La Guerra de las Galaxias

Duologa de La Mano de Thrawn

Libro 2: Visin del Futuro

por Timothy Zahn

A LAS DAMAS ESTELARES, LOS SALVAJES KARRDES, LOS CLUB JADERS, Y

MIS ESPAS BOTHANOS. Y ESPECIALMENTE A TISH PAHL, MINISTRO DE
FORMACIN: AMBOS DENTRO -Y FUERA-

CAPTULO
1

El Destructor Estelar Imperial Quimera se deslizaba a travs de la negrura del espacio,

su nico compaero el silencioso mundo gigante gaseoso de Pesitiin lejos por debajo.

El Almirante Pellaeon estaba de pie frente al ventanal delantero, mirando fijamente al

planeta muerto, cuando el Capitn Ardiff lleg al puente. "El reporte del Mayor Harch,
Almirante," dijo enrgicamente. "Todos los daos de ese ataque pirata han sido
reparados. Su nave est de nuevo completamente dispuesta para la lucha."

"Gracias, Capitn," dijo Pellaeon, escondiendo cuidadosamente una sonrisa. En las

treinta horas desde el fallido ataque al Quimera, Ardiff haba pasado de creer que era
una incursin del General Garm Bel Iblis de la Nueva Repblica, a sospechar que haba
sido maquinado por elementos disidentes Imperiales, a sospechar similarmente
involucrando a disidentes Rebeldes similares, y ahora estaba aparentemente convencido
de que una banda pirata era la responsable.

Por supuesto, para ser completamente justo, Ardiff haba tenido las ltimas treinta horas
para pensar en sus teoras. El reporte preliminar de los tcnicos en los restos del crucero
de batalla Kaloth destruido tambin haba ciertamente influido en su pensamiento.
"Algo nuevo de las patrullas?" pregunt Pellaeon.

"Slo ms negativas, seor," dijo Ardiff. "Todava ninguna indicacin de actividad en

ninguna parte del sistema. Oh, y la lanzadera de asalto con encubrimiento de sensores
que envi en el vector de escape de los atacantes tambin acaba de registrarse. Todava
no hay ningn rastro."

Pellaeon asinti. Como esperaba, en realidad -cualquiera que pudiera darse el lujo de
comprar y volar un crucero de batalla normalmente saba algunos trucos para
esconderlo. "Vala la pena intentarlo," le cont a Ardiff. "Haga que intenten un sistema
ms; podemos transmitir tan lejos sin retransmisores. Si no han encontrado el rastro
para entonces, ordneles que vuelvan."

"S, seor," murmur Ardiff.

Incluso sin mirar, Pellaeon pudo darse cuenta de la vacilacin de Ardiff. "Tiene alguna
pregunta, Capitn?" pregunt.
"Es este silencio de comunicaciones, seor," dijo Ardiff. "No me gusta estar as tan
completamente fuera de contacto. Es como estar ciego y sordo; y francamente, me pone
nervioso."

"Tampoco me gusta mucho a m," concedi Pellaeon. "Pero las nicas formas de hacer
contacto con el universo exterior son transmitir a una estacin retransmisora Imperial o
conectarnos a la HoloRed; y en el mismo minuto en que hagamos cualquiera, todos
desde Coruscant hasta Bastin sabrn que estamos aqu. Si eso pasa, tendremos ms que
a la banda pirata ocasional haciendo fila para jugar al tiro al blanco con nosotros."

Y, agreg silenciosamente, sera el fin de cualquier oportunidad de una reunin

silenciosa entre l y Bel Iblis. Asumiendo que el general estuviera de hecho dispuesto a
hablar.

"Entiendo todo eso, Almirante," dijo Ardiff. "Pero se le ha ocurrido que el ataque de
ayer podra no haber sido un incidente aislado contra una nave Imperial aislada?"

Pellaeon alz una ceja. "Est sugiriendo que podra haber sido parte de un ataque
coordinado contra el Imperio?"

"Por qu no?" dijo Ardiff. "A estas alturas estoy dispuesto a conceder que
probablemente no fue la Nueva Repblica la que los contrat. Pero por qu no
pudieron los piratas haberlo organizado por s mismos? El Imperio siempre ha atacado
severamente a las bandas pirata. Quiz un grupo de ellos se ali y decidi que era el
momento apropiado para la venganza."

Pellaeon se acarici el labio pensativamente. En la superficie, era una sugerencia

ridcula - incluso en su lecho de muerte el Imperio era demasiado fuerte para que
cualquier posible agregado de bandas pirata pudiera esperar derrotarlo. Pero eso no
significaba que no seran lo suficientemente tontos como para intentarlo. "Eso aun nos
deja la pregunta de cmo supieron que estbamos aqu," seal.

"Todava no sabemos lo que pas con el Coronel Vermel," le record Ardiff. "Quiz fue
esta unin de piratas la que lo atrap. l podra haberles contado acerca de Pesitiin."

"No de buena gana," dijo oscuramente Pellaeon. "Si le hicieron lo que hara falta para
hacerlo hablar, decorar la luna de Bastin con sus pellejos."

"S, seor," dijo Ardiff. "Pero eso nos devuelve a la pregunta de cunto tiempo vamos a
quedarnos aqu."

Pellaeon mir por el ventanal a las estrellas. S, sa era de hecho la pregunta. Cunto
tiempo deban esperar aqu en el medio de ninguna parte con la esperanza de que este
lento desgaste del Imperio pudiera ser detenido? Que pudieran terminar esta guerra con
la Nueva Repblica con una franja de territorio y de dignidad todava intacta-

Que finalmente pudieran tener paz-

"Dos semanas," dijo. "Le daremos a Bel Iblis otras dos semanas para responder a
nuestra oferta."
"Aunque el mensaje pueda no haberle llegado?"

"El mensaje le lleg," dijo firmemente Pellaeon. "Vermel es un oficial con muchos
recursos y muy competente. Cualquier cosa que le haya pasado, yo no tengo ninguna
duda de que primero complet su misin."

"S, seor," dijo Ardiff, con tono que dejaba claro que l no comparta la confianza de
Pellaeon. "Y si Bel Iblis no viene dentro de ese espacio de tiempo?"

Pellaeon frunci los labios. "Lo decidiremos entonces."

Ardiff titube, entonces dio medio paso ms cerca a su superior. "Realmente cree que
sta es nuestra mejor esperanza, seor, verdad," dijo en voz baja.

Pellaeon agit la cabeza. "No, Capitn," murmur. "Creo que es nuestra nica
esperanza."

***

La cua de naves patrulla Sienar IPV/4 aproximndose en perfecta formacin a ambos

lados, y el Destructor Estelar Imperial Implacable planearon fcilmente entre los
racimos re-formndose hacia su posicin orbital designada. "Muy impresionante,"
gru el Moff Disra al hombre delgado junto a l, oyendo su corazn golpendole en
los odos cuando mir fijamente a travs del puente al mundo verde-azul encuadrado en
el ventanal delantero. "Espero que no me haya arrastrado todo el camino hasta aqu
afuera slo para mirar las maniobras de la fuerza de defensa natal kroctariana."

"Paciencia, Su Excelencia," dijo en voz baja el Mayor Grodin Tierce a su lado. "Le dije
que tenamos una sorpresa para usted."

Disra sinti su labio retorcerse. S, eso fue lo que Tierce haba dicho. Y eso fue todo lo
que Tierce haba dicho. Y en cuanto a Flim-

Disra desvi la mirada a la silla del Almirante, sintiendo su labio retorcerse un poco
ms. Su timador domado estaba sentado all, resaltando como bricbrass en su maquillaje
de piel azul e injertos oculares de superficie rojos brillantes y su uniforme blanco de
Gran Almirante. La imagen de absoluta precisin lser del Gran Almirante Thrawn, una
mascarada slidamente creda por cada Imperial a bordo del Implacable desde el
Capitn Dorja hacia abajo.

El problema era, que no haba ningn Imperial en el planeta debajo de ellos. Por el
contrario. Kroctar, centro mercantil y capital del sector Shataum, estaba profundo en el
territorio de la Nueva Repblica, con tanto poder de fuego militar como uno podra
esperar que semejante mundo tuviera. No haba ninguna garanta de que ninguno de
ellos sera impresionado por los ojos y uniforme y habilidad actoral de Flim.

Y si no lo eran, este pequeo cmodo triunvirato que Disra haba formado estaba a
punto de explotarles en las caras. Flim podra parecerse a Thrawn, pero tena todo el
genio tctico de un parsito de compactador de basura. Tierce, un ex-stormtrooper y ex-
Guardia Real bajo el Emperador Palpatine, era el cerebro militar de su pequeo grupo; y
si el Capitn Dorja vea a un alegadamente bajo mayor apresurarse hacia el
alegadamente brillante Gran Almirante para darle un consejo, toda esta ilusin
explotara como espuma de jabn. Cualquier fanfarronada que Tierce estuviera
haciendo aqu, sera mejor que funcionara.

"Transmisin de la superficie, Almirante," llam el oficial de comunicaciones desde la

trinchera de tripulacin de babor. "Es el Lord Superior Bosmihi, jefe de las Facciones
Unificadas."

"En el altavoz, Teniente," dijo Thrawn. "Lord Superior Bosmihi, ste es el Gran
Almirante Thrawn. Recib su mensaje. Qu puedo hacer por usted?"

Disra le frunci el ceo a Tierce. "Ellos nos llamaron?" murmur.

Tierce asinti, con una pequea pero satisfecha sonrisa jugando en sus labios. "Shh,"
dijo. "Escuche."

"Le ofrecemos un saludo, Gran Almirante Thrawn," una voz nasalmente aliengena
retumb por el comunicador, "y lo felicitamos sinceramente por su regreso triunfal."

"Gracias," dijo fcilmente Thrawn. "Segn recuerdo, no estaban tan entusisticos en

nuestro ltimo encuentro."

Disra le arroj a Tierce una mirada afilada. "Durante su barrido a travs de este sector
hace diez aos," murmur Tierce. "No se preocupe, l sabe todo acerca de eso."

El aliengena solt una risa sollozante. "Ah, s- recuerda muy claramente," admiti
alegremente. "En ese momento el miedo al poder Imperial y la tentacin de libertades
prometidas todava influa en nosotros."

"Tales mentiras han influenciado a muchos," convino Thrawn. "Implica su eleccin de

palabras que los kroctari han llegado a una nueva comprensin?"

Hubo un desagradable ruido que son jadeante en el comunicador. "Hemos visto a la

promesa desmoronarse," el Lord Superior dijo pesarosamente. "Ya no hay ningn orden
emanando de Coruscant; ninguna meta enfocada, ninguna estructura clara, ninguna
disciplina. Mil especies aliengenas diferentes arrastran la galaxia en mil direcciones
diferentes."

"Inevitablemente," dijo Thrawn. "Fue por eso que el Emperador Palpatine inaugur el
Nuevo Orden en primer lugar. Fue un esfuerzo por invertir el derrumbamiento que
ahora ve acercndose."

"Sin embargo tambin fuimos advertidos de no confiar en promesas Imperiales," evit

comprometerse Bosmihi. "La historia del Imperio es una de brutal subyugacin de
especies nohumanas."

"Usted habla del rgimen de Palpatine," dijo Thrawn. "El Imperio se ha liberado de su
autodestructivo prejuicio anti-aliengena."
"Su presencia en un lugar de comando es una evidencia de eso," dijo cautelosamente
Bosmihi. "Sin embargo, otros todava dicen que el prejuicio existe."

"Otros todava mienten acerca del Imperio de muchas formas," contrapuso Thrawn.
"Pero no hay necesidad de que slo confe en mi palabra en esto. Hable con cualquiera
de las quince especies aliengenas que actualmente viven bajo el rgimen Imperial, seres
que aprecian la proteccin y estabilidad que nosotros brindamos."

"S- proteccin." El Lord Superior pareci echarse encima de la palabra. "Se dice que el
Imperio es dbil; sin embargo percibo que todava tienen gran fuerza. Qu garanta de
seguridad ofrecen a sus sistemas miembros?"

"La mejor garanta en la galaxia," dijo Thrawn; e incluso Disra sinti que un escalofro
lo atravesaba por el poder y amenaza velada que de repente estaban en la voz del
timador. "Mi promesa personal de venganza si cualquiera se atreve a atacarlos."

Hubo un ruido que son a mitad de camino entre un trago y un eructo. "Ya veo," dijo
sobriamente Bosmihi. "Entiendo que esto es bastante sbito, y por esto me disculpo;
pero en nombre de las Facciones Unificadas del pueblo Kroctari, me gustara solicitarle
la re-admisin al Imperio."

Disra mir a Tierce, sintiendo su mandbula caer unos milmetros. "Re-admisin?"

sise.

Tierce le devolvi la sonrisa. "Sorpresa, Su Excelencia."

"En el nombre del Imperio, acepto su peticin," dijo Thrawn. "Sin duda tiene una
delegacin lista para discutir los detalles?"

"Entiende bien a mi gente, Gran Almirante Thrawn," dijo irnicamente el Lord

Superior. "S, mi delegacin de hecho espera a su conveniencia."

"Entonces puede decirles que se aproximen," le dijo Thrawn. "Sucede que, el Moff
Imperial Disra est actualmente a bordo del Implacable. Como es un especialista en
asuntos polticos, l se ocupar de las negociaciones."

"Estaremos honrados de reunirnos con l," dijo Bosmihi. "Aunque dudo que su
presencia all sea de ninguna forma la coincidencia que implica. Gracias, Gran
Almirante Thrawn; y hasta la reunin."

"Hasta la reunin, Lord Superior Bosmihi," dijo Thrawn.

Hizo seas a la trinchera de tripulacin. "Transmisin terminada, Almirante," confirm

el oficial de comunicaciones.

"Gracias," dijo Thrawn, alzndose casi sosegadamente de su silla de comando. "Avisen

a los interceptores TIE que se preparen para tareas de escolta. Deben encontrarse con la
lanzadera del Lord Superior en cuanto salga de la atmsfera, volando en completa
formacin de honor. Capitn Dorja, me gustara que usted se encuentre personalmente
con la lanzadera y escolte a la delegacin a la Sala de Conferencias 68. El Moff Disra lo
esperar all."

"Entendido, Almirante," dijo Dorja. Sali andando del puente, arrojndole una sonrisa
firmemente satisfecha a Disra cuando pas, y se meti en un turboascensor que esperaba
en el puente de popa. "Podra haberme dicho algo," Disra le murmur a Tierce cuando
la puerta del turboascensor se cerr detrs del capitn.

El Guardia se encogi microscpicamente de hombros. "No estaba absolutamente

seguro de que esto era lo que ellos queran cuando llamaron," dijo, haciendo seas a
Disra a las puertas a popa hacia otro turboascensor. "Pero pareci como una buena
suposicin. Kroctar tiene varios vecinos potencialmente peligrosos, e Inteligencia
reporta que las Facciones Unificadas han sido sumamente desilusionadas por la
incapacidad de Coruscant de decidir que tan ajustado quieren que est el tornillo de
contencin en las luchas intersistemas."

Alcanzaron el turboascensor y entraron en una cabina que esperaba. "Kroctar es el

primero," continu Tierce cuando las puertas se cerraron y empezaron a moverse. "Pero
no ser el ltimo. Ya tenemos transmisiones de otros veinte sistemas a cuyos gobiernos
les gustara que el Gran Almirante Thrawn se dejara caer para una charla."

Disra resopl. "Todo lo que estn intentando hacer es sacudirse a sus enemigos."

"Probablemente," convino Tierce. "Pero qu nos importa a nosotros por qu quieren

reunirse? El punto es que lo hacen, y esto va a enviar ondas de choque desde aqu hasta
Coruscant."

"Hasta que Coruscant decida pasar a la accin."

"Cmo pueden pasar a la accin?" contrapuso Tierce "Su propia carta constitucional
especficamente permite a los sistemas miembros retirarse en cualquier momento que
quieran."

Hubo un pitido en el comunicador del turboascensor. "Moff Disra?"

"S?"

"Hay una transmisin entrante para usted, Su Excelencia, bajo una encriptacin privada
designada Usk-51."

Disra sinti que su estmago intentaba dar calambres. De todos los estpidos
sincerebro- "Gracias," dijo tan serenamente como pudo. "Haga que sea transferida a la
Sala de Conferencias 68, y asegrese de que no sea monitoreada."

"S, Su Excelencia."

Tierce le estaba frunciendo el ceo. "Ese no es?-"

"Ciertamente s," dijo entre dientes Disra. Las puertas del turboascensor se abrieron-
"Vamos. Y qudese fuera de vista."
Dos minutos ms tarde estaban en la sala de conferencias con la puerta sellada por
privacidad detrs de ellos. Activando la pantalla del comunicador que estaba en el
centro de la mesa, Disra sac la datacard de encriptacin apropiada de su coleccin y la
desliz en la ranura. Tecle para la recepcin-

"Ya era hora," ri el Capitn Zothip, con ojos destellando, su espesa barba rubia
erizada de enojo. "No crees que tengo mejores cosas que hacer que?-"

"Qu!" ladr Disra. La cabeza de Zothip se agit hacia atrs, su propia perorata
interrumpida a mitad de camino en sbita confusin. "cree... que... est... haciendo?"
continu Disra en el silencio, escupiendo entre dientes cada palabra como el golpe de
una vara podrida. "Cmo se atreve a tomar semejante riesgo demente?"

"No importa tu preciosa imagen," gru Zothip, con algo de su insolencia empezando a
regresar. "Si juntarse con piratas es de repente una vergenza para ti"

"La vergenza no es el problema aqu," dijo framente Disra. "Estoy pensando en

nuestros dos cuellos, y el si vamos a poder conservarlos. O no haba notado cuntos
retransmisores hay en esta transmisin?"

"No es broma," Zothip dijo con un resoplido. "Y yo aqu pens que era slo tu
maravilloso equipo comunicador Imperial vomitando iones de nuevo. As que, dnde
ests, afuera en tu casa de vacaciones contando tu dinero?"

"Ni cerca," dijo Disra. "Estoy a bordo de un Destructor Estelar Imperial."

La cara de Zothip pareci oscurecerse. "Si se supone que eso debe impresionarme,
mejor intntalo de nuevo. Ya he tenido suficiente con sus preciosos Destructores
Estelares."

"Realmente." sonri framente Disra. "Djeme adivinar. Se sobreconfi, arremeti a

toda marcha, y el Almirante Pellaeon le arranc las plumas de la cola."

"No te burles de m, Disra," advirti Zothip. "Nunca te burles de m. Perd un crucero de

batalla Kaloth y ochocientos buenos hombres contra ese katchni arrancado de Vader. Y
el pago va venir del pellejo de alguien. El de Pellaeon, o el tuyo."

"No sea absurdo," dijo Disra con desdn. "Y no intente culparme a m. Le advert que
no enfrentara realmente al Quimera. Todo lo que se supona que usted deba hacer era
hacerlo pensar que Bel Iblis estaba atacndolo."

"Y cmo esperabas que se supona que yo hiciera eso?" respondi el fuego Zothip.
"Insultando a su familia? Transmitiendo listas de antiguas maldiciones corelianas?"

"Empuj a un Imperial demasiado fuerte y l lo empuj de vuelta," dijo Disra.

"Considrelo una til leccin dolorosamente aprendida. Y espere que no sea necesario
aprenderla de nuevo."

Zothip lo mir con fiereza. "Es esta una amenaza?" demand.

"Es una advertencia," exclam Disra. "Nuestra sociedad ha sido sumamente provechosa
para los dos de nosotros. Yo he tenido la oportunidad de causar estragos en los
embarques de la Nueva Repblica; usted ha tenido la oportunidad de recolectar la
mercanca de esas naves."

"Y he corrido todos los riesgos," agreg Zothip.

Disra se encogi de hombros. "A pesar de eso, odiara ver una relacin tan valiosa
disolverse por algo tan trivial."

"Creme, Disra," dijo suavemente Zothip. "Cuando nuestra relacin se disuelva

encontrars mucho ms que eso para odiar."

"Empezar a hacer una lista," dijo Disra. "Ahora vaya a coserse sus heridas; y la
prxima vez que quiera hablar conmigo pase por los canales apropiados. Esta
encriptacin es una de las mejores creadas alguna vez, pero nada es totalmente a prueba
de interferencias."

"La encriptacin es buena, huh?" dijo sardnicamente Zothip. "Tendr que recordar
eso. Debe tener un buen precio en el mercado abierto si alguna vez necesito dinero
rpido. Estar en contacto."

Onde una mano fuera de la pantalla, y esta se apag. "Idiota," gru Disra hacia la
pantalla vaca. "Idiota baboso, cerebro podrido."

Del otro lado de la mesa, Tierce se revolvi. "Confo en que est planeando ser un poco
ms poltico que eso con los Kroctari," dijo.

Disra cambi su mirada de la pantalla al Guardia. "Qu, cree que deb haberlo dejado
llorar en mi hombro? O decirle 'Ya pas' y prometer comprarle un nuevo crucero de
batalla?"

"Los Piratas Cavrilhu seran un enemigo peligroso," advirti Tierce. "No militarmente,
por supuesto, pero debido a lo que saben acerca de usted."

"Zothip es el nico que realmente sabe algo," murmur Disra. Tierce tena razn- l
probablemente deba haber jugado un poco ms serenamente. Pero Zothip de todas
formas no lo deba haber contactado directamente as, especialmente no cuando estaba
lejos de la seguridad de su oficina.

De todos modos, no iba a admitir un error de juicio en presencia de Tierce. "No se

preocupe - est sacando demasiado de este arreglo para echarlo todo por un solo crucero
de batalla."

"Me pregunto," dijo pensativamente Tierce. "Nunca debera subestimar lo que la gente
har por orgullo."

"No," dijo significativamente Disra. "O tampoco por arrogancia."

Los ojos de Tierce se estrecharon parcialmente. "Qu se supone que significa eso?"

"Significa que usted ha empujado las cosas demasiado lejos," dijo rotundamente Disra.
"Peligrosamente lejos. En caso de que se haya olvidado, el trabajo de Flim era inspirar a
los militares del Imperio y ponerlos slidamente en lnea detrs de nosotros. Nunca fue
parte del plan el provocar as abiertamente a la Nueva Repblica."

"Ya le he explicado que Coruscant no tiene ninguna base legal para actuar-"

"Y cree que eso los detendr?" respondi el fuego Disra. "Realmente piensa que los
puntos finos de la ley representarn alguna diferencia para aliengenas aterrados que
creen que el Gran Almirante Thrawn est respirndoles en la nuca? Es bastante malo
que me convenciera de permitir a Flim mostrarse al Senador diamalano. Pero ahora
esto?" Onde una mano en direccin al planeta.

"El incidente diamalano logr exactamente lo que pretendamos," dijo framente Tierce.
"Cre duda y consternacin, aviv un poco ms viejas animosidades, y silenci algunas
de las ltimas voces tranquilizadoras que le quedan a la Rebelin."

"Maravilloso- excepto que ahora este pequeo truco ha negado completamente a ese,"
contrapuso Disra. "Cmo puede alguien preguntarse si los diamalas estn mintiendo
cuando todo un planeta entero ha visto a Thrawn?"

Tierce sonri. "Ah, pero se es el punto: no lo ha visto todo el planeta. Slo la

delegacin elegida a mano por el Lord Superior lo habr visto; el resto slo tiene su
palabra de que Thrawn ha regresado. Y ya que parte de su mensaje a los sistemas
vecinos ser que Kroctar est bajo la proteccin de Thrawn, su avistaje ser tan
sospechoso como el del diamala."

"Siempre lo hace sonar tan razonable," dijo entre dientes Disra. "Pero hay ms aqu de
lo que est dejando ver. Quiero saber qu."

Tierce alz las cejas. "Eso son como una amenaza."

"Era media amenaza," lo corrigi framente Disra. "Aqu est la otra mitad." Metiendo
la mano en su tnica, sac el diminuto blster oculto all.

Nunca tuvo ni siquiera una oportunidad para apuntarlo. Antes de que el arma estuviera
siquiera libre, Tierce se haba arrojado hacia la mesa de conferencias, el impulso de su
salto lo llev resbalando de cabeza sobre su codo y cadera hacia Disra por el pulido
laminado. Por reflejo, Disra brinc hacia la derecha, intentando salir del alcance de las
manos aproximndose; pero incluso cuando levant el blster, Tierce rod en parte y
agarr la pantalla central del comunicador, usndola como un punto de pivote para
ambos cambiar de direccin y tambin rodar sobre su espalda, haciendo girar los pies
por delante, y entonces se empuj de ella para incrementar su velocidad.

La maniobra atrap a Disra con los pies planos. Antes de que pudiera moverse de nuevo
para corregir su puntera, uno de los pies de Tierce le dio de lleno al blster en el
costado del can, envindolo girando a travs del cuarto.
Disra dio un tambaleante paso atrs, con el amargo sabor de la derrota estrangulando su
garganta, las manos alzadas en un ftil gesto de defensa mientras Tierce bajaba de un
brinco de la mesa. Haba tenido una oportunidad para arrebatarle el control de esta gran
conspiracin al Guardia, y la haba estropeado.

Y ahora Tierce lo matara.

Pero una vez ms, Tierce lo sorprendi. "Eso fue extremadamente tonto, Su
Excelencia," dijo serenamente el otro, cruzando el cuarto y recuperando el blster. "El
sonido de un tiro habra hecho venir una escuadra de stormtroopers sobre usted en muy
poco tiempo."

Disra respir una vez cuidadosamente, bajando las manos. "Eso funciona en ambas
direcciones," se las arregl para decir, sabiendo incluso mientras lo deca que el Guardia
no necesitara molestarse con algo tan crudo y ruidoso como un blster si quisiera
matarlo.

Pero Tierce meramente agit la cabeza. "Usted insiste en malinterpretar," dijo.

"Y usted insiste en trabajar detrs de mi espalda," contrapuso Disra. "Ganar uno o dos
sistemas no vale la pena el riesgo de asustar a Coruscant a pasar a la accin. Qu est
pasando que no me est contando?"

Tierce pareci medirlo con los ojos. "Est bien," dijo. "Alguna vez ha odo la frase 'la
Mano de Thrawn'?"

Disra agit la cabeza. "No."

"Contest bastante rpidamente."

"Estuve trabajando en este plan mucho antes de que usted viniera a escena," le record
speramente Disra. "Encontr y le todo en los archivos Imperiales que se refiriera
incluso remotamente a Thrawn."

"Incluyendo todo en los archivos secretos del Emperador?"

"Una vez que pude abrirme camino a ellos, s." Disra frunci el ceo cuando una sbita
idea lo golpe. "Es esto de lo que realmente se trataba su pequeo viaje a Yaga Minor
el mes pasado?"

Tierce se encogi de hombros. "El propsito primario fue exactamente el que

discutimos: alterar su copia del Documento de Caamas para corresponder con los
cambios que ya hice en la copia de Bastin. Pero ya que haba irrumpido de cualquier
forma en el sistema, pas algn tiempo buscando referencias."

"Por supuesto," dijo Disra. Nada tan crudo como una mentira directa, simplemente un
convenientemente negado detalle de la verdad. "Y?"

Tierce agit la cabeza. "Nada. Por lo que concierne a cualquier registro Imperial
existente, el trmino podra ni siquiera existir."
"Qu le hace pensar que alguna vez lo hizo?"

Tierce lo mir directamente a los ojos. "Porque o que Thrawn lo mencion una vez a
bordo del Quimera. En el contexto de la completa y total victoria del Imperio."

De repente el cuarto se sinti muy fro. "Quiere decir como una superarma?" pregunt
cuidadosamente Disra. "Otra Estrella de la Muerte o Triturador de Soles?"

"No lo s," dijo Tierce. "No lo creo. Las superarmas eran ms el estilo del Emperador o
de la Almirante Daala, no de Thrawn."

"Y lo hizo muy bien sin ellas," concedi Disra. "Cuando uno piensa en eso, l siempre
pareca ms interesado en la conquista que en la matanza al por mayor. Adems, si
hubiera otra superarma por ah, los Rebeldes casi seguramente ya la habran
encontrado."

"Probablemente," dijo Tierce. "Desafortunadamente, no podemos realmente estar tan

seguros. Encontr su extensa investigacin en la historia de Thrawn los nombres Parck
y Niriz?"

"Parck fue el capitn Imperial que encontr a Thrawn en un planeta abandonado al

borde del Espacio Desconocido y se lo trajo al Emperador," dijo Disra. "Niriz era el
capitn del Destructor Estelar Imperial Admonitor que Thrawn llev ms tarde a las
Regiones Desconocidas en su supuesta expedicin de cartografa unos aos ms tarde."

"'Supuesta'?"

Disra resopl. "No hace falta leer mucho entre lneas para ver que Thrawn intent meter
la mano en la poltica de la Corte Imperial y se quem los dedos. No importa cmo lo
llamaron, su asignacin a las Regiones Desconocidas fue una forma de destierro. Puro y
simple."

"S, sa tambin era la opinin general entre la Guardia Real en el momento," dijo
pensativamente Tierce. "Ahora me pregunto si podra haber habido ms que eso. De
todos modos, el punto es que ni Parck ni Niriz -ni el Admonitor, dicho sea de paso-
nunca volvieron a sus tareas oficiales con el Imperio. Ni siquiera cuando el mismo
Thrawn regres."

Disra se encogi de hombros. "Muertos en accin?"

"O si no regresaron, pero estn escondidos en alguna parte," dijo Tierce. "Quizs
protegiendo a esta Mano de Thrawn."

"Haciendo qu?" demand Disra. "Usted dice que no es una superarma. Entonces qu
es?"

"No dije que no fuera una superarma," contrapuso Tierce. "Yo slo dije que las
superarmas no eran el estilo de Thrawn. Personalmente, veo slo dos posibilidades
probables. Oy hablar alguna vez de una mujer llamada Mara Jade?"
Disra busc en su memoria. "No lo creo."

"Actualmente trabaja para el jefe contrabandista Talon Karrde," dijo Tierce. "Pero en el
apogeo del Imperio, ella fue una de las mejores agentes secretos de Palpatine, con el
ttulo de la Mano del Emperador."

La Mano del emperador. La Mano de Thrawn. "Una posibilidad interesante," dijo

pensativamente Disra. "Pero si la Mano es una persona, adnde ha estado todos estos
aos?"

"Tambin se ha enterrado, quizs," dijo Tierce. "La segunda posibilidad es aun ms

intrigante. Recuerde que sobre todo lo dems Thrawn era un maestro estratega. Qu
podra ser ms su estilo que dejar atrs un plan maestro para la victoria?"

Disra resopl. "Que despus de diez aos de reveses Imperiales sera totalmente intil."

"Yo no lo desestimara tan rpidamente," advirti Tierce. "Un estratega como Thrawn
no vea los planes de batalla solamente en trminos de nmeros de naves de guerra y
ubicaciones de lneas de guardia. l tambin consideraba los balances geopolticos, los
puntos ciegos culturales y psicolgicos, las animosidades y rivalidades histricas-
cualquier nmero de factores. Factores que es muy probable todava pueden ser
explotados."

Ausentemente, Disra se frot la mano adonde la patada de Tierce le haba

dolorosamente clavado el blster contra la piel. A primera vista, era absurdo.

Y sin embargo, haba ledo la historia de los logros de Thrawn. Haba visto el registro
del genio del hombre. Podra l realmente haber creado un plan de batalla que todava
podra usarse diez aos y mil derrotas ms tarde? "Qu hay acerca de esa campaa de
cinco aos que encontr en sus archivos?" pregunt. "Haba algo all que no vi?"

"No." Tierce agit la cabeza. "Ya lo he revisado. Todo lo que era es un borrador de lo
que l estaba planeando hacer despus de la confrontacin de Bilbringi. Si la Mano de
Thrawn es una estrategia maestra, la escondi en alguna otra parte."

"Con el Capitn Niriz y el Admonitor, cree usted?" sugiri Disra.

"Quizs," dijo Tierce. "O si no la victoria final reside en una persona llamada la Mano.
De cualquier forma, hay alguien all afuera que tiene algo que nosotros queremos."

Disra esboz una estrecha sonrisa. De repente, estaba claro como el transpariacero
pulido. "Y entonces, para atraer a ese alguien a la luz, ha decidido exhibir un poco
nuestro seuelo."

Tierce inclin la cabeza ligeramente. "Bajo las circunstancias, creo que los riesgos valen
la pena."

"Quizs," murmur Disra. "Asume, por supuesto, que no fue todo solo un montn de
charla grandilocuente."
La esquina del labio de Tierce se agit bruscamente. "Yo estuve varios meses a bordo
del Quimera con el Gran Almirante, Disra. Antes que eso, lo mir desde el lado del
Emperador durante casi dos aos. Nunca en todo ese tiempo lo o hacer una promesa
que no pudiera llevar a cabo. Si l dijo que la Mano de Thrawn era la clave para la
victoria total, entonces lo era. Puede contar con eso."

"Slo esperemos que quienquiera que tiene la clave salga de su escondite antes de que
Coruscant se ponga lo suficientemente nervioso para pasar a la accin," dijo Disra.
"Qu hacemos primero?"

"Lo que usted hace primero es prepararse para dar la bienvenida de vuelta al Imperio a
los kroctari," dijo Tierce. Apoyando el blster de Disra en la mesa, sac una datacard de
su tnica y la puso al lado del arma. "Aqu hay un breve informe de la especie en
general y del Lord Superior Bosmihi en particular," continu, encaminndose hacia la
puerta. "Son todos los datos que tenamos a bordo, me temo."

"Ser suficiente," dijo Disra, caminando hasta la mesa y recogiendo la tarjeta. "Adnde
va?"

"Pens que yo podra unirme al Capitn Dorja para escoltar a la delegacin desde la
baha hangar," dijo Tierce. "Espero ansiosamente ver sus habilidades de negociacin en
accin."

Sin esperar una respuesta, camin a travs de la puerta y se fue. "Y para ver si el
Guardia Real y el timador todava necesitan al Moff o no?" murmur Disra en voz alta
tras l.

Probablemente. Pero estara bien. Lo dejara mirar - lo dejara mirar tambin a Flim, si
quera. Les mostrara. Para cuando la delegacin kroctariana se fuera a casa, los dos de
ellos estaran absolutamente convencidos de que Disra no era slo algn viejo poltico
cansado cuya brillante conspiracin de algn modo se le haba escapado. l era una
parte vital de este triunvirato, una parte que no iba simplemente a desvanecerse en el
fondo. Especialmente no con una garanta de la victoria total casi al alcance de la mano.

l haba comenzado esto; y por la sangre del Emperador, l estara con esto hasta el
final.

Deslizando la datacard en su datapad, enfund su blster en su pistolera oculta y

empez a leer.

***

No haba ningn planeta visible desde el puente del Destructor Estelar Imperial
Tirnico. Ningn planeta, ningn asteroide, ninguna nave, ninguna estrella. Nada ms
que la negrura completa y uniforme.

Excepto en un punto. A estribor, escasamente visible desde la perspectiva del Capitn

Nalgol, haba un pequeo disco de blanco sucio. Una diminuta astilla de la cabeza del
cometa al lado del que el Tirnico estaba remontndose, asomndose a travs del escudo
de invisibilidad de la nave.

Ya haban estado volando as durante un mes, completamente ciegos y sordos al resto

del universo exterior en su existencia insular.

Para Nalgol, no era realmente un problema. Haba cumplido su servicio en uno de los
puestos de escucha ms distantes del Imperio cuando era un cadete, y el mero hecho de
que no haba nada afuera que mirar no le molestaba. Pero no toda la tripulacin era tan
dura como l. Las salas de vids y de prctica de combate funcionaban el triple estos
das, y haba odo rumores de que algunos de los pilotos de naves sondas estaban
recibiendo grandes ofertas de sobornos para llevar a uno o dos pasajeros en sus viajes
afuera de la oscuridad.

En el apogeo del poder del Imperio, las tripulaciones de los Destructores Estelares
haban sido la lite de la galaxia. Pero esa gloria estaba lejana tras ellos; y si algo no
pasaba pronto, Nalgol iba a tener un serio problema de personal en las manos.

Afuera, hubo una brillante llamarada desde el cuadrante de babor superior.

Relativamente brillante, por lo menos: el brillo de motor de una de sus naves sonda,
cuidadosamente camuflada para parecerse a un viejo remolcador de minera golpeado.
Nalgol mir cuando dio la vuelta para desvanecerse por debajo del casco en forma de
punta de flecha hacia la baha hangar.

No, la negrura incesante no lo molestaba. Sin embargo, tuvo que admitir que el estirar
los ojos all por un momento se haba sentido bien.

Hubo un paso en la pasarela de comando a su lado. "Reporte preliminar de la Sonda

Dos, seor," dijo el Jefe de Inteligencia Oissan en ese tono de voz que siempre le
sonaba a Nalgol como alguien chasqueando los labios. "La cuenta de naves de guerra
alrededor de Bothawui ha subido a cincuenta y seis."

"Cincuenta y seis?" repiti Nalgol, tomando el datapad del otro y dando una rpida
mirada a los nmeros. Si recordaba la lista de la corrida de sonda de ayer- "Cuatro
nuevas naves diamalanas?"

"Tres diamalanas, una mon calamari," dijo Oissan. "Probablemente all para
contrarrestar a las seis naves opquis que llegaron hace dos das."

Nalgol agit la cabeza en asombro estupefacto. Desde el principio haba tenido

silenciosas pero serias dudas acerca de esta misin- la idea de que el planeta natal
bothano se volviera un punto focal para cualquier actividad militar, mucho menos una
confrontacin de esta magnitud, le haba parecido absurda a primera vista. Pero el
mismo Gran Almirante Thrawn haba aparentemente propuesto esta maquinacin; y
plagado si el viejo ojos-rojos no haba tenido razn.

"Muy bien," le cont a Oissan. "Quiero el reporte completo de Sonda Dos dentro de las
prximas dos horas."
"Entendido, Capitn." Oissan pareci titubear. "No quiero entrometerme en asuntos de
alto nivel, seor, pero en algn punto voy a necesitar saber qu est pasando all afuera
si quiere que haga mi trabajo de forma apropiada."

"Deseara poder ayudarlo, Coronel," dijo cndidamente Nalgol. "Pero yo mismo

realmente s muy poco."

"Pero recibi una sesin de informacin especial del Gran Almirante Thrawn en el
palacio del Moff Disra, no?" persisti el otro.

"Difcilmente calific como una sesin de informacin," dijo Nalgol. "l bsicamente
se limit a darnos nuestras asignaciones y nos dijo que confiramos en l." Seal con
la cabeza en direccin al cometa y los otros dos Destructores Estelares remontndose
invisibles junto a l. "Nuestra parte es simple: esperamos hasta que todas esas naves all
afuera se hayan destrozado entre s y al planeta en tanta chatarra como vayan a hacerlo,
entonces salimos del escudo y las rematamos."

"Rematar a Bothawui ser un buen truco," coment secamente Oissan. "Dudo que los
bothanos hayan escatimado en su sistema de escudo planetario. Le ha dado Thrawn
alguna idea de cmo va a manejar eso?"

"No a m," dijo Nalgol. "Bajo las circunstancias, sin embargo, estoy inclinado a asumir
que sabe lo que est haciendo."

"Eso creo," murmur Oissan. "Me pregunto cmo consigui que todas esas naves se
enfrenten as?"

"La mejor suposicin es ese rumor que usted capt de sus contactos en el bajo mundo
justo antes de que nos volviramos invisibles," dijo Nalgol. "Eso sobre que un grupo de
bothanos haba estado involucrado en la destruccin de Caamas."

"Difcilmente parece algo por lo que se haga tanto alboroto," resopl Oissan.
"Especialmente no despus de todo este tiempo."

"Los aliengenas se alborotan por las cosas ms extraas," le record Nalgol, sintiendo
su labio retorcerse de desprecio. "Y por la evidencia all afuera, yo dira que Thrawn
encontr el punto exacto adonde golpearlos."

"As parece," concedi Oissan. "Cmo se supone que sabremos cundo volvernos
visibles y atacar?"

"Creo que una batalla total all afuera ser bastante obvia," dijo secamente Nalgol. "Sin
embargo, el ltimo mensaje de Thrawn antes de que nos volviramos invisibles dijo que
pronto habra un equipo de asalto Imperial en Bothawui, y que estara mandndonos
datos peridicos va transmisiones de chispas."

"Eso ser til," dijo pensativamente Oissan. "Por supuesto, conociendo a Thrawn,
probablemente tendr la batalla sincronizada para el acercamiento ms cercano del
cometa a Bothawui, para darnos el mximo beneficio de la sorpresa. Eso ser en
aproximadamente un mes."
"Eso tiene sentido," convino Nalgol. "Aunque cmo va a conseguir que ellos sigan ese
itinerario tan ajustado no tengo ni un indicio."

"Yo tampoco." Oissan esboz una estrecha sonrisa. "Eso es probablemente por qu l es
un Gran Almirante y nosotros no."

Nalgol le devolvi la sonrisa. "Es cierto," dijo; y con esa admisin, una capa ms de sus
dudas privadas parecieron fundirse. S, Thrawn haba cumplido en el pasado. Muchas,
muchas veces. De cualquier forma que esta magia de l funcionara, aparentemente
todava estaba funcionando.

Y bajo el hechizo del genio de Thrawn, el Imperio estaba a punto de conseguir algo de
lo suyo de vuelta. Y eso era realmente todo lo que a Nalgol le importaba.

"Gracias, Coronel," dijo, devolvindole la datapad al otro. "Puede volver a sus deberes.
Antes de que lo haga, sin embargo, quiero que averige con Control de Sondas si
podemos incrementar nuestros vuelos de sonda a dos veces al da sin atraer atencin no
deseada."

"S, seor," dijo Oissan con otra sonrisa estrecha. "Despus de todo, no querramos
perdernos nuestra gran entrada."

Nalgol se volvi para mirar de nuevo a la negrura de afuera. "No nos la perderemos,"
prometi suavemente. "Ni una oportunidad."

CAPTULO
2

De alguna parte en los profundos recovecos de su mente vino un trino insistente; y con
un sobresalto, Luke Skywalker despert de su trance de hibernacin Jedi. "Est bien,
Erreds," le dijo al droide mientras rodaba en su litera, y se tomaba un momento para
reorientarse. Correcto; estaba a bordo de la nave de Mara Jade, el Fuego de Jade,
dirigindose hacia el sistema Nirauan. El sistema adonde la misma Mara haba
desaparecido hace casi dos semanas. "Est bien, estoy despierto," agreg, flexionando
los dedos de las manos y de los pies y rehumedecindose la boca. "Ya casi llegamos?"

El droide gorje una afirmacin mientras Luke se ataba las botas, un gorjeo que fue
contestado desde la direccin de la cabina del piloto. La repeticin era el droide piloto
Veno de Mara, quien haba estado volando el Fuego desde que Luke y Erreds haban
subido a bordo en su punto de cita en Duroon, y quien hasta ahora se haba negado a
dejar a cualquiera de ellos acercarse a los controles de la nave.

Una sobreproteccin que estaba a punto de acabarse. "Erreds, vuelve al puerto de

atraque y asegrate de que el ala-X est listo para volar," instruy al pequeo droide
cuando se dirigi hacia la cabina del piloto. "Vamos a entrar."

Un minuto ms tarde estaba sentado en el asiento del piloto del Fuego, repasando el
esquema de los controles y diales una ltima vez. El droide Veno, quizs reconociendo
la expresin de Luke como una que haba visto bastante a menudo en la cara de Mara,
haba decidido no discutirle. "Preprate," le dijo Luke al droide, apoyando las manos en
los controles. El contador baj a cero, y Luke empuj adelante la palanca del
hiperimpulsor. Las lneas estelares resplandecieron y se encogieron de vuelta a estrellas,
y estaban all.

El Veno silb suavemente. "ste es el lugar," confirm Luke, mirando al distante sol,
su diminuto disco rojo pareca fro y apartado. El mismo planeta Nirauan no estaba a la
vista. "Estamos buscando el segundo planeta," le dijo al droide. "Puedes darme una
lectura de l?"

El Veno gorje una afirmacin, y las pantallas de nav cobraron vida. "Ya lo veo."
asinti Luke, mirando la lectura. Estaba a una buena distancia.

Que era a propsito, por supuesto. El Fuego tena escudos y armamento impresionantes,
pero ir a la carga al rescate con lseres quad ardiendo sera improbable que ayudara en
algo a Mara, sin importar en qu situacin estuviera ella. El disimulo y el secreto eran el
plan, y eso significaba dejar al Fuego escondido aqu afuera mientras l y Erreds
entraban furtivamente en su ala-X.

Tecle la unidad de comunicador a la baha de atraque. "Erreds? Est todo listo?"

Hubo un trino de confirmacin. "Que bien," dijo Luke, mirando de nuevo a la pantalla
de nav. Estaba, estim, a unas buenas siete horas de distancia del planeta usando los
motores sublumnicos del ala-X. Un largo tiempo para sentarse en una cabina del piloto
apretada preocupndose por Mara, adems de dar a quienquiera que estuviera all abajo
un vector directo al Fuego.

Afortunadamente, haba otro camino. "Comienza a calcular nuestros dos saltos,"

instruy a Erreds, encendiendo los sistemas automticos de armas del Fuego. "No ms
de cinco minutos a cada lado- no queremos demorar ms tiempo que lo que hace falta
con esto."

Erreds gorje un reconocimiento, y se puso a trabajar. "Ahora, est claro lo que se

supone que tienes que hacer?" Luke le pregunt al Veno cuando tecle el motor a baja
potencia y empez a mover al Fuego. Haba un conveniente grupo de pequeos
asteroides flotando en la oscuridad justo adelante ese sera un escondite perfecto. "Voy
a poner a la nave en esas rocas; y entonces t vas a quedarte all y tratar de parecerte a
una de ellas. Est bien?"

El droide borbot un renuente acuerdo. "Est bien," dijo Luke, metiendo la nave en los
asteroides. Uno de ellos, ms o menos del tamao de una pelota de shockball, rebot
ligeramente contra el casco, y l reaccion con una mueca de dolor. El Fuego era la
posesin ms preciada de Mara, y ella era ms protectora de l que incluso el Veno. Si
le abollaba el casco, o incluso slo le araaba la pintura, ella nunca dejara de
recordrselo.

Termin sus maniobras con cuidado exagerado, y se las arregl para ponerlo en
posicin sin ninguna colisin ms. "Est bien, eso es," dijo, desabrochndose el cinturn
y tecleando para devolverle el control al Veno. "Tienes el cdigo que te di? te
transmitiremos eso en nuestro camino de regreso para que sepas que somos nosotros. Si
es alguien ms... bueno, no dejes que la nave dispare a menos que les disparen primero.
No hasta que tengamos alguna idea de lo que est pasando all abajo."

Dos minutos ms tarde, manteniendo un ojo cauto en el montn de rocas flotantes de

afuera, sac al ala-X de la baha de atraque del Fuego y se dirigi al espacio profundo.
Erreds ya tena el curso trazado, y partieron con un estallido de lneas estelares.

Luke le haba dicho que lo mantuviera por debajo de los cinco minutos, y el droide le
haba tomado la palabra. Dos minutos despus de salir, siguiendo las instrucciones de
Erreds, sac al ala-X del hiperespacio, dio la vuelta, y volvi a entrar. Dos minutos
despus de eso, estaban all.

Erreds silb suavemente. "Est bien, se es el lugar," confirm Luke, mirando

fijamente al planeta oscuro colgando en el espacio delante de ellos. "Exactamente como
las imgenes que el Hielo Estrellado nos trajo de vuelta."

Y Mara estaba all abajo en alguna parte. Abandonada, quizs herida, quizs prisionera.

O quizs muerta.

Apartndose firmemente de la mente ese pensamiento, Luke se estir a la Fuerza.

Mara? Mara, puedes orme?

Pero no haba nada.

Erreds dio un trino interrogativo. "No puedo sentirla," admiti Luke. "Pero eso no
necesariamente significa algo. Todava estamos bastante lejos, y ella puede no ser lo
suficientemente fuerte para alcanzar tan lejos. Tambin podra estar dormida- eso
limitara su rango."

El droide no respondi. Pero no era difcil adivinar que sus pensamientos iban en
paralelo a los de Luke.

Y estaba tambin la visin que Luke haba tenido hace tres semanas y media en el
establecimiento mdico de Tierfon. Esa imagen de Mara flotando inanimada en el
agua...

"De cualquier modo, no tiene sentido preocuparse por eso ahora," dijo Luke, empujando
esa visin al fondo de su mente lo mejor que pudo. "Haz un escaneo de sensores pasivo-
nada que accione sus detectores. O por lo menos, nada que los accione si funcionan
como los nuestros."

Hubo un reconocimiento, y otra pregunta desfil por la pantalla de la computadora del

ala-X. "Tomaremos la misma ruta de entrada que ella," contest Luke. "Por el can
hasta la cueva adonde desapareci. Una vez que lleguemos all, meteremos adentro al
ala-X y veremos qu pasa."

Erreds gorje un reconocimiento que son intranquilo. Mirando al registro de curso

que le haba dado Talon Karrde, Luke desliz el ala-X hacia el planeta, deseando por un
momento que Leia estuviera aqu con l. Si esas criaturas con las que Mara se haba
encontrado eran inteligentes, podra no slo necesitar habilidad Jedi pero tambin
sutileza diplomtica para tratar con ellas. Sutileza que Leia posea, y l no.

Hizo una mueca. Por otro lado, probablemente no estaban muy contentos en casa de que
l se haba ido as sin avisar, lo estaran mucho menos si hubiera intentado traer a Leia
con l. No, las habilidades diplomticas de Leia se necesitaban ms all en la Nueva
Repblica.

Averiguara lo suficientemente pronto qu habilidades necesitara aqu.

Todava estaban bien afuera de la atmsfera del planeta cuando los sensores del ala-X
captaron las dos naves espaciales aliengenas subiendo de la superficie hacia ellos.
"Hasta aqu lleg el disimulo y el secreto," murmur Luke, estudiando los perfiles de
sensor. Definitivamente se parecan a la nave que l y Erreds haban detectado en su
camino de salida del nido de los Piratas Cavrilhu en el campo de asteroides Kauron.

Esa nave, sin embargo, se haba apartado y corrido antes de que pudiera verla de cerca.
Ahora, mientras este par suba rpidamente hacia l, pudo ver que su primera impresin
de la nave haba sido de hecho correcta. De aproximadamente tres veces el tamao del
ala-X, eran una rara pero extraamente artstica combinacin de manufactura aliengena
amoldada con el demasiado familiar diseo del caza TIE. En la proa de cada nave haba
una carlinga ligeramente oscurecida a travs de las cuales apenas poda distinguir un par
de cascos de vuelo de estilo Imperial.

Erreds silb pensativamente. "Mantn el curso, Erreds," advirti Luke. "No significa
necesariamente que son aliados del Imperio. Podran haber encontrado un caza TIE en
alguna parte y podran haberlo copiado de l."

El gruido de Erreds mostr su opinin al respecto. "Est bien, bueno, probablemente

no," dijo Luke, mirando a las naves entrantes. Un minuto ms tarde estaban sobre l,
alzndose ligeramente sobre el ala-X y alterando el curso mientras giraban a posiciones
de flanqueo a ambos lados. "Tienes lecturas de armas?"

El droide silb, y un tosco esquemtico apareci en la pantalla de la computadora. Las

naves tenan armamento bastante pesado. "Genial," murmur Luke, estirndose con la
Fuerza para intentar captar una percepcin de la situacin. Pero todo lo que pudo
detectar fueron los perfiles emocionales bsicos de tres seres a bordo de cada nave.
Mentes aliengenas pensando pensamientos aliengenas, sin ningn punto de referencia
del que aferrarse.

Por otro lado, sus posiciones de flanqueo eran mejores para escoltar que para atacar.
Ms importante, los sentidos Jedi de Luke no indicaban ningn peligro inmediato. Por
el momento, por lo menos, estaban probablemente relativamente a salvo.

Y era tiempo de empezar a actuar amistoso. "Veamos si podemos hablar con ellos,"
sugiri, alcanzando el interruptor del comunicador.

Los aliengenas se le adelantaron. "Ka sba'ma'ti orf k'ralan," dijo una voz
sorprendentemente melodiosa en la oreja de Luke. "Kra'miral sumt tara'kliso mor
Mitth'raw'nuruodo sur pra'cin'zisk mor'kor'lae."
Luke sinti un nudo en el estmago. "Erreds?" pregunt.

El droide trin una confirmacin que son preocupada: era de hecho la misma
transmisin que Karrde y Mara haban recogido de la nave aliengena que haba
zumbado al Ventura Errante de Booster Terrik. La transmisin que segn Mara inclua
el poco conocido nombre completo de Thrawn.

Haciendo una mueca, Luke tecle en su comunicador. "ste es el ala-X AA-589 de la

Nueva Repblica," dijo. Si los aliengenas no hablaban bsico, por supuesto, esto no iba
servir de nada. Sin embargo, no servira simplemente quedarse aqu e ignorarlos. "Estoy
buscando a una amiga que puede haber chocado en su mundo."

Hubo una corta pausa. Mirando fuera de la carlinga, Luke tuvo la extraa impresin de
que las dos naves aliengenas se haban acercado un pelo ms a l. "Ala-X de la Nueva
Repblica," volvi la voz, esta vez en bsico bastante pasable. "Nos seguir a la
superficie. No se desviar de nuestra gua. Si lo hace, ser destruido."

"Entiendo," dijo Luke. Hubo un clic en el comunicador; y de repente las dos naves
aliengenas se dejaron caer hacia la superficie. Luke estaba listo, siguindolos y
deslizndose rpidamente de vuelta a su lugar en la formacin. "Exhibicionistas,"
murmur por lo bajo.

Haba hablado demasiado pronto. Un segundo ms tarde las dos naves se retorcieron de
nuevo, esta vez girndose ligeramente hacia arriba y entonces abruptamente a estribor.
Erreds chill cuando la nave de babor se dispar incmodamente cerca por sobre su
cabeza, el tono de su disgusto subiendo rpidamente cuando Luke gir al ala-X
abruptamente para de nuevo corresponder a la maniobra. Apenas se haba vuelto a poner
en su lugar en el centro cuando lo hicieron de nuevo, virando a babor esta vez.

Erreds gru. "No s," le dijo Luke cuando alcanz a su escolta de nuevo. "Quiz
tienen algn tipo de sistema de defensa preparado que requiere un acercamiento
especfico o si no eres destruido. Como el que tenan los piratas en su base del asteroide,
recuerdas?"

El punto obvio desfil por la pantalla de la computadora: segn el registro del Hielo
Estrellado, Mara no haba seguido ningn acercamiento tan complicado. "Quiz lo
prepararon en respuesta a su entrada furtiva," sugiri Luke. "O podramos estar viniendo
a una parte diferente del planeta- todava no hemos podido lograr una comparacin
geogrfica."

Erreds gru. "O podran estar intentando crear una excusa para abrir fuego," convino
severamente Luke. "Aunque para qu pensaran que necesitan una no lo s."

Las naves aliengenas realizaron tres juegos de maniobras ms en el camino abajo

ninguno que a Luke le resultara particularmente difcil de corresponder. Pero cuando
alcanzaron la atmsfera superior parecieron cansarse del juego, estabilizndose en un
rpido rumbo recto hacia el horizonte occidental. Luke se qued en formacin,
dividiendo su atencin entre las naves y el suelo de abajo, y estirndose a la Fuerza en
busca de cualquier seal de problemas.
Estaban a veinte minutos de viaje, y Erreds finalmente haba logrado una comparacin
entre la topografa de abajo y los archivos del Hielo Estrellado, cuando el hormigueo
familiar comenz. "Tenemos problemas, Erreds," le dijo Luke al droide. "Todava no
estoy seguro de qu tipo, pero son definitivamente problemas. Dame un rpido informe
de estado."

Le dio una mirada a la pantalla cuando el reporte de estado apareci. No haba nada ms
que aire -o naves espaciales registradas en los sensores del ala-X, nada en el uso de
energa o sistemas de armas de su escolta que indicara la preparacin para el ataque, y
los sistemas de su propio ala-X estaban mostrndolo totalmente operativo. "Qu tan
lejos estamos de la fortaleza que encontr Mara?" pregunt.

Erreds pit: menos de quince minutos a su velocidad actual. "En algn momento de los
prximos diez minutos, supongo," le cont Luke. "Preprate." Respirando profundo,
poniendo las manos en los controles, conscientemente relaj sus msculos y se
sumergi en la Fuerza.

Estaban registrando seis minutos a la fortaleza, y el can por el que Mara haba volado
acababa de aparecer en paralelo a ellos en el horizonte distante, cuando finalmente pas.
En perfecto unsono las dos naves de escolta arrojaron un rpido borbotn de energa
por sus propulsores delanteros, pasando de posiciones de flanqueo a seguir por detrs al
ala-X cuando sus velocidades cayeron.

Y de las boquillas ubicadas medio-ocultas debajo de sus cabinas de pilotos escupieron

una salva mortal de fuego azul.

Pero su blanco ya no estaba all. Un instante antes de que los propulsores de los
aliengenas se dispararan, Luke haba captado la sutil perturbacin en la Fuerza; y para
cuando sus armas destellaron haba arrojado al ala-X en una subida afilada, girando
hacia arriba y alrededor en un giro cerrado que lo hara dar la vuelta por detrs de sus
atacantes a una posicin de ataque.

O por lo menos, se era el final normal de la maniobra. Esta vez, sin embargo, Luke
tena otros planes. En lugar de salir de su giro detrs de los aliengenas, mantuvo la
nariz del ala-X apuntada hacia el suelo por un par adicional de latidos del corazn.
Entonces, en lo que pareci como el ltimo segundo, retorci al caza estelar en un giro
retuerce-estmagos de doble rotacin. Un instante ms tarde estaban corriendo a escasos
metros sobre el suelo en un vector perpendicular a su curso original.

"Qu estn haciendo?" llam Luke, sin atreverse a alzar los ojos del terreno lo
suficiente para ver por s mismo.

El chillido de advertencia del droide y un sbito hormigueo en la Fuerza fueron su

respuesta. Desde atrs vino otra descarga de fuego azul, la mayora lejos pero unos
pocos tiros salpicaron su escudo deflector trasero. "Se les ha unido algn nuevo
amigo?" pregunt.
Erreds trin una negativa. Eso era algo bueno, al menos. Sin embargo, esas naves eran
buenas y sus tripulaciones claramente saban lo que estaban haciendo. Con ventaja de
dos-a-uno, Luke iba a tener las manos llenas. Especialmente porque-

Erreds gorje una pregunta urgente. "No, deja las alas-S como estn," le dijo Luke.
"No vamos a responder el fuego."

La siguiente pregunta del droide fue un silbido incrdulo. "Porque no sabemos quines
son o por qu estn aqu," le cont Luke, midiendo con los ojos el suelo adelante. Justo
ms all del can de Mara el terreno se volva abruptamente algo de aspecto
resquebrajado, lleno de riscos de paredes de granito y profundas hendiduras de bordes
afilados. "No quiero matar a ninguno hasta que sepa quin y qu son."

La respuesta de Erreds se volvi otro chillido cuando la ltima salva enemiga vol una
delgada capa de metal de la parte de arriba del ala-S de estribor. "No te preocupes, ya
casi estamos all," Luke lo tranquiliz, arriesgndose a una rpida mirada a sus pantallas
de estado. Todava no haba ningn dao serio, pero eso no durara mucho una vez que
los atacantes se acercaran un poco.

Lo que significaba que su mejor esperanza era impedir que eso pasara.

Detrs de l, Erreds silb sospechoso. "Ah es exactamente adonde vamos," confirm

Luke. Ahora casi estaban en el terreno escarpado; y a babor descubri una garganta de
aspecto prometedor. "Oh, reljate- no es peor que algunas de las otras cosas de las que
hemos salido," agreg, retorciendo la nariz del ala-X hacia la garganta. "De todos
modos, no tenemos ninguna opcin. Agrrate- aqu vamos."

El Can del Mendigo en Tatooine haba sido una carrera de obstculos complicada
pero familiar de giros y esquinas y zigzags. La trinchera de la Estrella de la Muerte
haba sido mucho ms recta, pero con el adicional del fuego turbolser y cazas TIE
atacantes para mantenerlo interesante. Ahora, los acantilados de Nirauan se volvan un
mucho mayor desafo agregando curvas y puntos de quiebre imprevisibles, con
anchuras y profundidades variantes, rocas salientes, y enredaderas arbreas colgantes.

El recluta Rebelde que acababa de firmar en Yavin habra reconocido los riesgos
involucrados. Incluso el arrogante adolescente de Tatooine habra titubeado ante la
estupidez de meterse en tal laberinto desconocido a semejantes velocidades. El
experimentado Jedi que Luke se haba vuelto, sin embargo, saba que no tendra ningn
problema.

Estaba principalmente en lo cierto. La nave se abri paso a travs de la primera serie de

torceduras con facilidad, La habilidad de piloto y presciencia en la Fuerza de Luke se
combinaban con la maniobrabilidad innata del ala-X para dejar muy atrs a las naves
aliengenas. Se dispar a travs de un valle abierto, cambi de direccin hacia un nuevo
can-

Y casi perdi el control cuando un estallido de fuego azul rastrill el fuselaje de babor.

"Est bien," le respondi a Erreds, sintiendo una llamarada de molestia con sigo
mismo mientras el ala-X se zambulla de nuevo a la relativa seguridad de su escogida
hondonada. Ya le haba pasado antes: enfocar toda su atencin -y la Fuerza- demasiado
estrechamente en una direccin tena una tendencia a cegarlo de cualquier cosa que
pasara fuera de ese cono. Claramente, por lo menos uno de los pilotos aliengenas haba
sido lo suficientemente inteligente para abandonar la persecucin y volar por encima del
laberinto a esperar a que el blanco se mostrara.

Pero el gambito le haba fallado; y si el terreno cooperaba, no tendra otra oportunidad.

El ala-X emergi en un segundo valle, este ms pequeo que el primero, y vir hacia
otra hondonada. Dejando que la Fuerza guiara sus manos, Luke mir a los acantilados a
su alrededor, buscando el lugar apropiado...

Y entonces, de repente, all estaba. A ambos lados del ala-X los empinados acantilado
suban hacia arriba, uno de ellos inclinndose abruptamente hacia el otro hasta que slo
una diminuta cinta de luz de da se mostraba arriba entre ellos. Las lneas y racimos de
arbustos parduscos y speros se aferraban a varias partes de la roca escarpada, con una
espesa estera de arbustos castaos y rboles achaparrados cubriendo abajo el suelo del
can. Adelante y detrs, el can doblaba abruptamente para cada lado, dejando esta
parte central como una burbuja aislada rodeada de roca.

Era el lugar perfecto para ir a tierra.

Erreds no chill ni pit mientras Luke giraba al caza estelar en un giro de ciento
ochenta grados en una clsica reversa contrabandista. Probablemente, decidi Luke
cuando le daba energa a los propulsores, porque el pequeo droide estaba demasiado
ocupado agarrndose por su vida. Por un manojo de segundos el ala-X se resisti debajo
de l, y tuvo que esforzarse para estabilizarlo cuando intent saltar fuera de control.
Afuera, las paredes del can que pasaban disparadas empezaron a bajar de velocidad, y
cuando lo hicieron l baj la energa del motor y encendi los repulsores. La presin de
desaceleracin que lo aplastaba contra los cojines del asiento se fue desvaneciendo;
girando al ala-X para mirar hacia adelante de nuevo, arroj una rpida mirada alrededor.
Directamente al frente, un par de rboles achaparrados se alzaba del suelo del can,
plantados en lo que pareca ser el lecho de un riacho seco, sus troncos separados la
distancia justa. Aplacando lo ltimo de la velocidad hacia adelante del ala-X, dej caer
su nariz para deslizarse pulcramente entre los troncos de los rboles.

"Ya est," dijo, pasando por los ltimos pasos del ciclo de aterrizaje y apagando los
repulsores. "No fue tan difcil, no?"

Hubo un silbido dbil y ligeramente inseguro desde atrs de l. Aparentemente, Erreds

todava no haba recobrado la voz.

Esbozando una estrecha sonrisa, Luke abri la carlinga, haciendo una mueca de dolor
por el sonido agudo del rasguo de docenas de hojas de bordes espinosos afilados
contra el transpariacero, y se sac el casco y los guantes.

El aire que entraba desde afuera era fresco y ola vagamente musgoso. Por un largo
minuto se qued escuchando, estirndose con sentidos incrementados por la Fuerza en
busca de sonidos de persecucin. Pero no haba nada excepto los sonidos normales del
viento susurrando a travs de las hojas y los gorjeos distantes de aves o insectos. "Creo
que los perdimos," le cont a Erreds. "Por lo menos por ahora. Pudiste ver adnde
estamos?"

Erreds pit, todava sonando un poco atontado, y un mapa apareci en la pantalla de la

computadora.

Luke lo estudi. No estaba demasiado mal, pero tampoco demasiado bien. No estaban a
ms de diez kilmetros de la cueva de Mara, pero la mayora del territorio entre aqu y
all consista en el mismo tipo de gargantas angostas y precipicios rocosos que los que
acababan de atravesar volando. Por lo menos a todo un da de viaje, probablemente dos,
posiblemente tres.

Por otro lado, la misma aspereza del terreno les dara una mejor cobertura que la que
podran razonablemente haber esperado. A pesar de todo, un intercambio bastante
bueno.

Pero no sera un gran intercambio si los aliengenas los encontraban antes de que
siquiera empezaran. "Vamos," dijo, deslizndose fuera de la cabina y rodando al suelo.
Su esfuerzo por evitar las espinas en las hojas fue slo parcialmente exitoso, pero slo
un par realmente sangraban. "Preparemos el paquete y salgamos de aqu."

Slo le tom unos minutos desdoblar la camu-red que Karrde haba enviado con el
equipo y desplegarla fcilmente encima del ala-X. Entonces, como una precaucin
adicional, cort algunos de los arbustos ms pequeos y ramas de rbol con su sable de
luz y las esparci encima de la red. No era perfecto, especialmente de cerca, pero era lo
mejor que poda hacer en el tiempo disponible.

La gente de Karrde tambin le haba preparado su paquete de supervivencia, reuniendo

los suministros y cargndolos a bordo del ala-X mientras Luke se apresuraba con el
trabajo de datos necesario para salir de Cejansij. Y como Luke haba llegado a esperar
de la organizacin del contrabandista durante los aos, haba hecho un trabajo de
primera clase. Separados en dos paquetes portables, los suministros incluan barras de
raciones, filtro/cantimploras de agua, medpacs, varas de luz, una buena longitud de
sintesoga, un blster de repuesto, una tienda de supervivencia con una cama enrollable,
e incluso una pequea seleccin de granadas de baja-potencia.

"Me sorprende que no intentaron meter un landspeeder adentro," gru Luke cuando
izaba experimentalmente uno de los paquetes sobre sus hombros. Era bastante pesado,
pero el peso haba sido bien distribuido y sera razonablemente fcil de llevar. "Supongo
que tendremos que dejar el otro paquete aqu. Ests listo para escalar un poco?"

Erreds trin interrogativamente, su domo girando para atisbar por el can primero en
una direccin y entonces en la otra. "No, por ah es por donde esperarn que salgamos,"
le cont Luke. Apunt arriba hacia uno de los acantilados que se alzaban encima de
ellos. "sa es nuestra ruta, all arriba."

El droide gir su domo de nuevo, silbando asustado cuando se inclin muy atrs para
mirar arriba. "Reljate- no tendremos que ir todo el camino hasta la cima," lo calm
Luke. "Ves ese hueco a unos dos-tercios del camino arriba? Si le bien las imgenes
areas, ese debera llevar a un corte que nos llevar el resto del camino a la cima."
Erreds trin tristemente, mirando de un lado a otro de nuevo a lo largo del can. "No,
Erreds, no podemos ir por ah," le dijo firmemente Luke. "Y no tenemos tiempo para
discutirlo. Incluso si esas naves no pueden entrar por all, pueden tener algunas ms
pequeas de vuelta en la fortaleza. Y si no tambin siempre pueden venir a pie.
Quieres quedarte esperando hasta que lleguen aqu?"

El droide pit enfticamente. Dndose la vuelta, empez a traquetear determinadamente

a lo largo del lecho del riachuelo seco hacia la base del precipicio debajo del hueco que
Luke haba sealado.

Sonriendo, Luke termin de asentarse el paquete en los hombros. Entonces, estirndose

con la Fuerza, levant a Erreds lo suficiente para pasar por encima de la maleza y se
dirigi hacia el precipicio.

***

Result que el ascenso haba parecido ms desalentador de lo que era realmente.

Aunque bastante empinada, la pared no era ni cerca la cuesta imposiblemente vertical
que haba parecido desde el suelo del can. Los apoyos para manos y pies eran
abundantes; toda la cara del acantilado pareca estar punteada de angostas salientes y
pequeas cuevas, y los arbustos y enredaderas tambin provean de firmes asideros.

La nica parte problemtica era Erreds, pero incluso eso rpidamente se volvi una
rutina ms o menos cmoda. Encontrando un lugar seguro adonde pararse, Luke usara
la Fuerza para alzar al droide y pasarlo entre un par de convenientemente ubicadas
salientes angostas o cuevas, sostenerlo en el lugar mientras usaba la sintesoga para
amarrarlo a los arbustos ms cercanos, entonces subir sobrepasndolo hasta el prximo
punto conveniente de descanso y repetirlo.

Erreds, por supuesto, no quiso saber nada con ninguna parte del procedimiento. Sin
embargo, a mitad de camino subiendo el acantilado, por lo menos dej de quejarse por
eso.

Ya estaban casi en el hueco, y Luke estaba una vez ms alcanzando el punto adonde
haba fijado a Erreds, cuando oy la voz dbil.

Se detuvo, con una mano agarrada a una enredadera aterronada, y escuch. Pero no
haba nada ms que los distantes chirridos de insectos que haba estado oyendo desde
que aterrizaron. Usando sus tcnicas Jedi de incremento sensorial, estir su audicin;
pero aunque los chirridos se volvieron ms altos y variados, la voz que crey que haba
odo no estaba all.

Hubo un fuerte chillido desde arriba: Erreds, silbando suavemente en su odo

aumentado. "Cre que o algo," murmur en respuesta, con palabras que retumbaron en
su cabeza. Apresuradamente, baj su odo de vuelta a lo normal. "Fue como una voz?"

Se interrumpi por el gorjeo sobresaltado de Erreds. "Qu fue eso?" pregunt,

mirando arriba. El droide estaba mirando hacia abajo a lo largo del precipicio;
volviendo la cabeza, Luke sigui su mirada-
Y se congel. Emperchada en un arbusto de hojas espinosas a no ms de tres metros
haba una pequea criatura pardo-griscea de alas flojas.

Mirndolo.

"Tmalo con calma," Luke tranquiliz a Erreds, tomndose un momento para estudiar
a la criatura. De aproximadamente treinta centmetros desde la cabeza a las garras,
estaba cubierta de piel de aspecto suave. Sus alas plegadas eran ms de lo mismo,
aunque era difcil adivinar su tamao, y se arqueaban ligeramente de cierto modo que le
record a Luke unos hombros inclinados. La cabeza era proporcionalmente pequea y
aerodinmica, con un par de ojos oscuros anidados debajo de pliegues carnosos y dos
tajos horizontales debajo de ellos. El tajo superior estaba ondulando con el ritmo
constante de la respiracin, mientras que el ms bajo se apretaba en una ranura estrecha.
Un par de pies segmentados, de garras anchas se agarraban del arbusto en el que estaba
emperchada, aparentemente sin ser molestados en lo ms mnimo por las afiladas
espinas. El efecto general era como algo a medio camino entre un mynock y un
makthier de presa, y se pregunt si estaba emparentada con cualquiera de esas especies.

Erreds dio otro trino, esta vez uno cauteloso. "No creo que vaya a hacernos ningn
dao," le asegur Luke, todava mirando a la criatura. "No siento ningn peligro de l.
Y somos un poco grandes para ser bocadillos de algo de ese tamao."

A menos que, por supuesto, cazaran en bandadas. Todava mirando a la criatura, se

estir con la Fuerza, buscando otras de la especie. Haba definitivamente ms de ellas en
el can, pero la mayora pareca estar bastante distante-

La abertura ms baja en la cara de la criatura se abri, revelando filas gemelas de

diminutos dientes afilados, y emiti un fuerte gorjeo.

Quin eres?

Luke parpade de sorpresa. Ah estaba la voz que crey haber odo, slo que esta vez
era lo suficientemente clara para entenderla. Pero haba venido de- "Qu?" pregunt.

La criatura chirri de nuevo. Quin eres?

Tena razn: era la criatura la que haba hablado.

Slo que no haba hablado. No realmente. Pero entonces cmo lo haba entendido
Luke-?

Y entonces, abruptamente, lo entendi. "Soy Luke Skywalker," dijo, estirndose hacia

la criatura con la Fuerza. "Caballero Jedi de la Nueva Repblica. Quin eres t?"

La criatura emiti una corta serie de gorjeos. Qu haces aqu, Caballero Jedi
Caminante del Cielo*?
*N. del T.: Aqu la criatura separa el apellido Skywalker en dos palabras, enfatizando su
significado que como veremos ms adelante se parece a los nombres de su especie, por
lo que me pareci que lo indicado era traducirlo.

"Estoy buscando a una amiga," dijo Luke. Su suposicin haba sido correcta: mientras
que l no poda entender el idioma real de chirridos de la criatura, estaba captando la
esencia de la comunicacin de su mente a travs de la Fuerza. Un evento sumamente
inusual, en su experiencia, y que probablemente implicaba que las criaturas eran por lo
menos marginalmente sensibles a la Fuerza. "Ella aterriz por aqu cerca hace casi dos
semanas y entonces desapareci. Sabes adnde est?"

La criatura pareci apartarse un poco hacia atrs. Esponj las alas abrindolas
parcialmente y las volvi a poner en su espalda. Chirri de nuevo - Quin es esta
amiga?

"Su nombre es Mara Jade," dijo Luke.

Es otra Caballero Jedi?

"Algo as," dijo Luke sin comprometerse. Mara se haba dejado caer ocasionalmente por
su academia Jedi durante los ltimos ocho aos, pero nunca se haba quedado lo
suficiente para completar su entrenamiento. En realidad, haba veces que Luke se
preguntaba si ella haba de verdad empezado alguna vez. "Sabes adnde est?"

Las alas se esponjaron de nuevo mientras la criatura chirri. No s nada.

"De verdad," dijo Luke, dejando que su tono se hiciera slo un poquito ms fro. Ni
siquiera necesitaba la Fuerza para esto; haba visto a Jacen, Jaina, y Anakin hacer este
truco suficientes veces para reconocer el conocimiento culpable cuando lo vea. "Qu
tal si te contara que un Jedi siempre puede decir cuando alguien est mintiendo?"

Desde detrs de l vino un gorjeo fuerte y autoritario. Deja tranquilo al joven.

Luke volvi la cabeza. Emperchadas en los arbustos y rocas escarpadas al otro lado de
la cara del desfiladero haba tres ms de las criaturas. Cada una era dos veces ms
grande que la primera; pero incluso sin la diferencia de tamao las sutiles diferencias
entre el adulto y joven eran inmediatamente aparentes. "Disclpenme," les dijo. "No era
mi intencin intimidarlo. Quizs ustedes puedan ayudarme en mi bsqueda por mi
amiga."

Una de las criaturas extendi sus alas y dio un corto salto a un arbusto ms cercano a
Luke, torciendo su cabeza a un lado y entonces al otro como si estuviera estudiando al
intruso con cada ojo individualmente. No eres uno de los otros. Quin eres?

"Creo que ya lo sabes," dijo Luke, con una sensacin silenciosa incitndolo a seguir una
corazonada. "Por qu no me dices en cambio quin eres t?"

La criatura pareci considerarlo. Yo soy Cazador De Los Vientos. Regateo en nombre

de esta nidada de los Qom Qae.
"En nombre de la Nueva Repblica te saludo, Cazador De Los Vientos," dijo
gravemente Luke. "Presumo que conoces a la Nueva Repblica?"

El qom qae mayor esponj las alas exactamente igual que el joven. He odo. Qu es la
Nueva Repblica para nosotros?

"Supongo que eso depende de lo que quieran que sea," dijo Luke. "Pero sa es una
cuestin para que discutan los diplomticos y regateadores. Yo estoy aqu para ayudar a
una amiga."

Cazador De Los Vientos chirri decididamente. Nosotros no tenemos ningn

conocimiento de cualquier extraa.

Pero lo tenemos, chirri el joven qom qae desde atrs de Luke. Los qom jha hablaron
de-

Cazador De Los Vientos lo interrumpi con un graznido. Es tu nombre Buscador De

La Estupidez? demand significativamente. Qudate callado.

"Quizs slo te has olvidado," sugiri diplomticamente Luke. "Despus de todo un

regateador de una nidada debe tener muchos otros asuntos en los que pensar."

Cazador De Los Vientos esponj las alas. Lo que pasa afuera de esta nidada no nos
concierne. Ve a otra nidada de qom qae, o a los qom jha si te atreves. Quizs ellos te
ayuden.

"Est bien," dijo Luke. "Me guiars a ellos?"

Estn afuera de esta nidada, chirri Cazador De Los Vientos. No nos conciernen.

"Ya veo," dijo Luke. "Dime, Cazador De Los Vientos, alguna vez has tenido a un
amigo en peligro?"

El qom qae extendi las alas, sus dos compaeros lo imitaron. Esta conversacin ha
terminado. Joven: ven.

Salt del arbusto, alejndose planeando hacia el suelo del can bajo sus alas
extendidas, sus dos compaeros lo siguieron. Dndose la vuelta, Luke vio al qom qae
joven seguirlos.

Erreds gru desdeosamente. "No los culpes demasiado," le dijo Luke con un
suspiro. "Puede haber enredos culturales o polticos aqu sobre los que no sabemos."

Reasumi su ascensin. "O simplemente pueden ser cautelosos al involucrarse en la

lucha de alguien ms," agreg. "Ciertamente hemos visto suficiente de eso durante los
aos."

Cinco minutos despus haban alcanzado el hueco. Luke haba tenido razn: el corte
continuaba hacia arriba hacia la cima del precipicio en un ngulo mucho ms sosegado
mientras todava los mantena debajo de la cobertura de los rboles todo el camino.
"Perfecto," dijo Luke, mirando hacia arriba a lo largo de l. "Vayamos hasta la cima y
veamos adnde podemos ir desde all." Recolectando la sintesoga, empez a enrollarla-

Y de repente Erreds emiti un graznido sobresaltado.

"Qu pasa?" demand Luke, agarrando por reflejo su sable de luz cuando se dio la
vuelta. No haba ningn peligro a su alrededor que pudiera ver o sentir. "Erreds, qu
pasa?" pregunt de nuevo, volviendo su atencin al droide.

Erreds estaba mirando abajo al valle por el camino que haban venido, gimiendo
fnebremente. Frunciendo el ceo, Luke sigui la lnea de la mirada del droide-

Y sinti que su aliento se quedaba atrapado en su garganta. Abajo en el suelo del valle,
su ala-X se haba desvanecido.

"No," jade Luke, mirando fijamente a los castaos y grises all abajo. Su primer
pensamiento esperanzado fue que su trabajo de camuflaje simplemente haba sido mejor
que lo que esperaba y que el caza estelar todava estaba justo adonde lo haba dejado.
Pero un momento de bsqueda cuidadosa con sentidos aumentados Jedi puso a
descansar en silencio a esa esperanza.

El ala-X realmente se haba ido.

Erreds trin ansiosamente. "Est bien," lo tranquiliz Luke. "Est bien."

Y para su propia moderada sorpresa, descubri que realmente estaba seguro de eso. El
acto de desaparicin del ala-X era frustrante y molesto; pero bastante extraamente, no
haba ninguna sensacin de peligro o miedo acompandolo. Ni siquiera ninguna seria
preocupacin, a pesar del hecho de que la prdida de su nave significaba que no haba
ninguna oportunidad de un escape rpido si la situacin llegaba a requerirlo.

Un mensaje de la Fuerza? Un sentimiento, quizs, de que el ala-X estaba meramente

extraviado y no realmente perdido?

Desafortunadamente, comprendi sobriamente, que igual de fcilmente poda ser un

mensaje en la direccin opuesta. Que la prdida de la nave no importaba porque l no
iba a dejar este mundo vivo de cualquier forma.

Sin invitacin, una imagen de Yoda se alz de su memoria: el viejo Maestro Jedi
suspirando de cansancio cuando se acost en su cama por ltima vez. Luke poda
recordar el miedo que le bata las tripas por la fragilidad de Yoda; podra revocar el tono
exacto de su propia voz cuando le protest a Yoda que l no poda morir. Entrenado
bien y pleno de Fuerza estoy, haba reprobado suavemente Yoda a su estudiante. Pero
no tan fuerte como para eso! El crepsculo pende sobre m y pronto la noche caer. As
son las cosas..., as es la Fuerza.

Luke respir profundo. Obi-Wan haba muerto, Yoda haba muerto, y algn da sera su
turno de enfrentar ese mismo viaje. Y si ste era el lugar adonde empezara ese viaje, as
sera. l era un Jedi, y lo enfrentara como uno.
Entretanto, la razn por la que haba venido aqu no haba cambiado. "No hay nada que
podamos hacer al respecto ahora," le cont a Erreds, apartndose del valle y volviendo
a la tarea de enrollar la sintesoga. "Vayamos a la cima y veamos adonde vamos desde
all."

Desde directamente arriba vino un suave gorjeo. Hay mejores caminos para pasar.

Luke mir arriba. El joven qom qae haba regresado, flotando en alguna corriente
ascendente que haba encontrado y mirndolos hacia abajo. "Te ests ofreciendo a
ayudarnos?" pregunt.

El qom qae dobl ligeramente una de sus alas, el cambio en la presin del aire lo hizo
deslizarse hasta la cara del precipicio al lado de Luke. Agarr uno de los arbustos en sus
garras cuando lo alcanz, plegando sus alas detrs de l. Te ayudar, chirri. Los qom
jha han dicho que otra ha llegado y ha estado con ellos. Te llevar all.

"Gracias," dijo Luke, preguntndose si deba preguntar por su ala-X perdido. Pero
despus de lo espantadizo que haba sido el joven qom qae antes probablemente sera
mejor dejar cualquier interrogacin para ms tarde. "Puedo preguntar por qu ests
dispuesto a correr el riesgo?"

Soy conocido de algunos de los ms jvenes qom jha, chirri. No les tengo miedo.

"No estoy hablando necesariamente acerca de los qom jha," dijo Luke, queriendo
asegurarse que el joven aliengena autnticamente entendiera los riesgos. "Los otros de
los que habl Cazador De Los Vientos tambin pueden intentar detenernos."

Entiendo eso. El aliengena esponj las alas. Pero le preguntaste a Cazador De Los
Vientos si l alguna vez haba tenido a un amigo en peligro. Yo lo tengo.

Luke sonri. "Lo entiendo," dijo. "Y me siento honrado de contar con tu ayuda. Yo soy
Luke Skywalker, como ya te dije, y ste es mi droide, Erreds. Cul es tu nombre?"

El qom qae extendi las alas e hizo un corto salto a un arbusto delante de ellos. Todava
soy demasiado joven para tener un nombre. Me llaman meramente Nio De Los
Vientos.

"Nio De Los Vientos," repiti Luke, mirndolo pensativamente. "No estars por
alguna casualidad emparentado con Cazador De Los Vientos, no?"

l es mi progenitor, chirri Nio De Los Vientos. Se ve que la sabidura de los

Caballeros Jedi es cierta.

Luke reprimi una sonrisa. "A veces," dijo. "Pero ahora debemos ponernos en
movimiento. Por el camino, quizs puedas contarme ms acerca de tu gente."

Me sentira honrado, dijo Nio De Los Vientos, extendiendo ansiosamente las alas.
Ven, te mostrar el camino.

CAPTULO
 3

La ampolla de comunicaciones en el Acorazado de la Nueva Repblica Peregrino era

bastante de anacronismo entre las naves de guerra modernas, un retroceso a la filosofa
de diseo pre-Guerras Clnicas que haba prevalecido en el momento en que el
Peregrino y sus naves hermanas de la flota Katana haban sido construidas. No slo
estaba toda la serie de antenas primaria de la nave localizada en la ampolla, pero
tambin lo estaban las complejas y delicadas computadoras de
encriptacin/decriptacin.

El puado de otros Acorazados de la flota Katana todava al servicio de la Nueva

Repblica haban sido sometidos a extensivas renovaciones en su ampolla, con el
equipo de encriptacin/decriptacin movido adentro a un rea ms protegida entre el
puente y operaciones de Inteligencia. Pero de algn modo, sin importar qu tan a
menudo se hablaba del procedimiento de renovacin, el Peregrino siempre pareca
haberse resbalado entre las grietas del programa de trabajo.

Wedge Antilles se haba preguntado acerca de eso en ocasiones. Todava haba, l saba,
alguna aversin entre el General Garm Bel Iblis y algunos del escalafn superior de la
Nueva Repblica, que vena de los aos en que Bel Iblis haba mantenido su propia
guerra privada contra el Imperio despus de su distanciamiento con Mon Mothma.
Wedge siempre haba sospechado que la falta de renovacin en esta, la nave insignia del
general, estaba vinculada a esa animosidad.

No fue hasta que Wedge y el Escuadrn Pcaro haban sido asignados permanentemente
a Bel Iblis que se haba enterado de la verdad. Las secciones de inteligencia, le haba
explicado Bel Iblis, eran lugares atestados y pblicos, y tener una seal decriptada
conectada al puente o a la sala de comando le daba abundantes oportunidades a
cualquiera con una pizca de habilidad y un sobrante de curiosidad de interceptar la
conversacin. Una ampolla de comunicaciones, en contraste, era un lugar tan aislado
como uno poda encontrar a bordo de una nave de guerra; y tener a la computadora de
encriptacin/decriptacin cerca a la mano significaba que el mensaje empezaba y
terminaba justo all. Siempre que haba cualquier transmisin realmente privada, era
adonde se poda encontrar a Bel Iblis.

l y Wedge estaban all ahora. A pedido personal del Almirante Ackbar.

"Entiendo sus preocupaciones, General Bel Iblis," dijo Ackbar, su cara llenaba la
pantalla del comunicador, sus grandes ojos giraban para abarcar tambin a Wedge. "Y
no discrepo con su evaluacin. Pero no obstante debo rechazar su pedido."

"Lo insto enrgicamente a reconsiderarlo, Almirante," dijo tiesamente Bel Iblis.

"Aprecio la situacin poltica en Coruscant, pero no podemos dejar que eso nos ciegue a
las consideraciones completamente militares aqu."

Los apndices labiales del mon cal parecieron endurecerse. "Desafortunadamente, ya no

hay ninguna consideracin puramente militar involucrando al asunto de Caamas,"
retumb. "Las preguntas polticas y ticas lo han saturado todo."

"Una combinacin inusual," murmur Wedge por lo bajo.

Uno de los ojos de Ackbar se gir brevemente hacia l antes de volver a Bel Iblis. "En
resumen la situacin es que cualquier presencia seria de la Nueva Repblica sobre
Bothawui se traducira a estas alturas como apoyo a los bothanos contra sus crticos."

"No sera nada por el estilo," objet Bel Iblis. "Sera una voz de calma y razn en el
medio de un muy peligroso punto de ignicin. Ya hay sesentiocho naves de guerra aqu,
todas ellas enzarzadas en un concurso de miradas de doce lados entre s, todas ellas
listas para saltar si cualquiera de las otras hace tanto como estornudar. Tiene que haber
alguien aqu que pueda mediar en cualquier problema antes de que desaten una guerra
sin cuartel."

Ackbar suspir, un sonido oscuramente raspante. "Estoy totalmente de acuerdo con

usted, General. Pero el Alto Consejo y el Senado son la mxima autoridad aqu, y ellos
han llegado a una conclusin diferente."

Bel Iblis le lanz una mirada malsana a Wedge. "Confo en que continuar intentando
hacerlos cambiar de opinin."

"Claro que s," dijo Ackbar. "Pero tenga xito o no, no ser usted el escogido para el
dudoso honor de mediador. El Presidente Gavrisom ya ha seleccionado otra tarea para
usted."

"Ms importante que mantener la paz en Bothawui?"

"Ms importante," le asegur Ackbar. "Si Bothawui es el punto de ignicin, entonces el

Documento de Caamas es la chispa."

Wedge sinti que una sbita premonicin lo golpeaba. Podra estar Gavrisom
realmente considerando-?

Lo estaba. "El Presidente Gavrisom ha concluido por consiguiente que la mejor

oportunidad de la Nueva Repblica para aplacar la controversia es obtener una copia
intacta del documento," continu Ackbar. "Con este fin, ha de proceder inmediatamente
a Ord Trasi, adonde empezar a congregar una fuerza para una incursin por
informacin en la base Imperial Ubiqtorate en Yaga Minor."

Wedge le rob una mirada furtiva a Bel Iblis. La expresin del general no haba
cambiado, pero slo haba suficiente firmeza en su mandbula para mostrar que l estaba
pensando a lo largo de las mismas lneas que Wedge. "Con todo el debido respeto,
Almirante," dijo Bel Iblis, "El Presidente Gavrisom debe estar bromeando. Yaga Minor
posiblemente es el sistema ms pesadamente defendido en el espacio Imperial o de la
Nueva Repblica. Y eso es simplemente considerando un ataque en lnea recta, donde
no importa qu posiciones enemigas quedan bajo fuego. Tener que mantener intacto el
sistema de datos enemigo le agrega cinco capas adicionales de dificultad a toda la
operacin."

"El Presidente est bien consciente de los desafos involucrados," dijo Ackbar, con voz
aun ms ronca que lo usual. "Le ser honesto: No me gusta esto nada ms que a usted.
Pero tiene que ser intentado. Si se desata la guerra por este asunto, nosotros no tenemos
suficientes naves o tropas para forzar o mantener una paz. Toda la Nueva Repblica
podra plausiblemente derrumbarse en una guerra civil sin cuartel."

Bel Iblis mir a Wedge y se gir de vuelta a la pantalla. "S, seor," dijo.
"Desafortunadamente, estoy forzado a convenir con su evaluacin."

"Y tambin debo decir," agreg Ackbar, "que si hay alguna forma en que esto pueda
hacerse, usted es el que puede hacerlo."

Bel Iblis esboz una sonrisa irnica. "Gracias por su confianza, Almirante. Har mi
mejor esfuerzo."

"Que bien," dijo Ackbar. "Usted y su fuerza de tarea han de dejar Bothawui
inmediatamente hacia Ord Trasi. Le estar enviando en silencio el resto de sus naves
durante las prximas dos semanas, para cuando espero que usted tenga un plan de
batalla formulado y listo para usar."

"Entendido," dijo Bel Iblis. "Qu hay de equipos o unidades especiales?"

"Cualquier cosa que la Nueva Repblica pueda proporcionarle es suya," le asegur

Ackbar. "Dgame lo que necesite, y har que se lo enven."

Bel Iblis asinti. "Necesitaremos por supuesto un secreto total en esto," advirti. "Si
siquiera un indicio se filtra al Imperio, cualquier pequea oportunidad que tengamos se
habr perdido."

"El secreto ser completo," prometi Ackbar. "Ya he puesto en movimiento una historia
de cobertura que debera convencer a cualquier espa Imperial de que las naves estn
congregndose en secreto en las regiones exteriores del sistema Kothlis para la defensa
de Bothawui, en caso de que eso se vuelva necesario."

"Eso debera funcionar," dijo Bel Iblis. "Con tal de que no se dirijan a Kothlis y echen
una mirada por s mismos."

"Dos Drsenas Espaciales Rendili ya han sido movidas al sistema Kothlis," dijo Ackbar.
"Estarn equipadas con naves falsas llevando los IDs y marcas apropiadas para que vea
cualquier Imperial que pase."

"Interesante." Bel Iblis alz una ceja. "As que esto no es slo una idea del momento
que Gavrisom propuso anoche. Esto ya ha sido planeado durante algn tiempo."

El mon cal asinti con su enorme cabeza. "Las preparaciones comenzaron el da

despus del alboroto en el Edificio de los Clanes Combinados en Bothawui," dijo. "Con
la implicacin del General Solo en ese incidente, el Presidente saba que ya no sera
posible para el gobierno de la Nueva Repblica hacer ningn movimiento poltico
abierto sin que nuestros motivos estuvieran bajo fuego."

"Entiendo el razonamiento involucrado," dijo pesadamente Bel Iblis. "Entonces ser

Ord Trasi."
"Un equipo de enlace de mi oficina estar esperndolo all cuando llegue," dijo Ackbar.
"Buena suerte, General."

"Gracias, Almirante. Bel Iblis fuera."

El general toc una tecla, y la transmisin termin. "Lo que no significa que estoy
completamente de acuerdo con l," coment por lo bajo hacia la pantalla en blanco
cuando se volvi hacia Wedge. "Bueno, General. Comentarios?"

Wedge agit la cabeza. "Estuve en una incursin por informacin una vez, cuando
estbamos intentando obtener datos acerca del Gran Almirante Makati de la biblioteca
de Boudolayz," dijo. "Creo que los clasificadores de bits estimaron despus que tuvimos
aproximadamente un ochenta por ciento de xito. Y eso era Boudolayz, no Yaga
Minor."

"S, he ledo los reportes de esa incursin," dijo Bel Iblis, acaricindose pensativamente
el bigote. "Esto definitivamente no va a ser fcil."

Wedge hizo una mueca. "Entretanto, Bothawui sigue acumulando naves de guerra como
un reflector acumula insectos nocturnos. Eventualmente, seor, alguien va a intentar
aprovecharse de eso."

"Estoy de acuerdo," dijo Bel Iblis. "Que es por lo que le ped que subiera aqu conmigo
esta tarde."

"Oh?" dijo Wedge, mirndolo cuidadosamente. "Entonces saba que esto iba a venir?"

"No especficamente la incursin a Yaga Minor," dijo Bel Iblis. "Pero tena un
presentimiento de que Coruscant rechazara mi peticin de quedarme aqu y mantener el
orden. Tambin se me ocurri que si se le ordenaba partir a mi fuerza de tarea -como
ahora ha sucedido- que el Escuadrn Pcaro no es tcnicamente parte de esa fuerza de
tarea."

Wedge frunci el ceo. "Creo que me he perdido, General. Cre que habamos sido
asignados permanentemente a usted."

"A m, s," convino Bel Iblis. "Pero no a mi fuerza de tarea. Es una distincin tcnica
fina pero muy importante."

"Le tomo la palabra," dijo Wedge, intentando en vano buscar la confirmacin de ese
punto en su propia memoria de las regulaciones del ejrcito de la Nueva Repblica.
"Entonces qu significa eso?"

Bel Iblis gir la silla de la estacin de encriptamiento y se sent. "Significa que estoy de
acuerdo con usted en que es probable que alguien se aproveche de este enredo," dijo,
cruzando las manos en su regazo. "Posiblemente esta oscura organizacin Venganza
que sigue creando alborotos y demandando que los bothanos paguen su parte por la
destruccin de Caamas."
"S," dijo despacio Wedge cuando un sbito pensamiento lo golpe. "Y ya que la
contribucin bothana en ese ataque fue sabotear los escudos planetarios de Caamas...?"

Bel Iblis asinti. "Muy bien. S, mi suposicin es que alguien va a intentar desactivar los
escudos de Bothawui."

Wedge silb suavemente. "Cree que eso es siquiera posible? Se supone que los
bothanos tienen uno de los mejores sistemas de escudos de la galaxia."

"Lo tuvieron una vez, durante el apogeo del Imperio," dijo Bel Iblis. "Si lo han
mantenido no lo s. Pero por supuesto que un enemigo no tendra que desactivar toda la
rejilla para hacer un dao serio. Bajar el escudo slo sobre Drev'starn abrira un agujero
por donde se podra verter mucho dao turbolser."

"S," murmur Wedge. "El problema es, que no seran slo los bothanos los que seran
golpeados."

"se es de hecho el problema," convino sobriamente Bel Iblis. "En la ltima cuenta,
haba ms de trescientas megacorporaciones con su casa central en Bothawui, ms miles
de compaas ms pequeas y por lo menos cincuenta casas de cambio de finanzas y
bienes."

Wedge asinti. No significara exactamente un caos econmico universal si eran

golpeadas, pero agregara un grado considerable de enojo y resentimiento adicional al
estofado que ya se estaba calentando all afuera.

Y con todas esas naves de guerra intentando derribarse entre s con la mirada, podra
hacer considerablemente ms que slo calentar el estofado. "Qu quiere que yo haga?"

Bel Iblis pareca estar estudindole la cara. "Quiero que baje a la superficie y se asegure
de que eso no pase."

Wedge haba tenido una sospecha furtiva de que sa era la direccin hacia la que iba
esta conversacin. De todos modos lo impresion. "Yo solo?" pregunt. "O cree que
tambin podra necesitar al resto del Escuadrn Pcaro?"

Bel Iblis sonri. "Reljese, Wedge, no es tan malo como suena," dijo. "No estoy
esperando que se pare delante del domo del generador de Drev'starn, con un blster en
cada mano, y que detenga a la Tercera Brigada Blindada Pesada Imperial. Hasta ahora
Venganza ha mostrado ms engao y subterfugio que fuerza bruta; y el engao y el
subterfugio son cosas que un par de pilotos de ala-X inteligentes han de tener una buena
oportunidad de descubrir."

As que la propuesta partida de exploracin era ahora de dos, not Wedge, por lo tanto
doblando sus oportunidades de encontrar esta terica aguja en un pajar. "Tena a
alguien en particular en mente como el segundo piloto de ala-X inteligente?"

"Por supuesto," dijo Bel Iblis. "El Comandante Horn."

"Ya veo," dijo Wedge entre labios repentinamente tiesos. Una bsqueda por un
saboteador oculto... y Bel Iblis haba propuesto inmediatamente a Corran Horn. Podra
l haber deducido de algn modo las habilidades Jedi cuidadosamente ocultas de
Corran? "Por qu l?"

Las cejas de Bel Iblis se alzaron ligeramente. "Porque su suegro es un contrabandista,"

dijo. "l tiene que tener una red de contactos a los que Horn podr acceder."

"Ah," dijo Wedge, relajndose un poco. "No haba pensado en eso."

"Es por eso que yo soy un general de antigedad," dijo secamente Bel Iblis. "Mejor que
baje y le d las buenas noticias a Horn. Oy a Ackbar- slo tengo un par de semanas
para preparar todo esto, y lo voy a necesitar de vuelta con el escuadrn cuando
ataquemos Yaga Minor."

"Haremos lo que podamos," prometi Wedge. "Quiere que tomemos una de las
lanzaderas sin marcas del Peregrino?"

Bel Iblis asinti. "Los ala-X seran un poco conspicuos. Dejen tambin sus uniformes,
pero lleven sus IDs militares en caso de que tengan que usar su rango con algn
burcrata. Le har saber cuando lo necesite en Ord Trasi."

"Entendido," dijo Wedge.

"Que bien," dijo Bel Iblis. "Voy a quedarme aqu durante algunos minutos- puedo
transmitirles a los otros comandantes desde aqu as como puedo hacerlo desde el
puente o mi oficina. Sin embargo Ackbar dijo inmediatamente, as que tan pronto como
las otras naves estn listas, nos iremos. Necesitar haber dejado el Peregrino antes de
eso."

"Lo haremos, seor," dijo Wedge, acercndose a la puerta. "Buena suerte con su plan de
batalla, General."

Bel Iblis sonri ligeramente. "Buena suerte con el suyo."

***

Slo estaban llegando a la atmsfera de Bothawui cuando Corran, que haba estado
apoyndose contra el ventanal lateral mirando atrs hacia la popa de la lanzadera, se dio
la vuelta y se sent de nuevo en su asiento. "Se han ido," anunci.

Wedge mir sus pantallas. De hecho ya no se estaban registrando las naves de la fuerza
de tarea del Peregrino. "As es," convino. "Ahora estamos solos."

Corran agit la cabeza. "Esto es una locura, Wedge. Y dices que l te dijo
especficamente que me lleves a m?"

"S, pero no tuvo nada que ver con tus talentos ocultos," le asegur Wedge. "l cree que
podrs acceder a la red de contrabando de Booster."
Corran resopl. "Eso podra funcionar, si Booster me hablara en estos das."

Wedge lo mir de costado. "Qu, no sigue enfadado acerca de ese truco que hicimos
con el Travesura del Hoopster en Sif'kric, no? Cre que decidimos que no estaban
llevando ningn contrabando y los dejamos ir."

"No, no lo estaban; y s, lo est," dijo Corran. "Limpia o no, los sif'kries decidieron que
no queran que los contrabandistas les llevaran sus cargamentos y le prohibieron
inmediatamente al Travesura del Hoopster participar en embarques futuros de
pommwomm."

Wedge hizo una mueca de dolor. "Ay."

"Eso no significa que no entrarn de todos modos," continu Corran con un

encogimiento de hombros. "Solo significa que tendrn que usar naves diferentes o
nuevos camuflajes de ID o algo as. Pero es una molestia, y Booster odia las molestias.
Especialmente las molestias oficiales."

"Mm," dijo Wedge. "Lamento eso. Quiz Mirax podr tranquilizarlo."

"Oh, estoy seguro de que lo har," dijo Corran. "Sin embargo ahora que lo pienso, ni
siquiera estoy seguro de que Booster tenga algn inters en Bothawui. El planeta tiene
tantos otros grupos de contrabando arrastrndose por todos lados que l puede haber
decidido dejarlo en paz."

"Oh, eso es prctico," refunfu Wedge.

"Eh, t eras el que quiso volver a la vida excitante de un piloto de ala-X, recuerdas," le
record Corran. "Podras estar volando seguramente una computadora en alguna parte
de Coruscant si hubieras querido."

Wedge hizo una cara. "No, gracias. Lo intent, no me gust. As que no esperas que
encontremos ninguna ayuda en absoluto all abajo?"

Hubo un breve silencio. "sa es una pregunta interesante," murmur Corran por fin, con
voz sonando raro. "En realidad... creo que s."

Wedge le arroj un ceo. "Crees qu? Esperas encontrar ayuda?"

"Eso creo, s," dijo Corran, en ese mismo extrao tono de voz. "No me preguntes cmo
o dnde. Yo slo... lo creo."

"Djame adivinar," dijo Wedge. "Corazonada Jedi?"

Corran asinti. "Corazonada Jedi."

Wedge sonri. "Que bien," dijo, ya sintindose mejor acerca de toda esta misin. "En
ese caso, no tenemos nada de qu preocuparnos."
"Bueno, no," dijo despacio Corran. "No creo que deberamos ir tan lejos como para
decir eso."

CAPTULO
4

[Cuidado a estribor,] llam la togoriana desde la estacin de sensores del Salvaje

Karrde, su habla maullante normalmente fluida ahora entrecortada y spera. [En ngulo
de dos-cinco por catorce.]

"Lo tengo," vino otra voz estrecha por la unidad comunicadora del puente. Los bordes
de cien asteroides que rodaban sosegadamente ms all del ventanal resplandecieron
con la luz reflejada de uno de los turbolseres del Salvaje Karrde, y entonces refulgieron
aun ms brillantes cuando el asteroide blanco se fragment en polvo y fuego.

Sentada al fondo del puente fuera del camino, Shada D'ukal agit mentalmente la
cabeza. Pasar por un campo de asteroides nunca era una tarea fcil, pero le pareca a ella
que la togoriana y por lo menos uno de los artilleros de turbolser estaban
entusiasmndose demasiado por toda la operacin. O eran naturalmente excitables, o si
no jvenes e inexpertos. Ninguna de las posibilidades la llenaba exactamente de
confianza; las dos le hacan cuestionarse la sabidura de su capitn en traer a los dos de
ellos en primer lugar.

Quizs el capitn se estaba sintiendo del mismo modo. "Tranquilzate, H'sishi," advirti
Talon Karrde a la togoriana desde su asiento detrs del timn y las estaciones de
copilotos. "T tambin, Chal. Slo porque este campo de asteroides es ms grande que
otros que se han encontrado no significa que tenga que ser tratado de cualquier forma
diferente. Un toque ligero, destruyan slo las rocas que son un peligro inmediato para
nosotros, y dejen que Dankin maniobre la nave alrededor de las otras."

Las orejas de la togoriana se agitaron. [Obedezco, Jefe,] dijo ella.

"S, seor," agreg la voz del artillero.

No que la advertencia hiciera cualquier diferencia apreciable, por lo menos no que

Shada pudiera ver. H'sishi todava continu saltando a marcar blancos, y Chal todava
disparaba rayos turbolser de plena potencia tanto si el blanco necesitaba tanta fuerza
para ser destruido o no.

Pero entonces, quiz no eran slo ellos. Quiz estaban meramente sintiendo y
reaccionando al nerviosismo que el mismo Karrde estaba sintiendo.

Shada volvi su mirada para enfocarlo de perfil. Estaba escondindolo bien, en realidad,
con slo los msculos de su mejilla y mandbula traicionando la tensin de all. Pero el
entrenamiento Mistryl inclua la lectura de caras e idioma corporal, y a sus ojos la
continuamente creciente aprehensin de Karrde era tan obvia como una baliza de
navegacin.

Y la prxima escala en Pembric 2 era slo la primera parte de su viaje. Cmo estara
l, se pregunt inquietamente, cuando realmente llegaran a Exocron?
Hubo una llamarada particularmente brillante afuera cuando un asteroide
particularmente grande fue volado a polvo. "Oh, cielos," una oscura voz metlica
murmur a la derecha de Shada.

Ella se volvi para mirar al droide de protocolo C-3PO amarrado al asiento al lado de
ella. Estaba mirando fijo al ventanal, haciendo un gesto de dolor con cada tiro
turbolser. "Problemas?" pregunt ella.

"Lo siento, Ama Shada," dijo, arreglndoselas para sonar remilgado y miserable al
mismo tiempo. "Nunca he realmente disfrutado de los viajes espaciales. Y este en
particular me recuerda un incidente bastante desagradable en el pasado."

"Terminar pronto," lo tranquiliz ella. "Slo intenta relajarte." La guardia de las

sombras Mistryl nunca haba usado muchos droides, pero uno de los tos de Shada haba
tenido uno cuando ella creca y siempre haba tenido una cierta debilidad hacia ellos.

Y en el caso de Trespe, senta una simpata particularmente personal hacia su posicin.

El droide traductor personal de Leia Organa Solo, haba sido de repente y sumariamente
ofrecido a Karrde para este viaje -sin aviso, sin preguntas, sin disculpas. De muchas
formas, haca ecos del largo e incondicional servicio de la misma Shada a las Mistryl.

Un servicio que haba acabado hace un mes en el techo azotado por el viento del
Complejo de Entretenimiento Resinem, adonde Shada se haba atrevido a poner su
honor personal por encima de las rdenes directas de las Once, las gobernantes de su
mundo destrozado de Emberlene.

Estara ahora el resto de las Mistryl cazndola? Su vieja amiga Karoly D'ulin haba
indicado que ese sera el caso. Pero seguramente con la Nueva Repblica a punto de
estallar en la autodestruccin en una agitacin de pequeas guerras y reavivados
rencores, las Mistryl tenan cosas ms importantes que hacer que cazar incluso a una
que perciban como traidora.

Por otro lado, si Karoly hubiera reportado las razones de Shada para su desafo -si haba
repetido las palabras de desdn hacia las lderes que ahora se haban olvidado de la
orgullosa y honorable tradicin que las Mistryl haban tenido alguna vez- entonces las
Once podran considerar que vala la pena el esfuerzo de rastrearla. De todas las
motivaciones para la accin, haba aprendido hace mucho el orgullo herido era una de
las ms poderosas.

Y tambin una de las ms destructivas. Para ambas la vctima y la cazadora.

Un movimiento atrap su mirada: Karrde medio girndose en su asiento para mirarla.

"Disfrutando del paseo?" pregunt l.

"Oh, es muy divertido," le cont ella. "No hay nada que me guste ms que hacer
maniobras ajustadas con una tripulacin fra."
El pelaje de la togoriana se expandi, slo un poquito. Pero no hizo ningn comentario,
y mantuvo los ojos en sus pantallas. "Las nuevas experiencias son lo que le da
entusiasmo a la vida," dijo ligeramente Karrde.

"En mi lnea de trabajo, las nuevas experiencias usualmente significan problemas,"

contrapuso Shada. "A propsito, espero que no hayas estado planeando entrar
furtivamente. Por la forma en que tu gente est iluminando el campo, todo Pembric 2 ya
sabe que estamos viniendo."

Como para subrayar sus palabras, los asteroides de afuera refulgieron con una mltiple
rociada de fuego turbolser. "En realidad, segn Mara, la mayora de las naves tienen
que hacer un poco de destruccin en el camino de entrada," dijo Karrde. Sus dedos, not
Shada, estaban golpeando suavemente pero con inquietud su apoyabrazos. "Incluso los
nativos que supuestamente conocen las rutas de entrada y salida."

[Hemos pasado el campo de asteroides, Jefe Karrde,] maull la togoriana.

Shada mir de nuevo al ventanal. Todava haba algunos asteroides que pasaban
flotando, pero por la mayor parte el cielo estaba ciertamente despejado.

[Las balizas de aterrizaje planetarias estn a la vista,] agreg H'sishi, volviendo la

cabeza y fijando sus ojos amarillos en Shada. [Tu haragana junior de la tripulacin
puede cesar ahora su nerviosismo.]

Shada le sostuvo esa mirada por otros dos latidos de corazn. Entonces
deliberadamente, apart la vista. La mayora de la tripulacin del Salvaje Karrde la
haba estado provocando verbalmente, de una forma u otra, todo el tiempo desde su
partida de Coruscant. La gente de Mazzic le haba hecho lo mismo cuando ella se uni a
su grupo contrabandista por primera vez- la reaccin usual, se haba dado cuenta hace
mucho, de una tripulacin estrechamente unida que acababa de tener a una extraa
metida en el medio.

Uno de los tcnicos de Mazzic haba cruzado imprudentemente la lnea de lo verbal a

las provocaciones fsicas, y como resultado haba pasado un mes en un establecimiento
de reconstruccin neural. Aqu afuera, al borde de la civilizacin, ella esperaba que la
tripulacin del Salvaje Karrde no tuviera que aprender la leccin de la misma manera.

El piloto medio se dio la vuelta. "Ahora qu, Jefe?"

"Llvanos a rbita," le dijo Karrde. "Hay un slo lugar en el planeta que pueda manejar
a una nave de este tamao, el Espaciopuerto Erwithat. Ahora deberan llamarnos con
instrucciones de aterrizaje en cualquier momento."

Como si lo hubiera llamado, el comunicador se encendi con un crujido.

"Bss'dum'shun," exclam una voz afilada. "Sg'hur hur Erwithat roz'bd bun's'unk. Rs'zud
huc'dms'hus u burfu."

Shada frunci el ceo. "Pens que dijiste que hablaban en bsico aqu," dijo.
"Lo hacen," dijo Karrde. "Deben estar intentando confundirnos." Le alz una ceja al
droide al costado de Shada. "Trespe? Lo reconoces?"

"Oh, s, Capitn Karrde," dijo el droide con la primera seal de entusiasmo que Shada
haba visto en l desde que el viaje haba empezado. "Domino con fluidez ms de seis
millones de formas de comunicacin. Este es el dialecto jarelliano dominante, un
idioma cuyos antecedentes se remontan a-"

"Qu dijo?" lo interrumpi suavemente Shada. Los droides de protocolo, en su limitada

experiencia, daran rodeos por senderos laterales todo el da si los dejabas, y Karrde no
pareca estar de humor para una leccin de lingstica.

Trespe se gir para enfrentarla. "Se ha identificado como el Control Espacial de

Erwithat, Ama Shada, y ha preguntado por nuestra identidad y carga."

"Dile que somos el carguero Comba Hab," dijo Karrde. "Y que estamos aqu para
comprar algunos suministros y energa."

Trespe volvi a girarse hacia l, su postura indicaba incertidumbre. "Pero, seor, esta
nave se llama Salvaje Karrde," objet. "Su cdigo de identificacin del motor-"

"Ha sido cuidadosamente alterado," interrumpi abruptamente el piloto. "Vamos, estn

esperando."

"Paciencia, Dankin," dijo Karrde. "No estamos particularmente apurados, y dudo que el
Control de Erwithat tenga algo mejor que hacer ahora mismo. Slo entrega el mensaje
como lo dije, Trespe. No, espera," se interrumpi, con una sonrisa furtiva torciendo las
esquinas de su boca. "Dijiste que ste era el dialecto jarelliano dominante. Hay algn
otro?"

"Varios, seor," dijo Trespe. "Desafortunadamente, yo slo estoy versado en dos."

"Ser suficiente," dijo Karrde. "Entrega nuestra respuesta en uno de ellos." Se reclin en
su silla. "Veamos qu tan lejos estn preparados a ir con este juego."

Trespe entreg el mensaje, y por un largo momento el comunicador se qued callado.

"Atencin, carguero no identificado," gru renuentemente una voz en bsico. "ste es
el Control Espacial de Erwithat. Declare su identidad y carga."

Karrde sonri. "Aparentemente, no muy lejos," coment, oprimiendo su tecla de

transmitir." Control de Erwithat, ste es el carguero Comba Hab," dijo l. "No tenemos
ninguna carga; slo estamos de paso y esperbamos poder comprar algunos suministros
y energa."

"S?" dijo el controlador. "Qu clase de suministros?"

"Usted se encarga de tareas de mercadeo adems del control espacial?" respondi

Karrde.
"No, slo del trfico," gru el otro, sonando ms molesto que nunca. "Oigamos su
oferta por derechos de aterrizaje."

Shada parpade. "Derechos de aterrizaje?" murmur.

El controlador tena odo agudo. "S, derechos de aterrizaje," exclam. "Y ese pequeo
crujido va a costarte unos trescientos extra."

Shada sinti su boca caer abierta. Crujido? Qu crujido? Llen sus pulmones para su
propia rplica mordaz y sucia-

"Ofreceremos mil," dijo Karrde, lanzndole una mirada de advertencia.

El director resopl audiblemente. "Para un carguero de ese tamao? O est bromeando

o es un necio."

H'sishi sise algo por lo bajo. "O quizs slo un comerciante independiente pobre,"
sugiri Karrde. "Qu tal mil cien?"

"Qu tal mil quinientos?" contrapuso el director. "Eso es tambin en dinero de la

Nueva Repblica."

"Por supuesto," dijo Karrde. "Mil quinientos; de acuerdo."

"Plataforma de Aterrizaje 28," dijo el controlador, su mala disposicin reemplazada

ahora por un abierto gozo. Brevemente, Shada se pregunt cunto de esos mil
quinientos ira directamente a su bolsillo. "La baliza los guiar hasta all. El dinero se
abona a la llegada."

"Gracias," dijo Karrde. "Comba Hab fuera." Apag el comunicador. "Chin?"

"Se encendi una baliza, Cap'tn," report el hombre ms viejo en la estacin de

comunicaciones, entornndole los ojos a sus pantallas. "Nos estn guiando hacia all."

"Psale el vector al timn," instruy Karrde. "Dankin, llvanos all. Cuidado con los
cazas- Mara dijo que a veces mandan escoltas para las naves poco familiares."

"Correcto," reconoci el piloto.

Karrde mir a Shada. "Ests dispuesta para un pequeo paseo por ah una vez que
estemos abajo?"

Shada se encogi de hombros. "Las haraganas junior de la tripulacin slo estamos aqu
para servir. Adnde vamos?"

"A un caf llamado QuemaduraDePropulsor," le cont Karrde. "Asumiendo que mi

mapa sea correcto, est a slo un par de manzanas de la plataforma de aterrizaje a la que
hemos sido asignados. El hombre con el que espero encontrarme debera estar all."
"No cre que necesitramos algn suministro tan pronto," dijo Shada. "Con quin nos
estamos encontrando, y por qu?"

"Un vicioso aunque culto seor del crimen coreliano llamado Crev Bombaasa," dijo
Karrde. "Maneja la mayora de las operaciones ilegales en esta parte del sector Kathol."

"Y necesitamos su ayuda?"

"No particularmente," dijo Karrde. "Pero conseguir su permiso para viajar a travs del
rea hara las cosas ms fciles."

"Ah," dijo Shada, fruncindole el ceo a su perfil. Esto no sonaba como el casualmente
intrpido Talon Karrde del que ella haba odo tantas historias de Mazzic y otros
contrabandistas. "Nos preocupa que las cosas sean fciles, no?"

l sonri. "Siempre," dijo. Su tono era ligero, pero Shada pudo or un extrao vaco
detrs de l.

"Ah? Capitn Karrde?" dijo vacilantemente Trespe. "Necesitar de mis servicios en

esta visita?"

Karrde sonri. "No, Trespe, gracias," le asegur al droide. "Como ya dije, el bsico es
el idioma oficial all abajo. Puedes quedarte en la nave con los otros."

El droide pareci encogerse de alivio. "Gracias, seor."

Karrde cambi su atencin de vuelta a Shada. "Iremos armados ligeramente- slo

blsteres de mano."

"Entendido," dijo Shada. "Pero te dejar a ti llevar el blster."

"Preocupada de que las cosas se pongan violentas?" interpuso Dankin.

"Para nada," dijo framente Shada, levantndose de su asiento y dirigindose hacia la

puerta del puente. "Slo prefiero que mis oponentes no sepan de qu direccin va a
venir la violencia. Estar en mi camarote, Karrde- avsame cuando ests listo."

***

Veinte minutos ms tarde, estaban abajo. Quince minutos despus de eso, tras el pago
de su tarifa de aterrizaje y una breve negociacin con respecto a los costos de la
"proteccin" adicional con un tro de Legionarios de la Seguridad de Pembric de
uniforme blanco, Karrde y Shada estaban caminando por las calles del Espaciopuerto
Erwithat.

No era, a la mente de Karrde, lo que uno llamara un lugar exactamente inspirador.

Incluso al medioda una niebla pareca amortajar a toda la ciudad, difuminando la luz
del sol y agregando una humedad a las brisas ocasionales que revolvan el aire caliente
sin ningn efecto refrescante perceptible. El suelo estaba compuesto de arena hmeda,
comprimida molecularmente adonde se necesitaban aceras, una lamentable imitacin
del permacreto que era la norma en la construccin moderna. Los edificios que
delineaban las aceras estaban hechos de algn tipo de piedra blanca simple pero de
aspecto firme, su alguna vez limpieza ahora estropeada por partculas marrones y verdes
de suciedad y moho. Una rociada de peatones vagaba por las calles, la mayora
mostrando el mismo deterioro general que el mismo espaciopuerto, y aqu y all una
moto speeder o landspeeder poda vislumbrarse entre los edificios.

Era, para abreviar, muy parecido a como el reporte de Mara de hace siete aos lo haba
pintado. Excepto que probablemente un poco ms gastado.

"Un lugar terrfico," coment Shada desde al lado de l. "Siento que estoy demasiado
bien vestida."

Karrde sonri. Llevando un vestido que se ajustaba a su silueta que reluca con suaves
luces azules, ella de hecho destacaba dramticamente contra el deslustre general. "No te
preocupes por eso," le asegur. "Como ya dije antes, Bombaasa es un seor del crimen
del tipo culto. Nunca puedes estar demasiado bien vestida para ese tipo."

La mir. "Aunque personalmente, tengo que decir que prefiero la vestimenta plateada y
rojo oscuro que llevaste cuando nos encontramos por primera vez en el Torbellino del
Silbador en Trogan."

"Recuerdo ese vestido," dijo ella, con voz extraamente distante. "Fue el primero que
Mazzic me compr despus de que me hice su guardaespaldas."

"Mazzic siempre ha tenido buen gusto," convino Karrde. "Sabes, todava no me has
contado por qu dejaste su servicio tan de repente."

"T no me has contado nada sobre este personaje Jorj Car'das que estamos buscando,"
contrapuso Shada.

"Controla tu voz," dijo afiladamente Karrde, mirando alrededor. No pareca haber nadie
all al alcance del odo, pero eso no necesariamente significaba nada. "se no es un
nombre que quieras echar por aqu casualmente."

Incluso con la vista fija al frente, poda sentir los ojos de Shada en l. "l realmente te
tiene asustado, no?" dijo ella en voz baja. "No estabas exactamente entusiasmado acerca
de todo esto cuando Calrissian te convenci de ir a buscarlo; pero realmente te tiene
asustado."

"Lo entenders algn da," le cont Karrde. "Despus de que pueda contarte toda la
historia."

Se encogi de hombros, el hombro de ella se roz brevemente contra el brazo de l con

el movimiento. "Hagamos un trato," sugiri ella. "Una vez que salgamos de Pembric,
puedes contarme la mitad de la historia."

"Una propuesta interesante," dijo Karrde. "De acuerdo; pero slo si a su vez t me
cuentas la mitad de la razn por la que dejaste a Mazzic."
"Bueno..." Titube ella. "Seguro."

Giraron una esquina, y Karrde sinti que su boca temblaba. A una larga cuadra de
distancia, enfrentando una plaza abierta, estaba la entrada al caf
QuemaduraDePropulsor. Estacionadas adelante de l haba quizs veinte motos speeder
con sus partes descubiertas. "Por otro lado," dijo en voz baja, "salir de Pembric puede
no ser tan fcil como esperbamos."

"Parece que una pandilla de motos speeder est teniendo una reunin all adentro,"
coment Shada. "All estn los centinelas- a la izquierda, debajo del colgante."

"Ya los veo," dijo Karrde. Haba cuatro de ellos: hombres jvenes grandes, de aspecto
duro en chaquetas marrn-rojizo sentados a horcajadas sobre sus motos speeder.
Trataban de aparentar que hablaban entre ellos, pero estaba claro que toda su atencin
estaba apuntada en direccin a los recin llegados.

"No es demasiado tarde para salir de esto," murmur Shada. "Podemos regresar a la
nave, salir de aqu, y arriesgarnos a cualquier cosa que Bombaasa decida arrojar contra
nosotros."

Karrde agit cuidadosamente la cabeza. "Hemos sido objeto de la curiosidad oficial

desde que aterrizamos. Si intentamos salir ahora, la gente de Bombaasa nos
interceptar."

"En ese caso, nuestra mejor apuesta es caminar directo hacia el lugar como si fuera
nuestro," dijo enrgicamente Shada. "Mantn la mano cerca de tu blster- desviar su
atencin hacia ti. Aunque no tan cerca como para que intenten desenfundar primero. Si
hay una pelea, djame a m lanzar el primer golpe; y si parece que estoy perdiendo por
mucho y consigues una abertura, corre hacia ella."

"Entendido," dijo Karrde, encontrndose divertido a pesar de la gravedad de la

situacin. Shada se haba mantenido principalmente aislada a bordo del Salvaje Karrde,
sin unirse a la camaradera normal de a bordo o mostrar ningn inters real en conocer a
la tripulacin. Pero sin embargo aqu estaba ella, deslizndose de nuevo al papel de
guardaespaldas, preparndose para defender la vida de Karrde incluso a costa de la suya
propia.

Lo que ms lo impact fue la sensacin de que, bien en el fondo, lo deca en serio.

Los cuatro centinelas les permitieron llegar hasta unos metros de las filas de motos
estacionadas antes de decir nada. "El caf est cerrado," avis uno de ellos.

"Est bien," dijo Karrde, sin interrumpir sus pasos largos mientras los miraba sin
curiosidad. "No estamos sedientos."

Los motociclistas haban parecido estar descansando casualmente en sus vehculos. No

lo estaban. Antes de que Karrde y Shada dieran dos pasos ms haban atravesado la
plaza y se deslizaron para detenerse entre los recin llegados y las motos estacionadas.
"Dije que el lugar est cerrado," repiti oscuramente el que haba hablado, las largas
paletas de maniobras de su moto apuntaban directamente con una amenaza nada sutil al
pecho de Karrde. "Vyanse."

Karrde agit la cabeza. "Lo siento. Tenemos un asunto con Crev Bombaasa que no
puede esperar."

Uno de los otros resopl. "Escchalo," dijo burlonamente. "Cree que simplemente
puede venir caminando hasta Bombaasa en cualquier momento que quiera. Bastante
cmico, huh, Langre?"

"Hilarante," convino el portavoz, su cara no mostraba ninguna evidencia de humor.

"ltima oportunidad, mugre. Salgan en una pieza o en un manojo de ellas."

"Lord Bombaasa va a estar muy disgustado si no nos dejas entrar," advirti Karrde.

"S?" sonri con desprecio Langre, adelantando su moto hacia adelante. "Como si eso
me asustara mucho."

"Debera hacerlo," dijo Karrde, dando un paso hacia atrs cuando las paletas de
maniobras se acercaron peligrosamente a su pecho. Shada, not perifricamente, no se
haba movido hacia atrs con l sino que se haba quedado parada adonde la haba
dejado, encogindose con ojos bien abiertos de la moto resoplando y vibrando junto a
ella como si estuviera aterrada por su presencia. "A Lord Bombaasa no le gusta que lo
hagan esperar."

"Entonces supongo que tenemos que darnos prisa y ponerlos en una caja para l," dijo
Langre, sonriendo con desprecio un poco ms duro. Avanz la moto otro metro,
forzando a Karrde a dar otro rpido paso hacia atrs. No realmente lo suficientemente
rpido; las puntas de las paletas de maniobras pincharon agudamente contra su pecho
antes de que pudiera salir de su camino.

Uno de los otros motociclistas ri con un resoplido. Sonriendo maliciosamente, Langre

dio otro impulso de acelerador a su moto, con la clara intencin de derribar a Karrde
esta vez. El movimiento lo llev directamente junto a Shada-

Y en ese instante, ella golpe.

Fue dudoso que Langre siquiera la viera venir. Un momento Shada estaba parada all,
congelada como un animal asustado por la vista de un cazador; al prximo momento
haba girado la pierna izquierda hacia atrs, rotando su cuerpo superior hacia la moto, y
haba estampado su puo derecho en el costado de su cuello.

Pudo haber habido un distintivo 'pop' acompaando al simple ruido del golpe; Karrde
no estuvo seguro. De lo que s estuvo seguro, cuando Langre hizo un carreteo de
costado de su moto speeder al suelo, fue de que este estaba definitivamente fuera de la
pelea.

Los otros tres tenan reflejos excelentes. Antes de que Langre siquiera golpeara la arena
haban dado la vuelta a sus manubrios y se alejaban rugiendo en direcciones diferentes
por la plaza, anticipndose a cualquier intento que Shada pudiera haber hecho de
derribarlos del mismo modo. Pasando cerca de los edificios circundantes, doblaron y se
detuvieron en seco, dando la vuelta a sus motos para apuntar hacia Shada.

"Qutate del camino!" le exclam Shada a Karrde, moviendo al centro de la plaza y

cayendo en una posicin de combate baja. Gir la cabeza, mirando a cada uno de los
motociclistas por vez como si estuviera retndolos a enfrentarla.

Por unos segundos ellos parecieron ignorar su desafo mientras discutan la situacin en
un cdigo de seas de manos que Karrde no reconoci. Aprovechndose de la calma,
retrocedi hasta que alcanz el borde de la plaza. Hasta ahora los motociclistas no
haban mostrado ninguna inclinacin a sacar las armas que indudablemente estaban
llevando, pero eso podra cambiar en cualquier momento. Mirndolos cuidadosamente,
dej caer su mano a su blster-

"No creo que esa sea una buena idea," dijo una voz ruda en su oreja.

Cuidadosamente, Karrde volvi la cabeza, con la cautela dictada por el duro can de
repente apretado contra la base de su espalda. Tres hombres de caras duras con
uniformes de la Legin de Seguridad estaban de pie all, el ltimo de ellos en el proceso
de cerrar la puerta disimulada que haban abierto en el edificio detrs de l. "Llega justo
a tiempo, Legionario," le dijo Karrde al lder. Esto era probablemente ftil, pero tena
que intentarlo. "Mi amiga est en peligro all afuera."

"S?" dijo el otro, sacando el blster de Karrde de su pistolera. "Me pareci a m que
ella fue la que empez. Sin embargo, intentar abrirte camino fanfarroneando para ver a
Bombaasa es todo un crimen por s mismo por aqu."

"Aun si Bombaasa decide que se alegra que vengamos de visita?" contrapuso Karrde.
"Estaras en serios problemas."

"No," dijo el Legionario, poniendo el blster en el lugar apropiado en su cinturn y

dando la vuelta por el costado de Karrde. "Es por eso que tenemos stos," agreg,
sopesando su arma mientras caminaba a un prudente metro de distancia de su
prisionero. No era, Karrde vio ahora, un blster sino una vieja arma enredadora Merr-
Sonn. "Si Bombaasa decide que quiere verlos, eh, slo los soltamos. Si no" -sonri
abiertamente con malicia- "entonces ya ests envuelto para el entierro. Realmente
conveniente."

Hizo un gesto con el arma enredadora. "Ahora cllate. Quiero ver esto."

Con la garganta apretada de frustracin, Karrde se gir de vuelta a la plaza. La

tripulacin del Salvaje Karrde no podra llegar aqu lo suficientemente rpido para
ayudarlos, aun cuando l pudiera usar su comunicador para alertarlos. Slo poda
esperar que Shada fuera tan buena como deca.

Y en ese momento, con su consultacin privada terminada, los motociclistas atacaron.

No cargaron todos a la vez, como Karrde medio haba esperado que lo hicieran.
Sospechando quizs que Shada intentara maniobrarlos a colisiones entre s si hacan
eso, dos de ellos empezaron a trazar un amplio anillo de encierro alrededor de ella
mientras que el tercero en cambio se dirigi rpida y directamente en lnea recta.

Shada aguant en su sitio, pero justo antes de que las paletas de maniobras alcanzaran
su pecho se dej caer atrs al piso de plano sobre su espalda. El gamberro bram de
alegra cuando su moto pas disparada sobre ella, un grito triunfal que se convirti en
un graznido de sorpresa cuando Shada se llev las piernas al pecho y pate fuerte hacia
arriba, agarrando a la moto justo adelante de las boquillas propulsoras direccionales y
haciendo saltar al motociclista de la silla de montar.

Slo le tom un segundo volver a sentarse y recobrar el control. Pero en el rea limitada
de la plaza eso fue medio segundo demasiado tiempo, y con un choque horrendo ambos
moto y gamberro se estrellaron a toda velocidad contra uno de los edificios.

El Legionario al lado de Karrde silb suavemente. "Con se son dos," coment. "Es
buena."

Karrde no contest. Shada se haba puesto de pie ahora, y las dos motos restantes haban
alejado su crculo un poco como si estuvieran asustadas de dejarla ponerse demasiado
cerca. Si decidan que ella no vala la pena del riesgo de otro choque y sacaban sus
blsteres...

Y entonces not a uno de los motociclistas lanzando una mirada al tro de Legionarios;
y con esa sola mirada comprendi que el uso de blsteres estaba ahora completamente
vedado. Con tantos testigos mirando, el solo orgullo dictaba que se ocuparan de ella sin
armas.

Las dos motos speeder todava estaban dando vueltas. "Vamos, Barksy," llam el lder
Legionario. "No tienes miedo, no?"

"Frigalo, mugre," exclam en respuesta uno de los motociclistas.

"Es Teniente Mugre para ti, escoria," murmur por lo bajo el Legionario.

Abruptamente, Barksy gir su moto speeder fuera del crculo y carg hacia el centro. La
misma tcnica bsica que su predecesor haba intentado, y Karrde se encontr
conteniendo de nuevo la respiracin mientras Shada se tiraba hacia la arena adelante de
su avance. Seguramente el motociclista no podra ser tan estpido para intentar el
mismo truco de nuevo.

No lo era. Aun mientras Shada golpeaba el suelo tir bruscamente de sus controles de
manubrio, la nariz de la moto speeder se levant mientras el vehculo resbal un par de
metros ms antes de detenerse en seco. Con un grito triunfal, gir ciento ochenta grados
y baj la nariz de la moto violentamente en el punto donde Shada haba aterrizado.

Pero Shada ya no estaba all. En lugar de simplemente golpear la arena y quedarse all
como haba hecho la ltima vez, haba en cambio arrojado su cuerpo en un movimiento
ondulatorio convulsivo mientras golpeaba el suelo, arqueando la espalda y las piernas
rebot de la arena y se agarr con pies y manos de forma que pareca imposible en la
parte inferior de la moto speeder. De algn modo se las arregl para agarrarse durante el
giro y golpe de nariz; y cuando el motociclista se agach, boquiabierto, para una mirada
ms de cerca al suelo vaco donde su vctima deba haber estado, desenganch uno de
sus pies de su agarre y envi una slida patada contra el costado de su cabeza.

Al lado de Karrde, el teniente chasque la lengua. "No puedo creerlo," murmur,

claramente tan aturdido como Barksy haba estado antes de que el puntapi de Shada
limpiara toda confusin de su mente. "Quin es esta bahshi, de cualquier forma?"

"Una de las mejores en el negocio," le asegur Karrde, poniendo su voz en el tipo de

tono bajo, confidencial que simplemente pareca encajar naturalmente con el medio
paso que dio hacia el hombre. Otro paso del mismo tamao, estim, y estara lo
suficientemente cerca. "En realidad, eso no fue nada," agreg, bajando todava ms la
voz y simultneamente dando ese medio paso extra. "Espera hasta que veas lo que le
hace a este."

Arroj una mirada cuidadosa al costado. S, el teniente estaba enganchado, mirando

fijamente con fascinacin de ojos vidriosos el drama en la plaza, esperando ver qu
magia sacaba de su manga a continuacin la mujer misteriosa.

El ltimo motociclista pareci tomar una determinacin. Saliendo de su crculo en el

lado lejano de la plaza, se apoy en sus controles de manubrio y carg. Shada amag a
la izquierda y entonces se movi a la derecha, el extremo saliente de las boquillas
propulsoras le err a su cadera por apenas centmetros. El motociclista gir
abruptamente el vehculo, claramente esperando agarrarla de costado con la larga nariz
de la moto speeder. Pero haba juzgado mal su velocidad, y las paletas de maniobras
guadaaron a una buena distancia de ella. Le tom unos metros ms detener su giro y su
impulso, parndose a no ms de tres metros de Karrde y los Legionarios. Gir de nuevo
para enfrentar a Shada, los hombros inclinados con anticipacin-

Y con un movimiento fcilmente casual, Karrde sac el arma enredadora de la mano del
Legionario y dispar.

El motociclista chill una maldicin que abras el aire cuando la red de semi-plstico lo
golpe en la espalda, latigueando alrededor de l e inmovilizndole los brazos
slidamente a los costados. "Como quieran, caballeros," dijo ligeramente Karrde, dando
un largo paso alejndose de los Legionarios y girando el arma para cubrirlos.

"Que lindo," dijo el teniente. Lo extrao fue que no pareca particularmente disgustado.
"Realmente lindo."

"Pens que les gustara," dijo Karrde, con una inclinacin de cabeza a los otros dos
Legionarios. "Sus armas en el suelo, por favor."

"Eso no ser necesario," dijo una voz suave desde alguna parte encima de l.

Karrde se arriesg a una mirada rpida, pero no pudo ver a nadie. "No, no estoy all," le
asegur la voz, con un toque de diversin en su tono. "He estado mirando su actuacin
desde adentro de mi casino, y debo admitir estar impresionado por su trabajo.
Cuntame, qu es lo que quieren aqu?"
"Verte, por supuesto, Lord Bombaasa," dijo Karrde al altavoz oculto. "Estaba esperando
que me pudieras saldar una vieja deuda."

El teniente hizo un ruido que son incmodo en su garganta. Pero Bombaasa

meramente se ri. "No estoy al tanto de deberte nada, mi amigo. Pero por favor
hablemos sobre eso. Teniente Maxiti?"

"Seor?" dijo el teniente, ponindose automticamente firme.

"Devulvele su blster al caballero y escltalo y a la dama al casino. Y haz que tus

hombres limpien la basura de la plaza."

***

El interior del QuemaduraDePropulsor era un gran contraste con el clima de afuera -un
gran contraste, dicho sea de paso, con casi cada cantina y caf de baja-renta en el que
Shada haba estado alguna vez. El aire estaba fresco y cmodamente seco, y mientras
que los cubculos que se alineaban contra las paredes estaban lo suficientemente oscuros
para asegurar la privacidad, el resto del caf era luminoso y casi alegre.

No que la clientela actual fuera de la clase que apreciara tales toques hogareos. Haba
unas veinte copias estampadas de los cuatro de los que haba dispuesto afuera, todos
mirando ominosamente a los recin llegados desde su grupo de mesas en una de las
esquinas junto a la barra curva. Brevemente, Shada se pregunt si Bombaasa les habra
contado que sus centinelas de afuera estaban siendo sacados descortsmente en camillas
de la plaza, pero rpidamente desestim el pensamiento. Un hombre que posea este tipo
de caf probablemente no estara dispuesto a arriesgarlo deliberadamente invitando una
pelea adentro.

No obstante, mantuvo un ojo en los motociclistas mientras el Teniente Maxiti los

llevaba por el rea principal a una discreta puerta en el fondo de la pista de baile.

La puerta se abri cuando se aproximaron, dndoles un vislumbre de un pequeo cuarto

trasero, y un gran humano, de ojos oscuros sali. Le lanz una mirada apreciativa a
Karrde, una mirada aun ms larga a Shada, y entonces le inclin la cabeza al
Legionario. "Gracias," le dijo al ltimo, despidindolo con esa sola palabra, entonces
mir de nuevo a Karrde. "Pasen," invit, hacindose a un lado para dejarlos pasar.

El cuarto trasero haba sido acondicionado como un casino compacto, con cuatro mesas
alrededor de las cuales algo as como una docena de seres de varias especies estaban
diligentemente comprometidos en una variedad de juegos de cartas y dados. Con sus
mentes y esperanzas fijas en su dinero, era dudoso que cualquiera de ellos siquiera se
diera cuenta de que alguien nuevo haba entrado.

Todos excepto uno. Un humano bajo, regordete con brazos delgados como palos, estaba
sentado solo en la mesa ms grande, sus ojos ligeramente saltones enfocados sin
pestaear en Karrde y Shada mientras ellos entraban en el cuarto. Dos hombres grandes
con el mismo aspecto de guardaespaldas que el que ahora estaba cerrando la puerta
detrs de ellos estaban de pie atentos junto a la silla del hombre regordete, tambin
mirando a los recin llegados.
Shada hizo una mueca, no le gustaba esto en absoluto. Pero Karrde no titube. "Buen
da, Lord Bombaasa," dijo, caminando directo al borde de la mesa. "Gracias por vernos
con tan corto aviso."

Los dos guardaespaldas parecieron tensarse, pero Bombaasa meramente esboz una
delgada sonrisa. "Como el legendario Rastus Khal, yo siempre estoy disponible para
aqullos que me intrigan," dijo fcilmente. "Y ustedes de hecho me intrigan."

Sus ojos insectiles se volvieron a Shada. "Aunque por un momento all pens que te
habas quedado sin trucos," agreg. "Si tu compaero no hubiera cogido el arma
enredadora del teniente, habras estado en problemas."

"Difcilmente," le dijo framente Shada. "Capt un reflejo de l movindose hacia los

Legionarios y supuse que estaba a punto de intentar algo. Si no funcionaba, iba a
necesitar mi ayuda en seguida, y el motociclista seguira."

Bombaasa agit admirativamente la cabeza. "Un despliegue asombroso, querida,

verdaderamente asombroso. Aunque me temo que en el proceso has ensuciado tu
vestido. Quizs yo pueda hacer que lo limpien antes de tu partida."

"Eso es muy generoso, mi lord," dijo Karrde antes de que ella pudiera contestar. "Pero
me temo que no podremos quedarnos en Pembric tanto tiempo."

Bombaasa sonri de nuevo, pero esta vez haba un brillo distintivo de amenaza en la
expresin. "Eso queda por verse, mi amigo," advirti oscuramente. "Y si eres otro
emisario de la Nueva Repblica o el sector Kathol buscando anexar mi territorio,
puedes encontrar tu partida demorada considerablemente."

"No tengo ningn lazo con ningn grupo gubernamental," le asegur Karrde. "Soy
meramente un ciudadano privado que est aqu para pedir un favor."

"De verdad," dijo Bombaasa, jugando ociosamente con el sutilmente reluciente

pendiente de garganta alrededor de su cuello. "Tengo la distintiva impresin de que no
comprendes lo que mis favores cuestan."

"Creo que encontrars que este ya ha sido pagado," contrapuso Karrde. "Y es slo un
pequeo favor, despus de todo. Tenemos un mandado que hacer dentro del territorio de
tu cartel, y me gustara un salvoconducto a travs de tus varias bandas pirata y
secuestradoras hasta que lo hayamos completado."

Los ojos de Bombaasa se ensancharon educadamente. "Eso es todo," dijo. "Vamos,

vamos, mi querido seor. Un blanco grande, tentador como tu carguero, y quieres un
salvoconducto?" Agit tristemente la cabeza. "No, no entiendes mi escala tarifaria en
absoluto."

Shada sinti sus msculos tensndose, conscientemente los relaj. Los tres
guardaespaldas estaban armados y tenan aspecto competente; pero si el codazo ligero
se volva un golpe de puo, dudaba que ninguno de ellos alguna vez hubiera enfrentado
a una Mistryl antes.
Desafortunadamente, al contrario del caso de los motociclistas, no podra darse el lujo
de dejarlos daados pero vivos. Tendra que encargarse del de atrs de ellos primero...

"Mi error," dijo Karrde, su tono casi neutro. "Asum que cuando alguien haba salvado
tu vida t estaras ms agradecido."

Bombaasa haba estado en el proceso de levantar un dedo hacia los guardaespaldas de

pie a su lado. Ahora, con las palabras de Karrde, se hel, con el dedo balanceado en
medio del aire. "De qu ests hablando?" demand cautelosamente.

"Estoy hablando acerca de una situacin que ocurri aqu hace un poco ms de seis
aos," dijo Karrde. "Una en la que un caballero bastante vivaracho y una joven dama
con el cabello rojo-dorado frustraron un complot para asesinarte."

Por un par de latidos del corazn Bombaasa sigui mirando fijamente a Karrde. Shada
le lanz una mirada subrepticia a los dos guardaespaldas, mentalmente trazando su plan
de ataque-

Y con una rapidez que la sobresalt, Bombaasa estall en risas.

Los otros jugadores en el casino hicieron una pausa en sus actividades, volvindose para
contemplar momentneamente lo que aparentemente era un sonido inusual en su
pequeo y tranquilamente desesperado mundo. Bombaasa, todava rindose, hizo una
sea con la mano, y los guardaespaldas se relajaron visiblemente. "Ah, mi amigo," dijo,
todava rindose entre dientes. "Mi amigo, de verdad. As que t eres el jefe misterioso
del que la joven dama habl cuando se neg a aceptar ningn pago."

"Ese soy yo," dijo Karrde, asintiendo. "Creo que ella tambin sugiri que a un hombre
de tu obvia alcurnia no le molestara mantener la deuda hasta que pudiera ser
apropiadamente saldada."

"De hecho lo hizo." Bombaasa onde una mano delgada hacia Shada. "Y ahora traes a
esta. Nunca hubiera esperado que siquiera existieran dos damas tan bonitas aunque
mortales, mucho menos que sean leales al mismo hombre."

Alz una ceja hacia Shada. "O ests afiliada, querida?" agreg. "Si estuvieras
interesada en discutir un cambio de carrera, podra hacer que valiera la pena tu estada."

"No estoy afiliada a nadie," dijo Shada, las palabras heran su garganta cuando las dijo.
"Pero por el momento, estoy viajando con l."

"Ah." Bombaasa la estudi cuidadosamente, como si intentara evaluar su sinceridad,

entonces se encogi de hombros. "Si cambias de idea, solo tienes que venir a verme,"
dijo. "Mi puerta siempre estar abierta para ti."

Le devolvi su atencin a Karrde. "Tienes razn: De hecho estoy en deuda," dijo.

"Antes de que te vayas, te proporcionar una cubierta de ID especial para tu nave que te
identificar como alguien bajo mi proteccin."
Sus labios se apretaron. "Sin embargo, aunque ciertamente te proteger de los miembros
de mi cartel, puede al mismo tiempo crearte un peligro adicional. Durante el ltimo ao
una nueva viciosa banda pirata se ha relocalizado en esta rea, una que hasta ahora
hemos sido incapaces de o eliminar o dominar bajo nuestro control. Sospecho que
consideraran a un carguero bajo mi proteccin como un desafo particularmente
intrigante."

Karrde se encogi de hombros. "Como sealaste ms temprano, seramos un blanco

tentador a pesar de eso. No somos, por supuesto, ni cerca de tan vulnerables como
aparentamos."

"No tengo ninguna duda acerca de eso," dijo Bombaasa. "Sin embargo, el enemigo est
realmente bien equipado, con una flota considerable de cazas estelares de asalto
SoroSuub clase Corsario as como varias naves ms grandes. Si dispones de un poco de
tiempo, quizs puedas dejar que mi gente haga algunas mejoras rpidas a tu armamento
o escudos."

"Aprecio tu oferta," dijo Karrde, "y si las circunstancias fueran diferentes estara muy
complacido de aceptarla. Pero me temo que nuestro asunto es uno urgente, y
simplemente no podemos darnos el lujo de tomarnos el tiempo."

"Ah," dijo Bombaasa. "Muy bien, entonces. Parte cuando debas- la cubierta de ID estar
lista cuando lo estn." Sonri astutamente. "Y por supuesto para ti no har falta ninguna
visa de salida."

"Eres muy generoso, mi lord," dijo Karrde, con una ligera reverencia. "Gracias; y la
deuda ahora est saldada." Tomando del brazo a Shada, se volvi para partir-

"Otra cosa, mi amigo," los volvi a llamar Bombaasa. "Ninguno de tus socios me dio
sus nombres cuando estuvieron, ni me dijeron el tuyo. Apreciara si satisfaces mi
curiosidad."

A su lado, Shada sinti que Karrde se tens. "Por supuesto, Lord Bombaasa. Mi nombre
es Talon Karrde."

La figura regordeta pareci sentarse un poco ms derecha. "Talon Karrde," jade. "De
verdad. Algunos de mis, ah, asociados comerciales me han hablado de ti. A menudo con
muchos detalles."

"Estoy seguro de que lo han hecho," dijo Karrde. "Particularmente esas agencias hutt
con las que tu cartel tiene lazos."

Por un momento los ojos de Bombaasa se estrecharon. Entonces su expresin se aclar

y sonri de nuevo. "Los hutts tienen razn: de hecho sabes mucho ms de lo que es
saludable para ti. Sin embargo, con tal de que no intentes extender tu organizacin hacia
mi territorio, qu tengo que temer?"

"Nada en absoluto, mi lord," convino Karrde. "Gracias por tu hospitalidad. Quizs nos
encontremos de nuevo algn da."
"S," dijo suavemente Bombaasa. "Siempre existe esa posibilidad."

***

El teniente Legionario, Maxiti, se ofreci a darles un aventn hasta su plataforma de

aterrizaje. Pero Karrde lo rechaz. Era slo un viaje corto, despus de todo, y despus
de una saboreada del clima de Pembric las condiciones algo austeras a bordo del Salvaje
Karrde pareceran tanto ms placenteras.

Adems, despus del tono de ese ltimo intercambio con Bombaasa, no quedara bien
parecer que estaban apurndose para alejarse de l.

"Quin es Rastus Khal?" pregunt Shada.

Con un esfuerzo, Karrde sac su mente de las visiones oscuras de vengativos seores
del crimen teniendo segundos pensamientos. "Quin?"

"Rastus Khal," repiti Shada. "Bombaasa dej caer el nombre justo despus de que
aparecimos."

"Era un personaje de ficcin de alguna obra maestra de la literatura coreliana," dijo

Karrde. "Me olvid de cul. Bombaasa es bastante ilustrado, o eso he odo.
Aparentemente, le gusta considerarse como un tipo cultivado de asesino."

Shada resopl. "Cultivado. Pero hace tratos con hutts."

Karrde se encogi de hombros. "Estoy de acuerdo. Una razn por la que los hutts y yo
no nos llevamos bien, supongo."

Durante un minuto caminaron en silencio. "Sabas que l estaba conectado con los
sindicatos hutt," dijo Shada. "Sin embargo le contaste quin eras. Por qu?"

"No estoy esperando que Bombaasa reniegue de su trato con nosotros, si eso es lo que te
preocupa," dijo Karrde. "Los seres cultivados siempre saldan sus deudas, y Mara y
Lando de hecho le salvaron la vida."

"La pregunta no era tanto sobre Bombaasa como era sobre ti," contrapuso Shada. "l no
necesitaba saber quin eras, y he visto tu habilidad para esquivar preguntas que no
quieres contestar. As que, por qu le contaste?"

"Porque adivino que la noticia de este encuentro le llegar a Jorj Car'das," dijo en voz
baja Karrde. "As, sabr que soy yo quin viene a verlo."

Se dio cuenta del ceo de Shada. "Perdn? Pens que la idea era que nosotros nos
acercramos furtivamente a l."

"La idea es ver si l tiene una copia del Documento de Caamas," la corrigi Karrde. "Si
nos aparecemos de repente, sin ninguna advertencia, es capaz de simplemente matarnos
a todos antes de que tengamos oportunidad de hablar con l."
"Y si sabe que estamos en camino?" retorci Shada. "Me suena que todo lo que hace es
darle ms tiempo de preparacin."

"Exactamente," dijo sobriamente Karrde. "Y si se siente listo para nosotros, puede estar
ms inclinado a escuchar antes de disparar."

"Pareces convencido de que disparar."

Karrde titube. Debera contarle, se pregunt, exactamente por qu la haba dejado

venir en este viaje?

No, decidi. No todava. En el mejor de los casos ella probablemente se sentira

insultada u ofendida. En el peor de los casos, podra negarse a seguir con l en absoluto.
"Creo que hay una buena posibilidad de que lo haga, s," dijo en cambio.

"Sabiendo que eres t."

Karrde asinti. "Sabiendo que soy yo."

"Uh-huh," dijo Shada. "Qu le hiciste a este tipo, de cualquier forma?"

Karrde sinti que un msculo se agit en su mandbula. "Le rob algo," le cont. "Algo
que l valoraba ms que ninguna otra cosa en el universo. Probablemente ms de lo que
valoraba su propia vida."

Caminaron en silencio por otros pocos pasos. "Contina," pidi Shada.

Karrde forz una sonrisa. "Slo te promet media historia hoy," le record, intentando
poner un poco de luz en su tono. "sa fue. Tu turno."

"Qu, por qu dej a Mazzic?" Shada se encogi de hombros. "No hay mucho que
contar. Me fui porque una guardaespaldas que se vuelve un blanco ella misma no puede
hacerle muy bien a alguien ms."

As que Shada se haba vuelto un blanco. Eso era de hecho muy interesante. "Puedo
preguntar quin es lo suficientemente suicida para ponerte en su mira?"

"Seguro, adelante pregunta," dijo Shada. "Aunque no vas a obtener una respuesta. No
hasta que yo obtenga el resto de la historia de Car'das."

"De algn modo, esperaba que dijeras eso," murmur Karrde.

"As que cundo la obtengo?"

Karrde mir arriba a travs de la niebla a la dbil luz del sol de Pembric. "Pronto,"
prometi. "Muy pronto."

CAPTULO
5
"La sexta hora suntuosa del decimoquinto da glorioso de la Conferencia anual del
Sector Kanchen comienza ahora," enton el heraldo, con su voz profunda haciendo eco
por el campo en forma de cuenco adonde los varios delegados estaban sentados,
acuclillados, echados, o agachados, segn el diseo fisiolgico particular de su especie.
"Aclamemos y magnifiquemos todos al Grandioso Elector de Pakrik Major, y
rogumosle que exprese su sublime sabidura que todo lo abarca en su apertura de esta
reunin."

Los seres congregados gritaron o grueron su acuerdo con el sentimiento del heraldo.
Todos menos Han; y descansando a su lado en la plumosa esterapasto, Leia tuvo que
sonrer en diversin privada. Venir aqu afuera haba sido la idea de Han, despus de
todo: una tregua temporal de la amarga disensin y las mordientes sospechas que se
haban estado batiendo por todo el gobierno de la Nueva Repblica desde que esa copia
parcialmente destruida del Documento de Caamas haba salido a la luz.

Y tambin haba sido una buena idea. En el medio da desde su llegada Leia ya estaba
empezando a sentir que la tensin se le aflojaba. Alejarse de Coruscant era exactamente
lo que haba necesitado, y se haba esforzado mucho para mencionarle eso a su marido
ya por lo menos dos veces y para agradecerle su consideracin.

En este momento, desafortunadamente, toda su gratitud estaba cayendo en odos sordos.

Una vez ms, Han no haba tenido en cuenta eso que Leia llamaba en privado el Factor
de Vergenza Solo.

"Y aclamemos y magnifiquemos semejantemente a nuestros gloriosos visitantes de la

Nueva Repblica," continu el heraldo, ondeando su mano en un gesto expansivo hacia
donde Han y Leia estaban recostados. "Que su sublime sabidura, imponente valor, y
magnfico honor iluminen el cielo sobre nuestra reunin."

"Te olvidaste de nuestras cejas levantadas," murmur por lo bajo Han mientras la
asamblea ruga sus saludos.

"Es mejor que Coruscant," lo reprendi suavemente Leia mientras se medio incorporaba
y ondeaba la mano. "Vamos, Han, s bueno."

"Estoy saludando, estoy saludando," refunfu Han, apoyndose en un brazo y

ondulando renuentemente el otro. "No s por qu tienen que hacer esto todas las horas."

"Preferiras tener gente acusndonos de ayudar a encubrir un intento de genocidio?"

contrapuso Leia.

"Solo preferira que nos dejaran tranquilos," dijo Han, ondeando la mano por ltima vez
y entonces dejndola caer de vuelta abajo. Leia tambin baj la suya, y el rugido
aprobatorio de los delegados se extingui.

"Paciencia, querido," dijo Leia mientras el heraldo se inclinaba en una reverencia y

dejaba el podio al elaboradamente vestido Grandioso Elector. "Es slo por el resto del
da- puedes aguantarlo por ese tiempo. Maana nos dirigiremos a Pakrik Minor y
tendremos toda esa paz y sosiego que me prometiste."
"Mejor que sea realmente pacfico y sosegado," advirti Han, recorriendo con la mirada
la muchedumbre de delegados.

"Lo ser," le asegur Leia, estirndose para apretarle la mano. "Pueden ser toda pompa
y fastuosidad aqu en Pakrik Major, pero all entre las granjas de granosaltos
probablemente no encontraremos a nadie que siquiera nos reconozca."

Han resopl, pero aun cuando lo haca Leia pudo sentir un aligeramiento de su humor.
"S," dijo l. "Lo veremos."

***

"Carib?"

Con una mueca de dolor por sus rodillas cansadas Carib Devist se levant de donde
haba estado agachado, con cuidado de no tropezar con ninguna de las dos filas de
granosaltos que se apretaban de cerca a su alrededor. "Aqu estoy, Sabmin," llam,
agitando su herramienta para quitar centros tan alto por encima de los tallos como pudo
alcanzar.

"Ya te vi," respondi Sabmin. Hubo el crujido de hojas secas frotndose; y entonces
Sabmin emergi a travs de un hueco en la fila. "Tuve que venir directamente-" Se
interrumpi, fruncindole el ceo a la herramienta en la mano de Carib. "Uh-oh."

"Guarda los uh-ohs para cuando estemos en compaa educada," dijo agriamente Carib.
"Slo di shavit, queriendo decirlo."

Sabmin sise suavemente entre dientes. "Cuntas colonias?" pregunt.

"Hasta ahora, slo una," dijo Carib, ondeando el quitacentros hacia el tallo de granoalto
en el que haba estado excavando. "Y encontr a una emperatriz, as que es posible que
haya destruido a toda la infestacin. Pero no apostara dinero en ello."

"Alertar a los otros," dijo Sabmin. "Probablemente tambin deberamos correrle la voz
al coordinador de tri-valles, en caso de que ste no sea el nico valle al que los bichos se
estn moviendo."

"S." Carib mir a su hermano. "Y qu noticias maravillosas me has trado?"

Los labios de Sabmin se comprimieron. "Acabamos de recibir confirmacin de

Bastin," dijo en voz baja. "La Alta Consejera de la Nueva Repblica Leia Organa Solo
est definitivamente en Pakrik Major. Y el atentado contra ella est definitivamente
confirmado."

Por reflejo, Carib mir al planeta medio iluminado colgando en el cielo sobre sus
cabezas. "Deben estar locos," dijo. "Atacar a una Alta Consejera de la Nueva
Repblica, como si nada?"

"No creo que realmente les importe a quin consiguen atacar, con tal de que sea un
oficial de la Nueva Repblica," dijo Sabmin. "Aparentemente, el Grandioso Elector
mand una invitacin abierta a Coruscant pidiendo un representante. Mi suposicin es
que el pedido fue instigado por alguna planta Imperial, con un ojo en el hecho de que
nosotros ya estbamos aqu en el lugar y podramos actuar como respaldo. Fue slo
suerte que Gavrisom decidiera enviar a Organa Solo."

"S," dijo oscuramente Carib. "Suerte. Esto vino con la autorizacin personal del Gran
Almirante Thrawn?"

"No lo s," dijo Sabmin. "El aviso no lo deca. Pero tiene que haber venido de l, no?
Quiero decir, si l est al mando, entonces l est al mando."

"Supongo que s," concedi renuentemente Carib. As que all estaba. La guerra estaba a
punto de ser trada de repente y violentamente al sistema Pakrik. Justo hacia su puerta...
y la larga espera haba terminado. La existencia tranquila de la Clula Durmiente
Imperial Jenth-44 estaba a punto de terminar. "Dices que nosotros somos el respaldo.
Quin es el primario?"

"No lo s," dijo Sabmin. "Algn equipo mandado de Bastin para la ocasin, supongo."

"Y cundo se supone que pase?"

"Maana," dijo Sabmin. "Se supone que Organa Solo y su marido van a venir aqu a
Minor una vez que la conferencia se disuelva."

"Y no hay ninguna indicacin de si el ataque es real o slo se supone que parezca
real?"

Sabmin le dio una mirada sobresaltada, una expresin que rpidamente se volvi
inteligente y pensativa. "Un punto interesante," dijo. "Con Thrawn involucrado no
puedes tomar nada por sentado, no? No, todo lo que s es que se viene un ataque y que
se supone que nosotros estemos listos en caso de que Solo sea mejor o ms afortunado
de lo esperado."

Carib hizo una mueca. "Supongo que incluso la suerte de Solo tiene que terminarse
tarde o temprano."

"S." Sabmin lo mir sospechosamente. "En qu ests pensando?"

Carib mir de nuevo al cielo. "Estoy pensando que tenemos que tocar esto de odo," dijo
en voz baja. "Sin embargo, una cosa es segura: si la batalla se acerca a cualquier parte
de nuestro valle, no importa quin est ganando, nosotros definitivamente no vamos a
simplemente sentarnos y mirar. Hemos invertido demasiado aqu para dejarlo ir sin
luchar."

Sabmin asinti. "Entendido," dijo sobriamente. "Le pasar la voz a los otros. Cualquier
cosa que pase maana, estaremos listos."

***
Adelante, a travs del verdor aliengena, un grupo de rboles nudosos se roz ms all
de la pantalla a la izquierda de Pellaeon, y el simulador de AT-AT se sacudi a la
derecha en respuesta. "Cuidado con esos rboles, Almirante," advirti la voz del Mayor
Raines en el auricular de su casco. "Es poco probable que se tropiece de esa forma, pero
he visto caminantes tan enredados que tuve que enviar un par de soldados abajo para
volar al rbol de raz. Toma tiempo, y usted es un blanco fcil hasta que sea liberado."

"Entendido," dijo Pellaeon, alejndose de los rboles. El combate simulado de AT-AT,

aunque poda ser frustrante a veces, estaba lo suficientemente alejado de sus deberes de
comando normales que era en realidad una forma de relajacin para l.

Aunque por supuesto nada que incluyera combate nunca estaba realmente fuera de los
deberes de un Comandante Supremo. Cuanto mejor entendiera Pellaeon cmo operaban
los equipos mecanizados en terreno difcil, mejor sabra desplegarlos en futuras
operaciones.

Asumiendo, por supuesto, que el Imperio tuviera alguna vez ocasin de lanzar asaltos
terrestres de nuevo.

Firmemente, se sacudi ese pensamiento. Una de las razones para bajar aqu, despus de
todo, haba sido distraerse de la continuada y frustrante falta de respuesta a su oferta de
paz por parte de la Nueva Repblica.

Haba pasado ahora ms all del grupo de rboles. Aumentando de nuevo su velocidad,
pidi una vista lateral para ver cmo Raines estaba manejando la selva.

Muy directamente, en realidad. Manteniendo un ojo ms adelante que Pellaeon, estaba

usando su can lser delantero para derribar obstculos potenciales antes de que se
volvieran un problema.

Una tcnica bastante ruidosa, por supuesto, y una que le daba a cualquier enemigo
mucho ms previo aviso. Por otro lado, los AT-ATs no solan ser el arma a escoger
adonde se necesitaba furtividad, y el mtodo de Raines definitivamente estaba
llevndolo a travs de la jungla ms rpido que a Pellaeon. Alzando la mirada,
intentando reprimir el impulso reflejo de mirar adonde su AT-AT estaba a punto de
pisar, lanz unos pocos disparos tentativos.

"Eso es, Almirante," dijo Raines con aprobacin. "Slo intente anticipar adonde va a
estar el problema antes de que est demasiado cerca para apuntar las armas hacia donde
puedan hacer efecto."

Pellaeon gru. "Mejor aun, sera evitar usar AT-ATs completamente en esta situacin."

"Siempre que podamos," dijo Raines. "Desafortunadamente, a los problemticos les

gusta esconderse en lugares as y despus poner escudos de energa sobre sus cabezas.
Adems, no hay nada como un AT-AT abrindose paso a travs de los rboles para
quitar de un susto la sonrisa de la cara de alguien."
Hubo un clic en el auricular. "Almirante, ste es Ardiff," vino la voz del capitn del
Quimera. "El Teniente Mavron est en camino de regreso." Hubo solo la ms breve de
las pausas. "l reporta, seor, que tiene un vector."

Pellaeon sinti que sus ojos se estrechaban. La misin de Mavron haba sido un palo de
ciego, un ltimo esfuerzo para averiguar algo acerca de la fuerza que los haba asaltado
hace seis das. Si deca que haba encontrado un vector... "Que se reporte a la Sala de
Preparacin 14 en cuanto atraque," instruy a Ardiff, apagando el simulador. "Me
encontrar con l all."

Ardiff estaba esperando solo en la sala de preparacin cuando Pellaeon lleg. "Asum
que sta iba a ser una reunin privada, as que le ped a los otros pilotos que se
retiraran," explic. "Es esto acerca de esa bsqueda en la HoloRed?"

"Espero que s," dijo Pellaeon, hacindole seas hacia una de las sillas alrededor de la
mesa de monitores central y sentndose tambin. "Ah- Teniente," agreg cuando la
puerta se abri deslizndose y Mavron entr. "Bienvenido a casa. Dijo, un vector?"

"S, seor," dijo Mavron, apoyando un datapad en la mesa de monitores y sentndose en

una silla con la peculiar rigidez de un hombre que ha estado sentado demasiado tiempo
en una cabina de piloto de un caza estelar. "El retransmisor de la HoloRed en Horska
todava tena de hecho sus archivos de las transmisiones desde este rea justo despus
de ese asalto contra nosotros."

"Presumo que pudo extraerlos?" pregunt Pellaeon, recogiendo el datapad.

"S, seor," dijo Mavron. "Desafortunadamente, no pude conseguir ningn nombre, pero
s consegu los destinatarios de las transmisiones." Seal el datapad con la cabeza. "Me
tom la libertad de investigarlos durante el camino de regreso. El que marqu me
pareci muy interesante."

Pellaeon sinti que su mandbula se apretaba cuando encontr la marca del teniente.
"Bastin."

Ardiff se aclar la garganta. "As que haba un Imperial detrs de ese ataque."

"Hay ms," dijo Mavron. "El destinatario original era Bastin; pero entonces fue
retransmitido unas cuantas veces ms y termin en alguna parte en el sistema Kroctar."

"Sistema Kroctar?" dijo Ardiff, frunciendo el ceo. "Eso est profundo en el territorio
de la Nueva Repblica. Qu estara haciendo all alguien de Bastin?"

"Tambin me pregunt eso," dijo Mavron, con voz repentinamente siniestra. "As que
me detuve en Caursito en el camino de vuelta y ped una copia del TriNebulon de ese
da. Si las horas son correctas, unas horas despus de esa transmisin las Facciones
Unificadas de Kroctar anunciaron que se haba negociado un tratado entre ellos y el
Imperio. El mediador registrado -bueno, segn el Lord Superior Bosmihi, fue el Gran
Almirante Thrawn."
Un escalofro helado recorri la espalda de Pellaeon. "Eso es imposible," dijo, con voz
que son extraa a sus odos. "Thrawn est muerto. Yo lo vi morir."

"S, seor," dijo Mavron, asintiendo. "Pero segn el reporte-

"'Yo lo vi morir!" tron Pellaeon.

El sbito estallido lo sorprendi incluso a l mismo. Ciertamente sobresalt a Ardiff y a

Mavron. "S, seor, lo sabemos," dijo Ardiff. "Obviamente, es algn tipo de truco.
Teniente, me imagino que el resto puede esperar hasta que archive su reporte completo.
Por qu no va a asearse."

"Gracias, seor," dijo Mavron, claramente feliz de que le concedieran la oportunidad de

escapar. "Archivar mi reporte dentro de una hora."

"Muy bien." asinti Ardiff. "Puede retirarse."

Esper hasta que Mavron se hubiera ido y la puerta estuviera una vez ms cerrada antes
de hablar. "Es un truco, Almirante," le dijo a Pellaeon. "Tiene que serlo."

Con esfuerzo, Pellaeon arranc sus pensamientos de los recuerdos de ese horrible da en
Bilbringi. El da en que el Imperio haba final e irrevocablemente muerto. "S,"
murmur. "Pero qu pasa si no? Qu tal si Thrawn realmente sigue vivo?"

"Qu?, en ese caso..." Ardiff se qued sin palabras, con la frente arrugada en sbita
incertidumbre.

"Exactamente," dijo Pellaeon, asintiendo. "El momento en que el genio tctico de

Thrawn podra habernos servido fue- cundo? Hace cinco aos? Siete? Diez? Qu
podra hacer l ahora excepto traer a la Nueva Repblica en pnico hacia nosotros?"

"No lo s, seor." Ardiff hizo una pausa. "Pero eso no es lo que realmente lo molesta."

Pellaeon se mir las manos. Manos viejas, retorcidas por la edad y oscurecidas por el
sol de mil mundos. "Estuve con Thrawn durante poco ms de un ao," le cont a Ardiff.
"Yo era su oficial de antigedad de la flota, su estudiante" -titube- "quizs incluso su
confidente. No estoy seguro. El punto es que l nos escogi al Quimera y a m cuando
volvi de las Regiones Desconocidas. No nos escogi simplemente al azar; l nos
escogi a nosotros."

"No, no haba mucho que Thrawn hiciera al azar," convino Ardiff. "Por lo consiguiente
si est de vuelta...?"

"Ha escogido a alguien ms," Pellaeon termin la frase del otro, las palabras eran un
dolor agudo en su corazn. "Y slo puede haber muy pocas razones por las que hara
eso."

"No puede ser el rango," dijo firmemente Ardiff. "Usted es el Comandante Supremo,
despus de todo. Y ciertamente no puede ser por aptitud. Qu queda?"
"Visin, quizs," sugiri Pellaeon, golpeando el datapad suavemente con el dedo. "Esta
propuesta de paz fue mi idea, usted sabe. Se me ocurri a m, yo la defend, y yo la met
por las gargantas de los Moffs. Moff Disra fue uno de aqullos que ms fuerte y
ruidosamente se opusieron. Moff Disra de Bastin. Coincidencia?"

Por un momento Ardiff se qued callado. "Est bien," dijo. "Aun si concedemos todo
eso -cosa que, a propsito, yo no comparto- por qu enviar un grupo pirata o
mercenario aqu afuera para atacarnos? Por qu no simplemente viene aqu y le dice
directamente que la idea del tratado est cancelada?"

"No lo s," dijo Pellaeon. "Quizs no est cancelada. Quizs aqu es exactamente
adonde Thrawn me quiere. O preparndome para hablar con Bel Iblis, por alguna
razn, o si no?"

Frunci los labios. "O si no simplemente fuera de su camino. Adonde no pueda

interferir con cualquier cosa que l est planeando."

El silencio esta vez se extendi dolorosamente. "No creo que l hara eso, seor," dijo
por fin Ardiff. Pero las palabras no llevaban ninguna genuina conviccin que Pellaeon
pudiera or. "No despus de todo lo que pasaron juntos."

"No cree eso ms que yo," dijo en voz baja Pellaeon. "Thrawn no era humano, sabe, no
importa que tan humano pudiera haberse visto. Era un aliengena, con pensamientos y
propsitos y agendas aliengenas. Quizs yo nunca fui para l ms que solo una
herramienta ms que poda usar para alcanzar su meta. Cualquiera que esa meta fuera."

Casi vacilantemente, Ardiff extendi la mano y toc el brazo de Pellaeon. "Ha sido un
largo camino, seor," dijo. "Largo y difcil y descorazonador. Para todos nosotros, pero
principalmente para usted. Si hay algo que yo pueda hacer..."

Pellaeon forz una sonrisa. "Gracias, Capitn. No se preocupe; no voy a rendirme. No

hasta que esto haya pasado."

"Nos quedamos aqu, entonces?" pregunt Ardiff.

"Por unos das ms," dijo Pellaeon. "Quiero darle cada oportunidad posible a Bel Iblis."

"Y si no aparece?"

"Lo haga o no, la siguiente parada es Bastin," dijo Pellaeon, oyendo un toque de
severidad en su propia voz. "Por este y otros asuntos, Moff Disra tiene algunas cosas
que explicar."

"S, seor," dijo Ardiff, ponindose de pie. "Esperaremos que toda esta aparicin de
Thrawn sea solo algn truco suyo."

"Ciertamente que no," lo reprob ligeramente Pellaeon. "El retorno de Thrawn

revitalizara a nuestra gente y no le hara ms que bien al Imperio. Yo nunca querra que
se diga que valoro mi propio orgullo ms que eso."
Ardiff se sonroj ligeramente. "No, seor, por supuesto que no. Mis disculpas,
Almirante."

"No hacen falta disculpas, Capitn," le asegur Pellaeon, ponindose de pie. "Como
dijo, ha sido un camino largo y difcil. Pero ya casi ha terminado. De una forma u otra,
ya casi ha terminado."

***

Los procedimientos de entrada al Espaciopuerto de Drev'starn eran considerablemente

ms estrictos hoy que lo que haban sido la ltima vez que Drend Navett haba
aterrizado aqu en el planeta natal bothano. No era sorprendente, considerando los
eventos de los ltimos cinco das. Con el ataque sorpresa lereseno contra su planta
industrial orbital y el subsecuente incremento militar multiespecie en el cielo sobre sus
cabezas, las tensiones estaban creciendo a un paso rpido y sumamente satisfactorio.

Y los procedimientos normalmente amigables para el negocio de los bothanos haban

sufrido como resultado. La salida del rea de cuarentena del espaciopuerto, alguna vez
poco ms que una formalidad, ahora requera una revisin de ID y un escaneo de carga
completos.

No que le importara a Navett. Esta vez, no haba nada en su carga que levantara el
pelaje ni de un bothano paranoico. Y su ID era tan perfecta como slo la Inteligencia
Imperial poda hacerla.

"Su identificacin y efectos personales parecen estar en orden," dijo el oficial de

aduanas bothano despus del procedimiento de quince minutos que pareca ser la norma
hoy. "Sin embargo, el Departamento de Importacin tendr que hacer ms pruebas a sus
animales antes de que pueda dejrseles entrar a la ciudad propiamente dicha."

"Seguro, no hay problema," dijo Navett, ondeando la mano en uno de los gestos
expansivos tpicos del distrito Betreasley en Fedje adonde su ID deca que haba nacido.
No tena ninguna idea de si el bothano notara sutilezas de esa clase, pero la primera ley
de la infiltracin era llevar un rol de la forma en que un stormtrooper llevaba su
armadura. "Eh, he hecho esto en docenas de planetas," agreg.

"Ya s cmo funciona esta cuarentena."

El pelaje del bothano ondul, apenas notoriamente. "En muchos mundos, dices?"
pregunt. "Tienes algn problema para mantener la propiedad de tus tiendas?"

Navett frunci el ceo, como si intentara descifrar su camino a travs de una frase
complicada, y dej que su cara se aclarara. "No, lo entendiste todo mal," dijo. "No estoy
intentando armar un lugar en el que pueda establecerme. Adems, a menos que consigas
un manojo de gente para manejarte las estanteras, no puedes vivir del negocio de las
mascotas exticas a menos que te mantengas en movimiento. Hay un montn de
inventario potencial del que nunca siquiera oirs a menos que vayas al lugar de donde
vienen."
"Quizs," murmur el bothano. "Pero sospecho que no encontrars mucho mercado en
Bothawui en estos tiempos problemticos."

"Ests bromeando?" dijo Navett, dejando ver un poco de engreimiento aceitoso. "Eh,
este lugar es perfecto. Un planeta bajo asedio -mucha tensin- ah es exactamente
adonde la gente va a necesitar una mascota para distraerse de sus problemas. Creme- lo
he visto pasar docenas de veces."

"Si t lo dices," dijo el bothano con una ondulacin del pelaje de su hombro,
obviamente no le importaba si este aliengena ligeramente tosco haca alguna ganancia
aqu o no. "Djame tu frecuencia y cdigo de comunicador y sers notificado cuando
termine la cuarentena."

"Gracias," dijo Navett, juntando sus documentos. "Que sea rpido, est bien?"

"Ser tan rpido como las regulaciones lo requieran," dijo el bothano. "Que tengas un
da de paz y ganancias."

"S. Lo mismo para ti."

Cinco minutos ms tarde Navett estaba paseando por la calle, abrindose camino a
travs de la masa de viajeros que se apuraban hacia y desde el espaciopuerto. Pasando
las filas para alquilar landspeeders, le dio la espalda al sol poniente y se dirigi a pie
hacia una fila de hoteles baratos que bordeaban el rea del espaciopuerto.

Con la espalda al sol, vio la sombra que surga detrs de l unos segundos antes de que
Klif se dejara caer a un paso a su lado. "Algn problema?" pregunt el otro en voz
baja.

"No, fue realmente fcil," dijo Navett. "Y t?"

Klif agit la cabeza. "Ni uno. A propsito, acept el soborno, pero no prometi que
podramos sacar a los animales nada ms pronto."

"No con un soborno tan pequeo," convino Navett, sonriendo para s mismo. Una
insultantemente pequea propina del ayudante del vendedor de mascotas, y ninguna en
absoluto del mismo vendedor, debera reforzar su imagen cuidadosamente construida de
pequeos comerciantes intentando obtener una ganancia rpida sin la ms ligera idea de
cmo se jugaba al juego.

Y con los bothanos, una imagen as prcticamente les garantizaba ser el foco de las
burlas privadas, el desprecio de la trastienda, y el completo desinters oficial.

Lo que significaba que cuando llegara el momento correcto para que la seccin de
Drev'starn del escudo planetario de Bothawui cayera, lo hara.

"Viste a Horvic o a Pensin all?" pregunt Klif. "Yo no pude ver a ninguno de ellos."

"No, pero estoy seguro de que pudieron entrar bien," dijo Navett. "Podemos intentar el
punto de reunin maana si podemos encontrar una tienda lo suficientemente rpido."
"Recog un listado de alquileres," dijo Klif. "La mayora viene con departamentos
encima de ellas."

"Eso sera prctico," dijo Navett. "Lo examinaremos esta noche y veremos si hay alguno
en el rea correcta. Si no, siempre podemos llamar a un agente inmobiliario por la
maana."

Klif ri entre dientes. "No te preocupes- nos queda mucho dinero de soborno."

"S," murmur Navett, echando una mirada alrededor. Hace quince aos, segn el
rumor, haba sido informacin de espas bothanos la que haba llevado a la Alianza
Rebelde a Endor y haba producido la muerte del Emperador Palpatine y la destruccin
de la segunda Estrella de la Muerte. En los aos desde entonces, los bothanos haban
estado involucrados con la organizacin Sol Negro, la destruccin del Monte Tantiss, y
un sinnmero de otros golpes contra el Imperio.

No conoca todo el alcance del plan que estaba en marcha aqu; pero de todos los
mundos que el Gran Almirante Thrawn podra haber escogido para la destruccin,
pocos le habran dado una mayor satisfaccin personal que este.

Ahora haban llegado a su hotel escogido, y cuando empezaron a subir los escalones un
antiguo droide vigilante parado al lado de la puerta se activ. "Buenas noches,
estimados caballeros," jade. "Puedo llamar a un portador de equipaje?"

"No, podemos arreglrnoslas," dijo Navett. "No hace falta gastar dinero en un droide."

"Pero, seor, el servicio es gratuito," dijo el droide, sonando confundido.

Pero para entonces Navett y Klif lo haban pasado, abriendo de un empujn las puertas
y entrando al lobby. Eran, not, los nicos huspedes del hotel que llevaban sus propias
bolsas.

Pero eso estaba bien. Dejen que los bothanos y sus huspedes ms sofisticados se ran
disimuladamente detrs de sus espaldas, si queran. Cuando el fuego comenzara a llover
del cielo, la risa se volvera gritos de terror.

Y Navett disfrutara de cada minuto de ello.

CAPTULO
6

Fue en su decimoquinto da en la oscuridad de la cueva de Nirauan cuando Mara Jade

despert para descubrir que finalmente haba llegado un rescatista.

No era, sin embargo, ninguno de los potenciales rescatistas que ella habra esperado.

Mara?
Se sent de repente en su cama enrollable, abriendo y parpadeando por reflejo los ojos a
pesar del hecho de que en la oscuridad total no haba absolutamente nada que ver. El
sentimiento de alguien llamndola haba sido sin palabras, pero tan claro como si se
hubiera pronunciado su nombre en voz alta. Se estir con la Fuerza...

Y cuando lo hizo, el sentimiento de su presencia le lleg flotando. Su presencia, y su

identidad.

Era Luke.

El tono de las emociones de l cambi, la punta de ansiedad que las permeaba se

convirti abruptamente en alivio cuando sinti su respuesta y supo que ella estaba ilesa.
Un nuevo toque de anticipacin fluy a su mente, y cuando ella se enfoc pudo sentir
una oscuridad fsica alrededor de l. La mejor suposicin era que estaba en la cueva,
decidi ella, probablemente abrindose camino en su direccin.

Lo que desafortunadamente significaba que su anticipacin era un poco prematura.

Encontrar la cueva era una cosa; encontrar a cada una dentro de sus mltiples recovecos
iba a ser algo completamente diferente.

Pero Luke ya tena eso cubierto. A su pregunta sin palabras vino un renovado
sentimiento de seguridad de l; y aun mientras ella frunca el ceo, capt la sensacin de
otros a su alrededor, seres a los que l pareca estar siguiendo. Aparentemente, algunas
de las criaturas parecidas a mynocks que la haban arrastrado aqu en primer lugar
estaban actuando como guas.

Mir arriba al techo y las paredes alrededor de ella. Ms de las criaturas estaban all
arriba, mirndola silenciosamente. "Skywalker est en camino," llam a la oscuridad.
"Estn contentos?"

Lo estaban. Aun con su frustrante incapacidad para or sus palabras directamente, no

haba ninguna duda de la oleada de excitacin que los recorri. "Estoy tan complacida,"
dijo ella. Ponindose de pie, avanz a tientas hacia el riachuelo subterrneo que
borboteaba su camino a travs de la roca a unos metros. Haba escogido este punto al
principio de su cautividad como un lugar adonde tendra agua disponible, y en los das
posteriores haba aprendido a encontrarlo sin usar su vara de luz.

