Nicoll Maurice El-Nuevo-Hombre PDF

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MAURICE NICOLL

EL NUEVO HOMBRE
UNA INTERPRETACIN
DE LAS
PARBOLAS Y MILAGROS
DE
JESUCRISTO
NDICE

CAPTULO I...............................................................................................................................4

EL LENGUAJE DE LAS PARBOLAS................................................................................... 4

CAPTULO II........................................................................................................................... 15

LA IDEA DE LA TENTACIN EN LOS EVANGELIOS..................................................... 15

CAPTULO III.......................................................................................................................... 23

LAS BODAS DE CANA.......................................................................................................... 23

CAPTULO IV.......................................................................................................................... 30

I. LA IDEA DEL BIEN POR ENCIMA DE LA VERDAD.................................................... 30

II. EL MILAGRO EN EL ESTANQUE DE BETHESDA....................................................... 34

III. EL BUEN SAMARITANO................................................................................................ 38

CAPTULO V........................................................................................................................... 43

LA IDEA DE LA JUSTICIA EN LOS EVANGELIOS...........................................................43

CAPTULO VI.......................................................................................................................... 50

LA IDEA DE LA SABIDURA EN LOS EVANGELIOS...................................................... 50

CAPTULO VII........................................................................................................................ 54

SIMN PEDRO EN LOS EVANGELIOS.............................................................................. 54

CAPTULO VIII....................................................................................................................... 61

LA IDEA DE LA ORACIN................................................................................................... 61

CAPTULO IX.......................................................................................................................... 68

EL SERMN DE LA MONTAA.......................................................................................... 68

CAPTULO X........................................................................................................................... 75

L A F E...................................................................................................................................... 75

CAPTULO XI.......................................................................................................................... 88

EL REINO DE LOS CIELOS................................................................................................... 88

CAPTULO XII...................................................................................................................... 104

JUDAS ISCARIOTE.............................................................................................................. 104


APNDICE............................................................................................................................. 108
CAPTULO I
EL LENGUAJE DE LAS PARBOLAS

Primera Parte

Todas las sagradas escrituras tienen un sentido interno y otro externo. Tras la literalidad de las
palabras yace escondida otra gama de significados, otra forma de conocimientos. Segn una
de las ms antiguas tradiciones, hubo una poca en la que el hombre estaba en contacto con
esos conocimientos y significados internos. Muchos de los relatos del Antiguo Testamento
proporcionan un conocimiento diferente, tienen un significado muy distinto de aquel que se
puede obtener leyndolos al pie de la letra. Relatos como el del Arca de No, el del
mayordomo y del panadero del Faran, el de la Torre de Babel, el de Jacob y Esa y el
guisado de lentejas, y muchos otros ms, tienen un significado psicolgico interno que est
muy lejos del nivel de un entendimiento literal. Y en los Evangelios la parbola se utiliza de
la misma manera.
Muchas son las parbolas que se emplean en los Evangelios. Si las leemos al pie de la letra
vemos que aparentemente se refieren a vias, padres de familia, mayordomos, hijos
dispendiosos, aceite, agua, vinagre, semillas, sembradores y tierra y muchas otras cosas. Pero
ste es el nivel literal de su significado. Como ocurre con el lenguaje de todas las sagradas
escrituras, el de las parbolas es difcil de comprender. Cuando se los lee de un modo textual,
tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo estn no slo llenos de contradicciones, sino que
inclusive encierran un sentido cruel y repulsivo.
Y es solamente natural que surjan estas preguntas: por qu estas escrituras que llamamos
sagradas estn hechas en tal forma que conducen a un extravo? Por qu razn no se explica
su significado con toda claridad? Si el relato que informa que Jacob suplant a Esa, o el de la
Torre de Babel, o el del Arca de No, construida de tres plantas y que naveg sobre las aguas
del Diluvio, si ninguna de estas leyendas es verdaderamente cierta y ms bien ocultan un
significado por completo distinto, por qu razn no se hace ms evidente? Por qu no se
explica con claridad lo que significan? Y si aquel que estuviese acostumbrado a pensar de esta
manera preguntase por qu el relato de la Creacin en el Gnesis (que por cierto no se puede
tomar al pie de la letra) es algo tan completamente distinto de lo que dicen las palabras, bien
podra llegar a la conclusin de que todas estas escrituras supuestamente sagradas no pasan de
ser una especie de fraude perpetrado con deliberacin contra la humanidad. Si todos estos
relatos, alegoras, mitos, comparaciones y parbolas que contienen las sagradas escrituras
significan alguna otra cosa, por qu no se las puede declarar abiertamente, desde el comienzo
mismo, de suerte que todos puedan entenderlas? Por qu ha de estar todo tan velado? Por
qu tanto misterio, tanta oscuridad?
La idea subyacente en toda sagrada escritura, es la de proporcionar un sentido ms elevado
que el que pueden dar las meras palabras, y su verdad debe el hombre percibirla interna'
mente. Esta interpretacin ms elevada, interna o esotrica que se vuelca en palabras e
imgenes accesibles a los sentidos ordinarios slo puede asirse mediante la comprensin, y es
justamente en este punto donde surge la primera dificultad cuando se trata de proporcionarle
al hombre un entendimiento superior. El entendimiento literal de un hombre no es
necesariamente igual a su capacidad para captar un significado psicolgico. Una cosa es
captar de modo literal y otra entender psicolgicamente. Tomemos algunos ejemplos. Uno de
los mandamientos nos dice:
"No matars". Esto es literal. Pero su sentido psicolgico es ste:
"No matars en tu corazn". El primer significado es textual, el segundo es psicolgico y,
efectivamente, as se da en el Levtico. Luego, el mandamiento "no adulterars" es literal,
pero su significado psicolgico es mucho ms profundo y se refiere a la mezcla de doctrinas,
a la mezcla de distintas enseanzas. Por este motivo se dice a menudo que las gentes se
prostituyeron al ir tras otros dioses, y cosas por el estilo. Tambin tenemos que la
interpretacin textual del mandamiento "no robar" es obvio; mas su sentido psicolgico es
ms profundo. Psicolgicamente, "robar" significa pensar que uno hace las cosas de s mismo
mediante sus propios poderes, sin advertir que uno ni siquiera sabe lo que es, ni cmo piensa,
ni cmo siente, ni tan slo cmo se mueve. Es, por as decirlo, como si uno diese por sentadas
muchas cosas, adjudicndoselas todas a s mismo. Se refiere a una actitud. Pero si esto se le
dijese a un hombre en forma directa, sencillamente no lo podra entender. De modo, pues, que
el significado de estas cosas queda cubierto por un velo, porque de expresarlo literalmente
nadie lo creera y todos pensaran que es una tontera. No slo no se entendera la idea sino
que, lo que es peor, se la estimara ridcula. El conocimiento superior, el significado ms alto
parecera un desatino o se le entendera erradamente si cayese a un nivel corriente de
entendimiento. Quedara convertido en algo intil y aun en algo peor. El sentido superior
puede darse nicamente a quienes estn ya muy cerca de captarlo bien. Esta es una de las
razones por que todas las sagradas escrituras, o sea aquellas que estn destinadas a
proporcionar algo ms que un sentido literal, tienen que velarse en una envoltura exterior. No
se trata de que alguien quiera extraviar a las gentes, sino que se pretende evitar que este
significado superior caiga donde no deba caer, o sea evitar que caiga en el sentido inferior
porque resultara que su sentido ms fino, ms elevado, quedara destruido. Las gentes a veces
imaginan que podran entender cualquier cosa con tal que les sea dicha. Pero esto es un error.
El desarrollo de la comprensin, del entendimiento, la percepcin de las diferencias es un
proceso muy largo. Todo el mundo sabe que a los nios no se les puede ensear las verdades
de la vida porque su entendimiento es muy pequeo. Tambin es cosa muy sabida que hay
aspectos de la vida ordinaria que no se pueden comprender sino luego de una larga
preparacin, como ocurre con algunas de las ramas de las ciencias. No, no basta que a uno le
digan de qu se trata.
El propsito de todas las sagradas escrituras es el de transmitir un significado y un
conocimiento superiores por medio del conocimiento ordinario y tomando este conocimiento
como punto de partida. Las parbolas tienen un significado comn y corriente. Su objetivo es
proporcionar al hombre uno superior empleando trminos de un significado inferior de un
modo tal que el hombre pueda pensar por s mismo. La parbola es un instrumento adecuado
para este propsito. Puede llegarle y quedar en el hombre en su forma literal, o bien puede
hacerle pensar por s mismo. Le invita a que piense por s mismo. Primero, el hombre piensa
conforme a su nivel natural, a su nivel ordinario. Hasta cierto punto tiene que partir de este
nivel para poder elevar su entendimiento. El hombre tiene que asir fuertemente lo que se le
ensea, y tiene que asirlo de una manera natural antes de poder empezar. Pero la parbola
tiene una interpretacin que va mucho ms all de su sentido literal o natural. Es algo que se
creo ex profeso para que caiga sobre el nivel ordinario de la mente y para que, sin embargo,
trabaje en la mente elevando el nivel natural de entendimiento a grados ms altos. Desde este
punto de vista, la parbola es un transformador del entendimiento. Como podremos verlo ms
adelante, la parbola es tambin un medio de conexin entre los niveles inferior y superior del
desarrollo del entendimiento y de la comprensin.

Segunda Parte
Los Evangelios hablan principalmente acerca de una posible evolucin interior a la que dan el
nombre de "renacimiento". Esta es su idea central. Comencemos por turnar esta evolucin
interior como si significase un desarrollo del entendimiento. Los Evangelios nos indican que
el hombre que habita esta tierra puede someterse a un proceso de evolucin interior si llega a
tomar contacto con cierta enseanza precisa. Por este motivo Cristo dijo:
"Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan XIV, 6). Esta evolucin interior es psicolgica.
Devenir un ser ms comprensivo constituye un desarrollo psicolgico. Y este desarrollo yace
en la comprensin. Un hombre es lo que comprende. Para saber lo que un hombre es, y no lo
que aparenta, es preciso observar su nivel de comprensin. As tenemos que los Evangelios
hablan de una verdadera y real psicologa cuya base es la enseanza de que el hombre de esta
tierra puede desarrollar una evolucin interior de su comprensin.
De principio a fin, todos los Evangelios tratan acerca de esta posibilidad de ntima evolucin.
Son documentos psicolgicos. Hacen referencia a la psicologa de esta posible evolucin
interna, o sea acerca de lo que debe el hombre pensar, sentir y hacer a fin de poder alcanzar un
nuevo nivel de entendimiento. Los Evangelios no tratan acerca de los asuntos corrientes de la
vida, salvo de una manera indirecta. Tratan de una idea central: el hombre es una semilla
capaz de cierto y preciso crecimiento. Se compara al hombre con una semilla capaz de cierta
evolucin precisa. Tal cual es ordinariamente, el hombre es un ser incompleto, inacabado. Y
el hombre puede realizar su propia evolucin, puede completarse a s mismo individualmente.
Pero no precisa hacerlo, si no quiere. En este caso se le llama pasto, algo que ser consumido
por intil. Tal es la enseanza que dan los Evangelios. Pero esta enseanza no se puede dar
directamente a nadie y tampoco por obligacin; no se le puede imponer a las personas. El
hombre tiene que comenzar a entender las cosas por si mismo antes de poder recibirla. Es
imposible hacer entender a alguien por la fuerza o por ley. Por qu no se puede dar esta
enseanza directamente? Otra vez llegamos a la vieja pregunta: "Por qu el sentido superior
de las palabras no se puede proporcionar en trminos sencillos? Por qu tanta oscuridad?
Por qu todos estos cuentos de hadas? Por qu estas parbolas?, etc., etc." Todo ser humano
tiene un aspecto externo desarrollado mediante el contacto con la vida, y posee un aspecto
interno que permanece vago, incierto, sin ningn desarrollo. La enseanza acerca del
renacimiento y de la evolucin interior no slo debe caer en el aspecto externo del hombre, en
el aspecto desarrollado en la vida. Algunas personas llegan a un estado en el que se dan
cuenta de que no estn satisfechas de su vida; llegan a un punto en el que empiezan a buscar
en otras direcciones y a ir tras distintos propsitos antes que puedan enterarse u or una
enseanza como la que se da en los Evangelios. La parte externa del hombre est organizada
por la vida y por sus exigencias y corresponde a su situacin y a sus capacidades. En cierto
sentido, es algo artificial, algo que se adquiere fuera de uno mismo. nicamente el aspecto
interno del hombre puede evolucionar como una semilla, con un crecimiento propio de s
mismo. Y por este motivo toda enseanza acerca de la evolucin interior tiene que formularse
de tal modo que no caiga nicamente sobre el aspecto exterior del hombre. Tiene que caer
primero ah, en el aspecto exterior, pero asimismo tiene que poder penetrar ms
profundamente y despertar al hombre mismo, al hombre interior, al hombre desorganizado. El
hombrease desarrolla interiormente a travs de sus ms profundas reflexiones y no a travs de
su forma externa que est controlada por la vida. El hombre evoluciona a travs del espritu
de su comprensin individual; evoluciona por consentimiento interno y en obediencia a lo que
entiende como verdad. El sentido psicolgico de las enseanzas relativamente fragmentarias
que contienen los Evangelios, se refiere justamente a este aspecto profundo e intimo de todo
ser humano. Cuando uno puede comprender que la evolucin humana slo es posible
mediante el entendimiento individual, y por lo mismo intimo, puede tambin comprender que
si una enseanza verdadera acerca de la evolucin interior llega a caer tan slo en la forma
externa, le ser completamente intil y hasta parecer un despropsito, una tontera. Y aun la
enseanza misma puede quedar destruida si llega a caer en el aspecto inadecuado, en la vida
de los negocios, en la vida mundana. Entonces el hombre la pisotear. Tal es el sentido de la
observacin hecha por el Cristo: "... ni echis vuestras perlas delante de los puercos porque no
las rehuellen con sus pies y vuelvan y os despedacen" (Mat. VII, 6). "Con sus pies" significa
la vida exterior del hombre, el aspecto o nivel ms bajo de su comprensin, aquel que nica-
mente cree en lo que le muestran sus sentidos; es el aspecto o nivel de la mente que toca la
"tierra" como lo hacen los pies. Y este aspecto no puede recibir la enseanza que dice de la
evolucin ntima porque est volcada hacia fuera y no hacia dentro. Este aspecto del hombre
no puede, en consecuencia, comprender nada acerca del renacimiento.
El hombre tiene un nacimiento, el natural. Todas las enseanzas esotricas hablan de que
puede tener y de que es capaz de obtener un segundo nacimiento. Pero este renacimiento, o
este segundo nacimiento, le pertenece al hombre en si mismo, al hombre privado, al hombre
secreto, al hombre interior, y no al hombre que parece ser en la vida y que piensa que ya es, al
hombre de xito, al hombre que presume. Todo lo ltimo pertenece al hombre exterior, a la
apariencia del hombre, y no a lo que verdaderamente es en su interior. Y el aspecto del
renacimiento es el interior.
La enseanza psicolgica de los Evangelios no toma al hombre por lo que aparenta ser, sino
por aquello que es en lo ms profundo de s mismo. Esta es una de las razones por las que
Cristo atac a los fariseos: porque eran apariencias nicamente. Aparentaban ser buenos,
aparentaban ser justos, aparentaban ser religiosos, etc. Al atacar a los fariseos. Cristo atac
aquellos aspectos del hombre que presumen, que se cuidan de las apariencias a fin de obtener
mritos exteriormente, aquellos aspectos que temen y que elogian; estos son aspectos de un
hombre que bien puede estar ya podrido en s mismo en lo ntimo. Si se le entiende psicol-
gicamente, el fariseo es aquel aspecto del hombre que presume bondad, virtud y otras cosas.
Es un aspecto que lo llevamos todos. Este es el fariseo en todo hombre, y tal es su significado
psicolgico. Todo cuanto se dice en los Evangelios, ya sea que se present como parbola,
como milagro o como discurso, tiene un sentido psicolgico muy distinto al de la literalidad
de las palabras. Por lo tanto, el significado psicolgico de los fariseos se refiere no a cierto
tipo de hombres que vivieron hace muchsimos aos, sino que toca a uno mismo, ahora; se
refiere al fariseo que cada cual lleva en s, a aquella persona insincera que llevamos dentro y
que, naturalmente, no puede recibir ninguna enseanza psicolgica genuina sin convertirla de
modo inmediato en motivo .para obtener mrito, alabanza y recompensa. Ms adelante
estudiaremos con ms amplitud el significado del fariseo en uno mismo.

Tercera Parte
Puesto que todas las sagradas escrituras tienen un sentido literal y otro psicolgico, pueden
caer sobre la mente de una manera doble, por as decirlo. Si el hombre no fuese capaz de un
mayor desarrollo, nada de esto tendra razn de ser. Pero, justamente porque tiene
posibilidades de una mayor evolucin individual, es que existen las parbolas. La idea
"sagrada" acerca del hombre, o sea la idea esotrica o interior, estriba en que ste cuenta con
un elevado nivel de entendimiento que no utiliza y que su verdadero desarrollo consiste
precisamente en alcanzar el ms alto nivel que le sea posible. De modo que todas las sagradas
escrituras, como ocurre en la forma de las parbolas, tienen un significado doble porque
contienen uno al pie de la letra y que est destinado al hombre tal cual es corrientemente, y
otro que a la vez puede alcanzar el nivel superior que existe en l en potencia y que le
aguarda.
Una parbola se vuelca en la forma de un significado antiguo. En los Evangelios, las
parbolas estn vertidas en la forma de un lenguaje antiguo ya olvidado. Hubo un tiempo en
que este lenguaje de las parbolas poda entenderse bien. Este lenguaje, el de las parbolas,
las alegoras y los milagros, est perdido para la -actual humanidad. Pero an perduran
algunas fuentes de conocimiento que nos permiten entender algo acerca de este antiguo
significado. Y puesto que el objetivo de la parbola es el de conectar los entendimientos
superior e inferior, se la puede considerar como un puente entre dos niveles, como un enlace
entre el entendimiento literal y el psicolgico. Como luego lo veremos, existi en cierto
tiempo un lenguaje preciso en el que esta doble funcin se comprenda y en la que se
utilizaron debidamente ciertas palabras y ciertos trminos en este doble y bien entendido
sentido. A travs de este antiguo lenguaje se estableci un contacto entre los significados
superior e inferior, o, lo que el cabo viene a ser lo mismo, entre los aspectos superior e
inferior del hombre.
Nuestro primer nacimiento ocurre del mundo celular que evoluciona hacia el hombre.
Renacer, o nacer de nuevo, significa evolucionar hacia una psicologa superior, hacia un
superior nivel de entendimiento. Tal es la meta suprema del hombre conforme lo indica la
enseanza de todas las antiguas escrituras en las que aqul aparece como una semilla
psicolgica que no se ha desarrollado. Y sta es la enseanza esotrica. A semejante nivel
solamente se puede llegar mediante un conocimiento nuevo y sintiendo y practicando ste; y
el conocimiento que proporciona tales posibilidades al hombre suele ser denominado en los
Evangelios a veces la Verdad, a veces el Verbo. Pero no se trata de una verdad ordinaria,
corriente, o de un conocimiento vulgar. Se trata de un conocimiento que dice de este paso a
un mayor desarrollo intimo.
Tratemos de obtener algunas ideas preliminares acerca de este antiguo y doble lenguaje de las
parbolas. Comencemos por estudiar la forma como se presenta la Verdad. En este antiguo
lenguaje, las cosas visibles representan hechos psicolgicos. La vida exterior, la que registran
los sentidos, se transforma en su significado, de un nivel a otro.
La Verdad no es un objeto visible; pero en este lenguaje se la representa como si lo fuera. Una
parbola se halla repleta de imgenes visibles de todo cuanto es objeto de los sentidos. Pero
cada imagen visual representa algo que corresponde a un nivel psicolgico de entendimiento,
a un nivel que se distingue de la imagen utilizada. En los Evangelios a menudo se hace uso de
la palabra "agua". Qu significa esta palabra en el antiguo lenguaje? Al pie de la letra, quiere
decir una sustancia que nosotros conocemos como agua. Empero en un sentido psicolgico,
en un nivel superior de entendimiento, denota algo muy diferente. La palabra "agua" no
significa sencillamente agua. Al hablar a Nicodemo acerca del renacimiento. Cristo le dice
que el hombre tiene que nacer de agua y espritu, "... el que no naciere de agua y del Espritu
no puede entrar en el Reino de Dios" (Juan III, 5). Qu quiere decir, pues, agua? Tiene que
tener otro significado, uno superior o psicolgico. Quiz podamos colegir que "espritu"
pueda significar "voluntad" o aquella parte ms intima y ms real del hombre. Y tambin
podemos entender que nacer de nuevo no significa necesariamente volver al vientre materno
como pensaba Nicodemo, quien representaba al hombre que nicamente es capaz de un
entendimiento literal. Sea lo que fuere lo que nosotros podamos pensar acerca del significado
de "espritu", no podemos, con nuestra comprensin ordinaria, imaginar lo que denota el
"agua" en este antiguo lenguaje de doble sentido en el que las cosas sensorias portan un
significado diferente y especial. No hay ninguna clave. Decir que un hombre debe nacer de
nuevo del agua fsica es decir un desatino. Qu puede, pues, significar la palabra agua en un
sentido psicolgico? Podemos encontrar en otros pasajes de la Biblia lo que esta imagen fsica
representa a un nivel psicolgico de entendimiento. Pueden citarse cien ejemplos. Tomemos
uno de los mismos Evangelios. Cristo habl a la mujer de Samara, en la escena del pozo, y le
dijo que l poda darle "agua viva". Cuando ella ha ido a sacar agua del pozo, le dice:
"Cualquiera que bebiere de esta agua volver a tener sed; mas el que bebiere del agua que
yo le dar, para siempre no tendr sed; mas el agua que yo le dar ser en l una fuente de
agua que salte para vida eterna." (Juan IV, 13-14.)

Es obvio que en este caso se utiliza la palabra "agua" en un sentido perteneciente a ese ya
olvidado lenguaje. Y en el Antiguo Testamento, en el Libro de Jeremas, encontramos:
"Porque dos males ha hecho mi pueblo: dejronme a mi, fuente de agua viva, por cavar para
s cisternas, cisternas rotas que no detienen aguas." (Jerem. II, 13.)

Qu es, pues, esta agua, esta agua viva?


En el lenguaje antiguo, agua significa "verdad viviente". Y es una verdad viviente porque
hace que el hombre viva en s mismo, que no est muerto una vez que ha aceptado este
conocimiento y lo aplique prcticamente. En los trminos de la enseanza esotrica, o sea en
la enseanza sobre la evolucin interior, se denomina muerto a un hombre que nada sabe
acerca de ella. Se trata de un conocimiento de la verdad, pero nicamente con relacin al
logro de un ms alto nivel de evolucin interior que a todos aguarda. Se trata de un
conocimiento acerca del nivel superior del hombre y de todo cuanto nos puede ayudar a
alcanzar ese nivel. Se refiere a lo que una persona tiene que saber, pensar, sentir y entender y
hacer a fin de poder llegar a su prxima etapa de desarrollo. No se trata de una verdad ex-
terna, acerca de cosas u objetos exteriores, sino de la Verdad intima, de la Verdad interior del
hombre mismo y de la clase de persona que es y cmo puede cambiar. Por lo tanto, es una
Verdad esotrica (esotrico significa interior) o la Verdad en cuanto se refiere a aquel
desarrollo intimo y a la nueva organizacin del hombre y que asimismo le lleva a la siguiente
etapa en su genuina y real evolucin. Pues nadie puede cambiar, nadie puede hacerse distinto,
nadie puede evolucionar y alcanzar este nivel superior y renacer, a menos que conozca, oiga y
siga una enseanza acerca de ello. Si el hombre piensa que ya conoce la Verdad de este tipo y
que la conoce por s mismo, entonces es como aquellos a quienes se menciona ms arriba, que
"dejan las fuentes de agua viva para cavar para s cisternas, cisternas rotas que no detienen
aguas". La idea es bastante clara. Existe una enseanza, en todo tiempo ha existido, y ella
puede conducir al hombre hacia un desarrollo superior. Esta enseanza es la verdadera
enseanza psicolgica con relacin al hombre y a la posibilidad del desarrollo del Nuevo
Hombre en si mismo. El hombre no puede inventarla por s mismo. Podr fabricarse toda
suerte de cisternas, pero stas no contendrn agua alguna; o sea que no contendrn ninguna
Verdad.
Cuando no existe la Verdad en esta forma, el estado del hombre se considera o se compara
con la sed:
"Los afligidos y menesterosos buscan las aguas que no hay; secse de sed su lengua..."
(Isaas XLI, 17.)

O cuando la gente va tras una enseanza errada, esto se compara como el beber aguas
amargas, muertas o enfermas:
"Y cualquiera que diere a uno de estos pequeitos un vaso de agua fra solamente, en nombre
de discpulo, de cierto os digo que no perder su recompensa." (Mat. X, 42.)

Quien tenga una mentalidad que tome esto al pie de la letra pensar que basta con darle un
vaso de agua fra a un nio. Pero si el agua significa Verdad, entonces se refiere a la trans-
misin de la Verdad por imperfectamente que se haga. Y "pequeito" aqu no significa un
nio (en griego) sino una persona de pequeo o poco entendimiento. Tambin tomemos nota
de que para poder recibir la Verdad la mente tiene que ser como una copa que reciba lo que en
ella se vuelca. O sea que el hombre tiene que estar listo y dispuesto a que se le ensee, de tal
modo que su mente sea como una copa que reciba agua. De esta manera, la frase "dar un vaso
de agua" se refiere tanto a la recepcin de la Verdad, como a su transmisin o comunicacin a
otros.
Pero nada de esto puede expresarse de una manera lgica; sin embargo, se puede entender de
un modo psicolgico. Y tal es, justa y precisamente, la intencin del antiguo lenguaje que
hemos comenzado a estudiar.

Cuarta Parte
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se utilizan otros trminos para indicar la
Verdad. El agua no es la nica imagen que se usa para representar el tipo de Verdad que
estamos estudiando. En el lenguaje antiguo tambin se usan las palabras piedra y vino para
imaginar esta forma de la Verdad, pero ambas corresponden a diferentes niveles de
entendimiento.
Piedra significa la ms externa o literal de las formas de la Verdad esotrica. Representa la
Verdad esotrica en su sentido ms rgido, inflexible. Los mandamientos fueron escritos sobre
piedra. Pero tambin es menester tener en consideracin que la Verdad acerca de una
evolucin superior debe descansar sobre una base firme para quienes no son capaces de
penetrar su sentido ms profundo.
Repasemos brevemente la extraordinaria leyenda de la Torre de Babel, segn se la presenta en
el Gnesis. La idea en torno a la cual est urdido este relato es que el hombre quiso alcanzar
un nivel superior de desarrollo haciendo uso de sus conocimientos ordinarios. Este es el
significado de una torre construida por el hombre. Pero de lo que ya va dicho puede
desprenderse que el logro de un nivel superior requiere que se siga una enseanza impartida,
ya sea al individuo o la humanidad. Ningn hombre, "congojndose", podr aadir un codo a
su estatura: es decir, no puede desarrollarse mediante sus propias ideas, sus propios
pensamientos. Tiene que someterse a una enseanza. Sus esfuerzos tienen que cimentarse en
la Verdad que ahora estamos estudiando. Y este conocimiento especial, o Verdad esotrica, se
llama piedra en su ms bajo nivel de comprensin. Ya veremos con qu se construy la Torre
de Babel en relacin a este conocimiento necesario y que llamamos Verdad. No fue
construida con piedra, y este hecho se indica expresa y deliberadamente. O sea que no
provino del conocimiento de un nivel superior del hombre, o de aquellos que ya han devenido
el Nuevo Hombre.
El relato de la Torre de Babel es algo muy extrao y tendra muy poco significado si se le
toma al pie de la letra. Comienza diciendo que en cierta poca, despus de los das del Arca
de No, toda la gente tena una lengua comn. "Era entonces la Tierra de una lengua y de unas
mismas palabras." (Gnesis XI, 1.) En seguida se indica que se alejaron del Oriente (o sea de
la Verdad) y llegaron a una vega donde proyectaron construir una torre que llegase al cielo.
Advirtase cmo contina la historia:
"Era entonces toda la Tierra de una lengua y unas mismas palabras. Y aconteci que, como
se partieron de Oriente, hallaron una vega en la tierra de Shinar, y asentaron all. Y dijeron
los unos a los otros: Vaya, hagamos ladrillo y cozmoslo con fuego. Y sirvi el ladrillo en
lugar de piedra, y el betn en vez de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquemos una ciudad y
una torre, cuya cspide llegue al cielo; y hagmonos un nombre por si furamos esparcidos
sobre la faz de la Tierra. Y descendi Jehov para ver la ciudad y la torre que edificaban
los hijos de los hombres. Y dijo Jehov: .He aqu el pueblo es uno y todos stos tienen un
lenguaje; y han comenzado a obrar y nada les retraer ahora de lo que han pensado hacer.
Ahora, pues, descendamos y confundamos all sus lenguas, para que ninguno entienda el
habla de su compaeros. As los esparci Jehov desde all, sobre la faz de la Tierra, y
dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque all
confundi Jehov el lenguaje de toda la Tierra, y desde all los esparci sobre la faz de toda
la Tierra." (Gnesis XI, 1-9.)

Tomemos nota de que se partieron de Oriente y que tenan ladrillos, o sea materiales hechos
por el hombre, en lugar de piedra. En el antiguo lenguaje de la parbola, el Oriente representa
la fuente del conocimiento esotrico, de la Verdad esotrica. Llegaron a una vega, a un llano,
o sea que descendieron desde un nivel superior y entonces comenzaron a pensar que podan
hacer algo de s mismos, que podan hacer algo fuera del conocimiento de la Verdad que
haban obtenido en el Oriente. De modo que comenzaron a construir una torre pensando que
mediante sus propias ideas, sus propios pensamientos, podan alcanzar los niveles superiores
que ac se llaman "cielo" que es el mismo nombre que se les da en los Evangelios. "Cielo"
significa un nivel superior del hombre, y "tierra" denota un hombre ordinario, el hombre tal
cual es comn y corrientemente, o sea el hombre natural. Comenzaron a construir por s
mismos; pero es menester que tambin tomemos nota de que no solamente tenan ladrillos en
lugar de piedra, sino que tenan betn en vez de mezcla.
Un grado inferior no puede entender a uno superior. Un hombre de un nivel superior no puede
ser comprendido por uno de nivel inferior. Tal cual es, el hombre no puede alcanzar un nivel
superior a menos que entre en posesin del conocimiento (llamado Verdad) que pueda
conducirlo. De suerte que la torre fue un fracaso. Y en la extraa forma en que este antiguo
lenguaje presenta las cosas, parece que Dios los desband movido por los celos. Pero es
preciso mirar hondo a fin de poder entender este lenguaje. Quien tena la culpa era el hombre,
no Dios. El hombre trat de elevarse a s mismo mediante sus propios conocimientos que, en
este caso, se llaman "ladrillos" y "betn", de suerte que fue destrozado.
Pero es muy difcil comprender este lenguaje antiguo si tomamos las palabras al pie de la
letra. Podemos entender fcilmente que si un ingeniero fabrica una pieza de mquina que no
est bien medida o de material poco adecuado, la mquina no servir para nada. Bien puede
decir: "Dios tiene la culpa". No se trata de que "Dios" lo castigue: se trata de que es una
splica errada, de manera que la respuesta no ser lo que el ingeniero esperaba. La respuesta
siempre se conformar a la calidad de la splica. Y esto es "Dios", o si se prefiere, el
"Universo" que la ciencia estudia. Una splica equivocada tendr una respuesta errada. Y
tampoco se trata de que la respuesta est equivocada, sino que sta corresponder siempre
exactamente a la splica.
La parbola de la Torre de Babel ilustra con claridad este punto. El hombre hizo una torre de
ladrillos y betn en lugar de hacerla de piedra y mezcla. Y "Dios dijo"; es decir que la
respuesta a esta splica fue: "esto no puede ser".
Veamos ahora algunos otros ejemplos en los que, segn el lenguaje antiguo, la palabra piedra
significa la Verdad en cuanto a un desarrollo superior. A fin de poder alcanzar un estado ms
elevado en s mismo, el hombre tiene que aprender a suplicar correctamente, y a fin de que
esto sea posible, tiene que saber qu pedir. Cristo dice: "y os ser dado". Pero a menos que
sepamos algo acerca de la piedra o del agua del conocimiento esotrico, cmo habremos de
saber qu pedir? Cristo no habla de las cosas ordinarias de la vida, sino de la ayuda que uno
necesita para su evolucin interior y para poder comprender. En el Padre Nuestro se
mencionan algunas splicas. Se refiere a una manera correcta de pedir. Pero esto lo
estudiaremos ms adelante. Por ahora tomemos el extrao incidente en el que Cristo rebautiz
a Simn Pedro, que en griego significa piedra. Cristo, naturalmente, representa la Verdad de
que estamos hablando. Se llam a s mismo "la Verdad". Habl acerca de un nivel superior de
evolucin para cada individuo. Y ense los medios de obtenerla. Ense el renacimiento. Y
al rebautizar a Simn llamndole Pedro, se refiri al aspecto literal de su enseanza. Cristo
dijo a Simn: "Mas yo tambin te digo que eres Pedro, y sobre esta piedra edificar mi iglesia;
y las puertas del infierno no prevalecern contra ella. Y a t te dar las llaves del reino de los
cielos..." (Mat. XVI, 18-19). A Pedro le fueron dadas las "llaves del reino de los cielos".
Psicolgicamente, cielos significa aquel nivel superior de desarrollo que intrnsecamente le es
posible alcanzar al hombre. Pero Cristo dio a Pedro las llaves en cuanto a piedra. Los
mandamientos escritos sobre piedra tambin son llaves. Pero no son en forma alguna
suficientes si se les toma al pie de la letra. Abren el entendimiento psicolgico. Contienen un
gran significado interior. La Verdad en forma de piedra no es lo suficientemente flexible
como para conducir a un genuino desarrollo interno. Tiene que ser comprendida, y no puede
constituir algo que uno siga a ciegas. En el Gnesis se dice que Jacob retir la piedra que
cubra el pozo. En el lenguaje antiguo la piedra que cubre la boca del pozo de agua significa
que la Verdad literal cierra el paso hacia la comprensin psicolgica. Cuando se retir la
piedra, el rebao bebi: pues el agua es la comprensin psicolgica de la Verdad esotrica
literal que lleva por nombre piedra. Y as es como se puede entender el siguiente pasaje de la
Biblia:
"Y sigui Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales. Y mir y vio un pozo en el
campo, y he aqu tres rebaos de ovejas que yacan cerca de l; porque de aquel pozo
abrevaban los ganados; y haba una gran piedra sobre la boca del pozo. Y juntbanse all
todos los rebaos; y revolvan la piedra de sobre la boca del pozo y abrevaban las ovejas;
y volvan la piedra sobre la boca del pozo a su lugar." (Gnesis XXIX, 1-3.)

Cuando una piedra cierra la boca del pozo significa que la gente ha tomado la Verdad
esotrica al pie de la letra. Prefieren los rituales y cosas por el estilo. En un sentido literal "no
matan", pero no encuentran alguna razn por la cual no asesinar al prjimo de corazn.
Cristo mismo, representante de la Verdad esotrica, o "el Camino", o "el Verbo", fue llamado:
"la piedra que los constructores repudiaron".
El salmista dice:
"La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ngulo." (Salmos,
118-22.)

Esta es una frase muy extraa. Quines son los edificadores? Los edificadores de que? De
este mundo? Por cierto que la enseanza de Cristo lleg a un mundo edificado a base de vio-
lencia, a un mundo en que todos pensaban que la violencia poda llevar al hombre hacia algo
mejor. Pero cuando se le llama piedra a Cristo se significa que lo era fundamentalmente. Sin
embargo, toda su enseanza se refiere al cambio de la piedra en agua y del agua en vino. Los
judos todo lo entendan literalmente, como piedras. Cristo transform el significado literal en
un sentido psicolgico. Esto queda demostrado en uno de los "milagros" que, en realidad, son
milagros psicolgicos, o sea que son la transformacin del significado literal en un
entendimiento psicolgico. El hombre que se aterra al sentido literal de las verdades
superiores puede destruirse a s mismo. Quiz esto explique por que razn algunas personas
religiosas parecen destruirse en cuanto toman contacto con lo religioso, y devienen peores de
lo que la vida misma las hubiera hedi. Es posible que esto se exprese tambin en el relato
que hay en el quinto capitulo de Marcos acerca del hombre de espritu inmundo que sali de
las tumbas y de quien se dice que siempre "andaba... hirindose con las piedras". Piedras, o
sea tomando la Verdad superior al pie de la letra. Las piedras le heran, le hacan inmundo. Y
ya que Jess representaba un entendimiento superior de la Verdad literal (digmoslo as por
ahora) el hombre le grit: "Qu tienes conmigo, Jess hijo del Dios Altsimo?" Y Jess dijo:
"Sal de este hombre, espritu inmundo". Hombre significa la comprensin del individuo que
es el verdadero hombre. Pero esto es tan slo un vislumbre muy leve del genuino significado
de este milagro-parbola. Se refiere a cierta condicin del hombre con relacin a una
enseanza superior. El asunto que ac nos concierne es que el hombre "andaba hirindose con
las piedras", o sea que tomaba la Verdad superior al pie de la letra, y por tanto era inmundo.
Y tena que pasar su inmundicia a los puercos. Pero quiz logremos entender algo ms sobre
esto posteriormente.
Jess siempre representa la comprensin no literal ni ritualista de la Verdad superior. Los
judos, en los Evangelios, representan no un pueblo literal en si mismo, sino un cierto nivel
de entendimiento que siempre toma las cosas que corresponden a una Verdad superior al pie
de la letra, judo es todo aquel que no puede evadirse del sentido literal de las palabras y
alcanzar su significado psicolgico. De modo que se dice que los judos "apedrearon a
Cristo". Cuando Cristo expres: "Yo y mi Padre uno somos", se dice que "los judos tomaron
nuevamente piedras para arrojrselas", porque en sus mentes literales pensaron que
semejantes palabras eran una blasfemia. El sentido interno de este relato es, sencillamente,
que las personas cuyo entendimiento se encuentra en un nivel literal y ritualista, la gente de
una comprensin nicamente externa, lanzan este significado contra las personas que ya se
encuentran por encima de dicho nivel. Y uno hasta puede ser lapidado por aquello que uno
mismo entendi cierta vez de una manera literal y que ahora comprende de modo diferente. Y
tambin puede uno lapidar a un hombre a travs de sus palabras literales, cuando no se
permite que siquiera exista el verdadero significado. La ley al pie de la letra, la ley de las
cortes de justicia est siempre basada y en todo tiempo debe fundamentarse sobre la piedra; o
sea sobre lo que efectivamente se dijo en palabras, y no sobre su significado.

Quinta Parte
Ahora hablemos un poco acerca del vino cuando se toma este trmino para representar la
Verdad. Ms adelante estudiaremos el significado de la Verdad esotrica cuando llega al
estado de vino en la comprensin del hombre. Por ahora debemos comprender que piedra
quiere decir la forma literal de la Verdad esotrica; el agua se refiere a otra manera de captar
la misma Verdad, mientras el vino representa la ms elevada comprensin.
En el milagro que San Juan refiere en el segundo captulo del Evangelio, Cristo transform el
agua en vino. En este relato se dice que pidi a los siervos que llenasen las vasijas de piedra
con agua y que El, luego, la transform en vino. O sea que ac se muestran tres etapas de la
relacin del hombre a la Verdad; y esto significa, naturalmente, tres formas de comprensin
de la Verdad esotrica.

Sexta Parte
La idea del vino nos conduce naturalmente a la idea de las vias donde se produce el vino.
Antes que podamos continuar con ms amplitud el estudio del lenguaje antiguo de. las par-
bolas, tenemos que buscar el significado de las vias y procurar formarnos una idea de su
verdadero sentido. Ser preciso abundar ms acerca de esta Verdad en cuanto se relaciona al
desarrollo interior del hombre y el crecimiento de su comprensin. Esta no es una Verdad
ordinaria. Est sembrada en la tierra. Por ejemplo, Cristo ense esta particular forma de
Verdad. En el Sermn de la Montana habl abiertamente acerca de algunos de sus aspectos.
Sin embargo, los ms profundos de ellos los ocult tras las parbolas.
No puede el hombre inventar esta Verdad por si mismo. Ya hemos visto cmo esto se indica
en el relato de la Torre de Babel, donde los hombres creyeron que ellos podan llegar al cielo
por medio de "ladrillos y betn", en vez de utilizar piedra y mezcla. La Verdad Superior, que
significa la Verdad que puede llevarle a uno a un nivel ms elevado de la propia evolucin, no
surge de la vida misma sino que llega al mundo por medio de quienes ya la han alcanzado.
Son muchos los hombres que esto han hecho. En la historia corriente slo figura un puado de
ellos. Pero limitmonos a Cristo. El ense esta Verdad Superior. Pero habl de muchas cosas
acerca del establecimiento de un orden especial de Verdad en la Tierra y utiliz la imagen de
una via. El llam via a una escuela de enseanzas basada en esta Verdad. Su objetivo
principal era el de producir frutos. Si no los produca, se le cortaba. Cristo habla tambin de s
mismo como de una via, y dice a sus discpulos:
"Yo soy la vid, vosotros los pmpanos; el que est en m y yo en l, ste lleva mucho fruto;
porque sin m nada podis hacer." (Juan XV, 5.)

Y relata la siguiente parbola sobre una via:


"Tena alguien una higuera plantada en su via y vino a buscar fruto y no lo hall. Y dijo al
viero: .He aqu tres aos que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. Crtala
por qu ocupar an la tierra? El, entonces, respondiendo le dijo: .Seor, djala an este
ao hasta que la excave y la estercole. Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortars despus."
(Luc. XIII, 6-9.)
Desde este punto de vista, se considera al hombre como algo capaz de un crecimiento
especial, de un desarrollo interior singular, y las vias se establecen con el fin de posibilitar
este desarrollo. Pero por cierto que no eran vias. Eran escuelas donde se imparta una
enseanza. Qu se enseaba? Ante todo se instrua en el conocimiento que, de ponerlo en
prctica, puede conducir al hombre al nivel superior del desarrollo que le es inherente. Lo que
mostraban al hombre era que es un individuo, o sea algo nico, que puede llegar a un estado
superior de s mismo pues tal e? su verdadero significado y lo nico que puede satisfacerle
profundamente. Comenzaban por ensearle esta Verdad, o el conocimiento acerca de esta
especial Verdad; pero esta ilustracin conduca a otra cosa. Llevaba desde la Verdad a un
estado preciso en el que el hombre ya no obra ms partiendo de la Verdad que le ha llevado a
tal condicin, sino que acta desde esta condicin misma, desde el nivel mismo que ha
alcanzado. A veces esto se llama el Bien. Toda Verdad tiene que llevar al hombre a alguna
buena condicin como meta. Esta era la idea subyacente en el trmino "via". Se produca
vino. El hombre comenzaba a actuar desde el Bien y no desde la Verdad, y as se converta en
un Nuevo Hombre.
CAPTULO II
LA IDEA DE LA TENTACIN EN LOS EVANGELIOS

Primera Parte

Ya que en el siguiente captulo estudiaremos el milagro de la transformacin del agua en vino,


que en su significado intimo o en un sentido psicolgico se relaciona con cierto estado
especial que alcanz Jess poco antes de comenzar a ensear, sera conveniente que ahora
consideremos las tentaciones sufridas por Jess, como tambin la idea de la tentacin en su
significado general, conforme lo presentan los Evangelios. Ahora bien; a esta altura es preciso
captar claramente algo que no siempre se entiende. Y esto que ha de entenderse con toda
claridad es que el propio Jess tuvo que someterse a un crecimiento interno y a la evolucin.
Jess no naci perfecto. Si tal hubiese sido el caso, no hubiese podido sufrir ninguna
tentacin, ni hubiese experimentado la desesperacin que registran los relatos evanglicos.
Algunas personas de tendencia religiosa cometen el error de pensar que desde el comienzo
mismo Cristo tuvo tales y tan extraordinarios poderes que le era dable hacer cualquier cosa.
Pero hay un caso en el que Jess mismo se refiere a las dificultades que hay para curar cierta
clase de enfermedad y dice que se precisa mucha oracin y mucho ayuno antes de poder
intentar la curacin. Ms adelante estudiaremos algunos de estos ejemplos, pero de momento
se puede decir que existen las opiniones ms extraordinarias acerca de los ilimitados poderes
de Jess en la Tierra, al extremo que algunas personas hasta discuten afirmando que si era el
Hijo de Dios, por qu no libr a todo el mundo de sus males?
Esta es la misma clase de argumento que utilizan muchas gentes 'para decir que si es verdad
que Dios existe, por qu sufrimos dolores, enfermedad, miseria, guerra, etc.? La base de
ambos argumentos est completamente errada. No se entiende la idea del significado de la
vida en la Tierra. Lo que es ms, tampoco se entiende la idea central de los Evangelios, o sea
la idea de la evolucin individual y del renacimiento.

Repitamos las palabras que usamos con anterioridad para aclarar en cuanto sea posible el
asunto principal de este captulo:
Jess tuvo que someterse al crecimiento interior y a la evolucin. Partamos desde este punto.
Jess no naci perfecto, no naci completamente desarrollado, totalmente evolucionado. Por
el contrario, naci imperfecto a fin de poder cumplir con cierta tarea profetizada desde haca
muchsimo tiempo. Tena que restablecer el contacto entre los dos niveles que en los
Evangelios se llaman "tierra" y "cielo"; y tena que hacerlo en s mismo y prcticamente, a fin
de reabrir un camino para que la influencia de un nivel superior del Ser Total del Universo
(que se extiende a lo largo de diversos grados, desde el Ser Divino hasta el Ser Absoluto) le
llegara al hombre en la Tierra para posibilitar su desarrollo interior, y tambin para que
existiese cierta clase de cultura inteligente durante cierto y preciso periodo o ciclo de la
historia. Debi hacerlo durante uno de los periodos ms crticos de la humanidad. Acerca de
la etapa para la cual trabaj, Jess se pregunta si hallar "fe en la Tierra" como su
culminacin. "Y cuando llegare el Hijo del Hombre hallar fe en la Tierra?" Tales son las
palabras de Cristo, y sugieren que dudaba poder hallar fe en la Tierra a la vuelta del ciclo.
Jess tena que tender un puente entre lo humano y lo divino en s mismo, y de este modo
restablecer un contacto entre el cielo y la Tierra. Tena que pasar por todas las dificultades de
una evolucin interior en su parte humana, de suerte que quedase sujeta al nivel superior o
divino. Tuvo que pasar por todos estos estados de evolucin en s mismo, errando y
corrigiendo, hasta haberla perfeccionado; debi pasar a travs de un sinfn de tentaciones
internas acerca de las cuales nosotros slo conocemos unas cuantas. Y todo esto ocurri
durante un largo periodo de tiempo del que nosotros slo sabemos lo que indica la enseanza
que l mismo imparti en las ltimas etapas y que terminaron con la humillacin y la as
llamada catstrofe de la crucifixin; conocemos unos cuantos detalles de los primeros
tiempos, pero nada sabemos acerca de aquella parte comparativamente larga que intervino
entre las dos pocas. Sobre ello reina un silencio profundo. No sabemos quin fue el que
ense a Jess durante todo ese tiempo, ni quin le dio las instrucciones para cumplir con la
parte final del drama que debi representar y del que Juan el Bautista fue el precursor (el
Bautista no conoca a Jess de vista). Tampoco sabemos nada acerca de la culminacin ya
estatuida a la que el propio Jess se refiere en varias oportunidades. Y en el milagro de la
transformacin del agua en vino, lo dice en las palabras con que se dirigi a su madre: "An
no ha venido mi hora". No le ha dicho "madre", sino "mujer". Sin embargo, algunas personas
creen que fue crucificado por Pilatos, como quien dice por una casualidad. Semejante opinin
es absurda. Jess tuvo que desempear una funcin que le fue encomendada. Era algo que ya
estaba previsto.
En las ms tempranas referencias acerca del desarrollo de Jess, se dice que creca en
sabidura y estatura. Jess avanz por etapas. En Lucas se dice: "Y Jess creca en sabidura y
en edad, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. II, 52). Lucas, que nunca vio
personalmente a Jess, registra tambin las primeras palabras del nio cuando sus padres lo
hallaron en el templo, a la edad de 12 aos, tras haberle buscado durante tres das. Cita a su
madre diciendo: "Hijo, por qu nos has hecho as? He aqu, tu padre y yo te hemos buscado
con dolor". A lo que Jess aparece respondiendo: "Por qu me buscabais? No sabis que en
los negocios de mi Padre me conviene estar?" Hay que tomar nota de que ac se hace una
distincin entre el "padre terrenal" y el "Padre que est en los cielos"; o sea que esto marca la
distincin entre la idea del primer nacimiento, el ocurrido en la Tierra, y el segundo
nacimiento, aquel que es el objeto de los temas de la enseanza de Cristo. Aun cuando el nio
contaba solamente 12 aos, aquellos que en el Templo le escuchaban "se pasmaban de su
entendimiento y de sus respuestas". La idea, pues, de que Jess creca en entendimiento se
destaca bien claramente. Y obvio es asimismo que hubo de pasar un largo tiempo antes que
llegase a su completa estatura interior y alcanzara su mayor desarrollo el que, en los
Evangelios, se llama el momento de su glorificacin. Esta etapa ltima de su evolucin
interior comenz cuando Judas fue a "traicionarlo" en la noche, segn se dice, y cuando Jess
dijo a sus discpulos: "Ahora es cuando el Hijo del Hombre ser glorificado". Pero an en ese
entonces no haba alcanzado tal etapa. Hubo de pasar primero por dos tentaciones muy
severas: aquella del huerto de Getseman, en donde, al orar, dijo: "Oh, Padre; si te es posible
pasa esta copa de m; pero hgase tu voluntad y no la ma". Tambin hubo una tentacin en la
cruz cuando exclam: "Mi Dios, por qu me has abandonado?" Debe aqu tambin
mencionarse que Cristo comenz a ensear tres aos antes de haber alcanzado su glorificacin
o sea antes de completar de modo ntegro su desarrollo.
Ahora podemos preguntarnos: cmo se obtiene la evolucin interior? Todo desarrollo es
posible nicamente a travs de la tentacin interior. Se mencionan tres tentaciones lanzadas
por el diablo a Cristo en las primeras partes de los Evangelios de Mateo y Lucas; en Marcos
hay una referencia a ellas, pero sumamente breve, en trminos de "bestias salvajes". En el de
Juan nada se dice acerca de estas tentaciones, sino que se presenta como punto de partida de
la enseanza y los milagros de Jess el de la transformacin del agua en vino. Por ahora
estudiemos la versin de las tres primeras y ms tempranas tentaciones segn aparecen en
Lucas, a fin de darnos cuenta de que Jess tena que ir avanzando, en su propio desarrollo, por
el mtodo de las tentaciones, a fin de pasar por los distintos grados de crecimiento interior
mediante la conquista de s mismo. Pero, primero, recordemos que la concepcin de la
humanidad en su condicin an no despierta y como se la muestra en los Evangelios, es que
se encuentra en poder del mal. Esta idea se representa en los Evangelios con las figuras de que
el hombre est lleno de malos espritus. O sea que el hombre se encuentra sometido al poder
de sus malos humores, impulsos y pensamientos; y a stos se les personifica como si fuesen
espritus malos cuyo propsito es la destruccin del hombre y de la raza humana. La
concepcin de los Evangelios es que el hombre se ve continuamente arrastrado hacia abajo
por las fuerzas del mal que lleva en s mismo, fuerzas que no estn fuera de l y a las cuales el
hombre mismo ha consentido dndoles poder. Porque el hombre da su consentimiento a estas
fuerzas, en s mismo, se detiene el progreso de la vida humana. Los poderes del mal yacen en
el hombre, en su propia naturaleza, en la ndole del amor propio, del egosmo, de la ig-
norancia, de la estupidez, la malicia, la vanidad, etc., y tambin en el hecho de pensar
nicamente a travs de los sentidos y en tomar las apariencias externas de la vida como si el
mundo visible fuese la nica realidad. A estos defectos se les llama, colectivamente, el
diablo; este nombre describe el terrible poder que tienen los malentendidos acerca de todas
las cosas. El hombre no desarrollado posee este poder de conectarlo todo mal. El diablo es la
suma de todas estas deficiencias, de todos los poderes de la incomprensin que hay en el
hombre, y de todos los resultados por ellos transmitidos. As tenemos que, desde cierto punto
de vista, al diablo se le llama calumniador; desde otro, se le llama acusador. Pero ya veremos
con mayor claridad lo que se quiere significar por el diablo, cuando comencemos a entender
lo que en verdad representa la tentacin.
En el relato de Lucas acerca de la forma como el diablo incit a Cristo, se dice que Jess
estuvo en el desierto durante cuarenta das "y era tentado por el diablo". Esta cifra, cuarenta,
aparece tambin en el relato acerca del Diluvio. En l se dice que llovi durante cuarenta das
y cuarenta noches. En el relato alegrico de cmo los hijos de Israel vagaron perdidos, se dice
que estuvieron en el desierto durante cuarenta aos; tambin se dice que Moiss ayun
durante cuarenta das antes de recibir los mandamientos escritos sobre la piedra. En Lucas,
estos cuarenta das en el desierto estn directamente conectados con la idea de la tentacin.
"Y Jess, lleno de Espritu Santo, volvi del Jordn y fue llevado por el Espritu al desierto
por cuarenta das, y era tentado del diablo. Y no comi cosa en aquellos das." (Luc. IV, 1,
2.)

