Movimientos Sociales
Movimientos Sociales
Movimientos Sociales
EN AMRICA LATINA
Movimientos sociales en America Latina : perspectivas, tendencias y casos / Paul Almeida ... [et
al.] ; editado por Paul Almeida ; Allen Cordero Ulate. - 1a ed . - Ciudad Autnoma de Buenos
Aires : CLACSO, 2017.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
Traduccin de: Eugenia Cervio.
ISBN 978-987-722-244-9
1. Movimiento Social. 2. Conflictos Sociales. 3. Ciencias Sociales. I. Almeida, Paul II. Almeida,
Paul, ed. III. Cordero Ulate, Allen, ed. IV. Cervio, Eugenia, trad.
CDD 303.6
MOVIMIENTOS SOCIALES
EN AMRICA LATINA
PERSPECTIVAS, TENDENCIAS Y CASOS
PAUL ALMEIDA
ALLEN CORDERO ULATE
(Editores)
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ISBN 978-987-722-244-9
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La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a
los autores firmantes, y su publicacin no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.
NDICE
David Ortiz
4. Represin estatal y movilizacin en Amrica Latina | 81
Lynn Horton
6. Movimientos de mujeres en Amrica Latina | 143
Ian Breckenridge-Jackson, Natasha Radojcic,
Ellen Reese, Elizabeth Schwarz y Christopher Vito
7. Los movimientos sociales latinoamericanos y el proceso
del Foro Social Mundial | 159
Robert Mackin
8. Teologa de la Liberacin y movimientos sociales | 181
Federico M. Rossi
9. Ms all del clientelismo: el movimiento piquetero
y el Estado en Argentina | 211
Eduardo Silva
10. Desarrollos, polticas y movimientos de los pueblos indgenas
en Ecuador y Bolivia | 235
Mara Incln
11. Oportunidades como puertas corredizas: Los zapatistas
y su ciclo de protestas | 259
Giovanni Beluche V.
12. Panam: levantamientos obreros, indgenas y populares
en Bocas del Toro | 293
Sujatha Fernandes
14. Movimientos sociales urbanos en Venezuela | 341
Moiss Arce
19. Protesta y movimientos sociales en Per | 477
Marcela Velasco
20. Movimientos sociales contenciosos en Colombia, 1958-2014 | 503
Eugenio Sosa
22. El movimiento contra el golpe de Estado en Honduras | 539
NDICE ONOMSTICO |
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INTRODUCCIN:
MOVIMIENTOS SOCIALES
EN AMRICA LATINA
1
MOVIMIENTOS SOCIALES
EN AMRICA LATINA
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Paul Almeida y Allen Cordero Ulate
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24
Paul Almeida y Allen Cordero Ulate
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PARTE I:
AVANCES CONCEPTUALES
Y TERICOS
2
Christopher Chase-Dunn;
Alessandro Morosin y Alexis lvarez*
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Christopher Chase-Dunn; Alessandro Morosin y Alexis lvarez
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Christopher Chase-Dunn; Alessandro Morosin y Alexis lvarez
Grfica 2.1
Oleadas de colonizacin y descolonizacin desde 1400 cantidad de colonias europeas
establecidas y cantidad de descolonizaciones.
35
30 Amrica Latin
a
25
20
15
10
5 Estados Un
idos
0
year
1435
1460
1485
1510
1535
1560
1585
1610
1635
1660
1685
1710
1735
1760
1785
1810
1835
Total descolonizacin
1860
1885
1910
1935
1960
Total colonizacin
1985
Fuente: elaboracin propia en base a Henige (1970).
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Cuadro 2.1
Posicin de los regmenes progresistas de Amrica Latina en el sistema-mundo,
1959-2014 (porcentajes de la columna Total).
Total 6 16 22
RESULTADOS Y DEBATE
Los resultados son complejos por el hecho de que los pases perifri-
cos son ms conservadores y ms radicales que los pases semiperi-
fricos, como muestra el Cuadro 2.1. Pero la Grfica 2.2 demuestra
que los pases semiperifricos abrieron el camino hacia la marea rosa
en Amrica Latina. Los pases semiperifricos ms innovadores (por
ejemplo, Venezuela a fines de los 1990, seguido por Brasil en los pri-
meros aos de los 2000) comenzaron a experimentar con formas pro-
gresistas de gobierno, y las periferias (por ejemplo, Bolivia, Ecuador
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Grfica 2.2
Cantidad de transiciones a regmenes reformistas o anti-sistmicos por ao,
ponderadas por la cantidad de pases de las dos zonas del sistema-mundo
0,8
0,6
0,4
0,2
0
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2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Fuente: elaboracin propia en base a datos disponibles.
global puede ayudar a que las amplias mayoras entiendan los desa-
fos y oportunidades que enfrentan las formas emergentes de solida-
ridad transnacional en el sigloXXI.
La marea rosa latinoamericana puede ser solo una etapa de la
revolucin mundial a largo plazo, que viene a hacer frente con mayor
coherencia al capitalismo global, en ms regiones del mundo en el
sigloXXI. A escala mundial, muchos de los movimientos de protesta
nacionales que han estado en la vanguardia (Egipto, Tnez, Turqua,
Brasil y Bulgaria) y mantuvieron una radicalizacin nacional (Gre-
cia, el pas de la Eurozona donde las protestas contra el ajuste han
resultado ser las ms duraderas y contundentes) son de sociedades
semiperifricas. A medida que progresemos en lo que parece ser una
nueva etapa de la revuelta global, ser importante continuar estu-
diando el papel de los movimientos sociales latinoamericanos, y a la
semiperiferia del mundo en general.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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Christopher Chase-Dunn; Alessandro Morosin y Alexis lvarez
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3
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turales pueden ser tiles para los investigadores que deseen entender
el surgimiento, la evolucin y los logros de los movimientos sociales
en Amrica Latina hoy, as como de aos anteriores, y captar mejor
cmo, cundo y por qu los movimientos de la regin han cambiado
con el paso del tiempo.
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Timothy Wickham-Crowley y Susan Eva Eckstein
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ayudan a dar cuenta de las condiciones bajo las cuales las identidades
particulares salen a la palestra, inducen a la formacin de movimien-
tos sociales y delinean sus resultados; al hacerlo profundizan la com-
prensin de los movimientos en los que se enfocan quienes analizan
los NMS. En tercer lugar, identifican las condiciones bajo las cuales
los rituales, valores, tradiciones e ideologas distintivas adquieren sig-
nificado e influyen en los movimientos sociales. No obstante, an po-
dramos argumentar que los movimientos sociales no estn determi-
nados mecnicamente por las caractersticas de la estructura social.
Son histricamente contingentes, varan con las condiciones locales,
que tambin incluyen lo que los socilogos llaman agencia: las ini-
ciativas de personas comunes, activistas y lderes. Las personas suje-
tas a injusticias similares, reales y percibidas, pueden responder a es-
tas de forma diferente, aunque sobre todo bajo condiciones limitadas.
Las personas pueden tolerar las desigualdades y las injusticias
que experimentan, incluso de mala gana, por la mera razn de que
sienten que su situacin es inmutable. Pueden recurrir a soluciones
individuales, tales como salir de las relaciones que no les gustan, por
ejemplo, a travs de la migracin o del cambio de trabajo (cfr. Hirs-
chman, 1970). Sin embargo, en lugar de eso, tambin pueden movi-
lizarse colectivamente para mejorar su situacin cuando creen que
las condiciones son propicias. Los desfavorecidos econmicamente
pueden realizar huelgas, organizar cortes de rutas y mucho ms para
interrumpir la produccin y la economa. Estas son las armas de
los dbiles, que son ms propensos que aquellos con ms recursos y
mejor conectados de optar por las formas colectivas de resistencia,
precisamente porque los canales institucionales para resarcir sus pri-
vaciones tienden a estar cerrados o trabajan en su contra. Asimismo,
las clases media y alta tambin pueden movilizarse por el cambio.
Aunque sus posiciones ms dominantes en las jerarquas sociales,
econmicas y polticas suelen trabajan a su favor y les proporcionan
acceso a canales informales entre bambalinas, as como a canales
formales para lograr los cambios que codician, cuando esos canales
dejan sus problemas sin resolver ellos tambin pueden recurrir a mo-
dos colectivos de resistencia.
Si estamos en lo cierto de que lo poltico tambin es central
en los movimientos sociales, desde sus formaciones a sus resultados,
los Estados y las estructuras polticas tambin deben ser tenidos en
cuenta. Los tericos de los NMS han tratado de abordar el Estado y
su insercin en la sociedad en general. No obstante, el Estado es
ms que un simple interlocutor de las demandas y el activismo del
movimiento social, como lo denomina Escobar (Escobar y lvarez
1992: 83). En esto, el Estado con todo su poder y materialidad ocupa
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Timothy Wickham-Crowley y Susan Eva Eckstein
una posicin nica vis a vis los reclamos de muchos movimientos so-
ciales y la manera de corregirlos; su rol en los movimientos sociales
debe entenderse con claridad, analtica y empricamente.
Los repertorios del movimiento social, a su vez, se han visto afec-
tados por la interaccin de la estructura social con la cultura y, tam-
bin, por las estructuras estatales y las polticas de Estado, y por las
caractersticas de la economa poltica en las que se despliega la vida
de los pueblos. Charles Tilly y sus colaboradores sealaron claramen-
te hace dcadas que los repertorios de la resistencia popular han va-
riado a lo largo del tiempo, segn el cambio de condiciones (Shorter
y Tilly, 1974; Tilly y Tilly, 1981; Tilly et al., 1975; Tilly, 1978, 1995). Por
ejemplo, en Europa el repertorio vir de los disturbios por alimen-
tos, resistencia a la conscripcin, rebelin contra los recaudadores
de impuestos y ocupaciones de tierras y bosques organizadas a las
manifestaciones, asambleas de protesta, huelgas y mtines electorales
entre los siglos XVIII y XIX. Tilly y sus colaboradores sealaron que
en el sigloXX se hicieron ms comunes las actividades proactivas y
duraderas de las asociaciones a gran escala con un propsito espe-
cial. Segn ellos estos cambios se remontan a la mayor concentracin
econmica y la proletarizacin, por un lado, y al creciente poder del
Estado y la institucionalizacin de la democracia liberal, por el otro.
En esencia, como el locus del poder en la sociedad cambi, se alte-
raron los intereses, las oportunidades y capacidades para la accin
colectiva de la gente comn. Entre nuestros propios casos latinoa-
mericanos tratados en este documento tambin pudimos observar
elementos cambiantes en los repertorios de resistencia nacionales y
grupales, los cuales mostraron e incluso explayaron su ya rica varie-
dad de protestas colectivas, como veremos a continuacin en nuestras
discusiones empricas.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
uno de estos tipos merece atencin, y todos son relevantes para las
discusiones que realizaremos aqu.
Diferencias de clase. En Clases, Estamentos y Partidos Weber
(1978: 926-940) sostuvo que las diferencias de clase radican en dos
patrones de desigualdad econmica diferentes: la propiedad (o no) de
la propiedad privada productiva reconoce que los marxianos acer-
taron al subrayar ese fenmenopero tambin las posibilidades de
vida en el mercado. As, para Weber la propiedad/desposesin junto
a las desigualdades en el mercado se combinan para definir las po-
siciones de clase social. Con respecto a los elementos de desigualdad
en el mercado, Weber tambin estableci un esquema tripartito para
el estudio de los conflictos de clase; y ese argumento luego fue sutil-
mente reelaborado por Norbert Wiley (1967). Tres tipos de relaciones
de clase, de dominantes/subordinados, emergen dondequiera que se
cristalicen los sistemas de mercado capitalistas, que representan al
crdito, las materias primas y los mercados de trabajo. Respectiva-
mente, enfrentan a: acreedores y deudores, vendedores y comprado-
res, empleadores y empleados. Cada una de estas relaciones de mer-
cado tiende a generar presiones para el cambio desde el interior de
la clase ms vulnerable, que aparece segunda en la lista, y en cada
escenario ese grupo a menudo recurre a los gobiernos y operadores
estatales para el paliativo de sus males econmicos, cuando fracasan
las apelaciones o protestas interclasistas. Como seala Wiley, en cada
caso la clase baja est llevando a cabo una especie de socialismo, al
requerir la proteccin del Estado por su posicin ms vulnerable.
Distinciones estamentales. A diferencia de las posiciones de clase
que, en principio, son mutable si las personas pueden cambiar sus
perfiles de posesin de propiedades o sus (des) ventajas en el mer-
cado laboral, las distinciones estamentales normalmente se otorgan
al nacer, y tales posiciones entre los grupos de estatus privilegiado
normalmente estn asociadas con (los intentos de hacer valer) los mo-
nopolios de acceso a prerrequisitos, bienes y servicios especialmente
preciados; asimismo, estn simbolizadas por las distinciones rubrica-
das de los estilos de consumo entre tales grupos. En otra parte, We-
ber sostiene que los reclamos de estos monopolios u otros estndares
sociales jerrquicos pueden no solo estar respaldados por el propio
sistema legal, sino que tambin pueden ser mantenidos por controles
ms informales, arraigados en la costumbre y la convencin (Weber,
1978: 319-325). Sostiene que en el sistema de castas de la India ha
prevalecido una instancia de desigualdades estamentales excepcio-
nalmente agudas, que (indicativamente) durante mucho tiempo ha
sobrevivido su abolicin legal formal hace ms de medio siglo, coe-
tnea a la Independencia de la India. Si argumentamos por analoga,
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1 Se podra considerar que todas estas selecciones sobre el feminismo estn ejem-
plificadas en los Caps. 3, 8, 12.
2 Esa sugerencia socava el postulado magnfico de Starn en Escobar y lvarez
(1992: 95).
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los valores especficos por departamento de una variante del ndice de Desarrollo
Humano de las Naciones Unidas, que tambin incluye elementos igualmente ponde-
rados para la alfabetizacin y la esperanza de vida al nacer; los clculos se realizaron
utilizando los datos de Bolivia-PNUD (2004: 15-16, 18, 20, 151). Para consultar fuen-
tes excelentes sobre los eventos bolivianos a los que nos referimos ac, ver tambin:
Barr (2005); Crabtree (2005); Domingo (2005); Hylton y Thomson (2007); Olivera y
Lewis (2004); y, Postero (2010).
4 Carecemos de espacio suficiente aqu para seguir elaborando el tema. Para abor-
dajes ms completos, ver: Hammond (2009, 2013); Ondetti, (2008); Wright y Wolford
(2003); Navarro (2010); Carter (2010); y nuestro propio anlisis, ms breve, en Wic-
kham-Crowley y Eckstein (2010).
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PROTESTAS DE CONSUMIDORES
La crisis de la deuda en la regin en los aos 80 radicada en un pro-
fundo endeudamiento con la banca extranjera para financiar el desa-
rrollo, seguido por las dificultades para pagar el prstamo debido a la
debilidad de los sectores de exportacin fueron el tiro de gracia para
el modelo nacionalista de desarrollo industrial que haba prevalecido
en la mayor parte de Amrica Latina durante dcadas. La sustitucin
de importaciones se desacredit, y la crisis de la deuda cre las condi-
ciones bajo las cuales los Estados Unidos y el Fondo Monetario Inter-
nacional (FMI) presionaron para la reestructuracin econmica. Los
gobiernos latinoamericanos recortaron los subsidios de subsistencia,
a los que la poblacin urbana haba llegado a considerar que tena
derecho. El Estado se achic y, desde el punto de vista de muchas
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Movimientos sociales en Amrica Latina
7 En los aos 60, los telogos latinoamericanos formularon una doctrina social
de inspiracin bblica que abogaba por una opcin preferencial por los pobres.
En consecuencia, las luchas de subsistencia se convirtieron en uno de sus focos de
preocupacin.
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PROTESTAS DE DEUDORES
Aunque las clases ms privilegiadas suelen abordar sus preocupacio-
nes econmicas a travs de los canales institucionales y sus vncu-
los informales con los polticos, cuando estos fracasan, han formado
movimientos propios como vimos anteriormente en el caso de Boli-
via. Estos han incluido movimientos que abordan sus preocupacio-
nes financieras. Los movimientos de clase media basados en cues-
tiones econmicas, en los ltimos aos se han centrado en mitigar
sus deudas, especialmente cuando los gobiernos devalan la moneda
nacional en respuesta a la crisis institucional. En Mxico en 1993, y
varios aos despus en Brasil, por ejemplo, surgieron movimientos de
deudores para presionar a sus respectivos gobiernos para que abor-
daran y mitigaran sus obligaciones con los prestamistas (Eckstein,
2002: 344-345). Luego, en Argentina en 2002, surgi un movimiento
denominado ahorristas, que inclua a quienes protestaban contra
el gobierno por las prdidas en sus cuentas de ahorros como conse-
cuencia del congelamiento bancario y las devaluaciones monetarias
orquestados por el Estado (Almeida, 2003: 352). En los casos de los
movimientos de deudores y ahorristas sealados aqu, las demandas
se han centrado en el requerimiento del paliativo estatal de deudas y
de obligaciones prestatarias (incluidas las regulaciones de los tipos
de inters).
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9 Por ejemplo, Huizer (1972: 3, 88-105) seala que solo en Bolivia hubo miles de
protestas indgenas, durante y despus de la era colonial.
10 Y para los movimientos europeos del sigloXIX, Craig Calhoun (1993) refuta enr-
gicamente las afirmaciones de los tericos de los NMS acerca de la supuesta novedad
de los elementos culturales y de la formacin de la identidad colectiva.
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de Orrin Starn sobre Per (1992), donde les dice a los analistas que no
se pueden ignoran las motivaciones bsicas de los pueblos indgenas
arraigadas en las necesidades materiales y la escasez.
Varios analistas que observaron de cerca el movimiento ind-
gena masivo y actual en Ecuador plantearon el mismo punto: tan-
to Nathan Whitten (1996: 197-198) como John Peeler, este ltimo en
su ensayo en Eckstein y Wickham-Crowley (2003b: 266), informan
que los objetivos materiales/polticos fueron centrales en el mayor
levantamiento de pueblos indgenas en la historia ecuatoriana, que
estall en junio de 1990,11 un levantamiento que ha influido en otros
movimientos indgenas del pas en los aos posteriores. En Bolivia,
Felipe Quispe lidera un movimiento de base Aymara, el Movimiento
Indgena Pachakuti (MIP), que sita a la identidad indgena en el
centro de sus objetivos y de su propia imagen Sin embargo, incluso
estas cosas ciertamente no se reducen a una simple formacin de
identidad. Roxana Liendo, una ex trabajadora de una ONG familia-
rizada con su trayectoria dijo que: esto no es porque rechacen la
modernidad [...] sino que es un llamamiento codificado por justicia
social y mayor respeto. Ella tambin sostiene que estos mismos Ay-
maras todava estn pidiendo, especficamente, que se entreguen los
tractores prometidos hace mucho tiempo, entre otros productos de
tecnologa agrcola moderna a los que aspiran (Crabtree, 2005: 85-
86). Irnicamente, una extensa revisin de la literatura reciente so-
bre los movimientos indgenas, que argumenta desde la perspectiva
de la antropologa y en el modo de la teora de los NMS, en realidad,
confirma nuestro argumento sobre la centralidad de las cuestiones
materiales y polticas. Los autores sealan que [] el territorio lo-
grar derechos territoriales sigue siendo el principal objetivo de las
organizaciones indgenas (Jackson y Warren, 2005: 553, 564-566).
Charles Hale (2006: 271) ha realizado un argumento similar respec-
to a Guatemala (y ms all). As, a pesar de esto, la teora de los
NMS postula que el movimiento contemporneo en el que la raison
dtre descansa nica o principalmente en el estatus simblico de
las identidades colectivas es anmalo.
No es sorprendente que las demandas materiales, habitaciona-
les, polticas y educativas realizadas al Estado hayan sido frecuentes
entre los movimientos indgenas recientes, en especial los reclamos
por derechos y autonoma y, en ciertas instancias, la garanta de
las cuotas o cupos en la representacin poltica, el bilingismo y la
11 Sobre los movimientos indgenas en Ecuador, ver tambin Zamosc (1994) y Yas-
har (2005).
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Cuadro 3.1
Comparacin de las premisas clave de tres enfoques para la comprensin
de los movimientos sociales latinoamericanos contemporneos:
nuevos movimientos sociales (NMS), economa poltica y sociologa poltica
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Movimientos sociales en Amrica Latina
CONCLUSIONES
En el Cuadro 3.1 hemos resumido los diversos enfoques del estudio
de los movimientos sociales discutidos en este ensayo. Esos comenta-
rios tabulados y abreviados abarcan los estudios realizados en Am-
rica Latina, pero adems pueden considerarse aplicables ms all
de Amrica Latina. En un sentido similar, las particularidades de
los tres enfoques tambin sugieren lineamientos conceptuales ms
amplios que los que se encuentran en nuestro ensayo.
Los estudios y la teorizacin sobre los nuevos movimientos so-
ciales en Amrica Latina fueron concebidos tanto para proporcionar
modelos de anlisis como para inspirar inquietudes por los nuevos ti-
pos de grupos y movimientos sociales, acaso relegados, pero cada vez
ms frecuentes en la regin. Buscaban y pretendan hacerlo desde
una nueva perspectiva, en la cual las cuestiones culturales y de iden-
tidad colectiva seran las herramientas conceptuales privilegiadas.
