cuando lo necesitemos, evitar abusos y compartir espacios en armona con individuos que vivan y expresen su sexualidad de una forma distinta a la nuestra.
Cabe aclarar que los procesos de educacin sexual que se estudiarn en el
presente trabajo sern los formales, ya que las entrevistas se realizarn a un
grupo de educadores y educadoras sexuales que imparten asesora, orientacin y capacitacin profesional en torno al tema de la sexualidad.
Es importante destacar que es por medio de la educacin sexual, tanto
formal como informal, que se transmiten valores y actitudes hacia la sexualidad en general y hacia el cuidado de la salud sexual en especfico (Prieto,
1998).
Pero estos valores y actitudes dependern del tipo de proceso de educacin sexual del que se trate, pues no todos los procesos educativos tienen el
mismo concepto de lo que es la sexualidad humana. Y resulta oportuno destacar que la forma en que se explica y valora el fenmeno sexual humano es
algo que cambia a lo largo del tiempo y de una cultura a otra.
Lpez (2005) nos habla de algunas ideas en las cuales se han basado
muchos procesos de educacin sexual formal que, aunque cuentan con buenas
intenciones, han dejado de lado la diversidad y amplitud del fenmeno sexual
humano. Estas ideas, consideradas por el autor como limitadas, son: reducir la
sexualidad a la actividad coital y la genitalidad; considerar como desviadas las
conductas sexuales cuyo objetivo no sea la procreacin; considerar al matrimonio como el nico contexto en el cual es posible la actividad sexual; hablar
de la heterosexualidad como la nica va de expresin sexual legtima, y la invisibilizacin del derecho que las mujeres, los menores, las personas con discapacidad y los individuos de la tercera edad tienen al placer.

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Sin embargo, y de acuerdo con la propuesta del mismo autor, existen otro
tipo de valores e ideas que pretenden abarcar la sexualidad humana como lo
que es, un fenmeno diverso, amplio e integral de los individuos, en la cual se
satisfacen necesidades como el placer, la comunicacin, la ternura y el afecto, ms all de la mera procreacin.Y es as como la sexualidad se reconoce
como un derecho de todas las personas, independientemente de su preferencia, condicin social, edad y gnero. Un derecho que debe ser ejercido con responsabilidad y respeto a los dems (idem).
A propsito de lo anterior, Prieto (1998) habla de los valores y actitudes
que contribuyen a construir una sexualidad saludable. Dichos valores son el
respeto, la responsabilidad, la higiene y la tolerancia. Lpez (2005) nos indica la importancia de proporcionar una educacin sexual que promueva,
adems de lo mencionado, la libertad, la salud y el placer. Es indispensable
atender los aspectos emocionales, hablar de las sensaciones y de la autoestima, porque una buena educacin sexual logra que la persona vea la sexualidad como algo ms amplio que la genitalidad y la reproduccin, que
reflexione sobre el individuo de manera integral, en sus diferentes facetas, las
cuales tienen que ver con la sexualidad (Hiriart, 1999: 45).
Al respecto, agrega que una educacin enfocada a preservar la salud
sexual de los individuos es la que promueve la congruencia, la capacidad en
la toma de decisiones, el compromiso con la salud, la confianza, la autonoma intelectual, la tica y la bsqueda de informacin objetiva, cientfica y
oportuna (Prieto, 1998).
La educacin sexual no puede limitarse al aprendizaje de la anatoma
sexual y sus funciones.Cuando se da educacin sexual, es necesario abarcarla en su totalidad (Hiriart, 1999: 45). Dado que la sexualidad est formada
por la dimensin tanto biolgica como social y psicolgica, es necesario que
la informacin y formacin en torno a la sexualidad tambin abarque estas
reas. La educacin sexual formal, para ser considerada completa, debe abordar el tema de los afectos y las emociones ligadas a la sexualidad. Esta
dimensin es importante, porque muchas de las decisiones que los individuos
toman en torno a su vida y su salud sexual estn relacionadas con la dimensin afectiva, pues no hay que olvidar que los seres humanos somos la nica
especie con conducta sexual intencional, es decir, que nuestra motivacin
sexual no necesariamente se encuentra ligada a la reproduccin. Buscamos
la actividad ertica ms all de la reproduccin, porque mediante ella establecemos vnculos afectivos y obtenemos gratificacin fsica. La sexualidad
humana est cargada de significados sociales, psicolgicos y emocionales que
hacen que, tanto el placer como la reproduccin, sean slo unas de las
muchas consecuencias deseadas (Lpez, 2005).

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La educacin sexual pretende ayudar a las personas a resolver bien la


necesidad de intimidad corporal y afectiva, a la vez que ser libres y responsables en la actividad sexual (ibidem: 25).
De acuerdo con Lpez (idem), las necesidades sexuales que deben atenderse
desde la educacin sexual son: aceptacin de los cambios fsicos que se experimentan en cada etapa; adquisicin de una identidad sexual armnica; introyeccin de la equidad de gneros; reconocimiento, aceptacin y satisfaccin de
los afectos sexuales; construccin del conocimiento sobre la sexualidad; conocimiento y aceptacin de las manifestaciones sexuales propias de la edad, y
prevencin de riesgos. Es por esto que es importante promover la toma de conciencia, actitudes de compromiso y conductas responsables (Hiriart, 1999).
Asimismo, las actitudes y habilidades que deben promoverse en los individuos por medio de una educacin sexual integral son: el deseo de alcanzar y
conservar un estado de salud completo, un nivel de conocimientos adecuado
para poder conservarse saludable, la motivacin y recursos necesarios para
llevarlo a cabo, y el inters por procurarse apoyo y orientacin cuando esto
sea necesario (Lpez, 2005).
De acuerdo con Barragn (1991), una adecuada educacin sexual es la
que parte de un entendimiento de la sexualidad como una forma de relacionarse, comunicarse y obtener satisfaccin y placer. La educacin sexual cuestiona y analiza, rompe creencias basadas en la ignorancia, restablece la
comunicacin en torno al tema de la sexualidad, incorpora un vocabulario
adecuado para el dilogo, promueve la introspeccin y el anlisis, propone
nuevos valores, y elimina el silencio, la censura y la culpa.
La educacin sexual responde a preguntas, informa, entrena en habilidades
interpersonales, fomenta valores y transmite criterios de salud, para conocer los
diferentes aspectos de la sexualidad humana y vivir la propia vida sexual en
libertad, responsabilidad, tica y salud, tanto en relacin al presente como el
futuro. Su fin ltimo es ayudar a las personas a vivir de forma satisfactoria su
sexualidad, pero reconociendo que esta dimensin humana admite expresiones sexuales diferentes, es decir, que pertenece al reino de la libertad, proponindose la educacin sexual, que cada vida sexual est tambin en el reino del
placer y bienestar y en el reino de la responsabilidad o tica (Lpez, 2005: 44).

Consideraciones finales
Las ideas que se expondrn a continuacin pretenden ofrecer un panorama
general de los elementos que los educadores y las educadoras enfatizaron en
entrevista, as como los que repitieron o recomendaron ms.
Al hablar de sus experiencias como receptores de educacin sexual, describieron las dinmicas de las cuales Lpez (idem) habla cuando se refiere al

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modelo tradicional de educacin sexual. El tema de la sexualidad es visto slo


desde sus aspectos biolgicos, es decir, se habla de la anatoma sexual y la
reproduccin, siempre dentro de la materia de biologa, ciencias naturales, o
alguna otra clase a la que se le pone cualquier nombre distinto en el que no
se mencione la palabra sexualidad. La actitud de los maestros era de incomodidad ante esos temas, los cuales impartan de forma rpida e impersonal,
ajustndose de manera estricta a lo que se indicaba en el texto. Se mostraban tan serios y distantes que sus alumnos no se sentan con la suficiente confianza de expresar sus dudas e inquietudes. Uno de los factores manipulados
en la escuela era el miedo, pues a travs de l se pretendan reprimir todas
las conductas consideradas como inadecuadas para los adolescentes, en especial las relaciones sexuales antes del matrimonio. Los maestros les hablaban
de las consecuencias negativas que podra acarrearles la vida sexual activa,
como embarazos no deseados e infecciones.
En los grupos escolares se hacan separaciones por sexo, y no se brindaba
ninguna explicacin para esto; simplemente era parte de la dinmica institucional.Tal como dicen Lamas (1996) y Weeks (1998), el gnero es una construccin social que encuentra su justificacin en la anatoma, es decir, se piensa
que la diferencia biolgica entre hombres y mujeres es la causa de que sus
comportamientos, pensamientos e intereses sean distintos, lo cual hace que
nadie se cuestione la supuesta separacin natural entre mujeres y hombres.
Pero la separacin no se daba slo en el espacio, sino tambin en el discurso. Y el discurso, tal como asegura Godelier (1982), es muy importante,
pues a travs de l, de su presencia y de su ausencia, que tambin podra considerarse como parte del discurso, construimos la realidad.
Cuando se hablaba de la menstruacin, los varones eran excluidos de la
clase, lo cual, desde la visin de Jimnez (2003) y De Keijzer (2003), es causa de que los hombres, una vez adultos, no se consideren parte del proceso
reproductivo, pues se les ve como favorecedores o limitantes de una situacin
que slo pertenece a la mujer.
El discurso dirigido a las mujeres se complementaba con mandatos y normas que pretendan preservar su castidad y honorabilidad hasta el matrimonio. Se les peda a las adolescentes que limitaran el contacto con los varones,
que se comportaran de acuerdo con el ideal de mujer decente, de tal forma que
todo el discurso dirigido a las adolescentes estaba plagado de prohibiciones,
de reglas que giraban en torno a todo lo que no deban hacer.Y para los varones, lejos de manejarse un discurso distinto, simplemente no haba discurso,
pues ellos eran excluidos de todos los temas y normatividades que, se consideraba, eran exclusivos del mbito femenino. Luego entonces, y ante la suposicin de que lo que no est prohibido est permitido, los varones contaban

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con mayor libertad para expresarse y experimentar con su sexualidad, lo cual


no implica que contaran con una mejor educacin sexual que la que tenan
las mujeres. Los varones tuvieron mayores acercamientos con la pornografa,
aceptaban y compartan con sus pares la masturbacin y, ya en la adolescencia, comenzaban a presentarse las primeras competencias en las que el tema
principal era la virilidad, simbolizada en el pene.
A pesar de que en la escuela, la familia y la iglesia, se manejaba el mismo
discurso en torno a la sexualidad y los adolescentes, los varones vivan en una
constante contradiccin, pues los aprendizajes que reciban por parte de los
adultos contrastaban con los mandatos y valores que se promovan en sus grupos de pares. Es as como, a pesar de que en casa se hablaba de la castidad, en
la calle con los amigos se esperaba que fueran sexualmente activos para mostrar su hombra, algo que los colocaba en una posicin paradjica, todo esto
producto de una sociedad en la cual, ellos reconocen, existe la doble moral.
Respecto a la educacin que se reciba en casa, predominaba el silencio, lo
cual imprima en los jvenes la idea de que la sexualidad era algo sucio y prohibido, de lo que no se deba hablar.
La Iglesia es una institucin que fue constantemente mencionada durante
las entrevistas, pues muchos educadores recibieron su educacin escolar en
un contexto religioso. En dichos contextos se impartan clases de educacin
sexual, pero siempre basadas en los valores promovidos por la Iglesia, es
decir, el rechazo hacia toda actividad sexual que no est justificada por la
reproduccin. Luego entonces, la masturbacin, las relaciones sexuales antes
del matrimonio y la homosexualidad, por mencionar algunos, estaban prohibidos. Y as como estas prohibiciones casi siempre provocaban culpas y miedos, tambin resulta importante destacar que, en ocasiones, promovan el
inters, la curiosidad y el deseo por parte de los jvenes, por experimentar y
conocer aquello de lo cual no se hablaba, aquello que se condenaba.
A pesar de que en todas las historias se habla de estructuras educativas
represoras y censurantes, tambin podemos encontrar ancdotas que nos
hablan de excepciones que marcaron de manera favorable la experiencia de
algunos educadores. Estas excepciones las encontramos tanto en el contexto
escolar como en el religioso, educadores que, a pesar de ser parte de instituciones tradicionales, intentaron brindar a sus alumnos una educacin distinta, ms cercana, abierta e informada, lo cual suscit el rechazo de aquellos
que tenan prejuicios hacia este tipo de educacin. Ms all de la informacin, los objetivos o la tcnica, lo que hizo que estos educadores ms abiertos
fueran percibidos como distintos por sus alumnos fue la actitud. Una actitud
de escucha, de comodidad ante la sexualidad y de disposicin a informar y
orientar a los adolescentes.

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Las demandas que la masculinidad impone son muchas y muy desgastantes; bsicamente la masculinidad se define como ausencia de feminidad, y no
slo como ausencia sino como opuesto.Tal como afirma Bourdieu (2000), un
hombre es todo lo que no es una mujer. Luego entonces, los hombres huyen
de todo lo femenino con tal de que no se cuestione su masculinidad. Y este
cuestionamiento no viene slo de otros hombres, sino tambin de muchas
mujeres que, impregnadas de ideologas tradicionales, exigen y buscan en los
hombres los rasgos de ese ideal masculino tan lejano a la realidad.
Sera una falacia afirmar que los hombres, por ser los depositarios de ese
poder simblico que les otorga su papel sexual, se encuentran exentos de
sufrir limitaciones, presiones e imposiciones, como sucede con las mujeres.
Ese papel sexual que les otorga el poder y los coloca en una posicin supuestamente privilegiada, es el mismo que los atrapa en una constante lucha por
mantener esa masculinidad estereotpica, sin la cual no les es posible ejercer
el poder que la sociedad les otorga.
El negar el dolor, la vulnerabilidad, los sentimientos y las emociones, amenaza, como asegura Gilmore (1994), la salud emocional de los varones.Tanta
represin emocional puede llevarlos a presentar afecciones psicosomticas,
las cuales son la expresin corporal de emociones no elaboradas. Apoyando
la idea de Connell (2003) y Prez (1991), los cuerpos de los hombres son
forzados a expresar el ideal masculino que habla de un constante e incontrolable deseo sexual, y de una negacin total del dolor y la debilidad. Cuando
se trata de enfermedades, los hombres no acuden a consultar esperan a que
su mal est muy avanzado, pues como prueba de virilidad han introyectado la
necesidad de aguantar estoicamente el dolor.
Podemos decir que las conductas que ostentan los hombres nos hablan de
lo que esperan ser y no de lo que son realmente. En sus cuerpos castigados
se expresa la somatizacin de las relaciones de poder, de las cuales hablaba
Bourdieu (2000).
Hombres y mujeres hemos sido educados y educadas para relacionarnos en
el contexto de una lucha de poderes, y esa lucha se expresa por excelencia en el
mbito laboral, pues ya sea como jefas, colaboradoras o proveedoras, la
entrada de la mujer al mercado de trabajo en ocasiones es resentida por los
hombres como una amenaza y un cuestionamiento a su masculinidad.
Es necesario crear nuevas formas de relacin entre las personas, de modo
que se puedan dar relaciones ms equitativas y solidarias.
El movimiento feminista, aseguran los educadores, y afirma Montesinos
(2002), ha sido el principal detonante de la crisis de la masculinidad, la cual
nos habla de la escasa capacidad de los hombres para responder a los cambios producidos en muchas mujeres. La emancipacin femenina es un proce-

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so que ha reportado avances importantes, los cuales se traducen en condiciones de vida un poco ms equitativas para las mujeres, y el reconocimiento de
los derechos que siempre hemos tenido, pero que durante mucho tiempo no
fueron reconocidos. Esto coloca a los hombres en una posicin de desventaja
pues, tal como dicen Weeks (1998) y Guttman (2003), no saben cmo responder a las actuales necesidades y demandas de las mujeres sin que su
masculinidad se vea amenazada. Como bien dijo uno de los educadores: los
hombres an no hemos encontrado nuestro lugar.
La crisis por la que atraviesa la masculinidad puede ocasionar desesperacin y sensacin de prdida de control en muchos hombres, los cuales, incapaces an de encontrar una salida satisfactoria, pueden optar por la violencia
para restituir la posicin de poder a la que estn acostumbrados y en la que
se encuentran atrapados. Una posicin que parece disolverse como consecuencia de un cambio en los valores y costumbres tradicionales.
Resulta interesante la propuesta de los educadores que, al igual que
Guttman (idem), le apuestan a la idea de reconocer la existencia de diversas masculinidades, es decir, diferentes maneras de expresar el ser hombre,
pues cada ser humano es distinto y es desgastante encasillarlos a todos en
una sola forma de ser. Para esto es necesario promover el dilogo, el anlisis y el cuestionamiento al papel sexual estereotipado que todava se les exige a los varones.
Cabe destacar que un par de educadores, al hablar de lo que se requiere
para erradicar los estereotipos de gnero, mencion a las madres como las
responsables de educar a los varones de forma distinta, de tal manera que
sean capaces de construir su masculinidad de una forma ms flexible. No es
difcil identificar el sexismo en este tipo de opiniones, pues es poco probable
que un hijo varn camine hacia la equidad y el desarraigo de estereotipos si
lo que observa en su casa es precisamente eso, la reproduccin de roles tradicionales, de acuerdo con los cuales la mujer es la nica y principal encargada de la educacin y formacin moral de los hijos.Tal como dice Jimnez
(2003), es muy importante que los padres se reconozcan como elementos
fundamentales en la crianza de los hijos, de manera que stos crezcan observando una dinmica familiar un poco ms basada en la igualdad.
Estas opiniones hablan del complejo proceso de construccin y reconstruccin de lo que Bourdieu y Wacquant (1992) llamaban habitus. En el habitus
primario de los educadores se encuentran las creencias e ideas tradicionales
que introyectaron en su infancia y adolescencia, y a estos habitus se incorporaron despus los habitus secundarios, producto de su formacin como educadores
sexuales profesionales. Pero esta es una muestra de cmo el habitus secundario, lejos de sustituir al primario, simplemente se anexa a l en una com-

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pleja mezcla en la cual, algunos elementos son eliminados, otros son modificados y algunos ms permanecen ah.
La vocacin de estos educadores surge motivada por dos formas de experiencia distintas. Algunos de ellos decidieron iniciarse en la educacin sexual
para poder responder adecuadamente a las demandas que se planteaban en
su espacio laboral, ya que muchos de ellos trabajan con jvenes y, al encontrarse con las inquietudes y dudas de stos, deciden iniciar su carrera como
educadores sexuales. Unos ms hablan de sus propias inquietudes, infantiles
y adolescentes, como los factores decisivos que motivaron su decisin de convertirse en educadores y orientadores sexuales. Lo que estos educadores tienen en comn es una vasta experiencia en el terreno de la educacin y la
orientacin. Los educadores opinan que el trabajo que se est realizando en
educacin de las sexualidades apenas comienza. Hablan del gran valor que
tiene su labor cotidiana como punto inicial de un proceso al que todava le
falta avanzar mucho ms.Y en aras de que este proceso sea exitoso, ellos consideran que es fundamental unir la teora con la prctica, pues no bastan la
informacin ni la formacin si no se aplican los aprendizajes adquiridos.
Es indispensable partir de las vivencias de la gente, escucharlos y construir
juntos el conocimiento.Y como base de esos nuevos aprendizajes est el tema
del gnero, pues es un tema que permea el resto de los temas que se tratan
en educacin sexual. La desigualdad de gnero es causa de muchos de los problemas que al da de hoy se presentan en la sociedad; y no slo hablaron de
problemas sexuales, sino de situaciones que generalmente no se piensan como
relacionadas con el aspecto sexual.
Consideran que la educacin en casa debe ser un complemento que vaya
de la mano con la educacin sexual que se reciba en la escuela. Los adultos
responsables de los menores deben educar con el ejemplo y no slo con el discurso. Deben brindar a los hijos e hijas los recursos necesarios para desarrollarse como hombres y mujeres completos, ms all de estereotipos.
Todas las personas entrevistadas coincidieron en concebir a la salud sexual
como la equilibrada conjuncin de los aspectos biolgicos, sociales, psicolgicos,
emocionales y espirituales que conforman la compleja sexualidad de los seres
humanos. Hablaron de la importancia de evitar las infecciones, las disfunciones y
los embarazos no deseados; de la relevancia que tiene hacer el anlisis y cuestionamientos en torno a todas las construcciones sociales que impactan la sexualidad; de escuchar y ser escuchados; de aceptar y expresar todas las emociones; de
aprender a tomar decisiones asertivas y responsables; y, en general, mencionaron
la importancia de aprender a disfrutar de una sexualidad plena y satisfactoria.
Para lograr un entendimiento ms completo de nuestra sexualidad es
necesario pensarla, tal como dice Vendrell (2004), como el elemento histri-

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co y cultural que es, porque si bien existen muchos elementos que son creados por nosotros, tambin existen muchos otros que fueron creados y construidos mucho antes de que furamos parte de este mundo.
Los educadores saben esto muy bien, pues a pesar de su vasta experiencia
en el campo de la educacin sexual y de la formacin que los respalda, reconocen que al apoyar a otros en el fascinante proceso de reconstruir una
sexualidad ms sana, ellos mismos se dan la oportunidad de seguir creciendo
como seres humanos, cada vez ms congruentes y completos.

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Xabier Lizarraga Cruchaga

Connotaciones
del uso de anticonceptivos
en las relaciones sexuales
en adolescentes de dos contextos
de Mxico1
David de Jess-Reyes
Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano, UANL

Resumen
El objetivo de este documento fue conocer las connotaciones, vivencias y significados que tiene el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales de
adolescentes en dos contextos de Mxico. La investigacin fue realizada desde el paradigma cualitativo, bajo la lnea terica del construccionismo social.
Los datos generados revelan que a partir del contexto a que se refiera, las
connotaciones y los significados en torno al uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales van a variar. Mucho de ello depender de la informacin que
se tenga de los diversos mtodos para prevenir embarazos e infecciones de transmisin sexual, as como de la biologa de la reproduccin, pero sobre todo de
la imagen que se contruye del otro, lo que marca el tipo de encuentro y el uso
de anticonceptivos en sus relaciones sexuales.
Palabras clave: adolescencia, sexualidad, anticonceptivos, gnero.

Abstract
The purpose of this paper was to determine the connotations, experiences, and
meanings of contraceptive use in the sexual relations of adolescents in two
contexts in Mexico. Research was conducted on the basis of the qualitative
paradigm following the theoretical line of social constructionism. The data
generated reveal that based on the context, the connotations and meanings
surrounding the use of contraceptives in adolescent sexual relations will vary.
Much of this will depend on the information available on the various methods
to prevent pregnancy and sexually transmitted infections, as well as the biology of reproduction, but above all on the image that is constructed of the
other, which marks the type of encounter and contraceptive use during sex.
Keywords: adolescence, sexuality, contraception, gender.
1 Este estudio presenta resultados de una investigacin mayor que lleva por ttulo Determinantes sociales, econmicos y culturales del embarazo adolescente en Mxico.

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

Introduccin
En la Conferencia Internacional sobre Poblacin y Desarrollo de El Cairo de
1994, se recomend a las naciones implementar acciones en salud sexual y
reproductiva de la poblacin, en especial de los adolescentes, partiendo del
reconocimiento de su sexualidad como dimensin fundamental (Lassonde,
1997). A partir de esa fecha se dio un boom desde diversas perspectivas terico-metodolgicas en la investigacin de aspectos relacionados con la sexualidad y reproduccin adolescente, coincidiendo en cuatro puntos.
1) Que el inicio sexual tiene consecuencias adversas si sta sucede sin el
pleno conocimiento de medidas de prevencin de embarazos o de infecciones
de transmisin sexual (Ehrenfeld, 2004; Menkes y Surez, 2004; De Jess,
2011).
2) Que existe una amplia brecha entre los conocimientos en mtodos anticonceptivos que los adolescentes manifiestan y el uso de ellos en la primera
relacin sexual (Langer y Nigenda, 2000; Llopis, 2001; Stern y Menkes,
2008).
3) Que ms de 50% de los embarazos en menores de 19 aos son inesperados, y que una cierta proporcin cuyo monto se desconoce termina en
abortos, los cuales en muchas ocasiones se llevan a cabo en condiciones poco
saludables (Ziga, 2000; Menkes y Surez, 2004; Jurez y Valencia, 2010).
4) Que en algunos casos el embarazo a temprana edad tiene consecuencias adversas en la salud materno-infantil; en la limitacin de posibilidades
para continuar en la escuela; en las dificultades para encontrar un empleo
estable; y que en ocasiones contribuye a la reproduccin del esquema de
pobreza (Buvinic, 1998; Prez y Torres, 1988; Fleiz, 1999; Welti, 2000;
Pantelides, 2004).
Un mbito de la sexualidad adolescente que ya ha sido estudiado desde
varios campos de las ciencias sociales, ha sido la brecha que existe entre decir
conocer un mtodo anticonceptivo y no usarlo, ya sea en la primera relacin
o en el transcurso de la vida sexual. Datos de la Encuesta Nacional de la
Dinmica Demogrfica en Mxico de 2009, muestran que 97% de las adolescentes conocen algn tipo de anticonceptivo, pero que slo 3 de cada 10
los usan en su primera relacin sexual (INEGI, 2010), causa por la cual generalmente ocurre un embarazo no deseado y la posterior unin, o en su caso el
contagio de alguna infeccin de transmisin sexual.
Investigaciones de corte cuantitativo han permitido conocer cmo casi
90% de las mujeres jvenes se inician sexualmente sin proteccin, a pesar de
que 7 de cada 10 de ellas no tena la intencin de un embarazo (Menkes y
Surez, 2002; Gayet et al., 2003). Mucho de ello tiene que ver con la demanda insatisfecha de mtodos anticonceptivos, la cual se ha reducido considera-

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DAVID DE JESS-REYES

blemente en las ltimas dcadas, pero en la poblacin adolescente el cambio


ha sido negativo al pasar de 26.6% en 1997 a 39.4% en 2006, lo que quiere decir que en una dcada se ha incrementado el nmero de mujeres que, a
pesar de que cuentan con diversos elementos de anticoncepcin y del deseo
de limitar o espaciar su descendencia, no utilizan ningn mtodo de prevencin de embarazo (Jurez y Valencia, 2010), o muchas veces el anticonceptivo que usan no es confiable, pues las estadsticas muestran que las
adolescentes se encuentran en el grupo de poblacin que ms hace uso de
mtodos tradicionales (7%) (INEGI, 2010).2 En este sentido, algunas investigaciones se han dado a la tarea de conocer las variables que inciden en el uso
de anticonceptivos en la primera relacin sexual de las mujeres jvenes,
explorando los factores determinantes de esta brecha, encontrando que existe una relacin directa entre menor uso de anticonceptivos y variables como
menor escolaridad, bajo estrato socioeconmico, mayor condicin de indigenismo y estado civil de unidas o casadas (Menkes y Serrano, 2010; Welti,
2010; Stern y Reartes, 2012).
Empero de las aportaciones de estas investigaciones, el abordaje empleado para analizar dicha brecha se ha centrado en poblacin femenina, hecho
que permite conocer superficialmente el fenmeno, ya sea cuantificando y
midiendo el conocimiento y uso de anticonceptivos en las diversas prcticas
sexuales, creando indicadores o predictores de conductas de riesgo, lo que ha
ocasionado que se abran mltiples interrogantes al respecto. No se desdea
la riqueza de la informacin producida; sin embargo, esta aproximacin al
tema resulta insuficiente, pues los adolescentes y sus problemas no son homogneos y distan mucho de serlo. En respuesta a ello, desde la etnografa, el
construccionismo, las representaciones e interaccionismo social, entre otras
perspectivas inductivas, se ha dado un acercamiento al tema incluyendo al
varn en las investigaciones para conocer el uso de anticonceptivos y los significados del deseo, el placer y la actividad sexual en jvenes de diversos contextos (Amuchstegui, 1996, 1998; Rivas, 1998; Romn 2000; Stern,
2004), respecto al uso de anticonceptivos en diversas clases sociales (Arias
y Rodrguez, 1998; Castro y Miranda, 1998), y sobre las creencias en el uso
de anticonceptivos, la confianza en la pareja y la estabilidad (Caballero y
Villaseor, 2001; Menkes y Sosa, 2007).
A pesar de este avance, poco se ha profundizado en el proceso y los significados que los adolescentes dan a su inicio sexual y al uso de anticonceptivos,
2 Segn el INEGI (2010), incluye mtodo del calendario o ritmo, mtodo de la temperatura corporal basal, mtodo de Billings, coito interrumpido, mtodo sintotrmico, as como de la lactancia y amenorrea.

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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lo cual est inmerso en su imaginario y que se refleja, por ejemplo, en la identidad sexual, con considerarse o no sujeto sexual, con el modelo de femineidad
y/o masculinidad que se introyecta y reproduce, as como la imagen que socialmente se construye del otro, los cuales son parte de un proceso que poco ha
sido estudiado para entender cmo los adolescentes, an teniendo informacin
de mltiples anticonceptivos, no los usan en sus relaciones sexuales, teniendo
consecuencias como un embarazo no deseado o, en su caso, adquirir alguna
infeccin de transmisin sexual (ITS). An hace falta investigar no slo desde
la perspectiva de las mujeres, sino tambin de los varones. Por qu dicen
conocer alguna forma de prevencin tanto de embarazos como de ITS y en la
prctica no los usan? O en su caso, qu aspectos de la vida social, econmica
y cultural influyen para que los adolescentes, teniendo la informacin suficiente
acerca del condn, no lo usen en su primera relacin sexual? Qu elementos
subjetivos de la vida cotidiana influyen para que usen o no un anticonceptivo?
En este sentido, para profundizar en dichos elementos, el objetivo de este documento fue conocer las vivencias y significados que tiene el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales en adolescentes de dos contextos de Mxico.
La informacin generada permitir complementar la existente, pero sobre todo
comprender el fenmeno con mayor profundidad.

Construccin del objeto de estudio


Se parti de una metodologa cualitativa, pues lo que interesaba es la comprensin del significado a partir de los discursos producidos por los propios
adolescentes. La investigacin fue realizada en dos contextos de Mxico: el
rea metropolitana de Monterrey y en un municipio y tres comunidades del
estado de Guerrero. La poblacin de estudio fueron mujeres y varones3 menores de 20 aos que ya haban iniciado su vida sexual. La investigacin se realiz por etapas: induccin al trabajo de campo, recoleccin y anlisis de la
informacin. El trabajo de campo en el rea metropolitana de Monterrey
(AMM) se realiz de febrero de 2006 a julio de 2007 y tuvo lugar en las clnicas de la Secretara de Salud del Gobierno de Nuevo Len, localizadas en
los municipios de Monterrey, Guadalupe, Apodaca y San Nicols de los
Garza. El trabajo de campo en Guerrero (TG), inici en enero de 2008 y termin en diciembre de 2009, realizndose en el Centro de Salud Municipal de
Tixtla y tres clnicas rurales ubicadas en las comunidades de Atliaca,
Acatempa y Almolonga.
3 Para este trabajo se hace uso de la palabra varn y no de hombre, pues esta ltima generalmente hace referencia a la humanidad. Con ello se evitan ambigedades que podran excluir
implcitamente a la mujer.

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DAVID DE JESS-REYES

Previo consentimiento informado de cada uno de los participantes, se recolect la informacin a partir de dos tcnicas: 1) se realizaron cuatro entrevistas grupales (dos en cada contexto) de 8, 10, 9 y 10 integrantes cada una, dando
un total de 37 participantes, a partir de las cuales se identificaron normas y
patrones socioculturales relacionados con su vida sexual y reproductiva, y 2)
se realizaron entrevistas a profundidad; para el AMM se lleg a la saturacin
terica con 12 participantes (de 24 en total), mientras que en TG se lleg a la
saturacin terica con 10 participantes por sexo (20 participantes en total),
resultando 44 participantes en ambos contextos. En las entrevistas a profundidad se obtuvo informacin verbal respecto a cuatro grandes categoras:
sexualidad, reproduccin, relaciones de gnero y servicios de salud.
El anlisis de la informacin fue inductivo siguiendo la tcnica propuesta
por Glaser y Strauss (1967), de la Teora Fundamentada (Grounded Theory),
la cual utiliza el mtodo inductivo para descubrir teoras, conceptos y proposiciones, partiendo directamente de los datos y no de supuestos a priori, de
esta forma se logra construir el conocimiento basado en la experiencia de los
sujetos. Cada una de las entrevistas fue grabada, transcrita y codificada en
temas y subtemas, de las cuales se generaron conceptos ms abstractos y se
buscaron relaciones tericas entre ellos. Los mecanismos para lograr la validez y confiabilidad de los resultados en este trabajo fueron en s mismos el
muestreo terico, el contacto directo y prolongado del investigador con los
sujetos de estudio, la saturacin terica, las descripciones completas de la
informacin proporcionada en las entrevistas, su comprensin y permanente
anlisis, la realimentacin permanente de la conceptualizacin emergida y
validada continuamente con datos nuevos y su triangulacin con la teora
existente. Los lmites de la investigacin fueron determinados por el carcter
cualitativo, los cuales a partir de su interpretacin no pueden ser generalizables porque son profundamente respetuosos de las realidades subjetivas que
se dan en cada contexto.

Desarrollo
A partir de los datos recabados en el trabajo de campo y de su constante anlisis, es que se pudo conocer las vivencias en las relaciones sexuales de los
adolescentes del AMM y de TG, y cmo internalizan significado al uso o no de anticonceptivos. Dichos significados se construyen socialmente a partir de la interaccin de un orden individual y un orden estructural. El orden individual compuesto principalmente por las vivencias, experiencias, emociones y sensaciones
(la subjetividad) est influido por su constante interaccin con un orden
estructural (lo objetivo), el cual a su vez est compuesto por la estructura familiar, sociocultural y econmica en que viven y se desarrollan los adolescentes.

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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Este proceso de construccin de significados simula el modelo que Weeks


(2000) cre para articular la visin subjetiva al estudio de la sexualidad.
Segn este autor, la sexualidad como construccin social trae una multitud
de posibilidades y acciones que varan de contexto en contexto e histricamente, lo cual hace que las interacciones sociales imperantes, caracterizadas
por diversas estructuras, se internalicen en el individuo para dar significado a
la sexualidad. Es as que no es determinada slo por la biologa del cuerpo,
sino que sta toma significado a partir de las relaciones sociales. Para estos
contextos los eventos relacionados con las relaciones sexuales y uso o no de
anticonceptivos se construyen socialmente a partir de la interaccin del sujeto con su estructura familiar, sociocultural y econmica, proceso en el cual
internalizan al orden individual, es decir, subjetivo; un significado a partir del
lenguaje, smbolos e imaginarios colectivos.

El orden estructural: contexto social, familiar y econmico


Monterrey es considerada una de las tres ciudades ms importantes del pas; se
caracteriza por su gran desarrollo industrial y su cercana con la frontera de
Estados Unidos. En su rea metropolitana se ubica San Pedro Garza Garca, el
municipio ms rico del pas, lugar de asentamiento de grandes corporativos
transnacionales y donde se encuentran exclusivas residencias de ricos y famosos.
Pese a toda esta ostentacin, tambin se pueden ubicar dentro del AMM municipios con grandes rezagos y marginacin social; tal es el caso de Guadalupe,
Escobedo y Apodaca, municipios dormitorio que concentran notable marginacin social y en los cuales se ubican casas de los obreros de fbricas , de los trabajadores del comercio y de maquiladoras (Estrella y Zenteno, 1997).
Por su parte,Tixtla es un municipio que colinda con Chilpancingo, la capital de Guerrero, y est integrado por 41 localidades. La poblacin econmicamente activa que se dedica al sector primario es de 37%, mientras que la que
se decida al sector secundario y terciario son 17 y 46% respectivamente, contando adems con un nivel de desempleo de 12% (INEGI, 2006).Tixtla es un
municipio que a pesar de ser un lugar histrico por ser cuna del libertador
independista Vicente Guerrero y del escritor y poeta Manuel Altamirano, as
como el lugar donde se promulg la primera Constitucin del estado, en la
actualidad tiene grandes rezagos sociales, pues es considerado por el Consejo
Nacional de Poblacin como municipio de alta marginacin (Conapo, 2006).
De los rezagos sociales ms evidentes que presenta Tixtla, es que 30% de
su poblacin es analfabeta, que la cobertura asistencial es de un mdico por
cada 1,084 habitantes y que, por tanto, existe una cama hospitalaria por cada 2,800 habitantes. Respecto al rezago en otros servicios, los datos muestran que 85% de la poblacin cuenta con servicio de electricidad, 40% con

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DAVID DE JESS-REYES

drenaje sanitario y 53% cuenta con agua entubada; un dato importante que
es necesario destacar, es que en el municipio 20% de su poblacin es indgena, teniendo como lenguas principales el nhuatl y el tlapaneco (INEGI, 2006).
En cuanto a la estructura familiar de los adolescentes, en ambos contextos
vara muy poco, pues presenta situaciones de similar conflicto. Algo que resalt de los datos es que la estructura familiar de los participantes es numerosa,
pues est compuesta por un rango que va de los tres a los seis hermanos. En
ambos contextos hay una ausencia de la figura paterna o materna, ya sea por
exceso de trabajo, muerte o separacin. En el caso del AMM, la mayora de los
hogares es encabezada por una jefatura femenina an con presencia del padre,
mientras que en el caso de TG la estructura familiar es tradicional, pues es
encabezada por un varn. Sumado a ello, siempre existi una figura dentro de
la familia con problemas de alcoholismo, como es el caso de TG o de drogadiccin y/o pandillerismo en el caso del AMM, lo que provocaba fuertes tensiones,
desestabilidad y finalmente la fractura de la estructura familiar por la inestabilidad que ello desencadenaba.
En ambos lugares de estudio, la estructura social de los adolescentes estuvo
marcada bsicamente por la desercin escolar.Tanto en el AMM como en TG, el
total de poblacin entrevistada abandon la escuela mucho antes de embarazarse o embarazar a la pareja. En el AMM la mayora de la poblacin entrevistada tiene secundaria y ms; incluso hubo dos varones que iniciaron la
preparatoria, pero no la terminaron. Mientras que en TG el promedio de adolescentes no alcanz a cubrir estudios de secundaria, e incluso hubo tres mujeres
que nunca fueron a la escuela. Las situaciones en ambos lugares para dejar la
escuela fueron diversas, pero coinciden en una falta de inters por continuar con
los estudios, falta de recursos econmicos o el deseo explcito de los padres para
que los adolescentes contribuyan con la familia, ya sea fuera o dentro del hogar.
Por ejemplo, una vez que abandonaron la escuela los varones del AMM, se colocaron en subempleos y trabajos mal remunerados, tales como repartidor de pizza, despachador de gasolina, repartidor de agua o despachador en tiendas de
conveniencia, entre otros, lo que les permita aportar recursos econmicos a su
hogar. Mientras que los varones de TG se incorporaban ya sea a actividades del
campo, de jornalero en una tabiquera local, de albail o en un trabajo de tiempo completo en la capital del estado, logrando con ello generar dinero. En el
caso de las mujeres de ambos contextos, no se encontr evidencia de que realizaran trabajo fuera del hogar; todas, una vez que abandonaron la escuela, contribuyeron en actividades dentro del mismo.
En cuanto a la situacin socioeconmica, el contexto en que viven y se desarrollan las y los participantes de este estudio est marcado por la marginacin y la pobreza, mismas que se reflejan en el tipo de vivienda, los servicios,

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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el empleo, la forma de vestir y la alimentacin que tiene cada uno de los


entrevistados. Para el caso del AMM se ve reflejadas en la vivienda, la carencia de algunos servicios bsicos y en la falta de empleo. Para el caso de TG,
la pobreza y la marginacin son tan profundas que la mayora de las viviendas cuentan con piso y paredes de tierra, carecen de servicios bsicos como
drenaje y agua, y en ocasiones de energa elctrica. En casos extremos,
cuando hay trabajo se vive con 500 pesos a la semana; es por ello comn
ver que las mujeres no usan calzado y los nios, por su parte, andan semidesnudos. Regularmente su dieta se compone de frijoles y verduras, y cuando
se tiene un poco de dinero, se come pollo; regularmente el nico desayuno de los hermanos menores antes de ir a la escuela es un caf con pan; slo
se come bien cuando el padre llega del trabajo. La carne roja se come slo en
ocasiones especiales, pues es un lujo que nicamente se puede ofrecer en las
fiestas.
En general, esta vulnerabilidad social de la que habla Stern (2004) es
implcita de ambos contextos; no es una delimitacin en la poblacin de estudio, de ah que en cada uno de los discursos de los adolescentes esta vulnerabilidad social marque el horizonte y las aspiraciones personales de cada uno
de ellos, incluso no encontrndose metas u objetivos por desarrollar en la
vida, ms all de la unin y el embarazo.

El orden individual: la realidad subjetiva


La forma en que los individuos dan y mantienen significado a las diversas
situaciones o acciones en la vida cotidiana parten de la experiencia individual,
la cual es directamente accesible a modificar su realidad o el mundo en que
se ubica (Gergen, 1985; Berger y Luckmann, 2003); en este sentido la subjetividad, de acuerdo con Heller (1993), es la formacin de un mundo propio,
un mundo interior en el que los sentimientos y emociones forman parte del
proceso de construccin de nuestro propio yo, y donde la experiencia cotidiana es accesible a la manipulacin corporal.
As, los significados que se dan a la sexualidad dependen de componentes
interiorizados en la cultura y son compartidos muchas veces por la colectividad en una constante construccin de la realidad social, la cual subyace de
las vivencias y la experiencia individual, es decir, la intersubjetividad (Shtz,
1993); el mundo de la vida y el mundo de la vida cotidiana.
Gnero y masculinidad: elementos para la construccin
del sujeto sexuado
Regularmente cuando se habla de sexo se hace referencia a la diferencia biolgica que existe entre una mujer y un varn; en este sentido nuestro cuerpo

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DAVID DE JESS-REYES

sexuado permite identificarnos como tales y en referencia a los dems. Es


decir, si se nace con vagina-matriz por consecuente se es mujer y por tanto
socialmente se le inculcan actitudes de nias. Lo mismo sucede si se nace biolgicamente con pene-testculos, que por consecuencia ser varn y se le
entrenar para que con el tiempo sea lo opuesto a la mujer, esto es, con carcter fuerte y dominante (Ferro, 1996; Rubn, 1997).
Qu significa esto? Que socialmente desde que se nace se impone un
modelo de lo que es propio para las mujeres y para los varones. Un modelo
de feminidad y de masculinidad que absorbe y que obliga, bajo ciertas reglas
socioculturales, a ajustarse a esos patrones. Cmo se nos impone este
modelo? Es un proceso que se inicia desde que nacemos, prosigue en la familia e intenta justificarse con la educacin formal y con ideologas religiosas
en un proceso de socializacin. A este proceso de apropiacin Berger y
Luckmann (2003) lo llaman internalizacin, que es cuando el individuo
aprende o interpreta los acontecimientos de su realidad objetiva a partir de
una socializacin primaria, la cual se legitima en el tiempo con la socializacin secundaria.
En la socializacin primaria el individuo se apropia de un lenguaje, el cual
le sirve para estructurar su experiencia alrededor de la identidad sexual. Es
as que la identidad sexual se construye en relacin con el sexo biolgico, pues
al nacer las nias y nios son tratados segn su especificidad anatmica, por
lo que el lenguaje servir como conducto para asumir dicha pertenencia al
grupo de varones o mujeres; as, desde pequeos tanto mujeres como varones
asumen un rol que la sociedad define, con base en lo socialmente establecido,
respecto a un deber ser.
En los discursos recogidos, en ambos contextos tanto mujeres como varones entrevistados muestran un proceso por el cual desde pequeos se construan ante ellos mismos y ante los dems como mujeres u hombres. Es un
proceso que iniciaba en el mbito familiar a partir del lenguaje, donde se
internalizaba informacin de cmo ser y cmo comportarse de acuerdo con
su rol de gnero y su lugar en el grupo social. Caractersticas de pasividad,
dulzura y emotividad eran internalizadas en las mujeres, mientras que fortaleza, agresividad y dominacin eran el deber ser del varn, subjetivando con
ello su masculinidad o feminidad (Chodorow, 1984; De Barbieri, 1991; Szasz
1998; Fuller, 2004).
En el mbito de la sexualidad, el ser mujer implica segn el imaginario
social histricamente establecido que stas deben ser ajenas de todo deseo
carnal o erotismo, slo as son consideradas para el matrimonio; de lo contrario son convertidas en instrumentos para la satisfaccin sexual masculina.
Esta idea del deber ser respecto al comportamiento de las mujeres en Mxico

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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tiene que ver con dos modelos de comportamiento femenino: las decentes y
las putas (Lagarde, 1997; Pramo, 2005).
En el caso de los varones, el ser hombre implcitamente conlleva componentes individuales y sociales que cobran suma importancia en la sexualidad,
pues sta se vuelve el campo de disputa donde el individuo se construye a s
mismo y ante los dems como hombre (Kaufman, 1997; Gutmann, 2000;
Rodrguez y De Keijzer, 2002; Connell, 2003). Este modelo de comportamiento ya ha sido identificado por Connell (2003) como modelo hegemnico de masculinidad, el cual aporta elementos para identificar cmo a lo
largo de su vida el varn construye su identidad masculina intrnsecamente
ligada a la representacin simblica de la sexualidad.
Ambos modelos, el de feminidad y masculinidad, son el resultado de relaciones asimtricas de gnero y estn determinados por el momento histrico y
social que impone un comportamiento socialmente valorado. Algunos autores
(Seidler,1995;Kaufman 1997;De Keijzer,1998) han mencionado que este tipo
de comportamientos resultan muchas veces agobiantes para los mismos individuos, pues constantemente se tiene que demostrar ser mujer u hombre. Esa
necesidad por demostrar constantemente su rol de gnero, en el mbito de la
sexualidad se ratifica como el espacio construido socialmente donde el varn,
desde su posicin activa, se posiciona frente a las mujeres pasivas, confirmando con ello un estatus en su grupo familiar o de pares, por lo que ambos modelos imponen un ideal del deber ser a partir de lo establecido socialmente.

El noviazgo y los primeros acercamientos sexuales


En ambos lugares de estudio la etapa del noviazgo cobr un significado muy
especial tanto para mujeres como para varones, pues generalmente marcaba
el espacio para legitimarse como sujetos sexuales, para iniciarse sexualmente o para una posible unin.
En el caso de TG, el noviazgo est ligado a lo que los entrevistados llaman
una bsqueda. Una bsqueda donde ellos identifican a la pareja ideal y de la
cual ellos y ellas se puedan enamorar; y aunque el proceso de enamoramiento
vara por sexo, regularmente se viven de forma paralela, desembocando en un
corto plazo en una formacin de pareja. Las mujeres, por ejemplo, mencionan
que el noviazgo fue un recurso que les dio la posibilidad de divertirse y distraerse temporalmente del entorno familiar y de los quehaceres del hogar, por
lo que el noviazgo representa de cierta forma un escape de la rutina y un cierto desacato a los ordenamientos impuestos por los padres.
Yo buscaba alguien que diga yo, alguien que me quiera. Una vez que lo encontr, me esconda para verlo, pues no me dejaban salir. Era mi novio de es-

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condidas. Ellos [sus padres] saban me iba con mi prima a verla pero no, yo
me iba con l [] imagnese todo el da que aydame a la comida, que aydame a la ropa, que ve tu hermano. l, el papa de mis nios fue mi primer
novio (TG/M10/21 AOS/CC/2 HIJOS).4

Los varones, por su parte, idealizan el noviazgo inicialmente como un


espacio que permite poner en prctica actividades relacionadas con lo preestablecido socialmente, respecto a la construccin de la masculinidad y su
sexualidad; es decir, buscan tener relaciones para identificarse ante ellos y los
dems como hombres. Sin embargo, es el paso del tiempo y el encontrar a la
mujer ideal lo que conlleva a un enamoramiento y posterior unin.
Antes era de que me gustaba una [mujer] y si se poda pues tenamos la relacin, ya sabe [] cosas de hombres! Pero no pues, nomas as as con una.
Ya despus no, pues la encontr a ella y pues con ella no [tuvo relaciones
sexuales], porque ps con ella era diferente. Yo tampoco le deca mucho []
ya despus con el tiempo que la fui conociendo ms me di cuenta que era buena mujer, no como las dems, por eso la fui queriendo ms y pus mejor le dije
que si nos juntbamos (TG/V10/21 AOS/CC/2 HIJOS).

