Una Obra Maestra Del Fanatismo Artístico: La Guerra Del Fin Del Mundo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 17

Angel Rama

UNA OBRA MAESTRA


DEL FANATISMO ARTSTICO
LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

Una obra maestra operacin de significacin ms compleja, ela bora da y a uste-


ra, aunque a conciencia de que es tambin ms enigmtica.
Concluida la lectura de las 531 pginas de La guerra delfi n del Es posible sospechar que un a de las obras que propicia-
mundo,' dos conclusiones se imponen: es artsticamente una ron la escritura de Os sertses, sirvindole de estimulante de-
obra 'm aestra y con ella ha quedado consolidada la novela safo, fue el Facundo de Domingo F. Sarmiento, con el cual
popular-culta en Amrica Latina. No son necesarios los do- tantos puntos de contacto tiene su plan expositivo y la filoso-
nes de Casandra para anunciar que tendr millones de lec- fa de la historia que lo sustenta. En el ltimo libro de Da
tores y que en la renovada apuesta a cien aos vista se la Cunha, publicado pstumamente en 1909, A margem dahist-
mencionar como una de las novelas claves de esta segunda ria, al analizar sagazmente el des afo que al Bra sil pr esenta-
mitad del XX que vio la triunfal expansin del gnero en el ba el pujante desarrollo argentino, menciona " las pginas
continente. conmovedoras de Civi{i~acin y barbarie" a las que alaba : " p-
Tal xito no se deber al arte de la seduccin, del que aun ginas admirables de uno de los mayores libros surarnerica-
en esta novela sigue careciendo Vargas Llosa , sino al impe- nos, que resuenan con las cabalgatas de las caballer as des-
rio de la fuerza creadora. A la intensidad, amplitud y cohe- bandadas de los Quirogas y los Chachos " 2. Este libro , que
rencia del proyecto y a la soberana sapiencia narrativa, debe en 1845 procur desentraar el enigma qu e a un enrgico y
atribuirse que Amrica Latina alcance su Guerra y Paz, aun- culto intelectual argentino presentaba el comportamiento
que con cien aos de retraso, haciendo de su autor nuestro contradictorio de los gau chos y su s ca udillos, al romper el
mayor clsico vivo. Implica haber alcanzado un nivel de efi- ntido esquema de la Emancipacin donde se enfrentaban
ciencia profesional que fija altos niveles a la produccin ar- los espaoles colonizadores, oscurantistas y retrgrados y
tstica y que debern considerar los jvenes como el desafo los criollos independentistas, ilustrados y modernos, era
que es a sus capacidades : los altos standards alcanzados por previsible que poda servir de inspiracin al libro que en
la literatura latinoamericana en las ltimas dcadas han 1902 tambin interpret una disidencia popular (Canudos):
sido robustecidos con esta contribucin, fijando metas ele- inmediatamente despus que los republicanos positivistas y
vadas a vencer. No ser difcil alcanzarlas en el campo de la modernizados haban derrotado a los monrquicos retr-
difusin popular, pero s en la conjuncin de novela popular grados y clericales, como la aparicin de una tercera fuerza
y arte literario que fuera establecida por los Cien aos de sole- heterognea, que no calzaba en la dicotoma establecida , a pe-
dad y que la obra de Vargas, en flagrante competencia con sar de que la propaganda modernizadora la atribuira a los
aquella, ha venido a confirmar. reaccionarios vencidos . La reflexin de Sa rmiento sobre las
huestes de Artigas hubiera ser vido para encuadrar el con-
Tambin le debemos a esta obra una audaz integracin flicto : "instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos
cultural latinoamericana asociando sus dos hemisferios hostiles a la civilizacin europea y a tod a organizacin regu-
(brasileo e hispanoamericano) en la medida en que su- lar; adverso a la monarqua como a la repblica, porque am-
brepticiamente cultiva el arte del "remake" que, aunque bas venan de la ciudad y traan aparejado un orden y la
largamente elaborado por la cinematografa y las artes pls- consagracin de la autoridad. De este instrumento se sirvie-
ticas, no haba tenido en la literatura sino las alusivas versio- ron los partidos diversos de las ciudades cultas, y principal-
nes del tema del dictador, y.que con esta novela es propuesto mente, el menos revolucionario, hasta que andando el tiem-
francamente como ambicioso objetivo: se trata de narrar el po, los mismos que lo llamaron en su auxilio, sucumbieron,
asunto que motivara una obra capital de las letras brasile- y con ellos, la ciudad, sus ideas, su literatura, sus colegios ,
as, Os serWes de Euclides Da Cunha, partiendo del docu- sus tribunales, su civilizacin ! " s.
mento histrico aun ms que de la novela, pero integrando En 1981, casi ochenta aos despu s de Os sertes, el pro-
forzosamente sta en la nueva estructura narrativa, como un blema se reintegra al hem isferio hispanoamericano y es un
documento ms . La lectura de la historia contempornea de peruano quien recoge el enigma y hace suya la meditacin
su pas que hizo Da Cunha entre 1897 y 1902, es sometida a intelectual de sus dos preclaros antecesores, procurando dar
una segunda lectura, cuyo punto focal no es otro que Amri- nueva respuesta. Su marco ya no es simplemente nacional
ca Latina en conjunto, en su dcada de los setenta, sustrato como en los casos anteriores. De conformidad con la amplia-
obligado a,unque el autor asume una ficta neutralidad que le cin continental que conquist en las ltimas dcadas la li-
veda tomar en cuenta los ochenta aos transcurridos, a dife- teratura, alza su diagnosis a un plano latinoamericano. Sin
rencia de lo que hizo Roa Bastos en ro, elsupremo donde asu- abandonar la restricta historia de Canudos, la levanta como
mi explcitamente su tiempo. Tambin lo asume, y no pue- paradigma sobre el movedizo panorama de revolucin y
de dejar de hacerlo, Vargas Llosa , pero lo sustrae como dis- contrarrevolucin que han tejido los aos de posguerra en el
curso explicito y lo remite a la articulacin narrativa en una continente. Ya veremos qu trata de decirnos y cmo puede

8
leerse este abandono de la militante perspectiva contempo- polis de la hora: Londres, Paris, Bonn, Washington, Tokio,
rnea y nacional que manejaron Sarmiento y Da Cunha en Mosc .
beneficio de un brechtiano distanciamiento hacia el pasado. El internacionalismo de la poca tiene en nuestro conti-
Ahora solo quiero subrayar este pasaje de un hemisferio a nente , como contrapartida defensiva, la integracin regio-
otro de la cultura latinoamericana que a lo largo de casi si- nal. Hacia ella han progresado los pactos militares o econ-
glo y medio ha hecho la prosa narrativa, enfrentando as el micos ms que'Ios vnculos culturales o estrictamente litera-
ms difcil escollo que encuentra la tantas veces retrica- rios. Es asunto que he examinado en otras ocasiones por
mente reclamada unidad latinoamericana, que es la integra- considerarlo capital'. Por eso creo que es un crdito de La
cin de sus dos principales componentes. Testimonia rigor guerra delfin del mundo, su contribucin relevante a la integra-
intelectual y agudeza de visin que Sarmiento, Da Cunha, cin intelectual de esos pueblos que , procedentes de Hispa-
Vargas Llosa , se hayan concentrado sobre un problema cla- nia, se han desarrollado en Amrica , y a los cuales invocaba
ve de nuestras sociedades, revelador de su ntima cornposi- con grandilocuencia Daro: " nclita s razas ubrrimas , san-
cin y representativo de una peculiar estructura socio- . ~re de Hispania fecunda ".
cultural a la cual no siempre sirven los patrones sociolgicos
extranjeros. Aunque se trate de un problema que, tal como 2. Esplendor de la novela popular
vieron Sarmiento y Da Cunha, como subrepticiamente ve
Vargas, tambin puede ser examinado en una perspectiva A pesar de remitirse, desde la ded icatoria del libro, a Eucl-
universal , utilizando incluso modelos europeos. Ms an en des Da Cunha, La guerra delfin del mundo es una novela aut-
esta poca en que las enormes poblaciones marginadas del noma, autosuficiente, que cualquier lector podr leer sin co-
Tercer Mundo se han insertado en el sistema internacional nocer sus antecedentes, ntegramente de la escritura de Var-
(econmico, poltico, intelectual) que capitanean las metr- gas Llosa. Su rica y esplendorosa materia, por amplias que
"hayan sido sus fuentes documentales, slo existe en la forma
literaria privativa con que la ha concebido su autor. Ya se ha
dicho que el discurso literario, ms que la historia que des-
pliega, constituye a la obra literaria, dotndola de existencia
autnoma . Ese discurso no es sino una aventura de la forma :
ella construye la verosimilitud, edifica la belleza , otorga sig-
nificacin. Es el territorio intransferible del escritor, el cual
comienza cuando concluye el del suceso real del que parte.
Oponindose a Sarmiento y a Da Cunha, que haban elegi-
do el alegato doctrinal, Vargas Llosa opta por la novela, en
su originario sentido de narratividad pica, con lo cual , de
conformidad con su divisa de escritor, es ms antiguo y ms
moderno que sus antecesores. Por lo tanto sus fuentes son
tan antiguas como Homero y tan variadas como para incluir
sus preferidas novelas de caballera y en especial los realistas
europeos del XIX que son sus reconocidos maestros.
Ellos fueron capaces de acometer los grandes conflictos de
la sociedad, con una inmediata carnalidad, que ya parece
fuera de la competencia de los narradores latinoamericanos
contemporneos. Es cierto que aquellos vivieron en medio
de cataclsmicos sacudimientos, con guerras, revoluciones,
bruscas mutaciones, pero aun el Flaubert que no las vivi se
dedic a concebirlas imaginariamente en Salamb, por lo
cual deberamos reconocer que los narradores de la gesta
burguesa no se limitaron a pasear espejos a lo largo de la his-
toria sino que desarrollaron un proyecto intelectual cuyos
trminos diseaban una cosmovisin. La guerra y la pa; tols-
toiana responda a un modelo bipolar de interpretacin del
mundo, como ya antes el Liebe und Kabbala schilleriano para
el anlisis de las fuerzas polticas . Respecto a ellos los hispa-
noamericanos del XIX estn ms apegados a la descripcin
concreta (el Eduardo Acevedo Das de la tetraloga histri-
ca) de la que slo pasan al esquema sociolgico en que cifra-
ron las mayores esperanzas cognoscitivas, aceptando con sa-
tisfaccin sus limitaciones. Al retomar el vasto fresco com-
batiente, Vargas Llosa ya no se limita a ese horizonte, aun-
que lo transita, sino que aspira a un modelo interpretativo
superior, a imagen de lo cumplido por los maestros europeos
y tambin por los norteamericanos del XIX (Melville). Es
un proyecto ambicioso, que slo puede ser alcanzado si se
resuelve eficientemente el nivel concreto de la narracin so-
bre la cual edificar una cpula. Es lo que Vargas Llosa con-
sigue, a diferencia de Carlos Fuentes en Terra nostra, donde
el teorema no encarna ni es alimentado por la narratividad.