Desde la perspectiva de nuestro marco de sociologa poltica y
economa poltica, el estilo de la teorizacin de los NMS an no tiene
un pleno desarrollo y, ciertamente, no es representativo de la inves-
tigacin en curso sobre una variedad de movimientos sociales lati-
noamericanos. Por ejemplo, la teora de los NMS no puede explicar
la disminucin de movimientos histricamente importantes, como
las huelgas obreras, un cambio perfectamente inteligible desde la
perspectiva de la economa poltica. En las ltimas dcadas, adems,
los cambios polticos concomitantes en la regin, especialmente con
la re-democratizacin, han creado oportunidades novedosas para la
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BIBLIOGRAFA
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contention: Protest waves in authoritarian settings en American
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Timothy Wickham-Crowley y Susan Eva Eckstein
79
4
David Ortiz*
REPRESIN ESTATAL
Y MOVILIZACIN EN AMRICA LATINA
INTRODUCCIN
Los estudios de sociologa y ciencias polticas que revisitan la relacin
entre represin estatal y movilizacin son abundantes, la mayor parte
de esta investigacin explora los casos en el Norte Global, pero tam-
bin hay una bibliografa vasta que analiza el rol de la represin y la
movilizacin en Amrica Latina (por ejemplo, Brockett, 1991, 2005;
Eckstein, 2001; Almeida, 2003, 2008b; Carey, 2006; Trejo, 2012). La
represin estatal hacia la movilizacin es una forma particular de
control poltico en el que el propsito del control es prevenir o dis-
minuir los desafos directos y no institucionales al poder social, cul-
tural o poltico (es decir, protesta, activismo y movimientos sociales)
(Earl, 2011: 262). Por lo tanto, la represin estatal a las movilizaciones
se puede manifestar en formas muy diversas, que van desde las for-
mas no violentas y encubiertas a las violentas y hostiles (por ejemplo,
hostigamiento, censura, detenciones, amenazas, violencia policial,
desapariciones forzadas, masacres), pueden ser llevadas a cabo por
diferentes actores (por ejemplo, fuerzas armadas, fuerzas policiales,
escuadrones de la muerte), en diferentes niveles (nacional, estatal o
provincial y local) y sus caractersticas pueden variar segn el tipo de
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CONCLUSIN
En este captulo se traz el desarrollo de la movilizacin y de la repre-
sin del Estado en Amrica Latina, al observar dos perodos distintos
en la historia de la regin. Durante el perodo previo a la democrati-
zacin, los esfuerzos del movimiento social y la sociedad civil si bien
diversos y multifacticos por lo general, se movilizaron para lograr
instituciones polticas ms representativas y liberales y en contra de
los gobiernos autoritarios y en extremo corporativos de la regin. Las
respuestas del Estado a estos movimientos variaron segn los pero-
dos de liberalizacin moderada o de autoritarismo arraigado, dando
por resultado un patrn de movilizaciones basadas en las oportuni-
dades polticas o inducidas por las amenazas. Durante los aos 60
y 70, el aumento del autoritarismo y la represin brutal condujeron
a un perodo de radicalizacin del movimiento, con la aparicin de
grupos guerrilleros urbanos y rurales con repertorios contenciosos
violentos.
El perodo pos democratizacin cont con el crecimiento y la
diversificacin de los movimientos sociales, debido a la apertura de
nuevas oportunidades polticas instadas por el proceso de democra-
tizacin y la degradacin de los derechos sociales ocasionada por la
aplicacin de las polticas neoliberales. La movilizacin durante este
perodo no solo se realiz para avanzar en cuestiones de identidad,
reparar los derechos sociales o luchar contra las polticas neolibera-
les, sino tambin para crear formas ms directas de participacin de-
mocrtica y poltica que rompen con las relaciones de poder poltico
establecidas en la poltica institucional. En consecuencia, los reper-
torios contestatarios de los movimientos sociales tambin se amplia-
ron y diversificaron adaptndose al nuevo contexto democrtico ms
permisivo, deviniendo un poco menos radicales aunque perturbado-
res e, incluso, muy innovadores. Al mismo tiempo, las respuestas del
Estado a la movilizacin fueron menos abiertamente represivas y las
fuerzas militares fueron sustituidas por unidades profesionalizadas
de polica antidisturbios. La tortura generalizada, las violaciones fla-
grantes de los derechos humanos y desapariciones disminuyeron con-
siderablemente durante este perodo. An as, la brutalidad policial y
la violencia durante el control de las protestas son hechos habituales.
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LA ESTELA DE LUZ
La Estela de Luz es un monumento con incrustaciones de cuarzo de
341 pies de altura construido en la Ciudad de Mxico por el Gobier-
no Federal para conmemorar el Bicentenario de la Independencia de
Mxico (ver Imagen 5.1). Desde su inauguracin oficial y tarda en
enero de 2012, se ha convertido en un imn para las protestas y en el
smbolo del rgimen corrupto e insensible del Presidente Felipe Cal-
dern. Su historia no solo afirma la importancia de los artefactos
en las trayectorias de movilizacin, sino que tambin pone de relieve
la contestacin que a veces rodea su representacin, en este caso, el
conflicto entre el significado oficial de la Estela y el atribuido a esta
por los crticos del rgimen y, sobre todo, por el movimiento de am-
plia base social: el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
(MPJD). Para el Gobierno, en sus propias palabras, la Estela fue crea-
da como: un monumento para mirar al futuro, basado en la memo-
ria de nuestras luchas. Una Estela para conmemorar a los hombres
ms importantes de nuestra Nacin y a sus actos. Ubicada en Paseo
de la Reforma, un lugar lleno de historia. Estela de luz. Monumento
conmemorativo. Doscientos aos de ser orgullosamente mexicanos.1
Por el contrario, para el movimiento MPJD y muchos ciudadanos
mexicanos crticos del gobierno, la Estela representa la corrupcin, la
ineptitud y la falta de respuesta del Estado mexicano. Esta interpreta-
cin fue presentada por primera vez por los medios de comunicacin
crticos en 2011, y gan espacio en la opinin pblica cuando salieron
a la luz las revelaciones sobre sus costos inflados, secretos y amoros
ligados a su construccin. Todo esto representa algo acerca de lo
que nosotros, los mexicanos, hemos observado con respecto al pro-
cedimiento gubernamental oscuro, torpe y ofensivo, dejando hoy una
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2 En <http://nuestromedio.mx/colaboradores/el-mirador/3618-una-estela-de-
oscuridad>.
3 Ver <http://www.washingtonpost.com/world/the_americas/calderon-finishes-his-
six-year-drug-war-atstalemate/2012/11/26/82c90a94-31eb-11e2-92f0-496af-208bf23_
story_1.html>.
4 Otros casos de accin poltica motivados por tragedias personales son: el secuestro
y asesinato de Fernando Mart, hijo de Alejandro Mart, de 14 aos, copropietario de
una de las cadenas de artculos deportivos ms grandes de Mxico y fundador de
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Mxico SOS, una organizacin civil por la seguridad y la justicia. Otro caso es el
secuestro y asesinato de Hugo Alberto Wallace Miranda, hijo de Isabel Miranda de
Wallace, quien llev a cabo personalmente las investigaciones que condujeron a la
captura de los asesinos de su hijo y, ms tarde, fund la asociacin Alto al Secuestro;
incluso ha participado activamente con Mart y Sicilia en la redaccin de la Ley
General de Vctimas.
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5 Ver <http://articles.latimes.com/2012/feb/07/world/la-fgmexico-monument-
20120207>.
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6 Ver <http://lastresyuncuarto.wordpress.com/2012/01/11/lasuavicrema-de-luz/>.
7 Ver <http://www.adnpolitico.com/ciudadanos/2012/05/23/universitarios-
del-movimiento-yosoy132-marchan-porreforma>.
8 Ver <http://www.yosoy132media.org/>.
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ta. Entre los polticos, el vocero del PVEM, el presidente del PRI y
el lder de la Confederacin Nacional de Organizaciones Populares
del PRI pusieron en duda la identidad de los manifestantes, sem-
brando dudas sobre si eran estudiantes universitarios, implicando
que estaban presentes como agentes provocadores de otros partidos.
Estas declaraciones ultrajaban la autonoma de los estudiantes, al
minimizar la veracidad de sus preguntas y la autenticidad de su per-
formance de protesta. Los eventos en la Universidad tambin fueron
socavados por sectores de los medios de comunicacin que, o bien no
cubrieron el evento, o lo editaron eliminando las manifestaciones de
protesta. Adems, los peridicos vinculados a la Organizacin Edi-
torial Mexicana oficial, la mayor organizacin de medios de comuni-
cacin en Mxico,14 reportaron una actuacin exitosa y encantadora
de Pea Nieto justo lo contrario de lo que sucedi.
El presidente del PRI, Pedro Joaqun Coldwell, se refiri a los
estudiantes como un grupo de jvenes intolerantes como un grupo
de jvenes que no eran representativos de la comunidad Iberoameri-
cana.15 El lder de la Confederacin Nacional de Organizaciones Po-
pulares del PRI, Emilio Gamboa Patrn, declar que era responsa-
bilidad de las autoridades de la Ibero investigar quin haba estado
detrs de los estudiantes exactamente, quines haban protestado
contra la visita de Pea Nieto a la Ibero.16 Por ltimo, el vocero del
Partido Verde, Arturo Escobar, cuando narraba lo que estaba ocu-
rriendo en la universidad, dijo que los manifestantes no eran jvenes,
sino que tenan entre 30 y 35 aos de edad; que no eran ms de 20
y que eran grupos cercanos a Lpez Obrador.17 En una tergiversa-
cin an ms obtusa de la performance en la Ibero, los peridicos El
Sol de Mxico y La Crnica de Hoy publicaron en su pgina principal:
xito de Pea en la Ibero, pese al intento orquestado de boicot. En
cierto punto, y de forma similar a lo ocurrido en Egipto con los cana-
les ingls y rabe de Al Jazeera (Alexander, 2012: 68), los videos que
se difundieron en YouTube yuxtaponen el montaje pacfico, solidario
y afable transmitido por Televisa con las imgenes de los estudiantes
abucheando a Pea Nieto. Como sostuvo un observador: Fue incre-
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18 Ver <http://classwaru.org/2012/06/11/yosoy132-student-led-uprising-in-mexico-
an-interview-with-patrick-cuninghame-professor-mexico-city/>.
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CONCLUSIN
Este captulo se ha construido en base a la proposicin que donde
persisten residuos de un pasado menos democrtico, como es el caso
de Mxico y otros pases de Amrica Latina, los puntos de vista cul-
turales de la protesta social pueden ser particularmente tiles por-
que los canales directos de acceso poltico permanecen menos abier-
tos. Esta proposicin implica que para tener una mejor comprensin
de los movimientos sociales debemos reconocer a la cultura como
constitutiva de la poltica, advirtindonos contra la visin que per-
mea gran parte del trabajo actual sobre movimientos sociales, ya sea
desde la perspectiva del proceso poltico o el enfoque de los nuevos
movimientos sociales, de la cultura y la poltica como dos esferas
opuestas, adhiriendo a los trabajos recientes del anlisis cultural de
los movimientos sociales.
Se han identificado tres elementos bsicos de la sociologa de
la cultura particularmente relevantes para el estudio de la protesta
social: artefactos culturales, performances y pblicos. Con respecto
a los artefactos culturales, hemos sostenido que ofrecen al investi-
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PARTE II:
TEMAS CRTICOS
DE LA MOVILIZACIN POPULAR
CONTEMPORNEA
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MOVIMIENTOS DE MUJERES
EN AMRICA LATINA
INTRODUCCIN
La trayectoria de la movilizacin de las mujeres en Amrica Latina
contempornea incorpora avances importantes y desafos en curso.
Con una ola de reformas legislativas y normativas en toda la regin
las mujeres haban logrado, en gran parte, igualdad formal ante la
ley a fines de la dcada de 2000. Participan en trabajo remunerado
fuera del hogar, en un nmero considerable, y estn avanzando rpi-
damente en logros educativos. Sin embargo, las mujeres en Amrica
Latina todava se enfrentan a una serie de desafos vinculados a las
intersecciones de sus identidades de gnero, clase, raciales/tnicas.
En trminos econmicos, las mujeres se concentran en los empleos
precarios y mal pagados del sector informal. Ellas ganan en prome-
dio de 10% a 40% menos que los hombres y el 28% de los hogares
indigentes de la regin estn encabezados por mujeres (Banco Mun-
dial, 2012: 7, 23).
Los cupos de gnero, actualmente en vigor en una docena de pa-
ses de Amrica Latina, han aumentado la representacin poltica de
las mujeres, y sin embargo las mujeres siguen enfrentando barreras
de gnero para acceder y participar en las arenas polticas formales
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MARGINACIN POSTRANSICIN
La movilizacin de las mujeres por los derechos humanos, la supervi-
vencia familiar y el nacionalismo clasista sugieren que las demandas
que movilizan a las mujeres hacia la accin colectiva no pueden dar-
se por sentadas. Antes bien, son complejas y experimentan mltiples
fases en las que las demandas de gnero se vuelven ms o menos re-
levantes. Molyneux (1985) sugiri que las mujeres de bajos ingresos
tienden a dar prioridad a los intereses de gnero prcticos, a las ne-
cesidades de supervivencia del da a da, que no son necesariamen-
te analizados desde una perspectiva de gnero. Por el contrario, los
intereses estratgicos de gnero se centran en la igualdad de gnero
a largo plazo y la transformacin de roles y normas de gnero. In-
vestigaciones recientes sugieren que esto es ms complejo que una
simple dicotoma y que, durante los aos 90 y 2000, se registr un
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Lynn Horton
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7
INTRODUCCIN
Desde su asamblea fundacional en Porto Alegre, Brasil, en 2001, el
Foro Social Mundial (FSM) se ha convertido rpidamente en el ma-
yor encuentro internacional de activistas sociales progresistas que
buscan resistir a la globalizacin neoliberal y democratizar la eco-
noma global. El proceso del FSM, desde entonces, ha generado foros
locales, nacionales, regionales y temticos tanto en Amrica Latina
como en otros lugares del mundo. En estos encuentros, y el proceso a
travs del cual se organizan, los activistas de diferentes movimientos
intercambian ideas, construyen redes sociales y emprenden acciones
colectivas. Este captulo ofrece una breve descripcin de los orgenes
del proceso del FSM, de sus principales participantes y de cmo los
movimientos sociales de Amrica Latina se han relacionado con l y
lo emplean para promover sus objetivos. Los activistas latinoameri-
canos desempearon papeles clave en la formacin del FSM. Mien-
tras que esta experiencia ha ayudado a los movimientos sociales en
Amrica Latina y ms all a impulsar sus objetivos, la obtencin de
reconocimiento dentro de este proceso ha sido ms fcil para algunos
movimientos que para otros.
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foro social en otros contextos. Desde 2007 los encuentros del FSM
han terminado con una asamblea del movimiento social formal, en
la cual se emiten los llamados a la accin y solidaridad internaciona-
les, que luego se resumen y difunden. Este proceso ha contribuido a
promover diversos das internacionales de accin y campaas trans-
nacionales (Juris y Smith, 2011; Smith y Doerr, 2011).
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Cuadro 7.1
Asistencia al Foro Social Mundial
2008b Mundial
2010c Mundial
Fuente: De Sousa Santos (2004) y sitio web del Foro Social Mundial.
Notas: a. La reunin de 2006 se organiz en tres reuniones simultneas: en la ciudad de Caracas, Venezuela; Bamako, Mal; y Karachi,
Pakistn. Por consiguiente, estos datos representan solo uno de los tres encuentros. | b. La reunin de 2008 fue diseada como el Da
de Accin y Movilizacin y tuvo actividades en varias ciudades del mundo. | c. Los organizadores del foro del ao 2010 fomentaron la
creacin de foros a nivel nacional, regional y local; se produjeron ms de 35 encuentros.
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Cuadro 7.2
Foros regionales, locales y nacionales realizados
en Amrica Latina entre 2010 y 2012
Foro Ao Ubicacin
Foros regionales
Foros locales
Foros nacionales
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Foro Ao Ubicacin
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Cuadro 7.3
Caractersticas demogrficas de los participantes
del FSM 2005 (porcentajes vlidos; ponderados)
Ingls 18,8
Espaol 16,6
Portugus 64,6
Regin de residencia
Sudamrica 88,1
Europa 4,4
Asia 2,5
frica 1,7
Oceana 0,2
Gnero
Hombre 51,9
Mujer 48,1
Edad
18-25 45,9
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26-35 26,6
36-45 13,3
46-55 3,2
56-65 9,7
66 y ms 1,3
Etnia / Raza
Negro 18,4
Indgena 1,3
Blanco 44
Multirracial 10
Aos de escolaridad
0 0,2
1-5 1,8
6-10 6
11-15 42,9
16 y ms 49,1
Cuadro 7.4
Experiencias polticas y afiliaciones de los participantes
del FSM 2005 (porcentajes vlidos; ponderados)
0 60,7
1 20,3
2 10,3
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Ian Breckenridge-Jackson, Natasha Radojcic, Ellen Reese, Elizabeth Schwarz y Christopher Vito
3a5 8,7
6 y ms 0
Afiliaciones organizacionales
ONG 41,3
S 79,5
No 20,5
0 16,8
1 21,4
2a4 35,8
5 y ms 26
S 72,5
No 27,5
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CONCLUSIN
Emergente de los movimientos contra la globalizacin neoliberal y
con raigambre en el Partido de los Trabajadores de Brasil, el FSM se
ha convertido en el escenario mundial del encuentro internacional
de activistas sociales progresistas. Amrica Latina ha desempeado
un papel fundamental en el surgimiento y el xito del FSM, ya que
en 7 de los ltimos 12 aos se ha celebrado en ciudades de Brasil
o Venezuela. Amrica Latina ha sido un semillero de foros sociales
regionales, nacionales y subnacionales liderados por Brasil. Aunque
la presencia de polticos izquierdistas de Amrica Latina ha desper-
tado preocupacin con respecto a la autonoma del FSM de partidos
polticos y gobiernos, tambin resalta la influencia poltica de los so-
cialistas en la regin. Mientras que la lucha contra el neoliberalismo y
por la justicia global en general ha predominado en las reuniones del
FSM, varios movimientos que luchan por causas especficas y por los
derechos de determinados grupos marginados tambin han partici-
pado y luchado por una mayor visibilidad en este proceso. Al hacerlo,
han contribuido a profundizar la conciencia poltica de los activistas,
a construir alianzas y a fortalecer las diferentes campaas de los mo-
vimientos sociales en Amrica Latina y ms all.
Si bien los investigadores han explorado el proceso del FSM en
diversos contextos, es perentoria ms investigacin comparativa so-
bre cmo el proceso del FSM en Amrica Latina contrasta con aque-
llos de otras regiones. Adems, es necesaria una investigacin hist-
rica adicional sobre la relacin cambiante entre el proceso del FSM y
los partidos de izquierda, especialmente en el contexto de la reciente
muerte del Presidente venezolano Hugo Chvez, la figura ms pro-
minente de la marea rosa, y ms ampliamente por el ascenso y cada
de varios partidos socialistas y lderes. Desde su apogeo en 2005, la
asistencia al FSM ha disminuido, incluso en Brasil. Comprender los
factores que contribuyen a esta disminucin, y las implicancias del
aumento y la declinacin de la asistencia al FSM, tambin merecen
atencin acadmica.
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relacin con los derechos de las mujeres que trabajan fuera del hogar
(ver Dorr, 1992). Dicho esto, Althaus-Reid (2006) seala que los prime-
ros de liberacionistas, como Enrique Dussel, abogaron por la libera-
cin social y econmica, al tiempo que esperaban que se mantuvieran
las normas tradicionales de gnero. Althaus-Reid (2006) comenta que,
con el tiempo, los puntos de vista de Dussel sobre la igualdad de gne-
ro han evolucionado, pero no sus puntos de vista sobre la sexualidad.
Si bien los liberacionistas estaban claramente influenciados por
los puntos de vista tradicionales catlicos sobre cuestiones de gnero,
as tambin lo estaban los escritos de muchos de los primeros te-
logos de la liberacin feministas, que instaban a la valorizacin de
las mujeres pero no se oponan a las concepciones tradicionales de
gnero. En cambio, esencializaron a las mujeres como madres acto
conocido como mariologa en lugar de teorizar desde una perspecti-
va ms crtica sobre gnero y sexualidad (Althaus-Reid, 2006).
Mientras estos debates entre los telogos de la liberacin sobre
el gnero y la igualdad han seguido evolucionando, los especialistas
tambin han documentado el cambio de creencias y prcticas entre
los laicos. Estos expertos encontraron que los movimientos libera-
cionistas, especialmente las CEB, fueron cruciales en el desarrollo
de la conciencia feminista entre los participantes. Adriance (1995),
por ejemplo, encontr que la participacin en las CEB en las zonas
rurales de Brasil desempe un papel importante en el desarrollo de
la conciencia feminista entre las mujeres participantes que desarro-
llaron habilidades de liderazgo y comunicacin a travs de la lectura
compartida y el anlisis de la Biblia. Burdick (2004) sostiene que uno
de los legados de la teologa de la liberacin en Brasil es el incremento
espectacular de la atencin prestada por la Iglesia a la igualdad de
gnero, incluyendo las preocupaciones sobre abuso fsico y sexual de
mujeres y menores de edad en el hogar.
