Qué Es El Psicoanálisis
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Qué Es El Psicoanálisis
1
Freud, S. Tratamiento del alma (1890). Obras completas Sigmund Freud. Amorrortu. Buenos Aires. 1976.
Vol. I. Pg.115.
recuperacin del lenguaje, Freud se encuentra con un aparato del lenguaje y su
modo de funcionamiento, ms all de lo neurofisiolgico, distinguiendo dos tipos
de representaciones: representacin-cosa y representacin-palabra. Queremos
destacar su consideracin respecto de la Psicologa, del lenguaje y de la palabra.
Las palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un
hombre pretende ejercer sobre los otros; las palabras son buenos medios para
provocar alteraciones anmicas en aquel a quien van dirigidas y por eso ya no
suena enigmtico aseverar que el ensalmo de la palabra puede eliminar
fenmenos patolgicos, tanto ms aquellos que, a su vez, tienen su raz en
estados anmicos.3
2
Freud, S. Lo inconsciente. Sigmund Freud Obras Completas. Ob. Cit. Vol. XIV. Pg. 207.
3
Freud, S. Tratamiento del alma. Ob. Cit. Pg. 123.
Otro de los juicios importantes que trasluce este escrito es la relacin de lo
psquico y lo corporal. Rescatamos el uso de la palabra alma que alude a psique,
neuma, spiritu, y no solamente a mente.
Respecto del trmino espritu, procede del latn spiritus, del verbo spirare
tomando la significacin de soplo. La filosofa clsica alemana subrayaba el
carcter activo del espritu, lo vea como actividad de la autoconciencia. As, Hegel
conceba el espritu como unidad de la autoconciencia y de la conciencia, unidad
que se realizaba en la razn; como unidad entre la actividad prctica y la terica
del espritu sobre la base de la prctica: el ser del espritu es su hacer aunque este
hacer es interpretado slo como conocimiento. El espritu, segn Hegel, supera lo
natural y se eleva hasta s mismo en el proceso del autoconocimiento.
Cules son las nociones freudianas que se dejan encontrar en este texto?
4
Freud, S. Tratamiento del alma (1890). Ob. Cit. Pg. 115.
Queda claro en la expresin freudiana que un tratamiento psquico no est
referido slo a su aplicacin a fenmenos patolgicos, sino tambin a
perturbaciones anmicas o corporales, a travs de un recurso: la palabra. Es
importante destacar esta diferenciacin.
los signos patolgicos estn muy ntidamente bajo el influjo de irritaciones, emociones,
preocupaciones [] la causa inmediata de la perturbacin ha de buscarse en lo
anmico. [] Los afectos en sentido estricto se singularizan por una relacin muy
particular con los procesos corporales; pero, en rigor, todos los estados anmicos, aun
los que solemos considerar procesos de pensamiento, son en cierta medida
afectivos, y de ninguno estn ausentes las exteriorizaciones corporales y la
capacidad de alterar procesos fsicos. Aun la tranquila actividad de pensar en
representaciones provoca, segn sea el contenido de estas, permanentes
excitaciones [] Los procesos de la voluntad y de la atencin son igualmente capaces
de influir profundamente sobre los procesos corporales y de desempear un
importante papel como promotores o inhibidores de enfermedades fsicas [] En
ciertos estados anmicos denominados afectos, la coparticipacin del cuerpo es tan
grande.5
Estas consideraciones son producto de prolijas observaciones clnicas que
muestran una gran variedad de signos que se relevan y sustituyen unos a otros,
siendo expresin de las emociones6 que alteran al cuerpo. Entre ellas Freud
hace referencia a las alteraciones se producen en la circulacin y en las
5
Freud, S. Tratamiento del alma. Ob. Cit. Pg. 119-120.
6
Freud, S. Ibdem.
secreciones bajo la influencia del miedo, de la ira, de las cuitas del alma, del
arrobamiento sexual, as como los estados afectivos persistentes de naturaleza
penosa, como la preocupacin y el duelo, que rebajan la nutricin del cuerpo en su
conjunto, causando que los cabellos encanezcan, que desaparezcan los tejidos
adiposos y las paredes de los vasos sanguneos se alteren patolgicamente.
