N 8 Marzo Abril 1949.compressed
N 8 Marzo Abril 1949.compressed
N 8 Marzo Abril 1949.compressed
CUADERNOS
HISPANOAMERICANOS
DIRECTORES :
PEDRO LAW ENTRALGO y MARIO O. AMADEO
MADRID-BUENOS AIRES
MADRID
MARZO-ABRIL, 1949
NDICE
NUESTRO TIEMPO :
ARTE Y POTICA :
CRNICA EUROPEA :
ASTERISCOS :
El Sinarquismo y el F. P. mejicano
La Hispanidad, vista por los italianos (397).Colonial? Hispni-
co? Virreinal? (398). Un nuevo Francisco Pizarro (398).
Hispanoamrica, unidad geogrfica y econmica (399).Pano-
rama hispanoamericano del dlar (403).- -La economa en el
Per (404).Poltica minera ecuatoriana (405).El crdito de
los pases hispanoamericanos (406).Hacia el Ministerio del Aire
argentino (407).El Instituto Geofsico de los Andes (408).
El Seguro de Enfermedad espaol (410).-El matrimonio en Es-
paa (410).Segunda Semana Interamericana de A. C. (411).
La Universidad centroamericana (412).Dos acuerdos hispano-
filipinos (414).Un Colegio Mayor (415).La educacin en His-
panoamrica (416).-^La enseanza indgena en Guatemala (417).
Cine espaol y cine argentino (418).Crisis teatral en M-
jico (419).
Pginas.
BRJULA PAHA LEER :
1.Religin 460
2.Filosofa 466
3.Literatura. Arte .' , 470
4.Historia .'. ... 479
5.Educacin 481
6.Temas jurdicos 484
7.Temas polticos ... 487
8.Temas geopolticos 493
9.Economa 495
10.Temas sociales 497
JE
CUADERNOS
HISPANOAMERICANOS
PRECIOS DE SUSCRIPCIN
ESPAA :
NUESTRO TIEMPO
H I S P A N I D A D Y M E S T I Z A J E , p o r Osvaldo Lira, SS. CC.EL CASTELLANO EN
P U E R T O RICO, p o r ngel-Antonio Lago Carballo.A LA ESCALA D E L MUNDO,
p o r Manuel Riera.SITUACIN ECONMICA D E E S P A A E N 1948, p o r Juan
Velarde Fuertes.
ARTE Y POTICA
DESAMOR (poemas), p o r Vicente Aleixandre.LA GLORIA DE DON RAMIRO
E N LA N O V E L A H I S P A N O A M E R I C A N A , p o r Ernesto Gimnez Caballero.
ESCRITO A CADA I N S T A N T E (poemas), p o r Leopoldo Panero.BREVE HISTO-
R I A DE- UNA COLECCIN DE POESA, p o r Jos' Luis Cano.EL CAAVERAL,
(cuento), p o r Jos Garca Nieto.
CRNICA EUROPEA
CRNICA POLTICA, p o r Jos Mara Garca Escudero.CRNICA ECONMICA,
p o r Jos Luis Sampedro.CRNICA CULTURAL, p o r Carlos Castro Cubells.
ASTERISCOS
E L SINARQUISMO Y E L F . P. MEJICANO.LA H I S P A N I D A D , VISTA EN ITA-
LIA.COLONIAL? HISPNICO? V I R R E I N A L ? U N N U E V O FRANCISCO PI-
Z A R R O . H I S P A N O A M R I C A , UNIDAD G E O G R F I C A Y ECONMICA.PANO-
RAMA H I S P A N O A M E R I C A N O D E L DOLAR.LA ECONOMA E N E L P E R .
POLTICA M I N E R A E C U A T O R I A N A . E L C R D I T O D E LOS P A S E S HISPANO-
AMERICANOS.HACIA E L M I N I S T E R I O D E L A I R E A R G E N T I N O . E L , INSTI-
TUTO G E O F S I C O D E LOS A N D E S . E L S E G U R t) D E E N F E R M E D A D E S P A O L .
E L MATRIMONIO EN E S P A A . S E G U N D A SEMANA I N T E R A M E R I C A N A D E
A. C L A U N I V E R S I D A D CENTROAMERICANA.DOS ACUERDOS HISPANO-
F I L I P I N O S UN COLEGIO MAYOR.EL L I B R O A R G E N T I N O . E L L I B R O E N
MJICO.LA EDUCACIN E N H I S P A N O A M R I C A . L A E N S E A N Z A I N D G E -
NA EN G U A T E M A L A . C I N E E S P A O L Y CINE A R G E N T I N O . C R I S I S T E A T R A L
EN MJICO.
Grficas B e n z a l . H a r t z e n b u s c h , 9.-Madrid.
DEL SER Y DEL
PENSAR HISPNICOS
LA UNIDAD DE EUROPA Y LA
TRADICIN DE LOS CONGRESOS
CIENTFICOS
POR
EUGENIO D'ORS
TAREAS DE UNIDAD
239
dad. Cuando esta unidad se refiere al dominio directo d
Dios, se cifra en la actitud religiosa del Monotesmo; cuando
al dominio del Csar, en una forma poltica, al Imperio; cuan-
do al dominio de la Cultura, en un acervo de intelectualidad
superior, cuyo cultivo recibe precisamente el nombre de Hu-
manidades.
Contra el Monotesmo, contra el Imperio, contra las Hu-
manidades han trabajado siempre mil enemistades oscuras.
Un combate eterno opone, en la historia, contra las fuerzas de
unidad, cuyo smbolo es Roma, las fuerzas de la dispersin,
que perpetan la obra de Babel. Babel ha manejado un par
de armas distintas, casi a todo lo largo del siglo xix. Una, la
que opona entre s, en una distincin de sentido vertical, a
los grupos humanos : la lucha de clases. Otra, la que los se-
paraba en compartimentos estancos, dentro de una distribu-
cin horizontal: el principio de nacionalidades.
No es por ello de extraar que las dos formas de la resis-
tencia de este inmediato pasado, ya muerto en la conciencia
de los mejores, contraigan hoy una fatal manera de estrecha
alianza; y que el comunismo, canonizador de la lucha de cla-
ses, reciba cierto apoyo de la democracia, canonizadora de
las naciones. Pero la gran obra que hoy se presenta ante nues-
tros ojos, para cumplida una misin esencial de la Europa jo-
ven, consiste en contradecir, a la vez, los fundamentos teri-
cos en que se fundan principio de nacionalidades y lucha de
clases. Y en limpiar de las consecuencias polticas del uno y
de la otra el dominio de la Cultura, el que no es del Csar
ni tampoco de Dios.
En las pginas que siguen se examinan algunas de las mo-
dalidades de la tarea en lo que se refiere a la superacin de
lo nacional y conciernen directamente a nuestra Europa.
240
II
241
del suelo autctono y al cual el contacto con el arte de otros
pases no poda por menos de adulterar. Esto, para no hablar
de la infinita subdivisin y parcelamiento que, una vez el
principio aceptado, sus consecuencias han de llevar consigo.
De igual modo que en las aporas dialcticas de Zenn Elea-
ta, la infinita divisibilidad del espacio es presentada como ar-
gumento probatorio contra la objetividad del movimiento, la
divisibilidad infinita de las naciones produce a todo lo largo
del siglo xix la ruina de las ((humanidades. Relegadas quedan
stas durante ese perodo a un pasado arqueolgico. Dejando
tales arqueologas aparte, parece fatal que la mente alema-
na vea segregarse de ella la mente de los Pases Bajos; sta,
a su vez, la de Blgica; y que dentro de Blgica, lo flamenco
quiera ser distinguido de lo valn; dentro de lo valn, lo del
Hainaut de lo del Brabante . Para qu seguir? El absurdo
propio de esta concepcin fundamental no ha impedido que
su error se difundiera y que, al servicio de este mito, se con-
sumaran las peores atrocidades histricas. Todava, reciente-
mente, hemos odo altsimas voces invocar, dentro de la im
precisin de lenguaje propio de tal altura, el principio de na-
cionalidades, al dejar preceptuar las condiciones que tras de
un conflicto blico debe cumplir una jurdica paz. Pero la
lgica es la lgica; y bien parece que cualquier intento de
atribuir substantividad a las naciones ha de complicarse con
el otro a l conexo de atribuir substantividad a las clases. No
hay en esto que decimos una prevencin, sino el resultado
de una experiencia vivida; vase, si no, cmo han acabado
aquellos grupos catlicos que, dentro de ciertos pases, en su
hostilidad hacia el imperialismo, dironse a nacionalizar a
ultranza : el comunismo, que les acechaba desde el comienzo,
ha acabado por rendirlos con armas y bagajes.
242
III
LAS HUMANIDADES
243
el siglo de Pericles; ni siquiera porque el latn haya sido con-
servado como lengua de la Iglesia, sino porque las creacio
nes del genio griego vertidas en su lengua, forman todava,
han formado en todo tiempo, formarn por los siglos de los
siglos, un alimento sustancial, sin cuya asimilacin ningn
hijo de los tiempos modernos podr considerarse intelectual-
mente sano. Y porque el latn, aunque se le diga lengua muer-
ta, no es lengua muerta en verdad, sino viva, bien que sub-
terrneamente viva. Y porque en latn hablan y escriben, en
el fondo, aun muchas veces sin saberlo, todos los escritores
verdaderamente humanos. Y porque el ltimo marinero eu-
ropeo, perdido entre ocenicas pesqueras y caticos maels-
tromes, guarda la viveza seminal de la lengua de Horacio en
las tres cuartas partes de su lxico y hasta quiz en las ms
bastardas de sus onomatopeyas y en el ms gutural de sus re-
niegos. Y porque el mismo atorrante de un puerto del Plata,
cuando se imagina separarse del castellano matriz por el de-
vaneo de un lunfardo ininteligible, se pone a decir : vincu-
lado para aludir a las relaciones entre un hombre y un grupo,
o a decir : ubicado, para expresar el lugar de una cosa. Mos-
trando as el atavismo de una estirpe : dando un salto atrs en
la cadena de las generaciones y encontrando, por encima del
habla madre, el habla abuela, la nobleza ancestral, que ha po-
dido un da ocultarse, pero que salta de pronto, como puede
saltar, por ley de herencia alternante, el virus de una enfer-
medad archivada en el misterio de la sangre transmitida.
Esta unidad viva es la que importa a la crtica considerar
en cada problema concreto. Y nunca su valor podr reempla-
zarse con el de una pura agregacin de fenmenos, sin ms
lazo que lo genrico de una categora conceptual. El interna-
cionalismo ha podido ser tomado errneamente como opuesto
al nacionalismo : en realidad, internacionalismo y naciona-
lismo no significan ms que las dos caras de una nica conven-
cin, aquella segn la cual se atribuye un valor sustantivo a
las entidades nacionales. Ambos suponen el prejuicio de una
objetividad en stas.
244
Si, en cambio, reconocemos su adjetividad, restaurado el
solidario sentido de la tradicin central en la Cultura, nues-
tro punto de vista ser ya muy distinto. Esta revisin es la que
nosotros nos proponemos aplicar a un examen del valor de
aquellas reuniones colectivas o congresos, que acoplan en tor-
no de un negocio ideal a determinadas representaciones per-
sonales, procedentes de los distintos pases. Un Congreso de
Filosofa en Heidelberg, por ejemplo, ser muy otra cosaya,
modestos estudiantes nos atrevimos a proclamarlo cuando una
ocasin de esta clase nos llam all, en 1908si nos obstina-
mos en no ver en l ms que un ocasional establecimiento de
relaciones entre el pensamiento de pueblos distintos, que si
lo reconocemos como algo semejante a un Concilio ecumni-
co del pensamiento nico, e independiente; como una exalta-
cin apostlica de aquellos valores de cultura que no pertene-
cen ya al Csar, pero que no ataen directamente a Dios. Una
Exposicin de Bellas Artes como la Biennale, de Venecia, ten-
dr muy otro alcancecontinuamos impvidamente repitien-
do la leccin, cuando all tuvimos alguna autoridad, treinta
aos despus de la coyuntura filosfica aludidasi la consi-
deramos como una sumams o menos pacfica por la utili-
dad comn o por la protocolaria etiquetade Pabellones na-
cionales que si en ello logramos ver algo as como una com-
pacta asamblea y transfiguradora Pentecosts, donde las len-
guas de fuego de la belleza descienden, en flujo nico, sobre
las cabezas de todos.
IV
LA ECUMENICIDAD DE L O S CONCILIOS
245
mente eclesisticos : la nocin de Congreso, aplicada a la vida
intelectual, parece proceder de la nocin de Concilio. Y tener
su fuente en una aplicacin dentro de la compatible con el
monarquismo de la Iglesia catlica, de aquel mismo principio
general que, en Grecia anficcinica y ldica, supo lograr una
fecunda sntesis, donde la unidad pudo armonizarse con la va-
riedad y donde aproximadamente se lograbasegn la expre-
sin que nosotros mismos hemos empleado en otra parteque
se oyera la voz de todos; dominada empero, por la del or-
denador.
Recordemos un poco la historia. La ecumenicidad de los
Concilios fu introducida por efecto de una necesidad : impe-
dir que la disgregacin fuese el fruto de la soberana que a
los obispos haba atribuido, en el gobierno de las respectivas
dicesis, la organizacin disciplinaria de la Iglesia. Una here-
ja, un grave desacato a la autoridad, en lo terico o en lo
prctico, podan aparecer en una dicesis; aparecan de he-
cho, a cada instante. La represin de una y otro incumba al
soberano, al pastor. Pero cmo resolver el conflicto cuando
el incurso en la hereja, cuando el rebelde a la autoridad era
el propio obispo? La costumbre introdujo primeramente una
frmula : el encargado de juzgar aquellas desviaciones del rec-
to camino sera otro obispo, el ms vecino territorialmente
al sospechoso o al reo. Poda tambin ocurrir, sin embargo,
que la autoridad del juez'se viese recusada por ste o recu-
sada su sentencia. El recurso al Papa caba emplearle, natu-
ralmente, en las ocasiones de conflicto individual. Pero cuan-
do la divergencia se ampliaba, cuando ya se haban formado
bandos, cuando ya se vea el cisma apuntar en el horizonte,
la entrada de ciertos elementos de manera deliberativa y re-
publicana no haba de parecer mal venida al esfuerzo y a la
tarea de solucin. La ltima palabra pronunciada as logra-
ba, con una solemnidad, una fuerza que probablemente ha-
bra de otra manera faltado. As fueron sucesivamente defi-
nidos los dogmas; as se decretaron definitivamente las con-
denaciones. El poder de la autoridad suprema remachaba lo
246
que, puramente, formulado por la colectividad, hubiera per-
manecido ineficaz por lo inerme. As uno y otro de los facto-
res intervinentes, el singular, encarnado en el tecrata; el
plural, representado por el Concilio, cumplan su funcin.
Esta intervencin doble da relieve al hecho de que, en
rigor, slo en la Iglesia catlica se hayan producido concilios
de alcance ecumnico. Con referencia a otras religiones que
el cristianismo se habla de una ms o menos legendaria re-
unin, celebrada en Vaisali, por los primeros discpulos del
Buda, inmediatamente despus de la muerte de ste. En el
judaismo, la ms antigua reunin de esta ndole tuvo lugar
en Usha de Galilea, al terminarse la persecucin del empera-
dor Adriano; el.carcter cerrado de la confesin, la falta en
ella de una superior autoridad unitaria, han hecho despus
escasamente comn en ella la reunin de otras asambleas ge-
nerales que aquellas cuyo fin era concretay muchas veces
secretamentep oltico.
Menos an florece la idea del concilio en la Iglesia orien-
tal, desde el momento en que se consuma la separacin respec-
to de Roma. En cuanto a las confesiones evanglicas, su mis-
ma naturaleza nacional haba de encerrar en los lmites loca-
les cualquier propsito de reunin definidora. Resulta impo-
sible igualmente calificar de Concilio las varias reuniones ha-
bidas al servicio de algn generoso ideal de reunin de Igle-
sias, terminacin de cismas, fusin de confesiones, etc.; en
los varios intentos de este orden la falta de autoridad unita-
ria encima de la asamblea ha dejado el fruto de sus delibera-
ciones en la zona de los votos y los deseos; y en la considera-
cin de sntomas, que no en la de promulgaciones eficaces.
247
a nosotros, para promover la celebracin de asambleas ecu-
mnicas de carcter cientfico o, en trminos generales, inte-
lectual. Cuentan las historias de la ciencia que el primero que
tuvo la idea de reunir a sabios venidos de pases diferentes,
para examinar juntos algn o algunos temas, bien de carcter
terico, bien relativos a organizacin, mtodos, enseanza, et-
ctera, fu un qumico de Ginebra, IL A. Gosse, quien,
en 1815, logr reunir un Congreso de ciencias fsicas y natu-
rales. Ms -uido hizo, poco despus, la iniciativa de un na-
turalista alemn, el un da famosoy hoy tal vez en camino
de volverlo a serLorenz Oken; personaje de grandes fervo-
res, anatmico y filosofante, director de una revista que, bajo
el ttulo de Isis goz en su da de gran renombre, sobre todo
en el momento en que, a propsito de cuestiones referentes
a la osteologa del crneo humano, Oken se atrevi a entrar
en discusin de prioridad con Goethe. La primera reunin
debida a Oken se efectu en Leipzig, en 1822. La corriente
inmediata fu especializando sucesivamente los asuntos de
estos Congresos. La bolnica inici los suyos en Pars,
el ao 1867; la geografa en Amberes y 1871. Ms tarde la Filo-
sofa que ha tenido entre 1500 y 1830 las ocho reuniones in-
ternacionales de Pars, Ginebra, Heidelberg, Bolonia, ap-
les, Nueva York, Oxford y Roma. Prcticamente estas reunio-
nes generales no han parecido excluir, sino ms bien fomen-
tar, el desarrollo de las reuniones nacionales, no ya aqu, en
filosofa, pero ni siquiera en la matemtica; la primera disci-
plina sta, contra lo que hubiera podido esperarse, que dio el
mal ejemplo de considerar y llamar internacionales, reuniones
de las cuales haban estado excluidos determinados pases.
Otro tipo de Concilios laicos, ste ms laxo y flexible, ha
venido a implantarse recientemente, dando ms importancia,
dentro de un ambiente infinitamente ms reducido, a las vir-
tudes del mtodo coloquial. Pequeos ncleos de reuniones pe-
ridicas, en algn lugar ilustre o ameno de Europa, han podi-
do permitir ciertos intercambios de ideas, sin necesidad de lle-
gar a deliberadas conclusiones y con la eliminacin posible del
248
aparato oratorio y protocolar, a maestros, estudiantes y estu-
diosos; los cuales, ora han examinado en el borgon Pontigny
los problemas referentes a lo Barroco; ora han acotado, en
algn romano Convegno Volta, las cuestiones de ms varia
ndole, relativas al continente africano; ora, con alcance slo
europeo prcticamente, aunque se presentase como cieacin de
algn Instituto Internacional de Cooperacin Intelectual
sedicente inspirado por la Sociedad de las Naciones, proble-
mas de organizacin de los Museos; o, inclusive, de Ciencia de
la Cultura. Cualquiera que sea la virtud y la gracia que atri-
buyamos al delicado ejercicio de la conversacin; cualquiera
que sea la amenidad de que se haya disfrutado en alguna de
estas reuniones, cuando han sabido conservar su carcter sim-
ptico y no ponerse al servicio de empresas partidistas o de es-
cisin, debemos ahora reconocer que ha faltado necesariamen-
te en las mismas, o sobre las mismas, aquella dosis de auto-
ridad necesaria para que, segn el dicho que ya apenas si se
atreven a emplear los ms contumaces optimistas, de la dis-
cusin sale la luz. Ms bien ha apuntadoaunque afortuna-
damente haya abortado con frecuenciael recelo de que la
mana de las caracterizaciones locales, en vez de producir un
incremento del espritu de unidad, fomentasen la obra bab-
lica de la dispersin. En la Dcada de Pontigny, de 1931,
sobre el barroco, para no ir ms lejos, despus de demostrar-
se con saciedad, en todas las sentadas y de todos los modos,
ser el barroquismo constante universal, producida en los ms
varios lugares del mundo y las pocas ms recprocamente
apartadas de la Historia, sali despus en las actas de la re-
unin que lo que haba salido de all era la conviccin de
una eterna resistencia del espritu francs al barroco ( ?). Bien
se comprende que de instrumentos de esta falibilidad nada po-
dra esperar quien sinceramente trabajara para la realizacin
de la empresa de la unidad de Europa.
Menos an la cosa es obvia, de otro linaje de asambleas,
tambin caractersticas de los tiempos modernos, donde el in-
ternacionalismo ha demostrado su implcito e inevitable sec-
249
cesionismo; ms que nunca en aquellos destinados a establecer,
s, la solidaridad dentro de una clase social, pero a costa de
su separacin, no ya en intereses, sino en ideas, 'especto de
las otras clases. Nadie esperar que de reuniones del gnero
de las organizadas por las internacionalizaciones obreras pue-
da nacer nunca un espritu de solidaridad real, aprovechable
en la obra de organizacin de Europa ni en la de la organiza-
cin de la Cultura.
VI
250
Decimos que Ja idea religiosa preside a estos dos proyectos,
que son, no obstante, planteados fuera de los lmites de cual-
quier iglesia particular. El sueo constante de Lulio fu, como
es sabido, el de una reduccin de las diferencias entre las tres
grandes religiones monotestas, reduccin que l, en su opti-
mismo dialctico, esperaba como producto posible de la dis-
cusin racional; y, naturalmente, desde su punto de vista, toda
ella a beneficio del Cristianismo. Los argumentos teolgicos
y filosficos que caba poner al servicio de los dogmas de ste
inclusive de algunos tan arriesgados y no definidos an,
como el de la inmaculada concepcin de Maraeran, a su
entender, tan poderosos, que en cuanto se lograse, siquiera
fuese para un reducido nmero de hombres, escogidos entre
los sabios de cada sector, un ambiente de reflexin en la paz,
lejano a las pasiones polmicas y, sobre todo, a las violencias
de la guerra santa, el acuerdo iba a aparecer, no precisa-
mente instantneo, pero s necesario y definitivo, rindindose
y sometindose la hereja a la evidencia de las verdades cris-
tianas. Sabido es cmo, desesperado por la tardanza del Papa
en acoger su proyecto y darle realizacin eficaz, el filsofo
hubo de convertirse en santo, mudar su didascalia en misin
y perecer heroicamente, arrostrando y sufriendo el martirio
en tierras de moros. Por su parte, si la presencia seccesionista
del Islam haba provocado la fantasa de Lulio, la presencia
de los efectos de la Reforma movan el dinamismo de Leibniz.
De su Universale Collegium habl constantemente a los prn-
cipes; pero, sin esperar ms, por miedo sin duda a desespe-
rarse, muchas de las tareas que a su Colegio universal hubie-
ran podido ser encomendadas las emprendi l por s solo y
como si sti mente valiese ya ella sola como un Concilio. Ni fu
La menos atrevida entre ellas la tentativa de encontrar una
frmula de redaccin nica para la oracin del Padrenues-
tro; frmula respecto de la cual le cost a Leibniz abando-
nar la confianza de que fuese unnimemente adoptada, pro-
duciendo, con su adopcin general y uso ecumnico entre los
cristianos, la deseada pacificacin de los espritus.
251
Lo ms interesante p a r a nosotros y lo q u e , segn las obras
y la biografa de cada u n o de los dos filsofos, resulta indu-
dable, es el alcance de cultura general, a u n ms all de los l-
mites de la creencia religiosa, que ellos concibieron para sus
respectivas instituciones ideales. E n las siete ermitas marine-
r a s , sobre hablarse de teologa, h a b a n , segn Lulio, de prac-
ticarse estudios diferentes, empezando por los filolgicos, re-
lativos a las lenguas respectivas; por modo q u e la p r i m e r a ta-
rea del Cenobio luliano le identificaba hasta cierto p u n t o con
lo q u e riiodernamente llamaramos u n a Escuela de lenguas
orientales. De Leibniz nadie pensar q u e en su imaginario
y p e r m a n e n t e Congreso olvidara los intereses de sus queridas
ciencias fsicas, de su predilecta Matemtica, n i de aquellas
otras ambiciosas desideratas suyas : la redaccin de Cdigos
de Justicia valederos p a r a todos los pases o la gramtica de
u n a Lengua universal. El sentido autodidasclico y, por de-
cirlo as, mundano de Leibniztraduccin en su obra de una
vida ajena toda ella a la profesionalidad docente y universi-
t a r i a p u d o sin d u d a influir en u n a concepcin que supera-*
ba, con el mtodo coloquial, aquel inevitable riesgo del pe-
dantismo, producto n a t u r a l de la actitud y estilo enseantes.
Ms que u n tipo de colaboracin al modo universitario, haba
de parecerle eficaz, a un filsofo as, el propio del modo aca-
dmico. El Universale Collegium de Leibniz cabe imaginarlo
como algo semejante a u n a ampliacin de la Academia de Cien-
cias de B e r l n , en cuya instauracin h u b o nuestro h o m b r e de
tener tan gran p a r t e . Y que slo m u y avanzados los tiempos
pudo ir adquiriendo alguna de las notas caractersticas de la
localizacin nacional.
252
VII
Los WELTBRGER
253
de complicadsimos sistemas de relaciones, pactos y conven-
ciones, as tambin se quiso encontrar en la difusin del co-
nocimiento de las varias lenguas nacionales una atenuacin
de aquella especie de orfandad en que dejara a Europa el
olvido de las dos lenguas patrimoniales de la universal cultu-
ra. Mas qu diferencia, entre esas trabajosas maneras de in-
tercambiotantas veces obligatoriamente pasadas a travs del
burocrtico filtro de los Ministerios y oficinas de Relaciones
Exterioresy la libre, suelta, vivaz, jugosa, opulentsima ma-
nera de permanente fraternidad que, en las horas de Leibniz,
practicaron los sabios, con sus viajes para conocerse mutua-
mente, su copiosa correspondencia, sus visitas, su continua
asistencia recproca en las ideas y en los trabajos!... Hasta
en aquella curiosa serie de juegos, apuestas y desafos que se
lanzaban entre ellos, por ejemplo, los matemticos; hasta en
aquellos acertijos con que se intrigaban; hasta en aquellas ri-
validades y cuestiones de prioridad; hasta, si se nos apura, en
aquella floracin de enconadas polmicas y de interminables
agrias discusiones, entre estos mismos sabios, haba mayor do-
sis de caliente comunicacin y circulacin de ideas que la que
luego ha podido fingirse en los Congresos cientficos y en sus
mismos banquetes y en los brindis de estos banquetes.
La aristocracia intelectual de Europa estuvo un da com-
puesta de Weltbrger. Esto aun antes de que la palabra se
inventara. El recuerdo de un solo detalle bastar para que
evoquemos la ndole del ambiente donde aquella solidaridad
se form. Nadie ignora que la obra maestra de la literatura
espaola, el Don Quijote de Cervantes, se compone de dos
partes, cuya publicacin se vio separada por un intervalo de
diez aos. Pues bien, ya durante ese intervalo aparecieron,
de la primera parte del Quijote, hasta dos traducciones fran-
cesas. Y esto, tratndose de una obra larga, de lenguaje dif-
cil y cuya tendencia pudo parecer en contradiccin con el gus-
to del gran pblico de la poca, cuya aficin a las novelas de
caballeras trataba precisamente de combatir; de una obra que
hoy llamaramos revolucionaria. Pero el otro pblico, el se-
254
lecto, era, a favor de la ecumenicidad, suficiente para alimen-
tar semejantes proezas editoriales.
Quien quiera percatarse de lo que se ha perdido, en pun-
to a cultural solidaridad por encima de las fronteras, a lo lar-
go de la era de los Congresos cientficos internacionales, no
tiene ms que comparar la cronologa de la difusin de la pin-
tura del impresionismo a fines del xix con la que, en su hora,
pudo representar la difusin de la arquitectura gtica. Unos
pocos aos separan las fechas en que, a una y a otra parte del
Rhin, fueron construidas las,grandes catedrales gticas. En
cambio, entre las primeras victorias del impresionismo en las
exposiciones de Pars y las de las tentativas ms difciles de
su aclimatacin a los medios artsticos de Munich, transcurre
medio siglo... Un profesor espaol haba sido llamado, hace
algn tiempo, a dar unas conferencias en la Sorbona. Como
ai final de la primera se viese rodeado y felicitado por lo que
ello significaba, record que, segn una versin ms o menos
comprobada, tambin un compatriota suyo, Raimundo Lulio,
haba profesado en la Montaa de Santa Genoveva. El hizo
el viaje en dos meses, aada, y yo, en doce horas. Pero l
al da siguiente ya enseaba. Y a m, el lograr ser escuchado
aqu me ha costado los veinte aos : la distancia que en el
tiempo separa mi primer viaje de la ocasin de hoy.
VIII
255
sos intelectuales, en cambio, hasta en aquellos donde se ha
pretendido llegar a conclusiones votadas como resultado uni-
voco de la tarea c o m n , y hasta en los que h a n visto lograda
esta p r e t e n s i n q u e h a n sido siempre, a la verdad, los me-
n o s , la asistencia de u n espritu unitario ha venido constan -
tem<rite a faltar; detrs de la divergencia de opiniones, y a u n
detrs de su confluencia, nada haba capaz de incorporal los
frutos d la actividad de unos das de reunin al patrimonio
universal de las h u m a n i d a d e s ; nada q u e confiriese a frmu-
las, definiciones, tendencias, deseos, aquella necesaria auto-
ridad susceptible de convertir unas y otros en expresin de un
WeUgeist o siquiera de u n ideal europeo q u e se t o m a r a como
u n a manifestacin del tal Weltgeist, en la medida en q u e , por
ejemplo, el Catolicismo p u e d e presentarse como verbo del
Cristianismo. E n los mismos votos unnimes que alguna vez
se h a n conseguido, esta u n a n i m i d a d era precisamente obteni-
da al precio de u n a conviccin de ineficacia en los participan-
tes : se deca Amn, por lo mismo que se saba que el Amn
iba a quedarse en lo p u r a m e n t e ritual.
E l anhelo de u n Universale Collegium de R a i m u n d o Lu-
lo y de Leibniz que haba agitado a estos filsofos en sacras
impaciencias, estaba ya demasiado lejos de las mentes cuando
y a en el siglo xix, segn hemos vistoun Gosse o u n Oken
dieron la frmula para esta clase de r e u n i o n e s . No q u e , a tra-
vs de algunos artificios metdicosy segn aquellas formu-
las de habilidad con q u e en otro terreno las democracias h a n
intentado siempre corregir la i n a n i d a d de la democracia,
hayan dejado de intentarse traer ciertas dosis de h u m a n i d a -
des a los efectos de la tarea. Cada Congreso cientfico, verbi-
gracia, h a querido constituir alguna Mesa u Oficina que le
continuase, mediante el esfuerzo de u n grupo reducidamente
personal y p e r m a n e n t e a la vez. E n la ltima sesin de seme-
jantes reuniones h a solido designarse, confirmarse, renovarse
u n Comit encargado de p r e p a r a r la correspondiente asamblea
futura y de adoptar las medidas que llenasen el interregno.
Se p r o b a b a de remediar as a los efectos de la disgregacin
256
triunfante y de la improvisacin azarosa, all donde lo desea-
do era la coherencia y la continuidad.
Pero un obstculo doble se ha presentado constantemente
para burlar semejante propsito. Por un lado, el lmite de
especialismo en que, como garanta de su propia seriedad,
han debido mantenerse tales reuniones. Aun en los casos de
referirse a una disciplina intelectual totalitaria, como la Filo-
sofa, los Congresos cientficos han debido encerrarse en un
tecnicismo que les incapacitaba para constituir una expresin
cabal de la Culturadejando su obra en la condicin de mero
sntoma, cuando se hubiera podido desear algo as como una
promulgacin, y peor cuando se prescinde de aquel tecni-
cismo : tal cual Congreso de Cultura, reunin por la Cultu-
ra europea, etc.; se han quedado, cuando las mejores ocasio-
nes, en el nivel del oratorio devaneo, y cuando las aviesas, en
el de hipcrita manifestacin partidista... Ms grave an, el
inconveniente del internacionalismo traa, en este captulo,
la esterilidad. La Cultura no puede hablar a travs de una
red de relaciones mutuamente extrnsecas y convencionales;
a travs de lo que llamaramos un sistema- de intrpretes. Ha
de hablar, si no en lo material, en lo moral, una lengua ni-
ca. Hablar una lengua nica o callarse.
La ms radical demostracin del fracaso de cualquiera de
estos mtodos habilidosos para introducir la unidad all don-
de permanecen intactas las razones de dispersin, la da, a nues-
tro entender, lo ocurrido en ocasin de uno de estos Congre-
sos, celebrado en Italia y donde se daba inclusive la circuns-
tancia de no haber concurrido al mismo sino representantes
de naciones polticamente amigas y de tratarse de un tema por
dems inocuo, modestamente orientado a satisfacer la urgen-
cia de una necesidad prctica, que era simplemente la de ver
el modo de proveer a ciertas obras de arte antiguo de alguna
autorizada garanta de autenticidad en la atribucin que vi-
niese a cortar los abusos del fraude y de la especulacin en el
mercado. El mnimo de los resultados que caba esperar de
una reunin as consista en que en la misma se formase, como
257
es de uso en coyunturas de esta ndole, un pequeo Comit,
bien permanente, bien de peridica duracin, donde estuvie-
ran representados, en todo o en parte, los pases que la reunin
congregaba, el cual Comit quedase encargado de articular las
conclusiones de sta, salvando s inevitable contingente de
confusin; de presentar dichas conclusiones a los poderes p-
blicos de cada uno de aquellos pases y de intentar que se lle-
vasen a la prctica. Pero la simple proposicin de que se pro-
cediera a la designacin de este grupo levant en algn sec-
tor del Congreso tan extraa resistencia, que hubo que aban-
donar tal designio y dejar as la obra del Congreso en el aire.
Resistencia, la aludida, que deca proceder de imposicin lo-
cal y pretenda absurdamente que se contentasen los reunidos
all proclamando solemnemente que Italia era muy duea de
garantizar oficialmente, si quera, las obras de arte antiguo
italiano. Viaje para el cualcomo en Espaa popularmente
se dicelos congresistas no hubieran necesitado alforjas.
Ya se comprender que nosotros, al evocar este instructi-
vo episodio, no lo hacemos en son de pesimismo. El porvenir
de los Congresos cientficos internacionales nos parece no slo
de salvacin posible, sino de redencin necesaria. Si encon-
tramos en esta evocacin la evidencia de las dificultades que
el internacionalismo por un lado, y por otro la falta de reco-
nocimiento de valores colectivos humanos que no pertene-
cen directamente al dominio de Dios ni al del Csar, trae aqu
a la realizacin de un gran ideal, es precisamente no por des-
esperar del mismo, sino por ver con cules correcciones puede
acertarse el camino de su logro. En otros trminos, con qu
mtodos cabra asegurar que la ecumenicidad europea de los
Congresos alcanzara, por lo menos, el nivel de eficacia unifi-
cadora eclesistica de los Concilios.
258
IX
259
fensa de una independencia intelectual, cuya falta introduce
la confusin entre el dominio de la cultura y el de los valores
de fuente divina o de fuente cesrea. Al esfuerzo y al heros-
mo, hoy consagrado al ideal de la solidaridad poltica euro-
pea, intentado en algn sector, debe acompaarsin que, por
lo antes dicho sobre la no existencia de cuestiones previas en
este captulo, haya necesidad, ni acaso posibilidad de que los
hayan precedido rigurosamente un esfuei'zo y un herosmo en
pro de la solidaridad espiritual intentada por las Universida-
des. Entonces tomaran este mismo camino los Congresos, en
los cuales, al vago, extrnseco, amorfo internacionalismo, se
lograra la restauracin y vigencia de unas concretas, intrnse-
cas, organizadas humanidades.
En trminos categricos, y para resumir las convicciones
que desea formular esta presen'te disertacin, que ahora toca a
su fin, precisaremos que el remedio posible a la ineficacia y a
la bastarda, constatadas hasta ahora, consiste en ligar, por lo
menos en cierto nmero de dichos Congresos y por lo menos
en Europa, la suerte de los mismos a la suerte de las Univer-
sidades. Y en emancipar stas de los respectivos Estados, en-
lazndolas mutuamente en una cultura] unidad. En la Euro-
pa, organizada por fin, entrevemos la celebracin de una pri-
mera reunin de esa ndole. Reunin totalitaria por su mate-
ria, plenamente ecumnica por su alcance, altamente univer-
sitaria por su libertad. A la cual, rogamos al cielo que nos deje
todava el tiempo de vida necesario para asistir. Y para le-
vantar en ella una voz, orgullosa todava de haber lanzado
precoces vaticinios augrales, aunque ya la enflaquezcan enton-
ces debilidades de temblor y la ensombrezcan vecindades de
silencio.
Eugenio d'Ors.
Sacramento. 1
MADKID (Espaa).
260
EL VITALISMO EN LA CULTURA
ESPAOLA
VELAZQUEZ Y CERVANTES
FOR
LUIS ROSALES
Para ver,
hay que mirar
y hay que saber.
T
ODA generalizacin sobre el sentido o el valor de u n a
cultura es azarosa en alto grado. Lo decisivo es convi-
vir la realidad artstica, y hasta dnde es posible, abar-
carla, c o m p r e n d e r l a , mirarla. El conocimiento, como la visin,
viene d e s p u s ; al menos aquella suerte de conocimiento q u e
no pertenece al mbito de la cultura profesional, sino al mbito
de la cultura creadora. E n este sentido, quisiramos decir, sin
levantar demasiado la voz, que la teora no es anterior al conoci-
m i e n t o . Generalizar es abstraer, y n o hay n i n g n conocimiento
abstracto, cuya excluyente y terica aplicacin no tenga peligro-
sas resultantes p a r a el entendimiento de la creacin artstica. Y
adems, si la poca de creacin que generalizamos se encuentra
a n tan poco discernida y revelada como la del B a r r o c o , el azar
se convierte en peligro y la audacia se reduce frecuentemente a
desmesura. As, p u e s , no conviene generalizar demasiado. No?
exponemos con ello a resumir tanto las cosas que se b o r r e n de
261
claras y tengamos de nuevo que empezar a buscarlas, a inven-
tarlas, como viene ocurrindole al Barroco espaol. Desde el
punto de vista histrico, artstico o literario, lo cierto es que
an no conocemos su mera realidad, que an no contamos con
los datos mnimamente suficientes para deslindarle, y enjuiciar
siquiera sea panormicamente sis viciosa fertilidad, y, sin em-
bargo, menudean, dentro y fuera de Espaa, muy sesudas y
magistrales definiciones de su sentido.