9
...
Despus de los divertimentos narrativos menores,. a que se dra entenderse como un "golpe bajo ", de efecto seguro so-
consagr en los aos setenta, los que retrospectivamente bre el lector. Abundan como casos extremos de una tcnica
pueden interpretarse como ejerc~taciones en la flu.encia na- de elaboracin del personaje que consiste en poner dos fuer-
rrativa liberada de artificios POStiZOS Laguerra delfin delmun- zas en discordancia : el fanatismo idealista de Moreira Csar
do repone las mejores virtudes de Vargas Llosa: su nsito rea- y de Galileo Gall, se contraponen a fuerzas secretas: en un
lismo, la desmesura emocional de sus invenciones, su tenso caso la epilepsia y en el otro la abstinencia sexual y la freno-
nervio para contar, ahora con una precisin, un rigor y un loga, siendo esta contradiccin la que arma al personaje
"acabado" magistrales. Fue siempre un esmerado profesio- con espesor, con misterio, cuestionando, cu ando no invali-
nal, como lo han probado su capacidad de trabajo, su terca dando, su discurso intelectual. Sobre el mismo sistema opo-
perseverancia, su afn de documentacin rigurosa a la ma- sitivo se construyen los secuaces del Con selheiro, los yagun-
nera naturalista (jos Miguel Oviedo lo ha ilustrado exami- zas , cangaceiros, asesinos, en quienes, como hubiera dicho
nando las fuentes de La casa verde)5, aunque esa profesionali- Glauber Rocha, Dios y el Diablo conviven, de tal modo que
dad se mide mejor, cualitativamente, por su bsqueda de las la ms alta espiritualidad aparece como una respue sta a la
exigencias mximas, de los empeos ms riesgosos. Carpen- ms extremada materialidad, siendo ambas perfectamente
tier deca que el escritor de raza es quien se propone los ma- intercambiables en un modelo cuya bipolaridad es de fuer-
yores desafos : Mario Vargas-lo es cabalmente en ese senti- zas equivalentes. Aun un personaje que pareca exceptuado
do. Examinando su trabajo, puede evocarse a Stendhal de este tratamiento, como el Barn de Caabrava, concluye
cuando se propone describir la batalla de Waterloo, nada viendo afectada su equilibrada y realista percepcin del
menos, descubriendo entonces que si Fabrizio del Dango se mundo, merced a la fuerza cuestionadora del sexo. Este
pierde en medio del campo puede patentizar la confusin y principio de composicin, como corresponde a escritor tan
el desconcierto de un magno hecho de armas mejor que con coherente, es el modelo reducido de la cosmovisin que rige
el recuento detallado de escuadrones, cargas, triunfos o de- a la totalidad narrativa. En este nivel de los personaj es con-
rrotas, que todava usaban los "naifs" de las estampas de tribuye a la neutralidad realista del tratamiento, pues tiende
Epinal. La leccin stendhaliana habr de reaparecer en el Tolstoi a corroer la basamentacin firme de cua lquiera de ellos, a
contando la batalla de Borodino y nuevamente ahora en Vargas suspenderlos en una perspectiva fluctuant e qu e permite plu-
que le hace perder los lentes a su periodista cado en el Ca- rales lecturas valorativas. En el nivel de la acc in general
nudos sitiado. Este, que]akobson llamaba eldesplazamiento meto- ello se reitera mediante las oposiciones que se dan en ca da
nmico dela narrativa del realismo enel XIX, es un pedal hundido campo: junto al republicanismo heroico del ejrcito , la prc-
a fondo en todo el arte contemporneo y del que Vargas llo- tica de los degellos; junto al populismo de Canudos, el fa-
sa se abastece ad libitum. Pero no es sino uno de los innume- natismo religioso unido a la oposicin pue ril al sistema m-
rables ejemplos de brillante resolucin tcnica de la narra- trico decimal.
cin : de acuerdo a una tradicin que se remonta hasta Ho- Tal enfoque es regulado por un experto man ejo de la ter- .
mero, hay que distinguir cada muerte individual con un ras- cera persona narrativa que rige a la novela , con una pasmo-
go privativo, alternar las visiones panormicas y los comba- sa variedad de matices que aseguran su mayor o men or co-
. tes personales, equilibrar escenas de guerra y de paz, des- nocimiento de personajes y situaciones, su complicida d o su
plazarse entre ambos campos, volver oportunamente atrs distancia respecto a los mecanismos ntimos de la accin.
para revisar las causas remotas, preanunciar el desenlace y Tambin aqu el abanico de soluciones se tiende entre dos
demorarlo, introducir los temas privados concedindoles un puntos extremos : el mayor adentramiento cognoscitivo, re-
espacio dentro de los pblicos, seleccionar los puntos de vis- presentado por el tratamiento del barn de Ca abrava y el
ta acondicionndolos a los personajes y stos a las acciones y periodista miope, y el menor, que lo remite a una suerte de
stas a las lneas tendenciales, variar las perspectivas inter- objetivismo solo atenido a las acciones pblicas, en el. caso
pretativas, dotar oportunamente a los actores de un envs de Antonio Consejero. Dado que en todos los puntos inter-
privado que, de acuerdo a una cosmovisin que nos viene del medios, el Beatito, Gall, Vilanova, Jurema, etc ., la tercera
realismo psicolgico dostoievskiano, debe oponerse discor- persona aprovecha de su posibilidad de algn conocimiento
dantemente a los comportamientos pblicos pero al tiempo interior del personaje, la opcin que se hace en torno al Con-
justificarlos en un nivel profundo, etc. etc. etc. sejero es la ms llamativa, mxime tratndose de una figura
En este plano de la realizacin narrativa Vargas Llosa es clave de la novela y la figura que los historiadores han dis cu-
frecuentemente magistral. Todava puede percibirse imperi- tido con mayor variedad de interpretaciones" .
cia, sobre todo en las visiones de conjunto para las que repite Vargas Llosa resuelve mostrar sus acciones y los efectos
soluciones y en las que lexicalmente es pobre, o en los dialo- de ellas sobre el medio social y jams intentar una explica-
gados (especialmente en el episodio de Rufino) que a veces cin : tambin aqu se nos darn todas las versiones posibles ,
se limitan a pasar informacin, servicialmente, sin enrique- pero ellas quedarn a la cuenta de las subjetividades de los
cerla y adems con lengua muerta, pero son lunares dentro restantes personajes o los intereses de las diversas fuerza s en '
de una multitud de soluciones variadas, ingeniosas, impac- pugna. La enigmtica neutralidad se muestra aqu como un
tantes. Saca abundante partido de los sistemas opositivos propsito central del novelista . A pesar de que la novela se
que, ms que romnticos, ya responden a las lecciones del construye por oposiciones que permiten una doble lectura
surrealismo: la adscripcin de un circo de fenmenos a la mutuamente invalidadora, en este caso se insta ura una
vida del sertn lo ilustra cabalmente, como tambin la cuota oquedad que los restantes componentes de la obra llenan
efectista concedida a la sexualidad en notoria divergencia con variadas versiones . Es la "nube negra", la fuente de
respecto a sus antecesores. Son ejemplos de la "desmesura " energa que moviliza las acciones y es tan enigmtica como
en la violencia y el horror que distingue la narrativa de Ma- la divinidad. Da Cunha no vacil en enjuiciarlo negativa-
rio Vargas, siempre a la bsqueda de lo que, para su compa- mente, juicio del que no se apart a pesar de la evolucin
triotaJos Mara Arguedas, design como "los crteres acti- que en cambio sufri su percepcin de la rebelin popular de
vos" del relato.! situaciones en que 'se superan los limites en Canudos y no dej de utilizar los rasgos denigrantes (el en-
que viene trabajando la narrativa, descargando lo que po- gao conyugal de la mujer) para reconstruir la personali-
dad; Vargas Llosa los elude y aun habiendo conocido mate- en cambio era difcilmente visible en poca dominada por
riales que no estuvieron a disposicin de Da Cunha cuando un repertorio doctrinal que Silvio Romero defina diciendo
escribi Os Sertses, como fueron los sermones escritos de que los estudios de Da Cunha "ao passaram de idlias ge-
puo y letra del Consejero,' prefiere mantener una ficcin rais histricas e sociolgicas, tomadas a Buckle, Tarde,
evanglica de profeta oral, dotndolo de un escribiente, y no Gumplounc; e indefectvel . Comte'"; en esa medida son ms
desentraar la significacin de esos textos originales. Visi- variadas las fuerzas que Vargas LIosa pone en oposicin. El
blemente maneja en cambio recursos procedentes de la na- esquema central es el enfrentamiento de Conselheiro y sus
rracin evanglica (caso del Beatito, de Vilanova) que con- tradicionalistas yagunzos religiosos con el Ejrcito republi-
tribuyen a magnificar al personaje dotndolo de un aura so- cano procedente del sur modernizado (Ro, Sao Paulo, Ro
brenatural ambigua y en todo caso por encima del resto de Grande do Sul) , pero este eje que disea la oposicin funda-
los personajes. No deja sin embargo de utilizar la simplici- mental y por el cual pasa la nutrida peripecia militar, est
dad, por no decir simpleza, de sus sermones, mencionando acompaado o, ms bien , interceptado, por otros ejes que
frecuentemente el antirepublicanismo, la oposicin al censo establecen sus propias oposiciones y que aunque tengan
y al sistema mtrico, las profecas a cumplirse en 1900 con la coincidencias ocasionales con el eje central, conservan una
transformacin paradisaca del sertn, pero sin que stas lIe- autonoma que es indispensable subrayar para alcanzar la
juen a opacar el mensaje estrictamente religioso, el cual, complejidad del fenmeno.
como es sabido, no superaba la llaneza de los catecismos de El ms visible de esos ejes transversales es el representado
la Misin que le sirvieron de gua . La religiosidad no es toca- por la oposicin entre los monrquicos regionales de Baha y
da y es slo circunscripta por las nimiedades, ms salva- los republicanos tambin regionales, quienes se encuentran
guardada que el republicanismo que se le opone. Pero es so- enzarzados en una lucha primitiva, arcaica respecto a la que
bre todo el personaje que trasmite ese mensaje el que queda ya ha vencido en la capital aunque anunciadora de la misma
recortado de contaminacin gracias a una decisin del na- convergencia hacia un statu qua: una Restauracin burguesa
rrador omniciente de la novela . luego de la Revolucin republicana que ha derribado a la
El nivel ms alto de la obra corresponde a su estructura- Monarqua. Es este eje el que la propaganda de 1900 super-
cin y es el ms perspicaz y eficiente . En la medida en que puso doctrinalmente, al principal error que ya percibi
Vargas LIosa torna ms complejo el teorema gracias a la Da Cunha a lo largo de la campaa y que Vargas Llosa tor-
perspectiva histrica desde la que escribe , que le permite in- na visible porque introduce los puntos de vista de cada uno
corporar al propio Da Cunha y fuerzas que ya existan en la de los grupos bahianos (monrquicos y republicanos) y con-
poca pero que adquiriran evolucin posterior (el anarquis- cluye hacindolos coincidir en la defensa de mutuos intere-
mo), as como una percepcin propia de la antropologa cul- ses, los que son tanto econmicos como regionalistas, por
tural que ha a lcanzado maduracin en nuestro siglo y que oposicin al poder centralizador capitalino.

LAS CLAVES DEL ESCRITOR


Cuando uno se acerca a Mario Vargas LIosa lo primero que bas o Hemos accedido al xito que es halagador, y adems,
ve son sus dientes, todos presentes en una sonrisa muy abier- nos permite dedicarnos por entero a la literatura. Pero todo
ta, que es fcil comprobar, siempre est a un paso de trans- esto tiene sus peligros.
formarse en carcajada. Son dientes grandes, fuertes, leve-
mente disparejos, con los incisivos centrales apenas monta- - Cules, por ejemplo?
dos, lo cual da a su rostro un aire aniado que pierde cuan-
do, sumido en profundas complejas reflexiones deja de son- -Si el xito construye una imagen de uno y uno comienza a
reir y clava la mirada en su interlocutor buscando, aparente- escribir para esa imagen qu peligroso! Se pierde libertad,
mente, confirmacin o discrepancia. espontaneidad, y el tiempo para entregarnos a esa irraciona-
Como entrevistado es amable , dcil, apacible, clido, no lidad que es el proceso de escribir.
dira que por una actitud de confianza en la entrevista y el - En definitiva aora los tiempos pasados en que el es-
entrevistador, sino ms bien por un sereno escepticismo y un critor era un desconocido? Un solitario en su torre?
aceptado descreimiento respecto de entrevistas y entrevista-
dores. "Cuando empec a hacer periodismo crea que esta - No lo aoro. Creo que esa idea proviene de una visin ro-
era una manera de conocer. la realidad. Un da supe que el mntica y aristocrtica de la literatura . Pero creo tambin
periodismo no refleja la realidad tal como es sino que la re- que el escritor debe estar alerta . El xito puede convertirse
crea de una manera muy subjetiva", dice. Y luego "Nunca en algo muy destructivo.
me reconozco en las entrevistas."
- No implica un gran peligro atarse a las exigencias de
- El escritor hoy necesita ser m uy paciente, la li teratura se los editores,fechas, pginas?
ha transformado en un producto de consumo y el escritor
es una vedette a la que piden autgrafos, sacan fotos, pre- - No es mi caso. Jams he trabajado con limitaciones de
guntas por su vida privada, arrancan botones para guar- ningn tipo . No soportara esa clase de coaccin. No sopor-
dar de recuerdo. Cmo vive todo eso? tara trabajar as.

- Los escritores hemos salido finalmente, de las catacum- - Pero en el hecho de ser usted un escritor profesional y

11
El segundo eje transversal es enteramente nuevo y en l conjunto, a lo que contribuye su tratamiento " dialogado"
queda de algn modo asumido el propio Da Cu~ha pues lo (perseguido-perseguidor) disonante dentro de una estructu-
define una condicin intelectual. Se trata de las interpreta- ra expositiva de tipo polifnico. Sin embargo cumple una su-
ciones doctrinales que de la historia de Canudos ofrecen los til tarea en la comprensin del conjunto, a la que contribuye
intelectuales desde sus respectivos corpus ideolgicos, las su espeluznante resolucin " en tablas " sin llegar nunca a
cuales los conducen a la accin: los intelectuales quellamaramos Canudos. Sin esa historia careceramos de una visin de los
revolucionarios (losanarquistas de fines delXIX) estn representados hombres de pueblo del sertn con sus especificidades cultu-
por el europeo Calileo Call cuya mecanicidad doctrinal, ms rales, anteriores y posteriores a la prdica religiosa del Con-
que el anarquismo, traduce la frenologa, y cuyo desenfoque sejero. Efectivamente, estos personajes son sertanejos, pero
respecto a la realidad de lo que est ocurriendo delata sus no son seguidores de su doctrina, aunque la respeten: slo
orgenes forneos, sus doctrinas igualmente forneas naci- los azares de sus vidas los llevan a Canudos. En ellos se pa-
das de otras circunstancias histricas y a las cuales debe su tentiza la conformacin cultural de una poblacin rural nor-
errtil comportamiento con los nativos (jurema-Rufino) destina, los integrantes de la que Capistrano de Abreu lla-
que lo torna inaceptable para cualquiera de las fuerzas en mara la " cultura del cuero" y que Da Cunha procurara dis-
pugna; los intelectuales que llamaramos nacionales y mo- tinguir de otra "cultura del cuero ", la correspondiente a los'
dernizados quedan representados por el "periodista miope" gachos del sur, con sus peculiares estructuras intelectuales y
que si bien es capaz de un encuentro afectivo con los perso- sus valores ticos . Es sobre esta conformacin cultural que
najespopulares (jurema) no parece superar, en cuanto a la incide la prdica del Conselheiro, pero la autonoma de ella,
comprensin del fenmeno, la reflexin con que en un cap- su enraizado tradicionalismo, tambin puede originar otras
tulo de dos lneas Da Cunha concluye su novela: "Es que inclinaciones, como su comportamiento con el paternalista
an no existe un Maudsley para las locuras y los crmenes . hacendado monrquico lo demuestra. La pareja Rufino-
de las nacionalidades ... " 10 Jurema, aparte de cumplir esa funcin deslindadora respec-
Todava queda sitio en la novela para otros dos grupos, to a los yagunzos de Canudos, cumple otra an ms impor-
que resultan ms complementarios que opuestos: estn tante, respecto al eje de los intelectuales. Es en relacin a esa
puestos en el mismo nivel y cumplen una importante fun- pareja que se define la incapacidad de Galileo Gall para
cin indicial, a veces simblica, a veces simplemente infor- comprender la que llamaramos especificidad americana:
mativa, indispensable para medir, por cotejo, a las dems no puede comprender y considera irrisorio el cdigo del ho-
fuerzas en accin. Es, por lo tanto, un eje deslindador, cuyos nor dentro del cual se mueven, porque l mismo no es capaz
polos retratan el escenario. de percibir que est respondiendo a otro cdigo del honor
Uno corresponde a la rulfiana historia de Rufino-Jurema- que es simplemente diferente pero que con visin eurocntri-
Caifs. A primera lectura parece adherida externamente al ca considera el nico vlido y el superior, pues combina a

vivir de lo que escribe, no habra ya, aunque no fuera de talmente desplazada de nuestro lenguaje pero que en
manera no consciente, unaforma de coaccin? algn sentido es insustituble: inspiracin. Existe?
Hay das en que usted se levanta y la historia empieza a
- Es probable, sin embargo puedo decir que sigo volcndo- rodar fcil, rpida, redonda?oTiene das as?
me entero en lo que hago, me lleva ms tiempo escribir aho-
ra que antes. Acabo de terminar una novela en la que traba- -Yo creo que la inspiracin es algo que uno va creando. No
j cuatro aos. ' es algo que de pronto nos cae encima .