Alcanz el riachuelo, localiz la roca plana convenientemente ubicada adonde dejaba la

pequea botella de solucin limpiadora personal de su equipo de supervivencia, y se
desvisti de su traje de salto. La ropa misma era una del tipo de ltimo modelo que eran
equipo estndar a bordo de las naves de Karrde y se les poda limpiar el polvo y los
aceites con facilidad. A la misma Mara, desafortunadamente, no; y si iba a tener visitas
le pareca razonable ponerse presentable.

El agua era poco profunda, corra rpido, y estaba helada. Mara se la salpic por
encima, intentando que no la afectara demasiado el shock trmico. Unas gotas de
solucin limpiadora frotadas vigorosamente en la piel y el cabello, otra zambullida
agnica en el hielo lquido del riachuelo para enjuagarse, y haba terminado. Una brisa
slo marginalmente ms tibia flua a lo largo del mismo camino que el agua, y se qued
parada en esa corriente por unos minutos, sacudindose el exceso de agua y
desenredndose el cabello hasta que estuvo mayormente seca. Metindose de nuevo en
su traje de salto, recogi sus cosas y se dirigi de vuelta a su campamento.

Justo a tiempo. Todava estaba ordenando de nuevo su equipo en sus nichos apropiados
en su paquete cuando capt los primeros parpadeos de luz reflejada contra las paredes
rocosas y el techo alto. Enrollando su cama enrollable y metindola en su paquete, se
sent en su "silla" -otra roca mayormente plana- y esper.

Pareci tomar una inmoderada cantidad de tiempo antes de que la luz movediza
finalmente se volviera un Maestro Jedi llevando una vara de luz; pero cuando lo hizo
ella finalmente entendi la razn para el viaje tan lento. El mismo Luke estaba cargando
con lo que pareca un equipo de supervivencia del tipo con-todo-menos-
amortiguadores-aluviales que a la gente de Karrde le gustaba armar; y rodando
torpemente pero esforzndose en el suelo desigual junto a l estaba su droide
astromecnico R2.

"Mara?" llam Luke, con voz que haca eco a travs de la cueva.

"Aqu estoy," respondi Mara, ponindose de pie y ondeando su vara de luz. "Seguro
que se tomaron su tiempo."

"Lo siento," dijo secamente l, avanzando hasta ella. "No pudimos encontrar la tienda
de alquiler de airspeeders local y tuvimos que caminar. Te ves bien."

"T te ves terrible," contrapuso ella, examinndolo con ojo crtico. Su chaqueta y el
traje de salto debajo de ella estaban manchados con suciedad y sudor y aqu y all
estaban punteados con pequeas rasgaduras y perforaciones. "Cunto tuvieron que
caminar, de cualquier forma? Medio camino alrededor del planeta?"

"No, slo aproximadamente diez kilmetros," dijo l, bajando el paquete de sus

hombros al suelo y pasndose una mano por el cabello. "Pero eran precipicios y
desiertos todo el camino."

"Y espinos, aparentemente," agreg Mara, sealando las rasgaduras en su traje de salto.
"Quieres limpiarte? Hay un arroyo justo all que no tiene demasiado hielo flotando en
l."

El droide borbot. "Quiz ms tarde," dijo Luke. "Cmo te han estado tratando?"

Mara se encogi de hombros. "Ambiguamente," dijo. "Al principio pens que me

estaban manteniendo prisionera. Pero no pareca importarles si me mova por el rea
inmediata, as que pens que poda haber estado equivocada. Por otro lado, tampoco me
dejaron ir demasiado lejos en ninguna direccin, y todava tienen mi sable de luz y el
blster que me quitaron."

"Tu blster?"

"S, mi blster," dijo Mara, poniendo un tono de ya basta en su voz. Los aliengenas le
haban quitado sus dos armas principales; pero no haban visto el diminuto blster de
respaldo acurrucado en la pistolera contra su antebrazo izquierdo. Hasta ahora no haba
tenido ocasin de usarlo, pero tampoco quera que Luke anunciara su existencia. "Y mi
sable de luz," repiti ella. "As que ahora no estoy segura de qu est pasando."

"S, mis guas qom jha me contaron que tienes problemas para entenderlos," dijo Luke.
Aparentemente, haba captado el mensaje sobre el blster. "Me suena que la razn por la
que te trajeron aqu fue para mantenerte a salvo."

"Me tema eso," dijo Mara, sintiendo que sus mejillas se calentaban y esperando que su
mortificacin no fuera visible. Ya era bastante malo que alguien hubiera tenido que
venir todo el camino hasta aqu al borde del Espacio Desconocido para rescatarla
despus de que se golpe el costado de la cabeza con esa roca. Peor aun que tuviera que
ser Luke Skywalker, Maestro Jedi que probablemente tena un milln de cosas mejores
que hacer con su tiempo. Pero que el "rescate" fuera de lo que era esencialmente un
improvisado servicio de niera aliengena era avergonzante ms all de las palabras.

"No te preocupes por eso," dijo Luke en voz baja.

Ella se ruboriz ms fuerte. "Rayos, Skywalker, mantnte fuera de mi mente."

Sinti el rubor de la vergenza por parte de l por la intrusin involuntaria. "Lo siento,"
se disculp. "Pero no lo quise decir de esa forma. Dicen que necesitaban protegerte
porque te estaban persiguiendo los Amenazadores de la Torre Alta."

Mara frunci el ceo, su vergenza abruptamente olvidada. "Amenazadores?"

"Ese es el nombre qom jha para ellos," dijo Luke. "Seres similares a nosotros, segn
ellos, y aliados con el Imperio."

"Terrfico," murmur Mara. Con su atencin enfocada estos ltimos das en la

supervivencia y la exploracin de sus alrededores, la razn por la que haba venido a
Nirauan en primer lugar prcticamente se haba perdido en el fondo de su mente.

Pero ahora regres de golpe: la nave espacial misteriosa que ella y Luke haban
descubierto acechando alrededor de la base de los Piratas Cavrilhu, y la que ms tarde
haba zumbado al Destructor Estelar privado de Booster Terrik. Seres aliengenas y
tecnologa aliengena, pero con un sabor distintivamente Imperial mezclado en el
diseo. "As que tenamos razn," dijo ella. "Ellos estaban cazando Imperiales en la
base Cavrilhu."

"Est empezando a sonar de esa forma," dijo Luke. "Aunque no te olvides de que slo
tenemos la palabra de los qom jha en esto. Necesitaremos comprobarlo por nosotros
mismos."

"Um." Mara lo mir. "As que ellos pueden hablar contigo, huh?"

"A travs de la Fuerza, s." Luke hizo una pausa, con los ojos ligeramente desenfocados
como si estuviera escuchando un sonido dbil. Mara se estir a la Fuerza, pero aparte de
los chirridos normales de las criaturas todava slo poda captar las familiares casi-
voces formando casi-palabras. "No puedes or eso?" pregunt l.
"No comprensiblemente," admiti Mara. La idea la incomodaba casi tanto como tener
que ser rescatada. "Qu estn diciendo?"

"Por el momento, no mucho," dijo Luke. "Estn esperando que llegue su Regateador.
Entiendo por una conversacin que tuve ms temprano con un grupo llamado los qom
qae que se es el trmino local para lder o portavoz."

"Ah." Mara frunci el ceo cuando una oleada de disgusto atraves las casi-voces.
"Capto el sentimiento distintivo de que no les gustan mucho los qom qae."

"S, ya lo s," convino Luke, con tono un poco intranquilo. "En realidad, puede ser
parcialmente por mi culpa. Creo que estn disgustados por que traje a un qom qae aqu
conmigo."

"No es necesariamente la cosa ms inteligente que podras haber hecho."

"Pas el ltimo par de das guindome hasta aqu," dijo Luke, sonando un poco a la
defensiva. "Quiso venir adentro y verte, y yo decid que se lo haba ganado. Adems,
probablemente cualquier cosa que est pasando involucra a ambos grupos."

"Podra ser." Mara mir alrededor de ellos. "Adnde est este gua tuyo?"

"All arriba en alguna parte," dijo Luke, pasando el rayo de su vara de luz por el techo.
Cada uno de los qom jha parecidos a mynocks se agit cuando el punto de luz pas,
alejndose de la luz intensa.

Todos excepto uno, una criatura algo ms pequea cuya piel curtida pareca ser de un
color ligeramente diferente al de los seres arracimados estrechamente alrededor de l.
Tambin al contrario de los otros, que colgaban casualmente de grietas o salientes en el
techo, este estaba emperchado torpemente al derecho en una roca saliente en la pared.
"Es ese?" pregunt Mara.

"S," dijo Luke, manteniendo la luz all un momento y entonces retrocedindola hacia el
suelo. "Se llama Nio De Los Vientos."

Mara asinti, recordando su vuelo de llegada a travs del can profundo y todas las
pequeas cuevas que haba notado salpicando las paredes de roca por el camino.
"Supongo que los qom qae viven en los acantilados?"

"All est su nidada, por lo menos," dijo Luke. "Su padre tambin es su Regateador."

"Tienes amigos en lugares altos," dijo Mara. "Eso podra ser til."

"No estoy seguro de que 'amigos' sea exactamente la palabra que habra usado," dijo
secamente Luke. "Parecen haber huido con mi ala-X cuando no estaba mirando, y Nio
De Los Vientos no puede o no me quiere contar adonde se lo llevaron. Debe haber
hecho falta un gran nmero de ellos para siquiera moverlo."
"Lo hizo," dijo Mara con una mueca. "Lo s porque vi a los qom jha hacer lo mismo
con mi Defensor, arrastrndolo a la cueva a quin sabe dnde. Parece que tienen ms en
comn con los qom qae que lo que podra gustarles."

"En realidad, tu Defensor no est muy lejos," dijo Luke. "Erreds y yo lo vimos en
nuestro camino adentro. Le dio un rpido examen -no pareca estar daado."

"Eso es un alivio," dijo Mara, un pequeo peso se le quit de encima. El Defensor poda
ser intil para llevarla a casa, pero sin l ni siquiera poda salir del suelo. "Despus de
todo lo que Karrde tuvo que hacer para poner sus manos en l, me matara si lo pierdo.
Cundo viene l aqu con el respaldo?"

Luke hizo una mueca de dolor. "Bueno, para ser honesto... le dije que no enviara a nadie
ms."

Mara sinti que su boca se secaba un poco. "Lo hiciste," dijo ella, esforzndose por
mantener la calma en la voz. Si Luke estaba empezando a volver a sus viejos hbitos de
Jedi omnipotente... "no crees que nosotros dos tomando a toda una fortaleza llena de
enemigos desconocidos es darnos demasiada ventaja, no?"

Una mirada extraa pas por su cara. "No es eso en absoluto," protest l. "Slo cre
que no sera una buena idea que toda una fuerza de batalla viniera a la carga al sistema.
Especialmente dado que no sabamos si t eras una prisionera o no."

"Supongo que eso tiene sentido," concedi Mara, los nudos se aflojaron un poco.
"Supongo que eso significa que tampoco tienes un Crucero Estelar acechando en el
sistema exterior?"

"Dudo que la Nueva Repblica pudiera darme siquiera un transporte armado ahora
mismo," dijo Luke, con expresin que se volvi austera. "Las cosas estn ponindose
muy feas all afuera."

"Djame adivinar. Caamas y los bothanos?"

"Caamas, los bothanos, y mil mundos que usan a Caamas como una excusa para pelear
por viejos rencores contra sus vecinos," le cont. "Y francamente, estoy empezando a
preguntarme si hay alguna forma de detenerlo en absoluto."

"Que idea tan alegre," gru Mara. "Ocupmonos de un problema a la vez, est bien?
Empezando por confirmar que estos Amenazadores son los mismos que estamos
buscando. Cremos ver una de esas naves aliengenas en su camino de entrada cuando
salimos de la velocidad de la luz, pero estaba demasiado lejos para hacer una
identificacin positiva."

"Oh, son los mismos," le asegur Luke. "Dos de ellos se ofrecieron a escoltarme abajo,
y entonces intentaron derribarme."

Mara hizo una mueca. "Supongo que eso dice de qu lado estn."
"No necesariamente," la previno Luke. "O por lo menos, no permanentemente.
Podramos poder persuadirlos -espera un segundo. El Regateador est aqu."

Mara asinti; ya haba sentido la anticipacin que flua anticipndose a la nueva llegada.
"Vas a tener que traducirme," le dijo ella. "Deseara poder orlos por mi misma."

"Eso seguro que hara las cosas ms fciles," convino Luke, arrugando la frente
pensando. "Me pregunto si -ven, dame tu mano."

"Mi mano?" repiti Mara, frunciendo el ceo, mientras extenda su mano izquierda
hacia l.

"Yo puedo sentirlos," explic, tomando su mano con su derecha y agarrndola

firmemente, "y podemos sentirnos entre nosotros. Si podemos hacer ese vnculo lo
suficientemente fuerte..."

"Vale la pena intentarlo," convino Mara, estirndose a la Fuerza. Las comunicaciones

de los aliengenas estaban de hecho ms claras ahora, como palabras susurradas debajo
de los chirridos slo un poco demasiado suaves para or. Se estir ms fuerte,
frunciendo el ceo de concentracin.

"Intentemos esto," dijo Luke, acercndose a su lado y volvindose para mirar en la

misma direccin que ella. Cambiando su mano de su derecha a su izquierda, desliz su
brazo derecho alrededor de su cintura y se inclin para tocar el costado de su cabeza
contra la suya.

Y en ese momento, como una pantalla defectuosa cuya auto-sintona acabara de

encenderse, los vagos sonidos y sensaciones que haba estado captando durante las
ltimas dos semanas abruptamente se unieron en palabras.

- el Regateador para esta nidada de los qom jha, las palabras fluyeron a travs de su
mente. Soy conocido como Comedor De Trepadores de Fuego. Los qom jha nos
regocijamos de que por fin hayas venido a nosotros.

"Nosotros nos alegramos de estar aqu," dijo gravemente Luke. "Yo soy Luke
Skywalker, como ya pareces saber. sta es mi amiga y aliada, Mara Jade."

Una oleada de emocin barri por la cmara. Por qu la traes aqu a nosotros, Maestro
Caminante Del Cielo? Demand Comedor De Trepadores De Fuego, con una rara
especie de cautela en su tono.

Luke frunci el ceo. "Yo no la traje; ella vino por su propia volicin. Hay algn
problema?"

No prestaste atencin a nuestro mensaje con respecto a esta Jadeo De Mara? Pregunt
Comedor De Trepadores De Fuego. Seguramente ya debes haberlo recibido.

"No he recibido ningn mensaje de ustedes," dijo Luke. "Cundo y dnde fue
enviado?"
No entiendo, dijo Comedor De Trepadores De Fuego, sonando cauteloso ahora. Qu
quieres decir con ningn mensaje?

"Quiero decir ningn mensaje," dijo Luke. "Nunca haba odo hablar de ustedes o de
este mundo hasta que los amigos de Mara me contaron acerca de su captura."

Pero los mensajes han sido enviados, insisti Comedor De Trepadores De Fuego. As
fue prometido por el Regateador de los qom qae-

Se interrumpi, sus alas aletearon ominosamente. T? Qom qae, dijo entre dientes.
Adelntate y habla en defensa de tu nidada.

Hubo una sbita conmocin alrededor de la seccin de la pared adonde Nio De Los
Vientos se haba emperchado. Mara gir su vara de luz en esa direccin, justo a tiempo
para ver al pequeo qom qae dejarse caer hacia el suelo para evitar a tres qom jha
intentando echarse encima de l. Alteraron su direccin hacia l; cambiando de
direccin l mismo, Nio De Los Vientos traz una curva hacia arriba y hasta una ancha
grieta en la pared opuesta cerca del techo. "Djenlo tranquilo!" advirti speramente
Luke. "Es slo un nio."

Es un qom qae, ri el Regateador mientras Nio De Los Vientos se zambulla de

cabeza en la grieta. Carga con la responsabilidad de las traiciones de su nidada.

Luke dej ir la mano de Mara y se alej un paso largo de ella. "No lo lastimarn ni lo
atormentarn," dijo en un tono de comando, sus palabras puntuadas por el chasquido-
siseo y la brillante hoja verde de su sable de luz. "Djenlo tranquilo, y yo le har las
preguntas."

Un Jedi con su sable de luz encendido, en la experiencia de Mara, era una imagen que
normalmente haca que los seres conscientes hicieran una pausa por uno o dos
momentos de sobria reflexin. Los qom jha o no entendan, no les importaba, o sino
asuman que cinco metros de espacio vertical seran una proteccin adecuada contra el
arma resplandeciente debajo de ellos. A la luz verde Mara poda ver a Nio De Los
Vientos intentando apretujarse ms adentro en la limitada proteccin de la grieta, sus
garras acuchillando ineficazmente hacia los tres qom jha que revoloteaban a su
alrededor. Un comando medio-sentido del Regateador, que ya no era entendible ahora
que Luke se haba separado de ella, y otro grupo de qom jha se separ del techo y se
movi hacia la confrontacin.

Y era tiempo, decidi ella, de recordarles a los aliengenas exactamente con quin era
que estaban tratando aqu. Pasndose su vara de luz a su mano izquierda, sac su blster
de respaldo de su pistolera en el antebrazo con su derecha y dispar tres tiros
precisamente ubicados en la pared alrededor del escondite de Nio De Los Vientos.

Con un chillido sobresaltado los qom jha atacando se alejaron de los disparos y las
astillas voladoras de roca, revoloteando por un momento antes de colgarse en nuevas
posiciones en el techo lejos del qom qae sitiado. Otro comando medio-sentido del
Regateador, y un silencio tenso descendi en la caverna. "Hace un minuto lo llamaste
Maestro," grit Mara hacia los aliengenas. "Es un Maestro Jedi que debe ser respetado
y obedecido, o no?"
Hubo una sucesin de casi-palabras. "Traduccin?" murmur Mara.

"Dijo, 'No ests en el lugar de hablarle as al Regateador de los qom jha,' " le cont
Luke, pasndose su sable de luz a la mano izquierda y caminando de vuelta a su lado.
Manteniendo una mirada cautelosa en el techo, volvi a poner su brazo alrededor de ella
y toc su cabeza con la suya-

-de hecho, ahora mismo cuelgas agarrado de roca que se desmenuza, vino de nuevo a su
mente la voz de Comedor De Trepadores De Fuego. Niegas que eres lo mismo que
Jadeo De Mara que una vez vol con la nidada del Imperio?

El brazo de Luke pareci tensarse en la espalda de Mara. "Qu quieres decir?"

pregunt cautelosamente.

Aqullos en la Torre Alta han hecho grandes insinuaciones y regateos acerca de este ser,
dijo Comedor De Trepadores De Fuego, con tono oscuro. Quizs es nuestra confianza
en ti la que cuelga de roca que se desmenuza, Maestro Caminante Del Cielo.

"O quiz la roca que se desmenuza est sobre sus propias cabezas," contrapuso Mara
antes de que Luke pudiera contestar. "Si algn aliado del Imperio est hablando sobre
m, es porque estoy cerca del primer lugar en su lista de enemigos. O no se molestaron
en escuchar toda la conversacin?"

El Regateador alete sus alas de nuevo, pero esta vez haba un toque de incertidumbre
en el gesto. Su idioma no es fcilmente entendible, concedi. Sin embargo ya hemos
sido traicionados una vez por los qom qae, y no deseamos agregar una traicin a otra.
Maestro Caminante Del Cielo, dijiste que forzaras al qom qae a hablar en defensa de
su nidada?

"Dije que le hara preguntas," corrigi amablemente Luke, apagando su sable de luz.
"Nio De Los Vientos, baja aqu."

Hubo un momento de vacilacin; y entonces el qom qae se sali de la grieta y se dej

caer para aterrizar en una piedra al lado de Luke. Aqu estoy, Jedi Caminante Del Cielo,
dijo, manteniendo un ojo cauteloso en el techo.

"Recibi tu nidada de los qom qae mensajes para m o para la Nueva Repblica de esta
nidada de los qom jha?" pregunt Luke. "Y le prometi su Regateador a Comedor De
Trepadores De Fuego que tu nidada entregara esos mensajes?"

Nio De Los Vientos pareci encoger las alas por encima de su cabeza, con un pesado
sentimiento de culpa nerviosa emanando de l. No es mi lugar regatear por mi nidada,
dijo l. Cazador De Los Vientos-

Cazador De Los Vientos no est aqu, lo interrumpi bruscamente Comedor De

Trepadores De Fuego. Contesta la pregunta.

Nio De Los Vientos se hundi ms en sus alas. Es como dices, concedi

renuentemente.
"Bueno, eso es prctico," murmur Mara. "Podramos haber sabido de este lugar hace
aos."

"Suena de esa forma," dijo Luke. "Por qu no fueron enviados los mensajes, Nio De
Los Vientos?"

Cazador De Los Vientos concluy que no sera seguro, dijo el joven qom qae. Un qom
qae necesitara agarrarse de una de las mquinas voladoras de los Amenazadores y
soportar un largo viaje a travs del fro y oscuridad antes de que pudiera alcanzarte.

sa no es ninguna razn para traicionar sus regateos, dijo desdeosamente Comedor De

Trepadores De Fuego. Los qom qae han volado as a travs de la oscuridad muchas
veces, o eso dicen. Admite que fue la cobarda y el temor lo que caus su traicin.

Ustedes los qom jha estn a salvo en sus cuevas, respondi el fuego Nio De Los
Vientos. Nosotros los qom qae vivimos al aire libre.

No nos amenazan a todos los Amenazadores? demand Comedor De Trepadores De

Fuego, aleteando sus alas.

Entran los Amenazadores en sus cuevas para buscar venganza de los qom jha?
contrapuso el joven qom qae. Su venganza caera solamente en los qom qae.

No fueron los qom jha los que arriesgaron primero sus vidas intentando averiguar los
planes de los Amenazadores? No continan los qom jha tomando tales riesgos?

Averiguaron algo de valor los qom jha? No confundieron a esta amiga y aliada del
Jedi Caminante Del Cielo con alguien que volaba en la nidada de los Amenazadores?

"Es suficiente," dijo Luke a la discusin. "Cualquier cosa que haya pasado ya ha pasado
y no puede cambiarse, e intentar deslindar responsabilidades no servir de nada. Est
bien, as que los mensajes no fueron enviados. Pero nosotros estamos aqu ahora, y
estamos dispuestos a ayudarlos."

"La pregunta," agreg Mara, "es si son dignos de nuestra ayuda."

Luke medio se volvi para fruncirle el ceo. "Qu ests-?"

"Silencio," murmur ella. "Confa en m. Bueno, Comedor De Trepadores De Fuego?"

Hubo otro tenso silencio. Tememos a los Amenazadores, el Regateador concedi casi
de mala gana. Los qom jha y qom qae vuelan al igual a la sombra de sus garras.
Querramos que se nos quite esta amenaza, si estn dispuestos.

"S, entendemos sus deseos," dijo Mara. "Pero sa no es la pregunta. La pregunta es si

merecen nuestra ayuda. Y en ese caso, cmo piensan demostrarlo."

Qu prueba buscas?
"Para empezar, necesitaremos ayuda para entrar a la Torre Alta," dijo Mara. "Supongo
que su gente ha estado entrando por alguna parte de este sistema de cuevas;
necesitaremos guas a esa entrada. Despus de eso, podemos necesitar que algunos de
ustedes hagan interferencia o exploren el territorio."

El Regateador alete las alas. Tu pedido pondr a esta nidada en peligro.

"Tu pedido nos pone en peligro," contrapuso Mara. "Preferiras que cancelemos todo y
nos vayamos ahora mismo?"

Hubo una conversacin breve de fondo, demasiado rpida o demasiado aliengena para
que Mara la entendiera. "Espero que sepas lo que ests haciendo," murmur Luke.

"No importa cmo lo interpretes, vamos a necesitar guas," dijo Mara. "De cualquier
forma, ya he tratado con esta clase de cultura antes. Cualquiera que llame a su lder
'Regateador' espera que le regateen. Ofrecer hacer algo para ellos gratis y esperar que
devuelvan el gesto usualmente no funciona. Los hace sospechar, en primer lugar."

Al lado de Luke, Nio De Los Vientos se agit. Qu hars conmigo ahora, Jedi
Caminante Del Cielo? pregunt.

"No te preocupes," dijo Luke. "Me asegurar de que puedas salir a salvo de aqu y
vuelvas a tu nidada."

El qom qae encogi las alas. No puedo regresar.

Luke frunci el ceo. "Por qu no?"

No me aceptarn, dijo. He desobedecido al Regateador de los qom qae, y no se me

permitir volver a unirme a la nidada.

Luke movi la cabeza al costado. "No se te permitir volver a unirte?" pregunt

significativamente. "O no se te permitir volver a unirte sin castigo?"

Las emociones del joven aliengena se agitaron bruscamente. Preferira ir con ustedes a
la Torre Alta, dijo. Si puedo ver directamente los peligros que representan estos
Amenazadores, los entender mejor. Quizs pueda persuadir a otros de los qom qae a
ayudarlos.

"Como te dije: regateadores," dijo irnicamente Mara.

"S, estoy empezando a entenderlo," dijo Luke en el mismo tono. "Aprecio la oferta,
Nio De Los Vientos. Pero es probable que esto sea muy peligroso."

Viajar su mquina con ustedes?

Mara mir al droide astromecnico, apartado al costado trinando en silencio para s

mismo. "sa es una buena pregunta," convino ella. "Definitivamente nos reducir la
velocidad."
"Cierto, pero si queremos alguna oportunidad de acceder a los sistemas de
computadoras de la Torre Alta lo necesitaremos con nosotros," seal Luke.

"Asumiendo que pueda siquiera ser compatible con esas redes," advirti Mara. "Son
aliengenas, sabes."

"Sabemos que usan tecnologa Imperial en sus naves espaciales," le record Luke. "Hay
buenas oportunidades de que tambin tengan al menos un par de nuestras computadoras
all."

Si tu mquina viaja con ustedes, por qu no puedo yo? habl de nuevo Nio De Los
Vientos. Una vez que estemos en las luces brillantes y el aire abierto de la Torre Alta,
yo sera un mejor explorador que estos moradores de cuevas.

"Excepto que no sabes nada sobre la Torre Alta," dijo Luke. "Adems de lo cual,
considerando la rivalidad entre sus dos nidadas, no creo que Comedor De Trepadores
De Fuego te quiera hurgando en su territorio ms de lo necesario."

Nio De Los Vientos esponj las alas. Entonces quizs es tiempo de que esa rivalidad
termine, dijo altaneramente. Quizs es tiempo de que un qom qae valiente y honorable
se adelante y arregle la roca desmenuzada debajo de nuestras garras.

Luke y Mara intercambiaron miradas. "T?" arriesg Luke.

Dudas de mi sinceridad? replic Nio De Los Vientos. De m, que desafi al

Regateador de mi propia nidada para traerte aqu?

"No es tu sinceridad lo que cuestionamos," le asegur Luke. "Es- bueno-"

Es mi edad, entonces, dijo el joven qom qae, con tono distintivamente ofendido ahora.
No creen que un nio todava llamado por el nombre de su padre pueda lograr grandes
hazaas.

Abruptamente, Mara not que la discusin en el techo haba cesado. Comedor De

Trepadores De Fuego y los otros qom jha estaban escuchando con atencin a la
conversacin debajo de ellos.

Y se le ocurri que con un miembro de una nidada rival en el viaje, quienquiera que
Comedor De Trepadores De Fuego enviara con ellos se esforzara el doble para mostrar
cunto ms tiles podan ser los qom jha. "No, no estamos preocupados acerca de tu
edad," le dijo ella a Nio De Los Vientos. "Despus de todo, todava era casi una nia
cuando part en mi primera misin para el Emperador. Luke no era tanto mayor cuando
empez a volar con los guerreros de la Rebelin."

Poda sentir el ceo de Luke. Pero l obviamente entendi su tono, porque asinti en
acuerdo. "Ella tiene razn," le cont al qom qae. "A veces el deseo de tener xito y la
buena disposicin para aprender son ms importantes que la edad o la experiencia."
"La parte de 'buena disposicin para aprender' significa que obedecers rdenes,"
agreg severamente Mara, "Si uno de nosotros te dice que te detengas, muevas, agaches,
o salgas del camino, lo haces y haces preguntas despus. Entendido?"

Obedecer sin preguntar, dijo Nio De Los Vientos, y no haba ninguna duda en la
exuberancia juvenil de su tono. No se arrepentirn de su decisin.

Luke mir arriba a los qom jha. "Los qom qae nos han dado los servicios del hijo de su
Regateador," dijo. "Qu ofrecen los qom jha como prueba de su propio mrito?"

Ser de hecho difcil para los qom jha corresponder un regalo tan valioso, dijo Comedor
De Trepadores De Fuego, con una nota distintiva de sarcasmo en su tono. Sin embargo,
no podemos ms que intentarlo.

Alete las alas en una orden silenciosa, y tres de los qom jha se dejaron caer del techo
para aterrizar en perchas de roca delante de Luke y Mara. Hendedor De Piedras,
Custodio De Las Promesas, y Constructor Con Enredaderas han todos desafiado los
peligros de las cavernas para entrar a la Torre Alta. Ellos los guiarn hasta all y los
protegern lo mejor que puedan de los peligros de las cavernas.

"Gracias," dijo Luke, inclinando la cabeza. "Parece que los qom jha son de hecho
dignos de nuestra ayuda."

Los qom jha estn complacidos de ser considerados as, dijo Comedor De Trepadores
De Fuego. Aunque, el camino es largo y para seres sin vuelo el viaje hasta la entrada
requerir varios ciclos del sol. Cuando alcancen el lugar y estn preparados para entrar,
enven un mensaje y otros cazadores de los qom jha se les unirn para servir como
protectores.

"Eso ser muy til," dijo Luke. "De nuevo, te lo agradecemos."

"Y tambin querr mi blster y sable de luz de vuelta," agreg Mara.

Te sern devueltos en seguida, prometi Comedor De Trepadores De Fuego.

Hablaremos de nuevo, Maestro Caminante Del Cielo. Hasta entonces, adis.

Se dej caer del techo y desapareci revoloteando en la oscuridad ms all del alcance
de las varas de luz, seguido por el resto de los qom jha. Un minuto ms tarde, slo
quedaron Nio De Los Vientos y sus tres guas qom jha.

"Eso pareci funcionar bien," coment Mara.

"S que lo hizo," convino Luke. "Me arrepiento de todo."

"Te arrepientes de qu?"

"De cualquier duda que pudiera haber tenido," dijo l. "Estuviste brillante. Qu tan
pronto puedes estar lista para partir?"
"Ya estoy lista ahora," dijo Mara, dndole una mirada crtica. "Pero claro, yo
simplemente he estado sentada por aqu durante las ltimas dos semanas sin nada que
hacer excepto contar rocas. La pregunta es si t ests listo para una caminata o si
preferiras tomarte unas horas para descansar primero."

El droide trin con sentimiento. "Creo que Erreds est votando por un descanso," dijo
Luke con una sonrisa. La sonrisa se desvaneci. "Pero, no, creo que hemos de ponernos
en movimiento en cuanto podamos. Oste a Regateador- todava tenemos un largo
camino por delante."

"Y tienes un milln de cosas mejores que hacer de vuelta en casa," dijo Mara, sintiendo
una oleada fresca de culpa.

"Yo no dije eso," dijo ligeramente Luke.

"No significa que no sea verdad," gru ella. "Mira, si quieres salirte, estoy segura de
que los qom jha y yo?"

"No," dijo rpidamente l.

Rpidamente; y slo un poquito demasiado speramente. "Alguien te pis el pie all?"

pregunt, mirndolo curiosamente.

Pero si haba habido alguna pista en su expresin, estaba enterrada ahora. "Yo necesito
estar aqu," dijo l en voz baja. "No me preguntes por qu."

Por unos latidos del corazn se miraron fijamente entre s. Mara se estir con la Fuerza,
pero las emociones de Luke no estaban revelando nada ms que su cara. "Est bien,"
dijo ella por fin. "Djame buscar mi paquete. Supongo que Karrde no pens en mandar
una vara de luz de repuesto junto contigo."

"De hecho, envi tres," dijo Luke, agachndose al lado de su paquete y sacando una de
ellas de un bolsillo externo. "Oh, y debera volver a llenar estas cantimploras antes de
que salgamos. Dijiste que haba un arroyo cercano?"

"Est justo all," dijo Mara, sealando en esa direccin mientras iba hacia a su paquete y
se agachaba al lado de l. "Espera un segundo y te lo mostrar."

No, no lo preguntara, decidi mientras ajustaba los sellos. No ahora. Pero encontrara
una forma para plantear el tema de nuevo ms tarde.

Porque cualquier cosa que fuera, era algo que tena a Luke preocupado. Y algo que
preocupaba a un Caballero Jedi era algo que de hecho mereca una muy cuidadosa
atencin.

"Est bien," dijo ella, ponindose de pie y colgndose el paquete sobre un hombro.
"Sgueme. Y cuidado adonde pisas."

CAPTULO
7
"Ah est," dijo Han, sealando afuera con la cabeza por el ventanal del Halcn. "Pakrik
Minor. No hay mucho que ver, no?"

"Es precioso," le asegur Leia, mirando al mundo verde-azul manchado que se cerna
delante de ellos. Unas vacaciones. Unas vacaciones de verdad. Nada de Coruscant; nada
de poltica; nada del asunto de Caamas; nada de antiguas venganzas y guerras latentes.
Ni siquiera nada de hijos, droides, o noghri vigilantes bajo sus pies. Slo ella y Han y
tranquilidad. "Granjas y bosques, dijiste?"

"Eso es todo lo que hay," prometi l. "Y vamos a ver poco de ambos. Sakhisakh llam
mientras estabas en las ceremonias de cierre y dijo que encontraron una linda pequea
posada manejada por una familia de granjeros al borde de uno de los bosques."

"Suena maravilloso," dijo soadoramente Leia. "Se volvi a quejar acerca de que l y
Barkhimkh deban esperarnos en el espaciopuerto?"

"Oh, todava no estn contentos acerca de dejarnos as solos," dijo Han con un
encogimiento de hombros. "Especialmente no despus de ese alboroto en Bothawui.
Pero saben obedecer rdenes." Sonri astutamente. "Y creo que se sinti mejor cuando
le cont que estaramos bajo una ID falsa."

Leia parpade. "Una qu?"

"S- no te lo cont?" pregunt Han, radiando inocencia. "Traje una vieja ID de

contrabandista con la que reservar el cuarto."

Le envi una de su repertorio de miradas pacientes. "Han, sabes que no podemos hacer
eso."

"Seguro que podemos," dijo, como de costumbre ignorando la mirada. "De cualquier
forma, se supone que me estabas dejando todo a m, recuerdas?"

"No recuerdo que romper la ley estuviera en el programa," dijo Leia. Pero las tensiones
ya estaban empezando a desvanecerse, y descubri con apacible sorpresa que el
problema de los IDs falsos ni siquiera enviaba una olita de culpa por su conciencia.
Considerando algunas de las cosas que haba hecho en su vida -incluyendo la rebelin
abierta y activa contra un gobierno legalmente establecido- esto apenas era algo de qu
preocuparse. "No te saldras con la tuya si Trespe estuviera aqu."

"No sin tener que escuchar un sermn, por lo menos," dijo Han, haciendo una cara.

Leia sonri. "Oh, vamos, Han. Admtelo- tambin lo extraas."

"No lo hago," protest Han. "Yo slo- no importa."

"Qu no importa?"

Han hizo una mueca. "Pensar en Trespe me hace pensar en Karrde; y todava no me
gusta la idea de que l se haya ido afuera al Borde Exterior con esa mujer Shada D'ukal.
Ya s que no captaste ninguna traicin cuando hablamos con ella, pero todava pienso
que ella va a traer problemas."

Leia suspir. Shada D'ukal, ex-guardaespaldas del jefe contrabandista Mazzic, que se
haba deslizado casualmente a travs de la pantalla noghri en su departamento de las
Montaas Manarai y se haba invitado a su sesin privada de estrategia con Karrde y
Lando. Una aliada potencialmente poderosa? O una enemiga igualmente mortal?

"A m tampoco me gusta particularmente," le cont a Han. "Pero Karrde es un

muchacho grande, y fue su idea llevrsela. A propsito, conseguiste ponerte en
contacto con Mazzic alguna vez para preguntar por ella?"

Han agit la cabeza. "El rumor de que yo quiero hablar con l todava est flotando en
el bajo mundo, pero no pas nada antes de que dejramos Pakrik Major. Por supuesto,
ahora tendr que esperar hasta que volvamos."

Leia alz las cejas. "Quieres decir que ni siquiera le contaste a tus contactos
contrabandistas que bamos a Pakrik Minor? En serio que estas son unas vacaciones."

"Que lindo," gru l.

El silencio descendi a la cabina. Leia mir a Pakrik Minor que se acercaba

constantemente, intentando recuperar el humor que haba tenido antes de que surgiera el
tema de Karrde y Shada. Pero por alguna razn la paz se neg a venir. Se estir con la
Fuerza, intentando calmar sus pensamientos y emociones...

En el panel de control, la advertencia de proximidad empez a pitar. "Pilotos locos,"

murmur Han, fruncindole el ceo a las pantallas. "Qu espacios piensan que estn
haciendo?"

Y con el sobresalto de una palmada a la cara Leia entendi de repente. "Han, cuidado!"
dijo bruscamente.

l reaccion al instante, con reflejos de viejo contrabandista combinados con fe

incondicional en las habilidades Jedi de su esposa, para enviar al Halcn en una picada
abrupta de costado-

Justo cuando un par de brillantes rayos lser rojos rebanaron el espacio sobre ellos.

"Deflectores!" exclam Han, enderezndose de su picada y arrojando la nave en otro

giro.

Leia ya haba apretado el interruptor. "Encendidos," confirm ella, encendiendo el panel

de armas y echando una rpida mirada a la pantalla de popa. Haba tres naves pequeas,
del tamao de cazas estelares, disparando de nuevo mientras se esforzaban para
corresponder a las maniobras del Halcn. No haba IDs en ninguna de ellas. "Es esto
parte de la funcin?"

"No en mi boleto," rechin Han. "Gracias por la advertencia."

"Casi no tienes una," confes Leia, lanzando una salva de tiros por la batera quad lser
superior del Halcn. Los cuatro tiros erraron. "Pens que la sensacin que me
angustiaba era slo que me estaba preocupando por Karrde y Shada."

"Bueno, puedes empezar a preocuparte por nosotros ahora," dijo Han, arrojando la nave
en una vuelta de movimiento en espiral. "Quienesquiera que sean estos tipos, son
buenos."

"Eso no es lo que quera or," dijo Leia, encendiendo el comunicador. Hora de llamar a
la Defensa Pakrik por ayuda.

Pero sus atacantes estaban bien adelante de ella. "Estn bloqueando nuestras
transmisiones," le dijo severamente a Han. "Incluso las frecuencias privadas de la
Nueva Repblica."

"Como ya dije, son buenos," gru Han, inclinando el Halcn en otra vuelta evasiva.
"Te diste cuenta de que tambin esperaron hasta que estuviramos demasiado cerca del
planeta para saltar a la velocidad de la luz."

Ms rayos lser pasaron con un destello, ms cerca esta vez. Leia dispar otra andanada
en respuesta, errando de nuevo. "Son demasiado maniobrables para el enlace de
puntera de aqu abajo," dijo ella.

"S, ya s," dijo Han. "Me voy al quad superior. Preprate para tomar mi lugar."

Leia hizo una mueca de dolor. All arriba encima de la nave, con nada entre l y los
lseres de los atacantes excepto los escudos del Halcn y unos centmetros de
transpariacero...

Pero l tena razn: uno de ellos tena que hacerlo. E incluso con sus habilidades Jedi
para ayudarse, ella no era ni cerca de tan buena artillera como l. "Estoy lista," dijo,
agarrando la palanca de mando del timn del copiloto. La nica forma de protegerlo
ahora era asegurarse de que ninguno de esos lseres diera en el blanco. "Alguna
sugerencia de estrategia?"

"Slo intenta mantenerte fuera de sus miras," dijo Han, apoyndose un poco ms en la
palanca. Casi renuentemente, el Halcn sali de su giro- "Est bien; ah va," dijo l,
tecleando para pasarle el control a Leia y en el mismo movimiento saliendo de su
asiento. "Lo tienes?"

"Lo tengo," reconoci Leia. "Ten cuidado."

"S," dijo Han, y sali corriendo a toda velocidad de la cabina del piloto.

Leia le dio cinco segundos para llegar a la escalera, entonces hizo dar vueltas a la nave
en una maniobra de zambullida-y-giro diseada para confundir al atacante a que
rebasara su blanco. Pero sus perseguidores eran demasiado inteligentes para ser
engatusados tan fcilmente. Una mirada a la pantalla de popa mostr que todava
estaban all, pegados al Halcn como mynocks hambrientos. Otra salva pas de largo,
esta vez algunos de los rayos salpicaron el escudo deflector del Halcn.
"Est bien, ya estoy aqu," anunci la voz de Han por la unidad de comunicador. "Qu
tal ests t?"

"No tan bien como me gustara," le cont Leia. "Creo que han encontrado el rango."

"S, lo not," dijo secamente l. "Est bien- la nave aguantar. Slo mantnlos alejados
unos segundos ms."

"Lo intentar," dijo Leia, arrojando la nave en otro retorcido patrn evasivo e intentando
desesperadamente pensar en algo ms concreto que simplemente intentar mantenerse
fuera de su camino. Pero haba tan poco aqu con lo que trabajar. Estaban Han y ella y
el Halcn, con los atacantes cercndolos por detrs y el disco que llenaba el cielo de
Pakrik Minor empezando a cercarlos por delante.

Pakrik Minor... "Han, voy a bajar hacia el planeta," avis por el comunicador. "Incluso
con ellos bloquendonos, si podemos acercarnos lo suficiente alguien ha de notar lo que
est pasando y dar la alarma."

"Suena bien," dijo l. "Pero ten cuidado. Estos tipos no estn construidos para
maniobras atmosfricas, pero nosotros tampoco. Hah!"

"Qu?"

"Le di a uno. No lo hice ir mas lento, pero creo que le saqu sus escudos. Muvela."

El juego mortal continu. Leia forz el motor sublumnico del Halcn a todo lo que
daba, retorciendo su tortuosa ruta hacia la creciente mole de Pakrik Minor. El granizo
de fuego lser continu, la mayora errando, pero suficientes de los tiros estaban
acertando para volverse distintamente preocupante. Los indicadores rojos en el tablero
de estado ya superaban en nmero a los verdes, creciendo con cada salva. Sin ser
llamado, se le apareci un recuerdo: su primer viaje en el Halcn cuando escapaban
locamente de la Estrella de la Muerte, abrindose camino a travs de la lnea de cazas
TIE centinelas en su puja por escapar.

Pero entonces Luke haba estado con ellos, y Chewie y Trespe y Erreds. Y el Halcn
haba sido ms joven, menos temperamental. Adems de lo cual, Vader y Tarkin haban
de hecho querido que escaparan...

Abruptamente, el recuerdo fue destrozado por una brillante llamarada arriba y detrs de
ella. "Han?!"

"Le di!" brave la voz de Han por el comunicador. "Uno abajo, quedan dos. La nave
sigue aguantando?"

Leia arroj una mirada rpida a los tableros de estado. "S, pero slo apenas. Hemos
perdido los estabilizadores de flujo inico y estamos reducidos a menos de media
potencia sublumnica. Parece que con otro golpe directo, tambin perderemos el
deflector trasero."
Han gru. "Suena que es tiempo de intentar algo inteligente. Has hecho alguna vez
una reversa contrabandista?"

"Una o dos veces," dijo cautelosamente Leia. "Pero ya prob zambullirme y girar, y no
sirvi de nada. Probablemente saben todo acerca de las reversas contrabandistas."

"S, pero no vas a hacerla como ellos esperan," dijo Han. "Vas a girar el Halcn
alrededor como si fueras a frenar de golpe; pero en cambio vas a seguir dando vuelta el
resto del camino hasta que ests apuntando al planeta de nuevo y entonces dispararla
con todo lo que tiene. Eso debera dejarlos mal parados."

"Y si no lo hace?"

"Espera, no termin," dijo Han. "Dales unos segundos para encender sus motores para
intentar alcanzarte; y entonces haces una reversa contrabandista al derecho. Con algo de
suerte, pasarn de largo ms all de nosotros."

"O nos embestirn de lleno," dijo Leia con una mueca. "Ests listo?"

"Listo. Hazlo."

"Aqu va." Apretando los dientes, Leia apag el motor y retorci el Halcn hacia arriba.
Las estrellas giraron vertiginosamente -vio un vislumbre de los dos cazas esforzndose
en frenar para evitar rebasar su blanco- la mole iluminada por el sol de Pakrik Minor
gir de nuevo a la vista-

Y le dio toda la energa al motor de nuevo, la aceleracin la apret contra su asiento.

"Han?"

"Perfecto," report l con austera satisfaccin. "Puedes darme ms velocidad?"

"Lo siento, esto es todo," le dijo ella, verificando las pantallas.

"Est bien, ser suficiente," le asegur. "Preprate. Reversa contrabandista... ahora."

Agarrndose fuerte, Leia cort la energa y una vez ms arroj al Halcn en un giro.
Los cazas atacantes giraron de nuevo a la vista adelante de ella, mucho ms cerca esta
vez y enmarcados por el brillo de sus motores sublumnicos resplandeciendo a toda
potencia. Frenando la rotacin, le dio energa a al motor.

Los atacantes lo intentaron. Realmente lo hicieron. Pero incluso con su tamao ms

reducido tenan una buena cantidad de inercia, y con tanta energa ya usada no tenan
ninguna forma posible de detenerse. Con sus mentes radiando frustracin y rabia
impotente, pasaron disparados ms all del Halcn.

O ms bien, uno de ellos lo hizo.

La sacudida del impacto arroj a Leia de su asiento, el horrible crujido de alguna parte a
popa reson en sus odos. "Leia!" grit la voz de Han mientras que al eco del ruido se
le una una docena de alarmas. "Leia!"
"Estoy bien," respondi Leia por encima del fragor. "Han, nos dieron."

"Estamos perdiendo aire?"

"No- no lo s," tartamude Leia, parpadendole al tablero de estado apropiado mientras

algo intentaba oscurecer su visin. Se pas una mano por los ojos; pareci ayudar. "No-
el casco todava est intacto. Pero el motor y los repulsores-"

"Bajar en un minuto," la interrumpi Han. "Slo hazla aguantar."

Una mancha de luz y color atrap el rabillo del ojo de Leia. Alz la vista de los
controles, sobresaltada de ver a Pakrik Minor pasar girando de nuevo delante de ella. El
ltimo caza que quedaba estaba enmarcado en el centro del disco planetario,
menendose evasivamente mientras intentaba frenar su velocidad.

Pero aun mientras se daba la vuelta, Han le dio de lleno con una salva completa del
quad. Con una llamarada de mltiples destellos de fuego, ya no estaba all.

"Est bien, eso es," avis Han. "Estoy en camino, cario."

Leia asinti, pasndose de nuevo la mano por los ojos y volviendo su atencin a los
tableros de estado. El motor sublumnico no funcionaba, pero los indicadores no estaban
mostrando cunto dao real haba sufrido. Los repulsores estaban de una forma bastante
parecida; el caza condenado debi haber golpeado en la parte inferior del Halcn y
raspado su camino hacia atrs hasta la popa.

Tambin los haba golpeado fuera del centro- la nave todava estaba haciendo un lento
giro. Encendi los auxiliares para intentar enderezarlos, slo entonces notando que la
mano que se haba pasado por los ojos tena una raya brillante de sangre en ella.
Estirndose a la Fuerza, sonde la lesin y puso en movimiento el proceso curativo.

Y entonces Han estaba all, dejndose caer en el asiento del piloto al lado de ella. "Est
bien, veamos," murmur l, tecleando en su propio tablero de estado. La mir,
detenindose sobresaltado una segunda vez cuando not la mancha de sangre en su
frente. "Leia?!"

"Estoy bien- es slo un corte," le asegur Leia. "Qu vamos a hacer con el motor?"

"Arreglarlo, eso es lo que haremos," gru Han, saliendo del asiento de nuevo. "Y ser
mejor que lo hagamos rpido."

l parti a la carrera. Leia termin de ajustar la rotacin del Halcn y mir arriba de
nuevo-

Y contuvo la respiracin. Pakrik Minor que haba estado incmodamente grande

durante la batalla, ahora llenaba toda esa seccin del cielo.

Y estaba acercndose.
El Halcn haba estado con ellos toda su vida de casados, y con Han aun mucho ms
que eso, y Leia saba que a l le dolera terriblemente dejar ir la nave. Pero aferrarse
tanto a una posesin hasta que te matara era el colmo de la tontera. Haciendo una
mueca, apret la activacin de la cpsula de escape.

No pas nada.

"Oh, no," jade, apretando de nuevo, y de nuevo. "No."

Pero el resultado no cambi. Las cpsulas de escape estaban inoperantes.

Y ella y Han estaban atrapados en una nave arruinada, cayendo hacia el suelo.

Tragando saliva, encendi el comunicador. Sera difcil, pero ahora que el bloqueo se
haba ido, quiz la ayuda pudiera llegar a ellos a tiempo.

Pero el indicador del comunicador brillaba rojo, otra vctima del impacto del caza
condenado. Estaban aislados, y completamente solos.

Y estaban a punto de morir.

Leia respir hondo, estirndose a la Fuerza para silenciar el miedo. Ahora no era el
momento para paralizarse de pnico. "Han, las cpsulas de escape no estn
funcionales," avis, manteniendo la voz tan firme como pudo.

"Ya s," regres su voz tensa. "Vi eso cuando estuve all arriba. Intenta reiniciar el
propulsor."

Encontr la tecla, la apret. "Pas algo?"

"No todava," dijo l. "Djame intentar otra cosa."

"Quieres que vaya a ayudarte?"

"No, te necesito all en los controles," dijo Han. "Y mantn un ojo afuera- si ves otra
nave, intenta disparar una seal de emergencia de los quads."

Y espera que cualquier nave tan conveniente no sea un respaldo del ltimo grupo. "Est
bien."

Los minutos pasaron lentamente. Las luces rojas empezaron a parpadear tentativamente
de vuelta al verde mientras Han trabajaba; pero no las suficientes, y ni cerca de lo
suficientemente rpido. Un sonido silbante, suave al principio pero hacindose cada vez
ms fuerte, empez a llenar la cabina del piloto cuando el Halcn empez a abrirse
camino a travs de la atmsfera superior de Pakrik Minor sin el beneficio de escudos
para amortiguar el sonido y la friccin. El negro profundo del espacio sobre ella empez
a difuminarse ligeramente cuando cayeron ms profundo, y Leia pudo sentir la
temperatura subiendo ligeramente. Debajo de ella, los rasgos planetarios estaban
empezando a tomar forma: un lago aqu, una cordillera de montaas all, directamente
abajo y adelante un ancho y frtil valle.
"Intenta reiniciarlo de nuevo," dijo Han en el silencio de los pensamientos de Leia, su
voz la sobresalt.

"Est bien." Apret la tecla del interruptor, y esta vez hubo un tentativo rugido en
respuesta del motor.

"Est bien, tranquila," advirti Han. "No intentes detenernos de repente -este arreglo
chapucero no puede aguantar demasiado. Slo dale un poco de energa y fjate si puedes
empezar a reducirnos la velocidad. Y si tienes algn truco Jedi en tu manga, es hora de
darle un intento."

"Ya lo estoy intentando," dijo Leia, con un dolor en su corazn dentro de ella. Haba
estado intentndolo, de hecho, desde que comprendi toda la magnitud del peligro en el
que estaban. Haba intentado contactar a cualquiera sensible a la Fuerza en el sistema,
haba apartado las distracciones de la mente de Han para que pudiera concentrarse
mejor en su trabajo, se haba estirado a la Fuerza en busca de gua o inspiracin. Pero
nada de eso pareca haber ayudado; y con un sentimiento casi abrumador de impotencia
saba que no haba nada ms que ella pudiera hacer. No poda reparar los motores
sublumnicos con un movimiento de la mano, o detener la cada inexorable hacia el
planeta del Halcn, o llamar por ayuda adonde no exista ninguna.

Estamos perdidos. El lamento tantas veces repetido por Trespe hizo eco a travs de su
mente. Estaba muy bien que l no estuviera aqu, decidi ella. Ni los nios, a salvo en
Kashyyyk al cuidado de Chewbacca. Ni siquiera sus guardias noghri. Si era su hora de
morir, no haba necesidad de que nadie ms se fuera con ellos. Adis, Jacen, Jaina,
Anakin, pens hacia las estrellas, sabiendo que el mensaje casi seguro no llegara a
ellos, deseando con un profundo pesar poder verlos una ltima vez. En el tablero de
estado, casi perdido en el caos de all, la alarma de proximidad empez a pitar-

Y para asombro de Leia, una pequea nave pas rugiendo por arriba. "Han!" grit ella.
"Otra nave acaba de-"

Se interrumpi, la sbita oleada de esperanza atrapada como un hueso en su garganta.

La nave haba bajado la velocidad para igualarse al Halcn, volando justo arriba y
adelante de l, y dndole su primera vista clara de ella.

"Una nave?" llam excitado Han. "Adnde?"

Leia respir rpidamente. Una segunda nave se haba unido a la primera ahora, en
paralelo al Halcn arriba y a la derecha, una tercera haba tomado una posicin a la
izquierda, y la pantalla de popa mostraba una ms volando directamente sobre el escape
sublumnico. "No importa," le dijo a Han en voz baja. "Son interceptores TIE
Imperiales."

CAPTULO
8

"Son qu?" Se oy el repiqueteo metlico de las herramientas aterrizando en la

cubierta. "Espera, estoy en camino."
Leia alz la vista a las naves que les seguan el paso. S, interceptores TIE. Tambin en
excelente condicin por lo que poda ver, y se pregunt de dnde podan haber venido.
Seguramente los imperiales no estaban lanzando un ataque sin cuartel contra el sistema
Pakrik; con la conferencia del sector terminada y los delegados en camino de vuelta a
sus sistemas natales no quedaba nada aqu que posiblemente pudieran querer.

A menos que, por supuesto, fueran el respaldo de los primeros tres cazas. En cuyo caso,
estaban aqu para asegurarse de que el trabajo fuera terminado.

Con un chillido de botas en las placas del casco Han se fren junto a ella. "Qu estn
haciendo?" jade, asomndose para verlos.

Leia frunci el ceo. "Nada," dijo, dndose cuenta tardamente lo rara que era su falta
de actividad. El slo quedarse all afuera y verlos estrellarse pareca demasiado sdico,
incluso para los imperiales. Por lo menos para los soldados de lnea; haba conocido
algunos Moffs y Grandes Moffs que se habran regocijado por algo as.

"Estn maniobrando," dijo de repente Han, sealando. "Ese de la izquierda- lo ves? Se

est separando un poco."

"Eso veo," dijo Leia. "Pero para qu est maniobrando?"

Un instante ms tarde tuvo su respuesta. Al unsono perfecto, un disco amarillo brillante

conectado por un cable amarillo fue disparado de la parte inferior de cada uno de los
cuatro TIEs, golpeando slidamente en posiciones en el casco superior del Halcn. Los
cables se tensaron; y con un tirn que casi derrib a Han, el descenso de la nave baj
abruptamente de velocidad.

Leia alz la vista a Han, vio su propio desconcierto reflejado en su cara. "Se me sentar
encima un hutt," murmur. "Amarras magnticas." Se desplom en la silla del piloto,
alz la vista hacia ella. "Me rindo. Qu est pasando?"

Leia agit la cabeza. "No lo s," dijo despacio, estirndose con la Fuerza. "Pero hay
algo acerca de estos pilotos, Han."

"Como qu?"

"Todava no s," dijo de nuevo Leia. "Pero algo muy extrao."

"Me lo dices a m." Seal con la cabeza hacia el ventanal. "Bueno, sea lo que sea,
vamos a averiguarlo bastante pronto. Parece que ya estamos bajando."

Tena razn. Haban pasado por encima de una lnea de colinas bajas y los TIEs haban
bajado ahora a apenas la altura de las copas de los rboles. Rodando debajo de ellos
haba vastos campos de granosaltos, las prolijas filas ondulaban con el viento de su
paso. Pasaron un camino de acceso, ms campos, otro camino, aun ms campos. En el
lado lejano de este conjunto haba otra coleccin de colinas, ms alta que el grupo que
haban pasado unos kilmetros atrs.
Y en la base de la ms alta de las colinas, apenas ms que un punto oscuro a la luz del
brumoso sol de la tarde, haba una cueva.

"S, ah es adonde vamos, est bien," dijo Han. "Lindo y privado, a menos que
quienquiera que posea estos campos est afuera trabajando en ellos. Veo que tambin
tenemos un comit de recepcin esperando."

Leia asinti, entornando los ojos contra la luz del sol a las figuras de pie afuera de la
cueva. "Cuento unos... parecen ser diez."

"Ms los cuatro pilotos de TIE, ms quienquiera ms que est esperando adentro,"
convino Han, agachndose bajo su tablero de control y sacando su blster y pistolera del
nicho de almacenamiento de all.

"Tienes un plan?" pregunt Leia, mirando el blster.

"No realmente," dijo Han abrochndose la pistolera. "No voy a salir a la carga
disparando, si eso es lo que te preocupa. Si nos quisieran muertos, simplemente nos
habran dejado estrellarnos."

"Quiz creen que los nios estn con nosotros," dijo Leia, con un escalofro de
recuerdos desagradables atravesndola. Despus de todas las veces que sus hijos haban
sido secuestrados o amenazados...

"Si lo hacen, van a estar realmente defraudados," dijo Han, con tono mortal.
Deliberadamente, verific su blster y lo volvi a meter en la pistolera. "Y tambin en
un montn de problemas."

Gesticul hacia su cintura. "Casi es hora de la fiesta, querida. No deberas vestirte

tambin?"

"Correcto," dijo Leia, sacando su sable de luz del compartimento de almacenamiento de

su tablero y enganchndolo en su cinturn. Calmando sus pensamientos, se extendi a la
Fuerza en busca de fuerza y sabidura. "Estoy lista."

Un minuto ms tarde llegaron a las colinas; y directamente adelante de la cueva, como

Han haba predicho, los TIEs pasaron completamente al modo de repulsores y bajaron
suavemente al suelo al Halcn. Soltaron las amarras magnticas y las enrollaron de
nuevo, y con practicada facilidad se alinearon y empezaron a maniobrar para entrar de a
uno a la cueva.

"Al menos eso explica cmo aparecieron de ninguna parte," coment Han mientras
apagaba lo que quedaba de los sistemas del Halcn. "Te apuesto la mano del mazo a que
sta es una de las clulas durmientes del Gran Almirante Thrawn."

"Siempre cre que esas eran slo un mito," dijo Leia, mirando fijamente a la oscuridad
de la cueva. "Desinformacin que el Imperio invent despus de que Thrawn- bueno,
despus de que pensamos que estaba muerto."
"Todava no estoy convencido de que no lo est," gru Han, ponindose de pie y
retrocediendo hacia la puerta. "No tiene sentido aplazar esto. Vamos a ver lo que
quieren."

Uno del comit de recepcin estaba esperando al final de la rampa cuando Han abri la
escotilla. Era un hombre alto, de ms o menos la altura de Han y de contextura fuerte,
con ojos oscuros y espesa pelambre de largo cabello negro. "Hola," dijo l, inclinando la
cabeza cuando empezaron a bajar la rampa. Su voz era bastante amistosa, pero haba
una tensin definida en su cara y su postura. "Est alguno de ustedes herido?
Consejera, est sangrando."

"Es slo un rasguo," le asegur Leia, frotndose la sangre seca. Esa extraa sensacin
que haba sentido con los pilotos de TIE regres de nuevo, ms fuerte que nunca. "Ya
est casi curado."

El hombre asinti, algo de su cabello negro cay sobre sus ojos con el movimiento. "S,
por supuesto. Tcnicas de curacin Jedi."

"Dnde est el resto de tu grupo?" pregunt Han, mirando alrededor cuando llegaron al
fondo de la rampa.

"Revisando su nave," contest el hombre, sealando hacia atrs de ellos.

Leia se volvi. Los otros que haban visto esperando estaban dando vueltas bajo el
Halcn, mirando y tocando mientras evaluaban el dao. "Ese segundo Korlier les hizo
un buen nmero, no?" continu el primer hombre. "Tienen suerte- si los hubiera
embestido un poco ms alto, se habra llevado su ncleo de energa y probablemente
tambin les habra abierto una brecha en el casco."

"As que esas eran Naves-flash Korlier, huh?" dijo Han, con el tono de un profesional
intercambiando comentarios de compras con otro. "He odo hablar de ellas, pero nunca
haba visto una antes."

"No son muy comunes," convino el hombre. "Pero ya que el Combinado Korlier no
pone nmeros de serie en ninguno de sus modelos, son un favorito de la gente que no
quiere que su identidad sea rastreada."

"Algo as como lo opuesto a los interceptores TIE," dijo significativamente Han,

sealando hacia la apertura de la cueva con la cabeza.

El hombre le dio una sonrisa agridulce. "Algo as," dijo. "A propsito, mi nombre es
Sabmin Devist. Bienvenidos a la Clula Durmiente Imperial Jenth-44."

"Nos alegra estar aqu," dijo Han con slo una insinuacin de sarcasmo. "Entonces,
qu pasa ahora?"

"Hablamos," vino una voz desde su derecha.

Leia se volvi. Viniendo alrededor del costado del Halcn haba un hombre vestido en
un traje de vuelo de piloto de TIE. De la misma altura y constitucin que Sabmin, not
ella, con una versin ms corta de su mismo cabello negro y una barba bien-arreglada.
"Mi nombre es Carib Devist, Consejera Organa Solo," dijo cuando cruz hacia Sabmin.
"Soy una especie de portavoz de este grupo."

"Eres el hermano de Sabmin?" pregunt Leia. El parecido familiar era obvio.

Carib sonri ligeramente. "Eso es lo que le decimos a la gente," dijo. "En realidad..."

Camin hasta al lado de Sabmin. "Viendo que eres una Jedi, supongo que no te tomar
mucho."

Leia frunci el ceo, preguntndose adnde iba. Los dos slo se quedaron parados all,
mirndola, el cabello de Sabmin se agitaba en la brisa...

Y entonces, abruptamente, la golpe. Sabmin, Carib-

Gir la cabeza. Detrs de ellos, los hombres que haban estado examinando el Halcn
haban salido de abajo de la nave y estaban silenciosamente de pie en fila, tambin
mirando. Diferente ropa, diferentes peinados, algunos con barbas o bigotes, aqu y all
una cicatriz-

Pero por lo dems idnticos. Completamente idnticos. "Han...?"

"S," dijo l; y cuando ella se enfoc en sus pensamientos, saba que l tambin se haba
dado cuenta. "Hermanos, huh?"

Carib se encogi de hombros incmodamente. "Suena mejor," dijo en voz baja, "que
clones."

Por un largo minuto el nico sonido fue el suave susurro de la brisa a travs de los tallos
de granosaltos. "Ah," dijo por fin Han, con voz estudiadamente casual. "Eso es bueno.
As que cmo es ser un clon?"

Carib sonri amargamente- la misma sonrisa exacta, not Leia con un temblor privado,
que Sabmin le haba mostrado un minuto antes. "Como habras de esperar," dijo. "Es el
tipo de secreto que se vuelve ms pesado con el tiempo y la edad."

"S," dijo Han. "Me lo imagino."

La cara de Carib se endureci. "Disclpame, Solo, pero no puedes posiblemente

imaginrtelo. Cada vez que uno de nosotros deja este valle es con el conocimiento de
que cada contacto externo pone en riesgo nuestras vidas y las de nuestras familias. El
conocimiento de que lo nico que hara falta sera que una persona de repente nos
mirara con nuevos ojos, y toda la cuidadosamente creada burbuja de jabn de la tan
unida familia Devist se derrumbara en el fuego del odio y furia y asesinato."

"Creo que ests exagerando un poco," sugiri Leia. "Ya pas un largo camino desde la
devastacin de las Guerras Clnicas. Los viejos prejuicios ya no son tan fuertes."
"Crees que no, Consejera?" contrapuso Carib. "T eres una mujer sofisticada, una
poltica y diplomtica, totalmente acostumbrada a tratar con todo el espectro de los seres
conscientes. Y eres buena en eso. Sin embargo t tambin, te ests sintiendo incmoda
en nuestra presencia. Admtelo."

Leia suspir. "Quizs un poco," concedi ella. "Pero no te conozco tan bien como tus
amigos y vecinos."

Carib agit la cabeza. "No tenemos ningn amigo," dijo. "Y si ha pasado un largo
camino desde las Guerras Clnicas, no ha pasado tanto desde que el Gran Almirante
Thrawn us soldados como nosotros en su puja por el poder."

"Estn trabajando para l ahora?" pregunt Leia, estudiando la cara de Carib. Haba
algo horriblemente familiar sobre l...

"Las rdenes han venido con el nombre de Thrawn," dijo cautelosamente Carib. "Pero
por supuesto, se puede poner cualquier nombre en una orden."

A su lado, Leia sinti que los pensamientos de Han cambiaron de repente. "Lo tengo,"
dijo l chasqueando suavemente los dedos. "El Barn Fel. Correcto?"

"El Barn Soontir Fel?" pregunt Leia, con su estmago apretado por la sbita
comprensin. S, ese era a quien Carib le recordaba: a un joven Soontir Fel. Una vez el
mejor piloto de TIE del Imperio, Fel se haba casado con la hermana de Wedge Antilles
y entonces se haba visto forzado a hacer un trato renuente con el Escuadrn Pcaro para
salvar a su esposa despus de que la Directora de Inteligencia Imperial, Ysanne Isard se
dispusiera a matarla. El rescate haba tenido xito, pero una trampa impecablemente
preparada haba llevado posteriormente al propio Fel a las manos de Isard. En ese punto
haba desaparecido, probablemente hacia un breve juicio y una rpida ejecucin.

Slo que todo eso haba pasado slo unos meses despus de Endor, aos antes de que
Thrawn hubiera vuelto de las Regiones Desconocidas y empezara su operacin de
clonacin. Lo que dejaba la pregunta-

Han lleg all primero. "Entonces cmo fue que Fel vivi lo suficiente para que
Thrawn pusiera en marcha los tanques de clonacin?" pregunt.

Carib agit la cabeza, un breve parpadeo de dolor le cruz por la cara. "No lo sabemos,"
dijo en una voz baja. "Nuestro aprendizaje-flash no inclua nada de la historia personal
de Fel. Asumimos-" Titube. "Slo podemos asumir que cualquier simpata que l
pudiera haber tenido hacia la Nueva Repblica fue borrada por Isard."

"O por Thrawn?" pregunt Han.

"O por Thrawn," convino pesadamente Carib. "Por otra parte, dudo que se hubiera
pensado que Fel era lo suficientemente fiable para tomar clones de l. Sin importar qu
tan buen piloto haya sido."

Hubo otro momento de silencio. Leia se estir con la Fuerza, pero si Carib estaba
perturbado por la discusin acerca de mentes descarriadas, quedaba enmascarado por la
rara sensacin de clon que los rodeaba a todos ellos. "Sin embargo acaban de salvar
nuestras vidas," le record ella.

"No les des demasiado crdito por eso," gru Han. "Si nos hubieran dejado solos,
habramos cado justo en el centro de este valle suyo. Crees que su secreto hubiera
podido soportar a todos los investigadores que habran hormigueado por el lugar?"

"Sin embargo nuestro secreto est ahora afuera de cualquier forma," le record
serenamente Carib. "Dependiendo de lo que ustedes decidan hacer."

"Quiz," dijo Han, dej caer casualmente su mano para sostenerla al lado de su blster.
"O quiz dependiendo de lo que ustedes planeen hacer."

Carib agit la cabeza. "Me malinterpretas. No tenemos intencin de hacerles ningn

dao. Ni deseamos luchar para el Gran Almirante Thrawn y el Imperio."

Han arrug la frente. "Entonces, qu, se estn rindiendo?"

"No exactamente." Carib pareci prepararse. "Lo que queremos -todo lo que nosotros
queremos- es su palabra de que seremos dejados tranquilos aqu."

Han y Leia intercambiaron miradas. "Quieren qu?" pregunt Leia.

"Qu, es ese un precio demasiado alto para pagar por salvar sus vidas?" demand
Sabmin. "Considerando lo que nos deben?"

"Espera un minuto," dijo Han, alzando una mano. "Djame asegurarme de esto.
Ustedes fueron creados por Thrawn?"

Un msculo en la mejilla de Carib se agit, pero asinti. "Correcto."

"Es de el Gran Almirante Thrawn del que estamos hablando, correcto?" persisti Han.
"El tipo que quiere rehacer el Imperio? El tipo que escogi a los mejores y ms leales
pilotos de TIE, conductores de AT-AT, y lo que sea para usar en sus tanques de
clonacin?"

Carib agit de nuevo la cabeza. "Todava no lo entiendes. Ciertamente el Barn Fel era
leal al Imperio, o por lo menos a lo que el Imperio era antes de que carniceros dementes
como Isard se hicieran cargo. En su era, el Imperio simbolizaba estabilidad y orden."

"Algo de lo que la Nueva Repblica podra necesitar un poco ms en este momento,"

agreg significativamente Sabmin.

"Dejemos la poltica fuera de esto," dijo rpidamente Leia antes de que Han pudiera
pensar en una buena rplica mordaz. "Todava estoy confundida. Si el Barn Fel era
leal al Imperio, y si ustedes ven la necesidad de restablecer ese tipo de orden?"

"Y si Thrawn realmente est de vuelta," murmur Han.

"Y si Thrawn realmente est de vuelta," convino Leia, "entonces porqu querran
quedarse afuera de esto?"

Carib sonri tristemente. "Porque por una vez, el Gran Almirante Thrawn calcul mal,"
dijo. "Haba una cosa que Fel apreciaba ms que la gloria personal o incluso la
estabilidad galctica."

Onde una mano a su alrededor, en un gesto que abarcaba los campos que los rodeaban.
"l amaba la tierra," dijo en voz baja. "Igual que nosotros."

Y finalmente Leia entendi.

Mir a Han. "Est bromeando, no?" pregunt su marido, por su expresin y

pensamientos claramente no le crea nada. "Quiero decir- mira, Luke no poda esperar
para irse de esa granja en Tatooine."

"Luke estaba en una granja de humedad en el medio de un desierto," le record Leia,

dejando que su mirada recorriera lentamente las prolijas filas de granosaltos, con sus
propios recuerdos de la rica vegetacin de Alderaan volviendo a ella. "Era muy distinto
a esto."

"Lo sientes tambin, no?" dijo suavemente Carib. "Entonces lo entiendes."

Ech una mirada alrededor de los campos. "sta es nuestra vida ahora, Consejera.
Nuestra tierra y nuestras familias son lo que nos importa. La poltica, la guerra, e
incluso volar -todo eso est en el pasado." Trajo de vuelta su mirada. "Nos crees?"

"Me gustara hacerlo," dijo Leia. "Qu tan lejos estn dispuestos a ir para
demostrarlo?"

Carib se prepar. "Hasta donde sea necesario."

Leia asinti y camin hasta l, sintiendo el parpadeo de la inquietud de Han cuando ella
dej su lado, y fij la mirada en el joven clon. Calmando su mente, se estir a la mente
de l con la Fuerza. l se qued impasible, permitiendo el sondeo sin retroceder... y
cuando ella retrocedi de nuevo, ya no tena ninguna duda. "Habla en serio, Han,"
confirm ella. "Todos ellos lo hacen."

"Entonces es eso, huh?" dijo Han. "Vamos a simplemente irnos y dejarlos aqu?"

"Repararemos su nave primero, por supuesto," dijo Carib. "Los droides MX que se
encargan del mantenimiento de nuestros cazas probablemente puedan tenerla
funcionando en uno o dos das."

Para sorpresa de Leia, Han agit la cabeza. "No es suficiente," dijo firmemente l.
"Estn pidindonos que protejamos un grupo de sabotaje Imperial. se es un riesgo
bastante grande para nosotros, sabes."

El grupo apartado se agit. "Qu ests intentando-?" empez alguien.

Carib impuso silencio con un gesto, una ligera sonrisa arrastraba las esquinas de su
boca. "Siempre fuiste un operador, Solo," dijo secamente. "Qu quieres?"

"Ya no quieren luchar," dijo Han. "Eso est bien; nosotros tampoco. Pero si no
resolvemos rpidamente este asunto de Caamas, ninguno de nosotros va a tener ninguna
opcin al respecto."

"Tu punto?" pregunt Carib.

"Necesitamos averiguar qu bothanos estuvieron involucrados en el golpe de Caamas,"

dijo Han. "Y slo hay un lugar en el que sabemos que podemos conseguir esos
nombres."

Los labios de Carib se comprimieron brevemente. "El Imperio."

"Especficamente, la biblioteca central de archivos Imperial en Bastin," dijo Leia,

viendo ahora adonde iba Han con esto. "El problema es que no sabemos adonde est
Bastin."

"Nosotros tampoco," dijo Sabmin. "Nuestras rdenes vienen a travs del Ubiqtorate por
un canal especial. Nunca hemos estado directamente en contacto con Bastin o el actual
liderazgo Imperial."

"Seguro, pero debe haber alguna forma en la que ustedes puedan hacerles llegar un
mensaje de emergencia," dijo Han. "Los procedimientos de operaciones imperiales no
pueden haberse desbaratado tanto."

Carib y Sabmin intercambiaron miradas. "Hay un lugar al borde del espacio Imperial
adonde podemos ir," dijo dudosamente Carib. "Pero se supone que no debe ser usado a
menos que haya informacin vital que no pueda esperar por los canales apropiados."

"Creo que se nos puede ocurrir algo que califique," dijo Han. "Si podemos, me llevarn
all afuera?"

"Espera un minuto," lo interrumpi Leia. "No quieres decir llevarnos all afuera?"

"Lo siento, cario," dijo Han, agitando la cabeza. "Pero si hay alguna persona a la que
todo el Imperio conoce de vista, eres t."

"Oh, en serio?" contrapuso Leia. "Crees que t ests mejor?"

"Yo nunca fui presidente de la Nueva Repblica," seal Han. "Adems de lo cual, uno
de nosotros tiene que ir."

"Por qu?" demand Leia, con un dolor alrededor de su corazn. Han haba hecho un
montn de cosas locas en su vida; pero meterse en el corazn del Imperio iba incluso
ms all de su vieja inconsciencia de contrabandista. "La Nueva Repblica tiene otra
gente que podra enviar."
"S, pero en cules podemos confiar?" pregunt Han. "Adems, no tenemos tiempo
para volver y reunir un equipo. Ahora mismo toda la Nueva Repblica est
balancendose sobre el filo de un cuchillo."

"Pero no puedes ir solo," insisti Leia. "Y no te olvides de que yo soy una Jedi.
Cualquier problema que tengas-"

"Tenemos compaa," anunci de repente uno de los clones, sealando.

Leia mir. Apenas pasando las colinas distantes, una nave que volaba bajo estaba
quemando el aire hacia ellos. "Carib, mejor mete a los otros en la cueva," le dijo ella,
usando sus tcnicas Jedi de incremento sensorial y entornando los ojos hacia el vehculo
aproximndose. "Mejor aun, mejor que se vayan todos. Esa parece la lanzadera Khra de
nuestros guardias noghri."

"Demasiado tarde," dijo Carib, con los ojos en el vehculo aproximndose mientras
haca seas a los otros para que se quedasen adonde estaban. "Si hay noghri all, ya nos
tienen bajo vigilancia. Intentar salirnos fuera de vista ahora slo empeorar las cosas."

La lanzadera casi estaba sobre ellos, flotando bajo por encima de los granosaltos y sin
mostrar ninguna seal de detenerse. Han hizo un ruido ininteligible con el fondo de su
garganta, e incluso Leia sinti una punzada de incertidumbre. Pareca una lanzadera
Khra, pero a la velocidad que iba, era imposible confirmarlo. Si era en cambio una
continuacin del ataque...

Y entonces, casi al ltimo segundo, la nave fren abruptamente, parndose en seco en

medio del aire. Una figura gris de baja estatura se dej caer por la puerta lateral de
pasajeros, y la lanzadera se dispar de nuevo, girando alto por encima de la cueva y las
colinas antes de dar la vuelta de nuevo hacia el grupo reunido alrededor del Halcn.

"Consejera," dijo gravemente Barkhimkh, recuperando rpidamente el equilibrio

despus de su cada de tres metros y marchando hacia ellos. No tena ningn arma
visible, pero con un noghri eso no quera decir mucho. "El monitor de la Defensa Pakrik
dijo que una nave haba estado bajo ataque, y conjetur que era la suya. Estamos felices
de encontrarlos ilesos."

"Gracias, Barkhimkh," dijo Leia, manteniendo su voz tan gravemente impasible como la
suya. Lo que l realmente quera hacer, saba ella, era expresar su profunda vergenza y
auto-aborrecimiento por que l y Sakhisakh no haban estado all para ayudar a
protegerlos del ataque. Pero nunca revelara ni una insinuacin de tales sentimientos
delante de extraos. "Apreciamos tu preocupacin," agreg ella. "Como puedes ver,
pudimos aterrizar sanos y salvos entre amigos."

"S," dijo el noghri, sus ojos midiendo al grupo con una nica bien-entrenada mirada.
"Presumo que ahora van a" -su voz apenas vacil ligeramente- "volver con nosotros?"

Una vacilacin casi imperceptible; pero para Leia fue suficiente. "No, est bien," dijo
ella rpidamente, dando un paso hacia Carib. "Ellos no van a lastimarnos."
"No lo entiendes," gru Barkhimkh. De repente haba desprecio en su voz, e igual de
repentinamente un blster en su mano. "Son clones Imperiales."

"Son clones, s," dijo Leia. "Pero ahora estn de nuestro lado."

Barkhimkh ri. "Son Imperiales."

"Tambin lo fueron alguna vez los noghri," dijo en voz baja Carib.

El blster de Barkhimkh se gir bruscamente hacia l, con sus grandes ojos negros
destellando. Cualquier mencin de su larga servidumbre al Imperio por parte de
forasteros era considerada un insulto mortal. "No," dijo firmemente Leia, extendindose
con la Fuerza para apartar el can del blster. "Ellos salvaron nuestras vidas, y nos han
pedido santuario."

"Puede elegir confiar en ellos tanto como quiera, Consejera," dijo oscuramente
Barkhimkh. "Pero yo no lo hago."

Pero no obstante el blster desapareci. "Hubo una transmisin urgente para usted desde
Coruscant brevemente despus de que parti de Pakrik Major," dijo el noghri, haciendo
una sea de aterrizar hacia su compaero que daba vueltas en la lanzadera. "La
recibi?"

"No," dijo Leia, frunciendo el ceo. No se haba dado cuenta de que los noghri podan
usar sus comunicaciones privadas. "Probablemente vino mientras nos estaban
bloqueando. Tienes una copia?"

"Sakhisakh la traer," dijo Barkhimkh, sealando con la cabeza fraccionariamente hacia

la lanzadera que ahora aterrizaba apartada al costado. "Nosotros por supuesto no
intentamos desencriptarla."

Lo que no necesariamente significaba que no pudieran hacerlo si hubieran querido.

"Dile que la traiga al Halcn, por favor," instruy ella. "Ir a preparar la
desencriptacin. T espera aqu con Han y ayuden a Carib y a los otros a organizar las
reparaciones."

Diez minutos ms tarde, sentada a la mesa de juegos del Halcn mientras Sakhisakh
haca guardia vigilante entre ella y la escotilla, desliz la datacard en su datapad.

El mensaje era corto, y directo al grano:

Leia, ste es el General Bel Iblis. Acabo de recibir una informacin vital y necesito
hablar urgentemente contigo. Por favor qudate en Pakrik Minor; Llegar all en tres
das y me encontrar contigo en el Espaciopuerto Barris Norte. Por favor trata esta
comunicacin con la mxima seguridad.

Leia frunci el ceo, con la piel de la nuca hormiguendole. Qu mundos podra haber
encontrado Bel Iblis por lo que necesitara venir todo el camino hasta aqu? Y por qu
ella, de toda la gente?
Oy el sonido de botas en el metal, y alz la vista para ver a Han pasando a Sakhisakh.
"Parece bastante simple, supongo," report, resbalando al asiento al lado de ella. "El
droide lder piensa que pueden tenerla lista en un par de das. As que, qu es este gran
mensaje importante?"

Sin palabras, Leia le entreg el datapad. Han lo ley, su frente se arrug cuando lo hizo.
"Esto es interesante," declar, bajando el datapad. "Cmo saba Bel Iblis que
estbamos aqu?"

"Gavrisom debe haberle contado," dijo Leia. "l es el nico que saba que estbamos
viniendo a Pakrik Minor despus de que la conferencia hubiera terminado."

"S, bueno, esos tres Korliers tambin lo saban," dijo significativamente Han, girando
el datapad para mirar de nuevo el mensaje. "Qu tan segura ests de que esto viene
realmente de Bel Iblis?"

"Tan segura como es posible estarlo," dijo Leia. "Tiene su cdigo de firma, ms la
confirmacin de ruptura de puente."

"Es decir, qu, ese truco de cdigo cripto-integrado que Ghent invent hace un par de
meses?"

"S se," dijo Leia. "No creo que los Imperiales ni siquiera sepan que los cdigos estn
all, mucho menos que tengan una forma de accederlos o reproducirlos."

"A menos que Ghent estuviera usando el mismo truco cuando todava estaba trabajando
para Karrde," medit Han, frotndose la barbilla. "Podra ser que los Imperiales se
dieran cuenta entonces."

"No, Bel Iblis le pregunt eso cuando l propuso la tcnica por primera vez," dijo Leia.
"Ghent dijo que era algo que acababa de desarrollar."

"Mm." Han ley el mensaje de nuevo. "Alguna idea acerca de qu se trata?"

"Ninguna," dijo Leia. "Supongo que lo averiguaremos en un par de das."

"Bueno, t lo averiguars, por lo menos," dijo Han. "Carib y yo ya nos habremos ido
para entonces."

Leia respir hondo, el dolor volvi abruptamente a su pecho. "Han?"

"No discutas, cario," dijo Han en voz baja, extendiendo la mano para tomar la suya. "A
m tampoco me gusta. Pero si no conseguimos detener esto, todo va a esfumarse. Lo
sabes mejor que yo."

"No sabemos eso," defendi Leia. "Tenemos al gobierno de la Nueva Repblica y a los
estudiantes Jedi de Luke para ayudar a sostener las cosas juntas. Si se llega a la guerra
civil, podemos forzar a los bothanos a pagar cualquier indemnizacin que sea necesaria,
aun si termina arruinando su economa."
"Realmente crees que los diamalas dejarn que Gavrisom los fuerce a ese tipo de
autodestruccin?" contrapuso Han. "Para no mencionar a los mon cals, los sif'kries, y
cualquier otro que se haya alineado del lado de los bothanos desde ayer? Vamos, no
ganamos la guerra con pensamientos deseosos."

"Bueno, entonces, qu hay de Karrde?" pregunt Leia, intentando una ltima vez.

"Qu hay de l?" pregunt Han. "Slo porque se fue a buscar una copia del Documento
de Caamas no significa que va a encontrarla. De hecho, l mismo no pareca demasiado
confiado de eso. Si lo hubiera estado, habra pedido la mitad del pago por adelantado."

Leia lo mir con fiereza. "Estoy hablando en serio."

"Tambin yo," dijo Han, apretndole la mano. "Crees que quiero ir a meterme en el
medio del Imperio? Mira, puedes hablar todo lo que quieras acerca de mantener las
cosas unidas; pero si la Nueva Repblica estalla, ni t ni Gavrisom ni todos los Jedi de
la escuela de Luke van a poder volver a unirlas. Y si eso pasa, qu tipo de vida van a
tener Jacen y Jaina y Anakin? O los cachorros de Chewie, o los nietos de Cracken, o
cualquier otro? No me gusta nada ms que a ti, pero tiene que hacerse."

Leia respir profundo, estirndose a la Fuerza. No, no le gustaba nada en absoluto. Pero
al mismo tiempo, paradjicamente, de algn modo se senta correcto. No placentero,
ciertamente no seguro, pero correcto. "No vas a ir solo, no?" suspir. "Quiero decir
con alguien adems de Carib?"

"S, tengo a alguien en mente," dijo Han, su voz mostraba una rara mezcla de alivio y
pesar. Alivio, sospech ella, porque su esposa Jedi no iba a insistir en que no fuera;
pesar por exactamente la misma razn.

Leia se las arregl para sonrer. "Lando?"

"Cmo lo adivinaste?" dijo Han, arreglndoselas para contestar la sonrisa. "S. l y un

par de otros." Medio se volvi para mirar a Sakhisakh. "T no, en caso de que fueras a
preguntar."

"Te aconsejara que lo reconsideres," dijo Sakhisakh. "Una guardia noghri disfrazada
como sus esclavos podra no llamar la atencin ni siquiera en un mundo imperial." Sus
ojos se volvieron a Leia. "Ya le hemos fallado dos veces, Lady Vader, primero en
Bothawui y ahora aqu. No podramos soportar la vergenza y desgracia de un tercer
fracaso."

"La desgracia no va a importar mucho si hacen que nos atrapen diez pasos fuera de la
rampa," seal Han. "Lo siento, pero Lando y yo podemos hacer esto solos. Ustedes
solo mantengan un ojo en Leia, est bien?"

"No temas," dijo Sakhisakh, con una oscura amenaza en su voz. "Lo haremos."

Por debajo de la mesa, Leia agarr la mano de Han. "Hasta aqu llegaron nuestras
pequeas vacaciones," dijo ella, forzando una sonrisa que probablemente se vea tan
poco convincente como se senta.
La mirada que pas por la cara de Han la hizo desear no haber dicho eso. "Lo siento,
Leia," dijo l en voz baja. "Parece que nunca tenemos un descanso de todo esto, no?"

"No muy a menudo," convino ella con un suspiro. "Si me hubiera dado cuenta desde el
principio de cunto iba a costar todo esto... no s."

"Yo s," dijo Han. "Hubieras muerto en Alderaan, Palpatine todava estara manejando
el Imperio, y yo todava estara transportando especia para colas-viscosas como Jabba.
Todo por s mismo lo hace valer la pena."

"Tienes razn," dijo Leia, sintindose ligeramente avergonzada por su momento de

auto-compasin. "Cundo planean partir t y Carib?"

"Bueno, veamos," dijo Han considerndolo, con un destello inesperado de picarda

tocando el tono oscuro de sus emociones. "Tengo que hacerle llegar una transmisin a
Lando, y Carib tiene que sacar su carguero fuera y hacerle un chequeo. Y l tambin es
un hombre de familia, as que va a necesitar tiempo para decirle adis a su esposa e
hijos. As que digamos... maana por la maana?"

Traduccin: le haba dicho a Carib que no iban a salir hasta maana, con cualquier
excusa que necesitara para que tuviera sentido. "Gracias," dijo ella en voz baja,
apretndole la mano e intentando la sonrisa de nuevo. Se senta mucho mejor esta vez.

"No es lo que estaba buscando," dijo Han. "Pero supongo que es mejor que nada."

"Mucho mejor," le asegur ella. "Pero crees que todas estas crisis pueden esperar una
noche adicional?"

"No lo s," dijo Han, saliendo de su asiento y ofrecindole su brazo en uno de esos
viejos gestos Reales Alderaanianos que l usaba demasiado raramente. "Pero supongo
que tendrn que hacerlo."

CAPTULO
9

Afuera de la curva campana de transpariacero vino un ltimo estallido de burbujas de la

formacin de rocas con venas azules que se elevaba del suelo ocenico. Como si sa
hubiera sido una seal, los reflectores que iluminaban el rea empezaron a oscurecerse.
El bajo zumbido de la conversacin en la galera de observacin se detuvo en
anticipacin.

De pie contra la pared del fondo, Lando Calrissian sonri con algo de su propia
anticipacin privada. Cuando l y Tendra Risant haban propuesto por primera vez esta
operacin de minera submarina, la familia de ella haba estado menos que entusistica;
pero haban sido abiertamente crticos a su idea de agregar una galera de observacin
para que los clientes que pagaran pudieran mirar. Ridculo, haban dicho- nadie paga
buen dinero para mirar mineros minando, ni siquiera mineros acuticos en el sitio
reconocidamente inusual del suelo ocenico de Varn. Pero Lando haba insistido, y
Tendra lo haba apoyado, y los financistas de la familia haban de mala gana enviado el
dinero adicional.

Lo que haca tanto ms placentero ver las galeras apretadas como esta esperando
vidamente por el espectculo.

Los reflectores terminaron su desvanecimiento, dejando la formacin de roca slo

apenas visible como una forma oscura contra el agua de mar ligeramente ms iluminada
a su alrededor. Alguien en la galera murmur a un amigo...

Y de repente apareci un nico punto de fuego azul-verde en un borde de la roca. El

punto creci rpidamente, volvindose una lnea y entonces un par de ramas, y
finalmente una telaraa de luz cuando las venas azules de fraca se encendieron y
ardieron.

Y entonces las lminas de burbujas amarillas aparecieron cuando el calor del fraca
ardiente encendi el tertian debajo de l, y durante quizs los prximos treinta segundos
toda la formacin estuvo rodeada por una furia revuelta de fuego y luz. Como una
criatura viviente retorcindose en la agona silenciosa de su lecho de muerte-

Y con una lluvia de chispas multicolores y una agitacin final de burbujas, la formacin
se derrumb en un montn de rocas.

Alguien boque; y mientras las chispas y burbujas se desvanecan y los reflectores

empezaron a subir de nuevo hubo una oleada de aplausos espontneos. Las luces de la
misma galera regresaron, y con un zumbido de conversacin excitada el pblico
empez su salida de vuelta hacia las reas de casino. Lando esper junto a la puerta
mientras salan en fila, sonriendo, aceptando cumplidos, contestando algunas preguntas
esparcidas que cubran el rango usual desde inteligentes a triviales, y cuando los ltimos
dos duros salieron volvi a poner la puerta en modo de admisin general. Los mineros
tenan programado derrumbar una formacin de mineral ms hoy, pero hasta ese
momento la galera estara abierta, gratis, para cualquiera que quisiera entrar y mirar.

Estaba encaminndose por el corredor hacia el Cuarto de Tralus cuando su comunicador

pit. Sacndolo, lo encendi. "Calrissian."

"Transmisin entrante del enlace a superficie," anunci la voz del Oficial de Comando
Principal Donnerwin. "Est encriptada y marcada como privada."

"La tomar en mi oficina," le dijo Lando, apagando el comunicador y cambiando de

direccin. Tendra, quizs, llamando para decirle que haba cancelado su viaje a Corelia
y estaba volviendo para unirse con l. O quiz era el Senador Miatamia u otro oficial
diamalano con noticias acerca de los arreglos de seguridad que esperaba hacer con ellos
para sus embarques de minerales.

Cualquiera de las dos sera bienvenida. Llegando a su oficina, sell la puerta, se dej
caer en su silla de escritorio, y con el doble de anticipacin que esos jugadores haban
mostrado en la galera tecle en el comunicador.
No era Tendra. Ni siquiera era Miatamia. "Hola, Lando," dijo Han, con una media-
sonrisa demasiado-familiar en su cara. "Cmo van las cosas?"

"Mucho mejor hace dos minutos que ahora," le cont Lando, con la anticipacin
estallando como una burbuja y cayendo al fondo de su estmago como un mal
presentimiento. "Conozco esa mirada. Qu quieres?"

"Necesito que vengas en un pequeo viaje conmigo," dijo Han. "Puedes escaparte por
unos das?"

El presentimiento en el estmago de Lando se volvi un poco ms fro. Ningn quin-

yo, ningn qu-te-hace-pensar-que-quiero-algo, ninguna burla de ninguna clase.
Cualquier cosa que estuviera pasando, Han hablaba mortalmente en serio. "Eso
depende," evit comprometerse. "Qu tan peligroso es probable que sea este viaje?"

De nuevo, debi haber habido alguna burla. No la hubo. "Podra ser bastante
arriesgado," admiti Han. "Podra ser peor que eso."

Lando hizo una mueca. "Han- mira, tienes que entender-"

"Te necesito, Lando," lo interrumpi Han. "Estamos cortos de tiempo, y necesito a

alguien en el que pueda confiar. T tienes el conocimiento que necesito, conoces a la
gente que necesito, y no hay nadie ms a quien pueda recurrir."

"Han, yo tengo responsabilidades aqu," dijo Lando. "Tengo un negocio que atender-"

"Karrde tambin tena un negocio que atender," Han lo interrumpi de nuevo. "No le va
a gustar que t digas que no."

Lando agit la cabeza en resignacin. No, Karrde ciertamente no estara contento si l

se abstena en esto. No despus de que Lando por s solo lo hubiera convencido de
dirigirse al sector Kathol para intentar obtener una copia intacta del Documento de
Caamas del misterioso Jorj Car'das.

Cuyos lazos con Karrde Lando todava no entenda. Pero se no era el punto. El punto
era que Karrde no haba querido confrontar a Car'das, pero haba ido de todos modos.
Ahora Han estaba usando la mano del pozo, y a Lando le faltaban unos veinte puntos
para un veintitrs. "Est bien," dijo. "Pero slo por Karrde. Dnde y cundo?"

"Ahora mismo," dijo Han. "Tienes al Dama Suerte all?"

"En la superficie, s," le cont Lando. "Puedo subir en la prxima lanzadera y puedo
estar all media hora ms tarde. Quines son estas otras personas que dijiste que
necesitbamos?"

"Tu viejo compaero administrador Lobot, para empezar," dijo Han. "Y ese verpine con
el que estuvo trabajando durante algn tiempo- cmo era su nombre?"

"Moegid," dijo Lando, estrechando los ojos. "Han, esto no es lo que creo que es, no?"
"Probablemente es peor," concedi Han. "Lobot y Moegid todava hacen ese pequeo
truco de computadora del que una vez me contaste?"

"No s si todava lo hacen," dijo Lando con un suspiro. "Pero estoy seguro de que
todava pueden. No has por alguna casualidad localizado-?"

Titube. Incluso en la transmisin encriptada no quera decir el nombre en voz alta.

Obviamente, tampoco Han. "Quieres decir el lugar del que hablamos en la

Bosquesoro?" dijo oblicuamente el otro. "Eso creo, s. Consigue a Lobot y a Moegid y
encuntrame dos sistemas hacia en ncleo de adonde no pudiste hacer otra cosa."

Lando esboz una estrecha sonrisa. Lo siento, amigo, las palabras hicieron eco
acusadoramente a travs de su memoria tan claramente como si hubiera pasado ayer. No
poda hacer otra cosa. Llegaron poco antes que t.

Yo tambin lo siento, haba contestado Han cuando l y Leia, con una escuadra de
stormtroopers detrs de ellos, haban entrado en ese comedor privado en Ciudad Nube
para enfrentar a Darth Vader. "Ser dos sistemas hacia el ncleo," confirm.

"Te estar esperando," dijo Han.

La transmisin acab. Lando se reclin en su asiento, mirando sin ver a la pantalla en

blanco. El lugar del que haban hablado en la Bosquesoro. Se haba hablado acerca de
varios lugares diferentes en esa reunin clandestina. Pero slo uno de ellos poda haber
irritado tanto a Han.

Bastin. El ltimo sitio de la frecuentemente movida capital imperial, su ubicacin y el

nombre de su planeta anfitrin estrictos secretos. Probablemente uno de los mundos
mejor defendidos en la galaxia; ciertamente el foco central del poder imperial;
definitivamente un lugar adonde los nombres Han Solo y Lando Calrissian seran
bastante menos que admirados.

Y uno de los ltimos lugares en la galaxia adonde estara guardado un juego completo
de archivos imperiales. Archivos que podran tener los nombres y clanes de los
bothanos que haban ayudado a destruir el mundo de Caamas hace medio siglo.
Archivos que podran acabar el argumento cada vez ms violento acerca de si toda la
especie bothana deba pagar por la culpa de un manojo de asesinos annimos.

Si pudieran encontrar ese archivo crucial. Y salir vivos con l.

Tecle el comunicador. "Donnerwin, envale una transmisin a Lobot en la Central de

Buceo," orden. "Dile que se prepare y al Dama Suerte- nos vamos en un pequeo
viaje." Por un momento se debati acerca de ordenarle a Lobot que le avisara a Moegid,
decidi en contra. El Dama Suerte tena una mejor encriptacin que el comunicador
fondo-superficie, y cuanta menos informacin all afuera para que los curiosos
escucharan, mejor. "Y consgueme un asiento en la prxima lanzadera a la superficie."
"Entendido," dijo Donnerwin, sin desconcertarse como nunca lo haca por este cambio
sbito en los planes de su jefe. "La lanzadera sale en veinte minutos. Quieres que la
haga esperarte?"

"No, puedo llegar a tiempo," le dijo Lando, haciendo una rpida lista mental. Todo lo
que era probable que necesitara ya estaba a bordo del Dama Suerte, y excepto por
cualquier desastre mayor la operacin de casino/minera debera poder andar sola
durante algn tiempo. Por lo menos hasta que Tendra volviera.

Lo atiz una punzada de culpa. Despus de todo lo que l y Tendra haban pasado
juntos, ella tena derecho a saber por qu l estaba dejando todo as. Especialmente si
haba alguna posibilidad de que no regresara en absoluto.

Trag saliva, su boca estaba inesperadamente seca. S, regresara. Por supuesto que lo
hara. No haba volado justo al corazn de la segunda Estrella de la Muerte y haba
vivido para contarlo? Claro que s. Y haba sobrevivido a la destruccin del Monte
Tantiss, y ese desagrado coreliano, y todo lo de el medio.

Pero ahora era ms viejo, y ms sabio, con un negocio del que realmente disfrutaba y
una mujer con la que posiblemente por primera vez en su vida se senta de verdad y
honestamente conectado. No quera perder nada de eso. Ciertamente que no muriendo.

Pero, eh, no haba nada de que preocuparse. Iba con Han, y Han era el viejo
sinvergenza ms afortunado que alguna vez hubiera conocido. Regresaran bien. Claro
que lo haran. Garantizado.

"Jefe?"

Lando parpade, volviendo de su charla privada para darse nimos y enfocndose de

nuevo en Donnerwin. "Qu?"

"Algo ms?" pregunt el otro.

"No," dijo Lando, sintindose ligeramente ridculo. "Slo mantn las cosas funcionando
bien hasta que Tendra vuelva."

Donnerwin sonri. "Cosa segura, jefe. Que tenga un buen viaje."

"Gracias."

Lando apag el comunicador, y con una mueca empuj atrs su silla y se puso de pie.
No, no haba nada tonto acerca de un poco de cautela saludable. Era mucho peor que
eso.

Era la edad. Lando estaba empezando a sentirse viejo; y no le gustaba. Ni un poco.

As que bueno. Seguira adelante y se tomara este pequeo paseo al corazn del
Imperio. Le hara bien, y adems bien podra salvar a la Nueva Repblica.

Claro. Sera igual que en los viejos tiempos.

 ***

Oy en su audfono el sonido de la puerta de Calrissian abrindose y cerrndose; y con

un suspiro, Karoly D'ulin se sac el dispositivo de su oreja. "Shassa," murmur al aire
vaco.

La palabra pareci colgar delante de ella, all en el diminuto armario de utilidad. Una
vieja maldicin de batalla Mistryl, pero que ahora no haba sido dicha con enojo o rabia
de combate sino con una profunda tristeza.

Su apuesta haba dado fruto... y ahora iba a tener que matar a una vieja amiga.

Con dedos experimentados empez a desmontar el aparato de escucha que haba puesto
en la oficina de Calrissian cuando haba llegado aqu hace cuarenta horas, con un rubor
de enojo entrometindose en su severo humor. Enojo con Talon Karrde por ser tan
predecible; enojo con ella misma por anticiparse tan precisamente a sus movimientos;
enojo con Shada D'ukal por ponerla en esta posicin en primer lugar.

Qu cenizas de Emberlene haba posedo a Shada para que desafiara a las Once de esa
forma? se pregunt. Lealtad, haba dicho Shada en ese techo azotado por el viento. Pero
eso era claramente ridculo. Mazzic era un pequeo contrabandista rastrero -nada ms-
que no mereca ms lealtad por parte de Shada que cualquiera de las docenas de otros
patrones para los que haba trabajado durante los aos. Cierto, este trabajo en particular
haba durado mucho ms tiempo que la mayora; pero sin importar lo que Mazzic
pudiera haber pensado, Shada todo ese tiempo todava haba sido una guardia de las
sombras Mistryl que finalmente responda slo a las Once Ancianas del Pueblo.

As que Shada haba desafiado sus rdenes, y como resultado un trato entre las Mistryl
y un seor del crimen hutt se haba estropeado, y las Once estaban pidiendo la cabeza de
Shada. Todas las Mistryl haban sido alertadas para buscar signos de ella, y varios
equipos haban sido enviados especficamente a cazarla.

Y en toda esa agitacin de actividad haba sido Karoly la que la haba encontrado.

Aun ahora, ocho das despus, la irona de eso todava era un sabor amargo en la boca
de Karoly. Ella no haba trabajado con Shada en veinte aos, sin embargo todava se las
haba arreglado para anticipar que el prximo movimiento de Shada sera en direccin a
la jerarqua de la Nueva Repblica, aunque si para unirse o venderse Karoly todava no
lo saba. Haba llegado a Coruscant justo a tiempo para ver a Shada dejar la Ciudad
Imperial, y la haba rastreado a un departamento propiedad de la Alta Consejera Leia
Organa Solo y su marido cerca de las Montaas Manarai.

Podra haberse ocupado de Shada all -ciertamente la sorpresa habra estado de su lado.
Pero se rumoreaba que los Solo tenan una escuadra de guerreros noghri alrededor de
ellos en todo momento, y aunque las habilidades de combate de esos noghri
probablemente estaban sobrevaloradas, de todos modos sera arriesgado para una sola
Mistryl ir contra ellos sola.
As que haba pedido refuerzos. Pero antes de que pudieran llegar Shada haba dejado el
edificio en compaa de Talon Karrde. Esa de nuevo podra haber sido su oportunidad;
pero antes de que pudiera hacer ms que infiltrarse en la baha de aterrizaje interna
Organa Solo y su droide de protocolo haban llegado con un par de noghri siguindolos.
Ella y el droide haban entrado, los noghri se haban apostado en la escotilla exterior; y
cuando Organa Solo haba salido unos minutos ms tarde fue sin el droide. Ella haba
juntado a sus guardias y dejado la baha de aterrizaje.

Y entonces, para mortificacin de Karoly, el Salvaje Karrde se haba sellado y

despegado inmediatamente, dejndola demasiado lejos de su propia nave para tener
cualquier esperanza de perseguirlo.

Las Once haban estado furiosas. Al igual que el equipo cazador que haba interrumpido
lo que estaba haciendo para apresurarse hacia Coruscant a su llamada. Nada le haba
sido dicho; pero claro, nada tena que serlo. Sus expresiones haban sido suficientes, y
las miradas indirectas y comentarios murmurados entre ellas cuando se haban dirigido
de vuelta a sus naves. Haban odo la historia de Karoly dejando escapar a Shada en el
Complejo de Entretenimiento Resinem, y no era difcil adivinar que muchas de ellas
estaban pensando que ella haba hecho la misma cosa aqu.

Lo que haca tanto ms importante para ella demostrarles que se equivocaban. Y as

haba seguido una alocada corazonada, relacionada con una vaga conexin entre Karrde
y Calrissian que Mazzic haba husmeado hace unos aos.

Una corazonada que ahora haba dado fruto. Han Solo haba tenido cuidado con esa
transmisin, pero esa nica referencia oblicua a Karrde haba sido todo lo que ella haba
necesitado. Shada se haba ido con Karrde, y le estaban pidiendo a Calrissian que se le
uniera.

Y a dondequiera que fuera, Karoly tambin estara all con l. Calrissian haba sido un
contrabandista una vez, y cada contrabandista -retirado o no- tena uno o dos agujeros
de escondite a bordo de su nave personal. Si Karoly poda llegar al Dama Suerte incluso
un par de minutos por delante de Calrissian, las posibilidades eran que podra estar
escondida fuera de vista para cuando l empezara a subir la rampa de entrada.

Y si resultaba que estaba planeando usar su agujero de escondite para algo ms... bueno,
marcara ese blanco cuando llegara a l.

Entretanto, tena que juntar su paquete y que reservar un lugar en la prxima lanzadera a
la superficie. Preferentemente con un asiento ms cerca a la salida que el de Calrissian.

Esperando hasta que el corredor afuera estuviera en silencio, se desliz fuera del
armario de utilidad y se dirigi caminando rpido hacia su cuarto.

***

"Almirante?" vino la voz del Capitn Dorja por el altavoz del comunicador en el
crculo interno de pantallas repetidoras del cuarto de comando secundario. "La
lanzadera del embajador ruuriano acaba de dejar la nave y est dirigindose de vuelta a
la superficie."
Dndole su bebida a Tierce, Flim le mostr a Disra una sonrisa engreda y camin hasta
las pantallas repetidoras. "Gracias, Capitn," dijo en esa serenamente moderada voz de
Thrawn que le sala tan bien. "Prepare un curso para Bastin, e infrmeme cuando la
nave est lista."

"S, seor."

La unidad comunicadora se apag con un clic. "Ya era tiempo," gru Disra, arrojando
una mirada intensa a Tierce. "Si me lo pregunta, ya hemos empujado demasiado fuerte
nuestra suerte aqu."

"Estamos familiarizados con sus opiniones en el tema, gracias," dijo Tierce, no del todo
insubordinadamente, mientras le devolva la bebida a Flim. "Le recordara que tres
nuevos tratados son una muy buena ganancia para una semana de trabajo."

"Slo si Coruscant no se echa encima de nosotros como un rancor herido," contrapuso

agriamente Disra. "Si uno los empuja lo suficientemente duro y el tiempo suficiente, lo
harn."

"Esto apenas califica como empujar, Su Excelencia," dijo Flim. Su voz, tambin estaba
un poco demasiado cerca de la insubordinacin para gusto de Disra. "No hemos abierto
ni provocado ninguna hostilidad, y slo hemos ido adonde hemos sido invitados. Con
qu posibles fundamentos podra atacarnos Coruscant?"

"Qu tal el fundamento de que un estado de guerra todava existe entre nosotros?"
exclam Disra. "Ninguno de ustedes alguna vez piensa en eso?"

"Suicidio poltico," resopl Flim. "Nosotros hemos sido invitados por estos sistemas,
recuerda? Si Coruscant intenta entrometer su nariz colectiva-"

Se interrumpi cuando un silbido chilln son en las pantallas repetidoras. "Qu es

eso?" demand.

"Alarma de emergencia de batalla," dijo estrechamente Tierce, casi derramando el resto

de la bebida de Flim hacia su prstino uniforme blanco cuando pas delante del timador
y se dej caer en la silla de comando. "Almirante, venga aqu," agreg, sus manos se
lanzaron sobre los controles.

El esquema tctico surgi, convirtiendo el cuarto en un despliegue de combate

hologrfico gigante; y mientras lo haca, la unidad comunicadora gorje. "Almirante,
creo que estamos a punto de estar bajo ataque," dijo serenamente la voz de Dorja.
"Ocho Corbetas clase Merodeador acaban de saltar al sistema, dirigindose en nuestra
direccin."

Disra conscientemente dej de apretar los dientes cuando mir alrededor del cuarto
hacia los smbolos destellantes que marcaran a los Merodeadores entrantes. Por
supuesto que Dorja estaba tranquilo- pensaba que tena al extraordinario Gran
Almirante Thrawn a bordo de su nave, con todo indudablemente bajo control.
Pero l no lo estaba, y no lo estaban. Y a menos que Disra hiciera algo rpido, toda esta
tenue burbuja de jabn iba a explotar justo en sus caras.

Flim estaba ahora al lado de Tierce, y el mayor estaba alcanzando el interruptor del
comunicador. "Dganle a Dorja que se haga cargo," sise Disra hacia ellos. "Dganle
que esto es demasiado pequeo o demasiado trivial para que lo moleste a usted-"

"Shh!" sise Tierce, interrumpindolo con una mirada intensa y un movimiento tajante
de su mano. "Almirante?"

"Listo," dijo Flim, y Tierce apret la tecla. "Gracias, Capitn," dijo fcilmente el
timador; y una vez ms, era repentinamente el Gran Almirante Thrawn el que estaba
parado en el cuarto. "Los ha identificado?"

"No, seor, todava no," dijo Dorja. "Tienen generadores de ruido-aleatorio cubriendo
sus IDs de motor. Altamente ilegales, por supuesto."

"Por supuesto," convino Thrawn. "Lance medio escuadrn de Aves de Presa para
interceptar."

"S, seor."

Tierce apag la unidad comunicadora. "Est loco?" gru Disra. "Medio escuadrn de
cazas estelares contra-?"

"Tranquilcese, Su Excelencia," dijo Flim, arrojndole a Disra una mirada framente

interesada. "sta era una de las tcnicas estndar de Thrawn para olfatear la identidad de
un oponente desconocido."

"Ms al punto inmediato, nos da tiempo," agreg Tierce, sus dedos patinaban locamente
por la consola de la computadora. "Corbetas Merodeador, Corbetas Merodeador... aqu
vamos. Principalmente usadas por el Sector Corporativo en estos das, con unas pocas
en varias flotas defensivas de sistemas del Borde Exterior."

"Interesante," coment Flim, inclinndose hacia adelante para leer por encima de su
hombro. "Qu querra el Sector Corporativo con nosotros?"

"No lo s," dijo Tierce. "Disra? Alguna idea acerca de esto?"

"No," dijo Disra, sacando su datapad. No, no saba por qu nadie en el Sector
Corporativo podra querer atacarlos de esta forma... pero por otro lado, la mencin de
los Merodeadores haba activado un vago recuerdo en el fondo de su mente.

"Tiene una lista de los otros sistemas que las usan?" pregunt Flim.

"La estoy mirando ahora," dijo Tierce. "No hay nada que realmente me llame la
atencin... all van los Aves de Presa."

Disra alz la mirada para ver las marcas que indicaban a los cazas estelares acelerando
hacia los intrusos distantes, entonces baj los ojos de nuevo a su datapad. Haba tenido
algo que ver con el Capitn Zothip y los Piratas Cavrilhu, record. All, sa era la
seccin...

"Necesito algunas sugerencias aqu," dijo urgentemente Flim.

"El patrn estndar de Thrawn sera dejar que los Aves de Presa empezaran a combatir,
entonces retirarlos," dijo Tierce. "La forma en la que el enemigo responda al sondeo
usualmente era suficiente para permitirle figurarse quines eran."

"Eso est bien para Thrawn," dijo aprehensivamente entre dientes Flim.
"Desafortunadamente, estamos un poco escasos de su tipo de genio por el momento."

"A menos que el Mayor Tierce haya tomado clases de la tcnica con la Guardia Real,"
agreg Disra, cerrando el datapad con un chasquido con un gran sentido de triunfo.

"Una ayuda como siempre, Su Excelencia," dijo ausentemente Tierce, todava buscando
en los archivos de computadora.

"Me complace que me aprecie," dijo Disra. "Son diamalas."

Tuvo la satisfaccin de ver a los dos de ellos volverse para mirarlo, con una mirada de
sorpresa aturdida en la cara de Flim, la misma sorpresa teida con sospecha en la de
Tierce. "Qu?" pregunt Flim.

"Son diamalas," repiti Disra, disfrutando al mximo del momento. "Hace unos tres
meses el Ministerio de Comercio Diamalano compr doce Corbetas Merodeador para
usar de escolta de transporte. Y posiblemente para algunas operaciones bastante ms
sombras."

"Est seguro?" pregunt Flim, asomndose a la pantalla. "No aparecen aqu."

"Estoy seguro de que no," dijo Disra. "El Capitn Zothip estaba intentando comprarlas y
fue sobrepujado. Como dije, pueden estar reservndolas para operaciones sombras."

"Y cmo llega desde all a la asuncin de que stas son esas naves?" demand Flim.

"No, tiene razn," aport Tierce antes de que Disra pudiera contestar. "Ese Senador
diamalano que arrastramos a bordo del Implacable con Calrissian- recuerdas? Nunca
cre que estuviera totalmente convencido de que eras Thrawn."

"Y si nuestros reportes de Inteligencia son correctos, l fue el que ayud a llevar la
divisin gubernamental en Coruscant en todo el problema," les record Disra.

"S, l fue," dijo Tierce, volviendo al teclado de la computadora. "Parece que ha

decidido hacernos otra prueba."

"La pregunta es qu hacemos al respecto," dijo Flim, mirando a travs del cuarto. "Y los
Aves de Presa casi estn all."
"Ya s," dijo Tierce, mirando fijamente al despliegue de computadora. "Llmalos de
regreso."

"Ya?" Disra le frunci el ceo al tctico. "Pens que los necesitaba para-"

"No necesito nada," lo cort Tierce. "Llmalos de regreso, y haz que Dorja se prepare
para una maniobra Tron Boral."

"Una qu?" pregunt Disra, frunciendo el ceo ms fuerte.

"Una tcnica de batalla algo esotrica," explic Flim, apoyndose en el hombro de

Tierce y volviendo a encender la unidad comunicadora. "Eso estar bien, Capitn," dijo
fcilmente. "Llame de regreso a los Aves de Presa, y prepare el Implacable para una
maniobra Tron Boral."

"Entendido, Almirante," dijo enrgicamente Dorja. "Se unir a m en el puente?"

Tierce alz la vista a Flim y toc un punto en la pantalla de computadora. "No

necesitar de mi asistencia," Thrawn le asegur al capitn, asintiendo en reconocimiento
a Tierce y acercndose para leer la seccin indicada. "Una maniobra Tron Boral,
seguida por una barrida de cierre completo Marg Sabl por parte de los Aves de Presa, y
creo que nuestros atacantes desconocidos van a pensarse de nuevo sus planes.
Asumiendo que sigan vivos para hacerlo, por supuesto."

"S, seor," dijo el capitn, y Disra casi pudo ver al otro frotndose las manos en
anticipacin. "Maniobra Tron Boral lista."

"Ejectela, Capitn."

Flim apag de nuevo la unidad comunicadora. "Y eso debe ser todo," dijo, apoyndose
casualmente en el respaldo de la silla de comando y mirando con inters al despliegue
tctico.

"Ves, ya tenemos un plan de batalla para usar contra los diamalas," explic Tierce,
mirando a Disra. "Thrawn se enred con ellos algunas veces durante su barrido a travs
de la Rebelin hace diez aos." Hizo seas hacia la computadora. "Todo lo que tuve que
hacer fue mirar el registro de una de esas batallas-"

"All van," lo interrumpi Flim. "Corriendo como saltabrincos."

Disra sigui la trayectoria de su dedo. Flim tena razn; los Merodeadores estaban de
hecho dndose la vuelta y dirigindose hacia el hiperespacio. "Pero si todava no hemos
hecho nada," protest, sintindose ligeramente desconcertado.

"Claro que s," dijo Tierce, con voz severamente satisfecha. "No se olvide, de que ellos
tambin tienen archivos de las victorias de Thrawn. El Implacable pas a una maniobra
Tron Boral... y eso fue todo lo que necesitaron saber."
"S," murmur Flim mientras, al otro lado del cuarto, las marcas de los Merodeadores se
apagaban con un parpadeo cuando saltaron al hiperespacio. "Con naves que ni siquiera
estaban registradas a ellos, respondimos con exactamente el movimiento correcto."

Encendi de nuevo el comunicador. "Vuelva de configuracin de batalla, Capitn,"

instruy a Dorja. "E informe a los gobiernos ruurianos que el ataque amenazado hacia
su mundo ha sido espantado."

"En seguida, Almirante," vino la voz de Dorja. "Estoy seguro de que estarn
complacidos. Debemos continuar con la preparacin del curso hacia Bastin?"

"S," dijo el timador. "Puede dejar el sistema cuando est listo. Estar meditando si me
necesita."

"S, seor. Que descanse bien, Almirante."

Flim apag. "Y eso," agreg para Disra y Tierce, "es ciertamente todo. Si los diamalas
no estaban convencidos antes, apuesto el pozo del sabacc a que lo estn ahora."

"Bien por ellos," dijo agriamente Disra. "Comprende, por supuesto, que todo lo que este
pequeo ejercicio logr fue traernos un paso ms cerca de asustar a Coruscant a
echrsenos encima."

"Paciencia, Su Excelencia," dijo Tierce, apagando el tctico y levantndose de la silla de

comando. "Estoy seguro de que tambin ayud a convencer a los ruurianos de que han
escogido al lado ganador."

"S," dijo Disra. "Y quizs nos trajo un paso ms cerca de la Mano de Thrawn."

Flim frunci el ceo. "La Mano de Thrawn?" pregunt cautelosamente. "Qu es una
Mano de Thrawn?"

Tierce frunci los labios, claramente fastidiado. "Su Excelencia..."

"Qu es una Mano de Thrawn?" repiti Flim.

"No, no, prosiga," Disra le dijo a Tierce, ondeando una mano lnguida y preparando
para tambin disfrutar completamente de este momento. Tierce y Flim se llevaban
demasiado bien para su gusto. Ya era tiempo de que ellos dos sintieran el sabor de
algunos de los recelos y sospechas acerca de este arreglo que el propio Disra haba
estado sintiendo desde que empez. "Es su historia. Cuntesela usted."

"Estoy escuchando," dijo Flim, con voz repentinamente oscura. "Qu es esto que no se
han molestado en contarme?"

Tierce se aclar la garganta. "Tranquilcese, Almirante," dijo. "Es as..."

Era, reflexion ms tarde Disra, algo bueno que el cuarto de comando secundario
estuviera totalmente insonorizado. Como fue, con toda la gritera, no percibi la
vibracin de cubierta caracterstica que marcaba el retorno del Destructor Estelar al
hiperespacio.

CAPTULO
10

Los primeros cien metros fueron razonablemente fciles, incluso con los problemas
usuales de Erreds en el terreno desigual. Mara haba explorado algo de esta seccin de
la cueva, y haba estudiado la mayora del resto con la vara de luz y los
macrobinoculares, y pudo escoger la mejor ruta.

Pero en ese punto el suelo caa abruptamente unos quizs diez metros; y cuando
llegaron a la cmara del fondo del pasadizo, estaban en nuevo territorio.

"Qu tal se ve?" Luke le grit a Mara mientras usaba la Fuerza para pasar a Erreds
sobre la ltima gran roca al pie de su camino de descenso.

"Como podras esperar," respondi Mara. Tena su vara de luz delante de ella, su cuerpo
perfilado mientras la luz se esparca en un halo nuboso por el aire polvoriento. "Sabes,
slo por una vez sera bueno ir en uno de estos pasetos en el que no terminemos
teniendo que arrastrar a ese droide astromecnico a travs de rocas y arbustos y arena y
todo."

Erreds pit indignado. "Erreds usualmente ha hecho un buen trabajo para ganar su
parte," le record Luke, sacudindose la arenisca de las manos mientras caminaba hasta
su lado. "De todos modos, cundo tuvimos que arrastrarlo a travs de la arena?"

"Estoy segura de que encontraremos un poco tarde o temprano." Mara hizo seas hacia
adelante. "Qu crees?"

Luke mir a travs de la niebla. La cmara era corta, no ms de quince metros desde
donde estaban parados hasta el lado lejano, pero era de hecho una complicacin. Un
laberinto de rocas y bloques llenaba el rea, con afiladas estalactitas y estalagmitas
dentadas saliendo al azar por el techo y suelo bloqueando su camino. Del lado lejano, la
cmara se cerraba de nuevo en una grieta angosta que pareca de apenas el ancho
suficiente para meterse apretados. "No se ve tan mal," le dijo. "Podemos ocuparnos de
las estalactitas con nuestros sables de luz. La gran pregunta es si esa grieta es demasiado
angosta para pasar a Erreds."

Hubo un susurro en el aire y Custodio De Las Promesas alete para empercharse patas
arriba en una de las estalactitas. Ests preocupado, Maestro Caminante Del Cielo? el
pensamiento se form en la mente de Luke. Es el camino adelante demasiado difcil
para ti?

Ningn camino es demasiado difcil para el Jedi Caminante Del Cielo, salt indignado
Nio De Los Vientos en defensa de Luke, batiendo las alas hasta una roca al lado de
Mara. Yo lo he visto hacer grandes hazaas en el aire exterior.
Quizs fueron grandes a los fcilmente deslumbrados ojos de un qom qae, agreg
secamente Hendedor De Piedras desde otra estalactita unos metros ms adentro en la
cmara. Aqullos que se han ganado sus nombres son ms difciles de impresionar.

"Estn hablando de nuevo, no?" murmur Mara.

"Los qom jha se preguntan si esta cmara va a ser un problema para nosotros," le cont
Luke. "Nio De Los Vientos est defendindonos."

"Decente de su parte," dijo Mara, desenganchando su sable de luz y sopesndolo en la

mano. "Les damos una pequea demostracin?"

Luke le frunci el ceo. "Ests segura de que-? Quiero decir-"

"Quieres decir si puedo hacerlo?" lo interrumpi Mara. "S, puedo. Slo porque no me
he graduado en tu preciosa academia Jedi no significa que no pueda usar la Fuerza tan
bien como cualquier otro. Quieres arriba o abajo?"

"Me ocupar de arriba," dijo Luke, tomado un poco desprevenidamente por el calor de
su rplica. Se puso su propio sable de luz en la mano y dio una rpida mirada alrededor
de la cmara, fijando la posicin de cada estalactita firmemente en su mente. "Ests
lista?"

En respuesta Mara encendi su sable de luz, la luz de su hoja agreg un tinte azul al
blanco neutro de su vara de luz. "Cuando t lo ests."

"Correcto," dijo Luke, intentando esconder sus recelos cuando agreg el verde de su
sable de luz a la mezcla. "Vamos."

Al unsono alzaron los brazos y arrojaron, enviando a los sables de luz remolinando por
la cmara, sus hojas recortando pulcra y eficientemente las pas de roca protuberantes.

O por lo menos la de Luke. La de Mara...

Ella lo intent. Realmente lo hizo. Luke pudo verlo en su posicin, en su mano

extendida, en la tensin mental que poda sentir como una descarga esttica alrededor de
ella.

Pero como el Maestro Yoda haba dicho una vez, Hazlo, o no lo hagas. No hay ningn
intento. Y en este caso, como haba sido entonces, de hecho no hubo ningn intento. A
medio camino a travs de la cmara, el sable de luz de Mara pareci vacilar, con su
ritmo rompindose y la punta de la hoja cayendo a tallar surcos poco profundos en el
suelo de roca. Se recuperara y volara certera por otro segundo o dos, slo para perder
velocidad o caer de nuevo cuando ella volvi a perder su asimiento en la Fuerza.

Dos veces Luke estuvo tentado a extenderse y ayudarla; en una tarea tan fcil l podra
manejar ambos sables de luz sin ningn problema. Pero ambas veces se resisti a la
tentacin. Tener a Mara Jade enfadada y frustrada ya era bastante malo; Tener a Mara
Jade enfadada, frustrada, y sintiendo que la trataban con condescendencia no era una
combinacin que se sintiera listo para enfrentar.
Adems, el trabajo se estaba haciendo, si bien un poco errticamente. Y en lo que
concerna al propsito secundario de la demostracin, las sutilezas de la actuacin
fueron completamente inadvertidas por el pblico. La cacofona de graznidos y gorjeos
de los qom jha llenaban los odos y mente de Luke cuando las estalactitas caan del
techo a su alrededor para estrellarse en las rocas debajo.

Pero ni la cada de rocas ni las exclamaciones sobresaltadas de los qom jha podan
enmudecer los chillidos encantados de Nio De Los Vientos. Yo tena razn- ven, yo
tena razn, bravo. Es un gran guerrero Jedi, como lo es Mara Jade a su lado.

Luke sinti una punzada mientras llamaba su sable de luz de vuelta a l,

sincronizndolo para que llegara al mismo tiempo que la ligeramente menos certera
arma de Mara. "La guerra no hace grande a nadie, Nio De Los Vientos," amonest
suavemente al joven qom qae cuando apag su sable de luz y lo devolvi a su cinturn.
"La batalla siempre debe ser el ltimo recurso de un Jedi."

Entiendo, dijo Nio De Los Vientos, el tono de su pensamiento dej claro que de hecho
no entendi en absoluto. Pero cuando destruyas a los Amenazadores?

"Nosotros no vamos a destruir nada," insisti Luke. "Por lo menos, no hasta que
hayamos intentado hablar con ellos primero."

"Yo lo dejara si fuera t," dijo Mara sobre su hombro mientras se abra camino a travs
de la cmara hacia la angosta abertura. "Lo entender despus de que haya visto a un
par de sus amigos morir en batalla. No antes."

Luke sinti que su garganta se apretaba. Obi-Wan, Biggs, Dack- la lista continuaba. "En
ese caso, espero que nunca lo entienda," murmur.

"Oh, lo har," le asegur oscuramente Mara, con su voz resonando extraamente

mientras inclinaba la cabeza hacia el hueco y ondeaba su vara de luz alrededor. "Tarde o
temprano, todos lo hacemos."

Se enderez salindose y desenganch su sable de luz. "Pueden seguir adelante- slo

hay un cuello de roca corto ms aqu. Slo me tomar un minuto cortarlo."

***

Seis horas ms tarde, Luke finalmente los hizo parar.

"Ya era tiempo," dijo Mara, haciendo una mueca de dolor mientras se sentaba en la
posicin ms cmoda posible en la roca fra. "Estaba empezando a pensar que esperabas
hacer todo el camino hasta la Torre Alta esta noche."

"Deseara que pudiramos," dijo Luke, sacudiendo algunas piedras de una silla de
montar de roca enfrente de ella y sentndose. No se vea ni cerca de tan cansado o
dolorido como ella se senta, not con un poco de resentimiento. Slo poda esperar que
estuviera meramente escondindolo mejor que ella. "Tengo una sensacin de que se nos
est acabando el tiempo en esto."
"Siempre se te est acabando el tiempo," dijo Mara, cerrando los ojos. "Se te ha
ocurrido alguna vez que de vez en cuando podras dejar que alguien ms haga todo el
trabajo?"

Ella sinti un cambio en la textura de sus emociones, y se pregunt si su expresin sera

herida, enfadada, o indignada cuando abri los ojos.

Para su apacible sorpresa, no era ninguna de ellas. Era, ms bien, meramente una mirada
de inters tranquilo. "Crees que intento hacer demasiado?"

"S," dijo ella, mirndolo estrechamente. "Por qu? No ests de acuerdo?"

l se encogi de hombros. "Hace uno o dos aos no lo habra estado," dijo. "Ahora... no
s."

"Ah," dijo Mara. Primero su declaracin all en la base asteroide de los Piratas Cavrilhu
de que estaba intentando reducir su uso de la Fuerza, y ahora por lo menos una admisin
tentativa de que podra estar intentando hacer demasiado. Esto era de hecho un
progreso. "Por supuesto, si no lo haces todo, quin lo har?"

Desde su percha en una roca, Nio De Los Vientos dijo algo, y Luke sonri. "No, Nio
De Los Vientos," dijo l. "Ni siquiera un Maestro Jedi puede hacerlo todo. De hecho"
-le dio una rara mirada a Mara- "a veces parece que el trabajo de un Maestro Jedi es no
hacer nada."

Constructor Con Enredaderas hizo un comentario propio. "S," dijo Luke.

"Qu dijo?" pregunt Mara.

"Me cit lo que parece ser un proverbio qom jha," dijo Luke. "Acerca de como muchas
enredaderas entrelazadas son ms fuertes que el mismo nmero de enredaderas usadas
separadamente. Creo que debe haber una variacin de ese en prcticamente cada planeta
de la Nueva Repblica."

Mara le arroj una mirada agria al qom jha. "Sabes, sola ser capaz de or los
pensamientos de Palpatine en cualquier parte del Imperio. Quiero decir en cualquier
parte -los Mundos del Ncleo, el Borde-Medio, incluso durante un viaje que hice una
vez por el lmite del Borde Exterior."

"Y sin embargo no puedes or a los qom jha o qom qae en este cuarto," dijo Luke.
"Debe ser molesto."

" 'Molesto' no es exactamente la palabra que estaba buscando," dijo cidamente Mara.
"Cmo es que t puedes orlos y yo no? Si no es algn secreto profesional Jedi."

Sus emociones permanecieron impasibles. "En realidad, eso es exactamente lo que es,"
dijo l. "No es un secreto, en realidad, pero el hecho que no eres una Jedi."

"Qu, porque no me he quedado en tu academia hasta el final?" se mof Mara.

"De ninguna manera," dijo Luke. "Hay formas de volverse un Jedi sin pasar por una
academia." Titube, apenas notablemente. "Pero ya que estamos en el asunto, por qu
no regresaste?"

Ella le estudi la cara, preguntndose si ste era un tema en el que realmente quisiera
meterse ahora. "Tena mejores cosas que hacer," dijo en cambio.

"Ya veo," dijo Luke; y esta vez ella sinti un tirn en sus emociones. "Como volar por
toda la Nueva Repblica con Lando, por ejemplo?"

"Bueno, bueno," dijo Mara, arqueando ligeramente las cejas. "Detecto una nota de
celos?"

Una vez ms, l la sorprendi. El parpadeo de emocin, en lugar de arder a la vida

como una ascua en la brisa, se desvaneci en cambio en una especie de tristeza apacible.
"Celos no," dijo en voz baja. "Desilusin. Siempre haba esperado que regresaras y
completaras tu entrenamiento."

"No esperaste lo suficientemente fuerte," dijo Mara, reprimiendo su propio parpadeo de

vieja amargura. "Cre que despus de todo lo que habamos pasado juntos en Myrkr y
Wayland mereca por lo menos un poco de consideracin especial de tu parte. Pero cada
vez que me present, dijiste hola y entonces bsicamente me ignoraste. Kyp Durron o
uno de esos otros nios- ellos son los que consiguen toda tu atencin."

Luke hizo una mueca de dolor. "Tienes razn," concedi. "Yo pens... supongo que
estaba pensando que t no necesitabas tanta atencin como ellos. Kyp era ms joven,
ms inexperto..." Se interrumpi.

"Y ves lo que conseguiste," Mara no pudo resistirse a sealarlo. "l casi destruy toda
la academia, para no mencionarte a ti y a la Nueva Repblica y a todo lo dems que se
meti en su camino."

"No todo fue su culpa," dijo Luke. "El Lord del Sith Exar Kun estaba empujndolo
hacia el lado oscuro."

"No me digas," dijo Mara, consciente de que estaba desvindose directamente de vuelta
hacia el territorio que ya haba decidido evitar por el momento. "Y de quin fue la idea
de hacer la academia en Yavin en primer lugar? Y quin decidi dejarla all despus de
que ese asunto con Exar Kun finalmente acab?"

"Ma," dijo Luke, con los ojos firmes en su cara. "A dnde quieres llegar?"

Mara hizo una mueca. ste no era el momento o el lugar para meterse en esto. "Todo lo
que estoy diciendo es que no eres infalible," dijo ella, una vez ms evitando el tema.
"Eso por s solo debera ser razn suficiente para que no intentes hacerlo todo t
mismo."

"Eh, no estoy discutindolo," protest Luke con una ligera sonrisa. "Soy una persona
reformada -realmente. Te dej manejar tu propio sable de luz all en esa cmara, no?"
"Gracias por recordrmelo," dijo Mara, sintiendo que sus mejillas se calentaban de
vergenza. "Realmente cre que tena un mejor control que ese."

"El control prolongado y sostenido es el que es a menudo el ms difcil de dominar,"

dijo Luke. "Pero he encontrado algunas tcnicas especiales para eso. Ven aqu, levanta
tu sable de luz y te mostrar."

Girando la cadera para liberar el sable de luz -e incidentalmente sacar la pierna de una
roca que estaba empezando a sentirse incmodamente afilada- Mara levant el arma
delante de ella. "Quieres que lo encienda?" pregunt, asindolo con la Fuerza y
retirando las manos.

"No, no hace falta," dijo Luke. "Est bien, ahora, sostn el sable de luz quieto delante de
ti. Quiero que mantengas un ojo en l pero tambin que lo visualices en tu mente, slo
de la forma que est flotando all. Puedes hacer eso?"

Mara medio cerr los ojos, su mente retrocediendo a su viaje a travs del bosque de
Wayland hace diez aos. All, tambin, Luke se haba deslizado fcilmente al papel de
maestro, con ella tomando el papel de estudiante.

Pero mucho haba cambiado desde entonces. Y quizs, esta vez, ella sera la que estara
presentando la leccin ms importante. "Est bien, lo tengo," le cont. "Qu sigue?"

***

Mara aprenda rpido, como Luke haba notado en el pasado, y fcilmente entendi los
rudimentos de la tcnica de enfoque. La tuvo practicando con l durante otra media
hora, y entonces ya era tiempo de seguir en camino.

"Espero que tu droide no vaya a quedarse sin energa antes de que lleguemos all,"
coment Mara mientras Luke usaba la Fuerza para pasar a Erreds encima de otra
seccin de suelo desparejo ms. "Odiara pensar que lo hemos arrastrado todo este
camino slo para que pueda volverse una decoracin del suelo."

"Estar bien," dijo Luke. "No est usando mucha energa ahora mismo, y tu droide lo
provey de algunos paquetes de energa adicionales en el camino de entrada."

"Espera un segundo," dijo Mara, frunciendo el ceo. "Mi droide, Qu quieres decir?
Cre que dijiste que llegaste en ala-X."

"Bajamos al planeta en ala-X, s," dijo Luke. "Pero vinimos al sistema en el Fuego de
Jade. Supongo que me olvid de mencionar eso."

"Supongo que lo hiciste," dijo brevemente Mara, con un derrame de enojo que hizo que
Luke hiciera una mueca de dolor cuando fluy de sus emociones. "Quin llamas te dio
permiso-? No importa. Fue Karrde, no?"

"l seal que tu Defensor no tiene hiperimpulsor," dijo Luke, oyendo el tono defensivo
en su voz. "Dos personas en una cabina de ala-X es bastante apretado."
"No, tienes razn," dijo renuentemente Mara, y l pudo sentirla reprimiendo su
proteccin por reflejo hacia la nica cosa que realmente posea en el universo. "Ser
mejor que lo hayas escondido bien all afuera. Y quiero decir muy bien escondido."

"Lo he hecho," le asegur Luke. "Ya s cunto significa para ti esa nave."

"Mejor que no le hayas araado la pintura, o," advirti ella. "Supongo que no pensaste
en traer el mando a distancia?"

"En realidad, lo hice," dijo Luke, frunciendo ligeramente el ceo mientras buscaba en
uno de los bolsillos de su traje de salto. Por alguna razn desconocida un viejo recuerdo
se le apareci: la vez que haba regresado a Dagobah y haba tropezado con un viejo
mando a distancia de alguna nave pre-Guerras Clnicas. l no haba sabido lo que era,
pero Erreds haba recordado ver una vez a Lando con un artilugio similar, as que se
haba dirigido a la operacin minera de Lando en Nkllon para preguntarle acerca de eso.
Llegando justo a tiempo, result, para ayudar a Han y Leia a repeler una incursin del
Gran Almirante Thrawn.

Pero por qu regresara ahora esa memoria en particular? Porque Mara estaba aqu, y
l haba visto su primera visin de ella en ese mismo momento? O era algo acerca de
ese antiguo mando a distancia -o el mando del Fuego, o los mandos a distancia en
general- lo que estaba activando algo en lo profundo de su mente?

Mara lo estaba mirando extraada. "Problemas?" pregunt ella.

"Pensamientos descarriados," dijo Luke, sacando el mando a distancia y dndoselo.

"Aunque no vas a poder llamar al Fuego desde aqu. Estamos muy fuera de rango, y
creo recordar que la seal es estrictamente de lnea-visual."

"No, tambin hay una opcin de transmisin," dijo Mara. "Pero el rango es bastante
limitado. Sin embargo puede haber transmisores en la Torre Alta por los que pueda
enviar la seal de llamada."

Ella le envi una ltima mirada ceuda sobre el asunto. "Aunque puedes apostar que no
lo sacar de su escondite hasta y a menos que podamos neutralizar su nido de cazas.
Hablando de lo cual, nunca me contaste lo que pas con el par con el que te topaste."

"No hay mucho que contar," dijo Luke, desenganchando su sable de luz y
encendindolo. Un rpido golpe, y otra estalactita ms que bloqueaba su camino cay
estrellndose al suelo delante de l. "Me dijeron que me quedara con ellos, entonces
empezaron a hacer una serie de maniobras rpidas. En el momento pens que podran
estar buscando una excusa para abrir fuego."

"Ms probablemente queran ver con qu tipo de nave y piloto estaban tratando," sugiri
Mara.

"sa fue la conclusin con la que termin yo tambin," convino Luke, estirndose con la
Fuerza para alzar a Erreds por encima de la estalactita estrellada. "Sin embargo,
esperaron hasta que estuvimos a unos pocos kilmetros de la Torre Alta y entonces
abrieron fuego. Yo me met en esa serie de caones que mostraba tu registro y me las
arregl para perderlos."

Mara se qued callada un momento. "Dijiste que te dijeron que te quedaras con ellos.
Hablaban en bsico?"

"Eventualmente," dijo Luke. "Pero empezaron con el mismo mensaje que t y Karrde
recogieron cuando esa otra nave zumb por el Destructor Estelar de Booster Terrik."

"Karrde te dio eso, supongo," dijo Mara, con emociones que se volvieron
repentinamente ms oscuras. "Te dio el resto?"

"Me dio tus datos de aterrizaje," dijo Luke. "Haba ms?"

"S, y nada bueno," dijo Mara. "El primer punto es que el nombre de Thrawn est
enterrado en ese mensaje. El segundo punto es que tu hermana recuper una datacard
daada cerca del Monte Tantiss que estaba etiquetada 'La Mano de Thrawn'."

La Mano de Thrawn. "No me gusta como suena eso," dijo Luke.

"Tampoco a nadie ms que lo ha odo," convino severamente Mara. "La pregunta es,
qu significa?"

"Te llamaban la Mano del Emperador," le record Luke. "Podra Thrawn haber tenido
ese tipo de agente?"

"sa tambin es la primera cosa que todos los dems han preguntado," dijo Mara, y
Luke capt un breve parpadeo de molestia en ella. "Eso, o si pudiera ser alguna
superarma como otra Estrella de la Muerte. Pero ninguna de esas era realmente su
estilo."

Luke resopl. "No, su estilo era tirar como rancor alguna estrategia brillante por encima
de todos."

"Sucintamente puesto," dijo Mara. "De todos modos, la datacard sali del almacn
privado del Emperador, as que debe significar algo. Palpatine no habra creado
desinformacin slo para su propio entretenimiento privado."

"Bueno, cualquier cosa que signifique, parecera que nuestros amigos en la Torre Alta
estn de algn modo conectados a Thrawn," dijo Luke. "Me pregunto si podra ser un
grupo de su gente."

"Oh, esa es una idea alegre," gru Mara. "Slo esperemos que toda la especie no tenga
el mismo genio tctico que l."

"S," murmur Luke.

Pero incluso mientras encenda su sable de luz para apartar ms de la roca de su camino
se le ocurri otro pensamiento intranquilizante. Si la Mano de Thrawn no hubiera sido
un asesino o agente especial...

"Ests pensando de nuevo," Mara interrumpi sus pensamientos. "Vamos, vemoslo."

"Slo estaba pensando que quiz la Mano de Thrawn podra haber sido un estudiante,"
dijo Luke, volvindose para mirarla. "Alguien que l podra haber estado entrenando
para tomar su lugar si algo le pasaba."

"Entonces dnde est?" pregunt Mara. "Quiero decir, han pasado diez aos. Por qu
no se ha mostrado hasta ahora?"

"Quiz la Mano pens que todava no estaba listo," sugiri Luke. "Quiz pens que
necesitaba ms tiempo o entrenamiento antes de que pudiera tomar el lugar de Thrawn."

"O si no," dijo Mara, y en la luz de sombras bruscas de las varas de luz su cara estaba
repentinamente tensa, "slo estaba esperando por el momento oportuno para hacer su
movimiento."

Luke respir profundo, el aire fresco de la caverna saba repentinamente un poco ms

fro. "Como el momento cuando la Nueva Repblica est a punto de partirse en dos
acerca del problema de Caamas."

"Es exactamente cmo Thrawn se habra aprovechado de la situacin," dijo Mara. "De
hecho, con los recursos Imperiales reducidos a prcticamente nada, es casi la nica cosa
que podra hacer."

Por un largo momento slo se miraron entre s, ninguno habl. "Creo," dijo por fin
Mara, "que ser mejor que vayamos a esa torre y slo veamos lo que est pasando all."

"Creo que tienes razn," dijo Luke, girando su vara de luz en la direccin de su viaje y
subiendo otro poco su intensidad. A unos cinco metros adelante, el pasadizo en el que
estaban pareca abrirse en una cmara grande, lo suficientemente grande por lo menos
para tragarse el rayo de la vara de luz. Dio un paso adelante-

E hizo una pausa cuando una sensacin sutil le cosquille el fondo de la mente. En
alguna parte adelante...

"Yo tambin lo sent," murmur Mara desde atrs de l. "Aunque no se siente como mis
usuales advertencias de peligro."

"Quiz no es algo peligroso," dijo Luke. "Por lo menos, no para nosotros."

Erreds trin, un sonido que se las arregl para ser sospechoso y triste al mismo tiempo.
"No estaba hablando acerca de ti," le asegur Mara al droide. "Lo ves, Luke?"

"S," dijo Luke, esbozando una estrecha sonrisa. Adelante, sus tres guas qom jha que
hasta ahora se haban pasado libremente de adelante a atrs de sus ms lentas cargas que
caminaban por el suelo, se haban subido todos a perchas de roca justo de este lado de la
boca de la caverna. "Yo dira que hay algo all adentro con lo que no estn ansiosos de
encontrarse."

"Acerca de lo que parecen haberse olvidado de contarnos," seal Mara. "Otra

prueba?"

"Podra ser," dijo Luke. "No- Nio De Los Vientos, qudate aqu atrs."

Yo no veo ningn peligro, protest el joven qom qae. Pero no obstante se baj
obedientemente en picada a un aterrizaje en una estalagmita cerca de la abertura. Cul
es el peligro?

"Estamos a punto de averiguarlo," le cont Luke, agarrando su sable de luz y

deslizndose hacia la caverna. "Mara?"

"Justo detrs de ti," dijo ella. "Quieres que me ocupe de las luces?"

"Por favor," dijo Luke, dndole su vara de luz por encima de su hombro. Estirndose
con todos sus sentidos, camin por la abertura.

Por un largo minuto se qued parado all inmvil, estudiando el terreno mientras Mara
barra lentamente la zona con los rayos de las varas de luz. La cmara era
impresionantemente grande y de techo alto, con un manojo de canales poco profundos
conduciendo arroyos de agua ondulante por el suelo por otra parte ms o menos
bastante llano. No haba ninguna de las estalagmitas y estalactitas con las que haban
tenido que tratar a travs del resto del sistema de cuevas, pero las reas ms bajas de las
paredes estaban picadas con docenas de agujeros de medio metro de dimetro que
parecan extenderse profundamente en la roca. Toda la cmara -las paredes, el techo, el
suelo, incluso los lechos de los riachuelos- estaban cubiertos con lo que pareca ser una
capa espesa de una substancia blanca musgosa. En el lado lejano, la cmara se encoga
de nuevo a un tnel como en el que estaban parados.

"Debe haber aberturas a la superficie," dijo en voz baja Mara, su aliento un moderado
calor momentneo en su nuca. "Ninguna luz, pero puedes sentir el movimiento del aire.
Y tambin hay agua."

"S," murmur Luke. Aire, agua, y una base de plantas -aunque fuera una de musgo-
significaba que podra haber toda una ecologa aqu abajo.

Una ecologa que bien podra incluir a un depredador...

"Quieres ofrecerle una barra de racin?" sugiri Mara.

"Intentemos primero con una roca," dijo Luke, inclinndose para recoger una piedra del
tamao de un puo. La tir hacia el centro de la cmara; y cuando se arque hacia el
suelo, la atrap en un asimiento de la Fuerza y la hizo girar abruptamente al costado-

Y abruptamente algo sali con un chasquido de una de las paredes y se volvi.

Y en ese movimiento, la piedra se desvaneci.

"Whoa!" dijo Luke, examinando esa parte de la pared mientras Mara giraba las varas
de luz en esa direccin. "Viste de dnde vino eso?"

"De alguna parte por all, creo," dijo Mara. "Pas demasiado rpido -all. Lo ves?"

Luke asinti. De uno de los agujeros profundos en la pared, una breve cascada de arena
gruesa se derramaba silenciosamente hacia el musgo blanco. Hubo algn movimiento
del musgo con el paso de la arena gruesa, entonces se asent de nuevo y la cmara
qued de nuevo silenciosa y quieta.

"Supongo que no le gustan las rocas," coment Mara.

"Deberamos haber usado la barra de racin," convino Luke, extendindose a la Fuerza

y repitiendo su memoria a corto plazo. No ayud; la atrapada haba sido demasiado
rpida. "Pudiste ver lo que era?"

"Algn tipo de lengua o tentculo, supongo," dijo Mara. "La parte principal de la
criatura probablemente est dentro de ese agujero."

"Y probablemente no est solo," dijo Luke, mirando los otros agujeros alrededor de la
cmara. "Alguna sugerencia?"

"Bueno, para empezar, vamos a necesitar ver uno ms de cerca," dijo Mara. "Captas
alguna conciencia all?"

Luke se estir a la cmara con la Fuerza. "No," le cont. "Nada."

"As que, entonces son simples animales depredadores," dijo ella, apretndose en la
abertura al lado de l y dndole las varas de luz. "Eso ayuda. Qutate del camino,
quieres?"

"Qu vas hacer?" pregunt Luke, frunciendo el ceo, cuando ella sac su sable de luz y
lo encendi.

"Como te dije: mirar ms de cerca," dijo. Sosteniendo el sable de luz delante de ella, lo
agarr con la Fuerza y empez a girarlo lentamente. Todava girando, flot hacia su
izquierda, mantenindose cerca de la pared. Se aproxim a uno de los agujeros...

Y con una llamarada de luz y el mltiple crujido de roca estrellada, se desvaneci en el

agujero.

Mara Jade! boque Nio De Los Vientos. Tu arma-garra?

"Est bien," lo calm Luke. Mantuvo sus ojos en el agujero, sin atreverse a mirar a
Mara. Si ella haba calculado mal...

Y entonces, con un segundo ruidoso desmoronamiento de roca, una larga criatura como
babosa sali encorvada del agujero, cubierta con sangre rosa que todava rezumaba de
una media-docena de cortes profundos a lo largo de su cuerpo. Movindose en una casi
grotesca cmara lenta, se desliz bajando la pared musgosa y se par contra una piedra
en el suelo. Una lengua enrollada sali rodando flcidamente de la boca floja, seguida
por el sable de luz de Mara.

Hubo una boqueada de uno de los qom jha. Entonces as es como son, dijo Custodio De
Las Promesas.

"No habas visto uno antes?" pregunt Luke.

No, contest el qom jha. No los encontramos hasta hace treinta estaciones.

Luke alz una ceja. "Realmente. No estaban aqu antes que eso, o slo ustedes no se
haban encontrado con ellos?"

No puedo contestar apropiadamente esa pregunta, dijo Custodio De Las Promesas. Slo
raramente los qom jha han entrado alguna vez en esta parte de la caverna.

"Problemas?" Mara pregunt mientras se extenda con la Fuerza para recuperar su

sable de luz.

"Parece haber alguna pregunta acerca de si este cuarto estaba as hasta hace treinta
aos," le cont Luke.

"Interesante," dijo Mara, mirando con repugnancia a su ahora ensangrentado sable de

luz. Hacindolo dar la vuelta de la esquina a la cmara, lo limpi en una saliente del
musgo blanco. "Podra ser que alguien se mud a la Torre Alta en ese tiempo y entonces
pudo querer descorazonar el turismo casual."

"sa es una posibilidad," convino Luke.

"Bueno, yo hice mi parte," dijo Mara, inspeccionando de nuevo su sable de luz. "T
puedes hacer las prximas -veamos, como las prximas treinta?"

"Ms o menos," confirm Luke, haciendo una rpida estimacin del nmero de agujeros
en las paredes de la caverna. "Crees que son lo bastante inteligentes para darse cuenta
de que somos demasiado grandes para comernos?"

"Odiara tener que contar con ello," dijo Mara. "Hay ms que suficiente velocidad y
msculo detrs de esas lenguas como para romper huesos."

"De acuerdo," dijo Luke. "Supongo que no habr algn camino que pase fuera de su
alcance."

"Tampoco querra contar con eso," dijo Mara. "Sin embargo, parece bastante simple.
Nos abrazamos a una pared y rebanamos a cada uno que encontremos por el camino."

Luke hizo una mueca. Bastante simple, es cierto, pero bastante sangriento. Las criaturas
no eran conscientes, por supuesto, y era sumamente importante que l y Mara las
pasasen. Pero todava no le gustaba la idea de semejante matanza a gran escala.
Pero quiz haba otra forma. "Custodio De Las Promesas, ustedes obviamente se han
encontrado con estas cosas antes," dijo, mirando atrs sobre su hombro. "Qu comen?"

Custodio De Las Promesas bati las alas. Hay migraciones de insectos al principio y al
final de cada estacin.

"Hmm?" pregunt Mara.

"Insectos migratorios," tradujo Luke.

"Ah," dijo Mara. "Excepto cuando pueden atrapar qom jha frescos, supongo."

Hendedor De Piedras riz las alas amenazadoramente. No nos insultes, Jadeo De Mara.

"Por supuesto, eso no explica qu estn comiendo ahora mismo," continu Mara. "No
hay muchos insectos aqu abajo en el momento."

"Por lo menos ninguno visible," dijo Luke. Apagando su sable de luz, se desliz a la
cmara, mantenindose cerca de la pared. Extendiendo la empuadura de su sable de luz
tanto como pudo, le dio un golpe seco al musgo.

Hubo un sbito zumbido resonante; y abruptamente una docena de grandes insectos

salieron de cavidades inadvertidas en el musgo, volando locamente por la cmara en
todas direcciones.

No llegaron muy lejos. Tan repentinamente como haban aparecido los insectos hubo
una agitacin de lenguas chasqueantes, y un momento ms tarde la cmara qued de
nuevo en silencio.

Detrs de Luke, Erreds borbot nerviosamente. "Interesante," coment Mara. "Esa

capa de musgo debe ser ms gruesa de lo que parece." Mir a Luke. "Espero que no
vayas a sugerir que apaleemos las paredes e intentemos escabullirnos mientras estn en
un frenes alimenticio."

"Ests medio en lo cierto," dijo Luke, encendiendo su sable de luz y caminando de

nuevo a la cmara. Deslizando la punta de la hoja resplandeciente en el musgo, cort
cuidadosamente un cuadrado de un metro de ancho del material de la extensin general.
Apag el arma y la devolvi a su cinturn, agarr bien los bordes, y tir.

Con un rasguido extraamente desconcertante, un parche de quince centmetros de

espesor se separ. Luke lo agarr sobre sus antebrazos, intentando mantenerlo ms o
menos entero, haciendo una mueca de repugnancia al ver cien gusanos de repente
perturbados corriendo por la superficie o enterrndose de nuevo en el musgo.

"Encantador," dijo Mara, viniendo a su lado. "Y ahora es hora de comer?"

"se es el plan," dijo Luke, deslizndose hacia el prximo agujero en la lnea y tirando
el parche delante de l. La lengua sali con un chasquido, y en una agitacin de polvo
de musgo el parche se desvaneci.
"Veamos si funcion," dijo Mara, adelantndose a Luke y estirando la hoja de su sable
de luz delante del agujero.

No pas nada. "Parece bien," decidi ella. "Mejor que pase el droide mientras todava
est masticando."

"Correcto," dijo Luke, volvindose y asiendo con la Fuerza a Erreds. "Nio De Los
Vientos, qom jha- vamos."

Un minuto ms tarde todos estaban del lado lejano del aposento. "Bueno, estoy
impresionada," declar Mara, bajando su posicin de guardia para unrseles.

"Y no nos hizo falta matar," seal Luke, encendiendo su sable de luz y caminando
hacia el aposento del prximo depredador.

"Excepto un manojo de insectos," dijo Mara. "A propsito, tienes algn problema con
los insectos?"

Crey que lo haba estado escondiendo mejor que eso. "Me recuerdan a esas cosas
droch, eso es todo. Ningn problema."

"Ah," dijo Mara, apagando su sable de luz y dando la vuelta por detrs de Luke. "Que
tal si: t cortas, y yo pelo. Est bien?"

***

Dos horas ms tarde, finalmente se detuvieron para pasar la noche.

"Por lo menos, creo que es de noche," dijo Luke, fruncindole el ceo a su crono.
"Acabo de darme cuenta de que nunca puse esta cosa en la hora local."

"Es de noche," le asegur Mara, acostndose agradecida contra su roca escogida y

cerrando los ojos. Ms tarde, saba ella, pagara por esto con numerosos dolores e
incomodidades por la humedad y los bordes afilados. Pero por el momento se senta
inmensamente bien. "La noche se define como la hora de dormir para todos los chicos y
chicas buenos. Por consiguiente, es definitivamente de noche."

"Supongo que s," dijo Luke.

Mara abri los ojos y lo mir. Haba habido un parpadeo de algo en sus emociones justo
entonces. "No?" pregunt ella.

l agit la cabeza. "No, tienes razn," concedi, un poco renuentemente. "Necesitamos

dormir."

En lugar de qu? Mara se estir con la Fuerza, intentando leer ms profundamente en

su mente. Pero el camino estaba bloqueado, con nada que ella pudiera detectar excepto
una barrera de incertidumbre teida con?

Frunci el ceo. Vergenza? Era eso realmente lo que estaba captando?

Lo era. Y para el gran Maestro Jedi Luke Skywalker el incluso tener semejante emocin
era definitivamente una evidencia de progreso.

Y dado que, la ltima cosa que ella quera hacer era hacrselo fcil. Cuando l estuviera
finalmente dispuesto a quebrar su caparazn lo suficiente para preguntarle por su
relacin con Lando, ella le contara. No antes.

Y quiz para ese tiempo podra or las otras cosas ms preocupantes que tena que
decirle.

Quiz.

CAPTULO
11

"Entonces es ese, huh?" pregunt Wedge, apoyndose indiferentemente contra una de

las lmparas de viejo estilo bothano que delineaban el parque y mirando por la
extensin abierta al domo blanco brillante en el centro.

"se es," confirm Corran, fruncindole el ceo a su datapad. "Por lo menos, de

acuerdo a esto."

Wedge gir su mirada a la periferia del parque, a la calle que lo rodeaba y a las tiendas
con sus coloridos carteles comerciales que la delineaban. Era aparentemente da de
mercado, y cientos de peatones bothanos y aliengenas llenaban el rea. "Deben estar
chiflados," le dijo a Corran. "Poner un blanco as?"

Se interrumpi cuando un par de duros pasaron delante de l y se fueron por un ngulo

en el parque. "En un rea pblica," continu en un tono ms bajo, "es slo buscarse
problemas."

"Por otro lado, tener un polo de tu rejilla de escudo planetario dentro de tu ciudad
capital garantiza bastante la seguridad de esa ciudad," seal Corran. "Eso debe ser
reconfortante para todos los extraplanetarios que hacen negocios aqu."

"Los bothanos siempre se han preocupado mucho por su imagen," concedi agriamente
Wedge.

Aun as, tuvo que admitir que el lugar no era ni cerca de tan vulnerable como
aparentaba. De acuerdo a los datos que Bel Iblis les haba conseguido, el domo estaba
construido de una aleacin especial de permacero, no tena ninguna ventana y slo una
puerta, y estaba lleno de guardias armados y defensas automatizadas. El equipo
generador de escudos propiamente dicho estaba dos pisos bajo la tierra, con un
suministro de energa autocontenido de respaldo, un cuarto lleno de partes de repuesto,
y una estructura de tcnicos de servicio que segn se alegaba podran desarmar todo el
sistema y volverlo a armar en dos horas.

"Cierto; pero ms all de la imagen, tampoco nunca se han quedado cortos en cuidar de
sus propias partes de atrs," seal Corran. "Tendrn resguardos de siete formas-"
Se detuvo cuando un grupo de bothanos, charlando animadamente entre s, se abrieron
paso a empujones entre los dos humanos. Un par de rezagados que seguan al grupo
principal estaban aun ms ensimismados; uno de ellos choc directamente contra
Wedge, casi hacindolo caer.

"Todo mi clan se disculpa, seor," boque, ondeando su pelaje de vergenza y turbacin

mientras retroceda rpidamente directamente hacia Corran. Corran intent esquivarlo,
pero el bothano ya se estaba moviendo demasiado rpido y tambin embisti contra l.

"Torpe necio," lo amonest el segundo bothano, tomando el brazo de Corran para

ayudarlo a recuperar el equilibrio. "Endeudars a todo nuestro clan hasta que el sol de
Bothawui muera. Nuestras ms grandes disculpas, amables seores. Est alguno de
ustedes lastimado?"

"No, estamos bien," le asegur Wedge. Mir a Corran por confirmacin, vio apenas una
insinuacin de un ceo arrugando la frente del otro. "Pensndolo mejor-"

"Excelente, excelente," continu el bothano, claramente no muy interesado en la

respuesta a su pregunta mientras tomaba el brazo de su compaero y los diriga a ambos
hacia las tiendas. "Un buen y amistoso da para ustedes, entonces, buenos seores."

Wedge se acerc al lado de Corran, mirando como los dos bothanos casi atropellaron a
una anciana humana al borde de la muchedumbre y entonces se desvanecieron en el
flujo peatonal general. "Qu pasa?" murmur. "Ests herido?"

"No," dijo despacio Corran, ahondando su ceo. "Simplemente hubo algo que se sinti
mal acerca de-"

Abruptamente, palmote su tnica, su ceo explot en una mirada de consternacin

absoluta. "Droyk! Se llev mi billetera!"

"Qu?" exclam Wedge, manoteando su propio bolsillo.

Y encontrndolo vaco. "Oh, sh-"

"Vamos," dijo entre dientes Corran, zambullndose en la muchedumbre.

"No puedo creerlo," gru Wedge, zambullndose detrs de l. "Cmo espacios

hicieron esto?"

"No lo s," respondi Corran por encima de su hombro, empujando a un lado a un

peatn tras otro. "Habra jurado que conoca todos los trucos. Supongo que no llegaste
a ver el signo de clan que estaban llevando?"

"Lo vi, pero no lo reconoc," le cont Wedge, sintindose un completo y alegre tonto.
Todo lo que tenan -dinero, chips de crditos, y sus IDs civiles y militares- todo estaba
en esas billeteras. "El general va a matarnos si no las recuperamos."
"S- de a uno a la vez y muy lentamente," convino oscuramente Corran. Se abri paso a
travs de un ltimo grupo de peatones a un punto temporalmente despejado en la
pasarela y se detuvo. "Algo?" pregunt, levantando el cuello para buscar en las
muchedumbres.

"Nada," dijo Wedge, echando una mirada alrededor y preguntndose qu en el nombre

de la ta de Ackbar iban a hacer ahora. El gobierno bothano no saba que estaban aqu, y
probablemente estara furioso si lo averiguaban. Lo mismo que cualquier oficial de la
Nueva Repblica. "Supongo que no podras ser capaz de, ah-?"

"Si no pude captar nada cuando estuvieron justo al lado mo, no es probable que pueda
hacerlo a esta distancia," dijo Corran, sonando completamente hastiado de s mismo.
"Espero que ya tengas un plan de respaldo listo."

"Pens que lo traas t," contrapuso displicentemente Wedge. Desafortunadamente, todo

lo que podran hacer ahora era volver a su lanzadera y reunirse con el Peregrino en Ord
Trasi.

Se rumoreaba que el General Bel Iblis tena un imponente repertorio de invectivas

corelianas que slo salan a la superficie cuando estaba absolutamente furioso. Wedge
mismo nunca haba podido confirmar personalmente el rumor. Pareca probable que
pronto tendra la oportunidad de hacerlo. "Mirax nunca va a dejar de reprenderte por
esto," advirti con un suspiro.

"Claro- como Iella fuera a dejar de hacerlo alguna vez," gru en respuesta Corran.

"Eh, ustedes, mis buenos jvenes muchachos. Me acompaan con una bebida?"

Wedge se volvi, para encontrar a una anciana de ojos brillantes parada junto a l.
"Qu?"

"Les ped que me acompaaran con una bebida," repiti ella. "Es un da tan caluroso, y
toda esa luz brillante del sol es molesta para ojos viejos como los mos."

"Lo siento, pero estamos un poco ocupados ahora mismo," dijo bruscamente Corran,
parndose en puntas de pie para asomarse de nuevo por encima de la muchedumbre.

"Ustedes los jvenes," dijo la mujer en tono de reproche. "Siempre demasiado ocupados
para sentarse y disfrutar de la vida. Demasiado ocupados tambin para escuchar la
sabidura de los mayores."

Wedge hizo una mueca, volviendo su atencin de nuevo a la muchedumbre y esperando

que la vieja necia entendiera la indirecta. Qu estaba haciendo ella excavando mineral
en las calles de Drev'starn en primer lugar, no se lo poda imaginar. "Mire, seora, lo
siento-"

"Pero estn demasiado ocupados para compartir una bebida con una vieja dama
solitaria-" continu ella, con voz que se volvi afligida. "Eso es simplemente
escandaloso. Especialmente cuando la vieja dama solitaria paga."
Wedge volvi a mirarla, buscando una forma firme pero corts de sacrsela de encima.
"Mire, seora-"

Y se detuvo. La mano de ella estaba levantada ahora y estaba sosteniendo dos artculos
para que los inspeccionara. Dos pequeos sobres negros.

Sus billeteras.

Wedge sinti que su boca cay abierta unos milmetros, enfocndose por primera vez en
su cara. Era la misma mujer con la que los dos rateros haban chocado durante su
partida apresurada. "Ah, Corran?" dijo, extendiendo la mano y tomando las billeteras
de la mano de la mujer. "No importa."

"Q-?" demand Corran, con la palabra estrangulada a mitad de camino cuando Wedge
le alcanz su billetera. Cautelosamente, la tom, sus ojos dejaron a la mujer slo el
tiempo suficiente para confirmar que todo segua all. "Puedo preguntar cmo llegaron
stas a su posesin?"

La mujer ri entre dientes, agitando la cabeza. "Ustedes la gente de CorSec son una risa.
Los programan para ser as, o simplemente los hacen comer los manuales?"

Corran mir a Wedge. "Nos gusta ser precisos," dijo, su voz cautelosamente ofendida.
"Y es ex-CorSec."

"Lo que sea," dijo con un encogimiento de hombros. "De cualquier modo, muchachos
deberan tener ms cuidado- sos son unos holos familiares muy bonitos, y odiara ver
que los pierdan. Entonces, Wedge, qu hay sobre esa bebida? Realmente tenemos
mucho de qu hablar."

"S, por qu no?" convino cautelosamente Wedge, toda una lista de posibilidades
desagradables pasaron por su mente. Si ella los entregaba a los grupos delictivos locales
-o peor, a la organizacin Venganza- o incluso si meramente demandaba una pesada
recompensa- "Obviamente ya sabes nuestros nombres. Y el tuyo es...?"

"Moranda Savich," dijo ella. "Una especie de empleada de segunda lnea de su viejo
amigo Talon Karrde. Y pensndolo mejor, ustedes dos pagan."

***

El droide mozo les entreg sus bebidas, derramando las pocas gotas obligatorias hacia
la mesa de piedra tallada, acept la moneda de Wedge, y parti. "Chakta sai kae," dijo
Moranda, alzando su vaso. "Lo dije bien, Corran? Nunca he estado segura de la
pronunciacin coreliana correcta de ese brindis."

"Bastante cerca," gru Corran, alzando la mirada con obvia renuencia del datapad y
mirando a Wedge. "Y bien?"

Wedge se encogi de hombros. "Se ve bien para m."

" 'Bien' no es suficiente," dijo oscuramente Corran. "Tambin me doy cuenta de que la
nica forma de confirmar que esta carta de presentacin realmente es de Karrde sera
investigar los cdigos de ID en Coruscant."

"As que muevan sus colas a la oficina de enlace de la Nueva Repblica y pidan que
hagan eso," dijo Moranda, tomando un largo sorbo de licor verde-azul plido que haba
ordenado. "No estamos precisamente gordos de tiempo aqu, saben."

"S," murmur Wedge, intentando leer esa cara tan totalmente indiferente.
"Desafortunadamente..."

"Desafortunadamente, no pueden hacer eso-" sugiri ella, mirando a Wedge por encima
de su vaso. "S, eso pens. Que extrao."

"Por qu dices eso?" demand Corran.

"Por qu digo qu?" contrapuso Moranda. "Que los hayan dejado solos, o que eso es
extrao?"

"Lo primero," dijo Corran. "Suena como que casi lo esperabas."

"Oh, vamos," dijo con desdn. "Tuve una mirada larga a sus billeteras, recuerdas. Qu
otra conclusin hay, cuando tienen sus IDs militares enterradas detrs de las civiles?"

"Exactamente," dijo Corran, mirndola fijo con el tipo de mirada intensa que Wedge
decidi era equipo estndar de Seguridad Coreliana. "Lo que significa que ya sabas que
no podamos verificar esta historia desde antes de que nos la mostraras."

"Y qu, cre eso en el camino?" pregunt ella, todava apuntando hacia la datacard en
su datapad.

"O lo tenas esperando con tu coleccin de una docena de otras falsificaciones,"

respondi el fuego Corran. "Cmo se supone que lo sepamos?"

Alzando su vaso, Moranda lo vaci. "No importa," dijo, ponindose de pie. "Asum que
estbamos del mismo lado en esto, y pens que podramos ayudarnos entre nosotros.
Aparentemente no podemos. Intenten aferrar un poco mejor sus billeteras la prxima
vez."

Wedge mir a Corran, capt la inclinacin fraccionaria del otro. "Por favor; sintate,
Moranda," dijo, medio levantndose de su propia silla y agarrndola del brazo. Se senta
dolorosamente delgado debajo de su manga. "Por favor."

Ella hizo una pausa, lanzando una mirada especulativa a cada uno de ellos. Entonces,
dando una estrecha sonrisa a Wedge, volvi a su asiento. "Una prueba, presumo.
Pas?"

"Lo suficientemente bien para que por lo menos te escuchemos un poco ms," le dijo
Wedge. "Empecemos con por qu exactamente ests aqu."
"Probablemente la misma razn que ustedes," dijo ella. "Karrde ve una explosin en
camino, con los bothanos en el medio de ella, y quiere ver si hay fuerzas externas
planeando apretar los detonadores."

"Y t eres todo lo que pudo mandar?" sugiri Corran.

"Claro que no," dijo Moranda. "Tiene gente por toda la Nueva Repblica siguiendo el
rastro de personal y movimientos de equipo. Otra gente est revisando cada reporte e
insinuacin y especulacin que aparece. Yo slo soy la que est aqu en el terreno."

"Con qu instrucciones?" pregunt Wedge.

Moranda seal con la cabeza en direccin a la puerta del caf. "Hay mucho poder de
fuego en rbita all arriba," dijo. "Podran empezar a dispararse entre s en cualquier
momento. Pero si alguien quiere dar un golpe al propio Bothawui, tendrn que librarse
de los escudos planetarios primero. Karrde me pidi que mantuviera un ojo en ellos."

"Es por eso que estabas husmeando cerca del generador de Drev'starn?" pregunt
Wedge. "Intentando ver cmo podra entrar alguien?"

"Ya haba hecho eso," dijo. "En realidad, hoy estaba all afuera viendo si poda
descubrir a alguien ms cubriendo el lugar." Sonri maliciosamente. "Razn por la que
los atrap a ustedes dos. No quiero ofender, pero destacan en una muchedumbre como
un wookiee en una reunin familiar noghri."

Wedge asinti cuando el entendimiento lo golpe. "Es por eso que hiciste que nos
roben nuestros bolsillos? As podas averiguar quines ramos?"

Los labios delgados de Moranda se agitaron. "De hecho, no, no lo hice. Slo estaba
mirando por casualidad cuando esos bothanos se alzaron con sus cosas y me asegur de
estar en posicin de volver a robarlos a ellos."

Wedge mir a Corran. "Ests pensando lo mismo que yo?"

"Que alguien pudo habernos notado," dijo Corran, recorriendo el caf con una mirada
cuidadosa. "Podra ser. Supongo que no podras tener ninguna idea de adnde pueden
haberse enterrado esos dos rateros, no?"

"Lo siento," dijo Moranda, agitando la cabeza. "Slo llegu aqu hace un par de das y
no he tenido la oportunidad de conectarme con el bajo mundo local."

"Pero podras conectarte con ellos si quisieras?" pregunt Wedge, todava intentando
hacerse una percepcin de esta mujer. Confiaba ms o menos en el propio Karrde; pero
Karrde tena una organizacin grande, y posiblemente no podra conocer personalmente
a todos en ella. Moranda Savich podra estar jugando en las dos puntas en contra del
medio, o aprovechndose de la organizacin de Karrde para sus propios propsitos, o
incluso simplemente usndola para obtener alojamiento y comida gratis siempre que
estuviera entre trabajos ms inspidos. Si alguien de Venganza, digamos, le ofreca una
suma de dinero lo suficientemente grande para traicionarlos a l y a Corran, lo hara?
Moranda suspir. "Mira, Wedge," dijo en voz baja. "Hice una buena cantidad de
trabajos de infiltracin, y en los trabajos de infiltracin aprendes a leer las caras de la
gente. Puedo ver que no confas en m. Y realmente no te culpo -acabamos de
conocernos, despus de todo. Pero tengo esa carta de Karrde, y les devolv sus
billeteras. As de improviso, no s qu ms puedo hacer para persuadirlos."

"Pero quieres persuadirnos," dijo Corran.

Ella sonri, una sonrisa estrecha y quebradiza. "Me dieron una asignacin," dijo
simplemente.

Wedge suprimi una mueca. Todava se senta raro acerca de esto, pero sus argumentos
parecan tener sentido. Si algo apareca ms tarde, haba que esperar que los sentidos
Jedi de Corran lo captaran. "Est bien," dijo. "Por el momento, por lo menos, unamos
nuestros recursos. Alguna sugerencia?"

"Bueno, obviamente, la primera cosa que necesitamos hacer es averiguar si cualquier

sospechoso ha llegado desde que esa estacin de investigacin orbital fue destruida hace
una semana," dijo Moranda, su tono completamente serio ahora. "Despus de todo, eso
fue lo que comenz todo este incremento militar. Si Venganza decidi aprovecharse de
eso, pueden haber necesitado traer aqu a ms de su gente."

"Venganza o alguien ms," murmur Corran. "El Imperio, por ejemplo."

"Parece razonable," convino Wedge. "Slo hay un problema. Esa informacin est
guardada en las computadoras de Aduanas de Bothawui, y nosotros no tenemos acceso."

"Oh, se no es ningn problema," le asegur Moranda con un movimiento airoso de la

mano. "Vamos, terminen, e iremos a su lugar y hablaremos sobre esto."

"Seguro," dijo Wedge, tomando un largo sorbo de su todava intacta bebida y

ponindose de pie. Cualquier cosa que pasara aqu, decidi, iba a ser muy interesante.

No necesariamente que fuera algo bueno.

***

"En serio?" dijo Navett en su comunicador, alzando la vista cuando Klif entr en el
Emporio de Mascotas Exoticalia y cerr la puerta detrs de l. "Eh, eso es genial.
Cundo puedo pasar y recogerlos?"

"En cualquier momento que desees," vino la voz del funcionario de aduanas bothano
por el comunicador. Desde el fondo vino el dbil sonido de un estornudo.
"Preferentemente pronto," agreg.

"Apuesta a que lo haremos," dijo Navett alegremente. "Ya tenemos clientes que vienen
queriendo ver lo que tenemos, y nosotros tenemos que contarles que todava no tenemos
nada. Podemos pasar ahora mismo, no?"
"Creo que ya he contestado a esa pregunta," contest el bothano cuando otro estornudo
son en el fondo.

"Oh- est bien," dijo Navett mientras Klif se acercaba. "Genial. Muchas gracias."

"Un da de paz y ganancias para ti."

"S, lo mismo para ti."

Apag el comunicador. "Estamos adentro," le cont a Klif, guardando el instrumento.

"Y por los estornudos, dira que por lo menos algunos de los bothanos son alrgicos a
nuestros pequeos polpians."

"Lo que debe hacerlos ansiosos de librarse de ellos," dijo Klif.

"Creo que ya lo hizo," convino Navett. "Viste a Horvic?"

Klif asinti. "l y Pensin entraron como personal de mantenimiento para esa taverna
Ho'Din a dos cuadras del generador de escudos. Despus de la hora del cierre."

"Perfecto," dijo Navett. Si sus esquemticos eran correctos, ese caf estaba directamente
sobre uno de los conductos subterrneos que llevaban cables de energa al lugar.

"S." la cara de Klif se agri. "Ahora las malas noticias. Los dos carteristas bothanos
que contratamos arruinaron el trabajo."

Navett jur. Debera haber sabido que no deba confiar en el talento local. "Los
atraparon?"

"Segn ellos, el robo real fue suave como hielo del lago." Klif hizo una mueca. "Fue
slo que cuando volvieron a m, ya no tenan las billeteras."

Navett sinti que sus ojos se estrechaban. "Qu quieres decir con que no las tenan?"

"Slo lo que dije: las perdieron. La mejor suposicin es que alguien en la muchedumbre
los vio robar las carteras y les devolvi el favor."

"Ests seguro de que no se embolsaron simplemente el efectivo para ellos mismos?"

Klif se encogi de hombros. "Absolutamente seguro, no. Pero es difcil creer que un par
de agentes de la Nueva Rep estaran llevando ms efectivo que lo que yo estaba
ofrecindoles." Frunci los labios. "A menos que, por supuesto, no sean agentes de la
Nueva Rep."

Navett tir de una silla y se sent pensativamente en ella. Podra haber estado
equivocado acerca de ellos?

"No," se contest su propia pregunta. "No, claro que son Nueva Rep. Probablemente
militares, tambin, por su aspecto. La pregunta es, quin es este nuevo saltador que se
haba unido a la partida?"
"No crees que fue simplemente otro carterista aprovechndose de la situacin?"
pregunt Klif.

Navett alz una ceja. "Lo crees?"

"No, no realmente," dijo pesadamente Klif. "Demasiado peligro de ser atrapado con los
bienes cuando las placas despertaran."

"Exactamente mi punto," dijo Navett. "No, han encontrado a un aliado del bajo mundo.
Un muy buen aliado del bajo mundo tambin, por lo que parece."

Klif sise suavemente entre dientes. "No tenemos a nadie que mandar para hacer una
vigilancia apropiada," le record a Navett. "Quiz debamos librarnos de ellos."

Navett se rasc la mejilla. Era una sugerencia tentadora. Un trabajo complicado con un
itinerario ajustado era bastante malo sin agentes militares de la Nueva Rep curioseando.
Si pudieran ser eliminados en silencio...

"No," dijo. "Todava no. No pueden posiblemente estar tras nosotros. Nos
mantendremos alerta, y si parecen estar mostrando demasiado inters en nosotros
podramos tener que hacer algo al respecto. Pero por ahora mismo, los dejaremos
tranquilos."

El labio de Klif se agit bruscamente. "T eres el jefe," dijo. "Espero que no ests
cometiendo un error."

"Si lo estoy, es un error que se corrige fcilmente," dijo Navett, ponindose de pie.
"Vamos. Pongmonos nuestras caras de sinceros-pero-estpidos y vayamos a buscar a
nuestros animales."

CAPTULO
12

De alguna parte lejos a la distancia vino la llamada trinante del cdigo de combate
noghri. "La nave est aproximndose," tradujo Barkhimkh. "Sakhisakh puede verla."

"Le tomar la palabra," dijo Leia. Encerrada entre los rboles estrechamente espaciados
que se arracimaban en esta pequea colina con vista al Espaciopuerto Barris Norte de
Pakrik Minor, poda ver muy poco ms que el verdor a su alrededor, un minsculo
parche de cielo azul directamente encima de ella, y el landspeeder que Sabmin les haba
prestado debajo de ella.

Una situacin ligeramente extraa, en su opinin, y adems probablemente innecesaria.

Dado que esa transmisin haba llevado el cdigo de firma personal y la confirmacin
de ruptura de puente de Bel Iblis, no poda haber nadie ms que el general en esa nave
que se acercaba. Pero sus guardias noghri no haban querido que ella se mostrara hasta
que el ocupante de la nave fuera identificado positivamente, y debido a sus
preocupaciones haba estado de acuerdo en hacerlo de esta forma.
Poda or a la nave aproximndose ahora. "Suena bastante pequea," dijo ella, haciendo
sus ejercicios de amplificacin sensorial Jedi para incrementar el gemido distante a algo
ms claro.

"De hecho lo es," la confirmacin en voz baja de Barkhimkh retumb incmodamente

fuerte en su odo sensibilizado. "Observar."

Se oy el crujido de un cuerpo movindose a travs del follaje, el ruido atronador se

volvi susurros cuando Leia redujo su odo de vuelta a su nivel normal. En la distancia
ella oy al gemido subir ligeramente, entonces cay abruptamente cuando la nave se
pos en su plataforma y se apag.

El sonido se desvaneci completamente, y por un largo minuto no hubo nada ms que el

susurro de las hojas a su alrededor. Leia esper, preguntndose qu estaba pasando all
afuera. El grandiosamente llamado espaciopuerto era realmente poco ms que un gran
campo abierto con un puado de plataformas de aterrizaje de permacreto esparcidas en
l; no debera tomarle tanto tiempo a Sakhisakh llegar hasta la nave y revisarla.

A menos que hubiera algn tipo de problema. Se estir a la Fuerza, buscando gua...

Y entonces, flotando en la brisa, vino una segunda llamada de batalla noghri. "No hay
peligro, y podemos acercarnos," dijo Barkhimkh a su lado, su voz ligeramente
confundida. "Pero nos advierte que no todo es como se esperaba."

Leia frunci el ceo. No es como se esperaba? "Qu significa eso? Garm no est
all?"

"No lo s," dijo Barkhimkh, subiendo en el landspeeder y encendiendo los repulsores.

"Yo slo pude ver que la nave era de hecho pequea, como ya habas determinado, y
que no llevaba ninguna marca."

"Ninguna marca?" pregunt cuidadosamente Leia. "Ninguna?"

"Ninguna que yo pudiera ver," dijo de nuevo Barkhimkh, deslizando el landspeeder a

travs de los rboles. "Quizs a una distancia ms cercana sean visibles."

Aparte de un carguero de granos dilapidado al lado lejano del campo, la recin llegada
era la nica nave a la vista. Era de hecho una nave pequea, probablemente biplaza, con
las lneas de una lanzadera diplomtica pero de un diseo que Leia no poda recordar
haber visto antes alguna vez. En la proa, adonde una nave diplomtica habra llevado las
marcas gubernamentales, no haba nada. A mitad de camino a lo largo del costado, la
escotilla estaba abierta, con una rampa corta que bajaba desde ella al permacreto. "Est
Sakhisakh adentro?" pregunt.

"S," contest Barkhimkh. "Est esperando con el piloto y el pasajero."

Piloto y pasajero? Leia asinti mecnicamente, sus ojos en la proa de la nave. Ahora,
cuando se acercaban a la nave, pudo ver por primera vez que de hecho haba unas
dbiles marcas en el casco adonde alguna clase de insignia haba estado alguna vez.
E incluso con slo el contorno visible, haba algo vagamente familiar en el diseo. Algo
que estaba activando un igualmente vago pero no obstante perturbador recuerdo...

