IRABURU, Jose Maria - Católicos y Política
IRABURU, Jose Maria - Católicos y Política
IRABURU, Jose Maria - Católicos y Política
Catlicos
y poltica
Del blog Reforma o apostasa (95-125)
en www.infocatolica.com (2010-2011)
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Catlicos y poltica
Introduccin
Permtame que le aconseje leer este libro. Ya s que tiene usted varios esperando turno
para ser ledos. Pero es que trata de un tema muy importante, la accin poltica de los
catlicos en el orden temporal, un tema que ha sido en los ltimos tiempos muy maltratado.
Como es bien sabido, el Concilio Vaticano II exhort con especial fuerza a los laicos
cristianos para que con la fuerza de Cristo se empearan en transformar las realidades
temporales del mundo.
Los cristianos laicos estn llamados a evangelizar y saturar de espritu evanglico el orden
temporal, de modo que su actividad en este orden sea claro testimonio de Cristo y sirva para la
salvacin de los hombres (Apostolicam actuositatem 2). Hay que instaurar el orden temporal de
tal forma que, salvando ntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios superiores de la
vida cristiana (7). A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede
grabada en la ciudad terrena (Gaudium et spes 43).
Sin embargo, es patente que, al menos en las naciones de antigua filiacin cristiana, la
desmovilizacin de los laicos en la actividad poltica es prcticamente total. Y que desde
el siglo IV, nunca el influjo del pueblo catlico ha sido menor en la configuracin del
mundo social y poltico. Este fenmeno, que ha de considerarse muy gravemente negati-
vo, nada tiene que ver con el Concilio. La causa principal de esta enorme y psima contra-
diccin es el silenciamiento y la falsificacin de la doctrina poltica de la Iglesia, de las
que muchos se avergenzan. Prefieren ignorarla y falsificarla. Por eso es necesario que
nos tomemos aqu el trabajo de recordarla, de reafirmarla y de refutar los principales
errores actuales en esta materia.
La Iglesia quiere hoy, como siempre, que Cristo sea reconocido como Rey y Salvador, y
que todos los hombres y naciones caminen a su luz. La Iglesia sabe que sin-Cristo o con-
tra-Cristo ni el hombre ni las naciones pueden conseguir la salvacin en este mundo y
tampoco en el otro. La Iglesia pide cada da con una oracin llena de esperanza: ven,
Seor Jess. Venga a nosotros tu Reino. Y el intento del Apstol, instaurar todas las
cosas en Cristo (Ef 1,10), sigue siendo el ideal pretendido por la Iglesia catlica con la
fuerza del Espritu Santo, que es el nico capaz de renovar la faz de la tierra.
Benedicto XVI, recientemente (18-VIII-2010), afirmaba que el Pontificado de San Po
X ha dejado un signo indeleble en la historia de la Iglesia, caracterizado por un notable
esfuerzo de reforma, sintetizada en su lema Instaurare Omnia in Christo, renovar todas las
cosas en Cristo. Omnia: tambin por supuesto en la vida cultural, social y poltica.
JMI
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Jos Mara Iraburu
Todos los Papas de los ltimos tiempos, como Len XIII,
San Po X, Po XI, Po XII, inculcaron con gran fuerza en
los catlicos su deber de colaborar al bien comn de su
pueblo, valorando en alto grado la actividad poltica y
social, y encareciendo su necesidad.
Los mayores males del mundo actual han sido cau-
sados principalmente por la actividad poltica. Esta
afirmacin no es contradictoria con la anteriormente es-
tablecida, sino que ms bien la confirma: corruptio optimi
pessima (la corrupcin de lo mejor es lo peor). La perver-
I sin de la poltica moderna es la causa principal de la
degradacin social de la cultura y de las leyes, de las cos-
tumbres, de la educacin y de la familia, de la filosofa y
del arte. Sin la actividad perversa de los polticos, el pue-
La accin poltica cristiana blo comn nunca hubiera llegado por sus propias tradicio-
nes e inclinaciones a legalizar la eutanasia, a reconocer el
aborto como un derecho, o a considerar matrimonio
la unin de homosexuales. Ms an, la apostasa de las
naciones occidentales de antigua filiacin catlica, aun-
que se deba principalmente a causas internas a la vida
de la Iglesia herejas, infidelidades, aversin a la Cruz,
mundanizacin creciente, etc., ha tenido en las coorde-
(95) nadas polticas de los ltimos tiempos uno de sus condi-
cionantes ms decisivos.
1. La poltica, causa de grandes bienes Es muy escaso el influjo actual de los cristianos en la
o de grandes males vida poltica de las naciones de Occidente, todas ellas
de antigua filiacin cristiana. Son muchos los catlicos
Este tema es mucho tema. No s si usted va a poder con l. que ven con perplejidad, con tristeza y a veces con resen-
timiento hacia la Jerarqua pastoral, cmo la presencia de
Yo tampoco lo s. Oremos. los laicos en la res publica nunca ha sido tan valorada y
La actividad poltica es nobilsima. Entre todas las exhortada en la Iglesia como en nuestro tiempo, y nunca
actividades seculares, la funcin poltica es una de las ha sido tan mnima e ineficaz como ahora. No pocas na-
ms altas, pues es la ms directamente dedicada al bien ciones actuales de mayora cristiana, desde hace ms de
comn de los hombres. As lo ha considerado siempre el medio siglo, han ido avanzando derechamente hacia los
cristianismo, como podemos comprobarlo en la ensean- peores extremos del mal, conducidos por una minora
za de Santo Toms de Aquino. Y el concilio Vaticano II poltica perversa y eficacsima. Esta minora, en una y
ha exhortado con especial insistencia a los cristianos para otra cuestin, con la complicidad activa o pasiva de pol-
que trabajen por la inspiracin cristiana del orden tem- ticos cristianos, ha ido imponiendo siempre sus objetivos
poral (+LG 31b; 36c; AA 2b, 4e, 5, 7de, 19a, 29g, 31d; y leyes criminales, como si la gran mayora catlica no
AG 15g, etc.). Pablo VI, en la encclica Populorum pro- existiera, y apoyndose principalmente en sus votos!
gressio (1967), haca una llamada urgente: Adems de cornudos, apaleados As ha logrado arran-
car las races cristianas de muchas naciones, ha ignorado
y calumniado su verdadera historia, ha encerrado el pen-
samiento y la vida moral de esas sociedades en unas ma-
llas frreas cada vez peores y ms constrictivas.
En el artculo (19) de este blog contemplaba yo la his-
toria de la humanidad como una batalla incesante de Cris-
to y la Iglesia contra Satans y los dominadores de este
mundo tenebroso (Ef 6,12), que ciertamente terminar
con la victoria final de Cristo (20-21). Pues bien, si nos
atenemos al criterio fundamental de discernimiento que
nos ensea Cristo por sus frutos los conoceris, pa-
rece evidente que el pensamiento y la actividad del pue-
blo catlico en la vida poltica exige hoy una reforma
profunda, en el criterio y en la accin, pues de otro modo
Nos conjuramos en primer lugar a todos nuestros hijos. En seguir creciendo la apostasa de las naciones.
los pases en vas de desarrollo, no menos que en los otros, los Reforma o apostasa. Sera absurdo esperar que este
seglares deben asumir como tarea propia la renovacin del pobre blog ofreciera soluciones concretas a una cuestin
orden temporal [] Los cambios son necesarios; las reformas tan enorme y compleja, en la que personas de Iglesia muy
profundas, indispensables: deben emplearse resueltamente en valiosas piensan en modos tan diversos. Mi intento se li-
infundirles el espritu evanglico. A nuestros hijos catlicos de mita a sealar patentes errores y deficiencias, y a recor-
los pases ms favorecidos, les pedimos que aporten su compe-
tencia y su activa participacin en las organizaciones oficiales dar los grandes principios catlicos sobre la poltica, sin
o privadas, civiles o religiosas, dedicadas a superar las dificul- pretensin alguna de promover soluciones concretas de
tades de los pases en vas de desarrollo (81). validez universal. De este modo las pocas fuerzas de este
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Catlicos y poltica
blog se unen otras fuerzas mayores que en la Iglesia de santificante. Y santos de stos suelen darse pocos en la
hoy estn clamando reforma! acerca de la insercin de historia.
los catlicos en la vida poltica. El nmero de los necios es infinito. Resulta duro de-
No vamos bien, es decir, vamos mal. Es urgente para cirlo, pero es la verdad. Hoy, quiz por soberbia de espe-
la Iglesia discernir en todo, y concretamente en la accin cie humana, por democratismo adulador del pueblo, bus-
de los cristianos en la vida poltica: verificar si los pensa- cando sus votos, o por lo que sea, esta verdad suele man-
mientos y caminos que se estn siguiendo son de Dios o tenerse silenciada. Sin embargo, no por eso deja de ser
verdadera. Y son muchos los que la conocen, aunque la
silencien. La misma razn natural la descubre fcilmen-
te. Basta con abrir el peridico de cada da o con hojear
las pginas de cualquier libro de historia. Pero adems
esta verdad est confirmada por la misma Palabra divina:
el nmero de los necios es infinito (Ecl 1,15); ancha
es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdicin,
y son muchos los que por ella entran (Mt 7,13). Los au-
tores espirituales, como Kempis, lo han dicho siempre:
son muchos los que oyen al mundo con ms gusto que a
Dios; y siguen con ms facilidad sus inclinaciones carna-
les que la voluntad de Dios (Imitacin III,3,3).
El mismo Santo Toms, tan bondadoso y sereno, seala la
ms bien son de los hombres (Is 55,8-9). En la historia condicin defectuosa del gnero humano como algo excepcio-
cristiana no pocas veces un Snodo o Concilo se ha reuni- nal dentro de la armona general del cosmos: slo en el hom-
do para superar un grave mal de la Iglesia, respondiendo bre parece darse el caso de que lo malo sea lo ms frecuente (in
a un clamor reformationis, y sin conocer de antemano solum autem hominibus malum videtur esse ut in pluribus);
cules han de ser los modos concretos ms convenientes porque si recordamos que el bien del hombre, en cuanto tal, no
para conseguir esas reformas necesarias. Para eso justa- es el bien del sentido, sino el bien de la razn, hemos de reco-
mente se renen los sucesores de los Apstoles en su in- nocer tambin que la mayora de los hombres se gua por los
tento reformador, para conseguir luz y fuerza del Espritu sentidos, y no por la razn (STh I,49, 3 ad5m). sa es la reali-
dad, y por eso los vicios se hallan en la mayora de los hom-
Santo, el nico que puede renovar la faz de la tierra. bres (I-II,71, 2 prt.3). Y con harta frecuencia en los polticos.
Reforma o apostasa. Y todo esto tiene consecuencias nefastas para la vida poltica
Nadie ponga principalmente su esperanza en la po- de la sociedad humana, pues la sensualidad (fomes) no inclina
ltica. Sera un pelagianismo psimo. La accin polti- al bien comn, sino al bien particular (I-II,91, 6 prt.3).
ca, de hecho, es con frecuencia la causa principal de los El imperio de la mediocridad causa grandes males
males que sufre el pueblo. Desde luego, an peor sera en la vida poltica. Los hombres muy buenos, as como
una total anarqua. Pero el pecado original, que deteriora los muy malos, son muy pocos. Lo que abunda y so-
tanto el ser y la accin de los humanos, obra con especial breabunda es la mediocridad. La misma palabra nos hace
fuerza en los polticos, en los poderosos que tienen go- ver que corresponde al nivel medio de los conjuntos hu-
bierno en las cosas de este mundo. Hemos de considerar manos. Ahora bien, la mediocridad intelectual, moral y
esto en otro artculo con ms detenimiento. Pero digamos operativa en un poltico, en un gobernante, es una medio-
ya, viniendo al campo cristiano, que aquellos polticos cridad mala, maligna, malfica, cuya expresin poltica,
que, sin referencia a Dios, prometen grandes bienes al sea en el rgimen que sea, ha de causar grandes males.
pueblo, y lo mismo aquellos que ponen su esperanza en Un neurocirujano, dada la extrema delicadeza de su ac-
ciertos hombres, partidos o grupos polticos, son infieles cin, ha de ser bueno o muy bueno, porque si es mediocre
a la esperanza cristiana. Son ms o menos pelagianos. en sus conocimientos y habilidades, o si es malo, es muy
Asi dice Yav: Maldito el hombre que en el hombre pone malo, y hace estragos. Lo mismo hay que decir de los
su confianza, y aleja su corazn del Seor. Ser como un arbus- polticos, responsables principales del bien comn de la
to reseco en el desierto. Bienaventurado el hombre que confa sociedad, entre los cuales, obviamente predomina la me-
en el Seor, y en l pone su esperanza (Jer 17,5-7). Alguna diocridad.
literatura postconciliar, sobre todo por los aos 70-80, sin refe-
rencia alguna a la necesaria ayuda de nuestro Salvador Jesu- En otro orden de cosas, pero en clara analoga de doctrina,
cristo, encareca la accin poltica en la vida de los cristianos o San Juan de la Cruz pone en guardia sobre los grandes males
ensalzaba los poderes salvficos de ciertos partidos o movimien- que causan los directores espirituales incompetentes. No sien-
tos en unos modos evidentemente pelagianos. Revistas y pan-
fletos, grandes escenarios espectaculares, formidables megafo-
nas y medios audiovisuales, slogans mesinicos, VOTAR
MPNR = VOTAR LIBERTAD Y PROGRESO, abundancia de
flores y palomas echadas al vuelo, todos estos entusiasmos co-
lectivos organizados son ridculos, y ningn cristiano debe par-
ticipar con fe y esperanza en tales actos de culto.
Es cierto que la providencia de Dios misericordioso sus-
cita a veces en un pueblo una vida poltica noble y ben-
fica: el rey San Fernando, Isabel la Catlica, Gabriel Gar-
ca Moreno. Pero slo los santos gobernantes, dciles al
Espritu Santo y completamente libres de los condicio-
namientos negativos del mundo secular, son capaces por
la gracia de llevar adelante un gobierno poltico santo y
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Jos Mara Iraburu
do idneos, se atreven a dirigir a las personas. Y les recuerda, No basta decir que la misin temporal del cristiano es de
con gran severidad, que el que temerariamente yerra, estando suyo asunto de los laicos. Es preciso decir tambin que no es
obligado a acertar, como cada uno lo est en su oficio, no pasa- asunto de todos los laicos cristianos, ni mucho menos!, sino
r sin castigo, segn el dao que hizo (Llama 3,56). Son cie- slamente de aqullos que, en razn de las circunstancias, sien-
gos que guan a otros ciegos, y que con ellos caen en el hoyo ten a este respecto eso que se llama una vocacin prxima. Y
(Mt 15,14). convendr aadir todava que esa llamada prxima no es bas-
Los hombres estn muy deteriorados, y los polticos tante: que se requiere tambin una slida preparacin interior
(Le paysan de la Garonne, Descle de Brouwer, Pars 1966, 7
tambin, o ms. Hago notar, de paso, que hablar mal del ed., 70).
hombre est permitido, e incluso est de moda en la cul-
tura moderna, en el cine y la literatura, en filosofa y psi-
coanlisis, en pintura o teatro. Es incluso una nota pro-
gresista. Queda prohibido, por el contrario, a la teologa
cristiana hablar mal de la especie humana, y de la absolu-
ta necesidad que tiene de la gracia de Cristo para sanarse
y llegar a la salvacin. Es decir, todos pueden hablar mal
del hombre menos los telogos.
La razn de esta situacin absurda est en que la teolo-
ga ve la defectuosidad tremenda del ser humano en tr-
minos de pecado y de posible castigo eterno, y en refe-
rencia a la fuerza salvadora desbordante de la gracia de
Cristo. Y el pensamiento mundano no quiere hoy recono-
cer el mal congnito del hombre, ni menos an quiere
saber nada de una posible perdicin eterna; y tampoco
admite la necesidad de una salvacin por gracia, por don
sobre-humano y gratuito de Dios. Le parece humillante.
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2. Virtudes y condiciones del poltico
2. Virtud. Efectivamente, una slida preparacin in-
terior. Por muchas razones evidentes el que gobierna
Si la poltica es tan valiosa y necesaria, y tan recomendada debe poseer las virtudes morales en grado perfecto (San-
por la Iglesia a los laicos yo tambin he de meterme en polti-
ca? to Toms, Poltica I,10, 7). Quien se dedica a la vida po-
ltica necesita tener de modo eminente virtudes decisivas
Usted, usted concretamente, con cuidar bien de su familia y que posibiliten el ejercicio honrado de su ministerio: ab-
de su trabajo tiene ms que de sobra.
negacin, caridad, sabidura, veracidad, fortaleza, justi-
Ya vimos que la actividad poltica, entre todas las acti- cia, prudencia, etc. Las necesita, pues, si no las tiene, su
vidades seculares, es una de las ms altas, pues es la ms trabajo poltico causar necesariamente enormes daos.
directamente dedicada al bien comn de los hombres. Y Necesita, pues, el poltico cristiano de todas estas y de
cmo la Iglesia, especialmente en los ltimos tiempos, ex- otras virtudes porque en la funcin gubernativa 1.-repre-
horta a los fieles laicos a que participen en ella, pues es senta en su medida al Seor, de quien viene toda autori-
parte de su propia vocacin secular. En todo caso, varias dad; 2.-porque de sus actos se siguen con frecuencia muy
virtudes y condiciones importantes son necesarias para importantes consecuencias para todo el pueblo; y 3.-por-
que los cristianos puedan dedicarse a la actividad po- que en el desempeo de su alta misin ha de resistir ten-
ltica concreta. taciones especialmente graves de soberbia, falsedad opor-
1. Vocacin. Todos los cristianos, sin duda, estn lla- tunista, enriquecimiento injusto, complicidades y silen-
mados por Dios a colaborar polticamente al bien comn, cios criminales, etc.
cada uno en su familia y su trabajo, como ciudadanos ac- En las consideraciones que siguen hablo a veces con
tivos y responsables, actuando de cuantos modos les sean cierta dureza de los polticos cristianos; pero en el fondo
posibles. Pero es tambin indudable que para dedicarse han de ser vistos ms bien con mucha compasin. Sirven
ms en concreto a la labor poltica el cristiano requiere muchas veces un oficio que les viene grande, y para el
una vocacin especial, que slo unos pocos reciben de cual no han sido ni siquiera rudimentariamente prepara-
Dios. Esta verdad se olvid un tanto en los decenios post- dos tambin hay culpas de omisin en quienes no les
conciliares, cuando la exaltacin del compromiso polti- han dado la doctrina catlica sobre su altsimo ministe-
co de los cristianos fue mxima. Por eso Maritain vi la rio. Y les faltan las virtudes personales necesarias. Es
necesidad de recuperar la verdad perdida en este punto: posible que un zapatero, aunque no sea muy virtuoso, des-
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Catlicos y poltica
mismo, el que no toma su cruz cada da,
tambin en el ejercicio de la profesin po-
ltica, no puede seguir a Cristo (Lc 9,23-
24). Traiciona a Cristo y a la Iglesia. Vende
su alma al diablo, y ste, cumpliendo el
contrato, le da dominio y poder sobre su
mundo. No son falsas las palabras del dia-
blo, padre de la mentira, cuando le dice al
cristiano lo que le dijo a Cristo: te dar
todo el poder y la gloria de estos reinos,
pues todo mo ha sido entregado y lo doy a
quien quiero. Por eso si t te postras ante
m, todo eso ser tuyo (Lc 4,6-7).
4.Posibilidad histrica. Para que el
cristiano pueda servir en el nobilsimo
oficio de poltico necesita, pues, voca-
cin y virtud; pero necesita tambin po-
sibilidad histrica concreta. En los pri-
meros siglos de la Iglesia, por ejem-
plo, apenas era posible que los cristia-
empee su oficio dignamente. Pero un poltico cristiano, nos, estando proscritos por la ley ro-
si no es muy virtuoso, ciertamente cumple su oficio de un mana, pudieran servir en la poltica al bien comn. Se
modo indigno y gravemente perjudicial para el mundo, y dieron en esto algunas excepciones, pero en campos pol-
sobre todo para la Iglesia. Los mayores males que vienen ticos reducidos y en zonas perifricas del Imperio. Y ac-
sobre sta proceden muchas veces de los malos polticos tualmente estamos en condiciones bastante semejantes.
cristianos. Cuando Platn explica por qu los sabios se abstienen
Algo semejante le ocurre, como ya vimos, p. ej., a un neuro- de los negocios pblicos, acude a este smil.
cirujano: o es muy bueno o es muy malo. Pero an ms elocuen- Un sabio observa cmo en la calle la multitud se empapa bajo
te analoga la hallamos en la vocacin del sacerdote. Su minis- una tremenda lluvia. Por un momento piensa en salir de casa
terio es tan alto y sagrado, es una colaboracin tan importante para persuadir a la gente de que se ponga a cubierto. Pero re-
en la obra del Salvador del Mundo, que si no la cumple muy nuncia al intento, considerando que si la multitud aguanta bajo
bien, probablemente la cumplir muy mal, al menos en algunos la lluvia, ello indica su estupidez, y que esa insensatez hace
aspectos. prever que rechazarn el consejo razonable. Decide, pues, no ir
3.Amor a la Cruz, es decir, espritu martirial, que a mojarse con ellos intilmente, y se queda en casa (Repblica
hace posible vivir libres del diablo y del mundo. No me VI,496).
alargar en este punto, porque ya lo he tratado en varias Santo Toms Moro (1477-1535), aos antes de llegar a
ocasiones, por ejemplo en (19). La historia humana es ser Canciller del Reino, describe en su obra Utopa (1516)
una incesante y tremenda batalla entre las fuerzas de Cristo el fin que le corresponde a quien pretende afirmar polti-
y las del Maligno, entre la luz y las tinieblas. En esta si- camente la verdad y el bien donde predomina en gran me-
tuacin el cristiano, y el poltico de un modo especial, ha dida la mentira y el mal. En el libro I de la obra, pone pru-
de elegir entre militar bajo la bandera de la Luz divina o dentemente su pensamiento en labios del navegante Ra-
militar bajo la bandera de la Mentira diablica, imperante fael, el cual, aunque conoce la sabidura de los utopianos, se
en el mundo, asocindose en este caso con los domi- niega a aceptar cargos polticos, alegando:
nadores de este mundo tenebroso, con los espritus ma- si dijera esto y otras cosas semejantes, a los encarnizados
los (Ef 6,12). La opcin es obligada, inevitable. Y no partidarios de mtodos totalmente opuestos, no sera como
caben opciones intermedias. Nadie puede servir a dos hablar a los sordos?. Moro lo reconoce en parte, pero arguye:
seores (Mt 6,24), y menos si estn en guerra. Aunque no podis desarraigar las opiniones malvadas ni
Pues bien, el cristiano poltico que no tiene fuerza espi- corregir los defectos habituales, no por ello debis desentenderos
ritual para tomar la cruz y seguir a Cristo, el que es inca- del Estado y abandonar la nave en la tempestad porque no po-
paz de dar al mundo el testimonio de la verdad, el que dis dominar los vientos Hace falta que sigis un camino
est decidido a guardar su propia vida, tiene obligacin oblicuo, y que procuris arreglar las cosas con vuestras fuerzas,
gravsima de abandonar su profesin, pues si la sigue, se y, si no consegus realizar todo el bien, esforzos por lo menos
en menguar el mal. Estas palabras la aspiracin habitual de
perder ciertamente en la vida presente y posiblemente ciertas polticas: el mal menor no convencen a Rafael:
en la vida eterna. Por muchas que sean las argucias menta-
les que elabore para justificarse no le faltarn ayudas, su De esta manera, slo puede acaecer que, al dedicarme a
vida poltica es falsa y diablica, pues se hace cmplice cuidar la locura de los dems, me vuelva loco como ellos. Cuan-
do deseo decir verdades, se me hace necesario decirlas. No s
de quienes pretenden matar a Cristo en la sociedad y des- si el decir mentiras sea propio de un filsofo, pero ciertamente
truir su Iglesia. No es una casualidad insignificante que no lo es para m. Si debemos pasar en silencio, como si se trata-
el patrono de los polticos catlicos, Santo Toms Moro, se verdaderamente de cosas raras y absurdas, todo lo que las
sea mrtir. pervertidas costumbres de los hombres hacen considerar inopor-
Vende su alma al diablo, expresin popular antigua y muy tuno, ser preciso que ocultemos de los ojos de los cristianos la
profunda, el poltico cristiano que no pone en primer lugar el mayor parte de lo que Cristo ense y prohibi, todas aquellas
Reino de Dios y su justicia, sino la prosperidad de s mismo y cosas que l susurr a odos de los suyos, mandndoles que las
de su familia. As no se puede servir a Cristo Rey. El que quiere proclamasen desde las azoteas. La mayor parte de ellas difiere
guardar su vida, ciertamente la perder. El que no se niega a s mucho de la manera de vivir actual.
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Jos Mara Iraburu
En verdad, parece que los predicadores, gente sutil, siguie- ser mrtires y dejar a su pueblo sin Pastores sagrados,
ron vuestros consejos: viendo que los hombres se plegaban di- prefirieron tomar el camino del cisma y de la hereja, con-
fcilmente a las normas establecidas por Cristo, las han acomo- servando as, de paso, su cabeza y sus bienes.
dado a las costumbres, como si stas fuesen una regla de plo-
mo, para poder conciliarlas de alguna manera. Pero no veo que 5.Conocimientos. Para ser un buen poltico no bastan
con ello se haya adelantado nada, a no ser que se pueda obrar el las virtudes morales, sino que se requieren una serie de
mal con mayor tranquilidad. conocimientos histricos, religiosos y jurdicos, sociales
Tampoco sera yo de ninguna utilidad en los consejos de los y econmicos, as como otras habilidades prcticas, que
prncipes, ya que si opinase de manera diferente de la mayora no pueden darse por supuestos. Aunque en la vida polti-
sera como si no opinase; y si opinase de igual manera, sera ca muchas veces se estime otra cosa, no vale aquella nor-
auxiliar de su locura. No distingo el fin de vuestro camino obli- ma de que en el combate la falta de armas se suplir con
cuo, segn el cual decs que hay que procurar, a falta de poder valor.
realizar el bien, evitar el mal por todos los medios posibles. No He dicho antes que el poltico necesita tener en alto grado las
es aquel [el Consejo del Rey] lugar para disimulos, ni es posi- virtudes; pero no se olvide aqu que la posesin de un hbito
ble cerrar los ojos. Se hace preciso aprobar all las peores deci- virtuoso no implica necesariamente la facilidad para ejerci-
siones y suscribir los decretos ms pestilentes. Y pasa por es- tarlo, ya que pueden darse factores extrnsecos que impiden
pa, por traidor casi, quien no hace elogio de medidas malig- ese ejercicio o pueden faltar aqullos que son necesarios (STh
namente aconsejadas. As pues, no hay ocasin de realizar nin- I-II,65, 3). Por muy virtuoso que sea un cristiano, mal podr
guna accin benfica, ya que es ms probable que el mejor de servir la accin poltica si no sabe expresarse bien, si le falla la
los hombres sea corrompido por sus colegas [polticos], que no salud, o sobre todo si carece de la formacin suficiente. Necesi-
que les corrija, ya que el perverso trato con stos o bien le de- ta poseer un nivel suficiente de conocimientos y de cualidades
prava o le obliga a disfrazar su integridad e inocencia con la personales.
maldad y la necedad ajenas. Tan lejos est, pues, de obtener el
resultado propuesto con vuestro camino oblicuo (56-61). 6.Conocimiento de la doctrina poltica de la Igle-
sia, y fidelidad a ella. Los polticos cristianos, por otra
Toms Moro escriba esas reflexiones en 1516, descri-
parte, para servir realmente al bien comn de la sociedad,
biendo anticipadamente su propia muerte. Recordemos
impregnndola cuanto sea posible de Evangelio, necesi-
algunas fechas. Fue nombrado Lord Canciller de Inglate-
tan conocer y seguir la doctrina catlica acerca de la vida
rra en 1529. Dimiti de su cargo y se retir al campo en
poltica. Si en su pensamiento y en su actividad poltica
1532, queriendo marginarse de las decisiones perversas
se guan por los criterios del siglo, ellos sern sin duda
del rey Enrique VIII, en las que no quera comprometer
alguna los ms eficaces aliados del diablo, Prncipe de
su conciencia. Y finalmente, en 1535, su santa cabeza,
este mundo.
por ser incapaz de aprobar los crmenes del rey, fue vio-
lentamente separada de su cuerpo en la Torre de Londres. De estos seis puntos quiero destacar el tercero, el amor
a la Cruz, al Crucificado salvador: es lo nico que puede
San Juan Fisher (1469-1535), Obispo de Rochester y
hacer a los polticos libres del diablo, del mundo y de s
Cardenal, le precedi unos das antes en el mismo cami-
mismos, y servidores fieles de Cristo y de los hombres.
no del martirio. Los dems Obispos ingleses, antes que
Actualmente, en los niveles ms altos de la poltica, la
evitacin semipelagiana del martirio (63) ha llegado a
frenar casi totalmente la accin propia de los polticos
catlicos. Concretamente, en las naciones de Occidente
de antigua filiacin cristiana nunca la Iglesia ha tenido
menos influjo que hoy en la configuracin poltica de le-
yes y gobiernos.
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Catlicos y poltica
samente la doctrina poltica de la Iglesia catlica. Algunas ver-
dades se han recordadp al paso, por ejemplo, en la encclica
Centesimus Annus (1991: 44-48). Y tambin al paso Juan Pablo
II, en la encclica Evangelium vit (1995: 20-24, 69-77), reafir-
ma varios principios doctrinales de poltica, hoy muy olvida-
dos, e incluso negados, por los catlicos que viven en regme-
nes democrticos. El documento de la Congregacin para la
Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones re-
lativas al compromiso y la conducta de los catlicos en la vida
poltica (24-XI-2002), es una Nota breve, que se limita a re-
cordar algunos principios propios de la conciencia cristiana,
que inspiran el compromiso social y poltico de los catlicos en
II las sociedades democrticas. Tambin han de tenerse en cuen-
ta las precisiones que Benedicto XVI hace en su encclica Deus
caritas est (2005) sobre las relaciones entre poltica y fe, entre
justicia y caridad (n.28-29)
Principios doctrinales Los Pastores sagrados enfrentan hoy con frecuencia
cuestiones morales concretas de la vida poltica. Edu-
cacin, divorcio, justicia social, medios de comunicacin,
moralidad de ciertas leyes, etc., son objeto frecuente de
su ministerio docente. Otras cuestiones concretas hay en
las que la iluminacin de la Iglesia resulta insuficiente, y
(97) a veces incluso contradictoria entre unos y otros Obis-
1. La autoridad viene de Dios. pos: objecin de conciencia, participacin de los fieles
en grandes partidos liberales, o apoyo a partidos mnimos
Y las leyes se fundan en el orden natural de inspiracin cristiana, obediencia o resistencia a leyes
injustas, dar o no la comunin eucarstica a polticos ca-
Principios, principios Lo que yo quiero son orientaciones tlicos infieles, etc. Falta al pueblo cristiano con relativa
prcticas. frecuencia una respuesta clara y unnime a cuestiones a
Tranquilo, ya llegarn. Pero tenga claro que no hay nada veces muy graves. No hay criterios claros y unnimes
tan prctico como los principios tericos. sobre cmo el pueblo cristiano debe vivir polticamente
Los laicos que se implican especialmente en la vida po- en Babilonia. Ms an: son muchos los que an no se han
ltica deben conocer bien la doctrina de la Iglesia sobre la enterado de que estamos viviendo en Babilonia. Quieren
poltica y vivirla con fidelidad! Si en tema tan grave y mantener a toda costa una actitud positiva y optimista
complejo se guan por los criterios del mundo, ellos ven- ante el mundo moderno, al que no le niegan, ciertamente,
drn a ser, sin duda, los principales y ms eficaces alia- algunos errores. Pero en definitiva, no quieren estar en
dos del diablo, el Prncipe de este mundo. Habrn vendi- una oposicin radical, sino con el gobierno o como alter-
do su alma al diablo. nativa de gobierno.
La Iglesia catlica tiene una excelente doctrina pol- Por el contrario, el juicio pastoral explcito del mis-
tica, que es ignorada no poco en nuestro tiempo. Es mo sistema poltico vigente suele ser escaso. Esto es as
verdad que en los ltimos decenios ha sido escasamente sobre todo cuando se trata de regmenes democrtico li-
predicada, y como la fe es por la predicacin (Rm berales, pues sobre los gobiernos totalitarios suele hacer
10,17), eso explica que sea ignorada incluso por buenos la Iglesia discernimientos ms fuertes y claros. Quiz los
catlicos Pastores, al no haber coincidencias suficientes en el jui-
cio de las democracias modernas, en cuanto tales, prefie-
Tambin es verdad que despus del
Vaticano II apenas se han producido
grandes documentos de la Iglesia so-
bre la doctrina poltica. Si consulta-
mos, por ejemplo, los Documentos po-
lticos del Magisterio eclesial, publica-
dos por la Biblioteca de Autores Cris-
tianos (1958, n 174), comprobamos
que esta antologa, en un perodo de
unos cien aos (1846 -1955), es decir,
entre Po IX y Po XII, incluye 59 do-
cumentos, de los cuales una buena par-
te son encclicas. En cambio, durante
la segunda mitad del siglo XX y hasta
hoy la Iglesia apenas ha publicado do-
cumentos polticos.
En nuestro tiempo el Magisterio apos-
tlico ha publicado numerosos documen-
tos sociales, llamando tambin al compro-
miso poltico de los cristianos. Pero apar-
te de algn discurso ocasional en la ONU,
por ejemplo, se ha propuesto muy esca-
8
Jos Mara Iraburu
ren mantenerse en el silencio. En
todo caso, parece evidente que
tanto entre los Pastores como en
el pueblo catlico falta hoy en las
cuestiones polticas la unidad su-
ficiente de pensamiento, que ha-
ra posible una accin unitaria y
eficaz.
Por eso muchos pensamos que
la doctrina poltica de la Igle-
sia, elaborada de mediados del
siglo XIX a mediados del XX,
est urgentemente necesitada
1.-de confirmacin y 2.-de de-
sarrollo. Eso exigira grandes
Encclicas, ms de una, y proba-
blemente la celebracin de un
Concilio. Recordar aqu, mien-
tras tanto, siete principios fun-
damentales de la doctrina ca-
tlica sobre la poltica, sealan-
do tambin los errores que la impugnan. Son princi- conocimientos objetivos de la verdad. Y el laicismo es trmino
pios que deberan estar incluidos en los Catecismos para muy equvoco, pues laicos son precisamente los catlicos.
nios y adolescentes. Si no los conocen, de mayores pen- El liberalismo fundamenta la autoridad de los go-
sarn como sus padres, que en gran parte piensan sobre bernantes exclusivamente en el hombre, en su liber-
estos temas segn el mundo, no segn Dios (Mc 8,33). tad la soberana popular, la mayora de los votos, el par-
I.La autoridad poltica de los gobernantes viene tido nico o el gran jefe popular o dinstico. Las leyes,
de Dios, est ella constituda por herencia dinstica, por igualmente, se apoyan slo en el hombre seris como
votacin mayoritaria de una democracia orgnica o parti- dioses, conocedores [determinadores] del bien y del mal
tocrtica, por acuerdo entre clanes o siguiendo otros mo- (Gn 3,5), en una mayora de votos, en un partido caris-
dos lcitos. No hay autoridad que no provenga de Dios, mtico, en lo que sea, pero siempre en un positivismo ju-
pues cuantas existen por Dios han sido establecidas. Con- rdico absoluto, en un relativismo cambiante que rechaza
secuentemente, la obediencia a las autoridades polticas la soberana de Dios y a veces su misma existencia, y que
legtimas debe prestarse en conciencia (Rm 13,1-7; 1Pe no mantiene sujecin alguna a los presuntos valores mo-
2,13-17). En artculos anteriores (40-41) he tratado ms rales de un orden natural objetivo.
ampliamente de la autoridad, de su origen divino y de su El liberalismo es, pues, un atesmo prctico (Len
fuerza acrecentadora (augere, de auctor). XIII,1888, Libertas: 1,11,24). Ya en 1864 describa el papa
II.Las leyes civiles tienen su fundamento en la ley Po IX este atesmo poltico y moral, segn el cual la
natural, en un orden moral objetivo, instaurado por razn humana, sin tener para nada en cuenta a Dios, es el
Dios, Creador y Seor de toda la creacin, tambin de la nico rbitro de lo verdadero y de lo falso, del bien y del
sociedad humana. De otro modo, es inevitable el positi- mal; es ley de s misma; y bastan sus fuerzas naturales
vismo jurdico, propio del liberalismo, que lleva necesa- para procurar el bien de los hombres y de los pueblos
riamente al relativismo moral. Ese rbol malo solo pro- (Syllabus 3).
duce frutos podridos: tantas leyes actuales perversas, ca- Por el contrario, numerosos documentos de la Igle-
minos de perdicin, la interna divisin de los pueblos en sia, especialmente entre 1850 y 1950, rechazan esa doc-
trozos partidos contrapuestos, el bien ganado menospre- trina y, con toda exactitud, comprobada histricamente
cio de los gobernantes y de sus leyes. Muchas encuestas en nuestro tiempo, anuncian las nefastas consecuencias
nos aseguran que los polticos son hoy los profesionales que traer consigo su aplicacin prctica. En ese mismo
menos apreciados de todos los gremios de la sociedad. sentido, el concilio Vaticano II afirma que es completa-
El liberalismo niega totalmente esos dos principios. mente falsa una autonoma de lo temporal que signifi-
Todos los derivados polticos del liberalismo son hijos que que la realidad creada es independiente de Dios y
naturales suyos democracia liberal, totalitarismos so- que los hombres pueden usarla sin referencia a Dios (GS
cialistas o comunistas, nazis o fascistas, dictaduras de 36). En efecto, hay que rechazar la funesta doctrina que
un partido nico o de lderes populares, etc., todos, como pretende construir la sociedad prescindiendo en absolu-
bien advirti Pio XI (Divini Redemptoris 1937). Y todos, to de la religin (LG 36).
el liberalismo y todos sus hijos, aunque en modos diver- Juan Pablo II, en la encclica Evangelium vit, denun-
sos, niegan frontalmente que la autoridad poltica venga cia que en la cultura democrtica de nuestro tiempo se
de Dios, y que las leyes positivas slamente sean vlidas ha difundido ampliamente la opinin de que el ordena-
si se fundamentan en el orden moral natural. miento jurdico de una sociedad debera limitarse a perci-
En mi opinin, el trmino de liberalismo, consagrado por el bir y asumir las convicciones de la mayora y, por tanto,
Magisterio apostlico, debe mantenerse y se mantiene (38), basarse slo sobre lo que la mayora misma reconoce y
porque es ms exacto que otros equivalentes. El naturalismo es vive como normal, sea ello lo que fuere.
palabra sin sentido en los sistemas modernos que niegan un or-
Segn esto, la responsabilidad de la persona se delega en
den natural. Hablar de poltica racionalista es inadecuado, cuan-
la ley civil, abdicando de la propia conciencia moral, al menos
do quienes la propugnan niegan a la razn el poder de llegar a
9
Catlicos y poltica
en el mbito de la accin pblica (69). La raz de este proceso ol, estimen en cada momento conveniente para el bien
est en el relativismo tico, que algunos consideran como una comn, pues prescinde por sistema de toda referencia a
condicin de la democracia, ya que slo l garantiza la tole- Dios, a la ley natural y tambin a la tradicin histrica
rancia, el respeto recproco entre las personas y la adhesin a nacional.
las decisiones de la mayora; mientras que las normas morales,
consideradas objetivas y vinculantes, llevaran al autoritarismo Don Marcelo, Cardenal Gonzlez Martn, antes del
y a la intolerancia (70). De este modo [por la va del relati- referndum sobre la Constitucin, adverta que el tex-
vismo liberal] la democracia, a pesar de sus reglas, va por un to, en temas de suma importancia matrimonio, familia,
camino de totalitarismo fundamental (20). Y a l ha llegado aborto, divorcio, educacin, medios de comunicacin,
ya, pues en los mismos regmenes participativos la regulacin etc. quedaba abierto, o insuficientemente cerrado, a enor-
de los intereses se produce con frecuencia en beneficio de los mes crmenes legales, destructores de la nacin (28-XI-
ms fuertes, que tienen mayor capacidad para maniobrar no slo 1978). Y sus previsiones se han cumplido. Y seguirn cum-
las palancas del poder, sino incluso la formacin del consenso. plindose.
En una situacin as, la democracia se convierte fcilmente en
una palabra vaca (70). Estimamos muy grave proponer una Constitucin agnsti-
ca a una nacin de bautizados, de cuya inmensa mayora no
Para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana consta que haya renunciado a su fe. El nombre de Dios, es cier-
democracia, urge, pues, descubrir de nuevo la existencia de to, puede ser invocado en vano. Pero su exclusion puede ser
valores humanos y morales esenciales y originarios, que deri- tambin un olvido demasiado significativo. Un silencio que
van de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la explica la falta de referencia a los principios supremos de ley
dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningn indi- natural o divina. La orientacin moral de las leyes y actos de
viduo, ninguna mayora y ningn Estado nunca pueden crear, gobierno queda a merced de los poderes pblicos turnantes. Y
modificar o destruir, sino que deben slo reconocer, respetar y advierte finalmente: Cuando por todas partes se perciben las
promover (71; cf. tambin Nota 2002, 2-4). funestas consecuencias a que est llevando a los hombres y a
La batalla de Benedicto XVI contra el relativismo co- los pueblos el olvido de Dios y el desprecio de la ley natural, es
menz en el mismo inicio de su pontificado. Y la mantie- triste que nuestros ciudadanos catlicos se vean obligados a
ne hasta hoy: todos los hombres estn llamados a reco- tener una opcin que, en cualquier hiptesis, puede dejar in-
nocer las exigencias de la naturaleza humana inscritas en tranquila su conciencia: si la aceptan, por ir contra la concien-
la ley natural y a inpirarse en ella para formular leyes cia; y si la rechazan, por verse como causas de divisin. Pero
positivas, que rijan la vida en la sociedad. Si se niega la la divisin no la introducen ellos, sino el texto presentado a
referndum.
ley natural, se abre el camino al relativismo tico y al to-
talitarismo (16-VI-2010). Quienes, por gracia de Dios, colaboramos un tiempo,
aunque breve, con Don Marcelo, sabemos bien que no le
Los catlicos liberales son crculos cuadrados. Mu-
chos polticos cristianos de Occidente han aceptado el importaba nada quedarse solo en algunas cuestiones. En
atesmo prctico del liberalismo en la vida poltica, pri- este caso concreto, tena claro que el Magisterio de la Igle-
sia estaba con l. Pocos aos antes, en 1961, haba escrito
mero como hiptesis prudencial de gobierno, y hace ya
tiempo como tesis. Y a pesar de que profesan la funesta el papa Juan XXIII en la Mater et Magistra (217):
doctrina que pretende construir la sociedad prescindien- La insensatez ms caracterizada de nuestra poca consiste
do en absoluto de la religin (LG 36), sin embargo, se en el intento de establecer un orden temporal slido y prove-
atreven incluso a fundamentar su posicin anti-cristiana choso sin apoyarlo en su fundamento indispensable, o, lo que
es lo mismo, prescindiendo de Dios; y querer exaltar la grande-
en la doctrina del Vaticano II. Pero el concilio ensea jus- za del hombre cegando la fuente de la que nace y se alimenta,
tamente lo contrario: ensea el deber moral de los hom- esto es, obstaculizando y, si fuera posible, aniquilando la ten-
bres y de las sociedades para con la verdadera religin y dencia innata del alma hacia Dios. Los acontecimientos de nues-
la nica Iglesia de Cristo (DH 1). Y manda, sobre todo a tra poca, sin embargo, que han cortado en flor las esperanzas
los fieles catlicos, que en cualquier asunto temporal de muchos y arrancada lgrimas a no pocos, confirman la ver-
deben guiarse por la conciencia cristiana, dado que nin- dad de la Escritura: si el Seor no construye la casa, en vano se
guna actividad humana, ni siquiera en el dominio tempo- cansan los albailes (Sal 127,1).
ral, puede sustraerse al imperio de Dios (LG 36).
Los catlicos que militan en un partido liberal, aunque tenga
ste cierta inspiracin cristiana, jams pronuncian en pblico
la palabra Dios, que viene a ser el Innombrable, algo prximo
al Inexistente. Toda alusin a Dios debe ser evitada sistem-
ticamente en la moderna vida poltica, pues es contraria a la
unidad y la paz entre los ciudadanos, y es causa probable de
separacin y enfrentamientos. El bien comn poltico, por tan-
to, ha de ser procurado como si Dios no existiera. Y la fe
personal que puedan tener los polticos cristianos debe quedar
silenciada y relegada absolutamente a su vida privada.