Luego sigue una descripcin de la primera tentacin resultante de este periodo de


incitaciones, y se la representa as:
"Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan." (Luc.
IV, 3.)

Abordemos el primer significado, el primer nivel literal. Cristo tuvo hambre y el diablo le
sugiri que convirtiese una piedra en pan.
"Y Jess, respondiendo, dijo: Escrito est que no con pan slo vivir el hombre, sino con
toda palabra de Dios." (Luc. IV, 4.)

Tomndolo en un nivel literal, esto es tal cual aparece, una tentacin fsica. Hay que advertir,
sin embargo, que antes de esto se indica que Jess permaneci en el desierto durante cuarenta
das "y era tentado por el diablo". Si suponemos que el desierto era un lugar realmente fsico,
cmo es que nada se dice acerca de la forma como lo tentaba el diablo durante todo ese
tiempo? Uno bien podra limitarse a decir que estaba murindose de hambre. Pero
relacionndolo con el desarrollo interior, debemos entender el trmino desierto como un
estado mental, un estado ntimo general comparable a un desierto, o sea un lugar o condicin
en el que no hay nada que gue u oriente al hombre; una condicin tal en la que el individuo
no se encuentra en medio de cosas que le son familiares, y as est en un verdadero desierto,
en una situacin angustiosa de aturdimiento, de perplejidad, en la cual queda completamente
solo, como si estuviese pasando por una prueba, sin hallar en qu sentido moverse, pero
sabiendo, s, que no debe moverse en un sentido propio. Esto es una tentacin en s misma,
pues durante todo el tiempo el hombre est hambriento de un significado. Por qu deber el
hombre abandonar lo que le es familiar y lanzarse a un desierto? Siente hambre de pan, pero
no del pan en un sentido literal, sino de aquel del que habla el Padre Nuestro y que tan
erradamente se ha traducido "de cada da". Se trata de una gua, de algo transustancial;
literalmente, se trata de pan para maana. Esto, de hecho, significa pan para el desarrollo de
nuestra vida; no de nuestra vida tal cual es hoy en da, sino de nuestra existencia como puede
llegar a ser; el pan necesario para mantenernos en nuestro crecimiento, el pan para las
sucesivas y necesarias etapas de comprensin. (El Padre Nuestro es una plegaria que trata
acerca de la evolucin interior y el pan que en l es solicitado es el del entendimiento
necesario para esta evolucin.) En semejantes condiciones, en medio del desierto, la tentacin
es la de hacer uno mismo el pan, o sea obrar conforme a las propias ideas, a la propia
voluntad en la misma forma en que lo hicieron los constructores de la Torre de Babel cuando
utilizaron ladrillos y betn hechos por ellos mismos, en lugar de piedra y mezcla. Ellos pen-
saron que podan hacer un mundo nuevo con sus propias ideas. Por qu no ha de confiar uno
en s mismo y as descansar nuevamente en la vida en vez de esperar algo que parece ser tan
dudoso? En Mateo, la respuesta que Cristo da al diablo en esta tentacin dice as:
"No slo con pan vivir el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mat.
IV, 4.)

Ac se nota claramente que el diablo pidi a Cristo que l mismo hiciese su pan a fin de
aliviar su condicin; o sea, que no esperase la palabra de Dios. Y el diablo tambin le dice:
"Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se hagan pan". En otra forma, le pidi que se
alimentase de sus propias ideas, de sus propios poderes. Pero la misin de Cristo, que
comenz inmediatamente despus que hubo pasado las tentaciones en el desierto, no era la de
fabricar verdades y significados por s mismo, sino el comprender y ensear el sentido de la
Palabra o el Verbo de Dios, o sea de aquellas influencias que vienen de un nivel superior. La
prueba era la de escoger entre su propia voluntad, o la proveniente de un nivel superior. Tena
que realizar la voluntad de "Dios" y no la propia. Tena que poner su inferior nivel humano
bajo el dominio de la voluntad del nivel superior o divino. Y es el nivel humano el que aqu
aparece sometido a la tentacin, pues Jess naci de una madre humana. Confundir lo
superior con lo inferior es lo mismo que aniquilarse porque entonces el aspecto humano se
adjudicar a s mismo lo que por cierto no le pertenece. El hombre ser inducido entonces a
expresar: "Yo soy Dios", en lugar de "Dios es Yo". Si dice: "Yo soy Dios", se identificar con
Dios desde un nivel inferior. Y esto le aniquilar. Si dice: "Dios es Yo", rinde su propia
voluntad y hace la voluntad de Dios "Yo" en l, de suerte que queda sometido y debe
obedecer a Dios, o sea a un nivel superior. Tmese nota de que el diablo se dirige a Jess
empleando los trminos: "Si eres Hijo de Dios ..." y con ello sugiere que Jess puede hacer lo
que mejor le plazca, como si estuviese a un mismo nivel con Dios. Todo esto haba en Jess.
Todo esto ocurri en l. Y aun cuando esta tentacin bien puede tomarse muy simplemente,
como la necesidad de sobreponerse a sus apetitos en este caso el hambre resulta evidente
que tiene otros significados ms profundos tras su sentido literal. Y estos significados dicen
relacin con aquellos problemas del amor propio, del poder y de violencia que tienen una
poderosa raz en la naturaleza del hombre. Una parte de la naturaleza de Jess era humana;
provena de la mujer, su madre. La tarea era transformarla. Todo esto es obvio en la segunda
tentacin en la que es ofrecido a Cristo todo el poder sobre el mundo visible. Se presenta al
diablo llevando a Cristo a "un alto monte" donde le ofrece todo el poder sobre el mundo
visible en un punto del tiempo.
Y le llev el diablo a un alto monte, y le mostr en un momento de tiempo todos los reinos de
la Tierra. Y le dijo el diablo: A ti te dar toda esta potestad y la gloria de ellos; porque a m
me es entregada y a quien quiero la doy. Pues si t adorares delante de m, sern todos
tuyos." (Luc. IV, 5-7.)

Esta es una fascinacin del poder mundanal y de la profunda vanidad que yace en todos.
Nuevamente va dirigida hacia el amor propio. Incluye el amor por el mundo y por sus
posesiones. El diablo le dar el mundo a Cristo. El amor del poder (autoridad) y el amor de las
posesiones representan dos aspectos del amor propio. Aqu vemos cmo el aspecto humano
de Cristo aparece sometido a la ms tremenda de todas las tentaciones que se pueden concebir
respecto a las ganancias del mundo y al poder posesivo. De tal modo est descrita esta
tentacin que destaca el hecho con toda claridad: se le presenta a Jess todo el mundo "en un
momento de tiempo", o sea de modo simultneo. Y se cita a Jess respondiendo: "Porque
escrito est: a tu Seor Dios adorars y a l slo servirs". O sea que no adorar ni servir al
mundo y sus posesiones. La respuesta es del mismo tipo de comprensin que la dada en la
primera de las tentaciones. Hay algo aparte del mundo y del amor por poseerlo. Hay alguna
otra cosa que el hombre debe poseer. Este nivel superior que le es posible alcanzar y que lleva
el hombre dentro de s mismo, es la direccin en la que su deseo de poder y de gloria debe
volverse. Pero aun cuando el hombre sepa y est bastante seguro acerca de esta direccin, an
puede ser tentado. Y mucho ms en la condicin descrita. De otro modo. Cristo no hubiese
sido tentado de esta manera. Su aspecto humano estaba an abierto a la tentacin. No se trata
nicamente del abrumador efecto de los sentidos y de cualquier incitacin inmediata del
inters propio o de la vanidad, no; esto no es todo lo que hay que considerar. Es menester
considerar tambin, y sobre todo, la idea mucho ms sutil de que, por medio de los
procedimientos mundanales, el poder externo y la autoridad, uno puede ayudar al gnero
humano convirtindose en rey sobre la Tierra. Bien sabemos que todos los discpulos
pensaban que Jess se iba a convertir en un rey terrenal, dueo de todo el mundo y repartidor
de recompensas mundanales. Los discpulos pensaron en cosas elevadas desde un nivel
inferior. Primero no pudieron comprender acerca de lo que hablaba Jess, o sea que no enten-
dieron que se refera a un nivel superior o ntimo que nada tiene que ver con el nivel inferior o
externo de la vida. Debemos ac recordar que el camino que Cristo deba seguir lo conduca
nicamente a un aparente fracaso en la vida exterior, a una condicin o estado de impotencia
y a una forma de muerte solamente reservada para los peores criminales de la poca. Y hacia
el final slo tuvo unos cuantos que le siguieron. Pareca que todo haba sido intil. Por cierto
que nosotros no podemos tener la esperanza de comprender esto a menos que captemos de
modo cabal la idea de dos niveles. Pero ya hablaremos de esto ms adelante; ac tan slo
diremos que la tentacin, en su verdadero sentido, trata acerca de estos dos niveles y dice
relacin del trnsito de uno al otro. Si Jess hubiese nacido perfecto, hubiese estado ms all
y por encima de cualquier tentacin. No hubiese representado al Nuevo Hombre ni hubiese
indicado el camino hacia l. Por esta razn dijo de s mismo: "Yo soy el camino".

Segunda Parte
Podemos ser tentados de diferentes maneras y tambin hay distintas formas de caer en la
tentacin. Por el momento hablemos de sta en trminos generales. Siempre que sea real, toda
tentacin implica una lucha entre dos aspectos del hombre; cada uno de ellos procura obtener
el dominio de la situacin. Esta lucha tiene dos formas. Siempre acontece entre lo que es
verdadero y lo que es falso, o entre lo que es bueno y lo que es malo. Todo el drama interior
en la vida del hombre, y todos los resultados de este drama en trminos del desarrollo ntimo,
yacen en esta lucha interna en torno a lo que es Verdad y a lo que es falso, en torno a lo que es
bueno y a lo que es malo. Y, efectivamente, es acerca de estas cosas, acerca de lo que siempre
todo el mundo est pensando y cavilando en la intimidad de su mente y en lo ms profundo de
su corazn. La mente tiene como funcin el pensar acerca de lo que es verdadero, y el corazn
es para percibir aquello que es bueno.
Tomemos la primera tentacin en relacin a lo que es Verdad. Esto ocurre en la vida
intelectual de la gente. Cada persona sostiene algunas cosas como ciertas, las considera una
verdad. En s mismo, el conocimiento no es la Verdad; todos sabemos muchas cosas, pero no
las consideramos ciertas o bien nos mostramos indiferentes a ellas. Mas entre todas las cosas
que sabemos hay algunas que s nos son ciertas, verdaderas. Esta es nuestra verdad particular,
pertenece a nuestra vida personal, intelectual, por cuanto el conocimiento y la Verdad son de
la mente. Ahora bien; la vida intelectual de un hombre no consiste sino en aquello que
considera verdadero, y cuando algo amenaza esta verdad el hombre se ve preso de angustia. Y
mientras ms valor atribuye a lo que considera verdadero, mayor ser la ansiedad que sienta
cuando la duda penetre en su mente. Este es un estado de tentacin moderado en el cual el
hombre tiene que pensar acerca de lo que cree y valoriza como Verdad, y desde ah luchar
contra sus dudas. Es necesario entender que nadie puede sufrir tentacin alguna sobre aquellas
cosas que no valoriza. Slo puede ser tentado en relacin a lo que valoriza. El sentido de la
tentacin es reforzar, fortalecer todo cuanto el hombre justiprecia como Verdad. A travs de
los Evangelios se ve claramente la idea de que el hombre tiene que combatir y luchar en s
mismo. Los Evangelios se refieren a la vida interior del hombre.
Esto exige una lucha interior, o sea que la tentacin es necesaria. Pero ocurre que algunas
veces la gente se siente ofendida ante la idea que tiene que luchar por alcanzar la Verdad y
pasar por tentaciones con relacin a ella. Sin embargo, la realidad es que se necesita luchar
para obtener el conocimiento tanto como se requiere combatir consigo mismo.
Ahora abordemos la tentacin con relacin al bien. Esta no es una pugna intelectual, sino
emocional. Corresponde a la parte volitiva del hombre, a la parte de su voluntad y no a la
parte que piensa. La base sobre la que descansa la voluntad del hombre es aquello que siente
como bueno. Todo el mundo desea y acta partiendo de lo que considera que es bueno, y todo
cuanto el hombre verdaderamente quiere de s mismo corresponde a su vida volitiva. Todo
cuanto constituye y forma la vida volitiva de un hombre es aquello que est impreso en s
mismo como bueno. Si al ser humano le fuese arrebatado todo cuanto considera bueno
terminara su vida volitiva, en la misma forma en que terminara su vida intelectual si le fuese
arrebatado aquello que considera que es la verdad. En los Evangelios, la Verdad tiene que ver
con lo que Cristo ense en la forma de un conocimiento, y el Bien tiene que ver con el amor
a Dios y al prjimo. Ahora bien; para el hombre es bueno todo cuanto ama, y todo aquello que
considera bueno constituye el motivo de su voluntad y sus acciones. Si se trata de un hombre
que slo se ama a s mismo, su Bien ser nicamente aquello que es bueno para l, y todo
cuanto no sea esto lo considerar malo. El desarrollo de la voluntad ocurre a travs del
desarrollo del amor. Y el verdadero amor surge nicamente a expensas del amor propio. Pues
bien; ya que el hombre slo puede ser intelectualmente tentado a travs de lo que considera
como la Verdad, tambin puede ser instigado con relacin a su voluntad y a sus acciones a
travs de lo que l ama. Y ya que en un sentido real la tentacin es acerca de la Verdad del
Verbo o sea acerca de la enseanza que contienen los Evangelios y el Bien del Verbo, la
tentacin en cuanto al Bien se diferencia de la referente en cuanto a la Verdad; y solamente
principia cuando el hombre ya ha comenzado a trascender el nivel del amor propio, del amor
a si mismo, y llega al estado que se llama caridad, o sea del amor al prjimo mediante un
sentido de la existencia de Dios como la fuente de todo amor. Las tentaciones en cuanto a la
Verdad necesariamente comienzan antes de las tentaciones en cuanto al Bien. Pero si en el
hombre no existe cierta caridad natural le ser mucho ms difcil pasar y vencer las
tentaciones en cuanto a la Verdad. Y es que la Verdad tiene que penetrar y crecer en el
hombre antes que ste pueda modificar la direccin de su voluntad; o sea, antes que sus
sentimientos acerca del Bien puedan cambiar. Cuando comienza a sentir la penetracin de un
nuevo Bien en l, percibir que los dos sentimientos se alternan. Y ms adelante sentir en s
mismo la lucha entre el nuevo Bien y lo que anteriormente consideraba como bueno. Pero a
semejante altura ya el. hombre debera estar en situacin de asirse con firmeza a la Verdad,
sea cual fuere su falla con relacin al Bien. El hombre se encuentra efectivamente entre dos
planos, entre dos niveles de ser, uno superior y otro inferior. Y toda tentacin real slo ocurre
cuando se da este caso, pues el nivel inferior le atrae. El hombre tiene que encontrar un
camino entre ambos. En efecto el hombre se eleva un poco y en seguida vuelve a caer como
un borracho que trata de levantarse del suelo. Pero si en realidad ha comenzado la tentacin
en cuanto al Bien, cualquiera que sea su resultado, cualquiera que sea el tiempo en que ocurra,
el hombre no debe por ningn motivo permitir que su fracaso, o su aparente fracaso, desate en
l una guerra contra la Verdad a que se sujeta. Si llega a permitir esta guerra, si llega a
hacerla, perder cierto sentido de la Verdad con cada fracaso, con cada cada. Sea lo que sea,
haga lo que haga, el ser humano tiene que aferrarse a la Verdad que ha recibido y tiene que
mantenerla viva en s mismo.

Tercera Parte
En la tercera tentacin de Cristo, el diablo comienza nuevamente diciendo: "Si eres Hijo de
Dios..." Es preciso tener en cuenta que Cristo debi luchar contra todas las formas del amor
propio en s mismo, contra todos sus amores terrenales y cuanto de ellos se deriva. Tena que
sobreponerse a todo sentimiento de poder que surga de su condicin de ser humano, a fin de
someterlo a un nivel o plano superior. Ahora bien; en un sentido real la tentacin tiene que ver
con la relacin que existe entre un nivel inferior en el hombre mismo y el mayor nivel que le
es posible alcanzar. Es indispensable tener en cuenta que la idea central de los Evangelios es
que el hombre debe pasar de una condicin inferior a una superior. Esto es justamente la
evolucin interna o ntima o el renacimiento. Desde que el "Verbo de Dios" es la enseanza
acerca de los medios necesarios para la evolucin ntima, cualquier tentacin intelectual que
presentan los Evangelios se refiere a los pensamientos que el hombre alimenta en privado
acerca de la Verdad del Verbo, de la verdad de los sentidos, as como todas las tentaciones
emocionales son acerca del amor propio y del amor a Dios. Naturalmente que hay un
desacuerdo entre los niveles superior e inferior, tal como podemos decir que existe un
desacuerdo entre la semilla y la planta. Bien podemos decir que una semilla puede vivir por s
misma y estar llena de amor propio, o que tambin puede rendirse y someter su voluntad a las
influencias superiores que buscan el modo de operar en ella de tal suerte que, mediante una
transformacin, pueda convertirse en una planta.
En Lucas, la tercera tentacin se da en las siguientes palabras:
"Y le llev a Jerusaln y psole las almenas del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios,
chate aqu abajo; porque escrito est: que a sus ngeles mandar de ti que te guarden; y en
las manos te llevarn porque no daes tu pie en piedra. Y respondiendo Jess le dijo:
.Dicho est: no tentars al Seor, tu Dios." (Luc. IV, 9-12.)

No es difcil comprender que el amor propio necesariamente hace que uno se adore a s
mismo. De tal suerte que el hombre, en efecto, se atribuye la divinidad a s. O sea que lo
inferior imagina ser lo superior y as tienta a Dios. No puede sentir su propia realidad y el
hombre se infla a s mismo como un globo que quisiera llegar al cielo. Y luego, intoxicado
por la idea de la propia divinidad, en la locura de su particular ilusin, puede intentar lo
imposible y as destruirse a s mismo.
En los relatos acerca de la tentacin por el diablo, se dice que Cristo fue llevado al desierto
por el Espritu. En Lucas se dice que "fue llevado por el Espritu al desierto por cuarenta das,
y era tentado del diablo". En Marcos se expresa esto ms vigorosamente: "Y luego el Espritu
le impele al desierto. Y estuvo all en el desierto cuarenta das, y era tentado de Satans; y
estaba con las fieras y los ngeles le servan" (Marc. I, 12-13). En Mateo: "Entonces Jess fue
llevado del Espritu al desierto para ser tentado del diablo" (Mat. IV, 1). En cada Evangelio
que trata sobre ellas, las tentaciones vienen inmediatamente despus del bautizo de Jess por
Juan en el ro Jordn. Y parece raro que Cristo haya sido llevado a la tentacin por el mismo
espritu de iluminacin de que estaba lleno. Pero Cristo ense que el hombre debe nacer otra
vez del Espritu; y sin haber tentacin no puede haber transformacin alguna. El Espritu es el
medio que conecta lo superior con lo inferior. La parte humana de Cristo tena que
transformarse y ser elevada a un plano divino. Y desde que el Espritu es el intermediario y
atrae a lo inferior hacia lo superior mediante una serie de transformaciones, la misin del
Espritu es pues la de conducir al hombre al desierto. Mejor dicho, la de conducirlo al ms
.completo aturdimiento y perplejidad, y someterlo a la tentacin por todos los elementos que
lleva en s mismo, a fin de que deje atrs todo cuanto es intil para su evolucin. Y para que
todo aquello que en l pueda crecer y comprender, se coloque adelante. En el hombre, el
diablo representa todo cuanto no puede evolucionar, todo cuanto no quiere y hasta odia la idea
misma de la evolucin interior. Es aquella parte del hombre que slo quiere calumniar, que
rehsa comprender y que nicamente se preocupa de hacer su propia voluntad. Todo esto
tiene que ir colocndose gradualmente tras del hombre que busca en realidad una evolucin
interior, y no debe permitrsele que tome la delantera ni el control de su vida. Dicho en otra
forma, es preciso que cambie el orden de las cosas a fin de que lo que es primero sea lo
postrero. As, en uno de los relatos se nota que Cristo dice al diablo: "Colcate tras de m.
Satans". Que este nuevo orden de cosas no puede producirse de la noche a la maana lo
indica claramente el Evangelio de Lucas, en el que se informa que las tentaciones a que
estuvo sometido Cristo no haban terminado. Dice que el diablo "se fue de l por un tiempo".
CAPTULO III
LAS BODAS DE CANA

Quines fueron los contrayentes de estas bodas? Advierta ^^ tase que nada se dice acerca de
los novios. Jess y su Madre aparecen en lo exterior como Madre e Hijo. Pero entendindolo
psicolgicamente se trata de la unin interna entre lo natural y lo espiritual en Jess. Por qu,
entonces, el maestresala no se da cuenta de lo que ha ocurrido? Por qu le fue imposible
comprender, al extremo de que los sirvientes ni siquiera trataron de informarle de los hechos
aun cuando como siervos estaban a sus rdenes? Porque haba aparecido un nuevo Amo, un
nuevo Maestro. Apareci casi en secreto. Tambin hay que tomar nota de que este nuevo
Amo no le dice nada al maestresala a quien bien se le puede llamar antiguo Amo. Cuando el
hombre cambia su psicologa de una manera tan profunda y acabada, el Amo antiguo ya no
tiene control alguno sobre ella. Y aparece un nuevo Amo, un Amo ms grande. Al tener el
dominio sobre el aspecto natural de si mismo, que en este caso lo representa su Madre, Jess
haba logrado alcanzar un punto en el que el Amo antiguo ya no tena poder alguno; sin
embargo, ste no saba lo ocurrido. Jess no es el maestresala, pero nadie le comunica al Amo
antiguo lo que ha sucedido. Todos guardan silencio. No hay rivalidad, hay solamente silencio.
Ha tenido lugar una transformacin que, de hecho, se presenta como agua convertida en vino.
Pero nada ha sucedido por medio de la violencia. En ninguno de los milagros de Jess existi
saa o rivalidad. Hubo, en cambio, silencio. Jess dijo a Pilatos que, de haber sido necesario,
l, Jess, hubiese podido invocar poderes tales que habra sido puesto en libertad. Pero no los
utiliz. La violencia slo engendra ms violencia. Extraa lnea de pensamiento es la que
conduce a la reflexin acerca de quin o qu es el amo en uno mismo y cmo sobreponerse o,
ms bien, alejarse de l. No debe decirse ni hacerse nada que lo antagnico o lo inflame. Aun
el propio Pilatos percibi algo acerca de Jess; y, por su parte, el maestresala saba apreciar el
buen vino. Pero no cabe duda alguna de que ste hubiese sido un factor difcil de manejar si
los sirvientes hubiesen explicado el milagro y discutido la autoridad del Amo.
Son muchas las cosas que los Evangelios dicen acerca de este silencio interior, con relacin al
cambio en s mismo: es preciso que haya silencio en uno mismo: "No sepa tu izquierda lo que
hace tu derecha" (Mat. VI, 3). Y es que uno no podr sobreponerse a la autoridad de lo
terrenal si reacciona violentamente contra ella. Un hombre puede protestar con brusquedad
contra su padre. Cuntos hay que derrochan sus mejores aspectos slo por su colrica
oposicin a la autoridad? Con el tiempo llegan a convertirse en aquello mismo que odian. De
este modo no se puede conseguir cambio interior alguno. Pero aqu, en el lenguaje simblico,
no se representa la autoridad de la Madre de Jess en los trminos de una reaccin violenta
sino en la forma de cierta orden interna mediante la cual su importancia no queda destruida;
ms bien es algo que se utiliza correctamente. Pues ella es quien hace que el milagro sea
posible al decirle a los "sirvientes" que obedezcan y efecten cuanto Jess les indique. Y
desde que l hered su aspecto natural y humano de ella, parece bastante claro que al haber
alcanzado semejante estatura en su desarrollo interno haya tambin logrado una relacin
correcta entre su aspecto humano o natural y su aspecto superior o espiritual, de tal suerte que
"ella" le obedeci a "l". Existen ciertas disciplinas en las que este aspecto "natural" se toma
como si fuese algo a lo que hay que sobreponerse por completo, permitiendo nicamente la
operacin del pensamiento espiritual por encima del aspecto terrenal. Semejante divisin del
hombre o de la mujer no puede ser considerado como un ordenamiento o armona de todas las
notas que suenan en nuestro ser. Jess, por su Madre, naci hombre. Su cometido fue el de
conectar al ser humano con Dios, lo natural con lo espiritual y no dividir en opuestos lo que
no son opuestos, sino diferentes niveles o gradaciones de lo mismo.
Bien puede representarse el aspecto "natural" del hombre y el aspecto ms ntimo, o
relativamente espiritual, como si fuesen dos figuras o dos habitaciones, una de las cuales
conecta con la otra; o dos alturas, una mayor y una inferior; o dos ciudades, o de muchas otras
maneras. La imaginera visual no expresa nada en s misma. Lo que vale es slo el significado
psicolgico; lo es todo porque es lo nico que tiene un sentido. No son las palabras lo que da
el sentido a lo que la parbola dice. Algunos sueos son parbolas puras, tal como algunos
mitos antiguos y algunas leyendas. Pero lo que le da validez a todo es su significado
psicolgico, tanto a los mitos, como a las parbolas, a los sueos, cuentos de hadas, etc. En un
nivel natural de la mente parecen no tener ms sentido que el meramente literal. Pero el
significado espiritual, el psicolgico, no puede transmitirse directamente en palabras a la
mente que se encuentra en un nivel natural. Y sta es la razn por la que siempre ha existido
otro lenguaje. Slo aquellos que se hallan familiarizados con l pueden entender un lenguaje
verbal. Pero una parbola, que representa algo visual, puede ser comprendida por cualquiera
aun cuando no hable el mismo lenguaje verbal. Hay dos lenguajes; corresponden a dos
profundidades o niveles del hombre.
En el lenguaje esotrico existe un trmino que siempre representa el cumplimiento de cierto
desarrollo. Este es un trmino numrico. El nmero tres implica realizacin. En esta seal, la
de la transformacin del agua en vino, se comienza el relato diciendo que en el tercer da
hicieron unas bodas. El principio, el medio y el fin forman una etapa completa. De suerte que,
en trminos esotricos, el nmero tres es el final de algo y el comienzo de alguna otra cosa.
Cuando se cumple una etapa psicolgica, se inicia una nueva. Esta es el "tercer da". Lo viejo
pasa y comienza lo nuevo. O bien se trata de que el nivel superior principia a ser el activo y el
inferior a obedecerle. El nmero tres se utiliza para representar esta situacin como, por
ejemplo, cuando Cristo cumpli el tiempo necesario en los infiernos y al tercer da resucit de
entre los muertos y se elev a los cielos. Muchos son los ejemplos de este nmero tres que se
citan en los libros esotricos que contiene la Biblia. Jonas estuvo durante tres das en el
vientre de una ballena. Pedro neg a Cristo tres veces, o sea que lo neg completamente.
Cristo le pregunt a Pedro tres veces si lo amaba. La higuera que no da fruto durante tres aos
debe ser cortada. Muchos son los ejemplos del nmero tres que indica realizacin, ya sea en el
sentido de un comienzo o en el sentido de que algo ha devenido completo.
Toda la seal de la transformacin del agua en vino se refiere al estado alcanzado por Jess
en el desarrollo de su aspecto humano, de suerte que comienza con "el tercer da".
"Y al tercer da hicironse unas bodas en Cana de Galilea; y estaba all la madre de Jess. Y
fueron tambin llamados Jess y sus discpulos a las bodas. Y faltando el vino, la madre de
Jess le dijo: Vino no tienen. Y duele Jess: Qu tengo yo contigo, mujer? An no ha
venido mi hora. Su madre dice a los que servan: Haced lo que os dijere. Y estaban all
seis tinajuelas de piedra para agua, conforme a la purificacin de los judos, que caban en
cada una dos o tres cntaros. Dueles Jess: Henchid estas linajudas de agua. E
hinchironlas hasta arriba. Y dueles: Sacad ahora y presentad al maestresala. Y
presentronle. Y como el maestresala gust el agua hecha vino, que no saba de dnde era
(mas lo saban los sirvientes que haban sacado el agua), el maestresala llama al esposo. Y
dcele: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando estn satisfechos, entonces lo que
es peor, mas t has guardado el buen vino hasta ahora. Este principio de seales hizo Jess
en Cana de Galilea, y manifest su gloria; y sus discpulos creyeron en l." (Juan II, 1-11.)

Tmese nota que la Madre de Jess est en la boda; representa el antiguo nivel con el que
Jess todava mantiene contacto, pero con el que ya nada tiene que ver. O sea que le dice al
antiguo nivel de s mismo: "Qu tengo yo contigo, mujer?" Para poder entender una tan ruda
actitud hacia su Madre, es necesario ver otros pasajes de los Evangelios. Supongamos que un
hombre llegue a cierto nivel en s mismo, a cierto plano en el que l compadcese a s mismo,
en el que todo cuanto es pattico haya sido destruido. Muchas personas consideran a Cristo
como una figura pattica, como a un Cristo enfermo. Esta concepcin de Cristo tiene por
compaera la idea de que fue tratado brutalmente y arrastrado a la cruz. Pero por cierto que
todo el contenido de los Evangelios demuestra lo contrario. Los Evangelios indican que l
sufri con deliberacin en la cruz. Predijo su crucifixin. Advirti a sus discpulos dicindoles
que l tena que padecer hasta el fin. Y cuando en el huerto de Getsemani, en su agona, or
pidiendo que este fin fuese cambiado, llamndole una copa que tena que apurar, dijo: "Pero
hgase tu voluntad, Padre, y no la ma". A nada conduce ver en Cristo a una figura pattica. El
Cristo sentimental que conocemos es una invencin. Cosa bastante obvia es que fue duro en
su manera de tratar a otros; ofendi a muchos, y fue tambin duro consigo mismo. En la
escena con Pilatos se prueba que si hubiese querido hacer su voluntad hubiese podido huir. Le
dijo a Pilatos: "Ninguna potestad tendras sobre m si no te fuese dada de arriba" (Juan XIX,
11). Jess desempe deliberadamente el papel que le fue asignado y lo cumpli porque tal
fue el propsito con que vino al mundo. Y lo explic a menudo. Los discpulos no le
comprendieron. Slo cuando hubo pasado un tiempo algunos de ellos captaron la idea
subyacente en todo el drama de Cristo que se haba realizado ante sus propios ojos; o sea la
inevitable crucifixin de un nivel superior de la Verdad a manos de quienes se encuentran en
un nivel inferior. El continuo drama de la vida humana es la destruccin de la Verdad
psicolgica por la Verdad literal.
Jess expresa a su Madre: "Qu tengo yo contigo, mujer? An no ha venido mi hora". Esto
sugiere que eventualmente ser destruido por aquellos que la "Madre" representa en la
humanidad. Debemos alejarnos por completo de cualquier significado literal, aun de cualquier
figura para comprender esto. Jess haba llegado a un punto en su evolucin y, en la
tentacin, en el que el nivel de la "Madre" escasamente tena algo que ver con l, o sea el
nivel del cual la "Madre" es el tpico exponente. Este nivel ya no tiene poder, y, sin embargo,
lo posee. Pero est subordinado. De suerte que Jess cambia el agua en vino y as da la
primera seal del grado de desarrollo interior que ha alcanzado. Las dos ideas estn
conectadas: la elevacin fuera del nivel de la "Madre" y el poder resultante de convertir el
"agua" en "vino". Pero hay otra cosa bastante clara en el relato de estas bodas que representan
un cuadro o retrato psicolgico, y es que aun cuando Jess haba alcanzado este nuevo estado,
en el cual ya no tena nada ms que ver con el anterior, ste se halla tan inmediatamente bajo
de l que todava puede ejercer cierto poder. Lo controla de tal modo que la "Madre"
comprende que la obediencia es necesaria. De suerte que ella ordena a los "sirvientes" para
que hagan todo cuanto Jess les indique. Mediante este cuadro se exponen los tres niveles en
Jess: el ms bajo lo representan los "sirvientes" que obedecen a la "Madre"; el del medio lo
simboliza la "Madre", y el ms alto, o el superior, lo representa el nuevo nivel o estado de
Jess al cual la "Madre" obedece. Concibamos estos tres estados como si fuesen tres lneas
horizontales trazadas paralelamente la una sobre la otra. La lnea del medio representar,
entonces, lo intermedio entre lo superior e inferior. Dicho en otra forma, esto' indica que
existe cierto y preciso orden de niveles: el ms elevado, el mediano y el ms bajo. El estado
superior que alcanz Jess, y que marca el comienzo de su poder para ensear, se define en
este retrato psicolgico en trminos de un matrimonio, de unas bodas; o sea de cierta unin
interior, de un enlace completamente distinto a la unin de Madre e Hijo, y sus consecuencias
se definen representando la transformacin de agua en vino.
Qu significa la idea de una boda en esta descripcin psicolgica? Cul era el elemento que
haba en Jess que tena que unirse con algn otro elemento y que result en que el agua
quedase convertida en vino y as diese la primera seal de su evolucin interior? En la Biblia
vemos que las primeras verdades que conciernen a nuestra existencia y lo que tenemos que
hacer en ella, o sea los mandamientos, estn escritos en piedra. Pero debemos tambin
recordar que algo fall, que algo anduvo mal en la transmisin de estas verdades que Dios dio
a Moiss. Este arroj las tablas originales ("escritas de Dios") y las destruy al encontrarse
con que durante su ausencia en el monte Sina el pueblo haba comenzado a adorar un becerro
de oro construido por ellos mismos:
"Y volvise Moiss y descendi del monte trayendo en su mano las dos tablas del testimonio,
las tablas escritas por ambos lados; de una parte y de otra estaban escritas. Y las tablas eran
obra de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas... Y aconteci que
como lleg al campo y vio el becerro y las damas, enardecisele la ira a Moiss y arroj las
tablas de sus manos, y quebrlas al pie del monte." (xodo XXXII, 15, 16, 19.)

Luego, Moiss fue ordenado de Dios que hiciera otras dos tablas con sus propias manos. "Y...
alis dos tablas como las primeras." (xodo XXXIV, 4.) La Verdad de aquellos que se en-
cuentran en un nivel muy superior de comprensin, en un nivel por encima del nuestro, es
algo que no se puede transmitir directamente. No tenemos en qu recibirla, de manera que
ocupamos nuestro nivel de entendimiento con acuerdos legales, con formulismos y dems
cosas. En consecuencia, la Verdad superior llega a nosotros en los trminos de una Verdad
ms baja, ms rgida, ms literal. Se trata como si los adultos estuviesen hablando a los nios.
Es imposible transmitir el significado completo.
As como los Diez Mandamientos debieron quedar representados en piedra a fin de que los
Hijos de Israel los pudiesen recibir, as tambin la ya existente Verdad de la parbola de las
bodas se describe en la forma de agua echada en seis vasijas de piedra de la clase que los
judos utilizaban para sus ritos de la purificacin. Esto sugiere que la Verdad tena como base
las antiguas creencias y costumbres de los judos. Segn las ms antiguas alegoras, el seis es
el nmero de la Creacin; o, en diferentes niveles, es el nmero que representa la preparacin
para cualquier logro. Durante seis das de la semana nos preparamos para el sbado; un
esclavo judo tuvo que servir por espacio de seis aos antes que pudiese obtener su libertad;
una via tena que podarse durante un sexenio; la tierra deba ser arada durante seis anos, pero
al sptimo siempre ocurra el sbado de sagrado reposo para la tierra. Tal fue la ley dada a
Moiss. Igualmente, haba seis gradas en la escalera del trono del rey Salomn. As, las seis
vasijas de piedra parecen representar un periodo de preparacin durante el cual la Verdad, en
la forma de agua, ya ha sido recibida y contenida en las mentes de los judos; ha tomado la
forma correspondiente a sus antiguas creencias y aguarda su transformacin con la venida de
Cristo.
Tenemos entonces en esta parbola que el "agua", tras haber sido echada en las vasijas de
"piedra", se torna "vino". Recordemos lo ya dicho acerca de estos tres estados de la Verdad:
piedra, agua, vino. La piedra representa la Verdad literal y se hace as posible comprender que
las sucesivas transformaciones de su significado estn implicadas en estos tres niveles de la
Verdad. Lo que aprendemos en el regazo de nuestras madres bien puede ser la Verdad, pero
no es nuestra aun cuando obedezcamos. Dios es espritu; la "Madre" no lo es. La autoridad
todava no es interna, sino que proviene desde afuera. Y tambin se menciona que Jess
hablaba como uno que tiene autoridad. Pero aun esta comprensin de la Verdad no es
suficiente, y no es lo que denota en este relato. Significa un nuevo estado, una nueva
condicin, y debemos recurrir a la palabra Bien a fin de tener una idea acerca de su
significado real. Piedra, agua, vino, indican tres niveles de la Verdad, pero dnde podremos
hallar una palabra comparable al Bien? La 'encontramos hacia el final de este dinmico relato.
El maestresala, al probar el agua convenida en vino, comenta que lo usual es que en una boda
se proporcione primero el buen vino, y despus el malo. Estaba hablando en trminos
literales:
"Y como el maestresala gust el agua hecha vino, que no saba de dnde era (mas lo saban
los sirvientes que haban sacado el agua) el maestresala llama al esposo y dcele: Todo
hombre pone primero el buen vino, y cuando estn satisfechos, entonces lo que es peor; mas
t has guardado el buen vino hasta ahora-." (Juan III, 9, 10.)
La "Madre" haba ordenado a los sirvientes que obedecieran a Cristo. Tomemos nota de que
tanto la Madre como los sirvientes saban la orden de echar agua en las tinajas de piedra que
estaban vacas. Tenan acceso al agua, o sea a aquella parte de Jess que estaba al nivel de su
comprensin. Y l, Jess, utiliz este nivel inferior, pero no directamente. Lo utiliz a travs
del nivel intermedio llamado "Madre". En esto tenemos la evidencia de una verdadera
psicologa perdida hace ya muchsimo tiempo. Pero toda la mente tiene que estar abstrada a
fin de poder captar un solo reflejo del esplendor del significado interno de esta primera seal
del desarrollo interior de Jess que se registra en trminos de una imaginera visible,
palpablemente falsa. Considerndolas desde el punto de vista de que esta imaginera visible
pudiera ser cierta en lo literal a qu iba a convertir Jess 600 litros de agua en vino? Esto era
sencillamente absurdo pues Cana de Galilea era un villorrio pequeo. No puede significar que
tanta agua quedase, por un milagro, transformada en vino hacia el fin de una fiesta local. Se
trata nada menos que de 600 litros. Pero es justamente esto, el advertir que su interpretacin
no puede ser literal, lo que nos hace ir en pos de un significado psicolgico. La representacin
psicolgica en trminos de imgenes fsicas, como se hace con las caricaturas, es una cosa:
pero tomar el sentido psicolgico en trminos de lo fsico es un proceso de reversin que
continuamente ocurre con cada intento de proporcionar un significado para aquellos que slo
pueden tomar las cosas en un sentido literal y sensorio.
Una mente que se basa tan slo en los sentidos creer que el pan y el vino utilizados en el
ritual de la conmemoracin de la Ultima Cena deben tomarse literalmente. Pero el nivel literal
de comprensin en asuntos tan superiores siempre origina enormes estragos en nosotros, y as
ha sido en todos los tiempos. Un hombre podr tomar literalmente la frase: "No matars", y
hasta podr obedecerla. Pero si consigue ver con ms profundidad y comprender que durante
todo el da est matando a otros psicolgicamente con sus pensamientos, con sus
sentimientos, comenzar a pasar a otro nivel de comprensin en lo que a este mandamiento se
refiere. Podr darse cuenta del ms amplio y ms ntimo significado que encierra. Entonces,
aquello que le fue enseado externamente comenzar a penetrarle; y su significado sufrir una
modificacin interna comparable al comienzo de la transformacin de la piedra en agua.
Eventualmente, al advertir todo el Bien que contiene este mandamiento, y as lograr tener
compasin, que es algo que proviene de la Bondad, el agua se transformar en vino.
Evolucionar en s mismo a travs de este discernimiento; evolucionar en su comprensin.
La evolucin individual slo es posible por medio de la transformacin de la comprensin
ntima; el hombre es su comprensin, y el querer o la voluntad derivada de ella, y nada ms.
El hombre no es un ser fsico. La evolucin individual en el sentido que lo indican los
Evangelios slo puede ocurrir psicolgicamente. Cuando por s mismo el hombre ha podido
valorizar aquello que le fue enseado como un mero mandamiento o Verdad externa, cuando
su aspecto emocional se ha desarrollado hasta alcanzar el mismo nivel de cualquier
conocimiento de la Verdad que posea; cuando esto ocurre de tal suerte que trate de hacer
aquello que sabe, y que trate de hacerlo no por obligacin sino por la propia voluntad, por el
propio sentimiento y el propio consentimiento, entonces es otra clase de hombre. Es un
hombre que se perfecciona, un hombre que se acerca al grado que en esta parte tomamos bajo
el smbolo del vino, un Nuevo Hombre.

Una de las ms profundas enseanzas del esoterismo trata acerca de la unin de los dos
aspectos del hombre. En la enseanza esotrica griega, ejemplarizada por Scrates, se ve
cmo esta idea corre a travs de toda la exposicin de que el hombre es un producto no
acabado y que lleva en s mismo posibilidades para lograr un estado superior. A estos dos
aspectos Platn les llama Conocimiento y Ser. En La Repblica dice: "El verdadero amante
del conocimiento siempre est luchando por ser". Y tambin: "Cuando ella (el alma) descansa
sobre aquello en que brillan la verdad y el conocimiento, y comprende y sabe que tiene
razn... Esto, entonces, que da verdad a aquellas cosas sabidas y el poder de distinguir al
conocedor, es lo que quisiera que vosotros llamaseis la idea del Bien... Del Bien puede decirse
que no solamente es el autor del conocimiento de todo lo sabido, sino asimismo de su ser y de
su esencia". A fin de poder saber como es debido, es preciso que el hombre sea. La educacin
para poder ser y la educacin del conocimiento fueron el tema principal de sus ltimos libros.
El problema que mantuvo continuamente ocupado a Platn fue el de cmo educar
correctamente a las personas, cmo impartirles el saber necesario y cundo drselo. Platn
siempre vio como uno de los mayores peligros el proporcionar a tipos inferiores de gente un
conocimiento que lo utilizara mal. Para l, uno de los peores crmenes era el impartir
conocimiento de cualquier especie a todos. Advirti muy claramente la necesidad de un
conjunto de disciplinas en cuanto al carcter del individuo y a su ser, antes de poder
considerarlo apto para recibir conocimiento. Lo que es ms, lleg a la conclusin de que
cualquiera que quisiese obtener los grandes conocimientos deba someterse a todos los
ejercicios y disciplinas de la vida hasta haber alcanzado una edad ya no joven. En las escuelas
esotricas de las que an podemos advertir algunas huellas en la literatura antigua, los
candidatos deban pasar por diversas y muy severas disciplinas antes que se les permitiese el
acceso a cualquier conocimiento esotrico. El candidato poda verse obligado a servir en las
condiciones ms bajas y humillantes durante varios aos, verse sometido a insultos que no
eran ms que una prueba para medir el temple de su ser. Si lograba pasar estas pruebas con
xito, si consegua desarrollar en s mismo fuerza y paciencia, entonces se le daba algn
conocimiento. Pero si el hombre se quebraba, si se compadeca a s mismo, si se quejaba o
demostraba ser dbil, si menta, si se comportaba con malicia, si sacaba ventajas de los otros,
si se resenta, si se consideraba a s mismo mejor que los dems, entonces no reciba ningn
tipo de saber. Esto significa que su ser estaba sometido a prueba antes de poder recibir
cualquier clase de verdadero conocimiento. Hoy en da la situacin es muy distinta.
Cualquiera puede obtener conocimientos, sin discriminacin de ninguna especie. Y hay cierta
clase de literatura que llama la atencin sobre este punto, entendiendo perfectamente la idea
de que el desarrollo del ser es un factor primordial.

Para que el hombre pueda recibir un Conocimiento Superior, tiene que tener un Buen Ser. As
podr hacer sal en s mismo. Si consideramos el conocimiento como cloro y el ser como
sodio, veremos que el hombre no tiene suficiente sodio en s mismo como para combinarlo de
un modo debido con el cloro que le llega desde afuera. No podr tener sal. Porque entonces el
cloro le envenenar. El poder del conocimiento es venenoso si est aislado y falto de la buena
tierra que lo reciba. Acerca de esto es mucho lo que dicen los Evangelios. Puede,
sencillamente, producir veneno para el mundo. En semejante caso, la adquisicin de
conocimiento slo podr dar los peores resultados. Pero el misterio es mucho ms profundo.
La enseanza esotrica en cuanto al conocimiento y al ser se refiere a la circunstancia de que
aqul no se puede entender a menos que exista un correspondiente desarrollo del ser.
Un hombre puede saber mucho y no comprender nada porque su ser no est en la misma
altura que su conocimiento. Como consecuencia de ello, no puede producirse unin alguna,
enlace alguno entre su saber y su ser. Hoy en da podemos observar que existe una
extraordinaria cantidad de libros repletos de muchos conocimientos, pero carentes de toda
comprensin. Vemos que se dan las explicaciones ms bajas acerca de los hechos cientficos.
El hombre de poco ser y de mucho conocimiento slo puede proporcionar material sin sentido
y que no conduce a ninguna parte. Y no slo esto; puede tambin complicarlo todo de tal
modo que resulte imposible entender. As tenemos que la ciencia actual lo complica todo y no
conduce a ningn sitio. Hay muchos hombres de ciencia que continuamente escriben grandes
ensayos que nadie entiende ni los mismos hombres de ciencia. La razn de esto estriba
en que es imposible comprender el conocimiento porque el ser es algo que se ignora por
completo. El esoterismo siempre ha comprendido con toda claridad las condiciones del
conocimiento. Siempre ha entendido que el conocimiento deber conducir a la comprensin y
que sta nicamente puede desarrollarse cuando se perfecciona al ser. Esta es la idea ms pro-
funda relativa a la psicologa humana, porque es entonces cuando se produce una unin que
lleva a una evolucin interior. En esta boda, o unin, el significado del conocimiento se
enlaza con el ser de la persona y le conduce hacia su progreso interior. A este hecho es a lo
que se refiere la parbola del agua convertida en vino. Significa que Cristo uni su
conocimiento con el Bien de su ser. Su conocimiento y la bondad de su ser devinieron una
sola cosa. Repitamos ahora algo de lo que ya se ha indicado: el maestresala habla del buen
vino y de que el Bien se dej para el final. Ante todo, el hombre tiene que recibir una
enseanza acerca de la Verdad, o sea que tiene que recibir el conocimiento, y su Bondad
viene despus. De hecho, sin embargo, el Bien tambin tiene que preceder al conocimiento.
Pero sobre esto hablaremos ms adelante. Lo que es Bueno es antes que toda Verdad, pero en
el tiempo parecera que el conocimiento viniese primero. El objetivo final de la vida es el
Bien. Si decimos que en la cima de todas las cosas se halla el Bien, entonces quiere decir que
el Bien viene antes que nada y as es lo primero en esta escala. Pero en el tiempo parece que el
conocimiento viniese primero. Todo conocimiento debera conducir al Bien. Por lo tanto, el
Bien es lo primero, aun cuando para nuestros sentidos, que estn en el tiempo y slo pueden
ver una transversal de toda la existencia llamada el momento presente, parece que fuera al
revs.
(Vase en el apndice una idea paralela a sta.)
CAPTULO IV
I. LA IDEA DEL BIEN POR ENCIMA DE LA VERDAD

Primera Parte

A menudo se registra en los Evangelios el hecho de que Cristo ofendi a los fariseos
quebrantando el mandamiento acerca del sbado. Esto los enfureca de un modo especial. Les
pareca que hasta el ser bueno les estaba vedado por sus leyes religiosas y por sus escrpulos.
El trmino fariseo se refiere al estado o a la condicin de hombre que obra movido por leyes
externas y prohibiciones a fin de poder conservar las apariencias, en lo que considera que hay
algn mrito. Esto contrasta con el hombre que obra genuinamente de lo que en l es bueno.
Hay muchas ilustraciones en los Evangelios que establecen estas diferencias, como en el caso
del Buen Samaritano que tuvo compasin del herido por unos ladrones, en tanto que el
sacerdote y el levita haban pasado de largo. Pero sobre este hecho la diferencia recibe cierto
nfasis particular ah donde la actitud de los fariseos hacia el sbado se utiliza como escena de
fondo. En una oportunidad, en un da sbado, en una sinagoga Cristo cur a un enfermo, a un
hombre cuya mano derecha estaba seca. Ac se menciona la mano derecha porque en el
lenguaje antiguo de las parbolas la mano derecha representa el poder de obrar, el poder de
hacer del hombre, el poder de hacer el bien. Tambin se utiliza esta imagen para representar a
los fariseos; su poder de realizar el bien tambin estaba seco. Antes de curar a ese hombre,
Cristo mir a su rededor y dijo a todos los presentes: "Es lcito en sbado hacer bien o hacer
mal?" La actitud de los fariseos era que las leyes religiosas haban de cumplirse al pie de la
letra. Tmese nota de que ac Cristo no menciona la Verdad, sino el Bien. Cul debe venir
primero? La cita en Lucas es la siguiente:
"Y aconteci asimismo en otro sbado, que l entr en la sinagoga y enseaba; y se hallaba
all un hombre que tena la mano derecha seca. Y le acechaban los escribas y los fariseos, si
sanara en sbado, por hallar de qu le acusasen. Mas l saba los pensamientos de ellos, y
dijo al hombre que tena la mano seca: Levntate y ponte en medio. Y l levantndose se
puso en pie. Entonces Jess le dice: Os preguntar una cosa: es lcito en sbado hacer
bien o hacer mal?, salvar la vida o quitarla?, y mirndolos a todos alrededor, dice al
hombre: Extiende tu mano. Y l lo hizo as, y su mano fue restaurada. Y ellos se llenaron
de rabia; y hablaban los unos a los otros qu haran a Jess." (Luc. VI, 6-11.)