- y que debe tener ms de quinientas pginas. - No tiene que ver con su estado de nimo? Con la ale-
gra, la exaltacin que puede tener algunos das?
- Es un mamotreto de 800 sobre Antonio Conselheiro, Canu-
dos. Sellamar'Laguerradelfindelmundo. - No, no. Es la asiduidad, la constancia lo que va creando
ese clima que se puede llamar inspiracin. Es algo que llega
- Es extrao que se le haya ocurrido tomar un tema bra- despus de mucho esfuerzo, mucho trabajo.
sileo.
- Escribir una novela lo siente como un trabajo?
- En esa eleccin fue decisiva la lectura de Los sertones
de Euclides da Cunha. Me apasion ese gran malentendido -S, s, un trabajo, a veces, dursimo.
nacional, ese dilogo de sordos que termina en la destruc-
cin total. Cuando termin la novela hice un recorrido por - Algunos escritores dicen: "Es como hacer el amor con
los lugares donde ocurri la accin. Uno cree, que despus
de cuatro aos, que esa historia, ese mundo, esos personajes lamujerqueseama."
le pertenecen. Y de pronto descubre que ese mundo existe - Tambin, tambin. Y es por esos momentos que uno so-
fuera de uno, que tiene vida propia. Es conmovedor. En porta los otros. Pero la angustia y la desmoralizaci." estn
Monte Santo, una viejecita centenaria me recitaba poemas all. La sensacin de estar atascado, de no poder seguir es fre-
de la poca de ! Canudos. Recuerdo uno: "O Anticristo oasceu cuente: Para m, el comienzo de una historia, por ejemplo , es
para o Brasilgobernar, masAntonio Cunselheiro vino dtlle nos librar. " terrible," Es el caos, la confusin. Hasta que termino ese co-
todo me result muy sorprendente, emotivo. mienzo vivo en la inseguridad. En cambio, cuando termino
La inspiracin no existe una primera versin y comienzo a corregir, el trabajo se
vuelve muy placentero.
-Querra preguntarle sobre una palabra que ha sido to- - Le resulta difcil cortar, renunciar?

12
grupo igualmente disonante, el integrado por los monstruos
del circo ambulante, quienes a la pauta colectiva de una cul-
tura oponen la pauta individual de su rareza, la cual sin em-
bargo es aceptada e incorporada a las formas culturales de
la sociedad sertaneja: uno y otro en definitiva, proporcionan
el sustrato permanente, el fondo del cuadro que permite per-
cibir las diferencias y las semejanzas.
Son por lo tanto ocho agrupamientos, en algunos casos abar-
cando numerosos personajes individuales, los cuales han de
desplazarse en el corto nmero de aos que registra la nove-
la, concentrada en los episodios fundamentales de la pugna
establecida. La resolucin de este problema queda remitida
al estilo narrativo que se utilice y al entramado estructural.
Las respuestas encontradas por Mario Vargas se correspon-
den: utilizar una organizacin por fragmentos con suficien-
te autonoma, algunos linderos con el gnero cuento, combi-
nados obedeciendo a la lgica narrativa ms que a la exposi-
cin cronolgica, por lo cual quedarn todos levemente des-
fasados respecto a la lnea argumental, aunque sin llegar a
quebrantarla, simplemente enrarecindola; a modo de com-
pensacin de este orden abierto, libre, esponjoso, restringir
Euclides Da Cunha el estilo narrativo aplicando un realismo escueto y directo en
cada uno de los fragmentos, continuando as el retroceso
que se iniciara con Pantalen y las visitadoras (1973) respecto a
Bakunin, Franz Joseph Gall, la sociedad industrial y el de- las bsquedas experimentales. Si por un lado narrar con
sarrollo del proletariado. Con relacin tambin a la pareja precisin vigorosa dentro de esquemas tradicionales (lo son
(en particular aJurema) se define el otro intelectual, el "pe- por oposicin a los que empleara en La casa verde) que en-
riodista miope", quien gracias al componente nacional- cuentran sus goznes dinmicos en el suceder de la peripecia
regional puede superar sus esquemas modernizadores y re- que se vuelve agitada y variada como en una novela de aven-
dimir en la mujer su soledad y su sentimiento de inferiori- turas, por el otro construir un cruzado castillo de naipes
dad. Este grupo sertanej tiene su correspondencia en otro que no obedece simplemente a la intercalacin de diversas

-A veces se hace con dolor. Pero es fascinante cuando uno vi como teatro. Vi los hechos como algo plstico, grfico, li-
comienza a descubrir lo que sobra y cules son los ejes de la mitado por un escenario.
historia.
-Quiere decir que cree en los gneros.
- Pero cules son los ejes usted ya lo sabe.
-S, creo. Ahora est de moda negarlos " Los gneros pasan
- M uchas veces no lo s. Lo descubro all. a travs del texto ", se dice. Yocreo que los gneros obedecen
a una realidad profunda. Hay historias que solo podra es-
- Como si la novela no le perteneciera totalmente? cribir en forma de novela: esta de mi ta abuela que muri
hace muchos aos, yo slo la veo en forma vertical.
- Muchas cosas pasan sin el control de la conciencia. En el
trabajo creativo es muy grande la influencia del elemento -Su familia sigue dndole tema.
irracional. Cada vez que escribo una novela es una sorpresa.,
Es sa, tal vez, una de las razones por las que sigo escribien- - Es una cantera inagotable.
do. Es tan complejo, tan ambiguo el proceso de fabricar una
ficcin. Poco a poco se abren las compuertas y vamos en- - Cmo vive la experiencia de ver una obra suya en
trando a una intimidad que en la vida tenemos vedada. Ha- teatro?
ba un proyecto racional que pareca clarsimo pero en el
proceso de la escritura surgen cosas. -Siento la misma curiosidad, ansiedad, impaciencia y exi-
tacin que cuando tena 18aos e iba a aparecer mi primer li-
- Cosas que se vuelven visibles cuando la historia se bro .
hace lenguaje?
- Pero ahora es como si tuviera coautores: el director, el
-Que dejen de ser vagas y ambiguas. escengrafo, los actores.

La seorita de Tacna - Es muy conmovedora la idea de que esos personajes esta-


rn all. De que sern cuerpos , voces. Estoy muy asustado,
- Qu lo decidi a escribir La seorita de Tacna muy excitado.
como teatro?
- Pero, adems, ver las reacciones del pblico. Usted
- Haba empezado a escribir una historia, pero de pronto la no puede sentarse y mirar la expresin de un seor que

13
historias, sino aun sagaz y sutil orden estructural que es el ella est construda como un arma. Como toda arma produ-
que lleva adelante la demostracin intelectual buscada. No cida por los lenguajes simblicos de la cultura, procura in-
siempre este entramado alcanza su ficiente felicidad inven- troducir en el vasto conjunto de los discursos intelectuales,
tiva; aveces se empoza, se desperdiga en distracciones late- una interpretacin persuasiva que los oriente, No es que sus
rales, hacia el final de la novela se vuelvepesado por la larga anteriores obras no estuvieran enmarcadas en una ideolo-
y flojamente resuelta conversacin del periodista y el barn ga, sino que ella resultaba oscura para el propio creador,
de Caabrava luego de la cada de Canudos; pero a pesar de quien por lo dems la vea como un peligro racionalizador, a
sus altibajos es una brillante solucin, que remite la comple- la manera como algunos se oponen al psicoanlisis por te-
jidad a la estructura y no a la narracin episdica y concede mor a que disuelva sus mitos personales, sin observar que s-
a sta una irrestricta libertad para la sucesin pirotcnica de tos mitos tambin estn insertos en conformaciones cultura-
situaciones . El principio, en ella, es sorprender sin cesar, les poco personales y que el psicoanlisis no deja de ser otro
saltando de un hecho a otro, de un personajeal opuesto, ma- mito cultural de nuestro tiempo. La guerra delf in del mundo es
nejando la novelera (que no deja de ser un componente ver- diferente: el autor ha llevado a la conciencia el basamento
stil de la novela), el impacto, el suspenso, el horror, la pro- ideolgico y ha tratado de elaborarlo con rigor , Llegado a su
vocacin y dems trucos gratificadores del gnero. Es proba- plena madurez,.es de una manera adulta y consciente que
ble que en este laberinto se pierdan gustosamente mltiples examina el mundo y lo razona.
lectores y lo consideren razn suficiente. Otros procurarn Sera innecesario agregar , si no fuera por los mltiples
interrogar esa estructura donde los fragmentos no se suce- equvocos que rodean este tema de la ideologa en arte (que
den. jsimplemente, sino que se oponen en un dilogo de sig- hay quienes han confundido con la delacin policial) que los
nificaciones, para conquistar un sentido. tres mil aos de literatura con que contamos han corrobora-
do tres principios: que toda obra de arte es fraguada en el
3. La novela es un arma seno de una determinada ideologa que le sirve de molde;
que cualquier ideologa es capaz de sostener una obra de
Una vez polemizamos Mario Vargas y yo a propsito del g- arte mayor; que la ideologa en que se fragua una obra no es
nero novela, El estaba entonces imbudo del subjetivismo as- capaz de dar cuenta de todos los valores de sta, en particu- .
tuto de sus primeras creaciones, ms atrado por la gnesis lar los estticos, y que stos pueden superar sus lmites origi-
oscura de las fuerzas desencadenantes (los dichosos fantas- narios y devenir engendradores de nuevos moldes ideolgi-
mas o demonios) que por los productos objetivos y sus efec- cos. Ninguno de estos principios alcanz a par a ju stificar la
tos sobre el medio. Yo trataba de argumentar, recurriendo a . solucin facilonga de quienes proponen can celar toda discu-
'las fuentes del gnero, acerca de que la novela ha sido y es un sin sobre ideologa y volver a habl ar de lo bello y tampoco
arma. Pien~o qu~ con esta obra me ha dado la razn, pues la de quienes quieren hacer del artista una neutra placa foto"

lee La casa verde media hora antes de dormirse. samente el mundo de los otros. Y escribi una obra que est
profundamente enraizada en su tiemp o.
- i Pero eso es lo que me asusta! Palpar las reacciones direc-
tamente. - La creacin artstica no ser, tal vez, en usted, un su-
cedneo de la aventura?
~ Qu lo impulsa a ser, adems de novelista, un cronis-
ta de su poca? ' -S, creo que lo es. Creo que' para m escribir reemplaz.~ la
vida aventurera descrita en las novelas que a maba de runo .
-- Cuando soy un cronista de mi poca yo hablo de algo que
est incorporado a mi vida. No hay una finalidad esttica en e Un escritor romntico?
eso. La literatura es un trabajo muy solitario. Yo nunca he
podido disociar ese trabajo de un contexto vital. - Muchos escritores dicen que precisan expresar un
tema para poder sentirlo. Sera este su caso?
-Onetti, a la pregunta "Qu le aconsejara a un escri-
tor joven?", ha respondido "Soledad e introversin. -No, el tema est primero . Necesito sent irlo para poder ex-
Porque slo se puede escribir de lo que se conoce bien, y presarlo.
uno slo puede conocer bien a uno mismo". Es evidente -Como los escritores romnticos.
.que usted no comparte el consejo. .
-S, dice co!! expresin divertida - . Ser un rom tico?
- Puede servir para otros, no para m. Me niego, por ejem-
plo, a organizar el mundo en torno a mi mesa de trabajo. - Si supiera que no va a ser publicado, escribira igual,
Trato de tener siempre un pie en la vida cotidiana. Pero es escribira para usted?
que yo lo necesito. Necesito contacto con lo vital, lo calleje-
ro. Me inspira cierto terror la literatura que nace de mirarse - .Qu difcil decir eso! La literatura es mi vida. Forma par-
1: el ombligo . Me habra gustado ser un Corsario Negro, un te 'de mi vida. No consigo vivirsin escribir. Es mi manera de
D'Artagnan. ' . / vivir. Pero, escribira igual?
li
-Sin embargo, Flaubert a quien usted admira tanto, era - Escribir se transformara en algo muy melanclico.
I un solitario, un desligado de la vida. Detestaba a los
hombres. -Muy triste, muy triste . Realmente un vicio solitario en
todo el sentido de la palabra. La literatura es comuni cacin.
- Es un caso interesante. Vivi aislado . Despreciando inten- Una manera de tender un puente hacia los otros .