La diferenciacin en el proceso de enamoramiento es un hecho que en s


mismo resulta de gran importancia, pues la marcada diferencia en la forma
de enamorarse subyace de identificar figuras ideales de pareja; en las mujeres este proceso de identificacin no es tan riguroso; ellas directamente se
enamoran del varn que identifican las quiera y apoye, mientras que ellos inician el enamoramiento a partir de identificar a la mujer ideal, es decir, aquella que rene ciertas caractersticas respecto al deber ser, lo que permitir
que con el tiempo se enamore. En ambos sexos ello resulta de suma importancia, pues a partir de autoidentificarse enamorado del otro, los dilogos
para conformar una unin son constantes, hecho por el cual en este contexto
la etapa del noviazgo se vive como el trnsito a la formacin de pareja.
En el caso del AMM la etapa del noviazgo se vive de diversas formas, ya sea
para construirse como sujeto sexuado, como etapa para conocer diversas
opciones, como etapa de bsqueda de pareja o como el escape a las mltiples
actividades dentro del hogar. Para las mujeres, por ejemplo, el estar de novia
es una etapa de vida que representa inicialmente el escape inmediato a las
4 En los segmentos de texto transcritos se utiliza un cdigo que identifica la entrevista, con lo
que se asegura tanto la confidencialidad de identidad de la persona como un mejor manejo de
la misma. El significado de las letras son: Contexto (TG o AMM), sexo del entrevistado (M o V),
nmero de entrevista, edad, estado civil, nmero y sexo de los hijos.

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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condiciones de vida, la va para encontrar compaa y salir del hogar, aunque


esto implique terminar con uno y empezar con otro, por lo que el noviazgo es
el espacio ideal para experimentar el enamoramiento.
Yo con mis anteriores novios era as de, ps a ver que pasa [] con el ltimo
fue a la casa un da que no estaba mi mam, me dijo que si quera ser su
novia! Y yo le dije que s! Llevaba dos semanas de conocerlo. Duramos como
dos o tres meses de novios y de ah nos juntamos, pero mis paps nunca se
enteraron de que yo andaba con l, porque si no, no me hubieran dejado salir
ya. En mi casa era as de que yo haca todo, y eso ya me cansaba; por eso me
busqu novio (AMM/EI/M3/14 AOS/UL/1 HIJA-E).

En el campo de la sexualidad, el noviazgo era el espacio simblico que


permita el acceso y experimentacin del erotismo, del deseo y de las relaciones sexuales; aunque pocos fueron los casos en que la primera relacin
sexual se daba hasta la unin, el noviazgo significaba el preludio a las relaciones sexuales, logrando experimentar el deseo y la excitacin a partir de
besos, caricias y tocamientos entre la pareja adolescente. Un dato que resalta de los discursos de estas mujeres del AMM es que la idea de mantenerse
virgen hasta el matrimonio es una idea no arraigada entre las mujeres, pues
para ellas en ms importante el conocer bien a la pareja antes de unirse, que
conocerlo ya unida, lo cual implica el inicio de las relaciones sexuales previas al matrimonio.
En cambio, para los varones del AMM el noviazgo representa el espacio simblico que le da la oportunidad para iniciar su vida sexual, la cual subyace de
la constante presin a la que se ve sometido por su grupo de pares para
demostrar su capacidad sexual y por tanto su hombra. En este sentido, los
varones excluyen el proceso de enamoramiento del noviazgo, pues el modelo
tradicional de ser hombre en estos contextos coarta la posibilidad de sentir, de
querer y amar, exigiendo por el contrario la demostracin constante de construirse simblicamente como hombre a partir de la prctica de su sexualidad.
De esta forma, el noviazgo viene a simbolizar, igual que en otros contextos
urbanos, el espacio de entrenamiento sexual (Zrate, 2005; Gutirrez, 2007).
Primero haga de cuenta que nos juntbamos los amigos en la escuela, y haga
de cuenta que lo tombamos como [] oye a ver quin tiene ms chavas!
Haga de cuenta que platicbamos a ver quien se llevaba ms chavas a la
cama! Pero primero as era, con los amigos y andar en las relaciones.Y yo digo
oye, a que no te llevas a esa chava? Y haga de cuenta que ni uno ni otro se
dejaba [] como que, haga de cuenta que eso nos haca ms [] como que
nos haca, pus como hombres! (AMM/EI/V7/19 AOS/CCR/1 HIJO).

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En general, para ambos contextos la etapa del noviazgo es muy importante, pues en el caso de las mujeres se encuentra lo que se carece en el hogar
de origen, esto es, una figura de confianza que habla y escucha, que comparte miedos, alegras y temores, pero sobre todo con quien se halla comprensin a los eventos negativos de la vida cotidiana, por lo que es una etapa de
preludio para la unin. En el caso de los varones el noviazgo se concibe como
el espacio donde los individuos se construyen como sujeto, ya sea de deseo,
sexual o reproductivo. Cual sea el caso, tanto mujeres como varones se construyen y buscan en el otro un modelo ideal con el que se pueden constituir
como sujeto sexuado o reproductivo.

Inicio sexual y construccin social del riesgo


El inicio de la vida sexual es una de las experiencias ms significativas en la
trayectoria de vida de cualquier persona; sin embargo, este inicio est regularmente moldeado por la falta de conocimiento sobre mtodos anticonceptivos y biologa de la reproduccin, por valores tradicionales, mitos y
creencias sobre sexualidad y las relaciones desiguales de gnero (Mayn,
2002), las cuales subyacen del espacio social y cultural en que los adolescentes viven y se desarrollan. Tal como se ha mencionado, es en la etapa del
noviazgo cuando los adolescentes reproducen los esquemas y estereotipos
internalizados en la socializacin primaria y secundaria respecto al deber ser
en el mbito de la sexualidad.
Uno de los elementos que se objetiva en la etapa del noviazgo y que cobra
alto significado, es la construccin de modelos o figuras ideales respecto a la
feminidad y la masculinidad con base en imaginarios sociales; es decir, la mujer o el varn perfecto para iniciar un noviazgo y que implica la reunin de
ciertas caractersticas socialmente aceptables en una persona. En el inicio
de las relaciones sexuales esta construccin de figuras ideales vuelve a ser
una constante, la cual determina el uso de anticonceptivos con base en el riesgo que el individuo construye del otro.
Para el contexto de TG, el inicio sexual se ajusta a un modelo tradicional
donde la etapa del noviazgo sirve de preludio para la unin con base en la
identificacin del otro como pareja de vida, por lo que el inicio sexual se da
principalmente cuando ocurre la unin. En las mujeres, por ejemplo, la identificacin del otro se da al inicio del noviazgo y es paralelo al enamoramiento; surge de aquella figura de varn que desde su perspectiva quiere y ama;
sin estas caractersticas la mujer no accede al matrimonio, ello aunado a que
en este contexto sigue muy arraigada la idea de conservar la virginidad hasta el matrimonio; las relaciones sexuales se dan slo en el marco de una
unin. Mucho de ello tiene que ver con que la mayora de las mujeres sigue

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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reproduciendo un modelo de mujeres decentes que les fue enseado en su


hogar.
Cuando ramos novios l me estuvo dice que dice siempre, vamos a hacerlo,
vamos a hacerlo [tener relaciones sexuales].Yo la verdad al principio no quera hacerlo porque a m me ensearon que hasta [que est] una casada. Luego
l me dijo que si nos juntamos y fue hasta que nos juntamos, antes no. Mejor
hasta juntarnos, como todas las mujeres decentes [] hasta casarnos pues
(TG/M2/19 AOS/CCR/1 HIJO).

Este modelo de mujer decente conlleva a excluir toda nocin de sexualidad en el cuerpo de la mujer, lo cual cobra alto significado en los varones para
idealizar al otro como pareja y posteriormente como esposa y madre de sus
hijos. As, en el marco de la unin es que se legitima el inicio sexual y por ende
se excluye el uso de anticonceptivos, pues una vez legitimado el matrimonio,
desde la perspectiva de los y las adolescentes, no se es necesario usar nada,
si lo que se desea es un hijo. Al contrario, el uso de anticonceptivos como el
condn slo est relacionado para usarse con las mujeres o varones que desde el imaginario social implican algn tipo de riesgo y/o posibilidad de contagio de una ITS; es decir aquellas mujeres o varones que, como sujetos sexuales, hacen uso de su cuerpo para satisfaccin propia o del otro.
Yo saba que slo se usaba [condn], as cuando andas con las meres [prostitutas], que pa que no te contagien que del Sida o de otras cosas, la verd no
s cuales [] pero yo saba que paeso era que el condn. Ya cuando uno se
casa, no saba que se tena, que uno tena que usar que el condn [] yo digo
pues ya paqu? Si ya ests casado, es tu mujer, paqu usas el condn? Yo
digo que as noms con las que te pueden pegar algo, con ellas s (TG/V2/19
AOS/UL/1 HIJO).

De esta forma es que en TG el uso de alguna forma anticonceptiva slo est


reservado para actividades sexuales con ciertas mujeres donde las enfermedades son una constante, lo cual desde la perspectiva de los varones no tiene
relacin con sus esposas, pues la imagen que tienen de ellas es socialmente
diferente, ubicndola bsicamente como sujeto reproductivo.
Por su parte en el AMM el inicio sexual y uso de anticonceptivos est marcado por dos modelos; el primero es un modelo de riesgo que hace que tanto
mujeres como varones se inicien sexualmente con las consecuencias que ello
tenga, cobrando suma importancia la identificacin del otro como sano; el
segundo modelo que marca el debut sexual de los adolescentes el sentimental-tradicional, y aunque con menor frecuencia, tiene que ver con poner mayor

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importancia a la seguridad, al amor y a la comprensin hacia la pareja, hecho


por el que el ideal de pareja aparece.
En el caso de los varones es mucho ms fcil de describir, pues se cie
bsicamente al modelo de construccin de ser hombre y que est ligado a
demostrar constantemente su hombra a partir de la exposicin al riesgo de
resultar infectado de alguna ITS, ya sea con las amigas o prostitutas. Este
patrn de inicio sexual de los varones ha sido documentado tambin en otros
contextos (Caricote, 2006; Navarro et al., 2006; Pacheco et al., 2007), coincidiendo siempre en la necesidad de los varones por demostrar su hombra a
partir de su sexualidad, sin importar el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales.
A los 13 aos tuve mi primera relacin; esa vez fue con una muchacha ya
grande, como de 25 aos. Mis amigos me aventaron, que para que me volviera hombre; que si no me la coga era puto. Esa vez no us nada; fue as, a pelo.
Ellos me dijeron que no iba a pasar nada. Ya despus, pues pens bien las
cosas y dije que no quera que me contagiaran de enfermedades o algo, no s
[] ya despus us condn con mis amigas, pero ya despus me encontr con
mi esposa y con ella no us nada; ella no era como las dems (AMM/V9/18
AOS/UL/1 HIJO).

Como en el anterior discurso, la mayora de los varones identifican el uso


de condn o anticonceptivo slo con un estereotipo de mujeres, las cuales imaginariamente implican algn tipo de riesgo para la salud; caso contrario, las
novias como tipo ideal de mujer son excluidas de la percepcin de riesgo que
implica tener relaciones sin anticonceptivos, lo cual conlleva a suponer que es
a partir de la imagen que el varn construye del otro como sujeto sexuado lo
que determina el uso o no de anticonceptivos, en este caso el condn.
En las mujeres del AMM varios elementos cobran relevancia para el uso de
anticonceptivos en su debut sexual o en las consecutivas relaciones sexuales,
ya sea por enamoramiento, presin social o por la espontaneidad en la que
ocurra dicho evento, pero en cada uno de estos elementos la figura del varn
debera apegarse a una cierta combinacin de caractersticas asociadas a lo
emocional. Es decir, en el caso de que la mujer se inicie sexualmente con el
varn del que est enamorada, no se le exige el uso de anticonceptivos por el
qu dirn, y que se centra en el imaginario social en torno a la mujer que hace
uso de su cuerpo por deseo, lo cual la conllevara a ser considerada puta.
Yo andaba este [] con los muchachos y todo, pero yo saba que hay que cuidarse; no que est mal, porque no est mal tener relaciones, pero tampoco
est bien estarte acostando con cualquier persona. Pero con este era diferen-

CONNOTACIONES DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS EN LAS RELACIONES SEXUALES

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te; yo me imaginaba que si le peda condn iba a pensar que era una cualquiera, una puta, verdad? Y luego qu iba a decir! (AMM/EI/M6/19 AOS/UL/1
HIJA-E).

Este performance en los modelos normativos de gnero permite construir


nuevas formas de subjetividad entre ellas la apropiacin del cuerpo que
tal vez siempre han estado presentes, pero que no se han visibilizado como
para romper ese conjunto de reglamentaciones unitarias. Sin embargo, el
peso que conlleva el qu dirn suprime todo tipo de accin preventiva que
se podra tomar en las relaciones sexuales.
Otro hecho, el de sentir amor y de que el novio insista constantemente a la
pareja en tener relaciones sexuales, hace que ellas den muestras de ese sentimiento a travs del cuerpo, por lo que en algunos discursos se ubica an el
trmino de que en su primera relacin sexual se entregaron por amor, y aunque el sentido de modernidad hara pensar que es un discurso viejo o propio
de lo rural, se encuentra muy vigente en las adolescentes de este contexto.
Esto pudo constatarse en los relatos de varias adolescentes cuando expresaron que a partir de que en su noviazgo creca el amor hacia su novio, es como
ellas se entregaban por amor. La entrega en este sentido representa un hecho
simblico muy fuerte determinado y condicionado al tiempo, a los sentimientos y el amor hacia la pareja; este hecho, combinado con la espontaneidad en
que sucedan las relaciones sexuales, excluan toda posibilidad de usar anticonceptivo.
Lo hice con l [tener relaciones] porque ramos novios; ya tenamos [tiempo]
de conocernos y yo senta amor por l. Un da l me invito a su casa y yo le
dije que s. Me dijo vamos a mi cuarto!. Fue as de rpido; le dije s
vamos!. Y all estuvimos arriba platicando y todo. Y nos comenzamos a
besar y de ah comenz todo! Me empez a besar y me dijo que si lo hacamos. Y yo le dije que s. Y lo empezamos a hacer, todo fue tan rpido que no
usamos nada, pero [] Pus yo s sent bonito, entregarme a l por amor!
Hacer el amor con l! (EI/M4/15 AOS/UL/2 HIJOS).

De esta forma, el enamoramiento, la presin social para tener relaciones


sexuales, la espontaneidad y la imagen que se tiene del otro, influyen para que
en la primera experiencia sexual no se use ningn tipo de proteccin para prevenir embarazos o ITS.

Consideraciones finales
En ambos contextos el uso de mtodos anticonceptivos en la primera relacin sexual fue muy reducido o casi nulo; ello dependa de la vasta desinformacin

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y el poco conocimiento tanto de mtodos para prevenir embarazos como de


la biologa reproductiva, de la espontaneidad en la que se daba el encuentro
sexual, pero sobre todo de la construccin del riesgo que se tena del otro.
Un elemento a considerar en los discursos de los varones de ambos contextos es que el imaginario respecto a ser hombre por lo general es un obstculo para que los varones asuman una actitud responsable en su vida
sexual, el cual se ve reflejado en la constante exposicin al riesgo tanto de
adquirir/transferir infecciones de transmisin sexual (ITS), o de embarazar
a su pareja por la prctica de sexo no seguro, por lo que este modelo de
masculinidad tradicional, tal como lo expresa De Keijzer (1988), es en s
mismo un factor de riesgo, pues la idea de cuidar el cuerpo y ser responsable es desechada por la idea hegemnica de tomar riesgos, ser impulsivos y no razonables; mucho de ello est implcito en los discursos del debut
sexual.
A partir del contexto y sexo a que se refiera, las experiencias y los significados en torno al uso de anticonceptivos en el inicio de las relaciones sexuales van a variar; mucho de ello depender de la informacin que se tenga de
los diversos mtodos para prevenir embarazos e ITS, as como de la biologa
de la reproduccin. Cobra relevancia que, desde el mbito subjetivo, el uso de
alguna proteccin contra ITS o embarazos, simblicamente est relacionado
con cmo el varn y/o la mujer se construyen como sujetos sexuales a partir
de la imagen que se tiene del otro, lo cual determina el tipo de encuentro y el
uso de anticonceptivos en la primera relacin sexual.
En general, el contexto sociocultural, los estereotipos de gnero y el
desequilibrio de poder entre varones y mujeres, moldean las connotaciones
respecto al uso de anticonceptivos en la primera relacin sexual. Si en la
actualidad el embarazo y las ITS continan en aumento en la poblacin adolescente, se est ante la urgente necesidad de replantear la poltica en salud
sexual y reproductiva adolescente de Mxico.
En los contextos culturales que se analizaron, las normas sociales
vigentes que controlan e inhiben la actividad sexual, pero que alientan el
sexo sin proteccin por la misma invisibilidad y desinformacin que se
ubica alrededor de ella, hacen que la adolescencia como etapa de vida
se escinda, se rupture y resquiebre por voluntad propia al incentivar,
motivar y normalizar, en dichos contextos, el ser padre o madre siendo
an joven. Mecanismos sociales, econmicos, culturales y familiares se
ponen en marcha para controlar la sexualidad, pero contradictoriamente
permiten que el valor ms alto que pueden poseer los y las adolescentes
se ubique en la maternidad y paternidad, incluso ms all de una carrera
universitaria.

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Mxico, en CONAM (coord.), Foro embarazo en adolescentes. Avances y
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Xabier Lizarraga Cruchaga

Cncer cervicouterino y sexualidad


Un enfoque desde la narrativa
de las mujeres enfermas

Mara del Carmen Caldern Benavides


Unidad de Tumores Ginecolgicos del Servicio de Oncologa,
Hospital General de Mxico

Resumen
Con base en entrevistas a profundidad estructuradas para mujeres con cncer cervicouterino, se ha realizado este estudio en la Unidad de Tumores Ginecolgicos
del Servicio de Oncologa del Hospital General de Mxico. Planteado desde el
marco de la metodologa cualitativa, y realizado a partir de la narrativa de las
protagonistas, el enfoque permite la revelacin de las enfermas desde s mismas,
conocer sus puntos de vista ante los acontecimientos relacionados con la enfermedad y su participacin en ellos. El objetivo es hacer visibles los procesos de las
mujeres: el significado que dan a enfermar y padecer cncer cervicouterino, una
enfermedad situada en el aparato sexual reproductor, vinculada al manejo de la
sexualidad y de la vida sexual activa; de los procesos de adaptacin y resistencia a las transformaciones originadas por la enfermedad y los tratamientos; de la
prdida de rganos y funciones, vinculados a la subjetividad e identidad femenina
y de las repercusiones individuales, familiares y sociales.
Palabras clave: mujeres, gnero, sexualidad, cncer cervicouterino.

Abstract
Based on in-depth structured interviews for women with cervical cancer, this
study was carried out in the Gynecological Tumors Unit of the Oncology
Department of the Hospital General of Mexico. Posited from the framework
of qualitative methodology and carried out on the basis of the narrative of the
subjects, this approach allowed for disclosure made by the patients themselves,
revealing their points of view on the events connected with the disease and
their participation in these processes. The aim is to make the processes of
women visible: the meaning for them of sickness and cervical cancer, a disease
situated in the sexual reproductive apparatus, linked to the management of
sexuality and an active sex life; the processes of adaptation and resistance to
the transformations caused by disease and treatments; and the loss of organs
and functions linked to subjectivity and female identity and individual, family,
and social repercussions.
Keywords: women, gender, sexuality, cervical cancer.

CNCER CERVICOUTERINO Y SEXUALIDAD

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Introduccin
Considerando que la cotidianidad y los hechos vitales contribuyen al desarrollo de la enfermedad, ha sido necesario poner de manifiesto los aspectos relacionados con las vivencias de las mujeres antes, durante y despus del cncer,
as como situar su anlisis en la perspectiva de las condiciones familiares,
sociales, culturales, econmicas y polticas en las que las mujeres nacen, se
desarrollan y se relacionan, como una parte integral de la enfermedad. Este
trabajo expone el papel que tiene el manejo de la sexualidad en el desarrollo
del cncer cervicouterino, la vida sexual activa antes y despus del diagnstico y tratamiento, las repercusiones fsicas, familiares y culturales que enfrenta una mujer al enfermar de cncer cervicouterino, as como las secuelas de
los tratamientos y el estigma social que subyace a la enfermedad.
Como un trabajo realizado desde la historia de mujeres con cncer cervicouterino, se trata de un enfoque que permite la revelacin de s mismas, sus
puntos de vista ante los acontecimientos relacionados con la enfermedad y su
participacin en ellos, sus opiniones, sus emociones y sus percepciones.
Este trabajo pretende ayudar a comprender los procesos de adaptacin y
resistencia a las transformaciones originadas por la enfermedad; por eso, al
entrevistarlas se persigui algo ms que informacin: se trat de establecer
un contexto y todo lo que se expresa y se vive a travs del cuerpo.
Marcela Lagarde (1997: 28) comenta:
Los procesos de cada mujer a lo largo de su biografa y en su cotidianidad,
permiten conocer, explicar y comprender el estado de su salud. Las dificultades y los conflictos, las enfermedades, los accidentes y las carencias, las maneras de enfrentarlos, as como los logros, las actividades enriquecedoras, la
ausencia de malestares y de enfermedades o daos y el disfrute de la vida, se
plasman en el cuerpo y la subjetividad, en el cuerpo vivido y producen un especfico estado de salud definitorio del estado vital con que cada mujer enfrenta su existencia.

El reconocimiento del cncer cervicouterino como un fenmeno social, no


slo como un proceso biolgico, sino como un acontecimiento que refleja una
experiencia social contextualizada y dentro de una perspectiva histrica, puede permitir la comprensin de las protagonistas, rescatando su vida cotidiana y, as, acercarse al significado de ser una mujer con cncer cervicouterino.

Gnero y proceso salud-enfermedad en las mujeres


Tener en cuenta el factor gnero como uno de los organizadores privilegiados
de la realidad y puntualizar la estrecha relacin entre los malestares femeninos y su especificidad con la vida cotidiana, implica analizar cmo se cons-

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MARA DEL CARMEN CALDERN BENAVIDES

truyen las mujeres, en tanto sujetos de nuestra cultura y la incidencia que ello
tiene sobre su salud, de qu manera las condiciones de la vida cotidiana repercuten en los modos de enfermar, por la influencia de la sedimentacin de un
conjunto de actividades y actitudes que bajo la forma de rutinas y de hbitos
se mantienen constantes en la vida de las personas.
Es necesario destacar cmo los roles de gnero femenino afectan la manera en que enferman las mujeres, cmo las condiciones de su vida cotidiana se
constituyen como factores de riesgo para su proceso salud-enfermedad y
cmo la inclusin de la perspectiva de gnero hace posible analizar el enfermar femenino al incorporar herramientas conceptuales y tcnicas que destacan las caractersticas de la construccin de las mujeres en nuestra cultura y
en nuestra sociedad.

El cuerpo
Los seres humanos adquieren, desde el nacimiento, significados y atribuciones
correspondientes a un proceso de socializacin a partir del cuerpo de hombre
o de mujer: a lo largo del proceso de socializacin se va conformando un
entramado de creencias de acuerdo con las pautas de simbolizacin propuestas o impuestas por cada cultura. La diferencia anatmica determina las claves de estructuracin interna correspondientes a cada ser humano desde un
enfoque del imaginario social. En este sentido, encontramos que la vivencia
de la corporeidad es construida con significativas diferencias en hombres y
mujeres: en nuestra cultura no es igual tener un cuerpo de hombre que un
cuerpo de mujer.
Martha Lamas (1996: 341) refiere: la inscripcin de la cultura en los
cuerpos no es slo un proceso de adquisicin de valores y creencias, supone
tambin la conformacin de los procesos fisiolgicos que intervienen en la
forma en que experimentamos el cuerpo.
El orden de lo social confiere sentido al cuerpo desde el momento en que
se nace; el nio o la nia desarrolla su autopercepcin desde los mensajes
externos que recibe de quien lo cuida. Cada uno integra su esquema corporal
y su realidad psquica tomando como referencia las imgenes que recibe del
mundo externo y de sus figuras importantes. En este proceso de integracin se
establece un dilogo constante entre el inconsciente de la madre y el inconsciente del hijo, generndose un lenguaje a travs de smbolos que se inscriben
como la imagen corporal, se constituye en la memoria inconsciente de toda la
vivencia relacional. Al respecto Joyce McDougall (1981: 32) destaca:
[] la importancia de los factores que tienen que ver con todo aquello que
contribuya a la construccin de la realidad externa, pues sta no se construye

CNCER CERVICOUTERINO Y SEXUALIDAD

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sola. Esta realidad est constantemente modulada por la economa del afecto y por la intervencin del lenguaje. Los rganos de los sentidos y las representaciones subsecuentes slo dejan pasar las ideas y los afectos decretados
lcitos por el discurso familiar. A partir de all, lo que es perceptible, como todo
lo que es comprensible, pasar fatalmente por ese filtro.

La sociedad, a travs de la madre y las figuras representativas, le ofrecen


al nio-la nia signos, smbolos y significados que slo tienen sentido dentro
de un contexto social y cultural especfico. No es posible hablar de cuerpo y
sociedad como si fueran aislados, cuando la sociedad y la cultura son las que
disean, coordinan y orientan la biologa. El socilogo ingls J.Weeks (1998:
25) indica que la manera en que cada uno comprende, imagina, simboliza,
representa internamente o se siente respecto de su fisiologa, es producto del
desarrollo y la experiencia en la familia y no un producto directo de la biologa en s.

Cncer cervicouterino y sexualidad


Vincular el cncer cervicouterino con la sexualidad parecera obvio, pero de
manera sorprendente no lo es o no lo ha sido. Por tratarse de una enfermedad del aparato sexual femenino, involucra el ejercicio de la vida sexual
activa y, en consecuencia, de la sexualidad, que no se reduce a lo genital y
mucho menos a las funciones reproductivas. La sexualidad vincula los
aspectos biolgicos con los de tipo psicolgico y sociocultural (Delfn Lara,
1998).
Desde el enfoque biomdico se han establecido factores de riesgo que, de
manera aislada o en conjunto, favorecen el desarrollo del cncer cervicouterino: inicio de relaciones sexuales a edad temprana, mltiples parejas en la
mujer o en el hombre, multiparidad, falta de higiene genital propia y de la
pareja, infecciones genitales frecuentes, tabaquismo y deficiencias nutricionales. Dada esta categorizacin de factores de riesgo personales y ambientales, surge una serie de reflexiones, pues estos factores ms all de ser
una causa pueden constituirse como una consecuencia: se trata de manifestaciones de conducta que se presentan como el resultado de la interaccin de las mujeres con su contexto tanto familiar como social e institucional.
La biologa condiciona y limita lo que es posible. Pero no es la causa de
las formas de vida sexual. Prefiero ver en la biologa una serie de potenciales
que se transforman y adquieren significado slo en las relaciones sociales
(Weeks, 1998: 25).
Helena E. Restrepo (1993: 109) hace referencia a un estudio realiza-

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MARA DEL CARMEN CALDERN BENAVIDES

do por Skegg et al., que en 1982 plante las posibles relaciones de los patrones culturales de conducta sexual con la incidencia del cncer cervicouterino.
En este trabajo, se estudiaron tres tipos de sociedades con patrones conductuales diferentes y los resultados indicaron que la mayor incidencia de la enfermedad se observa en la sociedad donde predomina el machismo con la
consiguiente promiscuidad masculina; la incidencia ms baja corresponde a
la sociedad ms tradicional, con bajos ndices de promiscuidad tanto masculina como femenina.
El cncer cervicouterino es consecuencia, en algunos casos, de una enfermedad de transmisin sexual, y a partir de ello habra que involucrar a los
actores correspondientes, pues el ejercicio de una vida sexual activa implica
la coparticipacin, y por lo tanto la corresponsabilidad de la pareja, de la
familia, de la sociedad y de las instituciones.

La vida sexual activa


El inicio de la vida sexual activa de las mujeres en etapas tempranas ha
sido determinado como un factor de riesgo para el cncer cervicouterino y
considerado como un hecho etiolgico en s mismo. Este acontecimiento no
se presenta de manera aislada, sino que est rodeado de una serie de
caractersticas socioambientales que es necesario someter a estudio para
profundizar el conocimiento de las condiciones de riesgo (Restrepo,
1993).
Indagar en la historia sexual de las mujeres que participaron en el estudio, permiti el reconocimiento de los comportamientos que reflejaron su
manera de ver, captar y entender el mundo, como un filtro a travs del cual
valoraron la realidad. La entrevista investig la historia sexual de las mujeres participantes; se detectaron dos tipos de mujeres por la manera de vivir
su primera relacin sexual: las que decidieron el momento y con quien tenerla, y las mujeres que fueron vctimas de violacin.
Primera relacin sexual voluntaria
De las 11 mujeres que tuvieron su primera relacin sexual de manera voluntaria, seis mencionan que ha sido su nica pareja; se describieron participativas con sentimientos de satisfaccin. La edad de esa primera relacin
sexual estuvo comprendida entre los 15 y los 24 aos. Mencionaron haberla vivido con total desconocimiento y con amor; el placer sexual fue dndose poco a poco, no desde la primera vez; les cuesta trabajo admitir que experimentan sensaciones gozosas; una de las mujeres entrevistadas no sabe si
ha tenido orgasmos.

CNCER CERVICOUTERINO Y SEXUALIDAD

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Violencia sexual
El grupo constituido por mujeres vctimas de agresin sexual fue de cuatro; dos de ellas violadas en la infancia y dos en la adolescencia. Ellas presentan historias diferentes, algunas con violacin reiterada de diferentes
hombres.
El miedo, la vergenza, la culpa y el asco preexistentes, se arraigaron en
su vivencia corporal. Un rasgo importante es el rechazo que manifestaron
hacia la vivencia sexual gozosa.
La coparticipacin masculina
El cncer cervicouterino es consecuencia, en algunos casos, de una enfermedad de transmisin sexual, en la cual no se ha involucrado a los hombres
como actores corresponsables y directamente relacionados con el proceso de
contagio.Tan es as, que las campaas y programas de prevencin se han dirigido slo a las mujeres, soslayando que los estereotipos de nuestra cultura
favorecen patrones masculinos de conducta sexual que propician la transmisin de infecciones precursoras de esta enfermedad.

El cncer en las mujeres


El cncer de las mujeres, y en este caso el cncer cervicouterino, no puede ser
visto como un acontecimiento aislado ni como una enfermedad que afecta a
un organismo; se trata de una enfermedad en un cuerpo, un cuerpo de mujer,
una enfermedad que produce un padecimiento, un padecer miedo, angustia,
tristeza, un padecer que convierte a la mujer en un ser vulnerable, dependiente, un ser con dolor fsico que teme perder la dignidad y la autonoma a causa de su deterioro corporal. La mujer que enferma de cncer es un ser humano
en transicin, que ante la confirmacin del diagnstico inicia un proceso de
autodescubrimiento lleno de circunstancias ajenas. Al enfermar, se convierte
en una persona desconocida para s misma. Ha de iniciar un camino entre el
miedo, la incertidumbre y la vulnerabilidad. Pero no slo ella: la familia completa se enfrenta a un proceso en el que el miedo predomina y todo lo transforma, que impide entender y preguntar. Ese miedo que proviene de la enfermedad y que se convierte en una sensacin nica, inexplicable y en ocasiones
paralizante.
La prdida de la salud por cncer y la prdida de los rganos involucrados y sus funciones son procesos que se viven prcticamente al mismo tiempo. La crisis del diagnstico se presenta intensificada por el cmulo de anlisis que anteceden a la prescripcin de los tratamientos. Los
acontecimientos se suceden con una velocidad que supera la capacidad
adaptativa, y los efectos colaterales de los tratamientos van ms all de la

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MARA DEL CARMEN CALDERN BENAVIDES

prdida y afectacin de rganos como el tero, los ovarios y la vagina, pues


enfrentan a la mujer con problemas como las cicatrices, la resequedad y
acortamiento vaginal, la infertilidad, la menopausia teraputica, la incontinencia urinaria, bochornos, dolor de huesos, el desgano, disminucin y/o prdida del deseo y goce sexual, la piel quemada, el ser diferente, el estigma, la
culpa y el miedo, entre otros.
En el aspecto emocional, el diagnstico de cncer desorganiza, desequilibra y atenta contra la integridad de la persona, quien a partir de ese momento ya no tendr paz. La inestabilidad interna es el resultado del duelo ante la
prdida de la salud por cncer: la negacin, la agresin, la depresin, estn
presentes en el proceso dando lugar a alteraciones de tipo conductual. Nunca
ser lo mismo perder la salud por cncer que por otra enfermedad, como
tampoco el perder la salud por cncer en los rganos genitales que por cncer de piel, de estmago o de pulmn: las implicaciones sociales, la jerarqua
de los rganos y sus smbolos y significados determinan una diferencia que
influye sustancialmente en la calidad de vida del enfermo. No es lo mismo
estar enfermo con estigma que sin l.
Una prdida que difcilmente es mencionada porque con dificultad se identifica es la prdida de la cotidianidad, que se ve bruscamente interrumpida
por la deteccin de la enfermedad y por la gravedad del diagnstico: nada
ser igual despus del cncer. Se presenta la urgencia de la reorganizacin
para garantizar que la familia funcione; y cada uno de sus miembros reacciona con los recursos particulares que tiene en su estructura de personalidad.
El cncer es una enfermedad que produce un sinnmero de reacciones en los
familiares: desde las manifestaciones exacerbadas, la desercin escolar, la
somatizacin, la labilidad, la sobreproteccin o la evasin, entre muchas
otras, todas ellas expresiones de la severa ansiedad y de la necesidad de adaptarse a un evento tan desestabilizador como amenazante.
La relacin de pareja puede presentar una serie de alteraciones debido
a los ajustes lgicos que impone la presencia de la enfermedad; es de
importancia considerar el contexto socioeconmico en que se desarrolla, la
cultura a la que se pertenece, el sistema de creencias y el momento evolutivo de la pareja, los antecedentes del vnculo afectivo, el nivel de comunicacin, el manejo de la intimidad y de la sexualidad, as como las estrategias previas utilizadas para enfrentar los problemas: es tu problema o
nuestro problema. Estos antecedentes no siempre establecen el rumbo por
el cual se va a afrontar la vivencia de lo que el cncer implica: pueden dar
una orientacin, pues lo mismo que para las mujeres enfermas, sus parejas
inician un proceso en el que autodescubrirn rasgos o caractersticas que
le eran desconocidas.

CNCER CERVICOUTERINO Y SEXUALIDAD

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La vida antes del cncer

Antecedentes socioambientales y familiares


El ambiente familiar al que llegamos los seres humanos determina experiencias primordiales para el desarrollo y la vida entera. Es la familia el espacio
en que aprendemos todo lo concerniente a la sociedad, para despus repetirlo como patrones valorativos y relacionales.
Reconocer la importancia que tiene lo que se vive en el mbito familiar
durante los primeros aos de la vida permitir comprender que las decisiones, actitudes y conductas humanas, que en ocasiones pareceran fuera de
toda lgica, tienen sustento en los aprendizajes de las etapas tempranas, pues
stos se encuentran constituidos como una memoria, como un filtro por el
cual atravesarn todos los acontecimientos, y slo obtendrn significado los
que permitan reproducir modelos; todo lo dems ser omitido o pasar desapercibido (Ramrez, 1994).
Remitirnos a los antecedentes de las mujeres con cncer cervicouterino
tiene como objetivo visualizar el contexto de la mujer y la importancia que
puede tener para el desarrollo de la enfermedad.

Reacciones ante el cncer cervicouterino


Al llegar a la consulta de primera vez en el rea de tumores ginecolgicos, la
mujer ya lleva un camino recorrido; a partir de sntomas o de la deteccin
fortuita, ha acudido a una serie de consultas de medicina general y ginecologa, a nivel privado e institucional, hasta que es canalizada a la consulta oncolgica de tercer nivel.
Las mujeres refieren que la confirmacin del diagnstico de cncer es
de alguna manera ya esperada y, sin embargo, les produce una sensacin de
gravedad extrema, de alarma, debido a la velocidad con que son atendidas
por el equipo de especialistas. Surgen temores ante el sinnimo cultural de
la muerte, y una necesidad apremiante de proteccin y de adherencia. Se
instalan de inmediato las ideas persecutorias y culpgenas, surgidas del desconocimiento, de la informacin insuficiente, de la carencia de esos recursos que necesita para entender sus condiciones particulares y el proceso de
la enfermedad. Afloran las culpas a consecuencia de la inevitable vinculacin del cncer con el manejo socialmente inadecuado de su actividad
sexual.
Ante la imposibilidad de explicaciones convincentes, en general el cncer
es experimentado como un castigo ante conductas varias y se le atribuyen
transgresiones de orden moral o religioso. Se manejan dos tipos de concepciones: la coloquial (esas ideas populares plenas de metforas y que colocan
al cncer como sinnimo de muerte, dolor y sufrimiento) y la concepcin

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MARA DEL CARMEN CALDERN BENAVIDES

mdica (que se refiere a las clasificaciones y caractersticas propias de la


enfermedad). El discurso mdico con que se hace referencia al cncer, sus
procesos y sus tratamientos, suele manejarse en trminos de posesin diablica: es benigno o maligno, lo que lejos de favorecer la percepcin de quien
lo padece, le produce un incremento en sus temores y fantasas persecutorias.
Al respecto, Sontag (1996: 54) menciona que las referencias militares
estn presentes: se entabla una lucha o cruzada contra el cncer [], el cuerpo est sometido a una invasin, a un ataque, y el nico tratamiento es el contraataque.
Cuando se habla del cncer, las metforas provienen del vocabulario de la guerra, de la terminologa militar: las clulas cancerosas invaden a partir del
tumor original, colonizan en otras zonas del cuerpo con micrometstasis. Las
defensas del organismo no son lo suficientemente vigorosas, por muy radical
que sea la intervencin quirrgica.
[]
Nada hay ms punitivo que darle un significado a la enfermedad, el cual
resulta invariablemente moralista. Cualquier enfermedad importante cuyos
orgenes sean oscuros y su tratamiento ineficaz, tiende a hundirse en significados. La enfermedad misma se vuelve metfora, luego en nombre de ella,
usndola como metfora, se atribuye ese horror a otras cosas (ibidem: 56).

En los casos especficos de las mujeres, ellas hacen alusin a su vida, sus
hbitos, sus costumbres, buscando una explicacin que les resulta necesaria
para aceptar que padecen cncer en el aparato reproductor. Se autocastigan
con calificativos e insultos de ndole moralista y peyorativo, acompaados de
un: me lo merezco por puta, me lo busqu por andar de loca.
A nivel familiar, lejos de lo que pudiera suponerse, las relaciones se deterioran a partir del diagnstico. Ellas manifiestan que se sienten rechazadas
y sucias: los estereotipos de la mujer buena quedan en entredicho y se destapa la posibilidad de ser o haber sido mala, y el castigo es quedar vaca,
hueca, ya no servir como mujer. Adems, existe el temor a contagiar a sus
familiares.

La vida sexual despus del tratamiento.


El vnculo con su pareja
En los meses subsecuentes al tratamiento, la mujer identifica las secuelas y
siente los cambios: las alteraciones de la vagina y las afectaciones o prdida
de los ovarios, como producto de la ciruga, la radioterapia o la quimioterapia inhiben el deseo y el goce sexual. Experimentan insensibilidad o rese-

CNCER CERVICOUTERINO Y SEXUALIDAD

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quedad en la vagina despus de la radioterapia; o acortamiento y estrechez


despus de la ciruga. Estas experiencias repercuten en su relacin de pareja;
ambos se manifiestan ansiosos, el contacto sexual es evitado, frecuentemente ella sangra despus del coito. Estos hechos la vuelven temerosa y piensa
que si ejerce su sexualidad puede tener una recurrencia.
Los niveles de deseo y goce sexual se ven disminuidos o se les resta importancia, privilegiando su relacin como madres y la sobrevivencia al cncer; se
presenta el rechazo hacia la pareja. Manifiestan temor a las recurrencias de
la enfermedad y hacen patente no desear las relaciones sexuales y de seguir
adelante por mis hijos.

Relacin con el cuerpo y sus funciones


Este aspecto se relaciona con el nivel de conciencia y la capacidad de concebirse a s misma como duea de un cuerpo que tiene funciones y que merece
atencin y cuidados en cuanto a la higiene, la alimentacin y la prevencin de
enfermedades, y de esta manera propiciar, mantener y disfrutar la salud y el
bienestar que requiere un adecuado nivel de calidad de vida.
Las mujeres con cncer cervicouterino que participaron en este estudio
pertenecen a niveles socioeconmicos y educativos bajos, fueron vctimas
de violencia fsica durante su infancia, y una tercera parte sufri violencia
sexual y carecieron de cuidados en su alimentacin. No contaron con
modelos para adquirir hbitos de autocuidado y no aprendieron a escuchar los mensajes de su cuerpo. Existe autodevaluacin y la creencia de
inmerecimiento a partir de que su cuerpo slo las ha hecho sufrir. No se
detectan evidencias de autopercepcin ms all de lo elemental: un rgano del cuerpo existe si duele, pero no por eso se le cuida o se le presta
atencin.
Como en muchas mujeres de nuestra cultura, no existe informacin
acerca de las funciones del cuerpo de la mujer, y en la mayora de los
casos, cuando se presenta la primera menstruacin provoca sorpresa y
desconcierto. Manifiestan dolores menstruales intensos que la cultura ha
determinado invisibles y normales, otro hecho que las mujeres acostumbran a pasar desapercibido, igual que han sido el aparato sexual y los genitales: no existen, no se nombran, no se tocan ni se menciona lo que sucede en ellos, as se trate de dolor, que puede ser el resultado del proceso
interno que produce la menstruacin, pero que no es normal tener que tolerarlo.
Los autocuidados y manifestaciones de afecto hacia el propio cuerpo no
estn presentes antes del cncer; estas mujeres se manejan sin indicios de
atencin a lo que les acontece, sus acciones sugieren desapego de s mismas.

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MARA DEL CARMEN CALDERN BENAVIDES

Adems manifiestan su rechazo al ser mujer ante las vivencias desagradables


que se han tenido.

Conclusiones
El cncer cervicouterino es una enfermedad con un gran peso ideolgico por
estar localizado en los rganos genitales, por comprometer el ejercicio de la
vida sexual activa, y porque los actos sexuales estn cargados con un exceso de significacin.
Los aspectos relacionados con las funciones del aparato sexual y las interacciones sociales y afectivas que manifestaron las mujeres informantes, destacan las caractersticas ideolgicas que han regido sus formas de sentir, de
pensar y de actuar.
La definicin de los aspectos culturales del cncer cervicouterino involucra una serie de elementos relacionados con los significados que tiene
para la mujer el hecho de padecer una enfermedad ubicada en el aparato
sexual reproductor.
Por los rganos en que se ubica y por las funciones que involucra, el cncer cervicouterino promueve que entren en juego los valores propios de la
concepcin del mundo, conjugndose una visin de ndole moral ante la enfermedad, en trminos de significado y simbolismo, que generan una enorme carga emotiva.
La realidad del cncer cervicouterino ha sido descrita por otros, los
mdicos (hombres), que han determinado y establecido creencias en torno
a la enfermedad; por lo tanto, la medida o trmino de referencia del cncer
cervicouterino ha sido lo masculino. La historia oficial del cncer cervicouterino ha sido escrita y descrita por hombres. Dar la posibilidad a las protagonistas de expresarse a travs de una tcnica de recuperacin y creacin
de fuentes testimoniales, permiti el rescate de particularidades y el estudio de las pautas de comportamiento individuales y colectivas buscando
conocer cmo han sido percibidos los hechos en momentos histricos determinados.
Reconstruir la historia de las mujeres con cncer cervicouterino es una
respuesta al silencio que ha caracterizado a la enfermedad, darles voz es devolver la identidad a las protagonistas de las historias; es generar nuevas percepciones sobre las experiencias que tienen las mujeres acerca de s mismas
por medio de sus palabras.

Bibliografa

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CNCER CERVICOUTERINO Y SEXUALIDAD

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76 |

Xabier Lizarraga Cruchaga

La dimensin etnogrfica
de las mantas conmemorativas
de los muertos por Sida
de la ciudad de Mxico
Porfirio Miguel Hernndez Cabrera
Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico. Cuautepec

Resumen
Este artculo analiza, desde la perspectiva antropolgica, las expresiones iconogrficas de las mantas conmemorativas de los muertos por Sida con el propsito de develar su dimensin como objetos etnogrficos. Para ello, se retoman
los documentos etnogrficos elaborados (notas de campo y fotografas) a partir de la observacin participante realizada durante la exhibicin de las mantas en algunos eventos antisida de finales de los aos noventa del siglo pasado en la ciudad de Mxico. Se concluye que las mantas conmemorativas, a
pesar de su dbil arraigo en el mbito local, son importantes manifestaciones
culturales que canalizaron las expresiones de duelo y protesta poltica por las
personas fallecidas a causa del VIH-Sida, generando con ello una cultura de la
prevencin. Adems, como objetos etnogrficos, aportan valiosos elementos
para entender la construccin social de la pandemia, a los diversos grupos humanos y a las subculturas que construyeron las historias del movimiento de
lucha contra el Sida y del movimiento lsbico, gay, bisexual y transgenrico en
la ciudad de Mxico y en el mundo. Finalmente, ante el estatus actual del Sida
como enfermedad crnica, se sugiere analizar etnogrficamente las nuevas
expresiones culturales globales y locales en torno a esa pandemia.
Palabras clave: Sida, mantas conmemorativas, etnografa.

Abstract
This article analyzes the iconic expressions of the memorial quilts for those
who have died from AIDS from an anthropological perspective.The purpose of
this article is to show how the quilts can be considered ethnographic objects.
To do this, the ethnographic documents and materials used (field notes and
photographs) are reexamined from participant observation that took place
during the exhibition of the quilts in several anti-AIDS events at the end of the
1990s in Mexico City. It is clear that in spite of their weak reception on a
local level, they are important cultural manifestations that channeled expressions of grief and political protest on behalf of the people who have died of

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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HIV-AIDS

and thereby created a culture of prevention. Furthermore, as ethnographic objects, the quilts contribute valuable qualities and characteristics so
that the social construction of the epidemic can be better understood. The
quilts function is also of great importance to understand the diverse groups
of human beings and the subcultures that created the quilts stories that, in
turn, solidified a movement to battle AIDS and to fight against homophobia
and discrimination within the gay, lesbian, bisexual and transgender community of Mexico City and the world. Finally, by evaluating the current status of
AIDS as a chronic disease, it is suggested that we ethnographically analyze
new global and local cultural expressions as they relate to this epidemic.
Keywords: aids, memorial quilts, ethnography.