Tambin observa que, a la inversa, bajo la influencia de excitaciones jubilosas se
observa que todo el cuerpo florece y la persona recupera muchos rasgos de la
juventud. A su vez, seala que los afectos tienen mucho que ver con la capacidad
de resistencia a las infecciones y refiere que ciertos observadores mdicos
comentaron que la propensin a contraer tifus y disentera es mucho mayor en los
integrantes de un ejrcito derrotado que en los triunfadores, y que estados
patolgicos ya desarrollados pueden ser influidos muy considerablemente por
afectos violentos, casi siempre en el sentido de un empeoramiento. Pero, tambin
observa ejemplos de lo contrario: un fuerte susto o una cuita repentina provocan
un cambio de tono en el organismo ejerciendo una influencia curativa sobre un
estado patolgico bien arraigado o aun suprimindolo. Por ltimo, seala que no
hay ninguna duda de que la duracin de la vida puede ser abreviada notablemente
por afectos depresivos, o que un terror violento, una mortificacin o un bochorno
muy vivos pueden ponerle fin de manera repentina y que este ltimo efecto es
observado a veces tambin a consecuencia de un gran jbilo inesperado.7
7
Freud, S.Tratamiento del alma. Ob. Cit. Pg. 119.
epidemia los ms amenazados son los que tienen miedo de contraer la
enfermedad. El estado contrario, la expectativa esperanzada y confiada es una
fuerza eficaz de la que en rigor no podemos dejar de prescindir en todos
nuestros ensayos de tratamiento y curacin.8
Una observacin que aparece entre lneas y que no queremos pasar por
alto, es la referencia a la fe religiosa, que podemos generalizar respecto de lo
que llama expectativa esperanzada y confiada y en lo concerniente a la
participacin de las pulsiones como fuerzas genuinas.
el poder de la fe religiosa es reforzado en este caso por diversas fuerzas
pulsionales genuinamente humanas.9
8
Freud, S. Ibdem. . Pg. 121.
9
Freud, S. Ibdem. Pg. 121-122.
enfermo, los trabajos y sacrificios del peregrinaje, estn destinados a hacerlo
merecedor de esa gracia.10
10
Freud, S. Ibdem. Pg. 122.
11
Freud, S. Ibdem. Pg. 125.
oportunidad de cometimiento de abusos que la misma genera, preocupacin que
lo llevar a una proposicin: estudiar el amor transferencial cientficamente.
Reconoce la importancia de no desaprovechar el aporte de la expectativa
confiada, planteando que para el tratamiento anmico ocupa el lugar de una
funcin importante producir el monto de solicitacin anmica con medios
apropiados. Sepamos encontrar en estas primeras consideraciones freudianas,
algunos antecedentes sobre la dinmica de la transferencia y los factores
cuantitativos (monto de afecto) y cualitativos (amor) que luego compondrn el
concepto.
12
Freud, S. Ibdem. Pg. 123.
causas anmicas, sin prestar atencin que las mismas producen padecimientos
verdaderos. Respecto a ello, Freud inaugura una nueva clnica en donde lo
anmico cobra respeto como causa real.
Por ltimo, nos interesa sealar que tambin se preocupa por los prejuicios
que puede generar la relacin del nuevo tratamiento anmico con la hipnosis y la
sugestin. Si bien reconoce la participacin de la sugestin en toda relacin
humana, y entonces, tambin en la relacin que implica el tratamiento, trata de
discernir cuestiones relativas a la dependencia y la obediencia, que ocupan un
lugar de gran prejuicio social y tambin para l. Seala los motivos que lo alejan
de la hipnosis, el ms importante es que no logra ganar la lucha contra las
poderosas fuerzas mediante las cuales la enfermedad est anclada en la vida
13
Freud, S. Ibdem. Pg. 116.
14
Freud, S. Ibdem. Pg. 122.
15
Freud, S. Ibdem. Pg. 131.
anmica.16 Tambin describe otras consideraciones tales como: la participacin de
una credulidad al estilo infantil, la dependencia al estilo relacin amorosa con
entrega plena, la obediencia que genera, la sugestin, la conviccin y la palabra
como ensalmo como nico instrumento teraputico, la imposibilidad de
discrecionalidad por parte del paciente respecto de su vida anmica.17
16
Freud, S. Ibdem. Pg. 131.