Obvio es que este incidente trata acerca de la necesidad de obrar primordialmente del bien,
aparte de cualquier otra consideracin. Cristo coloca el Bien por encima de la Verdad. Para
los fariseos la Verdad era la ley mosaica y los mandamientos que, tomados al pie de la letra,
prohben trabajar en el sbado... "durante seis das trabajars, pero el sptimo es el sbado del
Seor, tu Dios, y en l no trabajars de ninguna manera". Los fariseos haban colocado la
Verdad por encima del Bien. Qu es lo que debemos comprender en esto? Cules son los
acontecimientos ocultos en esta narracin? Bien sabemos por la historia que todas las disputas
y persecuciones religiosas siempre surgieron de asuntos sobre doctrina, o sea del aspecto de
la Verdad, del aspecto del conocimiento, de las opiniones aisladas. Si toda la humanidad
fuese caritativa, si todos obrasen por el Bien, no hubiesen ocurrido ni ocurriran semejantes
disputas y persecuciones. Si todo el mundo amase al prjimo tanto como se ama a s mismo,
ocurrira que a travs de la luz de este amor a Dios, como fuente de todo Bien, nadie matara
ni robara ni dara falso testimonio, etc. De hecho, el declogo de Moiss, los Diez
Mandamientos escritos en tablas de piedra, no tendran ningn significado. Pero para los
fariseos, que vivan al pie de la letra y que no comprendan nada, lo escrito les era mucho ms
importante que cualquier significado que hubiese tras la letra. Si el hombre fuese completa-
mente bueno no haran falta ni mandamientos ni leyes; no precisara estudiar ninguna verdad,
ni precisara obtener ningn conocimiento. No asesinara, porque debido al Bien sabra que es
imposible hacerlo. Cmo podra uno matndole hacerle un bien al prjimo? Cmo podra
hacerle un bien robndole? Los ltimos cinco mandamientos son el conocimiento del Bien. La
finalidad de cualquier conocimiento es una sola: qu es el Bien? Fuera del Bien, el
conocimiento no tiene ninguna otra finalidad ni sentido. Pero esto es algo que en la actualidad
se ha perdido de vista. La gente cree que en s mismo el conocimiento conduce a alguna
finalidad. Y esto es un error. Todo conocimiento debera conducir al Bien. Cul "es el fin
hacia el cual el conocimiento aislado est encaminando al hombre? Y si alguien preguntase
por qu, entonces, la Verdad es algo tan necesario, habra que responderle que el hombre no
es bueno. Es decir, que el nivel de su bondad es sumamente bajo. Y hay tan slo un modo de
elevar el nivel del Bien en el hombre. El nivel del Bien en un hombre slo puede elevarse
mediante el conocimiento de la Verdad acerca de un Bien mejor. A fin de poder ascender, el
hombre tiene que aprender la Verdad. Qu clase de Verdad? Es preciso ensearle, y es
preciso que l aprenda a practicar el conocimiento de la Verdad que corresponde a un Bien
superior, a un Bien que est por encima del nivel en que l se lo representa a s mismo. Pues
cada persona representa en s cierto nivel del Bien. Para poder alcanzar un nuevo nivel del
Bien, el hombre debe, primero, aprender a proceder mediante el saber. A travs del estudio,
del conocimiento, o sea a travs del conocimiento de la Verdad acerca de cmo llegar a un
ms alto nivel del Bien, puede el hombre alcanzarlo. Puede llegar a este nivel superior en s
mismo siempre y cuando muy sinceramente quiera tratar de obrar de l, captando su verdad y
su significado por s mismo. Cuando alcanza el nivel en el que el Bien de todo cuanto ha
aprendido como conocimiento deviene activo, ya no precisa ocuparse acerca de los pasos del
conocimiento que le condujeron a tal estado. Aun cuando este smil parezca burdo o
incongruente, usmoslo: al ascender una montaa nos servimos del conocimiento de cmo
subir. Pero al llegar a la cumbre lo vemos todo de un modo diferente. Desde la cima
alcanzada se puede ver la relacin que existe entre todas las cosas y uno ya no necesita pensar
acerca de los medios que utiliz para llegar a semejante condicin. La ley mosaica o, por lo
menos, los Diez Mandamientos son instrucciones acerca del aspecto de la Verdad en cuanto a
la forma de cmo alcanzar el nivel del Bien donde, como mandamientos, ya no tienen
significado alguno puesto que el hombre conoce el Bien directamente. Pero si se toman los
mandamientos como una finalidad en s mismos y no como un medio, se convierten en
obstculos.
En el pasaje citado, Cristo habla desde el Bien y no desde la Verdad literal. Los fariseos le
condenan y le odian porque ellos nicamente se atienen a la letra de la Verdad. La Verdad
acerca de un nivel superior puede tomarse como Verdad al nivel del Bien que se encuentra el
hombre, o sea a su propio nivel. El hombre ve esta Verdad destinada a conducirle a un nivel
superior de Bien, pero la ve en los trminos del nivel de Bien a que l mismo se encuentra. Si
este nivel estriba tan slo en su propio inters, en su amor propio, puede torcer la Verdad a fin
de acomodarla a su vanidad, como hacen todos los fariseos de todos los tiempos. O sea que
puede distorsionar por completo todo su significado. Lo que en los Evangelios se llama el
Verbo de Dios es la Verdad acerca de lo que precisa uno hacer para alcanzar un nivel superior
del Bien, o sea lo que es necesario hacer para la evolucin interior. Pues toda evolucin
interior es el esfuerzo por lograr un Bien superior a travs del conocimiento. As deviene ms
claro el problema de la relacin de la Verdad al Bien. El hombre no puede alcanzar un nuevo
nivel del Bien directamente. Slo puede hacerse esto por medio de una instruccin acerca de
cmo alcanzarlo, y esta instruccin debe tomar la forma de la Verdad acerca de este nivel
superior del Bien. Es decir, tiene que venir ante todo en la forma de conocimiento que el
hombre tiene que aprender a aplicar en su vida. El conocimiento acerca del Bien superior
tiene primero que venir como una enseanza. Cuando cumple su objetivo, cuando a travs del
conocimiento de la Verdad acerca de cmo lograr un nivel ms elevado del Bien el hombre
llega a este nuevo Bien y trata de vivirlo mediante su propio esfuerzo interior, la Verdad o
conocimiento que vino primero queda reemplazada por el Bien mismo. Y desde entonces,
esta Verdad o conocimiento que lo condujo a este nuevo estado o a esta nueva condicin,
queda relegada a segundo lugar porque ha cumplido con su misin de gua para que el hombre
logre un nivel superior en s mismo. As, lo que fue primero deviene segundo, a fin de que lo
segundo sea ahora lo primero. Ocurre una reversin. En primer trmino, la Verdad toma el
lugar del Bien y luego ste el de aqulla. En realidad, los seis das de trabajo en el gnesis del
hombre y el sptimo da de descanso representan seis etapas a las que sigue el logro del Bien
mismo que se llama sbado. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, se dicen
muchas cosas acerca de la reversin de este orden, acerca de que los ltimos sern los
primeros y los primeros sern los ltimos; y lo extraordinario es que esto no se haya an
comprendido de una manera ms general en cuanto a la psicologa subyacente en cualquiera
de las verdaderas enseanzas acerca del hombre y de su evolucin interior. Las personas, sin
embargo, se aterran a la Verdad como si fuese una finalidad en s misma y as comienzan a
sentir todas las diferencias de doctrina, ya sean religiosas o polticas. En el Antiguo
Testamento nos encontramos con aquella extraa historia en la que Jacob imit a Esa y tom
su lugar; esto es slo para citar un ejemplo de la Verdad que reemplaza al Bien. Jacob imit a
Esa ponindose piel de cabra en manos y cuello porque a su hermano se le representaba
como un ser cubierto de pelo. Y fue hasta donde su padre, Isaac, que estaba muy ciego,
llevando su ofrenda de un cabrito y le dijo: "Yo soy Esa, tu primognito; he hecho como me
dijiste: levntate ahora y sintate y come de mi caza para que me bendiga tu alma". E Isaac le
dio la bendicin que le tocaba a su hijo mayor, Esa. El Bien viene primero, pues a Dios
mismo se le define y se le puede siempre definir nicamente como Bien. De suerte que es el
primognito. Pero a fin de poder llegar al Bien es necesario que primero haya Verdad, as es
que Jacob toma el lugar de Esa. Nuevamente tenemos aquella curiosa historia de Fares y
Zara, los hijos mellizos de Jud:
"Y sucedi ... que sac la mano el uno, y la partera tom y at a su mano un hilo de grana,
diciendo: Este sali primero. Empero fue que tornando l a meter la mano, he aqu su
hermano sali; y ella dijo: Por qu has hecho sobre t rotura? Y llam su nombre Fares.
Y despus sali su hermano, el que tena en su mano el hilo de grana y llam su nombre
Zara." (Gnesis XXXVIII, 28-30.)

Por qu haba de registrarse todo esto a menos que tuviera un significado ms profundo que
el aparente? De nuevo, tenemos la historia tan extraa de Manases, el primognito, y de
Efran, el segundn, los hijos mellizos de Jos que fueron llevados a Jacob para ser benditos:
"Y tomlos Jos a ambos, Efran a su diestra, a la siniestra de Israel; y a Manases a su
izquierda, a la derecha de Israel... Entonces Israel extendi su diestra y psola sobre la
cabeza de Efran, que era el menor, y su siniestra sobre la cabeza de Manases, colocando as
sus manos adrede aunque Manases era el primognito. (Jacob cruz las manos.) Y dijo Jos
a su padre: No as, padre mo, porque ste es el primognito; pon tu diestra sobre su
cabeza. Mas su padre no quiso..." (Gnesis XLVIII, 13, 14, 18, 19.)

Aqu tenemos un cruce o reversin de las manos. Si uno se da cuenta de que en cualquier
forma de desarrollo interior la verdad tiene que venir primero y que el resultado es el Bien y
que entonces ste viene antes y la Verdad despus, se puede captar uno de los significados
que tiene este cruce de manos. Todas estas alegoras se refieren a la situacin psicolgica del
hombre que ahora habita la Tierra, con relacin a sus posibilidades de evolucin. En la
actualidad el hombre no puede recibir la enseanza del Bien directamente. Pero todava es
capaz de recibir la enseanza del Bien a travs del conocimiento de la Verdad.
Segunda Parte
Ha obrado alguna vez la humanidad basndose en el Bien? La antigua alegora del Gnesis
donde se dice que "era entonces la Tierra de una lengua y de unas mismas palabras" es cosa
que ya hemos estudiado. Se refiere a una poca en la que el hombre obraba por el Bien,
porque nicamente el Bien puede proporcionar una lengua o un acuerdo comn. Hubo un
tiempo en la Tierra en el que los hombres no obraban en base a teoras acerca del bien y del
mal, en base a diferentes ideas acerca de la Verdad, a distintas doctrinas, a diferentes aspectos
del conocimiento. Obraban, ante todo, por el reconocimiento interior de lo que es bueno. Esto
enlazaba a todos; pues el Bien es el nico poder capaz de unir. Toda armona proviene del
Bien. En tanto el Bien era lo primero, todo lo dems careca de importancia. El hombre poda
tener esta o aquella opinin, la que mejor le acomodase, pero colocaba a Dios primero y por
sobre todas las cosas. As estaba siempre de acuerdo con todos aquellos que tambin colo-
caban primero al Bien en sus asuntos. La descripcin de la humanidad que en un tiempo era
de una sola lengua significa que hubo una etapa en el hombre durante la cual el Bien ocupaba
el primer lugar, y as iodos hablaban la misma lengua. Sigui a este tiempo uno de
degeneracin representado por la construccin de la Torre de Babel, destinada a llegar al
cielo.
"Era entonces toda la Tierra de una lengua y de unas mismas palabras. Y aconteci que
como se partieron de Oriente hallaron una vega en la tierra de Shinar y asentaron all. Y
dijeron los unos a los otros: Vaya, hagamos ladrillos, cozmoslos con fuego. Y sirvi el
ladrillo en lugar de piedra, y el betn en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquemos
una ciudad y una torre cuya cspide llegue al cielo; y hagmonos un nombre por si furemos
esparcidos sobre la faz de la Tierra." (Gnesis XI, 1-4.)

Luego sigue una alegora descriptiva de cmo empezaron a confundirse y esto se representa
por medio de la diversidad de lenguas y la forma como fueron esparcidos.
El primer versculo: "Era entonces toda la Tierra de una lengua y de unas mismas palabras",
significa que hubo un tiempo en que la humanidad mantena cierto grado de unidad en la
Tierra. El segundo versculo: "Y aconteci que como se partieron de Oriente, hallaron una
vega en la tierra de Shinar y asentaron all", significa que empezaron a alejarse de esta
condicin de unidad. "Se partieron de Oriente", o sea que se alejaron de la fuente de aquella
condicin de unidad y a la vez descendieron en el nivel de su ser. "Hallaron una vega... y
asentaron all." Comenzaron a inventar ciertas nociones ya que haban perdido todo contacto
con la fuente original. "Vamos, hagamos ladrillo... y sirvi el ladrillo en lugar de piedra y el
betn en lugar de mezcla." Como ya lo hemos estudiado, la piedra representa la Verdad. Ya
no tenan la Verdad, "sirvi el ladrillo en lugar de piedra", o sea algo hecho por el hombre y
no por el Verbo de Dios. Tenan ladrillos en lugar de piedra. Habiendo perdido la piedra, o
sea las verdades originalmente enseadas, se propusieron cocer los ladrillos ellos mismos y
construir por sus propias manos. Tenan betn en lugar de mezcla, o sea algo malo en lugar de
algo bueno. Se proponan erigir una torre que llegase hasta el cielo, o sea elevarse por s
mismos hasta el nivel de Dios. Todo cuanto se hace se basa en el amor propio que siempre
quiere elevarse pues el amor propio solamente busca el modo de poseer poder y ejercitarlo
sobre todas las cosas. Quiere exaltarse a s mismo, y de esto proviene la imagen de una torre
en la parbola. Todo esto y cuanto sigue significa que el hombre comenz a pensar que l
mismo era la fuente del Bien, y no Dios. Cometi el delito espiritual conocido con el nombre
de robo, que es a lo que se refiere el octavo mandamiento, el de "no robar". El hombre se
atribuy a s mismo aquello de lo cual l no era la causa. Y este robo psicolgico ha
continuado hasta hoy da en que ha alcanzado un notable crecimiento, tanto que las personas
tcitamente se atribuyen a s mismas todo, aun la vida. Y como resultado de este robo
original, la humanidad ya no tiene un habla comn. Ocurri la "confusin de lenguas". Ya no
haba una lengua comn, es decir que el hombre dej de entender y de comprender a su pr-
jimo, pues ya no tena ningn punto de comn comprensin con l, un punto como puede
proporcionarlo nicamente la percepcin del Bien. Babel reemplaz la unidad. Tal es el actual
estado de cosas en el mundo. El hombre se lo atribuye todo a s mismo y ya ha perdido el
sentido de cualquier otra idea del universo, o del significado de la humanidad en la Tierra. Se
atribuye mente, pensamiento, ser consciente, sentimiento, volicin, vida, y, de hecho,
virtualmente todo; se lo atribuye todo a si mismo, aun cuando es y siempre ser incapaz de
explicar cualquiera de estas cosas. Y la nica explicacin que hoy tiene del universo es que
ocurri por casualidad y que no tiene ningn sentido.

II. EL MILAGRO EN EL ESTANQUE DE BETHESDA


Este milagro se relata nicamente en el Evangelio de Juan. El lenguaje de este Evangelio
posee un carcter emocional. Es un Evangelio sumamente extrao. Es un error el suponer que
podemos entenderlo con leerlo una o dos veces. Nadie sabe a ciencia cierta quin es su autor,
ni cundo fue escrito. El retrato de Jesucristo que ofrece este Evangelio es muy diferente del
que dan los tres anteriores, los denominados sinpticos. A stos se les llama sinpticos no
porque fueran escritos por testigos presenciales ya que Lucas y Marcos jams vieron a Cristo;
sino porque, en cierto y vago modo, las narraciones histricas ven los hechos "ojo a ojo". Pero
al llegar al Evangelio de Juan se hace obvio que su autor no hizo el menor esfuerzo por relatar
el ministerio de Cristo en la Tierra como si fuese una narracin histrica progresiva. Quin
fue este Juan cuyo nombre se ha unido a este Evangelio? Cundo se public? Nadie puede
dar una respuesta cierta a estas preguntas. Fue verdaderamente el autor de este Evangelio
aquel discpulo Juan que apoy su cabeza en el regazo de Jess, el discpulo a quien Jess
amaba? Nuevamente nos hallamos con que es imposible dar una respuesta. Todo el lenguaje
de este Evangelio es extrao y en cierto sentido la figura de Jesucristo aparece bajo una
extraa luz. Tambin son extraos los contados milagros que en l se relatan, comenzando por
la transformacin del agua en vino, que no figura en ninguno de los otros Evangelios. En el de
Juan, los milagros se relatan con curiosa minuciosidad en el detalle. Entre otras cosas, se
caracteriza por el uso del lenguaje numrico, o la numerologa.
Comencemos tomando la larga exposicin del milagro realizado por Jess en el estanque de
Bethesda. Este milagro, se cita en el Evangelio por Juan, es el tercero que refiere. Le precede
el de la transformacin del agua en vino y la curacin del hijo de un noble de Capernaum.
"Despus de estas cosas, era un da de fiesta de los judos, y subi Jess a Jerusaln. Y hay
en Jerusaln a la puerta del ganado un estanque, que en hebraico es llamado Bethesda, el
cual tiene cinco portales. En stos yaca multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que
estaban esperando el movimiento del agua. Porque un ngel descenda a cierto tiempo al
estanque y revolva el agua; y el que primero descenda en el estanque despus del
movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y estaba all un hombre
que haba treinta y ocho aos que se hallaba enfermo. Como Jess vio a ste echado y
entendi que ya haba mucho tiempo, dcele: Quieres ser sano? Seor, le respondi el
enfermo, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua fuera revuelta; porque
entre tanto que yo vengo, otro antes de m ha descendido. Dicele Jess: .Levntate, toma tu
lecho, y anda. Y luego, aquel hombre fue sano, y tom su lecho, e {base. Y era sbado aquel
da. Entonces los judos decan a aquel que haba sido sanado: Sbado es, no te es lcito
llevar tu lecho. Respondiles: El que me san, l mismo me dijo: toma tu lecho y anda.
Preguntronle entonces: Quin es el que te dijo toma tu lecho y anda? Y el que haba sido
sanado no saba quin fuese; porque Jess se haba apartado de la gente que estaba en aquel
lugar. Despus le hall Jess en el templo y djole: He aqu que has sido sanado; no peques
ms porque no te venga alguna cosa peor. El se fue y dio aviso a los judos, que Jess era el
que le haba sanado. Y por esta causa los judos perseguan a Jess, y procuraban matarle,
porque haca estas cosas en sbado. Y Jess les respondi: Mi Padre hasta ahora obra, y yo
obro. Entonces, por tanto, ms procuraban los judos matarle, porque no slo quebrantaba
el sbado, sino que tambin a su padre llamaba Dios, hacindole igual a Dios." (Juan V, 1-
18.)

Este milagro est dividido en dos partes. La primera trata acerca del milagro propiamente, y la
segunda acerca de la reaccin de los judos ante el milagro. Pero la primera parte nuevamente
est dividida en dos. Jess dice al hombre; "Quieres ser sano?" Luego le dice: "Levntate,
toma tu lecho, y anda". Ahora, estudiemos las diversas cosas dichas antes que el milagro
ocurriera, pues podemos tener la seguridad de que, con relacin al antiguo lenguaje de las
parbolas, todo cuanto se dice en este episodio tiene un significado particular. Hay una
multitud que yace enferma en cierto lugar que se llama "la puerta del ganado" y tiene cinco
portales. En estos cinco portales hay una multitud de ciegos, cojos, secos, etc., que
representan estados psicolgicos. Ahora bien;
en los milagros que registra el Evangelio de Juan, el nmero cinco ocurre nuevamente con
relacin a la mujer de Samara, aquella que tena cinco maridos y a quien Cristo habl al lado
del pozo de agua. Le dijo que haba tenido cinco maridos y que el actual no era el verdadero;
luego le habl del "agua viva", o sea de la Verdad viviente que, segn dijo Cristo, si alguien
bebiera de ella jams volvera a sufrir sed. Y ella le dijo: "Seor, dame de esta agua para. que
no tenga sed ni venga ac a sacarla" (Juan xiv, 15). Cuando recibimos una enseanza que no
est destinada al mundo exterior, o sea una enseanza que no es de los cinco sentidos y que
nos subyuga al mundo exterior, al mundo sensorial, es sumamente difcil de admitirse. Y aun
si la aceptamos, continuamos viviendo muy allegados a los sentidos, los que no podemos
evitar de tomar por la realidad. Por ejemplo, los sentidos nos dan tiempo y espacio, pensamos
en trminos de tiempo y de espacio y no podemos ir ms all de este pensamiento sensorio.
Nuestro intelecto ms profundo yace mucho ms all de todo tiempo y espacio. Pero, por as
decirlo, nuestro entendimiento ordinario est formado en trminos de tiempo y en trminos de
espacio, y no sabemos cmo pensar de una nueva manera, no sabemos cmo hacerlo fuera de
las categoras sensorias. Aun cuando admitimos la idea de la eternidad, en la que no hay ni
tiempo ni espacio, no podemos captar su significado eterno porque no nos es posible pensar
en trminos de una realidad sin tiempo y espacio. Estamos tan allegados a los cinco portales
de los sentidos, que, a pesar de conocer una nueva enseanza y aun de ver su Verdad, no
podemos alejamos del poder del mundo exterior y de la realidad que acerca de l nos
proporcionan los sentidos. Aqu es pues donde yace aquella multitud de los que han entrado
por los cinco portales del ganado y que se mantienen cerca de las puertas de los cinco
sentidos. Y todos estn mutilados, ya no estn ni en un mundo ni en el otro. Se hallan
enfermos, ciegos, cojos, secos, pues psicolgicamente no pueden moverse en un sentido u
otro. Sin embargo, sus ojos estn fijos en las milagrosas aguas del estanque que a veces un
ngel revolva dndole vida, y que, uno por uno, iban quedando sanos segn el poder que
tuviesen para entrar en l cuando descenda el ngel. El estanque, o sea las aguas, significa
siempre en las parbolas la Verdad del Verbo. Toda esta multitud reunida en tomo a la
Verdad del Verbo de Dios no puede entrar debidamente al estanque. Se hallan todos
demasiado cerca, demasiado allegados a las realidades de la vida, a las apariencias visibles de
las cosas, o sea que estn muy prximos al pensamiento que se fundamenta en los sentidos.
Nosotros somos como esta multitud que figura en el milagro y que yace cerca de los cinco
portales a la espera de algo que convierta su creencia en un significado vivo. Aqu estn todos
los que han aceptado la Verdad de un orden superior que exige una nueva manera de pensar;
han aceptado el Verbo, la Verdad acerca de la evolucin interior y del renacimiento, pero no
lo pueden realizar. Yacen cerca de la Verdad natural y, sin embargo, miran hacia la Verdad
espiritual y se encuentran, por as decirlo, entre dos rdenes de Verdad la de los sentidos y
la del Verbo de Dios. De modo, pues, que el hombre aparece representado en este milagro
como un enfermo en cama. Psicolgicamente, el hombre est acostado en sus creencias y en
sus opiniones. Se halla acostado en la Verdad que ha recibido, pero no puede andar en ella, o
sea que no puede vivirla ni hacerla. De modo que Cristo le dice: "Toma tu lecho, y anda".
Cristo representa ac el poder que es dable otorgarse al hombre para que ande, viva y haga lo
que conoce como Verdad. Jess ocupa el lugar del ngel que revuelve las aguas de la Verdad,
convirtindlas en Verdad viviente. En los milagros, Jess siempre representa el poder del
Bien que obra sobre la Verdad dndole vida. El hombre puede darle vida a la Verdad
solamente cuando percibe su Bien; si percibe el Bien de la Verdad que le ha sido enseada
actuar espontneamente y movido por su propio arbitrio. En su intimidad, el hombre es tanto
su Verdad como su voluntad. Como Verdad, el hombre obra con lentitud desde la Verdad
misma. Pero si percibe el Bien de esta Verdad obrar instantneamente de lo que percibe
como Bien. Pero ser renuente para obrar en base a lo que ve nicamente como Verdad. La
integridad del hombre es su Verdad y su voluntad que pasa al Bien de la Verdad. Esta es la
razn por la cual el hombre del milagro del estanque de Bethesda le dice a Jess cuando ste
le pregunta si quiere ser sano (ntegro o quedar integrado) : "Seor, no tengo hombre que me
meta en el estanque cuando el agua fuera revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes
que mi ha descendido". En esta forma describe su enfermedad, aquella que lo hace un
enfermo psicolgico, lo que le tiene ciego, cojo. Siempre est atrasado, es demasiado lento;
siempre llega en segundo lugar, nunca llega primero. El hombre que solamente obra partiendo
de la Verdad acta de lo que es segundo en l, no de lo que es lo primero. Si obra de su
voluntad acta desde lo que en l es primero. Y Jess, en el milagro, le da el poder de obrar
de su voluntad; o sea que le da el poder de levantar el lecho de la Verdad en que est
acostado, y andar, y obrar y vivir en ella. Jess le separa del mundo, le separa del poder de los
sentidos y le hace ver en forma viviente la Verdad que le fue enseada. De este modo el
hombre queda curado, queda sano de su enfermedad psicolgica. Y esta enfermedad
psicolgica es la Verdad superior paralizada por la Verdad inferior. Todo esto fue hecho en un
sbado, o sea en un da que en el lenguaje de las parbolas significa una jornada completa de
separacin del mundo y de sus preocupaciones.

Segunda Parte
En los Evangelios, las palabras Cristo y Jess tienen significados diferentes. Pero podemos
estar seguros de que cada palabra que se usa en los Evangelios tiene un significado especial,
relativo al antiguo lenguaje de las parbolas. Jess tiene un significado y Cristo posee uno
distinto. El nombre Jesucristo se usa slo dos veces, y en cada caso nicamente en el
Evangelio por Juan.
Todas las dems veces se utiliza la palabra Jess, o la palabra Cristo. Ahora bien; Cristo se
refiere al aspecto de la Verdad del Verbo de Dios, o sea a la Verdad que puede guiar al
hombre a su propia evolucin interior. Y el vocablo Jess siempre se refiere al Bien de la
Verdad. El Bien y la Verdad estn unidos en el trmino Jesucristo. Conforme a las palabras
de Juan, "la Gracia y la Verdad por Jesucristo fue hecha" (Juan I, 17). El Evangelio de Juan
est escrito desde el Bien, o sea la unin o la boda del Bien con la Verdad. Por este motivo, al
comienzo mismo del Evangelio de Juan se establece el contraste de la "Gracia y la Verdad de
Jesucristo" con la Verdad (la "Ley de Moiss") representada por Juan Bautista. Casi
inmediatamente despus se citan las bodas de Cana de Galilea con el milagro de la transfor-
macin del agua en vino.
En la parbola acerca del hombre milagrosamente sanado en el estanque de Bethesda, se dice
que Jess le habl. Significa esto que el Bien del conocimiento que el hombre ya posea le
habl interiormente. Toda enseanza que corresponde al nivel superior del hombre tiene que
ser iniciada con el aspecto de la Verdad antes que pueda comprenderse su Bien. Aqu, Jess
acta como el Bien de la enseanza acerca de la evolucin propia, algo que el hombre
enfermo conoca porque no estaba totalmente entregado a la vida exterior, sino que se haba
retrado de su poder, de suerte que se encontraba tras los cinco portales de los sentidos y
mirando anhelante las milagrosas aguas que podan sanarle. Jess da a este hombre la
voluntad de obrar conforme a lo que ya conoce como Verdad, hacindole ver el Bien de ello.
Y como toda Verdad, para que sea tal, debe encaminar a su propio Bien, y como esto ocurre
por etapas, paso a paso hasta que la comprensin de la Verdad conduce al Bien final de s
misma, se dice que Jess, representando la comprensin del Bien final de la, Verdad, tambin
cura o sana al final o en el sptimo da. Representando el Bien de la enseanza de Cristo,
Jess sana en el sbado. Los judos aparecen objetando este hecho; y se les presenta en esta
actitud por muchas razones, una de las cuales es que se trata de gente que se sujeta
nicamente a la Verdad, sin importarle el Bien a que puede conducirle. Pero este pasaje no se
refiere a los judos como a un pueblo que se aferra literalmente a las leyes mosaicas. Significa
que se trata de personas que no pueden ir ms all del conocimiento en s mismo, y que
discuten y argumentan apoyndose nicamente en la Verdad, en las doctrinas y en las teoras,
y el Bien por s mismo no les interesa para nada. El Bien que produce el conocimiento, el
Bien de la Verdad, es un estado o condicin sumamente difcil de alcanzar. Pero una vez que
el hombre lo obtiene, comienza obrar desde la etapa final de la Verdad, que es la primera
etapa del Bien; en esta etapa, el significado y el sentido inferior y la conexin de todo lo que
paso a paso se le ha enseado, se convierte en una realizacin. Entonces es cuando la Verdad
queda transformada en el Bien de s misma. Aqu el hombre ya deja de pensar en las etapas de
la Verdad que le condujeron a este nivel superior del Bien; es sta una clara percepcin
interna de todo cuanto es el Bien de lo que ha aprendido. Ahora actuar instantneamente a
travs del sentimiento del Bien. No tendr que consultar ni recordar la Verdad. Si la Verdad,
si el conocimiento no conduce a la bondad o al uso de l, que es su socio genuino, para qu
estudiar cualquier verdad, cualesquier conocimientos? El saber es algo interminable a menos
que conduzca a su propia meta, que es el Bien. Este es la culminacin de la Verdad. De tal
manera, pues, que Jess como Bien se localiza en la culminacin de la Verdad, se encuentra
ah donde la Verdad pasa a la percepcin de su propio Bien y encuentra su verdadera unin.
Aqu, como tal, siempre realiza los milagros que transforman la Verdad en Bien, de modo que
sana a los enfermos, a los cojos, a los secos, a los ciegos, o sea a quienes se apoyan
nicamente en la Verdad y no pueden siquiera comenzar a ver que toda doctrina, toda Verdad,
todo conocimiento tiene que conducir al Bien si va a tener algn significado. Seguir el camino
del conocimiento por el conocimiento mismo es sencillamente no comprender el significado
de la vida y de si mismo, y tampoco el del universo. Pues si se le entiende psicolgicamente,
el universo es tanto el Bien como la Verdad de las cosas. Cuando el hombre obra del Bien de
cualquier cosa que conozca, lo har directamente de su propia voluntad, de lo que en lo ntimo
quiere, porque todos queremos el Bien pero pensamos la Verdad.
En el milagro del estanque de Bethesda, el hombre, que nicamente senta la Verdad de una
enseanza ms all de la vida de este mundo, no poda conseguir que su voluntad o su sentido
del Bien obrase primero. Yaca demasiado cerca de lo sensorio, demasiado cerca del
significado literal del Verbo de Dios. Pero miraba hacia el sentido de lo milagroso, vea el
estanque cuyas aguas las remova un ngel; mas no poda asirlo. Yaca acostado en la Verdad,
pero no poda andar erguido en ella. El hombre observ el Bien de todo cuando slo conoca
como Verdad. Despus, su voluntad y su deseo pasaron a todo cuanto saba y as comenz a
vivir su Verdad como el Bien. La Verdad viene primero, porque as tiene que ser. El hombre
tiene que aprender primero la Verdad. Pero el Bien de la Verdad es antes que sta misma,
pues toda Verdad nicamente puede venir del Bien. De suerte que la Verdad es en realidad
despus de su propio Bien. Pero en el tiempo y e! espacio el hombre tiene que aprender todas
las cosas al revs; tenemos que aprender la Verdad antes de poder percibir y alcanzar su Bien.
El hombre que yaca en la Verdad al borde del estanque de Bethesda haba colocado la
Verdad primero y segua hacindolo, de modo que siempre estaba en segundo lugar, siempre
estaba atrasado. Y se hallaba en segundo lugar porque haba puesto la Verdad primero. Jess,
como la realizacin del Bien de la Verdad, le cur. Entonces el hombre puso el Bien primero
y la Verdad segundo, y fue sanado. Este milagro trata acerca de la profunda cuestin de los
primeros, los postreros y su reversin. Y esta reversin hace que el Bien sea lo primero y la
Verdad lo segundo. Entonces el hombre queda ntegramente sano por cuanto la integridad de
la Verdad estriba en darse plena cuenta de su propio Bien. Ms que cualquier otra cosa, este
milagro significa que por mucho que el hombre conozca la Verdad, por mucho que sepa, no
puede obrar de ella con su voluntad a menos que vea su Bien; y sta es la nica etapa de la
Verdad que se llama el sbado en la que el Bien llega primero. De modo que el hombre peca
al permanecer en la Verdad nicamente, tomando la Verdad como lo primero. Yerra su meta
al tomar la Verdad como si fuese una finalidad en s misma. Coloca la Verdad antes, pero no
la coloca como un mero medio para llegar al Bien. De esta suerte. Jess le dice: "No peques
ms". En el griego, esto significa: "No yerres ms el blanco". Traducido del griego, pecar
quiere decir "errar el blanco". Y en esta parbola o milagro, errar el blanco o "pecar" se
refiere al hecho de poner la Verdad primero y no advertir que se trata tan slo de un medio
para llegar a un objetivo, para dar en un blanco el cual es el Bien de la Verdad y la prctica de
la Verdad partiendo del Bien hacia el que ella conduce al hombre, y no partiendo de la Verdad
misma como mera Verdad, como una mera doctrina o ritual. El hombre que obra nicamente
desde la Verdad, desde la doctrina, desde el ritual, es un hombre que peca. O sea que es un
hombre que pasa por alto la idea misma de toda enseanza acerca de la evolucin interior,
acerca del renacimiento, acerca de la regeneracin. Pasa por alto el objetivo mismo de los
Evangelios. Consideremos durante un momento a todos aquellos que en la historia han
actuado desde la Verdad, pero sin su Bien. Consideremos la historia religiosa y todos sus
horrores, sus odios. Y luego pensemos que el verdadero sentido del pecado es errar el
blanco. Jess san al hombre enfermo en el estanque de Bethesda (que significa la Casa de la
Misericordia). Cuando en el hombre viene primero el Bien, acta desde la misericordia y de la
gracia. Entonces sana ntegramente, queda integrado. Y una vez integrado ya no puede errar el
blanco. Cuando Jess se aleja de l, tras haberle sanado, le dice: "He aqu, has sido sanado; no
peques ms".

III. EL BUEN SAMARITANO


Puede, hasta cierto punto, aducirse que cuando hace fro y echamos otro trozo de lea al
fuego, estamos pidiendo el Bien.
No esperamos ninguna recompensa fuera del Bien mismo de la accin. Pero nada hay ms
difcil de entender que el significado de obrar desde el Bien en el sentido en que lo presentan
los Evangelios, aun cuando su significado es tan prctico y tan libre de sentimentalerias como
el acto de echar un trozo ms de lea al fuego. Fcil es asir el significado de obrar desde la
Verdad. Pero, en s misma, la Verdad es inmisericorde; y aquellos que nicamente actan
desde la Verdad son capaces de causarle los peores daos al prjimo.
Echemos un vistazo a la parbola del Buen Samaritano, que es la que quiz mayor efecto haya
tenido sobre la humanidad. Lo que es ms, ninguna otra parbola ha llegado, como sta, a
convertirse en propiedad comn. Es la ms conocida de todas. Se la puede entender tal cual
est expuesta. La parbola del Buen Samaritano se refiere a obrar desde el Bien y no desde la
Verdad. Un judo yace herido por ladrones en el peligroso camino de Jerusaln a Jeric. Pasa
un sacerdote judo y pasa un levita, y ninguno de ellos le ayuda. Luego pasa un Samaritano, y
aun cuando judos y samaritanos nada tienen que ver los unos con los otros en el sentido de la
Verdad, el samaritano se detiene, alivia las heridas del judo. Se da esta parbola presentando
a un abogado que pretende tentar a Cristo y le pregunta qu es lo que debe hacer a fin de
heredar la vida eterna.
"Y he aqu, un doctor de la ley se levant, tentndole y diciendo: Maestro, haciendo qu
cosa poseer la vida eterna?') Y l le dijo: Qu est escrito en la ley? Cmo lees? Y l
respondiendo dijo: Amars al Seor tu Dios de todo corazn y de toda tu alma y de todas
tus fuerzas y de todo tu entendimiento; y a tu prjimo como a ti mismo'. Y djole: Bien has
respondido: haz esto y vivirs. Mas l, querindose justificar a s mismo, dijo a Jess: Y
quin es mi prjimo?^ Y respondiendo, Jess dijo: Un hombre descenda de Jerusaln a
Jeric y cay en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hirindole, se fueron,
dejndole medio muerto. Y aconteci que descendi un sacerdote por aquel camino, y
vindole, se pas de un lado. Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y vindole,
se pas de un lado. Mas un samaritano que transitaba, viniendo cerca de l y vindole, fue
movido a misericordia; y llegndose vend sus heridas echndoles aceite y vino; y
ponindole sobre su cabalgadura, llevle al mesn y cuid de l. Y otro da al partir, sac
dos denarios y dilos al husped, y le dijo: cudamelo, y todo lo que de ms gastares, yo
cuando vuelva te lo pagar. Quin, pues, de estos tres te parece que fue el prjimo de aquel
que cay en manos de los ladrones? Y l dijo: El que us con l de misericordia.
Entonces Jess le dijo: Ve y haz tu lo mismo." (Luc. X, 25-37.)

Obrar por compasin, obrar movido de misericordia, es hacerlo desde el Bien mismo y no por
una idea de recompensa. Por s misma la Verdad nada tiene que ver con la compasin, con la
misericordia. En el nombre de la Verdad se han cometido los actos ms inmisericordes y los
ms atroces. Por cuanto la Verdad separada del Bien no tiene nada de real en s. No tiene nada
que la contrarreste, nada que la una y le d un verdadero ser.

IV. LOS OBREROS DE LA VIA


En ms de una oportunidad Cristo utiliza la frase: "Mas muchos primeros sern postreros, y
postreros, primeros". En una parte estas palabras se usan tras haber los discpulos expresado la
idea de que el reino de los cielos es terrenal, conforme a las apariencias de las cosas con que
estn familiarizados en este mundo. Cristo ha estado explicando cuan difcil es que un rico
entre al reino. Cristo habla de ser rico, y establece un contraste con los nios que an son
inocentes porque todava no han adquirido ninguna de aquellas falsas nociones acerca de si
mismos. Los discpulos han tomado sus palabras de modo literal. Pedro exclama:
"He aqu, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido. Qu, pues, tendremos?" Esta es
justamente la pregunta que hacen todos los que no comprenden nada. Qu, pues,
tendremos?
Lo exigen como si ya tuviesen algo, como si ya fuesen efectivamente ricos. Cristo les contesta
de acuerdo a su nivel de comprensin. Les promete que se sentarn en tronos y juzgarn a las
tribus de Israel. Lo dice irnicamente, pero la irona queda velada en vista de lo que va a decir
a continuacin. Y responde: "De cierto os digo que vosotros que me habis seguido en la
regeneracin, cuando se sentar el Hijo del Hombre en el trono de su gloria, vosotros tambin
os sentaris sobre doce tronos para juzgar a las tribus de Israel" (Mat. XIX, 28). Luego, y
como si lo hubiese ponderado un poco ms, agrega: "Mas muchos primeros sern postreros, y
postreros, primeros" (Mat. XIX, 30). E inmediatamente empieza a contradecirlo todo, debido
a que los discpulos estn faltos de comprensin acerca de lo que es el reino y de lo que el
hombre tiene que ser para poder entrar en l. En una parbola les muestra cmo todas las
ideas terrenales acerca de ser primero, acerca de las recompensas y de lo que llamamos
justicia y precedencia, sencillamente no existen en aquel nivel de comprensin que es el reino.
"Mas muchos primeros sern postreros, y postreros, primeros. Porque el reino de los cielos
es semejante a un hombre, padre de familia, que sali por la maana a ajustar obreros para
su via. Y habindose concertado con los obreros en un denario al da, los envi a su via. Y
saliendo cerca de la hora de las tres, vio otros que estaban en la plaza ociosos; y les dijo:
Id tambin vosotros a mi via y os dar lo que fuere justo. Y ellos fueron. Sali otra vez
cerca de las horas sexta y nona, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undcima hall
otros que estaban ociosos; y lceles: .Por qu estis aqu todo el da ociosos? Dcenle:
Porque nadie nos ha ajustado. Dceles: Id tambin vosotros a la via y recibiris lo que
fuere justo. Y cuando fue la tarde del da, el seor de la via dijo a su mayordomo: Llama
a los obreros y pgales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y
viniendo los que haban ido cerca de la hora undcima, recibieron cada uno un denario. Y
viniendo tambin los primeros, pensaron que haban de recibir ms; pero tambin ellos
recibieron cada uno un denario. Y tomndolo, murmuraban contra el padre de familia.
Diciendo: .Estos postreros slo han trabajado una hora y los has hecho iguales a nosotros,
que hemos llevado la carga y el calor del da. Y l, respondiendo, dijo a uno de ellos:
Amigo, no te hago agravio; no te concertaste conmigo por un denario? Toma lo que es
tuyo y vete; mas quiero dar a este postrero como a ti. No me es lcito a m hacer lo que
quiero con lo mo? o es malo tu ojo porque yo soy bueno? As los primeros sern postreros
y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos." (Mat. XIX,
30; XX, 16.)

Esta parbola es la verdadera respuesta a la interpretacin de Pedro: "Qu, pues, tendremos?"


Cristo les dice que el reino de los cielos no es como ellos lo imaginan y que es imposible pen-
sar acerca de lo que se tendr con relacin al cielo. No es algo que pueda pensarse en trminos
de recompensa segn lo entiende el hombre. Pensar en el reino de los cielos como si fuese un
lugar donde se le dar a los hombres un trono, y poder y autoridad sobre los dems;
considerar que puede ser una recompensa por lo que hayan dejado en su vida es sencillamente
creer en base a ideas que nada tienen que ver con el reino. El reino de los cielos es muy
distinto a cualquier cosa de la Tierra, muy diferente a cualquier cosa que se pueda pensar. Se
necesita un nuevo entendimiento, otra comprensin. Y sta es una comprensin que el
hombre que vive en un nivel "terrenal" sencillamente no posee. De modo que Cristo con
frecuencia empieza diciendo: "El reino de los cielos es semejante a..." E introduce una idea
nueva en cada parbola, una idea que nadie en la Tierra poseera naturalmente ni podra
obtenerla de s mismo. Pues al pasar del nivel de comprensin que tcnicamente se llama
"Tierra" en los Evangelios, a aquel que se denomina "Cielo", tambin tiene que cambiar
necesariamente la base de todos los pensamientos del hombre. Pero nadie puede cambiar sus
pensamientos si no dispone de nuevas ideas, pues el hombre siempre piensa en base a sus
ideas. Y nadie puede discurrir de una manera nueva en base a ideas viejas. No puede haber un
cambio de mente, no puede haber "arrepentimiento" si los conceptos del hombre quedan al
nivel de la "Tierra" donde toda idea tiene por base una apariencia, o la manera como se ven
las cosas. A fin de poder entender algo acerca del reino, el hombre tiene que dejar atrs sus
ideas naturales, tiene que trascenderlas. Pues si bien con stas le es posible el entendimiento
del mundo y sus reinos, no puede entender el nivel superior que es el reino de los cielos. No
puede ni siquiera comenzar a comprender la cosa ms chica acerca de l, pues un nivel
inferior no puede comprender a uno superior.
Cul es la idea central de esta difcil parbola de los obreros en la via, el punto que es por
completo nuevo y extrao, y que no corresponde a ninguna de nuestras ideas naturales? Lo
que ms directamente hiere nuestro nivel de comprensin es la injusticia que ella contiene.
Segn nuestra comprensin corriente, aquellos que ms trabajaron son quienes ms paga
deberan haber recibido. No cabe duda que algunos de los discpulos pensaron de esta manera,
y crean haber sido llamados los primeros a trabajar en la via que representa la enseanza de
Cristo en la Tierra. La enseanza haba sido dada en primer trmino a los judos y los
discpulos. Y era solamente natural que estos ltimos esperasen la mayor recompensa. La idea
es natural. Pero a fin de comprender el significado psicolgico de esta parbola es necesario
captar la idea central, pues toda parbola contiene algo que no es natural, una idea que hasta
puede contradecir cualquier idea natural que nosotros tengamos. Fcil es entender el parecer
que los discpulos tenan sobre el reino. Era una idea natura], una idea derivada de la misma, y
esto lo saba Cristo y les contest en trminos correspondientes al decirles que se sentaran en
tronos y juzgaran al prjimo. Pero esta parbola no puede relacionarse con ninguna idea
natural. Lo ms poderoso que podemos tener son nuestras ideas de justicia e injusticia. Son
ellas las que ms nos agitan. Y el punto de vista humano lo retrata la forma como los obreros
contratados primero esperaban recibir una mayor paga y murmuraban contra el padre de
familia, comentando: "Estos postreros slo han trabajado una hora y los has hecho iguales a
nosotros que llevamos la carga y el calor del da". Y la contestacin es: "Amigo, no te hago
agravio. No te concertaste conmigo por un denario?" Y no puede caber duda alguna que ellos
hubiesen dicho: "S, pero es que no sabamos lo que iba a suceder.
Esto es una injusticia".
Cul es la clave de esta parbola? Se encuentra en el pasaje precedente y en la parbola
misma. Yace en la definicin que se da del padre de familia a cuya via fueron llamados los
obreros, poco a poco. Quin es el padre de familia que est frente a todo? Es el Bien. Se le
define cuando dice: "Yo soy bueno". El padre de familia aparece diciendo: "No me es lcito a
m hacer lo que quiero con lo mo?, o es malo tu ojo porque yo soy bueno?" Toda la parbola
se refiere a la idea de obrar en base al Bien y no por deseo de recompensa. Porque si el
hombre obra del Bien mismo dejar de buscar recompensa, pues no actuar por amor propio o
por la idea de mrito. Obrar por el Bien iguala a todos los que as lo hacen. Obrar debido a la
comprensin del Bien de lo que uno hace no puede producir ningn sentimiento de rivalidad o
envidia. Ni puede crear sentimiento alguno en el sentido de que se deba esperar una
recompensa, porque cualquier accin hecha por el Bien mismo es su propia recompensa. Y
obrar por la comprensin del Bien de lo que uno hace, nada tiene que ver con la duracin del
servicia ni el periodo de tiempo, pues el Bien est por encima del tiempo. Pues a Dios se le
dice llamndole el Bien, y Dios est fuera de todo tiempo. La fuente del Bien est fuera del
tiempo, est en la eternidad. La parbola trata acerca de los valores eternos; no trata acerca del
tiempo. Nada tiene que ver con nuestras ideas naturales, las cuales son derivadas del tiempo y
de la eternidad. Un poco ms adelante hay un pasaje en el que un hombre rico se acerca a
Cristo y le dice: "Maestro bueno, qu bien har para tener la vida eterna?" Y la respuesta es:
"Por qu me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno; es, a saber, Dios". Solamente Dios
es bueno; ningn hombre es bueno. Toda la bondad, todo lo que es bueno, la bondad de
cualquier cosa, cualquiera que sea, viene de Dios. El hombre rico es rico porque cree que ha
cumplido con todos los mandamientos. Se siente lleno de mritos. Se considera justificado y
por lo tanto es rico, pues ha obrado en base a la Verdad al observar todos los mandamientos:
sin embargo, no se siente muy seguro, pues empieza a preguntar acerca del Bien y cmo obrar
del Bien. "Qu cosa buena har?" En uno de los relatos se dice que Jess lo mir y lo am.
La Verdad viene primero y el Bien despus. Luego se invierte el orden y el Bien queda
primero y la Verdad despus, cuando el hombre obra por el Bien. Y al hombre rico se le dice
que vaya y venda todo cuanto tiene y que siga a Jess. A fin de poder obrar por el Bien en
lugar de por la Verdad, el hombre tiene que vender todo sentimiento de mrito, de la
valorizacin de s mismo, toda opinin de la propia bondad, todo sentido de que l es el
primero. Pues si piensa que es bueno; actuar de s y por s mismo, obrar por amor propio y
por eso se manifiesta que slo Dios es bueno. En Lucas se dice: "Ninguno hay bueno, sino
slo Dios" (Luc. XVIII, 19). Todo Bien proviene de Dios y no del hombre. Si el hombre
piensa que ya es bueno, comenzar inevitablemente a buscar alguna recompensa por todo
cuanto hace, pues se adjudicar todo el Bien en s mismo. No ve que el Bien es una fuerza que
sobrepasa a todas las cosas. Considerar y sentir que l ha obrado bien, tanto ms si hubiera
dado algo para cumplir con una buena accin. Ser como Pedro, quien dijo: "He aqu,
nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido. Qu, pues, tendremos?" Y al pensar en la
parbola de los obreros y todo lo que viene despus, se hace claro que los discpulos no
comprendieron su significado, pues unos cuantos versculos ms adelante se indignan porque
la madre de los hijos de Zebedeo llega hasta Jess y le pregunta si sus hijos podrn sentarse a
la diestra el uno y a la izquierda el otro, en el reino de los cielos. Y es que todava piensan en
trminos de recompensa y de poder. Cristo llama a los discpulos y les dice:
"Sabis que los prncipes de los gentiles se enseorearon sobre ellos, y los que son grandes
ejercen sobre ellos su potestad. Mas entre vosotros no ser as; sino el que quisiese entre
vosotros hacerse grande, ser vuestro servidor. Y el que quisiere entre vosotros ser el
primero, ser vuestro siervo." (Mat. XX, 25-27.)

