Antropología Sexual
Antropología Sexual
Antropología Sexual
3 Editorial
Edith Yesenia Pea Snchez y Joan Vendrell Ferr
Reseas
185 Adolescencias escindidas. Sexualidad y reproduccin adolescente
en contextos urbano-marginales de Nuevo Len
David de Jess-Reyes.
Ldice Ramos Ruiz
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Editorial
Edith Yesenia Pea Snchez
y Joan Vendrell Ferr
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EDITORIAL
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Resumen
Abstract
Based on Regina Galindos 2005 performance piece Perra in which she writes the word perra (bitch) on her left leg with a knife in an act of protest
against the women killed in Guatemala that year, literal and symbolic writing
on the body will be debated in the quest for a language that transcends meaning. At the same time, channels of communication between writing and
action will be sought, because this performance is accompanied by texts that
reinforce its approach. Violence will be the focus of reflection by undertaking
a survey of the various pieces that the artist has developed on the subject.
Finally, the question will be raised of the political or nonpolitical intention of
Perra, as well as the conception of art as a political act.
Keywords: women, language, performance, violence.
Introduccin
Intentar un ensayo sobre el performance nos acerca a crticas fragmentarias,
contradictorias opiniones, transitorias conjeturas e inconclusas definiciones.
Pero ese es quizs el modo en que debemos asumir un arte en movimiento, que
transita por calles y plazas, por escenarios polticos inestables y permanentes
crisis econmicas, tan diverso como nuestras geografas, acentos y costumbres. Como afirma Silvio de Gracia (s. f.), la historia del performance o arte
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tambin de acciones que se caracterizan por llevarse a cabo en una coyuntura poltica, cultural, social especfica con la que tienen estrecha relacin
y ante la presencia de un pblico invitado a tomar posicin sobre lo observado, tentando as un alto grado de sorpresa e improvisacin.
Sumando a las caractersticas sealadas, especialmente en Latinoamrica,
el performance no slo permite una inmediata respuesta a contextos polticos o
coyunturas concretas, sino que es ms democrtico en la medida en que todo
puede ser material, ocasin, espacio de su realizacin; por ser econmico, ms
barato, como lo dicen Consuelo Pabn3 y Rosemberg Sandoval,4 por estar al
alcance de todos. De este modo el performance favorece, al menos hipotticamente, un acceso equitativo que disminuye las jerarquas de gnero (clase, raza)
reproducidas en el arte: [e]s interesante notar que el performance ha sido, en
general, una expresin femenina en Centroamrica, por lo menos entre los aos
1997 y 2002. Muchos de los artistas abordaron asuntos de gnero desde distintas perspectivas relacionadas con su particular contexto de vida, que vara
mucho de Guatemala a Nicaragua a Costa Rica (Prez-Ratton, 2005: 294).
A su vez el hecho de que el performance tenga como primera herramienta
el cuerpo, ahorra la larga discusin sobre lo femenino y lo masculino que se
ha dado, por ejemplo, en la literatura o en las artes plsticas, cuyos mbitos
artsticos se consideraban descorporizados, andrginos, universales, hasta
que las mujeres los poblaron de un cuerpo que pare, que sangra, que goza, que
siente de una manera particular, o al menos de una forma con la que los hombres no se sentan identificados y que dejaba en claro su previa vivencia de
una literatura exclusivamente masculina (Huamn, 2007).
Ello nos permite pasar directamente a los significados que se acoplan a esos
cuerpos, las preocupaciones, las apuestas, que no dejan de tener relacin con las
sistema. Ello le permite una situacin privilegiada por la cual no se somete a las normas y leyes
del sistema que l organiza; los otros, los marginales, son los que padecen el rigor de las leyes,
la violencia de la otredad, la resignacin de no tener palabra. A su vez, esos marginales, como
las mujeres, sometidos a las normas patriarcales masculinas logocentristas (falologocntricas),
pueden ver las grietas del sistema y en ello poseen la posibilidad de la subversin. Una posibilidad que en principio Derrida le resta al hombre en situacin de centro.
3 El performance se mueve en muchos mbitos; se puede mover desde un mbito de galera o
de museo. Desde los salones nacionales han aparecido performance muy importantes, como en
la calle, como en las universidades. El performance est en la atmsfera, se pude dar en cualquier lugar; el problema no es tanto el lugar; el problema es ser capaz de transmutar ese lugar
(El Vicio Producciones; transcripcin ma).
4 La performance de alguna manera crea una inmediatez que me permita ser eficaz y adems
muy barata; me sala mucho ms barato hacer una performance que por ejemplo hacer un cuadro al leo; la performance es un arte de riesgo y es un arte de riesgo porque uno est contra
todo (El Vicio Producciones; transcripcin ma).
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luchas de las mujeres y de los sujetos marginales por su vnculo con el marasmo social. En ese sentido discreparamos con Jones en la medida en que ella
considera que el cuerpo entra al performance desde su especificidad identitaria
de raza, sexo, sexualidad:[t]he term body art thus emphasizes the implication
of the body (or what I call the body/self, with all of its apparent racial, sexual,
gender, class, and other apparent or unconscious identifications) in the work.
Nos parece que la identidad es una temtica posible a poner en juego, pero tambin puede ser eludida, lo que no impide que una vez actualizada reciba las mismas crticas desautorizacin, enojo, rechazo que aquellas ampliamente
vistas en la literatura y en todas las artes que han sido patrimonio masculino.5
Desarrollo
Regina Galindo naci en Guatemala en 1974. Es escritora y poeta. Como seala
Fusco (s.f.),lleg al performance en 1996,sin un entrenamiento formal,en el contexto de los acuerdos de paz que pondran fin a 30 aos de guerra. El performance
que tuvo una gran repercusin y le gan reconocimiento mundial la realiz en
2003,Quin puede borrar las huellas?, en l va caminando hacia el Congreso
de Guatemala, dejando huellas de sangre, en memoria de las vctimas del conflicto armado y en rechazo a la candidatura presidencial del ex militar golpista y
genocida Efran Ros Montt. Recibi el Len de Oro en la ciudad de Venecia en
2005 por el video Himenoplastia.Tiene un libro de poesa, Personal e intransmisible, que gan el premio nico de poesa en Guatemala en 2000.
La pieza que analizaremos se titula Perra (2005); en ella la artista escribe la palabra PERRA con un cuchillo en su pierna izquierda como una
denuncia de los sucesos cometidos contra mujeres en Guatemala, donde han
aparecido cuerpos torturados y con inscripciones hechas con navaja. El performance que se realiz en Miln, Italia, en la Prometeo Gallery di Ida
Pisani, consista en la artista sentada sola en una habitacin vaca, vestida
toda de negro, con una pierna descubierta en la que con un afilado cuchillo
escriba. Aunque en la accin no haba ningn indicio que vinculara el hecho
con el contexto de violencia vivido en el pas, el uso de un vocablo bien conocido y peyorativo, dirigido exclusivamente a las mujeres, traa a colacin diferentes vnculos con los cuerpos, con el prejuicio de la sexualidad desbordada
y el tratamiento social rechazo y deseo de la misma.
A su vez, la pieza se complementa con textos que la autora publica en su
blog Hay que conocer a fondo este lugar de metamorfosis. En la entrada
5 Como lo dice la propia Carolee Schneemann, una de las pioneras del performance y de la incorporacin del cuerpo femenino en su prctica artstica: my work has to do with cutting through
the idealized (mostly male) mythology of the abstracted self or the invented self.
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fechada el 4 de diciembre de 2005 escribe: Soy una perra/ una perra enferma// el mundo mordi mi corazn/ y me contagi su rabia. Y el 12 de
diciembre del mismo ao, aade:
soy una perra
que se busca incansablemente la cola
doy vueltas y vueltas
hasta sentir mareos
caigo desmayada y
muero ahogada en mis propios vmitos
resucito a los tres das
y no me veo a la derecha de ningn padre
de ningn hombre
El texto tienes tres imgenes poderosas en las que vale la pena detenerse.
La primera es la de la perra buscndose la cola. Al decir la frase en femenino, cambia todo el sentido general que tiene decir que un perro se muerde la
cola, es mucho ms chocante, ms agresivo y nos invita no slo a pensar en
el crculo vicioso, en la acentuacin de un problema sin salida, sino a explorar las diferentes acepciones de la palabra cola, los sentidos sexuales que
dan un matiz un tanto obsceno a la imagen pues se puede aludir al autoplacer, la masturbacin, la autocomplacencia, marcados por el vocablo perra
que sexualiza (negativamente) todo lo que toca. Especialmente porque como
producto de ese girar incesante y extenuante la perra muere, en sus vmitos,
ahogada por su propio cuerpo, por sus fluidos; pero tambin por no hallar
salida ni escapatoria fuera de s, de la condicin de ser mujer.
La segunda es la figura de la resurreccin, la cual se da, como en Cristo,
luego de tres das, es decir, es casi un hecho mgico, divino, la vuelta a la vida,
una vuelta que adems la llevar a un nuevo estado. Entramos as en la tercera imagen, la de no estar a la derecha de ningn padre u hombre, la llegada
de la libertad, la independencia frente a una situacin repetida (viciosa) de
subyugacin, dominacin masculina que va de la tutela del padre a la del marido. Como una diosa, esta perra se redime de sus dolores, de sus sufrimientos,
de sus problemas, de su abyeccin, de su propio cuerpo y resurge, nueva.
En ese sentido se emparenta ese poema con el que Galindo titula Soy un
lugar comn (Acevedo y Toledo, 1998):
Soy un lugar comn
como el eco de las voces
el rostro de la luna.
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trmino que hace mucho perdi su sentido literal para extenderse a cualquier mujer que no siga los patrones sociales establecidos y no slo en el
mbito de la sexualidad, sino tambin de la ciencia, de la poltica, del arte,
del cortejo. Es as que esta marcha sirvi para hacer evidente la contradiccin y para reivindicar que las mujeres no son putas, son libres, son inteligentes, son multiorgsmicas y que nada de eso justifica la violencia; como
deca uno de los lemas, la premisa es no veas putas donde hay mujeres
libres. Y ese es el sentido ltimo de la inscripcin de Galindo: una reafirmacin de su libertad.
A su vez, sus apuestas en torno a la violencia pueden verse como una forma de vivir el trauma, porque no slo recupera la memoria de los asesinatos
y violaciones, sino que tambin vuelve a escenificar estos hechos. El trauma,
como menciona Taylor, deviene en algo transmisible, algo soportable y polticamente eficaz a travs del performance (s. f. a: 6). De ese modo es una
oportunidad de conectarse con el dolor colectivo exento de culpas (Cazali,
2010: 27).
En su blog retoma el tema en un texto publicado el 22 de febrero de
2006 titulado Perra, en el que otorga a la mujer el gozo libre de culpa, el
gozo que se dara desde el cielo, sin los rasgos de dolor y violencia que el
cuerpo experimenta, aunque la idea de gozo en una violacin es altamente cuestionable y repulsiva: Senta cmo la vista se le nublaba en medio
de un gemido que le sala desde el fondo de las entraas. Era un orgasmo,
del que tantas y tantas veces haba odo hablar. El que tantas y tantas
veces haba buscado de diferentes formas (Galindo, Perra, 2005). En un
tono irnico tambin presenta la frigidez como otra de las grandes contradicciones sociales, porque muchas de esas mujeres a las que llaman
perras o putas, jams han llegado a sentir placer precisamente, porque en
el cuerpo es que se condensan todas las armas del poder y el rechazo
colectivo es vivido de una forma interior, inconsciente, mucho ms poderosa que cualquier ley, que impide la plenitud, la identidad, la conciencia del
propio ser.
De ah que la mujer representada habra buscado ese placer masturbndose, en el sexo con sus primos y con su novio, pero no lo haba logrado. Esa
mujer, que luego la autora nos describe:
La bolsa de nylon que le cubra el rostro, ahora con una extraa sonrisa, se le
termin de pegar a la piel, la fuerza que la sostena en cuatro patas, dej de
correrle por los msculos. Ya no senta nada, ni ardor en la pierna navajeada,
ni dolor en la mano sin dedos, ni miedo, ni odio, ni impotencia, slo una corriente de paz y ganas de no abrir los ojos nunca ms (idem).
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Galindo seguir afirmando que ella no se ve como una activista poltica, sino
como una artista:Esta idealizacin del artista que arriesga su vida es falsa,por
qu?, porque yo no soy una activista, siempre lo repito. Ser una activista en
Guatemala es otra cosa; cuntas activistas asesinan? Son campos completamente distantes (Taylor, s. f. b; traduccin ma).
Ella no se considera ms en riesgo que otras personas, sino tanto o ms
que cualquier ciudadano que transita por la calle:
Porque se tiene esta idea, como un poco romntica como yo todava la veo,
utpica, de que un artista arriesga la vida en este pas; eso no es as en
Guatemala; cualquier guatemalteco est en riesgo aqu por violencia cotidiana. Si te subes a un bus ests en muy alto riesgo, pero no por ser artistas, no por decir lo que quieras. En Guatemala existe una libertad absoluta.
Voz abierta tienes; ahora que tu voz ejerza alguna influencia, que llegue a
ser un problema para el Estado, en toda su complexin, tanto el Estado
como el Ejrcito; t no significas ningn riesgo para el Estado; por lo tanto, al Estado le importa un carajo lo que t hagas (Taylor, s. f. b; traduccin
ma).
En ese sentido nos parece interesante revisar brevemente la pieza desarrollada por la artista que intenta demostrar la separacin de esas dos esferas.
Nos referimos a Infiltrado (Guatemala, 2008) en la que contrata a un especialista en inteligencia para que acuda a la muestra de arte Horror Vacui y
entregue un reporte completo del evento y de todos los integrantes. Es as
como Galindo describe el resultado de esta accin:
l no me dijo lo que iba a hacer; cuando me entrega, es un folder de este tamao, donde me averigu todo de los 20 participantes, dnde viven, quines son
sus paps, qu marca es su carro, su cuenta bancaria, qu deuda tienen, a qu
hora salen, a qu hora entran. Me quedo yo con la boca abierta de toda la
informacin que me dio que yo no se la haba pedido, y luego me da un reporte con sus opiniones. Y en el reporte deca: este es un grupo de artistas jvenes que se llaman a s mismos de denuncia, pero este grupo de artistas jvenes
no estn denunciando nada, estn trabajando sobre hechos muy conocidos en
el pas y no representan absolutamente ningn riesgo para el Estado (Taylor,
s. f. b; traduccin ma).
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miembros del servicio de inteligencia puede descubrir porque son como las
pequeas olas de aire que erosionan la piedra, poco a poco y silenciosamente.Y creo que en ese sentido el trabajo continuo y permanente de Galindo presenta puntos de vista que calan en corazones, aunque no lo veamos, aunque
no lo veremos.
Galindo dice que si uno quiere cambiar el mundo no debe ser artista, que
ha equivocado su vocacin, que colocar ese peso sobre la obra lo nico que hara es aplastarla; si uno se pone en los hombros la responsabilidad de querer solucionar algo, el peso te va a hundir en la tierra y te va a hundir en la
tierra porque quiz no escogimos el camino apropiado; si nuestro altruismo
es en verdad querer modificar el mundo, cambiar algo en la sociedad, no debimos ser artistas (idem; traduccin ma). Lo que ella quiere es hacer piezas,
y en eso no cree que empeorar el mundo; quiz sembrar al menos una
duda:uno es como un puente; aunque no puedas modificar, puedes llamar al
dilogo, llamar a la reflexin; puedes despertar una conversacin a la hora de
la cena en una familia, y obviamente tu objetivo es tu pieza (idem; traduccin ma).
Esta declaracin nos increpa porque nos parece que las piezas de Galindo son polticas en todo sentido, en la medida que ponen en entredicho
las relaciones de poder, que las cuestionan, que hacen evidentes las bisagras que estructuran la sociedad. Porque descentran, increpan al sujeto
cartesiano y le hacen ver su color de piel, su origen, su sexo, sus privilegios. Dejan en claro que ser mujer no es un don, que la violencia es el da
a da, el noche a noche de todas estas mujeres, de cualquier mujer, llamadas el lugar comn, pero que aun desde esa posicin (o por ella) les es dable la crtica.
No es necesario haber vivido en carne propia la violencia para rechazarla
y trabajar en contra de ella. Pero es desde su cuerpo que Galindo logra subvertirla, al inscribirse con su propia mano la palabra perra, al lanzarse desnuda a un basurero. Ha llegado ah a travs de su posicin en el mundo, la
que est marcada por su cuerpo, el que est a su vez marcado por la dominacin.Y es a travs de l que establece ese puente con el dolor del otro, otro
afn, semejante.
Consideraciones finales
En la presentacin de sus experiencias, justamente juega con colocarse en todos esos horizontes posibles de vida que son cotidianos en Guatemala y en muchas otras partes del mundo; dice: sin las escenas de violencia que presenci como nia, quiz hubiera sido diferente [], sin la
maravillosa imagen de una nia dentro de m, en contraste con la sola
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idea de 15 soldados violndome cuando yo tena siete meses de embarazo, habra sido otra. De ese modo, se nutre del dolor, de la rabia, de la indignacin para crear; lo que hago es transformar mis propias experiencias, las experiencias de los otros en imgenes nuevas (Galindo [s.f.],
Experiencias).
Ahora podemos preguntarnos qu transform, qu propuso Perra? Y quiz este performance nos lleva a la misma pregunta que presenta Blocker para
la instalacin de Judy Chicago Menstruation Bathroom (1972): es muy
difcil de entender o es muy obvio? Y la respuesta es, ambas, es muy difcil de
entender, dificilsimo, y es tambin tan obvio que a la mujer se le violenta, se
le considera perra, no se le da valor, al punto que en ello se nos va la vida. Por
eso la principal accin que conlleva es la de hacer visible lo invisible y resemantizar lo nombrado.
Creo que la pieza ha otorgado otros sentidos positivos y poderosos, ha
creado verdaderamente otra imagen, la de la mujer que desafa al dominante, y ella misma se inscribe y ella misma se lacera porque no le tiene
miedo al dolor, no ms que a la propia prdida de su libertad. Y a travs de
su palabra, en el juego del lenguaje, ha logrado trascender el cuerpo doliente, superar la muerte y resucitar una mujer mgica, poderosa, gozosa,
imperturbable.
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Ello lo logra Galindo por usar ese resquicio de opresin, ser mujer, para
construirse desde otros parmetros, desde su cuerpo explcito:
Unfolding the body as if pulling back velvet curtains to expoe a stage, the performance artists [] peel back layers of signification that surround their
bodies like ghosts at a grave. Peeling at signification, bringing ghosts to visibility, they are interested to expose not an originary, true, or redemptive body,
but the sedimented layers of signification themselves (Schneider, 1997).
En resumen, Galindo ha tratado de desmantelar las estructuras que producen la violencia, especialmente las dirigidas hacia la mujer, en cuyo proceso hace palpable el modelo masculino y machista desde el cual se ve, se lee,
se entiende a la mujer, aquel por el cual se produce una esquizofrnica estructura social que demanda una hipersexualidad femenina, al tiempo que la
rechaza, la violenta, la cosifica, la deshumaniza.
Perra es un performance que se complementa con textos poticos, lo cual
no quiere decir que la accin por s misma no se explique; por el contrario,
esta interdisciplinariedad permite otras rutas de acceso al tema y crea as una
constelacin de sentidos que resignifican de muchos modos el cuerpo, la palabra y la sexualidad femenina. El performance en s mismo, como la palabra
escrita, se vuelve una forma de superar el trauma de la violencia, vivido de
manera dramtica en el contexto guatemalteco. Es tambin una forma colectiva de redencin, de interrogarse, de increpar la realidad. De modo que en la
reescenificacin, no slo se supera el trauma sino que se hace un acto artstico que propone estticamente un gesto poltico que da la vuelta a los significados peyorativos y de opresin, enaltecindolos. Quedmonos con la imagen
de un universo forjado de la energa orgsmica femenina, en el que todo lo
que duele ser fuente de placer, todo lo que sufre ser pleno, las mujeres dejarn de ser perras y sern diosas.
En sus propuestas, Galindo va llevando muchas veces a los extremos de lo
abyecto, de lo grotesco, y quiz por ello, ms all de gusto y colores, lo que
produce es la escalofriante experiencia de mirar a los ojos a la muerte, experiencia de la cual nadie puede salir inclume y a la que ella termina sacndole la lengua y nos escribe con su arte, en el cuerpo, en la mente, en la realidad.
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Educando a Adn:
Resumen
El presente estudio, de carcter cualitativo, se realiz con el objetivo de analizar la descripcin y evaluacin que hacen educadoras y educadores sexuales de
Mrida,Yucatn, acerca del papel que los procesos educativos tienen en la construccin y deconstruccin de representaciones en torno a la salud sexual masculina. La tcnica empleada fue la de la entrevista a profundidad. Se entrevist
a ocho educadores sexuales, cuatro hombres y cuatro mujeres, los cuales se
desarrollan profesionalmente en instituciones pblicas y privadas, en organizaciones no gubernamentales, consultoras y consultorios particulares. Las entrevistas giraron en torno a los siguientes temas principales: su experiencia como
receptores de educacin sexual formal, la descripcin de su labor como educadores sexuales, la manera en que estos procesos educativos impactan en la
salud sexual masculina y la proyeccin que la educacin sexual tiene a futuro.
Palabras clave: educacin sexual, salud sexual, sexualidad masculina, masculinidad.
Abstract
This qualitative study was conducted to analyze the description and assessments carried out by male and female sexual educators in Mrida, Yucatn
concerning the role of formal educational processes in the construction and
deconstruction of representations surrounding male sexual health. The technique used was in-depth interview. Eight sex educatorsfour men and four
womenwith jobs in public and private institutions, NGOs, and private offices
were interviewed. The interviews focused on the following topics: their experience as recipients of formal sex education, the description of their work as
sex educators, the way in which these educational processes impact male
sexual health, and the challenges that sex education faces in the future.
Keywords: sexual education, sexual health, male sexuality, masculinity.
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Sin embargo, y de acuerdo con la propuesta del mismo autor, existen otro
tipo de valores e ideas que pretenden abarcar la sexualidad humana como lo
que es, un fenmeno diverso, amplio e integral de los individuos, en la cual se
satisfacen necesidades como el placer, la comunicacin, la ternura y el afecto, ms all de la mera procreacin.Y es as como la sexualidad se reconoce
como un derecho de todas las personas, independientemente de su preferencia, condicin social, edad y gnero. Un derecho que debe ser ejercido con responsabilidad y respeto a los dems (idem).
A propsito de lo anterior, Prieto (1998) habla de los valores y actitudes
que contribuyen a construir una sexualidad saludable. Dichos valores son el
respeto, la responsabilidad, la higiene y la tolerancia. Lpez (2005) nos indica la importancia de proporcionar una educacin sexual que promueva,
adems de lo mencionado, la libertad, la salud y el placer. Es indispensable
atender los aspectos emocionales, hablar de las sensaciones y de la autoestima, porque una buena educacin sexual logra que la persona vea la sexualidad como algo ms amplio que la genitalidad y la reproduccin, que
reflexione sobre el individuo de manera integral, en sus diferentes facetas, las
cuales tienen que ver con la sexualidad (Hiriart, 1999: 45).
Al respecto, agrega que una educacin enfocada a preservar la salud
sexual de los individuos es la que promueve la congruencia, la capacidad en
la toma de decisiones, el compromiso con la salud, la confianza, la autonoma intelectual, la tica y la bsqueda de informacin objetiva, cientfica y
oportuna (Prieto, 1998).