17
Freud, S. Ibdem. Pg. 128.
18
Freud, S. Las resistencias contra el psicoanlisis. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. XIX, Pgs.
227-235.
intencin teraputica y en ello se radic su carcter de novedad indiscutible. Pero,
los resultados de sus indagaciones avanzaron mucho ms all de su meta inicial,
creando una nueva base para toda la concepcin de la vida anmica, logrando
importancia para todos los campos del saber que se fundan en la psicologa. Este
fue el motivo que desencaden una tormenta de indignada repulsa. En 1924
Freud comenta que la lucha en torno de la innovacin que el psicoanlisis
presenta no ha terminado todava. Empero, ya por esa poca el autor pudo
discernir el curso que tomara: sus opositores no logran sofocar su avance. El
psicoanlisis, cuyo nico sustentador era el propio Freud en 1900, veinte aos
despus haba encontrado numerosos partidarios destacados entre mdicos y no
mdicos, quienes lo practicaban como procedimiento para tratar enfermos
nerviosos, como mtodo de investigacin psicolgica y como medio auxiliar del
trabajo cientfico en los ms diversos campos, - puntuaciones idnticas a las
formulados en los Dos artculos para enciclopedia.19
4.- El predominio de la orientacin anatomista: El psicoanlisis aport un nuevo
conocimiento respecto a que los sntomas corporales de la histeria son
psicgenos, considerndolos como sedimentos de procesos anmicos trascurridos,
iniciando la pregunta por su naturaleza. Pero, esta orientacin de las
investigaciones no coincida con las ideas dominantes de su poca pues los
mdicos solo contemplaban los factores anatmicos, fsicos y qumicos. No
estaban preparados para la apreciacin de lo psquico, y por eso mostraron
indiferencia y antipata. Dudaban de que las cosas psquicas admitiesen un
tratamiento exacto y cientfico y juzgaron a los sntomas de las neurosis histricas
como resultado de la simulacin, y a los fenmenos del hipnotismo, como un
fraude.
5.- Los psiquiatras se ocupaban de clasificar las patologas buscando causas
anatmicas o qumicas: En esa poca materialista -mecanicista -, la medicina
realiz grandes progresos, pero tambin exhibi un miope desconocimiento
Respecto de lo psquico.
19
Freud, S. Dos artculos de enciclopedia: Psicoanlisis y Teora de la libido. Sigmund Freud Obras
Completas. Vol. XVIII, Pg. 131.
6.- La oposicin de los filsofos: Si bien ellos estaban habituados a admitir
conceptos abstractos en la cspide de sus explicaciones del mundo, lo psquico
de los filsofos no era lo psquico del psicoanlisis, pues consideraban como
psquico slo a los fenmenos de la conciencia, tal como los legos. El filsofo se
afianza en esta certidumbre, pues no conoce el material cuyo estudio forz al
analista a creer en actos anmicos inconscientes. Qu puede decir entonces el
filsofo frente a una doctrina que asevera que lo anmico es, ms bien, en s
inconsciente, y la condicin de conciente no es ms que una cualidad que puede
agregarse o no al acto anmico singular, y eventualmente, cuando falta, no altera
nada ms en este? La posicin del psicoanlisis, intermedia entre medicina y
filosofa, slo le depara desventajas. La medicina lo considera un sistema
especulativo y no quiere creer que descansa, como cualquier otra ciencia natural,
en una elaboracin de hechos del mundo de la percepcin; la filosofa, le reprocha
que sus conceptos bsicos carecen de claridad y precisin.