Y l ya ha dado una explicacin acerca del significado de esto, o sea que si un hombre
comienza a obrar por el Bien de lo que hace y ama el Bien mismo, servir a ste, se har a s
mismo un servidor del Bien; y todas las ideas de autoridad, de lugar y posicin, todas las
ideas de superioridad sobre los dems, toda rivalidad, toda envidia personal, todo celo y todas
las ideas humanas de justicia e injusticia sencillamente dejarn de existir para l. Pues el Bien
no es una persona, y obrar por la comprensin del Bien de lo que uno hace y disfrutarlo, es
actuar ms all de cualquier cosa personal.
CAPTULO V
LA IDEA DE LA JUSTICIA EN LOS EVANGELIOS

Primera Parte

Tomemos algunos ejemplos de los Evangelios en cuanto a la enseanza de Cristo sobre lo que
se necesita hacer a fin de llegar a un nivel superior del hombre. Y a la vez tratemos de
encontrar algn significado para una o dos frases que Cristo usa y cuyo sentido no est del
todo claro. En una parte Cristo dice:
"Porque os digo que si vuestra justicia no fuese mayor que la de los escribas y fariseos, no
entraris en el reino de los cielos." (Mat. V, 20.)

Esta es una declaracin precisa que tiene un significado igualmente preciso. Qu denota la
justicia y qu quiere decir esto de que tiene que ser mayor a la de escribas y fariseos? La
palabra traducida en esta cita y que dice "mayor", implica en el original algo "que est por
encima y por sobre", o sea que se trata de algo notable, algo que est fuera de lo comn. No
implica que haya de aumentarse la misma clase de justicia de escribas y fariseos. Se trata de
que el hombre tiene que poseer otra justicia, una justicia ms notable, ms desusada; una
justicia que est por encima de la comn y corriente. El trmino justicia, que ac tambin
significa virtud, se utilizaba en el entendimiento primitivo para describir a quien observaba
todas las reglas y costumbres de la sociedad en que viva. Un hombre se comportaba
justamente con la mera observacin de las leyes. Entre los judos, la virtud o justicia era
cuestin de observar todos los minuciosos detalles de la ley levtica en cuanto a las
ceremonias, los ritos, las purificaciones externas, los diezmos, etc. Cristo atac muchas veces
esta forma de justicia exterior, de virtud ostensible. Era una falsa justicia en los trminos de la
enseanza de Cristo, porque se haca "delante de los hombres". No tena ms objetivo que el
de aparentar una rectitud exterior ante los ojos de las personas.
Cristo dijo:
"Mirad que no hagis vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos de ellos; de otra
manera no tendris merced de vuestro Padre que est en los cielos. Cuando, pues, haces
limosna, no hagas tocar la trompeta delante de ti, como hacen los hipcritas en las sinagogas
y en las plazas, para ser estimados de los hombres: de cierto os digo que ya tienen su
recompensa. Mas cuando t haces limosna no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha para
que sea tu limosna en secreto, y tu Padre que ve en secreto, l te recompensar." (Mat. VI, 1-
4.)

En este pasaje, Cristo dice que la prctica de esta forma de justicia exterior mantiene al
hombre sujeto al nivel o condicin en que se halla, sujeto a su particular voluntad y a la admi-
racin de s mismo. Cristo ensea el modo como el hombre puede evolucionar, como puede
convertirse en un nuevo hombre. Al atacar la forma de justicia y virtud que corresponde a
escribas y fariseos, ataca el nivel del hombre en el que todo se hace por mrito personal y no
por la obra misma. Un hombre as se justifica por sus propias obras y su conducta exterior
particular, Justificarse a s mismo significa declararse libre de culpa. En toda persona ocurre
un complicado proceso mental que est trabajando continuamente y cuyo objetivo es hacer
que el hombre se considere siempre en la razn, siempre en lo justo y que no tiene culpa
alguna. A menos que haya comenzado a tomar una conciencia ms profunda que aquella
conformidad con costumbres y leyes, con la manutencin de las apariencias, o con aquello
que llamamos "no perder la cara", no importa lo que haya hecho, sea lo que fuere, siempre se
justificar a s mismo a fin de que esta justicia exterior permanezca inclume a los ojos del
mundo, o sea "ante los hombres". Y esto lo sujeta en cierto grado de su desarrollo. Esta es la
razn por la que Cristo ataca semejante sentimiento de justicia. El objetivo de la enseanza
que imparten los. Evangelios es que el hombre debe desarrollarse interiormente hasta alcanzar
un nivel superior. Por este motivo se dice que si la justicia del hombre no fuera mayor que la
de escribas y fariseos, una justicia de un orden diferente, no entrar en el reino de los cielos.
Cielos significa ese elevado estado interior que al hombre le es posible alcanzar. Hay que
tener presente que los Evangelios hablan tan slo de la evolucin interior del hombre. Y
escribas y fariseos no representan a hombres que vivieron hace mucho tiempo, sino a quienes
hoy se mantienen a cierto nivel, que se adjudican a s mismos los mritos de todo cuanto
hacen, que estn siempre satisfechos de s mismos y se consideran siempre por encima de los
dems. En su desarrollo emocional slo sienten amor propio, y esto no es lo mismo que
experimentar amor al prjimo. Todo amor propio siempre desprecia a los dems. Poder
apreciar el que otra persona tiene una existencia real aparte de uno mismo y de lo que uno
quiere, es comenzar a elevarse sobre el nivel de desarrollo emocional llamado "amor propio".
Qu es lo que significa que la justicia del hombre tiene que trascender la de escribas y
fariseos? Esto depender de aquello con lo que el hombre se justifique. Depender de aquello
para lo cual el hombre quiera vivir, o sea del orden de verdad que quiere seguir. Ser una
clase de hombre inferior si tan slo se justifica a los ojos del mundo. La Verdad que se ensea
en los Evangelios es diferente a la que imparten el mundo y los sentidos. Siempre hubo
mucha discusin entre aquellos que seguan a Cristo. Se da un ejemplo de este hecho en el
Evangelio de Juan: "Unos decan: bueno es, y otros decan: no, antes engaa a las gentes". El
caso es que Jess ofendi a la mayora de las personas que le escucharon. Sus palabras no
solamente les eran extraas, sino demasiado fuertes para que las pudiesen aceptar, y as
ocurra que siempre quedaban ofendidas. Todo el mundo se siente ofendido cuando se le quita
aquello con lo que se justifica. Cristo enseaba un nuevo orden de Verdad, un orden muy
distinto del que hace que el hombre se sienta justificado ante l mismo. Enseaba a los
hombres cmo pasar de uno a otro nivel en s mismo. Siempre habl de un nivel superior
llamndole el reino de los cielos; pero hasta sus discpulos imaginaban que estaba hablando
acerca de las cosas del mundo y de un reino en este orbe. De modo que cuando dijo que la
justicia del hombre tiene que ser superior a la de escribas y fariseos, estaba hablando acerca
de una justicia en trminos de un nivel superior y acerca de cmo debe comportarse el hombre
con relacin a ella. Desde el punto de vista de este nivel superior en s mismo, el hombre no
puede comportarse como antes, ni buscar una recompensa en las mismas fuentes de antes, ni
sentirse libre de culpa. El hombre tena que darse cuenta de que, por cuanto lo que es el reino
de los cielos, toda su virtud o justicia personal careca por completo de valor y no poda
conducirle a ninguna parte. Cuando el hombre recibe cierta enseanza acerca de la evolucin
interior no puede continuar justificndose como antes. No puede continuar cegndose por
medio de la justificacin con que ahora sola explicarse lo que en realidad es. No puede
hacerlo a la luz del nuevo orden de Verdad que ha aprendido. En la cita anterior se expresa:
"Mas cuando t haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha." (Mat. VI. 3)

Esto se dice con respecto a aquella otra clase de justicia o virtud a travs de la cual es posible
entrar en el reino de los cielos. Qu significa? En el versculo anterior se subraya que cuando
el hombre hace limosna no debe ofrecerla ante los ojos de los hombres, como ocurre con los
escribas y fariseos. Limosna significa lo que uno hace por misericordia. Y esto no quiere decir
que nicamente se trata de obras de caridad; significa tambin perdonar en lo interior,
perdonar en lo interior a nuestros deudores. En el lenguaje antiguo de las parbolas la mano
izquierda denota mal y la mano derecha bien. En la parbola acerca de la separacin de las
ovejas y las cabras, al final de los tiempos (y no al final del mundo), se dice que las ovejas
sern puestas a la derecha y las cabras a la izquierda. En el pasaje anterior, aquello de "que no
sepa tu izquierda lo que hace tu derecha" se refiere a dos niveles del hombre, a dos planos que
es preciso distinguir. Tmese nota de que no hay que dejar que la izquierda sepa lo que hace
la derecha, y no al revs. Puede considerarse que en un nivel ordinario el hombre es el "mal";
esto significa que vive sumido en su amor propio y en su vanidad, y que es un esclavo de los
sentidos. Los sentidos son el mundo. La mano derecha significa un nivel superior de
comprensin, o su comienzo. No debe mezclar estos dos niveles, o sea que no debe permitir
que su izquierda sepa lo que hace su derecha. La mano izquierda representa el nivel inferior
dominado por el amor propio. Aquello que el hombre hace desde un nivel superior debe
mantenerse separado del inferior. En sus acciones de misericordia interior, cuando hace
limosna, el hombre no debe obrar partiendo de una idea de recompensa, por cuanto hacer esto
equivale a actuar desde el nivel que llamamos "escribas y fariseos"; ste es el nivel mundano,
el inferior. Tiene que obrar ms all de este nivel, efectuar el bien por el bien mismo y no
permitir que lo que haya hecho se convierta en motivo de halago personal porque con ello
solamente alimentar su propia vanidad, su amor propio, su sentido de la virtud individual.
An ms: ni siquiera debe pensar en ello dentro de s mismo, ni debe siquiera hablarlo
consigo mismo, ni felicitarse por su noble conducta, pues de otro modo todo se convertir en
un afn de mrito propio, aun cuando nadie se entere de ello. Har que su bien descienda de
nivel dentro de s mismo. Comenzar a felicitarse y, por as decirlo, a descansar en sus
peculiares mritos. Tiene que saber lo que denota guardar silencio dentro de s mismo. No
debe hablar consigo mismo de lo que haya hecho. Mas, por regla general, cuando un hombre
realiza un bien de cualquier clase quiere que todos los dems se enteren, y as le es imposible
guardar silencio en s mismo y ante los otros. Acta ante un pblico tanto interno como
externo. Cristo habla primero de no actuar ante un pblico externo, y luego se refiere a la
mano izquierda y con esto indica que uno tampoco debe actuar ante un pblico interno. Hay
que mantener siempre presente que la mano izquierda se refiere al nivel inferior del hombre.
Cuando se entiende que los Evangelios nicamente hablan acerca de cmo alcanzar un nivel
superior, cosa que al hombre le es bien posible, el significado de las manos izquierda y
derecha se hace claro. La izquierda representa el nivel inferior, la derecha el superior. El
hombre de un nivel inferior, el hombre que obra por la mano izquierda, siente mrito y
pretende justificarse a s mismo por medio de sus obras caritativas y obtener una recompensa.
Esta es una clase de justicia. Pero el hombre que comienza a obrar desde un nivel superior, a
obrar de la mano derecha, no busca recompensa alguna, pues parte de aquello que
interiormente ve como un Bien y lo hace por amor al mismo Bien, de tal suerte que no espera
premio ni interior ni exteriormente y as alcanza un nivel de justicia que est ms all y por
encima de la justicia de escribas y fariseos. No habla con otros acerca de lo que ha hecho, ni
se dice a s mismo que ha actuado muy bien. Guarda silencio tanto ante el pblico externo
como ante el interno. Tal es el significado de la frase: "a menos que tu justicia sea mayor que
la de escribas y fariseos, no entraris al reino de los cielos". Si la justicia de un hombre no es
mayor en este sentido, el hombre queda inevitablemente sujeto a un nivel inferior de s
mismo. Visto a la luz de los niveles superior e inferior del hombre, esta enseanza se
convierte en algo muy prctico en cuanto a su sentido ms profundo, y tambin le da un
significado a la mano derecha y a la izquierda. Y hasta cierto punto tambin hace posible que
se entienda lo que puede denotar aquello de que el hombre puede tener una recompensa
"oculta". Sobre esto trata la frase que dice:
"Y tu Padre que ve en secreto, l te recompensar en secreto". (Mat. VI. 4)

En la versin autorizada hay un extraordinario malentendido en el significado de estas


palabras de Cristo. Dice: "Y tu Padre que ve en secreto te recompensar en pblico". Obvio es
que el escriba que alter estas palabras en la transcripcin no tena ni la ms remota idea de su
significado y no poda entender por qu motivo fuera necesario hacer "limosna" en secreto,
salvo con un propsito externo de obtener una recompensa, sentir mrito y satisfaccin
propios, de manera que no pudo contenerse y agreg que la limosna hecha en secreto sera
premiada en pblico.
Tal vez a esta altura podamos tratar de comprender por qu motivo la gente, cuando no
percibe que los Evangelios tratan acerca del renacimiento del hombre, en un nivel superior,
toma todo cuanto en ellos se dice como hechos que estuvieran a su propio nivel y as mezclan
dos niveles de Verdad. El tomar los Evangelios en cualquier forma que no sea partiendo del
punto central del renacimiento y esto significa evolucin interior e implica la existencia de
un nivel superior es sencillamente no comprender nada de su genuino significado. Las
personas entonces slo pensarn en la manera de justificarse a s mismas en sus propios
trminos y tal cual son, conforme al mundo que conocen, pero no comprendern que lo que se
les pide es un nuevo nacimiento, una nueva forma de s mismas y no un simple aumento de lo
que ya son. Y pese a que se dice que el reino de los cielos o sea el nivel ms elevado que le
es posible alcanzar al hombre est en uno mismo, y que debe ser motivo de logro, la gente
sigue pensando que se refiere a algn estado o condicin que sobrevendr despus de la
muerte, en algn futuro, y no a un estado que se puede alcanzar o que, al menos, se puede
buscar trabajando por l en esta vida terrenal. Es un estado del ser mismo, una condicin que
en realidad existe como una posibilidad y que existe ahora, algo que se encuentra por encima
de lo que somos o de la condicin en la que nos hallamos, como quien dice una habitacin en
un piso superior de esta misma casa, de s mismo. Y las parbolas hacen continuamente
muchas referencias a ella. Como consecuencia de este malentendido, la gente no puede
separar la mano derecha de la izquierda; y el resultado en que cualquier cosa que haga pasa,
por as decirlo, a un nivel inferior y toma una forma errada. Esta es a menudo la causa de
tantos ejemplos absurdos, descorazonadores y hasta malignos, que se pueden ver en la vida
religiosa. Y todo se debe a que se adjudica lo superior a aquello que es inferior, y a la mezcla
de dos rdenes de ideas. Es como si una bellota se adjudicara a s misma toda la enseanza
que corresponde a una encina y que imaginase ser ya una encina.
Por todo lo anterior bien nos damos cuenta de que nadie podr continuar justificndose a s
mismo en la forma en que siempre lo ha hecho y a la vez esperar convertirse en un Nuevo
Hombre. Tiene que modificar su propio sentimiento de justicia, pues en tanto piense que tal
cual es un hombre justo, no habr cambio alguno para l. Debe cambiar en lo total sus ideas
acerca del significado de ser justo, pues precisamente el sentimiento de ser justo, de estar
siempre en la razn, es lo que le implica cambiar. Siempre est satisfecho de l mismo. Los
dems se hallan equivocados, pero l no lo est nunca. Y tambin es su sentimiento de estar
ya en la razn, de ser justo, lo que determina la forma especial de justificarse a si mismo. De
ah deriva sus sentimientos de valor y de mrito, y es precisamente en esto en lo que ms
fcilmente pierde el equilibrio, y por lo que con ms facilidad se ofende. Hay algo ms fcil
que ofender o ser ofendido? Tal es la situacin humana. La extraordinariamente dura
enseanza de los Evangelios tiende precisamente a romper estos sentimientos del mrito
propio y de complacencia, sentimientos que, secreta o abiertamente, anidan en nosotros y que
son la fuente de todo lo que consideramos que nos ofende. A la luz de la idea del reino de los
cielos y de la posible evolucin interior, y en vista de su nivel superior, el hombre tiene que
darse cuenta de que tal cual es, es casi nada, y que toda su vanidad, todo su mrito, toda su
presuncin, su autoestimacin, la complacencia de s mismo, la autosatisfaccin, el amor
propio y todo cuanto imagina de s mismo, es virtualmente una ilusin. En verdad, la dura
enseanza de Cristo slo se la puede entender si se tiene en cuenta su objetivo, su propsito,
que es el de quebrar toda la psicologa del hombre, de quebrar al hombre segn lo que la vida
haya hecho de l, al hombre que cree ser, y obligarle a pensar, a sentir y a obrar de otra
manera, de una manera tal que comience a moverse hacia un nuevo nivel, hacia un nuevo
estado o condicin de si mismo. Este estado existe en el hombre como una posibilidad. Pues a
fin de pasar de un nivel a otro, de la condicin de una bellota a la de una encina, todo tiene
que alterarse y ordenarse de nuevo. Tienen que alterarse todas las relaciones del hombre
referentes a los distintos aspectos de s mismo. Todo el engaste de su ser tiene que cambiar.
Debe innovarse todo el hombre. Por este motivo Cristo dijo:
"No pensis que he venido para meter paz en la Tierra; no he venido para meter paz, sino
espada. Porque he venido para hacer disensin del hombre con su padre, y de la hija contra
su madre, y de la nuera contra su suegra. Y los enemigos del hombre sern los de su casa."
(Mat. X, 34-36.)

El significado de esto no es externo ni literal. Trata de una tormenta interior, de un cambio


que ocurre en la psicologa total del hombre, un cambio en todo cuanto en l es un "padre",
"madre", "hija", "nuera", "suegra", etc., en un sentido psicolgico, naturalmente. Tiene que
alterar todas las relaciones para consigo mismo, y esto significa que debe cambiar los pensa-
mientos y sentimientos que tenga acerca de s. La casa de un hombre significa todo cuanto
hay dentro del hombre mismo, no su cuerpo, sino su psicologa; tal es la casa, la morada de
los diferentes aspectos de s mismo. Todas las ideas, todas las actitudes que fueron el "padre"
o la "madre" de sus pensamientos, de sus puntos de vista y de sus opiniones, y de toda
relacin derivada de ellos tienen que cambiar en vista de la espada, la que simboliza el poder
de la Verdad de un orden superior. Cuando el hombre encuentra este orden superior de la
Verdad, ya no puede permanecer en paz consigo mismo tal cual es. Tiene que comenzar a
pensar de una manera nueva, y nadie puede hacerlo de este nuevo modo con slo agregar un
conocimiento ms a lo que ya piensa. Todo el hombre tiene que cambiar; es decir, que debe
transformar su mente antes que nada. Esta parbola se refiere al punto de partida de la
enseanza de Cristo, pues sugiere al hombre que empieza a pensar por sobre lo que siempre lo
ha hecho, a pensar de un modo completamente nuevo acerca de si mismo, de su significado y
de su propsito. No es arrepentimiento, como se ha traducido esta expresin; significa, ms
bien, un nuevo pensamiento, o una nueva manera de pensar, ms all y por encima de todo
cuanto pens antes. Del mismo modo, la justicia de que habla Cristo est por encima y ms
all de todo cuanto el hombre ha utilizado para justificarse y para considerar que siempre
tiene la razn, que est siempre en lo justo. Se trata, en verdad, de meta-justicia.

Segunda Parte
A travs de todo el Sermn de la Montana, Cristo habla de aquello que conecta al hombre con
otro orden de vida, y acerca de los medios por los cuales la fuerza, o la dicha, de este nivel
superior puede llegarle. En las Bienaventuranzas dice: "Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque sern hartos". Ser bienaventurado significa lograr esta dicha.
Denota un estado efectivo de conciencia que se puede obtener, y no un mrito abstracto ni un
asiento a favor de uno en algn libro de contabilidad moral. Originalmente los griegos
utilizaban esta palabra para describir el estado de los dioses. En este pasaje, tener hambre y
sed de justicia se refiere a una justicia diferente de la propia justicia que slo se considera a s
misma y a su particular objeto. Para hallar esta otra justicia el hombre tiene que "perderse", o
sea que tiene que perder todas las ideas que posee sobre s mismo, acerca de su propio valor,
de su mrito personal.
Estudiemos el significado de un pasaje que se refiere a esta idea de "perderse". Ocurre en la
descripcin del incidente en el que Cristo se vuelve de pronto sobre Pedro y le llama
"escndalo" porque siempre tomaba lo que se deca en trminos de bienes terrenales. Pedro
mezclaba las cosas de diferentes niveles. No entenda el significado de no permitir que la
mano izquierda supiese lo que haca la derecha. Mezclaba en su mente la enseanza de Cristo
con las "cosas de los hombres". Cuando Cristo anunci a sus discpulos su propia muerte,
Pedro le dijo: "Seor, ten compasin de ti; en ninguna manera esto te acontezca". A lo cual
Cristo le dijo: "Qutate de delante de m. Satans. Me eres escndalo porque no entiendes lo
que es de Dios, sino lo que es de los hombres". Esto demuestra por qu razn recibe el
calificativo de Satans. He aqu una de las definiciones del significado que los Evangelios dan
a Satans. Es el mezclar diferentes niveles de pensamiento, ya que ac entender denota
pensar. Luego, Cristo dice: "Si alguno quiere venir en pos de m, niegese a s mismo, tome
su cruz y sgame. Porque cualquiera que quisiere salvar su vida la perder, y cualquiera que
perdiere su vida por causa ma, la hallar" (Mat. XVI, 24, 25). En el original de este pasaje,
"vida" significa "alma". El hombre tiene que perder su alma. Cuando se dice que un hombre
tiene que perder su vida, se interpreta algo ms completo que la muerte fsica. En Juan, Cristo
dice: "Nadie tiene mayor amor que ste, que ponga alguno su vida por sus amigos" (Juan XV,
13). Pero en el original encontramos la palabra "alma" y no la palabra "vida". El hombre tiene
que perder su alma; y est la definicin suprema del amor consciente. Tiene que poner a sus
amigos (en griego, esto significa literalmente aquellos a quienes uno ama) en su lugar. En este
pasaje Cristo habla acerca de lo que significa en trminos de obediencia al que l ensea. Un
siervo, dice, obedece a su amo aun cuando no sepa lo que el amo quiere significar. Pero un
amigo es alguien que comprende, y obedece en virtud de la comprensin. Por eso dice:
"Vosotros sois mis amigos". Son sus amigos si obedecen el orden de Verdad de que habla
Cristo. Obedecer es obrar por encima de los propios intereses, colocar algo por encima de
ellos. Y un hombre no puede perder su alma si es que nicamente entiende las cosas de los
hombres.
El alma del hombre puede estar relacionada a un nivel superior o inferior. El hombre debe
perder su alma con relacin al nivel inferior de s mismo, para poder encontrarla en un plano
superior. Slo entendiendo el doble sentido de la frase "perder el alma" es que diversas cosas
de los Evangelios acerca de ella pueden comprenderse. Tomemos como ejemplo la frase:
"Porque de qu aprovecha al hombre si granjeare todo el mundo y perdiere su alma?" Al
ganar el mundo, al solamente entender las cosas de los hombres, el individuo pierde su alma
respecto a una posible evolucin interior. Preciso es recordar que todo lo que se dice en los
Evangelios se refiere a la evolucin interior cuyo resultado es el logro del reino de los cielos.
El alma de una oruga no se halla al mismo nivel que la de una mariposa, y as la oruga tiene
que perder su alma para poder hallarla nuevamente. Al permanecer como oruga, salva su alma
de tal; sin embargo, la pierde en otro sentido, o sea que no tiene oportunidad de
transformacin; y al aferrarse a s misma como lo que es, pierde todo cuanto pertenece a
aquello que puede llegar a ser. Y en vista de que el hombre tambin es susceptible de una
transformacin o de un renacimiento, su alma tambin es doble en el mismo sentido. Puede
conservarla y permanecer tal cual es, pero al hacer esto la pierde con respecto a su verdadero
destino. O bien puede perderla al no permanecer tal cual es, para luego hallarla nuevamente
en otro nivel de su evolucin interior. As, el alma constituye una potencialidad. No es una
cosa fija, sino tanto lo que el hombre es como lo que "puede llegar a ser. Al traducir la palabra
"vida" por "alma" en el pasaje que dice que nadie tiene mayor amor que poner su vida por sus
amigos, lo correcto es entender que la palabra "vida" no significa la vida fsica, la existencia
corporal, sino aquel nivel de s mismo en el que se halla el hombre. Es preciso entender que la
vida del hombre no es la exterior de su cuerpo fsico, sino todo cuanto piensa, todo cuanto
desea, todo cuanto ama. Tal es la vida del hombre, tal su alma. Esta es la imagen de la vida.
Comenzar a pensar, sentir, desear y amar diferentemente. Es decir, puede cambiar la relacin
hacia s mismo de modo que todo cuanto lleva en sus pensamientos, todo aquello a lo que
ceda en sus deseos, y en breve todo aquello que una vez le pareci cierto y que sinti como
bueno, puede cambiar. Si esto sucede, el hombre tiene una nueva relacin hacia s mismo.
Comienza a cambiar la vida que lleva dentro de s. Como ya se ha dicho, esto es lo que
signific Cristo al decir: "No pensis que he venido para meter paz en la Tierra, sino espada.
Porque he venido para hacer disensin del hombre con su padre... Y los enemigos del hombre
sern los de su casa". El hombre que a travs de la enseanza del Verbo, o sea a travs de un
orden de Verdad que corresponde a un nivel superior, comienza a pensar de un modo
diferente y a sentir de una manera distinta, y a ver su propsito y su significado tambin de
una manera distinta, ya no puede ceder a todo cuanto anteriormente pensaba, senta y deseaba
y se propona; porque aquello a lo que consiente el hombre, eso hace su vida; y esto es su
alma. Su casa, o sea l mismo, tiene que sufrir un trastorno. No puede permanecer en paz
consigo mismo. Tiene que perder la antigua relacin hacia s mismo, y esto quiere decir que
debe perder su alma por cuanto el alma es la vida del hombre como una totalidad, y la vida
del hombre es aquello con lo que se relaciona en s mismo y llega a ser aquello que cree como
verdadero y justo, como tambin aquello a que cede pensndolo deseable; es aquello a lo que
sirve en s mismo, lo que imagina que es justo, lo que considera que es bueno. De tal manera
que "se hace posible entender que "poner la vida" significa dejar de vivir como uno siempre lo
ha hecho, y comenzar a vivir de una manera diferente. Y esto en forma alguna significa ser
muerto. La verdad es que denota todo lo contrario, significa comenzar a vivir. A la vez,
significa que el alma tiene que perderse, pues de otro modo la transformacin se hace
imposible, tanto ms cuanto se entiende que el alma es aquello a lo que un hombre se ha
aferrado con la mente, con sus deseos y que hasta el momento ha considerado que era l
mismo. Cuando Cristo habl a sus discpulos acerca de los sufrimientos que tenan que
sobrellevar cuando ensearan el Verbo, les dijo: "El que soportare hasta el fin, ste ser
salvo", o sea que en la paciencia se gana el alma. El equivalente griego de la palabra paciencia
es "quedarse atrs", y se le puede interpretar como no seguir con los propios deseos, no ir
consigo mismo. Por este medio un hombre puede perder su alma en un nivel y volver a
encontrarla en otro.
Hasta aqu podemos comprender que el alma de un hombre puede estar en potencia, o sea por
su propio poder, relacionada a un nivel superior o inferior en s mismo. A fin de que pase de
un nivel inferior a uno superior, en si mismo, su alma tiene que cambiar en lo que se refiere a
aquello a lo que el hombre se relacione. Si el hombre cambia de condicin en s mismo, as
tambin cambiar su relacin, y su alma cambiar.
De todo esto podemos empezar a colegir que el alma de un hombre no es algo hermoso o ya
hecho, sino algo que se va formando en l mismo conforme a lo que es su vida, y eso es
verdaderamente toda su vida, la imagen de todo cuanto ha pensado, sentido y hecho.
CAPTULO VI
LA IDEA DE LA SABIDURA EN LOS EVANGELIOS

En muchas de las parbolas y de los dichos de Cristo se hace uso de un trmino que en la
traduccin aparece como prudente y que significa ser sabio. Por ejemplo, en una ocasin dice
a sus discpulos: "Sed pues prudentes como serpientes y sencillos como palomas". Ac
"sencillo" o inocente significa ser inofensivo, alguien que "no hace ningn dao", y no tiene
este significado moral y sentimental de Occidente que quiere decir que uno no sabe nada:
difcil cosa sera ser sabio y a la vez no saber nada. Pero la palabra traducida como "prudente"
no significa exactamente cautela o sabidura; significa ms bien "inteligente" o inteligente en
un sentido prctico. La expresin griega
es , que en su sentido original quera decir estar en sus cabales, o tener presencia de
nimo, o estar despierto. En una cita. Cristo expresa: "Los hijos de este siglo son en su gene-
racin ms sagaces que los hijos de la luz", y quiz sea ste el pasaje que ms claramente
destaque el significado de la palabra. En su propio nivel y a su modo, las personas mundanas
son mucho ms prcticas, ms agudas, sagaces y sabias con relacin a sus objetivos que los
"hijos de la luz" con respecto a los suyos. Tienen ms presencia de nimo en los asuntos de la
vida, y no hacen tonteras ni cometen locuras. Saben qu es lo que tienen que hacer y,
efectivamente, lo realizan como es debido y lo hacen a su debido tiempo, y esto es ser
. Conviene recordar que el mayordomo de la justicia (errneamente traducido como
mayordomo infiel) recibe el calificativo de "discreto", o sea , y su amo le alaba
porque este hombre supo qu hacer en una situacin difcil y obr con gran presencia de
nimo.
Esta palabra tiene, en consecuencia, un poderoso sentido, un sentido abarcante y
prctico. En los Evangelios se le usa para definir la accin correcta de un hombre inteligente
que busca modo de alcanzar un nivel superior en s mismo mediante el proceso de la
evolucin interna. Cristo habla de los intiles en este sentido. Los compara con la sal que ha
perdido su sabor y ni siquiera sirve para el muladar. "Buena es la sal; mas si aun la sal fuere
desvanecida, con qu se adobar? Ni para la tierra ni para el muladar es buena; fuera la
arrojan." (Luc. xiv, 34-35.) Traduciendo este concepto, lo "desvanecido" significa en realidad
un "desatino". El muladar es la vida. Y "desatina" todo aquel que piensa que nicamente
precisa alimentar una creencia sentimental en los Evangelios. Son como el hombre
"insensato" que edific su morada sobre la arena, en contraste con el hombre "prudente",
descrito en el trmino , quien construy la suya o sea se construy a s mismo
sobre la pena, "y no cay". Esto significa que el hombre era porque fund su casa, o
sea que se ciment a s mismo, en la enseanza permanente de la evolucin interior que en los
Evangelios se llama el Verbo, y trabaj para construir la casa de s mismo sobre estos
cimientos. Este hombre hizo el Verbo. Actu por l. Aplic su comprensin a su propia vida.
As se apoy en la pea de la Verdad ms que sobre la arena movediza de la vida.
En este sentido, consideremos la parbola de las diez vrgenes, cinco de las cuales eran
prudentes, , y cinco insensatas o necias. Esta parbola tambin trata acerca del logro
de un nivel superior por medio de la evolucin ntima que ac se llama el reino de los cielos.
"Entonces el reino de los cielos ser semejante a diez vrgenes, que tomando sus lmparas
salieron a recibir al esposo. Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco fatuas. Las que
eran fatuas, tomando sus lmparas, no tomaron consigo aceite. Mas las prudentes tomaron
aceite en sus vasos, juntamente con sus lmparas. Y fardndose el esposo, cabecearon todas
y se durmieron. Y a la media noche fue odo un clamor: He aqu, el esposo viene, salid a
recibirle. Entonces todas aquellas vrgenes se levantaron y aderezaron sus lmparas. Y las
fatuas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lmparas se
apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo:
Porque no nos falta a nosotras y a vosotras, id antes a los que venden, y comprad para
vosotras. Y mientras que ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas
entraron con l a las bodas; y se cerr la puerta. Y despus vinieron tambin las otras
vrgenes diciendo: Seor, seor, brenos. Mas respondiendo l dijo: De cierto os digo
que no os conozco. Velad, pues, porque no sabis el da ni la hora en que el Hijo del Hombre
ha de venir." (Mat. XXV, 1-13.)

Las vrgenes prudentes se distinguen de las insensatas por el hecho de tener aceite en sus
lmparas. Es preciso tomar nota que rehsan dar su aceite a las otras, pero, en cambio, les
dicen que vayan a comprarlo en la vida. Todas ellas, las diez, tenan lmparas, pero slo la
mitad posea aceite y a estas cinco se las llama "inteligentes", "no-necias". Son prcticas. Se
dieron cuenta de lo que era necesario tener a fin de poder alcanzar este nivel superior que en
la parbola se llama el esposo. Qu significa esto de tener aceite? Hay quienes algo han
entendido en relacin a la enseanza de Cristo, han entendido algo que los otros no captan y
esto representa el tener aceite en las lmparas. Es necesario elevar esta parbola por completo
fuera de su nivel literal. Una lmpara es algo destinado a alumbrar. Pero en el sentido
psicolgico significa algo que puede proporcionar luz, no en un sentido fsico, sino en el
sentido en que se utiliza la palabra "luz" en los Evangelios, la luz que brilla en la oscuridad de
la mente, la luz de la nueva comprensin derivada del Verbo. Cristo vino a dar luz a aquellos
seres humanos que se describen como perdidos en las tinieblas de la Tierra. Viven bajo la luz
del sol, pero sta es oscuridad si se la compara con la otra luz, la que solamente puede
comprenderse con el entendimiento. Cristo se llam a s mismo la luz del mundo; se refera a
esa otra luz que puede caer sobre la mente e iluminar el entendimiento. Cuando el hombre
vive nicamente de sus sentidos y toma el espectculo de la vida exterior, la que ilumina el
sol, como toda finalidad, se encuentra en la oscuridad. Juan dice que las tinieblas no
conocieron ni comprendieron a la luz; es que un nivel inferior no puede comprender a uno
superior. Cuando el individuo se logra dar cuenta de que internamente es un ser incompleto,
que est perdido, que todo el significado de su existencia tiene que experimentar un cambio,
una evolucin interior, y si logra recibir una nueva comprensin acerca de s mismo y acerca
de lo que tiene qu hacer, ha comenzado ya a ver la luz, a ver el significado genuino de su
creacin. El Verbo trata acerca de este significado. Cristo ense el Verbo, y as es la luz. El
Verbo es la enseanza acerca de cmo alcanzar el nivel donde brilla esta luz, donde yace por
encima del hombre y a la vez dentro del hombre mismo. Porque el reino de los cielos se halla
dentro del hombre, y ste puede tomar contacto con l solamente ah, en lo ntimo. El camino
est en uno mismo, no est afuera. Puede experimentar vislumbres de otro estado de
conciencia, momentos de un significado enteramente nuevo, momentos que le demuestran
que existe un nivel superior en l. Hay momentos de esta luz. Pero a fin de lograr que este
nivel sea permanente, el hombre tiene que aprender el Verbo, y debe aprenderlo antes que
nada en el exterior, por medio de los sentidos. Tiene que orlo, pero esto no quiere decir que
ha de recibirlo literalmente; debe empezar a comprenderlo, a orlo con la mente, a ponderar
sobre l, a pensar en su significado y a llevarlo a su conciencia interior, vindose a s mismo
en los trminos de la enseanza. Porque es necesario que la mente vaya preparndose poco a
poco a fin de poder cambiar, ya que este nivel superior es muy diferente al inferior, y los pen-
samientos qu corresponden al nivel inferior no son del mismo orden que aquellos de un nivel
superior. Tiene que formarse algo nuevo en la mente a fin de que pueda recibir "luz", de
suerte que tiene que ir cambiando gradualmente de manera de pensar; es decir, tiene que
aprender a pensar en una forma nueva por entero (o a "arrepentirse", que es un trmino que
traduce el concepto muy erradamente). Este gradual cambio en la manera de pensar forma la
lmpara en el hombre. Se forma mediante la enseanza del Verbo. Pero la lmpara por s
misma no es suficiente. Por s sola no puede proporcionar luz, no puede alumbrar, no puede
iluminar. Sin embargo es algo necesario como primer paso en la evolucin. El segundo paso,
la segunda etapa, segn esta parbola, es la del aceite. Esto significa que .todo cuanto el
hombre sabe y ve como la nueva Verdad tiene que aplicarlo. Cristo dijo: "Cualquiera pues que
me oye estas palabras y las hace, le comparar a un hombre prudente ... Y cualquiera que me
oye estas palabras y no las hace, le comparar a un hombre insensato". Estas dos palabras,
prudente e insensato, aparecen en el mismo sentido que en la parbola de las vrgenes
sensatas y las fatuas. El obrar internamente por la enseanza de Cristo, el comenzar a hacerla,
el empezar a trabajar partiendo de la comprensin de su significado, el comenzar a aplicar a
si mismo en la prctica, todo esto es ser prudente. Esto es utilizar el Verbo con inteligencia.
Esto es ser inteligente en un sentido prctico. Y esto, individualmente, proporciona el aceite
para la lmpara.
Pero las personas pueden aceptar la Verdad de un orden superior y, sin embargo, seguir
actuando desde el nivel de la vida ordinaria. No obedecen interiormente a esta Verdad, al
nuevo conocimiento que han obtenido y que proviene de un nivel superior;
siguen, mejor dicho, obedeciendo a la vida y al bien de la vida ordinaria cuando llega el
momento de obrar. Tienen lmparas, pero carecen de aceite. Estas personas son las fatuas o
insensatas que tienen que ir a comprar aceite de quienes lo venden. Esto significa que tienen
que continuar recibiendo el tipo de aceite ganado por medio de las obras meritorias de la vida,
porque es la nica clase de Bien que valorizan. Los que "venden" el aceite son aquellos que
nos dicen lo que es meritorio, lo que deja una mayor ganancia. Obrar en razn del mrito y en
busca de una recompensa produce una clase de aceite. Actuar en base a la enseanza del
Verbo y de su significado, comprendindolo interiormente, es obrar desde un nivel que est
por encima de la vida, y nada hay en la vida exterior que constituya una recompensa para
dichas acciones. Las vrgenes fatuas tienen lmparas pero carecen de aceite; son quienes se
hallan a un nivel de la Verdad y conocimiento, pero slo intelectualmente. Este es un nivel su-
perior, pero ellos viven y obran conforme a otro nivel. Saben una cosa, pero hacen otra. Y por
la misma naturaleza de estas cosas, semejante gnero de seres se niegan a s mismos al reino
de los cielos, o sea el logro de un nivel superior que le es posible al hombre. No se trata de
que les sea cerrada la puerta. Nada la cierra, salvo ellos mismos. La clase de aceite que se
obtiene "comprando y vendiendo", el aceite del mrito, no es el tipo de aceite que se necesita
para ingresar a otro nivel de la humanidad. De suerte que de stos se dice que "no son
inteligentes". Y no son inteligentes porque no advierten que la enseanza de Cristo se aplica a
ellos y a la clase de gente como ellos. No slo tienen que limitarse a pensar de una manera
diferente, a travs de la idea del Verbo, sino que deben convertirse en otra clase de individuos.
Pueden conocer y hasta creer en la Verdad de un nivel superior, pero siguen viviendo en un
nivel inferior sin aplicar la Verdad a s mismos. Tal es su problema: sus vidas no estn bajo el
gobierno de sus conocimientos. Saben una cosa, pero quieren otra. En esta parbola, las
vrgenes prudentes son las que tratan de vivir en base a la propia comprensin de lo que se les
ha enseado, y que buscan el Bien de lo aprendido, practicando, aplicando este conocimiento,
por su propia voluntad, a s mismas. Las fatuas, por otro lado, aun conociendo la enseanza,
siguen buscando el Bien en la vida, en la recompensa, en la reputacin, en el de ser primero,
en lograr las posiciones ms elevadas, en tener una moral mejor que los dems, en que se
piense bien de ellas, en conformarse exteriormente a las leyes y a los convencionalismos
sociales aun cuando en lo interior son muy distintas y slo se refrenan por miedo. Este es el
nico Bien que conocen, de suerte que tienen que seguirlo. Y desde que todo el asunto estriba
en lo que el hombre considera bueno, se les dice que vayan hacia aquello que para ellas
constituye el Bien y que consigan, por lo menos, esa clase de aceite, pues eso es todo cuanto
pueden hacer. Se les dice que vayan donde aquellos que compran y que venden este Bien. Las
vrgenes fatuas regresan. Pero se encuentran con que ya quedaron afuera, y se les dice: "De
cierto os digo que no os conozco". No tienen la menor idea de cmo obrar partiendo de un
Bien que est ms all de la vida, ms all de cualquier recompensa; no saben obrar por amor
a lo que perciben como el Bien a la luz de una enseanza superior acerca de la Verdad y el
Bien. De modo que se encuentran con las puertas cerradas, y son ellas mismas quienes las
cierran porque mezclan dos niveles distintos de conocimiento y dos niveles distintos de Bien.
Si se escudria con atencin el sentido del Bien en los Evangelios, se ver su significado. El
degradar la enseanza acerca del hombre superior reducindola al nivel del hombre tal cual
es, el ir en pos de la idea del Bien partiendo de la base de la vida ordinaria, de sus
recompensas y sus mritos, sus valores, su insistencia en la reputacin, en las apariencias,
etc., es cerrarse a s mismo las puertas y quedar fuera del reino de los cielos. El hombre que
comienza a llegar al reino de los cielos no realiza el Bien en espera de un premio, sino que
parte de aquello que se ve como bueno a la luz del Verbo que le ha sido enseado. Y no vale
la pena que alguno de nosotros presuma conocer ya esta clase de Bien ni que presuma que
obra conforme a l. A pesar de lo que sabemos, actuamos de acuerdo con la vida ordinaria.
Para ser un verdadero cristiano el hombre tiene que desear ser aquello que Cristo ense, y
hacerlo. Si no puede ver el Bien de lo que se le ensea, no podr obrar en conformidad a l.
No importa cunto conocimiento reciba, ni cuan verdadero sea este conocimiento; no obrar
conforme a l hasta que por su propia comprensin interior vea y entienda que es deseable y
que es bueno, y comience a querer que exista en l. El hombre no solamente es aquello que
comprende, sino tambin la volicin derivada de este entendimiento, y esto y no otra cosa es
lo que hace la totalidad del hombre. El Verbo, o sea la enseanza psicolgica de los
Evangelios, es hacer que el hombre sea diferente primero en pensamiento, despus en su ser,
de manera que pueda convertirse en el Nuevo Hombre. Con slo conocer el Verbo y elaborar
su propio aceite, fabricar el bien particular conforme al criterio personal ordinario, segn las
ventajas, intrigas y mritos de la vida, no es tener el aceite que corresponde a la lmpara de
Cristo. Pero cosa muy diferente es obrar conforme al Verbo, conforme a esta enseanza
acerca de la evolucin interior, el estado superior del hombre; muy distinta cosa es comenzar
a hacer unas cuantas cosas a la luz de las palabras de Cristo tras haber visto su significado y
haber gustado las ideas a fin de poder querer darles existencia, sin pensar en recompensa
alguna. Un solo acto realizado por esta voluntad, por el querer vivir alguna Verdad
perteneciente a aquel orden de enseanza llamado el Verbo, elevar al hombre durante un
momento muy por encima de su nivel ordinario. En semejante hecho no hay cuestin alguna
de regateo, no se pregunta "cunto?" Ni siquiera se piensa "y qu gano yo con ello?", como
tampoco se hace alarde alguno despus. Se hacen estas cosas de acuerdo con aquella parte
ms pura de s mismo, de la propia comprensin, porque se percibe su necesidad y su realidad
y, en consecuencia, el Bien que encierra; un acto as, realizado por la propia volicin interior,
puede poner en movimiento algo que hasta entonces ha permanecido silente y esttico. Es la
semilla que empieza a crecer. Comienza a despertar el hombre, una semilla sembrada en la
vida. La luz penetra en la oscuridad interior. La Verdad es una cosa, y el espritu es otra; el
hombre tiene que nacer de agua y espritu antes de poder convertirse en un Nuevo Hombre.
El agua es la Verdad, es el conocimiento y la enseanza acerca de un nivel superior; y el
espritu es la voluntad del hombre que pasa a este conocimiento. Su valor es la unin con el
hombre cuando ste percibe el Bien. Pero este resultado no puede venir desde afuera, sea cual
fuere la cantidad de conocimiento que el hombre haya obtenido. Una persona puede tener la
lmpara, pero slo mediante su ms profunda e ntima voluntad, slo mediante su ms hondo
consentimiento, slo obedeciendo en secreto al conocimiento que ha formado la lmpara en
l, podr fabricar el aceite. Justamente en esto es en lo que todos son libres. Es precisamente
en este punto en el que todos y cada uno, mediante la accin interior, pueden evolucionar o no
evolucionar.
CAPTULO VII
SIMN PEDRO EN LOS EVANGELIOS

Simn Pedro es uno de los pocos discpulos acerca de quien se habla ms o menos
detalladamente en los Evangelios. Su carcter se destaca con bastante claridad, aun cuando el
hecho no sobresale mucho a menos que se comprenda todo el sentido interior de lo que se
dice acerca de l. Y para esto es preciso tener alguna comprensin del lenguaje de las
parbolas.
"Y pasando junto a la mar de Galilea, vio a Simn y a Andrs su hermano, que echaban la
red en la mar porque eran pescadores. Y les dijo Jess: Venid en pos de m y har que seis
pescadores de hombres. Y luego, dejadas sus redes, le siguieron." (Mar. I, 16-18.)

Ms adelante hablaremos acerca de esta extraa frase: "pescadores de hombres". Pero por
ahora podemos mencionar que en el Evangelio de Lucas se destaca con mayor nfasis la
profeca de que ellos, los discpulos, devendrn "pescadores de hombres". En l se relata que
despus que hubieron trabajado toda la noche sin pescar nada, Cristo indic a Simn que
lanzara las redes y que luego, "habindolo hecho, encerraron gran multitud de pescado que su
red se rompa". Y Jess expres a Simn: "No temas, desde ahora pescars hombres". Claro
es que existe cierta analoga entre los peces y el hombre segn el lenguaje que se utiliza en
este incidente.
El acontecimiento que sigue lo registra el Evangelio de Marcos. Es aquel que informa que
Jess cur a la suegra de Simn.
Este incidente, quiz demasiado pueril a primera vista, tiene otro significado:
"Y la suegra de Simn estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella. Entonces
llegando l la tom de la mano y la levant; y luego la dej la calentura y les serva." (Marc.
I, 30-31.)

Todo cuanto se registra en el compacto relato acerca de las enseanzas de Cristo tiene un
significado especial. No hay una sola frase, una sola palabra en los Evangelios que no
encierre un significado que va muchsimo ms all del sentido literal. Tomemos nota de que
Cristo "la levant" porque ella estaba "acostada", y que luego ella "les serva". Esto tiene su
propio sentido. Segn el lenguaje de los Evangelios, "estar acostado" quiere decir estar
mentalmente dormido, y "levantarse" significa comenzar a despertar en la mente. Hasta
podemos adivinar la clase de "calentura" que tenia la suegra de Simn Pedro, la clase de
fiebre, y qu es lo que significa haber sido curada y haber aceptado la enseanza de Cristo.
Pero este incidente tiene un significado ms profundo. Y esta significacin nada tiene que ver
con la suegra de Simn Pedro. Pues madre, padre, suegro, suegra, esposo, esposa, hermanos,
hermanas, etc., todo esto hay que entenderlo psicolgicamente. Segn el antiguo lenguaje de
las parbolas, denotan distintos aspectos del hombre, diferentes afectos, varias relaciones que
existen en uno mismo hacia uno mismo, distintos niveles de ser. De la misma manera, un nio
recin nacido, o una criatura, bien pueden significar en el lenguaje de las parbolas el
comienzo de algo nuevo y sumamente precioso en el hombre, tal como una nueva
comprensin, un nuevo sentimiento, una diferente manera de pensar; algo que recin
comienza, que es preciso cuidar con esmero, protegindolo contra cualquier herida, contra
cualquier ofensa. Es menester recordar que el lenguaje de las parbolas se basa sobre hechos
sensibles, sobre cosas fsicas, sobre cosas naturales y perceptibles por medio de los sentidos;
pero su verdadero significado est mucho ms all de los objetos y de las cosas que slo se
mencionan como una manera para representar el sentido psicolgico, o sea, el sentido que
est por encima del nivel literal, del nivel fsico.
En Marcos se relata que cuando los doce discpulos fueron nombrados por Jess, "a Simn
llam Pedro". En griego, Pedro significa , una roca, o una piedra. En el Evangelio de
Mateo se describe ms acabadamente el nombramiento de Pedro. Este ha reconocido a Cristo
como "el hijo del Dios vivo". Y Cristo le dice:
"Mas yo tambin te digo que tu eres Pedro, y sobre esta Piedra edificar mi iglesia; y las
puertas del infierno no prevalecern contra ella. Y a ti te dar las llaves del reino de los
cielos; y todo lo que ligares en la Tierra ser ligado en los cielos; y todo lo que desatares en
la Tierra ser desatado en los cielos." (Mat. XVI, 18-19.)