Sin una previa labor de erudicin en los terrenos histrico,
literario y artstico, es empresa quimrica montar el andamiaje
definitorio del Barroco. Sin partir de los rboles no hay bos-
que. As, pues, y sabiendo que no ser verdad, sino camino
para llegar a ella, todo cuanto decimos, intentaremos nosotros
comprender el Barroco en una generalizacin, que tome, o que
pretenda tomar al menos, su misma realidad histrica de puni
de partida. El sentido rector que liga, distingue y vivifica as-
pectos tan distintos de la cultura espaola, como el teatro,
la pintura, la poesa lrica y la novela, puede ser sintetizado
en una sola palabra: vitalismo. En efecto, y sin poner
la voz en bastardilla, justo ser decir que todos estos mundos
de creacin se entrelazan y legitiman por una misma orien-
tacin vital. La vida, como preceptiva artstica, es la cons-
tante ley de gravedad del Barroco. La vida, que de ma-
nera natural fu sustituyendo entre nosotros a la Potica de
Aristteles. Comprendo que esto no debera escribirse sin ru-
bor, pero al fin y a la postre tampoco la creacin es ciencia
pura. Y como la palabra vitalismo tiene gastado el cuo en
estos aos, creo conveniente subrayar que, por ahora, no me
refiero con ella sino al descubrimiento de la vida como valor
esttico. Este es el verdadero y profundsimo descubrimiento
del Barroco espaol.
Pero no adelantemos el pie a donde acaso no nos cubre la
sbana. Recordemos, pues recordar es la manera de realizar el
pensamiento. Cuantas veces entramos en el Museo del Prado,
nos sorprende una implacable y reiterada confirmacin. Sien-
do tan slo un aprendiz de hombre, ya nos acongojaba un poco
262
esta extraeza. No es fcil expresarla. Muy a pesar de su co-
locacin en el Museo, no se puede pasar impunemente de la
sala de Rubens a la de Velzquez. Es peligroso hacerlo. Hay
algo siempre desconcertante en este trnsito. No son dos tcnicas
pictricas las que se oponen (esto no tendra demasiada impor-
tancia), sino dos actitudes radicales y contrapuestas en la ma-
nera de ver la vida. No percibimosno queremos percibir
la distinta entonacin cromtica y luminosa. No atendemos
no queremos atendera que en un caso, por ejemplo, se di-
buje con el carbn y en otro se dibuje con el pincel. Una de
las singularidades de Velzquez es que en su obra el dibujo
se identifica con la estructura. Propiamente en Velzquez no
hay dibujo, no hay lnea, sino planos, fronteras al mis-
ino tiempo delimitadoras y expresivas. El contorno velazque-
o se funde ya y materializa con el resto del cuadro. No hay
fondo y forma en l : hay expresin. El dibujo se convierte
en un elemento interiormente constructivo y no formal.
Tambin pinta as Rembrandt, pero con una diferencia que
es conveniente sealar. El dibujo de Rembrandt se organiza
desde la luz y hacia la luz del cuadro; el de Velzquez se orga-
niza desde la misma estructura construclivo-expresiva del cua-
dro. La luz abre el dibujo, lo ciega en cierto modo; la expre-
sin lo concreta. La figura que en Rembrandt quiz se deshace
un poco hacia la fantasa, en Velzquez se concreta hacia una
fidelidad imaginada y expresiva. Pero nosotros no intentamos
valorar; queremos slo distinguir. Quiz convenga tenerlo en
cuenta para situar dnde es corresponde nuestras palabras.
A otros toca enjuiciar.
Amamos mucho la pintura. Nos es muy necesaria para mi-
rar el mundo y comprenderlo. Al fin y al cabo, la forma de las
cosas es slo una invencin de la pintura. Y por ello preferi-
mos, y por ello buscamos siempre en el pintor aquella cuali-
dad ltimamente decisiva y personal que es su manera de ver
el mundo. En la pintura, igual que en lodo arte, lo decisivo
es la manera de ver. Y en Rubens, los valores cromticos y
dibujsticos falsean un poco y endulzan demasiado la conS'
263
3
traccin pictrica. No est bien. En fin de cuentas, el dibujo
en el cuadro tiene, en ltima instancia, sentido parecido al del
azcar en el caf. En Vezquez en cambio, la arquitectura
crece de dentro a fuera. Pero no es esto tampoco lo que nos
inquieta cuando pasamos de una sala a otra. Algo ms hondo
nos tira de los ojos, nos borra la pintura en la memoria. Quiz
sea balad, pero conviene repetirlo : no basta ver una obra
artstica, ni aun entenderla, para recordarla.
En efecto, si ahora pensamos recordando, veremos que un
cuadro de Rubens no es tan distinto de otro cuadro suyo, como
lo es un cuadro de Vezquez de otro cuadro tambin suyo.
Repetimos que no tratamos de valorar, sino de distinguir. Se
recuerda la pintura, lo que es pintura, en la obra de Vez-
quez, y por ella recordamos sus cuadros : por la manera de
estar viviendo en ellos la pintura. Slo de cuando en cuando,
y estando siempre alegres, se recuerdan los cuadros de Ru-
bens, y se recuerdan, generalmente, por el tema. Conviene,
pues, que eduquemos los ojos desde el recuerdo y establezca-
mos la distincin entre el tema y la vida de un cuadro. No me
refiero en modo alguno a la mayor o menor palpitacin vital
con que el autor vive al crearla su propia obra, sino al modo
viviente o tcnico desde el cual se organiza a s misma la pin-
tura frente al contemplador. El tema es algo tcnico que le es
impuesto y objetivo al cuadro mismo; lo que ahora llamo vida
es el puro orden de creacin que esencialmente lo determina.
Ambos son elementos necesarios de la creacin artstica, pero
con muy distinta funcin y propiedad. El tema no es tan pro-
pio del cuadro como es aqulla. El tema se podra repetir y ac-
tualizar una y mil veces. Y en cambio la vida propia y pictrica
del cuadro queda all, donde est realizada, de una manera
heroica, circunstanciada, irrepetible. No por ser evidente deja
de ser necesario que insistamos en apuntar sus diferencias. Si
el primero naturaliza, en cierto modo, sus personajes, la se-
gunda, en cambio, vivifica las cosas al reuniras, de una ma-
nera irreparable dentro del cuadro. El tema se establece den
264
tro de un orden constructivo; la vida dentro de un orden visi-
blemente anmico e integrador,
Pero atendamos al mirar de los ojos. Estamos en el Museo
del Prado. Para salvara, o al menos limitar el alcance de nues-
tra duda, comparamos sus cuadros. La Danae est aqu, y est
adems, inolvidablemente, ante nosotros. El Paisaje de Villa
Mediis (El Medioda) no se encuentra tan artsticamente ter-
minado : est viviendo an. Nosotros le convivimos y le ve-
mos vivir. Juzgo importante la aclaracin porque hay cua-
dros, que son formas representativas y cuadros que son for-
mas vivientes. No es lo mismo una cosa que otra. Pero toda
valoracin implica sacrificio. INosotros, adems, somos artis-
tas y no debemos enjuiciar. Nos hemos adentrado en el Museo
de una manera ingenua. Casi no vemos ni preferimos : con-
vivimos. Y es cierto que en un instante irreparable y misterioso
podemos convivir esa tristeza un poco vaga y habitual de Villa
Mediis. La Danae, en cambio, no se vive; se goza de una ma-
nera artstica, contribuyente y usuaria. Esto no es mucho, pero
es algo. Quiz estamos tocando el ms herido incon.veniente
que tiene para nosotros la pintura temtica. No todo es re
presentacin en la obra artstica. Y, adems, lo decisivo al con
templar una pintura es conseguir su visin viva; mirarla con-
vivindola. No todo se reduce a entender. El cuadroya lo he-
mos indicadopuede tener una forma representativa; puede
tener tambin una forma viviente. Esta es para el espectador
algo ms inmediato y elemental an que la expresin artstica.
Algo que est en el cuadro y es, sin embargo, posterior a l.
Algo que no es una finalidad, un objetivo esttico, sino ms bien
un resultado. No es un valor tan slo, sino una realidad. Por
ello se nos comunica de manera espontnea e irreductible. No se
consigue por medio de la tcnica. La tcnica es un valor, slo
un valor, y necesita ser histricamente considerada. Lo que
llamamos forma viviente es una realidad inmediata y total que
mueve irrestaablemente la voluntad del hombre a convivira.
Pero n es esto slo lo que nos hace tan difcil el trnsito
de la contemplacin esttica de Rubens a la forma viviente de
265
la p i n t u r a de Velzquez. Hay aigo ms sencillo, ms simple,,
q u e , sin embargo, no conviene que pasemos por alto. A veces,
al visitante del Museo se le convierte en alucinacin y le per-
siste m u c h o tiempo despus en a memoria de los ojos. El tra-
tamiento de la figura h u m a n a refleja en cada u n o de ellos un
elemento fijo, tenaz, irreductible. U n elemento tan resumido! -
q u e toda la composicin de los distintos cuadros se constituye
sobre l. Es algo artsticamente deliberado que aspira a redu-
cir la libertad de nuestra m i r a d a . E n R u b e n s , es la c a r n e . En
Velzquez, los ojos. No nos concentran, nos integran. No in-
tentan slo llamar nuestra atencin, sino disciplinarla. No la
m u e v e n , sino hacen convivir el ejercicio de nuestra voluntad.
Comprendo que Velzquez no necesita admiraciones. No qui-
siramos nosotros, coa intencin de destacarla, disminuir su
h u m a n i d a d . No intentamos sobreestimar, sino entender.
La llamada de la carne es tambin u n milagro n a t u r a l . Nada
ms bello, n i ms celeste, n i ms. beneficiado por el h o m b r e ,
que la carne. P e r o Velzquez est ah. No dice nada : p i n t a .
No alecciona, puesto que no ha nacido en Francia : realiza. No
busca : encuentra. No determina : ve. La realidad y la inte-
rioridad anmica tienen por vez p r i m e r a en la historia del
m u n d o u n a interpretacin resplandeciente, conjuntada y ar-
mnica en su obra. El esteticismo italiano no le convence. El
idealismo del Greco no le basta. El realismo holands no le
satisface con su transitoria y demasiado h u m a n a validez. El
buscar otra cosa.
266
de hacerle vivir desde s misma a la pintura. Ya despus
de l, el mbito pictrico no ser solamente el espacio mate-
rial, sino la vida. Ella es el mbito real de toda consistencia.
A ella deba atender la voluntad artstica integradora. El cua-
dro, desde entonces, no va ser slo una perspectiva, sino una
libertad. Por ello tiene vida propia. Todo retrato velazqueo
se configura desde el centro expresivo de la mirada y de la
boca. Desde ellos se organiza la figura. Aquel azul cobarde de
los ojos del rey Felipe IV nuestro seor; aquel mirar, desobe-
diente y mdico, del joven que no sabemos si es autorretrato;
aquella terquedad serena, fija, casi desvariante, de la Cabeza
de Mujer, del Palacio de Oriente; aquella masculina inutilidad
de la mirada del Retrato de Hombre, son el ncleo determi-
nante y fijador en la unidad total de cada cuadro. Est bien
atenderlos. Los ojos dicen la palabra del alma; la resurreccin
o el naufragio interior de la persona retratada. Dira yo que la
composicin expresiva del retrato velazqueo es el principio
que separa radicalmente a la escultura policromada de la pin-
tura. Hasta l las formas son representativas y no vivientes.
Por ello el cuadro costumbrista holands no tiene vida pro-
pia. Dirase que las cosas en ellos no se encuentran an en liber-
tad. Suelen tener un movimiento esttico, representativo y ex-
terior de bajorrelieve o de vidriera. El movimiento expresivo
de las figuras de Velzquez no puede concretarse en lnea algu-
na; es igual que un latido en la estructura general del cuadro;
es un impulso total que desala y, en cierto modo, desformaliza
y desvanece su mismo centro de gravedad, igual que el movi-
miento nativo de la fuente sensibiliza en todo instante la orde-
nacin superficial del agua. Ya en Velzquez se hace palabra la
pintura, se hace palabra, mas sin dejar de ser materia todava.
Lo verdadero es lo vital. No hay mano, detalle alguno, en-
caje, espejo que se encuentre en sus cuadros demasiado pre-
sente. En Velzquez, como en Cervantes, todo est en movi-
miento, todo vive; por esto no hay en ellos teatralidad. Mas
adems de comprender el cuadro como forma viviente, es de-
cir, como forma en libertad, veamos cmo ha tratado Velz-
267
quez su materia temtica. Imaginemos que va a ponerse a pin-
tar. Est indeciso. No tiene tema todava. Por la ventana entra
una luz plida y gris; es una luz sin aire. Hay en los corredores
de palacio bullicio y ajetreo. Han llegado nuevas gozosas de
Flandes con las victorias del Cardenal Infante. Se asoma a la
ventana y ve pasar el tiempo. Piensa que est cansado. En esto
oye un ruido, pequeo y hmedo, como de madera que cre-
pita en el fuego. Al volverse ve un rostro abierto, fijo, atnito;
un rostro que se demora en la idiotez. Calabacillas, al sentirse
mirado, vuelve a chascar la lengua. Despus se sienta frente a
l, con las manos encrucijadas y plausibles sobre las rodillas,
Tiene en los ojos una mirada annima y borrosa, y la boca, y la
cara, y la carne, y el alma, como entreabiertas de alegra. Hay
que pintarlo as, piensa Velzquez. Y lo ha pintado huma-
na, cervantina, caritativamente as. Ha visto este valor expre-
sivo y artstico : el rostro bobo, que no se apoya en nada, sino
en su pura y desierta humanidad.
Parece muy sencillo, una vez conseguido. Con el Bobo
de Coria debemos recordar el retrato de don Diego de Acedo
El primoel enano intelectual, y el ms hondo y pat-
tico de todos los retratos de bufones : el Nio de Vaecas. Tan
naturales y sencillos son, que pensamos que no hay en ellos
nada nuevo, que siempre se ha debido pintar as. Son seres
disminuidos, casi deshabitados, que apoyan su expresin con
un gesto reiterativo e indeleble, ya casi materializado sobre e!
rostro. Velzquez pinta estos retratos gastndoles el gesto un
poco ms, desvaneciendo cuanto puede la paraltica fijeza de la
mirada boba y modelando todos los planos expresivos de una
manera fluida, impresionista, benvola, deliberadamente cari-
tativa. Pinta aquella expresin como si fuera provisional y no
definitiva. Y a pesar de la irrepetible excepcionalidad de estos
seres, no hay en ninguno de sus retratos afectacin ni teatra-
lidad. La naturaleza puede ser deforme, no puede ser conven-
cional. Si recordamos la interpretacin romntica del mismo
lema, advertiremos en la primera ojeada esla impresin teatral.
El romanticismo distiende y exagera, an aquellos caracteres
268
que ya son excepcionales en realidad. Pero Velzquez no alza
la voz; no ve lo excepcional ni lo grotesco, sino lo irreductible-
mente humano que hay en ellos.
Parece muy sencillo y, sin embargo, en la historia de i
pintura se ha revelado con l un mundo nuevo. Con anterio-
ridad a la obra artstica de Velzquez, no todos los objetos ni
todas las personas tenan la misma virtualidad artstica. La be-
lleza dependa de muy determinadas condiciones aristocrti-
cas y ejemplares. El arte deba ensearnos algo que fuera nove-
lesco, heroico, original. Burla burlando, el arte del Renaci-
miento y el Humanismo son un arte servil. Un vagabundo no era
un tema, no era una posibilidad artstica, no era un asunto
inmortalizable. Una personalidad de gran relieve histrico y
social tena, por el hecho de serlo, rango artstico. La pintura
italiana, con su aristocialismo, y la holandesa, con su tipicidad,
haban llegado a su posible lmite tcnico de perfeccin. Pero
haban agotado con ello su mundo peculiar, sus posibilidades
temticas y representativas. El arte renacentista fu un ins-
trumento de la fama, una manera de intemporalizar, de sal-
var del olvido aquellas representaciones que ya eran ejempla-
res por s mismas. El arte, como lazarillo del herosmo en cual-
quiera de sus mltiples formas, llevaba de la mano a la in-
mortalidad. Por ello solo se representaba artsticamente todo
aquello que era grande, ejemplar, suntuario o se adaptaba,
en fin, a un canon preestablecido y fijo de belleza.
Pero el mundo del Barroco espaol es muy distinto. Ape-
nas objetiva el pensamiento abstracto. No piensa que la belleza
es un principio, sino un valor, y que, por tanto, tiene un con-
tenido real, que mueve, no slo nueslro pensamiento, sino la
integridad de nuestro ser. Las ideas no se nos configuran como
normas, sino ms bien como ideales, y a causa de ello, no afec-
taban meramente a nuestra actividad intelectual, sino tambin
a nuestra conducta. Por ello ya indicamos anteriormente que la
caracterizacin de nuestra cultura no se fundamenta sobre la
oposicin entre realismo e idealismo, sino entre vitalismo y ra
cionalisrno. Ha sido la cultura espaola la que casi con dos si-
269
glos de antelacin a todas las dems puso de manifiesto la au-
tnoma belleza de la vida. La vida, por s misma, independien-
temente de toda racional y paraltica valoracin, tiene valor
esttico. Aquella grave y taciturna pequenez de don Diego de
Acedo, la pequenez absoluta e inerme que naufraga entre tin-
teros y entre libros, es un tema tan artsticamente sustantivo
como la hiertica y circense autoridad ecuestre del Conde Du-
que mandando sus ejrcitos imaginarios.
Velzquez, del mismo modo que Cervantes, no prefiere :
distingue y ya es bastante. Antes y despus de ellos ya hubo
en el mundo artstico definidores y defensores. Ellos no esque-
matizan ni definen : revelan. Han descubierto que la vida
es la total y decisiva realidad; que no hay valor algunosocial,
esttico y racionalque no se encarne o se realice en ella. La
vida es el criterio que da vigencia a toda realidad. Y casi ya
resulta innecesario que aadamos nosotros que la vida es el
vnculo irreductible de la igualdad entre hombre y hombre. La
cultura que ha descubierto su autonoma no puede menos de
ser igualitaria y democrtica.
Y para acreditarlo, volvmonos a situar frente a ia tmida
humanidad de las figuras que ha retratado la mano de Velz-
quez. Tan desvalida es la rgida fijeza de la mirada del Conde
Duque de Benavenle, como la mate y asombrosa ingenuidad,
la inolvidable tristeza nia y sin ocasin que tiene en las pu-
pilas la infanta Margarita. Los elementos expresivos traspasan
en su pintura el rea de lo social y personalmente diferenciado
para tocar la irreductible y desvalida fragilidad humana.
Cualquier pintor modernoGoya mismohabra satirizado a
la realeza y habra, tambin, descrito con esttica y fidelsima
crueldad, el realismo incoherente de los defectuosos y seala-
dos por la naturaleza. Pero en la Espaa de Velzquez no se
pensaba as. Por muy bajo que caiga cualquier hombre; por
importante y noble que sea su posicin social, todos coinciden
en una misma esencia : su humanidad, y en una misma triste-
za : su hombredad.
El genio velazqueo y cervantino no cae en la stira. No
270
cae, tampoco, en la adulacin. No sustantiva de manera abs-
tracta virtudes o defectos. Convive ntegramente la realidad que
liene ante los ojos. No transparenta, sino revela cuanto mira.
]\o enjuicia, narra. No razona, valora. JSo determina, vivifica.
Saben que la orfandad y la miseria, as tambin como la auto-
ridad y la riqueza, son muy frecuentemente carga pesada para
el hombre. Comprendindolo as, dice Cervantes que si en-
tonces no poda dormir por pobre, ahora no poda sosegar por
rico; que tan pesada carga es la riqueza al que no est usado
a tenerla, ni sabe usar de ella, como lo es la pobreza al que
continuo la tiene. Cuidados acarrea el oro y cuidados la falta
del; pero los unos se remedian con alcanzar alguna mediana
cantidad y los otros se aumentan mientras ms parte se alcan-
za. La distincin es jusa : si la pobreza hace perder el
sueo, la riqueza quita el sosiego. Vaya lo uno por lo otro. La
diferencia entre hombre y hombre no estriba en el poder, sino
en el valor. La humanidad nos hace ser a todos hijos de Dios.
La hoinbredad nos hace ser a todos parejamente iguales. La
individualidad nos hace ser a todos distintos como hombres.
La personalidad nos hace ser a cada uno hijo de nuestras obras.
En Espaa, probablemente por la coexistencia secular de ra-
zas, religiones y aun Estados distintos, no confundimos nunca
estos valores. Sobre la viva y siempre tornadiza realidad his-
trica espaola, se estableci nuestra convivencia, no slo como
apremio exterior, sino tambin como ntima necesidad.
Finalmente, y para destacar hasta qu punto, lo que Ve-
lzquez ha intentado fijar en sus retratos no es tanto la perso-
nalidad como la humanidad, no es tanto lo referido a lo exte-
rior como lo vinculado a lo interior, observemos la simplicidad
de adornos y de joyas, de fondos y de trajes. Dirase que todo
lo que determina exteriormente el rango social ha sido supri-
mido, o al menos limitado a lo imprescindible, en sus retratos.
El hecho de que este proceso de simplificacin se fuera intensi-
ficando en los ltimos aos de su vida, nos prueba que no era
acaecimiento casual. El ltimo y maravilloso retrato de Feli-
pe IV no tiene adorno ni fondo alguno. Sobre el negro curial
271
y el resplandor de la golilla donde se asienta y organiza el ca-
bello, queda la n u d a h u m a n i d a d del rey ante nosotros. Los
prpados enfebrecidos y carnosos; la m a n d b u l a hipertrofiada,
casi enferma, carnal, involuntaria. Todo l u n poco grande y
r e l l e n a d o ; todo l presente y casi sucedido; todo l impreso e
impreciso, con u n a triste y sobrecogedora gravedad. No es po-
sible olvidarle. Debi de ser muy h o n d a y al mismo tiempo
m u y intil la observacin de esta m i r a d a . Debi de ser muy
frgil, muy femeninamente frgil, esta vitalidad, que tiene, ya
en su m a d u r e z , u n a leve y ejercitada inconsistencia de ceniza.
Se ve q u e esta ceniza fu antes rbol y q u e tuvo verdor y ar-
b o l a d u r a . Ahora tiene cansada la gravedad. Y l lo c o m p r e n d e .
Mirndole aprendemos que el h o m b r e pone su p u d o r sobre la
dignidad. Esto es n i c a m e n t e lo q u e pint en este cuadro Ve-
lzquez. Un h o m b r e al parecer igual a otro. P e r o u n h o m b r e
singularsimo, al que el cansancio le sube al rostro como u n a
especie de p u d o r . E n esto estribanada menossu majestad,
y no en cadenas, toisones y adehalas.
272
que lodos los hombres llevan a Dios en el semblante y no pue-
den ocultar, sino vivir su resplandor, es el mximo descubri-
miento cervantino. Cuanto dijimos de Velzquez, a l, con
plena razn, se puede referir.
Destacaremos, sin embargo, un nuevo aspecto cervantino.
Por la vivificacin de las cosas en ella, Cervantes convierte la
narracin en descripcin.
Tngase en cuenta que lo narrativo proviene siempre de
lina interpretacin histrica; lo descriptivo, de una interpre-
tacin vital. Por ello, el tiempo narrativo es el pasado; el tiem-
po descriptivo, es el presente. La narracin representa tan
slo; la descripcin, actualiza. En cierto modo ya estaba esta-
blecida esta distincin en el Lazarillo, pero an no haba sido
desarrollada y comprendida con plena autonoma. Cervantes
es el primero en establecer de modo riguroso la distincin so-
bre la cual se basa todo el arte moderno, Unas cosas tienen va-
lor artstico por s mismas, otras lo tienen por la manera de
ser narradas. Con ello se libera el arte de su antigua funcin
ancilar. El arte no es tan solo imitacin, sino creacin. Hay
objetos y temas, y personas que tienen por s mismas belleza y
ejemplaridad que deben ser realzadas e imitadas por el arte;
pero hay tambin realidades y objetos que deben su belleza a
la invencin del hombre. Frente a la realidad artstica natural
hay otra realidad que el hombre inventa y que por ello es ge-
nuinamente artstica y humana. La literatura no slo confiere
la inmortalidad a las figuras ejemplares, determina tambin la
ejemplaridad de quienes por s mismos no la poseen y crea
tambin su propia realidad. Es un poder no imitativo, sino
creador. Recordemos las palabras de Dilthey : La poesa no es
imitacin de una realidad que ya estara ah; no consiste en el
revestimiento de verdades de un contenido espiritual existen-
te de antemano; la facultad esttica es una fuerza creadora que
engendra algo que sobrepasa a la realidad, un contenido pro-
pio que no se da en ningn pensamiento abstracto; en definiti-
\ a , un nuevo modo y manera de considerar el mundo. De esta
suerte se reconoci a la poesa una facultad autnoma para con-
273
templar la vida y el mundo; se convirti en rgano de la com-
prensin del mundo y se puso as al lado de la ciencia y de la
religin.
La sustantvidad de la creacin artstica no ha sido conce-
bida de una manera plena hasta Cervantes. Por obra y gracia
de la poesa logran las cosas un ser distinto del que tienen. A
partir de Cervantes y Velzquez, toda manifestacin artstica
se libera de la sujecin al tema que haba tenido inexorable-
mente, incluso en el Renacimiento. Los hechos que se narran
no tienen por qu ser maravillosos, extraordinarios o al menos
sorprendentes e ingeniosos, como era imprescindible en la no-
vela artstica italiana; no tienen por qu considerarse como un
valor en s; en la realizacin artstica que se les d descansar su
sustantividad y su vigencia. No es preciso imitar para crear; por
ello, insiste tantas veces Cervantes en la importancia de la in-
vencin. Es el valor supremo artstico : inventar es crear.
Por esta sustantivacin del arte frente ai tema, la pintura,
el teatro, la poesa y la novela espaoles se atienen slo a lo
que ven. Lo que ven es la vida. Podrn idealizara ms o me-
nos, porque tambin el idealismo constituye la circunstancia
real en la que nuestra vida se desenvuelve, pero arrancan de
ella. Las cosas son como son, y si su naturaleza es esttica-
mente defectiva, la puede el arte perfeccionar. El Peribez
o la Dorotea de Lope de Vega; los romances de Gngora y Que-
vedo; las naturalezas muertas de Zurbarn; los retratos de bu-
fonesy los de reyesde Velzquez; la picaresca y el Quijo-
te, obedecen a un sentido unvoco y total de la cultura espaola,
que ha concebido lo vital como canon esttico, y a la vida como
absoluta realidad que las comprende a todas. Este es nuestro
realismo. Decase en La picara Justina : Antes pienso pintar-
me tal cual soy, que tambin se vende una pintura fea, si es
con arte, como, una hermosa y bella. El arte es una nueva
naturaleza. Por tanto, frente al arle, igual que frente a Dios,
todos somos iguales. La vida de un ganapn como el Lazarillo
puede tener el mismo valor artstico que la del Gran Capitn,
274
y la expresin del Calabacillas, la misma humana profundi-
dad que la del rey.
Pinsese que en la literatura medieval que le sirve de pre-
cedente, lo que interesaba en verdad eran los lances, no las
figuras; pero en cambio en el Lazarillo, el inters de los epi-
sodios lo constituye su unidad. Y esta unidad es solamente la
vida de un mendigo simptico y fiestero. No cabe ms extra-
sima subversin de todos los valores renacentistas y huma-
nistas. No es necesario la imitacin de los antiguos, ni el tita-
nismo de la conducta, ni las interferencias de lo maravilloso,
lo sorprendente y lo r e a l : la vida sola basta; la vida, por s
misma, que desde entonces va a convertirse en arquetipo de
belleza suficiente y autnoma. El descubrimiento de este prin-
cipio hizo de la creacin artstica espaola la ms alta expre-
sin de nuestra convivencia nacional. Todas Jas obras decisi-
vas y universales que nuestro genio ha producido son de ca-
rcter popular. Reflejan una profunda convivencia entraa-
da y anmica de las clases sociales que determina ese carcter
nico, que an sigue conservando durante el siglo XVII nuestra
cultura : su unidad nacional. Hizo posible este carcter la ra-
zn ya apuntada : nuestra cultura artstica no era minorita-
ria, sino vital y, por lo tanto, popular. Todos los espaoles par-
ticipaban de modo diferente en su creacin. Todos se sentan
representados dentro de ella y en mayor o menor grado la com-
partan como la misma vida se comparte. Ningn gnero arts-
tico representa la comunidad de la vida espaola tan expresiva-
mente como el teatro. Recuerdos histricos, costumbres e idea-
les se encontraban en l armonizados. El teatro espaol es la
prueba ms concluyeme y espontnea de nuestra humana con-
vivencia.
Este trabajo forma parte del libro "ha convivencia de las clases sociales en
a obra de Cervantes", galardonado con el premio concedido por el Patronato y
Consejo de la Diputacin de la Grandeza, el ao de 1948, a quienes expresamos
nuestro agradecimiento por su publicacin.
Luis Rosales.
Altamrano, 34.
MADBID (Espaa).
275
NUESTRO TIEMPO
HISPANIDAD Y MESTIZAJE
POR
OSVALDO LIRA, SS. CC.
279
i.
de las de los europeos establecidos en los pocos territorios de Am-
rica, las naciones hispanoamericanas fueron en un principio y han
continuado siendo sin interrupcin hasta nuestros das esencialmente
espaolas.
Dos puntos queremos poner en claro a este respecto : primero,
lo que es el mestizaje y significa en el caso concreto de las naciones
hispanoamericanas, y luego, las verdaderas consecuencias prcticas
que es preciso deducir con relacin a nuestra presente y futura lnea
de conducta.
Sp ft
Para proceder con orden y eficacia tenemos que fijar ante todo
el concepto o esencia del mestizaje, puesto que en no habrselo he-
cho podemos descubrir la raz de todas las equivocaciones en que
se incurre acerca de este punto.
Desde luego, ejs indudable que su significacin ms corriente dice
relacin con la fisiologa y que se piensa cuando se habla del mes-
tizaje de los pueblos hispanoamericanos, por ms que en este caso
adquiera un especial matiz peyorativo desde el momento en que los
elementos raciales indgenas se han considerado siempre como de
categora inferior comparados con el europeo. Por esta razn se dice
que son pueblos mestizos Mjico, Per o Bolivia, pero no Argentina
o Uruguay. En todo caso, el significado fisiolgico no debe ni pue-
de hacernos olvidar que, cuando se habla de razas humanas, el ri-
co mestizaje verdaderamente tal es el espiritual o psicolgico, y que
si el otro puede llegar a interesarnos, se debe tan slo a que la es-
tructura corporal del ser humano ha de reflejarse siempre, ms o
menos, en su condicin espiritual. Sin embargo, es este ltimo sig-
nificado el que casi nunca toman en cuenta los que andan hacien-
do de la condicin mestiza de la mayora de los pueblos hispanoame-
ricanos un arma de combate contra la Hispanidad. No piensan en
que, sin ir ms lejos, las tres grandes naciones europeas de la cuen-
ca mediterrnea, Espaa, Italia y Francia, cuyo podero espiritual
y fsico ha pesado decisivamente en la orientacin de los destinos
del gnero humano, son el resultado de un mestizaje que guarda es-
trecha analoga con el de los pueblos de la Amrica espaola, como
lo veremos ms adelante, y que, no obstante las numerosas y acusa-
das particularidades que las distinguen entre s, ninguna de las tres
ha pensado jams en renegar de su estirpe humana. Ninguna de
ellas ha pensado jams, en el curso de su historia, que el hecho de
enaltecer la comunidad de origen les pudiera impedir desarrollar su
28(5
propia personalidad nacional; al contrario, la que de las tres lia
manifestado siempre un apego ms feroz a su independenciaEspa-
aha sido la que se ha mostrado siempre ms dispuesta a unirse
con las dems en empresas de carcter universal, porque sabe que la
mejor manera de defender los valores nacionales estriba en comba-
tir por la defensa de los valores humanos.
No es esto todo. Porque tambin es preciso observar que uno y
otro mestizaje, tanto el fisiolgico como el psicolgico, pueden lle-
varse a efecto en dos tipos diversos de circunstancias, segn que los
elementos convergentes se presenten ms o menos en las mismas con-
diciones de cultura y civilizacin, o bien se acuse, al contrario, por
parte de uno de ellos, superioridad decisiva en este punto respecto
de todos los dems. Y cuidado, porque no se trata ahora de una
simple cuestin de ms o menos. Primero, porque en realidades de
este tipo, toda proporcin cuantitativa ha de resolverse, de modo
inevitable, en matices de cualidad, y luego, por una razn que guar-
da estrechas analogasrecurdese que analoga no es igualdad, ni
mucho menos identidadcon lo que en fsica se conoce bajo el nom-
bre de principio de accin y reaccin, o en mecnica con el parale-
logramo de Jas fuerzas. Si los elementos constitutivos de una raza o
nacin cualquiera se hallan ms o menos dentro de un mismo nivel
espiritual, es evidente que la interaccin de todos ellos manifestar
tambin analogas por parte de cada cual. Por lo mismo, resultar
tambin que la huella impresa por cada cual en el conjunto no po-
dr anular las restantes, porque cada una de las diferentes activi-
dades puestas en juego habr de provocar tantas reacciones iguales
en intensidad como sea el nmero de los restantes elementos que
hayan influido en la gnesis del mestizaje. Por consiguiente, el sello
tpico de la raza compuesta habr de equidistar de cada uno de ellos
considerado separadamente, de lo cual podemos deducir que ningu-
no de los componentes tendr derecho a considerar a la raza com-
puesta como los de su propia especie.
En cambio, cuando uno cualquiera de los constitutivos raciales
en cuestin se presenta revestido de predominancia decisiva sobre to-
dos los dems, el proceso cultural habr de adquirir caractersticas
del todo diversas, ya que en este caso toda predominancia ha de re-
flejarse en el orden de la accin. Es evidente, pues, que si aplicamos
el principio paralelogramo de las fuerzas raciales, la resultante ha-
br de aproximarse de tal suerte al influjo predominante que podr
considerrsele en el orden de la prctica como identificado con l.
Pero no podramos contentarnos con esto, que al fin y al cabo es una
simple comparaciny los franceses dicen que comparaison n'est
281
pas rahon-, sobre todo cuando tenemos tan a mano la razn sufi-
ciente del fenmeno, que no es ms que una aplicacin directa del
principio de la actividad formal. En efecto, cuando dos influjos ex-
tremadamente dispares en intensidad llegan a enfrentarse, el menos
vigoroso vendr a quedar, frente a su rival, en situacin muy seme-
jante a la del mrmol frente a la actividad de escultor. Pues bien;
de la misma manera que los caracteres especficos del mrmol no
lograrn torcer el rumbo de la actividad creadora por ms que han
de imponerle determinadas exigencias, as tambin el elemento o
los elementos raciales inferiores no podrn hacer otra cosa que crear-
le al principio superior ciertas condiciones de actividad. De esta
suerte, tan disparatado resultara atribuir, verbigracia, igual influ-
jo a indios y espaoles en la gnesis de las nacionalidades hispano-
americanas como decir que la Piet se debi por igual al mrmol
que a la labor de Miguel ngel. De aqu se deduce que en el orden
de los accidentes la prioridad de una formaporque las formas de
cultura pertenecen al orden de la inherencia desde el momento que
las sociedades son entes morales y no fsicosviene a significarle las
mismas ventajas que le da la subsistencia, en el seno del compues-
to fsico, a la forma sustancial.
Por igual o anlogo motivo tampoco pueden ponerse exagerada-
mente de relieve las diferencias entre naciones cuya forma vital pre-
dominante, o en otras palabras, la forma de cultura que ha presi-
dido e infundido direccin y caracteres determinados a su ser his-
trico, haya sido la misma. Tal es el caso de Francia, Italia y Es-
paa respecto de Roma como de las naciones hispanoamericanas res-
pecto de la propia Espaa. Y no hay duda de que se incurre en este
error cuando Luis Alberto Snchez nos asegura, sin pestaear, por
ejemplo, en su libro Existe Amrica latina? que las naciones his-
panoamericanas sol afro-indo-ibricas, como cuando Leonardo de
Aldama cree, tambin sin pestaear, que con igual derecho que de
Hispanidad se podr hablar, en Argentina, de galicidad o italidad,
% *j $
282
mostrando, con evidencia capaz de convencer a los ms reacios, qn
la forma poltica espaola era decisivamente superior incluso a sis-
temas polticos que, como los de los aztecas o los incas, manifesta-
ron siempre, desde el punto de vista humano, aterradoras deficien-
cias. Por eso la diversidad indgena no pudo hacer en este caso, al
igual del mrmol para con la labor del artista, ms que imponer a
los desvelos y al herosmo de Espaa condiciones particulares de ve-
rificacin. De suerte que, refirindose a nuestras naciones hispano-
americanas, la nica mianera de no fallar a los fueros de la verdad
ser decir qu, al igual de las deudas que tiene la Piet con el mr-
mol y con Miguel ngel, son formal o esencialmente espaolas y ma-
terialmente indgenas, y que cualquier otra oposicin respecto de
ellas habr de cerrarnos el camino de su comprensin.
De modo anlogo es inconcebible hablar, respecto de Argentina,
como si la aportacin de los elementos raciales italianos y franceses
pudiesen contrabalancear la aportacin espaola. Y recogemos esta
afirmacin, no por lo que valga en s misma, sino porque da.la oca-
sin de enfocar un problema de tipo general en Hispanoamrica, cual
es el de la contribucin francesa al movimiento y desarrollo de nues-
tra cultura.
Contra lo imaginado por el snobismo europeizante, no existe in-
flujo francs, italiano o europeo en general que pueda resistir la
comparacin con la labor civilizadora de los espaoles. Basta pensar
solamente en que el ser histrico de cada nacin hispanoamericana
so habra visto sustancialment alterado en el curso de su vida in-
dependiente, lo cual supondra nada menos que manifiesta infideli-
dad a la memoria de los hroes de la Independenciano ya de la de
los gobernantes espaolesy a todas las generaciones de antepasa-
dos. En cambio, si suponemos, como es verdad, que la susodicha en-
tidad histrica no slo se ha conservado idntica a s misma, sino
que adems se ha desarrollado en proporciones que solamente Dios
poda conocer, es preciso admitir la trascendencia irreductible de
la accin de los espaoles respecto de la que hubieren desarrollado
todos los europeos all radicados a partir de los das de la Indepen-
da.. Porque si, por ejemplo, el ser histrico de la Argentina ha per-
manecido inalterado a partir del momento de la Independencia y
ese ser se fragu sin el concurso de los italianoslo cual consta por
la historia, quiere decir que los italianos no han aportado nada al
ser histrico en cuestin. Lo mismo puede y debe aplicarse al caso
general de la aportacin intelectual francesa, como al del grupo ger-
mnico que con tanta inteligencia y nobleza ha cooperado al des-
arrollo nacional de Chile.