El landspeeder se detuvo en la rampa. "Consejera Organa Solo," dijo gravemente

Sakhisakh por el escotilln abierto. "Su visitante requiere humildemente el honor de su
presencia."

"Por supuesto," dijo Leia, igualando el tono formal del noghri. Sakhisakh conoca
bastante bien a Bel Iblis; quin podra estar all que lo hara ponerse as tan formal?
"Quisiera mi visitante presentar su requerimiento personalmente?"

"Lo har," dijo Sakhisakh, inclinndose ligeramente y retrocediendo por la escotilla.

Y cuando hizo as, una nueva figura sali a la vista. Un humanoide alto, cubierto con
una delicada bata dorada, con sutiles marcas prpura alrededor de sus ojos y hombros.
"Paz para ti, Alta Consejera Leia Organa Solo," dijo, con voz calma y rica, sin embargo
con un dejo de profunda y antigua tristeza en ella. "Soy Elegos A'kla, Confiable del
Remanente Caamasi. Quieres unrteme a bordo de mi nave?"

Leia trag saliva cuando los recuerdos la inundaron. Su visita como una nia a los
campos secretos de refugiados caamasi en Alderaan, y los centenares de banderas
coloridas en las que ondeaban escudos de familias caamasi que haba visto all.

Escudos como el que haba sido quitado de la proa de la nave de Elegos. "S, Confiable
A'kla," dijo ella. "Me sentira honrada."

"Por favor perdona mi intrusin en tu privacidad," dijo el caamasi, retrocediendo

mientras ella suba por la rampa. "Me han contado que t y tu parejaunida vinieron aqu
para descansar, y yo normalmente no habra violado tu solitud. Pero deseaba
grandemente hablar contigo; y el que traje conmigo dijo que su encargo era importante
al punto de la urgencia terrible."

"Y esa persona es?" pregunt Leia mientras entraba en la nave, estirndose con la
Fuerza. Definitivamente haba alguien ms aqu. Alguien familiar...

"Creo que lo conoces," dijo Elegos, apartndose del camino a un lado.

Y all en una silla en el fondo del cuarto, retorcindose nerviosamente bajo el ojo
vigilante de Sakhisakh-

"Ghent!" exclam Leia. "Qu ests haciendo aqu en el nombre de la Fuerza?"

"Necesitaba hablar inmediatamente con usted," dijo Ghent, su voz sonaba aun ms
nerviosa que su aspecto mientras se quedaba en la silla. "Quera ver al General Bel Iblis,
pero l no est y no puedo contactarlo. Y usted es la Presidenta de la Nueva Repblica y
todo eso, as que-

"Yo no soy en realidad Presidenta en este momento, Ghent," lo interrumpi suavemente

Leia. "Estoy de licencia. Ponc Gavrisom est a cargo del gobierno."
Ghent parpade de sorpresa, y a pesar de la gravedad de su comportamiento Leia tuvo
que esforzarse para no sonrer. Ghent haba sido alguna vez el mejor genio de
computadoras de Talon Karrde, con un talento tan imponente para infiltrarse y adems
manipular sistemas de computadoras que Bel Iblis haba hecho de su meta personal el
tentar al chico a que se fuera de la organizacin de Karrde. En los aos despus de que
el general haba tenido xito en eso, Ghent se haba superado una y otra vez, subiendo
firmemente a travs de los rangos hasta que ahora tena el puesto de Jefe de
Criptografa.

Pero lejos de sus amadas computadoras, el joven era tan ingenuo e inocente y estaba tan
perdido como era humanamente posible estarlo. El hecho de que, viviendo en el corazn
de Coruscant, se las haba arreglado para no enterarse para nada de la licencia de Leia
era casi normal en l.

"Quizs ella todava pueda ser de ayuda," sugiri Elegos, metindose en la

consternacin avergonzada de Ghent con el tpico aplomo caamasi. "Por qu no le
cuentas por qu ests aqu?"

"S, seguro," dijo Ghent, recuperando la voz y sacando un datapad de una vieja y
gastada funda en su cinturn. "Vea, el General Bel Iblis me dio una datacard-"

"Un momento," interrumpi la spera voz de Sakhisakh. "Fuiste t el que le envi un

mensaje a la Consejera Organa Solo con el nombre de Bel Iblis?"

"Bueno, uh... s," admiti Ghent, mirando cautelosamente al noghri. "Quera al general,
ve usted, pero no pude comunicarme con l. Y averig que Leia estaba aqu-"

"Qu quieres decir con que no pudiste comunicarte?" interrumpi Leia. "Adnde
est? Ha pasado algo?"

"No, no, se fue al sistema Kothlis," le asegur rpidamente Ghent, sus ojos
renuentemente se volvieron del noghri a ella. "Algn tipo de aglomeracin de naves- No
s para qu. Pero no pude hacerle llegar un mensaje, ni siquiera con los cdigos de
autorizacin ms altos. As que cuando averig que usted estaba aqu-"

"Cmo averiguaste que ella estaba aqu?" demand Sakhisakh.

Ghent se retorci de nuevo. "Bueno... estaba en los archivos de Gavrisom. Quiero decir,
usualmente no me metera en los asuntos del Alto Consejo, pero era muy importante. Y
entonces lo encontr a l-" Agit la mano desvlidamente hacia Elegos.

"Yo estaba esperndote en tu oficina," dijo el caamasi, su voz envi una oleada de
bienvenida calma a travs del cuarto. "Como mis dos colegas dejaron claro cuando
hablaste con ellos, estamos profundamente preocupados por la direccin que este asunto
ha tomado. Ahora, con las amenazas manifiestas hacia el pueblo bothano esa
preocupacin se ha magnificado grandemente."

Se encogi de hombros, un gesto que le onde a travs de toda la espalda hasta los
hombros. "Yo por supuesto haba planeado esperar hasta que volvieras para continuar
hablando contigo. Pero el Jefe de Criptografa Ghent insisti tanto en que deba verte
inmediatamente que le ofrec transporte, con tal de que pudiera alcanzarte."

"Y con tal de que l pudiera usar el cdigo de firma privado de Garm para asegurarse
de que yo vendra al espaciopuerto?" pregunt Leia, alzndole las cejas a Ghent.

El joven genio de las computadoras hizo una mueca de dolor. "No cre que vendras si
fuera yo solo," murmur.

Leia suprimi un suspiro. S, eso era de hecho clsico de Ghent. La realidad de los
hechos, era que su nombre y habilidad tenan un enorme peso en los niveles superiores
del gobierno de la Nueva Repblica. Otro hecho que l indudablemente no haba notado
en absoluto.

Y en cuanto a traer a Elegos con l, Ghent probablemente no tena la menor idea de

cmo volar una nave estelar por s mismo. Frustrante y molesto, pero todo encajaba.
"Est bien, reljate," dijo ella. "El interrogatorio ha terminado, y todo est perdonado
por lo menos temporalmente. Ahora. Cul es este encargo por el que vale la pena
romper media docena de leyes?"

Haciendo otra mueca de dolor, Ghent le alcanz el datapad en su mano. "En realidad es
un mensaje para Bel Iblis," dijo. "Pero- mira, slo lelo, est bien?"

Leia tom el datapad y lo encendi. Por otro lado, no podra evitar preguntarse, si
hubiera sabido que era slo Ghent y no Bel Iblis el que quera verla, habra presionado
ms fuerte a Han para que la llevara en su viaje al corazn del Imperio? Incluso sin el
mensaje de Ghent las razones haban parecido correctas y apropiadas en el momento.
Pero sin embargo...

Y entonces las palabras aparecieron en la pantalla del datapad... y un fro helado la

atraves. "Adnde conseguiste esto?" pregunt, su voz sonaba irreal a travs del sbito
golpeteo en sus odos.

"El General Bel Iblis lo trajo de Morishim," dijo Ghent, su voz tambin temblaba ahora.
"Haba una Corbeta Coreliana que lleg al sistema, slo que un Destructor Estelar la
alcanz y se la llev."

"Recuerdo haber ledo el reporte privado de Garm sobre eso," dijo Leia. "l quera que
el incidente se mantuviera en secreto mientras intentaba averiguar de qu se trataba."

"Bueno, sta era una transmisin de la Corbeta," dijo Ghent. "Estaba toda desfigurada,
pero pude filtrar el bloqueo y descifrarla." Respir ruidosamente. "Ves por qu tena
que hacrselo llegar en seguida a alguien?"

Leia asinti silenciosamente, mirando fijamente al mensaje.

Habla el Coronel Meizh Vermel, enviado especial del Almirante Pellaeon, enviado aqu
para avisar al General Bel Iblis acerca de la negociacin de un tratado de paz entre el
Imperio y la Nueva Repblica. Mi nave est bajo el ataque de elementos traidores al
Imperio, y no espero sobrevivir. Si la Nueva Repblica est de acuerdo en sostener tales
discusiones, el Almirante Pellaeon estar en el centro minero de gas abandonado en
Pesitiin en un mes para encontrarse con usted. Repito: Habla el Coronel Meizh
Vermel...

"Consejera?" murmur en voz baja Sakhisakh desde el otro lado del cuarto. "Hay
algn problema?"

Leia alz la vista al noghri, casi sobresaltada de encontrarlo all mientras los
pensamientos se arremolinaban a travs de su mente. Un tratado de paz. No una tregua
temporal, sino una verdadera y genuina paz. Algo que haba estado buscando y haba
anhelado desde los das del Emperador Palpatine y su propia decisin juvenil de
oponerse a l y a todo lo que representaba.

Y aqu estaba, sindole ofrecido a ellos por el Comandante Supremo de toda la Flota
Imperial.

O no? Pellaeon slo estaba ofrecindose a negociar, despus de todo. Haba

condiciones previas que seran planteadas en tal reunin, condiciones que convertiran a
todo el ejercicio en poco ms que una prdida de tiempo o, peor, un golpe de
propaganda para el Imperio?

O era incluso peor que eso? Era alguna clase de trampa?

"Consejera?" repiti Sakhisakh, caminando a su lado, sus grandes ojos negros

mirndola fijamente con preocupacin. "Qu la perturba?"

Sin palabras, ella le dio el datapad. Porque Pellaeon probablemente ya no estaba a cargo
del Imperio. Si se poda creer en Lando- y si eso mismo no era alguna clase de truco- El
Gran Almirante Thrawn haba vuelto.

Y con Thrawn, nada era nunca lo que pareca. Nunca.

Sakhisakh exclam algo que son vicioso en el idioma noghri. "No puede creer en
esto," gru, devolviendo el datapad a Ghent como si fuera algo sucio que le disgustara
incluso tocar. "El Imperio es la encarnacin de las mentiras y la traicin. Nunca ser de
otra forma."

"Es a menudo de esa forma, s," convino sobriamente Leia. "Pero por otro lado-"

"No hay ningn otro lado!" gru Sakhisakh. "Traicionaron y asesinaron a mi pueblo.
Traicionaron y asesinaron a su pueblo."

"Ya s," murmur Leia, el viejo dolor subi de nuevo como cido por su garganta.

"Y si Thrawn ha de hecho engaado a la muerte," continu el noghri, con una voz que
se volvi algo mortal, "entonces hay aun ms razones para rechazar cualquier cosa que
pueda decir el Imperio."

"Probablemente," dijo Leia. Y sin embargo...

"Puedo verlo?" pregunt Elegos.

Leia titube. Tcnicamente, ste era un asunto altamente confidencial de la Nueva

Repblica... "S, por supuesto," dijo, dndole el datapad, sus instintos sensibilizados por
la Fuerza sobrepasando las estrictas legalidades de la situacin. Antes de la destruccin
de su mundo, los caamasi haban estado entre los ms grandes mediadores y
negociadores que la Antigua Repblica hubiera conocido alguna vez, sus habilidades en
tales asuntos rivalizaban incluso con aqullas de los Jedi. Elegos bien podra tener algn
pensamiento que ayudara a arreglarlo todo.

Durante un largo minuto, el caamasi estudi el datapad en silencio. Entonces, sus ojos
azul sobre verde relucieron de emocin, alz de nuevo la mirada a ella. "Yo no veo
ninguna alternativa," dijo. "S, puede ser una trampa, pero eso no es seguro. Y si hay
siquiera una pequea oportunidad de que el Almirante Pellaeon sea sincero, esa
oportunidad debe ser explorada."

Sakhisakh examin sospechosamente al otro. "He admirado por mucho tiempo a los
caamasi, Confiable A'kla," dijo, con voz al borde del desafo. "Pero en esto, hablas con
las palabras de un nio sin destetar. Realmente le sugieres a Bel Iblis que se meta
abiertamente en las manos del Imperio?"

"Me malinterpretas, mi amigo," dijo serenamente Elegos. "No le ofrezco tal curso al
General Bel Iblis. De hecho, como ya ha sido sealado, sera imposible incluso
sugerrselo."

"Por qu?" pregunt Leia.

"Porque como Ghent ha descubierto, no tenemos ningn medio de comunicarnos

rpidamente con l," dijo Elegos. "Y la velocidad es vital, porque esta oportunidad aun
ahora se puede estar cerrando." Toc el datapad. "No s cundo tuvo lugar el incidente
de Morishim, pero est claro que las fuerzas que se oponen al Almirante Pellaeon ya
han empezado a reunirse contra l. Aun cuando todos los ataques manifiestos hayan
fallado, no puede esperar para siempre por la respuesta de Coruscant."

Sakhisakh le lanz una mirada cautelosa a Leia. "A quin sugieres entonces que se le
pida que se meta en las manos del Imperio?"

Elegos agit la cabeza. "No hay necesidad de pedirle a nadie," le dijo al noghri. "La
eleccin es aparente y obvia. Ir yo."

Sakhisakh pareci tomado desprevenido. "T?"

"Por supuesto," dijo Elegos. "Consejera Organa Solo, tengo una obligacin hacia Ghent
para llevarlo de vuelta a Coruscant. Si aceptaras tomar esa obligacin, yo podra partir
inmediatamente hacia Pesitiin."

Leia suspir. Ahora, por fin, comprendi por qu le haba parecido correcto dejar ir a
Han l solo a Bastin mientras ella esperaba aqu. "No hace falta, Elegos," dijo ella.
"Puedes llevarlo de vuelta t mismo. Yo ser la que vaya a Pesitiin."
Sakhisakh hizo un ruido con su garganta. "No puedo permitirle hacer eso, Consejera
Organa Solo," retumb. "Meterse en semejante peligro-"

"Lo siento, Sakhisakh," dijo suavemente Leia. "Pero como dijo Elegos, slo hay una
opcin posible. Yo soy la nica aqu que tiene la autoridad para negociar en nombre de
la Nueva Repblica."

"Entonces traiga a alguien ms desde Coruscant," demand el noghri.

"Como tambin ha dicho Elegos, no tenemos tiempo," dijo Leia. "Si Pellaeon ha
cumplido con su programa, ya ha estado en Pesitiin por once das. Tengo que ir yo, y
tengo que ir ahora." Respir profundo. "Si no puedes tratar con Imperiales, lo entender.
Puedo tomar al Halcn e ir sola."

"Por favor no me insulte," dijo oscuramente Sakhisakh. "Por supuesto que Barkhimkh y
yo la acompaaremos. Incluso hasta la muerte, si eso es lo que nos espera."

"Gracias," dijo Leia. "Gracias a ti tambin, Ghent, por traerme esto. Hiciste lo correcto,
con las ilegalidades flagrantes y todo. Confiable A'kla, tambin te agradezco tu ayuda
aqu."

"Espera un minuto," dijo Ghent, con ojos que parecan confundidos de nuevo. "Vas a ir
all? Sola?"

"No sola," gru Sakhisakh. "Nosotros estaremos con ella."

"S, seguro," dijo Ghent, mirando de un lado a otro entre Leia y Elegos. "Quise decir...
Elegos? No puedes- t sabes?"

"Viajar junto a ella?" dijo el caamasi. "Ciertamente, estara ms que dispuesto para
hacer as. Aunque no tengo ninguna autoridad oficial en la Nueva Repblica, mi gente
tiene algunas pequeas habilidades de negociacin." Mir pensativamente a Ghent.
"Pero como ya he explicado, tengo la obligacin previa de llevarte de vuelta a
Coruscant."

"A menos que ests dispuesto a tomar una lanzadera a Pakrik Major y encontrar una
nave de lnea que te lleve de vuelta," sugiri Leia.

"Pero yo no quise pedirte que-" la cara de Ghent se retorci en algo que pareca casi
doloroso. "Quiero decir, slo te traje el mensaje porque-"

Suspir, una gran exhalacin de aire que pareci encogerlo como un globo que se
desinfla. "Est bien," dijo con resignacin. "S, est bien. Claro, tambin ir con
ustedes. Por qu no?"

Leia parpade. No era la decisin que haba esperado de l. "Aprecio la oferta, Ghent,"
dijo. "Pero realmente no es necesario."
"No, no- no intentes convencerme de que no vaya," dijo Ghent. "Yo los met en esto-
tambin podra quedarme hasta el final. De cualquier forma, todos me dicen que
necesito salir ms."

Leia mir a Elegos, capt el asentimiento microscpico del otro. Aparentemente, tres
das solo en una nave de dos plazas con un caamasi le haban hecho un mundo de bien a
Ghent.

O si no el joven genio de las computadoras estaba finalmente empezando a crecer.

"Est bien," dijo ella. "Gracias. Gracias a todos." Dio una mirada alrededor del cuarto.
"Me temo que tendremos que llevar al Halcn- esta nave es demasiado pequea para
todos nosotros. Est a un viaje de veinte minutos en landspeeder de distancia."

"Entonces vamos," dijo Elegos, instigando suavemente. "Hay muy poco tiempo que
perder."

Cinco minutos ms tarde estaban corriendo por el paisaje de Pakrik Minor, el silbido del
viento era el nico sonido mientras los cinco ocupantes estaban sentados envueltos en el
silencio de sus propios pensamientos.

Leia nunca se enter de lo que los otros estaban pensando durante ese viaje. Pero a ella
se le haba ocurrido de repente una nueva y perturbadora idea. Un Jedi, saba, poda a
menudo ver o sentir el futuro y, como ella haba hecho a menudo, poda captar una
sensacin de la rectitud del camino que tomaba o la posicin del propio Jedi a lo largo
de ese camino. Estaba viendo esa rectitud para ella misma ahora.

Pero poda algn Jedi, se pregunt, ver adelante hasta su propia muerte? O estara el
camino que llevaba a ese momento siempre en la oscuridad? Sintindose correcto y
apropiado, quizs, todo el camino hasta el punto del paso?

Ella no lo saba. Quizs ste sera el camino adonde lo averiguara.

CAPTULO
13

Desde el lejano camarote de popa, el aullido de la alarma de batalla en el puente del

Salvaje Karrde fue algo bajo, casi sutil. Pero Shada haba sido entrenada para notar
cosas sutiles, y estaba despierta y fuera de la cama antes de que el aullido distante
hubiera terminado su escala descendente y se hubiera apagado. Echndose encima su
tnica y metindose el blster en el bolsillo lateral, se dirigi hacia el puente.

Los corredores estaban desiertos. Shada aceler su paso, alzando las orejas en busca del
ruido de una batalla o el esfuerzo de los motores que indicara un escape o evasin. Pero
la nave estaba misteriosamente silenciosa, el zumbido estable del motor y sus propios
pasos suaves eran los nicos sonidos que poda or. Adelante, la puerta del puente se
abri deslizndose a su acercamiento; metiendo la mano en el bolsillo de la tnica y
agarrando su blster, entr a la carga por la puerta.
Y se fren ligeramente confundida. La tripulacin del puente estaba sentada en sus
posiciones normales, algunos de ellos mirando interrogativamente su abrupta entrada.
Adelante, afuera del ventanal, estaba pasando el cielo jaspeado del hiperespacio.

"Hola, Shada," dijo Karrde, alzando la mirada del monitor de ingeniera adonde l y
Pormfil haban estado aparentemente consultando algo. "Pens que todava estabas
durmiendo. Qu te trae por aqu a esta hora?"

"Tu alarma de batalla - qu creas?" contrapuso Shada, echando otra mirada alrededor.
"Qu sucede, un simulacro?"

"No realmente," dijo Karrde, caminando hasta ella. "Mis disculpas; no cre que pudieras
or la alarma desde adonde estabas."

"Escuchar por problemas es parte de mi trabajo," dijo ella speramente. "Qu es este
'no realmente' un simulacro tuyo?"

"Estamos llegando al sistema Episol y al mundo Dayark," explic Karrde. "Hay una
buena posibilidad de que encontraremos algn problema cuando salgamos del
hiperespacio."

Shada mir por el ventanal. "Esa banda pirata independiente de la que Bombaasa nos
habl?"

"Posiblemente," dijo Karrde. "El rumor de nuestro viaje indudablemente nos ha

precedido."

"Para no mencionar el rumor de tu identidad," dijo Shada.

El labio de Karrde tembl. "De cualquier forma, despus de esa nave que descubrimos
esperando en nuestro punto de cambio de curso en Jangelle, pens que lo mejor era
entrar en el sistema Episol preparados."

"Suena razonable," dijo Shada. "Excepto la parte acerca de no pensar que yo necesitaba
estar informada."

"No cre que hubiera nada que pudieras hacer," dijo ligeramente Karrde. "A menos que
nos aborden -lo que garantizo que no harn- no habr nada de combate mano a mano."

"Mano a mano no es m nica rea de experiencia," dijo tiesamente Shada. "O no

mencion que estoy totalmente calificada para manejar esos turbolseres tuyos?"

Todo el puente haba asumido un aire de silencio expectante. "No, no habas

mencionado eso," dijo Karrde. "Pero a estas alturas es mayormente irrelevante. Las
bahas turbolser estn por necesidad algo expuestas, y si hay algn problema te
preferira aqu dnde estars- bueno-"

"Donde estar a salvo?" termin por l Shada. "Por qu, porque podran no ser piratas
los que nos esperan all afuera?"
Dankin medio se dio la vuelta en el timn para mirar a Karrde. Abri la boca como si
fuera a hablar, lo pens mejor, y se volvi a dar la vuelta de nuevo.

"No es Car'das," dijo Karrde, con voz cuidadosamente controlada. "No aqu. Si l
hubiera querido atacarnos a distancia, ya lo habra hecho. Eso significa que ha decidido
esperar hasta que lleguemos a Exocron."

"Siempre es bueno tener algo que esperar," gru Shada. "En ese caso, djame tomar
uno de los turbolseres. Yo soy por lo menos tan buena como Balig- probablemente
mejor que Chal."

"Podramos poner a Chal en la estacin de situacin," murmur Dankin.

El labio de Karrde tembl, pero l asinti. "Est bien, veremos lo que puedes hacer.
Dankin, dile a Chal que regrese y se haga cargo de situacin. H'sishi, cmo vamos de
tiempo?"

[Estamos a cuatro minutos y medio de la salida,] dijo la togoriana desde la estacin de

sensores, sus ojos amarillos estudiaban a Shada con intensidad y sin parpadear.

"Ser mejor que subas all," Karrde le dijo a Shada, sealando con la cabeza hacia la
puerta del puente. "Es el turbolser dos."

"Ya s," dijo Shada. "Avisar cuando est lista."

Tres minutos ms tarde ella se abroch las correas en la consola de control que
enfrentaba la gran burbuja de transpariacero, ejecutando la lista de control de pre-
disparo y reprimiendo los fantasmas de veinte aos de otras batallas similares, primero
con las Mistryl y entonces con los contrabandistas de Mazzic. En la mayora de esas
batallas haba tenido la suficiente suerte de estar en el lado ganador. En las otras...

"Shada, habla Chal," la voz del hombre joven vino por el auricular de su comunicador.
"Lista?"

"Casi," dijo Shada, mirando como la ltima de las luces de auto-verificacin se pona
verde. "S, lista."

"Est bien." Si Chal estaba molesto por haber sido pateado sumariamente de su puesto,
no se le notaba en la voz. "Estate atenta; estamos en la cuenta regresiva ahora.
Empezando por diez... ahora."

Escuch con media oreja la cuenta regresiva, sus manos descansaban en los controles,
sus ojos ya empezaron el patrn de bsqueda de combate que sus instructoras Mistryl le
haban enseado haca tanto tiempo. La cuenta lleg a cero, el cielo jaspeado se volvi
con un destello en lneas estelares y se encogieron en estrellas-

Y con un terrfico sacudn un rayo de lser golpe de golpe en el costado del Salvaje
Karrde.
[Siete blancos esperando,] gru H'sishi, el tono de su voz le dio a Shada la imagen
mental de todo ese pelo gris y blanco parado de punta. [Naves de ataque pequeas- clase
Corsario.]

"Nmero y clase confirmados," agreg Chal. "Cursos?"

La recitacin de blancos se perdi en el rugido siseante de su turbolser cuando Shada

gir el arma y dispar. Uno de los Corsarios, intentando meterse furtivamente bajo la
baha de carga del carguero, atrap la andanada de lleno en su flanco izquierdo y se
volvi polvo con un destello. Su compaero, esquivando la mayora de los escombros,
se alej ferozmente hacia la distancia pero slo tuvo xito en volar directo hacia una
andanada del turbolser de Griv. Lo que quedaba de la nave continu alejndose en una
trayectoria inercial, ardiendo como una pira fnebre voladora.

"Dos abajo!" brave Chal. "Que sean tres."

"Todos qudense atentos," dijo la voz ms tranquila de Karrde. "Los agarramos por
sorpresa esta vez. Saben qu esperar ahora."

Shada asinti en acuerdo silencioso, echando una rpida mirada a su pantalla tctica.
Los cuatro Corsarios que quedaban se haban retirado, siguindole el paso al Salvaje
Karrde pero claramente no demasiado ansiosos de atacarlo de nuevo. Karrde, entretanto,
tena al carguero ardiendo fuerte por el espacio hacia el distante gigante gaseoso
alrededor del que Dayark, el mundo capital de la Repblica Kathol orbitaba. "Mi
suposicin es que intentarn con su can de iones a continuacin," dijo ella.
"Podemos manejar eso?"

"Fcilmente," le asegur Karrde. "Ciertamente un can de iones tan pequeo. Aqu

vienen."

Separndose en pares, los cuatro Corsarios pasaron disparados por encima y debajo del
Salvaje Karrde, disparando a toda potencia con sus caones de iones. Shada dispar una
rpida andanada, rozando a uno de ellos por el cuarto superior antes de que ambas naves
desaparecieran detrs de la mole del Salvaje Karrde. "Situacin?" llam.

"Le quitaste su can de iones," confirm Chal. "Balig, le has sacado su deflector
trasero-"

[Atacan de nuevo,] lo interrumpi el gruido de H'sishi. Shada mir la pantalla tctica y

gir su turbolser hacia donde el Corsario ms cercano debera aparecer...

El atacante gir alrededor del casco del Salvaje Karrde, sus lseres llameando
intilmente contra el grueso blindaje del carguero. Shada y Balig respondieron el fuego,
los rayos turbolser gemelos lo agarraron de lleno en la proa y lo hicieron explotar en
una brillante llamarada de luz-

Y con un trueno ensordecedor algo choc directo contra la burbuja de transpariacero de

Shada.
"Me dieron!" boque Shada, luchando contra el sbito dolor desgarrador en su pecho y
hombro derecho. Todo a su alrededor un viento fro silbaba cuando el aire se escapaba
por la burbuja rajada. Su mano derecha estaba inutilizada; con su mano izquierda se
busc la hebilla de las correas, preguntndose distante si podra soltarse y salir de la
baha antes de que el vaco se la llevara. Quizs ahora, por fin, todo haba finalmente
terminado...

El viento estaba empezando a disminuir cuando desabroch la correa superior. Una

mala seal. Puso su mano en la correa inferior, su visin empezaba a nublarse...

Y con un segundo golpe, que sinti ms que realmente oy, la burbuja y estrellas se
desvanecieron en una placa de metal gris.

Parpade; pero aun mientras su cerebro privado de oxgeno intentaba deducir qu haba
pasado, una corriente de aire que le tap los odos entr en la baha, y repentinamente
unas manos extraas estaban abriendo la ltima de sus correas. "La tenemos!" grit una
voz incmodamente fuerte en su odo. "Pero est herida. Que Annowiskri baje aqu,
rpido."

"Ya estoy aqu," vino una segunda voz del otro lado de Shada. Hubo un zumbido de
algo en su brazo...

Volvi en s lentamente, o por lo menos lentamente para una Mistryl. Por un momento
permaneci acostada en silencio, con los ojos cerrados, mientras evaluaba su propia
situacin y condicin fsica. Su pecho y brazo derecho se sentan vagamente
adormecidos, y el cuero cabelludo le picaba como siempre lo haca despus de una
sesin en un tanque de bacta, pero aparte de eso se senta razonablemente bien. Por el
sonido suave de una respiracin saba que no estaba sola; por la falta de sonidos de
fondo de motores o maquinarias pareca que el Salvaje Karrde haba podido llegar a
Dayark.

As que todava no era el fin, y le quedaba vida por delante. Una lstima. Respirando
profunda pero silenciosamente, abri los ojos.

Estaba yaciendo en una de las tres camas en la baha mdica del Salvaje Karrde.
Sentado al otro lado del cuarto, con la vista perdida meditativamente afuera en el
espacio, estaba Karrde. "Debo suponer que ganamos?" pregunt Shada.

Karrde se sacudi ligeramente, su mirada regres a ella. "S, ganamos fcilmente," dijo.
"Cmo te sientes?"

"No demasiado mal," dijo ella, moviendo experimentalmente su brazo derecho. Aparte
de alguna rigidez y el entumecimiento que ya haba notado, no pareca demasiado mal,
por lo menos con tal de que no intentara moverlo demasiado en ninguna direccin. "El
brazo necesita un poco ms de trabajo."

"S, Annowiskri me dice que necesitars por lo menos otra sesin en el tanque de
bacta," dijo Karrde. "Hice que te sacaran para que pudieras acompaarme en un corto
paseo afuera de la nave. Eso es, si ests interesada."
"Por supuesto que estoy interesada," dijo Shada. "En qu parte de Dayark estamos?"

"En el espaciopuerto principal de la ciudad capital Rytal Prime," dijo Karrde.

"Aterrizamos hace unas dos horas."

Shada frunci el ceo. "Y slo vas a salir ahora? Pens que tenamos prisa."

"La tenemos," dijo Karrde. "Pero primero tuvimos que jugar a los anfitriones con un
pequeo grupo de inspectores. Se pasaron ms de una hora revisando la nave con el
proverbial buscador de lados planos. Ostensiblemente buscando contrabando."

"Espero que los hayas vigilado de cerca."

"Muy de cerca," le asegur Karrde. "De todos modos, ya se han ido ahora, y Pormfil y
Odonnl estn haciendo arreglos para poder reparar la nave. Entretanto, al comandante
militar de la Repblica Kathol le gustara tener una charla con nosotros."

"Sin duda acerca de nuestros atacantes."

"Sin duda," convino Karrde. "Quizs enfocndose en cmo nos las arreglamos para
echarlos con tan pocos daos."

Shada alz las cejas. " 'Tan pocos daos' es un trmino relativo, por supuesto."

Karrde hizo una mueca. "Siento lo que pas, Shada-"

"Olvdalo," lo interrumpi Shada. Las disculpas siempre la incomodaban, incluso

cuando eran sinceras. Especialmente cuando eran sinceras. "Fue mi idea, recuerdas.
As que, cul es el plan?"

"Se supone que me encontrar con un General Jutka en un caf justo afuera del
espaciopuerto," le cont Karrde. "Hablan principalmente en bsico aqu, pero tambin
hay un contingente de buen tamao de colonos ithorianos, as que pens en llevar a
Trespe en caso de que nos encontremos con problemas de traduccin."

"Un lugar extrao para una reunin oficial," coment Shada. "Parece que no saben si
quieren estar asociados con nosotros o no."

"Yo dira que esa lectura dio justo en el clavo," convino Karrde, mirndola
pensativamente. "Tu comprensin de poltica es bastante buena, especialmente para una
simple guardaespaldas."

"Nunca he dicho que fuera simple," contrapuso Shada, bajando las piernas al costado de
la camilla. "Dame cinco minutos para cambiarme e iremos a ver a este general."

***

Diez minutos ms tarde los tres estaban caminando por la bulliciosa calle que orillaba el
espaciopuerto, Karrde y Shada caminaban lado a lado con el droide de protocolo color
dorado siguindolos nerviosamente. "Los nativos parecen curiosos," coment Shada en
voz baja.

Karrde asinti. Ya haba notado las miradas subrepticias de los transentes ithorianos y
las miradas fijas abiertas de algunos de los humanos. "Mara report que eran una gente
cuidadosa pero no particularmente hostil."

"Es bueno saberlo," dijo Shada. "Por supuesto, ese reporte ya tiene seis aos. Son unas
ropas interesantes las que estn llevando- esas chaquetas brillantes con todos esos
mechones de pelaje al azar todava en ellas-"

"Es cuero de crosh," lo identific Karrde. "Un animal nativo de uno de los mundos en la
Repblica Kathol. Cmodo y durable, y esos pocos de pelaje pueden ser dejados al azar
o en cualquier variedad de patrones. Mara me cont que las chaquetas de cuero de crosh
estaban empezando a usarse cuando ella y Calrissian estuvieron aqu; Veo que ha
florecido en toda una moda desde entonces."

"Probablemente porque sirve para la identificacin instantnea de extraos," dijo Shada,

pellizcando el material de su traje de salto de a bordo. "No tenemos muchas
oportunidades de mezclarnos en ninguna muchedumbre vistiendo stos."

"Definitivamente hay un grano de verdad en eso," convino Karrde. "Esta parte de la

galaxia ha sido muy poco visitada por forasteros, pero han tenido algunos encuentros
con el Imperio y ha habido algunos esfuerzos por parte de la Nueva Repblica de
alinearlos con el pensamiento poltico actual."

"Una meta en la que los nativos no estn interesados?"

"No realmente," dijo Karrde, echando una mirada por los carteles comerciales que se
agitaban inquietos en la brisa. Algunos de ellos estaban en bsico, pero la mayora
estaban en gliptografos ithorianos o una escritura de lneas onduladas y puntos que no
reconoci en absoluto. "Trespe, estamos buscando un lugar llamado el Ithor Loman,"
dijo, hacindole seas al droide a su lado. "Lo ves en alguna parte?"

"S, Capitn Karrde, est justo all," dijo Trespe, alzando un brazo para apuntar a un
cartel azul escrito en ithoriano.

"Me recuerda al lugar de Bombaasa en Pembric," gru Shada. "Sabes, Karrde, podras
considerar el agregar ocasionalmente ms gente a stas partidas de sondeo tuyas."

"No consideraras que estoy despreciando tus habilidades de combate?"

"Creo que ya he demostrado adecuadamente mis habilidades de combate," contrapuso

Shada. "El punto es que si pones a suficientes personas en el campo a veces puedes
impedir que la pelea empiece en primer lugar."

Karrde asinti, suprimiendo una sonrisa. "Recordar eso. Despus de ti."

Considerando la hora temprana de la maana, el caf pareca extraordinariamente bien

poblado, con ambos nativos ithorianos y humanos en sus chaquetas de piel de crosh ms
uno o dos obvios extraplanetarios como ellos. "Alguna idea de cul es el General
Jutka?" murmur Shada.

"Presumo que l estar esperndonos," dijo Karrde. "Si no-"

Se interrumpi cuando un hombre bajo, delgado con cabello corto y una elegante
chaqueta de piel de crosh se levant de una mesa cercana y camin hasta ellos. "Ah-
visitantes," dijo alegremente, con ojos que chispeaban de inters o rebosaban buen
humor, mir a cada uno de ellos de arriba a abajo. "Ustedes deben ser los que venan a
ver al General Jutka."

"S, lo somos," dijo Karrde. "Y t?"

"Eneds Needaan E-elz, a su servicio," dijo, haciendo una breve reverencia. "Llmenme
Eneds Nee."

"Un nombre interesante," dijo Karrde, mirndolo. "Esa parte Eneds suena ms bien
como la designacin de un droide."

"Es curioso, a veces la gente me confunde con un droide," dijo Eneds Nee, con ojos
que chispeaban aun ms. "No puedo imaginarme por qu. Si quieren seguirme, les
mostrar la mesa del general."

Parti por entre las mesas sin esperar una respuesta, su paso tan vivaracho como haba
sido su discurso. "Un curioso hombrecito," coment Trespe mientras lo seguan. "Sin
embargo, parece inofensivo."

"Nunca confes en las apariencias," le advirti Shada. "Personalmente, no creo que

encaje en absoluto con este lugar."

"Mantendremos un ojo en l," le dijo Karrde. "se debe ser Jutka."

Eneds Nee se haba detenido junto a una mesa en el fondo adonde un nico hombre
corpulento estaba sentado dando la espalda a la pared, con una nica bebida. Llevaba la
ya familiar chaqueta de piel de crosh, no obstante le pareci a Karrde que estaba
vagamente incmodo en ella.

"S, es un militar," dijo Shada, haciendo eco del pensamiento del propio Karrde
mientras Eneds Nee hablaba brevemente con el otro. "Se puede ver que se siente
extrao sin su uniforme."

Eneds Nee se apart al costado cuando los otros lo alcanzaron, haciendo seas
alegremente hacia el hombre voluminoso. "General Jutka, puedo presentarle a nuestros
visitantes," dijo, volvindose de repente un poco cabizbajo. "Lo siento? No recuerdo
sus nombres."

"No te los dimos," dijo Karrde. "Puedes llamarme Capitn. sta es mi amiga Shada y mi
droide de traduccin, Ce-Trespe."
El general murmur algo en un idioma poco familiar. "Dice que no estaba esperando
todo un desfile teatral," tradujo servicialmente Trespe. "De hecho-"

"Suficiente!" reprendi Jutka. "Mantengan callado a su droide o yo lo callar por

ustedes."

"Oh, cielos," boque Trespe, dando un paso apresurado hacia atrs. "Mis disculpas,
General Jutka-"

"Dije mantnganlo callado," lo interrumpi Jutka. "No quiero tener que decirlo de
nuevo. Ahora sintense."

"Seguro," dijo Karrde, deslizndose a una silla al costado del general y mirando de
vuelta a Trespe. Eneds Nee se haba acercado al lado del droide y lo estaba
tranquilizando en voz baja. "Mi error, General. Pens que estaba aqu para conversar, no
para una serie de amenazas."

"Me disculpo si tuvo esa impresin," dijo oscuramente Jutka, mirando ominosamente a
Shada. Ella haba ignorado su invitacin a sentarse, movindose en cambio alrededor
del otro lado de la mesa para terminar parada efectivamente encima de l, y por un
momento Karrde pens que le iba a dar una orden terminante de sentarse.
Aparentemente lo pens mejor y regres su mirada a Karrde. "El hecho es que usted es
un alborotador," dijo. "Los alborotadores no son bienvenidos en mi mundo."

"Eso veo," dijo Karrde. "As que en la Repblica Kathol estar bajo ataque pirata es la
marca de un alborotador-"

Los ojos de Jutka se estrecharon. "No me presione," advirti. "S para quin est
volando- el ID de su nave lo deja perfectamente claro. Lo ltimo que quiero es terminar
en el medio de alguna estpida guerra entre Bombaasa y Rei'Kas."

"Rei'Kas?" repiti Shada, con el tono de alguien que acaba de hacer una conexin. "El
rodiano?"

"S," dijo Jutka, fruncindole el ceo. "Quieres decir que no-?"

"No, no sabamos quines eran nuestros amigos all afuera," confirm Karrde. "Muchas
gracias. Conoces a este Rei'Kas, Shada?"

"Slo por reputacin," le cont Shada. "Sola ser un lder de equipo de asalto en la
Cooperativa Esclavista Karazak. Uno bastante bueno, aparentemente. Tambin era rudo,
violento, y vicioso, e irritaba a prcticamente todos los que trabajaban con l."

Karrde asinti, sintiendo la boca secarse un poco. Un esclavista vicioso, ahora en el

territorio de Car'das. Cuntos otros delincuentes, se pregunt, acababan tambin de
flotar a esta esquina de la galaxia? "Interesante."

"Tambin es interesante que el general saba su nombre cuando ni siquiera Bombaasa lo

haca," agreg Shada. "Son buenos amigos, General?"
"Mi trabajo es proteger a la Repblica Kathol," dijo Jutka, con tono vibrante de suave
amenaza. "No tengo tal responsabilidad hacia los forasteros que vienen sin que se los
llame y se entrometen con asuntos que no les incumben."

Por el rabillo del ojo, Karrde vio que Shada giraba fraccionariamente la cabeza mientras
le daba una rpida evaluacin a la parte principal del caf. "Est amenazndome,
General?" pregunt suavemente.

"Estoy dndole una advertencia," dijo bruscamente Jutka. "Han lastimado a Rei'Kas, y
l no se lo tomar muy bien. Tiene su nave marcada, y mientras estn en su territorio va
a perseguirlos."

"Tenemos muchas intenciones de dejar su territorio," le asegur Karrde. "Despus de

que termine mi encargo, por supuesto."

"Como desee," dijo Jutka, gruendo mientras levantaba con esfuerzo su corpachn de la
silla. "Pero le he dado una justa advertencia. No lo olvide."

"No lo har," dijo Karrde. "Gracias por su tiempo."

Jutka frunci el ceo una vez y se march al otro lado del caf. Abriendo la puerta de un
empujn, sali sin una sola mirada atrs.

"Y aqu es adnde Car'das escogi retirarse, huh?" dijo Shada, sentndose en la silla
que Jutka acababa de dejar. "Encantador."

"Controla tu voz," la amonest Karrde, echando una mirada alrededor del caf. Nadie
pareca estar prestndoles alguna atencin en particular en esta esquina del cuarto, pero
las apariencias no significaban nada. "Y dudo que el retiro estuviera alguna vez en sus
planes."

Shada le envi una mirada sondeante. "Crees que Rei'Kas est trabajando para l?"

Karrde asinti sobriamente. "Yo dira que eso es completamente posible."

Capt el movimiento de los ojos de ella y alz la vista cuando Eneds Nee acerc una
silla a su mesa y se sent. "Tuvieron una buena charla con el general?" pregunt
alegremente. "Eso es bueno. Muy bueno."

Se inclin ms cerca a la mesa. "He estado hablando con su droide," dijo, bajando
conspiratoriamente la voz. "Dice que estn buscando el legendario mundo perdido de
Exocron."

Karrde mir a Trespe. "Trespe?"

"Lo siento, seor," dijo el droide, sonando miserable. "No quise revelar nada. l me
pregunt si estbamos buscando a Exocron, y se lo confirm sin pensar."

"Por favor no culpes al droide," dijo Eneds Nee. "Tu meta no es un secreto. Por lo
menos, no para m. Ests buscando a Jorj Car'das, no?"
Shada le dispar una mirada a Karrde al otro lado de la mesa. "Trespe, por qu no vas
hasta la barra y nos consigues un par de vasos de la bebida local?" sugiri ella. "Por el
camino, escucha y fjate si oyes a alguien hablando en rodiano."

"S, Ama Shada," dijo el droide, sonando aliviado por la oportunidad de escaparse. "En
seguida."

Se alej. "Muy inteligente," dijo Eneds Nee, sonrindole a Shada. "Crees que
cualquier espa que Rei'Kas pueda haber plantado en la muchedumbre hablar en
rodiano con otro, eh? Muy inteligente, es cierto."

"Gracias," dijo Shada, fijndole una mirada casi intensa. "Estabas contndonos acerca
de Jorj Car'das."

"S." Eneds Nee se revolvi para quedar aun ms cerca de la mesa. "Tienen razn al
buscarlo en Exocron. Ah es adonde est." Alz un dedo amenazadoramente. "Pero
Exocron no es fcil de encontrar. La mayora de la gente en la Repblica Kathol ni
siquiera ha odo de l. La mayora de aqullos que lo han hecho creen que es un mito."

"Eso he odo," dijo Karrde, luchando contra una sbita sensacin de miedo. Cmo
pudo Eneds Nee saber por qu estaba l aqu? A menos que, por supuesto, estuviera
trabajando para Car'das-

"Cuntame por qu es tan difcil de encontrar."

Eneds Nee sonri aun ms ampliamente. "No me necesitas para saber eso. Ah, pero
quizs tu amiga no lo sepa," agreg, mostrndole su sonrisa burlona a Shada. "Son todas
las mini-nebulosas y salientes de gas, ves, que se separan de la Hendidura de Kathol.
Toda esa luz y radiacin reflejada confunde los sensores y comunicaciones- eso hace
muy difcil encontrar cualquier cosa en absoluto. Buscar por toda la regin podra
llevarles dcadas."

"Y t, supongo, puedes ahorrarnos todo ese esfuerzo?" pregunt Shada.

"De hecho puedo," dijo. "Puedo llevarte a Exocron. Directo al propio Car'das, si
quieres."

Mir de nuevo a Karrde. "Pero slo si el Capitn Karrde lo desea."

Con un gran esfuerzo, Karrde mantuvo su expresin. As que el hombrecito tambin

saba su nombre. "Y qu nos costara esta gua?"

"Ningn costo," dijo Eneds Nee. "Pero tampoco ningn 'nos'. Sera solamente t y yo."

"Disclpame?" dijo Shada, alzando un dedo. "Slo t y l? Qu hay del resto de

nosotros?"

"Tendran que esperarnos aqu," le dijo Eneds Nee. "Me temo que no hay otra forma-
mi nave slo puede llevar a dos personas."
"Qu tal si vienes con nosotros y guas a nuestra nave?" pregunt Karrde.

"Oh, no," dijo Eneds Nee, con aspecto sobresaltado. "No podra posiblemente hacer
eso."

"Por qu no?" demand Shada. "Porque Car'das no quiere vernos a todos?"

Eneds Nee parpade. "Dije alguna vez que Car'das quera ver a alguno de ustedes?
Nunca dije tal cosa."

Lo que no era lo mismo que decir que Car'das no le haba pedido que hiciera la oferta.
"Si acepto," dijo lentamente Karrde, "cundo necesitaramos partir?"

"Espera un segundo," interpuso Shada antes de que Eneds Nee pudiera contestar.
"Qu quieres decir, que si aceptas? T no quieres irte solo con l."

Karrde hizo una mueca. No, claro que no. Pero en algn punto iba a tener que enfrentar
a Car'das. Y si sta era la mejor forma de proteger a su gente mientras lo haca...

"Djame ponerlo de otra forma," dijo Shada, mirando a Eneds Nee. "Yo soy su
guardaespaldas, y no voy a dejarlo irse solo. Ni contigo ni con nadie ms. Est claro?"

Eneds Nee extendi las manos con las palmas hacia arriba. "Pero-"

Se interrumpi cuando Trespe reapareci y puso dos pesados jarros de lquido oscuro
en la mesa. "Gracias al Creador," dijo sin aliento. "La clientela de este lugar es muy
desagradable-"

"No nos importa el color local," lo interrumpi Shada. "Oste algo de rodiano?"

"De hecho, lo hice," dijo el droide, medio volvindose y apuntando hacia una de las
mesas al otro lado cerca de la barra. "Tres varones humanos en esa mesa- s; el que
ahora est ponindose de pie?"

"Uh-oh," murmur Shada, lanzndole una mirada a Eneds Nee. "Vamos- hora de salir
de aqu."

"No se molesten," dijo una voz suavemente viciosa desde detrs de Karrde.

Lentamente, se dio la vuelta. A dos mesas de distancia, haba tres hombres sentados
enfrentndolos.

Y los tres esgriman sus blsteres.

CAPTULO
14

"Oh, cielos," boque Trespe, apenas audiblemente. "Estamos perdidos."

Karrde volvi a mirar atrs. Detrs de Shada, los tres gamberros que Trespe acababa
de identificar estaban desplazndose entre las mesas hacia ellos, ahora tambin con
blsteres en las manos. En el resto del caf, los que haban estado bebiendo o
descansando casualmente estaban mirando fijamente con sorpresa o anticipacin
morbosa o sino intentando hacer una retirada subrepticia antes de que el tiroteo
comenzara. "Supongo que sera un desperdicio de aliento decir que tienen a la gente
equivocada," dijo, dndose vuelta para enfrentar a los hombres detrs de l.

"No, sigue adelante," dijo sarcsticamente el portavoz de los gamberros mientras los
tres se ponan de pie y se abran ligeramente en abanico para cubrir sus blancos.
"Siempre disfruto de una buena broma por la maana. Las manos en la mesa, por favor.
Entonces- o bien el nombre? Talon Karrde?"

"De hecho, s," dijo alegremente Eneds Nee antes de que Karrde pudiera contestar. "Y
sta es Shada, y su droide de protocolo Ce-Trespe."

El portavoz empal al hombrecito con una mirada. "Ests con ellos?"

Los ojos de Eneds Nee se ensancharon inocentemente. "Yo? No realmente, seor-"

"Entonces sal de aqu."

Eneds Nee parpade, le arroj una rpida mirada a Shada y a Karrde, y se levant
torpemente de su asiento. "Djeme saber, Capitn Karrde, si cambia de opinin," dijo.

Le lanz una sonrisa rpida a Karrde, otra al portavoz, entonces se abri camino
rebotando hacia la puerta. El portavoz lo mir irse, frunciendo el ceo; y cuando el
hombrecito abri la puerta, volvi a girarse para enfrentar a Karrde. "Cambiar de
opinin acerca de qu?" demand mientras el portazo resonaba por el caf.

"Acaba de hacerme una oferta interesante," dijo Karrde, alzando los brazos con lentitud
eminente y cruzndolos sobre su pecho. Los gamberros, con toda su atencin en l y
Shada, no haban notado en absoluto el hecho de que alguien haba entrado en el caf en
el mismo momento en que Eneds Nee lo dej. Si pudiera arreglrselas para mantener
toda su atencin en l por slo unos segundos ms...

Y entonces alguien al otro lado del cuarto jur asombrado. Uno de los gamberros mir
alrededor- "Shri? Xern!" ladr.

El portavoz se gir... y se hel, con la boca abierta de impresin.

Silenciosa y determinadamente, H'sishi estaba avanzando hacia ellos.

Xern demor otro segundo en encontrar su voz. "Qu en el nombre de la Hendidura es

eso?" jade.

"Es una togoriana," proporcion Karrde, arrojndole una mirada subrepticia a Shada.
Sus ojos iban y venan entre los gamberros repentinamente desatentos, claramente
midiendo distancias y evaluando posibilidades. Eso poda traer problemas. "Oh, y est
conmigo," agreg.
H'sishi todava estaba viniendo hacia el semicrculo de gamberros, con la boca abierta lo
suficiente para mostrar sus colmillos. "Dile que se detenga," exclam Xern, con un tono
ms alto mientras giraba su blster para apuntar a la togoriana. "Me oyes? Dile que se
detenga o dispararemos."

"No aconsejara dispararle a una togoriana," lo amonest ligeramente Karrde. "Slo las
enfada ms."

Xern le dispar una mirada de incredulidad-

Y en ese instante Shada se movi.

Su mano izquierda, que descansaba casualmente cerca de su jarro, lo cogi y con un

rpido movimiento del antebrazo lanz el contenido por sobre la mesa justo a la cara de
Xern. l vocifer, alzando el antebrazo, demasiado tarde para intentar bloquear la ola de
lquido. Un movimiento convulsivo en la otra direccin, y Shada haba lanzado el jarro
mismo con fuerza aplastante a la garganta de uno de los otros gamberros. Empez a
levantarse de un salto, exclamando por lo bajo cuando Karrde la agarr del brazo y la
sostuvo firmemente en su asiento. Hubo el chisporroteo de fuego blster y los sonidos
de cuerpos cayendo al suelo-

"Baja tu arma, Xern," dijo en voz baja Karrde. Incluso a sus propios odos su voz
pareci una sobresaltante intrusin en el sbito silencio tenso que llenaba el caf. "Muy
lentamente; muy cuidadosamente."

Xern se limpi los ojos en la manga por ltima vez y los abri parpadeando... y por
segunda vez en medio minuto pareci haberse quedado estupefacto mientras miraba la
escena a su alrededor en incredulidad aturdida. Incredulidad ante Karrde y Shada
sentados ilesos a la mesa; incredulidad ante los cuerpos encogidos de sus hombres
yaciendo en el suelo a su alrededor, ante las hilachas de humo nocivo que salan de las
heridas de blster que acribillaban sus cuerpos.

E incredulidad ante los cuatro hombres vestidos en piel de crosh esparcidos en varias
mesas alrededor del caf que lo apuntaban con blsteres.

"Tu blster, Xern," pidi de nuevo Karrde mientras el gamberro continuaba

boquiabierto, restos de la bebida de Shada goteaban rtmicamente de su barbilla. Shada
se revolvi; pero antes de que ella pudiera moverse H'sishi haba caminado hasta el
costado de Xern y haba engolfado el can de su blster en una mano gigantesca. Se
sobresalt, casi como si viera a la togoriana por primera vez, cuando ella gir el arma
para que apuntara inofensivamente al techo. Ella levant la otra mano y le clav
delicadamente una garra en el dorso de la mueca, y esta vez finalmente lo solt.

"Bien hecho, todos," dijo Karrde, ponindose de pie mientras H'sishi retroceda, con el
blster ahora invertido y listo en su mano. "Dankin?"

"Por aqu," vino la voz familiar de una cara distintamente poco familiar mientras el otro
se pona de pie en su mesa.
"Ve a darle al cantinero algo que compense este desastre," lo instruy Karrde. "Es algo
tradicional en estos casos," agreg para Xern mientras Dankin cruzaba hacia la barra,
buscando en su bolsillo. "Griv, vigila la puerta; Chal, Balig, adelntense por el camino
de regreso a la nave."

"Correcto."

Los otros tres se dirigieron hacia la puerta. "Eres listo," ri viciosamente Xern.
"Realmente listo. Pero si crees que con esto vas a salir de abajo del martillo de Rei'Kas,
ests loco."

"Si yo fuera t, me preocupara ms por lo que Rei'Kas te har por perder a tu gente
as," contrapuso Karrde. "Tambin me preocupara por salir de aqu antes de que H'sishi
decida que eres demasiado peligroso para salir vivo."

"Oh, me ir," dijo oscuramente Xern. "Pero me vers de nuevo, Karrde. Justo antes de
morir." Con una mirada intensa final, se dio la vuelta y sali caminando del caf.

"Bueno," dijo Karrde, volvindose de nuevo hacia Shada y ofrecindole una mano.

Ella no se movi. "As que tenas respaldos en el lugar desde el principio," dijo,
levantando la mirada hacia l.

Haba algo distintamente desconcertado en su voz y su cara. "Cre que dijiste que no lo
tomaras como un insulto," le record cuidadosamente Karrde.

"Estn disfrazados," dijo ella.

Lentamente, Karrde baj la mano a su costado. "Los inspectores locales que

investigaron la nave ms temprano los vieron a todos," explic. "Tena que asumir que
algunos en ese grupo eran espas de los piratas, y podran reconocerlos."

"Y los trajes de cuero de crosh?"

"Mara los trajo de su viaje por aqu," dijo Karrde, empezando a sentir el sudor en la
frente.

Shada se puso de pie. "Y no pensaste," dijo en voz baja, "que podas confirmelo a m."

Por un segundo Karrde no pudo encontrar su voz. El profundo dolor en la voz de Shada
era tan completamente inesperado. "No, no es eso," dijo. "Yo no-"

Pero era demasiado tarde. Ella ya le haba dado la espalda, y estaba caminando hacia la
puerta adonde Griv haca guardia. "Ya estn terminadas las reparaciones?" pregunt
ella.

Griv le dio una mirada rpida por encima del hombro a Karrde. "Suficientemente
cerca," dijo cautelosamente.
"Bueno," dijo ella, pasndolo y abriendo la puerta. "Parece despejado," anunci.
"Volvamos a la nave."

Griv mir interrogativamente de nuevo a Karrde. "S," murmur l, dirigindose hacia

la puerta.

El camino de regreso al Salvaje Karrde estuvo muy silencioso.

***

Shada se haba quitado su traje de salto y acababa de meterse en su tnica cuando el

llamador de la puerta del camarote son. "Quin es?" pregunt.

"Soy Karrde," vino a travs del panel la distante voz del otro. "Puedo pasar?"

Shada suspir, envolvindose firmemente la tnica y anudando la faja de la cintura. No

tena ningn deseo de verlo en particular, especialmente justo ahora. Pero se haba
comprometido con este viaje, y no poda muy bien evitar al capitn y seguir cumpliendo
con ese compromiso.

Adems, el dolor de la casual traicin de l a su confianza se haba en su mayora

calmado. Lo suficiente, por lo menos. "Pasa," exclam, apretando el botn de apertura.

La puerta se abri, y Karrde entr. "Acabamos de hacer el salto a la velocidad de la

luz," le cont, evaluando su estado de vestuario y desestimndolo con una sola mirada.
"Odonnl estima siete das hasta Exocron."

"Que bueno," dijo alegremente Shada. "Yo ya debera estar de nuevo en plena
capacidad de combate para entonces. Hablando de lo cual, si me disculpas, estoy en
camino al tanque de bacta."

"El bacta puede esperar," dijo Karrde educada pero firmemente, indicndole una silla.
"Me gustara hablar contigo."

Pens en negarse. Pero todava estaba comprometida a l y a este viaje. "Acerca de

qu?" dijo, sentndose, preguntndose si era lo suficientemente insensible para intentar
darle alguna burda excusa acerca de lo del caf en la cita de esta tarde.

Pero l la sorprendi. "Jorj Car'das, por supuesto," dijo, acomodando otra silla para
enfrentarla y sentndose. "Es hora de que oigas toda la historia."

"En serio," dijo ella, manteniendo la voz neutra. Slo haba prometido contarle esta
historia en el camino al sistema Exocron; que, segn l, todava estaba a una semana de
distancia. Era esta su forma de intentar disculparse por su falta de pensamiento ms
temprano?

No que le importara. Demasiado poco, demasiado tarde; pero por lo menos sacara algo
de informacin til de eso. "Contina," dijo ella.
Su mirada se perdi en un tiempo o lugar lejano. "La historia de Jorj Car'das se remonta
a hace aproximadamente sesenta aos," dijo l. "A la era de las Guerras Clnicas y el
caos que trajeron a la galaxia. Hubo una gran necesidad de contrabando durante el
conflicto y despus, tanto de necesidades como de bienes ilegales, y un gran nmero de
organizaciones fueron apresurada y bastante casualmente unidas."

"Ah fue cuando los hutts realmente dieron su gran paso, no?" pregunt Shada, con su
inters despertndose a su pesar. Saba muy poco acerca de ese periodo, y siempre haba
querido saber ms.

"Muchos de ellos lo hicieron, s," dijo Karrde. "Car'das fue uno de aqullos que se
metieron en el negocio, y ya sea por habilidad o simple suerte ciega termin con una de
las mejores organizaciones. No una de las ms grandes, pero definitivamente una de las
mejores.

"Haban estado operando por aproximadamente quince aos cuando l qued atrapado
accidentalmente en el medio de una gran batalla entre algunos Jedi Oscuros bpfasshi y-
bueno, bsicamente todos los dems en ese sector. Segn la historia posterior de
Car'das, uno de los Jedi Oscuros secuestr su nave privada y los forz a despegar."

Shada se estremeci. S saba algo de eso; un grupo de Mistryl haba estado involucrado
en el lado defensivo de ese conflicto. Algunas de las historias de las sobrevivientes que
haba odo de nia le haban dado pesadillas. "Me sorprende que haya vuelto para
contarlo," dijo.

"Tambin a todos los dems," dijo Karrde. "De hecho, los otros cuatro miembros de su
tripulacin nunca regresaron. Pero Car'das lo hizo. Reapareci de repente dos meses
ms tarde, volvi al control de su organizacin, y en apariencia la vida volvi a la
normalidad."

"Pero las apariencias engaaban?"

"Mucho," convino sobriamente Karrde. "Fue rpidamente visible para su crculo interno
que algo serio le haba pasado durante esos dos meses. Todava tena uno de los mejores
grupos contrabandistas que haba, pero de repente empez a forzarlo para hacerlo
tambin uno de los ms grandes. Recorra sistemticamente los territorios de grupos
ms pequeos y o los compraba, los absorba, o los destrua, tomando sus rutas y
clientela. Al contrario de los hutts y otros grupos, eligi un alcance global en lugar del
control por la fuerza bruta concentrada, extendindose de forma tenue en lugar de
intentar dominar ningn sistema o sector especfico. En pocos aos, ya estaba en
camino a tener algo que podra rivalizar algn da incluso con la organizacin de
Jabba."

"Nadie intent detenerlo?" pregunt Shada. "No puedo creer que los hutts no hicieran
nada y lo dejaran flanquearlos de esa forma."

"Mi querida Shada, todos intentaron detenerlo," dijo oscuramente Karrde. "Pero l era
casi literalmente imparable. En alguna parte, de algn modo, haba desarrollado una
maa para adivinar precisamente lo que sus oponentes estaban planeando en su contra, y
a menudo pudo contrarrestar sus ataques casi literalmente antes de que fueran
lanzados."

Shada record las docenas de misiones que haba hecho para las Mistryl, y las horas de
esmerada investigacin que haba tenido que pasar aprendiendo las fuerzas y
debilidades, armas y estrategias, aliados y rivales de sus oponentes. "Un talento til,"
murmur.

"Extremadamente til," convino Karrde. "Pero aun mientras su organizacin creca, el

propio Car'das empez a cambiar. Se volvi- no s. Malhumorado, quizs, propenso a
estallidos de rabia vociferante por pequeas cosas que no deberan haberlo molestado en
absoluto, o se pasaba solo durante horas cavilando sobre mapas del Imperio. Ms
significativamente, quizs, despus de aos de juventud vigorosa, pareca estar
envejeciendo rpidamente. Mucho ms rpido de lo que uno habra pensado que sera
normal o probable.

"Y entonces, un da, se meti en su nave privada, despeg... y se desvaneci."

Shada frunci el ceo. "Se desvaneci. Qu quiere decir... se desvaneci?"

"Quiero decir que desapareci de la galaxia conocida," dijo Karrde. "No se acerc a
ninguno de su gente; no contact a ninguno de sus tenientes principales; y si alguna vez
fue visto de nuevo por alguno de sus enemigos, nunca anunciaron el hecho."

"Cundo pas esto?" pregunt Shada.

"Hace veinte aos," dijo Karrde. "Al principio no hubo demasiada preocupacin- se
haba ido en viajes secretos ocasionales antes. Pero despus de que haban pasado tres
meses y l todava no haba aparecido, sus tenientes empezaron a hablar sobre qu
deberan hacer si no regresaba."

"Djame adivinar," dijo Shada. "Queran votar para ver cul de ellos se hara cargo."

"No creo que una votacin fuera el procedimiento que ninguno de ellos tuviera en
mente," dijo tristemente Karrde. "De hecho, la amenaza de violencia era tan fuerte que
se hizo la sugerencia de que simplemente dividiramos la organizacin y que cada uno
tomara una porcin."

"El truco era cmo dividirlo y que todos quedaran satisfechos," dijo Shada, notando con
inters la conjugacin delatora. Era la primera vez en su recitacin que Karrde usaba la
primera persona.

"As que terminaron con una lucha por el poder de cualquier modo."

Los labios de Karrde se apretaron brevemente. "No exactamente. Yo haba visto lo que
pasaba en ese tipo de lucha, y no estaba totalmente convencido de que Car'das no iba a
regresar. As que... tom el control."

Shada alz ligeramente las cejas. "As de simple?"

l se encogi de hombros incmodo. "Ms o menos. Tom planificacin y
sincronizacin, por supuesto, y una buena cantidad de suerte, aunque no creo que me
diera cuenta de realmente cunta hasta que mir atrs desde la distancia de unos aos.
Pero s, bsicamente, as de simple. Neutralic a los otros tenientes y los saqu de sus
posiciones, y le anunci al resto de la organizacin que de ah en adelante todo iba a
seguir funcionando como de costumbre."

"Apuesto a que eso te hizo muy popular," dijo Shada. "Pero parece que no veo el
problema aqu, por lo menos en lo que concierne a Car'das. Se fue y nunca regres,
correcto?"

"El problema," dijo pesadamente Karrde, "es que no estoy seguro de que no lo haya
hecho."

Shada sinti que sus ojos se estrechaban. "Oh?"

"Yo me hice cargo de la organizacin en una sola noche," dijo Karrde. "Pero eso no
significa que no hubo intentos por parte de los tenientes depuestos y sus oficiales para
sacarme y hacerse cargo. De hecho, hubo ocho intentos diferentes, que fueron desde dos
intentos inmediatos y abortivos a una intrincada confabulacin tres aos despus que
probablemente les haba tomado a los conspiradores todo ese tiempo entero planearla."

"Todos los cuales obviamente fallaron."

Karrde asinti. "El punto es que los lderes de cuatro de esos complots dijeron durante
sus interrogatorios que Car'das haba estado clandestinamente detrs de ellos."

Shada resopl por lo bajo. "Cortinas de humo," dijo con desdn, desestimndolos con
un movimiento de la mano. "Solo intentaban persuadirte a hacer un trato."

"sa fue mi conclusin en el momento," dijo Karrde. "Pero por supuesto no haba
ninguna forma de estar seguro. Todava no la hay, dicho sea de paso."

"Supongo que no." Shada le estudi la cara. "As que, qu pas hace seis aos que te
hizo enviar a Jade y Calrissian aqu afuera a buscarlo?"

"Empez antes que eso," dijo Karrde. "Hace diez aos, en realidad, justo despus de que
el Gran Almirante Thrawn muri." Su labio tembl. "O quizs solamente falsific su
muerte. Yo estaba en Coruscant ayudando a formar la Alianza Contrabandista y
Calrissian me mostr por casualidad algo que Luke Skywalker haba encontrado
enterrado en un planeta llamado Dagobah."

Shada busc en su memoria. "Creo que nunca he odo hablar del lugar."

"No hay razn por la que deberas," dijo Karrde. "No hay absolutamente nada all
-ninguna ciudad, ninguna tecnologa, ninguna colonia. Qu quera Skywalker con los
pantanos no lo s, pero era obvio que los dispositivos electrnicos perdidos estaban
fuera de lugar, probablemente por esa razn lo trajo de vuelta. De todos modos, por las
marcas lo reconoc como el mando a distancia de la nave personal de Car'das."
"En serio," dijo Shada, frunciendo el ceo. Un mando a distancia era el control para una
nave totalmente equipada con circuito esclavo, una que poda operar completamente a
control remoto en cualquier momento que su dueo la llamara. Las Mistryl nunca
usaban naves equipadas con estos, pero ella ocasionalmente haba viajado en alguna con
un cliente. En general, la asustaban. "Car'das tena una nave con circuito esclavo, no?"

"S, de cosecha pre-Guerras Clnicas," dijo Karrde. "La compr poco despus que
volvi de ese tiempo con los Jedi Oscuros. Dijo que quera una nave de tamao decente
que pudiera volar solo, sin necesidad de una tripulacin."

"Y Skywalker encontr por casualidad su mando a distancia yaciendo en el barro de

algn planeta desierto. Que conveniente."

"Yo tambin pens eso," dijo Karrde. "Pero lo consult con Skywalker, y el
descubrimiento nos pareci completamente fortuito."

"Aunque si esa palabra puede aplicarse a un Jedi siempre ha sido discutible," aport
Shada.

"Cierto," concedi Karrde. "Sin embargo, fue la primera pista que tuvimos en una
dcada; e incluso si estaba plantada de algn modo, pens que vala la pena el riesgo de
ver adonde llevaba."

"As que enviaste a Jade a rastrearlo," dijo Shada, recordando la conversacin que haba
odo por casualidad all en el departamento de los Solo en la Torre Bosquesoro. "Y
Calrissian insisti en ir con ella."

"Bsicamente," dijo Karrde. "Empezaron en Dagobah y siguieron el rastro hacia afuera,

buscando en viejos archivos de espaciopuerto adonde podra haberse detenido por
reparaciones o reaprovisionamiento. Tambin desenterraron insinuaciones sobre l aqu
y all- algunas de la biblioteca de Coruscant, algunas de varios personajes del bajo
mundo, algunas de Seguridad Coreliana, de todos los lugares- y empezaron a encajar las
piezas."

"Hablando de trabajos de toda la vida," murmur Shada.

"No fue realmente para tanto, pero definitivamente tom algunos aos," dijo Karrde.
"Especialmente cuando ellos dos seguan siendo distrados en otros asuntos o siendo
arrastrados para ayudar a arreglar cualquiera que fuera la crisis del mes de Coruscant. A
pesar de eso, el rastro ya estaba tan fro que uno o dos meses aqu o all no hizo mucha
diferencia. Persistieron en eso hasta que terminaron en el sector Kathol y Exocron.

"Y all, hasta donde sabemos, es adonde termina el rastro." Por un momento el cuarto
estuvo en silencio mientras Shada lo digera todo. "Supongo que nunca vieron
realmente al mismo Car'das?"

Con un esfuerzo visible, Karrde pareci volver de cualquier fantasma del pasado que
estuviera mirando. "Tenan instrucciones explcitas de no hacerlo," dijo. "Deban
averiguar dnde estaba- y con un mundo tan bien escondido como Exocron ellos
necesitaban tambin encontrar una ruta al lugar- y entonces deban volver a casa. Yo me
hara cargo desde ah."

"Y esto pas hace cunto tiempo?"

Karrde se encogi incmodamente de hombros. "Algunos aos."

"Entonces qu pas?"

"Para ser honesto, me acobard," admiti. "Despus de todo lo que haba hecho, no
estaba seguro de cmo iba a enfrentarme con l. No tena ninguna idea de qu iba a
decir, de cmo iba a siquiera intentar disculparme. As que segu encontrando excusas
para aplazarlo."

Respir profundo. "Y ahora parece que llego demasiado tarde."

Shada hizo una mueca. "Crees que Rei'Kas est trabajando para l."

"Rei'Kas, posiblemente Bombaasa, probablemente una docena de otros de los que no

hemos odo hablar," dijo pesadamente Karrde. "Pero est definitivamente en
movimiento. Slo que esta vez parece estar concentrndose en la piratera y el trfico de
esclavos en lugar del contrabando y el trfico de informacin. El lado ms violento del
bajo mundo... y slo puedo ver una razn por la que hara eso."

"Para venir por m. Personalmente."

Por un momento la palabra pareci mantenerse el aire como una marca de muerte. "No
creo que eso sea necesariamente lgico," dijo Shada en el silencio, movida por algn
deseo oscuro de discutir el punto. "Por qu no podra slo estar reuniendo fuerzas para
asegurarse un pequeo imperio aqu en el exterior? Conquistar Exocron, quiz, o
incluso esta pequea as llamada Repblica Kathol?"

"Ha estado aqu por casi dos dcadas, Shada," le record Karrde. "Si quisiera formarse
un imperio, no crees que ya lo habra hecho antes?"

"Si quisiera encargarse de ti, no crees que tambin lo habra hecho antes?" contrapuso
Shada.

"Puede ya haberlo intentado."

"Y entonces, qu, se rindi despus de los primeros tres aos?"

Karrde agit la cabeza. "Tampoco tiene sentido para m," concedi. "Pero conoca a
Car'das; y no era de la clase de personas que simplemente se quedara sin hacer nada.
Era un hombre cruel, duro y calculador, que nunca perdon un mal contra l y nunca
dej que nada ni nadie se pusiera en el camino de lo que quera. Y viva para los
desafos- cuanto ms grandes, mejor."

"Y sabe que estoy aqu, y que estoy buscndolo. Ese hombrecito -Eneds Nee- es toda
la prueba que necesitamos de eso."
Un escalofro involuntario atraves a Shada. El Salvaje Karrde que se haba sentido tan
resguardado y seguro hasta ahora, de repente se senta pequeo y muy vulnerable. "Y
as que aqu estamos. Yendo directamente a sus manos."

"T, por lo menos, no deberas tener nada que temer de l," le asegur Karrde. "No
ests conectada de forma alguna conmigo o mi organizacin." Titube. "De hecho, es
por eso que estuve de acuerdo en dejarte venir."

Shada lo mir fijamente mientras la comprensin la palmoteaba de repente como un

trapo empapado de hielo. "Esperas que te mate, no?" jade. "Y crees que...?"

"No ests asociada a m, Shada," dijo en voz baja. "Todos los dems a bordo de la nave
lo estn. Habra venido solo, pero saba que no podra sobrevivir el viaje a Exocron en
algo ms pequeo o peor armado que el Salvaje Karrde. Car'das es un hombre
vengativo; pero como a Bombaasa, le gusta considerarse ilustrado. Espero poder
convencerlo de que no me mate, por supuesto; Espero aun ms que no lastime a mi
tripulacin. Pero si es inexorable en resolver viejas cuentas... espero por lo menos poder
persuadirlo de dejarte volver a la Nueva Repblica con una copia del Documento de
Caamas."

Shada agit la cabeza. "Karrde, esto es una locura-"

"De cualquier forma, sa es toda la historia," la interrumpi fcilmente, ponindose de

pie y volviendo a girar su silla a donde haba estado. "Oh, excepto por el hecho de que
la enorme biblioteca de datos que Car'das haba construido a lo largo de los aos se
desvaneci junto con l, razn por la cual pensamos que puede tener una copia del
Documento de Caamas. Y ahora, necesitas ir a ese tanque de bacta. Te ver ms tarde."

Con una inclinacin de cabeza, sali. "Karrde, esto es una locura," repiti de nuevo
Shada, en voz baja, al cuarto vaco.

Fue slo ms tarde, flotando en el tanque de bacta, que se le ocurri la otra parte.
Karrde haba dicho, que esperaba que Car'das la dejara irse.

Pero no lo garantizaba.

CAPTULO
15

Hendedor De Piedras dijo algo en esa irritante casi-voz de qom jha y alete a su usual
percha al revs en una estalactita achaparrada. "Genial," anunci Luke. "Parece que
estamos aqu."

Mara levant el rayo de su vara de luz del suelo hacia adelante de ella y examin las
paredes del pasadizo, apenas atrevindose a creer que el viaje agotador de cuatro das
haba finalmente terminado. Ciudades o naves estelares o incluso un campamento
tranquilo bajo el cielo abierto- sos eran sus entornos de eleccin. Este asunto de
arrastrarse en la oscuridad, tneles polvorientos con mugre y agua chorreando y aire
hmedo por todos lados no era enfticamente su copa de elba.
Pero lo haba sobrevivido, y no haba querido matar a ninguno de los qom jha ms de
dos veces al da, y el droide astromecnico no haba causado demasiados problemas, y
Skywalker haba sido una compaa inesperadamente tratable. Y ahora, finalmente
estaban aqu.

Por supuesto, de ahora en adelante estaran enfrentando la Torre Alta, con todos sus
peligros desconocidos. Pero todo estara bien. El peligro tambin era uno de sus
entornos de eleccin.

Tambin uno de los de Luke, ahora que lo pensaba.

"All est," dijo Luke, el rayo de su propia vara de luz que buscaba se qued en un
parche de roca a lo largo de la pared a unos metros por el pasadizo. "Justo de este lado
de ese arco de entrada."

"Arco de entrada?" repiti Mara, frunciendo el ceo cuando gir su vara de luz en esa
direccin. Seguramente nadie haba realmente construido un arco de entrada en ninguna
parte en el medio de aqu abajo, no?

No. Se pareca bastante a un arco de entrada, ciertamente, con sus pilares laterales ms o
menos verticales creando un cuello de botella de dos metros de ancho en el pasadizo de
la caverna y su arco superior mayormente redondo tocando contra el techo tres metros
por encima. Pero algo ms que una mirada superficial mostr al instante que era una
formacin natural, creada por algn truco de la erosin o intrusin de roca o el flujo de
agua que se haba ido hace mucho.

"Era una forma de hablar," dijo Luke, tambin iluminando la formacin. "Me recuerda
de alguna forma al arco de entrada en Hyllyard City en Myrkr, no?"

"Quieres decir la gran cosa en forma de hongo que hiciste tu mejor esfuerzo para tirar
sobre nuestras cabezas?" contrapuso ella. "A la que tuvimos que abrirnos camino a
travs del bosque durante tres das para alcanzar? La que tena a la mitad de los
stormtroopers del Imperio esperando a que nos presentramos?"

"se es el lugar," dijo l, y ella pudo sentir la diversin en su recitacin. "Omitiste la

parte adonde queras matarme ms que nada en la galaxia."

"Era joven entonces," dijo brevemente Mara, alejando su luz. "As que dnde est esta
abertura?"

"Justo ah," dijo Luke, devolviendo el rayo de su vara de luz a una seccin de aspecto
arrugado de pared justo debajo del techo. En el centro de la luz haba una pequea rea
abierta que pareca desvanecerse en la oscuridad de ms all.

"Ya lo veo," dijo Mara. No pareca haber nada de aire viniendo de ella; deba haber
algn otro obstculo ms lejos por la lnea. "Parece acogedor."
"No por mucho," dijo Luke, dndole su vara de luz y encendiendo su sable de luz.
"Todos qudense atrs -esto probablemente arrojar astillas de roca." Gir la hoja hacia
la pared, rebanando la piedra-

Y con un roco de luz verde, la hoja se desvaneci.

Erreds chill, y Mara capt la llamarada de asombro de Luke cuando se tambale

brevemente antes de recuperar el equilibrio. "Qu pas?" demand.

"No lo s," dijo l, sosteniendo el arma de cerca y mirando oblicuamente el extremo.

"Pens que tena el encendido asegurado... djame intentarlo de nuevo."

Toc el interruptor, y con su usual chasquido-siseo la hoja ardi de nuevo a la

existencia. Luke la mir por un momento, entonces se puso en una posicin de combate
estable y de nuevo gir la punta de la hoja hacia la pared de roca.

Y una vez ms, la hoja penetr slo un poco en la roca antes de apagarse con un
chisporroteo.

Uno de los qom jha alete las alas y dijo algo. "S," dijo Luke, y Mara pudo sentir la fea
sbita sospecha en su mente mientras los recuerdos distantes surgan.

"S qu?" demand.

"Debe haber mineral cortosis en esta roca," le cont l. Sostuvo su vara de luz subiendo
la cara de roca, la luz bailaba de chispas diminutas.

Mara agit la cabeza. "Nunca o hablar de l."

"Aparentemente es bastante raro," dijo Luke. "Todo lo que s realmente acerca de l es

que apaga los sables de luz. Corran y yo nos encontramos una vez con algunos usuarios
de la Fuerza que se haban hecho juegos de armadura corporal de fibras de cortosis
tejidas. Fue realmente una sorpresa."

"Apuesto a que s," dijo Mara, con un recuerdo propio surgiendo. "As que eso es lo que
haba en esa plancha de roca que Palpatine tena entre las paredes dobles de su
residencia privada."

Luke alz una ceja. "Tena mineral cortosis alrededor de su residencia?"

"Y tambin alrededor de algunas de sus otras oficinas y salones de tronos, creo," dijo
Mara. "Nunca supe el nombre apropiado del material. Por lo que me cont, entiendo que
si tu sable de luz tiene circuitos dimetris en cualquier parte del ciclo de activacin, al
golpear la roca se genera un ciclo de realimentacin que atraviesa el sistema tomndole
slo una fraccin de segundo apagarlo todo. Una cosita adicional para reducir la
velocidad de cualquier Jedi perdido que pudiera venir por l."

"Las cosas que se aprenden como la Mano del Emperador," murmur Luke. "Sabes si
hay alguna forma de cortarlo?"
"Oh, seguro- cientos de ellas," le asegur Mara, deslizando su paquete al suelo. "Aparte
de eso con los sables de luz, es una cosa bsicamente intil. Es demasiado dbil y
desmenuzable para construir con l- un buen rayo de carabina blster lo har aicos.
Djame ver- ah."

Sac una de las granadas que Karrde haba enviado e ilumin con su vara de luz el
nmero de rendimiento. "S, esto debera funcionar si quieres probarlo."

Uno de los qom jha aport otro comentario. "Custodio De Las Promesas piensa que las
granadas seran una mala idea," tradujo Luke. "Dice que no estamos lejos de la misma
Torre Alta, y que el sonido viaja bastante lejos por el subsuelo."

"Probablemente tiene razn," concedi Mara, guardando la granada y estudiando la roca

adonde Luke haba estado cortando. "Por otro lado, as slo ests sacando unos
centmetros cada vez. Ruido adicional o retraso adicional. T eliges."

Luke pas pensativamente una mano por la roca, y Mara pudo sentir su concentracin
mientras l se estiraba a la Fuerza. "Intentmoslo durante algn tiempo con los sables de
luz," sugiri lentamente. "Por lo menos un par de horas. Eso debera darnos una mejor
estimacin de cunto tiempo va a tomar realmente."

"Est bien," dijo Mara. "Siempre podemos cambiar a granadas si decidimos que va
demasiado lento." Pas su vara de luz por la roca. "As que junto con cavernas llenas de
depredadores, ahora tenemos una pared que bloquea los sables de luz. Qu conveniente
para alguien."

"Podra ser slo una coincidencia," dijo Luke. Pero no pareca que lo creyera. "Bueno,
no hay nada que hacer ms que empezar." De repente frunci el ceo. "A menos que
pienses que esto podra daar los sables de luz."

Mara se encogi de hombros. "No puedo ver cmo lo hara, pero realmente no lo s. Es
de esperar que podamos notar cualquier problema antes de que se vuelva demasiado
malo."

"Cierto," convino Luke, mirando abajo hacia su droide astromecnico. "Erreds:

sensores completos, y mantn un ojo en los sables de luz. Djanos saber si parecen estar
recalentndose o algo."

El droide pit en reconocimiento y extendi su pequea unidad sensora.

"Probablemente debamos empezar esto como un tringulo," sugiri Mara, cruzando el
pasadizo y acuando su vara de luz en una hendidura desde adonde iluminara el rea
debajo del agujero por donde se escabullan los qom jha. "Horadando en ngulo desde
lados opuestos. Eso debera dejar nuestras hojas fuera del camino del otro, y los cortes
en ngulo son normalmente mejores para debilitar la roca subyacente."

"Suena bien." Luke alz la mirada a los tres qom jha, agrupados muy juntos en el techo.
"Hendedor De Piedras, por qu no vuelves hasta donde est Comedor De Trepadores de
Fuego. Cuntale que estamos casi listos para los exploradores adicionales que l
prometi enviar a la Torre Alta con nosotros."
El qom jha dijo algo. "No, pero lo estaremos pronto," dijo Luke. "Y ser mejor que te
lleves a uno de los otros contigo."

Sentado en un bulto de piedra debajo del arco de entrada, Nio De Los Vientos bati las
alas y dijo algo que son ansioso. "No, t no," Luke le dijo firmemente al joven qom
qae. "Custodio De Las Promesas, ve con l."

Hubo un breve comentario del qom jha que son vagamente condescendiente, y
entonces Hendedor De Piedras y Custodio De Las Promesas se dejaron caer de sus
perchas y se alejaron aleteando en la oscuridad hacia la entrada de la cueva. Nio De
Los Vientos dispar algo que son sarcstico mientras salan, entonces se pos
enojadizamente de vuelta en su roca. "Apuesto a que me estoy perdiendo algunas
rplicas punzantes muy ingeniosas aqu," dijo agriamente Mara, sacando el sable de luz
de su cinturn y ponindose en posicin a la izquierda del corte que Luke haba
empezado.

"No realmente," dijo Luke, encendiendo su sable de luz y movindose al lado opuesto.
"Lista?"

Mara encendi su sable de luz. "Hagmoslo."

***

Haban estado en eso por casi una hora, y haban completado el contorno para su
apertura, cuando Erreds chill de repente.

"Detente, Mara," orden Luke, apagando su sable de luz y preguntndose brevemente

qu estara mal. Haba estado concentrndose mucho en el arma y no haba sentido ni
siquiera una insinuacin de algn problema en ella. Mir a Erreds-

E hizo una pausa para mirar con ms atencin. La unidad sensora del droide estaba
extendida, pero no estaba apuntada a los sables de luz. Estaba, en cambio, apuntada
adelante por el pasadizo.

"Mara?" llam, cambindose el arma a la mano izquierda y sacando su vara de luz. La

pas por el tnel mientras, detrs de l, Mara apag su sable de luz.

Y en el sbito silencio, oy un ruido. Un sonido susurrante, como miles de voces

distantes, voces guturales susurrndose entre s sin palabras. Un retumbo irracional que
se repiti como un eco en su mente cuando se estir hacia l con la Fuerza.

Y estaba acercndose.

"No me gusta como suena eso," murmur Mara, caminando a su lado.

"Ni a m," dijo Luke, poniendo su vara de luz en su graduacin ms brillante y

barriendo la zona de nuevo. No haba nada visible, pero por la forma en que el tnel se
retorca y doblaba en ambas direcciones eso no significaba mucho. Us sus tcnicas
Jedi de amplificacin sensorial...
Trepadores de fuego! dijo Constructor Con Enredaderas excitado desde el techo detrs
de l. Vienen hacia aqu!

"Qu?" demand Mara.

"Dijo que vienen trepadores de fuego," repiti Luke.

"Uh-oh," dijo Mara. "El nombre de su Regateador- 'Comedor De Trepadores de

Fuego'."

"S," dijo Luke, alzando la vista al qom jha. Sus alas estaban aleteando con algn tipo
de anticipacin. "Yo haba asumido que los trepadores de fuego eran alguna clase de
planta. Constructor Con Enredaderas, qu son estas cosas?"

Son criaturas pequeas pero peligrosas, dijo el qom jha. Comern y destruirn todo en
su camino, y pueden matar a cualquier cosa que encuentren.

"Dice pequeos pero peligrosos," Luke le cont a Mara, barriendo de nuevo el tnel con
la vara de luz.

"En cuyo caso, todo ese ruido implica que debe haber un llameante montn de ellos,"
concluy gravemente Mara, echando una mirada a su alrededor. "Tengo el muy mal
presentimiento de que estamos a punto de conocer una nueva especie de roverines*."

* N. del T. el nombre de estos insectos es una especie de diminutivo de la palabra

inglesa 'rover' que significa vagabundo o pirata.

Luke se estremeci. Haba visto holovids de esos infames insectos depredadores en su

marcha anual por las selvas de Davirien. Los roverines viajaban en enjambres de
centenares de miles, a veces incluso millones, literalmente despojando el paisaje de cada
trocito de vida vegetal cuando pasaban sobre l.

Vida vegetal, y cualquier animal que fuera demasiado lento o estuviera demasiado
enfermo para salir de su camino, comindose a tales extraviados hasta dejar los huesos
pulidos. "Constructor Con Enredaderas, qu tan rpido viajan?" pregunt.

"Demasiado rpido," exclam Mara antes de que el qom jha pudiera contestar. "Mira-
aqu vienen."

Luke contuvo la respiracin. Adelante, justo en el punto ms lejano que el rayo de la

vara de luz poda alcanzar, el borde delantero de una lmina de negro pulsante haba
aparecido, llenando todo el suelo y subiendo tambin quizs un metro por las paredes.
Ante sus ojos, el borde se derram como algn viscoso lquido en una ligera depresin
en el suelo, reapareciendo cuando fluy de nuevo sobre el borde.

Y Mara tena razn. Estaban viniendo demasiado rpido.

"Dira que tenemos quiz un minuto antes de que lleguen aqu," dijo Mara. "Si tienes
algn truco inteligente en tu manga, ste es el momento para sacarlo."
Luke se mordi el labio, pensando rpidamente. Haba una forma, saba, de usar la
Fuerza para crear un escudo personal de bajo-nivel. Pero mantener el escudo el tiempo
suficiente, especialmente contra tantos adversarios individuales, sera prcticamente
imposible. Adems, era dudoso que tambin pudiera escudar de esa forma a Mara, y ella
casi ciertamente no conoca la tcnica por si misma. Usar la Fuerza para sacar a cada
trepador de fuego individual del camino mientras pasaban sera una tarea igualmente
imposible, incluso con Mara trabajando junto a l.

Y si estos insectos eran parecidos a los roverines de Davirien, slo hara falta que uno
de ellos pasara y hundiera un aguijn envenenado para hacer tambalear su control y
alertar al resto del enjambre de la presencia de comida. No, su nica esperanza era
quedarse completamente fuera del camino de los trepadores de fuego. O en alguna parte
ms lejos por el tnel, o si no?

"El arco de entrada," dijo de repente Mara. "Necesitaremos apoya-pies

aproximadamente a dos metros de altura-"

"Correcto," dijo Luke, encendiendo su sable de luz y caminando hacia la abertura

mientras meda la distancia con los ojos. S, podra funcionar.

Asumiendo que tuvieran el tiempo suficiente para hacer los preparativos necesarios.
"Erreds, cierra todas tus aberturas," avis mientras hunda la punta de la brillante hoja
verde horizontalmente en el borde interno del pilar lateral del arco de entrada medio
metro por encima de su cabeza. Si el mineral cortosis se extenda hasta aqu tan lejos de
la pared del pasadizo...

Afortunadamente, no lo haca. La hoja de su sable de luz penetr limpiamente unos

centmetros en el interior de la roca, sin ninguna insinuacin de problemas. "Nio De
Los Vientos, mtete en esa abertura de all," orden mientras agarraba el sable de luz
con la Fuerza y lo levantaba a la roca por encima del corte que acababa de hacer.
"Encuentra un lugar adonde agarrarte y qudate all."

Qu hay de ti, Jedi Caminante Del Cielo? pregunt ansiosamente el joven qom qae, el
aleteo de sus alas casi no se oa por el zumbido de los dos sables de luz. Cmo te
protegers?

"Ya vers," le asegur Luke. Baj la hoja del sable de luz en un ngulo no del todo
vertical, rebanando una tosca cua de piedra y dejando atrs un nicho horizontal poco
profundo en el borde interno del arco de entrada. El susurro de los trepadores de fuego
aproximndose estaba continuamente volvindose ms ruidoso. "Mara?"

"Ya termin," avis Mara por encima del ruido, la luz blanco-azulada reflejada por
detrs de l se desvaneci cuando ella apag su sable de luz. "Tenemos quiz veinte
segundos."

Luke mir por el tnel mientras volva a atrapar el sable de luz con la mano. La
vanguardia del enjambre estaba apenas a cinco metros de distancia, todo el pasadizo
detrs de ellos absolutamente negro con los insectos. "Estoy listo," le cont, apagando el
arma y devolvindola a su cinturn. "A la cuenta de tres?"
"A las tres," dijo Mara.

Luke dio medio paso hacia atrs, y por un momento su espalda se apret contra la de
Mara cuando cada uno de ellos calibraba las distancias y se estiraba de su propia forma
a la Fuerza. "A las tres," repiti Luke, intentando ignorar el sonido que pareca llenar
todo el pasadizo. Al otro lado junto a una pared, Erreds gimi de miedo. "Uno, dos,
tres."

Salt hacia arriba hacia su apoya-pies, girando su cuerpo a medio camino mientras lo
haca y esperando tardamente que el arco de su salto no fuera lo suficientemente alto
para aplastar su cabeza contra la roca encorvada encima de l. Cuando se dio la vuelta
para enfrentar el centro del arco de entrada capt un vistazo de Mara, tambin en medio
del aire con su espalda a la roca, empezando a bajar hacia su recientemente tallado
apoya-pies. Sus brazos estaban estirados hacia l, las palmas hacia afuera, como si se
estuviera estirando para empujarlo. Luke levant sus propios brazos, con las palmas
igualmente hacia afuera, mientras los talones de los dos golpeaban slidamente sobre
sus apoya-pies. Sus palmas se encontraron, sus dedos se entrelazaron-

Mara inspir profundo, exhalando en un torrente apenas audible por sobre el ruido de
los trepadores de fuego que ahora hormigueaban por el pasadizo debajo de sus pies.
"Ser kesselada," dijo ella. "Funcion."

Luke asinti, tambin respirando profundo. Con sus pies descansando en los recortes
que haba hecho, con los brazos de los dos estirados rgidamente adelante y las manos
estrechadas para sostenerse y apoyarse entre si, se haban en efecto vuelto un arco
viviente dentro del de piedra. Y con tal de que se quedaran de esa forma, permaneceran
a salvo sobre el flujo de insectos.

Pero si cualquiera de ellos caa...

"Cmodo, no?" coment Mara, echando una mirada alrededor. "Tambin muy
simblico. El gran y poderoso Maestro Jedi forzado a depender de alguien ms para su
supervivencia."

"Deseara que dejaras de decir eso," gru Luke. "Ya he admitido que no puedo hacerlo
todo."

"Lo que no es realmente lo mismo que confiar en otras personas," dijo Mara. "Pero est
bien; dalo por terminado. Parece que estamos apenas a la suficiente altura."

Luke mir hacia abajo. El ro de trepadores de fuego, como ya haba visto, suba
chapoteando una distancia por las paredes del pasadizo cuando demasiados insectos
intentaban viajar a travs de un espacio demasiado pequeo. Aqu en el arco de entrada,
adonde el tnel era todava ms angosto, se amontonaban aun ms alto, con algunos de
los insectos pasando a apenas centmetros debajo de sus apoya-pies. "Crees que pueden
abrirse paso a travs de nuestras botas?" pregunt.

"Si suficientes de ellos se trepan y comienzan a masticar, probablemente puedan abrirse

paso a travs de cualquier cosa," dijo Mara. "Y todo lo que hara falta sera que uno de
ellos nos notara para que dispare cualquier tipo de seales qumicas que usen para
llamar al resto del enjambre."

Luke asinti gravemente. "As que en otras palabras, si parece que cualquiera de ellos se
est acercando, lo agarramos con la Fuerza y nos deshacemos de l rpido."

"Mejor aun, lo arrojamos al otro lado de la cueva contra una pared," dijo Mara. "Lo que
me gustara saber es qu estn haciendo aqu abajo. No puede haber suficiente comida
en todo este complejo de cavernas para un enjambre de este tamao."

"Quiz es un atajo de alguna parte de la superficie a otra," sugiri Luke. "Est ese ro
subterrneo que pasamos antes- quiz ellos vienen aqu por el agua."

"Podra ser," dijo Mara, asomndose al costado. "Deseara que hubiramos tenido
tiempo para subir nuestros paquetes- qu espacios?"

Luke sigui su mirada, justo a tiempo para ver a Constructor Con Enredaderas lanzarse
en una corta picada encima de los trepadores de fuego que corran y doblar de nuevo
hacia arriba con lo que parecan ser algunos de los insectos en la boca. "Est
comindoselos," dijo, sin realmente creerlo.

"Por supuesto que lo est," dijo Mara. " 'Comedor De Trepadores de Fuego',
recuerdas?"

"Pero entonces-?" dijo torpemente Luke, ahora completamente confundido. "No son
realmente tan peligrosos?"

"Por supuesto que son peligrosos," resopl Mara. "Alguna vez oste hablar que el lder
de algn clan haya escogido un nombre que lo hiciera sonar calmo y razonable? Esta
tiene que ser la versin qom jha de patear-al-rancor."

"Patear-al-rancor?"

"Un trmino de jerga en la corte de Palpatine," dijo Mara. "Cualquier acto estpido
adonde los riesgos estuvieran muy fuera de proporcin con las ganancias."

Luke se humedeci una boca repentinamente seca cuando mir que Constructor Con
Enredaderas terminaba su bocadillo y se lanzaba en picada para otra pasada. Por qu
en el nombre de la Fuerza estara corriendo un riesgo tan terrible?

Y era un riesgo terrible. Luke poda sentir el peligro que involucraba, sus sentidos Jedi
hormigueaban casi tan fuerte como si la amenaza estuviera dirigida directamente hacia
l. Seguramente Constructor Con Enredaderas no podra estar tan hambriento. No?

"A primera vista, dira que est presumiendo," murmur Mara, contestando su pregunta
silenciosa.

"Para quin? Para nosotros?"

"No lo creo." Mara seal con la cabeza hacia la pared detrs de Luke. "Para el nio."
Luke estir el cuello para mirar. Balancendose precariamente en una piedra cerca de la
abertura de los qom jha, Nio De Los Vientos estaba mirando en fascinacin absoluta
como Constructor Con Enredaderas bajaba en picada encima de la masa de insectos, con
sus alas estremecindose de excitacin o nerviosismo o envidia. "Uh-oh," dijo Luke.
"No crees que-?"

"Espero que no sea tan estpido," dijo Mara. "Pero los qom jha han estado molestndolo
desde que salimos en este pequeo viaje. Podra hacerlo."

Luke hizo una mueca. "Nio De Los Vientos, qudate adonde ests," orden, poniendo
firmeza de Jedi en su voz. "No debes intentar lo que Constructor Con Enredaderas est
haciendo-"

Y de repente, un chillido aterrado grit a travs de su mente. "Qu-?" boque, su

cuerpo se agit violentamente con el shock del sonido.

"Es Constructor Con Enredaderas," dijo entre dientes Mara, sus dedos se apretaron
alrededor de los de Luke para ayudarlo a mantener su balance. Luke mir hacia abajo-

A un espectculo horrorizante. Constructor Con Enredaderas, con sus alas batindose

frentica pero intilmente, se estaba debatiendo medio sumergido en el ro viviente que
flua a travs del pasadizo. Docenas de trepadores de fuego ya estaban arrastrndose por
su cabeza y alas, mordiendo y picando. Aun mientras el lamento aterrado de Nio De
Los Vientos se una al grito de Constructor Con Enredaderas en la mente de Luke cien
ms de los insectos se arrastr hacia el qom jha, su peso lo hundi ms profundo debajo
del flujo.

No haba tiempo que perder. Estirndose con la Fuerza, Luke levant a rastras a
Constructor Con Enredaderas fuera del flujo, y lo sostuvo suspendido en medio del aire.
Se enfoc en los insectos, agarrndolos con la Fuerza y arrancndoselos.

"No te molestes," dijo en voz baja Mara. "Ya no hay nada que puedas hacer."

Luke reprimi el impulso por reflejo de negarlo. Era un Jedi- tena que haber algo que l
pudiera hacer.

Pero no. Ella tena razn... y cuando el grito mental de Constructor Con Enredaderas
termin en el silencio de la muerte dej que el cuerpo se hundiera suavemente de vuelta
en el flujo irracional.

"Cuidado con mis dedos," dijo suavemente Mara.

Con un esfuerzo, Luke volvi su mirada hacia ella, enfocndose en sus manos unidas.
Sus dedos se haban puesto blancos adonde estaban apretando fuerte de frustracin a los
de ella. "Lo siento," murmur, forzndose a relajar su asimiento.

"Est bien," dijo ella. "Sabes, aprietas bastante fuerte. Pensaba que ustedes los Jedi
usualmente se concentraban ms en los aspectos mentales de la Fuerza que lo que lo
hacan en mantenerse en forma."
Ella estaba intentando desviar su atencin, lo saba, intentando desviar sus pensamientos
del horror que acababa de atestiguar. La simpata de Mara era toda una nueva
experiencia por s misma; pero ni las palabras ni la simpata tenan ni un charco de
oportunidad de suavizar la culpa y la rabia que suban por su garganta como un tornado
de arena. "No est bien," le exclam en respuesta. "Yo saba que era peligroso- Podra
haberlo detenido. Debera haberlo detenido."

"Cmo?" contrapuso Mara. "Quiero decir, seguro, podras haber usado la Fuerza para
apresarlo contra el techo. Pero qu derecho habras tenido para hacer algo as?"

"Qu quieres decir, qu derecho?" dijo entre dientes Luke. "Yo era el que estaba a
cargo aqu. Su seguridad era mi responsabilidad."

"Oh, vamos," dijo Mara, la simpata todava estaba all pero ahora con un tinte de
desdn alrededor de los bordes. "Constructor Con Enredaderas era un ser adulto
inteligente y responsable. l saba lo que estaba haciendo. Hizo su eleccin, y sufri las
consecuencias. Si quieres empezar a sentirte culpable por los errores, empieza por
aquellos que realmente fueron tu culpa."

"Como cules?" gru Luke.

Por un largo momento Mara lo mir framente, y Luke sinti una sbita oleada de
recelo ondeando a travs de su enojo. "Como cules?" repiti Mara. "Bueno, veamos.
Como no mudar tu academia Jedi fuera de Yavin cuando averiguaste por primera vez
que un poder del lado oscuro realmente peligroso estaba infestando el lugar. Como no
corregir enfticamente a un turbolser descarriado como Kyp Durron en el mismo
minuto que empez a mostrar sus propias tendencias hacia el lado oscuro. Como no
proveer una proteccin adecuada contra los secuestros para los hijos de tu hermana a
pesar del hecho de que ya haba sido intentado un par de veces. Como unilateralmente
declararte un Maestro Jedi despus de menos de diez aos en el trabajo. Qu tan larga
quieres que sea la lista?"

Luke intent mirarla intensamente. Pero no haba fuerza detrs de esa mirada, y con una
mueca de turbacin dej caer sus ojos. "Tienes razn," suspir. "Tienes toda la razn.
No lo s, Mara. Ha sido... no lo s."

"Djame adivinar," dijo ella, el sarcasmo se haba ido de nuevo de su voz. "La vida
como un Jedi ha sido mucho ms brumosa de lo que alguna vez habas esperado que
fuera. Has tenido problemas para entender lo que se supona que debas hacer, o cmo
se supona que debas comportarte. Has estado ganando un tremendo poder en la
Fuerza, pero la mayora de las veces te has paralizado por el temor de que estabas a
punto de usarlo de forma equivocada. Estoy acercndome?"

Luke la mir fijamente. "S," dijo, sin realmente creerlo. Cmo se haba enterado? "Es
eso exactamente."

"Y sin embargo," continu ella, "en algn momento en el ltimo par de meses, las cosas
se han vuelto de repente ms claras. No que hayas tenido ninguna gran visin de rayos
de relmpagos, pero mucha de la vacilacin ha desaparecido y te ha sido ms fcil
quedarte en lo que en retrospectiva parece haber sido el camino correcto."

"Tienes razn de nuevo," dijo Luke. "Aunque tambin ha habido una o dos revelaciones
bastante impresionantes," agreg, volvindolo a pensar. "La visin en Tierfon que me
puso en contacto con Karrde justo a tiempo para or que t estabas atrapada aqu, es
una." La mir cuidadosamente. "Sabes lo que ha estado pasando?"

"S, slo ha sido ligeramente ms visible que deslumbrantemente obvio," dijo

secamente ella. "Ciertamente para m. Probablemente para Leia y Corran y tambin para
algunos de tus otros estudiantes Jedi. Posiblemente para todos los dems en la Nueva
Repblica."

"Oh, gracias," dijo Luke, intentando igualar su tono y sin tener un xito completo. "Eso
me hace sentir tanto mejor."

"Bueno. Se supona que." Mara respir profundo, y Luke pudo sentir su renuencia.
"Mira, t eres el que est en el medio de esto. T eres el que tiene que decir al final qu
est pasando. Pero si quieres mi opinin, todo empez con esa pequea excursin que
hiciste hace nueve aos a Byss. Adonde enfrentaste a- cualquier cosa que fuera lo
enfrentaste all."

Luke se estremeci. "El Emperador renacido."

"O lo que sea," dijo Mara con un raro toque de impaciencia. "Personalmente, no estoy
convencida de que fuera realmente l. Pero ese no era el punto. El punto era que
decidiste- de forma bastante estpida y arrogante, en mi opinin- que la mejor forma de
detenerlo era fingir unirte a l y dejarlo que te ensee algunas de sus tcnicas del lado
oscuro."

"Pero no fui realmente al lado oscuro," protest Luke, intentando recordar esos das
oscuros. "Quiero decir, no creo que lo haya hecho."

Mara agit la cabeza. "Discutible; pero casi no importa. De una forma u otra, de todos
modos te salpicaste a sabiendas con l. Y desde ese punto en adelante, ti todo lo que
hiciste."

Uno de los pronunciamientos del Maestro Yoda flot a la superficie de su memoria.

Una vez que inicies el descenso por el sendero oscuro, le haba advertido su viejo
maestro, siempre tu destino dominar. "Tambin lo ha hecho, no?" murmur, a medias
para s mismo, mientras todos los errores y equivocaciones y, s, la arrogancia de los
ltimos nueve aos volva acusadoramente ante sus ojos. "En qu estaba pensando?"

"No estabas pensando," dijo Mara, con una rara mezcla de impaciencia y compasin
mezclndose en su voz y emociones. "Estabas reaccionando, intentando salvar a todos y
hacerlo todo. Y en el proceso te acercaste a un roce de rayo de blster de destruirte a ti
mismo."

"As que, qu cambi?" pregunt. "Qu pas?"

Los ojos de Mara se estrecharon fraccionariamente. "Ests dicindome que no lo
sabes?"

Luke hizo una mueca, preguntndose qu era lo que no haba visto antes. Ese momento
crtico afuera de Iphigin, cuando l y Han se haban preparado para el combate contra la
banda pirata que Han haba deducido estaba en camino. El momento cuando haba visto
la visin del Emperador Palpatine y Exar Kun rindose de l... "No, lo s," concedi.
"Tom una decisin de dejar de usar tanto el poder de la Fuerza."

Y de repente, a travs de esa mezcla de compasin e impaciencia pas una oleada de

algo completamente inesperado. Un diluvio de fuertsimo alivio. "Lo tienes," dijo en
voz baja Mara. "Finalmente."

Luke agit la cabeza. "Pero por qu?" demand. "El poder evidentemente est all,
disponible para que un Jedi lo use. Es slo porque toqu el lado oscuro que usarlo es
tan malo para m?"

"sa es probablemente una parte de ello," dijo Mara. "Pero aun si nunca hubieras hecho
eso todava te habras encontrado con el problema. Has estado alguna vez en una
planta de estampado de placas de blindaje?"

"Ah- no," dijo Luke, parpadeando por el sbito cambio de tema.

"Y en un establecimiento de molienda de minerales?" sugiri ella. "Lando ha tenido un

par de ellos una u otra vez- por lo menos debes haber visitado alguno de ellos."

"He visto el de Varn, s," dijo Luke, la mencin del nombre de Lando fren sbitamente
el sentimiento cautelosamente creciente de excitacin por estas nuevas revelaciones. La
relacin de Mara con Lando...

"Est bien," dijo Mara, sin notar el cambio en las emociones de Luke o si no
ignorndolo. "A veces pequeas aves cantoras hacen sus nidos en las estructuras
superiores de esos edificios. Oste el canto de alguna de ellas cuando estuviste all?"

Luke esboz una estrecha sonrisa. De nuevo, era algo tan obvio. "Por supuesto que no,"
dijo. "Haba demasiado ruido all para or algo tan bajo."

Mara le devolvi la sonrisa. "Bastante obvio, no, una vez que lo ves. La Fuerza no es
slo acerca del poder, como piensan la mayora de los no-Jedi. Tambin es acerca de la
gua: todo desde esas impresionantes visiones del futuro hasta las ms sutiles
advertencias en tiempo real que a veces pienso como un sentido del peligro. El
problema es, que cuanto ms usas el poder puro, menos puedes or su gua por encima
del ruido de tu propia actividad."

"S," murmur Luke, tantos enigmas de repente se volvieron claros. Se haba

preguntado a menudo cmo fue que l pudo reconstruir la fortaleza personal de Darth
Vader mientras que el Maestro Yoda se haba quedado sin aliento haciendo algo tan
relativamente simple como sacar un ala-X del pantano de Dagobah. Claramente, Yoda
haba entendido mucho mejor las opciones que su advenedizo alumno.
E incluso en el corto tiempo desde que Luke haba decidido intentar esa misma opcin
ya haba visto vislumbres de por qu Yoda haba escogido ese camino. Las sutiles
partculas de gua, que a veces aparecan como poco ms que vagas sensaciones casi
subconscientes, haban estado presentndose cada vez ms: protegindolo de una
captura rpida en la base asteroide de los Piratas Cavrilhu, o incitndolo
silenciosamente a aceptar la ayuda de Nio De Los Vientos, que lo haba llevado
directamente hasta esta caverna y la ayuda motivada por el orgullo de los qom jha.
"Estaba en Iphigin hace un par de meses ayudando a Han con unas negociaciones," dijo.
"Los diamalas en las charlas le dijeron a Han que los Jedi que usaban tanto poder como
yo lo haca siempre acababan resbalando al lado oscuro."

"Podran tener razn," convino Mara. "No todos los Jedi Oscuros vienen de un
entrenamiento perturbado, sabes. Algunos de ellos resbalan slo por si mismos."

"No es un pensamiento muy placentero," dijo sobriamente Luke, pensando acerca de su

academia en Yavin. De sus xitos en la instruccin Jedi all, y sus fracasos.
"Especialmente dado que empec a ensear bajo la influencia del lado oscuro."

"S, tambin not eso," convino Mara. "Posiblemente una de las razones principales por
la que no te fue muy bien con esa primera camada de estudiantes."

Luke hizo una cara. "Es por eso que no te quedaste?"

"Eso, y los cambios que vi en ti," dijo ella. "No parecas interesado en escuchar ninguna
advertencia acerca de lo que estabas haciendo, y decid que cuando se derrumbara a tu
alrededor no nos hara nada bien a ninguno si yo tambin quedaba atrapada en los
escombros." Se encogi de hombros. "Sin embargo, Corran estaba all, y l pareca
tener su cabeza bien encaminada."

"Aunque no se qued mucho," murmur Luke.

"S, averig eso despus. Lstima."

Por un momento ninguno de ellos dijo nada. Luke levant el cuello para asomarse al
costado, preguntndose si el final del enjambre de trepadores de fuego ya era visible.
Esta introspeccin era ambas cosas avergonzante y dolorosa; y adems, tenan trabajo
urgente que hacer.

Pero la alfombra negra todava se estiraba hasta donde las curvas e irregularidades del
pasadizo le permitan ver. "Qu hay de ti?" pregunt, volvindose de nuevo hacia
Mara. "Eras la Mano del Emperador. Por qu no ha estado tu vida dominada por el
lado oscuro?"

Ella se encogi de hombros incmoda. "Quiz lo ha estado. Lo estuvo ciertamente

desde el momento en que Palpatine me tom de mi casa hasta que me libr de ese
ltimo comando que haba bloqueado en mi mente."

Su mirada se nubl extraamente, como si estuviera mirando algn lugar privado

adentro de s misma. "Aunque es cmico, de algn modo. Palpatine nunca intent
realmente volverme al lado oscuro, por lo menos no de la forma en que volvi a Vader e
intent volverte a ti. En realidad, no creo que yo nunca haya estado realmente en el lado
oscuro."

"Pero todo lo que estabas haciendo era el trabajo del Emperador," dijo Luke. "Si l
estaba en el lado oscuro, no deberas haberlo estado t tambin?"

Mara agit la cabeza. "No lo s," admiti. "Pero no lo estaba." Su mirada regres, y
Luke pudo sentir la barrera protectora subiendo de nuevo, como si ella comprendiera de
repente que sus sentimientos privados haban estado un poco demasiado visibles. "T
eres el Maestro Jedi. Avergualo."

"Trabajar en eso," prometi Luke. S, las barreras haban subido de nuevo.

Pero no tan altas como lo haban estado alguna vez. Ni cerca de tan altas.

"Entretanto," dijo ella, "aqullas tcnicas de control sostenido que me enseaste

funcionan en los msculos del brazo as como en los sables de luz?"

Luke se enfoc en los brazos de ella, notando por primera vez que estaban temblando
ligeramente por la fatiga muscular. "Pueden funcionar," dijo l. "Pero para los msculos
hay una tcnica mejor. Djame mostrarte..."

***

Pas otra hora antes de que el enjambre de trepadores de fuego finalmente terminara su
migracin debajo de ellos y desapareciera por el pasadizo de la caverna. En su estela
dejaron a Erreds y todos los objetos de metal o de otra forma indigeribles de sus
paquetes, aunque los paquetes mismos se haban desvanecido.

Y, por supuesto, los restos de Constructor Con Enredaderas.

Mara mir una vez a los huesos esparcidos, entonces firmemente apart la mirada. S,
haba sido culpa del propio qom jha que hubiera terminado muerto; y s, en un nivel era
meramente el balance de la naturaleza en funcionamiento; y s, ella haba hecho su
mejor esfuerzo para impedir que Luke tomara cualquier parte de la culpa para s mismo.
Pero nada de eso significaba que tena que gustarle lo que haba pasado, o quisiera mirar
los resultados. "Lo bueno es que las barras de comida estaban en cajas de metal,"
coment, masajendose los dedos mientras mova lo que quedaba de su equipo con la
punta de su bota. "Aunque las cantimploras no resistieron tan bien."

"Hay suficiente agua aqu abajo," le record Luke. l estaba parado cerca de su corte,
mirando arriba a Nio De Los Vientos. "No podremos llevar los suministros adicionales
con nosotros. Todo est seguro ahora, Nio De Los Vientos. Puedes bajar."

El joven qom qae no se movi, protestando en esa casi-voz de nuevo. "Lo entiendo,"
dijo suavemente Luke. "Pero tienes que bajar. Ests en el camino all arriba, y no
queremos golpearte con nuestros sables de luz."

Por un momento Mara pens que Nio De Los Vientos decidira que prefera quedarse
en lo alto sobre el suelo y arriesgarse a los sables de luz. Entonces, con clara renuencia,
extendi las alas y alete hasta empercharse con ligera torpeza por encima del domo del
droide.

"Ahora qu?" pregunt Mara, cruzando al lado de Luke. "De nuevo a tajar y
acuchillar?"

Luke se encogi de hombros. "La pared no va a caerse en pedazos por s sola," dijo. "A
menos que pienses que debemos arriesgarnos a usar las granadas."

Mara se asom por el pasadizo. No haba nada visible, pero despus de ese enjambre de
trepadores de fuego se estaba sintiendo un poco asustada. "Sigamos con los sables de
luz por ahora," sugiri. "Si Hendedor De Piedras vuelve con los refuerzos antes de que
hayamos terminado lo consideraremos."

"Suena bien," convino Luke, sacando de su cinturn su sable de luz y encendindolo.

"Erreds, echa un ojo por ms problemas."

El droide trin un reconocimiento ligeramente nervioso y extendi su unidad sensora de

nuevo, casi haciendo caer a Nio De Los Vientos de su percha cuando lo hizo. "Est
bien," dijo Luke, ponindose de nuevo en posicin al costado de su corte.
"Empecemos."

"Correcto," dijo Mara, encendiendo su propio sable de luz. El sable de luz de Luke
acuchill y se apag; El de Mara hizo lo mismo-

Y eso, comprendi ella, fue todo. Haba tenido la conversacin que haba sabido que
vena, y haba estado temiendo, desde que l lleg aqu en primer lugar. Y mientras que
obviamente no haba estado exactamente estremecido por la comprensin de todo lo que
haba hecho mal durante los ltimos aos, haba tomado las noticias mejor de lo que ella
haba esperado.

La pregunta ahora era qu hara con este nuevo conocimiento. Si se lo tomaba

slidamente de corazn y se comprometa a hacer lo que ahora saba que era correcto, o
si la tentacin de poder y soluciones rpidas lo arrastrara eventualmente de vuelta por
el camino fcil. El camino oscuro.

Slo tendra que esperar y ver.

CAPTULO
16

Desde atrs de l vino el sonido de una puerta abrindose, y Han volvi la cabeza para
ver a Lando entrando al puente del Dama Suerte. "Bueno, ya est," anunci el otro, su
tono tenso y decididamente grun. "Todo est apagado en modalidad de espera.
Motores, sensores, sistema de computadora- los elementos de trabajo."

Cruz el puente y se dej caer en el asiento del piloto al lado de Han. "Y me gustara
dejar registro ahora mismo de que odio todo esto."
"Yo tampoco estoy precisamente contento acerca de esto," tuvo que admitir Han. "Pero
as es como tiene que ser."

Lando resopl. "Segn alguien que admiti ser un piloto de TIE clon Imperial," agreg
acusadoramente. "Sabes, Han, he hecho algunas cosas locas en mi poca, pero esta se
lleva el premio."

Han hizo una mueca, mirando fijamente a las estrellas. S, era una locura. En alguna
parte all afuera, a un microsalto por el hiperespacio de distancia, estaba una estacin de
contacto Ubiqtorate Imperial, con toda la seguridad y poder de fuego y simple
asquerosidad que eso implicaba.

Y aqu estaban, probablemente bien adentro de su permetro defensivo, esperando como

un gornt panza-arriba con sus sistemas bajados muy al mnimo para impedir ser
demasiado visibles para cualquier auto-explorador que la estacin pudiera tener
vagando por el rea. Esperando a que un clon Imperial regresara y les contara adonde se
localizaba Bastin la capital del encogido Imperio. "Leia dijo que podamos confiar en
l," le cont a Lando.

"Ella dijo que era sincero y no planeaba traicionarte," corrigi oscuramente Lando. "No
dijo que fuera un mentiroso lo suficientemente competente como para poder hacer todo
esto. Especialmente no delante de algunos agentes del Ubiqtorate congnitamente
sospechosos."

Han lo mir. "No te gustan los clones, no?"

Lando resopl de nuevo. "No, no me gustan," dijo rotundamente. "Palpatine puede

haber dicho que las especies aliengenas eran subhumanas, pero los clones realmente
estn all abajo."

Durante un minuto el puente se qued en silencio. Han mir un poco ms a las estrellas,
frotando los dedos por la empuadura de su blster e intentando impedir que el
nerviosismo de Lando lo afectara. Leia haba estado de acuerdo en dejarlo venir aqu,
despus de todo, y Leia era una Jedi. Seguramente habra visto o sentido o supuesto si
algo malo iba a pasar. O no?

"Cuntame sobre este Barn Fel," dijo de repente Lando. "Quiero decir el original.
Cmo era?"

Han se encogi de hombros. "Tpico coreliano, supongo. Bueno, no, en realidad no lo

era. Era un granjero, en primer lugar, que fue sobornado con una designacin a la
academia para impedir que testificara en una accin legal contra el hijo de un oficial de
alguna gran agro-asociacin. Estuvimos juntos en Carida durante algn tiempo, aunque
no pas mucho tiempo con l. Era del tipo honorable, supongo -incluso a veces un poco
de cuello duro acerca de eso- y un piloto bastante bueno."

"Tan bueno como t?" pregunt Lando.

Han esboz una estrecha sonrisa. "Mejor," dijo, un poco sorprendido de que realmente
estaba admitindolo en voz alta. "Por lo menos, con algo del tamao de un caza TIE."
"As que cmo termin siendo clonado?" pregunt Lando. "Segn recuerdo la historia,
dej el Imperio, se uni al Escuadrn Pcaro y entonces fue recapturado. As que la
pregunta es, por qu alguien clonara a un tipo que ya se haba dado vuelta una vez?
No me importa qu tan buen piloto fuera."

"Leia y yo le hicimos la misma pregunta a Carib en Pakrik Minor," dijo Han. "Nos dijo
que no lo saba, eso no era parte del aprendizaje-flash que les haban dado en los
tanques de clonacin."

Lando gru. "Mira. Habran tenido que tenerlo durante tres o cuatro aos, mnimo,
antes de que Thrawn pudiera tener sus tanques de clonacin en marcha. Correcto?"

"No lo necesitaba completo," murmur Han. "C'baoth clon a Luke de la mano que
perdi en Bespin, recuerdas?"

"S, pero la mano de Luke era uno de los trofeos de Palpatine," seal Lando. "Por qu
se molestara alguien en guardar partes de Fel? Nadie ni siquiera saba que Palpatine
tena todos aqullos tanques de clonacin escondidos, mucho menos que Thrawn se
presentara y los hara funcionar de nuevo."

"Tienes un punto," concedi Han. "As que probablemente lo mantuvieron vivo en

alguna parte."

"Correcto," dijo Lando. "La pregunta es dnde-"

"No lo s," dijo Han. "Nadie nunca encontr archivos sobre l en ninguna de las
prisiones o colonias penales Imperiales que liberamos. Con sus conexiones con el
Escuadrn Pcaro, habramos odo si lo hacan."

Titube. "La otra cosa que podras no saber es que uno o dos meses despus de su
recaptura, su esposa hizo el mismo tipo de acto de desvanecimiento."

Lando frunci el ceo. "Recuerdo que Wedge me cont sobre eso una vez. Pero dices
'desvanecimiento'? Yo pens que haba sido el Imperio el que la atrap."

"Eso es lo que todos pensaron en el momento," convino Han. "Pero una vez que
empezaron a clasificar la evidencia, se volvi mucho menos claro qu haba pasado. De
cualquier forma, tampoco nunca se encontr ni un rastro de ella."

Lando agit la cabeza. "Si se supone que algo de esto debe tranquilizarme, no est
funcionando. La nica forma en la que Isard podra haber trado a Fel de vuelta al lado
del Imperio habra sido alterndole la mente. Quieres contarme qu tipo de clon sale de
eso?"

Han suspir. "No lo s. Todo lo que s es que Leia le dio su aprobacin."

Lando asinti. "S. Seguro."

De nuevo, el silencio cay sobre el puente. Esta vez, fue Han el que lo rompi. "Qu
estn haciendo Lobot y Moegid all atrs?" pregunt.

"Estaban practicando sus tcnicas de infiltracin antes de que me hicieras apagar la

computadora," dijo Lando, todava sonando malhumorado. "Probablemente ahora estn
verificando el equipo de Moegid."

"Les contaste adnde bamos?"

Los labios de Lando se comprimieron brevemente. "Les dije que bamos al interior del
Imperio. No les dije exactamente adonde. O por qu."

"Quiz ser mejor que vayas a hacer eso," sugiri Han. "Moegid puede necesitar repasar
sobre sistemas de computadoras Imperiales o algo as."

"No creo que los verpine nunca tengan que repasar nada," dijo Lando. Pero no obstante
se levant de su asiento. "Seguro, por qu no? Podramos tambin preocuparnos juntos.
De cualquier forma, es mejor que no hacer nada esperando que caiga el martillo."

"No te preocupes," le dijo Han mientras l sala del puente. "Funcionar. Confa en m."

No hubo ninguna respuesta ms que el golpe metlico de la puerta cuando se cerr

deslizndose detrs de l. Suspirando de nuevo, Han devolvi su atencin a mirar si el
carguero de Carib regresaba.

Esforzndose por no preocuparse.

***

El agente del Ubiqtorate sentado en su consola mir fijamente a su visitante desde abajo
de sus espesas cejas. "Est bien," dijo en una voz que de algn modo le record a Carib
mil gusanos prasher rascando sus alas contra las hojas de granosaltos. "He comprobado
su ID."

"Me alegra orlo," dijo Carib, intentando poner un poco de indignacin virtuosa en su
tono. A sus odos, sin embargo, son meramente triste. "Significa eso que finalmente
est listo para escucharme?"

El agente se reclin en su asiento, contemplando framente a Carib. "Seguro," dijo.

"Con tal de que est listo a or una lista de cargos en su contra si estas grandes noticias
suyas no son tan crticamente urgentes como cree pensar que lo son."

Golpe su pluma contra el escritorio adelante de l. "Explosin, Devist, sabe que se

supone que nunca debe venir aqu. Se supone que todos ustedes saben eso. Todo lo que
tengan que reportar pasa por los canales. Todo."

Carib sigui en posicin de firme, escuchando la reprimenda con media oreja y

esperando con toda la paciencia que pudo reunir a que el otro se quedara sin palabras.
La perorata auto-generada, saba, era una de las tcticas clsicas del Ubiqtorate para
sacudir a alguien que queran que est vulnerable.
Pero no. Eso no era algo que l supiera. Era algo que el Barn Soontir Fel haba sabido.
Algo que le haba sido transferido artificialmente a Carib y a sus hermanos junto con su
habilidad de piloto. Recuerdos que no eran suyos, de una persona que no era l.

Y sin embargo, en algn nivel, s era l.

Era un pensamiento que entorpeca la mente, una dolorosa y deprimente neblina de

identidad que le haba costado a Carib muchas noches sin sueo all en Pakrik Minor
antes de que finalmente tomara la decisin consciente de enterrarlo tan atrs al borde de
su mente como pudo.

Y haba hecho un buen trabajo de mantenerlo all... hasta que las rdenes por mucho
tiempo esperadas, por mucho tiempo temidas haban llegado de los remanentes del
Imperio -poda ser realmente hace slo dos semanas?- reactivando su unidad de
combate TIE. Entonces, todas las viejas incertidumbres y preguntas y dudas de s
mismo haban reflotado al frente de su mente. l era un clon. Un clon. Un clon...

Basta, le gru a la palabra. Yo soy Carib Devist. Esposo de Lacy, padre de Daberin y
Keena, granjero de granosaltos del Valle Dorchess de Pakrik Minor. No importa de
dnde vine y cmo fui concebido. Yo soy quin soy.

Respir cuidadosamente... y cuando lo hizo, las dudas volvieron una vez ms a su sueo
intranquilo en los profundos recovecos de su mente. l era Carib Devist; y a pesar de lo
que cualquiera pudiera decir o pudiera creer, l era de hecho un individuo nico.

El agente del Ubiqtorate estaba empezando a quedarse sin cuerda, y con una diversin
privada Carib se dio cuenta que esta vez a la vieja tctica de intimidacin le haba salido
el tiro por la culata. Lejos de enervar a la vctima a la que estaba dirigida, la perorata en
cambio le haba dado el tiempo que necesitaba para afianzar sus pensamientos y su
valor y prepararse para el combate verbal.

"As que oigmoslas," gru el agente. "Oigamos estas noticias suyas de vital
importancia."

"S, seor," dijo Carib. "Hubo un atentado Imperial contra la Alta Consejera de la
Nueva Repblica Leia Organa Solo en Pakrik Minor hace cinco das. Fall."

"S, gracias, ya sabemos eso," dijo sarcsticamente el agente. "Est dicindome que
rompi la seguridad-?"

"La razn por la que fall," continu Carib, "fue porque-"

"Yo estoy hablando aqu, Devist," exclam el agente. "Rompi la seguridad por una
historia que podramos haber obtenido del Horario de Coruscant-?"

"-fue porque," continu obstinadamente Carib, "que fueron asistidos-"

"Va a callarse? Har que hagan escabeche con su piel-"

"-por una nave aliengena desconocida," termin Carib.

"-trasero viscoso de hutt-" Se interrumpi. "Qu quiere decir, con una nave aliengena
desconocida?" demand.

"Quiero decir una nave con un diseo completamente desconocido," dijo Carib. "Tena
cuatro paneles externos como los dos en un caza TIE, pero el resto era definitivamente
no-imperial."

Por un largo momento el agente midi a Carib con los ojos. "Supongo que no
obtuvieron ningn archivo de la batalla," dijo por fin, con tono desafiante.

"No de la batalla misma," dijo Carib, sacando una datacard de su bolsa lateral. "Pero
despus pudimos obtener algo de la nave."

El agente ofreci la mano. Carib dej caer la datacard en ella, cruzando mentalmente los
dedos. Solo haba armado esto durante el viaje hacia aqu usando un par de archivos que
l y Organa Solo haban tenido con ellos en su nave. De donde haban sacado los
originales Carib no lo saba.

Y realmente tampoco le importaba. El combate, la intriga, la seguridad galctica

-ninguno de aqullos eran asuntos con los que l y sus hermanos quisieran seguir
teniendo nada que ver. Todo lo que queran era que los dejaran tranquilos para criar sus
familias y cuidar de sus granjas y vivir sus vidas.

Y todo lo que le importaba en este momento inmediato era que el registro maquinado de
Solo fuera lo suficientemente bueno para que este burcrata ceudo se lo creyera. Si
fuera...

El agente silb por lo bajo, mirando su lector. "Por los dientes de Tarkin," murmur,
agitando la cabeza. "Son stas lecturas de energa correctas?"

"Eso es lo que haba all." Carib titube, pero no pudo resistirlo. "As que vali la pena
romper la seguridad para esto?"

El agente alz la vista, pero estaba claro que ya no estaba realmente viendo a Carib. "S,
yo dira que s," dijo ausentemente, tecleando furiosamente en su tablero. "Seguro. Slo
mrelo cuando vuelva a casa, y siga con el zigzag. Puede retirarse."

Y eso fue todo. Nada de gracias, nada de bien-hecho, nada de nada. Slo un pequeo
agente menor del Ubiqtorate en una tarea de callejn sin salida al borde de ninguna
parte con visiones de promocin bailando por su cabeza.

Pero eso estaba bien, saba Carib cuando se alej por el corredor. Su parte ya estaba
hecha, o casi hecha, y Solo se encargara desde aqu. l podra regresar a Lacy y sus
hermanos y caer de nuevo en el tranquilo anonimato que era todo lo que cualquiera de
ellos deseaba.

A menos que...
Hizo una mueca cuando un pensamiento lo golpe tardamente. S, el agente del
Ubiqtorate all atrs se haba tragado el cebo de un solo trago vido. Pero eso no era
ninguna garanta de que los analistas militares en Bastin que analizaran el registro
parte por parte haran lo mismo.

Y no era ninguna garanta en absoluto de que el Gran Almirante Thrawn no vera al

instante a travs de la charada. Si lo haca, y si Solo todava estaba en espacio Imperial
en ese momento...

Agit la cabeza una vez para aclararla. No. Haba hecho lo que queran, y haba
arriesgado su propio cuello para hacerlo. Lo que pasara ahora estaba en sus manos, no
en las suyas. Su parte estaba hecha. Punto.

Acelerando su paso, se dirigi hacia el tnel de atraque adonde estaba amarrado su

carguero. Cuanto ms rpido saliera de aqu y volviera a su granja, mejor.

***

A una distancia al costado, cruji de repente el altavoz. "Solo?"

Apresuradamente, Han dej caer los pies del borde del tablero de control donde los
haba apoyado y tecle el comunicador. "S, aqu estoy, Carib," dijo. "Lo conseguiste?"

"S," dijo Carib. "Envi el droide sonda en vector cuarenta y tres por quince."

Detrs de Han, la puerta del puente se abri. "Es ese Devist?" pregunt Lando.

"S," dijo Han cuando hizo aparecer un mapa. "Ests seguro de que ste es el vector a
Bastin?"

"Esa es la direccin en que fue la sonda," dijo Carib. "Te estoy enviando una copia de la
grabacin."

"Lo que quise decir fue si ests seguro de que estaba envindolo a Bastin," dijo Han
cuando un pitido del tablero anunci el recibo de la transmisin.

"No dijo nada de una forma u otra," dijo Carib. "Pero por el brillo de promocin en sus
ojos, no puedo pensar adonde ms lo habra enviado."

"Qu tal la base principal del Ubiqtorate en Yaga Minor?" contrapuso Lando. "No es
esa su cadena de mando apropiada?"

"Usualmente, s," dijo Carib. "Pero los asuntos de importancia militar inmediata van
directamente al alto comando. Su nave aliengena desconocida debera entrar en esa
categora."

"Eso esperamos," murmur Lando.

"Adems de lo cual, hay poltica militar involucrada," agreg Carib. "Cualquiera

atascado as en una estacin de contacto como esta est aqu porque los escalafones
superiores bsicamente lo han dejado de lado. La nica forma de salir es impresionando
a alguien ms arriba en el ejrcito. De nuevo, eso significa enviarlo directo a Bastin."

Han le alz las cejas a Lando. "Me suena razonable."

"Supongo que s," dijo sospechosamente Lando, mirando con ojos estrechados al
carguero en el espacio afuera del ventanal del Dama Suerte. "As que el Barn Fel era
bastante bueno en poltica militar, no?"

Han hizo una mueca de dolor. Cualquiera que fueran los sentimientos que Lando tuviera
acerca de los clones, no haba ninguna razn para salirse de su camino para oponerse a
Carib. Especialmente cuando el hombre estaba intentando ayudarlos.

Ms aun especialmente cuando estaban al borde del espacio Imperial a distancia de

escupida de una estacin del Ubiqtorate. "Carib?"

"Est bien, Solo," dijo Carib, con voz estudiadamente neutral. "Quiz ests de acuerdo
ahora en que yo tena razn en lo que te dije all en Pakrik Minor."

Han hizo otra mueca de dolor. El punto de Carib de que todava haba muchos
prejuicios contra los clones en la Nueva Repblica... "S. Lo siento."

"Est bien," repiti Carib. "Mi parte est hecha; Vuelvo a casa. Buena suerte para
ustedes."

El carguero traz una curva que lo alej por encima del Dama Suerte y fluctu con
pseudomovimiento cuando hizo el salto a la velocidad de la luz. "Est apurado por
escaparse," gru Lando.

"Est volviendo a casa," le record Han, volviendo su atencin de vuelta al mapa. Un

curso de cuarenta y tres por quince de la estacin del Ubiqtorate lo pondra...

"Parece el sistema Sartinayniano," dijo Lando, mirando sobre su hombro.

"S, parece," convino Han, asintiendo.

"Un lugar curioso para poner una capital Imperial," dijo Lando, con un borde de
sospecha todava tiendo su tono.

"Oh, no lo s," dijo Han, mirando los datos que la computadora del Dama Suerte tena
sobre el lugar. "Fue una vez una capital de sector, as que probablemente estn
acostumbrados a tener una burocracia en marcha."

"Aunque todava dista mucho de las torres relucientes de Coruscant," dijo Lando.

"No lo hace todo?" contrapuso Han. "Vamos, estamos perdiendo el tiempo."

Agitando la cabeza, Lando se dej caer en el asiento del piloto. "Seguro. Slo
metmonos en el medio de la capital Imperial. Por qu no?"
"Lando, mira-"

"No, est bien, Han," dijo Lando con un suspiro cansado. "Dije que lo hara, y lo har.
Solo deseara no tener que hacerlo." Estir la mano y tecle en la computadora de nav.
"Pero los deseos no te traen las cartas que quieres. Llama a Lobot y a Moegid, quieres, y
diles que se abrochen las correas de contencin."

"Seguro," dijo Han, buscando sus propias correas con una mano y extendindose al
interruptor del comunicador con la otra. "Eh, no te preocupes. Todo va a salir bien."

"S," dijo Lando. "Seguro."

***

"No!" gru el Senador Ishori, Ghic Dx'ono golpeando un puo de puntas cornudas
contra la mesa para enfatizar. "Eso est completamente fuera de discusin. Los ishori no
admitirn nada menos que la justicia total y completa para el pueblo caamasi y el de la
Nueva Repblica."

"La justicia es lo que todos nosotros buscamos," contrapuso el Senador Diamalano,

Porolo Miatamia, su voz era la calma glacial de su especie. "Pero-"

"Mentiras!" casi grit Dx'ono, con las orejas aplanadas contra la cabeza. "Los
diamalas demandan lo imposible, y se niegan a conformarse con ninguna otra cosa!"

"Senadores, por favor," interrumpi el Presidente Ponc Gavrisom, sus alas barrieron
brevemente entre los otros dos como si intentara separar un par de jugadores de
shockball enfurecidos. "No estoy pidiendo una resolucin de la situacin de Caamas
aqu y ahora. Todo lo que estoy pidiendo-"

"Ya s lo que est pidiendo," gru Dx'ono. "Pero la justicia pospuesta es demasiado a
menudo justicia ignorada." Extendi un dedo acusadoramente hacia Miatamia. "Y sa
es precisamente la situacin que los diamalas estn intentando crear."

"Los diamalas tenemos toda la intencin de ver que la justicia sea impartida," dijo
framente Miatamia. "Pero entendemos que los asuntos ms urgentes deben tomar
prioridad."

"Thrawn est muerto!" gru Dx'ono, ponindose de pie de un brinco como si fuera a
atacar fsicamente al otro. "Est muerto! Todos los archivos Imperiales concuerdan!"

Miatamia permaneci firme. "Yo lo vi, Senador. Lo vi, y lo o-"

"Mentiras!" lo cort Dx'ono. "Todas mentiras, creadas para distraernos de la bsqueda

de justicia."

Sentado en el pequeo cuarto detrs de la pared falsa, Booster Terrik agit la cabeza.
"Idiotas," murmur. "Ambos de ellos."
"Calma, Padre," dijo su hija Mirax Terrik Horn, apretndole su brazo. "Los dos son
probablemente sinceros, desde sus propios puntos de vista diferentes."

"Y todos sabemos qu camino est alineado con la gente sincera," dijo agriamente
Terrik, mirando atrs por encima de su hombro. "Adnde est este explotante Bel Iblis,
de cualquier forma? Tengo trabajo que hacer."

"No tienes nada ms que trabajo de reparacin y de mantenimiento en el Ventura

Errante programado para las prximas tres semanas," lo amonest firmemente Mirax.
"Y no te necesitan durante ninguna parte de l."

Booster le envi una mirada intensa, una mirada que funcion tan bien como siempre
funcionaban tales miradas en ella. Lo que era decir, no mucho. "Yo crea que se supona
que las hijas deban ser una fuente de orgullo y confort para sus padres en la vejez,"
refunfu.

Ella sonri. "Cuando llegues all, ver qu puedo hacer," prometi.

La sonrisa se desvaneci cuando volvi a girarse hacia la pared falsa. "Todo esto est
empezando a salirse de control. Has odo que ya cien sistemas han solicitado volver a
unirse al Imperio?"

"Mis fuentes dicen que son slo veinte sistemas," dijo Booster. "Todo lo dems son slo
rumores."

"Cualquiera sea el nmero, todava es algo de qu preocuparse," dijo Mirax, con una
nota de miedo reprimido en la voz. "Si Thrawn todava est realmente vivo, y si todo
este tumulto persuade a la gente que quieren o necesitan su proteccin, entonces el
Imperio podra recobrar su territorio sin disparar un solo tiro."

"Dudo que vayan a convencer a tantos sistemas a regresar," discuti Booster. Pero no se
senta ni cerca de tan seguro como estaba intentando sonar. "De cualquier forma, no hay
mucho que podamos hacer al respecto."

Detrs de l, la puerta se abri. "Ah- Capitn Terrik," dijo el General Bel Iblis, entrando
y ofrecindole la mano. "Gracias por haber venido. Confo en que has estado
entretenido-"

"Si quieres decir el espectculo de baile, he visto mejores," dijo Booster, agitando un
pulgar hacia el ruidoso drama en el cuarto de al lado mientras renuente y brevemente
agarraba la mano de Bel Iblis. l y la autoridad nunca se haban llevado muy bien.
"Hablando de espectculos de baile, tengo un hueso que recoger contigo acerca de ese
sinsentido en el sistema de Sif'kric hace tres semanas. Los burcratas de all todava no
me han soltado al Travesura del Hoopster."

"No saba eso," dijo Bel Iblis, apagando el altavoz que traa la discusin del cuarto de al
lado y acercando la silla que quedaba en el cuarto. "Dar rdenes de que sea liberada en
cuanto terminemos aqu."

Booster lo mir cautelosamente. "La palabra 'terminemos' implica un comienzo."

"Claro que s," convino Bel Iblis, posicionando la silla para enfrentar a los dos y
sentndose. "No te cit aqu slo para ver una exhibicin privada de las habilidades de
mediacin de Gavrisom. A propsito, presumo que no tengo que decirte que cualquier
cosa que oigas aqu ser considerada confidencial."

"Realmente." Booster le frunci el ceo pensativamente a su hija. "Veamos. Los ishori

gritan cuando debaten y quieren sacarle un metro cuadrado de piel a cada bothano para
drsela a lo que queda de los caamasi. Los diamalas quieren el mismo metro cuadrado,
pero slo de los bothanos que ayudaron a destruir Caamas -exhumndolos si fuera
necesario- en cuanto alguien averige quines fueron. A quin crees que debemos
venderle estos grandes secretos primero, Mirax?"

Ella le dio una mirada paciente a su padre y volvi su atencin a Bel Iblis. "Te
entendemos, General," dijo. "Qu es lo que quieres?"

"Los dej ver un poco de esta conversacin privada porque pens que ayudara a sealar
la gravedad de la situacin en la que estamos," dijo Bel Iblis, sealando con la cabeza
hacia la discusin que todava continuaba ahora inaudible detrs de l. "El aumento de
naves de guerra sobre Bothawui est repitindose por la Nueva Repblica mientras
mundos y especies se alinean detrs de los ishori y diamalas en este asunto. La nica
forma en que vamos a desactivar la situacin es encontrando quines exactamente
fueron los bothanos que sabotearon el escudo planetario de Caamas."

"Como bailarn, General, no eres nada mejor que ellos," dijo Booster. "Ve al punto."

Bel Iblis fij los ojos en l. "Quiero pedir prestado el Ventura Errante."

Booster lo mir fijamente, demasiado aturdido incluso para rerse en la cara del general.
"Debes estar bromeando," consigui decir al fin. "Claro que no."

"Para qu lo necesitas?" pregunt Mirax.

Bel Iblis volvi la mirada a ella. "Pensamos que puede haber una copia completa del
Documento de Caamas en la base del Ubiqtorate en Yaga Minor," le cont. "Gavrisom
ha decidido lanzar una incursin por informacin para intentar conseguirla."

"Una incursin de datos en una base de Ubiqtorate?" repiti Booster. "A qu pobre
tonto le dieron esa asignacin?"

Bel Iblis lo observ framente. "A m," dijo.

Por un momento el cuarto se qued en silencio. Booster estudi la cara de Bel Iblis,
deseando que el general se hubiera quedado mirando a la pared falsa detrs de l cuando
haba apagado el sonido. La discusin all atrs, particularmente el Senador ishori
agitando sus anchos brazos, era muy distractiva.

Como Bel Iblis probablemente esperaba que fuera. "Est bien," dijo por fin. "Entiendo
el cuadro- necesitas un Destructor Estelar para meterte furtivamente a travs de sus
defensas exteriores. La ltima vez que o, la Nueva Repblica todava tena algunos
capturados. Por qu no usas uno de aqullos?"

"Dos razones," dijo Bel Iblis. "Primero, todos ellos son demasiado conocidos.
Enmascarar sus marcas y firmas de ID de motor tomara demasiado tiempo."

"Y probablemente no engaara a nadie por mucho tiempo," murmur Mirax.

Booster la mir con fiereza. Del lado de quin estaba ella aqu, de cualquier forma?

"Correcto." asinti Bel Iblis. "Segundo, y ms importante, no podemos sacar a ninguno

de ellos de sus deberes de patrulla asignados sin que todo el sector los extrae al
instante. Sabes cmo es una incursin de informacin: si el blanco siente un soplo de
tus planes, ests hundido."

Booster cruz los brazos sobre su pecho. "Lo siento, General. Simpatizo con tu
problema y todo, pero no hay trato. Pas por demasiado por esa nave para arriesgarla en
algn plan loco que de cualquier forma no es de mi incumbencia."

Bel Iblis agit la cabeza ligeramente al costado. "Ests seguro de que no sea de tu
incumbencia?"

Booster descruz los brazos lo suficiente para palmearse el pecho. "Ves una insignia
militar de la Nueva Repblica aqu?"

"Ves al Senador diamalano all atrs?" contrapuso Bel Iblis. "Son aliados de los mon
cals en esta situacin bothana; y sabes cunto odian los mon cals a los contrabandistas.
Si se desata una guerra sin cuartel, una de las primeras cosas que probablemente harn
es moverse contra todos los grupos contrabandistas que puedan encontrar, para
disminuir el nmero de mercenarios que el otro lado puede usar si no tiene ninguna otra
razn."

Alz una ceja. "Y con un Destructor Estelar Imperial en tu posesin, adnde crees que
terminars en su lista de cosas para hacer?"

Booster hizo una mueca. "En alguna parte cerca de la cima?"

"Ah es adonde yo te pondra," convino Bel Iblis. "As que ayudarme es en gran parte
por tus propios intereses."

Tena un caso, Booster tuvo que admitir. Y poda sentir la acusacin detrs de los ojos
de Mirax cuando ella lo mir fijamente, recordndole su comentario locuaz no ms de
cinco minutos antes acerca de que no haba nada que ellos pudieran hacer.

Y se le ocurri -lo que podra no habrsele ocurrido todava a su hija- que si Bel Iblis
iba a Yaga Minor, el marido de Mirax, Corran, y el resto del Escuadrn Pcaro
probablemente estara yendo con l.

Pero que le pidieran que arriesgara su querido Ventura Errante de esta forma era
simplemente demasiado. S, estaba cayndose a pedazos, con la mitad de sus sistemas
en estado cuestionable o totalmente muerto, y con un costo operativo que hara
palidecer a un barn Imperial. Pero era suyo. Todos sus...

Hizo una pausa. En qu mundos estaba pensando?

Descruz los brazos y se reacomod en su asiento, mirando especulativamente a Bel

Iblis. "Desafortunadamente, aun si dijera que s, nunca podras hacerlo," seal. "Si
vuelven una serie sensora medio decente hacia el Ventura Errante, un wampa ciego
podra darse cuenta de que ya no estamos al nivel de las normas Imperiales.
Necesitaramos actualizaciones de turbolser y emplazamientos tractores,
reconstruccin de escudos, reemplazos de sistemas completos- t dilo, nosotros lo
necesitamos."

La mirada de Bel Iblis se haba endurecido notablemente durante la recitacin. "Ya

veo," dijo secamente. "Airen Cracken me advirti sobre ti."

"Me alegra or que me recuerda." dijo Booster con un encogimiento de hombros.

"Depende de ti, General. Te prestar la nave; pero a cambio, tienes que actualizar los
sistemas. Y ganes o pierdas, esas mejoras se quedan cuando todo haya terminado."

"A los mon cals les va a encantar."

"Si se desata la guerra, los mon cals sern la menor de mis preocupaciones," dijo
bruscamente Booster. "Cada grupo pirata y contrabandista de dos-bits en la galaxia
estar intentando poner sus manos en el Ventura. sa es mi oferta; tmala o djala."

"La tomar," dijo Bel Iblis, ponindose de pie. "Adnde est la nave ahora?"

"Estacionada en el exterior del sistema de Mrisst," le cont Booster, tambin

ponindose de pie e intentando no mostrar su sorpresa. Su experiencia reconocidamente
irregular con oficiales de la Nueva Repblica era que necesitaban ms persuasin y
mucho ms regateo antes de que finalmente cedieran. Y los oficiales militares de la
Nueva Repblica eran aun peor. "Adnde quieres que sea enviada?"

"Te lo dir una vez que estemos a bordo," dijo Bel Iblis.

Booster frunci el ceo. "Vas a venir con nosotros?"

"Junto con doscientos de mis tripulantes," dijo el general. "Te ayudaremos a volar la
nave hasta que recojamos una tripulacin apropiada en el punto de cita."

"Tengo una tripulacin apropiada," replic Booster. Deba haber sabido que Bel Iblis no
cedera tan fcilmente.

"Para manejar un depsito mvil de contrabandistas, quizs," dijo Bel Iblis. "No para
personificar una nave de guerra Imperial. Traer un complemento mnimo a bordo antes
de que dejemos el punto de cita."
Booster se enderez en toda su altura. "Pongamos una cosa en claro ahora mismo,
General," dijo tiesamente. "El Ventura Errante es mi nave. Si yo no la capitaneo, no va a
ninguna parte."

Una vez ms, Bel Iblis lo sorprendi. "Claro," dijo serenamente. "No lo querra de
ningn otro modo. Tengo una lanzadera esperando; saldremos inmediatamente."

"Como t digas," dijo Booster, reprimiendo el mal presentimiento de que, a pesar de las
apariencias, Bel Iblis todava no haba cedido realmente de la forma en que sonaba.
"Mirax, podras tambin tomar mi lanzadera y volver a casa."

Bel Iblis se aclar la garganta. "Qu?" demand sospechosamente Booster.

"Me temo que Mirax tendr que venir con nosotros," dijo apologticamente Bel Iblis.
"Es absolutamente vital que mantengamos una completa seguridad en esto, y eso
significa que nadie que sepa sobre esto puede alejarse solo."

Booster se prepar de nuevo. "Si crees que voy a dejar que mi hija venga en una
correra contra una base del Ubiqtorate?"

"Oh, no, de ninguna manera," se apresur a asegurarle Bel Iblis. "Ella y su hijo se
quedarn atrs en el punto de cita con la tripulacin de preparacin."

Una vez ms, Booster tuvo el sentimiento de que le haban sacado de un golpe los
bloques en los que estaba parado. "Est bien," murmur. "Bueno, continuemos. Si ests
determinado a ir marchando a una base Imperial, ser mejor que empecemos los
preparativos."

"S," dijo Bel Iblis. "Y djame agradecerte una vez ms por tu ayuda. No te preocupes;
todo va a salir bien."

"S," refunfu Booster mientras tomaba el brazo de Mirax. "Seguro."

CAPTULO
17

Con un barrido final truncado del sable de luz, el ltimo de los pedazos se desprendi de
la abertura y cay ruidosamente contra el suelo rocoso. "Ya est," dijo Luke,
asomndose por el agujero. "Qu crees?"

Mara se acerc a su lado e ilumin la abertura con su vara de luz. "Todava va a estar
apretado para el droide," dijo. "Pero creo que servir."

Luke mir atrs por encima de su hombro, a los ocho qom jha colgando del techo del
pasadizo. S, servira. Y ms importante, ahora que Hendedor De Piedras y Custodio De
Las Promesas haban vuelto con los cazadores qom jha que Comedor De Trepadores de
Fuego haba prometido, deban ponerse en movimiento antes de que perdieran algn
prestigio a los ojos de sus guas.
O para ponerlo de otra forma, antes de que perdieran tanta confianza en el Maestro
Caminante Del Cielo que decidieran echarse completamente atrs de este viaje. No
haban dicho mucho sobre la muerte violenta de Constructor Con Enredaderas, pero
definitivamente estaban evitando el rea adonde su amigo haba muerto.

Y tampoco se estaban saliendo de su camino para ser buenos con Nio De Los Vientos.
Si l y Mara no se ponan en movimiento, era probable que hubiera ms de los mismos
problemas de los que ya haban tenido demasiado.

"Estoy de acuerdo", dijo, devolviendo su sable de luz a su cinturn y caminando hasta la

encogida coleccin de artculos que haban sido sus paquetes antes de que los trepadores
de fuego lo hubieran agarrado. Aparte de las barras de comida en su envase de metal,
los paquetes de energa de blster de repuesto y las varas de luz, y algo de sintesoga, no
haba quedado mucho. Las camas enrollables, la tienda de supervivencia, los medpacs, e
incluso las cubiertas detonadoras en las granadas todo haba sido arrasado hasta quedar
slo restos intiles. "Supongo que slo llevamos lo que nos pueda servir de esto?"

"Eso es lo que yo estoy haciendo," dijo Mara. Tena una de sus cajas de raciones abierta
y estaba repartiendo las barras entre los varios bolsillos en su traje de salto. "Primera
regla de los soldados: concntrate en la comida."

"Entendido," dijo Luke, empezando a llenar sus propios bolsillos. Erreds rod
inseguramente hasta l por el suelo desigual y con un pitido de invitacin abri el
compartimento oculto en su domo. "Estoy poniendo lo que queda de sintesoga en
Erreds," Luke le avis a Mara, metiendo el rollo en el compartimento. "En caso de que
la necesites."

"Est bien", dijo Mara. "Estoy lista."

"Yo tambin," dijo Luke, mirando fijamente a la oscuridad. "Quieres seguir con el
mismo orden de marcha?"

"Quieres decir contigo adelante y conmigo detrs ocupndome del equipaje?"

pregunt Mara, sealando a Erreds con la cabeza.

Luke sinti que su cara se calentaba. "Quise decir-"

"Ya s lo que quisiste decir," dijo Mara, dndole una sonrisa torcida. "Pero t eres el
Jedi; y si hay algo all adentro con dientes grandes, t tienes la mejor oportunidad de
tostarlo antes de que pruebe sangre. As que. Despus de ti."

Luke alz la vista a los qom jha que esperaban. "Seguro," dijo, cambindose la vara de
luz a la mano izquierda y sacando su sable de luz. "Estamos listos, Hendedor De
Piedras."

Sganme, dijo el qom jha, cayendo del techo y aleteando hacia la oscuridad.

Se hizo rpidamente evidente que su ruta no era tanto un pasadizo sino mas bien una
grieta angosta en la roca, en forma de V. En los primeros tres pasos Luke se vio forzado
a devolver su sable de luz a su cinturn y colgar su vara de luz de su tnica para liberar
sus manos para ayudarse a desplazarse. Detrs de l pudo or el continuo gorjeo
nervioso de Erreds y el ocasional golpe ahogado donde Mara lo golpeaba
accidentalmente contra una de las paredes laterales.

Cada vez que eso pasaba, tena que reprimir el impulso de ofrecer su ayuda. Si Mara la
necesitaba, la pedira. Probablemente.

Afortunadamente, la grieta era de no ms de tres metros de largo, con una pared

amarillenta bloqueando el extremo lejano. ste es el camino de entrada, dijo Hendedor
De Piedras desde una percha en un pequeo boquete en la pared amarilla cerca de la
cima. Ms all de esta pared est la Torre Alta.

"Dira que ya estamos aqu," coment Mara. "Esa pared es definitivamente artificial."

"De acuerdo," dijo Luke, acundose en una posicin ms o menos firme delante de la
pared y sacando su sable de luz. "T y Erreds mantnganse atrs."

La pared era bastante delgada y, ms importante, no estaba hecha de mineral cortosis.

Tres rpidos tajos de la hoja verde, y tenan su entrada.

Luke se dej caer a travs de la abertura, con el sable de luz y los sentidos Jedi
preparados. Ms all de la pared haba un cuarto oscuro, de techo alto, increblemente
polvoriento, que se extenda ms all del rango del rayo de su vara de luz. Espaciados a
lo largo de las paredes a dos alturas diferentes haba nichos de pared detalladamente
labrados que pareca que alguna vez haban sostenido antorchas o luces con forma de
antorchas. Encima de los nichos, en quizs una docena de otros puntos alrededor del
cuarto, otros huecos mostraban adonde secciones de la pared amarilla se haban
derrumbado del techo. Aparte de los nichos, no haba ninguna otra decoracin o
muebles.

"No se parece a Hijarna," murmur Mara desde atrs de l, ondeando su propia vara de
luz alrededor.

"Qu?" pregunt Luke.

"Hay una fortaleza en ruinas en el planeta Hijarna," explic ella. "Karrde a veces la usa
como un lugar de reunin."

"S, dijo algo sobre eso cuando lo vi en Cejansij," dijo Luke. "Dijo que si esta fortaleza
era como esa probablemente no tendra que preocuparse por cualquier ataque que
pudiera arrojarle encima."

"l, o la Nueva Repblica en general," dijo gravemente Mara. "La fortaleza de Hijarna
est hecha de alguna piedra negra increblemente dura que podra comer fuego
turbolser masivo de desayuno."

Seal con su vara de luz. "Mi primera mirada a la Torre Alta desde afuera de la boca
de la cueva me record a esa. Pero el material de la pared de aqu no es en nada como
ese."
Erreds silb, su unidad sensora se extendi y rod de un lado a otro como si buscara
algo. "Eso no necesariamente significa algo," seal Luke, acuclillndose delante del
droide y mirando el datapad que haban aparejado para usar como traductor para sus
comentarios ms complicados. "Podran haber sido construidos por dos grupos
diferentes de la misma gente."

"Quiz. Qu est diciendo?"

"Dice que por las trabas no cree que los nichos de la pared fueran parte del diseo
original," dijo Luke. "Por lo que eso valga."

Se enderez y apunt hacia la parte que no haban visto del cuarto. "Tambin dice que
hay una muy fuerte fuente de energa operando en alguna parte por all."

"En serio," dijo Mara con inters, dando un paso en esa direccin e iluminando la
oscuridad con su vara de luz. "Vamos a echar una mirada."

No! dijo ntidamente Custodio De Las Promesas desde arriba de Luke.

"Espera," Luke le dijo a Mara, alzando la vista. Custodio De Las Promesas estaba
emperchado en uno de los nichos de la pared, con las alas temblando de agitacin.
"Qu est mal? " pregunt.

Por all yace la destruccin, dijo el qom jha. Otros han buscado en esa direccin.
Ninguno nunca ha regresado.

"Dice que hay peligro en esa direccin," Luke tradujo para Mara. "Especficos
desconocidos."

"Excepto que come qom jha, presumo," dijo Mara. "Por otro lado, la nica salida fuera
de aqu tiene que estar en esa direccin."

No, hay otro camino, dijo Hendedor De Piedras desde uno de los otros nichos. Ven.

Vol junto a la pared a su izquierda y se pos en uno de los otros huecos debajo del
techo. Por aqu, dijo. Aqu est la entrada al pasaje oculto.

"En serio," dijo Luke, sintiendo que sus ojos se estrechaban. El qom jha no haba dicho
nada sobre un pasaje oculto antes. "Y este pasaje oculto lleva a la Torre Alta?"

Ven, dijo Hendedor De Piedras. Vers.

"Pasaje oculto, huh?" coment Mara mientras cruzaban el cuarto, Erreds los sigui
rodando detrs de ellos. "No recuerdo que eso fuera mencionado antes."

"Yo tampoco" dijo Luke. "Podra ser slo una omisin."

"O un hecho extraa pero convenientemente olvidado," dijo oscuramente Mara.

Erreds gorje interrogativamente. "Extrao porque los pasajes ocultos normalmente
tambin tienen salidas ocultas," le dijo Mara al droide por encima de su hombro. "Y a
menos que los qom jha hayan encontrado una forma de pasar esas salidas, no sabran
nada ms sobre el diseo de la Torre Alta que nosotros."

"Qu hay de eso, Hendedor De Piedras?" pregunt Luke. "T y tu gente han entrado,
no?"

Hemos viajado todo el camino a travs del pasaje oculto fue la algo malhumorada
contestacin. Hay lugares adonde podemos ver a los Amenazadores y or lo que estn
diciendo.

"Djame adivinar," dijo Mara. "Nunca han estado realmente adentro de la Torre Alta,
pero estn seguros de que podrn encontrar su camino una vez que los hagamos entrar."

"Bsicamente," dijo pesadamente Luke. "Aparentemente, a pesar de todos sus discursos,

nadie ha estado realmente adentro del lugar."

Algunos de los qom qae han estado adentro, habl Nio De Los Vientos. Yo s que
algunos lo han hecho.

Luke le frunci el ceo. "Lo han hecho? Quin? Cundo?"

Amigos de otras nidadas han entrado desde arriba, explic Nio De Los Vientos. Pero
ellos siempre han sido echados rpidamente, y han visto muy poco.

"De todos modos, eso es aparentemente ms que lo que los qom jha han hecho," dijo
Luke, mirando de nuevo a Hendedor De Piedras. El qom jha estaba manteniendo un
tieso silencio, pero Luke poda ver que no estaba contento con esta revelacin. "Has
estado adentro t mismo, Nio De Los Vientos?"

"No," dijo. "Slo amigos de la nidada ms cercana a este lugar."

"Cul es el debate?" pregunt Mara.

"Nio De Los Vientos dice que algunos de los qom qae ms jvenes de la regin se han
escabullido adentro de las reas superiores de la Torre Alta," dijo Luke. "Pero cmo es
que ests en contacto con stos otros, Nio De Los Vientos? Pens que Cazador De Los
Vientos dijo que los asuntos afuera de su nidada no los concernan."

No conciernen a los qom qae adultos, dijo Nio De Los Vientos. Pero todos los nios
pueden volar libremente a dondequiera que deseen.

Ah. As que los qom qae adultos eran territoriales, pero sin embargo sus nios se
mezclaban pasando los lmites de las nidadas como quisieran.

Y en el proceso interpretaban el papel de embajadores y recolectores de informacin

informales? Posiblemente. Algo que recordar si y cuando la Nueva Repblica decidiera
hacer contacto oficial con ellos.
A su lado, Mara se aclar la garganta. "Va alguna parte de esta sin duda fascinante
conversacin a ayudarnos a entrar a la Torre Alta?"

"No realmente," convino Luke, apartando por ahora el vislumbre de la estructura social
qom qae. Caminando hasta la pared amarilla debajo de adonde Hendedor De Piedras
estaba sentado, pas una mano exploradora por la superficie. Si haba una puerta oculta
all, estaba muy bien escondida. "Crees que debemos buscar un interruptor, o abrirla de
la forma fcil?"

La respuesta de Mara fue el chasquido-siseo de su sable de luz. "Qutate del camino,"

dijo. "T, tambin, qom jha."

Hendedor De Piedras alete apresuradamente hacia uno de los nichos de la pared. Tres
cuchilladas rpidas, y Mara haba cortado una abertura del tamao de un hombre en la
pared. Sosteniendo el sable de luz preparado, salt al hueco y se agach hacia su
derecha. Luke estaba justo detrs de ella, agachndose a la izquierda.

Estaban en un pasadizo angosto, de no ms de un metro y medio de ancho, que como el

cuarto detrs de ellos se extenda hacia la derecha ms all del alcance de sus varas de
luz. En la otra direccin, el pasadizo terminaba en una pared a slo unos metros.

Y subiendo sobre sus cabezas desde ese extremo haba una escalera.

"Por aqu, Mara," llam Luke en voz baja por encima de su hombro cuando se dirigi en
esa direccin. La escalera era angosta, y como el mismo pasadizo se extenda ms all
del rango del rayo de su vara de luz. Sobre la cabeza a la izquierda apenas poda ver la
insinuacin de un techo anguloso e inclinado: otro juego de escalones, decidi,
probablemente conectados con este juego en algn descanso que no poda ver ms
adelante. Elevndose verticalmente a lo largo del borde interior de la escalera haba una
serie de gruesos cilindros que iban desde ms abajo del nivel del pasadizo hasta la
oscuridad de arriba.

"se es nuestro camino arriba," est bien, dijo Mara a su lado. "Uh-oh."

"Qu?" pregunt Luke, frunciendo el ceo cuando se estir con la Fuerza. No haba
ningn peligro que pudiera detectar.

"Las escaleras," dijo Mara, con su vara de luz iluminando hacia abajo a los escalones
ms bajos. "Ahora eso se parece al material de construccin de Hijarna."

Luke le frunci el ceo mirndolo abajo "Hay alguna forma de asegurarse?"

"Un par de tiros de blster deberan bastar," dijo. "Pero el ruido probablemente llegara
ms lejos de lo que me gustara. De cualquier forma, en este momento es irrelevante- no
vamos a lanzar un asalto a gran escala en el lugar."

"Correcto- estamos por entrar furtivamente," convino Luke. "Parece que tendremos que
ir en fila india."
"Creo que ya todos estamos acostumbrados a eso ahora," dijo Mara, subiendo y bajando
su vara de luz por los escalones. "Me recuerda ese pasadizo secreto que Palpatine tena
en el palacio Imperial."

"Me recuerda el conducto de servicio en Ilic en Nueva Cov," dijo Luke, recordando esa
larga caminata que l y Han haban tomado por esas escaleras hasta un rea de aterrizaje
atiborrada de Imperiales.

"Crees que al menos uno de estos constructores de escaleras secretas tendra alguna vez
la cortesa de instalar un turboascensor," dijo Mara, agitando la cabeza. "O por lo menos
un droide portador."

"Eso sera bueno," convino Luke. "Bueno, no hay ms que empezar a subir. Vamos."

***

Con el rea angosta pero relativamente abierta adelante y encima de ellos, Luke decidi
dejar que Hendedor De Piedras y sus ayudantes qom jha tomaran la delantera, volando
arriba y adelante de ellos. Luke iba despus, llevando al droide para variar, dejando a
Mara y Nio De Los Vientos en la retaguardia.

Mara se haba quejado un poco acerca de eso, diciendo que no estaba cansada y poda
manejar bien al droide. Pero Luke haba declarado que la escalera era los
suficientemente segura para que l tomara el deber del droide, y haba ignorado sus
quejas.

No que ella se hubiera quejado demasiado fuerte o demasiado tiempo. El droide se

haba estado volviendo ms y ms pesado ltimamente, y ella estaba contenta de
librarse durante algn tiempo de la carga.

"Alguna idea de qu son stos?" le pregunt a Luke, pasando los dedos por el primero
de los gruesos cilindros verticales cuando pas a su lado. De esta posicin en las
escaleras ahora poda ver el primer descanso, y una rpida cuenta mostr que haba
veinte de los cilindros subiendo a travs del hueco. "No parecen conductos de
ventilacin."

El droide trin. "Erreds dice que son lneas de energa," le cont Luke. "Probablemente
llevan energa a la Torre Alta desde esa gran fuente de energa que detect."

"se es un llameante montn de capacidad," dijo Mara, mirando inquieta los cilindros.
"Los veinte de ellos tienen energa?"

El droide gorje de nuevo. "Slo tres estn activos en el momento," dijo Luke. "Pero los
otros todava son funcionales. Llevan a armas o generadores de escudos, quiz?"

"Yo misma estaba preguntndome eso." Mara sinti que su labio temblaba. "Desde
cerca de la boca de la cueva se pueden ver tres torres alzndose de la fortaleza: tres
intactas y una rota."
"S, recuerdo eso del registro que trajo el Hielo Estrellado," dijo Luke, su voz y
emociones tensas. "Sugeriste que el tiro que derrib esa torre tambin podra haber
acanalado algo del barranco por el que volaste. Es la piedra de Hijarna tan dura?"

"No lo s," dijo gravemente Mara. "Pero la piedra de Hijarna ms diecisiete lneas de
energa de generadores de escudo podra hacer el truco."

Luke silb suavemente, agitando la cabeza. "Sabes, este lugar est empezando a parecer
ms inexpugnable a cada minuto. No creo que me guste eso."

"Estoy segura de que a m no me gusta," replic gravemente Mara. "Especialmente en

manos potencialmente hostiles. Sera peor que el Monte Tantiss."

Alcanzaron el descanso y la esperada vuelta y continuaron hacia arriba. Por algn

tiempo Mara intent llevar la cuenta de los escalones, pero en alguna parte en el medio
de las dos centenas dej el ejercicio como intil.

Haban pasado el cuarto descanso cuando ella empez a detectar la presencia aliengena.

Se guard la sensacin por los prximos minutos hasta que estuvo segura. Entonces,
cuando ellos empezaron a rodear el quinto descanso, se agach y atrap la mirada de
Luke. "Luke? " murmur. "Compaa."

"Ya s," murmur en respuesta l. "Ya he estado captndolos por algn tiempo.
Debemos estar acercndonos a las partes habitadas de la Torre Alta."

"La sensacin te parece en algo familiar?"

"Mucho," le asegur. "Son de la misma especie que los pilotos que intentaron
derribarme a mi llegada."

"Nunca he estado tan cerca de cualquiera de este grupo en particular," dijo Mara, un
sbito escalofro la atraves. "Pero definitivamente he sentido esta sensacin antes."

Luke pareci tomar fuerza. "Thrawn?"

Ella asinti. "Thrawn."

Por un largo momento se quedaron all en silencio. "Bueno, t lo dijiste primero," le

record Mara. "Dijiste que ste podra ser un grupo de su gente."

"Empieza a parecer de esa forma," dijo Luke, alzando la vista y haciendo seas hacia l.
"Hendedor De Piedras?"

Hubo un susurro de alas, y el qom jha alete a un aterrizaje en la escalera delante de

Luke. "Dijiste que haba lugares adonde podan ver u or el interior de la Torre Alta,"
dijo Luke. "Qu tan cerca estamos del ms cercano?"

Hendedor De Piedras empez a hablar. Repentinamente cansada de este estado de

segunda-clase suyo, Mara extendi la mano y tom la mano de Luke.
- no demasiado lejos, oy la voz del qom jha haciendo eco a travs de la mente de Luke.
Dos giros y una porcin ms.

"Una porcin?" pregunt Mara, frunciendo el ceo.

"El punto debe estar a mitad de camino de las escaleras," dijo Luke, mirando a los
cilindros que corran junto a ellos. "Al menos estas lneas de energa deberan ayudar a
enmascarar nuestras lecturas de formas de vida si alguien est mirando. Eso es
conveniente."

"Tambin significa que Erreds tampoco podr captar mucho de nada," seal Mara.
"No tan conveniente."

Pero eso seguramente no ser un problema para ustedes, habl Nio De Los Vientos.
Tienen la Fuerza.

"Cierto", convino Luke.

"Algunos ms que otros, por supuesto," agreg Mara, suprimiendo una mueca. Como
haba hecho en ese viaje hace diez aos por Wayland, Luke haba estado dndole
instruccin Jedi ms o menos sin parar durante todo el viaje a travs de estas cavernas.
Pero a pesar de esos esfuerzos, ella aparentemente no estaba nada ms cerca de or esta
rara comunicacin manejada por la Fuerza de los qom jha y qom qae que lo que lo haba
estado cuando lleg al planeta en primer lugar.

Y estaba empezando a molestarla. Estaba empezando a realmente molestarla. Qu

tena que hacer para penetrar esta barrera invisible hasta los poderes Jedi completos, de
cualquier forma?

No tena una respuesta. Luke podra tenerla, pero ella no. Y seguro por la galaxia que no
iba a preguntarle. No por el momento, por lo menos.

Disgustada, solt su mano. "Bueno, vamos," gru. "Si vamos a hacer esto,
hagmoslo."

"Correcto," dijo Luke. Si haba captado su sbito humor agrio, no hizo ningn
comentario al respecto. "Est bien, Hendedor De Piedras, vamos. Y advierte a tu gente
que sea especialmente silenciosa desde este punto en adelante."

Reasumieron la subida, Mara sigui detrs de Luke, poniendo un pie delante del otro
estrictamente en piloto automtico, toda su atencin hacia el exterior mientras se
estiraba hacia las presencias aliengenas que se acercaban cada vez ms. Ninguna
pareca estar muy cerca, pero por experiencia del pasado saba que con mentes
aliengenas poco familiares las distancias aparentes podan ser desencaminantes.

Dos tramos y un tercio de escalones ms tarde, como haba sido prometido, alcanzaron
el puesto de observacin de Hendedor De Piedras.
"Est bien, sa es una salida," murmur Mara, asomndose al arco que se abra al
costado de la escalera. De unos tres metros de ancho y uno de profundidad, terminaba
en un panel en forma de puerta hecho de piedra negra equipado con una rueda de cierre
y un par de desenganches manuales. En el centro del panel haba un agujero diminuto a
travs del cual brillaba un igualmente diminuto rayo de luz rojiza. "Parece que se abre
hacia afuera."

"S," murmur en respuesta Luke, metindose en el arco para dar una mirada ms de
cerca. "Interesante, esta rueda de cierre. Por qu cerrarlo de este lado?"

"Quiz era para el uso exclusivo de ciertas partes de alto-rango que queran dejar fuera a
todos los dems," dijo Mara, estirndose con la Fuerza. La presencia aliengena todava
era penetrante, pero todava lejana. "Si quieres darle un intento, este probablemente es
un momento tan bueno como cualquier otro."

"Correcto." Por un momento Luke sostuvo su cara contra la puerta, asomndose a travs
de la mirilla. Entonces, agarrando la rueda, la gir a la izquierda.

Mara hizo una mueca de dolor en anticipacin, pero el chillido de metal oxidado que
haba esperado no vino. De hecho, el sonido enmudecido le pareci ms como piezas de
piedra pulida que resbalaban fcilmente entre s. Luke termin de girar la rueda,
entonces agarr las manijas de los dos desenganches. "Aqu vamos," murmur, y apret.

Quienquiera que hubiera diseado la auto-lubricacin para la rueda de cierre tambin

haba aparentemente diseado las bisagras. De nuevo con slo el dbil resonar de piedra
contra piedra, la puerta se abri.

Mara haba pasado la abertura antes de que la puerta hubiera terminado su giro, blster
en mano, y sentidos estirados totalmente alerta.

Estaban al final de un corredor bastante ancho, vio ella, que se estiraba por quizs veinte
metros antes de abrirse en un rea abierta que pareca un atrio con un ancho pilar central
que lo atravesaba verticalmente del que se derramaba la plida luz rojiza. Espaciadas a
lo largo de cada lado del corredor haba cinco puertas recedidas, cada una flanqueada
por dos de los nichos de pared de los que haban visto en el cuarto subterrneo. Al
contrario de aqullos, sin embargo, las secciones superiores de estos nichos estaban
brillando con una suave luz blanca, la iluminacin se agregaba a la roja menos intensa
que vena del pilar en el atrio. El suelo y el techo del corredor estaban cubiertos en un
intrincado patrn de diminutos mosaicos entrelazados, mientras que las paredes eran de
un contrastante liso metal plateado.

De la entrada detrs de ella vino un suave gorjeo. "Erreds dice que la luz roja es del
mismo espectro que el sol," dijo Luke a su lado. "O estamos cerca del techo o estn
conduciendo la luz aqu abajo."

"Supongo que lo ltimo," dijo Mara. "La decoracin es una sorpresa- la fortaleza de
Hijarna no es nada ms que piedra negra lisa. Te parece bien un poco de
reconocimiento?"
"Seguro," dijo Luke. "Hendedor De Piedras, si t o los otros saben algo sobre la Torre
Alta que no nos hayan contado, ste es el momento para hacerlo."

Hubo ms de los gorjeos y casi-habla qom jha; y abruptamente los ocho de ellos
pasaron aleteando ms all de Mara y se adentraron por el corredor. Alcanzando el final,
se separaron y se desvanecieron en direcciones diferentes. "Dijo que no saben nada
ms," Luke le cont a Mara, "pero que estn dispuestos a averiguarlo."

"Con tal de que no hagan que los locales nos caigan encima," dijo Mara, apagando su
vara de luz y metindola en un bolsillo. "Probablemente ser mejor que dejes aqu al
droide."

"Eso estaba planeando," dijo Luke. "Erreds, vuelve al arco fuera de vista y cierra la
puerta. Nio De Los Vientos- no, t te quedas aqu con Erreds."

Hubo una queja obvia del joven qom qae. "Ahora no," dijo firmemente Luke. "Ms
tarde, quiz, pero ahora no. Vamos, Mara."

Siguieron por el corredor, Nio De Los Vientos todava protestando detrs de ellos.
"Parece un rea residencial," coment Luke, haciendo seas con la cabeza hacia las
puertas que estaban pasando.

"S," dijo Mara, fruncindole el ceo al pilar central al que estaban aproximndose.
Cuando se le acercaron pudo ver que tena la forma de una escalera circular gigante,
excepto que con una rampa lisa en lugar de una escalera movindose en espiral
alrededor de l. Y el borde- "Se est moviendo esa rampa?"

"As parece," dijo Luke, levantando su cuello. "Como un tobogn en espiral

ascendente."

Alcanzaron el final del corredor, y Mara ech una mirada a la vuelta de la esquina. Se
podan ver ms corredores como en el que estaban, extendindose hacia afuera como los
rayos de un sol centrados en el rea abierta alrededor del tobogn en espiral.
"Definitivamente una seccin de barracas," dijo. "Me pregunto adonde est la rampa
que baja."

"Est en la mitad interior de la rampa que sube," dijo Luke, sealando. "Ves - esa
seccin interna est bajando?"

"Ya veo." asinti Mara. "Debe ser complicado salir de la rampa cuando quieres bajarte."

"Nosotros probablemente tendremos una oportunidad para intentarlo," dijo Luke,

acercndose a Mara y poniendo un brazo alrededor de su hombro. Ella le frunci el
ceo, abri la boca para preguntarle lo que estaba haciendo-

-nadie, vino la voz de Custodio De Las Promesas mientras el qom jha aleteaba a la vista
desde uno de los otros corredores. Algunos de los otros pasajes terminan en paredes,
pero la mayora continan adelante en otras cavernas similares.

"Viste a alguien" pregunt Mara.

No vimos a nadie, dijo Custodio De Las Promesas en el tono ligeramente ofendido de
alguien al que le hacen una pregunta que ya haba contestado.

"Gracias." Luke inclin la cabeza para mirar a Mara. "Qu quieres? Arriba o abajo?"

"Arriba," dijo Mara, apartndose de l. Siempre era un poco desconcertante mirar a

alguien cuya cara estaba apenas a quince centmetros. "Todos los cuartos de comando y
las otras cosas interesantes en Hijarna estaban en los pisos superiores."

"Entonces vamos arriba," dijo Luke, soltndola y cruzando al tobogn en espiral.

"Parece despejado," agreg, mirando cautelosamente a la abertura mientras Mara se le
una. "Captas algn peligro?"

"No ms de lo que he estado captando durante los ltimos diez minutos," dijo Mara.
"Seguro, intentmoslo."

"Correcto." Luke hizo seas a Custodio De Las Promesas. "Vamos, qom jha- vamos a
subir."

Fueron hacia la seccin exterior del tobogn, los dos se tambalearon ligeramente cuando
sus cuerpos fueron forzados a adaptarse a los pies repentinamente en movimiento.
"Definitivamente se siente que estamos acercndonos a los aliengenas," coment Luke
mientras el grupo de qom jha los pasaba aleteando en camino al prximo nivel. "Slo
deseara tener una mejor referencia de la especie."

"S, sera bueno saber qu tan cerca estn realmente," convino Mara, mirando arriba
como los qom jha se separaban de nuevo y se alejaban en todas direcciones. Uno de los
refuerzos- Volador Entre Las Pas, lo identific tentativamente Mara- reapareci sobre
sus cabezas cuando ella y Luke alcanzaron el nivel, hablando. "Dice que tampoco han
encontrado a nadie aqu arriba," report Luke. "Hendedor De Piedras ha sugerido-"

La llamarada de su sentido del peligro fue la nica advertencia que tuvo Mara. "Luke!"

"Abajo!" exclam Luke, encendiendo su sable de luz.

Mara ya estaba cayendo sobre una rodilla, girando alrededor mientras sus ojos y blster
buscaban un blanco. Un movimiento apenas entrando en uno de los corredores atrap su
mirada- lo sigui con su blster-

Y abruptamente el mundo explot en una brillante llamarada de azul.

Instintivamente, se agach apartndose del rayo, su blster escupiendo fuego en

respuesta. Otra llamarada azul se volvi verde cuando el sable de luz de Luke la
acuchill, desviando el rayo al otro lado del cuarto. Hubo otra llamarada azul, de nuevo
atrapada por la hoja del sable de luz. Mara dispar dos veces, tuvo la satisfaccin de ver
al tirador medio-oculto retroceder agachndose-

"Detrs de ti!" ladr Luke.

Mara se dej caer de su posicin arrodillada para aterrizar sobre su estmago en la
rampa, girndose para mirar en la otra direccin cuando lo hizo. Dos pistoleros
uniformados de borgoa eran visibles all atrs, corriendo a toda velocidad desde el
final de uno de los corredores hacia la proteccin de algo que pareca un pequeo
vehculo de servicio. Dispar dos tiros- err con ambos-

Y abruptamente uno de los pistoleros se detuvo en seco sobre sus pasos, apuntando su
arma con las dos manos hacia ella. Mara apunt su blster hacia l, una pequea parte
de su mente not la piel azul de su cara y manos y los resplandecientes ojos rojos que la
miraban-

"Cuidado!"

Pero la advertencia lleg demasiado tarde. Aun mientras Mara disparaba y entonces se
giraba para buscar la nueva amenaza hubo otra llamarada de azul-

Y una lanza de agona se clav en su hombro derecho.

Pudo haber boqueado de dolor; ms tarde no pudo recordar si lo haba hecho o no. Pero
de repente Luke estaba agachado en el tobogn a su lado, su oleada de miedo apenas
sentida a travs de las oleadas de dolor que la martillaban. La mano de l sonde
brevemente el rea de la herida, y pudo sentir que el dolor se aliviaba un poco cuando la
Fuerza flua hacia ella. "Qu crees?" se las arregl para decir entre dientes apretados.
"Hemos visto lo suficiente en esta pasada?"

"Me suena bien," dijo, su sable de luz zumbando enojado cuando desviaba a golpes ms
de los rayos azules.

"Entonces?"

Parpade de sorpresa. Sobre ella estaba el borde de uno de los pisos de la fortaleza; pero
estaba subiendo y alejndose de ella. Aun ahora, poda ver, estaban bajando al nivel del
que haban partido. "Cmo llegamos a la parte descendente del tobogn?" pregunt.

"Rodaste hacia ella cuando te dieron," le cont l, pasando su mano de su cuello a una
posicin de apoyo que le sostena los hombros. "No te acuerdas?"

Agit la cabeza. El movimiento envi una nueva oleada de agona a travs de su

hombro. "Reflejo de combate, supongo. Espera - mi blster!"