7.- La acusacin de pansexualista por la significacin de las pulsiones sexuales:
Freud se cuestiona sobre la magnitud de los estallidos de indignacin, de burla y
escarnio, con menosprecio por todos los preceptos de la lgica hacia los
conceptos del psicoanlisis. Considera que una reaccin de esta ndole no se
puede explicar solamente como resistencias intelectuales, sino que han surgido en
relacin a la gran significatividad que el psicoanlisis concede a las pulsiones
sexuales en su consideracin de los sntomas como satisfacciones sustitutivas
desfiguradas de fuerzas de las mismas. Si bien para el psicoanlisis la sexualidad
no es sexo, sino mucho ms, - el Eros de El banquete de Platn- , el Eros que
todo lo abraza y todo lo conserva, tan superlativa ha sido la repulsa al concepto
de pulsiones sexuales que, sigui siendo rechazado an cuando demostr que
esos mismos componentes sexuales son susceptibles de desviarse de sus metas
inmediatas y de dirigirse a otras, aportando las ms importantes contribuciones a
los logros culturales del individuo y de la comunidad. Dicha teora fue tildada de
degradacin de los bienes supremos de la cultura. Estas aseveraciones no eran
enteramente nuevas, el filsofo Schopenhauer haba destacado la incomparable
significatividad de la vida sexual. Pero los oponentes olvidaron a este ilustre
precursor y se arrojaron sobre el psicoanlisis como si hubiera cometido un
atentado contra la dignidad del gnero humano.
8.- La hipocresa cultural: La cultura humana se sostiene sobre dos pilares, tales
como el gobierno de las fuerzas de la naturaleza y la limitacin de nuestras
pulsiones. La sociedad lo sabe y no quiere que se hable de ello. El psicoanlisis
nunca lanz la consigna de desencadenar nuestras pulsiones dainas para la
comunidad; al contrario, alert contra ello y aconsej un mejoramiento. Pero la
sociedad no quiere saber nada de que se descubran estas constelaciones, porque
en ms de un sentido tiene mala conciencia, un estado de hipocresa cultural al
que por fuerza van aparejados un sentimiento de inseguridad y la necesidad de
proteger esa labilidad innegable mediante la prohibicin de la crtica y el examen.
9.- El ideal tico: La sociedad ha entronizado un elevado ideal de eticidad. Si bien
eticidad es limitacin de las pulsiones, y su cumplimiento se exige a todos sus
miembros, queda librado a ellos hallar los caminos que le permitan procurarse una
compensacin suficiente a cambio del sacrificio impuesto, a fin de preservar su
equilibrio anmico. El hombre vive psicolgicamente por encima de sus recursos,
en tanto sus exigencias pulsionales insatisfechas hacen que sienta como una
presin permanente los reclamos de la cultura.
10.- En algunos humanos las pulsiones estn domeadas de manera insuficiente y
psicolgicamente incorrecta, de suerte que son las ms prontas a soltarse: El
psicoanlisis descubre los puntos dbiles de este sistema, y aconseja modificarlo.
Propone aflojar la severidad de la represin de las pulsiones y, a cambio, dejar
ms sitio a la veracidad. En el caso de ciertas mociones pulsionales en cuya
sofocacin la sociedad ha ido demasiado lejos, debe admitirse una medida mayor
de satisfaccin; en cuanto a otras, los mtodos inadecuados de la sofocacin por
va represiva deben sustituirse por un procedimiento mejor y ms seguro. A
consecuencia de esta crtica, se sinti al psicoanlisis como enemigo de la
cultura y se lo proscribi como peligro social. Hasta ahora la actitud de los
hombres hacia el psicoanlisis sigue gobernada por esa angustia que desata las
pasiones y menoscaba los requisitos de la argumentacin lgica.
11.- La revelacin de la sexualidad infantil: El psicoanlisis puso fin a las
consideraciones sobre el carcter asexual de la infancia, demostrando que en el
nio pequeo, desde el comienzo de la vida, se registran intereses y prcticas
sexuales. Puso de manifiesto las trasmudaciones que estos experimentan, el
modo en que hacia el quinto ao de vida sucumben a una inhibicin, para que
despus, a partir de la pubertad, entran al servicio de la funcin de reproduccin.