La promesa de dar a Pedro las llaves del cielo significa el poder de entender la enseanza de
Cristo, la enseanza que Cristo est dando a la humanidad en la Tierra, las lecciones acerca de
una posible evolucin intima. Esta es la evolucin del hombre hacia un estado interior que se
llama cielo; y se le llama as para diferenciarlo de la Tierra. Pero de momento su
conocimiento es puramente intelectual, pues roca o piedra se refieren slo al saber, al
conocimiento de la Verdad que ense Cristo. Pedro est capacitado mentalmente, pero por
ahora su creencia en Cristo es por medio de Cristo y no en s mismo. En este sentido se le
puede comparar a la segunda categora de la. parbola de El Sembrador, que "sembr en la
roca". Esta es la manera como se describe a quien recibe el Verbo del reino, que es la
enseanza acerca de una posible evolucin interior del hombre; y la acoge con entusiasmo,
pero no tiene races en s mismo, de modo que cuando llegan los periodos de tribulacin,
tropieza. Recibe el Verbo intelectualmente y sta es la razn de que se haga semejante
referencia a la roca. Lo acoge como conocimiento y nada ms. Tambin se describe esto en el
hecho de que cuando mir a Cristo camino de la crucifixin, lo neg. Porque Pedro vea a
Cristo como a un rey que establecera un reino en la Tierra. Los evangelios siempre presentan
a Pedro como un ser violento, apasionado, sin desarrollo alguno en sus emociones. No
contaba con ninguna comprensin emocional, aun cuando en apariencia tena cierta captacin
intelectual de la enseanza. Hay que ver a Pedro como a un ser colrico, entusiasta, que
escuchaba con gran atencin todo cuanto Cristo enseaba a sus discpulos en privado,
recordando muy bien todo cuanto deca, pero impaciente con los dems. Su naturaleza
emocional estaba fuertemente sujeta a la persona visible de Cristo. De s mismo pensaba que
era capaz de una lealtad a toda prueba hacia la persona de Cristo. Capt la enseanza en cierto
nivel, pero no pudo verla tan profundamente como tal vez la observaron los otros. Era
presuroso, veloz, de un brillante intelecto, violento, lleno de amor propio. Pedro era un
hombre a quien Cristo reconoci como un ser capaz de poder, algn da, captar la enseanza
para si mismo, pero slo despus de grandes sufrimientos. Lo vio como un hombre que de
momento no tena races en s mismo, pero capaz de arraigarse a profundidad cuando hubiera
recibido todos los sacudimientos que necesitaba su naturaleza. El golpe de la crucifixin fue
el ms fuerte de todos los que recibi Pedro. De una manera general, tambin fue el ms
fuerte que padecieron todos los discpulos. Es necesario hacer un esfuerzo y poder imaginar lo
que estos hombres sintieron al ver cmo se conduca a Cristo a sufrir la muerte ms
degradante de ese tiempo, la muerte que slo se daba a los criminales. Cuntos de los
seguidores de Cristo deben haber sentido entonces que no poda haber Verdad alguna, ni
significado alguno en la enseanza que haban odo, si tal era la suerte que corra el maestro!
En vista de que Pedro no poda valorizar la enseanza aparte de la persona del maestro
porque no tenia races en s mismo y dependa exteriormente. Cristo mismo le advirti de esta
incapacidad, la incapacidad de obtener la enseanza aparte del maestro. Y esto se registra en
el momento en que Cristo anuncia su muerte:
"Desde aquel tiempo comenz Jess a declarar a sus discpulos que le convena ir a
Jerusaln y padecer mucho de los ancianos y de los prncipes y de los sacerdotes y de los
escribas, y ser muerto y resucitar al tercer da. Y Pedro, tomndolo aparte, comenz a
reprenderle, diciendo: Seor, ten compasin de ti: en ninguna manera esto te acontezca.
Entonces l, volvindose dijo a Pedro: Qutate de delante de mi. Satans; me eres
escndalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres." (Mat.
XVI, 21-23.)

Y es preciso comprender que todos estos incidentes relativos a Pedro tienen un significado de
acuerdo a la clase de hombre que l era. En cierta forma, era como Nicodemo, quien
nicamente poda creer por medio de los milagros visibles. Y a Nicodemo fue a quien Jess le
dijo que todo estribaba en nacer de nuevo internamente y no en base a cosas que slo
conciernen a la evidencia que procuran los sentidos. Verdad es que Pedro estaba hecho de una
pasta mejor que la de Nicodemo, pero Jess le dice expresamente que le falta fe. Le dice:
"Simn, Simn, he aqu Satans os ha pedido para zarandaros como a trigo; mas yo he
rogado por ti, que tu fe no falte: y t, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Y l le dijo:
Seor, pronto estoy a ir contigo aun a crcel y a muertes. Y l dijo: Pedro, te digo que, el
gallo no cantar hoy antes que t niegues tres veces que me conoces." (Luc. XXXII, 31-34.)

Este incidente se relata de una manera distinta en el Evangelio de Juan:


"Dcele Simn Pedro: Seor, a. dnde vas? Respondile Jess: Donde yo voy no me
puedes ahora seguir; mas me seguirs despus. Dicele Pedro: Seor, por qu no te puedo
seguir ahora? Mi alma pondr por ti. Respondile Jess: Tu alma pondrs por m? De
cierto, de cierto te digo: no cantar el gallo sin que me hayas negado tres veces." (Juan
XIII, 36-38.)

En este pasaje Cristo pronostica el cambio que habr en Pedro, cuando dice: "mas me seguirs
despus". El gallo significa un despertar, y tres veces significa una negacin completa, total,
extrema. Y es que Pedro no poda despertar hasta que sus sentimientos acerca de Cristo
hubiesen sido destruidos. Cuando se dio cuenta del modo tan absoluto y extremo en que poda
negar a Cristo, entonces recin despert. Cant el gallo. En Lucas se dice que Pedro "llor
amargamente" cuando cant el gallo, y que Cristo se volvi y le "mir". Llor porque en ese
momento le lleg la enseanza en su forma emocional. Se vio a s mismo a la luz del
conocimiento que se le haba proporcionado. Vio la distancia que mediaba entre lo que saba
y lo que era. Y en lugar de solamente saber, comenz a entender. Pero antes que sucediese
esto, Pedro nicamente crea a travs de Cristo, por medio de Cristo. Y en tanto que el
hombre crea por medio de otro hombre no tiene fe, pues cree a travs de los sentidos y no de
su comprensin interior; o sea, que no tiene races en s mismo. Si las cosas van mal, deja de
creer. Y un hombre que solamente cree de la manera como lo haca Pedro, antes que haya
comenzado su regeneracin emocional, lo nico que puede hacer es evitar que los dems
crean.
El creer de una manera apasionada y violenta en alguna otra persona evita que los dems
comprendan. Semejante persona utiliza su Verdad, su propio conocimiento de la Verdad y la
utiliza con violencia; as corta la comprensin de otras personas. Esto sucede porque su estado
emocional es un estado incorrecto, inapropiado, pues nicamente tiene la Verdad y el
conocimiento. Es partidista. No tiene paciencia. Este es uno de los significados del incidente
en el que Pedro corta la oreja del soldado del gran sacerdote:
"Entonces Simn Pedro, que tena espada, sacla e hiri al siervo del pontfice y le cort la
oreja derecha. Y el siervo se llamaba Maleo. Jess entonces dijo a Pedro: Mete tu espada
en la vaina: el vaso que el Padre me ha dado no lo tengo que beber?" (Juan XVIII, 10-11.)

En otro de los Evangelios se dice que Cristo toc la oreja a Mateo y lo cur (Luc. XXII, 51).
Espada significa la Verdad combativa, y la oreja siempre se utiliza como smbolo de la
comprensin emocional, como en el caso de "Bienaventurados los que tienen odos para or",
etc. O sea que odos, u oreja, quieren decir, en un sentido psicolgico, el poder de entender
emocionalmente. Jess refut a Pedro y le dijo que guardase su espada, y cur la oreja del
siervo. Todo esto tiene un significado totalmente distinto de aquel que proporcionan los
sentidos, y a fin de poder entender estas cosas es preciso que uno se aleje por completo de la
narrativa histrica y del desarrollo de los hechos segn la descripcin. La descripcin
histrica tiene como objetivo el ofrecer un medio para representar el significado psicolgico.
Pero durante mucho tiempo es difcil apartarse de la mente literal, de la mente natural, con
relacin a esos asuntos, y abrirse a un nivel superior de entendimiento.
Pedro es un hombre que tiene conocimientos, pero es un ser violento; en este sentido
representa la clase de hombre que recibe una enseanza de la Verdad acerca de la posible
evolucin interior del hombre y la recibe nicamente como conocimiento, y piensa partiendo
de su lgica. Y nada hay ms falto de misericordia que la lgica de la Verdad escueta. Todas
las persecuciones que han realizado las iglesias siempre partieron de la Verdad escueta debido
a la disputa sobre algn detalle, y se realizaron sin misericordia alguna.
Cuando una persona piensa lgicamente, no tiene misericordia, pues no tiene ninguna
comprensin. Es un hombre dogmtico. En asuntos cientficos es el hombre que utiliza el
conocimiento para asesinar. Sin embargo, hay que recordar que Cristo ense que el amor a
Dios y al prjimo es la formulacin total de su enseanza. Dijo:
"Amars al Seor tu Dios de todo corazn y de toda tu alma y de toda tu mente. Este es el
primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a ste: amaras a tu prjimo
como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Mat. XXII,
37-40.)

Pedro no poda perdonar porque era un hombre de conocimiento nicamente. Todava no


haba despertado a lo emocional. El perdn viene como consecuencia del desarrollo
emocional. Slo cuando hemos logrado ste nos es posible perdonar las deudas de nuestros
deudores. El desarrollarse emocionalmente significa perfeccionarse por encima y ms all del
amor propio y de todos los intereses absorbentes a los cuales aquel da lugar. Desarrollarse
emocionalmente significa pasar al estado en que se ama al prjimo. Muy tpica de Pedro es la
pregunta que le hace a Cristo:
"Seor, cuntas veces perdonar a mi hermano que pecare contra mi? Hasta siete?'' Y Jess
le responde: "No te digo hasta siete, ms an hasta setenta veces siete". Luego relata la
siguiente parbola, dirigida a Pedro:
"Por lo cual, el reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas
con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que deba diez mil
talentos. Mas a ste, no pudiendo pagar, mand su seor venderle, y a su mujer e hijos con
todo lo que tenan, y que se le pagare. Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba diciendos
Seor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagar todo. El seor, movido a misericordia de
aquel siervo, le solt y le perdon la deuda. Y saliendo, aquel siervo hall a uno de sus
consiervos, que le deba cien denarios; y trabando de l, le ahogaba diciendo: Pgame lo
que debes. Entonces su consiervo, postrado a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia
conmigo y yo te lo pagar todo. Mas l no quiso, sino fue y le ech en la crcel hasta que
pagase la deuda. Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo
declararon a su seor todo lo que haba pasado. Entonces llamndole su seor, le dice:
Siervo malvado, toda aquella deuda que te perdon porque me rogaste: no te convena
tambin a ti tener misericordia de tu consiervo como tambin yo tuve misericordia de ti?
Entonces su seor, enojado, le entreg a los verdugos hasta que pagase todo lo que le deba.
As tambin har con vosotros mi Padre celestial si no perdonareis de vuestros corazones
cada uno a su hermano sus ofensas (Mat. XVIII, 23-35.)
El perdn tiene que venir del corazn. El perdn es emocional. Cuando el hombre siente amor
por el Bien, no juzga en base al amor por la Verdad nicamente. El hombre de la Verdad es
spero y taciturno. Todo lo ve lgicamente. Y la Verdad, cuando es escueta, a todos nos juzga
y a todos nos condena. Slo la misericordia puede encontrar el camino de salida, y esta
misericordia tiene que comenzar con el prjimo, tal como dice en el Padre Nuestro: "Perdona
nuestras deudas, as como nosotros perdonamos a nuestros deudores".
Pedro, era un hombre emocionalmente violento. Sus emociones eran mecnicas. Existe una
enorme diferencia entre el amor mecnico y el amor consciente. En la vida, la gente ama me-
cnicamente. Con gran facilidad puede este amor mecnico convertirse en odio, y as en una
negacin. Con el amor consciente no ocurre semejante cosa. Es a travs del amor mecnico
que nos llegan todos nuestros sufrimientos; slo el amor consciente puede aliviamos. El amor
que Pedro senta por Cristo trat de ensearle a Pedro la naturaleza del amor. En el pasaje que
ahora vamos a transcribir, en el original griego se hace uso de dos palabras diferentes para
expresar dos clases de amor, el mecnico y el consciente. Pero esta diferencia se ha perdido
en la traduccin, y la palabra "amor" se usa para representar la expresin griega y
tambin . Al dirigirse a Pedro, Cristo utiliza dos veces la palabra , que expresa
amor consciente, pero Pedro utiliza la palabra , que significa o expresa el amor me-
cnico. Al citar el pasaje de este incidente, voy a dar un nfasis mayor a esta diferencia
alternando la traduccin:
"Jess dijo a Simn Pedro: Simn, hijo de Jonas, me amas (conscientemente) ms que
estos? Dcele: S, Seor: t sabes que te amo (mecnicamente). Dcele: Apacienta mis
corderos. Vulvele a decir 1a segunda vez: .Simn, hijo de Jonas: me amas
(conscientemente)? Respndele: S, Seor: t sabes que te amo (mecnicamente). Dcele:
Apacienta mis ovejas. Dcele la tercera vez: Simn, hijo de Jonas: me amas
(mecnicamente)? Entristecido Pedro de que le dijese la tercera vez: Me amas
(mecnicamente)?, dicele: Seor, t sabes todas las cosas; t sabes que te amo
(mecnicamente). Dcele Jess: Apacienta mis ovejas." (Juan XXI, 15-17.)

Pedro no poda entender lo que Cristo quera significar. Un incidente anterior indica cmo
Pedro camin sobre las aguas y se hundi. Esto se describe en Mateo. Los discpulos estaban
en la barca durante una tormenta y vieron a Jess caminando sobre las aguas y que marchaba
hacia ellos, y tuvieron miedo.
"Mas luego Jess les habl diciendo: Confiad, yo soy; no tengis miedo. Entonces le
respondi Pedro: Seor, s t eres, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y l dijo:
.Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jess. Mas viendo
el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzndose a hundir, dio voces diciendo: Seor, slvame.
Y luego Jess, extendiendo la mano, trab de l, y le dice: Oh hombre de poca fe, por qu
dudaste?" (Mat. XIV, 27-31.)

En su sentido ms profundo, y no al pie de la letra, claro est que este pasaje significa que
Pedro tena muy poca o ninguna fe. El origen de la fe radica en ver internamente la Verdad de
algo, verlo independientemente de cualquier corroboracin que puedan proporcionar las
pruebas que nos presentan los sentidos. Pedro crea a travs de la persona visible de Cristo y
no por s mismo. La enseanza que le haba dado Cristo no se haba convertido an en algo
distinto del Cristo visible y hacia quien senta tan apasionada lealtad. De suerte que la
enseanza no haba alcanzado an en Pedro aquel nivel que se llama fe en el hombre. La fe no
es una creencia ciega, sino que es el resultado de haber visto por s mismo la Verdad de
alguna cosa. Y la fe tampoco es creer por medio de los sentidos. La categora de Verdad que
posea Pedro no era lo suficientemente fuerte como para sostenerlo, pues no tenia su origen en
si mismo, sino fuera de l, en la persona de su maestro. De esta suerte, semejante Verdad no
tenia la categora de la fe, no posea la suficiente fortaleza como para sostenerlo. En el
lenguaje de las parbolas el agua significa cierta clase de Verdad; no significa la Verdad en
general, como tampoco la fuente de la Verdad. Moiss obtuvo agua de la roca. El agua es la
Verdad con relacin al hombre, en la forma en que representa la Verdad o el conocimiento de
s mismo con respecto a la evolucin interior o al renacimiento. Pero en esta condicin no es
algo viviente, no es "agua viva". La fe es lo que da vida a tal Verdad; mejor dicho, es el punto
de partida de la fe cuando se abstrae de los sentidos y se construye a s misma en otro aspecto,
en otra parte del hombre; y esta parte es distinta de aquella que se encuentra bajo el gobierno
de los limitados y externos instrumentos de los sentidos. En Pedro, el conocimiento, la
Verdad, se basaba en un lugar inapropiado. No entenda su significado pues siempre tena la
mirada fija en el Cristo externo, el amado Cristo que perciba sus sentidos. Y cuando quiso
asirse a esta clase de Verdad, fracas. Semejante Verdad no pudo sostenerle salvo por un
momento, de suerte que se le dijo que no tena fe. No comprenda todo el significado de la
enseanza que haba recibido. Esto, el significado, le lleg ms tarde. Trat de caminar
apoyndose en esta Verdad, y hundindose, hubo de pedir auxilio a Cristo. El mundo exterior
posea sobre l ms poder que el mundo interior; o sea que el significado externo tena ms
poder que el interno. Por este motivo no le poda sostener. Las dificultades se presentaron
inmediatamente; azotaron los vientos, se levantaron las olas, perdi de vista la Verdad y
comenz a hundirse. Y todo esto significa que internamente o sea, en s mismo haba
mezclado la vida con la enseanza de Cristo y no las haba separado. Por las flexibles
transiciones que pertenecen a este profundo lenguaje de las parbolas y a la luz de las
observaciones de Cristo de que su enseanza no es de este mundo, podemos ver cmo Pedro
no poda andar an sobre la Verdad correspondiente a la vida, aun habiendo recibido aquella
categora de Verdad enseada por el propio Cristo.
El cambio en el desarrollo emocional de Pedro se demuestra en el incidente final que le afect
despus de la resurreccin de Cristo. Se relata que Pedro dijo a los dems discpulos: "A
pescar voy". Algunos de los otros discpulos fueron con l, pero no pescaron nada.
"Y venida la maana. Jess se puso a la ribera; mas los discpulos no entendieron que era
Jess. Y djoles: Mozos, tenis algo de comer? Respondironle: No. Y l les dice:
Echad la red a mano derecha del barco y hallaris. Entonces la echaron y no la podan en
ninguna manera sacar, por la multitud de los peces. Entonces aquel discpulo al cual amaba
Jess, dijo a Pedro: El Seor es. Y Simn Pedro como oy que era el Seor, cise la ropa
porque estaba desnudo y echse a la mar. Y los otros discpulos vinieron con el barco
(porque no estaban lejos de la tierra sino como doscientos codos), trayendo la red de peces.
Y como descendieron a tierra vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Dceles
Jess: Traed de los peces que cogisteis ahora. Subi Simn Pedro y trajo la red a tierra,
llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres, y siendo tantos, la red no se rompi. Dceles
Jess: Venid, comed. Y ninguno de los discpulos osaba preguntarle: T quin eres?
sabiendo que era el Seor. Viene pues Jess, y toma el pan, y les da; y asimismo del pez."
(Juan XXI, 4-13.)

Son muchas las ideas que contiene este incidente. Tras su forma externa yacen muchos
significados. Tomarlo al pie de la letra es considerarlo slo en un nivel. Puede alguien creer
que pescaron justamente 153 peces? Pueden suponer que Pedro estaba totalmente desnudo y
que luego se ci las ropas antes de lanzarse al agua, y que esto hay que tomarlo al pie de la
letra? Por qu razn registran los Evangelios una cosa tan trivial, un incidente tan curioso?
Pedro haba negado a Cristo porque nicamente alimentaba una creencia; y as, haciendo
quedado desnudo en cuanto a fe, se le muestra desnudo. La "coraza de la fe" es aquella
cubierta mental que permite a un hombre pensar claramente ms all de los sentidos, y vivir
sin ser afectado por los acontecimientos del mundo y mantenerse firme en otra interpretacin
de la vida. Pedro no tena esto, y estaba desnudo. Pero habiendo odo de boca de Juan que
Cristo estaba presente, se ci las ropas de la fe que haba abandonado y se acerc
nuevamente a Cristo. Pero el verdadero sentido con relacin a Pedro es que pudo nuevamente
tener la capacidad de "pescar hombres", una vez que hubo recibido ayuda. En las primeras
enseanzas griegas sobre la religin rfica existe una idea similar del hombre, simbolizado
por un pez que debe ser pescado y sacado fuera del agua en que se encuentra. Por ejemplo, se
presenta al sol pescando al hombre.
Tras todas las formas religiosas, con todos sus vaivenes, siempre ha habido en l mundo un
amplio y bien nutrido ro de conocimiento; siempre el mismo, siempre tras semejante
objetivo, o sea la vivificacin interna del hombre, el crecimiento ntimo, la evolucin del
hombre hacia un nivel superior dentro de s mismo. Por eso surgen ideas similares en periodos
separados por mucho tiempo en la historia; siempre surgen de la misma fuente. Siglos ms
tarde aparece el rey pescador con la leyenda del Santo Grial que, se dice, fue la copa en la que
Jos de Arimatea recibi la sangre de Jesucristo. Pescar hombres del mar es elevarlos de su
condicin de siervos de la naturaleza y conducirlos hasta que se den cuenta de que hay otro
mundo ms consciente que ste, y en el cual tienen que aprender a respirar por medio de otro
orden de Verdad. Pedro se haba, pues, convertido en un pescador de hombres. Cumpli con
la prediccin de Cristo: "Desde ahora pescars hombres".
CAPTULO VIII
LA IDEA DE LA ORACIN

Introduccin

Los evangelios hacen tantas referencias a la oracin, que conviene reunir unas cuantas para
procurarse una idea de lo que Cristo enseaba acerca de su significado y de las condiciones
que son necesarias para recibir una respuesta. La oracin se dirige hacia algo que est por
encima del hombre, algo que se encuentra en un nivel superior a uno mismo. Ya hemos visto
que, segn se les emplea en los Evangelios, el lenguaje de las parbolas transmite un sentido
desde un nivel superior a uno inferior. La oracin es la transmisin de un significado de un
nivel inferior a uno superior. El primer caso es la comunicacin del cielo a la Tierra; el
segundo es de sta a aqul. Ya que hemos visto lo difcil que es el que lo superior se
comunique con lo inferior, no deber sorprendemos el hallar una dificultad similar para que
esto se comunique con aquello. Y es que no hay contacto entre los dos niveles.
Volvamos a recordar que la concepcin central del hombre en los Evangelios es que se trata
de un producto incompleto, de un producto no acabado, pero capaz de alcanzar un nivel
superior por medio de una evolucin precisa que tiene que comenzar por sus propios
esfuerzos; y recordemos tambin una vez ms que toda la enseanza que los Evangelios
contienen se refiere a lo que es preciso hacer a fin de realizar esta evolucin. Vistos a esta luz,
los Evangelios no vienen a ser sino una serie de instrucciones concernientes a un desarrollo
psicolgico preciso y preestablecido del cual el hombre es capaz; y si el hombre comienza la
tarea de cumplirlo, estas instrucciones le abrirn los ojos y le permitirn ver en qu direccin
yace todo su sentido completo. Tambin volvamos a recordar que la obtencin de este nivel
superior del hombre se llama cielo o el reino de los cielos, y que este reino est en el hombre
mismo y que es una posibilidad latente de su propia evolucin interior, o del renacimiento de
s mismo; y que el hombre, al nivel en que se encuentra, es como una criatura que no ha
despertado, como un experimento incompleto, y recibe el nombre de Tierra. Estos son los dos
niveles, el superior y el inferior, y entre ambos hay grandes diferencias, tan grandes como las
distinciones que existen entre una semilla y una flor. As ocurre que la comunicacin entre
ambos niveles es difcil. La misin de Cristo fue la de tender un puente, la de conectar y esta-
blecer en s mismo una correspondencia entre estos dos niveles, el divino y el humano; y de
esto hablaremos en otro lugar. Por ahora podemos decir que a menos que este contacto sea
establecido por unos cuantos hombres a intervalos, fracasara toda comunicacin con lo
superior, y el hombre quedara sin la menor idea o enseanza que lo pueda elevar; o sea que
quedara a merced de sus instintos, de sus propios intereses, de su violencia y de sus apetitos
animales. De este modo permanecera hurfano de cualquier influencia que le pueda elevar
por encima de -una condicin de barbarie.

LA NECESIDAD DE LA PERSISTENCIA EN LA ORACIN


En vista de las dificultades que hay para establecer comunicacin entre los niveles inferior y
superior podemos comprender que el contacto directo con Dios no es cosa tan fcil como
creen algunas personas religiosas. Estas a menudo piensan que pueden tomar contacto con un
nivel superior, o sea con Dios, permaneciendo lo que son. No advierten que para lograr este
vnculo tienen que cambiar de manera de ser, tienen que ser diferentes.
Ahora veamos algunas de las observaciones acerca de la oracin que hacen los Evangelios, y
que se refieren a la idea de la necesidad de ser persistente. Uno de los discpulos le pregunta a
Cristo cmo debe rezar. Le dice: "Seor, ensanos a orar, como tambin Juan ense a sus
discpulos". (A propsito de esto, no hay nada que indique cmo Juan el Bautista enseaba a
orar.) Y Cristo responde:
"Cuando oris, decid: Padre nuestro que ests en los cielos, sea tu nombre santificado.
Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, as tambin en la Tierra. El pan
nuestro de cada da, dnoslo hoy. Y perdnanos nuestros pecados, porque tambin nosotros
perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentacin, ms lbranos del
malo." (Luc. XI, 2-4.)

Observemos cmo contina Cristo:


Djoles tambin: .Quin de vosotros tendr un amigo, e ir a l a media noche y le dir:
amigo, prstame tres panes. Porque un amigo ha venido a m de camino, y no tengo qu
ponerle delante; y l dentro, respondiendo dijere: no me seas molesto, la puerta est ya
cerrada, y mis nios estn conmigo en cama; no puedo levantarme y darte? Os digo que
aunque no se levante a darle por ser su amigo, cierto por su importunidad se levantar, y le
dar todo lo que habr menester." (Luc. XI, 5-8.)

Cristo da nfasis especial a la idea de que la persistencia es algo necesario. Y como ilustracin
utiliza algo que parece sugerir que las plegarias van dirigidas a alguien que las escucha; pero
que no quiere ser molestado, y a quien se le obliga a hacer algo tan slo si se persiste en la
demanda; y cierto tambin subraya que slo mediante una petitoria desvergonzada es que se
puede obtener una respuesta. La palabra "importunidad" significa, al traducirla literalmente,
una desvergonzada impudicia. La misma idea, la idea de que la oracin no es algo que
obtenga una pronta respuesta, se expresa en otro pasaje:
"Y propsoles tambin una parbola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
diciendo: Haba un juez en una ciudad el cual ni tema a Dios ni respetaba al hombre.
Haba tambin en aquella ciudad una viuda, la cual vena a l diciendo: hazme justicia de mi
adversario. Pero l no quiso por algn tiempo; mas despus de esto dijo dentro de si: aunque
ni temo a Dios ni tengo respeto al hombre, todava porque esta viuda me es molesta, le har
justicia,, porque al fin no venga y me muela." (Luc. XVIII, 1-5.)

Se traza un paralelo entre la viuda que pide justicia a un juez que se decide a obrar
nicamente porque se ve obligado a ello, a fin de evitarse mayores molestias, y el hombre que
eleva sus oraciones a Dios. Todo esto quiere decir que las preces no tienen una fcil respuesta.
Existen barreras. No se obtiene ayuda con facilidad. En muchas partes de su enseanza Cristo
dice a sus discpulos que oren de continuo, pero en ninguna les dice que las preces tienen una
fcil y pronta respuesta. No es cosa simple obtener respuesta desde un nivel superior a los
pedidos que provienen de uno inferior. Tan slo la persistencia y la intensidad pueden hacer
que un nivel superior responda. El obstculo se representa como algo similar a conseguir que
un hombre ya acostado se levante a atendernos, o que un juez mundano haga justicia a una
viuda. Cristo ense que en relacin a las oraciones y a la obtencin de ayuda por medio de
ellas, la situacin es ms o menos la misma que en los asuntos del mundo, cuando un hombre
pide una ayuda que los dems no quieren proporcionarle. Pero en el caso de las plegarias no
se trata de renuencia, sino de una dificultad inherente a la naturaleza misma de las cosas. Lo
inferior no tiene ningn contacto con lo superior. Hay que comprender este punto muy
claramente: lo inferior no tiene ningn vnculo directo con lo superior. Dios y el hombre no se
encuentran al mismo nivel. Toda la concepcin del aspecto invisible del universo, o del
mundo espiritual, que implica la enseanza de los Evangelios, es que existen niveles
superiores e inferiores, que estos niveles son distintos los unos a los otros y que todo se halla
arreglado en un orden de lo que est arriba y de lo que est abajo, o sea, arreglado en un
orden de niveles. Lo de abajo no tiene relacin con lo de arriba, as como el piso bajo de una
casa no est en contacto con el piso alto. A fin de poder llegar a lo que est arriba es necesario
pasar por muchas dificultades en el camino. Y esto es lo que causa que a uno le parezca que
hubiera renuencia de parte de lo superior para contestar a lo inferior. Pero no es que la haya;
las cosas as parcenle a la mente humana y as las ilustra Cristo en los trminos que emplea
en las comparaciones ya mencionadas, aquellas que denotan la necesidad de hacer grandes
esfuerzos a fin de poder obtener una respuesta a las oraciones. Parecera que el hombre que
reza honestamente, el hombre que reza con sinceridad, tuviese que lanzar algo a cierta altura,
por medio de la intensidad de su propsito, antes que pueda esperar que alguien le escuche o
antes de obtener una respuesta; y fracasando en su intento, fracasando en su esfuerzo para
hacer el pedido correctamente, frustrado en su empeo para lanzar aquello a una altura
adecuada, llegase a pensar que est orando en vano y rezando a quien no quiere responderle.
As, el hombre se siente descorazonado. Pero debe seguir insistiendo. La oracin del hombre,
su propsito, su pedido, tienen que ser algo en lo que habr que persistir; tiene que seguir
pidiendo aun cuando no obtenga respuesta. Tiene que ser un desvergonzado. Como lo dice
Cristo: "Es necesario orar siempre y no desmayar". En el original, esta expresin "no
desmayar" significa "no portarse mal". El hombre tiene que orar continuamente y no portarse
mal con relacin a todas las dificultades que hay en la oracin.

LA NECESIDAD DE SER SINCERO EN LAS ORACIONES


Cristo a veces habla sobre la actitud del hombre que reza. Es intil rezar con una actitud
errada, de modo que el hombre tiene que hurgar en s mismo y advertir desde dnde est
elevando sus oraciones, porque no habr comunicacin alguna con un nivel superior por
medio de lo que en l es insincero y falso. nicamente aquello que es sincero, aquello que es
genuino puede tocar un nivel superior. Por ejemplo, cualquier muestra de vanidad, pre-
suncin o arrogancia detiene de manera inmediata toda comunicacin con los niveles
superiores. Por este motivo es por el que tanto se habla acerca de la purificacin de las
emociones en los Evangelios, ya que la mayor impureza en el hombre, y aquella que ms
directamente se destaca en las parbolas y dichos de Cristo, proviene de los sentimientos de
propia justicia, de mrito particular, de valor propio, de superioridad, etc. Esto se muestra en
la parbola dirigida a "unos que confiaban en s como justos y menospreciaban a otros".
"Dos hombres subieron al templo a orar: el uno fariseo, el otro publicano. El fariseo, en pie,
oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias que no soy como los otros hombres,
ladrones, injustos, adlteros, ni aun como este publicano. Ayuno dos veces a la semana, doy
diezmos de todo lo que poseo. Mas el publicano estando lejos no quera ni aun alzar los
ojos al cielo, sino que hera su pecho diciendo: Dios, s propicio a m, pecador. Os digo
que ste descendi a su casa justificado, antes que el otro; porque cualquiera que se ensalza
ser humillado; y el que se humilla ser ensalzado" (Luc. XVIII, 10-14.)

Para orar, para tomar contacto con un nivel superior, el hombre tiene que saber y sentir que es
nada en comparacin con aquello que est sobre l. Pero debe verlo sinceramente y no slo
percibirlo como si al mirar las estrellas se diese cuenta de cuan pequea es la Tierra. Esto
ltimo es sentirse pequeo en cuanto a una magnitud fsica, y el hombre lo que tiene que
hacer es sentirse pequeo en cuanto a una magnitud psicolgica. A menos que el hombre
sienta que es nada, todas sus oraciones sern intiles en un aspecto prctico, de la misma
manera en que es intil un fsforo hmedo. El hombre es puro en su vida emocional en
proporcin a sus sentimientos de nadidad, de su propia ignorancia y de su desamparo. Cristo
expresa con exactitud la misma idea cuando habla de las cosas que uno hace de s mismo, y
no movido por la propia vanidad:
"Y cuando oras, no seas como los hipcritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas y en
los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya
tienen su pago. Mas t, cuando oras, ntrate en tu cmara y cerrada tu puerta ora a tu Padre
que est en secreto; y tu-Padre que ve en secreto te recompensar." (Mat. VI, 5-6.)
"Entrar en la cmara y cerrar la puerta" significa ir hacia. la casa de s mismo, a la habitacin
ms ntima, y cerrando las puertas a todo lo externo, rezar desde aquel ser interno que no es el
siervo del pblico o un mito social inventado por el medio ambiente, o un buscador de
recompensas y de tributos y elogios externos. Es ir ms all de cualquier conexin con la
vanidad y con la presuncin. nicamente el hombre interior del individuo es quien puede
obtener respuesta a las oraciones y comunicarse con un nivel superior. El aspecto externo y
mundano del hombre, el hombre presumido, no puede orar.
Todas estas instrucciones y muchas similares se refieren a la manera de transmitir un
mensaje a un nivel superior. 'Son instrucciones prcticas acerca de los mtodos de
transmisin de telepata, que slo devienen posibles por medio de las emociones reales.
Solamente stas, las emociones genuinas, tienen posibilidad de hacer la comunicacin; slo
las emociones verdaderas son telepticas. Las emociones falsas, aquellas basadas en la
vanidad o en la presuncin, no pueden transmitir nada. Para obtener respuesta a las oraciones,
stas tienen que ser de cierta calidad. Tienen que llenar ciertos requisitos y uno de ellos es que
deben originarse en un sentimiento absolutamente puro y genuino, porque de otro modo no
llegarn a su destino. De suerte que el hombre tiene que purificarse liberndose de s mismo
en su vida emocional, o sea que tiene que desarrollarse emocionalmente. Tiene que comenzar
a amar a su prjimo. Esta es la primera etapa del desarrollo emocional que Cristo ense. Y
cuan difcil es! Cuan difcil es comportarse conscientemente con los dems, aun con aquellos
a quienes uno cree que ya ama. Podis decir que amis ms all de vuestro amor propio?
Slo las emociones que estn por encima del amor propio y de las particulares emociones
pueden comunicar con algo que sea en verdad ms que uno mismo. Despus de todo, es
solamente lgico que encaremos la siguiente pregunta: cmo podr una emocin centrada en
el amor propio vincularse con otras gentes? Slo pueden comunicarse con uno mismo. De
suerte que ya podis apreciar la razn por la que se insiste en "amar al prjimo".

LA RESPUESTA A LAS ORACIONES


Refirindose a la oracin, Cristo dice: "Pedid y se os dar". Pero el hombre debe saber lo que
significa pedir. La plegaria es el medio de obtener una respuesta desde un nivel superior del
universo, de manera que sus influencias desciendan y penetren momentneamente lo que es
un nivel inferior. Consideremos, pues, lo que significa pedir. Visto con correccin, el
universo es la respuesta a una splica. El hombre de ciencia trabaja confiadamente creyendo
que obtendr una respuesta del universo fsico como resultado de sus experimentos, de sus
teoras y de sus esfuerzos, los que constituyen la suma de la splica. Esto es orar en una
forma. Esta oracin obtiene una respuesta si acierta con el medio adecuado de pedir. Lo que
significa que la splica ha sido formulada bien. Pero dar con una forma adecuada de suplicar
es algo que requiere tiempo, trabajo y esfuerzo, y no solamente una "impdica desvergenza",
sino que tambin lleva el sentimiento de certeza en lo desconocido, o sea fe. Por ejemplo, me-
diante sus persistentes ruegos, el hombre de ciencia ha descubierto y ha establecido
comunicacin entre la vida humana y las fuerzas de la electricidad, de la electromagntica,
fuerzas que corresponden a otro mundo, a un inframundo, al orbe de los electrones. Esta es
una respuesta a sus splicas. En cierto sentido, constituye una comunicacin con otro mundo.
En la actualidad podemos percibir que estamos viviendo en un universo hecho a medida, algo
que es sumamente complejo y que yace ms all de nuestra comprensin; pero nos hallamos
seguros que reaccionar a nuestros esfuerzos. Tal es, en verdad, nuestra actitud hacia el
universo y es algo acerca de lo cual no abrigamos dudas. Estamos seguros que si tratamos la
manera de cmo hacer algo comenzaremos tambin a recibir los resultados. Al preparar la
comida obtenemos una respuesta que corresponde exactamente a la forma como hacemos este
determinado ruego. Si los resultados que alcanzamos no son lo que esperamos, estamos
recibiendo una rplica inadecuada; pero inadecuada no porque el universo est en un error o
en una falla, sino porque la manera como hemos hecho la splica, nuestra formulacin, ha
sido errada. Como no sabemos cmo pedir correctamente, tenemos que aprender a cocinar
mejor, o sea que debemos ensearnos a pedir de una manera mejor. Pedir es suplicar. Si no
vivisemos en un universo visible e invisible, en un universo que responde al bien pedir
(cualquiera que sea la naturaleza de la respuesta, ya sea buena, ya sea mala) ni el hombre de
ciencia ni el hombre en demanda de ayuda interior podran obtener una solucin. Sin
embargo, no siempre es fcil lograr sta. Es preciso llenar determinados requisitos. Con res-
pecto a las oraciones en su calidad de splica o de pedido, es menester que no sean mecnicas
ni una simple repeticin, o al pensar que la "mucha parlera" dar resultados; no es la cantidad
sino la calidad de las oraciones lo verdaderamente importante. La mera repeticin de palabras
no da ningn resultado. Cristo dijo:
"Y orando, no seis prolijos" ^ (no usis repeticiones vanas). Y como ya lo hemos visto, es
necesario insistir en la oracin. El hombre tiene que poseer cierta idea de lo que est pidiendo,
y tiene que persistir en su splica y creer que le ser posible obtener resultados. As como el
hombre de ciencia utiliza un particular modo de oracin dirigida al universo natural, eleva su
ruego una vez que ha captado la idea de que puede descubrir algo y la siente como una
posibilidad; y una vez y otra modifica su splica por medio de la correccin en los errores que
comete en su experimento; emplea todo su ingenio hasta obtener una solucin adecuada y que
corresponda a su ruego. Igualmente, el hombre que ora al universo espiritual tiene que poseer
la misma fe, la misma paciencia, la misma inteligencia y poder de inventiva. El hombre tiene
que trabajar y esforzarse en inventar con respecto a su propio desarrollo interior, de similar
manera a la que un hombre de ciencia hace otro tanto para lograr un resultado o un
descubrimiento. El hombre de ciencia obtendr una respuesta si las cosas estn bien con
relacin a su splica; asimismo, el hombre que reza obtendr una respuesta si su ruego es el
que le corresponde hacer correctamente. Pero tiene que conocerse a s mismo y comprender
qu es lo que est pidiendo. Pedir algo imposible, solicitar lo que slo nos ha de provocar
dao, es pedir incorrectamente.

LA SUPLICA EN LAS ORACIONES


Qu es lo que vamos a pedir en nuestras plegarias? En la oracin que Cristo formul para sus
discpulos cuando ellos le preguntaron cmo deban rezar, todo deseo personal queda
aparentemente descartado. Pero como todo cuanto se dice en los Evangelios, esta oracin trata
acerca de la manera como alcanzar un nivel superior en la posible evolucin del hombre; a
esta evolucin se le llama el reino de los cielos, y esta oracin tiene una cualidad que no es de
este mundo; no debe extraamos que as sea. Sin embargo, si tomamos en cuenta el objetivo
que persigue, nada puede ser ms personal. El Padre Nuestro trata acerca de la evolucin de
uno mismo. La primera frase marca el nivel superior: "Padre, santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino". O sea que es un pedido para establecer una comunicacin entre lo
superior y lo inferior. Se pide una conexin entre el cielo y la Tierra. Esta es la primera
splica; y es necesario entender que esto denota alcanzar cierto estado emocional preciso a fin
de que estas palabras puedan pronunciarse con alguna intensidad de significado. En otras
versiones se dice: "Padre Nuestro que ests en los cielos". Un hombre puede demorar un
minuto, una hora o toda una vida antes de alcanzar la percepcin emocional del significado
que tienen estas palabras, las que hay que pronunciar conscientemente. Luego viene la splica
por el pan de cada da, y este pan no significa el pan al pie de la letra sino una cosa
transustancial. Se ignora el significado de la palabra original, pero no cabe duda que su
intencin es "espiritual"; se solicita pan o alimento espiritual que nutra la comprensin del
hombre en su lucha por alcanzar un nivel superior. Despus viene el pedido de ser perdonado
as como perdonamos a los otros; y esto significa que para poder alcanzar un nivel superior es
absolutamente necesario cancelar, ante todo, las deudas ajenas que llevamos asentadas en
aquel libro de cuentas que existe en nuestra memoria, imaginando lo que el prjimo nos debe
con su conducta hacia nosotros, su falta de consideracin, etc. El no perdonar a nuestros
deudores es mantenerse sujeto y encadenado a la "tierra". Nos aprisionamos a nosotros
mismos, nos mantenemos ah donde estamos si es que no podemos cancelar nuestras deudas;
y as como perdonamos a quienes nos adeudan, as seremos perdonados por los muchos
errores y fracasos suscitados en el crecimiento de nuestra comprensin, o sea en nuestra
evolucin. Luego viene el extrao pedido de no caer en tentacin. Pero es preciso darse
cuenta de que ningn hombre puede realizar un desarrollo interior sin ella, y que la naturaleza
de esta clase de tentacin es muy distinta a lo que las gentes por lo general consideran que es,
al asociarla con la carne y las debilidades provocadas por sta. Por ejemplo, siempre estamos
sujetos a la tentacin de los malos entendidos, de la errada comprensin. Cuando el hombre se
coloca en el sendero del desarrollo interior indicado en los Evangelios, se ve tentado por toda
suerte de dudas y falta de creencia;
debe pasar por las ms extraordinarias dificultades de comprensin interior. Sus poderes de
razonamiento humano le fallan por completo porque tal razonamiento est basado en la
evidencia que proporcionan los sentidos; nicamente la fe, la certeza de que hay algo,
nicamente la conviccin de que el camino en que se encuentra conduce a alguna parte; en
breves palabras, slo su fe puede auxiliarle. Pues fe quiere decir no slo certeza de que existe
algo que yace ms all de las pruebas de los sentidos, sino que es tambin una conviccin de
las posibilidades latentes aun antes que uno las haya realizado; de esta suerte. Cristo expresa
en una parte: "Y todo cuanto pidis creyendo, tened fe que lo habis recibido y lo tendris".
Ac es preciso tomar nota de que hay que tener algo antes de poder recibirlo; es preciso obrar
como si se tuviera ya aquello que an no se posee, y as se recibir. Esto parece sumamente
raro. Pero todo cuanto tiene relacin con el establecimiento de un contacto con un nivel
superior, y todas las instrucciones acerca de la naturaleza del esfuerzo que hay que hacer,
parecen siempre raras. Consideremos: no pensara una semilla que las instrucciones para
llegar a ser una flor son cosa rara? Pasar desde un nivel aun al comienzo de otro nivel, es
pasar por medio de tentaciones muy difciles de las que no tiene la menor idea quienquiera
que se sienta satisfecho de s mismo. Pero la llave para la comprensin del Padre Nuestro
yace en la primera frase. Es una oracin que est destinada a llegar a un nivel superior:
"Venga a nosotros tu reino". O sea, djame entrar en tu reino; que la voluntad del cielo, la
voluntad de un nivel superior, se haga en m como tierra. Y la splica, aquella de no ser
tentado en exceso, ms all de las propias fuerzas, se refiere a ese empeo de seguir adelante,
pues muchos son los obstculos que hay en el camino. Y como se han representado los hechos
en el Antiguo Testamento, Dios lucha contra el hombre y trata de subyugarlo y aun de
destruirlo. Esta es la forma como se expresa la lucha individual para elevarse por encima del
propio nivel y alcanzar uno superior. Parece que aquello mismo a que uno eleva sus splicas
se convirtiese en un enemigo, un ser que continuamente se opone a cada paso que uno da.
Pero si recordamos que alcanzar un nivel superior significa la transformacin de uno mismo,
el renacimiento de uno mismo, entonces la idea se hace bastante clara. Tal cual es, el hombre
no puede llegar a un nivel superior. No puede acercarse a Dios tal cual es. El nivel superior
tendr que oponrsele en tanto permanezca siendo la misma clase de hombre.
Ahora bien; todas estas splicas son tocante a cmo llegar a otro estado, a otra condicin. El
Padre Nuestro trata ntegramente acerca de una finalidad. No trata acerca de cosas de la vida.
En pocas palabras demuestra, aparte de lo dicho en las parbolas y aun en la enseanza sobre
las mismas cosas, que el significado esencial de la oracin debe ser tocante a esto; y que esto
es en lo que tiene el hombre que pensar primordialmente cuando ora, y suplicarlo ms que
cualquier otra cosa, suplicar lo que es necesario para alcanzar el objetivo. Porque este es el
objetivo supremo. Cristo lo defini diciendo: "Buscad primero el reino de Dios...", o sea el
nivel ms elevado que le es posible alcanzar al hombre. Tal es lo que el hombre tiene que
pedir verdaderamente en sus plegarias. Y desde que tal es el objetivo supremo de toda
oracin, el hombre debera vincular cualquier objetivo inferior que motive su splica, con este
objetivo supremo. Pues ste es el significado supremo del hombre, y le conduce al nivel ms
elevado a que le es posible llegar.
CAPTULO IX
EL SERMN DE LA MONTAA

Introduccin

La enseanza que Cristo da en el Sermn de la Montaa se encuentra entre la que proporciona


Juan el Bautista y la que Cristo da en parbolas acerca de los misterios del reino de los cielos.
Son tres rdenes de enseanza. Y estn a diferentes niveles. El primero y el ms externo es el
de la enseanza de Juan el Bautista. Algunos fragmentos de ella se encuentran en Lucas.
Luego viene una posicin intermedia en la enseanza del Sermn de la Montaa. Finalmente
viene la enseanza interna que se da en parbolas acerca del reino de los cielos. En este
captulo tomaremos primero la impartida por Juan el Bautista segn aparece en el tercer
captulo de Lucas; luego, aquella dada en el Sermn de la Montaa segn Mateo, junto con el
Sermn del Llano que aparece en el captulo sexto de Lucas.

Primera Parte
De todas las raras figuras que se muestran en los Evangelios, Juan el Bautista es una de las
ms extraas. Sin embargo, es posible que de l se ofrezca una definicin mayor que de
cualesquiera otros. Por ejemplo, Cristo lo defini diciendo que era el ms grande de todos los
hombres nacidos de mujer, pero que aun el ms pequeo en el reino de los cielos era superior
a l. Qu representa pues Juan el Bautista? Qu figura asume en los Evangelios? Y por qu
se da primero su enseanza, antes de la llegada de Cristo? Estudiemos la enseanza del
Bautista de manera que podamos luego compararla con la que Cristo ofrece ms tarde en el
Sermn de la Montaa. Juan el Bautista peda la necesidad de cambiar de manera de pensar,
enseaba el arrepentimiento y hablaba del reino de los cielos. Exclamaba: "Arrepentios, que
el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. III, 2). Pero contaba l con alguna idea sobre la
ndole del cambio interior que tiene que producirse en la mente del hombre, y en realidad en
todo su ser, antes que el nivel del reino le sea una cosa accesible? Aparentemente no; no la
tena, puesto que Cristo dijo que no era del reino. Los fragmentos que conocemos sobre la
enseanza de Juan el Bautista aparecen en el tercer captulo de Lucas. En l se representa a la
multitud que se acerca a l para ser bautizada. Debemos tratar de imaginarlo vestido con una
piel y dirigindose a la gente con palabras duras:
"Oh generacin de vboras! Quin os ense a huir de la ira que vendr? Haced pues
frutos dignos de arrepentimiento y no comencis a decir en vosotros mismos: Tenemos a
Abraham por padre; porque os digo que puede Dios aun de estas piedras levantar hijos a
Abraham." (Luc. III, 7-8.)

Tomemos nota de que el Bautista habla a la gente aludiendo a un cambio de mentalidad. Les
dice que no comiencen a decir dentro de ellos mismos: "Tenemos a Abraham por padre". Tras
haber sido vapuleadas sin discriminacin alguna, las personas naturalmente le preguntaban
qu habrn de hacer, qu es lo que l espera de ellas.
"Y las gentes preguntaban diciendo: Pues qu haremos? Y respondiendo, les dijo: El
que tiene dos tnicas d al que no tiene, y el que tiene que comer haga lo mismo. Y vinieron
tambin publcanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, qu haremos? Y l les
dijo: No exijis ms de lo que os est ordenado. Y le preguntaron tambin los soldados
diciendo: Y nosotros qu haremos? Y l les dice: No hagis extorsin a nadie ni
calumniis; y contentaos con vuestra paga." (Luc. III, 10-14.)

Tambin tomemos nota de que la pregunta se formula tres veces, la pregunta sobre lo que
deben hacer. Y casi como si el Bautista sintiese la ineptitud de sus respuestas, como si
sintiese su falta de capacidad para decir a las gentes qu es lo que deben hacer, y su falta de
comprensin sobre el significado del reino, o en qu consiste el verdadero cambio en el modo
de pensar con relacin al reino, les anuncia que vendr otro que es ms que l.
"Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones si l fuese el
Cristo, respondi Juan diciendo a todos: Yo, a la verdad, os bautizo en agua, mas viene
quien es ms poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos; el
os bautizara en. Espritu, santo y fuego, cuyo bieldo est en su mano, y limpiar su era y
juntar el trigo en su alfol y la paja quemar en fuego que nunca se apagar. Y
amonestando, otras muchas cosas tambin anunciaba al pueblo." (Luc. III, 15-18.)