La Constitucin Espaola de 1978 es agnstica, y por (98)
tanto liberal. Ya en su mismo inicio establece que la 2. Las leyes injustas deben ser resistidas.
soberana nacional reside en el pueblo espaol, del que
emanan los poderes del Estado (Constitucin espaola,
1978, art. 1,2). Esa soberana popular puede entenderse Qu principio doctrinal poltico consideramos ahora?
de muchos modos, pero en su significacin ms obvia La obligacin de no obedecer las leyes injustas. Pero antes,
puede hacer lcito y constitucional el aborto, el divorcio un prlogo sobre la irracionalidad total del mundo apstata.
rpido sin causa, el matrimonio homosexual, la euta- Los paganos tienen mucha ms verdad que los cris-
nasia, la poligamia y todo aquello que los poderes del tianos apstatas. Y esto podra expresarse con la ayuda
Estado, fundamentados en la soberana del pueblo espa- de una parbola.
10
Jos Mara Iraburu
A un perro muy listo, por medio de una operacin cerebral asamblea (2.5.13). El colmo de la estupidez es creer que todo
maravillosa, le es infundido el espritu humano, y llega as a la lo que se halla en las costumbres o en las leyes de las naciones
inteligencia de la razn y a la libertad de la voluntad. Un da, es justo (1.14.42).
sin embargo, abrumado por las responsabilidades propias de su Se apagaron estas luces en el mundo de la apostasa
nueva condicin inteligente y libre, exige que le retiren el esp-
ritu humano. Pero entonces no recupera sus habilidades anima-
occidental moderna. Ya los polticos no tienen uso de ra-
les: ya no distingue por el olfato si un alimento es bueno o no, zn, y resisten a la verdad, como hombres de entendimien-
ya no sabe encontrar el camino de regreso a la casa de su amo to corrompido (2Tim 1,7). Generan cada vez ms leyes,
Viene a ser un animal excepcionalmente tonto, porque habien- y cada vez peores. Y los cristianos liberales dedicados a
do sido llamado a vivir segn la razn, ha renunciado a sta, y la poltica, hacindose sus cmplices, silencian sistem-
ahora no le funciona ni la razn, ni el instinto animal. ticamente a Dios y al orden natural si es que los cono-
De modo semejante, la razn del pagano se ilumina al cen, y entran as con ellos en la densa oscuridad del po-
mximo cuando por la la fe alcanza la vida cristiana, lle- der de las tinieblas. Qu habrn de hacer entonces los
gando a ser nueva criatura (2Cor 5,17; Ef 2,15). Pero si cristianos ante las leyes perpetradas por el gran Leviatn
se hunde voluntariamente en la apostasa, viene a ser un de los Estados modernos, sean totalitarios, sean liberales?
hombre excepcionalmente imbcil, que habiendo renun- III.Las leyes injustas deben ser resistidas. El hom-
ciado a la luz de la fe, apenas tiene uso de razn. Eso expli- bre se perfecciona obedeciendo las leyes lcitas de las
ca, por ejemplo, que la filosofa haya muerto en Occidente. autoridades civiles legtimas, porque con esa obediencia
Los Estados modernos, antes cristianos y ahora aps- cvica obedece a Dios (1Pe 2,13-17; Rm 13,1-7) y co-
tatas, han quedado idiotizados, y generan continua- labora al bien comn de los ciudadanos. Por el contrario,
mente leyes gravemente injustas, peores que las de los cuando el ciudadano obedece leyes criminales se embru-
Estados paganos. No se rigen por la fe, pero tampoco por tece y degrada, se hace cmplice de graves maldades, y
la razn, pues se les ha atrofiado. Alardeando de sabios, para evitar el martirio, la cruz de la verdad, vende su alma
se hicieron necios (Rm 1,22). Cuando consideramos el al diablo, y da culto idoltrico a los hombres malvados
pensamiento de los antiguos filsofos paganos Platn, que le estn sujetos. De este modo, sirve a las criaturas,
Aristteles, Cicern, Marco Aurelio vemos que, aunque en lugar de al Creador, que es bendito por los siglos.
no libres de errores, tenan uso de razn, pensaban y en- Amn (Rm 1,25).
seaban doctrinas filosficas y morales incomparablemen- La Iglesia ofrece en su historia un gran ejemplo tan-
te ms verdaderas que las que hoy rigen los naciones to de obediencia cvica, en cuanto ella es debida, como
apstatas. Corruptio optimi pessima. stas han llegado a de resistencia pasiva hasta la muerte, en el caso de los
cumbres de imbecilidad e ignominia nunca alcanzadas por mrtires, cuando la obediencia se hace iniquidad. En efec-
los pueblos paganos. El Derecho Romano era ms justo, to, son innumerables los ejemplos de los mrtires cristia-
ms conforme al sentido comn y a la naturaleza huma- nos, que antes que ser infieles a su
Seor y a su conciencia, han resisti-
do y resisten heroicamente las leyes
injustas, arrostrando la crcel, el des-
tierro, el despojamiento de sus bie-
nes o la muerte. Y no olvidemos que
de los 70 millones de cristianos que
han sido mrtires en la historia de la
Iglesia, 455 lo fueron en el siglo
XX, un 65 % (Antonio Socci, I nuovi
perseguitati. Indagine sulla intolle-
ranza anticristiana nel nuovo secolo
del martirio, Piemme 2002, 159 pgs.)
La Iglesia catlica siempre ha
mandado que no sean obedecidas
las leyes injustas. El Catecismo de
la Iglesia Catlica ensea que el
ciudadano tiene obligacin en con-
ciencia de no seguir las prescripcio-
nes de las autoridades civiles cuan-
do estos preceptos son contrarios a
las exigencias del orden moral, a los
na, que el que hoy rige las naciones modernas. Marco Tu- derechos fundamentales de las personas o a las ensean-
lio Cicern (106-43 a.C.), por ejemplo, llega a conocer y zas del Evangelio (2242). Estas enseanzas se han mul-
a ensear que hay una ley eterna, que rige al mundo por tiplicado, lgicamente, desde la Revolucin Francesa,
la ley natural, en la que ha de fundamentarse toda ley desde la apostasa de las naciones de antigua filiacin cris-
positiva promulgada por los hombres: tiana, al iniciarse los Estados liberales y posteriormente
La opinin de los hombres ms sabios ha sido que la Ley no de los Estados totalitarios, unos y otros anticristianos,
es un producto del pensamiento humano, ni una promulgacin sin Dios y sin orden natural.
de los pueblos, sino algo eterno, que rige el universo entero
mediante su sabidura, que manda y prohibe (De legibus 2.4.8). Contra los modernos Estados liberales recuerdo la
Unas leyes dictadas por el pueblo (plebs), si se oponen a ese doctrina de Len XIII:
orden supremo permanente, no merecen ms ser llamadas le- Todas las cosas en las que la ley natural o la voluntad de
yes que las reglas acordadas por una banda de ladrones en su Dios resultan violadas no pueden ser mandadas ni ejecuta-
11
Catlicos y poltica
das pues es necesario obedecer a Dios antes que a los hom- lencia tan ilegal como inhumana. Nos, con paterna emocin,
bres (Mt 22,21). Y los que as obran no pueden ser acusados sentimos y sufrimos profundamente con los que han pagado a
de quebrantar la obediencia debida, porque si la voluntad de tan caro precio su adhesin a Cristo y a la Iglesia; pero se ha
los gobernantes contradice la voluntad y las leyes de Dios, los llegado ya a tal punto, que est en juego el ltimo fin y el ms
gobernantes rebasan el campo de su poder y pervierten la justi- alto, la salvacin o la condenacin (24).
cia. Ni en este caso puede valer su autoridad, porque esta auto- Santo Toms de Aquino ensea que las leyes crimina-
ridad, sin la justicia, es nula (1892, Ntre consolation 17; cf. les, al ir contra Dios y el orden natural, son pseudo-leyes,
1881, Diuturnum illud 11; 1888, Libertas 10, 21; 1892, Au milieu no son propiamente leyes: son ms violencias que leyes,
des sollicitudes 31-32).
porque, como dice San Agustn, la ley, si no es justa, no
Contra los modernos Estados totalitarios, recuerdo parece que sea ley (STh I-II,96). Obedecer esas pseudo-
la enseanza de Po XI, sobre todo las grandes encclicas leyes podr salvar nuestro cuerpo, nuestros intereses tem-
Mit brennender Sorge (1937), contra el nazismo, y la porales, pero perder nuestra alma. Deben ser en concien-
Divini Redemptoris (1937), sobre el comunismo ateo. La cia desobedecidas, resistidas, sin darles cumplimiento, pues
enseanza pontificia contra el nazismo tiene hoy especial de otro modo nos haramos cmplices de maldades crimi-
vigencia en el marco de aquellas democracias liberales nales. Vemoslo en algunas situaciones concretas.
que invaden la sociedad, produciendo una tras otra leyes Las obligaciones legales no eximen a los cristianos
criminales: de sus obligaciones morales de conciencia, cuando son
Ha de considerarse siempre el derecho natural, impreso por obligaciones que se contraponen. Pongo slamente dos
el mismo Creador en las tablas del corazn humano, y que la ejemplos:
sana razn humana, no oscurecida por pecados y pasiones, es
capaz de descrubrir. A la luz de las normas de este derecho Un Jefe del Estado no debe en conciencia firmar una ley
natural puede ser valorado todo derecho positivo, y consi- criminal sobre el aborto, aunque est obligado a ello por la
guientemente la legitimidad del mandato y la obligacin de Constitucin. Con su accin estara colaborando en la produc-
cumplirlo. Las leyes humanas que estn en oposicin insoluble cin de un mal gravsimo de forma voluntaria, directa y preme-
con el derecho natural adolecen de un vicio original que no ditada. La obligacin legal que tiene de hacerlo de ningn modo
puede subsanarse con nada (Mit brennender 35). le exime de la obligacin moral personal a la hora de firmar una
ley homicida y repugnante.
Concretamente, las leyes acerca de la educacin que estn Un mdico de ningn modo debe procurar un aborto, aun-
en contradiccin con el derecho natural son ntima y esencial- que la ley le obligue a hacerlo. Ya sabemos en este caso se-
mente inmorales (37). Es deber de todo creyente separar cla- gundo con ms certeza, que la misma ley cannica de la Igle-
ramente su responsabilidad de la parte contraria, y su concien- sia considera gravemente inmoral la participacin de mdicos y
cia de toda pecaminosa colaboracin en tan nefasta destruc- enfermeras en abortos, y la obligacin legal que pudiera exigir-
cin (48). les esa accin criminal, no les exime de la excomunin autom-
Es preciso, pues, que los ciudadanos resistan las leyes injus- tica, lat sententi. Algo semejante, mutatis mutandis, habr
tas, si es que no se quiere que sobrevenga una ingente cats- que decir de funcionarios obligados legalmente a celebrar ma-
trofe o una decadencia indescriptible (22) las consecuen- trimonios homosexuales, de maestros y profesores obligados
cias del nazismo, y hoy de las democracias liberales. Fomen- legalmente a ensear doctrinas falsas, gravemente nocivas, etc.
tar el abandono de las directrices eternas de una doctrina moral Y no basta con desobedecer las leyes injustas; hay
objetiva para la formacin de las conciencias y para el ennoble-
cimiento de la vida en todos sus planos y ordenamientos, es un
que combatirlas con todas las fuerzas, procurando su
atentado criminal contra el porvenir del pueblo, cuyos tristes derogacin en todos los modos posibles: reuniones de ora-
frutos ser muy amargos para las generaciones futuras (34). cin, campaas de opinin, actos legtimos de desobe-
diencia civil, manifestaciones pblicas, recogida de fir-
En este marco socio-poltico tan degradante, el Papa expresa
su gratitud y admiracin por aquellos cristianos que, por ser mas para un referndum, publicacin de artculos en los
fieles a su conciencia, se han hecho dignos de sufrir por la medios de comunicacin, huelgas, congresos y actos que
causa de Dios sacrificios y dolores (17). Con presiones ocul- tengan difusin meditica, etc. Y an ms:
tas y manifiestas, con intimidaciones, con perspectivas de ven- Los cristianos no deben dar su voto a partidos pol-
tajas econmicas, profesionales, cvicas o de otra especie, la ticos que producen leyes criminales o que las mantie-
adhesin de los catlicos a su fe y singularmente la de algunas nen vigentes, pudiendo derogarlas. Y menos an deben
clases de funcionarios catlicos se halla sometida a una vio- militar en esos partidos, aunque ello les prive de grandes
ventajas sociales y econmicas. Por
el contrario, ellos estn obligados a
denunciar la inmoralidad de esos par-
tidos, deben combatirlos, desenmas-
cararlos si estn disfrazados y des-
prestigiarlos por todos los medios l-
citos y legales. La Nota doctrinal ya
aludida de la Congregacin de la Fe
(24-XI-2002) lo ensea claramente:
La conciencia cristiana bien forma-
da no permite a nadie favorecer con el
propio voto la realizacin de un progra-
ma poltico o la aprobacin de una ley
particular que contengan propuestas al-
ternativas o contrarias a los contenidos
fundamentales de la fe y la moral El
compromiso poltico a favor de un aspec-
to aislado de la doctrina social de la Igle-
sia no basta para satisfacer la responsa-
12
Jos Mara Iraburu
bilidad de la bsqueda del bien comn en su totalidad Cuan- De otras graves cuestiones, como el martirio, la obje-
do la accin poltica tiene que ver con principios morales que cin de conciencia, los combates jurdicos, las asociacio-
no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, nes catlicas sociales y polticas, etc., hablar, con el fa-
es cuando el empeo de los catlicos se hace ms evidente y vor de Dios, al final de esta serie, cuando trate ms direc-
cargado de responsabilidad. Ante estas exigencias ticas fun- tamente de qu debemos hacer hoy los catlicos en la
damentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber
que est en juego la esencia del orden moral, que concierne al vida poltica. Ahora estoy exponiendo los principios doc-
bien integral de la persona. ste es el caso de las leyes civiles, trinales de la Iglesia en materia poltica.
sigue diciendo la Nota, en materias como aborto y eutanasia,
falsificacin grave del matrimonio y la familia, educacin de
los hijos, tutela de menores, esclavitud, libertad religiosa, eco-
noma al servicio de la justicia social, el valor de la paz (4).
Todos los gobiernos son intrnsecamente perversos
si prescinden de Dios y del orden moral natural y ob-
jetivo. Cuando trate yo de los diversos regmenes polti-
cos, comprobaremos que esa perversin puede darse y se
da en totalitarismos comunistas o nazis, en democracias
liberales, en dictaduras de partidos nicos o de lderes po-
pulares. A todas esas formas de gobierno son aplicables (100)
las palabras que Po XI refiere al comunismo marxista:
Procurad, venerables hermanos, con sumo cuidado que los 3. La tolerancia y el mal menor
fieles no se dejen engaar. El comunismo es intrnsecamente
perverso (communismus cum intrinsecus sit pravus), y no se Ya van cien artculos. Que el Seor le conceda escribir cien
puede admitir que colaboren con el comunismo en terreno al- ms.
guno los que quieren salvar de la ruina la civilizacin cristiana
y el bien comn de los pueblos! Y an Po XI aade una profe- Cuando cumpli Len XIII los 90 aos, un diplomtico le
ca, que ha tenido y tiene cumplimiento: Cuanto ms antigua y dijo al felicitarle: Santidad, que Dios le conceda llegar a los
luminosa es la civilizacin creada por el cristianismo en las na- cien. A lo que el Papa respondi: Hijo, no pongamos lmites
ciones en que el comunismo logre penetrar, tanto mayor ser la a la misericordia de Dios.
devastacin que en ellas ejercer el odio del atesmo comunis- Contino exponiendo los principios fundamentales de
ta (1737, Divini Redemptoris 60). la Iglesia en su doctrina sobre la poltica. Lgicamente
Tambin la guerra puede ser lcita para combatir la sntesis que presento se apoya sobre todo en los docu-
leyes y gobiernos injustos, que llevan a un pueblo a la mentos que tratan del tema con mayor fuerza magisterial:
degradacin moral y a la ruina. Po XI en la encclica encclicas monogrficas todas anteriores al ltimo Con-
Firmissimam constantiam, dirigida a los Obispos de Mxi- cilio, Vaticano II, Catecismo de la Iglesia y otros docu-
co, siguiendo la do ctrina tradicional, ensea que cuan- mentos actuales importantes. Ya he expuesto que 1,la
do se atacan las libertades originarias del orden religioso autoridad poltica de los gobernantes viene de Dios; 2.
y civil, no lo pueden soportar pasivamente los ciudada- que las leyes civiles tienen su fundamento en la ley natural,
nos catlicos (1937: Denzinger nn.3775-3776). Y en ese en un orden moral objetivo (97), y que 3.hay que des-
texto indica las condiciones necesarias para que sea lcita obedecer las leyes injustas y combatirlas (98). Sin embar-
una resistencia activa y armada. Es la enseanza actual go, la doctrina poltica de la Iglesia tiene tambin en cuenta
que expone el Catecismo de la Iglesia Catlica: IV.el principio de la tolerancia y del mal menor.
La resistencia a la opresin de quienes gobiernan no podr No siempre es posible lograr una coincidencia entre el
recurrir legtimamente a las armas sino cuando se renan las orden moral y el orden legal de la ciudad secular, sobre
condiciones siguientes: 1) en caso de violaciones ciertas, gra- todo en aquellas naciones en las que la mayora de los
ves y prolongadas de los derechos fundamentales; 2) despus ciudadanos, al menos en cuestiones polticas, son cultu-
de haber agotado todos los otros recursos; 3) sin provocar des- ralmente liberales, y se rigen sin referencia alguna a Dios
rdenes peores; 4) que haya esperanza fundada de xito; 5) si y al orden natural. Cuando se produce histricamente esta
es imposible prever razonablemente soluciones mejores (2243). realidad socio-poltica lamentable, los cristianos no de-
Es indudable, por ejemplo, que un gobierno que pro- ben conformarse de modo derrotista con los males vigen-
mueve y financia cientos de miles de abortos, y que con- tes, como si fueran stos insuperables, pero tampoco de-
vierte en derecho esos asesinatos, comete violaciones ben pretender una cristianizacin total e inmediata de la
ciertas, graves y prolongadas de derechos fundamenta- sociedad, en la que slo se admitan aquellas leyes perfec-
les de los ciudadanos, concretamente de los ms pobres tamente conformes con la razn natural y el Evangelio.
e invlidos, de los ms necesitados de proteccin legal. Y Los cristianos, con sano realismo, han de procurar el bien
tambin es indudable que pueden darse y se han dado comn con todas sus fuerzas, pero al mismo tiempo de-
circunstancias histricas en las que el pueblo cristiano ben reconocer el principio de la tolerancia en ciertas cues-
debe en conciencia levantarse en armas y echarse al tiones.
monte, como los Macabeos, arriesgando con ello sus vi- Una formulacin precisa del principio catlico tradi-
das y sus bienes materiales por la causa de Dios y por el cional de la tolerancia y del mal menor la hallamos en
bien comn de la nacin. Pero actualmente, por el contra- Santo Toms, que ensea la razn ms profunda de ese
rio, casi nunca pueden darse en las naciones las otras principio:
condiciones exigidas para un lcito levantamiento del
pueblo en armas. Son naciones tan sujetas al gobierno Dios, aunque es omnipotente y sumamente bueno, permite
que sucedan males en el universo, pudindolos impedir, para
del Prncipe de este mundo, Satans, que es casi imposi- que no sean impedidos mayores bienes o para evitar males peo-
ble que se den en ellas las condiciones 3 y 4. res. De igual manera, los que gobiernan en el rgimen humano
13
Catlicos y poltica
rectamente toleran algunos males para que no
sean impedidos otros bienes o para evitar ma-
les peores. Y cita a San Agustn, que consi-
deraba prudente no eliminar la prostitucin
(STh II-II,10,11). Los burdeles han sido lla-
mados casas de tolerancia.
En la encclica Libertas (1888, n.23) rea-
firma Len XIII ese mismo principio, y
aade:
Cuanto mayor es el mal que a la fuerza
debe ser tolerado por un Estado, tanto mayor
es la distancia que separa a este Estado del
mejor rgimen poltico. De la misma manera,
al ser la tolerancia del mal un postulado pro-
pio de la prudencia poltica, debe quedar es-
trictamente circunscrita a los lmites reque-
ridos por la razn de esa tolerancia, esto es,
el bien pblico. Por este motivo, si la toleran-
cia daa al bien pblico o causa al Estado
mayores males, la consecuencia es su ilicitud,
porque en tales circunstancias la tolerancia
deja de ser un bien
En lo tocante a la tolerancia, es sorprendente cun lejos considera este relativismo como una condicin de la democra-
estn de la prudencia y de la justicia de la Iglesia los seguido- cia, ya que slo l garantizara la tolerancia, el respeto recpro-
res del liberalismo. Porque al conceder al ciudadano en todas co entre las personas y la adhesin a las decisiones de la mayo-
las materias una libertad ilimitada [leyes, p. e., que legalizan el ra, mientras que las normas morales, consideradas objetivas y
divorcio, el aborto, las parejas homosexuales, la eutanasia], pier- vinculantes, llevaran al autoritarismo y a la intolerancia (70).
den por completo toda norma y llegan a colocar en un mismo Reconoce Juan Pablo II, sin embargo, que ciertamente, el
plano de igualdad jurdica la verdad y la virtud con el error y el cometido de la ley civil es diverso y de mbito ms limitado
vicio (23). que el de la ley moral [] En efecto, la funcin de la ley civil
El principio de la tolerancia es mal entendido cuan- consiste en garantizar una ordenada convivencia social en la
do se aleja del sano realismo, antes aludido, y entra de verdadera justicia, para que todos podamos vivir una vida tran-
lleno en un realismo morboso, que no slamente produce quila y apacible con toda piedad y dignidad (1Tim 2,2) (71).
leyes imperfectas, sino que origina leyes injustas, crimi- Pero las leyes ms criminales, como ya vimos (98), deben ser
nales, contrarias a Dios, al orden natural y al bien comn no slamente desobedecidas, sin combatidas con fuerza, ya que
de los hombres. La ley inicua, en ese caso, ya no ser nunca pueden ser toleradas en razn del mal menor. Concreta-
ley, sino corrupcin de la ley (iam non erit lex, sed legis mente, sigue diciendo el Papa, el aborto y la eutanasia son
corruptio: STh I-II,95,2). crmenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar.
Leyes de este tipo no slo no crean ninguna obligacin de con-
Algunos hay que no entienden bastante que las leyes co- ciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y pre-
rruptas son corruptoras. As como las leyes buenas son ca- cisa obligacin de oponerse a ellas mediante la objecin de
minos que ayudan al pueblo a caminar hacia el bien, las conciencia. Desde los orgenes de la Iglesia, la predicacin apos-
inicuas le llevan a la perdicin, no necesariamente, por tlica inculc a los cristianos el deber de obedecer a las autori-
supuesto. Muchas leyes inicuas de los actuales Estados li- dades pblicas legtimamente constituidas (cf. Rm 13,1-7, 1 P
berales democrticos o totalitarios son caminos de per- 2,13-14), pero al mismo tiempo ense firmemente que hay
dicin para el pueblo, estn totalmente privadas de autn- que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5,29). Ya
en el Antiguo Testamento, precisamente en relacin a las ame-
tica validez jurdica, y conducen a la degradacin moral nazas contra la vida, encontramos un ejemplo significativo de
y cultural de una nacin, a su disminucin demogrfica, a resistencia a la orden injusta de la autoridad. Las comadronas
su debilitacin y sujecin a otros pueblos ms fuertes. Es de los hebreos se opusieron al faran, que haba ordenado ma-
muy difcil considerarlas en conciencia como males me- tar a todo recin nacido varn. Ellas no hicieron lo que les
nores que deben ser tolerados. haba mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a
Los catlicos deben aplicar el principio de la tole- los nios (Ex 1,17). Pero es necesario sealar el motivo pro-
rancia con un discernimiento cuidadoso, que ha de es- fundo de su comportamiento: las parteras tenan temor de
Dios (ib.)
tar libre de los condicionamientos mundanos, que son
falsos, sutiles, continuos y muy poderosos. Puede ilu- En el caso, pues, de una ley intrnsecamente injusta, como
minarnos en esta cuestin tan delicada la enseanza con- es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lcito some-
creta que da Juan Pablo II al tratar de las leyes regu- terse a ella, ni participar en una campaa de opinin a favor de
una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto.
ladoras del aborto. En la encclica Evangelium vit, de
1995, comienza por advertir que en la cultura democr- Un problema concreto de conciencia podra darse en los
tica de nuestro tiempo se ha difundido ampliamente la casos en que un voto parlamentario resultase determinante para
favorecer una ley ms restrictiva, es decir, dirigida a restringir
opinin de que el ordenamiento jurdico de una sociedad el nmero de abortos autorizados, como alternativa a otra ley
debera limitarse a percibir y asumir las convicciones de ms permisiva ya en vigor o en fase de votacin [] En el caso
la mayora y, por tanto, basarse slo sobre lo que la ma- expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente
yora misma reconoce y vive como moral (69). una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposicin
Rechaza el Papa estas doctrinas, y afirma que la raz comn personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lcitamente
de todas estas tendencias es el relativismo tico que caracteri- ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daos
za muchos aspectos de la cultura contempornea. No falta quien de esa ley y disminuir as los efectos negativos en el mbito de
14
Jos Mara Iraburu
la cultura y de la moralidad pblica. En efecto, obrando de este mal. Un partido as podr atraer sobre todo por las venta-
modo no se presta una colaboracin ilcita a una ley injusta; jas que ofrece en el campo econmico, social y profesio-
antes bien se realiza un intento legtimo y obligado de limitar nal.
sus aspectos inicuos (73).
La tolerancia malminorista lleva a un pacificismo
Queda claro, pues, este principio doctrinal: la toleran- extremo. Ignora que las leyes injustas de los Estados mons-
cia del mal menor en cuestiones polticas y en otras es mo- truosos deben ser no slo desobedecidas, sino tambin
ralmente lcita, y a veces es un deber de conciencia, cuando combatidas en cuanto sea posible.
el cristiano se ve en la obligacin de elegir entre dos males,
1. Las batallas armadas, es cierto, como ya seal (98 in
uno mayor y otro menor. Aunque, tratndose de opciones fine), casi nunca pueden hoy reunir las condiciones exigidas
polticas, puede tambin a veces ser lcita la abstencin para una guerra justa. Pero estos tolerantes pacifistas se aver-
del voto. Y nunca la tolerancia o la abstencin eximen del genzan hasta de aquellas guerras que fueron justas y necesa-
grave deber de combatir las leyes injustas, procurando su rias, como las que defendieron Europa de la invasin del Islam
derogacin. Poitiers, Navas de Tolosa, Lepanto. Si por ellos hubiera sido,
Los partidos malminoristas, sin embargo, corrom- hoy estara Europa llena no de catedrales, sino de mezquitas.
Pero hay ms.
pen el principio de la tolerancia del mal menor cuan-
do lo convierten en la estrategia sistemtica de su acti- 2. Las batallas culturales, tan decisivas, tampoco son dadas
vidad poltica. Javier Garisoain lo explica bien en su ar- por el malminorismo, que renuncia a presentar combate real en
el Congreso, en los medios de comunicacin, en escuelas y uni-
tculo Doctrina y tctica del mal menor. Entendemos aqu versidades, en el campo de la sanidad. Aunque alcance el poder
por partido malminorista (P.Mm) al partido que sea cris- poltico, estas batallas de la cultura seguirn perdidas, pues ni
tiano-liberal, es decir, aquel que, teniendo alguna filia- siquiera las combate pudiendo hacerlo. No se atreve a decir la
cin cristiana por eso alcanza a ver el mal como mal, y verdad, supuesto que la conozca. Se conforma si es el caso con
adoleciendo tambin de una visin liberal por eso ve el elevar recursos al Tribunal Constitucional, con organizar un
mal como menor, considera sistemticamente el mal Congreso acadmico o una manifestacin todo lo cual est
menor como tolerable, de tal manera que no se empea bien, y con aducir en el debate poltico dbiles argumentos
realmente en combatirlo y superarlo con el bien. Su idea que, al silenciar la verdad verdadera, estn de antemano conde-
de la tolerancia no es la de la doctrina de la Iglesia, sino nados al fracaso. Piensa quiz que en formas ms combativas
la del liberalismo, la del relativismo o la de filsofos como hara en poltica un flaco servicio a la Iglesia, enfrentndola
John Locke, Carta sobre la tolerancia (1689). con el mundo relativista imperante, y que pondra tensa divi-
sin all donde hay pacfica unanimidad social en el error libe-
Un partido malminorista puede canalizar indefinidamen- ral-relativista Qu s yo qu errores y horrores piensa. Pero
te los votos de los catlicos, poniendo buen cuidado en es cierto y comprobable que:
que no se organicen para actuar con fuerza en el campo el malminorismo se niega a dar el testimonio de la
poltico. Quiz sobre todo si andan eclesisticos de por verdad, y eso le hace impotente para procurar el bien,
medio justifique su posicin alegando que hay que evi- que ni siquiera intenta. Yo he venido al mundo para dar
tar un enfrentamiento de la Iglesia con el mundo moder- testimonio de la verdad, dice Cristo (Jn 18,37), y sa es
no. De este modo colabora no slamente a la degradacin la vocacin de todo cristiano. Pero un partido poltico
del mundo secular, sino tambin a la debilitacin progre- que no se atreve a decir pblicamente la verdad, que no
siva de la Iglesia. se atreve a afirmar con fuerza el vnculo necesario que
El malminorismo ni combate el mal, ni promueve sujeta el mundo creado a su Creador (Vat. II, LG 36), que
con eficacia el bien comn. No combate con todas sus se autoprohibe incluso mencionar el nombre de Dios,
fuerzas el mal, ni el menor ni el mayor. Hace del mal me- exilndolo de la vida poltica, que se abstiene de aducir
nor un supuesto histrico necesario, continuo, progresi- los argumentos potentsimos del orden natural y de las
vo, irreversible, insuperable. Y a lo largo de los aos, op- tradiciones nacionales, y que, por el contrario, durante
tando una y otra vez por el mal menor entre los diversos decenios se orienta por la tolerancia del mal menor, limi-
males ofrecidos como opciones polticas por los enemi- tndose a aceptarlo primero quiz como hiptesis posi-
gos de Dios y del hombre, va retrocediendo siempre, va bilista, y finalmente a apoyarlo como tesis liberal que
descendiendo por una escalera de males menores, cada asimila, es un partido que en realidad se somete a la dic-
vez mayores. El malmayorismo y el malminorismo son tadura del relativismo, propia de una democracia liberal.
como el acelerador y el freno de un mismo coche, y ambos Es para la nacin una peste.
estn de acuerdo en la direccin que el volante seala. De este modo el malminorismo colabora a que el voto
De este modo, el malminorismo se deja conducir por de los catlicos ayude a la ruina acelerada de la nacin,
los malos, que llevan siempre la iniciativa, y colabora a consigue la anulacin total de los catlicos en la vida po-
que el pueblo sea conducido al Mal mayor, al Mal co- ltica de los pueblos, y pone a la especie del poltico cat-
mn, a la corrupcin de la vida social, a la degradacin lico en grave peligro de extincin. Hace unos aos la re-
de los pensamientos y de las costumbres. Pasar por todo presentante de un partido malminorista responda a los
antes de verse hundido en el sehol de la marginacin po- periodistas que le preguntaban por qu su partido se opo-
ltica. Est dispuesto a pagar cualquier tributo con tal de na a una ampliacin de los supuestos legales para el abor-
mantenerse en las instituciones polticas, si es posible en to: Pensamos que no hay para ello una verdadera de-
el poder, y si no, al menos, en una oposicin cuantitati- manda social. Inefable Los polticos catlicos inca-
vamente considerable. Ser una oposicin que no se opo- paces de dar testimonio de la verdad irn ya han ido al
ne, y que aun alcanzando el poder, mantiene las leyes basurero de la historia (Trostky).
psimas establecidas antes por los malos. Se comprende Todo esto que digo puede verificarse, por ejemplo,
bien que el idealismo de los jvenes catlicos no halle en la legalizacin del matrimonio homosexual. Las
atractivo alguno en un partido que, renunciando a procu- leyes pro-gays han venido siempre posibilitadas social-
rar eficazmente el bien, se limite a reducir en lo posible el mente por previas batallas culturales sucesivas, en las que
15
Catlicos y poltica
se integraban escritores, cantantes, partidos polticos de para impedir todo influjo real de los catlicos en la vida
izquierda, actores, cine, televisin, prensa. Las conquis- poltica, y en fin, son semipelagianos, pues, fieles a su evi-
tas-derrotas habidas en el campo legal han sido siempre tacin sistemtica del martirio (63), quieren en poltica
precedidas por victorias-derrotas en el campo socio-cul- mantener a cualquier costo que la parte humana sea
tural. Ante este proceso obvio, normalmente los malmi- numerosa y respetada por el mundo moderno, para poder
noristas no combatan de frente ni unas ni otras batallas. as co-laborar con la accin de Dios en la procuracin del
Casi ni se daban por enterados. bien comn De los partidos polticos malmayoristas y
El lobby gay, con acciones propias y con las colaboraciones malminoristas, libera nos, Domine!
aludidas, ha ido imponiendo la mentira: la unin homosexual Las objeciones previsibles a todo esto son tan innume-
es tan natural y sana como el matrimonio, es simplemente una rables como previsibles: ese diagnstico conduce a la abs-
alternativa sexual. De este modo, consigue en pocos aos la tencin o al voto intil. Pero sobre stas y otras cuestio-
inscripcin civil, la consideracin jurdica de matrimonio, el nes tratar al final de esta serie, cuando, con la ayuda de
derecho a la adopcin, las leyes de educacin que exijan la en-
seanza de sus errores y horrores a todos los nios y adolescen- Dios, considere qu podemos y debemos hacer hoy los
tes, y la proscripcin social y legal absolutamente intolerante catlicos en la poltica.
de maestros, escritores, sacerdotes y polticos que afirmen p- La unidad nacional de los Obispos en cuestiones po-
blicamente que el ejercicio de la homosexualidad es una des- lticas es muy deseable y benfica, pero no siempre lo-
viacin morbosa, que va contra natura. La intolerancia gay es gran discernimientos unnimes. Son muy difciles. Gran
absoluta: esas personas, que ellos llaman homfobas, pueden verdad afirma Juan Pablo II cuando dice: sin la ayuda de
ser multadas, depuestas de sus cargos, castigadas con crcel. la gracia, los hombres no sabran acertar con el sendero
Para conseguir la no-discriminacin de los gays, se ha logrado
introducir en la legislacin discriminaciones totamente abusivas, a veces estrecho entre la mezquindad que cede al mal y la
que sobre todo afectan a polticos (como Rocco Buttiglione), violencia que, creyendo ilusoriamente combatirlo, lo agra-
sacerdotes (como Obispo Lonard, pastor Kreutzfeld), profe- va (1991, enc. Centesimus annus 25) (Catecismo 1889).
sores, etc. Slo Dios puede iluminar las conciencias cristianas en
El partido poltico malminorista comienza por silenciar la cuestiones polticas, mostrando cundo deben tolerarse
verdad: no menciona a Dios, que condena los actos de homose- como mal menor situaciones perversas o cundo hay que
xualidad, no se atreve siquiera a defender el orden natural, afir- resistirlas, denunciarlas y combatirlas de todos los mo-
mando que mientras la unin heterosexual es sana, fecunda, dos posibles. Y suelen ser los Santos quienes aciertan en
buena para la sociedad, conforme con la naturaleza, la unin estos problemas histricos.
homosexual, por el contrario, es morbosa, insana, estril para el Se dan a veces acuerdos unnimes en el discernimiento. Los
bien comn y contraria a la naturaleza. Podra argumentar esto Obispos polacos se mantuvieron unnimes ante el poder inva-
con mucha fuerza, porque es de sentido comn y hay estudios sor comunista, y tambin los espaoles de 1936 ante el mismo
cientficos que lo demuestran de modo irrefutable (ver, p. ej., peligro. Pero la divisin de opiniones es frecuente. Los Obis-
los mayores de 18 aos, Miguel Calvis, Las prcticas homo- pos colombianos de finales del XIX vean la peligrosidad del
sexuales). Sucede, sin embargo, que no estima polticamente liberalismo entre los catlicos, pero no todos lucharon contra l
correcto aducir estas verdades en un debate poltico, ni pre- como el Obispo de Pasto, San Ezequiel Moreno (+1906), que si
sentar con fuerza una verdadera batalla cultural. Una vez ms no dimiti, al verse tan desasistido, fue por orden personal de
el malminorismo retrocede, pierde la batalla que no ha dado, Len XIII. En el alzamiento de la Cristiada mexicana (1926-
acepta de hecho el mal menor, que aqu es mayor, y adoptando 1929), no todos los Obispos apoyaban a los cristeros, aunque
una actitud dbil-tolerante frente a la posicin fuerte-intole- algunos s, como San Rafael Guzar (+1938). Todos los Obis-
rante del lobby gay, da por perdida la causa, y deja que el pue- pos alemanes entendan que el nazismo persegua al cristianis-
blo sea inducido por las leyes a avanzar por caminos de perdi- mo, pero no todos lo combatieron abiertamente, como el Obis-
cin y de ruina. po de Munster, el Beato Cardenal Clemens von Galen (+1946).
Los catlicos deben negar sus votos a partidos mal- Cuando Francia fue ocupada por Alemania, algunos Obispos
minoristas, pues ni tienen fuerza para promover el bien, colaboraron con el rgimen de Vichy, sometido a los nazis, otros
ni para resistir al mal. Son estos partidos en realidad libe- no; y el General De Gaulle, llegado a la presidencia, hizo dimi-
rales, relativistas, pesimistas, cmplices activos o pasi- tir a todos los Obispos colaboracionistas. A la Constitucin es-
vos de los enemigos de Cristo y de su Iglesia, secuestra- paola agnstica de 1978 se opuso el Cardenal Primado, Mons.
Marcelo Gonzlez Martn con unos pocos Obispos ms; la ma-
dores del voto catlico, obstculos especialmente eficaces yora estim que convena aceptarla como mal menor.
Y tambin hoy se dan en-
tre los Obispos discerni-
mientos prudenciales dife-
rentes en cuestiones polti-
cas esto es obvio, pues
unos consideran como un
mal menor tolerable, aque-
llo que otros estiman un mal
mayor intolerable. Estas di-
ferencias de opinin, que tan-
tas veces se han producido en
la historia, hoy se hacen ms
frecuentes y profundas al ser
insuficientes en la Iglesia la
actualizacin y el desarro-
llo de su doctrina tradicional
poltica.
16
Jos Mara Iraburu
En el siglo pasado, al final de los aos 80, cuando se derrum- La Iglesia, en cambio, no es neutral en cuanto a las
b la Bestia comunista, varios Obispos ortodoxos hubieron de ideologas polticas que pueden cristalizarse luego en
dimitir por haber colaborado activa o pasivamente con el go- diversas formas de Estado. El Vaticano II y el Magisterio
bierno marxista. Otros en cambio no colaboraron, se mantuvie- apostlica posterior han continuado enseando la doctri-
ron distantes o estuvieron en campos de concentracin. Tam- na ya claramente expresada en las grandes encclicas mo-
bin un da, cuando se derrumbe la Bestia liberal, con el favor
de Dios, se distinguir entre aquellos Obispos que la resistieron nogrficas del siglo XIX y primera mitad del XX: 1878,
y combatieron con mayor o menor fuerza, y aquellos otros que Quod apostolici muneris (contra el socialismo laicista);
optaron por colaborar con ella, al menos pasivamente, salvan- 1888, Libertas prestantissimum (contra el liberalismo);
do la doctrina, por supuesto, pero tolerando muchas injusticias 1937, Mit brennender sorge (contra el nazismo); 1937, Di-
como males menores, disuadiendo a los catlicos de combatirla vini Redemptoris (contra el comunismo), etc. Es evidente
frontalmente, y renunciando sobre todo a denunciarla como un que algunas ideologas polticas son conciliables con el
sistema intrnsecamente perverso, sin Dios y sin orden natu- orden natural y la fe catlica, pero otras son inconcilia-
ral, y por tanto, corrupto y corruptor. bles, y la Iglesia no es neutral ante ellas, sino que las de-
Qu debemos, pues, hacer hoy los catlicos ante la nuncia y combate.
Bestia apocalptica de los Estados liberales, que ignoran La Iglesia sabe bien que puede haber Estados monstruosos,
a Dios y al orden moral natural, y que engendran una tras verdaderas Bestias apocalpticas, que aunque guarden formas
otra leyes inicuas? En cada nacin se dan circunstancias estructuralmente legtimas, son corruptos y corruptores. El Ca-
y posibilidades diversas. Yo he expresado mi pensamien- tecismo ensea que la autoridad slo se ejerce legtimamente
to, que es el de muchos catlicos de ellos lo he aprendi- si busca el bien comn del grupo en cuestin y si para alcanzar-
do, aunque no lo es ciertamente de la mayora. Danos, lo emplea medios moralmente lcitos. Si los dirigentes procla-
Seor, tu luz y tu verdad. masen leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden
moral, estas disposiciones no pueden obligar en conciencia. En
tal situacin, la propia autoridad se desmorona por completo
(plane corruit) y se origina una iniquidad espantosa (Juan
XXIII, Pacem in terris 51) (1903).
Monarqua, aristocracia y democracia, son los tres
tipos fundamentales de autoridad poltica. En todos los
regmenes polticos se dan, combinados de uno u otro modo,
los tres principios: monarqua uno, aristocracia algu-
nos, y democracia todos. La diversidad de combina-
ciones posibles de estos tres elementos en la constitucin
de los Estados es innumerable, y apenas admite un inten-
to de clasificacin. Puede haber reinos en los que el Rey
no tiene prcticamente poder alguno. Puede haber demo-
(101) cracias como la de los Estados Unidos cuya constitu-
cin d al Presidente un mximo de autoridad personal,
4. La Iglesia es neutral en cuanto a desconocido en los dems Estados, fuera de aquellos que
la forma de los regmenes polticos son totalitarios.
El rgimen poltico ideal es mixto. Como ensea San-
Es verdad que los catlicos debemos ser demcratas y cris- to Toms, la ptima poltica es aqulla en la que se com-
tianos? binan armoniosamente la monarqua, en la que uno presi-
S, pero no, en el sentido de ms bien, es decir, segn y de, la aristocracia, en cuanto que muchos mandan segn
cmo. Bueno, va a ser mejor que lea usted este artculo, a ver si la virtud [la especial calidad personal], y la democracia,
se aclara. o poder del pueblo, ya que los gobernantes pueden ser ele-
Continuamos con los principios fundamentales de la gidos en el pueblo y por el pueblo (STh I-II,105,1; cf. De
doctrina poltica de la Iglesia. Regno lib. I, caps. 1-2).
VLa Iglesia es neutral en cuanto a la forma de los De hecho, en una u otra proporcin, todos los Estados tienen
un principio monrquico (rey, presidente, primer ministro, sha,
regmenes polticos. ste es un principio doctrinal que gobernador, regente, califa, emperador), un elemento aristocr-
siempre ha sido enseado y practicado por la Iglesia. En tico (consejo real, consejo de ministros, nobles, partido nico,
l se fundamenta tanto la libertad de la Iglesia ante el diputados y senadores) y un componente democrtico (eleccio-
Estado, como el legtimo pluralismo poltico entre los cris- nes peridicas, asamblea nacional, representantes de tribus, de
tianos. En efecto, la Iglesia en virtud de su misin y regiones, de etnias, de gremios).
naturaleza, no est ligada a ninguna forma particular de Debe elegirse la forma concreta de gobierno segn
civilizacin humana ni a sistema alguno poltico, econ- el genio de cada pueblo y la marcha de su historia (Vat.
mico o social (Vat. II, GS 42d). II, GS 74f), teniendo en cuenta su tradicin, su cultura y
Po XI: la Iglesia catlica, no estando bajo ningn respecto tambin sus circunstancias. En situaciones, por ejemplo,
ligada a una forma de gobierno ms que a otra, con tal que de guerra, de grandes calamidades o de una descomposi-
queden a salvo los derechos de Dios y de la conciencia cristia- cin catica de la nacin, causada a veces por un poder
na, no encuentra dificultad en avenirse con las diversas institu- democrtico mal ejercitado, puede convenir por un tiem-
ciones polticas, sean monrquicas o republicanas, aristocrti- po una forma de gobierno fuerte y personalista, necesaria
cas o democrticas (1933, enc. Dilectissima Nobis 6). Vatica-
no II: las modalidades concretas por las que la comunidad mientras la crisis se supera, pero que no debe prolongarse
poltica organiza su estructura fundamental y el equilibrio de en exceso o hacerse dinstica. Si ha de salvarse un barco
los poderes pblicos pueden ser diferentes, segn el genio de envuelto en una tormenta terrible, los modos asamblearios
cada pueblo y la marcha de su historia (GS 74f; cf. Juan XXIII, de gobernarlo en ese caso no valen, porque se hundira la
1963, Pacem in terris 67; Catecismo 1901). nave durante los debates. Es la hora de las rdenes rpi-
17
Catlicos y poltica
Len XIII: en un rgimen
cuya forma sea quizs la ms ex-
celente de todas, la legislacin
puede ser detestable, y, por el
contrario, dentro de un rgimen
cuya forma sea la ms imperfec-
ta puede hallarse a veces una le-
gislacin excelente (1892, enc.