La educacin sexual no puede limitarse al aprendizaje de la anatoma
sexual y sus funciones.Cuando se da educacin sexual, es necesario abarcarla en su totalidad (Hiriart, 1999: 45). Dado que la sexualidad est formada
por la dimensin tanto biolgica como social y psicolgica, es necesario que
la informacin y formacin en torno a la sexualidad tambin abarque estas
reas. La educacin sexual formal, para ser considerada completa, debe abordar el tema de los afectos y las emociones ligadas a la sexualidad. Esta
dimensin es importante, porque muchas de las decisiones que los individuos
toman en torno a su vida y su salud sexual estn relacionadas con la dimensin afectiva, pues no hay que olvidar que los seres humanos somos la nica
especie con conducta sexual intencional, es decir, que nuestra motivacin
sexual no necesariamente se encuentra ligada a la reproduccin. Buscamos
la actividad ertica ms all de la reproduccin, porque mediante ella establecemos vnculos afectivos y obtenemos gratificacin fsica. La sexualidad
humana est cargada de significados sociales, psicolgicos y emocionales que
hacen que, tanto el placer como la reproduccin, sean slo unas de las
muchas consecuencias deseadas (Lpez, 2005).
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Consideraciones finales
Las ideas que se expondrn a continuacin pretenden ofrecer un panorama
general de los elementos que los educadores y las educadoras enfatizaron en
entrevista, as como los que repitieron o recomendaron ms.
Al hablar de sus experiencias como receptores de educacin sexual, describieron las dinmicas de las cuales Lpez (idem) habla cuando se refiere al
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Las demandas que la masculinidad impone son muchas y muy desgastantes; bsicamente la masculinidad se define como ausencia de feminidad, y no
slo como ausencia sino como opuesto.Tal como afirma Bourdieu (2000), un
hombre es todo lo que no es una mujer. Luego entonces, los hombres huyen
de todo lo femenino con tal de que no se cuestione su masculinidad. Y este
cuestionamiento no viene slo de otros hombres, sino tambin de muchas
mujeres que, impregnadas de ideologas tradicionales, exigen y buscan en los
hombres los rasgos de ese ideal masculino tan lejano a la realidad.
Sera una falacia afirmar que los hombres, por ser los depositarios de ese
poder simblico que les otorga su papel sexual, se encuentran exentos de
sufrir limitaciones, presiones e imposiciones, como sucede con las mujeres.
Ese papel sexual que les otorga el poder y los coloca en una posicin supuestamente privilegiada, es el mismo que los atrapa en una constante lucha por
mantener esa masculinidad estereotpica, sin la cual no les es posible ejercer
el poder que la sociedad les otorga.
El negar el dolor, la vulnerabilidad, los sentimientos y las emociones, amenaza, como asegura Gilmore (1994), la salud emocional de los varones.Tanta
represin emocional puede llevarlos a presentar afecciones psicosomticas,
las cuales son la expresin corporal de emociones no elaboradas. Apoyando
la idea de Connell (2003) y Prez (1991), los cuerpos de los hombres son
forzados a expresar el ideal masculino que habla de un constante e incontrolable deseo sexual, y de una negacin total del dolor y la debilidad. Cuando
se trata de enfermedades, los hombres no acuden a consultar esperan a que
su mal est muy avanzado, pues como prueba de virilidad han introyectado la
necesidad de aguantar estoicamente el dolor.
Podemos decir que las conductas que ostentan los hombres nos hablan de
lo que esperan ser y no de lo que son realmente. En sus cuerpos castigados
se expresa la somatizacin de las relaciones de poder, de las cuales hablaba
Bourdieu (2000).
Hombres y mujeres hemos sido educados y educadas para relacionarnos en
el contexto de una lucha de poderes, y esa lucha se expresa por excelencia en el
mbito laboral, pues ya sea como jefas, colaboradoras o proveedoras, la
entrada de la mujer al mercado de trabajo en ocasiones es resentida por los
hombres como una amenaza y un cuestionamiento a su masculinidad.
Es necesario crear nuevas formas de relacin entre las personas, de modo
que se puedan dar relaciones ms equitativas y solidarias.
El movimiento feminista, aseguran los educadores, y afirma Montesinos
(2002), ha sido el principal detonante de la crisis de la masculinidad, la cual
nos habla de la escasa capacidad de los hombres para responder a los cambios producidos en muchas mujeres. La emancipacin femenina es un proce-
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so que ha reportado avances importantes, los cuales se traducen en condiciones de vida un poco ms equitativas para las mujeres, y el reconocimiento de
los derechos que siempre hemos tenido, pero que durante mucho tiempo no
fueron reconocidos. Esto coloca a los hombres en una posicin de desventaja
pues, tal como dicen Weeks (1998) y Guttman (2003), no saben cmo responder a las actuales necesidades y demandas de las mujeres sin que su
masculinidad se vea amenazada. Como bien dijo uno de los educadores: los
hombres an no hemos encontrado nuestro lugar.
La crisis por la que atraviesa la masculinidad puede ocasionar desesperacin y sensacin de prdida de control en muchos hombres, los cuales, incapaces an de encontrar una salida satisfactoria, pueden optar por la violencia
para restituir la posicin de poder a la que estn acostumbrados y en la que
se encuentran atrapados. Una posicin que parece disolverse como consecuencia de un cambio en los valores y costumbres tradicionales.
Resulta interesante la propuesta de los educadores que, al igual que
Guttman (idem), le apuestan a la idea de reconocer la existencia de diversas masculinidades, es decir, diferentes maneras de expresar el ser hombre,
pues cada ser humano es distinto y es desgastante encasillarlos a todos en
una sola forma de ser. Para esto es necesario promover el dilogo, el anlisis y el cuestionamiento al papel sexual estereotipado que todava se les exige a los varones.
Cabe destacar que un par de educadores, al hablar de lo que se requiere
para erradicar los estereotipos de gnero, mencion a las madres como las
responsables de educar a los varones de forma distinta, de tal manera que
sean capaces de construir su masculinidad de una forma ms flexible. No es
difcil identificar el sexismo en este tipo de opiniones, pues es poco probable
que un hijo varn camine hacia la equidad y el desarraigo de estereotipos si
lo que observa en su casa es precisamente eso, la reproduccin de roles tradicionales, de acuerdo con los cuales la mujer es la nica y principal encargada de la educacin y formacin moral de los hijos.Tal como dice Jimnez
(2003), es muy importante que los padres se reconozcan como elementos
fundamentales en la crianza de los hijos, de manera que stos crezcan observando una dinmica familiar un poco ms basada en la igualdad.
Estas opiniones hablan del complejo proceso de construccin y reconstruccin de lo que Bourdieu y Wacquant (1992) llamaban habitus. En el habitus
primario de los educadores se encuentran las creencias e ideas tradicionales
que introyectaron en su infancia y adolescencia, y a estos habitus se incorporaron despus los habitus secundarios, producto de su formacin como educadores
sexuales profesionales. Pero esta es una muestra de cmo el habitus secundario, lejos de sustituir al primario, simplemente se anexa a l en una com-
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pleja mezcla en la cual, algunos elementos son eliminados, otros son modificados y algunos ms permanecen ah.
La vocacin de estos educadores surge motivada por dos formas de experiencia distintas. Algunos de ellos decidieron iniciarse en la educacin sexual
para poder responder adecuadamente a las demandas que se planteaban en
su espacio laboral, ya que muchos de ellos trabajan con jvenes y, al encontrarse con las inquietudes y dudas de stos, deciden iniciar su carrera como
educadores sexuales. Unos ms hablan de sus propias inquietudes, infantiles
y adolescentes, como los factores decisivos que motivaron su decisin de convertirse en educadores y orientadores sexuales. Lo que estos educadores tienen en comn es una vasta experiencia en el terreno de la educacin y la
orientacin. Los educadores opinan que el trabajo que se est realizando en
educacin de las sexualidades apenas comienza. Hablan del gran valor que
tiene su labor cotidiana como punto inicial de un proceso al que todava le
falta avanzar mucho ms.Y en aras de que este proceso sea exitoso, ellos consideran que es fundamental unir la teora con la prctica, pues no bastan la
informacin ni la formacin si no se aplican los aprendizajes adquiridos.
Es indispensable partir de las vivencias de la gente, escucharlos y construir
juntos el conocimiento.Y como base de esos nuevos aprendizajes est el tema
del gnero, pues es un tema que permea el resto de los temas que se tratan
en educacin sexual. La desigualdad de gnero es causa de muchos de los problemas que al da de hoy se presentan en la sociedad; y no slo hablaron de
problemas sexuales, sino de situaciones que generalmente no se piensan como
relacionadas con el aspecto sexual.
Consideran que la educacin en casa debe ser un complemento que vaya
de la mano con la educacin sexual que se reciba en la escuela. Los adultos
responsables de los menores deben educar con el ejemplo y no slo con el discurso. Deben brindar a los hijos e hijas los recursos necesarios para desarrollarse como hombres y mujeres completos, ms all de estereotipos.
Todas las personas entrevistadas coincidieron en concebir a la salud sexual
como la equilibrada conjuncin de los aspectos biolgicos, sociales, psicolgicos,
emocionales y espirituales que conforman la compleja sexualidad de los seres
humanos. Hablaron de la importancia de evitar las infecciones, las disfunciones y
los embarazos no deseados; de la relevancia que tiene hacer el anlisis y cuestionamientos en torno a todas las construcciones sociales que impactan la sexualidad; de escuchar y ser escuchados; de aceptar y expresar todas las emociones; de
aprender a tomar decisiones asertivas y responsables; y, en general, mencionaron
la importancia de aprender a disfrutar de una sexualidad plena y satisfactoria.
Para lograr un entendimiento ms completo de nuestra sexualidad es
necesario pensarla, tal como dice Vendrell (2004), como el elemento histri-
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co y cultural que es, porque si bien existen muchos elementos que son creados por nosotros, tambin existen muchos otros que fueron creados y construidos mucho antes de que furamos parte de este mundo.
Los educadores saben esto muy bien, pues a pesar de su vasta experiencia
en el campo de la educacin sexual y de la formacin que los respalda, reconocen que al apoyar a otros en el fascinante proceso de reconstruir una
sexualidad ms sana, ellos mismos se dan la oportunidad de seguir creciendo
como seres humanos, cada vez ms congruentes y completos.
BIBLIOGRAFA
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Connotaciones
del uso de anticonceptivos
en las relaciones sexuales
en adolescentes de dos contextos
de Mxico1
David de Jess-Reyes
Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano, UANL
Resumen
El objetivo de este documento fue conocer las connotaciones, vivencias y significados que tiene el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales de
adolescentes en dos contextos de Mxico. La investigacin fue realizada desde el paradigma cualitativo, bajo la lnea terica del construccionismo social.
Los datos generados revelan que a partir del contexto a que se refiera, las
connotaciones y los significados en torno al uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales van a variar. Mucho de ello depender de la informacin que
se tenga de los diversos mtodos para prevenir embarazos e infecciones de transmisin sexual, as como de la biologa de la reproduccin, pero sobre todo de
la imagen que se contruye del otro, lo que marca el tipo de encuentro y el uso
de anticonceptivos en sus relaciones sexuales.
Palabras clave: adolescencia, sexualidad, anticonceptivos, gnero.
Abstract
The purpose of this paper was to determine the connotations, experiences, and
meanings of contraceptive use in the sexual relations of adolescents in two
contexts in Mexico. Research was conducted on the basis of the qualitative
paradigm following the theoretical line of social constructionism. The data
generated reveal that based on the context, the connotations and meanings
surrounding the use of contraceptives in adolescent sexual relations will vary.
Much of this will depend on the information available on the various methods
to prevent pregnancy and sexually transmitted infections, as well as the biology of reproduction, but above all on the image that is constructed of the
other, which marks the type of encounter and contraceptive use during sex.
Keywords: adolescence, sexuality, contraception, gender.
1 Este estudio presenta resultados de una investigacin mayor que lleva por ttulo Determinantes sociales, econmicos y culturales del embarazo adolescente en Mxico.
Introduccin
En la Conferencia Internacional sobre Poblacin y Desarrollo de El Cairo de
1994, se recomend a las naciones implementar acciones en salud sexual y
reproductiva de la poblacin, en especial de los adolescentes, partiendo del
reconocimiento de su sexualidad como dimensin fundamental (Lassonde,
1997). A partir de esa fecha se dio un boom desde diversas perspectivas terico-metodolgicas en la investigacin de aspectos relacionados con la sexualidad y reproduccin adolescente, coincidiendo en cuatro puntos.
1) Que el inicio sexual tiene consecuencias adversas si sta sucede sin el
pleno conocimiento de medidas de prevencin de embarazos o de infecciones
de transmisin sexual (Ehrenfeld, 2004; Menkes y Surez, 2004; De Jess,
2011).
2) Que existe una amplia brecha entre los conocimientos en mtodos anticonceptivos que los adolescentes manifiestan y el uso de ellos en la primera
relacin sexual (Langer y Nigenda, 2000; Llopis, 2001; Stern y Menkes,
2008).
3) Que ms de 50% de los embarazos en menores de 19 aos son inesperados, y que una cierta proporcin cuyo monto se desconoce termina en
abortos, los cuales en muchas ocasiones se llevan a cabo en condiciones poco
saludables (Ziga, 2000; Menkes y Surez, 2004; Jurez y Valencia, 2010).
4) Que en algunos casos el embarazo a temprana edad tiene consecuencias adversas en la salud materno-infantil; en la limitacin de posibilidades
para continuar en la escuela; en las dificultades para encontrar un empleo
estable; y que en ocasiones contribuye a la reproduccin del esquema de
pobreza (Buvinic, 1998; Prez y Torres, 1988; Fleiz, 1999; Welti, 2000;
Pantelides, 2004).
Un mbito de la sexualidad adolescente que ya ha sido estudiado desde
varios campos de las ciencias sociales, ha sido la brecha que existe entre decir
conocer un mtodo anticonceptivo y no usarlo, ya sea en la primera relacin
o en el transcurso de la vida sexual. Datos de la Encuesta Nacional de la
Dinmica Demogrfica en Mxico de 2009, muestran que 97% de las adolescentes conocen algn tipo de anticonceptivo, pero que slo 3 de cada 10
los usan en su primera relacin sexual (INEGI, 2010), causa por la cual generalmente ocurre un embarazo no deseado y la posterior unin, o en su caso el
contagio de alguna infeccin de transmisin sexual.
Investigaciones de corte cuantitativo han permitido conocer cmo casi
90% de las mujeres jvenes se inician sexualmente sin proteccin, a pesar de
que 7 de cada 10 de ellas no tena la intencin de un embarazo (Menkes y
Surez, 2002; Gayet et al., 2003). Mucho de ello tiene que ver con la demanda insatisfecha de mtodos anticonceptivos, la cual se ha reducido considera-
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lo cual est inmerso en su imaginario y que se refleja, por ejemplo, en la identidad sexual, con considerarse o no sujeto sexual, con el modelo de femineidad
y/o masculinidad que se introyecta y reproduce, as como la imagen que socialmente se construye del otro, los cuales son parte de un proceso que poco ha
sido estudiado para entender cmo los adolescentes, an teniendo informacin
de mltiples anticonceptivos, no los usan en sus relaciones sexuales, teniendo
consecuencias como un embarazo no deseado o, en su caso, adquirir alguna
infeccin de transmisin sexual (ITS). An hace falta investigar no slo desde
la perspectiva de las mujeres, sino tambin de los varones. Por qu dicen
conocer alguna forma de prevencin tanto de embarazos como de ITS y en la
prctica no los usan? O en su caso, qu aspectos de la vida social, econmica
y cultural influyen para que los adolescentes, teniendo la informacin suficiente
acerca del condn, no lo usen en su primera relacin sexual? Qu elementos
subjetivos de la vida cotidiana influyen para que usen o no un anticonceptivo?
En este sentido, para profundizar en dichos elementos, el objetivo de este documento fue conocer las vivencias y significados que tiene el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales en adolescentes de dos contextos de Mxico.
La informacin generada permitir complementar la existente, pero sobre todo
comprender el fenmeno con mayor profundidad.
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Previo consentimiento informado de cada uno de los participantes, se recolect la informacin a partir de dos tcnicas: 1) se realizaron cuatro entrevistas grupales (dos en cada contexto) de 8, 10, 9 y 10 integrantes cada una, dando
un total de 37 participantes, a partir de las cuales se identificaron normas y
patrones socioculturales relacionados con su vida sexual y reproductiva, y 2)
se realizaron entrevistas a profundidad; para el AMM se lleg a la saturacin
terica con 12 participantes (de 24 en total), mientras que en TG se lleg a la
saturacin terica con 10 participantes por sexo (20 participantes en total),
resultando 44 participantes en ambos contextos. En las entrevistas a profundidad se obtuvo informacin verbal respecto a cuatro grandes categoras:
sexualidad, reproduccin, relaciones de gnero y servicios de salud.
El anlisis de la informacin fue inductivo siguiendo la tcnica propuesta
por Glaser y Strauss (1967), de la Teora Fundamentada (Grounded Theory),
la cual utiliza el mtodo inductivo para descubrir teoras, conceptos y proposiciones, partiendo directamente de los datos y no de supuestos a priori, de
esta forma se logra construir el conocimiento basado en la experiencia de los
sujetos. Cada una de las entrevistas fue grabada, transcrita y codificada en
temas y subtemas, de las cuales se generaron conceptos ms abstractos y se
buscaron relaciones tericas entre ellos. Los mecanismos para lograr la validez y confiabilidad de los resultados en este trabajo fueron en s mismos el
muestreo terico, el contacto directo y prolongado del investigador con los
sujetos de estudio, la saturacin terica, las descripciones completas de la
informacin proporcionada en las entrevistas, su comprensin y permanente
anlisis, la realimentacin permanente de la conceptualizacin emergida y
validada continuamente con datos nuevos y su triangulacin con la teora
existente. Los lmites de la investigacin fueron determinados por el carcter
cualitativo, los cuales a partir de su interpretacin no pueden ser generalizables porque son profundamente respetuosos de las realidades subjetivas que
se dan en cada contexto.
Desarrollo
A partir de los datos recabados en el trabajo de campo y de su constante anlisis, es que se pudo conocer las vivencias en las relaciones sexuales de los
adolescentes del AMM y de TG, y cmo internalizan significado al uso o no de anticonceptivos. Dichos significados se construyen socialmente a partir de la interaccin de un orden individual y un orden estructural. El orden individual compuesto principalmente por las vivencias, experiencias, emociones y sensaciones
(la subjetividad) est influido por su constante interaccin con un orden
estructural (lo objetivo), el cual a su vez est compuesto por la estructura familiar, sociocultural y econmica en que viven y se desarrollan los adolescentes.
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drenaje sanitario y 53% cuenta con agua entubada; un dato importante que
es necesario destacar, es que en el municipio 20% de su poblacin es indgena, teniendo como lenguas principales el nhuatl y el tlapaneco (INEGI, 2006).
En cuanto a la estructura familiar de los adolescentes, en ambos contextos
vara muy poco, pues presenta situaciones de similar conflicto. Algo que resalt de los datos es que la estructura familiar de los participantes es numerosa,
pues est compuesta por un rango que va de los tres a los seis hermanos. En
ambos contextos hay una ausencia de la figura paterna o materna, ya sea por
exceso de trabajo, muerte o separacin. En el caso del AMM, la mayora de los
hogares es encabezada por una jefatura femenina an con presencia del padre,
mientras que en el caso de TG la estructura familiar es tradicional, pues es
encabezada por un varn. Sumado a ello, siempre existi una figura dentro de
la familia con problemas de alcoholismo, como es el caso de TG o de drogadiccin y/o pandillerismo en el caso del AMM, lo que provocaba fuertes tensiones,
desestabilidad y finalmente la fractura de la estructura familiar por la inestabilidad que ello desencadenaba.
En ambos lugares de estudio, la estructura social de los adolescentes estuvo
marcada bsicamente por la desercin escolar.Tanto en el AMM como en TG, el
total de poblacin entrevistada abandon la escuela mucho antes de embarazarse o embarazar a la pareja. En el AMM la mayora de la poblacin entrevistada tiene secundaria y ms; incluso hubo dos varones que iniciaron la
preparatoria, pero no la terminaron. Mientras que en TG el promedio de adolescentes no alcanz a cubrir estudios de secundaria, e incluso hubo tres mujeres
que nunca fueron a la escuela. Las situaciones en ambos lugares para dejar la
escuela fueron diversas, pero coinciden en una falta de inters por continuar con
los estudios, falta de recursos econmicos o el deseo explcito de los padres para
que los adolescentes contribuyan con la familia, ya sea fuera o dentro del hogar.
Por ejemplo, una vez que abandonaron la escuela los varones del AMM, se colocaron en subempleos y trabajos mal remunerados, tales como repartidor de pizza, despachador de gasolina, repartidor de agua o despachador en tiendas de
conveniencia, entre otros, lo que les permita aportar recursos econmicos a su
hogar. Mientras que los varones de TG se incorporaban ya sea a actividades del
campo, de jornalero en una tabiquera local, de albail o en un trabajo de tiempo completo en la capital del estado, logrando con ello generar dinero. En el
caso de las mujeres de ambos contextos, no se encontr evidencia de que realizaran trabajo fuera del hogar; todas, una vez que abandonaron la escuela, contribuyeron en actividades dentro del mismo.
En cuanto a la situacin socioeconmica, el contexto en que viven y se desarrollan las y los participantes de este estudio est marcado por la marginacin y la pobreza, mismas que se reflejan en el tipo de vivienda, los servicios,
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tiene que ver con dos modelos de comportamiento femenino: las decentes y
las putas (Lagarde, 1997; Pramo, 2005).
En el caso de los varones, el ser hombre implcitamente conlleva componentes individuales y sociales que cobran suma importancia en la sexualidad,
pues sta se vuelve el campo de disputa donde el individuo se construye a s
mismo y ante los dems como hombre (Kaufman, 1997; Gutmann, 2000;
Rodrguez y De Keijzer, 2002; Connell, 2003). Este modelo de comportamiento ya ha sido identificado por Connell (2003) como modelo hegemnico de masculinidad, el cual aporta elementos para identificar cmo a lo
largo de su vida el varn construye su identidad masculina intrnsecamente
ligada a la representacin simblica de la sexualidad.
Ambos modelos, el de feminidad y masculinidad, son el resultado de relaciones asimtricas de gnero y estn determinados por el momento histrico y
social que impone un comportamiento socialmente valorado. Algunos autores
(Seidler,1995;Kaufman 1997;De Keijzer,1998) han mencionado que este tipo
de comportamientos resultan muchas veces agobiantes para los mismos individuos, pues constantemente se tiene que demostrar ser mujer u hombre. Esa
necesidad por demostrar constantemente su rol de gnero, en el mbito de la
sexualidad se ratifica como el espacio construido socialmente donde el varn,
desde su posicin activa, se posiciona frente a las mujeres pasivas, confirmando con ello un estatus en su grupo familiar o de pares, por lo que ambos modelos imponen un ideal del deber ser a partir de lo establecido socialmente.
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condidas. Ellos [sus padres] saban me iba con mi prima a verla pero no, yo
me iba con l [] imagnese todo el da que aydame a la comida, que aydame a la ropa, que ve tu hermano. l, el papa de mis nios fue mi primer
novio (TG/M10/21 AOS/CC/2 HIJOS).4
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En general, para ambos contextos la etapa del noviazgo es muy importante, pues en el caso de las mujeres se encuentra lo que se carece en el hogar
de origen, esto es, una figura de confianza que habla y escucha, que comparte miedos, alegras y temores, pero sobre todo con quien se halla comprensin a los eventos negativos de la vida cotidiana, por lo que es una etapa de
preludio para la unin. En el caso de los varones el noviazgo se concibe como
el espacio donde los individuos se construyen como sujeto, ya sea de deseo,
sexual o reproductivo. Cual sea el caso, tanto mujeres como varones se construyen y buscan en el otro un modelo ideal con el que se pueden constituir
como sujeto sexuado o reproductivo.