283
Lo que pasa es qu se confunde lastimosamente acrecentar con
constituir. Las aportaciones europeas en Hispanoamricaentre las
cuales est tambin, no lo olvidemos, la espaolahan contribuido
al rrtero acrecentamiento, no a la constitucin del ser histrico de
los antiguos reinos hispanoamericanos. As como fu la superioridad
de la forma de vida espaola sobre todos los tipos de cultura e in-
cultura indgena lo que le permiti revestirse de caractersticas de-
terminantes o formales respecto de aqullos, habran debido encon-
trarse otras formas de vida que, respecto de la espaola ya matizada
por la indgena, se hubiesen presentado revestidas de superioridad
anloga para poder admitirlas como verdaderos principios constitu-
tivos o no puramente acrecentativos de los pases hispanoamerica-
nos. Y es claro que esto sera imposible, porque la cultura espaola,
como las dems culturas europeas, es fundamentalmente cristiana,
por cuya razn posee todos los elementos esenciales para crearle con-
diciones de clima normal al homo historiis que es el homo chris-
tianus.- Pretender, pues, superarla sustaiicialmentey de eso se tra-
ta para poder equiparar a su influjo otro cualquiera-resulta una
locura.
As tambin se explica la homogeneidad plena y total de la cul-
tura hispanoamericana en la espaola; advirtiendo, s, para evitar
susceptibilidades, que homogeneidad no quiere decir identidad. Con
todo, la semejanza espiritual nuestra con Espaa tiene que ser mu-
cho mayor incluso que con el resto de las naciones latinas, puesto
que arranca inmediatamente de aqulla, mientras que para encon-
trar una comunidad de origen con Italia y Francia, sin ir ms lejos,
es preciso, primero, retroceder cronolgicamente hasta Escipin el
Africano, para luego prescindir de las aportaciones germnicas que
dejaron sentir su influjo durante siglos en el mundo romano.
Para comprenderlo bien, debemos tomar en cuenta lo que es y
lo que significa una cultura. La cultura, contra lo que en pos de mu-
chos cree el seor Aldama, no puede reducirse a los valores intelec-
tuales raciales y religiosos, ni siquiera al conjunto de todos ellos,
porque si tal se admitiera llegaramos a resultados verdaderamente
pintorescos, como al de negar la existencia de la cultura europea oc-
cidental y a establecer como compartimientos estancos un sinnme-
ro de culturas nacionales, o ms bien nacionalistas. La culturay
conste que no vamos a dar ahora una definicin more scientifico que
sera extemporneano es el conjunto de los valores ya aludidos,
sino ms bien el modo de apreciarlos y vivirlos. Este es el nico n-
gulo de visin bajo el cual podemos explicarnos cmo la cultura fran-
cesa y la italiana difieren entre s, a pesar de que una y otra constan
284
del triple elemento latino, germano e indgena; lo cual nos obliga-
ra a signar como elemento diferencial o especfico de cada una de
ellas el elemento indgena en el caso de admitir que la cultura, so-
bre todo en su acepcin nacional, consista ms bien en valores que
en el modo de vivirlos. Lo que hace nuestro caso es que no por la
antedicha comunidad de origen dejan Italia y Francia de poseer vi-
gorosa personalidad nacional ni tampocoy esto s que debe de re-
sultar curioso para espritus como el del seor Aliadacreen hacerla
peligrar, sino todo lo contrario, afirmando la comunidad de origen
que a ambas les afecta por igual.
* * *
285
que p o r m u y respetables y valiosos q u e sean no h a n intervenido p a r a
n a d a en su constiliicin, n i , p o r consiguiente, en su esencia p r o p i a .
Esto no es xenofobia, sino simple respeto prctico a la verdad. A na-
die p u e d e en justicia e x t r a a r l e que se quiera m a n t e n e r en vigor
u n p a t r i m o n i o cultural como el n u e s t r o , figura e n t r e los m s preci-
sos de la Historia, y p o r lo mismo t a m p o c o p o d r a en justicia ex-
traarle que al verlo atacado se le defienda. Si esto es xenofobia, lo
ser sin nuestra culpa. Los culpables sern los q u e con t o d a clase
de medios inconfesables p r e t e n d a n avasallarnos. P o r q u e debemos
g u a r d a r fe y respeto a nuestros antepasados, p o r eso debemos pro-
clamar u n a y otra vez q u e a nuestras naciones las hizo E s p a a y que
el que p r e t e n d a , sin ser espaol o sin h a b e r estado al servicio de Es-
p a a , h a b e r contribuido al proceso histrico de tres siglos q u e las
engendr e hizo llegar a la mayora de edad,, ser necesariamente
u n falsario. U n a vez m s , lo podemos r e p e t i r , a n i n g n extranjero
se le considerar como enemigo mientras no i n t e n t cosechar d o n d e
n o h a s e m b r a d o . P o r q u e el a m o r al p r ojimio, en su forma ms per-
fecta, supone el a m o r a todos los prjimos sin excepcin; p o r eso
n o h a sido obstculo, sino al contrario, p a r a el reinado de la justicia.
28>
EL CASTELLANO EN PUERTO RICO
POR
ANGEL-AJNTONIO LAGO CARBALLO
287
Congreso y del presidente de los Estados Unidos. A h o r a bien, todos
los cargos polticos de importancia son n o m b r a d o s p o r e l presidente
norteamericano : el G o b e r n a d o r (el actual, Luis Muoz M a r n , es el
p r i m e r o d eleccin p o p u l a r ) , el p r o c u r a d o r general^ el comisionado
de Cultura y los presidentes del T r i b u n a l S u p r e m o . P u e r t o Rico
est representado con voz, p e r o sin voto, ante el Congreso d e los
Estados Unidos p o r u n comisionado residente, elegido cada cuatro
aos p o r voto p o p u l a r .
Esta es, m u y en esquema, la estructuracin jurdico-poltica de
P u e r t o R i c o . P e r o a pesar de lo esquemtica, p e r m i t e c o n t e m p l a r la
clave de la vida de aquel p u e b l o antillano : su falta de libertad en
lo poltico, en lo econmico y en lo cultural. Prescindamos de l a p r e -
sentacin de argumentos que vengan a confirmar esta afirmacin en
sus dos p r i m e r o s aspectos p a r a centrarnos e n el tercero y concreta
m e n t e en lo ocurrido con el i d i o m a , elemento tan decisivo en la vida
cultural de u n p u e b l o .
No es necesario r e c o r d a r la frase de Nebrija sobre la lengua y
el I m p e r i o . Conformes estamos todos en lo q u e tiene de i m p o r t a n t -
sima a r m a poltica p a r a la expansin y conquista de u n p u e b l o p o r
otro. No d e b e e x t r a a r , p u e s , q u e desde el p r i m e r m o m e n t o se con-
fiase al idioma ingls u n importantsimo p a p e l como medio de pe-
netracin norteamericana en P u e r t o Rico. Ya el Report of the U. S
Bureau of Education, comprensivo de los aos 1897-1898, declaraba
con referencia a la poltica escolar y a la enseanza del ingls, que
sta no deba imponerse p a r a n o crear recelos. Hay pocos ejemplos
en la Historia de las naciones que hayan introducido obligatoriamen-
te una lengua en tierras recin adquiridas, y todas esas1 naciones no
han conseguido sino un claro fracaso de sus propsitos. Naturalmen-
te, los Estados Unidos no van a seguir tal poltica ni un solo mo-
mento (1).
Sin e m b a r g o , el p r i m e r comisionado de instruccin, Vctor S.
Clark, que ejerci el cargo entre los aos 1898-1900, estableci la en-
seanza total de las asignaturas acadmicas en la lengua inglesa. No
debi h a l l a r el m t o d o demasiado prctico cuando poco t i e m p o des-
pus cambi el sistema, h a b i e n d o expresado al Gobierno de Wash-
ington sus razones de esta m a n e r a : La justificacin para el estudio
de ambos idiomas (y no slo el ingls) reside en que uno de ellos (el
espaol) es el idioma vernculo de la 'gran mayora de la poblacin
escolar y seguir por muchos aos siendo el idioma de la enseanza
pblica. Continuar como hasta ahora sera permitir que degenerase
288
en un .patois vulgar y ajeno a la gramtica. De este modo el espa-
ol, sin dejar de mantenerse tenazmente aferrado en la simpata yo-
pular, dejara de ser un factor de fuerza en la cultura y en el progreso
de ese pueblo (2).
Este criterio h a b a de prevalecer poco t i e m p o . E n 1902 llega un
nuevo comisionado, el doctor Samuel McCune Lindsay, p a r t i d a r i o
de la hegemona del ingls sobre el espaol. E n seguida le sucede
Riland P . F a l k n e r , que impuso el ingls como lengua exclusiva y
dej el espaol como simple asignatura.
As m a r c h a r o n las cosas hasta 1917, en que el descontento y la
protesta hicieron ver la inutilidad de aquella iucha e n t r e ambos idio-
mas y los daos q u e d e ella reciba la enseanza. Entonces comienza a
rectificarse, levemente, el criterio. As el comisionado Miller quiere
a l t e r n a r el uso de las dos lenguas. Su sucesor, J u a n B . H u y k e , n a d a
afortunado en m u c h o s aspectos de su gestin, consigue u n a investi-
gacin p o r el Instituto Internacional de la Universidad de Colujn-
bia, cuyas conclusiones fueron las siguientes :
. 1) Que no se ensease el ingls hasta el cuarto grado.
2) Que n o se emplease la lengua inglesa como vehculo de ense-
anza antes de h a b e r completado los alumnos el sptimo grado.
3) La enseanza del ingls, n o slo n o h a b a conseguido extender
el conocimiento del idioma, sino que haba perjudicado el dominio
de la lengua m a t e r n a .
T a m p o c o estas razonadas observaciones fueron tenidas en cuenta
p a r a la poltica del i d i o m a . Y as se contina hasta 1930, en q u e se
n o m b r a comisionado al profesor Jos P a d n , concedindole cierta
libertad p a r a actuar. Despus de cuatro aos de experimentos, esta-
bleci la enseanza del espaol en todas las escuelas elementales.
P e r o en el fondo, y permtasenos insistir u n a vez ms en ello,
en todo lo relacionado con el i d i o m a ingls n o hay sino u n inters
preferentemente poltico. Si alguna duda quedase, vendra a disipar-
la u n a comunicacin del presidente Roosevelt ai comisionado de Ins-
truccin, don Jos M. Gallardo, elegido en 1936, en la q u e se ex-
presaba en estos trminos :
Es parte indispensable de la poltica americana que la prxima
generacin de ciudadanos americanos de Puerto Rico llegue a domi-
nar la lengua inglesa, que es la de nuestra nacin. Solamente a travs
del conocimiento de este idioma podrn los americanos puertorrique-
289
nos lograr una mejor inteligencia de los ideales y principios norte-
americanos (3).
Este p r o b l e m a contina en pie. Cuantos intentos se han hecho p o r
los p u e r t o r r i q u e o s p a r a conseguir q u e la enseanza se hiciese en
espaol h a n encontrado siempre la ms cerrada oposicin. E n 1946,
la Legislatura Insular elabor u n proyecto de ley p a r a q u e el caste-
liano fuese el i d i o m a de la enseanza. E l p r e s i d e n t e T r a m a n puso el
veto al proyecto y explic sus razones al gobernador de la isla, Jess
T. P i n e r o , d e este m o d o :
No he considerado las ventajas del programa pedaggico que el
proyecto introducira en el sistema insular de escuelas pblicas. Baso
mi desaprobacin,, en lugar de eso, en la oportunidad de la medida y
en mi creencia de que la cuestin, del status poltico puertorriqueo
sera confundida y su solucin retardada por la adopcin, precisa-
mente ahora, de una nueva poltica sobre la lengua (4).
&& $
(3) Tomado del libro de Luis A. Santullano Mirada al Caribe. Jornadas 54.
Mjico, 1945.
(4) Esta carta fu dada a la publicidad. La copio del diario de San Juan
de Puertoi Rico El Mundo, donde fu publicada el 28 de octubre de 1946,
290
rriqueo aparece en situacin de inferioridad es en la falta de rique-
za de vocablos para discurrir sobre diversos aspectos de la cultura y
de la vida (5).
Esto trae como consecuencia el empleo de p a l a b r a s inglesas, a ve-
ces castellanizadas, c u a n d o no se p r o d u c e u n desplazamiento de la
p a l a b r a espaola p o r la n o r t e a m e r i c a n a . P e d r o Salinas, en u n dis-
curso titulado Aprecio y defensa del lenguaje, p r o n u n c i a d o en la
Universidad de P u e r t o Rico en j u n i o de 1944, haca referencia a este
p r o b l e m a con estas p a l a b r a s :
Se leen con doloroso frecuencia dislates lingsticos que no aten-
tan a una supuesta correccin del idioma ni a ninguna regla acad-
mica, sino a la naturaleza misma, al genio del espaol. Eso no debe
dejar indiferente al puertorriqueo culto, que en tal caso pecara
de insensibilidad a su idioma, de falta de comprensin de su ntimo
carcter y necesidades... Si los sntomas de desnaturalizacin intil
de la lengua, tan perceptibles y en aumento, no mueven a la accin
y se deja suelta esa propensin al abandono de toda norma, conside-
rando que no hay nada que hacer, adoptando la posicin que yo
llamo panglossista, es muy probable que a la lengua de Puerto Rico
le esperen en un futuro prximo daos irremediables... Los pases,
o tienen ya una poltica del lenguaje, llmenla como la llamen, o ne-
cesitan con suma urgencia adoptar una (6).
No h a faltado quien, como el profesor p u e r t o r r i q u e o R u b n
del Rosario (7) haya intentado justificar la situacin invocando la
incertidumhre poltica de los ltimos aos, la superficialidad con
que la gente culta ha visto siempre estas cuestiones, la zozobra que
inspira el rumbo de nuestra cultura puertorriquea aun a las perso-
nas mejor dotadas. Contra esta actitud se rebela en m u y interesante
artculo la escritora Mara Teresa R a b n de Vicente (8), rechazan-
do la afirmacin de R u b n del Rosario de eme fuera del vocabulario,
en las otras zonas del lenguaje, la penetracin del ingls es miicko
menor y rebatiendo la de que la influencia del ingls en modo algu-
no amenaza el curso de nuestra -hispanidad, pues es puramente su-
perficial. P o r el contrario, dice Mara Teresa Rabn de Vicente, es
preciso ahondar en el problema, dilucidarlo e invocar todas las fuer-
zas a nuestro alcance para conjurar los males que se arraigan cada
291
da ms profundamente en la expresin oral y escrita de los puerto-
rriqueos.
Estas palabras dicen bien claro cul es el nimo de buena parte
de la intelectualidad puertorriquea. Existe una verdadera preocu-
pacin por el problema y se trabaja activamente en su solucin.
Buen ndice de ello es, tanto la bibliografa en aumento sobre el
tema (9), como las reuniones, por ejemplo, que celebran los maes-
tros de espaol de la Facultad de Estudios Generales en la Universi-
dad de Puerto Rico.
Desde Espaa debe ser alentado todo este movimiento de defensa
del idioma castellano en Puerto Rico. Hasta ahora lo hecho es tan
poco, que no merece la pena researlo. Hay un repertorio de posi-
bilidades extraordinariamente amplio, que va desde la embajada li-
teraria hasta el envo abundante de libros espaoles, concretamente
textos escolares, pasando por los estudios de fillogos que analicen las
caractersticas de este interesante laboratorio natural donde cabe ad-
vertir la accin de un idioma extrao en la lengua propia (10).
Este deber nuestro exige medidas inmediatas. De la difcil situa-
cin del castellano en Puerto Ricoqu decir en Filipinas!
buena parte es culpa de Espaa. Frente al mvil poltico que gua
la accin cultural de otros pases est nuestra absurda poltica del
libro, que hace sea prohibitiva su adquisicin en los pases hispano-
americanos.
El problema del castellano en Puerto Rico es harto complejo y
debe ser motivo de preocupacin por parte de los espaoles intere-
sados, preferentemente universitarios e intelectuales. Desde aqu se
puede laborar decisivamente en defensa de nuestro idioma.
(9) Ajeno a estos temas, me ha movido a escribir esta nota, el aspecto pol-
tico de la cuestin. La bibliografa que he tenido a mi alcance aqu queda rese-
ada. Lamento no haber podido manejar otros trabajosas uno de Pedro ngel
Cebollero : Suggestions for a Language Policy for the Public Schools of Puerto
Rico, y sobre todo el Atlas lingstico de Puerto Rico, obra monumental de don
Toms Navarro Toms.
(10) SANTULLANO. Obra citada.
292
A LA ESCALA DEL MUNDO
POR
MANUEL RIERA
293
tensiones de validez absoluta en obras tan diversas en apariencia y
tan religadas en el- fondo como las de Bertrnd Russell, Toynbee y
Emery Revs.
La consecuencia ya la coligen los estudiosos de raza y vocacin,
hombres que tienen dimensin y capacidad de futuro y en cuyos ojos
brilla fulgor de historia. El autntico y completo universalismo es
el que el cristianismo signic desde Pablo de Tarso a Agustn de
Hipona en el mundo romano y el que recogi con vigor de sangre
nueva y fecunda el mundo hispnico desde Isidoro de Sevilla a Rai-
mundo de Peafort para levantar las cimas de Luis Vives y Fran-
cisco de Vitoria.
Al pretendido universalismo de la cultura romana le falta la di-
mensin del hombre libre que vive por s y sustentado por una ar-
quitectura de valores que lo justifican y lo salvan. El mundo roma-
no no conoci al hombre libre, sino al hombre dependiente y en
funcin del Estado. El ciudadano se engarzaba en una compleja,
variante y modulada estructuracin cvica fuera de la cual no tena
derecho que le defendiera ni sociedad que lo amparara. Si Sneca y
Lucano tuvieron, como un grito de altanera hispnica, un momen-
to de rebelin que los dignifica ante la historia con un gesto que
puede parangonarse con los clsicos de Catn y Cicern, pronto se
vieron ahogados por aquella organizacin de. colectivismo integral
que obligaba a todos a la donacin de su ntima y diferenciada per-
sonalidad, so pena de verse alejados de los muros de la ciudad con
la invitacin al suicidio por parte del prncipe.
Se ensayaron todas las formas de organizacin jurdica y social
en modelos vlidos para todos los tiempos, y con los nombres de
Monarqua, Consulado, Dictadura, Repblica e Imperio se estruc-
tur un ciclo completo de historia y grandeza, sacrificando a la per-
sonalidad individual y desconociendo la esencia, dignidad y dimen-
sin del hombre.
Luego otro momento que magnifica la obra del hombre en la tie-
rra, que fu la sorprendente resurreccin de la cultura antigua adap-
tada a las nuevas condiciones del desarrollo humano que se llam
el renacimiento humanista, trajo consigo otra deslumbradora espe-
ranza de universalismo. Desde Erasmo a Luis Vives y Toms Moro
va una lnea que se desva con Grocio y los laicos y que coincide con
la circunstancia poltica en que se desborda en el mundo la estu-
penda floracin del pensamiento y la accin de los pueblos hispnicos.
Pero mientras queda vlida y definitiva la posicin de afirma-
cin del concepto y valor del hombre con posibilidades ilimitadas
en el mundo de la cultura y la libertad entendidas cristianamente,
294
ge pasa en un segundo momento con los llamados humanistas laicos
a la desintegracin de la universalista figura de la cristiandad y a
una quiebra de los valores religiosos en que se fundamentaba el con-
cepto jurdico del derecho natural y el concepto moral del bien
comn.
As, aquel primer momento de autntico universalismo slo es
recogido y servido por Jos pensadores, fundadores y adelantados his-
pnicos que desde Vitoria y. Surez predican la igualdad de todos los
pueblos y razas ante Dios, la superior dignidad del hombre por en-
cima de la sociedad y la posibilidad de un desarrollo integral de la
cultura.
Pero, aparte estas dos lneas, la una fiel y la otra desviada, algo
le falt a este momento histrico. Y ello fu la que podramos lla-
mar la dimensin cientfica con amplitud telrica qu sera la com-
prensin y el dominio del cosmos^ La fsica y los descubrimientos
geogrficos empiezan a romper las nieblas de la tierra incgnita y
del mar tenebroso. Pero el concepto ntimo del universo todo con
su panorama de tierras y hombres y leyes fsicas y morales todava
no es completo. Se rasg el velo del misterio, y en este gesto de va-
lor correspondi gran mrito a nuestros' antepasados, pero no se
puede jiredicar un autntico universalismo de la ciencia y del espa-
cio hasta que la revolucin espacial intensiva de la tcnica, segn
certera frase del profesor Antonio de Luna, se conjuga con la he-
rencia del humanismo romano-cristiano que han conservado fervo-
rosa y abnegadamente los hombres y los pueblos hispnicos.
Es hoy cuando ya se puede hablar de un mundo, no slo en el
sentido conceptualista y del filosfico deber ser que hasta hace
poco tena nostalgias de utopa, sino en el tangible, concreto e in-
mediato de nuestra relacin de contacto, convivencia y poder. Hoy
puede tener un xito grandioso de comprensin y asentimiento, por-
que explica nuestro tiempo y nos proyecta en el futuro, un libro
sensacional como el de la Anatoma de la paz, de Emery Revs, que
es un esfuerzo para definir y situar la posicin universalista en el
mundo de las relaciones sociales e internacionales.
Desde nuestro punto de vista hemos de suscribir y aplaudir su
visin de la marcha del hombre como ser poltico desde las primeras
agrupaciones hasta la sociedad mundial, que la cultura y la tcnica
han hecho una realidad y una necesidad. Y ello por los caracteres
de interdependencia entre la gran familia de las naciones y por Ja
necesidad de estructurar la paz al servicio de un derecho superior.
Pero hemos de negar rotundamente la solucin de universalismo
laico que se entronca con aquella desviaoin del humanismo rena-
295
n
centista de que h e m o s sealado. E l captulo en que estudia el que in-
genuamente l l a m a el fracaso de la religin es la condenacin del
libro desde el doble p u n t o de vista del doctrinarismo filosfico y de
la v e r d a d histrica. Acepta la necesidad de u n a ley constitucional
universal si con las terribles posibilidades de la era atmica las dis-
tintas soberanas nacionales, celosas y excluyentes, al negar el p r i n -
c i p i o nico de la m o r a l y del derecho, n o h a n de provocar con la
apelacin a la fuerza el suicidio de la h u m a n i d a d .
P e r o hijo de aquella tradicin laica, h e r m a n o de la tecnocracia
de u n B e r t r n Russell y del pesimismo de u n T o y n h e e , reflejo de la
psicosis de decadencia y catastrofismo, desconocedor de la fidelidad
que los pueblos hispanos h a n m a n t e n i d o a la esencia universalista
de la r o m a n i d a d cristiana, seala u n a necesidad y hace u n diagns-
tico, p e r o no tiene el valor y la altura d e p r o p o n e r u n a solucin.
Y, no obstante, p o r vez primera en la historia se dan las condi-
ciones todas que p e r m i t e n h a b l a r a la escala del m u n d o en lenguaje
de universalismo integral. Si fu p r e p a r a d o desde el m u n d o roma-
no y fu c o m p r e n d i d o en el R e n a c i m i e n t o , hasta h o y no h a podido
ser actuado con dimensin integral. P o r q u e el universalismo es tan-
to u n a teora y u n a aspiracin de los espritus ms esclarecidos cuan-
to u n a posibilidad actuante.
Con nuestra vocacin universalista interpretamos y servimos con
eficacia a nuestros pueblos y otra vez los situamos en el escenario
como protagonistas del m a a n a . P o r q u e sabemos de nuestro afn
centenario, q u e n u n c a como h o y se. entronca con el m o m e n t o hist-
rico de construir con ilusin y con fe u n m u n d o ms justo, ms a
la m e d i d a del h o m b r e , cuando la cultura y la tcnica unidas y para-
lelas p e r m i t e n p o r p r i m e r a vez h a b l a r a la escala del m u n d o .
Manuel Riera.
Asociacin Cultural Iberoamericana,
BARCELONA (Espaa).
296
SITUACIN ECONMICA DE ESPAA
EN 1948
POR
PANORAMA GENERAL.
297
r r e n o econmico p o r p a r t e de Norteamrica, h o y el p r i m e r pas acree-
dor del m u n d o . La devaluacin d e l a peseta, recientemente dic-
tada p a r a fomentar numerosas p a r t i d a s de nuestro comercio interna-
cional, m e j o r a r t a m b i n , si n o surgen complicaciones, l a situacin
econmica, p o r lo q u e tal desvalorizacin merece destacarse dentro
del p a n o r a m a general de los acontecimientos financieros ocurridos
e n E s p a a d u r a n t e el pasado a o .
A continuacin pasamos a estudiarlos con algn m a y o r deteni-
miento.
B O L S A .
298
la realidad su repercusin en los mercados burstiles. Por estas le'
chas extra tambin ia nula influencia del anuncio de la posible
entrada de Espaa entre los pases beneficiarios del plan Marshall.
La tendencia constante hacia la baja se hace sin una gran presin
del papel, existiendo en algunas sesiones del mes de abril cierta reac-
cin al alza, pero indudablemente producida por causas endgenas,
ya que las circunstancias exteriores, como el plan Marshall aludido
antes y la victoria democristiaa en las elecciones de Italia, no se
traducen en nada positivo.
Esta ciara huida de los capitales del mercado de acciones hace
que para conseguirlos se empleen los procedimientos clsicos de las
pocas deflacionistas : la emisin de valores de renta fija. La causa
de esta preferencia de las obligaciones no se encuentra slo en el
hecho de que al bajar el ndice de precios la renta fija aumenta su
poder adquisitivo, sino tambin en que as como en pocas de infla-
cin forzosamente todas las empresas tienen grandes ganancias, y
con ello se comprende la tendencia a formar parte de ellas, en cam-
bio, en las pocas de depresin, no se desea generalmente pertenecer
como miembro de una empresa ms que en concepto de acreedor
principal y primero, caso del obligacionista, aunque el rendimien-
to por accin sea anlogo.
Lo que acabamos de exponer se muestra claramente en los mer-
cados espaoles. As se celebr con xito completo ia emisin de 300
mjillones de pesetas en obligaciones de la RENFE, que se cubrieron
con exceso, pues en el prorrateo de las peticiones de ms de 5.000
pesetas nicamente correspondi a los peticionarios el 78,57 por 100
de lo solicitado. Este buen resultado anim a diferentes compaas
a presionar sobre el campo del ahorro de esta manera, como ocurri,
por ejemplo, con Iberduero, Electra de Langreo, Cros, Tudela Ve-
gun, etc. Otra emisin de renta fija que tuvo franco xito fu la de
;*00 millones de pesetas de cdulas de reconstruccin nacional.
Las elevadas cifras emitidas en renta fija causaron cierta preocu-
pacin en los medios financieros, pues exista duda sobre las posibi-
lidades de absorcin. Sin embargo, el tino con que se verificaron
obvi todos estos inconvenientes, debido sobre todo al escalonamien-
to con que aparecieron. Al misino tiempo sus cotizaciones en Bolsa,
en esta poca de descensos, se mantiene sensiblemente a la par.
La presente situacin bajista del mercado de valores obedece a
una cantidad enorme de razones reunidas, que reseamos a conti-
nuacin :
1) La baja conseguida en la circulacin fiduciaria; 2) La supuesta
restriccin de crditos que se oper durante 1948; 3) La subida de]
299
tipo de inters junto a la disminucin de crditos bancdrios, aumen-
tando el Banco de Espaa todos los tipos, singularmente el de des-
cuento, desde el 4 al 4,5 por 100; 4) El equilibrio presupuestario,
desaparicin del presupuesto extraordinario y una mayor austeri-
dad administrativa; 5) La desatada especulacin inmobiliaria, efec-
tuada sin ninguna base real, la cual acarre con su cada un pnico
indudable a los innumerables bolsistas bisnos que pululaban por los
parquets, produciendo, por razones psicolgicas, una venta y baja
considerable en otras acciones de seguridad y solvencia totalmente di-
ferentes a las de muchas inmobiliarias. La situacin de stas se agra-
va adems por la restriccin de crditos hipotecarios y crditos en
general, las dificultades de adquisicin de materiales de construccin
y la saturacin de la demanda de pisos caros, actividad preferente de
estas empresas.
Otras causas de la baja de valores se deben a la ley de amplia-
cin de capitales del ao 1947 y al descenso que se deja sentir en
los precios, producido tanto por las buenas cosechas agrcolas de 1947
como por la activacin del comercio exterior.
Sin embargo, en la primera semana de agosto comienza una su-
bida general, que perdurar a lo largo de todo el mes. Las accio-
nes bancarias son las que desde el primer momento tienen mayor
tendencia hacia el ascenso, pues esperaban una mejora en los di-
videndos de la reunin del Consejo Superior Bancario. Segn
expuso la prensa de informacin econmica, existan dos planes
sobre este punto : el reparto de un dividendo en acciones a cargo de
la reserva, aunque con limitaciones, de un lado, y la modificacin
del tope de reparto de dividendos, que es hoy del 6 por 100 sobre el
capital y reservas acumulados, por otro; pero teniendo en cuenta que
en muchos Bancos las reservas le igualan a aqul, el dividendo era de
un 12 por 100 del capital, cifra ya de importancia. Por .fin se apro-
b la entrega de acciones a cuenta de reservas, en los casos en que
los Bancos las tuvieran ya constituidas iguales o superiores al im-
porte del capital social desembolsado, segn inform Fomento de
l' Produccin. La segunda frmula de autorizar una subida en el
tope del 6 por 100 sobre capital y reserva acumulados para los di-
videndos fu desfavorablemente informada por sus muchos incon-
venientes. El ejercicio de la Banca privada es de todos modos muy
favorable, debido al incremento del tipo de inters. Los rumores
llegados a la Bolsa acerca de estos asuntos explican muchas de las
variaciones que en agosto y septiembre sufrieron las acciones ban-
carias.
A lo largo de agosto el ascenso se hace con gran rapidez y opti-
300
fnisilto, habindose dado d est anmala situacin varias interpre-
taciones. Una de ellas es la mayor facilidad existente en poca de
vacacin de efectuar operaciones de comprabasta un simple man-
dado al agente o Bancofrente a las dificultades de venta, ya que
generalmente no se tiene papel a mano, pues se encuentra en los
lugares habituales de residencia, en cajas fuertes o depositado. La
consecuencia es el aumento de la demanda sobre la oferta, y el subsi-
guiente aumento en sus cotizaciones. Segn otros comentaristas, la
subida se debe a la baja cotizacin y buena rentabilidad que presen-
taban numerosos valores de gran solidez, lo que incit su compra, pro-
ducindose en cadena las reacciones que determinaron el alza general*
Otros se inclinan ms bien a creer que la variacin en la tenden-
cia de las cotizaciones estriba en el aumento de circulacin fiducia-
ria experimentada en el mes de julio.
Esta lnea ascendente e inesperada d agosto sufre una meta-
morfosis completa al llegar septiembre, que comenzando con una
semana de fuertes subidas, tiene ya en algunos valores ciertas infle-
xiones significativas, aumentadas a la siguiente semana, en la. que
an predomin el signo alcista, transformndose en baja decidida
en la tercera semana del mes, que alcanza su final en ios primeros
das de diciembre.
De nuevo comenzaron las explicaciones sobre las causas de la
baja. En algunos medios se achaca a la situacin internacional, que
propaga su nerviosismo a la Bolsa, no incitando a las inversiones.
Otros se refieren a l influencia de los descensos que tienen lugar
tambin en las Bolsas extranjeras, y hay tambin quienes, mi-
rando el panorama espaol, se ocupan de los efectos de la escasa
circulacin fiduciaria existente y hablan de la disminucin de los
crditos concedidos por la Banca espaola. Sin embargo, segn ru-
mores que circulan con insistencia, el verano pasado registr un
aumento claro en los crditos bancaros, atribuyndose el hecho a las
peticiones que se ven obligadas a hacer empresas que en la etapa
inflacionista subvenan sin ningn inconveniente todas sus necesida-
des de dinero lquido.
Para detener la baja no tuvieron influencia destacable ni la pues-
ta en circulacin por el Banco Espaol de Crdito de una accin a
la par por cada diez viejas, ni la reanudacin en el pago de las obli-
gaciones del Gobierno Imperial de Marruecos. As, a finales de no-
viembre, las cotizaciones alcanzan los valores ms bajos en renta va-
riable desde 1946, esperando algunos que la baja tienda a agudizar-
301
s conlo consecuencia de las restricciones elctricas, sobre todo para
[os valores de empresas productoras de energa.
E n el Boletn de las Cortes Espaolas d e 22 d e noviembre del pa-
sado ao apareci el Proyecto de Ley sobre los Presupuestos gene-
rales del Estado p a r a el ejercicio econmico de 1949, que ya son co-
mentados a m p l i a m e n t e en los das finales d este mes de n o v i e m b r e .
Los gastos q u e se p r e s u p u e s t a b a n ascendan a 16.629.674.999,50 p'e-
setas, con u n a u m e n t o de 1.500 millones sobre el ejercicio de 1948,
y los ingresos a 16.070.570.118,00 pesetas. El dficit de ms de 500
millones q u e se observa no se p r o d u c i r en lo sucesivo, pues se es-
pera u n a u m e n t o en las contribuciones en la cuanta necesaria p a r a
equilibrar los estados.
DINERO Y PRECIOS.
(1) Sin incluir los billetes de me- (1) Sin incluir los billetes de me-
nos de 25 pesetas. nos de 25 pesetas.
l ndice general de precios continu creciendo, a u n q u e a u n
r i t m o m e n o r que e l de aos anteriores. La evolucin de los ndices
ponderados de precios al por m a y o r (1940 = 100) es sta (2) :
(2) Cfs. Boletn de Estadstica, ao X (2. poca), enero 1949, nm. 49, p-
gina 149.
Z0
Por tanto, la baja se reduce a los cuatro primeros meses, supe-
rndose ya en julio el ndice de enero. Como dice en su Memoria
el Banco de Aragn, esta subida no se debe a causas monetarias, sino
a la escasez de bienes disponibles, cuyo anlisis se podr ver en Jos
apartados siguientes.
303
la cuenca de La Camocha, que s espera ainiente pronto sU produc
cin en 350.000 Tm., y los'nuevos descubrimientos de la zona palen-
tina. Adems, de acuerdo con el nuevo Tratado comercial con G.ran
Bretaa, se importarn 700.000 Tm. de carbn ingls, aunque los
consumidores se quejan de que, con algunas excepciones, llega nial
lavado, de calidad floja y sus clasificaciones no tienen la rigurosidad
antigua; tambin ofrecen buenas perspectivas las posibles importa-
ciones de combustibles slidos norteamericanos y sudafricanos.
La produccin mensual sigue sobrepasando, a lo largo del ao,
el milln de toneladas; en julio se alcanzan 1.029.216 Tm., y en sep-
tiembre 1.005.778. La demanda, de todas formas, est muy insatis-
fecha, y es urgente salir de este milln de toneladas, por aumento
de produccin o de importacin.
Petrleo.Fu muy favorablemente recibida la noticia de la fu-
tura ampliacin de la refinera petrolfera existente en Cartagena,
propiedad del I. N. X , con participacin de capital norteamerica-
no, debido a su proximidad a las zonas productoras del Oriente Me-
dio, barajndose tambin los nombres de Tortosa y Baleares. Fun-
damentalmente esto supondr una vinculacin espaola con los ami-
gos pases rabes, como lo es la de Santa Cruz de Tenerife con res-
pecto a Iberoamrica, causando una ciar mejora en nuestras po-
sibilidades energticas.
METALURGIA Y SIDERURGIA.
304
Es igualmente de inters la subida considerable en los precios del
plomo espaol, alcanzando cifras cercanas a las del acero galvani-
zado. La enorme d e m a n d a hizo necesario intervenir en j u l i o la cir-
culacin de est m e t a l y su c h a t a r r a , p r e s t a n d o atencin, al p r o p i o
t i e m p o , a las necesidades preferentes de exportacin.
La situacin del mercurio es m u y favorable, alcanzando cifras
excepcionales las ventas realizadas en A l m a d n . Los Estados Uni-.
dos., p a r a l u c h a r contra el Crtel hispano-italiano Mercurio Euro-
peo, h a n elevado sus aranceles, temindose tambin q u e se veri-
fique u n .dumping p o r jarte de Yugoslavia. Como ndice expresi-
vo de la b u e n a m a r c h a d e este m e t a l espaol diremos que el 1 de
mayo ya se llevaban vendidos ms de 40.000 frascos, cuando en po-
cas n o r m a l e s las ventas d e todo el a o , segn EL Economista, osci-
l a b a n entre los 30 y los 40.000.
Un metal q u e est atravesando u n jerodo de crisis es el estao,
h a b i e n d o tenido que cerrar varias minas. Estas minas marginales
confan en que el precio se eleve de 60 a 80 jjesetas k i l o g r a m o , p a r a
ponerse en explotacin, a u n q u e el mercado ya va estando bien abas-
tecido de este metal. Parece ser q u e , con objeto de representar a ios
mineros de peor situacin econmica, se constituy en M a d r i d la
Central del E s t a o , S. A . , con participacin de m i n e r o s , fundidores
y almacenistas. Ser de gran inters observar la evolucin de esta
empresa, que en el mes de octubre logra que este metal alcance 72
pesetas kilogramo sobre almacn consumidor.
TRANSPORTES.
305
bido recientemente sus tarifas en un 7 por 100 aproximadamente, i
causa, sobre todo, del aumento en el precio del carbn.
El transporte por carretera va mejorando ai disponerse de ma-
yor nmero de unidades de importacin. Dentro de las directrices
generales del 1. N. I., parece sealarse, ntimamente conectada con
nuestras posibilidades metalrgicas, la construccin de una empre-
sa de construccin de automviles en Espaa, colaborando el Banco
Urquijo y el I. N. I. con patentes de la casa Fat. Una empresa de
este Instituto, la Nacional de Autocamionesantes Hisp ano -Suiza
es la productora de los camiones Fegaso que circulan en cantidad
creciente por las carreteras espaolas.
La construccin naval se relaciona, en parte, con la situacin de
la produccin siderrgica. Segn datos del Lloyd's, el 30 de junio
Espaa tena en construccin 113.000 Tm., ocupando el puesto no-
veno del mundo, siendo esta cifra escasamente inferior a las de Di-
namarca y Estados Unidos, que ocupan los puestos octavo y spti-
mo. De particular inters son las peticiones que reciben los astille-
ros espaoles para efectuar construcciones con destino a diversos pa-
ses escandinavos, tanto por la buena- calidad de la construccin es-
paola como por la saturacin de las gradas nrticas y el favorable
tipo de cambio de la peseta con relacin a la corona sueca. El cum-
plimiento del protocolo Franco-Pern exigir tambin que se au-
mente la .actividad de nuestros astilleros.