Au milieu des sollicitudes 26).
La Constitucin espaola, en su
art. 32, establece que el hom-
bre y la mujer tienen derecho a
contraer matrimonio (el hom-
bre y la mujer: matrimonio: es-
t claro, no?). Y la Constitucin
de Argentina dice en su Prem-
bulo que todo lo que hace y dis-
pone lo hace invocando a Dios,
fuente de toda razn y justicia.
En ambos casos, sin embargo,
pisando un artculo o pisando el
principio del prembulo, se ha
llegado a la aberracin del ma-
trimonio homosexual.
La Iglesia no debe ligarse
a ningn rgimen poltico
concreto, como si l fuera de
suyo el mejor, el que ella pre-
fiere, independientemente de
la cultura, tradicin y circuns-
das y unipersonales. Por el contrario, en tiempos de paz tancias de una nacin. San Po sealaba que hay un error
suele ser muy conveniente una amplia participacin de y un peligro en enfeudar, por principio, el catolicismo en
los ciudadanos, que procure el bien comn. una forma de gobierno (1910, cta. Notre charge apos-
Los cristianos deben aceptar el rgimen poltico de tolique 31).Y cuando por un tiempo una Iglesia local o
su nacin, dando al Csar lo que es del Csar (Mt 22,21), una parte del pueblo cristiano ha incurrido en ese error,
como ya vimos (97). Es el mandato de Cristo y tambin se han seguido muy graves males. No hay que sacralizar
de los apstoles: somtanse todos a las autoridades cons- la monarqua, ni satanizar la repblica. Tampoco hay que
tituidas, pues no hay autoridad que no proceda de Dios, y adorar la democracia, y mucho menos la democracia li-
las que existen, por Dios han sido constituidas (Rm 13,1). beral pluripartidista, ni deben ser consideradas ilcitas
Cuando San Pablo mandaba esto imperaba Nern. Un las otras formas de gobierno.
ejemplo elocuente podemos encontrarlo en la Francia Cuando se consagra una forma concreta de gobier-
posterior a la Revolucin. Media docena de regmenes se no, aunque no sea en la doctrina, pero s en la prctica,
fueron sucediendo en unos pocos decenios, y siempre fue- sobrevienen muchos errores de psimas consecuencias:
ron reconocidos por la Iglesia. Len XIII lo recuerda: hay naciones y organismos internacionales que inten-
Es preciso aceptar sin reservas, con la lealtad perfecta tan imponer a un pueblo un rgimen poltico que le es
que conviene al cristiano, el poder civil en la forma en extrao; un gobierno es juzgado no por los contenidos
que de hecho existe. As fue aceptado en Francia el pri- buenos o malos de sus leyes e instituciones, sino por su
mer Imperio al da siguiente de una espantosa y sangrien- rgimen poltico constitucional; puede incluso darse que
ta anarqua; as fueron aceptados los otros poderes, tanto una Iglesia local apoye un rgimen polticamente correc-
monrquicos como republicanos, que se han ido sucedien- to, que produce leyes perversas, y que se oponga a otro
do hasta nuestros das Por estos motivos, Nos hemos proyecto poltico que estima incorrecto, aunque sea pro-
dicho a los catlicos franceses: aceptad la Repblica, es motor de leyes justas (!); se crean divisiones muy dai-
decir, el poder constituido y existente entre vosotros; res- nas entre los cristianos connacionales. Todo esto sucede
petadle, obedecedle, porque representa el poder derivado cuando se olvida que el cristiano debe reconocer la leg-
de Dios (1892, cta. Notre consolation 10-11). Ya trat tima pluralidad de opiniones temporales discrepantes
(98 in fine) de casos extremos de tirana o anarqua, en (Vat. II, GS 75e).
los que una guerra est justificada. Otra cosa distinta es que los cristianos de una nacin, o
Todas las formas polticas se pueden pervertir, cuan- la mayora de ellos, en unas determinadas circunstan-
do es perverso el espritu que las rige. La monarqua ab- cias histricas, se inclinen por una forma poltica deter-
soluta puede hacerse tirana, el rgimen predominante- minada y la promuevan. Es, pues, urgente recuperar este
mente aristocrtico puede degradarse en una oligarqua principio fundamental de la doctrina poltica de la Igle-
injusta y opresora, as como las formas democrticas pue- sia, tal como lo expresa A. Desqueyrat:
den dar en la demagogia o incluso en ciertas modalidades La Iglesia nunca ha condenado las formas jurdicas del Es-
encubiertas de totalitarismo. La correccin formal de un tado: nunca ha condenado la monarqua absoluta o modera-
Estado o de su Constitucin no garantiza en absoluto la da, nunca ha condenado la aristocracia estricta o amplia,
bondad de las leyes que se generen. nunca ha condenado la democracia monrquica o republica-
na. Sin embargo, ha condenado todos los regmenes que se
18
Jos Mara Iraburu
fundamentan en una filosofa errnea (Lenseignement po- Hoy la Iglesia no prefiere ciertamente una demo-
litique de lglise, Spes 1960, Inst. Cath. de Paris, I,191). cracia liberal, agnstica y relativista, sustentada por
Prefiere hoy la Iglesia la democracia a las otras di- una pluralidad de partidos alternantes, a cualquier otro
versas formas de gobierno? Circunscribo la pregunta, rgimen de gobierno que se fundamente mejor en Dios,
por simplificar, al marco de las naciones desarrolladas de en el orden natural y en las tradiciones propias de cada
Occidente. Y comienzo por decir que hoy la Iglesia man- pueblo. Y hay que reconocer que hoy la gran mayora de
tiene como siempre su neutralidad hacia las diversas for- las democracias en Occidente son liberales, agnsticas y
mas de gobierno. En los textos que siguen puede com- relativistas.
probarse que lo que la Iglesia ciertamente aprecia es la Afirmemos, en fin, sencillamente que una democracia
participacin de los ciudadanos en la vida socio-poltica. liberal y relativista no es propiamente una democracia,
Pero los textos que cito, y otros semejantes, no afirman sino una falsificacin, una corrupcin de la democracia.
claramente que la democracia liberal pluripartidista tal No pocas veces ha sido denunciada esta realidad por el
como se da en Occidente sea una verdadera democracia, reciente Magisterio apostlico de Juan Pablo II y de
y que esa participacin poltica de los ciudadanos que la Benedicto XVI. Sus advertencias actuales para que se d
Iglesia propugna sea en ella ciertamente mayor que en una democracia verdadera vienen a ser las mismas exi-
otras formas existentes o posibles de gobierno. Ms bien gencias que indicaba hace aos Po XII (1944, radiom.
lo ponen en duda o lo niegan. Benignitas et humanitas).
Vaticano II: es necesario estimular en todos la voluntad de El tema es muy grave, y espero, con el favor de Dios,
participar en los esfuerzos comunes. Merece alabanza el modo poder tratarlo ms ampliamente en mi prximo artculo,
de obrar de aquellas naciones en las que la
mayor parte de los ciudadanos participa con
verdadera libertad en la vida pblica (GS
31c). Con el desarrollo cultural, econmico y
social se consolida en la mayora el deseo de
participar ms plenamente en la ordenacin de
la comunidad poltica (73c).
Juan Pablo II: La Iglesia aprecia el siste-
ma de la democracia, en la medida en que ase-
gura la participacin de los ciudadanos en las
opciones polticas y garantiza a los gobernados
la posibilidad de elegir y controlar a sus pro-
pios gobernantes, o bien la de sustituirlos opor-
tunamente de manera pacfica. Por esto mis-
mo, no puede favorecer la formacin de grupos
dirigentes restringidos que, por intereses parti-
culares o por motivos ideolgicos, usurpan el
poder del Estado (1991, enc. Centesimus an-
nus 46).
Si hoy se advierte un consenso casi univer-
sal sobre el valor de la democracia, esto se
considera un positivo signo de los tiempos,
como tambin el Magisterio de la Iglesia ha
puesto de relieve varias veces (cf. Po XII, Ra-
diomensaje 24-XII-1944). Pero el valor de la de-
mocracia se mantiene o cae con los valores que encarna y pro- en el que precisamente he de considerar 5.el principio
mueve En la base de estos valores no pueden estar provisio- de subsidiariedad y, su contrapartida, el totalitarismo de
nales y volubles mayoras de opinin, sino slo el reconoci- Estado en cualquiera de sus variadas formas, tambin,
miento de una ley moral objetiva que, en cuanto ley natural
inscrita en el corazn del hombre, es punto de referencia nor-
por supuesto, en la democracia liberal. En todas ellas la
mativa de la misma ley civil. Por eso, cuando el escepticismo participacin real de los ciudadanos en la procuracin del
llegara a poner en duda hasta los principios fundamentales de la bien comn es mnima. Est secuestrada por el Estado to-
ley moral, el mismo ordenamiento democrtico se tambaleara talitario, gestionado abusivamente por los partidos que
en sus fundamentos, reducindose a un puro mecanismo de re- estn en el poder, por el partido nico o por el jefe popu-
gulacin emprica de intereses diversos y contrapuestos En lar carismtico.
una situacin as, la democracia se convierte fcilmente en una
palabra vaca (1995, enc. Evangelium vit 70).
Benedicto XVI ha advertido con frecuencia que una
democracia sin valores cae en el relativismo, y que ste
conduce rectamente al totalitarismo. Aludiendo al santo
Cura de Ars, recordaba que vivi en el ambiente de una
Francia post revolucionaria: Si entonces haba una dic-
tadura del racionalismo, ahora se registra en muchos am-
bientes una especie de dictadura del relativismo (5-VIII-
2009). O dicho en otras palabras: cuando la ley natural y
la responsabilidad que sta implica se niegan, se abre dra-
mticamente el camino al relativismo tico en el plano
individual y al totalitarismo del Estado en el plano polti-
co (16-VI-2010).
19
Catlicos y poltica
Len XIII: no hay por qu inmiscuir la providencia de la
repblica [del Estado], ya que el hombre es anterior a ella y,
consiguientemente, debi tener por naturaleza, antes de que se
constituyera con unidad poltica alguna, el derecho de velar por
su vida y por su cuerpo (1891, enc. Rerum novarum 6). Este
principio se ha reiterado continuamente en la doctrina poltica
de la Iglesia: Quadragesimo anno (1931), Mit brennender Sorge
(102) (1937), Divini Redemptoris (1937), Benignitas et humanitas
(1944), Mater et magistra (1961), Pacem in terris (1963), Popu-
5. El principio de subsidiariedad lorum progressio (1967), concilio Vaticano II, etc., hasta llegar
a nuestros das.
Esto de la subsidiariedad se refiere a los subsidios que el Benedicto XVI: el Estado que quiere proveer a todo, que
Estado concede a personas o entidades? absorbe todo en s mismo, se convierte en definitiva en una
instancia burocrtica Lo que hace falta no es un Estado que
No, hombre, no. Aunque, bien mirado tambin tiene algo regule y domine todo, sino que solcitamente reconozca y apo-
que ver con ello. ye, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, las iniciati-
Continuamos con los principios fundamentales de la doc- vas que surgen de las diversas fuerzas sociales, y que unen la
trina poltica de la Iglesia. espontaneidad con la cercana a los hombres necesitados de
ayuda (2005, enc. Deus caritas est 28b).
VIEl principio de subsidiariedad, contrario a cual-
quier forma de totalitarismo de Estado, es uno de los El Catecismo de la Iglesia explica el principio de
fundamentos de la doctrina poltica de la Iglesia. Como subsidiariedad al tratar de La comunidad humana. En-
ensea el Catecismo, segn el principio de subsidia- sea que el hombre, por naturaleza, necesita la vida so-
riedad, ni el Estado ni ninguna sociedad ms amplia deben cial (1879). Y afirma que una sociedad es un conjunto
suplantar la iniciativa y la responsabilidad de las personas de personas ligadas de manera orgnica por un principio
y de las corporaciones intermedias (1894). Es verdad que de unidad que supera a cada una de ellas (1880). Pero
la complejidad tan grande de las sociedades ms desarro- reconoce que algunas sociedades, como la familia y la
lladas exige que el Estado regule muchos campos de la ciudad, corresponden ms inmediatamente a la naturale-
vida social, equilibre desigualdades, favorezca a los po- za del hombre. Le son necesarias. Con el fin de favorecer
bres, enfermos, subsidie a los parados y a los jubilados, y la participacin del mayor nmero de personas en la vida
acometa obras importantes que no podran ser llevadas social, es preciso impulsar y alentar la creacin de aso-
adelante por la iniciativa privada. Pero nunca debe inter- ciaciones e instituciones de libre iniciativa para fines
venir ms all de lo debido, y la tentacin totalitaria del econmicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos,
Estado moderno comunista, socialista, democrtico, dic- profesionales y polticos, tanto dentro de cada una de las
tatorial es muy grande. naciones como en el plano mundial (Juan Pablo II, 1991,
enc. Centesimus annus 16) (1882).
Para todos los ciudadanos, pero especialmente para el
pueblo cristiano que no es de este mundo, es un dere- La socializacin tambin presenta peligros. Una interven-
cho primordial que ningn Estado sujete bajo la regula- cin demasiado fuerte del Estado puede amenazar la libertad
y la iniciativa personales. La doctrina de la Iglesia ha elabo-
cin de su autoridad cuestiones morales, educativas, sa- rado el principio llamado de subsidiariedad. Segn ste, una
nitarias, econmicas, culturales, religiosas, que puedan estructura social de orden superior no debe interferir en la vida
ser desarrolladas libremente por la persona, la familia, el interna de un grupo social de orden inferior, privndole de sus
municipio y otros cuerpos sociales intermedios. Este prin- competencias, sino que ms bien debe sostenerle en caso de
cipio est en el corazn mismo del pensamiento y de la necesidad y ayudarle a coordinar su accin con la de los dems
tradicin de la cultura catlica, y es fundamental para ase- componentes sociales, con miras al bien comn (Centesimus
gurar los derechos y libertades
reales de la persona y de la so-
ciedad.
El Estado debe promover,
estimular y ayudar la inicia-
tiva privada de los ciudada-
nos, pero en modo alguno de-
be suprimirla, alegando una
inexistente autoridad poltica
anterior al hombre y superior
a l. En los ltimos siglos so-
bre todo, la Iglesia ha procla-
mado incesantamente la parti-
cipacin de los ciudadanos en
la prosecucin del bien comn,
respetando el principio de sub-
sidiariedad. Y de este modo
siempre ha defendido al pue-
blo de los ataques de los siste-
mas totalitarios o de las agre-
siones encubiertas de las de-
mocracias liberales.
20
Jos Mara Iraburu
annus 48) (1883). El principio de subsidiariedad se opone a (1991, enc. Centesimus annus 46); y entonces la democracia
toda forma de colectivismo. Traza los lmites de la intervencin se convierte fcilmente en una palabra vaca (1995, Evange-
del Estado. Intenta armonizar las relaciones entre individuos y lium vit 70).
sociedad. Tiende a instaurar un verdadero orden internacional En la Edad Media cristiana la subsidiariedad era
(1885). Es cierto que la familia debe ser ayudada y defendida mucho ms fuerte en la sociedad que en los tiempos
a travs de medidas sociales apropiadas; pero en conformi-
dad con el principio de subsidiariedad, las comunidades ms
modernos. Y consecuentemente era menor el peligro del
amplias deben abstenerse de privar a las familias de sus propios totalitarismo de Estado invasor. En el milenio medieval
derechos y de inmiscuirse en sus vidas (2209). El principio de de Cristiandad, ms o menos del ao 500 al 1500, la doc-
subsidiariedad es universal y ha de aplicarse en todos los cam- trina poltica es todava sana, y aunque, por supuesto, no
pos: educacin, sanidad, moral, cultura, economa, vivienda, elimine totalmente injusticias, crmenes y abusos, stos
deportes. se dan en contra de la doctrina catlica. Los Reyes cris-
El principio de subsidiarie-
dad pretende en la vida social y
poltica que las iniciativas per-
sonales o asociadas y las activi-
dades de corporaciones interme-
dias sean promovidas, y en su ca-
so subsidiadas, por el Estado;
que se guarde en todo la prima-
ca y la libertad de la persona y
de la familia; que las iniciativas
privadas y las pblicas colaboren
armoniosamente en la produccin
del bien comn; que todo ciu-
dadano, y concretamente el pue-
blo cristiano, se vea libre en su
vida personal y familiar de una
injerencia excesiva del Gobierno
poltico, y pueda desarrollar, inclu-
so con la ayuda del Estado, su for-
ma propia de vida personal, fa-
miliar, religiosa y asociada; que
no genere el Estado un acrecen-
tamiento morboso de funcionarios, asistentes, inspecto- tianos entre los cuales hubo no pocos santos y beatos
res, comisiones fiscalizadoras, en un control y asistencia- tenan un poder muy controlado por la Iglesia, los nobles,
lismo agobiante; que no potencie ms y ms su poder las Cortes, los gremios y estamentos sociales, as como
econmico y administrativo, multiplicando los impues- por las leyes y fueros jurados, por los usos y costumbres.
tos contributivos, el nmero de leyes y normas, los orga- El campo de su autoridad poltica era incomparablemen-
nismos estatales, sujetndolo todo a su control, a sus li- te menor que el de los gobernantes modernos.
cencias, autorizaciones y subsidios, distribuidos a su ar- Es sta una realidad que, por ejemplo, el P. Alfredo Senz, S. J.,
bitrio; que se promueva la descentralizacin convenien- comprueba con datos ciertos en su obra La Cristiandad, una
te, el pluralismo cultural, social y poltico, el respeto de realidad histrica (cp. 3, El orden poltico de la Cristiandad:
los grupos minoritarios, etc. Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2005). En este libro se ve
hasta qu punto, a partir del Renacimiento, ha sido calumniada
La participacin cvica en el bien comn, la defensa y falsificada la vida social y poltica europea de la Edad Media.
de la subsidiariedad y la lucha contra el absolutismo Las obras de Rgine Pernaud como Qu es la Edad Media?,
del Estado, se d en formas totalitarias o democrtico- Para acabar con la Edad Media, La mujer en el tiempo de las
liberales, han sido siempre uno de los empeos princi- catedrales pueden ser tambin para muchos un descubrimien-
pales de la Iglesia en la poltica. La Iglesia siempre ha to de la verdad social y poltica, cultural y esttica de la Edad
combatido toda forma de absolutismo de Estado, aunque Media cristiana.
se d en formas encubiertas de la democracia liberal. Al El Estado moderno se ha ido formando como un Le-
paso del tiempo, ella ha sido la primera, y a veces la nica, viatn monstruoso a partir del Renacimiento. Desde
en condenar el liberalismo, el nazismo, el comunismo, la entonces ha ido configurando poderes absolutos y totali-
democracia relativista, etc. Siempre ha afirmado la prima- tarios, que arrasan cada vez ms el principio poltico de
ca original de la persona, de la familia y del orden natu- la subsidiariedad. Lutero comienza por someterse a los
ral. Siempre ha procurado la armoniosa colaboracin en prncipes alemanes, las Monarquas nacionales se hacen
poltica de la esfera privada y la pblica. absolutas, los Reyes liberales, a travs de sus ministros
Po XII: Una sana democracia, fundada sobre los inmuta- masnicos, gobiernan para el pueblo (?), pero sin el pue-
bles principios de la ley natural y de las verdades reveladas, blo. El Josefinismo sujeta la Iglesia al Estado. El mundo
ser resueltamente contraria a aquella corrupcin que atribuye del poder poltico se va haciendo cada vez ms oscuro y
a la legislacin del Estado un poder sin freno ni lmites, y que anticristiano: la Revolucin francesa, la dictadura napo-
hace tambin del rgimen democrtico, a pesar de las contra- lenica, los Imperios, las guerras innumerables, el nazis-
rias y vanas apariencias, un puro y simple sistema de absolutis- mo y el fascismo, los horrores de la Unin Sovitica y de
mo (1944, radiom. Benignitas et humanitas 28). Juan Pablo China, y de las naciones que les estaban sujetas, las gue-
II: una democracia sin valores se convierte fcilmente en un rras civiles, las naciones partidas en partidos contrapues-
totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia tos, los partidos internacionales Este Orden mundial
21
Catlicos y poltica
injusto, dirigido por pensadores siniestros, lleva derecha- Los sueos siempre parten de una realidad. Estos sue-
mente al siglo XX, el ms homicida de todos los siglos de os-pesadillas acerca de sociedades sometidas a Poderes
la historia, sin duda alguna, tanto por las guerras como totalitarios tienen de fondo una realidad histrica verda-
por el aborto. dera: el Leviatn, los Estados modernos monstruosos,
Todos los horrores aludidos proceden de errores gra- prepotentes, invasores. En el milenio de la Cristiandad
vsimos en la filosofa poltica. Y puede afirmarse que el estas pesadillas nunca fueron ni siquiera soadas.
abandono de la tradicin poltica y social de la cultura ca- Con el favor de Dios, tendr que seguir con el tema.
tlica conduce al atropello sistemtico del principio de sub-
sidiariedad, y al consecuente surgimiento de la Bestia
poltica moderna, cada vez ms poderosa. Recordar slo
algunos de los pensadores ms influyentes en el totalita-
rismo de la poltica moderna. Comprobaremos as que
los horrores histricos modernos no se producen a pesar
de la doctrina poltica sana, sino a causa principalmente
de doctrinas falsas.
Nicols Maquiavelo (1469-1525), florentino, a quien
se debe el nombre de Estado, en su obra El Prncipe
(1513), separa la vida poltica del respeto a Dios y al or- (103)
den natural, y por medio de la razn de Estado poten-
cia a los gobernantes, quitando lmites a sus decisiones. 6. El intervencionismo de los Estados,
Thomas Hobbes (1588-1679), ingls, en su libro Le- tanto democrticos como totalitarios
viatn (1651), muy contrario a la Iglesia y al cristianis-
mo, es considerado uno de los principales fundadores del Es todo malo en los Estados modernos?
absolutismo poltico moderno. Metafsicamente es imposible que en un ente todo sea malo,
Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), en El contrato pues caera en la nada, sera aniquilado. El mal existe siempre
social (1761), sujeta la persona al Estado por la va del de una forma parasitaria en el bien. Por supuesto que hay cosas
contractualismo poltico. La persona se debe al Estado y que el Estado actual hace bien. Pero aqu trato del principio de
al voto mayoritario, ya que la voluntad general no puede subsidiariedad, y del totalitarismo poltico que se le opone.
errar. Contino considerando el principio de subsidiariedad
Juan Fichte (1762-1814), filsofo idealista, con sus Dis- y el totalitarismo de los Estados modernos que tiende a
cursos a la nacin alemana (1806), est en el origen del suprimirlo. Me fijo sobre todo en los pases desarrollados
nacionalismo germnico, y obras suyas, como Los carac- de Occidente.
teres de la Edad contempornea (1806), dan fundamento El intervencionismo poltico es semejante en los Es-
al Estado totalitario: en nuestra edad, ms que en todo tados totalitarios y en las democracias liberales. Y al
otro tiempo precedente, cada ciudadano, con todas sus parecer esto es ignorado por muchos, tambin por mu-
fuerzas, est sometido a la finalidad del Estado, est com- chos eclesisticos y polticos catlicos. Es necesario co-
pletamente penetrado por l y se ha convertido en su ins- nocer que el espritu del Leviatn poltico viene a ser el
trumento. En esto dice gran verdad. mismo en unos y otros Estados, aunque se encarne con
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (1770-1831) lleva al modalidades diversas. Quiz un Estado abiertamente to-
extremo el absolutismo totalitario del Estado, y con una talitario prohiba, por ejemplo, tener ms de uno o dos
fundamentacin filosfica ms amplia y coherente, viene hijos, y un Estado liberal no se permita una ley semejan-
a identificar al Estado con Dios: te. Pero es posible incluso que los Estados liberales, en
algunos mandatos y prohibiciones, sean an ms
El ingreso de Dios en el mundo es el Estado (Filosofa del intervencionistas que los abiertamente totalitarios.
Derecho, apndice). El Estado es un dios en el mundo, es
decir, un dios inmanente a la realidad social poltica. Todo lo Puede darse en Estados liberales una poltica lingstica opre-
que el hombre es lo debe al Estado, y slamente en el Estado siva, que obliga a aprender un lenguaje regional o a usarlo con
tiene su esencia. Todo valor, toda realidad espiritual la tiene el preferencia al nacional en educacin y comercio, en adminis-
hombre slamente por medio del Estado. El Estado, pues, con- tracin y medios de comunicacin. Puede un Estado liberal re-
siderado como algo divino debe sujetar a l todas las realida- tirar de la enseanza o de la judicatura a quien estime contra
des de la nacin y de cada persona. natura el ejercicio de la homosexualidad, y puede cerrar un ins-
tituto de adopcin que se niega a entregar nios a parejas ho-
Algunas Antiutopas, describiendo situaciones socia- mosexuales. Puede imponer a los padres adoptivos la obliga-
les de control absoluto, alertan contra los Estados to- cin de revelar su condicin al nio cuando cumple los doce
talitarios, comunistas, socialistas, liberales, dictatoriales. aos. Puede imponer en los colegios la educacin mixta, puede
Cito dos slamente. prohibir la actividad escolar con separacin de sexos, y pros-
cribir por traumticos los exmenes de fin de asignatura. Puede
Aldous Huxley (1894-1963), en su obra Un mundo fe- prohibir el tabaco, las corridas de toros, ciertos usos vestimen-
liz (1932), deja a todos los individuos bajo el absoluto tarios correspondientes a algunas minoras y tantas cosas ms.
poder cientfico y conductista de Ford, que los controla En las cuestiones citadas como ejemplo no tiene el Estado por
mediante el soma, alimento-medicina-estimulante. qu suprimir un pluralismo benfico en favor de un uniformismo
Y George Orwell (1903-1950), en su novela 1984 injusto, ideolgico y arbitrario.
(1949), describe el gobierno del Gran Hermano, que sir- El Estado moderno puede imponer su ideologa en los
vindose de una omnipresente polica del pensamiento, ciudadanos no solo por medio de leyes y prohibiciones,
controla la mente y la conducta de todo el pueblo. sino tambin por la poltica de nombramientos, licencias
22
Jos Mara Iraburu
y subvenciones, por las que se potencian unas iniciativas en todo, mucho ms all de sus competencias reales, cau-
y se impiden o dificultan otras. Una Democracia liberal, sa o permite muchos millones anuales de homicidios por
a travs de planes escolares obligatorios, pelculas y se- el aborto y por la pobreza, propugna el matrimonio tem-
ries televisivas financiadas, y por muchos otros medios, poral, el consumismo, el hedonismo, el relativismo, la luju-
puede, por ejemplo, imponer a nios y adolescentes una ria, la anticoncepcin, la homosexualidad, la pornogra-
educacin que estimule la actividad sexual infantil, la mas- fa, la divisin del pueblo en partidos contrapuestos, la
turbacin y la fornicacin, la anticoncepcin y el aborto, lo ruptura con la tradicin nacional, la falsificacin de la
mismo que el aprecio por la homosexualidad y la rebelda historia de la patria, y de este modo promueve la irreli-
ante padres y maestros. De hecho, hay Ministerios o bien giosidad y la apostasa (Vat. II, GS 20). Aquello que el
Institutos de la Juventud en Estados democrticos libera- Catecismo anuncia del Anticristo, cuando dice que ha de
les que vienen a operar como el komsomol de las juven- presentarse bajo la forma poltica de un mesianismo
tudes comunistas en la Unin Sovitica o como la Hitler- secularizado, intrnsecamente perverso (676), se puede
jugend, en las Juventudes hitlerianas del nazismo. Y lo aplicar a los Estados totalitarios y demcrata-liberales.
hacen a veces con mtodos ms eficaces. El Estado moderno nos hace pensar en las Bestias
Por otra parte, no olvidemos que ese intervencionismo polticas del Apocalipsis. Esta preciosa obra del apstol
estatal compulsivo se triplica a veces, cuando es ejercita- San Juan es una teologa de la historia, un libro de con-
do por las autoridades nacionales, regionales y municipa- solacin dirigido a las Iglesias perseguidas por el mundo,
les o bien por las autoridades federales, estatales y loca- y nos muestra con especial claridad cmo la perfeccin
les. Inevitablemente se produce entonces una multipli- de los cristianos fieles se consuma de forma martirial en
cacin innumerable de leyes, normas y reglamentos, y la cruz del mundo secular. A comienzos del siglo XXI no
tambin se genera un cncer burocrtico, siempre en au- es un juicio temerario reconocer una encarnacin ms de
mento, de polticos, secretarios, escoltas, chferes, fun- las Bestias sucesivas del Apocalipsis en esa larga serie de
cionarios, comisiones, institutos, comisiones de control y Estados modernos monstruosos, que usurpan el poder de
policas. Todos ellos sostenidos por los ciudadanos con- Dios y de su Cristo, que niegan y pisotean el orden natu-
tribuyentes, que pagan a sus carceleros. ral, que mandan sobre la mente y la conducta de los indi-
La Bestia liberal es intrnsecamente mala, porque viduos, y que crean un orden social perverso.
prescinde de Dios y del orden moral natural, y afirma, en Podr haber, pues, educacin familiar cristiana o ascesis
la doctrina y en la prctica, la autonoma soberana de la de perfeccin que no ensee a resistir a la Bestia mundana,
libertad. Po XI afirm que el comunismo es intrnseca- negndose a recibir su marca en la frente o en la mano, aunque
mente perverso, y no se puede admitir que colaboren con esa resistencia impida a veces comprar y vender en el mundo
el comunismo, en terreno alguno, los que quieren salvar de (Ap 13,16)? Podrn los cristianos de hoy ser fieles a su voca-
cin y llegar a la bienaventuranza celeste si, viviendo en la Gran
la ruina la civilizacin cristiana (1937, enc. Divini Redemp- Babilonia, ignoran, desoyen o incluso desprecian la voz de Cris-
toris 60). Ha de decirse lo mismo del Estado democrtico to, que les manda: salid de ella, pueblo mo, no sea que os
liberal, mutatis mutandis, pues es totalitario, interviene hagis cmplices de sus pecados y os alcancen sus plagas (Ap
18,4)? No se trata, como dice San Pablo, de salirse de
este mundo (1Cor 5,10), sino de mantenerse dentro de
l, fieles a los pensamientos y caminos de Dios (Is 55,8-
9), bien conscientes de que el vino nuevo del Espritu
Santo ha de guardarse en odres nuevos, en formas nuevas
de vida personal y comunitaria, porque de lo contrario se
pierden el vino y los odres (Mt 9,17).
Pero la muchedumbre de los bautizados munda-
nizados sigue maravillada a la Bestia (Ap 13,1).
No slamente no mira con horror la Bestia moderna
ateizante, cuyas cabezas visibles estn siempre ador-
nadas de ttulos blasfemos (13,1), sino que la si-
gue fielmente en sus pautas mentales y conductua-
les Reforma o apostasa.
Jacques Maritain, en su obra Le paysan de la Garonne.
Un vieux lac sin-terroge propos du temps prsent (Pa-
rs 1966), escriba: la crisis presente tiene muchos as-
pectos diversos. Uno de los ms curiosos fenmenos que
apreciamos en ella es una especie de arrodillamiento ante
el mundo, que se manifiesta de mil maneras. El caso es
que en amplios sectores del clero y del laicado, aunque
es el clero el que da el ejemplo, apenas la palabra mun-
do es pronunciada, brilla un fulgor de xtasis en los ojos
de los oyentes. Palabras como presencia en el mundo, o
mejor an, apertura al mundo, suscitan estremecimientos
de fervor. Por el contrario, todo lo que amenaza recor-
dar la idea de ascesis, de mortificacin o de penitencia es
naturalmente apartado. Y el ayuno est tan mal visto que
ms vale no decir nada de l, aunque por el ayuno se pre-
par Jess a su misin pblica (extractos de pgs. 85-
90).
23
Catlicos y poltica
La Bestia liberal es hoy para los cristianos de Occi- tario o liberal. Hoy la Bestia, aunando poder y dominio,
dente mucho ms peligrosa que la Bestia romana de por la educacin y los medios de comunicacin, por la
los primeros siglos. El mundo moderno, resabiado con- fabricacin inteligente de ideologas y modas, por la di-
tra el cristianismo que ha rechazado, es mucho ms ce- recta administracin econmica de una mitad de la rique-
rrado y hostil al Evangelio. Y mucho ms seductor y pe- za nacional, es infinitamente ms fuerte y seductora que
ligroso. La misma grandeza que adquiri Europa en sus la del Imperio antiguo. Los sbditos del Imperio, segn
siglos cristianos le ha llenado de soberbia, y ahora desde los casos, sentan el peso de la Autoridad romana en im-
sus riquezas econmicas y culturales, desprecia a Cristo puestos, servicio militar, construccin de calzadas y otras
Salvador. Es la infidelidad terrible de Israel, la esposa de obras pblicas y poco ms. Pero las naciones integradas
Yav, tal como la describe Ezequiel 16: Fuiste ma, te en el Imperio, y eran muchas, permaneca libres para pen-
lav con agua, te quit de encima la sangre, te ung con sar y seguir las creencias y costumbres propias de su tra-
leo, te vest con telas preciosas Pero te envaneciste de tu dicin nacional. Por el contrario, el Leviatn moderno
hermosura, y te diste al vicio. Ya se comprende que, en tiene un control incomparablemente mayor sobre la men-
principio, un mundo que abandona a Cristo, que habin- te y la conducta de sus sbditos.
dole conocido, le vuelve la espalda, es mucho peor que Todava los polticos romanos, en algn grado, te-
otro que an no le ha conocido ni recibido (2Pe 2,20-21). nan uso de razn. Cuando los primeros apologistas cris-
El Estado pagano antiguo era religioso, renda cul- tianos Justino, Atengoras, Tertuliano, componan sus
to a los dioses, e incluso persegua a los cristianos por Apologas del cristianismo, an albergaban una cierta es-
ateos. No se complaca, como hoy, en destrozar el orden peranza de que sus destinatarios, el emperador a veces,
natural apreciaba, por ejemplo, la virginidad, el respeto podran atender a razones, deponiendo su hostilidad. Hoy
a los padres y gobernantes, la estima del Derecho, sino es casi imposible creer en la racionalidad de unos polti-
que lo conoca mal y lo realizaba muy torpemente, por- cos que, por ejemplo, reconocen el derecho al aborto o
que todava no era creyente y no saba lo que haca (1Tim que equiparan el matrimonio verdadero con la unin ho-
1,13). Y aunque este mundo del Imperio cayera a veces mosexual.
en el culto al Csar, divinizando una persona humana, no Y es que los poderosos del mundo eran entonces paga-
divinizaba, como ahora, al hombre, reconocindolo como nos, pero no apstatas. Los actuales, en cambio, vienen
seor nico de la creacin la soberana popular, como de vuelta del cristianismo, y saben bien que gracias pre-
diciendo: el mundo es nuestro, slo nuestro, y podemos cisamente a que no creen o a que callan en la poltica su
hacer con l lo que queramos, sin sujecin alguna a los fe en Cristo estn donde estn. Han elegido postrarse ante
dioses. el Prncipe de este mundo, el mismo que le dijo a Cristo:
El Poder poltico era entonces, adems, incompa- te dar todo el poder y la gloria de estos reinos, pues
rablemente menor que el del Estado moderno, totali- todo me ha sido entregado y lo doy a quien quiero. Si t
te postras ante m, todo ser tuyo (Lc 4,6-7). Y ellos se
han postrado ante la Bestia, que ha recibido del diablo
todo su poder y su gloria.
El Imperio romano era una pobre Bestia, compa-
rado con los Estados modernos. El Imperio era para los
cristianos un perro de mal genio, con el que se poda con-
vivir a veces, aunque en cualquier momento poda mor-
der. Pero era poca cosa, comparado con el tigre del Blo-
que comunista o ms an con el len poderoso de los
Estados occidentales apstatas, cifrados en la riqueza y
en una libertad humana abandonada a s misma por el li-
beralismo (Ap 13,2.11). Podemos medir la ferocidad de
cada una de las Bestias citadas; basta apreciar la fuerza
histrica de cada una de ellas para combatir y para vencer
a los santos, llevndolos a la apostasa. Por sus frutos
los conoceris.
La persecucin romana contra la Iglesia se nos muestra hoy
sumamente torpe e ineficaz. Apenas tena fuerza alguna dialc-
tica o seductora. En la mayora de los casos no haca apstatas,
sino mrtires o lapsi (cados), que muchas veces, pasada la
persecucin, se convertan y reintegraban a la Iglesia. Hoy en
cambio, el Dragn infernal, dando poder a la Bestia, combate
mucho ms eficazmente a los que guardan los mandatos de
Dios y tienen el testimonio de Jess (Ap 12,17), y le ha sido
concedido, en medida mucho mayor que en otros siglos, ha-
cer la guerra a los santos y vencerlos (13,7).
Pues bien, ste es el mundo en su versin presente,
apstata y seductor, ante el que tantos cristianos perma-
necen arrodillados, recibiendo su marca, con orgullo y
gratitud, en la frente y en la mano. Por fin el mundo nos
admite a los cristianos. Para ello, sin duda, ha sido preci-
so silenciar o negar una buena parte del evangelio de Cris-
to. Pero ha merecido la pena.
24
Jos Mara Iraburu
La Bestia del mundo moderno ha de ser conocida y ble en los cielos, la tierra y los abismos, y toda lengua proclame
temida, evitada y combatida, siguiendo exactamente las que Jesucristo es Seor para gloria de Dios Padre (Flp 2,9-
normas que nos dieron Cristo y sus Apstoles. Si los in- 11). A l le fue dado el poder, la gloria y el reino, y lo sirvieron
trpretes del Apocalipsis han reconocido generalmente los todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un domi-
rasgos de la Bestia mundana en el Imperio romano y en nio eterno que no pasar, y su Reino no ser destrudo (Dan
7,14; cf. Ap 5,12; 5,13; 11,15).
otros poderes mundanos semejantes de la poca, cmo
nosotros, cristianos del siglo XXI, no descubriremos la Es preciso que l reine, y cuando el universo entero
Bestia diablica en los Estados modernos, empeados en le sea sometido, ser Dios todo en todas las cosas (1Cor
construir una Ciudad sin Dios y tantas veces contra Dios? 15,25-28). Slo el reinado social de Cristo, Rey de las
naciones, puede lograr el bien comn de la humanidad.
Los modernos Estados democrticos liberales son
Las aplicaciones polticas derivadas de este principio po-
monstruosos, pero la mayora no lo advierte. Por eso su drn ser cambiantes en la historia de los pueblos, como
monstruosidad es muy insuficientemente denunciada y veremos, pero el principio doctrinal es indiscutible. Y la
combatida. Todava muchos, tambin entre los catlicos,
misin grandiosa de la Iglesia es extender el Reino de
hacen discernimientos completamente absurdos: noso- Cristo a todos los pueblos. As lo expresaba Benedicto XVI
tros que vivimos en un rgimen de libertad, es incre- en una Jornada mundial de las misiones:
ble que pueda suceder algo tan espantoso viviendo en de-
mocracia No entienden nada. No alcanzan a cumplir Las naciones caminarn a su luz (Ap 21,24). La luz
la exhortacin del Apstol: dos cuenta del momento en de que se habla es la luz de Dios, revelada por el Mesas
que vivs (Rm 13,11). y reflejada en el rostro de la Iglesia. Es la luz del Evange-
lio, que orienta el camino de los pueblos y los gua hacia
la formacin de una gran familia, en la justicia y la paz,
bajo la paternidad del nico Dios. La Iglesia existe para
anunciar este mensaje de esperanza a toda la humanidad.
Ella sabe que su misin es anunciar el reino de Dios. Es-
te reino ya est presente en el mundo como fuerza de amor,
de libertad, de solidaridad, de respeto a la dignidad de
cada hombre, y la comunidad eclesial siente con fuerza
en el corazn la urgencia de trabajar para que la sobera-
(104) na de Cristo se realice plenamente (18-X-2009).
7. Es preciso que reine Cristo Rey Sin m no podis hacer nada (Jn 5,5). Sin la verdad
y la gracia de Cristo ni se salvan los hombres, ni las na-
ciones. Nosotros hemos odo y conocido que ste es el
Le veo a usted un poco ultra. Viva Cristo Rey!
El Seor es Rey, l gobierna los pueblos rectamente. Regi-
r el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad (Sal 95).
Con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Seor
(97). Con los mrtires de Mxico y Espaa, con todos los cris-
tianos de todos los tiempos, proclamad: Viva Cristo Rey!
Llegamos ya al ltimo y al ms importante principio de
la doctrina poltica de la Iglesia, la realeza de Jesucristo.
Es universal, evidentemente, pero limitar mis observa-
ciones a las naciones de filiacin cristiana.
VII. Cristo es el Rey de los reyes de la tierra (Ap
1,5), el Rey de la humanidad. Lo dice el ngel: su Reino
no tendr fin (Lc 1,33). Y lo afirma l mismo: me ha
sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18);
yo soy Rey (Jn 18,37). Es la fe de la Iglesia, que con-
fiesa que Jesucristo subi al cielo y est sentado a la
derecha del Padre. Y de nuevo vendr con gloria para juz-
gar a vivos y muertos, y su reino no tendr fin. Y ahora
ya, en el tiempo presente, vive y reina por los siglos de
los siglos.
Jesucristo es Rey en un sentido metafrico, ya que a la
luz de su verdad han de pensar, caminar y vivir todos los
hombres, porque l es camino, verdad y vida de la hu-
manidad. Pero lo es tambin en un sentido propio, y por
tres ttulos: por ser el eterno Hijo de Dios; por ser el Pri-
mognito de toda criatura, ya que en l fueron creadas
todas las cosas, y todo fue creado por l y para l (Col
1,13-20); y por ser el Redentor de los hombres: l rescat
a la humanidad, cautiva del demonio, y quitando el peca-
do del mundo, la adquiri no con oro y plata, sino al
precio de su sangre (1Pe 1,18-19).
Por su muerte y resurreccin, le fue dado un Nombre sobre
todo nombre, para que al Nombre de Jess, toda rodilla se do-
25
Catlicos y poltica
verdadero Salvador del mundo (Jn 4,42), tanto de las cin de la razn y aportar su propia ayuda para que lo que es
personas, como de los pueblos. Y esa salvacin se refiere justo, aqu y ahora, pueda ser reconocido y puesto tambin des-
no slo a la vida eterna, sino tambin a la vida temporal. pus en la prctica. La Iglesia no puede ni debe emprender por
En ningn otro nombre [sino es en el de Jess] hay sal- cuenta propia la empresa poltica de realizar la sociedad ms
vacin, pues ningn otro nombre nos ha sido dado bajo el justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tam-
poco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justi-
cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salva- cia. Debe insertarse en ella a travs de la argumentacin racio-
dos (Hch 4,12). Cualquiera que espere el bien comn tem- nal y debe despertar las fuerzas espirituales La sociedad justa
poral de las naciones unin, paz, justicia de otras per- no puede ser obra de la Iglesia, sino de la poltica El deber
sonas, partidos, organismos internacionales o sistemas inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad es
polticos reniega de la fe catlica: es un pelagiano, un ms bien propio de los fieles laicos (2005, enc. Deus caritas
apstata. est, extractos 28-29).