A pesar del efecto positivo observado en ideologas de gnero ms
igualitarias a partir de la participacin en las CEB, estas no deben ser
caracterizadas en trminos generales y sin sus particularidades. Hay
una variacin considerable entre los activistas de las CEB respecto
a sus puntos de vista sobre la igualdad de gnero y la poltica en ge-
neral (Drogus, 1992; Hewitt, 1991). Adems, mientras que los libera-
cionistas y los catlicos progresistas en general aceptan la igualdad
de gnero, muchos no se identifican como feministas. Si se toman en
consideracin los puntos de vista sobre el acceso al aborto legal y a la
anticoncepcin, hay an menos consenso entre los catlicos latinoa-
mericanos (Maier y Lebon, 2010).
Una explicacin de la relacin desigual y, por momentos, difcil
entre liberacionistas y feministas se debe al hecho de que, en Amrica
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INTRODUCCIN
Los piqueteros, movimiento de trabajadores desocupados de Argen-
tina, surgieron en 1996. Desde entonces se han desempeado, en la
arena sociopoltica argentina, como uno de los principales actores
contestatarios en la resistencia a las consecuencias sociales de las re-
formas neoliberales y en la lucha por la reincorporacin de los sec-
tores populares, durante casi dos dcadas. El nombre piqueteros se
basa en el tipo de accin de protesta que hizo que el movimiento fuera
pblicamente famoso: los piquetes / cortes de las principales rutas del
pas, en sus demandas por trabajo, subsidios de desempleo, alimen-
tos, etctera.1 Los piqueteros, como un conjunto de actores, cumplen
con los requisitos bsicos para ser considerados como un movimiento
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Cuadro 9.1
El movimiento piquetero
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6 Algunos estudios excelentes de la relacin hacia arriba entre los lderes de las
organizaciones y los miembros del movimiento son: Delamata (2004, 2005), Ferrauri
Curto (2006) y Quirs (2006), entre otros.
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7 Los piqueteros surgieron en los ltimos tres aos del segundo mandato de la
presidencia de Menem, lo que podra explicar la supuesta menor importancia de la
protesta si se mide todo el mandato sin tener esto en cuenta.
8 Estos resultados y conclusiones fueron recientemente confirmados y reiterados
por Franceschelli y Ronconi (2009), que utilizan un enfoque metodolgico diferente.
9 Por lo tanto, la imagen de un amplio electorado clientelar cautivo (estereotipado
por los medios de comunicacin y, a veces, adoptado irreflexivamente por los
acadmicos) en el caso que estoy analizando es empricamente inestable. Aunque
no deja de ser significativa, la dimensin de los crculos internos de los punteros
apenas puede dar cuenta de la conquista del voto y la construccin de consenso
electoral, que generalmente se atribuye al clientelismo. Si vamos a utilizar la palabra
clientelismo, por tanto, debemos restringirla al crculo interno de la experiencia
dxica (Auyero, 1999: 326).
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ESQUEMA DE INTERACCIN
El vnculo entre las instituciones del Estado y el movimiento piquete-
ro se forja a travs de canales formales e informales. El esquema de
interaccin se basa en un fundamento que, acertadamente, describe
uno de los intermediarios informales del Estado en la Casa de Go-
bierno que entrevist en 2008: la raz del problema siempre est en la
armonizacin de la red de intereses creados; hay una relacin basada
en intereses. Ya sea formal o informal, esta relacin opera a travs
de acuerdos personales y divisiones que casi siempre son de carcter
no oficial y que solo aplica a ciertos distritos o reas localizadas, algo
que el mismo intermediario estatal caracteriza como una institucio-
nalidad extraoficial que existe. El esquema de interaccin del movi-
miento piquetero con las instituciones del Estado se compone de dos
elementos principales:
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CONCLUSIN
En este captulo sostuve que las dimensiones que se basan en lo co-
lectivo son elementos explicativos ms contundentes del sendero to-
mado por los piqueteros, que las explicaciones individuales basadas
en la interaccin Estado-piqueteros. Mientras que en algunos casos
esto puede implicar un intercambio de recursos por apoyo o alguna
otra clase de bienes, como he demostrado, la relacin no es entre
individuos atomizados, sino antes bien entre grupos organizados que
se disputan el distrito electoral y los recursos en un territorio sujeto a
la tensin entre la gobernabilidad y la disrupcin. En otras palabras,
cuando la unidad de anlisis es el movimiento social, no estamos
tratando con individuos atomizados sino con grupos organizados.
Por esta razn, la relacin entre el Estado y los pobres urbanos, si se
organizaron en un movimiento, puede ser vista como un compuesto
polidico en lugar de un vnculo didico, con subdivisiones internas
que son cruciales (el Cuadro 9.1 sintetiza la diversidad interna del
movimiento piquetero).
Asimismo, desde un punto de vista poltico que excede lo conten-
cioso, pudimos ver que el esquema de interaccin de los piqueteros
con el Estado se basa en la combinacin de la evolucin de las polti-
cas pblicas en materia de desempleo y la tensin territorial entre la
bsqueda de gobernabilidad del Estado y capacidad del movimiento
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PARTE III:
LUCHAS INDGENAS
EN EL CONTINENTE
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Eduardo Silva*
PREPARANDO EL ESCENARIO
Los pueblos Indgenas de Bolivia y Ecuador comparten una larga
historia de centurias de conquista, dominacin y resistencia que se
remonta al 1500 (Stern, 1987). Ambos pases tienen grandes pobla-
ciones indgenas, predominantemente rurales, con importantes dis-
tinciones entre las naciones del altiplano y las tierras bajas; aunque
cercana al 60%, la poblacin indgena de Bolivia casi duplica a la de
Ecuador.1 En ambos pases la poblacin del altiplano es, por mucho,
ms numerosa, ms densa geogrficamente, ms homognea tnica
y culturalmente, tiene una historia ms larga e intensa de contacto
con la economa y la sociedad dominantes, y ha desarrollado una
agricultura de naturaleza campesina basada en pequeas unidades
de produccin. Por el contrario, los indgenas de las tierras bajas en
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NEOLIBERALISMO, 1984-2005
A medida que los sindicatos se debilitaban durante el perodo neoli-
beral en Bolivia y Ecuador, los movimientos de los pueblos indgenas
se levantaron para liderar la lucha contra los programas de reestruc-
turacin econmica de libre mercado. Se situaron en el centro de
las heterogneas coaliciones clasistas de izquierdas, movilizndose
contra las reformas del mercado y en pos del restablecimiento de los
esfuerzos por mayor desarrollo y bienestar impulsados por el Esta-
do. El perodo tambin presenci el resurgimiento de la identidad
indgena como un principio clave de organizacin; as, las demandas
combinaron los reclamos por la autonoma indgena con las necesi-
dades materiales. Adems, los movimientos indgenas crearon par-
tidos polticos para llevar su lucha directamente a la arena poltica.
Indios (FEI), creada entre lneas clasistas-campesinas en los aos 40. La reforma
agraria fue su mayor demanda y una vez que se logr, en la dcada del 60, la FEI
declino rpidamente.
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Durante este perodo, los grupos indgenas de las tierras bajas expe-
rimentaron grandes avances en la organizacin del movimiento, al
aadir su poder asociativo al de los sindicatos indgenas del altiplano.
El periodo neoliberal fue paradjico. Por un lado, ofreci oportu-
nidades de fomentar el desarrollo organizacional basado en la iden-
tidad indgena con el fin de promover el multiculturalismo. El foco
estaba en las lenguas, las fiestas, los rituales, la cosmologa y en cmo
la cultura conforma las rutinas de la vida cotidiana. Por otro lado, las
reformas econmicas neoliberales tambin representaron amenazas
(Almeida, 2007). Perjudicaron materialmente a los pueblos indgenas
y los excluyeron del proceso poltico de forma sistemtica. Esta com-
binacin, ms la descentralizacin poltica, atiz el fuego de la movi-
lizacin indgena.
OPORTUNIDADES
En general, el proyecto neoliberal excluy a las fuerzas sociales de la
formulacin de polticas socioeconmicas. Sin embargo, en aras de
la promocin de la igualdad formal, el proyecto neoliberal alent a
los movimientos sociales siempre y cuando sus actividades se limita-
ran a arenas no econmicas. As, los gobiernos hicieron hincapi en
el reconocimiento formal de los derechos individuales y culturales
de los grupos subalternos hasta ahora marginados, como los pueblos
indgenas. Se supuso que la igualdad formal ante la ley y la promo-
cin de la diversidad cultural y tnica no afectaran la formulacin de
polticas econmicas.
Un objetivo poltico clave del proyecto neoliberal fue reducir
el tamao y las funciones del Estado en la economa y fortalecer a
la sociedad civil local. Con el fin de eludir al Estado, las agencias
internacionales de desarrollo se basaron en gran medida en las or-
ganizaciones no gubernamentales (ONG) para distribuir servicios y
programas, y para promover la organizacin de la sociedad civil aut-
noma del Estado. Las ONG penetraron con mayor profundidad en las
reas donde la presencia de las organizaciones que se desarrollaron
durante el perodo nacional populista era escasa o nula. Como re-
sultado, las ONG que promocionaban los derechos indgenas fueron
ms efectivas en la organizacin de los movimientos entre los grupos
tnicos de las tierras bajas, que tendan a estar ms marginados del
conjunto de la economa capitalista, dependan ms de una economa
de subsistencia y tenan poblaciones de menor densidad dispersas en
territorios mucho ms grandes.
El papel central de las ONG tuvo otro impacto. Proporciona-
ron un vnculo con el movimiento ambiental. Los pueblos indge-
nas, especialmente los que viven en las regiones amaznicas, fueron
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POSNEOLIBERALISMO
Los ciclos de movilizacin antineoliberal liderados por los pueblos
indgenas en Bolivia y Ecuador contribuyeron a la eleccin de go-
biernos de izquierda en ambos pases, a mediados de los aos 2000.
Estos gobiernos, alrededor de su primer ao, desempearon un papel
importante en asegurar o reforzar los derechos de sus pueblos en las
Asambleas Constituyentes, encargadas de la recomposicin del Es-
tado nacin y su relacin con los ciudadanos.9 Despus de eso, sin
embargo, los caminos de los movimientos de los pueblos indgenas
en Bolivia y Ecuador divergieron profundamente, en especial en re-
lacin a los gobiernos de izquierda y el Estado. En Bolivia, vemos
una mezcla cambiante de cooperacin y confrontacin del 2006 a la
actualidad. En Ecuador, parece dominar la confrontacin. En ambos
pases, gran parte del conflicto se remonta al auge de los commodities
que se inici en los aos 2000. Eso ha fomentado la intensificacin de
la explotacin de los recursos naturales renovables y no renovables,
que ha provocado numerosas protestas defensivas contra los mega-
proyectos de desarrollo. En resumen, creo que es justo decir que, en
ambos casos, los movimientos de los pueblos Indgenas se han debi-
litado de los picos que haban logrado durante los ciclos de moviliza-
cin antineoliberal, aunque el deterioro parece ser ms pronunciado
en el Ecuador.
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DERROTEROS DIVERGENTES
Bolivia. Las organizaciones del movimiento indgena en Bolivia de-
sarrollaron dos vas paralelas en su relacin con el Gobierno de Evo
Morales, despus de que la nueva Constitucin fuera aprobada por
referndum nacional en 2009. La primera va consiste, sobre todo,
en relaciones de cooperacin con la CSUTCB, cocaleros y grupos
afines del altiplano, incluyendo a una organizacin feminista ind-
gena, que formaban parte de la coalicin de base del MAS (Silva,
2013b). Muchos de sus miembros han obtenido cargos en el Estado,
en el Gobierno central y a nivel subnacional (desde ministros a per-
sonal administrativo), y han mantenido (y ganado) escaos del MAS
en la nueva Asamblea Nacional y a nivel municipal (Do Alto y Stefa-
noni, 2010). Adems, la CSUTCB y las otras principales organizacio-
nes de movimientos sociales del MAS apoyan incondicionalmente el
Gobierno de Evo Morales en cuestiones polticas controversiales, y
organizaron contra-movimientos cuando los indgenas de las tierras
bajas, los sindicatos urbanos y otros movimientos sociales se movi-
lizaron en contra de determinadas polticas del gobierno despus de
2009 (Zuazo, 2010).10 La segunda va consiste en relaciones conflic-
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El surgimiento del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN)
ha sido ampliamente documentado y estudiado por acadmicos que
intentan descubrir y explicar qu fue lo que condujo a los indgenas
mayas de Chiapas a tomar las armas en 1994. El abundante corpus
bibliogrfico resultante apunta al declive de las condiciones econ-
micas en la regin debido a las reformas neoliberales implementadas
desde mediados de la dcada del 80 (Collier y Quaratiello, 1994; Es-
trada, 2005; Harvey, 1998; Legorreta, 1998; Leyva, 2005). Pero en esa
literatura tambin se citan las privaciones que, durante generaciones,
padecieron estos campesinos desde la poca colonial (Benjamin, 1996;
Higgins, 2004; Viqueira y Ruz, 1995). El presente estudio no intenta ex-
plicar el surgimiento del movimiento zapatista. En cambio, analiza las
condiciones en las cuales se desarroll su ciclo de protesta desde que
el EZLN apareci pblicamente por primera vez en 1994, hasta 2003,
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Grfica 11.1
Ciclo de protesta zapatista en Chiapas, 1994-2003
80 Nmero de protestas
Mitines Ocupaciones Sentadas/Huelgas
70
Cortes Toma de tierra Marchas
60
50
40
30
20
10
0
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
Fuente: Codificacin de las protestas a partir de los reportes de protestas informados en La Jornada.
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Grfica 11.2
Posiciones militares en Chiapas, 1994-2003
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
Fuente: Global Exchange y CIEPAC (1999).
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PRESENCIA DE ALIADOS
Numerosas investigaciones han mostrado que la presencia de aliados
es una variable clave que influye en la supervivencia y el xito de un
movimiento (Cress y Snow, 2000; Jenkins et al., 2003; Minkoff, 1997;
Piven y Cloward, 1979; Tarrow, 1994). En particular, cuando se desa-
rrolla una alianza entre los actores del movimiento social y sus alia-
dos polticos que logra promover los objetivos del movimiento, tener
otros aliados polticos influyentes que empodera al movimiento para
seguir su lucha por medios combativos (Della Porta y Diani, 1999;
Katzenstein y Mueller, 1987; Kreisi et al., 1995). Aunque los zapatistas
nunca reconocieron a ningn partido poltico como aliado oficial, el
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Movimientos sociales en Amrica Latina
4 El 19 de junio de 2000 Marcos declar que, si bien el EZLN crea que el PRD era
una fuerza poltica necesaria para representar a la izquierda en las elecciones, los
zapatistas no se consideraban perredistas; y siguieron criticando a todos los partidos
polticos por su comportamiento alejado de la sociedad y por su nica preocupacin
de ganar las elecciones y no de representar la agenda del pueblo una vez en el poder
(Subcomandante Marcos, 2000).
5 Dado que la mayora de los gobiernos locales que dejaron de ser del PRI pasaron
a ser del PRD, no existi el riesgo de que otros partidos se adjudicaran el efecto
significativo de la presencia de aliados en el poder.
6 Principal mediador por la Paz (1995-1997), entrevista personal en Mxico D.F.,
noviembre de 2002.
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Cuadro 11.1
Reportes de diarios locales y nacionales
sobre eventos de protesta (seleccin de aos)
VARIABLES EXPLICATIVAS
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poder bajo los supuestos de que los gobiernos del PRI eran cerrados y
que los cambios de rgimen sealaban aperturas, dado que un gobier-
no distinto del PRI sera ms abierto a demandas previamente objeta-
das como las de los zapatistas. Se construy una variable dicotmica
para diferenciar gobiernos priistas de los no priistas cada tres aos,
que es la regularidad de las elecciones locales en Mxico. Los datos
sobre los partidos en el poder se tomaron de los resultados electorales
disponibles en el Instituto Estatal Electoral de Chiapas (IEE-Chiapas,
2003). Las aperturas especficas para los zapatistas se identificaron
analizando los periodos de dilogo exitoso entre el EZLN y el gobier-
no nacional en 1996, cuando se firmaron los Acuerdos de San Andrs
y se aprob la Ley de Derechos y Cultura Indgenas en 2001. Para
identificar estos periodos se us otra variable dicotmica.
PRESENCIA DE ALIADOS
Los mismos datos electorales se usaron para evaluar la presencia del
apoyo al PRD tanto en las localidades de Chiapas como a nivel nacio-
nal. El porcentaje del voto al PRD se consider como medida de la
presencia de aliados polticos, solo cuando no fue suficiente para que
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VARIABLES DE CONTROL
Los datos sociodemogrficos, as como los datos sobre el tamao del
municipio y la actividad de protesta previa fueron usados como con-
troles. Se incluy un ndice de marginacin como una medida para
controlar los efectos de los perjuicios socioeconmicos en Chiapas en
la promocin de los eventos de protesta. El ndice de marginacin hace
referencia a las condiciones municipales de educacin, ocupacin y
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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RESULTADOS
Una vez que el levantamiento del EZLN desencaden el ciclo de pro-
testas en Chiapas, se esperaba que la actividad de protesta aumentara
por dos razones: primero, por las aperturas especficas que los pe-
riodos de dilogo ofrecieron a los zapatistas; y segundo, como con-
secuencia de aperturas electorales que llevaron a otros partidos al
poder, que aumentaron la competitividad de las elecciones y permi-
tieron que surgieran aliados influyentes. Sin embargo, los resultados
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Cuadro 11.2
Factores predictivos de la probabilidad de protestas zapatistas en Chiapas, 1994-2003
Apertura del sistema poltico: Gobierno del PRI 0,49 (0,20)** 0,38 (0,20)* 0,53 (0,19)***
Inestabilidad de los alineamientos de las lites: 1,82 (0,46)*** 1,66 (0,46)*** 1,99 (0,43)***
Fragmentacin electoral
Presencia de aliados: Apoyo del PRD 0,33 (0,51) 0,67 (0,50) 0,27 (0,51)
Capacidad represiva del Estado: Retenes militares 0,06 (0,02)*** 0,06 (0,02)*** 0,06 (0,02)***
(rezagados)
Variables nacionales
Apertura del sistema poltico: Perodo de negociaciones 0,94 (0,30)*** 1,38 (0,28)*** 0,75 (0,23)***
fingidas (1996 y 2001)
Inestabilidad de los alineamientos de las lites: 0,88 (86) 3,55 (0,38)***
Fragmentacin electoral
Presencia de aliados: Apoyo del PRD 0,18 (0,05)*** 0,22 (0,02)***
Variables internacionales
Favorable a los zapatistas 0,04 (0,009) 0,02 (0,007)*** 0,01 (0,07)
Favorable al gobierno mexicano 0,001 (0,006) 0,01 (0,005)** 0,02 (0,005)
Controles
Marginacin 0,32 (0,10)*** 0,35 (0,10)*** 0,31 (0,10)***
Protestas anteriores (variable dependiente rezagada) 0,04 (0,02)** 0,04 (0,02)** 0,04 (0,02)**
Nmero de observaciones: 1.095 | Nmero de conglomerados: 111 | Log de probabilidad = 799,2955 | Chi2 de Wald (15): 498,68
Ref.: PRI, Partido Revolucionario Institucional; PRD, Partido de la Revolucin Democrtica.
* Estadsticamente significante al 0,10% | ** Estadsticamente significante al 0,05% | *** Estadsticamente significante al 0%.
Fuente: Elaboracin propia.
15 Los coeficientes para el porcentaje de votos del PRI como medida de la apertura
del sistema poltico local y su trmino cuadrtico fueron 0,26 (error estndar = 1,51)
y 1,28 (error estndar = 1,98), respectivamente.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
16 Otros ejemplos incluyen Coapilla, con un evento durante el Gobierno del Partido
del Frente Cardenista de Reconstruccin Nacional (PFCRN) desde 1995 hasta 1998,
y dos eventos durante el Gobierno del PRI (1999-2001); y Frontera Hidalgo, con un
evento durante el Gobierno del PRD (1995-1998) y dos eventos durante el Gobierno
del PRI (1999-2001).
17 Entrevistas personales con miembros de CIEPAC, Enlace Civil, COMPAZ y SIPAZ
en San Cristbal de Las Casas, Chiapas, de febrero a marzo de 2003.
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Grfica 11.3
Cambios de rgimen y cantidad promedio de protestas zapatistas en un municipio
789474
Protestas
157895
Gobierno del PRI Cambio de gobierno Otro Partido en el poder
Cuadro 11.3
Retenes militares y protestas zapatistas en Chiapas, 1994-2003
283
Movimientos sociales en Amrica Latina
DISCUSIN
Los resultados presentados sugieren varias contribuciones importan-
tes al conocimiento acadmico de los movimientos sociales en general
y del movimiento zapatista en particular. Primero, este estudio mues-
tra que las estructuras de oportunidad poltica influyen de diversas
maneras en la movilizacin de protesta, dependiendo del contexto.
Los entornos democrticos tienen ms probabilidades de garantizar
acceso y concesiones sustantivas a las demandas de los movimientos
sociales, especialmente cuando el Estado es abierto y tiene la capaci-
dad de responder a las demandas planteadas por actores disidentes
(Kitschelt, 1986; Kriesi et al., 1992; 1995; Tarrow, 1994). En entornos
cerrados y represivos, la falta de oportunidades es lo que desenca-
dena la movilizacin (Einwohner, 2003; Kurzman, 1996; Loveman,
1998; McAdam, 1982; Noonan, 1995; Rasler, 1996; Tarrow, 1989). Para
los movimientos que se despliegan durante aperturas electorales, los
efectos de la actividad de protesta no se pueden predecir consisten-
temente ya que provocan gran incertidumbre. Esta tendencia es an
ms pronunciada cuando estas aperturas no se traducen en oportuni-
dades sustantivas para impulsar las demandas del movimiento a tra-
vs de canales institucionales y cuando las negociaciones con el Esta-
do solo han trado concesiones procedimentales ms que sustantivas.