Discerni que la vida sexual de la primera infancia culmina en el llamado Complejo
de Edipo. Esto es tan fcil de comprobar que se necesit realmente de un gran
esfuerzo para conseguir no verlo. De hecho -sostuvo el psicoanlisis-,
todo individuo ha recorrido esta fase, pero luego reprimi y olvid su contenido con
enrgico esfuerzo. El horror al incesto y una potente conciencia de culpa eran los
relictos de esta prehistoria individual. Los comienzos de la eticidad, de la religin y
del orden social se enlazan de la manera ms ntima con la superacin de esa
poca primordial. No estaba permitido hacerle conocer al adulto esa prehistoria,
que ms tarde le pareci tan deshonrosa, por ello rechaz al psicoanlisis cuando
quiso descorrer el velo de la amnesia de su infancia. Slo qued entonces un
camino: lo que el psicoanlisis aseveraba tena que ser falso, y esta supuesta
nueva ciencia no era otra cosa que un tejido de espejismos y desfiguraciones. Por
tanto, las intensas resistencias al psicoanlisis no eran de naturaleza intelectual,
sino que brotaban de fuentes afectivas.
12.- La necesidad de anlisis del psicoanalista: Tambin ha contribuido a reforzar
la resistencia al psicoanlisis el hecho de que no es fcil que se forme un juicio
autnomo en materia de anlisis quien no lo haya experimentado en su persona,
pues es imposible su prctica sin haber aprendido una tcnica precisa, harto difcil,
en su propia experiencia. No hay ninguna oportunidad cmoda y accesible de
aprender el psicoanlisis y su tcnica.
13.- Por ltimo, el autor, con las reservas del caso, se otorga el derecho a plantear
que quiz su propia personalidad, como judo que no quiso ocultar su judasmo,
tuvo algo que ver en la antipata de los contemporneos hacia el psicoanlisis.
En sntesis, la mayora de las resistencias contra el psicoanlisis se
debieron a que el contenido de la doctrina hera intensos sentimientos de la
humanidad. El nexo entre el yo conciente y el inconsciente significaba una grave
afrenta al amor propio de los seres humanos, afrenta que Freud llam
psicolgica, situndola en una misma lnea con la biolgica, infligida por la
doctrina de Darwin sobre la descendencia, y con la anterior, la cosmolgica,
lanzada por el descubrimiento de Coprnico.
Consideramos de relevante importancia sintetizar el apndice que Freud
agrega al escrito, tratndose de un fragmento de El mundo como voluntad y
representacin de Schopenhauer.20 Aunque ms de una vez Freud insisti en que
las palabras del autor eran de un acento inolvidable o capaces de producir una
intensa impresin, nunca cit el correspondiente pasaje ni indic su fuente.
Empero, parece probable que tuviera en mente el fragmento que reproducimos. 21
Inmediatamente antes, Schopenhauer haba examinado el peculiar carcter del
apetito sexual.
la importancia del papel que desempea en el mundo la relacin de los sexos,
resorte oculto de toda la actividad humana, y que se trasparenta por doquier pese
al velo con que la encubrimos. Enciende la guerra y pone fin a la paz; aparece en
el trasfondo de toda cuestin seria y de toda diversin; es fuente inagotable de
chistes y agudezas, clave de toda alusin, intencin secreta de toda insinuacin o
de toda proposicin inexpresada. Es la significacin de las miradas a hurtadillas, la
aspiracin de los jvenes y tambin de los viejos; la preocupacin incesante del
libertino y el ensueo involuntario que asedia la mente del casto; es materia
siempre dispuesta para la chanza, y todo porque es, entre todas las cosas, la ms
seria. Lo que le da un viso cmico que hace rer a las gentes es que, siendo un
asunto capital para todos, es conducido con el mayor misterio y parecera que
nadie piensa en l. Pero en la realidad de la vida es el amo legtimo del universo,
con cuya omnipotencia constantemente nos tropezamos, y apoyado en sus
seculares derechos le vemos tomar posesin de su trono hereditario, mofndose
20
Freud, S. Las resistencias contra el psicoanlisis. Ob. Cit. Vol. XIX, Pgs. 236-237. Texto del fragmento
recortado por Freud y agregado al escrito por Strachey.