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Este modelo de mujer decente conlleva a excluir toda nocin de sexualidad en el cuerpo de la mujer, lo cual cobra alto significado en los varones para
idealizar al otro como pareja y posteriormente como esposa y madre de sus
hijos. As, en el marco de la unin es que se legitima el inicio sexual y por ende
se excluye el uso de anticonceptivos, pues una vez legitimado el matrimonio,
desde la perspectiva de los y las adolescentes, no se es necesario usar nada,
si lo que se desea es un hijo. Al contrario, el uso de anticonceptivos como el
condn slo est relacionado para usarse con las mujeres o varones que desde el imaginario social implican algn tipo de riesgo y/o posibilidad de contagio de una ITS; es decir aquellas mujeres o varones que, como sujetos sexuales, hacen uso de su cuerpo para satisfaccin propia o del otro.
Yo saba que slo se usaba [condn], as cuando andas con las meres [prostitutas], que pa que no te contagien que del Sida o de otras cosas, la verd no
s cuales [] pero yo saba que paeso era que el condn. Ya cuando uno se
casa, no saba que se tena, que uno tena que usar que el condn [] yo digo
pues ya paqu? Si ya ests casado, es tu mujer, paqu usas el condn? Yo
digo que as noms con las que te pueden pegar algo, con ellas s (TG/V2/19
AOS/UL/1 HIJO).
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te; yo me imaginaba que si le peda condn iba a pensar que era una cualquiera, una puta, verdad? Y luego qu iba a decir! (AMM/EI/M6/19 AOS/UL/1
HIJA-E).
Consideraciones finales
En ambos contextos el uso de mtodos anticonceptivos en la primera relacin sexual fue muy reducido o casi nulo; ello dependa de la vasta desinformacin
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Resumen
Con base en entrevistas a profundidad estructuradas para mujeres con cncer cervicouterino, se ha realizado este estudio en la Unidad de Tumores Ginecolgicos
del Servicio de Oncologa del Hospital General de Mxico. Planteado desde el
marco de la metodologa cualitativa, y realizado a partir de la narrativa de las
protagonistas, el enfoque permite la revelacin de las enfermas desde s mismas,
conocer sus puntos de vista ante los acontecimientos relacionados con la enfermedad y su participacin en ellos. El objetivo es hacer visibles los procesos de las
mujeres: el significado que dan a enfermar y padecer cncer cervicouterino, una
enfermedad situada en el aparato sexual reproductor, vinculada al manejo de la
sexualidad y de la vida sexual activa; de los procesos de adaptacin y resistencia a las transformaciones originadas por la enfermedad y los tratamientos; de la
prdida de rganos y funciones, vinculados a la subjetividad e identidad femenina
y de las repercusiones individuales, familiares y sociales.
Palabras clave: mujeres, gnero, sexualidad, cncer cervicouterino.
Abstract
Based on in-depth structured interviews for women with cervical cancer, this
study was carried out in the Gynecological Tumors Unit of the Oncology
Department of the Hospital General of Mexico. Posited from the framework
of qualitative methodology and carried out on the basis of the narrative of the
subjects, this approach allowed for disclosure made by the patients themselves,
revealing their points of view on the events connected with the disease and
their participation in these processes. The aim is to make the processes of
women visible: the meaning for them of sickness and cervical cancer, a disease
situated in the sexual reproductive apparatus, linked to the management of
sexuality and an active sex life; the processes of adaptation and resistance to
the transformations caused by disease and treatments; and the loss of organs
and functions linked to subjectivity and female identity and individual, family,
and social repercussions.
Keywords: women, gender, sexuality, cervical cancer.
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Introduccin
Considerando que la cotidianidad y los hechos vitales contribuyen al desarrollo de la enfermedad, ha sido necesario poner de manifiesto los aspectos relacionados con las vivencias de las mujeres antes, durante y despus del cncer,
as como situar su anlisis en la perspectiva de las condiciones familiares,
sociales, culturales, econmicas y polticas en las que las mujeres nacen, se
desarrollan y se relacionan, como una parte integral de la enfermedad. Este
trabajo expone el papel que tiene el manejo de la sexualidad en el desarrollo
del cncer cervicouterino, la vida sexual activa antes y despus del diagnstico y tratamiento, las repercusiones fsicas, familiares y culturales que enfrenta una mujer al enfermar de cncer cervicouterino, as como las secuelas de
los tratamientos y el estigma social que subyace a la enfermedad.
Como un trabajo realizado desde la historia de mujeres con cncer cervicouterino, se trata de un enfoque que permite la revelacin de s mismas, sus
puntos de vista ante los acontecimientos relacionados con la enfermedad y su
participacin en ellos, sus opiniones, sus emociones y sus percepciones.
Este trabajo pretende ayudar a comprender los procesos de adaptacin y
resistencia a las transformaciones originadas por la enfermedad; por eso, al
entrevistarlas se persigui algo ms que informacin: se trat de establecer
un contexto y todo lo que se expresa y se vive a travs del cuerpo.
Marcela Lagarde (1997: 28) comenta:
Los procesos de cada mujer a lo largo de su biografa y en su cotidianidad,
permiten conocer, explicar y comprender el estado de su salud. Las dificultades y los conflictos, las enfermedades, los accidentes y las carencias, las maneras de enfrentarlos, as como los logros, las actividades enriquecedoras, la
ausencia de malestares y de enfermedades o daos y el disfrute de la vida, se
plasman en el cuerpo y la subjetividad, en el cuerpo vivido y producen un especfico estado de salud definitorio del estado vital con que cada mujer enfrenta su existencia.
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truyen las mujeres, en tanto sujetos de nuestra cultura y la incidencia que ello
tiene sobre su salud, de qu manera las condiciones de la vida cotidiana repercuten en los modos de enfermar, por la influencia de la sedimentacin de un
conjunto de actividades y actitudes que bajo la forma de rutinas y de hbitos
se mantienen constantes en la vida de las personas.
Es necesario destacar cmo los roles de gnero femenino afectan la manera en que enferman las mujeres, cmo las condiciones de su vida cotidiana se
constituyen como factores de riesgo para su proceso salud-enfermedad y
cmo la inclusin de la perspectiva de gnero hace posible analizar el enfermar femenino al incorporar herramientas conceptuales y tcnicas que destacan las caractersticas de la construccin de las mujeres en nuestra cultura y
en nuestra sociedad.
El cuerpo
Los seres humanos adquieren, desde el nacimiento, significados y atribuciones
correspondientes a un proceso de socializacin a partir del cuerpo de hombre
o de mujer: a lo largo del proceso de socializacin se va conformando un
entramado de creencias de acuerdo con las pautas de simbolizacin propuestas o impuestas por cada cultura. La diferencia anatmica determina las claves de estructuracin interna correspondientes a cada ser humano desde un
enfoque del imaginario social. En este sentido, encontramos que la vivencia
de la corporeidad es construida con significativas diferencias en hombres y
mujeres: en nuestra cultura no es igual tener un cuerpo de hombre que un
cuerpo de mujer.
Martha Lamas (1996: 341) refiere: la inscripcin de la cultura en los
cuerpos no es slo un proceso de adquisicin de valores y creencias, supone
tambin la conformacin de los procesos fisiolgicos que intervienen en la
forma en que experimentamos el cuerpo.
El orden de lo social confiere sentido al cuerpo desde el momento en que
se nace; el nio o la nia desarrolla su autopercepcin desde los mensajes
externos que recibe de quien lo cuida. Cada uno integra su esquema corporal
y su realidad psquica tomando como referencia las imgenes que recibe del
mundo externo y de sus figuras importantes. En este proceso de integracin se
establece un dilogo constante entre el inconsciente de la madre y el inconsciente del hijo, generndose un lenguaje a travs de smbolos que se inscriben
como la imagen corporal, se constituye en la memoria inconsciente de toda la
vivencia relacional. Al respecto Joyce McDougall (1981: 32) destaca:
[] la importancia de los factores que tienen que ver con todo aquello que
contribuya a la construccin de la realidad externa, pues sta no se construye
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sola. Esta realidad est constantemente modulada por la economa del afecto y por la intervencin del lenguaje. Los rganos de los sentidos y las representaciones subsecuentes slo dejan pasar las ideas y los afectos decretados
lcitos por el discurso familiar. A partir de all, lo que es perceptible, como todo
lo que es comprensible, pasar fatalmente por ese filtro.
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do por Skegg et al., que en 1982 plante las posibles relaciones de los patrones culturales de conducta sexual con la incidencia del cncer cervicouterino.
En este trabajo, se estudiaron tres tipos de sociedades con patrones conductuales diferentes y los resultados indicaron que la mayor incidencia de la enfermedad se observa en la sociedad donde predomina el machismo con la
consiguiente promiscuidad masculina; la incidencia ms baja corresponde a
la sociedad ms tradicional, con bajos ndices de promiscuidad tanto masculina como femenina.
El cncer cervicouterino es consecuencia, en algunos casos, de una enfermedad de transmisin sexual, y a partir de ello habra que involucrar a los
actores correspondientes, pues el ejercicio de una vida sexual activa implica
la coparticipacin, y por lo tanto la corresponsabilidad de la pareja, de la
familia, de la sociedad y de las instituciones.
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Violencia sexual
El grupo constituido por mujeres vctimas de agresin sexual fue de cuatro; dos de ellas violadas en la infancia y dos en la adolescencia. Ellas presentan historias diferentes, algunas con violacin reiterada de diferentes
hombres.
El miedo, la vergenza, la culpa y el asco preexistentes, se arraigaron en
su vivencia corporal. Un rasgo importante es el rechazo que manifestaron
hacia la vivencia sexual gozosa.
La coparticipacin masculina
El cncer cervicouterino es consecuencia, en algunos casos, de una enfermedad de transmisin sexual, en la cual no se ha involucrado a los hombres
como actores corresponsables y directamente relacionados con el proceso de
contagio.Tan es as, que las campaas y programas de prevencin se han dirigido slo a las mujeres, soslayando que los estereotipos de nuestra cultura
favorecen patrones masculinos de conducta sexual que propician la transmisin de infecciones precursoras de esta enfermedad.
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En los casos especficos de las mujeres, ellas hacen alusin a su vida, sus
hbitos, sus costumbres, buscando una explicacin que les resulta necesaria
para aceptar que padecen cncer en el aparato reproductor. Se autocastigan
con calificativos e insultos de ndole moralista y peyorativo, acompaados de
un: me lo merezco por puta, me lo busqu por andar de loca.
A nivel familiar, lejos de lo que pudiera suponerse, las relaciones se deterioran a partir del diagnstico. Ellas manifiestan que se sienten rechazadas
y sucias: los estereotipos de la mujer buena quedan en entredicho y se destapa la posibilidad de ser o haber sido mala, y el castigo es quedar vaca,
hueca, ya no servir como mujer. Adems, existe el temor a contagiar a sus
familiares.
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Conclusiones
El cncer cervicouterino es una enfermedad con un gran peso ideolgico por
estar localizado en los rganos genitales, por comprometer el ejercicio de la
vida sexual activa, y porque los actos sexuales estn cargados con un exceso de significacin.
Los aspectos relacionados con las funciones del aparato sexual y las interacciones sociales y afectivas que manifestaron las mujeres informantes, destacan las caractersticas ideolgicas que han regido sus formas de sentir, de
pensar y de actuar.
La definicin de los aspectos culturales del cncer cervicouterino involucra una serie de elementos relacionados con los significados que tiene
para la mujer el hecho de padecer una enfermedad ubicada en el aparato
sexual reproductor.
Por los rganos en que se ubica y por las funciones que involucra, el cncer cervicouterino promueve que entren en juego los valores propios de la
concepcin del mundo, conjugndose una visin de ndole moral ante la enfermedad, en trminos de significado y simbolismo, que generan una enorme carga emotiva.
La realidad del cncer cervicouterino ha sido descrita por otros, los
mdicos (hombres), que han determinado y establecido creencias en torno
a la enfermedad; por lo tanto, la medida o trmino de referencia del cncer
cervicouterino ha sido lo masculino. La historia oficial del cncer cervicouterino ha sido escrita y descrita por hombres. Dar la posibilidad a las protagonistas de expresarse a travs de una tcnica de recuperacin y creacin
de fuentes testimoniales, permiti el rescate de particularidades y el estudio de las pautas de comportamiento individuales y colectivas buscando
conocer cmo han sido percibidos los hechos en momentos histricos determinados.
Reconstruir la historia de las mujeres con cncer cervicouterino es una
respuesta al silencio que ha caracterizado a la enfermedad, darles voz es devolver la identidad a las protagonistas de las historias; es generar nuevas percepciones sobre las experiencias que tienen las mujeres acerca de s mismas
por medio de sus palabras.
Bibliografa
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La dimensin etnogrfica
de las mantas conmemorativas
de los muertos por Sida
de la ciudad de Mxico
Porfirio Miguel Hernndez Cabrera
Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico. Cuautepec
Resumen
Este artculo analiza, desde la perspectiva antropolgica, las expresiones iconogrficas de las mantas conmemorativas de los muertos por Sida con el propsito de develar su dimensin como objetos etnogrficos. Para ello, se retoman
los documentos etnogrficos elaborados (notas de campo y fotografas) a partir de la observacin participante realizada durante la exhibicin de las mantas en algunos eventos antisida de finales de los aos noventa del siglo pasado en la ciudad de Mxico. Se concluye que las mantas conmemorativas, a
pesar de su dbil arraigo en el mbito local, son importantes manifestaciones
culturales que canalizaron las expresiones de duelo y protesta poltica por las
personas fallecidas a causa del VIH-Sida, generando con ello una cultura de la
prevencin. Adems, como objetos etnogrficos, aportan valiosos elementos
para entender la construccin social de la pandemia, a los diversos grupos humanos y a las subculturas que construyeron las historias del movimiento de
lucha contra el Sida y del movimiento lsbico, gay, bisexual y transgenrico en
la ciudad de Mxico y en el mundo. Finalmente, ante el estatus actual del Sida
como enfermedad crnica, se sugiere analizar etnogrficamente las nuevas
expresiones culturales globales y locales en torno a esa pandemia.
Palabras clave: Sida, mantas conmemorativas, etnografa.
Abstract
This article analyzes the iconic expressions of the memorial quilts for those
who have died from AIDS from an anthropological perspective.The purpose of
this article is to show how the quilts can be considered ethnographic objects.
To do this, the ethnographic documents and materials used (field notes and
photographs) are reexamined from participant observation that took place
during the exhibition of the quilts in several anti-AIDS events at the end of the
1990s in Mexico City. It is clear that in spite of their weak reception on a
local level, they are important cultural manifestations that channeled expressions of grief and political protest on behalf of the people who have died of
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HIV-AIDS
and thereby created a culture of prevention. Furthermore, as ethnographic objects, the quilts contribute valuable qualities and characteristics so
that the social construction of the epidemic can be better understood. The
quilts function is also of great importance to understand the diverse groups
of human beings and the subcultures that created the quilts stories that, in
turn, solidified a movement to battle AIDS and to fight against homophobia
and discrimination within the gay, lesbian, bisexual and transgender community of Mexico City and the world. Finally, by evaluating the current status of
AIDS as a chronic disease, it is suggested that we ethnographically analyze
new global and local cultural expressions as they relate to this epidemic.
Keywords: aids, memorial quilts, ethnography.
Introduccin
La aparicin del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) causante del
sndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) a principios de los aos
ochenta en Estados Unidos, trajo consigo la respuesta inmediata de las emergentes organizaciones no gubernamentales (ONG) que centraron sus acciones
en contra de la entonces nueva enfermedad. Tal respuesta no slo incluy la
actividad poltica para exigir medidas de prevencin y tratamiento gubernamental a las comunidades afectadas, sino tambin abarc la realizacin de
mltiples acciones culturales de duelo, que incluyeron el performance y otras
artes, para conmemorar a las personas fallecidas por la epidemia. Entre tales
expresiones culturales de protesta y de duelo se encontraron la Candlelight
Memorial (Conmemoracin de las Velas Encendidas), o Candlelight Vigil
(Vigilia de las Velas), y el NAMES Project AIDS Memorial Quilt (Proyecto
NOMBRES de la Colcha Conmemorativa del Sida), las cuales rpidamente
se globalizaron y encontraron eco en otras naciones.
A finales de los aos ochenta del siglo pasado, las ONG gay y de lucha contra el Sida de la ciudad de Mxico iniciaron la realizacin anual de la Candlelight Memorial, denominada localmente Caminata Nocturna Silenciosa en
Conmemoracin de los Muertos por Sida y, a principios de los noventa, la
Velada en Memoria de los Muertos por el Sida. A finales de esa dcada, en
ambos eventos antisida se introdujo el NAMES Project AIDS Memorial Quilt
que, en su versin local, fue ms conocido como la elaboracin y exhibicin de
mantas conmemorativas de las personas fallecidas por Sida.
En la antropologa mexicana, la investigacin sobre la dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas es escasa. En este trabajo se abordan
tales expresiones culturales como objetos etnogrficos desde la perspectiva
de los estudios del performance cultural. Este enfoque de estudio antropolgico permite no slo identificar los elementos culturales globales y locales
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implicados en las expresiones de duelo y de prevencin del VIH-Sida, sino tambin analizar la manera en que contribuyen en los objetivos del movimiento
de lucha contra el Sida y en los procesos de construccin social de las identidades gay, seropositiva y de otros grupos estigmatizados.
El objetivo de este artculo es analizar la dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas exhibidas en la Caminata Nocturna Silenciosa en Conmemoracin de los Muertos por Sida y en la Velada en Memoria de los Muertos
por el Sida a finales de los aos noventa en la ciudad de Mxico. Para tal propsito, se echa mano de los documentos etnogrficos recabados durante las observaciones participantes llevadas a cabo en dichos eventos (Hernndez, 2002).
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El NAMES Project consiste en un enorme conjunto de mantas conformadas de varios paneles de tela de un metro por cincuenta centmetros; cada
panel simboliza una muerte y es colocado por familiares, parejas, amigos o
personas que cuidaron a la persona fallecida. Los paneles son adornados con
artculos personales como ropa, fotografas, animales disecados, pinturas, bordados, etctera. Las mantas son exhibidas en lugares pblicos de las ciudades
estadounidenses desde escuelas hasta estadios de futbol y plazasdonde,
en emotivas ceremonias, se leen en voz alta los nombres de los muertos.
Para Murphy, el proyecto es el monumento y la obra de arte ms grande del
mundo, tal vez en toda la historia (ibidem: 629), producto del activismo de los
primeros grupos de lucha contra el Sida. Afirma que su xito se debe a su impacto directo sobre la poblacin3 y a su naturaleza colaborativa y democrtica y a
su capacidad para difundir la enormidad de las prdidas por el Sida al conservar la especificidad de las vidas y muertes individuales (idem). Agrega que:La
colcha es una metfora visual de la epidemia del Sida que expresa la enormidad de la prdida, no a travs de estadsticas mdicas, sino como una experiencia personal e inmediata (ibidem: 630);4 y explica su arraigo en la sociedad
estadounidense como una herencia de las artistas feministas que hacan nfasis
en lo personal como poltico, la colaboracin sobre la individualidad y el proceso sobre el producto (idem).
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El listn rojo es el smbolo de la conciencia del Sida. Fue creado en 1991 por el pintor
Frank Moore, del Visual AIDS Artists Caucus quien, al observar que una familia vecina estaba exhibiendo listones amarillos en apoyo al retorno seguro de su hija militar del Golfo
Prsico, se convenci de que los listones rojos podran ser tambin una metfora para el
Sida (Engle, 2000).
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Por otro lado, los objetos etnogrficos se convierten en documentos etnogrficos, cuando son registrados por el etngrafo. Al respecto, Guber
(2011:93) menciona:
Cuando se habla de registro, se est aludiendo a dos procesos simultneos, a
menudo indiferenciados por aquella concepcin que considera al trabajo de campo como una captacin inmediata de lo real. Esta perspectiva afecta tanto al
recurso tecnolgico por el cual se almacena informacin lo que llamaremos
formas de registro como a la informacin misma, pues convierte al vehculo
que une al campo y la oficina, el trabajo en terreno y el anlisis, en una misma unidad que subsume el acto de registrar y los datos registrados. Segn esta lectura,
el registro es un medio por el cual se duplica el campo en forma de notas (registro escrito), imgenes (fotografa y cine) y sonidos (registro magnetofnico).
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los puestos de las ONG durante los eventos antisida y los aspectos discursivos/semiticos que contenan pueden ser segmentadas y analizadas como
fragmentos representantes tanto de una vida perdida a causa del Sida como de
un contexto cultural e histrico-social mayor, es decir, como objetos con una
funcin metonmica y un valioso contenido etnogrfico para la antropologa.
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Sergio (manta negra con las letras rojas y dos alcatraces en relieve).
Miguel (manta negra con la figura de un ngel blanco).
Carlos (un gato negro en la azotea en una noche de luna llena).
Julio Csar, tus amigos no te olvidan (manta negra con un gato blanco
portando un collar femenino de colores arco iris y corazones rojos de los
que salen listones tambin con tonos arco iris; a un lado cuelga una boa de
plumas rojas).
Blanca Nieves (manta blanca con un gran corazn rojo del que salen
dos sondas que se conectan a sendas fotografas de una mujer transgnero).16
Estas mantas apelaban a la simbologa gay para trazar puentes de vinculacin con el movimiento LGBT global, mientras que la incorporacin de los
elementos camp (ngeles, flores, corazones, gatos, collares) contribua a la
creacin de una iconografa de la jotera17 local y funcionaba como referente expresivo y vindicador de las identidades gay y transgnero.
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vistas mexicanos tambin], puede ser porque las estrategias que se han tomado ilustran de manera clara las formas en que el discurso de la vigilancia
gubernamental y las polticas de identidad se refuerzan mutuamente.
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Consideraciones finales
El estudio de la dimensin etnogrfica de las mantas conmemorativas de los
eventos antisida de finales de los aos noventa en la ciudad de Mxico demostr que no slo actuaban como elementos catalizadores del duelo por las personas fallecidas por esa enfermedad, sino que tambin funcionaban como
objetos/mensaje con una funcin propagandstica en las acciones polticas
de los activistas gay y de la lucha contra el Sida para promover la prevencin del
VIH y exigir mejores polticas de salud para contrarrestar la pandemia.
As, tanto la funcin afectiva como la funcin poltica de las mantas conmemorativas reflejaban su trascendencia como objetos etnogrficos al revelar
los vnculos entre mltiples elementos culturales, locales y globales, implicados en la construccin social de la pandemia y en la construccin histrica
de los movimientos LGBT y de lucha contra el Sida. En tanto fragmentos iconogrficos representantes de una cultura globalizada del Sida, pero tambin
de las diversas subculturas a las que pertenecan tanto las personas conmemoradas como las y los activistas participantes en los eventos antisida con
sus correspondientes simbologas y significados, las mantas actuaban por
metonimia y mimesis, revelando informacin etnogrfica muy valiosa sobre
aspectos como: indicadores de seroprevalencia entre poblaciones; diferentes
vas de transmisin del VIH; vulnerabilidad de la sexualidad humana; historia
de los movimientos de lucha contra el Sida y LGBT; procesos de construccin
y estigmatizacin de identidades (sexual, genrica, seropositiva, religiosa,
La Ruptura del silencio era el mitin que realizaban los contingentes integrantes de la
Caminata Nocturna Silenciosa al arribar al Zcalo, en el que las voces de los activistas rompan
el silencio de la ignorancia y de la indiferencia para gritar sus demandas y externar sus esperanzas de que se encontrara una cura para el Sida.
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Bibliografa
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Geografa-UNAM.