La teora de las oportunidades polticas predice que aunque la
actividad de protesta podra desencadenarse por la naturaleza relati-
vamente cerrada del sistema poltico, cuando los entornos comienzan
a abrirse, la actividad de protesta aumenta trazando una trayectoria
curvilnea (Eisinger, 1973; Tilly, 1978). Pero no debe olvidarse que esta
teora fue desarrollada para explicar la actividad de protesta dentro
de democracias bien establecidas, y no para explicar el ciclo de pro-
testa durante las aperturas democrticas en pases en vas de desa-
rrollo. En este ltimo caso, el cambio de partido gobernante, los reali-
neamientos subyacentes de las elites polticas a la poltica establecida
y el incremento de la presencia de aliados polticos potenciales en el
poder factores que deberan haber funcionado como oportunidades
para la movilizacin, tal como sucede en escenarios democrticos se
convirtieron en atenuantes de la actividad de protesta. La explicacin
de este resultado podra ser que, a medida que surgieron oportuni-
dades para que la oposicin ganara ms poder, los incentivos para
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285
Movimientos sociales en Amrica Latina
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PANAM: LEVANTAMIENTOS
OBREROS, INDGENAS Y POPULARES
EN BOCAS DEL TORO**
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reducir al mnimo o suprimir las leyes creadas para proteger los de-
rechos de las y los trabajadores. Las protecciones laborales y la ne-
gociacin colectiva son consideradas, por las lites, como obstculos
para el desarrollo econmico de la regin. Esta flexibilidad tiene dos
caras. Una parte se basa en reformas legales y la otra la ms co-
mn y generalizada en toda la regin se apoya en una flexibilidad de
facto. Estas reducciones de los derechos previamente adquiridos por
los sindicatos implican leyes nacionales e internacionales. La inves-
tigacin realizada por ASEPROLA y la Campaa Regional contra la
Flexibilidad Laboral demuestran la prevalencia de las seis estrategias
de flexibilizacin:4
4 Ver: Regional Campaign Against Labor Flexibility 2010 Labor flexibility violates
labor rights in Central America, trends and cases (Costa Rica: Regional Campaign
Against Labor Flexibility).
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16 Aunque la ltima gran huelga bananera fue en los aos 60, el sindicato ha
mantenido la tradicin de los clsicos mtodos de la clase trabajadora: asambleas
gremiales, control obrero de la empresa, piquetes, vigilancia obrera en las zonas
perifricas, etctera.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
310
PARTE IV:
MOVIMIENTOS URBANOS
EN SUDAMRICA
13
INTRODUCCIN
En 2013, uno de los principales temas en debate durante las eleccio-
nes presidenciales en Chile fue la poltica educativa. La ganadora, la
ex Presidenta Michelle Bachelet, hizo campaa con la promesa de
promover una profunda reforma del sistema educativo, que inclua la
propuesta inaudita de avanzar decididamente hacia la universaliza-
cin de la gratuidad.1 No casualmente, en las protestas masivas de
los dos aos anteriores, lideradas por organizaciones de estudiantes
universitarios, se exigan cambios profundos en el sistema educativo,
en una oleada de movilizacin que sorprendi tanto a los activistas
que coordinaron estas protestas como a los actores polticos en gene-
ral. A pesar de la guerra de nmeros el gobierno y la polica restaron
importancia a la participacin, mientras que los activistas hicieron
exactamente lo contrario hay un consenso general de que estas han
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3 Los ejemplos ms conocidos ataen a los lderes ms visibles de 2011 que ganaron
escaos en la Cmara de Diputados en 2013: Camila Vallejo, del Partido Comunista, y
Giorgio Jackson, de un nuevo movimiento independiente, Revolucin Democrtica.
Adems de Vallejo y Jackson, fueron elegidos otros dos lderes estudiantiles
importantes: Gabriel Boric de otro movimiento independiente, Izquierda Autnoma,
y Karol Cariola, tambin del Partido Comunista.
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Marisa von Blow y Germn Bidegain Ponte
que, incluso en los casos en los que todava tienen influencia, su po-
der se ha debilitado en el periodo estudiado.
Este captulo se divide en dos secciones. La primera presenta las
demandas del movimiento estudiantil a la luz de la situacin actual
del sistema educativo en Chile. Muestra que, a pesar de los avances
significativos en materia de acceso a la educacin, existen problemas
importantes relacionados con la calidad educativa que afectan de
manera desigual a diferentes grupos socioeconmicos. La segunda
seccin analiza el movimiento estudiantil de 2005 a 2013, con un
enfoque especial en las protestas masivas que se realizaron en 2006
y, especialmente, en 2011. El anlisis se basa en entrevistas con acti-
vistas realizadas entre octubre de 2011 y agosto de 2013,4 as como en
una revisin de los documentos producidos por las organizaciones
estudiantiles y de los textos escritos por sus lderes.
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Grfica 13.1
Aporte del expendio privado en las instituciones
de educacin superior, 2010 (en % del total)
100
80
60
40
20
0
Chile
Reino Unido
Corea
Japn
Estados Unidos
Australia
Israel
Canad
Rusia
Nueva Zelanda
Italia
Pomedio OCDE
Portugal
Mxico
Eslovaquia
Polonia
Pases Bajos
Estonia
Argentina
Espaa
Irlanda
Francia
Austria
Blgica
Suecia
Islandia
Dinamarca
FInlandia
Noruega
Fuente: Elaboracin propia, en base a datos publicados en la OCDE (OECD, 2013).
7 Normalmente, las becas no cubren todos los costos de matrcula. Segn la OCDE
se estima que las becas cubren, en la actualidad, entre 63% y 70% del costo real de la
matrcula. Para el resto, los estudiantes deben solicitar prstamos (OECD, 2009: 106).
8 Entre 1994 y 2010, ms de medio milln de estudiantes utiliz el CS para pagar
su educacin (MINEDUC, 2011a: 11).
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Grfica 13.2
Cantidad de beneficiarios segn tipo de prstamo por ao (2000-2012)
350000
CAE CS
300000
250000
200000
150000
100000
5000
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Ref.: CAE, Crdito con Aval del Estado. CS, Crdito Solidario. | Fuente: Elaboracin propia con datos del MINEDUC (2011b, 2013).
Grfica 13.3
Resultados de la PSU segn tipo de escuela por ao (2004-2012)
650
Escuelas privadas aranceladas Escuelas privadas subsidiadas Escuelas municipales
600
550
500
450
400
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Fuente: Elaboracin propia con datos del Departamento de Evaluacin, Medicin y Registro Educativo (DEMRE, Universidad de Chile).
El DEMRE es la institucin encargada de la Prueba de Seleccin Universitaria (PSU). La grfica se basa en los datos de sus informes
estadsticos anuales, disponibles en <www.demre.cl>.
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20 Segn datos policiales oficiales, las protestas organizadas durante los das
4, 18, 24, y 25 de agosto culminaron con 2.434 manifestantes detenidos (datos
proporcionados a los investigadores por Carabineros de Chile).
21 Ver <http://www.diarioelcentro.cl/?q=noticia&id=6536> acceso 09 de mayo de
2013.
22 Entrevista personal con Julio Sarmiento, presidente durante 2010 de la
Federacin de Estudiantes de la Universidad de Chile, Santiago, 15 de agosto de
2013.
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32 Ver <http://www.gob.cl/informa/2012/09/26/presidente-pinera-promulga-ley-que-
otorga-beneficios-a-deudores-cae.htm> acceso 09 de junio de 2013.
33 Acta de la Asamblea de la CONFECH, 27 de abril de 2012.
34 Tambin cabe destacar que Camila Vallejo, una de las lderes estudiantiles electas,
haba perdido su reeleccin como Presidenta de la Federacin de Estudiantes de su
universidad en 2012 ante otra faccin de estudiantes que critic su afiliacin al PC
chileno.
35 Ver la entrevista a la presidenta de la FEUC del 26 de diciembre, en <http://www.emol.
com/ tendenciasymujer/Noticias/2013/12/26/25098/Naschla-Aburman-La-pinguina-que-
aprendio-la-leccion-no-ceder-a-la-primera.aspx> acceso 26 de diciembre de 2013.
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CONCLUSIN
El ao 2011 pas sin que finalizaran las protestas de los estudiantes,
que se extendieron hasta 2012, y mientras escribimos este captulo (a
finales de 2013) todava estn en curso. Si en el ao 2011 la movili-
zacin lleg a su punto lgido, en 2012 y 2013 se llevaron a cabo con
regularidad manifestaciones masivas en todo Chile, las ocupaciones
de escuelas o universidades casi se volvieron parte de la vida poltica
habitual, cayeron ms ministros de Educacin y se siguieron deba-
tiendo las iniciativas legislativas para reformar varios aspectos de la
educacin. No obstante, el ncleo de las demandas de los estudiantes
est lejos de ser alcanzado. Por lo tanto, todava es demasiado pron-
to para sacar conclusiones categricas sobre este caso. Sin embargo,
como hemos argumentado, es posible identificar tendencias intere-
santes que ayudan a explicar la paradoja vivida en los ltimos 3 aos:
el movimiento estudiantil ha demostrado una gran resistencia y ca-
pacidad de movilizacin, pero al mismo tiempo enfrenta obstculos
que parecen infranqueables para alcanzar el profundo impacto que
busca.
Para entender esta paradoja, hemos argumentado que es impor-
tante considerar el distanciamiento contradictorio y ambiguo pero
progresivo entre el movimiento estudiantil y los partidos polticos.
Este distanciamiento es ms claro en el caso de partidos como el So-
cialista y el Demcrata Cristiano, que han tenido histricamente una
fuerte presencia en los movimientos sociales en general, y en el mo-
vimiento estudiantil en particular. Sin embargo, hemos demostrado
que el Partido Comunista tambin ha sido afectado, y que, en general,
335
Movimientos sociales en Amrica Latina
existe una brecha mayor entre este movimiento social y las institucio-
nes polticas. La reciente evolucin de los acontecimientos polticos
en Chile proporciona evidencia de esto. En 2013, Michelle Bachelet
fue elegida una vez ms como Presidenta del pas, apoyada por una
amplia coalicin que incluye al Partido Comunista.36 Este giro de los
acontecimientos puso a los lderes comunistas de 2011 en una encru-
cijada crtica, ya que continuamente haban negado la posibilidad de
colaborar con la campaa de Bachelet.37
Stearns y Almeida (2004) sealan que los partidos de la oposi-
cin son una puerta de entrada importante para que los movimientos
sociales construyan coaliciones de tipo actor estatal movimiento
social. Segn estos autores, este tipo de coalicin es un recurso im-
portante para provocar las reformas polticas que requieren de movi-
mientos sociales. Sin embargo, el caso chileno muestra un escenario
diferente. Mientras que el gobierno recientemente electo ha inclui-
do en su plataforma de campaa electoral muchos de los reclamos
del movimiento estudiantil de 2011, las organizaciones de estudian-
tes han insistido en varias ocasiones que no tienen ningn tipo de
vnculo con la coalicin poltica de la Nueva Mayora. Por lo tanto,
si el nuevo Gobierno cumple sus promesas y efectivamente reforma
del sistema educativo en el sentido esperado por el movimiento estu-
diantil, estaramos frente a un escenario diferente que el descrito por
Stearns y Almeida: uno donde el movimiento social logra provocar
reformas polticas importantes sin participar en ninguna coalicin
de tipo actor estatal movimiento social, ni dejar de tener una actitud
desafiante y escptica ante todas las autoridades polticas.
AGRADECIMIENTOS
La investigacin que se debate en esta publicacin ha contado con el
apoyo de diversas instituciones: Global Development Network (GDN),
el Projecto Fondecyt 1130897 y el Proyecto RS130002 de la Iniciativa
Cientfica Milenio del Ministerio de Economa, Fomento y Turismo.
Las opiniones expresadas en este captulo no son necesariamente las
de GDN o de las dems instituciones de apoyo. Agradecemos a Joa-
336
Marisa von Blow y Germn Bidegain Ponte
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14
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MOVIMIENTOS SOCIALES
URBANOS EN VENEZUELA
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2 Entrevista con Luisa lvarez, historiadora popular, San Agustn, mayo de 2004.
3 Entrevista con Hctor Ramrez, activista poltico, La Vega, enero de 2004.
345
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346
Sujatha Fernandes
altas en los 70, como un medio para defender los intereses de estos
sectores contra los partidos polticos y los alcaldes (Lpez Maya et al.,
1999; Ellner, 1999). En 1971, 14 asociaciones de vecinos acaudalados
fundaron la Federacin de Asociaciones de Comunidades Urbanas
(FACUR).4 Uno de los objetivos del movimiento de vecinos fue cuestio-
nar los proyectos de edificacin urbana que violaban las ordenanzas
oficiales, tales como la instalacin de centros comerciales en zonas
residenciales o la eliminacin de espacios verdes (Grohmann, 1996).
Inicialmente, los movimientos de vecinos consistan en grupos de de-
fensa que representaban los intereses comunes de los residentes del
sector de clases medias y altas.
Las clases medias y altas comenzaron a desempear un papel
importante en la poltica durante los 80, especialmente dada la legi-
timidad decreciente de los partidos polticos debido a sus problemas
internos y la corrupcin. En 1978, los grupos de clase media refren-
daron la aprobacin de una ley conocida como la Ley Orgnica de
Regmenes Municipales (LORM), que le daba a las asociaciones de
vecinos los derechos de representacin exclusiva de sus comunida-
des y alentaba a los municipios a formar nuevas asociaciones. A par-
tir de esta ordenanza, hubo un auge de movimientos vecinales entre
los diferentes sectores sociales y regiones de Venezuela. Debido a los
exiguos recursos disponibles a travs del clientelismo poltico para
satisfacer las necesidades de subsistencia de los pobres, el movimien-
to de vecinos comenz a extenderse a los barrios.5 Pero a diferencia
de los movimientos de vecinos de clase alta y media, las asociacio-
nes de vecinos en los barrios funcionaban de manera similar a las
Juntas Pro-Mejoras y estuvieron fuertemente dominadas por AD.6 En
La Vega, se agruparon 56 movimientos barriales en el Frente para la
Integracin de la Comunidad (FREINDECO) que, se dice, fue una
iniciativa de AD (Rolln y Luisa, 1995). Al igual que los comits y
organizaciones previos, las asociaciones canalizaron las demandas
locales a travs de los partidos polticos.
Hacia mediados de los 80, un movimiento de organizaciones ba-
rriales haba comenzado a emerger, en contraste con las asociaciones
de vecinos que estaban vinculadas a un programa de clase media.
Durante los 80, los barrios sufrieron un fuerte impacto por la crisis
de la deuda y la posterior devaluacin de la moneda, que deriv en
el aumento del desempleo, la cada en el valor de los salarios reales,
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CONCLUSIN
Los lderes del movimiento social urbano contemporneo se ubican
en historias de insurgencia guerrillera, accin colectiva local y re-
sistencia cultural en un perodo de varias dcadas. Juan Contreras
seal que venimos de toda esta lucha, que ha producido cinco ge-
neraciones en este barrio que han pensado en transformar el pas:
las generaciones de los aos 60, 70, 80 y 90, y la generacin de los
primeros cuatro aos del sigloXXI. Eso es, cinco generaciones que
han pensado el cambio por diferentes vas: la va electoral, la va pa-
cfica y el camino de las armas. Durante este perodo, tambin surgi
una dinmica de relaciones patrn-cliente entre el Estado y la socie-
dad, junto a un Estado de bienestar redistributivo como otro camino
mediante el cual los habitantes del barrio participan en el sistema
poltico. La historia de la organizacin popular en los barrios ha sido
una interrelacin entre la accin independiente y los vnculos con el
Estado, y la elaboracin de estrategias creativas dentro, fuera y con-
tra el sistema poltico.
Las nuevas formas de protagonismo en la Venezuela contempo-
rnea han producido una serie de conflictos respecto a las represen-
taciones culturales, la propiedad y el control de los medios de comu-
nicacin y sobre el acceso al Estado. Los movimientos sociales han
sido capaces de reforzar su presencia autnoma mediante la cons-
truccin de una tupida red de asambleas, de colectivos de medios
de comunicacin, de agrupaciones culturales y de comits que estn
inmersos en la vida cotidiana y la memoria histrica. En medio de las
corrientes de pensamiento plurales y contestatarias que han surgido
del proceso de cambio social contemporneo, los colectivos de los
medios comunitarios han tratado de crear un polo alternativo basa-
do en la creatividad, en la vida y el trabajo cotidianos, y en los cultos
subterrneos de la historia popular.
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EL CASO
En Montevideo, la explosin de las ocupaciones tuvo lugar ms tarde
que en otras metrpolis de la regin. Aunque en Montevideo ya exis-
tan algunas invasiones de tierras denominadas cantegriles, antes
de que el auge de las ocupaciones alcanzara su pico mximo en los
90, la capital uruguaya se desarroll de manera diferente que otras
ciudades de Amrica Latina. Fue capaz de absorber la mayora de
los migrantes rurales que llegaron a la ciudad durante la industria-
lizacin, fomentada por el Estado en la ciudad formal. A pesar de
que ya empezaba a mostrar signos de desigualdad socioeconmica
urbana en los 80 (Portes, 1989), Montevideo era ms igualitaria que
otras ciudades del continente, tanto en el plano econmico como en
el espacial.
Incluso despus de que el rgimen militar llevara a cabo una
dura poltica de desalojos y demoliciones en el centro de la ciudad,
donde vivan muchos pobres, no haba ningn movimiento masivo
de asentamientos en las afueras de la ciudad. En lugar de tomar tie-
rras, muchos pobres urbanos de Montevideo gravitaron en torno a
una estrategia muy conocida para lidiar con el aumento de los pro-
blemas de vivienda: el hacinamiento en casas de familiares (Benton,
1986). La ola de invasiones de tierras hacia el final del siglo se con-
vierte, por lo tanto, en un interrogante sugestivo a explicar.
Un viajero que no ha visitado Montevideo en los ltimos 20 aos
encontrar sorprendente el crecimiento de la informalidad urbana
(ver Grfica 15.1). La ciudad capital de un pas que alguna vez se ca-
racteriz por ser igualitario y relativamente acomodado, en compa-
racin con el resto de Amrica Latina, hoy est mucho ms cerca del
tipo ideal de las metrpolis fragmentadas latinoamericanas. Entre
1984 y 1994, se triplic el nmero de viviendas en los asentamientos
(INTEC, 1995). La poblacin que vive en asentamientos precarios
creci a casi 145 mil en una ciudad de menos de un milln y medio
de habitantes (INE-PIAI, 2006). Adems, el nmero de asentamien-
tos aument a ms de 400. Considerando que la ciudad haba tenido
una poblacin estancada por dcadas, estas cifras se vuelven ms
desconcertantes. La ciudad informal ha crecido sin aumento pobla-
cional. Al contrario que la mayora de los ocupantes latinoamerica-
nos, estos no eran migrantes rurales-urbanos, principalmente. En
su mayora haban sido previamente habitantes urbanos expulsados
del centro, que buscaban su derecho a la ciudad (Harvey, 2008) al
invadir terrenos en la periferia de Montevideo.
Hasta finales de los 80, las invasiones de tierras en Montevideo
fueron eventos raros y se produjeron principalmente por goteo, es
decir, con una familia que llega en un momento y sin planificacin.
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Grfica 15.1
Cantidad de ocupaciones por ao. Montevideo, 1947-2006
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30
25
20
15
10
5
0
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1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
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2001
2002
2003
2004
2005
2006
tierras de los pobres urbanos. No solo hubo un auge de ellas, sino que
las invasiones de la tierras planeadas se volvieron el tipo ms frecuen-
te (ver Grfica 15.2). Las ocupaciones planificadas comenzaron como
una accin colectiva organizada. Un grupo tomaba un terreno baldo
despus de conocer su situacin jurdica y lo comenzaba a dividir en
parcelas, delimitando las calles y, a veces, los espacios comunes tales
como una plaza o un centro comunitario y a negociar con las autori-
dades, primero para poder quedarse y, luego, para obtener servicios
pblicos y, eventualmente, la legalizacin de ttulos de propiedad de
tierras. A veces, despus de resistir el desalojo policial, especialmen-
te en parcelas privadas, comenzaban a negociar de inmediato con
las autoridades presentando una lista de residentes y justificando su
derecho a permanecer por necesidad.5 Los residentes continuaron
365
Movimientos sociales en Amrica Latina
fcil denunciar los casos de usurpacin de propiedad sino que, adems, ampla lo
que se considera usurpacin. Mientras que antes solo un juez poda denunciar la
usurpacin en las primeras 48 horas de su evento, ahora puede hacerlo cualquier
testigo, en cualquier momento. Asimismo, mientras que antes solo las invasiones
clandestinas o violentas se consideraban casos de usurpacin, ahora cualquier
invasin de la propiedad, incluso si se produce durante el da y sin ningn tipo de
uso de fuerza, se considera usurpacin de la propiedad de otra persona y, por lo
tanto, un delito. Esta nueva ley, originalmente prevista para las invasiones de casas
en el prestigioso balneario de Punta del Este, en la prctica tambin ha afectado a las
invasiones de tierras. Los costos por invadir han aumentado.