En el Sermn de la Montaa, Cristo comienza por decirle a los discpulos no lo que deben
hacer, sino lo que deben ser antes de poder ganar el reino de los cielos. Este sermn comienza
con las palabras: "Bienaventurados los pobres en espritu porque de ellos es el reino de los
cielos". Cristo habla acerca de lo que el hombre debe ser, alude a lo que tiene, primero, que
llegar a ser en s mismo. El hombre debe procurar ser muy diferente en s mismo antes de
alcanzar el reino. Tiene que cambiar de mente, cambiar en s mismo, y llegar a ser "pobre en
espritu", sea cual fuere el significado de esta extraa frase. Hagamos un contraste entre esto y
lo que ensea el Bautista. Este habla sobre deberes externos, bondad ciudadana; Cristo habla
acerca de la transformacin interior. Juan lanza una tormenta sobre quienes le oyen y les pide
arrepentimiento; Cristo habla acerca del significado del cambio interior que tiene que
producirse primero. Juan les dice qu es lo que tienen que hacer, y Cristo les dice qu es lo
que tienen que ser. Un hombre como Juan el Bautista, que estaba nicamente del lado externo
de la enseanza del Verbo de Dios, que es la que hace alusin a una posible evolucin del
hombre, se inclina siempre a tomarlo todo al pie de la letra. Y el Verbo de Dios es algo que no
puede tomarse as porque es un medio para establecer un vnculo entre el nivel llamado
"tierra" en el hombre, y el superior que es posible alcanzar y que se llama "cielo". El sentido
terrenal es, en verdad, por completo distinto del celestial. Y a menos que aqul crezca y se
desarrolle alcanzando siempre nuevos significados, no puede haber contacto alguno con los
niveles superiores, y entonces queda muerto. De suerte que el hombre literal, el hombre que lo
toma todo al pie de la letra, aquel que vive nicamente en los sentidos, el de significados
externos solamente, el que nada entiende en lo interno y que, si es religioso, slo sigue los
mtodos y las experiencias exteriores de su secta, este hombre no puede desarrollarse. Ahora
bien, si Juan el Bautista no era del reino, como lo indic bien marcadamente Cristo, qu
significa estar cerca del reino? Esto nos ayudar a comprender por qu razn la enseanza del
Bautista no era la enseanza del reino. Estar cerca del reino es un caso de entendimiento
interior; y hay un ejemplo muy claro tocante a esto en los Evangelios. Examinmoslo antes de
pasar a las dems Bienaventuranzas. Uno de los escribas ha preguntado a Jess cul es el
primero de todos los mandamientos, y Jess responde: "El Seor, uno es. Amars, pues, al
seor tu Dios de todo corazn y de toda tu alma y de toda tu mente y de todas tus fuerzas... y
el segundo es... amars a tu prjimo como a ti mismo". El escriba contesta: "Bien, maestro,
verdad has dicho que uno es Dios y que no hay otro fuera de l, y amarle de todo corazn y de
todo entendimiento . .. ms es que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Y como
Jess vio que la respuesta del hombre provena de su propia comprensin (y no sabiamente,
como dice la traduccin) le dice: "No ests lejos del reino de Dios", y ya ninguno osaba
preguntarle. (Marc. XII, 34). Podemos ahora ver por qu motivo se dice que este escriba
estaba cerca del reino? Siempre ha habido quienes en asuntos de la religin han valorizado en
demasa las formas externas, las observaciones y las disciplinas. Tambin vemos en los
Evangelios que Juan el Bautista qued preocupado al enterarse que Cristo y sus discpulos
coman y beban y no ayunaban conforme a la letra de la ley. Y no cabe duda de que hubiese
igualmente objetado el que los discpulos recogiesen espigas de trigo en sbado, o que el
Cristo curase a los enfermos tambin en sbado. Todas estas cosas iban contra las leyes
mosaicas. Hacia el final de su vida, el Bautista, aparentemente, comenz a dudar de Cristo. Y
hasta le envi un mensaje preguntndole: "Eres t el que haba de venir, o esperaremos a
otro?" (Luc. VII, 19). Y cul fue la respuesta de Cristo? Respondi de tal manera que el
Bautista pudiese entender literalmente. Dijo:
"Id, dad las nuevas a Juan de lo que habis visto y odo; que los ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan". Juan el Bautista no poda
entender que esto denotaba los ciegos, sordos, etc. psicolgicos. Pero est nivel de
comprensin ha existido siempre, la comprensin de la verdad dura, literal, la comprensin de
nicamente el hombre exterior que mantiene la enseanza del Verbo de Dios sobre el nivel de
la Tierra y as destruye no solamente su belleza, sino tambin su significado, de la misma
manera en que uno puede destruir a una criatura con alas cuando se las corta. Juan el Bautista
representa la enseanza literal del Verbo de Dios. Representa aquella clase de gente literal a
quien Cristo defiende en la persona del Bautista, pues ella es el punto de partida de todo lo
dems, y habla acerca de ellos con tanto cuidado y ponderacin como si fuesen un problema
muy difcil de resolver. Juan el Bautista crey en Cristo cuando lo vio; pero hacia el final de
su vida comenz a dudar. Y ste es el verdadero cuadro psicolgico de aquellos que
habindose arraigado en el lado externo de la enseanza del Verbo, y todo su spero
significado literal, se hallan de pronto con el sentido interno o superior, y no lo pueden
comprender y caen en la duda; y, en verdad, se sienten ofendidos porque ya no pueden sentir
mrito alguno, ya no pueden considerarse mejor que los otros. Sin embargo, debe
comprenderse que el significado literal del Verbo de Dios tiene que conservarse.

Segunda Parte
La primera Bienaventuranza, segn se las llama, y las ocho restantes, estn dirigidas, en
apariencia, a los discpulos de Cristo y no a la multitud. Las palabras con que comienza el
capitulo quinto del Evangelio de Mateo expresan:
"Y viendo la gente, subi al monte; y sentndose se llegaron a l sus discpulos. Y abriendo la
boca, les enseaba diciendo: Bienaventurados los pobres en espritu porque de ellos es el
reino de los cielos." (Mat. V, 1-3.)

En Lucas encontramos una versin abreviada y algo diferente de las Bienaventuranzas; se


mencionan tan slo cuatro, y esto despus que Cristo ha escogido a sus doce discpulos en la
montaa y ha descendido al llano. De estas cuatro Bienaventuranzas, la primera dice:
"Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios." (Luc. VI, 20.)

Desde que Lucas menciona a los pobres, muchos son los que han pensado que esto quiere
decir ser verdaderamente pobre, ser pobre al pie de la letra. Pero en Mateo se dice:
"Bienaventurados los pobres en espritu, pues de ellos es el reino de los cielos". Y nadie
podr creer que los literalmente pobres carecen de orgullo si en este sentido se toma este
versculo. Cmo vamos, pues, a entender esta expresin "pobre en espritu?" En la
traduccin literal del original hallamos que la expresin no es "pobre en espritu", sino
"mendigo del espritu". Qu significa ser mendigo del espritu? Eliminemos por completo la
nocin de que quiere decir ser un mendigo o ser pobre al pie de la letra. Hay otra palabra en
los Evangelios que se traduce como pobre y que significa ser verdaderamente pobre, como en
el caso de los diezmos de la viuda; en este sucedido se presenta a la mujer como una persona
en realidad indigente, pobre en el sentido literal, pero que da ms que los otros. Pero el
trmino empleado en este caso tiene un significado ms bajo. Se refiere a uno que se arrastra
y que tiembla, como si fuese un mendigo oriental pidiendo limosna en las calles, y as
adquiere una profunda acepcin psicolgica. En Lucas, donde slo se dan cuatro
Bienaventuranzas, se dan tambin, por as decirlo, cuatro pesares que estn en
correspondencia directamente opuesta a las bendiciones. El pesar correspondiente a la sucinta
formulacin de "Bienaventurados vosotros, los pobres" es' "Mas ay de vosotros, ricos!,
porque tenis vuestro consuelo". Ahora bien; desde que Mateo habla de ser pobre en espritu
el significado de "rico" en Lucas no puede ser otra cosa que "rico en espritu". Un triunfo
sobre un rival, una mejora en la situacin personal, una recompensa, un negocio inteligente,
todo esto constituye un consuelo. Pero si en el fondo de s mismo el hombre siente que es
nada, que no sabe nada, que no merece nada, si es que anhela comprender ms y ser diferente,
si en realidad se siente vaco y desea ser algo, entonces, de hecho, en su mente, en su espritu,
en su comprensin, percibe su propia ignorancia, su propia nadidad, y en tal caso es un "pobre
en espritu". Est vaco y as puede ser harto. Sabe y reconoce su ignorancia, y as puede or la
enseanza del reino. Pero si est lleno de si "mismo, cmo podr or algo? Se oye a s
mismo todo el tiempo. Oye las interminables voces de su inquieta y quejumbrosa vanidad, de
su satisfecho o frustrado amor propio. Al atacar a los fariseos, Cristo atacaba la riqueza en
espritu, y acerca de ellos dijo que ya tenan su recompensa. Cuando al prncipe rico le pidi
que vendiese todo lo que tena, no estaba hablando de posesiones al pie de la letra, sino de
aquel aspecto del hombre que le hace imaginar que es mejor que los dems por sus posesiones
mentales, sociales y materiales. Y lo que hace que un hombre se sienta especialmente rico en
s mismo es la satisfaccin del amor propio, la vanidad satisfecha, el mrito ofrecido por la
vida. Y en realidad, las delicias del amor propio satisfecho son ms poderosas que cualquier
otra cosa en la vida y slo tenemos que advertirlas en nosotros mismos para comprobar que
esto es verdad. Si nos encontramos en aquel estado de equilibrio que produce el amor propio,
y que en realidad puede tambin quedar fcilmente trastornado y hacer que uno se sienta
ofendido, para qu vamos a buscar algo nuevo? Cmo se nos podr pasar por la mente que
somos nada, que no tenemos base alguna en nosotros mismos, y que a la luz del reino
verdaderamente no poseemos nada?
Cristo sigue hablando tocante a lo que un hombre debe ser, si es que va a acercarse a un nivel
superior en s mismo, al nivel que se llama el reino.
"Bienaventurados sean los que lloran, porque ellos tendrn consolacin."

No es fcil de asir esta idea de que uno puede recibir una ayuda interna y consuelo por el
mero hecho de ir contra s mismo. Pero si es que hay un nivel superior de donde procede la
dicha con la cual le es a uno posible comunicarse, entonces esta idea no tiene nada de
extraordinario. "Bienaventurados los que lloran" significa que la dicha o la felicidad puede
llegarle a la persona desde aquel nivel superior del reino siempre que llore, siempre que sea
pobre en espritu. Pero debe acaso suponerse que el hombre tiene que ir por el mundo
baado en lgrimas, llorando abiertamente o vestido de luto? Esta idea es absolutamente
imposible en vista de lo que Cristo ensea en el captulo siguiente de Mateo, el captulo sexto,
en el que subraya que el hombre debe hacerlo todo en secreto; hacer su limosna en secreto,
ayunar en secreto, y no hacer nada en razn de su amor propio a fin de obtener una alabanza,
un halago o un mrito a los ojos de los dems. En un sentido literal uno llora sus muertos.
Pero percibir que uno mismo est muerto es llorar en un sentido psicolgico. Son muchas las
cosas que Cristo dice acerca de los muertos, acerca de aquellos que estn psicolgicamente
muertos, muertos en lo interior, en aquella parte de s mismos que es la parte real, la nica que
puede evolucionar hacia un nivel superior de hombre; pero porque estn muertos no lo saben.
Por tanto, no lloran.
La tercera Bienaventuranza dice:
"Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirn la tierra por heredad."

En el original, la palabra , que ha sido traducida a "manso" es realmente lo opuesto a la


palabra enojado o resentido. Quiere decir amansado, hacerse dcil, de la misma manera como
se amansa a un animal salvaje. Heredar la tierra significa ac legar la tierra otorgada al
hombre del reino. Est dicha en el mismo sentido que: "Honra a tu padre y a tu madre porque
tus das se alarguen en la tierra que Jehov tu Dios te da". (xodo xx, 12). Los judos que
tomaban estas cosas al pie de la letra pensaban que se trataba de la tierra de Canan. Pero su
significado interno es del reino de los cielos. La tierra, entonces, significaba el reino. Y el
hombre habra de ir contra todos sus resentimientos naturales, contra su pasin, su clera, a
fin de convertirse en un heredero.
La cuarta Bienaventuranza dice:
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern hartos."

y se refiere a aquellos que anhelan comprender lo que es la bondad de ser, los que aspiran al
conocimiento de la Verdad que conduce al hombre a un nivel superior. Son aquellos que, al
sentir su nadidad, su ignorancia, al sentir que estn muertos en su ser interno, anhelan la
enseanza de la Verdad que posee el hombre superior, aspiran seguirla y desean saber lo que
es el Bien en el nivel del reino de los cielos. Sienten hambre de Bien y sed de Verdad. La
unin de estas dos cosas en el hombre le hace tener aquella armona interna que se llama
justicia. La quinta Bienaventuranza dice:
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia."

Uno de los significados de esto es que a menos que perdonemos los pecados de otros no
podemos esperar misericordia alguna para nosotros mismos en relacin a nuestra propia
evolucin. En cierto sentido, tener misericordia es saber y advertir que aquello que uno
condena en los otros es algo que tambin lleva en si mismo; o sea, es ver la viga en el ojo
propio: es verse a s mismo en los otros y a los otros en uno mismo. Es sta una de las bases
ms prcticas de la misericordia. Pero, como todo lo de los Evangelios, adems tiene otros
significados: uno de stos es que el hombre debe saber y conocer aquello hacia lo cual ha de
tener misericordia en s mismo, y aquello hacia lo cual habr de ser inmisericorde.
La sexta Bienaventuranza dice:
"Bienaventurados los de limpio corazn, porque ellos vern a Dios."

Literalmente, ser puro de corazn significa haber purgado el corazn, haberlo limpiado por
medio de una purga. Ante todo, se refiere a no ser un hipcrita. Trata acerca de la
correspondencia entre lo interno y lo externo que tiene que haber en el hombre. Trata respecto
a un estado emocional que se puede alcanzar; en este estado se percibe directamente la
realidad de la existencia de Dios mediante la claridad de visin que permite un entendimiento
emocional puro, pues nosotros no slo entendemos con la mente. El aspecto emocional del
hombre, cuando se halla lleno de turbaciones sobre si mismo y as alberga sentimientos malos
acerca de quienes no le admiran; cuando est lleno de compasin hacia s mismo, de odio y de
venganza, etc., se halla oscurecido, est en tinieblas y no puede cumplir su funcin de reflejar
el nivel superior. Cuando queda limpio, el corazn ve, o sea que comprende la existencia de
un nivel superior, la existencia de Dios, la realidad de la enseanza de Cristo. Los Evangelios
tratan muy a menudo acerca de la purificacin de las emociones. Y tomemos nota de que si no
existiese un nivel superior, no habra purificacin posible de las emociones ms all de
turbaciones anmicas relativas a s mismo.
La sptima Bienaventuranza dice:
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos sern llamados hijos de Dios."

Crear la paz dentro de uno mismo es estar libre de las desarmonas internas, de las
contradicciones y de los disturbios ntimos. Hacer la paz con los otros es obrar siempre
partiendo del Bien que hay en nosotros mismos y no aferrarse a las diferencias de opinin ni
discutir sobre los diferentes puntos de vista o teoras que siempre crean desavenencias,
desacuerdos. Si la gente obrase apoyndose en el Bien y no en las divergencias resultantes de
las teoras y de los puntos de vista, o sea de las diferentes ideas que hay acerca de la Verdad,
todos seran pacificadores. Aqu, Cristo los llama "hijos de Dios", porque en este caso se
piensa de Dios como del Bien mismo, en el mismo sentido exactamente en el que Cristo
defini a Dios cuando alguien le llam "maestro bueno", y l respondi: "Por qu me llamas
bueno? Ninguno hay bueno sino Dios" (Luc. XVIII, 19). El odio divide a todos; el Bien todo
lo unifica, de tal suerte que es realmente Uno, y esto es Dios.
Siguen otras dos Bienaventuranzas que en esta breve consideracin podemos tomarlas juntas,
porque ambas se refieren a la accin ms all y por encima del amor propio, y del
sentimiento de mrito que lleva.
"Bienaventurados los que padecen persecucin por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos. "Bienaventurados seris cuando os vituperaren y os persiguieren, y
dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. "Gzaos y alegraos, porque vuestra
merced es grande en los cielos: que as persiguieron a los profetas que fueron antes que
vosotros." (Mat. V, 10-12.)

Esta misma idea se expresa en Lucas de la siguiente manera:


"Bienaventurados seris cuando los hombres os aborrecieren y cuando os apartaren de s, y
os denostaren y desecharen vuestro nombre como malo, por el Hijo del Hombre. Gzaos en
aquel da y alegraos, porque he aqu vuestro galardn es grande en los cielos; porque as
hacan sus padres a los profetas."

y el pesar correspondiente a esto se presenta diciendo:


"Ay de vosotros cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros!" (Luc. VI, 22, 23, 26.)

Como en todas y en cada una de las Bienaventuranzas, Cristo habla en sta acerca del
hombre, quien tras un prolongado trabajo psicolgico en s mismo comienza a desear algo que
est ms all de su amor propio. Habla acerca del hombre que ya no vive centrado en su amor
propio, sino que est buscando el medio de huir de l. Y aqu es justamente donde se
encuentra la ms difcil de las barreras psicolgicas. Pero aun el poder captar un vislumbre de
ella, aun cuando no podamos pasarla, es ya de un incalculable valor. Pues quin que lleve
una vida respetable y que obre al nivel de la enseanza de Juan el Bautista puede evitar el
sentimiento de mrito? Y podr en forma alguna regocijarse cuando los hombres hablen mal
de l? Un hombre bueno, bueno en la vida corriente, que es sobre lo que habla Juan el
Bautista y desde lo cual explica todo, fcilmente puede estimar que hace lo mejor que se
puede con slo comportarse bien: dar la ropa que le sobra, dar de comer a quienes no tienen
cmo proporcionrselo, no exigir ms de lo que corresponde legalmente, no ser violento, no
hacer el mal y contentarse con su paga. Pero cmo podr escapar del mrito final de todo
esto? Pues cualquiera que sea la causa del amor propio y por muy buena que sea una persona
al nivel de ese amor, que es el nivel de todos, existe un gran problema psicolgico acerca del
cual Cristo habl de innmeras maneras y con respecto a lo cual muchos se sintieron
ofendidos. El amor propio, que se lo adjudica todo a uno mismo, no puede llegar al nivel del
reino, y en las Bienaventuranzas podemos advertir lo que el hombre tiene que llegar a ser, a
ser en s mismo, y en un sentido completamente distinto al hombre de amor propio, al hombre
de mrito y de virtud, antes que pueda siquiera vislumbrar el reino.
Luego viene el resumen de todo el significado de las Bienaventuranzas en los extraos
trminos de la sal, de tener sal y de que la sal pierde su sabor. Cristo contina de la siguiente
manera (an est hablando a los discpulos) :
"Vosotros sois la sal de la tierra; y si la sal se desvaneciere con qu ser salada? No vale
ms para nada, sino para ser echada fuera y ser hollada por los hombres." (Mat. V, 13.)

Viendo tcnicamente la sal en este caso, la sal como en la realidad, es una mezcla de dos
elementos diferentes. Representan una unin. Ya vimos en otra parte que el conocimiento de
la Verdad, como sta misma, lleva a uno a una meta que es su propio Bien, y que como tal la
Verdad tiene su propio uso. Toda Verdad siempre busca su unin con el Bien. Por s misma la
Verdad es intil. Y el Bien por s mismo es tambin intil... Las Bienaventuranzas tratan
acerca de cmo alcanzar cierto estado interior de deseo que puede conducir al hombre a esta
unin, pues todo deseo busca alguna forma de unin como la consumacin de s mismo. La
Verdad de la enseanza de Cristo, o el conocimiento del Verbo de Dios, o la Verdad acerca de
la evolucin interior del hombre, no significa absolutamente nada si se la practica por s
misma, sin haberse dado cuenta de la meta o sin haberla alcanzado; esta meta es el Bien hacia
la cual conduce el conocimiento. La unin de ambas es la dicha, no la dicha ordinaria que
conocemos nosotros y que bien prontamente puede convertirse en su opuesto, sino es un
estado complejo y consumado en s mismo de modo que tiene su particular poder de creacin
mediante su propia fuerza; es poder porque contiene en si mismo los dos elementos la
Verdad y el Bien unidos. Esta es la fiesta de las bodas de que habla el Evangelio, el
maridaje de dos cosas que deben ocurrir en el hombre y que constituyen la totalidad de su
vida interior. Esta es la transformacin del agua de la Verdad en vino durante las bodas de
Cana de Galilea. Pues si se le ve internamente, si se le ve separado de su aspecto exterior y de
su semblanza, el hombre es ante todo su conocimiento de la Verdad y su nivel del Bien.
Finalmente, en su evolucin, llega a ser esta boda entre estos dos elementos. Recin entonces
tiene, en un sentido solamente, lo que en los Evangelios se dice: "Vida en s mismo", por
cuanto por esta unin recibe su poder desde un nivel superior. Quiz sea dable comprender
que un hombre puede practicar el lado de la Verdad sin contar con el deseo de que le
conduzca a ninguna parte que no sea la autoestimacin. Entonces puede decirse que carece del
deseo de que la Verdad que sigue y practica le lleve a la meta que le espera y que es el Bien.
No tiene el deseo de consumar esta unin, no anhela este misterio interior de la conjugacin.
No quiere que aquello que sabe se transforme en aquello que es y que, finalmente, se una a su
propia meta al hallar en si mismo el Bien que le pertenece. Entonces es cuando no tiene sal.
Est obrando sin el deseo adecuado. Est quitndole el sabor a la sal, hacindola intil. Y al
carecer de una verdadera comprensin de lo que est haciendo confundir fcilmente aquella
enseanza que conoce con su vida ordinaria y con todas sus reacciones de tal modo de vivir.
Sin ver hacia dnde conduce la Verdad, o cul es su meta, la tomar a su propio nivel, la
tomar como una finalidad en s misma y aun har que ella sea una nueva fuente de donde
broten otros disgustos, rivalidades, celos y superioridad sobre los dems, y aun crueldad.
Estar ciego con respecto al Bien de la enseanza que ha recibido y que es su verdadera
finalidad. Esta es la razn por la cual Cristo dijo, en otro lugar, despus que sus discpulos
estuvieron riendo entre ellos acerca de cul era el ms grande:
"Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida con qu la adobaris? Tened en vosotros
mismos sal, y tened paz los unos con los otros." (Mat. IX, 50.)

Llevados por su amor propio, los discpulos estaban riendo entre s; haban olvidado sus
propsitos. Y es justamente porque las gentes olvidan el motivo por el cual estudian la Verdad
y no quieren ser realmente diferentes y darse cuenta de otra clase de Bien, que lo mezclan y lo
revuelven todo, tanto lo viejo como lo nuevo. Por esta razn. Cristo dice: "Buscad primero el
reino de Dios y su justicia, y todo lo dems os ser dado por aadidura".
CAPTULO X
LAFE

Primera Parte

Que es la fe? La gente bien puede imaginar que sabe lo que significa la fe. Pero sta no es
cosa fcil de entender. En los Evangelios se le llama semilla, una semilla que est en la mente
del hombre. Cristo dice: "Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diris a este monte:
Psate de aqu a all, y pasar". Luego agrega estas extraas palabras: "Y nada os ser
imposible". Cristo dijo esto a sus discpulos tras haber ellos fracasado en su intento de curar a
un nio luntico (epilptico). Cuando ellos le preguntaron por qu no haban podido curarlo,
su primera respuesta fue: "Por vuestra incredulidad". El acontecimiento se registra de la
siguiente manera:
"Y como ellos llegaron al gento vino a l un hombre hincndosele de rodillas. Y diciendo:
Seor, ten misericordia de mi hijo, que es luntico y padece malamente; porque muchas
veces cae en el fuego y muchas en el agua. Y le he presentado a tus discpulos y no le han
podido sanar. Y respondiendo Jess, dijo: Oh generacin infiel y torcida!, hasta cundo
tengo de estar con vosotros? Hasta cundo os tengo de sufrir? Traedme ac. Y Jess le
reprendi y sali el demonio de l; y el mozo fue sano desde aquella hora. Entonces,
llegndose los discpulos a Jess, aparte, dijeron: Por qu nosotros no lo pudimos echar
fuera? Y Jess les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo que si tuviereis
fe como un grano de mostaza, diris a este monte: psate de aqu a all, y se pasar; y nada
os ser imposible. Mas este linaje no sale sino por oracin y ayuno." (Mat. XVII, 14-21.)

Cristo manifiesta a los discpulos que han fracasado porque tienen poca fe. Pero en algunas de
las antiguas versiones de los Evangelios, Cristo aparece dicindoles que no tienen fe, y
muchos comentaristas dicen que la expresin "poca fe" se utiliz como sustituto para la
interpretacin de las severas palabras originales que expresan: "porque no tenis fe".
Entre otras divisiones que los Evangelios establecen, hay aquella que distingue a los hombres
en dos categoras: los que tienen fe y los que no la tienen. Pero cosa rara es que los discpulos,
que crean en Cristo y que, segn se dice, lo haban dejado todo para poder seguirle, quedasen
calificados en la categora de quienes carecen de fe. Procuremos entender lo que esto
significa. Al contrario de lo que muchos presuponen, la fe no es una creencia. Nicodemo crea
en Cristo en virtud de sus milagros, pero Cristo hizo esto a un lado, y le dijo: "El que no
naciere otra vez no puede ver el reino de Dios". La fe es algo ms que una simple creencia.
Cristo la define como un grano, como una semilla; y una semilla es algo organizado de tal
modo que tiene vida en s misma, y puede crecer por ella propia. Si un hombre lleva en l
mismo la semilla de la fe significa que ese hombre se encuentra vivo exactamente en el
sentido en que se menciona en la parbola del hijo prdigo: "Porque este mi hijo muerto era y
ha revivido". Es preciso recordar que en esta parbola se dice que el hijo "volvi en s" y que
"levantndose vino a su padre", o sea que se movi en una direccin determinada.
Consideremos ante todo esta idea de ir en una direccin determinada con relacin al significa-
do de la fe; y a la vez tratemos de comprender que no es fcil captar este significado. En el
incidente recin citado, cuando se le informa a Cristo que los discpulos no pudieron curar al
luntico, aqul exclama inmediatamente: "Oh generacin infiel y torcida!" Es importante
entender estas palabras con toda claridad pues ellas arrojan la primera luz sobre el significado
de la fe. Qu quiere decir esa palabra, torcida? Por qu razn viene inmediatamente
despus de la palabra infiel? Qu las conecta? El original griego tiene, como significado de
torcido, algo que va en muchas direcciones. Esto es lo que significa no tener fe, ser infiel,
carecer por completo de estas cualidades; esto es ir en varias direcciones y no seguir una fija.
Lo que Cristo dice es: "Oh generacin sin fe que te mueves en diversas direcciones!". Un
hombre sin fe, un hombre infiel, es un ente torcido desde este punto de vista. Se mueve en
muchas direcciones, sin saber nunca hacia dnde va. Y esto es lo que las personas hacen
justamente en la vida ordinaria: se mueven en varios sentidos, siguiendo diferentes objetivos;
en un momento dado creen una cosa, estn de un humor; al siguiente creen en otra y estn de
otro humor. Basta con que uno se observe a s mismo para ver cuan cierto es esto. No es
verdad que uno cambia de direccin con casi todos los libros que lee, con casi todas las
opiniones que escucha, con casi todos los cambios de circunstancias y de moda? Y cada
humor no nos pinta la vida con colores distintos? Pero la gente gusta de imaginar que tiene
una estabilidad interior permanente, y hasta cierto punto esto es verdad en tanto que las
condiciones generales de la vida permanezcan las mismas, pues entonces ella siente una
especie de estabilidad; pero esto rara vez se debe a algo que haya dentro de s misma. Slo
con leer la historia podemos damos cuenta de cuan carente de propsito es la vida en su
sentido ms profundo.
El caso del luntico y el fracaso de los discpulos en curarle, debido a que carecan de fe, se
relata inmediatamente despus de la versin de la Transfiguracin.
"Y despus de seis das. Jess toma a Pedro y a Jacobo y a Juan su hermano y los lleva
aparte, a un monte alto: y se transfigur delante de ellos; y resplandeci su rostro como el
sol, y sus vestidos fueron blancos como la luz." (Mat. XXVII, 1-2.)

Y al descender del Monte de la Transfiguracin qu encontraron? Un mundo oscuro, malo,


loco, tipificado en el muchacho luntico que se arrojaba ora al agua, ora al fuego, rodeado de
una multitud falta de fe y que se volva en todas direcciones. Tal es el contraste que se
presenta. La humanidad, carente de fe, es como el luntico que, efectiva y realmente, est bajo
el poder de la Luna.1 En el idioma griego, la palabra luntico significa un hombre sujeto a la
influencia de la Luna. Como podemos ver, la conexin que tiene la narrativa de los
acontecimientos de la vida de Cristo con las palabras que l pronuncia al descender del Monte
de la Transfiguracin, la fe tiene un significado preciso. Cuando se dice que Cristo subi al
monte, a un "monte alto", aparte del mundo, y all fue transfigurado, se significa que existe
una forma de hombre superior; que esto existe como una posibilidad y que la fe es algo que
corresponde a esta idea del hombre, a la idea de una posible metamorfosis; o sea el cambio de
la forma, un cambio que est por encima de todas las formas ordinarias, tal como
significa ir ms all de la propia mente, de los pensamientos ordinarios. Cristo se transfigur
ante tres discpulos. Les demostr, en alguna forma imposible de comprender, que la
transfiguracin del hombre es una realidad. Lo demostr de alguna manera, pero de qu
manera es algo que nosotros no lo sabemos. Mas los tres pudieron escasamente comprenderlo;
no slo tuvieron miedo, sino que, como dice uno de los relatos, estaban tan dormidos que no
pudieron darse cuenta de lo que estaba ocurriendo hasta que fueron despertados. Lucas indica
este hecho con toda claridad en las siguientes palabras:
"Y Pedro y los que estaban con l, estaban cargados de sueo; y como despertaron vieron su
majestad..." (Luc. IX, 32). Grave error seria pensar que el sueo del que aqu se habla es el
sueo, el dormir fsico. Era de da. Por qu razn iban a estar los discpulos "cargados de
sueo" a plena luz del da? Y si lo hubiesen estado, por qu mencionar semejante detalle? El
sueno del que aqu se habla no es sueo ordinario. Muchas palabras que tienen un significado
corriente se utilizan en un sentido especial en los Evangelios; tienen un significado
completamente diferente. Por ejemplo, cuando se emplea la palabra "muertos" no se habla de
la muerte fsica. Desde el punto de vista de los Evangelios y de su enseanza acerca del
hombre, los muertos no son personas que estn sepultadas, sino seres que andan por la calle
1
Acerca de la influencia determinante de la Luna en la conducta humana, el lector hallar la informacin
adecuada en En busca de lo milagroso y en El desarrollo de la Luz. Ediciones Sol.
como el comn de la gente. Cuando Cristo dice: "Dejad que los muertos entierren a sus
muertos" (Mat. vii, 22), es obvio que no se refiere a las personas que han fallecido. Cmo es
posible que una persona literalmente muerta entierro a otra igualmente muerta? Los hombres
estn divididos entre vivos y muertos en un sentido especial. Esta frase, "los vivos y los
muertos", se refiere a los seres que tienen algo vivo en s mismos, y a aquellos que no lo
tienen y que, en consecuencia, estn muertos. El hombre imbuido en los asuntos del mundo,
que no puede ver ms all de los intereses inmediatos de la vida terrenal del poder, del dinero,
de la posicin, de la rivalidad, est efectivamente muerto. De la misma manera, se divide a los
hombres entre dormidos y despiertos. El hombre que comienza a despertar es un individuo
que no slo empieza a comprender el sentido que yace ms all y por encima del significado
corriente de la vida, sino que es un individuo que ya tiene determinada certeza de su realidad;
y el comprender, el estar cierto que hay un sentido ms all y por encima del significado
ordinario de la vida, y el darse cuenta de que la vida no explica al hombre, es por cierto haber
comenzado a despertar del sueo. Los discpulos no estaban dormidos literalmente en un
sentido fsico, sino que dorman en otro sentido. Estaban dormidos en cuanto al significado
superior. Estaban menta! y emocionalmente dormidos ante la idea del sentido fundamental de
la vida humana que Cristo les estaba revelando mediante su transfiguracin. Se hallaban
dormidos en cuanto a la idea total de la transformacin del hombre, pues en muchos pasajes
aparecen como simples creyentes de que Cristo era el Mesas prometido, el redentor de una
nacin oprimida y que, estaba destinado a fundar un magnfico reino en la Tierra en el que
todos ellos ocuparan posiciones elevadas, tendran las ms grandes posesiones y el mayor
poder. Y as, ciegos ante la enseanza de Cristo sobre el reino de los cielos, y dormidos ante
la idea de la transformacin del hombre, a pesar de que estaban presenciando su
manifestacin con sus propios ojos, no nos extrae que se exprese que estaban "cargados de
sueo".
La calidad de sus mentes, el grado de su ser consciente, su nivel de entendimiento no podan
llegar a lo que Cristo les estaba mostrando. Ningn hombre puede darse cuenta ni percibir la
existencia de cosa alguna que le exija un estado mental ms elevado y un estado de ser
consciente superior al que posee. En relacin a lo que no entiende, a lo que no comprende, el
hombre duerme. Para la gran mayora de las personas no existe aquello que ignoran, y hasta
ridiculizan la posibilidad de su existencia. Y stos son nicamente unos cuantos de los varios
factores que limitan a la humanidad y que la tienen confinada en su actual estado y condicin.
Pero hay tambin factores especiales que limitan aun a aquellos que forman parte de lo ms
educado de la humanidad, y ello se debe a la calidad de su comprensin y al grado de su ser
consciente.
La fe est relacionada a la idea de la transformacin. No se trata de una simple creencia que
acontece en un plano o nivel ordinario como cuando un hombre cree o no cree en otro
hombre. Como podremos apreciarlo ms adelante, en otra narrativa acerca de su verdadero
significado (al tratar de la conversacin entre el centurin y Cristo) la fe denota de un modo
esencial una conviccin, una certeza de que hay una interpretacin ms elevada de la vida.
Como consecuencia de esto existe tambin la posibilidad de la transformacin del hombre.
Justamente en esta idea es donde yace la cualidad peculiar de la fe, la idea de que la vida slo
puede entenderse mediante el sentido de la existencia de una cosa superior a lo que es el
hombre, y la idea de que el hombre tiene la posibilidad de ser transformado y pasar a un
significado enteramente distinto con relacin a la vida en la Tierra. Esta peculiar cualidad es
lo que constituye la esencia de la fe; hace de ella algo por completo distinto a lo que
ordinariamente llamamos creencia. En realidad, la fe mina los cimientos y priva de apoyo a
todas nuestras creencias ordinarias y naturales porque nos aleja de la creencia mundanal y nos
mueve en un sentido y en una direccin en la que ya no podemos confirmar nada por medio
de las creencias ni por medio de las pruebas que nos ofrecen los sentidos. Por esta razn se la
llama un grano, una semilla en la mente del hombre; o sea que es algo que tiene una poten-
cialidad dada de crecimiento en la mentalidad del hombre, pero no es posible que exista en
tanto ste suponga que la vida que conoce ordinariamente es su finalidad y no un simple
medio hacia otro objetivo, otro fin. Pues si imaginamos que la vida es un fin en s misma, y
que fuera de ste no tiene otro, entonces no podremos tener fe. Y lo que es ms, no la quere-
mos tener. Pero si penetra en nosotros el pensamiento de que la vida no puede ser un fin en s
misma, sino que tiene que ser un medio que conduzca a otro fin y a menudo este
pensamiento le llega a muchas personas entonces, en este preciso instante de un nuevo
pensar se anticipar la silueta de la fe. En el momento de su transformacin Cristo representa
al hombre en un nivel superior de s mismo, un nivel infinitamente superior. Su descenso del
monte representa la vuelta al plano de la vida ordinaria en la Tierra, a un nivel de locura,
enfermedad; a un nivel gobernado, por as decirlo, por la cerosa y lnguida Luna. Todas estas
ideas estn dramatizadas en la escena del Monte de la Transfiguracin. Muy abajo, en el
llano, yace la multitud y el muchacho luntico a quien los discpulos no pudieron curar.

Segunda Parte
Se ha dicho ya que la fe se la compara con una semilla viviente y activa en el hombre, que no
es una creencia pasiva. A fin de poder entender algo ms acerca del significado de la fe,
examinemos qu es lo que se afirma sobre el resultado de tener fe. Cristo dice: "Si tuviereis fe
como un grano de mostaza... nada os seria imposible". El resultado de tener fe es que nada es
irrealizable para aquel que la posee. La posesin de la fe hace que lo imposible sea posible.
En otro lugar, en la versin de Marcos en la cita correspondiente al mismo hecho, la frase
dice: "Al que cree todo es posible". A primera vista esto puede parecer como que el hombre
de fe tuviera el poder de hacer. Pero no es ste justamente su significado. Tener fe hace que
muchas cosas sean posibles, y sta es una idea completamente diferente. Muchas cosas le son
viables al hombre de fe, muchas cosas que de otra manera no le son dables. Para quien tiene
fe todas las cosas son posibles, y nada es imposible. Nuestra idea ordinaria acerca del poder
est ms o menos relacionada con la violencia. Por ejemplo se puede forzar a la gente a
obedecer. Mas la idea del poder que da la fe es muy diferente. En presencia de un hombre que
realmente tiene fe, en el sentido de la fe de Cristo, las cosas devienen posibles. Tal hombre
posee verdaderamente poder porque mediante la fe las cosas dejan de tener un poder propio y
en consecuencia le son posibles a l. Roba el poder natural de las cosas, y especialmente el de
causar dao; y con frecuencia uno encuentra esta idea en los Evangelios. En una parte se
expresa de la siguiente manera: "Y estas seales seguirn a los que creyeren: en mi nombre
echarn fuera demonios, hablarn nuevas lenguas, quitarn serpientes, y si bebieran cosa
mortfera no les daar; sobre los enfermos pondrn sus manos y sanarn" (Marc. XVI, 17-
18). En este versculo se muestra el poder ordinario de robarle a las cosas su fuerza natural
por medio de la fe. En este sentido, la fe es como la Verdad. La Verdad no tiene poder sobre
la mentira salvo en privar a sta de su particular imperio. Por ejemplo, si un hombre permite
que la Verdad penetre en su mente en medio de todas sus mentiras, stas perdern todo el
poder sobre l y durante un momento ser cuerdo y veraz.
Los discpulos haban hecho todo cuanto estaba en sus manos para curar al nio luntico.
Haban utilizado sus propios poderes. Pero, como el padre del nio dice a Cristo en la versin
de Marcos, ellos (los discpulos) "no pudieron" (Marc. IX, 18). Y este "no pudieron" significa
que no tuvieron poder. Cristo inmediatamente exclama: "Oh generacin infiel! Hasta
cundo estar con vosotros? Hasta cundo os tengo que sufrir?" Luego, en privado, los
discpulos le preguntan por qu razn ellos no lograron sanarlo, y la respuesta es que no
tenan fe. La curacin no les era factible porque no posean ni el menor grano de fe. Ni podan
haberla tenido aun despus de presenciar la curacin del luntico, por cuanto la fe no proviene
de los milagros que uno percibe exteriormente y de una pasiva creencia en ellos. Y porque
carecan de fe, la curacin les fue imposible. La situacin no se renda a ellos. El factor
necesario para que la situacin rindiese su poder era algo que a ellos les faltaba. El padre del
luntico le dice a Cristo: "Si puedes algo, aydanos". Cristo exclama: "Si puedes creer, al que
cree todo es posible". En su desesperacin, el padre exclam: "Creo, ayuda mi incredulidad".
Tanto en la versin de Marcos como en la de Mateo se utiliza este hecho para lanzar una
grandiosa luz sobre la idea de la fe y el poder que proviene de su posesin. La fe
est conectada con cierto poder o sea que la fe es algo dinmico de una manera
especial. Pero el poder de la fe no se obtiene desde afuera, de la situacin en el mundo, del
poder terrenal o de cualquier otra cosa externa. Tampoco es la fe algo que se pueda producir
por la evidencia de las cosas vistas: su poder no deriva de semejante fuente. No se forma en
aquella parte de la mente exterior que trata con los asuntos de la vida y de las cosas, o con los
deberes y los cuidados de la existencia diaria. La fe no est a este nivel. Pertenece a un nivel
de la mente que est muy por encima de las cosas ordinarias y visibles. Es como un punto que
se le ofrece al hombre que yace por encima de si mismo. Es, por as decirlo, como si estuviese
en contacto con una habitacin situada en un piso superior al que ordinariamente ocupa, una
habitacin donde las personas viven otra clase de vida acerca de la cual la propia fuerza de su
conviccin le ha llevado a percibir su existencia y a descubrirla por s mismo. Hay un nivel
superior que le espera. No es un ser completo. Y slo puede completarse por s mismo. No
hay nada externo que lo pueda hacer, o sea que nada hay fuera de l que le pueda llevar a ese
superior nivel de s mismo, a su mayor desarrollo. A menos que logre convencerse de que sta
es su verdadera explicacin, su mente permanecer cerrada a esta posibilidad, o sea que se
mantendr cerrada a cualquier cosa superior. Aquello elevado, superior, est en l mismo.
Pero es algo desconocido, un lugar que an no ha visitado. Todo cobra otro sentido cuando
experimenta la conviccin de esta idea. Y entonces se le hace posible un nuevo nacimiento.
Se le hace posible llegar a un nuevo nivel de pensamiento, sentimiento y comprensin. Hay
un Nuevo Hombre escondido en todo hombre. Por este motivo los Evangelios no hablan
acerca de la vida, o acerca de cmo conducirse en la vida, sino respecto a este Nuevo Hombre
oculto en todo hombre. La enseanza evanglica trata acerca de un nivel superior, o sea sobre
la evolucin del hombre.
La idea de que el hombre puede llegar a ser diferente no se limita a los Evangelios. Se la
encuentra en muchas enseanzas antiguas. Y constituye la nica base real de cualquier
psicologa del hombre. La verdadera psicologa de una bellota ha de buscarse en el hecho de
que puede llegar a ser una encina. De otro modo slo se tiene una idea errada acerca de su
verdadera existencia, y pueden inventarse los ms errados puntos de vista respecto a ella.
Podemos encontrar muchos niveles bastante precisos y distintos entre s en la estructura del
sistema nervioso; estos niveles estn unos encima de otros, y en ellos las cosas se arreglan y
se representan de un modo bien diferente en cada caso. Un nivel inferior no puede entender a
uno superior, y el inferior tiene que obedecer al superior porque le ha rendido todo su poder.
Al hombre le basta con pensar en que puede mover el brazo y lo mueve. Todos los niveles
inferiores obedecen al pensamiento. De suerte que el hombre que trabaja por medio de la
evidencia de los sentidos y que piensa tan slo a ese nivel mental, no puede en forma alguna
entender lo que es la fe. En s misma, sta es ya una certeza absoluta acerca de la existencia de
un nivel superior, y as se convierte en aquello que abre la compuerta para que el hombre
reciba la influencia de un nivel superior. En este sentido, examinemos otra parbola acerca del
significado de la fe, aquella que la explica por medio del incidente del centurin:
"Y el siervo de un centurin, al cual tena l en gran estima, estaba enfermo y a punto de
morir. Y como oy hablar de Jess, envi a l los ancianos de los judos, rogndole que vi-
niese y librase a su siervo. Y viniendo ellos a Jess rogronle con diligencias dicindole:
Porque es digno de concederle esto; que ama nuestra nacin y l nos edific una sinagoga.
Y Jess fue con ellos. Mas como ya no estuvieren lejos de su casa, envi el centurin amigos
a l, dicindole: Seor, no te incomodes, que no soy digno de que entres debajo de mi
tejado; por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra y mi siervo ser
sano. Porque tambin yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de m soldados; y
digo a ste: ve, y va; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, .y lo hace. Lo cual
oyendo Jess se maravill de l, y vuelto dijo a las gentes que le seguan: Os digo que ni
aun en Israel he hallado tanta fe. Y vueltos a casa los que haban sido enviados, hallaron
sano al siervo que haba estado enfermo." (Luc. VII, 2-10.)

Por qu dijo Cristo que nunca haba encontrado semejante grado de fe? El centurin haba
expresado en sus propios trminos la idea esencial de la fe. Por su experiencia de soldado
saba que hay un superior y un inferior, lo que estaba por encima y aquello que estaba debajo
de l; y de esto, como resultado de su propio pensamiento, haba obtenido la conviccin de
que existe un superior y un inferior, y no nicamente en el mundo exterior, en el mundo
visible. Dice el centurin en esta cita: "... ni aun me tuve por digno de venir a ti". La palabra
griega que se emplea ac como "digno" significa estar a un mismo nivel. El centurin
comprenda los niveles del hombre. Discerna que todo es cuestin de niveles, o sea que
comprenda lo superior y lo inferior como principio, y saba que un inferior tiene que
obedecer a un superior porque tal es la naturaleza misma de las cosas. Por sobre todo, saba
que Cristo estaba a un nivel superior que el suyo. Se dio cuenta de que todo cuanto Cristo
haca y deca tena su origen en un nivel superior al nivel en el que l (el centurin) obraba y
hablaba. En segundo lugar, tambin saba que Cristo acataba a un nivel an superior del
mismo modo en que l, en su calidad de centurin, obedeca a sus superiores, a quienes tenan
ms autoridad que l. Y en cuntos puntos del Evangelio no indica Cristo con toda claridad
esta obediencia a lo que es superior? No era libre. Estaba cumpliendo otra voluntad y a travs
de esto tena poder. Qu poder hubiese tenido como centurin sin obedecer a sus superiores?
Por medio de la subordinacin a los que se hallaban por encima de l, tena potestad sobre los
que estaban por debajo de l. Ninguno de sus soldados le hubiese obedecido a menos que l
hubiese obedecido a sus superiores. El centurin entenda esto con claridad y as pudo
discernir la fuente del poder de Cristo, y de tal modo que Cristo exclam: "Os digo que ni aun
en Israel he hallado tanta fe".
Desde que. la idea de la fe tiene relacin con el lograr hacer que las cosas obedezcan, es claro
que tambin tiene relacin con el poder que el hombre puede obtener sobre s mismo. Puede
lograr que todo cuanto hay en l, que todos sus instintos, que todos sus diferentes voliciones
momentneas, todos sus humores, etc., obedezcan a algo que hay en l mismo y cuya
naturaleza es tal que pueda hacer que ninguna de estas cosas le afecte. En griego, la palabra fe
viene del verbo , que significa persuadir, o hacer obedecer. Qu es lo que en
el hombre puede hacer que todas sus partes le acaten? Qu persuasin puede hallar en su
mente que le coloque en la situacin en la cual todo cuanto hay en l le rinda su poder? Si el
hombre pudiese encontrar este secreto, sera el amo de si mismo; no directamente, ni por
medio de su propio imperio, sino por medio del poder que le da la fe.
Y es justamente en esto en lo que el hombre tiene que crearse a s mismo. Y esta tarea de
autocreacin no debe ir a tontas y a locas. Tiene que basarse en ideas que trasciendan los
significados ordinarios. Creer nicamente en aquello que vemos con los ojos no nos va a
crear. De todo cuanto vemos podemos escoger esto o aquello, y sujetarnos a ello como a la
Verdad. Pero tal Verdad es solamente externa y su fuente es la vida visible. La fuente de
donde emana la fe es invisible, pertenece a la vida invisible. Los discpulos no tenan fe, no
crean, porque estaban impresionados nicamente por Cristo, a quien vean como a un hombre
extraordinario, y tambin por sus milagros. Y en cierto sentido, en tanto Cristo estuvo con
ellos, de cuerpo presente, no podan haber tenido fe; y por tanto no podan crearse a s
mismos. En cierto sentido. Cristo los pona a prueba siendo rudo con ellos. Cristo ofenda a
diestra y siniestra. Aun sus discpulos, como muchos otros que escucharon sus enseanzas,
tenan miedo de hacerle preguntas. En la versin de Mateo se habla que despus de haber
confundido a los fariseos (quienes haban dicho que Cristo era el hijo de David) dicindoles:
"Pues cmo David en espritu le llama Seor?", nadie le poda responder palabra, "ni os
alguno desde aquel da preguntarle ms". El objetivo que Cristo buscaba era que ellos
creyesen, pero no debido a lo que estaban viendo y presenciando, sino a pesar de todo ello. Y
su crucifixin, la ms deshonrosa de todas las formas de muerte de la poca, fue en s misma
una prueba, aparte de sus otros significados. Luego, cuando quedaron nicamente con la
enseanza, con ciertas ideas extraas, con ciertas parbolas y quiz con muchas cosas que
jams fueron registradas, los discpulos tuvieron que convertirlo todo, todo cuanto haban
visto y odo, todo cuanto haban recibido por medio de los sentidos, en ese grano vivo que se
llama fe. Tenan que quedar privados de la envoltura exterior antes que pudiera establecerse
entre ellos sobre una base nueva, y conforme a la promesa de Cristo:
"Mas el Consolador, el Espritu Santo, al cual el Padre enviar en mi nombre, l os ensear
todas las cosas, y os recordar todas las cosas que os he dicho" (Juan XIV, 26).

A menudo las personas discuten y afirman que Dios no existe porque en la Tierra pasan
muchas calamidades. O bien, dicen:
"Si existe algo superior, por qu razn no se nos dice qu es y qu es lo que tenemos que
hacer?" La respuesta para el primero de estos argumentos es bastante explcita: se indica de
modo terminante que la voluntad de Dios no se hace en la Tierra. A lo segundo, la rplica es
que las personas no pueden evolucionar, o sea que no pueden lograr un segundo nacimiento
por s mismas, siguiendo los meros ejemplos externos, o por cualquier forma de pensamiento
o idea basada en los sentidos. La Verdad que puede obrar en el hombre ayudndole a cambiar
su ser puede sembrarse de este modo, por medio de los sentidos, y as ha de ser. Pero la
Verdad por s misma, al caer en todo cuanto en la mente del hombre se afirma en los sentidos,
cae "junto al camino" y se destruye. El hombre tiene que or y recibir ms all de s mismo,
ms all de cualquier cosa que haya adquirido en su contacto con la vida ordinaria, con sus
problemas y con sus pruebas; tiene que recibirla ms all de sus propias nociones y de sus
limitados poderes de comprensin adquiridos en el tiempo y en el espacio. Todo cuanto puede
renovarle, regenerarle y cambiarle, debe ser elevado por encima de aquel nivel porque,
sencillamente, su misin es abrir en l otro nivel. De suerte que se trata de un germen, de algo
que germina, y cuando provenga del exterior corresponde a un destino superior al pertenecer a
un grado superior del hombre; y es, en breve, la primera de una serie de pensamientos e ideas
conexas, el primer fermento de la levadura y conduce al hombre a una comunicacin con
aquel nivel superior y a una transformacin en la comprensin del significado de la vida del
hombre en la Tierra. Pues si pensamos en la evolucin del hombre como la conexin interna
con algo que ya existe como una posibilidad, tal como una encina es una posibilidad en una
bellota al ser un nivel superior de la bellota, y si pensamos que esta conexin slo puede ser
posible a travs de una creciente intensidad en la visin interior y en la conviccin que
permite al hombre cambiar el fiel de la balanza, por as decirlo, y conducirle en una nueva
direccin, en esta una y nica direccin que menciona Cristo en sus parbolas y en todas sus
metforas, entonces podemos comprender ms fcilmente que la creencia pasiva a travs de
las pruebas que ofrecen los sentidos es algo intil, y que la fe tiene que ser algo vivo, algo que
trabaje constantemente en el hombre para poder realizar su principal arte, su alquimia. Y esta
alquimia no es sino la creacin de un Nuevo Hombre en el hombre. En este proceso, las leyes
de un orden superior al propio orden deben comenzar a influir y a afectar al hombre tal como
una bellota tiene que pasar por todo el proceso de su posible transformacin, y para ello tiene
que obedecer las leyes de las encinas y eventualmente dejar de ser una bellota.
Tercera Parte
Los discpulos piden a Cristo: "Aumntanos la fe". Cul fue la respuesta que recibieron?
Qu luz arroja sobre el significado de la palabra fe que en los Evangelios se emplea tan
tcnicamente, algo que es tan difcil de comprender, y que las gentes estiman que se trata de
una mera creencia?
La oportunidad en que los discpulos hicieron esta pregunta se encuentra relatada en el cap.
XVII de Lucas. Cristo habla acerca de las dificultades en cuanto a vivir las enseanzas. Era
obvio que habra dificultades. El mero hecho de comenzar a poner en prctica la enseanza no
eliminaba de un solo golpe todos los obstculos, todos los problemas. Cristo dice: "Imposible
es que no vengan escndalos; mas ay de aquel por quien vienen!" Se refiere a las dificultades
que inevitablemente han de surgir entre todos aquellos que siguen las enseanzas. Y an
entonces es posible que los discpulos no comprendieran que se les estaba impartiendo una
disciplina interior. Cristo sigue: "Mejor le fuera si le pusiesen al cuello una piedra de molino y
le lanzaran al mar, que escandalizar a uno de estos pequeitos". Esto no se refiere a los nios
pequeos, sino a aquellos que estn tratando de comprender la enseanza de Cristo. Son
pequeitos en cuanto a comprensin. (En griego, la palabra significa microscpico y
nada tiene que ver con los nios de corta edad.) Los discpulos tenan que aprender a ensear
a otros. Si pensaban que siguiendo a Cristo se hallaban en pos de un futuro rey en la Tierra,
esta idea debe haberles parecido muy extraa. Se presenta a Cristo dicindoles: "Mirad por
vosotros (en un sentido literal significa prestar atencin a uno mismo); si pecare contra ti tu
hermano, reprndele; y si se arrepintiere, perdnale. Y si siete veces al da pecare contra ti y
siete veces al da se volviera a ti diciendo: psame, perdnale".
Cristo habla ac acerca de cmo debe el hombre comportarse cuando est en la enseanza.
Las personas por lo general toman el conocimiento por un lado y la conducta por otro.
Cuando est en la enseanza, el hombre tiene que conducirse o comportarse con los otros de
cierta manera. Puede ser que los discpulos hubieran ya percibido que a fin de comportarse de
este modo era indispensable tener fe, o de lo contrario hubiese sido imposible. Tomndolo
literalmente, perdonar siete veces al da a un hombre, aun cuando se arrepienta, no es cosa
fcil.
Fue entonces cuando los discpulos hicieron su pedido: "Y dijeron los apstoles al Seor:
Aumntanos la fe". (Literalmente, le dicen: "A la fe que tenemos agrega ms"). La forma
como se puede poseer ms fe o aumentarla es algo que no se menciona inmediatamente.
Cristo comienza dicindoles: "Si tuvieseis fe ..." y con ello implica en ste, como en otros
puntos, que los discpulos no tenan fe. "Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diris a
este sicmoro: Desarragate y plntate en el mar; y os obedecer". Todo obstculo, toda
dificultad natural queda sin poder alguno y a merced de la voluntad del hombre que tiene fe;
no a la voluntad ordinaria del hombre, sino a aquella que se origina de otro nivel abierto por
la fe. Luego, Cristo describe cmo puede aumentarse la fe, y lo hace en palabras que parecen
no tener ninguna conexin directa con la exigencia de los discpulos, y que no siempre se
toman como si fuesen la respuesta. Dice:
Y quin de vosotros tiene un siervo que ara o apacienta, que vuelto del campo le diga luego:
Pasa, sintate a la mesa? No le dice antes: Adereza qu cene, y arremngate y srveme
hasta que haya comido y bebido; y despus de esto come t y bebe? Da gracias al siervo
porque hizo lo que le haba mandado? Pienso que no. As tambin vosotros, cuando hubiereis
hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos intiles somos, porque lo que debamos
hacer hicimos." (Luc. XVII, 7-10.)