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Resumen
Se presentan los resultados de una investigacin antropolgica de los significados de las relaciones sexuales entre varones en la poblacin indgena yoeme (yaqui) de Sonora. La metodologa utilizada consisti en entrevistas a
profundidad y observacin participante con personas de varias comunidades
yoeme de Sonora. Se ofrece una caracterizacin sobre las dinmicas culturales, con particular nfasis en las ideologas, relaciones e identidades de gnero y de pertenencia tnica, que construyen los significados de las relaciones
sexuales entre varones en esta poblacin.
Palabras clave: gnero, hombres, identidades.
Abstract
The results of anthropological research on the meanings of sexual relations
between men in the Yoeme indigenous population (Yaqui) of Sonora are presented. The methodology consisted of in-depth interviews and participant
observation with individuals from various Yoeme communities of Sonora. It
provides a characterization of the cultural dynamics with particular emphasis in ideologies, gender relations, identities, and ethnicity that construct the
meanings of sexual relations between men in this society.
Keywords: gender, men, identities.
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tender su vulnerabilidad al VIH-Sida. Estos estudios han sido importantes porque han abierto camino para el reconocimiento de la diversidad sexual y de gnero en los pueblos indgenas en Mxico y han permitido colocar el tema en la
antropologa de nuestro pas. Sin embargo, con excepcin de la investigacin de
Miano (1998), estos trabajos no incluyen un marco comprensivo ms amplio
que nos permita entender la manera en que los significados, identidades y
prcticas que describen se insertan en el sistema sexo-gnero de la sociedad
indgena en cuestin, ni qu decir de la manera en que este sistema se articula
tambin con el sistema sexo-gnero del grupo tnico dominante. En la antropologa mexicana estamos lejos de tener un panorama claro de los diferentes sistemas sexo-gneros indgenas, con sus matices y variantes en los diferentes pueblos, y ms lejos an de tener una visin comprensiva de su transformacin a lo
largo de la historia, de las distinciones sociales y relaciones de poder que generan al interior de los pueblos, o de la manera en que los procesos sociales,
econmicos, culturales y polticos locales, regionales, nacionales o globales los
tensan y los transforman en el presente. Algunos trabajos recientes apuntan en
esta direccin y nos revelan abordajes y perspectivas novedosos sobre el tema
de la sexualidad en los pueblos indgenas que no reinciden en idealizaciones o
cosmogonas inamovibles. Es el caso del estudio de Lpez Moya, antes citado,
del testimonio de Sntiz Lpez (2011) acerca de los jvenes tseltales de
Tenejapa, as como de otras investigaciones interesadas en los conocimientos,
valores, percepciones, actitudes, poderes y discriminaciones que construyen las
culturas sexuales indgenas y la vulnerabilidad al VIH-Sida (Ponce et al., 2011).
En el presente artculo nos proponemos abonar en ese campo de conocimiento mediante el estudio de los significados de las relaciones sexuales entre
varones en la sociedad yoeme. A travs de la presentacin de los resultados
intentamos mostrar cmo stos se vinculan con otros significados, relaciones
e identidades sexuales y de gnero, as como con los procesos de construccin
de la identidad colectiva como pueblo indgena.
Metodologa
Para lograr el objetivo de conocer los significados de las relaciones sexuales
entre varones en la poblacin yoeme se opt por un estudio cualitativo, a travs
de entrevistas semiestructuradas en profundidad, entrevistas no estructuradas y observacin participante. En el caso de la poblacin yoeme se realizaron entrevistas en profundidad con cinco hombres, seis mujeres y una persona
transexual (se defini a s misma como una mujer atrapada en el cuerpo de
un hombre), con ayuda de un guin de entrevista; tambin se llev a cabo una entrevista no estructurada. Las entrevistas semiestructuradas (11)
duraron entre una y dos horas. Se grab cuando las personas aceptaron
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ser grabadas, y en otros casos se tom nota en el cuaderno de campo durante la entrevista. La entrevista no estructurada se dio en tres sesiones de convivencia de tres horas cada una aproximadamente y no fue grabada, por lo
que la informacin fue escrita en el cuaderno de campo. Se procur entrevistar a personas de diferentes edades (aunque todos mayores de edad), ocupacin y sexo: un hombre que fue autoridad tradicional (gobernador), un
curandero, tres amas de casa, una promotora de salud, una maestra de preescolar, un(a) yerbera-vidente transexual, dos jornaleros y una jornalera agrcolas, un promotor de educacin para adultos. Todos hablantes de la lengua
y autoidentificados como yaquis.Tres de los entrevistados reconocieron haber
tenido relaciones sexuales con otros varones. Adicionalmente, se entrevist a
un funcionario de la Comisin Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas (CDI) y a uno de un centro de salud que trabajan en la regin. Las
personas entrevistadas provienen de cinco localidades yoeme. Las entrevistas
se realizaron en castellano y sin presencia de terceros para facilitar la confidencialidad de la informacin. La investigacin se desarroll durante seis
meses en el ao 2010 y por personas que, aunque no somos yoeme, vivimos
en la regin o hemos realizado investigacin previa con poblacin yoeme o
indgena.7 Todas las personas entrevistadas aceptaron participar motivadas
por el deseo de compartir su visin de cmo detener la infeccin de VIH.
Finalmente, queremos mencionar que en este artculo hemos querido
presentar no un panorama inamovible de la homosexualidad yaqui, sino la
complejidad del entramado de significaciones que construyen las relaciones
homoerticas entre varones en dicha cultura, en el marco de un sistema sexognero que funciona como sistema de distincin y poder, siempre en tensin y
transformacin. Asimismo, presentamos los resultados de investigacin tratando de seguir la lnea misma de su produccin, esto es, mostrando el contexto
conversacional y temtico dentro del cual emerge buena parte de la informacin: la discusin del VIH, la sexualidad, las concepciones de gnero (esto se
expresa por ejemplo al sealar cul informacin surge de manera espontnea
en las entrevistas y cul como respuesta a preguntas expresas), as como el
orden de aparicin de los temas. Deseamos que esta forma de abordar el tema
y presentarlo pueda servir para evaluar sus alcances y lmites.
Resultados
Agradezco el apoyo tcnico de Ana Luz Rascn y Ramn Jurez en las entrevistas.
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hablar de este tema y de otros como el de la sexualidad. Una primera conclusin que podemos extraer de esta fase es que la poblacin entrevistada no se
mostr reticente a hablar de VIH-Sida ni de sexualidad. A la pregunta de si
haban odo hablar del VIH o el Sida y de sus formas de transmisin, no hubo
alguna persona que no mencionara de manera espontnea las relaciones
sexuales entre los hombres y las trabajadoras sexuales que ofrecen servicios
a los conductores de camiones y trailers que pasan por las comunidades yoeme
(putas es la palabra que usaron). El virus o la enfermedad en su concepcin viene de fuera, en primera instancia a travs de relaciones sexuales entre personas no indgenas: los traileros yoris8 y las trabajadoras sexuales
tambin yoris y, en segunda instancia, a travs de las relaciones entre estas
mujeres no indgenas y los hombres yaquis. En todos los casos tambin esta
va de infeccin construye la percepcin de riesgo para hombres y mujeres,
para la familia y para la tribu yaqui,9 en su totalidad. La comprensin
sobre el VIH-Sida y la percepcin del riesgo exhibe as la copresencia de discursos que se entrecruzan: los relacionados con las dinmicas de la sexualidad y las identidades de gnero y los relacionados con la diferencia tnica.
Esta confluencia de miradas tnicas y sexogenricas y sus ambigedades
se vislumbraron tambin cuando se pregunt a las personas entrevistadas
sobre la existencia o no de mujeres yaquis que realicen trabajo sexual; una
pregunta que tena como propsito conocer mejor las razones de esa percepcin del riesgo altamente delimitada por razones tnicas. Una anciana yaqui
hace una distincin entre las putas yoris y las mujeres yaquis que realizan
trabajo sexual, quienes no reciben el nombre de putas, sino de mujeres de la
calle, las cuales a su vez se diferencian de las mujeres esposas:
Hay mujeres jvenes y no tan jvenes de la tribu que andan haciendo eso; hay
muchas sacndole dinero a los viejitos, porque, qu otra cosa les puede gustar de un viejito? Pero las de la tribu no estn enfermas, yo digo, porque las
mujeres de la tribu son ms tranquilas [...] las mujeres de la calle yaquis no
se andan metiendo con hombres casados, slo con viejitos y chamacos, y bueno, no afectan a la familia; aunque s hay hombres casados que las andan buscando, pero pues es menos; y las yoris, a esas no les importa nada [] por eso
las rechazan en la comunidad, por como son de ofrecidas, se ofrecen a los
hombres sin saber si son casados o solteros; y les sacan el dinero que pueden.
es el trmino utilizado por los yoeme para referirse a los no yoemes. Significa demonio.
Dos son los trminos ms utilizados por ellos mismos para referirse a ellos como colectivo tnico: tribu y nacin.
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En esta entrevista se evidencian los valores sexuales y tnicos que se establecen, aparentemente, con relacin al trabajo sexual: aunque las trabajadoras sexuales son rechazadas por las mujeres y no son ejemplo de esposa para
los varones ni de mujer para las jvenes, la discriminacin es mayor hacia las
mujeres yoris. Ahora bien, las entrevistas tambin evidenciaron que existen
valores de la sexualidad que regulan el comportamiento de hombres y mujeres de manera diferenciada (se reconoce que los hombres yaquis tienen relaciones con las putas yoris a quienes no critican ni rechazan). La sonrisa al
referirse al hecho de que los hombres no rechazan o critican a las putas
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quiera van, pero est mal lo que hacen los hombres, no? Porque ellos a donde quiera van y al ratito se lo pegan a las seoras.
El tema de la posibilidad de la infidelidad de las mujeres se vincula tambin al concepto de libertad y a las transformaciones de gnero que estn
ocurriendo en la sociedad yoeme en las nuevas generaciones: ante la pregunta que tuvo como finalidad conocer las tensiones y ambigedades de gnero
ms all del discurso normativo:11 y aqu t conoces mujeres que tambin
sean libres?, esta misma entrevistada responde: s, muchas, tienen hijos,
otras no tienen hijos, y otras andan as noms, son yaquis y todo revuelto.
Se trata, sin embargo, de una libertad que est lejos de ser valorada positivamente por ella y otros entrevistados (hombres y mujeres, yaquis y yoris), y que
se asocia al uso de alcohol, drogas y a las relaciones sexuales con diferentes
hombres, algo que algunos yaquis y el funcionario de CDI que trabaja en la
regin dice se est dando mucho entre jovencitas.
En el horizonte de estos comentarios y de estas tensiones y transformaciones de gnero se encuentran, sin embargo, concepciones y valores fuertemente arraigados sobre el deber ser para hombres y mujeres yoemes. Un ex
gobernador tradicional nos responde a la pregunta cmo debe ser un hombre y cmo debe ser una mujer en la sociedad yaqui?, que se le plante luego de que hiciera alusin a la libertad de los hombres:
A las mujeres yaquis desde nias se les ensea que sean respetuosas, que
atiendan a sus maridos, que sepan de cocina y de algunos remedios; debe darse a respetar y debe respetar lo que el marido dice, debe honrar a sus padres
y ser obediente [] a los nios siempre se les ensea que son el pilar de la
casa, que de ellos depende el bienestar de su familia cuando se casen, que
deben seguir el ejemplo de los padres, deben ser respetuosos y firmes en sus
decisiones, debe respetar a la mujer; el hombre es libre, puede hacer lo que
quiera; pero as como es libre, debe responderle a la familia y a la tribu cuando se le necesite [] a todos los hombres y las mujeres se les ensea sobre
las tradiciones y el respeto que se debe tener, porque son sagrados.
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mujeres, su familia y la tribu, as como ser el pilar de la casa, son expectativas de comportamiento para los hombres. Se trata de un discurso normativo de gnero, androcntrico, que tiene tambin implcita la expectativa de que
nios y nias, cuando sean adultos, construyan relaciones heterosexuales.
Frente a este panorama del deber ser, en las entrevistas emerge una realidad ms compleja y en proceso de cambio tambin al nivel del gnero, que se
vincula a procesos sociales ms amplios. Al preguntrsele si las mujeres
yaquis deben de ser abnegadas, el ex gobernador contesta:
Mira, es como todo; si tiene buen marido debe ser buena mujer; porque ya no
es como antes, que la mujer tena que aguantar al marido en todo; porque
antes eran diferentes; los hombres eran ms cumplidos y ahora no; los vicios,
las drogas han echado a perder al hombre yaqui, y si una buena mujer se casa
con un hombre que resulta mal marido, pues lo deja, ya no se aguanta.
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va de la mano con el gusto se revela en un comentario de la vidente-yerbera:hombre y mujeres se meten con quien se pueda, hombres o mujeres: porque sea ms joven o porque les guste noms y les dan chanza, pues coge.
Ahora bien, en el comentario del joven se enfatiza la calentura como el
elemento explicador de las relaciones sexuales. En su versin se trata de desaguar, de quitarse las ganas. Esa caracterizacin del deseo parece dar
una estabilidad y una coherencia tanto al deseo sexual circunscrito a la genitalidad y al orgasmo como a la identidad de los participantes. Un comentario similar por parte de quien fuera una autoridad tradicional parece sugerir
que estamos frente al discurso dominante sobre las relaciones homoerticas
en la sociedad yoeme.13 Tal vez este hecho es el que permite que el joven pueda hablar de l sin miedo al estigma y, por el contrario, construir un performance identitario doble, sexual y tnico, frente al entrevistador: el joven se coloca como hombre frente a los seeve y las putas, con quien acepta haber
tenido relaciones sexuales, a la vez que se posiciona como buen yaqui, al
aclarar que sus compaeros sexuales (putas y seeve) son tambin yaquis,
una endogamia altamente valorizada en el pueblo yoeme.14 En este contexto, en qu consiste la subalternidad del seeve en la sociedad yoeme?, cul
es su posicin en el sistema sexo-gnero y qu posibilidades tiene de vnculos
sexuales y/o afectivos?
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sin a la borrachera como condicin para buscar tener sexo con ellos, o la
sonrisa de la autoridad tradicional al decir la palabra seeve pueden interpretarse como signos de dicho estigma. Sin embargo, se trata de un estigma que
se matiza con afirmaciones de que no pasa de all, se les respeta, no se
le hace nada, no se le quitan los derechos. El siguiente fragmento de la
entrevista con una autoridad tradicional permite entender mejor el respeto de
base que los seeve tienen cuando son adultos dentro de la nacin yaqui, en la
medida en que sus derechos y el respeto estn garantizados por la autoridad
tradicional:
E: Cree que en su comunidad se respeta que un hombre pueda tener relaciones sexuales con otro hombre?
A: Pues s, no pasa nada.
E: Hay hombres que vivan con otros hombres como pareja?
A [se re un poco]: No s; cuando menos aqu [donde fue gobernador] no
s; s que en otras partes [pueblos yaquis] s hay unos que viven juntos, pero
aqu no; los de aqu noms los usan y ya.
E: Se le discrimina con insultos, se le golpea, o se le encarcela, se expulsa a los seeve?
A [asombrado]: Noo, nada de eso; [muy serio] es como cualquier persona,
merece el mismo respeto y los mismos derechos.
E: Qu piensan las mujeres yaquis de que un hombre se meta con un seeve?
A: Nada, porque el hombre tiene libertad de hacer lo que quiera; la mujer
no; ella debe ser tranquila; adems hay muchas mujeres que prefieren que sus
maridos se metan con un seeve a que se metan con una prostituta.
E: En caso de que un seeve sea maltratado, puede acudir a las autoridades a pedir que le ayuden a solucionar el problema?
A: Claro que s; de hecho s se han dado casos de esos, a veces porque los
rentistas no les pagan la renta,16 o que alguien se pasa de listo querindoles
quitar algo o hasta obligarlos a meterse con ellos y los estn molestando, y
pues les solucionamos sus problemas como a cualquiera de la tribu; los seeve
tienen relaciones [sexuales] slo si quieren; nadie los obliga; no tienen por qu
obligarlos.
El texto de la entrevista resulta revelador por lo que dice como por las
ambigedades y tensiones que permite observar con relacin a los seeve. Por
un lado, destaca con claridad que el seeve es como cualquier persona, cualquier yoeme, en trminos del respeto social y de los derechos que reconoce y
asigna la sociedad y la autoridad yoeme. Este reconocimiento excluye insultos pblicos, faltas de respeto, molestias, as como agresiones o tolerancia a
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mujeres) no los identifican como seeve, aunque las autoridades y otros hombres s, y 2) que hay otro tipo de seeve que s se les nota y a quienes se
les identifica como seeve, suponemos, porque son menos masculinos y no
estn casados (recordemos que la masculinidad parece un factor muy importante para definir las posibilidades del matrimonio). El tema de la masculinidad y el que se note o no, o se sepa o no, emerge como un criterio de
diferenciacin importante para entender los significados de las relaciones
sexuales entre hombres, as como de la identidad seeve.
Esta informacin y este anlisis muestra que la dicotoma hombre-seeve
no es tan estable como parece a primera vista, y que la identidad seeve no
contiene o revela todos los aspectos de la vida de la persona, o al menos no sin
ambigedad.Tambin seala que la diferencia con el hombre no es total o
absoluta, y que en aspectos importantes de su vida y de la vida familiar y
comunitaria yaqui (como el ser masculino, el estar casado y el representar
papeles importantes en las ceremonias), al seeve se le reconoce tambin
como hombre en la medida en que no se le excluye de papeles ceremoniales propios de los hombres. Si existe un ncleo duro en el significado del
seeve, ste es su papel pasivo en el coito con los hombres, no su transgresin de gnero a travs de su expresin cotidiana, sus papeles rituales o su estatus matrimonial. Aunque la menor masculinidad de algunos seeve acta como espejo contrastante de la masculinidad del hombre, es fundamentalmente
desde el papel sexual (su supuesta pasividad frente al hombre, que se deja)
que se pretende dar estabilidad a la dicotoma hombre-seeve y al hombre
como identidad sexogenrica distinguida.
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Cabe mencionar que el joven entrevistado asume que por ser ms joven y
a lo mejor ms tranquilo,menos machista en sus actitudes, la familia de
su suegro pudo haberlo visto como seeve (semitapado o tapado). Sin embargo, al comentar sobre su vida ertica seala que la divisin de roles no es tal
y que, aunque si bien asuma un papel pasivo por preferencia, no era un papel
exclusivo, que a veces fue activo, adems de que tenan otras prcticas sexuales no penetrativas muy parejas, como la estimulacin de genitales mutua,
besos y caricias diversas, entre otras. La distincin hombre-seeve, al menos
por lo contado por este entrevistado, no involucra una estricta divisin de
papeles erticos, aunque as aparezca en el discurso y en la representacin
que los dems se hacen de esas relaciones. Esto es, hay hombres que tambin se dejan aunque esto no entra en el discurso normativo yoeme. En
qu consiste pues la diferencia entre hombres y seeve? Ambos son papeles
sociosexuales disponibles en la sociedad que se vinculan con ideologas del
sistema sexo-gnero, pero que no contienen toda la realidad ertica y afectiva entre varones, aunque la condicionen culturalmente.
Un comentario adicional que muestra que las relaciones y deseos sexuales
entre hombre y seeve no se agotan en el coito como desage o en la
calentura, y que refieren a aspiraciones de relaciones ms duraderas, la seala el(la) vidente-yerbera al referirse a su juventud: Yo nunca tuve problemas con las autoridades; al contrario, muchos me queran tener como su
mujer; varios gobernadores y hombres yaquis me lo proponan y yo les deca
que no, que podamos tener relaciones, pero no les dara la exclusividad [suelta una carcajada].
La existencia de parejas de varones, corresidentes o no, en la sociedad
yaqui, algunas de las cuales tienen ms de 20 aos, si bien no son comunes y
ms bien excepcionales, aunque conocidas, introduce una cierta inestabilidad
y ambigedad sobre las categoras de identidad hombre-seeve y el discurso que pretende circunscribirlas al coito que se explica por la calentura y
el deseo exclusivo de desaguar, y a papeles erticos excluyentes. Por el contrario, estas relaciones dejan entrever sentimientos de gusto, atraccin,
pasin y amor, as como transgresiones erticas diversas. La existencia
de varones corresidentes en la sociedad yoeme, durante aos y a la vista de
la comunidad, dice mucho tambin sobre la amplitud de la sociedad para asumir estas relaciones sin modificar el carcter heteronormativo de la cultura.
Una amplitud que, valga decir, parece coincidir como reflejo plido de lo que
el historiador Montan muestra de las posibilidades sexuales, afectivas y
domsticas entre personas del mismo sexo que exista en las sociedades cahitas (yaquis y mayos) a la llegada de los europeos.
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Este comentario nos revela tres caractersticas asociadas con los seeve: 1)
son personas discretas, tranquilas, serias, vergonzosas; 2) no andan buscando tener sexo, sino que ms bien son buscados por los hombres, y 3) por
esas mismas caractersticas, no buscan tener relaciones con yoris (no se animan), pero s se meten con otros yaquis. Por estas tres caractersticas los
seeve son diferentes a tres identidades aqu descritas: los hombres, las
putas, las mujeres de la calle. A diferencia del hombre, que suele ser
caliente, o tener calenturas que explican su actividad sexual, de la
puta que es descarada, o de la mujer de la calle que anda buscando, el seeve es tranquilo, discreto, vergonzoso, serio, no anda buscando.19 A
diferencia del hombre que es caliente, el seeve en su sexualidad es ms bien
fro, fresco (tal vez como expresin de su tranquilidad, discrecin o vergenza).20 De hecho este es el significado de la palabra yaqui seeve en espaDicho lo anterior, creemos que estamos en condiciones de plantear una interpretacin sobre la
ausencia de los seeve en las concepciones que los entrevistados yoeme tienen sobre el riesgo de
infeccin por VIH. A diferencia de la percepcin que se tiene de las putas, particularmente de las
que no son yaquis, como una amenaza para las mujeres, la familia y la tribu, los seeve no son concebidos como transmisores de la infeccin porque su sexualidad est contenida tanto por su comportamiento discreto o vergonzoso, como por su preferencia por otros yaquis, esto es, por la endogamia que los caracteriza y que es altamente valorada por una sociedad que suele marcar con
fuerza sus fronteras tnicas.
20 Aguilar (2002: 105) refiere la existencia de un discurso sobre la relacin entre la concepcin,
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ol: fro o fresco, un trmino que puede utilizarse para referirse a la temperatura del agua, alimentos u objetos, as como a la personalidad o al temperamento sexual de una persona.