Cristo ense a distinguir entre el poder espiritual y As las cosas, ante Cristo Rey slo caben dos opciones,
el poder poltico, verdad ignorada por gran parte de los pues no es posible una neutralidad ambigua. O se le reco-
pueblos antiguos, tambin por Israel. La Iglesia apren- noce como Rey y Seor, o se rechaza su autoridad sobre
di esta verdad no de la Ilustracin, sino del mismo Cris- los hombres. No hay ms opciones. Los que no estn con
to, desde el principio: dad al Csar lo que es del Csar, y l, estn contra l (Lc 15,23).
a Dios lo que es de Dios (Mt 22,21). Y siempre ha predi- 1. Es preciso que l reine sobre personas y pue-
cado esa doctrina, enseando la obligacin de obedecer a blos (1Cor 15,25). Quien cree en Cristo Salvador, y lo
los gobernantes legtimos. reconoce como Rey, ora y procura con toda su alma: ven-
Len XIII, en 1885: Dios ha repartido el gobierno del gne- ga a nosotros tu reino. Sabe bien que el reino de Dios
ro humano entre dos poderes: el poder eclesistico y el poder es justicia y paz y gozo en el Espritu Santo (Rm 14,17).
civil. Ambas potestades son soberanas en su gnero. Cada una Por la fe y por la experiencia histrica sabe bien que en la
queda circunscrita dentro de ciertos lmites, que estn definidos
por su propia naturaleza y por su fin prximo (enc. Immortale
medida en que Cristo reina en la mente y el corazn de
Dei 6; ver 2-9). los hombres, tambin en los gobernantes, se cumple la
voluntad de Dios en la tierra como en el cielo. Y enton-
Vaticano II, 1965: la autoridad civil y la autoridad religiosa,
la comunidad poltica y la Iglesia, aunque por diverso ttulo, ces entra cielo en la tierra: toda clase de bienes espiritua-
estn al servicio de la vocacin personal y social del hombre. les y materiales entran en el mundo presente, en las per-
Este servicio lo realizarn con tanta mayor eficacia, para bien sonas y en las naciones, en la filosofa, la economa, el
de todos, cuanto ms sana y mejor sea la cooperacin entre arte, la vida social y cultural.
ellas (GS 76). Es verdad que el Reino de Dios no vendr en su plenitud
La realeza de Cristo es a un tiempo espiritual y tem- hasta la segunda venida de Cristo en la parusa, al fin de los
poral. El reino de Cristo es principalmente un reino es- tiempos. Pero ya en el tiempo presente queremos los cristianos
piritual de verdad y de amor, de justicia y salvacin, de que Cristo reine ms y ms en las realidades temporales, a fin
gracia y de paz. Cuando algunos judos, entusiasmados de santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el
por sus milagros, quisieron hacerle rey, no lo acept y se mundo (Misal romano, pleg. IV). Si no lo quisiramos y no lo
pretendiramos por la oracin y el trabajo, no seramos cristia-
retir al monte l solo (Jn 6,15). Y a Pilatos le de-clara nos, no podramos rezar el Padrenuestro.
abiertamente: mi reino no es de este mundo (Jn 18,36).
Ni Jess, ni su reino, son de este mundo. Son de arriba, S, es preciso que Cristo reine sobre las naciones, pues
son del cielo (15,19; 17,16). sin su luz y su gracia las naciones no alcanzan su bien
temporal y eterno. Sin embargo, aunque la Iglesia procu-
Pero eso no significa que Cristo no tenga poder tempo-
re la implantacin y el crecimiento del Reino de Cristo
ral, pues la voluntad de Dios ha de hacerse en la tierra
entre los hombres, no pretende imponer una especie de
como en el cielo. Ejercer Cristo Rey su autoridad a tra-
sariah cristiana a una sociedad mayoritariamente no cris-
vs de los poderes polticos que se abran a su influjo,
tiana. Como nos ha dicho Benedicto XVI, ni puede, ni
pues a l le ha sido dado todo poder en el cielo y en la
debe.
tierra (Mt 28,18). l es el Rey de los reyes, y todos los
hombres, tambin los gobernantes, le deben obediencia. 2. No queremos que l reine sobre nosotros (Lc
Por eso la misin principal de la Iglesia es difundir el 19,14). sta es la otra opcin contraria, la que en-camina
Reino de Dios entre los hombres y las naciones; y no slo a las naciones hacia su completa perdicin. Se puede for-
en la intimidad de sus conciencias o de su vida familiar, mular esta actitud en varias claves, hermanas entre s. Pero
sino tambin en todas sus instituciones sociales y polti- todas ellas coinciden en que las sociedades no deben re-
cas, econmicas y culturales. girse por Cristo, pues l es causa de divisin, enfrenta-
Cristo Rey y su Esposa iluminan, fortalecen y ayu- mientos y guerras. Deben regirse por la razn, que es
dan los poderes polticos seculares, y en modo alguno comn a todos los ciudadanos, creyentes o no; deben re-
disminuyen su actividad. Benedicto XVI, para superar los girse por la libertad, por la voluntad general, que no pue-
recelos y suspicacias de los laicistas, as lo advierte con de equivocarse. Racionalismo, naturalismo, liberalismo,
toda claridad: relativismo, comunismo, socialismo, no quieren de nin-
gn modo que Cristo reine sobre los pueblos. La Iglesia
El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea prin- es la nica que lo quiere. La poltica anti-Cristo se apoya en
cipal de la poltica. Un Estado que no se rigiera segn la justi-
cia se reducira a una gran banda de ladrones Pero qu es la otros fundamentos.
justicia? La fe permite a la razn desempear del mejor modo Bto. Po IX: la razn humana, sin tener para nada en cuenta
su cometido y ver ms claramente lo que le es propio. En este a Dios, es el nico rbitro de lo verdadero y de lo falso, del bien
punto se sita la doctrina social catlica: no pretende otorgar a y del mal; es ley de s misma, y basta por sus fuerzas naturales
la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco quiere imponer a para procurar el bien de los hombres y de los pueblos (1864,
los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de Slabo 3: Denz 2903). Puede la poltica, por esta va, legalizar
comportamiento. Desea simplemente contribuir a la purifica- el matrimonio homosexual, el aborto y lo que sea. Puede el
26
Jos Mara Iraburu
poder poltico, abandonado a s mismo, lograr una cierta unani- El desfallecimiento postconciliar de la accin misio-
midad del pueblo en el error y el pecado. nera y poltica es patente. Pero yerra gravemente quien
Juan Pablo II: en la cultura democrtica de nuestro tiempo atribuye ese hundimiento al mismo Concilio. El Vaticano
se ha difundido ampliamente la opinin de que el ordenamiento II ense, como todos los Concilios, la verdad de Cristo:
jurdico de una sociedad debera limitarse a percibir y asumir lo que estimaron conveniente el Espritu Santo y los Pa-
las convicciones de la mayora y, por tanto, basarse slo sobre dres conciliares (Hch 15,28). Son las falsificaciones ma-
lo que la misma mayora reconoce y vive como moral. Segn sivas postconciliares, en materias doctrinales, pastorales
esto, lgicamente, se considera este relativismo como una con- y litrgicas, las culpables de tales desviaciones. A causa
dicin de la democracia, ya que slo l garantizara la toleran-
cia, el respeto recproco entre las personas y la adhesin a las
de ellas, misiones y poltica se han secularizado notable-
decisiones de la mayora, mientras que las normas morales, con- mente en un proceso horizontalista simultneo.
sideradas objetivas y vinculantes, llevaran al autoritarismo y a Misiones. El decreto conciliar Ad gentes impulsa la
la intolerancia (1995, enc. Evangelium vit 69-70). evangelizacin con toda claridad y firmeza. Enva a los mi-
Cardenal Ratzinger: Es verdad que hoy existe un nuevo mo- sioneros como Cristo envi a San Pablo: yo te envo para
ralismo, cuyas palabras claves son justicia, paz, conservacin que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la
de lo creado. Pero, sin los necesarios valores morales esencia- luz, y del poder de Satans a Dios, y reciban el perdn de
les, este moralismo se queda en vaguedades y se desliza, casi los pecados y parte en la herencia de los consagrados
inevitablemente, a la espera poltico-partidista Esta Europa, (Hch 26,18).
desde el Renacimiento, y de modo ms acabado desde la Ilus-
Por eso, si en el tiempo postconciliar ha decado ms y ms la
tracin, ha desarrollado una racionalidad cientfica que, en cierto
accin evangelizadora, hasta el punto de que la beneficencia
sentido, es uniforme para todo el mundo. En la estela de esta
material se hace no pocas veces el fin prevalente y casi nico de
forma de racionalidad, Europa ha desarrollado una cultura que,
las misiones catlicas, nada tiene eso que ver con el Concilio.
de manera desconocida hasta ahora por la Humanidad, excluye
Como deca Juan Pablo II, la misin especfica ad gentes pa-
a Dios de la conciencia pblica, bien negndolo del todo, bien
rece que se va parando, pero no ciertamente en sintona con las
juzgando su existencia no demostrable, incierta y, por tanto,
indicaciones del Concilio y del Magisterio posterior (1990, Re-
perteneciente al mbito de las opciones subjetivas, algo en todo
demptoris missio 2).
caso irrelevante para la vida pblica. En esta mentalidad, si-
gue diciendo, el texto proyectado de la Constitucin europea Poltica. Algo semejante hay que decir de la cesacin
estima que slo la cultura ilustrada radical podra ser consti- casi absoluta de la accin poltica catlica. Este fenme-
tutiva de la identidad europea. Junto a ella pueden coexistir no, profundamente negativo, nada tiene que ver con el
diferentes culturas religiosas con sus respetivos derechos, a Concilio.
condicin de que y en la medida en que respeten los criterios El Vaticano II ense con especial insistencia en muchos de
de la cultura ilustrada y se subordinen a ella (1-IV-2005, Disc. sus documentos que los laicos estn llamados a evangelizar y
Monasterio de Subiaco). saturar de espritu evanglico el orden temporal, de modo que
Estos enormes errores, que pervierten especialmente a su actividad en este orden sea claro testimonio de Cristo y sirva
las naciones antes cristianas, ponindolas en peligro de para la salvacin de los hombres (Apostolicam actuositatem
extincin, son profesados tambin, al menos en la prcti- 2). Hay que instaurar el orden temporal de tal forma que, sal-
ca, por la mayora de los cristianos polticos, de tal modo vando ntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios
que ya no son polticos cristianos. Han asimilado en el superiores de la vida cristiana (7). A la conciencia bien for-
pensamiento, o al menos en la prctica, las doctrinas de mada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en
la ciudad terrena (GS 43). El Concilio ensea incluso que los
los enemigos de Cristo. Y han traicionado a Cristo Rey laicos, como adoradores que en todo lugar actan santamente,
con un agravante: alegan que estn guiados por el Con- consagran el mundo mismo a Dios (GS 34). La frmula
cilio Vaticano II y el actual Magisterio apostlico! consecratio mundi la toma el Concilio de Po XII (5-X-1957,
Aloc. II Congreso Mundial del Aposto-
lado Laico).
Quienes rechazan a Cristo Rey,
gobiernan el mundo sin atenerse a
Dios ni al orden natural. No quie-
ren en modo alguno que la ley divi-
na quede grabada en la ciudad te-
rrena. En cuanto ello es posible, ro-
ban el mundo a Dios, su Creador y
Seor natural, sustrayndolo de todo
influjo de Cristo Rey. Slo se atie-
nen a la razn en el mejor de los ca-
sos, o a la voluntad de la mayora
previamente manipulada, o simple-
mente a sus intereses e ideologas.
Todo este horror se da lgicamente
en ateos y agnsticos.
Pero el horror ms nefasto es que
muchos catlicos, polticos, telogos,
asociaciones apostlicas e incluso ecle-
sisticos, no quieren que Cristo Rey
reine sobre las naciones. En la gran
solemnidad de Jesucristo, Rey del
universo, que culmina el Ao litrgi-
27
Catlicos y poltica
co, resultan increbles ciertas homilas, empeadas en rante quince siglos o ms ha sido historia de la Iglesia y
desengaar a los fieles, que todava creen obstinada- enseanza continua del Magisterio apostlico. Argumen-
mente en Cristo Rey. Estos cristianos-liberales, en ver- tar en defensa de la verdad, primero, con el apoyo de la
sin progre o conservadora, distancindose aos luz del experiencia histrica, y en seguida, con la exposicin de
Vaticano II, propugnan en la accin poltica justamente la doctrina de la Iglesia.
lo contrario de lo que ense el Concilio, fiel a la tradi- La gran Europa fue construda por Reinos confesio-
cin del Magisterio apostlico ante-rior. Cmplices obje- nalmente cristianos, que reconocan a Cristo como Rey.
tivos de los enemigos de Cristo Rey, han preferido regir- Durante el milenio de Cristiandad, ms o menos entre el
se en la vida poltica por los principios democrtico-libe- 500 y el 1500, se form la cultura europea, la que haba
rales, naturalistas y relativistas, considerando que son los de extenderse con mayor universalidad por los cinco con-
ms convenientes para el bien comn del pueblo o para tinentes. Bajo Reyes cristianos, que reinaban por la gra-
su ventaja personal y profesional. cia de Dios, se construyeron las catedrales, y sus bsi-
La Iglesia quiere hoy, como siempre, que Cristo sea des y prticos de entrada estaban siempre presididos por
reconocido como Rey y Salvador, y que todos los hom- el Pantocrator, el Seor del universo, nuestro Seor Je-
bres y naciones caminen a su luz, reconociendo en l la sucristo, Rey de las naciones de la tierra. La filosofa y la
Verdad, el Camino que lleva a la Vida. La Iglesia pide teologa, la vida social y el arte, el derecho, la agricultu-
orante cada da: ven, Seor Jess. Venga a nosotros tu ra, las ciencias, fueron floreciendo un siglo tras otro. Com-
Reino. Y el intento del Apstol, instaurar todas las co- parados aquellos siglos con la poca moderna, hay que
sas en Cristo (Ef 1,10), sigue siendo la norma de la Igle- reconocer que fueron siglos pacficos, incomparablemente
sia catlica. Recientemente Benedicto XVI afirm que el menos blicos y homicidas. El nmero crmenes, de abor-
Pontificado de San Po X ha dejado un signo indeleble en tos y divorcios, de enfermedades psquicas, de adicciones
la historia de la Iglesia, caracterizado por un notable es- a la droga y de suicidios, era incomparablemente menor.
fuerzo de reforma, sintetizada en su lema Instaurare Hubo un tiempo en que la filosofa del Evangelio
Omnia in Christo, renovar todas las cosas en Cristo (18- gobernaba los Estados, afirmaba Len XIII con toda
VIII-2010). verdad. El milenio de la Cristiandad europea fue una rea-
Reforma o apostasa. lidad histrica, y no pocas de sus huellas permanecen vi-
vas y hermosas. Ahora bien, la calidad de un rbol se juz-
ga por sus frutos (Mt 7,16-20).
Hubo un tiempo en que la filosofa del Evangelio goberna-
ba los Estados. Entonces aquella energa propia de la sabidura
cristiana, aquella su virtud divina, haba compenetrado las le-
yes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, impreg-
nando todas las clases y relaciones de la sociedad. La religin
fundada por Jesucristo, colocada firmemente sobre el grado de
honor y de altura que le corresponde, floreca en todas partes
secundada por el agrado y adhesin de los prncipes y por la
tutelar y legtima deferencia de los magistrados. Y el sacerdo-
III cio y el imperio, concordes entre s, departan con toda felici-
dad en amigable consorcio de voluntades e intereses. Organi-
zada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores
a toda esperanza. Todava subsiste la memoria de ellos y que-
El Estado laico dar consignada en un sinnmero de monumentos histricos,
ilustres e indelebles, que ninguna corruptora habilidad de los
adversarios podr nunca desvirtuar ni oscurecer (1885, enc.
Immortale Dei, 9).
La Europa cristiana, bajo Cristo Rey, form los si-
glos ms altos de la historia humana, a pesar de todas
(105) las miserias que en ella se dieron, pues nunca faltarn los
pecadores en este valle de lgrimas. En nuestra poca de
1. La confesionalidad del Estado apostasa predominante, aunque se hayan superado cier-
tos males siempre con impulsos procedentes del cristia-
Defendiendo la confesionalidad cristiana del Estado! Ya nismo, se dan males mayores, y no se alcanzan los gran-
con esto puede usted darse por perdido. des bienes que aquellos Estados confesionalmente catli-
No ser para tanto. Y en todo caso, perdiendo mi vida, al cos consiguieron para la gloria de Dios y el bien comn
afirmar una verdad negada, es como la salvo y ayudo a otros. temporal y eterno de los hombres. Sealo unos pocos li-
Nos quieren hacer creer que la confesionalidad ca- bros que fundamentan con datos ciertos lo que afirmo yo
tlica de los Estados es de suyo mala, o que al menos aqu gratuitamente:
es siempre inconveniente. Pues bien, que digan eso los Rgine Pernaud, Qu es la Edad Media?, Magisterio, Ma-
enemigos de la Iglesia, se entiende. Pero que nos vengan drid 1986, 2 ed.; Dom Prosper Guranger, Jsus-Christ, Roi
hoy unos telogos, unos curas, unos laicos ilustrados, unos de lhistoire, Association Saint-Jrme 2005; Alfredo Senz,
polticos catlicos malminoristas, diciendo que de suyo S. J., La Cristiandad, una realidad histrica, Fund. GRATIS
el Estado confesional es malo, y que encima fundamen- DATE, Pamplona 2005; Francisco Canals Vidal, Mundo hist-
rico y Reino de Dios, Scire, Barcelona 2005; Thomas Woods,
ten su hereja alegando que sa es la enseanza del Con- Jr., Cmo la Iglesia construy la civilizacin occidental, Ciu-
cilio Vaticano II, es algo que no estoy, no estamos, dis- dadela, Madrid 2007; George Weigel, Poltica sin Dios. Euro-
puestos a consentir. Eso equivale a condenar lo que du- pa y Amrica, el cubo y la catedral, Cristiandad, Madrid 2005;
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Jos Mara Iraburu
Luis Surez, La construccin de la Cristiandad europea, Homo- si pensamos en el influjo que en aquel tiempo tienen los
legens, Madrid 2008. prncipes sobre su pueblo.
Y recordemos que, con una u otra forma de gobierno, Recordar algunos nombres. En Bohemia, Santa Ludmila
las naciones de Europa fueron confesionalmente cristia- (+920) y su nieto San Wenceslao (+935). En Inglaterra, San
nas desde el 380 hasta el siglo XIX, al menos. Todava la Edgar (+975), San Eduardo (+978) y San Eduardo el Confesor
Constitucin espaola de 1812, la constitucin liberal de (+1066). En Rusia, San Wlodimiro (+1015). En Noruega, San
Cdiz, vigente por poco tiempo entre todos los espao- Olaf II (+1030). En Hungra, San Emerico (+1031), su padre
les de ambos hemisferios (Art. 1), en su Captulo II, De San Esteban (+1038), San Ladislao (+1095), Santa Isabel
(+1031), Santa Margarita (+1270) y la Beata Ins (+1283). En
la religin, establece que la religin de la Nacin espa- Germania, San Enrique (+1024) y su esposa Santa Cunegunda
ola es y ser perpetuamente la catlica, apostlica, ro- (+1033). En Dinamarca, San Canuto II (+1086). En Espaa,
mana, nica verdadera. La Nacin la protege por leyes San Fernando III (+1252). En Francia, su primo San Luis
sabias y justas (Art. 12). (+1270) y la hermana de ste, Beata Isabel (+1270). En Portu-
Un buen nmero de Reyes cristianos fueron santos, gal, Santa Isabel (+1336). En Polonia, las beatas Cunegunda
y al mismo tiempo fueron hombres espirituales, laborio- (+1292) y Yolanda (+1298), Santa Eduwigis (+1399) y San
sos y prudentes, que gobernaron sus naciones de modo Casimiro (+1484). Tambin son muchos los santos o beatos me-
dievales de familias nobles: conde Gerardo de Aurillac (+999),
excelente, ayudados por Cortes compuestas de clrigos y Teobaldo de Champagne (+1066), San Jacinto de Polonia (+1257),
nobles, pueblo, gremios y representantes de regiones. Santa Matilde de Hackeborn (+1299), Santa Brgida de Suecia
Conviene que la tropa actual de polticos anticristianos y (+1373) y su hija Santa Catalina (+1381), etc.
cristianos malminoristas se enteren de ello. Reyes como Puede decirse, pues, que en cada siglo de la Edad Me-
San Luis de Francia, San Fernando de Castilla y San Es- dia hubo varios gobernantes cristianos realmente santos,
teban de Hungra, fueron incomparablemente mejores que que pudieron ser puestos por la Iglesia como ejemplos
los ms prestigiosos gobernantes de la moderna poltica para el pueblo y para los prncipes seculares. Pero dejan-
sinDios. do ya la historia, vengamos a los argumentos doctrinales.
Recordemos que en la Edad Media fueron muy nume- Y comencemos por el Catecismo de la Iglesia Catlica:
rosos los laicos canonizados por la Iglesia, muchos ms El deber de rendir un culto autntico corresponde
que ahora, sobre todo si descontamos los beatificados hoy al hombre individual y socialmente considerado. sa
a causa del martirio. Eran laicos un 25 % de los santos ca- es la doctrina tradicional catlica sobre el deber moral
nonizados en los aos 1198-1304, y un 27% en 1303-1431 de los hombres y de las sociedades respecto a la religin
(A. Vauchez, La saintet en Occident aux derniers sicles verdadera y a la nica Iglesia de Cristo (Vat. II, DH
du moyen ge, Paris 1981). Y sealemos tambin que entre 1c). Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia tra-
ellos hay un gran nmero de santos y beatos que fueron baja para que puedan informar con el espritu cristiano
reyes y nobles. Y ste es un dato de la mayor importancia, el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructu-
ras de la comunidad en la que cada uno vive
(AA 13). Deber social de los cristianos es respe-
tar y suscitar en cada hombre el amor de la ver-
dad y del bien. Les exige dar a conocer el culto
de la nica religin verdadera, que subsiste en la
Iglesia catlica y apostlica. Los cristianos estn
llamados a ser luz del mundo. La Iglesia mani-
fiesta as la realeza de Cristo sobre toda la crea-
cin y, en particular, sobre las sociedades huma-
nas [se cita aqu: Len XIII, enc. Immortale Dei;
Po XI, enc. Quas primas] (2105).
El Concilio, como vemos, mantuvo expresa-
mente ntegra la doctrina tradicional catlica
acerca del deber moral de los hombres y de las
sociedades, tambin de los Estados, para con la
verdadera religin y la nica Iglesia de Cristo.
Que una nacin concreta est o no en condicio-
nes de cumplir con ese deber moral es una cues-
tin histrica cambiante; y a esa situacin debe-
r la Iglesia ajustarse prudentemente. Pero si un
Estado, por su tradicin y por la condicin reli-
giosa de su pueblo, est en condiciones de cum-
plir con ese deber, debe cumplirlo, segn el Con-
cilio, pues ciertamente favorece as el bien co-
mn temporal y espiritual de la nacin.
Niega la doctrina de la Iglesia quien consi-
dera que de suyo la confesionalidad cristiana
de una nacin es ilcita o siempre inconvenien-
te. Y sin embargo, muy lamentablemente, sta es
hoy la opinin ms comn en los catlicos, pas-
tores, telogos y fieles. Es una tesis falsa, con-
traria a la enseanza del Magisterio tradicional y
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Catlicos y poltica
del Vaticano II. En el Concilio, la Comisin redactora de nalidad cristiana de un Estado slo podra imponerse con
la declaracin Dignitatis human sobre la libertad reli- grandes violencias morales o fsicas, y no podra mante-
giosa, precisando a los Padres conciliares el sentido del nerse: nihil violentum durabile. Sera por tanto grave-
texto que haban de votar, afirm que: Si la cuestin se mente perjudicial tanto para la Iglesia como para la so-
entiende rectamente, la doctrina sobre la libertad religio- ciedad civil. Pero otras formas, en cambio, de colabora-
sa no contradice el concepto histrico de lo que se llama cin pueden ser convenientes, como los Concordatos, los
Estado confesional Y tampoco prohibe que la religin Acuerdos o las leyes que establecen ciertos privilegios
catlica sea reconocida por el derecho humano pblico en favor de la Iglesia. Y tambin aqu, sobre esto ltimo,
como religin de Estado (Relatio de textu emmendatu, se hace preciso verificar una gran verdad negada:
en Acta Synodalia Sacrosancti Concilii Oecumenici Los privilegios de la Iglesia en una nacin cristiana
Vaticani II, Typis Polyglotis Vaticanis, v. III, pars VIII, son lcitos y convenientes. Dar al privilegio un sentido
pg. 463). El Vaticano II, por tanto, no prohibe ni exige la siempre peyorativo es falso, es un error que procede de
confesionalidad del Estado, y su conveniencia depende- otro error: de la mentalidad igualitaria, que en toda dife-
r de las circunstancias religiosas de cada pas. rencia ve injusticia. Privilegium significa simplemente lex
La colaboracin entre el Estado y la Iglesia debe ser privata, una ley que el Estado dispone para un sector de
verdadera y asidua. ste es un principio fundamental de la sociedad. No es fcil, por otra parte, distinguir netamen-
toda la doctrina catlica tradicional. El Concilio Vatica- te entre derechos y privilegios. La misma disposicin le-
no II la ensea as: La comunidad poltica y la Iglesia gal que en un Estado es un privilegio puede en otro Esta-
son independientes y autnomas, cada una en su propio do ser un derecho, si la ley positiva lo reconoce para to-
campo. Ambas, sin embargo, aunque por diverso ttulo, dos los ciudadanos. O por ejemplo, en unos Acuerdos Igle-
estn al servicio de la vocacin personal y social del hom- sia-Estado, en los artculos sobre la enseanza, puede el
bre. Este servicio lo realizarn con tanta mayor eficacia, poder civil reconocer unos derechos a la Iglesia y conce-
para bien de todos, cuanto ms sana y mejor sea la co- derle unos privilegios en orden al bien comn, sin que en
operacin entre ellas, habida cuenta de las circunstan- cada caso sea siempre fcil distinguir lo uno de lo otro.
cias de lugar y tiempo (GS 76c). Esta colaboracin Igle- En todo caso, es justo, equitativo y saludable que se
sia-Estado puede tomar formas constitucionales muy di- concedan derechos o/y privilegios a familias numerosas,
versas. Concretamente, en atencin a las circunstancias discapacitados, viudas de guerra, ciertas minoras tnicas,
peculiares de los pueblos, dice el decreto conciliar Digni- fundaciones y organizaciones benficas, etc., y por su-
tatis human, aunque no se llegue a la confesionalidad, puesto, a la Iglesia. Ciertamente, los privilegios, lo mis-
puede darse a una comunidad religiosa determinada un mo que las leyes comunes, pueden establecerse en for-
especial reconocimiento civil en el ordenamiento jurdico mas injustas y abusivas. Pero la evitacin sistemtica de
de la sociedad (6). privilegios constituira en s misma una grave injusticia,
Es cierto que hoy la confesionalidad del Estado ser porque obligara a dar tratos iguales a personas o grupos
muy rara vez conveniente, dado el pluralismo cultural desiguales. Reconocer derechos propios o conceder cier-
y religioso de las sociedades actuales, y los errores natu- tos privilegios, por ejemplo, al matrimonio y la familia es
ralistas y liberales que han llegado a predominar en ellas. justo y necesario, especialmente cuando la disminucin
Por eso Juan Pablo II, en la exhortacin apostlica Eccle- demogrfica constituye un grave peligro. Dar a la unin
sia in Europa, escribe que la Iglesia no pide volver a homosexual los mismos derechos y privilegios que al ma-
formas de Estado confesional. Y al mismo tiempo deplo- trimonio es una patente injusticia.
ra todo tipo de laicismo ideolgico o separacin hostil El lema, pues, la Iglesia no quiere privilegios; solo
entre las instituciones civiles y las confesiones religio- necesita libertad, aunque suene bien, es una enorme
sas (117). En efecto, fuera de algn caso muy singular estupidez. Es una falsedad y una injusticia. Es perfecta-
la Repblica de Malta, por ejemplo, hoy la confesio- mente justo que la Iglesia disponga en el Estado de cier-
tos privilegios, al menos en nacio-
nes con gran nmero de cristianos
subvenciones, exencin de algu-
nos impuestos, ayudas para la
construccin de templos, etc.. Si
todos los grupos que tienen un ver-
dadero valor social deben ser fa-
vorecidos por el Estado, la Iglesia
es en no pocas naciones la comu-
nidad social ms numerosa y ms
benfica. Esto lo entiende, por
ejemplo, Nicols Sarkozy (La Re-
pblica, las religiones, la esperan-
za, Gota a gota, Madrid 2006), pe-
ro no lo entienden los polticos cris-
tianos malminoristas, una especie
a extinguir.
Por otra parte, el Concilio decla-
ra que la Iglesia no pone su es-
peranza en privilegios dados por
el poder civil; ms an, renuncia-
30
Jos Mara Iraburu
r al ejercicio de ciertos derechos legtimamente adquiri- dad histrica, esa separacin vino de hecho a entenderse
dos tan pronto conste que su uso puede empaar la pure- unas veces como no-colaboracin, y otras como oposi-
za de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exi- cin, es decir, como laicismo. No obstante, se ha ido im-
jan otra disposicin (GS 77e). Es una decisin induda- poniendo entre los catlicos liberales hoy casi todos lo
blemente prudente y necesaria, considerando la situacin son en materias polticas la conviccin de que, dentro
actual de la sociedad y de las instituciones polticas. Pero del pluralismo cultural de las sociedades actuales de Oc-
que no cambia en nada la doctrina catlica sobre la legiti- cidente, hay que promover el Estado laico, rechazando,
midad y posible conveniencia de los privilegios. Sigue la eso s, el Estado laicista. La sana laicidad se contra-
Iglesia considerando que aquellos privilegios ocasional- pone as al laicismo. Pero esta afirmacin ha de ser
mente renunciados, eran derechos legtimamente adqui- precisada en dos puntos principales.
ridos, y en su tiempo positivos y fecundos. Y por supues- 1. El Estado laico nunca se ha propuesto como
to, sigue creyendo que algunos de ellos tambin son hoy ideal en la doctrina poltica de la Iglesia. Y la expresin
justos, necesarios y benficos en determinadas naciones. sana laicidad se ha empleado siempre en contraposi-
Los polticos catlicos debern, pues, procurar hoy cin al laicismo hostil. No ha sido integrada sistem-
para la Iglesia aquellos derechos y privilegios que en ticamente, por medio de encclicas o documentos mono-
su nacin sean convenientes, si es que quieren de ver- grficos importantes, en la doctrina poltica de la Iglesia.
dad que Cristo reine sobre la nacin, aunque sea en for- Ms bien se ha usado de modo ocasional en actos civiles
ma injustamente limitada. Han de conseguir para la Igle- y diplomticos. Pero la doctrina poltica de la Iglesia no
sia y sus miembros condiciones especialmente favorables hay que buscarla en discursos pontificios de cortesa, o
en diversos campos templos y otros locales apropiados, en el saludo a un Presidente, o en la breve alocucin del
colegios y universidades privadas, asociaciones benfi- Papa en un aeropuerto.
cas, fundaciones no lucrativas, ayuda personal y material Como es lgico, sin embargo, los polticos catlicos li-
a pases pobres, actividades familiares educativas y re- berales malminoristas, es decir, casi todos los catlicos
creativas, medios de comunicacin, etc. Un entreguismo polticos, han tomado hoy como bandera el lema: el Es-
derrotista y vergonzante lleva en ocasiones a que, por ejem- tado debe ser laico, pero no laicista. En realidad se es
plo, la Iglesia sea peor tratada por el Estado que ciertos un principio falso, que extingue la actividad poltica de
colectivos minoritarios e ideolgicos. los catlicos, y lleva al pueblo cristianoa una apostasa
Cito un caso penoso y bien significativo. La Democracia Cris- cada vez ms profunda, a travs de la secularizacin pro-
tiana de Italia, en casi cincuenta aos de gobierno, nunca en- gresiva de la sociedad, cada vez ms cerrada a Dios.
contr el momento adecuado para conseguir una ley que finan-
ciara la educacin privada. Y en esta gravsima cuestin no se Po XII, despus de los horrores de la II Guerra Mun-
trataba de conseguir un privilegio, sino un mero y simple dere- dial, en el ambiente esperanzado que trajeron las demo-
cho de los padres a no pagar dos veces para dar enseanza cat- cracias liberales victoriosas, aludi positivamente a una le-
lica a sus hijos; una vez al Estado y otra al Colegio o a la Uni- gtima y sana laicidad de la comunidad poltica (Disc. a
versidad de su eleccin. la colonia de Las Marcas en Roma 23-III-1958). Y en los
Est claro. Los cristianos polticos que no procuran para ltimos decenios, de vez en cuando, aparece la expresin
la Iglesia los privilegios que merece y necesita, tam- en discursos de los Papas, usada siempre, como digo, en
poco consiguen los derechos que se le deben. Ni lo contraposicin al laicismo ideolgico o separacin hos-
intentan. til entre las instituciones civiles y las confesiones religio-
sas (Juan Pablo II, exhort. apost. Ecclesia in Europa 117).
Benedicto XVI, p. ej., al regresar a Roma despus un viaje a
los Estados Unidos, dijo en una Alocucin general (30-IV-2008):
En el encuentro con el seor Presidente, en su residencia, ren-
d homenaje a ese gran pas, que desde los inicios se edific
sobre la base de la feliz conjugacin entre principios religiosos,
ticos y polticos, y que sigue siendo un ejemplo vlido de sana
laicidad, donde la dimensin religiosa, en la diversidad de sus
expresiones, no slo se tolera, sino que tambin se valora como
alma de la nacin y garanta fundamental de los derechos y
los deberes del hombre.
(106) La afirmacin que he subrayado ha de entenderse refe-
rida al ideal de los fundadores, al alma del pueblo o
2. Los Estados laicos son laicistas a sus tradiciones propias, pero ocasionara una cierta
perplejidad si se aplicara a la actual Administracin pol-
Yo, sin ir ms lejos, soy un cristiano laico. tica de la nacin. No podemos ignorar que los Estados
Deo gratias. Eso significa que es usted miembro del Pueblo Unidos, con su potentsimas fundaciones, con las entida-
de Dios (laos Theou, 1Pe 2,10). des nacionales e internacionales que promueve, y tam-
El Estado laico y el Estado laicista. La Iglesia siem- bin a veces con el apoyo y financiacin del Gobierno de
pre ha enseado que el poder religioso y el poder civil turno, encabeza en el mundo la difusin de gravsimos
son distintos, y que ambos deben colaborar asiduamente, males: anticoncepcin, abortos, ideologa del gnero, etc.
pues los dos estn al servicio del hombre y de la socie- Y en este sentido no es un ejemplo vlido de sana laici-
dad. La descristianizacin progresiva de las naciones en dad. En todo caso, el mismo Benedicto XVI, en un dis-
Occidente fue llevando, de hecho primero, y por convic- curso que cito al final de este artculo, nos explica con
cin despus, a estimar la separacin del Estado y de la gran precisin y claridad el verdadero significado de la
Iglesia como un valor positivo. Sin embargo, en la reali- laicidad y de la sana laicidad.
31
Catlicos y poltica
la insensatez ms caracterizada de nuestra
poca consiste en el intento de establecer un
orden temporal slido y provechoso sin apo-
yarlo en su fundamento indispensable, o, lo que
es lo mismo, prescindiendo de Dios; y querer
exaltar la grandeza del hombre cegando la fuen-
te de la que brota y se nutre, esto es obstaculi-
zando y, si fuera posible, aniquilando la ten-
dencia innata del alma hacia Dios. Los aconte-
cimientos de nuestra poca, sin embargo, que
han cortado en flor las esperanzas de muchos y
arrancada lgrimas a no pocos, confirman la
verdad de la Escritura: Si el Seor no constru-
ye la casa, en vano se cansan los albailes
(1961, enc. Mater et magistra 217).
Concilio Vaticano II viene a decir lo mismo:
si autonoma de lo temporal quiere decir que
la realidad creada es independiente de Dios y
que los hombres pueden usarla sin referencia
2. Todos los Estados laicos son laicistas. Don Jos al Creador, no hay creyente alguno a quien se
le escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin
Mara Petit Sull, de grata memoria (+2007; Schola Cordis el Creador desaparece (GS 36).
Iesu, Sociedad Tomista Internacional, catedrtico de Fi-
losofa en la universidad de Barcelona), deca que un Es laicista el Estado laico que reconoce no ms que
Estado laico totalitario o democrtico no puede legis- un Ser supremo en el sentido desta, es decir, en referen-
lar ms que de acuerdo con el principio de que la socie- cia a un dios que existe, pero que no acta para nada en el
dad, que l rige, ha de ser laica. Y esto implica que vela- curso de las realidades histricas. Eso permite al Estado
r para que no se haga presente la religin y la Iglesia en reducir a cero el infujo del Creador en la cultura, las leyes
esta sociedad civil; es decir, procurar un Estado laicista. y la sociedad del mundo que l ha creado y que conserva
en el ser y la vida.
Una sociedad laica no es un terreno comn a creyentes y
no creyentes. El sofisma se reduce a algo tan sencillo como Es laicista el Estado laico que reconoce a Dios, pero
absurdo. Se quiere introducir la idea de que, puesto que la afir- rechaza a Cristo y a la Iglesia, que son para todos los
macin de la existencia de Dios es una opcin no compartida hombres la plena epifana del nico Dios verdadero.
por todos, el terreno comn entre el decir Dios existe y la Es preciso que la concepcin cristiana de la vida y las en-
proposicin Dios no existe es organicemos la sociedad so- seanzas morales de la Iglesia continen siendo los valores
bre la base comn de que Dios no existe. Base comn? No esenciales que inspiren a todas las personas y grupos que tra-
existe una base comn a dos proposiciones contradictorias. Y bajan por el bien de la nacin La libertad humana y su ejer-
la que se ha elegido y se impone es Dios no existe. La pro- cicio en el campo de la vida individual, familiar y social, al
puesta de un Estado laico no laicista es un imposible lgico. igual que la legislacin que sirve de marco a la convivencia en
Todo Estado laico es, por el solo hecho de serlo, un Estado la comunidad poltica, encuentran su punto de referencia y su
laicista, esto es, que tiende sistemticamente a producir una justa medida en la verdad sobre Dios y sobre el hombre (Juan
sociedad laica, esto es, a separar a los hombres de la religin y, Pablo II, al presidente de Argentina 17-XII-1993).
en definitiva, de Dios (Existe un Estado laico no laicista? en
Cristiandad n 882, I-2005). Es laicista el Estado laico que no favorece en la na-
Es laicista el Estado que no cumple las obligaciones cin la vida religiosa. Para que un Estado laico sea lcito
que tiene en referencia a Dios, a Cristo y a la Iglesia, y no basta con que permita y no persiga la religin, pues
que seguidamente enumero. ms all de eso tiene el deber de protegerla y ayudarla.
La doctrina tradicional de la Iglesia en este punto, am-
Es laicista el Estado laico que no cumple el deber de pliamente expuesta (por ejemplo, Len XIII, enc. Immor-
rendir a Dios un culto autntico [como] corresponde al tale Dei 3-9), es reiterada por el Vaticano II: el poder
hombre individual y socialmente (Catecismo 2105). civil, cuyo fin propio es cuidar del bien comn temporal,
Quiz permita la libertad de cultos sin problemas, pero ciertamente, debe reconocer la vida religiosa de los ciu-
en cuanto Estado, se niega a s mismo hasta la posibilidad dadanos y favorecerla (DH 1).
de pronunciar pblicamente el nombre de Dios. Ahora
bien, esta situacin para un San Pablo es inexcusable, Es laicista el Estado laico que no se fundamenta en
por cuanto conociendo a Dios, no le glorificaron como a los principios objetivos de la ley natural, sino que pres-
Dios ni le dieron gracias, sino que se entontecieron en cinde de ella o la niega, viniendo a establecer necesaria-
sus razonamientos, viniendo a obscurecerse su insensato mente en la nacin la dictadura del relativismo. Como
corazn. Trocaron la verdad de Dios por la mentira, y deca Juan Pablo II, una poltica privada de principios
adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, ticos sanos lleva inevitablemente al declive de la vida
que es bendito por los siglos, amn. Por eso Dios los en- social y a la violacin de la dignidad y de los derechos de
treg a las pasiones vergonzosas (Rm 1,19-26). la persona humana (Disc. a los Obispos de Polonia 15-I-
1993). Concretamente, un Estado abortista es un Estado
Es laicista el Estado laico que prescinde de Dios en la
criminal, que permite o favorece el asesinato de cientos
edificacin de la ciudad temporal, como si no existie-
de miles de sus ciudadanos. Y casi todos los Estados mo-
se. Que esta hiptesis oriente sistemticamente la acti-
dernos son abortistas.
vidad poltica es absolutamente inadmisible: es culpable
y ateizante. Un poltico catlico, por muy laico que sea, Hemos comprobado, pues, que los modernos Estados
no tiene derecho a ser un insensato y a llevar su sociedad laicos, por coherencia doctrinal y prctica, no cumplen
por caminos de perdicin. Y como deca Juan XXIII, con ninguna de las condiciones requeridas para una sana
32
Jos Mara Iraburu
laicidad y que por tanto son laicistas.
Dicho en otros trminos: la sana laicidad
no existe, ni puede existir. Esta expresin,
como he dicho, slo tiene un sentido vli-
do para contraponerla al laicismo abierta-
mente hostil a Dios y a su Iglesia. Pero no
sirve para ms. De ningn modo vale como
ideal social cristiano ni como doctrina po-
ltica de la Iglesia.
La doctrina de Benedicto XVI sobre la
laicidad y la sana laicidad, expuesta
en un discurso al congreso de la Unin de
Juristas Catlicos italianos (9-XII-2006),
segn lo que yo conozco, es la ms amplia
y exacta de las formuladas por el Magiste-
rio apostlico.