"Est bien - Custodio De Las Promesas lo recogi," le asegur Luke, apagando su sable
de luz. l medio se levant de su posicin agachada, y ella tambin pudo sentirse subir
en el extraamente intangible asimiento de la Fuerza. "Aqu vamos."

El nivel al que llegaron estaba empezando a pasarlos ahora. Estirndose a la Fuerza,

llevando a Mara con l, Luke brinc por encima de la seccin ascendente del tobogn
para aterrizar en el suelo firme de ms all. Sostenindola con ambos brazos, corri por
el corredor hacia su puerta oculta.
"Mira, puedo caminar por m misma," gru Mara, mirando atrs por encima del
hombro de Luke mientras l corra. Algunos de los qom jha eran visibles detrs de ellos,
pero hasta ahora no haba ninguna seal de otra persecucin. "No tienes que llevarme-"

"No lo discuto," dijo entre dientes Luke, su mente rebosaba inquietud y preocupacin.
"Slo espero que Erreds no haya trabado la puerta - ah."

Adelante, la puerta estaba abrindose ponderosamente, empujada por un obviamente

esforzndose Nio De Los Vientos. Intentando pasar ms all de su dolor, Mara se
estir a la puerta con la Fuerza, dndole tanta ayuda como pudo. El droide, rodando
adelante a ayudar, grazn en sorpresa y retrocedi apresuradamente justo a tiempo
cuando Luke y Mara entraron a la carga, seguidos por cuatro de los qom jha.

Sella la puerta, Mara oy a Hendedor De Piedras ordenar a travs de la mente de Luke

mientras el qom jha se frenaba batiendo locamente las alas.

"Qu hay de los otros?" pregunt Luke mientras dos de los qom jha aterrizaban en las
manijas y empezaban a tirar.

Se han metido en los otros pasajes, dijo Hendedor De Piedras. Intentarn alejar a los
Amenazadores de esta rea.

"Podemos esperar," dijo Luke mientras la puerta se giraba de vuelta a su lugar. "Sella la
puerta- voy a bajar a Mara a ese ltimo descanso."

"No- sube," dijo Mara, sacando su vara de luz con su mano izquierda mientras Luke
empezaba a bajar los escalones. "Si encuentran la puerta, probablemente asumirn que
bajamos."

"Tiene sentido," convino Luke, volvindose y dirigindose arriba. "Erreds, asegrate

que la sellen y entonces vigila la puerta."

Un minuto ms tarde haban alcanzado el descanso. "Deseara que todava tuviramos

nuestras camas enrollables," dijo Luke cuando la acost cuidadosamente en la fra
piedra y tom su vara de luz. "Cmo se siente?"

"Como si alguien estuviera asando un Ewok all adentro," le cont Mara. "Sin embargo,
no tan mal como antes. Es ese un truco de supresin de dolor el que ests usando en
m?"

"Para lo que sirve," dijo Luke, metindose la vara de luz entre los dientes y sacndose
su chaqueta. "No es tan efectivo en alguien ms como lo es en ti mismo," agreg,
hablando alrededor de la vara de luz mientras arrollaba la chaqueta y la deslizaba debajo
de su cabeza como una almohada.

"Saba que haba algo ms por lo que deb haberme quedado en la academia el tiempo
suficiente para aprender," dijo, siseando entre dientes mientras Luke apoyaba la vara de
luz en su pecho y empezaba a cuidadosamente apartar los bordes de tela quemada de la
herida. "Supongo que no ofreces un curso acelerado."
"Usualmente me gusta avanzar un poco ms gradualmente hasta esa leccin." El labio
de Luke tembl. "Ouch."

Mara mir abajo a su propio hombro, e inmediatamente dese no haberlo hecho. " '
Ouch' ni siquiera empieza a cubrirlo," le cont, sintindose un poco enferma mientras
resueltamente apartaba los ojos. La quemadura era mucho peor de lo que haba
supuesto. "Creo que acabo de decidir que voy a extraar ms al medpac que a las camas
enrollables."

"No te rindas todava," la tranquiliz Luke. Sus dedos estaban acariciando la piel de su
hombro y cuello; y mientras lo haca de nuevo disminuy el dolor. "Conozco otro par de
trucos."

"Eso se siente bien," dijo Mara, cerrando los ojos.

"Voy a ponerte en un trance curativo," explic Luke, su voz sonaba extraamente

distante. "Puede ser un poco lento, pero a veces es tan efectivo como un tanque de
bacta."

"Espero que sta sea una de esas veces," murmur Mara. De repente estaba sintindose
muy cansada. "Otro maravilloso truco Jedi que tendrs que ensearme algn da.
Buenas noches, Luke. No te olvides de despertarme si los malos vienen a la fiesta."

***

"Buenas noches, Mara," dijo suavemente Luke. Suave, e intilmente- ya estaba

profundamente dormida.

Va a morirse? pregunt una voz ansiosa desde su costado.

Concentrado en la lesin de Mara y la preparacin del trance curativo, no haba notado

la llegada de Nio De Los Vientos. Menudo Maestro Jedi. "No, estar bien," dijo. "La
herida no es peligrosa, y yo tengo algunas habilidades curativas."

Nio De Los Vientos se acerc un poco ms, mirando con ojos sin parpadear a la mujer
acostada al costado de Luke. Fue mi culpa, Jedi Caminante Del Cielo? pregunt por
fin. No abr la puerta lo suficientemente rpido?

"No, de ninguna manera," le asegur Luke. "No tuvo absolutamente nada que ver
contigo."

Entonces fueron los qom jha los que te fallaron.

Luke le frunci el ceo al joven qom qae. Dada la persistentemente molesta rivalidad
entre los dos grupos, habra esperado una nota de condena o por lo menos de arrogante
superioridad en el juicio de Nio De Los Vientos. Pero no haba nada all ms que pesar
y tristeza. "Quizs," dijo Luke. "Pero realmente podra no ser su culpa, tampoco. Los
Amenazadores pueden haber descubierto nuestra llegada y haber preparado una
emboscada. Y no te olvides que los moradores de cuevas como los qom jha
probablemente no ven tan bien en cuartos iluminados como t o yo."
Nio De Los Vientos pareci considerar eso. Si los Amenazadores pusieron una trampa,
podran entrar en este lugar para buscarte.

"Podran," convino Luke. "Si al menos conocen su existencia, por supuesto. Puede que
no- todo el polvo aqu indicara no ha sido usado por realmente mucho tiempo."

De todos modos, pueden conocerlo aun cuando no lo usen, le record Nio De Los
Vientos. Tu amigo-mquina y los qom jha vigilan y esperan abajo. No debera alguien
vigilar y esperar arriba?

"sa es una buena idea," convino Luke. "Ve a decirle a Hendedor De Piedras que quiero
que enve a dos de sus cazadores a hacer guardia en la prxima salida de la escalera
sobre nosotros."

Obedecer, dijo el qom qae, estirando sus alas. Pero slo necesitar enviar a un cazador.
Ir yo mismo a vigilar con l.

Luke abri su boca para objetar; la cerr de nuevo. Nio De Los Vientos haba estado
sufriendo el desprecio casual de los qom jha desde que haban llegado a la cueva. Esto
era algo til que podra hacer que probablemente no sera demasiado peligroso. "Est
bien, Nio De Los Vientos. Gracias."

No hacen falta las gracias, dijo Nio De Los Vientos. Es slo lo que es correcto que
haga para el Jedi Caminante Del Cielo. Movi la cabeza para darle una mirada final a
Mara. Y a su amada compaera.

Extendiendo las alas, se alej batindolas hacia la oscuridad de la escalera, dejando que
ese ltimo comentario hiciera eco incmodamente en la mente de Luke. Amada
compaera. Compaera. Amada...

Baj la vista a Mara, sus rasgos familiares proyectaban reas rigurosamente

contrastantes de luz y sombras por el rayo de la vara de luz. Amada...

"No," murmur para s mismo. No. Ciertamente le agradaba Mara. Le agradaba mucho
de ella. Era inteligente y competente, con una firmeza mental y emocional en la que
poda confiar, ms un humor mordaz e irreverente que constitua un refrescante
contraste con el asombro automtico y ausente de pensamientos en el que demasiada
gente lo tena por estos das. Haba sido una aliada confiable a travs de algunos
tiempos muy duros y peligrosos, se haba quedado con l y Han y Leia incluso cuando
el resto de la hostil jerarqua de la Nueva Repblica la haba declarado poco fiable.

Y quizs ms importante de todo, era fuerte y capaz en la Fuerza, con la habilidad de

compartir sus pensamientos y emociones en cierto modo que incluso una pareja tan
unida como Han y Leia no poda experimentar.

Pero no la amara. No poda correr ese riesgo. Cada vez en el pasado que se haba
permitido el lujo de interesarse tan profundamente en una mujer algo terrible le haba
pasado. Gaeriel haba terminado muerta. Callista haba perdido sus habilidades Jedi y
finalmente lo haba dejado. La lista de tragedias a veces pareca interminable.
Sin embargo, si la teora de Mara era correcta, todos esos desastres haban sucedido
mientras l todava estaba bajo los efectos prolongados de su roce con el lado oscuro.
Seran diferentes las cosas ahora? Podran ser diferentes?

Agit firmemente la cabeza. No. Podra intentar toda la lgica del mundo- podra pensar
en razones por las que quizs podra permitirse tener esos sentimientos de nuevo. Pero
no ahora. No con Mara.

Porque colgando como un espectro oscuro encima de todo esto estaba el recuerdo de esa
visin que haba tenido hace apenas un mes en Tierfon. La visin en la que haba visto a
Han y Leia en peligro por una muchedumbre; adonde haba visto a Wedge y Corran y al
Escuadrn Pcaro en el calor de la batalla; adonde se haba visto a s mismo en el balcn
de Cejansij del que sera llevado ms tarde a Talon Karrde y se enterara de la
desaparicin de Mara.

Y adonde haba visto a Mara rodeada por rocas escarpadas y flotando inmvil en el
agua. Con los ojos cerrados; los brazos y piernas flcidos. Como en la muerte.

Baj la mirada de nuevo a ella, con un dolor silencioso en su corazn. Quizs se era su
destino, un final a su vida que l no poda hacer nada para evitar. Pero hasta que eso
estuviera probado, rompera su propia vida en pedazos si era necesario para impedir que
pasara. Y si parte de ese sacrificio era mantenerla afuera de la sombra de la influencia
destructiva del lado oscuro que l haba tenido sobre tantos otros, entonces se era un
sacrificio que tendra que hacer.

Pero por ahora lo que ella ms necesitaba era curarse. Y para eso no hara falta ningn
sacrificio, meramente tiempo y atencin. "Buenas noches," dijo de nuevo, sabiendo que
ella no poda orlo. Por un impulso, se agach y la bes suavemente en los labios.
Entonces, acostndose en la fra piedra a su lado, apoy la cabeza junto a la de ella en
una esquina de su chaqueta plegada y puso su brazo sobre su pecho donde las yemas de
sus dedos pudieran tocar el rea alrededor de la quemadura en su hombro. Ponindose
en una especie de medio trance para ayudarla en su concentracin, se estir a la Fuerza
y se puso a trabajar.

CAPTULO
18

Le tom algunos minutos de bsqueda, pero Wedge finalmente encontr a los otros en
un pequeo caf al aire libre, a media cuadra de la oficina de registro de trfico espacial.
"All estn," dijo un poco acusadoramente cuando se dej caer en la tercera silla a la
mesa.

"Cul es el problema?" pregunt Moranda, sorbiendo el plido licor verde-azul que

haba sido su compaero constante en el caf desde que la haban conocido. "Te dije
que estaramos aqu calle abajo."

"Tienes razn- yo deb haber adivinado exactamente en qu direccin significaba calle

abajo," contrapuso Wedge, lanzndole una mirada agria a su bebida. "No ests
empezando un poco temprano en el da?"
"Qu, esto?" pregunt Moranda, alzando el vaso y girndolo de un lado y del otro a la
luz del sol de la maana. "Esto no es nada. De todos modos, no tendras tan poco
corazn para negarle a una anciana uno de los ltimos placeres que le quedan en sus
aos decadentes, no?"

"Esa excusa de la 'anciana' est empezando a gastarse un poco." Wedge cambi su

atencin a Corran y al jarro aromtico que estaba acunando. "Y cul es tu excusa?"

Corran se encogi de hombros. "Yo slo le estoy haciendo compaa. Supongo que la
bsqueda de naves entrantes no result muy bien?"

"No result de ninguna forma," gru Wedge, mirando el jarro de Corran. Ahora que lo
pensaba, un trago realmente sonaba bastante bien. Pero despus de esa perorata de
virtuosidad difcilmente podra llamar a un droide y ordenar algo-

Hubo un movimiento a su lado, y una mano mecnica puso un jarro en la mesa delante
de l, derramando unas gotas primero en la molesta antigua costumbre bothana. "Qu
es esto?" pregunt.

"Lo ordenamos cuando te vimos venir calle abajo," dijo Moranda. "Me figur que
despus de tratar con la burocracia bothana querras algo un poco ms fuerte que
chocolate caliente."

Wedge hizo una mueca. Hasta ah lleg la gran mstica del comando. "Gracias," dijo,
tomando un sorbo.

"As que qu pas?" pregunt Moranda. "No te dejaron mirar los archivos de las
naves entrantes?"

"No sin quince formas de autorizacin," le cont Wedge. "Es una locura. Doble mente
locura dado que todo en esas listas es tcnicamente un asunto de registro pblico. Si
quisiera sentarme en el espaciopuerto y anotar los nombres de cada nave cuando llega,
podra hacerlo."

"Se estn poniendo nerviosos," murmur Corran, arremolinando su jarro. "Les preocupa
que Venganza podra empezar a disparar sin preocuparse por sus mejores clientes."

"Como sea, no tiene ningn sentido patear contra una burocracia," dijo Moranda.
"Pensemos en esto lgicamente."

Wedge agit una mano en invitacin. "Te estamos escuchando."

"Est bien." Moranda tom un sorbo de su bebida. "Creo que todos podemos estar de
acuerdo de que si alguien planea algo en el generador de escudos de Drev'starn, un
asalto frontal est descartado. A menos que hayan trado un lanzador de torpedos de
protn porttil con ellos, ese edificio est demasiado bien protegido."

"Lo que significa que tendrn que confiar en el subterfugio," convino Corran. "Bastante
obvio hasta ahora."
"No me apresures," lo amonest Moranda. "Ahora, tambin podemos asumir que no
podrn sobornar a ninguno de los tcnicos u otra gente que trabaje adentro. Pero qu
hay de plantar algo en alguno de ellos?"

"Quieres decir como una bomba?" pregunt dudosamente Wedge. "Lo dudo. Hay un
rea muy grande all abajo. Cualquier bomba lo suficientemente fuerte para hacer algn
dao serio sera fcilmente descubierta."

"Adems, si tienen algn cerebro en absoluto, harn que los trabajadores se cambien de
ropa antes de entrar en las reas adonde realmente est el generador," agreg Corran.
"Eso tambin protege contra monitores de espas que les puedan endilgar a alguien."

"As que los trabajadores estn fuera," dijo Moranda. "Qu hay de los varios conductos
subterrneos que llevan energa y agua?"

"No hay ningn conducto de agua," dijo pensativamente Wedge. "El agua y la comida
supuestamente son tradas de afuera y escaneadas tres veces en busca de
contaminantes." Mir a Corran. "La energa, sin embargo, es completamente otra
cuestin."

"Podras estar llegando a algo," convino Corran, frunciendo el ceo mientras

tamborileaba suavemente los dedos en la mesa. "Se supone que cada generador de
escudos tiene su propio suministro de energa autnomo. Pero lo llaman un suministro
de respaldo lo que implica que la fuente de energa primaria viene del exterior."

"A propsito, de dnde estn sacando todo esto?" pregunt Moranda. "No de la
propaganda bothana, espero."

"No, lo sacamos de los archivos militares de la Nueva Repblica," le cont Wedge.

"Desafortunadamente, lo que tenamos era un poco escaso en detalles."

"Tpicas bocas cerradas paranoicas bothanas," gru Moranda. "Supongo que no

tendrs ninguna idea de adonde exactamente se localizan los conductos."

"Ni siquiera una suposicin," le cont Wedge.

"Bueno, ese es nuestro segundo trabajo, entonces," dijo Moranda. "Conseguir los
esquemticos completos de ese edificio."

Corran alz una ceja. "Espero que no ests esperando que los bothanos simplemente nos
los den."

Moranda resopl. "Por supuesto que no," dijo. "Es por eso que es nuestro segundo
trabajo. No podemos hacer una visita al edificio de registros de construccin durante el
da."

Wedge intercambi miradas con Corran. "El edificio slo abre durante el da," seal
cuidadosamente.
"Eso es correcto," dijo Moranda, sonriendo alentadoramente. "Entiendes rpido."

Wedge mir de nuevo a Corran. "Corran?"

El otro hizo una cara, pero entonces se encogi de hombros. "Tenemos nuestras
rdenes," le record a Wedge. "Y esto no es solo para proteger a los bothanos,
recuerdas."

"Eso supongo," dijo renuentemente Wedge. Hasta ah lleg la mstica del comando;
hasta ah lleg el comando en absoluto. Sin embargo, lo que deca Moranda tena
sentido. Desafortunadamente. "As que si ese es el segundo trabajo, cul es el
primero?"

"Pens que podramos obtener los archivos de transmisiones salientes de los ltimos
das," dijo Moranda. "Si Venganza est planeando algo, su grupo aqu probablemente
tiene que reportarse de vez en cuando."

Wedge sinti que su boca caa abierta. "Quieres ir a chequear el trfico de mensajes?
Tienes alguna idea de cunto de eso hay en este planeta?"

"Eso es exactamente por qu no se preocuparn por esto," dijo alegremente Moranda.

"Se figurarn que nadie estara lo suficientemente loco para molestarse en buscar a
travs de todo eso."

"Compaa presente exceptuada, obviamente."

"Bueno, por supuesto." Moranda alz una mano. "Ahora, espera un minuto, no es tan
malo como suena. Podemos sacar todas las transmisiones de corporaciones mayores o
establecidas - aun si alguna de ellas estuviera involucrada, no mandaran nada bajo su
propio nombre. Tambin podemos sacar cualquier mensaje no encriptado, y podemos
sacar cualquier mensaje por encima de, digamos, cincuenta palabras. Eso debera
dejarnos algo manejable."

Wedge frunci el ceo. "Por qu todo lo mayor a cincuenta palabras?"

"Cuanto ms corto sea el mensaje, ms difcil es desencriptarlo," explic Corran,

sonando tan dudoso como Wedge se senta. "Una de las cosas que aprend en CorSec.
Mi pregunta es, si no vamos a poder leerlo, por qu molestarnos en buscarlo en primer
lugar?"

"Para averiguar adonde est dirigido, por supuesto," dijo Moranda, terminando lo ltimo
de su licor. "Los tipos en este extremo pueden ser tan ladinos como quieran; pero si
tienen un contacto flojo en la lnea, todava podemos ubicarlos. Todo lo que
necesitamos es un sistema probable y yo puedo avisar a la gente de Karrde para que se
encargue de ese extremo."

"Todava suena como una locura," declar Wedge, mirando a Corran. "Qu piensas?"

"No es nada ms loco que irrumpir en el edificio de registros de construccin despus

de horas," seal Corran.
"Gracias por el recordatorio," suspir Wedge. "Seguro, hagamos el intento. Slo espero
que la computadora en nuestra lanzadera est a la altura de un trabajo as."

"Si no, la de mi nave puede manejarlo," le asegur Moranda, ponindose de pie.

"Vamos, pongmonos en movimiento."

***

"Capitn?"

Nalgol se gir de la negrura incesante que colgaba delante del Destructor Estelar
Imperial Tirnico. "S?"

"Chispa de retransmisin del equipo de asalto, seor," dijo el Jefe de Inteligencia

Oissan, detenindose en maniobra de desfile y entregndole un datapad al capitn. "Me
temo que no va a gustarle."

"En serio," dijo Nalgol, dndole una larga mirada dura a Oissan cuando tom el
datapad. Dada la ceguera del Tirnico aqu afuera, era indiscutiblemente bueno recibir
estos breves reportes de los equipos de asalto de Inteligencia Imperial en la superficie de
Bothawui. Pero por otro lado, cualquier transmisin secreta, incluso una inocua enviada
a una discreta boya retransmisora, simplemente le daba al enemigo un asa ms de la que
aferrarse.

Y que esa transmisin potencialmente peligrosa contuviera malas noticias...

El mensaje era, como siempre, conciso.

Ahora diez das para la realizacin de punto de llamarada. Mantendremos al da del

itinerario.

"Diez das?" Nalgol transfiri su mirada intensa del datapad a Oissan. "Qu es este
sinsentido de diez das? El reporte de hace dos das deca que slo seran seis das."

"No lo s, seor," dijo Oissan. "Todos los mensajes que nos han enviado han sido
mantenidos breves-"

"S, ya s," lo cort Nalgol, mirando ceudo de nuevo al datapad. Diez das ms en esta
clytardada ceguera. Exactamente lo que la tripulacin de esta nave nerviosa necesitaba.
"Ser llameantemente mejor que estn manteniendo a Bastin mejor informado que a
nosotros."

"Estoy seguro de que lo estn haciendo, Capitn," dijo Oissan. "Paradjicamente,

quizs, es mucho ms seguro mandar una transmisin larga en una frecuencia comercial
va la HoloRed que enviarnos una chispa de corto-rango aqu afuera."

"Estoy bastante bien versado en la teora de comunicaciones, gracias," dijo framente

Nalgol. Un hombre prudente, reflexion oscuramente, habra encontrado una forma de
hacer una retirada apresurada despus de entregar noticias as. O Oissan no era tan
prudente como Nalgol siempre haba asumido, o estaba lo suficientemente nervioso
para estar buscndose una pelea con su capitn.

O sino esto era parte de una evaluacin privada del estado mental de su capitn.

Y por mucho que le gustara negarlo, Nalgol tena que admitir que esta ociosidad y
aislamiento tambin estaba afectando sus nervios. "Estaba simplemente preocupado por
que el retraso no perturbara el plan maestro de Bastin," le cont al otro, forzando
calma en su voz. "Yo tambin deseara saber cmo llamas pudieron perder seis das
completos de un itinerario de dos meses."

Oissan se encogi de hombros. "Sin saber exactamente en qu consiste su trabajo all

abajo, no puedo ni siquiera arriesgar una suposicin," dijo razonablemente. "Como
estn las cosas, slo tendremos que confiar en su juicio." Alz ligeramente las cejas. "Y
en el genio del propio Gran Almirante Thrawn, por supuesto."

"Por supuesto," murmur Nalgol. "La pregunta es si toda esa gente armada e impetuosa
alrededor de Bothawui podr aguantar otros diez das antes de empezar el tiroteo. A
propsito a cunto llega la cuenta de naves de guerra?"

"El reporte de la ltima nave sonda est en ese archivo, seor," dijo Oissan, sealando el
datapad con la cabeza. "Pero creo que el nmero actual es ciento doce."

"Ciento doce?" repiti Nalgol, frunciendo el ceo mientras buscaba el reporte. All
estaba: ciento doce. "Esto no puede ser correcto," insisti.

"Lo es, seor," le asegur Oissan. "Treinta y un nuevas naves de guerra han llegado,
aparentemente todas en las ltimas diez horas."

Nalgol examin la lista. Tambin un juego muy parejo: catorce naves pro-bothanas
diamalanas y d'farianas y diecisiete naves anti-bothanas ishori. "Esto es increble," dijo,
agitando la cabeza. "No tienen estos aliengenas nada mejor que hacer?"

Oissan resopl por lo bajo. "Por los reportes de noticias que las naves sonda han estado
trayendo, es slo porque la mayora de la Nueva Repblica tiene mejores cosas que
hacer que no hemos sido enterrados por tres veces tantas naves," dijo. "Pero no se
preocupe. Tengo fe en el cuerpo diplomtico de la Nueva Repblica. Estoy seguro de
que mantendrn las cosas en calma hasta que estemos listos para movernos."

"Eso espero," dijo suavemente Nalgol, volvindose para mirar de nuevo afuera a la
negrura. Porque despus de toda esta espera, si no consegua un tiro despejado a esta
escoria Rebelde amante de aliengenas, iba a estar muy enfadado.

Realmente, muy enfadado.

***

La fastidiosamente alegre campanilla de la puerta del Emporio de Mascotas Exoticalia

son, y Navett entr a travs de la puerta de la trastienda para ver a Klif cerrando la
puerta detrs de l. "Veo que el negocio est arrollando," coment, mirando alrededor
de la tienda libre de clientes cuando caminaba entre las filas de animales enjaulados
hasta el mostrador de servicio.

"Justo como me gusta," dijo Navett, apoyando un codo en el mostrador y hacindole

seas al otro hacia una silla. "Pudiste mandar esos mensajes?"

"S." Klif pas por detrs de l y se dej caer en uno de los asientos. "Pero no creo que a
ninguno de ellos les vaya a gustar."

Navett se encogi de hombros. "Pueden unirse al club. Tambin va a ser un

inconveniente para nosotros, sabes- vamos a tener que demorar la fecha de parto para
esas tres mawkrens. Pero no hay mucho que ninguno de nosotros pueda hacer al
respecto. Fue idea de los bothanos empezar a mantener sus tcnicos encerrados en el
edificio del escudo durante seis das cada vez, no nuestra."

"S," dijo pesadamente Klif. "Supongo que no puede esperarse que introduzcamos
nuestras pequeas bombas de tiempo con el prximo turno antes de que el prximo
turno entre en servicio."

"No te preocupes por eso," lo alivi Navett. "Nuestra cubierta es muy segura, y no le
har mal a Horvic y Pensin lavar platos para los Ho'Din por un poco ms. Podemos
flotar unos seis das extra sin ningn problema."

"Quiz no," dijo oscuramente Klif. "Adivina a quin vi en el centro de comunicaciones

mientras estaba verificando si haba mensajes."

Navett sinti que sus ojos se estrechaban. "No a nuestros dos militares de la Nueva
Rep?"

"En carne y hueso y dos veces ms pomposos." asinti Klif. "Y tenan compaa: una
vieja en una capa encapotada que pareca conocer el camino mejor que ellos. Un
personaje del bajo mundo, ninguna duda al respecto."

Navett se rasc la mejilla. "Crees que ella fue la que recuper sus billeteras de los
carteristas bothanos?"

"Bueno, tenan sus carteras con ellos," dijo Klif. "As que yo dira, que s,
probablemente fue ella."

"Um." militares de la Nueva Rep con una carterista del bajo mundo. Interesante.
"Estaban recibiendo o enviando?"

"Ninguno," le cont Klif. "Estaban sacando una lista de todas las transmisiones salientes
durante los ltimos cinco das."

"Interesante," dijo Navett, tamborileando suavemente los dedos en el mostrador.

"Anlisis?"
"Estn tras nosotros," gru Klif. "O por lo menos, saben que alguien est aqu. " Alz
una ceja. "Y sospechan que tiene que ver con el generador de escudo de Drev'starn, o no
se habran pasado tanto tiempo por los alrededores."

"Recomendacin?"

"Los vaporizamos," dijo bruscamente Klif. "Esta noche."

Navett volvi sus ojos ms all de l a la vidriera al otro lado de la tienda, mirando
fijamente a los centenares de peatones y docenas de vehculos que pasaban apurados.
Drev'starn era una ciudad inmensamente ajetreada, que se haba vuelto ms frentica
por la presencia de esas naves de guerra sobre su cabeza. Los humanos y aliengenas
corran por todo el lugar... "No," dijo lentamente. "No, no estn tras nosotros. No
todava. Sospechan que se est maquinando algo, pero no lo saben con seguridad. No,
nuestro mejor plan por ahora es mantener un perfil bajo y no dejar que nos descubran."

Los labios de Klif se arrugaron, pero asinti renuentemente. "Todava no me gusta, pero
t eres el jefe. Quiz todo lo que estn intentando obtener es una pista de Venganza; y
no van a buscar un grupo tan grande en una pequea tienda de mascotas."

"Buen punto," convino Navett. "Incluso podramos considerar organizar otro alboroto
para ellos si parecen estar llegando demasiado cerca. Si ests dispuesto para otra
actuacin, claro."

Klif se encogi de hombros. "Dos alborotos en Bothawui podra ser forzar nuestra
suerte," dijo. "Pero puedo provocar uno si tenemos que hacerlo."

Al otro lado del cuarto, uno de los animales grazn dos veces y entonces se qued
callado de nuevo. Probablemente una de las mawkrens preadas, decidi Navett,
murmurando en su sueo. Sera mejor que empezara con esas inyecciones si no quera
un alboroto de diminutos lagartos corriendo por todos lados bajo sus pies seis das antes
de que los necesitara. "Slo deseara saber quines eran nuestros oponentes," coment.

"Quiz podamos averiguarlo," dijo Klif, sacando un datapad. "Los segu de vuelta al
espaciopuerto y a su nave. Result ser un Pacificador Sydon MRX-BR sobrante
militar."

Navett hizo una mueca. El Pacificador haba sido el vehculo explorador de eleccin del
Imperio, capaz de buscar nuevos mundos y de dar un golpe devastante si resultaba ser
necesario. Considerado por la Nueva Repblica como demasiado provocativo para las
delicadas sensibilidades de primitivos asustados, su uso haba sido sumariamente
discontinuado. Slo otro recordatorio, como si lo necesitara, de lo mal que las cosas
haban estado cayndose a pedazos desde Endor. "Tienes un nombre?"

"Y un cdigo de registro," dijo Klif, dndole el datapad. "Desafortunadamente es la

nave de la mujer, -ella fue la que la abri- pero de todos modos podramos ser capaces
de buscar a travs de ella."
"Excelente," dijo Navett cuando tom el datapad. "La Yema del Dedo Express, eh?
Est bien, parece la nave de una carterista. Un nombre presumido para una carterista
presumida."

Le devolvi el datapad. "Debe haber una Oficina de Naves y Servicios en alguna parte
en Drev'starn. Encuntrala y fjate qu puedes obtener."

***

"Aj," dijo Moranda desde el diminuto nicho de computadora de su nave. "Bueno,

bueno, bueno."

Sentado en el saln justo afuera del nicho, Wedge apart los ojos de la costosa escultura
de contorno en la pared delante de l, y sus pensamientos de la contemplacin de cmo
Moranda podra haber llegado a la posesin de semejante tesoro. "Encontraste algo?"
pregunt.

"Puede ser," dijo Corran. Con los brazos cruzados y apoyndose contra la pared, haba
estado mirando por encima del hombro de Moranda durante las ltimas dos horas. "Tres
mensajes, todos cortos y encriptados, han sido enviados en los ltimos cinco das."
Volvi la vista hacia Wedge. "El ltimo slo esta maana."

"A qu hora de esta maana?" pregunt Wedge, ponindose de pie y cruzando hasta
los otros.

"Aproximadamente diez minutos antes de que nosotros llegramos all," dijo Moranda,
mirando en la pantalla. "Supongo que no debimos habernos demorado con esa bebida.
Una lstima."

Wedge hizo una mueca, con un mal sabor de boca. Una lstima no era ni la mitad de
ello. Contando con Corran y sus habilidades Jedi, realmente podran haber podido
identificar y etiquetar al que enviaba si hubieran estado all a tiempo.

Si. "Adnde estaban dirigidas las transmisiones?"

"Hacia el sector de Eislomi," dijo Moranda. "Especficamente, en direccin de la

estacin de la HoloRed en Eislomi III."

Wedge suprimi un suspiro. "En otras palabras, un callejn sin salida."

"As parece."

"Sin embargo, si ya han enviado tres mensajes, podran enviar ms," seal Corran. Su
voz era tranquila y controlada, sin ningn rastro de la frustracin y desilusin que
Wedge saba que tambin deba estar sintiendo por lo que se haban perdido. "Si sucede
lo peor, siempre podramos emboscar el lugar."

"Una prdida de tiempo," resopl Moranda. "Si tienen algo de cerebro en absoluto,
descubrirn a un merodeador con viento en contra a sesenta pasos con los ojos
cerrados."
"Eso depende de cmo se haga la emboscada," contrapuso tiesamente Corran. "Y en
quin est hacindola."

"Qu, t?" se mof Moranda, mirndolo de arriba abajo. "Claro. Como si t no

destacaras tanto como un stormtrooper en un asado de ewoks."

"Yo pens que era como un wookiee en una reunin familiar noghri."

"No, no- eres lo suficientemente verstil para hacer ambos."

"Oh, gracias," gru Corran. "Muchsimas gracias."

"Tranquilcense los dos," interrumpi severamente Wedge. "Corran tiene razn,

Moranda - l es excepcionalmente bueno en emboscadas. Sin embargo, Moranda
tambin tiene razn, Corran - no tenemos el tiempo o las tropas para cubrir todas las
transmisiones salientes, aun cuando estuviramos seguros de que usarn el mismo
centro de nuevo."

"Por lo menos ahora sabemos con seguridad de que alguien est operando aqu," ofreci
Moranda. "Eso es algo."

"Aunque no mucho," murmur Corran.

"Se me ocurre, sin embargo," dijo Wedge, levantando la voz, "que todava hay una ruta
que no hemos intentado. Asumiendo que Venganza no es espontneo - y considerando
su sentimiento anti-bothano, creo que podemos asumir eso - tendrn que haber
encontrado algn lugar en el que hacer una sede local. Pregunta: dnde?"

Moranda chasque los dedos. "Un negocio. Tiene que ser algn tipo de negocio."

"Tiene razn," convino Corran, su frustracin y orgullo profesional ofendidos de

repente olvidados. "Un departamento no funcionara - demasiado arriesgado tener a
mucha gente yendo y viniendo en diferentes horarios. Con un negocio, siempre puedes
cubrirlo como entregas o servicios de limpieza."

"Y trabajar para alguien ms no te da suficiente privacidad cuando la necesitas," agreg

Moranda. "Y tendr que ser algo establecido bastante recientemente, y probablemente
tan cerca del edificio del generador de escudos como pudieran conseguir."

"Exactamente lo que estaba pensando," dijo Wedge. "Y dado que no podemos ir al
edificio de registros de construccin hasta ms tarde de cualquier forma...?"

"A qu estamos esperando?" demand Corran, separndose de la pared y dirigindose

hacia la escotilla. "Alguien en Drev'starn debe tener una lista de todos los nuevos
negocios. Vayamos a encontrarla."

CAPTULO
19
"No," dijo el Capitn Ardiff, moviendo su tenedor para enfatizar. "No lo creo. Ni por un
minuto."

"Qu hay de los reportes de noticias?" contrapuso el Coronel Bas. "Incluso atascados
aqu afuera hemos obtenido, cuntos, cinco de ellos? Si esto es una farsa, es una
kriffinantemente buena. Si me permite la expresin, seor," agreg tardamente,
mirando con alguna turbacin a Pellaeon.

"Lenguaje perdonado, Coronel," dijo Pellaeon, suprimiendo una sonrisa. Bas haba
trepado su camino a travs de los rangos desde piloto de TIE para volverse el
comandante de cazas del Quimera; y aunque se esforzaba por encajar entre los hombres
generalmente ms cultos que constituan el cuerpo de oficiales, el idioma ms sabroso
de su juventud incursionaba peridicamente.

Personalmente, a Pellaeon le gustaba eso. No los expletivos por s mismos, sino el

hecho de que el idioma del hombre era una seal exterior de opiniones o emociones
honestas y sinceras. Al contrario de algunos con los que Pellaeon haba tratado, Bas
raramente intentaba esconder sus pensamientos o sentimientos detrs de la charla corts
si lo haca alguna vez.

"Son rumores, Coronel- eso es todo," dijo Ardiff, agitando la cabeza. "Enfrente los
hechos: Thrawn muri. El Almirante Pellaeon estuvo all para verlo. Ahora, si eso fue
algn truco-"

Pellaeon baj los ojos a su plato y tom otro bocado del bruallki rehogado con el
tenedor, mentalmente desconectando la discusin. Era el mismo argumento
interminable, con las mismas opiniones y especulaciones que haban estado circulando
por toda la nave la semana desde que el Teniente Mavron haba vuelto con la historia de
la supuesta aparicin de Thrawn en el sistema Kroctar. Todos desde Ardiff para abajo
tenan su propia opinin de si era verdad o no, ninguno de ellos poda probarle su
opinin a nadie ms, y toda la nave estaba tan tensa como un arco de tiro demasiado
enrollado.

Pero la espera, por lo menos, estaba a punto de acabar. Le haba dado al General Bel
Iblis todo un mes y medio para hacer sus planes, y el propio Quimera haba estado aqu
en Pesitiin durante dos semanas. Claramente, por cualquier razn, Bel Iblis no iba a
venir.

Y era tiempo de ir a casa. De volver al Imperio, y a Bastin. Y, en varios niveles, de

averiguar qu estaba planeando exactamente el Moff Disra. Dara la orden de prepararse
para la partida en cuanto terminara con su comida. Si Bel Iblis no llegaba en la hora
despus de eso-

"Almirante Pellaeon, Capitn Ardiff, ste es el puente," vino la voz del Mayor Tschel
por el altavoz en la mesa del comedor. "Reprtense, por favor."

Ardiff lleg primero al interruptor. Aqu el Capitn," dijo. "El Almirante est conmigo.
Qu pasa?"

"Una nave acaba de entrar en el sistema, seor," dijo Tschel, con voz tensa.
Ardiff le dio una breve mirada afilada a Pellaeon. "Una repeticin de la actuacin de
nuestros piratas?"

"No lo creo, seor," dijo Tschel. "Hasta ahora, por lo menos, es slo una nave: carguero
ligero YT-1300, mnimamente armado. Est transmitiendo un pedido para subir a bordo
y hablar con el Almirante."

Pellaeon respir profundo. "Hay un nombre firmando esa transmisin?" pregunt.

"S, seor," dijo Tschel. "Dice ser la Alta Consejera de la Nueva Repblica Leia Organa
Solo."

***

Con los cuatro cazas TIE volando en posicin de escolta a ambos flancos, el Halcn
subi fuera de vista del distante sol, a la sombra de la baha hangar del Destructor
Estelar. "Ahora no hay vuelta atrs," dijo suavemente Elegos desde el asiento al lado de
Leia.

"No," convino Leia, sus manos descansaban en los controles, mirando como el rayo
tractor del Quimera los recoga continuamente hacia l. "Realmente no la hay."

"Eso te perturba?" pregunt el caamasi. "En qu ests pensando?"

Leia se encogi de hombros, un movimiento rpido de sus tensos hombros. "En un

nivel, por supuesto que me perturba," le cont. "Los riesgos son siempre algo que un ser
racional prefiere evitar. Pero no todos los riesgos son malos. A pesar de todo, ste es un
riesgo bueno."

Medio se volvi e intent una sonrisa. "Respecto a la otra parte de tu pregunta, estaba
pensando simplemente que si Trespe estuviera aqu, probablemente ahora estara
diciendo 'Estamos perdidos'."

Elegos se ri entre dientes, un singular sonido caamasi. "Muy bien," dijo. "No he sabido
mucho sobre ti, Consejera, salvo lo que he ledo y odo de otros. Este viaje, corto como
ha sido, ha sido grandemente instructivo. Sin importar lo que pase despus, siempre me
considerar honrado por haber tenido estos pocos das contigo."

Leia respir profundo. Las palabras, por si mismas, podran tomarse como algo
ominoso. Pero habladas con la tranquila calidez del caamasi, toda amenaza o miedo
potencial se desvaneci. Lo que qued en cambio fue valor y esperanza y resolucin;
una inspiracin y una fuerza que no venan tanto de Elegos como lo hacan de sus
propias reservas ocultas. Reservas que sus palabras y presencia podan de algn modo
sacar de ella.

No era sorprendente, pens con dolor distante, que el Senador Palpatine insaciable de
poder hubiera querido que un pueblo tan peligroso fuera destruido.
Haba una figura solitaria esperando al pie de la rampa del Halcn cuando Leia y los
otros tres empezaron a bajar: un hombre de cabello blanco y de mediana estatura, su
cara surcada por la edad pero con la espalda recta de un oficial militar profesional. El
uniforme Imperial le sentaba bien, pens Leia; la insignia de Almirante de Flota en su
pecho an mejor. "Consejera Organa Solo," dijo, inclinando gravemente la cabeza
cuando ella se aproxim. "Soy el Almirante Pellaeon. Bienvenida a bordo del Quimera."

"Gracias, Almirante," dijo Leia, devolviendo la inclinacin. "Ha sido un largo tiempo."

Su frente se arrug. "Me temo que me tiene en desventaja," dijo. "No recuerdo que nos
hayamos conocido."

"No fue una presentacin formal," le cont Leia. "Pero recuerdo que mi padre me lo
seal como uno de los oficiales ms prometedores de la Flota durante la Gran Reunin
Alderaaniana anual en el Pabelln Real cuando yo tena diez."

El labio de Pellaeon tembl. "Recuerdo bien esos das," dijo en voz baja. "De algunas
formas, preferira no hacerlo."

Sus ojos se volvieron a Elegos, parado a la izquierda de Leia. "Quizs quiera

presentarme al resto de su delegacin?"

"Ciertamente," dijo Leia, pasando por alto por el momento el estatus distintivamente
extraoficial del grupo. "ste es Elegos A'kla, Confiable del Remanente Caamasi."

Pellaeon sonri dbilmente mientras inclinaba la cabeza. "Confiable A'kla."

"Almirante Pellaeon," dijo Elegos, bajando la cabeza en una reverencia caamasi.

"A mi derecha est Sakhisakh clan Tlakh'sar," continu Leia, haciendo seas hacia el
noghri a su lado.

La sonrisa de Pellaeon permaneci, pero Leia pudo sentir una nueva fragilidad detrs de
ella. "Por supuesto," dijo el Almirante. "Alderaaniana, caamasi, y noghri. Tres seres con
la mayor de las razones para odiar al Imperio."

Sakhisakh se revolvi- "No mantenemos ninguna rabia hacia usted personalmente,

Almirante," dijo serenamente Elegos antes de que el noghri pudiera hablar. "Ni tenemos
ninguna animosidad hacia la gente del Imperio. Cada uno de nuestros mundos fue
destruido por la mano del Emperador Palpatine, y l tambin est muerto ahora.
Continuar nutriendo los fuegos del odio no nos har ganar nada."

"Gracias, Confiable," dijo Pellaeon. "Aprecio su generosidad y su sabidura." Sus ojos

pasaron brevemente a Sakhisakh, entonces se volvieron hacia Ghent, parado al otro lado
de Elegos. "Y qu agravio particular representa usted, seor?"

"Yo?" pregunt Ghent, empezando. "Oh, no, yo no soy parte de este grupo. Quiero
decir- Yo soy solo el experto en computadoras que reconstruy el mensaje de Vermel
para el General Bel Iblis."
La ltima insinuacin de una sonrisa se desvaneci de la cara de Pellaeon. "Qu quiere
decir con reconstruir-" demand. "El coronel no present personalmente su mensaje?"

"Me temo que no lleg tan lejos," dijo Leia. "Segn el General Bel Iblis, su Corbeta fue
interceptada por un Destructor Estelar mientras se estaba acercando a Morishim."

Los ojos de Pellaeon se haban vuelto mortales. "Interceptado y destruido?"

"No, o por lo menos no en ese momento," dijo Leia. "El Destructor Estelar meti la
nave en su baha hangar y entonces escap."

"Ya veo." Por un largo momento Pellaeon se qued parado all, sus ojos miraban a
ninguna parte, su cara dura y casi cruel, sus emociones afiladas de furia a punto de
estallar. Leia se estir a la Fuerza, intentando leer ms all de la emocin y
preguntndose si deba romper el silencio o deba esperar para que l lo hiciera.

Elegos le quit la decisin de sus manos. "Presumo que el Coronel Vermel era un amigo
cercano," coment en voz baja.

Los ojos y la atencin de Pellaeon regresaron. "Espero que todava lo sea," dijo. "Si no,
alguien pagar pesadamente por su muerte."

Exhal. "Pero ustedes vinieron a hablar de paz, no de venganza. Si me acompaan,

tengo un cuarto preparado para nosotros cerca de la baha hangar."

"Preferira mantener nuestra discusin a bordo de mi nave, si no le molesta," dijo Leia.

"Me temo que mis guardaespaldas insisten en eso."

Por una fraccin de segundo hubo un parpadeo de incertidumbre, incluso temor, en las
emociones de Pellaeon. Pero entonces el miedo se desvaneci, y sonri de nuevo.
"Tiene ms noghri a bordo, por supuesto," dijo, alzando la vista al Halcn que se cerna
encima de l. "Sin duda vigilando aun ahora con armas preparadas."

"No habr peligro para usted, Almirante," habl Elegos. "No a menos que usted lo
traiga a bordo."

Pellaeon agit una mano hacia la rampa. "En ese caso, Consejera, acepto. Por favor;
mustreme el camino."

Un minuto ms tarde Leia, Pellaeon, y Elegos estaban sentados alrededor de la mesa de

juegos del Halcn- un lugar penosamente informal para semejante ocasin importante,
pens Leia con algo de vergenza, pero el nico lugar en la nave adonde todos podan
sentarse cmodamente juntos. Sakhisakh, sin comentarios, haba asumido una posicin
de guardia adonde poda mirar ambas su discusin y la rampa de entrada. Ghent,
tambin sin comentarios, haba ido a la estacin tcnica y se estaba ocupando con la
computadora del Halcn.

"Ir directamente al punto, Consejera," dijo Pellaeon, sus ojos pasaron brevemente por
Ghent y el noghri. "La guerra que empez hace veintitantos aos efectivamente ha
terminado... y el Imperio ha perdido."
"Estoy de acuerdo," dijo Leia. "Es esta opinin compartida por el resto del Imperio?"

Un msculo en la mejilla de Pellaeon se agit. "Estoy seguro de que el ciudadano

Imperial promedio ha reconocido esa verdad por un buen tiempo," dijo. "Es meramente
el liderazgo el que se ha aferrado a la esperanza de que lo inevitable podra de algn
modo prevenirse."

"Y ahora ese liderazgo est de acuerdo con los dos de nosotros y el ciudadano Imperial
promedio?"

"S," dijo Pellaeon. "Renuentemente, pero s. He sido autorizado por los ocho Moffs
restantes para abrir negociaciones de paz con la Nueva Repblica."

Leia sinti que su garganta se apretaba. Haba odo el mensaje de Vermel; haba venido
a bordo y haba visto a Pellaeon esperndola solo... pero slo ahora pareca de repente
verdaderamente real.

Paz. Con el Imperio.

"Sin embargo como ya ha sido dicho, el Imperio ha perdido," dijo Elegos en el silencio.
"Entonces qu queda para ser negociado?"

Leia afirm sus hombros, enviando una palabra de gracias silenciosas en direccin a
Elegos por su sutil recordatorio de su deber aqu. Ella estaba representando a la Nueva
Repblica, y no poda permitir que el aliciente emocional de la paz la cegara de las
duras realidades intelectuales de la situacin. "El Confiable A'kla tiene un buen punto,"
dijo ella. "Lo que ustedes ganaran de un tratado de paz es obvio. Qu ganaramos
nosotros?"

"Quizs lo que nosotros ganaramos no es tan obvio como usted piensa," dijo Pellaeon.
"La Nueva Repblica est despus de todo debatindose con tumultos interiores, con
cada indicacin de que las cosas estn ponindose cada vez peor."

Mir significativamente a Elegos. "Algunos de los Moffs, de hecho, creen que estn al
borde de derrumbarse en la guerra civil total por este problema caamasi. En medio de
tal anarqua, los remanentes del Imperio podran fcilmente ser pasados por alto. Por
qu entonces debemos molestarnos en absoluto con la humillacin de un tratado?"

La boca de Leia se sinti seca. Era una pregunta demasiado razonable. "Si usted
realmente creyera que estamos a punto de destruirnos a nosotros mismos, no estara
aqu," seal.

"Quizs," dijo Pellaeon. "Quizs meramente no creo que quienes odian con ms
virulencia al Imperio se olvidaran de nosotros." Hizo una pausa. "O quizs yo pueda ser
capaz de impedir que esa guerra civil ocurra."

Leia frunci el ceo. "Cmo?"

"Djeme manifestar primero lo que el Imperio querra incluir en cualquier tratado entre
nosotros," dijo Pellaeon. "Querramos que nuestras fronteras actuales sean confirmadas
y aceptadas por Coruscant, con garantas de viajes libre y comercio entre nuestros
mundos y aqullos de la Nueva Repblica. Ningn hostigamiento; ninguna escaramuza
fronteriza; ninguna presin de propaganda contra nosotros."

"Qu hay de los no humanos viviendo bajo el rgimen imperial?" demand Sakhisakh.
"Debemos meramente aceptar su esclavitud?"

Pellaeon agit la cabeza. "El Imperio que una vez esclaviz y se aprovech de los seres
pensantes est muerto," le cont al noghri. "La dominacin humana de Palpatine hace
tiempo se volvi una cooperacin completa entre todos los seres dentro de nuestras
fronteras."

"Estn todos sus sujetos de acuerdo en que ahora son todos iguales?" pregunt Leia.

"Probablemente no," concedi Pellaeon. "Pero una vez que tengamos la seguridad de un
tratado de paz, a cualquier sistema Imperial que desee unirse a la Nueva Repblica se le
ofrecer la oportunidad de hacerlo."

Alz las cejas. "De la misma manera, esperaramos que a los sistemas dentro de sus
fronteras que deseen reunirse con el Imperio tambin se les permita hacer esa eleccin,
con las mismas garantas de seguridad y libre comercio extendidas a ellos."

Sakhisakh exclam entre dientes una maldicin noghri. "Qu pueblo sera tan tonto
como para entregarles su libertad?" demand desdeosamente.

"Podra sorprenderse," dijo Pellaeon. "La libertad, despus de todo, es algo altamente
relativo y subjetivo. Y como ya dije, ya no somos el Imperio que ustedes conocieron."

El noghri rezong por lo bajo de nuevo pero permaneci callado. "Por supuesto, todas
las garantas de seguridad funcionaran tambin en la otra direccin," dijo Pellaeon,
volviendo a Leia. "Ningn ataque de fuerzas Imperiales; ninguna provocacin; ningn
mercenario contratado." Su cara se crisp en una casi-sonrisa. "Y, por supuesto, si
llegamos a tropezar con otra superarma que Palpatine haya escondido en algn lado,
trabajaramos con ustedes para desmantelarla."

Leia tom fuerza. "Y qu hay de la superarma que ya estn usando?"

Pellaeon frunci el ceo. "Qu superarma?"

"La que casi nos derrot una vez," dijo Leia. "El Gran Almirante Thrawn."

Los labios de Pellaeon se comprimieron brevemente, y Leia pudo sentir la oleada de

incertidumbre y miedo silencioso que pas a travs de el. "No lo s, Consejera. No
tengo ninguna idea en absoluto de qu est pasando all."

Leia le arroj una mirada a Elegos. "Qu quiere decir?"

"Exactamente lo que dije," le cont Pellaeon. "He estado aqu en Pesitiin esperando por
el General Bel Iblis durante las ltimas dos semanas, y estaba ejecutando un silencio de
comunicaciones durante varios das antes de eso. Ni siquiera saba que se haba
reportado que Thrawn estaba vivo hasta hace una semana."

Leia frunci el ceo, estirndose a Pellaeon con la Fuerza. Pero no haba duplicidad que
ella pudiera descubrir en sus pensamientos o emociones.

"Dice 'reportado que estaba vivo', Almirante," dijo Elegos. "Implica su eleccin de
palabras que no cree que realmente haya vuelto?"

"No se qu creer, Confiable," dijo Pellaeon. "Ciertamente tena todas las razones para
pensar que estaba muerto. Yo estaba all en el puente del Quimera, de pie a su lado,
cuando pareci morir."

"De nuevo, dice 'pareci' morir," persisti Elegos. "Muri realmente o no?"

"Realmente no lo s," dijo Pellaeon con un suspiro. "Thrawn era un aliengena, con una
fisiologa aliengena, y..." Agit la cabeza. "Ha sido realmente visto por alguien de la
Nueva Repblica? Alguien en cuya palabra y juicio confe?"

"Mi amigo Lando Calrissian fue interceptado y llevado a bordo del Implacable, junto
con el Senador Diamalano," dijo Leia. "Los dos dicen que era de hecho Thrawn."

"El Implacable," murmur Pellaeon, frunciendo el ceo. "La nave de Dorja; y l era uno
de aqullos que conoca personalmente a Thrawn. Difcil creer que sera embaucado
fcilmente por un truco. O, dicho sea de paso, que arriesgara su nave sin una razn
excepcionalmente buena."

Leia titube; pero no haba ninguna forma fcil de decir esto. "Se me ocurre, Almirante,
que estas charlas pueden ser algo prematuras," dijo. "Si Thrawn est vivo, entonces
presumiblemente usted ya no es la cabeza del ejrcito Imperial."

"Si l est vivo, ciertamente me relevar del comando supremo," dijo igualmente
Pellaeon. "Sin embargo, en este momento esa consideracin es irrelevante. El ejrcito
est subordinado a los Moffs; y los Moffs me han autorizado para que negocie este
tratado."

"Sin embargo, no rescindira esa autoridad, ante el retorno de Thrawn?" contrapuso

Leia.

"Podra," reconoci Pellaeon. "Pero hasta que yo sea informado de tal decisin, mi
autoridad permanece."

"Ya veo," murmur Leia, mirando fijamente al viejo Almirante con una sbita nueva
comprensin. l se haba enterado acerca del retorno de Thrawn hace toda una semana;
sin embargo, en lugar de apresurarse a regresar para averiguar ms, haba permanecido
aqu deliberadamente bajo el silencio de comunicaciones. No slo para esperar por Bel
Iblis, pero para asegurarse de que todava tendra la autoridad para negociar si y cuando
Bel Iblis llegara. Para empezar ha hacer rodar la bola, quizs ms fuerte que lo que la
habilidad de los Moffs o incluso Thrawn pudiera detener fcilmente.

Esto no era un truco, o por lo menos no un truco que l estuviera ayudando a ejecutar.
El Almirante Pellaeon, el Comandante Supremo de las Fuerzas Imperiales,
autnticamente quera la paz.

"Thrawn les dijo algo a Calrissian y al Senador?" pregunt Pellaeon interrumpiendo

los pensamientos de Leia. "Presumo que se les permiti partir - muy poca gente
simplemente se escapa de un Destructor Estelar Imperial."

"En realidad, en algunos respectos su mensaje fue similar al suyo," dijo Leia. "Advirti
que la Nueva Repblica estaba encaminada hacia la autodestruccin y se ofreci a
ayudarnos a evitar eso."

"Estn considerando su oferta?"

"Desafortunadamente, el mtodo que l propuso fue juzgado inaceptable por el

Senado," dijo Leia. "Quera hablar privadamente con los lderes bothanos, y de esas
conversaciones determinar quin haba saboteado los escudos caamasi."

"Interesante," dijo Pellaeon, frotndose pensativamente la barbilla. "Me pregunto cmo

lograra eso meramente hablar con ellos. A menos que los lderes de los clanes sepan de
hecho la verdad."

"Ellos dicen que no," dijo Leia. "Y considerando la amenaza creciente a toda la especie
bothana, creo que nos daran esa informacin si la tuvieran."

"Usted sugiri que tambin podra tener una forma para prevenir la guerra civil," Elegos
record al almirante. "Le importara elaborar?"

Leia pudo sentir que Pellaeon arrastr su atencin de vuelta de sus propios
pensamientos. "Estoy seguro de que se le ha ocurrido que la crisis podra ser resuelta
encontrando una versin completa del Documento de Caamas," dijo. "A cambio de
trminos de paz favorables, el Imperio estara dispuesto a ofrecerles una copia de ese
registro."

Leia le dispar una mirada a Sakhisakh, vio la propia reaccin sutil del noghri. Si
estaban en horario, Han y Lando deberan estar dirigiendo su propia bsqueda por ese
registro ahora mismo en Bastin. "Simplemente as?" le pregunt a Pellaeon.
"Simplemente nos la darn?"

"Una vez que la tengamos en mano, s." Hizo una pausa. "Hay, sin embargo, un
problema. Si existe de hecho, estara localizada en la seccin de Archivos Especiales de
los archivos, que est severamente restringida y muy encriptada. Yo no tengo ningn
camino para acceder a esos archivos; tampoco nadie a quien yo conozca. Si queremos
llegar al documento a tiempo, la Nueva Repblica necesitar prestarnos un experto en
decriptacin de alto nivel."
Hubo una especie de borbotn atragantado desde la direccin de la estacin tcnica.
Ghent todava estaba enfrentando el tablero de control, pero su espalda de repente se
haba puesto rgida. "A dnde necesitara ir? " ella le pregunt a Pellaeon, con los ojos
todava en Ghent. "A Bastin?"

"No, a la base del Ubiqtorate en Yaga Minor," dijo Pellaeon. "El comandante all es un
amigo personal, y hay una estacin de acceso de computadora un poco aislada que
podra usar. El mismo Bastin sera demasiado peligroso."

Leia lo volvi a mirar, su corazn estaba de repente atrapado en su garganta. "Qu

quiere decir, peligroso?"

"Bastin es la base natal y fortaleza de uno de los oficiales mas vehementemente anti-
paz en todo el Imperio," dijo gravemente Pellaeon. "El Moff Disra. Tambin parece
estar hasta el cuello en una pequea guerra privada usando bandas pirata mercenarias y
fondos ilegalmente obtenidos."

"S, hemos notado toda la actividad pirata," dijo Leia, luchando para mantener la
firmeza de su voz. Han y Lando en Bastin... "no cree que el Moff Disra apreciara
tener un representante de la Nueva Repblica en su mundo?"

Pellaeon resopl. "Excavando en archivos privados Imperiales? Difcilmente. Su

experto no estara all seis horas antes de que Disra lo averiguara. No pasaran seis horas
ms antes de que sufriera algn accidente conveniente. Pero estara lo suficientemente
seguro en Yaga Minor."

"Me alegra or eso," dijo Leia, mirando de nuevo a Sakhisakh. La cara del noghri estaba
rgida con el mismo dolor y miedo que ella misma estaba sintiendo. Han en Bastin, en
el medio de la fortaleza de un Moff vengativo...

"Sera posible que ustedes proporcionaran a tal experto?" pregunt Pellaeon.

Con un esfuerzo supremo, Leia apart sus miedos. "No lo s," dijo. "No lo creo."

Pellaeon pareci haber sido tomado desprevenido. "No lo cree?"

"No," dijo Leia, mirando de nuevo a la estacin tcnica. Ghent todava estaba
enfrentando el tablero de control, pero su cabeza estaba volteada apenas lo suficiente
para permitirle mirar de reojo la conversacin alrededor de la mesa de juegos. "Quizs
ms tarde, despus de que tengamos un acuerdo oficial. Pero todava no."

"Para cuando haya un acuerdo podra ser demasiado tarde," advirti Pellaeon. "Nuestras
naves de observacin slo estn captando reportes de noticias ocasionales, pero incluso
por lo que s la situacin en la Nueva Repblica est claramente empeorando. Incluso
con un muy buen especialista en computadoras trabajando, el proyecto va a tardar algn
tiempo."

Hizo una mueca. "Y tambin hay otro factor. Sospechamos que uno de los agentes del
Moff Disra ya puede haberse abierto camino una vez a esos Archivos Especiales. No
sabemos lo que estaba buscando, pero el Documento de Caamas es definitivamente un
blanco posible. Si nos demoramos demasiado y puede entrar de nuevo para borrar el
archivo, es posible que nunca podamos averiguar la verdad. Slo si actuamos
inmediatamente-"

"Est bien," interrumpi Ghent, girando abruptamente su silla para enfrentarlos. " Est
bien. Ir."

Leia parpade. Una vez ms, l la haba tomado completamente por sorpresa. "No
quieres decir eso," dijo. "Esto podra ser peligroso."

"El peligro sera extremadamente pequeo," insisti Pellaeon.

"No importa," dijo Ghent. Su voz estaba temblando, pero su mandbula estaba firme.
"En el camino desde Coruscant Elegos me cont todo lo que le pas a su mundo. Fue
terrible- todos muertos, todos los animales, tambin. Odi a la gente que lo hizo-
realmente los odi. Y odi a los bothanos por dejar que toda la cosa pasara en primer
lugar."

Mir a Elegos. "Pero l me cont que el odio estaba equivocado, que era una de esas
cosas que heran ms a quien odiaba que a las personas a las que odiaba. Me cont que
puede haber justicia sin odio, y castigo sin venganza. Dijo que todos ramos
responsables por lo que hacemos y lo que no hacemos, y que nadie debe tener que pagar
por los crmenes de alguien ms."

Clav los ojos en Leia. "Yo soy un experto en computadoras, Consejera Organa Solo.
Soy un muy buen experto en computadoras. Y soy responsable por lo que hago y lo que
no hago, al igual que usted o Elegos. Si puedo ayudar y no lo hago, soy tan culpable
como cualquier otro." Agit una mano abandonadamente. "No soy muy bueno en este
tipo de cosas. Entiendes lo que estoy intentando decir?"

"Lo entiendo perfectamente," le asegur Leia. "Y aprecio muchsimo tu oferta. La

pregunta es si puedo permitirte ponerte en riesgo de esta forma."

"Parecera que sa sera una pregunta directa para que contestes, Consejera," dijo
Elegos. "Como una Jedi, parece el camino correcto que el Jefe de Criptografa Ghent
vaya a Yaga Minor?"

Leia escondi una mueca. Una vez ms, la percepcin del caamasi haba llegado,
recordndole la verdadera fuente de su visin y su gua.

Excepto que por una vez esa fuente le haba fallado. O quizs ms correctamente, ella le
haba fallado. No importaba que tan fuerte se estirara a la Fuerza, todo lo que poda ver
era el tumulto de sus propios miedos por la seguridad de Han. Miedos que se haba
arreglado para suprimir hasta ahora; culpa por haberle permitido -incluso animado- a
encaminarse hacia un mundo hostil en primer lugar; resentimiento y clera por que
despus de todos sus aos de sacrificio ella y Han todava eran los que siempre parecan
ser llamados a arriesgarlo todo por otros.

Parpadeando para frenar las lgrimas, intent reprimir la sbita oleada de emocin. Pero
segua siendo un charco inquieto que se agitaba baando su mente y su espritu.
Y mientras la calma Jedi la eluda, tambin lo hizo cualquier esperanza de leer el
camino de Ghent.

"No lo s," admiti por fin. "Parece que no puedo conseguir ningn tipo de lectura."

"Significa eso que no puedes garantizar su seguridad?" pregunt Pellaeon, frunciendo

el ceo.

"La seguridad de nadie nunca est garantizada, Almirante," dijo Elegos. "Ni siquiera por
un Jedi." Sonri dbilmente, una expresin extraamente melanclica. "Aunque, por
supuesto, la mayora de nosotros viaja a travs de toda su vida sin ninguna seguridad en
absoluto de que el camino en el que estamos es el correcto. Ninguna seguridad excepto
la de nuestros propios espritus interiores."

"Elegos ha estado diciendo esa clase de cosas desde que salimos de Coruscant," dijo
Ghent con un dbil intento de mueca. "Supongo que algo de esta cosa de nobleza se me
debe haber pegado."

Inseguramente, se puso de pie. "ste es el camino correcto. Y yo estoy listo. Cundo

partimos?"

"Inmediatamente," dijo Pellaeon, deslizndose alrededor del final de la mesa y

ponindose de pie. "Har una carta de presentacin para el General Hestiv y destacar a
uno de mis pilotos ms confiables para llevarlo a Yaga Minor." Sus ojos pasaron por la
vestimenta de Ghent. "Creo que tambin le daremos un uniforme Imperial. Disra puede
tener informantes en Yaga Minor, y no tiene ningn sentido atraer atencin innecesaria
llevando a un obvio civil a una base militar."

"No va a llevarlo all usted en el Quimera?" pregunt Leia.

Pellaeon agit la cabeza. "Una vez que usted y yo hayamos terminado nuestras
discusiones, ir directamente a Bastin. Hay algunas preguntas bastante puntiagudas
para las que el Moff Disra me debe respuestas."

Leia trag saliva. "Ya veo."

"Entonces, con su permiso, ir a organizar el transporte para el Jefe de Criptografa

Ghent." Pellaeon le sonri dbilmente a Ghent. "Quiero decir el transporte para el
Teniente Imperial Ghent. Venga conmigo, Teniente."

Pasando a Sakhisakh, se dirigi hacia la salida del Halcn. "Seguro," dijo Ghent,
empezando a seguirlo. "Hasta luego, Elegos. A usted tambin, Consejera."

"Ve en sabidura y coraje," dijo gravemente Elegos.

"Que la Fuerza te acompae," agreg Leia. "Y gracias."

***
El Capitn Ardiff estaba esperando en el puente de popa cuando Pellaeon emergi del
turboascensor. "El Halcn Milenario ha pasado el permetro de vigilancia y ha saltado a
la velocidad de la luz," report.

"Bien," dijo Pellaeon, mirando ms all del ventanal. A la distancia, poda ver los
dbiles destellos de la luz solar reflejada en los paneles solares de la escolta de cazas
TIE mientras volvan al Quimera. "Y el Teniente Mavron?"

"l y su pasajero partieron hace media hora." Ardiff alz ligeramente las cejas. "Puedo
preguntar...?"

"Cmo fueron las charlas?" Pellaeon se encogi de hombros. "Tan bien como las
charlas preliminares alguna vez pueden salir, supongo. Organa Solo no est dispuesta a
comprometer a la Nueva Repblica en un curso de accin basado solo en mi palabra, y
yo le dej similarmente claro que no puedo aceptar su palabra como garanta de las
acciones futuras de Coruscant. As que todava queda mucha cuidadosa danza verbal
por hacer."

"Pero est dispuesta a hablar."

"Est muy dispuesta a hablar." Titube Pellaeon. "Por lo menos, acerca de la mayora de
las cosas."

Ardiff frunci el ceo. "Qu quiere decir?"

Pellaeon mir de nuevo afuera a las estrellas. "Haba algo que no me estaba contando,"
dijo. "Algo importante - de eso estoy seguro. Pero qu era exactamente..." Agit la
cabeza. "No lo s."

"Informacin privada relacionada con los bothanos, quizs?" sugiri Ardiff. "O algo
ms personal? Ella ha estado en problemas polticos en Coruscant antes- podra ser que
est a punto de perder completamente su influencia all?"

"Espero que no," dijo Pellaeon. "Problemas polticos entre ella y Coruscant haran este
proceso ms difcil de lo que ya es. Podran rechazar cualquier propuesta simplemente
porque ella est involucrada."

"O podran apoyarla porque ella est involucrada," seal Ardiff. "La polarizacin que
ya estamos viendo acerca del problema de Caamas podra fcilmente extenderse a algo
as."

"sa es una de mis mayores preocupaciones," convino gravemente Pellaeon. "Que la

paz ser rechazada por algunos sin ninguna razn mejor que sus enemigos polticos
estn a favor.."

Pas a Ardiff hacia la pasarela de comando. "Pero todos nosotros slo tenemos las
cartas que el universo nos ha repartido," dijo. "Si Organa Solo se niega a mostrarnos
algunas de sus cartas, slo tendremos que jugar el juego de esa forma."
"Y mientras tanto," agreg, "tenemos otros asuntos que atender. Prepare un curso para
Bastin, Capitn. Es tiempo de que el Moff Disra y yo tengamos una larga y seria
charla."

***

Delante del Halcn, las estrellas resplandecieron en lneas estelares, y Leia se recost un
poco en su asiento. "Crees que realmente hablaba en serio? " pregunt, volvindose
para mirar a Elegos.

Elegos le dio uno de sus encogimientos de hombros caamasi de cuerpo completo. "Creo
que el mismo Almirante Pellaeon es sincero," dijo. "Como presumo que t sabes con
ms certeza que yo. Sospecho que la pregunta que realmente deseas hacer es si se puede
confiar en su sinceridad."

"No lo s," dijo ella. "Tienes razn, no siento ninguna duplicidad en el mismo Pellaeon.
Pero con Thrawn de nuevo en la escena..." Agit la cabeza. "Nada era nunca como
pareca con l, Elegos. Poda manejarte para hacer exactamente lo que l quera que
hicieras, a pesar del hecho de que t sabas que estaba intentando hacerlo. Thrawn
puede estar usando esta iniciativa de paz de Pellaeon para algn fin completamente
diferente."

"Es por eso que no le contaste que el Capitn Solo estaba en Bastin?" pregunt
Elegos.

Leia empez. "Cmo te enteraste de eso? " demand. "No te cont que Han haba ido
all."

Elegos se encogi de hombros de nuevo. "Has dejado caer insinuaciones," dijo. "Como
lo han hecho los noghri. No ha sido difcil encajar las piezas." Sus ojos de azul sobre
verde se mantuvieron en la cara de ella. "Por qu no le contaste eso al Almirante
Pellaeon?"

Leia se apart de esa mirada, simulando estudiar el monitor de motores del Halcn.
"Sabemos que los Imperiales estn animando por lo menos alguna de la violencia que
est ocurriendo en la Nueva Repblica," dijo, luchando contra la sbita sequedad en su
garganta. "Ese alboroto en Bothawui, por ejemplo- mi guardia noghri encontr
evidencia que los tiros que lo empezaron vinieron de una rara arma de francotirador
Imperial."

"Interesante," murmur Elegos. "Tampoco le contaste a Pellaeon al respecto."

"El problema es que no tenemos ninguna prueba real de nada de eso," dijo Leia,
agitando cansadamente l a cabeza. "Y aun si lo hiciramos... luchar a Thrawn es como
luchar a una sombra, Elegos. Nunca est adonde crees que est, haciendo lo que esperas
que haga. Todo lo que hace son crculos dentro de crculos dentro de crculos."

"Sin embargo no puedes permitir que la incertidumbre te paralice," seal Elegos. "Ese
camino le permite ganar por abandono. En algn punto, bien o mal, debes pasar a la
accin." Sus ojos parecieron penetrar en los de ella. "Debes decidir en quin puedes
confiar."

Leia parpade para frenar las lgrimas. "No puedo confiar en Pellaeon," dijo
bruscamente. "No todava. Si Thrawn est orquestando toda esta operacin, Han sera
un rehn o una pieza de intercambio terriblemente til para l. No podra arriesgarme a
que averige de Pellaeon que Han estaba all."

"Sin embargo confiaste en l lo suficiente para permitirle llevar a Ghent en una

situacin de potencialmente igual peligro," seal Elegos.

"Ghent quera ir," dijo, sabiendo aun mientras lo deca que ese argumento estaba en
suelo peligrosamente resbaladizo. "Adems, l no sera de ninguna utilidad para
Thrawn."

"Sabes que no es as, Consejera," dijo Elegos, el suave reproche en su voz fue un
doloroso pinchazo en el corazn de Leia. "Ghent es altamente conocedor acerca de las
tcnicas de encriptacin y decriptacin de la Nueva Repblica. En una situacin de
guerra, tal conocimiento sera de inmenso valor para el Imperio."

"Ya hemos discutido esto," le record Leia, las primeras sacudidas de rabia coloreando
la culpa que retumbaba dentro de ella. Quin era este caamasi para decirle lo que era
correcto o incorrecto que hiciera? "No haba ninguna forma de evitar correr riesgos
aqu."

"Estoy de acuerdo," dijo Elegos. "Y no sugiero que tus decisiones hayan sido
necesariamente equivocadas."

Leia frunci el ceo, el enojo creciente se volvi una incertidumbre sospechosa. "Qu
ests sugiriendo entonces?" demand.

"Que ests preocupada por haber usado tu poder y autoridad para proteger a tu marido
ms que lo que lo hiciste por un relativo extrao," dijo Elegos. "Que ests preocupada
de haber traicionado la confianza que es tuya como Alta Consejera, diplomtica, y
Jedi."

"Ella no debe responder a ti, Confiable A'kla," vino una spera voz noghri desde detrs
de ellos.

Leia volvi la cabeza para ver a Sakhisakh parado en el vano de la puerta de la cabina.
"Problemas?" le pregunt.

"Ningn problema," le asegur el noghri, caminando adelante y tomando una posicin

justo detrs de ella. "Vine a reportar que no hay nadie en persecucin, y que Barkhimkh
est apagando los sistemas de armas." Volvi sus ojos oscuros a Elegos. "Si ella escoge
proteger a su clan del peligro, eso no es asunto tuyo."

"Estoy de acuerdo," dijo serenamente Elegos. "Como ya he dicho, no estoy aqu para
juzgar."
"Entonces por qu la presionas al respecto?" demand Sakhisakh.

"Porque como tambin dije, ella misma no est convencida de haber hecho lo correcto,"
dijo Elegos, volviendo su mirada otra vez a Leia. "Es importante que piense hasta el
final de este asunto y llegue a una conclusin, de una forma u otra. O aceptar que sus
decisiones fueron correctas y seguir adelante, o reconocerlas como equivocadas y
tambin seguir adelante."

"Por qu debe hacer eso?" pregunt Sakhisakh.

El caamasi sonri tristemente. "Porque es Alta Consejera, diplomtica, y Jedi. Slo

cuando est en paz con ella misma tendr la visin y sabidura con la que todos
necesitamos contar en los das por venir."

Por un largo momento ninguno de ellos habl. Leia mir afuera al cielo jaspeado del
hiperespacio que pasaba rpidamente, el acre escozor de la vergenza se sum al resto
de las emociones que se arremolinaban dentro de ella. Una vez ms, Elegos tena razn.
"Debiste haber sido un Jedi, Elegos," dijo con un suspiro mientras se desabrochaba de
su asiento y se pona de pie.

"No tengo la habilidad de un Jedi para tocar la Fuerza," dijo Elegos, con una rara nota
de pesar en su voz. "Y sin embargo, hablas con ms verdad que lo que quizs conoces.
Es una leyenda entre mi gente que, en la misma alba de su edad, los primeros de los
Caballeros Jedi vinieron a Caamas para aprender de nosotros el uso moral de su poder."

"No dudo que la leyenda sea verdad," dijo Leia, haciendo seas hacia el asiento que
acababa de dejar vacante. "Sakhisakh, si quieres tomar el control aqu, yo estar en la
bodega. Tengo algo de pensamiento serio y meditacin que hacer."

CAPTULO
20

"Buen da, ciudadanos-estudiosos de la Orden M'challa del Imperio," el antiguo droide

de servicio SE2 jade su saludo usual detrs del escritorio de recepcin. "En qu
podemos yo y la Biblioteca Imperial servirlos esta maana?"

"Slo asgnanos una estacin de computadora," dijo Han, ponindole un firme tornillo
de contencin a su humor ya grun. Ya se estaba formando en un da caluroso,
hmedo, y se senta ambos incmodo y estpido desfilando por las calles de la ciudad
en la tnica tradicional del estudioso de M'challa que l y los otros haban estado
vistiendo desde que aterrizaron aqu en Bastin. Lo ltimo que quera hacer era perder
el tiempo intercambiando burlas con un droide SE2. "Podemos manejar nuestra propia
bsqueda de datos, gracias."

"Claro." El droide lo mir, entonces a Lando, entonces a Lobot. Su mirada se demor en

este ltimo, como si se preguntara por qu estaba llevando su capucha tan cerrada sobre
su cabeza en un da tan caluroso. "Ustedes ciudadanos han estado aqu antes," dijo.
"Cada uno de los ltimos tres das, si mi memoria no se ha degradado."
"Estamos haciendo un estudio a largo plazo," se entrometi fcilmente Lando. "Nos est
tomando mucho tiempo."

"Querran alguna ayuda?" pregunt servicialmente el droide. "Tenemos algunos

droides de investigacin y contrapartes de interfaz disponibles en alquiler a una tarifa
completamente nominal."

"Estamos bien," le cont Han, esforzndose mucho por no gritarle al droide en su cara
metlica. "Slo asgnanos una estacin, est bien?"

"Ciertamente, ciudadano-estudioso," dijo afablemente el droide. "Estacin 47A. Pasen

por las puertas dobles a su izquierda-"

"Ya sabemos adonde est," dijo Han, girando sobre sus talones y dirigindose hacia las
puertas indicadas.

"Y gracias," agreg Lando.

l y Lobot alcanzaron a Han apenas entrando a las puertas dobles. "Crees que podras
atraer un poco ms atencin hacia nosotros? " gru Lando mientras Han se diriga a
travs del laberinto de casillas individuales y grupales que llenaban el gran cuarto, slo
un manojo de ellas estaba ocupado actualmente. "Quiz deberas intentar patear al
droide de un lado al otro sobre el escritorio unas cuantas veces- eso debera lograrlo."

"A muchos Imperiales no les gustan los droides," gru en respuesta Han. "Incluso a los
estudiosos. Slo continuemos, est bien?"

Lando no contest, y Han sinti una punzada de culpa por reaccionarle de esa forma a
su amigo. Despus de todo, Lando estaba hacindole un gran favor incluso por estar
aqu en primer lugar.

Pero su humor ya estaba demasiado agrio para que la culpa avanzara mucho contra l.
Tres das de caminar en puntas de pies por la ciudad capital Imperial teniendo que
aguantar imperiales aduladores, dueos de cafs que cobraban de ms, e idiotas droides
SE2 estaban empezando a afectarlo.

Especialmente considerando cunto progreso haban hecho hasta ahora en entrar a la

seccin de Archivos Especiales. Es decir, ninguno.

Llegaron a la Estacin 47A y Han enganch una tercera silla de una casilla sin usar para
complementar a las dos que ya haba all. "Est bien," dijo Lando, activando el campo
de privacidad de la casilla dej que Lobot se sentara delante del teclado y entonces tom
la silla a su lado. "Tienes un buen contacto con Moegid?"

La respuesta de Lobot fue poner los dedos en el teclado. Por un momento, no pas nada.
Entonces, lentamente, empez a oprimir las teclas.

Tirando de su silla hasta detrs de Lando, ahogando un comentario sarcstico que no le

habra hecho nada bien a nadie y probablemente estaba fuera de lugar de cualquier
modo, Han se sent e intent tranquilizarse. Quiz esta vez, tendran suerte.
 ***

La nave haba estado silenciosa durante casi una hora antes de que Karoly decidiera
que, una vez ms, haba adivinado mal.

Era agraviante. No, en realidad, era enfureciente. Haber venido todo este camino con
Solo y Calrissian -haber pasado das enterrada viva en este estrecho compartimento de
contrabando debajo de la elegante seccin de habitaciones del yate de Calrissian- para
entonces ni siquiera encontrar a Karrde y a Shada esperando al final del paseo era
enloquecedor.

Respir profundo en la oscuridad, ordenndose severamente a ella misma calmarse.

Quiz Karrde y Shada simplemente se haban demorado, y todava estaban en camino.
Slo tendra que ser paciente y esperarlos.

Entretanto, claramente no haba nada que ganar esperando en este agujero sintiendo
lstima de ella misma. Estirndose hacia arriba, movi el pestillo que abra el panel de
acceso oculto y lo desliz cuidadosamente al costado.

Por un momento permaneci inmvil medio agachada, escuchando por cualquier

indicacin de que pudiera haber sido oda. Entonces se desliz arriba y afuera hacia el
corredor, respirando profundamente para quitarse de sus pulmones el aire viciado del
compartimento.

No haba nadie visible. No que eso fuera realmente sorprendente. Solo, Calrissian, y ese
cyborg cableado con biocomp al que llamaban Lobot se haban ido todos juntos esa
maana, dejando al verpine presumiblemente en su lugar habitual en el cuarto de
control de popa. se haba sido el procedimiento todos los das desde que haban
aterrizado aqu, y no haba habido nada en los retazos apresurados de conversacin que
haba alcanzado a or que pudiera indicar que la rutina haba sido cambiada.
Brevemente, consider entrar de nuevo furtivamente a popa para intentar deducir lo que
el verpine estaba haciendo, pero decidi en contra. Sus dos ltimos intentos en esa
direccin no haban descubierto nada til, y no poda perder ms tiempo en eso.

Lo que la dejaba con la pregunta de en qu exactamente debera estar invirtiendo su

tiempo.

No haba realmente tantas opciones. Durante los ltimos tres das, haba seguido a Solo
y a los otros a lo que el SE2 que trabajaba en el escritorio haba identificado como una
Biblioteca Imperial. Los primeros dos das se haba metido furtivamente por detrs para
mirar; ayer, cansada de mirar a travs de un campo de privacidad como ellos opriman
teclas de computadora todo el da, los haba dejado adentro y haba explorado alrededor
del edificio y por el barrio.

Ahora, habindose metido furtivamente anoche otra vez a bordo de la nave, haba
puesto a prueba la teora que Shada realmente podra estar encontrndose con el verpine
mientras Solo y los dems estaban afuera. Pero esa tambin haba cado... y hasta donde
Karoly poda ver, se haba quedado sin opciones. De acuerdo a toda la evidencia hasta
la fecha, Shada podra no estar viniendo aqu en absoluto.
Y ese era un pensamiento inmensamente irritante. Significara que haba interpretado
completamente mal esa conversacin que haba escuchado detrs de las puertas entre
Solo y Calrissian, y haba venido aqu en una caza del tresher totalmente salvaje.

Dondequiera que "aqu" fuera realmente. Era en Espacio imperial - eso haba sido obvio
por el populacho exclusivamente humano incluso antes de que hubiera visto el primer
uniforme de Seguridad Imperial. Pero adonde estaba realmente en el Imperio, no lo
saba.

No que le importara tanto, excepto por el hecho de que si Solo y Calrissian se las
arreglaban para dejarla afuera podra significar un problema volver a casa. Aunque era
improbable- por la forma en la que haban estado hablando esta maana cualquiera que
fuera su objetivo estaban todava a un largo camino de lograrlo.

Sin embargo, Karrde haba sido mencionado en esa conversacin, as que quiz
simplemente estaba siendo astuto. Otra exploracin rpida por el barrio de la biblioteca,
decidi, entonces vigilar a Solo de nuevo cuando tomaran su habitual descanso para la
comida temprano por la tarde.

Y quiz esta vez diran realmente algo que valiera la pena escuchar. Deslizndose por el
corredor, alerta por cualquier sonido, se dirigi hacia la escotilla.

***

"Otro reporte de su nuevo Imperio, Su Excelencia," dijo Tierce, dejando un par de

datacards en el escritorio de Disra. "Los gobiernos ruurianos han remitido una copia del
tratado totalmente ejecutado entre sus sistemas y el Imperio."

"Sistemas?" pregunt Disra, recogiendo la datacard y fruncindole el ceo. "Pens que

nuestro tratado era slo con su sistema natal."

"Lo era," dijo engredamente Tierce. "Aparentemente, nuestra pequea demostracin

contra esos Merodeadores diamalanos convenci a tres de sus colonias independientes
de que tambin queran estar del lado ganador."

"Lo hizo, claro," dijo Disra, mirando la datacard con nuevo inters. Las colonias
ruurianas independientes eran esfuerzos conjuntos con una media docena de otras
especies. "Los otros copropietarios de esos mundos estuvieron de acuerdo?"

"Aparentemente s," dijo Tierce. "Los tratados hablan de los sistemas de colonia en su
integridad, sin mencin de regiones o distritos especficos." Sonri. "Por supuesto, los
ruurianos son bastante buenos en la persuasin."

"No son los nicos," dijo Disra, mirando al otro lado del cuarto adonde Flim estaba
inclinado en una silla, mirando malhumoradamente por una ventana. "Felicitaciones,
Almirante. Ha conseguido tres sistemas ms."

Flim no contest, y Disra sinti que su labio se retorca de desprecio. Aparentemente, el

timador todava estaba cavilando.
"No se preocupe," dijo Tierce, siguiendo la mirada de Disra. "Lo superar lo
suficientemente pronto."

"O sino pronto se encontrar empalado en un palo afilado en alguna parte en el Espacio
Desconocido," gru Flim sin darse la vuelta. "Justo al lado de ustedes dos."

Disra alz la vista a Tierce. "Cul es su problema?"

"Nada serio," dijo Tierce, desestimando al timador con un movimiento de la mano.

"Est preocupado acerca de esa nave aliengena, eso es todo."

"Ah," dijo Disra, esbozando una estrecha sonrisa. S - la misteriosa nave aliengena que
ese piloto de la clula durmiente haba visto y grabado afuera de Pakrik Minor. "De
cualquier forma, cul es el estatus de eso?"

"Los analistas deberan terminar en cualquier momento," le asegur Tierce. "Tengo un

presentimiento de que esto puede ser lo que estbamos buscando, Su Excelencia."

Disra sinti que un escalofro le ondulaba por la espalda. "Realmente cree que la Mano
de Thrawn estaba en esa nave?"

"Usted vio el diseo," seal Tierce. "En parte caza TIE, en parte algo ms. S, creo que
sa es la Mano, o sino su agente, o sino alguien del Capitn Parck. Cualquiera que sea,
creo que finalmente podemos haber atrado a la luz a nuestro blanco."

Flim hizo un ruido que retumb en el fondo de su garganta. "Como podran atraer a la
luz a una Estrella de la Muerte," murmur.

"Est exagerando un poco el melodrama, Almirante," dijo Tierce, su paciencia

empezaba a sonar un poco gastada. "Quienesquiera que sean, hay una docena de formas
en la que podemos impedirles acercarse lo suficiente para darse cuenta de que usted es
un fraude."

"Y qu harn si quieren saludarme?" contrapuso Flim. "Qu va a decir entonces?

Que tengo laringitis? Que acabo de irme por una semana?"

"Basta, los dos," los cort Disra cuando la luz del comunicador en su escritorio empez
a parpadear. "Esto puede ser eso."

Tecle el comunicador. "Moff Disra," dijo.

El hombre en la pantalla era de mediana edad, con el aspecto ligeramente corto de vista
de alguien que se ha pasado largos aos mirando una pantalla de computadora. "Coronel
Uday, Su Excelencia: Anlisis de Inteligencia Imperial. Tengo el reporte final de ese
registro que me envi."

Excelente, dijo Disra. "Envelo inmediatamente."

"S, seor," dijo Uday, mirando abajo y presionando teclas fuera de cmara. Otra luz en
la pantalla de Disra pestae encendindose y apagndose de nuevo, marcando la
transferencia. "Me temo que no haba mucho que pudiramos sacar de la nave misma,"
continu Uday. "Pero todo lo que haba est all."

"Gracias," Disra dijo, intentando no sonar demasiado impaciente. Cuanto ms pronto

pudiera cortarle a este necio grrulo, ms pronto l y Tierce podran empezar a revisar el
reporte lnea por lnea. "Recibir una distincin por su rpido trabajo."

"Dos puntos, primero, si me lo permite, Su Excelencia," dijo Uday, alzando dos dedos.

"Estoy seguro de que todo est en su reporte," dijo Disra, estirndose hacia el
interruptor. "Gracias-"

"De acuerdo a la nota que acompaaba el archivo, el avistaje fue hecho por un caza TIE
afuera de Pakrik Minor," dijo Uday. "Ese resulta no ser el caso."

Disra se congel con el dedo encima del interruptor. "Explique."

"El archivo realmente es una recopilacin de dos avistajes separados," dijo Uday. "Uno
fue realizado en el sistema Kauron, pensamos, el otro o en el sistema Nosken o
Drompani. Tampoco ninguno fue realizado por un caza TIE."

Disra le arroj una mirada dura a Tierce. La cara del Guardia Real se haba vuelto de
piedra. "Cmo lo sabe?" demand.

"Que no vinieron de cazas TIE?" pregunt Uday. "Los perfiles de sensores no

coinciden. Yo supondra un ala-X o ala-A para el primero, algn tipo de nave de guerra
bien equipada para el segundo. No una nave de la Nueva Repblica - la firma de
comprobacin tampoco coincide con eso." El coronel se encogi de hombros. "Y acerca
de dnde fueron hechos, eso se deduce fcilmente de los patrones de estrellas del
fondo."

Disra respir cuidadosamente. "Gracias, Coronel," dijo. "Ha sido muy til. Como le
dije, recibir una distincin."

"Gracias, Su Excelencia," dijo Uday.

Disra apual el interruptor del comunicador, y la cara del coronel se desvaneci.

"Bueno," dijo el Moff, mirando de nuevo a Tierce. "Parece que nos han mentido."

"De hecho lo parece," dijo Tierce, con voz suave, su expresin se haba vuelto
repentinamente mortal. "Creo, Su Excelencia, que hemos sido traicionados."

Disra jur viciosamente. "Ese clon kriffinante. Ese clon kriffinante. Nunca debimos
haber confiado en l. Thrawn nunca debi haber empezado este kriffinante proyecto en
primer lugar."
"Clmese," dijo Tierce, su tono repentinamente alerta. "Thrawn saba lo que estaba
haciendo. Y no se olvide que un buen nmero de esos clones murieron luchando para el
Imperio."

"De todos modos son una abominacin," gru Disra. l haba hablado con clones; los
haba enviado a la batalla; incluso los haba vendido a los Piratas Cavrilhu a cambio de
los preciosos cazas estelares Ave de Presa de Zothip. De todos modos le ponan la piel
de gallina. "Y no puedes confiar en ninguno de ellos."

"Podemos apartarnos de Carib Devist y la traicin de los clones por un minuto?"

interpuso tensamente Flim. "Me parece que la pregunta ha de ser por qu nos envi un
registro falsificado en primer lugar. Qu tena que ganar?"

Tierce respir profundo, claramente forzndose a calmarse. "sa es de hecho la

pregunta. Disra, cmo lleg el registro?"

"A bordo de una sonda dron de la estacin de contacto del Ubiqtorate en Parshoone, le
cont Disra. "Enviado por el agente a cargo-"

"Enviado directamente aqu?" lo cort Tierce. "Ningn relevo o cambio de curso?"

"No," dijo Disra, cerrando un puo cuando repentina y tardamente se dio cuenta.
"Queran la ubicacin de Bastin."

"Y la consiguieron," dijo oscuramente Tierce, su comunicador ya estaba en su mano.

"Mayor Tierce a Seguridad Capital: alarma silenciosa completa. Posibles espas en la
ciudad; localizar y poner bajo vigilancia. No - repito, no - los detengan en este
momento. Esperen confirmacin del Moff Disra."

Obtuvo una confirmacin y lo apag. "Necesita enviarles una confirmacin, Su

Excelencia," dijo.

"Ya s," dijo Disra, fruncindole el ceo. "Disclpeme si parezco extraordinariamente

denso hoy; pero no quiere que los detengan? Espas o saboteadores en mi ciudad, y
usted no quiere que los detengan?"

"No creo que sean saboteadores," dijo Tierce. "Despus de todo, han estado aqu por lo
menos un par de das y no ha explotado nada."

"Oh, eso es reconfortante," dijo framente Disra. "Por qu no quiere que los
detengan?"

"Como Thrawn sola decir, dentro de cada problema yace una oportunidad." Tierce
desvi la mirada al costado. "Se me ocurre que tenemos una oportunidad
extremadamente interesante aqu."

Frunciendo el ceo, Disra sigui su mirada...

"Ser mejor que no estn pensando en lo que creo que estn pensando," advirti Flim,
sus ojos pasaban inquietamente de un lado a otro entre Tierce y Disra.
"Por supuesto que lo estamos," le asegur Tierce. "Un equipo espa Rebelde, siendo
confrontado personalmente por el Gran Almirante Thrawn? Sera el broche de oro
perfecto para tu actuacin."

"La lea perfecta bajo mi pira funeraria, quieres decir," respondi el fuego Flim. "Ests
loco, Tierce? Si vislumbran mi presencia, vas a tener un Gran Almirante martirizado en
tus manos."

"Lo que podra no ser una idea tan mala," gru Disra, tecleando la confirmacin de la
alarma de seguridad de Tierce en su tablero. "Tierce tiene razn - sta es una
oportunidad perfecta para demostrar tu omnisciencia."

"Apenas puedo esperar," dijo agriamente Flim, cruzando los brazos.

"Tranquilcese, Almirante," dijo Tierce, apartando a Disra al costado y pidiendo una

apreciacin global de la rejilla de bsqueda en la pantalla. "Los habremos localizado en
quince minutos, y todo habr terminado en treinta."

Hubo un pitido en la pantalla. "Su Excelencia?"

Murmurando una maldicin, Disra tecle el interruptor del comunicador. "S, qu

pasa?"

Un hombre joven de aspecto diligente apareci en la pantalla. "Mayor Kerf, Su

Excelencia: control de espaciopuerto," se identific. "Pens que le gustara saber que su
lanzadera acaba de aterrizar."

Disra dispar a Tierce una mirada por encima de la pantalla, obtuvo un encogimiento de
hombros en respuesta. "La lanzadera de quin acaba de aterrizar?"

"Pens que lo saba, seor," dijo Kerf, un poco desconcertado. "Dijo que estaba en
camino al palacio para verlo, y yo slo asum-"

"No me importan sus asunciones, Mayor," exclam Disra. "Quin es?"

"Que, el almirante, seor," tartamude Kerf. "Usted sabe- El Almirante Pellaeon."

***

El mozo en el caf al aire libre apoy el plato de rodajas de trimpian a la parrilla en la

mesa, acept el pago con casi una sonrisa de desprecio, y se volvi hacia el alero
adonde estaba la barra. "Es una verdadera gema, no," refunfu Lando, mirndolo fijo.

"Probablemente se figura que los estudiosos M'challa no podran distinguir un buen

servicio si les cayera encima, as que por qu molestarse," dijo Han, recogiendo una de
las rodajas y zambullndola en la amarilla salsa de miasra arremolinada, teniendo
cuidado de evitar que la manga de su tnica se metiera en ella. A pesar del hecho de que
no tenan ningn nuevo progreso que mostrar por su trabajo de la maana, estaba
sintindose realmente mejor que ms temprano.
Lando, por otro lado, pareca haber atrapado su mal humor. "Entonces qu, eso
significa que nuestro dinero no es bueno?" gru. "Te digo, Han, estn ponindose
arrogantes de nuevo."

"S, ya s," dijo Han, mordiendo un bocado mientras miraba a la gente apresurada por
las calles que orillaban el caf. Apresurada en sus trabajos, con un paso ligero y un
optimismo que probablemente no haban tenido en aos. Y no haca falta un genio para
darse cuenta por qu.

El Gran Almirante Thrawn haba vuelto.

"Tienen que darse cuenta de que todava estn completamente en inferioridad de

condiciones," seal alrededor de su boca llena. "Les quedan, cuntos, mil sistemas?"

"No son muchos," convino Lando, tomando un pedazo del trimpian para s mismo y
ponindolo delicadamente en la salsa de miasra. Lobot, not Han, sin la distraccin de
la conversacin o el malhumor para reducirle la velocidad, ya estaba en su segunda
rodaja. "Pero seguro que no lo notaras al mirarlos."

"S," dijo Han, mirando un poco ms alrededor. Gente feliz, gente alegre, confiada de
que el universo estaba a punto de abrirse y que de nuevo lloveran maravillas sobre
ellos. Era suficiente para volver un mal humor muy podrido...

Hizo una pausa, el picante bocado de trimpian entre sus dientes de repente olvidado.
Ms all de los peatones, el trnsito vehicular se haba detenido momentneamente
cuando un camin speeder a media cuadra maniobraba hacia una rampa de carga. Y en
uno de los landspeeders a unos metros detrs del caf-

"Lando- por all," sise, sealando hacia el landspeeder con la cabeza. "Ese landspeeder
descapotable verde oscuro. El tipo de la espesa barba rubia?"

Lando tir atrs el costado de su capucha para tener mejor visibilidad. "Ser un pastor
de nerfs desaliado," jade. "Ese no puede ser Zothip, no?"

"Seguro que se parece a l," convino gravemente Han, luchando contra el impulso de
apretarse un poco ms su propia capucha alrededor de la cara. El Capitn Zothip, la
cabeza de los Piratas Cavrilhu, y una de las formas ms sucias de escoria podrida semi-
inteligente con el que alguna vez tuvo el infortunio de cruzar caminos. Considerando la
recompensa por la cabeza de Zothip, no debera haber habido ningn planeta civilizado
en ninguna parte de la galaxia adonde pudiera ser capaz de mostrar su fea cara.

Y sin embargo all estaba, apretado en un landspeeder con cinco guardaespaldas

igualmente feos en el medio de la capital Imperial, gritndole obscenidades al camin
speeder como si fuera el dueo de todo el pueblo. "Dira que hemos encontrado el
vnculo pirata-Imperio que Luke y yo hemos estado buscando," murmur. "Clones y
todo."
"Yo dira que tienes razn," dijo Lando, su tnica se movi ligeramente cuando l se
estremeci. "Seguro que espero que no vayas a sugerir que lo sigamos y lo
confirmemos."

Han agit la cabeza. "No hay ninguna oportunidad, compaero. Me enred con l una
vez hace mucho tiempo. No tengo el ms mnimo inters de intentarlo de nuevo."

"Yo tampoco." Lando exhal audiblemente. "Sabes algo, Han? Nos estamos volviendo
viejos."

"S, dmelo a m," dijo Han. "Vamos, comamos y volvamos a la biblioteca."

Mir a la brillante luz del sol y al cielo azul sin nubes. "De repente este pueblo parece
mucho menos amistoso que hace cinco minutos."

***

El camin speeder termin su maniobra, el trfico empez a moverse de nuevo, y Solo y

los otros volvieron a su comida.

Y dejando una moneda de alta denominacin junto a su propio bocadillo a medio

terminar, Karoly dej el caf y se desliz afuera entre el trfico peatonal. De repente,
haba algo ms interesante que Solo y Calrissian y su bsqueda en la biblioteca para
atraer su atencin.

Algo mucho ms interesante.

El landspeeder Kakkran verde oscuro no haba llegado a ms de una cuadra de distancia

cuando ella encontr lo que estaba buscando: un viejo, Ubrikkian 9000 golpeado y
descuidado, estacionado al costado de la calle. Palmeando su incitador reglamentario
Mistryl, brinc al asiento de conductor, tomando la palanca de control con una mano y
deslizando el incitador debajo del panel de lectura con la otra. El motor volvi a la vida
tosiendo renuentemente, y con una mirada por encima de su hombro se meti en un
hueco en la corriente de vehculos. Un observador casual no habra visto nada inusual;
slo podra esperar que el dueo no se diera cuenta de la ausencia de su vehculo hasta
que ella hubiera terminado.

Teji su ruta hacia adentro y afuera del trfico hasta que haba acortado suficiente de la
ventaja de Zothip para poder captar frecuentes vislumbres del Kakkran verde oscuro.
Los edificios de aspecto ms oficial, incluyendo lo que obviamente era el palacio del
gobernador local, estaban situados en la zona ms alta en el borde norte de la ciudad a
una buena distancia a su izquierda. Si la conexin Imperial que Solo haba mencionado
era real, los piratas deberan doblar en cualquier momento.

Pero para su creciente sorpresa, no lo hicieron. En cambio, el Kakkran continu hacia el

este, desvindose al norte slo despus de que haba dejado muy atrs el palacio.
Alcanzaron las afueras de la ciudad y se dirigieron hacia las colinas arboladas que
bordeaban el rea al norte, y Karoly se encontr alejndose ms y ms atrs mientras el
trfico se haca ms tenue.
Los piratas cambiaron de camino dos veces ms, trazando una curva ms y ms lejos al
norte, y Karoly empez a arrepentirse de nunca haber conseguido un mapa del rea. El
camino en el que estaban pareca estar llevndolos en un crculo alrededor de la ciudad
lo que no tena ningn sentido en absoluto a menos que estuvieran intentando llegar al
palacio por detrs.

Todava estaba jugando con esa idea cuando el Kakkran de repente se desvi al lado del
camino y desapareci en los rboles.

Ella se desvi, tambin, saliendo de su Ubrikkian y dirigindose a los bosques a pie.

Slo haba avanzado un poco cuando el sonido de repulsores por delante la cort.

"Ests seguro que es aqu?" vino una voz spera flotando hacia ella a travs de los
rboles. "No se parece a ninguna ruta de escape que haya visto alguna vez."

"Confa en m, Capitn," le asegur una voz ms refinada. "Investigu completamente

el lugar la ltima vez que estuvimos aqu." Karoly vislumbr un movimiento en los
rboles y se puso a cubierto en un arbusto achaparrado-

"Aqu est," dijo el hombre refinado; y cuando Karoly se dej caer en una posicin
agachada detrs del arbusto vio a uno de los seis piratas estirar un brazo y apartar ramas
colgantes de un rbol que creca en la cara rocosa del acantilado. "Tu tpico camino de
ratas imperial."

Zothip gru, agachndose para asomarse adentro. "Un par de landspeeders escondidos
all. El tnel es lo suficientemente ancho para ellos, Control?"

"Presumo que lo averiguaremos," dijo el hombre refinado. "Grinner, hazlo arrancar."

Los piratas desaparecieron debajo de las ramas colgantes, y un minuto ms tarde se oy

el sonido de un repulsor encendindose. El sonido se hizo ms rpido, entonces se
desvaneci en la distancia. Karoly les dio una cuenta hasta diez, entonces se desliz al
rbol y pas agachada bajo las ramas.

Se encontr en un cuarto pequeo, no ms del doble de ancho del tnel de paredes de

mosaico que se extenda dentro de las colinas desde la pared trasera, con un pequeo
landspeeder Slipter estacionado al costado. En la distancia, poda ver la luz reflejada de
las luces del otro landspeeder alejndose rpidamente por el tnel.

Usando su incitador, puso en marcha el Slipter, esperando que el sonido del vehculo de
los propios piratas cubrira el ruido adicional. Girndolo y dejando las luces apagadas,
se dirigi en su persecucin.

***

"Reporte del Equipo de Seguridad Ocho, seor," dijo el joven soldado en el monitor de
comunicaciones, con voz fresca de la academia. "Tres posibles han sido descubiertos en
un landspeeder fuera del Edificio de Timaris. El Equipo de Seguridad Dos reporta que
dos posibles acaban de entrar en una tienda de joyera en la decimocuarta cuadra de la
Calle Bleaker."
"Tengo los datos enviados por ambos equipos," agreg el soldado en una de las
pantallas de computadora. "Buscando coincidencias faciales ahora."

"Buscar coincidencias contra el sistema de registro de la Flota completo en Ompersan,

Su Excelencia," explic el teniente que estaba de pie junto a Disra. "Si alguna vez han
cruzado caminos con el Imperio, sus caras estarn all."

"Muy bien, Teniente," dijo Disra, echando una mirada alrededor de la sala de situacin
del palacio en penumbra con una mezcla de satisfaccin y envidia. Satisfaccin, porque
el equipo de comando que l haba instalado aqu hace un ao estaba trabajando con el
tipo de velocidad y eficacia que una vez haban sido el sello orgulloso del ejrcito
Imperial. Envidia, porque no era para l que estaban trabajando. "Alguna sugerencia,
Almirante?"

Parado detrs del monitor de la estacin principal de comunicaciones, Thrawn alz

educadamente las cejas. En la escasa iluminacin sus resplandecientes ojos rojos
parecan aun ms brillantes que lo usual. "Sugiero, Su Excelencia," dijo, la palabra
'sugiero' simplemente enfatizada, "que primero dejemos que el personal de anlisis haga
su trabajo. No hay nada que podamos ganar mostrando nuestra mano hasta que estemos
seguros de quines son los espas."

"Quiz lo sean todos," contrapuso Disra, repentinamente cansado de la condescendencia

corts. En personaje o no -peligroso o no- era tiempo de que bajara al timador un
brochazo o dos. "Coruscant ha estado intentando averiguar la ubicacin actual de
Bastin durante ya dos buenos aos. Dudo que desperdicien ese difcilmente
conseguido conocimiento slo para dejarnos caer a un espa o dos."

Poda sentir los ojos de Tierce en l, y el calor de la desaprobacin del Guardia a su

desafo verbal. Pero las cejas negro-azuladas de Thrawn meramente se alzaron
educadamente. "Qu sugiere, entonces, Su Excelencia? Que un equipo saboteador ha
sido enviado a hacer caer nuestros escudos planetarios como preparativo para un ataque
mayor?"

Disra lo mir fijamente, el traqueteo sbito momentneamente desvi su irritacin. sa

era precisamente la treta que ellos mismos estaban preparando contra Bothawui, el
planeta natal bothano. Qu en el Imperio estaba haciendo Flim hablando abiertamente
aqu sobre tal cosa?

Fue salvado de su confusin sbita por el soldado en la consola de computadora.

"Reporte de Ompersan, Almirante," anunci el otro. "Los posibles sospechosos estn
limpios. Todos estn listados como ciudadanos Imperiales."

"Muy bien," acept Thrawn. "Continen con la bsqueda. Su Excelencia, presumo que
no se ha olvidado de su cita."

Disra mir su crono, suprimiendo un ceo. S, Pellaeon llegara al palacio ahora en

cualquier minuto. Y entre esa presin de tiempo y la confusin que su comentario
puntiagudo acerca de los saboteadores haba causado, el timador se las haba arreglado
para frenar el ataque verbal del Moff sin decir nada que pudiera traducirse como
insubordinacin.

Justo la clase de cosa que el Thrawn real podra haber hecho. Disra supuso que deba
estar contento. "Gracias por el recordatorio, Almirante," dijo. "Contine aqu. Y djeme
saber en el minuto -el minuto- que encuentre algo."

***

Haban regresado al trabajo haca media hora cuando los dedos de Lobot abruptamente
se detuvieron. "Qu pasa?" pregunt Han, el olor de la salsa de miasra en su aliento
pas por la oreja de Lando mientras Han se inclinaba sobre su hombro. "Estamos
adentro?"

"No lo s," dijo Lando, fruncindole el ceo a Lobot. La cara del otro tambin haba
cambiado sutilmente, aproximadamente al mismo tiempo que sus dedos haban dejado
de teclear. Ms importante, el patrn de luces diminutas en la lectura de frecuencia de
su implante ciberntico haba cambiado. "Algo ha interrumpido su contacto con
Moegid."

"Uh-oh," murmur por lo bajo Han. "Crees que nos han descubierto?"

"No lo s," dijo de nuevo Lando, estudiando el perfil de Lobot y preguntndose si deba
intentar hablarle. Los ojos de Lobot parecan casi completamente vidriosos, como si
estuviera en un trance o pensando profundamente. "Nunca he visto ese patrn de
comunicaciones antes."

"Um." Han extendi la mano y experimentalmente toc el hombro de Lobot. No hubo

ninguna respuesta. "Frecuencia de respaldo, quizs?"

"Podra ser," convino Lando. "No saba que haban preparado una segunda frecuencia
de biocomunicador, pero eso tendra sentido. Slo deseara-"

Abruptamente, el patrn de luces diminutas cambi de nuevo. "Cuidado," grazn Lobot,

su voz era una parodia aterradora de la voz insectil de un Verpine. "Frecuencias de
seguridad muy activas."

"Moegid est hablando a travs de l," dijo Lando, con una sensacin de estrechez en el
fondo de su estmago. Por lo que poda recordar, Lobot y Moegid tampoco haban
hecho eso nunca antes. "Moegid, puedes orme?"

Hubo una larga pausa, como si algn tipo de extraa traduccin bidireccional estuviera
teniendo lugar. "Oigo," dijo por fin Lobot. "Cuidado. Frecuencias de seguridad muy
activas."

"Nos descubrieron," dijo decididamente Han, ponindose de pie. "Vamos, salgamos de

aqu."
"Crees que esa es una buena idea?" pregunt Lando, mirando la escena ligeramente
emborronada fuera de su campo de privacidad. "Por lo menos aqu tendrn que venir
justo hasta nosotros para ver bien nuestras caras."

"Slo si no pueden encontrar una unidad de imagen en la que puedan enchufar ese
droide de all afuera," dijo speramente Han. "Vamos, dame una mano con Lobot-
podra no estar en condiciones de encontrar el camino por s mismo ahora. Moegid,
hay alguien curioseando por la nave?"

Haban llegado a medio camino de la puerta, cada uno de ellos agarrando la parte de
arriba de cada brazo de Lobot, antes de que la respuesta de Moegid regresara. "Nadie,"
les asegur Lobot en el mismo chillido graznante de Verpine. "Instrucciones."

"Qudate ah," le dijo Han. "Estaremos all en cuanto podamos. Mejor que tambin
cortes tus transmisiones a Lobot."

"Y no toques nada," agreg Lando. "Si pones en marcha los motores te habrn
seleccionado como blanco en medio minuto."

"Podran hacerlo de todos modos," advirti Han mientras continuaban hacia la salida.
"Dos te darn la mano del mazo a que se dieron cuenta de que el registro que Leia y yo
le dimos a Carib no fue tomado en Pakrik Minor. Todo lo que tienen que hacer es
comparar con los archivos en busca de cualquier nave que haya llegado despus de que
lo hizo esa sonda dron."

"A menos que Moegid haya entrado en la computadora del espaciopuerto y cambiado
nuestra fecha de llegada," gru Lando.

"Iba a hacer eso?"

"Iba a intentarlo. No s si pudo hacerlo o no."

Las luces en el implante de Lobot cambiaron de nuevo; y de repente, como un

sonmbulo que de repente despierta, se enderez en los brazos que lo sostenan y su
paso se volvi firme y seguro. "Slo tendremos que volver tan rpido como podamos,"
dijo Lando, dejando ir el brazo de Lobot y metiendo la mano debajo de su capa en busca
del pequeo lanzabalas indetectable escondido all. Tericamente indetectable por lo
menos. "Y esperemos llegar all antes que ellos."

***

Adelante, las luces del landspeeder de los piratas dejaron de rebotar. Karoly entendi la
indirecta y rpidamente detuvo su propio vehculo, apagando los repulsores tan pronto
como fue seguro hacerlo.

Justo a tiempo. Aun mientras el gemido de sus propios repulsores se desvaneca en el

silencio podra or delante los ltimos ecos de sonido cuando el vehculo tambin se
apagaba.
Las luces todava apuntaban hacia adelante, opuestas a ella. Saltando de su landspeeder,
se dirigi en esa direccin en un paso de aspecto ilusoriamente torpe que lograba un
balance entre velocidad y silencio.

No que la parte de silencio fuera tan necesaria. Zothip, en particular, no pareca

preocupado en lo ms mnimo acerca del ruido. "Est bien, tpico camino de ratas
imperial," retumbaba su voz ruda, antinaturalmente fuerte en los confines del tnel.
"Adnde va este turboascensor?"

"Sube al palacio, presumo," contest Control. l pareca estar por lo menos haciendo un
esfuerzo para mantener su volumen bajo. "En realidad yo nunca-"

"Entonces adnde va esta otra parte del tnel?" cort alguien ms.

"No lo s," dijo pacientemente Control. "Como haba empezado a decir, en realidad
nunca he estado aqu."

Karoly estaba lo suficientemente cerca para verlos ahora, perfilados al borde de las
luces del landspeeder. "Ser mejor averiguarlo," gru Zothip. "Grinner, llama al
turboascensor y qudate aqu con l cuando llegue. El resto de ustedes, vamos a dar un
paseo."

Los cinco de ellos se alejaron a travs del rea iluminada por las luces del landspeeder,
Zothip en el medio con los cuatro guardias formando una caja protectora alrededor de
l. El pirata restante, Grinner, presion una vez la llamada del turboascensor, entonces
se dio la vuelta para mirar a sus camaradas que se alejaban.

Karoly haba alcanzado la parte trasera del landspeeder cuando la cabina del
turboascensor lleg. Se dej caer detrs del cuarto trasero, congelndose en el lugar con
su blster listo, cuando Grinner se volvi a girar a donde podra verla.

Pero con las luces brillando prcticamente en su cara, no tena ninguna esperanza de
descubrirla all atrs en las sombras. Mir una vez a la cabina, aparentemente
confirmando que estaba vaca, y entr para apretar el botn de espera. Entonces,
satisfecho de haber cumplido sus rdenes, se volvi a dar la vuelta para esperar el
retorno de Zothip.

No le quedaban, comprendi Karoly, muchas opciones abiertas a estas alturas, y las que
tena no eran tan deleitables. Podra arreglar las cuenta de las Mistryl con Zothip justo
aqu y ahora, contando con la sorpresa y su entrenamiento Mistryl para compensar su
desventaja numrica. Pero por lo que haba alcanzado a or, pareca que estaba pasando
algo muy interesante entre Zothip y alguien en el palacio de arriba. Un plan de
asesinato, quizs? O incluso un golpe de estado?

No que a ella le importara particularmente qu pasaba con los gobernadores Imperiales.

O soldados o Moffs, dicho sea de paso. Todo el montn de ellos poda estrellarse y
arder por lo que concerna a las Mistryl. Pero piratas metindose furtivamente en el
palacio de un gobernador en un mundo Imperial simplemente era lo suficientemente
raro para haber despertado su curiosidad. Levantndose de su posicin agachada, se
desliz silenciosamente hasta detrs de Grinner.
Con su atencin en el tnel, y su mente quin sabe dnde, nunca oy nada. Dando la
vuelta caminando de lado detrs de l, mirando para asegurarse de no meterse en su
visin perifrica, se desliz al interior de la cabina del turboascensor.

Era, como haba supuesto por lo que haba vislumbrado de su interior, una cabina de
turboascensor militar trasplantada, probablemente reciclada de algn viejo Acorazado.
Y como era el caso con todos tales turboascensores, la puerta por la que acababa de
entrar estaba espejada por otra al lado opuesto de la cabina.

No haba sido usado recientemente; una sola mirada le dijo eso. De la misma manera,
tampoco pareca que hubiera estado sellada.

Slo haba una forma de asegurarse... y el momento para esa prueba era ahora. En la
distancia poda or el eco de pasos, y cuando mir de nuevo la puerta vio a Grinner
desaparecer en esa direccin cuando dio unos pasos por el tnel hacia los piratas que
regresaban.

Fue cosa de cinco segundos sacar sus garras de escalar de su bolsa de cadera, abrirlas,
ajustrselas firmemente en las manos, y deslizar sus puntas en la junta entre las puertas
cerradas. Apretando los dientes, empez a separarlas.

Por un momento no pas nada. Tir ms fuerte, poniendo msculos afilados por las
Mistryl detrs de ello; y con una rapidez que la sobresalt se separaron, deslizndose
fcilmente y casi sin hacer ruido hacia las paredes de la cabina.

Al contrario de la cabina misma, el tubo del turboascensor detrs de las puertas no haba
sido trasplantado de ninguna parte. Haba sido tallado en la roca slida, con slo un
marco reticulado ligero para apoyar el elevador por repulsin y equipo tractor que daban
energa al sistema.

El espacio entre el reticulado y la cabina era mnimo, pero adecuado. Pasando a travs
de la puerta, se volvi de nuevo para enfrentar el interior de la cabina, encontr donde
apoyar las puntas de los pies en el labio del marco de la puerta y consigui asir las
puertas mismas.

Haba tirado de ellas a una ligera rendija cuando Zothip gir la esquina y entr a la
cabina.

Se congel, abandonando el resto de su esfuerzo, sus ojos investigaban ahora el exterior

de la cabina. Si Grinner notaba que la rendija entre las puertas era mayor que lo que
haba sido ms temprano iba a haber problemas. Pero Grinner no le haba parecido del
tipo observador, y de cualquier forma no haba nada que ella pudiera hacer al respecto
ahora. Ms importante era el hecho de que si no encontraba una forma de agarrarse, iba
a quedarse atrs.

No haba ningn asidero conveniente que pudiera alcanzar, lo que significaba que iba a
tener que hacer alguno ella misma. Sincronizando con el momento exacto en que uno de
los piratas entr a la cabina, clav sus ganchos de escalar en el reticulado detrs de dos
de los paneles de luz. Apenas los haba fijado cuando sinti la vibracin de las puertas
principales cerrndose, y haban partido.

"Y qu haba en el otro extremo del tnel?" oy que la voz de Grinner preguntaba a
travs de la rendija entre las puertas.

Haba esperado que la respuesta viniera de Zothip, pero fue la voz de Control la que
contest. "Pareca alguna clase de departamento," dijo. "Bastante bien arreglado."

"Haba alguien en l?" pregunt Grinner.

"No en el momento," dijo Control. "Pero a quienquiera que viviera all le gustaba tener
su propia silla personal de capitn de Destructor Estelar."

"Su propia qu?" gru Grinner. "Qu en la cara de Vader querra hacer alguien con
algo as?"

"Muy bien," dijo con picarda Control. "Tienes la pregunta. Ahora si tuviramos la
respuesta, tendramos el juego completo."

"No me gusta esto," retumb Zothip. "No me gusta nada de esto. l est jugando algo
muy cerca del pecho, y no me gusta."

"Cualquier cosa que sea, lo averiguaremos lo suficientemente pronto," le asegur

Control. "Aunque podramos querer entrar un poco ms silenciosamente que lo que
habas planeado."

"Oh, claro que entraremos en silencio," prometi oscuramente Zothip. "No te preocupes
por eso. l nunca oir nada."

CAPTULO
21

Haban hecho cinco cuadras - que eran cuatro cuadras ms lejos de lo que Han haba
pensado que lograran - cuando todo empez a desenredarse.

"Han?" murmur Lando cuando los tres se apresuraban por una calle transitada por una
muchedumbre de otros peatones. "Ese landspeeder de seguridad all a la izquierda acaba
de reducir la velocidad."

"Ya s," dijo gravemente Han, asomndose alrededor del borde de su capucha de
estudioso. Por lo que poda ver a travs de las ventanas curvas, haba dos hombres en el
vehculo. Hombres jvenes y alerta, por su aspecto, indudablemente armados hasta los
dientes. "Este es, qu, el tercero que muestra un inters en nosotros?"

"Ms o menos," suspir Lando. "Dnde estn Luke y sus trucos Jedi cuando los
necesitas?"

"Luke o Leia," agreg Han, ahora deseando poderosamente no haber discutido con tanto
xito en contra de que ella viniera en este viaje. Bien podran haber sido descubiertos
mucho ms pronto; pero por lo menos cuando lo hubieran sido habran tenido un Jedi
aqu a su lado. "Est dndose la vuelta - claro que estn tras nosotros."

"Bueno, no te rindas todava," dijo Lando, mirando a su alrededor. "Todava tienes una
posicin oficial en la Nueva Repblica- tal vez podamos zafarnos hablando.
Especialmente si saben cmo reacciona Leia cuando alguien de su familia est en
problemas."

"Quieres decir como cuando uno de sus hijos es secuestrado o su marido es molido a
golpes o algo as?" gru Han, sintiendo que su cara se calentaba.

"No quise decirlo de esa forma," protest Lando.

"Gracias de todos modos," dijo Han, echando una mirada alrededor en busca de
inspiracin. Su mirada cay en un caf al otro lado de la calle con un cartel grande que
deca HOY TORNEO DE SABACC desplegado de forma prominente en la vidriera de
cristal de privacidad... "Por all." Toc a Lando con el codo sealndole en direccin al
caf. "Tienes tu lanzabalas, correcto?"

"Uh... s," dijo cautelosamente Lando. "Qu tienes exactamente en mente?"

"Qu es a lo que los tipos de seguridad nunca pueden resistirse?" Han pregunt.
"Especialmente los jvenes y arrogantes?"

"No lo s," Lando dijo sin sentido del humor. "Hacer sufrir a los prisioneros?"

Han agit la cabeza. "Un buen disturbio," dijo, sealando con la cabeza hacia el caf.
"Lleva a Lobot al medio del lugar y cominzalo. Yo me ocupar del resto."

"Correcto. Buena suerte."

Atravesaron el trfico en una pieza y entraron en el caf. Adentro, era justo como Han
haba esperado: grande, bien iluminado, y apiado hasta las agallas de jugadores de
sabacc inclinados encima de las mesas y curiosos parados detrs de ellos mirando por
encima de sus hombros. Desvindose a la derecha apenas entrando por la puerta, dio la
vuelta andando de lado detrs de una pared de observadores mientras Lando y Lobot se
abran camino hacia la barra curvada que se pandeaba en el cuarto desde el centro de la
pared de la izquierda. Para cuando la alcanzaron Han se las haba arreglado para
deshacerse de su tnica de estudioso. Apartndola de una patada contra la pared, se
frot el sudor de sus palmas y esper a que Lando hiciera su movimiento.

No tuvo que esperar mucho tiempo. "Est bien, eso es!" bram abruptamente Lando, su
voz cort a travs del bajo murmullo de conversacin de fondo como un sable de luz a
travs de un bloque de hielo. Todas las cabezas se volvieron hacia la barra-

Y se convulsionaron de vuelta en estupefaccin y miedo cuando el lanzabalas vol un

agujero en el techo.

"Arreglaremos esto aqu y ahora, t cerebro de kowk sarnoso," grit Lando por encima
del eco del tronido y algunos chillidos boqueantes. "Todos los dems - fuera!"
No le qued claro a Han, como a ninguno de los dems, a quin era que Lando se estaba
refiriendo como cerebro de kowk sarnoso. Pero si el sbito xodo aterrorizado del
cuarto era algn tipo de indicacin, nadie pareca dispuesto a aceptar el ttulo. Bebidas,
cartas, y dignidad completamente olvidadas, toda la muchedumbre hizo una arremetida
concertada hacia la puerta.

Han dej que alrededor de la mitad lo pasara. Entonces, abrindose camino en la

corriente, pas apretado a travs de la puerta y hacia la calle.

Haba tenido razn acerca de los dos hombres de seguridad. Con su vigilancia silenciosa
totalmente abandonada, estaban camino en contra de la corriente de gente hacia el
sonido de los tiros de lanzabalas, empuando sus blsteres listos. Abrindose paso a
codazos transversalmente contra el flujo, Han se dirigi hacia ellos.

Concentrndose en el caf, el primero pas empujando a Han sin una sola mirada. Han
esper hasta que el segundo acabara de pasarlo; entonces, agarrando la mano del arma
del muchacho, gir sobre un taln y llev con fuerza su codo al estmago del otro. Se
qued sin aire con un fuerte resoplido agnico que claramente anunci que estaba fuera
de la pelea.

Desafortunadamente, el sonido tambin le anunci claramente los problemas a su

compaero. Incluso mientras Han arrancaba el blster de la mano inerte de su vctima el
otro hombre de seguridad, todava enredado por la muchedumbre, se gir para ver qu
haba pasado.

El muchacho ciertamente era lo suficientemente joven y gil. Pero se haba girado hacia
su izquierda, lo que dejaba su blster fuera de lnea para un tiro rpido hacia atrs de l.
Han, por otro lado, ya tena apuntada el arma que se haba apropiado. Con una splica
silenciosa para que las trampas completas de la civilizacin estuvieran en su lugar aqu
en la capital Imperial, dispar.

Su splica fue contestada. En lugar del destello mortal del fuego blster de plena
potencia, el arma en su mano escupi los brillantes anillos azules de una descarga
aturdidora.

El hombre de seguridad cay como una roca bajo el flujo de la muchedumbre, que ya se
estaba alejando de esta nueva amenaza a su paz y tranquilidad. Blandiendo en alto el
blster, Han brinc por encima del cuerpo postrado y arremeti de vuelta hacia el caf.

Adentro, el lugar estaba desierto. Incluso el mozo haba encontrado alguna parte adonde
desaparecer. "No es como en los viejos das en el Borde Exterior," coment Lando casi
con nostalgia, quitndose su propia tnica de estudioso con una mano mientras
mantena su lanzabalas preparado.

"Suerte para ti que no lo sea," le record Han. "En Tatooine o Bengely habra habido
quince blsteres sobre ti antes de que pudieras hacer tu segundo tiro. Vamos - la puerta
trasera es por ah."
No obstante, sinti su propia punzada de remordimiento mientras los tres de ellos se
dirigan hacia el fondo del caf. sos de hecho haban sido buenos tiempos...

***

Tomando fuerza, Disra alz los ojos del datapad. "No s qu decir, Almirante," dijo,
con cuidado de no exagerar la indignacin herida en su voz y su expresin. "Niego
categricamente todo esto, por supuesto."

"Por supuesto," repiti Pellaeon, con ojos fros y calculadores. "Estoy seguro de que no
es ms que una campaa para ensuciarlo cuidadosamente orquestada por sus enemigos
polticos."

Disra se mordi la lengua de molestia. se haba sido de hecho el argumento que haba
estado planeando usar. Que Vader se lleve al hombre, de cualquier forma. "Yo no ira
tan lejos," dijo en cambio. "No tengo ninguna duda de que por lo menos algunas de sus
fuentes han sido sinceras. Cualesquiera que fueran sus motivaciones o sinceridad, sin
embargo, su informacin est equivocada."

Pellaeon intercambi miradas con el Comandante Dreyf, sentado a su lado. Miradas

pacientes y conocedoras de ambos lados. "En serio," dijo Pellaeon, mirando de nuevo a
Disra. "Y cul sugiere que es la motivacin y sinceridad de los datos oficiales de
comercio que el Comandante Dreyf ha destapado en Muunilinst?"

"sa es la seccin quince en el archivo," ofreci servicialmente Dreyf. "En caso de que
lo haya pasado por alto."

Disra apret los dientes, mirando de nuevo el datapad. Que Vader se lleve a Pellaeon y
a Dreyf. "Todo lo que puedo sugerir es que alguien plant esos nmeros
deliberadamente," dijo.

Era una defensa increblemente dbil, y todos en la oficina indudablemente lo saban.

Pero aun mientras Pellaeon abra la boca para probablemente sealar eso, hubo un
tmido golpe al otro lado del cuarto y una de las puertas dobles se abri
ponderosamente. Disra alz la mirada, listo para chamuscar a la persona que haba
tenido la temeridad de entrometerse en una conversacin privada-

"Su Excelencia?" dijo Tierce, parpadeando con sorpresa delicadamente mal

representada a la vista de los dos soldados armados que flanqueaban la puerta, guardias
que Pellaeon haba tenido el descaro de traer aqu con l. "Oh, lo siento, seor-"

"No, est bien, Mayor," dijo Disra. "Qu pasa?"

"Tengo un mensaje urgente para usted, Su Excelencia," dijo Tierce, cruzando

vacilantemente hacia el escritorio, con los ojos en Pellaeon. "Del cuarto de situacin de
palacio."

"Bueno, djeme verlo," gru Disra, hacindole seas impacientemente al otro para que
se adelante e intentando cubrir sus sbitos recelos. Tierce podra igual de fcilmente
haber llamado por el comunicador con las noticias de su bsqueda de espas; el enfoque
del altavoz estaba calibrado para que nadie ms que Disra pudiera orlo. Haber venido
personalmente implicaba que algo haba ido tremendamente mal...

Tierce se estir al escritorio y le dio su datapad a Disra. Y algo de hecho haba ido
tremendamente mal.

Espas enemigos identificados como ex-generales de la Nueva Repblica Han Solo y

Lando Calrissian ms un hombre no identificado con un implante ciberntico ceflico.
Los sujetos fueron vistos e identificados en la esquina de Regisine y Corlioon, pero han
evadido la vigilancia y han escapado. Seguridad capital est actualmente intentando
reestablecer contacto.

Disra alz la vista a Tierce, vio el borde duro en los ojos del Guardia Real. "No me
gustan los reportes as," dijo oscuramente. "Qu exactamente est haciendo el teniente
al respecto?"

"Todos estn trabajando en ello," dijo Tierce. "Parecen estar haciendo su mejor
esfuerzo."

"Hay algn problema?" habl Pellaeon. Su pregunta estaba dirigida a Disra, pero sus
ojos -y su atencin- estaban claramente en Tierce. "Quizs le gustara ocuparse
personalmente."

Disra apret los dientes de nuevo. S, quera muchsimo ver qu estaba pasando all
arriba. Pero Pellaeon no le habra ofrecido descolgarse de la horca, ni siquiera
temporalmente, a menos que tuviera algn tortuoso plan propio en mente.

Suprimi una sonrisa cuando lo comprendi. Por supuesto- Pellaeon quera la

oportunidad de hacerle un rpido interrogatorio privado a Tierce, y estaba intentando
quitar al Moff del camino.

Y era ahora igualmente claro que la esperanza de mostrar ese preciso cebo delante de l
haba sido precisamente la razn por la que Tierce haba entregado el mensaje
personalmente. "Gracias, Almirante," dijo Disra, ponindose de pie. "Creo que lo har.
Mayor Tierce, quizs quiera hacerle compaa al Almirante y a su delegacin hasta que
yo vuelva."

"Yo, seor?" pregunt Tierce, dndole a los visitantes una mirada simplona, de ojos
anchos. "Eh, ciertamente, seor. Si al Almirante no le importa."

"De ninguna manera," dijo suavemente Pellaeon. "Estara encantado."

"Regresar pronto," prometi Disra. "Que lo disfruten. Los dos."

Treinta segundos ms tarde estaba de regreso en el cuarto de situacin. "Qu pas en el

nombre de los dientes de Vader?" demand.

"Clmese, Su Excelencia," dijo Thrawn, sus ojos le destellaron amenazadoramente a

Disra. "Slo los hemos perdido temporalmente."
Disra mir intensamente al otro, tragndose una rplica mordaz. Si este enredo era culpa
del timador, iba a clavarlo a la pared. "Puedo inquirir cmo pudo pasar algo as?"

"Solo y Calrissian son veteranos de combate, altamente experimentados en la

supervivencia," dijo serenamente Thrawn. "Los hombres de seguridad contra los que se
enfrentaron no." Se encogi sutilmente de hombros bajo el uniforme blanco. "En
realidad, fue bastante instructivo, sealando como lo hizo algunas obvias deficiencias en
los procedimientos de entrenamiento de Seguridad Capital. Tendremos que remediar
eso."

"Estoy seguro de que estarn encantados de tener su aporte," dijo Disra, examinando el
tablero de estado. Mostraba actualmente una imagen global de la ciudad, con las
ubicaciones de todas las fuerzas de Seguridad Capital esparcidas en ella. "No tendra
ms sentido concentrar nuestra vigilancia en el espaciopuerto? Probablemente estn
intentando volver a su nave."

"Estoy seguro de que lo estn," convino Thrawn. "Sin embargo, si llegan y encuentran
un anillo de stormtroopers bloqueando el camino, simplemente encontrarn un camino
alternativo para salir de Bastin."

"Supongo que tiene razn," dijo renuentemente Disra. Indudablemente un argumento de

Tierce. Tambin probablemente sus palabras exactas; Disra prcticamente poda or las
inflexiones caractersticas del Guardia en la voz del timador. "Puedo preguntar qu
sugiere que hagamos, entonces?"

Thrawn dirigi sus ojos rojos resplandecientes hacia el tablero de estado. "El primer
paso para atrapar una presa consciente es pensar como ella," dijo. De nuevo, palabras
que sonaban sacadas directamente de la boca de Tierce. "Cul era su misin aqu, y
cmo pensaban lograrla?"

"Qu tal sabotaje?" rechin Disra. "Esa suena como una misin probable?"

"No," dijo firmemente Thrawn. "No enviaran a hombres como Solo y Calrissian como
saboteadores. Espas, quizs, pero no saboteadores."

"Almirante Thrawn?" dijo uno de los soldados desde su estacin. "Ahora tengo una
corroboracin parcial de los blancos. Tenemos la descarga de un droide que muestra
que han pasado los ltimos tres das en la Biblioteca Imperial."

"Muy bien," dijo Thrawn, mirando de nuevo a Disra. Su cabeza se inclin

fraccionariamente hacia una esquina desocupada del cuarto-

"Me gustara hablar con usted un momento, Almirante," dijo Disra, entendiendo la
indirecta. "En privado, si es posible."

"Ciertamente, Su Excelencia," dijo Thrawn, haciendo seas hacia la esquina.

"Vengamos hasta aqu."

Cruzaron a la esquina. "No me digas- djame adivinar," murmur Disra, manteniendo

su voz baja. "Estn aqu tras el Documento de Caamas."
"Que revelacin asombrosa, Su Excelencia," dijo Flim, no del todo sarcsticamente, su
tono cambi sutilmente saliendo de su personaje de Thrawn. "La parte interesante es
que nunca haba odo hablar que ni Solo ni Calrissian tuvieran alguna parte del
entrenamiento de computadoras para un trabajo as."

Disra frunci el ceo. Ignorando la impertinencia del timador, tena un buen punto. Un
muy buen punto. El mismo Disra se haba abierto camino a los Archivos Especiales del
Emperador, pero haba tenido aos para hacerlo y cualquier nmero de expertos a los
que pedir consejo en el camino. "Entonces el experto en computadoras debe ser el
cabeza-implantada que est con ellos," sugiri.

La boca de Flim se arrug ligeramente. "No, no lo creo," dijo. "No consiguieron una
mirada lo suficientemente buena para un ID positivo, pero mi suposicin es que ese es
Lobot, el viejo administrador de Calrissian de sus das pre-Endor en Bespin. Hasta
donde s Lobot tampoco tiene ninguna especializacin en decriptacin..."

Se interrumpi, sus ojos de repente se estrecharon. "Qu pasa?" demand Disra.

"Hay un truco del que o hablar una vez," dijo lentamente Flim. "Un truco de
computadoras que alguien en el bajo mundo ide hace algunos aos. Ahora, cmo
funcionaba? No, has silencio por un minuto - djame pensar."

Por una docena de latidos del corazn el nico sonido en el cuarto fue el murmullo de la
conversacin de fondo mientras los hombres que trabajaban en sus tableros se
reportaban entre s la nueva informacin que llegaba. Toda ella negativa. Disra respir
profundo, concentrndose en mantener una correa firme en su impaciencia. Haba espas
enemigos sueltos en su ciudad...

Y abruptamente, los ojos de Flim se enfocaron de nuevo en l. "Verpines," dijo con una
nota de triunfo en su tono. "Eso era. Verpines."

Dio medio paso pasando a Disra. "Teniente, empiece un escaneo de frecuencia de

comunicador de amplio-espectro," orden, su voz era de repente de nuevo la de Thrawn.
"Concntrense en las frecuencias de biocomunicador verpine."

Las cejas del teniente ni siquiera se alzaron. "S, seor," dijo animadamente, ponindose
a trabajar.

"Espere un segundo," dijo Disra, casi agarrando la manga de Flim y recordando justo a
tiempo que eso sera fuera de personaje. "Frecuencias de biocomunicador verpine?"

"Realmente es un truco impresionantemente astuto," dijo Flim, dejando caer su voz de

nuevo a un nivel en el que slo Disra pudiera orlo. "Se tiene un experto en
computadoras verpine esperando en algn agujero seguro mientras que un intermediario
con un implante sincronizado a su frecuencia de biocomunicador personal va al sistema
que se quiere manipular. Con el flujo de datos que el implante puede manejar, todo
acta casi como un enlace teleptico. El verpine ve a travs de los ojos del implante y
trabaja en su propio tablero de computadora, y los dedos del intermediario imitan los
suyos en el sistema real."
"En otras palabras, lo convierte en un ttere," dijo entre dientes Disra, su estmago se
retorci de asco. Que un aliengena jugara de esa forma con un ser humano, incluso uno
implantado que ya no era del todo humano, era una vileza que orillaba en lo obsceno.

"Bsicamente," convino casualmente Flim. "Como dije, un truco realmente astuto."

"Le tomar la palabra," gru Disra. Naturalmente, para un timador enlodado en el bajo
mundo, tales obscenidades eran probablemente slo un estilo de vida comn.
"Entonces qu pasa si se interrumpe el enlace?"

Flim se encogi de hombros, el mismo gesto de Thrawn que haba usado antes. Fuera
del alcance del odo de los otros soldados, era todava lo suficientemente sagaz para
quedarse visualmente dentro de su papel. "Entonces quedan avisados, y tendremos que
intentar algo ms."

Disra alz la vista al tablero de estado. "Y qu tal si intentamos transmitir en esas
frecuencias de biocomunicador?" pregunt. "Quiz pedirle al verpine que ponga en
marcha sus repulsores o algo? Eso al menos nos dara seales de la ubicacin de su
nave."

"Tendramos que saber cmo componer un mensaje en verpine," dijo dudosamente

Flim. "Dudo que podamos encontrar a alguien que pueda hacerlo lo suficientemente
rpido."

"No podra un droide de protocolo encargarse de la traduccin?"

"No sin un mdulo especial," le cont Flim. "Los modelos estndar usualmente no
vienen provistos para traducir al verpine. No hay suficiente demanda."

Se acarici pensativamente el labio inferior. "Por otro lado, si Lobot todava tiene el
enlace abierto de su extremo, deberamos poder captar un eco de resonancia si le damos
a la frecuencia correcta. Eso era algo por lo que solamos tener que preocuparnos con
nuestros comunicadores cuando estbamos trabajando contra algunos grupos de patrulla
planetaria ms sofisticados. Si podemos poner un receptor lo suficientemente cerca, y si
tenemos suerte, deberamos poder localizarlos."

Disra sinti que su labio se retorca. "Hay una horrible cantidad de sis all."

"Ya lo s," concedi Flim. "Pero tenemos que intentar algo, y eso es lo mejor que puedo
hacer ahora mismo." Seal hacia la puerta con la cabeza. "Quiz ser mejor que traiga
de vuelta a Tierce. stas son tcticas, y l es nuestro experto en tcticas."

Y Pellaeon de cualquier forma haba tenido suficiente tiempo solo con el hombre. "Lo
enviar hacia aqu," dijo, dirigindose hacia la puerta. "Mantngame informado,
Almirante."

***
Con una sacudida final, la cabina del turboascensor se detuvo. "Es aqu?" gru la voz
de Zothip.

"Eso espero," dijo Control mientras las puertas se abran. "S - aqu debe ser."

"Entonces para qu lado?" demand uno de los otros piratas.

Poniendo la cabeza al costado, Karoly aline un ojo con la rendija que todava se
mostraba entre las puertas traseras. Los piratas estaban ahora mitad adentro y mitad
afuera de la cabina, Zothip estaba de pie en un pasadizo angosto afuera con los puos en
sus caderas, todos ellos miraban de un lado al otro en ambas direcciones por un corredor
angosto.

"No lo s," dijo Control, mirando a su alrededor una vez y entonces apuntando hacia la
izquierda. "Intentemos ese lado primero."

"Est bien," dijo Zothip. "Grinner, traba la cabina en este nivel- no queremos que nadie
venga por detrs de nosotros."

"Correcto," dijo Grinner, haciendo algo que Karoly no pudo ver con el tablero de
control. "Hecho."

Los piratas desaparecieron fuera de vista hacia la izquierda. Karoly les dio una cuenta
hasta cinco; entonces, encontrando un apoyo para la punta del pie en el umbral de la
puerta, puso sus garras de escalar en la rendija entre las puertas y las separ abiertas.

Entr a la cabina; y acababa de empezar a cerrar las puertas de nuevo cuando oy el

sonido de pasos afuera en el corredor.

Los piratas estaban regresando.

No haba tiempo para nada mas que reaccin instintiva. Poniendo toda su fuerza llena
en el esfuerzo, tir de las puertas hasta un par de centmetros de cerradas. Se trabaron
all, pero no haba tiempo para intentar liberarlas. Cruzando la cabina en dos largos
pasos rpidos, se apret tan invisiblemente como pudo en la esquina delantera
izquierda.

Justo a tiempo. Aun mientras apretaba sus garras de escalar firmemente contra las
paredes de la cabina para evitar el delator tintineo de metal contra metal si se rozaban
accidentalmente entre s, los pasos la alcanzaron.

"No veo porqu tanto escndalo con que tenga compaa," estaba murmurando Zothip
mientras el primer soplo de aire de su paso resopl a travs de la abertura de la cabina.
"De cualquier forma, slo o dos voces all."

"Eso no significa que no haya ms," dijo pacientemente Control cuando el grupo pas
de largo la puerta abierta y continu por el pasadizo. "Adems, si somos vistos por las
personas equivocadas este arreglo nuestro se ir directo al cao."
"Y qu?" gru Zothip, su voz se desvaneca mientras todos continuaron alejndose
por el corredor. "Cancelar el arreglo - y a Disra - es toda la idea, no?"

"Por lo menos debemos hablar primero," dijo Control. "Podramos poder reformar el
trato."

"Eh, Grinner, t seguro que sabes manejar un panel de control," aport otra voz desde
atrs del montn mientras el grupo continuaba su camino. "Sabas que cuando trabaste
la cabina abriste las puertas traseras?"

Karoly contuvo su respiracin; pero la respuesta de Grinner fue una breve obscenidad y
un recorrido ininterrumpido por el corredor. Ella les dio otra cuenta hasta cinco;
entonces, sacndose las garras de escalar y guardndolas, sac su blster y se dirigi tras
ellos.

No estaba a ms de unos pasos entrando al corredor cuando una sutil oleada de aire en
su cara le advirti que en alguna parte adelante se haba abierto una puerta. Aceler un
poco su paso, y dobl una ligera curva en el pasadizo justo a tiempo para ver un
rectngulo de luz tenue cerrase hasta volverse una rendija cuando los piratas cerraban
una puerta. Avanzando rpida y silenciosamente, se detuvo junto a la puerta y apoy la
oreja contra la rendija.

"Un lugar elegante," oy decir a uno de los piratas, su tono era una mezcla de desprecio
y envidia. "Mira esto- sbanas de seda ramordiana y todo."

"Quiz l te d un juego para tu litera," gru Zothip. "Adnde est el... oh, all est."

Se oy el suave sonido de una silla a arrastrada por una gruesa alfombra. Karoly movi
el ojo alrededor de la rendija, intentando ver qu estaba pasando. Pero desde su ngulo
todo lo que poda ver era una pequea seccin de un elaborado colgante de pared.
"Qu vas a hacer?" pregunt Control.

"Llamar a su oficina," gru Zothip. "Me figuro que puede pedirles que espere a
quienesquiera que tenga all."

***

"Lo siento, Almirante," dijo el Mayor Tierce, las yemas de sus dedos se frotaban
nerviosamente contra los costados de las piernas de sus pantalones. "Pero con todo el
debido respeto, realmente no s de qu est hablando. No creo haber ido nunca a Yaga
Minor. Si lo he hecho, debi haber sido como parte de un crucero de entrenamiento
cuando era cadete. Ciertamente no- cmo dijo; hace seis semanas?"

"Ms o menos," dijo Pellaeon, mirando cuidadosamente la cara de Tierce y deseando

poderosamente haber tenido suficiente evidencia para ordenar un anlisis de la verdad
completo. El hombre estaba mintiendo a travs de sus dientes - de eso Pellaeon estaba
seguro. Pero hasta que pudiera identificar positivamente a Tierce como el hombre que
haba penetrado en el sistema de computadoras de Yaga Minor, no haba nada ms que
pudiera hacer.
O hasta que ese experto en computadoras de la Nueva Repblica, Ghent encontrara
evidencia de la manipulacin de Tierce. se era un comodn del que ni Tierce ni Disra
saban.

Detrs de Pellaeon, las puertas dobles se abrieron. "Me disculpo por la demora,
Almirante," dijo Disra, pasando al Comandante Dreyf y dando la vuelta al costado del
escritorio de ivrooy. "Eso es todo, Mayor," agreg lacnicamente hacia Tierce.

"S, Su Excelencia," dijo Tierce. Por el ms breve instante sus ojos se encontraron, y
Pellaeon crey ver a Disra darle una inclinacin de cabeza microscpica a su ayudante.
Entonces, movindose con el aire de un hombre que intentaba huir de un grupo de
besiioths mientras todava mantena algunos jirones de dignidad, el mayor cruz la
oficina y escap.

"Confo en que el Mayor Tierce fue una compaa congenial para usted," coment
Disra.

"Bastante congenial," le asegur Pellaeon, estudiando cuidadosamente esa cara

retorcida. No tanto una cara como una mscara, pens, construida para ocultar la mente
detrs de ella.

Y l saba lo que haba en esa mente. El problema era, que no poda demostrarlo.
Todava no. Pero que hubiera un desliz por parte de Disra- slo uno-

"Ahora, en qu estabamos?" pregunt animadamente Disra, reclinndose en su silla. El

corto descanso definitivamente le haba hecho a su confianza una montaa de bien. "Oh,
s- esas cosas infundadas y calumnias que otra gente ha estado diciendo sobre m. Se me
ocurre, Almirante-"

Se interrumpi cuando la seal de llamada son en el comunicador de su escritorio.

Frunciendo el ceo, se inclin hacia adelante de nuevo y oprimi el interruptor. "S?"
ladr. "Qu pasa -?"

Se puso rgido, sus ojos se ensancharon momentneamente, su mandbula cay una

fraccin de centmetro. Sus ojos se lanzaron a Pellaeon y de vuelta a la pantalla del
comunicador. "S, estoy ocupado," gru. "Y no aprecio que me interrumpan de esta
forma para-"

Abruptamente se detuvo. Pellaeon esforz sus odos, pero el altavoz estaba enfocado
hacia Disra y l no poda or nada desde su posicin al lado opuesto del escritorio.

Y entonces vio que los ojos de Disra se ensanchaban de nuevo... y Pellaeon vio algo que
nunca haba visto antes. Algo que nunca haba esperado ver.

El Moff Disra, mentiroso, confabulador, y probable traidor, se puso blanco.

Dreyf tambin lo vio. "Su Excelencia?" pregunt, ponindose de pie y empezando a

dar la vuelta por el costado del escritorio.
El momento de impresin pas, y la expresin de incredulidad aturdida de Disra cambi
de repente a la de un rencor loco. "Atrs!" le gru a Dreyf, su mano latigue hacia l
como si intentara alejar a un animal peligroso. "Estoy bien. Slo qudese atrs."

Dreyf se detuvo, arrojndole una mirada confundida a Pellaeon. "Hay algn problema,
Su Excelencia?" pregunt Pellaeon.

"Todo est bien, Almirante," dijo Disra, las palabras salan como si hubieran sido
enviadas a travs de un molendero de granos. Sus ojos, not Pellaeon, todava estaban
fijos en la pantalla del comunicador. "Si me disculpan de nuevo, hay otro asunto que
debo atender urgentemente."

Se puso de pie, apagando el comunicador con una viciosa pualada de su dedo.

"Volver en seguida," gru, dirigindose no realmente corriendo hacia las puertas
dobles.

"Por supuesto," dijo Pellaeon mientras se alejaba. "Tmese todo el tiempo que
necesite."

La ltima palabra fue cortada por el estampido de las puertas cerrndose detrs de l.
"Bueno, eso fue interesante," coment Dreyf, mirando a las puertas y entonces de vuelta
a Pellaeon. "Otro truco para comprarse algn espacio para respirar?"

"No creo que ninguna de estas interrupciones haya sido un acto," dijo Pellaeon,
fruncindole el ceo pensativamente al escritorio del Moff. Histricamente, la mayora
de las personas que podan darse el lujo del mobiliario de ivrooy cultivado eran
adinerados polticos, industrialistas, y seores del crimen del bajo mundo. Todos
quienes siempre tenan cosas que esconder... "No, algo est pasando all afuera. Algo
importante."

"Mm," murmur Dreyf. "Debo vagar por el vestbulo y ver si puedo averiguar lo que
es?"

"Quiz ms tarde," dijo Pellaeon. "Entretanto, parece que nos hemos quedado solos. En
la oficina de Disra."

Dreyf alz las cejas entendindolo. "S, lo estamos, no," convino, echando una mirada
alrededor de la oficina. Su mirada cay en el escritorio... "Por supuesto, es un poco
dudoso legalmente," le record a su superior, arrojando una mirada indirecta a los dos
soldados de guardia en la puerta. "No tenemos una orden de bsqueda, y Disra no ha
sido acusado oficialmente de nada."

"Asumir la responsabilidad," dijo Pellaeon. "Prosiga y vea lo que puede encontrar."

"S, seor," dijo Dreyf, dndole una sonrisa estrecha mientras daba la vuelta alrededor
del escritorio. "Ser un placer."

***
Tierce estaba parado cerca de la puerta cuando Disra entr al cuarto de situacin.
"Tenemos un eco," murmur el ex-Guardia, con una nota de satisfaccin maliciosa en la
voz. "Una vez que lo triangulemos-"

"Zothip est aqu," lo cort Disra. "Est en mi habitacin."

La sonrisa de Tierce se desvaneci. "Cmo?"

"Cmo llamas voy a saberlo ?" respondi el fuego Disra. "Pero est all. Reconoc los
muebles cuando me llam a mi oficina."

Tierce arroj una mirada a las consolas, a Flim manteniendo posicin de nuevo detrs
del teniente. "Esto se pone cada vez mejor," dijo oscuramente. "Pellaeon oy algo de
eso?"

"No lo creo," dijo Disra. "Ese lacayo rastrero suyo -Dreyf- empez a dar la vuelta al
escritorio, pero tampoco creo que haya podido or o ver nada."

Tierce sise entre dientes. "Tenemos que librarnos de ellos."

"Un pensamiento tctico brillante," gru Disra. "Tiene alguna sugerencia acerca de
cmo? No vino solo, sabe."

Tierce examin de nuevo las consolas. "No puedo simplemente irme de aqu," dijo.
"Solo y Calrissian son resbaladizos. Hasta que Seguridad los tenga realmente en su
mira-"

"Tampoco podemos simplemente dejar que Zothip descanse sus pies all," lo cort
Disra. "No lo entiende? Est en mi habitacin. Eso significa que tiene un pasaje
despejado a mi oficina. Adonde est el Almirante Pellaeon."

Tierce le dio una mirada punzante. "Dej solo a Pellaeon?"

"Por supuesto que est solo," exclam Disra. "Qu se supona que deba hacer, decirles
a los guardias de la puerta exterior que entren y lo vigilen?"

"sa no habra sido una idea tan mala," replic Tierce. Alz una mano. "Est bien, est
bien, vayamos por partes. Pellaeon... supongo que se comportar. Solo y Calrissian-"

"Tenemos un segundo eco de frecuencia de biocomunicador, Almirante," report uno de

los soldados, alzando la vista a Flim. "Seguridad reporta que est lista para movilizarse
en cuanto hayamos determinado la ubicacin."

"Gracias," dijo Thrawn, dirigiendo esos ojos resplandecientes hacia la conversacin

junto a la puerta. "Continen con la operacin. Hay algn problema, Su Excelencia?"

"Slo un pequeo problema, Almirante Thrawn," dijo Tierce antes de que Disra pudiera
contestar. "Pero podra requerir unos minutos de su atencin."

"Ciertamente," dijo fcilmente Flim.

"Qu est haciendo?" sise Disra mientras el timador cruzaba el cuarto hacia ellos.
"No estar sugiriendo-?"

"Slo hay dos maneras de tratar con alguien como Zothip," dijo Tierce, con voz fra.
"Matarlo, o asustarlo." Seal con la cabeza hacia Flim. "Puede pensar en algo que
posiblemente podra asustarlo ms que un Gran Almirante?"

Flim los haba alcanzado a tiempo para or la ltima parte. "A quin estamos
intentando asustar?" pregunt.

"Al Capitn Zothip," dijo Disra. "Est en mi habitacin."

Los ojos de Flim se ensancharon, apenas perceptiblemente. Mir a Tierce- "No corrers
ningn riesgo," lo tranquiliz el Guardia. "Zothip est en esto por ganancias, y t eres
nuestra garanta de que habr ganancias. No va a arriesgarse a herirte."

"A menos que est aqu por venganza," seal Flim intranquilo. "Por el trabajo que
Pellaeon le hizo en Pesitiin, recuerdas?"

"Se olvidar de todo eso en el minuto en que te vea," dijo Tierce con impaciencia. "De
todos modos, yo estar all contigo. Puedo manejar a quienesquiera que tenga all
adentro. No corrers ningn riesgo."

"Y qu hay de Solo?" persisti Flim, mirando de vuelta a las consolas. "Qu si lo
pierden de nuevo?"

"Cmo?" contrapuso Tierce. "Hemos captado dos ecos - sabemos en qu parte de la

ciudad estn. Los tendrn esposados para cuando volvamos. Ahora vamos."

Flim hizo una mueca, pero asinti. "Contine con la operacin, Teniente," orden,
medio girndose, su tranquila voz de Thrawn no traicionaba nada de su obvio
nerviosismo. "Regresar en unos minutos."

Tierce hizo seas hacia la puerta, y los tres salieron juntos. "No lo s," murmur Flim,
apenas lo suficientemente fuerte para que Disra pudiera orlo. "No creo que esto me
vaya a gustar nada en absoluto."

***

Su primer advertencia fue una sbita sacudida sutil de Lobot. "Qu pasa?" pregunt
Lando, mirando al otro a la cara.

"Qu pasa con qu?" pregunt Han al otro lado de Lobot.

"l pareci titubear y sacudirse justo all," Lando dijo, levantando el sombrero de ala
blanda que ahora haca el trabajo de camuflar el implante ceflico de Lobot y
estudiando las diminutas luces indicadoras all. El patrn no era el mismo que haba
estado mostrando la ltima vez que mir.
"Quiz solo se tropez," dijo Han con impaciencia, echando una mirada a las
muchedumbres. "Vamos, tenemos que seguir en movimiento."

"Espera un minuto," insisti Lando, extendiendo su examen a la expresin

repentinamente introspectiva en la cara de Lobot. l conoca al otro mucho mejor que
Han, y estaba claro que el movimiento de sacudida y la mirada extraa del otro eran
indicaciones de que algo raro estaba pasando. Ignorarlo sera simplemente buscarse
problemas.

"Lando?"

"Solo un minuto," lo cort Lando. Abruptamente, Lobot se sacudi por segunda vez, las
luces indicadoras de nuevo cambiaron su patrn. Mantuvieron la nueva configuracin
un momento, entonces cambiaron de vuelta-

Y con una sbita sensacin hueca en la boca de su estmago, Lando comprendi lo que
acababa de pasar. "Estn haciendo una bsqueda de eco de comunicador," le cont a
Han. "En frecuencias de biocomunicador verpine."

"Terrfico," dijo Han, agarrando el brazo de Lobot para sostenerlo y fruncindole el

ceo bajo el ala al implante. "Ya tienen la frecuencia correcta?"

"Parece que no," dijo Lando, echando una mirada alrededor en busca de inspiracin.
Todava estaban a media hora de distancia del espaciopuerto si seguan a pie. Un
landspeeder podra llevarlos all ms rpido, pero eso significara contratar o robar uno.
Cada opcin llevaba su propio juego de riesgos.

Sus ojos cayeron en un gran cartel, reluciente encima de una de las tiendas calle abajo.
Un cartel que se jactaba en grandes letras de tener centenares de droides en stock, los
mejores precios en el Imperio, y todo a la venta por slo un da...

"Vamos, " dijo, tomando el otro brazo de Lobot y tirando de l hacia la tienda de
droides. "Aqu adentro. Tengo una idea."

Entraron antes de que la bsqueda de frecuencias de los Imperiales le diera a la correcta

de nuevo. "Ahora qu?" murmur Han, echando una mirada alrededor de la
muchedumbre de cazadores de ofertas de pared a pared.

"Por all," le cont Lando, abrindose camino con los hombros hasta un cartel que
marcaba la seccin de droides astromecnicos. "Necesitamos como una docena de
modelos R2 o R8."

"Ningn problema," le asegur Han, estirando el cuello para mirar sobre la masa de
compradores. "Veo por lo menos veinte de ellos. Espero que recuerdes cmo es nuestro
suministro de efectivo."

"No vamos a comprarlos," dijo Lando. "Todo lo que vamos a hacer es charlar con
ellos."
Se abrieron camino a travs de la muchedumbre y en la seccin de droides
astromecnicos, que estaba - no sorprendentemente - menos densamente poblada que lo
que las reas de droides sirvientes y cocineros parecan estar. "Buenas tardes, dignos
ciudadanos," dijo un droide de protocolo color plateado, que se apresur hacia ellos.
"Soy C-5MO, relaciones humano-androides. Puedo ayudarlos en su seleccin?"

"S, gracias," dijo Lando. "Estamos buscando un droide que pueda servir de interfaz de
comunicaciones de largo alcance en ciertas frecuencias muy selectas."

"Ya veo, seor," dijo el droide, medio girndose para hacer seas hacia las lneas de
brillantes cilindros redondeados detrs de l. "Puedo sugerir algo de las lneas R2 o R8.
Ambas lneas vienen con sistemas de comunicacin de banda completa como equipo
estndar."

"Suena bien," dijo Lando, caminando hacia la lnea de R8s. "Puedo pedirles una
pequea prueba?"

"Por supuesto que s, seor," dijo el droide de protocolo. "Sintase libre de administrar
cualquier prueba que escoja."

"Gracias." Lando hizo seas hacia el primer R8. "T- l primero en la lnea- me gustara
que transmitieras una seal multitonal en la siguiente frecuencia." Sacudi un nmero.
"El siguiente: Me gustara que t hicieras tonos diferentes en una frecuencia diferente."
Proporcion el nmero.

"Slo un momento, seor," interrumpi el droide de protocolo, sonando apenado. "Me

temo que no puede simplemente transmitir seales de comunicador sin autorizacin en
medio de la ciudad-"

Uno de los R8s gorje un corto mensaje. "Oh," dijo el droide de protocolo, tomado un
poco desprevenidamente. "Ests seguro de que ninguna frecuencia es usada aqu? Por
nadie?"

El R8 dio un trino afirmativo. "Ya veo," dijo el droide. "Mis disculpas, seor. Por favor
contine."

Lando continu por la lnea, dando a cada droide una de las principales frecuencias de
biocomunicador verpine para transmitir. "Est bien," dijo cuando haba terminado,
volviendo de nuevo al C-5MO. "Excelente. Ahora, si los mantienes transmitiendo,
saldr a mi landspeeder y me asegurar de que estn transmitiendo las frecuencias de
manera apropiada."

"Desea dejarlos transmitiendo?" pregunt el droide, empezando a sonar apenado de

nuevo. "Pero, seor-"

"No puedes esperar que compremos una orden tan grande simplemente con tu palabra
de que estn transmitiendo correctamente, no?" aport Han. "No te preocupes - uno de
nuestra gente se quedar aqu." Apunt hacia un hombre en una chaqueta verde oscura
que examinaba la lnea de droides sirvientes.
"l se quedar aqu hasta que hayamos comprobado esto y volvamos a ti," agreg
Lando. "Extienden crdito corporativo para las rdenes de veinte o ms, no?"

"Ciertamente, seor," dijo el droide, animndose considerablemente. "Simplemente

necesitar mostrar su autorizacin corporativa cuando haga su pedido."

"Que bien," dijo Lando, alzndole las cejas a Han. El otro entendi la insinuacin,
llevando a Lobot hacia la seal de salida ms cercana. "Regresaremos en unos minutos."

Dos minutos ms tarde, estaban de nuevo afuera en la calle. "Buen toque, ese de dejar a
alguien atrs," Lando le coment a Han. "Debera comprarnos algunos minutos ms
antes de que empiecen a hacerse las preguntas equivocadas."

"Con tal de que no empiecen una conversacin con el tipo, al menos," gru Han. "As
que cul es el plan? Regresar directo a la nave?"

"Lo era," dijo Lando. "A menos que pienses que valdra la pena el tiempo para ser un
poco ms tortuosos que eso."

"Me pregunto," dijo Han, frotndose la mejilla. "Esas transmisiones de droides han de
cubrir ms bsquedas de eco, por lo menos por ahora. Pero ya tenan alguna idea de en
qu parte de la ciudad estbamos. Si pudiramos subir a un carguero que nos dejara
alrededor del espaciopuerto y acercarnos por el otro lado."

"Si no nos atrapan," advirti Lando. "No ven muy bien que la gente se suba a los
cargueros por aqu."

"Vale la pena el riesgo," dijo Han, dejando claro que ya estaba decidido. "Vamos - el
acceso ms cercano es por aqu."

CAPTULO
22

La conversacin - o por lo menos la parte que Karoly haba podido or a travs de la

puerta entreabierta - haba sido corta, punzante, y desagradable.

Y muy iluminante. Los Piratas Cavrilhu, aliados con el Imperio-

En un nivel, supuso, no era una revelacin tan grande, particularmente no despus de

esa conversacin que alcanz a or entre Solo y Calrissian. Los imperiales haban estado
haciendo negocios bajo-la-mesa con el estircol del bajo mundo durante aos, despus
de todo, desde la cmoda relacin de ese maldito asesino Palpatine con el Prncipe
Xizor para abajo. Ahora que el vasto Imperio que se extenda por las estrella se haba
reducido a un lastimoso manojo de sectores, tendran tantas ms razones para contratar a
algunos para hacer su trabajo sucio.

Pero en otro nivel, esto era de hecho algo nuevo. Zothip no haba estado hablando con
el Moff Disra como un asalariado lo hara con su jefe, pero como un completo igual. Un
igual muy infeliz, adems, si el tono y corrientes de invectiva del jefe pirata eran una
indicacin.
Aun ms interesante, dadas las amenazas veladas de Zothip de hacerlo pblico, tambin
parecera que este arreglo no era sancionado ni siquiera conocido por el resto del
liderazgo Imperial.

Karoly haba seguido originalmente a Zothip con la idea de cobrar venganza contra los
piratas por su parte en la matanza lorardiana de hace tres aos. Ahora, haba tropezado
con algo mucho ms interesante.

"Crees que vendr?" la voz de uno de los piratas incursion en los pensamientos de
Karoly.

"Por supuesto que lo har," gru Zothip. "Crees que nos quiere anunciando nuestro
trato en la frecuencia de transmisin de comunicador de todo Bastin?"

"No vendr solo," advirti la voz de Control. "Traer guardias con l."

"No muchos de ellos," dijo Zothip. "No hay mucha gente en la que esa babosa confe."

"De todos modos un respaldo oculto podra ser una buena idea," dijo Control, y Karoly
pudo or la indirecta en su tono. "Por si acaso."

"Oh, est bien," concedi Zothip con gracia perversa. "Crans, Portin - vuelvan al
pasadizo. Si les silbo, salgan y maten a todo lo que no somos nosotros."

Hubo un par de afirmaciones y el sonido de pasos aproximndose. Movindose con

considerablemente menos ruido, Karoly se retir alrededor de la ligera curva en el
pasadizo. La tenue luz se increment cuando los piratas abrieron la puerta, y disminuy
de nuevo cuando la cerraron parcialmente.

Y ahora tena una decisin que hacer. Aqu atrs, cuatro metros detrs de los dos piratas
ocultos y sus cuchicheos, no podra or la conversacin que iba a haber entre Zothip y
Disra como a ella le hubiera gustado. Es ms, el pensamiento de que incluso un Moff
Imperial fuera emboscado por alguien como los Piratas Cavrilhu no le caa bien.

Esboz una estrecha sonrisa en la oscuridad por la irona de la situacin. Era

precisamente lo mismo que Shada haba objetado hace cinco semanas all en esa azotea
azotada por el viento en Borcorash, e incluso la razn por la que Karoly estaba aqu.

Pero las profundas consideraciones filosficas podran esperar para otro da. Entretanto,
los Piratas Cavrilhu le deban a las Mistryl una deuda de muerte... y la primera cuota
sera abonada aqu y ahora. Guardando su blster, Karoly esgrimi un par de delgados
cuchillos y avanz.

Crans y Portin, agachados lado a lado detrs de la puerta parcialmente abierta,

susurrndose y rindose entre s en tensa anticipacin a la carnicera por venir, ni
siquiera nunca la oyeron venir.

Fue cosa de otro minuto arrastrar en silencio los cuerpos unos metros por el pasadizo
adonde no estaran bajo sus pies. Entonces, volviendo a la puerta parcialmente abierta,
se agach y desliz la punta de uno de sus cuchillos a lo largo de la gruesa alfombra del
cuarto.

La imagen reflejada en el metal era pequea y un poco distorsionada, pero Karoly haba
hecho esto mil veces antes y saba interpretarla. Como haba esperado, Zothip y sus tres
hombres restantes estaban todos enfrentando la puerta ornamentada que estaba en la
pared derecha. Zothip estaba sentado bastante arrogantemente en el escritorio de la
computadora del Moff, los otros descansaban contra paredes o sobre los muebles en
varios otros lugares alrededor del cuarto. Todos estaban tocando las culatas de sus
blsteres o frotndose las manos de armas en preparacin; todos se haban apartado de
su lnea de fuego y de la emboscada que todava pensaban que estaba preparada.

Estaba formulando su plan de ataque probable, si deba llegar a eso, cuando se oy el

suave clic de una cerradura al otro lado del cuarto. Al instante, la conversacin en
murmullos de los piratas ces. La puerta se abri, y dos hombres entraron.

El de la derecha era el Moff Disra; eso era obvio por su edad y la tnica de su rango y la
soberbia arrogante con la que caminaba hacia el cuarto. El segundo hombre, a la
derecha de Disra, vesta un uniforme Imperial-

Karoly sinti el aliento atrapado en su garganta y un hormigueo desagradable en la

nuca. El segundo hombre era un guerrero.

No un soldado: un guerrero. Poda verlo en su postura, en su forma de caminar, en la

posicin de sus manos, en la forma en que sus ojos evaluaron la situacin ante l.

Control haba advertido que Disra traera guardias con l. Oscuramente, Karoly se
pregunt si alguno de los piratas sera capaz de reconocer al guerrero debajo del
uniforme.

El propio Zothip, aparentemente, no pudo. "Te tom tu buen y dulce tiempo llegar hasta
aqu," gru mientras el guerrero cerraba la puerta. "Quin es el nerf?"

"Fuera de mi silla," gru en respuesta Disra, ignorando la pregunta y gesticulndole

irritado al jefe pirata recostado.

"Yo soy el que est hablando aqu, Disra," dijo Zothip, sin hacer ningn movimiento
para dejar la silla. "Espera un minuto- Te conozco," agreg, extendiendo un dedo hacia
el guerrero. "S - eres el moqueante que se llev a todos mis consejeros. T podrido
sovler come-rark."

Karoly hizo una mueca de dolor, medio esperando que la respuesta del guerrero al
insulto fuera la muerte sbita. Pero no era provocado tan fcilmente. "Eso es correcto,"
dijo, con voz glacialmente calma. "Soy el Mayor Tierce. Y como le expliqu en ese
momento, el Imperio tena una necesidad ms urgente por sus servicios."

"As que slo los levantaste y los sacaste, huh?" contrapuso Zothip, su voz se iba
oscureciendo. "Bueno, quiz as es cmo ustedes los cernedores de heces Imperiales
hacen las cosas. Pero as no es cmo se hace en el bajo mundo. Haces un trato, y lo
cumples." Extendi de nuevo su dedo. "O vas a pasar tu ltimo par de minutos de vida
arrepintindote."

"Pens que en el bajo mundo tampoco se acobardaban," agreg desdeosamente Disra.

"Pellaeon lo asust tanto?"

"No estoy hablando de Pellaeon," dijo entre dientes Zothip. "Me ocupar de l ms
tarde. Ahora mismo t eres el que est en el crculo caliente. Empezando con la
compensacin completa por mi crucero de batalla y los ochocientos hombres que
murieron con l."

"Aparentemente, se ha acobardado, Su Excelencia," dijo Tierce. "El pozo del sabacc ha

crecido demasiado para su gusto, y quiere salirse."

Zothip resopl. "Palabras. Eso es todo lo que haces, Disra. Palabras y promesas, y
nosotros terminamos haciendo todo el trabajo y teniendo todas las bajas. Pero ya no. Me
figuro que veinte millones han de cubrirlo-"

"Suponga que podemos mostrarle que tenemos ms que palabras," interrumpi Tierce,
con un borde de desafo en la voz. "Suponga que podemos darle la prueba de que el
Imperio est una vez ms en subida, y que esta vez nada podr detenernos. Todava
querra irse?"

Zothip se ri, un sonido completamente carente de humor. "La prueba, huh? Si crees
que algo que tienes puede-"

Se interrumpi de nuevo cuando detrs de Disra y Tierce la puerta se abri. Uno de los
piratas medio esgrimi su blster-

"Buenas tardes, Capitn Zothip," dijo serenamente la figura uniformada de blanco

cuando entr en el cuarto. "Permtame presentarme. Soy el Gran Almirante Thrawn."

***

Le tom al Comandante Dreyf menos de un minuto localizar el cajn secreto escondido

debajo de la superficie de escritura del escritorio de ivrooy. Le tom slo dos minutos
ms, con la ayuda de algunas herramientas algo ilegales, forzarlo.

Adentro haba ocho datacards. Tres de ellas tenan etiquetas de sesiones de informacin
gubernamentales oficiales: una del Ubiqtorate, las otras dos de Inteligencia de la Flota.

Pero las otras cinco...

"Haga copias de ellas," orden Pellaeon mientras Dreyf meta una de las datacards sin
etiqueta en su datapad. "De todas ellas, incluyendo las oficiales. Veremos qu puede
hacer con ellas la seccin de decriptacin del Quimera."

"Djeme intentar algo primero, si me lo permite, seor," dijo Dreyf, sacando una
datacard de su bolsillo e insertndola en la ranura auxiliar de su datapad. "Uno de los
pequeos extras que obtuve en mi investigacin de las finanzas del Lord Graemon fue
la encriptacin que usaba para comunicarse con Bastin. Veamos si Disra era lo
suficientemente descuidado o sobreconfiado para usar la misma aqu... Bueno, bueno.
Nuestro pequeo e inteligente Moff parece haber perdido una apuesta."

Esboz una estrecha sonrisa hacia Pellaeon. "Est aqu, Almirante. Todo est aqu."

Pellaeon fue hasta su lado y mir sobre su hombro. S, estaba all: nombres, fechas,
cantidades, detalles de las varias transacciones. Todo. "Podr relacionar esto con el
extremo de Graemon de la operacin?" pregunt.

"Fcilmente," le asegur Dreyf, todava haciendo una rpida revisin de los archivos.
"Disra incluso fue lo bastante amable para proporcionar fechas en todo. Todo lo que
realmente necesito hacer-"

"Espere," lo cort Pellaeon, golpeando un dedo en el brazo del otro. Algo haba captado
su atencin mientras pasaba. "Retroceda unos archivos. No, intente uno ms. Uno ms."

Y all estaba: el nombre que Pellaeon haba visto al pasar. El nombre, ubicacin actual y
orden de encarcelamiento-

"Coronel Meizh Vermel," ley Dreyf, frunciendo el ceo. "No es uno de sus
ayudantes, Almirante?"

"Claro que lo es," dijo Pellaeon, su satisfaccin por el descubrimiento que acababa de
hacer de repente se desvaneci en la niebla de la furia oscura. "Se desvaneci mientras
estaba en una misin especial para m."

"Oh, lo hizo," dijo Dreyf, su propia voz se oscureci. "As que Disra ahora tambin se
dedica a los secuestros, no?"

"Slo en ocasiones especiales," dijo Pellaeon, mirando el cajn oculto. Dreyf haba
hecho un trabajo eficiente al forzar la cerradura, pero no haba ninguna forma de ocultar
el dao. El mismo minuto que Disra abriera de nuevo el cajn sabra que alguien haba
estado all adentro.

Y Pellaeon tom una decisin. "No se moleste en copiarlas," dijo, recogiendo las
datacards. "Nos llevaremos las originales."

Dreyf parpade. "Seor? Pero-"

"Y nos vamos," agreg Pellaeon, alzando la vista a uno de los soldados de guardia en la
puerta. "Contacte al Quimera," orden. "El Capitn Ardiff debe prepararse para la
partida en cuanto yo llegue a bordo. Entonces llame al Teniente Marshian en la
lanzadera y dgale que estamos en camino."

"S, seor." El soldado sac su comunicador.

"Qu hay de Disra?" pregunt Dreyf. "Todava no nos hemos encargado de l."
"Disra puede esperar," dijo gravemente Pellaeon. "Ahora mismo, mi mayor
preocupacin es liberar a Vermel antes de que Disra decida que es un riesgo."

"Ir usted en persona?"

"S," dijo Pellaeon, cerrando el cajn oculto. "Dependiendo en cmo haya preparado
Disra la orden de encarcelamiento, puede hacer falta mi autoridad personal como
Comandante Supremo para sacarlo. Adems, a estas alturas no confo en que nadie
fuera del Quimera no est en el bolsillo de Disra."

"O en el de Thrawn?" murmur Dreyf.

Pellaeon hizo una mueca. "Si Thrawn est de hecho vivo," dijo. "Voy de todos modos."

"Podra ser complicado," advirti Dreyf, ponindose a un paso al costado de Pellaeon

mientras se dirigan hacia las puertas dobles. "La Estacin de Rimcee est un par de das
de vuelo de distancia. Disra sin duda notar la ausencia de estas datacards antes que
eso."

"No se preocupe, tengo algunos trucos propios disponibles," dijo Pellaeon. "Soldado?"

"El Teniente Marshian reporta que la lanzadera estar lista para volar cuando lleguemos,
seor," report el soldado. "El Capitn Ardiff reporta igualmente acerca del Quimera."

"Que bien," dijo Pellaeon, hacindole seas a los soldados para que abrieran las puertas.
"Entonces no los hagamos esperar."

***

Por unos segundos el cuarto estuvo en absoluto silencio. El silencio de una cueva, o un
bosque, o una tumba. Disra dej que la quietud se extendiera, disfrutando
completamente la mirada de incredulidad aturdida en la cara de Zothip. Era hora de que
el arrogante pirata come-limo chocara de cara contra algo que su ruido y ventolera no
pudiera manejar.

Le habra gustado ver que la consternacin duraba un poco ms tiempo. Pero por
razones slo conocidas por l, el timador escogi romper el hechizo. "Parece
sorprendido por mi presencia aqu," dijo, su suave voz de Thrawn era tan absolutamente
perfecta como haba sido el silencio. "Slo puedo concluir que no ha estado prestando
atencin a las noticias que vienen de Coruscant."

Por un momento la boca de Zothip trabaj en silencio, el movimiento amplificado

grotescamente por la espesa barba, antes de que finalmente encontrara su voz. "No, o
que habas regresado," dijo por fin, las palabras le salan con alguna dificultad. El
sonido de su voz pareci animarlo. "Slo que no lo cre, eso es todo," agreg,
enderezando sus hombros.

"Por qu no?"
Los ojos de Zothip se lanzaron a uno de sus hombres, como si quisiera asegurarse de
que l era el que tena el control aqu. "Porque me figur que cualquiera que se hubiera
alejado de este agujero de limo de Imperio no sera lo suficiente estpido para regresar,"
dijo, con voz repentinamente agresiva de nuevo.

Al otro lado de Thrawn, Tierce se revolvi. Pero Thrawn meramente sonri. "No est
mal," dijo. "Un poco lento, pero por otra parte no est mal en absoluto."

Las cejas de Zothip se apretaron entre s. "De qu ests hablando?"

"El Imperio est en posicin de alzarse de nuevo," dijo Thrawn, cruzando por delante de
Disra mientras daba a cada uno de los otros tres piratas una breve mirada evaluadora.
"Y mientras que ciertamente no necesitamos aliados, tampoco somos contrarios a
tenerlos."

Uno de los piratas, parado detrs de Zothip y un poco hacia la pared derecha, resopl de
manera refinada. "Es as como piensa en nosotros?" demand, plegando los brazos
sobre su pecho. "Como aliados?"

"Control tiene razn," secund Zothip, sealando con un pulgar al otro. "T das las
rdenes y obtienes las ganancias mientras que nosotros hacemos el trabajo sucio. Qu
tipo de aliado es ese?"

"El tipo de aliado que est a punto de ganar una posicin ms all de sus sueos ms
salvajes," dijo Thrawn, su voz notoriamente ms fresca. "Posicin, poder, y riquezas
para comprar y vender sistemas enteros."

"Y cundo se supone que pasar todo eso?" interpuso Control. Se estaba, not Disra
con un toque de inquietud, separando lentamente de Zothip hacia la pared. Como si se
distanciara de su jefe en preparacin para algn tipo de accin...

Tierce tambin lo vio. Por el rabillo del ojo Disra vio al Guardia dar un paso silencioso
en la misma direccin, manteniendo la misma distancia a Control mientras se mova
simultneamente ms cerca al otro pirata que se apoyaba contra la pared a la izquierda
de Zothip.

Lo que dejaba slo al pirata que estaba parado a la derecha de Zothip fuera del rpido
alcance del Guardia. Disra mir furtivamente en esa direccin, esperando que Tierce no
se hubiera olvidado de l.

"Bastante pronto," le asegur Thrawn. "La mayora de las piezas ya estn preparadas y
en posicin. Aqullas que no lo estn lo estarn pronto."

"Esas piezas son sus otros aliados?" sugiri Control. "Es as cmo nos ven? Como
piezas en un juego?"

"No me gusta que me llamen una pieza en el juego de alguien," gru Zothip antes de
que Thrawn pudiera contestar. "Somos los Piratas Cavrilhu. No jugamos ms que
nuestro propio juego."
Se interrumpi por un gorjeo en el escritorio de la computadora. "Esperas una
llamada?" pregunt sarcsticamente.

Disra ignor el comentario, adelantndose y oprimiendo la tecla del comunicador

mientras giraba la pantalla para enfrentarlo. "S?"

Era el teniente en el cuarto de situacin... y por la mirada en su cara Disra se dio cuenta
de que no eran buenas noticias. "Su Excelencia, tenemos un problema," dijo tensamente
el otro. "Los espas parecen haberse escapado de la red."

Disra reprimi una maldicin. "Cmo?"

"Usaron droides de una tienda para enmascarar las frecuencias de biocomunicador

verpine," dijo el teniente, sonando hastiado. "Para cuando localizamos la tienda e
interrumpimos las transmisiones, haban salido del rango de nuestros detectores de eco.
Est el Gran Almirante Thrawn all, con usted?"

"S," dijo Thrawn, caminando al costado de Disra. "Estar all en breve. Entretanto,
disperse a sus detectores de eco en un patrn de rejilla a ambos lados de su ltima
ubicacin y vea si pueden captarlos de nuevo."

"S, seor," dijo el teniente.

Disra puso la pantalla en blanco, arrojando una rpida mirada a Tierce. l nunca, nunca
debi, dejarse convencer a esta confrontacin con Zothip mientras Solo y Calrissian
todava estaban sueltos. "Ser mejor que volvamos," dijo, mirando a Thrawn.

"Entonces, van a simplemente dejarnos aqu?" pregunt Control. Haba retrocedido

otro paso de Zothip, sus brazos todava estaban plegados sobre su pecho.

"No sean absurdos," chasque Disra, de repente muy cansado de Zothip y sus piratas.
"No quieren estar en el lado ganador? Est bien - hay muchos que s. Mayor Tierce,
llame una escolta para mostrarles la salida a nuestros visitantes."

"Espera justo all," retumb Zothip, levantando con esfuerzo su voluminoso cuerpo de
la silla y dejando caer la mano en su blster. "Nos iremos cuando tenga mis veinte
millones. Ahora entregue o si no."

"O sino qu?" demand Disra. "Ingrato, fangoso-"

"Es suficiente," gru Zothip. Alzando un dedo a su boca, hizo un silbido penetrante.
Los dos piratas a cada lado de l buscaron sus blsteres-

Y Tierce se movi.

El pirata ms cercano al Guardia ni siquiera lleg a sacar su blster de la pistolera antes

de que Tierce estuviera sobre l. Un golpe corto- un movimiento confuso de sus manos-
un chasquido ahogado de hueso- y el pirata se derrumb a la alfombra como un saco
vaco. Hubo una maldicin sobresaltada de su compaero a la derecha de Zothip; pero
incluso mientras Disra volva la cabeza para mirar, hubo un cuchicheo de movimiento
desde la direccin de Tierce y la empuadura de un cuchillo sobresala de repente del
pecho del hombre.

Un cuchillo que se uni al que ya estaba en su cuello.

Disra contuvo la respiracin, sus ojos se lanzaron del pirata a la mujer alta y delgada
que haba aparecido de repente en el cuarto por la puerta oculta. Su mano se movi
bruscamente, hubo un parpadeo de luz reflejada-

Y Zothip abri la boca de dolor, tumbndose hacia adelante directamente hacia la

patada devastadora que Tierce haba arrojado a su estmago. Otra agonizante boqueada
cuando el puntapi conect, y el jefe pirata cay desparramado con un golpe fuerte
sobre el escritorio de la computadora, su blster vol de una mano repentinamente
flcida para aterrizar en el suelo.

Y Disra se encontr mirando la empuadura del cuchillo que haba aparecido en el

centro de la espalda de Zothip. Un regalo, obviamente, de la mujer.