Qu significado se oculta tras esta ilustracin tan ordinaria? Cmo contiene la respuesta al
pedido de los discpulos de: "Aumenta nuestra fe"?
Preciso es tener cierta actitud para que la fe exista y aumente. Cul es la naturaleza de esta
actitud? El hombre tiene que darse cuenta que se halla bajo una autoridad. El centurin se
percat de esto y, al hacerlo, comprendi una cosa. Supo que dependa de la ley y, por lo
tanto, entendi en cierto sentido lo que es la fe.
La fe es la conviccin y cierta percepcin de un nivel superior al cual el hombre tiene que
someter todo cuanto hay en l. No puede obrar a su gusto. Pero en la vida corriente, todos
creen que pueden y deben obrar a su gusto. El hombre tiene que obligarse a s mismo en
obedecer este nivel superior que lleva en s. Porque el hombre que tiene fe ya no es slo un
ser humano, no es aquel que est simplemente "en la vida", sino que es dos hombres. Es un
"hombre en la vida" y uno que se da cuenta de "otra vida"; no una cosa despus de la muerte,
sino otra vida ahora, una vida que es para l una posibilidad ahora. Hay una vida en nosotros
que mira hacia fuera, hacia el exterior, al mundo tal como lo vemos, con todas sus
recompensas; y hay una vida interior que mira hacia este superior nivel de cuya existencia
est ya convencido y que conoce y siente dentro de s mismo.
Cuando de esta suerte el hombre deviene dos, la actitud hacia s mismo y hacia la vida cambia
por completo para l. Se da cuenta de que hay un nivel superior y otro inferior en s mismo.
Todo cuanto haca anteriormente, por bueno que hubiese sido, parta del nivel inferior y
permaneca en el nivel inferior. Y cuando este es el caso, el hombre no puede evitar el ir en
pos de mritos y de recompensa por todo cuanto hace. Lo adjudica todo a su propia bondad, a
su propia grandeza, o a sus muchos sufrimientos. No puede impedir el hacer esto. Tampoco
puede evitar el tener una recompensa por cualquier cosa adicional que haya hecho, por cada
acto til, por cada accin digna de elogio, por cada esfuerzo de ms. Su Bien est en el
mundo, o sea el principio regente del nivel de evolucin en que se encuentra. Todo cuanto
realiza, lo hace de cierto modo. Todo est teido de si mismo, del propio mrito, de la propia
bondad, o de la idea de una recompensa. Este es el nivel de su ser, el nivel en que vive, el
nico que le es conocido. No tiene idea acerca de un plano superior porque no tiene fe. No
posee idea de un nivel superior en si mismo al que quisiera unirse. Su ser, l mismo, el amor a
s mismo, lo absorber todo. En consecuencia, odiar en secreto a las personas que no estn
de acuerdo con l, o que no lo elogian o que se ren de l; odiar en secreto aun cuando no lo
demuestre abiertamente por temor a que su reputacin sufra. Y no podr hallar remedio
alguno para esto porque se tomar a s mismo tal cual es; de suerte que no podr cambiar.
Querr slo ser mejor, no pretender ser diferente. Quiere permanecer el mismo hombre,
nicamente que un hombre mejor; no querr ser otro hombre, un hombre renacido.
Todo cuanto Cristo ense trata acerca de la obtencin de un nivel superior que l llam
renacimiento. Su enseanza era respecto a la evolucin, acerca de la evolucin que le es
posible al hombre y que le est aguardando.
No es una enseanza para permanecer siendo el mismo hombre nicamente mejorando un
poco, sino referente a ser un Nuevo Hombre, nacido de "agua y espritu". O sea un hombre
nacido de la fe y de su Verdad, y viviendo conforme al espritu de esta Verdad, o sea
querindolo. Pues en todo hombre existe otro nivel al cual se puede llegar solamente
estudiando el conocimiento de que tal hombre proviene, y vivindolo. Todos los dichos y
parbolas de los Evangelios son conocimiento acerca de este nivel superior, acerca de este
posible grado o categora de hombre. Esta es su explicacin. Este conocimiento no es aquel
que se puede obtener a travs de la vida visible y por medio de los sentidos, un conocimiento
que pueda verificarse con facilidad. Tiene que comprenderse por la mente. Esto es fe.
La fe no es una creencia en lo extraordinario porque se hagan milagros; es una percepcin,
una visin interior y una conviccin de que hay un orden de Verdad por encima de la verdad
de los sentidos, una que los sentidos no pueden proporcionar directamente, o sea una Verdad
para la cual stos no pueden proporcionar un punto de partida. El hombre tiene que comenzar
ms all de s mismo, y la fe es el punto de partida. Y en este punto es donde al hombre le
vale y le sirve todo lo que ha pensado y comprendido en el silencio y en la soledad de su
mente. Le vale todo aquello que no ha podido hablar, todo aquello que es lo ms ntimo en l
y que, por lo tanto, est ms all de su lado externo, de aquel lado que manejan los sentidos y
que en realidad no es sino la parte maquinal de l. Pues todos esos pensamientos pertenecen a
algo que puede agarrar el conocimiento, o sea la fe, y establecer un contacto con un nivel
superior o ms ntimo; el logro de esto es la verdadera evolucin del hombre, y el significado
de su compleja existencia. Todos estos pensamientos privados, todas estas especulaciones,
fantasas, tramas, ponderaciones, todas ellas en apariencia sin propsito y que llegan hasta la
niez y la inocencia, pertenecen al lado ms ntimo y ms significativo del hombre. Pero son
esto nicamente porque pueden constituir el punto de partida en el conocimiento de la fe. Pues
aun cuando un hombre se encuentre con una enseanza verdadera, como ocurri con los disc-
pulos de Cristo, lo que se le ensea de manera externa, puede combinarse en l slo si lo
pondera, si lo piensa en privado y si especula sobre ello, lo imagina y finalmente queda
cogido por este aspecto interno y ms profundo. Cristo no esperaba que los discpulos
comprendiesen lo que l deca. Saba que, de momento, no podan hacerlo. La gente imagina
que puede comprender de modo inmediato las cosas con que tan slo se las digan. Pero la
verdad es que desde el comienzo de los tiempos estas cosas le han sido dichas a la gente. Son
muchos los que saben perfectamente bien que si se limitan a pensar de un modo externo sobre
s mismos y sobre cmo son, nada va a suceder. Pensar acerca de s mismo de tal modo que
uno comience a cambiar a la luz de las nuevas ideas, de los conocimientos recientes, de la
nueva verdad, de las nuevas comprensiones, no es algo que cualquiera puede llegar y hacer.
Sin embargo, la gente se trata entre s, encuentran faltas y defectos los unos en los otros, como
si pudiesen cambiar de repente. No; por cierto que no es demasiado decir que nadie puede
cambiar ni por su propio crculo de ideas ni por un nuevo conocimiento, a menos que todo
est precedido por un nuevo conocimiento interno, por un extrao "darse cuenta" en el
corazn mismo, y pueda as formar la entrada, el ingreso a las nuevas comprensiones. Pues
nadie puede cambiar ni ser cambiado por las cosas externas, ni por sus pensamientos
exteriores. Y tampoco puede una persona cambiar obligadamente. Nada de lo que en el
mundo se haga en la forma de nuevos arreglos, de nuevos ajustes, de sistemas sociales y de
reglamentaciones, etc., puede cambiar al hombre en s mismo. Tan slo l mismo, despertando
a la Verdad y viendo la Verdad a la luz de la Verdad misma y no a la luz del propio inters y
de la experiencia, puede empezar a cambiar. Porque nicamente puede cambiar por medio de
aquello que ha advertido por s mismo, y jams por aquello que se le dice.
Cul es entonces el significado de la parbola que se refiere a la fe? Un hombre tiene que
estar dispuesto a actuar por encima de s mismo, a fin de poder aumentar su fe. Lo que haga es
sencillamente nada. Para poder prestar obediencia al conocimiento que proviene de la fe es
preciso que en la vida obre diferentemente a los dems. Cmo acta un hombre ordinario en
la vida? Reclama lo que considera que se le debe. Si hace ms de lo que llevan al cabo los
dems, se queja. Toda la vida es as, y todos los hombres tambin. Todos experimentan celos
de los dems. Todos piensan que se les trata con injusticia, o que deberan tener una mejor
recompensa. Tal es la vida humana. Para que un hombre se comporte diferentemente, tiene
que poseer otro sentimiento de la vida y otro sentimiento de s mismo. A la luz de una nueva
comprensin, todo cuanto hace, todos sus esfuerzos tienen que parecerle como nada. No se
puede llevar esto como un libro de contabilidad con un "debe" y un "haber". La parbola del
Siervo Intil, sin embargo, no trata nicamente respecto a la vida. Trata tambin acerca de la
vida en el circulo de la enseanza, en la escuela que Cristo estaba estableciendo. Segn la
enseanza de esta escuela, todo cuanto el hombre tenia que hacer sumaba exactamente cero,
no vala nada. El hombre no debe sentir mrito alguno. No estaba sino cumpliendo con su
deber ordinario. Sentir algn mrito por ello equivale a destruir la fe. Significara que
nicamente senta las cosas al nivel ordinario de s mismo, con sus significados corrientes.
Nadie podra trabajar sujeto a semejantes normas, nadie podra cambiar, nadie podra ser
diferente. Porque si el hombre se siente igual siempre y si siempre tiene las mismas ideas y
sus mismas limitaciones, cmo podra cambiar? Debe andar ms all de s mismo a fin de
poder ser diferente. Y si lo hace, tiene que considerar que no ha hecho nada. Todo cuanto se
siente en el conocimiento que es la fe y en la conviccin de que hay algo superior a s mismo,
sintiendo la propia pobreza, la propia ignorancia, es que ver siempre todos los esfuerzos
como si fueran nada. No se recibe ninguna recompensa ni se siente mrito alguno. Uno sabe
que es un siervo intil.

Cuarta Parte
Algunas parbolas acerca de la fe describen ciertas acciones. Su significado sobre la fe es algo
que no se aclara inmediatamente. Como un ejemplo, tomemos la parbola de la mujer
pecadora que se relata en Lucas:
"Y he aqu a una mujer que haba sido pecadora en la ciudad; como entendi que estaba a la
mesa en casa de aquel fariseo, trajo un alabastro de ungento. Y estando detrs a sus pies,
comenz llorando a regar con lgrimas sus pies y los limpiaba con los cabellos de su cabeza;
y besaba sus pies y los unga con el ungento. Y como vio esto el fariseo que le haba
convidado, habl entre s diciendo: Este, si fuera profeta, conocera quin y cul es la mujer
que le toca, que es pecadora. Entonces, respondiendo Jess, le dijo: Simn, una cosa tengo
que decirte. Y l dice: Di, Maestro. Un acreedor tenia dos deudores; el uno le deba
quinientos enanos, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos que pagar, perdon a ambos. Di,
pues, cul de stos le amar ms? Y respondiendo Simn dijo: Pienso que aquel al cual
perdon ms. Y l le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer dijo a Simn:
Ves esta mujer? Entr en tu casa, no diste agua para mis pes; mas sta ha regado mis pies
con lgrimas y los ha limpiado con los cabellos. No me diste beso; mas sta desde que entr
no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con leo; mas sta ha ungido con
ungento mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque am
mucho; mas al que se perdona poco, poco ama. Y a ella dijo: Los pecados te son
perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre s:
Quin es ste que tambin perdona pecados? Y le dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado,
ve en paz." (Luc. VII, 37-50.)

En esta parbola se presenta a Simn como a cierta clase de hombre que ama muy poco. Y se
muestra que, como consecuencia, como resultado de lo poco que ama, poco es lo que se le
puede perdonar. La mujer pecadora aparece como un contraste frente a l. Porque ella ama
mucho, mucho se le puede perdonar. Pero todava no est del todo clara la conexin con el
sentido de la fe.
Simn era un fariseo, o sea que representa aquella clase de hombre que practica la religin
como un medio de hacer ostentacin, de aparentar, de aumentar el mrito propio. Un hombre
as, todo lo hace en base al amor propio y no en base al "amor a Dios y al prjimo". Y todo
cuanto se hace por amor propio slo puede ir al ser personal, y as aumenta el sentimiento del
mrito.
El amor propio no es amor. El fariseo aparece continuamente en los Evangelios como un
ejemplo de todos aquellos cuyas acciones se basan en el amor propio, en atraer la atencin, en
la reputacin y, por lo tanto, no puede hacer nada, por caritativo que parezca, sin sentir la
satisfaccin del mrito. Y si un hombre hace todo por experimentar ste, no podr evitar
considerarse mejor que los dems, y esperar una recompensa por todo cuanto haga. Se
muestra a la mujer obrando por la fe, y se le dice que su fe le ha salvado y que, en
consecuencia, todos sus pecados le son perdonados. No actu por amor propio, sino por amor
al prjimo.
Obrar por la fe no es lo mismo que actuar por amor propio y por amor a los mritos, al
inevitable sentido de ser superior, de ser mejor que los dems. Tal es el sentido general de la
parbola, aun cuando cada incidente tiene su propio significado.
Actuar por la fe es obrar ms all de s mismo es obrar ms all del amor propio y de sus
intereses. Exactamente lo mismo ocurre en los casos en que se piensa por la fe. Pensar en base
al conocimiento y a las ideas de la fe, es pensar desde ms all de la mente ordinaria, desde
ms all de todas las ideas y modalidades de pensamiento. Pensar por la fe, cimentar el
pensamiento en la fe, es pensar de una manera diferente; obrar por la fe es actuar de una
manera diferente.
En todas las parbolas acerca de la fe que hay en los Evangelios se da nfasis al hecho de que
acercarse a Cristo, o sea acercarse a la verdadera enseanza relativa al renacimiento y a la
evolucin de s mismo, es algo imposible por medio de la ayuda visible, o por medio de los
pensamientos y emociones ordinarias del mundo. Se necesita hacer un esfuerzo que vaya ms
all de lo que cualquiera pensara o hara de ordinario. La categora de la Verdad, que
pertenece a la categora de la fe, nada tiene que ver con la categora de verdad que pertenece a
los sentidos. Cuando Nicodemo vio los milagros y a travs de ellos crey, le fue dicho con
toda claridad que eso era completamente intil. Y, en verdad, lo que entorpeca su camino
eran justamente los milagros visibles. No podan tocar aquel nivel mental que nicamente
puede despertar por medio de la fe. El hombre no llega al estado de la ntima comprensin que
pertenece a la fe por medio de cosas externas, de las cosas visibles. Vivir por lo visible es
hacerlo al nivel mundano: vivir por la fe es hacerlo a otro nivel. Y este otro nivel, que
eventualmente es el renacimiento del hombre, es algo preciso cuando a l se llega; es un
estado real, una verdadera posibilidad hacia la cual el hombre puede ser elevado mediante
todas las ideas de la fe y su Verdad y conocimiento. Puede alcanzarse el nivel superior del
hombre nicamente por medio de cierto conocimiento y de ciertas ideas que deben
mantenerse vivas por un continuo esfuerzo, y no corresponden a nada que la vida pueda
confirmar. El hombre tiene que apartar los ojos de las escenas de la vida a fin de poder
alcanzar su significado. La fe deviene as un esfuerzo continuo, un continuo cambio de
mentalidad, un continuo cambio de modos habituales de pensar, de tomar todas las cosas; un
cambio total de las reacciones habituales. Obrar por la fe es actuar ms all del radio de las
ideas y razonamientos que el lado sensorio del mundo ha construido en la mente de cada cual.
Por el lado del amor, es querer la accin ms all de las condiciones naturales, a la luz de la
comparacin de lo que uno es y de lo que est por encima de uno, de lo que a uno le es
posible ser. Pues esta direccin apunta hacia otra etapa del hombre y, por lo mismo, hacia
otro nivel de s, un nivel hacia el cual no le puede llevar la vida corriente. De modo que
teniendo fe, cambiar la actitud del hombre hacia la vida. Cambiar gradualmente. Ya no la
ver como si fuese la nica finalidad. No obrar ms para beneficio de lo que es, sino para
beneficio del Nuevo Hombre que est por encima de l, para la nueva posibilidad que est
oculta en l.

En la parbola citada, el hecho de que Simn hubiese invitado a Cristo a comer a su casa no
tena ninguna importancia en s mismo. El acercamiento a Cristo no poda hacerse por medio
de una cosa as. El hecho de que Cristo estuviese a la mesa de Simn "visiblemente", no era e!
medio de acercarse. El nico medio de acercamiento era la fe y no lo visible. Slo poda ser
un hecho interno, algo ntimo. La gente imagina que tomar contacto quiere decir de un modo
principal tomar un contacto visible, a travs de los sentidos, y aun piensa que puede entender
cualquier cosa que oiga, aun cuando se trate de las palabras de Cristo; piensa que puede
entenderlas por el mero hecho de haberlas escuchado. Pero uno solamente puede acercarse de
un modo interno a lo que Cristo representaba, y tan slo acercarse por medio de la fe.
Simn es el retrato del hombre crtico, del hombre que algo puede entender; pero que tiene
miedo de obrar; es, por lo tanto, un mal educado debido a cierta nerviosidad. Cosa obvia es
que Simn pens que era muy bondadoso de su parte el invitar a Cristo a comer a su mesa.
Corri un riesgo social al hacerlo. Pero ni siquiera trat de ser corts con Cristo, ni de hacer lo
que se acostumbraba en estos casos. Hasta pretendi llamar la atencin a lo que consideraba
las deficiencias de Cristo y quera criticarlas. Sin embargo, contest gentilmente a las
preguntas de Cristo. Comprenda un poco, pero no poda comportarse como es debido y
quera hallar faltas en Cristo. Sin embargo. Cristo comi con l. Esto significa que tal tipo de
hombre no deja de ser capaz de comprender aun cuando no lo valorice todo acabadamente.
"Am poco." En los Evangelios se presenta a muchos hombres que son tipos que se repiten
eternamente con relacin a sus actitudes y a las posibilidades de comprender.
Por ejemplo, se describen tres tipos de mujer: Mara, Marta y Mara Magdalena (o sea Mara,
una mujer que procedi de Magdala). Mara Magdalena bien pudo haber sido la mujer que
am mucho, que fue perdonada y a quien se dijo que su fe la haba salvado. Qu conexin
existe entre el amor y la fe? El conocimiento que es materia de la fe no puede entrar a la
voluntad a menos que se le ame. No es solamente un cambio de mentalidad lo que conecta al
hombre con lo que es "ms" (+) en s mismo, sino tambin un cambio de voluntad, un cambio
de amor, un cambio de aquello que uno ama. Amarse a s mismo no puede conducirle a uno a
parte alguna. El amor es de muchas clases, as como el conocimiento es de muchos tipos.
Cada clase de conocimiento precisa su clase de amor peculiar para poder dar frutos.
La enseanza de Cristo representa cierto orden de conocimiento que a su vez requiere cierta
clase de amor. Acercarse al conocimiento de Cristo slo es posible por medio de la fe. No es
posible hacerlo de ningn otro modo. Su enseanza no poda tomarse como se toma cualquier
aprendizaje ordinario. Tomar la enseanza de Cristo como se toma cualquier instruccin
escolar o universitaria es convertirla en algo completamente intil. Su orden de conocimiento
slo poda recibirse en trminos de fe. De modo que en los Evangelios siempre se representa a
Cristo buscando en las gentes seales de fe; o sea, buscando aquellas cualidades de
comprensin que pertenecen a la fe, que es lo que primero se necesita. Buscaba en las gentes
una cualidad que corresponde a la fe, pero no al nivel literal de la mente o del amor propio,
sino a un nivel que pudiera recibir la enseanza y captar su significado. Ocurri que no pudo
encontrar a muchas personas capaces de entender algo de lo que les estaba enseando. No
podan "or" ni podan "ver" lo que su enseanza significaba. Queran tomarlo todo a su
manera, conforme a sus propios intereses, y comprenderlo en los mismos trminos en que
comprendan todo lo dems en su vida diaria. No podan discriminar. Queran arrastrar la
enseanza de Cristo acerca de la transformacin del hombre a su propio nivel de pensamiento,
tal como lo haba hecho Nicodemo.
Pero se menciona a algunos que tenan aquella cualidad de amor como para poder recibir esta
orden de enseanza, aun cuando no posean ningn conocimiento acerca de l. La mujer que
en casa de Simn se arroj a los pies de Cristo tena esta clase de amor. Su amor era un amor
que discriminaba. A travs de la calidad de su amor poda reconocer el significado de Cristo y
as tena cmo establecer el contacto. Se la representa tocando los pies de Cristo. Ah
comenz su acercamiento, pero eso era fe y no era algo fsico. Los pies de Cristo tocaban la
tierra del ser de ella, quien reconoci lo inferior y lo superior en s misma. De suerte que se
acerc a Cristo por medio de la fe, no por el conocimiento que exige fe sino por medio del
amor que es necesario sentir para que crezca ese conocimiento como una semilla. Que haba
algo raro en su amor se representa no solamente por la caja de alabastro del ungento, sino
por el hecho de que fue perdonada. Se le dio potestad para cancelar su pasado, de suerte que
pudiese comenzar de nuevo. Pues nadie puede comenzar de nuevo de otra manera.
Cul es la naturaleza de este nivel de desarrollo al que conduce la fe? Qu es esta evolucin
del hombre, de lo que est latente en l, acerca de lo cual los Evangelios estn continuamente
tratando? A fin de poder comprender algo de su significado, tenemos que examinar las
parbolas sobre el reino de los cielos.
CAPTULO XI
EL REINO DE LOS CIELOS

Primera Parte

Aun cuando nadie puede comprender el nivel de la vida que corresponde al reino de los
cielos, uno puede entender el nivel en el que actualmente se encuentra. Y todos pueden ver
cul es la naturaleza de la vida en este mundo. El hombre puede verlo por medio de los
sentidos externos; puede ver lo que la gente hace en este nivel de la vida; y si se ve a s
mismo, el hombre puede ver con los sentidos internos todo cuanto est haciendo. Entonces
percibir cmo es la vida y cmo es l mismo en este nivel. Y ni l ni la vida pueden ser
diferentes en este nivel. Pues cuando se le comprende interiormente, el universo es una serie
de niveles y cada cosa es lo que es conforme al lugar que ocupa en esta serie de niveles. En
los Evangelios se da nombre de reino de los cielos, o el reino de Dios, al nivel que est por
encima del hombre. Tiene muchos nombres en otras escrituras. En los Evangelios se dice que
el reino de los cielos est dentro de uno mismo. Se encuentra en un nivel superior del hombre.
Para poder llegar a l, el hombre tiene que alcanzar un nivel superior en si mismo. Si todo el
mundo hiciese esto, el nivel de la vida en la Tierra tambin cambiara. Y toda la Tierra dara
un paso ms en su evolucin. Pero este paso slo puede darlo el hombre, y puede darlo slo
individualmente. El hombre puede llegar a un nivel superior en s mismo y an vivir la vida
de esta Tierra. Cada persona tiene un acceso interior, aunque distinto, a este nivel superior. Es
una posibilidad latente en todos, pues el hombre ha sido creado como un ser capaz de
proseguir su propia evolucin, de lograr, como se dice en los Evangelios, un renacimiento. El
hombre no tiene por qu esperar a ver con sus ojos un reino visible en tomo a s mismo,
llamado el reino de los cielos. Cristo dijo que el reino de los cielos no debe buscarse como si
fuera algo que va a llegar de modo que podamos verlo exteriormente. El Evangelio dice:
"Y preguntado por los fariseos cundo haba de venir el reino de Dios, les respondi y dijo:
El reino de Dios no vendr con advertencias; ni dirn: helo aqu, o helo all; porque he
aqu que el reino de Dios dentro de vosotros est" (Luc. XVII, 20).
El reino de los cielos es un estado o condicin interior y no un lugar exterior. Es un estado de
desarrollo ntimo que el hombre puede alcanzar. No es una cuestin de tiempo o de espacio o
de cundo o de dnde, pues se encuentra por encima del hombre y siempre como una
posibilidad superior de s mismo. Pero debemos comprender que hay muchos grados
intermedios entre estos dos niveles que llamamos "tierra" y "cielo". Hay distintos grados de
"tierra", el ms elevado de los cuales es inferior al menor grado de "cielo". Por ejemplo, Juan
el Bautista, quien desempe el papel de heraldo de la enseanza de Cristo, no era un hombre
ordinario. Haba recibido una enseanza. Tena discpulos a su alrededor, y se dice que estos
discpulos practicaban el ayuno. Pero no haba alcanzado el grado ms bajo del reino de los
cielos. Cristo dice expresamente de l que el menor de los del reino de los cielos era ms
grande que l:
"Porque os digo que entre los nacidos de mujer, no hay mayor profeta que Juan el Bautista:
pero el ms pequeo en e) reino de los cielos es mayor que l" (Luc. VII, 28).
Juan el Bautista debi desempear un papel muy difcil en el drama de Cristo. Tuvo que
predicar la venida de Cristo. No le conoci cuando vino a l para someterse al rito formal del
bautismo. Y cuando Juan vacilaba en bautizarle, diciendo: "Yo he menester ser bautizado de
ti, y t vienes a m?"
Cristo le dijo:
"Deja ahora, porque as nos conviene cumplir toda justicia". Con esto. Cristo record a Juan
que tena que cumplir con su misin.
Luego, Juan lo bautiz. Despus, Juan dijo de Cristo: "A l conviene crecer, mas a m
menguar. El que de arriba viene sobre todos es; el que es de la tierra terreno es y cosas
terrenas habla; el que viene del cielo sobre todos es" (Juan III, 30, 31).
Ms tarde Juan el Bautista fue decapitado a pedido de la hija de Herodas, azuzada por su
madre cuyo matrimonio con Herodes el hermano de su marido Juan haba condenado
desde un punto de vista legal. Resulta claro que Juan el Bautista sabia claro lo que le iba a
ocurrir. Todo esto slo se puede comprender en trminos de un estado que eventualmente
alcanzara Juan el Bautista mediante su deliberada participacin en este difcil papel que, en
un sentido fsico al menos, era tan doloroso como el que desempe Jess.
Por lo tanto, resulta bastante claro que Juan el Bautista recibi instrucciones para desempear
un papel preciso. Saba que Cristo iba a llegar. Lo reconoci por cierta seal que los dems no
vieron. Y, efectivamente, menciona el hecho de que alguien le envi a desempear su papel.
Dijo: "Y yo no le conoca; mas el que me envi a bautizar con agua, aqul me dijo: Sobre
quien vieres descender el Espritu, y que reposa sobre l, ste es el que bautiza con Espritu
Santo". (Juan se refiere a cuando vio a Cristo por primera vez.) Quin envi a Juan? Nada
se dice sobre esto. Cristo se refiere a Juan el Bautista como a un hombre nacido de mujer, o
sea que no haba pasado por el renacimiento que enseaba Cristo. De modo que todava era
"de la tierra". Perteneca al nivel llamado "tierra", al grado ms elevado de ella, pero no al
ms inferior de los grados del reino de los cielos. Bautizaba con agua, o sea con la Verdad.
Urga el arrepentimiento, o sea un cambio de mentalidad, que es el verdadero significado de
"arrepentirse" en el idioma griego. Y esto ocurre mediante la recepcin del conocimiento o de
la Verdad. El agua era una representacin de esto. El bautismo significa limpiar. Por medio
del bautismo el hombre queda limpio de las ilusiones que corresponden a los sentidos y al
amor propio. Juan el Bautista ense un conocimiento, una Verdad, que de ser aceptada,
poda limpiar la mente y conducir al hombre a un cambio en su manera de pensar, o sea el
arrepentimiento o cambio de mentalidad. Dice expresamente: "Yo no soy el Cristo, sino que
soy enviado delante de l". Y aun de s mismo advierte que no ha renacido, que se encuentra
todava al nivel de la tierra, pero que Cristo est por encima de este nivel. De Cristo dice Juan:
"El que de arriba viene sobre todos es", y de s mismo: "El que es de la tierra terreno es y
cosas terrenas habla". Y refirindose nuevamente a Cristo, agrega: "El que viene del cielo
sobre todos es". En toda esta escena se subraya la diferencia entre los niveles de "tierra" y
"cielo". Pero an hay ms. Hay grados de "tierra" y grados de "cielo". Pues hablando del nivel
de la Tierra, Cristo dice del Bautista : "Entre los nacidos de mujer, no hay mayor profeta que
Juan el Bautista". O sea que la pequeez y la grandeza tambin pertenecen al nivel de
desarrollo de la Tierra, lo mismo que a los niveles superiores. Pero todava hay ms y Cristo
lo destaca con sus palabras. Lo que es superior, lo que es lo ms grande en el nivel de la
Tierra, no pasa directamente a lo que es inferior en el reino de los cielos. El paso del estado
superior en el nivel inferior hacia el estado ms bajo en el nivel superior exige un renaci-
miento, una transformacin en el hombre. Cristo ense el arrepentimiento, el renacimiento y
el reino de los cielos, Juan el Bautista habl del arrepentimiento y la idea del reino de los
cielos, mas no dijo nada sobre el renacimiento. Porque no haba nacido "desde arriba". Las
influencias que corresponden a este nivel superior, llamado el reino de los cielos, no habanle
llegado an al Bautista. No haba "nacido del espritu". Su estado interior se describe ms
acabadamente en el lenguaje de las parbolas que habla el Evangelio; emplea trminos de
objetos fsicos en un sentido psicolgico y se refiere a lo que el Bautista coma, lo que vesta
y lo que cea. Coma miel silvestre. Vesta pieles. Se cea con un cinturn de cuero. El
vestido de un hombre representa sus actitudes, simboliza aquello que luce psicolgicamente,
encarna la Verdad que viste su mente. El cinturn representa lo que le mantiene unido en un
sentido psicolgico. Lo que come simboliza las ideas que le nutran. Juan se alimenta de miel
silvestre y de langostas silvestres. Las langostas devoran. Devoran toda vida que crece. Ac
se revela algo muy diferente. Juan el Bautista admite que es "de la Tierra". Slo puede
comprender en base a un nivel terrenal. O sea que cualquiera que fuese la enseanza que
haba recibido, la comprenda nicamente al nivel de la Tierra, o sea al nivel natural de su
mente. Comprenda lo nuevo en trminos de lo viejo.
En una parbola. Cristo dice refirindose directamente a Juan y a sus discpulos:
"Nadie mete remiendo de pao nuevo en vestido viejo; de otra manera el nuevo rompe y al
viejo no conviene remiendo nuevo. Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera
el vino nuevo romper los cueros, y el vino se derramar y los cueros se perdern. Mas el
vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que
bebiere del aejo quiere luego el nuevo, porque dice: El aejo es mejor." (Luc. V, 36-39.)

Para recibir correctamente una nueva enseanza, el hombre no puede cargar con todas las
cosas que la vida form en l, no puede cargar con sus prejuicios, sus actitudes, ya sean de
raza o del pensamiento, con todas sus opiniones y las ilusiones derivadas de los sentidos. No
puede recibir el vino nuevo de la nueva enseanza en odres viejos. El nivel superior no puede
ser recibido por el inferior, por el nivel de la Tierra. Ni puede la nueva enseanza agregarse a
la vieja. No puede servir de remiendo en pao viejo. "Nadie mete remiendo de pao nuevo en
vestido viejo; de otra manera el nuevo rompe." Al tomar algo de lo nuevo y agregarlo a lo
viejo, daar lo nuevo. El pao nuevo significa la nueva enseanza que, por as decirlo, el
hombre debe ponerse como vestido y usar. El nuevo tiene que aceptarse en su integridad, y no
sumarse a los viejos puntos de vista. Y, nuevamente. Cristo indica que no slo se romper lo
nuevo, sino que "al viejo no conviene remiendo nuevo". Todo se cita refirindose a Juan el
Bautista y a su nivel de comprensin tras haber los fariseos asumido una actitud desfavorable
hacia Cristo y hacia sus discpulos, en comparacin con Juan y los suyos. Dijeron que los
discpulos de Juan ayunaban y hacan oracin, en tanto que los de Cristo coman y beban.

Segunda Parte
Antes de comenzar a estudiar las muchas parbolas que Cristo utiliz en su descripcin del
nivel superior de desarrollo llamado el reino de los cielos, tomemos la frase: "El reino de los
cielos est en vosotros mismos", y tratemos de comprender lo que significa la palabra en o
dentro. El reino de los cielos es el estado de evolucin ms alto que puede alcanzar el hombre.
A fin de poder alcanzarlo en s mismo, el hombre ha de cambiar interiormente. Tiene que
convertirse en un Nuevo Hombre. Un estado o condicin es cosa interna, ntima. El reino de
los cielos es cosa interna. Es un estado que el hombre puede alcanzar slo de un modo
interior, mediante un cambio interno. Puede llegarse a aqul sin ste? Puede obtenerse un
cambio interior artificialmente, pero esto no es una evolucin interior. Un medio para obtener
esta evolucin es lo que Cristo ensea, indicando aquello que el hombre tiene que observar en
s mismo, lo que tiene que pensar, lo que tiene que valorizar y los propsitos que deben
animarle; esta evolucin le conduce a aquel nivel superior que se llama reino de los cielos.
Este nivel superior est dentro del hombre. Ya sea que digamos superior o muy ntimo,
decimos siempre lo mismo cuando entendemos con claridad que en el hombre existe un
estado superior en potencia, de la misma manera que hay una condicin ms ntima. El
hombre puede ser mejor de lo que es. Este mejor estado es ms ntimo o superior con respecto
a su estado actual. As, el reino de los cielos, que es el estado ms elevado a que puede llegar
el hombre, es algo ntimo; o sea que est dentro del hombre tal cual es. O bien se encuentra en
un nivel superior, o sea que est por encima del hombre. La idea es la misma. Un hombre que
vive de los sentidos, un hombre sensual, un ser de entendimiento literal, es un individuo de la
tierra, un hombre de mente externa. El reino de los cielos no se encuentra all. Como lo
hemos visto, Juan habla de s mismo como de un ser terrenal, en tanto que de Cristo dice que
viene "de arriba"; cuando anuncia a sus discpulos que Cristo debe crecer y l menguar,
agrega: "El que de arriba viene sobre todos es: el que es de la Tierra terreno es y cosas
terrenas habla; el que viene del cielo sobre todos es" (Juan III, 31). Y en otro lugar. Cristo
explica a Nicodemo que el hombre tiene que nacer "de arriba". El hombre ha de renacer
internamente con relacin a lo que es. El reino de los cielos est en lo ntimo dentro de
vosotros y a la vez est sobre nosotros. Psicolgicamente, ntimo y superior dicen la misma
cosa; o sea que en los Evangelios lo ntimo, lo interno es lo superior; dicho de otro modo, a
fin de que el hombre pueda llegar a un nivel superior en s mismo, tiene que moverse hacia
dentro, hacia lo interior en s mismo; de suerte que lo superior es lo interno, lo ntimo; lo
inferior es lo externo. Es preciso entender acabadamente que el nivel inferior es lo externo y
yace en la apariencia del hombre, y el nivel superior es interno y se halla en el aspecto interno
de l.
A la luz de la idea de que el reino de los cielos est en el hombre mismo, tratemos ahora de
entender por qu razn Cristo atac a los. fariseos sin misericordia alguna, y as podremos
saber qu es un fariseo y qu es lo que un fariseo significa con relacin a las posibilidades de
la evolucin interna. A fin de poder evolucionar, el hombre debe moverse interiormente. Para
comenzar tiene que colocarse tras de s mismo y ver qu es lo que est haciendo. Ya hemos
entendido que moverse internamente es hacerlo hacia un nivel superior. Y ahora nos ser
posible entender algo del significado y de la naturaleza de este trnsito interior hacia el reino
de los cielos; lo podremos entender si nos damos cuenta de las cosas que nos estorban en el
camino. Qu es lo que puede impedir que el hombre se mueva hacia dentro? Son muchas las
cosas que se lo pueden impedir, pero una de las principales es el fariseo que vive en l. Este
fariseo que existe en todo hombre no puede transitar sin perecer, pues se trata del aspecto
externo del hombre y es lo que en el hombre ama el aplauso y la alabanza. Los fariseos no
podan entender nada de su religin salvo las cosas externas. Su adoracin tom una forma
literal y externa, y no parti del corazn. El Bien es interno con referencia a la Verdad porque
es superior a sta. De suerte que la Verdad, cuando se la comprende correctamente, debe
conducir hacia el hombre interior. Pero si se practica la Verdad como una virtud exterior, no
conducir al hombre hacia el hombre interior. A menudo Cristo dijo a los fariseos que ellos
no saban nada de s mismos, que no podan captar nada interiormente, que no tenan
comprensin interior. Los castigaba con sus palabras porque lo hacan todo de un modo
externo, nicamente para cubrir las apariencias, y arruinaban la mente de los hombres con el
mayor celo. Cristo utilizaba un lenguaje muy fuerte con respecto a esta adoracin exterior que
impide que el hombre entre al reino de los cielos porque lo mantiene sujeto a lo externo, lo
mantiene en la parte exterior de s! mismo. Y Cristo tambin ataca este celo proselitista que
arruina el entendimiento de la gente en todo cuanto concierne al futuro desarrollo interior.
Dice:
"Mas ay de vosotros, escribas y fariseos, hipcritas!, porque cerris el reino de los cielos
delante de los hombres; que ni vosotros entris ni a los que estn entrando dejis entrar...
Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipcritas!, porque rodeis la mar y la tierra para hacer
un proslito; y cuando fuere hecho le hacis hijo del infierno doble ms que vosotros." (Mat.
XXIII, 13, 15.)

Es menester tomar nota que Cristo ac dice que los fariseos no entran al reino de los cielos,
pero impiden que otros entren. Por qu cierran el reino de los cielos? Desde que el reino de
los cielos est en el hombre mismo, tiene uno que acercarse a l mediante una profunda
comprensin y mediante el desarrolle de su mente interna. El fariseo cierra la entrada al reino
al insistir nicamente en los ritos externos, en la obediencia literal; o sea en la mente externa.
En tanto el hombre cumpliese con la letra de la ley, nada ms le importaba a los fariseos como
clase. Por ejemplo, crean que uno contraa un compromiso al jurar por el oro del templo y no
por el templo. Y Cristo les grita:
"Ay de vosotros, guas ciegos!, que decs: Cualquiera que jurase por el templo es nada;
mas cualquiera que jurase por el oro del templo deudor es. Insensatos y ciegos!, porque
cul es mayor, el oro o el templo que santifica al oro?" (Mat. XIII, 16, 17).
Los fariseos todo lo tomaban al revs. Crean que el hombre estaba hecho para el sbado y no
el sbado para el hombre. La interpretacin espiritual del templo deba haberles sido muy
superior al valor del oro visible que en l haba. Y justamente porque recalcaban ms el
aspecto exterior de las cosas y no daban ninguna importancia a lo interno, era que ellos, como
clase, cerraban las puertas del reino de los cielos a los hombres. Ellos mismos no entraban ni
permitan entrar a nadie. La razn psicolgica es bien obvia. El hombre que vive en los
significados externos y en las cosas literales de los sentidos no se mueve ni puede moverse
interiormente hacia los significados ms profundos y muchsimo ms finos. As tampoco
obtiene las nuevas experiencias de estos significados. Queda fijo en el aspecto ms externo de
s mismo, y este aspecto externo viene a ser su aspecto ms bajo y ms sensual. En esta
condicin slo puede alimentarse y comprender de una manera. Pero el reino de los cielos
est dentro del hombre. Yace en la direccin de sus reflexiones, de sus nuevas comprensiones
y de sus nuevos pensamientos. No se encuentra en ese nivel externo o inferior del hombre,
sino en el interno y as en lo superior. No es difcil captar algo de lo que esto significa. Cristo
atac a los fariseos porque ellos se mantenan en el polo opuesto a la comprensin que tena
l, la comprensin interna. En los Evangelios, Cristo representa al hombre ms evolucionado,
al ms elevado, al superior. El fariseo simboliza al hombre que no puede evolucionar porque
se ha volcado en un sentido errado y todo lo recibe al revs. El fariseo vive de exterioridades,
del mrito y del amor hacia las apariencias. Todo esto significa que, en el hombre, el fariseo
que lleva dentro es quien le cierra la entrada al reino de los cielos e impide que penetre
cualquier otra cosa. Todo cuanto uno hace para ser visto de los hombres, y por ningn otro
motivo, es el fariseo que uno lleva dentro; pertenece al hombre exterior de uno mismo. En las
referencias de Cristo, los fariseos encarnan no solamente las ms externas y alambicadas
creencias religiosas, sino algo mucho peor. Cristo dice mucho acerca de su vanidad, de su
presuncin, de sus justificaciones, pero a lo que con mayor poder se refiere es a su pecado de
hipocresa que, segn dijo, era lo que los condenaba. Lo hacan todo exteriormente para
mantener las apariencias y no crean nada interiormente. De suerte que no tenan acceso a lo
que era lo ntimo en ellos mismos; y de esta suerte ellos se maldecan a s mismos. Ellos eran
su propio castigo. Fue acerca de esto que habl al definir el pecado contra el Espritu Santo.
Debemos entonces entender que todo esto era el mismo caso en Juan el Bautista de quien se
dijo que no haba llegado ni al nivel ms bajo del reino de los cielos? Es obvio que semejante
cosa es imposible. Juan se encontraba en el aspecto externo y literal de la verdad religiosa,
pero al contrario de lo que hacan los fariseos, era un hombre genuino y sincero. Era el
heraldo de las buenas nuevas. Representa el estado del hombre que empieza a transitar hacia
el reino interior, pero que an est fuera, vindolo desde un nivel terrenal. Representa un
estado dado de comprensin. Y en semejante estado interior comienza el choque entre lo
"viejo" y lo "nuevo". Ahora ya podemos damos cuenta de que tiene que haber un periodo en
que la vieja comprensin puede devorar y destruir la nueva. Ya hemos tomado nota de las
parbolas acerca del vino nuevo en odres viejos, y de los remiendos nuevos en paos viejos.
Cristo las relat inmediatamente despus que los fariseos hubieron destacado el contraste
entre los discpulos de Cristo, a quienes condenaban porque no ayunaban, y los de Juan el
Bautista, que s lo hacan. La descripcin de sus ropas demuestra que la comprensin de Juan
estaba an sujeta a las cosas externas y al sentido literal de la religin. Cristo lo conecta con
Elias profeta. Y una de las razones de esto es que Elias y Juan representan niveles similares de
comprensin acerca de la Verdad del Verbo de Dios. A Elias se le presenta con ropajes
vellosos. Juan el Bautista vesta cuero de camello y un cinto de cuero. En el Libro Segundo de
los Reyes (I, 8) se describe al profeta Elias con las siguientes palabras: "Un varn velloso, y
cea sus lomos con un cinto de cuero". Y en Mateo (III, 4) se describe a Juan el Bautista: "Y
tena Juan su vestido de pelos de camello, y un cinto de cuero alrededor de sus lomos" En el
antiguo lenguaje de las parbolas, aquello con lo que un hombre viste su cuerpo representa lo
que cubre su mente. La mente del hombre est vestida con aquello que sostiene como una
verdad, aun cuando se trate de una mera opinin o una creencia profunda. De suerte que la
Verdad es el ropaje de la mente y segn sea lo que el hombre mantiene como Verdad, as ser
la naturaleza de este tipo de ropaje. La Verdad puede entenderse interna o externamente. La
Verdad que ense Cristo, llamada el Verbo de Dios y que trata acerca de la evolucin
interior, puede captarse en su sentido externo y literal, y tambin en su sentido interno y ms
profundo. Si slo se la comprende externamente, se la representa como un ropaje hecho de
cosas externas. Vello y cuero son cosas externas. Pertenecen a la piel, a lo que es ms
externo. Y desde luego que las descripciones de Elias y de Juan el Bautista son similares,
significa que, en el lenguaje oculto de las parbolas, ambos estaban a un mismo nivel de
comprensin de la Verdad. Era una comprensin externa, no interna. Lo que la mantena
unida era el cinto de cuero. O sea que estaba ceido por algo externo y no interno. Por
ejemplo, cuando las creencias de un hombre dependen de la conducta de alguna otra persona,
estn sujetas por medios externos. Y tambin puede darse el caso de que muchas personas
rehsen creer en la enseanza de Cristo si se comprobase que el detalle histrico de los
hechos tuviera suficientes inexactitudes. Sus creencias estn ceidas por cosas externas.
Todava no ven el Bien de la Verdad que les ha sido enseada. Juan el Bautista no comprenda
a Cristo en cuanto a sus mtodos de enseanza. Cristo enseaba desde el Bien. Juan
permaneci en la duda acerca de l. Cuando fue apresado, estando en la crcel envi recado a
Cristo preguntndole si en verdad era Cristo: "Eres t aquel que haba de venir o
esperaremos a otro?" Ahora, si comparamos lo que se dice acerca del vestido de Cristo con lo
que se dice respecto al que cubra a Juan, podremos ver que Cristo estaba vestido con la
Verdad pero de una manera muy distinta a Juan. Cuando los soldados que crucificaron a
Cristo quisieron dividir su manto, se dice que: "la tnica era sin costura, toda tejida desde
arriba" (Juan XIX, 23). Hay que tomar nota que se dice que estaba tejida desde arriba, o sea
de lo que es superior. Ya hemos visto que desde arriba o interno significan lo mismo. Juan
estaba en la Verdad exterior y Cristo en la Verdad interior. Y cuando el hombre se encuentra
nicamente en la Verdad, cuando obra y juzga todas las cosas desde la Verdad, desde la
doctrina, desde las reglas y la interpretacin literal, es rudo, hosco y a menudo sin la menor
misericordia. Si todos los hombres obrasen primordialmente desde el Bien, ninguna secta
perseguira a otra por el hecho de que sta tuviese una opinin diferente de la Verdad. El Bien
es lo que unifica la Verdad convirtindola en un todo vivo. Es el Bien lo que teje y une a
todos los elementos de las verdades que condujeron hacia l; las ablanda, les da una relacin
armnica. Juan se encontraba en la rudeza de la Verdad doctrinaria, de la verdad que an no le
haba llevado a lo que es propiamente su culminacin, o sea una nueva comprensin del Bien,
de un nuevo nivel del Bien. Por este motivo fue que Cristo dijo de l que no estaba vestido
con las suaves prendas que corresponden a aquellos del reino. Sus prendas eran hoscas: pelo
de camello y cuero. De suerte que Cristo dijo del Bautista, dirigindose a sus propios
discpulos: "Qu salisteis a ver? Un hombre cubierto de delicados vestidos? He aqu, los
que traen vestidos delicados en las casas de los reyes estn" (Mat. XI, 8).
Juan el Bautista encarna el lado de la Verdad que es la ley, sin su gracia. Cristo es la unin de
la Verdad y del Bien. Este se halla por encima de aqulla. Y toda Verdad tiene que conducir
al Bien. Pero, como ya lo hemos visto anteriormente, la Verdad debe venir primero y el Bien
despus, hasta que finalmente la Verdad se une al Bien. Entonces ste viene primero y aqulla
despus. De modo que en el Evangelio de San Juan (que no es Juan el Bautista) se escribe en
el primer captulo: "Juan (el Bautista) clam: El que viene tras de m es antes que mi, porque
es primero que yo." El Bien viene antes que la Verdad, antes que la ley. Desde que Dios es el
Bien, ste es primero que la Verdad, que toda ley. De suerte que San Juan agrega: "Porque la
ley por Moiss fue dada, mas la gracia y la Verdad por Jesucristo fue hecha". En Jesucristo la
gracia, la caridad o el Bien, se han unido con la Verdad. As vemos que San Juan dice que
Cristo se hallaba en la plenitud, o sea en el cumplimiento de la Verdad que es el Bien, y por
tanto lleno de gracia y de verdad. Y estas primeras palabras en San Juan dan la clave de este
Evangelio que fue escrito de una manera distinta a los tres y que crea un sentimiento
diferente. Pues es algo escrito en gracia, en el Bien, en el sentimiento, en la emocin de lo que
Cristo representa para el mundo y no slo la Verdad falta de gracia; no est escrito en base a
la letra de la ley, el hecho literal. En consecuencia, todo el Evangelio produce una impresin
diferente de la enseanza de Cristo y cae sobre una parte distinta de la comprensin.