Las novedades principales que existen en el campo de los fletes
esiden en el magnfico contrato conseguido por la Naviera Bilbana
para transportar varios miles de toneladas de carbn de Inglaterra
a Argentina, como flete de retorno para los cargamentos de trigo,
que sufren, a partir del pasado marzo, un aumento de 25 pesetas
tonelada mtrica, y la disminucin de los precios de transporte de
cabotaje, que haban llegado a ser ms caros que las tarifas de fe-
rrocaiTil.
De gran importancia es el restablecimiento de. las primas a la na-
vegacin por parte del Gobierno, al parecer con objeto de compen-
sar las prdidas del cambio oficial de las divisas.
La noticia ms interesante del ao en materia de transporte areo
es la puesta en marcha de la gran empresa Aviacin y Comercio,
con capital de 100 millones de pesetas, destinada al trfico de mer-,
cancas, tanto para el extranjerocasi exclusivamente frutas^como
para l interior de Espaa. La Iberia contina con su creciente des-
arrollo.
306
AGRICULTURA T GANADERA.
307
que motiv que en agosto circulasen abonos y anticriptogmicos en
cantidad no vista desde hace muchos aos. Los fosfatos siguen vi-
niendo de Egipto, as como de Sfax, por lo que las fbricas de super-
fosfatos funcionan normalmente, esperndose existan ya en cantidad
para la siembra de otoo. E l cupo concedido de nitratos es nilayor
que el del ao pasado, y en septiembre seguan subiendo las cifras
de produccin de potasa. Adems, los precios de fosfatos y potasas
Hon moderados.
OTRAS PRODUCCIONES.
308
debido a la baja tambin experimentada en los cueros, algunos fa-
bricantes empiecen a producir mucho ms barato.
La especial contextura de la produccin espaola de papel, agra-
vada adems por.la caresta de materias primas, explica la evolucin
de este mercado. Los papeleros demandan libertad de precios, mien-
tras stos descienden a causa de la escasez de pedidos. La caresta
que, pese a todo, se experimenta, repercute en el mercado editorial,
como expone en su ltima Memoria Espasa-Calpe, disminuyendo
el nmero de obras espaolas vendidas, aumentando, en cambio, las
argentinas y mejicanas.
El mercado del cemento pasa tambin por momentos crticos. De-
bido al cupo de carbn concedido aumentar de tal manera la pro-
duccin que se espera se formen incluso stocks. Esto, unido a la
crisis de las inmobiliarias, ha ocasionado una violenta baja en un
30 por 100 en los precios, siendo adems de notar que se ofrecen con
facilidad cargamentos enteros a los precios vigentes. Paralelamente
se ha aprobado por el Consejo de Ministro una sobretasa de un 20
por 100, esperndose que esta medida ocasionar a la larga una me-
jora en la industria de la Construccin, que, teniendo en cuenta la
actual estructura econmica de Espaa, an ha recorrido muy poco
camino en la ruta de su expansin dentro del llamado ciclo de la
construccin en teora coyuntural.
CONSUMO.
309
P o r u n l a d o , la falta de energa elctrica y la p r o h i b i c i n de q u e se
p u e d a n despedir obreros, la escasez general de pesca, el retraso en
el pago de los productos de las campaas agrcolas, la disminucin
en el r i t m o de concesin de los crditos bancarios y , consiguiente-
m e n t e , la subida en el tipo de inters de los crditos de tipo usura-
r i o ; p o r el otro, el m a n t e n i m i e n t o del abstencionismo e n los com-
p r a d o r e s , q u e hace n o se p u e d a n solucionar los inconvenientes an-
teriores con u n alza en los precios. Las consecuencias son m u y va-
r i a d a s , oscilando desde la peticin d e numerosos accionistas de las
inmobiliarias de q u e se liquiden sus empresas p o r va judicial, hasta
los q u e esperan de las ventas de la poca navidea u n a reactivacin
general de los negocios. La rigidez de los precios p a r e c e ser q u e n o
contribuy a q u e tuviese lugar este i n c r e m e n t o esperado p a r a las
fiestas de Navidad. D e todas m a n e r a s , p o r p a r t e de los organismos
pblicos se t i e n d e a q u e las empresas p u e d a n salvar l a crisis d e la
mejor m a n e r a posible.
COMERCIO EXTERIOR.
IMPORTACIN EXPORTACIN
rp , j
toneladas. Miles
. de m i i
Toneladas. Miles de
ptas.-oro ptas.-oro
1947 3.649.172 1.167.895 4.675.265 886.528
1948 5.401.064 1.483.626 5.820.732 1.148.100
310
ARTE Y POTICA
6
DESAMOR
POR
VICENTE ALEIXANDRE
EL RBOL
JDAJO la tierra el da
oscurece. Ave rara,
ave arriba en el rbol que cantas para un muerto.
Bajo la tierra duermo
como otra raz de este rbol que a solas en m nutro.
No pesas, rbol poderoso y terrible que emerges a los
aires,
que de mi pecho naces con un verdor urgente
para asomar y abrirte en rientes ramajes
donde un ave ahora canta, vivaz sobre mi pecho.
313
Cuerpo cabal que an vive, no duerme, nunca duerme.
Hoy vela en rbol lcido que un sol traspasa ardiendo.
SIN AMOR
314
3
315
que grave condesciende. Ah, no, mis labios nunca,
nunca te huyeron, tibia turgencia dadivosa
de un Cielo pleno y puro que hasta mis labios baja.
EL MORIBUNDO
PALABRAS
316
Deca moviendo los labios, quera decir el signo aquel)
el olvidado, ese que saben decir mejor dos labios,
no, dos bocas que fundidas en soledad pronuncian.
Deca apenas un signo leve como un suspiro, deca un
aliento,
una burbuja; deca un gemido y enmudecan los labios,
mientras las letras teidas de un carmn en su boca
destellaban muy dbiles, hasta que al fin cesaban.
II
EL SILENCIO
317
o
A C A B A
AFIRMACIN.
319
panoamericana tuvo su fecha crucial: la de su ruptura con el Ro-
manticismo y la de su incorporacin a una nueva era: renaciente,
existencial, esperanzada.
No i m p o r t a que antes de 1900 hubiese precursores del nuevo es-
pritu.
T a m p o c o i m p o r t a que tras 1900 p e r d u r a s e n an vestigios romn-
ticos. Lo i m p o r t a n t e residi en que el a u r o r a l mensaje proclamado
en Alemania p o r u n Nietzsche, en F r a n c i a p o r u n B a r r e s , en Ingla-
terra p o r u n K p l i n g , en Norteamrica por u n W h i t m a n , en Italia
por u n D ' A n n u n z i o y en E s p a a p o r la generacin del 98, tuvo tam-
bin en H i s p a n o a m r i c a su inspirada vocalidad. Un concierto de tres
geniales voces. P a r a la prosa doctrinal, con el Ariel (1900) del
uruguayo Rod. P a r a la Poesa, con los Cantos de Vida y de Espe-
ranza (1905) del nicaragense Rubn Daro. Y p a r a la novela, pre-
cisamente con-La gloria de don Ramiro (1902), del argentino En-
r i q u e Rodrguez Larreta.
LA GLORIA DE DON R A M I R O .
320
Un trabajo de suma intensidad significativa sera la confronla-
cin de estos tres libros que acabo antes de indicar : el Ariel de
Rod, los Cantos de Rubn y el Don Ramiro de Larreta.
Y yo estara tentado de hacerla ahora mismo si no me incitara
ms el deseo de encuadrar tal novela argentina de Avila y compla-
cer as a mi joven amigo Gmez Montero.
* * *
321
con ms fuerza an, tom las dos direcciones esenciales hacia u n a
Libertad Colectiva y u n a Libertad egoltrica.
* $ s
322
ta. Rafael Delgado, La calandria. De Chile : A. Blest Gana (1830-
1920), i m i t a d o r de Balzac, en su Comeda h u m a n a chilena, pin-
tada en Martn Rivas, Durante la reconquista, Los trasplan-
tados...
H a b r a q u e citar obras naturalistas como Orrego, Ocantos, Ca-
rrasquilla, Gamboa, La Torre... P e r o el n o m b r e a d m i r a b l e y singu-
lar de esta modalidad costumbrista evocaciones, tierras, ciudades, ti-
posfu el p e r u a n o Ricardo Palma (1833-1919) con las Tradiciones
peruanas (1872-1906).
T a m b i n h a y que situar aqu la modalidad romntica y costum-
brista.de la novela gaucha surgida al p a r de la Poesa y del Teatro
sobre los gauchos. Fu iniciada por el argentino Gutirrez (1853-90)
con Juan sin tierra, Juan Moreira, Hormiga negra... Y segui-
da p o r otros autores del siglo xx (Parr, Acevedo Daz, Viana, l-
vala Muniz, Lynch, Girldez...). Y el propio Larreta (Zogoibi).
Estas dos etapas de La libertad patritica en sus aspectos histrico
y costumbrista, que destacaron dos obras- -ya originales y genuinas
El F a c u n d o , de Sarmiento, y las Tradiciones peruanas, de Ri-
cardo Palma, abocaran a u n a ltima etapa, de independencia logra-
da, de caractersticas propias : con novelas poderosas. Novelas sobre
tierras, selvas y ciudades. Y novelas sobre gauchos e indios con ras-
gos rebeldes y sociales.
323
emigrado, polemista, soldado, educador de Amrica, con su Facun-
do, comparado a Emerson en Norteamrica, llegado a Presidente
de la Argentina. Y que tambin fu gran viajero, aunque implaca-
ble contra Espaa, pero por amor de independencia natal. De sus
recorridos surgi su libro Viajes por Europa, frica y Amrica
(1849). Y, para evocar sus rincones patrios, aquel otro de Recuer-
dos de provincias (1850).
Continuadores de esta expresin del Yo hacia el exterior fueron
L. V. Mahsilla (1831-1913), argentino, con Una excursin a los in-
dios ranqueles (1879); Leonardo W'ilde (1844-1913), boliviano, con
Viajes y observaciones, Por mares y por tierra. Miguel Curr
(1851-1905), argentino, En viaje (1884). Bartolom Mitre (1851-
1900), argentino, Haca los Andes. F. de Oliveira (1856-1910),
Viaje al pas de los tobas. Y otros como L, V. Lpez, Jos Sixto
Alvar ez...
Esta evasin al exterior tendra un cultivo novelado y magnfico
en el siglo XX, a travs de nombres como Reyles, d'Hcdmar, Prado,
M. Zuviria, H. Quiroga... (Y tambin Larreta).
* * *
* * *
324
LOS MANDATOS IDEALES DEL SIGLO XX.
* * *
* * *
325
u n a como reaccin contra el perodo positivista, naturalista y bur-
gus de la segunda m i t a d del siglo XIX. T a l vez p o r este aspecto se
ha llamado a esa reaccin de nuestro siglo Neo-romanticismo. Reac-
cin que tendra sus fundamentos espirituales en u n a serie de pen-
sadores, bilogos y poetas afirmadores d e u n principio metafsieo
ms all del sistema mecanicista del positivismo : la vida.
Sin e m b a r g o , el n o m b r e de Neo-romanticismo no conviene sino
slo en aquella expresin de libertad q u e s u p o n e la vida.
P e r o , en cambioes inexacto ese n o m b r e , p a r a designar el
sentido histrico de tal afirmacin vital.
El Romanticismo fu en el siglo XIX la ltima consecuencia idea-
lista q u e , desde el Romanticismo de Descartes en el siglo XVII, ve-
na negando la realidad y p r o c l a m a n d o la sola certeza del Yo: de la
idea. P o r el contrario, la proclamacin de la vida h a vuelto a su-
poner un reconocimiento de algo real dentro y fuera del Y o . Como
se dice en filosofa, u n a afirmacin aontolgica o del ser, enlazada
p o r eso mismo al gran Aristteles, p r i m e r metafsieo sobre la vida,
frente a los filsofos mecanicistas y materialistas que le precedieron
(la escuela eletica) y frente al idealismo de P l a t n .
E l Romanticismo b a h a sido, en su ms profunda significacin,
un ataque al Renacimiento y, por t a n t o , al Clasicismo antiguo. De ah
q u e p r o p u g n e aquella vuelta a lo Medieval q u e constituy su nota
ms decisiva.
P o r contra, la ms decisiva caracterstica del sentido vital del si-
glo XX h a consistido en u n a estimacin nueva y magnfica de los va-
lores renacentistas y antiguos. Y, dentro de la E d a d Media, de aque-
llas figuras, momentos y sensibilidades que significasen u n a conti-
nuidad del clasicismo con modalidades cristianas.
* * *
326
inunidad de destino, imposible hasta entonces de sentir en el sece-
sionista del siglo XIX.
Obtenidas las independencias americanas del Sur en repblicas
libres, hubo, a pesar de tal independizacin, un temblor de inquie-
tud, un ansia de vida ms fuerteya soada por Bolvary de es-
peranza en un maana ideal. Un amanecer ureoalba de oro
que acertaron a expresar, lo reiteramos, Rubn con el verso, Rod
con la reflexin y Larreta con su Gloria de don Ramiro. Larreta
presinti que una Amrica desconectada del destino universal de lo
hispnico era una aberracin. Porque en lontananza apuntaban pe-
ligros que hoy son ya realidades tremendas. Y que ni la pura ccar-
gentinidad ni la simple espaolidad, ni la escueta mejicanidad,
ni cualquier otro aislado nacionalismo podran superar. Al cabo
de casi medio siglo de escribir Larreta su Gloria de don Ramiro
sobre aquella Avila de 1570, en vsperas de Lepanto, el mundo ha
cambiado hacia una situacin histrica ahicinantemente parecida.
Por eso, la mayor gloria de don Enrique Larreta es la conciencia
de ese fenmeno en unas declaraciones hechas ahora-1948a su
paso por Avila : Estamos en unos momentos muy parecidos a las
vsperas de Lepanto, y no sera difcil que Espaa volviese a ser ca-
beza y defensa de la Cristiandad. 1570, 1950. Fechas mgicas que
un arte de vidente vaticinador, de autntico poeta, supo descubrir
cuando por 1902 todos andaban por Hispanoamrica soando an
en los idilios indigenistas o en el Pars de Verlaine y Baudelaire.
327
7
pasamos a un restorn. Llambase Or-Kom-Pon. Y siendo all
donde se escribi el Himno de Falange.
Yo no haca mucho que haba venido de Estrasburgo, donde tuve
ocasin d conocer al gran prototipo larretiano : Mauricio Barres.
Como Barres, tena Larreta el perfil aguiluchesco, corvino. Como
Barres, un mechn de pelo negro le diagonalizaba la frente, antici-
pando el peinado de Htler.
Y como Barres, senta el signo de la poca, contra lo desarrai-
gado, lo dracin. Por lo que Larreta se encontr con Barres en
Espaa y discuti con l si situar a don Ramiro en Toledo o en
Avila. Barres era partidario de Toledo. Pero Larreta de Avila, im-
pulsado por cierto fervor teresiano de su esposa, por el encanto que
le produjeran los recuerdos de Avila vistos por Quadrado y por una
corazonada personal.
Yo saba que Larretacomo buen Argentino:estaba an muy
pegado a Pars, donde fuera embajador por 1910. Pero tambin sa-
ba que entonces haba encontrado en Pars a Zuloaga. Y Zuloaga
fu el que le iba a incrustar para siempre en el Avila por Larreta
recin cantada.
Tena Larretano lo olvidaruna casta seorial de Renaci-
miento hispnico. Unida a una finura agauchada, pampera, platen-
se, que refinaba de argentinidad y novedad su perfil arcaizante. No
volv a ver ms a Larreta hasta este pasado ao que aterric en Bue-
nos Aires. El mismo da que l se preparaba a retornar hacia Espa-
a. Yo llegu por la maana y por la tarde me llev el embajador
Arelza a casa de don Enrique.
Era ya de noche. Y ms de noche an dentro de los salones de
su gran chalet. Porque estaba proyectando pelculas de Espaa en
color a la mejor sociedad bonaerense. Como anticipndose placeres
y recuerdos. Estaba joven, animoso. Los aos no haban pasado por
l. Excitado por el retorno a una Espaa que haba comenzado sti
Lepanto nuevo en la guerra civil del 36 al 39. Casi no pudimos ha-
blar. Pero me ense rpidamente.su, mansin. Cuadros, estatuas,
casullas, santos de palo, rejeras, libros, cuanto de la Espaa clsica
haba podido traerse.
Al regresar yo a Madrid a los dos meses, Larreta estaba todava
en Madrid. Y llegu a verle justo la noche antes de regresar l a
Buenos Aires.
Cenamos solos en los jardines del Ritz.
Y all conoc al Larreta profundo de hoy. Al Larreta que se lle-
vaba el homenaje de toda una Espaa agradecida y enamorada. De
328
u n tronco espaol que bendeca esa rama argentina de la continui-
dad p o r l r e p r e s e n t a d a .
Vi q u e L a r r e t a h a b a c o m p r e n d i d o que p o r Espaa h a b a pasa-
do u n h u r a c n histrico. Que la E s p a a literaria y noventayochesca
de sus anteriores viajes h a b a granado en u n espritu d e p u r a d o y
genuino. E n todo u n destino renovado. Y yo, a m i vez, q u e vena de
una Argentina ya desprisianizada, de una Argentina q u e clamaba
p o r u n a E s p a a renaciente como n o se h a b a clamado en Argentina
desde los tiempos de Santa Mara del Buen Aireyo, que vena de
u n a Argentina en plena ascensin histrica, j u v e n i l , e n t r a a b l e ,
respetuosa y encariada de nuevo con E s p a a , c o m p r e n d lo que
nuestros dos pases, E s p a a y Argentina, deban a ese h o m b r e vieje-
cito d e aos, galn de aspecto a n : L a r r e t a . Le deba lo que los p u e -
blos d e b e n siempre a sus poetas autnticos : la salvacin.
329
ESCRITO A CADA INSTANTE
POR
LEOPOLDO PANERO
EL PESO DE LO ALEGRE
A t.
331
y nos dice: soy yo: tu propia carne:
toda tu juventud que en m se suea
puramente otra vez, mejor que entonces,
ms llena de ti mismo, y yo ms llena
de esperanza vivida
y desvivido aroma... Soy tu senda.
Porque Dios lo ha querido vamos juntos
y cuanto hemos soado nos espera.
LOS NUFRAGOS
332
( i ts varo
Todos,
en las noches oscuras,
hemos sentido la plenitud de mirarte
cara a cara. Hemos amado el inmenso vaco
del amor. Hemos (como en la esquina de una calle),
recibido la tiniebla, la bofetada con lgrimas,
desde el dulce terror de las olas.
O a veces,
acariciando una. mano entre las nuestras,
besando unos ojos queridos,
estremecidos verdaderamente de amor,
hemos deseado perdernos
en la noche sin prpados.
La espalda de la espuma,
los brazos, l espadear de la lluvia en el viento,
333
han batido muchas vece,
visitado,
muchas veces,
mi corazn.
Pero ahora
es ms hondo, ms fino mi dolor.
334
La que tiene un semblante cada hora y una luz nica
en las alas.
La que participa de tu alma y consiste en la ma.
La que ha mezclado su color a tus ojos.
La esperanza tenaz y buena como una ola.
La imposible esperanza, como en la juventud rebelde.
La dolida esperanza, la esperanza de tanta profeca.
La que navega con las estrellas lo mismo que tu cuerpo
en la noche.
La esperanza que duda al hacerse,
como el temblor de una msica en el arpa
o como la palabra que espera ser dicha.
La esperanza con su objeto celeste y con sus dulces
pies humanos.
335
MADRIGAL LENTO
337
desde los tallos con aroma de un azul imprevisto;
desde el frescor sin trabajo de lo verde;
desde tus huesos que se sueltan del orbe.
Nadie estaba,
y llegamos de repente,
sorprendiendo a las cosas en su origen,
avisando a los peces,
asustando a los lamos,
poniendo en fuga la materia del da,
igual que el alpinista cuando asciende perdiendo peso hacia
la altura.
338
Para ti,
Leopoldo Mara.
Para ti, pobre Nigara de besos.
Para ti, turquesa nia de tu madre.
Para ti todo aquello, y desde el dulce
latir de todo aquello,
se te ve sonrer,
para nosotros,
nios,
los ms nios,
eternos creadores de ignorancia.
Para ti,
Leopoldo Mara,
difano en tu mudez,
despertada hacia el tiempo por nosotros,
intensamente alegre sin saberlo,
intensamente solo sin saberlo,
revelador de un Dios nico,
sustancia de una muerte nica,
presencia y puro vaso de agua
de un origen proftico,
339
y tuyo,
y que lo tienes tuyo
en dulce titilar,
en ganancia de sombra,
en nico tesoro de das.
Se te ve sonrindonos dormido,
necesitado de calor en la sombra,
necesitado de prodigio en el tiempo,
necesitado humanamente en nosotros.
340
con luz de pocos meses, con lmite en espera,
con existencia liberndose, con ternura voluble de hoja,
con alma que transpira, noche y da,
peligro y confianza de su sino,
ignorancia suprema entre unos brazos.
Se te ve,
y t nos cantas,
t a nosotros nos cantas,
no nosotros a ti,
cada noche, para la experiencia en suspenso de la noche,
como en un nuevo suelo cada noche,
como en fresca memoria cada noche,
como en un valle serio cada noche,
como en una sonrisa repartida,
al disolverse en nio nuestro sueo.
341
intensamente sola. All sus hombros
ladeados, su pauelo en la cabeza,
dulcemente estarn, al fin sin nadie
fugaz en torno suyo. Se llamaba
Macara, lo recuerdo fijamente,
igual que si las letras fueran brasas
dentro del corazn. La vi ms tarde
mendigando en las calles, ya en el lmite
intil de sus pies y de sus manos,
sin poderse valer de su mirada,
tropezando en la luz de las esquinas,
acostada en las puertas, dulce piedra
de sufrimiento... Y estar sentada
a ladiestra del Padre, y no habr nieve,
ni cellisca perpetua contra el rostro
cansado del domingo. Y siento aquella
sorda corazonada que senta
al toparla de vieja, cuando estaba
desprendindose ya de su ternura
igual que el musgo de la piedra hmeda;
siento aquel mismo lmite de hermano,
de prjimo nevado inmvilmente
en las gradas del templo; y en mi alma,
siento aquella suprema mansedumbre
de compasin, por m, que estoy ahora,
no en las manos de Dios, sino penando,
llorando por la piel de mis mejillas;
y ella estar sentada, con sus faldas
huecas, y con su pobre movimiento
de dulzura interior, all en su sitio...
342
LOS HIJOS
A Jos Antonio Muoz Kojas
Leopoldo Panero.
Ibiza, 36.
MADKID (Espaa).
343
8
BREVE HISTORIA DE UNA COLECCIN
DE POESA
POR
345
sino de una experiencia editorial que, dentro de su modestia, cree
servir con fidelidad al destino de la poesa espaola.
g: % %
346
es el de adaptar el cuerpo de la guerra al de ia rjaz. Pero la inte-
rrupcin fu, como digo, momentnea. Pues la misma guerra que
da muerte a unos poetas, da vida a otros, y la poesa, como la vida,
siempre sigue y renace. Y as ios poetas que dej aqu la guerra, y
los ms jvenes que iban naciendo trmulos al mundo de la poesa,
pronto se conocieron y ayudaron a crear un nuevo clima, que se pa-
reca exteriormente poco al anterior, pero que era su continuacin,
y aunque otra cosa creyesen los poetas mismos, su radical heredero.
A este nuevo clima de poesa, que en otra parte he evocado (1),
debe su existencia la Coleccin Adonais. Cuando a comienzos de
1943 sent el afn de publicar una Coleccin de poesa, ya haban
aparecido algunas revistas poticas e incluso algunas colecciones,
fruto quiz inmaturo de ese clima de postguerra. Tales como Cor-
cel y Cuadernos de poesa, y las colecciones Poesa en la mano,
publicada en Barcelona el mismo ao 1939, y Flor y gozo, que
se public en Valencia durante los aos 1940 y 1941. Pero ninguna
de estas dos colecciones me sirvieron de inspiracin para la que yo
quera publicar. Una y otra ofrecan casi exclusivamente poetas cl-
sicos y traducciones de poetas extranjeros, buscando as sin duda un
pblico ms extenso. Pero lo que yo quera era, sobre todo, dar a cono-
cer en una Coleccin a los jvenes poetas que empezaban a mostrar
su talento en las revistas nacidas a a terminacin de la guerra, y
que no tenan ocasin de reunir sus poemas en libro. E n el ao 1942
se poda contar ya con ocho o diez jvenes poetas que prometan,
que gozaban de un inicial prestigio en un reducido crculo, pero a
los que faltaban las- pginas de un libro para confirmar su talento.
En aquel momento aspiraba yo a conseguir para nuestra poesa ms
joven lo que haban logrado Emilio Prados en 1928 con la Coleccin
Litoral y Manuel Altolaguirre, en 1936, con la coleccin Hroe.
Precisamente fu un volumen de esta ltima Coleccin el que me
inspir para dar nombre a ia que yo preparaba : el Adonais, de
Shelley, traducido por Manuel Altolaguirre. La Coleccin naca as
bajo el signo de una imperecedera elega potica, la que Shelley es-
cribi a la muerte de su amigo Keats, y como un smbolo del ms
puro homenaje que un gran poeta puede ofrecer en recuerdo de otro.
Una Coleccin de Poesa, por muy modesta que seay la ma
quera serlo materialmente para que los lectores, tambin modes-
tos, pudiesen adquirirla, necesita para empezar, y para proseguir,
una base econmica de que yo no poda disponer para la creacin
de Adonais. Fu entonces cuando se me ocurri acudir a Juan Gue-
347
rrei'o, cuyo fervor por la poesa y los poetas me era conocido desde
que Garca Lorca le llam cnsul general de la poesa, consulado
que haba yo comprobado despus en ms de una ocasin. La aco-
gida que prest Juan Guerrero a mi proyecto de Coleccin no pudo
ser ms entusiasta y generosa. Acept por completo el proyecto que
le expuse, y se ofreci a ser su editor, dejndome a m una absolu-
ta independencia para dirigir la Coleccin y elegir los autores. Con
esta facilidad que pareca mgica., naca a la luz Adonais en la
primavera de 1943. El primer volumen quise yo que fuese el de un
joven poeta poco menos que desconocido, Rafael Morales, que no
haba publicado an ningn libro, pero s una serie notable de so-
netos en la revista Escorial. El libro de Rafael Moi*ales, Poemas
del toro, apareci en abril de 1943, y contena un admirable prlo-
go de Jos Mara de Cosso. El xito de este hermoso libro de Mo-
rales, dentro del mbito minoritario en que se mova y se mueve
siempre la vida potica espaola, fu fulminante. Casi podra de-
cirse que este xito asegur el porvenir de la Coleccin en los aos
siguientes. Haba, sin embargo, un peligro, pues casi al tiempo de
comenzar la Coleccin empez a dibujarse en las filas de la joven
poesa de entonces una doble tendencia : la de los neoclasicistas, que
se agrupaban en torno a Jos Garca ]Nielo y a su revista Garcilaso,
y la de los neorromnticos, ms o menos independientes. Y haba el
peligro de que Adonais, siendo su director ms inclinado a la ten-
dencia neorromntica que a la neoclsica, tomase partido por aqu-
lla. Pero tal peligro pudo ser soslayado. Pues yo haba creado Ado-
nais, no para que fuese expresin de una tendencia potica, sino
de una juventud potica. Y as, junto a los libros de Jos Garca Nie-
to y Alfonso Moreno, de Ridruejo y de Rafael Laffon, publicaba
Adonais los de Carlos Bousoo y Eugenio de Nora, los de Carmen
Conde y Victoriano Crmer, antineoclasicistas decididos. De est
modo se reunan en una misma Coleccin poetas de las tendencias
ms diversas y de los ms variados matices, pues la nica cosa que
yo exiga era que tuviesen algo nuevo que decir en la poesa espaola.
El mismo ao 1943, la Coleccin pudo ya convocar un Premio
de Poesa Adonais para poetas jvenes. Una condicin fundamen-
tal para optar al Premio era que el aspirante no hubiese publicado
ningn libro, con lo cual descartbamos a los poetas ya conocidos
y consagrados. Pues nuestro propsito no era tanto consagrar a un
poeta como revelar al pblico aquellos talentos poticos jvenes
que por s mismos no tenan ocasin de dar a conocer su obra. El
Jurado de este primer Premio Adonais lo formaron Gerardo Die-
go, Leopoldo Panero, Juan Guerrero, Enrique Azcoaga y Rafael
348
Ferrers, quien por ausencia hubo de sustituir el director de la
Coleccin. Cerca de cien libros de poesa inditos optaron al Pre-
mio, poniendo a prueba la capacidad de lectura del Jurado. Y el
Premio fu obtenido, al alimn, por Vicente Gaos (Arcngel de mi
noche), Jos Surez Carreo (Edad de hombre) y Alfonso Moreno
(El vuelo de la carne), cuyos libros fueron publicados en la Colec-
cin en el transcurso de 1944. Estos libros revelaban a tres poetas
autnticos, sobre uno de los cuales, Vicente Gaos, haba ya llama-
do la atencin Dmaso Alonso en la introduccin a una lectura de
sus poesas, que figur despus como prlogo del libro premiado.
Fu significativo del momento potico que los tres libros que obtu-
vieron el Premio fuesen libros de sonetos, si bien los de Gaos y Su-
rez Carreo llevaban a la vieja forma un apasionamiento nuevo, una
violencia amorosa antes poco frecuente.
En estos primeros aos de la Coleccin, de 1943 a 1946, revel
Adonais a algunos de los poetas jvenes quiz de mayor talento
de nuestra postguerra. Aparte de Rafael Morales, a quien ya hemos
citado, y de los premiados en 1943, me parece justo destacar, como
principales revelaciones juveniles, a Carlos Bousoo, que con sus
libros Subida al amor y Primavera de la muerte anunciaba la reno-
vacin sustancial de una nueva poesa religiosa espaola; a Eugenio
de Nora, que en Cantos al destino impuls la corriente potica que
luego iba a llamarse tremendismo, por oposicin a los neoclasicistas;
y a Jos Luis Hidalgo, que habiendo obtenido ya una mencin hono-
rfica en el Premio Adonais de 1943, se revel con su libro Los
muertos, que apareci en Adonais pocos das despus de morir
su autor. An trmula la dolorosa emocin de su prdida, al volver
de acompaar el cuerpo del poeta al cementerio, escrib para pr-
tico de Los muertos las lneas siguientes, que creo til copiar aqu
por hallarse el libro hace tiempo agotado : Jos Luis Hidalgo (1919-
1947). Estando este libro en prensa, y a punto ya de ver la luz, impa-
ciente por alcanzar con vida a su autor, y ste por tenerlo en sus
manos antes de morir, unidos libro y poeta en el abrazo prematu-
ro de la muerte, se ha cumplido sobre Jos Luis Hidalgo el dolo-
so y quiz feliz destino de morir joven. Ha muerto el poeta la no-
che del 3 de febrero de este ao de 1947, en un sanatorio de Chamar-
tn de la Rosa, cuando ms rpidamente veamos madurar su obiia
al tiempo que maduraba su muerte;, y mejor veamos la gene-
rosa, cordial bondad de su alma. Los que ramos sus amigos, y le
veamos mox-ir lentamente en su cuarto del sanatorio, tenamos el
presentimiento, que Dios no ha querido cumplir, de que esperaba ya
slo que este libro viera la luz, para dejar de verla l, y ser uno
349
ms entre los muertos de su libro. Dbamos toda la prisa que po-
damos al impresor, pero en esta carrera la muerte ha sido ms r-
pida, y el poeta se ha quedado sin ese ltimo consuelo de ver su li-
bro impreso. Jos Luis Hidalgo haba nacido en Torres (Santander)
el 10 de octubre de 1919. Cultivaba la poesa y la pintura con la mis-
ma fe y entusiasmo. Este libro es el tercero que ha publicado. Los
otros dos son: Raz (Valencia, 1943), y Los animales (Santan-
der, 1944).
Al comenzar el ao 1947, Adonais llevaba ya publicados 33 vo-
lmenes de poesa. El nmero de sus amigos y suscriptores haba
notablemente aumentado, y su prestigio haba comenzado a pasar
las fronteras y a ser conocido sobre todo en Amrica, Inglaterra y
Portugal. A ello contribua sin duda el hecho de que, junto a la
revelacin de los ms jvenes, habamos ofrecido libros de los maes-
tros como Vicente Alexandre (Pasin de la tierra), Dmaso Alonso
(Oscura noticia) y Gerardo Diego (Poemas adrede), y traducciones
de poetas extranjeros poco o nada conocidos en Espaa, como
T. S. Eliot, que an no era Premio Nobel, pero s jerarca mximo
de la poesa inglesa; Charles Pguy, Walt Whitman, John Keats y
Jean Arthur Rimbaud.
A los cuatro aos de vida de la Coleccin, en la primavera de
1947, convocamos por segunda vez el Premio Adonais de poesa.
El Jurado esta vez lo formaban Vicente Aleixandretan entraa-
blemente unido a la Coleccin, Dmaso Alonso, Gerardo Diego,
Enrique Azcoaga y Jos Luis Cano. Uno de los amigos ms fieles y
generosos de Adonais, Bernab F. Canivell, cnsul de Adonais
en Mlaga, contribuy econmicamente a este segundo Premio, al
cual optaron ms de cien poetas jvenes. Esta vez el Premio fu para
un solo poeta, el santanderino Jos Hierro, por su libro Alegra, si
bien se concedieron tres accsits a los poetas Julio Maruri (Los aos),
Concha Zardoya (Dominio del llanto) y Eugenio de Nora (Contem-
placin del tiempo).. Los libros premiados, que lo fueron por una-
nimidad del Jurado, se publicaron en la Coleccin durante los aos
1947 a 1948 (2).
Los Premios Adonais cumplan, pues, un doble fin. De un lado,
estimulaban a los jvenes poetas y venan a confirmar su talento, y
de otra parte, servan para ganar nuevos amigos y suscriptores a la
Coleccin y lograr una expansin mayor de sus volmenes. Al finali-
350
zar el ao 1948, Adonais haba publicado ya medio centenar de
libros, apareciendo uno cada mes con regularidad casi perfecta. Poe-
tas de las tres principales generaciones, la que llamaramos de la Dic-
tadura (porque surgi entre los aos 1925 y 1928), la de anteguerra y
la que empieza a darse a conocer entre los aos 1939 y 1942, se halla-
ban representados en la Coleccin. De la primera, habamos publi-
cado libros de Vicente Aleixandre, Dmaso Alonso, Gerardo Diego,
Pedro Prez Clotet, Rafael Laffon, Joaqun Romero Murube y Jos
Mara Souvirn. De la segunda, estaban representados Jos Antonio
Muoz Rojas, Enrique Azcoaga, Dictinio de Castillo-Elijabeytia, Car-
men Conde, Ildefonso Manuel Gil, Juan Ruiz Pea, Victoriano Cr-
mer, Dionisio Ridruejo y Guillermo Daz Plaja. Y, finalmente, los
jvenes de la generacin de postguerra, a los que la guerra misma
haba hecho poetas, pero que slo haba empezado a dejar or su
voz ya la guerra acabada : Rafael Morales, Jos Surez Carreo, Vi-
cente Gaos, Alfonso Moreno, Jos Luis Cano, Carlos Bousoo, Euge-
nio de Nora, Jos Garca INieto, Julio Maruri, Rafael Montesinos,
Concha Zardoya, Jos Luis Hidalgo, Jos Hierro, Bartolom Llo-
rens y Ricardo Molina (3).
La breve historia de Adonais ha de quedar interrumpida aqu,
(3) Para el lector curioso, copio aqu la lista completa de los volmenes pu-
blicados por Adonais, por orden de aparicin: RAFAEL MORALES : Poemas del
toro; CHARLES PGUY : Poesas (trad. Vicente Gaos); GERARDO D I E G O : Poemas
adrede; JOS A. M U O Z R O J A S : Abril del alma; JOS SUREZ CARREO: La tie-
rra amenazada; ENRIQUE AZCOAGA : El canto cotidiano; DMASO A L O N S O : Oscu-
ra noticia; GEORGES RODENRACH : El reino del silencio (trad. C. Dampierre); Vi-
.CENTE G A O S : Arcngel de mi noche; ALFONSO MORENO: El vuelo de la carne;
RAFAEL LAFFON: Romances y madrigales; PAUL VERLAINE: Fiestas galantes. Ro-
manzas sin palabras (trad. Luis Guarner); JOS SUREZ CARREO: Edad de hom-
bre; JOS L U I S CANO : Voz de la muerte; WALT WHITMAN : Cantando a la prima-
vera (trad. Concha Zardova); CARLOS BOUSOO: Subida al amor; DICTINIO DEL
CASTILLO: La cancin de los pinos; LORD BYRON : Poemas lricos (trad. Mara
Alfaro); CARMEN CONDE: Ansia de la gracia; ILDEFONSO MANUEL G I L : Poemas
de dolor antiguo; PEDRO PREZ CLOTET: Soledades en vuelo; JOAQUN ROMERO
M U R U B E : Kasida del olvido; EUGENIO DE NORA: Cantos al destino; H . W. LONG-
FELLOW : ureos instantes (trad. S. Magarios); JOS GARCA N I E T O : Del campo
y soledad; T . S. ELIOT : Poemas (trad. Dmaso Alonso, J . A . Muoz Rojas, Leo-
poldo Panero, Charles D. Ley y J. L. Cano); CONCHA ZARDOYA: Pjaros del nue-
vo mundo; J O H N KEATS : Poesas (trad. Clemencia Mir); CARLOS BOUSOO:
Primavera de la muerte; JUAN R U I Z P E A : Libro de los recuerdos; JEAN ARTHUR
RIMBAUD : Poesas (trad. Vicente Gaos y J. L. Cano); VICENTE ALEIXANDRE: Pa-
sin de la tierra; VICTORIANO GRMER : Caminos de mi sangre; JOS L U I S H I -
DALGO : Los muertos; RAFAEL MORALES : Los desterrados; ALBERTO DE SERPA : Poe-
mas de O porto (trad. Rafael Morales y Charles D . Ley); Antologa de la poesa
francesa religioso-contempornea (trad. L. Rodrguez Alcalde); PERCY B . SHEL-
LEY: Adonais (trad. Vicente Gaos); JOS H I E R R O : Alegra; JULIO MARUHI : Los
aos;,CONCHA ZARDOYA: Dominio del llanto; CARMEN CONDE: Mi fin, en el vien-
to; JOS MARA SOUVIRN : Seal de vida; Poetas 'metafsicas ingleses del XVIII
(trad. M. Molho y Blanca G. Escanden); EUGENIO DE NORA: Contemplacin del
tiempo; RAFAEL M O N T E S I N O S : Las incredulidades; BARTOLOM LLORENS : Secreta
fuente; GUILLERMO DAZ P L A J A : Vacacin de esto; DIONISIO R I D R U E J O : Ele
351
con el volumen que en estos das en que escribofebrero de 1949
acaba de ver la luz : Poesa en lnea, del pintor Gregorio Prieto. Por
primera vez un volumen de Adonais contiene una coleccin de
dibujos en lugar de poesa. Pero, como ha mostrado Vicente Alei-
xandre en el prlogo que ha escrito para ese volumen, hay en los
dibujos de Gregorio Prieto tal temblor y misterio poticos, tal ema-
nacin de profunda poesa, que su espritu no puede parecer extra-
o a una Coleccin como Adonais. Sin hiprbole alguna, puede
llamar Gregorio Prieto a su arte Poesa en lnea, y con este ttu-
lo, con que hemos presentado su incorporacin a Adonais, suele
l presentar sus exposiciones de dibujos.