Introduccin
La aparicin del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) causante del
sndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) a principios de los aos
ochenta en Estados Unidos, trajo consigo la respuesta inmediata de las emergentes organizaciones no gubernamentales (ONG) que centraron sus acciones
en contra de la entonces nueva enfermedad. Tal respuesta no slo incluy la
actividad poltica para exigir medidas de prevencin y tratamiento gubernamental a las comunidades afectadas, sino tambin abarc la realizacin de
mltiples acciones culturales de duelo, que incluyeron el performance y otras
artes, para conmemorar a las personas fallecidas por la epidemia. Entre tales
expresiones culturales de protesta y de duelo se encontraron la Candlelight
Memorial (Conmemoracin de las Velas Encendidas), o Candlelight Vigil
(Vigilia de las Velas), y el NAMES Project AIDS Memorial Quilt (Proyecto
NOMBRES de la Colcha Conmemorativa del Sida), las cuales rpidamente
se globalizaron y encontraron eco en otras naciones.
A finales de los aos ochenta del siglo pasado, las ONG gay y de lucha contra el Sida de la ciudad de Mxico iniciaron la realizacin anual de la Candlelight Memorial, denominada localmente Caminata Nocturna Silenciosa en
Conmemoracin de los Muertos por Sida y, a principios de los noventa, la
Velada en Memoria de los Muertos por el Sida. A finales de esa dcada, en
ambos eventos antisida se introdujo el NAMES Project AIDS Memorial Quilt
que, en su versin local, fue ms conocido como la elaboracin y exhibicin de
mantas conmemorativas de las personas fallecidas por Sida.
En la antropologa mexicana, la investigacin sobre la dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas es escasa. En este trabajo se abordan
tales expresiones culturales como objetos etnogrficos desde la perspectiva
de los estudios del performance cultural. Este enfoque de estudio antropolgico permite no slo identificar los elementos culturales globales y locales

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implicados en las expresiones de duelo y de prevencin del VIH-Sida, sino tambin analizar la manera en que contribuyen en los objetivos del movimiento
de lucha contra el Sida y en los procesos de construccin social de las identidades gay, seropositiva y de otros grupos estigmatizados.
El objetivo de este artculo es analizar la dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas exhibidas en la Caminata Nocturna Silenciosa en Conmemoracin de los Muertos por Sida y en la Velada en Memoria de los Muertos
por el Sida a finales de los aos noventa en la ciudad de Mxico. Para tal propsito, se echa mano de los documentos etnogrficos recabados durante las observaciones participantes llevadas a cabo en dichos eventos (Hernndez, 2002).

Surgimiento y significado cultural


del NAMES Proyect AIDS memorial quilt
De acuerdo con Pinelo (2004), en 1982, apenas un ao despus de ser descubierta la nueva enfermedad, el Sida ocupaba el quinto lugar entre las posibles causas de muerte en los pases desarrollados, por debajo de la diabetes,
los accidentes laborales, el suicidio y el cncer. No obstante, entre los aos
1996-1998 (periodo que coincide con el de la presente investigacin), el Sida
alcanza su punto ms lgido al ser considerada la enfermedad en el primer
lugar de las causas de mortalidad; de hecho, en el mundo dominaba la nocin
de que tener Sida era una sentencia de muerte (Sontag, 1989) y se pona
en boga la ecuacin Sida = muerte (Altman, 2006).1

El origen del NAMES Project AIDS Memorial Quilt


Segn Murphy (2000), el creador del NAMES Project AIDS Memorial Quilt
es Cleve Jones un activista gay, quien concibi la idea en una caminata
nocturna realizada en 1985 para conmemorar los asesinatos, en 1978, de
George Moscone, alcalde de San Francisco, y de Harvey Milk, el supervisor
de esa ciudad, quien era abiertamente gay.2
En contraste, Pinelo (2004) agrega que actualmente la mortalidad por Sida est muy por
debajo del cncer, los accidentes o el suicidio, siendo comparable, estadsticamente, a las muertes por causa de la diabetes. Por otra parte, la esperanza de vida de un enfermo hoy en da, en
el mejor de los casos, es de slo cinco aos menos que una persona completamente sana.
Atendiendo a estos datos, no podemos ya hablar del Sida como una enfermedad mortal, sino
como una enfermedad crnica a la que parece que, poco a poco, le estamos ganando la batalla.
2 Al respecto, Murphy (2000: 630) agrega: El nmero de muertes por Sida en San Francisco
haba pasado de un millar, y Jones pidi a los marchistas que escribieran los nombres de los fallecidos en carteles, los cuales fueron pegados en la fachada del San Francisco Federal Building
despus de la marcha. La exhibicin le record a Jones una colcha hecha con retazos []
Finalmente el grupo form la Fundacin Names Project, la cual maneja y exhibe la colcha como
un aparato educativo y de recaudacin de fondos.
1

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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El NAMES Project consiste en un enorme conjunto de mantas conformadas de varios paneles de tela de un metro por cincuenta centmetros; cada
panel simboliza una muerte y es colocado por familiares, parejas, amigos o
personas que cuidaron a la persona fallecida. Los paneles son adornados con
artculos personales como ropa, fotografas, animales disecados, pinturas, bordados, etctera. Las mantas son exhibidas en lugares pblicos de las ciudades
estadounidenses desde escuelas hasta estadios de futbol y plazasdonde,
en emotivas ceremonias, se leen en voz alta los nombres de los muertos.
Para Murphy, el proyecto es el monumento y la obra de arte ms grande del
mundo, tal vez en toda la historia (ibidem: 629), producto del activismo de los
primeros grupos de lucha contra el Sida. Afirma que su xito se debe a su impacto directo sobre la poblacin3 y a su naturaleza colaborativa y democrtica y a
su capacidad para difundir la enormidad de las prdidas por el Sida al conservar la especificidad de las vidas y muertes individuales (idem). Agrega que:La
colcha es una metfora visual de la epidemia del Sida que expresa la enormidad de la prdida, no a travs de estadsticas mdicas, sino como una experiencia personal e inmediata (ibidem: 630);4 y explica su arraigo en la sociedad
estadounidense como una herencia de las artistas feministas que hacan nfasis
en lo personal como poltico, la colaboracin sobre la individualidad y el proceso sobre el producto (idem).

El significado cultural del NAMES Project AIDS Memorial Quilt


a nivel global
Para Altman (2006) es necesario entender al Sida como producto y causa
de la globalizacin. En ello, la literatura y el cine han jugado un papel muy
importante porque en los aos noventa del siglo pasado han provisto de
mucho material para emprender un anlisis del impacto cultural de la pandemia. Sobre esto, afirma:
3 Tan slo en 1987 se exhibieron 1,920 mantas en el National Mall de Washington, D. C.
(Murphy, 2000).
4 Susan Sontag (1989) se pronuncia en contra de las metforas (invasin, contaminacin,
ataque, plaga gay, castigo divino) que otorgan significados sociales negativos y moralizan a enfermedades como el Sida, o el cncer, los cuales generan estigmas en los enfermos creando identidades deterioradas segn la expresin de Erving Goffman. Especficamente propone
considerar al cncer (y por extensin, al Sida) como si fuera slo una enfermedad, muy grave,
pero slo una enfermedad. No una maldicin, no un castigo, no una vergenza. Sin significado.
Y no necesariamente una sentencia de muerte (una de las mistificaciones es que cncer = muerte) (ibidem: 14). As, en su visin de la colcha como una metfora visual de la pandemia del
Sida, Murphy (2000) parece retomar el concepto de Sontag, pero lo resignifica otorgndole una
connotacin positiva y lo extiende a la representacin iconogrfica de las mantas como smbolos de las muertes individuales.

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En realidad las respuestas al Sida proveen ricos ejemplos de la tesis de que la


globalizacin es slo otro nombre de la expansin de la influencia de Estados
Unidos pensemos, por ejemplo, la enorme popularidad internacional del uso
del listn rojo; as como la AIDS Memorial Quilt (Colcha Conmemorativa del
Sida), que aparece en cintas como Philadelphia (Filadelfia) u obras de teatro
como Rent o Angels in America (Altman, 2006: 128).5

Y agrega que, en el terreno de la literatura, existen muchos ejemplos, como


el siguiente, sobre la incorporacin del Sida como tema recurrente: ,l ha
muerto de la Enfermedad, ahora es slo un cuadrado en la colcha, escribe
Rushdie en The Ground Beneath Her Feet, y todos sabemos a qu Enfermedad se refiere (ibidem: 129).
Para Altman, la ciencia suele menospreciar el impacto del Sida en la cultura
popular y en las manifestaciones creativas que ha suscitado.Sin embargo,para l,
el NAMES Project AIDS Memorial Quilt y las Candleligth Vigil son acciones colectivas y globalizadas muy importantes que constituyen una respuesta cultural:
[] de afliccin y prdida que une las experiencias del Sida en las ciudades interiores de San Francisco y Newark con aqullas de los pueblos de Kenia y Zambia. Otra
vez estamos muy conscientes de las ceremonias particulares y de los rituales que se
han inventado en el mundo occidental: AIDS Memorial Quilt (Colcha Conmemorativa
del Sida), las vigilas de las velas, y as sucesivamente (Altman, 2006: 134).

En un afn por superar el etnocentrismo caracterstico de los pases ricos


anglosajones, Altman apunta la necesidad de conocer las respuestas culturales que los activistas de lucha contra el Sida de los pases en va de desarrollo han generado para conmemorar las muertes por Sida, aunque reconoce que
la Colcha se ha convertido en un smbolo global de la epidemia.

La etnografa y el estudio de los objetos


etnogrficos
La etnografa es el recurso metodolgico por excelencia en la investigacin de
la antropologa social, a partir del cual se pueden elaborar muchas interpretaciones tericas para la explicacin de mltiples fenmenos culturales. Al respecto, Lamas (2001) resume el doble significado del trmino cuando seala:

El listn rojo es el smbolo de la conciencia del Sida. Fue creado en 1991 por el pintor
Frank Moore, del Visual AIDS Artists Caucus quien, al observar que una familia vecina estaba exhibiendo listones amarillos en apoyo al retorno seguro de su hija militar del Golfo
Prsico, se convenci de que los listones rojos podran ser tambin una metfora para el
Sida (Engle, 2000).
5

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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La etnografa es tanto una forma particular de investigacin como el producto


escrito de una investigacin en ciencias sociales, hecha para probar marcos tericos o hiptesis, la etnografa es una va fecunda para registrar la infinita combinacin de expresiones individuales que se encuentran en el comportamiento
social de las personas y que se reflejan en los arreglos sociales, las relaciones de
parentesco, las costumbres sexuales, la concepciones religiosas, las prcticas de la
vida cotidiana, etctera (Lamas, 2001: 143).

En la investigacin de campo, el etngrafo recurre a todos los elementos


tangibles e intangibles del contexto fsico y social que puedan ayudarle a entender la cultura de los grupos sociales estudiados. Desde la perspectiva de los
estudios del performance cultural, para Kirshenblatt-Gimblett (2011: 256), lo
intangible, que incluye asuntos etnogrficos como el parentesco, la visin del
mundo, cosmovisin, valores y actitudes, no es transportable; mientras que
los elementos tangibles son artefactos etnogrficos transportables que se
convierten en objetos de etnografa [] creados por los etngrafos:
Los objetos devienen etnogrficos en virtud de que los etngrafos los definan,
segmenten, separen y transporten. Tales objetos son etnogrficos no porque
se encontraran en la vivienda de un campesino hngaro, en una aldea kwakiutl
o en un mercado de Rajastani y no en el palacio de Buckingham o en el estudio de Miguel ngel, sino en virtud de la manera como se les separ de sus
contextos, pues las disciplinas hacen sus objetos y al hacerlo se hacen a s mismas (ibidem: 248).

En este sentido, agrega:


Quiz debamos hablar no del objeto etnogrfico, sino del fragmento etnogrfico. Como las ruinas, el fragmento etnogrfico se basa en una potica de la
separacin. La separacin se refiere no slo al acto fsico de producir fragmentos, sino tambin a la actitud de separacin como distanciamiento que
posibilita dicha fragmentacin (ibidem: 249).

Para esta autora, el anlisis del objeto etnogrfico exhibido en un museo


implica distinguir entre in situ y en contexto, conceptos que cuestionan la
naturaleza de la totalidad, la carga de la interpretacin y la ubicacin del significado. Del primero, seala:
La nocin de in situ implica metonimia y mimesis: el objeto es una parte que
guarda una relacin contigua con una totalidad ausente que puede o no recrearse. El arte de la metonimia es un arte que acepta la naturaleza inherentemente fragmentaria del objeto (ibidem: 250).

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Acerca el segundo, afirma:


La nocin del contexto, que plantea el problema interpretativo del marco terico de referencia, implica tcnicas particulares de organizacin y explicacin
para transmitir ideas. Los objetos se colocan en contexto por medio de extensas notas, cuadros y diagramas, comentarios a travs de audfonos, programas
educativos, conferencias y performances (ibidem: 251).

Por otro lado, los objetos etnogrficos se convierten en documentos etnogrficos, cuando son registrados por el etngrafo. Al respecto, Guber
(2011:93) menciona:
Cuando se habla de registro, se est aludiendo a dos procesos simultneos, a
menudo indiferenciados por aquella concepcin que considera al trabajo de campo como una captacin inmediata de lo real. Esta perspectiva afecta tanto al
recurso tecnolgico por el cual se almacena informacin lo que llamaremos
formas de registro como a la informacin misma, pues convierte al vehculo
que une al campo y la oficina, el trabajo en terreno y el anlisis, en una misma unidad que subsume el acto de registrar y los datos registrados. Segn esta lectura,
el registro es un medio por el cual se duplica el campo en forma de notas (registro escrito), imgenes (fotografa y cine) y sonidos (registro magnetofnico).

El estudio de la dimensin etnogrfica


de las mantas conmemorativas en Mxico
En Mxico es casi nulo el estudio antropolgico de los eventos antisida6 y, por
extensin, de las mantas conmemorativas. Existen tres investigaciones que
han abordado los eventos antisida, teniendo como locus a la ciudad de
Mxico: la de Cruces (1998), quien analiz la Caminata Nocturna Silenciosa
y la Velada en Conmemoracin como rituales de la protesta modernos; la
de Hernndez (2002), quien los aborda de una manera ms amplia y especfica retomando el modelo de Cruces; y la de Hernndez (en prensa [a]), en
la que, a partir de los estudios del performance, los analiza como fenmenos
performativos. Sin embargo, Cruces slo considera las funciones culturales y
expresivas de la Caminata Silenciosa, pero no incluye el estudio de las man6 Los eventos antisida son el conjunto de acciones colectivas en pro de los derechos sexuales
que las ONG (grupos y asociaciones gay, lsbicos, de vendedoras/es de servicios sexuales, mujeres,
jvenes, etctera) realizaban anualmente en lugares pblicos y cntricos de la ciudad de Mxico
a finales de los aos noventa. Tales eventos incluan la Caminata Nocturna Silenciosa en Conmemoracin de los Muertos por Sida, en mayo; la Velada en Memoria de los Muertos por el
Sida, el 2 de noviembre; la Instalacin de Altares de Muertos en Memoria de las Personas que
han Fallecido a Causa del Sida, el 2 de noviembre; y el Da Mundial de Lucha contra el Sida, el
1 de diciembre (Hernndez, en prensa [a]).

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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tas conmemorativas.7 Por su parte, en su investigacin, Hernndez (2002)


realiz una aproximacin preliminar al estudio de las mantas conmemorativas, la cual sirve de punto de partida para la versin que aqu se presenta.
Con base en la perspectiva de Kirshenblatt-Gimblett (2011), en este trabajo
se considera a las mantas conmemorativas como objetos etnogrficos que eran
exhibidos en los tianguis informativos de todos los eventos antisida.En tales tianguis, las ONG gay y de lucha contra el Sida contaban con un puesto (estand) en
el que distribuan informacin sobre la prevencin del VIH, condones y otros objetos alusivos al Sida, como el listn rojo.8 Las mantas conmemorativas se colocaban juntas formando una gran colcha sobre el suelo en espacios especiales del
tianguis que fungan como museos improvisados al aire libre, o colgadas en las
fachadas de los puestos de las ONG, para que fueran apreciadas por el pblico
asistente. Se exhiban sin ninguna nota explicativa o folleto; ms bien, los creadores y activistas apelaban al inters visual que generaban los mensajes de las
imgenes y los textos, dejndolos a la libre interpretacin de los espectadores.
En los eventos correspondientes al Da de Muertos, las mantas se exhiban
colgadas al frente de los puestos de las ONG, o como teln de fondo de las
ofrendas tradicionales que se dedicaban a las personas fallecidas por Sida,9
las cuales tenan un doble significado: conmemorar a los muertos y brindar
elementos de prevencin a los vivos.
Al igual que sus similares estadounidenses, en su versin mexicana las
mantas echaban mano de diversos recursos iconogrficos del arte plstico y
textil; algunas eran elaborados lienzos realizados con diferentes tcnicas
creativas y materiales; otras eran collages que incluan pintura, costura, bordado, textos; otras ms eran bastante sencillas y slo presentaban el nombre
de la persona, y/o una pequea frase, elaborado con modestos elementos.
Adems de los nombres, incluan elementos simblicos que aludan a la forma de vida de la persona recordada y a su subcultura de origen.
As, en tanto objetos portadores de signos iconogrficos y textuales, las mantas conmemorativas que se exhiban in situ en los museos al aire libre y en
7 De lo que s se ocupa Cruces (1998) es de los objetos/mensaje propios de las marchas urbanas, los cuales define como cualquier clase de objetos que suelen ser decorados y refuncionalizados por los activistas para servir como instrumentos propagandsticos.
8 Para una descripcin ms detallada de todos los eventos antisida de la ciudad de Mxico, vase Hernndez (2005).
9 Las ofrendas son altares en los que, sobre manteles blancos o bordados de colores, se coloca
agua, pan de muerto (que representa los huesos del cuerpo humano), calaveras de azcar, comida, bebidas, veladoras, objetos que pertenecieron a la persona fallecida y flores de zempaschitl
(conocida como flor de muerto porque es la preferida por los indgenas desde la poca prehispnica) (Ramrez, 1997).

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los puestos de las ONG durante los eventos antisida y los aspectos discursivos/semiticos que contenan pueden ser segmentadas y analizadas como
fragmentos representantes tanto de una vida perdida a causa del Sida como de
un contexto cultural e histrico-social mayor, es decir, como objetos con una
funcin metonmica y un valioso contenido etnogrfico para la antropologa.

La dimensin etnogrfica de las mantas


conmemorativas de los eventos antisida
Una vez instaurado en San Francisco, el NAMES Project AIDS Memorial
Quilt cobr rpidamente dimensiones internacionales. En la ciudad de Mxico
fue impulsado en 1996 por la ONG La Manta de Mxico, A. C. (La Manta de
Mxico, A. C., 2007) conservando los mismos objetivos.
El trabajo de campo en que se basa este estudio se realiz en la X y la XI
Caminata Nocturna Silenciosa en Conmemoracin de los Muertos por Sida, en
1997 y 1998, respectivamente; y en la IV Velada en Memoria de los Muertos
por el Sida, el 2 de noviembre de 1997. Durante tales eventos antisida se llev
a cabo observacin participante, se obtuvieron notas de campo y se tomaron
fotografas de las mantas conmemorativas exhibidas, las cuales fueron analizadas como objetos etnogrficos a partir de los documentos recabados.
La Caminata era la versin local de las acciones de protesta antisida globalizadas. Por el contrario, los eventos que se realizaban el 2 de noviembre eran acciones
locales asociadas a la tradicional celebracin mexicana del Da de Muertos;debido a
esto incluan, adems, elementos culturales locales como la instalacin de ofrendas.

Adis cabrones. No volveremos a vernos


Las mantas conmemorativas observadas durante el tianguis informativo de la
X Caminata Nocturna Silenciosa, realizada en 1997, demostraban la efectividad de las mismas como un vehculo para la expresin del afecto y los fuertes lazos de amistad establecidos con la persona fallecida: Siempre estars
en nuestro corazn Gabriel. CAPPSIDA.10
Adis cabrones. No volveremos a vernos (cuerpos de hombres y mujeres desnudos, sangre, corazones).
Lucho y Sergio. Por 25 aos de ser pareja (las banderas chilena y canadiense unidas, y encima de ellas la bandera de Mxico en forma de corazn).
Que se cuiden los muchachos
Otros mensajes de las mantas apelaban a la conciencia de la prevencin entre los
espectadores, para lo cual, al igual que en la Marcha del Orgullo Lsbico, Gay,
Bisexual y Transgenrico (LGBT) el mximo evento poltico de la diversidad
10

Centro de Atencin Profesional a Personas con Sida, A. C.

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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sexual en la capital del pas (Hernndez, 2005), tambin se echaba mano de


fragmentos de canciones populares que hacan alusin muy directa al Sida y a la
necesidad de la prevencin entre la poblacin gay:Que se cuiden los muchachos
(el modelo del virus de inmunodeficiencia humana elaborado en lentejuela).11

Proteccin es vida (condn con flor roja)


En los comienzos de la pandemia los homosexuales fueron uno de los grupos
ms estigmatizados por los medios masivos de comunicacin y los grupos conservadores como los responsables de la transmisin del VIH; de hecho, se les etiquet como miembros licenciosos de un grupo de riesgo (Sontag, 1989),
aunque despus se acept que tal clasificacin era errnea y se reconoci que
eran ms bien grupos que tenan prcticas de alto riesgo (Pineda, 1992).
La referencia a la cultura popular tambin se expresaba en mantas que
resemantizaban las marcas de productos y las presentaban yuxtapuestas a
los procesos de la identidad gay, como en la manta que mostraba una versin
gay del logotipo de la marca de chicles Clorets Adams:Closet Adams.12
Blanca Nieves
Algunas mantas exhibidas en la IV Velada y en la XI Caminata incorporaban elementos simblicos gay y camp13 como tringulos de color rosa invertidos14 y colores arco
iris:15
Frase de la cancin La cumbia del Sida, interpretada por la colombiana Sonora Dinamita a
mediados de la dcada de los ochenta: Que se cuiden las mujeres/ de ese mal/ que se cuiden los
muchachos/ es mejor/ Es la nueva enfermedad/ que est matando a la gente,/ que no respeta la edad/
ni tampoco se detiene./ El Sida, el Sida, el Sida/ A ti no te vaya a dar/ Que se cuiden las loquitas/ [...]
Lilos a cuidarse y las mariposas tambin (Sonora Dinamita, 2002).Loquitas,lilos y mariposas son trminos populares para referirse a los homosexuales en Mxico y en Amrica Latina.
12 En la ciudad de Mxico se llama salida del clset o desclosetamiento al acto de declararse
como homosexual o gay o lesbiana ante la familia, amigos o compaeros de trabajo, quienes
perciben al individuo como heterosexual (Hernndez, 2005:106).
13 Para Nez (1999), el trmino camp es equivalente a jotear en el castellano de Mxico.
Agrega que Susan Sontag lo defini como:una consistente experiencia esttica del mundo,la
victoria del estilo sobre el contenido, de la esttica sobre la moralidad, de la irona sobre
la tragedia, un gusto cuya vanguardia y audiencia ms consistente lo constituyen los homosexuales [] La lgica del camp se basa en una especie de gusto por privilegiar [] el glamour,
lo extravagante, lo artificial, lo pretencioso, el equilibrio visual (ibidem: 264).
14 El tringulo rosa invertido es una versin resemantizada del que usaban los nazis para marcar a los
homosexuales en los campos de concentracin durante la Segunda Guerra Mundial. A finales
de los ochenta el grupo activista estadounidense ACT UP propuso cambiar el significado de este smbolo invirtiendo la posicin del tringulo con la punta hacia bajo como un emblema de resistencia queer
(trmino resemantizado que significa raro y que actualmente engloba a todas las identidades sexualmente diversas) y de lucha contra la homofobia y la discriminacin derivada del Sida (Jones, 2000).
15 La bandera con los colores del arco iris fue creada a finales de los aos setenta por el acti11

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Sergio (manta negra con las letras rojas y dos alcatraces en relieve).
Miguel (manta negra con la figura de un ngel blanco).
Carlos (un gato negro en la azotea en una noche de luna llena).
Julio Csar, tus amigos no te olvidan (manta negra con un gato blanco
portando un collar femenino de colores arco iris y corazones rojos de los
que salen listones tambin con tonos arco iris; a un lado cuelga una boa de
plumas rojas).
Blanca Nieves (manta blanca con un gran corazn rojo del que salen
dos sondas que se conectan a sendas fotografas de una mujer transgnero).16
Estas mantas apelaban a la simbologa gay para trazar puentes de vinculacin con el movimiento LGBT global, mientras que la incorporacin de los
elementos camp (ngeles, flores, corazones, gatos, collares) contribua a la
creacin de una iconografa de la jotera17 local y funcionaba como referente expresivo y vindicador de las identidades gay y transgnero.

Mario Rivas y Gustavo Torres Cuesta


Al igual que en Estados Unidos, algunas mantas estaban dedicadas a personajes destacados del mbito cultural, como la manta negra con el tringulo
rosa invertido en el centro que rezaba Mario Rivas en letras plateadas,
ofrendada al activista del Frente Homosexual de Accin Revolucionaria
(FHAR) pionero del Movimiento de Liberacin Homosexual (MLH) mexicano (Colectivo Sol, 1984), quien falleciera de Sida en 1989, luego de haberse convertido en la primera persona pblica [en Mxico] en asumirse como
seropositivo (La Manta de Mxico, A. C., 2007).18
vista gay Artie Bressan y el artista Gilbert Baker para ser usada cada ao durante el Desfile del
Da de la Libertad Gay en San Francisco. La versin actual consiste en seis galones de colores
rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul y violeta. El activista antisida estadounidense Leonard
Matlovich dirigi un fracasado movimiento que pretenda agregar un galn negro a la bandera
como un luctuoso recordatorio de la crisis del Sida. Su pretensin era que los galones negros
fueran retirados y quemados en Washington, D. C. cuando se encontrara una cura para el Sida.
En los noventa la popularidad de la bandera arco iris se increment notablemente como el smbolo mundial de la diversidad sexual (DeGenaro, 2000).
16 Las mujeres transgnero nacen con rganos sexuales de macho y son socializadas como
hombres, pero en un momento dado de su vida adoptan permanentemente la identidad de gnero femenina y los estilos de vida de las mujeres, y pueden tener un gusto sexo-afectivo por hombres o por mujeres (Hernndez, en prensa [b]).
17 En Mxico, joto es la forma coloquial para nombrar a los hombres con prcticas homosexuales y particularmente a los afeminados. Por su parte, jotera se refiere a los comportamientos y gustos que se consideran propios de los jotos (Hernndez, en prensa [a]).
18 Rivas form parte del grupo musical Vctor Jara y fue vocalista de la agrupacin gay de

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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En este rubro, otra manta observada era la multicolor dedicada a


Gustavo Torres Cuesta, actor y director de teatro quien participara en
1979 en Y sin embargo se mueven, una de las primeras obras de temtica
gay en Mxico, bajo la direccin de Jos Antonio Alcaraz. Al respecto,
Moreno (2010: 5) afirma:El enorme xito de esta obra tuvo un especial significado, pues demostr el vnculo orgnico que existe entre la cultura y la
identidad [gay].
El homenaje a personajes pblicos de la escena cultural funcionaba como
una accin que sensibilizaba y concientizaba a los espectadores, ya que divulgar y saber que un artista padeci y muri de Sida movilizaba a las conductas de prevencin; pero tambin funcionaba como una contribucin a la
construccin de la memoria histrica de la identidad gay colectiva al apelar
a los pioneros del MLH mexicano.

Cristo tiene Sida. Sal, Gerardo, M. ngel, Ernesto,


Mario, Rafael, Rubn, Matas, Jorge Luis, Ral
Otras mantas mostraban claramente la transposicin de la religiosidad catlica a la manifestacin civil. Una de ellas presentaba a un Cristo crucificado
y sangrante con los nombres de los muertos a los lados de la cruz, dentro de
dos crculos rodeados de flores: Cristo tiene Sida. Sal, Gerardo, M. ngel,
Ernesto, Mario, Rafael, Rubn, Matas, Jorge Luis, Ral. Con letra ms
grande y de otro color, en el extremo inferior de la manta, se agreg otro
nombre:Ricardo. El Cristo crucificado y sidado aluda al Sida como un va
crucis posmoderno, mientras que el grafiti agregado era una contundente
constatacin visual de otro deceso atribuido a esa enfermedad, que mova la
conciencia del espectador.
El uso de la iconografa cristiana, como otro recurso expresivo de las
mantas, remita al carcter religioso de los eventos antisida en la ciudad de Mxico, principalmente de la Velada por su asociacin con las ofrendas de muertos, pero tambin con el smil de procesin de la Caminata. Sin embargo, en
este caso, al presentar una hibridacin de las identidades seropositiva y
cristiana y al reapropiarse y resemantizar tal iconografa, la manta
rock progresivo Msica y Contracultura (MCC), que existi de 1980 a 1984 en la ciudad de
Mxico (Msica y Contracultura, 1992). La cancin ms representativa de este grupo se titula
El ngel de Sodoma y fue escrita por Juan Jacobo Hernndez, pionero del MLH y fundador en
1981 del Colectivo Sol, A. C., en el cual ha realizado, hasta la actualidad, activismo gay y de
lucha contra el Sida. Adems de las claras connotaciones homoerticas, la letra parece aludir a
la pandemia cuando dice:Arde la ciudad ngel/ la carne se suicida/ protgeme esta noche/ con
tu voz/ con tu cuerpo/ ngel!/ No me desampares/ ni de noche ni de da/ ngel de Sodoma/ mi
dulce compaa (Msica y Contracultura, 1992; cursivas mas).

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sintetizaba la postura religiosa disidente de los afectados por la pandemia y


se contrapona a la metfora conservadora de la poca que vea al Sida como
un castigo divino (Sontag, 1989) y a la condena reaccionaria de la Iglesia
catlica a los homosexuales, al condn y a las campaas preventivas contra
el Sida (Monsivis, 1995). As, afirmar que Cristo tiene Sida era un ejercicio de sincretismo que actuaba como una paradoja que humanizaba no slo
al personaje divino, sino tambin a los hombres que padecan la enfermedad al
mimetizarlos con tal personaje y al alejarlos de la satanizacin, adems de
que los vindicaba en su derecho a la religiosidad independientemente de su
orientacin sexual.

SIDA. Que no sea un pretexto para la intolerancia


En otras mantas, el leitmotiv simblico eran los mensajes propagandsticos
contra la intolerancia hacia las identidades y prcticas homoerticas, apoyados en citas de estudiosos de la sexualidad:
SIDA. Que no sea un pretexto para la intolerancia (la silueta de un cuerpo masculino visto de frente, con la seal de prohibido sobre la regin genital).
Cmo, por qu y en qu forma se constituy la actividad sexual como
dominio moral? Michel Foucault, 1986, Historia de la sexualidad 2. El uso
de los placeres, p. 13, Ed. Siglo XXI, Mxico (las palabras escritas rodean a
una cabeza masculina decapitada envuelta en un condn del que chorrean espermatozoides; de la boca sale un pene enfundado en un preservativo).
Estas mantas aludan a la tolerancia y a la solidaridad hacia las diferentes
formas de sexualidad como valores que deban resurgir en los tiempos de posmodernidad y de incertidumbre, en la era del Sida.Tales valores eran ms
necesarios debido a la asociacin que los partidarios del absolutismo moral
establecan entre la sexualidad, la identidad gay y la amenaza de enfermedad y muerte derivada de la epidemia del Sida, como secuela del placer y
el deseo, como una advertencia de los peligros de que las cosas han ido
demasiado lejos (Weeks, 1995: 162, 180).
Adems, las mantas apelaban a la necesidad de deconstruir, mediante el
anlisis histrico-social, las polticas sexuales que institucionalizan la norma
heterosexual y condenan las relaciones homoerticas entre hombres y el uso
del cuerpo para el goce y el placer (Foucault, 1987). Al respecto, Altman
(2006: 135) seala:
Si la afirmacin de David Halperin acerca de la influencia de Foucault en los
activistas estadunidenses contra el Sida es correcta [y, por lo visto, en los acti-

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

| 89

vistas mexicanos tambin], puede ser porque las estrategias que se han tomado ilustran de manera clara las formas en que el discurso de la vigilancia
gubernamental y las polticas de identidad se refuerzan mutuamente.

Estas, y otras mantas ya descritas, hacan constante referencia a sangre,


cuerpos desnudos, relaciones sexuales, genitales, semen y al condn, demostrando iconogrficamente las diferentes vas de transmisin del VIH-Sida y
que la ms alta incidencia de casos es por la va sexual. Tal forma de infeccin estigmatizaba ms a los homosexuales, quienes eran juzgados moralmente por sus excesos sexuales y como practicantes perversos de una
conducta desviada (Sontag, 1989); o, en palabras de Weeks (1995: 158),
la asociacin del Sida con el perverso, el marginal, el Otro la haca aparecer como la enfermedad del ya enfermo.

Brigada Callejera Eliza Martnez. Ana, Lourdes,


Mireya, Anglica, Rosa, Guadalupe, El Negro, La Gera
Tambin haba mantas dedicadas a las vendedoras de servicios sexuales,
como la de agradable estilo naive que abordaba los riesgos de contraer el
Sida en el comercio sexual: la imagen nocturna de una calle iluminada por
una luna llena en forma de condn enrollado; en el centro un edificio con figura de falo y sugerente nombre: Hotel La Parada; en las ventanas se vea a
parejas heterosexuales teniendo sexo o en acciones violentas. Afuera, recargada en un poste, una sexoservidora se pona de acuerdo con un hombre. En
el texto se lea: Brigada Callejera Eliza Martnez. Ana, Lourdes, Mireya,
Anglica, Rosa, Guadalupe, El Negro, La Gera.19
Al igual que los homosexuales, al principio de la pandemia las llamadas
prostitutas fueron clasificadas como un grupo de alto riesgo y culpadas
socialmente de ser las transmisoras del VIH. Derivado de su conciencia de esta
situacin de vulnerabilidad, las vendedoras de servicios sexuales instrumentaron acciones preventivas en contra de la pandemia, como las realizadas por
la Brigada Callejera. Debido a esto, la seroprevalencia en este grupo social
disminuy; sin embargo, como lo mostraba la manta, los riesgos del ejercicio
del comercio sexual no slo son derivados de las infecciones de transmisin
sexual, sino tambin de la violencia fsica y simblica a la que se exponen las
vendedoras de servicios sexuales (Lamas, 1993).
19 Desde 1993 la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Eliza Martnez, A. C., realiza en la
ciudad de Mxico labores de promocin de la salud sexual y reproductiva, prevencin del VIHSida y de otras infecciones de transmisin sexual, as como acciones en favor de las mujeres y
los hombres que se dedican al sexo comercial (SIDA Hoy, 1997; Hernndez, 2002).

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PORFIRIO MIGUEL HERNNDEZ CABRERA

Qu significa el moo rojo?


La Caminata Nocturna Silenciosa comenzaba cuando las y los activistas terminaban de levantar los puestos del tianguis informativo que se instalaba en
los alrededores del Monumento a la Independencia (El ngel).Durante la caminata, a su paso por Paseo de la Reforma con rumbo a la Plaza de la Constitucin (El Zcalo), adems de portar las mantas como estandartes de
manera vertical u horizontal para que fueran observadas por los espectadores, las y los activistas iban dejando listones rojos clavados en los rboles.
La transformacin escnica, y efmera, del medio cotidiano como operacin simblica de la actividad expresiva de los manifestantes (Cruces,
1998), llevaba a los espectadores a preguntar con curiosidad desde las
banquetas a las y los caminantes: Qu significa el moo rojo?, Por qu
es la marcha?.
As, la presencia de los listones rojos en los rboles rompa con el uso rutinario del espacio y aportaba un valor simblico no slo para los activistas,
sino tambin para los receptores de la accin. El carcter simblico y etnogrfico de tal objeto se reforzaba al ponerlo en contexto, segn la terminologa de Kirshenblatt-Gimblett (2011), mediante la reparticin de volantes de
las asociaciones civiles a los espectadores, explicando su significado.20
Jos Luis, Sebastin, Emilio, Manuel, Pedro, Arturo.
El Sida arrebat la vida de nuestros amigos,
el amor mantendr su recuerdo en nuestra memoria
La mayora de las mantas observadas en la X Caminata contenan nombres de
varones:21 Jos Luis, Sebastin, Emilio, Manuel, Pedro, Arturo. El Sida arrebat la vida de nuestros amigos, el amor mantendr su recuerdo en nuestra
memoria (un sol de colores rojo y amarillo con el listn rojo en el centro; los
rayos del sol estn formados por los nombres de las personas aludidas).
Lo mismo se constataba durante la Lectura de los Nombres emotivo acto,
similar a los efectuados en Estados Unidos, que se realizaba en el marco de
En una de estas hojas se lea: El Listn Rojo tiene varios significados: Representa el apoyo
y la solidaridad hacia las personas que viven afectadas por el VIH/SIDA, enfermos, parientes, parejas y amigos. Representa el reconocimiento social de que el Sida es una enfermedad que nos puede afectar a todos: pases, sociedades, familias e individuos. Significa construir el recuerdo y la
memoria de las personas que fallecieron directamente afectadas por el Sida. Quienes portamos
el Listn Rojo, queremos decirle a los dems que apoyamos activamente la lucha contra el Sida
[...] (Fundacin Mexicana para la Lucha contra el Sida, A. C., 1998).
21 Slo se observ una manta dedicada a una mujer: Martha Aurora Espinoza (manta blanca con letras rojas).
20

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

| 91

la Ruptura del silencio,22 en la que los representantes de las ONG lean


los nombres de las personas que haban fallecido por causa del Sida, los cuales se recababan en los puestos del tianguis informativo previo a la Caminata.
En la lectura se escuchaban casi puros nombres de varones; adems, en velada clave camp, algunos nombres parecan ser de mujeres transgnero:
Samantha, Vanesa, Santa.
La alusin preponderante a varones evidenciaba que el Sida era una pandemia con un alto ndice de prevalencia entre los hombres gay o con prcticas homoerticas. Adems, a travs de los nombres masculinos o de los
nombres estereotipadamente afeminados, las mantas apelaban a las miradas
de los espectadores para movilizar la conciencia individual mediante la identificacin genrica o transgenrica con las y los muertos.

Consideraciones finales
El estudio de la dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas de los
eventos antisida de finales de los aos noventa en la ciudad de Mxico demostr que no slo actuaban como elementos catalizadores del duelo por las personas fallecidas por esa enfermedad, sino que tambin funcionaban como
objetos/mensaje con una funcin propagandstica en las acciones polticas
de los activistas gay y de la lucha contra el Sida para promover la prevencin del
VIH y exigir mejores polticas de salud para contrarrestar la pandemia.
As, tanto la funcin afectiva como la funcin poltica de las mantas conmemorativas reflejaban su trascendencia como objetos etnogrficos al revelar
los vnculos entre mltiples elementos culturales, locales y globales, implicados en la construccin social de la pandemia y en la construccin histrica
de los movimientos LGBT y de lucha contra el Sida. En tanto fragmentos iconogrficos representantes de una cultura globalizada del Sida, pero tambin
de las diversas subculturas a las que pertenecan tanto las personas conmemoradas como las y los activistas participantes en los eventos antisida con
sus correspondientes simbologas y significados, las mantas actuaban por
metonimia y mimesis, revelando informacin etnogrfica muy valiosa sobre
aspectos como: indicadores de seroprevalencia entre poblaciones; diferentes
vas de transmisin del VIH; vulnerabilidad de la sexualidad humana; historia
de los movimientos de lucha contra el Sida y LGBT; procesos de construccin
y estigmatizacin de identidades (sexual, genrica, seropositiva, religiosa,
La Ruptura del silencio era el mitin que realizaban los contingentes integrantes de la
Caminata Nocturna Silenciosa al arribar al Zcalo, en el que las voces de los activistas rompan
el silencio de la ignorancia y de la indiferencia para gritar sus demandas y externar sus esperanzas de que se encontrara una cura para el Sida.

22

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PORFIRIO MIGUEL HERNNDEZ CABRERA

ocupacional); comportamientos; lenguajes; estticas; elementos simblicos


gay y camp; cultura popular (canciones, obras de teatro, religiosidad catlica); personajes destacados del mbito cultural y acadmico; y valores de tolerancia y respeto a la diversidad sexual.
Sin embargo, es necesario sealar que la exhibicin de las mantas conmemorativas no alcanzaba en la ciudad de Mxico las dimensiones impresionantes que tena en Estados Unidos. Debido a su impopularidad entre la
poblacin capitalina, no funcionaban como una metfora visual de la epidemia del Sida como en el pas del norte. Es posible que esto se debiera a la
entonces reciente introduccin de esta prctica en el contexto local (en
1996), pero tambin al mayor arraigo de la tradicin de las ofrendas de
muertos en la cultura mexicana, de tal modo que quien pone una ofrenda en
su casa o en el panten, no siente la necesidad de elaborar otra ofrenda a
travs de una manta. No obstante, a pesar de estas limitaciones culturales,
las mantas conmemorativas contribuan a la visibilidad de los estragos de la
pandemia y a generar acciones preventivas.
Por ltimo, observaciones no sistemticas de algunos eventos antisida
realizados actualmente en la ciudad de Mxico, reflejan la decadencia de
la participacin poltica y cultural de los y las activistas, lo cual incluye la
considerable disminucin de la elaboracin y exhibicin de las mantas conmemorativas. A reserva de realizar investigaciones sistemticas para analizar esta situacin, tal descenso del activismo de lucha contra el Sida se
atribuye a la nueva condicin de enfermedad crnica que ha adquirido el
Sida en contraste con su condicin anterior de enfermedad mortal
y a la consecuente prdida del miedo de la poblacin a infectarse por practicar el sexo no protegido. Si a esto se agrega el poco arraigo que tuvieron
y tienen las mantas conmemorativas entre la poblacin mexicana, se podr
entender que, con todo y su carcter globalizado, localmente y quiz globalmente las mantas cumplieron ya con su funcin en la cultura mundial
del Sida.
En una sociedad global, en la que el Sida ha venido a constituirse en una
enfermedad menos riesgosa por lo menos para los que cuentan con los
recursos econmicos y los apoyos institucionales de salud para solventarla y
controlarla, la antropologa social enfrenta el reto de considerar las transformaciones epidemiolgicas y sociales en torno al Sida y sus repercusiones
en los cambios culturales. En consecuencia, la investigacin antropolgica
tiene como desafo analizar etnogrficamente las nuevas expresiones culturales globales y locales sobre la pandemia en la que sin nimo de menospreciar sus todava consecuencias devastadoras en muchos sectores de la
poblacin local y mundial se podra denominar la era del Sida light.

LA DIMENSIN ETNOGRFICA DE LAS MANTAS CONMEMORATIVAS

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SIDA

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Xabier Lizarraga Cruchaga

Seeve,/frescos: sexualidad, gnero


y etnicidad en los significados
de las relaciones sexuales
entre varones en comunidades yoeme
(yaquis) de Sonora, Mxico
Guillermo Nez Noriega
Centro de Investigacin en Alimentacin y Desarrollo, A.C.

Resumen
Se presentan los resultados de una investigacin antropolgica de los significados de las relaciones sexuales entre varones en la poblacin indgena yoeme (yaqui) de Sonora. La metodologa utilizada consisti en entrevistas a
profundidad y observacin participante con personas de varias comunidades
yoeme de Sonora. Se ofrece una caracterizacin sobre las dinmicas culturales, con particular nfasis en las ideologas, relaciones e identidades de gnero y de pertenencia tnica, que construyen los significados de las relaciones
sexuales entre varones en esta poblacin.
Palabras clave: gnero, hombres, identidades.

Abstract
The results of anthropological research on the meanings of sexual relations
between men in the Yoeme indigenous population (Yaqui) of Sonora are presented. The methodology consisted of in-depth interviews and participant
observation with individuals from various Yoeme communities of Sonora. It
provides a characterization of the cultural dynamics with particular emphasis in ideologies, gender relations, identities, and ethnicity that construct the
meanings of sexual relations between men in this society.
Keywords: gender, men, identities.

Antecedentes y preguntas de investigacin


Este trabajo se origina en una investigacin antropolgica que tuvo como
objetivo general conocer de manera amplia la situacin de los pueblos indgenas yoremes (mayos), yoemes (yaquis)1 y migrantes procedentes de 54 pueLos trminos yoreme y yoeme son los usados originalmente por estos pueblos para referirse
a s mismos en su propia lengua; los trminos mayos y yaquis son los impuestos durante la invasin y colonizacin espaola. La poblacin en la actualidad usa los trminos propios e impuestos.
1

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

blos indgenas diferentes2 en el estado de Sonora, en el noroeste de Mxico,


frente a la epidemia del VIH-Sida. Inspirados por la discusin desde la epidemiologa sociocultural (Menndez, 2008), no slo se busc estimar ndices,
sino tambin acercarse a conocer factores sociales, culturales, econmicos y
polticos que condicionaban los procesos de salud/enfermedad/atencin
(Nez, 2011a). Dentro de esos factores nos interesamos en las ideologas,
identidades y relaciones sexuales y de gnero, as como la manera en que participan en la construccin de conductas sexuales de riesgo, especialmente en
ciertos individuos o grupos al interior de los pueblos indgenas. En este marco ms amplio nos planteamos las siguientes preguntas de investigacin:
cules son los significados de las relaciones sexuales entre varones en la
sociedad yoeme?, cmo se insertan las relaciones homoerticas entre varones en el sistema de identidades, relaciones e ideologas sexuales y de gnero
(sistema sexo-gnero)3 de la sociedad yoeme?, cul es la posicin de los
varones que tienen relaciones homoerticas en el campo sexual4 de la sociedad yoeme?
A decir de algunos autores, el tema de la sexualidad no fue tratado durante
dcadas en la antropologa mexicana, menos an el de la diversidad sexual5 en
los pueblos indgenas. Hernndez (2005) destaca la ausencia del tema de la
sexualidad en la revisin que de la antropologa mexicana hace Esteban Krotz
en sus artculos de 1990 y 1997. En la antropologa estadounidense, sin embargo, durante los aos setenta y ochenta se publicaron importantes trabajos
2 De acuerdo con el conteo poblacional de 2005, haba en Sonora 114,995 indgenas en Sonora,
lo que representaba 4.8% del total de la poblacin del estado. El 76.84% de la poblacin indgena era nativa de Sonora y el resto migrantes. De acuerdo con cifras de la Unidad de
Documentacin de Pueblos Indgenas del Noroeste de El Colegio de Sonora, los yaquis suman
para 2005: 21,776 individuos, poco ms de 13,000 de ellos hablantes cotidianos de la lengua.
La poblacin yaqui se concentra fundamentalmente en ocho pueblos tradicionales (con sus propios gobernadores) en la planicie semirida llamada Valle del Yaqui y en los municipios de
Bcum, Cajeme, Guaymas, Empalme y San Ignacio Ro Muerto (Nez, 2011c: 124-125).
3 El sistema sexo-gnero es un concepto utilizado por primera vez por Gayle Rubin (1975
[1986]). Aqu lo entendemos como una estructura de relaciones, de ideologas y de distinciones
sociales y de poder que propone una serie de identidades sexuales y de gnero inteligibles dentro
del sistema.
4 Campo sexual es un concepto que alude a la existencia de un campo de fuerzas ideolgicas
y materiales construido histricamente alrededor de lo que se ha definido como sexual en cada
sociedad. Sobre la aplicacin del concepto de campo sexual vase Nez (1999).
5 El concepto diversidad sexual no se utiliza aqu para referir a las otredades de la heterosexualidad, sino que se entiende como un concepto terico y metodolgico, con implicaciones
polticas, que asume la sexualidad humana como diversa, esto incluye la diversidad sexual, de
gnero y ertica, superando los binarismos de las ideologas sexuales y de gnero dominantes.
Vase Nez (2011b).