La laicidad es una palabra que ha
de ser entendida en su historia poltica
real, y no simplemente como un trmino abstracto, al que Esta afirmacin conciliar [GS 36]constituye la base doctri-
nal de la sana laicidad, la cual implica que las realidades
puede darse ste o el otro contenido en forma ideolgica terrenas ciertamente gozan de una autonoma efectiva de la
y arbitraria. De esta conviccin parte la enseanza del esfera eclesistica, pero no del orden moral. Por tanto, a la
Papa: para comprender el significado autntico de la Iglesia no compete indicar cul ordenamiento poltico y social
laicidad y explicar sus acepciones actuales, es preciso se debe preferir, sino que es el pueblo quien debe decidir libre-
tener en cuenta el desarrollo histrico que ha tenido el mente los modos mejores y ms adecuados de organizar la vida
concepto. poltica. Toda intervencin directa de la Iglesia en este campo
La laicidad, nacida como indicacin de la condicin del sim- sera una injerencia indebida.
ple fiel cristiano [laico], no perteneciente ni al clero ni al estado Por otra parte, la sana laicidad implica que el Estado no
religioso, durante la Edad Media revisti el significado de opo- considere la religin como un simple sentimiento individual,
sicin entre los poderes civiles y las jerarquas eclesisticas, y que se podra confinar al mbito privado. Al contrario, la reli-
en los tiempos modernos ha asumido el de exclusin de la reli- gin, al estar organizada tambin en estructuras visibles, como
gin y de sus smbolos de la vida pblica mediante su confina- sucede con la Iglesia, se ha de reconocer como presencia co-
miento al mbito privado y a la conciencia individual. As, ha munitaria pblica. Esto supone, adems, que a cada confesin
sucedido que al trmino laicidad se le ha atribuido una acep- religiosa (con tal de que no est en contraste con el orden moral
cin ideolgica opuesta a la que tena en su origen. y no sea peligrosa para el orden pblico) se le garantice el libre
En realidad, hoy la laicidad se entiende por lo comn como ejercicio de las actividades de culto espirituales, culturales,
exclusin de la religin de los diversos mbitos de la sociedad educativas y caritativas de la comunidad de los creyentes.
y como su confnamiento en el mbito de la conciencia indivi- A la luz de estas consideraciones, ciertamente no es expre-
dual. La laicidad se manifestara en la total separacin entre el sin de laicidad, sino su degeneracin en laicismo, la hostili-
Estado y la Iglesia, no teniendo esta ltima ttulo alguno para dad contra cualquier forma de relevancia poltica y cultural de
intervenir sobre temas relativos a la vida y al comportamiento la religin; en particular, contra la presencia de todo smbolo
de los ciudadanos. La laicidad comportara incluso la exclusin religioso en las instituciones pblicas.
de los smbolos religiosos de los lugares pblicos destinados al Tampoco es signo de sana laicidad negar a la comunidad
desempeo de las funciones propias de la comunidad poltica: cristiana, y a quienes la representan legtimamente, el derecho
oficinas, escuelas, tribunales, hospitales, crceles, etc. de pronunciarse sobre los problemas morales que hoy interpe-
Basndose en estas mltiples maneras de concebir la laicidad, lan la conciencia de todos los seres humanos, en particular de
se habla hoy de pensamiento laico, de moral laica, de ciencia los legisladores y de los juristas. En efecto, no se trata de inje-
laica, de poltica laica. En efecto, en la base de esta concep- rencia indebida de la Iglesia en la actividad legislativa, propia y
cin hay una visin a-religiosa de la vida, del pensamiento y exclusiva del Estado, sino de la afirmacin y de la defensa de
de la moral, es decir, una visin en la que no hay lugar para los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y
Dios, para un Misterio que trascienda la pura razn, para una salvaguardan su dignidad. Estos valores, antes de ser cristia-
ley moral de valor absoluto, vigente en todo tiempo y en toda nos, son humanos; por eso ante ellos no puede quedar indife-
situacin. Solamente dndose cuenta de esto se puede medir el rente y silenciosa la Iglesia, que tiene el deber de proclamar
peso de los problemas que entraa un trmino como laicidad, con firmeza la verdad sobre el hombre y sobre su destino []
que parece haberse convertido en el emblema fundamental de A los cristianos nos corresponde mostrar que Dios, en cam-
la postmodernidad, en especial de la democracia moderna. bio, es amor y quiere el bien y la felicidad de todos los hom-
Por tanto, todos los creyentes, y de modo especial los cre- bres. Tenemos el deber de hacer comprender que la ley moral
yentes en Cristo, tienen el deber de contribuir a elaborar un que nos ha dado, y que se nos manifiesta con la voz de la con-
concepto de laicidad que, por una parte, reconozca a Dios y a ciencia, no tiene como finalidad oprimirnos, sino librarnos del
su ley moral, a Cristo y a su Iglesia, el lugar que les correspon- mal y hacernos felices. Se trata de mostrar que sin Dios el hom-
de en la vida humana, individual y social, y que, por otra, afir- bre est perdido, y que excluir la religin de la vida social, en
me y respete la legtima autonoma de las realidades terrenas, particular la marginacin del cristianismo, socava las bases
entendiendo con esta expresin como afirma el concilio Vati- mismas de la convivencia humana, pues antes de ser de orden
cano II que las cosas creadas y las sociedades mismas gozan social y poltico, estas bases son de orden moral.
de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, apli- Slo bajo el cetro de Cristo Rey es posible la sana
car y ordenar paulatinamente (GS 36). laicidad. Cuando l dice sin m no podis hacer nada,
La sana laicidad se da, pues, slamente si se pro- sus palabras se aplican tanto al perfeccionamiento espiri-
duce un conjunto de condiciones, leyes y actitudes. tual de la persona como al ordenamiento poltico de la
33
Catlicos y poltica
sociedad (Jn 15,5). Y es que el mundo entero est en Combatir a Cristo y a su Iglesia viene siendo el desig-
poder del Maligno (1Jn 5,19), y nicamente Cristo Re- nio fundamental de la Enciclopedia, la Revolucin fran-
dentor tiene poder sobrehumano y divino para liberar al cesa, la masonera, el liberalismo naturalista, el comunis-
hombre y a las naciones de la cautividad del Prncipe [y mo, el nazismo, el agnosticismo relativista de las demo-
dios] de este mundo (Jn 12,31; 2Cor 4,4). El que piensa cracias occidentales. Concretamente, el poder poltico ms
que un Estado laico puede llegar a una sana laicidad sin fuerte e influyente del mundo es el del presidente de los
acogerse a la verdad y a la gracia de Cristo Rey, o es un Estados Unidos, que ha de ser masn o aprobado por la
pelagiano, en el mejor de los casos, o en el peor, un aps- masonera. Todas estas fuerzas anti-Cristo han logrado
tata o simplemente un ateo. hoy organizar grandes complejos internacionales, que ejer-
La Encarnacin es el acontecimiento decisivo de la histo- cen un gran poder sobre las naciones, y que estn mos-
ria; de l depende la salvacin tanto del individuo como de la trando una eficiencia descristianizadora quiz nunca an-
sociedad en todas sus manifestaciones. Si falta Cristo, al hom- tes conseguida. No ignoremos, por otra parte, que su gran
bre le falta el camino para alcanzar la plenitud de su elevacin potencia destructiva de la Iglesia se debe en gran medida
y de su realizacin en todas sus dimensiones, sin excluir la a sus infiltraciones dentro de ella (cf. J. M. Iraburu, De
esfera social y poltica (Juan Pablo II, ngelus 17-III-1991). Cristo o del mundo, Fund. GRATIS DATE, Pamplona
El aborto. Y termino con una referencia a esa concreta 1997, parte VI, Descristianizacin. Conocemos hoy con
realidad extremadamente grave, la matanza de los ino- bastante exactitud cules son los enemigos principales de
centes, organizada y financiada por los ciudadanos con- la Iglesia y cmo actan:
tribuyentes. El diablo es mentiroso y homicida desde el D. von Hildebrand, El Caballo de Troya en la Ciudad de
principio (Jn 8,44): el diablo asegura que existe un de- Dios, Fax, Madrid 1967; R. de la Cierva, Oscura rebelin en la
recho al aborto, y as consigue muchos millones anuales Iglesia, Plaza & Jans 1987; Las puertas del infierno, Fnix,
de homicidios legales. Por eso, cuando comprobamos que Madridejos, Toledo 1995; La masonera invisible, Fnix 2002;
el conjunto unnime de los modernos Estados laicos es J. A. Ullate Fabo, El misterio masnico revelado, Libros Li-
confesionalmente abortista, concluimos que esos Esta- bres, Madrid 2007; Eugenia Rocella - Lucetta Scaraffia, Con-
dos mentirosos y homicidas son diablicos. Son Estados tra el cristianismo. La ONU y la Unin Europea como nueva
anti-Cristo, pues Cristo es el Autor de la vida (Hch ideologa, Cristiandad, Madrid 2008.
3,15). Se da en el Occidente una gran batalla entre el Huma-
nismo naturalista y el cristianismo de la Iglesia Cat-
lica. Se da en Occidente: no en los pases asiticos o
africanos, cuyas culturas cvicas y religiosas no son van-
guardia en el caminar de las naciones. Se da contra la
Iglesia Catlica: ella es para el diablo y los suyos la roca
de sobrehumana fortaleza, que a toda costa es necesario
demoler. El diablo y los suyos no atacan del mismo modo
a las confesiones protestantes, muy debilitadas y vincula-
das a los Estados laicos-laicistas. Y es el humanitarismo
naturalista la nueva religin universal suscitada por las
fuerzas contrarias a Cristo Rey.
(107) Ya hace un siglo, en 1908, Roberto Hugo Benson (1871-1914),
sacerdote catlico, hijo del Arzobispo de Canterbury, primado
3. Los Estados laicos luchan de la comunin Anglicana, en su obra Seor del mundo, hace
contra el Reino de Dios decir a uno de sus personajes: en el mundo actual hay tres
fuerzas: Catolicismo, Humanitarismo y las religiones de Orien-
te. Pero en Europa y Amrica no cabe duda que la lucha est
ndese con cuidado. Esa imagen est tomada de la portada
entre los dos primeros. La Iglesia Catlica es la nica institu-
de un libro.
cin que reclama autoridad sobrenatural, y tiene ahora la adhe-
As es, de un libro de Eugenia Rocella y Lucetta Scaraffia. sin de prcticamente todos los cristianos en quienes queda fe
Les hago publicidad gratuita. sobrenatural. Y el Humanitarismo se est volviendo en s una
Se alan los reyes de la tierra contra el Seor y con- religin, y tiene un credo: Dios es el hombre El mundo se
tra su Mesas: rompamos sus coyundas, sacudamos su est alineando contra nosotros: es un antagonismo organizado,
yugo (Sal 2,2). A esa coalicin mundial de polticos una especie de catlica Anti-Iglesia (trad. L. Castellani, 1958;
Lib. Crdoba, B. Aires 2004, pgs. 13-15; cf. ob. cit. Homo
anti-Cristo se unen beatficamente polticos cristianos e legens, Madrid 2006, 336 pgs.). Esta misma idea haba sido
incluso eclesisticos, que slo aspiran a una sana laici- expuesta por el Bto. Card. Newman (1801-1890) en sus cuatro
dad en un Estado laico. Ellos, tan atentos a los sig- sermones sobre El Anticristo segn la doctrina de los Padres.
nos de los tiempos, no se han enterado todava de que se El argentino Hugo Wast (1883-1962) desarrolla el tema en su
ha alzado contra Cristo Rey y contra su Iglesia una cons- novela 666, y el canadiense Michel OBrien en su obra El pa-
piracin diablica-mundana, que viene desarrollndose dre Elas (Libros Libres, Madrid 2006). En este mismo campo
cada vez con ms fuerza y eficacia desde comienzos del literario habra que recordar autores como Vladimir Soloviev
siglo XVIII. Entonces, los cmplices del diablo forma- (+1900), Len Bloy (+1919) y el padre Leonardo Cas-tellani
ban una minora ilustrada, que atacaba abiertamente, es- (+1981).
candalosamente, a Cristo y a la Iglesia: crasez lInfme Es el demonio quien dirige y coordina las fuerzas
(Voltaire, 1694-1778). Ahora son innumerables, y con anti-Cristo en una gran mafia mundial, que acta con
mayor discrecin y ms eficacia, perfectamente organiza- suma eficacia en la vida poltica, en el mundo de la edu-
dos, van consiguiendo quitar de la humanidad el yugo aplas- cacin, de la sanidad y la cultura, y en los medios de
tante de Cristo, convencidos de que slamente as podr comunicacin. La rpida descristianizacin de las nacio-
darse el desarrollo pleno del hombre y de las naciones. nes de antigua filiacin cristiana no puede explicarse de
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Jos Mara Iraburu
otro modo. La masonera, la ONU, la Unin Europea, la matrimonio homosexual, proyecto parental, ideologa del
UNESCO, el Council Foreing Relations, la UNFPA (Fon- gnero (gender), derecho a la libre eleccin del sexo (cin-
do para la Poblacin de las Naciones Unidas), la IPPF co sexos llegaron a ser tipificados en un Foro preparatorio de la
(International Planned Parenthood Federation), las gran- Conferencia de Pekn), etc. Al mismo tiempo se proscriben o
des fundaciones Rockefeller, Ford, Gates, y muchos otros falsifican trminos como maternidad, virginidad, esposo-
esposa, el estereotipo del matrimonio tradicional.
organismos afines humanitarios, polticos, mediticos, uni-
versitarios, van obrando aceleradamente en las naciones El Humanismo naturalista, basndose en los dere-
una ingeniera de transformacin socio-poltica an- chos del hombre, pretende ser una Religin mundial,
ticristiana. que sustituya la universalidad de la Iglesia Catlica.
Es, pues, un movimiento histrico patentemente anti-Cris-
Y los objetivos sealados por esa poderosa mafia in-
to, mucho ms organizado y eficaz que en el pasado. Es
ternacional se van aplicando en los Estados laicistas con verdad que tambin la Iglesia fundamenta la tica polti-
presiones econmicas y diplomticas prcticamente irre- ca en los derechos del hombre, pero los entiende segn
sistibles. Todos los implicados en la guerra anti-Cristo
la ley natural dada por la autoridad creadora de Dios. Y
operan con una obstinacin persistente y diablica, prin- esto lo viene haciendo no slo a partir del Vaticano II,
cipalmente a travs de numerosas Conferencias peridi- sino tambin en documentos bastante anteriores:
cas internacionales: Nairobi prepara Ro de Janeiro, y lo
que entonces no se logra, se intentar en Viena y en El Po XI, rechazando el comunismo, invoca con frecuencia los
Cairo, ampliando las conquistas en Pekn, y proponiendo derechos de la persona (1937, enc. Divini Redemptoris). Afir-
ma que el comunismo es un sistema que niega los derechos, la
para ms tarde los Objetivos del Milenio, que sern refor- dignidad y la libertad de la persona humana (14). La socie-
zados por otras consignas, como las de Bill Gates y su dad no puede despojar al hombre de los derechos personales
Club de los Billonarios, etc. Avanzan paso a paso, orga- que le han sido concedidos por el Creador, ni imposibilitar ar-
nizadamente, siempre en la misma direccin, contra na- bitrariamente el uso de esos derechos. Es, por tanto, conforme a
tura y anti-Cristo. la razn y exigencia imperativa de sta, que, en ltimo trmino,
El diablo se sirve en su lucha principalmente de pa- todas las cosas de la tierra estn subordinadas como medios a la
labras engaosas. l es el Padre de la mentira (Jn 8,44), persona humana, para que por medio del hombre encuentren
todas las cosas su referencia esencial al Creador. Al hombre, a
y ya en el principio venci al hombre y a la mujer me- la persona humana, se aplica lo que el Apstol de las Gentes
diante las palabras mentirosas (Gn 3). Por eso los que escribe a los corintios sobre el plan divino de la salvacin cris-
bajo su influjo militan anti-Cristo emplean lemas verba- tiana: todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios
les, que sealan una serie de objetivos graduales, de tal (1Cor 3,23) (30).
modo que conseguidos unos, quedan facilitados los si- Por el contrario, el humanismo anti-Cristo fundamen-
guientes. ta en la persona, invocando su autonoma absoluta y so-
La elaboracin del lenguaje mentiroso-homicida se ha reali- berana, toda la tica y todos los derechos humanos. sa
zado especialmente en referencia a la vida sexual, cuya perver- es la proclamacin de los Derechos Humanos de 1789
sin es objetivo preferente para los anti-Cristo. Es significativo reeditada por la ONU en 1948, que Jacques Maritain re-
que la IPPF haya preparado un glosario especial anticoncepti-
vo y abortista. Interrupcin voluntaria del embarazo es ya chazaba, porque no se fundamenta en la ley natural y en
hace tiempo el nombre asptico del aborto. La regulacin mens- Dios, sino slo en el hombre, en la persona humana (Los
trual significa recientemente lo mismo. Educacin sexual y derechos del hombre y la ley natural: Cristianismo y de-
salud reproductiva equivalen a anticoncepcin, aborto, sexua- mocracia, Palabra, Madrid 2001). El humanismo natura-
lidad infantil, adolescente, etc. Y significados igualmente ideo- lista pone precisamente buen cuidado en distanciarse de
lgicos vienen a tener anticoncepcin de urgencia, pldora su origen cristiano. La Unin Europea, por ejemplo, se
del da de despus, pre-embrin, derechos reproductivos, niega cerradamente a reconocer en su Constitucin las
races cristianas de Europa.
La nueva religin mundial de los
derechos humanos, as entendidos, ha
ido implantndose profundamente en
las democracias liberales de los Esta-
dos laicistas. Es una religin natural que
se contrapone a la religin sobrenatu-
ral del cristianismo. Las ONG son hoy
muchas veces asociaciones de fieles.
En algunos lugares se celebran bau-
tismos civiles, y las bodas civiles
van sustituyendo al matrimonio cristia-
no, aunque conserven en buena parte su
forma externa tradicional. Mijail Gorba-
chov, apoyando la Carta de la Tierra
(1994), pretenda que esa nueva tica
mundial, ecologista e interreligiosa, sus-
tituyera los diez mandamientos. Una re-
ligin superior y nica debe sustituir to-
das las religiones de la tierra, depurn-
dolas de cualquier modo de fanatismo
y de aquel dogmatismo que pretende po-
seer la verdad. Por supuesto, la reli-
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Catlicos y poltica
gin ms penalizada es la cristiana, y en particular la Igle- ral de la ONU, habl en su discurso del innegable bien que la
sia catlica, dada su tradicin misionera (Rocella- Organizacin de las Naciones Unidas representa para toda la
Scaraffia, ob. cit. 61). humanidad, y afirm que las Naciones Unidas se han conver-
tido en un elemento insustituible en la vida de las poblaciones y
Todos se juntan contra Cristo y su Iglesia: los Go- en la bsqueda de un futuro mejor para todos los habitantes de
biernos de los Estados ms poderosos y liberales, los or- la tierra (30-IX-2010).
ganismos y fundaciones internacionales que antes he ci-
tado todos se unen en el mismo designio anti-Cristo
con el ecologismo, New Age, etc. y tambin con ciertas
asociaciones catlicas progresistas, que llegan a asumir
sus lemas y objetivos, como si fueran necias aunque pro-
bablemente son algo peor. La unin internacional anti-
Cristo promueve el Parlamento de las Religiones del Mun-
do, reunido por primera vez en Chicago (1993), y no hace
mucho en Barcelona (2004). El libro de Hans Kng Ha-
cia una tica mundial (1994) contribuye tambin a esa
causa. Conferencias, Gobiernos, Foros, Fundaciones (108)
todos hablan mucho ms de la Tierra que de Dios. Herm-
ticamente cerrados a la vida eterna, reservan la mayscu- 4. Los Estados anti-Cristo combaten
la para este mundo visible, World. sobre todo contra la Iglesia Catlica
El mundo de los ricos est al servicio del Anti-Cris-
to. Los Estados liberales laicistas, de modo semejante a Hoy es la fiesta litrgica del arcngel San Miguel.
los abiertamente totalitarios, administran ms de la mi- Arcngel San Miguel, defindenos en la batalla. S nuestro
tad de las riquezas nacionales, ponindolas al servicio amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio.
de su ideologa anticristiana. Cuentan siempre con la asis- Reprmale Dios, pedimos suplicantes. Y t, Prncipe de la mili-
tencia de las Fundaciones nacionales e internacionales cia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satans y
econmicamente ms potentes, que apoyan las causas a los otros espritus malignos que andan dispersos por el mundo
anticristianas contra natura. De ese modo, por ejemplo, para la perdicin de las almas. Amn (Oracin a San Miguel,
los medios de que disponen las organizaciones Anti-Vida compuesta por Len XIII en 1888, que haba de recitarse al
son cien veces mayores que los de las asociaciones Pro- final de las Misas y se rez durante ms de un siglo y medio
Vida, y tambin aqullas superan con mucho a stas en la para proteger a la Iglesia de los ataques del Maligno). No nos
coordinacin eficiente de sus organismos. Y no olvide- vendra hoy mal.
mos en todo esto, por otra parte, que la corrupcin de
polticos y burcratas viene a ser relativamente frecuen-
te cuando ellos administran la mitad de la riqueza nacio-
nal.
Bajo la gua suprema de Satans, prncipe de este mundo, los
Poderosos de hoy, mucho ms que en superar en el mundo la
pobreza extrema, se empean en difundir la anticoncepcin y
el aborto, que han de frenar decisivamente el amenazante cre-
cimiento demogrfico de los Pases pobres. Hoy, por primera
vez en la historia, es posible eliminar el hambre en el mundo.
Pero falta para ello la verdadera voluntad poltica de los gran-
des Poderes mundanos, que de este modo se hacen responsa-
bles principales de las matanzas innumerables de seres huma-
nos a causa del aborto y de la pobreza.
Uso palabras fuertes, las mismas de Cristo y los aps-
toles. El mundo entero yace bajo el poder del Maligno
(1Jn 5,19), y el nico que puede liberarnos de su cautivi-
dad es Cristo Rey: yo he vencido al mundo (Jn 16,33).
Cunta razn tena Len Bloy cuando en su Diario perso-
nal (11-X-1904) declaraba que para sealar el mal con
precisin, con una rigurosa exactitud, es indispensable
exagerarlo (El Invendible, Mundo Moderno, B.Aires
1947, 29). Y ni an as se entera la gente.
Post post. Benedicto XVI, dirigindose a la ONU en otra
ocasin y perspectiva, centr su discurso en la afirmacin de
que los derechos humanos, si no quieren dejar de ser universa-
les, restringir su mbito y ceder a una concepcin relativista,
han de fundamentarse en la ley natural inscrita en el corazn
del hombre, y presente en las diferentes culturas y civilizacio-
nes. Dijo, pues, a la ONU en forma corts, implcita, pero muy
clara, que hiciera exactamente lo contrario de lo que viene ha-
ciendo, especialmente en los ltimos decenios (18-IV-2008)
Pero no todos piensan en la Iglesia lo mismo que l. El Seor
Arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relacio-
nes de la Santa Sede con los Estados, en la 65 Asamblea gene-
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Jos Mara Iraburu
Contino con el mismo tema del artculo anterior. El aborto. Recin constituido presidente, en 2009, Obama
La persecucin contra Cristo y su Iglesia arrecia levanta la prohibicin de financiar organizaciones que promue-
fuertemente en los ltimos aos. Es un hecho cierto que ven el aborto. Y con su Secretaria de Estado, Hillary Clinton,
elige los derechos reproductivos, que incluyen el aborto, como
en el Occidente antes cristiano se alan los reyes de la una de las prioridades de su gobierno. En ese ao publica la
tierra contra el Seor y contra su Mesas: rompamos sus UNESCO, con UNICEF, OMS y el Fondo de Poblacin de la
ataduras, sacudamos su yugo (Sal 2,2). No es casuali- ONU, unas Directrices Internacionales para la Educacin
dad que ciertas leyes psimas, con pocos aos de diferen- Sexual, mentalizando ya a los nios desde los cinco aos en la
cia, copiadas unas de otras, se vayan aplicando en las di- ideologa del gnero y en la normalidad de la homosexualidad.
versas naciones, siguiendo incluso un orden semejante. Manuales difundidos por distintos Estados siguen la misma
Se alan los poderosos de la tierra ONU, Unin Euro- orientacin, incitando y adiestrando a nios y adolescentes para
pea, organismos mundiales, Bancos, Fundaciones inter- la masturbacin y la fornicacin hetero u homosexual. El presi-
dente Obama, poco despus de su eleccin, recibe el Premio
nacionales, como Rockefeller, Soros, Gates, MacArthur, Nobel de la Paz (!).
Ted Turner, grandes firmas tambin internacionales, como
Kodak, American Airlines, Apple, Toyota, Playboy, CNN,
Sony, cadenas de prensa, universidades, y forman un
Gobierno mundial que va imponiendo sus normas a los
Gobiernos nacionales, limitando cada vez ms su sobe-
rana propia. A travs de presiones diplomticas, econ-
micas y mediticas, premia con ayudas generosas a quie-
nes le obedecen, al mismo tiempo que condena y castiga
a los Gobiernos que le resisten; y son muy pocos los que
se atreven. Es indudable que esos dominadores del mun-
do, como a veces lo han dicho ellos mismos, pretenden
llegar a un Nuevo Orden Mundial, con una Autoridad su-
prema controlada por ellos. Y el que no cree que esto sea
verdad, sino que piensa que se trata de conspiraciones
inexistentes, o es tonto o est engaado por el diablo, pa-
dre de la mentira.
Las polticas anti-Cristo logran implacablemente
nuevas conquistas en los ltimos decenios. Y son tan-
tos en la Iglesia los pastores y laicos que parecen no ente-
rarse o no querer enterarse Cuando tan poco hablan de
ello, ser que no se han enterado, pues de la abundancia La igualdad de gneros, de religiones, de todo. La Comi-
sin europea de los derechos humanos quiz la peor de la Unin
del corazn habla la boca (Mt 12,34). Recordar, pues, Europea exige al Gobierno de Grecia que elimine la prohibi-
sin mucha precisin, un conjunto de datos significativos. cin, formulada en ley del ao 1045, de que las mujeres visiten
Advirtase en ellos que el diablo y los suyos atacan jun- el monte Athos, porque viola la igualdad de gneros y la libre
tamente a la naturaleza y a la gracia, a la Creacin y a la circulacin de los ciudadanos. Recrimina agriamente a los pa-
Redencin; son contra-natura y anti-Cristo. El diablo, so- ses de Europa que privilegian una religin Dinamarca, Finlan-
cavando el orden natural, estropea ms fcilmente el mun- dia, Grecia, Italia, Espaa, Suecia y Reino Unido, exigindo-
do de la gracia. El sabe, por ejemplo, que la degradacin les la derogacin de tales estatutos. Con relativa frecuencia, tex-
de la razn favorece mucho la perversin de la fe: tos oficiales de la ONU, de la Unin Europea y de grandes or-
La destruccin de la familia, despus del ateismo terico o ganismos internacionales dan como un hecho que las religiones
prctico, es quiz el peor de sus objetivos: divorcio rpido, anti- monotestas son causas de extremismos y de guerras. Slamente
concepcin y aborto, incluso en adolescentes, igualdad de unin la religin de los derechos humanos puede promover en el mundo
homosexual y matrimonio, ideologa del gnero, desprecio de la unidad y la paz, creando un Nuevo Orden Mundial.
la familia tradicional En el Reino Unido la BBC prohibe Es un continuo noticiario anti-Cristo y contra natura,
hablar de padre y madre en sus programas, y el Ministerio que va aumentando en atrevimiento y efectividad. Van
ingls de instruccin aconseja lo mismo en la escuela pblica muy deprisa y no es fcil prever hasta dnde llegarn sin
para evitar la discriminacin de ciertos nios. Tambin en las tardar mucho. Podrn los misioneros, prrocos y misio-
cartillas familiares de Espaa se sustituyen los nombres provo- neros predicar el Evangelio? Se permitir a los padres
cativos padre y madre por los ms discretos progenitor A y educar a sus hijos en sus criterios, si son contrarios a los
progenitor B.
derechos de anticoncepcin, aborto y vida gay? Exi-
La homosexualidad activa. Amenaza de multa, despido o girn que la Biblia slamente se edite expurgada de sus
crcel a cualquiera que pblicamente ponga en duda la natura-
lidad de la homosexualidad, sea juez o sacerdote, maestro o
errores contra los derechos humanos? Eliminarn la
periodista. Cierre de Fundaciones benficas dedicadas a la adop- clausura monstica invocando el derecho al libre despla-
cin, si no entregan nios a parejas homosexuales. El presiden- zamiento?
te Barak Obama establece en Estados Unidos el mes del orgu- El Gobierno mundial anti-Cristo ataca principal-
llo lsbico, gay, bisexual y transgnero: hay que seguir avan- mente a la Iglesia Catlica. Apenas muestra hostilidad
zando paso a paso, ley por ley, cambiando cada conciencia. hacia el protestantismo: ve, por ejemplo, en el Reino
Nombra a Kevin Jennings, un gay activista radical, como pro- Unido como perfectamente normal que la Reina sea ca-
motor en las escuelas pblicas de clubs homosexuales (GSLEN).
A esta cruzada pro-gay, encabezada por la Human Rights
beza de la Iglesia anglicana, y que la Cmara de los
Campaign, se unen poderosas Fundaciones y empresas interna- Lores est integrada por Lores temporales y por Lores
cionales. Sony promueve el MTV Gay Channel. El Parlamento espirituales, 26 Obispos lo que de ningn modo tolera-
Europeo condena una ley de Lituania que prohibe promover las ra en un pas catlico. Tampoco ataca de frente a las
relaciones homosexuales entre menores de 18 aos. leyes de las naciones islmicas, lo que no deja de ser una
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Catlicos y poltica
prudente medida. Centra en cambio sus denuncias y agre- en tal ciudad y a los otros en otra, y as por todo el mun-
siones contra la Iglesia catlica, sabiendo que es su prin- do, no dejando provincias, lugares, estados ni personas
cipal y casi nica antagonista. Las campaas mediticas algunas en particular (Ejercicios espirituales 141). Y lo
para desprestigiar a la Iglesia, al Papa, a todo lo que sea mismo hace el Seor con el ejrcito de los buenos (145).
catlico, son incesantes. El mismo diario New York Ti- Ya trat de este tema en un artculo anterior (19).
mes, por ejemplo, que en 2009 da como noticia que un La batalla se da simultneamente en la poltica, en Uni-
cuarto de siglo antes un sacerdote franciscano tuvo una versidades y centros educativos, en Editoriales y medios
relacin consensuada con una mujer de la que naci un de comunicacin, en prensa, televisin, internet, cine y
hijo (16-X-2009) cosa que jams hace con ministros de radio, en el mundo de la educacin, de la sanidad y del
otras religiones, se niega a publicar una nota del Arzo- arte, de la moda y de la cancin. Y los ms peligrosos
bispo de Nueva York, que se ve reducido a publicarla en combatientes, sin duda, son los que estn dentro de la
su blog personal. Iglesia, las innumerables herejas y cismas (39), pa-
La tica mundial de los derechos humanos pretende tentes o encubiertos, que hay y perduran dentro de ella,
sustituir la religin cristiana, y en sus combates cultu- colaborando con el Enemigo.
rales y polticos los anti-Cristo centran su lucha contra Es una guerra tan global y tan fuerte que no admite,
la Iglesia Catlica. Es bien comprensible, por la gran in- especialmente para los polticos catlicos, ninguna cau-
ternacional de la Iglesia Catlica y por la unidad firme de telosa actitud equidistante. (cf. Bruno Moreno, Campos
sus doctrinas. Eugenia Rocella y Lucetta Scaraffia renen de la batalla moral). Los partidos malminoristas de ins-
en un libro un buen nmero de datos que fundamentan la piracin cristiana no tienen ante la Bestia liberal ms fuer-
afirmacin anterior: za que la de un gatito necesitado de afecto. El cristiano
Los organismos internacionales ms importantes han produ- que aspire a un espacio poltico laico, pero no laicista,
cido una sacralizacin de los derechos humanos, entendidos muestra una ingenuidad que no slamente se aproxima a
sin Dios, han formado una especie de pensamiento nico ante la estupidez ms profunda, sino tambin quiz a la com-
el cual deberan desaparecer todas las dems formas cultura- plicidad con el diablo. Rocella y Scaraffia narran una anc-
les, incluidas las religiones tradicionales. Las religiones son dota muy elocuente:
en realidad las formas culturales e institucionales ms demoni- El presidente Bush, tras el perodo duramente abortista de
zadas por los organismos internacionales, porque son conside- Clinton, deniega ayuda financiera de los Estados Unidos a las
radas como enemigas del pensamiento nico de los derechos. organizaciones proabortistas, volviendo a una poltica ya dicta-
En particular, la Iglesia catlica es considerada enemiga prin- da por Regan. De este modo entidades muy importantes, como
cipal, ya que es una de las instituciones que con mayor claridad la UNFPA (agencia de la ONU para la poblacin) o la IPPF
se rebela contra la religin de los derechos, y la ms impor- (federacin internacional de planificacin familiar), quedan brus-
tante por su gran prestigio internacional. Es una tica [la de los camente desfinanciadas. Pero inmediatamente interviene la Co-
derechos humanos] que tiende a configurarse como una reli- misin correspondiente de la Unin Europea, acordando suplir
gin que comprende y supera a todas las dems, y que debera este vaco con 32 millones de euros para UNFPA y 10 para
garantizar el progreso universal y la convivencia pacfica de IPPF. La decisin de suplir con fondos europeos la fallida fi-
cualquier forma de diversidad. La imposicin de esta utopa a nanciacin estadouniense fue tomada por la Comisin presidi-
los pases del Tercer Mundo parece constituir el objetivo prin- da por el catlico Romano Prodi, sin objeciones pblicas del
cipal de la actividad de muchas organizaciones internacionales, presidente (ob. cit. 100). Este poltico, que fue primer minis-
y condiciona ayudas financieras y relaciones diplomticas tro de Italia y presidente de la Comisin Europea, declaraba
(Contra el cristianismo. La ONU y la Unin Europea como modestamente al diario la Repubblica: con el pudor que es
nueva ideologa, Cristiandad, Madrid 2008, extractos 11-14). necesario en los asuntos religiosos, no he escondido nunca que
Marcello Pera, ex presidente del Senado de Italia, defendien- soy catlico y nunca me he sentido perseguido (1-XI-2004).
do de una campaa mundial denigratoria al Papa Benedicto XVI,
advierte que en el fondo la guerra del laicismo contra el cris-
tianismo es total. Y aade que a esa batalla se unen algunos
cristianos, telogos frustrados y cardenales en crisis de fe
(Corriere della Sera 24-III-2010). Lo que alcanza a ver Pera, in-
telectual y poltico no catlico, no lo ven porque no lo quieren
ver tantos catlicos
Los verdaderos polticos cristianos han de saber que
la neutralidad es hoy imposible en la vida poltica,
como no sea hacindose cmplices del mal. El que no
est conmigo est contra m (Lc 11,23). Si me persi-
guieron a m, tambin a vosotros os perseguirn (Jn
15,20). Os envo como ovejas entre lobos (Mt 10,16).
Slo hay, pues, dos alternativas: o la Ciudad temporal se
edifica sobre roca o sobre arena. O se siembra trigo con
Cristo en el campo del mundo o se siembra cizaa con el
diablo. Hay dos bloques enfrentados, y el mundo diabli-
co no queremos que l reine sobre nosotros (Lc
19,14), y el mundo cristiano venga a nosotros tu Rei-
no, no van a llegar jams a un acuerdo de paz. Como
dice el Vaticano II, la batalla entre los hijos de la luz y los
de las tinieblas se da a travs de toda la historia huma-
na (GS 13b; cf. 37b). Son las dos banderas enfrenta-
das de San Ignacio de Loyola: el diablo jefe hace llama-
miento de innumerables demonios y los esparce a los unos
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sa es la verdad. Los catlicos liberales no slamente les son? Podremos suponer su accin siniestra all donde
no son perseguidos por las fuerzas polticas anti-Cristo, la negacin de Dios se hace radical, sutil y absurda; don-
sino que son especialmente estimados y promovidos por de la mentira se afirma, hipcrita y poderosa, contra la
esos poderes malignos, pues saben bien que son sus prin- verdad evidente; donde el amor es eliminado por un egos-
cipales colaboradores en la descristianizacin del mun- mo fro y cruel; donde el nombre de Cristo es impugnado
do. Por el contrario, un poltico catlico como el intelec- con odio consciente y rebelde; donde el espritu del Evan-
tual Rocco Butiglione, cuando va a ser nombrado Comi- gelio es mistificado y desmentido; donde se afirma la des-
sario europeo de Seguridad, Libertad y Justicia, es veta- esperacin como ltima palabra (15-XI-1972) Es in-
do por el Parlamente Europeo al publicarse unas declara- dudable que actualmente se dan estas seales de la ac-
ciones suyas favorables al matrimonio y la familia, y con- cin del diablo.
trarias a la naturalidad de la homosexualidad. Juan Pablo II, 1985, en su Carta a los jvenes en el Ao Inter-
La batalla entre la Iglesia y el humanismo liberal es nacional de la Juventud, deca: Conviene mostrar constante-
un combate contra el diablo, contra los dominadores mente las races del mal y del pecado en la historia de la huma-
de este mundo tenebroso, contra los espritus malos nidad, como Cristo las mostr en su misterio pascual de Cruz y
(Ef 6,12). Lo sabemos porque Cristo lo revel claramen- Resurreccin. No hay que tener miedo de llamar por su nom-
bre al primer artfice del mal: el Maligno. La tctica que l usa
te en el Evangelio, y tambin nos ense a discernir las consiste en no revelarse, a fin de que el mal, sembrado por l
seales de la presencia y de la accin del diablo. Por eso desde el principio, reciba su desarrollo por parte del hombre,
aquellos catlicos, concretamente pastores y polticos, que de los sistemas mismos y de las relaciones interhumanas, entre
ignoran esa realidad y sus seales, no entienden nada de clases y naciones (31-III-1985).
lo que pasa hoy en le mundo, y lgicamente no pueden Qu hemos de hacer? Lo primero de todo es creer
dar ningn combate eficaz contra un enemigo que igno- que slo Cristo Rey puede dar a las naciones del mundo
ran. No lograrn ninguna victoria para el Reino de Cris- amor y justicia, unidad y paz. Y que para conseguirlo,
to, pues ni siquiera entablan los buenos combates de la como veremos, es necesario orar (IV) y laborar (V).
fe (1Tim 6,12).
El Beato Cardenal Newman, a fines del siglo XIX, vea ya
con toda claridad el designio de diablo para sustituir o blo-
quear la religin mediante un humanismo naturalista: nunca
ha habido una estratagema del Enemigo ideada con tanta in-
teligencia y con tal posibilidad de xito [contra el cristianis-
mo]. Y ya ha respondido a las expectativas que han aparecido
sobre la misma. Est haciendo entrar majestuosamente en sus
filas a un gran nmero de hombres capaces, serios y virtuosos,
hombre mayores de aprobados antecedentes, y jvenes con una
carrera por delante (disc. al recibir el capello cardenalicio
12-V-1879). Pero cuntos hoy en la Iglesia, pastores y fieles,
telogos y polticos catlicos, no alcanzan a ver lo que el Beato
Newman vea hace ms de un siglo, cuando las fuerzas del Ene-
migo eran mucho menores que ahora. IV
En los ltimos tiempos son los Papas quienes de-
nuncian que es el diablo quien dirige los ataques con-
tra la Iglesia en la vida social y poltica, en el mundo de
la cultura y de la religin. En todos los siglos el diablo ha Venga a nosotros tu Reino
combatido contra la humanidad, queriendo perderla; pero
sobre todo desde hace un siglo los Papas, con muy esca-
sos apoyos en los decenios recientes, han atribuido el lado
oscuro de nuestro tiempo al influjo diablico.
San Po X, 1903: es de temer que esta perversin de los ni-
mos sea una especie de antelacin de los males que son previs-
tos para el fin de los tiempos, y que ya habite en este mundo el (109)
hijo de la perdicin de quien habla el Apstol (2Tes 2,2). Con 1. Queremos que Cristo Reine en el mundo
suma osada, con gran furor, es atacada en todo lugar la piedad
religiosa, son negados los dogmas de la fe revelada, se intenta
obstinadamente suprimir y eliminar toda relacin entre el hom- Perdone, pero no ser una ingenua pretensin ensear qu
bre y Dios (enc. Supremi apostolatus cathedra 5). debemos hacer los cristianos hoy en la poltica?
Po XI, 1937: por primera vez en la historia, asistimos a El tema, ciertamente, es muy complejo y difcil; pero yo in-
una lucha framente calculada y arteramente preparada por el tentar exponerlo, con el favor de Dios y confiando en las ora-
hombre contra todo lo que es divino (2Tes 2,4) (enc. Divini ciones de los lectores.
Redemptoris 22). Creo que hasta aqu he podido tratar del tema Catlicos
Po XII, 1950: este espritu del mal pretende separar al y poltica con un cierto orden; pero el campo en el que
hombre de Cristo, el verdadero, el nico Salvador, para arrojar- ahora entro no lo va a permitir. En muchas cuestiones
lo a la corriente del atesmo y del materialismo (radiom. Nous habr de pasar de la seguridad doctrinal a la opinin pro-
vous adressons). bable. Por otra parte, son innumerables las diversas ac-
El papa Pablo VI, que reconoca el humo de Satans ciones polticas que al servicio del bien comn han de ser
introducido dentro de la misma Iglesia (29-VI-1972), vea realizadas por unos y por otros catlicos, segn vocacio-
tambin la accin diablica en el mundo actual. Exis- nes y circunstancias. Todo ello hace imposible una clasi-
ten seales de la presencia de la accin diablica, y cu- ficacin ordenada y aceptable.
39
Catlicos y poltica
La necesidad de una Autoridad mundial que pro- Slo Cristo Rey, verdad, camino y vida, puede re-
cure la paz y la colaboracin entre los pueblos ha sido gir sin violencia a todas las naciones de la tierra (Jn
sugerida en varias ocasiones por los ltimos Papas. El 14,6), slo l puede ensear y establecer una verdad uni-
desarrollo ms amplio del tema lo hizo, segn creo, Juan versal, perfectamente conforme con la naturaleza huma-
XXIII al iniciarse el Concilio (11-X-1962), en la enccli- na y con el plan de Dios creador y conservador del hom-
ca Pacem in terris (11-IV-1963, 130-145), meses antes bre. Slo l puede establecer unas normas de vida social
de morir (3-VI-1963). que, con la ayuda de la gracia, sean aceptables sin violen-
La argumentacin en favor de una Autoridad nica mundial cia por todos los hombres, pueblos y culturas. se vino a
es perfecta. La ciencia y la tcnica han acrecentado sobremane- ser el mensaje central del discurso de Benedicto XVI a la
ra la interdependencia de las naciones en la economa, la cultu- ONU (18-IV-2010). Ninguna otra Ley, que no sea la de
ra, la paz y en todos los aspectos (130). Ningn pas puede hoy Cristo, tiene la plenitud de verdad necesaria que la haga
desarrollarse en forma autnoma (131). Las relaciones que ha- vlida para todas las naciones y civilizaciones.
ba entre las naciones antiguamente hoy en modo
alguno son suficientes (133-135). Toda la familia
humana, participando de una misma naturaleza
(132), necesita una mayor unidad. Y as como el
orden moral exige una autoridad pblica para pro-
mover el bien comn en una sociedad civil (136),
de modo semejante hoy el bien comn de todos
los pueblos plantea problemas que afectan a todas
las naciones, y como semejantes problemas sola-
mente puede afrontarlos una autoridad pblica cuyo
poder, estructura y medios sean suficientemente
amplios y cuyo radio de accin tenga un alcance
mundial, resulta, en consecuencia que, por imposi-
cin del mismo orden moral, es preciso constituir
una autoridad pblica general (137).
Un Gobierno mundial habra de ser establecido
por un acuerdo general (138). Y deber proteger
los derechos de la persona humana (139), respe-
tando siempre el principio de subsidiariedad (140-
141). Termina el Papa aludiendo a la ONU (1945) y a la Decla- Por eso solamente Cristo es el Seor y el Salvador del
racin de los derechos del hombre (1948). Aunque ciertas cues- mundo: de los hombres y de las naciones (1Jn 4,14; cf.
tiones han suscitado algunas objeciones fundadas, deben con- Jn 3,17). En ningn otro Nombre hay salvacin (Hch 4,12).
siderarse un primer paso introductorio para el establecimiento Y por otra parte, el destino cierto e incambiable de la hu-
de una constitucin jurdica y poltica de todos los pueblos del manidad es precisamente congregarse bajo su cayado:
mundo (144). Ojal llegue pronto el tiempo en que esta Or- habr un solo rebao y un solo pastor (Jn 10,16). A su
ganizacin pueda garantizar con eficacia los derechos del hom- luz caminarn las naciones (Apoc 21,24). Todas las
bre (145).
naciones vendrn a postrarse en su presencia (15,4).
Pero hoy una autoridad poltica mundial no seria
El Magisterio apostlico ha mantenido siempre en
posible ni conveniente. La enseanza de Juan XXIII, rei-
alto las esperanzas histricas de la Iglesia. Lo vimos
terada posteriormente como en el Vaticano II, al tratar
ya en otros artculos anteriores (19), (20) y (21). Pero a
de la paz y de la evitacin de guerras (1965, GS 82), en
los textos entonces aducidos, aadir aqu algunos otros.
principio tiene un valor doctrinal indiscutible; pero en la
prctica, su aplicacin no es hoy posible ni conveniente. Len XIII (1902, enc. Annum ingressi) describe con toda
precisin la persecucin del mundo que hoy sufre la Igle-
No es posible lograr ese acuerdo general de las na-
sia, y las terribles consecuencias que esa agresin a Cris-
ciones. Las grandes dificultades habidas para lograr una
to tiene en las sociedades (3-15). Muestra los previsibles
Constitucin slamente para Europa nos ayudan a imagi-
fracasos de todos los remedios polticos intentados sin-
nar las que habra para dar una Constitucin nica para
Cristo o contra-Cristo (16-18). Seala a la masonera
todas las naciones. Ni si quiera en cuestiones que son ob-
como el principal de los influjos malficos (26; cf. 1884,
vias y al mismo tiempo de la ms extrema gravedad, como
enc. Humanum genus). Y de ese diagnstico verdadero,
la legislacin sobre el aborto, puede esperarse un acuer-
deduce el Papa la medicina realmente sanante: la salva-
do mnimo. No es, pues, posible lograr una Constitucin
cin temporal y eterna de las naciones est slo en Cristo
universal..
y en su Iglesia.