Conclusiones
En la sociedad yoeme (yaqui) de Sonora existe un sistema sexo-gnero que
contempla la posibilidad de las relaciones erticas entre varones con un
importante grado de aceptacin y permisividad, las cuales se estructuran a
partir de la dicotoma hombre-seeve segn el papel ertico activo o pasivo
desempeado. La participacin de los hombres en las relaciones sexuales con
otros varones forma parte de las posibilidades de una identidad sexogenrica
que los considera libres y calientes. La identidad seeve, por su parte, tiende a ser contenida desde el discurso dominante como radicada en su pasividad sexual y una concomitante asociacin con lo menos masculino y, por lo
tanto, con lo fresco o fro. La presencia del seeve a nivel de su identidad
de gnero es ms ambigua y contradictoria, pues aunque a nivel simblico se
asocie con la menor masculinidad o cierto grado de feminidad, en realidad
los seeve masculinos pueden ser reconocidos en su estatus matrimonial y
sexualidad con mujeres, en su virilidad cotidiana y en su desempeo de papeles rituales prestigiosos, como hombres. Esta diferencia entre los seeve que
se les nota, no se les nota o no se les nota tanto es un conocimiento
ms reservado a los varones. Las relaciones hombre-seeve tambin pueden
involucrar afecto, enamoramiento y amor, as como posibilidades erticas que
rompen la dicotoma supuesta en el discurso. La sociedad yoeme es testigo o
tiene referencias de la existencia de parejas corresidentes del mismo sexo, las
incluye en su sistema de participacin social, en su nocin de pertenencia
tnica y de derechos al respeto y la proteccin por parte de las autoridades
tradicionales. No obstante, en la medida en que el ser seeve no es parte de las
expectativas sociales para los varones y que la sociedad yoeme es una sociedad de privilegio masculino y expectativas heterosexuales para sus nios y
nias, el seeve existe dentro de una posicin de subalternidad, la cual es particularmente notoria en las maldades o bullying homofbico que pueden
sufrir nios y adolescentes considerados afeminados o menos masculilas fases de la luna y el anidamiento, ya sea de una semilla, de hombre o de mujer que nosotros no indagamos y nunca aparecieron de manera espontnea. Tampoco apareci la idea de
que un seeve es un castigo divino, como refiere la autora. En el relato, parece que la referencia tiene relacin con el afeminamiento y su asociacin con la cobarda o a la carencia de la
fuerza de un hombre, no con el deseo sexual como tal. La ausencia de diferenciacin entre sexo,
gnero y erotismo en el texto de Aguilar sobre homosexualidad y en el anlisis no contribuye a
lo que aqu tratamos de dilucidar.
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nos. Al seeve se le asocia tambin con un habitus que involucra timidez, vergenza, seriedad, tranquilidad, que se traduce en una sexualidad fresca y
preferentemente endogmica, algo que favorece su prestigio y consideracin
y que contrasta con los otros personajes del sistema sexo-gnero que aqu
hemos explorado: los yoris traileros, las putas yoris, las mujeres de la
calle yoeme o los hombres yoeme.
Muchos temas quedan pendientes para entender mejor los significados de
las relaciones sexuales entre varones en la poblacin yoeme, y aunque por
razones de espacio no los desarrollamos, nos parece que vale la pena anotarlas: 1) la existencia de mujeres que viven en pareja y el respeto social a
ellas; 2) el rechazo social a los varones que se visten con ropas de mujer, el
cual va desde la negacin de su existencia en la sociedad yoeme, al ostracismo o la crtica;21 3) el reconocimiento de que las y los jvenes son portadores de nuevos valores sexuales y de gnero que se expresan con mayor libertad en sus formas de vestir y en la vida cotidiana, esto es, el reconocimiento de
que este sistema sexo-gnero contiene una serie de tensiones y tendencias
de transformacin, y 4) los efectos de un discurso de aceptacin y reconocimiento a las identidades gays que circula por los medios de comunicacin
nacionales.
La nacin yoeme parece haber transitado de un sistema analgico (Gmez, 2009: 22), esto es, un sistema abierto a las posibilidades ertico-afectivas, de gnero y de arreglo domstico de sus miembros a la llegada de los
espaoles, a otro ms claramente androcntrico y heterosexista, aunque todava con cierta flexibilidad, que se asemeja al sistema sexual mediterrneo
(Nez, 2007), pero que conserva ms aceptacin e inclusin que este ltimo. Hacia dnde conducirn a la nacin yoeme y su cultura sexogenrica
los discursos sexuales y de gnero de un mundo cada vez ms globalizado en
el que se inserta desde una subalternidad econmica, poltica, social y cultural? Cmo se transformar la experiencia homoertica de la sociedad yoeme en un contexto nacional y global de creciente aceptacin de la diversidad
sexual y de circulacin de la identidad gay?
Bibliografa
Aguilar, Cristina (2002),El cuerpo y sus representaciones: imagen de cultura yaqui, tesis de Antropologa Social, Mxico, UAM-Iztapalapa.
Carrier, J. (1972), Urban Mexican Male Homosexual Encounters: An Analysis
of Participants and Coping Strategies, Irvine, University of California.
21 Aunque en 2011 un grupo de Drag Queens yoeme present un espectculo en una ranchera yoeme para amenizar una reunin de trabajo de mujeres y con bastante aceptacin.
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Resumen
Se busc explicar la masculinidad de acuerdo con la percepcin que de ella
tienen los estudiantes universitarios varones de orientacin heterosexual, distinguiendo a los que presentan una actitud tolerante e intolerante hacia los
homosexuales. Lo anterior se fundament con un marco terico que sustenta las categoras y subcategoras que emergieron de la inmersin en el campo de estudio. Sus ejes temticos se abordaron bajo la perspectiva de gnero
y desde el punto de vista cognitivo-social. Se trata de un estudio cualitativo
basado en el diseo de la teora fundamentada. La muestra de sujetos estuvo integrada por seis estudiantes que, al aplicarles la Escala de Actitudes
hacia Lesbianas y Hombres Gay (ATLG), se clasificaron de acuerdo con su
grado de tolerancia hacia stos. Gran parte de los datos se recopilaron por
medio de entrevistas en profundidad. Se encontr que los varones son conscientes del lugar privilegiado que ocupan en el sistema sexo/gnero y procuran demostrar constantemente que no son nios, mujeres u homosexuales. Se
distingui tambin entre los varones que presentaron una actitud tolerante de
una intolerante hacia gays y lesbianas,y se contrast sus masculinidades de acuerdo con los ndices que obtuvieron en la escala ATLG.
Palabras clave: hombres, mujeres, gays, lesbianas, sexo-gnero.
Abstract
The article sought to explain masculinity according to the perception of heterosexual male college students, distinguishing those with a tolerant attitude
from those with an intolerant attitude towards homosexuals. This was based
on a theoretical framework that supported categories and subcategories that
emerged from immersion in the field. Its thematic coordinates were addressed from the perspective of gender and cognitive-social point of view. This is
a qualitative study based on a substantiated theory design.The subject sample consisted of six students, who were assessed according to the Scale of
Attitudes toward Lesbians and Gay Men (ATLG) and were classified according
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to their degree of tolerance toward them. Much of the data was collected
through interviews. It was found that men were aware of the privileged place
they occupy in the sex/gender system and sought to constantly prove that they
were not children, women, or homosexuals. It also distinguished between men
who had a tolerant attitude from those intolerant toward gays and lesbians and contrasted their masculinity according to the scores obtained on the ATLG scale.
Keywords: men, women, gays, lesbians, sex-gender.
Introduccin
Los womens studies y los estudios de gnero destacan el tema del poder como aspecto constitutivo de la identidad masculina. En 1997 Kaufman afirm: El deseo de poder y control forma la parte fundamental de nuestra
nocin de masculinidad y tambin la esencia misma del proyecto de convertirse en hombre (apud Ramrez y Garca, 2002: 6), lo que no significa,
empero, que todos los hombres sean poderosos o traten de serlo porque, evidentemente, existen hombres subordinados a otros hombres o incluso a
mujeres; significa, en cambio, [] que el poder de la masculinidad se construye y se expresa en forma desigual en las relaciones homosociales y se articula con las desigualdades existentes en las sociedades (desigualdades sociales, econmicas, polticas, etc.) (idem: 6). Este acceso diferencial de los
hombres al poder y al control, que los ubica en algn punto de una estructura jerrquica en la sociedad, implica la consideracin de mltiples masculinidades, las cuales emergen, se transforman, desaparecen y vuelven a emerger al cabo del tiempo, representando la sexualidad de los hombres y su
forma de relacionarse con las mujeres y otros hombres de diferentes maneras en cada contexto cultural; en contraposicin con la visin no unitaria de
las masculinidades, destaca el modelo de la masculinidad hegemnica, estereotipo de gnero que atribuye una serie de creencias y suposiciones al grupo de los hombres o a las caractersticas de masculinidad que stos desarrollan, que favorece representarlo como un grupo homogneo, totalmente
diferente a otros grupos (Barber, 2004) y, principalmente, con un estatus
superior al grupo de las mujeres o, como lo explica Ortiz (2004), cuando
alude al concepto de androcentrismo, a cualquier smbolo definido como
femenino. Esta jerarqua entre los gneros [] explica la supremaca de
los hombres que se apegan ms al modelo dominante de masculinidad sobre
aquellos que no se apegan a l (ibidem: 166), entre los cuales podra
incluirse a los homosexuales, a quienes histricamente se les ha estereotipado de manera errnea como slo femeninos y que, por haber renunciado aparentemente al privilegio de ser hombres (Vzquez y Chvez, 2008: 84),
merecen recibir de parte de los hombres que se identifican con las atribu-
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ciones naturales de la masculinidad hegemnica, que los etiqueten de antinaturales, desviados o ambas cosas (Daz, 2004); tales etiquetamientos
(entre otras formas de discriminacin), en una sociedad donde est prohibida la manifestacin de todo lo femenino en los hombres que la conforman,
provocan que los homosexuales tengan que afrontar el conflicto de asumirse como seres distintos (de acuerdo con los valores hegemnicos no son
hombres, estn cercano a lo femenino, pero tampoco son mujeres), sensacin que se incrementa en ocasiones por el rechazo y las actitudes de desprecio del entorno (ibidem: 9).
Debido al impacto que el entorno social puede tener en el desarrollo de la
identidad sexual de hombres y mujeres homosexuales, resulta lgico esperar
que las actitudes de quienes forman parte de dicho contexto tambin lo sean.
Mathison (1998) comenta que, en Estados Unidos, las autoridades escolares
pueden castigar o incluso expulsar a un estudiante blanco por llamar negro
(nigger) a un estudiante de color; pero si un estudiante llama a otro maricn (fagot), por su aspecto femenino, no recibe castigo alguno, por lo que la
autora se cuestiona a s misma sobre el perjuicio que esto puede tener para
los estudiantes que forman parte de esa minora: cmo pueden responder
adecuadamente profesores, tutores y otros estudiantes a esa minora?, cmo
trabajar con los prejuicios propios para trabajar, de manera ptima, con todos
los estudiantes?, cmo hacer el aprendizaje ms significativo para todos y
cada uno de ellos?, etc. Reflexiones semejantes se fundamentan en estudios
que, al cabo de los aos, se han venido haciendo acerca de la homosexualidad, de tal suerte que, despus de que Evelyn Hooker la desmitificara como
una psicopatologa y de que las contribuciones freudianas sentaran algunas
bases para su debate futuro (Poveda y vila, 2008), la investigacin sobre la
misma, segn Evans et al. (1998) se orient a partir de los aos setenta, primero a su etiologa y luego al desarrollo de la identidad homosexual, existiendo actualmente varios modelos de desarrollo: el de Rubn Ardila y el de
Manuel Antonio Velandia, por ejemplo (Poveda y vila, 2008), pero siendo
uno de los ms importantes el de Vivienne Cass, autora que en 1979 y 1984
propuso un modelo para lograr una identidad homosexual positiva en seis
etapas (Cayeros, 2006).
Sin perder de vista que el trmino hombre est implicado, en primera instancia, con una clasificacin dicotmica basada en el sexo morfolgico (Andrs, 1999), surgen diferentes modelos culturales que han definido hasta ahora
lo que es y debe ser un hombre, y que generan marcos interpretativos en las
sociedades de cada poca (Fernndez, 2004), por lo que resulta relevante
investigar la percepcin que los varones de orientacin heterosexual tienen
acerca de su masculinidad, ya que sta configura el significado de lo mascu-
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lino y de lo que debe esperarse socialmente del comportamiento de los hombres y su forma de relacionarse con otras personas, entre las cuales se incluyen los hombres y las mujeres homosexuales, quienes al pertenecer a una
minora que transgrede con su orientacin sexual las reglas de lo masculino
y lo natural, se hacen susceptibles de recibir sus etiquetamientos (Daz,
2004). Por tanto, el problema planteado para esta investigacin es: cmo
perciben su masculinidad los estudiantes universitarios varones de orientacin
heterosexual que presentan actitudes tolerantes e intolerantes haca los gays
y lesbianas?
Ahora bien, por qu es importante hacer una investigacin como sta con
jvenes universitarios? Bsicamente por dos razones: 1) porque al margen de
las crticas que han tenido los estudios demogrficos en materia de orientacin sexual, por ejemplo, la controversia suscitada por el informe Kinsey y sus
aspectos metodolgicos (Saavedra, 2006), es razonable esperar que en la
mayora de las universidades del pas hayan casos para el personal de asuntos estudiantiles, especficamente para quienes trabajan la parte de asesora
y orientacin, que se relacionen de alguna manera con este tema, casos que
demandarn atencin a situaciones particulares, como homofobia, discriminacin, fricciones, etc., las que implicarn, en ltima instancia, que el orientador conozca y comprenda aspectos relacionados con el desarrollo de la
identidad de los varones heterosexuales que forman parte de la comunidad
universitaria, as como de los que integran una minora como la de los gays
y lesbianas, y 2) porque los estudiantes universitarios que actualmente estn
en formacin representan parte de lo que ser la sociedad del futuro, por lo
que es indispensable trabajar con ellos aspectos relacionados con su forma de
concebirse como hombres y con las relaciones que establecen con otros grupos sociales a partir de la percepcin que han construido respecto a su masculinidad.
Con la realizacin de esta investigacin se busc lograr los siguientes objetivos: 1) explicar cmo los estudiantes universitarios varones de orientacin
heterosexual perciben su masculinidad; 2) distinguir entre stos los que presentan una actitud tolerante y una actitud intolerante haca gays y lesbianas,
y 3) contrastar la percepcin que los sujetos en estudio presentan respecto a
su masculinidad, atendiendo a sus actitudes tolerantes e intolerantes hacia
gays y lesbianas.
El enfoque de investigacin utilizado para realizar este estudio es el cualitativo. Las categoras generadas a partir del anlisis de los datos recopilados y que sirvieron de gua para su interpretacin terica son: sexo y gnero,
sistema sexo/gnero, masculinidad, homosexualidad, mecanismos de control
social y tolerancia (incluyendo esta ltima subcategora como actitud y per-
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Desarrollo
La sexualidad, al ser orientada por la cultura a manifestarse en los sexos en
trminos de lo masculino o lo femenino, se concibe como una construccin
social en torno a la cual los sujetos definen su vida en sociedad. Los hombres,
para ser reconocidos en una sociedad que valora los atributos masculinos,
deben demostrar que son perfectamente capaces de controlar y dominar sus
emociones y afectos (Ponce, 2004), lo cual incluye despojarse de lo afectivo,
porque la expresin de sentimientos de nuevo puede hacerlos ver como cercanos al lado opuesto de su gnero (apud Prez et al., 2007).
En 1992, Kimmel y Levine explicaron que los hombres organizan las concepciones que tienen de s mismos para construir su masculinidad, de manera que puedan asumir de manera voluntaria comportamientos relacionados
con atributos socialmente valorados como masculinos (idem), los que en
conjunto suelen denominarse estereotipos de gnero (Gonzlez, 1999); sin
embargo, esta asuncin y el proceso mismo de la socializacin basada en estas concepciones de gnero no ocurre uniforme ni coherentemente, porque lo
que resulta de ambos procesos es una transaccin, por lo que puede afirmarse que no hay una sola manera de ser hombre, ni natural ni culturalmente hablando, sino una diversidad de expresiones masculinas; sin embargo, hay una
que ocupa una posicin dominante en el sistema sexo-gnero de cualquier
cultura en un momento histrico dado: la masculinidad hegemnica, misma
que se convierte en norma y se incorpora a las subjetividades de hombres y
mujeres; la masculinidad hegemnica adems promueve su reproduccin, exhibindose como la forma natural de lo masculino a travs de dispositivos
cuyo objetivo es legitimar su dominio (Ramrez y Garca, 2002). Una consecuencia de lo anterior tiene que ver con el desarrollo de la identidad y el rol
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masculinos, que los varones tendrn que probar a lo largo de toda su vida ante los dems, a travs de tres negaciones: que no son nios, que no son mujeres y que no son homosexuales (Ortiz, 2004).
Por otro lado, los homosexuales son percibidos como transgresores de los
estereotipos de gnero al retar, con su homoerotismo, el poder de la masculinidad hegemnica y su discurso moralizador (Ramrez y Garca, 2002), por
lo que son estigmatizados con regularidad al ubicarse en una posicin contrahegemnica y contestaria respecto a la heteronormatividad (Daz, 2004).
El conflicto que tienen que afrontar quienes incumplen con los requisitos del
deber ser social y exclusivamente construido para hombres y mujeres es, precisamente, cmo asumirse ante la dicotoma sexual que el sistema sexo-gnero
predominante pretende importar e imponer como categoras y estereotipos de
gnero; al respecto, Ortiz (2004) comenta que los homosexuales no tienen un
patrn comportamental socialmente especificado que puedan seguir para
lograr un desarrollo adecuado de su identidad sexual, por lo que slo les queda
la opcin de concebirse como seres distintos, exentos de cualquier prescripcin
estereotpica sustentada por la estructura social (Barber, 2004; Daz, 2004);
cabe sealar que los gays y lesbianas suelen ser pensados por la sociedad como
varones femeninos y mujeres masculinas respectivamente, asociaciones que a
pesar de no reflejar fielmente la realidad son reproducidas constantemente en
la cotidianeidad a travs chistes y albures, y usadas en las parodias y sketches
cmicos que los medios masivos de comunicacin difunden.
Debido a la transgresin que gays y lesbianas pueden representar para la
masculinidad hegemnica, entran en juego los denominados mecanismos de
control social.Tales mecanismos forman parte del proceso de socializacin, y
su objetivo es que los individuos cumplan con los valores dominantes definidos por el sistema sexo-gnero (Ortiz, 2004).Tales valores son 1) el apego a
los estereotipos de gnero, segn los cuales los varones deben ser masculinos
y las mujeres femeninas; 2) el heterosexismo, sistema ideolgico que niega,
denigra y estigmatiza todo lo que difiera de la heterosexualidad, y 3) el androcentrismo, con el cual se asume la inferioridad o subordinacin de lo femenino ante lo masculino (Ortiz, 2005).
En el caso particular de gays y lesbianas intervienen al menos los cuatro
siguientes mecanismos de control social.
1) Homofobia. Se trata de un fuerte rechazo a la homosexualidad y se
encuentra estrechamente relacionado con el origen de los trastornos mentales ms importantes que llegan a presentar los homosexuales; se le ha llegado a considerar incluso, [] un referente fundamental con que se construye el modelo dominante de masculinidad en las sociedades contemporneas
(Granados y Delgado, 2008: 1043).
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medida en que el sujeto es capaz de admitir que puede ser homosexual, experimentar que su confusin disminuye, pudiendo ocurrir tambin lo contrario,
es decir, que niegue esa posibilidad y trate de actuar como lo hara un heterosexual.
3) Tolerancia.El sujeto admite que probablemente sea gay o lesbiana,lo que
propiciar que confronte la diferencia entre cmo se percibe a s mismo (como
homosexual) y cmo percibe a sus amigos, compaeros o coetneos (como heterosexuales), situacin que lo inducir a tener sus primeros contactos sociales
y sexuales con otros homosexuales (Montoya, 2009).
4) Aceptacin. La caracterstica ms destacable son los contactos continuos con otros homosexuales, con los que el sujeto procura establecer vnculos de amistad, ampliando sus relaciones con los miembros de la comunidad
(idem).
5) Orgullo. El sujeto adquiere sentido de la incongruencia que existe entre
los aspectos positivos que percibe que lo llevaron a aceptarse a s mismo y las
estrategias que la sociedad implementa constantemente para desvalorar la
homosexualidad y a los homosexuales, por lo que podr experimentar sentimientos de identidad, pertenencia y orgullo con la comunidad a la que pertenece (idem).
6) Sntesis. Las ideas del sujeto dejan de girar en torno a la frase ellos
contra nosotros y sus sentimientos de rabia y orgullo terminan por apaciguarse. Independientemente de su orientacin sexual, las personas son percibidas en trminos del apoyo que puedan brindarle.
Aunque el modelo de Cass presenta algunas limitaciones, Montoya (2009)
considera que contar con un proceso de desarrollo definido, que sirva de gua
para comprender cmo logran construir los homosexuales su identidad
sexual, resulta valioso. Finalmente, conceptos como percepcin, actitud y tolerancia resultan importantes para comprender tanto la percepcin que los
estudiantes entrevistados tienen acerca de su masculinidad como las actitudes que presentan hacia gays y lesbianas, particularmente, porque tales
aspectos no slo afecten a gays y lesbianas (Granados y Delgado, 2008;
Castaeda, 2000; Ortiz, 2005), sino tambin a los heterosexuales mismos
(Wilson, 2005), quienes al manifestar actitudes ms o menos tolerantes
hacia esta minora valorada negativamente por su orientacin sexual, definen
lo que son a partir de lo que no son.
En cuanto al mtodo, se us como diseo de investigacin el de la teora
fundamentada, propuesto en 1967 por Barney Glaser y Anselm Strauss y
basado en el planteamiento segn el cual [] las proposiciones tericas
surgen de los datos obtenidos en la investigacin, ms que de los estudios previos (Hernndez et al., 2010: 493). El presente estudio se gui de acuerdo
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En la muestra de entrevistados hubo atribuciones diversas respecto a la heterosexualidad.Tales respuestas pueden agruparse en tres categoras: 1) la heterosexualidad es natural y podra ser tan normal como la homosexualidad; 2) lo
normal y lo natural de la sexualidad depende de la percepcin o de los sentimientos de los sujetos, y 3) la heterosexualidad es natural y lo naturalmente dado.
La mayora de los entrevistados estuvieron de acuerdo en que los homosexuales tanto nacen como se hacen, lo cual parece implicar un punto
importante en la percepcin que algunos varones heterosexuales tienen acerca de gays y lesbianas: que stos escogieron ser lo que son porque no fueron
capaces de mantenerse durante el proceso de socializacin en el camino de lo
normal y lo naturalmente dado, por lo que no pudieron masculinizarse
de acuerdo con los estereotipos de gnero asociados con la masculinidad
hegemnica y con la heterosexualidad normativa; por otra parte, las percepciones que la muestra de estudiantes manifestaron hacia los homosexuales
(como transgresores de los valores dominantes del sistema sexo-gnero y de
la masculinidad hegemnica) son ms o menos positivas.
Enmarcados en el proceso de socializacin, los mecanismos de control social
tienen el propsito de que los individuos cumplan con los valores dominantes
establecidos por el sistema sexo-gnero (Ortiz, 2004). En la muestra hubo
diversidad de opiniones acerca de tales mecanismos: hubo estudiantes no homofbicos, moderadamente homofbicos y homofbicos; estudiantes que valoraron la homosexualidad como un contenido peligroso para el desarrollo de los
ms jvenes en la sociedad, y los que sospecharon la exhortacin de parte de
los medios masivos de comunicacin para homosexualizar a los heterosexuales;
estudiantes que manifestaron que la homosexualidad todava es un trastorno; y
estudiantes que, en torno al concepto de discriminacin, ms o menos tuvieron
claridad acerca de sus implicaciones.
Consideraciones finales
Los varones entrevistados sealaron como su distintivo ms evidente que son
ms fuertes fsicamente que las mujeres, no pasndoles desapercibido que
ocupan un lugar privilegiado dentro del sistema sexo-gnero, al recibir desde
su infancia ciertas concesiones con las que el contexto sociocultural busca
valorar lo masculino, siempre y cuando sigan el camino de la heterosexualidad normativa (Figueroa et al., 2001), para lo cual deben demostrar, en todo
momento, que no son nios, que no son mujeres y que no son homosexuales
(Ortiz, 2004), organizar las concepciones que tengan de s mismos y asumirse voluntariamente como seres capaces de encarnar la masculinidad a travs
de atributos socialmente valorados en su contexto sociocultural (Lamas,
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bres asuman las prcticas, creencias, representaciones y prescripciones, asociadas en su contexto social con lo masculino, como una investidura simblica construida socialmente en torno a la particular estructura anatmica que
los caracteriza? (Lamas, 2000), y 2) que buscara corroborar si la mayor o
menor sensibilidad de los varones con las repercusiones de aislamiento generadas por hacerse de una armadura personal (Fernndez, 2004), para
demostrar que son fuertes emocionalmente, est relacionada con el grado
de tolerancia hacia los homosexuales.