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GUILLERMO NEZ NORIEGA

antropolgicos sobre homosexualidad en Mxico (vase, por ejemplo, Carrier,


1972, 1976;Taylor, 1978).6 En esa dcada se publican dos estudios significativos sobre diversidad sexo-genrica en pueblos indgenas que tendrn una gran
influencia en Mxico y en la disciplina antropolgica mundial: el de Gilbert
Herdt (1981) acerca de los rituales de masculinizacin que involucran la
felacin y la ingesta de semen entre los sambia de Nueva Guinea y el de
Williams respecto a la institucin berdache entre los pueblos nativos del
suroeste estadounidense (1986), que demuestra la existencia de sociedades con
ms de dos identidades sexo-genricas. En Mxico, los trabajos de Marinella
Miano sobre los muxhes del Istmo de Tehuantepec aparecidos en revistas acadmicas (1998), le dan una visibilidad sin precedentes al tema de la diversidad
sexogenrica en las poblaciones indgenas a finales de la dcada de los noventa. En esos mismos aos y vinculados al inters creciente por los varones (la
masculinidad y la reproduccin) aparecen dos estudios significativos: el artculo
de Ruz (1998), quien pasa revista a los usos, creencias y valores en torno a la
sexualidad, el deseo, la seduccin y la reproduccin en diferentes pueblos mesoamericanos, y la tesis de Martn de la Cruz Lpez (1999) sobre el proceso de
hacerse hombre entre los tojolabales de las caadas chiapanecas. Aunque enfocada en las representaciones de la masculinidad, la sexualidad y la reproduccin, la tesis permite vislumbrar algunos significados de la transgresin a ese
modelo de hombra ideal. Posteriormente han visto la luz artculos de investigacin que han abordado de manera ms decidida el tema de las relaciones
homosexuales en pueblos indgenas. Montan (2002a, 2002b) resalt en la
diferencia de las culturas sexuales indgenas del noroeste de Mxico al momento del contacto con los europeos, tanto en lo relativo a la presentacin del cuerpo desnudo, como de la comunicacin abierta de las preferencias homosexuales, la existencia de unidades domsticas compuesta por personas del mismo
sexo y de comportamientos transgnero. Ese mismo ao Aguilar (2002) presenta una tesis sobre el cuerpo y sus representaciones en la sociedad yaqui de
Sonora, con referencias al tema del deseo, la diferencia sexogenrica y la
homosexualidad. Jess Vaca (2003) quien refiri a la experiencia homoertica entre los tarahumaras y Coso y Fernndez (2005) estudiaron la relacin entre masculinidad y experiencias homoerticas en una comunidad purpecha. Guillermo Nez (2009) public una coleccin de cuatro historias de
vida de hombres indgenas migrantes y pobres del estado de Chiapas (tsotsil,
tseltal, chol y zoque de Chiapas) con prcticas homosexuales, tratando de enPara una revisin de la manera en que las ideologas racistas, heterosexistas y el moralismo en
la academia han impedido abordar el tema de la diversidad sexual en los pueblos indgenas y el
VIH-Sida en Mxico, vase Nez (2011c).
6

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

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tender su vulnerabilidad al VIH-Sida. Estos estudios han sido importantes porque han abierto camino para el reconocimiento de la diversidad sexual y de gnero en los pueblos indgenas en Mxico y han permitido colocar el tema en la
antropologa de nuestro pas. Sin embargo, con excepcin de la investigacin de
Miano (1998), estos trabajos no incluyen un marco comprensivo ms amplio
que nos permita entender la manera en que los significados, identidades y
prcticas que describen se insertan en el sistema sexo-gnero de la sociedad
indgena en cuestin, ni qu decir de la manera en que este sistema se articula
tambin con el sistema sexo-gnero del grupo tnico dominante. En la antropologa mexicana estamos lejos de tener un panorama claro de los diferentes sistemas sexo-gneros indgenas, con sus matices y variantes en los diferentes pueblos, y ms lejos an de tener una visin comprensiva de su transformacin a lo
largo de la historia, de las distinciones sociales y relaciones de poder que generan al interior de los pueblos, o de la manera en que los procesos sociales,
econmicos, culturales y polticos locales, regionales, nacionales o globales los
tensan y los transforman en el presente. Algunos trabajos recientes apuntan en
esta direccin y nos revelan abordajes y perspectivas novedosos sobre el tema
de la sexualidad en los pueblos indgenas que no reinciden en idealizaciones o
cosmogonas inamovibles. Es el caso del estudio de Lpez Moya, antes citado,
del testimonio de Sntiz Lpez (2011) acerca de los jvenes tseltales de
Tenejapa, as como de otras investigaciones interesadas en los conocimientos,
valores, percepciones, actitudes, poderes y discriminaciones que construyen las
culturas sexuales indgenas y la vulnerabilidad al VIH-Sida (Ponce et al., 2011).
En el presente artculo nos proponemos abonar en ese campo de conocimiento mediante el estudio de los significados de las relaciones sexuales entre
varones en la sociedad yoeme. A travs de la presentacin de los resultados
intentamos mostrar cmo stos se vinculan con otros significados, relaciones
e identidades sexuales y de gnero, as como con los procesos de construccin
de la identidad colectiva como pueblo indgena.

Metodologa
Para lograr el objetivo de conocer los significados de las relaciones sexuales
entre varones en la poblacin yoeme se opt por un estudio cualitativo, a travs
de entrevistas semiestructuradas en profundidad, entrevistas no estructuradas y observacin participante. En el caso de la poblacin yoeme se realizaron entrevistas en profundidad con cinco hombres, seis mujeres y una persona
transexual (se defini a s misma como una mujer atrapada en el cuerpo de
un hombre), con ayuda de un guin de entrevista; tambin se llev a cabo una entrevista no estructurada. Las entrevistas semiestructuradas (11)
duraron entre una y dos horas. Se grab cuando las personas aceptaron

100 |

GUILLERMO NEZ NORIEGA

ser grabadas, y en otros casos se tom nota en el cuaderno de campo durante la entrevista. La entrevista no estructurada se dio en tres sesiones de convivencia de tres horas cada una aproximadamente y no fue grabada, por lo
que la informacin fue escrita en el cuaderno de campo. Se procur entrevistar a personas de diferentes edades (aunque todos mayores de edad), ocupacin y sexo: un hombre que fue autoridad tradicional (gobernador), un
curandero, tres amas de casa, una promotora de salud, una maestra de preescolar, un(a) yerbera-vidente transexual, dos jornaleros y una jornalera agrcolas, un promotor de educacin para adultos. Todos hablantes de la lengua
y autoidentificados como yaquis.Tres de los entrevistados reconocieron haber
tenido relaciones sexuales con otros varones. Adicionalmente, se entrevist a
un funcionario de la Comisin Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas (CDI) y a uno de un centro de salud que trabajan en la regin. Las
personas entrevistadas provienen de cinco localidades yoeme. Las entrevistas
se realizaron en castellano y sin presencia de terceros para facilitar la confidencialidad de la informacin. La investigacin se desarroll durante seis
meses en el ao 2010 y por personas que, aunque no somos yoeme, vivimos
en la regin o hemos realizado investigacin previa con poblacin yoeme o
indgena.7 Todas las personas entrevistadas aceptaron participar motivadas
por el deseo de compartir su visin de cmo detener la infeccin de VIH.
Finalmente, queremos mencionar que en este artculo hemos querido
presentar no un panorama inamovible de la homosexualidad yaqui, sino la
complejidad del entramado de significaciones que construyen las relaciones
homoerticas entre varones en dicha cultura, en el marco de un sistema sexognero que funciona como sistema de distincin y poder, siempre en tensin y
transformacin. Asimismo, presentamos los resultados de investigacin tratando de seguir la lnea misma de su produccin, esto es, mostrando el contexto
conversacional y temtico dentro del cual emerge buena parte de la informacin: la discusin del VIH, la sexualidad, las concepciones de gnero (esto se
expresa por ejemplo al sealar cul informacin surge de manera espontnea
en las entrevistas y cul como respuesta a preguntas expresas), as como el
orden de aparicin de los temas. Deseamos que esta forma de abordar el tema
y presentarlo pueda servir para evaluar sus alcances y lmites.

Resultados

1. Primer acercamiento: la sexualidad y la etnicidad en la encrucijada


El inicio de la investigacin involucr una serie de conversaciones informales
sobre el VIH-Sida con el fin de ubicar el nivel de conocimiento y facilidad para
7

Agradezco el apoyo tcnico de Ana Luz Rascn y Ramn Jurez en las entrevistas.

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hablar de este tema y de otros como el de la sexualidad. Una primera conclusin que podemos extraer de esta fase es que la poblacin entrevistada no se
mostr reticente a hablar de VIH-Sida ni de sexualidad. A la pregunta de si
haban odo hablar del VIH o el Sida y de sus formas de transmisin, no hubo
alguna persona que no mencionara de manera espontnea las relaciones
sexuales entre los hombres y las trabajadoras sexuales que ofrecen servicios
a los conductores de camiones y trailers que pasan por las comunidades yoeme
(putas es la palabra que usaron). El virus o la enfermedad en su concepcin viene de fuera, en primera instancia a travs de relaciones sexuales entre personas no indgenas: los traileros yoris8 y las trabajadoras sexuales
tambin yoris y, en segunda instancia, a travs de las relaciones entre estas
mujeres no indgenas y los hombres yaquis. En todos los casos tambin esta
va de infeccin construye la percepcin de riesgo para hombres y mujeres,
para la familia y para la tribu yaqui,9 en su totalidad. La comprensin
sobre el VIH-Sida y la percepcin del riesgo exhibe as la copresencia de discursos que se entrecruzan: los relacionados con las dinmicas de la sexualidad y las identidades de gnero y los relacionados con la diferencia tnica.
Esta confluencia de miradas tnicas y sexogenricas y sus ambigedades
se vislumbraron tambin cuando se pregunt a las personas entrevistadas
sobre la existencia o no de mujeres yaquis que realicen trabajo sexual; una
pregunta que tena como propsito conocer mejor las razones de esa percepcin del riesgo altamente delimitada por razones tnicas. Una anciana yaqui
hace una distincin entre las putas yoris y las mujeres yaquis que realizan
trabajo sexual, quienes no reciben el nombre de putas, sino de mujeres de la
calle, las cuales a su vez se diferencian de las mujeres esposas:
Hay mujeres jvenes y no tan jvenes de la tribu que andan haciendo eso; hay
muchas sacndole dinero a los viejitos, porque, qu otra cosa les puede gustar de un viejito? Pero las de la tribu no estn enfermas, yo digo, porque las
mujeres de la tribu son ms tranquilas [...] las mujeres de la calle yaquis no
se andan metiendo con hombres casados, slo con viejitos y chamacos, y bueno, no afectan a la familia; aunque s hay hombres casados que las andan buscando, pero pues es menos; y las yoris, a esas no les importa nada [] por eso
las rechazan en la comunidad, por como son de ofrecidas, se ofrecen a los
hombres sin saber si son casados o solteros; y les sacan el dinero que pueden.

Ante la pregunta:hay discriminacin por parte de las personas hacia las


prostitutas?, esta misma mujer contesta: a las yoris s, a las yaquis no.
8 Yori

es el trmino utilizado por los yoeme para referirse a los no yoemes. Significa demonio.
Dos son los trminos ms utilizados por ellos mismos para referirse a ellos como colectivo tnico: tribu y nacin.

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GUILLERMO NEZ NORIEGA

Una distincin tnica relacionada con consideraciones de concepciones sobre


el riesgo y la salud (las yaquis no estn enfermas), la moralidad (las yaquis
no se meten con hombres casados) y el dao diferenciado que las trabajadoras sexuales causan a la economa y a la familia yaqui (le sacan el dinero
a estos hombres casados a quien adems pueden infectar, afectando con ello a
las mujeres esposas yaquis). Pero tambin una distincin que contribuye y se
origina en la solidaridad intratnica.
La diferencia tambin la establecen los hombres yaquis. El siguiente dilogo con una autoridad tradicional deja en claro algunos matices sobre concepciones, valores y actitudes de los varones hacia las trabajadoras sexuales,
as como la mayor consideracin de la que pueden gozar las trabajadoras
sexuales yaquis (mujeres de la calle) frente a las putas yoris:
Entrevistador: Hay prostitutas en la tribu?
Autoridad [da un respiro profundo y despus de una pausa dice]: S, s hay,
pero no son como las yoris.
E: Cul es la diferencia?
A: Pues las de la tribu son ms discretas; se meten mayormente con los
hombres de la tribu y son como amantes por temporadas de uno, y otras con
otros, y as.
E: Qu piensa la comunidad de las prostitutas yoris? Cmo las tratan?
A: Pues no las ven bien, sobre todo las mujeres, porque piensan que ellas son
las que infestan a los maridos de enfermedades, y luego los maridos las infestan
a ellas; y adems abusan de ellos, les quitan el dinero [] los hombres no las
ven mal, no dicen nada; al contrario [se re]. De las prostitutas yaquis la gente
de la tribu no dice nada; lo que hacen es que no les hablan muy bien y les prohben a sus hijas que se junten con ellas, nada ms; pero ellas no pierden ningn
derecho, conservan los mismos derechos en la tribu [] pueden participar en
todas las ceremonias tradicionales, en semana santa; pero eso s, en esos das
deben comportarse bien, no andar provocando ni nada de eso, y si no [muestran
respeto], pues se les quita el derecho a participar en las ceremonias, porque son
cosas santas y deben mostrar respeto como todos los de la tribu.

En esta entrevista se evidencian los valores sexuales y tnicos que se establecen, aparentemente, con relacin al trabajo sexual: aunque las trabajadoras sexuales son rechazadas por las mujeres y no son ejemplo de esposa para
los varones ni de mujer para las jvenes, la discriminacin es mayor hacia las
mujeres yoris. Ahora bien, las entrevistas tambin evidenciaron que existen
valores de la sexualidad que regulan el comportamiento de hombres y mujeres de manera diferenciada (se reconoce que los hombres yaquis tienen relaciones con las putas yoris a quienes no critican ni rechazan). La sonrisa al
referirse al hecho de que los hombres no rechazan o critican a las putas

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

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yoris o a las mujeres de la calle yaquis, parece indexar de manera directa


una indulgencia que a su vez indexa de manera indirecta10 el inters de estos
hombres por mantener relaciones sexuales con ellas. Se trata de una indulgencia que se desprende del acceso de estos hombres yaquis a las trabajadoras sexuales, como parte de un privilegio socialmente sancionado en el
ejercicio de la sexualidad que no gozan las mujeres. Como veremos ms adelante, este privilegio se vincula con un concepto de gnero relacionado: los
hombres son libres.

2. Androcentrismo y sexualidad en el flujo


de la vida social yoeme: Los hombres son libres
En una de las entrevistas, al referirse a las formas de transmisin del VIH, una
mujer adulta dej entrever de manera espontnea una concepcin de gnero
estrechamente ligada a la sexualidad diferenciada entre hombres y mujeres
yaquis:[los que estn en riesgo] son los hombres [] es que los hombres son
libres y ah andan metindose con las mujeres esas [] esas de la calle, las
putas esas pues [se sonre un poco avergonzada de decir la palabra putas].
Esta idea de que los hombres son libres se repiti en varias ocasiones en
las entrevistas con las mujeres y los hombres yaquis, y se refiere a una mayor
libertad de expresin sexual que la sociedad y la cultura reconoce en los hombres, a diferencia de las mujeres. Ahora bien, se trata de una libertad que
parece aceptada plenamente por la sociedad, pero que empieza a ser vista por
estas mujeres y algunos hombres como asociada al riesgo de infeccin. Al mismo tiempo, en los pueblos yaquis se estn produciendo transformaciones en las
mujeres, particularmente ms jvenes, con relacin a la sexualidad y al gnero que impactan esa nocin de libertad como prerrogativa de los varones. Por
ejemplo, la infidelidad se reconoce cada vez ms como una posibilidad no slo
para los hombres, sino tambin para las mujeres. Una mujer yaqui de 45 aos,
casada y que trabaja como jornalera en los campos agrcolas cercanos a su
localidad, al referirse a las infecciones de transmisin sexual seala el papel
de la infidelidad de los hombres: si el hombre no es fiel, s se lo puede pegar
a la mujer pero tambin si la mujer es infiel y el hombre es fiel tambin se
lo puede pegar. Se trata de una posibilidad que ella ve menos probable, pues
agrega: hay ms hombres [que tienen Sida], porque los hombres a donde
10 Ochs entiende por indexicalidad directa una relacin no mediada entre una o ms formas lingsticas y algunas dimensiones contextuales. Una partcula en un lenguaje puede ser descrita
como un ndice directo de los sentimientos del hablante (Ochs, 1990: 295). Por indexicalidad
indirecta Ochs entiende el proceso por medio del cual un rasgo del evento comunicativo es evocado indirectamente a travs de la indexacin de algn otro rasgo del evento comunicativo (ibidem: 295).

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quiera van, pero est mal lo que hacen los hombres, no? Porque ellos a donde quiera van y al ratito se lo pegan a las seoras.
El tema de la posibilidad de la infidelidad de las mujeres se vincula tambin al concepto de libertad y a las transformaciones de gnero que estn
ocurriendo en la sociedad yoeme en las nuevas generaciones: ante la pregunta que tuvo como finalidad conocer las tensiones y ambigedades de gnero
ms all del discurso normativo:11 y aqu t conoces mujeres que tambin
sean libres?, esta misma entrevistada responde: s, muchas, tienen hijos,
otras no tienen hijos, y otras andan as noms, son yaquis y todo revuelto.
Se trata, sin embargo, de una libertad que est lejos de ser valorada positivamente por ella y otros entrevistados (hombres y mujeres, yaquis y yoris), y que
se asocia al uso de alcohol, drogas y a las relaciones sexuales con diferentes
hombres, algo que algunos yaquis y el funcionario de CDI que trabaja en la
regin dice se est dando mucho entre jovencitas.
En el horizonte de estos comentarios y de estas tensiones y transformaciones de gnero se encuentran, sin embargo, concepciones y valores fuertemente arraigados sobre el deber ser para hombres y mujeres yoemes. Un ex
gobernador tradicional nos responde a la pregunta cmo debe ser un hombre y cmo debe ser una mujer en la sociedad yaqui?, que se le plante luego de que hiciera alusin a la libertad de los hombres:
A las mujeres yaquis desde nias se les ensea que sean respetuosas, que
atiendan a sus maridos, que sepan de cocina y de algunos remedios; debe darse a respetar y debe respetar lo que el marido dice, debe honrar a sus padres
y ser obediente [] a los nios siempre se les ensea que son el pilar de la
casa, que de ellos depende el bienestar de su familia cuando se casen, que
deben seguir el ejemplo de los padres, deben ser respetuosos y firmes en sus
decisiones, debe respetar a la mujer; el hombre es libre, puede hacer lo que
quiera; pero as como es libre, debe responderle a la familia y a la tribu cuando se le necesite [] a todos los hombres y las mujeres se les ensea sobre
las tradiciones y el respeto que se debe tener, porque son sagrados.

Respeto, atencin y obediencia para s mismas, sus padres, sus maridos y la


tradicin son expectativas de comportamiento para las mujeres; respeto, obediencia, responsabilidad, libertad para s mismos, obligacin de responder a sus
Aguilar (2002) hace referencia a esta nocin de libertad asociada a los varones en la sociedad
yoeme y a su condicin de ser calientes; tambin menciona la situacin ambigua que se guarda en
relacin con el deseo sexual de las mujeres. Sin embargo, me parece que su concepcin de que
estamos frente a la imposicin de una pauta moral sobre la naturaleza femenina, no le permite entender que se trata de una ambigedad dada por el carcter ideolgico, androcntrico, de las
concepciones sobre la naturaleza, as como por las tensiones actuales en el orden de gnero.

11

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mujeres, su familia y la tribu, as como ser el pilar de la casa, son expectativas de comportamiento para los hombres. Se trata de un discurso normativo de gnero, androcntrico, que tiene tambin implcita la expectativa de que
nios y nias, cuando sean adultos, construyan relaciones heterosexuales.
Frente a este panorama del deber ser, en las entrevistas emerge una realidad ms compleja y en proceso de cambio tambin al nivel del gnero, que se
vincula a procesos sociales ms amplios. Al preguntrsele si las mujeres
yaquis deben de ser abnegadas, el ex gobernador contesta:
Mira, es como todo; si tiene buen marido debe ser buena mujer; porque ya no
es como antes, que la mujer tena que aguantar al marido en todo; porque
antes eran diferentes; los hombres eran ms cumplidos y ahora no; los vicios,
las drogas han echado a perder al hombre yaqui, y si una buena mujer se casa
con un hombre que resulta mal marido, pues lo deja, ya no se aguanta.

Este comentario permite asomarnos a un rasgo de la cultura yaqui que


suele llamar la atencin a quienes se han acercado a conocer a la sociedad
yoeme y que resulta bastante engaoso por lo aparentemente ambiguo: por
un lado, la existencia de normas y valores de gnero tradicionales, dicotmicos y androcntricos, pero por otro lado, el ejercicio de una capacidad de decisin de las mujeres para dejar a los maridos y reconstituir otras parejas y
familias cuando stos fallan en sus deberes. Todo esto, con el respaldo de
otras mujeres, de la familia y de la autoridad tradicional. Esto incluye la
intervencin en los casos de violencia domstica y el castigo incluso corporal
contra los hombres violentos o que no respetan el acuerdo de separacin sancionado por la autoridad tradicional.
Una vez planteado este panorama de concepciones y valoraciones del ser
hombre, el ser mujer y las obligaciones de pareja, es importante mencionar que
las relaciones sexuales con otras mujeres no hacen necesariamente a un mal
marido; es, en todo caso, un ejercicio de su libertad, una libertad que ms mujeres reclaman para s, con crticas por parte de hombres y mujeres de la comunidad. Se trata de una libertad que es considerada una extensin de un atributo-privilegio de los hombres (slo por ser hombres), pero que no excluye del
todo a las mujeres en la prctica, pero s a nivel del discurso del deber ser.
Sobre este punto de las libertades sexuales de las mujeres y hombres yaquis
se expresa el(la) entrevistado(a) que se dice vidente-yerbera: [la gente de la
tribu] se mete con quien se pueda [] si estn casados los hombres o las
mujeres y si les gusta otra mujer u otro hombre, porque sea ms joven o porque les guste noms y les dan chanza, pues coge [da un grito y una carcajada
despus] ayyy!, qu grosera yo, verdad?. Un comentario que tal vez sea

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un poco exagerado para el caso del comportamiento de las mujeres casadas,


desde la perspectiva de otros(as) informantes, pero que deja entrever que la sexualidad es algo que viven hombres y mujeres con cierta franqueza y que la
mayor libertad sexual que los hombres han vivido como una prerrogativa sancionada por el propio orden de gnero, se encuentra en transformacin.
En este panorama de concepciones, valores y actitudes sexuales y de gnero, vale la pena retomar el tema que nos ocupa en este artculo, un tema que
justo emerge en este momento del desarrollo de las entrevistas, a pregunta
expresa y luego de que no surgiera de manera espontnea al preguntar sobre
el VIH y sus vas de transmisin: entre los yaquis hay hombres que tengan
relaciones sexuales con otros hombres?.

3. La permisividad de la relacin sexual


entre hombres y seeve. Ideologas sexuales y de gnero.
Un primer aspecto que hay que mencionar de las relaciones sexuales entre
varones en los pueblos yaquis y que se ve con claridad en las entrevistas, es
que la gente habl del tema con soltura cuando se les pregunt en el contexto de la entrevista y el trabajo de campo; no es algo que negaron que existe
entre la poblacin yaqui, aunque en las entrevistas no lo hicieron de manera
espontnea cuando se hicieron preguntas generales acerca de las personas
con ms riesgo de adquirir el VIH. As, una mujer dijo con cierta actitud jocosa, cuando se le pregunt, si hay hombres que tienen relaciones sexuales con
otros hombres:
S hay jotitos en la tribu y los hombres, ms cuando andan borrachos, si ven
a un jotito y no tienen mujer, y otros aunque tengan, pues ah ven que tienen
chanza de meterse con ellos y se meten, y cuando son chamacos y que andan
all de calientes tambin se meten con ellos [], en lengua yaqui a los jotitos
se les dice seeve [se re] los plebes s a veces les hacen maldades a los jotitos cuando estn chamacos, pero no pasa de all.

Ante la misma pregunta, un joven yaqui de 18 aos responde de manera


similar a la anciana, al tiempo que insiste en la distincin entre hombres y
seeve:
[] los hombres no tienen relaciones sexuales con otro hombre, porque el
hombre es hombre y no deja que el otro le haga algo, noms los frescos
se dejan, en la lengua yaqui a los jotos se les dice seeve, que quiere decir
fro o fresco [] los hombres yaquis s se meten con los seeve [se re],
pero noms pa desaguar [se vuelve a rer] pos s, pa quitarse las ganas
noms [] en la tribu yaqui hay seeve y la gente los respeta, no les hacen

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nada, ah los dejan, no les quitan los derechos, nada [] la neta yo s he


tenido relaciones sexuales como con dos o tres seeve, pero yaquis con
putas tambin como cuatro, pero tambin yaquis.

Este comentario implica, desde nuestro punto de vista, una concepcin y


una actitud social hacia las relaciones sexuales entre varones que 1) reconoce su existencia, no trata de ocultarlo y del cual se puede hablar con una sonrisa que parece indexar que se transgrede un cierto pudor asociado al tema;
2) parte del reconocimiento del deseo, el andar caliente, como una realidad de los hombres y chamacos, con mujer o sin mujer; 3) asume que ese
deseo de los hombres o chamacos puede estar dirigido y puede buscar satisfacerse con otros varones a quienes socialmente se designa como jotitos o
seeve, en la propia lengua; 4) entiende la relacin sexual entre varones a partir de dos categoras de identidad sexual: el seeve y el hombre, a partir
del rol sexual en la penetracin que se supone excluyente (uno se deja, el
otro no se deja); 5) utiliza un trmino del espaol mexicano para designar
a uno de los participantes de la prctica homoertica (el joto o jotito),
con el que se traduce un trmino de la lengua yoeme (y que involucra una concepcin propia, como veremos ms adelante), y 6) reconoce que los plebes
pueden hacerles maldades a los seeve cuando estn chamacos, lo que deja
entrever que hay estigma para estos ltimos que se expresa en maldades,
que no se traduce en exclusin social, pero s en subalternidad.
De estos comentarios y de este anlisis preliminar quisiera destacar dos
aspectos: 1) la posibilidad de que un joven revele sus relaciones sexuales con
otros varones, que l llama frescos o seeve (y no hombres), dice mucho
de cierta permisividad de los hombres y de la sociedad yaqui hacia estas relaciones sexuales, y 2) la razn de ese deseo no se circunscribe a la falta de
acceso a las mujeres, sino a un deseo de los hombres (con mujer o sin
mujer dice la anciana) y de los chamacos, y que se expresa en la frase:
andan calientes.12 Ahora bien, ambas respuestas, aunque coinciden en
ambos aspectos, difieren sutilmente en uno: la posibilidad de que un hombre tenga relaciones sexuales con un hombre no slo es una consecuencia de
andar caliente con la finalidad de desaguar o de quitarse las ganas (la
calentura) en ausencia de otra forma de hacerlo, como podra hacer pensar el comentario del joven, pues, como seala la anciana, los que tienen relaciones con un seeve pueden tener mujer. Esta situacin de que la calentura
12 La alusin de la anciana a la condicin de andar borrachos puede significar que la ingesta del
alcohol trae consigo una mayor desinhibicin; aunque no exploramos el tema en la entrevista, no
parece tratarse de una desinhibicin asociada a las relaciones con un seeve, sino a las relaciones
sexuales en general.

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va de la mano con el gusto se revela en un comentario de la vidente-yerbera:hombre y mujeres se meten con quien se pueda, hombres o mujeres: porque sea ms joven o porque les guste noms y les dan chanza, pues coge.
Ahora bien, en el comentario del joven se enfatiza la calentura como el
elemento explicador de las relaciones sexuales. En su versin se trata de desaguar, de quitarse las ganas. Esa caracterizacin del deseo parece dar
una estabilidad y una coherencia tanto al deseo sexual circunscrito a la genitalidad y al orgasmo como a la identidad de los participantes. Un comentario similar por parte de quien fuera una autoridad tradicional parece sugerir
que estamos frente al discurso dominante sobre las relaciones homoerticas
en la sociedad yoeme.13 Tal vez este hecho es el que permite que el joven pueda hablar de l sin miedo al estigma y, por el contrario, construir un performance identitario doble, sexual y tnico, frente al entrevistador: el joven se coloca como hombre frente a los seeve y las putas, con quien acepta haber
tenido relaciones sexuales, a la vez que se posiciona como buen yaqui, al
aclarar que sus compaeros sexuales (putas y seeve) son tambin yaquis,
una endogamia altamente valorizada en el pueblo yoeme.14 En este contexto, en qu consiste la subalternidad del seeve en la sociedad yoeme?, cul
es su posicin en el sistema sexo-gnero y qu posibilidades tiene de vnculos
sexuales y/o afectivos?

4. Integracin y subalternidad: la pertenencia


del seeve a la nacin yaqui
En los comentarios de la anciana y del joven arriba mostrados, se deja entrever cierta dimensin de estigma hacia el seeve: el sealamiento de que los
plebes les hacen maldades cuando los seeve tambin son chamacos,15 la aluLa respuesta de un ex gobernador a la misma pregunta sobre la existencia o no de relaciones
sexuales entre hombres, enfatiza de nuevo los aspectos antes sealados del discurso homoertico normativo: Entre hombres no pasa eso [tener relaciones sexuales], lo que s pasa es que un
hombre tenga relaciones con un jotito, eso s pasa [] a los jotitos se les dice seeve [se re] me
vas a preguntar de esos tambin? [se re] a los hombres no se les dice nada, mayate noms.
Para una discusin sobre la importancia de no confundir el discurso dominante homoertico con
la realidad homoertica, vase Nez (2007).
14 Se trata de un performance identitario en dos sentidos: 1) sexo-genrico como hombre, y
2) tnico como yaqui. Las relaciones sexuales con otros varones en el papel de hombre, son
una posibilidad socialmente aceptada que no entra en contradiccin con su condicin sexo-genrica ni su identidad tnica, pues son una extensin de su ser hombre yaqui, y por lo tanto de
su ser libre, esto es, de la posibilidad socialmente sancionada de expresar su calentura si as
lo desea, con quien desee o le guste, incluyendo un seeve, esto es, un varn fresco o fro.
15 Plebe es un trmino utilizado ampliamente en Sinaloa, Durango y, en menor medida, en el sur
de Sonora como sinnimo de chamaco, para referirse a nios(as) y pberes.
13

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sin a la borrachera como condicin para buscar tener sexo con ellos, o la
sonrisa de la autoridad tradicional al decir la palabra seeve pueden interpretarse como signos de dicho estigma. Sin embargo, se trata de un estigma que
se matiza con afirmaciones de que no pasa de all, se les respeta, no se
le hace nada, no se le quitan los derechos. El siguiente fragmento de la
entrevista con una autoridad tradicional permite entender mejor el respeto de
base que los seeve tienen cuando son adultos dentro de la nacin yaqui, en la
medida en que sus derechos y el respeto estn garantizados por la autoridad
tradicional:
E: Cree que en su comunidad se respeta que un hombre pueda tener relaciones sexuales con otro hombre?
A: Pues s, no pasa nada.
E: Hay hombres que vivan con otros hombres como pareja?
A [se re un poco]: No s; cuando menos aqu [donde fue gobernador] no
s; s que en otras partes [pueblos yaquis] s hay unos que viven juntos, pero
aqu no; los de aqu noms los usan y ya.
E: Se le discrimina con insultos, se le golpea, o se le encarcela, se expulsa a los seeve?
A [asombrado]: Noo, nada de eso; [muy serio] es como cualquier persona,
merece el mismo respeto y los mismos derechos.
E: Qu piensan las mujeres yaquis de que un hombre se meta con un seeve?
A: Nada, porque el hombre tiene libertad de hacer lo que quiera; la mujer
no; ella debe ser tranquila; adems hay muchas mujeres que prefieren que sus
maridos se metan con un seeve a que se metan con una prostituta.
E: En caso de que un seeve sea maltratado, puede acudir a las autoridades a pedir que le ayuden a solucionar el problema?
A: Claro que s; de hecho s se han dado casos de esos, a veces porque los
rentistas no les pagan la renta,16 o que alguien se pasa de listo querindoles
quitar algo o hasta obligarlos a meterse con ellos y los estn molestando, y
pues les solucionamos sus problemas como a cualquiera de la tribu; los seeve
tienen relaciones [sexuales] slo si quieren; nadie los obliga; no tienen por qu
obligarlos.

El texto de la entrevista resulta revelador por lo que dice como por las
ambigedades y tensiones que permite observar con relacin a los seeve. Por
un lado, destaca con claridad que el seeve es como cualquier persona, cualquier yoeme, en trminos del respeto social y de los derechos que reconoce y
asigna la sociedad y la autoridad yoeme. Este reconocimiento excluye insultos pblicos, faltas de respeto, molestias, as como agresiones o tolerancia a
16

Se refiere a los yoris que rentan la tierra de algunos yaquis.

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las agresiones por el hecho de ser seeve. La autoridad tradicional sirve de la


misma manera a los seeve en la solucin de sus conflictos como a cualquier
otro miembro de la tribu. Al seeve se le reconoce una autonoma y una capacidad para decidir libremente sobre sus compaeros sexuales. Esto es, se le
reconoce el derecho a la no violencia sexual y se establece que el nico camino para que un hombre tenga relaciones sexuales con ellos es el del respeto,
el del convencimiento, esto es, el de la seduccin. Al mismo tiempo, aunque
refiera que el seeve tiene los mismos derechos y el mismo respeto, es claro, a
travs de sus sonrisas y de los otros comentarios, que stos indexan una subalternidad del seeve en la sociedad yoeme, en la medida en que se desva de una
expectativa sexogenrica para todos los hombres. Una expectativa de comportamiento que si bien deja de exigirse en la adultez, se tolera en forma de
maldades, una especie de bullying homofbico hacia los nios y chamacos,
muy probablemente como extensin de una pedagoga masculina entre los
pares, intrnseca a la socializacin de la generacin ms joven. Se tratara
sobre todo de una pedagoga dirigida a los nios menos masculinos, andrginos o femeninos, segn los estndares sociales. En este contexto una duda
metdica surgi invariablemente: acaso todos los seeve nios o adultos son
disidentes de la expectativa de gnero socialmente esperada?, acaso no hay
seeve masculinos? Si los hay, cmo se integran en la sociedad yaqui y en su
sistema sexo-gnero?, qu relacin guarda con el discurso homoertico
dominante?

5. Ms all del discurso normativo sobre la masculinidad


y la sexualidad homoertica: seeves pascolas y venados17
o el secreto de los hombres
Al preguntarle a un joven sobre si existen limitaciones sociales para los seeve en asuntos de gobierno o ceremoniales, o pueden participar de todas las
actividades, incluidas las ms importantes, respondi:
S, pueden salir de todo, de matachines, de venados o cosas as en las festividades tradicionales de semana santa o de otras ceremonias tradicionales; ah
andan varios que son chapayecas y venados y pascolas, pero estn casados
[] la diferencia es que el soltero no se casa porque se le nota mucho y al
otro no se le nota; es tapado.

Este fragmento de entrevista es revelador en varios sentidos: 1) seala que


existen seeve masculinos, lo que muestra que la dicotoma hombre-seeve no
17 Los pascolas, venados, matachines y chapayecas son personajes dentro de las actividades religiosas y ceremoniales de la nacin yoeme y de la poblacin yoreme (mayo).

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es o no es siempre, una dicotoma de gnero: masculino-femenino; 2) seala


que algunos seeve, adems de ser masculinos, estn casados, lo que revela que
el seeve al menos no es alguien que tiene una sexualidad exclusiva con los
hombres y que, al igual que otros hombres, tambin tiene relaciones sexuales
con mujeres, y cumple con expectativas asignadas a los hombres en la sociedad yoeme; 3) indica que hay seeve a los que se les nota (son menos masculinos en su expresin de gnero) y otros a los que no se les nota (son
tapados, son plenamente masculinos); 4) revela que la masculinidad es un
elemento que condiciona las posibilidades matrimoniales de los hombres y el
desempeo de papeles importantes en la ceremonias tradicionales, y 5) este
grupo de caractersticas sociales (la masculinidad, el estar casados y el honor
de desempear papeles tan prestigiosos como venado, chapayeca o pascola)
del cual no estn excluidos algunos seeve (los que no se les nota o no se les
nota tanto), participan en la definicin del ser hombre.
El(la) vidente/yerbero yaqui ampla esta informacin de las posibilidades
de participacin de los seeve en la vida comunitaria y del conocimiento que
se tiene de su sexualidad: no los limitan para nada; yo conozco varios venados que son homosexuales, nada ms que son tapados, pero tapados a
medias; son de esos que estn casados, pero les gustan los hombres y todo
mundo lo sabe; tambin las autoridades lo saben y no los limitan en nada.
El comentario de que todo mundo lo sabe, sin embargo, parece no ser tan
preciso, pues si algo destaca en las entrevistas con hombres y mujeres es que
al menos las mujeres suelen tener una visin ms reducida de los papeles que los
seeve pueden asumir dentro de la comunidad. As, a lo largo de las entrevistas vale mencionar que mientras los hombres comentaron al entrevistador
varn la existencia de seeve casados que incluso se desempean en los puestos importantes de las ceremonias religiosas, las mujeres dijeron a la entrevistadora mujer y al entrevistador varn que aunque los seeve guardan los
mismos derechos y se les respeta, piensan que tal vez (sin estar seguras) no
puedan participar como chapayecas, pascolas o venados.18 Esto revela que
aunque para algunas mujeres los seeve que son pascolas, venados o chapayecas son hombres, para otros hombres, esos hombres son seeve (o son
seeve adems de hombres?). Las palabras clave aqu son tapados o tapados a medias, que remiten a dos asuntos: 1) que no se les nota, porque
son masculinos y/o casados, y por lo tanto muchas personas (sobre todo las
Cristina Aguilar (2002: 106) refiere el comentario de don Lucas, un miembro de la tribu
yaqui, quien seala que a los seeve no se les limita para ocupar cargos tradicionales, aunque a
veces su inclusin puede estar mediado por carrillas, o bromas, porque ande con uno o quiera ser su amigo.

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mujeres) no los identifican como seeve, aunque las autoridades y otros hombres s, y 2) que hay otro tipo de seeve que s se les nota y a quienes se
les identifica como seeve, suponemos, porque son menos masculinos y no
estn casados (recordemos que la masculinidad parece un factor muy importante para definir las posibilidades del matrimonio). El tema de la masculinidad y el que se note o no, o se sepa o no, emerge como un criterio de
diferenciacin importante para entender los significados de las relaciones
sexuales entre hombres, as como de la identidad seeve.
Esta informacin y este anlisis muestra que la dicotoma hombre-seeve
no es tan estable como parece a primera vista, y que la identidad seeve no
contiene o revela todos los aspectos de la vida de la persona, o al menos no sin
ambigedad.Tambin seala que la diferencia con el hombre no es total o
absoluta, y que en aspectos importantes de su vida y de la vida familiar y
comunitaria yaqui (como el ser masculino, el estar casado y el representar
papeles importantes en las ceremonias), al seeve se le reconoce tambin
como hombre en la medida en que no se le excluye de papeles ceremoniales propios de los hombres. Si existe un ncleo duro en el significado del
seeve, ste es su papel pasivo en el coito con los hombres, no su transgresin de gnero a travs de su expresin cotidiana, sus papeles rituales o su estatus matrimonial. Aunque la menor masculinidad de algunos seeve acta como espejo contrastante de la masculinidad del hombre, es fundamentalmente
desde el papel sexual (su supuesta pasividad frente al hombre, que se deja)
que se pretende dar estabilidad a la dicotoma hombre-seeve y al hombre
como identidad sexogenrica distinguida.

6. Ms all del desage: pareja y amor entre varones yoeme


No obstante el discurso radicado en la calentura y el desahogo sexual
para caracterizar las relaciones homoerticas en la sociedad yoeme, desde las
primeras entrevistas tuvimos conocimiento de parejas del mismo sexo corresidentes. Esta informacin nos fue revelada lo mismo por parientes que por
vecinos. Tambin nos la dej entrever la autoridad tradicional. Una de esas
parejas que conocimos consista de dos adultos, uno de 38 aos y otro de 53
aproximadamente, que tenan viviendo juntos alrededor de 20 aos, en un
pequeo poblado yoeme de 200 habitantes. A decir de ellos y los vecinos, nunca se les ha dicho nada, se les respeta y, al igual que los dems miembros de
la comunidad, tambin son llamados por las autoridades a los eventos pblicos de la tribu. Sin embargo, una seora se pregunta, un poco desconcertada, que no entiende muy bien cmo son en su relacin, aunque supone que
el mayor es seeve y el ms joven es hombre. Al profundizar ms en ese supuesto descubrimos que se basa en una percepcin de que son diferentes en su

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

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expresin de gnero, uno masculino y el otro con algunos rasgos femeninos en


el arreglo del cabello (largo y con una cola) y el gestual.
Un caso mejor conocido durante el trabajo de campo es el de un hombre
yaqui con quien tuvimos ocasin de conversar, de 28 aos, de piel clara, masculino, nieto de mujer yaqui y hombre yori, pero con parientes, tos y tas, en varios
pueblos yaquis tradicionales. Su historia es reveladora porque permite entender
los distintos elementos sociales, familiares, de gnero, sexuales y tnicos involucrados en las relaciones de pareja entre varones y en la aceptabilidad social.
Este entrevistado comparti su historia de enamoramiento y pareja con otro
hombre yaqui, ocho aos mayor que l, casado, moreno y residente en una localidad yaqui vecina como 10 kilmetros. En su relato dijo que lo conoci siendo
estudiante, que su pareja era chofer de una lnea de autobuses del Valle del
Yaqui que tomaba diariamente para ir a la escuela. A los dos aos de conocerse y de construir una amistad se hizo evidente su mutuo enamoramiento y una
convivencia como pareja que result conocida para la familia de ambos, pues
no estuvo exenta de demostraciones pblicas de afecto (una vez el chofer le
llev msica con su camin a su casa en la madrugada). En la primera visita
con los suegros, como les llama, estuvo sentado en el patio de la casa. Entonces
le hicieron varias preguntas sobre sus orgenes, de dnde vena, en qu pueblo
viva, etc. A decir de este entrevistado, cuando coment que su nana (abuela)
era yaqui, que sus tos vivan en la misma localidad, y cuando sus suegros se
dieron cuenta que entenda mucho de la lengua y que saba comportarse,
seala:se abrieron las puertas, esto es, se mostraron aceptantes y hasta afectuosos. En una de sus primeras visitas su suegro inmediatamente le asegur:ya
sabes que aqu nadie te tiene qu molestar, aqu nadie te va a molestar, y si
alguien te falta al respeto ya sabes que la autoridad tradicional te respalda; aqu
no te va a pasar nada. La relacin de pareja tambin fue conocida y apoyada
por los cuados con quienes acostumbraba departir y por la esposa, quien alguna vez le dijo: mira, yo prefiero que ande contigo; al menos s que contigo no
va a tomar porque t no tomas y se va a portar bien y no que ande con las
putas.Vale mencionar que este joven es masculino, con estudios de preparatoria y ha sido venado en un grupo de danza folclrica en una escuela, algo que
le vala mucho afecto por parte de la suegra, el suegro y los cuados.
Al preguntarle qu tan comn era ese trato a las personas como l o a las
relaciones como la que l sostuvo [su compaero muri en un accidente], y si
crea que la sociedad yaqui era abierta o slo la familia de su pareja era la
abierta, coment:
Mmmm mira, en parte la familia de l es abierta, tal vez ms de lo comn,
pero en parte tambin es que la sociedad yaqui [] no es que sea abierta, tie-

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GUILLERMO NEZ NORIEGA

ne su idea o su ideal de cmo deben ser un hombre y una mujer, y el ideal no


es un seeve, pero eso s, es una sociedad comprensiva, que trata de comprender y al menos en pblico respeta, no ofende y, si no est de acuerdo contigo,
noms no se mete contigo.

Cabe mencionar que el joven entrevistado asume que por ser ms joven y
a lo mejor ms tranquilo,menos machista en sus actitudes, la familia de
su suegro pudo haberlo visto como seeve (semitapado o tapado). Sin embargo, al comentar sobre su vida ertica seala que la divisin de roles no es tal
y que, aunque si bien asuma un papel pasivo por preferencia, no era un papel
exclusivo, que a veces fue activo, adems de que tenan otras prcticas sexuales no penetrativas muy parejas, como la estimulacin de genitales mutua,
besos y caricias diversas, entre otras. La distincin hombre-seeve, al menos
por lo contado por este entrevistado, no involucra una estricta divisin de
papeles erticos, aunque as aparezca en el discurso y en la representacin
que los dems se hacen de esas relaciones. Esto es, hay hombres que tambin se dejan aunque esto no entra en el discurso normativo yoeme. En
qu consiste pues la diferencia entre hombres y seeve? Ambos son papeles
sociosexuales disponibles en la sociedad que se vinculan con ideologas del
sistema sexo-gnero, pero que no contienen toda la realidad ertica y afectiva entre varones, aunque la condicionen culturalmente.
Un comentario adicional que muestra que las relaciones y deseos sexuales
entre hombre y seeve no se agotan en el coito como desage o en la
calentura, y que refieren a aspiraciones de relaciones ms duraderas, la seala el(la) vidente-yerbera al referirse a su juventud: Yo nunca tuve problemas con las autoridades; al contrario, muchos me queran tener como su
mujer; varios gobernadores y hombres yaquis me lo proponan y yo les deca
que no, que podamos tener relaciones, pero no les dara la exclusividad [suelta una carcajada].
La existencia de parejas de varones, corresidentes o no, en la sociedad
yaqui, algunas de las cuales tienen ms de 20 aos, si bien no son comunes y
ms bien excepcionales, aunque conocidas, introduce una cierta inestabilidad
y ambigedad sobre las categoras de identidad hombre-seeve y el discurso que pretende circunscribirlas al coito que se explica por la calentura y
el deseo exclusivo de desaguar, y a papeles erticos excluyentes. Por el contrario, estas relaciones dejan entrever sentimientos de gusto, atraccin,
pasin y amor, as como transgresiones erticas diversas. La existencia
de varones corresidentes en la sociedad yoeme, durante aos y a la vista de
la comunidad, dice mucho tambin sobre la amplitud de la sociedad para asumir estas relaciones sin modificar el carcter heteronormativo de la cultura.

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

Una amplitud que, valga decir, parece coincidir como reflejo plido de lo que
el historiador Montan muestra de las posibilidades sexuales, afectivas y
domsticas entre personas del mismo sexo que exista en las sociedades cahitas (yaquis y mayos) a la llegada de los europeos.