Alz la vista hacia ella cuando camin silenciosamente hasta el escritorio, ignorando a
los tres Imperiales. Agarrando la barba de Zothip, gir sus ojos vidriosos para
enfrentarla. "Eso fue por Lorardian," dijo, su voz baja pero amarga.

La boca de Zothip se movi una vez, pero no sali ningn sonido. Los ojos vidriosos se
pusieron ms vidriosos, y se cerraron, y cuando la mujer dej ir su barba colg una vez
ms y se qued quieto.

De nuevo un silencio descendi al cuarto. Y una vez ms, Thrawn fue el que lo rompi.
"Muy bien hecho," dijo. "Gracias por su ayuda."

"No que la hubiera necesitado," agreg tensamente Tierce. Disra lo mir, notando con
alguna sorpresa que el Guardia haba sacado un pequeo blster de alguna parte y lo
tena apuntado hacia la mujer. "Quin es usted?"

Ella alz la vista del cuerpo de Zothip, sus ojos oscura y ligeramente despectivos
cuando mir a Tierce de arriba a abajo. "Aparentemente, no toda su gente es tan
apreciativa como usted, Almirante Thrawn," dijo, ignorando la pregunta del Guardia.

"Tendr que perdonar al Mayor Tierce," dijo tranquilizadoramente Thrawn. "Mi

seguridad es una de sus preocupaciones primarias, una responsabilidad que se toma muy
en serio. Pero no la entiende como yo." Agit una mano hacia el blster de Tierce.
"Puede bajar el arma, Mayor. Las guardias de las sombras Mistryl no matan
casualmente o sin causa."

Disra de repente sinti fro. Una guardia de las sombras Mistryl? Aqu en su palacio?

La mujer parpade, obviamente tomada desprevenida por la revelacin de Thrawn de su

identidad. "Cmo supo quin soy?" demand, estrechando los ojos.

"Oh vamos," dijo Thrawn, reprobando ligeramente mientras agitaba una mano lnguida
hacia la carnicera. "Despus de esa demostracin de sus habilidades de combate,
quin podra ser ms que una Mistryl? Y por supuesto, nos dio esa referencia a
Lorardian," agreg suavizando la voz. "Mis condolencias por eso."

"Gracias," dijo, casi renuentemente inclinando la cabeza en reconocimiento. "No pens

que nadie ms supiera o le importara lo que pas all."

"La informacin es parte de mi trabajo," dijo Thrawn.

"Supongo que s." La mujer seal a su izquierda con la cabeza. "Qu est planeando
hacer con las sobras?"

"Todava no lo s," dijo Thrawn. "Dgame, Control: qu haremos con usted?"

Disra apart la mirada de la mujer, de repente y tardamente comprendiendo que no se

haban ocupado del ltimo pirata.

Y con una buena razn. Control estaba parado perfectamente quieto en el punto donde
haba estado cuando la lucha empez, sus manos sostenidas abiertas y vacas delante de
l, su blster todava en su pistolera. Sin embargo en su cara no haba miedo o clera,
sino contemplacin fra de la escena. "Mis felicitaciones para usted, Almirante," dijo,
inclinndole la cabeza a Thrawn y entonces a Tierce. "Y a usted, Mayor. Estaba
esperando stormtroopers en nichos ocultos de la pared. Su forma fue mucho ms sutil e
igualmente efectiva."

Volvi la cabeza para mirar a la mujer. "Su aparicin, por otro lado, fue completamente
inesperada. Supongo que nos sigui furtivamente en nuestra entrada. Dara mucho por
saber cmo lo hizo."

"Lo nico que las Mistryl tienen para ofrecer a los Piratas Cavrilhu es la muerte,"
contrapuso framente ella. "Dame una razn por la que no debera empezar contigo."

Control se encogi de hombros; pero Disra pudo darse cuenta que no estaba realmente
tan tranquilo como estaba intentando mostrarse. "Porque ya ha vengado las muertes de
las Mistryl en Lorardian," dijo. "Zothip fue el que forz la situacin all. No haba nada
que ninguno del resto de nosotros pudiera hacer al respecto."

Volvi los ojos a Disra. "Al igual que l fue el que exiga una venganza contra usted y
el Almirante Pellaeon por el fiasco en Pesitiin, Su Excelencia," agreg. "Me gustara
sugerir que todos esos disgustos pueden y deben ser dejados en el pasado."

Tierce resopl algo por lo bajo. "Ciertamente valeroso, no?"

"Ese no es el punto, Mayor," dijo Disra, sonrindole a Control. De repente, todo tena
sentido. "Control aqu no est dando manotazos desesperadamente para intentar salvar
su pellejo. l haba anticipado toda esta confrontacin desde el comienzo."

La Mistryl le frunci el ceo. "Qu quiere decir?"

"Quiero decir que decidi que estaba cansado de ser segundo en la lnea," le cont
Disra, mirando cuidadosamente a Control. La ligera sonrisa de comprensin en los
labios del otro era toda la prueba que necesitaba de que haba dado precisamente en el
clavo. "Todo fue poltica pura."

"Fue ms que slo poltica, Su Excelencia," dijo Control. "Zothip tena la boca y la
bravuconera; pero no tena el cerebro para manejar una organizacin tan grande como
la nuestra. Por aos ahora yo he sido el que la ha mantenido funcionando. Es tiempo de
que tome el puesto as como el trabajo."

"Que conveniente que nosotros le hayamos aclarado el camino," dijo Thrawn. "Hay
algo ms que quiera de nosotros?"

"Para empezar, me gustara salir de aqu vivo," dijo Control, dndole a cada uno de los
Imperiales una sonrisa que se las arregl para que fuera engreda y congraciante a la
vez. "Adems de eso-" Titube. "Zothip tena razn acerca de nuestro arreglo con el
Moff Disra," dijo, volviendo su atencin a Thrawn. "Era bastante bueno, pero tambin
nosotros estbamos tomando demasiados de los riesgos. Aparte de eso, la Nueva
Repblica parece estar ahora tras nosotros. Yo creo que es hora de que salgamos."

"Entonces abandona su oportunidad de compartir la divisin de la galaxia tras la victoria

del Imperio," advirti Disra, preguntndose por qu incluso estaba molestndose en
intentar convencer a Control en esto. Ciertamente no le importaba realmente si los
Piratas Cavrilhu sobrevivan o no.

No necesitaba haberse preocupado. "Correremos nuestros riesgos," dijo Control. "Usted

puede ser un genio, Almirante, pero francamente no creo que ni siquiera usted pueda
hacerlo."

"Como desee," dijo Thrawn. "Todava, por supuesto, mantendrn la lnea de produccin
de Aves de Presa en operacin."

"La mantendremos andando," prometi Control. "De hecho, le dar a usted nuestro
inters en toda la operacin como un regalo de bienvenida por su regreso."

Sonri afectadamente, pero a los ojos de Disra la expresin pareci slo un poco hueca.
"Y como un smbolo de nuestra asociacin pasada con el Imperio, y de nuestra
separacin de caminos amistosa."

"Por supuesto," dijo Thrawn, dndole una sonrisa de comprensin a cambio. "Y por si
acaso est equivocado acerca de la magnitud de mi genio-"

La sonrisa afectada se agit y se desvaneci. "Muchos grupos del bajo mundo quedaron
atrapados en el medio la ltima vez que se enfrent contra la Nueva Repblica,
Almirante," dijo. "Preferira que los Piratas Cavrilhu no terminaran en esa posicin."

"Creo que eso puede evitarse," convino Thrawn. "Ciertamente con tal de que los Aves
de Presa continen siendo entregados."

"Tiene un trato," dijo Control, sus ojos pasaron por la Mistryl cuando baj
cautelosamente los brazos. "Si eso es todo, entonces, tengo una organizacin que
reestructurar. Buena suerte para usted, Almirante."
"Y para usted, Capitn Control," contest Thrawn, inclinando ligeramente la cabeza.
"No espero verlo a usted o a cualquiera de sus piratas de nuevo en espacio Imperial."

Control trag saliva visiblemente. "No, seor," dijo mientras retroceda hacia la puerta
del pasadizo secreto. "No lo har."

Se desliz por la puerta y se desvaneci. "Espero que dejarlo ir haya sido lo correcto,"
murmur Disra. Pellaeon estaba al otro extremo de ese pasadizo, y slo tenan la
palabra de Control que no estaba interesado en la venganza.

"No se preocupe," le asegur Thrawn. "Como usted ya seal, invirti mucho tiempo y
pensamiento para traer a Zothip aqu de esa forma. No, se dirigir directamente de
regreso a su nave con su relato de penalidades, y eso ser todo."

"Qu hay de ella?" pregunt Tierce, sealando a la mujer con la cabeza. Haba bajado
su blster como le haban ordenado, pero todava lo sostena preparado a su lado. "Vino
con ellos."

"Vine detrs de ellos," corrigi la mujer. "Alcanc a or un comentario acerca de clones

y arreglos piratas con el Imperio y-"

"Clones?" la cort Disra. "Quin estaba hablando acerca de clones?"

Ella lo mir framente. "Un par de agentes de la Nueva Repblica llamados Han Solo y
Lando Calrissian," dijo. "Puede que hayan odo hablar de ellos."

"Creo que lo hemos hecho, s," dijo Thrawn con una sonrisa fcil. "En realidad, en este
momento estamos intentando hacer contacto con ellos."

El labio de ella se agit. "Apuesto a que lo estn."

"Pero ms interesante para m," continu Thrawn, "sera or su respuesta a la oferta que
le hice hace unos minutos."

Ella frunci el ceo. "Qu oferta?"

"No lo recuerda?" pregunt Thrawn. "Seal que su recuperacin a mi aparicin haba

sido un poco lenta, pero por otra parte no estaba nada mal. Entonces habl del deseo del
Imperio de adquirir aliados."

Su frente se arrug. "De qu est hablando?" demand. "Le hizo esa oferta a Zothip,
no a m. Ni siquiera saba que yo estaba all."

"Al contrario," dijo en voz baja Thrawn. "Estaba completamente enterado de su

presencia. Y si recuerda mi oferta, podr notar que nunca mencion a Zothip o a sus
piratas."

Ella lo mir fijamente, su cara reflejaba su obvio intento de averiguar si estaba diciendo
la verdad o estaba dndole una carga de mentiras. Flim estaba tejiendo otro de sus
hechizos... e incluso con el pblico con prejuicios en su contra, pareca estar
funcionando.

Pero ahora mismo Disra no tena tiempo para disfrutar del espectculo. "Estoy seguro
de que usted y la dama tienen mucho que discutir, Almirante," murmur, retrocediendo
un paso hacia la puerta. "Sin embargo, si me disculpa, necesito volver con el Almirante
Pellaeon."

"Claro, Su Excelencia," dijo Thrawn, despidindolo con un movimiento de la mano.

"Quizs vayamos a otro cuarto para continuar con nuestra discusin." Le alz una ceja a
la mujer. "Es decir, asumiendo que est interesada en lo que mi nuevo Imperio tiene que
ofrecer a las Mistryl."

"Nosotras nunca hemos trabajado para el Imperio antes," dijo cautelosamente la mujer
mientras Disra caminaba hacia la puerta y la abra.

"se era el Imperio de Palpatine," le record Thrawn. "El Imperio que yo propongo
reconstruir-"

El resto del discurso de ventas se perdi cuando Disra cerr la puerta detrs de l y se
apresur por el corredor. El pasadizo secreto habra sido ms rpido; pero Pellaeon no
saba al respecto, y Disra prefera por ahora mantenerlo secreto. Cambiando de
corredores, gir la ltima esquina, y se dirigi por el vestbulo principal hacia los
guardias de la puerta. "El Almirante Pellaeon ha preguntado por m?" les pregunt a
los guardias mientras lo saludaban y se apartaban.

"No, Su Excelencia," dijo uno de ellos mientras las puertas dobles empezaban a abrirse.
"En realidad, ya se fue."

Disra se par abruptamente. "Qu quiere decir que se fue?" repiti, asomndose a
travs de las puertas que se abran. La oficina estaba de hecho vaca. "Adnde se fue?"

"No dijo, Su Excelencia," dijo el guardia.

Disra entr a la oficina, fruncindole el ceo a todo el cuarto mientras las puertas se
cerraban detrs de l. Esto no tena ningn sentido. Por qu se habran ido simplemente
Pellaeon y ese lacayo rastrero de Dreyf? Seguramente no haban simplemente decidido
sacarlo de la horca.

Sus ojos cayeron en su escritorio...

Dio la vuelta al costado del escritorio en cinco rpidos pasos largos, jurando por todo el
camino, sintiendo un sudor viscoso en la cara. No. No pudieron haberlo hecho.

Pero lo haban hecho. El cajn del escritorio oculto haba sido forzado.

Y las datacards no estaban.

CAPTULO
23
La mano que tanteaba de Disra encontr el interruptor del comunicador. "Tierce, venga
aqu," se las arregl para decir, su voz sonaba rara a travs del golpeteo de su corazn
en sus odos. "Ahora."

Cambi el comunicador a los guardias de afuera. "Cundo se fue Pellaeon?" demand.

"Hace cinco o seis minutos, Su Excelencia," regres la voz.

Lo que significaba que ya estara fuera del palacio y dirigindose hacia el espaciopuerto,
con las fuerzas de Seguridad Capital que podran haberlo interceptado dispersas
intilmente alrededor de la ciudad en su caza por Solo y Calrissian. Disra apret los
dientes, una visin del gran esquema que haba trabajado tanto para crear,
derrumbndose delante de sus ojos. Todo estaba en esas datacards - todo. Encriptadas,
por supuesto; pero si Pellaeon pudiera decriptarlas...

Y entonces otro pensamiento, aun ms horrible le atraves el corazn. El Coronel

Vermel, escondido en una pequea celda de detencin silenciosa en la Estacin
Rimcee...

Le tom casi un minuto establecer la comunicacin de largo alcance a travs de los

varios retransmisores hasta el sistema Rimcee. Y cuando lo hizo...

Del otro lado del cuarto, la puerta secreta se abri y Tierce entr a la oficina. "Los
tenemos," anunci con grave satisfaccin. "Su nave est en la Baha de Atraque 155?"

"Pellaeon tiene las datacards," lo cort viciosamente Disra.

"Qu?" demand Tierce, acelerando el paso.

"Las datacards, necio," gru Disra. "El esquema de Venganza, nuestro arreglo con los
piratas de Zothip, nombres y detalles del tejido industrial/financiero que he estado
usando - todo."

Tierce sise entre dientes, arrojando una mirada al cajn vaco. "Increble," dijo, casi
como si hablara consigo mismo. "Realmente se abri paso a sus archivos privados.
Nunca lo habra pensado capaz de hacer eso. Debi haber sido idea de Dreyf."

"Podremos averiguar los detalles en el juicio," exclam Disra. "Olvdese de quin fue la
idea. Qu vamos hacer?"

"Qu tenemos que hacer?" dijo Tierce con un encogimiento de hombros. "Estn
encriptadas, no? Para cuando Pellaeon las decripte-"

"Ya lo ha hecho," lo cort Disra. "Por lo menos lo suficiente. Sabe que Vermel est en
la Estacin de Rimcee."

La cara de Tierce se endureci. "Cmo lo sabe?"

"Porque acabo de intentar contactarla," rechin Disra. "Pellaeon ha hecho bloquear
todas las transmisiones a todo el sistema."

Tierce arroj una mirada oscura a la pantalla del comunicador en blanco. "Un trabajo
rpido," murmur. "Muy bien, Almirante."

"Eso no importa," exclam Disra, casi agitndose de miedo, rabia y frustracin. No

entenda Tierce que todo el plan estaba a punto de derrumbarse encima de ellos?
"Tenemos que detenerlo. Tenemos que sacar a Vermel antes de que Pellaeon llegue
all?"

"No," dijo Tierce, su voz repentinamente decisiva. "Lo que tenemos que hacer es
alcanzar a Solo y Calrissian antes de que lleguen a su nave y hacer que nuestro Gran
Almirante haga una presentacin para ellos."

"Est loco?" gru Disra. "A Kessel con Solo - estamos hablando de mi cuello aqu!"

"Tranquilcese, Disra," dijo Tierce, su voz fue como una palmada de agua fra en la cara
del Moff. "Cualquier cosa que tenga Pellaeon no importa. Entiende? No importa.
Nosotros tenemos la mxima tarjeta de autorizacin: el Gran Almirante Thrawn. Todo
lo que tiene que hacer es tomar el mando y declarar que todo lo que hemos hecho ha
sido bajo su direccin. Ahora deje de pensar en eso."

Disra respir hondo estremecindose, mirando a Tierce en furia silenciosa e impotente.

Furia silenciosa por que el Guardia estaba desestimando tan casualmente todos los aos
que Disra haba puesto en este proyecto. Furia impotente porque tena razn. "Est
bien," dijo con voz ahogada. "Entonces nos olvidamos de Pellaeon. Qu hacemos en
cambio?"

"No estaba escuchndome," dijo Tierce, sus ojos todava estrechados mientras miraba la
cara de Disra. "Tenemos el nmero de su baha de aterrizaje - esa mujer Mistryl, D'ulin
vino con ellos como polizn. El almirante y yo tenemos que llegar all antes de que
regresen. Entiende?"

"S, entiendo," gru Disra, su cerebro slo ahora se empezaba a descongelar de la

impresin y el pnico. "No soy un nio, sabe."

"Me alegra orlo," dijo framente Tierce. "Porque mientras nosotros estamos all afuera,
usted va a ir a charlar con D'ulin. Averige lo que quiere y qu har falta para traer a las
Mistryl a nuestro lado."

Disra sinti que su boca caa abierta un centmetro. Los reportes que haba odo acerca
de las Mistryl- "Quiere intentar hacerlas aliadas? Ha perdido la cabeza? Ellas odian
al Imperio!"

"Necesitamos un nuevo grupo del bajo mundo para reemplazar a los Piratas Cavrilhu,"
dijo Tierce, con voz de paciencia exagerada. "Y no tenemos tiempo para discutir al
respecto. Thrawn y D'ulin estn en la biblioteca enfrente de su habitacin. Vaya y
hgase cargo para que l y yo podamos ir al espaciopuerto. Entiende? Ahora muvase."
El comando exclamado hizo que Disra diera un salto. "Nunca me vuelva a hablar de esa
forma, Mayor," advirti, en voz mortalmente baja. "Nunca."

"Entonces nunca vuelva a caerse a pedazos frente a m, Su Excelencia," contrapuso

Tierce. Si estaba impresionado o intimidado por la advertencia de Disra, no lo
demostr. "Ahora muvase."

***

La legin de tropas Imperiales que Han haba temido que estuviera cercando el
espaciopuerto no estaba all. Tampoco los guardias de mirada dura que haba esperado
en la entrada, los droides monitores a lo largo de la calle de acceso, o los stormtroopers
en la puerta a su baha de atraque. De hecho, a todas las apariencias pareca que se
haban salido con la suya.

Y todo eso por s mismo era suficiente para preocuparlo. Mucho.

Lando tambin lo senta. "Esto no me gusta nada, Han," murmur, mirando alrededor de
la calle detrs de ellos mientras Han abra la puerta de la baha. "Es demasiado fcil."

"S, ya s," convino Han, echando una ltima mirada alrededor mientras tomaba el
brazo de Lobot y lo guiaba a travs de la puerta. Los cambios al-vuelo de Lando en la
programacin de su implante durante la ltima hora podan haber hecho a los Imperiales
perder el rastro, pero tambin haban dejado a Lobot bastante aturdido. Si haba una
pelea en la rampa del Dama Suerte, no iba a ser una ayuda en absoluto.

El pasadizo oscuro a travs del rea de servicio y de suministro de la baha de atraque

tambin estaba desierto. "Enciende los motores tan pronto como estemos a bordo," Han
le dijo a Lando cuando salieron hacia el permacreto bajo el cielo abierto. El Dama
Suerte todava estaba all, vindose igual que como lo haban dejado. "Yo me encargar
de las armas. Quiz Moegid pueda entrar en la computadora del espaciopuerto y pueda
conseguirnos un permiso de salida rpido?"

"Eso no ser necesario," vino una voz tranquila desde detrs de ellos.

Han se gir, sacando de un tirn el blster que se haba apropiado. Detrs de ellos en el
permacreto haba aparecido el fluctuante holo de tamao natural de un hombre. Un
hombre de piel azul, llevando un uniforme Imperial blanco...

Lando hizo un extrao sonido en el fondo de su garganta. "Es l," murmur.

Han asinti, sintindose aturdido. De hecho lo era.

El Gran Almirante Thrawn.

"Por favor dejen sus armas en el suelo," dirigi Thrawn. "Preferira hablar con ustedes
cara-a-cara, pero comprendern que no tengo ningn deseo de que me disparen."
"Lo comprendemos," convino Han, manteniendo su blster firmemente agarrado, sus
ojos se lanzaron alrededor de la baha de aterrizaje. Deba haber algunas tropas de
verdad en alguna parte por aqu...

El holo sonri. "Vamos, Capitn Solo," dijo tiernamente. "Seguramente no piensa que
simplemente podr abrirse camino a los tiros fuera de Bastin como lo ha hecho en
tantos otros sistemas durante su probada carrera. No desea ver a su esposa e hijos de
nuevo?"

Han apret el asimiento en su blster, sintiendo que el sudor se acumulaba en su frente.

"S, ese es ms o menos el punto, no?" dijo.

El holo agit la cabeza. "Me malinterpreta, Capitn," dijo Thrawn. "No tiene nada que
temer de m. Todo lo que quiero es una palabra con usted, y entonces usted y sus
compaeros sern libres de seguir su camino." Seal hacia Lando con la cabeza.
"Pregntele al Capitn Calrissian. Le permit dejar mi Destructor Estelar."

"Esto no es exactamente lo mismo," dijo estrechamente Lando. "sta es su capital

oculta. No van a querer que nadie sepa donde est."

"Vamos, Capitn," dijo Thrawn, medio con desdn. "Realmente cree que esperara que
el conocimiento de la ubicacin actual de Bastin muera con usted? La sede de la
autoridad Imperial se ha mudado antes, muchas veces. Ciertamente puede mudarse de
nuevo. Sin embargo, usted aparentemente necesita ms persuasin."

Un movimiento por el rabillo del ojo capt la atencin de Han. Alz la vista-

Para ver que una fila de stormtroopers se alineaba a lo largo del borde del techo del rea
de almacenamiento de la baha de aterrizaje, con rifles blster apuntados hacia ellos.

Suspir. Deberan haber arremetido hacia el Dama Suerte cuando el holo apareci por
primera ves en lugar de dejar que Thrawn los demorara as. Ahora era demasiado tarde.
"Cmo nos encontr?" pregunt, poniendo el seguro del blster y apoyando el arma en
el suelo delante de l.

"No fue difcil," dijo el holo mientras Lando renuentemente segua su ejemplo con su
lanzabalas. "Saba que ninguno de ustedes tena la especializacin en computadoras
necesaria para irrumpir en los Archivos Especiales. Sospech que estaban usando un
verpine para eso, as que les dije a mis hombres que hicieran un escaneo en esas
frecuencias de comunicador."

"Buscando un eco," dijo Han, asintiendo. "Habra jurado que interrumpimos eso antes
de que pudieran ubicarnos."

"Me malinterpreta, Capitn." No estaba buscando un eco. Abruptamente, el holo se

desvaneci-

Y dando la vuelta alrededor de una pila de contenedores de almacenamiento a su

derecha apareci el mismo Thrawn, su uniforme blanco deslumbrantemente brillante a
la luz del sol de la tarde.
Pero no ms deslumbrante que la armadura brillante de los seis stormtroopers que lo
flanqueaban en posicin de guardia. Pensndolo mejor, decidi Han, una arremetida
loca hacia el Dama Suerte no habra sido un plan tan inteligente despus de todo.

"Meramente estaba buscando confirmacin de que su experto en computadoras era un

verpine," continu Thrawn mientras caminaba hacia ellos. "Una vez que proporcionaron
esa confirmacin cubriendo esas frecuencias de biocomunicador, todo lo que tuve que
hacer fue buscar en los registros del espaciopuerto una nave que hubiera aterrizado aqu
supuestamente ocho, doce, o diecisiete das antes que la sonda dron que siguieron desde
la estacin de contacto del Ubiqtorate en Parshoone."

"Espere un minuto, me ha perdido," dijo Han, frunciendo el ceo. "Ocho, doce, o

diecisiete das?"

Thrawn sonri. "sos son nmeros importantes para los verpines," dijo. "No
conscientemente, quizs, pero no obstante fijados profundamente dentro de ellos. Era
obvio que su verpine era el experto en computadoras de su grupo; por consiguiente,
habra sido el que hara cualquier alteracin en los archivos del espaciopuerto para
esconder la ubicacin de su nave. Necesito continuar?"

"No," dijo Han, un escalofro helado lo atraves. All en el retiro de l y Leia en la

Torre Bosquesoro Lando haba dicho haber visto a Thrawn; lo haba dicho, lo haba
defendido, lo haba mantenido a pesar de toda la evidencia y argumentos al contrario.
Han se haba preguntado entonces cmo su amigo poda haberse asustado tan
fcilmente.

Ahora, finalmente, lo comprendi.

"Bueno," dijo Thrawn, mirndolo con una profundidad de comprensin que a Han no le
cay nada bien. "Entonces vayamos al grano." Levant ligeramente la voz. "Mayor?"

Desde atrs de otra pila de cajas a la izquierda apareci un jovencito llevando la insignia
de un mayor, sus ojos cautos en los prisioneros. En su mano derecha sostena un blster;
en su izquierda, una datacard.

"Como puede recordar de nuestra ltima conversacin, Capitn Calrissian," continu

Thrawn mientras el mayor caminaba hacia ellos, "usted sugiri que si quisiera salvar a
la Nueva Repblica de su actual crisis simplemente debera darles una copia completa
del Documento de Caamas."

"S, lo recuerdo," dijo Lando mientras el mayor se detena a un metro delante de l.

"Usted dijo que eso llevara demasiado tiempo."

"Result ser menos tiempo de lo que pens," convino Thrawn. "Aqu est."

El mayor ofreci la datacard. "Qu quiere decir, est ah?" pregunt Lando, mirando la
datacard como si esperara que le explotara en la cara.

"El Documento de Caamas," dijo simplemente Thrawn. "Es suyo. Tmelo."

Lenta, vacilantemente, Lando tom la tarjeta. "Qu es lo que quieren a cambio?"
pregunt cuando el mayor retrocedi un paso.

"No pido nada a cambio," le asegur Thrawn. "Como le dije antes, meramente deseo
ayudar."

"Claro que s," interpuso Han, sus palabras sonaban speras en sus odos despus de los
tonos ms urbanos del Gran Almirante. "Como ayud a destrozar el Edificio de los
Clanes Combinados en Bothawui?"

Los ojos rojos resplandecientes se enfocaron en l. "Explquese."

"Hubo un equipo Imperial detrs de ese alboroto," dijo tiesamente Han. A su lado,
Lando estaba indicndole que se callara, y tuvo que admitir que acusar a Thrawn as a la
cara probablemente no era la cosa ms poltica que podra haber hecho. Pero haba sido
su cuello all en la lnea, el suyo y el de Leia, y no iba a simplemente quedarse parado
aqu y dejar que Thrawn se saliera con la suya haciendo ruidos conciliatorios. No
despus de toda la muerte y destruccin que el alboroto haba causado. "Encontramos el
cristal de redireccin que usaron con su blster de francotirador Xerrol Nightstinger."

Haba esperado un parpadeo de culpa, o por lo menos una punzada de reconocimiento.

Pero en cambio Thrawn meramente le dio una frgil sonrisa. "S, un Xerrol
Nightstinger," dijo, con voz teida de amargura. "Aparentemente todava una
herramienta favorita entre asesinos y saboteadores. Pero en este caso, est mirando en la
direccin equivocada. Los ltimos cinco Xerrols del Imperio fueron robados hace seis
meses de un depsito del Ubiqtorate en Marquarra."

Sus ojos destellaron. "Si quiere encontrarlos, sugiero que investigue la finca privada del
Alto Consejero Borsk Fey'lya."

Han intercambi miradas sobresaltadas con Lando. "Fey'lya?"

"S," dijo Thrawn. "Fue su ejrcito privado el que los rob."

"No," dijo Han, la palabra le sali automticamente. "Eso es ridculo."

Y sin embargo...

Fey'lya haba sabido que l y Leia iban al Edificio de los Clanes Combinados para
comprobar el verdadero estado de las finanzas bothanas, un trabajo que de algn modo
nunca consiguieron terminar despus del alboroto. Y era justo la clase de pualada por
la espalda por la que los bothanos eran famosos.

Thrawn se encogi de hombros. "No voy a intentar convencerlo. La verdad est ah para
que la encuentre si le interesa. Entretanto-" Inclin la cabeza hacia la datacard en la
mano de Lando. "Buen da, caballeros. Que tengan un buen viaje."

Sin esperar una respuesta se dio la vuelta y se dirigi hacia la salida, la mitad de su
guardia stormtrooper se form alrededor de l. Los tres stormtroopers restantes y el
mayor esperaron hasta que estuviera fuera de vista antes de volverse y seguirlos.
Cuando ellos tambin se desvanecieron a travs de la puerta la fila de stormtroopers de
arriba se volvi y se alej por el tejado.

Y un momento ms tarde Han, Lando, y Lobot estaban solos.

Han se volvi hacia Lando, encontr al otro mirndolo fijamente bajo prpados
encapotados. "Bueno, Lando," dijo, intentando mantener la calma en la voz. No fue uno
de sus mejores esfuerzos. "Supongo que te debo una disculpa."

"No te preocupes por las disculpas," dijo Lando, inclinndose para recuperar sus armas
mientras daba una mirada rpida a la azotea vaca. "Simplemente salgamos de aqu,
est bien?"

"S," dijo Han, tomando el brazo de Lobot y dirigindolo hacia la rampa del Dama
Suerte. "Vmonos."

***

"Debi haber visto sus caras," dijo Flim, arremolinando su bebida alrededor de su vaso,
su voz malhumorada en raro contraste con lo que debieron haber sido palabras de
regodeo. "Estaban tan petrificados, y esforzndose tanto por ocultarlo. Fue bastante
cmico."

"Estoy seguro de que apenas poda contener las carcajadas," dijo agriamente Disra. "La
pregunta es, se lo creyeron?"

"Se lo creyeron," le asegur Tierce, sacando una datacard de su datapad y recogiendo la

siguiente de su pila. Solo l entre los tres, pareca no tener ninguna duda acerca de la
actuacin de Flim. "Nuestro Gran Almirante estuvo tan liso como el transpariacero
pulido. Ni siquiera parpade cuando Solo le arroj el equipo comando de Bothawui en
la cara."

"El equipo de Bothawui?" demand agudamente Disra. "Nuestro equipo de

Bothawui? El grupo de Navett?"

"Reljese- estaba hablando de l en conjunto con el alboroto del Edificio de los Clanes
Combinados," dijo Tierce. "No hubo ninguna indicacin de que sepan que Navett est
de nuevo all ahora."

"Espero que no," gru Disra. Por otro lado, todo ese esquema estaba listado en las
datacards que Pellaeon le haba robado. Sin embargo, era improbable que Pellaeon
corriera directamente a Coruscant para advertirles, aun cuando dejara de revolver los
datos financieros lo suficiente para incluso notar que estaba all. "Cmo averiguaron
que preparamos el alboroto?"

Tierce se encogi de hombros. "Quin sabe? Aunque no importa- el Almirante los

desvi muy bien." Mir a Flim. "Qu fue todo eso sobre un depsito de armas robado
en Marquarra? No recuerdo haber odo nada acerca de eso."
Flim sorbi su bebida. "No lo recuerdas," dijo, "porque lo invent todo. Me figur que
los hara-"

"Se lo invent?" lo cort Disra. "Qu tipo de maniobra tonta fue esa?"

"Una que me quit a Solo de encima," dijo tiesamente Flim. "Por qu? Lo
desaprueba?"

"S, lo desapruebo," dijo entre dientes Disra. "Es fuera de personaje. Thrawn no iba por
ah inventando cosas- si no saba algo, lo deca."

"Calma, Su Excelencia," dijo Tierce. Pero tampoco se vea tan feliz, cuando mir a
Flim. "Tena que decir algo- no podemos estar ofrecindole a Coruscant el Documento
de Caamas con una mano y ayudando a fomentar alborotos con la otra. Por lo menos
nos compr el tiempo que les tomar verificarlo."

Disra resopl. "Lo poco que ser."

"Por poco que sea ser suficiente," dijo firmemente Tierce. "En siete das la guerra civil
de la Nueva Repblica est programada para empezar. En ese punto, nadie va a
preocuparse por unos alborotos y un manojo de Xerrol Nightstingers."

Seal con la cabeza hacia la puerta secreta. "Y hablando de comprar cosas, cmo fue
su charla con nuestra invitada? Vamos a poder comprar sus servicios?"

"No lo s," dijo Disra, su boca se apret brevemente. "Las Mistryl no trabajan para los
Imperiales - me debe haber dicho eso quince veces. Por otro lado, estuvo de acuerdo en
llamar a una de sus lderes a que venga a charlar con nosotros. Y hay algo que quieren
muchsimo, pero no pude llegar a hacerla contarme qu es."

"Qu tal si lo que quieren es venganza," dijo sobriamente Flim. "Como todos los dems
en estos das."

"Venganza contra quin?" pregunt Disra.

Flim se encogi de hombros. "La historia que corre por el bajo mundo es que su planeta
fue devastado en una guerra contra una persona o personas desconocidas hace algn
nmero de dcadas. El dinero que las Mistryl ganan haciendo contratar sus servicios
supuestamente todava se usa para apoyar a los sobrevivientes."

"Cul es el nombre del planeta?" pregunt Disra.

"No lo s," dijo Flim. "Lo mantienen muy en secreto. Probablemente asustadas de que
quienquiera que lo hizo regrese y termine el trabajo."

"Ella dijo algo sobre venganza por Lorardian," medit Tierce. "Podra ser se el
sistema?"

"No tengo idea." dijo Flim, encogindose de hombros. "Ni siquiera s quin o qu es
Lorardian."
"Qu quiere decir, que no lo sabe?" dijo Disra, frunciendo el ceo. "Usted son como
si supiera todo al respecto all atrs."

"Tambin son como si supiera todo el tiempo que ella estaba escondida detrs de la
puerta," contrapuso pacientemente Flim. "Todo el truco detrs de ser un buen timador
est en convencer al blanco que sabes ms que lo que realmente sabes."

Disra hizo una mueca. Timadores. "Por supuesto. Lo olvid."

"No se haga el alto y noble indignado conmigo, Disra," advirti Flim, su cara
oscurecindose. "Sus correras de los Piratas Cavrilhu a las naves de la Nueva
Repblica fueron tan timo como esto. Al igual que lo es su pequeo precioso
movimiento de Venganza, dicho sea de paso," agreg, cambiando su mirada a Tierce.
"Unos agitadores Imperiales que se hacen pasar por un gran grupo de civiles
descontentos. Para no mencionar toda esta charada de Thrawn. No les gustan los
timos? Bueno, que lstima. Estn hasta el cuello en ellos, los dos. No que tengan alguna
opcin. No con la forma en la que est el Imperio."

Dej caer los pies de vuelta al suelo con un golpe ahogado y se puso de pie. "Y les dir
algo ms," agreg. "Si y cuando lleguen al punto adonde tengan toda la fuerza militar
que quieran, todava van a necesitarme."

Se palme el pecho. "Yo soy el nico de este grupo que conoce el bajo mundo. Quines
son los piratas y mercenarios, adnde encontrar un buen cazador de recompensas en
poco tiempo - si quieren contratar ms agentes independientes, tendrn que venir a m.
Yo soy el que pude sealar a D'ulin como una Mistryl slo por la forma en que luch."

"No estamos discutiendo," dijo Disra, tomado un poco desprevenidamente por el fuego
de la perorata del timador. "Entonces qu est intentando decir?"

"Estoy diciendo que si y cuando esta Mano de Thrawn suya se presente, podran ya no
necesitar mi mascarada de Thrawn," respondi el fuego Flim. "Pero todava me
necesitarn."

Por un largo momento el cuarto se qued en silencio. Flim mir de un lado a otro entre
los dos de ellos, respirando un poco pesadamente.

Tierce fue el primero que rompi el silencio. "Terminaste?" pregunt ligeramente.

Flim estudi su cara, y algo de la rigidez pareci dejar su espalda. "S," murmur. "Yo
slo... esto va revolver la olla, Tierce, desde Coruscant al Borde Exterior. A menos que
la Mano de Thrawn est viviendo bajo una roca, no hay ninguna forma en que se pierda
esto."

"Ya te dije antes que podramos protegerte de ella," dijo Tierce. "Y lo haremos. No te
preocupes por eso."

"S." Flim tom un largo sorbo de su vaso. "S. Seguro."

 ***

Lando tir de la palanca del hiperimpulsor, y delante de ellos las estrellas del cielo de
Bastin se estiraron en lneas estelares. "Bueno," dijo. Haba intentado que la palabra
sonara casual, pero todo lo que son fue ronca. "Supongo que realmente hablaba en
serio. Acerca de dejarnos ir."

A su lado, Han no contest. Dicho sea de paso, probablemente no haba dicho ni diez
palabras desde que Thrawn se haba ido de la baha de atraque. Lando mir de costado a
su amigo, preguntndose si era hora de empezar a preocuparse por l.

Han debi haber sentido la mirada del otro. "Era realmente l, no?" dijo en voz baja, su
propia mirada todava en los patrones revueltos del hiperespacio.

Lando asinti, su garganta se senta estrecha. "Perfectamente en calma, perfectamente

en control, tres pasos adelante todo el camino," dijo. "Nadie ms que Thrawn."

"No lo habra credo." Han mir a Lando, su boca temblaba. "Supongo que no lo cre,"
se enmend. "Cualquier cosa que te haya dicho all en la Torre Bosquesoro-"

"Olvdalo," dijo Lando, desestimando la disculpa. "Estuve justo all la primera vez, y ni
siquiera yo lo cre. Por lo menos, no quise hacerlo."

Han agit la cabeza. "Estamos en problemas, Lando," dijo. "De ahora en adelante, no
podemos confiar en nada que veamos. En nada que veamos, en nada que oigamos, en
nada que pensemos que debemos hacer. No con Thrawn de vuelta en la escena."

"No lo s," dijo dudosamente Lando. "Con Thrawn o sin Thrawn, el Imperio todava
est reducido a ocho sectores. Quiz eso es realmente todo lo que busca, espera
confundir tanto a Coruscant que simplemente se congele."

"Quin sabe?" gru Han, algo de calor empezaba a rezumar en su voz. Por lo menos
ya no sonaba atontado y desmoralizado. Era hora, pens Lando. "Eso es lo que te vuelve
tan loco de l. Intentas hacer algo, y las posibilidades son que eso es exactamente lo que
l quera que hicieras. Te detienes y no haces nada, y te pone una soga al cuello."

"Entonces qu supones que espera que hagamos con esto?" pregunt Lando,
sosteniendo la datacard.

"No s lo que l espera," dijo Han, extendiendo la mano y tomndola. "Pero te dir lo
que vamos a hacer. Primero, vamos a leerla y a ver si da esos nombres que todos estn
tan ansiosos por conseguir. Segundo, vamos a llamar a Leia en cuanto estemos en rango
de la HoloRed y dejarla saber que lo tenemos. Y tercero-"

Agit un pulgar por encima de su hombro. "Vamos a soltar a Moegid en la cosa y

hacerlo verificarla de diecisis formas desde el centro. A ver si puede encontrar
cualquier sorpresa que Thrawn nos ha envuelto."

Lando mir cautelosamente la datacard. "Crees que hay sorpresas?"

"Es Thrawn," dijo simplemente Han.

Lando asinti. "Correcto."

Levantndose de su asiento, Han dio una mirada final a los instrumentos. "Vamos- No
confo en usar esta cosa en ninguna parte cerca de la computadora de la nave," dijo,
dirigindose hacia la puerta de la cabina del piloto. "Busquemos un datapad y
averigemos qu dice."

CAPTULO
24

La primera parada de navegacin que haba hecho el Salvaje Karrde despus de dejar
Dayark no mostr nada adelante. Nada ms que la luz retorcida de la Hendidura de
Kathol y los ardientes rastros helados de chorros de gas ionizado y nebulosas en
miniatura que parecan como si hubieran sido arrancadas de ella con violencia. La
segunda parada fue igual, y la tercera, hasta que Shada haba empezado a preguntarse si
el legendario mundo perdido de Exocron no era verdaderamente nada ms que un mito.

En la quinta parada, lo encontraron.

"Se ve bastante agradable," coment algo dudosamente Trespe desde el costado de

Shada cuando miraban afuera por el ventanal del puente del Salvaje Karrde al pequeo
planeta que se aproximaba rpidamente. "Espero que sean amistosos."

"Yo no contara con eso," le advirti Shada, sintiendo una poco familiar sequedad
desagradable en la boca. All abajo en alguna parte, si Jade y Calrissian tenan razn,
Jorj Car'das estara esperando por ellos.

Al timn, Odonnl medio se volvi en su asiento. "No deberamos tener los turbolseres
preparados?" le pregunt a Karrde. "Slo en caso de que no estn contentos de que
hayamos infringido su privacidad?"

Shada mir a Karrde. l estaba escondiendo bien su nerviosismo, pero ella no tena
ningn problema en verlo. "Estamos aqu para hablar, no para luchar," le record a
Odonnl, con voz firme. "No quiero que nadie all abajo tenga la impresin equivocada."

"S, pero despus de Dayark?"

"Estamos aqu para hablar," repiti Karrde, su tono no dej lugar a discusin. "H'sishi,
estamos captando algn sondeo? O transmisiones, Chin?"

[Ninguna sonda todava, Jefe,] dijo la togoriana. Su pelaje, not Shada, se haba mullido
apenas visiblemente. Aparentemente, ella tambin haba notado el humor de Karrde.

"Nada de transmisiones tampoco, Cap'tn", agreg Chin. "Quizs no nos ven entrar."

"Oh, claro que nos ven," dijo Karrde, con una insinuacin de severidad arrastrndose en
su tono. "La nica pregunta-"
Se interrumpi por un pitido del comunicador. "Nave estelar entrante, ste es el
Almirante Trey David, segundo al mando del Almirante Supremo Horzao Darr de la
Flota Aeroespacial Combinada de Exocron," dijo una voz corts pero firme. "Por favor
identifquense."

Chin se estir hacia su tablero- "No, lo har yo," le dijo Karrde, visiblemente tomando
fuerza cuando toc el interruptor de su comunicador. "ste es Talon Karrde a bordo del
carguero Salvaje Karrde, Almirante David. Nuestras intenciones son totalmente
pacficas. Me gustara tener permiso para aterrizar."

Hubo una larga pausa. De hecho, una pausa muy larga. Shada se frot suavemente los
nudillos, visualizando un argumento acalorado en la oficina de la Flota del Exocron
Combinado...

"Salvaje Karrde, ste es el Almirante David," regres la voz. "Me dicen que est aqu
para ver a Jorj Car'das. Puede confirmar eso?"

Shada mir con atencin a Karrde. Pero aparte de un ligero tirn en la comisura de su
boca no hubo ninguna reaccin. "S, puedo," dijo, su voz un poco hueca pero bajo
control. "Hay una cuestin vital que necesito discutir urgentemente con l."

"Ya veo." Hubo otra pausa, ms corta esta vez. "Est esperndolo?"

Otro tirn del labio. "No s si esperando es la palabra apropiada. Creo que sabe que
estoy viniendo."

"Lo cree," dijo David, su voz de repente sonaba un poco rara. "Muy bien, Salvaje
Karrde, tiene permiso en el Crculo 15 del campo de aterrizaje militar en la Ciudad de
Rintatta. Le estamos enviando las coordenadas ahora."

"Gracias," dijo Karrde.

"Las tengo," murmur Odonnl, estudiando su pantalla de navegacin. "Parece bastante

fcil."

"Tenemos una escolta en camino," continu David. "Confo en que no tengo que
decirles que cooperen con ellos."

"Entiendo completamente," dijo Karrde. "Lo veremos a usted all?"

"Lo dudo," dijo David; y esta vez definitivamente haba una oscuridad en su voz. "Pero
quizs todos tengamos suerte. Nunca se sabe. David fuera."

Por un momento el puente estuvo en silencio. Shada ech una mirada a los otros, a sus
caras estrechas, hombros tensos y expresiones graves. Si no hubieran sabido antes en lo
que se estaban metiendo, decidi, se enteraron ahora.

Y sin embargo, no vio ninguna indicacin que ninguno ni siquiera estuviera pensando
en intentar echarse atrs. Una tripulacin verdaderamente leal, cerradamente tejida,
completamente dedicada a su jefe.
Igual que la propia Shada haba estado dedicada una vez a los ideales de las Mistryl.
Incluso cuando las mismas Mistryl casi se haban olvidado de esos ideales.

Incluso ante el peligro que se cerna adelante, el recuerdo de esa prdida todava le
dola.

"Instrucciones, Capitn?" pregunt en voz baja Odonnl.

Karrde no titube. "Bjanos," dijo.

***

La Ciudad de Rintatta era un racimo de mediano tamao de edificios de estilo militar

intercalados con unas cincuenta plataformas de aterrizaje de variados tamaos, muchas
con naves ya posadas en ellas. Las reas militares estaban a su vez rodeadas por un
ancho anillo de casas y negocios y edificios de la comunidad de estilo civil. Todo estaba
anidado contra la base de una cordillera baja pero de lados empinados, la ciudad se abra
a una llanura herbosa en sus otros lados.

No hubo ninguna sacudida como haba habido en Pembric 2. Ni hubo ninguna clase de
aduana o preguntas a su llegada en absoluto mientras el Salvaje Karrde se diriga a la
superficie. Las dos viejas naves de patrulla de sistema que el Almirante David haba
enviado escoltaron al carguero a su crculo de aterrizaje asignado, los vieron bajar,
entonces se dirigieron de nuevo al cielo sin comentarios. Alrededor de las otras naves,
cientos de hombres y mujeres y docenas de vehculos pequeos se apuraban en sus
propias varias tareas, ignorando completamente a la nave extraplanetaria que se haba
posado en medio de ellos. A todas las apariencias, pens Karrde cuando l y los otros
bajaban la rampa, todo Exocron podra estar intentando simular que los visitantes no
existan.

Con una notable excepcin.

"Buen da, Capitn Karrde," dijo Eneds Nee desde el pie de la rampa de aterrizaje del
Salvaje Karrde. "Bienvenido a Exocron. Veo que incluso sin mi ayuda pudo
encontrarnos. Hola, Shada; hola, Trespe."

"Hola, Amo Eneds Nee," contest Trespe, sonando notablemente aliviado de ver una
cara familiar. "Confieso que no haba esperado encontrarlo aqu."

"Tambin haba alguna pregunta acerca de ustedes," dijo alegremente Eneds Nee.
"Cuando los vi por ltima vez en Dayark, parecan estar teniendo problemas de piratas."
Dio un paso ms hacia la rampa y se asom a la nave. "Vendr su encantadora
togoriana con nosotros?"

"No, H'sishi se quedar en la nave," le cont Karrde, mirando al hombrecito con algo de
preocupacin. H'sishi era una miembro cada vez ms valorada de su tripulacin, pero
encantadora no era un trmino descriptivo que le habra venido a la mente
automticamente.
"Una lstima," dijo Eneds Nee, mirando de nuevo a Shada y a Trespe. "Entonces ya
estn todos? No quieres traer a nadie ms?"

Karrde sinti que sus msculos se tensaban de nuevo, a pesar de todos sus esfuerzos por
relajarlos. Ciertamente quera traer a ms gente con l. A toda la tripulacin del Salvaje
Karrde, para empezar, ms las tripulaciones del Hielo Estrellado y el Etherway, la
fuerza de tarea de la Nueva Repblica del General Bel Iblis completa, el Escuadrn
Pcaro, y unos cuatro clanes de guerreros noghri.

Pero incluso si hubiera tenido tales recursos, sera un gesto ftil. Car'das estaba
esperando por l, y traer a ms gente slo significara poner a ms gente en riesgo. Esa
no era la razn por la que l estaba aqu. "S," le dijo a Eneds Nee. "Ya estn todos.
Asumo que ests aqu para llevarnos a Jorj Car'das?"

"Si deseas verlo," dijo el hombrecito, con los ojos pensativos en la cara de Karrde. Una
vez ms, como en Dayark, vislumbres del verdadero Eneds Nee se asomaron a travs
de la fachada cuidadosamente labrada de inofensividad. "Bueno. Vamos?"

Los gui a un landspeeder descapotable al borde del crculo de aterrizaje - un

landspeeder, not Karrde, que a pesar de la aparente sorpresa de Eneds Nee por el
pequeo tamao de la partida era de slo cuatro asientos. Entretejiendo con experiencia
su camino entrando y saliendo entre el resto del trfico, el hombrecito parti hacia las
montaas. "Qu est pasando aqu?" pregunt Shada, haciendo seas hacia sus
alrededores mientras Eneds Nee esquivaba un camin de combustible de movimiento
particularmente lento.

"Se estn preparando para alguna clase de maniobras, espero," dijo el otro. "La gente
militar siempre est maniobrando para uno u otro lado."

"Cunto falta para donde nos encontraremos con Car'das?" pregunt Karrde, no
particularmente interesado en lo que la Flota Aeroespacial Combinada de Exocron tena
en su agenda para el da.

"No mucho," le asegur Eneds Nee. "Ves ese edificio celeste directamente adelante,
el que est apenas subiendo la cuesta de la montaa? Ah es adonde est."

Karrde se protegi los ojos de la luz del sol. A esta distancia, por lo menos, no era un
lugar muy impresionante. No era una fortaleza; ni siquiera una mansin.

De hecho, cuando Eneds Nee pas el rea militar y empez a ir por la seccin de
trfico civil ms escaso de la ciudad, el edificio celeste de adelante empez a parecerse
cada vez ms a una casa simple y modesta.

Shada aparentemente estaba pensando a lo largo de las mismas lneas. "Es ah donde
vive Car'das, o slo dnde nos encontraremos con l?" pregunt.

Eneds Nee le arroj una rpida sonrisa. "Siempre son preguntas contigo, no? Una
mente tan buena y pensativa."

"Hacer preguntas es parte de mi trabajo," contrapuso Shada. "Y no me has contestado."

"Contestar preguntas no es parte de mi trabajo," dijo Eneds Nee. "Oh vamos, no hay
necesidad de impacientarse - es slo un poco ms. Slo reljate y disfruta del viaje."

La casa celeste continu vindose ms pequea y menos impresionante cuanto ms se

acercaban. Ms pequea, menos impresionante, ms vieja, y considerablemente ms
desaliada. "Como pueden ver, fue construida justo contra la cara del risco," coment
Eneds Nee mientras conduca pasando el ltimo racimo de otras casas y entraba a un
campo herboso atravesado a la mitad por un rpido riachuelo. "Creo que el dueo
original pens que eso le dara estabilidad adicional durante los vientos de invierno."

"Qu le pas al lado izquierdo?" pregunt Shada, sealando. "Se derrumb?"

"No, nunca fue construido," le cont Eneds Nee. "Car'das empez una vez a ampliar la
casa, pero - bueno, ya vern."

Un cosquilleo desagradable le baj a Karrde por la espalda. "Qu quieres decir, ya

veremos? Qu lo detuvo?"

Eneds Nee no contest. Karrde mir a Shada, la encontr mirndolo con una rara
expresin en la cara.

Un minuto ms tarde estaban all. Eneds Nee detuvo suavemente el landspeeder

delante de una puerta que una vez haba sido blanca cuya pintura se haba descascarado
y descolorido por la edad y el abandono. "T vas primero," dijo Shada a Eneds Nee,
ponindose diestramente entre Karrde y la casa. "Yo ir detrs de ti; Karrde estar
detrs de m."

"Oh, no, no ser as en absoluto," dijo Eneds Nee. Agit la cabeza, en un rpido
movimiento de aspecto nervioso. "Slo el Capitn Karrde y yo podremos entrar."

Los ojos de Shada se estrecharon. "Djame ponerlo de otra forma-"

"No, est bien, Shada," dijo Karrde, dando la vuelta alrededor de ella y dando un paso
hacia la puerta. Alejndose del centro del grupo, con nada entre l y las ventanas
oscuras y vacas, se senta dolorosamente expuesto. "Si Car'das slo quiere verme a m,
entonces as es como tiene que ser."

"Olvdalo," dijo rotundamente Shada, agarrando el brazo de Karrde y deteniendo su

cuerpo. "Eneds Nee, o yo voy con l o l no va en absoluto."

"Shada, eso no ayuda," gru Karrde, mirndola intensamente. Quera ella que les
dispararan sumariamente a todos antes de que siquiera tuviera la oportunidad de
suplicar el caso de la Nueva Repblica? "Si me quisiera muerto, podra haberlo hecho
en cualquiera de cien puntos por el camino. Ciertamente podra hacerlo justo aqu."

"Ya lo s," respondi el fuego Shada. "Y no importa. Vine aqu como tu
guardaespaldas. Y eso es lo que voy a hacer."
Karrde la mir fijamente, una sbita sensacin extraa lo atraves. All en esa reunin
en la Torre Bosquesoro con Solo, Organa Solo, y Calrissian, Shada meramente haba
estado de acuerdo en venir en este viaje para ayudar. Cundo durante las dos semanas
y media desde entonces se haba transmutado ese acuerdo resentido en el mucho ms
profundo compromiso de guardaespaldas? "Shada, aprecio tu preocupacin," dijo, en
voz baja pero firme, alcanzando a donde ella todava le agarraba el brazo y poniendo
suavemente la mano encima de la suya. "Pero necesitas recordar el cuadro completo. Mi
vida, y lo que le pase, no es lo ms importante en juego aqu."

"Yo soy tu guardaespaldas," dijo Shada, en la misma voz baja e igual de firmemente.
"Es lo ms importante para m."

"Por favor," dijo Eneds Nee. "Por favor. Creo que me malinterpretan. El Capitn
Karrde y yo debemos entrar primero, pero t ciertamente puedes venir justo detrs de
nosotros. Es as de simple - bueno, ya vern."

Shada todava no pareca feliz, pero asinti renuentemente. "Est bien," dijo. "Slo
recuerda que si pasa algo, t estars personalmente directamente en mi lnea de tiro.
Ustedes dos primero, entonces yo, entonces Trespe."

"En realidad, Ama Shada, estoy seguro de que no es necesario que yo vaya con
ustedes," se apresur en asegurar el droide, retrocediendo a paso lento hacia el
landspeeder. "Quizs deba permanecer aqu y cuidar del landspeeder-"

"En realidad, puedes ser til," dijo Eneds Nee, sonriendo tranquilizadoramente. "Ven,
Trespe, todo estar bien."

"S, Amo Eneds Nee," dijo Trespe en un tono resignado. Gimiendo casi
inaudiblemente para s mismo, fue lentamente a un punto medio metro detrs de Shada.
"Pero debo decir, que tengo un mal presenti-"

"Bueno," dijo alegremente Eneds Nee. El momento solemne pas, estaba radiando su
usual inofensividad de nuevo. "Vamos?"

La puerta no estaba cerrada con llave. Karrde sigui adentro al hombrecito, sintindose
ms vulnerable que nunca cuando salieron de la luz del sol hacia un cuarto hmedo y
oscuro.

Un cuarto que, a su sorpresa, aparentemente no haba sido usado por algn tiempo. Las
pocas piezas de mobiliario esparcidas por el cuarto eran viejas y polvorientas, con las
mismas seales de largo abandono que haba visto en el exterior de la propia casa. Las
tres ventanas que desde el exterior haban parecido tan oscuras y amenazantes, poda ver
ahora que de este lado estaban meramente increblemente sucias, con el efecto
ligeramente escarchado que vena de aos de ser golpeadas por el polvo o la arena
levantada por el viento. En los rayos de la tenue luz del sol que se las arreglaban para
penetrar la mugre, podan verse largas hebras de telaraas que se estiraban desde
algunas de las sillas hasta el techo.
"Por aqu," dijo en voz baja Eneds Nee, su voz una intrusin en la atmsfera misteriosa
mientras los guiaba a travs del cuarto a una puerta cerrada. "Est aqu, Capitn Karrde.
Por favor preprese."

Karrde respir profundo. Detrs de l, oy el dbil roce del blster de Shada saliendo de
su pistolera. "Estoy listo," dijo. "Terminemos con esto."

"Ciertamente." Estirndose delante de l, Eneds Nee toc el control de la puerta.

Rechinando suavemente, se abri.

El olor fue lo primero que golpe a Karrde. Un olor a vejez, y recuerdos distantes, y
esperanzas perdidas. Un olor a enfermedad y cansancio.

Un olor a muerte.

El cuarto mismo era pequeo, mucho ms pequeo que lo que Karrde habra esperado.
A ambos lados unos estantes empotrados cubran cada una de las paredes laterales en
los que haba apilados un extrao surtido de pequeos objetos de arte, chucheras de
aspecto intil, y frascos y equipo mdico. Una cama grande ocupaba la mayora del
espacio restante, el pie estaba a menos de un metro de la puerta y dejaba apenas
suficiente espacio en el cuarto para que dos personas estuvieran de pie.

Y yaciendo en la cama debajo de una pila de mantas, susurrando suavemente para s

mismo mientras miraba fijamente al techo, haba un anciano.

"Jorj?" llam suavemente Eneds Nee cuando entr a travs de la puerta. EL susurro
se detuvo, pero la mirada del hombre permaneci en el techo. "Jorj? Alguien vino aqu
a verte."

Karrde entr a su lado, apretndose en el espacio restante, su mente daba vueltas. No.
Seguro que ste no poda ser Jorj Car'das. No el hombre vigoroso, de fuerte
temperamento, ambicioso que casi por s solo cre una de las ms grandes
organizaciones contrabandistas jams conocidas. "Jorj?" llam cuidadosamente.

La cara arrugada frunci el ceo, y la cabeza se levant. "Mertan?" pregunt una voz
insegura. "Mertan? Eres t?"

Karrde exhal en un suspiro cansado. La voz, y los ojos. S, lo era. "No, Jorj," dijo
suavemente. "No soy Mertan. Soy Karrde. Talon Karrde. Recuerdas?"

Los ojos del anciano parpadearon un par de veces. "Karrde?" dijo en la misma voz
incierta. "Eres t?"

"S, Jorj, se soy yo," le asegur Karrde. "Me recuerdas?"

Una sonrisa tentativa empez en la cara del anciano, desvanecindose como si los
msculos fueran demasiado viejos o demasiado cansados para sostenerla. "S," dijo.
"No. Quin eres de nuevo?"
"Talon Karrde," repiti Karrde, con el sabor amargo de la derrota y la desilusin y la
fatiga absoluta en su boca. Todo este camino. Haba venido todo este camino para ver a
Car'das y suplicarle ayuda. Todos los miedos que Karrde haba tenido sobre esta
reunin - sus miedos, sus pesares, su culpa - todo para nada. El Jorj Car'das del que
haba vivido en terror silencioso durante tantos aos se haba ido hace mucho tiempo.

En su lugar haba una cscara vaca.

Oscuramente, a travs de la oscuridad que se arremolinaba en su mente, sinti una mano

en su hombro. "Vamos, Karrde," dijo en voz baja Shada. "Aqu ya no hay nada."

"Era Karrde, no?" pregunt el anciano. Un brazo delgado sali de abajo de las mantas,
revolcndose un poco antes de que la mano pudiera acomodar mejor las almohadas
detrs de su cuello. "Tarron Karrde?"

"Es Talon Karrde, Jorj," corrigi Eneds Nee, con la voz de un padre paciente a un nio
muy pequeo. "Puedo traerte algo?"

Car'das frunci el ceo, su cabeza se volvi a posar en la almohada, sus ojos se

desviaron de nuevo a lo que sea que vean en el techo. "Shem-mebal ostorran
se'mmitas Mertan anial?" murmur, en voz casi inaudible. "Karmida David shumidas
krree?"

"Tarmidiano antiguo," murmur Eneds Nee. "El idioma de su niez. Ha estado

cayendo en l cada vez ms ltimamente."

"Trespe?" pregunt Shada.

"Est preguntando si Mertan ha estado por aqu hoy," tradujo el droide. Por una vez no
hubo ninguna mencin a cuntos tipos de comunicacin hablaba con fluidez. "O esa
buena persona del Almirante David."

"No, ninguno de ellos," Eneds Nee le dijo a la figura en la cama, hacindole seas a
Karrde para que salga del cuarto. "Regresar ms tarde, Jorj. Intenta dormir un poco,
est bien?"

Sigui a Karrde fuera del cuarto y se estir hacia el control de la puerta. "Dormir?"
Resopl dbilmente el anciano, soltando una risa cacareante. "No puedo dormir ahora,
Mertan. Hay demasiado que hacer. Demasiado como para-"

La puerta se cerr, cortando misericordiosamente el resto. "Ves, ahora, cmo es," dijo
en voz baja Eneds Nee.

Karrde asinti, con el sabor de cenizas en la boca. Todos esos aos... "Cunto tiempo
ha estado as?"

"Y por qu siquiera te molestaste en traernos aqu en primer lugar?" demand Shada.
"Qu puedo decir?" dijo Eneds Nee. "Est viejo - muy viejo - con las muchas y
variadas aflicciones que tan a menudo vienen con la edad." Sus ojos brillantes se
volvieron a Shada. "Y en cuanto a traerlos aqu, ustedes fueron los que queran venir."

"Queramos ver a Jorj Car'das," dijo entre dientes Shada. "Lo que est all no es lo que
tenamos en mente."

"Est bien, Shada," dijo Karrde. Todos esos aos... "Es culpa ma, no de Eneds Nee.
Deb haber venido aqu hace aos."

Parpade para sacudirse de los ojos unas sbitas lgrimas. "Supongo que slo queda una
pregunta ms que hacer. Eneds Nee, Car'das una vez tena una gran biblioteca de
datacards. Tienes alguna idea de dnde podra estar?"

Eneds Nee se encogi de hombros. "Cualquier cosa que haya hecho con ella, lo hizo
mucho antes de que yo llegara a estar a su servicio."

Karrde asinti. Hasta ah lleg incluso su ltima esperanza de encontrar aqu una copia
del Documento de Caamas. Miedos desperdiciados, y ahora un viaje desperdiciado. De
repente, se estaba sintiendo muy viejo. "Gracias," dijo, sacando su comunicador y
oprimiendo la tecla de encendido. "Dankin?"

"Justo aqu, Jefe," vino rpidamente la voz de Dankin, con un borde de tensin. "Cmo
estn las cosas?"

"Sin problemas, gracias," dijo Karrde, dando la respuesta en cdigo de todo despejado.
"La misin ha terminado. Prepara la nave; nos iremos en cuanto volvamos."

"S, bueno, eso podra ser un poco complicado," dijo Dankin, su voz se volvi grave.
"Aqu est por pasar algo, Jefe, algo grande. Cada nave en el campo est siendo
preparada para el combate."

Karrde frunci el ceo. "Ests seguro?"

"Positivamente," dijo Dankin. "Hay perchas de misiles siendo subidas a bordo, trajes de
vaco acorazados tipo artillero lo usual. Y tambin parecen estar armando a muchas
naves civiles."

"Son Rei'Kas y sus piratas," murmur en voz baja Eneds Nee al lado de Karrde.
"Parecera que uno de ellos los sigui cuando llegaron."

Karrde hizo una mueca, otra pieza ms de su cuadro mental cuidadosamente construido
se desmenuz en polvo. Haba estado tan seguro de que Rei'Kas haba sido contratado y
trado aqu por Car'das. "Nadie debera haber podido seguirnos," le cont a Eneds Nee.
"Nosotros siempre vigilamos muy bien nuestro rastro."

Eneds Nee se encogi de hombros de nuevo. "No s cmo lo hicieron. Slo s que lo
hicieron. De acuerdo al Almirante David, toda su flota ahora ha dejado su base oculta y
est en camino a Exocron."
"Sabas sobre esto antes de que siquiera aterrizramos?" demand Shada. "Por qu no
nos dijiste algo?"

"Qu deba decir?" contrapuso Eneds Nee. "El dao ya estaba hecho. Ellos haban
encontrado Exocron." Hizo seas hacia arriba. "De hecho, esa fue la razn por la que
quera traerlos aqu desde Dayark, Capitn Karrde. No habran podido rastrear mi nave."

Karrde hizo una mueca. Como si su carga de culpa no hubiera sido lo suficientemente
pesada, ahora esto. "Cunto tiempo antes de que alcancen el planeta?"

"Disculpen," dijo Trespe antes de que Eneds Nee pudiera contestar. "Pero si hay
piratas en camino, no deberamos estar planeando nuestra partida?"

"l tiene razn," convino Eneds Nee. "Sin embargo, todava no hay ninguna prisa
particular para ustedes. No estarn aqu por lo menos en otras ocho horas. Posiblemente
ms."

"Qu hay de ti?" pregunt Shada.

La boca de Eneds Nee se arrug. "Estoy seguro de que estaremos bien. Me han dicho
que la Flota Aeroespacial Combinada de Exocron es bastante buena."

"Quiz contra el contrabandista o elude-rocas ocasional," dijo oscuramente Shada.

"Pero estamos hablando de Rei'Kas."

"Es nuestro problema, no el suyo," dijo firmemente Eneds Nee. "Ustedes mejor hagan
los preparativos para partir."

El comunicador, se dio cuenta de repente Karrde, todava estaba encendido. "Dankin?"

llam. "Oste todo eso?"

"Lo tenemos, Jefe," confirm Dankin. "Todava quieres que prepare la nave?"

Karrde mir ms all de Eneds Nee a las ventanas oscurecidas del cuarto. Ms all de
esas ventanas haba gente que sus acciones, aunque sin intencin, haban puesto en
peligro mortal.

Lo que realmente significaba que no haba ninguna decisin que tomar aqu. "S,
preprala," le dijo a Dankin. "Pero preprala bien para el combate."

Volvi a mirar a Eneds Nee. "Vamos a quedarnos y luchar."

CAPTULO
25

Estaba, pens Booster Terrik, ms catico a bordo del Ventura Errante que lo que lo
haba visto alguna vez. Y considerando que estaban hablando del Ventura Errante, era
realmente decir algo.
Estaban por todo el lugar: tcnicos y trabajadores y oficiales de la Nueva Repblica,
miles de ellos, arrastrndose alrededor de cada esquina de su Destructor Estelar.
Arreglando cosas, agregando cosas, sacando cosas, actualizando cosas, y
ocasionalmente cambiando las cosas slo por la diversin de hacerlo. Su propia gente
haba sido pasada por alto, superada en rango, apartada, reemplazada, o directamente
atropellada por este rancor sobredesarrollado de tripulacin de restauracin que cortaba
a travs de su nave.

Y movindose en el centro de ella, como el nico punto tranquilo en el medio de una

tormenta circular, estaba el General Bel Iblis.

"Otras cinco naves de guerra llegaron al sistema anoche," estaba diciendo un ayudante
de aspecto acosado, apresurndose para mantenerse al ritmo de Bel Iblis mientras el
general andaba a zancadas a lo largo del corredor de emplazamientos de armas Estribor-
16. Booster, con sus piernas ms largas, tena menos problemas en ese aspecto. Sin
embargo, en su opinin, Bel Iblis tena mucha ms energa que la que cualquiera tena
derecho a tener tan temprano por la maana. "El Furia de la Libertad, el Espritu de
Mindor, el Guerrero de las Lneas Estelares, el Centinela Estelar, y el Venganza de
Welling."

"Que bien," dijo Bel Iblis, detenindose al lado de un panel monitor de turbolser.
"Qu hay del Garfin y el Beledeen II?"

"Todava ninguna noticia," dijo el ayudante, verificando su datapad. "Tambin he odo

rumores de que el Webley est aqu, pero hasta ahora no se han reportado."

"Estn aqu," dijo Booster. "Por lo menos, la Capitana Winger lo est - esos dedos
mecnicos suyos dejan marcas bastante distintivas en los tubos de cerveza de metal."

Los ojos del ayudante se oscurecieron. "Se supone que todas las naves entrantes deben
reportarse inmediatamente-"

"Est bien," lo calm Bel Iblis. "No te preocupes, saldrn a la superficie con tiempo de
sobra. Alex probablemente slo quera que su tripulacin tuviera algo de descanso antes
de que las rdenes empezaran a volar."

"Ellos no son los nicos a los que les vendra bien algn descanso," murmur por lo
bajo Booster.

Bel Iblis frunci ligeramente el ceo, como si slo ahora notara la presencia del
hombretn. "Quera algo, Terrik?" pregunt.

"Simplemente me preguntaba cundo se terminar el trabajo en mi nave," dijo Booster.

"Ya est casi listo," dijo Bel Iblis. "Teniente?"

"Parece que los arreglos importantes estarn completados dentro de las prximas doce
horas," confirm el hombre ms joven, estudiando su datapad. "Pueden quedar algunos
detalles, pero pueden terminarse en el camino a Yaga Minor."
Bel Iblis mir a Booster. "Algo ms?" pregunt.

"S," dijo Booster. Se detuvo, mirando significativamente al ayudante.

Bel Iblis entendi la indirecta. "Teniente, vaya a revisar el emplazamiento de rayo

tractor Nmero 7," dijo. "Asegrese que los ajustes de balance se estn haciendo de
manera apropiada."

"S, seor," dijo el ayudante. Lanzndole una mirada especulativa a Booster, se alej a
paso rpido por el corredor.

"Por qu no vienes por aqu fuera del camino," sugiri Bel Iblis, cruzando a una puerta
con las brillantes marcas rojas de una estacin mdica de emergencia.

Entraron. "Hasta ahora, has estado bastante silencioso acerca de tu plan para esta
pequea correra," dijo Booster cuando la puerta se sell de nuevo detrs de l. "Creo
que ya es hora de que oiga algunos detalles."

"No hay mucho que contar," dijo Bel Iblis. "Meteremos al Ventura Errante pasando su
lnea de centinelas y, esperamos, a travs de su permetro defensivo principal. Una vez
adentro, el resto de la fuerza de tarea entrar detrs de nosotros por el hiperespacio y
atacar el permetro. Si tenemos suerte, los Imperiales estarn tan ocupados con ellos
que no nos darn una segunda mirada."

"Eso asume que su primera mirada no nos delate, por supuesto," seal oscuramente
Booster. "Asumiendo eso, qu pasa entonces?"

"Yaga Minor tiene una peculiaridad que hasta donde s es nica entre las instalaciones
Imperiales," dijo Bel Iblis. "Hay un par de estaciones de computadora exteriores
situadas al final de un tubo corredor/pasarela que se extiende aproximadamente cien
metros fuera de la estacin orbital principal Ubiqtorate."

Booster frunci el ceo. "Extrao diseo."

"La idea era darle acceso al sistema de registros de computadora a investigadores civiles
en posiciones importantes sin tener que dejarlos entrar a la base del Ubiqtorate
propiamente dicha," le cont Bel Iblis. "El Gran Moff Tarkin manejaba muchos de sus
asuntos privados a travs de Yaga Minor, y no quera que sus enemigos polticos
tuvieran siquiera un vislumbre de lo que estaba haciendo."

"De acuerdo, entonces hay una conexin remota conveniente a la computadora," dijo
Booster. "Supongo que no hay por casualidad una escotilla de acceso igualmente
conveniente por la que podamos alcanzarla."

"Hay escotillas, pero desafortunadamente no son convenientes," dijo Bel Iblis, con voz
que se volvi grave. "Probablemente tendremos que abrir un agujero en el costado del
tubo de la pasarela y enviar a nuestros expertos de computadoras en trajes de vaco."

Booster resopl. "Correcto - volar un agujero en el costado de la estacin. Eso seguro

que pasar inadvertido."
"Podra," dijo Bel Iblis. "La fuerza principal estar disparando cortinas de fuego de
torpedos de protones en ese momento. Los Imperiales podran asumir que se fue un
tiro que atraves sus defensas."

"Y si no?"

Bel Iblis se encogi de hombros. "Entonces t y yo y el resto de la tripulacin del

Ventura Errante comenzamos a ganarnos nuestro sueldo de la forma difcil. Tendremos
que contenerlos el tiempo suficiente para que los expertos en computadoras consigan
una copia del Documento de Caamas y la transmitan a las naves atacantes."

Booster resopl de nuevo. "No quiero ofender, General, pero ese tiene que ser el peor
plan que he odo en mi vida. Qu nos pasa una vez que tengamos el documento?"

Bel Iblis lo mir directo a los ojos. "Lo que nos pase a nosotros no importa," dijo
bruscamente. "Si aceptan nuestra rendicin, bien. Si no... convertirn al Ventura Errante
en chatarra alrededor de nosotros."

"Espera un segundo," dijo Booster, frunciendo el ceo. Enterrado entre toda esa
estrategia impresionantemente piojosa de repente not una palabra muy importante.
"Qu quiere decir nosotros? Yo pens que t ibas a estar all afuera con la flota
principal."

Bel Iblis agit la cabeza. "Esta nave es la clave de la operacin," dijo en voz baja. "sta
es la nave que tiene que sobrevivir el tiempo suficiente para primero conseguir el
Documento de Caamas y despus sacarlo a la fuerza a travs de cualquier bloqueo que
los Imperiales tengan funcionando. Aqu es adonde me necesitan ms. As que aqu es
adonde estar."

"Hey, espera slo un minuto de estircol de mradhe," gru Booster, alzndose a toda
su altura de un metro noventa. "sta es mi nave. Me dijiste que yo seguira siendo su
capitn."

"Todava eres el capitn," convino Bel Iblis. "Yo simplemente soy el almirante."

Booster solt una larga exhalacin siseante. Debi haber sabido que Bel Iblis realmente
no haba cedido nada. Debi haberlo sabido. "Y si me niego a darte el mando?"

Bel Iblis alz ligeramente las cejas. Booster asinti, con un sabor agrio en la boca. Con
el Ventura Errante lleno hasta rebosar de la gente de Bel Iblis, ni siquiera vala la pena
contestar la pregunta. "Correcto," murmur. "Saba que me arrepentira."

"Puedes quedarte aqu si quieres," ofreci Bel Iblis. "Estoy seguro de que Coruscant te
compensara si-"

"Olvdalo," dijo entre dientes Booster. "sta es mi nave, y no la llevars al combate sin
m. Y punto."

Bel Iblis sonri dbilmente. "Entiendo," dijo. "Creme, lo entiendo. Algo ms?"
"No, eso debera ser ms o menos suficiente por ahora," dijo displicentemente Booster.
"Tal vez quieras ver si puedes proponer un plan mejor en los prximos tres das."

"Lo intentar," prometi Bel Iblis. Dndose la vuelta, se dirigi hacia la puerta-

"Espera un segundo," dijo Booster cuando lo golpe un nuevo pensamiento. "Dices que
vamos a volar un agujero en esa estacin de computadora exterior. Qu pasa si hay
alguien all en ese momento?"

"No espero que haya alguien all," le cont Bel Iblis. "Dudo que siga siendo muy usada.
Adems, no puedo ver ninguna otra forma de hacer esto."

"Pero y qu si hay alguien?" persisti Booster. "T mismo dijiste que el lugar slo era
usado por civiles. Si vuelas un agujero en la pared, vas a matarlos."

Una sombra pareci cruzar la cara de Bel Iblis. "S," dijo en voz baja. "Lo s."

***

"Bueno," dijo Klif, consultando su crono. "Ya pasaron cuatro horas. Qu te parece -
otras dos antes de que venga la llamada de pnico?"

Navett se encogi de hombros, haciendo su propio clculo mental rpido. l y Klif

haban estado visiblemente en otra parte en ese momento, slo en caso de que se
hicieran comprobaciones, pero segn Pensin la transferencia sutil de sus pequeas
bombas de tiempo orgnicas a la ropa de los tcnicos bothanos haba sido tan suave
como la telaraa-gema hilada. Ya haban pasado cuatro horas desde que esos tcnicos se
haban desvanecido en el edificio del generador de escudos de Drev'starn; haba que
darles otra hora para que su presencia fuera notada, dos ms despus de eso para que los
bothanos realmente se dieran cuenta de la magnitud del problema y agotaran todas las
otras posibilidades para tratar con l... "Supongo que por lo menos tres," le dijo a Klif.
"No van a tener prisa en llamar a extraplanetarios."

"Bueno, el material est listo para cuando ellos lo estn," dijo Klif con un encogimiento
de hombros.

Al otro lado de la tienda, la molestamente alegre campanilla son mientras la puerta se

abra. Poniendo las caras que Klif haba etiquetado como su expresin diligente-pero-
estpida, alz la vista.

Y sinti que la expresin se helaba en su cara. All, entrando a la tienda, estaban sus dos
tipos militares de la Nueva Rep.

A su lado, Klif hizo un dbil sonido ahogado en el fondo de su garganta. "Tranquilo,"

murmur Navett, agregando una sonrisa ligeramente dopada a su expresin y dando la
vuelta vidamente alrededor del extremo del contador hacia los visitantes. "Un da de
diversin y ganancias para ustedes, o como sea," dijo, poniendo la voz en el tono
placentero aunque vagamente insistente de un comerciante determinado a hacer una
venta. "Puedo ayudarlos?"
"Slo estamos mirando, gracias," dijo uno de los hombres mientras vagaban junto a la
fila de jaulas. Eran tal para cual, not Navett: ambos algo bajos, ambos con cabello
castao ligeramente encanecido, el que habl tena ojos marrones mientras que su
compaero verdes.

Y mirndolo de cerca, Ojos Marrones pareca especialmente familiar.

"Claro, claro," dijo Navett, permaneciendo cerca al tradicional estilo de un tendero.

"Estn buscando algo en especial?"

"No realmente," agreg Ojos Verdes, mirando fijamente a la jaula de polpians. "Qu
son stos? Polpians?"

"Claro que s," dijo Navett. Ambos tambin tenan dbiles acentos corelianos. "Sabes de
razas de mascotas."

"S un poco," dijo Ojos Verdes, mirndolo fijamente con un brillo en los ojos que a
Navett no le gust en absoluto. "Cre que los bothanos eran alrgicos a los polpians."

"S, algunos, supongo," dijo Navett con un encogimiento de hombros.

"Y sin embargo los trajiste a Bothawui?"

Navett puso una expresin descarriada. "Bueno, seguro," dijo, intentando sonar
ligeramente herido. "Slo porque alguna gente es alrgica a algo no significa que
alguien ms no quiera comprarlos. Tampoco todos los bothanos son alrgicos a ellos, y
de todos modos hay mucha ms gente aqu que slo bothanos-"

Se interrumpi cuando Ojos Castaos estornud. "Oh - ves?" dijo, extendiendo un

dedo hacia el otro como si el estornudo fuera una especie de vindicacin.
"Probablemente tambin hay algo aqu a lo que l es alrgico. Pero sin embargo
entraron, correcto? Y apuesto a que puedo encontrar algo que sera una muy buena
mascota para ustedes."

La campanilla de la puerta son de nuevo, y Navett se volvi para ver entrar a una vieja
flaca. La compaera del bajo mundo que Klif haba mencionado? "Hola," dijo,
inclinando la cabeza. "Un da de diversin y ganancias para ti. Puedo ayudarte?"

"Eso espero," dijo. "Tienes algn ratonero de cardo?"

Navett sinti que su garganta se apretaba. Qu llamas era un ratonero de cardo? "Creo
que nunca he odo ese nombre," dijo cuidadosamente, sabiendo que era mejor no
pretender conocimiento que no tena. "Aunque puedo verificar los catlogos, para ver si
podemos conseguirlos de alguna parte. Qu tipo de criaturas son?"

"Realmente no son tan populares," dijo la mujer. Su voz era casual, pero estaba
mirndolo tan atentamente como Ojos Verdes. "Son pequeos y giles, con pelaje
tostado a rayas y garras retrctiles. A veces son usados como ganado por guardias
fronterizos en terreno montaoso."
"Oh, claro," llam Klif del otro lado del contador. Apoyndose casualmente en l, no
haba ninguna seal del datapad que indudablemente tena fuera de vista bajo la
superficie plana. "Ests hablando de krisses kordulianos."

"Oh? Krisses kordulianos," dijo Navett con una inclinacin de comprensin. Nunca
haba odo hablar de aqullos tampoco, pero la seal de Klif era obvia. "Seguro. Slo
que nunca los o llamar por ese otro nombre antes. Klif, podemos conseguirlos?"

"Djame verificar," dijo Klif, haciendo un espectculo de sacar el datapad hacia el

contador y hacer como si lo encendiera.

"Qu son stos?" llam Ojos Marrones. Estaba parado junto al tanque de los
mawkrens, mirando con una expresin algo suspicaz.

"Mawkrens beb," le cont Navett, caminando hasta su lado y mirando tiernamente

hacia abajo a travs del plstico transparente a los diminutos lagartos que trastabillaban
inquietos uno encima del otro. "Acaban de incubarse esta maana. No son lindos?"

"Adorables," dijo Ojos Marrones, sin sonar sincero.

"Aqu est," llam Klif. "Krisses kordulianos. Veamos..."

Hubo un pitido del comunicador de Navett. "Disculpen," dijo, sacando el instrumento,

una sbita sensacin de miedo se apoder de l. Si esta era la llamada que estaban
esperando... "Hola?"

"Es este el Propietario Navett del Emporio de Mascotas Exoticalia?" pregunt una voz
bothana tiesa pero sonando acosada.

"Claro que s," dijo Navett, esforzndose por esa alegra diligente-pero-estpida. Era la
llamada, bien; y con toda la podrida suerte haba venido justo con un par de agentes de
la Nueva Rep parados all escuchando. "Qu puedo hacer por usted?"

"Tenemos un pequeo pero molesto problema de infestacin de insectos," dijo el

bothano. "Hasta ahora nuestros esfuerzos por eliminarlos han sido ftiles. Como
distribuidor de animales exticos, se pens que usted podra tener algunas sugerencias."

"Probablemente," dijo Navett. "Klif y yo hicimos algn trabajo de control de plagas

antes de meternos en el negocio de las mascotas. De qu tipo son?"

"No son familiares para nuestros expertos," dijo el otro, sonando hastiado. "Todo lo que
sabemos es que son muy pequeos, no responden a ninguno de nuestros mtodos de
exterminio, y a intervalos al azar todos empiezan a hacer un fuerte zumbido."

"Podran ser skronkies," sugiri dudosamente Navett. "Hacen un ruido bastante molesto.
O aphrens, o - espera un minuto. Apuesto a que son gorgojos del metal. Tienen algn
equipo electrnico o maquinaria pesada en el rea?"
Hubo una especie de sonido estrangulado del comunicador. "Una cantidad considerable,
s," dijo el bothano. "Qu hacen los gorgojos del metal?"

"Se comen el metal," dijo Navett. "Claro que, no se lo comen realmente - tienen unas
enzimas que-"

"No necesito los detalles fisiolgicos," lo cort el bothano. "Cmo los eliminamos?"

"Bueno, veamos," dijo Navett, frotndose pensativamente la barbilla para beneficio de

los agentes de la Nueva Rep. Ojos Verdes de nuevo tena ese brillo en los ojos... "Lo
primero que tienen que hacer es algo de rociado. Tienen algo de - veamos - algo de
CorTrehan por ah? Eso es cordiolino de trehansicol, si necesitan el nombre completo."

"No lo s," dijo el bothano. "Pero estoy seguro de que podemos conseguir que nos
preparen un poco."

"Antes de que lo hagan, asegrense de tener a alguien que sepa lo que est haciendo,"
advirti Navett. "No les servir de nada slo desparramarlo por todos lados."

Hubo una breve pausa. "Qu quiere decir?"

"Quiero decir que no puedes slo desparramarlo por todos lados, eso es todo," dijo
Navett, dejando que un poco de impaciencia se arrastrara en su voz. "Tienes que cubrir
todos los puntos adonde van a alimentarse, pero tambin dejarles suficientes puntos
libres-" Suspir. "Mira, esto no es algo para que lo intenten aficionados. Tenemos el
equipo con el que rociar - lo usamos para desinfectar nuestras jaulas e inventario. Si nos
consiguen el CorTrehan, Klif y yo podemos hacerles el trabajo."

"Imposible," dijo punzantemente el bothano. "No se permite el acceso de

extraplanetarios en ese rea."

"Oh. Est bien." se encogi de hombros Navett. Haba esperado el rechazo automtico a
su primera oferta. "Slo intentaba ayudar. Tendrn tiempo suficiente para librarse de
una sola progenie antes de que haga mucho dao."

Frunci el ceo, como si algo se le hubiera ocurrido de repente. "Es slo una progenie,
no? Cuando zumban, todos hacen la misma nota, o hay un par de tonos diferentes?"

Hubo una pausa corta. "Hay varias notas diferentes," dijo el bothano. "Cinco, quizs
seis."

Navett solt un silbido bajo. "Cinco- Oh, muchacho. Eh, Klif - tienen cinco progenies
diferentes all. Bueno, buena suerte. Seguro que espero que puedan conseguir a alguien
que se ocupe antes de que comiencen la guerra entre las progenies."

Apag el comunicador. "Cinco progenies," murmur, agitando la cabeza. "Vaya."

"Impactante," convino Ojos Verdes, con el brillo todava en sus ojos. "Una peste
bastante extica, gorgojos del metal."
"A veces vienen en las naves," dijo Navett, deseando que pudiera leer esa cara. S, Ojos
Verdes sospechaba algo. Pero sospechaba personalmente de Navett, o slo de la
situacin de los gorgojos del metal en general? "He odo que tambin montan en
mynocks. Algo as como recoger los desperdicios mientras-"

Hubo otro pitido en su comunicador. "Disculpa de nuevo," dijo, sacndolo. "Hola?"

"ste es de nuevo el Controlador de Campo Tri'byia," vino la misma voz bothana,

sonando hastiada. "Habl con usted hace unos momentos."

"S, claro," dijo Navett. "Qu puedo hacer por ti?"

"Me han pedido que pregunte cunto cobraran por librarnos de los gorgojos del metal,"
dijo Tri'byia.

"Oh, no mucho," dijo Navett, suprimiendo cuidadosamente una sonrisa. Por el tono de
la voz de Tri'byia, estaba claro que el sbito cambio de idea del oficial no haba sido
idea suya. "De hecho, con tal de que nos provean el CorTrehan - bueno, mira. El tipo de
Aduana dijo que necesitaremos una licencia de comercio especial para vender nuestras
mascotas afuera de Drev'starn. Si nos consiguen esa licencia, lo haremos gratis."

"Gratis?" repiti Tri'byia, el tono de su voz cay unos pasos. "Por qu tan generoso?"

"Escucha, he visto lo que los gorgojos del metal pueden hacer," dijo tiesamente Navett.
"Si crees que quiero tener un negocio en un pueblo en el que se han establecido, puedes
pensarlo de nuevo. Y cuanto antes empecemos, ms fcil ser librarse de ellos. Si nos
consiguen la licencia de comerciante y el jugo, estamos a mano."

"Confo que eso puede arreglarse," dijo renuentemente Tri'byia. "Ustedes y su equipo
tendrn que someterse a un escaneo completo antes de que puedan entrar al
establecimiento."

"No hay problema," dijo Navett. "En realidad, esto ser divertido - como en los viejos
tiempos. Cundo nos necesitan?"

"Un landspeeder los recoger en treinta minutos," dijo el bothano. Todava no sonaba
feliz, pero haba una nota de cauteloso alivio en su voz. "Estn preparados para partir."

"Lo estaremos," prometi Navett.

El bothano cort sin molestarse en decir adis. "Hombre, nunca se sabe, no?" dijo
filosficamente Navett, guardando el comunicador. "Lo siento, amigos. Quera que le
ordenramos algunos de esos krisses, seora? Klif, encontraste algo en las listas?"

"Parece que podemos conseguirlos de un proveedor en Eislo - los tendremos aqu en dos
o tres das," report Klif. "O podemos hacer que los enven directo del mismo Kordu.
Eso probablemente ser un poco ms barato, pero tomar mucho ms tiempo."

"Quiere ordenarlos hoy?" pregunt esperanzado Navett. "Slo tiene que pagar un
anticipo de la dcima parte."
La vieja agit la cabeza. "Creo que primero ver si alguien ms en la ciudad los tiene en
existencia."

"Bueno, regrese si no encuentra a nadie," llam Klif mientras los tres se dirigan hacia
la puerta. "Podemos conseguir un servicio express a una tarifa bastante razonable."

"Lo tendremos presente," prometi Ojos Marrones. "Gracias. Tal vez regresemos."

Salieron en fila, pasando por la vidriera delantera y saliendo de la vista de Navett

mientras la puerta se cerraba detrs de ellos. "Apuesto a que lo harn," dijo suavemente
para s mismo.

Agit la cabeza, quitndolos de su mente. Los carteristas del bajo mundo e incluso los
agentes de la Nueva Rep no eran nada importante ahora mismo. Lo que era importante
era que sus pequeas bombas de tiempo de gorgojos del metal, introducidas en la ropa
de los tcnicos del generador de escudos, haban hecho su trabajo.

Y ahora era tiempo de que Klif y l hicieran el suyo.

"Preparmonos," dijo, dirigindose alegremente hacia el cuarto trasero. "No debemos

hacer esperar a los bothanos."

***

"Y aqu," dijo el General Hestiv, tecleando una combinacin en un pequeo teclado, "es
adonde trabajar."

"Est bien," dijo Ghent, mirando nerviosamente por el largo corredor detrs de ellos.
Estaba a un largo camino de la base principal, y Hestiv le haba asegurado de que ya
casi nadie vena por aqu. Pero haba toda una estacin del Ubiqtorate Imperial all
atrs, y no poda quitarse la sensacin de que estaba siendo mirado por ojos hostiles.

Con un resoplido de aire ligeramente rancio la puerta se abri. "Aqu vamos," dijo
Hestiv, haciendo seas al frente. "Pase adelante."

Ghent entr por la puerta, lanzndole una mirada de reojo a Hestiv cuando pas. El
Almirante Pellaeon lo haba avalado, lo saba. Pero el hombre todava era un oficial
Imperial, y Ghent era de la Nueva Repblica. Si este tipo el Moff Disra quera
deshacerse de l, ste sera un lugar perfecto para hacerlo.

Y entonces dio su primer vistazo al cuarto mismo...

"sta es su nueva casa temporal," dijo Hestiv desde detrs de l. "Qu le parece?"

Ghent apenas lo oy. Apenas poda creer sus ojos, dicho sea de paso, mientras miraba
alrededor del diminuto cuarto. Apretados en l haba un Buscador de Datos Everest 448,
un par de decriptadores/decifradores Fedukowski D/Square, cinco procesadores
perifricos de trabajo pesado Wickstrom K220, un analizador numrico de espectro
completo Merilang-1221...
"El equipo probablemente no es como al que usted est acostumbrado," dijo Hestiv
disculpndose. "Pero espero que le sirva."

... y all como un centro de mesa, nada menos que una completamente nueva Terminal-
Oc Rikhous Masterline-70. Una Masterline-70! "No, no realmente," se las arregl para
decir Ghent, todava mirando fijamente con ojos saltones al conjunto brillante. E iban a
dejarlo tener todo este cuarto? Todo para l solo? "Pero me las arreglar sin
problemas."

"Bueno," dijo Hestiv, cruzando el cuarto por delante de l y oprimiendo la tecla que
abra otra puerta que Ghent todava no haba notado. "La habitacin donde se alojar
est aqu, as que no tendr que dejar esta seccin en absoluto. De hecho, podra querer
cambiar el cdigo de la cerradura de la puerta despus de que yo me vaya para que
nadie ni siquiera pueda entrar accidentalmente y sorprenderlo."

"Claro," dijo Ghent, su nerviosismo acerca de este lugar ya olvidado. "Puedo sellarla
muy bien. Est bien si comienzo?"

"Cuando est listo," dijo Hestiv. Oscuramente, Ghent era consciente de que el otro
estaba mirndolo de manera extraa. "Sabe cmo comunicarse conmigo si necesita algo.
Buena suerte."

"Claro," dijo Ghent mientras Hestiv retroceda a travs de la puerta. Hubo otro resoplido
de aire, y Ghent se qued solo.

Dejando caer su mochila al suelo, la empuj con el pie en la direccin general de la

habitacin privada. Los Moffs imperiales, los peligros al acecho, e incluso las
inminentes guerras civiles todos olvidados, apart la silla delante de la Masterline-70 y
se sent.

Esto iba a ser divertido.

***

Les tom toda una hora de escaneos y exmenes bajo los vigilantes ojos y poco corteses
manos de lo que a Navett le pareci que era la mitad del contingente de Seguridad de
Bothawui en Drev'starn. Pero por fin, con la obvia renuencia de un ser que sinceramente
detesta una situacin pero que no tiene ninguna alternativa mejor disponible, el
Controlador de Campo Tri'byia finalmente los llev a l y a Klif a los niveles inferiores
del edificio del generador de escudos.

Al mismo centro del sistema de defensa de Drev'starn.

"Que aparatos impresionantes," le coment Navett a los guardias ceudos mientras

miraba casualmente alrededor del cuarto. "Puedo ver por qu quieren librarse de ellos
rpido."
Se acomod el tanque de CorTrehan un poco ms alto en el hombro. "Bueno," dijo,
meneando su pulverizador delgado en la mano floja. "Lo primero ser que me muestren
cualquier cosa muy delicada o crtica adonde no quieren que se metan."

"No queremos que se metan en ninguna de ellas," exclam Tri'byia, ondeando su pelaje.

"S, claro, claro," lo tranquiliz Navett. "Slo quise decir por dnde quieren que
empecemos a rociar? Debemos ocuparnos de las cosas ms delicadas primero."

El pelaje de Tri'byia onde de nuevo. "Supongo que eso parece razonable," dijo
infelizmente. Claramente, lo ltimo que quera hacer era sealarle las partes ms
importantes de su precioso generador de escudos a un par de humanos. "Por aqu."

No que importara, por supuesto. Navett saba perfectamente bien lo que era todo en este
complejo, y ni l ni Klif necesitaban que los bothanos les sealaran los puntos de
muerte. Pero era algo que se podra esperar que pregunte un diligente pero estpido
dueo de una tienda de mascotas. Adems, era curioso ver qu tan honestos podran
volverse los bothanos en medio de una crisis as.

"Podran empezar por all," dijo Tri'byia, detenindose y sealando una completamente
no vital consola de comunicacin de respaldo.

"Est bien," dijo Navett. Aparentemente, no mucho.

Haban estado rociando durante quince minutos, trazando los ensortijados senderos
qumicos que eran la nica forma efectiva para matar los gorgojos del metal, cuando las
cosas finalmente empezaron a ponerse interesantes. "Este es el siguiente," dijo Tri'byia,
poniendo protectoramente una mano en el borde de una de las consolas responsables de
mantener el acople de frecuencia-energa entre los varios polos del escudo planetario.

"Correcto," dijo Navett, su corazn empez a latir ms rpidamente cuando camin

hasta la consola. Era esto: el primer empujn de la hoja hacia el corazn de la especie
cuyas acciones le haban costado tanto al Imperio a lo largo de los aos. Los tcnicos
bothanos ya haban quitado los paneles de acceso; cambiando sutilmente la forma en
que asa el pulverizador cuando se agach, Navett desliz la punta en el laberinto de
electrnicos y solt un delicado chorro.

Slo que esta vez dej ms que CorTrehan mata-gorgojos perlando lentamente las
placas de circuitos y goteando hacia la provisin de energa y carcasas de ventilacin de
abajo. Esta vez, su nuevo asimiento haba permitido que el delgado tanque integrado en
el asa del pulverizador expulsara algo de su propio contenido especial en la mezcla.

El examen de una hora al que los bothanos haban sometido su equipo haba examinado
en busca de todo lo que esas mentes paranoicas pudieron pensar: armas, equipo de
espionaje, explosivos, venenos, somnferos, cidos, trenza-cables, y probablemente
cincuenta otras amenazas potenciales.

Pero en ninguna parte en todas esas mltiples capas de precauciones nadie haba
pensado en programar una bsqueda de comida.
No era que alguien en el edificio del generador hubiera encontrado este preparado en
particular ni remotamente apetitoso, ni siquiera los gorgojos del metal. De hecho, ahora
que las pequeas alimaas podridas haban hecho su parte, era su hora de morir.

l y Klif se pasaron las dos horas siguientes movindose sistemticamente a travs del
complejo, extendiendo sus rastros de veneno y, en quizs veinte puntos cuidadosamente
seleccionados, agregando un chorro de su nutriente lquido. Cuando terminaron, el
penetrante olor agridulce del CorTrehan era casi como una barrera fsica que tenan que
apartar cuando la atravesaban.

"Est bien," dijo alegremente Navett cuando finalmente fueron escoltados de vuelta al
rea de la entrada de seguridad. "El primer paso est listo. Ahora todo lo que tienen que
hacer es poner un altavoz que anule los tonos portadores de las diferentes progenies.
Eso les impide hablarse dentro de sus grupos, y eso les impide reproducirse ms
rpidamente as pueden luchar contra las progenies. Eso le da al CorTrehan ms tiempo
para funcionar. Ven?"

"S," dijo Tri'byia, vindose marginalmente menos infeliz ahora que los extraplanetarios
ya no estaban en contacto directo con su preciosa maquinaria. "Por cunto tiempo ser
necesario hacer esto?"

"Oh, una semana ha de ser suficiente," dijo Navett. "Ocho o nueve das slo para estar
seguros. Algunas progenies son ms difciles de matar que otras. Pero no se preocupen,
no se comern nada durante todo ese tiempo. Principalmente, slo estarn muriendo."

"Muy bien," convino renuentemente Tri'byia. "Entonces slo tengo una pregunta ms.
Me han dicho que esta peste es bastante rara. Cmo fue que pudieron haber llegado
hasta aqu?"

Navett se encogi de hombros tan casualmente como pudo. Los cimientos ya estaban,
pero eso no significaba que ya estuvieran fuera del hoyo de la serpiente. Si los bothanos
decidan sospechar lo suficiente para volver y limpiar todo lo que l y Klif acababan de
extender, todo este trabajo habra sido para nada. "Me atrapaste," dijo. "Trajeron algn
equipo nuevo en las ltimas una o dos semanas?"

El pelaje del bothano onde incierto. "Hubo dos piezas de equipo que llegaron hace
siete das. Pero las dos fueron escaneadas completamente antes de entrar."

"S, pero te apuesto a que sus escneres no estn programados para formas de vida
basadas en mucho metal como estas cosas," seal Navett. Era una segura; ciertamente
los escneres de los bothanos no haban detectado a las pequeas bestias entrando
montadas en la ropa de sus tcnicos. "Al decir verdad, no s si alguien realmente sabe
de dnde vienen o cmo se mueven por ah. Slo aparecen de vez en cuando y hacen
problemas. Aunque probablemente vinieron con ese equipo. Podran querer agarrar un
par de ellos y usarlos para reprogramar sus escneres as no pueden crear ms
problemas."

"Gracias," dijo Tri'byia, un poco enojadizo. Aparentemente, los bothanos de su estatura

no estaban acostumbrados a que les sealen lo obvio.
"No hay problema," dijo alegremente Navett. Diligente pero estpido, era de los que se
tomaban todo por lo que decan, sin notar ninguna indirecta. "Nos alegra haber podido
ayudar. Y nos conseguirn esa licencia de comercio, correcto?"

"Har lo que pueda para ayudarlos con ella," dijo Tri'byia.

Que no era, not Navett, precisamente lo que haba prometido originalmente. Pero eso
estaba bien. En seis das, si todo iba segn el plan, Tri'byia dejara de existir, junto con
la ciudad de Drev'starn y tanto del resto de Bothawui como los Destructores Estelares
Imperiales escondidos all afuera pudieran arreglarse.

Y ese da, Navett planeaba mirar hacia abajo al mundo destrozado desde uno de esos
Destructores Estelares y rerse. Pero por ahora, todo lo que necesitaba hacer era sonrer.
"Genial," dijo alegremente. "Muchas gracias. Y si alguna vez necesitan algo ms, slo
llmenos."

l y Klif no se dijeron nada el uno al otro en el viaje de regreso a la tienda de mascotas.

Ni hablaron una vez que estuvieron all, por lo menos no de nada sustancioso, hasta que
se hubieron revisado completamente entre s con el detector de micrfonos-espa
escondido en el fondo de la jaula de moscas doppler.

Pero si no le cayeron especialmente bien a Tri'byia, aparentemente tampoco sospechaba

demasiado de ellos. El escaneo de espionaje sali limpio.

"Descuidado," gru Klif cuando devolvieron el detector a su escondite. "Uno pensara

que por lo menos les gustara ornos palmearnos las espaldas por conseguir nuestra
licencia tan barata."

"Estoy seguro de que revisaron nuestros archivos antes de que nos llamaran," Navett
dijo, resoplando de disgusto cuando se palme la camisa. Ese explotante CorTrehan se
pegaba a todo. "Tuviste la oportunidad de ver por dnde entraba en el edificio nuestro
conducto de energa? Nunca llegu a ese lado del edificio."

"Lo vi." asinti Klif. "En realidad tienen un empalme que sale de uno de los cables de
energa, probablemente preparado para ir al nuevo equipo que Tri'byia mencion."

"Pero no haban abierto la pared en ninguna parte?"

Klif agit la cabeza. "No son tan estpidos. No, toda la pared sigue all."

"Est bien," dijo Navett, encogindose de hombros. Hubiera sido prctico haber tenido
fuera de su camino algo de esa pared impenetrable, de un metro de espesor, reforzada,
pesadamente asegurada y de capas mltiples. Pero ciertamente no era necesario.

"Slo me preocupa que pasen otro seis das antes de que podamos hacer saltar esto,"
continu Klif. "No empezar a deteriorarse el material que dejamos?"

"Eso no es problema," le asegur Navett. "Ahora la parte complicada va a ser excavar

hasta el conducto de energa desde ese lugar de Ho'Din y entonces penetrarlo sin hacer
saltar todos los sensores de aqu a Odve'starn."
"Crees que han alambrado al conducto mismo?"

"Yo lo hara si estuviera a cargo," dijo Navett. "Horvic y Pensin pueden hacernos entrar
en el lugar despus de horas, pero no tendremos mucho tiempo para trabajar cada
noche. Lento y sostenido es como tiene que ser, y deberan ser slo como seis das."

"Eso supongo," dijo Klif, serenndose. "Por supuesto, eso asume que al menos tenemos
seis das ms. O finalmente has decidido hacer algo respecto a esos agentes de la
Nueva Rep?" Abruptamente, chasque los dedos. "Oh, explosin- Acabo de recordar
esa cara. Wedge Antilles."

"Tienes razn," dijo Navett, haciendo una mueca cuando el nombre tardamente haca
clic con la cara de Ojos Marrones. El General Wedge Antilles, lder de ese mltiples
veces maldito Escuadrn Pcaro. Un nico grupo insignificante de ala-X que
probablemente le haba causado ms problemas al Imperio que todos los bothanos de la
galaxia sumados. "Y eso va a hacer las cosas tanto ms complicadas. Incluso sin
celebridades de la Nueva Repblica involucradas, un triple asesinato creara un alboroto
mayor."

Dej que sus ojos flotaran alrededor de la tienda, absorbiendo las filas de jaulas, la sutil
mezcla de olores y sonidos. Seguramente Antilles no vera ninguna amenaza en una
inofensiva tienda de mascotas.

Pero no. Haban estado parados justo aqu cuando vino la llamada, y saban que l y
Klif haban sido invitados al edificio del generador de escudos. No, seguro que ahora
con seguridad tendran a la tienda de mascotas marcada. "Pero supongo que tampoco
podemos darnos el lujo de dejarlos que sigan investigando," concedi. "Supongo que es
hora de sacarlos."

"Ahora estamos hablando," dijo Klif con aprobacin oscura. "Quieres que me ocupe de
eso?"

Navett alz una ceja. "Qu, t solo?"

"Eh, slo son payasos de ala-X," dijo Klif. "Por lo menos lo es Antilles. Fuera de sus
cabinas de piloto son bebs de pecho."

"Quiz," dijo Navett. "Pero nos encontraron bien. Y esa vieja parece que tambin
conoce su camino."

"Y eso significa?

Navett le dio una sonrisa estrecha. "Significa que no te ocupars t solo," dijo. "Lo
haremos juntos."

***

Moranda sorbi su licor verde-azul. "No lo s," dijo, agitando la cabeza. "No puedo
decir que cualquiera de ellos realmente saltara y me saludara."
"sa es una forma de ponerlo," dijo agriamente Wedge, masajendose las sienes
doloridas con el pulgar y dedo mayor. Cincuenta tiendas, negocios, puntos de servicio, y
establecimientos de comida diferentes. Todos establecidos en Drev'starn desde que las
naves de guerra empezaron a reunirse sobre sus cabezas; todos visitados personalmente
por l, Corran, y Moranda en los ltimos cuatro das. La tasa de produccin de
comercios en Bothawui deba ser astronmica. "Otra forma es simplemente admitir que
hemos dado con otro callejn sin salida."

"No estoy seguro de que en verdad ira tan lejos," dijo lentamente Corran,
arremolinando meditativamente la bebida en su vaso. "Hubo un par de lugares que
estaban definitivamente ms en el borde que otros. Ese joyero meshakiano, es uno."

"Traficante de bienes robados," lo desestim Moranda con un movimiento de la mano.

"Y, a propsito, nos descubri desde el principio como cualquier cosa menos clientes
casuales. Realmente tienes que conseguir aprender a refrenar esa postura de espalda
derecha de CorSec tuya, Corran."

"Y ese caf Ho'Din," continu Corran, ignorndola mientras bajaba un dedo por su lista.
"Est justo encima de uno de los conductos de cables de energa al edificio del
generador."

"Y ha estado all durante diez aos," le record Moranda.

"Excepto que el gerente del da mencion que acababan de contratar a un par de

humanos para el ltimo turno de limpieza, recuerdas?" contrapuso Corran. "Hay algo al
respecto que me molesta."

Wedge lo mir por encima de su copa. Corran, saba, nunca haba tenido mucha suerte
con los aspectos de leer mentes de la Fuerza, no como Luke o Leia. Pero si no poda
conseguir los pensamientos de otra gente, de todos modos poda captar impresiones e
insinuaciones y texturas. Combinado con su viejo entrenamiento de detective de
CorSec, significaba que vala la pena prestar atencin a algo que lo molestara.

"Y entonces, por supuesto," agreg Corran, "estn nuestros amigos del Emporio de
Mascotas Exoticalia."

Wedge mir a Moranda, esperando por su refutacin. Pero no vino. "S, estn ellos,"
dijo en cambio, fruncindole el ceo a la mesa. "se no me gusta en absoluto."

"Pens que dijiste que ninguno te haba saltado," le record Wedge.

"No, no lo hicieron," convino Moranda. "Ese es exactamente el punto. Los tipos de las
mascotas actuaron perfectamente. Pero a cuntos dueos de tiendas de mascotas
conoces que por casualidad tambin sean expertos en exterminacin de alimaas? Y
unas exticas como los gorgojos del metal, adems?"

"Deberamos ser capaces de verificarlos y ver si ese tipo de experiencia aparece en sus
archivos," dijo Corran. Pero no se vea nada ms feliz que Moranda. "Slo deseara que
supiramos adonde exactamente haba tenido lugar esta invasin de gorgojos del metal."
"Tiene que ser en alguna parte con muy alta seguridad," dijo Wedge. "Ni siquiera iban a
dejarlos entrar al principio."

"Y al mismo tiempo, esa decisin fue hecha a un lado realmente rpido," dijo Moranda,
asintiendo. "En alguna parte con seguridad ultra alta, pero sin embargo extremadamente
sensible y vital."

Por un momento los tres se miraron. Corran fue el primero en romper el silencio. "Es el
edificio del generador de escudos," dijo. "No hay nada ms en Drev'starn que encaje."

"De acuerdo," dijo Moranda, sorbiendo su bebida. "Ahora la pregunta es, fue la
incursin de gorgojos del metal el ataque o el cebo? Si es el ataque-"

Se interrumpi por un pitido ahogado del comunicador de Wedge, enterrado

profundamente en un bolsillo de su chaqueta. "Quin sabe que ests aqu?" pregunt.

"Nuestra lanzadera," le cont Wedge, desenterrando el instrumento. "Hemos preparado

un retransmisor para cualquier transmisin entrante." Encendindolo, baj el volumen.
"Adelante Rojo Dos," dio la contrasea.

El mensaje era muy corto. "Habla su padre," dijo la voz familiar de Bel Iblis. "Todo est
perdonado; vengan a casa."

Wedge apret fuerte el comunicador. "Entendido," dijo. "Vamos en camino."

Apag el comunicador y alz la vista para encontrar la mirada de Corran dura en l.

"Pap?"

Wedge asinti. "Pap," confirm. "Hora de ir a casa."

"Lo que significa?" pregunt Moranda.

"Significa que tenemos que irnos," le cont Wedge. "Ahora."

"Oh, eso es conveniente," gru Moranda, mirndolo intensamente. "Qu hay del
generador de escudos?"

"De ahora en adelante los bothanos quedan a su suerte," dijo Wedge, terminando su
bebida y acomodando las monedas en la mesa. "Lo siento, pero de cualquier forma slo
estbamos en prstamo temporal."

Moranda hizo una mueca, pero asinti. "Lo entiendo," dijo. "Bien, fue divertido
mientras dur."

"Probablemente deberas llamar a Seguridad Bothana," dijo Wedge, ponindose de pie.

"Selales a nuestros amigos en la tienda de mascotas."

"Lo que sea," dijo Moranda, agitando una mano. "Buen vuelo."
"Gracias," dijo Wedge. "Vamos, Corran."

"Slo un segundo," dijo Corran. No se haba movido de su silla, y haba un brillo en sus
ojos mientras miraba Moranda. "Quiero saber qu va a hacer Moranda ahora."

"Oh, continen," lo reprendi ella, haciendo pequeas seas de ahuyentar con las
manos. "Yo estar bien."

"En otras palabras, vas a continuar con esto," dijo bruscamente.

Ella alz las cejas. "Eso es muy bueno. CorSec les ensea cmo hacerlo?"

"No has contestado la pregunta," dijo Wedge, sentndose de nuevo. "Vas a llamar a
Seguridad, no?"

"Y decirles qu?" contrapuso ella. "No tenemos ni un retazo de prueba. Es peor que
eso, realmente - presumiblemente ya hicieron una revisin de Navett y su compaero, y
sin embargo los dejaron ir al edificio del generador."

"Entonces qu vas a hacer?" persisti Wedge. "Seguir con esto sola?"

La boca de Moranda tom lneas duras. "Me dieron una asignacin, Wedge," dijo en
voz baja. "Se supone que debo quedarme aqu y vigilar en busca de atentados de
Venganza contra Bothawui."

Corran agit la cabeza. "sa no es una buena idea," dijo. "Si Venganza es manejada o es
guiada por imperiales-"

"Entonces adnde van ustedes dos?" demand Moranda con desdn. "De vacaciones a
las playas de Berchest? Les doy cincuenta-a-uno que dondequiera que vayan ser
mucho ms peligroso que cualquier cosa que sea probable que yo me encuentre aqu."

"Moranda-" empez Wedge.

"Adems de lo cual, no tienen tiempo para discutir al respecto," lo interrumpi. "Si

'pap' es quin pienso que es, no va a estar contento si ustedes dos llegan tarde a casa.
Ahora salgan, los dos. Gracias por todas las bebidas."

Renuentemente, Wedge se puso de pie de nuevo. Tena razn, por supuesto; y

ciertamente ella era ms que suficientemente mayor para tomar este tipo de decisiones
por s misma. Pero eso no significaba que a l tuviera que gustarle. "Vamos, Corran.
Moranda... cudate, est bien?"

"T tambin," dijo, sonrindole. "No te preocupes por m. Yo estar bien."

CAPTULO
26

Haba un aroma extrao, casi de otro mundo, tirando de sus sentidos cuando Mara flot
hacia la conciencia. Algo extrao, aunque vagamente agradable...
"Buenos das," vino la voz de Luke a travs de la niebla. Con una sacudida, Mara se
despert del todo.

Y en ese primer momento desorientado dese no haberlo hecho. Aun mientras abra los
ojos al tenue brillo a su alrededor, not repentinamente cien chispas de dolor pinchando
sus msculos desde sus talones a travs de sus piernas y espalda y bien hasta la nuca.
"Ow," gru por lo bajo.

La cara de Luke apareci sobre su cabeza, mirndola hacia abajo con preocupacin.
"Todava te duele el hombro?" pregunt l.

Mara frunci el ceo, parpadeando para aclarar un poco ms de la niebla que nublaba su
mente. Correcto - su hombro gravemente quemado. Bajando el cuello, enfocando los
ojos que todava no estaban completamente despiertos, mir abajo a su traje de salto
achicharrado.

A su traje de salto achicharrado, y a la piel lisa y sin marcas que se vea a travs del
agujero de all.

"No," dijo, sin creerlo realmente. "El hombro simplemente se siente bien. Es - oh, claro.
Tu trance curativo."

"Es normal estar un poco desorientada cuando acabas de salir," le asegur Luke. "No te
preocupes."

"No lo haca." Movi los hombros alrededor, intentando ignorar la oleada de

hormigueos adicionales que el movimiento envi por su espalda. La mano de Luke
estaba all, agarrndola del brazo y ayudndola a sentarse. "Dijiste que era de
maana?"

"Bueno, de tarde, en realidad," enmend Luke. "Pero Han me dijo una vez que en
cualquier momento en que te despiertes es tcnicamente la maana."

"Ese parece su punto de vista casual de las cosas," dijo Mara. "Cunto tiempo - en
tiempo real - estuve yaciendo all?"

"Aproximadamente cinco das," le cont Luke. "Ahora, con cuidado."

"Oh, apustalo," convino ella, haciendo una mueca de dolor cuando los msculos que se
haban quedado quietos durante cinco das continuaron quejndose ruidosamente por su
maltrato. "Estoy impresionada. No creo que ni siquiera un tanque de bacta habra hecho
el trabajo tan rpido."

"Tienes un don de la Fuerza muy potente," dijo Luke, sosteniendo la mano preparada
junto a su brazo. "Eso usualmente ayuda al proceso curativo."

"Ese definitivamente es uno que voy a tener que aprenderme," decidi ella, echando una
mirada a su alrededor. Ese aroma que pens que haba soado todava estaba all...
"Es algn tipo de ave asada," explic Luke, sealando con la cabeza hacia el fondo del
descanso. "Un regalo de despertada para ti de parte de los qom jha."

"En serio," dijo Mara, ponindose cuidadosamente de pie y cojeando en esa direccin
sobre piernas inseguras. S, era un ave asada, crepitando sobre una plancha de coccin.
"Horriblemente amable de su parte. Dnde consiguieron la cocina?"

"Envi a Custodio De Las Promesas de vuelta a tu Defensor por el resto del equipo de
supervivencia," explic Luke. "Preferira haberlo enviado de vuelta a mi ala-X... el
equipo de repuesto que Karrde arm era mucho ms completo. Pero despus de nuestro
roce con los Amenazadores no estn tan ansiosos de vagar por afuera."

"Esto es de la especie que come trepadores de fuego crudos?" Seal Mara cuando se
desliz de vuelta a una posicin sentada junto a la plancha de coccin. "Se asustan de
forma bastante selectiva."

"Es un poco ms complicado que eso," dijo Luke, sentndose con las piernas cruzadas
en el suelo al otro lado de la plancha de coccin y haciendo seas hacia la comida. "Por
eso el regalo, en realidad. Llegaron a la conclusin de que salvaste sus vidas all
adentro."

"No s cmo se les habr ocurrido," gru Mara, arrancando un pedazo del asado. "Fue
a nosotros a los que les disparaban, no a ellos."

Los labios de Luke se arrugaron. "En realidad, hay algunas dudas al respecto. Hendedor
De Piedras piensa que era a los qom jha a los que los Amenazadores estaban
disparando, no a nosotros, por lo menos hasta que empezaste a responder el fuego. Y
segn mi revisin de mis recuerdos de la batalla, creo que tiene razn."

Mara dio un cuidadoso mordisco. La carne estaba cocida un poco de ms para su gusto,
pero no estaba mal a pesar de eso. De cualquier forma, como su estmago le record
gruendo ruidosamente, una persona que no haba comido en cinco das no poda darse
el lujo de ser demasiado selectiva. "Un pensamiento interesante," dijo, "pero no estoy
segura de adonde nos lleva. No importa a quin le estaban disparando, el hecho es, que
todava son recelosos de los extraos."

"Quiz," dijo Luke, en tono raro. "Pero quiz no. No te has preguntado por qu los
Amenazadores nunca vinieron a la cueva buscndote despus de que quedaste
inconsciente?"

"Ests seguro que no vinieron?" contrapuso Mara con la boca llena.

"Los qom jha dicen que no," le cont Luke. "Hubo un par de vuelos con sus naves, y
eso fue todo. De hecho, hasta donde sabe Nio De Los Vientos, nunca ni siquiera
hicieron una bsqueda exterior en el suelo del rea."

Mara mastic pensativamente, resistiendo el impulso de sealar que Nio De Los

Vientos no era exactamente la fuente ms fiable de informacin. "Est bien," dijo.
"Asumamos que los Amenazadores perdieron su inters en m. Adnde nos lleva eso?"
"Si simplemente perdieron el inters, no lo s," dijo Luke. "Pero qu tal si no perdieron
el inters, pero slo decidieron esperar hasta que te abrieras tu propio camino hasta la
Fortaleza Alta?"

Mara dio otro mordisco. se era un pensamiento perturbador. De hecho, era un

pensamiento extremadamente perturbador. Tanto ms debido a que ese exacto curso de
accin era uno que haba considerado realmente al principio de su cautividad. "No s si
Karrde te lo mencion," dijo lentamente, "pero la forma que encontramos este sistema
fue rastreando los vectores de escape de dos de sus naves hasta un punto de
interseccin. Siempre haba supuesto que simplemente no saban que podamos rastrear
su vector por unos microsegundos despus de que saltaran a la velocidad de la luz. Pero
ahora no estoy tan segura."

"Crees que queran que vinieras aqu?"

"Encajara con que no se esfuercen tanto en buscarme despus de que aterric," seal
Mara. "Por supuesto, que si vamos en esa direccin entonces se nos tiene que ocurrir
una explicacin de por qu intentaron derribarte a ti."

"Quiz no estn interesados en tener a ms de un invitado a la vez," sugiri Luke,

mirando fijamente al espacio. "O quiz no quieran hablar con nadie de la Nueva
Repblica hasta que hayan hablado contigo primero."

Mara lo mir cuidadosamente. Haba habido un parpadeo en sus emociones justo en ese
momento... "Eso fue lo primero que te vino a la cabeza?" pregunt. "O ests captando
algo de la Fuerza al respecto?"

l agit la cabeza, todava mirando a la nada. "No estoy seguro," admiti. "Pero tengo
la sensacin de que... no, no importa."

"Qu es lo que no importa?" demand sospechosamente Mara, apretando las esquinas

de su mente. "Vamos, no tenemos tiempo para juegos."

Un msculo en su mejilla dio un tirn. "Tengo la sensacin de que es a ti a quien

quieren ver," dijo. "A ti, especficamente."

Mara alz las cejas. "Me siento halagada. Mi fama slo contina extendindose."

"Comedor De Trepadores de Fuego dijo que haba odo a los Amenazadores hablando
sobre ti," le record Luke. "Deseara que supiramos el contexto de la conversacin."

Hubo un batir de alas desde la escalera, y uno de los qom jha apareci. Habl- "Gracias,
Volador Entre Las Pas," dijo Luke. "Ve a ver si Custodio De Las Promesas tiene
alguna novedad, si no te molesta."

El qom jha contest, y con una agitacin de alas se haba ido escalera abajo. "Le ped a
algunos de los qom jha que patrullaran las reas superiores de la escalera y escucharan
por actividad fuera de las puertas," explic Luke. "Volador Entre Las Pas me dice que
las reas superiores de la fortaleza estuvieron activas por algn tiempo esta maana,
pero parecen haber quedado de nuevo en silencio."
"Ah," dijo Mara, arrancando otro mordisco con quizs un poco ms de fuerza que la
necesaria. Esos explotantes qom jha y sus explotantes voces ininteligibles-

"Hay algn problema?" pregunt Luke.

Mara lo mir intensamente. "Sabes, Skywalker, es muy difcil mantener algn

pensamiento para ti misma cuando ests cerca."

l le dio una mirada inocente que era demasiado divertida para su gusto. "Raro. Parezco
recordar una situacin hace no demasiado tiempo cuando no podas esperar para
descargarme algunos de esos pensamientos ms selectos."

Mara hizo una mueca. "Te sientes un poco ms feliz por nuestros errores pasados esta
maana, no?"

l se seren. "No feliz, no," dijo. "Simplemente estoy aprendiendo cmo reconocerlos,
aprender de ellos, y entonces dejarlos atrs y seguir adelante. He tenido mucho tiempo
para pensar en estos ltimos cinco das, sabes."

"Llegaste a alguna conclusin en particular?"

l la mir directamente. "Ya s por qu no te volviste al lado oscuro," dijo. "Y por qu
sigues encontrando lmites en lo que puedes hacer a travs de la Fuerza."

Ms casualmente que como se senta especialmente, Mara dio otro mordisco y apoy la
espalda contra la pared de piedra detrs de ella. "Te estoy escuchando."

"La esencia del lado oscuro es el egosmo," dijo Luke. "La elevacin de uno mismo y
sus propios deseos sobre todo lo dems."

Mara asinti. "Bastante obvio hasta ahora."

"El punto es que todo el tiempo que estabas sirviendo al Emperador, nunca lo hacas por
motivos egostas," dijo Luke. "Estabas sirviendo, aun cuando fuera a Palpatine y a sus
propios fines egostas. Y el servicio a los otros es la esencia de ser un Jedi."

Mara pens al respecto. "No," dijo, agitando la cabeza. "No, eso no me gusta. El
servicio al mal sigue siendo malo. Lo que ests diciendo es que hacer algo malo no es
realmente malo si tus motivos son buenos. Eso no tiene sentido."

"Estoy de acuerdo," dijo Luke. "Pero eso no es lo que estoy diciendo. Algunas de las
cosas que hiciste fueron ciertamente equivocadas; pero porque no estabas hacindolas
para tus propios propsitos, los actos en s mismos no te abrieron al lado oscuro."

Mara mir ceuda a su comida. "No veo la diferencia," dijo. "Pero de todos modos no
me gusta."
"En realidad, no es tan diferente de la situacin con los Jensaarai que Corran y yo nos
encontramos en Susevfi," dijo Luke. "Ellos no saban ser Jedi, pero de todos modos
estaban sirviendo de la mejor manera que conocan."

"Y en el proceso se haban pervertido tanto que tardaste aos en desenredarlos," le

record speramente Mara. "De cualquier forma, por lo menos tenan el recuerdo de un
modelo a seguir, no? Ese Jedi cmo se llama?."

"Nikkos Tyris," dijo Luke, asintiendo. "Lo que plantea una idea aun ms interesante.
Quiz t tambin tenas un modelo."

Mara agit la cabeza. "No hay ni una oportunidad. No haba ni una sola persona en la
corte interna con un retazo de lo que considerara virtud o moralidad."

"Entonces quiz fue alguien en tu vida antes de que fueras llevada a Coruscant," sugiri
Luke. "Tus padres, o algn amigo cercano."

Mara arranc el ltimo mordisco de su comida y tir el esqueleto de vuelta a una

esquina. "sta conversacin es un callejn sin salida," declar firmemente, limpindose
las manos en las piernas del traje de salto de donde los aceites y la suciedad
eventualmente caeran como escamas. "Volvamos al trabajo a la mano. Dnde
escondiste mi blster?"

Luke no se movi. "S que no te acuerdas mucho de tu pasado," dijo en voz baja. "Si
sirve de algo, entiendo cmo te sientes."

"Gracias," gru Mara. "Eso ciertamente ayuda."

"Te gustara recuperar ese pasado?"

Ella le frunci el ceo, emociones en conflicto chocaban de repente entre s. "Qu

quieres decir?" pregunt cautelosamente.

"Hay tcnicas Jedi que pueden usarse para recobrar recuerdos enterrados," dijo. "Y t
podras ser una Jedi, Mara. Podras ser una Jedi muy poderosa."

"Correcto," dijo Mara entre dientes. "Todo lo que tengo que hacer es declarar que
estoy lista para servir a la galaxia, correcto?"

La frente de Luke se arrug, y ella capt el parpadeo de perplejidad en l. "Qu parte

de eso te asusta tanto?" pregunt. "Has servido y trabajado para otra gente toda tu vida-
Palpatine, Karrde, Leia y Han y yo. Y una vez que has ofrecido tu lealtad, cumples con
ella. Puedes hacer esto- s que puedes."

Mara cerr el puo, medio queriendo cerrar el asunto de nuevo y esta vez asegurarse de
sentarse en la tapa. Pero en lo ms profundo saba que l mereca una respuesta en esto.
"Simplemente no puedo ofrecer ese tipo de invitacin en blanco," dijo. "Claro que
puedo ser leal; pero slo con la gente a la que escojo serle leal. No estoy lista para
abrirme a cualquiera que pase por la calle."
Hizo una mueca. "Adems, sigo recordando historias sobre cmo el ltimo paso para
volverse un Jedi es usualmente hacer algn sacrificio personal supremo y bastante feo.
Tampoco estoy loca por eso."

"No siempre es tan malo como parece," dijo Luke, y Mara pudo sentir la incomodidad
de l cuando sus propios recuerdos desagradables flotaron de vuelta a la superficie.
"Justo antes de morir, el Maestro Yoda me dijo que antes de ser verdaderamente un Jedi
necesitaba enfrentar de nuevo a Vader. Llegu a la conclusin de que eso significaba
que tena que o matarlo o dejar que me mate. Result que, no fue de ninguna de las dos
formas."

"Pero tenas que estar dispuesto a hacer ese sacrificio si era necesario," seal Mara.
"Gracias, pero no estoy interesada."

"Entonces ests limitando automticamente tus capacidades," dijo Luke. "Si no ests
dispuesta a tomar la responsabilidad-"

"Responsabilidad?" resopl Mara. "T me ests hablando de responsabilidad? Qu

hay de Callista, o Gaeriel, o cualquiera de las otras mujeres con las que has rozado tu
camino durante los ltimos diez aos? Dnde ha estado la responsabilidad all?"

La llamarada de enojo de Luke fue tan sbita y tan inesperada que la impresin la
empuj fsicamente contra la pared de piedra. "Si quieres hablar de eso," exclam.
"Qu hay de Lando? Huh?"

Por un largo momento slo se miraron intensamente entre s. Mara contuvo la

respiracin, preparndose para otro arranque, las historias de la clera desenfrenada de
un Jedi pasaron ominosamente por su mente.

Pero en cambio, sinti que el enojo de l desapareci, reemplazado por una profunda
vergenza y turbacin. "Lo siento," dijo, bajando los ojos y apartndolos de su cara.
"No deb haber hecho eso."

"No, yo soy la que debe disculparse," dijo Mara, intentando esconder sus propios
sentimientos de culpa y sabiendo que slo estaba teniendo un xito parcial. Saba que no
era bueno luchar as. "S lo que sentas por esas mujeres, y lo que les pas. Lo siento."

"Est bien," murmur Luke. "Probablemente lo que les pas fue en parte culpa ma.
Quiz incluso principalmente culpa ma. Yo fui el que roz el lado oscuro, no ellas."

"Reconoce tus equivocaciones, y aprende de ellas," le record Mara. "Entonces

recgelas y sigue adelante. Es tiempo de recoger y seguir."

"Eso supongo." Todava sin mirarla, se puso de pie. "Tienes razn- debemos ponernos
en movimiento. Les ped a los qom jha que hicieran algunas mediciones mientras
estabas durmiendo, y parece que la puerta de salida ms alta de este lugar debera
dejarnos en uno de los tres pisos superiores de la fortaleza. Intentemos ese
acercamiento."
"Slo un segundo," dijo Mara, alzando la vista hacia l. Se haba prometido a s misma -
bastante galantemente, comprendi en retrospectiva- que no iba a decirle esto hasta que
l le preguntara a quemarropa acerca de ello. Pero su silencio era infantil. Sin embargo,
la acusacin que l acababa de arrojarle a la cara estaba probablemente lo
suficientemente cerca. "Queras saber acerca de Lando y yo. Correcto?"

Ella vio el tirn en su cuello. "Est bien," dijo. "Realmente no es asunto mo."

"Lo estoy haciendo asunto tuyo," dijo Mara, ponindose de pie para mirarlo directo a
los ojos. "Lo que hubo entre Lando y yo no fue... absolutamente nada."

Los ojos de l le parpadearon sospechosamente. "Qu quieres decir?"

"Quiero decir lo que dije: no fue absolutamente nada," repiti. "Karrde tena una misin
importante para que yo llevara a cabo, y porque Lando haba proporcionado el punto de
partida se invit a acompaarme. La - bueno, los aspectos personales de todo no fueron
ms que una fachada para impedir que la gente averige lo que estbamos haciendo."

Ella pudo sentir a Luke sondeando los bordes de su mente. "Podras habrmelo dicho,"
dijo, no del todo acusadoramente.

"Podras habrmelo preguntado," contrapuso ella. "Nunca pareciste tan interesado."

Hizo una mueca, y ella pudo sentir una nueva oleada de turbacin pasando por l. "No
lo hice, no?" admiti.

"Aprende, y sigue adelante," le record Mara. "En realidad, si quieres llegar a eso, t
fuiste el que empez todo en primer lugar. Recuerdas ese mando a distancia que
encontraste en Dagobah y llevaste a lo de Lando en Nkllon?"

Luke la mir detenidamente. "S. De hecho, estaba pensando al respecto hace unos das.
Me pregunt por qu me haba venido de repente a la mente."

"Sugestiones de la Fuerza, sin duda," dijo Mara. Era una respuesta tan buena como
cualquier otra. "Resulta que ese mando a distancia en particular sola pertenecer a
alguien que Karrde haba conocido alguna vez que haba desaparecido fuera de vista
algunos aos antes. Un tipo llamado Jorj Car'das - alguna vez oste hablar de l?"

Luke agit la cabeza. "No."

"Aparentemente, no mucha gente lo ha hecho," dijo ella. "Eso hizo las cosas tanto ms
desafiantes. De cualquier forma, con el mando a distancia tenamos un punto de partida,
y Karrde me pidi que intentara rastrearlo. Y como ya dije, Lando - sin duda, oliendo
ganancias - insisti en acompaarme."

"Debi haber sido una larga bsqueda," murmur Luke. "Las historias de t y Lando..."

"Tom algunos aos," dijo Mara. "De trabajo discontinuo, por supuesto." Alz las cejas.
"Si sirve de algo, la parte del romance de la historia de fachada me volvi loca. Pero
encontrar a Car'das era importante para Karrde, as que continu con eso. Como dijiste,
lealtad."

Ella sise suavemente entre dientes con los recuerdos. "Aunque fue excepcionalmente
avergonzante en algunos momentos. Hubo una semana en particular en M'haeli donde
Lando estaba intentando dulcificar al Vicebarn Sukarian para que nos diera algo de
informacin que necesitbamos. Yo tena que volverme una frvola pieza de nada
decorativa y sin-cerebro, porque Sukarian automticamente pona a esa clase de mujer
por debajo de su desprecio y el papel me daba la libertad de movimiento que necesitaba.
La peor parte fue que Solo me agarr en el acto con un retransmisor de comunicador
cuando yo pens que Sukarian me estaba llamando. Nunca me atrev a preguntarle lo
que pens de eso."

"No creo que haya estropeado su opinin acerca de ti," dijo Luke, su voz era una
extraa mezcla de apoyo, gallarda, y un resto de turbacin. "Aunque me imagino que la
opinin de Sukarian probablemente ya no puede repararse a estas alturas."

"Oh, no lo creo," le asegur Mara. "Yo usualmente llevaba una de las camisas de Lando
durante las visitas y llamadas de comunicador tarde por la noche de Sukarian, y me
asegur de dejar una colgando de la puerta abierta de la caja fuerte de su oficina
privada. Despus de que la vaci."

Luke sonri. Una sonrisa tentativa, todava algo avergonzada, pero no obstante una
sonrisa genuina. A estas alturas, eso era suficiente. "Su reaccin debi haber sido
interesante."

Mara asinti. "Me gusta pensar eso."

"S." Luke respir profundo, y pudo sentirlo empujando viejos recuerdos y

pensamientos extraos al fondo de su mente. "Pero como dijiste, tenemos un trabajo que
hacer," dijo enrgicamente, "y va a ser una larga subida. Empaquetemos el equipo y
continuemos."

***

Fue, como Luke haba estimado por los nmeros que los qom jha le haban reunido, de
hecho una larga subida. De hecho, casi tan larga como haba sido desde el fondo de la
escalera oculta hasta esa primera puerta. Y con los msculos de Mara todava
recuperndose de cinco das de ociosidad, y el propio Luke por consiguiente
ocupndose de Erreds y todo el resto de su equipo, debi haber sido algo cansador.

Pero para su ligero asombro, no lo fue. Y no le hizo falta ninguna profunda visin Jedi
para entender por qu.

La barrera que haba puesto entre l y Mara se haba ido.

La parte extraa era que ni siquiera se haba dado cuenta de que haba habido una
barrera all. La comunicacin que tenan juntos - su habilidad de sentirse los
pensamientos y emociones entre s - haba sido tan ntima que simplemente haba
asumido que era tan fuerte como poda ser.
Haba estado equivocado. Haba estado muy equivocado.

Era una experiencia estimulante; y sin embargo, al mismo tiempo, tambin un poco
intimidante. Haba experimentado contactos mentales ntimos en ocasiones con otras
personas, pero nunca al mismo nivel que estaba experimentando ahora. Los
pensamientos y emociones de Mara parecan fluir por l, aparentemente su nivel e
intensidad ahora slo limitado por las barreras personales de ella, mientras sus propios
pensamientos y emociones fluan en la otra direccin de vuelta hacia ella. Haba una
nueva compatibilidad entre ellos, una profundizacin de su vieja relacin que slo ahora
comprendi cuan penosamente haba extraado.

Las confesiones, las disculpas, y el perdn, sola recordarle la Ta Beru, eran

herramientas que los amigos usaban para derrumbar paredes y convertirlas en puentes.
Muy pocas veces, si haba pasado alguna vez en su vida, haba visto esa verdad tan
grficamente demostrada.

Con preocupacin por la condicin fsica y el agotamiento de Mara en el frente de su

mente, se asegur de que la partida hiciera frecuentes paradas para descansar mientras
suban, una poltica que volvi a Mara slo ligeramente menos loca que lo que volvi a
los qom jha. Pero l insisti, y como resultado les tom casi una hora alcanzar la puerta
a la que iban. Pero cuando lo hicieron, por lo menos, Mara estaba totalmente lista para
continuar.

"Est bien, este es el plan," le dijo Luke, estirndose con la Fuerza. Por lo que poda
sentir, toda el rea afuera de la puerta oculta estaba despejada. "Dejaremos a Erreds y a
los qom jha aqu adentro y haremos un poco de reconocimiento por nosotros mismos."

"Suena bien." Mara sac su blster y lo revis, y Luke pudo sentirla esforzndose por
controlar sus dudas privadas por volver all. Entendible, por supuesto; ella fue a la que
le haban disparado. Luke haba tenido algo del mismo problema la primera vez que
haba regresado a visitar Ciudad Nube. "Qu tal si dejamos uno de nuestros
comunicadores aqu con ellos?"

"Buena idea," convino Luke, sacando el comunicador de su cinturn y ponindolo en el

brazo prensil para bajo peso de Erreds. "No te olvides y lo apagues," amonest al
droide.

Erreds trin indignado, la traduccin desfil por el datapad. "S, ya s," le asegur
Luke. "Slo estaba bromeando."

"Qu?" pregunt Mara.

"Dijo que apagar el comunicador en momentos crticos es el truco de Trespe," le cont

Luke. "Una broma privada. Lista?"

Pudo sentirla extendindose a la Fuerza en busca de calma. "Lista," dijo. "Hagmoslo."

La puerta secreta, gratificantemente, se abri tan silenciosamente como lo haba hecho

la otra. Con Luke por delante, salieron, cerrando la puerta detrs de ellos.
"Ahora esto," dijo Mara en voz baja en su oreja, "es como la fortaleza de Hijarna."

Luke asinti en reconocimiento, echando una mirada alrededor. Estaban en una vasta
cmara, con cortos segmentos de pared esparcidos aparentemente al azar uniendo el
suelo con el techo relativamente bajo. Los brillantes revestimientos de la pared, el suelo
elaborado, y los nichos de la pared que haban visto abajo estaban ausentes, dejando
nada ms que piedra negra sin adornos ni interrupciones. A pesar de eso, sin embargo,
el lugar pareca extraamente aireado. "No parece que nuestros amigos de abajo estn
usando este rea," dijo. "Me pregunto por qu."

Mara dio unos pasos al costado y apunt alrededor del final de uno de los segmentos de
pared. "Ah est tu respuesta," dijo. "Ven - vamos a ver."

Ella desapareci alrededor de la pared. Luke la sigui, notando por primera vez un
suave flujo de aire que vena de esa direccin.

Y la razn fue rpidamente clara. Ms all de la pared, del lado lejano del cuarto, la
piedra negra dejaba una grieta abierta al cielo.

"Apuesto que son daos colaterales de la batalla que derrib aquella torre," dijo Mara,
ya cruzando hasta la grieta.

"Ten cuidado," le advirti Luke, dndose prisa para alcanzarla.

"S, s," dijo Mara. Ella alcanz la grieta y cautelosamente mir afuera. "Tena razn,"
dijo, apuntando. "All est. O lo que queda de ella."

Luke lleg a su lado y mir afuera. Estaban mirando a un vasto techo redondo inclinado
hacia abajo desde su posicin en un ngulo razonablemente empinado. El tocn de la
torre en ruinas de Mara estaba delante y ligeramente a la izquierda de ellos, a unos
ochenta metros ms o menos. La distancia y la tenue luz del sol lo hacan difcil de ver
con seguridad, pero al ojo de Luke el borde dentado pareca ligeramente fundido. "Y
dices que esta piedra absorbe el fuego turbolser," dijo.

"Como una esponja muy seca," convino gravemente Mara. "Quienquiera que fueran los
constructores de este lugar, debieron haber tenido algunos enemigos impresionantes."

"Esperemos que hayan quedado satisfechos con derruir esa nica torre y entonces se
hayan marchado," dijo Luke, dando al resto del techo un examen rpido pero cuidadoso.
Situado simtricamente al lado derecho del techo inclinado haba otra torre, esta
indemne, que se estiraba unos buenos noventa metros hacia el cielo y terminaba con un
anillo de protrusiones de aspecto ominoso. Sin duda, sistemas de armas. Del lado lejano
del techo, a casi doscientos metros de donde estaban l y Mara, poda ver las
protuberancias gemelas que parecan extenderse afuera desde el tejado y entonces
continuaban abajo por la pared de ese lado. Torres de guardia gemelas, posiblemente,
flanqueando la entrada principal. Ms all del techo, poda ver una superficie lisa que se
estiraba a travs de la cima de la montaa escarpada de la fortaleza que slo poda ser
un camino de acceso. En el centro de la fortaleza haba una estructura de treinta metros
de largo cuyo techo plano sobresala horizontalmente del techo principal, hacindolo
parecer todo ms bien como una cua de esquina redondeada que haba sido agregada
como un pensamiento posterior.

"Hay una plataforma de aterrizaje en la cima," dijo Mara, apuntando a la estructura.

"Apenas se pueden ver las marcas."

Luke asinti. Las marcas eran tenues, pero lo suficientemente visibles cuando sabas
buscarlas. "Probablemente tienen luces que pueden encender cuando algo amistoso est
viniendo."

"Con turbolseres preparados en la cima de esa torre en caso de que no sean tan
amistosos." Deslizndose a travs del hueco en la pared, Mara dio unos pasos hacia el
techo, mirando hacia la plataforma de aterrizaje. "Parece que el rea bajo la plataforma
est abierta por delante," report. "Probablemente su hangar. Podra ser un lugar
conveniente al que ir si alguna vez quedamos atrapados demasiado lejos de nuestra
salida." Se dio la vuelta hacia atrs-

Y contuvo la respiracin, una oleada de sorpresa pas disparada a travs de ella.

"Whoa," dijo, sus ojos miraban hacia arriba. "Ven a ver esto."

Maniobrando a travs de la grieta, Luke cruz hasta su lado y se dio la vuelta.

Elevndose encima del cuarto en que acababan de estar haba otra torre ms.

Y tena amigas. Espaciadas alrededor de la curva del techo de la fortaleza a la izquierda

haba tres ms, todas del mismo diseo. Incluso desde la perspectiva oblicua de Luke,
poda distinguir que estas cuatro torres traseras eran ms gruesas y unos buenos veinte
metros ms altas que la nica que se ergua debajo de ellos.

Y como con la de abajo, cada una de stas tambin estaba coronada por un anillo de
emplazamientos de armas.

"ste debi haber sido un lugar impresionante en su auge," coment Mara. Su voz era
firme, pero Luke poda distinguir que ella estaba sintiendo la misma vaga inquietud que
l. "Como la de Hijama. Deseara saber para proteger qu llamas fueron construidas."

"O defender contra qu," Luke agreg, echando una ltima mirada alrededor del techo.
Ninguna luz; ningn movimiento; ninguna seal de vida en absoluto. "Volvamos
adentro y encontremos el camino abajo."

El camino abajo estaba en el lado lejano de uno de los otros segmentos de pared: una
versin ms pequea del tobogn en espiral que haban usado en la seccin de barracas
de abajo. Al contrario de ese, sin embargo, el tobogn de aqu no se estaba moviendo.
"Daado o apagado por falta de uso," dijo Mara, pasando una mirada cauta por el borde.
"El prximo nivel abajo tampoco parece habitado."

"Probablemente toda esta seccin est fuera de uso," dijo Luke cuando empezaron a
bajar. "Por la forma que el techo se inclina hacia la torre rota, cada nivel tiene que tener
un poco ms de espacio de piso cuanto ms bajemos. Probablemente han establecido
sus operaciones en los niveles ms grandes."
"Tiene sentido," convino Mara. "Sigamos yendo hasta que alcancemos un piso con un
tobogn funcionando en alguna parte de l. se debe ser su nivel ms alto en
funcionamiento o estar cerca de l."

Los pisos de hecho se extendan ms lejos hacia afuera cuando continuaron bajando,
con el patrn de segmentos de pared al azar cambiando a cada nivel. No fue hasta el
cuarto nivel que Luke finalmente capt el dbil zumbido de maquinaria en
funcionamiento. "Creo que llegamos," murmur, cambiando la posicin en que agarraba
su sable de luz y estirndose con la Fuerza. Todava no pareca haber nadie cerca.

"As parece," convino Mara, ahuecando una mano alrededor de la oreja. "Eso suena
como uno de los toboganes. Echamos una mirada?"

Luke asinti. "Yo ir primero. Qudate detrs de m."

Se dirigi hacia fuera, movindose tan silenciosamente como poda por el espacio
vaco, intentando ignorar la molestia de Mara detrs de l. Ella podra llamarlo
sobreproteccin si quera - e indudablemente lo estaba llamando exactamente as - pero
despus de mirarla pasar cinco das en un trance curativo prefera equivocarse hacia el
lado de la precaucin. Alcanz uno de los raros - por lo menos en este nivel - segmentos
de pared y desliz un ojo alrededor de l. Ms all, justo contra la pared lejana, estaba el
tobogn en espiral que haban odo. "Est bien," murmur Luke por encima de su
hombro. "Muy fcil, ahora-"

Sinti la llamada emocional de Mara; pero no estaba viniendo de directamente detrs de

l. Mir a su alrededor, sintiendo su propio destello de molestia cuando la vio parada en
la esquina de uno de los otros segmentos de pared veinte metros a su izquierda. Ella le
hizo seas, un gesto rpido e impaciente.

Y haba una sbita sensacin de miedo en sus emociones...

Lleg a su lado en menos de diez segundos. "Qu pasa?" sise.

Ella seal con la cabeza hacia la pared, con silenciosa agitacin en sus ojos y su mente.
"Por all," dijo.

Con el sable de luz listo en la mano, Luke se desliz alrededor del final del segmento de
pared.

Ms all de l haba un gran espacio abierto que haba sido equipado como una especie
de centro de comando, aunque estaba actualmente tan desocupado como todas las otras
partes adonde haban estado hoy. Se haban dispuesto dos crculos de consolas de
comando, los tableros y pantallas pestaeaban luces de estado hacia las sillas vacas
frente a ellos. A un costado, una silla ms grande y ms elaborada rodeada por su propio
anillo de tableros de estado haba sido dispuesta en una plataforma de un metro de altura
desde donde poda supervisar toda la operacin.

Y en el centro de todo aquello haba una imagen que envi un escalofro de memoria a
lo largo de la columna de Luke: un mapa hologrfico de la galaxia, con los sectores de
la Nueva Repblica, el Imperio, y el resto de las regiones conocidas marcados en una
serie desconcertante de una docena de colores diferentes. Todo el mosaico abigarrado se
estiraba por quizs un cuarto del gigantesco espiral, desvanecindose en el blanco
neutral adonde los bordes de los Territorios del Borde Exterior daban paso a la
inmensidad de las Regiones Desconocidas de ms all.

Era un duplicado del holo galctico que el Emperador Palpatine haba tenido en su saln
del trono en el Monte Tantiss.

Luke trag saliva, apartando los ojos del holo para dar una mirada ms cuidadosa al
equipo circundante. S, las consolas eran de hecho estndar imperial: tableros de estado
y de acceso de computadora de un Destructor Estelar o de otra nave capital mayor. Las
sillas, igualmente, venan directo de las trincheras de tripulacin del puente de un
Destructor Estelar.

Y la silla del supervisor y tableros eran aqullos de un almirante de flota imperial.

Como la que el Gran Almirante Thrawn habra usado.

Sinti el cuchicheo de aire cuando Mara se acerc a su lado. "Creo que hemos
encontrado nuestra conexin con los imperiales," le dijo. "Parece que incluso Palpatine
podra haber tenido una mano en este lugar."

El cabello de ella cepill su hombro cuando agit la cabeza. "Ese no es el punto, Luke,"
murmur. "Mira ese holo. Quiero decir mralo realmente."

Luke frunci el ceo, enfocndose de nuevo en el espiral galctico. A qu espacios se

estaba refiriendo?

Y entonces, abruptamente, contuvo la respiracin. No. No - estaba viendo cosas.

Seguramente estaba viendo cosas.

Pero no lo estaba. Al borde de la galaxia conocida, adonde el holo de Palpatine slo

haba mostrado las estrellas blancas de las Regiones Desconocidas, un rea
completamente nueva haba sido coloreada.

Un rea nueva enorme.

"Es divertido, no," dijo Mara, con el miedo todava arremolinndose a travs de ella.
"Fue exilado de la corte imperial, sabes. Simplemente echado sumariamente."

"De quin ests hablando?" pregunt Luke.

"Del Gran Almirante Thrawn," dijo. "Escogi el lado equivocado en una de las batallas
polticas que siempre ocurran all y perdi. Todos los dems en la confabulacin
terminaron degradados o encarcelados o sino reasignados como a una cmara de tortura
semiprivada a guarniciones en el Borde Exterior. Pero Thrawn no. Oh, no. Incluso el
Borde Exterior era demasiado bueno para este aliengena ingrato que haba sido
aceptado en la sociedad imperial y les haba pagado por su bondad con una bofetada a la
cara. No, tenan que inventar algo muy especial para l."

"Y ese algo fue el exilio a las Regiones Desconocidas?"

Mara asinti. "Si el Borde Exterior era una celda de tortura, las Regiones Desconocidas
eran un pozo de rancor completamente poblado," dijo. "As que con un poco de
instigacin - y probablemente haciendo muchos tratos - hicieron que Palpatine lo
pusiera a bordo de un Destructor Estelar y lo enviara en un viaje sin retorno ms all del
Borde Exterior."

Resopl en una risa burlona. "Y slo para agregar insulto al dao, se las arreglaron para
hacer que sea una expedicin de cartografa. Imagina - uno de los mejores estrategas
que el Imperio haba conocido alguna vez reducido a tareas de cartografa. Estropeando
su vida y su reputacin de un solo golpe. Apuesto a que estuvieron rindose entre
dientes al respecto durante aos."

Luke agit la cabeza. "Creo que no entend el chiste."

"Ellos tampoco," dijo Mara, su humor oscuro se volvi incluso ms oscuro. "El chiste es
que aparentemente nunca se les ocurri a ninguno de ellos que Palpatine siempre estaba
un paso adelante de cualquier cosa que estuviera pasando en su corte. Y si l estaba un
paso adelante, un estratega como Thrawn estaba por lo menos dos pasos adelante."

La boca de Luke se senta seca. "Ests diciendo que Thrawn y Palpatine haban
planeado todo desde el principio?"

"Por supuesto que lo hicieron." Mara hizo seas hacia el holo. "Slo mira todo el
territorio que abri. l no pudo posiblemente hacer eso solo, con slo un Destructor
Estelar, Palpatine debi haber estado dndole hombres y naves por todo el camino
desde el principio."

"Pero todo eso no puede ser territorio imperial," dijo Luke. "Quiero decir... no puede."

"Por qu no?" contrapuso Mara. "Oh, estoy de acuerdo que probablemente no hay ms
que unas pocas colonias reales all afuera. Pero puedes apostar que hay guarniciones
imperiales esparcidas por todo el lugar, ms centros de intel y puestos de escucha y
probablemente algunos astilleros de naves completos. Y si conozco a Thrawn,
probablemente tambin toda una red de alianzas con los nativos."

"Pero si ese es territorio imperial, por qu el Imperio no ha hecho ningn uso de l?"
discuti Luke. "He visto los datos, Mara - estn reducidos a prcticamente nada por
all."

"Es obvio, no?" dijo en voz baja. "No lo estn usando porque no saben que est all."

Por un largo minuto ninguno de ellos habl. Luke mir fijamente al holo, escuchando el
distante zumbido del tobogn en espiral, las terribles implicaciones de aqullas luces
suavemente resplandecientes dando volteretas y chocando entre s en su mente. Tena
que haber el equivalente de doscientos cincuenta sectores all - casi treinta veces el
tamao actual del Imperio.

Con treinta veces el nmero de naves de guerra, guarniciones, y astilleros del Imperio?
Muy posiblemente. Si todos esos recursos se ponan de repente a disposicin de
Bastin... "Necesitamos ms informacin," dijo, yendo hacia los anillos de consolas.
"Veamos si hay un conector de computadora al que Erreds pueda enchufarse."

"Arriesgado," advirti Mara. "ste es un centro de comando, y los centros de comando

siempre tienen marcas de seguridad para identificar un acceso no autorizado."

Se detuvo, haciendo una mueca. Desafortunadamente, ella tena un punto. "Est bien,
entonces," dijo, volvindose para enfrentarla de nuevo. "Cul es tu plan?"

"Vamos directamente a la fuente." Mara respir profundo. "Yo bajo y hablo con ellos."

Luke sinti que su boca se abra. "Y llamas a mis planes arriesgados?"

"Tienes una sugerencia mejor?"

"Ese no es el punto," gru. "De cualquier forma, si alguien va a bajar all, debo ser yo."

"Claro que no," dijo firmemente Mara. "Punto uno: te dispararon en el camino de
llegada, pero no me dispararon a m. Punto dos: t mismo dijiste que tenas la sensacin
de que queran verme a m. Punto tres: si la situacin degenera al punto donde haga falta
un rescate, t y tus habilidades Jedi son mejores contra una muchedumbre que las mas.
Y punto cuatro-"

Con una estrecha sonrisa, se desenganch el sable de luz y camin hasta l. "El punto
cuatro es que pueden no saber la magnitud de mis habilidades de la Fuerza," dijo,
dndole el arma. "Si las cosas se empiezan a poner movidas, eso puede darme la ventaja
que podra necesitar."

Luke agarr su sable de luz, sintiendo el familiar fro en su mano. Su propio primer
sable de luz, el que Obi-Wan le haba dado, que l le haba dado a su vez a ella en el
techo del palacio en Coruscant. l haba sido ms joven que ella cuando haba llevado
ese sable de luz al peligro por primera vez. Ms joven, menos experimentado, y mucho
ms temerario. Pero sin embargo...

"Y lo ltimo que necesito ahora mismo es que te empieces a poner sobreprotector,"
agreg Mara, con slo la insinuacin de una mirada de advertencia en los ojos. "He
sobrevivido sin problemas todos estos aos. Puedo cuidarme sola."

Luke la mir directo a los ojos. Extrao, pens, se haba olvidado lo brillante que era el
verde de esos ojos. Aunque quizs era slo la iluminacin. "No hay forma que pueda
convencerte de no hacerlo?" pregunt, intentando una ltima vez.

"No a menos que puedas proponer un plan mejor," dijo, sacndose su comunicador.
"Toma - no tiene ningn sentido que me quede con stos. Me los quitarn de cualquier
forma. Me quedar con mi BlasTech; sera sospechoso que vaya completamente
desarmada."

Luke tom el comunicador y el blster de manga, su mano se demor en la suya antes

de que ella la retirara, extraamente renuente a dejarla ir. "Deseara que no le
hubiramos dejado el otro comunicador a Erreds," dijo. "Podras haberte quedado con
este y yo habra podido escuchar qu est pasando."

"Si algo sale mal, podras necesitar llamar a los qom jha con prisa," le record. "De
todos modos, no puedes seguirme con la Fuerza?"

"Puedo seguir tu presencia," dijo Luke. "Puedo captar tus emociones y probablemente
algunas imgenes de esa forma. Pero no puedo captar mucho en lo que son palabras."

"Que lstima que no seas Palpatine," coment Mara, mantenindose ocupada con
quitarse la pistolera de su manga. "Poda hablar con l sin problemas."

Luke sinti una pualada de culpa y vergenza, su acusacin ms temprano de que su

roce con el lado oscuro volva hacia l. Ella capt la emocin, o si no la expresin en su
cara, y esboz una estrecha sonrisa. "Eh, estaba bromeando," le asegur, dndole la
pistolera de manga. "Mira, slo sigue lo que puedas. Te dar un reporte completo de los
detalles cuando vuelva."

"Est bien," dijo Luke. "Ten cuidado, est bien?"

Para su sorpresa, ella extendi la mano y tom la suya. "Estar bien," le dijo,
apretndole brevemente la mano antes de dejarla ir. "Nos vemos."

Y con eso se haba ido, deslizndose fuera del centro de comando y alrededor de la
pared hacia el tobogn.

Con un suspiro, Luke camin hasta el segmento de pared cercano y se agach con la
espalda apoyada contra l. Cerrando los ojos para concentrarse mejor, se estir con la
Fuerza.

En tiempos pasados, en Dagobah y Tierfon y otros lugares, haba podido usar la Fuerza
para obtener vislumbres de lugares y eventos futuros. Ahora, cuando Mara bajaba por el
tobogn, intent enfocar esa misma habilidad hacia la observacin en tiempo real,
esperando poder ver lo que le estaba pasando.

Tambin funcion, por lo menos de alguna forma. La imagen que consigui de Mara y
su entorno era dbil y brumosa, muy coloreada por sus emociones y cambiante estado
mental, y con la misma tendencia desconcertante a ondear o metamorfosearse que
pareca ser caracterstica de las visiones Jedi en general. Pero con la mente de Mara all
para actuar como ancla, pudo rpidamente arrastrar las imgenes de vuelta a algo por lo
menos vagamente entendible. Estaba lejos de ser ideal, pero pareca claro que era todo
lo que iba a conseguir.

El tobogn de este nivel pareca ser aproximadamente del mismo tamao que el que
haban usado para bajar del techo. Mara se movi a la seccin interna y se dirigi hacia
abajo, aparentemente sin hacer ningn intento por esconderse. La ausencia de ninguna
punzada de combate sbito en sus emociones cuando alcanz el prximo nivel
implicaba que no vio a nadie, aunque tena la impresin que todava estaba oyendo
sonidos distantes.
Ella no hizo ningn movimiento para bajarse en este nivel, sino que dej que el tobogn
la siguiera llevando abajo. El siguiente nivel fue ms de lo mismo, sin que nadie se
acercara al tobogn. Luke poda sentir una molestia empezando a rezumarse a travs de
la atencin en la mente de Mara, una molestia apuntada a ambos el aparente desinters
de los aliengenas y a su incompetencia en la seguridad interior bsica. Pas ese nivel, y
el siguiente, y empez a bajar hacia el siguiente-

Y hubo una sacudida vertiginosa que golpe como un temblor a travs de sus
emociones, acompaada por una breve llamarada de dolor.

Luke se puso rgido, sus ojos se abrieron de golpe mientras se pona rpidamente de pie.
Pero aun mientras lo haca sinti una advertencia de seguridad de ella, junto con la
comprensin de lo que acababa de pasar. Sin advertencia, la seccin del tobogn en la
que haba estado viajando haba invertido repentinamente su direccin, hacindola
tropezar y caer a la rampa sobre su pecho.

Y cuando el momento de vrtigo por el impacto se desvaneci, sus emociones de

combate resplandecieron en alerta completo.

Ya no estaba sola.

Luke cerr las manos en puos impotentes cuando se remont a las emociones de ella
para intentar atravesar la brumosa imagen. Haba varias personas paradas alrededor de
ella, de la misma especie que aqullos con los que ya se haban enredado una vez.

Y por lo que poda distinguir a travs de la visin vacilante, uno de ellos estaba
llamando a Mara por su nombre.

Por un momento continu hablando con ella, y aunque Luke no poda or ninguna de las
palabras tuvo la impresin de que estaba pidindole que los acompaara ms adentro en
la fortaleza. Ella estuvo de acuerdo. Hubo un parpadeo de inevitabilidad cuando le
quitaron su BlasTech, y entonces todo el grupo estaba alejndose del tobogn por un
corredor que Mara reconoci como decorado semejantemente al rea de barracas que
haban visto ms abajo.

Pronto - demasiado pronto - el grupo alcanz una puerta abierta. Otro intercambio de
palabras no odas, una vibracin de inquietud suprimida de Mara, y entr sola por la
puerta al cuarto de ms all.

Por sus pensamientos poda saber que haba otros esperando por ella adentro. Uno de
ellos - posiblemente ms de uno - le habl mientras se adentraba ms. Mara contest,
las oleadas y parpadeos de emociones marcaban pedazos de informacin que la
vaguedad de su contacto no le permiti a Luke captar. Continu caminando
adentrndose ms en el cuarto-

Y sin advertencia, justo a la mitad de un paso, el toque de su mente se cort

abruptamente, dejando a Luke mirando fijamente las luces silenciosas del centro de
comando. Con el corazn golpeando en su pecho, se estir con la Fuerza, intentando
reestablecer el contacto. Mara? Mara!
Pero fue intil. No hubo ninguna respuesta, no volvi ningn contacto, ninguna
sensacin de su presencia. Nada en absoluto.

Ella se haba ido.

CAPTULO
27

Mara evalu el cuarto de una mirada cuando entr a travs de la puerta. Era largo y
angosto, estirndose quizs unos cincuenta metros hacia atrs de la puerta pero de no
ms de cinco metros de ancho. Cerca de la pared lejana haba una silla de aspecto
slido, dndole la espalda. Cinco metros ms all de eso, justo contra la pared del fondo
del cuarto haba seis ms de los aliengenas de piel azul, todos llevando el mismo traje
ajustado borgoa de diseo irregular que el que la haba escoltado aqu desde el
tobogn. Y como su escolta, cada uno de los aliengenas estaba llevando barras de rango
imperial en el pecho debajo del cuello alto de color negro.

Pero aun mientras su mirada captaba esos detalles, su atencin principal fue atrapada
por el hombre en el centro del grupo, sentado en un duplicado de la silla vaca que lo
enfrentaba a unos metros. Su cabello era gris, su piel surcada por la edad; pero sus ojos
eran alertas y astutos, y su espalda recta y orgullosa.

Y estaba vistiendo el uniforme y la insignia de un almirante imperial.

"As que por fin ests aqu, Mara Jade," dijo, hacindole seas de avanzar con una mano
nudosa. "Debo decir, que te tomaste tu tiempo."

"Lamento haberte hecho esperar," contrapuso Mara con un dejo de sarcasmo mientras
caminaba hacia l. Poda sentir la preocupacin y nerviosismo de Luke en el fondo de
su mente, e intent enviarle una confianza que no senta completamente. Esta gente
saba quin y probablemente qu era ella; y sin embargo aqu estaban, dejndola
moverse libremente hacia ellos. Todo pareca demasiado casual, y no le gust ni un
poco. "Si tu gente no me hubiera disparado de manera tan descuidada, habra estado
aqu mucho tiempo antes."

El almirante inclin brevemente la cabeza. "Mis disculpas. Si sirve de algo, fue un

accidente. Por favor, ven y sintate."

Mara continu adelante, intentando mirar a todos al mismo tiempo, sus sentidos alerta
en busca de problemas. Si tenan preparada una trampa, saltara en alguna parte antes de
que se acercara demasiado a ellos...

Y sin advertencia, justo a la mitad de un paso, la presencia de Luke de repente se

desvaneci de su mente.

Su cerebro se congel por la impresin, slo el impulso mantuvo sus pies en

movimiento. Luke? Luke! Vamos, dnde ests?
Pero no hubo ninguna respuesta. Ninguna emocin, ninguna sensacin de preocupacin
o pensamiento, ninguna sensacin de presencia en absoluto. Increblemente,
imposiblemente, se haba ido.

Se haba ido.

"Ven sintate," dijo de nuevo el almirante. "Me imagino que debes estar realmente
cansada despus de todo lo que has pasado."

"Eres muy amable," dijo Mara, las palabras sonaban distantes y mecnicas a travs del
golpeteo de la sangre en sus odos cuando forz sus pies a seguir movindose hacia
adelante. Qu mundos posiblemente le podra haber pasado?

Slo poda haber una respuesta. De algn modo, haban atravesado sus sentidos Jedi,
haban penetrado sus poderes Jedi, y haban lanzado un ataque sbito, no detectado, y
directo.

Y Luke Skywalker, Maestro Jedi, estaba inconsciente.

O muerto.

La idea le acuchill la mente, cortndole el corazn como una hoja aserrada. No - no

poda ser. No poda. No ahora.

El hombre de cabello gris todava la estaba mirando fijamente, con una mirada
pensativa en la cara, y con un esfuerzo agnico Mara empuj el miedo y el dolor al
fondo de su mente. Si Luke estaba meramente inconsciente, todava podran salir de
esto. Si estaba muerto, probablemente ella se le unira pronto. De cualquier modo, no
haba tiempo para dejar que las emociones enturbiaran sus pensamientos.

Logr hacer el resto del camino hasta la silla y se dej caer cuidadosamente. "No
necesitas verte tan preocupada," dijo tiernamente el almirante. "No tenemos ninguna
intencin de hacerte dao."

"Por supuesto que no," dijo Mara, oyendo la amargura en su voz. "Igual que como no
tenan ninguna intencin de hacerme dao la ltima vez que vine?"

El labio del almirante dio un tirn. "Como dije antes, se fue un lamentable accidente,"
dijo. "Estaban disparndoles a las alimaas voladoras alrededor de ti- hemos tenido
algunos problemas con su ingreso en el pasado. Cuando t empezaste a responder el
fuego, me temo que llegaron a la conclusin equivocada. Mis ms profundas disculpas."

"Eso me hace sentir tanto mejor," gru Mara. "Ahora qu?"

El almirante pareci ligeramente sorprendido. "Hablamos," dijo. "Por qu ms crees

que te dimos nuestra ubicacin en primer lugar? Queramos que vinieras a vernos."

"Ah," dijo Mara. As que su suposicin de ms temprano haba sido correcta - esas dos
naves haban volado deliberadamente en vectores que la traeran hasta aqu.
A menos que, por supuesto, l estuviera mintiendo despus del hecho para cubrir las
equivocaciones de sus pilotos. "Podras simplemente haberme enviado una invitacin,"
le dijo, sintiendo que su frente se plegaba ligeramente cuando se estir hacia l con la
Fuerza. Extrao; por alguna razn, pareca no poder tocarlo. Ni a l, ni a los aliengenas
que lo flanqueaban. "O eso habra sido demasiado directo y fcil?"

El almirante le dio una sonrisa de conocimiento. "Con una invitacin abierta dudo que
hubieras venido sola. Algo ms vago pareca un arreglo mejor. A propsito me disculpo
por no tener una escolta esperndote - tu aterrizaje nos agarr un poco por sorpresa."

"Como hizo tu llegada anterior adentro de la fortaleza," agreg el aliengena parado a la

derecha del almirante, su voz suave y refinada, sus resplandecientes ojos rojos fijos en
Mara. "Si hubiramos sabido que venas nuestra gente habra sido mucho ms cuidadosa
con sus charrics. Puedo preguntar cmo te las arreglaste para penetrar en la fortaleza
sin ser vista?"

"Nos convertimos en alimaas y volamos, por supuesto," le cont Mara. "Era ms

rpido que caminar."

"Por supuesto," dijo el almirante con una sonrisa. "O quizs escalaste por el costado de
la fortaleza y entraste a travs de una de las grietas?"

Mara agit la cabeza. "Lo siento. Secreto del oficio."

"Ah," dijo el almirante, todava sonriendo. "No es importante; meramente tena

curiosidad. El punto es que ests aqu, Mara, como lo desebamos. A propsito, puedo
llamarte Mara? O preferiras Capitana Jade o algn otro ttulo?"

"Llmame como quieras," le dijo Mara. "Y cmo debo llamarte? O nadie en este
lugar tiene un nombre?"

"Todos los seres pensantes tienen nombres, Mara," dijo el hombre. "El mo es
Almirante Voss Parck. Es un placer conocerte por fin."

"Igualmente," dijo Mara, mirndolo fijamente mientras una oleada de impresin pasaba
por ella. Voss Parck: el capitn del Destructor Estelar Victoria que haba encontrado a
Thrawn en un mundo desierto y lo haba trado a la corte imperial. Y que como
consecuencia se le haba unido en su vergenza y supuesto destierro del Imperio.

Pero el hombre delante de ella...

"Me imagino que me veo algo ms viejo de lo que esperabas," dijo Parck de improviso.
"Asumiendo que tuvieras alguna expectativa en absoluto, por supuesto. Me puedo haber
adulado demasiado a mi mismo al asumir que la Mano del Emperador siquiera
recordara mi nombre, mucho menos mi cara."

"Recuerdo ambos," dijo Mara. "Eras una de las personas que todas las facciones en la
corte usaron como un ejemplo de qu no hacer en el medio de una lucha poltica." Mir
a los aliengenas. "Pero claro, aqullos eran la misma gente que tambin pensaba que
Palpatine envi a Thrawn aqu afuera como castigo. As que, qu saban?"
"Y t crees que la misin de Mitth'raw'nuruodo era otra?" pregunt el aliengena a la
derecha de Parck.

"S que fue otra," le asegur Mara, mirndolo de arriba a abajo. "Dime, Almirante,
toda la raza habla como Thrawn? O es ste algn entrenamiento cultural especial que
le das a tus tropas en caso de que todos sean invitados a tomar una copa en el Da Alto?"

Los ojos del aliengena se estrecharon- "Clmate, Stent," dijo secamente Parck, alzando
una mano. "Debes entender que una de las armas ms sutiles de Mara Jade siempre ha
sido su talento para irritar a la gente. La gente irritada no piensa con claridad, ves."

"O quiz es slo que ninguno de ustedes me cae bien," dijo Mara, sintiendo un toque de
molestia por la visin rpida y casual de Parck. Usualmente sus enemigos no se daban
cuenta de eso ni cerca de tan rpidamente. Los ms lentos nunca se daban cuenta en
absoluto. "Pero es suficiente sobre m. Oigamos hablar de este gran avance tuyo hacia
las Regiones Desconocidas. Despus de todo, dejaste mucho atrs: Coruscant, el estatus
y el compaerismo de la Flota Imperial" Deliberadamente, mir a Stent. "La
civilizacin."

Los ojos de Stent se estrecharon de nuevo, pero Parck meramente sonri. "Has conocido
a Thrawn," dijo, su voz se abland casi con reverencia. "Cualquier verdadero guerrero
habra dado cualquier cosa que fuera necesaria por la oportunidad de servir bajo su
mando."

"Excepto aqullos de su propia gente, he odo," contrapuso Mara. "U o la historia

equivocada de cmo termin en Coruscant?"

"No, estoy seguro de que oste correctamente," dijo Parck con un encogimiento de
hombros. "Pero como todo lo dems que la gente piensa que sabe acerca de Thrawn, esa
historia en particular est algo incompleta."

"Oh, s," dijo Mara, reclinndose en su silla y cruzando las piernas, una postura
diseada por su aparente indefensin para tranquilizar a la gente sospechosa. Con el
mismo movimiento meci la silla inadvertidamente un poco hacia atrs, intentando
estimar su peso. Muy pesada, desafortunadamente, lo que la eliminaba como un arma de
agarrar y tirar. "Parece que tengo algo de tiempo en las manos. Por qu no empiezas
desde el principio?"

Stent puso la mano en el hombro de Parck. "Almirante, no estoy seguro-"

"Est bien, Stent," lo calm Parck, con los ojos fijos en Mara. "Difcilmente podemos
esperar su ayuda a menos que tenga todos los hechos, no?"

Mara frunci el ceo. "Mi ayuda en qu?"

"Empez hace ms de medio siglo," dijo Parck, ignorando su pregunta. "En la poca
cuando el proyecto Vuelo de Expansin estaba preparndose para volar, justo antes de
que las guerras clnicas se desataran. Mucho antes de tu tiempo, por supuesto- Ni
siquiera s si has odo hablar de l."
"He ledo sobre el Vuelo de Expansin," dijo Mara. "Un grupo de Maestros Jedi y otros
decidi dirigirse hacia otra galaxia y ver lo que haba all."

"Su destino final era de hecho otra galaxia." asinti Parck. "Pero antes de que esa
expedicin en particular comenzara, se decidi enviarlos a ellos y a su nave en una,
digamos, misin de prueba: un gran crculo a travs de parte de las vastas Regiones
Desconocidas de nuestra propia galaxia."

Onde una mano de vuelta hacia Stent y los guardias. "Una ruta, que result, que la
llevara al borde del territorio controlado por los chiss."

Chiss. Entonces as era como se llamaban. Mara busc el nombre a travs de su

memoria, buscando alguna referencia a ellos que el Emperador pudiera haber hecho.
Nada. "Y los chiss no estaban de humor para ser buenos anfitriones ese da?"

"En realidad, las familias chiss gobernantes nunca tuvieron la oportunidad de decidir de
una forma u otra," dijo Parck. "Palpatine ya haba decidido que los Jedi representaban
una grave amenaza para la Antigua Repblica, y haba enviado una fuerza de asalto para
encargarse silenciosamente del Vuelo de Expansin cuando se presentaran."

"Y all estaban, preparando diligentemente su emboscada, cuando Thrawn los

encontr."

Agit la cabeza. "Tienes que entender la situacin, Mara, para apreciarla de verdad. De
un lado estaban las unidades elegidas a mano del propio ejrcito privado de Palpatine,
equipadas con quince naves de combate de ltima-lnea. Del otro lado el Comandante
Mitth'raw'nuruodo de la Defensa Expansionista chiss y quizs doce pequeas e
insignificantes naves de patrulla fronteriza."

"La aprecio muy bien," dijo Mara, suprimiendo un temblor. "Qu tan mal los masacr
Thrawn?"

"Completamente," dijo Parck, el fantasma de una sonrisa pleg su cara. "Creo que slo
una de las naves de Palpatine qued capaz de volar, y eso slo fue porque Thrawn
quera que quede alguno de los invasores vivo para interrogarlo.

"Afortunadamente para ese remanente, y quizs un da para la galaxia en su conjunto,

entre los sobrevivientes estaba el lder de la fuerza expedicionaria, uno de los consejeros
de Palpatine. Un hombre llamado Kinman Doriana.

Mara trag saliva. Ese nombre ciertamente lo recordaba. Haba sido la mano derecha de
Palpatine, supuestamente uno de los grandes arquitectos de su ascensin al poder. "Eso
he odo, s," dijo.

"Eso pens," dijo Parck, asintiendo. "Era bastante de un consejero de las sombras - muy
poca gente incluso ha odo su nombre alguna vez, muchos menos conocan su verdadera
posicin y poder. Pero entre aqullos que lo hacan a veces se especul que su muerte
prematura dej un hueco que Palpatine finalmente intent llenar con otras tres personas:
Darth Vader, el Gran Almirante Thrawn-" Sonri de nuevo. "Y t."
"Eres muy amable," dijo Mara insensiblemente, ni siquiera un dejo de orgullo por
semejante declaracin. As que ella haba tenido de hecho posicin y autoridad a los
ojos de Palpatine, quizs incluso ms de lo que se haba dado cuenta.

Pero no importaba. Esa parte de su vida haba muerto, sin ser llorada, hace mucho
tiempo. "Tambin ests muy bien informado."

"sta era la base personal de Thrawn," dijo Parck, ondeando una mano a su alrededor.
"Y la informacin, como puedes haber notado, era una de sus pocas obsesiones. Las
bases de datos en la fortaleza del ncleo de abajo son posiblemente las ms extensas de
la galaxia."

"Magnficas, estoy segura," dijo Mara. "Una lstima que todo su conocimiento no pudo
evitar que lo mataran."

Haba esperado encender algn tipo de reaccin en ellos. Para su sorpresa, sin embargo,
ninguno de ellos ni siquiera parpade. Parck, de hecho, en realidad sonri. "Nunca
asumas nada, Mara," advirti. "Pero eso es adelantarse a la historia. Dnde
estbamos?"

"Doriana y el Vuelo de Expansin," dijo Mara.

"Gracias," dijo Parck. "De todos modos, Doriana le explic toda la situacin a Thrawn y
lo convenci de que ese Vuelo de Expansin tena que ser destruido. Dos semanas ms
tarde, cuando la nave lleg al espacio chiss, Thrawn estaba esperndola."

"Adis, Vuelo de Expansin," murmur Mara.

"S," convino Parck. "Pero aunque se fue su final, fue el principio de los problemas
para el mismo Thrawn. La filosofa militar chiss, ves, no reconoca la moralidad de los
golpes preventivos. Lo que hizo Thrawn, fue a sus mentes, equivalente al asesinato."

Mara resopl suavemente. "No quiero ofender, Almirante, pero me suena que son tus
percepciones las que necesitan un repaso. Cmo puede ser que la matanza de un
manojo de Maestros Jedi que se ocupaban de sus propios asuntos sea otra cosa que un
asesinato?"

Parck la mir gravemente. "Lo entenders, Mara," dijo, su voz casi temblaba. "Con el
tiempo, lo entenders."

Mara frunci el ceo. El hombre o era un actor terrfico o haba algo enterrado en todo
esto que lo tena bien y verdaderamente aterrorizado. De nuevo, se estir con la Fuerza;
de nuevo, pareci que no poda tocarlo en absoluto.

Con un obvio esfuerzo, Parck se seren. "Pero de nuevo, me estoy adelantando a m

mismo. Como dije, la accin de Thrawn no le cay bien a las familias chiss
gobernantes. Pudo aclarar su camino y retener su posicin, pero de ese punto en
adelante lo vigilaron muy cuidadosamente.
"Y eventualmente, cuando trat con algunos del los enemigos de los chiss, empuj las
cosas un poquito demasiado lejos. Le levantaron cargos, lo degradaron de todo su
rango, y lo enviaron al destierro en un mundo inhabitado al borde del espacio imperial."

"Donde qu podra presentarse ms que un Destructor Estelar Victoria," dijo Mara.

"Capitaneado por un hombre dispuesto a correr el riesgo de llevarlo de vuelta a
Coruscant." Levant las cejas. "Slo que no era un riesgo tan grande como todos
pensaban, no?"

Parck sonri. "Ciertamente que no," dijo. "De hecho, me enter ms tarde que Palpatine
haba hecho por lo menos dos intentos infructuosos a lo largo de los aos de ponerse en
contacto con los chiss y ofrecerle a Thrawn una posicin en su futuro Imperio. No,
estuvo muy complacido con mi regalo, aunque debido a las realidades polticas de la
corte tuvo que mantener esa satisfaccin escondida."

"As que Thrawn entr al entrenamiento militar privado y eventualmente se elev al

rango ms alto que Palpatine poda ofrecer," dijo Mara. "Y entonces, qu, arregl ser
enviado de vuelta aqu para poder hacer pagar a las familias chiss gobernantes por lo
que le haban hecho?"

Parck pareci impactado. "Ciertamente no. Los chiss son su pueblo, Mara - no tiene
ningn inters en hacerles dao. Realmente al contrario, de hecho. Regres aqu para
protegerlos."

"De qu?"

Stent dio un resoplido despectivo. "De qu," dijo severamente entre dientes. "Mujer
blanda y complaciente. Crees que porque te paseas por tus mundos tranquilos detrs de
un anillo de naves de guerra el resto de la galaxia es un lugar seguro para vivir? Hay
cien amenazas diferentes all afuera que te helaran la sangre si supieras de ellas. Las
familias gobernantes no pueden detenerlas; tampoco puede ningn otro poder en la
regin. Si nuestros pueblos deben ser protegidos, depende de nosotros."

"Y ustedes son? Quiero decir, ustedes especficamente-"

Stent se puso ms derecho. "Nosotros somos la Falange de la Casa del Sndico

Mitth'raw'nuruodo," dijo, y no haba forma de confundir el orgullo en su tono. "Slo
vivimos para servirlo. Y a travs de l para servir a los chiss."

"Quieran o no su ayuda, supongo," dijo Mara, notando el uso del aliengena del tiempo
presente. All estaba de nuevo: la asuncin o creencia de que Thrawn no estaba muerto.
Podran estar tan fuera de contacto? "Saben ellos al menos que ustedes estn aqu
afuera?"

"Saben que las fuerzas del Imperio estn aqu afuera," dijo Parck. "Y mientras que las
familias gobernantes simulan que no saben que Stent y su unidad estn trabajando para
nosotros, el chiss promedio de hecho lo sabe. Tenemos un firme flujo de jvenes chiss
que llegan a nuestras varias bases y guarniciones para alistarse en nuestra lucha."
Mara suprimi una mueca. As que de hecho tenan bases aqu afuera. "Palpatine no
habra estado muy complacido de ver aliengenas mezclndose con las fuerzas
imperiales," seal. "Dudo que tampoco el rgimen actual en Bastin lo est."

La expresin de Parck se seren. "Es cierto," dijo. "Lo que nos lleva al problema y a la
situacin que enfrentamos ahora. Hace muchos aos Thrawn nos dijo que si alguna vez
era reportado muerto debamos persistir en nuestras labores aqu y en las Regiones
Desconocidas, y esperar su retorno diez aos despus."

Mara parpade en incredulidad. Ellos realmente estaban fuera de contacto. "Va a ser
una larga espera," dijo, intentando no sonar demasiado sarcstica. "Fue apualado en el
pecho, justo a travs del respaldo de su silla de comando. A la mayora de la gente le
resulta muy difcil recuperarse de ese tipo de tratamiento."

"Thrawn no es la mayora de la gente," le record Stent.

"Era," dijo Mara. "No es; era. Muri en Bilbringi."

"Lo hizo?" pregunt Parck. "Alguna vez viste un cuerpo? O oste hablar algo de su
supuesta muerte que no viniera de las fuentes de noticias de los propios Imperiales?"

Mara abri la boca... e hizo una pausa. Parck estaba inclinndose ligeramente hacia ella,
con un brillo de anticipacin en los ojos. "Esa fue una pregunta retrica?" pregunt.
"O ests esperando que tenga una respuesta real?"