Y tampoco es conveniente ese Gobierno mundial. Si El mundo que se ha substrado a la vivificante eficiencia del
esa Autoridad suprema se estableciera, tendra que fun- cristianismo se ha hundido por la apostasa en males innume-
darse en uno de estos principios: 1.bajo la realeza de rables, y debe retornar al seno del cristianismo si quiere el
Cristo, 2.bajo el imperio universal del derecho natural, bienestar, la paz, la salud. Si [la Iglesia] transform los pueblos
el ius gentium, o 3.o bien bajo los ideales naturalistas, paganos, hacindoles pasar de la muerte a la vida, sabr igual-
relativistas y liberales, de corte masnico, hoy vigentes mente, despus de los terribles ataques de la incredulidad, esta-
en los Estados ms poderosos del mundo y en los princi- blecer de nuevo el orden en los Estados y en los pueblos actua-
pales organismos internacionales. Si las organizaciones les (19). Esa misma doctrina es ampliamente expuesta y de-
mundiales ya aludidas hubieran de llevar la iniciativa en mostrada por Po XI (enc. Ubi arcano 1922; Quas primas 1928)
la constitucin de esa Autoridad mundial, sta servira y por Po XII (enc. Summi Pontificatus 1939).
muy probablemente para una ms rpida corrupcin de Juan Pablo II sigue proclamando a Cristo Rey ante
las naciones. Vendra a ser, pues, una preparacin prxi- los Estados del mundo. El reto del siglo XXI consistir
ma para el Anticristo. en humanizar la sociedad y sus instituciones mediante el
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Jos Mara Iraburu
Evangelio, y dar nuevamente a la familia, a las ciudades aquellos cristianos primeros la realeza universal de Cris-
y pueblos un alma digna del hombre creado a imagen de to, consideraban que el mundo estaba temporalmente
Dios (Disc. al Pont. Consejo para la Cultura 10-I-1992). robado a Dios por el Imperio romano y puesto as bajo
Y en una Homila en la fiesta de la Presentacin del Seor: el influjo del Maligno. Y no estaban dispuestos a colabo-
Cristo es rey en cuanto revelador de la verdad que trajo del rar con los ladrones, ni stos, a diferencia de ahora, lo
cielo a la tierra, y que confi a los Apstoles y a la Iglesia para permitan. Por el contrario, aquellos cristianos, perseve-
que la difundieran por el mundo a lo largo de toda la historia. rando en la splica, venga a nosotros tu Reino, estaban
Esta misin ha de ser cumplida de un modo por los Pastores, y absolutamente ciertos de que ese Reino de Cristo llega-
de otro por los laicos. Pero est claro que el orden temporal ra. Y lleg en el milenio de la Cristiandad, en toda su gran-
no se puede considerar un sistema cerrado en s mismo [el Es- deza y con las miserias propias de este valle de lgrimas.
tado laico]. Esa concepcin inmanentista y mundana, insosteni- El que pide recibe (Jn 16,23-24).
ble desde el punto de vista filosfico, es inadmisible en el cris-
tianismo, que conoce a travs de San Pablo el orden y la finali- Cristo pretende la conversin de los pecadores y
dad de la creacin, como teln de fondo de la misma vida de la de las naciones. Benedicto XVI seala que cierta re-
Iglesia: todo es vuestro, escriba el Apstol para poner de duccin del cristianismo es propio del individualismo de
relieve la nueva dignidad y el nuevo poder del cristiano. Pero la teologa liberal. Pero no fue sa la intencin de Cristo.
aada seguidamente: vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios. Cuando el Seor enva a los Apstoles a las naciones, los
Se puede parafrasear este texto, sin traicionarlo, diciendo que manda para que enseen a los hombres y a los pueblos
el destino del universo entero est vinculado a esa pertenen- sus pensamientos y caminos evanglicos:
cia a Dios y a Cristo.
Aunque su predicacin es siempre una exhortacin a la
Esta visin del mundo a partir de la realeza de Cristo conversin personal, en realidad l tiende continuamente a la
participada a la Iglesia constituye el fundamento de una au- constitucin del pueblo de Dios, que ha venido a reunir, purifi-
tntica teologa del laicado sobre el compromiso cristiano de car y salvar. Por eso, resulta unilateral y carente de fundamento
los laicos en el orden temporal. Y cita el Papa la doctrina del la interpretacin individualista, propuesta por la teologa libe-
Concilio: coordinen, pues, los laicos sus fuerzas para sanear ral, del anuncio que Cristo hace del Reino. En el ao 1900, el
las estructuras y los ambientes del mundo cuando inciten al pe- gran telogo liberal Adolf von Harnack la resume as en sus
cado, de manera que todas estas cosas sean conformes a las lecciones sobre La esencia del cristianismo: El reino de Dios
normas de la justicia y ms bien favorezcan que obstaculicen la viene, porque viene a cada uno de los hombres, tiene acceso a
prctica de las virtudes. Obrando de este modo, impregnarn su alma, y ellos lo acogen. Ciertamente, el reino de Dios es el
de valor moral la cultura y las realizaciones humanas (LG 36; seoro de Dios, pero es el seoro del Dios santo en cada co-
cf. Catecismo 909) Es un programa de iluminacin y anima- razn (Tercera leccin, p. 100ss). En realidad, este individua-
cin del mundo que se remonta a los primeros tiempos del cris- lismo de la teologa liberal es una acentuacin tpicamente mo-
tianismo, como lo atestigua, por ejemplo, la Carta a Diogneto derna: desde la perspectiva de la tradicin bblica y en el hori-
(9-II-1994). zonte del judasmo, en el que se sita la obra de Jess aunque
Es, pues, misin de la Iglesia cristianizar personas, con toda su novedad, resulta evidente que toda la misin del
familias, comunidades y naciones, difundiendo as la luz Hijo encarnado tiene una finalidad comunitaria: l ha venido
vivificante del Evangelio de Cristo en crculos concn- precisamente para unir a la humanidad dispersa, ha venido para
tricos cada vez ms amplios. Id, ensead a todas las congregar, para unir al pueblo de Dios (15-III-2006).
naciones a observar todo cuando yo os he mandado. Yo Qu debemos, pues, los catlicos hacer en poltica?
estar con vosotros siempre hasta la consumacin del Lo primero de todo: creer que slo en Cristo puede
mundo (Mt 28,19-20). La conversin comienza en las lograrse el bien temporal y eterno de los pueblos, y
personas individuales, se expande en las familias, como que las naciones se salvan en la medida en que reciben el
en Zaqueo: hoy ha venido la salvacin a tu casa (Lc espritu de Cristo Rey y el auxilio de su gracia. Los pol-
19,9), o en aquel carcelero de San Pablo (Hch 16,30-34); ticos catlicos que no tienen bien firme esta fe, los que no
las familias unidas forman comunidades cristianas, y tienen esperanza alguna de que, ni siquiera a largo plazo,
cuando stas se multiplican, obrando como fermento de ha de reinar Cristo sobre las naciones, se conforman ine-
la sociedad total, surgen en forma suave y providencial vitablemente con hacerse colaboradores de aquellos que
las naciones cristianas. Cuando Dios quiere y como Dios se alan contra la naturaleza y contra Cristo. Haran me-
quiere. Cuando Dios quiera: estamos dispuestos a espe- jor en dedicarse a otras profesiones honestas como mdi-
rar tres siglos, lo que la Providencia divina disponga. La cos, agricultores, zapateros, albailes, administrativos,
prisa es pecado. porque si con ese espritu persisten en su oficio, ser slo
Juan Pablo II recuerda que as fue como las primeros por su conveniencia egosta o porque estn engaados, y
cristianos, despus de tres siglos de persecuciones, sin no podrn evitar hacerse cmplices de los dominadores
tener participacin alguna en la autoridad poltica, llega- de este mundo tenebroso (Ef 6,12).
ron a dar forma a las naciones cristianas del Imperio La Iglesia comienza por formar unas comunida-
romano. Ellos tambin mientras duraba el tiempo de la des minoritarias, pero siempre pretende llegar a for-
persecucin estaban ciertsimos de que Cristo es el Se- mar, cuando y como Dios quiera, un pueblo santo,
or, el Rey de las naciones, y de que es preciso que l naciones cristianas. No se limita a suscitar la conver-
reine, y el universo entero le sea sometido (1Cor 15,25). sin de unos grupitos crnicamente reducidos, sumergi-
Esta conviccin se expresa, por ejemplo, en las termina- dos en un mundo degradado y degradante. Cuando los
ciones habituales de las Actas de los mrtires: Fue mar- cristianos, en una sociedad mayoritariamente pagana, no
tirizado el siervo de Dios bajo el imperio de son ms que un pequeo rebao, habrn de conformar-
Diocleciano, siendo presidente Probo, reinando nuestro se con su dbil y vulnerable situacin, sin temores ni an-
Seor Jesucristo, a quien es la gloria por los siglos de los siedades: no temas, pequeo rebao mo, porque vues-
siglos. Amn (Martirio de San Ireneo). tro Padre se ha complacido en daros el Reino (Lc 12,32).
Las Actas de los mrtires no eran notas fnebres ne- Pero an en las pocas en que son pocos, deben aspirar
crolgicas, sino alegres partes de victoria. Reconociendo siempre a ser un gran pueblo, han de pretender evangeli-
41
Catlicos y poltica
zar las naciones y cristianizar los Estados, de tal modo
que el granito de mostaza, llegue a hacerse un rbol, y
las aves del cielo vengan a anidar en sus ramas (Mt 13,31-
32).
Esta grandiosa transformacin de las naciones la ha
conseguido realizar la Iglesia, a lo largo de su historia,
en innumerables pueblos. Y la ha logrado con la fuerza
poderosa del Espritu Santo, que renueva la faz de la tie-
rra. Por tanto, la misma historia de la Iglesia nos confir-
ma que est de Dios que el pusillus grex, con el favor (110)
de su gracia, venga a hacerse en las naciones cristianas 2. La oracin ejercita la fe con espeanza
plebs sancta. En un Estado catlico se celebra el do-
mingo, se establece la monogamia, se evangelizan las le-
yes, costumbres e instituciones, se favorece la virtud en Perdone, pero no querr usted movilizar a los catlicos para
la sociedad y se combate el pecado, de tal modo que la la actividad poltica por medio de novenas y vigilias?
vida cristiana no es posible solamente para algunas mi- Ciertamente, toda accin cristiana ha de comenzar y termi-
noras heroicas y martiriales, sino que se hace asequible a nar en la oracin.
las grandes masas populares. Este tema fue debatido en Resulta difcil hablar de la dimensin espiritual de
tiempos del Concilio, y sobre l di grande luces el Car- la accin poltica. El mundo poltico est tan, tan, tan
denal Jean Danilou (Loraison problme politique, 1965; secularizado, que las palabras que sobre l deben ser
Lavenir de la religion, 1968; Christianisme de masse ou pronunciadas y escuchadas no estn listas, apenas resul-
dlite, 1968). tan inteligibles, son un lenguaje olvidado, que hoy resul-
El relajamiento del celo apostlico y la extincin de ta casi in-significante. Cuando el pueblo cristiano, con
la accin poltica cristiana van juntos, porque nacen de sus representantes polticos, intenta sanear la Ciudad del
un mismo error, de una falsificacin de la fe y de un gran Diablo, liberarla con la fuerza de Cristo de tantos males
desfallecimiento de la esperanza. horribles leyes criminales, abortos, pornografa, divor-
Si los Misioneros, carentes de esperanza, aceptan que cios, suicidios, drogas, educacin perversa, televisin ba-
la Iglesia sea cada vez ms pequea en la humanidad, sura, poltica anti-Cristo, ignora muchas veces que en
cesa en gran medida la accin evangelizadora. Juan Pa- su lucha no se enfrenta slamente con ejrcitos de hom-
blo II lamentaba que el nmero de los que an no cono- bres carnales, sino que va ante todo contra los domi-
cen a Cristo ni forman parte de la Iglesia aumenta cons- nadores de este mundo tenebroso, contra los espritus
tantemente; ms an, desde el final del Concilio casi se malos (Ef 6,12).
ha duplicado (1987, enc. Redemptoris Mater 3). La accin poltica secularizada, tambin en buena parte
Si los Pastores, carentes de esperanza, al frente de un del pueblo cristiano y de sus polticos, ignora que la Es-
rebao pequeo y en buena parte disperso, se conforman critura presenta al mundo entero prisionero del pecado
con atender a este Resto mnimo, no intentan siquiera l- (Gl 3,22), cautivo del prncipe de este mundo (Jn
gicamente la evangelizacin de la sociedad. Incluso, si 12,31), sujeto bajo el yugo del Maligno (1Jn 5,19). Por
estn picados de modernismo, prefieren una psima so- eso muchas veces entran los catlicos y sus polticos a
ciedad pluralista a cualquier otra forma de vida social y combatir los buenos combates de la fe (1Tim 6,12) en
de Estado. Parecen ignorar o incluso negar lo que ensea la vida poltica sin revestirse de la armadura de Dios
el Concilio Vaticano II: al evangelizar sin cesar a los (Ef 6,13), sin tomar el escudo que les defienda de los
hombres, la Iglesia trabaja para que puedan informar con encendidos dardos del Maligno, sin atreverse tampoco a
el espritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las dar testimonio de la verdad, es decir, a blandir la espada
leyes y las estructuras de la comunidad (Apostolicam del espritu (6,16-17), la espada de doble filo (Heb
actuositatem 13) (Catecismo 2105). 4,12), que es la verdad de Cristo. No entienden que al
entrar en poltica, lo quieran o no, entran en una tremen-
Si los Polticos, carentes de esperanza, aceptan el Es- da batalla contra el poder de las tinieblas (Vat. II, GS 13 y
tado laico, es decir, laicista, jams intentarn cumplir lo 36), y que sin la fuerza del Espritu es para ellos imposi-
que el Vaticano II declara que es la misin de los laicos: ble la victoria, y que por muchas campaas, manifesta-
evangelizar y saturar de espritu evanglico el orden ciones, recursos jurdicos y congresos que organicen
temporal (AA 2). En realidad, no creen que hay que siendo buenos y convenientes todos esos medios estn
instaurar el orden temporal de tal forma que, salvando condenados al fracaso.
ntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios
superiores de la vida cristiana (7). No aceptan que a la La espiritualidad propia de toda accin cristiana de
conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley reforma ha de inspirar tambin la actividad poltica.
divina quede grabada en la ciudad terrena (GS 43). Ms Ya trat, ms o menos, de este mismo tema en otros art-
an: creen que todo eso es falso. En otras palabras: estn culos Declogo para las reformas de la Iglesia I-II (05-
convencidos de que un poltico catlico no debe intentar 06). Si se releen, nos reafirmaremos en la conviccin de
una actividad poltica catlica. que el cristiano, tambin el poltico, no tiene para vencer
los males de este mundo un arma ms poderosa que la
Y as llegamos a la enorme mentira: estos Misio- oracin, el testimonio de la verdad, la eucarista, el marti-
neros,Pastores y Polticos atribuyen su miserable actitud rio y todo lo que es propio de la vida sobrenatural de la
a las enseanzas renovadoras del ltimo Concilio!! Sin gracia. Sin eso, no hay remedio a nuestros males. Recuer-
que nadie les abuchee ni les confunda. do aqu brevemente el esquema de aquellos textos, apli-
Reforma o apostasa. cndolos a la vida poltica:
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Jos Mara Iraburu
1. El reconocimiento de los males. Los falsos polti- Sin Dios, sin la obediencia a su palabra y a sus mandatos,
cos cristianos dicen: hay mucho por mejorar, sin duda, no tenemos salvacin temporal ni eterna.
pero el camino que llevamos [el de la democracia liberal 5. Hay remedios sobreabundantes para nuestros
relativista] es el bueno. Los verdaderos dicen: vamos males, por grandes que stos sean. Pero todos los reme-
muy mal, y si no enderezamos el planteamiento funda- dios vienen de Dios, son dones de Dios, son medicinas de
mental de nuestra vida poltica, iremos de mal en peor Dios, y los recibimos escuchando su Palabra y cumplien-
Sin reconocimiento, sin diagnstico verdadero de los ma- do sus mandatos. Cuntos polticos cristianos, no poniendo
les de la sociedad poltica, no puede haber tratamiento en Dios su confianza, y comprobando la miseria de los
sanante adecuado. hombres, se desesperan, y ya ni siquiera intentan de veras
2. El reconocimiento de nuestras culpas. No hay el bien comn, se limitan a buscar su propio bien. En su
poltica cristiana que valga si no comenzamos por ah: convencimiento de que no hay nada que hacer ellos
eres justo, Seor, en cuanto has hecho con nosotros, por- ven realismo, cuando en realidad hay desesperacin, ci-
que hemos pecado y cometido iniquidad en todo, apar- nismo y falta de fe: estis en un error, no conocis las
tndonos en todo de tus preceptos Por eso nos entre- Escrituras ni el poder de Dios (Mt 22,29).
gaste al poder de enemigos injustos y apstatas (Dan Ciertamente, hermanos polticos, si seguimos vuestros
3,26-45). sa es la situacin verdadera que estamos vi- pensamientos y caminos mundanos, vamos hacia el abis-
viendo, y conviene saberlo. mo de una degradacin nacional plena. Pero si volvemos
3. Los males polticos que nos abruman son casti- la actividad poltica a los pensamientos y caminos de Dios,
gos medicinales. Son innumerables los males que aque- lograremos que donde abund el pecado sobreabunde la
jan a nuestra sociedad, pero tengamos bien claro que el gracia (Rm 5,20). Para Dios todo es posible (Mt 19,26),
Seor no nos trata como merecen nuestros pecados, ni tambin la salvacin de nuestra nacin y la de todo el
nos paga segn nuestras culpas (Sal 102,10). Por el con- mundo. Quiz el Seor no nos conceda convertir la Ciu-
trario, todo lo dispone con sabidura y amor en su provi- dad del Diablo en la Ciudad de Dios; pero querr conce-
dencia, y aunque permite a veces grandes males, procura dernos construir con inteligencia y audacia una Ciudad
siempre el bien de los que le aman (Rm 8,28). de Dios dentro de la Ciudad del Diablo, un micro-mun-
4. No hay remedio humano para nuestros males. do de gracia cristiana.
Los polticos cristianos que todava confan en el hom- 6. La oracin cristiana de peticin es el medio prin-
bre, en s mismos o en ciertas frmulas polticas, son mal- cipal para sanar los males de la ciudad poltica. Sin la
ditos (Jer 17,5), y sern confundidos, por haber obrado oracin del pueblo cristiano y de los polticos slo puede
abominablemente (6,15). El nico poltico que puede esperarse el acrecentamiento de los males. He de tratar
traer salvacin a su pueblo es el que, poniendo en su ac- ms largamente de este tema. Para vencer los terribles
cin todos los medios naturales convenientes, pone toda males del mundo moderno la Virgen de Ftima mand
su esperanza en el poder del Salvador: el auxilio me ven- hacer penitencia y rezar el Rosario. No mand organizar
dr del Seor, que hizo el cielo y la tierra (Sal 120,2). manifestaciones y congresos; aunque est muy bien que
se organicen.
7. El ejercicio de la autoridad es necesario
para conseguir el bien comn. Y la autoridad
de los gobernantes viene de Dios, aunque en cier-
tos regmenes polticos sean elegidos en teora
al menos por el pueblo. Por eso, si los polticos
se limitan a legislar y a gobernar al modo mun-
dano, buscando seguir la inclinacin mayoritaria
de los ciudadanos, conseguirn votos y reelec-
ciones, pero prostituyen su autoridad, no la fun-
damentan en la verdad de Dios, sino en la vo-
luntad general roussoniana, y conducirn a su
pueblo a la ruina. El poltico cristiano, igual que
el apstol, ha de confesar: si an buscase agra-
dar a los hombres, no sera siervo de Cristo (Gl
1,10). Slo pueden esperarse males de los polti-
cos demaggicos.
8. La accin politica ha de buscar la gloria
de Dios, Seor de todas las naciones. Ha de pro-
curar con celo apasionado la defensa de los dere-
chos de Dios y de la Iglesia. Slamente as podr
promover con eficacia los derechos del hombre,
pues stos, sin aqullos, necesariamente son ig-
norados, falsificados y pisoteados.
9. La poltica ha de procurar el bien tem-
poral y eterno de los hombres. Si slamente
pretende su bien temporal, pero prescinde siste-
mticamente de Dios y de la destinacin humana
a la vida eterna, arruinar sin duda juntamente el
bien comn temporal y espiritual de la nacin.
43
Catlicos y poltica
10. Es imposible la actividad poltica honrada sin La oracin ha de potenciar siempre la accin polti-
la fuerza espiritual del martirio. Aquellos cristianos y ca, la oracin del pueblo cristiano y la de los mismos
grupos cristianos polticos que en su actividad procuran polticos. La actividad poltica cristiana trata de hacer pre-
guardar su propia vida, y que excluyen por principio la valecer la luz de Cristo sobre las tinieblas del mundo,
Cruz salvadora quiz con la excusa semipelagiana de trabaja por lograr que la ley divina quede grabada en la
que deben protegar inclume la parte humana, para que ciudad terrena (Vat.II, GS 43). Pero esto implica una gran
en la accin poltica pueda co-laborar ms eficazmente batalla contra los dominadores de este mundo tenebro-
con la gracia de Dios (63), llevan al pueblo a la perdi- so, contra los espritus del mal (Ef 6,12), una gran gue-
cin. El patrono de los polticos catlicos es Santo Toms rra que comenz en el inicio de la historia humana y du-
Moro, mrtir. rar hasta su final, hasta la segunda venida gloriosa de
nuestro Seor Jesucristo (GS 13; 36).
Los polticos cristianos son, pues, como los caba-
lleros que toman las armas para librar esta bata-
lla. Y es imposible que alcancen la victoria, o si-
quiera ciertas victorias parciales, si ellos mismos y
todo el pueblo cristiano no potencian con la ora-
cin, es decir, con la fuerza de Cristo Rey, sus ac-
ciones. sta fue siempre la conviccin de Israel y
de la Iglesia: la victoria en el combate no depende
de la cantidad de las tropas, sino de la fuerza que
viene del Cielo (1Mac 3,19). Recuerdo algunos
ejemplos de la Historia de la salvacin, para que en
ellos comprobemos que Israel y la Iglesia vencen
al Maligno y a los suyos cuando por la oracin in-
sistente hacen suya la fuerza salvadora de Dios; y
experimentan una derrota tras otra cuando, apo-
yndose en las propias fuerzas o en la coalicin
Grandes bienes hizo al Ecuador el poltico catlico Gabriel con otras fuerzas humanas, decaen en la oracin.
Garca Moreno (1821-1875), fiel intrprete de la doctrina so- Israel se libra de la esclavitud de Egipto gracias a la
cial y poltica de la Iglesia, y audaz combatiente contra las men- oracin de splica. Observen que la intervencin salva-
tiras del liberalismo y de la masonera. Despus de dos pero- dora de Dios tiene, sin duda, en profundo sentido religio-
dos como Presidente ecuatoriano (1861-65 y 1869-75), por en- so, como lo tendr el xodo; pero estamos tambin ante
cargo de conocidos masones, fue asesinado una maana al salir la liberacin de una situacin poltica de opresin y es-
de la Catedral, a donde haba acudido como todos los das para clavitud, conseguida principalmente por la oracin:
la misa y su tiempo acostumbrado de oracin. Llevaba al cuello
un rosario, y en uno de los bolsillos se hall un librito bien en- Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron y nos impu-
cuadernado y muy usado, la Imitacin de Cristo. sieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Seor, Dios
de nuestros padres, y el Seor escuch nuestra voz, mir nues-
Post post. Es curioso que en los principales buscadores de tra opresin, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Seor nos libe-
imgenes de internet, las palabras people o multitude praying, r de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran
monks praying y otros trminos semejantes hallan casi siempre terror, con signos y portentos. Y nos introdujo en este lugar, nos
imgenes de orantes islmicos, judos, budistas, de la India, di esta tierra, una tierra que mana leche y miel (Dt 26,6-9).
carismticos, tibetanos, etc., pero dan muy escasamente imge- Durante el xodo, Israel resiste el ataque de los
nes del mundo cristiano y concretamente catlico. Las comuni- amalecitas y los vence. Es Josu quien dirige el ejrcito
dades orantes de las parroquias, de los monasterios, las muche- de Israel. Aarn y Jur subieron a la cima del monte con
dumbres de Roma, Lourdes, Guadalupe, etc. al parecer no exis- Moiss. Y mientras Moiss tena alzadas las manos [en
ten. Ser un juicio temerario pensar que no pocos gigantes de oracin de splica] llevaba Israel la ventaja, pero cuan-
internet son anti-Cristo? do las bajaba, prevaleca Amalec. Moiss estaba cansa-
do y sus manos le pesaban. Tomando, pues, una piedra,
se la pusieron debajo de l para que se sentara, y al mis-
mo tiempo Aarn y Jur sostenan sus manos, uno de un
lado y otro del otro, y as no se le cansaron las manos
hasta la puesta del sol. Y Josu derrot a Amalec al filo
de la espada (Ex 17,10-13).
Israel se ve asediado por los asirios en Betulia, y
todos a una clamaron al Dios de Israel, pidindole con
ardor que no entregase al saqueo a sus hijos, ni diese sus
(111) mujeres en botn, ni las ciudades de su heredad a la des-
3. La oracin es la luz truccin, ni el Templo a la profanacin y el oprobio, rego-
cijando a los gentiles (Jdt 4,9-12). Pero no todos persis-
y la fuerza de la accin tan en la oracin y la esperanza; algunos proponan: ser
mejor que nos entreguemos a ellos, porque siquiera, sien-
O sea que lo principal que en poltica debemos hacer los do siervos suyos, viviremos (7,27). Ocas accede: si en
cristianos es ofrecer Misas y rosarios, novenas y rogativas. cinco das no nos viniera ningn auxilio, yo har lo que
Lo ha entendido usted muy bien, gracias a que yo lo expli- peds (7,30-31). Se alza entonces con gran indignacin
qu muy bien en el artculo anterior. Pero insisto en ello. la viuda Judith:
44
Jos Mara Iraburu
No irritis al Seor, Dios nuestro. No pre-
tendis forzar los designios del Seor, Dios
nuestro, que no es Dios como un hombre, que
se mueve con amenazas, ni como un hijo del
hombre que se rinde. Por tanto, esperando la
salvacin, clamemos a l que nos socorra. Y si
fuese su beneplcito, oir nuestra voz (8,14-
17). Alza primero Judit una oracin maravillo-
sa al Seor (9), que le ilumina y fortalece, y en
seguida se muestra valiente y prudente en la
accin: entra en el campamento enemigo, y corta
la cabeza de Holofernes, liberando as a Israel.
La Iglesia primera, en las persecucio-
nes que sufre del mundo, tiene en la ora-
cin el arma principal de la armadura
de Dios (Ef 6,101-8). Bien consciente de
que los discpulos estn en el mundo como
ovejas entre lobos (Mt 10,26), obedecien-
do a Cristo, viven continuamente conforta-
dos por la oracin: es preciso orar en todo
tiempo para no desfallecer (Lc 18,1). Cuando Pedro es fisonoma orante y suplicante de la primera Iglesia, pre-
encerrado en la crcel, la Iglesia no cesaba de orar a cisamente durante la gran persecucin de Domiciano:
Dios por l, y fu liberado por un ngel (Hch 12,5). Y Te pedimos, Seor, que sean nuestro auxilio y protector
superado un aprieto, en seguida vena otro, quiz peor, de Que todos los pueblos conozcan que T eres el nico Dios, que
tal modo que los discpulos de Cristo, padeciendo gran- Jesucristo es tu Siervo y que nosotros somos tu pueblo y ove-
des injusticias, slo podan vivir en el mundo en una con- jas de tu rebao (Sal 78,13). Misericordioso y compasivo, per-
tinua oracin suplicante, firmes en la esperanza: no dnanos nuestras culpas, faltas, pecados y errores S, Seor,
har justicia Dios a sus elegidos, que claman a l da y muestra tu rostro sobre nosotros para concedernos los bienes
de la paz, para que seamos protegidos por tu mano poderosa,
noche, aun cuando los haga esperar? Yo os digo que les para que tu excelso brazo nos libre de todo pecado, y para que
har justicia prontamente (Lc 18,7-8). nos protejas de todos los que nos odian injustamente Que
La Iglesia que San Juan describe en el Apocalipsis alza con- seamos obedientes a tu omnipotente y santo Nombre y a nues-
tinuamente ante la Trinidad divina el incienso de sus alabanzas tros prncipes y jefes de la tierra. T, Seor, les diste el poder
y acciones de gracias (Ap 8,4). Pero clama tambin desde su del reino por tu magnfica e indescriptible fuerza Dales, Se-
dolor pidiendo la accin del Misericodioso omnipotente: cla- or, salud, paz, concordia, firmeza para que atiendan sin falta al
maban a grandes voces: hasta cundo, Seor santo y verda- gobierno que les has dado T, Seor, endereza su voluntad
dero, tardars en hacer justicia y en vengar la sangre en los que hacia lo bueno y grato a tu presencia, para que alcancen de Ti
habitan la tierra?. Y se les dijo que esperaran todava un misericordia (Corintios 59-61).
poco ms, hasta que se completara el nmero de sus compae- San Cipriano (210-258), Obispo de Cartago, durante
ros de servicio y hermanos, que iban a sufrir la misma muerte
(Ap 6,9-11).
las devastadoras persecuciones de Decio y de Valeriano,
escribi preciosas cartas para la confortacin de los cris-
La oracin por los gobernantes y polticos, desde los tianos. Insista mucho en el escudo de la oracin, para
Apstoles, ha sido siempre en la liturgia de la Iglesia poder resistir en el da malo (Ef 6,13), y tambin en el
una prctica continua, concretamente en la Eucarista. reconocimiento humilde de los pecados: nos merecemos
Sigue as la Iglesia una norma secular de Israel (1Esd estas persecuciones; nos las hemos ganado.
6,10;Bar 1,10-12; 1Mac 7,33). Y tambin, por supuesto,
Ya s que el temor de Dios os induce a aplicaros a continuas
la Iglesia ora durante los tres primeros siglos por los go- oraciones e insistentes splicas, pero os amonesto tambin a
bernantes perseguidores. Por tanto, la victoria final de la que aplaquis a Dios no slo de palabra, sino tambin a que
Iglesia sobre el Imperio romano debe atri-
buirse no a revueltas de protesta o a mani-
festaciones reivindicativas que nunca se
dieron, y que por otra parte no eran posi-
bles, sino principalmente a las oraciones
de los cristianos, que, fieles al mandato del
Salvador, oraron siempre por sus enemigos
y perseguidores (Mt 5,44; Lc 6,27-28).
Te ruego ante todo que se hagan peticiones,
oraciones, splicas y acciones de gracias por
todos los hombres, por los emperadores y por
todos los constitudos en dignidad, a fin de que
gocemos de vida tranquila y quieta, con toda
piedad y honestidad. Esto es bueno y grato ante
Dios nuestro Salvador, que quiere que todos los
hombres se salven y vengan al conocimiento de
la verdad (1Tim 2,1-4; cf. Rm 13,1-7; Tit 3,1).
San Clemente Romano, tercer Obispo de
Roma despus de San Pedro (88-97), en su
carta a los corintios, expresa tambin esta
45
Catlicos y poltica
afligindoos con ayunos y toda clase de penitencias, logris de toles, un documento del ao 380, que recoge textos ms
l con ruegos que reduzca su clera (la de la persecucin que antiguos, como ya vimos (90), tenemos una descripcin
su Providencia permite). Hay que comprender y reconocer que muy detallada de su forma de celebracin. Terminadas
tormenta tan devastadora como la presente persecucin, que ha las lecturas y la homila, el dicono manda salir a oyentes
desolado nuestro rebao en tan gran parte y que an sigue (audientes) e infieles, y todos en pie, bajo su gua, rezan
desolndolo, es efecto de nuestros pecados, porque no segui-
mos los caminos del Seor, ni observamos los mandamientos las preces, respondiendo unnimes Kyrie, eleison! a las
que nos di para nuestra salvacin. El Seor cumpli la volun- intenciones proclamadas por el dicono (Constituciones
tad del Padre, pero nosotros no hemos cumplido la voluntad de VIII,2ss). El Obispo o el presbtero concluye la oracin
Dios, y nos hemos entregado al lucro de los bienes temporales, de los fieles, reuniendo en una oracin collecta todas las
marchando por los caminos de la soberbia. Renunciamos de splicas precedentes:
palabra, pero no de obra, al mundo, muy indulgente cada uno Oh Defensor poderoso, que sostienes a este pueblo tuyo, al
consigo mismo y severo con los dems. Por eso recibimos aho- que has redimido con tu preciosa sangre, s su abogado, su ayu-
ra los azotes que merecemos da y su promotor, su muralla fortsima, su trinchera y firme cas-
Imploremos desde lo ms profundo de nuestro corazn la tillo, para que ninguno pueda perderse de tu mano, ya que no
misericordia de Dios, porque l tambin dijo: no les retirar hay Dios alguno como t, y en ti hemos puesto nuestra esperan-
mi favor (Sal 88,34). No cesemos, pues, en manera alguna de za.
pedir y de esperar recibir con fe, y supliquemos al Seor con Adelantada la Eucarista, despus de la consagracin y
sinceridad y en unnime concordia, con gemidos y lgrimas a la epclesis, otra vez el Obispo alza su voz y sus manos en
la vez, como conviene implorar a los que se encuentran entre
los males de los que lloran y el resto de los que temen, entre la favor de la Iglesia peregrina, sujeta a tantos peligros y per-
multitud de enfermos que yacen por el suelo [los lapsi, los que secuciones del Maligno y de sus siervos, pero siempre
cedieron en la persecucin] y los muy pocos que quedan en pie. guiada y protegida por Dios providente:
Pidamos que retorne pronto la paz, que se cumpla lo que el Tambin te pedimos, Seor, por el rey, por cuantos tienen
Seor se digna anunciar a sus siervos: la reintegracin de la autoridad y por todo el ejrcito, para que nuestra vida perdure
Iglesia, la seguridad de nuestra salud, los piadosos auxilios de en la paz, y transcurriendo en la quietud y la concordia todo el
su amor de Padre, las conocidas maravillas de su poder divino tiempo de nuestra vida, te demos gloria a Ti por Jesucristo, nues-
para embotar las blasfemias de los perseguidores (Carta 11, tra esperanza. Sigue pidiendo por todos los santos, vivos y
extractos). difuntos, por los enfermos, por aquellos que estn en esclavi-
tud, por los exilados y por los proscritos, tam-
bin por cuantos nos odian y nos persiguen a
causa de tu nombre, para que T les conduz-
cas al bien y aplaques su furor.
Las Constituciones aludidas consignan
tambin una oratio fidelium semejante
para la oracin litrgica de la tarde
(VIII,35) y de la maana (VIII,37). De
este modo la Iglesia primera persevera
en la oracin suplicante de los fieles: pide
siempre a Dios que los cristianos vivan
dentro del mundo pecador libres de pe-
cado y protegidos de toda perturbacin.
En nuestro tiempo, la Liturgia postcon-
ciliar renovada ha recuperado felizmen-
te estas preces fide-lium en la Misa, en
Laudes y en Vsperas esta tradicin su-
plicante.
Pocos aos ms tarde, en 391, el em-
perador Teodosio I declara al cristianis-
mo religin oficial del Imperio y prohi-
be los cultos paganos. Sin embargo, las
invasiones brbaras del siglo V acaban
La oratio fidelium es una de las formas ms antiguas por extinguir el Imperio Romano de Occidente en el 476,
en la oracin de la Iglesia suplicante, y con frecuencia y nuevas persecuciones y violencias suscitarn en la Igle-
pide al Seor no slamente la salud espiritual del pue- sia, junto a la oratio fidelium, otras formas de oraciones
blo, sino tambin una convivencia poltica digna de Dios comunitarias en favor de la paz social, que recordar en
y del hombre: la bondad, la justicia y la paz de la socie- el prximo artculo.
dad civil. Es bien consciente la Iglesia de que la accin La Bestia liberal de nuestro tiempo persigue ms a
de los polticos, gobernantes y ciudadanos, sin la ayuda los cristianos que la Bestia romana, porque no intenta
de la gracia divina, es radicalmente insuficiente para con- atacar su cuerpos, sino pervertir sus almas (103). Por
seguir el bien comn del pueblo, y fcilmente se pervier- eso mismo, en el combate actual entre el Reino de Cristo
te en la injusticia y la violencia. y el mundo pecador es ms necesaria que nunca la ora-
La oracin de los fieles, ya desde antiguo, forma parte cin suplicante, y sta ha de integrarse mucho ms en los
de la Eucarista, centro de la vida de la Iglesia, y consis- esfuerzos polticos de los cristianos en favor del bien co-
te en una serie de splicas e intercesiones que el dicono mn. Esas oraciones han de conseguir de Dios providente
va guiando, y que el obispo o el presbtero concluyen. En que los cristianos, libres del mundo, resistan firmes en
las muy antiguas y venerables Constituciones de los aps- la fe al diablo, que les ronda, aliado al mundo y a la
46
Jos Mara Iraburu
carne, buscando a quin devorar (1Pe 5,8). Y han de lo-
grar tambin que la accin poltica del Pueblo santo con-
vierta a quienes persiguen a Cristo y a su Iglesia, elimine
sus leyes criminales, silencie sus blasfemias habituales, y
en fin, purifique plenamente al mundo secular, tan podri-
do de lujuria y avaricia, de injusticias y violencias, intro-
duciendo en l a Cristo Salvador, el Nuevo Adn, el ni-
co que puede renovar la faz de la tierra: he aqu que
hago nuevas todas las cosas (Apoc 21,5).
(112)
4. La oracin y el bien comn secular
en la Iglesia antigua
66
Jos Mara Iraburu
Los hombres de poca fe en el poder de Cristo Salva-
dor renuncian al combate poltico, considerando imposi-
ble la victoria, o estimando que sta no podra conseguirse
si no es perdiendo mucha sangre en las batallas. Ante este
derrotismo, que desmoviliza completamente la actividad
poltica de los cristianos, se alzan las palabras del Papa,
confortndonos en la fe. Lo que para los hombres es im-
posible, es posible para Dios (Mt 19,36).
(120) Renuevo mi llamamiento. Siendo la actividad po-
7. Es necesario que los catlicos se unan ltica la ms alta de las profesiones naturales, al estar
ordenada al bien comn, ha de tener la Iglesia fuerza
para promover el Reinado de Cristo Rey espiritual para suscitar entre los catlicos vocaciones
polticas. Y el Papa llama a ellas: renuevo mi llamamien-
O sea que Benedicto XVI tambin tiene buenas enseanzas to. La Iglesia siempre ha tenido en suma estima el mi-
sobre la vida poltica. nisterio poltico en favor del pueblo, como ya vimos (95).
Por supuesto. Qu se imaginaba usted? La ms alta doctri- Debe, pues, suscitarse en ella la movilizacin poltica de
na poltica es la que ensea la Iglesia. los cristianos dirigida, como es natural, por ciertos ldores
La reconquista cristiana del Occidente, invadido ac- especialmente lcidos y fuertes, en la predicacin, en
tualmente por la fuerzas anti-Cristo, no podr con-se- cartas pastorales, en catequesis, en escuelas, colegios y
guirse si los cristianos ms llamados a procurar el bien universidades de la Iglesia, en asociaciones y movimien-
comn poltico se limitan a actividades prepolticas, so- tos laicales. Han de suscitarse Seminarios especiales, Cole-
ciales, apostlicas, o se diseminan en los diferentes par- gios mayores, Institutos de Ciencias Polticas, Asociacio-
tidos polticos existentes, todos ellos anti-Cristo, o se en- nes y Hermandades, Campamentos y Congresos, que sus-
tregan a trabajos municipales y vecinales sin duda ben- citen y formen estas vocaciones tan necesarias y urgen-
ficos, pero de amplitud poltica muy reducida. Todo eso tes. Deben suscitarse estas entidades all donde no exis-
es valioso y necesario, sin duda. Pero si no hay cristianos ten; y tambin donde existen, pero no cumplen su misin.
que entren de verdad en lo ms fuerte de la batalla que Es normal que no surjan vocaciones de polticos catlicos,
desde el comienzo de la humanidad se viene librando en- cuando los partidos que podran ser catlicos renuncian a su
tre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, segn ya identidad catlica y se mimetizan con los partidos agnsticos
liberales y relativistas. Lo mismo sucede en los seminarios y
vimos (20-21), si no se organizan y se unen, bien pertre- conventos, que tambin se quedan sin vocaciones cuando no
chados intelectual, espiritual y tcnicamente, para com- pretenden con entusiasmo promover la gloria de Dios y la sal-
batir a vida o muerte contra el Prncipe de este mundo, vacin temporal y eterna de los hombres. Qu atractivo tendr
arriesgando sus personas y fortunas; si no consiguen par- para los jvenes cristianos idealistas, sinceramente vocacionados
ticipar en los poderes legislativos y ejecutivos a travs de al bien comn poltico, aquel partido de presunta inspiracin
partidos polticos, los nicos que pueden lograrlo, la in- cristiana que obliga a silenciar sistemticamente el nombre de
vasin anti-Cristo que sufre el Occidente cristiano no ir Dios y que no permite librar grandes batallas, ni siquiera para la
disminuyendo, sino acrecentndose. afirmacin de los valores morales naturales? Qu jvenes
se alistarn en un ejrcito que no com-
bate y que lleva acumulando derrotas
ms de medio siglo, una tras otra? La
falta de verdaderas vocaciones polti-
cas combatientes en el nombre de Cris-
to, esta indecible miseria, tiene causas
muy ciertas, y no es un fenmeno his-
trico irreversible. Mientras tengamos
a Cristo Salvador esta situacin es per-
fectamente reversible.
Una nueva generacin de ca-
tlicos . Es patente que la actual
generacin de polticos catlicos es
muy deficiente, apenas sirve en
nada la causa de Cristo y de su Igle-
sia. Y esto tanto en Occidente como
en otros pases de filiacin cristia-
na menos desarrollados. Unos pol-
Comentar unas palabras de Benedicto XVI, que ya ticos cristianos que se autoprohiben siste-mticamente
cit (119), llenas de vigorosa esperanza: Renuevo mi lla- hasta nombrar a Dios y al orden natural en su vida p-
mamiento para que surja una nueva generacin de cat- blica no tienen razn de existir. Como dira Trotsky, por
licos, personas renovadas interiormente que se compro- otras razones muy distintas, estn condenados al basu-
metan en la poltica sin complejos de inferioridad. Esa rero de la historia. Unos polticos catlicos sin las virtu-
presencia no se puede improvisar, sino que es necesaria des y la formacin necesarias, que optan, en principio,
una formacin intelectual y moral que, partiendo de la por dise-minarse entre los partidos ya existentes, no va-
gran verdad alrededor de Dios, el hombre y el mundo, len para nada. Son sal desvirtuada.
ofrezca juicios y principios ticos en aras del bien de to- Ms an, hacen muy graves males a la Iglesia. Con su
dos (mensaje a la Semana Social Italiana, 14-X-2010). presencia en los diferentes partidos malminoristas, atraen
67
Catlicos y poltica
a ellos el voto de los catlicos, impidiendo que se organi- el nombre de Jess, asegurando que es el nico en el que
cen en lucha verdadera contra el Prncipe de este mundo. las personas y las naciones, y la comunidad de las nacio-
Se apoyan en la Iglesia ocasionalmente, y hacen algn nes, pueden hallar salvacin temporal y eterna. Cristia-
gesto cristiano cuando les conviene; pero no la sirven, e nos que no dan culto a la Bestia liberal, ni dejan que ella
incluso obran contra ella cuando servirla les causa per- grave su sello en su frente y en sus manos. Que, por el
juicios en su prosperidad personal. No pocos de ellos en- contrario, como San Ignacio de Loyola, en su meditacin
tran en el favor del mundo, y terminadas sus funciones de las dos banderas, entienden su vocacin como una
polticas, pasan a ocupar altos cargos directivos en los milicia al servicio de Cristo en la batalla inmensa que
grandes Entes nacionales y en las grandes Organizacio- libra contra el Prncipe de este mundo.
nes y Empresas internacionales. Vienen, pues, a conti- A todo el que me confesare delante de los hombres, yo tam-
nuar la lottizzazione, de la que fueron modelo la Demo- bin le confesar delante de mi Padre, que est en los cielos.
cracia Cristiana y sus aliados en la segunda mitad del si- Pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo le
glo XX. Y an as, son a veces considerados como pro- negar tambin delante de mi Padre, que est en los cielos (Mt
hombres laicos en la Iglesia de su nacin, que les confa 10,33). Tambin esta palabra de Cristo est vigente para los
altos cargos y misiones, al verlos muy relacionados con polticos catlicos. Ellos han de ser muy conscientes de que un
los poderes del mundo. Ofrecen una buena imagen: nin- silencio sistemtico sobre Dios en la vida pblica equivale a
guno de ellos tiene cicatrices de guerra. una pblica negacin de su existencia y de su soberana sobre
el mundo.