Al menos tres recomendaciones se derivan de este estudio: 1) abrir espacios en las universidades, incluso en preparatorias y secundarias, que ofrezcan la oportunidad a los estudiantes de comprender mejor su sexualidad, en
particular su identidad como seres genricos que encarnan la masculinidad,
a travs de procesos que involucraran no slo la cuestin informativa, sino
tambin el aspecto vivencial; 2) desaprender la masculinidad hegemnica es
un proceso de formacin que no slo debera incluir a los estudiantes de una
institucin educativa, sino tambin a sus maestros, a sus autoridades universitarias, al personal administrativo de la institucin, as como a quienes tienen la responsabilidad de brindar asesora y consejera a los casos que requieran tales servicios, y 3) una investigacin que podra derivarse de los
hallazgos presentados en este estudio apunta precisamente a la reproduccin
de este mismo estudio en el futuro, pero buscando esta vez superar las limitaciones que se tuvieron durante la realizacin del presente trabajo, sobre
todo en lo relativo al tamao de la muestra, lo que tal vez implicara que la
investigacin en cuestin pasara de tener un enfoque cualitativo a uno cuantitativo o, ms probablemente, uno mixto (Hernndez et al., 2010).
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El proceso de transformacin
corporal de personas transexuales:
Un camino hacia la normalizacin
genrica?
Jordi Mas Grau/Oscar Guasch Andreu
Universidad de Barcelona
Resumen
La transexualidad abarca un espacio de interseccin discursiva plural donde
confluyen diversas clases de narrativas para definirla. Estn los debates polticos entre transexuales y transgeneristas; estn los relatos mdicos y su
poder para crear realidades a travs del diagnstico, y tambin estn las personas concretas elaborando subjetividades particulares. Hay muchos mapas
y tambin hay muchos territorios para transitar y entender la transexualidad.
En estas pginas se presenta la estructura bsica del proceso de gestin
mdica de la transexualidad y se analiza el modo en que las personas transexuales se posicionan ante el discurso mdico en un entorno institucional de
atencin mdica.
Palabras clave: transexualidad, discurso mdico, subjetividades.
Abstract
Transsexualism covers an area of plural discursive intersection where different kinds of narratives converge to define it. There are political debates between transsexuals and transgenderists; there are medical stories and their
power to create realities through diagnosis; and there are also real people
developing particular subjectivities.There are many maps and there are also
many territories to travel through and understand transsexualism. On these
pages the basic structure of the medical management process of transsexualism is presented and the way transsexual people position themselves when
confronted with medical discourse in an institutional environment of medical
care of transsexuality is analyzed.
Keywords:Transsexualism, medical discourse, subjectivities.
Introduccin
mdica: la transexualidad. Benjamin (1966: 30) define esta novedosa categora diagnstica como el deseo irreversible de pertenecer al sexo contrario
al genticamente establecido y de asumir el correspondiente rol, adems de
solicitar un tratamiento hormonal y quirrgico para corregir la discordancia
entre la mente y el cuerpo. Con esta obra, el alemn sienta las bases del
actual modelo biomdico de atencin a la transexualidad, pues defiende la
terapia hormonal y las cirugas de reasignacin sexual1 como el tratamiento
ms adecuado, y otorga a profesionales de la salud mental la facultad de
tutelar todo el proceso asistencial. Con anterioridad a Benjamin, ni las cirugas de reasignacin sexual ni la terapia hormonal eran unnimemente aceptadas por los profesionales, los cuales se decantaban mayoritariamente por
una atencin psicoteraputica destinada a corregir los deseos del paciente.
En este sentido, cabe destacar las severas crticas vertidas desde el mbito
psicoanaltico hacia aquellos mdicos que practicaban la ciruga de cambio
de sexo, acusndolos de contribuir al deseo de castracin de pacientes que no
seran sino psicticos extremos (Billings y Urban, 1998).
Este artculo parte del anlisis del proceso de diagnstico y de tratamiento de la transexualidad que se realiza en un hospital pblico de Catalua
(Espaa). Se focalizar la atencin en las herramientas y criterios diagnsticos, los presupuestos tericos que guan la teraputica y las tcnicas utilizadas durante el tratamiento. Asimismo, se analizan los discursos tanto de los
profesionales sanitarios como de las personas transexuales en relacin con el
proceso medicalizador.2
Las formas de vivir la transexualidad y las transformaciones corporales a
ella asociadas son tan diversas como lo son las personas que son etiquetadas
como transexuales. Sin embargo, en relacin con la terapia de transformacin corporal se detectan tres grandes relatos en los discursos de las personas entrevistadas. En el primer gran relato, las transformaciones corporales
se conciben como una suerte de rito de paso cuyo ltimo estadio lo consSe entiende por cirugas de reasignacin sexual a todas las intervenciones quirrgicas destinadas a modificar los caracteres sexuales primarios y secundarios de la persona. Dentro de este
grupo encontramos las cirugas de reasignacin genital, popularmente conocidas como operaciones de cambio de sexo, de entre las que destacan las tcnicas de la vaginoplastia (construccin de una neovagina) y la faloplastia (construccin de un neopene).
2 Los datos utilizados para la elaboracin del presente artculo proceden de dos investigaciones
en curso: una investigacin I+D financiada por el Instituto de la Mujer-Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de Espaa, que lleva por ttulo Representaciones y
prcticas en el proceso de feminizacin de mujeres transexuales (IP: Oscar Guasch; ref. 20110004-INV-00124); y una investigacin doctoral llevada a cabo por Jordi Mas en el
Departamento de Antropologa social de la Universidad de Barcelona sobre el proceso de patologizacin y medicalizacin de la transexualidad.
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a nivel mundial para todo equipo mdico dedicado al tratamiento de la transexualidad. Su contenido ha sido revisado en varias ocasiones. La ltima versin, la sptima, apareci en 2011.Tras la evaluacin diagnstica del paciente, los estndares contemplan varios tipos de tratamiento, de entre los que
destacan la psicoterapia ya no destinada a la modificacin de los deseos
de la persona sino al tratamiento de las problemticas que impiden una
expresin de gnero confortable, la terapia hormonal y las cirugas de reasignacin sexual. Si bien en el pasado la clnica consideraba que el firme
deseo del paciente de someterse a dichas cirugas constitua la prueba diagnstica definitiva, actualmente tanto los estndares como los profesionales de
la UTIG reconocen que no todas las personas transexuales necesitan ni desean
entrar en el quirfano.
La evaluacin diagnstica
Toda persona que desee iniciar un proceso de transformacin corporal en
la UTIG deber someterse antes a una evaluacin diagnstica. Segn las
profesionales de la salud mental del centro, la diagnosis tiene una finalidad
mltiple, pues sirve para diagnosticar con exactitud el trastorno de la
identidad de gnero, detectar posibles trastornos psiquitricos comrbidos y acceder al tratamiento hormonal y quirrgico. En el caso de la UTIG
que nos ocupa, la evaluacin es realizada por las dos especialistas de forma independiente: la psiquiatra y la psicloga clnica. Adems de la diagnosis, la tarea de estas profesionales consiste en aconsejar al paciente respecto a la gama de tratamientos disponibles y sus efectos, sensibilizar a su
entorno ms cercano, realizar un tratamiento en caso de comorbilidad psiquitrica y efectuar un seguimiento del paciente a lo largo de todo el proceso transexualizador.
La obtencin de un diagnstico psiquitrico como condicin sine qua non
para acceder al tratamiento es, sin duda alguna, uno de los aspectos ms controvertidos de la gestin biomdica de la transexualidad. Desde el ao 1980
la transexualidad se incluye en el principal manual clasificatorio de los trastornos mentales: el DSM de la Asociacin Norteamericana de Psiquiatra. En
su ltima versin publicada, el DSM-IV-TR (2002),4 la transexualidad apaLa publicacin de la quinta versin del manual se espera para el ao 2013. En la web de la
Asociacin podemos acceder al borrador de la prxima versin, en el que podemos constatar un
cambio significativo: el trastorno de la identidad de gnero pasa a denominarse disforia de
gnero. Parece que, tras las presiones recibidas por parte de asociaciones trans, la APA ha decidido eliminar la palabra trastorno y ha recuperado una denominacin acuada por el mdico
Robert Fisk en los aos setenta del siglo XX, con la que pretenda destacar el sufrimiento o
malestar (disforia) provocados por un conflicto entre la identidad de gnero y el sexo biolgico.
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La terapia hormonal
Una vez obtenido el diagnstico, la persona es derivada al servicio de endocrinologa, en donde se le practicar una exploracin fsica para descartar
un posible caso de intersexualidad y una analtica para medir el nivel de
hormonas y detectar posibles problemas de salud. Si los resultados de las
pruebas son satisfactorios se inicia la terapia hormonal. En el caso de las mujeres transexuales se realiza un tratamiento doble a base de estrgenos (p. ej.
estradiol o estrgenos conjugados) y antiandrgenos (para bloquear la produccin y efectos de la testosterona). Por su parte, los hombres transexuales
realizan una terapia andrognica a base de testosterona. El tipo de hormonas y la dosis variarn en funcin de la valoracin global del paciente efectuada por el equipo mdico. El usuario ser controlado cada seis meses o una
vez al ao para examinar su evolucin fsica y detectar posibles efectos nocivos del tratamiento.6
El tratamiento hormonal es visto por muchas personas transexuales como
la va principal para corregir esa discordancia existente entre su mente-identidad de gnero que ellas consideran como algo verdadero e innato y su
cuerpo que es visto como algo errneo, extrao, ajeno. En relacin con
esto, Jennifer, que se encuentra al inicio del tratamiento, afirma:Poco a poco
me estoy quitando el disfraz y estoy empezando a ver lo que realmente soy.
Aparte de mejorar la autopercepcin corporal, la terapia hormonal es el tratamiento que se pide con mayor premura porque ocasiona la aparicin paulatina de los caracteres sexuales secundarios asociados con el gnero que se
desea representar socialmente.7 En su aproximacin etnometodolgica a la
transexualidad, Kessler y McKenna (1985) nos ensean que en la interaccin
social las atribuciones de gnero no se realizan teniendo en cuenta los genitales, pues obviamente no tenemos acceso inmediato a ellos, sino que se efectan siguiendo unos estereotipos de gnero que las autoras denominan genitales culturales. La apariencia, el lenguaje corporal o la vestimenta son esos
genitales que importan en la interaccin social, son aquello que nos permite situar a nuestro interlocutor dentro de las categoras hombre o mujer.
6 Los Estndares de Atencin (2011) sealan que entre las mujeres transexuales los efectos
secundarios ms comunes son: la trombosis venosa, los clculos biliares, la elevacin de las enzimas hepticas y la hipertensin. Los hombres transexuales estn expuestos a la policitemia, el
acn, la alopecia, la elevacin de las enzimas hepticas y la hiperlipidemia.
7 En el caso de las mujeres transexuales, los estrgenos facilitan el crecimiento de los pechos, la
acumulacin de la grasa alrededor de las caderas, la disminucin del vello corporal y la obtencin de un cutis ms fino. Los efectos de la testosterona son todava ms visibles: aparicin de
vello corporal, agravamiento de la voz, aumento de la masa muscular y reestructuracin de la
grasa corporal alrededor de la zona abdominal.
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Por otra parte, hay que decir que no son pocas las mujeres transexuales
que en algn momento de sus vidas o durante toda su vida toman hormonas
sin supervisin mdica.8 El acceso a los estrgenos sin receta mdica es relativamente sencillo, puesto que las mujeres transexuales utilizan los mismos
frmacos que se prescriben al resto de mujeres con fines anticonceptivos o
para paliar los efectos de la menopausia. Esta forma de autoatencin
Gmez (2006) apunta que de las 117 mujeres transexuales atendidas en la UTIG de Catalua
durante el periodo 1996-2004, 64.1% ya se autohormonaba antes de acudir al centro.
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cin de un cltoris) y la labioplastia vaginal (construccin de labios vaginales). Los transexuales masculinos pueden someterse a la histerectoma (extirpacin de la matriz y los ovarios), la metoidioplastia (se da la forma de un
micropene de unos 3-6 cm al cltoris que ha crecido gracias a la terapia hormonal), la faloplastia (construccin de un neopene)11 y la implantacin de
prtesis testiculares.
Como se ha comentado, desde finales de 2008 la Generalitat de Catalua
financia las cirugas de reasignacin genital, as como las mastectomas, a
travs de un hospital pblico de referencia donde se encuentra la UTIG citada en este texto. Sin embargo, el hecho de que la demanda supere con creces a la oferta y que la sanidad pblica espaola sea uno de los sectores ms
afectados por los graves recortes del gasto pblico, motiva que actualmente
la lista de espera para entrar en el quirfano sea de tres a cinco aos. Por
eso, la sanidad privada constituye la principal salida para aquellas personas
que consideran urgente la ciruga, aunque no son pocas las que no tienen
acceso a ella por motivos econmicos: una vaginoplastia puede costar entre
12,000 y 18,000 euros, mientras que la faloplastia puede ascender hasta los
35,000 euros.
Para muchas de las mujeres que acuden a la UTIG, la ciruga representa el
paso definitivo para dejar atrs la tan recurrida frase de haber nacido en un
cuerpo equivocado: La operacin va hacer que todo mi cuerpo est en
armona conmigo misma (Jennifer);la operacin har que mi cuerpo encaje con mi forma de ser (Jessica).Y, a pesar de afirmar sentirse mujeres desde que tienen uso de razn, para algunas de las entrevistadas la experiencia
de la feminidad no ser plena hasta la implantacin de unos genitales
femeninos, con lo cual parecen compartir esa concepcin genitalizada del
gnero tan presente en Occidente: Queremos un coo porque queremos sentirnos mujer al 100%, ser una mujer ms, tener lo que tienen ellas y hacer
una vida normal (Jessica). En otros casos, el deseo de someterse a la ciruga genital prevalece sobre el temor a las posibles complicaciones post-operatorias. Montse deja bien claro cul era su posicionamiento antes de someterse a la ciruga genital, que para ella entraaba un elevado riesgo debido a
su precario estado de salud: Cuando entr en el quirfano ya haba aceptado que poda morir si la cosa sala mal, o que quiz no obtendra nunca ms
placer sexual, pero todo eso me daba igual. Mientras me quitaran el pene
La faloplastia implica la construccin de un pene usando piel proveniente de otras reas del
cuerpo. Dependiendo del tipo de faloplastia, la piel es tomada del abdomen, la ingle/pierna y/o
el antebrazo. La faloplastia requiere usualmente una extensin uretral para que el paciente pueda orinar a travs del neopene. Asimismo, puede ser insertado un injerto flexible o un dispositivo de bombeo para garantizar la ereccin.
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Por el contrario, entre los transexuales masculinos son pocos los que deciden someterse a la faloplastia o a la metoidioplastia, argumentando que las
tcnicas de reasignacin genital masculinas estn bastante menos desarrolladas que las femeninas. Los problemas y riesgos postoperatorios son mayores
con la faloplastia que con la vaginoplastia, y la prdida del placer sexual es
casi segura con la implantacin de un neopene. Es por esto que la mayora
opta por la mastectoma, que elimina uno de los signos ms visibles de la
feminidad los pechos, y por la histerectoma, que reduce la produccin
de estrgenos y detiene el principal flujo asociado con la feminidad la sangre menstrual. Las mismas profesionales de la salud mental de la UTIG
advierten a sus pacientes de los peligros que conlleva la construccin quirrgica de neopenes:
Qu ocurre con la faloplastia? Todos te dicen:si por arte de magia tuviera un
pene, pues lo tendra. Pero con la de complicaciones que conlleva la operacin,
la de problemas que da, pues no se la hacen.Y eso es un porcentaje elevado, porque son muy sensatos. Hoy por hoy, desde el departamento de psiquiatra y psicologa no la recomendamos porque sabemos que hay pacientes que se han operado y tienen muchos problemas: de fstulas, etc.Y yo no se si compensa.
El hecho de que la mayora de hombres transexuales construya su masculinidad sin recurrir a la faloplastia por temor a los resultados y efectos postoperatorios, mientras que cada vez son ms las transexuales femeninas que
desean someterse a la vaginoplastia impulsadas por la existencia de tcnicas
quirrgicas avanzadas, muestra que la construccin corporal e identitaria de
las personas transexuales est estrechamente vinculada con el avance y la
disponibilidad de las tecnologas mdicas. Las entrevistas y charlas informales con las transexuales ms veteranas corroboran la tesis de que la oferta
crea la demanda. Carla cuenta que muchas transexuales mayores de 40 aos
no se han operado los genitales porque cuando iniciaron el proceso transexualizador durante su juventud casi no existan clnicas dedicadas a la
reasignacin genital, no contaban con recursos econmicos suficientes y los
resultados de la operacin dejaban mucho que desear.Y ahora que el contexto tecno-mdico es ms propicio, ya no se operan porque han aprendido a
vivir y a conformarse con su pene.
As pues, con la consolidacin del modelo biomdico de la transexualidad,
la financiacin de la ciruga genital por parte de la sanidad pblica y el previsible perfeccionamiento de las tcnicas de reasignacin genital, no resulta
descabellado suponer que el futuro de la transexualidad estar cada vez ms
vinculado al quirfano. En este sentido, Luis, activista contra la medicalizacin de la transexualidad, critica que el estamento mdico monopolice toda
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Consideraciones finales
Actualmente existen dos paradigmas desde los que abordar el fenmeno
trans: el de la transexualidad y el del transgenerismo. El paradigma de la
transexualidad est dominado por un discurso biomdico heredero de los
planteamientos de Benjamin y de sus sucesores que legitima una visin
dicotomizada y genitalizada del gnero que es hegemnica en Occidente. Al
contrario, el paradigma del transgenerismo est formado por una serie de discursos procedentes del activismo y de las ciencias sociales en los que se define el gnero y el sexo como productos histricos y culturales, por lo que sirve para explorar espacios de identificacin y visibilidad que trascienden los
dualismos. Las personas que gestionan las transformaciones corporales que
nos ocupan ubican su relato en algn lugar comprendido entre estos dos
paradigmas. El hecho de que se siten ms cerca de uno u otro polo depender de diversos factores: las relaciones que mantienen con las instituciones
y las tecnologas mdicas, las negociaciones con el grupo de pares, decisiones
personales de tipo poltico, las estrategias puestas en marcha para adecuarse a sus vidas cotidianas y/o las expectativas generadas en funcin a los ideales de gnero.
La transexualidad es una forma histricamente determinada de gestin de
la variancia de gnero que ha cobrado significado en una sociedad con unos
esquemas dicotmicos y excluyentes de sexo/gnero. Pero, adems, la transexualidad no puede ser pensada sin la biomedicina. De acuerdo con Hausman
(1998), si bien es cierto que las personas transexuales aparecen como vctimas del sistema de gnero, y por ello tratan de alterar su aspecto fsico en
consonancia a los cdigos establecidos, no lo es menos el que su identidad se
construye mediante la bsqueda de un cambio de sexo quirrgico y hormonal, y dicha bsqueda depende de la existencia previa de tecnologas y prcticas mdicas especficas. Si la identidad se construye no slo en el contexto
de las relaciones interpersonales, sino tambin a travs de las interacciones
con las instituciones, parece claro que el desarrollo de los discursos y de las
tecnologas mdicas condiciona las demandas y subjetividades de las personas transexuales.
La inmensa mayora de las personas que acuden a la UTIG comparten y
han interiorizado buena parte de los postulados del paradigma de la transexualidad a excepcin de la patologizacin de su condicin. Para estas
personas, la transexualidad no es un destino donde encontrar cobijo identitario, sino un proceso a recorrer para obtener un cuerpo en consonancia con
una identidad de gnero que es concebida como algo innato. Es en esta bsqueda de la normalidad y de la aceptacin social que las personas transexuales reproducen los estereotipos de gnero. Por ello, el abordaje de los procesos de transexualizacin resulta revelador no slo porque nos muestra el
modo en que nuestra sociedad gestiona lo transfronterizo, sino tambin, y
sobre todo, porque es en lo socialmente considerado anmalo en donde ms
claramente se observan los mecanismos constitutivos de lo normal. En este
sentido, el proceso de transformacin corporal de las personas transexuales
constituye un caso paradigmtico que nos muestra con claridad que la mayora de las personas (re)construimos nuestros cuerpos y vigilamos nuestros
comportamientos con el fin de ajustarnos a los ideales normativos de la masculinidad y de la feminidad, tratando de controlar nuestra apariencia cotidianamente con el objetivo de representar de forma adecuada, y sin ambigedades, uno de los dos gneros socialmente legtimos.
Pero si bien es cierto que el transexual medicalizado parece consolidar el
sistema de sexo-gnero, su mera existencia tambin supone un cuestionamiento de dicho sistema. De ah el efecto ambivalente de la persona transexual.
Por un lado, su voluntad de normalizacin, de pasar desapercibida, de querer
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Bibliografa
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El discurso homofbico
en jvenes gays
y su representacin del travesti*
Luis Bernardo Quesada Nieto
Universidad de Guadalajara
Resumen
Abstract
This article presents the results of research that examined the notes published
in two newspapers in Guadalajara about an act of violence against transvestite
sex workers in that city and the reactions of a group of young gays to these
messages.The fact is analyzed that independently of the tendency of messages,
the comments generated by the gay participants showed a hegemonic reading
supporting them.Through a discussion group in which key questions were raised,
these young people established a group position in which negative opinions
coincided and homophobic displays were reinforced by the way newspapers
addressed the event in most cases.
Keywords: violence, sex workers, transvestite.
Introduccin
Cada vez es ms comn que los medios de comunicacin en Mxico se enfrenten a la tarea de retratar, reportar o simplemente nombrar las noticias que
* Agradezco a Teresa Rodrguez por la facilitacin de los requerimientos tcnicos en la videograbacin del grupo de discusin en la Universidad de Guadalajara (UdeG), as como la digitalizacin en formato DVD. Gracias a la doctora Zeyda Isabel Rodrguez Morales (UdeG) por sus
aportaciones al documental original, y muy especial a la doctora Mara Elena Hernndez
Ramrez (UdeG) por su paciencia y orientaciones constantes.
La homofobia
A grandes rasgos, la homofobia puede definirse como toda aquella muestra
de rechazo, segregacin o discriminacin, violenta o no, fsica o psicolgica,
Muchos todava continan hacindolo.
Son reales los casos en que el hecho de no efectuar actos homofbicos es motivo suficiente
para levantar sospechas acerca de la masculinidad y heterosexualidad de alguien.
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individual o colectiva, cultural o autoinfligida, hacia todas las manifestaciones de la conducta que desde una perspectiva occidental se aprecien desviadas de la heterosexualidad,3 sexualidad que enaltece los caracteres, valores y
comportamientos masculinos para consolidar y autoperpetuar las ventajas de
las que goza y de las que ha gozado histricamente.
En Mxico, como en la mayora de las culturas adoradoras y promotoras de la masculinidad hegemnica dominante, donde recae una acumulacin excesiva de poder, la homofobia opera con mltiples tentculos que descomponen el tejido social; con tal de consolidar y autoperpetuar esas ventajas
la homofobia se vale de mecanismos de control tramposos y sutiles que van
desde una simple entonacin prosdica hasta crmenes contra todo el que
desafe el estilo heterosexual machista como nica forma posible de ejercer
la sexualidad.