6 De las que pude recabar informacin, el 57% de las invasiones de tierras fueron
por goteo, 33% fueron planificadas y 11% fueron por subdivisin y venta fraudulenta
de terrenos.
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Grfica 15.2
Promedio de ocupaciones anuales segn tipo de ocupacin
y perodo poltico. Montevideo, 1947-2006
7
6 Ocupaciones organizadas
Ocupaciones por acrecin
5
Subdivisiones y ventas
4
3
2
1
0
Antes de la Dictadura El Partido Colorado El Partido Blanco Partido Colorado Partido Colorado Frente Amplio en el
Dictadura (1974-1984) de tradicin centro- de tradicin en el gobierno en el gobierno gobierno nacional y
(antes de 1974) derecha derechista en el nacional. Frente nacional. Frente municipal
en el gobierno gobierno nacional. Amplio gobierna Amplio gobierna las (2000-2005)
nacional La coalicin de las municipalidades municipalidades
y municipal izquierdas del (1995-1999) (2000-2004)
(1985-1989) Frente Amplio gana
las elecciones
municipales por
primera vez en la
historia: implementa
la descentralizacin
(1990-1994)
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7 Ver, por ejemplo: Auyero (2000); Burgwal (1995); Cornelius (1977); Gay (1994);
Gilbert (1994); Merklen (1997); Portes y Walton (1976); Stokes (1991).
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[Las invasiones de tierras durante los 90] eran como la novela de Garca
Mrquez, una muerte anunciada. Normalmente, se saba que iba a haber
una invasin y normalmente se saba ms o menos dnde. Haba una acti-
tud negociadora desde el principio. Bueno, ocupamos ac, pero llamamos
a la Junta para que vengan y legitimen la invasin de tierras, dijimos que
somos todos trabajadores de x lugar y queremos negociar para obtener
este terreno o, si ste no est disponible, entonces podemos ver cul est
disponible. La actitud era ocupar para acelerar los tiempos burocrticos,
ms que nada.
municipios, cada uno con autoridades locales electas incluyendo el Alcalde. Queda
por verse cmo este proceso est alterando la poltica local y, particularmente, la de
los ocupantes.
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Tener personera jurdica nos permite firmar acuerdos con INAME (Ins-
tituto Nacional para la Niez) para crear una Guardera. Adems, tambin
se puede obtener ayuda del INDA (Instituto Nacional de Nutricin). Pode-
mos firmar contratos y firmar todo [...]. Incluso se pueden organizar festi-
vales. Porque todas las instituciones requieren que tengamos personera
jurdica. Adems, le da una imagen mucho ms seria al barrio. Al tenerla,
representamos al barrio de una manera diferente.
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PARTE V :
CONFLICTOS AMBIENTALES
16
*
Institut des Sciences de la Communication, CNRS-Sorbonne Universit-UPMC,
Pars, Francia.
** Institut des Hautes Etudes de lAmrique Latine (IHEAL) - CREDA, Universit Sor-
bonne Nouvelle, Pars, Francia.
1 Este elitismo fue reforzado por el rol especfico desempeado por acadmicos
y por la poltica de informacin: el uso de datos cientficos fue excepcionalmente
intenso en las movilizaciones ambientales.
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Cuadro 16.1
La construccin de un campo organizacional denso para el desarrollo
comunitario sustentable
400
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401
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16 Sin embargo, tenemos que considerar que este programa estaba fuertemente
influenciado por la agenda internacional, mucho ms que por algunas caractersticas
especficas de Mxico (cf. Alfie Cohen, 1995).
17 Vale la pena recordar el levantamiento de uno de los primeros movimientos
campesinos, que desde 1997 se autoidentificaron claramente como ecologistas.
Sucedi en la Costa Grande del estado de Guerrero; Rodolfo Montiel y Teodoro
Cabrera fueron sus dos lderes. Estuvieron presos desde 1999 hasta 2001, y luego
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403
Movimientos sociales en Amrica Latina
moratoria del maz transgnico, que haba sido declarada por el gobierno mexicano
en ese momento (Gustavo Ampugnani, entrevista personal, 23 de enero de 2006),
otro era impedir la autorizacin de maz transgnico mexicano, en particular a travs
de activismo y medidas legales.
20 Se puede observar esta reconfiguracin ideolgica a travs de la denuncia
sistemtica del acuerdo comercial del TLCAN y por el fuerte apoyo dado al
movimiento neozapatista, que constituye un punto de referencia principal del
movimiento altermundialista.
404
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Cuadro 16.2
Las cuatro vas para movilizar un repertorio de oposicin radical
en una amplia base social: de la accin colectiva minimalista transformadora
a un fuerte movimiento social
CONCLUSIN
En el caso de Mxico, la oposicin entre un ambientalismo de los po-
bres con movimientos populares y comunidades locales movilizadas
como base, por un lado, y una red de ONG transnacionales, por otro
lado, no refleja la complejidad de los diferentes componentes del mo-
vimiento social ambiental. Basados en el anlisis de estas diferentes
organizaciones y sus trayectorias de ms de 30 aos, en este captulo
405
Movimientos sociales en Amrica Latina
406
Jean Foyer y David Dumoulin Kervran
407
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LISTADO DE SIGLAS
ANAA Asamblea Nacional de Afectados Ambientales
CCMSS Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura
Sostenible
CECCAM Centro de Estudios para el Cambio en el Campo
Mexicano. Maderas del Pueblo del Sureste
CIEPAC Centro de Investigaciones Econmicas y Polticas
Accin Comunitaria
CONCLAVE Coordinadora Nacional Contra Laguna Verde
ERA Estudios Rurales y Asesora
FECOMEX Federacin Conservacionista Mexicana
GIRA Grupo Interdisciplinario de Tecnologa Rural
Apropiada
PAIR Programa de Aprovechamiento Integral de Recur-
sos Naturales
PSSM Proyecto Sierra de Santa Marta
RAFI Rural Advancement Foundation International,
luego nombrada ETC Group, en 2001.
412
17
CONFLICTOS AMBIENTALES
Y MOVIMIENTOS SOCIALES
EN EL SALVADOR DE POSGUERRA
413
Movimientos sociales en Amrica Latina
2 Las investigacin acadmica previa sobre este tpico es escasa (Navarro et al.,
2007; Cartagena, 2008, 2009a, 2009b; Valencia, 2012). Por lo tanto, el estudio se bas
en fuentes tales como reportes de los medios de comunicacin e informes de ONG.
La metodologa incluy investigacin de archivo, entrevistas, estudios de caso y
sntesis de casos cruzados o sntesis comparadas. La base de los datos se recopil de
Cartagena (2009a), pero en este documento se actualizaron esos anlisis para incluir
los desarrollos de 2009 a principios de 2014.
3 No est relacionado con la red internacional homnima. Amigos de la Tierra fue
fundado en 1946, y cuatro dcadas ms tarde, en 1987, fue miembro fundador de la
Unin Ecolgica Salvadorea (UNES), que en los aos 90 se convirti en una de las
organizaciones ms representativas (La Prensa Grfica, 1987).
4 Los planes no se implementaron en ese momento, como se refleja en la declaracin
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tarda del primer Parque Nacional de 1987, pero impulsaron la proteccin de los
principales bosques que hoy componen el Sistema Nacional de reas Naturales
Protegidas.
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Cuadro 17.1
Conflictos ambientales desde la Posguerra hasta el ao 2011, El Salvador
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Ref.: Las fechas se refieren a un perodo de tiempo en el cual fue posible documentar reclamos, peticiones, protestas u
otras acciones colectivas pblicas
Cuadro 17.2
Conflictos ambientales en curso circa 2012, El Salvador
419
Movimientos sociales en Amrica Latina
Ref.: Las fechas se refieren al inicio de los reclamos, peticiones, protestas y otras acciones colectivas pblicas. Aunque
en algunos casos se han ido desvaneciendo, las preocupaciones entre los habitantes locales continan.
420
Rafael Cartagena Cruz
Cuadro 17.3
Conflictos ambientales provocados por actividades econmicas
y proyectos controversiales, El Salvador (1992-2012)
421
Movimientos sociales en Amrica Latina
422
Rafael Cartagena Cruz
9 Este conteo excluye al caso # 46, causado por intereses tursticos e inmobiliarios
en una comunidad rural de la costa.
10 Trabajo agrario precario realizado en los latifundios, que incluye el derecho a
cultivar una pequea parcela para la propia subsistencia. Los descendientes de los
colonos todava viven en propiedades que se convirtieron en terrenos urbanos o
parques nacionales.
11 Los cafetales cultivados bajo la sombra de grandes rboles son valorados como
parte de los bosques del pas, porque tienen funciones estratgicas para la proteccin
de la biodiversidad y mitigacin del cambio climtico (Hecht y Saatchi 2007).
423
Movimientos sociales en Amrica Latina
424
Rafael Cartagena Cruz
Cuadro 17.4
Conflictos ambientales provocados por la gestin de residuos,
El Salvador (1992-2012)
Tipo de proyecto / actividad Cantidad % (n = 65)
Basurales / vertederos municipales 10 15,4
Propuestas de Incineracin (desechos municipales, neumticos) 2 3,1
Sistema cloacal municipal 1 1,5
Desechos peligrosos / txicos (qumicos, metales pesados) 6 9,2
Eliminacin de escombros, desechos de construccin 1 1,5
Total 20 30,8
425
Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 17.5
Recursos naturales en riesgo y servicios ecosistmicos asociados
segn las preocupaciones de los grupos de base movilizados,
El Salvador (1992-2012)
Ref.: Clasificacin de los servicios ecosistmicos basada en Millennium Ecosystem Assessment (2003) y Gmez-
Baggethun y De Groot (2007).
Como se indica en el Cuadro 17.5, las tres cuartas partes de las luchas
mostraron preocupaciones por los servicios de suministro, es decir,
los bienes primarios proporcionados por los ecosistemas tales como
fuentes de agua, cultivos, ganado y lea. Los ciudadanos tambin te-
men el impacto de la contaminacin y la deforestacin en cuestiones
como la calidad del aire, calidad y disponibilidad del agua, las plagas
y el clima local. Estas preocupaciones sealan los daos y riesgos de
los servicios reguladores, esto es, el ciclo del agua, la purificacin del
426
Rafael Cartagena Cruz
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Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 17.6
Conflictos ambientales segn territorio de residencia
de la poblacin movilizada, El Salvador (1992-2012)
Ref.: * AMSS incluye 14 municipios, pero algunos conflictos involucraron a los municipios adyacentes.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 17.7
Conflictos ambientales segn tipo de agrupacin movilizada,
El Salvador (1992-2012)
Cantidad % (n = 65)
Tipo I-a: Organizaciones de Base (comunitarias / vecinales) 59 91
Tipo I-b: Otras organizaciones locales 30 46
Tipo II: Organizaciones extra-locales 50 77
Los principales aliados locales (tipo I-b) que respaldaron a las agru-
paciones de base fueron los gobiernos municipales (23% de los con-
flictos); su apoyo generalmente incluye a los activistas locales y los
dirigentes del partido poltico del alcalde14 (Almeida, 2010). Los Parti-
dos muestran diferentes patrones de participacin, el FMLN respald
12 de los 15 casos con subscripcin municipal. La ltima tendencia
indica diferencias en la cultura poltica salvadorea, ya que los se-
guidores de derecha por lo general rechazan las protestas sociales,
mientras que los activistas de izquierda suelen abrazar las causas
ambientales. Los otros aliados locales relevantes son grupos o repre-
sentantes de la Iglesia Catlica (11%).15 Las organizaciones religiosas
14 Hasta 2012, el Partido ganador en las elecciones municipales mantuvo el puesto del
alcalde y el 100% de los escaos en el Consejo. Por lo tanto, gobierno local y partido
poltico se superponen por completo.
15 Los representantes de la Iglesia Catlica se consideran aqu como actores locales
en lugar de externos, puesto que los rganos diocesanos con participacin en los
430
Rafael Cartagena Cruz
conflictos reclutaron a sus miembros entre la poblacin local. Incluso los obispos
tienen races territoriales.
16 Los estudiantes universitarios apoyaron el caso de El Espino (# 14) y la campaa
contra la minera (# 54, 59). Tambin impulsaron la lucha contra la contaminacin
en San Miguel (# 24).
17 Despus de que una fuerte tormenta mostrara los riesgos geolgicos implicados,
la construccin de El Chaparral se detuvo en mayo de 2010, y hasta mayo de 2015 no
se haba reanudado.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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18 Sin embargo, otros grupos pueden adherir a los valores de proteccin del medio
ambiente y sostenibilidad, aunque no necesariamente definan su identidad o su
misin en consecuencia.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
Cantidad % (n = 65)
Organizaciones comunitarias de base 10 15
ONG ambientales locales 7 11
ONG ambientales de alcance nacional 41 63
Total de casos sin participacin 21 32
de organizaciones ambientales
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[] Una compaera me deca [...] pues ella es una persona religiosa [...]
que el sacerdote le aconsej dejar de asistir a la reunin de hoy, que solo
Dios podra arreglar las cosas, que tenga cuidado de no meterse en proble-
mas debido a la Ley Antiterrorista24 y que si bamos a la marcha estaramos
en peligro. Ella no vino (Mujer de la Coalicin de Mujeres de Cabaas, de
una entrevista indita citada en Cartagena, 2009a).
437
Movimientos sociales en Amrica Latina
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439
Movimientos sociales en Amrica Latina
Grfica 17.1
Socioambientalismo
Crtica distributiva
Crtica ecolgica
de los movimientos
del ambientalismo
sociales clsicos
BIBLIOGRAFA
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Tesis de Grado, Licenciatura en Sociologa, Facultad de Ciencias
y Humanidades, Universidad de El Salvador.
440
Rafael Cartagena Cruz
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18
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3 Otro autor, Eduardo Mora, est parcialmente de acuerdo con la tipologa de Fa-
llas. Mora clasifica a los ambientalistas costarricenses en tres categoras. Uno se
centra en conciliar el actual modelo de desarrollo, tras ligeras modificaciones, con la
recuperacin del equilibrio natural. Los conservacionistas puros se centran en la
conservacin sin relacionarla con el orden sociopoltico actual. La ltima busca un
cambio sociopoltico como un proceso esencial para fomentar una relacin distinta
entre la sociedad y la naturaleza (Mora, 1998: 130).
449
Movimientos sociales en Amrica Latina
AMBIENTALISMO CONSERVACIONISTA
El ambientalismo conservacionista pone nfasis en la proteccin de la
naturaleza. El deterioro ambiental se atribuye al crecimiento demo-
grfico y la expansin econmica, pero no elabora un discurso contra
el desarrollo econmico como crtica de la expansin capitalista. En
algunos casos, tiene una postura poltica neutral o presuntamente
apoltica. En sus orgenes, este ambientalismo conservacionista con-
denaba prcticamente cualquier actividad humana que haca uso de
los recursos naturales, pero desde los aos 90 ha incorporado en su
discurso un uso controlado de los recursos naturales por parte de las
comunidades nativas y los campesinos (por ejemplo, en la Cumbre de
la Tierra celebrada en Ro de Janeiro en 1992). Un rasgo clave de sus
campaas y propuestas se centra en la compra de tierras con fines de
conservacin.
ECOLOGA CRTICA
Los orgenes de la ecologa crtica residen en las posiciones de iz-
quierda y el socialismo. Sin embargo, sera un poco exagerado califi-
car esta tendencia de ecosocialismo, dado que el discurso socialista
ha sido abandonado por varios movimientos sociales y ambientales
como consecuencia de la crisis del socialismo histrico. La ecologa
crtica ms bien favorece un discurso crtico del capitalismo, es decir,
de sus modelos de acumulacin, que son responsables de la destruc-
cin de los ecosistemas a fin de aumentar las ganancias (OConnor,
1997). En algunos casos, la ecologa crtica ha encontrado inspiracin
en las sociedades indgenas precolombinas, que pujaban por una re-
lacin armoniosa con la naturaleza.4 Una subtendencia de este tipo
4 En un artculo que podra ser considerado como fundacional del ecologismo crti-
co costarricense, el reconocido lder Oscar Fallas sostiene que la destruccin ambien-
tal de Costa Rica se remonta a la llegada de los espaoles en 1492 (Fallas, 1992: 9-17).
450
Allen Cordero Ulate
Cuadro 18.1
Organizaciones ambientalistas costarricenses por tipologa
Tipo Organizaciones
Conservacionismo ambiental Asociacin Conservacionista Monteverde, Asociacin Preservacionista
de Flora y Fauna Silvestre (APREFLOFAS); Asociacin Protectora
de rboles (ARBOFILIA); Centro Cientfico Tropical (CCT); Centro de
Capacitacin para el Desarrollo (CECADE); Centro de Derecho Ambiental
y de Recursos Naturales (CEDARENA); Justicia para la Naturaleza (JPN);
Red Costarricense de Reservas Naturales; Asociacin de Voluntarios de
Investigacin y Desarrollo Ambiental (VIDA); Fundacin Arqueolgica de
los Sitios de Moravia (FALSM)
Ecologa crtica Federacin Costarricense para la Conservacin del Ambiente (FECON);
Comunidades Ecolgicas la Ceiba (COECO Ceiba); Oilwatch, Asociacin
de Ecologa Social(AES)
Ambientalismo estatal Comits de Vigilancia de los Recursos Naturales (COVIRENA);
Comisiones Ambientales de las Municipalidades
Organizaciones indgenas y agrarias Asociacin Coordinadora Indgena Campesina de Agroforestera
vinculadas con el medioambiente Comunitaria (ACICAFOC); Mesa Campesina; Mesa Indgena; Comit
Cvico de Caas
451
Movimientos sociales en Amrica Latina
Tipo Organizaciones
Ambientalismo comunitario Asociacin para el Bienestar Ambiental del Sarapiqu, (ABAS);
Asociacin Cristiana de Jvenes (ACJ); Asociacin Ramonense para
la Proteccin del Ambiente (ARCA); Asociacin Ecolgica Paquera,
Lepanto, Cbano (ASEPALECO); Cerro Las Vueltas; Asociacin de
Proyectos Alternativos para el Desarrollo Social (PROAL); Asociacin
Ambientalista Shurakma; Asociacin Desamparedea para el Desarrollo
Sustentable (ADES); Asociacin Ecologista de Guatuso y Patarr,
Confraternidad Guanacasteca; Fundacin Madre Selva.
AMBIENTALISMO COMUNITARIO
Este ambientalismo tiene una base social comunal. Esta base pue-
de estar situada en comunidades indgenas, urbanas, semiurbanas
y rurales y/o agrarias. Las acciones de los adherentes al ambienta-
lismo comunitario estn motivadas por los problemas ambientales
locales, pero su discurso y sus actividades estn relativamente libres
de consideraciones ideolgicas. No obstante, el tipo de acciones so-
cioambientales que llevan a cabo por lo general implican cierta jus-
tificacin ideolgico-ambiental, aunque estos fundamentos ideo-
lgicos no son estructuras conceptuales consolidadas como es el
caso de los cuatro tipos de ambientalismo descritos con antelacin.
Dada esta tipologa, queremos caracterizar una muestra de las prin-
cipales organizaciones ambientales costarricenses (ver Cuadro 18.1).
Uno de los criterios para seleccionar estas organizaciones ha sido
su afiliacin a la Federacin Costarricense para la Conservacin del
Ambiente (conocida como FECON), en la instancia de tercer grado
ms reconocida, al menos en el momento que se realiz esta investi-
gacin, con respecto a la conservacin o a las iniciativas y las luchas
ambientales. De hecho, no hay otra federacin de organizaciones con
esta relevancia en el movimiento ambiental costarricense. El segun-
do criterio se basa en mi conocimiento personal, es decir, las orga-
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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Movimientos sociales en Amrica Latina
6 Segn Baldotano y Rojas, esta campaa tuvo dos grandes logros: Evit el encla-
ve, porque estaba claro que no tuvo suficiente planificacin, que no se basaba en la
realidad y que estaba lejos de las perspectivas sociales locales, y que tendra efectos
negativos en las comunidades locales y el medio ambiente. Adems, esta campaa fa-
cilit y atrajo la atencin de diferentes sectores sociales, que empezaron a reflexionar
sobre los modelos de desarrollo, la sustentabilidad y el derecho de las comunidades a
planificar y controlar sus recursos y definir su futuro (Baldotano y Rojas, 2005: 11).
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Movimientos sociales en Amrica Latina
10 En la lucha contra el TLC, que culmin con el referendo de octubre del 2007, el
movimiento ambientalista tuvo una participacin muy destacada, mostrando carac-
tersticas similares a la lucha contra el combo del ICE.
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Grfica 18.1
Trayectoria del movimiento ambiental costarricense, 1970-2000
Lucha
Combo ICE
contra ALCOA
(2000)
(1970)
Generalizacin y expansin
de luchas ambientales en espacios Pos Combo
locales (de 1983 a hoy).
1983
459
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CONCLUSIN
Al ofrecer una visin general del desarrollo del movimiento ambien-
talista costarricense, el contexto econmico y poltico es fundamen-
tal para comprender la evolucin del movimiento. Aqu, el contexto
est definido por la expansin de la globalizacin. Aunque la expan-
sin de la globalizacin est provocando conflictos sociales y luchas
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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Allen Cordero Ulate
14 No obstante, la liberacin paulatina del ICE s fue aprobada en el marco del TLC.
Los efectos de esta liberacin ya son muy visibles en el 2017 con la proliferacin de
compaas telefnicas y una competencia feroz a la que se ve sometida la estatal ICE.