Pero, por otra parte, es completamente normal que actual-
mente no haya catlicos capaces de hacer poltica verdadera- Los polticos cristianos, para existir y para tener fuerza
mente catlica. Llevan medio siglo oyendo que el Estado en la accin, necesitan absolutamente recuperar la posi-
confesional es intrnsecamente malo, lo que ya vimos que es bilidad de pensar y decir al pueblo la verdad, la verdad
falso (105) otra cosa es que en nuestro tiempo no sea viable ni de Dios, la verdad de la naturaleza. Pensar y decir la ver-
conveniente. Llevan medio siglo oyendo incluso que los par- dad sin complejos de inferioridad, ser capaces de afir-
tidos confesionales son en s mismos malos, lo que es falso de marse en lo polticamente incorrecto, ha de ser el abc
toda falsedad como veremos con el favor de Dios en el prxi- de los polticos catlicos. Si no son capaces de eso, dedi-
mo artculo y que, en principio, lo que han de hacer los polti- quense a otra labor.
cos cristianos es diseminarse en los diferentes partidos ya exis-
tentes. Llevan medio siglo escandalizados por ejemplos muy Oir sus declaraciones, leer sus manifiestos, da a veces ver-
malos, como el dado por la Democracia Cristiana italiana y por genza ajena. Qu miseria. Un ejemplo de hace pocos aos.
tantos otros polticos catlicos instalados en partidos liberales Ante el acoso de partidos que reclaman la ampliacin de los
malminoristas. Llevan cincuenta aos o ms participando de supuestos legales para el aborto como un derecho inalienable
una conviccin comn: los catlicos hoy no tenemos nada que de la mujer, la representante en este asunto de un partido
hacer en poltica, solamente en acciones prepolticas y benfi- malminorista fundamentaba su negativa diciendo: no hay para
cas, espirituales y apostlicas. Cmo van a conducirse en ese ello demanda social suficiente. Increble. Su partido, de pre-
ambiente mental falsificado los polticos catlicos? Cmo van sunta inspiracin cristiana, aceptara una ampliacin liberali-
a surgir en el pueblo cristiano vocaciones polticas? Y si no zadora del aborto si hubiera para ello suficiente demanda so-
nacen estas vocaciones cmo puede haber partidos realmente cial? Ese partido no se atreve a decir en el debate pblico
catlicos? En las estadsticas que miden el aprecio social por que el aborto no es en absoluto un derecho de la mujer, y que el
las distintas profesiones, los polticos suelen ocupar el ltimo derecho a la vida s es un derecho inalienable del nio. Tam-
lugar: tienen una mala fama bien ganada. poco se atreve a unir la palabra homicidio a la palabra aborto.
Tiene razn el Papa: la Iglesia necesita una nueva generacin
Personas renovadas interiormente. He de hablar de polticos.
de esto al final del artculo, al aludir el ejemplo medieval El acobardamiento de los polticos catlicos ante el
de las rdenes Militares. Me limito aqu a recordar lo mundo y la agresividad audaz del mundo anti-Cristo
que ya expuse sobre las virtudes y cualidades que necesi- crecen al mismo tiempo y en la misma medida. Y es
tan los catlicos polticos (96): oracin, vocacin, sacra- lgico que as sea. As ha sido. Santa Teresa en un princi-
mentos, fidelidad a la doctrina poltica de la Iglesia, amor pio senta temor por los ataques diablicos, hasta que lo
a la Cruz, amor a los hombres hasta arriesgar y entregar super al experimentar en s misma la fuerza de Cristo
la vida por su bien, etc. para ahuyentarlos: ahora me parecen tan cobardes que,
Y pobreza evanglica. Todos los cristianos necesitan en viendo que los tienen en poco, no les queda fuerza
amar la pobreza, pues de otro modo, sirviendo a las ri- (Vida 25,21). El mundo anti-Cristo se envalentona cuan-
quezas, no podrn servir a Dios (Lc 16,13); la seduccin do ve que los catlicos se arrugan ante su podero, ceden,
de las riquezas ahogar en ellos la fuerza liberadora y retroceden y callan.
vivificante de la Palabra evanglica (Mt 13,22). Es muy Hace unos decenios, todava alguno se atreva a afir-
difcil al rico entrar en el Reino (19,23); se pierde, pues mar la doctrina poltica de la Iglesia, aunque ya enton-
atesora para s y no es rico ante Dios (Lc 12,21). La ces esa afirmacin era escandalosa, y no poda realizar-
raz de todos los males es la avaricia (1Tim 6,9-10). Nada se sin espritu martirial. Pero ya estas confesiones de fe
cierra tanto al amor de Dios y de los prjimos. Por eso, son cada vez ms raras. Es penoso comprobar que no po-
quiera Dios fundar alguna Hermandad de polticos cat- cas veces los adictos a causas tan precarias y ambiguas
licos que de algn modo hagan voto de pobreza o de co- como las del feminismo, el nacionalismo o la ecologa
munidad de bienes. Sera un primer paso decisivo para valores entendidos al modo mundano, muestran una pa-
que, con la gracia de Dios, pudieran libremente servir al rresa mucho mayor que la ostentada por polticos catli-
bien comn poltico de los hombres. cos, hijos del Reino de la luz. Las excepciones son pocas.
Personas comprometidas en la poltica sin comple- Recuerdo el ejemplo escandaloso que di Irene Pivetti,
jos de inferioridad, es decir, sin miedo al mundo, orgu- presidenta del Parlamento italiano en 1994.
llosos de militar en la Iglesia bajo las banderas de Cristo Cuando prepar mi discurso de toma de posesin de la pre-
Rey, sirviendo a Dios y a los hombres. Prontos a confesar sidencia de la Cmara saba con certeza que una referencia ex-
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Jos Mara Iraburu
plcita a Dios me iba a acarrear crticas y protestas. No por ello cho, administracin, urbanismo, economa, sociologa, lenguas,
desist en mi deber de decir la verdad [] Esa alusin significa informtica, etc., aunque la limitacin humana le exija especia-
tambin confesar la soberana de Cristo Rey, al que verdadera- lizarse solo en algunos campos. Pero, sin duda, lo que ms ne-
mente pertenecen los destinos de todos los Estados y de la his- cesita es la sabidura filosfica y teolgica, histrica y espiri-
toria, como siempre ense todo catecismo catlico; lo cual no tual. Y todo esto exige, como dice el Papa, una especial for-
impide, naturalmente, con el permiso del Omnipotente, que es- macin intelectual y moral.
tos Estados se den una legislacin laica, como nuestro pas, o Las rdenes Militares medievales pueden ser para
incluso antirreligiosa, como en algunos casos ha ocurrido y to-
dava ocurre en el mundo (30 Das 1994, n 80, 11).
los polticos catlicos de hoy una luz estimulante, aun-
que en nuestro tiempo habr de vivirse su espritu en
Crece da a da la impotencia del mundo poltico para modalidades sumamente diversas. En la Edad Media ha-
pensar la verdad, y an ms para decirla. Los intereses ba ciertas necesidades del pueblo, como la proteccin de
de la voluntad impiden por completo que el pensamiento los peregrinos a Tierra Santa, la reconquista de Espaa o
del poltico se atreva a conocer la verdad. Pero aunque la redencin de cautivos del Islam, que aunque eran pro-
llegue al conocimiento de la verdad, cosa rara, normal- piamente responsabilidad de los poderes civiles, de he-
mente no se atreve a decirla. Y sin embargo todos, como cho, estaban muy insuficientemente atendidas. De los
Cristo, hemos venido al mundo para dar testimonio de Reyes, de los nobles con sus huestes, y de los caballeros
la verdad (Jn 18,37). Sin cumplir esa vocacin profun- catlicos, poda esperarse no sin grandes insistencias,
da, no somos cristianos, y apenas somos hombres. por ejemplo, de los Papas ciertas intervenciones valien-
Los polticos que asimilan sin capacidad de crtica las tes y abnegadas, pero reducidas en el tiempo y la entrega.
palabras, los modos de hablar, de los adversarios tie- Cumplida la misin, la atraccin de sus familias y de sus
nen ya perdida la guerra ideolgica. Tambin la tienen tierras y negocios, les alejaban de los campos ms peli-
perdida cuando asumen los usos y abusos del mundo po- grosos y difciles, que recaan en los abusos y miserias en
ltico vigente, sin un sentido crtico libre. Se esperaba que cuanto ellos se retiraban.
una accin poltica cristiana tendra que ser evanglica,
es decir, re-novadora; pero ellos asumen la poltica mun-
dana como la encuentran: financiacin estatal de los par-
tidos, liderazgos polticos perpetuos, slogans irracionales
de campaa, enormes gastos en publicidad vaca, deudas
enormes con los Bancos, frecuentemente impagadas, uso
habitual de la mentira y del insulto, etc. Ignorando la ver-
dad, se contagian de todos los errores.
Catlicos que han recibido una especial formacin
intelectual y moral, que partiendo de la gran verdad so-
bre Dios, el hombre y el mundo, ofrecen principios ticos
para el bien comn de todos. Los polticos cristianos
han necesitado siempre, pero muy especialmente en tiem-
pos de general apostasa, estar muy fuertes en la sabidu-
ra de la verdad. Platn exiga que fueran los sabios quie-
nes gobernasen al pueblo. El poltico catlico necesita
hoy ms que nunca estar revestido de la armadura de
Dios, para poder resistir las insidias del diablo y de los
suyos: ha de embrazar el escudo de la fe, tener por yelmo
la Palabra divina y esgrimir la espada del Espritu, oran-
do en todo tiempo y lugar (Ef 6,10-18). No basta, no, al
poltico cristiano con ser listo en los manejos de la vida
pblica. Necesita sabidura y prudencia, fortaleza y li-
bertad libertad y fortaleza casi se identifican. Si el pen-
samiento del poltico catlico est mundanizado, es de-
cir, entenebrecido por el influjo diablico del Padre de la
mentira, viene a ser un ciego que gua a otro ciego [el Era, pues, necesario que cristianos elegidos, llama-
pueblo]: y ambos caern en el hoyo (Mt 15,14). dos y enviados por Dios, se entregaran con herosmo
Es la verdad de Cristo lo que nos hace libres y fuertes. Todo
permanente a esos combates y servicios. As nacieron
cristiano, y especialmente el dedicado a guiar a su pueblo en la las rdenes militares, asocindose con votos de pobreza,
vida poltica, necesita estar libre del mundo por el conocimien- obediencia y castidad caballeros cristianos que, sin des-
to de la verdad: de la verdad filosfica, de la verdad teolgica, pojarse de sus armaduras, se despojaban de todo lo de-
de la verdad histrica. Ha de conocer la doctrina social y pol- ms, para ponerse al servicio de Dios y del pueblo.
tica de la Iglesia, tantas veces ignorada y menospreciada. Ha de La reconquista de Espaa, p. ej., invadida por el Islam, no
estar libre de pelagianismos y semipelagianismos, que centran hubiera podido cumplirse sin la estabilidad perseverante y ab-
su accin en el hombre, y no en Dios, principio y fin de toda negada de las rdenes militares. Sus frailes-soldados comba-
accin buena. Ha de estar desengaado de los mil errores vi- tan con los ejrcitos reunidos por Reyes y nobles, pero des-
gentes en el mundo, tanto ideolgicos como prcticos, y tener pus permanecan en la conservacin de los territorios conquis-
facilidad para discernirlos. Ha de conocer bien las tcticas de tados, cuando ya Reyes, nobles y huestes haban regresado a la
combate del enemigo, las estrategias empleadas por el mundo paz confortable de sus familias y de sus tierras. Ellos permane-
diablico, para saber neutralizarlas y superarlas: conocer, p.e., can fielmente en sus tareas de defensa territorial y tambin de
perfectamente qu pasos promueve el lobby gay, etc. Ha de te- repoblacin. Los caballeros de las rdenes eran clibes, en dis-
ner los conocimientos suficientes en las ciencias civiles: dere- ponibilidad total de entrega y servicio. Pero tambin se di el
69
Catlicos y poltica
caso singular de la Orden militar de Santiago, que admita con argumentos falsos. No luchan porque en la vida poltica
ciertas condiciones el matrimonio de sus caballeros. Eran fami- han sustituido la idea de combate por la de conciliacin
lias asociadas bajo una regla de vida al servicio heroico del bien negociada, que estiman ms cristiana, ms evanglica. No
comn (Derek W. Lomax, La Orden de Santiago (1170-1275), presentan batalla porque, mezclados con los adversarios,
CSIC, Madrid 1965, 90-100). disfrutando de una situacin confortable, no estn dis-
Grandes santos y telogos medievales promovieron puestos a arriesgarla y a perder la vida por la salvacin
las rdenes militares, pues comprendan su necesidad. temporal de su pueblo. Nada quieren saber de Poitiers,
Santo Toms ensea que muy bien puede fundarse una las Navas de Tolosa o Lepanto. No se trata hoy de bata-
Orden religiosa para la vida militar, no con un fin tempo- llas armadas, sino de combates ideolgicos y espiritua-
ral, sino para la defensa del culto divino, de la salud p- les. Pero ellos no quieren combatir de ningn modo, por-
blica o de los pobres y oprimidos (STh II-II, 188,3). San que se avergenzan de la Iglesia militante, y en cierto
Bernardo, haba dado ya esta misma doctrina en su obra modo tambin de Cristo, el que dijo yo he vencido al
De la excelencia de la Nueva Milicia. Dedicado a los mundo (Jn16,33); no pensis que yo he venido a poner
caballeros templarios de Jerusaln (Obras completas, II, paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada (Mt
BAC 130, Madrid 1955, 853-881). Y las mismas razones 10,34; cf. Ef 6,12).
que ellos dieron en favor de las rdenes militares son
vlidas en nuestro tiempo, invadido por tantas fuerzas anti-
Cristo, para fundamentar Hermandades polticas. Hoy, por
supuesto, el combate entre la luz y las tinieblas es ms en
el campo de las ideas que en el de las espadas.
Seran muy deseables en nuestro tiempo ciertas aso-
ciaciones de laicos para la vida poltica, que en el nom-
(121)
bre de Cristo y con su poder salvfico entregaran sus
vidas por el bien comn de las naciones. Clibes y ca- 8. Los partidos confesionales son necesarios
sados, ajustando su vida a cierta regla de vida en Institu-
tos seculares o en otras formas afines de asociacin laical,
se prepararan en comn para vivir, ayudndose mutua- Partidos confesionales. Yo creo que lo que usted quiere es
provocar.
mente, la vocacin de llevar el influjo benfico de Cristo
Salvador a la vida temporal de los pueblos. As cumpli- Exactamente. Provocar una reforma completa, que implica
ran esa voluntad de la Iglesia, que hoy apenas se cumple tambin una reactivacin de la vida poltica entre los catlicos.
ni se intenta: Al tratar de los partidos polticos catlicos, expuse ya
que los laicos coordinen sus fuerzas para sanear las previamente lo que no son, lo que no deben ser; y tam-
estructuras y los ambientes del mundo cuando inciten al bin su necesidad, que los apolticos y prepolticos nie-
pecado [nunca el mundo ha estado tan endemoniado como gan, al menos en la prctica.
hoy], de manera que todas estas cosas sean conformes a Los partidos confesionales, en nuestro caso de inspi-
las normas de la justicia y ms bien favorezcan que obs- racin catlica, son convenientes y necesarios. Otra
taculicen la prctica de las virtudes (Vat. II, LG 36c). cosa es que en ciertas naciones no haya catlicos capa-
Ellos han de entregar sus vidas para lograr que la ley ces, en calidad y nmero, para darles existencia. Pero
divina quede grabada en la ciudad terrena (GS 43), y esto es ya circunstancial, y yo considero el criterio gene-
para instaurar el orden temporal de forma que se ajuste ral sobre la cuestin. Hemos de tener en cuenta que aque-
a los principios superiores de la vida cristiana (AA 7). llos que, en contra de la doctrina de la Iglesia, niegan el
Estas comunidades catlicas, realmente combatientes Estado confesional como algo intrnsecamente malo (105-
en el campo de la poltica, habran de sufrir dursimas 106), suelen tambin a veces negar tambin la licitud o la
persecuciones del diablo y de su mundo, y an ms duras conveniencia de los partidos confesionales. Procuran en
quiz dentro de la misma Iglesia. Pero de todas saldran forma oculta o abierta impedirlos, dejan as la accin po-
triunfantes por la gracia de Cristo, si resistieran fuertes ltica para despus de la recristianizacin de la nacin, y
en la oracin y la cruz, en la verdad catlica y en la po- establecen que, por principio, los catlicos vocacionados
breza! por Dios a la poltica deben diseminarse por los partidos
ya existentes. Es decir, los polticos catlicos deben anu-
La Iglesia llama a una nueva generacin de polticos larse y desaparecer. Deben suicidarse polticamente, pues
dispuestos a combatir a favor de Cristo y contra el los partidos laicos son laicistas (196).
mundo y su Prncipe diablico. Con los actuales polti-
cos no hacemos nada. Hay entre ellos catlicos muy bue- No es sa la doctrina de la Iglesia. Es verdad que hoy en
nos, pero cautivos muchos de ellos de planteamientos fal- Occidente no es viable el Estado confesional. Pero es fal-
sos o deficientes. Siendo casi todos los partidos liberales, so que tampoco convengan los partidos confesionales,
es tal el heroismo que una poltica catlica exige de los pues sin ellos queda el pueblo cristiano sin representa-
polticos que stos, en su inmensa mayora, desfallecen cin poltica, y condenado por tanto o a abstenerse del
en el intento, a veces ms por falta de conocimiento que voto o a darlo a partidos malminoristas, lo que en el fon-
de valor. No procuran llevar adelante las causas de Dios y do, ya lo vimos tambin (100), equivale a alimentar una
del orden natural, o lo procuran evitando con extrema Bestia liberal, que sin el voto de los catlicos, en bastan-
cautela un enfrentamiento duro con el mundo vigente. No tes naciones no podra seguir viva y poderosa, causando
logran victorias porque no combaten. No combaten por- estragos.
que, aunque vieron caer derrotada por Cristo la Bestia Por el contrario, la voluntad de la Iglesia es que los
comunista, creen imposible derrotar a la Bestia liberal, laicos coordinen sus esfuerzos para sanear las estructuras
que ciertamente es ms fuerte. Justifican su opcin con y los ambientes del mundo que incitan al pecado (Vat.
70
Jos Mara Iraburu
II, LG 36c). Y esto no van a conseguirlo solamente con Pero hace medio siglo, y anteriormente tambin, era posible
actividades prepolticas, culturales y apostlicas, o ni- que la consiguiera. Cuentan que en la Italia de mediados del
camente con las oraciones de los monasterios contem- siglo XX unos feligreses consultaron a su prroco a qu partido
plativos. deban votar. Y el buen cura les dijo que eran plenamente libres
para elegir en conciencia entre los diversos partidos, siempre
Los partidos de confesionalidad implcita, no confe- que fuera un partido demcrata y cristiano.
sada, sufren una malformacin congnita, pues siendo Un partido catlico, aunque no proclame su identi-
partidos confesionales, por principio, no-confiesan. Cal-
dad en el ttulo, ha de confesarla explcitamente en
culan que es suficiente que su partido profese una serie sus Estatutos y programas. En ellos, sin complejos de
de principios morales y sociales del orden natural, con inferioridad, como dira Benedicto XVI, el partido con-
alguna inspiracin del cristianismo, aunque solo sea ver-
fiesa a Dios, a Cristo, a la Iglesia, y profesa abiertamente
bal. Y creen que no es necesario ni conveniente confesar su propsito de atenerse al orden natural, a la ley de Cris-
a Dios y a su Cristo abiertamente, pues si se hiciera, el to y a la fidelidad debida al Magisterio eclesial. Lo mis-
partido perdera el voto de no pocos ciudadanos ajenos al
mo deben hacer sus diputados y senadores en los discur-
cristianismo, que comparten ms o menos sus valores. sos polticos, nombrando a Dios y a Cristo, argumentan-
Estos partidos de confesionalidad meramente implci- do abiertamente por las exigencias del orden natural, y
ta estn afectados de varios errores graves: alegando tambin las tradiciones cristianas de la nacin.
1.Niegan el deber de confesar pblicamente a Dios y a su Y todo ello sin inhibiciones y con la mayor fuerza per-
enviado Jesucristo ante los hombres (Mt 10,32-33), como suasiva.
siempre lo ha enseado la Iglesia (1885, Immortale Dei; 1925, Como seala el Catecismo de la Iglesia Catlica, toda insti-
Quas primas; 1965, Vaticano II, Dignitatis human 1). tucin social parte de una visin de Dios, del hombre y del
2.Profesan un pelagianismo segn el cual los principios cris- mundo (2244), y nada impide que un partido confesional cat-
tianos y del orden natural pueden ser vividos por el hombre sin lico publique explcitamente cules son sus principios filosfi-
que su naturaleza cada sea auxiliada por la gracia sobre-huma- cos y religiosos, a los que quiere atenerse en sus actividades
na de Cristo, es decir, sin la ayuda de la Revelacin y del Ma- polticas.Y aunque el partido no exija de sus miembros la fe, al
gisterio eclesial. En otras palabras, creen posible un cristianis- menos s habr de exigirles el respeto y tambin el reconoci-
mo sin Cristo, un cristianismo que logre una sntesis de princi- miento de algunos principios ticos fundamentales e irre-
pios del orden natural, que de hecho sean aceptables y realiza- nunciables, de los que tratar en otro artculo.
bles por los ciudadanos sin la luz y la fuerza de la gracia. Un partido catlico que gobierne habr de aplicar
3.Alegan que un partido explcitamente confesional com- sin duda el principio de la tolerancia y del mal menor,
prometera necesariamente a la Iglesia; lo que obviamente es tal como la doctrina tradicional de la Iglesia lo ha ensea-
falso. do siempre (100). Y como es obvio, no es posible aplicar
4.Dan por supuesto que si ese partido alcanzara el poder de el principio de la tolerancia sin ejercitar un discernimien-
gobernar, ciertamente establecera una tirana religiosa, impo- to prudencial, que habr de tener en cuenta a todos los
niendo incluso legalmente la moral cristiana a todos
los ciudadanos, sin guardar la tolerancia y el respeto
que se debe a los no creyentes y a los miembros de
otras religiones. Tambin sta es una previsin fal-
sa.
5.Estiman tambin, aunque no lo digan, que el
partido confesional no-confesante lograr evitar la
persecucin del mundo. Mala y vana esperanza, pues
solamente podr ser evitada la persecucin si el par-
tido, implcita o explcitamente confesional, renun-
cia a su propia identidad deja de ser catlico y
est dispuesto a dar culto a la Bestia, como los de-
ms partidos. Solo entonces cesa la persecucin.
Todos estos errores ya han sido previamente
denunciados en la exposicin de los grandes
principios polticos de la Iglesia (97-108), y no
es preciso detenerse ahora en su refutacin.
Los partidos catlicos confesionales deben
serlo explcitamente, evitando sin embargo
ciertos riesgos, perfectamente evitables. Si
cayeran en ellos, quedaran inhabilitados prcticamente
para la actividad poltica. grupos integrantes de la nacin y otras circunstancias. Por
otra parte, los objetos morales y cvicos diferentes no
Un partido catlico debe serlo en la substancia, y podrn recibir de ningn modo ante las leyes un mismo
no en el nombre. Aunque parezca una contradiccin. trato. Si el aborto, por ejemplo, ha de ser prohibido en
Concretamente, el canon 216 del Cdigo de la Iglesia ase- absoluto, no necesariamente ha de ser penalizado como
gura que los fieles catlicos tienen derecho a promover lo merece, siendo como es un homicidio. Es posible en
y sostener la accin apostlica tambin con sus propias cambio que, en una nacin, convenga prohibir y penali-
iniciativas, y lo mismo ha de ser dicho de las activida- zar la bigamia y toda forma de poligamia. Del mismo modo
des polticas; pero ninguna iniciativa se atribuya el nom- habrn de ser gobernadas de modos diversos otras reali-
bre de catlica sin contar con el consentimiento de la au- dades malas, como la prostitucin, el divorcio, la eutana-
toridad eclesistica competente. Y ningn partido cat- sia, la unin de homosexuales, etc., con leyes y medidas
lico confesional conseguir hoy esa autorizacin. administrativas diferentes.
71
Catlicos y poltica
Un partido catlico no debe servirse de la Iglesia, y Es preciso, sin embargo, que los laicos acepten como obli-
lo hara, por ejemplo, si invocara su identidad catlica gacin propia el instaurar el orden temporal y el actuar direc-
para conseguir los votos en las elecciones, sin guardar tamente y de forma concreta en dicho orden, dirigidos por la
luego fidelidad a esa identidad en la prctica diaria de la luz del Evangelio y la mente de la Iglesia y movidos por la cari-
vida poltica. Tambin se servira de la Iglesia, por ejem- dad cristiana; el cooperar, como conciudadanos que son de los
dems, con su especfica pericia y propia responsabilidad, y el
plo, si lograra captar muchos votos de catlicos gracias a buscar en todas partes y en todo la justicia del reino de Dios.
una poltica firmemente antiabortista, pero profesara al Hay que instaurar el orden temporal de tal forma que, salvan-
mismo tiempo un economicismo salvaje, muchas veces do ntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios
condenado por la Iglesia. Un partido catlico tiene que superiores de la vida cristiana y se mantenga adaptado a las
ser fiel a todas las enseanzas de la Iglesia. variadas circunstancias de lugar, tiempo y nacin (AA 7).
Tampoco los partidos catlicos deben estar al ser- Por el contrario, cuando los Pastores sagrados dan a los
vicio de la Iglesia, si entendemos esta expresin en un laicos la doctrina poltica de la Iglesia muy escasamente
mal sentido. Los partidos cristianos han de estar al servi- o solo en formas polticamente correctas, es decir, se-
cio de Dios y del bien comn temporal de la sociedad, gn el mundo; cuando les prestan un auxilio espiritual
promoviendo polticamente el saneamiento de las estruc- insuficiente, y cuando en cambio, por accin o por omi-
turas y los ambientes del mundo cuando inciten al peca- sin, les imponen ciertas opciones polticas concretas,
do, de manera que todas estas cosas sean conformes a las hacen justamente en todo ello lo contrario de lo que de-
normas de la justicia y ms bien favorezcan que obstacu- ben hacer. Y se producen entonces unos efectos que no es
licen la prctica de las virtudes (LG 36c). Preparan as necesario describir, porque desde hace medio siglo ya
con su accin los caminos del Evangelio, y si llegan al estn ante nuestros ojos. Es un desastre.
gobierno, amparan a la Iglesia ya existente en los modos El clericalismo ha sido generalmente nefasto en la
que sean justos y convenientes segn su presencia en la vida poltica del pueblo cristiano. No tienen autoridad
nacin. los Obispos para ensear que, por principio, conviene ms
Los partidos catlicos deben ser fieles a los princi- que los catlicos se diseminen por los diferentes partidos
pios polticos que la Iglesia ensea, pero deben prote- ya existentes, ya que no es sta la doctrina de la Iglesia.
ger al mismo tiempo su autonoma prudencial para No es tampoco competencia suya discernir si son o no
elegir entre las acciones concretas que son conciliables convenientes los partidos confesionales en su nacin. Y
con esos principios. Un partido confesional catlico no los laicos no estn obligados a seguir esos eventuales dis-
ha de ser el partido de los Obispos o del clero, ni tiene cernimientos polticos concretos, pues son ellos quienes
por qu comprometerlos. Los Pastores no deben dirigir deben decidir en estas cuestiones con su especfica peri-
sus opciones polticas prudenciales: no tienen gracia de cia y propia responsabilidad. Por otra parte, no todos los
estado para ello. Y cuando incurren en esa tentacin, muy laicos coincidirn ni en sus discernimientos, ni en su vo-
frecuentemente se equivocan. Es verdad que esa injeren- cacin personal o de grupo.
cia de los Pastores en la vida poltica no suele darse en Una cosa es, como ya dije, que los laicos procuren la aproba-
mandatos formales, entre otras cosas porque no hay entre cin de la Jerarqua cuando pretenden organizar, por ejemplo,
los mismos Obispos unanimidad de criterio en campos una gran manifestacin, con asistencia quiz incluso de Obis-
tan variables y complejos. Esa injerencia, cuando se pro- pos en la misma (114-115). Y otra cosa es que hayan de esperar
duce, suele darse ms bien en encuentros extra-oficiales la aprobacin de los Obispos, cuando sta falta, para coordi-
entre lderes de la Iglesia y de los partidos; o en forma de nar sus fuerzas en la accin poltica concreta, tal como lo re-
omisiones patentes del apoyo jerrquico a ciertas inicia- comienda la Iglesia (LG 36).
tivas, que quedan as frenadas o impedidas. El clericalismo poltico lleva implcita la conviccin
En consecuencia, cuando los polticos catlicos resis- de que el orden natural no tiene consistencia propia, y
ten estas presiones indebidas, no cometen normalmente que las opciones polticas deben tomarse con el objetivo
una desobediencia, sino que cumplen con su conciencia y directo de favorecer a la Iglesia. Pero la accin poltica
responsabilidad. Por eso ha habido Reyes catlicos bien tiene en la procura del bien comn temporal una entidad
santos que en cuestiones polticas muy concretas llega- natural propia, que es anterior a la existencia misma de la
ron hasta enfrentarse con el Papa. Ellos, precisamente por- Iglesia. Debe ser cristianizada, pero no clericalizada. La
que eran fieles hijos de la Iglesia, saban defender la au- gracia perfecciona la naturaleza, pero no la suprime, y
tonoma del poder civil de interferencias indebidas del debe regirse por sus propias leyes.
poder religioso. Por otra parte, Obispos y sacerdotes no suelen tener la
En la promocin del bien comn temporal uno es preparacin necesaria para el gobierno civil de la socie-
el ministerio de los Pastores y otro el de los laicos. Y si dad. Y adems, siendo ministros de la misericordia divi-
no se conoce y respeta suficientemente esa distincin se na, no siempre, como es comprensible, saben esgrimir las
siguen grandes males, abusos y confusiones. La autori- armas de la justicia para lograr el bien comn del pueblo.
dad se pierde cuando ejercita sus mandatos fuera de su El gobernante civil, en cambio, es ministro de Dios, que
campo propio. Recordemos, pues, en esta importante cues- no en vano lleva la espada, para hacer justicia y castigar
tin la doctrina bien precisa del Concilio Vaticano II: al que obra el mal (Rm 13,4).
Es obligacin de toda la Iglesia trabajar para que los hom- Es deseable que los partidos catlicos sean varios,
bres se capaciten a fin de establecer rectamente todo el orden y que no se forme un solo gran partido. sta es una
temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo. Toca a los Pas- cuestin importante, que dejo para el prximo artculo.
tores el manifestar claramente los principios sobre el fin de la Post post.- Es muy valioso el artculo de Luis Mara Sandoval,
creacin y el uso del mundo y prestar los auxilios morales y La pluralidad de partidos polticos, en la Revista Arbil n 69.
espirituales para instaurar en Cristo el orden de las realidades
temporales.
72
Jos Mara Iraburu
procuran cuando se trata de un grande y nico partido
catlico. Es comprensible que, a causa de sus repercusio-
nes en la vida de todo el pueblo cristiano, la Jerarqua
pretenda controlarlo y dirigirlo en sus acciones concre-
tas. Pero no pocas veces invadir as, normalmente con
malas consecuencias, un campo de responsabilidades que
es propio de los laicos.
El partido catlico nico puede traer no pocos males: pue-
de comprometer a la Iglesia en sus actuaciones, puede unificar
opciones polticas que normalmente son diversas, suprimiendo
(122) en la prctica las alternativas, anular los polticos catlicos
disidentes de esa unicidad, caer fcilmente en el clericalismo,
9. Es mejor que sean varios pues cuando hay un gran partido catlico nico, la tentacin
los partidos confesionales catlicos que sufren los Pastores de controlarlo suele ser excesiva; ca-
nonizar el sistema poltico vigente, al que se ha ido ligando con
miles de compromisos concretos; generar clientelismo, com-
Cmo es eso? No tenemos bien establecido ningn partido plicidades crecientes con banca, empresarios, medios y orga-
catlico y ya est usted exigiendo que sean varios. nismos internacionales, casi inevitables en un gran partido, so-
Es mejor que sean varios; pero a una mala nos conformara- bre todo si perdura en el gobierno, perder progresivamente de
mos con uno. la identidad catlica, dar permanencia interminable a sus lde-
res, caer en prepotencia, corrupcin y extincin.
Es deseable que los partidos catlicos sean varios,
y que no se forme un solo partido. ste principio es Hay unos principios no negociables en la poltica,
aparentemente paradjico, pues prefiere que sean parti- que deben ser profesados por todos los partidos cat-
dos varios los que, sin embargo, deben actuar unidos, tanto licos y tambin por todos los hombres de buena vo-
en unos mismos principios doctrinales, como en coali- luntad. El Papa Benedicto XVI los expuso en un congre-
ciones electorales y posibles coaliciones de gobierno. Pero so que el Partido Popular Europeo celebr en Roma (30-
sa es la verdad. Siendo de suyo el campo de lo poltico III-2006):
tan complejo e indeterminado, han de formar los catli- Cuando las Iglesias o las comunidades eclesiales intervie-
cos diversas organizaciones polticas que no tienen por nen en el debate pblico, expresando reservas o recordando
qu coincidir en todo, sino solo en los grandes principios principios, no estn manifestando formas de intolerancia o in-
fundamentales. terferencia, pues estas intervenciones buscan nicamente ilu-
minar las conciencias, para que las personas puedan actuar li-
La unicidad de partido catlico puede convenir en cir- bre y responsablemente, segn las autnticas exigencias de la
cunstancias excepcionales: despus de una gran guerra, justicia, aunque esto pueda entrar en conflicto con situaciones
o en un pequeo pas de gran homogeneidad entre los de poder y de inters personal. Tres de estos principios son los
catlicos, o si de hecho no hay ms que uno no hay ms fundamentales:
cera que la que arde. Y por supuesto la unin de todas 1. Vida: la proteccin de la vida en todas sus fases, desde el
las fuerzas catlicas es imprescindible, tanto en las elec- primer momento de su concepcin hasta su muerte natural.
ciones como en la accin poltica, si ha de lograrse que el 2. Familia: el reconocimiento y promocin de la estructura
pueblo cristiano pueda actuar eficazmente en la vida po- natural de la familia, como una unin entre un hombre y una
ltica. mujer basada en el matrimonio, y su defensa ante los intentos
Puede haber graves inconvenientes cuando en un de hacer que sea jurdicamente equivalente a formas radical-
pas se establece un partido catlico nico, segn ya mente diferentes de unin, que en realidad la daan y contribu-
vimos (118). El primer peligro es el clericalismo. Los yen a su desestabilizacin, oscureciendo su carcter particular
y su funcin social insustituible.
Pastores, que han de mantener unido al pueblo cristiano
bajo su autoridad, tienden a veces tambin a unificarlo 3. Educacin: la proteccin del derecho de los padres a edu-
bajo su direccin en la vida poltica, y especialmente lo car a sus hijos.
Estos principios no son verdades de fe, y aun-
que quedan iluminados y confirmados por la fe,
estn inscritos en la naturaleza humana, y son por
lo tanto comunes a toda la humanidad. La accin
de la Iglesia en su promocin no es por lo tanto de
carcter confesional, sino que se dirige a todas las
personas, independientemente de su afiliacin re-
ligiosa.
Pues bien, como los partido polticos de
Occidente impugnan esos valores, es urgen-
te la necesidad de partidos confesionales ca-
tlicos que los afirmen y defiendan. Esos
valores fundamentales son actualmente com-
batidos en Occidente en forma sistemtica, y
se crean uno tras otro eficacsimos condicio-
namientos legales para impedirlos y destruir-
los. Tanto la vida, como la familia y la educa-
cin son objeto de agresiones gravsimas. Por
eso, no solo los cristianos, tambin los hom-
bres de buena voluntad que no han llegado a
73
Catlicos y poltica
la fe, necesitan cauces polticos para promover y defen- La sacralizacin de la democracia liberal de parti-
der esos principios morales. dos es una supersticin diablica, porque es mentira y
Los partidos catlicos han de coincidir no solo en engaa a las naciones, y porque es homicida, como se
esos principios fundamentales, sino tambin en la doc- comprueba en la aprobacin general del aborto y de otras
trina social y poltica de la Iglesia. En los artculos que atrocidades. Pensar que el desarrollo poltico de la huma-
dediqu a exponer esta doctrina, la reduje a siete princi- nidad, despus de conocer muchas formas de anarquas o
pios (97-106): sobre el origen de la autoridad civil, las de autoritarismos tirnicos y oligrquicos, ha llegado a
actitudes debidas ante las leyes injustas, los modos de su modalidad ms alta y perfecta en la democracia liberal
entender la tolerancia y el mal menor, la neutralidad de la de partidos, es simplemente una supersticin. Quienes sa-
Iglesia ante los diversos regmenes polticos, el principio cralizan la democracia de partidos reconocen en ella la
de subsidiariedad, y la obligacin de confesar pblica- Idea poltica en su expresin prototpica. En adelante las
mente a Cristo como Rey de las naciones. formas de gobierno sern lcitas y benficas en la media
All pudimos comprobar hasta qu punto la doctrina en que se identifiquen o aproximen a esa Idea sagrada.
liberal ha sido asimilada por la mayora de los catlicos, Es sta una visin muy ingenua. En Roma consideraron un
al ser hoy la nica polticamente correcta, ignorando o progreso pasar de la repblica al imperio. Antes de la II Guerra
rechazando consiguientemente esos principios fundamen- Mundial los Estados corporativos, en la lnea hegeliana de la
tales de la doctrina catlica. Ahora bien, si el pensamien- organicidad nica de la nacin, se consideraban una superacin
to poltico de los catlicos est hoy generalmente falsea- moderna de las vetustas y estriles democracias liberales parti-
do, se comprende perfectamente que no puedan llegar a das en varios partidos. Hacia 1930, ropugnaron en Espaa for-
formar partidos confesionales, y que incluso nieguen la mas de democracia orgnica Giner de los Ros, el de la Institu-
misma licitud de su existencia. Ya seal que son muchos cin libre de la enseanza; socialistas, como Fernando de los
Ros; conservadores, como Salvador de Madariaga. Y el primer
los catlicos, tambin Obispos, que no admiten hoy la anteproyecto de Constitucin en la II Repblica, que finalmen-
conveniencia, ms an, la necesidad de que los laicos te no fue aprobado (1931), diseaba un Senado que haba de
coordinen sus esfuerzos para sanear las estructuras y los representar en forma orgnica los intereses sociales de la na-
ambientes del mundo que incitan al pecado (LG 36). cin: provincias y municipios, patronos, obreros y agrarios, in-
La aceptacin comn de la doctrina social y polti- dustrias y comercio, universidades, religiones, profesiones li-
ca de la Iglesia no causa ni exige entre los posibles par- berales, etc.
tidos catlicos la coincidencia de sus programas. La Pues bien, as como aquellos que sacralizaban el co-
doctrina de la Iglesia afirma solamente principios polti- munismo, atribuan los errores y horrores que causaba,
cos, pero no suministra contenidos concretos. Esos prin- por ejemplo, en la Unin Sovitica, no al mismo comu-
cipios sern unas veces afirmativos, y otras veces negati- nismo marxista, sino a la falsificacin que de l haba
vos. Los partidos catlicos habrn de coincidir en todas
las negaciones: al aborto, a la eutanasia, a la desfigura-
cin de la familia, a la supresin de las iniciativas priva-
das en la educacin y en el conjunto de la vida social, etc.
porque son negaciones que obligan moralmente semper
et pro semper.
Pero los partidos confesionales no han de ser simple-
mente los partidos del no: no a esto, a aquello, a lo otro
Al mismo tiempo que esas negaciones necesarias, los par-
tidos catlicos han de establecer programas positivos de
acciones polticas concretas. Y en ese campo habr nece-
sariamente entre ellos discernimientos diversos en cuan-
to a modos y fases de realizacin. Los catlicos llamados
por Dios a la vida poltica con especial vocacin han de
sentir juntamente el atractivo de combatir los males so-
ciales presentes y de promover un conjunto de bienes au-
sentes, que se proponen como objetivos en programas po-
lticos atrayentes.
Un partido poltico catlico debe incluir en su pro-
grama, como uno de los principales objetivos, comba-
tir contra la democracia liberal de partidos, promovien-
do reformas constitucionales muy amplias. Y siendo la
partitocracia liberal la frmula poltica ms frecuente en
las democracias de Occidente, no podr librar ese com-
bate sin tener las ideas muy claras y sin estar libre de todo cometido Stalin, del mismo modo, los idlatras que dan
complejo de inferioridad (Benedicto XVI) respecto de culto supersticioso a la democracia liberal de partidos
lo que se presenta comnmente como pensamiento ni- es una religin reconocen generosamente que en ella se
co. Francis Fokoyama, por ejemplo, en su obra El fin de dan a veces graves desviaciones y abusos, es indudable,
la historia y el ltimo hombre (1992), estima que la lucha pero no los estiman procedentes de ella, sino de su falsi-
desarrollada entre las ideologas polticas a lo largo de la ficacin Ver hoy a tantos catlicos, tambin Obispos,
historia humana debe considerarse concluda, cuando la participando de esta supersticin, causa espanto. Y es sta
humanidad ha llegado a entender que la nica opcin via- una de las principales causas de la total desmovilizacin
ble es el liberalismo democrtico, consagrado ya como ni- poltica de los catlicos.
co pensamiento correcto.
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Jos Mara Iraburu
La partitocracia es una corrupcin de la democra- posible hallar un mnimo de logos, de argumentos racionales,
cia, es una dictadura de partidos polticos alternantes que haga posible el dia-logo.
o aliados, que anula prcticamente la contribucin real Por otra parte, controlando los medios de la comunicacin y
del pueblo (demos) a la res publica. Y hoy es la forma de la educacin, producen en la ciudadana convicciones y es-
de democracia ms frecuente en Occidente, aunque en tados de nimo que hacen posibles las leyes criminales que pre-
unas naciones se da ms acusadamente que en otras. No tenden. Administrando ms de la mitad de la riqueza nacional,
ha de confundirse, por supuesto, con las dictaduras de financian con parcialidad los grupos e instituciones, establecen
partido nico, pues aunque a veces se atrevan stas a con- con personas afines fundaciones y organizaciones no guberna-
mentales, que subvencionan luego abundantemente. Reparten
servar el nombre de democracias populares, no son evi- cargos, becas y ayudas econmicas, orientan y financian con-
dentemente una democracia. gresos y celebraciones que les favorecen, distribuyen licencias
Hago aqu una crtica de la partitocracia partiendo de la orto- para emisoras de radio y televisin, privilegian segn su conve-
doxia democrtica, y la condeno porque sus polticos no escu- niencia a empresas, artistas, profesores, productoras de cine y
chan la vox populi, sino que manipulan la opinin del pueblo y televisin. Distribuyen los altos cargos de las principales em-
la contraran impunemente cuando les conviene. Pero, por su- presas y entidades nacionales, y eligen tambin los represen-
puesto, mucho ms grave pecado en la partitocracia liberal es tantes en las organizaciones internacionales. Reciben de los
que comienza por no escuchar la vox Dei, expresada en el libro bancos, especialmente en las campaas electorales, cuantiosos
de la Creacin (razn-naturaleza) y en el libro de la Revelacin crditos, que si despus no pueden o quieren reintegrar, les se-
(fe-gracia). rn condonados por los mismos bancos, que siempre saben bien
La partitocracia es, pues, una Bestia diablica que, lo que les conviene. Aumentan ms y ms los cargos de libre
bajo formas aparentemente democrticas, se apodera de designacin, blindandos a veces los contratos como buenos
previsores del porvenir. Multiplican indefinidamente los depar-
una nacin, obrando en ella con una arbitrariedad que tie- tamentos, secretariados, comisiones y entidades estatales, colo-
ne muy escasos lmites. Y aunque parezca increble, sta cando en ellos a innumerables amigos, afines y parientes, esta-
es, para los devotos creyentes en ella, la nica forma le- bleciendo as muchos cientos de altos cargos, y miles y miles de
gtima de democracia, siendo todas las dems espreas y funcionarios. Como dice y documenta Juan Varela, las cifras
puramente formales. Por el contrario, cualquier ciudada- son apabullantes (Partitocracia).
no mentalmente sano entiende que la democracia en sus Esto es lo que ms o menos est ocurriendo en muchas
formas actuales elimina prcticamente en la vida poltica naciones se dicentes democrticas. Yo no entiendo de-
la participacin democrtica de los ciudadanos, reducin- masiado de estas cosas, y por eso me cuesta escribir so-
dola a la emisin peridica del voto. bre ellas. Pero no hace falta ser doctor en medicina para
Ya se han escrito muchos estudios sobre los psimos males comprobar que un cadver de varios das huele a podrido
de las democracias partitocrticas, que secuestrando la liber- que apesta. La partitocracia es imposible sin grandes
tad poltica de los ciudadanos, llegan a constituir con toda natu- corrupciones mentales y prcticas. Los polticos partito-
ralidad autnticas mafias polticas. Podemos recordar, por ejem- crticos tienen podrido el nous, y no son conscientes de
plo, de un lado, a Gonzalo Fernndez de la Mora (La partito-
cracia, Instituto de Estudios Polticos, Madrid, 1977, 2 ed.) y
su propia degradacin. Perdnalos, Seor, porque no
de otro lado, antagnicamente opuesto, a Gustavo Bueno (Pan- saben lo que hacen. Y en la medida en que los catlicos,
fleto contra la democracia realmente existente, La Esfera de Pastores y fieles, no dan el testimonio de la verdad, y
los Libros, Madrid 2004, 2 ed.). no denuncian la corrupcin de estas realidades polticas
Espaa es hoy quiz una de las democracias ms indignantes, incurren activa o pasivamente en complici-
acusadamente partitocrticas de Occidente. La Cons- dad.
titucin de 1978, como reaccin a la situacin preceden- Los Reinos cristianos eran mucho ms democrti-
te, entrega todo el poder poltico a los partidos (art. 6), cos que las partitocracias actuales. El origen de los ab-
como instrumento fundamental [mejor se dira nico] solutismos monrquicos o partitocrticos habr de bus-
para la participacin poltica. Los partidos gobernantes carse en los maquiavelismos renacentistas, en los autorita-
controlan todos los poderes: el ejecutivo, el legislativo y rismos hegalianos o ilustrados o donde sea, pero no en el
el judicial. Ellos deciden la composicin del Consejo Ge- cristianismo.
neral del Poder Judicial, del Tribunal Supremo, del Tri- La historia nos demuestra en los Reinos cristianos que, com-
bunal Constitucional, de la Fiscala General del Estado y parados con las partitocracias actuales, era mucho ms demo-
de otros organismos de la mayor importancia. crtica la participacin de todo el Reino, p. ej., en las Cortes de
Y aunque la Constitucin establece que en los partidos su Len (1118) rey, nobles, clero, representantes de ciudades y
estructura interna y funcionamiento debern ser democrticos villas, o en la Carta Magna inglesa (1215), o en la Cmara de
(art. 6), no hay en ellos apenas democracia interna alguna, so- los Comunes, paralela a la Cmara de los Lores (1258), o en las
bre todo cuando estn en el poder. Solo sern incluidos en las Cortes de Toledo (1480).
listas cerradas de las elecciones aquellos miembros del parti- La partitocracia es hoy una dictadura de partidos, en
do que sigan al Jefe con absoluta lealtad. Y una vez constitui- la que el poder poltico, gobernado a su vez ocultamente
dos diputados o senadores, nicamente responden ante las au- por fuerzas econmicas y centros ideolgicos internacio-
toridades del partido, pero no tienen en cuenta para nada a los nales, se hace omnipresente, quebrantando sistem-
electores, que no dieron sus votos a sus personas sino al partido. ticamente el principio de subsidiariedad, tan central en la
Siendo los partidos maquinarias para conseguir el poder po- doctrina poltica de la Iglesia. La partitocracia legisla, re-
ltico, cuando lo consiguen, lo ocupan en forma invasora, tra- glamenta, prohibe, exige, regulando hasta las parcelas ms
tando de mantenerlo por todos los medios. La actualidad polti- individuales de la vida humana, al mismo tiempo que para
ca, en un espectculo vergonzoso, es la continua pelea de unos ello crea una burocracia innumerable de polticos na-
partidos contra los otros, que no son considerados colabo- cionales, federales, autonmicos, internacionales, que
radores en la produccin del bien comn, sino enemigos. De
este modo los partidos parten la nacin en partidos contrapues- desarrollan una actividad poltica imparable, en una in-
tos. Emplean con gran frecuencia el insulto y la calumnia, la geniera social incesante, que los sufridos ciudadanos fi-
mentira y el ocultamiento, y en sus continuas disputas apenas es nancian como meros espectadores.