7. Ser frescos: moralidad, sexualidad y etnicidad


en la configuracin de la identidad seeve
Como es evidente a travs de los relatos y el anlisis aqu presentado, entre
los yoeme la identidad hombre es una identidad relacional frente a varias
identidades que construyen de diversas maneras sus contornos en diferentes
situaciones: las mujeres yoris, las putas yoris, las mujeres de la calle yaquis,
las mujeres esposas yaquis, los seeve, otros hombres yoris que pasan por la
comunidad (como los traileros). El hombre tambin se construye desde un
discurso dominante que contiene una serie de expectativas, concepciones y
valoraciones diferentes frente a las mujeres yaquis. Entre estos mltiples
significados del ser hombre destaca una concepcin sobre la libertad propia de los hombres, estrechamente vinculada a sus posibilidades de vivencia
del deseo sexual de manera activa. La concepcin de la libertad de los hombres se encuentra vinculada con la sexualidad de los hombres, a su ejercicio libre, con su capacidad de buscar relaciones sexuales, con mujeres (esposas, mujeres de la calle o putas), o incluso, si andan calientes, con los
seeve. No obstante esa libertad intrnseca a ser hombre, un ex gobernador
yaqui seala que hay muchas mujeres que prefieren que sus maridos se metan
con los seeve que con las putas. Por qu puede haber mujeres que prefieren que sus maridos se metan con un seeve que con una prostituta?
Creemos que la respuesta se delinea en varios relatos que describen a personas seeve como tranquilos, serios, bien portados en varios sentidos,
algo que contrasta con las putas como vinculadas al riesgo de salud, al gasto del dinero familiar y al consumo de alcohol.
Un comentario sobre el asunto del alcohol por parte del entrevistado que
relat su experiencia de pareja es muy ilustrativo respecto a la representacin social del seeve ms all del papel ertico. El entrevistado cont que l
no toma alcohol y que nunca lo hizo mientras anduvo de pareja. La familia
de su pareja se daba cuenta y en una ocasin el suegro le dijo retador:vamos
a ver si no tomas; conmigo s vas a tomar; yo te lo ordeno. A lo que respondi firme, pero con cierto humor: pues vaya trayendo la guardia tradicional
para que me obliguen, porque no voy a tomar, porque yo no tomo. Esa accin
era un reto para la autoridad de un hombre mayor a quien se le debe respeto y reconocimiento; sin embargo, tal firmeza redund en un elogio y un aprecio mayor por parte del suegro, quien dijo: eso es tener gevos, y luego

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agreg: ahora s que mi hijo va a estar bien contigo. La conviccin para


mantenerse abstemio era un atributo del entrevistado ante los ojos de la
familia, que redundaba en el reconocimiento de su relacin con el hombre
casado. El elogio del suegro es tambin una alusin a la hombra, a la
capacidad de autocontrol masculina, simbolizada en los genitales:tener gevos; el propio entrevistado as lo vivi. Un elogio que demuestra que el ser
hombre y el ser seeve son posibles en una misma persona y no son, al
menos no son siempre, identidades excluyentes, sino en todo caso dimensiones posibles de la identidad misma del sujeto hombre-seeve.
El siguiente comentario de el(la) vidente-yerbera parece enfatizar esta
representacin del seeve en trminos de una moralidad yoeme:
Mira, los hombres yaquis no tienen problemas con meterse con los homosexuales o seeve, y los homosexuales yaquis son muy vergonzosos, por eso son
ms discretos y slo se meten con los yaquis, y no es porque no les gusten los
yoris, sino que como son muy vergonzosos, no se animan a tirarles el rollo; ms
bien estn para el que quiera con ellos, pero ellos as no andan buscando; son
ms tranquilos, serios.

Este comentario nos revela tres caractersticas asociadas con los seeve: 1)
son personas discretas, tranquilas, serias, vergonzosas; 2) no andan buscando tener sexo, sino que ms bien son buscados por los hombres, y 3) por
esas mismas caractersticas, no buscan tener relaciones con yoris (no se animan), pero s se meten con otros yaquis. Por estas tres caractersticas los
seeve son diferentes a tres identidades aqu descritas: los hombres, las
putas, las mujeres de la calle. A diferencia del hombre, que suele ser
caliente, o tener calenturas que explican su actividad sexual, de la
puta que es descarada, o de la mujer de la calle que anda buscando, el seeve es tranquilo, discreto, vergonzoso, serio, no anda buscando.19 A
diferencia del hombre que es caliente, el seeve en su sexualidad es ms bien
fro, fresco (tal vez como expresin de su tranquilidad, discrecin o vergenza).20 De hecho este es el significado de la palabra yaqui seeve en espaDicho lo anterior, creemos que estamos en condiciones de plantear una interpretacin sobre la
ausencia de los seeve en las concepciones que los entrevistados yoeme tienen sobre el riesgo de
infeccin por VIH. A diferencia de la percepcin que se tiene de las putas, particularmente de las
que no son yaquis, como una amenaza para las mujeres, la familia y la tribu, los seeve no son concebidos como transmisores de la infeccin porque su sexualidad est contenida tanto por su comportamiento discreto o vergonzoso, como por su preferencia por otros yaquis, esto es, por la endogamia que los caracteriza y que es altamente valorada por una sociedad que suele marcar con
fuerza sus fronteras tnicas.
20 Aguilar (2002: 105) refiere la existencia de un discurso sobre la relacin entre la concepcin,
19

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

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ol: fro o fresco, un trmino que puede utilizarse para referirse a la temperatura del agua, alimentos u objetos, as como a la personalidad o al temperamento sexual de una persona.

Conclusiones
En la sociedad yoeme (yaqui) de Sonora existe un sistema sexo-gnero que
contempla la posibilidad de las relaciones erticas entre varones con un
importante grado de aceptacin y permisividad, las cuales se estructuran a
partir de la dicotoma hombre-seeve segn el papel ertico activo o pasivo
desempeado. La participacin de los hombres en las relaciones sexuales con
otros varones forma parte de las posibilidades de una identidad sexogenrica
que los considera libres y calientes. La identidad seeve, por su parte, tiende a ser contenida desde el discurso dominante como radicada en su pasividad sexual y una concomitante asociacin con lo menos masculino y, por lo
tanto, con lo fresco o fro. La presencia del seeve a nivel de su identidad
de gnero es ms ambigua y contradictoria, pues aunque a nivel simblico se
asocie con la menor masculinidad o cierto grado de feminidad, en realidad
los seeve masculinos pueden ser reconocidos en su estatus matrimonial y
sexualidad con mujeres, en su virilidad cotidiana y en su desempeo de papeles rituales prestigiosos, como hombres. Esta diferencia entre los seeve que
se les nota, no se les nota o no se les nota tanto es un conocimiento
ms reservado a los varones. Las relaciones hombre-seeve tambin pueden
involucrar afecto, enamoramiento y amor, as como posibilidades erticas que
rompen la dicotoma supuesta en el discurso. La sociedad yoeme es testigo o
tiene referencias de la existencia de parejas corresidentes del mismo sexo, las
incluye en su sistema de participacin social, en su nocin de pertenencia
tnica y de derechos al respeto y la proteccin por parte de las autoridades
tradicionales. No obstante, en la medida en que el ser seeve no es parte de las
expectativas sociales para los varones y que la sociedad yoeme es una sociedad de privilegio masculino y expectativas heterosexuales para sus nios y
nias, el seeve existe dentro de una posicin de subalternidad, la cual es particularmente notoria en las maldades o bullying homofbico que pueden
sufrir nios y adolescentes considerados afeminados o menos masculilas fases de la luna y el anidamiento, ya sea de una semilla, de hombre o de mujer que nosotros no indagamos y nunca aparecieron de manera espontnea. Tampoco apareci la idea de
que un seeve es un castigo divino, como refiere la autora. En el relato, parece que la referencia tiene relacin con el afeminamiento y su asociacin con la cobarda o a la carencia de la
fuerza de un hombre, no con el deseo sexual como tal. La ausencia de diferenciacin entre sexo,
gnero y erotismo en el texto de Aguilar sobre homosexualidad y en el anlisis no contribuye a
lo que aqu tratamos de dilucidar.

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nos. Al seeve se le asocia tambin con un habitus que involucra timidez, vergenza, seriedad, tranquilidad, que se traduce en una sexualidad fresca y
preferentemente endogmica, algo que favorece su prestigio y consideracin
y que contrasta con los otros personajes del sistema sexo-gnero que aqu
hemos explorado: los yoris traileros, las putas yoris, las mujeres de la
calle yoeme o los hombres yoeme.
Muchos temas quedan pendientes para entender mejor los significados de
las relaciones sexuales entre varones en la poblacin yoeme, y aunque por
razones de espacio no los desarrollamos, nos parece que vale la pena anotarlas: 1) la existencia de mujeres que viven en pareja y el respeto social a
ellas; 2) el rechazo social a los varones que se visten con ropas de mujer, el
cual va desde la negacin de su existencia en la sociedad yoeme, al ostracismo o la crtica;21 3) el reconocimiento de que las y los jvenes son portadores de nuevos valores sexuales y de gnero que se expresan con mayor libertad en sus formas de vestir y en la vida cotidiana, esto es, el reconocimiento de
que este sistema sexo-gnero contiene una serie de tensiones y tendencias
de transformacin, y 4) los efectos de un discurso de aceptacin y reconocimiento a las identidades gays que circula por los medios de comunicacin
nacionales.
La nacin yoeme parece haber transitado de un sistema analgico (Gmez, 2009: 22), esto es, un sistema abierto a las posibilidades ertico-afectivas, de gnero y de arreglo domstico de sus miembros a la llegada de los
espaoles, a otro ms claramente androcntrico y heterosexista, aunque todava con cierta flexibilidad, que se asemeja al sistema sexual mediterrneo
(Nez, 2007), pero que conserva ms aceptacin e inclusin que este ltimo. Hacia dnde conducirn a la nacin yoeme y su cultura sexogenrica
los discursos sexuales y de gnero de un mundo cada vez ms globalizado en
el que se inserta desde una subalternidad econmica, poltica, social y cultural? Cmo se transformar la experiencia homoertica de la sociedad yoeme en un contexto nacional y global de creciente aceptacin de la diversidad
sexual y de circulacin de la identidad gay?

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21 Aunque en 2011 un grupo de Drag Queens yoeme present un espectculo en una ranchera yoeme para amenizar una reunin de trabajo de mujeres y con bastante aceptacin.

SEEVE/FRESCOS: SEXUALIDAD, GNERO Y ETNICIDAD

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EL ORGULLO GAY, UNA LIBERACIN SEXUAL?

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Percepcin de los estudiantes


universitarios varones de orientacin
heterosexual sobre su masculinidad
y actitudes hacia gays y lesbianas
Fernando Reyes Baos
Facultad de Psicologa, Universidad Americana de Acapulco

Resumen
Se busc explicar la masculinidad de acuerdo con la percepcin que de ella
tienen los estudiantes universitarios varones de orientacin heterosexual, distinguiendo a los que presentan una actitud tolerante e intolerante hacia los
homosexuales. Lo anterior se fundament con un marco terico que sustenta las categoras y subcategoras que emergieron de la inmersin en el campo de estudio. Sus ejes temticos se abordaron bajo la perspectiva de gnero
y desde el punto de vista cognitivo-social. Se trata de un estudio cualitativo
basado en el diseo de la teora fundamentada. La muestra de sujetos estuvo integrada por seis estudiantes que, al aplicarles la Escala de Actitudes
hacia Lesbianas y Hombres Gay (ATLG), se clasificaron de acuerdo con su
grado de tolerancia hacia stos. Gran parte de los datos se recopilaron por
medio de entrevistas en profundidad. Se encontr que los varones son conscientes del lugar privilegiado que ocupan en el sistema sexo/gnero y procuran demostrar constantemente que no son nios, mujeres u homosexuales. Se
distingui tambin entre los varones que presentaron una actitud tolerante de
una intolerante hacia gays y lesbianas,y se contrast sus masculinidades de acuerdo con los ndices que obtuvieron en la escala ATLG.
Palabras clave: hombres, mujeres, gays, lesbianas, sexo-gnero.

Abstract
The article sought to explain masculinity according to the perception of heterosexual male college students, distinguishing those with a tolerant attitude
from those with an intolerant attitude towards homosexuals. This was based
on a theoretical framework that supported categories and subcategories that
emerged from immersion in the field. Its thematic coordinates were addressed from the perspective of gender and cognitive-social point of view. This is
a qualitative study based on a substantiated theory design.The subject sample consisted of six students, who were assessed according to the Scale of
Attitudes toward Lesbians and Gay Men (ATLG) and were classified according

122 |

FERNANDO REYES BAOS

to their degree of tolerance toward them. Much of the data was collected
through interviews. It was found that men were aware of the privileged place
they occupy in the sex/gender system and sought to constantly prove that they
were not children, women, or homosexuals. It also distinguished between men
who had a tolerant attitude from those intolerant toward gays and lesbians and contrasted their masculinity according to the scores obtained on the ATLG scale.
Keywords: men, women, gays, lesbians, sex-gender.

Introduccin

Los womens studies y los estudios de gnero destacan el tema del poder como aspecto constitutivo de la identidad masculina. En 1997 Kaufman afirm: El deseo de poder y control forma la parte fundamental de nuestra
nocin de masculinidad y tambin la esencia misma del proyecto de convertirse en hombre (apud Ramrez y Garca, 2002: 6), lo que no significa,
empero, que todos los hombres sean poderosos o traten de serlo porque, evidentemente, existen hombres subordinados a otros hombres o incluso a
mujeres; significa, en cambio, [] que el poder de la masculinidad se construye y se expresa en forma desigual en las relaciones homosociales y se articula con las desigualdades existentes en las sociedades (desigualdades sociales, econmicas, polticas, etc.) (idem: 6). Este acceso diferencial de los
hombres al poder y al control, que los ubica en algn punto de una estructura jerrquica en la sociedad, implica la consideracin de mltiples masculinidades, las cuales emergen, se transforman, desaparecen y vuelven a emerger al cabo del tiempo, representando la sexualidad de los hombres y su
forma de relacionarse con las mujeres y otros hombres de diferentes maneras en cada contexto cultural; en contraposicin con la visin no unitaria de
las masculinidades, destaca el modelo de la masculinidad hegemnica, estereotipo de gnero que atribuye una serie de creencias y suposiciones al grupo de los hombres o a las caractersticas de masculinidad que stos desarrollan, que favorece representarlo como un grupo homogneo, totalmente
diferente a otros grupos (Barber, 2004) y, principalmente, con un estatus
superior al grupo de las mujeres o, como lo explica Ortiz (2004), cuando
alude al concepto de androcentrismo, a cualquier smbolo definido como
femenino. Esta jerarqua entre los gneros [] explica la supremaca de
los hombres que se apegan ms al modelo dominante de masculinidad sobre
aquellos que no se apegan a l (ibidem: 166), entre los cuales podra
incluirse a los homosexuales, a quienes histricamente se les ha estereotipado de manera errnea como slo femeninos y que, por haber renunciado aparentemente al privilegio de ser hombres (Vzquez y Chvez, 2008: 84),
merecen recibir de parte de los hombres que se identifican con las atribu-

PERCEPCIN DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS VARONES

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ciones naturales de la masculinidad hegemnica, que los etiqueten de antinaturales, desviados o ambas cosas (Daz, 2004); tales etiquetamientos
(entre otras formas de discriminacin), en una sociedad donde est prohibida la manifestacin de todo lo femenino en los hombres que la conforman,
provocan que los homosexuales tengan que afrontar el conflicto de asumirse como seres distintos (de acuerdo con los valores hegemnicos no son
hombres, estn cercano a lo femenino, pero tampoco son mujeres), sensacin que se incrementa en ocasiones por el rechazo y las actitudes de desprecio del entorno (ibidem: 9).
Debido al impacto que el entorno social puede tener en el desarrollo de la
identidad sexual de hombres y mujeres homosexuales, resulta lgico esperar
que las actitudes de quienes forman parte de dicho contexto tambin lo sean.
Mathison (1998) comenta que, en Estados Unidos, las autoridades escolares
pueden castigar o incluso expulsar a un estudiante blanco por llamar negro
(nigger) a un estudiante de color; pero si un estudiante llama a otro maricn (fagot), por su aspecto femenino, no recibe castigo alguno, por lo que la
autora se cuestiona a s misma sobre el perjuicio que esto puede tener para
los estudiantes que forman parte de esa minora: cmo pueden responder
adecuadamente profesores, tutores y otros estudiantes a esa minora?, cmo
trabajar con los prejuicios propios para trabajar, de manera ptima, con todos
los estudiantes?, cmo hacer el aprendizaje ms significativo para todos y
cada uno de ellos?, etc. Reflexiones semejantes se fundamentan en estudios
que, al cabo de los aos, se han venido haciendo acerca de la homosexualidad, de tal suerte que, despus de que Evelyn Hooker la desmitificara como
una psicopatologa y de que las contribuciones freudianas sentaran algunas
bases para su debate futuro (Poveda y vila, 2008), la investigacin sobre la
misma, segn Evans et al. (1998) se orient a partir de los aos setenta, primero a su etiologa y luego al desarrollo de la identidad homosexual, existiendo actualmente varios modelos de desarrollo: el de Rubn Ardila y el de
Manuel Antonio Velandia, por ejemplo (Poveda y vila, 2008), pero siendo
uno de los ms importantes el de Vivienne Cass, autora que en 1979 y 1984
propuso un modelo para lograr una identidad homosexual positiva en seis
etapas (Cayeros, 2006).
Sin perder de vista que el trmino hombre est implicado, en primera instancia, con una clasificacin dicotmica basada en el sexo morfolgico (Andrs, 1999), surgen diferentes modelos culturales que han definido hasta ahora
lo que es y debe ser un hombre, y que generan marcos interpretativos en las
sociedades de cada poca (Fernndez, 2004), por lo que resulta relevante
investigar la percepcin que los varones de orientacin heterosexual tienen
acerca de su masculinidad, ya que sta configura el significado de lo mascu-

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lino y de lo que debe esperarse socialmente del comportamiento de los hombres y su forma de relacionarse con otras personas, entre las cuales se incluyen los hombres y las mujeres homosexuales, quienes al pertenecer a una
minora que transgrede con su orientacin sexual las reglas de lo masculino
y lo natural, se hacen susceptibles de recibir sus etiquetamientos (Daz,
2004). Por tanto, el problema planteado para esta investigacin es: cmo
perciben su masculinidad los estudiantes universitarios varones de orientacin
heterosexual que presentan actitudes tolerantes e intolerantes haca los gays
y lesbianas?
Ahora bien, por qu es importante hacer una investigacin como sta con
jvenes universitarios? Bsicamente por dos razones: 1) porque al margen de
las crticas que han tenido los estudios demogrficos en materia de orientacin sexual, por ejemplo, la controversia suscitada por el informe Kinsey y sus
aspectos metodolgicos (Saavedra, 2006), es razonable esperar que en la
mayora de las universidades del pas hayan casos para el personal de asuntos estudiantiles, especficamente para quienes trabajan la parte de asesora
y orientacin, que se relacionen de alguna manera con este tema, casos que
demandarn atencin a situaciones particulares, como homofobia, discriminacin, fricciones, etc., las que implicarn, en ltima instancia, que el orientador conozca y comprenda aspectos relacionados con el desarrollo de la
identidad de los varones heterosexuales que forman parte de la comunidad
universitaria, as como de los que integran una minora como la de los gays
y lesbianas, y 2) porque los estudiantes universitarios que actualmente estn
en formacin representan parte de lo que ser la sociedad del futuro, por lo
que es indispensable trabajar con ellos aspectos relacionados con su forma de
concebirse como hombres y con las relaciones que establecen con otros grupos sociales a partir de la percepcin que han construido respecto a su masculinidad.
Con la realizacin de esta investigacin se busc lograr los siguientes objetivos: 1) explicar cmo los estudiantes universitarios varones de orientacin
heterosexual perciben su masculinidad; 2) distinguir entre stos los que presentan una actitud tolerante y una actitud intolerante haca gays y lesbianas,
y 3) contrastar la percepcin que los sujetos en estudio presentan respecto a
su masculinidad, atendiendo a sus actitudes tolerantes e intolerantes hacia
gays y lesbianas.
El enfoque de investigacin utilizado para realizar este estudio es el cualitativo. Las categoras generadas a partir del anlisis de los datos recopilados y que sirvieron de gua para su interpretacin terica son: sexo y gnero,
sistema sexo/gnero, masculinidad, homosexualidad, mecanismos de control
social y tolerancia (incluyendo esta ltima subcategora como actitud y per-

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cepcin); tales categoras y subcategoras se trabajaron bajo la perspectiva


de gnero y desde el punto de vista cognitivo-social, analizndose de acuerdo
con los aportes tericos de Vivienne Cass (Evans et al., 1998), asumindose
como postura terica el construccionismo social.
En lo metodolgico, dado que se procur cubrir una de las limitaciones del
estudio de Mueller y Cole (2009), la referente a la composicin de la muestra respecto a las actitudes positivas y negativas hacia gays y lesbianas, previo a la aplicacin de las entrevistas en profundidad que se realiz a los estudiantes, se aplic la Escala de Actitudes hacia Lesbianas y Hombres Gay
(ATLG) propuesta por Herek en 1996 (apud Crdenas y Barrientos, 2008b);
esta investigacin se relaciona, adems, con el estudio que Chvez y Ganem
(2010) realizaron para medir las actitudes que los estudiantes universitarios
presentan hacia la homosexualidad.

Desarrollo
La sexualidad, al ser orientada por la cultura a manifestarse en los sexos en
trminos de lo masculino o lo femenino, se concibe como una construccin
social en torno a la cual los sujetos definen su vida en sociedad. Los hombres,
para ser reconocidos en una sociedad que valora los atributos masculinos,
deben demostrar que son perfectamente capaces de controlar y dominar sus
emociones y afectos (Ponce, 2004), lo cual incluye despojarse de lo afectivo,
porque la expresin de sentimientos de nuevo puede hacerlos ver como cercanos al lado opuesto de su gnero (apud Prez et al., 2007).
En 1992, Kimmel y Levine explicaron que los hombres organizan las concepciones que tienen de s mismos para construir su masculinidad, de manera que puedan asumir de manera voluntaria comportamientos relacionados
con atributos socialmente valorados como masculinos (idem), los que en
conjunto suelen denominarse estereotipos de gnero (Gonzlez, 1999); sin
embargo, esta asuncin y el proceso mismo de la socializacin basada en estas concepciones de gnero no ocurre uniforme ni coherentemente, porque lo
que resulta de ambos procesos es una transaccin, por lo que puede afirmarse que no hay una sola manera de ser hombre, ni natural ni culturalmente hablando, sino una diversidad de expresiones masculinas; sin embargo, hay una
que ocupa una posicin dominante en el sistema sexo-gnero de cualquier
cultura en un momento histrico dado: la masculinidad hegemnica, misma
que se convierte en norma y se incorpora a las subjetividades de hombres y
mujeres; la masculinidad hegemnica adems promueve su reproduccin, exhibindose como la forma natural de lo masculino a travs de dispositivos
cuyo objetivo es legitimar su dominio (Ramrez y Garca, 2002). Una consecuencia de lo anterior tiene que ver con el desarrollo de la identidad y el rol

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masculinos, que los varones tendrn que probar a lo largo de toda su vida ante los dems, a travs de tres negaciones: que no son nios, que no son mujeres y que no son homosexuales (Ortiz, 2004).
Por otro lado, los homosexuales son percibidos como transgresores de los
estereotipos de gnero al retar, con su homoerotismo, el poder de la masculinidad hegemnica y su discurso moralizador (Ramrez y Garca, 2002), por
lo que son estigmatizados con regularidad al ubicarse en una posicin contrahegemnica y contestaria respecto a la heteronormatividad (Daz, 2004).
El conflicto que tienen que afrontar quienes incumplen con los requisitos del
deber ser social y exclusivamente construido para hombres y mujeres es, precisamente, cmo asumirse ante la dicotoma sexual que el sistema sexo-gnero
predominante pretende importar e imponer como categoras y estereotipos de
gnero; al respecto, Ortiz (2004) comenta que los homosexuales no tienen un
patrn comportamental socialmente especificado que puedan seguir para
lograr un desarrollo adecuado de su identidad sexual, por lo que slo les queda
la opcin de concebirse como seres distintos, exentos de cualquier prescripcin
estereotpica sustentada por la estructura social (Barber, 2004; Daz, 2004);
cabe sealar que los gays y lesbianas suelen ser pensados por la sociedad como
varones femeninos y mujeres masculinas respectivamente, asociaciones que a
pesar de no reflejar fielmente la realidad son reproducidas constantemente en
la cotidianeidad a travs chistes y albures, y usadas en las parodias y sketches
cmicos que los medios masivos de comunicacin difunden.
Debido a la transgresin que gays y lesbianas pueden representar para la
masculinidad hegemnica, entran en juego los denominados mecanismos de
control social.Tales mecanismos forman parte del proceso de socializacin, y
su objetivo es que los individuos cumplan con los valores dominantes definidos por el sistema sexo-gnero (Ortiz, 2004).Tales valores son 1) el apego a
los estereotipos de gnero, segn los cuales los varones deben ser masculinos
y las mujeres femeninas; 2) el heterosexismo, sistema ideolgico que niega,
denigra y estigmatiza todo lo que difiera de la heterosexualidad, y 3) el androcentrismo, con el cual se asume la inferioridad o subordinacin de lo femenino ante lo masculino (Ortiz, 2005).
En el caso particular de gays y lesbianas intervienen al menos los cuatro
siguientes mecanismos de control social.
1) Homofobia. Se trata de un fuerte rechazo a la homosexualidad y se
encuentra estrechamente relacionado con el origen de los trastornos mentales ms importantes que llegan a presentar los homosexuales; se le ha llegado a considerar incluso, [] un referente fundamental con que se construye el modelo dominante de masculinidad en las sociedades contemporneas
(Granados y Delgado, 2008: 1043).

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2) Invisibilidad. Se refiere a la negacin y al intento de ignorar u ocultar


la condicin homosexual de las personas en cualquier mbito (Ortiz, 2004).
Es debido a este estado de invisibilidad que los homosexuales no cuentan con
suficientes referentes positivos que, durante la adolescencia, les permita construir su identidad sexual, lo que contrasta notablemente con lo que vive el
joven heterosexual, cuyo desarrollo es promovido de muchas maneras por las
instituciones sociales en las que est inmerso, lo que no es completamente
negativo, porque la ausencia de estos modelos puede permitir a veces que los
homosexuales piensen en su futuro con mayor flexibilidad (Castaeda, 2000).
3) Asignacin de aspectos negativos. Es cuando la homosexualidad se asocia con caractersticas negativas (Ortiz, 2005). A pesar de que los cambios
en aos recientes han descargado de la homosexualidad varias de esas atribuciones, sobre todo en el mbito mdico y jurdico, en el imaginario colectivo muchas de ellas siguen vigentes, aportando en consecuencia al desarrollo
de la identidad homosexual, referentes que se traducirn en sentimientos de
culpa y baja autoestima (Ortiz, 2004).
4) Discriminacin. Se trata de una conducta de desprecio contra los individuos que no se apegan a los estereotipos de gnero, con la cual se causa un
dao (de manera intencional o no) a sus derechos y libertades fundamentales (idem; Rodrguez, 2005).
Para entender mejor cmo estas dificultades y mecanismos de control
social afectan a los homosexuales, principalmente durante el desarrollo de su
identidad sexual, es recomendable revisar los modelos que se han propuesto
en torno a la identidad sexual de los homosexuales, por ejemplo, el de Vivienne Cass, que es uno de los ms citados en la literatura que se ocupa de este
tema.
En el modelo de Cass, segn Evans et al. (1998), la identidad homosexual se logra avanzando, etapa por etapa, a travs de un proceso de desarrollo que se produce gracias a la interaccin entre el sujeto y su entorno, y para
el cual resulta significativo que los homosexuales resuelvan la incompatibilidad entre cmo se perciben ellos mismos y cmo los perciben los dems, lo
que los conducir a integrar su identidad como gays o lesbianas en un concepto global de s mismos (Montoya, 2009); para ello, Cass describe seis etapas de desarrollo.
1) Confusin. La informacin que va adquiriendo acerca de la homosexualidad es percibida como haciendo alusin a su caso, lo que genera la sensacin de ser diferente al resto de las personas, experimentando ansiedad y/o
confusin.
2) Comparacin. La sensacin de sentirse diferente a los dems empieza
a incluir la sensacin de ser sexualmente distinto (Mondimore, 1998). En la

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medida en que el sujeto es capaz de admitir que puede ser homosexual, experimentar que su confusin disminuye, pudiendo ocurrir tambin lo contrario,
es decir, que niegue esa posibilidad y trate de actuar como lo hara un heterosexual.
3) Tolerancia.El sujeto admite que probablemente sea gay o lesbiana,lo que
propiciar que confronte la diferencia entre cmo se percibe a s mismo (como
homosexual) y cmo percibe a sus amigos, compaeros o coetneos (como heterosexuales), situacin que lo inducir a tener sus primeros contactos sociales
y sexuales con otros homosexuales (Montoya, 2009).
4) Aceptacin. La caracterstica ms destacable son los contactos continuos con otros homosexuales, con los que el sujeto procura establecer vnculos de amistad, ampliando sus relaciones con los miembros de la comunidad
(idem).
5) Orgullo. El sujeto adquiere sentido de la incongruencia que existe entre
los aspectos positivos que percibe que lo llevaron a aceptarse a s mismo y las
estrategias que la sociedad implementa constantemente para desvalorar la
homosexualidad y a los homosexuales, por lo que podr experimentar sentimientos de identidad, pertenencia y orgullo con la comunidad a la que pertenece (idem).
6) Sntesis. Las ideas del sujeto dejan de girar en torno a la frase ellos
contra nosotros y sus sentimientos de rabia y orgullo terminan por apaciguarse. Independientemente de su orientacin sexual, las personas son percibidas en trminos del apoyo que puedan brindarle.
Aunque el modelo de Cass presenta algunas limitaciones, Montoya (2009)
considera que contar con un proceso de desarrollo definido, que sirva de gua
para comprender cmo logran construir los homosexuales su identidad
sexual, resulta valioso. Finalmente, conceptos como percepcin, actitud y tolerancia resultan importantes para comprender tanto la percepcin que los
estudiantes entrevistados tienen acerca de su masculinidad como las actitudes que presentan hacia gays y lesbianas, particularmente, porque tales
aspectos no slo afecten a gays y lesbianas (Granados y Delgado, 2008;
Castaeda, 2000; Ortiz, 2005), sino tambin a los heterosexuales mismos
(Wilson, 2005), quienes al manifestar actitudes ms o menos tolerantes
hacia esta minora valorada negativamente por su orientacin sexual, definen
lo que son a partir de lo que no son.
En cuanto al mtodo, se us como diseo de investigacin el de la teora
fundamentada, propuesto en 1967 por Barney Glaser y Anselm Strauss y
basado en el planteamiento segn el cual [] las proposiciones tericas
surgen de los datos obtenidos en la investigacin, ms que de los estudios previos (Hernndez et al., 2010: 493). El presente estudio se gui de acuerdo

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con el tipo de diseo sistemtico, por lo que, partiendo de la recoleccin de


datos, se siguieron las fases de Codificacin abierta y Codificacin axial.
El contexto donde se realiz la presente investigacin fue una institucin
privada dedicada a la enseanza media superior y superior ubicada en la ciudad y puerto de Acapulco, Guerrero, que actualmente atiende a poco ms de
500 alumnos. El trabajo de campo se realiz entre enero y febrero de 2011,
coincidiendo con los primeros meses del ciclo escolar 2010-2011/II.
Los criterios usados para seleccionar a los sujetos que integraron la muestra fueron: 1) que estuvieran inscritos a una licenciatura de la unidad de anlisis; 2) que fueran varones que se identificaran a s mismos como heterosexuales, y 3) que obtuvieran puntajes en la escala ATLG que los ubicara, con un
mnimo o un mximo de tolerancia hacia gays y lesbianas; de esta manera se
integr una muestra en cadena (Hernndez et al., 2010) con los estudiantes
que cumplieron con los dos primeros criterios de seleccin, a quienes se les
invit a una primera entrevista en la que se les aplic la escala ATLG propuesta por Herek en 1996 (apud Crdenas y Barrientos, 2008a, 2008b; Chvez
y Ganem, 2010) para identificar a quienes tuvieran actitudes de mucha o
muy poca tolerancia haca gays y lesbianas.
Con los resultados obtenidos se identific una muestra diversa (Hernndez
et al., 2010) a cuyos integrantes se les invit a participar en una serie de
entrevistas. Seis de los estudiantes identificados como posibles participantes
accedieron a ser entrevistados.
Se usaron dos tipos de instrumentos: 1) la escala ATLG, diseada por
Gregory M. Herek en 1996 para medir la actitud de los heterosexuales hacia
hombres y mujeres homosexuales (Chvez y Ganem, 2010), especficamente
la versin adaptada al espaol de Chvez y Ganem (idem), y 2) las entrevistas cualitativas en profundidad semiestructuradas, mismas que son caracterizadas por Hernndez et al., (2010) por su alto grado de flexibilidad y apertura. Se realizaron de una a dos entrevistas de 60 a 75 minutos cada una por
cada informante incluido en la muestra.
En general, el procedimiento consisti en lo siguiente: 1) hacindose previamente las gestiones correspondientes con las autoridades universitarias, se
identificaron y contactaron informantes clave entre los estudiantes para integrar la muestra inicial; 2) se realizaron las primeras entrevistas, en las que
se les aplic la escala ATLG, cuyos resultados permitieron identificar los casos
ms adecuados para invitarlos a participar en las entrevistas cualitativas; 3)
se realizaron las entrevistas cualitativas, mismas que fueron grabadas con
permiso previo de los informantes; 4) a medida que los datos eran recopilados, se les organiz y transcribi en formato digital, lo que permiti analizar
el material (con el software ATLAS.ti); 5) despus se interpretaron los datos,

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para lo cual fue necesario revisar la literatura pertinente, y 6) se prepar el


reporte de los resultados de la investigacin.
Para el anlisis de los datos se eligi el procedimiento propuesto por
Hernndez et al. (2010) basado en la teora fundamentada. Para establecer
la confiabilidad del estudio, se emple una serie de tcnicas en torno a la recopilacin de datos y procesos de interpretacin, y para la confirmabilidad se
conservaron todas las cintas de las entrevistas grabadas, las copias impresas
de todas las transcripciones y las notas que el investigador incluy en la bitcora de anlisis: se recurri al chequeo con los participantes y se us la triangulacin de mtodos al aplicrsele a cada entrevistado la escala ATLG.
Respecto a los datos recabados, los estudiantes entrevistados refirieron
experiencias tempranas que les permitieron percatarse de la diferencia sexual
entre varones y hembras. Como rasgos distintivos de su sexo, mencionaron
aspectos como fuerza fsica, aparato reproductor y funcin reproductora del
macho de la especie. En cuanto a los aspectos simblicos percibidos, que han
sido construidos socialmente para dar cuenta de lo masculino, mencionaron
ser protectores, independientes, seguros y fuertes (fsica y emocionalmente).
El modo como el contexto social transforma el aspecto biolgico de la
sexualidad en productos de actividad humana fue percibido por los varones
entrevistados como un arreglo que privilegia a los hombres desde pequeos.
Respecto a los estereotipos de gnero, la mayora de los estudiantes opin que
el hombre es quien debe proteger, tener pensamientos definidos, comportarse
como un valiente y presentar un desarrollo constante. La identidad de gnero
se manifest durante las entrevistas no slo a partir de que se reconocieran
como hombres, sino tambin porque no son homosexuales (o nios o mujeres).
En relacin con su rol de gnero, los entrevistados comentaron que las condiciones sociales son distintas para ambos sexos y que, con frecuencia, la figura
materna contribuye, con su funcin formadora, para que hombres y mujeres se
relacionen de cierta manera en la sociedad como seres masculinos y femeninos.
La percepcin de los entrevistados es que, a pesar de que la masculinidad
puede manifestarse de diferentes maneras, las caractersticas que la definen, en
mayor o menor grado, siempre debern estar presentes. Debe considerarse que
la construccin de la masculinidad conjuga las exigencias y los estereotipos
dominantes del contexto sociocultural, por lo que las subjetividades resultantes
de este proceso enmarcado en la socializacin, coinciden con las representaciones hegemnicas de ser varn (Ponce, 2004).
La muestra de estudiantes entrevistados, de acuerdo con la masculinidad
hegemnica, caracterizaron a la masculinidad de la siguiente manera: el hombre debe ser fuerte, aguantar, ser seguro (cualidad que debe evidenciarse por
su forma de hablar), erigir sociedades, etctera.

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En la muestra de entrevistados hubo atribuciones diversas respecto a la heterosexualidad.Tales respuestas pueden agruparse en tres categoras: 1) la heterosexualidad es natural y podra ser tan normal como la homosexualidad; 2) lo
normal y lo natural de la sexualidad depende de la percepcin o de los sentimientos de los sujetos, y 3) la heterosexualidad es natural y lo naturalmente dado.
La mayora de los entrevistados estuvieron de acuerdo en que los homosexuales tanto nacen como se hacen, lo cual parece implicar un punto
importante en la percepcin que algunos varones heterosexuales tienen acerca de gays y lesbianas: que stos escogieron ser lo que son porque no fueron
capaces de mantenerse durante el proceso de socializacin en el camino de lo
normal y lo naturalmente dado, por lo que no pudieron masculinizarse
de acuerdo con los estereotipos de gnero asociados con la masculinidad
hegemnica y con la heterosexualidad normativa; por otra parte, las percepciones que la muestra de estudiantes manifestaron hacia los homosexuales
(como transgresores de los valores dominantes del sistema sexo-gnero y de
la masculinidad hegemnica) son ms o menos positivas.
Enmarcados en el proceso de socializacin, los mecanismos de control social
tienen el propsito de que los individuos cumplan con los valores dominantes
establecidos por el sistema sexo-gnero (Ortiz, 2004). En la muestra hubo
diversidad de opiniones acerca de tales mecanismos: hubo estudiantes no homofbicos, moderadamente homofbicos y homofbicos; estudiantes que valoraron la homosexualidad como un contenido peligroso para el desarrollo de los
ms jvenes en la sociedad, y los que sospecharon la exhortacin de parte de
los medios masivos de comunicacin para homosexualizar a los heterosexuales;
estudiantes que manifestaron que la homosexualidad todava es un trastorno; y
estudiantes que, en torno al concepto de discriminacin, ms o menos tuvieron
claridad acerca de sus implicaciones.

Consideraciones finales
Los varones entrevistados sealaron como su distintivo ms evidente que son
ms fuertes fsicamente que las mujeres, no pasndoles desapercibido que
ocupan un lugar privilegiado dentro del sistema sexo-gnero, al recibir desde
su infancia ciertas concesiones con las que el contexto sociocultural busca
valorar lo masculino, siempre y cuando sigan el camino de la heterosexualidad normativa (Figueroa et al., 2001), para lo cual deben demostrar, en todo
momento, que no son nios, que no son mujeres y que no son homosexuales
(Ortiz, 2004), organizar las concepciones que tengan de s mismos y asumirse voluntariamente como seres capaces de encarnar la masculinidad a travs
de atributos socialmente valorados en su contexto sociocultural (Lamas,

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1995); en cuanto a las actitudes tolerantes e intolerantes que los estudiantes


universitarios de la unidad de anlisis seleccionada presentan hacia gays y
lesbianas, con el anlisis de resultados efectuado no slo fue posible distinguir a quienes presentaban una actitud tolerante de quienes presentaban una
actitud intolerante, sino tambin caracterizar a unos y a otros en funcin del
resto de los aspectos revisados por medio de las entrevistas en profundidad
realizadas, logrndose as una mejor comprensin de lo que significa decir
que un varn heterosexual de la muestra en estudio sea tolerante o intolerante hacia gays y lesbianas.
El primer objetivo de la presente investigacin pudo cumplirse satisfactoriamente porque la masculinidad fue explicada en los mismos trminos con que lo
hicieron los estudiantes entrevistados: el hombre como ser masculino debe ser
protector, seguro y fuerte; tambin debe ser independiente, un buen pensador,
valiente, tendiente a desarrollarse integralmente, activo, con autoridad, visiblemente heterosexual, atltico, ambicioso, aguantador y motivador; tales atributos presentan cierta cercana con los estereotipos de gnero asociados a la masculinidad hegemnica y con los valores dominantes del sistema sexo-gnero.
Para el logro del segundo objetivo se aplic la escala ATLG, encontrndose
que la muestra seleccionada para este estudio fue heterognea: de los seis
entrevistados, dos podran clasificarse como tolerantes, dos como intolerantes
y dos podran ubicarse en una posicin intermedia entre las dos clases anteriores, lo cual permiti cubrir una de las limitaciones del estudio de Mueller y
Cole (2009).Tal y como se procedi con la pregunta de investigacin, result
factible caracterizar las masculinidades de los estudiantes universitarios, considerando los aspectos ms relevantes de las entrevistas en profundidad realizadas, as como la tolerancia y la intolerancia estimada a travs de la escala
ATLG como criterios de demarcacin, para contrastar las masculinidades
correspondientes a quienes por sus calificaciones globales en dicha escala se
estimaron como tolerantes e intolerantes hacia gays y lesbianas.
La creencia etiolgica que los varones heterosexuales suelen tener de la
homosexualidad: que los homosexuales escogen, de manera consciente y controlada, su orientacin sexual, representa un hito probable en lo que concierne al trabajo que busca concienciar a los heterosexuales de que la homosexualidad, antes que ser un desvo del camino correcto, se trata ms bien de
una inclinacin natural (Lozano, 2009) que no implica una decisin tal cual,
sino un proceso de desarrollo de la identidad sexual que los homosexuales
viven, cada uno de manera particular, a travs de etapas como las descritas
por el modelo de Cass (Evans et al., 1998).
Dos investigaciones que podran derivarse del presente estudio seran: 1)
que buscara dar respuesta a la pregunta de qu manera se da que los hom-

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bres asuman las prcticas, creencias, representaciones y prescripciones, asociadas en su contexto social con lo masculino, como una investidura simblica construida socialmente en torno a la particular estructura anatmica que
los caracteriza? (Lamas, 2000), y 2) que buscara corroborar si la mayor o
menor sensibilidad de los varones con las repercusiones de aislamiento generadas por hacerse de una armadura personal (Fernndez, 2004), para
demostrar que son fuertes emocionalmente, est relacionada con el grado
de tolerancia hacia los homosexuales.
Al menos tres recomendaciones se derivan de este estudio: 1) abrir espacios en las universidades, incluso en preparatorias y secundarias, que ofrezcan la oportunidad a los estudiantes de comprender mejor su sexualidad, en
particular su identidad como seres genricos que encarnan la masculinidad,
a travs de procesos que involucraran no slo la cuestin informativa, sino
tambin el aspecto vivencial; 2) desaprender la masculinidad hegemnica es
un proceso de formacin que no slo debera incluir a los estudiantes de una
institucin educativa, sino tambin a sus maestros, a sus autoridades universitarias, al personal administrativo de la institucin, as como a quienes tienen la responsabilidad de brindar asesora y consejera a los casos que requieran tales servicios, y 3) una investigacin que podra derivarse de los
hallazgos presentados en este estudio apunta precisamente a la reproduccin
de este mismo estudio en el futuro, pero buscando esta vez superar las limitaciones que se tuvieron durante la realizacin del presente trabajo, sobre
todo en lo relativo al tamao de la muestra, lo que tal vez implicara que la
investigacin en cuestin pasara de tener un enfoque cualitativo a uno cuantitativo o, ms probablemente, uno mixto (Hernndez et al., 2010).

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Xabier Lizarraga Cruchaga

El proceso de transformacin
corporal de personas transexuales:
Un camino hacia la normalizacin
genrica?
Jordi Mas Grau/Oscar Guasch Andreu
Universidad de Barcelona

Resumen
La transexualidad abarca un espacio de interseccin discursiva plural donde
confluyen diversas clases de narrativas para definirla. Estn los debates polticos entre transexuales y transgeneristas; estn los relatos mdicos y su
poder para crear realidades a travs del diagnstico, y tambin estn las personas concretas elaborando subjetividades particulares. Hay muchos mapas
y tambin hay muchos territorios para transitar y entender la transexualidad.
En estas pginas se presenta la estructura bsica del proceso de gestin
mdica de la transexualidad y se analiza el modo en que las personas transexuales se posicionan ante el discurso mdico en un entorno institucional de
atencin mdica.
Palabras clave: transexualidad, discurso mdico, subjetividades.

Abstract
Transsexualism covers an area of plural discursive intersection where different kinds of narratives converge to define it. There are political debates between transsexuals and transgenderists; there are medical stories and their
power to create realities through diagnosis; and there are also real people
developing particular subjectivities.There are many maps and there are also
many territories to travel through and understand transsexualism. On these
pages the basic structure of the medical management process of transsexualism is presented and the way transsexual people position themselves when
confronted with medical discourse in an institutional environment of medical
care of transsexuality is analyzed.
Keywords:Transsexualism, medical discourse, subjectivities.

Introduccin

En 1966 el endocrinlogo alemn Harry Benjamin public The Transsexual


Phenomenon, una de las obras centrales de la moderna scientia sexualis, porque en ella se presenta una nueva realidad humana merecedora de atencin

EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

mdica: la transexualidad. Benjamin (1966: 30) define esta novedosa categora diagnstica como el deseo irreversible de pertenecer al sexo contrario
al genticamente establecido y de asumir el correspondiente rol, adems de
solicitar un tratamiento hormonal y quirrgico para corregir la discordancia
entre la mente y el cuerpo. Con esta obra, el alemn sienta las bases del
actual modelo biomdico de atencin a la transexualidad, pues defiende la
terapia hormonal y las cirugas de reasignacin sexual1 como el tratamiento
ms adecuado, y otorga a profesionales de la salud mental la facultad de
tutelar todo el proceso asistencial. Con anterioridad a Benjamin, ni las cirugas de reasignacin sexual ni la terapia hormonal eran unnimemente aceptadas por los profesionales, los cuales se decantaban mayoritariamente por
una atencin psicoteraputica destinada a corregir los deseos del paciente.
En este sentido, cabe destacar las severas crticas vertidas desde el mbito
psicoanaltico hacia aquellos mdicos que practicaban la ciruga de cambio
de sexo, acusndolos de contribuir al deseo de castracin de pacientes que no
seran sino psicticos extremos (Billings y Urban, 1998).
Este artculo parte del anlisis del proceso de diagnstico y de tratamiento de la transexualidad que se realiza en un hospital pblico de Catalua
(Espaa). Se focalizar la atencin en las herramientas y criterios diagnsticos, los presupuestos tericos que guan la teraputica y las tcnicas utilizadas durante el tratamiento. Asimismo, se analizan los discursos tanto de los
profesionales sanitarios como de las personas transexuales en relacin con el
proceso medicalizador.2
Las formas de vivir la transexualidad y las transformaciones corporales a
ella asociadas son tan diversas como lo son las personas que son etiquetadas
como transexuales. Sin embargo, en relacin con la terapia de transformacin corporal se detectan tres grandes relatos en los discursos de las personas entrevistadas. En el primer gran relato, las transformaciones corporales
se conciben como una suerte de rito de paso cuyo ltimo estadio lo consSe entiende por cirugas de reasignacin sexual a todas las intervenciones quirrgicas destinadas a modificar los caracteres sexuales primarios y secundarios de la persona. Dentro de este
grupo encontramos las cirugas de reasignacin genital, popularmente conocidas como operaciones de cambio de sexo, de entre las que destacan las tcnicas de la vaginoplastia (construccin de una neovagina) y la faloplastia (construccin de un neopene).
2 Los datos utilizados para la elaboracin del presente artculo proceden de dos investigaciones
en curso: una investigacin I+D financiada por el Instituto de la Mujer-Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de Espaa, que lleva por ttulo Representaciones y
prcticas en el proceso de feminizacin de mujeres transexuales (IP: Oscar Guasch; ref. 20110004-INV-00124); y una investigacin doctoral llevada a cabo por Jordi Mas en el
Departamento de Antropologa social de la Universidad de Barcelona sobre el proceso de patologizacin y medicalizacin de la transexualidad.
1

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JORDI MAS GRAU/OSCAR GUASCH ANDREU

tituye la ciruga de reasignacin genital tras el cual obtener un cuerpo


acorde con la propia identidad, consiguiendo con ello o esperando conseguir, al menos una posicin de normalidad dentro de nuestro sistema de
sexo-gnero. El segundo relato es el de aquellas personas que, si bien modifican sus caracteres sexuales secundarios mediante hormonas y/o cirugas,
rechazan operarse los genitales al considerar que no son impedimento alguno para la construccin de su identidad y el buen desarrollo de su sexualidad.
El tercer gran relato es el de algunas personas que conservan deliberadamente sus caracteres sexuales primarios y algunos de sus secundarios llegando
a mostrar una apariencia andrgina, puesto que rechazan situarse en una
y slo una de las dos categoras de gnero socialmente disponibles y reivindican espacios genricos alternativos entrando as dentro de la rbita
del transgenerismo3 o del nomadismo de gnero. Es dentro de este grupo
donde encontramos las voces ms crticas ante la hegemona de la gestin
biomdica de la transexualidad, considerada como un poderoso mecanismo
de control social con el que se patologiza la no concordancia entre el sexo
biolgico y la identidad de gnero, medicalizando al cuerpo problemtico
para transformarlo tecnolgicamente en un cuerpo normalizado.