Tercera Parte
Cuando se comienza a captar la concepcin del reino de los cielos, despierta en la mente un
nuevo y sobrecogedor sentido de la vida. La primera de las parbolas de Cristo es la del
Sembrador. Trata acerca del reino de los cielos. De ella Cristo dice que es la parbola de las
parbolas, y que a menos que se la comprenda, las dems no podrn ser comprendidas. Es
preciso tener siempre presente que todas las parbolas de los Evangelios tratan acerca del
reino de los cielos, y la primera es la del Sembrador. Es el punto de partida de la enseanza de
Cristo tocante al misterio del reino. En el captulo xiii de San Mateo, Cristo comienza a
dirigirse a la multitud en parbolas. Por qu? Porque est comenzando a hablar acerca del
reino de Dios. Sus discpulos le preguntan por qu razn empieza, de pronto, a hablar en
parbolas y l les responde:
"Porque a vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no es
concedido. Porque a cualquiera que tiene se le dar y tendr ms; pero al que no tiene, aun
lo que tiene le ser quitado. Por eso les hablo por parbolas; porque viendo no ven, y oyendo
no oyen ni entienden" (Mat. XIII, 11-13).

Cul es el primero de los misterios del reino que revela? En la parbola del Sembrador puede
verse que el primer misterio es que el hombre ha sido sembrado en la tierra como material
para el reino de los cielos. Llamarla la parbola del Sembrador y la Semilla puede conducir a
un error a menos que se entienda que el hombre es la semilla. En realidad, ni siquiera se men-
ciona a sta. En Mateo XIII, 3, 4, se escribe en el original griego:
"He aqu, el que sembraba sali a sembrar, y sembrando, parte cay junto al camino". La
expresin simiente (o semilla) es un agregado en la traduccin, de suerte que ahora se lee:
"He aqu, el que sembraba, sali a sembrar. Y sembrando, parte de la simiente cay al
camino". Qu es lo que verdaderamente significa? Qu es lo que sembraba el Sembrador?
Sembraba hombres. Esta es la primera de las ideas que sobrecogen. Y est oculta en la
parbola. Se siembra a los hombres en la tierra como material para el reino de los cielos;
algunos caen junto al camino, otros caen sobre los pedregales, otros sobre espinas y otros en
buena tierra. Y nicamente aquellos que figuran en la ltima categora son los capaces de una
verdadera evolucin interior que los eleve al nivel del reino. Es obvio que se refiere a
hombres, por cuanto en su explicacin privada de esta parbola Cristo dice a sus discpulos:
"Oyendo cualquiera la palabra del reino y no entendindola, viene el malo y arrebata lo que
fue sembrado en su corazn; ste es el que fue sembrado junto al camino" (Mat. XIII, 19).
Y sigue hablando acerca de "el que fue sembrado en pedregales" y de "el que fue sembrado
entre espinas" y, finalmente, de "el que fue sembrado en buena tierra". A la luz del reino de
los cielos, entonces, se entiende que la humanidad que habita la Tierra es un experimento en
la evolucin interior.
Tras haber dado la parbola del Sembrador y su interpretacin, Cristo habla del reino desde
otro aspecto. Primero ha dado la idea del reino en trminos de seres humanos sembrados en la
tierra. Luego habla acerca de la enseanza que se siembra en estos seres humanos, aquella que
puede hacer que despierten y evolucionen.
"Otra parbola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que
siembra buena simiente en su campo; mas durmiendo los hombres, vino su enemigo y sembr
cizaa entre el trigo, y se fue. Y como la hierba sali e hizo fruto, entonces apareci tambin
la cizaa. Y llegndose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Seor, no sembraste
buena simiente en tu campo? De dnde, pues, tiene cizaa? Y l les dijo: Un hombre
enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: Quieres pues que vayamos y la cojamos? Y
l dijo: No; porque cogiendo la cizaa no arranquis tambin con ella el trigo. Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo dir a los segadores:
Coged primero la cizaa y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi
alfol." (Mat. XIII, 24-30.)

Esta parbola trata acerca del Verbo del reino, o sea respecto a la enseanza que tiene que
darse en la Tierra, que tiene que ser recibida, comprendida y seguida por aquella parte de la
humanidad capaz de evolucionar en cualquier tiempo en particular.
La buena simiente es el Verbo del reino. El campo en que se siembra es la humanidad en la
Tierra. Queda mezclada con el error, con aquellas cosas que "son escndalo". En el griego, la
palabra cizaa se refiere a una planta muy parecida al trigo cuando comienza a crecer; al
principio no se la puede distinguir del trigo mismo. Por qu ocurre esta mezcla de lo
verdadero y lo falso? Se da tambin la razn: mas durmiendo los hombres. Y en el original,
esta frase es an ms fuerte; dice: mientras los hombres dorman. "El reino de los cielos es
semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo; mas durmiendo los hombres
vino su enemigo y sembr cizaa entre el trigo." (Mat. XIII, 24-25.) Naturalmente que esto no
puede significar que en una noche especial, cuando las gentes estaban acostadas y durmiendo,
lleg el diablo y sembr la cizaa. Es inevitable-que se introduzca al error en la enseanza
original, y este error se convierte en algo tan explicable que no se le puede separar de la
Verdad. La razn es que los hombres duermen. No pueden mantenerse despiertos a todo el
significado de la enseanza que se les est dando. Se expresan muchas cosas sobre estar
dormido y mantenerse despierto; se anota esto a cada instante en los Evangelios. A menudo se
dice que los discpulos dorman y esto no significa el sueo natural, el sueo fsico. Y
tambin hay muchas referencias acerca de la necesidad de estar despierto a fin de comprender
el Verbo del reino. Cristo dice a menudo: "Velad", que en el griego significa "mantenerse
despierto". Cristo dice: "Y las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad". (Traducido
significa: despierta, vigila.) Otra vez expresa: "Velad (vigilad despiertos) porque no sabis
cuando el seor de la casa vendr... porque cuando viniere de repente no os halle
durmiendo" (Marc. XIII, 35-36). Esto se refiere a un estado de alerta interior, a un mantenerse
despierto en la casa del propio ser, en cierto periodo critico. Cuando el hombre duerme bajo el
poder de los sentidos, bajo el poder de la vida tal cual aparece ante sus ojos, bajo el poder de
todos los acontecimientos, tareas y disgustos de la existencia diaria, la enseanza acerca de la
evolucin interior y del nivel superior del hombre desaparece de su mente y se presenta como
algo remoto e irreal. Lo exterior se traga a lo interior. Entonces el hombre est dormido en el
sentido en que lo indican los Evangelios; y aquello que comprendi cuando estuvo despierto
internamente comienza a perder su sentido, a perderse de vista, o bien se mezcla con otros
significados. De suerte que as podemos comprender cmo toda la enseanza relativa a un
nivel superior puede quedar alterada por completo. La parbola de la cizaa nos demuestra
que un buen entendimiento puede sufrir la contaminacin de un mal entendimiento al
comienzo mismo de cualquier ocasin en que la enseanza del reino superior se siembre en
cualquier parte de la humanidad. Tal cual es, el hombre no puede mantenerse despierto el
tiempo suficiente como para recibir y transmitir la enseanza en su pureza original. Se mezcla
con sus propios prejuicios personales, o bien altera algo que le parece que contradice alguna
cosa, o deja fuera algo que para l no tiene sentido. Es en esta y en otras formas como
comienzan a crecer una serie de equivocaciones y errores junto con lo que es genuino y
verdadero. El trigo de la parbola es la verdadera y genuina forma de la enseanza, y la cizaa
son los errores que inevitablemente se mezclan con ella porque el hombre no puede man-
tenerse despierto de modo continuo en aquel orden de Verdad que viene de un nivel superior
de entendimiento. De suerte que se dice que durmiendo los hombres lleg el enemigo y
sembr cizaa junto al trigo. Tenemos entonces que la enseanza que necesita conocer el
hombre, y que necesita hacer, a fin de poder realizar su propio crecimiento interior y
completarlo, la enseanza a travs de la cual puede alcanzar un nivel de entendimiento y de
significado llamado el reino de los cielos, no puede existir en la Tierra en toda su pureza
original, debido al sueo en que estn sumidos los hombres. De manera forzosa queda
mezclada con lo falso.
Recapitulemos: se siembra el hombre en la tierra como material para usarse en un paso ms
de desarrollo. Es material del reino de los cielos. Pero surgen ciertas dificultades. Toda la
simiente no cae en los puntos favorables. El hombre necesita que se le proporcione
conocimiento. Es preciso que se siembre en l el conocimiento acerca de cmo alcanzar este
estado de desarrollo llamado el reino, pero un reino no sobre la tierra fsica sino sobre la tierra
de la mente humana. Pero surgen nuevas dificultades. Siempre se escurre algn error en la
enseanza acerca de la evolucin interior y tocante a lo que el hombre tiene que creer y pensar
a fin de alcanzar un nivel superior de su propia naturaleza y comprensin. Estos errores no
pueden separrsele la Verdad sin correr el riesgo de daar a la Verdad misma. De suerte que
la situacin no tiene remedio en la Tierra, sino nicamente al fin del mundo. Pero sobre esto
hablaremos ms tarde.

Cuarta Parte
En la parbola del Sembrador vimos que al hombre se le siembra en la tierra como material
para el reino de los cielos. Y en la segunda gran parbola, acerca del trigo y de la cizaa,
vimos que la enseanza del reino se siembra en el hombre. Primero se siembra a ste en la
tierra. Despus, se siembra en el hombre, que est sobre la tierra, la enseanza acerca de la
evolucin interior. Pero con relacin a esta segunda siembra, el hombre mismo es la "tierra".
El hombre es en s mismo una tierra en la que se siembra la enseanza acerca de un nivel
superior. Tratemos de penetrar este concepto lo ms claramente posible. El cielo siembra al
hombre en la tierra. El hombre, entonces, est en la tierra, pero no todos los hombres se
encuentran en el mismo estado o en la misma condicin con respecto al reino. Entonces el
hombre es, a su vez, la tierra, una tierra psicolgica en el caso de aquellos que pueden recibir
la enseanza que en ella se siembra. Respecto a esto es sobre lo que trata la segunda parbola
acerca del trigo y de la cizaa.
Tras estas dos parbolas iniciales, aquella del Sembrador y del hombre, y la del Sembrador de
la enseanza acerca de su evolucin, siguen dos parbolas breves. La del hombre como un
grano de mostaza, y la de la mujer y la levadura. Ambas vienen inmediatamente despus de la
del trigo y de la cizaa. En Mateo se relatan de la siguiente manera:
"Otra parbola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de
mostaza, que tomndolo alguno lo sembr en su campo; el cual a la verdad es la ms
pequea de todas las simientes; mas cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas. Y se
hace rbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
"Otra parbola les dijo: El reino de los cielos es semejante a una levadura que tom una
mujer, y la escondi en tres medidas de harina hasta que todo qued leudo." (Mat. XIII, 31-
33.)

Qu es lo que estas dos parbolas quieren decir? Si sobre ellas se piensa, se ver que se
refieren a tomar el Verbo del reino. Tuvimos primero la parbola de la siembra del hombre
sobre la tierra, y luego la de la siembra de la enseanza sobre la "tierra" que es el hombre
mismo. De manera que ahora nicamente puede esperarse que sigan parbolas acerca de
cmo el hombre, como "tierra", recibe o toma esta enseanza.
Advirtase ante todo que en estas dos breves parbolas se presenta la idea de tomar. Tomar
qu? Coger, aduearse de la enseanza sembrada en el hombre. Es obvio que se trata de par-
bolas que indican cmo ste puede aprehender para s la enseanza que en l se siembra.
Tomar es lo que se requiere primero, antes que nada. El hombre toma la simiente, o sea que
por s mismo tiene que aduearse de la enseanza del reino. Y an ms:
tomar implica tambin que alarga la mano a fin de poder hacerlo, y la mano, en el antiguo
lenguaje de las parbolas, significa poder. Porque en un sentido fsico o literal, es con la mano
con lo que el hombre toma lo que quiere. Tomar significa entonces que el hombre piensa y
elige por s mismo; y en esta forma coge la enseanza acerca del reino de los cielos de s
mismo. En la primera parbola se dice que el hombre no solamente toma, sino que, asimismo,
siembra. Toma y siembra la ms pequea de todas las simientes. Dnde la siembra? La toma
y la siembra en su propio campo. O sea en lo que le es propio. Tenemos un aspecto externo
que no es nuestro, y un aspecto interno que somos nosotros mismos. Lucas habla del propio
jardn. Y cuando el hombre ya ha hecho todo esto, cuando ha cogido la simiente y la ha
sembrado en su propio jardn, se convierte en un rbol. En qu direccin crece? Asciende
desde el nivel de su mente terrena a aquel de la mente superior que se llama el reino de los
cielos. Luego comienza a saber lo que es el pensamiento en un nivel superior. Le llegan
pensamientos que no son los propios de la Tierra, sino que son pensamientos de un
significado sutil, pleno y fino, que estn muy por encima de la spera naturaleza que
corresponde a la mente terrenal cimentada en los sentidos. Este es el verdadero crecimiento
del significado, y as tenemos que es la mente en su verdadero desarrollo, lanzando ramas de
significados como un rbol. El desarrollo de la mente es la percepcin de significados cada
vez ms finos. Se desarrolla al ir captando distinciones ms y ms finas. Las aves del cielo
llegan a anidar en las ramas de este pensamiento que crece y se desarrolla. En el lenguaje de
las parbolas, las aves simbolizan pensamientos. Aqu, esto indica significados muy finos y
pensamientos que corresponden al nivel del reino de los cielos. Se puede comparar el caso al
de una persona enferma de la vista, que todo lo ve muy borrosamente y que de pronto
comienza a recibir ojos nuevos y ms finos.

Ahora tratemos de hallar algn significado en la segunda parbola. Tomemos nota de que las
imgenes son diferentes. Aqu no se usa al hombre ni la simiente ni la tierra. Se usa a la
mujer, la levadura y la harina. La mujer toma la levadura y la esconde. No la toma y la
siembra. Por qu habra de ocultarla? En otra parte Cristo habla acerca de la levadura de los
fariseos. Advierte a sus discpulos contra esta levadura, diciendo: "Guardaos de la levadura de
los fariseos y de los saduceos". No le pueden entender y creen que est hablando literalmente
de la levadura corriente. Cristo les reprende por hacer esto y por pensar que est hablando
acerca del pan. "Entonces entendieron que no les haba dicho que se guardasen de la levadura
de pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos" (Mat. XVI, 12). Por qu era
mala esta levadura? Ocultaban algo los fariseos? Todo lo contrario: para ellos la religin
consista ntegramente de ostentacin y desprecio. Era "para ser vistos de los hombres". Todo
era mrito externo, virtud, respetabilidad. A esto es a lo que Cristo llam adulterio, o sea la
mezcla de lo verdadero y lo falso. La mujer escondi la enseanza del reino en su corazn y
trabaj en secreto. No necesitaba disponer de un pblico. Ella vio el Bien de la enseanza, de
modo que toda ella qued afectada. En el sentido interior, el nmero tres denota una
totalidad, una integridad. Por eso en la parbola se dice que la mujer escondi la levadura en
tres medidas de harina, hasta que todo qued leudo. Tres y todo son la misma cosa. Si una
persona obra por su propia volicin, desde su voluntad, todo en ella queda afectado. La mujer
ocult la levadura porque al tomarla demostr que la valorizaba como algo sumamente
precioso. Uno habla de lo que le es ms precioso. Pero en ella el crecimiento no fue inte-
lectual. La enseanza obr en ella por medio de su valorizacin emocional, por medio de
sentimientos; as, actu de un modo oculto. El reino de los cielos obr sobre ella por medio
del significado que ella le dio, y por la correspondiente valorizacin que hizo que la ocultase.
La recibi en su corazn como algo bueno. El trabajo del corazn es una tarea oculta. Obr
sobre su voluntad, sobre su querer y no sobre su mente como fue el caso con el hombre de la
otra parbola. Ella tom el Bien de la enseanza, no tom la-Verdad como hizo el hombre. En
estas dos parbolas se mencionan dos maneras de tomar la enseanza como ejemplo: la del
grano de mostaza y la de la levadura. En el primer caso, el hombre tom la enseanza como
Verdad en la mente; en el segundo, la mujer la recibi en su corazn como Bien. Fuera de la
representacin de hombre y mujer, estas dos parbolas simbolizan dos medios diferentes de
recibir la enseanza del reino de los cielos; uno es sobre todo a travs del pensamiento y el
otro es de un modo principal a travs del sentimiento. Viniendo como vienen despus de las
dos grandes parbolas, estas dos parbolas menores relativas a cmo tomar la enseanza
tienen un significado importante. Puede ahora entenderse que estas cuatro parbolas forman,
por as decirlo, un cuadro completo del significado del reino de los cielos con relacin al
hombre en la Tierra.
Estudiemos ahora la interpretacin de la parbola del trigo y de la cizaa, segn la dio Cristo.
Viene despus de la parbola de la mujer y la levadura. En ella Cristo no hace ninguna
referencia al sueo del hombre por el cual se siembran todos los errores o toda la cizaa. Ya
ha mencionado este hecho en las explicaciones dadas a los discpulos sobre la razn por la
cual a la multitud ensea en parbolas y no abiertamente. La parbola del trigo y la cizaa se
narra de la siguiente manera:
"Otra parbola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que
siembra buena simiente en su campo; mas durmiendo los hombres vino su enemigo y sembr
cizaa entre el trigo, y se fue. Y como la hierba sali e hizo fruto, entonces apareci tambin
la cizaa. Y llegndose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Seor, no sembraste
buena simiente en tu campo? De dnde pues tiene cizaa? Y l les dijo: Un hombre enemigo
ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: Quieres, pues, que vayamos y la cojamos? Y l dijo:
No, porque cogiendo la cizaa no arranquis tambin con ella el trigo. Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo dir a los segadores:
coged primero la cizaa y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi
alfol." (Mat. XIII, 24-30.)

La interpretacin de esta parbola es la que sigue:

"El que siembra la buena simiente es el Hijo del Hombre, y el campo es el mundo, y la buena
simiente son los hijos del reino, y la cizaa son los hijos del malo, y el enemigo que la sembr
es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ngeles. De manera que
como es cogida la cizaa y quemada al fuego, as ser el fin de este siglo. Enviar el Hijo del
Hombre sus ngeles y cogern de su reino todos los escndalos y los que hacen iniquidad. Y
los echarn en el horno de fuego: all ser el lloro y crujir de dientes. Entonces los justos
resplandecern como el sol en el reino de su Padre; el que tiene odos para or, oiga." (Mat.
XIII, 37-43.)

Se aclara la explicacin acerca de la cizaa. Es, antes que nada, el error, todos los errores,
todas las cosas que causan tropiezos con relacin a la enseanza del reino o al nivel superior
del desarrollo del hombre; en segundo lugar, se refiere a todos los que obran mal dentro de la
enseanza. La cizaa es la siembra del malo porque representa tanto la enseanza errada en si
misma, como los malos resultados que se derivan de ella (debido al sueo del hombre). Lo
mismo se aplica a la simiente del reino, o al trigo, que es tanto la enseanza verdadera en s
misma como sus resultados al obrar sobre aquellos que estn sembrados en buena tierra. La.
frase que se traduce como "el fin del mundo" significa la "consumacin de la poca". No se
refiere a la destruccin de la tierra material. En este esfuerzo por comprender el reino de los
cielos y la enseanza que le concierne, hemos visto hasta el momento que se siembra a los
hombres de diferentes maneras en la tierra, y que forman el material del reino. Hemos visto
tambin que la verdadera enseanza sobre el reino y cmo alcanzarlo, enseanza que a su vez
se siembra en la mente de los hombres, queda mezclada con las opiniones falsas debido al
sueo del hombre, que sta es una mezcla inextricable y que su separacin no puede ocurrir
hasta "el fin del mundo", o sea hasta la "consumacin de la poca". Qu es lo que significa
una poca o una edad? Una poca o una edad es un periodo de tiempo caracterizado por una
enseanza particular acerca de la evolucin interior, o el nivel del reino de los cielos. Llega a
su fin, y entonces se siembra una nueva cosecha, pero siempre se mezcla con la cizaa. Se
hace una nueva cosecha y una separacin, y el proceso se repite nuevamente. Cada forma de
la enseanza, desde su comienzo hasta su culminacin, es una poca. Cada accin de la
enseanza es una accin selectiva. La cosecha son aquellos que en cualquier poca particular
hayan recibido la enseanza acerca de la evolucin interior, y que la hayan seguido, llevando
una a ciento, otro a setenta, y otro a treinta. Ellos alcanzan la vida "eterna" en el nivel del
reino de los cielos. En este sentido, debemos recordar las palabras de Cristo: "En la casa de mi
Padre muchas moradas hay" (Juan, XIV, 2).

Quinta Parte
LA IDEA DE LA SELECCIN
En la enseanza sobre el reino de los cielos y su relacin a la humanidad en la Tierra y que
aparece en el captulo xiii de Mateo, hay tres parbolas que siguen a las cuatro grandes
parbolas introductoras que ya hemos estudiado. Estas tres parbolas se refieren a la idea de
seleccin. Una de ellas dice as:
"Asimismo, el reino de los cielos es semejante a la red que, echada en la mar, coge todas
suertes de peces: la cual estando llena la sacaron a la orilla; y sentados, cogieron lo bueno
en los vasos, y lo malo echaron fuera. As ser el fin del siglo: saldrn los ngeles y
apartarn a los malos de entre los justos. Y los echarn en el horno del fuego: all ser el
lloro y el crujir de dientes." (Mat. XIII, 47-50.)

Consideremos esta parbola con relacin a aquellos pensamientos que surgen en la mente
acerca de una falta de equidad o injusticia. Desde las primeras parbolas, todo cuanto se dice
acerca del nivel superior del reino parece algo injusto. Y claro est que el reino de los cielos
no es algo que todo el mundo pueda alcanzar en un ciclo particular de tiempo. Esto tambin
queda en claro en otras parbolas, como la de las bodas a las cuales no concurrieron quienes
haban sido invitados, y que de entre todos los que pudieron haber ido, pocos hicieron el
esfuerzo. Pero consideremos primero la parbola de la red y la separacin de lo bueno y lo
malo que entr en ella. La idea de la seleccin es muy obvia en este caso. Los buenos se
guardan .en vasos, y los malos son echados afuera. La misma idea de la separacin de los
buenos y de los malos aparece en la parbola de la cizaa. Es verdaderamente injusta esta
idea de la seleccin? No es justicia? No es verdad acaso que en la vida ordinaria la
seleccin desempea un papel preponderante? No se selecciona a la gente para los distintos
trabajos? Las personas aceptan la idea de la seleccin por medio de exmenes, etc., y no
consideran que sea injusto que algunas sean aprobadas y otras no. Incluso aceptan la idea
terica de la seleccin natural por la supervivencia de los ms aptos, y no la consideran
injusta. Una cosa come la otra: la maleza lucha contra las plantas. Y tampoco se espera que
todas las semillas que se plantan en la tierra den el mismo fruto. A nadie le parece injusto que
algunas semillas germinen y otras no. Por donde existe la vida existe la lucha. La gente varia
mucho en cuanto a sus capacidades. En todas las formas de la sociedad humana trabaja la
seleccin. Algunos son eficientes en una cosa, otros en otra. En todas las manifestaciones de
la habilidad humana los habr mejores y peores, y tiene que haber y hay una seleccin de los
mejores. Toda la educacin humana se basa en el principio de seleccin de los mejores. Uno
no espera que una escuela de ingeniera seleccione a sus peores estudiantes y luego los mande
al mundo como ingenieros capacitados. Semejante procedimiento no slo sera algo falto de
sentido, sino que sera definitivamente injusto. Pues injusto es el hecho de que una cosa est
donde no le corresponde. En breve, cuando se piensa en ella, no se puede separar el sentido de
la justicia del sentido de seleccin.
Las otras dos parbolas son otra vez relativas a la seleccin, pero se refieren a la seleccin
interior. Y aqu advertimos que se utiliza la idea de compraventa. Para comenzar en este nivel
personal, comprar significa tomar y vender significa desprenderse de algo.
"Adems, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado,
el hombre lo encubre, y de gozo de ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
Tambin el reino de los cielos es semejante al hombre tratante que busca buenas perlas; que
hallando una preciosa perla, fue y vendi todo lo que tema y la compr." (Mat. *44-46.)

Estas dos parbolas se refieren al individuo. Tratan acerca de lo que ste debe llevar a cabo en
lo interior, en s mismo, a fin de ganar el reino de los cielos. Tiene que convertirse en un buen
comerciante, en un buen mercader, y saber qu comprar y qu vender. Ahora bien; de qu
debe el hombre desprenderse principalmente? Qu es lo que debe ofrecer antes de poder ad-
quirir? En Lucas (XVIII, 22) se relata que cuando el prncipe rico pregunt a Cristo qu era lo
que tena que hacer para heredar la vida eterna, o sea para alcanzar el reino de los cielos o el
nivel de un hombre plenamente desarrollado, Cristo le dijo:
"Vended lo que poseis". Qu es lo que se debe vender? De qu debe uno desprenderse? En
la segunda instancia de lo ya referido, Cristo informa a sus discpulos de qu deben despo-
jarse, y esto es la ansiedad. Les dice que nada podrn hacer en tanto estn sujetos a la "ansiosa
perplejidad", lo que literalmente en griego significa "tener una mente dividida". Les dice:
"Y quin de vosotros podr con afn aadir a su estatura un codo? Pues ni podis an lo que
es menos, para qu estaris afanosos de lo dems? .. Mas procurad el reino de Dios y todas
estas cosas os sern aadidas" (estas cosas por las cuales sufrs ansiedad). (Luc. VII, 25, 26,
31.) Aqu vemos algo que el hombre tiene que vender a fin de poder adquirir la perla o el
tesoro. Tiene que vender, o sea desprenderse de algunos de los aspectos de s mismo, y
vendindolos puede ganar lo suficiente para comprar aquello que ms valoriza. La idea que se
expresa en estas dos parbolas no puede ser algo claro para uno a menos que se comprenda
que a fin de poder evolucionar hacia el reino de los cielos el hombre debe, antes que nada,
despojarse de ciertas cosas en s mismo. Tiene que venderlas, lo que significa que tiene que
renunciar de un modo definitivo a ellas. nicamente as puede hacer lugar para aquello que es
nuevo, slo en esta forma puede obtener los medios para poder comprar, o sea tomarse a si
mismo como algo propio. De suerte que desprendindose de muchas ideas erradas, de
diversas maneras de pensar y sentir, de muchas ansiedades intiles, etc., vendindolas, el
hombre se encuentra en una situacin como para adquirir lo que verdaderamente valoriza. No
puede comprar nada nuevo a menos que, primero y antes que nada, venda, y a travs de esta
"venta" obtenga el "dinero" para poder comprar. En las dos parbolas citadas, el mercader y
los hombres que encontraron el tesoro se representan como individuos que vendieron todo lo
que tenan antes de obtener lo que de veras valorizaban.
Sexta Parte
La parbola final de las siete que introducen el significado del reino de los cielos, y que se
dan en el captulo xiii de Mateo, es aquella acerca de la red lanzada y que cogi peces de
todas clases y los ngeles separaron los buenos y los malos. Cristo pregunta luego a sus
discpulos si han comprendido todo cuanto les ha enseado en estas siete parbolas acerca del
reino de los cielos y de su relacin al hombre en la Tierra. Para sorpresa nuestra, los
discpulos dicen que s, que han comprendido. La narrativa va de la siguiente manera: despus
de haber terminado su interpretacin acerca de la red lanzada al mar. Cristo pregunta a sus
discpulos: "Habis entendido todas estas cosas?" Y ellos responden: "S, seor". La
respuesta es extraordinaria. Cmo podran haber entendido todas estas cosas?
Quin puede entender todos los misterios del reino de los cielos, cuando es tan difcil captar
siquiera un vislumbre de uno de sus significados? Y debe recordarse que a los discpulos les
era difcil entender, en especial, el reino de cualquier sentido que no fuese un reino puramente
literal sobre la Tierra. Esto era lo que todos esperaban. Aguardaban a un gran rey que
gobernase sobre toda la Tierra y exaltase su nacin hasta alcanzar un poder supremo desde
donde destruyera o esclavizara a las dems naciones. Este era el sueo judo acerca del
Mesas prometido. Cmo podan haber entendido que el reino de los cielos era acerca de la
Verdad y de la virtud interior? Cmo podan haber entendido que se trataba de un cambio
interior, del desarrollo del espritu ntimo del hombre, que el hombre se capacita a s mismo
para entrar en l, en esta y en la prxima vida mediante una evolucin de todo su ser psquico,
o sea por la evolucin de toda su mente, de todo su amor, de toda su voluntad, de toda su
comprensin? De estos cambios es de lo que nace el hombre del reino. Esto era lo que Cristo
enseaba. Esta era la razn por la que Cristo habl que el hombre tiene que nacer de nuevo
interiormente antes de que pueda ver el reino. Pero los discpulos pensaban que hablaba de un
reino terrenal y que ellos, en razn de su raza, ya eran "los hombres del reino". Pensaban que
Cristo iba a ser un grande y terrible rey en la Tierra, y que pronto lo demostrara. Cmo
podan entonces entender el significado de las primeras siete parbolas que les dio Cristo
acerca de los misterios del reino? Cmo podan satisfacer sus ambiciones terrenales? Sin
embargo, cuando Cristo les pregunt si haban entendido "todas estas cosas", ellos
respondieron: "S". Pero no debemos ni siquiera imaginar que Cristo les crey.
Observemos lo que Cristo les dice inmediatamente despus de haber ellos contestado de
modo afirmativo:
"Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que
saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas." (Mat. XIII, 52.)
Con estas palabras Cristo les demuestra que ellos no comprenden. Y debido a que ellos
respondieron "s" es que Cristo comienza diciendo: "Por esto todo escriba..." Les ha enseado
por primera vez algo acerca del reino de los cielos en su significado verdadero y espiritual y
ellos ya piensan que lo comprenden, as como todo el mundo piensa que puede comprender
cualquier cosa una vez que se le dice. Pero todo cuanto acababan de or acerca del reino les
era completamente nuevo. No tenan nada que ver con las ambiciones terrenales. Toda la idea
del reino, tal como la ense Cristo en estas siete parbolas, les era completamente nueva.
Cmo podan comprenderla? Todo estaba colocado a un nivel superior de entendimiento. No
se trataba de un reino terrenal, externo, literal, no se trataba de un reino de este mundo. El
reino de los cielos estaba dentro de ellos. Estaba sobre ellos, no en el sentido de que estuviese
en el firmamento, sino en el sentido de un nivel superior a aquel en el que ellos se
encontraban; estaba por encima del nivel de la clase de gente que ellos eran, por encima o
sobre ellos mismos, como un paso en su posible y propia evolucin individual. Pero cmo
podan comprender esto? Cmo podan percatarse inmediatamente, habindose recin
enterado, que el reino yace en la evolucin interior del propio ser? Sin embargo respondieron
que "s", significando: "comprendemos". De suerte que Cristo les dijo: "Por eso", o sea que
les dijo que debido a su respuesta y porque no haban comprendido... "Por eso todo escriba
docto en el reino de los cielos es semejante s un padre de familia que saca de su tesoro cosas
nuevas y cosas viejas." Tomemos nota que a los discpulos del reino, o sea a quienes estn
aprendiendo algo acerca de su significado, se les llama ac padres de familia; y, de hecho,
todo aquel que recibe alguna instruccin sobre el reino de los cielos es, psicolgicamente, un
padre de familia. S; pero tambin hay que tomar nota de lo que hacen los padres de familia.
Como tales, mezclan lo nuevo con lo viejo. No comprenden esta enseanza completamente
nueva, sino que la mezclan con sus antiguas opiniones, con sus antiguas actitudes y con los
pensamientos ya almacenados en su mente. La palabra traducida como "tesoro", significa, al
pie de la letra, almacn o depsito. De estos depsitos sacan lo nuevo y lo viejo. Aqu
podemos advertir cierta conexin con aquellas parbolas sobre el vino nuevo en odres viejos,
o con los remiendos viejos en ropas nuevas. Con estas parbolas Cristo demostr con claridad
que lo nuevo no poda mezclarse con lo viejo.
"Nadie mete remiendo de pao nuevo en vestido viejo; de otra manera el nuevo rompe y al
viejo no conviene remiendo nuevo. Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera
el vino nuevo romper los cueros, y el vino se derramar y los cueros se perdern. Mas el
vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que
bebiere del aejo quiere luego del nuevo, porque dice: El aejo es mejor." (Luc. V, 36-39.)

Si el hombre mezcla lo nuevo con lo viejo, lo nuevo pierde su poder sobre l. Las opiniones
viejas, los viejos valores, los carios y puntos de vista antiguos, todo lo apoyado en la vida de
todos los das, en la tradicin, en las apariencias cimentadas en la mente y que han sido
producto de los sentidos, destruye la nueva enseanza. Despoja de su fuerza a lo nuevo, de
manera que lo nuevo no tiene ningn poder en presencia del viejo punto de vista. Por esta
razn, al final del captulo XIII de Mateo se agrega la notable historia de cmo Cristo, que
representa lo nuevo, no tena ningn poder sobre aquellos que eran de su propia tierra, de su
propio pas, y que todo lo vean a la luz de sus viejas asociaciones. Y este relato nicamente
puede entenderse en los trminos de los comentarios de Cristo a sus discpulos. Por este
motivo es que se le da tal lugar en la narracin. Aquellos entre quienes haba nacido le vieron,
por asociacin, en la forma vieja y como al hijo de un carpintero. De modo que la narracin
sigue adelante tras los comentarios a sus discpulos acerca del padre de familia que mezcla lo
nuevo con lo viejo:
"Y aconteci que acabando Jess estas parbolas, pas de all. Y venido a su tierra, les
enseaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atnitos, y decan: .De
dnde tiene ste esta sabidura y estas maravillas? No es ste el hijo del carpintero? No se
llama su madre Mara, y sus hermanos Jacobo y Jos y Simn y Judas? Y no estn todas sus
hermanas con nosotros? De dnde, pues, tiene ste todas estas cosas?* Y se escandalizaban
en l. Mas Jess les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra y en su casa. Y no hizo
all muchas maravillas a causa de la incredulidad de ellos." (Mat. XIII, 53-58.)

Cosa bien clara es que Cristo, y todo lo que l representaba como lo "nuevo" se encontr con
"lo viejo"; y la fuerza de lo nuevo qued impotente. De manera que este pasaje lo podemos
comprender como una ilustracin de lo que Cristo ha dicho a sus discpulos; en l demuestra
que lo viejo no puede recibir lo nuevo, y lo hace indicando que l mismo no pudo manifestar
su poder entre sus antiguos amigos, entre su propia familia.
Ya hemos dado una lnea de significados a todo cuanto se registra en el captulo xiii de
Mateo, y hemos visto que todo encaja en un marco comn de significado. Finalmente, hemos
visto que la respuesta afirmativa de los discpulos, creyendo que comprendan, demuestra lo
contrario, demuestra que no comprendan, y una vez que en el hombre se siembra la semilla
del reino de los cielos, cambia desde el comienzo mismo y queda mezclada con las antiguas
opiniones y las antiguas maneras de pensar, de suerte que la cizaa crece junto con el trigo.
CAPTULO XII
JUDAS ISCARIOTE

Uno de los incidentes ms extraos que registran los Evangelios es la traicin de Cristo por
Judas Iscariote. Tal como aparece en el relato es algo inexplicable. Cristo ense abierta-
mente. Cualesquiera de las autoridades que hubiesen querido detenerle, judas o romanas,
hubiesen podido hallarlo con facilidad. Mientras ms se estudia este incidente y todo aquello
con l relacionado, ms obvio se hace que representa algo, que lleva tras de s un significado
interior. Dicho en otras palabras. Judas traicion a Cristo en un sentido muy diferente del
sentido literal. Claro es que Judas simboliza una subvaloracin, una mala comprensin y,
finalmente, una traicin a la enseanza de Cristo. Dirigindose a sus discpulos, Cristo dice:
"No he escogido yo a vosotros doce y uno de vosotros es diablo?" Se refiere a Judas
Iscariote. Sin embargo, ha de notarse que Cristo escogi a Judas. "No he escogido yo a
vosotros doce y uno de vosotros es diablo?" (Juan vi, 70). Judas le fall a Cristo, como
tambin le fall Simn Pedro. Pero debemos comprender que la falta de Simn Pedro
simboliza algo completamente distinto a la de Judas Iscariote. Pero ambos representan algo.
Pedro neg a Cristo tres veces, o sea que lo neg por completo, y Cristo lo muestra
representando a la Iglesia. Pero Judas no representa a la Iglesia que pas al mundo y que siglo
tras siglo luch contra la violencia y la bestialidad del hombre en la Tierra, permitiendo que
existiera la cultura. El sentido interior de una enseanza acerca del reino de los cielos tiene
que, eventualmente, perderse poco a poco en medio de las exterioridades, de los ritos, de las
disputas acerca de las palabras, etc. O sea que Cristo, que es el significado ms ntimo y ms
puro de la enseanza misma, tiene que ser negado en el proceso del tiempo. Pero toda
enseanza acerca del nivel superior de la evolucin del hombre va seguida de una nueva
enseanza. La enseanza llega nuevamente. Cristo habla acerca de su segunda venida y
pregunta: "Cuando el Hijo del Hombre viniere, hallar fe en la Tierra?" (Luc. XVIII, 8). Las
tres negaciones de Pedro y el fracaso final de la fe en la Tierra a la consumacin de la poca
estn conectadas entre s y fueron previstas en el pasaje anterior. Pero las cosas no se juzgan
por su estado final en el tiempo. Se trata de toda la "poca", o sea de la totalidad de la vida de
una cosa, el da completo, no la ltima hora de oscuridad ni sus ltimos momentos. Se
estableci la Iglesia. Creci y prevaleci contra el mal. No se presenta a Pedro repudiando a
Cristo, sino negndolo una vez, dos veces y una tercera vez (plenamente) y de noche, al final
del da; o, mejor dicho, antes que comience un nuevo "da", cuando canta el gallo. Pero a
Judas s que se le presenta repudiando a Cristo por completo. No lo neg sino que lo rechaz.
Se le presenta como a un hombre que hubiese pensado de Cristo como de un ser ordinario,
pero inocente. Se registra que cuando se "arrepinti", habl de Cristo como de un ser
inocente. En Mateo se muestra a Judas en su arrepentimiento, y dice as:
"Entonces Judas, el que le haba entregado, viendo que era condenado, volvi arrepentido
las treinta piezas de plata a los prncipes de los sacerdotes y a los ancianos. Diciendo: Yo
he pecado entregando la sangre inocente. Mas ellos dijeron: Qu se nos da a nosotros?
Viraslo t'. 'Y arrojando las piezas de plata en el templo, partise; y fue y se ahorc." (Mat.
XXVII, 3-5.)

Ac se dice que Judas "se arrepinti". Pero el vocablo que se utiliza en el griego nada tiene
que ver con el trmino , que significa cambiar de manera de pensar, o sea la clase de
arrepentimiento que ense Cristo. Quiere decir "estar preocupado". Pensaba en realidad
Judas que haba pecado nicamente al traicionar sangre inocente, o saba quin era Cristo? Si
lo saba, cmo pudo obrar de esa manera? Exista alguna razn? Era necesario que alguno
de los discpulos representase el repudio de Cristo por los judos, y era necesario que
desempease un papel tan difcil como Juan el Bautista tuvo que asumir su propio y difcil
papel de heraldo? Hemos visto cmo Juan el Bautista indica que le mandaron, que le fueron
dadas instrucciones. Dice: "... el que me envi a bautizar con agua, aqul me dijo: Sobre
quien vieres descender el Espritu y que reposa sobre l, este es el que bautiza con Espritu
Santo" (Juan I, 33). Hay alguna indicacin de que a Judas tambin le dijeron, que le dieron
instrucciones? S. Hay dos pasajes que sealan que Judas obr por rdenes del propio Cristo.
En Mateo (XXVI) se registra que despus que Judas le hubo besado para dar la seal de la
detencin, Jess le dijo: "Amigo, a qu vienes?" Y en Juan (XIII) las palabras de Jess a
Judas durante la ltima cena son significativas y parecen representar una orden. Los
discpulos haban pedido a Cristo que les dijese cul de ellos iba a entregarle.
"Respondi Jess: .Aqul es a quien yo diere el pan mojado. Y mojado el pan, diolo a
Judas Iscariote, hijo de Simn. Y tras el bocado Satans entr en l. Entonces Jess le dice:
Lo que haces, hazlo ms prestos. Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendi a qu
propsito dijo esto. Porque los unos pensaban, porque Judas tena la bolsa, que Jess le
deca: Compra lo que necesitamos para la fiestas, o que diese algo a los pobres. Como l
pues hubo tomado el bocado, luego sali y ya era de noche." (Juan XIII, 26-30.)

Qu era el pan mojado, el bocado, y qu contena de suerte que expresamente se diga: "Y
tras el bocado Satans entr en l"? Quiz contuviese alguna sustancia que hizo posible el que
Judas cumpliese con lo que se le haba mandado hacer y que, de otro modo, tal vez no lo
hubiese hecho. Pues Jess con mucha claridad le dice que debe ir y obrar. Le indica: "Lo que
haces, hazlo ms presto". Y el relato nuevamente pone nfasis en la importancia del pan
mojado, del bocado, pues agrega: "Como l pues hubo tomado el bocado, luego sali y ya era
de noche". No indica que el bocado fuese la seal dada. Ms bien muestra que despus del
bocado Judas tuvo el poder de obrar mal. Le sobrevino un cambio. Y ms tarde, durante su
conversacin con Pilatos, Jess le dice que no hubiese tenido ningn poder sobre l si no
hubiese sido por Judas: "Ninguna potestad tendras contra m si no te fuese dada de arriba; por
tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene" (Juan XIX, 11). Se vio Judas
obligado a obrar como lo hizo? Obr de modo inconsciente por la clase de hombre que era?
U obr conscientemente y con toda deliberacin carg sobre s mismo con una parte, con un
papel que tena que representar? De una cosa s podemos estar ciertos: Judas cumpla con las
escrituras. Por lo menos, en este sentido represent un papel. A menudo los Evangelios dicen
que ciertas cosas se hacen de la manera como se hacen a fin de que se cumplan las escrituras.
Aun se registra al propio Cristo diciendo a sus discpulos "que era necesario que se
cumpliesen todas las cosas que estaban escritas sobre m en la ley de Moiss y en los profetas
y en los salmos" (Luc. XXIV, 44). A travs de todos los Evangelios se indica que Cristo
actuaba con deliberacin y que eligi a sus discpulos, incluyendo a Judas, a fin de que
representasen los papeles que tenan que desempear en el gran drama que haba sido previsto
y cuyos detalles haban sido arreglados minuciosamente. La primera figura que aparece en
este drama es Juan el Bautista, quien ya haba realizado su papel. Cristo advirti a sus
discpulos que sera crucificado. En el Evangelio de Juan se relata que cuando Andrs y
Felipe le dicen que ciertos griegos han llegado a verle, l acepta esto como una seal de que
ha llegado la hora, y dice: "La hora viene en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado"
(Juan XII, 23). Llama a sus discpulos aparte y les advierte qu clase de muerte es la que
habr de sufrir. No trata de evitar semejante destino, sino que dice: "A este fin yo he nacido".
En todos los detalles se subraya que deben cumplirse las escrituras. Cuando los soldados
llegaron a prender a Jess, ste reprendi a Pedro por tratar de detenerlos, diciendo: "Acaso
piensas que no puedo orar ahora a mi Padre y l me dar ms de doce legiones de ngeles?
Cmo pues se cumplirn las escrituras, que as conviene que sea hecho? .. Mas todo esto se
hace para que se cumplan las escrituras de los profetas" (Mat. XXVI, 53, 54, 56).
En este drama, conscientemente representado y cuyo cumplimiento estaba previsto. Judas
Iscariote tena que desempear el ms difcil de todos los papeles. Consideremos en qu
forma dio cumplimiento a las escrituras. Despus de haber arrojado las treinta piezas de plata
en el santuario y de haber ido a colgarse, se dice en Mateo:
"Y los prncipes de los sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lcito
echarlas en el tesoro de los dones porque es precio de sangre. Mas habido consejo
compraron con ellas el campo del alfarero, por sepultura para los extranjeros. Por lo cual
fue llamado aquel campo. Campo de Sangre, hasta el da de hoy. Entonces se cumpli lo que
fue dicho por el profeta Jeremas, que dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del
apreciado, que fue apreciado por los hijos de Israel." (Mat. XXVII, 6-9.)

Resulta claro que Judas actu como lo hizo en cumplimiento de las escrituras. O sea que obr
como deba. Pero actu consciente o inconscientemente?
Examinemos aquella parte de las antiguas escrituras que el tena que cumplir. No se encuentra
en Jeremas, sino en Zacaras. El profeta describe cmo el Seor le dice que alimente a cierto
rebao, o sea, en este caso, a cierta parte del pueblo judo. Para este fin tom dos caminos, o
sea que les ense a travs de dos fuentes de poder (pues un cayado representa poder), uno de
los cuales se llama Suavidad o Gracia, y el otro Ataduras (o Unin). Son el Bien y la Verdad
de la enseanza; y dice:
"Apacent pues las ovejas de la matanza, es saber, los pobres del rebao. Y me tom dos
cayados: al uno puse por nombre Suavidad, y al otro Ataduras; y apacent las ovejas. E hice
matar tres pastores en un mes y mi alma se angusti por ellos, y tambin el alma de ellos me
aborreci a m. Y dije: No os apacentar: la que muriere, muera; y la que se perdiere, se
pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compaera."

Todo esto significa que esta enseanza no fue recibida. Morir significa ac la muerte interior
que ocurre cuando se pierde de vista el Bien, y el profeta contina:
"Tom luego mi cayado Suavidad y quebrlo, para deshacer mi pacto que concert con todos
los pueblos. Y fue deshecho en ese da y as conocieron los pobres del rebao que miran a mi,
que era la palabra de Jehov. Y djeles: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no,
dejadlo. Y pesaron para mi salario treinta piezas de plata. Y djome Jehov: chalo al
tesoro, hermoso precio con que me han apreciado. Y tom las treinta piezas de plata y
chelas en la casa de Jehov al tesorero. Quebr luego el otro mi cayado Ataduras para
romper la hermandad entre Judo. e Israel." (Zac. XI, 7-14.)

La conexin obvia entre este pasaje y la tragedia de Judas estriba en el avalo que se hizo del
profeta, y el avalo de Cristo en treinta piezas de plata. En los versculos ya citados se ve
claramente una referencia a la enseanza: La frase: "Y djome Jehov: chalo (las 30 piezas
de plata) al tesoro, hermoso precio con que me han apreciado", tiene un significado mordaz
como si dijese: "Mirad qu maravilloso valor me dan!" Judas tuvo que representar todo esto,
representar el fracaso de la enseanza en el sentido interior. Tuvo que simbolizar con dinero
literal la valorizacin de Cristo y de su enseanza que en los versculos de Zacaras fue
cumplido por quienes recibieron una enseanza similar del profeta.
Si Judas Iscariote fue un hombre malo de veras, por qu los discpulos no dicen nada contra
l? Haba sido elegido por Cristo, y estuvo con l por un tiempo, algo as como tres aos, o
sea durante todo el periodo completo de la enseanza de Cristo. Esto tiene un significado
histrico, pues tres significa siempre algo completo, algo pleno. Ninguno de los tres primeros
autores del Evangelio dice nada contra Judas. Cuando durante la Ultima Cena Cristo anuncia
que uno de ellos le entregar, ni siquiera se registra una sospecha de que pueda ser Judas.
Marcos dice que uno por uno los discpulos preguntaron a Cristo: "Soy yo?" Y Juan dice que
"entonces los discpulos mirbanse los unos a los otros, dudando de quin deca". Aun cuando
Judas sali siendo ya noche, tras haber recibido el bocado y la orden de Cristo, se recalca en
forma especial que "ninguno de los que estaban a la mesa entendi a qu propsito dijo esto"
(Cristo a Judas) (Juan xiii 28). Ni tampoco hay comentario alguno por el autor de este
Evangelio.
APNDICE

El hombre sin traje de bodas llega al reino de los cielos. Si; sube y no debiera. Por qu
medios sube? Aparentando en forma muy inteligente. La parbola se relata en Mateo:
"El reino de los cielos es semejante a un hombre rey que hizo bodas a su hijo y envi sus
siervos para que llamasen los llamados a las bodas; mas no quisieron venir. Volvi a enviar
otros siervos, diciendo: Decid a los llamados: he aqu mi comida he aparejado, mis toros y
animales engordados son muertos, y todo est prevenido: venid a las bodas. Mas ellos no se
cuidaron y se fueron, uno a su labranza y otro a sus negocios; y otros tomando a sus siervos
los afrentaron y los mataron. Y el rey oyendo esto se enoj; y enviando sus ejrcitos destruy
a estos homicidas, puso fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: Las bodas a la
verdad estn aparejadas; mas los que eran llamados no eran dignos. Id pues a las salidas de
los caminos, y llamad a las bodas a cuantos hallareis. Y saliendo los siervos por los
caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos: y las bodas fueron
llenas de convidados. Y entr el rey para ver los convidados, y vio ah a un hombre no
vestido de boda. Y le dijo: Amigo, cmo entraste aqu no teniendo vestido de boda? Mas
l cerr la boca. Entonces el rey dijo a los que le servan: Atado de pies y de manos
tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera: all ser el lloro y crujir de dientes. Porque
muchos son llamados, y pocos escogidos." (Mat. XXII, 2-14.)

Quines eran los invitados? Tmese nota que fueron hallados a la salida de los caminos. Uno
de ellos no tiene traje de bodas.
Un hombre alcanza cierta comprensin. Comprende hasta cierto punto. Va a continuar en
pos de aquello que comprende? Llega a la salida de los caminos. Ha recibido intelectualmente
lo que se le ense, porque para poder llegar a la "salida de los caminos" tiene que haber
recibido cierta enseanza. Puede haber predicado, puede haber persuadido a miles con su
retrica. Pero crea en su interior aquello que enseaba exteriormente? Este hombre se
encuentra sin traje de bodas y no lo lleva porque no tiene intencin alguna de creer en lo que
ha dicho. No cabe duda de que aparenta ser bueno, carioso, sufrido, paciente y caritativo.
Utiliza las palabras apropiadas. Engaa a todos. Puede monear cualquiera de las virtudes.
Pero interiormente no cree en nada. Todo es teatro externo. Cuando llega a colocarse bajo la
poderosa luz de quienes son mucho ms conscientes que l, deja de engaar. Se advierte su
falta de creencia interior. En lo interno est desnudo. Un traje de bodas significa desear la
unin. La boda es la unin con aquello que est ms all de uno mismo, y no con uno mismo.
Esto slo puede venir del Hombre Interior en cada cual. El hombre sin traje de bodas es todo
egosmo, todo apariencia, todo reputacin. Todo cuanto hace lo efecta para si. No ama a
nadie sino a s mismo. Pero sabe representar bien, es un buen comediante. Es un actor
, un hipcrita. Exteriormente parece que cree lo que dice. Interiormente no cree
nada. De suerte que en lo intimo no tiene un traje de bodas. No quiere que su ser se una con lo
que ensea: cuando llega hasta aquellos cuya visin puede penetrar las apariencias externas,
se ve con claridad que no lleva traje de bodas. No tiene deseos de unirse a lo que ensea.
Porque no posee ninguna bondad en s mismo. Aun cuando ensease la Verdad, no se unir a
ella.

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