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Catlicos y poltica
La psima situacin de la poltica moderna no debe
llevar a los catlicos a un distanciamiento cauteloso y
egosta, sino justamente a lo contrario: a una partici-
pacin abnegada, crucificada y redentora, se entien-
de, de aquellos que reciben de Dios esa vocacin. Si no
es de ellos, es decir, de Cristo y de la Iglesia, de ninguna
parte va a venir hoy la salvacin a ese mundo poltico
corrompido.
Cuando en la plenitud de los tiempos, el Verbo eterno
divino se encarna propter nos homines et propter nostram
salutem, sabe perfectamente que entra en el pecado del
mundo, en una gusanera pestilente, que acabar recha-
zndole violenta e ignominiosamente. Y entra en el mun-
do, a travs de la Virgen Mara. Entra en el mundo el
Hijo eterno de Dios, introduciendo en la humanidad fuer-
zas sobrenaturales, sobrehumanas, divinas, celestiales de
salvacin; de salvacin misericordiosa, venida como gra-
cia de lo alto, sin ninguna necesidad de venir. Slo movi-
da por un amor compasivo y salvador.
El amor de Cristo es el nico capaz de suscitar hoy
catlicos polticos, portadores del Espritu Santo, que re-
nueva la faz de la tierra. Yo os he dado el ejemplo, para
que vosotros hagis tambin como yo he hecho (Jn
13,15). El que tenga odos para oir, que oiga (Mt 13,9).
Va todo unido. Es un desfallecimiento de Pastores y
fieles en la fe, la esperanza y la caridad (104, 109, 117).
Una Iglesia creciente confiesa a Cristo: nosotros cree-
mos, y por eso hablamos (2Cor 4,13), pues de de la
abundancia del corazn habla la boca (Mt 12,34). Una
Iglesia decreciente, por el contrario, apenas lo confiesa:
nosotros dejamos de creer, y por eso dejamos de ha-
blar Reforma o apostasa.
Cometen un grave error los Pastores y laicos que
procuran mantener la desmovilizacin poltica de los
(123) catlicos. No hablo de aquellas personas, congregacio-
10. El Seor quiere y puede nes y grupos que no estn llamados por Dios a una accin
movilizar a los catlicos para la poltica poltica directa (119). Hablo de quienes positivamente fre-
nan la accin poltica organizada y confesional de los ca-
tlicos. Ya sabemos que muchos de quienes as obran,
Muchas repeticiones. Esto se va pareciendo al Bolero de Pastores y laicos, son buenos cristianos. Pero tambin sa-
Ravel. bemos que en materia poltica piensan ms segn el mun-
Si su cultura musical no fuera tan limitada, habra reconoci- do que segn la doctrina poltica de la Iglesia. A causa de
do en el fondo de esta serie de artculos las Variaciones Gold- la sobreabundante ideologa falsa difundida durante el
berg, aria con 30 variaciones, para clavicmbalo, de Juan Sebas- postConcilio y contra el Concilio, estn errados, y en no
tin Bach (BWV 988, 1741-1742). De todos modos, ya falta pocos casos su desvaro es una ignorancia invencible.
menos para el final de la serie.
La Iglesia ha enseado siempre, sobre todo en los lti-
El Espritu Santo quiere y puede renovar la faz de mos dos siglos, tambin en el Vaticano II, que los laicos
la tierra, pero el Padre de la mentira se empea en los llamados a ello deben coordinar eficazmente sus fuer-
paralizar en la Iglesia las misiones, la educacin, la zas para actuar en la vida poltica (LG 36), de tal modo
pastoral y la actividad poltica de los catlicos. Las que, guiados por su pericia y bajo su responsabilidad, han
misiones, dejando la evangelizacin, la missio, derivarn de entregar sus vidas para lograr que la ley divina quede
al dilogo interreligioso y la accin benfica filantrpica grabada en la ciudad terrena (GS 43; cf. AA 7). Es un
(13). La educacin catlica se ir apagando en la mayo- ideal formidable: traer la salvacin de Cristo al mismo
ra de colegios, escuelas y universidades catlicas, per- orden temporal presente. Y la verdad de este Magisterio
diendo fuerza evangelizadora y apologtica. La accin apostlico se ve comprobada, sensu contrario, por la ex-
pastoral alcanzar solo a una dcima parte de los bauti- periencia histrica de los ltimos decenios, en los que a
zados, y en forma muy dbilmente evangelizadora. Y en causa principalmente de la mala doctrina vienen siendo
ese mismo cuadro de situacin espiritual, la accin pol- continuos los avances de los hijos de las tinieblas y los
tica de los catlicos tambin desfallecer, hasta desapa- retrocesos de los hijos de la luz.
recer prcticamente en Occidente, de tal modo que las
Si un ejrcito del Enemigo asedia la ciudad y el Rey cristia-
Iglesias locales, sin apenas lucha, permitirn que sean los no llama a las armas, traiciona a su Rey el pueblo si no acude,
hijos de las tinieblas quienes gobiernen y configuren le- alegando que la accin armada enemiga no tiene por qu ser
galmente las naciones antes cristianas, ahora mayorita- resistida y superada por otra accin armada, sino que basta con
riamente apstatas. luchar con las armas de la espiritualidad, la oracin y las activi-
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Jos Mara Iraburu
dades sociales y culturales. Ese pacifismo suicida equivale a llegado a la conclusin de la prctica obligatoriedad de la acti-
entregar el dominio de la ciudad al Enemigo, y al mismo tiem- tud liberal y demcrata-cristiana [] El trgico abuso del Con-
po condena al Rey al exilio o a la muerte. cilio Vaticano II, que se ha invocado para negar todo lo que no
Objetivamente, colaboran con el Enemigo, aunque se ha sabido leer en l, y desde luego todo el Magisterio ante-
rior [en estas materias], ha servido de acelerador de la espanto-
no lo pretendan, aunque sean eclesisticos y laicos ex- sa decadencia de la doctrina ortodoxa en la teologa y de la
celentes, aquellos que durante decenios, transformando seriedad y vigor moral en las costumbres privadas, familiares
la hiptesis coyuntural en tesis doctrinal, y polticas []
ensean que los polticos cristianos, en principio, de- El fruto ms amargo de aquel abuso gravsimo del Concilio
ben en nuestro tiempo diseminarse entre los partidos se- Vaticano II, por el que no slo se ha tomado el nombre de Dios
culares ya existentes, causando as su dispersin y anula- en vano, sino que se le ha invocado sacrlegamente para hacer
cin total prctica (119); olvidar a grandes multitudes de fieles principios inamovibles
aquellos que orientan en poltica al pueblo cristiano ha- que haban sido reiterada y enrgicamente afirmados en el Ma-
gisterio Pontificio, y que nunca han sido, no podan ser, contra-
cia un malminorismo crnico, que puede durar muchos dichos o deformados, ha sido esta generalizada prdida de ener-
aos, un poca, hasta llegar al peor malmayorismo (100); gas cristianas.
igualmente aquellos que propugnan en la Iglesia un apo- La falta de atencin a principios obligatorios para la con-
liticismo sistemtico (119), y excluyen los partidos con- ducta prctica catlica en la vida social y poltica ha privado
fesionales (121), afirmando que hoy en Occidente solo es a los cristianos de la virtud de la fortaleza, virtud necesaria en
posible y conveniente, en el combate contra las fuerzas los confesores de la fe y en los mrtires o testigos de la fe.
del Mal, la accin apostlica y orante, prepoltica, social [Debemos] apoyarnos en la intercesin de los mrtires espa-
y cultural, pero no la accin directamente poltica de los oles de la gran persecucin religiosa que se inici en 1934 y
cristianos, organizada y militante. dur hasta 1939, para que se vea firme en nosotros la confianza
en el Sagrado Corazn de Jess, y se renueve con eficiencia
El catolicismo liberal no quiere que las fuerzas ca- prctica en nuestra vida la esperanza en su reinado en Espaa
tlicas se organicen para un directo combate poltico y en el mundo (Reflexin teolgica sobre la situacin contem-
con el mundo. No quiere en modo alguno enfrentarse pornea, revista Verbo n 371-372, ener-febr. 1999).
con el mundo actual, con la civilizacin moderna Los partidos malminoristas de falsa inspiracin cris-
(Syllabus, prop. 80, Bto. Po IX, 1864), pues ms o me- tiana exigen el apoyo de los catlicos, invocando el
nos se identifica con ella. Pastores y laicos, unidos en un principio del voto til. Los catlicos malminoristas
mismo error, no quieren combatir en poltica con los hi- piensan y dicen que votar por aquellos mnimos partidos
jos de las tinieblas. Como si reconocieran su derecho a que hoy en Occidente mantienen realmente los grandes prin-
gobernar las naciones, dirigidos por el Prncipe de este cipios de la doctrina poltica de la Iglesia sera intil, como
mundo, y no por Cristo Rey, el Salvador del mundo. depositar el voto en la basura. Ellos quieren votar por un
Si Pastores y laicos en una nacin no quieren arriesgar partido que, solo o en coalicin con fuerzas del Enemigo,
sus vidas en un combate frontal contra el mundo laicista, tenga prximas posibilidades de triunfo. De ningn modo
entonces no es posible librar ese combate. Pero no posi- quieren estar en la oposicin, es decir, en el desvalimien-
ble precisamente porque no lo quieren. Es muy duro en- to de los grandes poderes mediticos, econmicos e inter-
trar en batalla, sufrir persecuciones y golpes, bajar de si- nacionales. Ellos elaboran programas polticos que sean
tuacin econmica, contraponerse con el mundo vigente, capaces de captar a las mayoras, y para conseguirlo in-
y a veces con una buena parte de la misma Iglesia. Es me- cluyen la produccin o el mantenimiento de leyes como
jor aceptar la derrota, sin presentar batalla. Y mejor an la del aborto. Por nada del mundo quieren quedarse en el
es entender la derrota como victoria, como superacin sehol de la oposicin.
de pocas anteriores oscurantistas, marcadas por el enfren- Y cuando el pueblo sigue esa orientacin perversa es
tamiento entre el Reino y el mundo. Se avergenzan del cuando realmente deposita su voto en la basura. Cae as
mismo trmino Iglesia militante. Estiman, pues, que si en la tentacin diablica que fue vencida por Cristo, y
alguno convoca al combate, es ms prudente no acudir a que con su gracia debe ser vencida por todos los cristia-
la guerra: todo el que sienta celo por la Ley y quiera nos. El diablo le dijo a Jess en el desierto, mostrndole
mantener la Alianza, que me siga! Y huyeron l y sus hi- todos los reinos del mundo y la gloria de ellos: todo esto
jos a los montes, abandonando cuanto tenan en la ciu- te lo dar si, postrado en tierra, me adoras (Jt 4,8-9). Y
dad (1Mac 2,27-28). No, no estn por la labor. el Salvador, con la fuerza de la palabra divina, lo ahuyen-
La justificacin ideolgica de ese pacifismo cobar- t como a un perro.
de, que traiciona a Cristo Rey, vendr despus nece- El nico voto til es aquel que se da a Cristo y a su
sariamente. De elaborarla se encargarn el liberalismo y Reino. Ignoran los catlicos liberales malminoristas que
sus variaciones modernistas y progresistas. As lo advier- el voto realmente depositado en la basura es el suyo. Ig-
te Francisco Canals Vidal: noran que, como deca Henry David Thoreau (+1862),
Los equvocos, tal vez consentidos o encubiertos ms o all donde sistemticamente se est pisoteando el bien
menos conscientemente, entre el pensamiento poltico-social comn, el lugar de los polticos honestos es la crcel o al
moderno y la doctrina catlica sobre lo que Len XIII lla- menos la oposicin. Y como esta verdad ignoran tambin
maba la constitucin cristiana de los Estados, ha contribuido otras muchas.
al debilitamiento gradual, y cada vez ms acelerado, de cual-
quier actitud coherente con el imperativo de que puedan regir Ignoran que muchos de los grandes partidos actuales
en la vida pblica y en la privada las enseanzas, los preceptos comenzaron siendo cuatro gatos. El reino de los cielos
y los ejemplos de Cristo [] es semejante a un grano de mostaza, que toma uno y lo
Desde los comienzos de la corriente catlico-liberal, se ha siembra en su campo, y con ser la ms pequea de todas
dado reiteradamente la paradoja de que, invocando que el ca- las semillas, cuando ha crecido es la ms grande de todas
tolicismo no se puede identificar con un partido poltico, se ha las hortalizas y llega a hacerse un rbol, de suerte que las
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Catlicos y poltica
aves del cielo vienen a anidar en sus ramas (Mt 13,31- inevitables. Tratar de indicar los trazos principales que
32). La salvacin, tambin poltica, viene de Dios, y para deben configurar los partidos catlicos. Y recordemos
el Dios del cielo no hay diferencia entre salvar con mu- en esto las palabras de Benedicto XVI, varias veces cita-
chos o con pocos (1Mac 3,18). das (120): necesitamos una nueva generacin de catli-
Pero no, los catlicos malminoristas quieren el triunfo social- cos, personas renovadas interiormente en el pensa-
poltico ahora mismo, sin atravesar el desierto, sin salir de Egipto miento y en la conducta, que sean capaces de compro-
en un xodo que quiz dure cuarenta aos, hasta llegar a la Tie- meterse en la poltica sin complejos de inferioridad, etc.
rra prometida. Tienen miedo entre tanto a la soledad, a la po- Quines somos (about us). Si es necesaria y urgente
breza, a la marginacin social, a la falta de medios para actuar la existencia de partidos catlicos confesionales (121),
en la vida pblica, a la vida escondida con Cristo en Dios, sin es conveniente que confiesen su fe abiertamente. Los
prestigios mundanos y riquezas. No saben que es imposible ganar
la vida sin perderla, ni seguir a Cristo sin tomar la cruz. Es
miembros de un partido poltico catlico, teniendo unas
decir, no han recibido el Evangelio. convicciones fundamentales comunes, deben manifestar-
las explcitamente en sus Estatutos, y no esconderlas. La
Ignoran que el criterio fundamental para discernir el identificacin poltica, sin disfraces ni vaguedades, de-
voto ha de ser la conciencia, mucho ms que el clculo bera ser algo obligado en la presentacin pblica de un
de oportunidades, mucho ms que el voto til. Al me- partido, reconociendo as que los ciudadanos electores
nos en forma habitual y crnica, no puede darse en con- son seres racionales. Por lo dems, el que esconde su iden-
ciencia el voto a partidos malminoristas, aliados con la tidad doctrinal no por eso deja de profesarla. Es evidente
Bestia poltica mundana y asociados a sus crmenes. El que todos los partidos tienen ms o menos unas coorde-
voto, como tantas veces han exhortado los Pastores sa- nadas mentales y operativas comunes.
grados, ha de darse en conciencia. Por tanto, lea usted
los programas de los diversos partidos, y entregue usted Pues bien, el mismo Credo de la Iglesia puede expresar
su voto sin vacilaciones a alguno de aquellos que son fie- los principios de un partido catlico: la fe en Dios, en
les al orden natural, a la soberana de Dios, a la doctrina Cristo, en la razn, en el orden natural de una creacin
poltica de la Iglesia. Y si esa decisin viene a situarle producida por el mismo Dios: Creemos en un solo Dios,
con la oposicin, o ni siquiera eso, con la nada poltica, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
siga votando a ese partido con humildad y confianza. Siga Creemos en un solo Seor, Jesucristo, Hijo nico de Dios,
votndole en conciencia. nacido del Padre antes de todos los siglos Creemos en
la Iglesia y en todas sus doctrinas Creemos en la vida
Ignoran que muchos partidos pequeos han tenido un eterna, etc.
poder poltico grande, aunque para saberlo no es necesa-
Esta profesin de la fe en un partido confesional no
ria la fe; basta con el conocimiento de la historia y del pre-
tiene ningn inconveniente y tiene todas las ventajas. Y
sente. En Alemania, Reino Unido, Italia, tambin en la
la mayor de stas es que confiesa a Dios, a su Cristo y a
Espaa actual y en tantos otros pases, como en Israel los
su Iglesia all donde, siendo quiz mayora la poblacin
mnimos partidos religiosos, el peso escaso de partidos
cristiana, ningn partido lo hace, siendo as que el silen-
pequeos ha llegado a marcar a veces decisivamente la
cio absoluto y sistemtico de una verdad equivale a su
poltica nacional en graves cuestiones.
negacin. Por otra parte, esta declaracin de los princi-
Benedicto XVI: Renuevo mi llamamiento para que pios fundamentales del partido debe hacerse con toda sin-
surja una nueva generacin de catlicos, Pastores y ceridad, sin eufemismos atenuantes, sin frmulas mera-
laicos, cada uno cumpliendo su propia vocacin, que se mente alusivas a una inspiracin o a un humanismo
comprometan en la poltica sin complejos de inferiori- cristiano, o remitiendo solamente a las puras races cris-
dad, personas renovadas interiormente (meta-nous), ca- tianas histricas que identifican el alma de la nacin.
tlicos que, libres de los pensamientos y caminos del mun- No, debe ser una simple confesin de lo que piensan y
do, abran sus mentes al Magisterio apostlico sobre la creen los integrantes del partido. Hacen as pblicamente
doctrina poltica, que hoy muchos, en todos los gremios una profesin de fe, que los ciudadanos catlicos deben a
de la Iglesia, ignoran, ms an, falsifican y rechazan. Dios y a su enviado Jesucristo.
Reforma o apostasa. Los Estatutos deben declarar tambin en su articu-
lado fundamental
1.-que el partido acepta la Constitucin, aclarando, eso
s, que la soberana poltica radica en el pueblo en cuanto
procedente de Dios Creador, que se la di desde el princi-
pio: dominad la tierra (Gn 1,27ss); y que en la pleni-
tud de los tiempos en que vivimos, esa soberana procede
precisamente de Cristo Rey, a quien ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18);
(124) 2.-que pueden afiliarse al partido miembros no-creyen-
11. La verdad nos har libres tes, siempre que acepten los valores fundamentales del
para procurar el Reino en el mundo cristianismo;
3.-que acepta ntegramente la doctrina poltica de la
Iglesia, al mismo tiempo que afirma, conforme a la ense-
Bueno terminamos o no? anza de la misma Iglesia, la autonoma laical respecto
Oyndole a usted, le viene a uno la imagen de un rinoceron- de los Obispos en todas las cuestiones polticas pruden-
te con su piel spera y su cuerno nico. ciales (121);
S, vamos terminando esta serie sobre Catlicos y pol- 4.-que el partido profesa el principio de la tolerancia,
tica. Pero un par de artculos ms, por lo menos, van a ser en los trminos en que la Iglesia lo entiende como nece-
78
Jos Mara Iraburu
sario y conveniente (100), y que excluye, por tanto, toda se debe cristianizar desde la poltica y ha censurado el hecho
pretensin de imponer por la violencia o la coaccin pol- de que Felipe II, en el lecho de muerte, aconsejara a su hijo que
tica autoritaria la fe y las normas conductuales que de el primer objetivo de un gobernante es mantener la fe de sus
ella se derivan. sbditos. Creo que ha quedado claro, segn el profesor, que el
poltico debe separar de su actividad poltica todo lo que suene
Qu pretendemos (what we want). Es justo, equitati- a Cristianismo se supone que para no herir a los que no lo
vo y saludable que los miembros de un partido catlico son Esto con buena voluntad se puede entender bien, pero,
expresen sus fines del modo ms claro posible. Digan dado el ambiente secularista en que nos movemos, a m me ha
abiertamente que pretenden coordinar sus fuerzas para sonado fatal y totalmente antipedaggico para los futuros
sanear aquellas estructuras y ambientes del mundo que formadores de la sociedad.
inciten a la inmoralidad y la injusticia, de manera que A travs de un mensaje tan breve no es posible conocer
todas estas cosas se conformen a las normas de la justi- exactamente el pensamiento del citado profesor de Moral
cia y ms bien favorezcan que obstaculicen la prctica de poltica, un honrado y docto sacerdote. Tambin es pro-
las virtudes (Vaticano II, LG 36). Esto es lo que preten- bable que ni l mismo sepa exactamente lo que piensa.
den y ste es el intento que declaran. En todo caso, podemos afirmar con toda seguridad que
Declaren que ellos quieren trabajar con todo empeo para ensea exactamente lo contrario de la doctrina poltica
lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena de la Iglesia y que se escandaliza de los polticos cristia-
(GS 43), y para instaurar el orden temporal de forma que se nos reconocidos como santos.
ajuste a los principios superiores de la vida cristiana (AA 7).
Precisen tambin, obviamente, que todo ello lo pretenden con-
En la Liturgia de las Horas, ese profesor y cuantos re-
seguir respetando las leyes vigentes, siempre que no sean con- zan el Oficio de lectura, conmemoran con devocin las
trarias a la ley de Dios, y en colaboracin o en combate poltico vidas de San Fernando de Castilla, San Enrique de Ale-
con los dems partidos de la nacin. mania, Santa Isabel de Portugal, San Esteban de Hungra,
Estos cristianos, reunidos en un partido poltico, mani- San Luis de Francia, San Wenceslao de Bohemia, Santa
fiesten con toda claridad, y en lo posible con frecuencia, Margarita de Escocia, Santa Isabel de Hungra, que bus-
que la vida presente es camino hacia una vida eterna. No caron con empeo servir fielmente a su pueblo sirviendo
se avergencen en absoluto de pensar y de decir aquello al Seor con toda fidelidad, y que buscaron el bien co-
de Jorge Manrique (1440-79). Este mundo bueno fue / mn de su nacin en el respeto de las leyes divinas y na-
si bien ussemos dl / como debemos / porque, segn turales. As lo manifiestan ellos mismos en sus cartas y
nuestra fe, / es para ganar aqul / que atendemos (Co- testamentos, y sus hagigrafos lo testifican. Por el con-
plas a la muerte de su padre). Por qu habran de aver- trario, el citado profesor de Moral poltica, y con l tan-
gonzarse de pensar y de decir esta verdad? Ellos, cristia- tos otros profesores, sacerdotes, lderes laicos, telogos e
nos polticos, no estn llamados tambin, y ms an que incluso Obispos, rechazan estos ejemplos, no aprenden
sus hermanos, a dar testimonio de la verdad, concreta- nada de ellos. Piensan que aquellos eran tiempos de Cris-
mente en la vida pblica (Jn 18,37)? tiandad, otros tiempos. Y que de ningn modo son ejem-
plares para quienes vivimos hoy.
S perfectamente que en Occidente descristianizado
estos planteamientos doctrinales y prcticos son com- La libertad de pensamiento y de palabra, una li-
partidos por muy pocos grupos catlicos. Ms an, les bertad exenta de todo complejo de inferioridad, ha de
parecern escandalosos. Y eso se debe a que actualmen- afirmarse claramente en un partido catlico, tanto en
te la mayora de los catlicos ha asimilado en los princi- sus Estatutos como en las acciones pblicas o privadas
pios fundamentales de la poltica el pensamiento de los de sus miembros. Un poltico que, por ejemplo, en una
enemigos de Cristo y de la Iglesia. Es lo que hemos ido intervencin parlamentaria se autoprohibe mencionar el
comprobando al exponer los grandes principios de la doc- nombre de Dios y de Cristo o inhibe en su lenguaje toda
trina poltica de la Iglesia (97-105). Ayer, por ejemplo, referencia a las exigencias morales absolutas de la propia
reciba yo un e-mail de uno de mis lectores, alumno en la naturaleza, abandona pblicamente su condicin de po-
Facultad de Teologa de una Universidad catlica proba- ltico catlico. La virtud de la fortaleza, ejercitada con
damente ortodoxa: prudencia y valor, son absolutamente necesarias para un
poltico catlico digno de ese nombre. Una concesin sis-
Deseo acercarle lo sucedido en la clase de Moral poltica de temtica al eufemismo, una ocultacin crnica de los ar-
esta maana. El profesor, N. N., ha dicho textualmente que no gumentos principales, los ms fundados en Dios y
en la naturaleza de la realidad, condena al poltico
catlico a una esterilidad completa: es sal desvir-
tuada, que no sirve ms que para tirarla y que la pise
la gente (Mt 5,13). Un partido que en la batalla del
lenguaje es vencido, est ya derrotado en la lucha
poltica.
Un poltico catlico, por ejemplo, ha de combatir cierta
ley del aborto afirmando simplemente que es un homici-
dio, y que las leyes deben prohibir crmenes tan graves.
Si alega slamente que no hay demanda social suficien-
te para esa ley, est perdido: no vale para nada. Hara
mejor en retirarse. Otro ejemplo. Un partido poltico y
sus representantes tienen que afirmar con insistencia que
considerar en las leyes y en las consejeras de educacin
que el matrimonio y la unin homosexual son igualmente
naturales constituye una ofensa gravsima a la razn, un
atropello a la verdad de la naturaleza. Deben sus polticos
79
Catlicos y poltica
ras, que saneen aquellas leyes que venan siendo aplica-
das en forma inconveniente o criminal.
Un partido confesional catlico debe combatir abier-
tamente contra la partitocracia vigente, el Estatismo tota-
litario, arrasador de las entidades intermedias, el atrope-
llo sistemtico del principio de subsidiariedad, el antipa-
triotismo, la falsificacin de la historia, de la cultura, del
matrimonio y de la mujer; debe combatir el aborto y el
divorcio, el egosmo profesado unnimemente hacia las
naciones pobres, la sujecin de la educacin, de la judi-
catura, de las costumbres sociales a los dictmenes del
poder poltico ejecutivo, etc. Y debe promover simtrica-
mente una gran nmero de causas buenas y estimulantes.
Solo un partido catlico as podr suscitar verdaderas
vocaciones polticas catlicas. Deo adiuvante.
ridiculizar, y si es necesario con palabras malsonantes, que dan
para los diarios buenos titulares, la pretensin de que es igual- Pero de stos y otros temas tratar en el prximo artcu-
mente natural la unin sexual entre hombre y mujer perfecta lo, con el favor de Dios.
en su adecuacin anatmica y fisiolgica, sana, buena, bella,
capaz de transmitir vida humana y la unin homosexual
insana, fea, violenta, morbosa, estril, capaz eso s de transmitir
enfermedades. Deben acorralar implacablemente a los polti-
cos adversarios, usando si conviene legislaciones comparadas,
estadsticas e informes cientficos, hasta avergonzarlos y con-
fundirlos, como haca Cristo con los enemigos de la verdad:
hasta dejarlos sin palabras, hasta que les salgan los colores en (125)
la cara, y busquen desesperadamente cambiar de tema.
Un partido catlico debe tener plena libertad para 12. La reforma de la Iglesia hoy exige
dar testimonio de la verdad. No ha de respetar en la reactivacin de la accin poltica cristiana
modo alguno los tabes ideolgicos o verbales impues-
tos por la cultura anticristiana. Ha de saber que, perdida Si no lo veo, no lo creo. Esto se termina.
la batalla del lenguaje, est perdido el combate poltico. Hombre de poca fe. Todas las cosas de este mundo tienen
El poltico catlico ha de combatir el buen combate en un final.
favor de la verdad de las palabras y de la verdad de las Termino ya la serie Catlicos y poltica. Cuando la
realidades. Ha de tener poderosas armas mentales y ver- inici, pensaba dedicar unos tres artculos de Reforma o
bales para destruir con una fuerza dialctica contundente apostasa a la Poltica, un campo en el que apenas haba
todas las mentiras y los eufemismos falsos que tan efi- entrado yo anteriormente en mis estudios y escritos. Y
cazmente son esgrimidos por los adversarios (interrup- han salido treinta. Quiz los lectores se pregunten: y
cin voluntaria del embarazo, exploraciones del cuerpo qu pecado hemos cometido nosotros para merecerlo?
propio y ajeno, igualdad de gnero, etc.). Me visto de saco, me cubro de ceniza, y pido perdn. No
Dicen que algunas mafias criminales no reciben como miem- lo har ms.
bro de pleno derecho a quien no haya cometido algn crimen Confieso que an pensaba escribir algunos artculos ms so-
verdaderamente respetable, un asesinato, un secuestro, un atra- bre este amplio tema, configurando un poco las lneas principa-
co a mano armada. En un partido catlico no deberan confiarse les de un partido poltico, recordando las causas ms preciosas
cargos de importancia sino a aquellos miembros que hayan dado y urgentes que estn esperando la accin poltica de polticos
pruebas claras de su valenta mental y verbal, por ejemplo, nom- catlicos combatientes (educacin, objecin de conciencia, abor-
brando a Dios, a Cristo, a la Iglesia, al orden de la naturaleza, to, familia, medios de comunicacin, lucha contra la partitocracia
en la sala de conferencias de un sindicato o de una residencia y el totalitarismo de Estado, defensa de la subsidieriedad, supe-
universitaria. Solamente los sin-vergenzas, es decir, los que racin del antipatriotismo, etc.). Pero finalmente ha prevaleci-
han perdido todo respeto humano, pueden militar dignamente do mi compasin por los lectores. Ya vale. Me limitar a trazar
en un partido catlico. Los buenistas, sujetos en las frreas un resumen de los 30 artculos de esta serie.
mallas de lo polticamente correcto muchos de los cuales aca-
ban pensando que lo polticamente correcto es lo correcto pol- Dentro de las Reformas necesarias en la Iglesia, quiz
ticamente, deben considerarse como perdidos para la civiliza- una de las ms urgentes sea la reforma de la actitud
cin cristiana y para toda accin poltica, y conviene orientar- mental y prctica de los catlicos en relacin a la pol-
les hacia otras posibles dedicaciones honradas como, por ejem- tica. Hace unos das comentaba uno en este blog: pero
plo, la jardinera, la filatelia o la caza del conejo. es que la poltica tiene algo que ver con el Evangelio?.
Un partido catlico debe presentarse hoy en el Oc- El comentarista, ya se ve, est ms perdido que un perro
cidente liberal y anticristiano como un partido antisis- en Misa. Pero no es un caso aislado; es signo de una per-
tema, que acepta la Constitucin de su nacin por impe- dicin mental que hoy en las Iglesias descristianizadas es
rativo legal, y con todas las restricciones mentales que bastante frecuente.
vengan exigidas por su texto. Pero que en los mismos Es- La poltica, que pretende el bien comn, es la ms alta
tatutos manifiesta claramente sus intenciones polticas. de las profesiones seculares, y lo sigue siendo en el mun-
Posteriormente, Deo adiuvante, un trabajo poltico inte- do de la gracia. Por eso mismo, los mayores males del
ligente y atrevido podr conseguir poco a poco, o rpida- mundo actual proceden de los poderes polticos: corruptio
mente, ciertos cambios en el articulado de la Constitu- optimi pessima. De hecho, el Prncipe de este mundo est
cin, o ciertas interpretaciones de las altas Magistratu- feliz de la absoluta inoperancia poltica de los catlicos,
80
Jos Mara Iraburu
paralizados en este campo por las falsas doctrinas. Dejan bin por aquellos polticos malminoristas, que aseguran
el mundo secular a merced del diablo. su existencia en buena parte secuestrando el voto catli-
Sin embargo, nunca se ha encarecido tanto en la Iglesia co, y que hacen del mal menor su estrategia poltica per-
la dignidad y la necesidad de la accin poltica de los manente (100).
cristianos, y nunca sta ha sido ms dbil (95). Incluso un 5.-La Iglesia es neutral en cuanto a la forma de los
apoliticismo piadoso se ha impuesto ideolgicamente regmenes polticos, que suelen integrar en proporciones
contra la doctrina de la Iglesia en casi todos los grupos diversas los poderes monrquicos, aristocrticos y demo-
laicales catlicos del Occidente descristianizado (119). crticos. Por eso la Iglesia, fiel a su doctrina, no debe li-
Pero, sin duda, tambin hay que tener en cuenta que la garse a ningn rgimen concreto, aunque con prudencia
actividad poltica exige muy grandes virtudes, y que si podr apoyar a aqul que en una circunstancia histrica
stas faltan, se paraliza o se corrompe (96). Reforma o concreta se muestra como el ms conveniente o el nico
apostasa. posible.
La doctrina poltica de la Iglesia es muy abundante 6.-El principio de subsidiariedad ha de afirmarse hoy
y preciosa, y sin embargo hoy es amplamente ignorada con todo empeo contra el totalitarismo caracterstico
por los catlicos. No solamente los laicos, tambin los de la Bestia estatal moderna en cualquiera de sus versio-
Pastores parecen a veces ignorarla, pues hablan y actan nes. Hoy en Occidente la Bestia poltica es para los cris-
con frecuencia en contra de ella. Por eso en los primeros tianos ms totalitaria y opresiva que en la antigedad o
artculos de esta serie recordamos en sntesis sus princi- en la Edad media. Hoy el Estado totalitario liberal, so-
pios fundamentales: cialista, marxista impone leyes en todos los campos de
1.-La autoridad viene de Dios. Si la Constitucin pol- la vida social humana: por ejemplo, determina en algunas
tica de la nacin afirma la soberana del pueblo, un pol- naciones que la enseanza ha de ser mixta, y prohibe a
tico cristiano solo podr jurarla si confiesa claramente escuelas y colegios formar comunidades masculinas y
en declaracin bien explcita que esa soberana popular femeninas separadas. Obliga, pues, por ley a los ciudada-
procede de Dios Creador, que dijo a los hombres desde nos en cuestiones ciertamente discutibles, imponindo-
su creacin: dominad la tierra (Gn 1,27ss), y que en la les su ideologa. Y as seguir hacindolo, si no hay una
plenitud de los tiempos procede de Cristo Rey, a quien accin poltica catlica con fuerza eficaz para impedirlo
ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt (102-103).
28,18). 7.-Nuestro Seor Jesucristo es el Rey de todos los reyes
2.-Las leyes civiles positivas han de fundarse en la ley de la tierra, y los hombres y las naciones solamente pue-
natural establecida por Dios. Pero el liberalismo den hallar salvacin temporal y eterna recibiendo su in-
relativista y laicista, hoy vigente, afirma en todas sus ver- flujo benfico, aceptando sus pensamientos y caminos,
siones polticas la autonoma absoluta de la libertad hu- que distan de los pensamientos y caminos mundanos tanco
mana. Y lo afirma con la frecuente complicidad activa o como el cielo de la tierra (Is 55,8-9). Los ateos y los cris-
pasiva de los catlicos liberales (97). tianos pelagiano-liberales rechazan este principio (104),
y contra la doctrina de la Iglesia estiman que un Estado
3.-Las leyes injustas deben ser desobedecidas, pero tam- confesional es malo de suyo, es malo semper et ubique
bin deben ser eficazmente combatidas (98). No pode- (105). El Estado ha de ser laico.
mos los cristianos rendirnos a su vigencia degradante,
como si fuera inevitable y necesaria. Ahora bien, los Estados laicos nunca son neutrales, son
todos laicistas, anti-cristianos (106). Una inmensa bata-
4.-El principio de la tolerancia y del mal menor es muy lla entre los hijos de la luz y los de las tinieblas se libra en
valioso en la vida poltica, pero est pervertido por los todos los siglos de la humanidad, y en los ltimos siglos,
polticos anti-cristianos derecho al aborto, al matrimonio impulsada por el diablo, ha arreciado hasta extremos an-
homosexual, a la eutanasia, al divorcio express, etc., y tam- tes no conocidos, y est dirigida por poderes mundiales
ocultos y por los grandes organismos inter-
nacionales. Y son muchos los cristianos que
se niegan a entrar en combate con el mundo,
que incluso consideran ese combate ilcito,
inmoral, incluso lo declaran inexistente, mien-
tras profesan pacficamente su colaboracio-
nismo con el mundo moderno. El mundo
avanza tanto como el Reino de Cristo retro-
cede, y estos cristianos mundanos conside-
ran ese avance como un progreso. No hay
duda, ellos son del mundo; por eso hablan
el lenguaje del mundo, y el mundo los escu-
cha (1Jn 4,5). E incluso les confa altos car-
gos nacionales e internacionales, prestigio-
sos y bien pagados (107-108).
Qu debemos hacer hoy en poltica los
catlicos? En primer lugar, debemos ser
conscientes de que la nica Autoridad mun-
dial posible y benfica es la de Cristo, Rey
de las naciones. Cualquier otra Autoridad
mundial, como las ya diseadas hoy en los
81
Catlicos y poltica
Los partidos confesionales catlicos no tienen por qu ser
nicos en una nacin, aunque a veces pueda ser conveniente.
Mejor es en principio que sean varios, pues diversas son las
maneras que hay de realizar la nica doctrina poltica de la Igle-
sia, en la que todos han de coincidir. Y todos esos partidos tam-
bin han de ser capaces aliarse en formaciones polticas mayo-
res, especialmente en orden a las elecciones, pero tambin en el
curso ordinario de la vida poltica.
Hoy el Padre de la mentira, Prncipe de este mundo,
logra casi paralizar en algunas Iglesias las actividades
pastorales y misioneras, educativas y polticas, apode-
rndose cada vez ms de la cultura y de todo el mundo
social y poltico (123).
La vida pastoral es en esas Iglesias dbilmente evan-
gelizadora, y con frecuencia la inmensa mayora de los
bautizados estn en ellas dispersos, pues no se congregan
en las comunidades parroquiales ni tampoco en otras.
grandes organismos internacionales, si no es cristiana, solo En las misiones la missio por antonomasia, la evange-
podr encarnar al Anti-Cristo, que ya est en accin lizacin, cede con frecuencia al dilogo interreligioso, si
(2Tes 2,7) (109). En segundo lugar, hemos de confiar a la es que de verdad llega a l, y a una dedicacin predomi-
oracin la vanguardia absoluta de toda accin cristiana, nante a la beneficencia temporal.
tambin de las actividades polticas. As lo ha entendido Escuelas, colegios y universidades que se denominan
siempre la Iglesia y lo ha expresado en su liturgia (111- catlicos han decado notablemente en su capacidad apos-
113). Pero adems de ese reconocimiento de la primaca tlica para dar una formacin cristiana a sus alumnos.
de Cristo Rey y de la oracin qu debemos hacer los El desistimiento casi absoluto de la actividad poltica
cristianos en el campo mismo de la vida poltica? de los catlicos ha de enmarcarse y entenderse en este
Los partidos confesionales catlicos son hoy necesa- desfallecimiento generalizado en la fe y la esperanza, aun-
rios, pues es evidente que en el mundo poltico actual de que posteriormente esta dimisin haya sido ideologizada
Occidente todos los partidos, en uno u otro grado, son en doctrinas que, ciertamente, son inconciliables con la
laico-laicistas, liberales, relativistas, naturalistas, cerra- doctrina poltica de la Iglesia. En consecuencia los cat-
dos a la ley divina, a la ley natural y a la esperanza de la licos, desde hace ya mucho tiempo, se ven obligados en
vida eterna. Sin embargo, los mismos que condenan con- las elecciones a elegir entre la abstencin o el voto til
tra la doctrina de la Iglesia la posible existencia de un concedido a partidos malminoristas-laicistas. Pero el nico
Estado confesional, hoy ciertamente imposible y por eso voto til es el que se da a Cristo y a su Reino. Reforma o
mismo inconveniente, van ms lejos, y condenan incluso apostasa.
contra la doctrina de la Iglesia la existencia misma de Pero el Espritu Santo quiere y puede renovar la faz de
partidos confesionales catlicos. Han hecho y hacen todo la tierra. Como ensea la Iglesia catlica, l quiere que
lo que posible y pueden mucho para abortar sus naci- los laicos coordinen sus fuerzas para sanear aquellas
mientos o para asfixiarlos en su vida incipiente. estructuras y ambientes del mundo que incitan a la in-
Ahora bien, es cierto que un partido catlico-liberal, moralidad y la injusticia, de modo que todas las cosas se
como lo fue la Democracia cristiana en Italia, no vale de conformen a las normas de la justicia y ms favorezcan
nada, es sal desvirtuada, y causa graves daos a la vida que obstaculicen la prctica de las virtudes (LG 36). l
natural y sobrenatural de los ciudadanos (118). Pero pa- quiere que a travs de su accin poltica se logre que la
sar de ah a un apoliticismo cerrado es inadmisible. sta ley divina quede grabada en la ciudad terrena (GS 43).
es, sin embargo, la actitud mental y prctica que ha pre- l quiere, con su colaboracin inteligente y abnegada,
valecido ampliamente en el mundo catlico del Occiden- instaurar el orden temporal de forma que se ajuste a los
te descristianizado. Los catlicos llamados por Dios a la principios superiores de la vida cristiana (AA 7). Para
vocacin poltica o no la oyen o la rechazan o se disemi-
nan entre los partidos laicistas ya existentes, que tienen
posibilidades de gobierno. Y permaneciendo en ellos, pa-
ralizan la misin propia de los polticos catlicos, pues la
hacen imposible (119).
Por eso Benedicto XVI renueva hoy el llamamiento que
el Seor y la Iglesia hacen a los fieles, para que surja
una nueva generacin de catlicos, que renovados
interiormente en el pensamiento y en la virtud, se com-
prometan en la poltica sin complejos de inferioridad.
Incluso, tal como estn las cosas, seran hoy deseables
ciertas Hermandades laicales especialmente llamadas al
excelso ministerio de la poltica. Como las antiguas r-
denes militares, con el mismo espritu, aunque con me-
dios muy diversos, habran de combatir los buenos comba-
tes de la fe bajo las banderas de Cristo, quebrantando al
Prncipe de este mundo, hoy tan dbilmente resistido (121).
82
Jos Mara Iraburu
construir grandes asilos para ancianos, hacen falta insti-
tuciones, arquitectos y albailes. Para construir hospita-
les son necesarios mdicos y enfermeras. Y la realizacin
de esas obras no saldr adelante solamente por la actividad
de evangelizadores, cientficos, familias cristianas, agri-
cultores, prrocos y religiosos de vida activa o contem-
plativa. Esas y otras obras necesitan ser realizadas por
sus obreros propios. Del mismo modo, la edificacin de
la ciudad tempral segn Dios necesita absolutamente la
actividad de los polticos catlicos.
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