La Unidad de Trastornos de la Identidad de Gnero


En Espaa, la decisin de incluir las cirugas de reasignacin genital en el sistema pblico de salud depende de cada gobierno autonmico. En Catalua,
la asistencia pblica a la transexualidad puede encontrarse ya en los aos
ochenta del siglo XX. En esa poca se ofreca a las personas transexuales asesoramiento para un tratamiento que deban costearse de forma individual. Es
en el ao 2008 cuando se crea en Catalua una unidad de atencin especfica
para personas transexuales financiada con fondos pblicos, tras la decisin del
gobierno regional de costear algunas cirugas de reasignacin sexual la
mastectoma, la histerectoma, la faloplastia y la vaginoplastia. La Unidad
de Trastornos de la Identidad de Gnero (UTIG) de Catalua cuenta con una
psiquiatra, una psicloga clnica y una enfermera, y est estrechamente vinculada con los servicios de endocrinologa, ciruga plstica, ginecologa y urologa.
La asistencia a personas transexuales en la UTIG se organiza en funcin de
los estndares de atencin elaborados por la Asociacin Internacional
Mundial para la Salud del Transgnero (WPATH, por sus siglas en ingls).
Dichos estndares se han convertido en el protocolo asistencial de referencia
3 A lo largo del artculo se utilizar el prefijo trans como categora que engloba tanto a transexuales como a transgeneristas.

EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

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a nivel mundial para todo equipo mdico dedicado al tratamiento de la transexualidad. Su contenido ha sido revisado en varias ocasiones. La ltima versin, la sptima, apareci en 2011.Tras la evaluacin diagnstica del paciente, los estndares contemplan varios tipos de tratamiento, de entre los que
destacan la psicoterapia ya no destinada a la modificacin de los deseos
de la persona sino al tratamiento de las problemticas que impiden una
expresin de gnero confortable, la terapia hormonal y las cirugas de reasignacin sexual. Si bien en el pasado la clnica consideraba que el firme
deseo del paciente de someterse a dichas cirugas constitua la prueba diagnstica definitiva, actualmente tanto los estndares como los profesionales de
la UTIG reconocen que no todas las personas transexuales necesitan ni desean
entrar en el quirfano.

La evaluacin diagnstica
Toda persona que desee iniciar un proceso de transformacin corporal en
la UTIG deber someterse antes a una evaluacin diagnstica. Segn las
profesionales de la salud mental del centro, la diagnosis tiene una finalidad
mltiple, pues sirve para diagnosticar con exactitud el trastorno de la
identidad de gnero, detectar posibles trastornos psiquitricos comrbidos y acceder al tratamiento hormonal y quirrgico. En el caso de la UTIG
que nos ocupa, la evaluacin es realizada por las dos especialistas de forma independiente: la psiquiatra y la psicloga clnica. Adems de la diagnosis, la tarea de estas profesionales consiste en aconsejar al paciente respecto a la gama de tratamientos disponibles y sus efectos, sensibilizar a su
entorno ms cercano, realizar un tratamiento en caso de comorbilidad psiquitrica y efectuar un seguimiento del paciente a lo largo de todo el proceso transexualizador.
La obtencin de un diagnstico psiquitrico como condicin sine qua non
para acceder al tratamiento es, sin duda alguna, uno de los aspectos ms controvertidos de la gestin biomdica de la transexualidad. Desde el ao 1980
la transexualidad se incluye en el principal manual clasificatorio de los trastornos mentales: el DSM de la Asociacin Norteamericana de Psiquiatra. En
su ltima versin publicada, el DSM-IV-TR (2002),4 la transexualidad apaLa publicacin de la quinta versin del manual se espera para el ao 2013. En la web de la
Asociacin podemos acceder al borrador de la prxima versin, en el que podemos constatar un
cambio significativo: el trastorno de la identidad de gnero pasa a denominarse disforia de
gnero. Parece que, tras las presiones recibidas por parte de asociaciones trans, la APA ha decidido eliminar la palabra trastorno y ha recuperado una denominacin acuada por el mdico
Robert Fisk en los aos setenta del siglo XX, con la que pretenda destacar el sufrimiento o
malestar (disforia) provocados por un conflicto entre la identidad de gnero y el sexo biolgico.
4

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JORDI MAS GRAU/OSCAR GUASCH ANDREU

rece codificada bajo la categora diagnstica de trastorno de la identidad de


gnero. El hecho de que la transexualidad aparezca en estos manuales nosolgicos plantea algunas paradojas que no pueden pasarse por alto. En primer
lugar, es uno de los pocos trastornos en que es el paciente quien tiene inters
en demostrar su patologa al profesional para acceder a un tratamiento, un
profesional que adems tiene como principal herramienta diagnstica la biografa elaborada por el mismo paciente. En segundo lugar, la transexualidad
es considerada como un trastorno mental, pero el tratamiento privilegiado
implica la modificacin corporal y no la psicoterapia reconstructiva.
Finalmente, se considera que la persona transexual padece un trastorno, pero
se accede a los deseos del sujeto supuestamente patolgico de transformar su
cuerpo con tecnologas mdicas para solucionar su malestar.
Como afirma Nieto (2008), patologizar la transexualidad ayuda a legitimar nuestro sistema de sexo-gnero al reforzar el postulado segn el cual
debe haber una correlacin entre la morfologa corporal del sujeto y su identificacin de gnero; pero adems, la patologizacin tambin provoca estigma y desigualdad, pues pocas cosas proveen ms justificacin para la discriminacin que un diagnstico de anormalidad psiquitrica. Rechazar el gnero
asignado al nacer podra ser considerado como una alternativa saludable en
pos de la diversidad o como un rechazo de las normas sociales de gnero.
Pero al definirlo culturalmente como trastorno utilizando la hegemona
social del discurso mdico, se salvaguarda la validez del sistema de sexognero vigente y se dificulta su crtica. Adems, esta concepcin dual y excluyente ignora que existen personas trans que no encuentran cobijo en ninguna
de las dos categoras de gnero socialmente disponibles, prefiriendo fluctuar
en un contnuo de masculinidad/feminidad. Las palabras de Luis5 muestran
esa voluntad de trascender esta lgica dualista: No se valora el trnsito.
Por qu se ignora a la gente que transita, es decir, a aquellos que no se sienten ni hombre ni mujer? No hay que construir constantemente hombres y
mujeres transexuales.
Por su parte, las personas usuarias de la UTIG expresan mayoritariamente
su desagrado por tener que someterse a una evaluacin diagnstica. Andrea
considera innecesario este requisito porque afirma ser plenamente consciente de lo que le pasa: No me gusta ir a un sitio a demostrar lo que soy porque lo tengo clarsimo.Y en realidad t no vas a ningn sitio (dirigindose al
entrevistador) a demostrar que eres un hombre, verdad?. Adems, algunas
Para ms informacin, vase http://www.dsm5.org/ProposedRevisions/Pages/SexualandGenderIdentityDisorders.aspx.
5 Con el fin de preservar la identidad de las personas entrevistadas se han cambiado los nombres de pila, pero se mantiene el gnero de los mismos.

EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

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de estas personas se sienten incmodas por tener que dirigirse a un centro de


salud mental: Joder, es que me he de sentar al lado de esquizofrnicos!
(Andrea); e intentan desvincularse de la imagen degradante asociada a los
pacientes psiquitricos: Cuando voy a la psiquiatra siempre digo a mis amigos: pero yo no estoy mal, eh? (Dani).
Quienes se muestran ms crticos por tener que obtener un diagnstico son
aquellas personas trans que se alejan del paradigma de la transexualidad. Las
profesionales de la UTIG reconocen que aquellas personas que desde su ms tierna infancia sienten un rechazo hacia sus caracteres sexuales y una preferencia
por los juegos y pasatiempos asociados al gnero contrario, y que en el momento de la entrevista ya visten acorde con su identidad y muestran su deseo de
someterse a las cirugas constituyen un caso claro, por lo que obtienen el
diagnstico tras las dos visitas protocolarias. Por su parte, aquellas personas
que no se ajustan a este ideal, esto es, que muestran una identidad ambigua, no
han adoptado una apariencia estereotpica y no desean operarse los genitales,
pueden ver cmo se alarga el proceso diagnstico varios meses. Clara, que hace
gala de su androginia, cuenta que desisti en su intento de obtener el diagnstico tras meses de disputas con la UTIG por no ajustarse a ese ideal transexual:
Para [las profesionales de la UTIG] yo soy un monstruo. No me lo dijeron, pero
me lo dejaron clarsimo. Extraje varias lecturas de esos encuentros: soy un
monstruo y reivindico mi derecho a ser un monstruo. Reivindico mi derecho a
jugar con coches y a futbol desde que soy pequea y a ser la ms femenina del
mundo [] Quieren clichs; quieren personas que estn integradas en la sociedad y que no molesten; quieren mujeres con la patita quebrada y que sean
amas de casa perfectas; quieren este tipo de mujer transexual.Todo lo que sale
de esto, son monstruos.

Ante la visin patologizante del DSM, numerosas organizaciones trans de


todo el mundo trabajan para que la transexualidad sea eliminada de los
manuales clasificatorios de los trastornos mentales. En este sentido, hay que
subrayar la tarea realizada por la Red Internacional por la Despatologizacin
Trans, una plataforma de coordinacin creada por un conjunto de activistas
que ha movilizado a ms de 40 ciudades de todo el mundo con el objetivo de
conseguir la eliminacin de la transexualidad de la quinta edicin del DSM. Y
parece que en esta empresa el activismo no est solo, pues algunas instituciones y autoridades polticas se han sumado a la causa. Fijmonos en los
Principios de Yogyakarta (VV.AA., 2007), o en el informe elaborado por el
Comisario Europeo de Derechos Humanos,Thomas Hammarberg (2009). En
ambos casos se solicita la despatologizacin de la transexualidad y se defiende la libre expresin de las identidades como un derecho humano ms.

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JORDI MAS GRAU/OSCAR GUASCH ANDREU

La terapia hormonal
Una vez obtenido el diagnstico, la persona es derivada al servicio de endocrinologa, en donde se le practicar una exploracin fsica para descartar
un posible caso de intersexualidad y una analtica para medir el nivel de
hormonas y detectar posibles problemas de salud. Si los resultados de las
pruebas son satisfactorios se inicia la terapia hormonal. En el caso de las mujeres transexuales se realiza un tratamiento doble a base de estrgenos (p. ej.
estradiol o estrgenos conjugados) y antiandrgenos (para bloquear la produccin y efectos de la testosterona). Por su parte, los hombres transexuales
realizan una terapia andrognica a base de testosterona. El tipo de hormonas y la dosis variarn en funcin de la valoracin global del paciente efectuada por el equipo mdico. El usuario ser controlado cada seis meses o una
vez al ao para examinar su evolucin fsica y detectar posibles efectos nocivos del tratamiento.6
El tratamiento hormonal es visto por muchas personas transexuales como
la va principal para corregir esa discordancia existente entre su mente-identidad de gnero que ellas consideran como algo verdadero e innato y su
cuerpo que es visto como algo errneo, extrao, ajeno. En relacin con
esto, Jennifer, que se encuentra al inicio del tratamiento, afirma:Poco a poco
me estoy quitando el disfraz y estoy empezando a ver lo que realmente soy.
Aparte de mejorar la autopercepcin corporal, la terapia hormonal es el tratamiento que se pide con mayor premura porque ocasiona la aparicin paulatina de los caracteres sexuales secundarios asociados con el gnero que se
desea representar socialmente.7 En su aproximacin etnometodolgica a la
transexualidad, Kessler y McKenna (1985) nos ensean que en la interaccin
social las atribuciones de gnero no se realizan teniendo en cuenta los genitales, pues obviamente no tenemos acceso inmediato a ellos, sino que se efectan siguiendo unos estereotipos de gnero que las autoras denominan genitales culturales. La apariencia, el lenguaje corporal o la vestimenta son esos
genitales que importan en la interaccin social, son aquello que nos permite situar a nuestro interlocutor dentro de las categoras hombre o mujer.
6 Los Estndares de Atencin (2011) sealan que entre las mujeres transexuales los efectos
secundarios ms comunes son: la trombosis venosa, los clculos biliares, la elevacin de las enzimas hepticas y la hipertensin. Los hombres transexuales estn expuestos a la policitemia, el
acn, la alopecia, la elevacin de las enzimas hepticas y la hiperlipidemia.
7 En el caso de las mujeres transexuales, los estrgenos facilitan el crecimiento de los pechos, la
acumulacin de la grasa alrededor de las caderas, la disminucin del vello corporal y la obtencin de un cutis ms fino. Los efectos de la testosterona son todava ms visibles: aparicin de
vello corporal, agravamiento de la voz, aumento de la masa muscular y reestructuracin de la
grasa corporal alrededor de la zona abdominal.

EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

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De ah la enorme importancia que tiene el tratamiento hormonal para la


inmensa mayora de personas transexuales: Antes tena ms cara de mujer
y por la calle me confundan, haba ms ambigedad. Con las hormonas, todo
el mundo me trata como a un hombre (Dani). Y es que para muchas personas transexuales, lo importante es pasar desapercibido (Lucas).
Pero, aparte de estos cambios fsicos que acercan al cuerpo deseado, parece que las hormonas desencadenan una serie de cambios emocionales que son
interpretados por las personas transexuales como un indicio de que se est
obteniendo una forma de ser y de sentir que sintoniza con su verdadera identidad de gnero. Sin negar la posibilidad de cambios de humor producidos por
el tratamiento hormonal, lo cierto es que si prestamos atencin a las narraciones de las personas entrevistadas podemos intuir que la percepcin de esos
cambios emocionales obtenidos con las hormonas est condicionada por
una visin estereotipada de la masculinidad y la feminidad que es preexistente al tratamiento. Jennifer afirma que antes era muy agresiva y ahora soy
muy mimosa, ms femenina. Andrea sostiene que antes era una persona muy positiva; ahora, desde que tomo hormonas, tengo otro tipo de
sentimientos, soy mucho ms sensible. Dani, en cambio, comenta que el tratamiento hormonal no ha cambiado su forma de ser porque antes ya era
bastante masculino. En fin, el relato de Montse quiz sea el que ms claramente refleja el influjo de los convencionalismos de gnero en la interpretacin que se realiza de los cambios psquicos obtenidos con las hormonas:
La terapia hormonal modifica tu forma de pensar. La percepcin de las cosas
cambia y tambin la conducta de la persona a la hora de resolver determinados conflictos. Por ejemplo, si ves a dos hombres que se pelean en la calle,
antes hubiera intercedido en la pelea y les hubiera dicho que si no paraban las
hostias se las meta yo. Ahora, desde una perspectiva femenina, lo vera como
un acto lamentable pero no intervendra, sino que buscara otros mecanismos
para parar la pelea como, por ejemplo, avisar a la polica [] Buscara la va
del dilogo y no la va de la agresividad.

Por otra parte, hay que decir que no son pocas las mujeres transexuales
que en algn momento de sus vidas o durante toda su vida toman hormonas
sin supervisin mdica.8 El acceso a los estrgenos sin receta mdica es relativamente sencillo, puesto que las mujeres transexuales utilizan los mismos
frmacos que se prescriben al resto de mujeres con fines anticonceptivos o
para paliar los efectos de la menopausia. Esta forma de autoatencin
Gmez (2006) apunta que de las 117 mujeres transexuales atendidas en la UTIG de Catalua
durante el periodo 1996-2004, 64.1% ya se autohormonaba antes de acudir al centro.

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JORDI MAS GRAU/OSCAR GUASCH ANDREU

(Menndez, 1984), subsidiaria del modelo mdico hegemnico, se realiza


siguiendo los consejos de expertos informales, como transexuales ms veteranas, o a partir de la informacin recabada en internet.
La autoadministracin de hormonas es una prctica comn incluso all
donde existe una atencin de la sanidad pblica a las personas transexuales.
Especialmente son las mujeres las que optan por utilizar dosis ms altas de
las recomendadas con el convencimiento de que as acelerarn y aumentarn
los cambios corporales. A este respecto, la endocrinloga de la UTIG explica
que el problema radica en las expectativas que tiene el sujeto respecto a los
cambios corporales que se obtendrn con el tratamiento hormonal. As, mientras los hombres suelen tener unas expectativas mucho ms modestas y realistas, las mujeres transexuales muestran expectativas totalmente mticas, tienen un arquetipo de mujer muy de revista de moda. La doctora
advierte tambin de los peligros de una sobredosificacin de hormonas, y si
bien admite que los cambios corporales pueden acelerarse, stos tienen un
lmite, no siendo ms acentuados por mucho que se aumente la dosis.
Con todo, hay que sealar que no todas las mujeres trans toman o han
tomado ms hormonas de las necesarias, ya que algunas de ellas rebajan las
dosis e incluso dejan de tomar hormonas temporalmente. Se trata de aquellas mujeres que usan el pene activamente durante las relaciones sexuales, ya
sea con sus parejas o porque ejercen de trabajadoras sexuales.9 En estos
casos, el compuesto a evitar es el acetato de ciproterona comercializado
generalmente bajo el nombre de Androcur, un antiandrgeno que rebaja la
libido y dificulta la ereccin y el orgasmo. Si para las mujeres transexuales
que rechazan sus genitales los efectos del Androcur son bienvenidos porque
neutralizan una virilidad concebida socialmente como algo activo (Ainoa
comenta que al tomarlo te pones ms pasiva en el sexo), para aquellas que
tienen su pene como fuente de placer, el Androcur es algo a evitar porque es,
en palabras de Carla, como una especie de castracin.
Tanto entre las mujeres que siguen la hormonacin cumpliendo estrictamente las prescripciones mdicas como entre las que en algn momento han
recurrido a la autohormonacin se valora positivamente la existencia, en
Catalua, de un tutelaje pblico y experto del tratamiento hormonal. Sin
embargo, esta opinin no es unnime. Ciertas mujeres que se consideran a s
mismas como autodidactas porque iniciaron la toma de hormonas antes de
la existencia de pautas institucionales consideran este tutelaje experto
como una prdida de autonoma en la (re)construccin de sus cuerpos, a la
Algunas de las mujeres transexuales entrevistadas explican que, en Espaa, los clientes valoran especialmente el tamao de su pene y su capacidad de ereccin.

EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

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vez que critican la voluntad normalizadora y homogeneizante de la accin


biomdica:
Los mdicos tienen tendencia a medicar ms. Ellos quieren que el cambio de
sexo sea total. No quieren estados intermedios e intentan que la persona transexual haga todo el proceso. Para la transexual autodidacta, el gnero no est
tan encorsetado; la tendencia no es tan a ser mujer. Nuestra tendencia es ser
ms autodidactas, e incluso hay transexuales que no se hormonan: se hormonaron durante un tiempo, eso les quit el deseo sexual o lo que sea, ellas queran funcionar o lo que sea, y ya no se hormonan. (Mnica).

Las cirugas de reasignacin sexual


El ltimo estadio de la terapia de transformacin corporal lo constituyen las
denominadas cirugas de reasignacin sexual; a saber, todas aquellas cirugas destinadas a modificar los caracteres sexuales primarios y secundarios
del sujeto. En cuanto a los caracteres sexuales secundarios, los hombres transexuales pueden someterse a la mastectoma y a implantes pectorales, mientras que la oferta para las mujeres es mucho mayor: desde la mamoplastia
de aumento, pasando por las mltiples cirugas destinadas a feminizar el rostro tales como la rinoplastia o la modificacin de los huesos de la frente y
la mandbula hasta otras operaciones cuyo fin no es otro que presentar
unos genitales culturales exentos de ambigedad, como la reduccin de la
Nuez de Adn o la operacin de las cuerdas vocales. La explicacin a esta
mayor variedad de cirugas feminizadoras que masculinizadoras es doble, y
ayuda tambin a entender la sobredosificacin de hormonas entre algunas
mujeres transexuales. Por un lado, los imperativos estticos a los que est
sometida la mujer occidental condicionan en mayor medida la reconstruccin
corporal de las mujeres transexuales con ms temor a que se descubra su
condicin. Por otro lado, comparados con la accin virilizante de la testosterona, la accin feminizante de los estrgenos es limitada, ya que no modifican rasgos tan determinantes en la interaccin social como son la voz o la
estructura sea.
Dentro de la categora cirugas de reasignacin sexual se encuentran
tambin las cirugas de reasignacin genital, conocidas coloquialmente
como las operaciones de cambio de sexo. En el caso de las transexuales
femeninas, los procedimientos quirrgicos genitales suelen incluir la orquidectoma (extirpacin de testculos), la penectoma (extirpacin del pene), la
vaginoplastia (construccin de una neovagina),10 la clitoroplastia (construcPara la vaginoplastia, la tcnica ms utilizada, aunque no la nica, es la de la inversin peneana, que consiste en construir una neovagina mediante la piel invertida del pene y del escroto.

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cin de un cltoris) y la labioplastia vaginal (construccin de labios vaginales). Los transexuales masculinos pueden someterse a la histerectoma (extirpacin de la matriz y los ovarios), la metoidioplastia (se da la forma de un
micropene de unos 3-6 cm al cltoris que ha crecido gracias a la terapia hormonal), la faloplastia (construccin de un neopene)11 y la implantacin de
prtesis testiculares.
Como se ha comentado, desde finales de 2008 la Generalitat de Catalua
financia las cirugas de reasignacin genital, as como las mastectomas, a
travs de un hospital pblico de referencia donde se encuentra la UTIG citada en este texto. Sin embargo, el hecho de que la demanda supere con creces a la oferta y que la sanidad pblica espaola sea uno de los sectores ms
afectados por los graves recortes del gasto pblico, motiva que actualmente
la lista de espera para entrar en el quirfano sea de tres a cinco aos. Por
eso, la sanidad privada constituye la principal salida para aquellas personas
que consideran urgente la ciruga, aunque no son pocas las que no tienen
acceso a ella por motivos econmicos: una vaginoplastia puede costar entre
12,000 y 18,000 euros, mientras que la faloplastia puede ascender hasta los
35,000 euros.
Para muchas de las mujeres que acuden a la UTIG, la ciruga representa el
paso definitivo para dejar atrs la tan recurrida frase de haber nacido en un
cuerpo equivocado: La operacin va hacer que todo mi cuerpo est en
armona conmigo misma (Jennifer);la operacin har que mi cuerpo encaje con mi forma de ser (Jessica).Y, a pesar de afirmar sentirse mujeres desde que tienen uso de razn, para algunas de las entrevistadas la experiencia
de la feminidad no ser plena hasta la implantacin de unos genitales
femeninos, con lo cual parecen compartir esa concepcin genitalizada del
gnero tan presente en Occidente: Queremos un coo porque queremos sentirnos mujer al 100%, ser una mujer ms, tener lo que tienen ellas y hacer
una vida normal (Jessica). En otros casos, el deseo de someterse a la ciruga genital prevalece sobre el temor a las posibles complicaciones post-operatorias. Montse deja bien claro cul era su posicionamiento antes de someterse a la ciruga genital, que para ella entraaba un elevado riesgo debido a
su precario estado de salud: Cuando entr en el quirfano ya haba aceptado que poda morir si la cosa sala mal, o que quiz no obtendra nunca ms
placer sexual, pero todo eso me daba igual. Mientras me quitaran el pene
La faloplastia implica la construccin de un pene usando piel proveniente de otras reas del
cuerpo. Dependiendo del tipo de faloplastia, la piel es tomada del abdomen, la ingle/pierna y/o
el antebrazo. La faloplastia requiere usualmente una extensin uretral para que el paciente pueda orinar a travs del neopene. Asimismo, puede ser insertado un injerto flexible o un dispositivo de bombeo para garantizar la ereccin.

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EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

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Por el contrario, entre los transexuales masculinos son pocos los que deciden someterse a la faloplastia o a la metoidioplastia, argumentando que las
tcnicas de reasignacin genital masculinas estn bastante menos desarrolladas que las femeninas. Los problemas y riesgos postoperatorios son mayores
con la faloplastia que con la vaginoplastia, y la prdida del placer sexual es
casi segura con la implantacin de un neopene. Es por esto que la mayora
opta por la mastectoma, que elimina uno de los signos ms visibles de la
feminidad los pechos, y por la histerectoma, que reduce la produccin
de estrgenos y detiene el principal flujo asociado con la feminidad la sangre menstrual. Las mismas profesionales de la salud mental de la UTIG
advierten a sus pacientes de los peligros que conlleva la construccin quirrgica de neopenes:
Qu ocurre con la faloplastia? Todos te dicen:si por arte de magia tuviera un
pene, pues lo tendra. Pero con la de complicaciones que conlleva la operacin,
la de problemas que da, pues no se la hacen.Y eso es un porcentaje elevado, porque son muy sensatos. Hoy por hoy, desde el departamento de psiquiatra y psicologa no la recomendamos porque sabemos que hay pacientes que se han operado y tienen muchos problemas: de fstulas, etc.Y yo no se si compensa.

El hecho de que la mayora de hombres transexuales construya su masculinidad sin recurrir a la faloplastia por temor a los resultados y efectos postoperatorios, mientras que cada vez son ms las transexuales femeninas que
desean someterse a la vaginoplastia impulsadas por la existencia de tcnicas
quirrgicas avanzadas, muestra que la construccin corporal e identitaria de
las personas transexuales est estrechamente vinculada con el avance y la
disponibilidad de las tecnologas mdicas. Las entrevistas y charlas informales con las transexuales ms veteranas corroboran la tesis de que la oferta
crea la demanda. Carla cuenta que muchas transexuales mayores de 40 aos
no se han operado los genitales porque cuando iniciaron el proceso transexualizador durante su juventud casi no existan clnicas dedicadas a la
reasignacin genital, no contaban con recursos econmicos suficientes y los
resultados de la operacin dejaban mucho que desear.Y ahora que el contexto tecno-mdico es ms propicio, ya no se operan porque han aprendido a
vivir y a conformarse con su pene.
As pues, con la consolidacin del modelo biomdico de la transexualidad,
la financiacin de la ciruga genital por parte de la sanidad pblica y el previsible perfeccionamiento de las tcnicas de reasignacin genital, no resulta
descabellado suponer que el futuro de la transexualidad estar cada vez ms
vinculado al quirfano. En este sentido, Luis, activista contra la medicalizacin de la transexualidad, critica que el estamento mdico monopolice toda

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JORDI MAS GRAU/OSCAR GUASCH ANDREU

la informacin existente, lo que a su juicio desemboca en una uniformizacin


del fenmeno trans e impide que las personas valoren otras posibilidades ms
all de las que ofrece una UTIG: Hay mil opciones, no solo la opcin que te
dan en la consulta es la vlida: te hormonas, te operas, te cambias el nombre
y rechazas toda tu vida anterior.
Obviamente, es entre las personas trans que rehsan la ciruga genital de
donde surgen las voces ms vehementes en contra de la operacin. Luis sostiene que son las constricciones normativas de nuestro sistema de sexo-gnero las que no dejan otra alternativa que el quirfano a muchos trans, que tratan as de evitar la estigmatizacin y el malestar causados por tener un
cuerpo no normativo: No estamos juzgando a la gente que se opera, sino en
qu sociedad de mierda vivimos para que alguien para ser feliz necesite operarse. O sea, prefieres adaptarte t a la sociedad, en vez de que la sociedad
se adapte a ti. Lo entiendo, pero me da muchsimo que pensar. Por su parte, Mnica centra sus crticas contra el estamento mdico por presentar la
operacin como el billete de entrada al reino de la normalidad femenina, a la
vez que insta a las transexuales a romper tabes para tratar de descubrir
lo bueno de su cuerpo y gozar sexualmente con sus genitales masculinos:
La ciencia nos ha vendido la operacin como algo idlico, cuando no lo es.
Siguen diciendo que seremos mujeres, que estaremos bien aceptadas. Eso de
que la sociedad te va aceptar con una castracin es una milonga, una tontera.Yo no estoy en contra de la operacin, pero lo que recomiendo es un rodaje antes, un rodaje sexual. Hay que practicar sexo antes para darse cuenta de
que la operacin no es necesaria.

Consideraciones finales
Actualmente existen dos paradigmas desde los que abordar el fenmeno
trans: el de la transexualidad y el del transgenerismo. El paradigma de la
transexualidad est dominado por un discurso biomdico heredero de los
planteamientos de Benjamin y de sus sucesores que legitima una visin
dicotomizada y genitalizada del gnero que es hegemnica en Occidente. Al
contrario, el paradigma del transgenerismo est formado por una serie de discursos procedentes del activismo y de las ciencias sociales en los que se define el gnero y el sexo como productos histricos y culturales, por lo que sirve para explorar espacios de identificacin y visibilidad que trascienden los
dualismos. Las personas que gestionan las transformaciones corporales que
nos ocupan ubican su relato en algn lugar comprendido entre estos dos
paradigmas. El hecho de que se siten ms cerca de uno u otro polo depender de diversos factores: las relaciones que mantienen con las instituciones
y las tecnologas mdicas, las negociaciones con el grupo de pares, decisiones

EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

personales de tipo poltico, las estrategias puestas en marcha para adecuarse a sus vidas cotidianas y/o las expectativas generadas en funcin a los ideales de gnero.
La transexualidad es una forma histricamente determinada de gestin de
la variancia de gnero que ha cobrado significado en una sociedad con unos
esquemas dicotmicos y excluyentes de sexo/gnero. Pero, adems, la transexualidad no puede ser pensada sin la biomedicina. De acuerdo con Hausman
(1998), si bien es cierto que las personas transexuales aparecen como vctimas del sistema de gnero, y por ello tratan de alterar su aspecto fsico en
consonancia a los cdigos establecidos, no lo es menos el que su identidad se
construye mediante la bsqueda de un cambio de sexo quirrgico y hormonal, y dicha bsqueda depende de la existencia previa de tecnologas y prcticas mdicas especficas. Si la identidad se construye no slo en el contexto
de las relaciones interpersonales, sino tambin a travs de las interacciones
con las instituciones, parece claro que el desarrollo de los discursos y de las
tecnologas mdicas condiciona las demandas y subjetividades de las personas transexuales.
La inmensa mayora de las personas que acuden a la UTIG comparten y
han interiorizado buena parte de los postulados del paradigma de la transexualidad a excepcin de la patologizacin de su condicin. Para estas
personas, la transexualidad no es un destino donde encontrar cobijo identitario, sino un proceso a recorrer para obtener un cuerpo en consonancia con
una identidad de gnero que es concebida como algo innato. Es en esta bsqueda de la normalidad y de la aceptacin social que las personas transexuales reproducen los estereotipos de gnero. Por ello, el abordaje de los procesos de transexualizacin resulta revelador no slo porque nos muestra el
modo en que nuestra sociedad gestiona lo transfronterizo, sino tambin, y
sobre todo, porque es en lo socialmente considerado anmalo en donde ms
claramente se observan los mecanismos constitutivos de lo normal. En este
sentido, el proceso de transformacin corporal de las personas transexuales
constituye un caso paradigmtico que nos muestra con claridad que la mayora de las personas (re)construimos nuestros cuerpos y vigilamos nuestros
comportamientos con el fin de ajustarnos a los ideales normativos de la masculinidad y de la feminidad, tratando de controlar nuestra apariencia cotidianamente con el objetivo de representar de forma adecuada, y sin ambigedades, uno de los dos gneros socialmente legtimos.
Pero si bien es cierto que el transexual medicalizado parece consolidar el
sistema de sexo-gnero, su mera existencia tambin supone un cuestionamiento de dicho sistema. De ah el efecto ambivalente de la persona transexual.
Por un lado, su voluntad de normalizacin, de pasar desapercibida, de querer

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JORDI MAS GRAU/OSCAR GUASCH ANDREU

ajustarse al binomio hombre-mujer. Por el otro, su rechazo del gnero que se


le atribuy al nacer y, sobre todo, el hecho de que su cuerpo reasignado resquebraja la supuesta coherencia del sexo. Observemos, si no, el cuerpo de una
mujer transexual despus de finalizar la terapia transexualizadora: neovagina, pechos, predominancia de los estrgenos; pero tambin cromosomas XY,
ausencia de gnadas femeninas e incapacidad de engendrar. Si nos atenemos
al lenguaje meramente biomdico, estamos ante un macho o una hembra?
Por otra parte, hemos visto que existen personas que, poniendo el acento
en lo social y no en lo biolgico, entienden lo trans no como un proceso para
lograr la normalizacin, sino como un fin en s mismo, como una forma de
traspasar constantemente las fronteras que sustentan el dualismo. Desde la
lgica del transgenerismo, la identidad no es algo innato, esencial, algo dado
de una vez por todas que cuenta con un sustrato biolgico. Por el contrario,
el transgenerismo da cabida a una multiplicidad de identidades y de expresiones corporales lbiles, cambiantes, en constante construccin, una multitud
que desborda el ideal homogeneizador del paradigma de la transexualidad.Y
es por su presencia desestabilizadora y por su potencial contestatario por lo
que las personas transgeneristas son ignoradas por las instituciones.
Es innegable que el avance de las tecnologas mdicas ha supuesto una
notable mejora del bienestar de algunas personas cuyo rechazo del propio
cuerpo puede llegar a ser algo insoportable.Y es loable que algunas regiones
espaolas hayan decidido financiar el elevado coste del proceso transexualizador. Con todo, la hegemona del paradigma biomdico en la gestin del
fenmeno trans acta como un tranquilizante social (Raymond, apud
Nieto, 2008:144), pues con ella se individualiza y se medicaliza la insatisfaccin de gnero en lugar de politizarse, quedando as intacto nuestro sistema
de sexo-gnero. Ante esta captura institucional, es preciso que lo trans sea
analizado desde una ptica social, lo que supondra una buena oportunidad
para problematizar las normas que nos constituyen en tanto sujetos generizados, una inmejorable ocasin para cuestionarnos nuestras ms profundas
certezas.

Bibliografa

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EL PROCESO DE TRANSFORMACIN CORPORAL DE PERSONAS TRANSEXUALES

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2012.

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Xabier Lizarraga Cruchaga

El discurso homofbico
en jvenes gays
y su representacin del travesti*
Luis Bernardo Quesada Nieto
Universidad de Guadalajara

Resumen

El presente artculo expone los resultados de una investigacin que consider


las notas publicadas en dos diarios impresos de Guadalajara sobre un acto de
violencia contra sexoservidores travestis en esa ciudad, por un lado, y las reacciones de un grupo de jvenes gays ante estos mensajes, por el otro. Se analiza que independientemente de la tendencia de los mensajes, los comentarios
generados por los participantes gays mostraron una lectura hegemnica de
adscripcin a stos. A travs de un grupo de discusin en el que se realizaron
preguntas clave, estos jvenes plantearon una postura de grupo en la que coincidieron las opiniones negativas, y las muestras homofbicas reforzadas por la
manera en que los peridicos abordaron el suceso en la mayora de los casos.
Palabras clave: violencia, sexoservidores, trasvestis.

Abstract

This article presents the results of research that examined the notes published
in two newspapers in Guadalajara about an act of violence against transvestite
sex workers in that city and the reactions of a group of young gays to these
messages.The fact is analyzed that independently of the tendency of messages,
the comments generated by the gay participants showed a hegemonic reading
supporting them.Through a discussion group in which key questions were raised,
these young people established a group position in which negative opinions
coincided and homophobic displays were reinforced by the way newspapers
addressed the event in most cases.
Keywords: violence, sex workers, transvestite.

Introduccin

Cada vez es ms comn que los medios de comunicacin en Mxico se enfrenten a la tarea de retratar, reportar o simplemente nombrar las noticias que
* Agradezco a Teresa Rodrguez por la facilitacin de los requerimientos tcnicos en la videograbacin del grupo de discusin en la Universidad de Guadalajara (UdeG), as como la digitalizacin en formato DVD. Gracias a la doctora Zeyda Isabel Rodrguez Morales (UdeG) por sus
aportaciones al documental original, y muy especial a la doctora Mara Elena Hernndez
Ramrez (UdeG) por su paciencia y orientaciones constantes.

EL DISCURSO HOMOFBICO EN JVENES GAYS Y SU REPRESENTACIN DEL TRAVESTI

involucran temas relacionados de alguna manera con la diversidad sexual, ya


sea como mero elemento descriptivo en crnicas y reportajes, o en forma de
personajes circunstanciales de asesinatos, mal categorizados por algunos
medios como crmenes de pasin, o desde la perspectiva del debate pblico sobre los derechos ciudadanos de quienes no son heterosexuales.
Se parte del hecho de que actualmente ciertos medios de comunicacin
abordan y nombran, ya sin eufemismos discriminatorios ni simpticas
metforas, como lo hacan hace 20 aos o menos,1 aquellas noticias relacionadas con la diversidad sexual. Hoy ya no se trata tanto del riesgo de poner
en duda los valores morales y religiosos de la empresa periodstica por reportar de manera natural y profesional sucesos que involucren el uso de conceptos o historias ajenas a la visin homofbica2 (ya no digamos expresiones a
favor del respeto a la libertad y la promocin de la diversidad); hoy se trata
ms bien de cuidarse para no exhibirse homofbico a partir del trabajo cotidiano de informar, lo que pondra en duda los valores democrticos del medio
y probablemente le ocasionara un desprestigio social y daos financieros.
En la actualidad, en una sociedad que declarada y reiteradamente persigue el ideal democrtico, los cuerpos editoriales de los medios de comunicacin han tenido que dejar de soslayar el uso de sustantivos como gay, lesbiana o travesti, que hoy son comunes en el habla de muchas personas.
As pues, en una democracia emergente, donde est encendido el debate sobre
el derecho que tiene o no un hombre reasignado sexualmente a autodefinirse
como mujer, es difcil que un medio de comunicacin evite o evada el empleo
del trmino transexual para nombrar al grupo social que se ha hecho visible al demandar estos derechos.
Si bien es posible apreciar una buena intencin en cmo la prensa ha dado
cuenta de estos hechos, la manera no ha sido la ideal, pues es comn que los
mensajes que se publican lleven implcitos rasgos homofbicos, enmascarados y con disfraz de inofensivos. La afirmacin principal del presente artculo es que, basado en un grupo de discusin con tres jvenes gays, dos diarios
impresos de Guadalajara, al informar acerca de un suceso homofbico como
lo fue la agresin fsica por parte de colonos hacia sexoservidores travestis
en una colonia de clase media-alta, efectivamente contribuyeron a reforzar
expresiones e ideologas homofbicas en estos informantes.

La homofobia
A grandes rasgos, la homofobia puede definirse como toda aquella muestra
de rechazo, segregacin o discriminacin, violenta o no, fsica o psicolgica,
Muchos todava continan hacindolo.
Son reales los casos en que el hecho de no efectuar actos homofbicos es motivo suficiente
para levantar sospechas acerca de la masculinidad y heterosexualidad de alguien.
1
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LUIS BERNARDO QUESADA NIETO

individual o colectiva, cultural o autoinfligida, hacia todas las manifestaciones de la conducta que desde una perspectiva occidental se aprecien desviadas de la heterosexualidad,3 sexualidad que enaltece los caracteres, valores y
comportamientos masculinos para consolidar y autoperpetuar las ventajas de
las que goza y de las que ha gozado histricamente.
En Mxico, como en la mayora de las culturas adoradoras y promotoras de la masculinidad hegemnica dominante, donde recae una acumulacin excesiva de poder, la homofobia opera con mltiples tentculos que descomponen el tejido social; con tal de consolidar y autoperpetuar esas ventajas
la homofobia se vale de mecanismos de control tramposos y sutiles que van
desde una simple entonacin prosdica hasta crmenes contra todo el que
desafe el estilo heterosexual machista como nica forma posible de ejercer
la sexualidad.
La homofobia est enraizada culturalmente y va de la mano de la sobrevaloracin de lo masculino. Por ese motivo, casi sin darnos cuenta permea las
estructuras subjetivas y forma parte del sentido comn (Borrillo, 2001), de
tal modo que constituye una forma de violencia de tipo simblico que con frecuencia no es percibida por sus vctimas (Bourdieu, 2000). En tanto mal
silencioso e invisible, el dao que ocasiona es real e importante. La homofobia est presente como una verdadera militancia antihomosexual que inunda los peridicos, las pantallas y los discursos casi sin oposicin (Borrillo,
2001).
La homofobia se ejerce entonces no slo desde las grandes estructuras del
Estado; en la vida cotidiana se le encuentra anquilosada en los chistes de caf
que ridiculizan o estereotipan a gays y lesbianas; en la censura del padre que regaa a su hijo por jugar con las muecas; en los maestros de escuela que
separan las actividades acadmicas y los juegos del recreo para nios y
para nias. Lo que subyace en esta insistencia en establecer las diferencias
entre lo masculino y lo femenino, tan cotidiana y normalizada, es un inters y
preocupacin constante porque esas fronteras no se pierdan, pues detrs de
la homofobia se esconde tambin un gran temor a que los valores masculinos
pierdan su hegemona, sus ventajas y su poder. Es as como ha encontrado
medios para autoperpetuarse y expandirse por todo el entramado social: la
3 Por heterosexualidad me refiero a la sexualidad aparentemente practicada por la mayora de
los seres humanos, que consiste en desear o experimentar relaciones sexuales con una persona
del sexo opuesto (encuentros hombre-mujer), sea o no con el fin de procrear descendencia. Dicho
acto ha sido tambin el fundamento de las uniones civiles legales en el mundo occidental. Por
homosexual se entiende a la persona que desea o sostiene relaciones sexuales con personas de
su mismo sexo (encuentros hombre-hombre, mujer-mujer), y para efectos de practicidad se
emplear aqu como sinnimo de gay.

EL DISCURSO HOMOFBICO EN JVENES GAYS Y SU REPRESENTACIN DEL TRAVESTI

familia, la iglesia, la escuela, los medios de comunicacin, las relaciones interpersonales, el gobierno, el lugar de trabajo y un largo etctera.

Desarrollo
El trabajo que da sustento al presente artculo se bas, por un lado, en los
mensajes de dos de los diarios impresos ms importantes de Guadalajara en
la cobertura de un hecho de agresin fsica cometido hacia sexoservidores
travestis en la va pblica de una zona habitacional de clase media-alta y, por
otro, las respuestas de tres hombres jvenes gays residentes de la zona metropolitana de Guadalajara (a partir de ahora referidos como participantes),
ante la exposicin a los mensajes de estos diarios, relacionados con la cobertura informativa de dicha agresin, poniendo un especial inters en actos de
habla homofbicos en la prensa, como en los mismos participantes gays.
A partir del estudio de estos dos elementos se apreci que la construccin
o reforzamiento de la representacin del travesti en los participantes, si
bien tiene que ver con mltiples causas, una de ellas puede ser la exposicin
a mensajes de la prensa escrita, que hacen su parte en la reproduccin de una
visin heterosexual machista del mundo. Y digo que puede ser porque hay
que tomar en cuenta dos limitantes metodolgicas: 1) que el grupo de discusin en que se obtuvieron las respuestas de los participantes a partir de las
cuales se elaboran estas conclusiones se trat de un escenario simulado a
manera de experimento metodolgico de interaccin social, que de ninguna manera podra considerarse como sustituto de la interaccin cotidiana
real que se da en un bar, un caf, la escuela o el trabajo, y 2) que para la realizacin de este grupo de discusin habra sido ideal contar con un mayor
nmero de participantes. No obstante lo anterior, las ventajas que otorg la
tcnica metodolgica empleada y las respuestas obtenidas cobran valor cuando se trata de trabajar con una categora sexista que es posible analizar desde el individuo aislado, los grupos humanos y las instituciones sociales.