Parck sonri, reclinndose de nuevo atrs en su silla. "Te dije que era rpida," dijo,
alzando la vista a Stent. "De hecho, s, pensamos que podras. Despus de todo, tienes
acceso completo a la red de informacin de Talon Karrde. Si alguien sabe la verdad,
seras t."

Una sbita sacudida de comprensin pas a travs de Mara. "No estaban buscando
conexiones Imperiales cuando pasaron por la base Cavrilhu y el Destructor Estelar de
Terrik, no? Me estaban buscando a m."

"Muy bien, claro," Parck dijo con aprobacin. "De hecho, cuando Dreel te vio cerca de
ese Destructor Estelar pens que t y Thrawn ya podran haber llegado a un arreglo. De
ah, su transmisin pidindole a Thrawn que hiciera contacto."

Mara agit la cabeza. "Mira, ya s que han estado aqu afuera un largo tiempo, y
comprendo que debe haber sido duro para ustedes. Pero es hora de enfrentar la dura y
fra realidad. Les guste o no, Thrawn est muerto."

"De verdad," dijo Parck. "Entonces por qu est la HoloRed zumbando con noticias de
que ha vuelto y ha estado haciendo alianzas?"

"Y que ha sido visto por muchos lderes planetarios y de sectores," agreg Stent.
"Incluyendo al Senador diamalano en Coruscant y al ex-General Lando Calrissian."

Mara lo mir fijamente. Lando? "No," dijo. "Ests equivocado. O intentas engaarme."
"Te aseguro-" Parck se interrumpi, sus ojos se volvieron a un punto detrs de Mara
mientras un soplo de aire en la nuca le anunci que la puerta detrs de ella se haba
abierto.

Se dio la vuelta, tensndose. Pero era slo un hombre de mediana edad, caminando con
una ligera cojera junto a la pared izquierda del cuarto hacia ella. A pesar de su edad
llevaba el uniforme de un piloto de caza TIE Imperial; entre su barba perilla encanecida
y su igualmente encanecida mata de cabello oscuro llevaba una rareza casi nunca vista:
un parche negro encima de su ojo derecho. "S, General?" lo llam Parck.

"Transmisin de medio-curso de Sorn, Almirante," dijo el hombre, su nico ojo apunt

sin parpadear a Mara cuando pas delante de ella. "Su pasaje a travs del sistema de
Bastin no fue concluyente. Muchos rumores y especulaciones, pero ninguna evidencia
real." Hizo una pausa. "Pero los rumores dicen que Thrawn est actualmente all."

"Espera un minuto," interpuso Mara, frunciendo el ceo. "Saben adnde est Bastin?"

"Oh, s," le asegur Parck. "Thrawn se anticip a que la sede de gobierno podra
cambiar peridicamente, y quera que supiramos adonde estaba en cualquier momento
dado. As que hizo instalar un dispositivo de rastreo especial en un archivo falso en la
Biblioteca central de Archivos Imperiales, razonando que adonde fuera el gobierno la
biblioteca lo seguira pronto."

"Es un dispositivo de diseo chiss," agreg Stent con claro orgullo. "Totalmente
inactivo excepto cuando est en el hiperespacio, un momento cuando virtualmente nadie
piensa hacer exmenes en busca de esas cosas. Hemos seguido el movimiento de
Bastin de sistema en sistema con mucho inters."

"Claro." Parck mir de nuevo al piloto. "Est volviendo Sorn?"

"Estar aqu en aproximadamente tres horas." El piloto inclin la cabeza hacia Mara.
"Te ha dado algo til?"

"No realmente," dijo Parck, mirando a Mara mientras haca un gesto hacia el recin
llegado. "Pero me estoy olvidando de mis modales. Mara Jade; este es el General
Barn" -hizo una pausa dramtica- "Soontir Fel."

Mara mantuvo la cara inexpresiva. El Barn Soontir Fel. Una vez un legendario piloto
de cazas TIE, ms tarde volvi la espalda al Imperio para volverse un miembro del
Escuadrn Pcaro, se haba desvanecido hace aos por una trampa puesta por la
Directora de Inteligencia Imperial Isard y nunca se haba odo de nuevo de l. La
presuncin general haba sido que Isard lo haba hecho ejecutar sumariamente por
traicin.

Sin embargo aqu estaba, aparentemente una vez ms volando para las fuerzas
Imperiales. Y un general, adems. "General Fel," inclin la cabeza en reconocimiento.
"Supongo por el tono del almirante que se supone que debo estar impresionada?"
El joven Fel, sospech ella, se habra ofendido al instante por eso. Pero esta versin ms
vieja meramente le ofreci una ligera sonrisa. "No hay tiempo para el orgullo aqu
afuera, Jade," dijo gravemente. "Una vez que te hayas unido a nosotros, lo entenders."

"Estoy segura," dijo Mara, cruzando los brazos sobre su pecho y cerrando las manos en
puos apretados con el esfuerzo cuando se estir con toda su energa. La Fuerza estaba
all - poda sentirla fluir a travs de ella. Sin embargo por alguna razn todava no poda
tocar a ninguno de ellos, humano o chiss. Casi era como el efecto supresor de la Fuerza
de esas criaturas ssiles de Myrkr llamadas ysalamiri. Pero eso no poda ser, porque
todava poda sentir a la Fuerza perfectamente bien. Adems no haba ninguna de las
criaturas en el cuarto con ellos-

Trag saliva con una mueca sbita, sintindose como una tonta cuando se enfoc en
Parck y el chiss parados con sus espaldas hacia la pared. Por supuesto que no haba
ningn ysalamiri en el cuarto - estaban a un cuarto de distancia, apretados contra el otro
lado de la pared adonde pudieran proteger a sus interrogadores de sus sondas mentales.
Probablemente tambin haban puesto a las criaturas a lo largo de los costados;
probablemente esa fue la razn por la que Fel haba tenido tanto cuidado de ir contra la
pared cuando atraves el cuarto. Quiz incluso haban esparcido alguno por el techo-

Respir profundo, una gran parte de la tensin en su pecho abruptamente se alivi. Por
supuesto haba ysalamiri en el techo. Eso era cmo y por qu su enlace a Luke se haba
cortado as de abruptamente.

Lo que significaba que l todava estaba vivo.

Respir profundo otra vez, repentinamente consciente de que ambos Parck y Fel estaban
mirndola fijamente. "Una invitacin tan generosa," dijo, intentando retomar el hilo de
la conversacin antes de que su silencio se volviera demasiado flagrante. "Lamento
defraudarlos, pero ya tengo un trabajo."

Pero era demasiado tarde. "Veo que se ha dado cuenta," dijo conversadoramente Fel.

"S," dijo Parck. "En realidad, estoy bastante sorprendido de que le haya tomado tanto
tiempo. Particularmente dado que not el efecto de los ysalamiri en cuanto entr dentro
del efecto de su mortaja. Pude notar la interrupcin en su paso."

"Por lo menos eso demuestra que tiene habilidades de Jedi," dijo Fel. "Que bueno que
estbamos preparados."

"Los felicito a todos por su sagacidad," dijo Mara, poniendo un poco de desdn en su
voz. "Son de hecho los verdaderos herederos del genio y podero militar de Thrawn.
Dejemos de bailar en crculos, quieren? Qu es exactamente lo que quieren de m?"

"Como ya ha dicho el General Fel," dijo Parck. "Queremos que te unas a nosotros."

Mara sinti que sus ojos se estrechaban. "Ests bromeando."

"De ninguna manera," dijo Parck. "De hecho-"

"Almirante?" interrumpi Stent, su cabeza estaba inclinada ligeramente a un lado como
si estuviera escuchando algo. "Alguien acaba de intentar acceder a la computadora del
Cuarto de Comando Superior."

"Skywalker," dijo Fel con una inclinacin de cabeza. "Muy amable de su parte el
ahorrarnos el esfuerzo de rastrearlo. Que la Falange lo traiga aqu, Stent. Recurdales
que slo deben aproximrsele los que llevan ysalamiri."

"S, seor." Stent pas a Fel y se alej junto a la pared a paso rpido, hablando
rpidamente en su propio idioma mientras se diriga hacia la puerta. Cuando pas a
Mara, pudo vislumbrar un pequeo dispositivo en su oreja - sin duda, la versin chiss de
un comunicador.

"Se unir a nosotros en unos minutos," dijo Fel, volviendo a mirar a Mara. "Debes estar
realmente muy alto a los ojos de Coruscant para que enven al mismo Luke Skywalker a
rescatarte. Espero que no se resista al punto de que los chiss tengan que lastimarlo."

"Espero por el bien de los chiss que no hayan mordido ms de lo que pueden tragar,"
contrapuso Mara, intentando sonar ms confiada de lo que se senta. Luke haba tenido
que funcionar bajo el impedimento de los ysalamiri antes, pero eso haba sido hace
mucho tiempo. "Hablando de salir lastimado, General, qu te pas en la cara? O es
ese parche slo algo que llevas para impresionar a los nativos?"

"Perd mi ojo en nuestra batalla final contra uno de los muchos supuestos seores de la
guerra aqu afuera," dijo Fel, su voz calma pero afilada. "Nuestros medios de reemplazo
mdicos son limitados, y opt por renunciar a un nuevo ojo en favor de otros de mis
pilotos que podran necesitar la operacin." Esboz una estrecha sonrisa, un vislumbre
del Fel ms joven y temerario se mostr a travs de la edad y madurez. "Adems,
incluso con un solo ojo todava soy el mejor piloto que tenemos."

"Estoy segura," convino Mara. "Pero imagina como seras de nuevo con los dos. Y de la
forma en que la guerra con la Nueva Repblica ha menguado hasta bsicamente nada,
me imagino que el Imperio tiene bastantes sobrantes protsicos de repuesto. Todo lo
que hara falta es que te presentes y pidas uno."

Volvi a mirar a Parck. "Pero por supuesto, eso significara dejar que Bastin conozca
el gran secreto, que aparentemente es algo que ustedes no quieren hacer. Por qu no?"

Parck suspir. "Porque todo lo que hemos hecho aqu - todo lo que tenemos aqu -
realmente pertenece a Thrawn. Y a estas alturas, francamente no sabemos de qu lado
de su conflicto va a alinearse."

Mara parpade. "Disculpa? Un Gran Almirante Imperial, y no sabes qu lado va a

tomar?"

"El Imperio ha sido recortado a ocho sectores," le record Fel. "Militarmente, ya no son
un poder que siquiera valga la pena considerar."
"Y como ya has sealado, todava tienen un problema continuado con prejuicios anti-
aliengenas," agreg Parck. "Por otro lado, Coruscant tiene sus propios problemas
serios, notablemente su incapacidad para impedir que sus miembros luchen entre s."

"Que es adonde entras t," dijo Fel. "Como la Mano del Emperador, conociste mucho
sobre el Imperio y aqullos en el poder all. Por otro lado, como una amiga de
Skywalker y sus asociados, tambin ests bien familiarizada con el rgimen de la Nueva
Repblica en Coruscant."

Esboz una estrecha sonrisa. "Y por supuesto, como segunda-al-mando de Talon
Karrde, sabes mucho sobre todo lo dems. Seras inestimable en ayudarnos a terminar el
conflicto, unificar esta regin, y empezar los preparativos para los desafos del futuro."

"Tu experiencia y conocimiento son muy importantes para nosotros," dijo Parck.
"Nuestra atencin se ha vuelto necesariamente al exterior, con el resultado de que
estamos un poco fuera de contacto con los asuntos en esta parte del espacio.
Necesitamos a alguien que pueda llenar ese hueco."

"Y as que naturalmente pensaron en m," dijo Mara sardnicamente.

"No seas tan impertinente," amonest Fel.

"No estoy siendo impertinente; Estoy siendo incrdula," contrapuso. "Creo que sera
improbable que Thrawn hubiera aprobado que me contrataran como su consejera de
asuntos locales."

"Al contrario," dijo Parck. "Thrawn realmente te estimaba mucho. S por seguro que
pensaba ofrecerte una posicin con nosotros una vez que el Imperio hubiera recobrado
su territorio."

Uno de los chiss al costado de Parck se revolvi, inclinando la cabeza como antes lo
haba hecho Stent. "Almirante?" dijo suavemente, acuclillndose junto a la silla y
susurrando algo en la oreja de Parck. Parck contest, y durante un minuto sostuvieron
una conversacin inaudible. Mara pas su mirada por Fel y los cinco chiss, mentalmente
planeando cmo podra poder derribarlos si se llegaba a una lucha.

Pero el intento fue poco ms que un ejercicio mental, y ella lo saba. Con los ojos fijos
en ella, y las manos descansando en sus armas enfundadas, no haba ninguna posibilidad
de que pudiera ocuparse de todos ellos antes de que la atraparan. No sin la Fuerza.

La conversacin termin, y el chiss se volvi a poner de pie y se alej rpidamente a lo

largo de la pared. "Por favor perdona la interrupcin," se disculp Parck mientras el
aliengena dejaba el cuarto.

"No hay problema," dijo Mara. Ahora se haban reducido a cuatro chiss, ms Fel y
Parck. Todava eran unas posibilidades podridas. "Tienen problemas en atrapar a
Skywalker?"

"No realmente," le asegur Parck.

"Me alegra orlo," dijo Mara, deseando ms que nunca poder captar algo de sus
pensamientos. Esa salida no haba parecido la partida de alguien que realmente no
estaba teniendo ningn problema. Si slo tuviera alguna idea de qu estaba haciendo
Luke... "As que Thrawn pens en ofrecerme una comisin, no?"

"De hecho lo hizo," dijo Parck. "l saba quin era toda la mejor gente, en ambas
habilidades generales y el tipo de firmeza mental que necesitaba." Hizo seas hacia Fel.
"El General Fel es un buen ejemplo. Su rebelin contra Isard no fue de ninguna
consecuencia para Thrawn. Lo que importaba eran sus sentimientos hacia la gente y
mundos de esta regin. As que despus de que Thrawn hizo que Isard lo capture-"

"Espera un minuto," interrumpi Mara. "Thrawn estuvo involucrado en eso?"

"Fue completamente su plan," dijo Fel. "No crees que Isard pudo haber ideado algo tan
inteligente, no?" Su boca se apret, el ojo que le quedaba miraba pensativamente a la
distancia. "l me trajo aqu," dijo en voz baja. "Me mostr qu era lo que
enfrentbamos, y lo que tenamos que hacer para detenerlo. Me mostr que, incluso con
todos los recursos del Imperio y la Nueva Repblica combinados, y con l mismo a la
cabeza, no haba ninguna garanta de victoria."

"Al contrario, ya haba hecho planes de contingencia para la derrota," agreg

sobriamente Parck. "Hace diez aos tena grupos durmientes de sus mejores guerreros
clon esparcidos alrededor del Imperio y la Nueva Repblica, listos para formar los
ncleos de las fuerzas de resistencia locales si Bastin y Coruscant caan. Hombres que
amaban sus casas y su tierra y sus mundos, y que daran sus vidas en su defensa."

"S," dijo Fel. "Una vez que entend - una vez que realmente entend - no tuve ninguna
eleccin ms que unirme a l."

"Como t tambin lo hars," dijo Parck.

Mara agit la cabeza. "Lo siento. Tengo otros planes."

"Ya veremos," dijo serenamente Parck. "Quizs Thrawn pueda convencerte en persona
cuando vuelva."

"Y qu si no vuelve?" pregunt Mara. "Que tal si los rumores son slo eso: rumores?"

"Oh, volver," dijo Parck. "l dijo que lo hara, y siempre ha cumplido sus promesas.
La nica pregunta es si este rumor en particular o no es realmente l."

Alz la vista a Fel. "Y bajo las circunstancias, supongo que la nica forma en que
vamos a averiguarlo con seguridad ser que yo finalmente haga un viaje a Bastin. Si
Thrawn de hecho ha puesto all un cuartel principal, eso debera contestar la pregunta de
desde qu lado estar trabajando."

Mara sinti que sus manos se apretaban en puos. "No sabes lo que ests diciendo,"
dijo. "No puedes simplemente entregar todo esto al Imperio. Todos estos recursos,
bases, alianzas-"
"Ellos no los emplearn mal," dijo Parck, con voz grave. "Nosotros nos aseguraremos
de eso. La tarea por delante es demasiado seria para que cualquiera pierda el tiempo en
algo tan insignificante como la poltica o las ganancias personales."

"Si piensas eso, ests fuera de contacto," exclam Mara. "Intenta recordar a la corte de
Palpatine, y lo que el sabor del poder le hizo a esa gente. Las ganancias personales es en
lo nico que algunos de ellos piensan."

"Es un riesgo que tendremos que correr," dijo firmemente Parck. "Ciertamente
tendremos cuidado - hablaremos con Sorn cuando vuelva y busque a travs de los datos
que recolect de su paso a travs del sistema Bastin. Pero a menos de que haya algo
que positivamente suprima los rumores del retorno de Thrawn, es hora de hacer ese
contacto."

Mara respir profundo. "No puedo dejarlos hacer eso," dijo.

"No puedes dejarnos hacerlo?" pregunt significativamente Fel.

"No," dijo Mara. "No puedo. Si le dan esto a Bastin, la primera cosa que harn es
ponerlo directamente contra Coruscant."

"No te preocupes," dijo Parck. "No ofreceremos nada hasta que estemos seguros de que
Thrawn est con ellos."

"Por otro lado, haramos bien en preocuparnos por ella, Almirante," seal Fel,
mirndola pensativamente. "Alguien tan vehementemente opuesto como ella a que
contactemos con Bastin podra traer problemas."

"Supongo que tienes razn," dijo renuentemente Parck. Se empez a levantar de la silla,
uno de los chiss camin a su lado y le ofreci un brazo de apoyo mientras se pona de
pie. "Me temo, Mara, que t y Skywalker tendrn que ser nuestros huspedes por algn
tiempo."

"Y si Thrawn ha regresado, y todava no quiero unirme a ustedes?" demand Mara.

"Entonces qu?"

Los labios de Parck se comprimieron brevemente. "Estoy seguro de que no llegaremos a

eso," le asegur. Pero sus ojos no se encontraron realmente con los suyos mientras
hablaba. "Lo habremos aclarado todo dentro de unos das. Ciertamente no ms de un
mes a lo sumo."

Mara resopl. "No hablas en serio. Crees realmente que un par de docenas de ysalamiri
van a detenernos a Luke Skywalker y a m tanto tiempo?"

"Tiene razn, Almirante," convino Fel. "Va a hacer falta ms para mantenerlos quietos a
los dos."

Parck estudi la cara de Mara. "Qu sugieres?"

Fel hizo seas hacia uno de los chiss. "Brosh, tu charric. Ponla en nivel dos."
"Espera un segundo," dijo apresuradamente Mara, ponindose de pie de un salto
mientras el chiss desenfundaba su arma de mano. Un breve diluvio de emocin corri a
travs de ella- Alto, el pensamiento urgente salt en su mente- "Espera slo un segundo
escarchado de Hoth. Soy una prisionera desarmada."

Ahora tambin los otros chiss estaban desenfundando sus armas. "Ya lo s," dijo Fel.
Sonaba genuinamente pesaroso, si serva de algo. "Y siento profundamente tener que
hacer esto. Pero he tenido alguna experiencia con Jedi, y la nica forma que puedo
pensar de mantenerte como una prisionera que se comporte durante unos das es forzarte
a entrar en un trance curativo." Alz la vista a Brosh-

"Espera un minuto," dijo Mara. Alto, alto, alto. "Dijiste que queran hacer un trato
conmigo, correcto? Bueno, puedo decirte llanamente que dispararme definitivamente no
har que ninguna de esas negociaciones empiece con el pie derecho. De hecho, ira tan
lejos como para decir que podra disuadirme completamente de trabajar para ustedes."

"No lo har," le asegur oscuramente Fel. "No cuando sepas toda la magnitud de las
amenazas que enfrentamos."

"Quiz lo haga, y quiz no," contrapuso Mara. "Y tampoco te olvides de Karrde. Si
realmente quieres informacin, es con l con el que vas a tener que tratar. Y Karrde no
se toma amablemente a nadie que juega al tiro al blanco con su gente. Lo he visto
despedazar organizaciones enteras por esa clase de crimen. De hecho, hubo un grupo
hutt en particular-"

"S, estoy seguro," interrumpi Parck, frunciendo el ceo. "En realidad, Mara, ests
exagerando esto mucho ms de lo que necesitas. Las quemaduras de charric son
ciertamente serias, pero eso incluso es escasamente una consideracin para alguien con
habilidades Jedi de supresin del dolor y curacin. Y el General Fel tiene razn:
necesitamos mantenerte tranquila por algn tiempo."

"S, entiendo eso," dijo Mara. "Y es una idea brillante - realmente lo es. Slo hay un
pequeo problema: Yo no s hacer ni los trucos de supresin de dolor ni de curacin."

"Oh vamos," dijo Parck en tono de reproche, sealando hacia el agujero de borde negro
en su traje de salto. "Tu hombro indica otra cosa."

"Skywalker me puso en el trance," dijo Mara, relajando conscientemente los msculos

en anticipacin. "Y l no est aqu. Podra morirme del shock, o desangrarme hasta la
muerte-"

"No hars ninguna de esas cosas," le asegur Fel. "Conozco ambos el poder y las
limitaciones del armamento chiss. Pinsalo como un incentivo adicional para que
Skywalker se rinda a nosotros."

Capt la mirada de Brosh y asinti. El chiss respondi el asentimiento y alz su arma-

Y de ella vino una llamarada de luz verde.

 CAPTULO
28

Sin advertencia, justo a la mitad de un paso, Mara se desvaneci. Mara? Pens Luke
desesperadamente hacia ella, estirndose a la Fuerza. Mara!

Pero no hubo ninguna respuesta. De algn modo, haban atravesado su sentido del
peligro y habilidades de combate y haban lanzado un ataque sbito y aplastante.

Y ella estaba inconsciente. O muerta.

"No," susurr en voz alta, su pulso golpeteaba en sus odos. Una vez ms, una persona
por la que se haba preocupado...

"No!" dijo entre dientes apretados, la agona en su corazn se arremolin hacia algo
oscuro y mortfero cuando el dolor se convirti en una furia creciente. Le dieron
muerte casualmente, no? Si muerte era lo que queran, les mostrara cmo se vea la
muerte. En el ojo de su mente se vio a s mismo bajando por el tobogn en espiral,
arrojando a los aliengenas fuera de su camino como a muecos de arena, sus cuerpos
golpeando contra la implacable piedra negra y cayendo encogidos al suelo. Su sable de
luz destellara a travs de sus lneas, cortando a travs de armas y cuerpos y dejando
ms muerte en su estela-

Su sable de luz.

Baj la vista al sable de luz en su mano. No era el arma que l mismo haba hecho en el
opresivo calor del desierto de Tatooine, sino la que haba hecho su padre tantos aos
antes. El arma que le haba dado a Mara...

Respir profundo, dejando ir la rabia y el odio, un escalofro helado lo atraves cuando

comprendi la magnitud de lo que casi haba hecho. Una vez ms, haba llegado al
mismo borde de ceder ante el lado oscuro. Casi se haba rendido al odio y la sed de
venganza, y el deseo agobiante de usar su poder para sus propios fines egostas.

Si respetas aquello por lo que luchan... las palabras del Maestro Yoda hicieron eco
persistentemente a travs de su mente. "Est bien," murmur en voz alta. No, no
vengara cualquier cosa que le hubiera pasado a Mara, por lo menos no por la venganza
en s misma. Pero buscara la verdad de lo que le haba pasado.

Con un esfuerzo, borr la ltima emocin que quedaba en sus pensamientos, la imagen
de Mara de las aves cantoras cantando dentro de un establecimiento de molienda de
minerales fluctu una vez a travs de su mente mientras lo haca. Estirndose con la
Fuerza, enfoc su sonda mental hacia el punto donde la presencia de Mara se haba
desvanecido. A menos que ya se la hubieran llevado, por lo menos debera ser capaz de
sentir su cuerpo...

Pero no haba nada. Ni Mara, ni los humanos o aliengenas hacia los que ella
supuestamente se haba estado acercando cuando desapareci.
De hecho, dentro de una cierta rea, no poda detectar nada en absoluto. Casi como si
algo estuviera bloqueando su acceso a la Fuerza...

Abruptamente, su aliento sali de l en una exhalacin, el alivio y la desilusin lo

inundaron en cantidades iguales. Por supuesto - los aliengenas haban puesto los
ysalamiri en el espacio entre l y Mara. Incluso dada la distancia de cuatro pisos entre
ellos, debi haber reconocido lo que estaba pasando inmediatamente. Una vez ms,
pareca, que tena que volver a aprender la advertencia de Yoda acerca de no actuar
mientras estaba bajo el influjo de una emocin fuerte.

Pero no haba tiempo para la auto-recriminacin. Dentro del efecto de los ysalamiri, los
poderes de nefita Jedi de Mara eran intiles; y dependa de l sacarla.

Sac su comunicador y lo encendi con el pulgar. "Erreds?" llam suavemente. "Te

necesito aqu abajo - toma el tobogn en espiral que no se mueve detrs de la pared a la
derecha de la puerta de salida oculta y baja cuatro pisos. Hendedor De Piedras, dejen
atrs a alguien en la escalera para sellar la puerta, y el resto de ustedes vengan con
Erreds. Entendido?"

Hubo un gorjeo del droide y un gorjeo de los qom jha. Luke devolvi el comunicador a
su cinturn y cruz lentamente hacia una de las esquinas traseras del nivel, estirndose
hacia abajo con la Fuerza mientras se mova. Poda sentir a los seres en el siguiente
nivel hacia abajo, pero ninguno pareca estar en este rea en particular.

Pero eso poda ser desencaminante, dado que todava no tena una lectura clara de esta
especie. Pero tendra que arriesgarse. Encendiendo el sable de luz de Mara, la
percepcin del arma le trajo un diluvio de viejos recuerdos, lo agarr con ambas manos
y clav la hoja blanca-azul en el suelo.

Su gran miedo haba sido que como el mineral cortosis en la cueva de abajo, la extraa
piedra negra de alguna forma se resistiera al sable de luz. Pero aunque se senta ms
bien como arrastrar una rama de rbol contra la corriente a travs de un ro rpido, la
hoja cort a travs de la piedra sin problemas. Caminando en un estrecho crculo,
biselando el borde hacia adentro para que el tapn no cayera de largo al piso de abajo,
excav un agujero redondo un poco ms ancho que Erreds.

Terminando su corte, confirm una ltima vez que nadie pareca estar debajo de l.
Entonces, estirndose a la Fuerza, levant el tapn de piedra.

Era pesado - mucho ms pesado que lo que algo tan pequeo tena derecho a ser.
Maniobrndolo hacia el costado, lo apoy con el borde apenas solapando el agujero,
entonces se ech al piso y se asom cuidadosamente hacia abajo.

El rea pareca estar de hecho desierta. Agarrndose del borde, se desliz de cuerpo
entero hasta colgar a travs del agujero. Preparndose, utilizando la Fuerza para
vigorizar sus msculos, se dej ir.

El suelo estaba aproximadamente cuatro metros ms abajo, una cada trivial para un
Jedi. Dej que sus piernas se doblaran, absorbiendo el impacto y esperanzadamente
hacindolo caer en una postura discreta mientras estir sus sentidos en busca de
cualquier seal de que hubiera sido visto u odo. Pero no haba nada. Ponindose
cuidadosamente de pie, ech otra mirada a su alrededor-

Maestro Caminante Del Cielo?

Luke alz la vista. Custodio De Las Promesas estaba en el cuarto encima de l, mirando
abajo a travs del agujero en el suelo. "No hagas ruido," advirti al qom jha. "Dnde
est el resto de tu gente?"

Vienen flanqueando la curva, dijo Custodio De Las Promesas. Algunos cuidan a tu

mquina - es el ms lento.

"Avsame cuando lleguen ah," le dijo Luke, estirndose con la Fuerza. Haba, poda
sentir, ms de los aliengenas en el prximo nivel abajo, pero de nuevo no parecan estar
demasiado cerca de l. Encendiendo de nuevo el sable de luz, empez a cortar un nuevo
agujero directamente debajo del primero.

Haba terminado el agujero y se haba dejado caer abajo al prximo piso cuando un
silbido bajo de arriba seal la llegada de Erreds. "Genial," dijo suavemente Luke,
mirando arriba al domo azul-y-plata que se asomaba cautelosamente encima del borde
dos pisos ms arriba cuando sac su comunicador y lo encendi.

El droide retrocedi fuera de vista, y hubo otro silbido de reconocimiento del

comunicador. "Est bien," dijo Luke, mirando alrededor. Esta vez haba bajado a un
cuarto desierto, pero a travs de la puerta abierta poda ver vislumbres de sombras en
movimiento. "Ves el tablero de control de all? Quiero que encuentres un conector de
computadora al que puedas acceder y te enchufes. Intenta conseguir un plano del piso
de la fortaleza si puedes; si no puedes, slo echa una mirada y fjate qu ms puedes
encontrar. Cuando te mande otra seal, desenchfate y vuelve al agujero tan rpido
como puedas. Entendiste todo?"

Hubo un gorjeo que son ligeramente nervioso, y el comunicador se apag. Sujetando el

sable de luz de Mara, intentando captar una percepcin de todas las mentes alrededor y
debajo de l, Luke esper.

Cuando pas, pas todo al mismo tiempo. Repentinamente, virtualmente al unsono,

todas las mentes aliengenas cambiaron, sus varios tonos y preocupaciones y texturas
todas cambiaron para enfocarse en la misma direccin. No con miedo, preocupacin, o
incluso sorpresa, pero con la determinacin calma y mortal de soldados profesionales.

Erreds haba hecho saltar las marcas sobre las que haba advertido Mara, y la fortaleza
se estaba movilizando para la accin.

Luke se agach un poco ms cerca del suelo, agudamente consciente de que todo
dependa de en qu exactamente consistira esa accin. Si todos los aliengenas
meramente se quedaban donde estaban y se preparaban para el posible ataque, no
tendra ninguna opcin ms que abrirse camino luchando a travs de ellos hasta llegar a
Mara. Sin embargo, si se concentraban en cambio en las rampas del tobogn y el piso
adonde estaba ocurriendo el intento de acceso...
Y lo hicieron. Aun mientras Luke contena la respiracin, poda sentir a los aliengenas
de abajo acercndose determinadamente al tobogn que Mara haba tomado antes. Si era
cuidadoso - y rpido - su camino a ella podra estar simplemente despejado.

Especialmente si era rpido. Encendiendo el sable de luz, se puso a trabajar en tallar

otro agujero ms en la piedra negra.

Haba terminado la abertura y se haba dejado caer a travs de ella al prximo nivel
abajo cuando sus sentidos que sondeaban recogieron la seal que haba estado
esperando: el cambio sutil en las mentes aliengenas cuando los equipos de asalto
congregados se preparaban. "Ahora, Erreds," llam suavemente por el comunicador.
"Envame a los qom jha abajo por el agujero, y acrcate t tambin."

El droide respondi, y Luke se puso debajo del agujero para esperar. Los qom jha no
perdieron el tiempo; ya estaban bajando a travs como hojas cadas de un rbol, con las
alas plegadas estrechamente mientras atravesaban cada agujero sucesivo, abrindolas
entre los pisos para recobrar el control de su vuelo. A travs de la agitacin de los qom
jha en cada vio el domo de Erreds asomndose cautelosamente encima del borde, y
capt un eco del gorjeo sorprendido y nervioso cuando el droide vio cunto ms abajo
que la ltima vez que haba mirado estaba ahora Luke.

Un gorjeo que se convirti en grito electrnico sofocado cuando Luke se extendi con
la Fuerza para recogerlo y hacerlo bajar con las ruedas hacia abajo a travs del agujero.

Luke hizo una mueca de dolor por el ruido; pero afortunadamente Erreds comprendi
lo que estaba pasando y se call antes de que el sonido de un grito electrnico
descendiendo rpidamente pudiera delatarlos a todos. Luke baj al droide a salvo al
suelo a su lado, entonces se estir de nuevo al borde del tapn de piedra que haba
dejado asomando por el costado del primer agujero. A esta distancia se senta aun ms
pesado; pero con guerreros aliengenas presumiblemente convergiendo ahora mismo
hacia el centro de comando, tena una gran motivacin para la velocidad. Tres segundos
ms tarde, el tapn estaba de nuevo firmemente en su lugar.

Quince segundos despus de eso, continuando su trabajo hacia abajo, tena todo el resto
de los agujeros tambin tapados. "Mara est un nivel ms abajo," le cont a Erreds y al
apretado grupo de qom jha, estirndose con la Fuerza. Todos los aliengenas de abajo se
haban ido, y no haba habido ningn cambio en el estado mental global que indicara
que haban tropezado con su truco.

Aunque extraamente, ya no poda sentir a los equipos de asalto mismos. Equipados

con ysalamiri, quizs?

Probablemente. Pero por el momento, esos grupos estaban demasiado lejos para
preocuparlo. "Mantnganse cerca de m," dijo, encendiendo el sable de luz y empezando
su corte final. "Intentaremos mantener todo tan silencioso como podamos, por todo el
tiempo que podamos."

Pero si nos descubren? pregunt ansiosamente Nio De Los Vientos.

Luke frunci el ceo en ligera sorpresa. No se haba dado cuenta que el joven qom qae
haba venido con los qom jha. De hecho, haba pensado en dar instrucciones de que el
nio se quedara atrs con quienquiera que hubiera sellado la puerta oculta. Claramente,
se le haba pasado; igual de claramente, ahora era demasiado tarde para hacer algo al
respecto. "Si suena la alarma, deben separarse y crear confusin," le dijo Luke a los
aliengenas. "Aljenlos de m tanto como puedan, entonces encuentren sus propias
salidas de la fortaleza y vuelvan a casa."

Obedeceremos, dijo Hendedor De Piedras, agitando las alas.

"E intenten no salir lastimados," agreg Luke, terminando el corte y alzando el disco de
piedra fuera del agujero. "Nio De Los Vientos, qudate conmigo y con Erreds."

Se inclin hacia abajo para dar un rpido examen visual al cuarto vaco de abajo. "Est
bien," dijo, deslizando sus pies por la abertura y preparndose para otra cada. "Vamos."

Por el aspecto nebuloso que haba tenido de este piso antes de que su contacto con Mara
fuera cortado, haba parecido bastante bien estructurado, con cuartos y corredores
anchos en lugar de los segmentos de pared al azar que haba encontrado arriba. No era
exactamente una disposicin ideal para moverse en silencio.

Pero durante los primeros pocos minutos pareci funcionar. Luke llev la delantera
cautelosamente hacia el punto en blanco que marcaba el racimo de ysalamiri, dividiendo
su atencin entre el rea a su alrededor y los varios grupos de guerreros congregados
cerca de los toboganes. Slo media docena de los aliengenas estaban lo suficientemente
cerca para ser problemas potenciales, y pudo hacer pasar inadvertida a su partida usando
ruidos y otras distracciones creadas con la Fuerza. Los guerreros en el nivel del centro
de comando eran claramente del tipo metdico, y cuando Luke se acerc a los ysalamiri
empez a pensar que realmente podra llegar hasta Mara y sus aprehensores sin ser
detectado.

Han podra haber sido tan afortunado. Luke, desafortunadamente, no lo era. Casi haban
alcanzado su meta cuando la ilusin abruptamente se desmenuz.

"Nos estn buscando," murmur.

Saben adonde estamos? pregunt Volador Entre Las Pas.

"No lo s," dijo Luke, estirndose a la Fuerza e intentando descifrar el sbito tumulto en
las emociones de los aliengenas a su alrededor. No haba ninguna forma de saber si el
equipo de asalto haba descubierto el agujero que haba cortado o simplemente haba
encontrado el nivel desierto y haba llegado a la conclusin lgica.

Lo que s poda decir era que lo que fuera que haban descubierto, su consternacin se
haba extendido rpidamente al resto del grupo. Claramente, aqu tenan un
extraordinario sistema de comunicaciones.

Lo que significaba que los aprehensores de Mara casi seguro que tambin saban que l
estaba suelto en la fortaleza.
Lo que significaba que se le estaba acabando el tiempo.

"Voy a entrar," les dijo estrechamente a los qom jha, deslizando un ojo alrededor del
final del corredor. Justo a la derecha, del lado lejano de un corredor cruzado, poda ver
una puerta sin marcas. En el extremo lejano de ese cuarto, hasta donde poda saber,
estaban los ysalamiri. "Erreds, Nio De Los Vientos - vengan conmigo. El resto de
ustedes, disprsense."

Obedecemos, Caminante Del Cielo, dijo Constructor Con Piedras; y con un mltiple
batir de alas, partieron.

"Qudense detrs de m," advirti Luke al droide y al qom qae; y con una rpida mirada
por el corredor se lanz a la puerta, encendiendo el sable de luz de Mara mientras corra.
Agarr la palanca de apertura, la gir y abri la puerta en un solo movimiento, y salt
adentro.

Slo para encontrar que haba calculado mal. El cuarto en el que estaba era largo y
tenuemente iluminado, con casi toda la mitad izquierda llena de canastas apiladas, y
ninguna seal de Mara.

Pero una segunda mirada mostr que no haba calculado tan mal como pens.
Dispuestos lado a lado, un grupo de ysalamiri en armazones nutrientes haban sido
apoyados contra la pared del fondo.

Erreds trin interrogativamente. "Ella est en el prximo cuarto," dijo Luke por encima
de su hombro mientras corra hacia la fila de armazones, un plan de accin empezaba a
tomar forma en su mente. A menos que los mismos interrogadores fueran sensibles a la
Fuerza, no tendran ninguna forma de saber si su barrera protectora todava estaba en su
lugar o no. Si poda apartar suficientes de los ysalamiri del camino para darle de nuevo
a Mara acceso a la Fuerza, los dos de ellos juntos deberan poder darle vuelta las mesas
a sus aprehensores y sacarla de all. Detenindose delante de uno de los armazones en el
medio de la pared, sintiendo el sbito silencio desconcertante en su mente cuando entr
al medio metro de rango del efecto de las criaturas, apoy el sable de luz en el suelo y
alz el armazn.

Afortunadamente, dado que no haba forma de vigorizar su fuerza muscular tan cerca de
un ysalamir, el armazn no era muy pesado. Lo alej unos pasos de la pared y lo asent
contra la canasta ms cercana. Volviendo al prximo en la lnea, lo recogi y cruz
hacia el primero-

Con sus sentidos de Jedi cegados por el efecto de los ysalamiri, el sbito graznido de
Erreds fue su nica advertencia. Alz la vista, dejando caer el armazn y saltando
hacia atrs, su mano se estir instintivamente hacia el sable de luz en el suelo. Uno de
los aliengenas de piel azul estaba agachado en el espacio abierto de la puerta, en
posicin de tirador, con otro de los armazones nutrientes atado a su espalda, su arma
alzada y buscando. Luke dio otro paso hacia atrs, la Fuerza de repente lo inund de
nuevo todo a su alrededor cuando sali del rango del ysalamir. Sinti el poder
cosquilleando en su mano cuando llam de nuevo al sable de luz, preguntndose por
qu todava no estaba en su mano-
Y un estallido de comprensin lo golpe tardamente. l mismo estaba fuera del efecto
de los ysalamiri, pero el sable de luz no.

El arma del aliengena estaba ahora alineada en l. "No te muevas," orden en bsico
con acento, su tono dejaba claro que iba en serio. Erreds empez a rodar
cautelosamente hacia l; los ojos rojos resplandecientes se volvieron amenazadoramente
un momento hacia el droide-

Y con un chillido que era mitad desafo y mitad puro terror, Nio De Los Vientos se
dej caer del techo para aterrizar aferrando con sus dos garras el brazo del arma del
aliengena.

El arma dispar, una llamarada azul brillante que sali desviada, golpeando uno de los
armazones nutrientes ms all de Luke a lo largo de la pared. Luke se zambull hacia
atrs en direccin opuesta hacia la cobertura de las canastas apiladas, agarrando su
propio sable de luz que todava colgaba de su cinturn y desenganchndolo de un tirn.
Su impulso lo estrell contra uno de los otros armazones, derrumbndolo al suelo.

Y por un breve segundo, cuando hizo carambola en la pared y de vuelta hacia las
canastas, pudo sentir de nuevo la presencia de Mara.

El toque no dur mucho, quizs medio segundo antes de que l rebotara de nuevo
dentro del rango de los dos ysalamiri que haba puesto al lado de las canastas. Pero fue
lo suficiente. Pudo sentir que ella estaba bien, sinti su propia llamarada de alivio
porque l estaba igualmente ileso, capt una sensacin de humanos y aliengenas
alineados a lo largo de la pared delante de ella. Slo tuvo tiempo para una nica
instruccin emocional- Aguanta un momento! - antes de que el contacto se cortara de
nuevo. Clavando los pies en el suelo, encendi su sable de luz y carg ms all de los
armazones, preguntndose si llegara al otro lado de la burbuja antes de que el
aliengena pudiera apuntar de nuevo.

Estuvo cerca, y por un doloroso latido del corazn pens que el acto de valenta de Nio
De Los Vientos iba a costarle la vida al qom qae. En lugar de intentar sacarse a su
atacante alado de su brazo derecho, el aliengena meramente haba golpeado su mano
izquierda contra la garganta de Nio De Los Vientos en un esfuerzo por aturdirlo,
entonces se pas el arma a esa mano. Por un instante su primera inclinacin pareci ser
usar el arma para matar a la molestia de garras afiladas que se aferraba a l; pero cuando
vio a Luke cargando hacia l esgrimiendo su sable de luz, cambi su puntera hacia el
blanco ms amenazante y dispar.

Pero fue demasiado tarde. Luke ya haba pasado ms all del ltimo de los ysalamiri, y
de nuevo con acceso a la Fuerza no haba ninguna posibilidad de que un solo pistolero
pudiera penetrar sus defensas. Corri adelante a toda velocidad, anticipndose y
barriendo su sable de luz al frente a cada uno de los tiros del aliengena con practicada
facilidad. Todava disparando, el aliengena esquiv hacia la derecha, cruzando por
detrs de Erreds. Luke cambi de direccin para corresponder su movimiento,
preguntndose si el aliengena estaba planeando agacharse y usar al droide como
escudo.
En ese caso, nunca tuvo la oportunidad. De la mitad del cuerpo de Erreds vino la
llamarada de un arco elctrico-

Y con una abrupta sacudida de msculos temblorosos en la pierna, el aliengena tropez

perdiendo el equilibrio y cay muy duro al suelo de costado, llevando a Nio De Los
Vientos con l. Luke salt por encima de Erreds, aterrizando con un pie en el arma y
sintiendo de nuevo la sbita ceguera cuando entr al rango del ysalamir de su mochila.
Los ojos rojos brillantes del aliengena miraban fijamente hacia arriba con una
expresin ilegible cuando Luke levant en alto su sable de luz y lo barri hacia abajo.
Viendo su propia muerte arqueando hacia l-

Y entonces, a la mitad del camino de su cuchillada, Luke apag la hoja, y en lugar de

decapitar al aliengena meramente golpe la pesada asa de metal detrs de su cabeza.
Sin hacer ningn sonido, se derrumb flcido al suelo, inconsciente.

"Ests bien?" Luke le pregunt a Nio De Los Vientos, ayudando a sacar los pies
apretados del otro fuera del brazo del pistolero. Los puntos adonde haban estado las
garras del qom qae, not, estaban rezumando con manchas lentamente crecientes de
rojo.

Estoy ileso, dijo temblorosamente Nio De Los Vientos. Por qu protegiste su vida?

"Porque no haba ninguna necesidad de matarlo," contest Luke, mirando a Erreds. El

droide tambin pareca un poco inseguro, pero tan dedicado como siempre cuando
retract su soldador de arco de vuelta a su compartimento. "Gracias por la ayuda- a los
dos. Vamos, Mara nos necesita."

Corriendo de vuelta a la pared, empez a agarrar los armazones nutrientes y lanzarlos

detrs de l, todos los pensamientos de sutileza reemplazados ahora por una necesidad
desesperada de velocidad. Ese rpido vislumbre caleidoscpico que haba tenido de la
mente de Mara haba incluido la amenaza de armas esgrimidas. Arroj tres de los
armazones nutrientes al costado, se arriesg a tomarse el tiempo para librarse del que
estaba al lado del sable de luz de Mara todava yaciendo en el suelo, entonces se acerc
a la pared.

Y con una oleada de temor comprendi que se le acababa el tiempo. Filtrados a travs
de la niebla emocional y el rpido pensamiento tctico que se mezclaban en la mente de
Mara, poda sentir una imagen indistinta, vacilante de los cuatro aliengenas con sus
armas apuntadas hacia ella. Tocando la pared con la frente, l us sus incrementos
sensoriales...

"Skywalker me puso en el trance," distingui dbilmente la voz de ella a travs de la

gruesa piedra. "Y l no est aqu. Podra morirme del shock, o desangrarme hasta la
muerte-"

"No hars ninguna de esas cosas," dijo otra voz. "Conozco ambos el poder y las
limitaciones del armamento chiss. Pinsalo como un incentivo adicional para que
Skywalker se rinda a nosotros."
Luke no esper ms. Enderezndose, retir su sable de luz hacia atrs, estirndose a la
Fuerza cuando apunt la punta de la resplandeciente hoja verde hacia la pared,
agnicamente consciente de que tendra slo una oportunidad en esto. Pero si la Fuerza
poda guiarlo con la exacta precisin necesaria para bloquear rayos de blster...

Y entonces, con una claridad que fue alarmante por lo inesperada, una imagen salt a su
mente: un aliengena de pie con la espalda hacia Luke, casi en frente de l, levantando
un arma hacia Mara. Apretando los dientes, Luke empuj su sable de luz a travs de la
pared acuchillando con la hoja verde la parte superior del arma del aliengena.

Y al lado de esa pared, sinti que la pequea escena cuidadosamente arreglada se

disolvi en el caos.

Luke tir del sable de luz hacia abajo, cortndose una abertura tan rpidamente como la
terca piedra negra se lo permiti, el tumulto emocional del sbito combate lo inund
mientras Mara explotaba a la accin. Sinti un giro que mareaba cuando ella rot y se
agach detrs de su silla, estirndose con la Fuerza en busca de armas de sus enemigos.
Arranc una directamente de la mano de su dueo - retorci otra al costado desviando el
tiro inofensivamente al techo - se agach de nuevo cuando otro tiro dio en la esquina del
respaldo de su silla, enviando unas agnicas gotas diminutas de metal lquido rozando
su mejilla-

Y entonces la seccin de Luke de la pared se derrumb con un golpe seco en el caos. l

atrajo la atencin de Mara que segua agachada detrs de la silla y le arroj su sable de
luz, se estir con la Fuerza para agarrar el de ella en el suelo detrs de l-

Y con la vieja arma que le trajo recuerdos de Tatooine y Hoth y Bespin a la mente,
volvi al medio de la lucha, la hoja blanca-azul desviando rayos de fuego enemigo y
destrozando las armas mismas. Uno de los aliengenas salt hacia l, con un cuchillo
destellando en su mano; Luke agarr su cuerpo con la Fuerza y lo estrell contra otros
dos que se preparaban para la misma maniobra-

"Alto!" orden una voz autoritaria.

Los aliengenas se congelaron en sus lugares, sus ojos enfocados sin parpadear en Luke.
Luke los mir cautelosamente en respuesta, con su sable de luz listo. Por el rabillo del
ojo entrevi al que habl: un hombre de cabello gris que llevaba el uniforme de un
almirante Imperial. "No tiene ningn sentido que nadie deseche sus vidas aqu," dijo
severamente el almirante. "Djenlos ir."

Luke se estir hacia l con la Fuerza, intentando evaluar su sinceridad. Pero ambos l y
el otro Imperial en el cuarto todava estaban escudados por los ysalamiri restantes detrs
de la pared lateral. "Mara?" pregunt Luke, arriesgndose a una mirada rpida hacia
ella.

"Qu crees?" dijo con un resoplido cuando vino a su lado, la hoja verde de su sable de
luz sostenida en diagonal lista entre ella y los aliengenas. "Est intentando salvar su
propio cuello."
"Por supuesto que lo estoy," concedi sin turbacin el almirante. "Como tambin estoy
intentando proteger los cuellos de mis tropas. Si hubo una cosa que Thrawn se asegur
de que sus oficiales entendieran claramente, era nunca malgastar a la gente sin ninguna
razn." Sonri. "Y es bien sabido que el Maestro Jedi Luke Skywalker no mata sin
necesidad o a sangre fra."

"Tambin est haciendo tiempo," agreg Mara. "Probablemente estn preparando algn
tipo de trampa ahora mismo."

"Entonces mejor que nos pongamos en movimiento." Luke seal al grupo con la
cabeza. "Crees que deberamos llevarnos a uno de ellos como rehn?"

Mara sise entre dientes. "No," dijo. "Parck es demasiado viejo - nos reducira la
velocidad - y no confo en que ninguno de estos chiss no sea ms problemas que lo que
vale. Eso va doble por el General Fel."

Luke parpade, enfocando su atencin por primera vez en la cara del Imperial ms
joven. El Barn Fel? "S, soy yo, Luke," confirm Fel. "Ha sido un largo tiempo."

"S, lo ha sido," murmur Luke. El Barn Fel, trabajando de nuevo para el Imperio?

Mara lo toc en el costado. "Dejemos la reunin de veteranos de los Pcaros para otra
ocasin, est bien? Tenemos que ponernos en movimiento."

"Correcto," dijo Luke, retrocediendo hacia la pared y la abertura que haba cortado.

"Piensa en nuestra oferta, Mara," llam el almirante tras ellos. "Yo pienso que
encontrars que nuestro forcejeo aqu afuera es el desafo verdaderamente ms
importante que alguna vez podras enfrentar."

"Y ustedes piensen en mi advertencia," contrapuso Mara. "Mantnganse lejos de

Bastin."

El almirante agit levemente la cabeza. "Haremos lo que tengamos que hacer."

"Entonces yo har lo mismo," amenaz Mara. "No digan que no les advert."

Fel le sonri. "Danos tu mejor golpe."

"Quizs tu miedo a lo que el Imperio podra hacer con nuestra informacin ser una
motivacin adicional para que te unas a nosotros," agreg Parck. "De todos modos,
estoy seguro que te veremos de nuevo."

"Correcto," dijo Mara. "Lo estar esperando."

CAPTULO
29
Luke esper hasta que Mara hubiera pasado agachada a travs de la abertura antes de
salir del cuarto. "Creo que este es el tuyo," le dijo, apagando su sable de luz y
dndoselo.

"Gracias," dijo ella, tomndolo mientras le pasaba el suyo a l. "El tuyo tiene un agarre
interesante. Creo que me gusta ms que el mo."

"Puedes tener eso presente cuando llegues a hacer el tuyo algn da," dijo Luke, sacando
su blster de manga de su chaqueta y arrojndoselo. "Aqu est tu blster. Cuidado -
alguna de su gente viene provista con mochilas de ysalamir."

"Ya lo s," dijo Mara. Ella estaba ahora en la puerta, mirando cuidadosamente afuera al
corredor. "Parece despejado, pero eso no durar mucho. Cul es el plan? De vuelta a
la escalera?"

"Desafortunadamente, hice que los qom jha la cerraran," le cont Luke, caminando a la
puerta a su lado mientras arrojaba una ltima mirada atrs a la abertura que haba
cortado. Habra pensado que uno de los aliengenas - chiss, los haba llamado Mara -
podra intentar un tiro final, pero aparentemente haban decidido quedarse quietos.

Lo que significaba que Mara tena razn. Tenan planeado algo ms.

Mir por el corredor, tambin estirndose con la Fuerza. "Nio De Los Vientos, qudate
encima de Erreds," le dijo al qom qae. "No quiero que te pierdas."

"O que te metas en el camino," agreg Mara. "Entonces adnde vamos?"

Antes de que Luke pudiera contestar, Erreds se alej rodando por el corredor,
dirigindose confiado a la izquierda con Nio De Los Vientos balanceado
precariamente encima de su domo. "Supongo que estamos siguiendo a Erreds," dijo
Luke, partiendo tras ellos. "Debe haber podido bajar el plano del piso como le ped."

"Eso, o est buscando un recargador," murmur Mara mientras se pona a un paso a su

lado. "Qu tan bueno eres en detectar ysalamiri individuales?"

"No tan bueno como lo soy con grupos de ellos," concedi, estirndose con la Fuerza.
Poda sentir la grave actividad alrededor de ellos mientras los chiss se movilizaban para
el combate...

El pequeo espacio vaco a su derecha era tan sutil que casi lo pas por alto.
"Cuidado!" le exclam a Mara, detenindose y girndose para enfrentar en esa
direccin. Aun mientras levantaba su sable de luz, un panel disimulado de medio metro
cuadrado de la pared se abri y asom un arma. Detrs de ella en el nicho sombro
vislumbr unos ojos rojos brillantes y el reflejo de un armazn nutriente sobre ellos-

De detrs de Luke vino la llamarada de fuego blster; no apuntada entre los ojos
resplandecientes, como podra haber esperado, pero encima de ellos. Hubo un sbito
aullido en su mente-

Y abruptamente la zona de silencio alrededor del pistolero se desvaneci.

Hubo una llamarada de azul cuando el arma aliengena escupi su fuego hacia el pecho
de Luke. Pero era demasiado tarde. Con la burbuja del ysalamir colapsada, Luke
bloque el tiro con facilidad. El pistolero solt dos tiros ms, tambin bloqueados, antes
de que los crculos azules de una descarga aturdidora lo enviaran cayendo fuera de vista
al suelo de su nicho de guardia.

"Oh, bueno," dijo Mara, sopesando su blster y moviendo el selector. "Ponerlos en

aturdir funciona en ellos."

"Eso podra ser prctico," convino Luke, mirando a su alrededor con los ojos y la mente.
No haba ninguna otra amenaza que pudiera detectar, por lo menos no en el rea
inmediata. "Alguna razn en particular por la que no lo mataste?"

"Eh, t eres el que quiere que empiece a actuar como una Jedi," replic Mara,
continuando por el corredor. Erreds se haba adelantado unos metros, y estaba
gorjeando con impaciencia nerviosa cuando gir su domo atrs para mirarlos. "El
problema es, que la posicin de aturdir en esta cosa tiene ms o menos el rango de un
lanzamiento de bantha. Si son lo suficientemente inteligentes para mantener su
distancia, tendrs que bloquear sus tiros mientras yo elimino a los ysalamiri."

"Correcto," dijo Luke, frunciendo el ceo mientras aceleraba su paso. Haba algo
ominoso creciendo detrs de la proteccin de la barrera mental de Mara: un
pensamiento oscuro, o un propsito igualmente oscuro. Por un momento consider
preguntarle por eso; pero el hecho de que se estaba esforzando tanto por esconderlo
sugera que sera mejor no molestarla. "Alguna idea de cul es su plan?" pregunt en
cambio cuando alcanzaron a Erreds.

"A corto plazo, ponernos en almacenamiento seguro por unos das," dijo Mara. "Se
figuraron que hacernos entrar en trances curativos es la forma ms fcil de hacer eso;
por lo tanto, el tiroteo."

"Son del tipo amistoso," murmur Luke.

"S," convino Mara. "A largo plazo, estn esperando a que Thrawn regrese." hubo un
parpadeo momentneo en sus emociones, una profundizacin de esa oscuridad oculta...
"Y dado que piensan que puede haber aparecido en Bastin, Parck ha decidido dirigirse
all y hablar con ellos."

Luke repentinamente sinti fro. "Y entregar este lugar al Imperio?"

"El lugar, y todo lo que hay en l," dijo gravemente Mara. "Eso puede no ser lo que
piensan que van a hacer; pero una vez que el Imperio sepa que estn aqu, se apoderarn
de esto. De una forma u otra."

Adelante, Erreds trin y gir a la derecha a un corredor cruzado. "Adnde vamos?"

demand Mara mientras lo seguan.

"No lo s," dijo Luke, frunciendo el ceo. Veinte metros adelante, el corredor terminaba
en una unin en T, y por alguna razn desconocida su mente regres momentneamente
a la base asteroide de los Piratas Cavrilhu y a la muy diferente unin en T al extremo
lejano de la trampa para Jedi a la que lo haban atrado. En alguna parte directamente
adelante, poda sentir el rea en blanco creada por un grupo de ysalamiri.

Y entonces Erreds gorje incierto y se detuvo, enfrentando la pared que bloqueaba su

corredor en obvia confusin...

"Erreds, regresa!" exclam Luke, alzando su sable de luz y dando un paso largo para
ponerse delante de Mara. "Es una trampa!" Directamente adelante, la pared explot en
una lluvia de chispas deslumbrantes y se desintegr completamente-

Y parados hombro a hombro en el corredor detrs de lo que quedaba de la pared falsa,

una docena de chiss equipados con ysalamiri abrieron fuego.

Erreds chill y dio la vuelta, rodando atrs hacia Luke tan rpido como pudo, Nio De
Los Vientos estaba esforzndose frenticamente por no caerse. Luke apenas los not,
toda su atencin enfocada adelante en los chiss. Se forz a relajarse, dejando que la
Fuerza guiara sus manos como lo haba hecho en tantas batallas similares, gir su sable
de luz a una posicin de bloqueo delante de cada tiro.

Pero con el rea alrededor de los chiss cerrada a esa presciencia subconsciente, a su
tiempo de preparacin usual le faltaba una preciosa fraccin de segundo. Detrs de l, el
blster de Mara estaba destellando regularmente por encima de su hombro, eliminando
con metdica precisin a los ysalamiri. Si l poda mantener su defensa el tiempo
suficiente para que ella terminara el trabajo...

En alguna parte al borde de su mente poda or a Nio De Los Vientos chillando algo,
pero no le sobraba suficiente concentracin para una traduccin. Adelante, a travs de la
apretada lnea de chiss pudo ver lo que pareca ser movimiento detrs de ellos; y
entonces, sin advertencia, se dejaron caer al unsono sobre una rodilla-

Revelando otra lnea de tropas que haba surgido detrs de ellos.

Y de repente haba el doble de rayos ardiendo en su direccin. Rayos con los que estaba
lenta pero inexorablemente perdiendo la carrera por mantenerse adelante.

Detrs de l, Mara ladr algo, y a travs de la niebla de su concentracin Luke vio a uno
de los aliengenas de pie sacudirse y derrumbarse atrs cuando Mara abandon su
poltica de no matar. Luke apret los dientes y redobl su esfuerzo, oscuramente
comprendiendo que si Parck ahora mismo enviaba a un equipo por detrs de ellos,
acabara con l y Mara. Nio De Los Vientos chill de nuevo-

Y entonces, acercndose en ambas direcciones por el corredor cruzado, un grupo de

qom jha se zambull directamente en el medio de la batalla.

Los chiss no tuvieron ninguna oportunidad de reaccionar. Pasando a toda velocidad por
encima de las cabezas de los guerreros de pie, los qom jha agarraron las partes de arriba
de sus armazones nutrientes, el tirn hizo caer a los pistoleros y los hizo golpear fuerte
el suelo con sus espaldas.
"Vamos," Luke se oy gritar, partiendo en un cauto trote hacia la fila restante de
arrodillados chiss. Si poda llegar lo suficientemente cerca para que estuvieran en rango
de la posicin de aturdir de Mara...

A medio corredor de distancia, los qom jha se frenaron de su loca estampida, dieron la
vuelta con una gracia imposible, y volvieron a cargar hacia las espaldas de los pistoleros
arrodillados. Otra vez agarraron los armazones nutrientes cuando pasaron,
desparramando a los armazones y a los chiss unidos a ellos de cara contra el suelo.

Luke dej que su sable de luz se detuviera, los msculos de su brazo de repente
empezaron a temblar por la adrenalina y el alivio en la tensin. Mara ya lo haba pasado
corriendo a toda velocidad, haciendo seas a los qom jha para que se alejaran mientras
su blster barra sus anillos azules de fuego aturdidor sobre los chiss cados. Para
cuando Luke lleg a su lado, el ltimo de los pistoleros se agit y dej de moverse.

"Eso fue divertido," dijo Mara entre dientes apretados, arrojando una rpida mirada en
ambas direcciones por el corredor mientras mova de nuevo el selector de su blster.
"Espero que no tengan preparadas muchas ms de estas pequeas trampas."

"No creo que nos falte mucho," dijo Luke, mirando a Erreds. El pequeo droide ya
estaba rodando por el corredor cruzado hacia su izquierda, dirigindose hacia una gran
puerta de aspecto pesado que bloqueaba el final del pasaje a unos quince metros. Una
puerta, not, equipada con la misma rueda de cierre y sistema de manijas de
desenganche que aqullas en la escalera oculta que haban dejado muy atrs. "Hendedor
De Piedras, rene a tu gente y sguenos."

Corri hacia adelante, apagando su sable de luz y sujetndolo en su cinturn,

alcanzando a Erreds cuando el droide se detuvo delante de la puerta. Girando la rueda,
Luke apret las manijas y tir. La puerta se abri ponderosamente, dejando entrar una
corriente de aire fresco-

Cielos de sangre roja, murmur asombrado Custodio De Las Promesas. Qu lugar es

este?

"Nuestro camino afuera," le dijo Luke, sintiendo un toque de la misma sorpresa cuando
mir la vista delante de ellos. Por todo a lo largo del suelo de la piedra negra,
estacionadas juntas como tropas en un desfile, haba mltiples filas de pequeas naves
estelares como el par que lo haban atacado en camino a la superficie planetaria.

A su lado, Mara silb suavemente. "El hangar no pareca tan grande desde afuera," dijo.

"Debe estirarse para atrs ms lejos que lo que su techo indicaba," convino Luke,
preguntndose cmo se poda hacer el mantenimiento de un grupo tan estrechamente
apretado de naves. Una mirada hacia arriba le dio su respuesta: toda el rea debajo del
techo alto estaba abarrotada de equipo de servicio, monitoreo, y alimentacin de
combustible, todo colgado de armazones de metal y una red de pasarelas. "Debe haber
cien de ellas aqu."

"Por lo menos," convino Mara... y cuando habl, Luke pudo sentir esa oscuridad secreta
ahondarse dentro de ella. Ya era tiempo de que le preguntase acerca de ello-
Hubo un sbito parpadeo de sensacin de detrs de l. "Cuidado!" exclam Mara,
girndose y disparando un par de los tiros rpidos pasado su hombro a travs de la
puerta abierta.

Luke tambin se volvi, asiendo su sable de luz y encendindolo. Un manojo de chiss

estaba en la interseccin de la que acababan de salir, apartndose por reflejo del camino
de los tiros de Mara. "Sigue disparando," le dijo Luke, dando una rpida mirada a la
puerta. No haba ninguna rueda de cierre del lado del hangar, pero haba un agujero
pequeo adonde aparentemente se haba quitado una. Experimentalmente, gir la rueda
unos grados; a travs del agujero poda verse el eje central del mecanismo de cerradura
girando.

Perfecto. Gir la rueda de nuevo a la posicin completamente abierta y con una rpida
cuchillada de su sable de luz la cort de la puerta. Agachndose por debajo de los tiros
de cubierta de Mara, empuj la puerta hasta cerrarla.

Pero todava est destrabada, objet Volador Entre Las Pas. Pueden usar los agarra-
rocas para a abrirla de nuevo.

"No por mucho tiempo," le asegur Luke. Agachndose, mir fijamente a travs del
agujero al eje central y se estir a la Fuerza. Sin la palanca de la rueda era mucho ms
difcil de girar, pero la idea de chiss armados desciendo al hangar era ms que suficiente
incentivo. Diez segundos ms tarde, la puerta estuvo firmemente cerrada.

"Eso no los detendr por mucho," advirti Mara. "Si no tienen otra forma, pueden pasar
caminando por encima del techo y entrar por el otro lado."

"Ya lo s," dijo Luke, levantando el cuello para asomarse ms all de las naves
estacionadas. Ella tena razn: como haban adivinado en su primera mirada del lugar,
todo el frente del hangar estaba abierto, con slo una ligera proyeccin para protegerlo
de la lluvia o ataques. Los diseadores de la fortaleza, decidi, no debieron haber
planeado que su hangar estuviera tan abarrotado. "Pero debera retrasarlos el tiempo
suficiente para que tomemos una nave y salgamos de aqu."

"Entonces de lo nico que tendremos que preocuparnos es de cualquier cosa que tengan
en esas torres," dijo speramente Mara, apartndolo y metindose entre dos de las
naves. "Tendremos que tomar algo del frente," volvi a decir por encima de su hombro.
"Intentar hacer arrancar a una. T asegrate de que esa puerta est asegurada, entonces
encuentra una forma de impedir que el resto de esa fila del frente despegue detrs de
nosotros."

"Lo tengo," dijo Luke. "Erreds, toma a Nio De Los Vientos y sigue a Mara - chale
una mano para entender los sistemas de vuelo. Hendedor De Piedras, ser mejor que t
y tu gente salgan mientras puedan. Gracias por su ayuda."

Nuestra parte est pagada, Maestro Caminante Del Cielo, dijo el qom jha, su tono slo
ligeramente ominoso. Ahora tu parte ser librarnos de los Amenazadores como
prometiste.
Con eso, l y los otros se alejaron batiendo las alas por encima de las naves
estacionadas. "Haremos nuestro mejor esfuerzo," murmur Luke.

Revis la puerta por segunda vez, entonces se tom otro momento para estirar sus
pensamientos de vuelta al corredor. Estaba vaco. Aparentemente, los chiss saban que
no era buena idea perder el tiempo con la piedra impenetrable.

Particularmente con semejante alternativa obvia disponible. Treinta segundos ms tarde,

siguiendo el sonido de las ruedas de Erreds sobre la piedra negra, alcanz el frente del
hangar.

Erreds y Nio De Los Vientos estaban all, ste ltimo de nuevo esforzndose por
mantener el equilibrio encima del droide mientras el domo giraba de un lado para el
otro. Luke mir a lo largo de la lnea delantera de naves, notando un hueco en la prolija
formacin adonde aparentemente faltaba una.

Mara, sin embargo, no estaba en ninguna parte a la vista. "Erreds, dnde est Mara?"

El droide trin una negativa, todava mirando a su alrededor. Luke mir afuera a la
tenue luz del sol y se estir con la Fuerza-

"A qu ests esperando?" demand Mara cuando vino corriendo desde atrs.
"Necesitamos deshabilitar estas naves."

"Te estbamos esperando a ti," le dijo Luke, frunciendo el ceo. El secreto oscuro
todava acechaba en su mente; pero haba algo nuevo en la textura ahora. Todo indicio
de incertidumbre o duda haba desaparecido, reemplazado por una pesada nube de
profunda y amarga tristeza. Algo de vital importancia acababa de pasar...

"Bueno, no lo hagan," gru, palmoteando un panel de descarga en el costado de la

nave ms cercana. Sobre ellos, una escotilla se abri y una escalera de mano se despleg
hasta el suelo.

"Parece que falta una de las naves," seal Luke.

"Ya lo s- Parck mencion que estaba regresando," dijo Mara, trepando por la escalera
de mano. "No hay nada que podamos hacer sobre esa. Sigue adelante, ponte a trabajar."

Desapareci adentro. "Correcto," murmur Luke, extendiendo la Fuerza para levantar a

Erreds arriba y a la compuerta detrs de ella. Entonces, caminando a la siguiente nave
en la lnea, la examin de una rpida mirada. El caza tena tres veces el tamao de un
ala-X, con un juego de cuatro paneles solares de caza-TIE que se fundan con un
perturbador flujo de lneas aliengenas.

Y presumiblemente con un juego de repulsores en la parte inferior...

Se agach bajo la proa. All estaban, un par corriendo longitudinalmente a lo largo de

cada lado de la lnea central: el sutil pero distintivo patrn de diamantes de los
elevadores por repulsin. Cuatro rpidas cuchilladas con su sable de luz, y ya no eran
funcionales. Esquivando el tren de aterrizaje, sigui a la nave siguiente.
Haba deshabilitado a siete de ellas, con otras siete por delante, cuando capt el cambio
en la textura emocional de Mara. Lentamente, con los movimientos ligeramente torpes
que venan de un piloto poco familiarizado con su nave, la nave se alz medio metro del
suelo y se desliz hacia adelante. Su comunicador pit- "Tenemos compaa," anunci
estrechamente la voz de Mara; y cuando Luke se concentr pudo sentir ambas
cautelosas mentes chiss y reas en blanco creadas por ysalamiri que se aproximaban por
el techo. "Apresrate- Intentar mantenerlos ocupados."

Y lo hizo. El interior del hangar estaba iluminado con luz irregular reflejada del tiroteo
cuando Luke termin de deshabilitar el ltimo de los cazas: los suaves destellos azules
de las armas de mano chiss, un azul ms pronunciado y brillante de la nave de Mara.
Listo, pens hacia ella, corriendo a toda velocidad junto a la lnea de naves
deshabilitadas hacia el final de la abertura del hangar de donde la mayora de los
destellos ms brillantes pareca venir. Lo alcanz, desliz un ojo cuidadoso girando la
esquina-

Preprate, el reconocimiento de Mara fluy a su mente; y con un estallido como una

tormenta de arena de la descarga del propulsor, la nave se dej caer ms all de la
proyeccin y rebot en un spero aterrizaje delante de l.

Luke estaba listo. Aun mientras la nave rebotaba de nuevo, estaba corriendo a toda
velocidad alrededor de su cola hacia su lado lejano. La escotilla que Mara haba usado
antes estaba abierta; infundiendo vigor de Jedi a los msculos de su pierna, Luke salt
hacia arriba, agarrando la puerta y tirndose adentro para aterrizar desparramado de
manera poco digna en la cubierta. "Arranca!" grit, estirndose con la Fuerza para tirar
de la compuerta y cerrarla.

Mara no necesitaba estmulo. La nave ya estaba saltando hacia el cielo, el rugido de los
repulsores no llegaba a ahogar el repiqueteo de los tiros de los chiss golpeando la parte
inferior y trasera.

Estamos a salvo? pregunt ansiosamente Nio De Los Vientos. Estaba apretado en el

asiento de ms a popa, sus garras cerradas sobre las correas de seguridad.

"Eso creo," lo tranquiliz Luke, escuchando como se desvaneca el repiqueteo del metal
afectado por el calor mientras Mara ganaba altitud. "Parece que todo lo que tienen son
armas antipersonales all abajo. A menos que puedan poner en lnea rpido su equipo
ms pesado-"

"Luke, ven aqu," volvi a llamar la tensa voz de Mara desde la cubierta de vuelo.

Luke se puso de pie torpemente, su mente busc a Mara. El pensamiento oscuro todava
estaba all, acechando en el fondo de su mente. Pero ahora haba sido substituido por
algo ms, una maraa y una mezcla que no poda descifrar. Esquiv a Erreds, que
borbotaba pensativamente en un nicho para droides, y se dej caer en el asiento del
copiloto al lado de Mara. "Qu pasa?" exclam.

"Mira la fortaleza," le dijo Mara, haciendo que la nave girara lentamente.

"Qu, las torres de armas?" pregunt Luke, estirndose con la Fuerza mientras miraba
hacia abajo a la estructura que entraba lentamente a la vista de la carlinga. No poda ver
o sentir ningn indicio de que estuvieran preparndose para disparar. Mir al tablero de
Mara, buscando las pantallas de sensores-

"Olvdate de la logstica y estrategia por un minuto," dijo lacnicamente Mara. "Mira la

fortaleza. Slo mrala."

Luke sinti que su frente se arrugaba cuando mir de nuevo abajo a travs de la
carlinga. Era una fortaleza. Paredes; un techo plano, redondeado, e inclinado con un
hangar en el medio; cuatro torres de armas que seguan la curva del techo por detrs,
una torre intacta ms abajo por delante-

"Mrala," dijo de nuevo Mara, muy suavemente.

Y con una sbita sorpresa, la vio. "Estrellas de Alderaan," jade.

"Casi es cmico, no?" dijo Mara, su voz sonaba extraa. "Automticamente

desechamos toda la idea de que pudiera ser algn tipo de superarma. Thrawn nunca us
superarmas, dijimos todos."

"Y sin embargo, eso es exactamente lo que es. El nico tipo de superarma que alguien
como Thrawn alguna vez us. El nico tipo que necesit."

Luke pens acerca de ese holo de la galaxia en el centro de comando, y todos los
planetas y recursos que Thrawn haba reunido bajo su control. Suficientes para inclinar
el balance de poder en cualquier direccin que sus herederos escogieran. "Informacin,"
dijo, con un escalofro atravesndolo.

Mara asinti. "Informacin."

Luke asinti en respuesta, mirando fijamente a la fortaleza que ahora se esconda entre
las colinas circundantes mientras Mara alejaba de nuevo la nave. La fortaleza de techo
plano con sus cuatro torres atrs y una adelante estirndose hacia arriba al cielo.
Vindose para todo el mundo como cuatro dedos y un pulgar estirndose para arrancar
las estrellas del cielo.

La Mano de Thrawn.

***

A casi un kilmetro de la fortaleza, escondida de vista por una cordillera escarpada,

haba una profunda cresta en la cara del acantilado. Mara maniobr la nave
cuidadosamente por debajo de la proyeccin y la desliz tan atrs como pudo contra la
pared. "Eso es," dijo, apagando los repulsores y sintindose a si misma derrumbarse por
la fatiga y el alivio a la tensin. Por el momento, por lo menos, estaban a salvo.

Por el momento.
Desde el asiento a popa, Nio De Los Vientos dijo algo. Casi inteligiblemente esta vez,
pero Mara estaba demasiado cansada para incluso intentar descifrarlo. "Qu dijo?"
pregunt.

"Pregunt qu vamos a hacer ahora," tradujo Luke. "Es realmente una buena pregunta."

"Bueno, ahora mismo, simplemente vamos a esperar aqu," dijo Mara, pasando un ojo
crtico por la ropa de Luke. Haba una media docena de nuevas marcas de quemaduras
adonde los tiros de charric de los chiss haban atravesado sus defensas, y pudo sentirlo
suprimiendo automtica y casi inconscientemente el dolor. "Me parece que te vendran
bien unas horas en un trance curativo."

"Eso puede esperar," dijo Luke, mirando fijamente al paisaje a travs de la carlinga ms
all de la proyeccin, desvanecindose en la creciente oscuridad de la tarde. "Mi dao a
sus repulsores no los detendr por mucho tiempo. Tenemos que volver antes de que
puedan montar una bsqueda area por nosotros."

"En realidad, no creo que se molesten," dijo Mara, ondeando una mano a su tablero de
control. "En primer lugar, los sensores en estas cosas parecen ser bastante intiles para
bsquedas detalladas del suelo. Mi suposicin es que enviarn tropas a las reas adonde
piensan que escondimos nuestras naves y lo dejarn en eso."

"No crees que les preocupa que podramos volver a entrar?"

"Y hacer qu?"

Luke frunci el ceo. "Qu quieres decir?"

Mara respir profundo. "Quiero decir que no estoy segura de que ni siquiera debamos
intentar interferir con lo que estn haciendo."

Nio De Los Vientos hizo un ruido como un comentario ahogado. Luke lo mir,
entonces se volvi de nuevo hacia Mara. "Pero son enemigos de la Nueva Repblica,"
dijo. "No?"

Mara agit la cabeza. "No lo s. Slo porque usan uniformes imperiales..."

Suspir. "Mira. El Barn Fel estaba all. El mismo Barn Fel que le volvi la espalda al
Imperio hace aos cuando finalmente reconoci qu tan corruptas y viciosas se haban
vuelto las cosas bajo Isard y algunos de los otros sucesores de Palpatine.

"Sin embargo aqu est, vistiendo de nuevo un uniforme imperial. Alterarle la mente es
intil contra un hombre como l - estropeara el fino filo de combate que lo hace til
para ti en primer lugar. Algo debe haber pasado para hacerlo legtimamente cambiar de
opinin.

"Thrawn?"
"En cierto modo," dijo Mara. "Fel dijo que Thrawn lo llev a las Regiones
Desconocidas y le mostr el lugar... y que fue entonces cuando estuvo de acuerdo en
volver a unirse."

Ella poda sentir que las emociones de Luke se oscurecan. "Hay algo all afuera, no?"
dijo en voz baja. "Algo terrible."

"Segn los chiss, hay cien algos terribles all afuera," dijo Mara. "Por supuesto, eso es
slo lo que los chiss dicen. Las posibilidades son que muchos de esos peligros seran
bastante inofensivos para algo del tamao y recursos de la Nueva Repblica. Amenazas
que podramos aplastar sin ningn problema si alguna vez se aventuraran de este lado
del Margen Exterior."

Ella se encogi de hombros incmoda. "Por otro lado..."

"Por otro lado, Fel conoce nuestros recursos tan bien como nosotros," Luke termin por
ella. "Y sin embargo est aqu."

Mara asinti. "Ambos l y Parck estn aqu. Y ninguno parece tener ningn inters en
desperdiciar sus recursos en acciones contra la Nueva Repblica. Eso por s mismo dice
mucho."

Por un largo minuto la nave estuvo en silencio. Entonces Luke se revolvi.

"Desafortunadamente, todava hay un punto ms que tenemos que considerar," dijo.
"Bastin y el Imperio. Dijiste que Parck iba a abrir contacto con ellos?"

"S," confirm Mara, el dolor silencioso dentro de ella se ahond. "Y no confo en que
el liderazgo imperial actual vea las cosas con la misma perspectiva a largo plazo que
Fel. Si les das la Mano de Thrawn, se movern contra Coruscant."

Luke mir de nuevo afuera de la carlinga. "No podemos dejar que eso pase," dijo en voz
baja. "No con la Nueva Repblica en el estado en que est."

"Especialmente no si esos recursos son necesarios para batallar alguna otra amenaza,"
convino Mara, desabrochando sus correas. "Lo que desafortunadamente significa que
tenemos que volver all y conseguir copias de esos datos para nosotros. Por lo menos
entonces tendremos una oportunidad de bloquear lo que sea que Bastin haga para
atraerlos al lado imperial."

Ella pudo sentir que Luke forzaba el cansancio fuera de su mente. "Tienes razn," dijo
cuando empez a desabrocharse sus propias correas. "Si podemos llevar a Erreds hasta
un enchufe de computadora para que pueda bajar una copia de todo-"

"Espera, espera," dijo Mara, extendindose y poniendo una mano para detenerle el
brazo. "No quise decir en este mismo minuto. No vamos a ninguna parte hasta que te
hayas sanado esas quemaduras."

"No son nada," protest Luke, bajando la vista a las marcas chamuscadas. "Puedo
soportarlas."
"Oh, que discurso tan valiente," dijo Mara, la fatiga y su dolor privado agregaron una
nota imprevista de desdn en su voz. "Djame decirlo de otra forma: Yo no voy a
ninguna parte contigo hasta que te sanes. Apenas fuiste escasamente capaz de
mantenerte adelante de ese ltimo ataque- No quiero que nada de tu atencin se
desperdicie en viejas lesiones de las que podras haberte librado con unas horas de
descanso. Entiendes?"

l le dio una mirada intensa. Pero detrs de la mirada, ella poda sentir una sensacin de
animoso acuerdo. "Est bien, t ganas," dijo con un suspiro, volviendo a su asiento.
"Pero despirtame inmediatamente si pasa algo. Preparar la frase 'bienvenido de
regreso' para despertarme del trance."

Mara asinti. "Lo tengo."

"Y aun si no pasa nada, despirtame en dos horas," agreg, cerrando los ojos. "No les
tomar ms de unas horas apartar suficientes de las naves daadas para liberar a las de
atrs. Necesitaremos volver all antes que entonces si vamos a impedir que Parck
entregue todo esto a Bastin."

Sin esperar una respuesta, respir profundo otra vez y se reclin atrs contra el
apoyacabezas. Sus pensamientos y emociones se limpiaron y se desvanecieron, y l se
haba ido. "No te preocupes por Bastin," dijo suavemente Mara. "Yo me ocupar de
l."

Por un momento se qued all en el silencio, mirndolo a la cara dormida, con una
maraa de emociones que se retorcan a travs de la oscuridad de su agona privada.
Ahora ya haca diez aos que se conocan, aos que podran haber estado llenos de
compaerismo y amistad. Aos que Luke haba efectivamente desperdiciado con sus
propios solitarios y arrogantemente estpidos vagabundeos a travs de dolor y duda
completamente innecesarios.

Pas suavemente la yema de un dedo por su frente, apartando unos mechones sueltos. Y
sin embargo, despus de todo, aqu estaban juntos de nuevo, y el hombre que una vez
haba respetado tanto y por el que se haba preocupado tanto haba regresado a su
camino apropiado.

O quizs eran los dos los que estaban en su camino apropiado.

Quizs.

Detrs de ella vino un tentativo trino de preguntas. "Es slo un trance curativo," Mara le
asegur al droide, apartando la ltima de sus correas y saliendo de su asiento. "Estar
bien. T vigila las cosas aqu adentro, est bien?" El droide gorje de nuevo, su tono
repentinamente sospechoso. "Yo voy afuera," le cont Mara, asegurndose de que su
blster de manga y su sable de luz estuvieran asegurados. "No te preocupes, regresar."

Se desliz delante de l, ignorando su sbita agitacin de comentarios y preguntas y

abri la compuerta. Nio De Los Vientos la pas mientras la escalera de mano se
desplegaba, chirriando rpidamente por unos segundos y entonces alejndose batiendo
las alas en la oscuridad que se haca cada vez ms profunda.
Una oscuridad que haca lo mismo que el profundo dolor dentro de ella.

Por un momento mir atrs a la parte de arriba de la cabeza de Luke, visible por encima
del apoyacabezas de la silla, preguntndose si l haba adivinado su plan. Pero no. Ella
lo haba mantenido cuidadosamente en secreto dentro de ella, detrs de las barreras
mentales que Palpatine le haba enseado cmo crear hace tanto tiempo.

El viejo Luke, el obsesionado con resolver cada problema por s mismo, podra haberse
abierto camino por la fuerza a travs de esas barreras para demandar la verdad. El nuevo
Luke, ella saba, nunca hara algo semejante.

Ms tarde, probablemente, se arrepentira de no haberlo hecho. Pero para entonces sera

demasiado tarde. El simple hecho era que haba que impedir que Parck y los chiss le
dieran los secretos de este lugar al Imperio.

Y dependa de ella detenerlos. De cualquier forma que pudiera. A cualquier precio.

El droide se haba quedado sin palabras y estaba mirndola, su postura de algn modo le
recordaba a la de un nio asustado. "No te preocupes," lo tranquiliz en voz baja. "Todo
estar bien. Viglalo, est bien?"

El droide dio un desolado gemido de acuerdo. Estirndose con la Fuerza, Mara se

volvi y baj por la escalera de mano.

De cualquier forma que pudiera. A cualquier precio.

CAPTULO
30

Incluso tan tarde por la noche el espaciopuerto de Drev'starn era una bulliciosa colmena
de actividad, los peatones y vehculos proyectaban largas sombras bajo la brillante luz
de las lmparas cuando pasaban apurados en sus propios asuntos. La misma brillante
luz, pens Navett mientras caminaba a zancadas, que hara del espaciopuerto un blanco
ideal para las naves de guerra que orbitaban muy por encima.

Se pregunt si esa misma idea se le haba ocurrido al resto de la muchedumbre

apresurada. Quizs sa era una de las razones por las que estaban apresurados.

Lleg a la zona designada y dio un suave silbido. Fue contestado inmediatamente desde
una pila de arcones de transporte a su derecha. Dando la vuelta alrededor de la pila, se
encontr a Klif esperando. "Reporte," murmur.

"Estamos listos," murmur en respuesta Klif. "Ella entr hace una hora y apag las
cosas. Yo hice un corto en una de las lmparas para darnos un acercamiento."

Navett desliz un ojo alrededor del borde de los arcones para dar una mirada cautelosa.
El Pacificador Sydon de la vieja estaba achaparrado silenciosamente en su crculo de
aterrizaje, sin nada ms que las luces de estacionamiento encendidas. Una larga tira de
sombra arrojada por otra pila de cajas llevaba casi hasta su escotilla cerrada. "Se ve
bien," dijo. "Qu hay de los agentes de la Nueva Rep?"

"Bueno, eh, sa es una pregunta interesante," dijo Klif. "Hice una bsqueda rpida en la
computadora del espaciopuerto; y segn sus archivos, se han ido."

Navett frunci el ceo. Se fueron? Ahora? "Adnde?"

"Ni idea," dijo Klif. "Pero hice una global de ambos su registro e ID de motor, y no hay
ninguna indicacin de que pudieran haber dado una vuelta y vuelto a aterrizar, ni aqu ni
en ninguna otra parte de Bothawui."

"Muy interesante," murmur Navett, acaricindose la barbilla mientras miraba fijamente

al Pacificador. "O los engaamos completamente, o sino de repente tuvieron algo ms
urgente que hacer. El Escuadrn Pcaro est a las rdenes de Bel Iblis en estos das,
no?"

Klif asinti. "Crees que Bel Iblis planea algo?"

"Ese saco caminante de molestia siempre planea algo," gru Navett. "Sin embargo, no
es problema nuestro. Le enviaremos el mensaje a Bastin y dejaremos que ellos lo
deduzcan. Por ahora" - sac su blster de su vaina oculta - "tenemos nuestro propio saco
de molestia con el que tratar. Vamos."

Se deslizaron hasta la sombra que los ocultaba y se dirigieron hacia el Pacificador, con
los ojos y odos alerta ante cualquier seal de problemas. No apareci ninguno antes de
que alcanzaran la nave, agachndose en posturas de combate a lados opuestos de la
escotilla. "brela," murmur Navett, sosteniendo el blster listo mientras intentaba
mirar a todas partes a la vez. Sera plausible que Antilles pudiera haber mandado a otros
agentes de la Nueva Rep a su salida...

Se oy el clic ahogado del fuerzacerraduras de Klif seguido por un suave siseo, y la

parte de arriba de la escotilla gir fcilmente hacia el suelo de permacreto, su superficie
de adentro formaba una rampa. Dando un examen final al rea, Navett se alz de su
posicin y subi rpidamente por la rampa a la nave.

Adentro haba oscuridad, con slo tenues luces de caminar marcando los corredores.
Poda or la suave respiracin de Klif detrs de l cuando se desliz hacia la seccin de
habitacin. Todava no haba ninguna seal de vida; la vieja ya deba estar dormida. Se
desliz a la primera puerta en la lnea, la abri cuidadosamente...

Y abruptamente, todo a su alrededor, unas luces fuertes se encendieron.

Navett se agach al instante, maldiciendo por lo bajo mientras parpadeaba contra la

sbita claridad intensa. Hubo un golpe sordo contra sus hombros cuando Klif se dej
caer en una imagen en el espejo de su postura agachada a su espalda. "Aqu no hay
nadie," sise Klif desde atrs de l.
"Aqu tampoco," dijo Navett, frunciendo el ceo mientras sus ojos terminaban de
ajustarse a la luz y comprendiendo que lo que haba parecido tan brillante cuando se
encendi eran aparentemente slo las luces normales de abordo.

Ningn pistolero, ningn arma automtica, ni siquiera ninguna llamarada-destello

cegadora de luces defensivas. Qu estaba pasando?

"Buenas noches, caballeros," dijo una voz en el tenso silencio.

La voz de la vieja.

"Klif?" sise Navett, mirando de nuevo a su alrededor. Todava no haba nadie visible
en su direccin. "Hay alguien?"

"No, no estoy aqu," le asegur limpiamente la voz. "Soy una grabacin. No lastimaran
a una pequea e inocente grabacin, no?" Resopl ella. "Por supuesto, considerando
quines son ustedes, quiz lo haran."

"All," dijo Klif, sealando. Medio escondido detrs de un conducto de cables haba un
pequeo datapad con una vara de grabacin sobresaliendo.

"Deben pensar que son tan buenos," continu la mujer. "Caminando con ese paso
arrogante a plena vista, engaando a los bothanos ineptos - eh, eso es bastante astuto - y
en general poniendo anillos alrededor de todos los dems y todo eso."

Navett camin hasta el datapad. Estaba encajado en el espacio entre el conducto y la

pared como si hubiera sido dejado all apresuradamente.

Por otro lado, haba sido programado para encenderse con las luces...

"Bueno, lamento reventarles su burbuja tan bruscamente," dijo. "Pero no son tan listos
como piensan. Ni cerca de tan listos como piensan."

Navett atrap la mirada de Klif y seal con la cabeza hacia los dormitorios. Klif asinti
en respuesta y se desliz por el corredor hacia el ms lejano. Poniendo su espalda contra
una pared, Navett apunt su blster a lo largo del corredor que llevaba a la cubierta de
vuelo. Esto todava poda no ser nada ms que una distraccin.

"Vern, habl con un par de amigos esta tarde," continu la grabacin. "Me contaron
que cada vez que intentan agarrar esta gran organizacin de Venganza, que hace tanto
ruido, como que se evapora en nada. Algo as como la burbuja que acabo de mencionar
- nada ms que aire caliente. Aire caliente soplado por - me atrevo a decirlo? - un
manojo de agentes Imperiales."

Hubo un parpadeo de movimiento por el rabillo del ojo de Navett. Volte la cabeza para
ver a Klif emergiendo del rea de dormitorio y agitar la cabeza. Seal con la cabeza en
direccin a la bodega y alz las cejas interrogativamente.

"As que supongo que eso significa que es slo entre ustedes y yo," dijo la vieja. "Mis
amigos de la Nueva Rep han salido - lo que probablemente ya saben - y la vasta
organizacin que han estado simulando ser no existe. As que. Ustedes y yo. Va a ser
divertido."

Klif estaba mirando fijamente a Navett, con un ceo descarriado en la cara. "De qu
llamas est hablando?" sise. "Est desafindonos?"

Navett se encogi de hombros.

"Oh, y srvanse algo de la galera si quieren," agreg. "Especialmente el que haya sido
que estuvo atascado all afuera mirando mi nave hoy. Las esperas encubiertas pueden
dar tanta sed. Slo vuelvan a poner todo en el refrigerador cundo hayan terminado,
est bien? Bien, los ver ms tarde. Lo que por supuesto no significa que ustedes me
vern a m."

Hubo un suave clic, y la grabacin se detuvo. "Esta mujer est chiflada," declar Klif,
echando una mirada alrededor. "Tiene alguna idea en absoluto de con quin est
tratando?"

"No lo s," dijo Navett, mirando pensativamente el datapad. "Implic que sabe que
somos Imperiales; pero nunca dijo ni una vez cules son nuestras coberturas aqu. O ni
siquiera si sabe que ya habl con nosotros."

Klif gru. "Entonces est pescando."

"Est pescando," asinti Navett. "Ms al punto, est pescando sola. Si tuviera alguna
prueba o apoyo oficial, habra tenido ms que slo trucos de luces y una grabacin
esperndonos aqu. Parece que ahora su plan es simplemente sacarnos."

"Entonces qu hacemos?" demand Klif. "Seguir tras ella?"

Navett se frot la barbilla. "No, creo que nos retiraremos," dijo lentamente. "Si empieza
de nuevo a acercarse demasiado, podemos reconsiderarlo. Sin Antilles y su compaero,
no va a ser tan efectiva."

Mir por el corredor hacia la cubierta de vuelo. "A menos que todava est en alguna
parte aqu intentando vernos," enmend, sopesando su blster. "En cuyo caso, ser
vaporizada automticamente."

"Ahora ests hablando," gru Klif.

"Slo ten cuidado," advirti Navett. "Podra haber preparado alguna trampa caza
bobos."

***

Estuvieron all otra hora, pasando una malla fina sobre cada parte de la nave antes de
que finalmente se rindieran y se fueron. Slo tres o cuatro veces despus de que la
grabacin se apag se acercaron lo suficiente al comunicador escondido en el datapad
para que Moranda pudiera escuchar algo de lo que estaban diciendo.
En la mayora de esos breves recortes, sonaban bastante irritados.

Mirando a travs de su agujero de espa de adentro del arcn vaco que haba preparado
encima de una pila de otros similares a unos cincuenta metros de su nave, vio a los dos
de ellos escaparse de nuevo al bullicio de actividad. As que haba tenido razn, ella y
Corran y Wedge. Los Imperiales estaban aqu, y estaban planeando algo sucio.

Y estaban lo suficientemente sacudidos para estar dispuestos a arriesgarse a un asesinato

justo en el medio del espaciopuerto. Eso era muy interesante.

Y a menos que su odo le hubiera fallado totalmente, esa conversacin descuidada y

muy poco profesional al lado de su datapad arreglado le haba dado sus identidades: los
diligentes pero estpidos propietarios del Emporio de Mascotas Exoticalia.

Por supuesto, saber era una cosa. Demostrar era algo completamente distinto. Y
posiblemente por primera vez en su vida, el vasto vaco legal iba a trabajar en su contra.

Los Imperiales ahora se haban unido a los peatones en las pasarelas mayores, con
posturas y pasos largos a mitad de camino entre casuales y decididos. Inteligencia
imperial, probablemente, o incluso alguna de la gente de la divisin de trucos
clandestinos del Ubiqtorate. De cualquier modo, definitivamente expertos que saban lo
que estaban haciendo.

Desafortunadamente, el representante de la Nueva Repblica en Drev'starn no estara

interesado en nada de esto sin pruebas. Tampoco los bothanos.

De hecho, ahora que lo pensaba, probablemente todava haba un par de pedidos de

bsqueda en su contra en Bothawui. Lo que definitivamente dejaba fuera a los bothanos.

Los Imperiales se haban ido ahora, desvanecidos hacia la entrada oeste y

probablemente saliendo del espaciopuerto. Sin embargo, como Moranda haba
aprendido hace tiempo, 'probablemente' nunca ganaba el pozo del sabacc o sacaba a
pasear a las mascotas. Sus nuevos compaeros de juegos podran haber estado lo
suficientemente irritados por sus acciones ocultas contra ellos para haber dejado atrs a
un situador.

Abriendo su petaca de bolsillo, tom un sorbo del fuerte licor azul y consult su crono.
Otras dos horas, quiz tres, y debera ser seguro moverse.

Tomando otro sorbo, volvi a cerrar la botella y se sent cmodamente contra una de
las esquinas del arcn. Haba pasado mucho tiempo desde que haba tratado con un
oponente de este calibre, y mientras estuviera atascada aqu de cualquier forma, tambin
podra empezar a planear su prximo movimiento.

***

"Es tan bueno volver a or tu voz, Han," vino la voz de Leia por el altavoz del Dama
Suerte, y no haba forma de no notar el alivio en su tono. "He estado tan preocupada por
ti."
"Eh, cario, no fue para tanto," le asegur Han, slo adulterando un poco la verdad. Ya
habra tiempo suficiente para contarle toda la historia de su pequeo viaje a Bastin
cuando pudiera sostenerle la mano mientras lo haca.

Y adems, lo ltimo que quera decir en una llamada por la HoloRed, incluso una
encriptada, era el hecho de que el Gran Almirante Thrawn de hecho todava estaba vivo.
"El punto es que entramos y salimos bien y estamos volviendo a casa," continu.

"Me alegra que ests a salvo," dijo ella, con una cauta esperanza filtrndose en la voz.
"Eso significa? Quiero decir-"

"Lo conseguimos," le cont Han. "Por lo menos, creo que lo conseguimos."

Hubo una pausa corta. "Qu significa eso?"

"Significa que conseguimos lo que fuimos a buscar," dijo Han. "Y todo se ve bien para
m. Pero... bueno, hubo un par de complicaciones. Dejmoslo en eso por ahora, est
bien?"

"Est bien," dijo ella renuentemente. Claramente no estaba feliz acerca de dejarlo ir as,
pero tan consciente como l de las limitaciones de seguridad de la HoloRed. "Pero no
vayas a Coruscant. Estoy camino a Bothawui."

"Bothawui?"

"S," dijo. "Estaba dirigindome hacia Coruscant cuando averig que el Presidente
Gavrisom estaba all intentando mediar con toda esta cosa de flotas de guerra."

"Ah," dijo Han, fruncindole el ceo al altavoz. Considerando que la haba dejado hace
diez das en Pakrik Minor, ya debera haber estado en Coruscant, no slo en camino all.
Haba pasado algo con esa reunin con Bel Iblis? "Tu visitante se retras o algo?"
pregunt oblicuamente.

"El visitante lleg puntualmente," dijo. "Slo que no era exactamente a quien estaba
esperando. Y yo entonces termin tomando un pequeo viaje incidental."

Han sinti que sus manos se cerraban en puos. "Qu tipo de viaje incidental?"
demand. Si alguien haba intentado lastimarla de nuevo- "Ests bien?"

"No, no, estoy bien," se apresur a asegurarle. "Las cosas slo fueron diferentes de lo
que esperaba, eso es todo. Todo est relacionado con por qu tengo que hablar con
Gavrisom inmediatamente."

Seguridad de la HoloRed. "S, est bien, nos dirigiremos hacia Bothawui," dijo Han.
"Ser otro par de das antes de que podamos llegar all."

"Est bien," dijo ella. "Yo no llegar all hasta maana."

Han hizo una mueca. Habra sido mejor si l pudiera llegar all antes que ella. Por todo
lo que estaba oyendo, el cielo encima de Bothawui era un punto de ignicin a punto de
estallar. "Bueno, ten cuidado, Leia, est bien?"

"Lo tendr," le prometi. "Me alegra mucho que ests bien. Llamar a Gavrisom en
seguida y le dar las buenas noticias sobre tu misin."

"Y dile que no voy a drselo a menos que te prometa algn tiempo de verdaderas
vacaciones cuando esto haya terminado," advirti Han.

"Absolutamente," convino ella.

"Est bien. Te amo, Leia."

Casi pudo or su sonrisa. "Lo s," dijo ella en su broma privada. "Te ver pronto."

Con un suspiro, Han apag el comunicador. Otros dos das hasta Bothawui, con Leia
llegando all un da antes que ellos. Quiz Lando pudiera sacarle un poco ms de
velocidad a este trasto. Dio vuelta su silla-

"Y cmo est Leia?" dijo Lando desde la puerta del puente.

"Ella est bien," le asegur Han, estudiando la cara de su amigo. Haba algo muy
desagradable acechando all detrs de sus ojos. "Aunque parece que tuvo ms que slo
un viaje directo a casa desde Pakrik Minor, y tenemos que cambiar el curso a Bothawui
para encontrarnos con ella. Qu pasa?"

"Problemas," dijo oscuramente Lando, meneando la cabeza por encima de su hombro.

"Ven para atrs un minuto."

Lobot y Moegid estaban esperando en el cuarto de control de popa cuando l y Lando

llegaron, sentados a lados opuestos de la mesa de computadora. Lobot slo se vea
como Lobot, pero las antenas de Moegid se estaban sacudiendo de un modo que Han
nunca haba visto antes en un verpine.

Y yaciendo en la mesa entre ellos estaba la datacard que Thrawn les haba dado.

"No me digas," advirti mientras Lando recoga la datacard y la deslizaba en el lector de

la computadora. "Dijiste que estaba limpia."

"Pensamos que lo estaba," dijo Lando, poniendo el Documento de Caamas en la

pantalla de trazado grande. "Pero entonces a Moegid se le ocurri algo ms que
intentar." Apunt a la pantalla. "Resulta que ha sido alterada."

Un a cadena completa de maldiciones corelianas atraves la mente de Han. Ninguna de

ellas era adecuada para la situacin. "Alterada cmo?" pregunt, slo para el registro.

"Tienes que preguntar?" gru Lando. "La lista de los bothanos involucrados en el
ataque ha sido cambiada. La nica cosa que necesitbamos absolutamente."
Han se acerc, mirando la pantalla. "Ests seguro," pregunt. De nuevo, slo para el
registro.

"Moegid lo est," dijo Lando, bajando la vista al verpine. "Es un trabajo magistral, pero
hay algunos trucos que los verpines han desarrollado a lo largo de los aos." Apunt a la
pantalla. "Recuerdas cmo nos sorprendi cundo la examinamos por primera vez y
vimos cuntas de las principales familias bothanas estaban implicadas? Bueno, ahora
sabemos por qu esos nombres estaban all."

"Una cosita para revolver un poco ms la olla," dijo Han con una mueca. "Y para hacer
que el resto de la Nueva Repblica confe incluso menos de lo que lo hacen en el
liderazgo bothano."

"Lo tienes, viejo amigo." Lando acerc una de las otras sillas y se sent. "Lo que
significa que estamos de nuevo en la casilla de salida."

Han se acerc una silla para l. "Ni siquiera tenemos tanta suerte," dijo
displicentemente. "Ya le cont a Leia que tenemos el documento."

"No crees que se guardar esa informacin para ella misma?"

"Normalmente s," dijo pesadamente Han. "Desafortunadamente... ya dijo que iba a

darle las buenas noticias a Gavrisom."

"Y l no se lo guardar para s mismo-"

Han agit la cabeza. "Est en Bothawui, intentando impedir que empiece una guerra. Y
l no es del tipo que deje de usar alguna herramienta que tiene a su disposicin."

"As que en otras palabras, vamos a presentarnos en Bothawui con todos esperando que
seamos los hroes del da." Lando agit la cabeza. "Dnde est la emboscada imperial
cuando la necesitas?"

"En tu lugar no hara bromas sobre eso," le advirti Han. "Puedes apostar que Thrawn
va a mantener al Imperio fuera de nuestras espaldas esta vez; pero hay mucha gente de
nuestro lado que no querr ver que los bothanos tienen la oportunidad de sacarse la soga
del cuello."

Lando hizo una mueca de dolor. "No haba pensado en eso. Pero ahora que lo
mencionas... no."

"Qu?"

"Slo estaba pensando acerca de lo que Thrawn dijo sobre que la gente de Fey'lya rob
esos blsteres de francotirador Xerrol," dijo lentamente. "Pero si estaba mintiendo
acerca del Documento de Caamas..."

"No necesariamente significa que tambin estuviera mintiendo al respecto," dijo Han.
"Dicho sea de paso, ni siquiera tenemos una prueba de que Thrawn fue el que cambi
esos nombres."
Lando resopl. "No crees realmente en eso, o s?"

"Alguien va a plantearlo," seal Han. "Puedo garantizar eso."

Lando murmur algo por lo bajo. "Esto slo se vuelve ms y ms complicado.

Entonces qu hacemos?"

Han se encogi de hombros. "Vamos a ir a Bothawui como est planeado y simular que
nada est mal. Quiz los bothanos realmente saben quin estuvo involucrado. Si lo
hacen, quiz podamos coaccionarlos a que lo digan."

"Y si no lo saben, o no podemos?"

Han se puso de pie. "Tenemos dos das para pensar algo ms. Vamos, giremos este
trasto hacia Bothawui."

***

"Eso es," dijo Tierce con grave satisfaccin, ondeando una mano hacia la pantalla. "Han
venido."

"No estoy convencido," gru Disra, mirando a la imagen mejorada por computadora en
la pantalla. "Bien, as que quienquiera que sean parecen estar usando tecnologa de
cazas TIE. Eso no demuestra nada."

"Pasaron volando por Bastin," seal Tierce. "Claramente examinndonos. Y nunca

hemos visto nada as en ninguna otra parte-"

"Eso ni siquiera demuestra que eran de las Regiones Desconocidas," resopl Disra.
"Mucho menos que era Parck o la Mano de Thrawn o quienquiera que fuera."

"- y Bastin es adonde se reporta que Thrawn fue visto por ltima vez," termin Tierce
con una nota de finalidad en la voz. "Dude todo lo que quiera, Su Excelencia, pero
puedo decirle ahora mismo que el plan ha funcionado. Los viejos aliados de Thrawn
finalmente estn olfateando la carnada."

"Espero que tenga razn," dijo Disra. "Con el encendido de Bothawui pospuesto, y con
Pellaeon probablemente liberando a Vermel de la Estacin Rimcee justo en este
momento-"

"Le dije que no se preocupe por eso," dijo Tierce con un poco de aspereza. "No hay
ninguna forma en que pueda hacernos dao."

"Quin no puede hacernos dao?" Pregunt la voz de Flim desde lejos a la izquierda.

Disra se volvi para ver a Flim emergiendo de la puerta secreta. El timador haba estado
haciendo esto mucho ltimamente, l haba notado: acechando en silencio para escuchar
detrs de las puertas a sus dos compaeros. Como si no confiara en ellos. "El Almirante
Pellaeon," le dijo Tierce. "Simplemente estbamos especulando que l y el Coronel
Vermel probablemente van a venir en algn punto para demandar una explicacin
acerca de cmo los hemos estado maltratando."

"Y tambin estaban especulando acerca de esa nave aliengena que zumb pasando
Bastin hace un par de das-" demand Flim. "O iban a esperar hasta que la Mano de
Thrawn golpee la puerta del palacio antes de mencionarla?"

"Puedo asegurarte que lo primero que harn no ser presentarse aqu personalmente,"
dijo Tierce. "sta es gente muy ladina, Almirante. Lo que, considerando la carta que
estn sosteniendo, tienen todo el derecho a ser. No, su primer contacto ser una
transmisin cautelosa desde alguna parte en el espacio profundo de adonde puedan
hacer un escape rpido si deciden que es necesario."

"No veo cmo nos ayuda esto," dijo framente Flim. "De una forma u otra, todava van a
querer hablar con Thrawn."

"Por supuesto que lo harn," explic pacientemente Tierce. "Pero al llamar desde afuera
del planeta me permitirn tomar algn mensaje para usted y sacarles un poco de
informacin til por el camino. Confe en m, Almirante, he estado planeando este
momento por mucho tiempo."

Flim hizo una mueca. "Eso va a ser muy reconfortante si Parck ve a travs de eso y
bombardea Bastin hasta dejarlo en ruinas."

Tierce agit la cabeza. "Esta gente era extremadamente leal a Thrawn, Almirante," dijo.
"No importa qu tan cautos y escpticos parezcan en la superficie, quieren que Thrawn
haya sobrevivido Bilbringi. Eres un timador; seguramente entiendes el efecto que el
pensamiento deseoso tiene en un blanco."

"Oh, eso es muy til," refunfu Flim. "Tambin significa que son dos veces ms
peligrosos cuando finalmente les quitas la alfombra de bajo sus pies. Hablando de
peligroso, sabe alguno de ustedes que el General Bel Iblis ha desaparecido?"

Tierce y Disra intercambiaron miradas. "De qu ests hablando?" pregunt Disra.

"Recibimos un mensaje del equipo de asalto en Bothawui hace un par de horas," dijo
Flim, adelantndose y echando una datacard al escritorio. "Dijo que un par de pilotos
del Escuadrn Pcaro que haban estado husmeando por all de repente se retiraron y
dejaron el sistema. Sugiri que eso podra significar que Bel Iblis planeaba algo."

"Puede ser." asinti Tierce, caminando hasta el escritorio y recogiendo la datacard.

"Djame verificarlo."

"Ya lo hice," dijo Flim, acercando una silla y sentndose. "La historia oficial es que Bel
Iblis est en Kothlis reuniendo una fuerza de la Nueva Repblica para proteger
Bothawui. Pero si empiezas a revolver los datos, no puedes encontrar ninguna evidencia
de que est en ninguna parte cerca del espacio bothano."

"Cmo se enter de todo esto?" interrumpi Disra.

Flim alz las cejas en sorpresa corts. "Soy el Gran Almirante Thrawn, Su Excelencia,"
le record. "Llam a Inteligencia y pregunt."

"Le dieron un reporte escrito?" le pregunt Tierce. Ahora tena la datacard en su

datapad y estaba revisndola.

"Est al final de ese registro," le dijo Flim. "Ayudaron bastante, en realidad - me

preguntaron si me gustara que alguien hiciera una pasada por Kothlis y viera lo que
podan encontrar."

"Una prdida de tiempo," dijo Tierce, su voz empezaba a sonar un poco rara. "Si
Kothlis es una historia de cobertura, Bel Iblis la habr hecho demasiado sellada al vaco
para que cualquier vuelo pueda ver qu pasa con claridad."

"Eso es exactamente lo que les dije," dijo Flim complaciente. "Se me est empezando a
pegar una percepcin genuina de tcticas, si puedo decirlo."

"No te adules a ti mismo," dijo ausentemente Tierce, mirando fijamente al datapad. "Y
en el futuro, ten la amabilidad de no interactuar con nadie sin que el Moff Disra o yo
estemos presentes. Ahora qudate callado y djame pensar."

Disra mir la cara del Guardia, una sensacin desagradable se arrastraba por l. Tierce
pareca estar haciendo esto cada vez ms ltimamente, quedarse mirando fijamente al
espacio como si estuviera en algn tipo de trance mientras pensaba. Era que la presin
y tensin estaban empezando a afectarlo? O siempre haba sido as y Disra
simplemente no lo haba notado?

Abruptamente, la cabeza de Tierce se levant. "Almirante, dijo que la mujer D'ulin

haba llamado para que una de las lderes Mistryl venga a charlar con nosotros?"

"S," dijo Flim. "La ltima noticia que tengo, es que estaba en camino hacia aqu."

"Haga que D'ulin se ponga en contacto con ella y le diga que cambie de curso," lo
instruy Tierce. "Dgale que en cambio nos encontraremos con ella en Yaga Minor."

"Yaga Minor?" repiti Disra, frunciendo el ceo.

"S," dijo Tierce, esbozando una estrecha sonrisa. "Creo que podremos ser capaces de
darle a las Mistryl una demostracin en vivo del genio tctico de Thrawn. Y ayudar a
convencer al Capitn Parck que Thrawn est de hecho de regreso; y dar un porrazo
humillante a uno de los mejores y ms brillantes de Coruscant en el proceso."

"Espere un minuto, espere un minuto," protest Disra. "Me ha perdido."

"Creo que est intentando decirnos que Bel Iblis va a ser lo suficientemente demente
para golpear Yaga Minor," dijo Flim, mirando fijamente con obvia incredulidad a
Tierce.
El Guardia inclin ligeramente la cabeza. "Muy bien, Almirante. Slo que no es
demente - es su ltima oportunidad de evitar una guerra civil. A quin mejor que Bel
Iblis pueden enviar?"

"Creo que Flim tena razn la primera vez," dijo Disra. "Est hablando acerca del
Documento de Caamas; pero ya tienen la copia que le dimos a Solo y Calrissian."

"Pero Bel Iblis no sabe nada al respecto." Tierce toc con un dedo el datapad. "Segn el
reporte, se desvaneci a esta supuesta reunin en Kothlis ocho das antes de que ese
traidor Carib Devist trajera sus datos falsificados a la estacin del Ubiqtorate en
Parshoone, que fue cmo Solo encontr Bastin. Asumiendo que Bel Iblis ha estado
bsicamente fuera de contacto con Coruscant - y sa es la situacin probable - no sabr
nada acerca del viaje de Solo a Bastin."

"Y qu si se comunica antes de partir para el ataque y le dicen que suspenda?"

contrapuso Disra.

"Entonces simplemente impresionamos a las Mistryl con el tamao y el poder de una

base del Ubiqtorate Imperial," dijo Tierce. "No necesitan saber que estamos esperando
un ataque hasta que realmente ocurra."

Mir a Flim. "Es una tcnica de timo clsica," agreg. "Si el blanco no sabe lo que se
supone que debe pasar, no puede defraudarse si no sucede."

"Tiene razn en eso," convino Flim.

"Bueno, est bien," dijo Disra. "Y qu si Coruscant cambia de opinin y enva a Bel
Iblis en cambio a atacar Bastin?"

Tierce se encogi de hombros. "Con qu justificacin? Les hemos dado el Documento

de Caamas-"

"Alterado."

"Lo que no saben y no tienen forma de demostrar," le record Tierce. "El punto es que
si Bel Iblis hace tanto como asomar la nariz en este sistema estar dndonos un arma de
propaganda de la que se arrepentirn durante aos por venir. Dame algunos holos de un
ataque sin provocacin de la Nueva Repblica en Bastin, y tendr a mil sistemas
separndose de Coruscant solo en el primer mes."

"Adems, Su Excelencia," dijo Flim con un movimiento casual de la mano, "aun si Bel
Iblis atacara Bastin, los tres de nosotros todava seguiramos a salvo en Yaga Minor. A
menos que est tan apegado a sus lujos de aqu que no pueda soportar dejarlos."

"Meramente estaba sealando," dijo tiesamente Disra, "que se vera mal que Thrawn
estuviera en alguna otra parte cuando la capital Imperial est bajo ataque."

"No se preocupe por eso," dijo Tierce con un tono de finalidad en la voz. "Bel Iblis no
golpear Bastin; y golpear Yaga Minor. Y una vez que lo hayamos derrotado,
veremos que el prestigio del Imperio se levantar considerablemente."
"Tambin podramos finalmente empujar a Coruscant a lanzar un ataque sin cuartel
contra nosotros," advirti Disra.

Tierce agit la cabeza. "En cinco das Coruscant tendr una guerra civil en sus manos,"
dijo. "Y mucho antes de que estn listos para volver algo de atencin en esta direccin,
tendremos a Parck y a la Mano de Thrawn."

Sus ojos relucieron. "Y esta vez, no habr nada que pueda detenernos. Nada en
absoluto."

***

El corredor era largo y montono y gris, delineado con puertas igualmente montonas.
Puertas cerradas, por supuesto - despus de todo, sta era una prisin. Las paredes y
techo eran de metal macizo, el suelo un enrejado metlico que emita un tintineo hueco
a cada paso.

Ciertamente estaban haciendo muchos de esos tintineos en ese momento, pens

Pellaeon, escuchando el sonido haciendo eco en las paredes mientras caminaba a
zancadas por el corredor hacia el puesto de seguridad secundario al final a la vuelta de
la esquina. De hecho, sonaba como un desfile, o como un sbito aguacero en un tejado
de metal delgado.

Y aqullos de adelante haban notado la conmocin. Ya cuatro de los guardias haban

asomado cabezas cubiertas con cascos negros girando la esquina para ver a qu se deba
la conmocin. Dos de esos guardias todava eran visibles; los otros haban retrocedido
fuera de vista, probablemente para reportar a quienquiera que estuviera cubriendo el
puesto de seguridad.

Los otros dos guardias haban reaparecido para cuando Pellaeon alcanz la esquina, los
cuatro ahora estaban en posicin de firmes en completa atencin militar. Sin ninguna
palabra o mirada Pellaeon atraves el grupo y gir la esquina.

Cuatro guardias ms estaban en posicin de firmes detrs del escritorio del puesto de
seguridad, tres metros adelante de la puerta de una celda con aspecto de seguridad-
adicional. Sentado al escritorio, mirando arriba a Pellaeon con una mezcla de
incertidumbre y displicencia en la cara, estaba un joven mayor. Abri su boca para
hablar-

"Soy el Almirante Pellaeon," lo cort Pellaeon. "El Comandante Supremo de la Flota

Imperial. Abra la puerta."

La mejilla del mayor dio un tirn. "Lo siento, Almirante, pero tengo rdenes que el
prisionero sea mantenido estrictamente incomunicado."

Por unos segundos Pellaeon simplemente lo mir, una mirada intensa desarrollada y
afilada y afinada por largas dcadas de comando imperial. "Soy el Almirante Pellaeon,"
dijo por fin, diciendo entre dientes cada palabra, su tono era el complemento verbal de
esa mirada afilada como un cuchillo. Haba estado dispuesto a darles a los guardias el
beneficio de la duda, pero no tena ni el tiempo ni la inclinacin para aguantar ningn
sin sentido en absoluto. "El Comandante Supremo de la Flota Imperial. Abra la puerta."

El mayor trag saliva visiblemente. Sus ojos pasaron por Pellaeon a la docena de
stormtroopers visibles en el corredor detrs de l, su mente quizs pas a los otros doce
stormtroopers a la vuelta de la esquina fuera de vista sobre los que sus guardias le
haban contado, entonces regres renuentemente a la cara de Pellaeon. "Mis rdenes
vienen del propio Moff Disra, seor," dijo, las palabras le salan con dificultad.

Al lado de Pellaeon, el comandante stormtrooper se revolvi. "El moff Disra es un

civil," le record Pellaeon al mayor, dndole una ltima oportunidad. "Y yo estoy
revocando esas rdenes."

El mayor respir cuidadosamente. "S, seor," dijo, capitulando por fin. Medio
volvindose, le inclin la cabeza a uno de los guardias.

El guardia que tambin haba estado mirando a los stormtroopers y obviamente ya haba
hecho los clculos matemticos, no mostr ninguna vacilacin en absoluto. Caminando
rpidamente hasta la puerta de la celda detrs de l, tecle el botn que la abra y se
apart prolijamente al costado.

"Espere aqu," le dijo Pellaeon al comandante stormtrooper, rodeando el escritorio y

entrando a la celda, su pulso golpeteaba en su cuello. Si Disra de algn modo se las
hubiera arreglado para enviar un mensaje aqu a travs del bloqueo de transmisiones y
haba ordenado que se deshagan de todos los testigos...

Sentado a una pequea mesa, con una mano de sabacc solitario dispuesta delante de l,
el Coronel Vermel alz la mirada, sus ojos se ensancharon de asombro. "Almirante!"
dijo, claramente sin estar seguro de creerlo. "Yo?"

Abruptamente, se puso apresuradamente de pie. "Coronel Meizh Vermel, Almirante,"

dijo enrgicamente. "Pido permiso para volver a mis deberes, seor."

"Permiso concedido, Coronel," dijo Pellaeon, sin molestarse en esconder su alivio. "Y
puedo decir lo complacido que estoy de encontrarlo con tan buen aspecto."

"Gracias, Almirante," dijo Vermel, dando su propio suspiro de alivio cuando camin
alrededor de la mesa. "Espero que no haya venido solo."

"No se preocupe," le asegur gravemente Pellaeon, hacindole seas a Vermel hacia la

puerta de la celda. "No he tomado exactamente la Estacin Rimcee; pero mis hombres
estn en posicin para hacerlo si cualquiera de la gente de Disra se opone a nuestra
partida."

"S, seor," dijo Vermel, arrojndole una mirada rara en respuesta. "A pesar de eso,
puedo sugerir que nos demos prisa?"

"Exactamente mis sentimientos," convino Pellaeon, frunciendo el ceo. Haba habido

algo en esa mirada...
Pasaron al mayor y a la estacin de guardia sin comentarios y se dirigieron alrededor de
la esquina. Los stormtroopers, segn instrucciones previas de Pellaeon, se pusieron en
formacin de escolta completa con doce al frente y doce a la retaguardia. "No son muy
confiado cuando mencion a la gente de Disra hace un minuto," coment Pellaeon
mientras se dirigan por el largo corredor.

"Puede no ser la autoridad de Disra a la que tendr que oponerse, Almirante," dijo
Vermel, movindose un poco ms cerca de Pellaeon como si le preocupara que alguien
ms lo oyera. "Cuando el Capitn Dorja me trajo a bordo despus de interceptar mi nave
en Morishim, dijo que haba recibido rdenes de hacerlo personalmente de el Gran
Almirante Thrawn."

Pellaeon sinti que su garganta se apretaba. "Thrawn."

"S, seor," dijo Vermel. "He estado esperando que fuera slo algn truco de Disra-
Recuerdo que usted mencion cun totalmente se opona a estas charlas de paz. Pero
Dorja pareca tan seguro."

"S," murmur Pellaeon. "He odo algunos de esos rumores. Tambin se alega que ha
sido visto por varias personas en la Nueva Repblica."

Vermel se qued callado un momento. "Pero usted no lo ha visto realmente?"

"No." Pellaeon tom fuerza. "Pero creo que ya es hora de que lo haga," dijo. "Si es
cierto que ha vuelto."

"Usted podra estar en problemas con l por sacarme," seal renuentemente Vermel,
mirando atrs por encima de su hombro. "Quizs sera mejor si regreso."

"No," dijo firmemente Pellaeon. "Thrawn nunca castig a sus oficiales por hacer lo que
pensaban sinceramente que era correcto. Especialmente cuando no les haba dado las
rdenes o la informacin necesaria para entender que no lo era."

Alcanzaron el final del corredor y giraron al nexo de guardia principal. Los guardias y
oficiales todava estaban sentados adonde Pellaeon los haba dejado, vindose ceudos
bajo la mirada silenciosamente vigilante de otro contingente ms de stormtroopers del
Quimera. "No, vamos a regresar a Bastin y ver lo que el Moff Disra tiene que decir
acerca de todo esto," continu cuando atravesaron el nexo y se dirigieron hacia la baha
de aterrizaje donde estaban atracadas sus lanzaderas. "Si los rumores son falsos,
entonces ya no debemos tener ningn problema con el Moff Disra. El Comandante
Dreyf y yo hemos obtenido un juego de datacards - en la encriptacin personal de Disra,
nada menos - que muestran toda su operacin: nombres, lugares, y tratos, incluyendo
todos sus enlaces a los Piratas Cavrilhu y varios patrocinadores sombros a ambos lados
de la frontera."

Sinti que su cara se endureca. "E incluyendo los detalles de sus intentos para incitar la
guerra civil dentro de la Nueva Repblica. Eso solo debera valernos mucho en
cualquier negociacin futura con Coruscant. Ciertamente mantendr a Disra apartado
durante mucho tiempo."
"S, seor," murmur Vermel. "Y si los rumores son ciertos?"

Pellaeon trag saliva. "Si los rumores son ciertos, nos ocuparemos de ellos entonces."

Vermel asinti. "S, seor."

"Entretanto," continu conversadoramente Pellaeon, "su ltimo reporte est muy

retrasado. Me gustara or exactamente qu pas en Morishim."

CAPTULO
31

Los preparativos haban tomado seis horas: seis horas de trabajo frentico mientras cada
nave espacial capaz de volar en Exocron era acondicionada apresuradamente para la
batalla. Tom otra hora llevar todo el conjunto al espacio, y una ms formarlas en algo
que se pareciera a un permetro de combate. Y con eso, su periodo de gracia estimado
en ocho horas haba terminado.

Y ahora, con toda la banda pirata de Rei'Kas en camino, la flota de defensa ms

lastimosa que Shada hubiera visto alguna vez estaba temblorosamente dispuesta a
defender su mundo o morir en el intento.

Probablemente, a morir en el intento.

"Reporte del suelo, Alm'rante David," report Chin desde la estacin de

comunicaciones del puente del Salvaje Karrde, alzando la vista al timn. "El Alm'rante
Supremo Darr dice que todos estn en buena posicin. Tambin dice que las naves de la
Flota Area estn listas por si los piratas consiguen atravesar."

Alzndose amenazadoramente encima de Dankin, con las manos agarradas tiesamente

detrs de su espalda, el Almirante Trey David asinti. "Muy bien," dijo, su tono formal
no obstante denotaba mucha energa debajo de la superficie. "Avise al resto de la flota
que est lista. Podran estar aqu en cualquier momento."

"Oh, cielos," dijo miserablemente Trespe desde el costado de Shada en la estacin de

situacin. "Odio tanto los combates espaciales."

"No puedo discutirte eso," convino Shada, examinando su tablero de estado. Ella se
haba preguntado al principio - en realidad se haba preguntado con muchas sospechas -
por qu el Almirante David haba pedido dirigir la batalla desde el Salvaje Karrde en
lugar de una de las propias naves de combate de Exocron. Pero su subsecuente
valoracin de esas naves y sus capacidades desafortunadamente le haba proporcionado
la respuesta.

Hace ocho horas, ella le haba sugerido insubstancialmente a Eneds Nee que la fuerza
espacial de Exocron podra encontrar que algo ms formidable que un contrabandista
ocasional estara ms all de su fuerza. Nunca antes en su vida uno de sus comentarios
al pasar haba dado en el clavo con tanta precisin.
Hubo un movimiento de aire a su lado. "Ahora se vuelve un juego de espera," dijo
Karrde, arrodillndose al lado de su asiento. "Qu piensas?"

"No tenemos ni una oportunidad," le dijo bruscamente Shada. "No a menos que Rei'Kas
no se moleste en enviar nada ms grande que los Corsarios con los que nos asalt en
Dayark."

Pens que haba hablado en voz lo suficientemente baja para que slo Karrde pudiera
orla. David aparentemente tena muy buen odo. "No, traer todo lo que tiene," le
asegur el almirante. "Toda su armada, con l mismo a la cabeza. Ha querido poner sus
manos en la riqueza de Exocron por mucho tiempo."

Esboz una estrecha sonrisa. "Adems de lo cual, entiendo por Eneds Nee que ustedes
le dieron algo as como un ojo machucado en Dayark. Solo por la parte de venganza es
seguro que estar aqu."

Shada sinti el silencioso suspiro de Karrde como un soplido de aire tibio en la mejilla.
"Lo que puede en ltimo lugar darnos nuestra nica oportunidad real," dijo. "Si
podemos simular que empezamos a correr, puede que podamos atraer a suficientes de
ellos para que su fuerza pueda ocuparse del resto."

"Posiblemente," convino David. "No que eso nos hara personalmente mucho bien, por
supuesto."

"Es mi culpa que l est aqu," le record Karrde. "No es demasiado tarde para que
usted se transfiera a una de las otras naves-"

En la estacin de sensores, H'sishi de repente gru. [Ah vienen,] anunci. [Tres

Corbetas Sienar clase Merodeador, cuatro Cruceros de Ataque Duapherm clase Discril,
cuatro Cargueros ligeros CSA Etti modificados para el combate, y dieciocho naves de
ataque clase Corsario.]

"Confirmado," dijo Shada, con los ojos en sus pantallas de situacin, y con una
sensacin de zozobra en la boca del estmago. El Salvaje Karrde podra ocuparse de
cualquiera de esas naves o podra darle una pelea decente a dos cualquiera. Pero todas
juntas...

"Preparen turbolseres," dijo Karrde, ponindose de pie a su lado.

"Turbolseres listos," confirm Shada, enviando informacin de blancos a las tres

estaciones de armas. Slo porque no haba esperanzas no significaba que no deban
hacer su mejor esfuerzo. "Parece que los Corsarios estn formando una pantalla
alrededor de las naves ms grandes."

"Cap'tn?" llam Chin desde el comunicador. "Estamos recibiendo una llamada de uno
de los Merodeadores. Quieres darle una respuesta?"

Shada pudo sentir que Karrde se tensaba. "S, adelante," dijo.

Chin encendi el comunicador- "Eh, Karrde," una familiar voz jactanciosa retumb
desde el altavoz del puente. "Te dije que me veras de nuevo antes de morir, no?"

"S, Xern, lo hiciste," convino Karrde, su voz no traicionaba nada de la tensin que
Shada saba que estaba sintiendo. "Estoy sorprendido de que todava sigas vivo despus
de ese fiasco en Dayark. Rei'Kas debe estar ablandndose con la edad."

Desde el fondo vino un distante bullicio de invectiva rodiana. "Rei'Kas dice que quiz te
dejar para el ltimo lugar por eso," dijo Xern. "Eso te gusta, huh?"

Al otro lado del puente, David se aclar la garganta. "Rei'Kas, ste es el Almirante Trey
David de la Flota Aeroespacial Combinada de Exocron," dijo.

"Oh, un almirante, huh?" dijo sarcsticamente Xern. "Quieres decir que esta coleccin
de chatarra merece todo un almirante?"

"Estn en violacin del espacio de Exocron," dijo serenamente David, ignorando el

insulto. "sta es su ltima oportunidad de retirarse pacficamente."

Xern se ri. "Oh, eso es rico. Es muy rico. Definitivamente debemos guardarlos para el
final. Entonces podremos destriparlos a todos y drselos de comer a los carroeros."

Hubo otro bullicio de rodiano. "Eh, tenemos que irnos, Karrde - hora de convertir las
chatarras grandes en muchos trozos de chatarra pequeos. Nos veremos ms tarde,
Almirante."

El comunicador se apag. "Seguro que estn bien abastecidos en la seccin de

confianza, no?" murmur Shada.

"S," dijo Karrde. Su mano roz pasando su hombro, titube, entonces regres casi
renuentemente para apoyarse all. "Lo siento, Shada," dijo, su voz slo apenas lo
suficientemente fuerte para que ella lo oyera. "Nunca deb haberte trado a esto."

"Est bien," dijo Shada. As que eso era: el final del largo viaje. All en la Torre
Bosquesoro, enfrentando a los noghri y sus blsteres, ella haba estado lista para morir.
De hecho, casi haba esperado que sobrerreaccionaran y la mataran. El escape fcil,
haba pensado entonces.

Ahora, enfrentando a los piratas que se acercaban, comprendi que no haba ningn
escape fcil. Ninguna forma de morir que no involucrara abandonar una
responsabilidad, o dejar trabajo necesario sin hacer-

Mir a Karrde, que miraba afuera por el ventanal, su cara mostraba lneas duras. O, de
hecho, de dejar amigos atrs.

Se pregunt distante cundo en medio de todo esto haba empezado a pensar en Karrde
como en un amigo.

No lo saba. Pero no importaba. Lo que importaba era hacer su mejor esfuerzo para
arreglar este lo que haban creado aqu. Cambiando su atencin de vuelta a sus
pantallas, empez a marcar los blancos primarios y secundarios. Las naves del frente
casi estaban en rango...

"Transmitan a todas las naves," anunci el Almirante David. "Retrocedan. Repito:

retrocedan."

Shada le dio un rpido ceo. "Qu?"

"Dije retrocedan," repiti David, dndole una mirada casi curiosa en respuesta. "Qu
parte no entendi?"

Shada empez a decir algo candente; lo reprimi cuando Karrde le apret el hombro en
advertencia. "Ella estaba pensando acerca del hecho de que el Salvaje Karrde no es tan
maniobrable cerca de un campo gravitatorio como lo es en el espacio abierto," le cont
a David. "Tampoco la mayora de las naves de su flota."

"Entendido," dijo David. "La orden permanece. Retrocedan."

"Jefe?" pregunt Dankin.

Shada alz la mirada de nuevo. Karrde estaba mirando a David, midiendo al hombre
con los ojos. "Transmite la orden, Chin," dijo, su tono repentinamente pensativo.
"Dankin, obedece y retrocede, pero mantnnos en formacin con las otras naves. Shada,
haz que los artilleros extiendan fuego de cobertura."

"Correcto." Shada tecle su intercomunicador, sus ojos buscaban en las pantallas

mientras ella intentaba deducir lo que estaba pasando. La razn tctica usual para
retroceder hacia una superficie planetaria era atraer al enemigo dentro del rango de
armas basadas en el suelo o a una emboscada lanzada desde la superficie. Pero cada
nave que tena Exocron ya estaba aqu, y las sondas de sensores de H'sishi ciertamente
habran captado cualquier armamento de suelo lo suficientemente poderoso para
alcanzar tan lejos en el espacio.

La flota estaba empezando a moverse ahora, retrocediendo hacia Exocron como haba
sido ordenado. Algunas de las naves civiles armadas ya estaban disparando intilmente
hacia los Corsarios que avanzaban como flechas silenciosas hacia ellas, desperdiciando
energa en blancos fuera-de-rango. Shada mir a David, pero o no lo haba notado o no
le importaba especialmente lo que hacan. Eran los civiles algo ms que seuelos de
sacrificio para l? "Sigan retirndose," dijo en cambio. "Todas las naves."

Los Corsarios casi estaban en rango, las naves de guerra ms grandes se formaron detrs
de ellos ahora en una sencilla lnea de asalto. No era una sorpresa; considerando la
oposicin, no haba necesidad de intentar algo ms elaborado. Cortar en lnea recta a
travs de las naves formadas en su contra, entonces probablemente una vuelta de
bombardeo ametrallado sobre los mayores centros de poblacin de Exocron, que se
encargara de la lastimosa Flota Area del Almirante Supremo Darr en el camino...

"Sigan retirndose," dijo de nuevo David. "Pantalla tctica, por favor."

H'sishi sise en reconocimiento y apareci el diagrama tctico. Todos los defensores
estaban ahora bien adentro del campo gravitacional de Exocron, demasiado tarde para
que cualquiera de ellos cambiara de idea e intentara escapar al hiperespacio. Era eso lo
que David intentaba hacer? Se pregunt Shada. Ponerlos en una posicin adonde no
tuvieran ninguna opcin mas que luchar hasta la muerte?

Aun mientras se le ocurra ese pensamiento perturbador, tambin el ltimo de los piratas
pas dentro de ese lmite invisible. Ahora todos estaban totalmente comprometidos en
esta batalla. Ni los atacantes ni los defensores saldran de Exocron hasta que un lado o
el otro hubieran sido destruidos.

"Aqu vienen," murmur David.

Shada lo mir, una amarga rplica mordaz burbujeaba en su garganta. Por supuesto que
estaban viniendo-

Y abruptamente, H'sishi gru de incredulidad.

Shada volvi su atencin al ventanal. Los piratas todava estaban all, todava viniendo.

Pero David no se haba estado refiriendo a ellos. Detrs de la lnea de los piratas, haba
aparecido algo ms.

Era una nave espacial, por supuesto. Pero era una nave como nada que Shada hubiera
visto nunca. Aproximadamente ovalada, de una vez y media el tamao de los
Merodeadores, estaba cubierta de gruesas placas en el casco que le daban la apariencia
de alguna clase de criatura marina acorazada. Unas proyecciones cnicas, posiblemente
portillas de escapes o vainas de propulsores, se proyectaban del casco sin una simetra o
patrn que Shada pudiera distinguir. Una imagen magnificada apareci en una de las
pantallas, mostrando una intrincada serie de smbolos y glifos aliengenas que cubran el
casco. De cerca, el propio casco se pareca perturbadoramente a algo vivo...

Alguien en el puente jur, en voz muy baja. Shada mir de nuevo al ventanal, justo a
tiempo para ver a tres ms de las naves aparecer a la existencia. No saltando, con el
caracterstico pseudomovimiento de un salto normal por el hiperespacio, sino
simplemente apareciendo.

Y entonces, casi casualmente, la primera nave aliengena se puso detrs de uno de los
Merodeadores de Rei'Kas; y con la reluciente hoja afiligranada de una descarga de
energa azul y verde la reban a la mitad.

H'sishi gru. [Qu son stos?] demand.

"Se llaman los monjes Aing-Tii," dijo David, su tono era una extraa mezcla de
satisfaccin y sorpresa. "Seres aliengenas que pasan la mayora de sus vidas cerca de la
Hendidura de Kathol. No hay mucho que sepamos de ellos."

"Sin embargo vienen en su ayuda," seal Karrde. "Ms significativamente, usted saba
que lo haran."
"Odian a los esclavistas," dijo David. "Rei'Kas es un esclavista. Es as de simple."

Un segundo Merodeador destell con fuego y aire escapando cuando una de las otras
naves Aing-Tii envi otro de los extraos capullos de flor de energa a travs de su
costado. Adelante de las naves destruidas, la confiada lnea de batalla colaps cuando
los atacantes restantes dieron la vuelta para enfrentar a esta nueva amenaza que haba
aparecido tan inesperadamente detrs de ellos. Pero no sirvi de nada. Las naves Aing-
Tii no sintieron el efecto del frentico fuego turbolser mientras avanzaban
sistemticamente a travs de las lneas de los atacantes, cortando en pedazos a las naves
ms grandes y aplastando a las ms pequeas contra sus propios cascos.

"Me temo que no es tan simple, Almirante," Karrde le dijo a David. "Segn Bombaasa,
Rei'Kas se ha estado preparando en este rea por todo un ao. Por qu sus Aing-Tii
esperaron tanto tiempo para moverse en su contra?"

"Como le dije, prefieren quedarse cerca de la Hendidura," dijo David. "Hace falta algo
especial para hacerlos salir incluso hasta Exocron."

"En otras palabras," dijo en voz baja Karrde, "usted necesitaba a alguien para atraer a
Rei'Kas a su territorio. Y ese alguien fuimos nosotros."

David no se movi, pero Shada pudo ver ahora una nueva tensin sutil en su cara y
postura. Quizs preguntndose qu le pasara si un puente lleno de contrabandistas
endurecidos decida sentirse ofendido por haber sido usado como carnada. "Fueron sus
acciones las que usamos, Capitn Karrde," dijo. "Su decisin de venir a Exocron, y su
incapacidad para impedir que la gente de Rei'Kas lo rastreara. No fue a usted
personalmente al que usamos."

Sus ojos dieron una vuelta alrededor del puente. "Ni a ninguno de ustedes."

Por un largo momento el puente qued en silencio. Shada mir de nuevo al ventanal,
para encontrar que la destruccin de los piratas estaba casi completa. Slo tres de las
Aing-Tii eran visibles ahora, y cuando mir otra de ellas desapareci, partiendo tan
misteriosamente como haba llegado. Las ltimas dos naves aliengenas se quedaron
slo el tiempo suficiente para terminar su trabajo antes de que tambin se desvanecieran
en la oscuridad.

"Dices nosotros," dijo Karrde. "Es eso slo usted y el resto de los militares de
Exocron?"

"sa es una pregunta extraa," dijo oblicuamente David. "Quin ms podra estar
involucrado?"

"Claro, quin?" murmur Karrde. "Chin, abre una frecuencia de transmisin a la

superficie. Trespe, quiero que me traduzcas un mensaje al tarmidiano antiguo."

Shada alz la vista para mirarlo. La cara de Karrde estaba tallada en piedra, su
expresin ilegible. "Tarmidiano antiguo?" pregunt, frunciendo el ceo. "El idioma
de Car'das?"
l asinti. "Aqu est el mensaje, Trespe: 'ste es Karrde. Me gustara permiso para
bajar y verte de nuevo.'"

"Por supuesto, Capitn Karrde," dijo Trespe, acercndose inciertamente a la estacin

de comunicaciones. Chin asinti, y el droide se inclin sobre su hombro. "Merirao
Karrde tuliak," dijo. "Mu parril'an se'tuffriad moa sug po'porai-"

Volvi a mirar a Karrde. "Entiende, por supuesto, que puede no haber una respuesta por
algn tiempo-"

"Se'po brus tai," retumb una voz desde el altavoz, haciendo saltar al droide.

Una voz fuerte y vibrante, sin ningn indicio de debilidad o enfermedad. Shada mir de
nuevo a Karrde, para encontrar que su expresin ptrea se haba endurecido incluso
ms. "Traduccin?" pregunt.

Trespe pareci tomar fuerza. "Dijo, seor... venga a verme."

***

Eneds Nee estaba esperando por ellos cuando el Salvaje Karrde aterriz de nuevo en el
Crculo 15 del campo de aterrizaje de la Ciudad de Rintatta. Sus modales casuales, su
charla alegre, y el viaje en landspeeder junto a Shada y Trespe hacia la casa celeste
contra la montaa fueron como una repeticin fantasmal del ltimo viaje de Karrde a
travs del rea hace unas horas.

Pero haba una gran diferencia. Entonces, las emociones principales detrs de su humor
haban sido el miedo y el temor y la mrbida contemplacin de su propia muerte
acechndolo. Ahora...

Ahora, no estaba seguro de cul era su humor. Perplejidad e incertidumbre, quizs,

teido con un poco de resentimiento por haber sido manejado como un ttere.

Y recubrindolo todo una renovada neblina de miedo. A Car'das, no poda evitar

recordar, siempre le haba gustado hablar de un depredador que jugaba con sus presas
antes de finalmente matarlas.

La casa celeste misma no haba cambiado, igual de vieja, derruida y polvorienta como
haba estado antes. Pero cuando Eneds Nee le mostraba el camino hacia la puerta del
dormitorio, Karrde not que el olor a edad y enfermedad se haba desvanecido.

Y esta vez la puerta se abri por s misma cuando se aproximaron. Acercndose, slo
vagamente consciente de que Shada haba diestramente insertado un hombro delante de
l, los dos de ellos entraron juntos a travs de la puerta.

Los estantes empotrados, con todos sus cachivaches intiles y aparatos mdicos
exticos, se haban ido. El lecho de enfermo y sus pilas de mantas se haba ido.

Y de pie adonde haba estado la cama, todava igual de viejo pero ahora tan
enrgicamente vital como entonces haba estado dbil, estaba Jorj Car'das.
"Hola, Karrde," dijo Car'das, la vasta red de arrugas faciales se movi cuando sonri.
"Es bueno verte de nuevo."

"No que haya pasado tanto tiempo," dijo tiesamente Karrde. "Te felicito por tu
asombrosa recuperacin."

La sonrisa ni siquiera vacil. "Ests enfadado conmigo, por supuesto," dijo serenamente
Car'das. "Lo entiendo. Pero pronto todo estar aclarado. Entretanto-"

Medio se volvi y agit una mano hacia la pared del fondo; y abruptamente la pared ya
no estaba all. En su lugar haba un largo tnel equipado con cuatro rieles gua que se
desvanecan en la distancia. Apenas ms all de donde la pared haba estado, estaba
esperando una cabina cerrada de cuatririel. "Djenme llevarlos a mi verdadera casa,"
continu Car'das. "Es mucho ms cmoda que este lugar."

Agit una mano hacia la cabina, y una puerta lateral se abri invitadoramente en
respuesta. "Por favor; despus de ustedes."

Karrde mir a la puerta abierta, una extraa estrechez le apretaba el corazn.

Depredadores jugando con sus presas... "Por qu no vamos slo t y yo?" ofreci en
cambio. "Shada y Trespe pueden volver al Salvaje Karrde-"

"No," lo interrumpi firmemente Shada. "Si quieres mostrarle el lugar a alguien,

Car'das, llvame a m. Entonces si - slo si - decido que es seguro, considerar dejar que
Karrde se nos una."

"En serio," dijo Car'das, mirndola obviamente tan divertido que Karrde se encontr
encogindose. Tomarse en broma a alguien como Shada no era algo especialmente
saludable para hacer. "Que lealtad tan animada e irritable que inspiras en tu gente,
Karrde."

"Ella no es de mi gente," le cont rpidamente Karrde. "La Alta Consejera Leia Organa
Solo de la Nueva Repblica le pidi que viniera. No tiene absolutamente nada que ver
conmigo, o con cualquier cosa que yo podra haber hecho en el pasado-"

"Por favor," interrumpi Car'das, alzando una mano. "Admito que esto es muy
entretenido de ver. Pero con toda seriedad, los dos se estn preocupando por nada."

Mir a Karrde directo a los ojos. "No soy el hombre que conociste una vez, Talon," dijo
en voz baja. "Por favor dame la oportunidad de demostrrtelo."

Karrde dej que sus ojos se alejaran de esa mirada que no parpadeaba. Depredadores
jugando con sus presas...

Pero si Car'das verdaderamente los quisiera muertos, realmente no importaba si le

seguan el juego o no. "Est bien," dijo. "Vamos, Shada."
"Disculpe, seor?" dijo vacilantemente Trespe. "Presumo que ya no necesitar de
mis servicios?"

"No, no, por favor," dijo Car'das, hacindole seas hacia adelante al droide. "Me
encantara sentarme y tener una charla contigo ms tarde - ha pasado tanto tiempo desde
que he tenido a alguien con el que pudiera hablar en tarmidiano antiguo." Le sonri a
Eneds Nee. "Eneds Nee lo intenta, pero no es lo mismo."

"No realmente, no," concedi pesaroso Eneds Nee.

"As que por favor netenos," agreg Car'das hacia Trespe. "A propsito, por
casualidad no conoces tambin la dialctica cincher, no?"

Trespe pareci animarse. "Por supuesto que s, seor," dijo, el orgullo reemplazando
temporalmente al nerviosismo. "Hablo con fluidez ms de seis millones-"

"Excelente," dijo Car'das. "Vamos, entonces."

Un minuto ms tarde todos estaban en la cabina del cuatririel, acelerando suavemente

tnel abajo. "Me mantengo apartado en estos das," coment Car'das, "pero
ocasionalmente todava necesito tratar con las autoridades de Exocron. Uso esa casa de
all atrs para tales reuniones. Es conveniente e impide que sean intimidados por mi
verdadera casa."

"Saben quin eres?" pregunt Shada, su tono apenas menos que una demanda.
"Quiero decir, quin eres realmente?"

Car'das se encogi de hombros. "Tienen jirones y pedazos de mi pasado," dijo. "Pero

como vers pronto, mucha de esa historia es ahora irrelevante."

"Bueno, antes de que nos metamos en la historia, intentemos algunos de los eventos
actuales," dijo Shada. "Empezando con estos monjes Aing-Tii tuyos. David puede
hablar de su inclinacin anti-esclavista todo lo que quiera, pero todos sabemos que hay
ms que eso. T los llamaste, no?"

"Los Aing-Tii y yo hemos tenido algunos tratos juntos," convino sobriamente Car'das,
con su cara arrugada en un gesto pensativo. Abruptamente sonri. "Pero eso de nuevo
es historia, no? Todo a su debido tiempo."

"Bien," dijo Shada. "Intentmoslo de nuevo. David dice que no nos usaste para atraer a
Rei'Kas. Yo digo que s."

Car'das mir a Karrde. "Ella me gusta, Talon," declar. "Tiene un buen espritu." Volvi
sus ojos a Shada. "Supongo que no estaras interesada en un nuevo trabajo, no?"

"Desperdici una docena de aos con una banda contrabandista, Car'das," gru Shada.
"No estoy interesada en unirme a otra."

"Ah," dijo con una inclinacin de cabeza. "Perdname. Aqu estamos."

El tnel haba llegado a su fin en un cuarto pequeo y bien iluminado. Car'das abri la
puerta y sali afuera cuando el cuatririel se detuvo suavemente. "Vengan, vengan," inst
a los otros. "Te va a encantar este lugar, Talon, realmente lo har. Todo listo? Vamos."

Casi saltando con anticipacin infantil, los gui a una puerta con un arco por encima.
Agit la mano mientras se aproximaba; y como haba hecho la pared en la casa celeste,
la puerta simplemente se desvaneci.

Y estirndose ms all de la puerta haba un mundo de ensueo.

Karrde la atraves, su primera impresin fue que haban salido al aire libre en un jardn
meticulosamente cuidado. Directamente adelante de ellos haba una ancha extensin de
flores, plantas pequeas y arbustos, todo dispuesto cuidadosa y artsticamente,
estirndose quizs unos cien metros delante de ellos. Un sinuoso camino atravesaba el
jardn, con bancos de piedra dispuestos en varios puntos a lo largo de l. En sus bordes
laterales el jardn daba paso a un bosque de rboles altos de docenas de especies
diferentes, con hojas cuyos colores variaban del azul oscuro al rojo brillante. De alguna
parte dentro del bosque vena el burbujeante sonido de agua corriendo por un riachuelo
con lecho de rocas, pero desde su posicin no poda ver adonde estaba.

No fue hasta que sigui los rboles ms altos hasta la punta de sus copas que descubri
el domo celeste sobre ellos. Un domo que se continuaba de manera fluida en paredes
discretas detrs de donde estaban los rboles...

"S, todo es interior," confirm Car'das. "Muy interior, de hecho- estamos bajo una de
las montaas al este de la Ciudad de Rintatta. Hermoso, no?"

"Lo cuidas t mismo?" pregunt Karrde.

"Yo hago la mayora del trabajo," dijo Car'das, empezando a avanzar por el sendero.
"Pero tambin hay algunos otros. Por aqu."

Los llev a travs del jardn hasta una puerta disimulada entre dos rboles de tronco rojo
en el lado lejano. "Debe haber sido mucho trabajo hacer todo esto," coment Shada
cuando la puerta de nuevo se desvaneci ante un movimiento de la mano de Car'das.
"Tus amigos Aing-Tii te ayudaron?"

"De una manera indirecta, s," dijo Car'das. "ste es mi cuarto de conversacin. Tan
hermoso como el jardn, a su propio modo."

"S," convino Karrde, echando una mirada alrededor. El cuarto de conversacin estaba
ms o menos dispuesto en el clsico estilo alderaaniano alto, compuesto en madera
oscura y plantas entrelazadas, con la misma sensacin de espaciosidad que el jardn de
afuera. "Qu quisiste decir con ayuda indirecta?"

"Es bastante irnico, en realidad," dijo Car'das, atravesando en ngulo el cuarto de

conversacin hacia una puerta a su derecha. "Cuando llegu a Exocron empec a
construir mi casa bajo estas montaas puramente por razones defensivas. Ahora que la
defensa ya no es un problema, encuentro que disfruto el lugar por su soledad."
Karrde mir a Shada. La defensa ya no es un problema? "Era Rei'Kas tanta
amenaza?"

Car'das frunci el ceo. "Rei'Kas? Oh, no, Talon, me malinterpretas. Rei'Kas era una
amenaza, ciertamente, pero slo para el resto de Exocron. Ayud a deshacerse de l para
proteger a mis vecinos, pero yo mismo no estaba en ningn peligro en absoluto. Ven;
querrs ver esto particularmente."

Abri la puerta agitando la mano, y les hizo seas a que pasaran. Karrde entr-

Y se detuvo asombrado. Estaba parado al borde de un cuarto redondo que pareca ser
aun ms grande en dimetro que el jardn del que acababan de salir. El suelo del cuarto
estaba inclinado, al estilo de un anfiteatro, hacia el centro, adonde poda ver el borde de
lo que pareca ser una estacin de trabajo o escritorio de computadora. Formando
crculos concntricos alrededor del escritorio, con slo angostas pasarelas separndolos,
haba crculo tras crculo de gabinetes de datos de dos metros de altura.

Y llenando cada uno de los estantes de cada uno de los gabinetes de datos haba
datacards. Miles y miles de datacards.

"Conocimiento, Talon," dijo en voz baja Car'das a su lado. "Informacin. Mi pasin,

una vez; mi arma y mi defensa y mi consuelo." Agit la cabeza. "Asombroso, no, de lo
que a veces nos persuadimos que son las cosas ms importantes en la vida."

"S," murmur Karrde. La biblioteca de Car'das... y el Documento de Caamas.

"As que Eneds Nee nos minti," dijo Shada, el filo en su voz cort la sensacin de
maravilla de Karrde. "Dijo que no saba qu le haba pasado a tu biblioteca."

"Eneds Nee?" llam Car'das. "Les mentiste?"

"De ninguna manera, Jorj," protest la distante voz de Eneds Nee desde atrs de ellos.
Karrde se volvi, para ver al hombrecito todava al lado lejano del cuarto de
conversacin, ocupndose con bebidas. "Meramente dije que lo que sea que habas
hecho con ella haba sido hecho antes de que yo llegara a estar a tu servicio."

"Lo que es perfectamente cierto," convino Car'das, hacindoles seas para salir de la
biblioteca. "Pero vengan, sintense. S que tienen tantas preguntas."

"Djame empezar con la ms importante," dijo Karrde, sin moverse. "La razn por la
que vinimos aqu fue para buscar un documento histrico sumamente importante.
Involucra-"

"S, ya s," dijo con un suspiro Car'das. "El Documento de Caamas."

"Sabes al respecto?" pregunt Shada.

"No soy el viejo frgil y postrado que se encontraron hace unas horas," le record
ligeramente Car'das. "Todava tengo algunas fuentes de informacin, e intento
mantenerme en contacto con lo que est pasando all en casa." Agit la cabeza.
"Desafortunadamente, no puedo ayudarlos. Tan pronto como surgi por primera vez el
asunto de Caamas, busqu a travs de todos mis archivos para ver si tena una copia.
Pero me temo que no."

Karrde sinti que su corazn zozobraba. "Ests absolutamente seguro?"

Car'das asinti. "S. Lo siento."

Karrde asinti en respuesta. Despus de todo el trabajo y peligros para llegar aqu, all
estaba. El final del camino; y al final, una mano vaca.

Shada no estaba realmente lista para dejarlo ir tan fcilmente. "Y qu si hubieras
encontrado una copia?" demand. "Puedes hablar todo lo que quieras acerca de
mantenerte en contacto, pero el hecho es que durante los ltimos veinte aos has estado
tranquilo aqu afuera y dejando que todos los dems hagan todo el trabajo."

Car'das alz las cejas. "Ambas cosas sospechosa y rencorosa," coment. "Eso es
bastante triste. No hay nadie o nada en lo que confes?"

"Soy una guardaespaldas profesional," dijo entre dientes Shada. "La confianza no es
parte del trabajo. Y no intentes cambiar de tema. Te mantuviste apartado durante toda la
Rebelin, para no mencionar el primer intento de tomar el poder de Thrawn. Por qu?"

Algo ilegible pas por la cara de Car'das. "Thrawn," murmur, sus ojos barrieron
lentamente alrededor de su biblioteca. "Una persona de lo ms interesante, de hecho.
Tengo la mayor parte de su historia con el Imperio archivada aqu- la busqu toda
recientemente, para hojearla. Hay ms en su historia que lo que ve el ojo- estoy
convencido de eso. Mucho ms."

"Todava no has contestado mi pregunta," dijo Shada.

Car'das alz las cejas. "No estaba consciente de que habas hecho una," dijo. "Todo lo
que o fueron acusaciones de que haba estado dejando a otros hacer todo el trabajo.
Pero si eso estaba pensado como una pregunta..." Sonri. "Supongo que en cierto modo
es verdad. Pero slo en cierto modo. Meramente he dejado a otros hacer su trabajo,
mientras yo he estado haciendo el mo. Pero vamos- el rusc'te de Eneds Nee va a
enfriarse."

Los llev a travs del cuarto de conversacin al crculo hundido. Eneds Nee estaba
esperando pacientemente all, su bandeja cargada ahora apoyada en una mesa de pilar.
"Qu le has contado a la dama sobre m, Talon?" pregunt Car'das mientras les haca
seas a los dos hacia los asientos a un lado del crculo. "Slo para evitar repetir las
cosas."

"Le he contado lo bsico," dijo Karrde, sentndose cautelosamente. A pesar de toda la

cordialidad y amigabilidad superficial, no poda sacudirse la sensacin de que haba
algo pasando por debajo de la superficie. "Cmo empezaste la organizacin, entonces
abruptamente te fuiste hace veinte aos."
"Y le contaste acerca de mi secuestro por el Jedi Oscuro bpfasshi?" pregunt Car'das,
su tono repentinamente raro. "Ah es adonde todo realmente comenz."

Karrde le arroj una mirada a Shada. "Lo mencion, s."

Car'das suspir, sin levantar la mirada a Eneds Nee cuando este ltimo puso una taza
humeante en sus manos. "Fue una experiencia terrible," dijo en voz baja, mirando
fijamente a la taza. "Posiblemente fue la primera vez en mi vida que me sent verdadera
y autnticamente aterrado. l estaba medio loco de rabia - quiz ms que medio loco -
con todo el poder de Darth Vader y nada de su autodominio. A un hombre de mi
tripulacin lo parti fsicamente en pedazos, literalmente arrancando pedazos de su
cuerpo. A los otros tres los domin mentalmente, retorciendo e inflamando a sus mentes
y convirtindolos en poco ms que extensiones vivientes de s mismo. A m-"

Tom un cuidadoso sorbo de su bebida. " A m, me dej principalmente ileso,"

continu. "Todava no estoy seguro de por qu, a menos que pensara que podra
necesitar de mi conocimiento de puertos y rutas espaciales para hacer su escape. O
quizs simplemente quera que quedara una mente intacta a bordo que pudiera
reconocer su poder y grandeza y estar apropiadamente asustada de ellos."

Sorbi de nuevo. "Nos dirigimos por las rutas espaciales, esquivando o evitando las
fuerzas que se agrupaban en su contra. Yo pens en plan tras plan para derrotarlo
mientras viajbamos, ninguno de los cuales nunca lleg ms all de la fase de
planificacin por la simple razn de que l se enteraba de cada uno de ellos casi antes
que yo. Tuve la sensacin de que mis lastimosos esfuerzos lo divertan mucho.

"Finalmente, por razones que todava no entiendo completamente, nos encaminamos a

un pequeo sistema apartado ni siquiera lo suficientemente importante para figurar en la
mayora de los mapas. Un planeta con nada ms que pantanos y bosques hmedos y
nieve fangosa.

"Un planeta llamado Dagobah."

Hubo un soplo de alguna especia extica al costado de Karrde, y alz la vista para ver a
Eneds Nee dndole su taza. La expresin alegre habitual en el hombrecito se haba
desvanecido, reemplazada por una seriedad profunda que Karrde nunca antes haba
visto en l.

"No s si el Jedi Oscuro esperaba estar solo all abajo," continu Car'das. "Pero si lo
haca, fue rpidamente defraudado. Apenas habamos salido de la nave cuando
descubrimos a una pequea criatura de aspecto cmico con grandes orejas puntiagudas
parada al borde del claro adonde habamos aterrizado.

"Era un Maestro Jedi llamado Yoda. No s si sa era su casa, o si acababa de llegar

especialmente para la ocasin. Lo que s es que definitivamente estaba esperndonos.

Un extrao escalofro atraves el delgado cuerpo de Car'das. "No intentar describir su

batalla," dijo en una voz baja. "Aun despus de cuarenta y cinco aos de pensar al
respecto, no estoy seguro de que pueda. Por casi un da y medio el pantano ardi con
fuegos y relmpagos y cosas que todava no entiendo. Al final el Jedi Oscuro estaba
muerto, desintegrndose en una gigantesca llamarada final de fuego azul."

Respir estremecindose. "Ninguno de mi tripulacin sobrevivi esa batalla. No que

hubiera quedado mucho de lo que haban sido de cualquier forma. Yo tampoco esperaba
sobrevivir. Pero para mi sorpresa, Yoda se ocup en volverme a la vida."

Karrde asinti. "He visto un poco de lo que Luke Skywalker puede hacer con trances
curativos," dijo. "Mejor que el bacta en algunos casos."

Car'das resopl. "En mi caso el bacta habra sido completamente intil," declar
rotundamente. "Como fue, le tom a Yoda realmente un buen tiempo devolverme la
salud. Todava no s cunto tiempo. Despus pude emparchar la nave lo suficiente para
hacerla capaz de volar al espacio e ir cojeando a casa.

"No fue hasta que regres con la organizacin que empec a comprender que, en alguna
parte de todo ese procedimiento, alguna parte de m haba sido cambiada.

Mir a Karrde. "Estoy seguro que lo recuerdas, Talon. Pareca que haba adquirido la
habilidad de conocer los pensamientos de mis oponentes - de adivinar sus estrategias y
planes, de saber cuando uno de ellos estaba planeando un movimiento en mi contra.
Habilidades que asum haba de algn modo absorbido de Yoda durante el proceso
curativo."

Alz la vista al techo, con un nuevo fuego en los ojos y la voz. "Y de repente, no haba
ningn lmite a lo que poda hacer. Ninguno. Empec a extender la organizacin,
tragndome a cualquier grupo que pareca potencialmente til y eliminando a todos los
que no. Victoria tras victoria tras victoria- a todas partes adonde iba conquistaba. Vi los
carteles delictivos de los hutts y plane cmo los derribara; prev la acumulacin de
poder alrededor del Senador Palpatine y consider dnde y cmo podra insertarme
mejor en el forcejeo que se avecinaba para mi propio beneficio. Literalmente no haba
nada que pudiera detenerme, y yo y el universo lo sabamos."

Abruptamente, el fuego se desvaneci. "Y entonces," dijo en voz baja, "sin advertencia,
todo de repente se derrumb." Tom un largo trago de su taza. "Qu pas?" pregunt
en el silencio Shada.

Karrde rob una mirada a ella, ligeramente sorprendido por la intensa concentracin de
su expresin. A pesar de toda su desconfianza profesada al propio Car'das, ella
claramente encontraba su historia atrapante.

"Mi salud se cay a pedazos," dijo Car'das. "En un periodo de slo unas semanas, toda
la juventud y el vigor que la curacin de Yoda haba infundido en mi cuerpo parecieron
evaporarse." Mir a Shada. "Muy simplemente, estaba murindome."

Karrde asinti, el ltimo misterio de ese mando a distancia yaciendo abandonado en el

pantano de Dagobah de repente encaj en su lugar. "Y as que regresaste a Yoda y le
pediste ayuda."
"Pedirle?" Car'das solt una risa corta de auto-desaprobacin. "No pedirle, Talon.
Demandarle."

Le agit la cabeza al recuerdo. "Debe haberse visto bastante absurdo, realmente. All
estaba yo, irguindome sobre l con un blster en una mano y mi mando a distancia en
la otra, amenazando con traer a mi nave y todo su imponente armamento contra esta
criatura bajita y marchita que se apoyaba en un bastn delante de m. Por supuesto, yo
haba creado por m mismo la ms grande organizacin contrabandista de todos los
tiempos, mientras que l no era nada ms que un pequeo simple Maestro Jedi." Agit
la cabeza de nuevo.

"Me sorprende que no te haya matado en el acto," dijo Shada.

"En el momento, casi dese que lo hubiera hecho," dijo tristemente Car'das. "Habra
sido mucho menos humillante. En cambio, simplemente me quit el mando a distancia y
el blster y los envi dando vueltas hacia el pantano, entonces me sostuvo suspendido a
unos centmetros sobre el suelo y me dej gritar y sacudirme todo lo que quiso mi
corazn.

"Y cuando finalmente me qued sin fuerzas y aliento me dijo que iba a morirme."

Eneds Nee camin a su lado, silenciosamente echando ms de la bebida especiada en

su taza. "Pens que la primera parte haba sido humillante," continu Car'das. "La parte
siguiente fue peor. Mientras yo me sentaba all jadeando sobre una roca, con el agua del
pantano rezumndose en mis botas, me cont en exquisitamente dolorosos detalles lo
mal que haba despilfarrado el regalo de vida que l me haba devuelto un cuarto de
siglo antes. Cmo mi bsqueda absolutamente egosta de poder y engrandecimiento
personal me haba dejado vaco de espritu y falto de propsito."

Mir a Karrde. "Para cuando termin, supe que nunca podra regresar. Que nunca,
jams, podra enfrentar a ninguno de ustedes de nuevo."

Karrde mir abajo a su taza, repentinamente consciente de que estaba agarrndola

fuerte. "Entonces no... quiero decir, no estabas..."

"Enfadado contigo?" Car'das le sonri. "Al contrario, viejo amigo: t fuiste el nico
punto brillante en todo el doloroso embrollo. Por primera vez desde que haba dejado
Dagobah, me encontr pensando acerca de toda la gente en mi organizacin. Gente que
ahora haba abandonado al desenfreno de la guerra de aniquilacin mutua cuando mis
tenientes, la mayora de ellos tan egostas como yo lo haba sido, luchaban por sus
porciones individuales del bruallki gordo que yo haba creado."

Agit la cabeza, sus viejos ojos casi brumosos. "No te odi por tomar el control, Talon.
Al contrario. Mantuviste unida la organizacin, tratando a mi gente con la dignidad y el
respeto que se merecan. La dignidad y el respeto que yo nunca me molest en darles.
Transformaste mi ambicin egosta en algo de lo que estar orgulloso... y por veinte aos
he querido agradecerte por eso."

Y para sorpresa de Karrde, se puso de pie y cruz el crculo. "Gracias," dijo

simplemente, ofrecindole la mano.
Karrde se puso de pie, con un peso terrible levantndose de sus hombros. "De nada,"
murmur, agarrndole la mano extendida. "Slo deseara haberlo sabido antes."

"Lo s," dijo Car'das, soltndolo y volviendo a su asiento. "Pero como te dije, en los
primeros aos estaba demasiado avergonzado para incluso enfrentarte. Y entonces ms
tarde, cuando tu Mara Jade y Lando Calrissian vinieron a husmear por aqu, asum que
pronto estaras presentndote t mismo."

"Deb haberlo hecho," concedi Karrde. "Pero no estaba precisamente ansioso de

hacerlo."

"Lo entiendo," dijo Car'das. "Fue tanto culpa ma como tuya." Agit una mano. "Sin
embargo, result que, tu llegada fue justo lo que necesitbamos para eliminar la
amenaza de Rei'Kas y sus piratas." Seal hacia el techo. "De hecho, esa es una de las
muchas cosas que he aprendido de los Aing-Tii. Aunque no todo est predeterminado,
todo est guiado de algn modo. Todava no lo entiendo completamente, pero estoy
trabajando en ello."

"Suena como algo que dira un Jedi," sugiri Karrde.

"Similar, pero no es lo mismo," convino Car'das. "Los Aing-Tii tienen una

interpretacin de la Fuerza; pero es una interpretacin diferente a la de los Jedi. O
quizs meramente se relacionan a un aspecto diferente de la Fuerza. No estoy muy
seguro de cul."

"Yoda no poda sanarme, ves. O ms bien, no tena el tiempo que la tarea requerira. Me
cont que necesitaba prepararse para lo que dijo que posiblemente era la instruccin
ms importante que haba tenido en los ltimos cientos de aos."

Karrde asinti, otro pedazo del enigma encajaba en su lugar. "Luke Skywalker."

"Fue l?" pregunt Car'das. "Siempre lo haba sospechado, pero nunca pude confirmar
de que realmente se entren en Dagobah. De todos modos, Yoda dijo que mi nica
oportunidad para posponer mi muerte era buscar a los monjes Aing-Tii de la Hendidura
de Kathol, quienes podran - podran - estar dispuestos a ayudarme."

Karrde hizo seas hacia l. "Obviamente, lo estuvieron."

"Oh, s, lo estuvieron," dijo Car'das, su boca se retorci irnicamente. "Pero a qu

precio."

Karrde frunci el ceo, un escalofro lo atraves. "Qu tipo de precio?"

Car'das sonri. "Nada menos que mi vida, Talon," dijo. "Mi vida, para pasarla
aprendiendo sus senderos de la Fuerza."

Alz una mano. "No me malinterpretes, por favor. No fue su demanda, sino mi eleccin.
Toda mi vida, ves, he saboreado los desafos - cuanto ms grandes mejor. Una vez que
haba probado el sabor de lo que haban descubierto aqu afuera..." Agit su mano
alrededor del cuarto. "Era el desafo ms grande que enfrent alguna vez. Cmo poda
dejarlo pasar?"

"Cre que necesitabas una cierta cantidad de aptitud innata para ser un Jedi," seal
Shada.

"Un Jedi, quizs." Asinti Car'das. "Pero como ya dije, los Aing-Tii tienen un punto de
vista diferente de la Fuerza. No en trminos de Jedi y Jedi Oscuro - as, de blanco y
negro - pero en un cierto modo me gusta pensar en algo como un arco iris lleno de
colores. Oh, djenme mostrarles. Quieres quitar tu bandeja, por favor, Eneds Nee?"

El hombrecito recogi la bandeja, dejando la mesa de pilar vaca, mientras Car'das

dejaba su taza en el suelo delante de l. "Ahora miren," dijo, frotndose las manos.
"Veamos si puedo hacer esto." Cuadr los hombros y mir fijamente a la mesa de
pilar...

Y abruptamente, con un ntido estallido de aire desplazado, apareci una pequea

botella cristalina.

Karrde se sacudi violentamente, su bebida se inclin por el costado de su taza y por

encima del borde hacia sus dedos. Nunca en ninguno de sus trabajos con Skywalker o
Mara haba visto algo as.

"Est bien," dijo apresuradamente Car'das. "Lo siento- No quera sobresaltarte."

"Creaste eso?" pregunt Shada, su voz sonaba aturdida.

"No, no, por supuesto que no," le asegur Car'das. "Meramente la traje aqu desde el
rea de cocina. Uno de los pequeos trucos que me ensearon los Aing-Tii. La idea es
ver el cuarto, y entonces visualizarlo con la botella ya aqu-"

Se interrumpi, recogiendo su taza y ponindose de pie. "Lo siento. Podra continuar

todo el da hablando acerca de los Aing-Tii y de la Fuerza; pero ambos de ustedes estn
cansados, y yo estoy descuidando mis deberes como anfitrin. Djenme mostrarles sus
cuartos y dejarlos para que se relajen por algn tiempo mientras yo me ocupo de la
comida."

"Eso es muy amable de tu parte," dijo Karrde, ponindose de pie y sacudindose las
gotas de bebida especiada de los dedos. "Pero me temo que tenemos que irnos. Si no
puedes proporcionarnos el Documento de Caamas, necesitamos volver al espacio de la
Nueva Repblica en seguida."

"Entiendo sus compromisos y obligaciones, Talon," dijo Car'das. "Pero ciertamente

pueden permitirse una noche slo para relajarse."

"Deseara que pudiramos," dijo Karrde, intentando no sonar demasiado impaciente.

"Realmente lo hago. Pero-"
"Adems, si te vas ahora, en realidad te tomar ms tiempo llegar a casa," agreg
Car'das. "He hablado con los Aing-Tii, y han estado de acuerdo en enviar una nave
maana para llevar al Salvaje Karrde a cualquier parte a la que t quieras ir."

"Y eso en qu nos ayuda?" pregunt Shada.

"Los ayuda porque sus motores estelares son considerablemente diferentes a los
nuestros," le cont Car'das. "Como puedes haber notado en la batalla. En lugar de usar
los viajes usuales por el hiperespacio, sus naves pueden hacer un salto instantneo a
cualquier punto que deseen ir."

Karrde mir a Shada. "T estabas en los monitores de situacin," dijo. "Fue eso lo que
estaban haciendo?"

Ella se encogi de hombros. "Es una explicacin tan buena como cualquiera," concedi.
"S que H'sishi revis los datos y tampoco pudo averiguar lo que haba pasado." Mir
sospechosamente a Car'das. "Entonces por qu no pueden hacer esto por nosotros
ahora?"

"Porque les dije que no necesitaran la nave hasta maana," dijo Car'das con una
sonrisa. "Vamos, complazcan el deseo de compaa de un anciano, no? Estoy seguro
de que tu tripulacin tambin podra aprovechar una buena noche de descanso, despus
de todo lo que han pasado en este viaje."

Karrde agit la cabeza derrotado. "Todava eres un maestro manipulador, no, Jorj?"

La sonrisa se ensanch. "Un hombre slo puede cambiar un poco," dijo congenialmente.
"Y mientras ellos se refrescan," agreg, pasando sus ojos a Trespe, "puedes venir a
ayudarme a cocinar mientras tenemos nuestra charla."

"Ciertamente, seor," dijo brillantemente Trespe. "Usted sabe, realmente me he vuelto

un buen chef durante mi servicio a la Princesa Leia y a su familia."

"Maravilloso," dijo Car'das. "Quizs puedas ensearme algo de tu especialidad

culinaria. Por qu no llamas a tu nave, Talon, y les dices que aterricen hasta la maana.
Y entonces yo les mostrar sus cuartos a ti y a la dama."

CAPTULO
32

Las lneas estelares colapsaron en estrellas; y mirando afuera por el ventanal del Halcn,
Leia inhal fuerte.

"Consejera?" pregunt Elegos, fruncindole el ceo desde el asiento del copiloto.

Leia seal al planeta Bothawui directamente adelante. Al planeta, y a la vasta armada

de naves de guerra que pululaban a su alrededor. "Es peor de lo que pens," dijo en voz
baja. "Mralos a todos."
"S," dijo suavemente Elegos. "Es irnico, no? Todas esas poderosas naves de guerra,
preparndose para luchar y matar y morir. Una carnicera extendida levantndose de su
profundo respeto hacia el Remanente Caamasi."

Leia lo mir al otro lado de la cabina del piloto. Haba una profunda tristeza en su cara
mientras l miraba fijamente las naves de afuera, una tristeza teida con una aceptacin
casi amarga de lo inevitable. "Has intentado hablar con ellos," le record. "T y los
otros Confiables. Me temo que no escucharn razones."

"La razn y la calma siempre son las primeras vctimas de tales confrontaciones."
Elegos hizo seas hacia las naves de guerra agrupadas. "Todo lo que queda es la sed de
venganza y la correccin de los males percibidos. No importa si esos males existen en
absoluto, o si el objeto de la venganza es responsable de ella."

Estir su cuello. "Dime, podemos ver el cometa desde aqu?"

"Cometa?" pregunt Leia, mirando abajo a su pantalla de mediano alcance. S, haba

un cometa all, debajo y a babor de ellos, bloqueado por el casco principal del Halcn.
Rodando la nave algunos grados, lo hizo aparecer a la vista.

"S - all est," dijo Elegos. "Es magnfico, no?"

S, convino Leia. No era tan grande como algunos cometas que haba visto, ni tena una
cola mucho mayor al promedio. Pero su proximidad al planeta ms que compensaba su
modesto tamao. Todava en su camino hacia el interior en su vuelta alrededor del sol,
aparentemente acababa de atravesar la rbita de Bothawui.

"Raramente veamos cometas desde Caamas," dijo Elegos, su voz sonaba distante.
"Haba muy pocos en nuestro sistema, y ninguno que viniera tan as de cerca a nuestro
mundo como estos lame-planetas. Hay, cuntos, veinte de ellos en este grupo?"

"Algo as," dijo Leia. "Recuerdo haber odo una vez que ramas enteras del folklore
bothano han crecido alrededor de ellos."

"La mayora identificndolos como presagios de eventos importantes o espantosos, sin

duda," dijo Elegos.

"Tener algo as pasando ardiente apenas a medio milln de kilmetros sobre tu cabeza
tendera a hacer que te preocupes," convino Leia. "Especialmente si pasan una o dos
veces al ao." Hizo una mueca. "Por supuesto, que como es la poltica bothana de
pualadas por la espalda, probablemente les costaba mucho a los eventos importantes y
espantosos mantenerse al ritmo de los cometas."

"Me lo imagino," dijo Elegos. "Siento lstima por ellos, Consejera. Realmente la siento.
A pesar de toda la fuerza y agilidad mental que dicen que sus tcnicas polticas le
proveen a su especie, los veo como un pueblo esencialmente infeliz. Toda su
perspectiva de la vida genera desconfianza; y sin confianza, no puede haber ninguna paz
genuina. Ni en la poltica, ni en la individualidad tranquila del corazn y el espritu."
"Creo que nunca lo haba pensado de esa forma antes," dijo Leia, rodando el Halcn de
vuelta a su posicin original y dejando al cometa de nuevo fuera de vista. "Intent tu
gente iluminarlos en todo eso?"

"Estoy seguro de que algunos de nosotros lo hicieron," dijo Elegos. "Pero no creo que el
resentimiento bothano hacia nosotros fuera la razn por la que sabotearon nuestros
escudos, si eso es lo que te estabas preguntando."

Leia sinti que su cara se ruborizaba. "Ests seguro de que no tienes sensibilidad a la
Fuerza?"

l sonri. "Ninguna en absoluto," le asegur. "Pero el Remanente Caamasi ha pensado

mucho y por mucho tiempo acerca de este enigma desde la destruccin de nuestro
mundo."

Le dio un encogimiento de hombros de cuerpo entero. "Mi propia creencia es que

mientras que los saboteadores probablemente fueron amenazados o chantajeados para su
accin por parte de Palpatine o sus agentes, hubo algo ms personal involucrado. Algn
secreto oscuro que tenan esos bothanos en particular y que teman que los caamasi
supieran y pudieran revelar algn da."

"Pero no sabes cul podra ser ese secreto?"

Elegos agit la cabeza. "No lo s. Otros en el Remanente podran haber averiguado ese
recuerdo, pero en ese caso probablemente no son conscientes de su importancia."

Leia frunci el ceo. "Averiguado el recuerdo?"

"Hay ciertas calidades nicas en los recuerdos caamasi," le cont. "Algn da, quizs, te
contar sobre ellas."

"Consejera?" Cort afilada la voz de Sakhisakh por el intercomunicador. "Problemas al

frente: a doce grados por cuatro."

Leia mir afuera en esa direccin. Un crucero de guerra ishori en el borde cercano del
enjambre de naves pareca estar acercndose hacia un par de esquifes sif'krie mucho
ms pequeos. "Parece que est intentando entrar en una rbita ms baja," dijo.

"Desafortunadamente, ese espacio en particular ya est ocupado," seal Elegos.

"S," convino Leia, frunciendo el ceo. Extrao; a pesar de la diferencia de tamao y

poder de fuego que no les daba esperanzas, los esquifes estaban no obstante
manteniendo su posicin...

Y de repente vio por qu. Aproximndose rpido por el lado lejano de los esquifes haba
un par de portaaviones de asedio diamalanos.

Elegos tambin los vio. "Creo," dijo, "que alguien ha decidido forzar el asunto."
Leia mir al resto de las naves reunidas. Otras estaban empezando a reaccionar a la
confrontacin inminente, empezando a salirse de sus lugares confinados de rbita o
abriendo las puertas de bahas de cazas o girndose para apuntar mejor al ms cercano
de la oposicin.

Ahora los esquifes sif'krie estaban empezando a vacilar, claramente no estaban ansiosos
de quedar en el centro de un tiroteo gigantesco. Los ishori, reconociendo su vacilacin,
incrementaron su velocidad hacia ellos; en respuesta, los dos diamalas tambin
aceleraron el paso, rompiendo formacin a una posicin de flanqueo/fuego cruzado.

"Van a atropellar a esos sif'kries," murmur Elegos. "O sino los diamalas abrirn fuego
contra los ishori para impedirlo. De cualquier modo, ambos lados dirn que el otro los
instig."

"Y de cualquier modo, empieza el tiroteo," dijo estrechamente Leia, pasando los dedos
por el sensor de datos. Naves de la Nueva Repblica - tena que haber alguna nave de la
Nueva Repblica en alguna parte all afuera. Si alguna de ellas estaba lo suficientemente
cerca para intervenir, o incluso para meterse entre los ishori y los diamalas...

Pero slo haba tres Corbetas Corelianas llevando Ids de la Nueva Repblica, todas del
lado lejano del montn de naves. No haba ninguna oportunidad en absoluto de que
pudieran llegar a tiempo a la confrontacin.

Lo que significaba que dependa de ella.

"Todos agrrense," llam hacia el intercomunicador. Sin esperar una respuesta de los
dos noghri, dirigi la nariz del Halcn hacia el crucero ishori y le dio toda la energa al
motor sublumnico.

Los motores rugieron a la vida, la aceleracin aplast momentneamente a Leia contra

su asiento antes de que los compensadores pudieran reaccionar. "Confo en que tienes
un plan," dijo serenamente Elegos por encima del ruido. "Ten presente que no es
probable que tu autoridad en el Alto Consejo sea suficiente para detenerlos."

"Ni siquiera iba a mencionar eso," dijo Leia, mirando a la pantalla de nav y deslizando
hacia atrs la palanca del timn slo un poco. El Halcn estaba ahora en un curso de
colisin hacia la popa del crucero ishori. "Toma el control," agreg, quitndose sus
correas y enganchndose su sable de luz mientras se levantaba de su asiento.
"Mantnnos en este curso."

"Entendido," regres la voz de Elegos distante mientras ella corra a toda velocidad por
el tnel y se deslizaba ms all de la escotilla de salida hacia la puerta del mamparo de
la baha de carga de popa. Se estir con la Fuerza al interruptor de control mientras se
aproximaba, haciendo que la puerta se abriera-

"Consejera?" Llam la ansiosa voz de Barkhimkh desde el lser quad superior.

"Qudate all," le respondi Leia mientras pasaba agachada a la baha de carga y

cruzaba al lado de estribor de la nave. A travs de una puerta ms, lleg por fin a la
rejilla de acceso que protega los conversores de energa de estribor y el estabilizador de
flujo inico.

Han iba a matarla, pero era su nica oportunidad. Encendiendo su sable de luz,
apretando los dientes, clav la hoja resplandeciente en uno de los conversores de
energa y la arrastr hasta el estabilizador.

Y busc un asidero cuando el Halcn corcove como un tauntaun aguijoneado. Se

sacudi de nuevo; y de repente el zumbido de los motores cambi a un gemido
ominoso.

Veinte segundos ms tarde haba regresado a la cabina del piloto. "Reporte?" pregunt
mientras volva a su asiento.

"Hemos perdido la maniobrabilidad de estribor," dijo Elegos. "Los motores parecen

estar intentando entrar en una inestabilidad de regeneracin." La mir. "Ciertamente
espero que esto sea parte de tu plan."

"Confa en m," le asegur Leia, intentando sentirse tan segura como sonaba cuando
encendi el comunicador. "Crucero Ishori, ste es el carguero Halcn Milenario.
Estamos en serios problemas y necesitamos ayuda."

No hubo ninguna respuesta. "Crucero Ishori?"

"ste es el Crucero de Guerra Ishori Predominancia," gru una voz ishori que sonaba
enfadada por el altavoz. "Identifquese."

"sta es la Alta Consejera de la Nueva Repblica Leia Organa Solo a bordo del
carguero Halcn Milenario," dijo Leia. "Hemos perdido control de maniobras y energa
en nuestros motores de estribor. Nuestro curso actual nos tiene pasando demasiado
cerca de su casco. Necesito que salgan inmediatamente de nuestro camino mientras
intentamos recobrar el control."