15 En el caso de la explotacin minera en Puntarenas, est actualmente en efecto.
La empresa minera ha desarrollado una campaa de relaciones pblicas importante
para frenar el descontento de la comunidad.
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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Allen Cordero Ulate
Grfica 18.2
Panorama general del movimiento ambiental costarricense
Ao 2000 Ao
(combo) 2005
469
Movimientos sociales en Amrica Latina
APNDICE 1
Cuadro 18.2
Entrevistados y organizacin o institucin
470
Allen Cordero Ulate
BIBLIOGRAFA
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471
Movimientos sociales en Amrica Latina
472
Allen Cordero Ulate
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Touraine, A. 1999 Cmo salir del liberalismo? (Barcelona: Paids).
473
PARTE VI:
ESTUDIOS DE CASO POR PASES
19
Moiss Arce*
PROTESTA Y MOVIMIENTOS
SOCIALES EN PER
477
Movimientos sociales en Amrica Latina
INTRODUCCIN
La agitacin social y poltica que surgi en el Norte Global durante
los aos 60 y 70, gener dos grandes escuelas de pensamiento sobre el
estudio de los movimientos sociales: la estadounidense y la europea.
La escuela estadounidense, que por lo general es menos conocida en
el Per, entiende a los movimientos sociales desde la perspectiva del
problema de la accin colectiva segn lo planteado por la teora de la
eleccin racional (por ejemplo: Olson, 1965; Cohen, 1985). Siguiendo
el clculo estratgico que realizan los individuos racionales, consi-
derando sus propios intereses (Olson, 1965), la decisin individual
de participar en acciones colectivas representaba un gran obstculo
para explicar el surgimiento de los movimientos sociales. Este con-
478
Moiss Arce
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Movimientos sociales en Amrica Latina
3 Para consultar la traduccin al espaol de este libro, ver McAdam et al. (1999).
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Moiss Arce
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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Moiss Arce
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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Moiss Arce
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Movimientos sociales en Amrica Latina
10 Las cifras de esta base de datos se empezaron a registrar a partir de 2004. Garay
y Tanaka (2009) proporcionan una reproduccin parcial de estos datos para los aos
1995-2006. Para una descripcin completa de la base de datos, ver Arce (2014).
486
Moiss Arce
Grfica 19.1
Actividad contenciosa y liberalizacin poltica en Per, 1980-2010
200
Nmero de protestas Liberalizacin poltica
180
160
140
120
100
80
60
40
20
0
80 82 84 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10
Aos (en enero)
Fuentes y Notas: La actividad contenciosa es la suma de todos los tipos de actividad de protesta registrados en la Base de Protestas
Sociales del Per. Las mediciones de la liberalizacin poltica fueron relevadas de Freedom House. Representa la suma de los ndices
de derechos polticos y libertades civiles en una escala 1 a 7, en la que los valores ms bajos representan mayores libertades; y
registra un rango terico de 2 a 14 para el ndice combinado. En la muestra, el ndice combinado de Freedom House tiene una escala
de 4 a 11. Yo apart estos valores y agregu 14 para crear una nueva escala de 30 a 100, donde los valores ms altos indican mayor
democracia.
487
Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 19.1
Comparacin de cifras para las movilizaciones de 2006
488
Moiss Arce
San Martn 50 9 2
Loreto 44 9 5
Ucayali 18 1 0
Madre de Dios 17 0 0
Fuente: Ministerio del Interior (MININTER), Per.
Asimismo, cabe destacar que las cifras para las movilizaciones del
MININTER y de la Defensora del Pueblo discrepan mucho y son dif-
ciles de conciliar, aun cuando ambas son entidades gubernamentales
del mismo Estado. Como indiqu anteriormente, no hay mucha infor-
macin disponible sobre cmo se colectan los datos del MININTER.
Algo similar sucede tambin con la clasificacin de conflictos que
propone la Defensora del Pueblo. Especficamente, la Defensora del
Pueblo clasifica los conflictos como activos, latentes, reactivados
y resueltos. Adems, los conflictos definidos como activos estn
sub categorizados entre aquellos en los que hay dilogo y otros en
los que no hay dilogo. Sin embargo, no queda muy claro en qu
punto un conflicto pasa de un estado a otro, qu eventos constituyen
la presencia o ausencia de dilogo ni cmo el dilogo, en general, inci-
de en la clasificacin de las otras tipologas de conflictos. En el futuro,
los investigadores deben ser conscientes de las limitaciones de estas
fuentes de datos, y ajustar sus conclusiones en base a qu define a una
movilizacin y cmo est medida.
11 En lnea con Yashar (1999: 31), defino la liberalizacin poltica como mayores
libertades de asociacin, expresin y de prensa.
489
Movimientos sociales en Amrica Latina
490
Moiss Arce
Cuadro 19.2
Indicadores promedio por dcada en Per
491
Movimientos sociales en Amrica Latina
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Moiss Arce
Grfica 19.2
Huelgas y protestas en Per, 1980-2010
600
Huelgas Protestas
500
400
300
200
100
0
80 82 84 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10
Fuentes: Los datos sobre huelgas y protestas fueron tomados de la Base de Protestas Sociales del Per. Las protestas incluyen
movilizaciones, cortes de ruta, sentadas y tomas.
493
Movimientos sociales en Amrica Latina
nes, de nuevo su nivel tambin fue mayor durante los perodos libre
de los 80 y 2000, en comparacin con el perodo parcialmente libre
de los 90. La informacin ratifica la idea general de que la democracia
proporciona un ambiente favorable para llevar a cabo acciones colec-
tivas que producen distintas oleadas y modos de contencin popular.
En trminos generales, en los 80, los sindicatos tradicionales lidera-
ron movilizaciones populares empleando huelgas. En los aos 2000
nuevos actores, como los Frentes Regionales y los Frentes de Defensa,
lideraron movimientos de protesta mediante movilizaciones, cortes
de ruta, sentadas y tomas. El actual ciclo de protesta de Per (de me-
diados a fines de la primera dcada del 2000), que es el principal en-
foque de este captulo, se ha desplegado bajo un contexto de mayor li-
beralizacin poltica, con una prensa ms libre y ms animada tras el
fin del rgimen de Fujimori y la apertura de nuevas salidas para la re-
presentacin poltica con la eleccin de los gobiernos regionales en el
nivel sub nacional. En general, la Grfica 19.1 destaca la importancia
de las condiciones polticas, ms que de las econmicas, para ofrecer
una mejor explicacin del surgimiento de la actividad contenciosa.
Algunas observaciones adicionales, con respecto a la literatura
sobre el resurgimiento de la contencin en respuesta a la liberaliza-
cin econmica, se pueden extraer del conjunto de datos. En primer
lugar, las investigaciones que enfatizan los efectos desmovilizadores
de la liberalizacin econmica esperan un descenso generalizado en
las movilizaciones a medida que avancen las reformas del mercado.
Por ejemplo, Kurtz (2004) argumenta que las reformas del mercado
destruyen la capacidad de organizacin de la resistencia social, espe-
cialmente por medio de sus efectos sobre la mano de obra. Del mismo
modo, Oxhorn (2006) sugiere que el neoliberalismo transforma a la
ciudadana en una clase relativamente vana de consumo, terminan-
do los conflictos en materia de distribucin, o lo que Colburn (2002)
caracteriza como el fin de la poltica. La Grfica 19.2 compara las
huelgas peruanas a nivel nacional con las protestas para el perodo
de esta investigacin. En paralelo a las tendencias en otros pases de
Amrica Latina, la Grfica revela la base cambiante de las movili-
zaciones contra el gobierno despus de la transicin del Per a una
economa de mercado. Esta Grfica expone el efecto paradjico de la
liberalizacin econmica: muestra la disminucin de la influencia po-
ltica del trabajo organizado, lo cual dio lugar a nuevos actores y otras
formas de resistencia popular (similar Arce, 2008: 42; Arce, 2014).
Los regmenes que tienen una valuacin media de 2,5 o menos se consideran libres,
los regmenes con valores promedio entre 3 y 5 se consideran parcialmente libres,
y los regmenes con valores de 5,5 o ms se consideran no libres .
494
Moiss Arce
495
Movimientos sociales en Amrica Latina
CONCLUSIN
Las protestas a gran escala se han vuelto cada vez ms comunes en
Amrica Latina, y Per ha tenido ms que un buen papel en su parti-
cipacin en las movilizaciones. Sin embargo, a diferencia de las huel-
gas nacionales lideradas por los principales sindicatos durante los
80 y principios de los 90, la mayor parte de las movilizaciones en el
perodo actual se localiza y se centra grandemente en los reclamos
especficos de los grupos afectados. Tambin han surgido nuevos ac-
tores en respuesta a la globalizacin y liberalizacin econmica. En
el caso peruano, tanto el estado de la economa como la presencia de
la violencia poltica han sido invocadas para explicar las tendencias
de la protesta en el pas. Estas explicaciones, como he demostrado
en este captulo, ponen mucho nfasis en los factores contextuales
especficos de corto plazo para determinados periodos. La larga lnea
de tiempo proporcionada por la Base de Protestas, en cambio, revela
dos grandes ciclos de protesta que, juntos, destacan la importancia
de las condiciones polticas (lo que denomin la democracia como
oportunidad) con respecto a otros factores explicativos.
Las futuras investigaciones deben tener en cuenta las ventajas y
desventajas que ofrecen las tres fuentes de datos reportadas en este
captulo, puesto que estas fuentes pueden ayudar a responder ciertas
preguntas de investigacin y otras no. Las cifras de la Defensora del
Pueblo, por ejemplo, proporcionan informacin muy detallada so-
bre la evolucin de los conflictos, que pueden ayudar a identificar los
tipos de recursos humanos y financieros que se consideran crticos
para el xito de los movimientos de protesta. Por el contrario, la Base
de Protestas puede ayudar a explicar la variacin de las tendencias
de la protesta en el tiempo. Tambin nos puede ayudar a entender
la variacin sub nacional o local de las movilizaciones, un tema de
creciente inters acadmico (ver, por ejemplo: Almeida, 2012; Arce y
Mangonnet, 2013).
Finalmente, muchos de los estudios que han examinado el tema
de los movimientos de protesta en el Per han insistido en la nece-
sidad de la estabilidad poltica o el orden. Probablemente, algunos
de esos trabajos contemplaron cmo las movilizaciones en las calles
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Moiss Arce
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del poder (Santana, 1983; Leal, 1991), dejando al pueblo sin otra op-
cin que organizarse y protestar para incidir en las polticas (Urru-
tia, 1969). Los movimientos sociales tambin estn motivados por
eventos internacionales como la Guerra Fra y la Revolucin Cubana
(Archila, 2003a), o por las relaciones econmicas dependiente con
los pases capitalistas (Pcaut, 1973) que debilitan la economa co-
lombiana e inspiran movimientos nacionalistas. Los movimientos
tambin han respondido a las necesidades materiales extendidas,
empeoradas por las contradicciones de clase y la concentracin de la
riqueza (Gilhodes, 1970; Zamosc, 1989), y por la generalizacin de las
creencias colectivas de que algo es injusto e inmoral (Archila, 2003b).
Este captulo se basa en trabajos publicados con anterioridad
en los cuales, en general, he argumentado que la contencin social
resulta del hecho de que los ciudadanos han obtenido suficientes de-
rechos y capacidades para organizarse, pero tienden a experimen-
tar la prdida de los beneficios adquiridos, mientras que el Estado
ha desarrollado capacidades desiguales para implementar polticas,
brindar seguridad y proteger los derechos humanos (Velasco, 2007,
2011). En este trabajo diferencio los movimientos sociales de Colom-
bia de otras formas de poltica contestataria, los ciclos de protesta
actuales como teln de fondo del cambio de rgimen, y brindo una
descripcin amplia de los actores, motivos y tipos de acciones detrs
de las luchas del movimiento social.
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Grfica 20.1
Movimientos sociales y rgimen poltico en Colombia (1958-2010)
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Social Movement Actions
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2004
2006
2008
2010
Fuentes: Datos de la protesta, 1958-1975 (Archila, 2003b); 1975-2010 (CINEP, 2013).
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Cuadro 20.1
Actores, organizaciones, acciones y motivos de las luchas sociales,
Colombia (1975-2010)
una prctica comn sealar a los sindicatos como los principales res-
ponsables de los problemas macroeconmicos. Tales acusaciones se
incrementaban justo antes de que una empresa del Estado estuviera
a punto de ser liquidada. Por ejemplo, el Presidente Csar Gaviria
(1990-1994) aprovech el hecho de que los miembros del sindicato
eran minora para pintarlos como parte de una elite protegida por
las leyes y reglamentos laborales para desacreditar su oposicin a las
reformas neoliberales.2
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aprob los derechos de propiedad de las parejas del mismo sexo que
han convivido al menos durante 2 aos.5
La informacin sobre las organizaciones que llaman a la accin
colectiva (ver columnas 3 y 4 en el Cuadro 20.1) subraya una vez ms
el liderazgo de los sindicatos, pero tambin de los grupos cvicos y de
los estudiantes que representaron un 29%, 12% y 10% de las protes-
tas, respectivamente. La categora de estudiantes incluye un 50%
de estudiantes universitarios y un 42% de estudiantes secundarios,
cuyas protestas objetan principalmente el deterioro de la calidad edu-
cativa (incluyendo la infraestructura y los servicios sociales) y, recien-
temente, la privatizacin de la educacin superior y el aumento de la
matrcula (CINEP, 2013).
Los grupos cvicos tienen una larga historia en Colombia y re-
presentan actores urbanos o territoriales con diversas identidades so-
cioeconmicas y afiliaciones organizacionales. Estos actores son los
que normalmente se asocian a los pueblos o barrios pobres, donde los
servicios son deficientes o el Gobierno no ha podido desarrollar in-
fraestructura comunitaria (Santana, 1983). Se caracterizan por el uso
de huelgas civiles que paralizan casi todas las actividades socioeco-
nmicas, como una forma pacfica de llamar la atencin del Gobierno
sobre algn problema comunal.
La categora de autoridades incluye a los funcionarios departa-
mentales y municipales que utilizan las protestas para oponerse a las
acciones de los actores armados o a la presin del Gobierno central.
Por ejemplo, en 2002, los alcaldes de 23 municipios en Antioquia pro-
testaron contra las amenazas de muerte de la guerrilla de las FARC
para obligarlos a dejar sus cargos, y contra el Gobierno por no ofrecer
seguridad,6 mientras que las autoridades en el sur de Colombia se
unieron a la poblacin en protesta por las polticas de erradicacin
de la coca que aumentaron la represin y la militarizacin.7 Las pro-
testas de las autoridades locales surgieron, en gran medida, a partir
de la promulgacin de las leyes de descentralizacin, en 1986, que
pasaban las responsabilidades a las administraciones locales que, a
menudo, carecan de la experiencia o los recursos necesarios para
desempear nuevas funciones.
Las huelgas, las movilizaciones, las ocupaciones y los cortes de
rutas representan el 88% de los tipos de actividades de protesta. En
515
Movimientos sociales en Amrica Latina
CONCLUSIONES
Los movimientos sociales colombianos son un testimonio de la
historia compleja de intransigencia, democratizacin incompleta
y desigualdad econmica del pas. En primer lugar, muchos de los
mecanismos participativos aprobados por la Constitucin de 1991,
ostensiblemente diseados para reducir el conflicto, siguen ociosos
como resultado de la incapacidad del Gobierno para poner en prc-
tica o para dar seguimiento a los acuerdos alcanzados. En segun-
do lugar, las prcticas intolerantes y violentas de narcotraficantes,
guerrilleros, paramilitares y algunas de las elites gubernamentales
han contribuido an ms al deterioro de muchas instituciones y a
la reduccin de los derechos de los ciudadanos. Finalmente, ante la
expansin de la inseguridad humana y econmica, las polticas de
516
Marcela Velasco
BIBLIOGRAFA
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Una vez que se hubo creado el FSLN, tuvieron prioridad por so-
bre la organizacin llevar a cabo las actividades de la guerrilla y lle-
gar a las zonas rurales, la educacin poltica de las masas y generar
malestar en las zonas urbanas. La guerrilla sandinista fue, durante
la mayor parte de su historia, un pequeo foco guerrillero asentado
en las montaas en el norte y centro del pas, y compuesto principal-
mente por estudiantes. Esta experiencia dio lugar a una mitologa
conocida como la mstica de las montaas, que cuenta la historia de
cmo se desarroll la actividad guerrillera embrionaria (Cabezas,
1982). En cualquier caso, a pesar de su temprana fundacin, los ana-
listas polticos coinciden en clasificar al FSLN como una organiza-
cin guerrillera que pertenece a la segunda ola de guerrillas en
Amrica Latina, dado que lleg a ser polticamente relevante despus
de 1975 (Wickham-Crowley, 1993, 2014). La naturaleza hermtica del
rgimen de Somoza y su rechazo a cualquier posibilidad de reforma
unific en la insurreccin a una parte considerable de los grupos,
organizaciones y movimientos opositores. De esta manera, solo en
los aos previos a la insurreccin (y a pesar de las divisiones internas
dentro del FSLN)1 se realizaron ese tipo de actividades para penetrar
activamente en los grupos urbanos. Asimismo, es importante recor-
dar los orgenes urbanos y estudiantiles de la mayora de los lderes
de la guerrilla sandinista, y el papel de las escuelas y universidades
como un caldo de cultivo para los opositores de Somoza. Otro ele-
mento importante fue el impacto de la difusin de la teologa de la
liberacin entre grupos cristianos, que dieron lugar a las Comuni-
dades Eclesiales de Base (ver captulo de Mackin, en este volumen).2
En este sentido, las guerrillas que se haban establecido en las zonas
rurales y que apoyaban a los campesinos se percataron de la apari-
cin de estos nuevos sujetos sociales.3 El levantamiento de los gru-
pos urbanos liderado por el FSLN a fines de los 70 represent una
1 Durante los aos 70 se produjeron dos divisiones que generaron tres tendencias
internas: el GPP que se orient hacia el foquismo, la Tendencia Proletaria que estaba
ms orientada hacia los trabajadores y la Tendencia Tercerista / Insurreccional que
propuso una alianza policlasista.
2 La literatura sobre la influencia y el papel jugado por la religin en el proceso po-
ltico nicaragense es abundante. No obstante, se destacan las siguientes obras: Be-
rryman (1984), Cabestero (1983) Girardi y Randall (1989). Para un anlisis de este
fenmeno en la regin latinoamericana, ameritan ser consultados: Levine (1986,
1992) y Mackin (en este volumen).
3 Segn Vilas (1984: 169-198), las caractersticas bsicas del grupo revolucionario
fueron su juventud y su naturaleza popular, en el sentido general del trabajo de ma-
sas, en vez del proletariado.
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4 Durante los aos 60 y la primera mitad de los 70, la organizacin tena apenas
150 miembros en total, incluyendo tanto a los adherentes legales como a los clan-
destinos. Si se incluyen los colaboradores, el nmero aumenta un poco. A partir
de 1977, con la descomposicin progresiva del rgimen de Somoza y las diferentes
insurrecciones, hubo un claro aumento en los integrantes de la organizacin. Sin
embargo, despus de llevar a cabo un recuento exhaustivo de todos los miembros
y colaboradores de los tres grupos, la cifra no lleg a 500 (Arce en Invernizzi et al.,
1986; Dunkerley, 1988).
5 Utilizamos el concepto tal como ngelo Panebianco (1990) lo presenta en su
obra. La estructura de poder organizativo se basa en los llamados recursos de po-
der organizativo en relacin con los factores en torno de los cuales se llevan a cabo
las actividades vitales de la organizacin: competencia, relaciones con el entorno,
comunicacin, reglas formales, financiacin y reclutamiento.
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6 [N. de la T.] De la traduccin original del espaol al ingls realizada por el autor.
7 Al mismo tiempo, la funcin que el FSLN asign a estas organizaciones nunca fue
clara, aunque oficialmente su tarea era vigilar y trabajar para fortalecer la revolucin
y ofrecer los instrumentos para la expresin de las demandas ms importantes de las
masas (Nez; en Pozas, 1988: 20-21).
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8 Sobre este tema, un dirigente gremial afirm en una entrevista: Durante la Re-
volucin, nunca tuvimos que luchar por demandas sociales tales como comedores,
transporte, alimentos o medicinas. Fueron obsequios brindados por el Frente Sandi-
nista. A cambio, apoyamos la poltica del Gobierno: organizamos a los trabajadores
en brigadas para ir a cosechar caf, para educar, para alistarse al servicio militar [...].
Ahora todo ha cambiado. A partir de ahora no vamos a lograr nada si no luchamos
[...] (Mart i Puig, 2007: 136).
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El 75% de las familias nicaragenses vive por debajo del nivel de pobreza y
el 44% est en la extrema pobreza [...]. Frente a esta creciente depaupera-
cin social resulta significativo que no se hayan originado ms explosiones
sociales [...]. Probablemente, un factor determinante de esta resistencia
sea la arraigada tradicin de organizacin, disciplina social y solidaridad
de los nicaragenses.10
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12 En relacin a esta red, cabe sealar que los representantes nicaragenses estuvie-
ron presentes en el Foro Mesoamericano por la Autodeterminacin y Resistencia de los
Pueblos, que tuvo lugar en Tapachula (Mxico) en 2001. Sin embargo, los delegados
no fueron actores clave, dado que el FSLN (en contraste con los otros partidos de
izquierda en la regin) mantuvo una posicin ambigua (Collombom, 2012).