21
Ibdem. Complementos del libro cuarto de El inundo como voluntad y
representacin, captulo XLII, La vida de la especie, citado por Strachey.
de los esfuerzos con que se ha intentado sacudir su dominio. El poder de esta
propensin es tan grande que por mucho que se afanen los hombres para
domarla, para encadenarla, para disminuirla, para disimularla todo lo posible o al
menos para dominarla lo bastante, con el fin de reducirla a una cuestin apenas
secundaria en su existencia, todas esas tentativas sern siempre vanas. Y el
secreto de esto radica en que el instinto sexual es la esencia misma de la voluntad
de vivir, y por tanto la concentracin de todo deseo; [] llam a los rganos
genitales el foco de la volicin. El hombre es, por decirlo as, una concrecin del
instinto sexual; viene al mundo por un acto de cpula, el mayor de sus anhelos es
la cpula, y esta es en definitiva aquello que envuelve y perpeta toda su
existencia fenomnica. La voluntad de vivir se manifiesta, en primer lugar, en el
instinto de la conservacin individual; pero este no es ms que el primer escaln
de la tendencia a la conservacin de la especie, y esta ltima ser siempre la ms
fuerte, debido a la mayor importancia que reviste la vida de la especie en cuanto a
duracin, extensin y valor. Por eso el instinto sexual es la manifestacin ms
perfecta y el tipo propio de la voluntad de vivir, lo cual no slo concuerda con el
hecho de que a l deben los hombres su existencia, sino tambin con su primaca
sobre las dems inclinaciones del hombre natural.
22
Freud, S. El mtodo psicoanaltico de Freud. Sigmund Freud Obras Completas. Ob. Cit. Vol. VII, Pg. 237.
Premisa de trabajo: ampliacin del campo de la conciencia retrayendo al
paciente al estado psquico en el cual haban surgido los sntomas. Cuando el
paciente comunica los procesos anmicos en cuestin, entre intensas
manifestaciones afectivas, quedan vencidos los sntomas. Freud realiza un alegato
a favor de la premisa de trabajo que se sostiene en tres puntos: 1.- El sntoma
representa una sustitucin de procesos psquicos que no han podido llegar a la
conciencia, o sea, es una transformacin; 2.- el afecto concomitante a lo
represado se deriva en el sntoma; 3.- el sntoma no deriva de una nica
impresin traumtica sino de una serie. En Sobre psicoterapia23 aclara algunas
cuestiones tericas al respecto: 1.- la accin patgena de los traumas psquicos
es consecuencia de la retencin del afecto; 2.- los sntomas corporales de la
histeria son resultado de una excitacin transferida desde lo anmico a lo
somtico.
Regla fundamental analtica: se invita al paciente a comunicar todas las
ocurrencias espontneas, asociaciones involuntarias, sin apartar ninguna aunque
lo juzgue secundario, impertinente o incoherente. Por el valor histrico, adems de
clnico, nos referiremos directamente a las palabras del autor:
23
Freud, S. Sobre psicoterapia. Sigmund Freud Obras Completas. Ob. Cit. Vol. VII, Pg. 247.
Resistencias: todo paciente tiene ciertas lagunas en su memoria, olvido de hechos
reales, confusiones, que son producto de la resistencia que se opone a la
reconstruccin del recuerdo. Cuanto ms intensa sea la resistencia mayor
deformacin sintomtica y es necesario deducir de ellas lo deformado. La
resistencia es consecuencia de que los pacientes se aferran a su enfermedad. La
emergencia de lo inconsciente se produce conjuntamente con sensaciones de
displacer y por esa razn el paciente rechaza el tratamiento. Lo rechazado surge
como consecuencia automtica de la regulacin del principio del placer.
Objetivo del tratamiento: Lograr vencer las resistencias, destruir las represiones,
suprimir las amnesias, hacer accesible a la conciencia lo inconsciente. Adems de
la cura, el tratamiento debe proponerse el restablecimiento de la capacidad de
trabajar y amar.
24
Freud, S. Dos artculos de enciclopedia: Psicoanlisis y Teora de la libido. Ob. Cit. Pg. 231.
nueva disciplina cientfica. En 1925, en la Presentacin autobiogrfica
refiere:
Un procedimiento
25
Diccionario de la Lengua Espaola. Real Academia Espaola. Dcima quinta edicin. Madrid. 1925.