La homofobia est enraizada culturalmente y va de la mano de la sobrevaloracin de lo masculino. Por ese motivo, casi sin darnos cuenta permea las
estructuras subjetivas y forma parte del sentido comn (Borrillo, 2001), de
tal modo que constituye una forma de violencia de tipo simblico que con frecuencia no es percibida por sus vctimas (Bourdieu, 2000). En tanto mal
silencioso e invisible, el dao que ocasiona es real e importante. La homofobia est presente como una verdadera militancia antihomosexual que inunda los peridicos, las pantallas y los discursos casi sin oposicin (Borrillo,
2001).
La homofobia se ejerce entonces no slo desde las grandes estructuras del
Estado; en la vida cotidiana se le encuentra anquilosada en los chistes de caf
que ridiculizan o estereotipan a gays y lesbianas; en la censura del padre que regaa a su hijo por jugar con las muecas; en los maestros de escuela que
separan las actividades acadmicas y los juegos del recreo para nios y
para nias. Lo que subyace en esta insistencia en establecer las diferencias
entre lo masculino y lo femenino, tan cotidiana y normalizada, es un inters y
preocupacin constante porque esas fronteras no se pierdan, pues detrs de
la homofobia se esconde tambin un gran temor a que los valores masculinos
pierdan su hegemona, sus ventajas y su poder. Es as como ha encontrado
medios para autoperpetuarse y expandirse por todo el entramado social: la
3 Por heterosexualidad me refiero a la sexualidad aparentemente practicada por la mayora de
los seres humanos, que consiste en desear o experimentar relaciones sexuales con una persona
del sexo opuesto (encuentros hombre-mujer), sea o no con el fin de procrear descendencia. Dicho
acto ha sido tambin el fundamento de las uniones civiles legales en el mundo occidental. Por
homosexual se entiende a la persona que desea o sostiene relaciones sexuales con personas de
su mismo sexo (encuentros hombre-hombre, mujer-mujer), y para efectos de practicidad se
emplear aqu como sinnimo de gay.
familia, la iglesia, la escuela, los medios de comunicacin, las relaciones interpersonales, el gobierno, el lugar de trabajo y un largo etctera.
Desarrollo
El trabajo que da sustento al presente artculo se bas, por un lado, en los
mensajes de dos de los diarios impresos ms importantes de Guadalajara en
la cobertura de un hecho de agresin fsica cometido hacia sexoservidores
travestis en la va pblica de una zona habitacional de clase media-alta y, por
otro, las respuestas de tres hombres jvenes gays residentes de la zona metropolitana de Guadalajara (a partir de ahora referidos como participantes),
ante la exposicin a los mensajes de estos diarios, relacionados con la cobertura informativa de dicha agresin, poniendo un especial inters en actos de
habla homofbicos en la prensa, como en los mismos participantes gays.
A partir del estudio de estos dos elementos se apreci que la construccin
o reforzamiento de la representacin del travesti en los participantes, si
bien tiene que ver con mltiples causas, una de ellas puede ser la exposicin
a mensajes de la prensa escrita, que hacen su parte en la reproduccin de una
visin heterosexual machista del mundo. Y digo que puede ser porque hay
que tomar en cuenta dos limitantes metodolgicas: 1) que el grupo de discusin en que se obtuvieron las respuestas de los participantes a partir de las
cuales se elaboran estas conclusiones se trat de un escenario simulado a
manera de experimento metodolgico de interaccin social, que de ninguna manera podra considerarse como sustituto de la interaccin cotidiana
real que se da en un bar, un caf, la escuela o el trabajo, y 2) que para la realizacin de este grupo de discusin habra sido ideal contar con un mayor
nmero de participantes. No obstante lo anterior, las ventajas que otorg la
tcnica metodolgica empleada y las respuestas obtenidas cobran valor cuando se trata de trabajar con una categora sexista que es posible analizar desde el individuo aislado, los grupos humanos y las instituciones sociales.
Algunos hallazgos
El anlisis efectuado comenz con una pesquisa de notas informativas acerca de la agresin perpetrada por ciudadanos contra travestis en 2005. En
mayo de ese ao, un grupo de individuos, presuntamente vecinos de la colonia Paseos del Sol, del municipio de Zapopan (rea metropolitana de Guadalajara), desde un auto en movimiento dispararon un arma de fuego contra uno
de los trabajadores sexuales, ante la negativa que haban expresado a moverse de la zona. La peticin de los vecinos se fundaba en que su presencia daba
mal aspecto y daaba la educacin moral de sus hijos. La historia se torn pblica y gener debate: incluy demandas ante la Comisin Estatal de
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Derechos Humanos de Jalisco, reacciones de distintos actores, manifestaciones ciudadanas a favor y en contra, intervencin de las autoridades municipales, policas, reuniones, instalacin de cmaras de vigilancia, etctera, generando as una atencin inusitada en los medios de comunicacin locales con
seguimientos que en el caso de Pblico y Mural4 se prolongaron por un mes.
Durante ese mes la cobertura de ambos emple reportajes, notas informativas, crnicas, fotonotas, columnas de opinin y el tema lleg incluso a ser
nota principal de portada en ambos peridicos.
A partir de esa informacin se dise una batera de notas informativas,
reportajes y fotografas de ambos medios, compuesta por aquellas en que
desde un punto de vista personal se evidenciaba una postura claramente a
favor o en contra de la figura del sexoservidor travesti. Con esta seleccin se
cre un mdulo de diapositivas con la intencin de presentarlas en un grupo
de discusin a los participantes y plantearles 10 preguntas clave a partir de
ese material.
Las 10 preguntas realizadas entregaron informacin que se catalog en
tres grandes clases de respuestas: 1) las relacionadas con la percepcin del
suceso en general, es decir, la forma en que los participantes definieron el
hecho de la agresin hacia los travestis en trminos de sus opiniones personales; 2) afirmaciones relacionadas con la apreciacin del trabajo periodstico de ambos diarios, y 3) respuestas relativas a la representacin o imagen
de los travestis que pudieron observarse en los participantes, es decir, la conceptualizacin y valoracin que hacen del travesti en general. No obstante, es
importante mencionar que a lo largo del grupo de discusin, independientemente de la diapositiva que se tratase, se ofrecieron respuestas relativas a
alguna de estas tres categoras.
A continuacin se analizan algunas de las respuestas obtenidas en las preguntas: 1 (Son los travestis responsables de este conflicto?), 5 (Qu
opinin o imagen tienes de los travestis?) y 6 (Es congruente la imagen
de los travestis de la fotografa con la imagen que t tienes de ellos?). Esta
acotacin se debe a que en estos tres casos se identific con mayor nitidez la
manera en que la prensa escrita de Guadalajara influy en que los participantes ejecutaran o no la representacin del travesti, adems, al ser el travesti el
objeto del acto homofbico, y ste en s el leit motiv del trabajo de cobertura de Pblico y Mural, se consider que al atender estas tres preguntas se
Hay que considerar que de 2005 a la fecha estas dos empresas han atravesado por cambios
estructurales importantes, que desde entonces ambas han apostado fuertemente por mejorar su
cobertura informativa y sus servicios en internet, y que incluso Pblico cambi de nombre y hoy
se llama Milenio Jalisco. Hay que considerar tambin que ambas pertenecen a consorcios
empresariales de alcance nacional (Hernndez, 2010).
4
cubra implcitamente el elemento homofbico en los participantes y la percepcin del trabajo de los medios.
En el caso de la primera pregunta se present una nota titulada Explota
problema con los travestis, que evidencia una tendencia favorable a los vecinos por el estilo de lenguaje que emple desde el titular. En ella se puede
observar un lamento implcito por el problema que tarde o temprano tena
que explotar. La nota refiere que es un problema que ha sido ignorado.
Se critica el vaco legal de los reglamentos del municipio de Zapopan,
razn por la que se ha acentuado el problema, segn la publicacin. De fondo el mensaje es: de haber legislado apropiadamente los vecinos no tendran
que atravesar por esta situacin.
Al lanzar la pregunta Son los travestis responsables de este conflicto?,
las respuestas ms relevantes fueron las siguientes.
1) Los travestis son responsables por invadir la zona (Sujeto 3).
2) Los travestis dan mal aspecto (Sujeto 3).
3) No difiere mucho la figura de un travesti y la de una prostituta; lo que
afecta es la imagen de la prostituta. Nadie quiere tener afuera de su casa a
una prostituta (Sujeto 2).
En estos enunciados se puede apreciar una idea negativa de los travestis.
Hay un punto de acuerdo entre los participantes y el argumento de los vecinos reproducido en la nota:nadie quiere tener afuera de su casa a una prostituta. Si la intencin de la publicacin es persuadir a los lectores para que
se pongan en los zapatos de los vecinos, lo consigue.
Los medios de comunicacin dan cuenta del sentido comn, de lo que es
compartido por todos; adems, los periodistas escriben idealizando una
mayora homognea de lectores. Es comprensible que quien escribe busque
la notoriedad, la mayor cantidad de lectores. Desde esta perspectiva ya es
perceptible una dimensin heterosexista que se muestra en la publicacin
cuando al explicar el suceso las autoras escriben en direccin a un supuesto
sector de lectores que no es travesti ni es homosexual, sino heterosexual. Esa
orientacin del discurso periodstico asume que la mayora de sus lectores
son heterosexuales, padres de familia, habitantes de zonas residenciales de
clase media o alta, y que muy probablemente estaran en contra de que un
grupo de trabajadores sexuales vestidos de mujer se pare frente a sus casas
para ofrecer sexo por dinero.
Es posible observar cmo los participantes se adhieren de alguna manera
a la visin heterosexista reproducida por el medio, con empata hacia la situacin de los vecinos, cayendo en la misma prctica discriminatoria. Al expresar que un travesti se ve mal e invade una zona pblica, los participantes estn marcando su frontera identitaria; son ellos, los otros, femeninos,
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do la cuestin del travestismo como una identidad con la que cargan todo el
tiempo (Sujeto 1).
Ahora podemos interpretar una imagen ms positiva de los travestis; es
posible apreciar otros valores y creencias con las que los participantes coinciden, como el que los travestis estn a favor del dilogo, de la negociacin y
que estn dispuestos a poner de su parte.5
En cuanto a la publicacin, el trabajo periodstico no se limit a reproducir el estereotipo que vena calcndose y los comentarios generados en torno
a la imagen tendieron de igual manera a romperlo, generando afirmaciones
positivas, sacndolos del estereotipo que media hora antes en la sesin los
restringa al concepto de individuos violentos, vulgares y escandalosos.6
El elemento periodstico muestra otra cara del travesti y comprueba que
el reforzamiento de los estereotipos sociales a travs de la prensa s tiene una
influencia real y efectiva en la construccin que los receptores hacen del tema
presentado por sta.
Como parte de la misma seccin en el mdulo de diapositivas se volvi a
preguntar qu imagen tenan de los travestis, esta vez de manera general y
sin considerar la imagen expuesta. Las respuestas de los participantes fueron
las siguientes.
1) Yo no andara con un travesti por el hecho de que a m me gustan los
hombres, no me gusta alguien que se cree mujer, no tengo nada en contra de
ellos, los respeto [] son muy buenas personas, la mayora tienen muy buen
sentido del humor (Sujeto 3).
2) En un principio no me eran del todo agrado [] ellos tienen esa fijacin que no se pueden quitar, la de sentir que una mujer vive dentro de ellos,
ellas [corrige sonriendo], yo tengo para la sociedad la fijacin por los hombres y ellas por la de vestirse de mujer (Sujeto 2).
3) Sobre la vulgaridad que representa el travesti [] por esa facha o por
ese mundo de vulgaridad y perfumes baratos [] como sociedad no damos
la mano a que un travesti trabaje, no s, en un banco o aqu [en la
Universidad de Guadalajara] y se orillan [] contra esa feminidad, no pueden con ella y no les queda de otra que caer en la prostitucin (Sujeto 2).
4) La imagen la verdad es que a m me impone [] la imagen de un travesti inmediatamente me remite a pensar en vida nocturna, en drogas y lleva
una connotacin violenta en s, no? (Sujeto 1).
Valdra la pena preguntarse si son los travestis quienes deben poner de su parte. Ms all
de cul de las dos partes es la que debe dar el primer paso, resulta interesante el hecho de que
ninguno de los participantes se cuestione por qu no son los vecinos los que planteen soluciones.
6 Estos tres calificativos fueron empleados por los participantes para referirse a la imagen que
tienen del travesti, en distintos momentos de la discusin.
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5) Siento que hay una actitud muy agresiva [de los travestis] (Sujeto 1).
6) La sociedad no hacemos ningn esfuerzo en ver a los travestis como
algo normal; hay mil seoras que se arreglan como travestis, y pues ni modo,
nos aguantamos (Sujeto 1).
7) Otra cosa importante sobre la imagen de los travestis es la entereza y
la garra con que enfrentan la vida [] hay una fuerza y el valor para presentarse tal y como son [] son ahora s que los rechazados de los rechazados, y son los que los tienen mejor puestos (Sujeto 2).
8) Nosotros, la mayora de los gays, vemos muy mal a los travestis, que
porque se visten de mujeres, que porque se prostituyen (Sujeto 3).
Las anteriores afirmaciones dan cuenta esta vez de una caracterizacin
ms amplia del travesti, independiente del trabajo de la prensa, la cual evoca
en los participantes creencias aprendidas socialmente y de su experiencia personal. Aunque hay comentarios de empata, las descripciones dejan ver principalmente actitudes que ejercen una discriminacin de tipo positiva. Los adjetivos mundo de vulgaridad y perfumes baratos, agresin, violencia, drogas
y vida nocturna, evidencian que a la hora de representar al travesti, los gays
visualizan en primer lugar los rasgos ms negativos. Al referir esta caracterizacin, los participantes vuelven a marcar una frontera identitaria entre el
ellos y el nosotros. Detrs de estos atributos puede encontrarse mucho ms de
la manera en que los gays construyen su propia identidad de gnero, en rechazo a todo lo que es agresivo, vulgar, barato y violento.
En cuanto a los enunciados Me gustan los hombres, no alguien que se
cree mujer, su feminidad los orilla a la prostitucin, tienen la fijacin de
que una mujer vive dentro de ellos, la mayora de gays ven muy mal a los
travestis porque se visten de mujer, podemos observar que existe un conflicto muy particular con el elemento femenino en el travesti. Parecera que el
grupo de gays valora negativamente el hecho de querer verse, sentirse o vivirse como mujeres. Uno de ellos establece la prostitucin como causal de su
feminidad, otro se refiere a sta como una fijacin. Es evidente que la definicin identitaria de gnero en los participantes gays se configura de nuevo
en oposicin a lo femenino y es tambin la base del comportamiento discriminatorio en el que caen al estereotipar de esa forma.
Las expresiones son muy buenas personas,tienen muy buen sentido del
humor, tienen garra, entereza y valor para afrontar la vida y los tienen
mejor puestos, aparecen como enunciados de discriminacin positiva hacia
el travesti, porque se contraponen ideas como yo no andara con un travesti y no me gusta alguien que se cree mujer.
En sntesis, los participantes visualizan al travesti peyorativamente, porque lo consideran vulgar, femenino, utiliza perfumes baratos, vive rodeado
de vida nocturna, drogas, prostitucin, y tiene una actitud agresiva. Pero por
otro lado es valiente, enfrenta la vida con garra, tiene muy buen sentido del
humor y los tiene mejor puestos que otros hombres. Al construir grupalmente esa descripcin, el gay se idealiza a s mismo tambin en trminos de
estereotipo, pues detrs de estos discursos subyace la idea de un gay urbano
que habla desde la categora de gnero que la misma sociedad ha contribuido a forjar: un gay normal no es vulgar, no usa perfumes baratos, no se droga ni se prostituye, y ms all de una actitud agresiva, est abierto al dilogo para arreglar las diferencias de una manera seria, masculina.
Para el caso de la pregunta 6 se present la siguiente imagen (figura 2),
aparecida en Pblico, en el reportaje titulado Agreden a travestis de la zona
de Plaza del Sol, el 13 de mayo de 2005.
Se formul la pregunta la fotografa anterior corresponde con la imagen que tienes de los travestis?. Y al analizar las respuestas se encontr de
nuevo una correspondencia entre la imagen y los comentarios emitidos a partir de ella, es decir, se confirm que los diarios contribuyeron a reforzar un
estereotipo desfavorable de los travestis. La imagen es repetitiva, pues la
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Consideraciones finales
De acuerdo con Hall (1996), frente a algn mensaje determinado en los
medios de comunicacin, las audiencias reaccionan ya sea como 1) adhirindose al sentido del discurso, lo que se denomina lectura hegemnica; 2)
tomando en cuenta elementos dominantes del texto, ponindolo en relacin
con estructuras ideolgicas diferentes, llamada lectura negociada, y 3)
interpretando el mensaje desde un sistema de valores y un marco de interpretacin opuesto, denominada lectura crtica u opositora.
Desde este modelo podemos concluir que en ninguna de las tres preguntas
aqu expuestas se encontr alguna forma de lectura crtica u opositora a las
publicaciones de los medios, sino slo lecturas hegemnicas en los tres casos.
Con excepcin del Sujeto 1, que en el caso de la primera pregunta efectu una
lectura ms de tipo negociada, el resto siempre concord con la postura de la
publicacin, fuera negativa o positiva, hacia los travestis o los vecinos.
Por otro lado, la segunda conclusin es que, debido a la gran cantidad de
informacin que se encontr respecto al tema, no slo en los dos diarios aqu
tratados, sino a nivel general en la prensa del estado de Jalisco, podemos afirmar que el debate sobre la igualdad de gnero y el surgimiento y consolidacin de identidades no adscritas al heterosexismo dominante ha adquirido
mayor visibilidad en el espacio pblico y en los medios de comunicacin. La
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tercera es la constatacin de que los medios, como dice Van Dijk (1990), tienden a generar y publicar noticias sensacionalistas, referentes al sexo o a la
violencia, con el fin de atraer mayor cantidad de lectores.
A pesar del reducido nmero de participantes, la realizacin del grupo de
discusin mostr datos de gran valor por la posibilidad de apreciar la transmisin de ideas y opiniones a travs de las cuales se evidenciaron rasgos compartidos en la construccin de una identidad de gnero (gay),7 en la que el
componente homofbico est presente. Este hecho evidenci tambin que
vivir una sexualidad ajena a la heterosexual no constituye una garanta de
alejamiento de ideologas y lenguajes que discriminen a los otros por considerarlos diferentes. Esta tcnica result til para dar cuenta del discurso
homofbico en jvenes gays y su representacin del travesti a partir del trabajo de los diarios.
El componente homofbico fue evidente en las respuestas de los informantes al demeritar al travesti por ser un hombre que se siente mujer, por el
hecho de prostituirse y por el rechazo hacia lo relacionado con lo femenino, razones contradictorias con el discurso democrtico moderno. Los gays
participantes se constituyen como sujetos hombres y se observ en ellos un
deber ser masculinos, por lo que el acercamiento a sus expresiones constat que la preferencia sexoafectiva de las personas no necesariamente implica
un alejamiento de los modelos convencionales en torno a lo que en este caso
significa ser hombre.
El evento en general retrata cmo la sociedad actual reserva el espacio
pblico a la heterosexualidad, porque cuando los transgresores se hacen
visibles, como en este caso los travestis, entonces tambin se vuelven objeto
de agresiones. As se explica en parte por qu son tan mal vistos por los
medios, por los vecinos y por los mismos gays, por qu muchos gays se cuidan tanto de guardar las apariencias y por qu muchos de ellos gastan tanta energa en comportarse de manera masculina como se debe.
El travesti atrae miradas morbosas en tanto que an se considera un fenmeno de circo, y si es visto por muchos de esa manera es porque en l
conviven dos naturalezas que para la sociedad son contradictorias: hombremujer, masculino-femenino; conceptos que en sntesis representan aberracin, ambigedad, incertidumbre. Respecto a las prcticas periodsticas,
no basta con integrar el tema a la agenda de los medios, no basta con nombrar el fenmeno sin eufemismos ni burlas; hay que explorar en los aspectos del lenguaje que evidencian esa homofobia encarnada culturalmenDe un gay en un contexto urbano de la rea metropolitana de Guadalajara, universitario menor
de 27 aos y de cierta clase social, habra que especificar.
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te y que de tan oculta, tan disfrazada, no es percibida ni por los sujetos discriminados. Si en la bsqueda de una pretendida imparcialidad, en el seguimiento de esos mandamientos ticos que rigen la labor de los periodistas,
stos han sido capaces de retirarse cualquier tipo de camiseta para presentar la informacin independientemente de su postura personal, as como en
la narracin de los hechos se ha conseguido un estilo de escritura en el que
es imposible saber si el autor es hombre o mujer, catlico o protestante, de la
misma manera no debera el pblico detectar perfume machista o heterosexual alguno o con tintes de homofobia en l, mucho menos si se trata de
medios que trabajan para y promueven una sociedad democrtica.
Bibliografa
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Resumen
Las personas como sujetos sexuales se construyen social y culturalmente en
un sistema establecido como esencialista y naturalista. En este sentido, el
pensamiento feminista puso de manifiesto cmo nuestras formas de pensar y
sentir el amor y la sexualidad se encuentran profundamente mediatizadas por
la cultura patriarcal y comienza a cuestionar la base de un modelo androcntrico que da sustento al sistema sexo-gnero occidental. Analizar estos cambios es el objetivo de este ensayo, as como cuestionar, mediante el feminismo,
la llamada revolucin sexual de las mujeres, y revisar si sta result una
realidad emancipadora o es slo una ficcin y una utopa ms de la hegemona del sistema de Estado para hacer creer a las mujeres que al fin lograron
la emancipacin y la liberacin sexual.
Palabras clave: liberacin sexual, mujer.
Abstract
Persons as sexual subjects are socially and culturally constructed in a system
established as esencialist and naturalist. In this sense, the feminist way of
thinking revealed how our ways of thinking and feeling love and sexuality are
profoundly mediated by a patriarchal culture. It thus began to question the
basis of such an androcentric model, which upholds the Western sex-gender
system.The objective of this essay is to analyze these changes and to question
the so-called womens sexual revolution through feminism. It also addresses
whether this indeed resulted in an emancipating reality for women or if it was
merely a fiction and another utopia of the State system hegemony to make
women believe they have finally achieved emancipation and sexual freedom.
Keywords: sexual liberation, woman.
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terico y poltico. Por esta razn, cuestionar si ha habido avances o retrocesos en la bsqueda de la igualdad de sexos en la actualidad, es debatir para
llegar a propuestas y estrategias para solucionar esta debacle social y transformar su eje analtico hacia la igualdad entre los gneros.
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Para Franca Basaglia (1985:35) el cuerpo femenino es la base para definir la condicin de la mujer y la apreciacin patriarcal dominante que la considera un don natural:
El ser considerada cuerpo-para-otros, para entregarse al hombre o procrear,
ha impedido a la mujer ser considerada como sujeto histrico-social, ya que
su subjetividad ha sido reducida y aprisionada dentro de una sexualidad esencialmente para otros, con la funcin especfica de la reproduccin.
Las mujeres creen tener poder sobre sus cuerpos; sin embargo, estn a disposicin del dictado patriarcal. Marcela Lagarde (2006:555) lo llama la
propiedad genrica, concretada en todas las formas de propiedad de los hombres sobre las mujeres.
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Homero, en Odas.
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emancipador, lo monetario las ancla. Para liberarse de los esquemas del sistema patriarcal, las mujeres necesitan educarse para ganar sus recursos propios, los cuales cubrirn sus necesidades. Pero no slo eso; una mujer educada puede expresar libremente sus opiniones, como escribi Virginia Woolf
(1983: 26-27).11 A la vez, logran tener el control del propio cuerpo y decidir
qu es lo que desea para s misma, tener un trabajo que la sostenga econmicamente, una casa donde vivir y poder estar a solas con ella misma. En sntesis, ver el cielo despejado y sentir el sol, tener el derecho al autosustento en
todos los sentidos conforme lo afirmaba Ayn Rand en los aos cincuenta
(1960:129).