Cul ser el futuro de Adonais? Confieso que cada ao que
pasa me parece un milagro que siga viviendo. Qu aventura poti-
ca editorial ha durado en nuestro pas ms de cinco aos? Cierto que
hay una minora entusiasta de suscriptores, amigos y cnsules ho-
norarios de la Coleccin, repartidos por toda Espaa, y que sta ha
tenido la suerte de encontrar editores dispuestos a sacrificarse eco-
nmicamente para que subsista, pero aun as no deja de parecenne
milagroso que no muera, como tantas otras aventuras romnticas de
a poesa de ayer y de hoy.
Mas, si Dios me ayuda, espero llegar as al volumen nmero 100
de la Coleccin, con lo cual esta aventura de Adonais no se habr,
al menos, malogrado.
352
EL CAAVERAL
POR
JOS GARCA N I E T O
353
descanso para todos, y anulacin de esfuerzos, y volcarse y gozarte
en lo irremediable. Ahora lo veo con claridad, y veo cmo toda aque-
lla tragedia pesaba sobre m, me pesaba a m mismo, nio que se est
haciendo, corazn que empieza a adivinarse mortal.
El viaje fu peor que nada. Al tren, relativamente confortable,
sucedi el traqueteo desigual y mortificante de una tartana- que segua
con dificultad las curvas del camino, roto, casi impracticable, entre
los pinos. Porque el pueblecillo estaba hundido en lo ms acciden-
tado de la sierra. Alguna vez, en un claro que haca el pinar, se poda
)er la cima de una montaa cubierta de nieve, que la niebla confun-
da y turbaba. Algn pjaro oscuro, volando muy bajo, se cruzaba,
cmo enloquecido, con los ruidosos caballos que tiraban del carrico-
che. Yo s que pegaba mi frente a la ventanilla, que me golpeaba
contra su fro, y que de vez en cuando tena que frotar con mis dedos
entumecidos el cristal que se empaaba sin cesar con mi aliento. Me
pareca poco serio en aquellos momentos escribir con un dedo, como
tantas veces lo hiciera en las ventanas del colegio, el nombre del pro-
fesor, o mis iniciales artsticamente enlazadas, o dibujar aquel perfil
que con un seis y un cuatro quedaba tan gracioso. No; no creis que
estaba para bromas, pero s que lo habra dibujado sin que para nada
disminuyera mi pena; sin que por esto echara en saco roto toda la tra-
gedia que se nos haba venido encima. Pero qu dira mi to que,
all, a mi lado, muy digno y enlutado, sumido en su gabn, me miraba
con frecuencia, con una mirada en la que se vea mejor la importan-
cia de mi desgracia? No, no deba hacer tonteras. Descubra que los
mayores estaban bien repletos de apariencias, y que haba que ser de
una manera en la que casi no se mandaba, pero haba tambin que
aparecer de otra que era la que ms convena a cada situacin. El
pinar empezaba a llenarse de sombras; una luna muy clara corra
entre el verdor de los rboles, que parecan correr desenfrenados. Y
aunque yo bien saba que los que nos movamos ramos nosotros, la
verdad es que aquello empezaba a darme un poco de miedo. Para
colmo de males, arriba, en el pescante, el cochero y otro hombre que
nos ayud a cargar las maletas llevaban una conversacin muy poco
tranquilizadora. Les oa decir que los lobos haban bajado la noche
antes y haban dejado sus huellas en las puertas de muchas casas, que
hasta entraron en los corrales y mataron algunas gallinas. Dej de
mirar a los rboles y a la luna. Cerr los ojos y me apoy un poco en
el brazo de mi to. Este me coloc bien la cabeza, creyendo que iba a
dormir. El pao de su abrigo me rozaba desagradablemente en la
cara; pero me hund all, cansado, metindome bien en toda mi pena.
Aquel gabn ola un poco como el de mi padre, a tabaco, a seor
354
mayor. Ahora me acord de l, me entristec mucho por l. Des-
pus por mi, que debera tambin haber muerto. Luego me ech a
llorar. Mi to no pudo notar nada, porque l s que se haba dormido.
% % H*
* * *
355
meras nieves. En el Ayuntamiento censuraban al maestro por estas
cosas, aunque haba algn consejal que le defenda.
Eso no son ms que disculpas para irse a pasear con los chicos.
Son procedimientos modernosatajaba don Fabin, el de la
serrera, que presentaba siempre al Consejo los ms revolucionarios
proyectos.
Modernismo, modernismorezongaba el Alcalde. Ms le va-
la ensearles mejor. Letra, mucha letra, y encierro, mucho encierro.
Pero el caso es que el maestro, apoyado por el dictamen de un
inspector que anduvo por all, sigui sacndonos todos los mirco-
les, carretera adelante, hasta la sombra de los primeros pinos. Los
das ms fros acampbamos al abrigo de un trozo de muralla, pa-
sada la ermita, que quedaba junto al ro, donde daba el sol de pla-
no y el viento de la sierra se estrellaba contra las piedras.
Yo llevaba, debajo del brazo, otras veces al hombro, un cartel
de Historia Sagrada; el segundo y el tercero de la clase me seguan
con un mapa de Europa y otro de la provincia. Era casi todo el ma-
terial que tenamos. Los dems chicos venan detrs y admiraban
nuestro privilegio; pero la mitad de ellos no saba apenas nada. No
eran'como yo, que conoca de lejos, desde donde no se poda leer
las letras, todas las naciones que don Alfonso nos sealaba con el
puntero. Tambin saba de memoria los partidos judiciales de la pro-
vinria, y sabia explicar, sin cortarme, la historia de David y el gi-
gante Goliat, y la de Esa y Jacob, y la de los hijos de Jos.
Ya he dicho que. los das de fro o los que amenazaban lluvia no
nos alejbamos del pueblo. Como el ro estaba cerca, tenamos pro-
hibido pasar de una raya que el maestro haca con su bastn en el
hmedo arenal. En las dems direcciones la libertad era casi abso-
luta, con tal de que don Alfonso pudiera llamar a cada uno por su
nombreeso s, aunque tuviera que gritar un pocoy nosotros oy-
ramos y contestsemos. Yo tena hasta la facilidad de imitar las vo-
ces de algunos compaeros, que a veces se llegaban hasta las more-
ras, en las cercas de unos frutales distantes, donde, como el viento
no ayudara algo, la voz del maestro no poda llegar.
Uno de aquellos mircoles yo descubr mi paraso. Haba llega-
do la hora del recreo. Alharda sobre albarday>, como deca don Al-
fonso. Y, realmente, tena razn. Toda la tarde del mircoles era
una fiesta, y lo mismo era jugar a esconderse que jugar a colgar en-
tre dos. rboles o 'en las piedras de la muralla los mapas y las l-
minas que llevbamos.
Yo aquella tarde fui el ms rpido para buscar un sitio seguro,
donde no pudieran encontrarme. Estaban tan vistos todos los escoii'
356
dites... Los recovecos de las ruinas, y la espalda del puente, y el
atrio de la ermita. A entrar no nos atrevamos, porque utilizar aque-
llo para jugar podra resultar un sacrilegio.
Corr en la misma direccin durante un buen rato hasta alcanzar
el caaveral. Bordeaba ste unos cuadros de huerta, y pienso ahora
que no tendra ms de tres metros de ancho, aunque a lo largo po-
dra pasar de los cincuenta. Entr all como pude, sorteando cui-
dadosamente las caas. El paso se haca difcil, pero yo segua, te-
naz, avanzando. Desde las ventanas altas de mi casa yo haba mira-
do muchos das al caaveral. Me pareca un bosque diminuto, una
encantada selva preparada para que los nios desentraramos su
secreto. Empezaba en la huerta del ermitao, y se alargaba, para-
lela al ro, incitante, espesa, misteriosa.
Yo avanzaba ahora con cautela, a gatas, ensordecido gratamen-
te por el ruido que arriba hacan las hojas al chocarse. A r r i b a no
eran ms que dos metros, acaso tres; tres metros de pobladsimo y
diferente verdor. Columnas jugosas, resbaladizas, techos de vegetal
tejido, suelo de muelles hojas desprendidas. Aquello ero como estar
dentro de una gran flor. La luz llegaba atravesando cien resqui-
cios, mil paredes de sobrenatural delgadez. De trecho en trecho, el
bosque se aclaraba un tanto; se poda seguir mejorsiempre de io-
dillas-y hasta era posible incorporarse. Entonces era mejor; cei-
do todo el cuerpo entre las caas, yo mismo pareca un rbol ms,
una especie de buzo en el fondo de un mar sonoro y brillador. Cuan-
do las caas formaban una pequea plaza, entonces el cieloqu
alto!apareca en una mancha pursima, de mejor azul que nun-
ca, entre la arboleda de unnimes lanzas.
Permaneca all olvidado de todo. Cunto tiempo? JSo s. Pero
me pareca que llevaba varias horas de descubrimientos, de posesio-
nes. Mi sorpresa fu extraordinaria cuando, cambiando de direccin,
sal de mis grutas, y, al mirar al punto de partida, comprob que
estaba relativamente cerca. Para acabar, todo fu bastante bien. Don
Alfonso se haba pasado leyendo la mayor parte de la tarde, ms en-
tusiasmado que nunca, en aquel odioso Guzmn de Alfarache, y al
iniciar el regreso no advirti mi falta. Pas a mi lado la fila de mu-
chachos, y despus de esconderme de l, que marchaba a la cabe-
za, todava leyendo, logr incorporarme a mi puesto sin que pudie-
ra darse cuenta. Me preguntaban todos los ojos, todos los gestos de
mis compaeros.
% % H*
357
pareci una tontera. Todos, ms o menos, haban entrado alguna
vez en el caaveral, pero, al fin, se decidieron a venir conmigo. Mi
prestigio sirvi para convencerles. Y a partir de aquella primera ex-
pedicin, comenz a decaer mi fama de buen alumno. Ya no po-
da atender como antes en las clases. No estaba en casa el tiempo' su-
ficiente para preparar las lecciones. Siempre que poda me escapa-
ba a mi bosque encantado, y cuando no, se me pasaba el tiempo ha-
ciendo proyectos para perfeccionar nuestra colonia. Ya tena a ocho
o diez muchachos complicados en mi aventura. Nos juramentamos
para que nadie nos pudiera descubrir. Con nuestros cortaplumas em-
pezamos a talar algunas partes del caizal para hacerlo ms practi-
cable. Ahora cada claro tena un nombre, y habamos sealado los
caminos para que fuera fcil seguirlos y entendernos. Con las ho-
jas y caas cortadas hicimos tiendas y refugios. Habamos montado
una centinela y nos comunicbamos de extremo a extremo, por me-
dio de golpes convencionales que se iban sucediendo. Tenamos ya
bautizados todos los rincones de nuestro mundo. All estaba la pla-
za del caballero L a g a r d e r e , el hroe de Paul Feval, y la r u t a del San-
d o k a n , de Salgari, y la encrucijada de P e d r o S i m p l e , el del capitn
Marryat.
Yo me extasiaba en mis horas de guardia. Temeroso antes de tan-
tas cosas, haba ahora cambiado por completo. No me importaba
quedarrnie all solo el tiempo que fuera. Me tenda y, sin pensar en
nada, me quedaba absorto mirando a mis techos prodigiosos. Al-
gn pjaro se par a veces tan cerca de m,- que podra haberlo al-
canzado con la mano. Tambin vi cmo, en pleno vuelo, o despus
de un breve acecho, capturaba un insecto o un gusano o una maripo-
sa. Yo contena la respiracin y descubra diminutos y milagrosos
mundos, formidables seates de la vida, maravillosas claves de la di-
fcil armona del mundo. Yo me senta el dueo del silencio, y cuan-
do lo consegua, quedndome muy quieto, oa el pasar incesante del
ro, que no haba odo antes nunca. El viento silbaba y bata las
hojas, que hablaban siempre la misma lengua, pero ya para m, siem-
pre tambin, con palabras distintas y recin nacidas.
A veces creca el hasto entre mis compaeros. Se iban cansan-
do de la monotona de nuestro E l d o r a d o . Y emigraban hacia el otro
lado del ro, o hacia los nidos del bajo pinar. Pero para m el ca-
averal era ya un indispensable refugio; era toda mi ambicin, toda
mi libertad, y hasta todo mi pecado. Porque notaba claramente lo
nocivo de su influencia. Me iba haciendo poco a poco taciturno y
hurao. Hua de todos, y ya tena mi hogar, que no era aquel de In
ciudad, helado y desasistido desde la muerte de mi padre, ni este
358
casern de la aldea donde mi ta pareca disponer las sombras des'
de la maana, dejndolas en su precisa y abrumadora costumbre,
como los muebles, como los cuadros. Tena ya mi hogar y me entre-
gaba regaladamente a l. Y l, a su vez, me iba poseyendo, y anulan-
do para todo lo que no fuera su deseado y ensoador hospedaje.
Era fuerte el verano por all. Las montaas cercanas traan fre-
cuentes tormentas. Muchas veces un rayo parti en dos un rbol o
dej en el sitio a un pastor.
El cielo haba estado todo el da bajo y rojizo, con un amenaza-
dor aspecto. Apenas unas gotas muy gruesas acompaaron a los pri-
meros relmpagos. Era un jueves y, por la tarde, no habamos ido
u la escuela. Yo miraba al cielo, que resplandeca a intervalos. Tro-
naba cada vez ms fuerte y a menor distancia de la luz. De pronto
el cielo se encendi como nunca, y mi ta, que estaba sentada, con
la cabeza entre las manos, vino hacia m y me separ de la ventana.
Ese ha cado cerca-o decir a alguien por los pasillos.
Ahora s llovi unos minutos fuertemente. Segua la tronada, y
pronto nos lleg la noticia. La ermita estaba ardiendo.
Eran frecuentes los incendios producidos por los rayos. Sin otros
medios mejores para atajar el fuego, cuando arda un trozo de pi-
nar se cortaban rboles alrededor para que no se propagara; cuan-
do era una casa la que arda, tocaban las campanas a remato, y to-
dos los vecinos, portando cubos, jarros y cntaros, procuraban for-
mar una cola que enlazase la fuente con el lugar del siniestro.
Esta vez, comi el ro estaba cerca, se empez a llevar el agua
desde all. Los primeros cubos de agua cayeron sobre el ermitao
que, como enloquecido y sin pensar en el peligro que corra, tira-
ba, incansable, de la cuerda de la campana que, arriba, en la gra-
ciosa espadaa, voltejeaba esforzndose sobre su atiplada voz. Las
llamas ya prendan en los vestidos del ermitao cuando llegaron los
primeros auxilios.
Todos ?ios habamos echado a la calle. Los nios tambin. Yo vi
a muchos de mis compaeros de escuela alineados en alguna de las
tres filas que se haban formado hasta el ro. El viento era muy fuer-
te y dificultaba gravemente la extincin. Yo llevaba un cubo vaco
desde casa para incorporarme a los salvadores. Nadie se ocupaba
sino dei trabajar con ahinco y de mirar al incendio a. cada esfuerzo
realizado. Me dejaron solo en el camino y no pude resistir a la ten-
tacin de echar umi mirada al caaveral. Pas por el otro lado de la
359
9
muralla. Sobre ella se vean las llamas de la ermita. Algo m e hizo
parame, clavarme en mi sitio. El caaveral empezaba a quemarse
O una voz que deca:
Estn ardiendo los carrizos!
Que ardan! Es la ermita lo que tenemos que apagar.
Aquello me dicidi. Saba que iba a hacer mal, pero mi resolu-
cin era definitiva. Corr, sin pensarlo ms, hasta la orilla del rio;
hasta la raya que en el arenal haba trazado el da anterior don Al-
fonso. La traspuse por primera vez en m vida, y llen el cubo con
dificultad: Luego apenas poda separarlos del suelo. Tuve que de-
rramar la mitad para poder llevarlo. Me golpeaba en las piernas y
no me dejaba andar. Tropec y ca varias veces antes de llegar al ca-
izal. Las llamas eran ya muy altas y se extendan alarmantes. Ech
casi toda el agua del primer cubo sobre mis propios pies, Y corr,
corr de nuevo hasta la orilla. Al otro lado de la muralla se oan con-
fusas las voces de los que trataban de apagar el fuego de la ermi-
ta. Yo pensaba, sin dejar de correr, que debera estar donde los otros,
que los santos se estaran quemando, que aquella imagen tan hermo-
sa del Nio de Praga acaso,ya no sera ms que un trozo de carbn.
Pero all, haba mucha gente y, en cambio, a m en mi tarea no me,
ayudaba nadie. Ya no poda correr. Haba cado sobre los primeros
rescoldos y tena quemadas las rodillas. Desfalleca por momentos.
Ya la cabeza me daba vueltas, y no acertaba a llenar el cubo en el
ro. El caaveral arda ya casi todo. Y era como un barco encendi-
do que se iba a hundir, y yo me saba su responsable capitn. El
asa de metal del cubo se clavaba en mi mano. Ya no la senta, ni
senta el peso, pero no poda andar ms. Tuve que arrastrarme unos
pasos con el cubo vaco. Me levant de nuevo. Tena fro, mucho
fro, y, sin embargo, me ardan los ojos, y la frente, y las manos.
Recuerdo que ca definitivamente con la boca pegada a la arena h-
meda del arenal.
360
mente sobre mi cabeza y se derramaba sin cesar y no se agotaba nun-
ca. A mi lado, la ermita arda tambin. Y yo vea entonces toda mi
culpa; vea que se estaban quemando Nuestro Seor y la Santsi-
ma Virgen del Prado, y que San Lorenzo, el Patrn del pueblo, se
quemaba tambin, se quemaba sobre sus parrillas, y yo alimentaba
el fuego, echando caas constantemente. Esta, por Lagardere,. le
deca... aEstas tres, por Athos y por Porthos y por Aramisy>. Y las
tres caas se volvan tres mosqueteros, que atizaban el fuego de San
Lorenzo con la punta de sus espadas. Despus se acercaban, danzan-
do, unas mujeres desnudas, y traan unos cinturones formados de
pequeos calderos, que chocaban unos con otros cuando ellas bai-
laban. Luego se convertan en campanas, y cada campana se vea
de pronto en la punta de una caa, y echaban todas agua y fuego
al mismo tiempo. Yo quera ir all, pero no poda porque tena los
pies clavados en el suelo; cuando a fuerza de tirar lograba levan-
tar un poco los clavos venan unos pajarracos oscuros y los golpea-
ban con sus picos para afirmarlos bien. Delante de m haba tam-
bin una gran lnea de clavos ms glandes que no podra nunca pa-
sar. Las caas, cuando yo gritaba, agitaban sus campanas para que
no pudieran orme, y se batan unas con otras, y daban estocadas a
todos los santos de la ermita. Y yo deca: Voto a Satans! Abrid
las escotillas! Y se abra la tierra^, y todo se llenaba de agua; pero
yo arda, arda sin que nada me pudiera apagar. Y todos los hom-
bres, y todas las mujeres del pueblo, y todos los nios tambin, hi-
cieron una gran fila, y se acercaban a m, y me estrechaban la mano,
como en un duelo, y me decan: aPecado... pecado... pecado...
Creyendo yo que iba a morir, mi to vino de la ciudad. Cuando
l lleg yo ya mejoraba. Me prometi comprarme un baln d e re-
glamento cuando me pusiera bueno del todo y llevarme con l para
comiprarlo en la ciudad.
El da que me levant no sabia andar. Lo primero que hice fu
asomarme a la ventana de mi habitacin, que estaba en la parte alta
de la casa. All, a lo lejos, se vea la ermita, en, pie, como siempre;
la lnea clara del rio corra, como siempre, hacia las huertas distan-
tes; como siemSpre, el viejo trozo de muralla se doraba al sol de la
tarde. Pero ya no exista el caaveral.
* * *
361
vaba ya el mismo abrigo fuerte, que ola como el de mi padre, a ta-
baco, a seor mayor.
Por todo esto fu el incendio, seordeca el postilln, su je-
tando un poco a los caballos.
Y a , yacontestaba mi to. Y, dirigindose a m aada:
.Fuiste un hroe, hijo mo; un verdadero hroe, arriesgando tu
vida para salvar la ermita.
Yo hunda la cabeza en mi bufanda y rezaba un Padrenuestro.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espritu Santo...
Y mi alma me pareca negra, negra como aquella mancha que
las caas quemadas haban dejado en el haz miserable de la tierra.
362
CRNICA EUROPEA
CRNICA POLTICA
POK
365
cada. Ahora bien, esa actitud no sera sino recproca de la del ame-
ricano que, en sus clculos, pasa sin pestaear por la contingencia
de una Europa en cenizas. Es verdad que al europeo le faltan mu-
chas cosas, y la primera, una espiritualidad tan robusta como la que
puede esconderse, ya que no en Manhattan, s en la tierra cargada
de futuro que se despereza al sur del Ro Grande. Pero, con todo,
ni en espritu le superan, al europeo, rusos, ni norteamericanos de
los que cifran su anticomunismo en camisones de seda y champagne
en aboites de lujo. Todava subsiste algo en Europa, un leve perfu-
me de mayor elegancia, una cierta finura, una determinada sensibi-
lidad, todo cuanto es patrimonio de una capital refinada, de que no
debemos prescindir quienes, como los hispnicos, ponemos nuestro
orgullo, pero tambin nuestra limitacin, en ser provincia,)). Aun
es Europa la tcnica e, incluso, si atendemos al espritu, el tallo su-
til de una ilusin que no podemos entregar al huracn del Este en
nombre de la teora de una catstrofe, que puede ser purificadora,
pero que tambin puede quedarse en puramente exterminadora.
Que la Europa actual, por s sola, salve al mundo, es imposi-
ble; pero quienes lo salven necesitarn de Europa. No bastar la im-
portacidn en gran escala de desarraigados a las Universidades y a
las industrias del Nuevo Continente. Europa necesita casa propia.
Ahora, que mucho tendrn que hacer los europeos para rehacer, ya
que no el calor, al menos las cuatro paredes de su hogar. Hoy son
los europeos, en parte, caballeros derrochones que, empobrecidos,
persisten en su antiguo tren de vida, y cuando se persuaden de que
no les es posible mantenerlo, hacen a veces de todo almoneda y se
van a correr mundo, o ponen sus esperanzas en ese asilo de fraca-
sados que es el socialismo. Pero quiz eso derive en gran parte de
la conciencia de su propia debilidad material; remedese sta y po-
siblemente el europeo recobrar la fe en s mismo.
Una cadena de errores polticos, posiblemente sin igual en la his-
toria, abandon a los lobos una parte palpitante de Europa. Sera
lamentable que en los Estados Mayores se especulara sin excesiva
repugnancia con el abandono del resto. Lo que se recobrara puede
que ya no fuera Europa, y una medida militarmente justificada cons-
tituira una prdida tremenda para la humanidad. El Elba no es
una lnea estratgica o poltica; es la marca de una civilizacin, cu-
yos puntos claves estn inmediatamente detrs de la primera lnea
de fuego. En otros continentes juega la distancia; en Europa, la den-
sidad. Cada palmo de tierra es precioso. Como en los desafos en que
los contrincantes se enlazaban previamente por la cintura, en el due-
B66
lo por Europa, esta Grecia de hoy, pennsula de costas recortadas,
mnima y dividida, no hay lnea de retirada,
Y, no obstante, an se cuenta con abandonar mas tierras, ricas
y antiguas, en que la aviacin borrara luego el menor vestigio de
dos mil aos de historia. Pero no puede por menos de estremecer-
nos, como humanos, no ya como europeos, el solo pensamiento de
que algn da el Sena corriera, entre ruinas o que el reflejo de ban-
deras rojas incendiara los canales dormidos de Brujas. Por eso, me
siento tentado a registrar cada uno de los pasos que se dan para
evitarlo, con el mismo amor meticuloso con que Robinson inventa-
riaba los restos salvados del naufragio. Esa es la tarea que he de lle-
var adelante en esta crnica para americanos de la poltica europea,
y sa es la historia que me vais a or. Un espaol est bien pertre-
chado para narrarla. Tiene la fe de que Europa carece; rigurosa-
mente hablando, no pertenece por entero a Europa, sino en la me-
dida justa para amarla y poder apreciar, sin embargo, sus miserias.
Somos los espaoles escuchas en Europa de una culturala hisp-
nica que es ya otra cosa, o, a la inversa, escuchas para Amrica de-
Europa. Si son nuestros los templos gticos, nuestros son tambin
fas misiones califorlianas, las piedras de la catedral de Mjico y aun
el aliento poderoso de lo precolombino. Pero, por eso mismo, sabe-
mos la necesidad que lo segundo tiene de lo europeo. Atended a esta
historia, americanos! Sean cuales fueren vuestros jropios caminos,
para seguirlos necesitis la brjula de lo europeo. Luego, si queris,
adoptad el verso libre, pero antes aprended a componer sonetos;
pintad como os lo dicte vuestro genio, pero despus de saber hacer-
lo como quiere la Academia. Atended a la causa de Europa, por-
que es vuestra causa, y es el final de vuestra historia lo que, salvando
a Europa, contribus a salvar, y vuestro porvenir el que aseguris,
cuando impeds que, andando el tiempo, gentes de otros continen-
tes, descendientes remotos de europeos, vengan a visitar las ruinas
de Westminster, de El Escorial o de los Invlidos, con la misma mi-
rada de museo con que hoy contemplamos el Partenn!
367
mente determinabe, y del cual no puede huir, y s que se sabe cul
es la puerta donde el soldado sovitico puede montar la guardia. El
glaciar ruso a las puertas de Europa, y aun con un pie en el umbral,
es la primera realidad con que tiene que enfrentarse el europeo. La
percibe ya as? Han cuidado, por lo menos, de recordrselo dos pro-
cesos : e"l proceso Kravchenko; el proceso Mindszenty.
368
en guardia a sus fieles contra s mismo, una vez que pasara por la
depurada tcnica en que tan brillantemente destac a su tiempo el
cantarada Vichinsky. No se le ha condenado a muerte, por supuesto.
La acusacin se basaba en actividades contrarias a los intereses del
pueblo; escasa fantasa la de quienes han tenido que reproducir,
casi literalmente, la acusacin de actividades contrarias a los inte-
reses de la nacin, a consecuencia de la cual los' nazis encarcelaron
al cardenal en 1944! Esto no ha sido obstculo, por supuesto, para
que ahora se le haya imputado tambin el ser pronazi y racista.
Parece innecesario agregar que el cardenal no hizo sino defen-
der a su pueblo. Lo nico extrao en su condena es la extraeza de
los que se extraan de ella. Quiz es que no todos disponen, como
los espaoles, del precedente de doce obispos asesinados, nueve sin
formacin de causa y dos tumultuariamente, en pocas en que el
comunismo no haba adquirido la sutileza necesaria para difamar sin
asesinar, sutileza de la que tan brillante demostracin ha hecho en
Hungra.
369
represent, en su da, el pacto con Alemania, esto es, Ja ruptura
del dilogo con las democracias que su antecesor, Litvinof, haba
conseguido entablar. Molotof ha sido despus el hombre que saba
decir no en cincuenta y seis idiomas, y a consecuencia de eso, el
hombre del fracaso. Tanto no ha despertado el s muchas veces :
la desercin de Tito, la aplicacin del Plan Marshall, el Pacto de
los Cinco y ahora el Atlntico. Pese a ese sutil complejo de inferio-
ridad de ciertos anticomunistas por la tremenda, que slo ven acier-
tos en su enemigo y desaciertos en las dbiles democracias de en-
frente, lo cierto es que stas han ganado muchas bazas que una po-
ltica flexible les habra asegurado a los rusos. Todas sus conquistas
las consiguieron stos gracias a la mscara de patriarcalismo que en
parte les impuso Stalin, en parte las circunstancias, y en no escasa
medida la generosidad imprudente de sus aliados; al despojarse de
la mscara, lo han pagado caro.
Pero a Molotof le sucede Vichinsky, que sabe decir s, pero
slo dentro de Rusia; y a Vichinsky, a su vez, le reemplaza Gromy-
ko, el hombre a quien jams se le ha odo contar un chist. La des-
titucin de Molotof puede ser, por eso, el ascenso de Molotof. Stalin
cumpli el pasado diciembre sesenta y nueve aos, y no cabe des-
cartar la posibilidad de que le suceda una pentarqua, y en ella, Mo-
lotof. Ofensivas de paz? Y por qu no? El comunismo puede ne-
cesitarlas para encontrarle acomodo, mientras, a ese esplndido re-
galo que Mr. Marshall le ha hecho: China Pero es poco probable
que por eso decaiga la lnea de los presupuestos militares rusos, que
para este ao se han elevado en trece millones de rublos sobre los
sesenta y seis de 1948, y esto es lo que ese arquetpico americano me-
dio que Truman es habr advertido, con seguridad, por detrs de
las palabras amistosas de Stalin.
Otro relevo ha sido el de Bulganin, ministro de la Guerra, por
el general Vasiliewsky. Bulganin era un general poltico, forjado
en los medios del Partido. Vasiliewsky, antiguo oficial con el Zar,
es un militar-militar. Con l entra en el Estado Mayor un equi-
po que pareca definitivamente postergado desde que Stalin, temien-
do el retorno de los mariscales, los releg, en su mayora, a luga-
res secundarios : Timoscheuko, Sokolowsky, Zhukov. Cul es el
significado de este relevo? Uno obvio, por de pronto : queprxima
o lejanala guerra sigue estando en el pensamiento de los dirigen-
tes soviticos; que el glaciar ruso no se funde.
370
LA UNIN EUROPEA.
371
ra otra vez a esa adusta incapacidad poltica que parece ser el ge-
neral De Gaulle.
372
tan; hay que llegardijo Po XIIal reconocimiento expreso de
los derechos de Dios y de su ley, al menos del Derecho natural, fon-
do slido en el cual estn anclados los derechos del hombre; pero
se trata de un primer paso imprescindible. No hay tiempo que per-
der, agreg Su Santidad. Pero tambin deben meditar las palabras
del Papa los que se imaginan que con unirse los europeos, taj como
hoy son, estn salvados.
Los comunistas que en Bi-uselas abuchearon a Churchill seala-
ron con su sola presencia dnde est el enemigo de la Unin. Son
los mismos que en caso preciso convertiran nuestro continente en
una Bogot inmensa, y que, por el momento, lo mismo que en Am-
rica juegan al nacionalismo y a apropiarse de un sentimiento noble
-el antinorteamericanopara propsitos peores, en Europa preten^
den todava! que las gentes atiendan a lo que era Alemania y hoy
es slo el vaco alemn, y no miren a Rusia. Por eso mismo, y con
pattica inconsecuencia, la reunin de Bruselas excluy a Espaa.
Claro es que Espaa tendr sitio en el momento crtico; pero es mal
sntoma que tan a la ligera se identifique civilizacin europea con
un rgimen poltico dado, propio de ciertos pases, de algunos tiem-
pos y de determinadas circunstancias. Sin nuestra geografa, sin
nuestro ejrcito, sin nuestras bases y sin nuestra fe, es probable que
la Unin Europea resulte un arma poderosa dbilmente esgrimida
por una mano vacilante. No, no es sntoma halageo el que nos
permite abrigar el temor de que, as como la O. N. U. fracas por-
que quiso abarcar lo incompatible, la ruina de la Unidad Continen-
tal provenga de su misma mezquindad de visin.
E L PACTO ATLNTICO.
373
norteamericanos; segundo, que a los italianos no les gusta la gue-
rra, aunque se resignen a ella.
Poned europeos donde italianos. Y donde guerra, Pacto Atlnti-
co. Este significa tanto, porque es el encararse decididamente con el
gran peligro que pesa sobre Europa. La segunda guerra mundial es-
tall porque Htler crey que Roosevelt persistira en su aislacio-
nismo. Los Estados Unidos deban a Europa una explicacin que
aleje de Stalin la posibilidad de una equivocacin semejante. Po-
da habrseles pedido alguna reflexin sobre las diferencias entre la
fecha de su Constitucin y 1949. Exige aquel documento que sea el
Senado de la Unin quien declare las guerra e impide, por eso, com-
promisos previos de ayuda automtica. Pero da margen para ello
la guerra moderna? Aunque no se duda de la intervencin norteame-
ricana, podra haberse correspondido con mayor generosidad toda-
va a la decisin de un Gobierno, como el noruego, que, apremiado
de cerca por Rusia, no ha titubeado eri firmar el Pacto, aunque ste
no le asegure con certeza jurdica el inmediato auxilio norteame-
ricano.
374
lin consternado ante la oleada. El Pacto, juntamente con el de Pe-
trpolis y quiz en el futuro con un Pacto Mediterrneo y otro del
Pacfico, engloba en un sistema militar de defensa a todo un mun-
do, del que slo falta el sistema planetario de Mosc; constituye la
garanta de la humanidad ante un peligro que llega siempre, antes
o despus. Es el final del aislamiento norteamericano y una jugada
maestra en la serie de bazas que ltimamente han arrebatado a los
rusos la iniciativa en Europa. Mas, por hoy, el Pacto es slo la fuer-
za de Norteamrica, sus restantes miembros estn debilitados ma-
terial y moralmente, no est probado que los sacrificios que el rear-
me les exija prevalezcan sobre la voluntad de paz a toda costa, y
falta, en fin, la nica potencia que, convenientemente armada, pue-
de ofrecer una resistencia garantizada. En julio del 48 se deca que
los Pirineos eran la nica barrera frente al alud ruso, pero que, si
se llegaba hasta enero del 49, esa barrera podra adelantarse al
Rhin; pero qu hay de cierto en ello? En fin, con Pacto o sin l,
continuar siendo cierta la historieta, que circulaba a propsito del
Plan Marshall, del pequeo pas sin comunistas, que se encontr
con que no consegua dlares. Pidi a Francia algn comunista.
Imposible!, se le contest; me dan veinte mil dlares por cada
uno. Una parte considerable del Plan Marshall, tan decisivo, no
obstante, para la estabilizacin europea, la han absorbido las huel-
gas; sera sensible que el Pacto entregara armas a unas manos que
las traspasaran despus al enemigo. En Europa estn ms de doce
millones de los veinte de comunistas que hay en el mundo, y aun-
que es verdad que esos comunistas han avanzado principalmente so-
bre el terreno cedido previamente por los enemigos, hay que contar
con 'que las resistencias no rebasarn probablemente la sensata y or-
denancista que un Schuman o un De Gasperi pueden presentar. El
peligro mayor para Europa no est quiz al otro lado de sus fron-
teras, sino dentro de ellas, y si bien el Pacto ampara contra las in-
surrecciones apoyadas desde el extranjero, queda por probar si de
hecho funcionar en tales coyunturas. Con juego limpio, Stalin'ha-
bra perdido mucho; pero precisamente Stalin es de los que hacen
trampas en el juego.
375
10
dota siguiente : se representaba en Pars una revista. De repente,
sonaba entre bastidores un gran estruendo. y" Qu es eso? Voy a
ver. Y el interrogado volva en seguida. No es nada; una revolucin
en Portugal. Era cuando la Repblica, que en menos de diecisis
aos consumi 52 gabinetes, anim la persecucin sectaria y la ges-
tin financiera ms desastrosa que registra la historia portuguesa,
y lleg a precedentes tan estimlables de nuestras noches soviticas
como aquella noche sangrienta del 19 de octubre de 1921, con los
republicanos histricos y el propio fundador de la Repblica ase-
sinados, y sin que faltara ni el tiro en la nuca. Con condescenden-
cia que justifica la fe en su pueblo, el general Carmona enfrent su
gloriosa ancianidad fecunda a ios ochenta y dos aos de quien, como
Norton, no traa otro programa que ste : destruir de una vez toda
la estructura del Estado nuevo corporativo. Despus se ver lo que
se. hace. La retirada por Norton de su candidatura, la vspera de las
elecciones, despus de una campaa en que su propaganda no encon-
tr traba, ha constituido una mayscula insensatez poltica. Lo que,
practicado a tiempo, hubiera engaado a alguno, no ha enmasca-
do as su carcter verdadero : previsin de la derrota.
A Carmona le ha dado el triunfo el buen sentido portugus. Se-
ra cosa de que las inquietas democracias del Oeste de Europa apren-
dieran en Portugal a conciliar libertad y autoridad, porque es ah
donde podran aqullas conseguir fortaleza. Aunque prefieran a ve-
ces aqullas, hacer un alto en las huelgas para volverse hacia la
vida portuguesa, regular y ordenada, y calificarla sin ms de cor-
porativa, de dictatorial y, cmo n o ! , de fascista.
37
CRNICA ECONMICA
POR
P
ARA empezar por el principio, en esta primera crnica, sera
preciso pintar un teln de fondo contra el cual hallaran los
acontecimientos su perspectiva y de donde les viniea su his-
toria. Pero el riesgo de encantarse demasiado entre las resonancias
de la palabra Europa (que, por aadidura, ha de escribirse a la
luz de la advocacin hispanoamericana de estos Cuadernos), induce
a suprimir toda clase de explicaciones introductorias. A un ajeno e
independiente documento confiaremos la entrada en materia : al in-
forme que public en febrero el Departamento Econmico de las Na-
ciones Unidas. En ese texto, al resumirse las tendencias predominan-
tes en 1948, se concluye que no es probable una agravacin de las
tendencias inflacionarias en 1949, sino que, al contrario, ms bien
pueden resultar aliviadas. Pues en el pasado ao, el vohjmen fsico
de la produccin fu casi un 10 por 100 mayor que en 1947, tan-
to en el aspecto industrial cmo en el agrcola, sobre todo en aqul.
Con lo que los actuales problemas econmicos tienden a gravitar
principalmente sobre lo monetario y, tambin en gran parte, sobre
las dificultades que continan entorpeciendo el comercio interna-
cional.