Que Freud parte de la consideracin sobre los procesos anmicos bajo la
influencia de Von Brentano, autor que consider los fenmenos psquicos
como procesos y no estados, y que desarroll la concepcin de
intencionalidad de la conciencia en relacin a la direccin de la misma
hacia sus objetos;26 2.- Que el trabajo clnico lo ha confrontado con
procesos anmicos que ofrecen mucha dificultad para ser indagados, pues
se muestran a travs de un modo que los oculta y que la genialidad de
Freud fue justamente descubrir que ese modo que los oculta tambin los
revela; 3.- Que muchos de estos procesos eran despreciados por los
neurlogos y psiquiatras de la poca; 4.- Que se trata de un procedimiento
basado en la indagacin clnica; 5.- Que partiendo de una formacin
estrictamente cientfica, proveniente de las ciencias naturales, Freud no
ces de interrogarse por el sufrimiento de aquellos que padeciendo
malestares no explicados por la ciencia del momento eran dejados de
lado, - con suerte - , pues otras veces eran objeto de desprecio siendo
tratados como simuladores, no sin pasar por la categora de incurables; 6.-
Que sin abandonar el dilogo con los grandes cientficos a los que
reconoce como sus maestros, Freud tuvo la fuerza suficiente para no
rechazar su deseo de asistir a estos enfermos, y que ello inspira su
investigacin, sin apartarse de los cnones de rigor metodolgico; 7.- Que
trabajando con excelencia semiolgica supo realizar una cuidadosa y
detallada lectura de los sntomas y signos de los enfermos en cuestin; 8.-
Que la indagacin tuvo como principal objetivo la bsqueda de un
tratamiento de los padecimientos manifestados por los enfermos sin dejar
de lado un alto rigor cientfico que sirvi de empuje incesante a la
investigacin. La misma estuvo muy marcada por los procedimientos
metodolgicos cientficos referentes a las ciencias naturales, lo cual lo
lleva en sus comienzos a delimitar con precisin el campo de la
experiencia, siendo esto una de las razones (hay otras) por lo cual Freud
26
Brentano, F. La classificazione delle attivit psichiche. Lanciano.1922.
propone el mtodo solamente para pacientes neurticos de determinadas
caractersticas restringidas. Es un modo de conformar una poblacin
testigo lo ms estable posible tal como lo exige el mtodo cientfico clnico.
Es por esta razn, a nuestro entender, que especifica indicaciones y
contraindicaciones que en la clnica psicoanaltica actual pueden
desdecirse. Hoy sabemos muy bien que el psicoanlisis se ofrece a todo
aqul que solicite ser escuchado, y que se ha avanzado tanto en los
conocimientos tericos, como tcnicos y clnicos y se practica el
psicoanlisis con nios, con psicticos, en la anorexia, en las adicciones,
en los nios deficientes, en los gerontes, y en muchas otras
perturbaciones. Actualmente, siguiendo las enseanzas reformuladas por
J. Lacan, el psicoanlisis es una clnica del sujeto (y no de enfermedades
o cuadros psicopatolgicos) que implica el tratamiento de lo real por lo
simblico.
Un mtodo de tratamiento
27
Lacan, J. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanlisis.
Editorial Paids. 1ra edicin castellana. 1986.
una tctica implicada en una estrategia y en una poltica. Cabe volver a
preguntar: qu nos ensea esta praxis? Hablando estrictamente, el
saber psicoanaltico slo puede ser el saber de la transferencia, es decir,
el saber supuesto que en el curso de la experiencia analtica se vuelve
transmisible por otras vas y por otros efectos. La transferencia es donde
se constituye la clnica analtica y el psicoanalista. El trabajo del analtico
lo implica, y su mxima implicancia ser explicitar su saber des-
suponindolo, o sea, desprendindolo del lugar que le toc en su propia
experiencia como analizante.
28
Lacan, J. El psicoanlisis y su enseanza. Escritos 2. Siglo XXI. 7ma.ed. Bs.As. 1981. Pg. 160 y ss.
29
Imbriano, Amelia. Etica para la enseanza de los enfermos. Dossier Letra analtica. Universidad Kennedy.