13 El episodio del Huracn Mitch y la confrontacin entre el Gobierno de Alemn y
las ONG se describe en detalle en Kampwirth (2004).
14 Sobre la cuestin de moralidad y gnero, cabe destacar que el FSLN vot en
contra del aborto teraputico en 2006. Segn Kampwirth (2008), la razn funda-
mental por la que los representantes sandinistas en la Asamblea Nacional votaron
de esa manera fue por temor a que, si no lo hacan, el Partido perdera las elecciones
presidenciales en noviembre. Sin embargo, ms all del discurso de la dirigencia
sandinista, tambin vale la pena sealar el deseo de Daniel Ortega de debilitar a las
feministas, un movimiento que ya se haba distanciado del FSLN algunos aos antes
y que lo haba denunciado abiertamente.
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20 Sobre este tema, vale la pena destacar el trabajo del Movimiento de Mujeres Tra-
bajadoras y Desempleadas Mara Elena Cuadra (MEC), que sin enfrentarse a las em-
presas o la actividad de maquila de manera radical, tiene como objetivo mejorar la
situacin de las mujeres que trabajan en el sector. Para ms informacin, ver el sitio
web de la organizacin: <www.mec.org.ni>. Referencia del 9 de julio de 2013.
21 En la actualidad, se han denunciado actividades mineras en el Ro Mico, el Ro
San Juan y la Mina Limn. Sobre estos proyectos, ver los informes del Observatorio
de Conflictos Mineros de Amrica Latina (OCMAL) en <http://www.olca.cl/ocmal/>.
Referencia del 9 de julio de 2013. Sobre la situacin de la extraccin de la minera
en Nicaragua, consultar <http://www.movimientom4.org/2013/06/la-mineria-en-tiem-
pos-de-ortega/>. Referencia del 9 de julio de 2013.
22 Este paquete legislativo otorga la concesin del macroproyecto a una compaa
registrada en Hong Kong (y residente fiscal en las Islas Caimn) llamada Nicaragua
Canal Development Investment Co. (HKC) que pertenece a un ciudadano chino llama-
do Wang Jing.
23 Este proyecto tendra un impacto irreversible en las personas, fauna y cultivos que
bordean al Lago de Nicaragua y en la calidad del agua dulce de la zona (incluso la
utilizada para beber).
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Desde los aos 2000, la base social del sandinismo se dividi entre los
leales a Ortega y la estrategia del FSLN, y los que queran renovacin y
eran crticos. Adems, a partir de 2007 (cuando Daniel Ortega asumi
la Presidencia de la Repblica de nuevo), la principal demanda articu-
lada en muchas de las protestas fue la denuncia de prcticas irregula-
res y turbias, sumadas a la impunidad. Asimismo, la manipulacin y
el fraude en las elecciones fueron condenados.
Sin embargo, que haya episodios de protesta denunciando el pro-
yecto de Ortega no implica que los movimientos populares o clasistas
hayan desaparecido; simplemente cabe sealar que su lgica ha sido
muy diferente de la de otros pases en la regin. En la actualidad, en
Nicaragua hay un movimiento que an defiende los derechos de los
trabajadores, denuncia los efectos nocivos que los megaproyectos tie-
nen sobre el medio ambiente, lucha contra el maltrato a los migran-
tes, y que proclama la voluntad de emancipacin de la juventud. Aun
as, los obstculos para construir una agenda alternativa, unificada y
transformadora en el pas dejan cierto sentimiento de frustracin. En
todo caso, los proyectos de construccin de la nacin como se pre-
sentaron (o soaron) durante los 70 y los 80 no son muy probables
en un contexto de globalizacin econmica. Adems, no hay ningn
acuerdo entre la supuesta izquierda poltica y los movimientos socia-
les; ni tampoco hay acuerdo estratgico o tctico alguno sobre cules
son los roles que deberan desempear el Estado y el mercado.
POSDATA
En la dcada en que Ortega est en el poder, adems de los movimien-
tos sealados, han emergido tambin nuevas manifestaciones de pro-
testa. Entre stas destacan, por un lado, el movimiento que se opone
al proyecto de construir un Canal Interocenico donde estn presen-
tes colectivos ecologistas, campesinos e indgenas, con notables cone-
xiones internacionales; y por otro, un disperso movimiento domstico
que agrupa antiguos sandinistas (ahora en el MRS), liberales y con-
servadores, que protesta episdicamente y sin mucha coordinacin
contra la deriva autoritaria del rgimen poltico de Daniel Ortega.
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Eugenio Sosa*
INTRODUCCIN
El 28 de junio de 2009 a las 5:35 de la maana la casa privada del
Presidente de Honduras Jos Manuel Zelaya Rosales, que haba sido
elegido para el perodo del 27 de enero de 2006 al 27 de enero de
2010, fue allanada por el Ejrcito. El Presidente fue detenido, puesto
en un avin y llevado a Costa Rica. Ese mismo da iba a tener lugar
una consulta ciudadana para que los ciudadanos pudieran expresar
su aprobacin o desaprobacin a la inclusin de una cuarta urna en
las elecciones generales del 29 de noviembre de 2009, para votar S
o NO a la convocatoria de una Convencin Nacional Constituyente.1
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1. T
erritorializacin de los movimientos
2. La bsqueda de autonoma, material y simblica, respecto del
Estado y los partidos polticos
3. La revalorizacin de la cultura popular y la afirmacin de la
identidad de personas, pueblos y sectores sociales, en particu-
lar de las diferentes etnias y gneros
4. L a capacidad de producir sus propios intelectuales
5. El nuevo papel de las mujeres
6. La preocupacin por la reorganizacin del trabajo y la relacin
con la naturaleza
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Resistencia de San Pedro Sula, etc. Es decir, hubo una fusin de una
identidad comn que se combin con identidades basadas en territo-
rios y sectores especficos.
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CONCLUSIN
En suma, la resistencia al golpe militar se construy en base a dca-
das de lucha previa al neoliberalismo. El FNRP se compone de una
variedad de sectores sociales que sostuvieron la resistencia por ms
de 2 aos, hasta el regreso negociado del Presidente Manuel Zela-
ya a mediados de 2011. Entre 2011 y 2013, el FNRP en parte puso
sus esfuerzos en la construccin de un partido poltico innovador,
LIBRE. LIBRE compiti en las elecciones presidenciales de 2013 y
obtuvo casi 900 mil votos en una contienda polmica y controvertida
(Sosa, 2014). El nuevo partido izquierdista emergi como la segunda
fuerza poltica del pas y quebr la dominacin centenaria de los dos
partidos polticos de elite, donde LIBRE obtuvo la segunda mayora
559
Movimientos sociales en Amrica Latina
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Eugenio Sosa
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Movimientos sociales en Amrica Latina
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23
MOVIMIENTOS SOCIALES
GUATEMALTECOS: DEL PROCESO
DE PAZ A UN NUEVO CICLO DE LUCHA
POPULAR, 1996-2013**
INTRODUCCIN
En este captulo se presenta un breve panorama de los cambios que
se han producido durante la lucha de los movimientos sociales en
Guatemala desde la firma del Acuerdo de Paz en 1996, que puso fin a
36 aos de guerra interna. El ciclo de lucha popular que hoy vemos
en Guatemala constituye una respuesta a las demandas estructura-
les e histricas que nunca fueron atendidas ni resueltas, as como a
nuevos factores como la imposicin de un modelo econmico basado
en la acumulacin por despojo. Esto se produce en un contexto de
regresin en el proceso de democratizacin respeto de los derechos
humanos y del fortalecimiento de las fuerzas polticas, econmicas y
militares que buscan la restauracin de un rgimen autoritario.
* FLACSO-Guatemala, Guatemala.
** Traduccin de Eugenia Cervio y Sara Medina.
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Simona Violetta Yagenova
3 Basado en las estadsticas del grupo de estudio del Movimiento Social de FLACSO-
Guatemala.
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Simona Violetta Yagenova
Grfica 23.1
Mapa de los municipios donde se realizaron los procesos
de consulta, 2005-2013
[Q66] Consulta
1 .00
N=70 M=1.00 S=0.00
1 .00
N=0
1 .00
N=0
1 .00
N=0
1 .00
N=0
1 .00
N=0
1 .00
Absence dinformation
Les surfaces de rectangles de lhistogrammesont proporcionelles au nombre dunites spatiales dans chaque classe
dfinie sur la variable: Consulta maximum = 70 pour la classe n1
Fuente: Elaboracin propia.
Cuadro 23.1
Cantidad de consultas realizadas, 2005-2013
569
Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 23.2
Ciclos de protesta en Guatemala, 1972-2013
570
Simona Violetta Yagenova
571
Movimientos sociales en Amrica Latina
572
Simona Violetta Yagenova
573
Cuadro 23.3
574
Resistencia contra los proyectos hidroelctricos y mineros, 2004-2013
Departamento Municipalidad Nombre del Estado Asesinato Ataques Prisioneros Secuestro Orden Persecucin Ataques y
Proyecto de sitio armados polticos de y captura violaciones
captura sexuales a
mujeres
Huehuetenango Santa Cruz Hidroelctrica * * * * * * * *
(2012-2013) Barillas Hidro Santa Cruz
Santa Rosa San Rafael Las Mina El Escobal * * * * * * * *
Jalapa (2011- Flores Santa
2013) Rosa de Lima,
Nueva Santa
Rosa y Casillas
(Santa Rosa)
Movimientos sociales en Amrica Latina
Mataquescuintla
y San Carlos
Alzatate (Jalapa)
San Marcos Sipacapa Mina Marln * * * * * * *
(2004-2013) San Miguel
Ixtahuacn
Guatemala San Jos el Golfo Mina El Tambor, * * * *
(2011-2013) y San Pedro Progreso
Ayampuc Derivado VII
Guatemala San Juan Proyecto Minero * * * * * * * *
(2007-2013) Sacatepquez Cemento Progreso
Izabal (2007- El Estor Proyecto Minera * * * * *
2012) Flix CGN
BIBLIOGRAFA
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Guatemala, julio.
CERD 2010 Informe referente a Guatemala en CERD/C/ GTM/
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2011.
Consejo de los Pueblos de Occidente 2010 El derecho a la consulta de
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y la prctica (Guatemala: CPO).
COPAE 2005 La consulta comunitaria; la lucha del pueblo maya
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El Observador 2013b Industrias extractivas, despojo y destruccin,
N 40/41, mayo a septiembre.
575
Movimientos sociales en Amrica Latina
576
24
577
Movimientos sociales en Amrica Latina
578
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
virtud del sentido que conllevan. Es importante remarcar que las ac-
ciones de protesta se conciben, y fundamentalmente se realizan, con
esta unidad de sentido o criterio;4 por tal motivo consideramos que
una accin de protesta no necesariamente coincide con una medida
de accin directa, aun cuando esto ocurra en la mayora de los casos.
Por ejemplo, para el caso de un paro nacional, si bien analticamente
encontramos una multiplicidad de medidas directas especficas (can-
tidad de paros por rama de actividad o por sector pblico, empresa,
provincia, localidad, etc.) en tanto que todas estas medidas fueron
coordinadas y llevadas adelante con un sentido de unidad, para nues-
tros propsitos representan una sola accin de protesta.
Este captulo intenta aportar un anlisis de la forma en que de-
terminados acontecimientos polticos se inscriben en la poltica na-
cional. Su pertinencia y relevancia deben ser pensadas, entonces, no
como un anlisis de las organizaciones y movimientos que confor-
man el universo de la movilizacin social en el pas, sino como un
anlisis del registro pblico de la actividad de dichas organizaciones
y movimientos. En este sentido, la nocin de protesta social es con-
ceptualmente productiva a la vez que coincide con la forma en la cual
el lenguaje cotidiano identifica los fenmenos de movilizacin social.5
Al mismo tiempo, dicha categora permite evitar cualquier reduccin
respecto de la articulacin y organizacin que presentan las diferen-
tes formas de movilizacin. Por esta razn, decidimos considerar
como unidad de anlisis cada una de las acciones de protesta regis-
tradas por los principales diarios de alcance nacional.6 El perodo
4 La unidad de criterio refiere a los elementos que permiten responder las preguntas
sobre quines, cmo, por qu y para qu de las acciones.
5 Es necesario sealar que protesta social no es meramente una expresin usada por
los medios grficos para organizar y presentar historias sobre lo que est sucediendo
sino que, adems, es la denominacin empleada por los funcionarios pblicos, los
polticos y dems actores implicados en la organizacin de la realidad social.
6 Como muchas investigaciones de esta clase, el relevamiento tom la prensa
nacional como fuente (los diarios Clarn y La Nacin). Cuando son accesibles,
usualmente se complementan con registros policiales o gubernamentales que
devienen, de este modo, en las fuentes principales en las que estas investigaciones se
basan para indagar la poltica nacional y/o largos perodos de tiempo (Koopmands y
Rucht, 2002).
Para esta investigacin, asumimos que los diarios impresos son la fuente disponible
ms conveniente para registrar la historia de la movilizacin social. Este primer
hallazgo implica que la comunicacin a escala nacional es principalmente
transmitida por los medios de comunicacin prensa impresa, aun cuando tiende a
simplificar la complejidad de la informacin en relacin a la que recibe el pblico ms
especializado, y en segundo lugar, como cualquier otro actor econmico y poltico,
representa intereses que sesgan los temas y la cobertura de los acontecimientos
579
Movimientos sociales en Amrica Latina
polticos. Sin embargo, este tipo de enfoque nos permiti cumplir con nuestros dos
objetivos principales: analizar globalmente las formas de manifestacin de la accin
colectiva en la poltica nacional y centrar el anlisis en el largo plazo.
Como lo demuestran otros estudios (Koopmans y Rucht, 2002), los controles del
sesgo de las fuentes (comparando los relevamientos con otras fuentes) solo permiten
analizar mejor la informacin relevada, pero en ningn caso representan una
aproximacin ms fiel al objeto. Un relevamiento, por ejemplo, realizado en un
diario local o provincial en el mismo perodo de nuestra base de datos seguramente
consignar protestas que varios diarios nacionales no cubrieron. Eso significa
que los diarios nacionales no consideran todas las protestas que se realizan en los
diferentes contextos locales. Sin embargo, no se puede sostener que esa nueva fuente
es necesariamente ms exhaustiva sino que, simplemente, tiene un sesgo diferente
(Koopmans y Rucht, 2002: 238-239). Toda investigacin de este tipo presupone asumir
que se trabaja no sobre el universo de las protestas o movilizaciones, sino sobre
aquellas que fueron registradas por alguna fuente. Por supuesto, la multiplicacin de
fuentes permite moverse en direccin de un universo ms amplio de una naturaleza
prcticamente infinita y, como en toda investigacin, conviene tener claro cunto
agrega y a qu costo seguir sumando informacin.
580
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
581
Movimientos sociales en Amrica Latina
582
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.1
Cantidad de protestas, 1989-2003 (valores absolutos)
700
Total de protestas: 5268
P romedio protestas
600 x ao (1989-2002): 376
502
524
500
463 456
409
400 383
388
316 322 319
300
309
294
200 241 239
100 103
0
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003(*)
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas: (n=5268). | (*) 25/05/2003.
583
Movimientos sociales en Amrica Latina
584
Sebastin Pereyra, Germn J. Prez y Federico L. Schuster
Grfica 24.2
Distribucin de protestas segn perodos polticos y econmicos
32%
30%
20%
12%
10% 8%
6%
0%
Alfonsn Menem Menem De la Ra Duahalde
(1/1/89 (9/7/89 (6/5/95 (10/12/99 (21/12/01 Convertivilidad post Tequila Convertivilidad y crecimiento
al al al al al 96-99 92-95
8/7/89) 5/5/89) 9/12/99) 20/12/01) 25/5/03) 27% 28%
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas (n=5268).
585
Movimientos sociales en Amrica Latina
35% del total. Los dems tipos de organizacin alcanzan valores por
debajo del 7%. As sucede, por ejemplo, con la proporcin de protestas
convocadas por organizaciones piqueteras:12 del total de las protestas
del perodo, intervinieron estas organizaciones participaron solo en
el 6% de los casos, la misma proporcin que corresponde a las pro-
testas llevadas a cabo por organizaciones empresariales. Nuevamen-
te, debemos sealar la diferencia entre la cantidad de protestas y su
impacto poltico. Aunque entre 1989 y mayo de 2003 se registra un
volumen similar entre las protestas convocadas por las organizacio-
nes piqueteras, empresariales o partidarias, el impacto poltico de las
primeras ha sido claramente mayor, sobre todo en la segunda mitad
del perodo (Grfica 24.4).
Las demandas colectivas son un elemento central de las protestas
sociales. Cules fueron las principales demandas? Al analizar las de-
mandas del total de las protestas de todo el perodo, se observa que 1
de cada 4 demandas fue salarial. Si a estas se agregan las demandas
laborales, resulta que el 37% de todas las demandas del perodo han
sido tpicas de los trabajadores ocupados. Las demandas de trabajo
y asistencia social directa representan tan solo el 5% del total entre
1989 y mayo de 2003. Despus de los reclamos salariales, las deman-
das econmicas (18%)13 son las ms importantes, siguen las demandas
de seguridad social14 y una proporcin prcticamente igual de deman-
das de derechos humanos y administracin de justicia. Por ltimo, las
protestas con demandas de seguridad, medioambiente o de consumi-
dores no superan, en ningn caso, el 2% del total15 (Grfica 24.5).
La visibilidad el carcter pblico de la accin colectiva es una
condicin necesaria para ser definida como protesta social. El for-
mato es la dimensin analtica que refiere, precisamente, al modo en
586
Sebastin Pereyra, Germn J. Prez y Federico L. Schuster
Grfica 24.3
Tipos de organizacin de las protestas
60%
50% 49%
40%
35%
30%
20%
10%
6% 6% 5% 6%
1% 1% 3%
0%
Sindical
Civil
Piquetera
Empresarial
Partidaria
Autoconvocados
Multisectorial
Otros
S/D
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Total de protestas (n=5268).
Grfica 24.4
Demandas agrupadas por categoras, segn protestas
Salariales 26%
Econmicas 18%
Seguridad social 15%
DDHH y adm. de Justicia 14%
Laboral 11%
Polticas 9%
Trabajo/Asist. Social directa 5%
Serv. Habitacionales 4%
Seguridad 2%
Ambientales 2%
Consumidores 2% Variable mltiple
Otros 4% (Total registros n=6284)
Demasiado vago p/codificar 2%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30%
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas (n=5268).
587
Movimientos sociales en Amrica Latina
588
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.5
Principales formatos de protesta
50%
45% Variable mltiple
45% (Total registros n=5276)
40%
35%
30%
25% 24%
20%
15%
10% 10%
5% 5% 5%
2% 2% 2% 1% 1% 1% 1% 1%
0%
Marcha/Manifestacin
Huelga/Paro
Cortes
Toma/Ocupacin
Cacerolazo
Motn
Huelga de hambre
Escrache
Sentada
Muestra artstica
Cadena humana
Otros
S/D
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas (n=5268).
Grfica 24.6
Evolucin de la protesta segn tipo de organizacin
80%
Sindical Empresarial Partidaria
70% Piquetera Civil
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas (n=5260).
589
Movimientos sociales en Amrica Latina
590
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.7
Sector de actividad
Educacin 34%
Salud 4%
Otros 4%
D/V 3%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45% 50%
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas en las que participan sindicatos (n=2568).
Grfica 24.8
Evolucin de la protesta segn sector de actividad
50%
Educacin Administracin Pblica
45% Industria Servicios
40%
35%
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas en las que participan sindicatos (n=2568).
591
Movimientos sociales en Amrica Latina
592
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.9
Tipo de organizaciones civiles
Vecinos 28%
Estudiantil 20%
DDHH 11%
Familiares y amigos de vctimas 9%
Presos 8%
Jubilados 7%
Profesionales 5%
Ahorristas 4%
Ambientales 4%
Padres (alumnos) 4%
Indgenas 1% Variable mltiple
Minoras sexuales 1% (Total registros n=2030)
Otros 9%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30%
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas en las que participan
organizaciones civiles (n=1858).
Grfica 24.10
Evolucin de las protestas de las organizaciones civiles
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas en las que participan
organizaciones civiles (n=1858).
593
Movimientos sociales en Amrica Latina
19 Esta categora incluye a aquellos grupos que en las fuentes aparecieron como
pobladores, vecinos, residentes, habitantes, etctera.
20 Esta categora refiere a un conjunto diferente de tipos de casos en los cuales los
familiares de las vctimas, o una agrupacin de vctimas, son los principales voceros
en los procesos de movilizacin social en los 90; los casos ms frecuentes fueron los
familiares de las vctimas de violencia policial, pero hay otros casos que ataen a
las ms diversas situaciones (crmenes comunes, adicciones, accidentes de trnsito,
etc.). Ver, sobre este tema, el trabajo de Mara Victoria Pita (2010).
21 Respecto a las demandas salariales (26%), los pedidos por aumentos de salarios
alcanzaron un 14%, los reclamos por pagos adeudados un 10% y otras demandas
salariales un 2%.
594
Sebastin Pereyra, Germn J. Prez y Federico L. Schuster
Grfica 24.11
Evolucin de las principales demandas
60%
Variable mltiple
Total demandas (n=6284)
50% Ser. Habitacionales Presos/Reclusos Econmicas
Seguridad Social Trabajo/Asis. Soc. Directa
40% Salarial Laboral DDHH y Adm. de Justicia
30%
20%
10%
0%
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas (n=5268).