14
grfica sobre la cual su clase graba un mensaje que l pasi- das, es visible que a la primera etapa, intensa, crdula, juve-
vamente ornamenta como si no fuera un productor y una nilista, de activa participacin en un medio cultural que el
conciencia que funciona en una realidad. escritor senta afn, sigui una segunda etapa de retraccin y
Para un cierto mecanicismo que se ampara en el marxis- de suspensin respecto al contorno. A la primera correspon-
mo, hace tiempo que Galvano della Volpe colacion los tex- de la serie mayor de sus obras: La ciudad y los perros (1963), La
tos de Marx-Engels sobre Balzac y Sue con los textos de Le- casa uerde (1966), Los cachorros (1967), Conuersacin en la Cate-
nin sobre Tolsty, mostrando "la amplitud con que los ma- dral (1969) y aun Carda Mrque<.: historia deundeicidio (1971) .
yores doctrinarios podan medir la obra de arte", aunque su La segunda corresponde a Pantalen y las tnsitadoras (1973),
argumentacin estaba basada en la fuerza de las autorida- La orga perpetua (1975) YLa Ha Julia y elescribidor (1977). Las
des cannicas, trasladadas del campo de la economa y la diferencias saltan a la vista. Con La guerra del fin del mundo
poltica al del arte, lo que ha dejado de tener el peso que l (1981), al tiempo que recupera su potencialidad narrativa,
les confera. Sin contar que, al pasar de la oposicin al po- vuelve a ser dueo de su fuerza completa, e inicia la etapa
der, todos los movimientos revolucionarios se vieron en la adulta de su literatura. La coherencia de su arte se robustece
disyuntiva de conservar el discurso opositor, aunque forzo- con una conciencia ms ntida, menos dejada en manos de
samente se distanciara de la realidad, o asumir un nuevo fantasmas, respecto a su mensaje intelectual. Vuelve a ser el
discurso que trasuntara esa situacin nueva y, al margen de escritor militante que era y no creo que, al margen de sus po-
las variables del caso, fundamentara el ejercicio del poder. siciones polticas circunstanciales, sea muy diferente al que
Es esto lo que les ha sido siempre ms difcil y a ello se debe era su encuadre ideolgico, salvo que ahora se fundamenta
la divergencia frecuente entre la doctrina y la praxis, que co- con mayor rigor : ms que vivir los problemas ardientemen-
nocemos desde el triunfo de las iniciales revoluciones bur- te, trata de comprenderlos y elucidarlos. Obviamente, el ni-
guesas hasta el de las proletarias.. vel es ahora serio y responsable: cualquier discusin trata de
Creo que a esta asuncin consciente de la ideologa a que cosas importantes, pensadas con claridad.
ha llegado Vargas Llosa en La guerra del fin delmundo ha con- Pueden ser mltiples y muy oscuras, sentidas ms que
tribudo su polmica con la izquierda desde 1968 hasta el pensadas, las atracciones que lo llevaron al tema de Canu-
presente, porque ella le ha obligado a precisar posiciones, dos . Tiene ste suficiente intensidad, dramatismo, violencia
pensarlas y razonarlas, detectar los marcos en que se sita y locura, como para que pueda entrar en ese registro "demo-
su creacin artstica y fijar las correspondencias estrictas en- naco " que lo enciende. Pero con esos rasgos hay innumera-
tre sus proposiciones artsticas, que son las que dominan y bles ejemplos en la vida corriente (como lo sabe de sobra
rigen su principal vocacin, y las bases intelectuales, polti- Ingmar Bergman que tambin cede a estas atracciones)
ca s y sociales, de su pensamiento. Cuando se visualiza la para que no sea necesario peregrinar hasta Canudos. Creo
produccin de Vargas Llosa en estas dos dcadas transcurr- que hay que buscar otros componentes de la historia para

- Recuerdo algo bellsimo que dice Roland Barthes: -Creo que tienen xito porque su caos es slo aparente. Ese
"Lo que t escribes debe demostrarme que me deseas." vrtigo tiene un rden. Me refiero sobre todo a Celine . Sus
libros son como vmitos. Fascinantes, deslumbrantes, pero
- Ah , pero eso es tan exacto, si pienso en mi experiencia no llegan a ser obras maestras absolutas por carecer de una
como lector. Cuando encuentro un libro que me conmueve estructura coherente que organice total y definitivamente
siento que hay un dilogo personal con quien escribi esa ese caos. Piense en Faulkner, en la inteligencia de sus estruc-
historia. turas . La violencia encerrada en esas sabias estructuras se
hace imperecedera.
- Barthes habla de "levantarse" al lector, "levantar-
lo" en el sentido de seducirlo. -Tambin en usted las estructuras son siempre muy
precisas, claras, rigurosas. Y como usted mismo lo dice:
-S, s, hechizarlo. El escritor que triunfa es el que consigue simtricas. Necesita encerrar las situaciones dentro de
anular en el lector todo tipo de conciencia crtica. El que lo lmites claros. Cree que esa caracterstica suya tenga
obliga a vivir la historia de manera ingenua e infantil. Por que ver con algn rasgo de carcter?
eso estoy en desacuerdo con las novelas del nouveau romano
Para m la novela es bsicamente una experiencia. - Nunca me lo he planteado, pero creo que puedo explicar-
lo. Yo siento que si no trato de contrarrestar los primeros
-Sin embargo usted ha dicho "la novela es forma". impulsos, la novela se vuelve un caos, una jungla. Si toma-
mos una historia y comenzamos a buscar motivaciones , con-
-S, claro, pero cuando digo "es forma" es porque creo que secuencias, la novela se hace interminable; La novela, por
solamente se consigue eso a .trav s de una organizacin, a naturaleza , tiende a expandirse, a .multiplicarse, a hacerse
tr avs de trucos, de trampas . infinita. La estructura es algo finito que permite sugerir la
infinitud.
- S?" Trampas?
, - La novela debe seducir, halagar, manipular el espritu del
,Por qu nunca una Ema Booary?
lector hasta hacerlo vivir la ficcin como una historia real. Y --Usted habla en La orga perpetua, del efecto que le
eso slo se consigue a travs de la trampa, es decir de la for- produca el suicidio de Ema Bovary dice que, habin-
ma .
dose cruzado por su cabeza la idea del suicidio acudi a
- Pienso en Celine y Miller, autores en que la forma no la lectura del suicidio de Ema. De esas pginas extrajo
importa nada. . "consuelo" "equilibrio", "repugnancia al caos", "gus-

15
explicarnos el inters de Vargas Llosa. fuerzas escondidas que para 'el a utor modelan las personali- ,
Ante todo, salvo en esa segunda etapa de retraccin y de dades, les otorgan espesor y relie ve, adquiere en el episodio
inseguridad, l siempre ha trabajado asuntos situados en un de Canudos una manifestacin particularmente inquietan-
cruce de coordenadas -personales y pblicas- , que asegu- te : el fanatismo-idealista . Es as que el Barn de Caabrava
ra una visibilidad conflictiva a sus criaturas, una desmesura ha de adjetivar tanto a Antonio Consejero como a Galileo
ntima y el pes~ de un "faturn " social. En la versin que l Gall , pudiendo incorporar tambin al coronel Moreira C-
ofrece de la tragedia del serrn, los componentes pbl icos, sar , que comparte con los anteriores una misma pasin irra-
que fueron los que llamaron la atencin de Da Cunha, estn cional de las ideas que le conducir a la destruccin.
ampliamente equilibrados p'orque a travs de ellos sejuegan Ese fanatismo- idealista mue ve a los personajes, conduce
destinos personales, entre los cuales la previsible muerte de la accin y lleva fatalmente a la catstrofe a todos. La hipr-
Antonio Consejero es de los menos importantes, si se la cote- bole de los comportamientos que persigue habitualmente
ja con las resoluciones definitivas a que se ve abocada la ma- Vargas Llosa, sin dejar que transgred a las fronteras realis-
1
yora de las criaturas narrativas. El princip io de " cargar" tas , encuentra aqu un abundante muestrario, aunque l ya
1

~i
una situacin llevndola a su lmite, para que devele la se- vena realzado por la literatura de Da Cunha, puesto que
creta, escondida, escamoteada naturaleza interior, cuyo Gilberto Freyre, prologando el Diariodeuna expedicao seala-
precedente parece venir del existencialismo sartreano y ca- ba "a tendencia paraomonumentalismo que quasi nunca oabandona"
rli ' musiano, se cumple aqu a fondo, en un universo confuso en agregando que" toda a obra de Euclides est cheia deflagrantes de
't que 'tambin la sociedad oficial se desnuda , se extrava y altitudes heroicas offerecidos pelos homense atpelos animes e pelas ,
pierde su atavo protocolar. amores nos seus momentos de resistencia, de dr, de sacrificio, defo-
,1 Creo que en la atraccin por el asunto tambin ha conta- me".lf
do su dominante nota irracional que es generadora de situa- Otras atracciones son de naturaleza ms estrictamente li-
'1
! ciones lmite casi incomprensibles pero no por eso menos se- teraria. La principal es la novela de aventuras de asunto
ductoras, y que explica que los temas mstico-populares del . americano, que soterradamente articul los Cien aos de sole-
sertn hayan invadido el cine de Glauber Rocha y Rui Gue- dad, siendo una de las causas de su xito popular. Aqu reen-
rra (creo que fue este ltimo qu ien descubri a Vargas Llosa contramos la versin realista del gnero , que en vez de apli-
el libro de Eucl des Da Cunha) y hayan divulgado en las l- carse a una parbola interpretativa de la historia americana
timas dcadas la literatura de cordel desarrollada por los a partir de un modelo nacional , se concentra en un episodio
cantores populares nordestinos, abas teciendo incluso el ci- igualmente clave de la totalidad histric a y social del conti-
clo narrativo encarado por Ariano Suassuna, A pedra doreino, nente. La novela de aventuras se apoya en el suceder de la
, y otras obras pertenecientes a la gastada frmula del "realis- peripecia, en la incesante cadena de acciones que se justifi-
mo maravilloso". El irracionalismo, en que se trasuntan las can unas a las otras pero donde cada una debe resplandecer

to por la vida", dice. Primero querra saber qu le pas - Me han acusado ya de eso, pero no lo comparto entera-
que pens en suicidarse. mente. Piense en la Selvtica de La casa verde, o en la Li-
ta. Mis mujeres son personaje s mu cho ms seductores desde
- Era un momento muy difcil en que se mezclaba una grave el punto de vista tico, ms coherente. No s. Tal vez al es-
crisis familiar con una sensacin de impotencia en el traba- cribir uno a partir de la propia experiencia los personaje s
jo. masculinos resultan ms accesibles . Sin emb ar go, me fasci-
. na y me intriga mucho ms la mujer que el hombre.
- Usted parece un ser muy vital. Es impensable como
suicida. La vida pasa por la obra

- Me resulta un poco impdico hablar de eso. Pero usted lo - Cul es, mientras escribe, su actitud frente a los he-
pregunta. Soy muy vital s. Ese fue un episodio nico en mi chos de la vida cotidiana y frente a los hechos de la
vida. Estaba desinteresado de todo. Pensaba que ya no es- obra? Siente que la verdadera vida est, en realidad,
cribira nunca ms. El suicidio me pareca la nica solucin. pasando por la obra?

- Pero por qu esas deprementes pginas lo desalenta- - Al principio entrar en el mundo de la novela me cuesta
ban de su propsito? Le producin terror, tal vez? enormemente y slo lo consigo a travs de la frecuentacin ,
la insistencia, la terquedad. Ahora, una vez embarcado en la
-En verdad que no lo s, pues. No lo s. Terror? Quiz, aventura de escribir, una vez familiarizado con el mundo de
quiz. Pero, al mismo tiempo, toda esa perfeccin all. Com- la novela todo se convierte en material de trabajo. Lo que
probar que la literatura puede ser algo tan rico, tan hermo- hago, lo que digo, lo que sueo de una manera consciente o in-
so, tan genuino. Hay personas que toman Valium. A m me consciente todo me sirve, todo es canibalizado por m.
servan de valium esas pginas tan hermosas que conoca de
memoria. -Tal vez se sienta en ese momento como alguien muy
egoista.
- Resulta bastante sorprendente que sintindose tan
atraido por Ema no haya intentado nunca una figura fe- - Terrible, monstruosamente egoista. Una especie de proce-
menina importante en torno a la cual girara una novela. so en accin para que salga eso que todava no es. Uno se
Sus mujeres estn casi siempre en segundo plano res- transforma en un vampiro que succiona toda la experiencia,
pecto de los hombres, en el sentido de que aparecen me- que sirve de todo, que se apoya en todo , con total , absoluta,
nos trabajadas como personajes. definitiva inescrupulosidad.
Mara Esther Gilio

16
dencia profunda del arte del siglo XX, el cual necesita de un
d ilogo con el arte del pasado, asumindolo, rechazndolo,
par odindolo, tr asmutndolo. Es un tema crtico de mucho
inters, qu e seguramente motivar examen detallado por los
intelectua les brasileos. .
Pero por encima de esas atracciones , ha y una ma yor en la
historia de Canudos, que responde a la conciencia de la sig-
nificacin ideolgica. El episodio dice cosas agudas sobre la
Amrica Lat ina , retr atando una situacin que los intele c-
tuales tienden a no ver, por la razn del artillero: porque
ellos no pertenecen al estrato en que esas cosas ocurren y sin
emba rgo man ejan un instrumental con el cua l deb en an ali-
zarl as y j uzga rla s.