377
U N CASO TPICO FRANCIA
378
cipos del Banco de Francia al Gobierno, haciendo innecesario ade;
ms recurrir a algunos impuestos de los que ya estaban autoriza-
dos, el xito del emprstito ha tenido la favorable consecuencia de
aclarar notablemente el ambiente de los negocios y de provocar una
constructiva reaccin psicolgica cuyo valor no puede calcularse to-
dava, pero no puede tampoco ser desconocido.
ALEMANIA
379
de la Alemania de hoy: la organizacin del Ruhr y el desmantela-
miento industrial.
Sobre el Rubr se lleg a un acuerdo a primeros de ao que, aun-
que ms bien tena por objeto llenar las necesidades de seguridad
sentidas por los aliados y, sobre todo, por Francia (hasta qu punto
las haya satisfecho ha sido cosa muy discutida), repercute conside-
rablemente sobre la capacidad econmica de esa cuenca, que ahora
se considera necesario mantener a un nivel ms alto de lo que se
pensaba en los das de 1945. A este respecto, e'n la segunda quincena
de marzo se public en la aiNeue Zeitung, de Francfort, con la
autoridad que da a dicho peridico el ser rgano de las institucio-
nes norteamericanas de ocupacin, una informacin de su corres-
ponsal en Washington, segn la cual se iba a estudiar el modo de
poner la industria alemana al servicio del programa militar europeo,
dentro del respeto a las clusulas de los Tratados vigentes, en relacin
con el desarme de Alemania. Y un editorial del mismo rgano perio-
dstico subraya esa participacin alemana indirecta en la ayuda mili-
tar norteamericana a los pases del Pacto del Atlntico, para lo cual
se llegara incluso a elevar hasta catorce millones de toneladas el
actual mximo de 10,7 millones, que es el impuesto por los Tratados.
El mismo conflicto; entre incapacitar a Alemania para una agre-
sin y poner su industria en condiciones de servir para una guerra,
domina el problema relativo al futuro de las factoras alemanas que
los primeros convenios acordaron desmantelar. Nada menos que cien-
to sesenta y siete de esas fbricas recomienda mantener activas en
Alemania el informe del Comit Humphrey, sobre el cual se desarro-
llaron en Londres conversaciones tripartitas a finales de marzo. Y,
segn parece, al cerrar estas lineas exista ya, en principio, un acuer-
do favorable sobre ciento cincuenta de esas instalaciones, estando
slo pendiente la decisin relativa a las diecisiete restantes, entre las
que, por cierto, se encuentra la famosa factora Thyssen, que puede
trabajar dos millones y medio-de toneladas anuales de acero, y para
la cual los Estados Unidos proponen crear un Comit internacional.
Puede apreciarse, en definitiva, que la capacidad productiva alemana
va encontrndose a un nivel bastante ms alto del primeramente
previsto, y de aqu la competencia que empieza a desarrollar en los
mercados mundiales.
YUGOSLAVIA
380
t. R. S. parece prximo a entrar en una fase decisiva. En el terie a
no de Ja economa, Yugoslavia viene siendo, por una parte, objeto de
sanciones econmicas del Kominform, consistentes sobre todosegn
se deduce de una resolucin adoptada en Lubliana el 23 de marzo,
en el segundo congreso de obreros metalrgicos yugoslavos'-, en la
elevacin de precios de las mercancas enviadas por la Europa oriental
a Yugoslavia, en las demoras e incluso interrupcin de los envos y
hasta, como hace Hungra, en la suspensin del pago de las repara-
ciones de guerra. Como es natural, todo ello empuja a Yugoslavia
hacia Occidente, aunque sea cautelosa y vacilantemente, sobre todo
hacia la Gran Bretaa y los Estados Unidos. Estos adquieren casi todo
el cobre yugoslavo y venden, en cambio, petrleo del Oriente Pr-
ximo y elementos productivos para el plari quinquenal yugoslavo.
La situacin, sin embargo, es lo bastante confusa como para que, el
primero de marzo, se haya firmado en Belgrado un convenio comer-
cial con Checoslovaquia en el que se mantiene un volumen de inter-
cambio prcticamente igual al del pasado ao, siendo as que los de-
ms pases del bloque sovitico y la propia U. R. S. S. han restrin-
gido fuertemente el comercio con Tito, segn decamos, as como
las industrias austracas bajo el control ruso, especialmente los pe-
trleos de Zisterdorf.
381
LA ECONOMA SOVITICA
COOPERACIN COMERCIAL
382
de los Ocho, de la Organizacin Emopea de Cooperacin Econmi-
ca, durante las cuales se puso de manifiesto el diferente concepto
que de esa cooperacin continental tienen la Gran Bretaa y Fran-
cia, pero en las que se logr llegar a acuerdos de inters. Por otra
parte, a juzgar por las declaraciones del Secretario General de la
0 . E. C. E., el distinguido economista francs M. Robert Marjoiin,
la Organizacin est dejando ya el terreno de los principios para
entrar en el de la aplicacin, habindose llegado ya a acuerdos im-
portantes en relacin con el turismo, con la alimentacin y agricul-
tura y con la industria. Y, lo que es ms importante, se ha ultimado
la elaboracin de un pian basado en ios cuatro principios siguien-
tes : a), cada nacin procurar que el presente ao sea el de su esta-
bilizacin monetaria y financiera; b), es fundamental el aumento
de las exportaciones y de ios ingresos invisibles; c), se debern redu-
cir las importaciones del veq del dlar en la medida de lo posible,
y d), se fomentar el intercambio entre ios pases europeos. Tales
son tos principios bsicos del Programa de los Diecinueve, elabo-
rado a base de las deliberaciones del Comit de los Ocho, a que
nos referamos al prineipio. Tambin en el mes de marzo, y en rela-
cin con las repercusiones econmicas del Pacto del Atlntico, se ha
celebrado en Londres la Conferencia de ios Cinco, que se ha ocupado
principalmente de los problemas relativos a la produccin de guerra
y a su financiacin. Entretanto, continan en Estados Unidos ios tr-
mites necesarios para la votacin de crditos con destino al segundo
ao del Plan Marshall. Los proyectos fueron aprobados a mediados
de marzo por las Comisiones de Asuntos Exteriores del Senado y de
la Cmara de Representantes, con algunas variaciones de detalle.
Si, como vemos, estos dos meses pasados han sido activos en el
terreno de la cooi3eracin europea general, no lo han sido menos en
el de los acuerdos regionales. En algn caso se trata de simples re-
uniones de estudio,_ como las iniciadas el 15 de marzo en Copenha-
gue para trabajar en el proyecto de una unin aduanera nrdica,
integrada por Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia. En cam-
bio, la Unin Econmica del Benelux, que estaba prevista para el
1 de enero de 1950, queda retrasada en principio, por acuerdo de la
Conferencia reunida en La Haya el 10 de marzo, para el 1 de julio
del mismo ao, en vista de que los tcnicos han demostrado a los
Gobiernos de los tres pases la imposibilidad de llegar a suprimir,
383
durante los doce meses de 1949, todas las fronteras econmicas y
financieras.
Pero, por Otro lado, las uniones aduaneras en Europa han aa-
dido a su lista una muy importante, al firmarse el 26 de marzo el
Tratado que establece la unin aduanera franco-italiana. Con esto
llegan a su punto culminante las negociaciones que venan desarro-
llndose entre ambos pases desde que, el 13 de septiembre de 1917,
el ministro francs de Asuntos Exteriores y el embajador de Italia
formularon sendas declaraciones, con las que se inici el estudio de
los trminos del problema. Los artculos del Tratado establecen, en-
tre otros particulares, que en el plazo de un ao habr de entrar en
vigor un arancel comn de ambos pases frente al exterior y que, una
vez en prctica dicho arancel, las mercancas de una a otra nacin no
estarn sujetas a derechos de aduanas. Se establece igualmente que
se realizar progresivamente una unin econmica de ambos pases
prevista, en principio, para que sea una realidad dentro de seis aos.
Por ltimo, se modifica tambin la actual relacin de cambio entre
las dos monedas, que pasa a ser de 180 liras por cada 100 francos.
Finalmente, es de gran inters el hecho de que el Tratado no
afecta slo a los territorios metropolitanos de Italia y de Francia,
sino, adems, a los tres departamentos franceses de Argelia. Este
hecho no slo responde a unas ciertas caractersticas econmicas de
dichos territorios norteafricanos, sino que, adems, pone de mani-
fiesto uno de los hechos a largo plazo ms importantes de nuestros
das : la creciente interdependencia entre Europa y frica. Y aqu
hemos de concluir, porque comentar ese fenmeno sobrepasara los
lmites de una pura crnica.
384
CRNICA CULTURAL
POR
58.-,
de no sabemos cuntos futuros libros que jams se podrn ni resear.
Y esto lo decimos al empezar nuestra labor, porque es sencilla-
mente imposible hoy el satisfacer las inquietudes de todos, ni sique-
ra acertar con temas por los cuales este o el otro grupo de lectores
puedan interesarse..
Cabe, sin embargo, una semisolucin, que han adoptado algunas
revistas extranjeras, y es hacer peridicamente encuestas a sus lec-
tores, pedir opiniones y tener siempre las puertas abiertas al dilogo
con los abonados.
Ofrecemos, pues, hoy una primera crnica con limitaciones de
extensin, que no responde exactamente al ttulo, ya que no va a ser
completa, prometiendo en nmeros siguientes ampliar hasta el m-
ximo nuestro panorama ofrecido.
Siguiendo un orden literal le corresponde a Alemania el primer
lugar, y a ella dedicaremos esta primera informacin. Una vez ten-
gamos ms al da a nuestros lectores, reduciremos la extensin de-
dicada a cada nacin, y con ello podremos ganar en amplitud.
PANORAMA
386
o todas las categoras y valoraciones del mundo cultural alemn de
los ltimos quince aos se han venido abajo, y esto no slo por la
derrota, sino por la contradiccin interna que en ellas haba.
Juntamente aqu estriba la perentoria necesidad de reconstruc-
cin fsica e institucional de la cultura por medio de sus organismos
tradicionales. Agrava la situacin el hecho de que hoy los alemanes
no tienen la suficiente autonoma por ser un pas ocupado, y ocupa-
do no por una sola nacin.
La reaccin general ante una catstrofe sin precedentes es la de
examen crtico y bsqueda de valores salvadores que permitan el em-
palme con la tradicin alemana. De momento una habilidad discre-
ta y una espera laboriosa. Ejemplar es la unanimidad en el deseo
de reconstruccin de instituciones culturales, presididas por la idea
de servicio a la verdad, sin influencias polticas.
SABERES SALVADORES
387
Citamos en favor d nuestra afirmacin el nombre de Jnger, qire
antes de 1939, antes de vestir el uniforme de oficial del Ejrcito, ha-
ba hecho la crtica ms profunda, no slo al nacionalsocialismo, sino
a toda una evolucin contempornea que estaba cristalizada, entre
otras manifestaciones, en el nacionalsocialismo. En sus ltimos li-
bros, especialmente en La Paz, nos habla Erust Jnger de la posibi-
lidad de un humanismo que restablezca el orden en el individuo y
en el concierto de naciones.
El nacionalsocialismo fu una de las muchas soluciones que parte
de los alemanes dieron o pretendieron dar a sus problemas. Las otras
posturas fueron silenciadas o ahogadas, y ahora en la Alemania ocu-
pada estn saliendo a luz. El fenmeno es interesantsimo. Los pen-
sadores catlicos, por ejemplo, postulan igualmente un humanismo
cristiano dentro de una tradicin alemana, y los nombres de Haec-
ker, Guardini, Becher y Prbilla demuestran cmo, frente a una apa-
sionada interpretacin dentro de la ms limpia conciencia alemana,
se busca y se cree en una solucin superadoia del nihilismo pasado
que no slo en Alemania dio sus frutos.
El profesor de la Universidad de Mainz, doctor Karl Schlechta,
lia dado en el curso pasado una conferencia sobre el nuevo humanis-
mo en Alemania, recogiendo las ideas fundamentales sobre la for-
macin del hombre en Jaeger, Walter F. Otto y Karl Reinhardt. Es
decir, de todos los sectores se alzan voces sealando la tarea de la re-
cuperacin de los saberes en lo que tienen de salvadores para el
hombre, y ste es el sentido de. una humanizacin del saber, de-
jando de lado la cuestin de que esta humanizacin puede tener mu-
chos sentidos.
Probablemente este aspecto de la cultura alemana de hoy sea el
ms interesante y el de ms trascendencia para el futuro.
388
tan tocada y desorientada por los ltimos acontecimientos. Intere-
santsimas polmicas estn entabladas sobre la orientacin de la en-
seanza, sobre si ha de ser con sentido poltico o no, y cul ha de
ser la misin del educador, teniendo en cuenta las presentes circuns-
tancias.
La enseanza de la Historia ocupa lugar preferente en las discu-
siones. Los informes americanos a este respecto acusan, a veces, un
excesivo entusiasmo, no siempre eficaz, por la democratizacin
de la mentalidad alemana, como llave para que el estudio de la his-
toria sea ms objetivo. Uno de estos informes, publicado en So-
cial Educaran, de enero del 49, adolece de falta de comjprensin
sobre el pasado alemn, pues muchos de los defectos del estudio de
la historia en las escuelas alemanas no se deben tanto a una influen-
cia tendenciosa como a la misma manera de ser concedida esta disci-
plina por la escuela historiogrfica germana. La insistencia en ba-
tallas y dinastas, tan caracterstica de los manuales alemanes, no
surge tan slo de la pura exacerbacin poltica. Grandes esperanzas
tienen Jos alemanes en sus escuelas, ya que ellas asentarn sobre nue-
vas bases constructivas la nueva vida que se est forjando entre tan-
to sacrificio.
La Universidad nos ofrece un panorama tan extenso que no pode-
mos abordarlo hoy en su totalidad. La labor de reconstruccin ha
sido tan gigantesca que hoy funcionan casi normalmente la mayor
parte de los organismo universitarios (nos referimos slo a la zona
occidental, pues de la sovitica carecemos casi de noticias). Un de-
talle significativo es el hecho de que en Kiel, ciudad muy castigada
por los bombardeos, con su Universidad deshecha, los cursos comen-
zaron con puntualidad en el otoo de 1945, para lo que tuvieron que
habilitarse cuatro buques fondeados en el puerto, pues no haba
mejor alojamiento. En estos barcos se dieron los primeros cursos, y
las mismas embarcaciones servan de residencia a. profesores y
alumnos.
Desde esa fecha hasta hoy la reconstruccin ha avanzado extraor.
dinariamente. Se han rehecho las tradicionales A. S. T. A., sociedad
estudiantil, y cada universidad cuenta con un peridico de estudiantes.
En esta labor de reconstruccin las autoridades ocupantes han pres-
tado enormes ayudas, y en buena parte a ellas se debe sus sorpren-
dentes progresos.
389
CONMEMORACIONES
* * *
390
Este libro evocador en extremo es tambin un testimonio de una
generacin alemana que ha visto dos guerras, y que, apartndose
con enorme esfuerzo de una realidad que le pesa, huyendo de lo ac-
cidental y fatal, vuelve los ojos a lo que de eterno tiene el mensaje
de los poetas y artistas alemanes.
TEATRO
391
11
Sin querer entrar nosotros en la polmica, slo heios de sealar
lo que significa el q u e se produzca. A d e m s , podemos, distinguir en
las opiniones y juicios emitidos bastante libertad, aprecindose en-
tre lneas muchas ideas y posturas que con el t i e m p o h a n de cuajar
en algo positivo y trascendente.
392
ASTERISCOS
EL SINARQUISMO Y EL F. P. MEJICANO
395
exigi con especial insistencia la consolidacin de la pequea pro-
piedad y la titulacin de las parcelas. El rgimen, si bien no lia cum-
plido totalmente este postulado, ha establecido el ttulo individual
de usufructo, y las leyes establecen ciertas protecciones contra la
desposesin violenta.
Clasificado entre los partidos de derecha por su sentido catlico,
el mpetu social del sinarquisnio exiga reformas fundamentales en
beneficio de campesinos y obreros, rechazaba el principio de la lu-
cha de clases como va de solucin y, sobre una amplia justicia so-
cial, buscaba la colaboracin de los productores.
Su sencilla mstica le dio grandes posibilidades de proselitismo,,
que Salvador Abscal, cuarto jefe nacional, supo desarrollar con su
indudable arrojo. En Mjico no era ejercitable el derecho de reunin
garantizado por las leyes, pero Abascal plant al sinarquisnio resuel-
tamente en las plazas y en las fiestas del cuarto centenario de la es-
paolsima ciudad de Valladoiid, hoy Morelia. En 1941 celebr la
primera gran concentracin, que exhibi el sinarquisnio como Una
indudable fuerza nacional. Numerosos sectores de la prensa norte-
americana y la comunista sealaron a Abascal como al Fhrer del
sinarquisnio y preparaban una intensa campaa en este sentido,
cuando, oh sorpresa!, se enteraron de que su autoridad no era vi-
talicia y de que era sustituido por Torres Bueno. Un rasgo esencial
del nazismo quedaba incumplido y la campaa cay por su base.
La vida interna sinarquista era una combinacin de autoridad y
jerarqua, por una parte, y de representacin popular, por la otra;
el jefe era elegido por un Consejo Nacional cada dos aos, pero las
jefaturas inferiores se integran jerrquicamente por designacin. La
enorme masa que ya es el sinarquisnio (ms de medio milln) hace
que las jerarquas trabajen a marchas forzadas y se enfrenten al
problema de los jefes, que est an por resolverse.
Semejante fuerza no poda dejar de ser poltica, y en 1946 el sinar-
quisnio destaca un brazo electoral : el partido Fuerza Popular, que
en junio de 1948 obtuvo su registro definitivo.
A pesar de la alineacin del Gobierno mejicano en las filas demo-
crticas, el hecho es que desde hace muchos aos un partido nico
oficial viene ejerciendo el monopolio poltico : la sigla P. R. I. (Par-
tido Revolucionario Institucional) es la actual denominacin de di-
cho partido. Fuerza Popular, con todos los contingentes sinarquis-
tas, ms el indudable arrastre que en muchos sectores de la opinin
pblica ejerca, haba venido adquiriendo la destreza necesaria, y
en las recientes elecciones de los Estados de Jalisco y Michoacn ha-
396
bia ganado veintinueve Ayuntamientos y tres diputados para el Con-
greso local de Jalisco. El partido oficial tema a la fuerza que repre-
sentaba el sinarquismo, se ha quitado la careta y ha cancelado el
permiso legal para que los sitiarquistas acten como grupo en las
elecciones. Mal se compagina con el membrete democrtico del Go-
bierno el que por simples opiniones histricas, acertadas o no, como
las vertidas por los sinarquistas ante la estatua de Jurez, se pre-
tenda liquidar una indiscutible fuerza poltica.
No se sabe hasta qu punto esta limitacin lastimar realmente
al sinarquismo; pero, por lo pronto, ha puesto fin a una comedia.
397
COLONIAL? HISPNICO? VIRREINAL?
398
Pizarro eran errneos. Un nuevo y verdadero Francisco Pizarro se
presenta ante nuestros ojos. Desaparece por completo la leyenda del
zafio porquerizo; Rail Porras demuestra que el conquistador, aun-
que no era ilustrado, haba sido educado en un ambiente de hidal-
gos, pasando casi toda su infancia en compaa de su abuelo. Cita la
curiosa anomala de que en el testamento de su padre no se ve ci-
tado a Francisco Pizarro, y, sin embargo, lo son otros hermanos,
quienes, al igual que el conquistador, eran hijos naturales. Sobre
esto tambin puntualiza que el padre no era Gonzalo Pizarro, el
Romano, como hasta ahora se vena creyendo, sino Gonzalo Piza-
rro, el Largo, quien jams estuvo en Italia y desarroll casi toda su
vida militar en las campaas de Navarra.
La figura del personaje duro, interesado y cruel cae tambin para
dar paso a una visin de un caudillo enrgico y decidido, pero capaz
asimismo de ternuras y de tono paternal con sus subordinados. Otros
muchos detalles y aspectos present el ilustre conferenciante, todos
ellos avalados por una minuciosa bsqueda por archivos espaoles
y americanos, mediante la cual ha conseguido reunir una comple-
tsima documentacin, que, unida a su gran capacidad discursiva y
de exposicin, le acreditan, sin duda alguna, como la primera 3uo-
rdad en la materia.
399
notiene una superficie superior a la de los Estados Unidos, aun-
que su poblacin es de 45 millones de habitantes, o sea un tercio
de la de Hispanoamrica.
Fcilmente se ve por estos datos la desproporcin entre superfi-
cie y poblacin en Hispanoamrica, pues mientras la primera repre-
senta el 15 por 100 de la superficie del mundo, la segunda es tan
slo el 6 por 100 de la poblacin mundial. Regiones tan dilatadas
como la Patagonia y el Amazonas poseen una densidad de dos ha-
bitantes por kilmetro cuadrado. Unos dos tercios de la poblacin
se dedican a actividades agropecuarias.
Amrica, en lo referente a productos alimenticios, es autrqui-
ca, pues slo el arroz (de los alimentos fundamentales) se importa
en cierta cantidad, exportndose, en cambio, las nueve dcimas par-
tes del caf y la tercera parte de azcar y cacao que se consume en
el mundo. Las exportaciones de las naciones hispanoamericanas,
excepto Bolivia, Chile, Per y Venezuela, dependen de los produc-
tos agrcolas, constituyendo cerca del 50 por 100 de la exportacin
total argentina. Del Brasil representa slo el caf casi el 50 por 100
de las exportaciones, y otro tanto sucede con Colombia, mientras
que en el Ecuador la mitad de las exportaciones dependen del ca-
cao, caf y arroz.
Los productos pecuarios representan dos tercios de carnes fres-
cas o congeladas del comercio mundial, el 30 por 100 de la produc-
cin mundial de cueros. A la cabeza de la exportacin de productos
pecuarios se encuentran la Argentina, el Brasil, Uruguay y Paraguay.
Slo el comercio de exportacin uruguayo tiene un 80 por 100 de
exportacin de dichos productos, que en la Argentina representan
el 45 por 100 y el 40 en Uruguay.
La minera hispanoamericana representa la tercera parte del es-
tao y de la plata del mundo, la cuarta parte del cobre y la sexta
del petrleo. En cambio, el carbn es en gran proporcin inaccesi-
ble o de mala calidad. Los mayores recursos de fuerza motriz corres-
ponden a Colombia, Per, Venezuela y Mjico. Donde los minerales
representan una mayor parte del comercio de exportacin es en Bo-
livia, donde representa el 90 por 100; en Chile, el 80; en Venezuela,
el 90; en Mjico, el 80, y en el Per, el 50.
2. El movimiento de industrializacin en Hispanoamrica,
Como consecuencia de la segunda guerra mundial, ha recibido un
gran impulso, yendo a la cabeza la Argentina, Brasil, Mjico y Chile.
En la Argentina la primera guerra mundial desarroll la indus-
tria fabril, y ya en 1940 produca el 85 por 100 de las telas de lana
400
consumidas en el pas. Ms de 350.000 personas se dedicaban a las
manufacturas.
Desde 1929 viene desarrollndose la industria brasilea, que sa-
tisface la totalidad de las necesidades nacionales y le permite expor-
tar algodn. Tambin lia conseguido, con gran esfuerzo, bastarse
casi en el consumo de cemento.
Mjico, a pesar de la falta de carbn, es una de las naciones ms
importantes de Hispanoamrica desde el punto de vista industrial.
Cubre el mercado nacional de telas de algodn, calzado y neumti-
cos, entre otras.
Este movimiento de industrializacin significa el deseo de trans-
formar la economa que vena de siglos atrs.
3. Inversiones de capitales en Hispanoamrica.Ha sido nece-
sario capital extranjero para poder explotar los inmensos recursos
bisp anoamericanos.
Las inversiones directas (inversiones en Empresas controladas
o influidas por personas o Sociedades domiciliadas en el extranje-
ro) representaban en los Estados Unidos en 1930 ms de 3.500 millo-
nes de dlares, teniendo la mitad de sus inversiones directas en His-
panoamrica.
En 1940 ascendieron a 2.800 millones. En 1945 tena las dos quin-
tas partes de todas sus inversiones extranjeras directas.
Inglaterra, en 1939, estimaba sus inversiones en 1.128 millones de
libras esterlinas, y a diferencia del capital norteamericano, lia cam-
biado poco desde 1913, pues en ese ao haba casi cinco millones de
dlares ingleses por 1.242 millones norteamericanos. En 1929 casi se
equilibraron ambos capitales en ms de 5.500 millones, cambio pro-
ducido despus de la guerra de 1918. Las inversiones inglesas se han
liquidado bastante durante la segunda guerra mundial.
Las participaciones de otras naciones europeas de cierta impor-
tancia antes de la primera guerra mundial son hoy muy secundarias.
Las inversiones de cartera (valores de renta fija y ttulos emitidos
o garantizados por Gobiernos) d ios Estados Unidos sumaban 1.610
millones en 1930, representando slo una quinta parte de sus inver-
siones. En 1940 disminuyeron a 993 millones, debido a la crisis mun-
dial. En 1945 las inversiones de cartera norteamericanas representa-
ban una tercera parte de sus inversiones. La proporcin entre inver-
siones directas y de cartera es aproximadamente de 3 a l . Tambin
las inversiones inglesas directas son mayores que las de cartera.
4. Distribucin por zonas econmicas de las inversiones exte-
riores en Hispanoamrica.Segn informes de Javier Mrquez en su
estudio publicado por el Banco de Mjico, con respecto a Inglaterra
401
podemos distinguir cuatro zonas : 1." Zona del Caribe (Mjico, Cuba
y Guatemala), a las que corresponda antes de la guerra el 25 por 100
del capital ingls invertido en Hispanoamrica. 2. a El Brasil llevaba
otro 23 por 100. 3. a La costa occidental, con menos del 10 por 100.
4." Y en la costa oriental, el 40 por 100. Slo la Argentina, Brasil y
Mjico representaban el 75 por 100. Antes de la segunda guerra mun-
dial, aunque la inversin total inglesa haba aumentado, las propor-
ciones siguieron constantes. La inversin en ferrocarriles era del 42
por 100.
Caso anlogo es el de las inversiones de los Estados Unidos. Antes
de la primera guerra mundial la regin del Caribe absorba el 36
por 100, para bajar al 66 por 100 en 1929. En cambio, la Argentina
aument hasta el 8 por 100. En 1940 Hispanoamrica representaba el
28 por 100 de la inversin exterior estadounidense. Sus inversiones en
cartera se desplazaban del Caribe hacia el Sur. Las principales inver-
siones eran por orden, transportes, petrleo, minera y fundicin, o
sea, que' las inversiones en servicios pblicos han sido menos domi-
nantes que las inglesas, y en cambio muy intensas en minera, con
preponderancia en la costa occidental.
Minera y fundicin, la mayor inversin se concentra en la zona
occidental; de las inversiones petrolferas, el Caribe va en cabeza, y
de las agrcolas, tambin, as como en lo que a servicios pblicos se
refiere.
5. Consecuencias de la guerra en el comercio, hispanoamericano.
En el ao anterior a la guerra, la exportacin total de Hispanoamri-
ca disminuy, a pesar del aumento de compras de los Estados Uni-
dos. Slo Chile aument sus exportaciones en un 2 por 100\ debido
al aumento de las compras norteamericanas de cobre y salitre.
La importacin total de Hispanoamrica aument en 1940, as
como la procedente de los Estados Unidos, que en 1940 suministraron
el 52 por 100 de la importacin total. Con motivo de la iniciacin del
programa de defensa norteamericano, las exportaciones hispanoame-
ricanas tuvieron una subida fuerte y constante, representando los
Estados Unidos ms de la mitad del comercio de exportacin hispa-
noamericano.
Al propio tiempo, al no disponer de sus frecuentes mercados de
compra, aument la participacin de ias Repblicas hispanoamerica-
nas en su propio comercio de exportacin, que elev al doble. En
cambio, al perder los mercados europeos en exportacin, sta baj
con relacin a Europa del 42 al 20 por 100 en su participacin.
En cambio, las importaciones hispanoamericanas consideradas en
total no sufrieron alteracin, compensando las prdidas de los envos
402
europeos con el aumento de importaciones de los Estados Unidos y
de las propias Repblicas hispanoamericanas. Durante la guerra, por
el esfuerzo blico industrial de los Estados Unidos, sus exportacio-
nes a los pases hispanoamericanos fueron disminuyendo, pero man-
tenindose siempre por encima del 50 por 100 de la importacin total.
Al propio tiempo que baj la participacin del Reino Unido y de los
dems pases, aumentaron su participacin en las importaciones pro-
cedentes de otros pases hispanoamericanos.
El signo de la balanza comercial de los pases hispanoamericanos
con respecto a los Estados Unidos fu desfavorable hasta 1946, ao en
el que empez a superar el valor total de las exportaciones de los pa-
ses hispanoamericanos a la importacin total procedente de los Esta-
dos Unidos.
403
nes lian puesto a la economa nacional sobre bases ms realistas. Los
dlares de los turistas norteamericanos contribuyen a restablecer el
equilibrio de la balanza de pagos.
En Panam la terminacin de los gastos de guerra de los Estados
Unidos en la zona del Canal ha sido un golpe muy fuerte para la
economa del pas. La inflacin, el desempleo y los bajos ingresos
fiscales determinan que el panorama de 1949 se presente sombro.
El Paraguay tiene, dentro de la zona del dlar, un buen mercado
para sus exportaciones principales; las importaciones normales del
pas son generalmente reducidas. La paz poltica asegura buenas
perspectivas para 1949.
Per, devala su moneda, el sol; pero el comercio exterior sigue
realizndose en condiciones de desequilibrio. Un nuevo Gobierno
militar, de tinte conservador, asume el Poder; el porvenir es incierto.
Uruguay dej caer el precio de su peso en dos ocasiones a lo largo
de 1948. Procura hacerse con dlares subiendo los precios de la lana.
La solucin definitiva de su problema cambiario depende de la evo-
lucin del mercado mundial de la lana.
Venezuela presenta condiciones inmejorables. JNo hay inflacin
ni desempleo; la libra de mantequilla cuesta 1,50 dlares, y un cuar-
to de leche 1,75. Las condiciones de la economa son virtualmente
las mismas que antes de la guerra.
LA ECONOMA EN EL PER
404
venciones monetarias, como muchos creen, o porque stas no fueron
aplicadas con la energa y sagacidad indispensables, como arguyen
otros, lo evidente e innegable es que el nuevo rgimen de gobierno
se enfrenta con el grave problema de un pas en estado de profunda
postracin econmica, proceso inflacionista en movimiento e ndices
decrecientes de produccin, y los dirigentes econmicos parecen pen-
sar que la solucin de tales problemas depende slo de la supresin
o del mantenimiento de las trabas oficiales, prescindiendo quiz de
otros factores de decisiva importancia.
Esta discrepancia de criterios se refleja en la encendida polmica
de los diarios El Comercio, partidario de la intervencin como ele-
mento indispensable en poca de trastornos, como la actual, y La
Prensa,, defensora entusistica de la supresin de todas las trabas,
como nico medio, a su juicio, de _que la vida econmica discurra
por sus cauces normales. La polmica se refleja en editoriales, co-
mentarios y colaboraciones de economistas, agricultores profesiona-
les y representantes comunes del hombre de la calle.
Entre tanto, la situacin de sem i paralizacin del comercio de im-
portacin contina y torna inevitable y muy ]3rxima la determina-
cin final de la Junta de Gobierno. Tal determinacin es objeto de
toda suerte de pronsticos.
De acuerdo con informes autorizados* obtenidos por la I. N. S.,
la Junta de Gobierno ya ha decidido el camino a seguir, y se halla
estudiando y preparando la respectiva legislacin. Tal decisin sera
una intermedia que no dara razn plena a ninguno de los bandos.
Al parecer, el Gobierno estima que la supresin de la intervencin
constituye un objetivo deseable, pero no cree que pueda pasarse
bruscamente del actual rgimen a uno de libertad de movimientos.
En consecuencia, procedera a aligerar dicha intervencin, eliminan-
do sobre todo los aspectos de la misna ms propicios a suscitar irre-
gularidades.
405
Se tiene el deseo de que la industria extractiva produzca amplios
beneficios para la nacin, y se confa que en el futuro constituya la
base del resurgimiento econmico.
Sin embargo, parece existir un afn de entorpecer el desenvol-
vimiento normal de dichas industrias, provocando el temor. Esta fal-
ta de garantas ha motivado la emigracin de Compaas y capitales
a otros pases, donde han encontrado una acogida ms entusistica.
Por ello el pas ha sufrido perjuicios de consideracin, al perder la
oportunidad de levantar nuevos centros de actividad y riqueza, per-
judicando, por consiguiente, a los ciudadanos y a la nacin.
Las industrias extractivas tienen dos perodos, que son el de ex-
ploracindurante el. cual las inversiones corren riesgo y no obtie-
nen beneficios, llegando incluso a perder capitales, por lo que no
pueden exigirse contribuciones cuantiosas, que contribuyen a ahuyen-
tar las inversiones e impiden su desarrollo, y el de la explotacin,
y para alcanzar justas contribuciones es necesario tener en cuenta su
alejamiento del mercado y la situacin de los transportes.
Al hacer estas consideraciones, el comercio de Quito propugna
la formacin de los planes precisos para el mejor aprovechamieiito
de la riqueza extractiva. Es preciso seguir el ritmo de la produccin
mundial y procurar mantener los yacimientos en explotacin y el des-
cubrimiento y desarrollo de otros nuevos. No se debe mirar este pro-
blema simplemente en su aspecto fiscal y a corto plazo, sino con visin
del futuro, ya que en estas fuentes de riqueza se cifra el resurgi-
miento de la economa ecuatoriana.
406
ros de Bonos Extranjeros, desde 1945 los pases hispanoamericanos
han reducido el total de sus atrasos en los pagos a los poseedores de
bonos en un 89,2 por 100. Es decir, al terminar la guerra, el total
de bonos en dlares sobre los cuales no se pagaba inters ascenda a
791.133.461. En la actualidad, ese total ha sido reducido a dlares
86.356.676.
Esta cantidad representa atrasos en los pagos de slo tres pases
Costa Rica, Ecuador y Per, que no han efectuado planes de
pago o han presentado proyectos no aceptables para lo$ tenedores
de bonos,
407
12
los seculares principios estratgicos de superficie, y en el terreno de
las comunicaciones los sistemas de tierra y mar. Volviendo a la efi-
ciencia del poder areo, diremos que sta depende principalmente
de la calidad y de la instruccin del personal; de la organizacin
industrial y de los progresos aerotcnicos; de la infraestructura te-
rritorial y de la actividad aeronutica civil y comercial. En este sen-
tido los argentinos pueden sentirse satisfechos, pues sus Escuelas de
armas, entre otras las escuelas de especialidades, la Escuela Superior
de Guerra Area y el Instituto de Derecho Aeronutico, nada tienen
que envidiar por sus programas y mtodos de enseanza a sus simi-
lares de las grandes potencias. En cuanto a la aerotcnica, bstenos
recordar que el Instituto de Crdoba encara en su anlisis y cons-
trucciones los problemas supersnicos y de reaccin.
En definitiva, el impulso le fu dado oportunamente a la aeronu-
tica, tanto en el campo tcnico como en el orgnico. La centraliza-
cin de sus mandos ha demostrado ser el sistema adecuado. Empero,
para que el movimiento siga su marcha ascendente, segn el espritu
gil y dinmico de la aviacin, les ser menester consolidar an ms
aquella organizacin, dando valor permanente a la estructura que
tiene ahora. La creacin de la Secretara del Aire fu, en realidad,
una medida de excepcin, impuesta por las reservas de la Consti-
tucin del 53. Pero, sin duda alguna, ese impedimento desaparecer
y dicho organismo ser elevado al rango de Ministerio. Con esto
se asignar a la aeronutica la representacin poltica, jurdica y par-
lamentaria que le corresponde en el Estado moderno, de acuerdo con
su importancia y su gravitacin dentro de todos los rdenes de la
actividad humana. La nueva Constitucin ha de contemplar, pues,
los vastos problemas de la edad de la aviacin.
Se est construyendo una Escuela de Tcnicos Aeronuticos en el
Brasil, en Sao Jos dos Campos, entre Ro y Sao Paulo.
Han sido contratados muchos cientficos norteamericanos para en-
sear en la nueva Escuela; entre los ms destacados figura el doctor
Richard H. Smith, jefe del Departamento de Ingeniera Aeronutica
del Instituto de Tecnologa de Massachusetts.
40
El Instituto fu fundado hace veinticinco aos. El padre Ramrez
es un sabio que ha dedicado toda su vida al estudio de la meteoro,
logia y a la geofsica, en especial la sismologa, y es considerado como
uno de los valores ms apreciables en este ramo de la ciencia. Hace
algunos aos, invitado especialmente por el Gobierno de los Estados
Unidos, se dedic en Saint-Louis a perfeccionar un aparato que fu
ms tarde adoptado por la Marina americana. Hay en los movimien-
tos terrestres (sismos) variaciones que determinan diversos fenme-
nos fsicos, desde los grandes terremotos hasta los tornados, inun-
daciones, etc. Estos movimientos internos deben ser estudiados y pre-
vistos por los centros dedicados especialmente a su atencin. La cien-
cia en general del estudio de esos fenmenos es la prospeccin geo-
fsica. Hasta hace algunos aos, con iin aparato llamado sismgrafo,
las estaciones de todo el mundo podan registrar los grandes movi-
mientos internos, comnmente llamados temblores.
Pero se descubrieron movimientos ms pequeos, si bien de gran
importancia para la previsin de los fenmenos que en algunas re-
giones del mundo terminan en catstrofe, como los tornados, fre-
cuentes en el sur de los Estados Unidos. El aparato inventado por el
doctor Ramrez, antioqueo nacido en Yolomb en 1904, registra
perfectamente estos movimientos y con ello facilita la determinacin
del centro de los tornados.
El Instituto de los Andes Colombianos es una de las estaciones sis-
molgicas y meteorolgicas ms completas. En comunicacin perma-
nente con las estaciones similares de todo el mundo, colabora con su
vigilancia permanente al descubrimiento del origen de las catstro-
fes de origen sismolgico y al adelanto de la estadstica completa de
los fenmenos geofsicos. Sus estaciones de observacin, moderna-
mente instaladas, lo capacitan para enviar a todo el mundo informes
eomrdetos y tilsimos sobre los fenmenos registrados.
En tenaz labor de veinticinco aos, el padre Ramrez ha logrado
completar una biblioteca de ms de dos mil tomos, a la cual acuden
los pocos cientficos que se interesan en Colombia por estas materias.
En su esfuerzo por completar los elementos de servicio del Instituto,
el director del mismo trajo de los Estados Unidos un moderno apa-
rato que simplifica los estudios, y que es el primero importado en el
pas. Consiste en una pantalla sobre la cual se proyectan fotografas
tomadas de libros que slo existen en bibliotecas famosas del mundo.