595
Movimientos sociales en Amrica Latina
596
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Cuadro 24.1
Demandas segn tipo de organizacin
Cuadro 24.2
Tipo de organizacin segn demanda de la protesta
597
Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 24.3
Tipo de formato segn demanda de la protesta
598
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.12
Evolucin de los principales formatos de protesta
70%
Variable mltiple Manifestacin Corte Toma Paro
Total registros (n=5276)
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Base: Total de protestas (n=5268).
599
Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 24.4
Tipo de organizacin segn forma de protesta
Vecinos/Pobladores: 65%, Estudiantes: 18%, Padres, 6%, Indgenas, 2%, Profesionales,: 2%, Jubilados: 1%, Otros:
6%, Toal: 100%. | Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC).
600
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Cuadro 24.5
Tipo de demandas segn forma de protesta
Por otro lado, del total de los cortes de ruta, tan solo un cuarto se ha
realizado por demanda de asistencia social directa y trabajo, deman-
da considerada como tpicamente piquetera. Casi la misma propor-
cin de cortes sostuvo reclamos econmicos o polticos de carcter
general, e incluso, un 20% han sido por reclamos salariales y labo-
rales. Ms an, podramos decir que el corte se asemeja ms al paro
que a la marcha en lo que respecta a su carcter modular. Este for-
mato, utilizado por diversos tipos de organizaciones, ha permitido a
los manifestantes expresar un conjunto heterogneo de demandas; y
este, a su vez, refiere a la modularidad de los cortes como formato de
protesta. Hasta ahora nos hemos referido a los formatos de protesta
que presentan porcentajes superiores al 5%. Es importante conside-
rar, tambin, aquellos formatos que no fueron relevantes en trminos
estadsticos pero que han capturado la atencin de la opinin pblica
Entre ellos se encuentran los siguientes: cacerolazo, motn, huelga de
hambre (cada uno muestra una proporcin del 2%); escrache, senta-
da, performance artstica y cadena humana (con un 1%, respectiva-
mente). Si se agregan estos formatos a la categora otros, junto con
cortes de telfono, ciberprotesta, carpas, denuncia pblica, estado de
alerta, basurazo, entrega de petitorio, lockout, acampe, olla popular,
silbidos, boicot y asamblea, se desprende que quienes ms han uti-
lizado este tipo de formatos han sido organizaciones civiles (23%) y
partidarias (18%).
601
Movimientos sociales en Amrica Latina
602
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.13
Nmero de protestas por ao, 1989-2006 (valores absolutos)
800
Total de protestas: 4702
702
700 n=1494 n=613
32% 13%
600 374 protestas 307 protestas 595
por ao por ao
524
500
533
409
400 458
322 319
300
294 297 n=2595
200
239 55%
519 protestas
100 por ao
Grfica 24.14
Evolucin de la protesta segn tipo de organizacin
60%
Sindical Empresarial Partidaria Piquetera Civil
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
603
Movimientos sociales en Amrica Latina
604
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.15
Tipo de organizacin segn perodo
60%
53%
50%
40% 37%
35%
32%
30% 34%
31%
29%
20% 28%
20%
16%
10% 7%
6% 6%
4% 7%
4% 3%
0%
89-96 Pre crisis Crisis Post crisis
Variable mltiple
Total de organizaciones (n=8934)
Sindical Empresarial Partidaria Piquetera Civil
Ambientalistas 2% 5% 6% 10%
Industria 9% 7% 7% 6%
Comercio - 1% 1% 3%
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC). | Total de protestas (n=7759). | Ref.: (*) Administracin
pblica, salud, judiciales y educacin.
605
Movimientos sociales en Amrica Latina
Cuadro 24.6
Organizaciones civiles por perodo
606
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
607
Movimientos sociales en Amrica Latina
608
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.16
Evolucin de las principales demandas
25%
20%
15%
10%
5%
0%
1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
Fuente: Grupo de estudios sobre protesta social y accin colectiva (GEPSAC).
609
Movimientos sociales en Amrica Latina
610
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Grfica 24.17
Evolucin de los principales formatos
70%
Huelgas Demostraciones Cortes Tomas Cacerolazo
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
611
Movimientos sociales en Amrica Latina
PALABRAS FINALES
Como se dijo al principio de este captulo, el objetivo principal de
nuestra investigacin fue aportar evidencia emprica sobre la trans-
formacin reciente de la protesta social en Argentina. Creemos que,
de esta manera, podemos contribuir a un anlisis de este fenmeno
que no se limita a situaciones especficas o a actores particulares.
Por esta razn, una visin general de un perodo prolongado de tiem-
po puede ampliar el horizonte del debate sobre los procesos de mo-
vilizacin social en Argentina. Como sealamos, la diversificacin
(de las organizaciones, demandas y formas de protesta) es el sello
distintivo del perodo que se extiende entre las dos grandes crisis de
la transicin democrtica argentina.
Dentro de este marco general, las crisis representan circunstan-
cias significativas que marcan puntos de inflexin en trminos de
las condiciones estructurales que enmarcan la protesta. As, la crisis
hiperinflacionaria llev a una dcada de predominio de las reformas
de mercado en el pas, cuyos efectos, principalmente relacionados
con el empleo y las condiciones de trabajo, son cruciales para enten-
der el fuerte descenso de la actividad sindical durante los 90. Una
fraccin del movimiento sindical, honrando su filiacin peronista y
su lealtad al gobierno nacional, continu con un gran proceso de des-
movilizacin. Al mismo tiempo, coincide con la movilizacin sindical
constante y creciente de los trabajadores del Estado, de la salud y de
la educacin que fueron los ms afectados por las reformas del mer-
cado y las exigencias del ajuste fiscal disciplinador. En ese momento
particular, una fuerte cada en la cantidad de huelgas tuvo lugar,
mientras que la manifestacin se consolid como la principal forma
de protesta. Por otra parte, se ha demostrado que en los ltimos 15
612
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Cuadro 24.7
Organizacin segn demanda I
SINDICAL PIQUETERA
PRECRISIS CRISIS POSTCRISIS PRECRISIS CRISIS POSTCRISIS
Salario / condiciones laborales 35% 31% 66% 5% 5% 8%
DD. HH. 8% 4% 34% 4% 7% 17%
Ambientales 0% 0% 1% 0% 0% 1%
Seguridad 3% 0% 2% 0% 1% 1%
Servicios sociales 19% 13% 8% 3% 5% 3%
Trabajo y asistencia social 2% 7% 2% 64% 43% 30%
Servicios habitacionales 0% 0% 0% 1% 0% 3%
Poltico 8% 9% 8% 11% 13% 19%
Econmico 22% 26% 4% 8% 15% 5%
Otros 3% 5% 4% 0% 7% 13%
Sin datos 0% 4% 2% 4% 4% 1%
TOTAL 100% 100% 100% 100% 100% 100%
Cuadro 24.8
Organizacin segn demanda II
613
Movimientos sociales en Amrica Latina
614
Sebastin Pereyra, Germn Prez y Federico Schuster
Cuadro 24.9
Organizacin segn demanda III
VECINAL
PRECRISIS CRISIS POSTCRISIS
Salario / condiciones laborales 3% 2% 1%
DD. HH. 21% 16% 21%
Ambientales 6% 6% 21%
Seguridad 11% 0% 12%
Servicios sociales 2% 0% 1%
Trabajo y asistencia social 7% 0% 2%
Servicios habitacionales 24% 6% 18%
Poltico 12% 9% 8%
Econmico 8% 23% 2%
Otros 6% 27% 13%
Sin datos 0% 4% 1%
TOTAL 100% 100% 100%
615
Movimientos sociales en Amrica Latina
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ala que las organizaciones piqueteras son muy ambivalentes, con di-
versas tonalidades polticas que van desde la demanda de reinsercin
en el sistema a la afirmacin de un anticapitalismo radical (Svampa,
2008: 181). Los participantes de estos movimientos, con altos niveles
de representacin femenina, son quienes estn inscritos en los pro-
gramas sociales y proyectos de trabajo comunitario que, en contraste
con los beneficios que estos proyectos pueden brindar, tienen el com-
promiso de participar en las protestas y movilizaciones.
Otro tpico y movimiento social importante en Amrica Latina
es el ecologista. En algunas regiones ciertos sectores del movimiento
ambiental se politizaron, como en el caso de la lucha contra la insta-
lacin de las pasteras en Uruguay (Longo, 2008), o la lucha contra las
empresas de minera a cielo abierto en la regin de Mendoza, Argenti-
na, causantes de graves problemas socioambientales (ver Di Marco y
Palomino, 2004; Baraldo, 2006). En esta ltima regin, las acciones se
organizan en asambleas, junto a la Unin de Asambleas Ciudadanas
(UAC), conformadas por comerciantes, campesinos, amas de casa, es-
tudiantes, etc. En otras palabras, se trata de un grupo heterogneo, a
diferencia de los ambientalistas que participaron en los movimientos
sociales de los aos 90, impulsados por ideologas e ideas ecolgicas.
Hoy da participan en conformidad con su creencia en la importancia
de la accin social colectiva, que abarca diferentes estratos sociales,
que regeneran las asociaciones vecinales como unidades territoria-
les que articulan las acciones. Otros movimientos ambientales estn
vinculadas a los movimientos populares, como en la regin del ro
So Francisco en Brasil, as como el movimiento contra la construc-
cin de represas o el movimiento de pequeos agricultores en varias
regiones de Brasil y Argentina, como el Movimiento Campesino de
Crdoba (MCC).
Muchos movimientos populares luchan contra proyectos en el
mbito de las polticas pblicas en sus regiones debido a que estos
proyectos afectan las condiciones de trabajo que son su sustento eco-
nmico, como el Movimiento Nacional de Pescadores (Movimento
Nacional dos Pescadores, MONAPE) en Brasil. De hecho, el trabajo
tiene un papel central en las luchas populares para garantizar el
derecho al trabajo, por mejores condiciones de trabajo o para generar
nuevos ingresos, ya sea autogestionado o a travs del empleo institu-
cionalizado. Se pueden citar como ejemplos un gran nmero de orga-
nizaciones de economa solidaria en Brasil y al MTD en Argentina.
Su objetivo es construir proyectos productivos sostenibles, autoges-
tionados y guiados por la lgica de la comunidad (ver Vitullo, 2007:
154-161). Con respecto a los movimientos populares urbanos, la lucha
por la vivienda contina siendo la ms importante en Brasil y otros
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1 Ver <www.bidwill.mpl.org.br/>.
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CONCLUSIONES
Un nuevo momento y modelo han surgido en la trayectoria de aso-
ciativismo de Amrica Latina. Algunos movimientos sociales reco-
braron visibilidad y un papel central como actores que impulsan el
cambio social. Los movimientos tambin experimentaron cambios
considerables, con transformaciones en sus identidades e incorporan
otras dimensiones de pensamiento y accin sociales. Los actores co-
lectivos modificaron sus proyectos polticos. Pero como hay muchos
proyectos que son heterogneos, algunas de sus agendas se cayeron,
se extraviaron o redefinieron su identidad, ideas y puntos de vista
bsicos, transfigurando el proyecto original y la cultura poltica vi-
gente. Algunos se redefinieron a partir de la presencia de otros acto-
res sociales. Otros aprovecharon el momento y se conectaron con las
posibilidades ofrecidas por la globalizacin: econmica (que genera
resistencia y protestas) y cultural (que genera nuevas sociabilidades,
nuevas interacciones y el aprendizaje basado en la pedagoga del
ejemplo aprendizaje a travs de la observacin en los principales
eventos transnacionales o a travs de conexiones va internet). El per-
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INTRODUCCIN
En este trabajo se estudian los movimientos sociales que luchan por
la justicia social, racial, econmica y ambiental en los Estados Uni-
dos. El conocimiento sobre movimientos sociales define al campo
como enfocado en los actores colectivos excluidos, que luchan por de-
rechos, recursos y poder (Jenkins, 1985; McAdam, 1999; Piven, 2006;
Tarrow, 2011). En este ensayo retomamos este tema originario en la
investigacin de la accin colectiva, al resaltar las principales formas
de exclusin que conducen a la movilizacin popular a gran escala
en Estados Unidos contemporneo. La exclusin es, con frecuencia,
el punto de partida para la formacin del movimiento social, aunque
una indagacin ms especfica de las estructuras institucionales que
generan divisiones sociales contribuye a nuestra comprensin de la
probabilidad de la aparicin de resistencia colectiva. En este captulo
realizamos una clasificacin ms precisa de la exclusin (legal, am-
biental, econmica y cultural) y de las respuestas consiguientes de los
movimiento sociales.
* U
niversity of California, Merced, EEUU.
** Traduccin de Ana Steinberg, Eugenia Cervio y Sara Medina.
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EXCLUSIN LEGAL
La exclusin legal impulsa la actividad del movimiento social cuando
a los grupos se les niega el acceso a los derechos, la proteccin de
las instituciones gubernamentales y la igualdad de trato ante la ley.
Cuando estas condiciones afectan a una gran cantidad de personas,
hay mayor probabilidad de respuesta colectiva. Tales exclusiones han
jugado un papel importante en la primera y segunda ola del feminis-
mo en los Estados Unidos (Staggenborg y Taylor, 2005; McCammon,
2012; Van Dyke 2017). Dos ejemplos destacados de exclusin legal en
las luchas recientes del movimiento social en los Estados Unidos inclu-
yen los derechos de los inmigrantes y la campaa Black Lives Matter.
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1 Ver <http://mappingpoliceviolence.org/>.
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EXCLUSIN AMBIENTAL
La exclusin de un medio ambiente de buena calidad y de una vida
saludable acta como otra forma de menoscabo que impulsa campa-
as de movilizacin comunitaria (Szasz, 1994; Kubal, 1998). Desde
principios del siglo XX, lugares como los basurales, los vertederos
de residuos peligrosos, las incineradoras y las plantas de productos
qumicos han reducido significativamente la calidad ambiental de las
comunidades de clase trabajadora y de las minoras de ingresos me-
dios en Estados Unidos y, como resultado, siguen afectando el esta-
do de salud de comunidades e individuos (Pais, Crowder y Downey,
2014; Kravitz-Wirtz et al., 2016). Estas circunstancias se denominan
injusticia ambiental o racismo ambiental en la literatura sobre
movimientos sociales (Bullard, 1990; Szasz y Meuser, 1997; Brulle y
Pellow, 2006).
JUSTICIA AMBIENTAL
El desecho de txicos en vertederos y la localizacin de usos no de-
seados de la tierra a nivel local (locally unwanted land uses, LULUs),
histricamente, ha seguido el camino de menor resistencia, es decir,
las comunidades negras y pobres han sido damnificadas despropor-
cionadamente por la carga de estos tipos de factores externos (Bu-
llard, 1990: 4). Las minoras de ingresos bajos y medios tienen una
movilidad habitacional limitada debido a las barreras institucionales,
y por lo tanto tienden a concentrarse en ambientes cuya calidad es
baja (Taylor, 2014). En las comunidades de color urbanas, as como
las tierras ancestrales de los pueblos indgenas norteamericanos (Na-
tive American), existen amenazas de contaminacin para la salud p-
blica que los sectores ms privilegiados tuvieron el capital poltico
para evitarlas (Bullard, 1994: xv).
En estas comunidades, un sentimiento de destino comn ha
permitido que las personas se organicen y movilicen en resistencia
contra las instalaciones de txicos y las industrias contaminantes
(Pulido, Kohl y Cotton, 2016). Como respuesta a la exclusin de la
buena calidad ambiental, las campaas de base (llamadas movimien-
2 Ver <https://elephrame.com/textbook/BLM>.
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EXCLUSIN ECONMICA
La marginacin econmica es otra forma dominante de exclusin que
impulsa la actividad del movimiento social (Tilly, 1995; Van Dyke y
Soule, 2002; Tilly y Wood 2010; Dodson, 2016). Una variedad de ac-
ciones de masas han tenido lugar en la ltima dcada, desde el movi-
miento por salarios dignos a las huelgas de los trabajadores del sector
de servicios de comida rpida para reducir la explotacin econmica.
En este captulo nos centramos en el movimiento Occupy Wall Street
y en las luchas de los trabajadores agrcolas.
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TRABAJADORES RURALES
Los trabajadores agrcolas y sus familias son uno de los grupos ms
marginados y excluidos econmicamente en los Estados Unidos. Lu-
chas colectivas de los trabajadores rurales cuentan con una larga
historia en los Estados Unidos, desde las revueltas de esclavos y la
Rebelin del Whisky a las movilizaciones de los aparceros sureos
y los movimientos populistas de finales siglo XIX y principios del
XX (Schwartz, 1976). En la poca contempornea, los trabajadores
agrcolas registran bajas tasas de logro educativo y al mismo tiempo
los niveles de ingresos ms bajos del pas (Garcia, 2012; Ganz, 2009;
Garlaza, 1970; Rothenberg, 2000; Sifuentez, 2016). Los trabajadores
agrcolas tambin enfrentan riesgos laborales peligrosos, tales como
el agotamiento por calor, los accidentes de trabajo y la intoxicacin
por plaguicidas, entre muchos otros daos (Center for Disease Con-
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res agrcolas lo que la Ley (NLRB) de 1935 les haba negado: derecho
a agremiarse y a negociar con los empleadores (Martin, 2004).
Desafortunadamente, antes de que pasara un ao de la imple-
mentacin de la Ley (ALRA), el organismo que supervisaba su aplica-
cin, el Consejo Relaciones Laborales Agrarias de California (Califor-
nia Agricultural Labor Relation Board, ALRB), cerr temporalmente
debido a problemas de financiacin y a las presiones de las elites agro-
pecuarias; excluyendo, una vez ms, a los trabajadores rurales de la
proteccin legal y econmica (Bardacke, 2011; Garcia, 2012). Durante
este tiempo, el sindicato (UFW) todava era un actor importante en
la poltica estatal, y continu presionando colectivamente al estado
para que volviera a abrir e invirtiera en el Consejo (ALRB). Eventual-
mente, el Consejo (ALRB) reinici sus funciones cuando los intereses
agro-industriales y hacendados reorientaron sus esfuerzos para de-
rrotar con xito la Proposicin 14 en 1976, a favor del sindicalismo
rural (Bardacke, 2011; Martin, 2004).
El xito de los trabajadores agrcolas al ganar disputas en el
mbito laboral finalmente llev a un verdadero retroceso en Califor-
nia. Con la eleccin del gobernador republicano George Deukmejian
(1983-1991), el ALRB sera acusado de convertirse en un brazo de los
agro-elites (Martin, 2004). No obstante, la organizacin de los tra-
bajadores agrcolas continu durante los aos 90 y 2000, a pesar del
debilitamiento de la UFW (causado asimismo por los conflictos inter-
nos de liderazgo y los cambios en la estrategia). De hecho, la movili-
zacin de la UFW con otros aliados legales y laborales por los salarios
de los trabajadores rurales logr que el gobernador firmara una Ley
(California Assembly Bill 1066) a finales de 2016, que garantiza el pago
de horas extras a cientos de miles de trabajadores agrcolas. Otras
actividades recientes de las organizaciones laborales se han centrado
en el agotamiento por calor y en el envenenamiento por pesticidas en
los campos, as como abogando por lograr la residencia legal para los
trabajadores rurales sin papeles.
Ms all de California, la organizacin de los trabajadores agr-
colas se ha desplegado en varias regiones en los Estados Unidos con
bastiones en el noroeste del Pacfico (Sifuentez, 2016); la Regin de los
Grandes Lagos (Valdes, 1991); el medio oeste (Barger y Reza 1994);
Florida; y el Valle del Ro Grande de Texas. En muchos casos, es-
tos esfuerzos de movilizacin emularon las tcnicas de organizacin
utilizadas en California y las desarrollaron para que se adecuen a
sus situaciones particulares (Martin, 2004). Por ejemplo, los trabaja-
dores agrcolas organizaron una marcha interestatal en los aos 80
(de Ohio a New Jersey) para llamar la atencin sobre la incapacidad
del gigante corporativo Campbell de negociar colectivamente con los
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EXCLUSIN CULTURAL
Las investigaciones recientes no solo han destacado la movilizacin
en respuesta a la exclusin legal, ambiental y econmica, sino tambin
a la subordinacin cultural. Al ser confrontados con cuestiones de
racismo, discriminacin y representaciones negativas de los grupos
dominantes, las minoras tnicas han utilizado sus cosmovisiones
ancestrales como una estrategia adaptativa para encaminarse hacia
el logro y el sentido de valoracin personal (Harrison, 1990: 354). Se
estn llevando a cabo numerosas luchas colectivas contemporneas
para superar la exclusin cultural y la marginacin (Kubal, 2008).
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DISCUSIN Y CONCLUSIN
Hemos resumido las principales formas de exclusin y los tipos de
respuestas de los movimientos sociales correspondientes discutidos
en la literatura. Hemos incluido algunos de los movimientos sociales
ms grandes y de mayor impacto de las ltimas dcadas en los Esta-
dos Unidos, que ilustran el poder de la exclusin como un catalizador
para la accin colectiva de masas. Nuestro esquema de clasificacin
es una caracterizacin del tipo ideal de exclusin y las formas aso-
ciadas de movimientos de resistencia. Evidentemente, esta clasifica-
cin no es exhaustiva ni est exenta de solapamientos entre catego-
ras. Por ejemplo, los trabajadores rurales agrcolas, ms all de las
demandas econmicas inmediatas, tambin luchan por los derechos
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