Hubo otra larga pausa. Leia mir la nave de guerra irguindose cada vez ms cerca,
incmodamente consciente de que si el comandante ishori lo escoga podra fcilmente
volver todo esto para su propio beneficio. Slo tena que usar su pedido como una
excusa para acelerar su motor hacia los esquifes sif'krie...

"Les pido que se den prisa," dijo Leia. Se le ocurri un pensamiento, y se extendi para
difuminar un poco el enfoque preciso de su comunicador. Solo lo suficiente para dejar
que algunas de las otras naves ms all del ishori escucharan la transmisin... "Mi
pasajero, el Confiable Elegos A'kla, est intentando efectuar reparaciones, pero me temo
que el equipo a bordo no est dentro de la especializacin tcnica caamasi normal."

Sin una palabra, Elegos se desabroch las correas y se puso de pie, desapareciendo a
travs de la puerta de la cabina del piloto. "Crucero Ishori Predominancia, todava me
copia?" Agreg Leia. "Repito-"

"No hay necesidad de repetir," gru de nuevo la voz. Leia sinti un enojo automtico
surgiendo en respuesta al tono, se forz a recordar que toda la emocin en la voz del
ishori significaba que estaba pensando seriamente. Volvi sus ojos de nuevo al crucero
y contuvo la respiracin...

Y abruptamente, el avance del ishori hacia los esquifes redujo su velocidad, su popa
rod en cambio fuera del camino del Halcn. "Estamos listos para ayudarlos a usted y al
Confiable A'kla," dijo entre dientes el ishori, su voz ya sonaba ms tranquila. El
pensamiento ya haba terminado, y era tiempo para la accin. "Baje sus escudos y
preprese para un impacto de aceleracin," continu. "Intentaremos fijar un rayo tractor
en ustedes para frenar su carrera."

"Gracias," dijo Leia, oprimiendo el botn de los escudos. No afectaban tanto a los rayos
tractores, pero no tena ningn sentido hacer una atrapada complicada a alta velocidad
ni un poco ms difcil de lo que ya era. "Una vez que estemos en su rayo, intentaremos
apagar todo y ver si podemos poner esto bajo control."

"Estaremos listos para proveer cualquier ayuda que usted y el Confiable A'kla
requieran," dijo el ishori. "Preprense..."

El Halcn corcove cuando el rayo tractor le dio, lo sacudi un momento, entonces se

fij firmemente. Estirndose a los controles del motor, Leia baj los interruptores de
apagado.

El gemido del motor baj por la escala y se desvaneci en el silencio. En el tablero de

control, los indicadores se pusieron rojos; a su alrededor, las luces parpadearon una vez
hasta que la energa de la batera se hizo cargo. "Detectamos un apagado exitoso,"
reportaron los ishori. "Si lo desea, los traeremos a bordo de nuestra nave para ayudarlos
en sus reparaciones."

Por un momento Leia estuvo tentada. Tener a un caamasi a bordo de una de las naves de
la especie ms parlanchina y alborotadora podra ayudar a continuar la paz aqu afuera.
Pero por otro lado, tambin podra malinterpretarse como la aprobacin tcita de Elegos
a la posicin anti-bothana de los ishori. "Gracias de nuevo," le dijo al aliengena. "Pero
tenemos una cita urgente con el Presidente Gavrisom que no podemos posponer.
Apreciaramos muchsimo, si pudieran escoltarnos hasta el grupo de naves de la Nueva
Repblica."

"Por supuesto," dijo el ishori con slo la ms ligera vacilacin. Los diamalas haban
alcanzado a los esquifes sif'krie, los cuatro de ellos ahora formados juntos y preparados
en desafo silencioso contra cualquier otra accin. La oportunidad se haba perdido, y
los ishori lo saban.

Igual que el resto de la armada. Todo a su alrededor, vio Leia, las otras naves estaban
empezando a regresar a su tensa y desvelada espera.

El punto de ignicin haba sido pasado con seguridad. O por lo menos, este punto de
ignicin.

Apag el comunicador. "Realmente ests recibiendo una paliza en este viaje, no,"
murmur, palmeando cariosamente el tablero de control del Halcn. "Lo siento."
La puerta detrs de ella se abri. "Veo que funcion," dijo Elegos, deslizndose de
nuevo al asiento del copiloto. "Tienes un fino y nico don de diplomacia, Consejera."

"Y a veces slo tengo suerte," dijo Leia.

Elegos alz las cejas. "Pens que los Jedi no crean en la suerte."

"Se me peg por estar tanto tiempo con Han y esta nave," dijo secamente Leia.
"Adnde fuiste, de cualquier forma? Atrs a mirar el estabilizador?"

El caamasi asinti. "No esperaba poder hacer nada, ciertamente no despus de que t
habas terminado con l. Pero t habas indicado que yo estaba intentando repararlo, y
quise que hubiera algo de verdad en lo que estabas diciendo."

"Verdad." Suspir Leia. "Eso es lo que necesitamos aqu, Elegos. Lo que necesitamos
desesperadamente. La verdad."

"El Capitn Solo traer esa verdad aqu en menos de un da," le record en voz baja
Elegos. "Todo lo que t y el Presidente Gavrisom tienen que hacer es mantener las
cosas unidas por ese tiempo."

Leia se estir con la Fuerza, intentando captar una percepcin del futuro. "No, no lo
creo," dijo lentamente. "Algo me dice que no va a ser tan fcil. Ni cerca de tan fcil."

***

Navett y Klif haban cortado a travs del piso del substano de almacenamiento del caf
de Ho'Din en su primera noche de trabajo, un trabajo de diez minutos con la cortadora
de fusin que Pensin haba escamoteado de alguna parte. Pero despus de eso el trabajo
se haba vuelto algo ms largo, ms duro, y considerablemente ms tedioso.

"Cuatro das ms de esto, huh?" gru Klif, sacando con esfuerzo otra palada de la
nociva tierra de Bothawui del agujero profundo hasta su pecho hacia la lona grande
extendida para atraparla.

"Bueno, si realmente ponemos nuestras espaldas en ello, quiz slo tomar tres," seal
Navett, acomodando a su vez la tierra de la lona y echndola en su recipiente de
desintegracin de fusin Valkrex. Simpatizaba con la frustracin de Klif, pero no haba
mucho que ninguno de ellos pudiera hacer al respecto. Las vibraciones de su excavacin
eran lo suficientemente dudosas; pero si intentaban operar equipo pesado dentro del
rango de los sensores del conducto de energa, haran que Seguridad Bothana cayera
sobre ellos en tiempo rcord.

"Muchas gracias," dijo secamente Klif, descargando otra palada. "Sabes, no me molesta
morir para el Imperio, pero a Vader con estos preliminares."

"Cuida tus palabras," le advirti Navett, mirando arriba a la puerta encima de la

escalera. Se supona que Pensin estaba manteniendo un ojo en la puerta que iba al
substano, pero todava haba un manojo de otro personal y los guardias nocturnos
arriba en el caf, y una palabra equivocada que se alcanzara a or por alguno de ellos
podra estropearlo todo. Ech la palada siguiente-

Hubo un sonido raspando la puerta. Navett baj silenciosamente la pala hacia la tela,
dejndose caer a una rodilla y sacando su blster en un solo movimiento fluido. Apunt
el arma hacia la puerta, entonces lo levant al suave golpe dos-uno-dos. La puerta se
abri y la cabeza de Horvic se asom girando la esquina. "Guarda todo," sise. "Los
guardias nocturnos piensan que han descubierto a un intruso, y podran bajar aqu a
buscar."

Klif ya estaba fuera del agujero, manipulando el cuadrado del piso de duracreto que
haban cortado de vuelta a su lugar. "Pudieron ver algo?" pregunt Navett, enfundando
su blster y dndole una mano a Klif.

"No lo s," dijo gravemente Horvic. "Pero personalmente, mi dinero est en esa vieja
tuya. Descubr a alguien con tu descripcin de ella sentada en un reservado de la
esquina cuando Pensin y yo entramos en servicio."

"Terrfico," gru por lo bajo Navett, dejando que Klif enmascarase los bordes de su
puerta-trampa mientras apagaba el desintegrador y lo llevaba de vuelta a su escondite
detrs de una pila de cajas de vodokrene. "Bueno, no te quedes ah parado - ve y
aydalos a encontrarla."

"Correcto," dijo Horvic. "Qu hay de ti?"

"Nos iremos afuera," dijo. "Quiz podamos sealarla a su salida."

"Feliz cacera," dijo Horvic, y desapareci.

Les tom treinta segundos plegar la lona y esconderla, y otro minuto abrirse camino
silenciosamente a travs del stano principal hasta la puerta trasera abierta con un
artilugio. Las calles en esta parte de Drev'starn estaban principalmente desiertas a esta
hora, los paneles de luz en altos soportes reducidos a un resplandor bastante bajo.
"Estar por aqu," Navett le murmur a Klif. "T da la vuelta alrededor del frente. No
dejes que nadie te vea."

"No te preocupes." Movindose como una sombra, Klif se alej por la calleja lateral y
desapareci a la vuelta de la esquina del edificio. Mirando en ambas direcciones, Navett
cruz a un recipiente de basura a unos metros. Hundindose en su sombra, balance su
blster sobre una rodilla y esper.

Y esper. Ocasionalmente vio figuras pasando rpido delante de las ventanas

iluminadas del caf, y varias veces los ho'din o alguno de sus guardias nocturnos
asomaban la cabeza por la puerta trasera, volvan a verificar la cerradura, y volvieron a
entrar. Pero nadie sali y se qued afuera. Ni la mujer ni nadie ms.

Pas una hora antes de que la conmocin pareciera finalmente calmarse ah dentro.
Navett esper otros treinta minutos, irritablemente contando el nmero de paladas
detrs del cronograma que esto les estaba costando, antes de finalmente sacar su
comunicador. "Klif?"
"Nada," regres la voz de Klif. l tambin sonaba irritado. "Parece que se han rendido."

"Debe haber sido una falsa alarma," dijo Navett. "Da la vuelta y volveremos al trabajo."

Unos minutos ms tarde estaban de vuelta en el substano. Klif recuper la lona

mientras Navett daba la vuelta alrededor de las cajas apiladas de vodokrene en busca del
desintegrador.

Y se par all. Apoyado encima del desintegrador haba un comunicador. "Klif?" llam
suavemente. "Ven aqu."

Un momento ms tarde el otro estaba a su lado. "No puedo creerlo," dijo, sonando
aturdido. "Cmo llamas hizo esto?"

"Por qu no le preguntamos," dijo Navett, recogiendo cuidadosamente el comunicador.

Era del tipo de enlace-binario, not, de la clase tpicamente llevado en naves estelares
pequeas y slo conectado a otro comunicador especfico. Le dio una rpida evaluacin
en busca de trampas caza-bobos, entonces lo encendi. "Eres muy inventiva," dijo. "Te
concedo eso."

"Oh, gracias," regres rpidamente la voz de la vieja. "Eso es muy halagador.

Particularmente viniendo de un equipo Imperial de trucos sucios."

Navett mir a Klif. "Sabes, sa es la segunda vez que nos has acusado de ser
Imperiales," le record. "Slo ests adivinando, por supuesto."

"Oh, difcilmente," dijo con desdn. "Quin ms estara intentando bajar los escudos
planetarios de los bothanos?"

"Todava slo ests adivinando," dijo Navett, forzando sus odos en busca de alguna
seal de sonidos delatores en el fondo y deseando viciosamente tener el equipo que le
permitira rastrear la transmisin. "Si estuvieras segura, habras llamado a Seguridad
Bothana en lugar de seguir acechando as por ti misma."

"Quin dice que no los he llamado?" dijo. "O quiz me gusta acechar. Podra ser que
sola hacer esta clase de cosa todo el tiempo contra los hutts y otros limos. Quiz estoy
buscando un nuevo desafo."

"O quiz ests buscando una muerte prematura y violenta," contrapuso Navett. "De
cualquier forma, cmo nos encontraste?"

"Oh, vamos," los reprendi. "No piensan realmente que su cobertura es tan buena, no?
Mis compaeros de la Nueva Rep y yo los detectamos la primera vez. As que, de
cualquier forma qu fue todo ese asunto con esos gorgojos del metal en el generador de
escudos?"

Navett esboz una estrecha sonrisa. "Pescando ahora, no? Por favor."
"Nunca se sabe," dijo. "A propsito el que sea de ustedes que us ese artilugio en la
cerradura de la puerta trasera necesita hacer un trabajo mejor la prxima vez - era tan
obvio que tambin podran haber colgado una seal. Aunque result prctico."

"Me imagino que s," dijo Navett. "Todava ests en el edificio, no?"

"Ahora quin est pescando?" contrapuso ella. "En realidad, no, sal hace algn
tiempo- hay un espacio angosto debajo del techo que lleva a una claraboya conveniente.
se fue uno gratis."

"Gracias," dijo Navett entre dientes apretados. De cualquier forma, con quin pensaba
este pequeo limo del bajo mundo que estaba hablando? "Aqu tienes un consejo
gratuito a cambio. Vuelve a tu nave y vete de Bothawui. Si no lo haces, vas a morir en
esta bola de tierra. Te lo garantizo personalmente."

"Con todo el debido respeto, Teniente - o era Mayor? Coronel? Oh, bueno, con la
confusin que hay en el Imperio en estos das supongo que el rango no importa
realmente. Con todo el debido respeto, Imperial, he sido amenazada por gente mucho
ms impresionante que t. En cualquier momento que quieras salir y hacer un cara-a-
cara, estoy lista.

"Oh, claro que haremos un cara-a-cara," prometi Navett, reprimiendo su enfado. El

enfado, y el pensamiento entorpecido que lo acompaaba, era exactamente lo que ella
estaba buscando. "No te preocupes por eso. Pero cuando lo hagamos, ser en un tiempo
y lugar de mi eleccin, no tuyo."

"Lo que quieras," dijo. "Sera mejor de noche - as pueden aprovechar todas las ventajas
de ese Xerrol Nightstinger suyo. No lo tiraron despus de ese alboroto de hace unas
semanas, no? En el que inculparon a Solo de dispararle a la muchedumbre?"

Navett mir al comunicador. Aparte de ser un dolor general todo alrededor de su cuello,
esta mujer estaba demasiado bien informada. Para quin espacios trabajaba, de
cualquier forma? "Ests pescando de nuevo," dijo.

"No realmente," dijo groseramente. "Simplemente sumando dos y dos."

"A veces ese tipo de matemtica no funciona de la forma en que crees que lo hace," le
advirti Navett. "Y a veces si quien hace las cuentas se queda adonde no es bienvenida,
no vive para terminar sus sumas."

Ella cloque. "Ests empezando a repetirte, Imperial. Si fuera t, intentara pensar en

algunas amenazas frescas. Sin embargo, ya se ha pasado mucho mi hora de acostarme y
s que tienen trabajo que hacer, as que los dejar ir. A menos que quieran buscar su
Xerrol y salir a jugar, eso es. Esperar."

"Gracias," dijo Navett. "Paso por ahora."

"Depende completamente de ustedes," dijo ella. "Qudense con el comlink- tengo

suficientes reemplazos. Buenas noches, y feliz excavacin."
La transmisin se cort con un clic. "Y sueos inquietos y desagradables para ti
tambin," murmur Navett, arrojando el comunicador al desintegrador.

Mir de nuevo a Klif. "Esto," dijo oscuramente, "es exactamente lo que necesitbamos."

"Oh, exactamente," buf Klif. "Entonces qu vamos a hacer sobre ella?"

"Por ahora, nada," dijo Navett, recogiendo el desintegrador y llevndolo hasta la lona.
"A pesar de toda su pesca y sus acusaciones, realmente no sabe nada."

"Como llamas que no," replic Klif. "Sabe que estamos excavando sobre uno de los
conductos de energa del edificio del escudo. Qu ms necesita?"

"Exactamente mi punto," dijo Navett. "Ella ha descubierto nuestra excavacin, pero no

ha llamado a Seguridad contra nosotros." Se acuclill y desliz la hoja de su pala bajo el
borde de su puerta-trampa. "Por qu no?"

"Cmo voy a saberlo?" refunfu Klif, poniendo su pala en su lugar al otro lado.
"Quiz cree que ganar una recompensa si puede entregar todo en un bonito paquete."

"Puede ser," dijo Navett, levantando cuidadosamente. El bloque subi, y puso los dedos
debajo del borde. "Yo creo que es ms probable que ella tenga algn problema propio
con los bothanos lo que significa que no puede ir a ellos con ninguna acusacin."

"Eso no le impedira hacer una llamada annima," gru Klif mientras quitaban la
puerta-trampa del agujero. "Con el humor en el que estn all afuera, probablemente
estn saltando a cada ramita quebrada."

"No," dijo Navett, mirando al agujero. "No, ella no es del tipo de las llamadas
annimas. Creo que por cualquier razn que sea, ella ha decidido tomarse todo esto
personalmente. Orgullo profesional, quizs- No lo s. El punto es que ha convertido
esto en un duelo privado entre ella y nosotros."

Klif gru. "Bastante estpido."

"Estpido para ella," convino Navett. "til para nosotros."

"Quiz," dijo Klif. "Entonces qu hacemos ahora?"

"Volvemos al trabajo," dijo Navett, saltando al agujero. "Y cuando terminemos,"

agreg, clavando su pala en la tierra compacta a sus pies, "Ir a buscar el Xerrol. Quiz
maana por la noche le aceptemos su invitacin de salir a jugar."

***

Gavrisom alz la vista del datapad de Leia, las puntas prensiles de su ala golpeteaban
inquietas el escritorio a su lado. "Y de verdad crees que es sincero en esto?" dijo.

"Muy sincero," dijo Leia, sintiendo que un ceo le arrugaba la frente. Ella haba
esperado una reaccin considerablemente ms positiva a la propuesta de paz de
Pellaeon. "Y examin las credenciales que trajo de los Moffs Imperiales. Todo estaba en
orden."

"O as pareca," dijo Gavrisom, agitando la melena. "As pareca."

Volvi a mirar abajo al datapad, toc el control para retroceder. Leia lo mir, intentando
entender este extrao e inesperado conflicto emocional que poda sentir en l. Un final a
la larga guerra poda estar finalmente al alcance de la mano. Seguramente stas eran
noticias por lo menos para un cauto entusiasmo.

Entonces por qu l no estaba cautamente entusiasmado?

Gavrisom la mir de nuevo. "Aqu no hay ninguna mencin a Thrawn en ninguna

parte," seal. "Le preguntaste a Pellaeon acerca de eso?"

"Lo discutimos brevemente," dijo Leia. "Para ese momento l no haba recibido ninguna
comunicacin de Bastin que dijera que Thrawn haba asumido el comando supremo.
Ni haba recibido ninguna indicacin de que los Moffs hubieran rescindido su
autorizacin para empezar las charlas de paz."

"Ninguna de esas cosas significa nada en absoluto," dijo Gavrisom, su tono atpica y
repentinamente spero. "Con Thrawn en la escena, oficialmente o no, esto no significa
absolutamente nada." Palmote el datapad con la punta del ala.

"Entiendo tus preocupaciones," dijo Leia, escogiendo cuidadosamente sus palabras.

"Pero si no es un truco, sta podra ser nuestra oportunidad para finalmente acabar con
esta larga guerra-"

"Es ciertamente un truco, Consejera," dijo Gavrisom. "Es lo nico de lo que podemos
estar seguros. La nica pregunta es qu exactamente espera ganar de l Thrawn."

Leia se reclin en su asiento. La llamarada de emocin justo entonces... "No quieres que
la oferta de Pellaeon sea genuina, no?" pregunt. "Quieres que sea un truco."

Gavrisom apart los ojos de ella, resoplando un suave suspiro relinchante. "Mira a
nuestro alrededor, Leia," dijo en voz baja, girando la cabeza para mirar afuera por el
ventanal del camarote. "Mralos. Casi doscientas naves de guerra, docenas de pueblos,
todos listos para empezar una guerra civil por sus propios conceptos individuales acerca
de lo que constituye la justicia por Caamas. La Nueva Repblica est a punto de
destruirse a s misma... y no hay nada que yo pueda hacer para impedirlo."

"Han tiene una copia del Documento de Caamas," le record Leia. "La tendr aqu
maana. Eso debera desactivar mucha de la tensin."

"Estoy seguro de que lo har," convino Gavrisom. "Pero a estas alturas no estoy
dispuesto a confiar en que ni siquiera eso vaya a detenerlos. T y yo sabemos que para
muchos de los combatientes potenciales Caamas se ha vuelto meramente una excusa
conveniente para reiniciar viejas guerras con viejos enemigos."
"Comprendo eso," dijo Leia. "Pero una vez que se les quite esa excusa, tendrn que
ceder."

"O crear una excusa diferente," contrapuso amargamente Gavrisom. "El hecho es, Leia,
que la Nueva Repblica est en peligro de fragmentarse, de ser despedazada por nuestra
propia vasta diversidad. Necesitamos tiempo para contrarrestar esas fuerzas; tiempo
para hablar, tiempo para planear, tiempo para intentar construir alguna clase de unidad
con todos estos pueblos diferentes."

Agit un ala hacia el ventanal. "Pero ya no tenemos ese tiempo- esta crisis nos lo ha
arrebatado. Necesitamos recuperarlo."

"El Documento de Caamas har eso," insisti Leia. "Estoy segura de que lo har."

"Quizs," dijo Gavrisom. "Pero como Presidente, no puedo darme el lujo de poner todas
mis esperanzas en eso. Debo prepararme para invocar cada propsito en comn que
pueda encontrar para la Nueva Repblica. Cada propsito en comn, cada meta en
comn, cada carcter cultural en comn."

Toc el datapad, suavemente esta vez. "Y, si es necesario, cada enemigo en comn."

"Pero ellos ya no son un enemigo real," dijo Leia, esforzndose por mantener la voz
calma. "Son demasiado pequeos y dbiles para ser cualquier tipo de amenaza."

"Quizs," dijo Gavrisom. "Pero con tal de que estn all afuera, tenemos a alguien
contra quien unirnos." Titube. "O incluso contra quien luchar, si es necesario."

"No hablas en serio," dijo Leia, mirndolo fijamente. "Provocar una accin contra el
Imperio a estas alturas no sera nada menos que una matanza."

"Ya lo s." Agit la cabeza. "No me gusta esto nada ms que a ti, Leia. De hecho,
admito estar avergonzado de usar al pueblo del Imperio de esta forma. Pero no es de
ninguna importancia si mi nombre y recuerdo son denunciados por la historia. Mi
trabajo es mantener unida a la Nueva Repblica, y har cualquier cosa que sea necesaria
para lograrlo."

"Quizs yo tengo ms fe en nuestro pueblo que t," dijo Leia en voz baja.

"Quizs la tengas," dijo Gavrisom con una inclinacin. "Sinceramente espero que tengas
razn."

Por un momento se quedaron sentados juntos en silencio. "Presumo que no hars

pblicas las noticias de la oferta de Pellaeon," dijo Leia por fin. "Sin embargo, con tu
permiso, me gustara empezar a armar una lista de delegados para una completa
conferencia de paz. Si y cuando decidas proceder con esto."

Gavrisom titube, entonces asinti. "Admiro tu confianza, Consejera," dijo. "Slo

deseara que pudiera compartirla. S, por favor prepara tu lista."

"Gracias."
Ella se levant de su silla y recogi su datapad. "Te tendr la lista preparada para
maana." Se encamin hacia la puerta del camarote-

"Tienes, por supuesto, otra opcin a tu disposicin," llam Gavrisom desde atrs de ella.
"Ests meramente de licencia de la Presidencia. Asumiendo que el Senado confirme la
decisin, podras reasumir esa oficina ahora mismo."

"Ya lo s," dijo Leia. "Pero ste no es el momento para eso. Tu voz es la que ha estado
hablando por Coruscant desde que el Documento de Caamas sali a la luz por primera
vez. No sera bueno que esa voz cambiara de repente."

"Quizs," dijo Gavrisom. "Pero hay muchos en la Nueva Repblica que creen que los
calibops somos habilidosos en las palabras y en nada ms. Quizs el tiempo de las
palabras ha terminado, y ha llegado el tiempo para la accin."

Leia se estir brevemente a la Fuerza. "El tiempo para la accin puede de hecho haber
llegado," convino ella. "Pero eso no significa que el tiempo de las palabras haya
terminado. Siempre sern necesarias ambas."

Gavrisom relinch suavemente. "Entonces yo continuar con las palabras," dijo. "Y te
confiar a ti las acciones. Que la Fuerza nos acompae a ambos."

"Que la Fuerza nos acompae a todos," dijo Leia en voz baja. "Buenas noches,
Presidente Gavrisom."

CAPTULO
33

Esper hasta una hora despus de que los sonidos de fondo de la casa se hubieran
callado. Entonces, levantndose de la cama, Shada dej su cuarto en el vasto complejo
subterrneo que era la casa de Jorj Car'das y se desliz por el vestbulo oscurecido.

La puerta de la biblioteca estaba cerrada, y el truco Aing-Tii de agitar la mano que haba
usado Car'das para entrar obviamente no iba a funcionar para ella. Sin embargo, antes
de darles las buenas noches les haba mostrado a ella y a Karrde el mtodo ms
convencional para abrir las puertas de sus cuartos, y estaba contando con que la
biblioteca estuviera equipada del mismo modo. Buscando con sus dedos en las piedras
que delineaban la puerta, encontr la que estaba ligeramente ms fra y apret su palma
contra ella.

Por quizs veinte segundos no pas nada. Shada mantuvo su presin en la piedra, alerta
por seales de actividad en el rea y preguntndose de nuevo acerca de este ridculo
procedimiento. Basada en la historia de vida que les haba contado, no podra ver al Jorj
Car'das que haba llegado por primera vez aqu a Exocron como un hombre demasiado
paciente, ciertamente no del tipo que instalara en su casa puertas a las que les tomara
medio minuto en abrirse. Ella slo poda asumir que su pensamiento en ese momento
haba sido que los intrusos con intenciones de robo o violencia seran igualmente
impacientes.
Claro que, por supuesto, con sus trucos Aing-Tii, nada de esto importaba. Por lo menos
no para l.

Debajo de su mano, la piedra gatillo emiti un suave sonido sordo. Shada la sostuvo; y
unos segundos ms tarde la puerta finalmente se abri deslizndose ponderosamente.

Haba esperado que la biblioteca estuviera tan oscura como el resto de la casa, con slo
un manojo de paneles de luz oscurecidos para mostrar el camino. Pero para su sorpresa
intranquila, el cuarto estaba iluminado mucho ms que eso. No tan brillante como lo
haba estado cuando Car'das se lo mostr ms temprano, pero ms brillante que lo que
cualquier cuarto deshabitado debera estar. Se desliz adentro, agachndose a la
izquierda al pasar la puerta; y cuando lo hizo, vislumbr una sombra en movimiento en
el crculo central cerca del escritorio de la computadora.

Car'das? Reprimi una maldicin entre dientes. Karrde ya haba programado una
partida temprano por la maana para la cita del Salvaje Karrde con la nave Aing-Tii.
sta era su singular y nica oportunidad para conseguir la datacard que necesitaba
encontrar.

Y entonces, flotando desde el escritorio de la computadora, oy una voz ahogada pero

muy familiar: distintiva, un poco remilgada, y bastante mecnica. Silenciosamente, se
separ de la pared y se encamin por uno de los angostos pasillos entre los gabinetes de
datos y se dirigi hacia el centro.

Para encontrar que sus odos de hecho no haban estado jugndole trucos. "Hola, Ama
Shada," dijo brillantemente Trespe, enderezndose de su postura inclinada encima del
escritorio de la computadora. "Pens que usted y los otros se haban retirado a dormir."

"Pens que t tambin lo habas hecho," dijo Shada, mirando al gabinete de datos ms
cercano cuando camin hasta l. Cada estante estaba completamente lleno de pilas de
datacards; cada pila de datacards era de ocho o diez de profundidad. Una increble
coleccin de conocimiento. "O cualquier cosa que hagan los droides por la noche."

"Oh, usualmente me apago por algn tiempo," le cont Trespe. "Pero el Amo Car'das,
durante mi charla de ms temprano con l, me sugiri que podra desear tener una charla
con su computadora principal. No es que la computadora a bordo del Salvaje Karrde no
sea una compaa decente, por supuesto," agreg apresuradamente. "Pero debo admitir a
veces que extrao a Erreds y a otros de mi propio tipo."

"Lo entiendo," le asegur Shada, con un nudo formndose en su garganta. "Puede ser
muy solitario estar en alguna parte adonde ests fuera de lugar."

"En serio," dijo interesadamente Trespe. "Supongo que siempre haba asumido que los
seres humanos eran adaptables a casi cualquier lugar y circunstancia."

"Ser adaptable a algo no necesariamente significa que te guste," seal Shada. "De
muchas formas yo estoy tan fuera de lugar a bordo del Salvaje Karrde como t."
El droide inclin la cabeza. "Lo siento tanto, Ama Shada," dijo, sonando dolido. "No
tena ninguna idea de que se senta de esa forma. Hay algo que pueda hacer para
ayudar?"

"Quiz ayudarme a volver a donde pertenezco." Shada hizo seas hacia el escritorio de
la computadora. "Has llegado a conocer a la computadora lo suficientemente bien
como para poder hacer una bsqueda en la biblioteca de Car'das?"

"Ciertamente," dijo Trespe, con voz repentinamente cauta. "Pero ste es el equipo del
Amo Car'das. No estoy seguro de si debera-"

"Estar bien," lo tranquiliz Shada "No voy a robar nada. Todo lo que quiero es una
pequea pieza de informacin."

"Supongo que eso estar bien," dijo Trespe, todava sonando incierto. "Despus de
todo, somos sus invitados, y los invitados a menudo tienen unos derechos tcitos sobre
la casa-"

Se detuvo cuando Shada alz una mano. "Puedes hacer la bsqueda?" pregunt de
nuevo.

"S, Ama Shada," contest con una voz un poco dominada. "Qu desea buscar?"

Shada respir profundo-

"Emberlene," vino una voz baja desde detrs de l. "El planeta Emberlene."

"Oh, cielos!" jade Trespe. Shada se dio la vuelta, acuclillndose ligeramente, su

mano se meti debajo de su tnica hasta la empuadura de su blster-

"Perdn," dijo Car'das, saliendo a la vista alrededor del crculo interno de gabinetes de
datos. "No quise sobresaltarlos de esa forma."

"Ciertamente espero que no," dijo Shada, todava asiendo su blster, con los msculos y
reflejos preparados para el combate. Si Car'das no aprobaba su presencia aqu... "No te
o entrar."

"Se supona que no deban orme," dijo, sonriendo. "No ests planeando usar ese
blster, no?"

Hasta ah lleg la sutileza Mistryl. "No, por supuesto que no," dijo, retirando su mano
vaca. "Slo estaba-"

Se interrumpi, frunciendo el ceo, cuando las palabras que l haba dicho hace un
momento de repente penetraron su mente consciente. "Qu dijiste cuando llegaste?"

"Le cont a Trespe que queras hacer una bsqueda acerca de el planeta Emberlene,"
dijo Car'das, mirndola firmemente. "Eso es lo que ibas a buscar, no, mi joven guardia
de la sombras Mistryl?"
Su primer impulso fue negarlo. Pero mirando en esa mirada tranquila, supo que sera un
esfuerzo perdido. "Por cunto tiempo lo has sabido?" pregunt en cambio.

"Oh, no por tanto tiempo," dijo, agitndose una mano en un extrao gesto de auto-
desaprobacin. "Lo sospechaba, por supuesto, pero no lo supe realmente hasta que
derrotaste a esos cuatro motociclistas afuera del lugar de Bombaasa."

Shada hizo una mueca. "As que Karrde tena razn," dijo. "Pens que darle a
Bombaasa su nombre eventualmente te alcanzara."

Car'das agit la cabeza. "Me malinterpretas. Bombaasa no trabaja para m, ni yo para l.

De hecho, aparte de Eneds Nee y algn otro personal de mi casa, nadie en absoluto
realmente trabaja para m."

"Correcto - ests retirado," gru Shada. "Lo olvid."

"O sino, no lo crees realmente," contrapuso Car'das. "Cuntame, qu es lo que quieres

para Emberlene?"

"Lo que todos los dems quieren," respondi el fuego. "Por lo menos lo que quieren
para los mundos grandes e importantes como Caamas. Quiero justicia para mi pueblo."

Car'das agit la cabeza. "Tu pueblo no quiere justicia, Shada," dijo, con una tristeza
infinita en la voz. "Nunca la quiso."

"De qu ests hablando?" demand Shada, sintiendo que su cara se calentaba. "Cmo
te atreves a juzgarnos? Cmo te atreves a juzgar a cualquiera? Sentado aqu afuera
todo alto y poderoso, nunca dignndote a ensuciarte tus propias manos, mientras todos
los dems luchan y sangran y mueren?"

Se interrumpi, su furia creciente contra la actitud de l batallando contra el miedo

profundamente inculcado a perder el control. "No sabes cmo es en Emberlene," dijo
entre dientes. "Nunca has visto el sufrimiento y el hambre. No tienes ningn derecho a
decir que nos hemos rendido."

Las cejas de Car'das se alzaron. "Nunca dije que se hubieran rendido," la corrigi
suavemente. "Lo que dije era que no queran justicia."

"Entonces qu queremos?" gru Shada. "Caridad? Lstima?"

"No." Car'das agit la cabeza. "Venganza."

Shada sinti que sus ojos se estrechaban. "De qu ests hablando?"

"Sabes por qu muri Emberlene, Shada?" pregunt Car'das. "No cmo muri -no la
tormenta de fuego y el gigantesco ataque areo y espacial que finalmente lo aplast-
pero por qu?"

Ella lo mir fijamente, una oscura inquietud empezando a arremolinarse en la llama de

su enojo y frustracin. Haba algo detrs de esos ojos que no le gustaba en absoluto
como se vea. "Alguien tema a nuestro poder y prestigio crecientes y decidi hacer un
ejemplo de nosotros," dijo cuidadosamente. "Algunos piensan que esa persona era el
mismo Palpatine, razn por la cual nunca hemos trabajado para su Imperio."

Sus cejas se alzaron de nuevo. "Nunca?"

Shada tuvo que apartar la vista de esa mirada. "Tenamos millones de refugiados que
alimentar y vestir," dijo, su voz sonaba huecamente defensiva a sus odos. "S, a veces
trabajamos incluso para el Imperio."

Por un momento el cuarto estuvo lleno de un tenso silencio. "Los principios muy a
menudo son as, no?" dijo por fin Car'das. "Tan resbaladizos. Tan difciles de cumplir."

Shada lo volvi a mirar, intentando pensar una rplica apropiadamente mordaz. Pero
nada le vino a la mente. En el caso de Emberlene - en el caso de las Mistryl - su
tranquilo cinismo era demasiado cierto.

"De todos modos, ese principio en particular no tena ningn fundamento real,"
continu Car'das. "Resulta, que Palpatine no tuvo nada que ver con la destruccin de
Emberlene."

La pas y dio la vuelta alrededor del gabinete de datos detrs de Trespe. "Aqu tengo la
verdadera historia de tu mundo," dijo, haciendo seas hacia la fila superior de datacards.
"Reun toda la informacin una vez que supe que ibas a venir aqu con Karrde. Te
gustara verla?"

Automticamente, Shada camin hacia l... titube. "Qu quieres decir con
verdadera?" pregunt. "Qu quiere decir cualquiera con verdadera? Ambos sabemos
que la historia la escriben los vencedores."

"La historia tambin la escriben los espectadores," dijo Car'das, su mano todava alzada
al lado de las datacards. "Los caamasi, y los alderaanianos, y los Jedi. Gente que no
tuvo ninguna parte o inters en lo que pas. Los acusaras a todos de mentir?"

Shada trag saliva, el miedo y una horrible sensacin de inevitabilidad se retorcan en

su garganta. "Y qu dicen todas estas partes desinteresadas?" pregunt.

Lentamente, Car'das baj la mano. "Dicen que tres aos antes de su destruccin," dijo
suavemente, "los gobernantes de Emberlene desataron una oleada de conquistas. Que en
los primeros dos y medio de esos aos destruyeron y conquistaron y pillaron a cada uno
de la docena de otros mundos a su alcance."

"No," Shada se oy murmurar. "No. Eso no puede ser verdad. Nosotros no habramos...
no hubiramos podido hacer algo as."

"A los ciudadanos promedio no les contaron la verdadera historia, por supuesto," dijo
Car'das. "Aunque me imagino que la mayora podra haber ledo entre lneas si de
verdad queran saber lo que sus lderes estaban haciendo. Pero tenan el triunfo y el
botn, el orgullo y la gloria. Por qu molestarse con la mera verdad?"
De nuevo, Shada tuvo que apartar la mirada de esos ojos. No fue culpa ma, quera
protestar. Yo no estuve all. Yo no lo hice.

Pero las palabras eran huecas, y lo saba. No, ella no haba sido una de los que haban
hecho aqullas conquistas de Emberlene y buscado vidamente por ms. Pero al dedicar
su vida a las Mistryl, haba a su propio modo ayudado a perpetuar la mentira.

Todo porque haba querido hacer una diferencia.

"No deberas tomarte nada de esto personalmente, Shada," interrumpi suavemente sus
pensamientos Car'das. "No lo sabas; y el deseo de hacer una diferencia es algo que
todos tenemos profundamente adentro."

Shada lo mir agudamente. "Mantente fuera de mi mente!" exclam. "Mis

pensamientos no son asunto tuyo."

l inclin brevemente la cabeza. "Lo siento," dijo. "No quise entrometerme. Pero
cuando alguien est gritando, normalmente es difcil no alcanzar a or."

"Bueno, intntalo ms fuerte." Shada respir profundo. "Entonces qu pas? Cmo

fuimos finalmente detenidos?"

"Sus vctimas y vctimas potenciales eran demasiado dbiles para devolver la pelea por
s mismos," dijo Car'das. "As que agruparon sus recursos y contrataron un ejrcito
mercenario. El ejrcito fue... quizs demasiado eficiente."

Demasiado eficiente. De nuevo, Shada busc una rplica abrasadora. De nuevo no haba
nada que pudiera decir. "Y todos en el sector se regocijaron," murmur.

"S," dijo Car'das en voz baja. "Pero por haber detenido una peligrosa maquinaria de
guerra. No por el sufrimiento de los inocentes."

"No, los inocentes nunca son una prioridad muy alta, no?" dijo Shada, oyendo la
amargura en su voz. "Cuenta tu verdadera historia quin fue el ejrcito que nos
destruy? O quines fueron sus patrocinadores?"

Su cara pareci restablecerse sutilmente. "Por qu quieres saberlo?"

Shada se encogi incmoda de hombros repentinamente cansados. "Mi gente nunca ha

sabido quin lo hizo."

"Y si te doy esa informacin, qu hars con ella?" pregunt Car'das. "Volver la
venganza de las Mistryl contra ellos despus de todos estos aos? Crear todava ms
sufrimiento entre ms inocentes?"

Las palabras fueron una sbita pualada en su corazn. "No s lo que harn con ella,"
Shada dijo, una sbita neblina en sus ojos le emborron la vista. "Todo lo que s es que
es lo nico que yo puedo llevar que podra permitirme-" Se interrumpi, frotndose
viciosamente los ojos.
"No quieres volver a ellas, Shada," dijo Car'das. "Estn viviendo una mentira, lo sepan o
no. Eso no es para ti."

"Tengo que hacerlo," dijo miserablemente Shada. "No lo entiendes? Tengo que
trabajar para algo ms grande que yo misma. Siempre he necesitado eso. Tengo que
tener algo en lo que pueda creer a lo que aferrarme y a lo que servir."

"Qu hay de la Nueva Repblica?" pregunt Car'das. "O del mismo Karrde?"

"La Nueva Repblica no me quiere," dijo entre dientes. "Y Karrde..." Agit la cabeza,
un cido le quemaba en la garganta. "Karrde es un contrabandista, Car'das, como lo eras
t. Qu tipo de propsito en el que creer es ese?"

"Oh, no lo s," dijo pensativamente Car'das. "Karrde ha alterado considerablemente la

organizacin desde mis das con ella."

"Todava est en el bajo mundo," dijo Shada. "Todava es ilegal y clandestina. Yo

quiero algo honorable, algo noble. Es eso tanto pedir?"

"No, por supuesto que no," dijo Car'das. "Sin embargo, ahora Karrde es un negociante
de informacin ms que un contrabandista. No es eso por lo menos un poco mejor?"

"No," dijo Shada. "De hecho, es peor. Traficar informacin no es nada ms que
venderle la propiedad privada de la gente a aqullos que no merecen tenerla."

"Un punto de vista interesante," murmur Car'das, su mirada se movi a la derecha de

Shada. "Alguna vez lo habas considerado de esa forma?"

"No lo haba hecho hasta ahora," dijo la voz de Karrde.

Shada se dio la vuelta, sacudindose las ltimas lgrimas que quedaban en sus ojos. A
su derecha, vestido en una tnica y zapatillas de nave, Karrde estaba parado justo afuera
del crculo interno, mirndola con una extraa expresin en la cara. "Quizs necesito
reevaluar mis ideas," agreg.

"Qu ests haciendo aqu?" demand Shada.

"Car'das me llam," dijo Karrde. Mir a Car'das, con la frente arrugada. "Por lo menos,
creo que me llam."

"Oh, s, definitivamente," le asegur Car'das. "Pens que debas or esta parte de la

conversacin." Le inclin la cabeza a Shada. "Otra vez, perdname, Shada, si te
sobresalt."

Shada reprimi una mueca. "Simplemente est lleno de sorpresas, no?" coment.

"l siempre fue as," convino Karrde, caminando hasta su lado. "Est bien, Car'das. Tus
dos tteres estn juntos y esperando tus rdenes. Qu quieres de nosotros?"
Los ojos de Car'das se abrieron en una mirada de inocencia. "Yo?" protest. "No
quiero nada de ustedes, mis amigos. Al contrario, deseo darles un regalo."

Shada mir a Karrde, lo encontr dndole la misma mirada sospechosa. "En serio," dijo
secamente Karrde. "Y qu tipo de regalo puede ser?"

Car'das sonri. "Nunca fuiste alguien que aprecie las sorpresas, no, Karrde?" dijo. "No
eres demasiado malo en repartirlas, sabes, pero extremadamente pobre para aceptarlas.
Pero creo que te gustar esta."

l se volvi hacia el gabinete de datos detrs de l y seleccion dos datacards del

estante de arriba. "ste es el regalo que te ofrezco," dijo, volviendo a enfrentarlos,
sosteniendo una de las datacards en cada mano. "Esta" -levant la mano derecha- "es la
historia de Emberlene sobre la que acabo de hablar con Shada. Algo que ella quiere
muchsimo, o por lo menos que ha pensado en el pasado que quera. Esta" -levant la
mano izquierda- "es una datacard que hice especialmente para ti. Una que
personalmente pienso que a la larga ser muy beneficiosa para todos."

"Qu hay en ella?" pregunt Karrde.

"Informacin til." Car'das las apoy lado a lado en el escritorio de la computadora.

"Pueden tener una de ella. Por favor escojan."

A su lado, Shada sinti que Karrde respiraba profundo. "Es tu eleccin, Shada," dijo en
voz baja. "Toma la que desees."

Shada mir fijamente a las dos datacards, esperando a que el inevitable tumulto
emocional la retorciera. Su nica esperanza de volver a unirse a las Mistryl - quizs
incluso su nica esperanza de que no la mataran por esa marca de muerte que le haban
puesto - yaca all a su izquierda. A su derecha haba algo desconocido, reunido por un
anciano que fcilmente podra estar medio demente, para el supuesto beneficio de otro
hombre cuyo nico propsito en la vida era la anttesis de lo que ella siempre haba
anhelado.

Pero para su abrumada sorpresa, el tumulto nunca vino. Haba sido meramente
quemado todo por las revelaciones ms tempranas de Car'das, se pregunt vagamente,
sin dejarle ninguna fuerza para manejar emociones tales como el enojo o la
incertidumbre?

Pero no. No haba ningn tumulto porque no haba ninguna decisin real que hacer.
Car'das tena razn: ya no poda trabajar ms para las Mistryl, que servan y mataban y
moran para que Emberlene pudiera alzarse de nuevo algn da. No ahora que saba lo
que Emberlene haba sido alguna vez.

Y ciertamente no ahora que poda ver lo que las Once podran hacer con el
conocimiento en esa datacard.

La justicia que ella una vez haba pensado que estaba buscando ya haba sido llevada a
cabo. Todo lo que esa datacard poda crear, era venganza.
Estirndose por encima del escritorio, distantemente consciente de que ahora estaba
finalmente cruzando el puente final con su pasado, levant la datacard a la derecha.

"Estoy complacido contigo, Shada D'ukal, hija de las Mistryl," dijo Car'das con una
calidez que nunca antes haba odo en su voz. "Te prometo que no sers defraudada."

Shada mir a Karrde, preparndose para su reaccin ante la revelacin de Car'das. Pero
l meramente sonri. "Est bien," dijo. "He sabido quin eres por mucho tiempo."

Mir de nuevo a Car'das. "Quin era," corrigi a Karrde en voz baja. "Lo que soy
ahora... no lo s."

"Encontrars tu camino," le asegur Car'das. Abruptamente se enderez y se frot las

manos. "Pero ahora, es hora de irse."

Shada parpade. "Ya? Pens que tenamos hasta maana."

"Claro, es de maana all afuera," dijo Car'das, viniendo alrededor del escritorio de la
computadora y tomando a Karrde y Shada de un brazo cada uno. "Bastante cerca, por lo
menos. Vengan, vengan - todava tienen mucho por hacer. T tambin, Trespe - ven."

"Qu hay acerca de esto?" Shada pregunt, agitando la datacard mientras Car'das los
empujaba por el pasillo hacia la salida.

"Pueden leerla en el camino al punto de cita," le dijo Car'das. "Slo ustedes dos juntos-
nadie ms. Despus de eso, creo que sabrn qu hacer."

Alcanzaron la puerta y Car'das agit la mano para abrirla. "Qu hay de ti?" le pregunt
Karrde mientras el anciano los llevaba de vuelta por el vestbulo, ahora de nuevo
apropiadamente iluminado, hacia sus cuartos.

"Mi puerta siempre estar abierta para ti," dijo Car'das. "Para cualquiera de ustedes, por
supuesto. Regresen en cualquier momento que quieran visitarme. Pero por ahora, deben
darse prisa."

***

Una hora ms tarde, el Salvaje Karrde despeg de Exocron y parti al espacio. Una hora
despus de eso, despus de asegurarse por s mismo de que estaban apropiadamente en
camino a su cita con la nave Aing-Tii que los esperaba, Karrde llev a Shada a su
oficina.

Y sentados juntos delante de la pantalla de su escritorio, leyeron la datacard.

Shada fue la primera en romper el silencio. "l tena razn, no?" murmur. "Esto es
increble. Si es verdad, eso es."

"Oh, es verdad," dijo Karrde, mirando fijamente a la pantalla, su mente le daba vueltas
furiosamente. Shada haba bajado inmensamente el calificativo: increble ni siquiera
empezaba a cubrirlo. "Si no fue nada ms en toda su vida, Car'das siempre fue fiable."
"Puedo creer eso." Shada agit la cabeza. "Supongo que vamos a pedirle a los Aing-Tii
que nos lleven directo a Coruscant con esto?"

Karrde titube. Coruscant era por supuesto la eleccin obvia.

Pero haba un completo rango de posibilidades aqu. Algunas posibilidades de hecho

muy interesantes.

"Karrde?" Shada cort en sus pensamientos, su tono repentinamente sospechoso.

"Vamos a llevar esto de vuelta a Coruscant, no?"

l le sonri. "En realidad, no," dijo. "Creo que podemos hacer algo mejor."

Volvi a mirar a la pantalla, sintiendo que su sonrisa se volva grave. "Mucho, mucho
mejor."

***

Parado en el medio de la pasarela de comando del Destructor Estelar Imperial Tirnico,

el Capitn Nalgol miraba fijamente a la negrura ms all de los ventanales.

Todava no haba nada que ver all afuera, por supuesto, a menos que una de sus naves
sonda por casualidad se zambullera dentro del borde del escudo invisible o que quisiera
contemplar el sucio borde del cometa al costado. Pero era la tradicin que el capitn de
una nave mirara al universo desde su puente, y Nalgol se estaba sintiendo bastante
tradicional hoy.

Cuatro das. Cuatro das ms y la larga ociosidad aniquilante habra finalmente

terminado. Slo cuatro das, asumiendo que el equipo de asalto todava estuviera a
horario.

Cuatro das.

Al extremo lejano de la pasarela de comando poda or aproximndose los pasos

ligeramente desacompasados del Jefe de Inteligencia Oissan. Casi diez minutos tarde,
not con desaprobacin cuando mir su crono. "Capitn," dijo Oissan, resoplando
ligeramente cuando lleg al lado de Nalgol. "Tengo el ltimo reporte de nave sonda
para usted."

Nalgol se volvi hacia l, notando el ligero enrojecimiento de la cara de Oissan. "Llega

tarde," dijo.

"Hicieron falta ms anlisis que lo usual," dijo tiesamente Oissan, ofreciendo un

datapad. "Parece que las naves encima de Bothawui casi empezaron la guerra hace unos
das."

Nalgol sinti que sus ojos se estrechaban cuando tom el datapad. "De qu est
hablando?" demand, tecleando en busca del archivo apropiado.
"Una de las naves de guerra ishori decidi empujar hacia los diamalas," dijo Oissan.
"Estuvo a medio parpadeo de empujarlos al combate abierto."

Nalgol jur por lo bajo, mirando el reporte. Si esos necios aliengenas impetuosos
empezaban las hostilidades antes de que el equipo de asalto estuviera listo- "Qu los
detuvo?" pregunt. "No importa; all est," agreg, hojeando la seccin. "Interesante.
Alguien consigui un ID de ese carguero?"

"Ninguna de las naves sonda estaba lo suficientemente cerca para un ID positivo," dijo
Oissan. "Pero el trfico de comunicaciones subsiguiente a travs de la flota dijo que era
la Alta Consejera Organa Solo. Aunque eso no est confirmado."

"Pero es muy probable," gru Nalgol. "Sin duda est aqu para ayudar a Gavrisom a
tranquilizar a todos."

"Sin duda." Oissan alz las cejas. "Los rumores tambin dicen que trajo a un Confiable
Caamasi con ella."

"Oh, eso dicen," dijo Nalgol, sintiendo una lenta sonrisa empezando a arrastrar las
esquinas de su boca. "Realmente eso."

"Los sabremos con seguridad en uno o dos das," seal Oissan. "Si Gavrisom tiene a
un verdadero caamasi all con su envo de paz, es seguro que lo ostentar delante de
todos en cuanto pueda."

"Claro," murmur Nalgol. "Y si puede mantenerlo aqu hablando de paz por cuatro das
ms, podremos decir que haba un caamasi presente en la destruccin de Bothawui.
Presente y, por consiguiente, aprobndola totalmente." Agit la cabeza maravillado.
"Asombroso. Me pregunto cmo hizo Thrawn para lograr eso-"

"S, es asombroso," convino Oissan, no sonando ni cerca de tan entusistico. "Slo

espero que no haya calculado mal en alguna parte a lo largo de la lnea. Ciento noventa
y un naves de guerra seran un poco demasiado para tres Destructores Estelares si
debemos ocuparnos de todas por nosotros mismos."

"Se preocupa demasiado," reprendi Nalgol, devolvindole el datapad. "Yo he visto a

Thrawn trabajando; y l nunca calcula mal nada. El equipo de asalto har su trabajo; y
entonces esas naves de guerra suyas comenzarn a partirse en pedazos entre s. Todo lo
que tendremos que hacer es eliminar a los sobrevivientes y demoler lo que quede del
planeta."

"O as es la teora, de cualquier forma," dijo agriamente Oissan. "Puedo recomendar,

Capitn, que por lo menos ponga al Tirnico y a los otros en alerta de preparacin por el
resto de nuestra estancia aqu afuera? De esa forma podremos movernos rpidamente si
los eventos se desatan antes de lo esperado."

"Tambin significara cuatro das adicionales de desgaste de los filos de combate," le

record Nalgol. "Difcilmente creo que eso sea til."

"Pero si los eventos se desatan demasiado pronto?"

"No lo harn," lo cort bruscamente Nalgol. "Si Thrawn dice cuatro das, sern cuatro
das. Y punto."

Oissan respir profundo. "S, seor," murmur.

Nalgol mir al otro, una mezcla de desprecio y lstima fluctuaba a travs de l. Oissan,
despus de todo, nunca haba conocido a Thrawn; nunca haba odo la confianza y
autoridad en la voz del Gran Almirante. Cmo podra posiblemente entender? "Est
bien, haremos algo intermedio," dijo. "Ordenar que la preparacin preliminar de batalla
empiece esta tarde; y un da antes del punto de ignicin proyectado, nos pondremos en
alerta de preparacin. Har eso que se sienta mejor?"

"S, seor." La boca de Oissan se agit. "Gracias, seor."

"Y su preparacin preliminar de batalla empezar ahora mismo," continu Nalgol,

sealando al datapad. "Quiero que haga una lista de prioridad/amenaza de cada una de
esas naves de all afuera. Ponga todo lo que tengas sobre sus capacidades, defensas, y
debilidades, e incluya detalles de la especie del capitn y de la tripulacin donde sea
posible."

Esboz una estrecha sonrisa. "Cuando finalmente salgamos de abajo de este maldito
escudo invisible, quiero poder cortar directamente a travs de cualquier cosa que quede
sin perder tanto como un solo turbolser o Ave de Presa. Entendido?"

"Entendido, Capitn," dijo Oissan. "Se lo tendr listo para maana."

"Muy bien," asinti Nalgol. "Puede retirarse."

Dndose la vuelta esmeradamente, Oissan se dirigi hacia popa a un paso rpido a lo

largo de la pasarela de comando. Nalgol lo mir por un momento, entonces volvi a la
vista vaca a travs del ventanal.

Cuatro das. Cuatro das, y finalmente tendran su oportunidad de masacrar a la escoria

Rebelde.

Le sonri a la oscuridad. S, de hecho se estaba sintiendo muy tradicional hoy.

CAPTULO
34

Con una sacudida, Luke se despert.

Por un momento se qued donde estaba, luchando contra la usual agitacin de

desorientacin inducida por el trance mientras haca una rpida valoracin de su
situacin. Estaba sentado en un asiento ligeramente incmodo, reconoci, con un
tablero de control poco familiar delante de l y una carlinga curva delante de eso. En
alguna parte detrs de todo eso el exterior estaba completamente oscuro...
Parpade, de repente despertando totalmente. Completamente oscuro afuera? Forceje
con sus correas, dndole una mirada a su crono cuando lo hizo.

E hizo una pausa, dando una segunda mirada al crono. Haba estado en el trance
curativo por casi cinco horas.

Cinco horas?

"Mara, te dije que me despertaras en dos horas," llam atrs hacia el fondo de la nave,
liberndose de las correas y ponindose torpemente de pie. "Qu pas, tambin te
quedaste dormida?"

Pero no hubo ninguna respuesta, slo el sbito gorjeo frentico de Erreds.

Y tampoco haba ninguna Mara.

"Oh, no," jade Luke, estirando su mente para escudriar cada esquina de la nave. Mara
no estaba en ninguna parte. "Erreds, adnde est?" exclam, dejndose caer a una
rodilla y alzando el datapad traductor que todava estaba enchufado al droide. Las
palabras desfilaron por l- "Qu quiere decir que se fue?" demand. "Cundo? Por
qu?"

Erreds gimi fnebremente. Luke mir fijamente las palabras que fluan por el
datapad, con el corazn zozobrando dentro de l. Mara se haba ido hace cinco horas,
justo despus de que l haba entrado en su trance. Erreds no saba adonde haba ido, o
por qu.

Pero Luke poda adivinar esas dos cosas.

"Est bien," suspir, palmeando tranquilizadoramente al droide volvi a sus pies. "Ya s
que no tenas forma de detenerla."

Cruz a la escotilla, con el sabor de un miedo terrible mezclndose con la amarga

certeza de que cualquier cosa que ella se hubiera ido a hacer, ahora ya era demasiado
tarde para detenerla. "Mantn un ojo en la nave," le dijo al pequeo droide, abriendo la
escotilla. "Regresar en cuanto pueda."

Sali caminando, sin molestarse con la escalera de mano, sino simplemente dejndose
caer al suelo. Directamente sobre su cabeza entre las crestas de los precipicios
circundantes, parches de estrellas brillaban resplandecientes a travs de los huecos entre
las nubes empujadas por el viento; en todas las dems partes, todo era oscuridad. Mara,
llam, gritando su nombre con su mente sin esperanzas en la noche silenciosa.

Fue como si una figura con capa y capucha se hubiera revuelto. En alguna parte no muy
lejos una oscura presencia escondida, pareci cambiar. Una rendija se abri entre la
capa y capucha- Aqu arriba, regres el pensamiento de ella.

Luke mir directamente adelante a la negrura del precipicio, atrapado entre el sbito
alivio de que ella todava estaba viva y la seria sensacin de que algo terrible todava
estaba a punto de ocurrir. Ese vislumbre se desvaneci cuando Mara pareci ponerse su
capa mental de nuevo alrededor de ella-

Adnde ests? Luke envi el pensamiento hacia afuera, reprimiendo la tentacin de

penetrar en este capullo al que ella se haba retirado tan repentina e inexplicablemente.

Sinti la vacilacin en ella, y su casi resignado suspiro. Entonces, destellando en su

mente como visiones en una luz intermitente, capt una serie de imgenes de la cara de
roca delante de l, marcando la ruta por la que ella haba subido. Enviando un
reconocimiento y un estmulo de vuelta hacia ella, cruz al acantilado y se puso en
marcha.

La subida no fue tan complicada como haba pensado que sera, y con msculos
fortalecidos-Jedi por detrs, el viaje le llev menos de diez minutos. Encontr a Mara
sentada en una tosca saliente cerca de la cumbre, afirmada de costado contra el refugio
parcial de una escabrosa roca vertical. "Hola," llam en voz baja cuando subi a la
cresta final. "Cmo te sientes?"

"Completamente curado," dijo, frunciendo el ceo mientras maniobraba por el camino a

lo largo de la cresta y se sentaba al lado de ella. Su voz haba sido tranquila y
controlada; pero debajo de la capa oscura de su barrera mental poda sentir el borde de
una tristeza increble. "Qu est pasando?"

Al dbil resplandor de la luz de las estrellas, vio que su mano derecha se levant y
seal hacia adelante. "La Mano de Thrawn est por all," dijo. "Puedes ver las cuatro
torres contra las nubes cuando la luz es la correcta."

Luke mir en esa direccin, usando sus tcnicas de incremento sensorial. Las torres y la
pared trasera de la fortaleza eran de hecho visibles, junto con una insinuacin de algo
entre las torres de ms a la izquierda que probablemente era el tejado plano del hangar
del que haban salido luchando hace unas horas. "Qu han estado haciendo?" pregunt.

"No mucho," dijo Mara. "Esa nave que estaba afuera - recuerdas el hueco que vimos en
la formacin de estacionamiento? Entr hace unas tres horas."

Luke hizo una mueca. Una nave funcional, esperando justo all delante de las que haba
saboteado. Preparada para dirigirse a Bastin en el momento que hiciera falta. "No ha
salido de nuevo?"

Sinti la sacudida de su cabeza. "No que pudiera ver. Sin embargo, Parck dijo que
interrogara al piloto antes de tomar una decisin final."

"Ya veo," murmur Luke. Un interrogatorio a lo largo del cual, bajo las circunstancias,
Parck y Fel indudablemente se estaran apresurando tanto como pudieran. Una decisin
rpida, una rpida subida de vuelta al cielo, y el Imperio tendra a la Mano de Thrawn y
todos sus secretos.

Y sin embargo aqu estaban l y Mara. Esperando.

Pero para qu?

"Es cmico, sabes," murmur Mara desde su lado. "Irnico, en realidad. Aqu estamos:
la mujer que pas diez aos intentando construirse una nueva vida para s misma, y el
hombre que pas esos mismos diez aos apresurndose a todas partes como loco para
intentar salvar la galaxia de cada nueva amenaza que mostraba su fea cara."

"Esos somos nosotros, es cierto," dijo Luke, mirndola inquieto. La oscuridad retorcida
en ella se estaba volviendo ms fuerte... "Aunque no estoy seguro de ver la irona."

"La irona es que con la Nueva Repblica lista a romperse a s misma en pedazos, te
apresuraste a salvarme a m," dijo Mara. "Ignorando tus responsabilidades auto-
encomendadas, a salvar a una nica mujer y su nica vida."

La sinti respirar profundo. "Y esa nica mujer," agreg, en una voz casi demasiado
baja para orla, "es ahora la que tiene que sacrificar esa nueva vida que quera. Para
salvar a la Nueva Repblica."

Abruptamente, una distante llamarada de luz verde plida le ilumin la cara. Una cara
tallada en piedra; una cara que miraba hacia la noche con un terrible dolor y soledad.
"Parece que llegaste aqu justo a tiempo," dijo mientras un dbil trueno resonaba en la
distancia.

Hubo una segunda llamarada verde. Con un esfuerzo, Luke apart los ojos de la cara
torturada de ella y se volvi para mirar.

Las torres estaban disparando. Aun mientras se enfocaba en ellas, otro par de llamaradas
verdes del turbolser lancearon desde la cima de una de ellas a travs del cielo, seguidas
por un par de una de las otras torres. Disparando sobre el paisaje en la direccin opuesta
a donde estaban l y Mara. "Tiros de graduacin, probablemente," dijo Mara, su voz era
la calma engaosa de un resorte demasiado tenso. "Intentan calibrar la distancia. Ahora
no falta mucho."

Luke la volvi a mirar. El dolor dentro de ella estaba creciendo, presionando hacia
afuera contra su barrera mental como las aguas de una inundacin contra un dique.
"Mara, qu est pasando?"

"Fue todo idea tuya, sabes," continu como si l no hubiera hablado. "T eras el que
quera tanto que yo me volviera una Jedi." Inhal ruidosamente, el sonido de alguien
reprimiendo las lgrimas. "Recuerdas?"

Y entonces, desde la fortaleza, abruptamente sali una corriente de tiros turbolser, el

fuego verde acompaado esta vez por un contrapunto de azul del armamento estilo
chiss. Las cuatro torres estaban disparando ahora, disparando loca y persistentemente,
todas en la misma direccin. Luke levant el cuello, intentando ver, preguntndose a
qu mundos le podran estar disparando. Haba enviado Karrde una fuerza de respaldo
despus de todo? Los haba encontrado la Nueva Repblica, o el Imperio? O uno de
esos cientos de peligros terribles sobre los que Parck haba hablado? Mir de nuevo a
Mara-

Y en ese nico, horrible latido del corazn, lo supo.

"Mara," jade. "No. Oh, no."

"Tena que hacerse," dijo, con la voz temblando. En el reflejo de luz del fuego enemigo
Luke pudo ver que ella ya ni siquiera intentaba detener las lgrimas. "Era la nica forma
de impedirles tomar todo esto y drselo a Bastin. La nica forma."

Luke mir de nuevo a la fortaleza, el cuchillo de la afliccin de Mara clavndose debajo

de su propio corazn, un sbito frenes de pensamientos y urgencia que se arremolinaba
a travs de su mente. Si hubiera despertado ms temprano -si se hubiera abierto camino
por la fuerza a travs de sus barreras mentales all en la fortaleza y hubiera averiguado
su plan privado- si incluso ahora se estirara con todo el poder de la Fuerza-

"No lo hagas," murmur Mara, con voz infinitamente cansada. "Por favor, no. Es mi
sacrificio, no lo ves? El sacrificio final que cada Jedi tiene que atravesar."

Su mano se extendi torpemente para tocar la suya. Se senta muy fra. "No hay nada
que puedas hacer. Nada en absoluto."

Luke inhal lnguidamente, el fresco aire nocturno se clavaba como el hielo de Hoth en
sus pulmones, sus manos y mente y corazn le escocan con el deseo abrumador de
hacer algo. De hacer cualquier cosa.

Pero ella tena razn. Poda odiarlo, poda oponerse amargamente; pero bien profundo,
saba que ella tena razn. El universo no era su responsabilidad. Las decisiones hechas
por otras personas - sus acciones, sus consecuencias, incluso sus sacrificios - tampoco
eran su responsabilidad.

Mara haba hecho su eleccin, y haba aceptado las consecuencias de ella. Y l no tena
ni el deber ni el derecho de intentar quitrsela.

Lo que slo le dejaba una cosa que poda hacer. Acercndose a ella en la saliente, puso
su brazo alrededor de ella.

Por un momento se resisti, los viejos miedos y hbitos y soledad mezclndose con el
irritado dolor para apartar sus msculos lejos de l. Pero slo por un momento.
Entonces, como si ahora tambin se hubiera perdido esa parte de su vida, se derriti
contra su costado, sus barreras tan cuidadosamente construidas estallaron cuando
finalmente derram el pesar y la prdida que haba sostenido tan profunda y
privadamente dentro de ella.

Luke envolvi su brazo ms fuerte alrededor de ella, murmurando palabras sin sentido
mientras luchaba junto a ella a travs de la tormenta de dolor y miseria, absorbiendo lo
que poda y ofreciendo todo el consuelo y calor que poda a cambio. A la distancia, el
fuego de las torres se increment-

Y entonces, sobre el borde del precipicio, lo vio. Volando bajo por encima de una colina
distante, con su casco bruido por el efecto surrealista de los escudos completos
operando en la atmsfera, se retorca y enroscaba como algo viviente mientras evada o
esquivaba o simplemente absorba la brutal tormenta de fuego que aniquilaba el aire a
su alrededor, respondiendo el fuego constante pero intilmente hacia la piedra negra
impenetrable que se alzaba ante l. Atrado como un mynock a un cable de energa al
mando a distancia que Mara haba empalmado en uno de los sistemas de
comunicaciones de las naves aliengenas, estaba abrindose camino con determinacin
hacia la entrada abierta del hangar, el nico punto dbil en toda la fortaleza. La nave
personal de Mara, la nica cosa en el universo que era de verdad suya.

El Fuego de Jade.

Ahora se haban detenido las lgrimas, los hombros de Mara se tensaron debajo del
brazo de Luke cuando ella se inclin tensa hacia adelante para mirar. Ahora el Fuego
casi haba llegado a la Mano de Thrawn, y Luke poda ver que debajo del efecto bruido
el casco haba sido araado en una docena de lugares diferentes, en algunos lugares con
el remolino amarillo de rabiosas llamas ardiendo por detrs. Las torres intensificaron su
ataque; pero era demasiado tarde. El Fuego se zambull por ltima vez, saliendo de su
vista-

Y con una brillante bola de fuego amarillo-anaranjada que deton hacia afuera a las
lejanas montaas, iluminando el paisaje como la luz del da en Coruscant, alcanz su
meta.

El sonido de la explosin un segundo ms tarde pareci curiosamente ahogado, como si

la pared de piedra de Hijarna que la contena probablemente hubiera sido tan poco
afectada por el sonido como haba sido por la explosin misma. Unos segundos ms
tarde otra explosin aun ms baja los cubri, retumbando desde las montaas. Las
torres, casi renuentemente al parecer, cesaron de disparar.

Y una vez ms, el silencio de la noche cay alrededor de ellos.

Se quedaron all sentados en silencio por un largo tiempo, aferrndose entre s mientras
miraban fijamente a la luz amarilla retorcida que era la pira funeraria del Fuego.
Lentamente, al tiempo que el fuego de la baha hangar se extingua, Luke sinti que el
dolor de Mara se desvaneca.

Pero para su sorpresa, no era una amargura desesperada o ni siquiera un simple

agotamiento lo que surgi dentro de ella para llenar el espacio dejado por el dolor. Ya
haba lamentado su prdida y gastado su dolor; y ahora, como siempre pasaba con ella,
era tiempo para apartar los sentimientos y emociones y enfocarse de nuevo en la tarea
que necesitaba hacerse.

Y de hecho, un minuto ms tarde, ella se revolvi en sus brazos. "Ser mejor que nos
vayamos," dijo, su voz ligeramente afectada por las consecuencias de su llanto pero por
otra parte clara y en calma. "Van a estar luchando contra ese fuego por algn tiempo.
sta es probablemente nuestra mejor oportunidad de volver a entrar furtivamente."

***

"Por el tamao de esa explosin, supongo que debemos haber destruido todo lo que
haba en el hangar," coment Mara mientras bajaban del acantilado hacia su nave. "Por
lo menos en lo que concierne a la habilidad de volar. Puede haber algo muy atrs que
puedan salvar, pero va a tomarles mucho trabajo incluso sacarlo."

Estaba parloteando, lo saba, sus palabras se derramaban en completo desorden en la

secuela del agotador martilleo emocional por el que acababa de pasar. Nunca le haban
gustado los parlanchines, y el pensamiento que se haba vuelto una, incluso por un
tiempo, la incomodaba bastante.

Pero muy extraamente, realmente no la avergonzaba. Esa parte tampoco era un

misterio. Si descargar todo en Luke de la forma que lo haba hecho all arriba no haba
arruinado totalmente su opinin de ella, no era probable que un poco de balbuceo
tampoco lo hiciera.

Y no haba destruido esa opinin. sa probablemente era la parte ms sorprendente de

todo. Verdadera y genuinamente no. Buscando su camino abajo por el precipicio,
todava poda sentir el mismo calor y aceptacin fluyendo de l que haba envuelto tan
fuertemente alrededor de ella all arriba.

Tambin haba, seguro, un poco ms de preocupacin y sobreproteccin en la mezcla de

con lo que realmente se senta cmoda. Pero eso estaba bien. se era slo Luke, y
ciertamente no era nada que ella no pudiera manejar.

"Todava no s cmo vamos a hacer esto," dijo Luke, tropezando ligeramente en un

parche de roca suelta detrs de ella antes de frenarse. "Tomar demasiado tiempo entrar
de nuevo a travs de la cueva."

"Lo s," convino Mara. "Parck mencion que haba huecos en la pared. Supongo que
tendremos que ir a campo traviesa y entonces trepar de algn modo por el costado hasta
uno de ellos."

"Eso va a ser complicado," advirti Luke. "No van a tener una disposicin ni cerca de
tan amable hacia nosotros como la que tuvieron antes."

Mara resopl. "Est bien," dijo gravemente. "Yo tampoco tengo exactamente la misma
disposicin amable."

Adelante y debajo ahora, escasamente visible en la dbil luz de las estrellas, poda ver
su nave prestada, justo pasando una ltima fisura angosta en la roca. Reuniendo sus
fuerzas, brinc por encima del hueco a una roca de punta plana-

Y abruptamente se detuvo, moviendo las manos para recuperar el equilibrio en la roca

cuando la impresin le hel los msculos. De repente, inesperadamente, un extrao
pensamiento o sonido haba aparecido en su mente.

Jedi Caminante Del Cielo? Ests all?

Perdi la pelea por el equilibrio y cay bastante torpemente al suelo, apenas capaz de
mantener sus pies bajo ella cuando aterriz. Pero apenas lo not. All en la nave,
emperchados encima de los paneles estilo caza TIE, haba una docena de sombras que
aleteaban nerviosamente. Aun mientras Luke aterrizaba en el suelo a su lado, una de las
sombras se separ de la nave y vol para aterrizar en la roca que acababan de dejar. S,
eres t, el pensamiento reson a travs de su mente, las palabras enmarcadas por la
excitacin y el alivio. Vi el gran fuego, y tem que t y Mara Jade hubieran perecido.

Era Nio De Los Vientos.

Y ella poda orlo.

Mir a Luke, vio su propia sorpresa reflejada en su cara y mente. "Te gustan los
cambios dramticos, no?" se las arregl para decir, sealando con la cabeza hacia el
joven qom qae. "Lindo toque. En serio."

Luke alz las manos, con las palmas hacia afuera. "Eh, no me mires a m," protest. "Yo
no tuve nada que ver con esto."

Escchenme, por favor, cort con impaciencia Nio De Los Vientos. Deben ir a ayudar
a los qom jha. Los Amenazadores han invadido su casa.

"Quieres decir la cueva?" pregunt Luke, frunciendo el ceo.

"Hasta el fondo?" agreg Mara. "O estn slo en el frente?"

Hubo una agitacin de conversacin entre el aliengena y los otros que todava colgaban
de la nave. No lo sabemos, dijo Nio De Los Vientos. Mis amigos de esta nidada qom
qae los vieron entrar en la cueva con ramas grandes y mquinas.

Mara mir a Luke. "Ramas grandes?"

"Armamento pesado, supongo," dijo. "Qu tan largas eran estas ramas?"

Algunas eran dos veces ms largas que un qom qae, dijo Nio De Los Vientos,
estirando las alas para la comparacin.

"Un poco grandes para limpiar una cueva," dijo Mara. "Parece que han averiguado
cmo entramos."

"Y se estn preparando en caso de que regresemos," dijo gravemente Luke. "Bueno,
sabamos que de cualquier forma no podamos entrar por esa ruta. Slo espero que los
qom jha hayan podido apartarse de su camino."

"No hay nada que podamos hacer al respecto ahora," dijo Mara. "Y quedarnos quietos
aqu temblando slo les dar ms tiempo para prepararse para nosotros."

"Tienes razn," dijo renuentemente Luke. "Djame ir por Erreds y nos pondremos en
camino."

No van a ayudar a los qom jha? le pregunt ansiosamente Nio De Los Vientos cuando
Luke empez a alejarse.
"No hay nada que podamos hacer," le cont Mara. "Tenemos que volver en seguida a la
Torre Alta."

La mir fijamente. Pero prometieron.

"Slo prometimos hacer lo que pudiramos," le record Mara. "En este caso, resulta que
no podemos hacer nada." Suspir. "Mira, si sirve de algo, los Amenazadores no
consideran que ninguno de ustedes sea algo ms que grandes alimaas molestas. Si de
hoy en adelante se mantienen apartados de sus naves y de la Torre Alta, probablemente
ya no los molestarn."

Entiendo, dijo Nio De Los Vientos, su desilusin todava fuerte en su tono. Pasar ese
mensaje a los otros.

"Lamento que no pudimos ayudarlos ms," dijo Mara. "Pero es un universo imperfecto,
y nadie nunca consigue todo lo que quiere o piensa que quiere. Parte de crecer es
enfrentar eso, aceptarlo, y seguir adelante."

El qom qae se enderez. Y qu es lo que quieres t, Mara Jade?

Mara alz la mirada a la nave, a la escotilla abierta por la que Luke se haba
desvanecido. Era, result, una pregunta que haba estado dando muchas vueltas en su
mente ltimamente. Una pregunta que se arremolinaba con emociones en conflicto y
pensamientos contradictorios, con cautelosas esperanzas y miedos prudentes.

Y una pregunta que definitivamente no estaba interesada en discutir con algn extrao
aliengena menor de edad. "Todo lo que quiero ahora mismo es un camino de regreso a
la Torre Alta," dijo, escogiendo una meta ms inmediata. "Ocupmonos de eso
primero, est bien?"

Nio De Los Vientos pareci estremecerse. Regresar a la Torre Alta? Pero por qu?

Luke haba reaparecido ahora en la escotilla y estaba usando la Fuerza para bajar al
droide al suelo. "Tomara demasiado tiempo explicarlo," dijo. "Pero es de vital
importancia. Confa en m."

Lo hago, dijo con un fervor inesperado. Confo en ambos en ti y en el Jedi Caminante

Del Cielo. Titube. Y puedo mostrarles un camino.

Mara frunci el ceo. "Puedes? Dnde?"

En esa direccin, dijo, estirando su cabeza hacia un punto un poco a la derecha de donde
la Mano de Thrawn estara. Mis amigos dicen que hay un agujero en la roca junto al
Lago de los Pececitos que nos llevar a la caverna cerca de donde entramos a la
Fortaleza Alta por primera vez.

Mara mir a Luke, un extrao pensamiento empezaba a abrirse camino en susurros en

su mente. Quiz atacar a la propia Torre Alta no sera realmente necesario. "Es lo
suficientemente grande para pasar?"
No lo s. Nio De Los Vientos titube. Pero me han dicho que es el mismo pasaje que
los trepadores de fuego usan cuando se mueven bajo el suelo.

Mara sinti una punzada de dolor en los dedos por el recuerdo. La idea de deslizarse por
un agujero detrs de una horda de trepadores de fuego francamente le erizaba la piel.
Pero si era el nico camino, entonces era el nico camino. "Djame consultarlo con
Luke."

Cruz hasta donde l estaba parado al lado del droide y le dio un rpido resumen.
"Suena que por lo menos vale la pena verificarlo," convino. "Qu tan lejos est este
lago?"

No tomar mucho tiempo, le asegur Nio De Los Vientos. Est muy cerca volando.

"No podemos llevar la nave," le dijo Luke. "Los Amenazadores nos descubriran
rpidamente."

No me refiero a la mquina voladora. Abruptamente el qom qae pareci enderezarse.

Yo y mis amigos los llevaremos all. Y no seremos vistos.

Mara y Luke intercambiaron miradas. "Ests seguro?" pregunt Luke, mirando

alrededor del grupo. "No hay muchos de ustedes, y no somos tan ligeros como nos
vemos. Y tambin necesitaremos llevar a Erreds."

Yo y mis amigos los llevaremos all, repiti Nio De Los Vientos. No esperando ganar
algo, agreg apresuradamente, pero porque ustedes ya han arriesgado mucho por los
qom qae, y no les hemos dado nada a cambio. Solo es correcto que hagamos esto.

Luke mir a Mara. "Ir por el subsuelo de nuevo significar otra larga subida por la
escalera oculta, sabes," advirti. "Ests segura que ests dispuesta a eso?"

Mara sinti que su labio se agitaba. "En realidad, no creo que necesitemos entrar a la
Torre Alta en absoluto."

La frente de Luke se pleg. "Oh?"

"Estaba pensando hace slo un minuto acerca de esa gran fuente de energa que Erreds
descubri cuando entramos primero en el cuarto subterrneo," le cont. "La que estaba
en la direccin que Custodio De Las Promesas dijo que siempre era fatal para los qom
jha que se aventuraban por ese camino."

Mir hacia la Torre Alta. "Y entonces," agreg en voz baja, " empec a preguntarme
acerca de lo que dijo Parck que Thrawn les haba dicho. Que si alguna vez era reportado
muerto, deban esperar por su retorno diez aos ms tarde."

Sinti el momento de perplejidad de Luke, entonces el apretarse de sus emociones

cuando de repente entendi. "Tienes razn," dijo en voz baja y oscura. "Sera propio de
l, no? Exacta y justamente propio de l."

"Creo que por lo menos vale la pena verificarlo," dijo Mara.

"Definitivamente," convino Luke, su voz y mente repentinamente llenos con una nueva
urgencia. "Bueno, Nio De Los Vientos, es tu turno. Organiza a tus amigos y nos
pondremos en camino."

***

El mayor sentado mirando ceudo por la pantalla de comunicaciones del puente de popa
del Quimera era de mediana edad, pasado de peso, y casi dolorosamente inculto. Y, si
sus respuestas eran alguna indicacin, falto de imaginacin y adems no era
particularmente inteligente.

Pero tambin era completa e imperturbablemente leal a su superior. El tipo exacto de

hombre, pens agriamente Pellaeon, que el Moff Disra naturalmente escogera para
hacer interferencia para l.

"Lo siento, Almirante Pellaeon," dijo de nuevo el mayor, "pero Su Excelencia no dej
ninguna instruccin de cmo podramos localizarlo. Si desea hablar con su jefe de
personal, puedo ver si est disponible-"

"Mi asunto es con el Moff Disra en persona," lo cort Pellaeon, ya bastante cansado de
este juego. "Y le sugiero enfticamente que recuerde con quin est hablando. El
Comandante Supremo de las fuerzas Imperiales debe, por ley, tener acceso razonable en
todo momento a todos los lderes civiles de alto rango."

El mayor se compuso en una especie de atencin desganada. "S, seor, ya lo s," dijo
con tono al borde de la insubordinacin. "Sin embargo, entiendo, que Su Excelencia
est de hecho con el Comandante Supremo."

Pellaeon sinti que su cara se oscureca. "De qu est hablando?" demand. "Yo soy el
Comandante Supremo."

"Quiz necesite preguntrselo al Moff Disra," dijo el mayor, claramente no afectado por
la amenaza en la voz y la cara de Pellaeon. "O al Gran-"

Se interrumpi, los rasgos estlidos se contrajeron bruscamente como si comprendiera

tardamente que haba empezado a decir algo que no deba. "Pero yo personalmente no
tengo ninguna informacin oficial al respecto," termin, un poco chapuceramente.
"Espero que Su Excelencia est de vuelta dentro de unos das. Puede volver a llamar
entonces."

"Por supuesto," dijo suavemente Pellaeon. "Gracias por su tiempo Mayor."

Apag el comunicador y se enderez; y slo entonces permiti que el infinito cansancio

dentro de l fluyera a la vista en su cara.

A su izquierda, de pie en el arco de entrada que llevaba al puente principal del Quimera,
el Coronel Vermel se revolvi. "Es malo, seor, no?" pregunt.
"Suficientemente malo," admiti Pellaeon, ondeando una mano hacia la pantalla vaca.
"Hubiera esperado insubordinacin descarada del propio Disra. Pero recibir lo mismo
de un lacayo relativamente menor implica una exuberante confianza en el palacio de
Disra ms all de lo que debera tener."

Camin hasta el arco de entrada junto a Vermel. "Y slo puedo pensar en una posible
razn para ese grado de confianza."

Vermel hizo un sonido con la garganta. "El Gran Almirante Thrawn."

Pellaeon asinti. "El comandante casi lo dijo- Estoy seguro de que usted lo not. Y si
Thrawn ha regresado, y est del lado de Disra..."

Se interrumpi, los largos aos parecieron pesarle aun ms en sus hombros. Despus de
todo este tiempo, despus de todo su incansable trabajo y sacrificio por el Imperio, ser
apartado tan casualmente. Especialmente a cambio de alguien como Disra. "Si l est
del lado de Disra," continu en voz baja, "entonces eso es lo mejor para el Imperio. Y lo
aceptaremos."

Por un minuto se quedaron de pie en silencio, el fondo ahogado de la actividad del

puente del Quimera era el nico sonido. Pellaeon dej que su mirada recorriera
lentamente el puente de su nave, deseando saber qu deba hacer a continuacin. Si
Thrawn haba regresado, por supuesto, no necesitaba hacer nada - el Gran Almirante le
hara saber sus deseos y rdenes a su propio debido tiempo.

Pero si Thrawn no haba regresado...

Dio un paso adelante e hizo seas al oficial de Inteligencia en servicio en su estacin en

la trinchera de tripulacin de babor. "Hemos interceptado varios rumores en las ltimas
dos semanas de que el Gran Almirante Thrawn ha regresado," dijo. "Ha mencionado
alguno de los reportes que est asociado con cualquier Destructor Estelar aparte del
Implacable?"

"Permtame verificarlo, Almirante," report el oficial, tecleando en su tablero. "No,

seor, no lo hacen. Todos los rumores especifican al Implacable o al Capitn Dorja o a
ambos."

"Muy bien," dijo Pellaeon. "Quiero una bsqueda de prioridad inmediata de registros en
el Control Militar de Bastin. Averige adonde ha ido el Implacable."

"S, seor."

El oficial se puso a trabajar en su tablero. "No piensa realmente que Dorja haya
archivado un plan de destino en contra de las rdenes de Thrawn, no?" murmur
Vermel.

"No," dijo Pellaeon. "Pero no estoy convencido de que nada de este pesado secreto
viniera de Thrawn en primer lugar. Y si fuera idea de Disra, puede que ni siquiera haya
pensado en mencionarle a Dorja que se estaba escondiendo de m."
"S, pero-"

"Aqu est, seor," dijo el oficial de Inteligencia. "El Implacable, al mando del Capitn
Dorja, dej Bastin hace veinte horas en camino a Yaga Minor. Tiempo de trnsito
estimado en doce horas. Pasajeros listados como el Moff Disra-" Alz la vista, y
Pellaeon pudo verlo tragar saliva. "Y el Gran Almirante Thrawn."

Pellaeon asinti. "Gracias," dijo. "Capitn Ardiff?"

"Seor?" dijo Ardiff, alzando la vista de su conversacin con el oficial de monitores de

sistemas.

"Ponga curso a Yaga Minor," orden Pellaeon. "Saldremos en cuanto la nave est lista."

"S, seor," dijo Ardiff, dndose la vuelta y levantando la mano hacia la estacin de nav.
"Navegante?"

"Espero que sepa lo que est haciendo, seor," dijo inquieto Vermel. "Si Thrawn y
Disra estn trabajando juntos, forzar una confrontacin con Disra en su presencia puede
no ser exactamente un movimiento sabio en su carrera."

Pellaeon sonri melanclicamente. "Cualquier consideracin de movimientos en mi

carrera ha quedado lejos en el pasado," dijo. "Ms al punto, siempre existe la remota
posibilidad de que Thrawn de algn modo no conozca lo peor de las ofensas de Disra
contra el Imperio. En ese caso, es mi deber jurado como oficial Imperial hacrselas
saber-"

"Almirante!" una voz exclam desde la estacin de sensores. "Se aproxima una nave-
cincuenta y cinco grados por cuarenta. Configuracin desconocida, seor."

"Preparen las defensas," contest serenamente Pellaeon, sus ojos buscaban a lo largo del
vector especificado mientras caminaba a zancadas por la pasarela de comando hacia el
ventanal. Las naves desconocidas, en su experiencia, casi siempre eran falsas alarmas:
un ngulo o modificacin poco familiar, o sino algn diseo inusual que ese oficial de
sensores en particular nunca se haba encontrado antes. Vislumbr la nave por el
ventanal lateral-

Y se detuvo a la mitad de un paso, mirndola fijamente en incredulidad. Qu, en el

nombre del Imperio-

"Almirante?" llam tentativamente el oficial de comunicaciones, el tono de su voz era

antinaturalmente alto. "Seor, nos estn llamando. Ms bien, lo estn llamando a usted."

Pellaeon frunci el ceo. "A m personalmente?"

"S, seor. l pidi especficamente al Almirante Pellaeon-"

"Entonces ser mejor que lo pase con el Almirante, no?" interrumpi bruscamente
Ardiff.
"S, seor," el muchacho trag saliva. "Transmisin encendida, seor."

"Hola, Almirante Pellaeon," retumb una voz por los altavoces del puente. Una voz
masculina, hablando en bsico, con ninguno de los ms obvios acentos o inflexiones
usualmente asociados con el equipo vocal no humano.

Y una voz que pareca extraamente familiar, comprendi Pellaeon con un sbito
escalofro. De hecho, horriblemente familiar. Como un eco del pasado distante...

"No me recuerda, estoy seguro," continu la voz, "pero creo que nos encontramos una o
dos veces."

"Le tomar la palabra en eso," contest Pellaeon, manteniendo la voz firme. "A qu
debo el placer de su visita?"

"Estoy aqu para hacerle una oferta," dijo la voz. "Para darle algo que usted quiere
muchsimo."

"En serio." Pellaeon mir a Ardiff, ahora de pie en tensa prontitud detrs de la estacin
de comando de turbolseres de estribor. "No estaba consiente de estar sintiendo el peso
de algn deseo sin cumplir."

"Oh, usted todava no sabe que quiere esto," le asegur la voz. "Pero lo hace. Confe en
m."

"Admitir que me ha intrigado," dijo Pellaeon. "Cmo sugiere que procedamos?"

"Me gustara subir a bordo y encontrarme con usted. Una vez que vea lo que tengo que
ofrecer, creo que entender la necesidad de un cierto grado de secreto.

"Esto no me gusta," murmur Vermel desde su lado. "Podra ser algn tipo de truco."

Pellaeon agit la cabeza. "Con una nave aliengena desconocida como cebo?"
contrapuso, haciendo seas hacia el navo que colgaba inmvil contra el fondo
estrellado a proa y estribor. "Si es un truco, Coronel, es uno extremadamente bueno."

Se aclar la garganta. "Capitn Ardiff?" llam. "Haga los preparativos para traer a
nuestro invitado a bordo."

CAPTULO
35

No haba habido ningn ataque contra el Dama Suerte en el ltimo tramo de su viaje,
como Han medio haba esperado que hubiera. Ni ninguna de las casi doscientas naves
de guerra mirndose sospechosamente entre s encima de Bothawui pareci muy
interesada en el yate mientras se abri camino cuidadosamente atravesndolas hacia
donde las tres Corbetas de la Nueva Repblica orbitaban, agrupadas entre s como si
estuvieran aterradas del imponente poder de fuego que se extenda por el cielo alrededor
de ellas.
Lo que, decidi agriamente Han, probablemente estaban haciendo. Gavrisom, y los
calibops en general, eran mucho ms grandes para las palabras que para la accin.

El oficial de servicio en la nave de Gavrisom no haba estado inicialmente dispuesto a

honrar su pedido de atraque, pero unos minutos de discusin - y probablemente una
escena o dos en el fondo - haban finalmente cambiado su actitud.

Y cuando l y Lando bajaron a bordo agachndose a travs de la escotilla de atraque del

Dama Suerte, y la Leia que estaba esperando se fundi en sus brazos, toda la fastidiosa
molestia pareci de repente haber valido la pena.

"Me alegra tanto que hayas regresado," murmur Leia, su voz ahogada en su pecho
mientras se aferraba a l. "Estaba tan preocupada por ti."

"Hey, cario, ya me conoces," dijo Han, intentando un tono casual pero agarrndose tan
estrechamente a ella como ella lo haca con l. De repente, ahora que todo haba
terminado, era como si pudiera finalmente admitir lo que su temeraria excursin a
Bastin podra haber costado. Lo que podra haber perdido...

"S, ya te conozco," dijo Leia, alzando la vista a l e intentando una sonrisa que no lo
enga ni por un segundo. Quiz ella tambin estaba viendo lo que casi haban perdido.
"Y s que nunca has podido mantenerte alejado de los problemas en tu vida. Solo me
alegro que hayas salido bien de este."

"Yo tambin," dijo Han honestamente, mirndola ms cuidadosamente. "Pareces

cansada."

"Slo es un poco temprano para m," explic. "Gavrisom nos tiene en la hora de
Drev'starn, y acaba de amanecer all abajo."

"Oh," dijo Han. Ni siquiera se le haba ocurrido preguntarle al oficial de servicio qu

hora de la nave era. "Lo siento."

"No hay problema," dijo ella. "Creme, esto bien que mereca levantarse temprano."
Titube, apenas visiblemente. "Lo trajiste contigo?"

Han mir a Lando por encima de su cabeza. "Algo as," dijo. "Hay alguna parte adonde
podamos ir a hablar?"

Sinti que los msculos de ella se apretaban bajo sus manos. "Por supuesto," dijo, su
voz no traicionaba nada de su sbita preocupacin. "Hay un cuarto de reuniones aqu
por el corredor."

Unos minutos ms tarde estaban sentados en sillas profundamente cmodas detrs de

una puerta sellada. "El cuarto no est monitoreado," dijo Leia. "Ya lo he verificado.
Cul es el problema?"

Han tom fuerzas. "Conseguimos el Documento de Caamas, como te dije," dijo. "Lo
que no saba en ese momento era que -bueno, mira, djame contarte toda la historia."
Con ocasionales comentarios adicionales de Lando, le dio un resumen de su viaje a
Bastin, terminando con el descubrimiento de Moegid que el documento haba sido
alterado. "Supongo que deb haberme figurado que haba algn engao en todo esto,"
gru, mirando a la datacard en la mesa baja central. El volver a los eventos haba
vuelto a traerle su enojo avergonzado por caer en todo el estpido truco en primer lugar.
"Deb haber esperado hasta que Lando y Moegid la hubieran revisado completamente
antes de decirte nada."

Leia le apret tranquilizadoramente la mano. "Est bien," dijo, la forma de su boca

dejaba claro que no estaba bien en absoluto. "Fue tanto mi culpa como la tuya. Yo
tambin saba que Thrawn haba regresado a escena. Deb haber comprendido que esto
haba sido demasiado fcil."

"S, pero no sabas que l fue el que nos haba dado la datacard," discuti Han,
obscuramente determinado a no dejarla tomar nada de la culpa de esto. "Todo lo que
sabas era-"

Al otro lado de la mesa, Lando se aclar la garganta. "Cuando ustedes dos hayan
terminado de deducir de quin es la culpa," dijo, slo un poco secamente, "quiz
podamos seguir adelante a lo que vamos a hacer al respecto."

Han mir a Leia, vio que su boca se relajaba ligeramente a una sonrisa torcida. "Tomo
tu punto," dijo, en el mismo tono. "Y puede no ser tan malo como parece. Todava hay
una posibilidad de que podamos conseguir una copia del documento de alguna otra
parte."

"Quieres decir Karrde?" pregunt Han.

"No, hay otra posibilidad." titube Leia. "Realmente no debera decir nada ms al
respecto ahora mismo, slo que si funciona probablemente tomar algunos das ms."

"El punto sigue siendo que tenemos que detenerlos a todos por algn tiempo," dijo
enrgicamente Lando. "As que, Han y yo tuvimos un par de das para trabajar con todo
esto sobre la mesa, y pensamos que podemos tener una forma de comprarnos por lo
menos un poco de tiempo."

"Correcto." asinti Han, feliz por cambiar de tema. "Primero, voy a decirle a Gavrisom
que todava no puede tener el Documento de Caamas."

Los ojos de Leia se ensancharon. "Cmo mundos vas a justificar eso?"

"En base de que la situacin sobre Bothawui est demasiado tensa para mi gusto," dijo
soberbiamente Han. "Voy a demandar que todos se detengan y vayan a casa antes de
que yo le entregue el documento a nadie."

La cara de Leia era un estudio en asombro aturdido. "Han, no puedes posiblemente

salirte con la tuya en eso."

"Por qu no?" contrapuso Han, encogindose de hombros. "Este soy yo, recuerdas?
Todos esperan que haga cosas locas."
"S, pero?" Con un claro esfuerzo, Leia estrangul sus objeciones. "Est bien,
asumamos que Gavrisom te deja salirte con esto. Entonces qu?"

Han mir a Lando. "En realidad, no habamos llegado mucho ms all de esa parte,"
concedi. "Moegid dice que hay una mnima oportunidad de que pueda reconstruir los
datos - depende de qu tan bueno haya sido el tipo que lo alter. Y ahora que realmente
tenemos el documento, deberamos poder engatusar a los bothanos a contarnos lo que
saben."

"Asumiendo que realmente sepan algo," seal Leia. "Si no, no estamos nada mejor que
antes. Peor, en realidad, porque alguien va a acusar a la Nueva Repblica de haber
hecho un trato con ellos para retener los nombres."

"Lo s," dijo Han, intentando esconder su sbita oleada de frustracin. "Pero si slo
salimos y les decimos que no hemos conseguido nada, van a decir lo mismo, no?"

Leia le apret la mano de nuevo. "Probablemente," dijo, sus ojos tomaron esa mirada
lejana que significaba que estaba pensando furiosamente. "Est bien," dijo. "Los dos
mayores instigadores all afuera son los diamalas y los ishori. Si podemos hacerlos
ceder, aunque sea temporalmente, muchos de los otros deberan seguirles la corriente.
De hecho, esa fue la razn por la que Gavrisom vino aqu, para intentar hablar con
ellos."

Han hizo una mueca, recordando su propio intento menos exitoso para conseguir que las
dos especies se pusieran de acuerdo. Y eso slo haba sido acerca de detalles de
embarques. "Slo mantnlos fuera del mismo cuarto," advirti.

"Exactamente," dijo Leia, mirando a Lando. "Lando, t y el Senador Miatamia todava

estn en buenos trminos?"

Lando la mir sospechosamente. "No s si alguna vez estuvimos exactamente en buenos

trminos," dijo cautelosamente. "Especialmente no despus de ese aventn que le di que
termin en una invitacin a un brindis del Da Alto con Thrawn a bordo de su
Destructor Estelar personal. Qu tenas en mente exactamente?"

"Miatamia lleg aqu ayer por la noche para reconocer la situacin," dijo Leia. "Se est
quedando en una de las naves de guerra diamalanas grandes, el Pensamientos
Industriosos. Me gustara que fueras all y hablaras con l."

La mandbula de Lando cay. "Yo? Leia?"

"Tienes que hacerlo," dijo firmemente Leia. "Los diamalas tienen un fuerte sentido del
orgullo personal, y Miatamia todava te debe por ese aventn. Puedes usar eso."

"Mira, no s lo que crees que vale mi hospitalidad en el mercado abierto," protest

Lando. "Pero-" Le ech otra mirada a la cara y suspir. "Est bien. Lo intentar."

"Gracias," dijo Leia. "Gavrisom y yo ya tenemos agendado ir a reunirnos con los lderes
ishori en el Predominancia ms tarde esta maana. Quiz juntos podamos idear algo."
Hubo un pitido del comunicador de la mesa. "Consejera Organa Solo?" llam la voz
del oficial de servicio.

Leia extendi la mano y presion el interruptor. "S?"

"Hay un enviado diplomtico aqu para verla, Consejera. Est usted disponible?"

Han sinti una llamarada de irritacin. Nunca podan dejarla tranquila? "Este es Solo,"
llam hacia el comunicador. "La Consejera tiene otros compromisos-"

Se interrumpi por el sbito apretn de Leia en su brazo. Haba algo en su cara... "S, lo
ver," dijo. "Envelo aqu."

Ella apag el comunicador. "Leia?" empez Han.

"No, est bien," dijo ella, con esa extraa mirada todava en la cara. "Tengo un extrao
presentimiento-"

Se interrumpi cuando la puerta del cuarto se abri. Han se puso de pie,

automticamente dejando caer la mano a su blster.

"Consejera Organa Solo," dijo gravemente Carib Devist, entrando al cuarto. Sus ojos
fueron a Han- "Y Solo tambin," agreg, caminando hacia l y extendiendo la mano.
"Me alegra ver que pasaron por Bastin sin contratiempos."

"No lo hicimos," dijo brevemente Han, sin hacer ningn movimiento para tomar la
mano del otro. "Nos atraparon."

Carib se congel, con la mano todava extendida. Sus ojos pasaron al Lando todava
sentado, como notndolo por primera vez; entonces, lentamente, baj la mano. "Qu
pas?" pregunt, con la cara tensa.

"Como dije, nos atraparon," le cont Han. "Nos persiguieron alrededor de la ciudad por
algn tiempo, entonces estaban sentados all esperando cuando fuimos a la nave." Alz
las cejas. "Aparentemente, estamos valorados bastante alto all. El propio Thrawn vino a
encontrarse con nosotros."

Haba pensado que la cara de Carib era tan severa como poda ser. Haba estado
equivocado. "Thrawn estaba all?" repiti el otro, su voz apenas mas que un cuchicheo.
"Era realmente l?"

"Seguro que no era un holo de un cuarto de tamao," dijo Han entre dientes. "Por
supuesto que era l. Tuvimos una bonita pequea charla, y entonces nos dio el
Documento de Caamas." Puso un dedo en la datacard en la mesa. "All est."

Carib mir abajo a la datacard. "Y?" pregunt cautelosamente.

"Ha sido alterado," dijo Leia, con voz casi calmada.

Han le arroj una mirada irritada. Qu estaba haciendo ella siendo buena con este
hombre? "Supongo que no sabras cmo se enteraron acerca de nosotros o algo?" gru,
volviendo su mirada intensa de vuelta a Carib.

El otro la tom sin acobardarse. "No, no lo s," dijo. "Pero dado que no fueron
atrapados al segundo que salieron de su nave, simplemente supondra que fueron
descubiertos. Y tambin puedo sealar," agreg con un nuevo filo a la voz, "que dado el
que los hayan descubierto a ustedes tambin significa que me han descubierto a m lo
que significa que nuestras familias en Pakrik Minor estn ahora en peligro de una
represalia Imperial. Por lo poco que eso signifique para ti."

Han hizo una mueca. "S," murmur. "Eh... bueno, lo siento."

"Olvdalo," dijo Carib, con un enojo que continuaba. "Sabamos en lo que nos
estbamos metiendo."

Deliberadamente, volvi a girarse hacia Leia. "Lo que de hecho es la razn por la que
estamos aqu. Hemos decidido-"

"Espera un minuto," interrumpi Lando. "El oficial de servicio dijo que eras un enviado
diplomtico. Cmo lo engaaste con eso?"

"No hay engao involucrado," dijo Carib. "El Directorio quera a alguien que venga a
ofrecer nuestro apoyo al Presidente Gavrisom y a la Nueva Repblica acerca de la
situacin de Caamas. Nosotros nos ofrecimos. Es as de simple."

"Y llegaste todo el camino a Gavrisom en tu primer intento?

Carib se encogi de hombros. "Tiramos de algunas cuerdas. Pero no fue necesario

demasiado." Sonri tristemente. "Tengo la impresin de que no hay mucha gente en
estos das que se amontone para ofrecerle su apoyo incondicional a Gavrisom. Nosotros
probablemente constituiremos un bienvenido cambio."

Mir de nuevo a Leia. "El punto es, que lo hemos discutido entre nosotros, y hemos
decidido que no podemos simplemente mirar todo esto pasar." Se enderez a una
posicin de firme probablemente inconsciente. "As que hemos venido a ofrecerles
nuestra ayuda."

Han mir al otro lado a Lando. Un manojo de clones imperiales, ofrecindose

voluntarios a involucrarse en la disputa de Caamas. Exactamente justo lo que
necesitaban. "Y cmo propones hacer eso?" pregunt.

"De cualquier forma que podamos," dijo Carib. "Y quiz de formas que ustedes ni
siquiera hubieran pensado. Por ejemplo, son conscientes que su masa de naves all
afuera incluye por lo menos a tres Imperiales?"

Han sinti que sus ojos se estrechaban. "De qu ests hablando?"

"Estoy hablando acerca de tres naves Imperiales," repiti Carib. "Pequeas, apenas de
clase caza estelar, probablemente sin ms que tres o cuatro hombres a bordo de cada
una. Pero s son imperiales."

"Ests seguro de eso?" pregunt Leia.

Han la mir y le frunci el ceo. Haba una mirada extraa detrs de sus ojos, una
inesperada tensin en su garganta.

"Absolutamente," dijo Carib. "Acabamos de captar el rastro de una transmisin durante

nuestro camino de llegada que estaba usando lo ltimo en encriptacin de Bastin."

El labio de Leia dio un tic. "Ya veo."

"Presumo que consiguieron sus IDs," dijo Lando.

"De las que descubrimos, s," dijo Carib, sacando una datacard y ofrecindosela a Han.
"Por supuesto que podra haber ms de ellas all afuera manteniendo silencio."

"Por supuesto," dijo Lando.

Carib le dispar una mirada, entonces volvi a girarse hacia Han. Por un momento
sostuvo la mirada de Han, estudindole la cara... "Mira, Solo," dijo en voz baja. "S que
no tienes exactamente confianza en m. Supongo que si estuviera en tu lugar, bajo las
circunstancias, tampoco confiara particularmente en nosotros. Pero lo creas o no,
estamos de tu lado."

"No es una cuestin de desconfianza," Carib, dijo Leia. "Es toda la pregunta de qu es
real acerca de esto y qu no lo es. Con Thrawn tirando de los hilos, ya ni siquiera
estamos seguros de si podemos confiar en nuestros propios ojos, mucho menos en
nuestro juicio."

"Lo que bien puede ser su arma ms poderosa," contrapuso con impaciencia Carib. "El
hecho es que nadie est dispuesto a confiar en sus aliados o en sus circunstancias o ni
siquiera en s mismos. No se puede vivir de esa forma, Consejera. Ciertamente no se
puede luchar de esa forma."

Leia agit la cabeza. "Me entiendes mal. No estoy sugiriendo que capitulemos ante la
incertidumbre, sino slo explicando nuestra vacilacin. Al contrario, tenemos un plan e
intentaremos llevarlo a cabo."

"Que bien," dijo Carib, y Han pens que poda notar una dbil nota de alivio en su voz.
"Qu quieren que hagamos?"

"Me gustara que volvieran a su nave y comenzaran a vagar lentamente por el rea," le
cont Leia, deslizando una datacard en su datapad y tecleando algo. "Intenten encontrar
e identificar a cada nave imperial que est all afuera."

"Y si ya no transmiten ms?" pregunt Lando.

"No importa," le asegur Carib. "Hay ciertas formas en que los pilotos imperiales
tienden a hacer las cosas que los hace destacar en una muchedumbre. Si hay algunos
ms all afuera, los encontraremos."

"Muy bien," dijo Leia, sacando la datacard de su datapad y dndosela a Carib.

"Asegrate de mantenerte en contacto con Han o con Lando o conmigo- aqu estn las
frecuencias de nuestros comunicadores personales y de nuestras naves. Adems de eso,
slo estn preparados."

"Lo haremos," prometi Carib, tocando la datacard. "Gracias, Consejera. No la

decepcionaremos."

"Lo s," dijo gravemente Leia. "Hablaremos ms tarde."

Con una corta inclinacin de cabeza, Carib se volvi y sali del cuarto. "Espero que
sepas lo que ests haciendo, Leia," murmur Han, mirando oscuramente a la puerta
cerrada. "Todava no estoy seguro de si confo en l."

"Slo la historia podr juzgar sus acciones hoy," dijo Leia cansada. "O aqullas de
cualquiera del resto de nosotros." Ella respir profundo y pareci sacudirse el
cansancio. "Pero slo podemos hacer lo que podemos. Yo necesito ir a hablar con
Gavrisom acerca de nuestra reunin con los ishori; y t, Lando, necesitas llamar al
Senador Miatamia e intentar ir a verlo."

"Correcto," dijo Lando, levantndose con clara renuencia del confort de su silla. "Los
ver ms tarde."

Sali. "Qu hay de m?" pregunt Han. "Qu hago?"

"Dame otro abrazo," dijo Leia, ponindose de pie y acercndose a l. "No, en serio, ser
mejor que t te quedes completamente afuera de esto," agreg sobriamente. "T eres el
que tiene el Documento de Caamas, el que est en el terreno moral alto. No puedes ser
visto tratando directamente con ninguno de los lados."

"S," dijo Han, haciendo una mueca. "Siempre me gusta estar en el terreno alto- haces
un blanco tan bueno all. Vamos, Leia? No puedo simplemente sentarme aqu sin hacer
nada."

Con ella apretada contra l, sinti que su cuerpo se pona rgido. "Bueno, en realidad...
el Halcn necesita un poco de trabajo," dijo cuidadosamente. "Perdimos los conversores
de energa y el estabilizador de flujo inico de estribor en camino al sistema."

"Est bien, tengo repuestos para ambos," dijo Han. "Tienes alguna idea de lo que les
pas?" Casi pudo sentir su mueca de dolor. "Se encontraron con un sable de luz."

Gir su cuello para mirar abajo a la parte de arriba de la cabeza de ella. "Oh," dijo. "En
serio."

"Fue por una buena causa," se apresur en agregar. "Realmente lo fue."

Han sonri, acaricindole el cabello. "Te creo, querida," le asegur. "Est bien, me
pondr en eso enseguida. Atracaste del otro lado, correcto?"

"S." Leia se apart en parte de l. "Una cosa ms. Hay un pasajero a bordo, que
tambin por el momento estamos como manteniendo apartado por razones de poltica
local. Elegos A'kla, un Confiable del Remanente Caamasi."

Han alz las cejas, entonces agit la cabeza. "No puedo dejarte sola por un minuto,
no?" dijo. "Me voy a Pakrik Minor en un simple viajecito; y lo prximo que s es que
ests juntndote con caamasi de alto nivel."

Leia le sonri. Pero la sonrisa tena una fragilidad perturbadora. "No sabes ni la mitad,"
dijo, extendiendo la mano para acariciarle la mejilla.

"Entonces cuntame."

Renuentemente, Leia agit la cabeza. "No tenemos tiempo ahora. Quiz despus de que
Gavrisom y yo volvamos del Predominancia, pueda contarte toda la historia."

"Est bien," dijo Han. "Seguro. Entonces, yo slo me pondr a trabajar en el Halcn,
de acuerdo?"

"De acuerdo." Leia lo abraz de nuevo y le dio un rpido beso. "Te ver ms tarde."

"S," dijo Han, frunciendo el ceo. Se le acababa de ocurrir algo- "Leia?"

Ella se detuvo en la puerta. "S?"

"Hace un minuto dijiste que la historia juzgara las actividades de Carib hoy," le
record. "Por qu hoy?"

"Dije eso, no?" murmur Leia, sus ojos se enfocaron en la nada. "No lo s."

Han sinti que algo fro le suba por la espalda. "Una de esas cosas Jedi?"

Leia respir cuidadosamente. "Podra ser," dijo en voz baja. "S que podra serlo."

Por unos latidos del corazn se miraron en silencio. "Est bien," dijo Han, forzando una
indiferencia casual en su voz. "Lo que sea. Nos vemos luego, correcto?"

"S," murmur Leia, que todava se vea confundida. "Hasta luego."

Ella se volvi y sali del cuarto. Por un momento Han se qued adonde estaba,
evaluando las implicaciones de lo que acababa de pasar a travs de su mente. Haba un
enorme montn de ellas, todas tan turbias como el agua de pantano, ninguna de ellas
nada que realmente le gustara mucho.

Pero slo haba una cosa clara aqu, tan clara como el hecho de que su esposa era una
Jedi. De una forma u otra, este pareca que iba a ser un da de mucho trabajo.
Recogiendo la datacard del Documento de Caamas, la meti seguramente en un bolsillo.
Y si este iba a ser un da de mucho trabajo, agreg severamente para s mismo, no haba
ninguna forma de que l se quedara afuera. Ninguna forma en absoluto.

Saliendo hacia el corredor, se volvi hacia la baha de atraque adonde estaba atracado el
Halcn. Cualquiera que fuera el rcord de velocidad para reemplazar un estabilizador de
flujo inico, iba a romperlo.

***

El cuarto de reuniones del Ventura Errante estaba cmodamente atestado cuando

Wedge y Corran llegaron. Bel Iblis estaba parado detrs de la mesa de holo, sus ojos
pasaban por cada capitn de nave o comandante de escuadrn cuando llegaba,
midindolos con esa nica mirada. Para todos los dems, supuso Wedge, probablemente
pareca perfectamente en calma.

Sin embargo, con la historia ms larga de l y del Escuadrn Pcaro con el hombre,
Wedge saba que no era as.

Predeciblemente, Booster Terrik fue el ltimo en llegar. Ignorando los pocos asientos
restantes, tom una posicin de pie directamente al lado de la primera fila enfrente de
Bel Iblis y cruz los brazos a la expectativa.

"sta ser la sesin de informacin final antes de que lleguemos a nuestro destino,"
empez sin prembulo Bel Iblis. "Nuestro blanco, para cualquiera de ustedes que
todava no lo haya adivinado, es la base del Ubiqtorate Imperial en Yaga Minor."

Por la oleada de sorpresa que recorri el cuarto, decidi Wedge, de hecho, una gran
porcin de ellos no haba adivinado correctamente. "Antes de que empiecen a contar
nuestras naves y compararlas con las defensas de Yaga," continu Bel Iblis, "djenme
tranquilizarlos slo un poco. No vamos a intentar destruir la base, ni siquiera ablandarla
particularmente. De hecho, aparte del mismo Ventura Errante, el resto de ustedes se
quedar principalmente por fuera como una distraccin."

Apret un botn, y una imagen de la base del Ubiqtorate apareci encima de la mesa de
holo. "El Ventura Errante saldr del hiperespacio, solo, en este punto." Un destello de
luz azul apareci apenas ms all del anillo de defensas exteriores. "Estaremos
transmitiendo una seal de emergencia indicando que nos hemos encontrado con una
gran fuerza de ataque de la Nueva Repblica - esos sern ustedes - y necesitamos
refugio. Con suerte - y asumiendo que el ID falso los engae - nos permitirn penetrar
las defensas exteriores en este punto."

Booster resopl lo suficientemente fuerte para que todo el cuarto lo oiga. "Debes estar
bromeando," retumb. "Un Destructor Estelar Imperial, huyendo de una coleccin de
chatarra abigarrada como esta? Nunca creern eso."

"Por qu no?" pregunt ligeramente Bel Iblis.

"Por qu no?" Booster traz un arco que abarcaba alrededor de todo el cuarto. "Slo
mranos. Tenemos armas y defensas a plena potencia, un complemento de tripulacin
prcticamente completo, un brillo que no se ha visto desde que Palpatine era un prip.
Quin va a creer que estamos en problemas serios?"

Bel Iblis se aclar la garganta. "Supongo que no has echado una mirada al casco
exterior recientemente."

El brazo de Booster se congel a la mitad otro arco. "Qu?" demand, su voz baja y
mortal.

"Tienes toda la razn acerca de que necesitamos vernos en el papel de una nave en
apuros." asinti Bel Iblis. "Creo que encontrars que lo hacemos."

Por un momento dolorosamente largo los dos hombres se miraron entre s, la expresin
en la cara de Booster le record a Wedge a una tormenta elctrica aproximndose. "Vas
a pagar por esto, Bel Iblis," dijo por fin Booster en voz baja. "T, personalmente, vas a
pagar por esto."

"Lo agregaremos a la cuenta," prometi Bel Iblis. "No te preocupes, volveremos a

arreglar todo despus."

"Ms te vale," amenaz Booster. "Todo arreglado. Y tambin una nueva capa de
pintura." Lo consider. "Algo diferente del Blanco Destructor Estelar."

Bel Iblis sonri dbilmente. "Ver lo que puedo hacer."

Mir de nuevo alrededor del cuarto, entonces apret una tecla en su control. En el holo,
la luz azul pas el anillo exterior; y cuando lo hizo, un grupo de luces amarillas apareci
ms lejos afuera. "En ese mismo momento, el resto de ustedes saldr y formar una
lnea de ataque," continu. "No enfrentarn seriamente el permetro defensivo, pero
meramente lo instigarn lo suficiente para mantener su atencin en el exterior. Tambin
estarn disparando una barrera de torpedos de protones completa, esperando que
algunos penetren a travs del anillo a la base misma."

La luz azul se detuvo junto a un delgado mstil que sobresala de la base principal. "El
Ventura Errante entretanto se detendr aqu, adonde lanzaremos un bote de asalto contra
la extensin del acceso de computadora e intentaremos meter un equipo de expertos en
computadoras. Si la Fuerza nos acompaa, deberamos poder localizar y descargar una
copia del Documento de Caamas."

"Y despus cmo salen de nuevo?" pregunt el capitn de una de las otras naves.
"Presumo que no asume que no los notarn en ningn punto."

Bel Iblis se encogi ligeramente de hombros. "Somos un Destructor Estelar Imperial,"

le record. "Creo que podremos abrirnos camino atropellando como un rancor sin
demasiados problemas."

Wedge mir a Corran y vio la expresin en la boca del otro. No, Bel Iblis estaba muy
equivocado en eso. Confianza casual o no, Destructor Estelar o no, una vez que los
Imperiales empezaran a comprender qu estaba pasando el viejo general iba a tener la
lucha de su vida.
O sino...

Wedge mir a Bel Iblis, con una extraa sensacin en la boca del estmago. O sino
saba perfectamente bien que no haba ninguna forma de que saliera nunca. Saba que
todo lo que poda esperar era encontrar una copia del Documento de Caamas con
tiempo para transmitirla al resto de la flota.

Saba que Yaga Minor era, de hecho, adonde iba a morir.

Y si lo saba...

Wedge se enfoc en Booster, parado con brazos cruzados de nuevo. La nave de Booster,
iba a su destruccin.

Con Booster todava a bordo? Probablemente. Casi seguro.

A su lado, oy el suspiro de Corran. "No se nos ha vuelto noble y auto-sacrificado,

Wedge," murmur el otro. "Est pensando en Mirax y Valin."

"Claro," murmur en respuesta Wedge. La hija de Booster -la esposa de Corran- y el

nieto de seis aos de Booster. S, por supuesto que tena sentido. El gran, escandaloso y
egosta viejo pirata de Booster Terrik se preocupaba profundamente por su familia, lo
admitiera o no.

Y si el intentar impedir que su nieto creciera en medio de una guerra civil le costaba la
vida...

"Supongo que slo tendremos que hacer que asegurarse de que salgan de nuevo sea
asunto del Escuadrn Pcaro," continu Corran.

Wedge asinti. "Lo tienes," prometi.

"Qu hay de cazas?" el Comandante de Ala-A C'taunmar pregunt desde el otro lado
del cuarto. "Presumo que querrn que mi escuadrn haga una pantalla-"

Bel Iblis agit la cabeza. "No. Si llegamos a tener algunos cazas imperiales -TIEs o
Aves de presa- definitivamente los traera. Pero toda esta operacin depende de
mantener el engao todo lo que sea posible; y una pantalla de ala-A o ala-X arruinara
ese engao bastante rpido. No, todos los cazas se quedarn con el grupo de ataque
exterior."

Sus ojos encontraron a Wedge. "Incluyendo al Escuadrn Pcaro."

Sostuvo los ojos en Wedge lo suficiente para dejarle claro que no habra ninguna
discusin, entonces dio una mirada alrededor del cuarto de nuevo. "Sus asignaciones y
posiciones individuales en la formacin de batalla sern repartidas a la salida de la
sesin de informacin. Hay alguna otra pregunta general?"
"S, seor," dijo alguien. "Usted dijo que tena un ID falso preparado para el Ventura
Errante. Es un nombre real, o algo ficticio?"

"Oh, tiene que ser real," dijo Bel Iblis. "Hace veinte aos haba suficientes Destructores
Estelares para que un imperial individual nunca pudiera estar al corriente de todos, y
podra asumir que a su base de datos le faltaba algo por casualidad. Pero ya no."

"Afortunadamente, Inteligencia ha averiguado de tres naves de las que no se ha odo en

varias semanas. Presumiblemente estn de viaje en alguna asignacin especial; de
cualquier forma, las oportunidades de que cualquiera de ellas regrese a Yaga Minor son
muy escasas. Por consiguiente estaremos funcionando bajo el nombre e ID del
Destructor Estelar Imperial Tirnico"- hizo seas hacia Booster- "bajo el comando del
Capitn Nalgol."

Cinco minutos ms tarde, Wedge y Corran se estaban dirigiendo de vuelta hacia la baha
hangar adonde esperaba el resto del Escuadrn Pcaro. "Protegerlos desde afuera del
permetro va a ser complicado," coment gravemente Wedge.

"Lo s," dijo Corran, su voz sonaba extraamente distante. "Solo tendremos que ser
creativos."

Wedge le frunci el ceo. "Problemas?"

Corran agit lentamente la cabeza. "El Tirnico," dijo. "Hay algo que me molesta acerca
de que Bel Iblis use ese nombre. Pero no s qu."

Una corazonada Jedi? "Bueno, mejor que lo deduzcas rpido," advirti Wedge. "El
punto de lanzamiento est a slo una hora de distancia."

"Lo s." Corran respir profundo. "Lo intentar."

CAPTULO
36

"Navett, despierta!"

Navett despert en un instante, su mano se cerr automticamente en el blster

escondido debajo de su almohada. Sus ojos se abrieron de golpe, examinando la escena
con una sola mirada: Klif estaba de pie en la puerta del dormitorio, con un blster en la
mano y una expresin furiosa en la cara, escasamente visible a la luz oscura del alba de
Drev'starn que penetraba a travs de la ventana. "Qu?" exclam.

"Alguien ha estado en la tienda," gru Klif. "Ponte algo de ropa y ven."

S, alguien haba estado en la tienda. Navett atraves el negocio en un deslumbramiento

aturdido, aplastando datacards y pedazos de equipo esparcidos bajo sus pies, mirando en
incredulidad al desastre que haba visitado su bonito pequeo emporio de mascotas.

"No puedo creer esto," murmur Klif, por aproximadamente quinta vez. "No puedo
creer esto. Cmo espacios entr sin hacer saltar las alarmas?"
"No lo s," dijo Navett, mirando por una de las filas de jaulas. "Por lo menos no se llev
los mawkrens."

"Por lo que puedo ver, en realidad no se llev nada," gru Klif, echando una mirada
alrededor. "Slo desarm todo en silencio y lo reacomod."

Navett asinti. A pesar de toda su energa y entusiasmo, pareca como si ella hubiera
pasado por alto el verdadero premio. La seccin de la pared de atrs al lado de la caja
del acople de energa, adonde l y Klif haban instalado su compartimento de
almacenamiento oculto, pareca estar intacta. "Bueno, aparte de hacer un desorden,
realmente no ha hecho nada," dijo, dando la vuelta alrededor del mostrador de ventas.
La computadora estaba encendida; ella debi haber entrado y revisado sus archivos.
Tambin una prdida de su tiempo all.

"Navett."

Alz la vista. Klif estaba de pie junto a la jaula de los prompous, mirando fijamente
abajo al estante junto a ella. "Qu?" pregunt Navett, rodeando de nuevo el mostrador
y unindose a l.

Yaciendo en el estante, acomodados en prolijas filas, estaban los diminutos cilindros

que haban estado ocultos en el fondo falso de la jaula de los mawkrens.

Y apoyado junto a ellos haba otro comunicador de enlace-binario.

"Vas a hablar con ella?" pregunt Klif.

"Y hacer qu?" replic Navett. "Escucharla regodearse un poco ms?"

"Quiz puedas conseguir que te diga lo que va a hacer a continuacin." Klif hizo seas
hacia los cilindros. "Falta uno de ellos."

Navett se trag una maldicin. Recogiendo el comunicador, lo encendi. "Has sido una
nia ocupada, no?" dijo entre dientes.

"Que, buenos das," regres la voz de la anciana. No dorma nunca? "Se levantaron
temprano."

"Y t te acostaste tarde," contrapuso Navett. "Y deberas tener ms cuidado. El ejercicio
desacostumbrado podra ser fatal para alguien de tu edad."

"Oh, pish," se mof ella. "Un poco de ejercicio ayuda a que el viejo corazn funcione
mejor."

"Hasta que lo estrelles contra un objeto afilado," le record oscuramente Navett. "En
Bothawui hay leyes contra el vandalismo, sabes."

"Slo si sabes contra quin entregar la denuncia," dijo airosamente. "Y no lo saben,
no?"
Navett apret los dientes. Ella tena razn; todos sus esfuerzos para investigar el ID de
su nave haban sido completamente intiles. "Entonces supongo que solo tendremos que
tratar contigo nosotros mismos," dijo.

Hubo un sonido cloqueante. "Les suger eso anoche. Deseara que se decidieran. A
propsito, fueron a buscar su Xerrol Nightstinger?"

Navett esboz una estrecha sonrisa. S, lo haba buscado. Estaba justo all al otro lado
del cuarto en su compartimento de almacenamiento oculto, listo para usarse. "De
cualquier forma, qu exactamente pensaste que ibas a encontrar aqu?"

"Oh, nunca se sabe," dijo. "Siempre me han gustado los animales, sabes. Para qu son
todos esos pequeos cilindros?"

"Eres la experta en todo. Dedcelo."

"Oh, pero qu mal genio tienes a primera hora de la maana," lo reprendi. "Ni
siquiera una pista?"

"Te propongo un trato," ofreci Navett. "Por qu no me cuentas lo que ests planeando
para despus."

"Yo?" pregunt ella, con completa inocencia de ojos bien abiertos. "Eh, nada. De este
punto en adelante, depende de los bothanos."

Navett le dio una mirada a Klif. "Por supuesto que s," dijo. "Vamos, ahora - no puedes
llamar a Seguridad en esto, y los dos lo sabemos. Es slo entre nosotros y t."

"Adelante, cree en eso," dijo ella alentadoramente. "Bueno, estoy un poco cansada, y
ustedes esperan compaa. Hablaremos ms tarde."

La transmisin se cort con un clic. "Adis a ti tambin," murmur Navett, apagando el

comunicador y apoyndolo en el estante. Sac su cuchillo, y deliberadamente lo clav
atravesando el dispositivo.

"Qu quiso decir acerca de compaa?" le pregunt sospechosamente Klif mientras

Navett arrojaba los pedazos del comunicador en el recolector de desechos. "No crees
que haya llamado a Seguridad, no?"

"Claro que no," dijo Navett. "Vamos, tenemos que arreglar este lugar antes de la hora de
abrir-"

Se interrumpi cuando, al otro lado de la tienda, hubo un golpe a la puerta. Frunciendo

el ceo, cruz el cuarto, devolviendo cuchillo y blster a sus escondites en su tnica.
Accionando la cerradura, abri la puerta.

Para encontrarse cara-a-cara con un grupo de cuatro bothanos que vestan en los
hombros las anchas fajas verdes y amarillas de la polica local. "El propietario Navett
del Emporio de Mascotas Exoticalia?" pregunt el de adelante.
"S," confirm Navett. "El horario de atencin es de-"

"Soy el Investigador Proy'skyn de la Seccin de Disuasin Criminal de Drev'starn,"

interrumpi enrgicamente el bothano, sosteniendo en alto un brillante ID. "Recibimos
el aviso de que los han robado."

Sus ojos pasaron por encima del hombro de Navett. "Obviamente, el aviso era acertado.
Podemos entrar?"

"Por supuesto," dijo Navett, retrocediendo para dejarlos pasar, intentando mantener sus
pensamientos repentinamente asesinos fuera de su voz. No, la vieja no haba hecho nada
tan obvio como llamar a Seguridad. No. "En realidad estaba a punto de llamarlos,"
agreg mientras los bothanos se abran en abanico por la tienda. "Acabamos de
descubrirlo nosotros mismos."

"Tiene una lista de registro e inventario?" le pidi Proy'skyn por encima de su hombro.

"Ya la busco," se ofreci Klif, dirigindose hacia la computadora.

Uno de los bothanos haba hecho una pausa al lado de la jaula del prompous.
"Propietario?" llam. "Qu son estos cilindros?" Seal hacia abajo.

"Por favor, tenga cuidado con esos," dijo rpidamente Navett, apresurndose hasta su
lado, su mente buscaba furiosamente algo que sonara razonable. "Son cpsulas de goteo
hormonal para nuestros mawkrens beb."

"Qu clase de hormonas se requieren?" pregunt el bothano.

"Los mawkrens recin nacidos necesitan una combinacin particular de espectro solar,
condiciones atmosfricas, y dieta," aport Klif, entendiendo el juego de Navett y
siguindolo como slo Klif poda hacerlo. "Casi nunca se puede conseguir la mezcla
correcta fuera de su propio mundo, as que se usa un goteo hormonal."

"Son esos de all," agreg Navett, sealando hacia la jaula con los diminutos lagartos.
"Les atamos los cilindros en el lomo con unos arneses a medida."

"Ya veo," dijo el bothano, mirndolos. "Cundo hace falta hacer esto?"

"En realidad, esta maana," dijo Klif. "Lo siento, pero tendrn que seguir mirando solos
por algn tiempo, Investigador Proy'skyn, si no le molesta."

"Por supuesto, por supuesto," dijo Proy'skyn. "Por favor, continen."

Navett camin hasta una de las mesas volcadas, escondiendo una sonrisa gravemente
satisfecha mientras la enderezaba de nuevo. Hasta all lleg el intento de sutileza de la
anciana - claramente, l y Klif podan ser ms sutiles que ella cualquier da de la
semana. Ahora no slo tenan una razn para posponer las largas preguntas oficiales, no
slo haban aliviado cualquier posible sospecha ofrecindoles a los investigadores
libertad para revisar el lugar, sino que incluso estaran preparando la fase final de su
plan justo debajo del pelo de las narices colectivas de la burocracia bothana.

Por supuesto, no haban planeado instituir esa fase en particular hasta dentro de un par
de das. Pero no se poda tener todo.

Preparando la reja de sujecin, ignorando el suave bullicio de los bothanos

deambulando en busca de pistas, se pusieron a trabajar.

***

Haban terminado de colocarles arneses y cilindros a noventa y siete de los mawkrens,

con aproximadamente veinte ms para terminar, cuando Navett not por primera vez el
nuevo olor que soplaba a travs de la tienda.

Alz la vista a Klif, absorto en colocar uno de los cilindros en la espalda del diminuto
lagarto que esperaba en rgida inmovilidad en la reja de sujecin, entonces dej que su
mirada pasara alrededor de la tienda. Los cuatro investigadores bothanos originales se
haban ido hace mucho, reemplazados por un grupo de tres tcnicos que diligentemente
recogan huellas digitales y muestras de qumicos de los varios mostradores y jaulas.
Ninguno de ellos pareca haber notado el olor.

Klif alz la vista, not la expresin en la cara de Navett. "Problemas?" murmur.

Navett arrug la nariz. Klif frunci el ceo, olfateando el aire...

Y de repente sus ojos se ensancharon. "Humo."

Navett asinti fraccionariamente, sus ojos se lanzaron de nuevo alrededor de la tienda.

No haba nada visible, ninguna llama y ningn humo, pero el olor definitivamente se
estaba volviendo ms fuerte. "Ella no habra," sise Klif. "O s?"

"Mejor asumamos que s," dijo Navett. "Toma a los mawkrens que hemos terminado y
llvalos al caf."

"Ahora?" Klif mir a la brillante luz del sol por la ventana. "Navett, todo el personal
est trabajando all ahora."

"Entonces ser mejor que pienses en una muy buena distraccin para sacarlos del
camino," respondi el fuego Navett. Si perdan a los mawkrens, todo esto habra sido
para nada. "Despierta a Pensin y a Horvic; aqu estamos en modo de completa
emergencia."

Klif asinti gravemente. "Entendido," dijo. Dejando sus herramientas de lado, empez a
devolver a los ltimos pocos mawkrens a la jaula-

Y de repente uno de los bothanos lanz un graznido. "Fuego!" bal. "El edificio se
incendia! Morv'vyal - llama a los Extintores. De prisa!"
"Fuego?" pregunt Navett, mirando alrededor en fingido desconcierto. "Dnde? No
veo ningn fuego."

"Humano tonto," exclam el bothano. "No puedes oler el humo? De prisa- deja todo y
sal."

Navett le dispar una mirada intensa a Klif. As que ese era el plan de la vieja. No pudo
deducir qu cosa en la tienda les haca falta para su conspiracin, as que iba a forzarlos
a salir sin nada de eso. "Pero mi inventario es muy valioso," protest.

"Tan valioso como tu vida?" El bothano, ignorando su propio consejo, estaba

movindose rpidamente alrededor del borde exterior de la tienda, sus manos rozaban
las paredes. "Ve - sal fuera."

"Qu ests haciendo?" pregunt Klif.

"Tienes razn, todava no hay llama," explic el bothano. "El fuego por consiguiente
debe estar dentro de las paredes."

"Los Extintores estn en camino," report ansiosamente uno de los otros bothanos,
agitando su comunicador. "Pero no llegarn aqu por unos minutos ms."

"Entendido," dijo el primero, haciendo una pausa en la caja del acople de energa.
Abruptamente, su pelaje se aplan, y sac un cuchillo de su cinturn. "Quizs podamos
ayudar a prepararles el camino."

"Espera un minuto," ladr Navett, saltando hacia adelante. El bothano haba clavado el
cuchillo entre los paneles de la pared directamente encima de su compartimento oculto.
"Qu grescas ests haciendo?"

"El fuego huele a cables," explic jadeante el bothano. "Aqu en el acople de energa
hay un lugar probable adonde puede estar. Si podemos exponerlo y apagarlo-"

Se interrumpi, tambalendose cuando el cuchillo que clavaba inesperadamente

atraves el frente falso relativamente delgado del compartimento de almacenamiento.
Recuper el equilibrio, mirando boquiabierto al blster de francotirador Nightstinger
ahora visible adentro. "Propietario Navett!" exclam. "Qu est haciendo esta arma-"

Cay al suelo, sin terminar la pregunta, cuando Navett le dispar por la espalda.

El segundo bothano solt slo un chillido antes de que el segundo tiro de Navett lo
hiciera caer. El tercero estaba buscando frenticamente su comunicador y su blster
cuando el tiro de Klif lo derrib. "Bueno, eso lo ha arruinado," gru Klif, mirando a
Navett. "Qu Imperio-?"

"Ella espera que seamos apropiadamente profesionales en esto," dijo Navett entre
dientes. "Y los profesionales nunca empiezan a disparar a menos que tengan que
hacerlo. Entonces bien: hemos sido poco profesionales. Eso ha de tomarla por sorpresa."
"Oh, terrfico," dijo Klif. "Una estrategia brillantemente poco ortodoxa. Ahora qu
hacemos?"

"Seguimos adelante, eso," gru en respuesta Navett, volvindose a meter el blster en

la tnica y parndose encima del cuerpo para sacar el Nightstinger de su escondite.
"Despierta a Pensin y Horvic y muevan sus traseros a la nave y al espacio. Tienen dos
horas, quiz menos, para llegar a bordo del Predominancia y en posicin."

Nightstinger en mano, se dio la vuelta para encontrar una mirada aturdida en la cara de
Klif. "Navett, no podemos hacerlo ahora," protest. "La fuerza de ataque no estar lista
hasta dentro de otros tres das."

"Quieres intentar evitar a nuestra dama amiga por tanto tiempo?" exclam Navett,
dejando caer el Nightstinger hacia la mesa y empezando a meter el resto de los
mawkrens en su jaula. "Puedes ver su plan - est intentando maniobrar a la polica o a
los Extintores o a Vader sabe quin sino en un uniforme a hacer interferencia contra
nosotros. Tenemos que movernos ahora, cuando no est esperndolo."

"Pero la fuerza de ataque?"

"Deja de preocuparte por la fuerza de ataque," lo cort Navett. "S, estarn listos. O sino
estarn as con la velocidad de un disparo. Tienes tus rdenes."

"Est bien," dijo Klif, guardando su propia arma. "Te dejar el landspeeder- Puedo
robar otro para nosotros tres. Necesitas algo ms?"

"Nada que no pueda hacer yo mismo," le dijo brevemente Navett. "Prosigue - el crono
est contando."

"Correcto. Buena suerte."

Se fue. Navett termin de meter a los mawkrens en su jaula, entonces recogi el resto de
los cilindros y los desliz de vuelta en el fondo falso de la jaula. S, la anciana haba
forzado su mano, y ese sbito cambio drstico de planes iba a costarles mucho.

Pero si ella pensaba que haba ganado, estaba muy equivocada. Slo deseaba poder estar
cerca para verla cuando comprendiera eso.

***

"Estoy segura de que entiende, Almirante," dijo Paloma D'asima, obviamente

escogiendo muy cuidadosamente sus palabras, "lo inaudito que sera este paso para
nuestro pueblo. Nunca antes hemos tenido lo que podra ser considerado relaciones
cercanas con el Imperio."

Sentado a un cuarto de camino al otro lado de la mesa, Disra suprimi una sonrisa
cnica. Paloma D'asima, una de las orgullosas y exaltadas Once de las Mistryl, bien
poda pensarse sutil, incluso inteligente, en las artes de la poltica y los duelos polticos.
Pero para l, era tan patentemente transparente como slo una aficionada poda serlo. Si
esto era lo mejor que las Mistryl podan hacer, las tendra comiendo de su mano antes
de que terminara el da.

O ms bien, comiendo de la mano del Gran Almirante Thrawn. "Entiendo los conflictos
que hemos tenido en el pasado," dijo gravemente Thrawn. "Sin embargo, como ya le he
sealado - y a Karoly D'ulin antes que a usted," agreg, inclinndole la cabeza
educadamente a la mujer ms joven al lado de D'asima, "el Imperio bajo mi liderazgo
tiene muy poco parecido al del difunto Emperador Palpatine."

"Entiendo eso," dijo la mujer mayor. Su cara no revelaba nada; sus manos, sin embargo,
ms que lo compensaban. "Slo lo planteo para recordarle que necesitaramos ms que
slo su palabra como garanta."

"Est usted cuestionando la palabra del Gran Almirante Thrawn?" pregunt Disra,
dejando slo una insinuacin de filo en su voz.

El gambito funcion; D'asima estaba instantneamente a la defensiva. "De ninguna

manera," le asegur, demasiado rpidamente. "Es solamente que-"

La salv una seal del intercomunicador de la sala de conferencias. "Almirante Thrawn,

ste es el Capitn Dorja," dijo la voz familiar.

Sentado al lado de Thrawn, Tierce toc el interruptor. "ste es el Mayor Tierce,

Capitn," dijo. "El Almirante lo est escuchando."

"Perdone la interrupcin, seor," dijo Dorja. "Pero usted pidi ser informado
inmediatamente si cualquier nave no programada se aproximaba a la base. Acaban de
recibir una transmisin del Destructor Estelar Imperial Tirnico, pidiendo ayuda de
emergencia."

Disra le arroj una mirada sobresaltada a Tierce. El Tirnico era una de las tres naves
que acechaban tras sus escudos invisibles en Bothawui. O por lo menos se supona que
estaba all. "Especificaron la naturaleza de su emergencia?" pregunt Thrawn.

"Est llegando, seor... dicen que han sufrido el ataque de una considerable fuerza de
asalto de la Nueva Repblica y han sido severamente daados. Dicen que la fuerza est
justo detrs de ellos y que necesitan resguardo. El General Hestiv est pidiendo
instrucciones."

Disra sinti una estrecha sonrisa plegando sus labios. No- por supuesto que no era el
Tirnico real all afuera. La corazonada de Tierce haba sido correcta: Coruscant
realmente haba lanzado un intento desesperado de robar una copia del Documento de
Caamas.

Y no slo estaba la trampa lista y esperando, incluso tenan a una de las Once de las
Mistryl aqu para ver ese lastimoso intento ser convertido en una derrota humillante. El
verdadero Thrawn no podra haber arreglado algo mejor.
"Instruya al General Hestiv que deje al Destructor Estelar entrante pasar el permetro
exterior," le dijo Thrawn a Dorja. "Entonces debe poner todas las defensas en
disposicin de batalla completa y prepararse para el ataque enemigo."

"S, seor."

"Y entonces, Capitn," agreg Thrawn, "prepare igualmente al Implacable para el

combate. Rastree al Destructor Estelar entrante cuando se aproxime y trace su curso,
entonces pnganos directamente entre l y la base. En ese punto ordenar que el
General Hestiv lo apunte con todas las defensas internas."

"S, seor," dijo Dorja, sonando ligeramente confundido pero no obstante sin preguntar.
"Vendr usted al puente?"

"Por supuesto, Capitn." Thrawn se puso de pie, ofreciendo a D'asima una ligera sonrisa
mientras le haca seas hacia la puerta de la sala de conferencias. "De hecho, creo que
todos lo haremos."

***

El ruido sbito despert a Ghent de su sueo ligero y lo hizo sacudirse en su silla. Mir
desesperado alrededor del rea de trabajo, vio que todava estaba solo. Slo entonces su
mente nublada por el sueo comprendi que el sonido era algn tipo de alarma.

Ech una mirada alrededor del cuarto de nuevo, buscando la fuente del problema. No
haba nada que pudiera ver. Obviamente, deba ser en otra parte de la estacin. Lo busc
un momento en la seccin de control de clima del tablero, y encontr el interruptor de
apagado.

El sonido se baj a un zumbido desagradable en sus odos. Por otro momento mir el
tablero, preguntndose si valdra la pena intentar escuchar el sistema de comunicacin
principal y averiguar qu estaba pasando. Probablemente no; cualquier cosa que fuera,
era poco probable que tuviera algo que ver con l.

De repente frunci el ceo. El tablero delante de l pareca estar destellando.

Destellando?

El ceo se desvaneci en comprensin aliviada. Por supuesto- estaba viendo reflejos de

luz que entraban a travs del ventanal en el rea de habitaciones detrs de l.
Ponindose de pie, haciendo una mueca de dolor cuando sus rodillas le informaron que
otra vez haba estado sentado en una posicin demasiado tiempo, coje a travs de la
puerta abierta y mir por el ventanal.

La fuente de la luz destellante fue inmediatamente evidente: un imponente despliegue

de mltiples disparos de turbolser y torpedos de protones que venan de la distancia
cerca del permetro exterior de las defensas de la base.

Y enmarcado en el centro de todo ese poder de fuego destellante, apuntando

inexorablemente en direccin a l, estaba la enorme masa de un Destructor Estelar
Imperial.
Ghent contuvo la respiracin, mirando fijamente a la nave que se acercaba. De repente
toda la charla de Pellaeon y Hestiv acerca del peligro y las amenazas, cmodamente
apartada en el fondo de su mente durante los ltimos das, volvi rpidamente al frente.
Ese Destructor Estelar estaba viniendo por l- estaba seguro de eso.

Correr! El pensamiento destell en su mente. Tena que correr de aqu, por el tnel
largo a la base principal. Encontrar al General Hestiv, o a ese piloto de TIE que lo haba
trado aqu desde el Quimera, o slo encontrar alguna parte adonde esconderse.

Pero no. Hestiv le haba advertido acerca de los espas dentro de la base principal. Si iba
all, uno de ellos seguramente lo atrapara.

Y adems, record de repente, no podra ir a ninguna parte. Haba sellado por triplicado
la nica puerta de acceso, poniendo una capa de contraseas de cerradura de
computadora que le tomara horas descifrar a cualquier enemigo. Incluso a l, que haba
preparado los bloqueos en primer lugar, probablemente le tomara media hora
deshacerlos.

Y media hora sera demasiado tarde. Demasiado tarde por mucho.

Durante otro minuto mir la nave que se acercaba, preguntndose a la distancia qu le

haran. Entonces, con un suspiro, se dio la vuelta. Estaba atrapado aqu, estaban
viniendo por l, y no haba nada que pudiera hacer.

Volviendo al rea de trabajo, esta vez cerrando la puerta detrs de l, regres a su

asiento. Los Wickstrom K220s finalmente haban terminado el complejo anlisis que les
haba dado antes de que todo esto pasara. Transfiriendo los resultados a la Masterline-
70, apartando una vez ms los eventos al fondo de su mente, volvi al trabajo.

***

Le tom a Navett media hora localizar y comprar el tanque de fluido inflamable

presurizado que necesitaba y otros quince minutos adaptarle una manguera
pulverizadora. Haban pasado cuarenta y cinco minutos, tiempo durante el cual la
alarma acerca de los bothanos muertos en la tienda de mascotas probablemente se haba
extendido a cada esquina de la ciudad.

Pero eso estaba bien. Los feos aliengenas peludos no podran detenerlo ahora; y cuanto
ms tiempo le tomara prepararse aqu en la superficie planetaria, ms tiempo tendran
Klif, Pensin y Horvic para abrirse camino a engaos a bordo de esa nave ishori sobre su
cabeza.

Moriran all, por supuesto. Ellos lo saban. Pero entonces, l tambin pronto estara
muriendo aqu abajo. Lo que era importante era que antes de morir, completaran su
tarea.

Las calles alrededor del caf Ho'Din, tan silenciosas y desiertas tarde en la noche,
estaban zumbando de actividad ahora temprano en la tarde. Con el tanque de fluido
apretado en el asiento a su lado, acuado en un ngulo extrao contra el techo bajo,
Navett manejaba lentamente por las callejas desiertas a lo largo de los costados y el
fondo del caf, rociando sistemticamente una gruesa capa del lquido a lo largo de las
paredes inferiores y el suelo a su alrededor. La pared delantera, enfrentando una calle
transitada, era demasiado pblica para hacer lo mismo all sin despertar sospechas
instantneas. Pero sin embargo tena otros planes para ese rea. Volviendo a la calleja
del fondo, de nuevo asegurndose de no haber sido visto, dispar un tiro de blster en el
fluido cuando pas ms all del caf.

Se tom su tiempo en rodear a travs de los callejones hasta salir de nuevo hacia la calle
principal, con el resultado de que cuando dej que el landspeeder se detuviera enfrente
del caf el fuego que haba empezado estaba ardiendo furiosamente a lo largo de las
paredes exteriores. Los peatones estaban corriendo frenticamente de un lado a otro,
agitando las manos y gritando cuando huan de las llamas o se formaban en grupos
fantasmales a una distancia segura para mirar; y mientras Navett recuperaba el
Nightstinger del asiento trasero las puertas del frente del caf se abrieron y una
muchedumbre de clientes y camareros igualmente histricos empez a salir a travs del
humo. Verificando el indicador del Nightstinger, confirmando que todava le quedaban
tres tiros, Navett se puso a esperar.

No tuvo que esperar mucho tiempo. El flujo de refugiados del caf apenas haba
empezado a menguar cuando un camin speeder blanco de los Extintores lleg rugiendo
a la vuelta de la esquina y fren bruscamente en una esquina del edificio. A travs de la
ventana lateral Navett poda ver al conductor haciendo seas mientras su compaero
corra afuera y empezaba a subir la escalera externa hacia la torreta de presin en la
cima.

Nunca lleg a hacerlo. Apoyando el can del Nightstinger en el asiento trasero para
ms estabilidad, Navett lo derrib de un tiro. Su segundo rayo invisible se encarg del
conductor; su tercero y ltimo vol la tapa del tubo de llenado del camin speeder,
enviando el supresor de fuego derramndose hacia la calle para fluir intilmente lejos de
las llamas.

Baj el blster ahora vaco hacia el suelo, dando a la muchedumbre a su alrededor una
rpida mirada. Pero nadie le estaba prestando la ms mnima atencin a ese humano
sentado solo en su landspeeder. Cada ojo estaba slidamente fijo en el edificio
llameante, con probablemente slo un pensamiento breve ocasional vuelto al enigma de
los dos Extintores Bothanos que haban cado repentina e inexplicablemente.

El flujo de clientes del caf se haba detenido ahora. Navett le dio treinta segundos ms,
slo para asegurarse de que todos estaban afuera. Entonces, sacando su blster y
ponindolo preparado en el asiento a su lado, encendi el landspeeder y se abri camino
a travs de la muchedumbre hacia las puertas del frente del caf.

Haba pasado a travs de la parte principal de la muchedumbre antes de que nadie ni

siquiera pareciera notar lo que estaba haciendo. Alguien grit, y un bothano que llevaba
la faja verde/amarilla de la polica se puso de un salto delante de l, agitando
violentamente los brazos. Cogiendo su blster, Navett le dispar, vir alrededor del
cuerpo, y pis fuerte el acelerador. Alguien detrs de l estaba gritando ahora;
agarrndose fuerte, Navett aument la velocidad-
Golpe las puertas del caf con una fuerza que le sacudi los huesos, volvindolas en
astillas cuando el landspeeder se detuvo justo en medio de la destruccin. Haba salido
antes de que los escombros terminaran de rebotar en el techo del vehculo, cogiendo la
jaula de mawkrens del fondo y corriendo a toda velocidad a travs del humo y calor
hacia la puerta del stano y el substano despus de ella.

Estaba a mitad de camino bajando el primer tramo de escaleras cuando, detrs de l, oy

la explosin cuando el calor hizo estallar el fluido restante en el tanque presurizado que
haba dejado en el landspeeder.

Y con el frente del caf ahora envuelto en llamas como el resto del edificio, estaba real e
irrevocablemente apartado del mundo exterior.

Ahora nadie en el universo poda detenerlo.

Apenas haba un indicio de humo en el substano - nada serio, slo un anticipo de lo

que vendra inevitablemente. Su equipo estaba justo adonde lo haban dejado, pero le
tom un minuto primero dar un rpido chequeo al desintegrador de fusin.

Fue bueno que lo hiciera. La vieja haba estado aqu de nuevo, saboteando el dispositivo
para que se sobrecargara y quemara la bobina de control principal cuando se encendiera.
Sonriendo sin humor para s mismo, Navett deshizo el sabotaje, entonces par unos
preciosos minutos ms reconfigurando el enfoque para extender el rayo de
desintegracin unos centmetros afuera de la boca del recipiente.

Finalmente, estaba listo. Atndose la jaula de mawkrens torpemente a su espalda, se

dej caer en el agujero que l y Klif haban excavado y encendi el desintegrador.

El rayo cort a travs de la tierra debajo de sus pies como un tiro de blster a travs de
la nieve, enviando una brisa de polvo microscpico fluyendo ms all de su cara.
Efmeramente, dese haber pensado en traer una mscara filtrante con l. Ahora era
demasiado tarde. Entornando los ojos contra el viento abrasador, sigui adelante,
preguntndose qu estaban haciendo los bothanos acerca de la mirada de alarmas que
indudablemente estaba activando. Dando vueltas intilmente, sin duda, particularmente
una vez que vieron que la fuente de la intrusin era totalmente inaccesible para ellos.

Y algunos de ellos probablemente se quedaran tranquilos y se relajaran,

petulantemente seguros en su conocimiento de que perder el conducto de energa hacia
el que estaba excavando no afectara su precioso escudo en lo ms mnimo.
Posiblemente incluso se estaban riendo del tonto agente imperial que pensaba que poda
apagarlos tan fcilmente, o que quizs pensaba que poda meterse a travs de un
conducto de diez centmetros de dimetro.

No se reiran de esa forma por mucho tiempo.

Le tom slo unos minutos excavar el resto del camino hasta el conducto de energa. La
carcasa del conducto era blindada, y al rayo desintegrador le tom casi diez minutos
ms comerla. Los cables de energa mismos se quemaron con un fogonazo casi
inmediatamente una vez que pas eso, por supuesto - despus de todo, eran slo cables
de energa normales, no estaban diseados para resistir algo ms agresivo que la
corriente elctrica de alta energa. Continu hasta que se haba abierto un agujero de
tamao decente en la cubierta exterior, entonces apag el desintegrador y encendi el
paquete refrigerante integrado en el fondo. Unos minutos de rociado sistemtico, y una
vez ms el rea estaba lo suficientemente fresca para tocarla.

Apag el refrigerante y se sent en la abertura... y en el sbito silencio, oy un nuevo

sonido bajo.

El pitido de un comunicador. Viniendo del desintegrador.

Frunci el ceo, comprobando el dispositivo. All estaba, encajado en la boca de recarga

del paquete refrigerante. Esbozando una estrecha sonrisa, lo sac y lo encendi. "Hola,"
dijo. "Ests satisfecha con todo?"

"Qu en el nombre del polvo de Alderaan ests haciendo?" demand la voz de la vieja.

Sonri ms ampliamente, metindose el comunicador en el cuello de su camisa, abri el

fondo falso de la jaula de los mawkrens. "Qu pasa?" pregunt, sacando un pequeo
tubo de comida en pasta. "No te tom realmente por sorpresa ni nada as, no? A
propsito, se fue un lindo truco con el humo en la tienda de mascotas. Asumo que la
plantaste antes de irte esta maana-"

"S," dijo. "Supuse que tenan todo su buen material arriba con ustedes, o si no
escondido detrs de las paredes o techos."

"As que plantaste una bomba de humo de accin retardada para que los Extintores
entraran y abrieran las paredes por ti," dijo Navett, abriendo la jaula y extrayendo uno
de los diminutos lagartos. "Muy inteligente."

"Mira, no tienes tiempo para esta charla," gru ella. "En caso de que no te hayas dado
cuenta, ese edificio se est quemando como una antorcha encima de tu cabeza."

"Oh, lo s," dijo Navett. Sosteniendo el lagarto con una mano, puso una gota de la
comida en pasta en la punta de su nariz y lo baj en el agujero que haba cortado,
apuntndolo en direccin al edificio del generador. Un toque en el extremo de la bomba
cilndrica la activ, dejndola lista para explotar cuando el lagarto alcanzara el bloqueo
adonde el conducto atravesaba la pared reforzada y sus cables de energa individuales se
dividan en una docena de direcciones diferentes. Lo solt, y el mawkren corri por el
espacio angosto entre los cables de energa y la carcasa del conducto, siguiendo el olor
que era demasiado estpido para comprender que estaba unido a su propia nariz.

"Qu quiere decir que lo sabes?" pregunt la mujer. "A menos que hagas algo
realmente muy inteligente rpido, vas a morir all. Tambin sabes eso?"

"Todos tenemos que morir algn da," le record Navett, preparando la nariz de otro
mawkren y envindolo a seguir al primero. Apenas se haba desvanecido por el
conducto cuando el dbil sonido de una pequea explosin reson por el tubo.

No haba nada mal con los odos de la vieja. "Qu fue eso?" pregunt.
"La muerte de Bothawui," le cont Navett, preparando otro mawkren y soltndolo
mientras sonaba una segunda explosin. Ahora que los vapores de la tierra desintegrada
se estaban disipando, poda sentir que el olor del humo se estaba volviendo ms fuerte.
"Sabes, nunca averiguamos tu nombre," agreg, sacando otro mawkren y preguntndose
inquieto qu tan rpido se estaba extendiendo el fuego encima de l. Si las llamas o
humos llegaban a l antes de que los mawkrens y sus diminutas bombas pudieran volar
un agujero en el grupo de cables de energa sin blindaje dentro del edificio del
generador, todava podra perder. "As que cul es?"

"Qu, mi nombre?" pregunt ella. "Dime el tuyo y yo te dir el mo."

"Lo siento," dijo l, soltando al mawkren. "Mi nombre todava podra ser de utilidad
para alguien bajo la lnea, aun despus de que yo ya no exista." hubo otra explosin-

Y entonces, para su alivio e inmensa satisfaccin, una bocanada de aire fresco sopl en
su cara. Los cables de energa haban explotado dentro de la pared, y el edificio del
generador se haba abierto para l.

"Mira, Imperial-"

"La conversacin ha terminado," la cort Navett. "Disfruta del fuego."

Apag el comunicador y lo arroj al costado. Entonces dio vuelta la jaula, permitiendo

al resto de los mawkrens salir en tropel. Por un momento se arremolinaron alrededor de
su regazo y sus pies, recuperando el equilibrio y olfateando el aire. Entonces, en una
sbita estampida en concierto, se abrieron camino unos por encima de los otros para
desaparecer por el conducto. Atrados ahora no por pasta de comida en sus narices, sino
por los diminutos puntos de lquido nutriente que l y Klif haban posicionado tan
cuidadosamente tres das antes cuando haba rociado para exterminar los gorgojos del
metal.

Y slo quedaba una tarea final que llevar a cabo. Metiendo la mano en el fondo de la
jaula, sac el ltimo artculo all: el sealizador a control remoto para activar el resto de
los cilindros que ahora mismo estaban siendo llevados hacia su cita con el destino. Unos
segundos ms y sus bombas auto-guiadas estaran saliendo al edificio del generador
alrededor de los sobresaltados pies de los bothanos, corriendo a saltos por el suelo
pulido directo a los puntos importantes de toda la instalacin.

A lo largo del conducto, ahora poda or los dbiles sonidos de las explosiones cuando
los mawkrens alcanzaban sus blancos y los detonadores de proximidad de los cilindros
empezaban a encenderse. Unos segundos ms - un minuto a lo sumo - y la seccin del
escudo planetario que protega Drev'starn caera.

La muerte de Bothawui haba comenzado. Y con ella, la muerte de la Nueva Repblica.

Su nico pesar era que l no estara all para verlo suceder.

Sobre su cabeza, ahora se oan los sonidos de las llamas, el crepitante ruido se mezclaba
con el ms dbil staccato de las bombas que todava explotaban en la distancia.
Sonrindole al techo, Navett apoy la espalda contra la pared de tierra. Y esper el fin.
 ***

Las discusiones a bordo del Predominancia acababan de entrar en su cuarta ronda

cuando la cubierta debajo de ellos dio una sbita vibracin retumbante. Un sonido y
sensacin con el que Leia se haba vuelto demasiado familiar a lo largo de los aos.

En alguna parte en las profundidades de la nave ishori, un racimo turbolser acababa de

disparar.

El capitn ya estaba en el intercomunicador incluso antes de que retumbo se hubiera

extinguido. "Qu son los disparos?" gru.

La respuesta vino en ishori, demasiado rpida y dbil para que Leia la siguiera. "Qu
est pasando?" demand Gavrisom. "Estuvieron de acuerdo que no habra hostilidades
mientras-"

"No somos nosotros," gru el capitn, zambullndose hacia la puerta. "Los aliengenas
han tomado uno de nuestros racimos de armas y han disparado al suelo."

"Qu?" pregunt Gavrisom, parpadeando. "Pero cmo-?"

Pero el capitn ya se haba ido, llevndose a los guardias de la puerta con l.

"Consejera Organa Solo-?" empez Gavrisom, interrumpindose cuando otro retumbo
rod a travs de la nave. "Consejera, qu est pasando aqu?"

Leia agit la cabeza. "No lo-"

Y de repente se sacudi en su asiento, inhalando abruptamente, cuando una oleada de

miedo, dolor y muerte se dispar a travs de ella. Abajo en el planeta, las voces estaban
gritando de terror...

Y en ese nico instante horripilante, supo lo que haba pasado.

"El escudo planetario ha cado," exclam, levantndose de su silla y apresurndose al

ventanal. Lo alcanz justo a tiempo para ver una tercera gran rfaga de turbolser
abrirse camino desde la parte inferior de la nave hacia la superficie. Hubo una llamarada
de blanco cuando pas chirriando a travs de la atmsfera; y entonces la distorsin se
despej, dejando atrs un brillo rojo furioso, teido de negro.

Drev'starn, la capital bothana, se incendiaba.

Ella se dio la vuelta, dirigindose hacia la puerta. "S, ha cado," le grit a Gavrisom
mientras lo pasaba corriendo. "Por lo menos encima de Drev'starn."

"Adnde vas?" la llam Gavrisom.

"A intentar detener el tiroteo," respondi Leia.

Afuera, una docena de ishori vestidos con armaduras estaban cargando por el corredor,
con carabinas blster preparadas. Apretados contra los mamparos, intentando
mantenerse fuera de su camino, sus dos guardias noghri la miraron. "Consejera-?"

"Vengan," les dijo Leia. Desenganchando el sable de luz de su cinturn, estirndose a la

Fuerza en busca de vigor y sabidura, se uni a la corriente.

***

Han lleg a la cabina del Halcn a la carrera, deslizndose para detenerse apenas
delante del tablero de control. "Adnde?" ladr, dejndose caer en el asiento del piloto.

"All," dijo estrechamente Elegos, apuntando a travs del ventanal a la nave oscura que
yaca en el espacio a menos de dos kilmetros. "No s de quien es esa nave, pero-"

Se interrumpi cuando otra llamarada de fuego rojo cort a travs del negro del espacio
en camino hacia el planeta de abajo. "All - lo viste?"

"Oh s, lo vi," gru Han, un duro pinchazo de miedo se elev bajo su corazn mientras
palmoteaba los interruptores de encendido de emergencia. Elegos poda haber perdido
el rastro de qu nave era cual all afuera, pero l no. Ese tiro haba venido de la nave
insignia de la fuerza de operaciones ishori, el crucero de guerra Predominancia.

La nave a bordo de la cual estaba actualmente Leia.

Hubo otra llamarada, de nuevo dirigindose abajo hacia la superficie de Bothawui.

"Sabes cmo soltar un cuello de atraque?" exclam Han hacia Elegos, sus manos se
lanzaron a los tableros de control.

"S, eso creo-"

"Hazlo," lo cort Han. "Ahora."

"S, seor." Saliendo de un salto de su asiento, el caamasi se dirigi a popa.

Ahora los motores estaban empezando a tener energa. Han puls el comunicador,
ponindolo en un escaneo de frecuencia completa. S, iban a pagar por esto, no
importaba lo que los ishori pensaran que estaban haciendo. Los nmeros de
sincronizacin del estabilizador que acababa de instalar estaban llegando ahora; pareca
estar afirmndose-

"A todas las naves, ste es el Presidente de la Nueva Repblica Gavrisom," retumb la
voz tensa de Gavrisom por el altavoz de la cabina del piloto. "Mantengan sus posiciones
y no abran fuego; repito, por favor mantengan posicin y no disparen. El incidente
actualmente en marcha no-"

Nunca consigui terminar su exhortacin. Hubo un graznido de esttica por el bloqueo

de interferencia en esa frecuencia, ahogndolo-
"Al ataque!" dijo entre dientes una nueva voz. "Todas las Fuerzas Corellianas, ataque
a discrecin!"

Han mir boquiabierto al altavoz. Qu llamas estaba haciendo el coreliano?

Y entonces el escaneo se fij en otra frecuencia. "Ataquen!" retumb una gutural voz
mon calamari. "Todas las naves mon cal, ataquen."

[Ataquen,] llam serenamente una voz diamalana en su propio idioma en otra

frecuencia.

[Al ataque,] vino la gruida contestacin ishori.

Han mir afuera a la masa de naves, el corazn le golpeteaba en la garganta. No. No -

esto era una locura. Seguramente ellos no.

Pero lo estaban haciendo. Alrededor del rea, las varias naves de guerra estaban
volviendo perezosamente a la vida, dirigindose hacia la mejor maniobrabilidad del
cielo abierto o si no simplemente girando sus armas para apuntar a sus oponentes.

Y aun mientras miraba, empezaron las primeras llamaradas de fuego turbolser.

Detrs de l, Elegos volvi a la carga a la cabina del piloto. "El cuello est suelto,"
anunci, respirando pesadamente mientras volva a su asiento. "Podemos partir-"

Se interrumpi, mirando fijamente en incredulidad a la escena de afuera. "Qu pas?"

jade. "Han - qu est pasando?"

"Justo lo que parece," dijo gravemente Han.

"La Nueva Repblica est en guerra."

CAPTULO
37

Fue un viaje de quizs slo quince minutos, segn el vuelo de los qom qae, hasta el lado
lejano de la Mano de Thrawn y el lago que Nio De Los Vientos haba mencionado. Al
principio Luke haba estado escptico de toda la idea, preocupado por la capacidad de
los jvenes aliengenas para cargar el peso de sus pasajeros, para no mencionar si
podran o no mantenerse fuera de vista y de rango de puntera de lo que seguramente ya
era un grupo tremendamente hostil de enemigos en la fortaleza.

Pero los qom qae lo haban sorprendido en ambos aspectos; y mientras tejan
hbilmente un camino entrando y saliendo de la cobertura de rboles, rocas y barrancas
montaosas, casi empez a relajarse acerca de esta fase de la operacin. Mara tambin,
poda sentir, ya haba vuelto sus pensamientos a lo que encontraran al final del corto
vuelo.
Desafortunadamente no poda decirse lo mismo de Erreds. Suspendido en el centro del
armazn que haban aparejado con sus ltimos pedazos de sintesoga, gimi y borbot
todo el camino.

El corte en la roca no estaba a ms de diez metros del borde del lago, descendiendo en
un ngulo bastante empinado desde debajo de una proyeccin parcial de tierra cubierta
de maleza. "Por lo menos la roca no es demasiado spera," coment Mara, pasando la
mano experimentalmente a lo largo de la superficie inferior. "Probablemente ha sido
desgastada por aos de pequeas patas de trepadores de fuego corriendo sobre ella."

Erreds pareci estremecerse, trinando incmodo. "Dudo que nos encontremos con ms
de ellos esta vez," lo tranquiliz Luke mientras desenredaba la sintesoga y la volva a
poner en el compartimento de almacenamiento del droide. "Los enjambres de ese
tamao no pueden viajar demasiado cerca entre s - no habra suficiente comida para
todos."

"Slo esperemos que sean lo suficientemente inteligentes para saber eso," agreg Mara.

Tienen suerte de haber venido cuando lo hicieron, dijo Nio De Los Vientos. Ha habido
mucha lluvia en las estaciones pasadas, y el Lago de los Pececitos ha crecido mucho
ms.

"Y los pececitos tambin han crecido ms?" pregunt Mara.

Nio De Los Vientos agit las alas. No lo s. Es importante?

Mara agit la cabeza. "Era un chiste. Olvdalo."

Oh. Nio De Los Vientos mir de nuevo a Luke. Yo simplemente quise decir que
pronto esta entrada podra quedar cubierta por el agua.

"Lo entiendo," dijo Luke. "Pero por el momento no lo est, y nos trajeron aqu a salvo."

Fue un gran honor para nosotros, dijo Nio De Los Vientos. Qu deseas que hagamos
ahora?

"Ya han hecho ms de lo suficiente," le asegur Luke. "Gracias. Gracias a todos."

Debemos esperarlos? persisti el qom qae. Estaramos honrados de esperar y llevarlos

de vuelta a su mquina voladora.

Luke titube. Un aventn de vuelta a la nave podra ser de hecho muy til.
Desafortunadamente- "El problema es que no tengo ni idea de por dnde vamos a salir,"
dijo.

Entonces vigilaremos, dijo firmemente Nio De Los Vientos. Y otros tambin vigilarn.

"S, est bien," acord Luke, ansioso por cortar la discusin y seguir su camino.
"Gracias."
"Entonces cul es nuestro orden de marcha?" pregunt Mara.

"Yo ir primero," dijo Luke, sentndose en el borde del declive y poniendo las piernas
en la abertura. "Erreds el siguiente, t al final. Estar atento por si hay cuellos de
botella e intentar ensancharlos mientras paso. Si me salto alguno, t tendrs que
ocuparte."

"Correcto," dijo Mara, sacando su sable de luz del cinturn. "Felices aterrizajes, e
intenta no cortarte tus propios pies por el camino."

"Gracias." Encendiendo su sable de luz, sosteniendo la hoja lista encima de sus piernas
extendidas, Luke se desliz hacia el declive y empez a bajar.

No era ni cerca de tan malo como haba temido. Aos de pequeas patas de trepadores
de fuego podran de hecho haber aplanado la roca; ms importante, tambin haban
desgastado hasta hacer desaparecer la mayora de cualquier obstruccin que pudiera
haber existido all alguna vez. Slo dos veces tuvo que cortar pedazos de roca mientras
se deslizaba rebotando hacia abajo, y en una de esas ocasiones probablemente no haba
sido realmente necesario. Detrs de l, poda or el mucho ms ruidoso resonar metlico
mientras Erreds se deslizaba cuesta abajo, casi pero sin llegar realmente a cubrir sus
incesantes gorjeos infelices.

La pendiente terminaba en un tnel de la misma clase de en los que haban pasado

demasiado tiempo en el ltimo par de semanas. Luke agarr a Erreds cuando cay,
sacndolo del camino a tiempo para darle a Mara un punto de aterrizaje despejado.
"Bueno, aqu estamos de nuevo," dijo, moviendo su vara de luz alrededor. "No parece
particularmente familiar. Alguna idea de en qu direccin?"

"Por la posicin de la fortaleza, yo dira que por ah," dijo Luke, apuntando a la
izquierda.

"Est bien," dijo Mara. "Vamos."

Los qom qae, por diseo o simplemente por suerte, haban escogido bien su entrada. No
haban avanzado ms de cien metros a lo largo del tnel cuando Luke gir una curva
para ver un arco natural de piedra demasiado familiar a poca distancia. "Aqu estamos,"
murmur atrs hacia Mara. "Preprate; si saben acerca de la escalera, probablemente
tendrn guardias esperndonos adentro."

No haba ningn guardia. Quince minutos ms tarde, habiendo pasado con esfuerzo a
travs del angosto hueco en la roca saturada de cortosis, estaban una vez ms en el
cuarto subterrneo.

"Supongo que despus de todo no saben acerca de la escalera," coment Mara, pasando
su vara de luz por el corte que haban hecho antes en la pared interior amarilla.

"O si no, no tienen ninguna forma de acceder a ella," le record Luke. "Incluso el
mecanismo de cerradura de esas puertas pareca estar hecho de piedra de Hijarna."
"No me malinterpretes- Estoy contenta con que no los veamos esta vez," se apresur en
decir Mara. "Me pregunto cuntos de aqullos conductos de energa estn funcionando
en el momento?"

"Probablemente ms que la ltima vez que pasamos," dijo Luke, girando su vara de luz
para apuntar al otro lado. Como antes, el extremo lejano del cuarto estaba perdido en las
sombras ms all de la luz. "Me pregunto qu tan largo es este cuarto?"

"No puede ser demasiado largo," seal Mara. "Hay un lago en alguna parte en esa
direccin, recuerdas-"

"Correcto," convino Luke. "Tienes algn consejo inteligente antes de que

empecemos?"

"Slo que tengamos cuidado," dijo Mara, unindose a l. "Lado a lado tanto como
podamos con el droide detrs de nosotros, sable de luz y sentidos listos."

"Sucinto y prctico," dijo Luke, estirndose hacia adelante con la Fuerza. Todava no
haba ningn peligro que pudiera sentir. "Vamos, Erreds."

El punto de Mara acerca del tamao del cuarto result ser correcto. Slo haban
avanzado unos pasos cuando la pared del fondo entr dentro del rango de sus varas de
luz. En el centro haba un arco de entrada que llevaba ms adentro en la roca.

Aunque no la spera roca natural de las cavernas. Las paredes y suelo de este pasadizo
eran lisas y terminadas.

"Interesante," dijo Mara, pasando su vara de luz a su alrededor cuando se pararon justo
afuera del arco de entrada. "Notas algo peculiar acerca del techo?"

"No ha sido desgastado como las paredes," dijo Luke, mirando la roca que colgaba del
techo arqueado.

"Me pregunto," murmur Mara. "Erreds, tus sensores captan algo?"

Erreds trin una negativa que son bastante apenada, y Luke se agach para ver la
traduccin del datapad. "Dice que la interferencia del generador de energa est
enmascarando casi todo lo dems," le cont a Mara. "Tambin de ah es de donde
probablemente viene ese zumbido. Crees que hay algo ms por all?"

"Custodio De Las Promesas dijo que este rea era letal para los qom jha," le record
Mara. "Y todos sabemos cunto les gusta a los qom jha colgarse de los techos."

"Y tuvimos esa cueva de depredadores que comen cosas voladoras como los qom jha."
asinti Luke, viendo adonde iba con esto. "Y un montn de chiss arriba en la fortaleza
que piensa en ellos como en alimaas."

"Para no mencionar esa capa de mineral cortosis all atrs," dijo Mara. "Que todava no
creo que haya llegado all naturalmente. Este lugar tiene anillos de defensa seis veces
alrededor de Coruscant."
"Como uno podra esperar con Thrawn a cargo de l," dijo Luke. "La pregunta es,
intentamos hacer algo acerca de ese techo, o asumimos que no es algo que nos vaya a
molestar?"

"Nunca es una buena idea dejar un peligro a tu espalda," declar Mara, dando un paso
entrando por el arco de entrada. "Aqu va." Encendiendo su sable de luz, lo lanz
habilidosamente a cortar el techo rocoso.

Hubo una llamarada brillante, el crujido y hedor de corriente de alta-energa-

Y de repente todo el techo pareci derrumbarse.

Mara haba vuelto a salir del cuarto en un instante, aun mientras Luke encenda su sable
de luz y lo proyectaba protectoramente encima de donde su cabeza haba estado. El
techo cay sobre l, parndose encima de la hoja verdiblanca por un segundo antes de
ser cortado y caer el resto del camino hasta el suelo.

"Muy astuto," dijo Mara, mirando sobre su hombro. "Es como una red de Conner
esculpida. Un qom jha aterriza, y una descarga de alta-energa lo fre, y el resto cae para
acabar con cualquiera de sus amigos que est con l."

"S, es astuto," murmur Luke, atizando la red con la punta de su sable de luz. "La
pregunta es, es segura ahora para que caminemos sobre ella?"

"Probablemente," dijo Mara. "Las redes de Conner usualmente son artefactos de una
sola carga, y no sirve de mucho dejarla activa una vez que est en el suelo."

"Tiene sentido," dijo Luke, estirndose a la Fuerza mientras deslizaba un pie encima de
la red. Ninguna sensacin de peligro... y claro, su pie baj a la red sin ni siquiera una
chispa de carga residual. "Est despejada," dijo.

"Espera!" sise Mara, dando un largo paso adelante y ponindole la empuadura de su

sable de luz delante del pecho para detenerlo, su blster de manga estaba ahora agarrado
en su mano libre. "Algo viene."

Luke se detuvo, escuchando el suave clic de patas en la roca. Tambin ms de un algo, a

juzgar por el sonido. Apunt la vara de luz al tnel intentando ver lo que vena...

Y abruptamente, por un grupo de angostas aberturas laterales que no haba notado vino
un enjambre de criaturas insectiles del tamao de un puo barrenando rpidamente por
las paredes hacia ellos.

"Cuidado!" exclam Mara, apuntando con el blster.

"No, espera," dijo Luke, apartndole el brazo del blanco. Haba captado un brillo de
metal... "Slo sigue movindote. Erreds, vamos, date prisa."

Poda sentir la fuerte desaprobacin de Mara, pero ella hizo lo que le instrua sin
discutir. Las criaturas saltarinas los pasaron sin demorarse, aparentemente sin siquiera
darles una segunda mirada. Luke alcanz el final dela red de Conner cada y se baj al
suelo de piedra; y mientras Mara y Erreds hacan lo mismo, se dio la vuelta para mirar.

Las criaturas se haban agrupado alrededor del borde delantero de la red cada. Aun
mientras Luke miraba, empezaron a subir cuidadosamente por las paredes, llevando el
borde de la red con ellos.

A su lado, Mara resopl suavemente. "Por supuesto," dijo, sonando ligeramente

disgustada con ella misma. "Droides de mantenimiento, all para volver a armar la
trampa. Lo siento- Supongo que sobrerreaccion un poco."

"Considerando que estamos tratando con Thrawn, no es probable que la sobrerreaccin

sea un problema muy frecuente," dijo Luke.

"Gracias, pero no tienes que intentar aliviar mis sentimientos," le cont Mara, ocultando
el arma de manga y pasndose el sable de luz de nuevo a la mano derecha. "Leccin
aprendida. Podemos continuar?"

***

"De qu Imperios est hablando?" demand el Capitn Nalgol, parpadeando para

sacarse el sueo de los ojos mientras agarraba su uniforme y empezaba a ponrselo.
"Cmo pueden estar disparndose entre s? El punto de ignicin no es hasta dentro de
tres das."

"No lo s, seor," dijo tensamente el oficial de servicio del Tirnico. "Todo lo que s es
que las naves sonda reportan que la batalla ha comenzado, y que la seccin del escudo
planetario encima de la capital bothana ha cado. Es difcil de ver a esta distancia, pero
dicen que la capital parece estar incendiada en varios lugares."

Nalgol jur viciosamente por lo bajo. Alguien se haba equivocado, y se haba

equivocado muchsimo. O Inteligencia o el equipo de asalto?

O el propio Thrawn.

Era un pensamiento chocante. Incluso un pensamiento despedazador. Si la

sincronizacin de Thrawn poda estar tan equivocada-

Agit la cabeza para espantar sus presentimientos. Lo que estaba hecho estaba hecho; y
cualquiera fuera la equivocacin o error de clculos, estaba determinado que l y el
Tirnico no agregaran otro. "El Obliterador y el Mano de Hierro han sido
informados?" pregunt, gruendo la ltima palabra mientras se agachaba para ponerse
las botas.

"S, seor. Las naves sonda reportan que ahora se estn poniendo en estaciones de
batalla completas.

"Asegrese de que lleguemos a ese estado por delante de ellos," le dijo speramente
Nalgol.
"S, seor," dijo de nuevo el oficial. "Estimo que estaremos listos para la batalla en
cinco minutos. Las naves sonda continan dndonos reportes."

"Muy bien," murmur Nalgol. Ahora que la impresin de las noticias se estaba
desvaneciendo, comprendi que no era realmente tan malo como le haba parecido al
principio. S, la batalla haba empezado antes de lo previsto. Los tres Destructores
Estelares estaban listos, o lo estaran antes de que su presencia fuera necesaria para
eliminar a los sobrevivientes de la batalla que ruga all afuera.

Y cegados por el escudo invisible como estaban, definitivamente necesitaban reportes

de ltimo minuto de las naves sonda. El peligro era que, con las naves entrando y
saliendo del escudo con ese tipo de regularidad, alguien podra notar que algo raro
estaba sucediendo alrededor de la cabeza del cometa y venir a investigar.

Pero haba una forma de minimizar ese riesgo. "Ponga a todos los operadores de rayo
tractor en alarma completa," orden. "Si cualquier nave que no sea nuestras propias
naves sonda - y quiero decir cualquier nave - mete la nariz dentro del escudo invisible,
la quiero agarrada y retenida adentro sin posibilidad de comunicacin. Asegrese de que
ese mensaje llegue tambin a las otras naves. Nadie va tropezar con nosotros y vivir
para contarlo. Entendido?"

"Entendido, seor," dijo el oficial.

"Estar en el puente en dos minutos," dijo Nalgol, agarrando su tnica y cinturn.

"Quiero la nave en preparacin de batalla completa para cuando llegue all."

"Lo estaremos, seor."

Nalgol apag de una palmada el intercomunicador y sali por la puerta de su camarote.

Est bien; as que los aliengenas y amantes de aliengenas no haban podido contener
sus odios autodestructivos tanto tiempo como Thrawn haba esperado. Bien. Slo
significaba que el fastidio y frustracin acumulados por su tripulacin se descargara un
poco antes.

Sonriendo cruelmente, se encamin por el corredor hacia el turboascensor en un paso

cuidadosamente moderado. Esto iba a ser un placer.

***

Un turbolser dispar, su letal rayo rojo chirriando peligrosamente cerca del lado de
estribor del Halcn en su camino hacia una Fragata de Escolta con marcas prosslee. Han
gir la nave fuera de la trayectoria de un segundo tiro, y se apart en la otra direccin
apenas a tiempo para evitar un par de naves de aduana bagmim que pasaban con
caones lser disparando hacia la prosslee.

Todo el universo se haba vuelto loco. Y l estaba justo en el medio.

"Qu pas all?" llam hacia el comunicador, enhebrando su camino entre un par de
caoneras opquis.
"Segn los ishori, tres humanos subieron a bordo hace media hora," contest la voz de
Leia, con el sonido de un tono de alerta zumbando en el fondo. "Tenan IDs de tcnicos
de la Nueva Repblica y una carta del Alto Conflux Ishori que los autorizaba a que
examinaran los acoplamientos de energa del Predominancia en busca de daos por
oxidacin."

"Todo falso, por supuesto," gru Han, maniobrando el Halcn hacia un espacio
relativamente despejado y echando una mirada alrededor. Era como Endor de nuevo all
afuera.

Excepto que esta vez el Imperio no estaba en ninguna parte que se pudiera ver. Eran
rebeldes que luchaban contra otros Rebeldes.

"Sabemos eso ahora," convino Leia. "Una vez a bordo, mataron a su escolta y tomaron
el control de uno de los racimos turbolser. Cuando el escudo de Drev'starn cay... Han,
lanzaron ocho tiros hacia la superficie antes de que pudiramos cortarle la energa a su
racimo. Los ishori todava no han podido forzar la entrada al cuarto y llegar a ellos,
incluso con Barkhimkh y Sakhisakh ayudndolos."

Al lado de Han, Elegos murmur algo en el idioma caamasi. "Qu tanto dao hicieron
en Drev'starn?" pregunt Han. "No importa- eso no es importante ahora mismo. Qu
est pasando contigo y la nave?"

"Estamos bajo ataque," dijo Leia, con voz tensa. "Tres naves diamalanas se han unido
contra nosotros, una de ellas se puso entre nosotros y el planeta en caso de que
intentemos disparar de nuevo a Drev'starn. Ningn dao serio todava, creo, a ninguno
de los dos lados. Pero eso no puede durar mucho."

"No les contaste lo que pas?" pregunt Han.

"Se los cont, el capitn del Predominancia se los cont, Gavrisom se los cont," dijo
Leia. "No estn escuchando."

"O si no, no les importa," dijo Han, apretando los dientes lo suficientemente fuerte para
que doliera. Leia, atrapada a bordo de una nave bajo un ataque gigantesco... "Mira, voy
a intentar llegar all," le dijo. "Quiz por lo menos pueda sacarlos a ti y a Gavrisom."

"No- aprtate," le dijo secamente Leia. "Por favor. Nunca lo conseguirs."

Han mir con amargura a la batalla revuelta. Ella tena razn, por supuesto; desde su
nuevo punto de vista ahora poda ver al Predominancia y a la tormenta de fuego
turbolser que le caa encima, y saba muy bien que los escudos del Halcn no tendran
oportunidad all. Pero no poda simplemente sentarse aqu afuera y no hacer nada.
"Mira, he vencido en combate a Destructores Estelares antes," dijo.