4. Los desheredados de la modernizacin

Desde 1870 hasta entrado el siglo XX, un clamor popular


recorre Amrica Latina, test imoniando mprobos sufrimien-
tos a los que acompaa un pattico acento desesperanzado,
el de qu ienes saben ntimamente que no tienen salvacin
.que sus destinos estn sellados por el aplastam iento y I~
mu ert e. Son los aos de orden y progreso, los del ren acer
Tropa gubernamental en Canudos (189 7) econ~ico del cont inente , los del primer esplendor despus
por su imprevisible sorpresa . No es tarea fcil cua ndo el au- de un Siglo completo (desde la reforma borbnica de la se-
tor pr ocura no apartarse de una bsica fidelidad a la histo- gunda mitad del XVIII ) de estancamiento y retroceso.
ria , lo cual realza la maestra con que inventa situaciones Esto nos lo cuenta la historia que a posteriori revis esas
dentro del obligado ca amazo histrico y al tiempo explica dcadas, pues significati vamente son escasos los testimonios
docu~entales y mucho menos los literarios que en el perio-
los plurales enriquecimientos cdla tera les a que apela par a
sostener siempre vivo el inte rs del lector . Si por el rasgo no- d? reglstra.ron. los hechos . Es explicable : ese cla mor pro ce-
vela de avent uras , esta obra se emparenta y rivaliza con los d a mayoritariamente de las comunidades ru rales, funda -
Cien aos, a la vez se le opone por la dicotoma fantasa/rea- mentalmente grafas, las que adems comenzaban a distan-
lismo del tratamiento . Y si para aquella no falt quien ha- ciarse velozmente de las capitales que crecan impetuosa-
blara de arcasmo, tampoco faltar para sta la misma acu- mente, perdiendo por lo tanto los eventuales intelectuales
sac in, la cual , tr atndose de Am rica Latina, suena a cien- que tradujeran en pal abras escritas sus voces. Con todo , ese
cia frenolgica europea de Gall , incap az de percibir las recu- ciclo de lamentaciones cuenta con a lgunas obras maes tras
rrencias y las largas supervivencia s que se conj ugan en el como lo son las dos que lo encuadran : en 1872 El gaucho
con tin ente , combinndose, como ambas novelas lo mu es- Martn Fierro de jas Hernndez y en 1902 Os sertoes de Eu-
tran, con la ms exigen te modernidad artstica. clides Da Cunha. Entre ambas fechas varias obras singul a-
Otra atraccin liter ar ia tiene que ver con este gnero no- res, movidas por un afn documental , registran el grado m-
vedoso en Amrica Latina que con La guerra delfi n del mundo ximo de la represin que fue la ejercida cont ra las comuni-
aparece : el remaking. Forzos o es aclarar que la obra de Var- dades indias : en 1870 Una excursin a los indios ranquelesde Lu-
gas Llosa no intenta reescribir Os seruies sino que, como Da cio V. Mansilla en el sur del continente y en 1892 Tomchic
Cunha , se apropia de la historia origina l, salvo que una de de Heri brto Frias en el norte . No por aza r varias de las
su s fuentes pr incipales est dada por la tar ea intelectu al de obras.que registran la protesta rural fueron escritas por mili-
Da Cunha, tanto en su novela como en sus art culo s sobre la taIes "o escr itores vinculados al ejrcito. La explicacin es
guerra de Canudos y aun en su famosa Caderneta decampo que obvia : quien llev a cabo la repres in en todo el cont inente
hace poco fue editada 13 (de all pro cede el diseo de Canu- fue el ejrc ito , ya porque ejerc iera directamente el poder eje-
dos que la edicin de Seix Barral us para las guardas ). Bue- cuti vo (caso de Mxico , Uruguay, Colombia ), ya porque
na pa rte de los personajes procede de esas fuentes , en parti- fuera el sostn pr incipal de los gobiernos civiles (caso de Ar-
cular los jefes yagunzos y los militares, as como varios episo- gentina o Brasil) . En cualquiera de los casos , quien llev
dios ocas ionales . junto a ese material, Vargas Llosa recurre adelante el pro yecto modernizador y pudo hacerlo viable,
a otra robusta contribucin , tambin histrica, (la represen- fue el ejrcito, lo que es posible razonar de otro modo : slo la
ta?a por el eje polt ico en que se ub ican monrquicos y repu - fuerza represiva de que dispona el ejrcito era capaz de im-
blicanos ) y le agrega los restantes ejes y agrupamientos que poner el modelo modernizador, ya que l implicaba una rees-
hemos sealado, amn de novelar las que en los textos de Da tructuracin econmica y social que castigara ingentes po-
Cunha aparecen como informaciones escuetas. Su aporta- blaciones rurales, forzndolas a una rebelin desesperada.
cin personal, en cuanto creador de situaciones, personajes , La mayora de los intelectuales latinoamericanos de la -
escenarios, es ms de la mi tad de la novela. No obstante es- poca , ya acondicionados en los batiscafos urbanos, se dieron
to , ~uede ha~larse de un remaking: extrao artificio qu e ha por no enterados o asumieron el discurso oficial que acusaba
cultivado el Siglo dentro de un amplio abanico que va de la a indios y campesinos de " enemigos del progreso " ornamen-
".versin moderna " (el Ulysses de joyce) hasta la " transposi- t ndolo literariamente. Una brillante divisa intelectual,
cin de las formas " (Las M eninas de Picasso ) pasando por las " guerra al maln " , sirvi de justificacin a la campaa de
mltiples. " copias modernizadas " que ha practicado la in- exterminio de indios que el general Julio A. Roca llev a
dustria cmematogrfica. No es un accidente, sino una ten- cabo en la Argentina y le vali la presidencia de la Repbli-

17
'1 ca. Delante del general Porfirio Dlaz, el novelista Federico
:I Gamboa fundament ideolgicamente la campaa contra
los indios mexicanos : " No hallo en la Repblica entera ves-
tigios o hbitos indgenas; veo, s, muchos degenerados to-
dava , un empobrecido rebao de indios, el lamentable fin
de una raza que apenas vestida de cuerpo, desnuda de inteli-
gencia y exhausta de sangre, agoniza en silencio, sin dejar
nada, ni siquiera deudos que la lloren ".'
Quienes estaban en la primera lnea de fuego, hicieron
otras experiencias. Mientras los intelectuales urbanizados
se encandilaban con el progreso que transformaba acelera-
damente las ciudades, era causa de la aparicin de diarios y
revistas en los cuales alcanzaban renombre, generaba em-
pleos en el gobierno y hasta misiones diplomticas en el ex-
terior, los militares tomaron contacto con el oscuro envs de
ese periodo exaltante. Del mismo modo que en la guerra del
Paraguay (1865-70) aprendi el capitn brasileo Benjamin
Constant Botelho de Magalaes a detestar a la Monarqua,
transformndose en el fundador de la Repblica,'! del mis-
mo modo la guerra de Canudos (1896-7) har que el tenien-
te Eucldes Da Cunha, que aun en 1897 escriba en O Estado
de Sao Pauto los dos famosos artculos titulados" A nossa Ven-
deia" ," luego de presenciar la destruccin de las fuerzas de
Antonio Consejero escriba Ossertoes , Vista de Canudos
Incluso para ellos era difcil insertar esos episodios, de los una explicacin que responde a una determinada teora y a
que eran testigos, dentro del esquema de fuerzas que movan una evaluacin histrica de los beneficios y los perjuicios del
la poca, pues no slo estaban en el bando modernizado, proceso. Como ya anotamos, no fue la explicacin que, se-
sino que ocupaban el punto ms adelantado de la moderni- gn los esquemas intelectuales de la poca, se hizo entonces;
zacin. En 1870, ao de la derrota de Francia ante el ejrcito tanto stos como los nuestros proceden del desarrollo inte-
alemn y de la constitucin del Imperio germano, la rebe- lectual europeo, con el matiz diferencial, a favor de los lti-
lin campesina en el Uruguay pudo denominarse "revolu- mos , de la reelaboracin a que fueron sometidos los esque-
cin de las lanzas" porque era con ellas que peleaban los es- mas extranjeros dentro del continente, a la luz de experien-
cuadrones rurales contra un ejrcito que introdujo el fusil cias concretas y particulares. Los sucesos quedan fijos : las
rmington" para vencerlos. La unificacin nacional, la im- interpretaciones se han modificado. Incluso la evaluacin
posicin capitalina sobre el vasto hinterland, el sometimien- positiva de la modernizacin que ocup el pensamiento so-
to de las tendencias separatistas, la pauperizacin de las ciolgico durante medio siglo, ha sido sometida a dura revi-
! '
mayoritarias comunidades rurales, el desarrollo de la pro- sin en las ltimas dcadas, a veces con pasin reivindicati-
!
ductividad al servicio de economas exportadoras, todo eso va algo estril, pero tambin con fra documentacin propia
se llam progreso positivo, cuyos enemigos eran la Iglesia y del balance de ganancias y prdidas ". Es, no obstante, un
los indios. De hecho, la principal accin represiva fue dirigi- debate an abierto. A pesar de que Euclldes Da Cunha fue
da contra' los campesinos, de conformidad con un pensa- adscripto por la crtica a la llamada " lnea progresista " de
miento que as resume un historiador: "Se trata de hacer de los intelectuales brasile os," sus mejores analistas han teni-
ese campesino una suerte de hbrido que rena las ventajas do que operar una incesante rectificacin de los conceptos
del proletariado moderno (rapidez, eficacia, surgidas no s- que manej, respondiendo a la modificacin introducida en
lo de una voluntad genrica de trabajo, sino tambin de una el aparato terico que utilizaba po r otro que resultara ms
actitud racional frente al trabajo) y las del trabajador rural abarcador y persuasivo a nuestros ojos. Lo que funda su pro-
tradicional en Amrica Latina (escasas exigencias en cuanto gresismo es la comprobacin realista que opuso al discurso
a salarios y otras recompensas, mansedumbre para aceptar polltico manejado en la poca y que haca de los rebeldes
una disciplina que, insuficientemente racionalizada ella: simples soldados de la Monarqua derrotada, la Iglesia y el
misma, incluye vastos mrgenes de arbitrariedad). Son de- Imperio Britnico, tal como lo confiesan estas llneas descon-
masiadas exigencias a la vez, y no es extrao que no todas se certadas: " Era n realmente muy frgiles aquellos pobres re-
alcancen de ,modo completo. Mientras tanto, el sistema se beldes. Requeran otra reaccin. Nos obligaban a otra lu-
apoya en la aceptacin slo forzada de la plebe rural, que es cha". Fuera de ello, casi todas sus interpretaciones imponen
la gran derrotada sin haber en rigor ofrecido lucha "17. Esta- rectificacin. As, si dice q~e esa poblacin, "tallada para
mos sealando ejemplos de la lucha que ofreci y de su ca- revivir los estigmas degenerativos de las tres razas " , estaban
rencia de saldas. ipor lo cual estaba condenada de antema- " inmersa s en un sueo religioso, vivan bajo la enfermante
no. La inmolacin' de los estimados 25.000 habitantes de preocupacin de la otra vida "20 y " no pensaban en institu-
Canudos hace de este episodio una nueva Numancia: ni ciones que les garantizaran destino en la tierra " . Antonio
.ell~l! :vier~~ ot ra,solucin que no,fuera la muerte, ni el ejrci- Cndido corrige observando que Da Cunha " no advirti
(to, p04a,e~c~rar otra: que no fuera el ejemplar castigo. Esta- que Canudos, en lugar de representar apenas un fenmeno
.ba ,en.juego <.~.l;sist~ll}a econmico :y, social:~doptado; " " patolgico, esto es, de ,desorganizacin social , significaba
!;1 E;~te c;~; el d,1~~urSO, mterpretatvo que hacemos ahora, casi tambin y principalmente, la desesperada tentativa de una
.un !'ligio l dc:sp,u~s,: ~nc:jando Jos , esquemas .sociol gicos y nueva organizacin social, una solucin que reforzase la co-
.econ micos a~uales;YIPud.iel1do enpquecerlo~ .con los datos .hesi n grupal amenazada por la interferencia de la cultura
.que. I}~H>.roporc~ona ,l.a,;~tr~pologa cultural: es por lo tanto urbana "21.