As, en la biblioteca del Instituto se tienen obras que sera imposible
adquirir.
Cuenta adems el Instituto con una completsima coleccin de
muestras de los minerales colombianos, perfectamente clasificado^,
409
Un estudio completo de la geologa de nuestro pas puede ser hecho
sobre la coleccin.
El padre Ramrez dedic su vida entera al estudio de la merito-
ria ciencia, en San Ignacio, en San Bartolom y en las Universidades
ms famosas del mundo : Boston College, U. de St. Louis y l Insti-
tuto de los Andes, uno de los centros de cultura y de ciencia ms
valiosos, aunque ignorado, de Colombia.
EL MATRIMONIO EN ESPAA
410
Estadstica a travs de su Boletn. Segn estos informes, y con-
siderada la poblacin absoluta espaola como n o superior a los 30
millones, en 1944 h u b o 187.693 m a t r i m o n i o s , 192.481 en 1945, 202.472
en 1946, 224.714 en 1947 y 213.540 en 1948. E l ao que registr ms
enlaces fu el de 1947 (224.714), y el que menos, 1938, o sea el se-
gundo ao de guerra civil. Si se construyesen edificaciones nuevas
p a r a desposadosdice A B C., cada cuatro aos se edificara una
ciudad como Madrid.
Las mujeres espaolas casan preferentemente a la edad de vein-
te a veinticuatro aos, y los h o m b r e s , de veinticinco a veintinueve;
es decir, u n a diferencia de cinco aos en la edad de ambos contra-
yentes.
Segn la geografa, la provincia ms casamentera de E s p a a es
la gallega Orense, con catorce matrimonios p o r cada m i l habitantes
en 1945. M a d r i d registra en igual ao y p r o p o r c i n , nueve enlaces, y
Cceres, tan slo cuatro.
Es i n d u d a b l e q u e los ndices de natalidad y m o r t a l i d a d suelen
ser reflejo de las condiciones vitales de u n pas. P e r o ante la fatali-
dad del m o r i r y del. nacer no caben actos volitivos. El m a t r i m o n i o ,
en c a m b i o , supone u n a concordancia de dos voluntades, unidas p a r a
el vivir. E l auge actual de matrimonios en E s p a a es u n a p r u e b a ,
j u n t o a la n a t a l i d a d , de la derrota del pnico del instinto en este
pas y de q u e , pese a todos ios pesares de la p r o p a g a n d a , en E s p a a
se vive con alegra del presente y con esperanza en lo p o r venir.
411
que difunde la verdad y busca el bienestar integral de las clases tra-
bajadoras. Se estudiaron tambin los problemas de la Juventud Obre-
ra Catlica, acordndose resoluciones para formar en todos los pa-
ses centros de educacin obrera para el apostolado.
Todas estas resoluciones y l gran entusiasmo con que se han
desarrollado las sesiones, hacen creer que la Accin Catlica ha abar-
cado con esta Asamblea un nuevo valor en la integracin inteligente
de sus esfuerzos para coordinar y desarrollar los organismos inter-
nacionales que ha establecido.
LA UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA
412
de libertad de crtica, dirigiendo adems la infatigable lucha de los
pueblos por conseguir la libertad y lograr justicia.
d) HUMANISMO Y TCNICA.Las Universidades centroamericanas
deben atender preferentemente a la formacin humana de todos los
elementos integrantes, procurando la mxima exaltacin de la per-
sonalidad y el ms amplio ejercicio de las funciones que contribu-
yen a su desenvolvimiento y perfeccin. Por consiguiente, toda tc-
nica debe estar al servicio de los ms altos intereses humanos y fun-
darse en el humanismo; pero a su vez debe propiciar los desenvolvi-
mientos ms progresivos de la tcnica como instrumento que perfec-
ciona la vida individual o colectiva.
e) CREACIN Y DIFUSIN DE CULTURA.Como una forma viva de
ideales y actividades, la Universidad debe ser creadora de cultura
en los mltiples aspectos de la labor vaorativa del hombre y difu-
sora de la cultura recibida, sumada a la riqueza de su propio esp-
ritu creador. Creacin y difusin de cultura que sirvan en funcin
social a la comunidad.
f) INVESTIGACIN.Los problemas de nuestros pases son tan
numerosos, agudos y desconocidos, que nuestras Universidades habrn
de justificarse, en razn directa de su contribucin, al claro plantea-
miento de los mismos, a su investigacin acuciosa y a su ayuda en
resolverlos. Por tanto, debe ser preocupacin esencial de las mismas
estimular y desarrollar el espritu inquisidor de sus estudiantes, pro-
fesores y graduados, a la par que concebir su docencia y dar los ele-
mentos encaminados a que, fundamentalmente, se haga investiga-
cin en el Alma Mater.
g) APROFESIONAL, COMO FIN; PROFESIONAL, COMO MEDIO.Des-
arraigar el sentido profesionista de nuestras Universidades ser uno
de los esfuerzos cardinales, afirmando que no se ponen al servicio
de fabricar profesionales, sino que, por el contrario, son stos los que
deben estar al servicio de las superioridades del Alma Mater. El ser
profesional a perseguir la profesionalidad como medio significa que
la Universidad quiere que sus estudiantes, profesores y graduados
deben profesar la ciencia y la cultura con dedicacin y empeo pro-
fundos, y lo aprofesional como fin significa que el Alma Mater no es
instrumento que se proponga como meta hacer profesionalistas, sino
hacer estudios que aumenten el caudal del saber del hombre para
mayor perfeccin de sus nietas humanas.
h) SERVICIOS A LA COMUNIDAD.La Universidad debe ser acti-
va, y de esta manera lo que en ella se ensee debe traducirse en fun-
ciones, servicios y prcticas a cargo de maestros, alumnos y gradua-
dos en general. Tales funciones, servicios y prcticas deben revertir
413
en beneficio de la comunidad, a fin de que la Universidad no sea
slo acumulacin de cultura y transmisin de saber, sino un sistema
de funciones que beneficien a la colectividad de que se nutre.
i) UNIVERSIDAD Y DEMOCRACIA.Ya que slo el ciudadano debi-
damente educado puede hacer una realidad de los conceptos demo-
crticos de la poca contempornea, las Universidades deben auspi-
ciar la educacin del pueblo como fundamento de la democracia.
j) ESPRITU CENTRO-AMERICANISTA.La unidad cultural poltica
y econmica del Istmo debe ser una de las metas esenciales de nues-
tras Universidades. Consecuentemente, deben preocuparse en todo
momento d e : 1. Conjugar todos sus recursos espirituales al servi-
cio de la reestructuracin de la gran familia centroamericana, por
los mtodos de pacifismo y de integracin evolutiva. 2. Llevar a los
pueblos centroamericanos el suficiente grado de cultura, con el fin
de que en ellos aparezca la conciencia que se necesita para el gran
paso histrico de la unidad centroamericana. Todo esto como gran
aspiracin solidaria al servicio de una Centroamrica unida por la
cultura y por la democracia. 3. Elevar el nivel moral, intelectual
y econmico de nuestros pueblos para rescatarlos de la, mediocridad
y de la ignorancia y para conseguir la libertad poltica y la justicia
social. Lo primero, por la abolicin de todo sistema de gobierno
que expolie o sojuzgue a dichos pueblos; y lo segundo, luchando con-
tra la miseria que los destruye y aniquila.
414
obligndose a concederla con aplicacin por ambos pases de las
leyes que en cada uno de ellos rigen la vida profesional de los naci-
nales. Ambos Gobiernos se comunicarn los respectivos programas
de enseanza y las asignaturas de cualquiera de sus planes podrn
ser incorporadas mutuamente. El Convenio estar eri vigor durante
diez aos, a partir de la fecha del canje de ratificaciones, y se pro-
rrogar automticamente si no media denuncia dentro de ese plazo.
El segundo Acuerdo firmado establece que los Gobiernos de Es-
paa y Filipinas se comprometen a fortalecer los lazos de fraterni-
dad espiritual que unen a las dos naciones, prestando mutuo apoyo
a las iniciativas de intercambio de libros y cualquier otro gnero de
publicacin, de pelculas de viajes de profesores, conferenciantes
y estudiantes, concediendo becas y subvenciones para estas finali-
dades.
UN COLEGIO MAYOR
415
a los menos como ensayo, una simultaneidad del viejo sistema con
otro basado en ms amplios criterios de seleccin. Tal vez as pue-
dan ser superados los resultados obtenidos hasta la fecha, sin des-
conocer la brillantez de muchos de ellos.
Otro punto de especial inters es el que se refiere al nmero de
colegiales becarios. Hay voluntad de mantenerlo, elevarlo si es posi-
ble (en el pasado curso casi el cincuenta por ciento de los colegiales,
y gracias a generosas aportaciones, reciban ayuda de este tipo) y
ampliar los beneficios a otras atenciones fundamentales que, a ms
de las elementales y mnimas, el universitario necesita.
A lo largo de la publicacin puede seguirse el quehacer corpo-
rativo y cotidiano del Colegio. No slo las actividades generales, sino
tambin aquellas otras canalizadas a travs de las distintas seccio-
nes : de Apostolado, de Cultura y Literatura, de Sociologa y Pol-
tica, de Trabajos Manuales, de Deportes y de Msica. Toda una gama
mltiple, en la que no se olvidan las publicaciones (el rgano pe-
ridico es Santa Cruz), que muestra ia pujante vida colegial. Con
una preocupacin hispnica que nos complacemos en destacar, pre-
sente en conferencias, conmemoraciones, visitas y contactos inter-
colegiales.
Cabe esperar de la comunicacin de los problemas, soluciones
y resultados el xito de los Colegios Mayores. Mostrndolos, el Co-
legio Mayor Universitario de Santa Cruz, de Valladolid, ha presta-
do un gran servicio.
LA EDUCACIN EN HISPANOAMRICA
416
i-in del magisterio, ialta de escuelas tcnicas, segunda enseanza
encaminada exclusivamente hacia la Universidad, enseanza libres-
ca, desvinculacin entre la escuela y la vida...
Esta panormica, que parecera pesimista, en realidad no es ms
que fruto del deseo de autosuperacin patente en Hispanoamrica,
el cual resalta evidente cuando a continuacin Agustn Nieto Caba-
llero analiza el constante incremento de la alfabetizacin, de las es-
cuelas rurales, tcnicas, etc.
El enorme esfuerzo desarrollado en todos estos campos que ata-
en a toda la vida nacional, es el mejor exponente de lo que la edu-
cacin representa, cuando es dirigida y encauzada por hombres ca-
paces y de amplitud de miras.
417
trado en lo que antes fu convento de Santa Catalina, que estaba
completamente en ruinas desde los terremotos de 1917. Tiene cua-
renta y cinco camas y est dotado de una moderna clnica, en la que
los nios reciben asistencia mdica.
418
Aparte de la obligatoriedad de pasar pelculas nuestras (creo
que de cada tres semanas de extranjeras una argentina), slo existe
la proteccin, desde hace seis meses, al productor que haya eviden-
ciado sus posibilidades de serlo a raz de dos pelculas. Esto es, ter-
minada su tercera pelcula tiene derecho, al presentar la primera co-
pia, a obtener un crdito del Banco Industrial, que puede alcanzar
hasta el 70 por 100 del coste.
Usted tambin es partidario de una colaboracin hispanoame-
ricana en la produccin de films?
Considero necesaria la aportacin de valores humanos espao-
les, porque la parte tcnica no es problema. Si Hollywood no hu-
biera acaparado los valores humanos de todo el mundo, su lnea no
hubiera sido ascendente, sino parablica.
419
BRJULA PARA LEER
RAMN ANTE EL ESPEJO
423
13
cin, y una de las ms curiosas. Esa experiencia comprende ya cer-
ca del medio siglo, pues su primer volumen, que tanto asust a su
ta la poetisa Carolina Coronado por lo revolucionario de sus ideas
literarias, se public en 1904, cuando el escritor tena slo catorce
aos. Desde entonces, Ramn ha producido una obra que alcanza ya
a los cien volmenes, sin contar con sus innumerables conferencias
literarias y sus miles de artculos. Obra tan ingente merece un estu-
dio serio que, hasta ahora, no ha sido emprendido por nadie, al me-
nos que nosotros sepamos. Habr que estudiar las influencias litera-
rias de Ramn y la relacin de su humorismo con otros humorismos
extranjeros, y lo que hay en l de tradicin y de renovacin, de arrai-
go y de vuelo.
Lo ms importante de esa experiencia literaria a que hemos alu-
dido est contado por Ramn con su pluma imaginativa y parpa-
deante. Est contado con franqueza y con gracia, y siempre sin ren-
cor. No hay libro que contenga ms dosis de generosidad para con
las cosas y para con los hombres, para con la vida, en fin. No quie-
re decir esto que Ramn d el visto bueno a todo, y se haya hecho
un conservador a ultranza. Ramn es, sobre todo, un poeta, un in-
ventor de mundos, y no transige con lo antipotico y lo cursi, con la
inclinacin al achatamiento de la existencia, a su estancamiento mor-
tal. Esto explica que Ramn, tan arraigado en las viejas cosas espa-
olas, haya podido interesarse por el surrealismo y por todos los
movimientos poticos de vanguardia, que siempre arrojan aire fres-
co en la vida literaria de aqu y de fuera. Cierto que s se nota en el
libro una intensificacin de su sentimiento conservadorpor ejem-
plo, sus afirmaciones patriticas y religiosas, pero ello no impide
que Ramn siga viendo la vida con ojos diariamente frescos y dispa-
rados a lo inverosmil y a lo potico, y que a veces su visin de la
vida sea anticonservadora, y siga alarmando a las viejas tas de todos
nosotros. Esta aparente contradiccin es muy humana y muy espa-
ola, y nadie sincero podr pedirle cuentas. Tanto ms cuanto que
Ramncomo lo demuestra cumplidamente en este libroes el es-
critor ms independiente que existe, y no se ha sometido jams a
banderas polticas ni terarias.
No hay que decir que, como todo libro de Ramn, Automoribun-
dia es obra rica en gregueras y en visin potica de la existencia.
La audacia y la juventud de la imagen y de la metfora sorprenden
al lector no habituado a la literatura inesperada de Ramn, qu
sabe sacar el ms sabroso jugo vital y potico a las cosas aparente-
mente ms anodinas.
J. L. C.
424
LA POESA DE GUILLEN
425
sa, han dado al lector nuevos medios para penetrar en su mundo,
prodigiosamente hermoso, contenido en dificultad, en severidad que
es elegancia, para impedir que cualquier zafiedad pueda camaradear
con lo segundo. Tanto para entender los exigentes ensayos de Ble-
cua y Galln, como la poesa de Jorge Guillen, el lector ha de estar
atento, en tensin; ha de tener capacidad de discurrir. No se olvi-
de que, acertadamente, Guilln llama a la poesa de Jorge Guillen
una poesa de la inteligencia; de la inteligencia y para la inteligen-
cia. Qu hay fuera de la inteligencia a ms de mecnica y fro?
En la poesa de Guillen, en la poesa de siempre, la alegra y la
justeza las dan el entender y ex-presar el orden, la significacin, el
conocimiento que hermana la aparente contradiccin de la armona
y razn del mundo. En este sentido, la poesa de Jorge Guillen po-
dra llamarse cientfica. En ella la verdad se hace helleza, o se llega
a la belleza por caminos verdaderos.. Y decimos cientfica, porque
no basta tener sensibilidad fisiolgica para sentirla, sino inteligencia,
sensibilidad mental. Es poesa, que, como toda decencia, no se en-
trega sin previa conquista, sin merecimiento.
Serenidad inteligente, seoro, exactitud. He aqu la clave de la
poesa de Jorge Guillen. El sentimiento al mando del hombreno
la sensibilidad, es peligroso : arrastra, embriaga, corrompe, como
un ritmo sin ideas. La inteligenciasiente el pensamiento, dijo quien
lo saba por corazn y cerebro-, ordena, clarifica, jerarquiza.
Cuntos seres hay en claro, inteligentes y sensibles? Esa no es pre-
gunta para el poeta, que no debe buscar el xito, y s la verdad. Gui-
llen, como todo lo superior, no es para todos, ni lo pretende. Y no
veis desprecio en su honestsima postura. Es el gran consuelo de
que todos salgamos del anonimato gregario a personalidad, a nos-
otros mismos; de que nos salvemos en distincin. Dios no llora ni
patetiza : comprende, ordena. La comprensin, el orden, es el gozo
del hombre. Y en esta lucha eterna estamos : dando la batalla a la
confusin, al caos, al sentimentalismo de almoneda, a lo frivolo o
zarrapastroso. El propio Guillen lo ha dicho bellsima y versima-
mente : la inteligencia es la felicidad. La poesa de Guillen nos
serena y aclara, nos supera liberndonos de lo accidental. Poesa
que dice y beneficia; no poesa que agita, revuelve y enloquece. Poe-
sa de la serenidad y la grandeza para hacer hombres, no para des-
hacerlos y falsificarlos.
Dice Gulln de la actitud de Guillen: Pasin por la claridad,
por el rigor; speros caminos hacia la belleza y la poesa; caminos
de lento andar, impuestos por una predisposicin, por un connatu-
ral desdn de la riqueza verbal ostentosa, de la superabundancia l-
426
rica, del aparato y del nfasis. Y Becua coincide en su estudio al
escribir: Amor de Guillen por lo claro, lo ordenado y lo matem-
tico. Lo turbio, lo nebuloso es inmediatamente rechazado. No en
balde se ha dicho que el hombre es racional. Y cuando dimite de la
razn, nacen los monstruos de Goya. El sueo de la razn cra mons-
truos; no la vigilia de la razn. Si el hombre, animal racional, se
apea de la razn, se queda en puro animal, se esclaviza al instin-
tola razn an no hecha luz de conciencia, se enfeuda al caos
y a las sombras, pierde el equilibrio. El simple hecho de vivir, el
complicado hecho de vivir consciente, es ya un prodigio, a ms de
un problema. Como observ el maestro Ortega y Gasset, todo en el
mundo es maravilloso para unas-pupilas bien abiertas. La felicidad,
el cntico de gracia, la fe de vida que deja constancia de haber sido,
de ser, de seguir siendo, consiste en dejarse vivir, no en hacerse im-
permeable, cerrado y ciego a la vida. Esta es la extraordinaria lec-
cin de sencillez, gracia y alegra de Cntico, poesa afirmadora, para
creer y esperar, a la medida de la dignidad humana.
Segn la metafsica de Jorge Guillen, todo est en funcin del
conocimiento. Y no hay vida histrica sin conocimiento; ni alegra,
ni belleza, ni orden. Por l entra al hombre la vida altruista, la que
no es yo; l le permite darse cuenta de su vida interior y de sus co-
nexiones con la vida total.
Nos duele la brevedad del espacio como los lmites del cuerpo y
del conocimiento- este muro nos secuestra el ms all! % Nos in-
teresa hacer esta declaracin porque el libro de Gulln y Blecua, al
igual que los versos de Jorge Guillen, est lleno de resonancias y su-
gestiones nruy vivas en nosotros, de respuestas a los problemas del
hombre. En alabanza justsima de Ricardo Gulln y Jos Manuel
Buecua, diremos que sta es la gran crtica con la que han soado
siempre los poetas. Crtica que fund cultura, amorno vale con-
fundir la crtica con las malas tripas, deca don Antonio Machado- -y
prosa de autntica categora.
RAMN DE GAKCIASOL.
Las guerras han trado siempre consigo una serie de trgicas con-
secuencias capaces de alcanzar hasta a aquellas personas que por su
estado y condicin ms alejadas debieron quedar en ellas y que, sin
embargo, fcilmente se convierten en victimas propiciatorias de su
427
universal desestre. Y dentro de. los innumerables dramas individua-
lizados en los que viene a descomponerse esa gran tragedia que pe-
ridicamente asla a la Humanidad, ninguno comparable al que
sirve de base a esta obra, justamente galardonada con el Premio In-
ternacional de Primera Novela 1947 (1).
Su autor, el joven escritor uruguayo Rodolfo L. Fonsec, que tan
recientemente estuvo entre nosotros, ha sabido traer a sus pginas
un tema atrevido, fuerte y desgarrado como pocos, pero extraordi-
nariamente humano y real y, sobre todo, revestido de una novedad,
al menos en la manera de estar concebido y enfocado, que lo con-
vierte en algo en cierto modo indito dentro del campo de la novela
de guerra o basada en sus consecuencias, siempre de carcter excep-
cional.
Se trata del drama ntimo de unas pobres misioneras evacuadas
de China, donde en los horrores de la guerra civil se han visto obli-
gadas a dejar la flor ms preciada de su alma, que ofrendaran un
da al Seor. Drama apurado'en el relato hasta sus ltim'as conse-
cuencias, que lo constituyen, por una parte, la reaccin de una de
las monjas, que le hace volver al mundo, donde acaba perdindose
al dejarse arrastrar por la vorgine del placer que entreviera con
aquello; y por otra, el fruto concebido por una de sus compaeras
de religin, que crea un terrible problema;, de consecuencias incal-
culables.
Basta la simple enunciacin del tema, hecha as a rasgos genera-
les, para comprender las dificultades que ofreca su desarrollo den-
tro del sentido novelstico que deba presidirlo y la tnica de espi-
ritualidad que por conviccin y sentimiento artstico quiso inspirar-
le su autor desde el primer momento. Porque a lo largo de todo el
libro haban de jugar reacciones psicolgicas muy complejas : con-
vulsin de unas almas que vivieron siempre encerradas en su Torre
de Marfil y pierden de un golpe la paz interior y la tranquilidad es-
piritual; desquiciamiento psquico de unos organismos sacudidos por
el horror de lo para ellos ms abominable; nuevos horizontes y sen-
saciones abiertos a unas vidas que creyeron renunciar a ello para
siempre; lucha y pugna terrible entre el nuevo sentimiento apasio-
nada y egosta de la maternidad, con el desprendimiento y abnega-
cin del servicio de Dios; enfrentamiento, en fin, del amor divino,
en su forma ms pura e ideal, con el amor humano, bastardeado en
una que cae en el sacrilegio, sublimado en otra por la renunciacin
heroica de los ms exquisitos y legtimos goces de la maternidad.
(1) RODOLFO L. FONSECA: Twris Ebrnea. Coleccin Los Escritores de
Ahora. Jos Janes, editor. Barcelona, 1948. 290 pginas.
428
Y en todo ello ha triunfado plenamente Fonseca en esta su pri-
mera novela completa, que ofrece caractersticas que exceden en
mucho a las comunes a toda produccin inicial de un autor novel.
Ante todo, el acierto de su arranque, con un planteamiento del pro-
blema que va a presidir toda la obra, en el que el hecho capital que
le sirve de base se escamotea hbilmente a la crudeza realista y des-
agradable desde el punto de vista esttico que forzosamente habra
tenido, hacindolo llegar al lector solamente a travs de las reaccio-
nes y el trastorno espiritual y psquico que ello ha producido en sus
pobres vctimas. Y luego, el ulterior desarrollo de dicho proceso
anmico y las consecuencias que se van derivando del desdichado
episodio y que constituyen el cuerpo central de la novela, est lle-
vado de mano maestra, habiendo sabido el autor imprimir en sus
personajes todo el realismo impresionante de su angustiada situacin,
el horror de la abominable escena que pervive en su recuerdo, por
ms que pretenden desecharlo; la duda opresora sobre el posible pe-
cado del hecho mismo, considerado as por ciertos repliegues de sus
delicadas conciencias; el tormento lacerante de sentir perdida para
siempre su tranquilidad espiritual, con la perspectiva de un porve-
nir incierto que les brinda la posibilidad de un retorno al mundo,
que ha de traerles nuevas sensaciones antes desconocidas; el temor
y al mismo tiempo el anhelo de la maternidad, que por ser en cier-
to modo sacrilega y antinatural, dada su condicin religiosa, provo-
ca en sus almas terrible lucha de sentimientos encontrados. Y todo
esto en un alarde de escarceo psicolgico lleno de finura y delica-
deza espiritual y presentado de modo que sean las propias protago-
nistas las que vayan desnudando sus almas ante el lector a travs de
unos dilogos llenos de expresividad y sugerencias.
Centrado ya el problema, empiezan a tocarse sus consecuencias,
y es entonces cuando la novela va adquiriendo vigor y se dibuja el
drama que ha de enfrentarse a sus personajes. Concedida autoriza-
cin por la Santa Sede para que, despus de un prolongado retiro
espiritual, le sean levantados los votos y pueda volver al mundo la
que as lo desee, slo una lo hace, que por reaccin de su tempera-
mento se entrega una vida de disipacin en la que, cuando crea
haber encontrado la falsa felicidad que puede proporcionarle el
mundo, tropieza con una muerte imprevista ocurrida en trgicas cir-
cunstancias. De las que se quedan, slo dos concibeu, volvindose
loca una de ellas por haberle nacido un hijo deforme y monstrtioso,
que muere a los pocos das; la otra tiene una nia, que es educada
por las monjas en la Casa-Convento en que han sido recluidas para
evitar el natural escndalo de tan anmalo acontecimiento, hasta
429
que, llegada a una edad en que hay que pensar en crearle una po-
sicin ante el mundo que le permita ser feliz, se le presenta a la
pobre madre el sacrificio abrumador de renunciar a ella, consintien-
do en que sea adoptada por una familia, que le hacen creer es la
suya verdadera. Heroico sacrificio de madre que constituye una mag-
nfica pintura del autor, por cuanto a l va unido el problema de la
dualidad de amores y de sentimientos de la desdichada monja, que
ya no es ni enteramente del mundo ni de Dios, y en cuya alma des-
hecha batallan sentimientos tan encontrados como el egosmo ma-
ternal y el desprendimiento divino, lo que la lleva al cielo y cun-
to la sujeta a la tierra por unos lazos carnales en cuya creacin no
ha tenido culpa alguna. Y sacrificio que se renovar poco despus*
acrisolado con el dolor de saber en peligro la felicidad de su hija,
traicionada por el hombre que debi hacerla feliz y que ha cado en
los brazos sacrilegos de la compaera de religin descarriada que
les abandon por no sentirse con fuerza para compartir su comn
desgracia... Con el intento de la monja para salvar la felicidad de
su hija, sobreviene el drama que arrancar una vida a la tierra y al
cielo, y tiene lugar el reconocimiento de la madre, y con l la nica
felicidad y consuelo gozados en este sentimiento humano y que vie-
ne a sellar los ltimos instantes de su vida.
Magnfica novela, pues, que rene todas las buenas cualidades
literarias de una obra de autor madura y consagrada, resultando por
su tema, de alcance verdaderamente universal, y por lo que supone
de autntico mensaje humano, propicia a la perennidad.
430
Fuego a bordo (1932), Plural belleza (1936), Romances americanos
(1937), Romancero del Alczar (1937), Olvido apasionado (1941),
Balada para una muchacha (1942), Del nuevo amor (1943), El ju-
glarcillo de la Virgen (1944) y La ciudad y los das (1948). Ultima-
m e n t e , y d u r a n t e su reciente estancia en M a d r i d , Souvirn publica-
b a u n nuevo libro (2), editado p o r la casi milagrosa Coleccin
Adonais.
La vida del poeta malagueo es p e c u l i a r m e n t e m a r i n a , viajera y
potica. P o r ella pasan las olas, los barcos y las culturas del Medi-
t e r r n e o , del Atlntico y del Pacfico: E s p a a , F r a n c i a , C h i l e . . .
Desde m u y joven forma en el grupo tan caracterstico de poetas ma-
lagueos, Jos Mara Espinosa, Emilio P r a d o s , Manuel Altolagui-
rre, artfices de u n a de las ms bellas revistas de poesa espaola :
Litoral. E n 1928, su segundo libro, Conjunto, se p u b l i c a b a en la
a d m i r a b l e I m p r e n t a Sur, anticipo de las m u c h a s maravillas tipogr-
fico-poticas con que Manuel Altolaguirre h a b r a de asombrar lue-
go a los biblifilos de veinte pases. Ms t a r d e , la m a r c h a a Chile
(1932), las idas y venidas a E s p a a , los viajes a F r a n c i a . . . los ver-
sos, los aos que t r a n s c u r r e n . Hoy en da Jos Mara Souvirn es di-
rector literario de la Editorial Zig-Zag, de Santiago, y catedrtico
de Literatura espaola en la Universidad Catlica de Chile. A su
produccin en verso hay que aadir u n a Antologa de poetas espa-
oles contemporneos y dos novelas, de gran xito en H i s p a n o a m -
rica : El viento en las ruinas y La luz no est lejos.
431
E s curioso i r c o m p r o b a n d o cmo la p r e o c u p a c i n ertica d e Jos
Mara Souvirn se va fundiendo suavemente con la presencia fsica
del m a r , con la presencia r e m e m o r a t i v a de esta formidable y distin-
ta criatura. Cierto que Seal de vida, en sus partes Las energas y
El poeta, es rica en otros aspectos poticos, pero forzosamente es
preciso n o p a r a r mientes en ellos. Desde que el ppeta nace a la con-
ciencia infantil, ya se enfrenta con el m a r , con el azul m e d i t e r r -
neo griego cortado p o r las siluetas de unos pinares latinos ( P r e l i m i n a r
de T . F . 12). Luego conocer otros mares y, j u n t o a ellos, otro a m o r ,
otras mujeres distintas de aquella adolescente con la q u e comparti
el paisaje clsico del mare nostrum desde lo alto de los cantiles
malagueos :
* * *
432
a mujer y el amor amistoso y varonil. (Por algo rl griego amor y
amistad se confunden.) Dos mares y dos amores marcan y distin-
guen las inquietudes vitales de Jos Mara Souvirn frente al mar,
frente a la mar, identificados en fin por la vida :
(S, V. 34.)
II
Amante mar, la mar, la mar amada
que te dejas tomar bajo el sol claro.
(S. V. 35.)
% i;! %
433
al fin, ya se ha dormido. Y son dos corazones que, unsonos, cantan.
El amor ha triunfado de la muerte con la poesa de Jos Mara
Souvirn.
ENRIQUE CASAMAYOR.
434
co de esa rivalidad, en el escenario hasta entonces encalmado de Al-
deaalta, pueblo marinero que nos hace pensar en un fondo del pin-
tor vasco Zubiaurre. Pero esa rivalidad no nos importa sino como
un mero pretexto para relacionar tipos y situaciones. No en vano
Zunzunegui es cuentista, y no extrae, por tanto, que en sus novelas
generalmente interesen ms los episodios que el conjunto. 'Por lo
que hace a La Ulcera, podran extraerse, verbi-gratia, el cuento de
Ramonchu el pedigeo; una novela corta desarrollada en torno al
invento del arpn elctrico para pescar ballenas; otra novela ms
breve, de distinto corte, por su aire sentimental : la seorita Lula,
su palacio y la necesidad del amor... Luego, viene la narracin, que
por s sola, sin necesidad de apoyarse en las anteriores, podra re-
cabar para s el ttulo de La Ulcera: cuando a don Lucas se le plan-
tea el problema de estar curado ya y de sentir el vaco absoluto en su
cascara de indiano : Cmo voy a estar ms sano si ella era mi
salud...? Slo con la fertilidad humorstica que cualifica el ingenio
de Zunzunegui puede tratarse tema tan difcil y aventurado. Pero
Zunzunegui hace buen humorismo, tanto en el cartn de la mscara
a que antes nos referamos-razn clsica de la caricaturacomo en
la carne viva de un curioso y fino psicologismo. Esta parte de La Ul-
cera propiamente dicha es la mejor de la novela, y en trance de fijar
el contraste, citemos las pginas referentes al Concurso del vestido
barato, de gracia ms trivialmente obtenida. El humorista es aqu
un simple escritor festivo. Otra observacin : el mejor humanizado
entre los tipos episdicos es Nico el pescador.
Es el lenguaje de Zunzunegui excelente instrumento de su humo-
rismo : intelectualista a la vez que desenfadado y popular. En La
Ulcera acredita de nuevo el autor su riqueza de vocabulario y su fa-
cilidad en el juego de imgenes. Zunzunegui gusta del neologismo,
y tiene chispeantes aciertos. Pero no hay patente violencia en la
manufactura de verbos como pavorealear?
M. F. A.
435
Sinarquismo: Contrarrevolucin p o r su p a r t e (1), escrito p o r u n
significado dirigente sinarquista, n o lleva, claro es, m i r a t a n ten-
denciosa, a u n q u e la suya n o sea voz oficial del m o v i m i e n t o , segn
informe de su autor, J u a n Ignacio Padilla.
Ms q u e historia, como dato histrico, el torbellino en q u e el
autor vive es p a r a todos u n a h e n d i d u r a de observacin q u e alean-
za a manifestar tres rasgos i m p o r t a n t e s de la vida sinarquista.
La autenticidad del movimiento poltico se evidencia ante las
masas q u e a g r u p a y ante su estilo e m i n e n t e m e n t e p o p u l a r en dis-
tincin radical de los q u e creen poseerla con el politiqueo atenes-
ta o de caf.
E l sinarquismoacpteselo o noes u n positivo h e c h o poltico.
La sencillez y firmeza de su posicin social, nacional y cristiana le
i m p r i m e n un i n d u d a b l e signo antagnico p a r a todas las fuerzas so-
lapadas o abiertas del anti-Mjico. Su clida accin m a r c h a velozmen-
te pisando riesgos, sacrificios y peligros, ofreciendo o p o r t u n i d a d de
manifestacin a m u c h a s pasiones buenas y malas inmersas en ese
torbellino del q u e i n d u d a b l e m e n t e participa su autor.
Quiere la o b r a ser histrica : el desenvolvimiento histrico
del sinarquismo. La tarea es difcil, p o r q u e c o m o dice el prota-
gonistaJuan Ignacio P a d i l l a est relatando hechos p o r l vividos
en d o n d e n o t i e n e cabida la' i m p a r c i a l i d a d y , p a r a c o l m o , al expo-
n e r los antecedentes del sinarquismo el autor enjuicia hechos his-
tricos q u e no admiten conllevancia.
E l movimiento cristero no p u e d e ofrecer como nico b a l a n c e l
h a b e r sido pgina heroica, explosin de fe y manifestacin d e in-
tensa espiritualidad : p a r t i d a r i o o no de los arreglos q u e le pusie-
ron fin, sin hacernos solidarios d e los desmanes n i de algunas nega-
tivas consecuencias, Mjico l e d e b e algo m s .
Calles desguarneci zonas cristeras (Jalisco, etc.) p a r a hacer fren-
te a la rebelin a q u e p o r aquel entonces se lanzaron dos de sus
principales generales en el n o r t e del p a s ; el movimiento se afian-
z en algn territorio m s ; al p r i n c i p i a r a ser u n p r o b l e m a militar
para el rgimen, ces el fuego. Desde entonces no h a n vuelto a sur-
gir los Calles, y sus leyes persecutorias distan muchos d e ostentar
la m s leve semejanza con la ley. Ellos ganaron l a l i b e r t a d d e facto
y contra j u r e de que actualmente se disfruta en Mjico. E l Si-
narquismo h a recogido la b a n d e r a religiosa q u e tremolara y, p o r me-
dios cvicos, la de transformacin m u n i c i p a l q u e fugazmente se inco.
La historia no se escribe sustancindola en p u r o subjetivismo,
436
tanto ms si el que la interpreta pretende llevar al lector por pro-
pios vericuetos anmicos, dejndole ignorante y dudoso de lo que
indudablemente debi conocer. Colocado en tal tesitura es difcil
situarse histricamente no como espectador, sino como protagonis-
ta, como s lo lograra Bernal Daz del Castillo. Juan Ignacio Padilla
organiza un valiente y activo grupo en los albores del sinarquismo,
cuya intencin se fustra por falta de coordinacin y rdenes supe-
riores. Luego viene a coincidir con el fundador del sinarquismo,
pero siempre reservndose un destacado papel en la ponderacin del
movimiento, salvando a Mjicosegn l mismo se dicede un gol-
pe de mano comunista.
En la presente obra a ningn personaje se dedica mayor nmero
de pginas que las que insertan la vida y milagros del propio autor.
Cosa fcil ciertamente, pero que, en definitiva, no hacen sino con-
vertir un abortado libro de historia en uno de memorias, pues es
ste y no otro su valor ante la historia del Sinarquismo mejicano.
ENRIQUE MORFIN.
(1) Politics, economics and men of modern Spain, 1808-1946. Trad. de Teener
Hall, Vctor GoIIanez Ltd., London, 1946, 720 pgs. + 1 mapa, 30 s, Segn The
American Economic Review, vol. XXXVIII, nm. 3, junio 1948, pg. 462, se ha
publicado por Crown Pubs., en New York, 1948, tambin con 720 pgs,
437
que, segn las noticias del autor, hayamos producido los espao-
les en los siglos xv, xvi y xvn ms obra interesante que Don, Quijote.
El Libro I, El fin de la Monarqua, absoluta, contiene multitud
de apreciaciones errneas : as la sinopsis de la Guerra Civil (1812-
1945), se basa en la alternativa existencia de trece subperodos, que
denomina revolucionarios y contrarrevolucionarios, fundamentndo-
se exclusivamente en si se expropian o no los bienes religiosos, unien-
do el auge de la agricultura a las situaciones reaccionarias, y el mer-
cantil e industrial a las progresivas. Adems . sostiene en este libro
cosas tan raras como la siguiente : Uno de los factores decisivosde
los pronunciamientosera la naturaleza teocrtica (sic) de la Igle-
sia (pg. 40).
El Libro II, La Restauracin, se centra ya en lo que constituye
el leit-motw de su obra : la salvacin de Espaa se encuentra en la
Reforma Agraria, tomada sta adems en el sentido de hacer una
redistribucin de la propiedad. Mezcla estoque ya es una inexac-
titudcon otras cuestiones, contenidas', por ejemplo, en la pgina
132, al estudiar quines eran los puntales del proteccionismo. Des-
arrolla asimismo una historia de las luchas polticas y de los par-
tidos proletariosdando una enorme importancia a Pablo Iglesias,
a travs de cuyos escritos se deduce que en realidad no fu ms que
un resentido y un anticlerical, sin valor intelectual alguno, siendo
de importancia sealar lo que afirma Ramos Oliveira de que el Par-
tido Socialista Espaol, al contrario que los otros de la II Interna-
cional, nunca se opuso' al bolchevismo ruso, llegando incluso a es-
tar a punto de ingresar en la Komintern, explicndose .as muchas
cosas; creemos no ha sido nunca suficientemente sealado este hecho.
Termina el libro con la cada de la Monarqua, sealando, den-
tro de la obsesin agrcola que preside la obra, que en casa de Ma-
raen un propietario agrcola, Rumanones, entregaba el poder a
otro, Alcal Zamora.