Algunos hallazgos
El anlisis efectuado comenz con una pesquisa de notas informativas acerca de la agresin perpetrada por ciudadanos contra travestis en 2005. En
mayo de ese ao, un grupo de individuos, presuntamente vecinos de la colonia Paseos del Sol, del municipio de Zapopan (rea metropolitana de Guadalajara), desde un auto en movimiento dispararon un arma de fuego contra uno
de los trabajadores sexuales, ante la negativa que haban expresado a moverse de la zona. La peticin de los vecinos se fundaba en que su presencia daba
mal aspecto y daaba la educacin moral de sus hijos. La historia se torn pblica y gener debate: incluy demandas ante la Comisin Estatal de

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LUIS BERNARDO QUESADA NIETO

Derechos Humanos de Jalisco, reacciones de distintos actores, manifestaciones ciudadanas a favor y en contra, intervencin de las autoridades municipales, policas, reuniones, instalacin de cmaras de vigilancia, etctera, generando as una atencin inusitada en los medios de comunicacin locales con
seguimientos que en el caso de Pblico y Mural4 se prolongaron por un mes.
Durante ese mes la cobertura de ambos emple reportajes, notas informativas, crnicas, fotonotas, columnas de opinin y el tema lleg incluso a ser
nota principal de portada en ambos peridicos.
A partir de esa informacin se dise una batera de notas informativas,
reportajes y fotografas de ambos medios, compuesta por aquellas en que
desde un punto de vista personal se evidenciaba una postura claramente a
favor o en contra de la figura del sexoservidor travesti. Con esta seleccin se
cre un mdulo de diapositivas con la intencin de presentarlas en un grupo
de discusin a los participantes y plantearles 10 preguntas clave a partir de
ese material.
Las 10 preguntas realizadas entregaron informacin que se catalog en
tres grandes clases de respuestas: 1) las relacionadas con la percepcin del
suceso en general, es decir, la forma en que los participantes definieron el
hecho de la agresin hacia los travestis en trminos de sus opiniones personales; 2) afirmaciones relacionadas con la apreciacin del trabajo periodstico de ambos diarios, y 3) respuestas relativas a la representacin o imagen
de los travestis que pudieron observarse en los participantes, es decir, la conceptualizacin y valoracin que hacen del travesti en general. No obstante, es
importante mencionar que a lo largo del grupo de discusin, independientemente de la diapositiva que se tratase, se ofrecieron respuestas relativas a
alguna de estas tres categoras.
A continuacin se analizan algunas de las respuestas obtenidas en las preguntas: 1 (Son los travestis responsables de este conflicto?), 5 (Qu
opinin o imagen tienes de los travestis?) y 6 (Es congruente la imagen
de los travestis de la fotografa con la imagen que t tienes de ellos?). Esta
acotacin se debe a que en estos tres casos se identific con mayor nitidez la
manera en que la prensa escrita de Guadalajara influy en que los participantes ejecutaran o no la representacin del travesti, adems, al ser el travesti el
objeto del acto homofbico, y ste en s el leit motiv del trabajo de cobertura de Pblico y Mural, se consider que al atender estas tres preguntas se
Hay que considerar que de 2005 a la fecha estas dos empresas han atravesado por cambios
estructurales importantes, que desde entonces ambas han apostado fuertemente por mejorar su
cobertura informativa y sus servicios en internet, y que incluso Pblico cambi de nombre y hoy
se llama Milenio Jalisco. Hay que considerar tambin que ambas pertenecen a consorcios
empresariales de alcance nacional (Hernndez, 2010).
4

EL DISCURSO HOMOFBICO EN JVENES GAYS Y SU REPRESENTACIN DEL TRAVESTI

cubra implcitamente el elemento homofbico en los participantes y la percepcin del trabajo de los medios.
En el caso de la primera pregunta se present una nota titulada Explota
problema con los travestis, que evidencia una tendencia favorable a los vecinos por el estilo de lenguaje que emple desde el titular. En ella se puede
observar un lamento implcito por el problema que tarde o temprano tena
que explotar. La nota refiere que es un problema que ha sido ignorado.
Se critica el vaco legal de los reglamentos del municipio de Zapopan,
razn por la que se ha acentuado el problema, segn la publicacin. De fondo el mensaje es: de haber legislado apropiadamente los vecinos no tendran
que atravesar por esta situacin.
Al lanzar la pregunta Son los travestis responsables de este conflicto?,
las respuestas ms relevantes fueron las siguientes.
1) Los travestis son responsables por invadir la zona (Sujeto 3).
2) Los travestis dan mal aspecto (Sujeto 3).
3) No difiere mucho la figura de un travesti y la de una prostituta; lo que
afecta es la imagen de la prostituta. Nadie quiere tener afuera de su casa a
una prostituta (Sujeto 2).
En estos enunciados se puede apreciar una idea negativa de los travestis.
Hay un punto de acuerdo entre los participantes y el argumento de los vecinos reproducido en la nota:nadie quiere tener afuera de su casa a una prostituta. Si la intencin de la publicacin es persuadir a los lectores para que
se pongan en los zapatos de los vecinos, lo consigue.
Los medios de comunicacin dan cuenta del sentido comn, de lo que es
compartido por todos; adems, los periodistas escriben idealizando una
mayora homognea de lectores. Es comprensible que quien escribe busque
la notoriedad, la mayor cantidad de lectores. Desde esta perspectiva ya es
perceptible una dimensin heterosexista que se muestra en la publicacin
cuando al explicar el suceso las autoras escriben en direccin a un supuesto
sector de lectores que no es travesti ni es homosexual, sino heterosexual. Esa
orientacin del discurso periodstico asume que la mayora de sus lectores
son heterosexuales, padres de familia, habitantes de zonas residenciales de
clase media o alta, y que muy probablemente estaran en contra de que un
grupo de trabajadores sexuales vestidos de mujer se pare frente a sus casas
para ofrecer sexo por dinero.
Es posible observar cmo los participantes se adhieren de alguna manera
a la visin heterosexista reproducida por el medio, con empata hacia la situacin de los vecinos, cayendo en la misma prctica discriminatoria. Al expresar que un travesti se ve mal e invade una zona pblica, los participantes estn marcando su frontera identitaria; son ellos, los otros, femeninos,

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LUIS BERNARDO QUESADA NIETO

Figura 1. Reunin de travestis afectados con autoridades de Zapopan.

hombres que se visten de mujer para venderse sexualmente, y no nosotros,


gays educados, masculinos e integrados socialmente. Son los participantes
quienes han absorbido, aprehendido y sobrevalorado la cultura masculina que
han recibido desde siempre, la misma que ha sido reproducida por la sociedad y por los medios de comunicacin. Son gays que se definen en oposicin
a lo femenino.
Para el caso de la quinta pregunta se present al grupo una foto publicada en Mural, en la que aparece un grupo de travestis afectados, en una reunin con funcionarios pblicos del ayuntamiento de Zapopan (figura 1).
El valor de la imagen radica en que rompe con el patrn que hasta entonces haban repetido los medios: retratarlos una y otra vez parados en una esquina de la va pblica, con ropa ajustada y en actitud ertica. Una vez mostrada la imagen se lanz la pregunta Qu imagen tienes de los travestis?.
1) Esta imagen yo no siento que sea mala, ni el hecho de cmo se est
mostrando a los travestis; podemos ver que estn dando de su parte la intencin de arreglar el problema (Sujeto 3).
2) Se ven bien (Sujeto 3).
3) Esta imagen es como la otra cara de la moneda que muestra mujeres
con iniciativa y con deseo de arreglar las cosas (Sujeto 2).
4) A m me gusta la foto porque [] es una reunin de da estamos viendo que hay uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis [] seis negociando y asumien-

EL DISCURSO HOMOFBICO EN JVENES GAYS Y SU REPRESENTACIN DEL TRAVESTI

do la cuestin del travestismo como una identidad con la que cargan todo el
tiempo (Sujeto 1).
Ahora podemos interpretar una imagen ms positiva de los travestis; es
posible apreciar otros valores y creencias con las que los participantes coinciden, como el que los travestis estn a favor del dilogo, de la negociacin y
que estn dispuestos a poner de su parte.5
En cuanto a la publicacin, el trabajo periodstico no se limit a reproducir el estereotipo que vena calcndose y los comentarios generados en torno
a la imagen tendieron de igual manera a romperlo, generando afirmaciones
positivas, sacndolos del estereotipo que media hora antes en la sesin los
restringa al concepto de individuos violentos, vulgares y escandalosos.6
El elemento periodstico muestra otra cara del travesti y comprueba que
el reforzamiento de los estereotipos sociales a travs de la prensa s tiene una
influencia real y efectiva en la construccin que los receptores hacen del tema
presentado por sta.
Como parte de la misma seccin en el mdulo de diapositivas se volvi a
preguntar qu imagen tenan de los travestis, esta vez de manera general y
sin considerar la imagen expuesta. Las respuestas de los participantes fueron
las siguientes.
1) Yo no andara con un travesti por el hecho de que a m me gustan los
hombres, no me gusta alguien que se cree mujer, no tengo nada en contra de
ellos, los respeto [] son muy buenas personas, la mayora tienen muy buen
sentido del humor (Sujeto 3).
2) En un principio no me eran del todo agrado [] ellos tienen esa fijacin que no se pueden quitar, la de sentir que una mujer vive dentro de ellos,
ellas [corrige sonriendo], yo tengo para la sociedad la fijacin por los hombres y ellas por la de vestirse de mujer (Sujeto 2).
3) Sobre la vulgaridad que representa el travesti [] por esa facha o por
ese mundo de vulgaridad y perfumes baratos [] como sociedad no damos
la mano a que un travesti trabaje, no s, en un banco o aqu [en la
Universidad de Guadalajara] y se orillan [] contra esa feminidad, no pueden con ella y no les queda de otra que caer en la prostitucin (Sujeto 2).
4) La imagen la verdad es que a m me impone [] la imagen de un travesti inmediatamente me remite a pensar en vida nocturna, en drogas y lleva
una connotacin violenta en s, no? (Sujeto 1).
Valdra la pena preguntarse si son los travestis quienes deben poner de su parte. Ms all
de cul de las dos partes es la que debe dar el primer paso, resulta interesante el hecho de que
ninguno de los participantes se cuestione por qu no son los vecinos los que planteen soluciones.
6 Estos tres calificativos fueron empleados por los participantes para referirse a la imagen que
tienen del travesti, en distintos momentos de la discusin.
5

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LUIS BERNARDO QUESADA NIETO

5) Siento que hay una actitud muy agresiva [de los travestis] (Sujeto 1).
6) La sociedad no hacemos ningn esfuerzo en ver a los travestis como
algo normal; hay mil seoras que se arreglan como travestis, y pues ni modo,
nos aguantamos (Sujeto 1).
7) Otra cosa importante sobre la imagen de los travestis es la entereza y
la garra con que enfrentan la vida [] hay una fuerza y el valor para presentarse tal y como son [] son ahora s que los rechazados de los rechazados, y son los que los tienen mejor puestos (Sujeto 2).
8) Nosotros, la mayora de los gays, vemos muy mal a los travestis, que
porque se visten de mujeres, que porque se prostituyen (Sujeto 3).
Las anteriores afirmaciones dan cuenta esta vez de una caracterizacin
ms amplia del travesti, independiente del trabajo de la prensa, la cual evoca
en los participantes creencias aprendidas socialmente y de su experiencia personal. Aunque hay comentarios de empata, las descripciones dejan ver principalmente actitudes que ejercen una discriminacin de tipo positiva. Los adjetivos mundo de vulgaridad y perfumes baratos, agresin, violencia, drogas
y vida nocturna, evidencian que a la hora de representar al travesti, los gays
visualizan en primer lugar los rasgos ms negativos. Al referir esta caracterizacin, los participantes vuelven a marcar una frontera identitaria entre el
ellos y el nosotros. Detrs de estos atributos puede encontrarse mucho ms de
la manera en que los gays construyen su propia identidad de gnero, en rechazo a todo lo que es agresivo, vulgar, barato y violento.
En cuanto a los enunciados Me gustan los hombres, no alguien que se
cree mujer, su feminidad los orilla a la prostitucin, tienen la fijacin de
que una mujer vive dentro de ellos, la mayora de gays ven muy mal a los
travestis porque se visten de mujer, podemos observar que existe un conflicto muy particular con el elemento femenino en el travesti. Parecera que el
grupo de gays valora negativamente el hecho de querer verse, sentirse o vivirse como mujeres. Uno de ellos establece la prostitucin como causal de su
feminidad, otro se refiere a sta como una fijacin. Es evidente que la definicin identitaria de gnero en los participantes gays se configura de nuevo
en oposicin a lo femenino y es tambin la base del comportamiento discriminatorio en el que caen al estereotipar de esa forma.
Las expresiones son muy buenas personas,tienen muy buen sentido del
humor, tienen garra, entereza y valor para afrontar la vida y los tienen
mejor puestos, aparecen como enunciados de discriminacin positiva hacia
el travesti, porque se contraponen ideas como yo no andara con un travesti y no me gusta alguien que se cree mujer.
En sntesis, los participantes visualizan al travesti peyorativamente, porque lo consideran vulgar, femenino, utiliza perfumes baratos, vive rodeado

EL DISCURSO HOMOFBICO EN JVENES GAYS Y SU REPRESENTACIN DEL TRAVESTI

Figura 2.Travestis de Plaza del Sol. Peridico Pblico.

de vida nocturna, drogas, prostitucin, y tiene una actitud agresiva. Pero por
otro lado es valiente, enfrenta la vida con garra, tiene muy buen sentido del
humor y los tiene mejor puestos que otros hombres. Al construir grupalmente esa descripcin, el gay se idealiza a s mismo tambin en trminos de
estereotipo, pues detrs de estos discursos subyace la idea de un gay urbano
que habla desde la categora de gnero que la misma sociedad ha contribuido a forjar: un gay normal no es vulgar, no usa perfumes baratos, no se droga ni se prostituye, y ms all de una actitud agresiva, est abierto al dilogo para arreglar las diferencias de una manera seria, masculina.
Para el caso de la pregunta 6 se present la siguiente imagen (figura 2),
aparecida en Pblico, en el reportaje titulado Agreden a travestis de la zona
de Plaza del Sol, el 13 de mayo de 2005.
Se formul la pregunta la fotografa anterior corresponde con la imagen que tienes de los travestis?. Y al analizar las respuestas se encontr de
nuevo una correspondencia entre la imagen y los comentarios emitidos a partir de ella, es decir, se confirm que los diarios contribuyeron a reforzar un
estereotipo desfavorable de los travestis. La imagen es repetitiva, pues la

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LUIS BERNARDO QUESADA NIETO

mayora de las fotografas publicadas fueron prcticamente las mismas


durante un mes, en la figura 2 el lector puede ver que son travestis, porque
sus cuerpos delatan una dualidad mujer-hombre. La exageracin de rasgos y
objetos femeninos en su arreglo, as como la postura del cuerpo, son el elemento principal de la imagen. Las respuestas a la pregunta fueron las siguientes.
1) S (Sujeto 1).
2) S, por ese glamour y esa sensualidad que por lo general es con lo que
yo asocio al travesti (Sujeto 2).
3) S; va con la imagen que yo tengo de ellos, porque adems son muy
dedicados, muy dedicados; en cuanto a su aspecto, yo creo que se cuidan
mucho ms que una mujer (Sujeto 3).
A partir de estas expresiones se puede observar una visin heterosexista
en los participantes. Aqu el travesti retratado no rompe ningn estereotipo
porque coincide con el que los gays tienen en la representacin personal que
hacen de stos. Ms all de interpretar la imagen como un acierto del editor
de fotografa, que atin en reflejar una realidad que concuerda con la visin de
algunos lectores, conviene preguntarnos si esa visin coincide con la forma
de vida del travesti retratado, y si esa prctica no se limita slo a reproducir
el estereotipo.

Consideraciones finales
De acuerdo con Hall (1996), frente a algn mensaje determinado en los
medios de comunicacin, las audiencias reaccionan ya sea como 1) adhirindose al sentido del discurso, lo que se denomina lectura hegemnica; 2)
tomando en cuenta elementos dominantes del texto, ponindolo en relacin
con estructuras ideolgicas diferentes, llamada lectura negociada, y 3)
interpretando el mensaje desde un sistema de valores y un marco de interpretacin opuesto, denominada lectura crtica u opositora.
Desde este modelo podemos concluir que en ninguna de las tres preguntas
aqu expuestas se encontr alguna forma de lectura crtica u opositora a las
publicaciones de los medios, sino slo lecturas hegemnicas en los tres casos.
Con excepcin del Sujeto 1, que en el caso de la primera pregunta efectu una
lectura ms de tipo negociada, el resto siempre concord con la postura de la
publicacin, fuera negativa o positiva, hacia los travestis o los vecinos.
Por otro lado, la segunda conclusin es que, debido a la gran cantidad de
informacin que se encontr respecto al tema, no slo en los dos diarios aqu
tratados, sino a nivel general en la prensa del estado de Jalisco, podemos afirmar que el debate sobre la igualdad de gnero y el surgimiento y consolidacin de identidades no adscritas al heterosexismo dominante ha adquirido
mayor visibilidad en el espacio pblico y en los medios de comunicacin. La

EL DISCURSO HOMOFBICO EN JVENES GAYS Y SU REPRESENTACIN DEL TRAVESTI

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tercera es la constatacin de que los medios, como dice Van Dijk (1990), tienden a generar y publicar noticias sensacionalistas, referentes al sexo o a la
violencia, con el fin de atraer mayor cantidad de lectores.
A pesar del reducido nmero de participantes, la realizacin del grupo de
discusin mostr datos de gran valor por la posibilidad de apreciar la transmisin de ideas y opiniones a travs de las cuales se evidenciaron rasgos compartidos en la construccin de una identidad de gnero (gay),7 en la que el
componente homofbico est presente. Este hecho evidenci tambin que
vivir una sexualidad ajena a la heterosexual no constituye una garanta de
alejamiento de ideologas y lenguajes que discriminen a los otros por considerarlos diferentes. Esta tcnica result til para dar cuenta del discurso
homofbico en jvenes gays y su representacin del travesti a partir del trabajo de los diarios.
El componente homofbico fue evidente en las respuestas de los informantes al demeritar al travesti por ser un hombre que se siente mujer, por el
hecho de prostituirse y por el rechazo hacia lo relacionado con lo femenino, razones contradictorias con el discurso democrtico moderno. Los gays
participantes se constituyen como sujetos hombres y se observ en ellos un
deber ser masculinos, por lo que el acercamiento a sus expresiones constat que la preferencia sexoafectiva de las personas no necesariamente implica
un alejamiento de los modelos convencionales en torno a lo que en este caso
significa ser hombre.
El evento en general retrata cmo la sociedad actual reserva el espacio
pblico a la heterosexualidad, porque cuando los transgresores se hacen
visibles, como en este caso los travestis, entonces tambin se vuelven objeto
de agresiones. As se explica en parte por qu son tan mal vistos por los
medios, por los vecinos y por los mismos gays, por qu muchos gays se cuidan tanto de guardar las apariencias y por qu muchos de ellos gastan tanta energa en comportarse de manera masculina como se debe.
El travesti atrae miradas morbosas en tanto que an se considera un fenmeno de circo, y si es visto por muchos de esa manera es porque en l
conviven dos naturalezas que para la sociedad son contradictorias: hombremujer, masculino-femenino; conceptos que en sntesis representan aberracin, ambigedad, incertidumbre. Respecto a las prcticas periodsticas,
no basta con integrar el tema a la agenda de los medios, no basta con nombrar el fenmeno sin eufemismos ni burlas; hay que explorar en los aspectos del lenguaje que evidencian esa homofobia encarnada culturalmenDe un gay en un contexto urbano de la rea metropolitana de Guadalajara, universitario menor
de 27 aos y de cierta clase social, habra que especificar.

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LUIS BERNARDO QUESADA NIETO

te y que de tan oculta, tan disfrazada, no es percibida ni por los sujetos discriminados. Si en la bsqueda de una pretendida imparcialidad, en el seguimiento de esos mandamientos ticos que rigen la labor de los periodistas,
stos han sido capaces de retirarse cualquier tipo de camiseta para presentar la informacin independientemente de su postura personal, as como en
la narracin de los hechos se ha conseguido un estilo de escritura en el que
es imposible saber si el autor es hombre o mujer, catlico o protestante, de la
misma manera no debera el pblico detectar perfume machista o heterosexual alguno o con tintes de homofobia en l, mucho menos si se trata de
medios que trabajan para y promueven una sociedad democrtica.

Bibliografa

Borrillo, Daniel (2001), Homofobia, Barcelona, Bellaterra.


Bourdieu, Pierre (2000), La dominacin masculina, Barcelona, Anagrama.
Hall, Stuart (1996), Encoding/Decoding, en S. Hall, D. Hobson, A. Lowe y
P. Willis (eds.), Culture, Media, Language, Londres, Routledge.
Hernndez R., Mara Elena (comp.) (2010), Estudios sobre periodismo.
Marcos de interpretacin para el contexto mexicano, Mxico, Universidad
de Guadalajara.
Van Dijk,Teun A. (1990), La noticia como discurso. Comprensin, estructura y produccin de la informacin, Barcelona, Paids Comunicacin.

EL ORGULLO GAY, UNA LIBERACIN SEXUAL?

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Ficciones, realidades y utopas


de la liberacin sexual de las mujeres
a travs del feminismo en Mxico
Olga Nelly Estrada Esparza / Irma Alma Ochoa Trevio
UANL/Artemisas, A.C.

Resumen
Las personas como sujetos sexuales se construyen social y culturalmente en
un sistema establecido como esencialista y naturalista. En este sentido, el
pensamiento feminista puso de manifiesto cmo nuestras formas de pensar y
sentir el amor y la sexualidad se encuentran profundamente mediatizadas por
la cultura patriarcal y comienza a cuestionar la base de un modelo androcntrico que da sustento al sistema sexo-gnero occidental. Analizar estos cambios es el objetivo de este ensayo, as como cuestionar, mediante el feminismo,
la llamada revolucin sexual de las mujeres, y revisar si sta result una
realidad emancipadora o es slo una ficcin y una utopa ms de la hegemona del sistema de Estado para hacer creer a las mujeres que al fin lograron
la emancipacin y la liberacin sexual.
Palabras clave: liberacin sexual, mujer.

Abstract
Persons as sexual subjects are socially and culturally constructed in a system
established as esencialist and naturalist. In this sense, the feminist way of
thinking revealed how our ways of thinking and feeling love and sexuality are
profoundly mediated by a patriarchal culture. It thus began to question the
basis of such an androcentric model, which upholds the Western sex-gender
system.The objective of this essay is to analyze these changes and to question
the so-called womens sexual revolution through feminism. It also addresses
whether this indeed resulted in an emancipating reality for women or if it was
merely a fiction and another utopia of the State system hegemony to make
women believe they have finally achieved emancipation and sexual freedom.
Keywords: sexual liberation, woman.

Antecedentes del feminismo


En las ltimas dcadas se han gestado mltiples conflictos y transformaciones en el mundo, que han trado consigo cambios significativos. Una de stas
fue la Revolucin francesa, cuyo lema Libertad, Igualdad y Fraternidad se

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OLGA NELLY ESTRADA ESPARZA / IRMA ALMA OCHOA TREVIO

desarroll en el periodo 1789-1799 y termin con la monarqua absolutista.


Aunque esta revolucin inspir el primer razonamiento poltico a favor de los
derechos humanos, gener el descontento de las mujeres porque no fueron
incluidas en su proyecto igualitario, fraternal y liberador.
Se considera a la Revolucin francesa como la cuna del feminismo
(Amors: 1994), dado que algunos personajes ilustrados reclamaron, a travs de sus escritos, el reconocimiento del papel social de las mujeres en todos
los mbitos sociales (Blanco, 1997), mencionando en especial a Poullain de
la Barre,1 quien en 1673 manifest que la mente no tiene sexo; a consecuencia de su tesis, las diferencias biolgicas no son motivo de exclusin. Sin
embargo, hubo que esperar a la Revolucin francesa para que las mujeres
empezaran colectivamente a demandar sus derechos civiles, sociales y polticos, a partir de la cual la voz de las mujeres (Amors, 1994: 43) ya no detendra sus reclamos para salir de la subordinacin en que se encontraba la
mayora de ellas. Debido a su sexo, las mujeres fueron apartadas de la esfera pblica y de la ciudadana (Aguado, 2005).
La historiografa nos muestra evidencias de cmo algunos personajes desafiaron a la cultura patriarcal escribiendo a favor de las mujeres. Entre ellos
se encuentra el matrimonio formado por John Stuart Mill y Harriett Taylor
Mill,2 quienes, bajo la tesis utilitarista, a mediados del siglo XIX demandaron
la igualdad entre los sexos, para que las mujeres fueran agentes del progreso
social. (Stuart Mill, 2008). En el ensayo La liberacin de las mujeres,
Harriett Taylor (1807-1858) escribi acerca de la importancia del control de
la natalidad para liberar a las mujeres de la opresin domstica. Su artculo
evidenci cmo nuestras formas de pensar y sentir la sexualidad se encuentran profundamente mediatizadas por la cultura patriarcal, e influy en el
cambio de la visin popular respecto al matrimonio civil y religioso, instituido por el Estado y la Iglesia como nica va para practicar la sexualidad
(Taylor, 2000).
La filsofa existencialista francesa Simone de Beauvoir (1989) constituye un brillante ejemplo de cmo la teora feminista supone una transformacin revolucionaria de nuestra comprensin de la realidad, independientemente de que su lectura de la condicin de las mujeres parte de la dimensin
binaria ideada por el patriarcado, en la que los hombres son el eje central y
las mujeres las figuras satelitales.
Discpulo de Descartes, quien juzg que, segn el sentido comn, todos los sujetos son iguales.
Al respecto, De la Barre escribi: Todo lo que se ha dicho sobre las mujeres lo han dicho los
hombres; las mujeres en la historia no han hablado.
2 Filsofa utilitarista inglesa, defensora del derecho al placer, escribi el ensayo La liberacin
de las mujeres. Naci en 1807 y falleci en 1858; amiga y esposa de John Stuart Mill.
1

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

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Con el inicio del feminismo y del pensamiento moderno se abrieron otras


posibilidades respecto a la demanda de la igualdad de derechos entre los
sexos. Es decir, la exclusin de las mujeres de la ciudadana y de la esfera
pblica burguesa pudo cuestionarse a travs de los primeros feminismos
(Amors, 1992: 123). Para la filsofa Clia Amors (1994: 91), el feminismo es la lucha por la emancipacin de las mujeres que se refiere especficamente a las relaciones de poder entre opresores y oprimidos; mientras que
para Ely Bartra et al. (1998: 47) el feminismo es una lucha civilizatoria,
como lo es toda defensa de los derechos humanos; es una lucha contra la barbarie, la injusticia irracional, que manifiestan an hoy en da unas personas
sobre otras.
En su obra ms clebre, Simone de Beauvoir (1989: 345) escribi a mediados del siglo XX que el rol de las mujeres est condicionado por su entorno poltico y cultural, as como por su herencia biolgica. De ah las mujeres empezaron a cuestionar su rol secundario y su adscripcin al mundo privado que las
mantena alejadas del mundo pblico. Con el feminismo o los feminismos se
puso en marcha una serie de discusiones y argumentaciones, buscando lograr
la igualdad entre los sexos, y con ella conseguir la transformacin econmica,
poltica, social, ideolgica, psquica y sexual de las mujeres.
Histricamente el cuerpo y la sexualidad de las mujeres han sido controlados a travs de normas morales, leyes sociales e instituciones como la familia y el matrimonio, creadas por el patriarcado. En tanto que el varn legtima la genealoga segn el logos, la palabra y la ley (Amors, 1994: 36).
Celebramos que De Beauvoir puso en la mesa del debate la condicin de
opresin de las mujeres y describi la otredad, afirmando que la cultura ha
colocado a los hombres como referentes y a las mujeres como las otras.
Explic que ningn destino biolgico, psicolgico o econmico determina la figura que las mujeres desempean en la sociedad, sino que es la cultura la que
define a los seres humanos como femeninos o masculinos.
La autora argument que las mujeres han sido excluidas de la economa,
pero a diferencia de los obreros varones, a ellas se les han asignado montonas obligaciones del cuidado de la casa y de la maternidad, a cambio de su
libertad.
El espacio privado ha sido asignado culturalmente a las mujeres, en donde se dice que son las reinas del hogar. Podemos cuestionar si esas reinas tienen tiempo para s mismas, porque la autntica realidad nos dice que ninguna ama de casa tiene un minuto para s misma, puesto que desempean la
tarea de cuidar y mantener la vida de las y los otros. Aadiendo la resistencia que tienen las mujeres en el caso de la violencia que se ejerce en su contra, en todas las modalidades y tipos.

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OLGA NELLY ESTRADA ESPARZA / IRMA ALMA OCHOA TREVIO

La normalizacin de las mujeres


en el sistema sexo-gnero
Marcela Lagarde (2006: 363) afirma que el cuerpo de las mujeres est regido por la ideologa dominante. Es un cuerpo predestinado para ser usufructuado, posedo, ocupado, apropiado por los hombres. Pese a la valoracin
social negativa de la violencia contra las mujeres, esta es una constante en la
cultura patriarcal que trasciende el tiempo y se filtra en todos los espacios,
basndose en la filiacin o la conyugalidad, en la dependencia de las mujeres
y en la presuncin del papel protector de quienes son o se consideran clave
para su sobrevivencia y desarrollo.
Cuando los signos de la violencia son notorios, las mujeres se echan la culpa
de lo que les pasa y se avergenzan de ser vctimas.Antao el silencio era la regla
hasta que lo privado se ventil en la tribuna pblica. Con ello inici la cultura de
la denuncia de la violencia ejercida en contra de las mujeres, quienes, en el imaginario social, reinaban en cautiverio, domesticadas, obedeciendo el mandato
divino y cultural de tener tantos hijos como Dios les enviara, con la certeza de
que a mayor nmero de integrantes de la familia, el tiempo de las mujeres disminua y las ataba ms al cuidado de la vida de los otros (Hierro, 1993).
No obstante que el canon establece tener los hijos que Dios mande,
algunas mujeres lactaban a sus hijos por largos periodos con el propsito de
espaciar los embarazos con medios naturales. De manera consciente o instintiva, desde tiempo inmemorial las mujeres han buscado la manera de limitar
la familia. En los lugares donde las leyes, la religin y las costumbres no lo
prohben, las mujeres han recurrido al uso de medios anticonceptivos. Y en
situaciones extremas algunas han recurrido al abandono infantil, al aborto, al
infanticidio o se han resignado a la maternidad impuesta (Ortiz, 2010). Pero
a la vez que ellas buscaban no embarazarse, las instituciones religiosas y el
Estado animaban a feligreses y a ciudadanos a mantener a las mujeres cautivas en el mbito domstico, promoviendo campaas para que, en el libre
ejercicio de su sexualidad, no usaran anticonceptivos.
Por ello es relevante mencionar a Margaret Sanger (1879-1966), primera mujer en promocionar el uso de los anticonceptivos. Sanger fue promotora
de la liberacin de las mujeres, especialmente en el campo de la salud sexual
y reproductiva. Adems apoy la investigacin cientfica que produjo la pldora anticonceptiva y fund una organizacin de planificacin familiar, la
Birth Control Federation, cuyo nombre cambi a partir de 1942 a Planned
Parenthood Federation of America (Ortiz, 2010).
Las mujeres son un campo poltico definido, disciplinado, para la produccin y la reproduccin, construido como necesidades femeninas irrenuncia-

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

bles. De acuerdo con Foucault (2001: 123), su poder emana de la valoracin


social y cultural de su cuerpo y de su sexualidad. En tanto que Lagarde
(1997: 184) expresa que el cuerpo y la sexualidad de las mujeres son sus
instrumentos y sus espacios de poder [] en la forma en que cada sociedad
ha necesitado y decidido que lo sea. Bajo este concepto, en el mbito sociocultural la honorabilidad de una mujer se sostena a partir de seguir los preceptos de la Iglesia judeocristiana y las normas morales que rigen la vida en
familia. La cultura patriarcal valora la virginidad de las mujeres, de all la
importancia que las instituciones ms caractersticas del sistema sexo-gnero promuevan la abstinencia. Foucault opina que los partidarios de la abstinencia insisten en que las mujeres evitan los peligros de la maternidad.
Agrega que en el Cristianismo el acto sexual es considerado como un mal,
hasta que se le concede legitimidad en el interior del lazo conyugal
(Foucault, 2001: 216). De all que los severos preceptos morales ponderen el
himeneo o matrimonio, civil y/o religioso, pues entraa la legitimacin lcita y
moral del inicio de la vida sexual y la justificacin para la reproduccin, lo
cual indica que la virginidad de las mujeres es un elemento esencial de honorabilidad, no slo para las mujeres sino que es altamente estimada por la
familia de la que es integrante y la sociedad en su conjunto.
El antroplogo Claude Lvi-Strauss explic la imposicin cultural a partir de las relaciones parentales con fines de procreacin; describi la importancia de la sexualidad en la sociedad y seal que la esencia de los sistemas
de parentesco est determinada por el intercambio que hacen los hombres y
sus alianzas, donde las mujeres son las intercambiadas.
Este canje fue estudiado con amplitud por Gayle Rubin (Cucchiari, 1996),
quien sostiene que el intercambio matrimonial de mujeres institucionaliza la
dominacin masculina, fijando el estatus de las mujeres como objetos y como
otros. Un claro ejemplo de lo comentado se presenta en el Gnesis, en el
pasaje bblico que narra el pacto laboral realizado por dos hombres Jacob
y Labn, en el que interviene una mujer objeto del pacto. Los hombres convinieron en que uno (Jacob) trabajara al servicio del otro (Labn) durante
siete aos; a cambio, Raquel obtendra el consentimiento para el matrimonio
(Ricciardi y Huarault, 1982). Bajo el velo del amor romntico, las tradiciones, costumbres y formas de convivencia refuerzan las alianzas entre los hombres y subordinan a las mujeres convirtindolas en objetos de intercambio.
Una de las luchas de las mujeres fue reivindicar el cuerpo femenino como
espacio de resistencia, y tambin de encuentro con otros sujetos que rechazan la imposicin y normalizacin patriarcal. La centralidad del cuerpo en el
orden capitalista contemporneo, que hace de l y sus usos uno de los principales espacios de contradiccin social, revela su importancia como campo

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OLGA NELLY ESTRADA ESPARZA / IRMA ALMA OCHOA TREVIO

terico y poltico. Por esta razn, cuestionar si ha habido avances o retrocesos en la bsqueda de la igualdad de sexos en la actualidad, es debatir para
llegar a propuestas y estrategias para solucionar esta debacle social y transformar su eje analtico hacia la igualdad entre los gneros.

La condicin de las mujeres


en el Mxico del siglo xx
Relacionadas con preceptos judeocristianos, la construccin de las y los sujetos parte de las diferencias del cuerpo sexuado y la posibilidad de reproduccin desde donde se organizan roles y mbitos diferenciados entre hombres y
mujeres. En esa poca los derechos formales y sustantivos de las mujeres eran
escasos, y slo unas cuantas de ellas los conocan y ejercan.
A principios del siglo XX las mujeres mexicanas demandaron participar en
igualdad de circunstancias que los hombres en la construccin del pas; exigieron para s el derecho a la educacin, a votar y a tener derecho al divorcio. En ese tiempo, como en el actual, se consideraba a las mujeres en un plano jerrquico social de menor vala que el que ocupan los hombres. En razn
de su sexo, a las mujeres se les arrogaba la debilidad fsica, la inferioridad
intelectual y la sensibilidad a las emociones. Se las perciba como personas
incapaces de tomar decisiones sobre s mismas y menos para elegir la educacin ms apropiada para sus hijos, en tanto los hombres eran considerados
como el sabio que gobernaba el hogar, segn lo menciona Arrom (1980:
498).
Aunque un escaso nmero de mujeres, en especial las que haban recibido
educacin formal, cuestionaron su subordinacin en los hechos y en el derecho, consiguieron significativos avances que beneficiaron al conjunto de las
mujeres. Inicialmente las modificaciones a las leyes se vincularon ms con el
mbito domstico, la familia y la maternidad; le siguieron la educacin y los
derechos laborales, dejando de lado el reconocimiento de ser consideradas
sujetas polticas en la esfera pblica. En 1916 se organiz el Primer
Congreso Feminista, celebrado en Mrida, Yucatn. El voto y reducir a 21
aos la mayora de edad para las mujeres, que en ese entonces era de 30 aos,
son algunos de los acuerdos a que llegaron las participantes. Una de las oradoras principales fue Hermila Galindo, quien cuestion los esquemas simblicos de gnero, los significados, las representaciones y las normas culturales
relativas a ser mujer y a ser hombre, con el consabido rechazo de los diversos sectores de la sociedad, especialmente los de corte conservador. Adems
de objetar una sola moral para ambos sexos, porque la ciencia haba demostrado la existencia del deseo y del placer femenino en un plano igualitario al
masculino.

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

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El diario feminista La Mujer Moderna, fundado por Hermila Galindo,


abordaba el desarrollo de las mujeres afirmando que la igualdad poltica
deba extenderse a la educacin, al trabajo y a las relaciones personales. La
historia consigna que en los espacios donde ella actuaba promova la educacin laica, la educacin sexual y el derecho de las mujeres a ejercer libremente su sexualidad. Para la mayora de las mujeres de esa poca, feministas o
no, la sexualidad femenina no era un tema a debatir ni primordial para la
agenda feminista, por lo que sus avanzadas declaraciones intimidaron a las
feministas contemporneas cuyas demandas se circunscriban a los derechos
familiares, educativos, laborales y ciudadanos. Cabe mencionar que en
Mxico se abord pblicamente este tema hasta los aos sesenta.
La adicin al artculo 115 constitucional3 se public en 1947, enunciando los
derechos ciudadanos de las mexicanas ceidos al mbito municipal, en tanto que
la ciudadana plena se consigui el 17 de octubre de 1953, al reformarse el artculo 34 constitucional,4 el cual se ejerci al ao siguiente en elecciones federales ordinarias. Uno de los logros ms importantes fue la conquista de la ciudadana alcanzada a mediados del siglo XX a travs de las modificaciones a la
Constitucin Poltica de los Estados Unidos Mexicanos, con las que se alcanz
la igualdad jurdica, el derecho a decidir el nmero de hijos y el espaciamiento
entre ellos, as como la ciudadana plena, es decir, votar y ser votadas.5
Si bien en Mxico se realizaron diversos congresos cuyo eje temtico fueron los derechos de las mujeres, los cambios esenciales se iniciaron en 1975,
momento en que se llev a cabo la Primera Conferencia Internacional de la
Mujer, verificada en Mxico, inaugurando con ella las actividades del Ao
Internacional de la Mujer promovidas por la Organizacin de las Naciones
Unidas (ONU), que haba declarado el periodo 1975-1985 como la Dcada de
la Mujer. La realizacin de estos congresos ayudaron a evidenciar la desigualdad y opresin de las mujeres en la sociedad mexicana, a cuestionar el
imaginario del deber ser, la representacin de mujer subordinada o abnegada.Tal situacin no era desconocida, pero se entenda social, cultural y antropolgicamente como algo natural e inherente al gnero femenino.
3 La reforma del artculo 115 constitucional, textualmente dice: En las elecciones municipales
participarn las mujeres, en igualdad de condicin que los varones con el derecho de votar y ser
votadas (Diario Oficial de la Federacin, 12 de febrero de 1947).
4 El 17 de octubre de 1953 se public en el DOF la reforma al artculo 34 constitucional, que
expresa: son ciudadanos de la Repblica los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de
mexicanos, renan adems, los siguientes requisitos: I.- Haber cumplido 18 aos, siendo casados, o 21 si no lo son y, II.- Tener un modo honesto de vivir.
5 El 18 diciembre 1969, el DOF public la reforma al artculo 34 constitucional para eliminar
siendo casados, o 21 si no lo son.

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OLGA NELLY ESTRADA ESPARZA / IRMA ALMA OCHOA TREVIO

La lucha de las mujeres por la liberacin sexual


En los aos ochenta el activismo feminista se enfoc en la despenalizacin
del aborto, pronuncindose en contra de la violencia hacia las mujeres y pugnando por la educacin sexual. Asimismo, se concentr en incorporar al movimiento a las mujeres de las clases populares para que lucharan por sus derechos.6 Al respecto, Carlos Monsivis coment:
[] El feminismo es la ruptura respecto al patriarcado; si bien se encarna en
unas cuantas, acaba siendo el punto de vista de las mayoras, se desdiga o no,
se acepte o no [] da la sensacin de que las libertades de una son tambin
las de las dems. Lo que ahora tienen las mujeres es porque muchas de ellas
empezaron a cuestionar el enclaustramiento y opresin a la que eran sometidas por las formas culturales del pas.7

Mientras, en su anlisis sobre cultura femenina Rosario Castellanos (1950:


291) descubre en las mujeres su carencia de ser propio, la ausencia de imgenes positivas de s mismas, la escasa o nula realizacin, la doble sujecin de
algunas mexicanas (mujeres e indgenas o mestizas) y la doble jornada.
La autora de Mujer que sabe latn agrega que No es equitativo, luego no
es legal, que uno sea dueo de su cuerpo y disponga de l libremente, mientras el otro se reserva ese cuerpo no para sus fines, sino para que en l se cumplan procesos ajenos a su voluntad (Castellanos, 1992: 291). En estos procesos ajenos subyace la construccin cultural de las mujeres de ser
seres-para-otros. En este caso, para reproducir vida y cuidarla, o ser seressexuales-para-dar placer a otros, lo que conduce al terrible problema de la
trata de personas enfrentado por el movimiento feminista, mediante la oposicin a las leyes de mercado, lanzando la campaa Sin demanda no hay trata, dado que los tratantes se apropian del cuerpo de las mujeres cosificndolas y asignndoles un valor de cambio.
El cuerpo y la sexualidad son los instrumentos genricos y de opresin de
las mujeres, que las mantienen marginadas de sus propias vidas al ser un
cuerpo que da vida y alimenta a otros cuerpos. As, entre ms embarazos y
ms hijos procreen, menos tiempo y menos libertad tendrn para s mismas,
como grupo social y como individuos.8
6 Mariaurora Mota, lder del Movimiento Lsbico de Derechos Sexuales y Salud Reproductiva,
en entrevista realizada por Olga Nelly Estrada en Monterrey, el 25 de mayo de 2009.
7 Carlos Monsivis, mesa redonda sobre movimientos sociales, moderada por Rolando Cordera,
en La transicin democrtica, Discutamos Mxico; disponible en http://www.discutamosmexico.com/?q=2&s=11.
8 Privado, en el sentido liberal, est asociado a individualidades. Las mujeres son las artfices
de ese espacio de intimidad para que otro lo disfrute (Amors, 1994: 47-48).

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

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Para Franca Basaglia (1985:35) el cuerpo femenino es la base para definir la condicin de la mujer y la apreciacin patriarcal dominante que la considera un don natural:
El ser considerada cuerpo-para-otros, para entregarse al hombre o procrear,
ha impedido a la mujer ser considerada como sujeto histrico-social, ya que
su subjetividad ha sido reducida y aprisionada dentro de una sexualidad esencialmente para otros, con la funcin especfica de la reproduccin.

Las mujeres creen tener poder sobre sus cuerpos; sin embargo, estn a disposicin del dictado patriarcal. Marcela Lagarde (2006:555) lo llama la
propiedad genrica, concretada en todas las formas de propiedad de los hombres sobre las mujeres.

Logros y avances de la liberacin de las mujeres


a travs del feminismo
Podemos ver cmo a pesar del proceso de laicidad, as como la entrada de
ideas racionalistas a principios del siglo XX, el gnero y la sexualidad de las
mujeres tenan normas claras principalmente a partir de preceptos religiosos
como castidad, virginidad o matrimonio con fines de procreacin, que sealan una relacin rgida entre el sexo, construcciones sociales y normas de
gnero y sexualidad.
Con los aportes del feminismo en Mxico podemos anotar a inicios de los
aos setenta la conquista por el reconocimiento de la sexualidad como un
derecho humano, que supone la capacidad de disfrutar de una vida sexual
satisfactoria y sin riesgos de procrear, as como decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el nmero de hijos y el espaciamiento de los
nacimientos, acorde con lo dispuesto por el artculo 4o. constitucional. Hablar de la sexualidad en la sociedad mexicana es todava un tema poco tratado. Pese a su importancia no se ha estudiado en las universidades del pas, a
causa de quienes disean los currculos escolares y toman las decisiones;
piensan que es irrelevante estudiar la sexualidad del ser humano porque el sistema ha hecho esta disociacin entre cuerpo y sexo.
En palabras de Foucault (2001: 123),el cuerpo, en una buena parte, est
imbuido de relaciones de poder y de dominacin. Ya que las masculinidades
y las feminidades van ms all de los cuerpos y de la preferencia sexual, el
poder en s mismo es una seal de dominio sobre las y los otros. Es necesario conocer y reconocer que la sexualidad se vive de diferentes maneras, que
el ser humano es diverso y que la sexualidad es inherente a la vida cotidiana
del ser hombre y del ser mujer.

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OLGA NELLY ESTRADA ESPARZA / IRMA ALMA OCHOA TREVIO

En Mxico se habla poco de este tema, simplemente porque rompera el


esquema decretado del deber ser y los estereotipos establecidos, aunque eso
es precisamente lo que se necesita: hablar de las feminidades y masculinidades. La sociedad se ha acostumbrado a ver desde una sola perspectiva y a
distinguir slo dos sexos: hombre o mujer. Por consiguiente, pensar de forma unilateral origina la misoginia, la misandria, la homofobia, la lesbofobia
y dems discriminaciones, en menoscabo de quienes se atreven a pensar,
a sentir y a vivir de manera diferente. De acuerdo con Edith Yesenia Pea
(2003: 25), se necesita romper con el esquema de que la sexualidad es nica e igual para todas y todos; es decir, existe un amplio espectro de posibilidades y expresiones, que las y los individuos construyen su propia forma de
sentir y transmitir sus afectos y experiencias erticas y corpreas. Pea
agrega que las culturas dan forma y contenido a las conductas, a las experiencias y a los actos sexuales en sociedad. Al hablar de la diversidad no se
refiere a un grupo especfico, pues en la diversidad estamos todas y todos;
diversidad es la sociedad entera.
En la divisin social del trabajo, quienes pertenecen al gnero masculino
juegan el papel de proveedores y jefes de familia; la sociedad les otorga
autoridad desde su nacimiento; les da valor; les confiere una imagen fuerte
y tienen el permiso generalizado de estar en lo pblico, mientras que a las
mujeres, por su sexo, les tocan los quehaceres domsticos, batallan ms
para reconocerse,9 para valorarse, para empoderarse y para dejar de pensar
que estn destinadas a servir a las y los otros, no ser para s mismas. En la
cultura androcntrica-patriarcal cuando una mujer rompe el esquema de ser
para los otros y realiza actividades diferentes a las asignadas, como estudiar, salir de casa, trabajar, viajar o amar, se le reprueba y descalifica en
mayor medida si es madre. Sus transgresiones son castigadas; a veces severamente.
Las mujeres, atrapadas en el diario vivir para los otros, al no haberse
realizado en otras esferas de la vida tienen un vaco existencial, un sinsentido, porque no se reconocen como las personas que son, con sus propios
deseos, anhelos, propsitos, xitos y fracasos. El tiempo y las costumbres
androcntricas impiden a las mujeres conocer sus propios cuerpos y reconocerse entre s.
Es de vital importancia manifestar que el sentido de nuestro comentario
es la expropiacin del tiempo de las mujeres, porque no dedican un minuto
para s mismas, en tanto consagran su tiempo y energa para las y los otros.
Segn Clia Amors (1994: 29), el espacio de lo privado es el espacio de lo no valorado, del
no reconocimiento, de lo no discernible, de las idnticas. Es el espacio asignado a las mujeres.

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

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El Talmud pregunta, cmo podras dar lo que no tienes?, si no eres t,


quin?, y si no es ahora, cundo? Por eso ponderamos el Carpe Diem,10 vivir
como lo sientas, lo pienses, lo decidas, y no como lo dictan las costumbres de
determinada sociedad.
En este artculo buscamos responder la pregunta cmo viven las mujeres la sexualidad?, y si la revolucin sexual es una realidad para las mujeres.
Al decir revolucin sexual nos referimos a los cambios culturales que el feminismo ha logrado hasta estos das, impugnando las arcaicas normas que
regulan las jerrquicas relaciones afectivo-sexuales, planteando la reivindicacin del cuerpo humano y cuestionando el papel asignado tradicionalmente a
las mujeres. La subversin a las normas instituidas desde tiempos remotos
coincide con la demanda por la igualdad de derechos, el feminismo, el desarrollo de los mtodos de planificacin familiar y, en especial, el descubrimiento de los anticonceptivos qumicos.
La igualdad jurdica que persiguieron las activistas de principios del siglo
XX no les bast a las mujeres que se integraron al movimiento feminista de
los aos ochenta. A travs de protestas y demandas buscaron erradicar la
opresin de las mujeres, presente en todos los rdenes de la vida: en la esfera pblica y en la privada. El epicentro de esta lucha fue decidir sobre el propio cuerpo, la maternidad voluntaria y los derechos reproductivos y sexuales,
entre otros.
En los albores del siglo XXI se puede constatar que las mujeres han cuestionado la subordinacin en que se encontraban; que han salido de los cnones patriarcales; que se educaron y pensaron diferente; que no creyeron los
mandatos culturales patriarcales que sostienen que el poder masculino est
sobre el femenino; que cuestionaron los dogmas religiosos y pensaron que
era injusta la supuesta inferioridad; que no se han dejado influir por los
medios masivos de comunicacin y no permiten que su cuerpo sea mercantilizado, humillado o avasallado a travs de comerciales sexistas o chistes
misginos. Las mujeres que tienen el deseo de libertad y emancipacin
sexual, de ser y de expresarse por s mismas. An as, consideramos que la
libertad no se ha alcanzado an en forma plena, porque el sistema hegemnico del Estado est demasiado arraigado en la vida de todas las mujeres y
de los hombres.
Muchas de las mujeres nacidas en generaciones anteriores dependen, en
trminos econmicos, del marido, del padre, del hijo o del hermano. No han
podido romper las cadenas que las mantienen atadas, pues lo pecuniario es
una sutil manera de perpetuar la subordinacin. Aunque su pensamiento sea
10

Homero, en Odas.

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emancipador, lo monetario las ancla. Para liberarse de los esquemas del sistema patriarcal, las mujeres necesitan educarse para ganar sus recursos propios, los cuales cubrirn sus necesidades. Pero no slo eso; una mujer educada puede expresar libremente sus opiniones, como escribi Virginia Woolf
(1983: 26-27).11 A la vez, logran tener el control del propio cuerpo y decidir
qu es lo que desea para s misma, tener un trabajo que la sostenga econmicamente, una casa donde vivir y poder estar a solas con ella misma. En sntesis, ver el cielo despejado y sentir el sol, tener el derecho al autosustento en
todos los sentidos conforme lo afirmaba Ayn Rand en los aos cincuenta
(1960:129).
Las mujeres comprometidas con sus derechos gestaron revoluciones intelectuales, querindose emancipar como sujetos sociales, polticos y sexuales.
En consecuencia, estos cambios trajeron el amor libre, una acentuada violacin al cuerpo de las mujeres, hijos de padres ausentes, abortos clandestinos, enfermedades de transmisin sexual, explotacin sexual de mujeres y
nias, y la trata de personas. Con la introduccin de la pldora anticonceptiva se pretendi que las mujeres planificaran el nmero de hijos. No obstante, la emancipacin y liberacin sexual sigui siendo una utopa, pues la
libertad de las mujeres sigue restringida. No es plena, pues su cuerpo y su
sexualidad siguen sin pertenecerles. Por un lado, la violencia hacia las mujeres es una constante, al grado de haberse acuado en fecha reciente el trmino feminicidio; adems, algunas mujeres y nias viven la crueldad de la
explotacin sexual o laboral, captadas por criminales que las someten a condiciones de esclavitud.
En los medios se transmite una sexualidad donde las mujeres responden
a patrones no establecidos por ellas, y si estos modelos se hacen desde la
infancia, es mucho ms fcil tener despus una generacin de mujeres pasivas que viven para satisfacer las expectativas de un mundo dominado por
hombres.
Por otro lado, en el esquema de ser para otros, la influencia del estereotipo (delgada, joven, rubia) creado por los guas de la moda atrae a las mujeres, quienes a riesgo de su salud o su vida se someten a agresivas cirugas
faciales o corporales, haciendo eco a los dictados de la moda impuesta desde el sistema sexo-gnero. Invariablemente se respetan las decisiones, ya sea
que la ciruga sea correctiva, para agradar a otros o para satisfacer un anhelo hedonista.
Consideramos que con la revolucin sexual las mujeres aspiran a ser
autnticas, ser para s mismas, dejar de ser consideradas objeto sexual, y,
11

En 1919 Inglaterra abri a las mujeres el acceso a las profesiones (Woolf, 1983: 27).