"Los has superado en maniobras," lo corrigi Leia. "Hay una gran diferencia. Por favor,
Han, no lo intentes-"
Hubo un graznido, y de repente se cort la transmisin. "Leia!" grit Han, su pecho se
apret cuando mir de nuevo al crucero de guerra ishori. Todava pareca intacto; pero
todo lo que hara falta sera un solo tiro afortunado al rea del puente-

"Ella est bien," dijo Elegos, apuntando a la pantalla del comunicador. "Simplemente
los estn bloqueando de nuevo."

Han solt una respiracin que no haba notado que haba estado conteniendo. "Tenemos
que hacer algo," dijo, buscando en el cielo en busca de inspiracin. "Tenemos que
sacarla de esa nave-"

El comunicador cruji de vuelta a la vida. "Leia?" llam Han, inclinndose

esperanzado hacia el altavoz.

"Solo?" llam una voz masculina. "Soy Carib Devist."

Han hizo una mueca. "Qu quieres? Estamos algo ocupados aqu afuera."

"No es broma," exclam Carib. "Y de quin crees que es la culpa?"

"Ya lo sabemos," gru Han. "Algunos alborotadores consiguieron subir a bordo del
Predominancia y empezaron a disparar. Probablemente imperiales."

"Definitivamente imperiales," replic Carib. "Y fueron otros imperiales los que
acicatearon al resto de la muchedumbre a hacer lo mismo. O no los oyeron
transmitiendo rdenes de ataque grabadas en media-docena de idiomas diferentes?"

Han arroj una mirada furiosa a Elegos, sintiendo una pualada de mortificacin por no
haber notado en absoluto eso. As que eso era lo que esas pequeas naves imperiales
que Carib haba identificado haban estado esperando alrededor de Bothawui. Obvio.

O por lo menos habra sido obvio si alguien all afuera se hubiera molestado en tomarse
un minuto para pensarlo. Pero nadie lo haba hecho.

"Pero eso puede esperar," continu Carib. "Te llam para advertirte que creo que algo
est pasando all junto a la cabeza de ese cometa."

"S? Qu clase de algo?" Pregunt Han, su atencin ya haba vuelto al Predominancia

y a cmo espacios iba a sacar a Leia de l.

"No lo s," dijo Carib. "Pero hay una docena de naves mineras revoloteando alrededor
del rea. Todas voladas por pilotos imperiales."

Han le frunci el ceo al altavoz del comunicador. "De qu ests hablando? Qu

haran los imperiales con cubos de minerales?"

"Te digo que son pilotos Imperiales," insisti Carib. "Todo su estilo de vuelo lo est
gritando."
"Bueno, est bien," dijo Han, no muy interesado en discutir el punto. "As que qu
quieres que haga al respecto?"

Se oy el siseo de un suspiro sobre el altavoz. "Vamos a ir a investigarlo," dijo, sonando

disgustado. "Bajo las circunstancias, pens que podras estar interesado en echar una
mirada por ti mismo. Siento haberte molestado."

El comunicador se apag. "Yo tambin lo siento," murmur Han. Mir a Elegos-

Hizo una pausa por la mirada del otro. "Qu?" gru.

El caamasi alz las manos, con las palmas hacia arriba. "No dije nada."

"Qu, crees que simplemente debo irme y dirigirme all afuera con l?" demand Han.
"Slo dejar a Leia y salir corriendo en una cacera de tresher salvaje?"

"Puedes ayudarla en este momento?" contrapuso suavemente Elegos. "Puedes

liberarla, o derrotar a las naves atacantes, o detener la batalla misma?"

"se no es el punto," dijo entre dientes Han. "Diez a uno que slo son algunos mineros
que solan volar para el imperio. Hay miles de ellos por toda la Nueva Repblica- no
significa nada."

"Quizs," dijo Elegos. "Debes equilibrar eso con todo lo dems."

"Todo lo dems de qu?"

"Lo dems de todo," dijo Elegos. "Tu conocimiento de Carib Devist y sus habilidades
observacionales. Tu creencia -o carencia de ella- de que de hecho, no te traicion al
Imperio mientras estabas en Bastin. Tu propia experiencia con los procedimientos y
estilos imperiales, y si crees que alguien con las habilidades de Carib podra
reconocerlos. Tu confianza en tu esposa y su lectura de este hombre."

Alz ligeramente las cejas. "Y sobre todo, tu sentido innato de lo que es correcto y
bueno. Si de hecho hay alguna clase de peligro all afuera, si debes dejar que lo enfrente
solo."

"No est precisamente solo," refunfu Han. "Tiene todo un manojo de sus otros clones
con l."

Elegos no contest. Han suspir e hizo una rpida bsqueda por el cielo. S, all estaba
el carguero Accin II golpeado de Carib, pasando los lmites de la batalla hacia el
cometa llameante a la distancia. Completamente solo. "Sabes, ustedes los caamasi
podran ser una verdadera molestia si lo practicaran un poco," le dijo Han a Elegos,
girando el Halcn para seguirlo y tecleando la frecuencia al comunicador de Lando.
"Lando? Eh, Lando, responde."

"S, Han, qu pasa?" regres la tensa voz de Lando.

"Ya has llegado al Dama Suerte?

"Deseara que s," dijo fervientemente el otro. "Estoy atascado en el Pensamientos
Industriosos con el Senador Miatamia."

Han hizo una mueca. "Esa es una de las naves que ataca a Leia?"

"Si Leia est en el Predominancia, s," Lando dijo, su voz sonaba disgustada y ms que
un poco nerviosa. "Han, tenemos que detener esto, y rpido."

"No voy a discutirte eso, amigo," dijo Han, virando para dejar pasar un par de naves
patrulleras froffli que seguan de cerca a una barca estelar d'fariana. "Gavrisom est con
Leia. Si puedes conseguir que Miatamia detenga su bloqueo de comunicaciones, quiz
l pueda convencerlos que detengan esto."

"Ya lo he intentado," suspir Lando. "Soy la ltima persona a bordo que nadie quiere
escuchar."

"Conozco la sensacin," dijo Han. "Mira, necesito un favor rpido. Me voy a ese
cometa all afuera con Carib Devist. Viglame con los macrobinoculares, quieres, slo
en caso de que encontremos problemas-"

Hubo una breve pausa. "Seguro, no hay problema. Exactamente qu clase de

problemas ests esperando?"

"Probablemente no es nada," dijo Han. "Carib parece pensar que hay imperiales all
afuera volando cubos minerales por ah. Slo mantn un ojo en nosotros, huh?"

"Lo har," prometi Lando. "Buena suerte."

Han apag el comunicador y se desvi alrededor del ltimo manojo de naves entre l y
el cometa. "Agrrate," le dijo a Elegos cuando arroj toda la energa al motor
sublumnico. "Aqu vamos."

***

"Ahora, tranquilo," advirti Bel Iblis desde el costado de Booster. "Tmalo con calma y
tranquilidad. Todos somos amigos aqu, con la proteccin del permetro de defensa
exterior entre nosotros y la sucia fuerza de ataque rebelde. Estamos a salvo ahora, y no
hay ninguna necesidad de que parezca que nos estamos dando prisa."

"No, no querramos que parezca eso," gru Booster, mirando inquieto a la gran masa
de la base del Ubiqtorate que se cerna directamente delante de ellos. De repente, su
querido Ventura Errante ya no pareca tan grande y poderoso y seguro como sola serlo.

"Tranquilo, Terrik," dijo Bel Iblis. Su voz, para la completa molestia de Booster, era
controlada y glacialmente calma. "El gran espectculo ocurre detrs de nosotros,
recuerdas? Lo ltimo que queremos hacer es atraer sus ojos en nuestra direccin."
Booster asinti, alzando la vista a la pantalla de popa. S, haba un espectculo en
progreso all, con las naves de la Nueva Repblica sufriendo una verdadera paliza por
parte del permetro de defensa de Yaga Minor.

O por lo menos, as era cmo se supona que deba verse. Si estaban siguiendo las
rdenes, slo estaban realmente mantenindose a la distancia suficiente para evitar
sufrir cualquier dao muy serio por el masivo fuego turbolser. Con suerte, en toda la
confusin, los imperiales no notaran eso. "No lo s," dijo. "No me gusta esto, Bel Iblis.
Entramos demasiado fcilmente."

"General, tenemos movimiento," llam el oficial en la estacin de sensores. " Destructor

Estelar imperial, movindose a estribor."

Booster dio unos pasos adelante a lo largo de la pasarela de comando, mirando afuera
por el ventanal, un mal presentimiento le retorca las entraas. El Destructor Estelar
haba aparecido alrededor del costado de estribor de la base y se haba puesto cruzando
el vector del Ventura Errante.

Y aun mientras miraba, se detuvo all, entre ellos y la base. Flotando en el espacio
delante de ellos, como si los desafiara a pasar...

"El ID de la nave indica que es el Implacable," llam alguien ms. "El Capitn Dorja
est listado como comandante."

El mal presentimiento de Booster repentinamente empeor. El Implacable- no era esa

la nave que siempre apareca en los rumores acerca del Gran Almirante Thrawn?

Bel Iblis se haba puesto de nuevo al lado de Booster. "General...?" murmur Booster.

"Lo s," dijo Bel Iblis, la calma apenas se dobl. "Pero correr ahora slo nos hara
parecer culpables. Todo lo que podemos hacer es seguir el juego."

"Transmisin del Implacable, General," llam el oficial de comunicaciones. "Piden

hablar con el Capitn Nalgol."

Booster mir a Bel Iblis. "Todo lo que podemos hacer es seguir el juego," repiti Bel
Iblis. "Adelante, hagamos el intento."

"Seguro." Respirando profundo, Booster capt la atencin del oficial de comunicaciones

y asinti. El hombre accion un interruptor y asinti en respuesta- "Este es el
Comandante Raymeuz, temporalmente a cargo del Destructor Estelar Imperial
Tirnico," dijo en su mejor imitacin del habla demasiado tiesa de un tpico imperial.
"El Capitn Nalgol ha sido seriamente herido en el ltimo ataque y est siendo sometido
a un tratamiento de emergencia."

Hubo una baja risita de los altavoces del puente. "En serio," dijo una voz tranquila. Una
voz firme; una voz refinada; una voz que asust a Booster hasta las botas. "ste es el
Gran Almirante Thrawn. Me decepciona, General Bel Iblis."
Booster mir a Bel Iblis. El general todava estaba mirando fijamente afuera por el
ventanal, su cara no traicionaba emocin alguna.

"Realmente no tiene ningn sentido intentar mantener esta charada," dijo Thrawn. "Pero
quizs necesite una demostracin ms convincente."

Era como si alguien detrs de Booster de repente le hubiera quitado una alfombra de
bajo sus pies. De repente estaba cayendo hacia adelante, con los brazos movindose
locamente mientras luchaba para recobrar el equilibrio. A su alrededor venan los
sonidos de consternacin del resto de la tripulacin del puente; de alguna parte ms all
de eso vino el sonido ominoso del metal crujiendo.

"Una pequea demostracin, como dije," continu Thrawn, su tono casi en broma. "Su
Destructor Estelar est ahora totalmente indefenso, atrapado en el lugar por
aproximadamente cincuenta de nuestros rayos tractores de carga pesada."

Booster reprimi una maldicin que quera salir desesperadamente. De cualquier

modo, qu tena esta nave con los rayos tractores?

Empez cuando Bel Iblis le toc el brazo. El general lo estaba mirando fijo, haciendo
seas con impaciencia hacia la estacin de comunicaciones. Booster le devolvi la
mirada, respir profundo. "Almirante Thrawn, seor, qu est haciendo?" llam,
intentando mezclar respeto y miedo descarriado en su tono. La ltima parte no le hizo
falta actuarla en absoluto. "Seor, tenemos oficiales y tripulantes heridos a bordo-"

"Es suficiente," lo cort framente Thrawn. El intento de parecer casual aparentemente

haba sido demasiado para el mestizo de ojos rojos - haba vuelto a ser dominador.
"Respeto su coraje por este esfuerzo, pero el juego ha terminado. Debo ordenar que las
bateras turbolser comiencen a despedazar la nave?"

Bel Iblis exhal suavemente. "No hace falta hacer eso, Almirante," llam. "ste es el
General Bel Iblis."

"Ah- General," dijo Thrawn. Una vez ms haba cambiado de tono, not Booster, esta
vez de la fra amenaza a la casi cordial camaradera tcita entre colegas profesionales.
El hombre s que era verstil. "Lo felicito, seor, por su intento, aunque haya resultado
ftil."

"Gracias, Almirante," dijo Bel Iblis. "Sin embargo, sugiero que el xito o el fracaso de
la operacin todava tienen que ser determinados."

"En serio", dijo Thrawn. "Bueno, entonces, hagamos que sea oficial. Por este acto le
pido que suspenda su distraccin y rinda su nave."

Bel Iblis mir a Booster. "Y si me niego?"

"Como le suger antes, General, est yaciendo indefenso ante m," dijo Thrawn, su voz
con una fuerte amenaza. "A mi orden, su nave ser destruida sistemticamente."
Por un largo momento el puente se qued en silencio. Booster mir a Bel Iblis; Bel
Iblis, a su vez, estaba mirando fijamente al Destructor Estelar que se interpona en su
camino. "Necesito discutir esto con mis oficiales," dijo por fin.

"Por supuesto," dijo fcilmente Thrawn. "Tmese su tiempo. Slo le sugiero que no se
tome demasiado tiempo. Su fuerza de distraccin, aunque ineficazmente, est luchando
valientemente pero mi paciencia hacia ellos no durar para siempre. Los Cruceros
Interdictores ya se estn poniendo en posicin para atraparlos all, y varios comandantes
de cazas estn rogando que les sea permitido lanzar sus TIEs y Aves de Presa."

"Entendido," dijo Bel Iblis. "Le entregar mi respuesta tan rpidamente como sea
posible."

Le hizo seas al oficial de comunicaciones para que cortara la transmisin. "Qu va a

hacer ahora?" demand Booster. La idea de que el Ventura Errante terminara de nuevo
en manos Imperiales...

Como le promet, voy a entregar mi respuesta, dijo framente Bel Iblis. "Tanneris,
Bodwae, de dnde se estn originando sos rayos tractor? De la base o del permetro
de defensa?"

"Estoy captando treinta y ocho de los emplazamientos en el permetro," report el

oficial de sensores de Bel Iblis.

"Quijnce mjs vienen de la base mijsma," agreg Bodwae. "Tejngo sus lojcalizajciones
majrcadas."

"Gracias," dijo Bel Iblis. "Simons, tenemos alguna libertad de movimiento en

absoluto?"

"No realmente, seor," dijo el timonel. "Estamos fijados bastante slidamente en el

lugar."

"Qu hay de rotacional? Podemos girar alrededor de un eje vertical?"

"Ah... s, seor, en realidad creo que podemos," dijo el otro, fruncindole el ceo a sus
pantallas. "Aunque probablemente no ms de un cuarto de vuelta."

"Ni cerca de suficiente para darnos la vuelta e irnos llameando de aqu," murmur
Booster.

"Salir no es la meta," le record Bel Iblis. "Simons, hganos girar noventa grados a
babor, o tan cerca de eso como pueda. Turbolseres y tubos de torpedos de protones de
babor, preprense para disparar al permetro de defensa a mi orden, apunten a los
emplazamientos de rayo tractor que nos sostienen aqu. Armas de estribor, lo mismo,
slo que apuntando a los emplazamientos de la base."

Hubo un coro de asentimientos. Booster mir fijamente a la base y al Destructor Estelar

listo delante de ella; y mientras miraba, empezaron a moverse a la derecha. Lenta y
ponderosamente, pero estaban movindose.
Dio un paso ms cerca a Bel Iblis. "Comprendes, por supuesto, que no vas a engaar a
nadie con esto," advirti. "Mucho menos a alguien como Thrawn. l va a vernos
apuntando a los rayos tractor y comenzar a cortar la nave en pedazos por debajo de
nosotros."

Bel Iblis agit la cabeza. "No lo creo. No todava, por lo menos. Toda la evidencia
indica que est intentando reconstruir el Imperio, y un montn de chatarra no le ayudar
a hacer eso. Lo que realmente quiere de nosotros es unos cuantos prisioneros de la
Nueva Repblica de alto-rango que pueda desfilar delante de los potenciales conversos
a su causa."

"Para no mencionar recoger un Destructor Estelar adicional que usar contra cualquiera
que no sea tan fcilmente convertido-"

"Eso tambin," concedi Bel Iblis. "Conclusin: no va a empezar a disparar hasta que
casi estemos libres. Quiz ni siquiera entonces."

Booster hizo una mueca. No, Thrawn no tendra prisa. No con el Ventura Errante en el
lado malo de todo ese poder de fuego que esperaba en el permetro. "Entonces cmo
ests planeando hacernos salir?"

Bel Iblis agit la cabeza. "No estoy intentando hacernos salir. Ya te dije eso. Tenemos
un trabajo que hacer; y ese trabajo nos est esperando all." Seal con la cabeza hacia
la base Ubiqtorate en el ventanal.

"Con Thrawn y un Destructor Estelar interponindose entre nosotros y ella?" resopl

Booster. "No te lo tomes personalmente, General, y estoy seguro de que eres una
excelente mente militar y todo eso. Pero si intentas aporrear a Thrawn todos seremos
dewback asado."

"Lo s," dijo Bel Iblis, su voz de repente muy mortal. "Es por eso que no vamos a
enfrentarlo. Por lo menos, no de la forma que l espera que lo hagamos."

Booster lo mir cautelosamente. Haba algo sobre la cara y la voz del otro que estaban
empezando a enviar escalofros a travs de l. "De qu ests hablando?"

"Tenemos que pasar ms all del Implacable, Terrik," dijo en voz baja Bel Iblis,
mirando fijamente por el ventanal. "Y tenemos que en el proceso desactivarlo lo
suficiente para que no pueda derribar del cielo a nuestros expertos en computadoras
antes de que puedan llegar a la extensin de computadora y abrirse camino."

"Qu hay de las propias armas de la base?"

"Y tenemos que hacerlo lo suficientemente rpido para que el propio armamento de la
base no tenga tiempo para volverse contra nosotros," acord Bel Iblis. "Smalo todo, y
slo hay una forma posible de hacerlo."
Todava mirando fijamente por el ventanal, pareci tomar fuerza. "En cuanto podamos
liberarnos de los rayos tractores, vamos a girar y avanzar tan fuerte como podamos
directamente hacia el Implacable."

"Y vamos a embestirlo."

Booster sinti que se le iba el aire. "No hablas en serio," jade.

Bel Iblis se volvi, mirndolo directo a los ojos. "Lo siento, Booster. Lo siento acerca
de tu nave; lo siento acerca de que t y tu tripulacin vinieran a bordo en primer lugar."

"General?" llam el timonel. "Ya tenemos un desplazamiento de setentinueve grados.

Es lo mximo que vamos a conseguir."

Por otro segundo, Bel Iblis sostuvo la mirada de Booster. Entonces, apartando los ojos,
pas por delnte de l. "Ser suficiente," dijo. "Todas las armas: comiencen a disparar a
los emplazamientos de rayo tractor."

Abruptamente, afuera del ventanal, hizo erupcin una tormenta de fuego turbolser,
lanceando hacia afuera del casco anguloso en ambas direcciones. "Y timn y motores
sublumnicos," agreg serenamente el general, "preparen toda la energa de
emergencia."

***

"All est," dijo Elegos, sealando. "Por all, un poco a estribor."

"Ya lo veo," dijo Han. Por un minuto haba perdido el carguero de Carib en la neblina
revuelta de la cola del cometa. "Ves alguno de los mineros sobre los que estaba
hablando?"

"No todava," dijo Elegos. "Quizs estaba equivocado."

"No es probable," gru Han, los vellos de su nuca le empezaban a picar. l poda no
estar de acuerdo con que Carib pudiera identificar a los Imperiales slo por su estilo de
vuelo; pero no dudaba que el tipo poda notar la diferencia entre los cubos de minerales
y el espacio vaco. "Me pregunto adnde pudieron meterse?"

"Quizs estn enmascarados por la cola," sugiri Elegos. "Pueden estar trabajando en el
cuarto trasero de la superficie del cometa."

"Los mineros nunca trabajan all atrs," dijo Han, agitando la cabeza. "El polvo y el
hielo interfieren con los amortiguadores aluviales algo horrible."

Entonces dnde estn?

"No lo s," dijo gravemente Han. "Pero estoy empezando a tener un muy mal
presentimiento al respecto. Ponme una transmisin al carguero de Carib, quieres?"

Elegos tecle el comunicador. "Listo."

"Carib?" llam Han. "Ves algo?"

"Nada," regres la voz del otro. "Pero estaban aqu, Solo."

"Te creo," dijo Han, arrojando una rpida mirada al tablero de armas del Halcn. Los
quads estaban listos, enlazados remotamente aqu bajo su control. "Creo que quiz es
tiempo para una mirada desde realmente cerca de la superficie. Para ver lo que podra
haber escondido all fuera de la vista."

"De acuerdo," dijo Carib. "Quieres que bajemos primero?"

"Ese carguero tuyo est armado?"

Hubo slo la ms breve de las vacilaciones. "No, no realmente."

"Entonces ser mejor que yo tome la punta," dijo Han, arrojando ms energa a los
motores sublumnicos. "Qudate atrs y djame pasarte."

"Como digas."

"Quieres que yo vaya a una de las bahas de armas?" pregunt en voz baja Elegos.

Han le dio una rpida mirada. "Pens que los caamasi odiaban matar."

"Lo odiamos," dijo seriamente Elegos. "Pero tambin aceptamos que hay veces que
matar a algunos es necesario para un bien mayor. sta bien puede ser una de esas
veces."

"Quiz," gru Han, bajando de nuevo la velocidad cuando el Halcn pas disparado
ms all del Accin II. Ahora estaban empezando a acercarse al cometa, y no quera
chocar con algn pedazo suelto de roca que pudiera decidir desprenderse de repente en
su camino. "No te preocupes- cualquier cosa que estn escondiendo all abajo, debo
poder manejarla bien solo. No se puede meter mucho poder de fuego en uno de esos
cubos minerales-"

Y justo en el medio de su frase, justo delante de sus ojos, el cometa y las estrellas ms
all de l abruptamente se desvanecieron.

Y en su lugar, con sus luces brillando maliciosamente en la negrura total a su alrededor,

estaba la forma oscura de un Destructor Estelar Imperial.

"Han!" jade Elegos. "Qu?"

"Destructor Estelar encubierto!" exclam en respuesta Han, girando violentamente el

volante del timn, todo el plan de repente se volvi claro. Esa batalla all atrs encima
de Bothawui- todas esas naves volvindose chatarra entre s- con un Destructor Estelar
esperando escondido aqu, preparado para terminarlos a todos y quizs incinerar
Bothawui en el camino. Ningn sobreviviente, ningn testigo, slo una batalla de la que
todos en la Nueva Repblica culparan a todos los dems.
Y la guerra civil que esa nica batalla desatara podra no terminar nunca.

"Preprate en el comunicador," le dijo a Elegos mientras el Halcn viraba abruptamente

hacia el borde indetectable del escudo invisible. "En el mismo segundo que hayamos
salido-"

La orden qued ahogada cuando fue arrojado violenta y abruptamente contra sus
correas. Por debajo de l, el Halcn se agit al costado como un animal herido, el rugido
de los motores sublumnicos se mezclaba con el crujido de uniones y estructuras
forzadas. "Qu pasa?" jade Elegos.

Han trag saliva, sus manos apretaban intilmente el volante. "Es un rayo tractor," le
dijo al caamasi, arrojando una mirada desesperada a la pantalla de sensores. Si lo haban
agarrado del borde, de forma marginal o tenue, debera poder arrancarse.

Pero no. Lo tenan. Lo tenan slidamente.

Alz de nuevo la vista cuando un movimiento capt su mirada: El carguero de Carib,

ahora adentro del escudo invisible con l, retorcindose intilmente en el mismo
asimiento invisible. "Nos tienen, Elegos," suspir, con el sabor amargo de la derrota en
la boca.

"Nos tienen a ambos."

CAPTULO
38

Encontraron dos ms de las redes de Conner enmascaradas por el camino, las dos veces
Mara insisti en hacerlas saltar y desactivarlas. Luke no estaba convencido de que fuera
necesario; pero por otro lado tampoco vea que pudiera ser malo. Si la primera red no
haba activado ninguna alarma -y no haba habido ninguna indicacin de que lo hubiera
hecho- entonces derribar otras dos probablemente tampoco hara nada. Y por lo menos
les daba a los droides de servicio insectoides algo que hacer para que quedaran fuera de
su camino.

El zumbido de fondo tambin se haba incrementado mientras avanzaban por el tnel,

alcanzando un volumen en el que Luke poda notar que definitivamente vena de arriba.
Indudablemente era el enorme generador de energa de la fortaleza, sellado a salvo
dentro de la roca maciza ms all de su alcance.

Y eventualmente, despus de quizs cien metros, el tnel termin en una habitacin

grande y bien iluminada.

"Tena razn," murmur Mara al costado de Luke cuando se pararon juntos en el arco
de entrada. "Saba que l tendra escondido un lugar as. Incluso en su propia fortaleza,
escondido lejos de su propia gente. Lo saba."

Luke asinti en silencio, mirando fijamente la cmara. Era aproximadamente redonda,

con techo en forma de domo, de unos sesenta metros en la base, y una buena decena de
altura en el centro, toda tallada en la roca maciza. Un anillo de piso embaldosado de tres
metros de ancho corra alrededor del borde exterior al nivel del tnel, cayendo entonces
un metro ms abajo al piso principal que tambin estaba embaldosado. A cinco metros
de altura a los lados, detrs de una baranda protectora, unos balcones profundamente
excavados en la roca recorran dos terceras partes del camino alrededor del cuarto, sus
paredes internas delineadas con equipo electrnico.

En el piso principal lejos a su derecha haba una versin ms modesta del centro de
comando que haban encontrado en el piso superior de la Mano de Thrawn. ste era de
slo un nico anillo de consolas, centrado no en un holo galctico sino en el ancho y
bajo cilindro de una base de informacin librera/computadora de superalmacenamiento.
De nuevo, como en la fortaleza de arriba, un manojo de luces resplandecientes indicaba
que el equipo estaba aguardando pacientemente en modo de espera. El resto del piso
principal estaba vaco excepto por una fila de muebles alineados contra un borde de la
pasarela elevada debajo de una lmina de plstico.

Pero todo eso era slo el fondo, cosas a ser notadas perifricamente y archivadas en su
mente para una evaluacin futura. Desde el primer momento que l y Mara haban
entrado al cuarto, toda la atencin de Luke se haba enfocado en el profundo nicho que
se proyectaba del cuarto principal a su izquierda. Sellado detrs de una slida pared de
transpariacero haba un aparato de clonacin completo: un cilindro Spaarti envuelto en
tubos nutrientes y cables de aprendizaje flash, rodeados por equipo de apoyo, y todo
unido a un zumbante generador de fusin.

Y flotando tranquilamente en el centro del cilindro, dormido o quizs todava ni siquiera

verdaderamente vivo, haba un humanoide adulto de piel azul. Un humanoide con una
cara excepcionalmente familiar.

El Gran Almirante Thrawn.

"Diez aos," dijo en voz baja Luke. "Como dijiste. Exactamente como lo dedujiste. Les
dijo que volvera en diez aos."

"El viejo fraude," murmur Mara, las palabras en afilado contraste con la renuente
sorpresa que Luke podra sentir en ella. Poda comprenderla; el nicho y su ocupante
eran intimidantes en su grandeza sutil, y en su amenaza igualmente silenciosa.
"Probablemente tena el ciclo puesto en diez aos y simplemente lo volva a poner de
vuelta a cero cada vez que vena de visita."

"Probablemente," convino Luke, apartando la mirada de la imagen casi hipntica del

clon flotante y examinando el anillo de consolas del otro extremo del cuarto. "Erreds,
ve all y encuentra un enchufe de computadora en el que puedas conectarte. Comienza a
bajar todo lo que puedas encontrar acerca de el rea de las Regiones Desconocidas que
abri Thrawn."

El pequeo droide trin en reconocimiento y lo pas rodando hacia una de la media-

docena de rampas que llevaban del anillo exterior al piso principal de abajo. Baj por la
rampa sin tropezar y se dirigi hacia el anillo de consolas, sus ruedas resonaban
rtmicamente en las pequeas uniones entre las baldosas mientras avanzaba. Se detuvo
al lado de una de las consolas, silb una confirmacin, entonces extendi su enchufe de
computadora y se conect.

"Est adentro," dijo Luke, volviendo a girar hacia el tanque de clonacin. "Vamos,
quiero ver esto ms de cerca."

Juntos, l y Mara rodearon el cuarto hasta la pared de transpariacero. "No la toques,"

advirti Mara cuando l se inclin para acercarse. "Probablemente est conectada a la
alarma."

"No iba a hacerlo," le asegur Luke, asomndose adentro. De este ngulo poda ver algo
que no haba estado visible desde el arco de entrada. "Ves qu ms tiene all adentro
con l?"

"Un par de ysalamiri." asinti Mara. "Slo en caso de que un par de Jedi errantes pasara
por casualidad."

"Thrawn era del tipo que pensaba en todo."

"Claro que s," convino Mara. "Excepto quiz en ese lago de all afuera."

Luke frunci el ceo. "Qu quieres decir?"

"Por all," dijo Mara, medio volvindose y sealando al otro lado del cuarto.

Luke se volvi para mirar. All estaba la pared de roca, y los muebles debajo de la
lmina de plstico, y el balcn superior de equipo que corra por encima alrededor del
domo. "A qu exactamente estoy mirando?" pregunt.

"El dao por el agua," dijo, sealando de nuevo. "En la pared enfrente de la boca del
tnel. Ves?"

"Ahora lo veo," dijo Luke, asintiendo. La pared de all estaba sutil pero definitivamente
descolorida, una mancha marcaba con mltiples lneas verticales adonde el agua se
haba rezumado a travs de la roca y haba chorreado. De hecho, ahora que le prestaba
atencin, poda ver el agua rezumando lentamente a travs de la roca en una docena de
lugares. "Nio De Los Vientos dijo que el lago se haba estado extendiendo," dijo.
"Parece que encontr un camino de entrada a travs de las cavernas."

Volvi a darse vuelta. "Yo dira que nuestro clon alcanz su marca de diez aos justo a
tiempo."

"Cmo crees que ser?" pregunt Mara, con voz rara. "Quiero decir, qu tan cerca
estar del Thrawn original?"

Luke agit la cabeza. "se es un argumento que ha sido discutido durante dcadas,"
dijo. "Con la misma estructura gentica ms un patrn de aprendizaje flash tomado
directamente del molde, un clon debera ser tericamente completamente idntico a la
persona original. Pero a pesar de eso, nunca son exactamente el mismo. Quiz algunas
de las sutilezas mentales se pierden en la transicin, o quiz hay algo nico dentro de
nosotros que un lector de aprendizaje flash no puede captar."

Seal al clon con la cabeza. "l probablemente tendr todos los recuerdos de Thrawn.
Pero tendr su genio, o su liderazgo, o determinacin? No lo s."

Mir a Mara. "Lo que supongo que nos lleva a la pregunta de qu hacemos con l."

"Es curioso que lo preguntes," dijo pensativamente Mara. "Hace diez aos, habra dicho
sin dudarlo que nos abramos camino y nos deshagamos de l. Quiz incluso hace cinco
aos. Pero ahora... ya no es tan simple."

Luke estudi su perfil, intentando ordenar la mezcla de emociones que se arremolinaban

a travs de l. "Realmente te asust toda esa charla acerca de las amenazas distantes,
no?"

Para su ligera sorpresa, ella no se ofendi. "Fel y Parck estn preocupados al respecto,"
le record. "Ests dispuesto a apostar que los dos estn equivocados?"

"No realmente," concedi Luke, mirando de nuevo al clon. "Slo estoy intentando
imaginar qu le hara a la Nueva Repblica tener a Thrawn apareciendo de repente. Un
pnico generalizado sera mi suposicin, con Coruscant apresurndose a encontrar
suficientes naves para hacer un golpe preventivo contra lo que queda del Imperio."

"No crees que escucharan lo que tenga que decir?"

"Por la forma en que Thrawn se abri camino a travs de la Nueva Repblica la ltima
vez-" Luke agit la cabeza. "No confiaran en l ni durante un minuto."

"Tienes razn," dijo Mara. "Parck dijo que haba rumores de que haba regresado,
aunque cmo puede empezar un rumor as, no lo s. Pero no mencion cul haba sido
la reaccin."

"Y los rumores son muy diferentes a que si realmente entrara por la puerta," seal
Luke.

Por un minuto se quedaron all en silencio. Entonces Luke respir profundo. "Supongo
que es realmente una discusin acadmica, cuando lo piensas," dijo. "A pesar de
cualquier cosa que el Thrawn original pueda haber hecho, este ser en particular no ha
hecho nada malo. Ciertamente nada que merezca una ejecucin sumaria."

"Cierto," acord Mara. "Aunque me imagino que tendras problemas en convencer a

alguna gente de eso. Entonces, siguiente pregunta: lo dejamos aqu para que se
despierte normalmente y se una a nuestros amigos de arriba? Teniendo presente que no
estn demasiado contentos con nosotros o la Nueva Repblica en este momento- O
vemos si podemos acelerar el proceso de crecimiento y llevarlo a Coruscant?"

Luke silb suavemente por lo bajo. "T s que sabes encontrar las preguntas difciles,
no?"
"Nunca he tenido que encontrar una pregunta difcil en mi vida," contrapuso
speramente. "Ellas siempre me han encontrado primero."

Luke sonri. "Conozco la sensacin."

"Preferira que conocieras la respuesta," dijo ella. "La pregunta principal es: podra
Coruscant manejar esto?"

Del otro lado del cuarto vino una sbita agitacin de trinos. Luke se volvi, para ver a
Erreds rebotando excitado de un lado al otro sobre sus gruesas patas. "Qu pasa?"
llam. "Encontraste los datos de las Regiones Desconocidas?"

El droide gorje con impaciencia. "Est bien, est bien, ya voy," lo tranquiliz Luke,
dirigindose hacia la rampa ms cercana que bajaba al piso principal. Empez a pasar
los muebles cubiertos por la lmina-

Y se detuvo, mirando la coleccin. All abajo haba media docena de sillas de varios
tipos, ms una cama, una mesa, y un par de cosas que parecan mesas de luz. "Para qu
supones que es todo esto?" dijo atrs hacia Mara.

"Parece como lo que necesitar para hacer de este lugar un pequeo y cmodo
departamento una vez que haya salido," sugiri Mara, saltando abajo al piso principal y
alcanzndolo. "Querr pasar algn tiempo recuperndose, quiz para ponerse al da con
lo que estuvo pasando all afuera en los ltimos diez aos. De hecho, te apuesto diez a
uno que ese anillo de consolas est alimentado directamente por cualquier enlace de
datos/noticias que tengan arriba."

"S, pero por qu est todo amontonado aqu en lugar de acomodado esperndolo?"
pregunt Luke. "No es como si Thrawn no hubiera sabido cmo le gustara ordenar las
cosas a su clon."

"Un punto interesante," convino Mara, su voz repentinamente intranquila.

Luke le arroj una mirada. "Qu pasa?"

"No lo s," dijo ella lentamente, echando una mirada a su alrededor. "Slo que hay algo
que de repente se siente mal."

Luke tambin ech una mirada alrededor del cuarto. Nada pareca amenazante... pero l
tambin de repente estaba sintindolo. "Quiz debamos agarrar a Erreds e irnos de
aqu," sugiri en voz baja. "Slo tomemos cualquier cosa que haya conseguido y
vaymonos."

"Primero veamos cunto es lo que consigui," dijo Mara. Volvi a girarse hacia el
droide y dio un paso-

"Quin osa perturbar el sueo del Sndico Mitth'raw'nuruodo?" tron una voz profunda
desde arriba.
Luke se agach a medias, levantando por reflejo el sable de luz por encima de l.
Levant la vista-

A un espectculo extraordinario. Por encima de la baranda y el balcn de equipo del

segundo nivel, una seccin del gran techo ovoidal de piedra estaba ondulando como
alguna especie de fluido rocoso. Aun mientras miraba, lentamente tom la forma de una
cara gigantesca que los miraba hacia abajo. "Quin osa perturbar el sueo del Sndico
Mitth'raw'nuruodo?" repiti la voz.

"se s es un buen truco," murmur Mara. "Bueno, adelante- respndele."

Luke respir cuidadosamente. "Somos amigos," dijo Luke. "No queremos hacerle
ningn dao al Sndico Mitth'raw'nuruodo."

Los ojos fluidos parecieron enfocarse en l. "Quin osa perturbar el sueo del Sndico
Mitth'raw'nuruodo?"

Luke mir a Mara. "Una grabacin?"

"As parece," convino estrechamente. "Pero para qu sirve una grabacin- cuidado!"

Pero Luke ya estaba girando, con el sable de luz apareciendo con un destello en una
posicin defensiva delante de l, cuando sus propios sentidos le dieron la advertencia.

Haba dos, parados all en la seccin superior del suelo: un par de corpulentos y grandes
droides centinela, sobre bases con orugas, cada uno con un blster pesado agarrado en
su mano derecha.

"Ponte detrs de m!" exclam Luke hacia Mara, dando un corto paso adelante de ella.

Justo a tiempo. Aun mientras se estiraba a la Fuerza, ambos centinelas abrieron fuego.

"Estpida, estpida, estpida," oy que Mara grua desde atrs de l. "Una gran y
gorda distraccin- el truco ms viejo en la lista. Y yo ca en ella como algn tonto nio
granjero."

"Cuida tu lenguaje," advirti Luke. Los centinelas eran buenos, esparciendo un patrn
de puntera sistemtico que habra acabado rpidamente con la mayora de los
oponentes. Sin embargo, hasta ahora, segua fcilmente delante de ellos. "Puedes hacer
algo acerca de ellos?"

Su respuesta fue una andanada de fuego blster por encima de su hombro que cay
sobre las articulaciones y los ojos resplandecientes de los centinelas. Pero no tuvo
ningn efecto. "No sirve- el blindaje es demasiado grueso para mi blster," dijo ella.
"Djame intentar-"

"Cuidado- se est moviendo," la cort Luke. El centinela de la izquierda haba

comenzado de repente a rodar sobre sus orugas a lo largo del anillo de piso levantado
del lado lejano del cuarto, mientras su blster todava disparaba. Luke apret los
dientes, estirndose ms fuerte a la Fuerza, sintiendo que le brotaba sudor en la frente.
Con la fuente de los rayos de blster viniendo ahora de dos direcciones diferentes- y con
la separacin entre ellas creciendo cada vez ms- se estaba volviendo cada vez ms y
ms difcil mover fsicamente la hoja del sable de luz lo suficientemente rpido para
bloquear los tiros. Detrs de l, oy un chasquido-siseo cuando Mara encendi su
propio sable de luz-

Seguido por un sbito gaido y un golpe ahogado.

"Qu pas?" exclam Luke, no atrevindose a desviar su atencin de los centinelas.

"No intentes caminar," advirti Mara, su voz vena inexplicablemente del suelo debajo
de l. "Thrawn dej otra sorpresa para los invitados no deseados."

Luke frunci el ceo. "Qu quieres decir?"

Por el rabillo del ojo, vio como la hoja azul-blanca del sable de luz de ella interceptaba
uno de los tiros del centinela ms distante, ahora del lado lejano del cuarto. "Est bien,
tengo a este," dijo. "Si puedes aprovechar un segundo, echa una mirada al suelo."

Dejando que la Fuerza guiara sus manos, Luke se arriesg a dar una mirada rpida abajo
a sus pies.

Una mirada fue todo lo que necesit. Del suelo haban brotado unos lazos de cuerda
verdinegra que se haban formado en una masa enredada alrededor de sus pies. "Parece
que salieron de las rendijas de entre las baldosas," continu Mara. "Al primer paso que
di mi pie intent atrapar uno de los lazos."

"Inteligente," convino estrechamente Luke. "Supongo que eso descarta cualquier

oportunidad de salir corriendo."

"Por lo menos ahora sabemos por qu todos los muebles estaban amontonados al
costado," agreg Mara. "No quieres llenar tu campo de tiro con muchas cosas detrs de
las cuales las vctimas podran esconderse. Luke, este otro centinela todava est
viniendo."

Luke se arriesg a mirar. El segundo centinela haba pasado el final lejano del cuarto y
segua rodando velozmente alrededor del otro lado.

Y quiz en diez segundos alcanzara un punto directamente enfrente de Mara.

"Rpido - antes de que se acerque ms," le dijo, deslizndose un poco a la izquierda

para poder defender de nuevo contra ambos centinelas. "Usa tu sable de luz en l."

"Correcto," dijo Mara, y a travs de su neblina de concentracin, l pudo sentir su

punzada emocional por el recuerdo de su manejo menos perfecto del arma en la cmara
donde haban derribado juntos todas las estalactitas y estalagmitas.

Pero el momento pas; y cuando l volvi a concentrarse en el esfuerzo de bloquear la

lluvia de tiros vio la llamarada del sable de luz de ella dando vueltas a travs del cuarto
hacia el centinela. Se clav limpiamente en la interseccin entre la cabeza y el cuerpo-
Y entonces, abruptamente, la hoja blanquiazul se desvaneci.

"Qu pas?" demand Luke.

"Rayos!" gru Mara. Por el rabillo del ojo Luke vio como la hoja reapareca, giraba
hacia el centinela, y se desvaneca de nuevo. "Les puso una capa de mineral cortosis
debajo de la armadura."

"Entonces usa el blster," dijo Luke.

"Correcto."

La hoja blanquiazul sali chirriando de nuevo- hubo un crujido de metal y plstico roto-
y de repente ese punto de peligro se desvaneci de la mente de Luke. "Buen trabajo," le
dijo a Mara, cambiando toda su atencin al centinela delante de l. "Ahora ven aqu y
haz lo mismo con este-"

Se dio la vuelta de nuevo, haciendo girar la hoja de su sable de luz justo a tiempo. De
repente el centinela del lado de Mara haba empezado a disparar de nuevo-

"Cuidado," exclam Mara en una advertencia tarda. "Tena otro blster enfundado para
su mano izquierda- oh, shavit."

"Qu-? No importa," gru Luke. En respuesta al ataque de Mara, ahora el centinela

que lo enfrentaba haba sacado un segundo blster de su escondite con su mano
izquierda.

"Tambin tiene un segundo blster para la derecha-"

"Lo tengo, lo tengo," la cort Luke, concentrndose aun ms fuerte en su defensa. Con
dos veces ms tiros viniendo ahora de cada uno de los centinelas, estaban en peor forma
que antes. Una saeta de blster perdida chirri dolorosamente por la parte superior de su
hombro izquierdo-

"Lo siento," dijo Mara, ahora con la espalda apretada contra la suya, y el zumbido de su
sable de luz como un insecto enfadado detrs de l. "Qu hacemos ahora?"

Luke hizo una mueca. La fila de chiss equipados con ysalamiri que l haba enfrentado
arriba en la fortaleza haba sido lo suficientemente mala; pero por lo menos all haban
tenido la opcin de dispararle a sus oponentes si la defensa se pona demasiado difcil.
Aqu, atrapados en el medio de un cuarto abierto, atrapados en el fuego cruzado de dos
droides incansables que no podan ser matados, con cuerdas que se enredaban alrededor
de sus pies y les impedan cualquier oportunidad de escape rpido...

"Luke?" llam de nuevo Mara por encima del sonido y furia. "Me oste?"

"Te o, te o," exclam l en respuesta.

"Entonces qu hacemos?"
Luke trag saliva. "No tengo idea."

***

Debajo de Leia, la gran masa del Predominancia se estremeci cuando otro torpedo de
protones pas a travs de las defensas ishori, su violenta explosin arranc otro pedazo
del casco. Visto por el dosel principal del puente, el cielo era una maraa de rayos
turbolser salpicando sus escudos u ocasionalmente atravesndolos para vaporizar capas
de metal o transpariacero.

Pero en ese sbito momento que le detuvo el corazn, nada de eso importaba; ni la
batalla, ni su propia vida, ni siquiera la terrible amenaza de la guerra civil. Con ese
parpadeo de emocin distante, ese sbito temblor en la Fuerza, solo una cosa se haba
vuelto de arrolladora importancia para ella.

En alguna parte all afuera, Han estaba en peligro mortal.

"Capitn Av'muru!" grit por encima del fragor del puente, cruzando rpidamente
hacia la consola de comando. Dos guardias alzaron sus blsteres amenazadoramente; sin
pensar, Leia se estir con la Fuerza para apartar las armas cuando pas. "Capitn, debo
hablar con usted en seguida."

"Estoy ocupado, Consejera," gru el capitn ishori, ni siquiera molestndose en

mirarla.

"Estar ms ocupado de lo que quiere si no me escucha," dijo Leia entre dientes,

esforzndose con todo su vigor hacia la sensacin tenue e incierta que era Han. Las
emociones de l todava estaban hirviendo con peligro, amenaza y furia desvalida; pero
por ms que lo intentaba, no poda penetrar a travs de la emocin y la distancia hasta
sus pensamientos subyacentes.

Pero haba una cosa que estaba muy clara. "Hay una nueva amenaza esperando all
afuera," le cont a Av'muru. "Una de la que no sabe en absoluto."

"Las otras amenazas no tienen importancia!" casi grit Av'muru. "No puede haber
ninguna otra preocupacin ms que los atacantes diamalanos alrededor de nosotros."

"Capitn-"

Se interrumpi por un toque plumoso en su brazo. "Es intil, Consejera," dijo

Gavrisom, con su larga cara estrecha y casi amarga. "No puede y no pensar a tan largo
plazo. No con su nave bajo ataque inmediato. Puedes decirme lo que es esa amenaza?"

Leia mir por el ventanal, intentando atravesar el deslumbrante y letal espectculo de

luces de afuera. "Han est en peligro," dijo.

"Dnde? Cmo?"
"No lo s," dijo, su estmago se retorci con su propia sensacin de impotencia. "No
puedo captar sus pensamientos con la suficiente claridad."

"Quin ms podra saberlo?" pregunt Gavrisom.

Leia respir profundo, forzando su mente a la calma. Gavrisom tena razn: lo que Han
necesitaba era que ella apartara sus emociones y pensara claramente. "Elegos estaba con
l en el Halcn," dijo ella, estirndose de nuevo con la Fuerza. Pero no haba nada. "Ni
siquiera puedo sentirlo."

"Quin ms podra saberlo?" persisti Gavrisom. "Alguien ms cerca a la mano?"

Leia mir de nuevo a la batalla, un sbito y tentativo destello de esperanza vacil en

ella. "Lando. Han le podra haber dicho algo a Lando."

"Entonces debemos hablar con l," dijo firmemente Gavrisom. "Ir a hablar con el
capitn acerca de atravesar el bloqueo de comunicaciones diamalano. Entretanto, hay
algo que tus habilidades de Jedi puedan hacer al respecto?"

Leia respir profundo. "No lo s," dijo. "Djame intentarlo."

***

"Le digo que esto no puede esperar," insisti Lando, arrojando toda la urgencia e
intimidacin que poda a su voz. "Tengo que hablar con la Alta Consejera Organa Solo
en seguida. Todo el destino de la Nueva Repblica podra bien estar en peligro. Para no
mencionar sus propias vidas."

"En serio," dijo el Senador Miatamia, su voz helada y calma. Los diamalas, saba
Lando, eran notablemente difciles de leer, pero era abundantemente claro que el
Senador no estaba impresionado. "Y cul es la naturaleza de esta amenaza?"

"Mi amigo Han sali a echar un vistazo a ese cometa de all afuera," dijo Lando. "Yo
estaba mirndolo con los macrobinoculares... y acaba de desvanecerse."

Las mejillas de Miatamia se arrugaron. "Quiere decir que choc?"

"Quiero decir que se desvaneci," insisti Lando. "Justo en el espacio abierto."

"Sin embargo, qu tan verdaderamente abierta es la regin alrededor de un cometa?"

seal el diamala, agitando una oreja. "Puede haber virado hacia los gases de la cola, o
usted puede haberlo perdido de vista brevemente por el reflejo del sol en la superficie."

Lando hizo una mueca. No slo Miatamia no estaba convencido, ni siquiera iba a
escucharlo de forma justa.

Pero Lando saba lo que haba visto. "Est bien, entonces," dijo entre dientes apretados.
"En ese caso, se lo pido por el favor que me debe."

Ambas orejas se agitaron esta vez. "Qu favor es ese?"

"Le di un viaje de Cilpar a Coruscant, recuerda?" le record Lando. "Usted nunca me
ha pagado por eso."

"Usted declar en el momento que no requerira ningn pago mas que nuestra
conversacin."

"Ment," dijo Lando en igual tono. "Y quiero mi favor ahora."

Miatamia lo mir oscuramente. "Estamos en una situacin de combate."

"Esto no har peligrar eso." Lando hizo seas hacia el puente, ms all de la pared de
transpariacero de la cubierta de observacin en la que l y Miatamia estaban parados.
"Todo lo que quiero es que el bloqueo de comunicaciones al Predominancia sea
levantado, slo en la frecuencia del comunicador personal de la Consejera Organa Solo.
Slo esa nica frecuencia- eso es todo."

El diamala agit la cabeza. "Yo no puedo apostar a que una accin semejante no creara
un peligro adicional para las vidas y bienes diamalanos."

Se dio la vuelta, enfrentando de nuevo la batalla. Lando se trag una maldicin,

mirando ms all de l y la nave ishori sitiada, al cometa que brillaba con una serenidad
tan engaosa ms all de la lucha. Han le haba pedido ayuda. Haba confiado en l.

Y l saba lo que haba visto.

"Est bien," dijo, ponindose de nuevo directamente adelante de Miatamia. Era hora de
poner su dinero adonde contaba. "Una apuesta, dice usted? Est bien- apostemos."

Seal por el ventanal a la nave ishori. "Aqu est la apuesta. Usted me deja hablar con
Leia ahora mismo; y si la amenaza resulta no ser tan seria como digo, usted y los
diamalas se quedan con mi operacin de minera y casino en Varn."

Las orejas del Senador se agitaron. "Habla en serio?"

"Mortalmente en serio," dijo Lando. "Mi amigo est en peligro, y soy el nico que
puede ayudarlo."

Por un largo momento el diamala lo mir fijamente. "Muy bien," dijo por fin. "Slo la
frecuencia de comunicador privada de la Alta Consejera Organa Solo. Y por no ms de
dos minutos."

"Hecho." Lando asinti. "Qu tan rpido puede arreglarlo?"

Miatamia se volvi rpidamente hacia el intercomunicador de la cubierta de

observacin y habl rpidamente en el idioma diamalano. Le contestaron del mismo
modo. Hubo otro rpido intercambio ms- "Est hecho," dijo, volviendo a girarse a
Lando. "Sus dos minutos estn corriendo."

Lando ya tena su comunicador afuera y sintonizado. "Leia?"

"Lando!" regres al instante la voz aliviada de ella. "Esperaba poder hablar contigo.
Han est en problemas."

"Lo s," dijo Lando. "Fue con Carib a revisar el cometa y me pidi que lo mirara con
los macrobinoculares. Se acercaron a la superficie, y entonces simplemente
desaparecieron."

"Qu quiere decir que desaparecieron?" pregunt ansiosamente Leia. "Como si

hubieran chocado?"

"No," dijo gravemente Lando. "Como si se hubieran zambullido dentro de un escudo

invisible."

Oy la abrupta inhalacin de aire. "Lando, tenemos que llegar all en seguida. Si hay
una nave Imperial escondida all afuera-"

"Eh, no lo discuto," dijo Lando. "Pero ya us todos mis favores para poder hacer esta
llamada."

"Est bien," dijo Leia, su voz repentinamente oscura. "Entonces depende de m."

"Qu vas hacer?" pregunt Lando.

"Voy a ayudar a Han," dijo ella, su voz ms fra que lo que l la haba odo nunca. "No
te metas - no quieres involucrarte en esto."

La transmisin se apag con un clic. "Demasiado tarde para eso, Leia," murmur hacia
el comunicador apagado. "Aos y aos demasiado tarde."

***

Otra andanada de fuego turbolser lance desde la ms cercana de las dos plataformas
de armas Golan, la dispersin apuntaba al grupo de cazas estelares que acosaban su
flanco.

Wedge gir su ala-X seguramente por entre los tiros e hizo un rpido chequeo del resto
de su escuadrn. Como en la ltima y las cuatro o cinco salvas anteriores como esta,
ninguno haba sufrido dao alguno.

Tampoco, hasta donde saba, lo haba hecho nadie ms en la flota de ataque. Hasta
ahora la estrategia de Bel Iblis de simplemente quedarse al borde de la zona de muerte
de las Golans haba funcionado.

Pero esa estrategia estaba a punto de cambiar.

"A todas las alas de cazas, ste es Perris," vino tensamente la voz del comandante de
cazas del Peregrino por su auricular. "El Capitn Tre-na ha confirmado que el General
Bel Iblis est definitivamente en problemas all adentro."
Wedge hizo una mueca, preguntndose qu cosa acerca de la situacin haba necesitado
confirmacin en primer lugar. Nariz a nariz con otro Destructor Estelar Imperial,
atrapado en el lugar por probablemente cada rayo tractor pesado que la base del
Ubiqtorate podra usar-

"Mira - estn disparando," exclam Pcaro Cinco. "Todo lo que tienen, parece."

"Lo veo," dijo Wedge, mirando a travs de la distancia que lo separaba a la llamarada de
fuego turbolser que destellaba desde el Ventura Errante, su ltima leve esperanza de
que Bel Iblis todava pudiera intentar salir de esto hablando evaporndose como la
neblina matinal a la salida del sol. Si haba abierto fuego contra la base, significaba que
la fanfarronada haba fallado.

Tambin significaba que se le estaba acabando el tiempo. Ese segundo Destructor

Estelar, para no mencionar al comandante de la base del Ubiqtorate, no iba simplemente
a quedarse sin hacer nada mientras Bel Iblis vaporizaba sus emplazamientos tractores y
escapaba.

Tre-na y el resto del personal de comando de la flota a bordo del Peregrino claramente
haban llegado a la misma conclusin. "Est bien, cazas," dijo Perris. "La flota va a
entrar, y va a entrar con todo. Su trabajo es distraer los disparos de las naves principales,
ayuden dondequiera que puedan a perforar un agujero en el permetro de defensa, y
estn listos para hacer una pantalla cuando los Imperiales finalmente lancen sus propios
cazas. Todas las alas, respondan y preprense."

"Lder Pcaro, copia," dijo Wedge, entonces cambi a la frecuencia privada del
escuadrn. "Bueno, Pcaros, todos han dado una mirada al permetro. Alguna idea de
cules son los puntos dbiles?"

"Quiz," dijo Pcaro Doce. "Me parece que los turbolseres del lado de estribor de esa
segunda Golan tienen una ligera oscilacin."

"Ests seguro?" pregunt Pcaro Tres. "Yo no not nada."

"Es pequea, pero est all," dijo Pcaro Doce. "Puede ser lo suficiente para dejar un
hueco pequeo entre-"

"General Antilles?" cort una nueva voz.

Wedge frunci el ceo. Era una voz familiar, pero no una de su escuadrn. "ste es
Antilles," confirm cautelosamente.

"ste es Talon Karrde. Cmo estn las cosas?"

Le tom a Wedge un segundo encontrar su voz. "Karrde, qu llamas ests haciendo

aqu?" demand.

"Para ser perfectamente honesto, intentando pasar ms all de sus fuerzas," dijo Karrde.
"Est el Comandante Horn all contigo?"
"Aqu estoy," dijo Pcaro Nueve. "Qu quieres?"

"Quiero pedirte un favor que me debes," dijo Karrde. "Del que discutimos la ltima vez
que estuvimos juntos en el Ventura Errante, recuerdas?"

Hubo un sonido que son exasperado en el auricular de Wedge. "Karrde, ests loco?
Aqu estamos en el medio de una batalla."

"Precisamente la razn por la que necesito el favor ahora," dijo Karrde. "Necesito que
me escoltes a travs de las lneas de la Nueva Repblica."

"Hasta dnde?" replic Pcaro Nueve. "En caso de que no lo hayas notado, del otro
lado de nuestras lneas hay una base del Ubiqtorate Imperial."

"Que convenientemente, da la casualidad que es mi destino," le dijo Karrde.

Wedge resopl suavemente. "El Salvaje Karrde debe estar mucho mejor blindado de lo
que pens."

"Los Imperiales no sern un problema," dijo Karrde. "Tengo un cdigo de alto nivel
para pasar sus lneas. Mi problema son las suyas."

"Mira, Karrde, no s lo que ests tramando," dijo Pcaro Nueve. "Y francamente, ahora
mismo realmente no me importa. Pero tenemos un trabajo que hacer aqu."

"Quizs yo pueda hacer que ese trabajo sea innecesario," dijo Karrde, con una sbita
advertencia en su voz. "Djame pasar, y yo podra detener completamente esta batalla."

"En serio," dijo Pcaro Dos, su voz repentinamente sospechosa. "Puedo preguntar
cmo exactamente planeas hacer eso?"

Hubo una ligera pausa, y Wedge pudo imaginarse a Karrde sonriendo en esa mueca
misteriosa a la que era tan aficionado. "Simplemente digamos que tengo la mxima
ficha de intercambio," dijo suavemente.

"Y eso sera...?"

"Todas las alas, ste es Perris," vino la voz del comandante de cazas. "Pnganse en
formacin; vamos a entrar."

Wedge respir profundo. Ahora estaban bajo rdenes oficiales, sin espacio para
maniobrar o hacer tiempo o ninguna otra cosa.

Pero la vida del General Bel Iblis estaba en juego aqu...

"Karrde, ste es Antilles," dijo. "Dnde ests?"

"Acercndome arriba y detrs del Peregrino," le cont Karrde. "Estn ustedes

empezando un ataque?"
"Algo as," dijo Wedge, mirando su escner trasero. S, el Salvaje Karrde estaba all,
esperando a una respetuosa distancia de la lnea centinela de la Nueva Repblica.
"Qudate ah- ya iremos all. Pcaros; vamos."

Gir abruptamente el ala-X y se dirigi hacia la parte de atrs. Hubo un clic en su

auricular cuando alguien tecle su frecuencia personal- "Wedge, qu estamos
haciendo?" demand Pcaro Nueve. "Estamos bajo rdenes. Mira, si esto es acerca de
este supuesto favor que le debo?"

"Ahora mismo no me preocupan los favores, Corran," le asegur Wedge. "Pero oste lo
que dijo Karrde. Tiene un cdigo Imperial para atravesar el permetro."

"S, lo recuerdo. Pero que l tenga un cdigo de acceso no nos servir de nada."

"Ordinariamente, no," convino Wedge, esbozando una estrecha sonrisa. "Pero tambin
recuerda lo que dijo Pcaro Doce sobre esa oscilacin del turbolser. Si guiamos a
Karrde bajo ese banco en particular- y si entonces nos quedamos apretados muy cerca
detrs de l-"

Pcaro Nueve sise pensativamente. "Eso podra funcionar."

"Por lo menos vale la pena el intento," Wedge dijo. Porque si podan pasar detrs del
permetro, tendran una oportunidad mucho mejor de acabar con los emplazamientos
tractores que mantenan cautivo al Ventura Errante.

Y cuanto ms rpidamente acabaran con esos emplazamientos, ms pronto podra Bel

Iblis dar vuelta su nave y correr hacia la seguridad.

"Wedge?" dijo Pcaro Nueve, su voz sonaba rara. "No crees realmente que Karrde
pueda detener la batalla, no?"

Wedge comenz a agitar su cabeza; hizo una pausa. El que haca la pregunta era Corran
Horn, Jedi. "No realmente," dijo cautelosamente. "Los Imperiales quieren a Bel-Iblis -
eso es seguro. La nica razn por la que puedo pensar que lo dejaran ir es si consiguen
algo que quieran aun ms."

"Eso es lo que yo tambin estaba pensando," dijo Pcaro Nueve, su voz todava rara.
"Entonces, por qu tambin estoy pensando que Karrde realmente tiene una
oportunidad en esto?"

Wedge sinti que un escalofro le hormigueaba en la nuca. "No lo s," dijo gravemente.
"Todo lo que s es que es nuestra mejor oportunidad de sacar vivos a Bel Iblis y a
Booster de all. Ahora mismo eso es todo lo que me importa."

Ya haban alcanzado al Salvaje Karrde, y Wedge hizo girar a su caza en una curva
afilada a una posicin de escolta delantera. "Est bien, Karrde, aqu vamos," dijo,
verificando por segunda vez que el resto del escuadrn estaba en posicin. "Qudate
cerca, y sgueme."

CAPTULO
 39

El droide centinela continu con su ataque, enviando sistemticamente sus ardientes

saetas de muerte en direccin a Mara. Su sable de luz brincaba e interceptaba cada una,
sus manos se retorcan y giraban y esgriman el arma guiadas por la Fuerza.

Ella saba que sus manos se estaban moviendo, al igual que saba que sus dientes
estaban apretados firmemente y que haba gotas de sudor rodando por su cara. Pero no
poda sentirlas. No poda sentir nada de eso. Tan enfocada estaba su mente, fija en el
terrible forcejeo por la supervivencia, que no haba nada ms en el universo que
pareciera capaz de penetrar en su conciencia. Ni el resto de la cmara, ni la silueta del
centinela apenas visible detrs de la luz deslumbrante de los rayos de blster, ni siquiera
su propio cuerpo. Nada ms que los blsteres y su sable de luz.

Y Luke.

Era una sensacin extraa, not la pequea parte de su mente que todava estaba libre
para preguntarse por tales cosas. Parados espalda contra espalda, estirados tan
profundamente juntos a la Fuerza, era como si sus mentes se hubieran fundido
literalmente para volverse una nica entidad. Poda sentir la tensin mental y fsica de l
mientras mantena su propia defensa; poda sentir su confianza en la Fuerza, y su
bsqueda desesperada de un plan para sacarlos de esto, y su profunda preocupacin por
la mujer parada all con l.

De alguna manera era casi como una extensin lgica de los breves contactos
emocionales que haban tenido a lo largo de este viaje. Pero de otra manera era algo
completamente nuevo, como nada que ella hubiera experimentado nunca antes.

Porque dentro de la profundidad de esa relacin mental, ella de repente y totalmente

conoci a Luke Skywalker. Conoci todo acerca de l: sus esperanzas y miedos; sus
xitos y fracasos; sus fuerzas y debilidades; sus mayores alegras y sus ms profundas y
privadas aflicciones. Vio en su ms profundo espritu, hasta las profundidades de su
corazn, hasta el mismo centro de su ser.

Y supo que as como l yaca abierto ante sus ojos, as tambin su corazn y su espritu
estaban abiertos ante los suyos.

Sin embargo no era atemorizante ni humillante como podra haber esperado. Como
habra esperado. Era en cambio algo completamente satisfactorio. Nunca antes haba
experimentado semejante profundidad y cercana con otra persona, una persona que la
entendiera tan ntimamente como ella lo entenda a l. Nunca haba sabido que
semejante relacin incluso pudiera existir.

Y nunca antes haba comprendido cunto quera semejante relacin.

Y esa era a su modo la parte ms sorprendente de todo: comprender de repente despus

de tantos aos cunto haba terminado lastimndola su determinacin de cerrarse a los
dems. Haba atrofiado su propio crecimiento y su vida as como su terca negativa a
aceptar la responsabilidad de sus habilidades de Jedi haba limitado su crecimiento.
Era una visin asombrosa, particularmente viniendo como lo hizo en medio del fuego y
el calor de una batalla. Slo poda lamentar que la comprensin no hubiera llegado
antes, en lugar de ahora.

Ahora que estaba a punto de morir.

Porque su muerte estaba de hecho cerca a la mano, de una manera u otra. Ya poda
sentir que sus msculos se cansaban ante el asalto del centinela, y saba que no podra
mantener su defensa por ms que a lo sumo unos pocos minutos. Tena que actuar
ahora, mientras todava tena la fuerza para hacerlo, o Luke tambin morira.

Porque mientras que el plan que haba ideado podra -podra- eliminar la amenaza del
centinela delante de ella, no haba ninguna forma de que ella pudiera encargarse de sus
dos blsteres lo suficientemente rpido para impedir que un tiro mortal la alcanzara.
Fugazmente, pens en Corran Horn y en su habilidad para absorber y disipar energa;
pero se nunca haba sido uno de sus talentos, y ciertamente ahora no haba tiempo para
que aprendiera la tcnica. No, arrojara su sable de luz a su blanco escogido, y el
centinela le disparara, y morira. Todo lo que poda esperar era aferrarse a la vida el
tiempo suficiente para terminar con lo que tena que hacerse.

No, Mara. No! Fue ese su pensamiento? se pregunt. O era de Luke?

Tengo que hacerlo, Luke. Ese era suyo. A travs de sus propios miedos y pesares poda
sentir la sbita oleada de emocin desesperada mientras l intentaba idear una forma en
la que ella no tuviera que morir.

Pero no haba ninguna. Mara ya haba considerado cada posibilidad, y simplemente no

haba ninguna forma que Luke pudiera rechazar cuatro blsteres por s mismo cuando
dos de ellos estaban disparando as a su espalda. Pero si ella tan slo pudiera vivir lo
suficiente para llevar a cabo esto, usando su cuerpo para escudarlo hasta que el centinela
que la enfrentaba pudiera ser eliminado...

Mientras todava tengo las fuerzas, se record. Y el momento era ahora. Respir
profundo-

No! la emocin penetr a travs de su negra determinacin. Espera. Mira.

Ella no tena ninguna atencin que distraer para mirar a cualquier parte ms que al
centinela y sus blsteres. Pero no tuvo que hacerlo. Luke ya haba visto el nuevo factor
crtico, y ahora la imagen fluy a su mente a travs de la Fuerza.

A su derecha, con su pequeo soldador de arco elctrico extendido delante de l como

un arma, Erreds estaba rodando determinadamente a lo largo del anillo del piso
superior hacia su atacante.

Su primer pensamiento fue preguntarse porqu llamas le haba tomado al pequeo

droide tanto tiempo traer su trasero de metal para ayudar, slo entonces comprendi lo
poco que realmente haba pasado desde que la batalla comenz. Su segundo
pensamiento algo irreverente fue notar que Erreds haba escogido a su centinela para
atacar en lugar del de Luke, y preguntarse si se le haba pegado la tendencia hacia la
sobreproteccin de Skywalker.

Su tercer pensamiento fue que Luke tena razn. ste podra ser el resquicio que
necesitaba, la abertura para que su plan tuviera xito sin que ella tuviera que morir en el
proceso.

Quiz.

Ahora Erreds ya casi haba alcanzado al centinela, con una chispa azulada que se
arqueaba entre los contactos del soldador. El centinela, por supuesto, estaba
perfectamente consciente de l; la nica pregunta era qu hara al respecto...

Y entonces una imagen apareci en la mente de Mara. Una imagen de ella y Luke
yaciendo en el suelo en medio del enredo de cordones para tropezar de all abajo.

Se sinti suspirar. Era esa una visin del futuro, de ellos yaciendo muertos juntos?
Estaba su plan condenado al fracaso?

No lo ves? La emocin de Luke penetr sobre el miedo sbito. No lo entiendes?

Y entonces la imagen se aclar, y de hecho vio lo que l quera decir. No una visin de
muerte, sino una esperanza de vida: La contribucin de ltimo segundo de Luke a su
plan. Lo tengo, envi su comprensin en respuesta.

Preprate...

Sinti que sus dientes se apretaban aun ms fuerte, con su sable de luz todava
destellando contra los ataques del centinela, se prepar. Erreds ya casi estaba sobre el
centinela, su arco soldador todava chispeaba-

Y con una facilidad casual y despectiva, el centinela gir su brazo izquierdo, puso el
costado del blster en esa mano contra el domo de Erreds, y derrib al pequeo droide
de un empujn hacindolo aterrizar sobre su espalda.

Y durante ese medio segundo, uno solo de sus blsteres estaba disparando.

Ahora!

Mara reaccion al instante, dejando que su pierna derecha cayera debajo de ella para
enviarla cayendo hacia su lado derecho. Luke cay junto a ella, con la espalda apretada
contra la suya todo el camino abajo. Golpearon el suelo - probablemente hubo una
punzada de dolor en su hombro por el impacto, pero Mara no lo sinti - y Luke gir
sobre su espalda para enfrentar hacia arriba al techo.

Y con ese nico movimiento de repente ya no haba dos ataques viniendo de direcciones
totalmente opuestas. Ahora, eran meramente dos ataques que venan de un par de
oponentes ampliamente espaciados, los dos de los cuales estaban efectivamente delante
de l.
Y eso era algo que poda manejar.

Ahora! El comando de l vino mientras el verde y blanco de su sable de luz pasaba

brillando encima de su cabeza, desviando un tiro de su cara. Mara no necesitaba el
pedido; su sable de luz ya estaba girando en camino hacia el centinela. Una cuchillada
rpida, y el blster en su mano derecha haba sido destrozado a la inutilidad. Su otra
mano ya estaba girando de vuelta hacia ella; el sable de luz cambi de direccin y
acuchill de nuevo, y el segundo blster del centinela se haba ido de igual modo.

Hubo un corto rugido retumbante del gran droide - aparentemente tena la suficiente
conciencia para estar molesto por haber sido burlado de esta forma. Pero tambin tena
la inteligencia suficiente para saber que la desventaja era slo temporal, que el sable de
luz no poda daarlo directamente, por lo menos no lo suficientemente rpido para que
fuera efectivo.

Y sus diseadores claramente tambin lo haban preparado para semejante eventualidad.

Se haban abierto dos compartimientos ms a lo largo de los costados de su parte baja, y
las manos del centinela ya estaban buscando otro juego de armas de reemplazo.

Pero con suerte, nunca tendra la oportunidad de usarlas. Mara ya haba hecho a su sable
de luz dar la vuelta alrededor adelante del centinela, girndolo para apuntar de hoja
hacia el gran droide. Ahora, gruendo con el esfuerzo, lo empuj hacia adelante.

No intilmente hacia el centinela y su coraza de mineral cortosis, pero directamente

pasndolo, enterrando la hoja blanquiazul en la pared manchada de agua detrs de l.

El chorro de agua que sali alrededor de la empuadura fue instantneo y violento,

algunas salpicaduras alcanzaron hasta donde ella y Luke yacan en el suelo a treinta
metros. Mara sinti una sbita punzada de inquietud por la fuerza del flujo; pero ya era
demasiado tarde para detenerse ahora. Sosteniendo el arma contra la presin, la gir
alrededor de un crculo de diez centmetros de dimetro, la empuadura ms de una vez
casi se desvaneci de vista detrs del chorro de agua que se ensanchaba al salir a travs
de la grieta que estaba cortando. El centinela volvi su cabeza para ver lo que estaba
pasando; alz sus blsteres hacia el sable de luz-

Y con un ltimo esfuerzo, Mara termin el corte.

El tapn de piedra sali disparado de la pared con la velocidad de un torpedo de

protones, estrellndose directamente contra el grueso torso del centinela con una fuerza
que aplastaba blindajes y derribando al gran droide que no pudo hacer nada, arrojndolo
del anillo superior hacia el piso principal. Mara vislumbr un metal retorcido; vio que el
chorro de agua que haba empujado el tapn ahora pasaba disparado a travs del cuarto
por encima de su cabeza-

Y repentinamente una ola coronada de espuma la golpe y pas sobre ella desde la
direccin opuesta.

Con su mente todava en la visin de tnel del modo de defensa Jedi, la ola la agarr
completamente fuera de guardia. Se sinti siendo levantada y arrojada por el salvaje
oleaje cuando sus pies de algn modo fueron arrancados de los cordones para tropezar,
y busc locamente algo de lo que colgarse. Su mano izquierda agarr otro manojo de
los cordones, y aguant con todas sus fuerzas, intentando orientarse. Otra ola pas por
encima de ella, hacindola perder su asimiento, y una vez ms se encontr dando
vueltas en la turbulencia. Alcanz araando la superficie, tom una inspiracin que
pareci ser mitad aire y mitad espuma, se sacudi el agua de los ojos para ver otra ola
surgiendo hacia ella-

Y entonces un par de manos la agarraron bajo los brazos, y con un tirn que se sinti
como si fuera a partirla por la mitad, de repente estaba subiendo en arco a travs del
aire. Hubo una sacudida cuando su espalda se estrell contra a algo duro -una de las dos
manos sostenindola se apart mientras la otra la asi ms firmemente-

"Aqu - sostnte," grit en su oreja Luke.

Se gir a medias asida por esa nica mano de l, vio la baranda del balcn de equipo
superior all a su lado, y se agarr a ella. "La tengo."

"Aguanta- voy a volver por Erreds. Soltando la baranda, se dej caer de vuelta al agua.

Con algo de esfuerzo, Mara se subi a la baranda y por encima de ella hacia el piso del
balcn. Abajo, poda ver, el cuarto se haba vuelto una furiosa masa de agua espumosa.

Y estaba subiendo llenando el lugar rpidamente. Mucho ms rpido de lo que debera,

comprendi inquieta.

Y de repente vio por qu. El pequeo y prolijo agujero que haba cortado en la pared ya
no era tan pequeo, ni tan prolijo. Cuatro o cinco metros cuadrados de la seccin
manchada de agua haban cedido a su alrededor, y el Lago de los Pececitos estaba
entrando a travs de la abertura. Ya estaba medio camino subiendo la pared hacia la
saliente donde ella estaba...

Un movimiento al otro lado del cuarto atrajo su mirada: Luke, colgado de alguna
saliente en la pared, le agitaba la mano "Aqu estoy," le grit encima del rugido del
agua. "Qu necesitas?"

En respuesta, la parte superior del domo de Erreds se elev unos centmetros por
encima de las olas. Concentrndose, Mara se estir con la Fuerza y alz al droide hacia
ella.

Era ms difcil de lo que haba esperado. Mucho ms difcil de lo que debera haber
sido. El droide se elev encima del agua con lentitud agnica, y dos veces durante el
procedimiento casi perdi completamente su asimiento. Claramente, la batalla con los
droides centinela la haba agotado ms de lo que se haba dado cuenta.

Pero finalmente lo hizo, y el droide baj borbotando pensativo a su lado. Haba sido
arrastrado por el agua y haba perdido el datapad que le haban aparejado para traducir,
pero aparte de eso pareca estar bien. Volvi a mirar hacia abajo, buscando a Luke-
Una mano palmote arriba agarrando la barra inferior. "Pudiste subir a Erreds?" jade
Luke, trepando laboriosamente a la baranda.

"Est justo aqu," confirm Mara, estirndose sobre la baranda para darle una mano.
"T ests bien?"

"Bien," resoll mientras pasaba por encima de la baranda y se derrumbaba hacia el

balcn junto a ella. "Leccin nmero uno," agreg entre jadeos. "Un Jedi necesita aire
para funcionar de manera apropiada."

"Tomar nota," dijo Mara, asomndose abajo de nuevo a travs de la baranda. "Qu
hay de ese segundo centinela?"

"Yo me encargu de l," dijo Luke. Ya estaba respirando mejor. "Aqu est tu sable de
luz," agreg, sacando ambas armas del interior de su tnica y entregndole a ella la
suya. "A propsito, buen trabajo con la pared."

"Ah, claro - un trabajo genial," replic Mara. "No hay nada tan brillante como un plan
que casi termina ahogndote. Hablando de lo cual, no deberamos estar saliendo de
aqu antes de que se vuelva aun ms profundo?"

Hubo una breve pausa. "Bueno, en realidad..."

Lo mir, una sbita punzada de miedo le toc el corazn. "Cul es el problema?"

l se extendi y le tom la mano. "Lo siento, Mara," dijo. "El agua ya est encima del
nivel del tnel. Ya est llenando ese cuarto subterrneo all atrs."

Mara lo mir fijamente- no haba tenido ninguna idea de que el agua estuviera viniendo
tan rpido. "Est bien," dijo, forzando su voz a mantener la calma. Forzando su mente a
mantener la calma. "Est bien. As que el cuarto se est llenando. Si podemos llegar
hasta la escalera, por lo menos podremos subir hasta el interior de la fortaleza,
correcto?"

Un msculo en la mejilla de l se crisp. "No lo entiendes," dijo. "Ya est encima del
nivel del tnel. Eso significa viajar todos esos cientos de metros sin aire, adems de
probablemente tambin tener que atravesar todo el cuarto subterrneo."

"Qu hay de un trance de hibernacin?" sugiri Mara. "Como el que usaste para pasar
a camisa fra desde la base pirata hasta el Hielo Estrellado?"

Luke agit la cabeza. "Con el cuarto subterrneo llenndose, o quiz ya casi

completamente lleno, el agua no fluir a travs del tnel lo suficientemente rpido para
empujarnos a tiempo."

Y era seguro que no podran nadar mientras estaban en un trance. Mara se apart un
mechn de cabello hmedo de la cara, intentando pensar.

Al costado de Luke, Erreds dio un sbito graznido nervioso. "Ya lo not," le dijo Luke.
"Qu notaste?" pregunt Mara.

"El nivel del agua est empezando a subir de nuevo," dijo renuentemente. "Eso significa
que el cuarto subterrneo debe estar lleno. El nico desage que tenemos es a travs de
los dos agujeros que cortamos, el del rea de la escalera y el de all en las cavernas."

Mara trag saliva. "Agujeros pequeos."

"Demasiado pequeos para manejar la cantidad que entra," convino sobriamente Luke.
"Me temo que..."

Se interrumpi. Mara mir abajo al agua que suba, ahora lo suficientemente alto para
esconder la entrada a travs del agujero que ella haba cortado. Pero todava estaba
entrando; la continua ondulacin en la superficie era suficiente para mostrar eso.
"Apenas cuando llegaste aqu," dijo ella, " te dije que si queras podas regresar a
Coruscant y dejar que los qom jha y yo nos ocupramos de la fortaleza por nosotros
mismos. Dijiste que no, que tenas que estar aqu, y dijiste que no preguntramos por
qu."

l respir profundo. "Tuve una visin acerca de ti en Tierfon," dijo en voz baja. "Antes
de que supiera que habas desaparecido. Te vi yaciendo en una piscina de agua, rodeada
por rocas escarpadas." Titube. "Y parecas..."

"Muerta?"

l suspir. "S."

Por un largo momento se quedaron sentados all juntos, el rumor del agua era el nico
sonido. "Bueno, supongo que entonces eso es todo," dijo por fin Mara. "Por lo menos
tengo la satisfaccin menor de saber que me lo hice a m misma."

"No te rindas aun," dijo Luke. Pero no haba ninguna esperanza particular que pudiera
notar en su voz. "Tiene que haber una salida de esto."

"Tambin una lstima," dijo Mara. Lo mir, siguiendo con los ojos el contorno de su
cara. "No te enteraste, pero despus de eso en la base pirata, Faughn me dijo que t y yo
hacamos un buen equipo. Ella tena razn. Realmente lo hicimos."

"Realmente lo hacemos," corrigi Luke, mirndola casi nerviosamente a los ojos.

"Sabes, cuando estbamos luchando contra esos centinelas all abajo, me pas algo. Nos
pas algo. Estuvimos tan cerca en la Fuerza que era como si nos hubiramos vuelto una
sola persona. Fue... fue algo muy especial."

Ella alz una ceja, una pizca de diversin se col incluso a travs de la gravedad mortal
de la situacin. Haba un afn tan extraamente torpe en su expresin. "En serio?" dijo
ella. "Qu tan especial?"

l hizo una mueca. "No vas a hacrmelo fcil, no?" gru.

"Oh, vamos," dijo, acusando en broma. "Cundo te he hecho algo fcil alguna vez?"
"No muy a menudo," concedi l. Visiblemente tomando fuerzas, se extendi y volvi a
tomarle las manos. "Mara... quieres casarte conmigo?"

"Quieres decir si salimos vivos de aqu?"

Luke agit la cabeza. "Quiero decir de cualquier modo."

Bajo otras circunstancias, saba, probablemente habra considerado que su honor le

exiga hacerlo sudar, al menos un poco. Pero con el agua todava subiendo debajo de
ellos, tales juegos parecan bastante vanos. Adems, no haba ninguna razn para que
los viejos patrones defensivos entraran en juego. No ahora. No con l. "S," dijo.
"Quiero."

CAPTULO
40

Un rayo de fuego turbolser pas disparado, quemando una lnea chamuscada en el

ventanal del puente del Predominancia. Fue como un presagio, pens oscuramente Leia
mientras pasaba el anillo exterior de monitores y entraba al racimo de control central:
un presagio de su propia inminente cada. Lo que estaba a punto de hacer, saba,
probablemente sera el fin de su carrera poltica. Posiblemente podra enviarla a una
colonia penal. Incluso podra costarle la vida.

Pero la vida de Han estaba del otro lado de la balanza. Contra eso, nada ms importaba.

Se detuvo detrs del ishori en la estacin del timn y mir sobre su hombro a su tablero
de control. Por supuesto, los indicadores y controles estaban marcados en ishori, pero el
tablero en s mismo era un diseo directo de Kuat Drive Yards y ella conoca la
distribucin. Respirando profundo, se estir a la Fuerza y empuj la palanca del motor
sublumnico.

El mismo timonel fue el primero en notar que algo estaba mal. Murmurando algo por lo
bajo, tir de la palanca ponindola en su posicin original. Leia la empuj adelante de
nuevo, esta vez tambin trazando un nuevo vector para la nave hacia el cometa que
llameaba en la distancia. El timonel murmur de nuevo, ms ruidosamente esta vez, y
de nuevo agarr la palanca.

Excepto que esta vez no se movi. Leia la sostuvo firme contra sus forcejeos; y cuando
se detuvo, confundido, aprovech la oportunidad para empujarla todava ms adelante.
El timonel gir en su asiento para mirar al Capitn Av'muru-

Y por el rabillo del ojo descubri a Leia parada detrs de l.

"Qu hace aqu?" grit, girndose ms para mirarla. "Guardias!"

Leia se volvi. Dos guardias estaban marchando hacia ella, blsteres en mano.
Estirndose de nuevo a la Fuerza, les quit los blsteres y estrell las armas directo
contra la cubierta tan fuerte que se rompieron.
"Consejera!" grit Av'muru, saltando de su asiento para ponerse de pie. "Qu est
haciendo?"

Leia no contest, pero se estir de nuevo al control de velocidad. "No!" grit el

timonel, brincando de su asiento con las manos estiradas hacia su garganta.

Los dedos que intentaban agarrarla nunca llegaron all. Leia lo atrap en medio del aire
en un asimiento de la Fuerza, cambiando la direccin de su salto para enviarlo volando
en cambio por encima del anillo de monitores y aterrizar desparramado y confundido en
el fondo del puente.

"Guardias!" grit Av'muru. "Todos los guardias!"

Leia se volvi de nuevo al timn, otra vez incrementando la velocidad de la nave. Sus
sentidos resplandecieron de advertencia, y sac su sable de luz al mismo tiempo que
otros dos guardias del lado lejano del cuarto sacaban sus blsteres. Dispararon, sus
rayos de aturdir fueron esparcidos intilmente por su hoja resplandeciente. De nuevo les
arrebat las armas, esta vez trayndolas volando a travs del puente hacia ella y
partindolas limpiamente por la mitad con su sable de luz.

"Detngase de inmediato," gru Av'muru, acercndose con un paso firme y deliberado

hacia ella. "De lo contrario, declarar que existe un estado de guerra entre el
Conferendo Ishori y la Nueva Repblica."

"Todo este sistema est en peligro mortal," dijo Leia en voz fuerte. "Usted se ha negado
a tomar los pasos para oponerse a este peligro. Yo por consiguiente lo he hecho en su
lugar."

"Se est arriesgando a una guerra entre Isht y Coruscant," grit Av'muru, todava
viniendo hacia ella. "Tiene tiempo hasta que llegue hasta usted para cesar esta accin y
devolverme el mando de este navo."

Por el rabillo del ojo, Leia vio a Gavrisom trotando para ponerse al lado de Av'muru... y
ahora slo le quedaba exactamente una carta por jugar. "No hay necesidad o razn para
involucrar a la Nueva Repblica," le dijo al ishori. "Por este acto, renuncio al Alto
Consejo, al Senado, y a la Presidencia. Ya no soy nada ms que una ciudadana privada."

"Entonces tambin renuncia a todos sus privilegios diplomticos," exclam Av'muru.

Gavrisom ya haba alcanzado su lado, adelantndose ligeramente al ishori mientras los
dos de ellos continuaban hacia Leia. Por el paso de Gavrisom, Leia saba que estaba
intentando llegar a ella primero. Probablemente esperando poder detenerla l mismo,
teniendo cuidado de minimizar el dao poltico hacia la Nueva Repblica que ella
acababa de causar.

Pero era demasiado tarde para eso, y Gavrisom seguramente lo saba. "Est a bordo de
un navo de guerra ishori," continu Av'muru. "La pena por motn a bordo de tal navo
es la muerte."

Leia sinti que su garganta se apretaba. Y eso, comprendi funestamente, era todo. El
capitn haba dicho la palabra "motn", automticamente invocando el nivel ms alto de
la ley marcial ishori. Si ella no ceda antes de que Av'muru la alcanzara, l no tendra
ninguna opcin mas que traer todo el podero de su nave de guerra contra ella.

Podran detenerla? Probablemente no. Ciertamente no antes de que alcanzaran el

cometa.

Pero a qu costo? Aunque ella podra detenerlos, casi ciertamente no podra hacerlo sin
un eventual derramamiento de sangre. Y si sus acciones llevaban a la muerte, incluso a
muertes por tiros por el rebote de sus propias armas, su destino estara sellado. El
estricto cdigo de justicia militar ishori demandara a cambio su muerte.

Y por el bien de la unidad dentro de la Nueva Repblica, tendra que someterse.

Av'muru y Gavrisom ya casi la haban alcanzado...

Y entonces, para asombro de Leia, Gavrisom se puso de costado y se detuvo

abruptamente, su largo flanco se estir cruzando el pasillo entre dos consolas,
bloqueando el camino de Av'muru. "Creo que no, Capitn," dijo serenamente. "Declaro
que este navo de guerra est bajo el comando directo de la Nueva Repblica."

"As que tambin es traicin de la Presidencia de la Nueva Repblica?" grit Av'muru,

intentando empujar al cuerpo de Gavrisom fuera de su camino. "Muvase a un lado o
muera junto a ella."

"No hay ninguna traicin involucrada," dijo Gavrisom. Su voz todava era tranquila,
pero no se haba movido ni un milmetro. "A menos que se busque ese cargo para usted
mismo negndose a una requisicin de emergencia oficial de la Nueva Repblica sobre
su navo segn la Seccin 45-2 de los Tratados de Fidelidad."

Abruptamente Av'muru dej de empujar. "Eso no tiene sentido," dijo, gritando ahora
con toda la capacidad de sus pulmones. "No ha habido ninguna requisicin oficial."

"Los Tratados son bastante vagos acerca de cmo debe ser hecha semejante
requisicin," dijo framente Gavrisom. "Lo son deliberadamente, porque una situacin
de emergencia debido a su misma naturaleza requiere de flexibilidad."

Indic a Leia con un ala. "En este caso, la peticin comenz cundo la Alta Consejera
Organa Solo-"

"Ella ya no es Alta Consejera, por su propia declaracin!"

"Cuando la Alta Consejera Organa Solo," repiti Gavrisom, enfatizando cada palabra,
"empez a mover este navo hacia una fuente de peligro percibida."

Av'muru mir intensamente a Gavrisom, transfiri la mirada a Leia y regres a

Gavrisom. "No puede creer seriamente que el Conferendo aceptar una demanda tan
absurda," bram.

"Lo que aceptar o no es un asunto para una discusin futura," seal Gavrisom.
"Lamentablemente, el bloqueo diamalano ha eliminado cualquier oportunidad de que
usted se comunique con su gobierno para pedir consejo."
Sacudi su melena. "Es su decisin, Capitn. Debe basarla en los requisitos de la ley, mi
posicin como Presidente de la Nueva Repblica, y la palabra de una Caballero Jedi de
que su nave est en peligro mortal."

Av'muru estaba temblando por la emocin, sus ojos pasaban de un lado al otro entre
Gavrisom, Leia, y la vista afuera del ventanal. Leia tambin rob una mirada all afuera,
y confirm que el Predominancia estaba de hecho acercndose al cometa.

"Timonel?" grit Av'muru.

"Aqu, mi capitn," contest el otro, caminando adelante vacilantemente.

"Reasuma su puesto," orden Av'muru, su voz empezando a tranquilizarse. "Contine

en el curso en el que nos ha puesto la Caballero Jedi Organa Solo." Hizo una pausa. "E
incremente a velocidad de flanqueo."

"S, mi capitn," dijo el timonel, rozando cautelosamente a Gavrisom al pasar mientras

el calibop se apartaba al costado. Leia tambin se hizo a un lado, y l se sent
cautelosamente de nuevo en su asiento. "Curso y velocidad como orden, mi capitn."

"Venga, Consejera," dijo Gavrisom, hacindole seas a Leia con la punta de una de sus
alas. "Volvamos a salir de su camino."

Juntos, se retiraron de nuevo detrs del anillo de monitores. "Gracias," dijo Leia en voz
baja.

"Slo estaba haciendo mi trabajo," dijo Gavrisom. "A menudo he odo decir que los
calibops somos largos en las palabras y cortos en las acciones."

Riz su melena. "A veces, sin embargo, son las palabras las que deben venir primero."

"S," murmur Leia, mirando fijamente afuera de la carlinga al cometa. Slo poda
esperar que las acciones que vendran a continuacin llegaran a tiempo.

***

"Los tenemos a ambos, Capitn," llam el oficial de rayo tractor de estribor arriba a la
pasarela de comando. "Dos cargueros: un YT-1300 y un Accin II Corelliano."

"Muy bien," dijo Nalgol, todava furioso por el inesperado cambio no anunciado en su
itinerario cuidadosamente preciso. El equipo de asalto en la superficie, se prometi
ominosamente, tendra algunas explicaciones serias que dar cuando todo esto hubiera
terminado.

"Pero entretanto, el Tirnico estaba listo para hacer cualquier cosa que fuera necesaria.
Y el primer trabajo en esa lista sera encargarse de esos espas de all afuera. "Trigalos
ms cerca, Teniente," llam. "Asegrese de que no se escapen."

"No lo harn, seor," prometi el oficial de tractor.

Nalgol sinti un movimiento a su lado. "Me hizo llamar, Capitn?" dijo Oissan.

"Esa lista de prioridad/amenaza que le ped," dijo brevemente Nalgol. "Dnde est?"

"La lista preliminar ha sido reportada," dijo Oissan, sonando un poco nervioso.
"Estbamos esperando tener ms tiempo para completarla."

"Bueno, no lo tuvieron, no?" dijo entre dientes Nalgol, completamente disgustado.

Primero el equipo de asalto, ahora Oissan. "Vuelva al trabajo. Todava tenemos una
hora o dos antes de que la batalla all afuera llegue al punto adonde entraremos."

"S, seor," dijo tiesamente Oissan. "Quiere a mi equipo para interrogar a los
prisioneros?"

"Qu prisioneros?"

"Qu?" titube Oissan. "Las tripulaciones de esos cargueros de all afuera."

Nalgol agit la cabeza. "No habr ningn prisionero."

"Pero usted dijo-"

"Dije que los trajeran ms cerca, eso es todo," lo cort speramente Nalgol. "No quiero
que ningn escombro salga flotando del escudo invisible adonde alguien podra
notarlo."

Mir de nuevo por el ventanal. El YT-1300 se estaba retorciendo locamente en el

asimiento del rayo tractor, todava intentando escapar, el ms grande Accin II
curiosamente quieto. "Otro minuto o dos," agreg, "y nos encargaremos de ellos.
Permanentemente."

***

"All!" exclam Lando, sealando afuera por el ventanal del Pensamientos

Industriosos. "No se lo dije? Los ishori han reconocido el peligro y se estn dirigiendo
a echar una mirada."

"Meramente estn corriendo en un intento de salvar sus pellejos," contrapuso

serenamente el Senador Miatamia. "O si no, sienten que la mayor maniobrabilidad
disponible en el espacio profundo les ser til para su defensa."

"Bien," dijo Lando. "De cualquier modo, no puede simplemente dejarlos ir."

"Los diamalas no buscan ninguna venganza contra nadie," dijo el Senador. "Hemos
frustrado su ataque sin provocacin contra Bothawui. Eso es suficiente por ahora."

"Pero qu hay acerca de la amenaza sobre la que le advert?" demand Lando.

"Apostamos sobre ella, recuerda?"
"Si tal amenaza existe, y si los ishori estn de hecho buscndola, seguramente la
descubrirn por s mismos," dijo tranquilamente Miatamia. "No hay ninguna razn para
que ninguna nave diamalana se exponga al peligro."

Lando mir afuera por el ventanal a la nave que se alejaba. De cualquier forma que lo
hubiera hecho, Leia haba conseguido que el Predominancia se moviera contra el
cometa y cualquier sorpresa que los imperiales hubieran escondido all afuera.

Pero con Thrawn tirando de los hilos, la sorpresa sera probablemente una memorable.
Casi seguramente demasiado grande para que un solo crucero de guerra ishori la
manejara por s mismo... "Ya veo," dijo, esforzndose por mantener su voz casual, el
tono de una parte desinteresada que no tiene nada que ganar con un una cosa o la otra.
"Estoy seguro de que los ishori tambin estn igual de felices de alejarse de ustedes."

"Qu importa cmo vean las cosas los ishori?" dijo Miatamia.

"Oh, nada," dijo Lando con un encogimiento de hombros. "Simplemente estaba

pensando que si decidieron que quieren pelear de verdad, necesitaran pedir refuerzos. Y
por supuesto, una vez que estn fuera del rango de su bloqueo, sern capaces de hacer
eso."

Las orejas de Miatamia se rizaron. "Seguramente no haran tal cosa."

"Por qu no?" dijo Lando. "Recuerda, creen que toda la especie bothana debe pagar
por su parte en la destruccin de Caamas. Si yo estuviera en su lugar, me figurara que
el espacio encima de Bothawui sera el punto perfecto para zanjar sus diferencias con
los diamalas."

Volvi a sealar con la cabeza en direccin al planeta debajo de ellos. "Especialmente

con parte del escudo planetario cado de la forma en que est. Cualquier escombro de la
batalla que caiga en ese agujero es solo un bono por lo que les concierne."

Miatamia ya estaba en el intercomunicador, hablando urgentemente en l. Lando mir

afuera por el ventanal, conteniendo la respiracin...

Y entonces, a estribor y babor, vio que otras dos naves diamalanas giraban
ponderosamente hacia el crucero de guerra ishori que se alejaba y empezaban a
perseguirlo. Un momento ms tarde, sinti el ligero empujn de aceleracin cuando el
Pensamientos Industriosos los sigui.

"Los mantendremos en silencio hasta que el generador de escudos de Drev'starn sea

reparado," dijo Miatamia, reunindose con Lando. "Pero cuando eso est hecho, sern
libres de irse si lo desean."

"Es suficiente," dijo Lando. "Est llevando slo a estas tres naves?"

Miatamia mir por el ventanal. "Le he sugerido al capitn que todas las naves
diamalanas tambin sean convocadas a nuestro lado."
"Solo en caso de que yo tenga razn despus de todo?"

Las orejas del Senador se agitaron. "Como le he dicho antes, a veces puede suceder lo
inesperado," dijo lentamente. "Los diamalas creemos en estar preparados para tal
eventualidad."

***

"Agrrate," rechin Han, arrojando al Halcn primero abruptamente hacia estribor y

entonces a babor. No sirvi de nada; el rayo tractor todava los tena asidos slidamente.
Estirndose al tablero de armas, cambi el objetivo del quad lser superior, que ahora
disparaba continuamente hacia el Destructor Estelar. Como la maniobra de giro, todo el
poder de fuego tampoco estaba sirviendo de nada.

"El estabilizador de babor est fluctuando de nuevo," anunci Elegos, mierando las
pantallas de monitores. "Puedes daarlo seriamente si continas de este modo."

Han se trag una maldicin. S, podra volar los estabilizadores. Tambin podra quemar
una seccin del motor sublumnico, o fundir los quads, o incluso fracturar el casco.

Pero no tena ninguna opcin mas que hacer cualquier cosa que fuera necesaria para
zafarse, aun cuando tuviera que arrancarle la vida al Halcn para hacerlo. Un Destructor
Estelar encubierto significaba una emboscada... y lo ltimo que un imperial emboscado
querra, sera dejar atrs a testigos.

Elegos, sin embargo, todava no se haba dado cuenta de eso. "Quizs debamos intentar
rendirnos," sugiri el caamasi.

"S?" gru Han. "Por qu?"

"Para prevenir nuestra destruccin, por supuesto," dijo Elegos. "Adems, Carib y su
grupo ya parecen haber hecho eso."

"Qu quieres decir?" pregunt Han, frunciendo el ceo cuando mir al cielo.
Preocupado por su propia parte de la lucha, haba perdido completamente el rastro del
Accin II.

"Quiero decir que no estn luchando contra el rayo tractor," explic Elegos, sealando
por el ventanal.

Tena razn. All estaba el carguero de Carib, un poco a estribor y considerablemente

ms cerca al casco oscuro de lo que el Halcn estaba. Sin hacer ningn intento en
absoluto por escapar.

Pero eso no tena ningn sentido. Seguramente Carib saba aun mejor que l que aqu no
iba a haber ninguna cosa como la rendicin. Ya los habran matado a l y a los otros?

O su recientemente profesada lealtad a Leia y a la Nueva Repblica nunca haba sido

nada ms que un truco?
"Solo?" cruji una voz por el altavoz. "ste es Carib. Preprate."

"Prepararme para qu?"

"Qu crees?" replic Carib. "Y mira; si no salimos de esta, quiero que ustedes se
encarguen de cuidar a nuestras familias. Es un trato?"

Han le arroj un ceo a Elegos. Qu espacios-?

"Trato hecho," dijo Elegos por el comunicador, vindose tan confundido como Han se
senta pero aparentemente dispuesto a seguirle el juego. "No te preocupes."

"Est bien. Ha sido un placer conocerlos."

El comunicador se apag con un clic. Han mir fijamente al carguero, y una sbita
premonicin le envi un escalofro por la espalda-

Y entonces, de repente, el Accin II explot.

A su lado, oy que Elegos jadeaba. "Qu-?"

"Slo mira," lo cort Han, agarrando el volante del timn. "Y como dijo el hombre,
preprate." El fogonazo y el polvo de la explosin se disip, volado por el aire que se
expanda desde adentro o tirado por el rayo tractor-

Y de repente, de la nube de ruinas, sali una docena de Interceptores TIE.

No les tom a los imperiales ms de cinco segundos reaccionar a esta nueva y

completamente inesperada amenaza. Pero en este caso, cinco segundos fueron por lejos
demasiado tiempo. Los TIEs hormiguearon juntos por todo el casco, esquivando a
travs del frentico fuego turbolser con una facilidad casual, destruyendo
sistemticamente los emplazamientos de rayo tractor.

Han mir fascinado, le volvieron recuerdos de la legendaria habilidad de vuelo del

Barn Fel. Solo que esta vez, haba una docena de Barones Fels haciendo interferencia
para l.

Y con una sacudida que le hizo apretarse los dientes, el Halcn estuvo libre.

"Agrrate!" exclam, haciendo que la nave describiera un crculo cerrado y enviando

energa al motor sublumnico. Los turbolseres del Destructor Estelar estaban
empezando a abrir fuego detrs de l cuando vieron que su presa escapaba, y arroj al
Halcn en una maniobra evasiva en tirabuzn mientras se esforzaba hacia el borde
indetectable del escudo invisible. "Todava tienes el comunicador listo para transmitir
a esos idiotas encima de Bothawui?" agreg, mirando cautelosamente el indicador del
deflector trasero. Si los escudos caan antes de que pudieran salir, los imperiales todava
podran ganar.

"Estoy listo," dijo Elegos. "En cuanto-"

Se interrumpi con un jadeo. Han gir la cabeza al costado cuando la forma familiar de
un Interceptor TIE apareci de repente a su lado. Por reflejo, fue al tablero de armas-

Y se relaj justo a tiempo. Blasonado en los paneles solares del TIE estaba la insignia
de la Nueva Repblica. Ms all del TIE el resto de la unidad de Carib se estaba
formando en su flanco-

Y de repente la oscuridad alrededor de ellos se desvaneci, y de nuevo estuvieron

rodeados por estrellas. "Eso es," dijo. "Ponte a trabajar con el comunicador."

Elegos se aclar la garganta. "No creo," dijo, "que eso sea necesario."

Confundido, Han se volvi para mirar.

Y contuvo la respiracin. Avanzando resueltas hacia ellos desde la direccin de

Bothawui haba un grupo de ms de una docena de naves de guerra pesadas.

El comunicador cruji. "Han?" vino la voz de Lando.

"S, Lando," respondi Han. "Tengan cuidado - hay un Destructor Estelar Imperial
debajo de ese escudo invisible."

"Entendido," dijo Lando. "Esos interceptores TIE estn contigo?"

Han sonri siniestramente. "Apuesta a que s. Puedes silbar para llamar un poco ms
de ayuda?"

"Capitn Solo, ste es el Senador Miatamia," dijo una nueva voz. "Estamos
transmitiendo su advertencia a todas las naves aliadas de los diamalas y pidiendo su
ayuda."

"Genial," dijo Han. "Sugiero que tambin inviten a los ishori a esta fiesta. Vamos a
necesitar toda la ayuda que podamos conseguir."

"Han?" Cort la voz de Leia, sonando aliviada, sin aliento y tensa al mismo tiempo.
"Han, ests bien?"

"Estoy bien, cario," le asegur. "Todava ests con los ishori?"

"S," dijo ella. "El capitn todava no est seguro-"

Se interrumpi abruptamente. "Leia?" ladr Han.

"No importa," dijo ella, con un sbito tono grave en la voz. "No creo que todava siga
teniendo alguna duda."

Han frunci el ceo, girando el Halcn alrededor en un crculo cerrado y mirando atrs.
El Destructor Estelar, ahora con su emboscada frustrada, haba dejado caer su escudo
invisible.
Slo que no era solo un nico Destructor Estelar alejndose del cometa hacia la flota
que se acercaba. Eran tres.

Respir profundo. "Est bien," dijo. "Ahora es una lucha."

CAPTULO
41

"Reporte del Comando de la Base, Almirante," llam el oficial de comunicaciones

desde la trinchera de tripulacin de babor. "El Destructor Estelar enemigo ha
desactivado dos ms de los emplazamientos de rayo tractor."

"Haga que comiencen las reparaciones inmediatamente en esos emplazamientos,

Teniente," dijo framente Thrawn. "Y ordene al Comando de la Base que fije tres rayos
ms en el blanco."

Parada un poco apartada a la izquierda de Disra, justo a popa de la pasarela de comando,

Paloma D'asima le murmur algo por lo bajo a Karoly D'ulin. "Alguna pregunta?"
pregunt Disra, dando un paso hacia las dos Mistryl.

La mujer mayor seal con la cabeza hacia Thrawn. "Le estaba diciendo a Karoly que
esto no me gusta nada," dijo en tono disgustado. "Est jugando con ellos. Por qu no
slo destruirlos y terminar con todo esto?"

"El gran Almirante Thrawn es un hombre muy sutil," dijo Disra, esperando que la
altanera de su tono la intimidara a que no hiciera ms preguntas que no poda contestar.
De hecho, l tampoco entenda lo que Tierce tena en mente con esto. Pero el mayor
estaba de pie firme y alto al costado de Thrawn, exactamente como un buen ayudante
debera, as que probablemente todo segua yendo segn el plan.

Thrawn debi haber alcanzado a or el comentario. Le murmur algo a Tierce, tuvo una
inclinacin de asentimiento, y el mayor se volvi y camin de vuelta hasta donde Disra
y las dos Mistryl estaban parados. "El Almirante Thrawn oy su pregunta y me pidi
que viniera a explicarles su razonamiento," dijo, ponindose al lado de D'asima adonde
pudiera hablar con ellas mientras todava mantena un ojo en los intentos de Bel Iblis
por zafarse de la trampa. "l no est interesado en destruir al General Bel Iblis,
comprenden. Al contrario, quiere que el general se rinda con su nave y tripulacin
intactas."

Hizo seas hacia los mltiples disparos turbolser. "Pero como tambin pueden ver, Bel
Iblis es un hombre terco y orgulloso. Tiene que ser convencido primero que no tiene
ninguna oportunidad contra los recursos de esta base. Por consiguiente, el Almirante
Thrawn est dndole una oportunidad de hacer su mejor intento contra nosotros."

"Mostrndole la futilidad de la resistencia," dijo D'asima. Todava no sonaba

precisamente complacida, pero por lo menos ya no haba disgusto evidente en su tono.
"Y agregando sal a la herida incrementando el nmero de rayos tractores cada vez que
Bel Iblis inhabilita uno."
"Exactamente," dijo Tierce, sonriendo. "El Almirante Thrawn siempre se ha
caracterizado por tratar incluso a sus enemigos con respeto."

"Aunque naturalmente trata mucho mejor a sus aliados," agreg Disra. No estaba mal
recordarle a D'asima por qu ella estaba aqu en primer lugar.

"Almirante?" llam de nuevo el oficial de comunicaciones. "Estamos recibiendo una

transmisin directa del coordinador de defensa del permetro. Pide su ayuda urgente
para tratar con los ala-X que han penetrado a travs de su lnea."

Disra le arroj una mirada sobresaltada a Tierce detrs de la cabeza de D'asima. "Ala-
X?" demand.

"No lo s," contest Tierce con voz tensa. Empez a apresurarse de vuelta al lado de
Thrawn, se detuvo justo a tiempo por una rpida mirada intensa de advertencia de Disra.
No estara bien, el Moff ya les haba advertido a ambos, que Tierce no deba parecer
demasiado vital en la operacin. El timador de all saba cmo traerlo de vuelta si lo
necesitaba.

Pero por lo menos, por el momento, su Gran Almirante pareca tenerlo bajo control.
"Qu ala-X son estos, Teniente?" pregunt, su voz calma pero amenazante.

"Dice que le report la penetracin al General Hestiv hace ms de diez minutos," dijo el
oficial de comunicaciones, sonando confundido. "Aparentemente entraron furtivamente
detrs de uno de nuestros cargueros."

"Uno de nuestros cargueros?" pregunt Thrawn.

"Un carguero Imperial, seor," se corrigi apresuradamente el oficial. "De la lnea de

suministros, probablemente. El coordinador reporta que estaba usando todos los cdigos
de acceso apropiados."

"Estoy seguro que s," dijo Thrawn, sus ojos brillantes destellaron. "Y el General
Hestiv solo se olvid por casualidad de pasarnos esta informacin, no?"

Su mirada gir a su alrededor y cay en Tierce. "Mayor Tierce?"

"S, seor," dijo Tierce, caminando adelante enrgicamente a su llamado. "Debo

localizarle ese carguero?"

"Por favor," dijo gravemente Thrawn, comprendiendo a su vez la indirecta.

Y entonces, todava mirando atrs en su direccin, de repente los ojos resplandecientes

se ensancharon. Disra frunci el ceo-

"No se preocupe, Mayor," llam una voz familiar desde atrs de Disra. "El carguero en
cuestin est actualmente atracado en su baha hangar nmero siete."

Lentamente, incrdulamente, Disra se dio la vuelta. No poda ser. No poda.

Pero lo era. All estaba, en el centro del arco de entrada que llevaba al puente a popa.

El Almirante Pellaeon.

***

El elemento sorpresa se haba perdido, la batalla fratricida sobre Bothawui

probablemente se haba cortado antes de lo que los Imperiales haban esperado. Incluso
ahora, Leia vio que los ltimos tiros que quedaban de ese conflicto estaban menguando
a medida que los varios combatientes se enteraban del mayor peligro en su flanco.

Pero incluso en su brevedad la lucha haba pasado factura, comprendi mientras

estudiaba la pantalla tctica del Predominancia. De las casi doscientas naves que haban
estado luchando, menos de ciento diez se estaban formando para luchar contra los tres
Destructores Estelares que ahora se acercaban a ellas.

"Nos superan en poder de fuego, no?" dijo en voz baja Gavrisom desde su lado.

"Me temo que s," concedi Leia. "E incluso todas las naves que todava pueden luchar
han sufrido algn dao. Esos Destructores Estelares estn frescos y descansados."

"Y puede que no todas nuestras naves se queden realmente con nosotros una vez que
computen las posibilidades para s mismas," dijo Gavrisom, agitando las alas. "Incluso
con mis convocatorias generales bajo la Seccin 45-2, el hecho es que todava estamos
pidindoles que luchen en defensa de Bothawui y del pueblo bothano."

Leia asinti gravemente. "Algo que por lo menos la mitad de ellos no est realmente
interesada en hacer."

"Leia?"

Ella levant su comunicador. "Aqu estoy, Han," dijo. "Ests bien?"

"Oh, claro," dijo, desestimando casualmente el peligro. "Dejaron de dispararnos hace

mucho tiempo. Mira, Elegos ha estado contando las naves que tienen all, y ninguno de
nosotros est muy contento con los nmeros que est obteniendo."

"Tampoco ninguno del resto de nosotros," dijo Leia. "Gavrisom ha hecho un llamado a
cualquier fuerza de la Nueva Repblica en las cercanas, pero hasta ahora no ha habido
ninguna respuesta."

"S, bueno, quiz yo pueda agregar algo," dijo Han, en tono estudiadamente casual.
"Sabes si Fey'lya est en Bothawui en este momento?"

Leia frunci el ceo. "En realidad, creo que s. Por qu?"

"Sabes cmo llamarlo?"

"Su frecuencia de comunicador privada est en la computadora del Halcn, listada bajo
su nombre," dijo Leia. "Por qu?"
"Voy a intentar un poco de diplomacia," le dijo. "Fjate si puedes detener un poco a esos
Destructores Estelares."

Cort la comunicacin. "Correcto," murmur para s misma Leia. "Detenerlos un poco."

A su lado, Gavrisom agit la melena. "Hay otra cuestin de preocupacin inmediata,

Leia," dijo. "Esta flota est compuesta por seres que, en conjunto, no confan entre s.
Necesitamos a alguien en quien todos estn dispuestos a confiar, o por lo menos a
tolerar al mando."

"Yo debera poder resolver eso," dijo Leia, volviendo a encender su comunicador.
"Lando?"

"S, Leia?"

"Lando, a pedido del Presidente Gavrisom, me gustara que aceptaras la reintegracin

inmediata al ejrcito de la Nueva Repblica," dijo ella. "Necesitamos que tomes el
mando de esta fuerza de defensa."

Hubo una corta pausa. "Ests bromeando," dijo.

"De ninguna manera, General," le asegur Gavrisom. "Como un hroe de Taanab y

Endor, usted es precisamente el que necesitamos."

Hubo un suspiro apenas audible. "Discutira si pensara que servira de algo," dijo
renuentemente Lando. "Est bien, lo har. Aunque habra sido mejor si pudieras darme
una flota ms grande con la que trabajar."

"Eh, no hay problema, compaero," se entrometi la voz de Han. "Ya nos ocupamos de
todo. Echa una mirada detrs de ti."

Leia mir a la pantalla de visin de popa del puente y qued boquiabierta. Subiendo
rpidamente desde la superficie de Bothawui haba ms de cien naves, de todo desde
Cazadores de Cabezas Z-95 a Skipray Blastboats hasta incluso algunas naves capitales
de guerra pequeas. Y todava ms estaban subiendo a travs de la atmsfera. "Han!"
jade. "Qu mundos hiciste?"

"Como te dije, un poco de diplomacia," dijo Han. "Consegu recordar que Thrawn nos
sugiri a Lando y a m que Fey'lya tena escondido un pequeo ejrcito privado. Tena
sentido para m, as que llam a la pequea bola de pelo y le seal que cualquier
bothano que ayudara a salvar a Bothawui realmente podra sacar ventaja cuando esto
hubiera terminado."

"Y Fey'lya pudo traer todo eso?" pregunt Leia, todava sin creerlo.

"No exactamente," dijo astutamente Han. "Resulta que hubo muchas prdidas de seal
en mi transmisin. Daos por la batalla, probablemente. Me figuro que medio planeta
debe haber odo lo que le dije."
Y finalmente, Leia entendi. "Y por supuesto que ninguno quera que Fey'lya acaparara
toda la gloria para s mismo," dijo, esbozando una estrecha sonrisa. "Te he dicho
ltimamente que eres brillante?"

"No," dijo. "Pero est bien- has estado ocupada. Estamos listos?"

"Estamos listos," dijo Leia, asintiendo. "General Calrissian: su flota espera sus rdenes."

***

Por un largo minuto el puente pareci haberse quedado suspendido en el tiempo y el

espacio. El Moff Disra se qued de pie firme adonde estaba, a un par de pasos de las
dos mujeres civiles, con la cara torcida con incredulidad y odio, y quizs incluso con un
toque de miedo. El Mayor Tierce tambin se haba detenido, a medio camino de la
pasarela de comando, mirando atrs a Pellaeon con una expresin ilegible en la cara. El
Capitn Dorja y los oficiales en las consolas laterales estaban mirndolo fijamente, e
incluso los hombres abajo en las trincheras de tripulacin de algn modo haban sentido
que algo estaba mal y haban bajado sus voces a susurros.

"Almirante Pellaeon," rompi el silencio la voz suavemente modulada de Thrawn.

Pellaeon en parte haba esperado que l fuera el primero en hablar. "Bienvenido a bordo
del Implacable. Me temo que de algn modo nos perdimos las noticias de su llegada."

"Como de algn modo yo me perd las noticias de su retorno," contrapuso Pellaeon.

Como Tierce, la expresin detrs de esos ojos rojos resplandecientes era ilegible. "Una
omisin involuntaria, estoy seguro."

"Est cuestionando las decisiones del Gran Almirante?" gru Disra.

"Al contrario," le asegur Pellaeon. "Yo siempre he tenido el ms alto respeto hacia el
Gran Almirante Thrawn."

"Entonces por qu se mete furtivamente a bordo de esta forma?" demand Tierce,

regresando por la pasarela y detenindose al lado de la ms joven de las dos mujeres.
"Tiene algo que esconder? O alguna misin de traicin tenebrosa que llevar a cabo?"

Deliberadamente, Pellaeon cambi su mirada del mayor a las mujeres a su lado. "Me
temo que no hemos sido presentados de manera apropiada," dijo, inclinando la cabeza
en un saludo. "Soy el Almirante Pellaeon, Comandante Supremo de las Fuerzas
Imperiales."

"Ya no lo es," gru Disra. "Ahora el gran Almirante Thrawn est al mando."

"En serio," dijo Pellaeon, mirndolo framente. "No estaba informado de ningn cambio
de mando. Otra omisin involuntaria?"

"Con cuidado, Almirante," advirti en voz baja Tierce. "Est caminando por suelo muy
resbaladizo."
Pellaeon agit la cabeza. "Se equivoca, Mayor," dijo. "Cualquier suelo resbaladizo que
exista aqu est debajo de sus pies." Mir a Disra. "Y los suyos, Su Excelencia."

Llev su mirada al hombre en el uniforme blanco de Gran Almirante. "Y los suyos...
Flim."

La cabeza de Disra se agit como si hubiera tocado un cable energizado. "De qu est
hablando?" demand. Pero haba un nuevo temblor en la voz del Moff, y sus ojos eran
aqullos de un hombre que vea la sbita destruccin viniendo inexorablemente hacia l.

"Estoy hablando de un muy talentoso artista del timo y el disfraz," dijo Pellaeon,
levantando la voz para que todo el puente pudiera orlo. "Aqu tengo la bastante colorida
historia de su vida," agreg, sacando una datacard de su tnica y sostenindola en alto.
"Incluyendo holos detallados y un perfil gentico completo."

Mir al otro lado a Flim. "Le importara acompaarme a la estacin mdica ms

cercana para hacer un examen?"

"Pero verificamos su perfil gentico, seor," objet el Capitn Dorja, apartndose de la

consola lateral adonde haba estado parado. "El Capitn Nalgol le tom una muestra de
piel y la compar con los archivos oficiales de Thrawn."

"Los archivos pueden alterarse, Capitn," le record Pellaeon. "Incluso los archivos
oficiales, si los cdigos de acceso han sido violados. Cuando volvamos a Bastin, podr
comparar los archivos genticos con aqullos en esta datacard."

"Las mentiras pueden crearse aun ms fcilmente en las datacards," dijo Tierce. Su voz
era tranquila, pero haba un indicio de algo vicioso por debajo. "Esto no es nada ms
que un ltimo lastimoso intento de minar la autoridad del Gran Almirante Thrawn,
provocado por el celoso miedo de Pellaeon de perder su posicin y prestigio."

Medio se volvi. "Lo ve, Capitn Dorja, no?" llam. "Thrawn vino a usted en lugar de
a Pellaeon- eso es lo que l no puede digerir. Vino a usted y Nalgol y a los otros y no a
l."

Los ojos de Dorja encontraron a los de Pellaeon, su cara estaba alterada por la
confusin. "Almirante, siempre he confiado en su palabra y en su juicio," dijo. "Pero en
este caso..."

"Hay otro registro de inters en esta datacard," dijo Pellaeon, mirando de nuevo a
Tierce. "De nuevo, de la misma fuente. Es el registro e historia de la vida de un cierto
Mayor Imperial Grodin Tierce."

Lentamente, Tierce volvi a girar para enfrentarlo. Y esta vez no haba forma de
confundir su mirada asesina. "Y qu dice ese registro?" pregunt suavemente.

"Dice que el Mayor Tierce fue uno de los mejores stormtroopers de combate que
sirvieron al Imperio," le cont Pellaeon. "Que sus xitos lo elevaron al rango de
comando mucho ms rpidamente que incluso la norma de los stormtroopers. Que a la
edad de veinticuatro fue seleccionado para servir al Emperador como uno de la Guardia
Real de lite. Que su frrea lealtad al Nuevo Orden de Palpatine no era segunda a
ninguna."

Pellaeon alz las cejas ligeramente. "Y que, como parte de una unidad stormtrooper
involucrada en la campaa de Thrawn contra Generis, muri en combate. Hace diez
aos."

Una vez ms, el puente qued en silencio. Pero esta vez no era el silencio de la sorpresa.
Era el silencio del espanto total.

"Usted es un clon." Las palabras haban venido de Disra, pero la voz estaba tan
distorsionada que era casi irreconocible. "Es slo un clon."

Lentamente, Tierce volvi su mirada venenosa de Pellaeon a Disra. Y entonces,

abruptamente, ladr una risa corta que son torturada. "Slo un clon," repiti
burlonamente. "Slo un clon - eso es lo que dijo, Disra? Slo un clon? No tienen ni
idea."

Ech una mirada alrededor del cuarto. "Ninguno de ustedes la tiene. Yo no era slo un
clon- era algo muy especial. Algo especial y glorioso."

"Por qu no nos cuenta eso," invit Pellaeon en voz baja.

Tierce gir para volver a enfrentarlo. "Yo fui el primero de una nueva casta," dijo entre
dientes. "El primero de lo que iba a ser una clase de seores de la guerra como la
galaxia nunca haba visto antes. Seores de la guerra que combinaban la fuerza de
combate y la lealtad de un stormtrooper con el genio tctico del propio Thrawn.
Nosotros habramos sido los lderes, y habramos conquistado, y nadie podra habernos
enfrentado."

Se dio la vuelta, sus movimientos se volvieron casi espasmdicos en su agitacin. "No

lo ven?" grit, sus ojos se lanzaron a cada uno de los oficiales y tripulantes que lo
miraban en fascinacin o revulsin. "Thrawn tom a Tierce y lo clon, pero puso algo
de l mismo en el proceso. Agreg parte de su propio genio tctico al aprendizaje-flash
usual, combinndolo con la mente del propio Tierce."

Gir para enfrentar de nuevo a Disra. "Usted lo ha visto, Disra. Lo haya reconocido o
no, lo ha visto. He estado manipulndolo desde el mismo principio - no lo ve? Fui yo,
desde el mismo minuto que logr hacerme su ayudante. Todos aqullos ataques piratas -
los tratos de los Aves de Presa - se fui yo. Todo yo. Usted nunca lo vio - ni siquiera lo
supuso - pero fui el que le hice las sugerencias en voz baja y le di la informacin
correcta en el orden correcto para conseguir que hiciera lo que yo quera.

"Y todo el resto de ustedes tambin lo ha visto," grit, girando de nuevo. "Yo he estado
manejando las tcticas aqu. No Flim - no ese ttere de ojos rojos. Yo. Siempre he sido
yo. Y soy bueno en eso - es lo que Thrawn me hizo ser. Yo puedo hacerlo."

Atrap de nuevo la mirada de Disra. "Usted hablaba acerca de la Mano de Thrawn, su

ltima arma primordial," dijo, con voz casi suplicante. "Yo puedo ser esa Mano de
Thrawn. Yo puedo ser el propio Thrawn. Yo puedo derrotar a la Nueva Repblica- Lo
s."

"No, Mayor," dijo Pellaeon. "La guerra ha terminado."

Tierce gir para enfrentarlo de nuevo. "No," gru. "No ha terminado. No todava. No
hasta que hayamos aplastado Coruscant. No hasta que hayamos tenido nuestra venganza
contra los Rebeldes."

Pellaeon lo mir fijamente, con lstima y revulsin arremolinndose dentro de l. "No

lo entiende en absoluto," dijo tristemente. "Thrawn nunca estuvo interesado en la
venganza. Su meta era el orden, y la estabilidad, y la fuerza que viene de la unidad y el
propsito comn."

"Y cmo sabra usted en lo que Thrawn estaba interesado?" sonri con desprecio
Tierce. "Tiene parte de su mente dentro de usted? Bueno? La tiene?"

Pellaeon suspir. "Dice que fue el primero de estos nuevos seores de la guerra. Sabe
por qu no hubo ningn otro?"

Los ojos de Tierce parecieron volverse hacia su interior. "No tuvo tiempo," dijo. "Muri
en Bilbringi. Usted lo dej morir en Bilbringi."

"No." Pellaeon alz ligeramente la datacard. "Usted fue creado dos meses antes de su
muerte- hubo tiempo suficiente para haber hecho otros. El hecho es que no hubo ningn
otro porque el experimento fue un fracaso."

"Imposible," jade Tierce. "Yo no fui un fracaso. Mreme- mreme. Yo soy exactamente
lo que quera."

Pellaeon agit la cabeza. "Lo que l quera era un lder tcticamente brillante," dijo
suavemente. "Lo que consigui fue un stormtrooper tcticamente brillante. Usted no es
un lder, Mayor. Por su propia declaracin no es nada ms que un manipulador. No
tiene visin, slo una sed de venganza."

Los ojos de Tierce se lanzaron alrededor del puente, como si buscara apoyo. "Eso no
importa," dijo llanamente. "Lo que importa es que puedo hacer el trabajo. Puedo
derrotar a los Rebeldes. Slo deme un poco ms de tiempo."

"No hay ms tiempo," dijo en voz baja y con finalidad Pellaeon. "La guerra ha
terminado." Mir a Ardiff. "Capitn Ardiff, por favor llame un destacamento de
seguridad al puente." Empez a girarse-

Y en ese instante, Tierce explot a la accin.

La mujer joven parada a su lado fue su primera vctima, doblndose sobre s misma en
agona cuando Tierce arroj viciosamente su puo abajo y atrs a su estmago. En el
mismo movimiento le arrebat el blster que haba aparecido de repente en su mano,
torcindolo para disparar un tiro a la mujer mayor mientras que la ms joven se
derrumbaba a la cubierta. Se retorci hacia atrs, levantando el blster para apuntar a
Pellaeon. Hubo un parpadeo de movimiento por el rabillo del ojo de Pellaeon-

Y Tierce se sacudi atrs, gritando de rabia y dolor cuando su mano del arma fue
apartada de un golpe, el disparo sali apartado, el mismo blster sali volando
intilmente de su asimiento para irse rebotando por la cubierta y caer en la trinchera de
tripulacin de estribor.

Y del escondite alrededor del costado del arco de entrada detrs de Pellaeon,
deslizndose silenciosamente a travs de la cubierta, vino Shada D'ukal.

Tierce ni siquiera se molest en arrancar la aguja zenji laqueada que ahora se agitaba
sangrante del dorso de su mano del arma. Gritando incoherentemente, arque los dedos
como garras de depredador y carg.

Por reflejo, Pellaeon dio un paso atrs. Pero no necesitaba haberse molestado. Shada ya
estaba all, encontrndose con Tierce a mitad de camino.

Y con una borrosa agitacin de manos y brazos, todo haba terminado.

"Capitn Dorja, llame un equipo mdico al puente," orden Pellaeon mientras Shada
caminaba por encima del cuerpo destrozado de Tierce y se apresuraba para arrodillarse
al lado de la mujer herida. "Entonces ordene que todas las fuerzas imperiales cesen el
fuego inmediatamente."

"S, seor," dijo vacilantemente Dorja. "Sin embargo..."

Flim alz una mano de piel azul. "Lo que l est intentando encontrar palabras para
decir, Almirante, es que ellos esperan que una orden semejante venga del Gran
Almirante Thrawn," dijo. Su voz haba cambiado, sutilmente pero visiblemente; y
cuando Pellaeon mir alrededor del puente, vio que finalmente haban reconocido la
verdad. "Si me lo permite-"

Pellaeon le hizo seas. "Prosiga."

Flim se volvi hacia el oficial de comunicaciones y asinti. "ste es el Gran Almirante

Thrawn," llam, una vez ms en esa voz exquisitamente perfecta. "Todas las unidades,
alto el fuego, repito, alto el fuego. General Bel Iblis, por favor instruya a sus fuerzas a
hacer lo mismo, entonces espere por una transmisin del Almirante Pellaeon."

Respir hondo y exhal; y cuando lo hizo, el aura de mando y liderazgo cay sutilmente
de l. De nuevo era slo un hombre, un hombre con maquillaje azul y uniforme blanco.

Y una vez ms el Gran Almirante Thrawn se haba ido.

"Y si puedo decirlo, Almirante," agreg mientras retroceda a lo largo de la pasarela de

comando, "no sabe lo aliviado que estoy de que usted est aqu. Todo esto ha sido una
pesadilla para m. Una pesadilla absoluta."
"Por supuesto," dijo gravemente Pellaeon. "Tendremos que hacernos tiempo ms tarde
para que me cuente su tragedia."

Flim se inclin a medias. "Estar esperando eso, seor."

"S," dijo Pellaeon, mirando a Disra. "Yo tambin."

CAPTULO
42

El fuerte sonido del torrente haba menguado ahora a un suave oleaje mientras el agua
continuaba trepando lenta pero ineludiblemente por los costados del cuarto. Un sonido
de oleaje que era puntuado rtmicamente por los chapoteos que hacan los pedazos de
roca mientras el sable de luz de Luke tallaba un hoyo cnico cada vez ms profundo en
la cima del domo.

"Creo que ests perdiendo el tiempo," dijo Mara cuando el chapoteo que hizo al
zambullirse un pedazo particularmente grande hizo eco a travs del cuarto. "No hay
nada ms que roca slida all."

"Creo que tienes razn," concedi Luke, moviendo su brazo a un nuevo punto alrededor
de sus hombros e intentando sostenerla un poco ms cerca. Completamente empapados,
los dos se estaban estremeciendo en el fresco aire hmedo. "Estaba esperando que
pudiramos llegar hasta el rea del generador de energa principal. Pero supongo que si
todava no lo hemos encontrado, no est all."

"Est probablemente veinte metros detrs de nosotros," dijo ella, sus dientes tiritaban
ligeramente. "Nunca podremos abrirnos camino hasta l a tiempo. Te empiezan a doler
los odos?"

"Un poco," dijo Luke, renuentemente apagando su sable de luz y hacindolo volver a su
mano. Cortar a travs del techo haba sido su ltima mejor idea. "El aire aqu se est
comprimiendo. La presin adicional debera ayudar a retrasar un poco la entrada de
agua."

"Adems de ponernos los ojos saltones." Mara seal con la cabeza hacia la pared
lejana. "Crees que hay alguna oportunidad de que la cima del cuarto est por encima
del nivel del lago? Si es as, deberamos poder excavar un camino horizontalmente."

"Y si no lo est, nos ahogaramos a nosotros mismos mucho ms rpido," seal Luke.
"De cualquier modo, no creo realmente que estemos lo suficientemente alto."

"Yo tampoco lo creo," convino lamentndose Mara, inclinndose adelante para mirar
ms all de Luke a Erreds. "Que lstima que hayamos perdido el datapad - podramos
pedirle a Erreds que tomara algunas lecturas de sensores. Todava podramos pedirle,
por supuesto, pero no podramos entender la respuesta."

"Espera un minuto," dijo Luke, otra idea lo golpe de repente. "Qu hay de ese
pasadizo por donde entramos primero? Podramos enviar a Erreds all con mi sable de
luz para agrandarlo."
"No sirve." Mara sacudi la cabeza, el movimiento hizo que unos mechones de cabello
hmedo palmotearan suavemente en la mejilla de Luke. "Toda esa seccin es mineral
cortosis slido. Lo verifiqu la primera vez que la atravesamos."

Luke hizo una mueca. "Pens que sonaba demasiado fcil."

"No lo hace siempre," dijo Mara, el ligero sarcasmo son raro como si viniera a travs
de dientes castaeteantes. "Que lstima que no tengamos a mano un Jedi Oscuro que
podamos matar. Recuerdas esa gran explosin cuando C'baoth muri?"

"S," dijo mecnicamente Luke, mirando a la nada. El Jedi clon demente Joruus C'baoth,
reclutado para luchar contra la Nueva Repblica por el Gran Almirante Thrawn.

Thrawn. Clon...

"Mara, me dijiste que el mineral cortosis no era estructuralmente muy fuerte. Qu tan
dbil es?

"Se estaba dividiendo en hojuelas bajo nuestras botas mientras atravesbamos el

pasaje," dijo, arrojndole una mirada confundida. "Aparte de eso, no tengo la ms
remota idea. Por qu?"

Luke seal con la cabeza a la gran inundacin debajo de ellos. "Tenemos mucha agua
aqu, y el agua no se comprime como el aire. Si pudiramos crear una sacudida lo
suficientemente fuerte aqu en este cuarto, la onda de presin debera viajar todo el
camino por el tnel hasta el pasadizo. Si es lo suficientemente fuerte, quiz podamos
derrumbar toda esa rea."

"Suena genial," convino Mara. "Slo hay un problema: cmo exactamente creamos
esta gigantesca sacudida tuya?"

Luke tom fuerzas. "Cortamos a travs de esa barrera de transpariacero e inundamos el

nicho de clonacin."

"Oh, estrellas mas," murmur Mara; e incluso a travs de su agotamiento mental Luke
pudo sentir su oleada de aprehensin aturdida. "Luke ese de ah es un generador de
fusin Braxxon-Fipps 590. Si lo inundas de agua vas a tener ms sacudida que con la
que sepas qu hacer."

"Ya s que es arriesgado," dijo Luke. "Pero creo que es nuestra nica oportunidad."
Soltndola, haciendo una mueca de dolor cuando la ropa hmeda de ella le rasp la piel,
se puso de pie. "Espera aqu; Volver en seguida."

Ella suspir. "No," dijo, ponindose de pie a su lado y tomndolo del brazo. "Yo lo
har."

"Qu llamas te crees," Luke gru. "Es mi idea loca. Yo lo har."

"Est bien," dijo ella, cruzando los brazos. "Dime cmo se hace un corte en cruz de
Paparak."

l parpade. "Un qu?"

"Un corte en cruz de Paparak," repiti. "Es una tcnica para debilitar una pared bajo
presin para que colapse un minuto o algo as despus de que ests a salvo fuera de la
cercana. Palpatine me la ense como parte de mi entrenamiento de sabotaje."

"Est bien," dijo Luke. "Entonces dame un curso rpido."

"Qu, como un curso rpido para volverse un Jedi?" contrapuso ella con desdn. "No
es tan fcil."

"Mara?"

"Adems," agreg ella en voz baja, "cuando cualquiera de nosotros baje y vuelva a
subir, el otro va a tener que levantarlo de vuelta aqu fuera del camino de la explosin.
No creo que yo pueda alzarte tan lejos y tan rpido." Sus labios se apretaron
brevemente. "Y francamente, no quiero sentarme aqu a ver como fallo."

Luke le dio una mirada intensa. Pero ella tena razn, y ambos lo saban. "Esto es
chantaje, sabes."

"Es sentido comn," lo corrigi. "La persona correcta para el trabajo, recuerdas?"
Sonri ligeramente. "O necesitas otro sermn sobre ese tema?"

"Paso," dijo l con un suspiro, pasando las yemas de los dedos por la mejilla de ella.
"Est bien, te llevar all. Ten cuidado, est bien?"

"No te preocupes," dijo ella, respirando profundo y sacando su sable de luz del cinturn.
"Lista."

Estirndose a la Fuerza, la alz por encima de la baranda y a travs del cuarto hasta la
pared de transpariacero. La mente de ella toc la suya, sus pensamientos indicaban que
estaba lista, y la baj al agua. Ella tom unas cuantas respiraciones profundas ms,
entonces se dobl por la cintura y meti la cabeza debajo de la superficie. Y con una
sola patada de sus piernas, se haba ido.

Al otro lado del balcn, Erreds gimi nervioso. "Ella estar bien," le asegur Luke,
agarrando la barra de arriba mientras miraba ansiosamente al agua agitada. Poda sentir
los pensamientos de Mara mientras ella maniobraba en camino de un lado al otro contra
la pared, haciendo cortes cortos y deliberados con su sable de luz. Estirndose ms
fuerte, poda sentir el cambio en el flujo contra su piel cuando el agua empez a
rezumarse a travs de las rendijas.

Y si el nivel del agua all adentro suba lo suficientemente alto para alcanzar el
generador antes de que ella hubiera terminado...

"Vamos, Mara, vamos," murmur por lo bajo. "Ya es suficiente- vmonos."

Sinti su pensamiento negativo; todava no estaba conforme con los cortes en la pared.
Luke reprimi su impaciencia y temor, las caras de Callista y Gaeriel flotaron ante l.
Hace slo una semana se haba dicho firmemente que nunca se podra permitir amar a
Mara, que tal intimidad y compromiso la pondran inevitablemente en peligro.

Y ahora haba renegado esa determinacin. Y efectivamente, como todas las otras, sus
acciones o inacciones la haban puesto en peligro mortal. Sinti un parpadeo en sus
emociones, mezclndose con el miedo y el temor que se alzaban estranguladoramente
dentro de l-

Y de repente la cabeza de ella atraves la superficie. "Listo," jade.

l la tena en movimiento incluso antes de que la segunda palabra hubiera salido de su

boca, tirndola hacia l con toda la velocidad que poda. La hizo pasar por encima de la
baranda y la baj sobre su estmago al piso del balcn, estirndose protectoramente
encima de ella cuando aterriz. "Qu tan pronto?" pregunt, extendindose a la Fuerza
para intentar crear un escudo de bajo nivel que pudiera proveer por lo menos una
mnima barrera contra la explosin inminente.

"Podra ser en cualquier momento," contest Mara, con la voz ahogada por la pared de
roca que estaba enfrentando. "Y a propsito, slo para referencia futura, nunca le seas
indiferente a alguien slo porque tienes miedo de que pueda salir lastimada en el
proceso. Especialmente no a m. Entendiste?"

Luke hizo una mueca de turbacin. "No se supona que oyeras eso." Detrs de l, oy el
sbito crujido y el rugir del agua cuando la pared de transpariacero se derrumb-

Y con una brillante llamarada que pudo ver incluso con los ojos cerrados y apretados, el
generador explot.

El sonido de la propia explosin fue casi embozado; pero el rugido de la ola que se
abalanz por encima de ellos ms que lo compens. El agua corri y se revolvi por
todo a su alrededor, levantndolos fcilmente y sacudindolos de un lado a otro entre la
pared, el balcn, y la baranda. Luke se aferr fuerte a Mara, deseando tardamente que
hubiera pensado en atar de alguna forma a Erreds.

Y entonces, tan de repente como los haba golpeado, el agua revuelta se escurri,
dejndolos machucados y mojados pero aparte de eso ilesos. Sacudindose el agua de
los ojos, Luke se levant apoyndose en un brazo y mir a la cmara.

Y contuvo la respiracin. Slo uno de los paneles de luz del cuarto haba sobrevivido a
la explosin; pero a su dbil luz poda distinguir que el nivel del agua estaba bajando
rpidamente. "Mara- mira. Funcion."

"Ser kesselada," dijo, escupiendo un poco de agua. "Ahora qu? Nos metemos y
seguimos la corriente?"

Luke se inclin sobre la baranda, intentando ver el tnel de salida. Si todava no estaba
lleno hasta el techo...
Pero lo estaba. "En realidad no es tan simple," le dijo a Mara. "S, la corriente debera
llevarnos de vuelta a las cavernas, pero todava est el asunto de atravesar el tnel y el
cuarto subterrneo."

"Por qu simplemente no esperamos hasta que el nivel baje lo suficiente?

"No podemos," dijo Luke. "No s por qu."

"Corazonada Jedi," dijo Mara. "Entonces regresamos a los trances de hibernacin. Qu

tan rpido puedes ponerme en uno?"

"Bastante rpido," le dijo. "Respira profundo, y dime qu frase quieres usar para
despertarte."

"Una frase, correcto," dijo ella, inhalando profundamente, con un nimo extraamente
cauto pasando por su mente. "Est bien. A ver si puedes manejar esta..."

Ella se la dijo, y l sonri. "Lo tengo," dijo, y se estir con la Fuerza.

Un minuto ms tarde estaba rpidamente dormida en sus brazos. "Ve primero, Erreds,"
Luke dijo al droide, alzndolo con la Fuerza y pasndolo por encima de la baranda.
"Estaremos justo detrs de ti."

El droide trin; y entonces estaba en el agua, su domo se agitaba encima de las olas
mientras l barra hacia el tnel. Envolviendo protectoramente los brazos alrededor de
Mara, Luke salt detrs de l. La corriente los agarr, empujndolos detrs del droide
que se agitaba flotando mientras Luke se esforzaba por mantener sus cabezas encima
del agua. La pared y el techo del arco de entrada del tnel se cernan por delante; y justo
antes de que lo alcanzaran, Luke inhal una respiracin profunda y los lanz a ambos
bajo la superficie.

El resto del viaje fue una confusin de velocidad aturdida, sacudidas incesantes del
agua, casi colisiones con las paredes lisas y la piedra spera, ojos y pulmones doloridos.
A travs de su medio trance Luke fue vagamente consciente de dnde dejaron el tnel y
entraron en el cuarto subterrneo; fue ms agudamente consciente de dnde atravesaron
de golpe el hueco recientemente agrandado en la pared y la barrera protectora de
mineral cortosis mientras que la turbulencia los arrojaba de un lado al otro contra la
roca. El torrente los arrastr, retorcindose y girando, a travs de las cavernas y tneles
por las que haban encontrado su camino tan laboriosamente hace unos das con Nio
De Los Vientos y los qom jha. A travs de su lenta asfixia, Luke decidi vagamente que
haba estado muy bien que hubieran cortado tantas de las estalactitas y estalagmitas
como lo haban hecho al acercarse...

Abruptamente, se despert completamente, medio sumergido en el agua, con la cabeza

y el pecho apoyados precariamente sobre una roca resbaladiza, y con los gorjeos
frenticos de Erreds en los odos. "Est bien, correcto," se las arregl para decir,
agitando la cabeza para aclararla.

Y de repente se puso rgido. Mara se haba ido.

Agit la cabeza de nuevo, sacando con dedos entumecidos y medio congelados su vara
de luz, mientras buscaba donde pararse. Lo encontr inmediatamente; el agua en la que
estaba result llegarle slo hasta la cintura. Finalmente sac torpemente la vara de luz y
la encendi.

Estaba de pie en una piscina justo al borde del ltimo de los ros subterrneos que l y
Mara haban pasado durante su viaje a travs de las cavernas. Cinco metros a su
izquierda, el torrente que los haba trado aqu se haba desvanecido, dejando slo un ro
que ondulaba sereno por su camino.

Y dos metros a su derecha, mecida suavemente por las olas en la piscina mientras
flotaba junto a las rocas escarpadas, estaba Mara. Con los ojos cerrados, y los brazos y
piernas flcidos. Como en la muerte.

La imagen precisa que haba visto de ella en esa visin Jedi en Tierfon.

Y entonces estaba a su lado, levantndole la cabeza fuera del agua, mirndola fijamente
a la cara en sbito miedo. Si el trance no la haba mantenido viva -si hubiera golpeado
contra algo duro lo suficientemente fuerte para matarla despus de que se le haba
soltado-

Detrs de l, Erreds silb con impaciencia. "Correcto," convino Luke, cortando su

sbito pnico. Todo lo que tena que hacer para sacarla del trance era decir la frase clave
que ella haba escogido, la frase que se haba preguntado en voz alta si l poda manejar.
Casi como si hubiera temido que no pudiera...

Respir profundo. "Te amo, Mara."

Sus ojos se abrieron parpadeando, parpade de nuevo para sacudirles el agua. "Hola,"
dijo, respirando pesadamente mientras lo agarraba del brazo para ponerse de pie. "Veo
que lo logramos."

"S," dijo Luke, tomndola en sus brazos y abrazndola fuerte, su tensin y miedo se
evaporaron en una neblina de calma y alivio absolutos. La visin haba pasado, y Mara
la haba sobrevivido.

Y estaban juntos de nuevo. Para siempre.

"S," murmur Mara. "Para siempre."

Aflojaron su asimiento mutuo, slo ligeramente... y parados juntos en el agua fra, sus
labios se juntaron en un beso.

Pareci pasar un tiempo muy largo antes de que Mara se apartara suavemente del
abrazo. "No es que quiera desalentar esto," dijo, "pero ambos estamos temblando de
fro, y todava estamos a un largo camino de casa. Por cierto, dnde estamos?"

"De nuevo en nuestro ro subterrneo," le dijo Luke, renuentemente devolviendo su

mente a los asuntos prcticos.
"Ah." Ella mir hacia el arroyo. "Qu pas con nuestra inundacin personal?"

"Parece haber terminado," dijo Luke. "O vaciamos completamente el lago-"

"Lo que es realmente improbable."

"Correcto," dijo Luke. "O sino se ha detenido de nuevo de algn modo."

"Probablemente ms de la pared de la cmara se derrumb," dijo Mara, usando la mano

para tirar atrs algo del cabello que se le haba quedado pegado a la mejilla. "O sino est
bloqueado por lo que queda del equipo de clonacin."

Luke asinti, ayudndola a apartar fuera del camino el resto de su cabello. "Que bueno
que no esperamos ms para hacer nuestra salida."

"Claro que s," convino Mara. "Esas corazonadas Jedi son prcticas. Tendrs que
ensearme cmo tenerlas."

"Trabajaremos en ello," prometi Luke, vadeando hacia el borde del estanque. "Creo
que los qom jha dijeron que este ro desembocaba en una pequea cascada."

"Suena bien," dijo Mara. "Vamos a encontrarla."

***

Otra oleada de Skipray Blastboats pas disparada, aporreando al Tirnico con fuego
lser. Detrs de ellos, dos de los cruceros de guerra ishori se haban metido en la zona
de muerte y estaban esparciendo un deslumbrante patrn de ms poderosos rayos
turbolser por la cresta. "Dos turbolseres de estribor destruidos ms," llam tenso el
oficial de control de fuego. "Se ha abierto una brecha en la cresta delantera; la
tripulacin la est sellando."

"Entendido," dijo Nalgol, oyendo que su voz temblaba con una furia frustrada y
totalmente impotente. Era impensable -impensable- que una flota de tres Destructores
Estelares Imperiales se encontrara luchando por su supervivencia contra semejante
chusma lastimosa de aliengenas y amantes de aliengenas.

Pero eso era exactamente lo que estaba pasando. Simplemente haba demasiados de
ellos para seguirles el rastro. Demasiados para luchar.

Y a pesar de todo el orgullo que tena en su nave y su tripulacin y su Imperio, Nalgol

era lo suficientemente realista como para saber cuando la lucha se haba vuelto
desesperada.

"Contacte al Obliterador y al Mano de Hierro," orden entre dientes apretados.

"Retroceder y retirada. Repito: retroceder y retirada."

"Entendido, Capitn," contest el oficial de comunicaciones.

"En qu direccin, seor?" llam el timonel.

"Un salto corto en cualquier direccin." Nalgol mir intensamente por el ventanal. "Y
despus de eso, pongan curso directamente hacia Bastin. El Gran Almirante Thrawn
necesita or de esto."

Y claro que oira de esto, se prometi silenciosamente Nalgol. Claro que s. Oira todo
acerca de esto.

***

La salida de la cascada era considerablemente menos apretada de lo que Luke haba

esperado, el agujero posiblemente haba sido agrandado por la inundacin que acababa
de haber sido forzada a travs de l. No haba ningn apoyo para los pies junto a la
boca, pero a la dbil luz de las estrellas Mara descubri una saliente que podra servir a
unos cinco metros a la izquierda. Usando la Fuerza, Luke alz primero a Mara y
entonces a Erreds por encima del vaco. Entonces, un poco ms tentativamente, Mara
lo trajo para unirse con ellos.

"Alguna idea de qu lado de la fortaleza estamos?" pregunt ella, echando una mirada
alrededor al paisaje oscuro. "O de cunto falta para el amanecer?"

"No, a ambas preguntas," dijo Luke, estirndose con la Fuerza. No haba peligro
cercano que pudiera descubrir. "Probablemente del lado lejano; y probablemente no ms
de un par de horas."

"Ser mejor que usemos el tiempo para ponernos a cubierto," sugiri ella, mirando el
acantilado encima de ellos. "No queremos estar afuera al aire libre cuando Parck mande
sus patrullas de bsqueda."

"Slo espero que no encuentre la nave que tomamos prestada," dijo Luke. "Aparte de
devolverle su acceso rpido a Bastin, nos hara perder nuestra nica forma de salir de
aqu juntos."

"Bueno, si lo hace, t y Erreds slo tendrn que tomar tu ala-X e ir por ayuda," dijo
Mara.

"Quieres decir que t y Erreds irn," firmemente dijo Luke. "Y hablo en serio, Mara.
Esta vez no habr discusin-"

Jedi Caminante Del Cielo?

Luke alz la vista. Aleteando para aterrizar en una gran roca encima de ellos haba una
docena de formas oscuras.

Y el tono y la mente de uno de ellos pareca muy familiar. "S," dijo. "Eres t, Cazador
De Los Vientos?"

Soy yo, confirm el qom qae. Mi hijo, Nio De Los Vientos, inform a todas las
nidadas cercanas de tus hazaas esta noche. Hemos estado vigilando por tu regreso.
"Gracias," dijo Luke. "Apreciamos muchsimo sus esfuerzos. Pueden mostrarnos el
camino a un lugar de refugio cercano? Necesitamos escondernos de aqullos en la Torre
Alta hasta que podamos volver a nuestra nave."

Cazador De Los Vientos riz las alas. No hay necesidad de refugio, Jedi Caminante Del
Cielo, dijo. Nosotros te llevaremos a tu mquina voladora, como mi hijo y sus
compaeros lo hicieron antes esta noche.

Luke frunci el ceo. Despus de la forma rpida y altiva en que Cazador De Los
Vientos los haba desautorizado a l y a su misin cuando l y Erreds aterrizaron en
primer lugar, tal magnanimidad pareca sospechosamente fuera de personaje. "Eres muy
amable," dijo cuidadosamente. "Puedo preguntar por qu ests dispuesto a tomar tales
riesgos por nosotros?"

Cazador De Los Vientos riz las alas. He hablado con el Regateador de esta nidada de
qom jha, dijo. Comedor De Trepadores de Fuego ha estado de acuerdo en liberarte de tu
promesa de ayudarnos contra los Amenazadores, con tal de que dejes inmediatamente
nuestro mundo.

Luke sinti que le suba el calor a la cara. "En otras palabras, nuestra presencia aqu se
ha vuelto un riesgo para ustedes?"

Nio De Los Vientos ha dicho que los Amenazadores no nos daarn si no los
molestamos, dijo speramente Cazador De Los Vientos. Es con ese fin que les pedimos
que se vayan.

"No hay nada como ser apreciados-" murmur Mara.

"Est bien," dijo Luke, tocndole tranquilizadoramente la mano y la mente.

Recordndole que, apartando lo embarazoso e incluso el insulto velado, ste era de
hecho el resultado que ella haba dicho que quera. Parck y los chiss ahora seran
dejados solos, sin ser acosados por los qom jha y qom qae, y libres para enfocar todas
sus energas en su trabajo en las Regiones Desconocidas.

"Bien," dijo, y Luke poda sentir su resentida aceptacin. "Pero l ya no es Nio De Los
Vientos. Despus de por lo que ha pasado, merece tener su propio nombre."

En serio, dijo Cazador De Los Vientos, dndole una larga y pensativa mirada. Y qu
nombre sugieres para l?

El que se ha ganado, dijo suavemente. " 'Amigo De Los Jedi'."

Cazador De Los Vientos riz de nuevo las alas. Lo considerar. Pero ahora, partamos.
La noche envejece, y desearn haberse ido antes de la salida del sol.

***

"Lo estar esperando," estaba diciendo Flim cuando Karrde rode el arco de entrada
hacia el puente del Implacable.
"S," dijo Pellaeon. "Yo tambin."

El Almirante se volvi mientras Karrde caminaba hasta su lado. "Llega tarde," dijo
suavemente Pellaeon.

"Estaba vigilando el turboascensor," explic Karrde. "Pens que Flim y sus socios
podran intentar traer una escuadra de stormtroopers para ayudar en su lado de la
disputa."

"Podran haberlo hecho," dijo Pellaeon. "Gracias."

"No hay problema," le asegur Karrde, echando una mirada alrededor del puente. El
clon del Mayor Tierce yaca inmvil en la cubierta, Shada estaba del otro lado con las
otras dos Mistryl, el timador Flim estaba esperando con estudiada despreocupacin
justo detrs de la pasarela de comando, y el Moff Disra estaba un poco a un lado, parado
tan apartado y fro y dignificado como un hombre que enfrentaba su propia destruccin
poda estarlo. "Adems, no parece que mi presencia fuera realmente necesaria."

"No, no para esta parte," convino Pellaeon. "Su amiga Shada es bastante impresionante.
Supongo que no estara interesada en un trabajo."

"Bueno, ella est buscando una causa ms alta a la que servir," le dijo Karrde. "Sin
embargo, para ser perfectamente honesto, no creo que el Imperio la sea."

Pellaeon asinti. "Quizs podamos cambiar eso."

"Almirante Pellaeon?" llam una voz desde las trincheras de tripulacin. "Tengo al
General Bel Iblis listo para hablar con usted ahora."

"Gracias." Pellaeon mir a Karrde. "No se escape- Quiero que hable con usted despus."

"Claro."

El Almirante avanz por la pasarela de comando, pasando a Flim sin darle una segunda
mirada. Arrojando una ltima mirada a Disra, Karrde cruz hasta donde Shada y la otra
Mistryl joven estaban ayudando a la mujer mayor a sentarse. "Cmo est?" pregunt.

"No tan mal como pensbamos," dijo Shada, palpando cautelosamente la tnica
chamuscada. "Casi pudo girarse fuera del camino del tiro."

"Reflejos bien afinados." Asinti Karrde. "Una vez una Mistryl, siempre una Mistryl,
supongo."

La mujer mayor lo mir ominosamente. "Est muy bien informado," gru.

"Acerca de muchas cosas," convino serenamente Karrde. "Entre ellas, el hecho de que
Shada de algn modo parece haberse ganado su disgusto."

"Y qu, usted cree que esto lo compensa?" exclam desdeosamente la mujer.
"No lo hace?" contrapuso Karrde. "Si ella no hubiera detenido a Tierce cuando lo hizo,
ustedes dos habran sido las siguientes en morir despus de Pellaeon. Eran las amenazas
ms inmediatas para l."

Ella resopl. "Soy una Mistryl, Talon Karrde. Mi vida es dada gustosamente en servicio
de mi pueblo."

"En serio." Karrde mir a la mujer ms joven. "T tambin consideras que tu vida no
vale un poco de gratitud?"

"Deja a Karoly fuera de esto," dijo entre dientes la mujer mayor. "Ella no tiene nada que
decir en el asunto."

"Ah," dijo Karrde. "Soldados sin voz ni opinin. Notablemente similar a la filosofa de
los stormtroopers imperiales."

"Karoly le permiti a Shada escapar una vez antes," dijo la mujer, mirndola ceuda.
"Es afortunada de no haber sido castigada por eso."

"Oh, s," murmur Karrde. "Que afortunada."

Los ojos de la mujer destellaron. "Si ya ha terminado-"

"No lo he hecho," dijo Karrde. "Claramente, usted no considera que las vidas Mistryl
valen nada. Qu hay de las reputaciones Mistryl?"

Sus ojos se estrecharon. "Qu quiere decir?"

Karrde onde la mano hacia Flim. "Usted estaba a punto de hacer una alianza con esta
gente. Estaba a punto de ser embaucada por nada ms que charla maosa, aire revuelto,
y un timador que se arrastraba por la suciedad del bajo mundo. Y no se moleste en
negarlo; una miembro de las Once no viaja fuera de Emberlene slo para hacer
ejercicio."

Los ojos de la mujer se apartaron de su mirada. "El asunto todava estaba bajo
discusin," murmur.

"Me alegra orlo," dijo Karrde. "Porque incluso si su reputacin no le importa, considere
lo que ligar a las Mistryl con un hombre vengativo como el Moff Disra habra
significado. Cunto tiempo cree que habra pasado antes de que se volvieran sus
Comandos de la Muerte privados?"

"Eso nunca habra pasado," interpuso enfticamente Karoly. "Nunca nos habramos
hundido tan bajo, ni siquiera bajo un tratado."

Shada se revolvi. "Qu fue lo que intentaste impedirme hacer en el tejado del
Complejo Resinem?" pregunt en voz baja.

"Eso fue diferente," protest Karoly.

Shada agit la cabeza. "No. Perdonar y cooperar con el asesinato no es nada diferente a
cometerlo t misma."

"Ella tiene razn," dijo Karrde. "Y una vez que empezaran por ese camino, habra
significado el final de las Mistryl. Habran quemado detrs de ustedes sus arcos-celestes
a cada otro cliente potencial; y cuando la burbuja de jabn de Flim se reventara, como
inevitablemente lo hara, no habra quedado nada para ustedes."

"Y con el fin de las Mistryl habra venido el final definitivo de Emberlene."

Cruz los brazos y esper... y despus de unos segundos la mujer mayor hizo una
mueca. "Qu es lo que quiere?"

"Quiero que los equipos cazadores Mistryl dejen de perseguir a Shada," dijo. "Que
cualquiera que sea su alegado crimen contra ustedes, sea perdonado y la marca de
muerte levantada."

La boca de la mujer se retorci. "Pide mucho."

"Hemos dado mucho," le record Karrde. "Es un trato?"

Ella titube, entonces asinti renuentemente. "Muy bien. Pero no ser reintegrada entre
las Mistryl; ni ahora, ni nunca. Y Emberlene siempre estar cerrado para ella."

Volvi sus ojos ardientes hacia Shada. "Desde ahora en adelante es una mujer sin
hogar."

Karrde mir a Shada. Su cara estaba tensa, sus labios firmemente apretados. Pero le
devolvi la mirada firmemente y asinti. "Est bien," dijo. "Slo tendremos que
ocuparnos de encontrarle un nuevo hogar."

"Con usted?" Resopl la mujer. "Con un contrabandista y vendedor de informacin?

Cunteme de nuevo qu tan bajo puede caer una Mistryl."

No haba ninguna respuesta a eso. Pero afortunadamente, Karrde no tuvo que dar una.
Hubo un sbito bullicio a su lado, y entonces fue suave pero firmemente empujado a un
lado por el equipo mdico mientras se reunan alrededor de la mujer herida. Se apart
de su camino, cambiando su atencin al equipo de seguridad que haba llegado al
mismo tiempo. Con eficiencia profesional escanearon a Flim y a Disra en busca de
armas ocultas, les pusieron grilletes a ambos, y los escoltaron al turboascensor del
puente de popa.

Otro grupo, que los segua por detrs, estaba llevndose el cuerpo de Tierce.

"Karrde?"

Se volvi para ver a Pellaeon volviendo a lo largo de la pasarela de comando hacia l.

"Tengo que cruzar al Ventura Errante y hablar con el General Bel Iblis," dijo el
Almirante cuando lo alcanz. "Pero antes de irme, quera discutir el precio de la
informacin acerca de Flim y de Tierce que usted me trajo."

Karrde se encogi de hombros. "Por una vez en mi vida, Almirante, no estoy seguro de
qu decir," admiti. "La datacard me fue entregada como un regalo. Me parece un poco
deshonesto darla vuelta y cobrarle por ella."

"Ah." Pellaeon lo mir especulativamente. "Un regalo de esos aliengenas cuya nave
les hizo perder el relleno del susto a mis oficiales de sensores en Bastin?"

"De un asociado suyo," dijo Karrde. "Realmente no estoy en libertad de discutir los
detalles."

"Lo entiendo," dijo Pellaeon. "Sin embargo, dejando a un lado su tica - que
incidentalmente encuentro encomiable - me gustara encontrar una forma de agradecerle
con algo ms concreto que slo palabras."

"Ver lo que se me ocurre." Karrde gesticul hacia el Destructor Estelar visible por el
ventanal. "Entretanto, puedo preguntar qu es lo que va a discutir con el General Bel
Iblis?"

Los ojos de Pellaeon se estrecharon ligeramente. Pero entonces se encogi de hombros.

"Todava es altamente confidencial, por supuesto," dijo. "Pero conocindolo,
probablemente usted lo sabr bastante pronto de cualquier modo. Estoy proponiendo un
tratado de paz entre el Imperio y la Nueva Repblica. Es tiempo de que esta larga guerra
finalmente acabe."

Karrde agit la cabeza. "Las cosas que pasan cuando yo estoy fuera de contacto en los
bordes del espacio conocido," dijo filosficamente. "Si sirve de algo, Almirante,
coincido de todo corazn con su meta. Y le deseo suerte."

"Gracias," dijo Pellaeon. "Sintase libre de irse en cualquier momento que quiera, o
permita que su tripulacin use cualquiera de las instalaciones del Implacable que quiera.
Y de nuevo, gracias."

Se alej hacia el turboascensor. Karrde lo mir irse, entonces mir de nuevo a Shada. El
equipo mdico haba terminado su trabajo preliminar y estaban ayudando a la mujer
herida a subir a una camilla. Shada las estaba mirando a unos pasos de distancia, con
una expresin de dolor privado en la cara. Como alguien que vea al ltimo miembro de
su familia irse de la casa.

Y entonces, sin anunciarse, una idea vino flotando a la mente de Karrde. Algo ms
grande que ella misma, le haba dicho a Car'das. Algo a lo que ella pudiera aferrarse y
servir y creer. Algo ms honorable y noble que la vida de un contrabandista del bajo
mundo.

Algo que hiciera una diferencia...

"Almirante Pellaeon?" llam, apresurndose de nuevo hacia el puente de popa.

"Almirante?"
Pellaeon se haba detenido en la puerta abierta del turboascensor. "S?"

"Djeme acompaarlo al Ventura Errante, si me lo permite," dijo Karrde, ponindose a

su lado. "Tengo una modesta propuesta que me gustara hacerle."

***

El miedo final de Luke era que las armas de las torres de la Mano de Thrawn los
descubriran cuando levantaran su nave prestada de su escondite, forzando que su
partida de la superficie de Nirauan fuera otra loca carrera contra la muerte ms. Pero
aparentemente los chiss todava estaban tratando con las consecuencias de la
destruccin del hangar, sin que les quedara nada de atencin para dirigir hacia afuera.

Y as subieron al espacio sin ningn desafo; y con el toque de Mara en la palanca del
hiperimpulsor las estrellas se volvieron lneas estelares y se desvanecieron en el
moteado del hiperespacio.

Y por fin, estaban en camino a casa.

"Prxima parada, Coruscant," dijo Luke con un suspiro, reclinndose cansado en el

asiento del copiloto.

"Prxima parada, la base de la Nueva Repblica ms cercana o uno de los puestos de

Karrde," dijo Mara. "No s t, pero yo quiero una ducha, un poco de ropa limpia, y algo
que comer que no sean barras de raciones."

"Buen punto," dijo Luke. "T siempre fuiste la prctica, no?"

"Y t siempre fuiste el idealista," dijo ella. "Debe ser por eso que trabajamos tan bien
juntos. Hablando de prctico, recuerdas all en la cmara de clonacin cuando Erreds
se puso a chirriar?"

"Quieres decir justo antes de que los droides centinela aparecieran?"

"Correcto. Nunca averiguamos qu fue lo que lo hizo reaccionar de esa forma."

"Bueno averigmoslo ahora," dijo Luke, levantndose de su asiento y volviendo al

nicho del droide adonde haban enchufado a Erreds a la computadora de la nave.
"Bueno, Erreds, ya oste a la dama. Qu fue lo que encontraste acerca de las Regiones
Desconocidas que te hizo excitarte tanto?"

Erreds trin, y sus palabras aparecieron en la pantalla de la computadora. "Dice que no

tena nada que ver con las Regiones Desconocidas," report Luke. "De las que, a
propsito, dice que no consigui ms que una apreciacin general."

"No pens que hubiera tenido mucho tiempo," dijo lamentndose Mara. "No estuvo
conectado a la computadora ni cerca del tiempo suficiente para descargarlo todo."
"Bueno, seguro que no vamos a volver a conseguir el resto ahora," dijo Luke,
recorriendo las palabras que se desplazaban. "Pero hubo algo con lo que tropez en uno
de los otros archivos..."

Mara debi haber notado su sbita perplejidad. "Qu pasa?" pregunt agudamente.

"No puedo creerlo," murmur, todava leyendo. "Mara, la encontr. La encontr."

"Maravilloso. Qu encontr?"

"Qu ms?" Luke alz la vista hacia ella. "La copia de Thrawn del Documento de
Caamas."

CAPTULO
43

Quince das ms tarde, en el cuarto de comando secundario del Destructor Estelar

Imperial Quimera, los convenios de paz entre el Imperio y la Nueva Repblica fueron
firmados.

"Todava opino que t deberas haber sido la de all," se quej Han mientras l y Leia
miraban desde el fondo del cuarto mientras Pellaeon y Gavrisom realizaban la
ceremonia en medio de la muchedumbre de dignatarios congregados. "Hiciste mucho
ms que l en esto."

"Est bien, Han," dijo Leia, limpindose disimuladamente una lgrima de la comisura
del ojo. Paz. Despus de todos estos aos, despus de todo el sacrificio, destruccin y
muerte. Finalmente, tenan paz.

"S?" Contrapuso Han sospechosamente. "Entonces porqu ests llorando?"

Ella le sonri. "Recuerdos," dijo. "Slo recuerdos."

l encontr su mano y la tom reconfortantemente. "Alderaan?" le pregunt en voz

baja.

"Alderaan, las Estrellas de la Muerte-" Le apret la mano. "T."

"Al menos, es bueno saber que estoy entre los mayores tres," dijo, echando una mirada
alrededor del cuarto. "Hablando de viejos recuerdos, dnde est Lando? Cre que iba a
estar aqu."

"Cambi de idea," dijo Leia. "Supongo que Tendra no estaba muy contenta con l por
haberse ido a Bastin contigo sin ni siquiera contarle al respecto. La ha llevado a
comprar arte en Celanon para hacer las paces con ella."

Han agit la cabeza. "Mujeres fuertes," dijo con tristeza burlona. "Nunca te dejan
tranquilo."
"Cuidado con eso," advirti Leia, clavndole el codo en el costado. "Siempre te han
gustado las mujeres fuertes. Admtelo."

"Bueno, no siempre," dijo Han. "Ow - est bien, est bien. Me gustan las mujeres
fuertes."

"Qu es eso acerca de las mujeres fuertes?" Pregunt la voz de Karrde desde el otro
lado de Han.

"Slo una discusin familiar amistosa," le asegur Han. "Que bueno verte de nuevo,
Karrde. Cmo es que no ests all con el resto de la gente de alta jerarqua?"

"Probablemente por la misma razn que t," dijo Karrde. "No encajo exactamente en
esa clase de grupo."

"Eso cambiar pronto," le asegur Leia. "Particularmente ahora que eres respetable y
todo eso. Cmo mundos convenciste a Gavrisom y a Bel Iblis acerca de esta idea de un
servicio de Inteligencia conjunto?"

"Del mismo modo que convenc a Pellaeon," dijo Karrde. "En realidad, simplemente
seal que la clave para una paz estable y tranquila es que ambos lados sepan que el
otro no est tramando ningn tipo de movimiento en su contra. Bastin no confa en su
red de Inteligencia, y Coruscant definitivamente no confa en la suya."

Se encogi de hombros. "Ah es adonde entra una tercera parte neutral -nosotros- que no
se compromete con ninguno de los regmenes y ya est equipada para recolectar y
manejar informacin. Simplemente ahora estaremos proporcionndola a sus dos
gobiernos en lugar de a compradores privados."

"Podra funcionar, supongo," convino cautelosamente Han. "La Agencia de Naves y

Servicios ha estado operando independientemente durante aos sin volverse poltica, ni
bajo el Imperio ni bajo la Nueva Repblica. Podras ser capaz de hacerlo funcionar."

"Me gusta el hecho de que vayamos a recibir la misma informacin sobre nuestros
propios sistemas que le estarn dando a Bastin," dijo Leia. "Complementar los datos
que los Observadores nos estn envindo y nos ayudar a seguir el rastro de qu estn
tramando los varios sistemas y gobiernos de sectores. Eso debera ayudarnos a descubrir
problemas antes de que se vuelvan demasiado grandes para manejarlos."

"S," dijo oscuramente Han. "Slo porque el Documento de Caamas que Luke y Mara
trajeron detuvo muchas de las guerras de roces no significa que no empezarn de
nuevo."

"Sin embargo, sospecho que ver lo fcilmente que sus viejas rivalidades fueron
manipuladas por Disra y Flim, los ha hecho ms cautelosos," seal Leia. "S de por lo
menos ocho conflictos adonde ahora los participantes han solicitado mediacin de
Coruscant."

"Tambin puede depender un poco de cmo vaya el juicio," dijo Karrde. "Me
sorprendi un poco que tantos de los culpables todava estuvieran vivos."
"Los bothanos tienden a ser longevos," dijo Leia. "Estoy seguro de que el grupo se est
lamentando de ese hecho."

Al otro lado del cuarto, Leia podra ver a Bel Iblis y a Ghent hablando ahora con
Pellaeon, Ghent se vea extremadamente incmodo por su inclusin en lo que - a su
mente - era compaa tan exaltada. Un poco detrs de ellos, Chewbacca estaba actuando
pacientemente de pastor de Jacen, Jaina, y Anakin mientras los nios les contaban
excitados a Barkhimkh y a otros dos noghri acerca de sus aventuras en esta ltima visita
a Kashyyyk. "A propsito, te dijo Luke adnde encontr esa copia del documento?"
pregunt Karrde. "Yo no pude sacarle nada a Mara."

"No, ambos l y Mara han estado muy callados al respecto," dijo Leia. " Luke dijo que
tenan que pensar un poco antes de darnos ningn detalle. Casi seguro que tiene algo
que ver con esa extraa nave espacial en la que regresaron."

"Me imagino que hay una historia interesante detrs de todo eso," sugiri Karrde.

Leia asinti. "Estoy segura de que la oiremos eventualmente."

Han se aclar la garganta. "Hablando de Luke," dijo, "y hablando de mujeres fuertes,"
agreg, arrojndole una mueca a Leia, "cmo va a hacer tu organizacin para
arreglrselas sin Mara?"

"Tendremos algunos problemas," concedi Karrde. "Despus de todo, ella estaba

manejando una buena parte de la organizacin. Pero nos ajustaremos."

"Adems, ya consigui a alguien nueva para tomar su lugar," Leia no pudo resistirse a
agregar. "Shada se le ha unido oficialmente- lo habas odo?"

"S, lo hice," dijo Han, dndole a Karrde una mirada altamente especulativa. "Sabes, te
pregunt una vez qu hara falta para conseguir que te unieras a la Nueva Repblica.
Recuerdas? Me preguntaste qu haba hecho falta para que yo me uniera-"

"S, lo recuerdo," lo interrumpi Karrde, con una atpica nota de turbacin colorendole
la voz. "Por favor ten en mente que no me he unido a la Nueva Repblica. Y mi relacin
con Shada no es nada por el estilo."

"Tampoco lo fue la ma," dijo engredo Han, poniendo el brazo alrededor de Leia. "Est
bien. Dale tiempo."

"No va a suceder," insisti Karrde.

"S," dijo Han. "Lo s."

***

En el plano de la nave, el cuarto se llamaba sitio de triangulacin visual delantero, y se

usaba para las armas de puntera por lnea visual en caso de que algn enemigo se las
arreglara para desactivar el equipo principal de sensores.
Pero por esta noche, por lo menos, se haba vuelto una galera de observacin privada.

Mara se apoy contra el fresco ventanal de transpariacero, mirando fijamente a las

estrellas. Pensando en el abrupto giro que su vida acababa de tomar.

"Comprendes, por supuesto," coment Luke cuando se acerc detrs de ella con sus
bebidas, "que probablemente todos se estn preguntando adonde estamos."

"Djalos que se pregunten," dijo Mara, olfateando apreciativamente el aire encima del
jarro que l le entreg. Los cortesanos de la corte de Palpatine siempre haban sido
abiertamente despectivos del chocolate caliente, considerndolo por debajo de la
dignidad de una lite como ellos. Karrde y su gente, como los buenos contrabandistas
que eran, en general le giraban sus narices a todas las bebidas sin alcohol.

Pero la bebida encajaba perfectamente con el pasado de chico granjero de Luke. Le

daba un sentimiento de calidez, evocando una sensacin de comodidad, estabilidad y
seguridad. Simples necesidades de las que ella se haba perdido tanto a lo largo de la
mayor parte de su vida.

Tom un sorbo. Y adems de eso, esto simplemente tena buen sabor.

"Te ha hablado Leia acerca de la boda?" pregunt Luke, sorbiendo de su propio jarro
mientras se apoyaba contra el ventanal enfrentndola.

"Todava no," dijo Mara, haciendo una cara. "Supongo que va a querer alguna gran
ceremonia ostentosa en estilo Alderaaniano Alto."

Luke sonri abiertamente. "Que lo quiera es probable. Que lo espere, no."

"Que bien," dijo Mara. "Yo preferira tener algo tranquilo, privado y digno. Sobre todo
digno," enmend. "Con los dignatarios de la Nueva Repblica de un lado y los
contrabandistas de Karrde del otro, probablemente necesitaremos revisar en busca de
armas en la puerta."

Luke se ri entre dientes. "Pensaremos en algo."

Ella lo mir por encima del borde de su jarro. "Hablando de pensar en las cosas, ya has
decidido qu vas a hacer acerca de la academia?"

l volvi la cabeza para mirar afuera por el ventanal. "No puedo simplemente
abandonar a los estudiantes que tengo all," dijo. "Eso es seguro. Estaba pensando que
quiz podra convertirla lentamente en -oh, digamos una escuela de pre-Jedi. Un lugar
adonde los estudiantes que empiezan puedan obtener los fundamentos, quiz
aprendiendo de los estudiantes mayores, y hacer un poco de prctica entre s. Una vez
que hayan pasado esa fase, t y yo y otros instructores podramos completar su
entrenamiento. Quiz de un modo ms personal, de la forma en que Ben y el Maestro
Yoda me entrenaron a m."
Volvi a mirarla. "Eso es, asumiendo que t quieras estar involucrada en absoluto con el
entrenamiento."

Ella se encogi de hombros. "No estoy completamente cmoda con la idea," admiti.
"Pero ahora soy una Jedi - por lo menos, asumo que lo soy - y hasta que podamos
incrementar las lneas de los instructores supongo que ensear va a ser parte de mi
trabajo." Lo pens un poco. "Por lo menos, lo ser una vez que tenga un poco ms de mi
propio entrenamiento bajo el cinturn."

"Entrenamiento privado, por supuesto-"

"Debera esperarlo," dijo. "Sin embargo, antes de que pueda hacer eso, necesitar
tiempo para desligarme con gracia de la organizacin de Karrde. Tengo
responsabilidades que debo transferir a otras personas, y no puedo simplemente
abandonarlas." Sonri. "Responsabilidad y compromiso, sabes."

Hubo un parpadeo en las emociones de l. "S," murmur.

"Aunque incluso cuando est lista para empezar a ensear creo que no querr quedarme
en Yavin para hacerlo," continu, estudindolo cuidadosamente. "Quiz los dos
podramos viajar alrededor de la Nueva Repblica con los estudiantes ms avanzados,
ensendoles en el camino. De esa forma estaramos disponibles para mediar y conciliar
en conflictos de emergencia y todas esas cosas que se supone que los Jedi hacen,
mientras al mismo tiempo le damos a los estudiantes una probada de las situaciones de
la vida real."

"Eso sera muy til," dijo Luke. "S que yo mismo podra haber usado algo de eso."

"Bien." Ella lo mir pensativamente. "Ahora dime lo que te est molestando."

"Qu quieres decir?" pregunt l cautelosamente, sus pensamientos se cerraron sobre s

mismos.

"Oh, vamos, Luke," dijo suavemente. "He estado dentro de tu cabeza y de tu corazn.
Ya no puedes mantener secretos conmigo. Algo te golpe cuando mencion
responsabilidad y compromiso hace un minuto. Qu fue?"

l suspir, y ella pudo sentirlo rendirse. "Supongo que todava me quedan algunas
dudas sobre por qu querras casarte conmigo," dijo vacilantemente. "Quiero decir, s
por qu yo te amo y quiero casarme contigo. Es slo que no parece como si t
estuvieras ganando tanto de esto como yo."

Mara mir fijamente al lquido oscuro en su jarro. "Podra sealar que el matrimonio no
es un juego de prdidas y ganancias," dijo. "Pero supongo que eso slo sera desviar la
pregunta."

Ella respir profundo. "El hecho es, Luke, que hasta esa unin mental y emocional que
tuvimos durante la batalla en la cmara de clonacin de Thrawn, ni siquiera yo misma
saba qu era lo que quera. Claro, tena amigos y asociados; pero me cortaba tan
completamente de cualquier atadura emocional real que ni siquiera me di cuenta de la
parte de la vida que me estaba perdiendo."

Agit la cabeza. "Quiero decir, mira, llor cuando el Fuego de Jade se estrell. Una
nave- una cosa; y sin embargo llor por ella. Qu dice eso acerca de mis prioridades?"

"Aunque no era slo una cosa," murmur Luke. "Era tu libertad."

"Claro," dijo Mara. "Pero eso es parte del punto. Representaba la libertad, pero era la
libertad de escapar de las otras personas si decida que quera irme."

Ella mir afuera a las estrellas. "De muchas formas, todava estoy toda cerrada
emocionalmente. T, por otro lado, a veces eres emocionalmente tan abierto que me
vuelve loca. Eso es lo que necesito aprender; y t eres de quien quiero aprenderlo."

Se acerc a l y le tom la mano. "Pero se slo es otra vez el juego de prdidas y

ganancias. El simple hecho final es que ste es el camino correcto para nosotros. Como
ese proverbio qom jha que Constructor Con Enredaderas nos cit en las cavernas, el
acerca de que muchas enredaderas entretejidas son ms fuertes que el mismo nmero
usado por separado. Nos complementamos perfectamente, Luke, completamente. De
muchas formas, somos dos mitades de un nico ser."

"Ya saba eso," dijo. "Supongo que slo no estaba seguro de que t tambin lo
supieras."

"Ahora s prcticamente todo lo que t sabes," le record Mara. "Faughn tena razn-
hacemos un buen equipo. Y slo podemos mejorar en ello. Danos unos aos, y los
enemigos de la Nueva Repblica estarn corriendo a esconderse como locos."

"Y esos enemigos definitivamente estarn all," dijo Luke, serenndose mientras se
volva para mirar de nuevo a las estrellas distantes por el ventanal. "se es nuestro
futuro, Mara- all afuera en las Regiones Desconocidas. Nuestras esperanzas y sueos;
promesas y oportunidades; peligros y enemigos. Y por el momento, nosotros somos los
que tienen la clave."

Mara asinti, acercndose a su lado y poniendo el brazo alrededor de l. "Tendremos

que decidir qu hacer con esa apreciacin general que Erreds copi. Quiz enviar
naves sonda a echar una mirada a algunos de los mundos que Thrawn tena listados,
slo para ver lo que hay all."

"Suena razonable," dijo Luke. "O por nosotros mismos o bajo el auspicio de la Nueva
Repblica. Y tambin tenemos que decidir qu hacer acerca de la Mano de Thrawn."

"Mi voto es que los dejemos fuera de esto," dijo Mara. "Si no estn interesados en
hablar con nosotros, lo ltimo que queremos hacer es intentar forzar el asunto."

"Qu pasa si Parck decide en cambio hablar con Bastin?" pregunt Luke.
Mara agit la cabeza. "No creo que lo haga. Si todava no los ha contactado, debe
significar que oy los reportes de noticias de que los avistamientos de Thrawn eran una
farsa y decidi volver a su perfil bajo."

"Tambin podra estar planeando cmo venir tras de ti por lo que le hiciste a su hangar y
a sus naves," advirti Luke.

"No estoy preocupada al respecto," dijo Mara. "Las naves mismas indudablemente
puede reemplazarlas, y debera estar agradecido de que lo detuve de darle la Mano de
Thrawn a Disra y a Flim."

Se encogi de hombros. "Adems, Fel me invit a que les diera mi mejor golpe."

Luke sonri. "Dudo que eso haya sido exactamente lo que tena en mente."

"No soy responsable de lo que el Barn Fel tenga en mente," le record Mara. "En serio,
creo que si hacen algo ser intentar reclutarme de nuevo."

"Y, por supuesto, esperar a que Thrawn regrese."

Mara pens en el clon muerto flotando en la cmara inundada. "Eso podra tomar
tiempo."

"Cierto," dijo Luke. "Sin embargo, supongo que aun si se cansan de esperar y contactan
con Bastin, ahora tenemos un tratado con el Imperio. Quiz finalmente todos nos
dirigiremos a desarrollar esas regiones juntos."

Mara asinti. "Y a enfrentar cualquier cosa que est all afuera. Eso podra ser
interesante."

Luke asinti en respuesta, y durante algunos minutos permanecieron tomados de los

brazos mirando a las estrellas. Una casi-visin flot ante los ojos de Mara, una visin
del futuro -del futuro de los dos- y de lo que enfrentaran juntos. Desafos, hijos,
amigos, enemigos, aliados, peligros, alegras, pesares- todo arremolinado en una especie
de mosaico viviente que se desvaneca en la distancia. Una visin como ella nunca
haba visto antes.

Pero claro, nunca haba sido una Jedi antes. Seguro que habra desafos interesantes por
delante.

"Pero se es el futuro," murmur Luke, con su clido aliento en el costado de su cara.

"ste es el presente."

Mara se apart un poco de l. "Y como cabeza de la Academia Jedi y hermano de la

Alta Consejera Organa Solo deberas por lo menos hacer una aparicin en la
ceremonia-" le sugiri.

l le dio una mirada torcida. "S, eso es justo lo que iba a decir," reconoci. "Veo que
va a tomar algn tiempo acostumbrarse a esto."
"Todava ests a tiempo para arrepentirte," seal ella.

l le dio un clido beso. "No hay ninguna posibilidad," dijo. "Te ver ms tarde."

Apoyando su jarro, se dirigi hacia la puerta. "Espera un minuto," dijo Mara,

apartndose del ventanal y su breve y atormentante visin del futuro. Como haba dicho
Luke, ste era el presente. El futuro se ocupara de s mismo.

"Yo ir contigo."