Buenos Aires. 1999.
propsito de lo que los enfermos nos ensean en ocasin de celebrarse
las Jornadas de residentes del Hospital de la Llanura de Pergamino, grupo
con el cual tuvimos la oportunidad de trabajar en supervisin a travs de
relatos clnicos. Esta experiencia nos permiti concluir en un ensayo que
intenta rescatar el espritu freudiano, estrictamente hablando, en el sentido
de la exigencia que tiene la prctica psicoanaltica de renovarse una y otra
vez respecto de cada analizante bajo el rigor del mtodo psicoanaltico.
Entonces, podemos decir que el psicoanlisis es siempre una nueva
disciplina.
30
Imbriano, A. El sujeto de la clnica. Leuka. Bs.As. 1988.
permite la metfora, los mojones que sealan los senderos por donde
construir ese pasaje, o los transbordadores que nos hacen posible el paso
desde la teora a la clnica y viceversa. Puede suponerse que esta tarea
es de principiantes y ello consiste en un grave error. Debemos aclarar
decididamente que no se trata de ello, sino que ese paso que articula
clnica y teora, est implcito en una tica, la tica de Freud, la Etica del
Psicoanlisis. Tambin debemos tener presente que esa articulacin
terico-clnica estuvo presente en toda la obra, ms an, la constituy.
Actualmente es posible pensar que esta relacin es funcin de una banda
de Moebius.
31
Lacan, J. La direccin de la cura y los principios de su poder. Escritos 1. Siglo XXI. 8va. edicin. Buenos
Aires. 1980.
inconsciente en sus formaciones basta para motivarla. Ello ubica al
psicoanlisis en un lugar que se define tomando al sujeto en su divisin
constitutiva y constituyente. All encontramos a Freud con el concepto de
Ichspaltung, que podramos considerar como una primer formulacin de
una clnica de lo real en tanto que una clnica del pathos, del sufrimiento,
que luego dar origen a los matemas de Jacques Lacan. Cmo no
entenderlos como pathemas? Ha sido una insistencia freudiana desde los
orgenes la pregunta por aquella intervencin que produce consecuencias,
que por aadidura incida sobre el sujeto, que lo despierte, produciendo el
cese de esa dormidera letal que es su sufrimiento.
32
Freud, S. Debe ensearse el psicoanlisis en la universidad. Sigmund Freud Obras Completas. Ob.Cit. Vol.
XVII. Pg. 165.
un espacio para abrir lo interrogantes de su prctica, cuestionar los
fundamentos de la misma, buscando en ello la precipitacin de una
enseanza abriendo un camino inverso al terico-universitario. El Hospital
ser entonces un lugar en donde la clnica es soberana, pero para que
pueda serlo ser necesario conformar un mbito en donde se reflexione
sobre ella, en donde se puedan formalizar alguna lgica sobre la prctica,
pero tambin se guarde respeto por los interrogantes sin respuesta, en
donde pueda quedar un enigma, para encontrar desde all la puesta en
marcha de un espacio de produccin. La prctica del psicoanlisis
requiere esos enigmas, y en este sentido requiere que los practicantes
los establezcan. Esto implica una toma de posicin: reivindicar el lugar del
sujeto en la clnica, delimitando la funcin de una clnica de lo particular en
tanto que clnica de la escucha. Esto implica un quiebre del saber
universitario que se presenta con frmulas generales, universales, que
valen para todos. La escucha del paciente requiere de una clnica en
donde se habilite el lugar para cada sujeto en su originalidad. Pero, para
que ello sea posible es necesario establecer con solidez el lugar desde el
cual se los escucha, porque esta ltima no es una precipitacin mgica
sino que depende del concepto de sujeto que regula lo que se entiende
como lgica de la cura. Entre lo universal y lo particular queda constituido
un intersticio y tratar de poner en produccin ese espacio es lo que
proponemos como enseanza de los pacientes. Ya no es el tiempo de
preguntar respecto de si es posible el psicoanlisis en la universidad o en
el hospital. Hay demasiadas evidencias de ello. Es tiempo de producir, es
tiempo de intentar la transmisin de la experiencia.
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