18
Ser la elusiva conjuncin de estos intelectuales del proleta-
riado con los jefes agraristas (la ecuacin Ricardo Flores
Magn-Emiliano Zapata) la que comience a dar contextura
al movimiento de reivindicacin campesina durante la revo-
lucin mexicana bajo la consigna "Tierra y Libertad ".
El trgico desenlace de Canudos se produce cuando la
modernizacin ha triunfado . El prstino republicano, edu-
cado en el ms reciente pensamiento europeo, posedo de ele-
vado idealismo progresista, consagrado al bienestar y grandeza
de su pas, forjado en la disciplina del ejrcito, ese teniente
Eucldes Da Cunha descubre que en Canudos " la animali-
dad primitiva, lentamente expurgada por la civilizacin, re-
surgi entera ". Eso lo haba descubierto antes Sarmiento,
cuando el proyecto modernizador sobre el modelo europeo
recin despuntaba y agrupaba bajo sus banderas a los ro-
mnticos liberales, tipificado en Juan Manuel de Rosas y
sus mazorqueros, versin plena y definitiva , para l, del san-
guinario caudillo Facundo al frente de sus montoneras. Su
beligerante diagnosis de ese tercer elemento heterogneo apareci-
do tras la emancipacin poltica, y que no eran los coloniza-
dores espaoles ni tampoco los criollos esclarecidos, pues
despus de haber luchado con stos para vencer a Espaa, se
haban vuelto contra sus jefes urbanos, pudo ser encerrado
en una estricta dicotoma que tendra largo xito: "Civiliza-
El conflicto de Canudos se inscribe en la modernizacin cin y barbarie ". Sarmiento tuvo el mrito de su coherencia:
triunfante del ltimo tercio del XIX. La prdica de Antonio por mayor sensib ilidad que haya tenido respecto a los gau-
Consejero es la mejor expresin que tenemos de la doctrina chos, no vacil en tipificarlos como los representantes de la
utilizada por los rebeldes , de la ideologa en la cual expresa- " barbarie" y, adosndoles una improbable tendencia polti-
ban su protesta vital, sus reivindicaciones, sus demandas de ca, los hizo directos herederos del espritu colonial ; y tampo-
un puesto dentro del nuevo orden. Esa ideologa transit en co vacil en tomar distancia respecto a sus mayores , los
todas partes de Amrica a travs de un discurso religioso ar- hombres que hicieron la independencia bajo las banderas
caico, que era el nico de que disponan como parte central del " principio americano" contra el extranjero, para afir-
de su dotacin intelectual conservadora, como es propio de mar la positividad del "principio europeo " y declararse en
las comun idades rurales abandonadas. La mayor parte del todo secuaz de la civilizacin tal como la impartan Francia
volumen manuscrito de Prdicas ediscursos de Antnio Conselhei- y los Estados Unidos . En la fecha en que esas cosas deca,
ro que public Ataliba Nogueira, est consagrado a los " do- 1845, la modernizacin civilizada no era ms que un proyec-
lores " de Mara, la madre de Dios, desde la Anunciacin to surgido en la mente de intelectuales preocupados por el
hasta su soledad despus de la muerte de su hijo, con un lti- destino patrio ; en 1902, Da Cunha ya no est tan seguro de
mo sermn sobre "Maria, rainha dos mrtires". Es sta la las ventajas de ese proyecto triunfante, al cual por lo dems
figura clave que aparece en todas partes de Amrica invoca- dedic sus mejores energas , y, sobre todo, descubre que no
da por los desamparados : la Virgen de Lujn en la Argenti- puede interpretar los sucesos de Canudos trasladando los
na, la Virgen de Guadalupe en Mxico , siempre la madre a la modelos europeos ya clsicos sobre las insurrecdiones
que vuelven pidiendo proteccin. La misma condena de la populares.
Repblica, que formula el Consejero, se explica como defen- Desde Rio de Janeiro, antes de ir como corresponsal al
sa del orden pre-existente, con su jerarqua orgnica (rey- frente de guerra, hace una lectura exactamente igual a la de
obispo-padre de familia) que ha sido subvertida por la mo- Sarmiento y con la misma obnubilacin, pues despus de exa-
dernizacin republicana: "Todo poder legitimo emana- minar, como Sarmiento, la geografa y la sociologa de la re-
fio da Onipotencia eterna de Deus e est sujeito a uma re- gin, despus de explicar al hombre por el medio, en vezde sa-
gra divina; tanto na ordem temporal como na espiritual, de car una conclusin "taineana" atenida a estos componentes
sorte que, obedecendo ao pontfice, ao prncipe, ao pai, a particularizados, apela a un modelo europeo, igual que Sar-
quem realmente ministro de Deus para o bem, a Deus s miento . Canudos, dires "nuestra Vende " y esporlotanto la repe-
obedecemos" .%2 En terminologa gramsciana, Antonio Con- ticin de una insurreccin popular inspirada y dirigidaporlosmonr-
sejero fue el " intelectual orgnico" de la clase campesina, quicos derrotados contra la revolucin francesa triunfante, en los aos
pero era sobre sus espaldas que habra de hacerse la acumu- de 1793 a 1796, durante el apogeo del Terror robespieriano y cuyos
lacin capitalista por quienes disponan de los instrumentos efectivos campesinos, los chouans, ya haban motivado la atrac-
de dominacin y de represin, de ah que los monrquicos y cin de Balzac . En sentido estricto, no se equivocaba, si ve-
la misma Iglesia concluyeran"aceptando el nuevo orden en mas en la Vende, el primer ejemplo histrico de esta tercera
cuanto les conceda un lugar, abandonando a su base popu- fuerza heterognea en el sentir sarmientino y no hacemos de sus
lar. No contaba este intelectual sino con escasos recursos in- campesinos el mero brazo armado de la reaccin, o del colo-
formativos y, trgicamente, no era su culpa. Lo mismo le niaje, como se argumentaba en Facundo, o de los monrqui-
ocurri a todos los lderes religiosos de fines del XIX, cuya cos, como se dijo en 1896. La historia y la vida son ms com-
educacin no tena parangn con la superior que alcanzaron plejas que estos esquemas polticos. Sin la remocin revolu-
los intelectuales del proletariado, ya que ste, aunque en si- cionaria no hubiera emergido esa tercera fuerza, y cuando
tuacin oprimida, integraba la modernizacin en curso, lo efectivamente lo hace sobre la escena histrica, son sus pro-
que le otorg una visibilidad ms amplia de los problemas. pios intereses los que reivindica, en la medida en que los pero

19
cibe vulnerados, al tiempo que ha conquistado un derecho pn es, dado que en los dems ej emplos citados; pudieron
de expresin que le haba estado drsticamente rehusado. haber surg ido intelectuales qu e rees cribieran el texto de Da
Puede enmascararlos segn las frmulas ms cercanas a que Cunha " N uestra Vende " , ya que enor mes secto res de la
puede echar mano, lo que le llevar a manejar banderas an- poblacin, en particul ar los ms desvalidos, de origen rural,
tiguas, lo que permitirque sea manipulada por el sector de- se arrojaron desesperadamente a un a pr ote sta en la que ju-
rrotado en una revolucin, pero debajo de esas variadas ex- gaban su sup erviven cia. Lo hicier on ena rbo la ndo el discurso
presiones pblicas, hay un contenido distinto, hay una de- ideolgico tr adicionalista que ser va para int egrar plurales
manda especfica que no encontraba satisfaccin en el a nt i- fuerzas y tendencias , en espe cial el discurso religioso qu e era
guo rgimen ni la encuentra en el nuevo. A mediados del .el ms antiguo, el ms enraizado y qu e aba rcab a mayor can-
XIX, Carlos Marx vio con claridad que, para triunfar, la tidad de estratos sociales. Es po sible ver en estas ba nderas
clase que promueve la revolucin debe hacerse intrprete de una inslita reviviscenciade las guerras de religin del XVI
las reivindicaciones de todos los est ratos inferiores qu e no europeo, que se repetiran en las -ot rora - zonas margina-
tienen fuerzas para proclamar las propias, lo que no asegura les de la economa-mundo, pero es tambin posible revisar
que las siga defendiendo despus que ha triunfado gracias a l la interpretacin de aquellas guerras de religin , a la luz de
apoyo de esos grupos sin voz a los cuales ha convocado a la estas cercanas, viendo, en ambas , conmociones deri vad as de
batalla. Un ttulo de Balzac -admirablemente analizado ingentes transformaciones de la socied ad y de la economa,
por Georg Lukcs- dice lo que ocurri al triunfo de la revo- en qu e el pro ceso modernizador (a l qu e el socia lismo en oca-
lucin burguesa: Las ilusiones perdidas. .siones atempera , pero que en otras ocasion es dota de un pu-
Jos Mart reconoci esta traicin a fines del XIX y por ' ritanismo mesinico ) golpea fuerte s sectore s de la pobla-
ella explic las constantes revoluciones y guerras civiles que cin . Sobre todo, (en aquellos casos en que se concede pr io-
vivi Amrica Latina desde la independencia. El padeci- ridad al proceso industrializador ) a los secto res rura les, a los
miento del continente en ese periodo admita entre otras que se hace pagar la inversin ne cesari a al despegu e y a los
causas que " las capitales de corbatn dejaban en el zagun cuales se agrede con las mutaciones cultura les qu e ob liga da- .
al ca mpo de bota de potro " y que " los redentores biblige- mente acompaan una modernizacin sos tenida en una in-
nos no entendieron que la revolucin que triunf con el alma fraestructura industrial ajena a las tr ad iciones na tivas.
de la tierra, desataba a la voz del salvador, con el alma de la La pluralidad de conflictos que ha presenciado el siglo
tierra haba de gobernar y no c ~mtra ella y sin ella " . Su re- XX , admitiran una tipologa qu e no es del caso formular
quisitoria en el famoso texto N uestra Amrica es a favor del aqu, a tendiendo a diver sas coordenad as: el nivel de desa-
qu e design como " el hombre natural " del que crea que " es rrollo de la sociedad originaria a la qu e se a plica una moder-
bueno, y acata' y premia la inteligencia superior, mientras niza cin; la intensidad de este proceso y el concenso sob re el
sta no se vale de su sumisin para daarle o le ofende pres- cual se apoyara ; la integracin qu e se concede a los com po-
cindiendo de l" (texto de concepcin elitista porque no pre- nentes tradicionales dentro del nu evo pr oyecto ; la fuer za del
vee que el " homb re natural " sea el que pase a gobernar) y corpus ideolgico nacional ; la via b ilida d pr ofund a de la mo-
contra los "letrados artificiales " que ignoran la contextura dernizacin o su mero carcter accidental , etc. etc. Tambin
real del pas y gobiernan con modelos europeos contra los cuenta, en una tipologa , el mayor o men or tiempo de inc or-
intereses populares, despus que fueron las escuadras de poracin a los parmetros occidentales de la cultura euro-
gauchos o llaneros las que permitieron alcanzar la indepen- pea en la sociedad que pasa a modernizarse. En ese sentido
.dencia . Oponindose, sin citarlo, a Sarmiento, afirmar que puede decirse que Amrica , gra cias a su tempran a inclu sin
.. no hay batalla en/re la civilizacin y la barbarie, sino entre la falsa en las coordenadas europeas, no ha mostrado en los ltimos
erudicin y la naturaleza " encontrando as una curiosa justifi- treinta aos largos rupturas tan grav es como las qu e se han
cacin de las tiranas: "Las repblicas han purgado en las visto en los pases asiticos y africanos en aquellos pases
tiranas su incapacidad para conocer los elementos verdade - que se incorporaron a la modernizacin , ya de un o u otro
ros del pas, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar signo . Salvo el caso puertorriqueo que en mu chos aspectos
,con ellos " . 23 . ha sido ca tast rfico, no podra decirse lo mism o de lo ocu rri-
Esa traicin, que lcidamente vio Mart en 1891, no fue do en Canad, Cuba y Venezuela (capitalista, socialista y de
observada respecto a los yagunzos de Canudos. Este plano economa mixta respecti vamente ) aunque en los dos ltimos
de la interpretacin todava no era claro para Da Cunha, no han dejado de producirse intensas remezones y extrema-
que se limit a reconocer en la atroz carnicera en que con- das tensiones del cuerpo social, sobre todo en Cuba que per-
cluy Canudos, un ejemplo de El crimen)' la locura de las na- di un milln de habitantes pero donde la Iglesia desarroll
cionalidades. . una poltica de con ciliac in, que no ha aplicado en cambio
El proyecto modernizador fue conducido desde sus orge- en Polonia.
nes en el XVIII por la burguesa capitalista y aplicado al - Esta tercera fuerza heterognea, ha sido sumada , una vez tras
rea ms cerca na y afn a Europa -la Amrica de extremo a otra, a alguna de las fuerzas en frentadas que. es c~ paz ~e re-
extremo- por lo cua l algunos de sus deletreos efectos fue- conocer un pensamiento dominado por el blO~nsmo , inca-
ron atribuidos al sistema de propiedad de las fuerzas pro- paz de aceptar un trinarismo, que evoca, demasiado, ~og~as
. ductivas, mucho ms que a estas desnudas fuerzas con sus religiosos. Esta fuerza fue superpuesta por los doctrinarios
rudas aplicaciones. Desde la revolucin socialista de octubre modernizadores a sus enemigos derrotados y fue presentada
de 1917, se definieron dos vas diferentes que llevaron ade- como una contrarrevolucin.' Canudos no era otra cosa que la
lante el mismo proceso : la socialista y la burguesa, las cuales revancha de los monrquicos quienes, con el apo yo del Im-
actuaron sobre otras zonas del planeta a las que llegaban, perio Britnico (todava no se utilizaba la denominac~~n In-
fatalmente, las estructuras de la sociedad industrial descu- telligence Service), procuraban derrotar a la revolucin r~
biertapor la burguesa europea. La modernizacin se aplic publicana y positivista, que haba destronado al Re y y ha~la
en el Japn' o en el Irn, dentro de patrones capitalistas, o en cerrado el paso a la Iglesia , los que se aprovechaban de la Ig-
Cambodgia o el Afganistn, dentro de patrones socialistas, norancia campesina para restaurar sus privilegios. A lo lar-
lo que no hace sino rubricar la excepcionalidad del caso j a- go de su libro, Da Cunha destruye estas imputaciones, en las