Las mujeres comprometidas con sus derechos gestaron revoluciones intelectuales, querindose emancipar como sujetos sociales, polticos y sexuales.
En consecuencia, estos cambios trajeron el amor libre, una acentuada violacin al cuerpo de las mujeres, hijos de padres ausentes, abortos clandestinos, enfermedades de transmisin sexual, explotacin sexual de mujeres y
nias, y la trata de personas. Con la introduccin de la pldora anticonceptiva se pretendi que las mujeres planificaran el nmero de hijos. No obstante, la emancipacin y liberacin sexual sigui siendo una utopa, pues la
libertad de las mujeres sigue restringida. No es plena, pues su cuerpo y su
sexualidad siguen sin pertenecerles. Por un lado, la violencia hacia las mujeres es una constante, al grado de haberse acuado en fecha reciente el trmino feminicidio; adems, algunas mujeres y nias viven la crueldad de la
explotacin sexual o laboral, captadas por criminales que las someten a condiciones de esclavitud.
En los medios se transmite una sexualidad donde las mujeres responden
a patrones no establecidos por ellas, y si estos modelos se hacen desde la
infancia, es mucho ms fcil tener despus una generacin de mujeres pasivas que viven para satisfacer las expectativas de un mundo dominado por
hombres.
Por otro lado, en el esquema de ser para otros, la influencia del estereotipo (delgada, joven, rubia) creado por los guas de la moda atrae a las mujeres, quienes a riesgo de su salud o su vida se someten a agresivas cirugas
faciales o corporales, haciendo eco a los dictados de la moda impuesta desde el sistema sexo-gnero. Invariablemente se respetan las decisiones, ya sea
que la ciruga sea correctiva, para agradar a otros o para satisfacer un anhelo hedonista.
Consideramos que con la revolucin sexual las mujeres aspiran a ser
autnticas, ser para s mismas, dejar de ser consideradas objeto sexual, y,
11
En 1919 Inglaterra abri a las mujeres el acceso a las profesiones (Woolf, 1983: 27).
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sobre todo, alcanzar el rango de sujetas del pacto social. Ello como base
para alcanzar la igualdad, la autonoma y la emancipacin en todos los sentidos.
La subordinacin, la discriminacin y la injusticia social continan. No
obstante, las mujeres buscan para s mismas la igualdad jurdica, un mejor
trato y mayores oportunidades en todos los mbitos de la vida. De manera
consciente y voluntaria siguen luchando por la apropiacin y el control poltico de su cuerpo, que hasta hoy ha estado sometido a lo prescrito por las instituciones ms caractersticas del patriarcado: la familia, la Iglesia12 y el
Estado.
De acuerdo con Marcela Lagarde (2006), la sexualidad en nuestra cultura mexicana est construida por la ley del padre,13 por los privilegios
patriarcales masculinos y la opresin de las mujeres y de las minoras homoerticas que traicionaron el orden natural y divino. De acuerdo con Denis
Altman (2006), la revolucin sexual fue cooptada por el sistema y la globalizacin; consecuentemente se lograron los derechos humanos y polticas
universales que siguen beneficiando a grupos minoritarios y vulnerables
como las mujeres y el colectivo LGBTTTI. Por otro lado, conforme lo expresado por Edith Yesenia Pea (2012), se ha permitido la industrializacin y
comercializacin de la sexualidad y generado nuevos mercados, como la trata de personas, la explotacin sexual comercial, la prostitucin forzada y la
esclavitud sexual.
El feminismo en las dcadas de los aos setenta y ochenta, junto con otras
teoras sociales, empiezan a introducirse originales conceptos y cambios
El cristianismo, dice Amors (1994:36), se ha configurado en la confluencia de dos potentes
misoginias: la griega y la juda. En la griega las mujeres aparecen como las excluidas del logos,
y en la juda las mujeres estn marginadas del pacto genealgico. La alianza se hizo entre Yahv
y Abraham, legitimando el poder flico del patriarca. En el pueblo elegido las mujeres son las
pactadas.
13 El varn legtima la genealoga segn el logos, segn la palabra, segn la Ley (Amors, 1994:
36).
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en el panorama de la condicin de las mujeres y se deslegitima la concepcin esencialista de la naturaleza femenina. En esta fase de la supuesta
revolucin sexual, se busc normalizar una vida sexual plena, desligada
de compromisos atvicos y de la familia tradicional; se deton el movimiento de mujeres que impugn una realidad dada (Gargallo, 2004: 93),
desafiando al patriarcado al defender el derecho de las mujeres a decidir
sobre su propio cuerpo. Fue una poca de lucha, sin eco en la sociedad
mexicana. Al parecer las mujeres todava no se han liberado de la visin
castrante que las identificaba con el eterno natural. En el entendido que
naturaleza se usa, de acuerdo con Amors (1994: 43), para conceptualizar aquello que dentro de la cultura se quiere oprimir, controlar o demeritar.
De acuerdo con Edith Yesenia Pea (2003: 20) los criterios y enfoques en
torno a la sexualidad se han transformado y modificado histricamente,
aunado a los juegos poltico-econmicos, discursos sexualizantes, ideologas
dominantes y al conocimiento cientfico. En aos recientes la crisis del contrato social en el sistema sexo-gnero, del que fuimos excluidas en sus orgenes, se est renegociando, porque poco a poco las mujeres se han ido apropiando de los espacios pblicos, polticos, de la toma de decisiones. Un
nmero importante de mujeres se han empoderado y sacudido a la estructura del sistema estatal de la sociedad. No obstante, la emancipacin sexual y
econmica que han alcanzado algunas mujeres en los ltimos tiempos, transgrede las reglas del sistema. Para los hombres, las mujeres empoderadas
representan un peligro de perder los privilegios autoconferidos desde tiempo
inmemorial. Representa un riesgo que las mujeres pongan freno al control
ejercido por los hombres, logrado con violencia, violaciones sexuales, exclusin, sometimiento y chantaje emocional, entre otras estrategias del sistema
dominante para controlar a las sujetas de su opresin.
Otra conquista de las mujeres es la independencia econmica, la que les
permite fortalecerse para adoptar una vida libre y autnoma: pueden elegir la soltera, acordar su situacin de pareja en el noviazgo, convenir los
trminos de la unin libre o concertar los del contrato matrimonial.
Cuando una mujer es econmicamente activa puede tomar las riendas de
su existencia ms fcilmente y tiene ms posibilidades de desarrollo personal, de decidir por s misma, de frenar los episodios de violencia en su
contra, de optar por salirse de una relacin daina y de sostener relaciones en trminos de igualdad y de corresponsabilidad en el hogar. En el
pasado tambin existieron mltiples manifestaciones de violencia en contra de las mujeres, como agresin fsica, emocional, verbal, psicolgica,
patrimonial y sexual que se vieron como normalizadas en la sociedad me-
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inequidad sexual. Si bien es cierto que para el feminismo una de sus metas
fue la liberacin sexual femenina, esta vertiente es una utopa en la actualidad.
Consideraciones finales
Pese a las desigualdades entre los gneros, el movimiento feminista persigui
la transformacin econmica, poltica, social, ideolgica y sexual de las mujeres. A travs del tiempo ha contribuido a cambiar hbitos, costumbres, prcticas, valores y leyes avaladas por el poder patriarcal, tensionando, resistiendo y confrontando al sistema dominante. Pero aun con leyes formuladas no
se ha logrado la emancipacin de las mujeres, sino que se ha agudizado la
criminalidad contra ellas.Las feministas como Sheila Jeffreys afirman que la supuesta revolucin sexual que trajo el feminismo no constituye una real ganancia
para las mujeres; sin embargo, continan su opresin de manera enmascarada, porque los hombres no han participado junto a las mujeres en la transformacin de la igualdad social.
Es urgente erradicar los paradigmas binarios del sexo-gnero, pues son
potentes estructuras de control y normalizacin de los estereotipos sexistas.
Por otra parte, a las mujeres se les sigue viendo como objetos de sometimiento como lo describi Simone de Beauvoir (1989). De acuerdo con las feministas, la nueva mujer del siglo XXI tiene que apropiarse de su cuerpo, dejar
de ser propiedad de los otros. Falta camino para que las mujeres tengan el
poder de disfrutar su sexualidad voluntariamente y sin culpa. Se necesita una
semiologa poltica multifactica para pensar que otro mundo es posible.
Nosotras, junto a los hombres conscientes, responsables y comprometidos,
hemos de salir a la calle a demandar nuestros derechos y exigir al Estado que
cumpla con su obligacin de garantizar la seguridad, la libertad y la real ciudadana para todas.
Bibliografa
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Reseas
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Adolescencias escindidas.
Sexualidad y reproduccin
adolescente en contextos
urbano-marginales de Nuevo Len*
David de Jess-Reyes
Ldice Ramos Ruiz
Centro Universitario de Estudios de Gnero, UANL
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muy variadas y amplias para dar cuenta de las vivencias y significados, con
la complejidad que ello conlleva.
Su comunicacin encierra un estudio exploratorio cualitativo, y mediante
ocho captulos distribuye sus argumentaciones tericas, metodolgicas y
resultados de la aplicacin de las tcnicas de grupo focal y de entrevistas
para dar cuenta de sus hallazgos, conclusiones y recomendaciones.
Varias cosas resultan atrayentes de este material; entre ellas, el ttulo, que
sea en la zona metropolitana de Monterrey, desde la Universidad Autnoma
de Nuevo Len y de un joven compaero varn que se atreve a tocar un tema
poco dialogado en la academia universitaria de esta regin de Mxico. El
ttulo de adolescencias escindidas es interesante; sin embargo, precisa una
explicacin de sentido. Por qu adolescentes estos jvenes madres y padres?
Por qu adolescencias escindidas?
Adolescentes, dice el autor (pp. 67-69) es un concepto cuyo contenido
vara a partir de la disciplina y el marco de anlisis que lo estudia. Para el
ngulo terico de la economa poltica, la formacin eco-social-cultural de
las sociedades marca las etapas de la vida de un ser humano. Mas para la
psicologa evolutiva adolescere, del verbo adolecer, habla de un sujeto en
constante crisis emocional por los cortes que supone de la infancia y la necesidad de llegar a ser una persona adulta. La visin biomdica le describe
como etapa de crecimiento-desarrollo de funciones fisiolgicas. La pedagoga, como la fase de desarrollo cognitivo e intelectual donde aparecen cambios fuertes en la estructura del pensamiento. Para fines de polticas pblicas, la Organizacin Mundial de la Salud caracteriza a los adolescentes en el
criterio de edad cronolgica de 10 a 21 aos, quedando dentro del periodo de
la juventud que se marca desde los 10 hasta los 24 aos; el autor se agrega
a esta postura para delinear su grupo de estudio.
Por qu escindidas? En un inicio pensamos que hace una analoga de la
visin fsica que pretende romper en ncleo atmico. Entendemos que para
motivos de anlisis y buscando profundidad en las experiencias de los chicos
y las chicas ensaya un ejercicio crtico que d cuenta de la subjetividad y de
la actividad cognitiva de los sujetos actuantes. Aunque no lo apunta, su anlisis lleva implcito el esquema de pareja hombre-mujer como dos porciones
aproximadamente iguales en derechos, como un ncleo atmico, mas dada su
funcin reproductora y su gnero, tiene que separar, dividir y desagregar, ya
que analizar la pareja unida le result difcil. Lo ntimo es sin duda un asunto complicado. Dividir para lograr informacin fue un recurso de su investigacin.
Aunque el trabajo es con actores sociales, las aproximaciones desde la
perspectiva de gnero a la temtica de la sexualidad no estn utilizadas en
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Ellas han abandonado la escuela, desde antes del embarazo, por cargas
familiares, por falta de cumplimiento con las exigencias de la escuela. Quieren
experimentar las relaciones sexuales con la misma libertad que los varones y
la moralina de la virginidad ya no les causa problema.
En ellos s opera la moral patriarcal tratndose de las prcticas sexuales
de ellas; ms tratndose de sus propias prcticas; no desean usar el condn,
argumentando comentarios de los amigos sobre el placer restringido que
dicen les causa. La escuela no les gusta; ya estn fuera de ella cuando se
hacen novios de la pareja. En algunos casos la paternidad les modifica su estilo de vida porque ahora el trabajo ser una rutina a buscar para cumplir el
rol de proveedor, y a cambio ellos dicen se benefician al no estar solos.
El estudio en este grupo revela, sin proponrselo, que las tendencias que han
marcado las representaciones de lo juvenil y adolescente desde la visin de los
adultos tienen que ser revisadas. Las tesis de que la adolescencia es una fase de
transicin del mundo infantil al adulto y que no merece inversin significativa,
sino slo contencin mientras llega la sensatez de la edad adulta, son obsoletas.
De igual manera la tendencia a pensar que es una etapa que no aporta social o
culturalmente recursos, y que slo demanda y gasta. O bien se les ha visto como
menores, no slo en la capacidad de asumir responsabilidades sino en su capacidad de entender, actuar o ejercer derechos ciudadanos; generalmente se les trata como un grupo homogneo a la hora de definir necesidades y objetivos de una
intervencin de polticas pblicas. Lo que el estudio muestra es una ruptura brusca en el proceso de emancipacin de estas y estos jvenes que llegan al manejo
de la sexualidad y la reproduccin humana con enormes lagunas acerca de derechos y responsabilidades. Con familias que apoyan y rescatan, pero que tambin
dominan y controlan; que influyen en las decisiones de estos jvenes y que en
variadas ocasiones determinan y dan cuenta de violencia intrafamiliar.
Al intentar conocer las vivencias y significados que tienen estos adolescentes madres y padres, se evidencia que no tienen una educacin sexual cientfica; los mitos y lo esencialista prevalece en sus respuestas. Los modelos de
ama de casa frente al de asistir a la escuela es, a las chicas, lo nico
conocido. El miedo a ser considerada mujer de la calle prevalece. Para los
varones, la perspectiva de proveedor con derechos es la dominante, y del
noviazgo como el principal medio para acceder a las primeras experiencias
sexuales. Una vez en pareja, l determina cundo y cmo tener las relaciones sexuales, aun cuando ellas no tengan ganas de hacerlo. El ser hombre de verdad est ligado a la autosuficiencia, agresividad, competencia, capacidad de
trabajar fuera de casa, poca emotividad y total capacidad para decidir.
La muestra analizada de las y los jvenes plantea una leve apropiacin del
cuerpo, ya que al menos estos adolescentes expresan que hacen lo que creen
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ms conveniente para tener relaciones sexuales. Pero, por qu no usan anticonceptivos desde la primera relacin? Argumentan espontaneidad, presin y
no planeacin, nunca ignorancia o falta de informacin al respecto, sino lo
conveniente.
Hasta donde la influencia del contexto en que viven les marca un horizonte para la toma de decisiones? El autor recurre a la teora de Jeffrey Weeks2
sobre la articulacin de la subjetividad y la sexualidad y da cuenta del orden
estructural, con el orden individual (subjetivo), para encontrar que el primero
(llamado objetivo en este trabajo) presenta situaciones plagadas de conflicto
y tensin que poco favorecen la interaccin informada de las personas mayores con las ms jvenes. Estos ltimos se forman en los estereotipos dominantes, sin socializacin secundaria de la educacin formal, llenos de representaciones mediticas que reproducen en el orden social de gnero, cuyo lenguaje
sexuado expresa lo polticamente correcto y lo conveniente como modelo a
seguir. En definitiva, son educados por las imgenes de los medios electrnicos, por el dficit de responsabilidad de los adultos, por la falta de polticas
sociales que consideren su opinin, por su emotividad y su ignorancia.
Dar cuenta de las vivencias y significados sobre sexualidad y reproduccin
con la complejidad que ello conlleva no es fcil, ya que el fenmeno nos invita
a un estudio interdisciplinario, con varias interpretaciones y compromisos
metodolgicos. El que asume el autor es uno de tantos, y discurre (p. 375) que
las adolescencias son escindidas como tal, ante la incapacidad del Estado por
ofrecer otras alternativas ms all del ser padres o madres a esta poblacin.
En el territorio de sordos, consideramos en estricta lgica que no contamos en Mxico con definiciones en torno al asunto juvenil. El famoso bono
demogrfico que se plantea desde Conapo para los nacidos entre 1980 y
1995, no ha sido una ventana de oportunidades. Las y los jvenes padres de
este estudio se perfilan sin superar la barrera de la secundaria, estn soportando un empleo inestable, sin seguridad social, sin la posibilidad de contar
con una vivienda diferente a la de sus padres. Existen pocas opciones sobre
las cuales actuar y tomar decisiones: empleo, familia, poltica y escuela que
otrora servan para encauzar o dar significado a muchas inquietudes juveniles, ya han dejado de ser referencia para los ms jvenes de estos momentos.
Ante la desconfianza y el miedo al futuro, muchos jvenes son empujados
a un pragmatismo visto como cinismo por algunas personas; o bien, otra forma de sobrevivencia es tomar actitudes conservadoras y resistir cambios ante
el peligro de perder lo poco que comprenden de su entorno. La frustracin,
aislamiento y sentimiento de abandono van de la mano de la intolerancia y el
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distanciamiento. Con quin ser solidario? Con la pareja, con las y los hijos,
con ellos bajo un sentido de propiedad o de solidaridad?
Para los estudios de gnero, la poltica cultural que engloba a la educativa formal e informal necesita crear imgenes que alienten mejores relaciones
entre mujeres y hombres.Ya no es suficiente que las mujeres jvenes de todo
el mundo que han crecido con las ventajas conseguidas por las feministas de
la segunda ola, tengan ms conciencia de sus derechos y de la igualdad de gnero, aunque en el caso de estudio slo sea igualdad de uso del sexo. Se precisa que los varones jvenes, que estn continuamente a la defensiva y en
guardia para probar su identidad masculina dominante, ya no recurran a la
tradicionalmente sensacin masculina de superioridad. Se pretende una reorganizacin de las relaciones de gnero donde se dialogue y debata informaciones culturales sobre la sexualidad y la reproduccin, aunque como dice el
estudioso Jeffery Weeks,3 Mientras ms expertos creemos que somos para
hablar de sexualidad, ms dificultades parecemos enfrentar al tratar de
entenderla []. Lo ertico sigue despertando agudas ansiedades morales y
confusin. Esto no se debe a que el sexo sea malo sino al hecho de que es un
crisol de sentimientos poderosos.
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Vidas de hombre(s)*
En los ltimos aos hemos odo hablar mucho de algo llamado crisis de la
masculinidad. De qu se trata dicha crisis? Qu significa exactamente?
Sobre esto se ha escrito profusamente, y esta revista, en los nmeros que lleva de andadura, ha dejado constancia de diversas hiptesis, estudios, teoras
y del debate suscitado por todo ello. Hemos visto cmo se pona en cuestin
el concepto mismo de masculinidad para ser sustituido por un plural ambiguo, mismo que en muchos casos se ha credo conveniente reforzar con el
adjetivo diversas. Parece como si no nos sintiramos muy seguros pluralizando la masculinidad y necesitramos reforzar la idea con un pleonasmo,
hasta el punto quiz de diversificar lo masculino nos inquieta o incomoda.
El libro que presentamos aqu se inscribe en la lnea o estela abierta por
estos estudios, los de gnero, los Mens Studies, el anlisis de lo masculino, de
su crisis y de su diversidad real o supuesta. Sin este ambiente, uno no se imagina al libro ni a sus protagonistas. Se trata de una coleccin de relatos de
vida relatos, ojo, no historias de vida, los cuales uno adivina ms o menos
orientados y corregidos, pero en modo alguno elaborados con vistas a un anlisis antropolgico. El objetivo del editor parece ser slo el de documentar
una situacin, no el de analizarla, comprenderla o explicarla. No hay teora,
y mucho menos quizs es lo que ms se agradece hay juicios de ningn
tipo. En cualquier caso, el juicio se deja al lector, el cual tiene la posibilidad
de leer entre lneas, comparar los relatos entre s y con otros que conozca,
quiz con su propia trayectoria como hombre si se concibe a s mismo y es
visto por los dems como tal. En este sentido, el libro se inscribe en cierta tradicin antropolgica, la del simple testimonio, el relato de vida dejado tal
cual, o incluso la del informante privilegiado, si es que con estos testimonios,
a partir de ellos, se pensase en abrir investigaciones de mayor alcance. Sin
embargo, no parece ser esta la intencin del editor.
La franja de edad de los hombres a quienes se les pidi contar relatar
su vida para esta compilacin resulta significativa si la intencin de la mis* Oscar Guasch y Jos ngel Lozoya, Vidas de hombre(s), Barcelona, Bellaterra, 2012.
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mos llegar a pensar, incluso, que todos la totalidad de los hombres, entre
quienes me incluyo estamos en crisis. Y podramos preguntarnos a partir
de ah, viendo lo que estos hijos cuentan de lo que fueron sus padres, cundo no han estado los hombres en crisis? Ser verdad que la masculinidad
constituye en s misma una condicin crtica, difcil, una empresa incierta o
incluso imposible? Ser verdad que se trata de algo irresoluble, mucho ms,
en cualquier caso, que la feminidad o que las feminidades?
Pero quiz se trate slo de un espejismo, producto de los casos seleccionados, todos ellos procedentes del crculo de relaciones del compilador. Quiz no
seamos todos, sino slo algunos, visibles socialmente por estar ocupando o
haber ocupado posiciones en el activismo o en la academia, pero una minora al fin y al cabo. Hasta qu punto el libro documenta una situacin general
o slo da cuenta de un sector o algunos sectores restringidos de la poblacin
masculina? Responder a esta pregunta requerira otro tipo de investigacin.
Decir, por ltimo, que se trata de vidas de hombre(s) espaoles, incluso de
una cierta Espaa, no toda. El autor de estas lneas ha compartido momentos de su ciclo vital con algunos de ellos, y se ha medido con problemas parecidos o idnticos. La crisis de toda una generacin, o dos. Esto no implica que
el juego de las identificaciones y las comparaciones se restrinja a varones
espaoles, activistas, acadmicos, gays o futbolistas fracasados, ni mucho
menos. Desde mi punto de vista, cualquiera le puede entrar, y sera deseable
que lo hiciramos cuantos ms mejor. Para comparar, para reflexionar y para
repensarnos desde nuestras propias vidas de hombre(s).
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David de Jess-Reyes
Estudi la maestra en estudios de Poblacin por la UNAM y el doctorado en
Filosofa con Orientacin en Trabajo Social y Polticas de Bienestar Social
en la UANL. Actualmente se desempea como profesor-investigador en el posgrado de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la UANL. Ha
escrito diversos artculos en revistas nacionales e internacionales, as como
captulos de libro. Sus lneas de investigacin son la epidemiologa sociocultural, sexualidad y salud sexual y reproductiva.
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ms de 17 aos de actividad docente, Fernando Reyes Baos ha impartido clases en diferentes universidades. Ha participado en actividades profesionales vinculadas con el diseo curricular, la formacin docente y la orientacin educativa. Es autor del libro Yo, Aldebarn. Reflexin novelada acerca de la prctica
docente, publicado por Editorial Sagitario en el ao 2000. Actualmente es director de la Facultad de Psicologa de la Universidad Americana de Acapulco, y
colabora regularmente con el peridico El Sol de Acapulco,en la pgina Cihuatl.
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por la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona, Espaa). Autor del libro Pasiones
ocultas. De cmo nos convertimos en sujetos sexuales (Barcelona, Ariel, 1999).
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