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

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sobre todo, alcanzar el rango de sujetas del pacto social. Ello como base
para alcanzar la igualdad, la autonoma y la emancipacin en todos los sentidos.
La subordinacin, la discriminacin y la injusticia social continan. No
obstante, las mujeres buscan para s mismas la igualdad jurdica, un mejor
trato y mayores oportunidades en todos los mbitos de la vida. De manera
consciente y voluntaria siguen luchando por la apropiacin y el control poltico de su cuerpo, que hasta hoy ha estado sometido a lo prescrito por las instituciones ms caractersticas del patriarcado: la familia, la Iglesia12 y el
Estado.
De acuerdo con Marcela Lagarde (2006), la sexualidad en nuestra cultura mexicana est construida por la ley del padre,13 por los privilegios
patriarcales masculinos y la opresin de las mujeres y de las minoras homoerticas que traicionaron el orden natural y divino. De acuerdo con Denis
Altman (2006), la revolucin sexual fue cooptada por el sistema y la globalizacin; consecuentemente se lograron los derechos humanos y polticas
universales que siguen beneficiando a grupos minoritarios y vulnerables
como las mujeres y el colectivo LGBTTTI. Por otro lado, conforme lo expresado por Edith Yesenia Pea (2012), se ha permitido la industrializacin y
comercializacin de la sexualidad y generado nuevos mercados, como la trata de personas, la explotacin sexual comercial, la prostitucin forzada y la
esclavitud sexual.

Ficciones o realidades de la liberacin


de las mujeres en el siglo XXI
La soledad que subyace a las decisiones que es la de la
independencia suele asustar a algunas mujeres, porque
confunden soledad con desamparo.
CLARA CORIA (2005: 72)

El feminismo en las dcadas de los aos setenta y ochenta, junto con otras
teoras sociales, empiezan a introducirse originales conceptos y cambios
El cristianismo, dice Amors (1994:36), se ha configurado en la confluencia de dos potentes
misoginias: la griega y la juda. En la griega las mujeres aparecen como las excluidas del logos,
y en la juda las mujeres estn marginadas del pacto genealgico. La alianza se hizo entre Yahv
y Abraham, legitimando el poder flico del patriarca. En el pueblo elegido las mujeres son las
pactadas.
13 El varn legtima la genealoga segn el logos, segn la palabra, segn la Ley (Amors, 1994:
36).
12

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en el panorama de la condicin de las mujeres y se deslegitima la concepcin esencialista de la naturaleza femenina. En esta fase de la supuesta
revolucin sexual, se busc normalizar una vida sexual plena, desligada
de compromisos atvicos y de la familia tradicional; se deton el movimiento de mujeres que impugn una realidad dada (Gargallo, 2004: 93),
desafiando al patriarcado al defender el derecho de las mujeres a decidir
sobre su propio cuerpo. Fue una poca de lucha, sin eco en la sociedad
mexicana. Al parecer las mujeres todava no se han liberado de la visin
castrante que las identificaba con el eterno natural. En el entendido que
naturaleza se usa, de acuerdo con Amors (1994: 43), para conceptualizar aquello que dentro de la cultura se quiere oprimir, controlar o demeritar.
De acuerdo con Edith Yesenia Pea (2003: 20) los criterios y enfoques en
torno a la sexualidad se han transformado y modificado histricamente,
aunado a los juegos poltico-econmicos, discursos sexualizantes, ideologas
dominantes y al conocimiento cientfico. En aos recientes la crisis del contrato social en el sistema sexo-gnero, del que fuimos excluidas en sus orgenes, se est renegociando, porque poco a poco las mujeres se han ido apropiando de los espacios pblicos, polticos, de la toma de decisiones. Un
nmero importante de mujeres se han empoderado y sacudido a la estructura del sistema estatal de la sociedad. No obstante, la emancipacin sexual y
econmica que han alcanzado algunas mujeres en los ltimos tiempos, transgrede las reglas del sistema. Para los hombres, las mujeres empoderadas
representan un peligro de perder los privilegios autoconferidos desde tiempo
inmemorial. Representa un riesgo que las mujeres pongan freno al control
ejercido por los hombres, logrado con violencia, violaciones sexuales, exclusin, sometimiento y chantaje emocional, entre otras estrategias del sistema
dominante para controlar a las sujetas de su opresin.
Otra conquista de las mujeres es la independencia econmica, la que les
permite fortalecerse para adoptar una vida libre y autnoma: pueden elegir la soltera, acordar su situacin de pareja en el noviazgo, convenir los
trminos de la unin libre o concertar los del contrato matrimonial.
Cuando una mujer es econmicamente activa puede tomar las riendas de
su existencia ms fcilmente y tiene ms posibilidades de desarrollo personal, de decidir por s misma, de frenar los episodios de violencia en su
contra, de optar por salirse de una relacin daina y de sostener relaciones en trminos de igualdad y de corresponsabilidad en el hogar. En el
pasado tambin existieron mltiples manifestaciones de violencia en contra de las mujeres, como agresin fsica, emocional, verbal, psicolgica,
patrimonial y sexual que se vieron como normalizadas en la sociedad me-

FICCIONES, REALIDADES Y UTOPAS DE LA LIBERACIN SEXUAL DE LAS MUJERES

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xicana. Para el feminismo que resurge en los aos setenta, la violencia


contra las mujeres por ser mujeres era un hecho irrefutable, evidente. Ah
estaban y estn, a la vista de todos, las esposas golpeadas, las mujeres violadas de cualquier edad, las trabajadoras y estudiantes acosadas, las mujeres usadas como mercanca en el comercio sexual, las mujeres asesinadas
(Riquer y Castro, 2008).
Actualmente los episodios de violencia contra las mujeres han aumentado; las estadsticas apuntan a que los feminicidios se cometen cada vez con
ms saa. Una tesis apunta a que es escarmiento para quienes han transgredido o tratan de desafiar las reglas dictadas por el sistema estatal, presionndolas para que regresen a sus asignaturas culturales y eviten cuestionar la
supremaca masculina.
Sergio Gonzlez (2002: 65) explica que antes Ciudad Jurez era una
ciudad donde se transitaba libremente y donde a medianoche se iba a los
antros y se caminaba en el centro.Tambin en Monterrey todo cambi para
ellas por los feminicidios que han ocurrido y han encontrado sus cuerpos en
las calles, fbricas, comercios o brechas. Cada una de estas vctimas nos
habla de diferentes mensajes: para las de la maquila que no protesten, para
el ama de casa que no salga de su encierro, que no trabaje, y que no sea
autnoma econmicamente.
La violencia se ha acentuado por las atroces polticas neoliberales, la
crisis del Estado-nacin acrecienta la violencia por todo el territorio mexicano y priva a la vez al Estado de hacer nuevas polticas pblicas en beneficio de la ciudadana. Como seala Gonzlez (idem), El Estado de
Derecho en Mxico es una ficcin. La crisis econmica neoliberal se
ensancha y quiebra las reglas, y entra la economa criminal y se desarrollan nuevas formas de violencia contra las mujeres. La maquila y el narcotrfico han impuesto un orden social y siembran la guerra del terror
(Cobo, 2012). La feminista Celia Amors dice que este tipo de violencia
est relacionado con el imaginario libertino del Marqus de Sade, que
piensa que las mujeres deben ser meramente usufructo de los hombres e
inmediatamente sacrificadas a un padre desptico, porque en un Estado
fallido, en cierto modo, no hay contrato social y por tanto no hay contrato sexual; entonces las mujeres son pacto y usufructo de todos. Por otro
lado, los estereotipos sexistas estn siendo reforzados por el sistema estatal para beneficio de los varones y en detrimento de las mujeres. El imaginario patriarcal lleva a las mujeres a que sigan el patrn de libertad
sexual. Sin embargo, revolucin sexual significa libertad consciente, voluntaria y responsable, y como dice Sheila Jeffreys (1996), no puede haber
liberacin sexual alguna para las mujeres mientras haya un mundo de

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inequidad sexual. Si bien es cierto que para el feminismo una de sus metas
fue la liberacin sexual femenina, esta vertiente es una utopa en la actualidad.

Consideraciones finales
Pese a las desigualdades entre los gneros, el movimiento feminista persigui
la transformacin econmica, poltica, social, ideolgica y sexual de las mujeres. A travs del tiempo ha contribuido a cambiar hbitos, costumbres, prcticas, valores y leyes avaladas por el poder patriarcal, tensionando, resistiendo y confrontando al sistema dominante. Pero aun con leyes formuladas no
se ha logrado la emancipacin de las mujeres, sino que se ha agudizado la
criminalidad contra ellas.Las feministas como Sheila Jeffreys afirman que la supuesta revolucin sexual que trajo el feminismo no constituye una real ganancia
para las mujeres; sin embargo, continan su opresin de manera enmascarada, porque los hombres no han participado junto a las mujeres en la transformacin de la igualdad social.
Es urgente erradicar los paradigmas binarios del sexo-gnero, pues son
potentes estructuras de control y normalizacin de los estereotipos sexistas.
Por otra parte, a las mujeres se les sigue viendo como objetos de sometimiento como lo describi Simone de Beauvoir (1989). De acuerdo con las feministas, la nueva mujer del siglo XXI tiene que apropiarse de su cuerpo, dejar
de ser propiedad de los otros. Falta camino para que las mujeres tengan el
poder de disfrutar su sexualidad voluntariamente y sin culpa. Se necesita una
semiologa poltica multifactica para pensar que otro mundo es posible.
Nosotras, junto a los hombres conscientes, responsables y comprometidos,
hemos de salir a la calle a demandar nuestros derechos y exigir al Estado que
cumpla con su obligacin de garantizar la seguridad, la libertad y la real ciudadana para todas.

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Reseas

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Adolescencias escindidas.
Sexualidad y reproduccin
adolescente en contextos
urbano-marginales de Nuevo Len*
David de Jess-Reyes
Ldice Ramos Ruiz
Centro Universitario de Estudios de Gnero, UANL

La sexualidad y reproduccin en adolescentes,


un territorio de sordos
Con la cortesa que caracteriza al doctor David, ustedes pueden disfrutar de
un trabajo de investigacin riguroso realizado con pasin e inters, mas con
las seriedades que solicita un trabajo de tesis doctoral, para dar voz a un grupo de jvenes regios, mujeres y hombres cuyas edades estn entre los 14 y
19 aos y han vivido la experiencia de ser madres y padres en un ambiente
social urbano marginal de la rea metropolitana de Monterrey.
El objetivo general est centrado en conocer las vivencias y los significados que tienen de la sexualidad y la reproduccin un grupo de padres y
madres adolescentes. Pretende lograrlo a travs de darles voz, dirigiendo las
observaciones en varias direcciones: se pregunta hasta dnde son capaces
estas personas de demandar sus derechos sexuales y reproductivos en un
mundo ciudadano. Hasta dnde saben de las obligaciones del Estado para con
ellas y ellos, o si el lmite de sus prcticas reproductivas se enmarca en jerarquas tradicionales y donde las polticas pblicas de apoyo demogrfico son
slo discursos que no les significan a ellos y ellas.
Cuestiona tambin, por qu dichas personas dicen conocer algn anticonceptivo, cuando en realidad no lo usan durante sus prcticas sexuales? hasta dnde la influencia del contexto en que viven les marca un horizonte para
la toma de decisiones? Pretende visibilizar la actividad sexual y reproductiva de este grupo etario antes y despus de embarazo, y establece su compromiso tico como acadmico y padre. Verdad sea dicha, sus expectativas son
* David de Jess-Reyes (2011), Adolescencias escindidas. Sexualidad y reproduccin adolescente
en contextos urbano-marginales de Nuevo Len, Monterrey, Universidad Autnoma de Nuevo Len.

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LDICE RAMOS RUIZ

muy variadas y amplias para dar cuenta de las vivencias y significados, con
la complejidad que ello conlleva.
Su comunicacin encierra un estudio exploratorio cualitativo, y mediante
ocho captulos distribuye sus argumentaciones tericas, metodolgicas y
resultados de la aplicacin de las tcnicas de grupo focal y de entrevistas
para dar cuenta de sus hallazgos, conclusiones y recomendaciones.
Varias cosas resultan atrayentes de este material; entre ellas, el ttulo, que
sea en la zona metropolitana de Monterrey, desde la Universidad Autnoma
de Nuevo Len y de un joven compaero varn que se atreve a tocar un tema
poco dialogado en la academia universitaria de esta regin de Mxico. El
ttulo de adolescencias escindidas es interesante; sin embargo, precisa una
explicacin de sentido. Por qu adolescentes estos jvenes madres y padres?
Por qu adolescencias escindidas?
Adolescentes, dice el autor (pp. 67-69) es un concepto cuyo contenido
vara a partir de la disciplina y el marco de anlisis que lo estudia. Para el
ngulo terico de la economa poltica, la formacin eco-social-cultural de
las sociedades marca las etapas de la vida de un ser humano. Mas para la
psicologa evolutiva adolescere, del verbo adolecer, habla de un sujeto en
constante crisis emocional por los cortes que supone de la infancia y la necesidad de llegar a ser una persona adulta. La visin biomdica le describe
como etapa de crecimiento-desarrollo de funciones fisiolgicas. La pedagoga, como la fase de desarrollo cognitivo e intelectual donde aparecen cambios fuertes en la estructura del pensamiento. Para fines de polticas pblicas, la Organizacin Mundial de la Salud caracteriza a los adolescentes en el
criterio de edad cronolgica de 10 a 21 aos, quedando dentro del periodo de
la juventud que se marca desde los 10 hasta los 24 aos; el autor se agrega
a esta postura para delinear su grupo de estudio.
Por qu escindidas? En un inicio pensamos que hace una analoga de la
visin fsica que pretende romper en ncleo atmico. Entendemos que para
motivos de anlisis y buscando profundidad en las experiencias de los chicos
y las chicas ensaya un ejercicio crtico que d cuenta de la subjetividad y de
la actividad cognitiva de los sujetos actuantes. Aunque no lo apunta, su anlisis lleva implcito el esquema de pareja hombre-mujer como dos porciones
aproximadamente iguales en derechos, como un ncleo atmico, mas dada su
funcin reproductora y su gnero, tiene que separar, dividir y desagregar, ya
que analizar la pareja unida le result difcil. Lo ntimo es sin duda un asunto complicado. Dividir para lograr informacin fue un recurso de su investigacin.
Aunque el trabajo es con actores sociales, las aproximaciones desde la
perspectiva de gnero a la temtica de la sexualidad no estn utilizadas en

RESEAS

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la amplitud que el tema reclama. En su metodologa adopta una visin de


gnero, restringida a los factores sociodemogrficos dominantes. En varias
ocasiones refiere la persistencia de identidades genricas tradicionales, de
roles de gnero prcticamente inamovibles y de discursos genricos clsicos.
Al leerle encontramos una suerte de inmovilismo entre los jvenes hacia los
temas de sexualidad y reproduccin, como si las pocas sociohistricas y
los patrones culturales, no cambiaran en este aspecto. Sern los silencios
que privan en la zona metropolitana de Monterrey sobre estos temas, la marginacin social, o el desaliento juvenil que trae aparejado la modernidad
lquida descrita por Zygmunt Bauman?
Sus preguntas y tesis se apoyan en la teora del constructivismo social,
misma que sostiene que el aprendizaje es esencialmente activo. Entonces,
qu es lo que estos chicos aprenden en estos temas de la sexualidad y la
reproduccin?, de quin lo aprenden?, en dnde lo aprenden?, cmo
incorporan a sus experiencias previas y a sus propias estructuras mentales el
aprendizaje sobre estos temas?
Peter Berger y Thomas Luckmann1 sostienen que todo el conocimiento, incluyendo el conocimiento ms bsico, se deriva y es mantenido por las interacciones sociales. Cuando la gente interacta, comprendiendo que sus opiniones
de la realidad estn relacionadas, y cmo ella acta sobre esta comprensin de
su sentido comn, la percepcin de realidad se refuerza. Puesto que este conocimiento del sentido comn es negociado por las personas, el significado y las
instituciones sociales se presentan como parte de esa realidad objetiva y construida. En el caso de las y los chicos que participan en el estudio, sus respuestas apuntan a un dilogo de sordos. Las acciones de las instituciones gubernamentales no les significan, sus vivencias y prcticas refuncionalizan el
machismo, resignifican la gestin de sus cuerpos: la vida es corta y adems
no importa, es una frase que se repite en algunos jvenes. Entonces?
Culturalmente, en la realidad social de los adolescentes entrevistados no
existe una versin negativa del embarazo temprano; las chicas lo ven como
una salida a tener algo propio; creen conseguir un respeto social por el hecho de ser madres, y con ello piensan que no van a ser ya manipuladas. Se
enganchan con la idea de que yo te amo y quiero lo mejor para ti; aceptan
que su insatisfaccin personal y su idea de libertad sin reglas familiares les
tiene en confusiones ante las exigencias de ser parejas y mams. Pronto se
dan cuenta de que la conformacin de un ncleo familiar propio con independencia espacial, econmica y social es una quimera debido a la precarizacin
del empleo de sus parejas.
1

La construccin social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1998.

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LDICE RAMOS RUIZ

Ellas han abandonado la escuela, desde antes del embarazo, por cargas
familiares, por falta de cumplimiento con las exigencias de la escuela. Quieren
experimentar las relaciones sexuales con la misma libertad que los varones y
la moralina de la virginidad ya no les causa problema.
En ellos s opera la moral patriarcal tratndose de las prcticas sexuales
de ellas; ms tratndose de sus propias prcticas; no desean usar el condn,
argumentando comentarios de los amigos sobre el placer restringido que
dicen les causa. La escuela no les gusta; ya estn fuera de ella cuando se
hacen novios de la pareja. En algunos casos la paternidad les modifica su estilo de vida porque ahora el trabajo ser una rutina a buscar para cumplir el
rol de proveedor, y a cambio ellos dicen se benefician al no estar solos.
El estudio en este grupo revela, sin proponrselo, que las tendencias que han
marcado las representaciones de lo juvenil y adolescente desde la visin de los
adultos tienen que ser revisadas. Las tesis de que la adolescencia es una fase de
transicin del mundo infantil al adulto y que no merece inversin significativa,
sino slo contencin mientras llega la sensatez de la edad adulta, son obsoletas.
De igual manera la tendencia a pensar que es una etapa que no aporta social o
culturalmente recursos, y que slo demanda y gasta. O bien se les ha visto como
menores, no slo en la capacidad de asumir responsabilidades sino en su capacidad de entender, actuar o ejercer derechos ciudadanos; generalmente se les trata como un grupo homogneo a la hora de definir necesidades y objetivos de una
intervencin de polticas pblicas. Lo que el estudio muestra es una ruptura brusca en el proceso de emancipacin de estas y estos jvenes que llegan al manejo
de la sexualidad y la reproduccin humana con enormes lagunas acerca de derechos y responsabilidades. Con familias que apoyan y rescatan, pero que tambin
dominan y controlan; que influyen en las decisiones de estos jvenes y que en
variadas ocasiones determinan y dan cuenta de violencia intrafamiliar.
Al intentar conocer las vivencias y significados que tienen estos adolescentes madres y padres, se evidencia que no tienen una educacin sexual cientfica; los mitos y lo esencialista prevalece en sus respuestas. Los modelos de
ama de casa frente al de asistir a la escuela es, a las chicas, lo nico
conocido. El miedo a ser considerada mujer de la calle prevalece. Para los
varones, la perspectiva de proveedor con derechos es la dominante, y del
noviazgo como el principal medio para acceder a las primeras experiencias
sexuales. Una vez en pareja, l determina cundo y cmo tener las relaciones sexuales, aun cuando ellas no tengan ganas de hacerlo. El ser hombre de verdad est ligado a la autosuficiencia, agresividad, competencia, capacidad de
trabajar fuera de casa, poca emotividad y total capacidad para decidir.
La muestra analizada de las y los jvenes plantea una leve apropiacin del
cuerpo, ya que al menos estos adolescentes expresan que hacen lo que creen

RESEAS

| 189

ms conveniente para tener relaciones sexuales. Pero, por qu no usan anticonceptivos desde la primera relacin? Argumentan espontaneidad, presin y
no planeacin, nunca ignorancia o falta de informacin al respecto, sino lo
conveniente.
Hasta donde la influencia del contexto en que viven les marca un horizonte para la toma de decisiones? El autor recurre a la teora de Jeffrey Weeks2
sobre la articulacin de la subjetividad y la sexualidad y da cuenta del orden
estructural, con el orden individual (subjetivo), para encontrar que el primero
(llamado objetivo en este trabajo) presenta situaciones plagadas de conflicto
y tensin que poco favorecen la interaccin informada de las personas mayores con las ms jvenes. Estos ltimos se forman en los estereotipos dominantes, sin socializacin secundaria de la educacin formal, llenos de representaciones mediticas que reproducen en el orden social de gnero, cuyo lenguaje
sexuado expresa lo polticamente correcto y lo conveniente como modelo a
seguir. En definitiva, son educados por las imgenes de los medios electrnicos, por el dficit de responsabilidad de los adultos, por la falta de polticas
sociales que consideren su opinin, por su emotividad y su ignorancia.
Dar cuenta de las vivencias y significados sobre sexualidad y reproduccin
con la complejidad que ello conlleva no es fcil, ya que el fenmeno nos invita
a un estudio interdisciplinario, con varias interpretaciones y compromisos
metodolgicos. El que asume el autor es uno de tantos, y discurre (p. 375) que
las adolescencias son escindidas como tal, ante la incapacidad del Estado por
ofrecer otras alternativas ms all del ser padres o madres a esta poblacin.
En el territorio de sordos, consideramos en estricta lgica que no contamos en Mxico con definiciones en torno al asunto juvenil. El famoso bono
demogrfico que se plantea desde Conapo para los nacidos entre 1980 y
1995, no ha sido una ventana de oportunidades. Las y los jvenes padres de
este estudio se perfilan sin superar la barrera de la secundaria, estn soportando un empleo inestable, sin seguridad social, sin la posibilidad de contar
con una vivienda diferente a la de sus padres. Existen pocas opciones sobre
las cuales actuar y tomar decisiones: empleo, familia, poltica y escuela que
otrora servan para encauzar o dar significado a muchas inquietudes juveniles, ya han dejado de ser referencia para los ms jvenes de estos momentos.
Ante la desconfianza y el miedo al futuro, muchos jvenes son empujados
a un pragmatismo visto como cinismo por algunas personas; o bien, otra forma de sobrevivencia es tomar actitudes conservadoras y resistir cambios ante
el peligro de perder lo poco que comprenden de su entorno. La frustracin,
aislamiento y sentimiento de abandono van de la mano de la intolerancia y el
2

Making Sexual History, 2000.

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LDICE RAMOS RUIZ

distanciamiento. Con quin ser solidario? Con la pareja, con las y los hijos,
con ellos bajo un sentido de propiedad o de solidaridad?
Para los estudios de gnero, la poltica cultural que engloba a la educativa formal e informal necesita crear imgenes que alienten mejores relaciones
entre mujeres y hombres.Ya no es suficiente que las mujeres jvenes de todo
el mundo que han crecido con las ventajas conseguidas por las feministas de
la segunda ola, tengan ms conciencia de sus derechos y de la igualdad de gnero, aunque en el caso de estudio slo sea igualdad de uso del sexo. Se precisa que los varones jvenes, que estn continuamente a la defensiva y en
guardia para probar su identidad masculina dominante, ya no recurran a la
tradicionalmente sensacin masculina de superioridad. Se pretende una reorganizacin de las relaciones de gnero donde se dialogue y debata informaciones culturales sobre la sexualidad y la reproduccin, aunque como dice el
estudioso Jeffery Weeks,3 Mientras ms expertos creemos que somos para
hablar de sexualidad, ms dificultades parecemos enfrentar al tratar de
entenderla []. Lo ertico sigue despertando agudas ansiedades morales y
confusin. Esto no se debe a que el sexo sea malo sino al hecho de que es un
crisol de sentimientos poderosos.

Sexualidades, Mxico, Paids/PUEG, 1998.

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El deseo del cuerpo.


Mujeres y hombres
en la Lima contempornea*
Liuba Kogan
Bethsab Huamn Anda
Instituto Runa de Lima, Per

El presente libro describe las actitudes sociales de hombres y mujeres frente


a sus propios cuerpos, en un panorama en el que las rgidas normas de comportamiento han perdido vigencia y hay nuevas posibilidades de vivir y construir la identidad.
Despus de una exhaustiva investigacin bibliogrfica, la autora identific
la ausencia de estudios que tuvieran como objeto los cuerpos sanos y heterosexuales, pues al parecer son los cuerpos anmalos, por llamarlos de algn
modo, los que han sido materia de interrogantes tericas. Es por ello que El
deseo del cuerpo se plantea desde una perspectiva que no se ancla en el paradigma de la abyeccin o la disrupcin. Se apuesta por el estudio de la
relacin del sujeto con su cuerpo a partir del lenguaje. Atiende a su vez a
la hiptesis de que la relacin del sujeto con su cuerpo en la era de las comunicaciones puede haber variado debido a la saturacin de representaciones
acerca del cuerpo que pueblan la cultura popular urbana. Se adopta el
concepto de cuerpo vivido, entendido como el cuerpo humano en tanto se le
asigna sentido a partir de la experiencia intersubjetiva en espacios fsicos
concretos.
En su introduccin, Kogan hace dos confesiones. La primera, que este estudio surge de un anarquismo epistemolgico tomado de los trabajos de Paul
Fereyabend, para quien una investigacin limitada a un mtodo no permite
libertad al investigador, por lo que plantea que se debe echar mano, de un
modo creativo, de todos los instrumentos tericos que sirvan para el anlisis.
La segunda, que el inters en el cuerpo le viene de una experiencia personal,
de un entorno cambiante en el que la relacin entre cuerpo e identidad fue
esquiva, por la experiencia migratoria de su familia, cuyos cuatro abuelos pro* Liuba Cogan (2011), El deseo del cuerpo. Mujeres y hombres en la Lima contempornea,
Lima, Fondo Editorial del Congreso del Per.

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BETHSAB HUAMN ANDA

vienen de pases que ya no se encuentran ms en el mapa. Con la prdida de


los espacios geogrficos se perdieron tambin lugares, personas, recuerdos,
obligndola a construir corporeidad e identidad en un medio extrao.
El libro est dividido en tres partes. En la primera hace una revisin terica que vincula cuerpo e identidad, presentando cmo las ciencias sociales
han conceptuado al cuerpo. La segunda parte es un estudio en torno al cuerpo en Per; aunque algunos estudios insinan su importancia para comprender las relaciones de gnero, el cuerpo no ha sido un tema de estudio privilegiado en el pas; destaca cierto grupo de estudios sobre juventud en los que
se aprecia el cuerpo como un objeto de culto, como centro de la experiencia
cotidiana y de la construccin de la identidad del yo; asimismo los estudios
sobre masculinidades en los que una de las conclusiones ms resaltantes es
la vigencia de conceptos como fuerza y autonoma para la construccin de la
masculinidad, aun cuando ya no es un elemento medular para el desempeo
laboral de los varones. La tercera parte muestra los resultados de la investigacin emprica realizada por Kogan; en ella se vierten las conclusiones y testimonios de las entrevistas que el estudio emplea para construir relatos de
vida que hablen del cuerpo a partir de una coyuntura vital.
Los entrevistados se encuentran en un rango que va de 20 a 70 aos. Hay
en la misma proporcin entrevistados de todas las generaciones, procedentes
de diferentes clases sociales, que dan un total de 36 entrevistas. Identificar el
papel que los cuerpos juegan en los cambios en sus vidas fue difcil para todos
los entrevistados en todas las edades. Aunque pasado el primer momento ya
se pudo abordar el tema logrndose interesantes confesiones al respecto. Ello
deja claro que la experiencia del propio cuerpo no se piensa o no se reconoce, o se hace escasamente en relacin con la experiencia vital. La manera en
que de forma ms comn aparece el cuerpo es respecto al deterioro producto de la vejez.
Es interesante sealar que lo que parece caracterizar el cuerpo de la mujer
es su falta de materialidad, por el contrario en todos los casos los hombres lo
viven como una materialidad que les permite la sexualidad, la sensualidad y
la sensorialidad; en resumen, el goce. Esto nos dice mucho de las carencias
en la forma que hombres y mujeres se vinculan con su cuerpo y los mitos que
subsisten sin ninguna base que los sustente, pues sobre este aspecto, la sociedad postula una inmediatez del cuerpo de la mujer que no es vivido de ese
modo por ellas.
Complementariamente, los cuerpos de los hombres son valorados en tanto portadores de placer, como giles y vitales; se evita verlos como un problema. En cambio las mujeres abandonan sus cuerpos por verlos precisamente
como un problema. Las razones de este abandono son la renuncia a alcanzar

RESEAS

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el ideal del cuerpo-imagen presente en la sociedad, la falta de vnculo del


cuerpo con el placer y los hijos, la maternidad. En los entrevistados ms jvenes se mantiene esta percepcin, la falta de materialidad con la que las mujeres viven sus cuerpos y la idea de que stos son slo una pantalla. Sin embargo, para los jvenes el cuerpo es a la vez un espacio de creacin y de
expresin, en constante cambio, atravesado por marcas de identidad como los
aretes, tatuajes y escarificaciones.
Queda claro que el gnero constituye un ncleo duro decisivo en la forma que se abordan los momentos dramticos de una existencia (p. 161). La
autora ve con optimismo los cambios y considera que en los ms jvenes se
puede vislumbrar que las diferencias de gnero entre hombres y mujeres se irn
estrechando. Quiz como consecuencia tambin de que se aprecia una masculinizacin de las mujeres y feminizacin de los varones.
Sin embargo, cabe destacar que la tecnologa no parece haber ayudado a
liberar el tab verbal sobre la sexualidad, la corporeidad y la intimidad emocional, que siguen siendo omitidas o escasamente enunciadas. Los hombres
siguen construyendo su identidad en relacin con la autonoma, en procesos
individuales anclados en la exploracin. La feminidad se consolida a travs de
las redes sociales y los vnculos afectivos que buscan el control de las emociones propias.
He mencionado slo algunas de las conclusiones del estudio referidas al gnero, pero la informacin que se da respecto a las diferencias generacionales
en conjuncin con las otras variables del estudio son igualmente significativas.
Para explorar en ellas invito a que visiten las pginas de este libro que es el
fruto de una esmerada investigacin y de una larga trayectoria de trabajo.

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PATRICIA MOLINAR PALMA

Vidas de hombre(s)*

Oscar Guasch y Jos ngel Lozoya

Joan Vendrell Ferr


Facultad de Humanidades, UAEM

En los ltimos aos hemos odo hablar mucho de algo llamado crisis de la
masculinidad. De qu se trata dicha crisis? Qu significa exactamente?
Sobre esto se ha escrito profusamente, y esta revista, en los nmeros que lleva de andadura, ha dejado constancia de diversas hiptesis, estudios, teoras
y del debate suscitado por todo ello. Hemos visto cmo se pona en cuestin
el concepto mismo de masculinidad para ser sustituido por un plural ambiguo, mismo que en muchos casos se ha credo conveniente reforzar con el
adjetivo diversas. Parece como si no nos sintiramos muy seguros pluralizando la masculinidad y necesitramos reforzar la idea con un pleonasmo,
hasta el punto quiz de diversificar lo masculino nos inquieta o incomoda.
El libro que presentamos aqu se inscribe en la lnea o estela abierta por
estos estudios, los de gnero, los Mens Studies, el anlisis de lo masculino, de
su crisis y de su diversidad real o supuesta. Sin este ambiente, uno no se imagina al libro ni a sus protagonistas. Se trata de una coleccin de relatos de
vida relatos, ojo, no historias de vida, los cuales uno adivina ms o menos
orientados y corregidos, pero en modo alguno elaborados con vistas a un anlisis antropolgico. El objetivo del editor parece ser slo el de documentar
una situacin, no el de analizarla, comprenderla o explicarla. No hay teora,
y mucho menos quizs es lo que ms se agradece hay juicios de ningn
tipo. En cualquier caso, el juicio se deja al lector, el cual tiene la posibilidad
de leer entre lneas, comparar los relatos entre s y con otros que conozca,
quiz con su propia trayectoria como hombre si se concibe a s mismo y es
visto por los dems como tal. En este sentido, el libro se inscribe en cierta tradicin antropolgica, la del simple testimonio, el relato de vida dejado tal
cual, o incluso la del informante privilegiado, si es que con estos testimonios,
a partir de ellos, se pensase en abrir investigaciones de mayor alcance. Sin
embargo, no parece ser esta la intencin del editor.
La franja de edad de los hombres a quienes se les pidi contar relatar
su vida para esta compilacin resulta significativa si la intencin de la mis* Oscar Guasch y Jos ngel Lozoya, Vidas de hombre(s), Barcelona, Bellaterra, 2012.

RESEAS

| 195

ma, consciente o no, era la de documentar ese fenmeno llamado crisis de


la masculinidad. No son hombres jvenes; se encuentran en su mayora entre
los 40 y los 50, edades difciles para el varn, segn se dice, edades de crisis relacionadas con el ciclo vital, o incluso con lo que algunos defienden
como la versin masculina de la menopausia. Observamos entonces un fenmeno interesante: estos hombres han tenido que renunciar, de grado o por
fuerza, a un modelo masculino que la prctica totalidad sita en la generacin paterna. El padre se perfila en estas historias como una figura tan
irrepetible como parece serlo el patriarcado que encarna. Sencillamente ya
no puede servir como modelo. Ya se lo vea con una cierta indulgencia, se lo
deteste, no se quiera saber nada de l, se lo ignore o se lo contemple de soslayo, el padre contempla a la prctica totalidad de los hombres que aqu se
autorrelatan desde una distancia insalvable. Estos padres encarnan un modelo de masculinidad periclitado, inimitable en el sentido de que a nadie se le
ocurrira imitarlo. O al menos a ninguno de los hombres que aqu nos hablan.
Porque hay que entender que estos hombres no constituyen una muestra
representativa de la masculinidad, ni siquiera de las masculinidades producto de la crisis.Tampoco es esta la pretensin del libro. Se trata de hombres que
de una u otra forma han tenido y tienen vidas de hombre(s) no convencionales. Ahora bien, no convencionales respecto a quin o a qu? Quiz respecto a otros hombres una mayora? que no estaran tan lejos del
modelo patriarcal que aqu se rechaza, o respecto a una masculinidad que
muchos querramos o pensamos cosa del pasado, aunque puede que no lo sea
tanto, o no para todo el mundo. En este sentido, el libro documenta un cambio
histrico, o al menos algunos de sus efectos, desde la perspectiva de sus protagonistas involuntarios en su mayora. Nos referimos al momento de la
historia de Occidente, tomado grosso modo, en que cierta forma de ser hombre se volvi incmoda, ridcula, patolgica o francamente imposible para
importantes sectores de las sociedades occidentales u occidentalizadas: las
dcadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, momento en que nuestros
protagonistas nacieron, vivieron sus infancias o, en algn caso, ya la adolescencia o primera juventud. Estos hombres ya no podan ni en la mayora de los
casos queran ser como sus padres.Tuvieron que inventar o tomar prestados
otros modelos, imaginar su propia versin del nuevo hombre, y en algunos
casos incluso resolver la salida del clset y la construccin de vidas alternativas y parejas, matrimonios y familias alejadas tanto de la masculinidad
tradicional como de la condicin heterosexual que la misma comporta.
Por estas pginas desfilan activistas, gays, acadmicos, padres, maridos,
hombres pro-feministas, triunfadores y derrotados. Quiz sea, sin embargo,
esta ltima la que acabe inclinando la balanza: la derrota. Leyndolas podra-

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JOAN VENDRELL FERR

mos llegar a pensar, incluso, que todos la totalidad de los hombres, entre
quienes me incluyo estamos en crisis. Y podramos preguntarnos a partir
de ah, viendo lo que estos hijos cuentan de lo que fueron sus padres, cundo no han estado los hombres en crisis? Ser verdad que la masculinidad
constituye en s misma una condicin crtica, difcil, una empresa incierta o
incluso imposible? Ser verdad que se trata de algo irresoluble, mucho ms,
en cualquier caso, que la feminidad o que las feminidades?
Pero quiz se trate slo de un espejismo, producto de los casos seleccionados, todos ellos procedentes del crculo de relaciones del compilador. Quiz no
seamos todos, sino slo algunos, visibles socialmente por estar ocupando o
haber ocupado posiciones en el activismo o en la academia, pero una minora al fin y al cabo. Hasta qu punto el libro documenta una situacin general
o slo da cuenta de un sector o algunos sectores restringidos de la poblacin
masculina? Responder a esta pregunta requerira otro tipo de investigacin.
Decir, por ltimo, que se trata de vidas de hombre(s) espaoles, incluso de
una cierta Espaa, no toda. El autor de estas lneas ha compartido momentos de su ciclo vital con algunos de ellos, y se ha medido con problemas parecidos o idnticos. La crisis de toda una generacin, o dos. Esto no implica que
el juego de las identificaciones y las comparaciones se restrinja a varones
espaoles, activistas, acadmicos, gays o futbolistas fracasados, ni mucho
menos. Desde mi punto de vista, cualquiera le puede entrar, y sera deseable
que lo hiciramos cuantos ms mejor. Para comparar, para reflexionar y para
repensarnos desde nuestras propias vidas de hombre(s).

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EL ORGULLO GAY, UNA LIBERACIN SEXUAL?

De los autores (semblanza)

Bethsab Huamn Anda


Maestra en Bellas Artes por la Universidad de Nueva York (2012) y en Estudios de Gnero por El Colegio de Mxico (2007), licenciada en Literatura
por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2003). Coeditora de las
revistas literarias Dedo Crtico (Lima) e Imanhattan (Nueva York). Realiz
una pasanta de investigacin en el Pograma Universitario de Estudios de
Gnero de la UNAM (2009). Se ha especializado en la investigacin y anlisis
de la poesa de la dcada de los ochenta. Autora de los libros de cuentos
Sbadopm (2003) y Memento mori (2009). Ganadora del Concurso de
Ensayo Nelly Fonseca Recavarren (2010). En el Instituto Runa trabaja a
favor de las mujeres, los derechos sexuales y la identidad de gnero.

Claudia Salinas Boldo


Antroploga. En el Instituto Mexicano de Sexologa curs la especialidad en
Sexologa educativa en la ciudad de Mxico. Entre sus publicaciones se
encuentra en coautora con Mara Eugenia Tun Ayala, Incorporacin de la
perspectiva de gnero en programas del sistema de salud de Yucatn, editado por el Instituto para la Equidad de Gnero en Yucatn. Actualmente es
profesora en la Universidad Latinoamericana.

David de Jess-Reyes
Estudi la maestra en estudios de Poblacin por la UNAM y el doctorado en
Filosofa con Orientacin en Trabajo Social y Polticas de Bienestar Social
en la UANL. Actualmente se desempea como profesor-investigador en el posgrado de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la UANL. Ha
escrito diversos artculos en revistas nacionales e internacionales, as como
captulos de libro. Sus lneas de investigacin son la epidemiologa sociocultural, sexualidad y salud sexual y reproductiva.

Fernando Reyes Baos


Es licenciado en Psicologa por la Universidad Autnoma Metropolitana, con
una maestra en Administracin de Instituciones Educativas por la Universidad
Virtual del Instituto Tecnolgico y de Estudios Superiores de Monterrey. Con

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DE LOS AUTORES (SEMBLANZA)

ms de 17 aos de actividad docente, Fernando Reyes Baos ha impartido clases en diferentes universidades. Ha participado en actividades profesionales vinculadas con el diseo curricular, la formacin docente y la orientacin educativa. Es autor del libro Yo, Aldebarn. Reflexin novelada acerca de la prctica
docente, publicado por Editorial Sagitario en el ao 2000. Actualmente es director de la Facultad de Psicologa de la Universidad Americana de Acapulco, y
colabora regularmente con el peridico El Sol de Acapulco,en la pgina Cihuatl.

Guillermo Nez Noriega


Investigador y profesor del Centro de Investigacin en Alimentacin y Desarrollo, A. C., en Hermosillo, Sonora. SNI II, doctor en Antropologa Cultural
por la Universidad de Arizona. Autor de los libros Sexo entre varones: poder
y resistencia en el campo sexual; Masculinidad e intimidad: identidad, sexualidad y sida; Vidas vulnerables: hombres indgenas, diversidad sexual y VIHSida y Qu es la diversidad sexual? Reflexiones desde la academia y el
movimiento ciudadano. Ha publicado artculos de investigacin sobre embarazo adolescente, antropologa de la sexualidad, masculinidades, feminismo y
epistemologa, identidad regional, en revistas como Desacatos, GenEros, Culturales, Estudios Sociales y Regin y Sociedad.

Irma Alma Ochoa Trevio


Universitaria con especialidad en Equidad de gnero en la educacin, convencida que otro mundo es posible mediante la participacin ciudadana. Directora general de Arthemisas por la Equidad, A.C. Ha presentado proyectos de
iniciativa de ley ante el Congreso local en prevencin de la violencia familiar,
lenguaje incluyente y reformas al Cdigo Civil para que nias y nios se registren con el apellido del padre biolgico y no el del cnyuge ausente, aprobada en septiembre de 2009. En febrero de 2012 present la solicitud de
Declaratoria de Alerta de Gnero en Nuevo Len, ante el Sistema Nacional
para Prevenir, Atender, Sancionar y Eliminar la Violencia contra las Mujeres.
Editorialista invitada en el peridico El Norte, colaboradora de la revista
Nosotras, suplemento Las Caracolas, 15 Diario y La Quincena.

Joan Vendrell Ferr


Profesor-investigador de tiempo completo, de la Universidad Autnoma del
Estado de Morelos desde 1997. Es miembro fundador de la Facultad de
Humanidades y del Departamento de Antropologa de dicha universidad, donde desarrolla una lnea de investigacin sobre temas de cuerpo, gnero y sexualidad desde la perspectiva socioantropolgica. Miembro del Sistema Nacional
de Investigadores (nivel I). Doctor en Antropologa Social y Cultural (1995)

DE LOS AUTORES (SEMBLANZA)

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por la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona, Espaa). Autor del libro Pasiones
ocultas. De cmo nos convertimos en sujetos sexuales (Barcelona, Ariel, 1999).

Jordi Mas Grau


Socilogo. Realiz un Mster Oficial en Antropologa y Etnografa en el Departamento de Antropologa Social y Cultural, Facultad de Geografa e Historia de la Universidad de Barcelona, y el doctorado en dicha universidad.
Su tema de investigacin es la despatologizacin de la condicin trans y las
identidades gestionadas.

Ldice Ramos Ruiz


Candidata a doctora en Filosofa con acentuacin en Educacin.Tiene maestras
en Educacin por la Universidad Regiomontana y en Economa por la UNAM. Es
experta en Estudios de Gnero y coordinadora del Centro Universitario de Estudios de Gnero de la UANL desde hace 14 aos, donde es docente e investigadora
en temas de educacin, sexualidad, gnero, los derechos humanos de las mujeres
y economa feminista. Ha coordinado nueve libros de la coleccin Cuadernos del
CUEG y ms de 40 artculos acadmicos relacionados con sus temas. A nivel acadmico pertenece en estos momentos a la Red Nacional de Centros de Estudios
de Gnero de la Repblica Mexicana. Es miembro de la Red Latinoamericana de
Economistas Feministas, de Redes de mujeres acadmicas por los Derechos Humanos y la Red de Investigadores Educativos de la Universidad de Nuevo Len.

Luis Bernardo Quesada Nieto


Licenciado en Sociologa por la Universidad de Guadalajara. Se ha desempeado como periodista en varios medios de comunicacin y ha participado
como asistente en proyectos sobre el estudio de las prcticas periodsticas en
Mxico. Fue editor de la Memoria del Primer Seminario Iberoamericano de
Periodismo y Patrimonio Cultural, del Instituto Nacional de Antropologa e
Historia (INAH) y la Fundacin Gabriel Garca Mrquez para el Nuevo
Periodismo Iberoamericano. Actualmente cursa la maestra en Ciencias del
Lenjuage en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia (ENAH), donde
lleva a cabo un estudio enfocado al anlisis del discurso poltico, adscrito a
la lnea de invesigacin de lingstica antropolgica y sociolingstica interaccional, y colabora como asistente en una investigacin sobre gramtica del
espacio de la Universidad de California.

Mara del Carmen Caldern Benavides


Licenciada y maestra en Psicologa Clnica por la Facultad de Psicologa de
la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Doctora en Antropologa por

200 |

DE LOS AUTORES (SEMBLANZA)

el Instituto de Investigaciones Antropolgicas de la Facultad de Filosofa y


Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Egres de la Escuela Nacional de Maestros como profesora de instruccin primaria y de la Escuela Normal Superior de Mxico, donde obtuvo la especialidad en Psicologa Educativa. Es psicloga adscrita a la Unidad de Tumores Ginecolgicos
del Servicio de Oncologa del Hospital General de Mxico, donde realiza actividades de asistencia, docencia e investigacin con mujeres con cncer ginecolgico: vulva, endometrio, ovario, cervicouterino y mamario.

Olga Nelly Estrada Esparza


Realiz sus estudios de licenciatura en Ciencias de la Comunicacin en la Universidad Autnoma de Nuevo Len. Complement con la de Instructor de la
Lengua Inglesa en el Tecnolgico de Monterrey, extensin campus Eugenio Garza Sada. Estudi la maestra en Arte con especialidad en Teologa en Abilene,
Texas.Tiene la maestra en Educacin en el Arte en la Facultad de Artes Visuales de la UANL. Es doctora en Humanidades y Artes por la Universidad Autnoma de Zacatecas, con especialidad en estudios de gnero. Profesionalmente se
ha desarrollado en el rea de educacin media superior, superior y posgrado.
Tiene publicaciones nacionales e internacionales y tiene tres libros publicados.

Oscar Guasch Andreu


Licenciado en Geografa e Historia y doctor en Antropologa Social, es especialista en temas de sexualidad, gnero y tcnicas cualitativas de investigacin
social. Es profesor de Sociologa en la Universidad de Barcelona; ha editado
tres libros colectivos sobre sexualidades, y otros tres como autor sobre gnero y sexualidad. Su ltimo libro es Hroes, cientficos, heterosexuales y gay.
Los varones en perspectiva de gnero.

Porfirio Miguel Hernndez Cabrera


Estudi la licenciatura en Psicologa en la ENEP-Iztacala, el diplomado
en Estudios de la Mujer en la UAM-Xochimilco y la maestra en Antropologa
Social en la ENAH. Fue coordinador del rea de Diversidad Sexual del PUEGUNAM y profesor de Psicologa en la ENEP-Iztacala. Ha publicado artculos de
investigacin y de divulgacin en libros y revistas, y presentado ponencias
sobre gnero y diversidad sexual en congresos nacionales e internacionales.
Ha participado como coordinador y ponente en el Diplomado en Estudios
sobre Diversidad Sexual del PUEG-UNAM. Colabor en el proyecto de investigacin Dimensin territorial del turismo sexual en Mxico, del Instituto de
Geografa de la UNAM. Es profesor-investigador de tiempo completo en la
Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico, plantel Cuautepec.

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