20
polti ca bahiana durante un cuarto de siglo; uno , intel ectu al
idealist a y tmido, otro, poltico realista y prctico ; uno , qu e
ha participado por diversos aza res de la vida de ambos ban-
dos, otro, que procede del mundo exterior y de los altos nive-
les del poder. No empec estas diferencias, ambos convergen
a la bsqueda de una significacin de los hechos , al encu en-
tro de las lecciones a asumir. Mientras se suceden los lt i-
mos episod ios del comb ate , comienza a desplegarse el dis-
curso interpretativo de la historia, que ya el periodista anun-
cia como prembulo de un libro, pues la realidad se trans-
forma en un texto y los hechos son devorados por la interpre-
tacin .
" Ms que de locos es una historia de malentendidos " (p .
434) dice el periodista, sin saber que repite una reflexin qu e
antes en la novela haba hecho el barn de Caabrava: .. El
mundo entero le pareci vctima de un malentendido sin re-
medio " (p . 243). El punto de partida es, pues, el camusiano
malentendido, por definicin el malentendido de la Histo-
ria. En una breve recopilacin de ensayos, Entre Sartre y Ca-
mus, publicada al tiempo de su novela, Vargas Llosa no solo
indica expresamente en su prlogo que "dicen ms sobre
quien los escribi que sobre Sartre, Camus o Simane de
Antonio Consejero Beauvoir" , sino que agrega que ellos muestran "el itinerario
cua les crea desde Ro de J an eiro, antes de ir a Canudos. de un latinoamericano que hizo su aprendizaje intelectual
Tras l, Vargas Llosa completa la demolicin de estas impu- deslumbrado por la inteligencia y los vaivenes dialcticos de
taciones, porque presenta directamente a las fuer zas monr- Sartre y termin abraza ado el reformismo libertario de Ca-
mus " . 24
qui cas (el Barn de Caabrava) liberndolas de toda com-
plicidad y pre senta directamente a las fuerzas republicanas Su ensayo " Albert Ca mus y la moral de los lmites "
(Epa minondas Goncalves) en una maquiavlica conspira- (1975) es una penetrante lectura del pensamiento de Camus
cin (no probada histricamente ) para intentar atribuir la y mucho ms que eso : una autodefinicin, su esfuerzo ms
rebelin de Canudos a los monrquicos, para por ltimo sistemtico hasta la fecha para exponer sus propias ideas, su
aproximar ambas fuerzas en defensa de mutuos intereses de rechazo de " la idolatra de la historia ", su " rechazo frontal
. poder y propiedad. Este prolijo anlisis narrativo confier e del totalitarismo " , su "horror del dogma, de todos los dog-
ntegra autonoma al movimiento de Antonio Consejero, tal mas ", una "utopa relativa " , de la que " ha n sido despedidos,
como lo han ido fundamentando los historiadores liberales y por lo pronto, el cristianismo yel marxismo " , "poniendo eln-
progresistas brasileos, que han reconocido su autenticidad fasis sobre todo en aquello que los otros desdeaban u ol-
y su legitimidad, su vlida representatividad popular. La vidaban : la moral " para ser " en la teora y en la prctica, un
imputacin de contrarrevolucionarios, formulada cada vez que anti-conformista, un impugnador de lo establecido " , vol-
esta tercera fuerza apareca para oponerse al pensamiento viendo por "valores individualistas por definicin, alrgicos
progresista (liberal, positivista, marxista ) pierde as su te- a la concepcin puramente social del hombre " en los cuales
rrorismo, y adquiere en cambio un matiz grotesco. La lti- resuena " la voz de la razn y de la moderacin, de la tole-
ma versin de este trmino terrorista es quiz la menos con- rancia y la prudencia, pero tambin del coraje y de la liber-
vincente y, desgraciadamente, ha sido aplicada invocando el tad , de la belleza y el placer". Vargas Llosa conoce mejor
socialismo : es la dirigida a los diez millones de obreros de que nadie, as lo dice, el debate que motivaron esas ideas
Solidarnos, en Polonia. sucintamente espigadas de su ensayo, en las frecuentes pol-
micas de Camus. Tampoco intenta renovar la polmica sino
exponer, merced a su retorno a Camus, su actual pen sa-
5. Las conclusiones de Vargas Llosa miento. .
El lector de La guerra delfin del mundo encontrar algunas
Si toda la novela es conducida por una neutralidad expositi- de estas ideas en el barn de Caabrava. Para l Canudos ha
va, la cual se obtiene mediante un equilibrio de virtudes y sido "esa historia estpida, incomprensible, de gentes obsti-
errores en cada bando, en cada personaje, modelando el nadas, ciegas , de fanatismos encontrados " (p . 500) produ ci-
conjunto con tcnica de claroscuro, forzoso es proceder a da por esa " raza curiosa, la de los idealistas " (p. 236) tipifi-
una evaluacin cuando se llega al final. Los fragmentos en cada en tres figuras claves, Antonio Consejero, el coronel
que se cuentan los ltimos das de Canudos con la mons- Moreira Csar, Galileo Gall , con quienes le resulta " va no
truosa ca rn icera final (que en Da Cunha inflamaban el esti- tratar de razonar" pues " era como si el mundo hubiera per-
lo de cida denuncia y en Vargas Llosa conducen a la espec- dido la razn y slo creencias ciegas, irracionales, goberna-
tacular imagen surrealista de los millares de urubes co- ran la vida" (p . 238). En ellos detecta asimismo la superpo-
mindose a los muertos) alternan con un largo dilogo entre sicin de los medios sobre los fines que le permite hacer de
el "periodista miope " y el barn de Caabrava, los dos per- esta guerra de 1896 el paradigma del inminente siglo XX
sonajes mejor preservados de la locura general. Son, ms con sus luchas ideolgicas y dar un vislumbre sobre el signi-
bien, dos monlogos que se intercalan y en los que cada uno ficado del ttulo austero de la novela: " T odas las armas va-
hace su balance. len, murmur. Es la definicin de esta poca del siglo veinte
Son dos emisores opuestos con visiones diferentes . Uno, que se viene, seor Gall. No me extraa que esos locos pien-
insignificante hombre del comn, otro, poderoso rector de la sen que el fin del mundo ha llegado" (p. 242).

21
En su ensayo, Vargas Llosa habla obviamente del siglo Ocurre que Chejov manejaba un realista encuadre socio-
XX: " El nazismo, el fascismo, el anarquismo, el socialismo , cultural, merced al cual perciba en los comportamientos'
el comunismo, son los personajes de este deslumbrante dra- personales las estratificaciones sociales a que pertenecan y'
ma, en el que vemos cmo, poco a poco, en una inversin lo haca con la alta lucidez de qu ien equilibra los dones indi-
casi mgica, las ideas de los hombres se emancipan de pron- viduales y los dones clasistas . Creo que en su diseo Vargas '
to de quienes las producen para, constituidas como una rea- Llosa no solo ha retirado al Barn de Caa bra va de la His-
lidad autnoma, consistente y belicosa, precipitarse contra toria , haciendo de l un sagaz observador que adems aproo.
su antiguo amo para sojuzgarlo y destruirlo'?" Recompo- vecha la leccin, sino que lo ha retirado tambin de toda es-
niendo la visin europeista de Camus, que, como recuerda, tructura clasista de la sociedad y sta, como sabemos , no es
fue formulada " en la poca de las ideologas y de las ideolo- un invento marxista, sino una objetiva mensuracin, econ -:
gas totalitarias", transcribe este texto camusiano: "Recha- mica y social. No digo que sea imposible un poderoso seor
zar el fanatismo, reconocer la propia ignorancia, los lmites de vidas y haciendas que aprecie la belleza , ame profunda-
del mundo y del hombre, el rostro amado, la belleza, en fin, mente a su esposa , viva todo el tiempo que pueda en Europa,
he ah el campo donde podemos reunirnos con los griegos ". acepte resignadamente la derrota, entregue el poder al ad-
Un par de siglos antes, y en el contexto de la lucha de las versario e interprete la Histo ria como un obser vador ajeno"
nuevas ideologas iluministas contra los fanatismos domi- sino que el fanatismo que mueve toda la novela resulta can-
nantes (de la Iglesia y de la Monarqua), Voltaire haba he- celado cuando llegamos al estrato monrqu ico y tradiciona-
cho su campaa libertaria de la que naci su libro De la tole- lista que , adems, acaba de ser derrotado. La distancia res-
rancia. En una evolucin similar, concluy su divertido folle- pecto a Da Cunha es aqu clara : l descubri en Canudos
to Candide, contra el fanatismo providencialista, con un con- que los adeptos del Consejero representab an la tercera fuer-
sejo que preanunciaba a Benjamn Franklin: " 11 faut culti- za heterognea de que hablaba Sarmiento, pero no por eso
ver son jardin". No es un horizonte demas iado seductor, dej de saber que exista tamb in una lucha de republicanos
pero conviene tenerlo presente para comprender la impre- y monrquicos, y que la revolucin , en cua lquier ejemplo, \
vista ltima evolucin del Barn de Caabrava en la novela origina la contra-revolucin de los der rotados , porque stos
de Vargas Llosa. defienden sus intereses y su cosmovisin .
Ese Barn de Caabrava es uno' de los puntos dbiles de El otro acercamiento a la verda d, en este intercambio de
la novela. Siendo, en el esquema de fuerzas diseado, quien monlogos, es del period ista, a qu ien se atrib uye una simb-
representa a los ricos hacendados monrquicos y tradicio- lica " miopa ". Lo he definido como el intelectu al nacional-
nalistas , es a quien caben comportamientos realistas, inter- progresista en oposicin a Gall , el anarquista , que no com-
pretaciones lcidas de la situacin y, sobre todo, quien est prende nada que previamente no est en su esq uema. Mien- '
exceptuado del tratamiento dual a que son sometidos los tras que Gall es lo que Jorge Basadre hubi era llamado "un
restantes personajes, oponiendo componentes positi vos y progresista abstracto ", el period ista procur a edificar una
negativos. Ha sido diseado fuera de la Historia en que to- teora a partir de su praxis , en la que es ms diestro por su
dos los dems se debaten como fieras y quizs a ello se deba nacion alidad, por compartir una historia y una cultura. Sus
que sea el nico que aprecia la belleza y el refinamiento . Es dudas le impiden aceptan las versiones oficiales sobre Canu-
por lo tanto, dentro del esquema trazado por el a utor, inin- dos pero no consigue pasar a afirmaciones nuevas. Esa es la
teligible. Su opositor poltico, Epaminondas Goncalves, es lnea generativa con que ha sido trazado el per sonaje : des-
ejemplo del fanatismo republicano, cuya contextura moral creer escpticamente de las interpretaciones aceptadas y ser
queda develada por las sucias tra mpas a que apela para ga- incapaz de asumir el nuevo discurso interpretat ivo, a mbi-
nar su pelea. En cambio el barn de Caabrava no represen- gedad que culmina cuando vuelve a ped ir trab ajo a los con-
ta un fanatismo monrquico, del que la poca dio abundan- servadores monrquicos de los que se hab a aleja do para
tes testimonios, incluso intelectuales, como la obra de servir a los republicanos progresistas.
Eduardo Prado. Es la n ica fuerza poltica, econmica y so- Reflexiona: " Puede explicarse Canudos de acuerdo a los
cial, que acepta, sin oponer lucha, su derrota, lo que vuelve conceptos familiares de conjura, rebelda, subversin, intri-
ininteligible, por irreal, la campaa republicana contra ella. gas de los polticos que quieren la rest auracin monrqui ca ?
Ininteligible incluso la Historia. Hoy, oyendo al empavorecido curita , ha ten ido la certidum-
Para modelar en claroscuro al personaje , le hubiera bas- bre de que no. Se trata de algo ms difuso, inactual, desacos-
tado a Vargas Llosa con una reflexin sobre las operaciones tumbrado, algo que su escepticismo le impide llamar divino o
que le depararon su riqueza, patentizada con atroz negativo diablico o simplemente espiritual. Qu, entonces? Pasa
en la situacin de esos millares de yagunzos que integ ran , la lengua por su cantimplora vaca y poco despus cae dor-
desesperados, las fuerzas de Canudos. Esos hombres son los mido " (p. 250). El fragmento evidencia la tcnic a con que lo
trabajadores rurales que dieron sus vidas por la riqueza de elabora el autor : toda reflexin reveladora se cierr a con una
los florecientes hacendados monrquicos. Me parece perspi- nota caricaturesca que delata su impotencia intelectu al para
caz haberlo dotado de un aprecio por la belleza , que luego asumir la verdad que merodea . Su miedo , su debilid ad , su
ser enriquecida con el descubrimiento del placer, ya que desamparo, su figura risible, mojonan puntualmente los de-
eso evoca la genial diagramacin de posiciones que Antn bates de una conciencia insegura. Sin embargo, le caben
Chejov traz en El jardn de los cerezos, salvo que el esteticismo percepciones an ms profundas que las del Barn , a unque
de Liuba y su hermano est visto crticamente como emana- la leccin fundamental que ambos saquen ser semejante.
cin de una aristocracia en decadencia, y ellos aunque no Cuando cae en Canudos, tiene la ma yor revelacin :
pierden su fascinacin, estn dibujados como figuras inanes ,
incapaces ya de comprender la realidad, actuando con irres- Era como .. . era como ... Busc con desesper acin esa se-
ponsabilidad e incoherencia. La hacienda de Calumb es tan mejanza con algo que saba depositado al fondo de la me-
bella como "el jardn de los cerezos ", pero de ella no se dice, moria porque, est seguro, una vez que asomara a su. con-
como en cambio lo hace el eterno estudiante hablando del ciencia le aclarara lo que estaba sintiendo. S: los can-
ceresal , que cada uno de esos rboles es la vida de un siervo. dombls. Alguna vez, en esos humildes ranchos de los mo-

22
Esta va explica que el periodista miope descubra el amor
y que el Barn de Caabrava descubra el placer : "El amor,
el placer, pens el Barn, desconcertado : dos palabras in-
quietantes, dos meteoritos en la noche de su vida. Le pareci
sacrilegio que esas hermosas, olvidadas palabras, aparecie-
ran en la boca de ese ser risible, encogido como una garza en
el asiento, con una pierna trenzada a la otra " (p. 473). A la
escena del periodista haciendo el amor con J urema , con la
indirecta participacin del Enano, en un refugio de Canu-
dos, responde la desconcertante escena del Barn haciendu
el amor con Sebastiana, la criada, bajo la complaciente mi-
rada de la esposa . El desbalance narrativo entre las acciones
picas de Canudos y estos resultados hednicos es demasia-
do flagrante como para no delatar la manera forzada en que
stos son incorporados a la novela, a modo de conclusin .
Relaciones humanas enteramente vlidas adquieren as una
artificiosidad grotesca, ms an en el caso del Barn que en
el del periodista, ya que parecen responder a una voluntarie-
dad intelectual o a una orden del autor. Si en la mera lgica
narrativa son soluciones forzadas, en el esquema de signifi-
cacin son irremisiblemente ingenuas , muy por debajo de la
solvencia con que se ha hecho el planteo de la obra . Da Cun -
renos de Salvador, o en los callejones de detrs de la Esta- ha se haba limitado a la denuncia del crimen y la locura ;
cin de la Calzada; asistiendo a los ritos frenticos de esas Vargas Llosa procura dar soluciones, haciendo proposici o-
sectas que cantaban en perdidas lenguas africanas, haba nes de lo que sera una especie de moral natural, los impul -
percibido una organizacin de la vida, un contubernio de sos a la afectividad y al placer que vienen en la piel de los se-
las cosas y de los hombres, del tiempo, el espacio y la ex- res humanos: "il faut cultiver son jardn ",
periencia humana tan totalmente prescindente de la lgi- Tras el incendio y la carnicera de Canudos, es meramen-
ca, del sentido comn, de la razn, como la que, en esta te una elisin del problema, no una solucin. Pienso que
noche rpida que comenzaba a deshacer las siluetas, pero procede de la renuncia al aparato intelectual sociolgico
ciba de esos seres a los que'aliviaba, daba fuerza y asien- cuando se est analizando un acontecimiento social. No es
to esa voz profunda, cavernosa, dilacerada, tan despectiva este el lugar para hacer recuento de discrepancias con el '
de las necesidades materiales, tan orgullosamente con- pensamiento de Mario Vargas, tal como aparece en sus en-
centrada en el espritu, en todo lo que no se coma ni ves- sayos, sino de considerar por qu ese pensamiento falla den-
ta ni usaba, los pensamientos, las emociones, los senti- tro de su propia literatura y perjudica una novela excepcio-
mientos, las virtudes . Mientras la oa, el periodista miope nal. Cuando Karl Mannhein describe la operacin central
crey intuir el porqu de Canudos, el porqu duraba esa de nuestro tiempo como una definicin del hombre respecto
aberracin que era Canudos. Pero cuando la voz ces y a una suerte de absoluto llamado sociedad (despus de ha-
termin el xtasis de la gente, su confusin volvi a ser la berlo hecho con Dios y con la Historia) se est limitandoa
de antes. (p. 352-3). comprobar la aparicin de sociedades masivas, desconoci-
Est aqu apuntada la tesis central. Al fanatismo idealis- das hasta el XVIII, que deben enfrentar los problemas espe-
ta, que se visualiza como una pura racionalizacin intelec- cficos que ellas acarrean, para lo cual generaron nuevos
tual que por s misma es destructora de la vida, del placer y aparatos tericos (de la sociologa a la antropologa,pasan-
de la belleza, se opone la defensa de estos valores a travs de do por la economa moderna) que venan acondicionados a
una aprehensin irracional, emanacin de fuerzas vitales esos fines. Es perfectamente lcito proponer diferentes ap a-
oscuras y profundas que no perteneceran a las capacidade~ ratos tericos (y no hay duda de que nuest ros descendientes '
intelectivas humanas. En su anlisis de L 'Etranger de Camus de siglos futuros lo harn, como lo hemos hecho nosotro s
conclua Vargas diciendo: " Porque la verdad -esa verdad respecto a nuestros antepasados) siempre y cuando sean ca;
natural , que mana de la boca como el sudor de la piel- est paces de operar los problemas concretos de su realidad pre-
reida con las formas racionales en que se funda la vida so- \ sente. Al margen de los catecismos al uso, si los pensamien-
cial, la comunidad de los hombres histricos ", y en su reen- tos de Alexis de Tocqueville o de Carlos Marx (para citar
cuentro con el pensamiento de Camus, contaba esta trasmu- dos autoridades opuestas) son aun utilizados por nosotro s.
tacin: se debe a que siguen proporcionando interpretaciones feha-
cientes de la composicin y organizacin de la sociedad :
A este hombre citadino, al que los pensadores modernos Raymond Aran preferir al primero y Jean Paul Sartre hu-
han convertido en un mero producto histrico, al que las biera preferido (no demasiado) al segundo, en la medida en
ideologas han pri vado de su carne y su sangre, a este ser que permiten inteligir la sociedad. Renunciar al 'aparat o
abstracto y urbano, separado de la tierra y del sol, desin- adecuado, uno u otro , para encarar los problemas de la so-
dividualizado, disgregado de su unidad y convertido en ciedad, no hace que stos desaparezcan y aun podra pen-
un archipilago de categoras mentales, Camus opone el sarse que no hace sino agravarlos.
h~~brc:: natural, unido al mundo de los elementos, que A lo cual se agrega que la oposicin diseada por Vargas
reivindica orgullosamente su estirpe fsica, que ama su Llosa parece contradictoria. Son valorados positivam en te
cuerpo y procura complacerlo, que encuentra en el acuer- los impulsos irracionales del cuerpo, pero invalidado el irra-
do con el paisaje y la materia no solamente una forma plena cionalismo cuando procede de la mente. No es tan irrac io-
y suficiente del placer, sino la confirmacin de su grandeza. nal el fanatismo como la apetencia de placer? Si ste es justi-

23 '
...

ficado, cmo negar aqul. Y si 'n os atenemos a las ~onse dijo que haba dos form as de en tra r a la socieda d : repta ndo
cuencias, el fanatismo religioso que hace de un asesino u~ , o como una bala de can . Est a lti ma es la opcin de Var-
hombre respetuoso del prjimo (Joao Gran~e) es menos va- gas Llosa , como cabe a todo crea dor dotad o cuando cons-
lido que 1poltico de Gall que quie re dar su vida I??rlos caz:n- , truye un mensaje destinado a la socieda d. Ha entrado a un
pesinos rebeldes? El manejo de una concep~uaclOn pasatis- combate donde no pide ni da cuartel. En verdad l es un es-
ta, desenfocada y marginal a los problemas cent:ales que se plndido fantico de la literatu ra .
desarrollan en la novela conduce a una convencIOnal repr o-
bacin de la violencia (la famosa partera de la H istoria ) que University of Maryland
aunque sea un discurso muy cult ivado por los estratos que enero/1982
prefieren olvidar que con ella conquistaron su actual p~der,
carece de rigor intelectual porque a la vez carece de re?hsmo Notas
histrico . En su traslcida lectu ra de un malentendido no
1. Barcelon a , Edit orial Seix Barra l, J 981. Toda s las ind icaciones de p-
menos carnicero que el de Canudos, el de la guer ra tro yana, gina remiten a est a edicin .
Simone Weil prefiri realistamente habla~ de La l~ada 2. A margem dahistoria(p rimera ed icin brasil e a ) Sao Paul o Lello Brasi-
como .el poema de la fuerza . Las interpretaclOn~s doctn~a leira , 1967,p. 115. " .
les, en La guerra del f in del mundo, por la camusiana aspi ra- 3. Domingo F. Sarmiento, Facundo, Caracas, Bib lioteca Ayac ucho, 1977,
p. 66.
cin tica que las rige, cumplen una equ iparacin progre si-
4. " Un proceso a utonmico : de la s liter atura s nacionales a la literatura
va de tres rdenes, esca samente fundados y toscament e en- lati noa merica na " en : Estudiosfilolgicos )' ngJI,cuJ. Homenaj ea Angel Rosen-
cadenados : la violencia es engendrada por el fanatismo y el bial en sus 70 aos. Caraca s, Institut o Ped a ggico. 1')74, pp . 445-458.
fanatismo es engendrado por el idea lismo, care ciendo este 5. J os Miguel O viedo , Mario Vargas Ll osa: la 1111'(TlC/n de una realidad,
ltimo de aparente legitimac in en la realidad. Creo que la Barcelon a , Barra l ed itores, 1970.
6. " Ensoa cin y ma gia en Los ros profundos'. pr logo a J os Mara
contradiccin responde a que desplegando un tema histr i- Arguedas, Los ros profundos, Caracas, Bib lioteca Ayacu ch o, 1')78, p. XI V.
co donde operan las fuerzas sociales , se lo dej a de visualizar El text o es ilust rativo : "Estos min scul os c r tere s ac t ivos q ue salpica n la
como el conflicto social que es, se aspira a combat ir la " ido- lisa superficie de la novela , crean un sis tema circu latorio de emociones,
latra de la historia " apelando a soluc iones individuales que, te nsiones y vivenc ias q ue enriquecen su be lleza co n incon teni ble flujo de vi.
buenas o malas , son enteramente inope rantes, se limita n a da".
7. Va se Jos Ca la sans Brand o da Silva , No em/JO de :!nlnio Conselhei-
renunciar a buscar .soluciones al problema. ro; figuraseja las da Campanha de Canudos (Sa lvador. 1'15')) ; Ol impio de Souza
Sin duda hay un fanatismo de las ideas como sin dud a hay Andrade, HistoriaeinterpretacaodeOsmiDes, Silo Pa ulo , Edart , 1966,2 vol. Dan-
u:n fana tismo del cuerpo y del sentimiento. Ambos bu scan te de M ello, A uerdade sobre Os sertiies: an hsis rm nmhcat na de la campaa
siempre el mayor peligro a travs de una extremacin que de Canudos, R o deJ a ne ir o, Bib lioteca de E xerci io , I IJ:i K (p intoresco a legato
r) y e l fresco volume n de R. B. C un ni ng hamc (;ra halll , ti Braeilian
puede ser destructora porque no pueden aceptar lmites mo- milita Mystic, Ne w York, Dodd, Mead and Co., In o.
deradores ; uno se arroja a la accin y otro se entrega al goce de 8. J. Ata liba Nogu eira, AntnioConsethar oeCanudo s, So Pa ulo , Co mpa nhia
los sentidos, con un afn totalizador (todo o nada) que ha ser- , Editora N ac ional , 1974.
vido para -disear la insignia de la modernidad, como la 9. Silvio Romero, Historia daliteratura brastleira. Ro dejanei ro.j os O lym-
famosa bolivariana que a la patria solo podra oponer la pio , 1943, 5 vols.
10. Eucl des Da C un ha , Los sertones, Cara cas, Bih lioteca Ayac ucho,
muerte. Fue justamente Cam us quien examin estas que lla- 1980, traduccin de Estela dos Sa ntos, p rlogo, notas )' cronologa de Wal
m 'pasiones, entre las qu e elegan los hombres las fuerzas nice Nogu eira Gal vo.
quehabran de llevarlos ms all de los lmite s. Para l eran 11. Ga lva no della Volpe, Critica del gusll), I\lilano, Fcltrinclli, 1960, pp .
'tres, porque al conocer-actuar y al amar-gozar se agregaba 213-218 , " E ngels , Le nin e la Poerca del Real ismo socialista " .
Eu clides Da Cu nha , Canudos (Diar io de urna expedi co ), Ro deJanei-
una tercera que podramos definir como el fanatismo de la ro,12. Jos O lympio, 1939, p. XV.
creacin artstica. 13. Eucldes Da Cunha , Cademeta de campo (intro du ccin, notas de O lrn-
'Sialgo es notorio en esta novela que brega contra el fan a- pio de Souza Andrade), Sao Paul o, Cult rix, 1975.
tismo ideolgico es el fanatismo de su composicin , la fuerza 14. Diario de Federico Gamboa( 1892-1939), (se leccin, p rlogo y notas de
arremetedora y desenfrenada de su invencin artstica, la Jos Em ilio Pacheco ), M xico , Siglo XXI , 1977, p. 14.
15. Sergi o Bua rque de Holan da , O Brasil monrquico, Sao Paulo , Difu-
potencia de su escritura que no se arredra ante asunt o o sao Europeia de Livro, 1972, 1. 11 p. 49.
imagen, por terr ibles que sean, con tal que puedan utilizarse 16. En : Canudos (Di ari o de urna expe dic o ), ed. cit., pp . 161- 176.
en la constitucin del imaginario literario. Ho ra s, d as, aos 17. Tulio H a lper n Don gh i, Historia contempor nea de Amnca Latina, Ma -
de trabajo incesan te se acumulan en estas pg inas, largo drid , Alia nz a Editor ial , 1969, pp . 21920 .
18. V. : Dea n C . T ipps, " M odern iza tion Theor y a nd the Co rnpa ra tive
tiempo inmoderadamente restado a la vida, tra tando de que Study of Soci et ies : A Critical Perspective " en Comparatiue Studies in Society
sta se torn~ en arte , juzgando como Rilke que el en caje jus- and Hislory, 15, 2 (marzo 1973) ; E. Bra dford Burns y T ho mas E. Skidmore,
tifica la prdida de los ojos de la encajera . Elites, Masses, and Modemieation in Latin America, 1850-1930, Aust in, Unive r-
Estas pg inas traducen la audacia de la invencin que no sity ofTexas Pr ess, 1979. Pa ra el Brasil el libro de R ichard Gra ha m, Bntain
acepta lmites y mucho menos el " De nada demasiado " de and the nset of M odemization in Bran l, 1850-1914, Ca m b ridge , University
Press, 1968.
la sapiencia griega ; test imo nian el rigor de una escritura que 19. Octavio Bra nd o, Os inulectuais prog ressistas: Ta cares Bastos, Tobia
no tolera const ricciones ni burguesas moderaciones. Dir a Barreta, Silvia Romero, Euclides Da Cunha, Lima Barreta, R o de J an eiro, Orga-
que operan a lo macho , usando de una fuerza interior gene- nizac o Sim es , 1956.
saca, pa ra imponerse y domi nar al lector . No halagan, no 20. Los sertones, ed . cit. p. 125.
seducen, no encantan ; golpean, arrasan, vencen, someten. 21. " Euclides Da C unha socilogo" (S up lemento Literario de U Estado
de SioPaulo, 13 de diciembre de 1952), citado po r Walnice Nogueira Galv o,
Actan, en definitiva, como Moreira Csar , o Paje , o Gal i- Lossertones, ed . cit . p. 400 . .
leo Gall o el mismo Antonio Consejero, porque no aceptan 22. J. Ataliba Nogueira, Anlonio Conselheiro e Canudos, ed. cit. p. 176.
que nada las aparte de su propsito , ni nadie se les oponga . 23. "Nuest ra Am rica ", enJos Ma rt , Nuestra Amrica, Caracas, Bib lio-
, Es difcil que a esta potencia se le acepte sumisamente un teca Ayacucho, 1977, pp . 26-33 .
discurso tico mode rador o una protesta contra la violencia 24. Mario Vargas Llosa, Entre Sanrey Camus, SanJuan, Ed icione s Hura-
-c n, 1981, p . 9.
en la sociedad. Es una potencia que pertenece al ter ritorio 25. Op. cit. , p . 97.
que el fanatismo 'rige y devasta. En un texto clebre, Balzac 26. Op. cit ., p. 84.

24

También podría gustarte