Por nuestra especializacin miramos con especial cuidado el Li-
bro III, titulado La Geografa econmica de Espaa. Aqu los erro-
res adquieren ya categora de garrafales, pues las otras afirmaciones
son de ndole cultural o social y de ms insegura valoracin, pero
en el terreno econmico las equivocaciones no tienen disculpa. Se-
guiremos el orden en que aparecen publicadas en el volumen.
En las pginas 211 a 215 afirma que el porvenir de Espaa est
en la industria, pues con el clculo ms optimista que conozco afir-
ma que nuestro pas tiene grandes cantidades de los siguientes pro-
ductos : plomo, plata, cobre, hierro, mercurio, piedras variadas,
toda clase de sustancias qumicas en mayor o menor cantidad, sales
438
minerales, carbn de hulla en fabulosas cantidades, lignito y en'er
ga hidroelctrica. Cualquier mediano conocedor de nuestra econo
ma sabe que somos deficitarios de plata, cobre, carbn de hulla y
gasolina, a cuya produccin pensaba dedicar nuestros lignitos.
Se refierecmo noal problema agrario, tratando de demos
trar en los apartados titulados La posesin de la tierra en Espaa j
El campesino sin tierras que la solucin se encuentra en una mera
distribucin de la propiedad, pese a que es cosa sabida que la base
de toda nuestra cuestin agraria es la baja productividad de nes*
tro territorio, sea por razones estructurales o inlraestructurales. De
todo ello saca partido para atacar con lenguaje francamente soez
vase, por ejemplo, la pgina 231a los grandes terratenientes,
y por extensin a toda la aristocracia espaola, lo que con el ms fa-
vorable de los juicios slo podemos decir que es poco serio en un
libro de tan pretendida altura cientfica. Algo ms adelante, pgina
240, llega al lmite del ridculo cuando dice que la causa de la Guerra
de Liberacin fu el que los terratenientes, los rentistas, no quse
ron pagar el impuesto sobre sus rentas.
Numerosos errores aparecen en esta parte cuando habla de nues-
tra economa industrial; as, al referirse a la industria pesada, no
ve ninguna crisis en cuanto al suministro de buenas calidades de mi-
neral de hierro, y al considerar la industrial textil pide, en la p-
gina 246, se base en el algodn nacional, que pretende produzcamos
en la cuanta necesaria para nuestro autoabastecimiento. Silencia,
adems, todas las ventajas que logr el actual rgimen en el terreno
econmico, deteniendo las cifras en los tiempos de la Repblica s
despus de 1939 alcanzan un mayor volumen. As ocurre, por ejem-
plo, con el carbn, del que se obtienen 12 millones de toneladas, re-
gistrando Ramos Oliveira siete solamente, conseguidas en 1933.
Concluye esta parte relativa a la Geografa econmica de Espaa
con unas referencias a ae nuestra economa se encuentra controla-
dapgina 254por los Bancos Urauijo, Bilbao, Vizcaya y Herre-
ro, y a la parte fundamental aue jugaron los truts internacionales
en la cada del rgimen republicano. Sin comentarios.
El Libro IV, titulado La ti Repblica, muestra un carcter an
ms sectario, pero de todas maneras, en el cam'lulo XITT. aue debe-
ra consistir en una exposicin de las maravillas conseguidas por la
Repblica, no habla ms aue de los chbiris y de ciertas vacilantes
medidas de poltica econmica aue no se llevaron a la prctica de
forma total. Los captulos XVIII a XXIV estn dedicados al Mov,
miento Nacional, justificando el asesinato de Calvo Sotelo en la p-
gina 547, recalcando el apoyo de Portugal, Italia y Alemania a Jas
439
14
tropas nacionales, y desvirtuando de tal m a n e r a los hechos q u e , al
no mostrar ms que xitos de las fuerzas rojas y fracasos de las na-
cionales, resulta m u y difcil explicarse la victoria de stas.
Un ltimo captulo, el X X V , lleva p o r ttulo El Estado Falan-
gista, y en l se vierten los ms m a n i d o s tpicos y las acusaciones
ms sin f u n d a m e n t o . T e r m i n a , y con l la o b r a , h a b l a n d o de la pr-
xima desaparicin del Caudilloescriba en 1946en l a rectora de
la nacin espaola. Si como autor de solvencia cientfica no alcanza
Ramos Oliveira la m e n o r a l t u r a , tampoco la consigue como profeta.
J U A N VELARDE F U E R T E S .
MISIN DE LA UNIVERSIDAD
440
bre cea neuronas y fibras, expone un materialismo ingenuo que Eu-
ropa ya repudi por infantil desde los tiempos del barn D'Holbach.
Una tercera parte, ya no introductoria, es cuando plantea con-
cretamente lo que la Universidad es y lo que debe ser. Reiterativa-
mente recalca que se refiere exclusivamente a la Universidad en
las democracias, pero esto mismo le hace caer en una confusin.
Y es que los defectos que seala a la educacin cubana (imposicin
de libros de texto, memorialismo, rutinarismo, etc.) los hace exten-
sivos a todas las democracias, olvidando, por ejemplo, la educacin
inglesa, diametralmtente opuesta.
Justifica tal defecto de las Universidades democrticas con que
rcel sufragio universal no ha tenido tiempo para rendir sus frutos
ptimos. Ante tal afirmacin slo cabe- decir que ya va para largo.
Las funciones que asigna a la Universidad son de difusin (terri-
ble ataque a los minoritarismos, sin pensar en que, esencialmente,
la Universidad es minoritaria), de orientacin (se repite la metfo-
ra del faro de los pueblos, tan usada en la Edad Media), de inter-
cambio (conocimiento internacional), de aplicacin (se. nos advier-
te que ha de ensear cosas prcticas) y, como primordial, la docente
(con lo que reconoce que, de hecho, se transforma en fbrica de
ttulos).
En la encrucijada actual, prosigue, la Universidad ha de ser quien
oriente al mundo. Esto lo dijo, entre otros, hace ya bastantes aos,
Heidegger, pero lo que el profesor Juan B. Kouri aade es que> ha
de ser la Universidad cubana, situada en el mediterrneo del mun-
do actual. Nadie mejor que el cubano para llevar a cabo tal em-
presa. Este optimismo tan fundamentado hace olvidar los lapsus
del ensayo, pues es una muestra eficiente de patriotismo pedaggico.
C. L. C.
441
de si la nacin espaola ha llegado a producir una autntica filoso-
fa. Para qu decir que las respuestas ofrecen la ms grande varie-
dad. Por eso, precisamente, para lograr adquirir ideas claras sobre
este asunto, conviene enterarnos de la actitud asumida acerca de l
por el gran polgrafo, y que el R. P . Joaqun Iriarte, S. J., recoge
en las pginas de la obra con cuyo ttulo encabezamos estas lneas (1).
No queremos decir con elloconviene advertirlo desde luego
que nos sintamos identificados con el ngulo de visin de don Marce-
lino, porque creemos honradamente que deja mucho que desear,
sino solamente que, en los numerosos textos suyos que el P . Iriarte
trae a colacin, se encontrarn interesantes sugerencias capaces de
ensanchar considerablemente los horizontes de nuestra propia visin.
Es natural, don Marcelino no fu en sentido estricto ni tampoco qui-
so ser, porque no era esa la misin aue el dedo de Dios le tena desti-
nado, lo que se llama un filsofo. Fu ante todo y sobre todo un
enamorado incorrmarable de las glorias de su patria, y como su ex-
cepcional sagacidad le haca ver aue en la raz de todas ellas estaba
latente un concento absolutamente nico de la vida humana, quiso
buscar su manifestacin explcita en el orden de la ciencia v lo en-
contr en la Teologa. Por eso los filsofos crue en la mayora de los
casos cita Menndez y Pelavo son, ante todo, telogos, y es esta
circunstancia la eme, a'nuestro iuicio, deba haber sido nuesta ms de
manifiesto por las consecuencias aue imnlica, consecuencias aue tam-
poco en nuestros das han sabido aauilatar ciertos espritus ligeros aue
creen haber descubierto un mundo nuevo cuando lanzan el infundio
de que en Espaa no existe tradicin filosfica. Ouien esto escribe lo
ha odo de primera mano el ao pasado en Santander.
Es que la explicacin superficial de un fenmeno cualquiera resul-
ta siempre de todas la ms fcil, y por lo mismo ha de ser la que casi
siempre cuente con mayor nmero de partidarios. Eso es lo que ha
acontecido en nuestro caso, con tanto mayor motivo cuanto que para
llegar a su interpretacin verdadera y esencial se reoueran y reoue-
ren dos cosas por lo menos : primero, cierto conocimiento de lo aue
es la teologa y de sus propiedades caractersticas, as como de las
relaciones que ha de guardar de suyo con las actividades de ndole
ontolgica; y luego, cierta visin de esas de conjunto, aue en nuestros
das y por obra y gracia de los extremos a que nos ha trado la espe-
cializacin exasperada, slo pueden conseguirse tras largos esfuerzos
que, generalmente, no se pueden ni se quieren realizar. Pues bien,
cuando se dice que Espaa no cuenta con un movimiento verdade-
442
raniente filosfico en el curso de su historia porque hasta mediados
del pasado siglo, por lo menos, no puede presentar un filsofo exclu-
sivamente . tal, se incurre en un vulgar sofisma, confundindose dos
cosas tan distintas como lo son entre s el sentido afirmativo y el sen-
tido exclusivo; o sea, para ir a nuestro caso, el filsofo puro con el
filsofo, as, a secas. De suerte que, sin reir con la verdad, no po-
dr negarse sino que en Espaa haya habido movimiento filosfico
exclusivamente tal, lo cual tampoco tiene por qu llamar demasiado
la atencin cuando se nos ofrece como caracterstica constante de la
gran Escolstica medieval. No hallaremos, en efecto, uno slo de los
escolsticos de la Edad- Media que ante todo y sobre todo no haya
sido telogo, comenzando, sin ir ms lejos, por el propio Santo Toms.
Lo que urga entonces y sigue rigiendo ahora es examinar con
atencin las causas esenciales de esa inevitable o casi inevitable con-
jugacin de la Teologa con la filosofa en el panorama intelectual
espaol, problema que Menndez y Pelayo deja totalmente de mano,
y que, ahora como entonces, requiere pronta solucin por el hecho
de que ella puede facilitar una comprensin ms exacta del acervo
espiritual hispnico, cerrando el camino a ciertas actitudes que tie-
nen ms de ligeras que de cientficas. Adems, es preciso insistir una
y otra vez en el hecho de que los grandes telogos espaoles son, en
su inmensa mayora, telogos escolsticos, y que, en su precisa con-
dicin de tales, no pueden ni podran jams haberlo sido de no
hallarse dotados de temperamento, aptitudes y cultura filosficos
verdaderamente excepcionales. Por lo cual resulta infantil a todas
luces incluso el regatear categora filosfica a los escolsticos espa-
oles so pretexto de que fueron telogos pero no filsofos. Quienes
piensan de este modo ignoran desde luego, adems de muchas otras
cosas, la subordinacin, extrnseca por cierto pero no por esto menos
efectiva, en que ha de mantenerse siempre la filosofa respecto de la
Teologa por el hecho de que en el razonamiento o silogismo teol-
gico la premisa menor es de razn natural, y luego, por la recu-
riencia misma por parte de la Teologa a procedimiento, como el
raciocinio, que son, en ltimo trmino, de tipo filosfico.
Una ltimia observacin encaminada al problema de la origina-
lidad en filosofa.
Lo ms importante en el campo de las ciencias en general viene
a ser, al fin de cuentas, no la originalidad, sino simplemente la ver-
dad. Con todo, cuando se trata de las ciencias fsicas, en las cuales,
por motivos que no es ahora del caso analizar, se ofrece amplio mar-
gen a la induccin, la originalidad puede adquirir importancia ex-
traordinaria por el hecho de que las investigaciones de este tipo se
443
asemejan fuertemente a la actividad potica o creadora. En carn*
bio, en el caso de la metafsica y de las actividades filosficas en ge-
neral, la accin del objeto sobre la propia labor cientfica se deja
sentir con intensidad mucho mayor, porque en este caso est ya ms
constituido, ms estructurado, donde proviene que deje menos cam-
po de eleccin a las iniciativas del sujeto. Sin embargo, queda to-
dava para ellas un lugar referente a la fuerza intensiva con que pue-
da explorarse el propio objeto, por lo cual podrn darse acerca de
l puntos de vista diferentes y variados, si bien no contrapuestos.
Por tal razn, habr siempre de resultar difcil aquilatar la origi-
nalidad de un telogo que, por su carcter de escolstico, haya de
ser adems un metafsico, como no se recurra a la coherencia o con-
secuencia intrnseca de sus elucubraciones. Y a propsito de don
Marcelino, diremos entonces que tanta originalidad puede haber en
prolongar en lnea recta a Santo Toms como en separarse de l, por-
que tambin en el primer caso se hace necesario el compenetrarse
con su espritu o, en otras palabras, el haberlo pensado por cuenta
propia. Por eso, la facilidad con que Menndez y Pelayo decide estas
cuestiones resulta un tanto ingenua y candorosa, tan propia, por lo
dems, de los pocos aos con que contaba en los das de la polmi-
ca como impropia para erigirla en norma segura de apreciaciones.
La locucin no separarse de Santo Toms resulta, pues, a todas luces
ambigua, porque puede aplicarse tanto a la mera repeticin como
a la efectiva prolongacin en lnea recta de las doctrinas del Doctor
Anglico.
Estamos seguros de que el P. Iriarte enfocar estos problemas
que aqu no hemos hecho ms que insinuar, en alguno de los tres
futuros volmenes de su obra sobre la Filosofa espaola.
TEOLOGA NATURAL
444
en la Universidad de Madrid y por su Tesis Doctrinal, publicada col
el ttulo El tema de Dios en la Filosofa existencia! (Madrid, 1945).
En 1946 obtuvo por oposicin la ctedra de Metafsica de la Univer-
sidad de Murcia, habiendo sido nombrado con anterioridad colabo-
rador del Instituto Lus Vives, del Consejo Superior de Investiga-
ciones Cientficas, en el cual dirigi un interesante Seminario sobre
el punto de partida de la Metafsica. En la actualidad est pro-
puesto para profesor extraordinario de la Universidad Pontificia de
Salamanca, y colabora en la Universidad Internacional de Santan-
der, en cuyos cursos de verano de 1948 dict una brillante serie de
conferencias sobre Antropologa filosfica.
Su actividad incesante procurando elevar y mejorar el ambiente
cultural y filosfico en Espaa se ha intensificado constantemente.
Una muestra son sus aportaciones y brillante actuacin en diversos
Congresos, Asambleas y Conversaciones, como en el Congreso Uni-
versitario de Friburgo, en 1945; en el Congreso de Pax Romana en
Salamanca, en 1946; en el Congreso Internacional de Filosofa en
Roma, en 1947; y en el de Barcelona, en 1948, en el que presidi
la Seccin de Metafsica. Est invitado a asistir al Congreso Inter-
nacional Argentino de Filosofa, en Mendoza, en el presente ao; y
es miembro del Comit Ejecutivo y preside la Seccin de Funda-
mentos filosficos y teolgicos de la Educacin en el prximo Con-
greso Internacional de Pedagoga, que se celebrar en Santander (Es-
paa) en el prximo mes de julio.
Asimismo est invitado a pronunciar una conferencia sobre Las
bases metafsicas de la educacin en el I Congreso Interiberoameri-
cano de Educacin, que se celebrar en el prximo mes de octubre
en Madrid.
Entre sus publicaciones, adems de la ya indicada, destacan sus
ensayos y artculos publicados en revistas nacionales y extranjeras,
como La va de acceso a la Metafsica, Giornale di Metafsica (Bres-
cia, 1948); El concepto balmesiano de Metafsica, Rev. de F. a , 27
(Madrid, 1948); El principio fundamental de la Metodologa,
Revista Espaola de Pedagoga (Madrid, 1947); la Posibilidad de
la Teodicea como ciencia, Rev. de .", 25 (Madrid, 1948); La per-
sona humana ante el Estado, segn Santo Toms, Arbor, 8 (Ma-
drid, 1945); Kierkegaard y el existencialismo, Cisneros, 11 (Ma-
drid, 1946); as como dos libros titulados El problema de la posi-
bilidad de la Metafsica (Murcia, 1946) y una Historia de la Fi-
losofa (Madrid, 1946).
Pero todos estos trabajos se han visto superados por su ltima
obra, que, con el ttulo de Teologa natural (Madrid, 1949), 570 p-
445
ginas, constituye una verdadera obra maestra por rel. rigor, la tcU
ca precisa, el dominio de la materia y el amplio conocimiento de las
modernas corrientes filosficas que demuestra.
En una reciente intervi a que fu sometido (Incunable, Sala-
manca, enero 1949), al ser preguntado acerca de cules son las di-
rectrices fundamentales de la filosofa espaola actual, seal las si-
guientes : 1), el raciovilalismo; 2), el existencialismo; 3), el escolas-
ticismo abierto a las corrientes vitalista y axiolgica de los comien-
zos de siglo; 4), el suarismo puro; 5), el suarismo en vivo contacto
con el existencialismo jaspersiano; 6), el franciscanismo; y 7), el
tomismo.
De entre estas siete corrientes, ngel Gonzlez Alvarez pertenece
a la que l mismo coloc la 7<% el tomismo, del cual la presente Teo-
loga natural es una brillante muestra.
Tras las Cuestiones proemiales estudia las dos clsicas partes
de la Teologa natural, La existencia de Dios y La esencia y los
atributos de Dios. En las Cuestiones proemiales plantea la polari-
zacin de la Teologa natural o Teodicea, buscando la raz ms pro-
funda de su definicin en el tomismo vivo del corte del Cardenal
Cayetano; el sentido de la posibilidad de la Teodicea y el mtodo
a emplear en la misma.
En la primera parte, La existencia de Dios, estudia, en primer
lugar, revisando y analizando las principales posturas histricas, la
necesidad, posibilidad y las bases noticas de la demostrabilidad de
Dios, aceptando la tesis tomista de la necesidad de la demostracin
metafsica a posteriori, fundamentada en el valor metafsico de la
causalidad eficiente, tras lo cual examina minuciosamente los argu-
mentos apriorsticos. A continuacin desarrolla el proceso histrico
de la elaboracin de las pruebas de la existencia de Dios hasta la sis-
tematizacin tomista, pasando seguidamente a efectuar una acertada
y fundamentada exposicin de los argumentos a posteriori centra-
dos en las cinco vas, complementadas por su proceso histrico has-
ta el presente.
La segunda parte, de La esencia y los atributos de Dios, cons-
tituye la continuacin de la argumentacin metafsica conducente al
conocimiento de Dios. El problema de la cognoscibilidad de Dios es
resuelto segn la naturaleza de las facultades cognoscitivas humanas,
lo cual permite al autor plantear cul ser el constitutivo formal de
Dios, tema al que da solucin sealando como tal el ipsum esse sub-
sistens.
Seguidamente pasa a estudiar los atributos de Dios, tanto entita-
tivos como operativos. Entre los primeros, la simplicidad, la perfec-
446
cin y la bondad, la infinitud, inmensidad y omnipresencia, la in-
mutabilidad y eternidad, la unicidad y la trascendencia de Dios. Y
entre los operativos, el entender divino, el querer divino y el poder
divino.
De esta obra, cuyas tesis y desarrollo en concreto no puedo, ana-
lizar por la gran amplitud de la materia, es de destacar el criterio
amplio con que, desde una postura filosfica determinada, se exa-
mina y centra toda la filosofa, teniendo siempre en cuenta los hitos
histricos fundamentales y las corrientes palpitantes hoy da.
El tomismo espaol ha recibido realmente un vigoroso renuevo,
por el cual es imprescindible hoy da el tomarlo en cuenta, ya que
se presenta precisamente en esta obra, con lo que el mismo Santo
Toms realiz como innovador filosfico, comprensin filosfica del
momento presente. Esta tarea es de esperar tambin la ultime ngel
Gonzlez Alvarez en su futura Antropologa, a cuya realizacin est
dedicado, y cuyas lneas generales ya desarroll en su curso de la
Universidad Internacional de Santander en 1948.
447
P a n a m e r i c a n o de P r e n s a , celebrado en La H a b a n a , y la resolucin
que sobre la libertad de informacin a p r o b la Organizacin de las
Naciones Unidas.
Captulos importantes son los q u e se refieren a la l i b e r t a d d e ex-
presin, tica periodstica, reglamentacin de la profesin, misin de
la P r e n s a , etc. Muchos captulos son artculos y estudios publicados
en Mjico y otros pases de Amrica y E u r o p a .
J. L. C. P .
(1) La primera Gramtica Quinchua, escrita por FR. DOMINGO DE SANTO TO-
MS, O. P. Publicada en Valladolid en 1560. Introduccin de Fr. Jos Mara
Vargas, O. P. Instituto Histrico Dominicano. Quito (Ecuador), 1947. 160 pgs.
448
t : el idioma nativo de los naturales, para cuyo aprendizaje no exis-
ta el menor instrumjento idneo y anlogo a los de las lenguas de
los otros pases.
Leyendo esta Gramtica Quichua de Fr. Domingo de Santo
Toms, y en especial la magnfica y documentada introduccin que
le ha puesto Fr. Jos M. a Vargas, se comprende perfectamente lo
que venimos diciendo y se da uno cuenta de la trascendencia pol-
tica, colonizadora y religiosa que tuvo, convirtindose en un instru-
mento de trabajo indispensable para gobernantes y predicadores mi-
sioneros, fundamentalmente estos ltimos, ms en contacto ntimo
con los naturales, a cuya comprensin tenan que llevar las verda-
des del Evangelio, razn ltima y definitiva de la conquista.
Gramtica o Arte de la lengua general de los indios de los Reynos
del Per, reza el ttulo original de la obra conservada en nuestra
Biblioteca Nacional de Madrid, de donde se ha reproducido la pre-
sente edicin ecuatoriana con toda fidelidad, incluso respetando su
ortografa, salvo en lo referente a la contraccin de slabas, para
lo que no est capacitada la tipografa moderna. Y en cuanto a la
intencin de su autor al escribira, obedeci a un doble mvil de
inspiracin, que aparecen magistralmente expuestos en la dedicato-
ria del libro al rey Felipe I I :
Considerando... que en quinze aos continuos que estuve en los
grandes Reynos del Per, ava alcanzado la noticia de la lengua ge-
neral dellos : y que sera digno de reprehensin con el mal siervo :
que l talento que rescibi de su Seor, lo haba tenido escondido...
Luego comenc a tratar de reducir aquella lengua a Arte, para que
no solamente yo pudiese en ella aprovechar, en aquella nueva igle-
sia, enseando y predicando el Evangelio a los Indios, pero otros
muchos, que por la dificultad de aprenderla, no emprendan tan
apostlica obra : vindola ya en arte : y que fcilmente se poda sa-
ber, se animasen a ello, y con facilidad la aprendiesen, como se co-
menz a hazer... Mi intento pues principal S. M. ofresceros este
Artezillo ha sido, para que por el veays muy clara y manifiestamen-
te, cuan falso es lo que muchos os han querido persuadir, ser los
naturales de los reynos del Per brbaros, e indignos de ser trata-
dos con la suavidad y libertad que los dems vassallos vuestros lo
son. Lo cual claramente conoscer V. M. ser falso si viere por este
Arte, la gran polica que esta lengua tiene, la abundancia de voca-
blos, la conveniencia que tienen con las cosas que significan. Las
maneras diversas y curiosas de hablar. El suave y buen sonido al
oydo de la pronunciacin della, la facilidad para escrivirse con nues-
tros caracteres y Letras. Qun fcil y dulce sea a la pronunciacin
449
de nuestra lengua, el estar ordenada y adornada con propiedad de
declinacin, y dems propiedades del nombre, modos, tiempos y
personas del verbo. Y brevemente en muchas cosas y maneras de
hablar, tan conforme a la latina y espaola : y en el arte y artificio
deila, que no paresce sino .que fu un pronstico, que Espaoles la
havan de poseer...
Esta obra de Fr. Domingo de Santo Toms fu el texto que se
utiliz en la enseanza y aprendizaje del Quichuanombre dado des
de entonces a lo que anteriormente se haba llamado Lengua del
Incadurante la segunda mitad del siglo xvi, y aunque desde prin-
cipios del XVII se generaliz el uso de la del P . Holgun, en la prc-
tica sigui perdurando el aspecto de apostolado con que comjpuso
la suya Fr. Domingo de Santo Toms, pues, como observa certera-
mente el P. Vargas, en la introduccin antes citada, antes que pre-
dicadores elegantes los indios necesitaban la sencillez evanglica ex-
puesta al alcance corto de su capacidad.
450
Alguna vez hemos insistido en la utilidad de publicaciones del
t i p o d e la q u e comentamos en orden a u n a total puesta a p u n t o bi-
bliogrfica.
J U A N SNCHEZ M O N T E S .
451
ruego que, armados con esta ganza, leis ahora su Vida secreta con
todo detenimiento. Es posible que se os baga transparente como a
m un problema que de buenas a primeras pudo semejaros oscuro.
Me refiero a su vida sexual. Tened la seguridad de que el secre-
to ms secreto de la vida de Dal lo tiene guardado Gala, y lo tiene
precisamente entre sus recuerdos de ertica no .consumada.
Dios sabe hasta qu punto sta fu la palanca que le permiti
gobernar a Dal en todo momento y como nadie. Ella, y slo ella,
lleg a saberlo. El caso es que Dal se nos presenta constantemente
como disfrazado de un sexual que no alcanza a complacerse ni a
complacer a sus amantes.
Y acaso dije demasiado.
Esto requiere un estudio biolgico profundo que no desdeamos
realizar en otra ocasin. Pgs. 15-16.
Si en algo discrepamos del autor es precisamente en este punto.
En este deseo de buscar una explicacin, de encontrar una clave
que nos revele todo el secreto de Dal por.el camino del psicoanli-
sis. Muy bien que se sirva de este procedimiento como ayuda para
aclararle ciertos aspectos. Pero centrar todo el problema en torno a
estos complicadsimos complejos es como buscar tres pies al gato.
Porque el autor olvida ciertos aspectos del ambiente en que se mo-
vi Dal, que pueden aclarar muchas cosas. Concretamente: el pai-
saje de Cadaqus y de Port Ligat. Ni en uno solo de los cuadros pin-
tados por Dal deja de aparecer una alusin a la inmensidad geol-
gica del Cabo de Creus, a esta agua de mar que queda entre las rocas
de Port Lligatdespus de un temporal--y que va pudrindose len-
tamente y, sobre todo, el impresionante paisaje de Cadaqus. Todo
esto gravita y pesa en todas sus telas como una pesadilla. Y, preci-
samente, en un estudio psicolgico de Dal no puede olvidarse. El
paisaje citado es una de las claves de la vida de Dal.
Por otra parte, no creemos necesario que haya de llegarse a los
extrembs que llega el doctor Oriol Anguera para comprender a Dal.
Se le da demasiada importancia al hombre. No nos cansaremos de
repetirlo. Dal es mucho ms sencillo, ms claro. Como muy bien ha
visto el autor, en l hay una cantidad de farsa extraordinaria. Todo
este gran teatro daliniano est servido por una inteligencia clarsima
porque, de lo contrario, sera imposible aguantar tal fachada. Dal
es un hombre inteligentsimo, un gran socarrn, perfectamente sano.
Seguramente que si en l hubieran tantos complejos como se apun-
tan en el libro, no se habra comportado como lo ha hecho. En su
vida todo es tan exacto, tan calculado, se va desarrollando con una
regularidad tan matemtica, que hay que pensar que Dal es un
452
actor de primer orden. Hombre que se traz un camino, que lo lia
seguido con tenacidad adornndolo de toda clase de recursos.
El doctor Oriol Anguera dice ms adelante, insistiendo en el se-
creto : Y ahora resulta que, como Gala ba descubierto su ntimo se-
creto, ha sido l (Dal) el que ha perecido. Dal ha muerto. No le
queda ms que una solucin : renacer, renacer con Gala. Pero pues-
to que ella tiene el secreto, ya no es un secreto. 0 , en todo caso, son
dos almas que viven amparadas bajo techo de un mjismo secreto.
Mejor dira son dos almas que viven conjuntamente y a perennidad
por obra y gracia de un secreto... hecho comunin.
Para el bilogoy tal vez ya todos lo adivinises n secreto
a voces. Urge que ahora desenmascaremos al autor : el verdadero se-
creto, Dal no tuvo valor para confesarlo pese a que'por todo el li-
bro asoma una impdica confesin... aparente. A veces, cocham-
broso. Siempre insano. Recursos freudianos puestos al servicio de
su disfraz.
Pero, digmoslo de una vez, con una superlativa malicia se guar-
da siempre para s el secreto autntico, el secret de Dal. O, mejor
dicho, de este cuerpo teralolgico que podra llamarse de ahora en
adelante : DALIGALA.
De lo que estamos m/uy seguros es de si sera ms adecuado de
nominar GALADALI a este paradigna de sexualidad enfermiza y no
consumada.
Lo veremos mejor otro da. Queremos, a su debido tiempo, res-
ponsabilizarnos ante el caso Dal, pero queremos hacerlo con ple-
nitud de argumentos. Hoy no podramos esgrimir, todava, los. triun-
fos necesarios para.ganar la partida. Pg. 27.
Esperaremos con inters este estudio que nos promete el autor.
Entonces, cuando esgrima los triunfos, quiz nos convenza de cul
sea el secreto de Dal. Hasta hoy no lo ha hecho. Ante este secreto
discrepamos absolutamente del doctor Oriol Anguera. Estamjos en
una posicin del todo opuesta a la de tan ilustre doctor, aunque apre-
ciemos en todo su valer su ingeniosa opinin. Se ha comentado slo
un punto y nos liemos extendido ms de lo necesario. Y as segui-
ramos, ya que los captulosAcerca del surrealismo y Acerca de la
pintura surrealistaestn en la misma lnea combativa y sugerente.
Libro lleno de intuiciones maravillosas, de sugerencias, dar mucho
que hablar y suscitar muchas polmicas. Su carcter audaz y com-
bativo se presta a ello.
El libro est magnficamente editado. La gran cantidad de repro-
ducciones dan una clara idea de la obra de Dal. Debemos agradecer
453
al doctor Oriol An gera el acierto que ha tenido al incluir las re-
producciones de las primeras obras del artista, dispersas en colec-
ciones particulares y muy difciles de hallar.
JUAN G I C H .
DCIMAS MEJICANAS
Podemos estar seguros que toda obra del profesor Vicente T. Men-
doza es una aportacin valiosa a la cultura literaria y musical de
Mjico. Su nombre es garanta de probidad investigadora y clara
exposicin de los textos compilados. De todos los investigadores de
la cultura popular espaola de Mjico ninguno ha dedicado tanto
empeo y fervor a su tarea como Vicente T. Mendoza. Su labor como
catedrtico en el Conservatorio Nacional, su trabajo constante en
el Instituto de Investigaciones Estticas de la Universidad Nacional
son prueba de ello. A l tambin se debe la fundacin y manteni-
miento de la Sociedad Folklrica de Mjico, cuyos Anuarios forman
una magnfica coleccin del folklore nacional e hispanoamericano.
Su obra sobre El romanee espaol y el corrido mexicano, publicada
en 1939, es ya una obra clsica entre las que estudian la tradicin
espaola en Amrica.
Con muy buen acierto el Instituto Nacional de la Tradicin, de
Buenos Aires, dirigido por aquel otro incansable investigador Juan
Alfonso Carrizo, inicia con La dcima en Mxico, de Vicente T. Men-
doza (1). una nueva serio de publicaciones dedicada especialmente a
investigaciones hispanoamericanas.
En la Introduccin el profesor Mendoza nos relata cmo fu n-
teresndose en las dcimas, glosas, valonas v trovos mejicanos, que
menudo aparecen entremezcladas ntimamente en la produccin
tradicional; cmo fu dstinsuiendo v clasificando el material que
colectaba, v cmo, comparndolo con textos anlogos de otros pases,
lleep la conclusin de que la dcima cantada no se circunscriba
a Mjico, sino a otros pases de Amrica. Finalmente, agradece a
numerosos 7) articula res e instituciones la facilidad que le brindaron
para llevar a cabo su investigacin.
Tras de estudiar en el captulo primero Los orsenes de la cultu-
ra espaola en Miico, donde destoca la labor civilizadora de las
rdenes religiosas, franciscanos, agustinos, dominicos v jesutas, exa-
mina da poesa conventual de Cayetano de Torres (Poesas y otros
454
asuntos espirituales, ms.- abundante en dcimas), la literatura uni-
versitaria (corrijo la fecha, probablemente errata, que se da como
fecha de publicacin del Tmulo imperial, de Francisso Cervantes
de Salazar, por la exacta, 1560), concursos literarios, dcimas reco-
gidas por el Santo Oficio, pliegos sueltos impresos, etc. Explica so-
meramente su origen, popularidad, ttulos, autores, imprentas e im-
presores.
El captulo segundo promete el Anlisis literario de la dcima.
Mas slo se detiene Mendoza en el anlisis mtrico y de la rima.
Versificacin octosilbica (con una que otra irregularidad prove-
niente de la acentuacin prosdica defectuosa del pueblo iletrado) y
una riqusima gama de rimas, consonantes, asonantes y versos libres.
Con ejemplos tpicos, diagramas e ndices de frecuencia, Mendoza
nos demuestra la popularidad de ciertos tipos de combinacin de
rimas en la dcima mejicana. La clsica dcima del maestro Espinel
es la ms arraigada en la versificacin tradicional de la 'dcima en
Mjico; pero no faltan curiosas y variadas frmulas de rima que la
versificacin mejicana ha inventado para s, nunca usadas en Espa-
a. Y por lo que toca a la rtmica del verso octosilbico de la d-
cimadice Mendoza, las acentuaciones ms frecuentes son aque-
llas que seala Daniel Castaeda en su estudio del corrido. (Cf. El
corrido mexicano. Su tcnica literaria y m,usical. Mxico. Editorial
Surco, 1943, passim.) En la clasificacin estructural de las composi-
ciones observa Mendoza que de todas las combinaciones y transfor-
maciones de las dcimas, glosas o valonas, letrillas y cundos, do-
bles o triples, la ms popular es la glosa o valona de cuatro dcimas
y las dcimas con finida (despedida caracterstica de las dcimas),
fcilmente identificable por comenzar as : En fin, hermosa paloma /
ya me voy a retirar. La falta de un examen de los rasgos estilsti-
cos pz-edominantes, que hubiera completado eficazmente el Anlisis
literario, enunciado de este captulo, no invalida las minuciosas ob-
servaciones que sealarnos, antes bien, abre un inmenso campo para
investigaciones futuras.
El Anlisis de la documentacin, captulo tercero, propone la
clasificacin en que se basa la distribucin de los textos, cuidadosa-
mente anotados, del resto del volumen, con la consiguiente indica-
cin de fuentes y preferencias. Se trata de una clasificacin temtica
rigurosa, pero no por ello a salvo de las deficiencias inherentes a
toda clasificacin. Un Motif-Index de los textos, previamente nume-
rados y ordenados cronolgicamente, quiz hubiera sido ms prove-
choso. Las Dcimas literarias, primer apartado de la clasificacin, in-
tuyen desde la dcima de fray Miguel de Guevara y las cuatro que
455
lo
dedic a dicho religioso fray Bernardo, de Alarcn (fls. 7 v. y 6 d.
y v., s. n., respectivamente, eh el ms. original), hasta las dcimas
de pliegos sueltos sin autor conocido y las recogidas de la tradicin
oral; dcimas de adivinanza como de hojas petitorias y de progra-
mas de teatro y circo. En cambio, la nica de sor Juana que apare-
ce en el volumen (y sor Juana escribi un sinnmero de ellas, sen-
cillas y glosadas) aparece con las histricas y polticas. Las Dcimas
religiosas ofrecen mayor unidad que las literarias; sin embargo, ah
debi aparecer la de fray Miguel de Guevara 'antes mencionada. En
este segundo grupo el tema religioso de la composiciones, fcilmen-
te discernible, super cualquiera duda que sugiriera el anonimato,
la fecha o la impresin. Lo mismo puede decirse de los dems apar-
tados de la clasificacin. Dcimas producidas (?) en la Inquisicin,
profticas de calamidades y hechos espeluznantes, histrico-polti-
cas, filosficas, de amor y de asuntos diversos, para no referir ms
que las divisiones generales, y no las subdivisiones, que podran alar-
garse hasta el infinito. Ya Mendoza nos previene diciendo que en
posesin de los documentos recolectados, ellos mismos me han ido
obligando a separarlos, clasificarlos de otra manera e ir haciendo
subdivisiones.
El captulo XXVIII, ltimo, es una documentadsima monogra-
fa sobre la Valona. Se estudia detenidamente desde el origen de la
palabra, ttulos diversos que recibe, forma de cantarla, desarrollo,
apogeo, hasta sus temas, y aspectos literario y musical, para termi-
nar con un anlisis global de la estructura. Finalmente, Mendoza
recomienda a los compositores de cunsica clsica evolucionada uti-
lizar la sugerente y compleja estructura de la valona. Afn de na-
cionalismo musical, del que ha sido Mendoza uno de los ms fieles
propulsores.
Conviene aclarar que las 2.560 dcimas reunidas y estudiadas en
el volumen que nos ocupa provienen de libros, folletos, pliegos suel-
tos, archivos y colecciones pblicas y privadas, y que .muy pocas son
las que tienen su fuente en la tradicin oral. Sera deseable que el
profesor Mendoza encaminara su bsqueda hacia esa zona de la tra-
dicin literaria (que probara la popularidad de los textos y no slo
la del tipo de versificacin), y que encontrara el apoyo necesario
para vencer los obstculos que hasta ahora ha tenido para realizar-
la. No obstante, tal como aparece el volumen, con toda justicia ha
de enorgullecer al pueblo mexicano, por la diligencia y maestra pues-
tas en la bsqueda de las piezas y la valiosa documentacin histri-
ca que las acompaa, Como dice Juan Alfonso Carrizo en las lti-
mas lneas del Prlogo.
456
T a m b i n sera aconsejable reunir no pocas dcimas que se con
servan escritas en las paredes de muchas iglesias y conventos meji-
canos, a b u n d a n t e literatura m u r a l que todava n o h a sido colectada.
Como h o m e n a j e al profesor Mendoza y como contribucin a su obra
traslado algunas muestras. Una de las innumerables q u e se conser-
van en las p i n t u r a s del antiguo Colegio de Nuestra Seora de Gua-
d a l u p e , de Zacatecas ( I I I Colegio de P r o p a g a n d a F i d e , 1706), fun-
dado p o r fray Antonio Margii de Jess (1657-1726) :
Federico emperador
Con cruda barbaridad
Da guerra a la castidad
Del Santo Predicador.
Para probar su. candor
Le introduce a una mujer
Libre y de buen parecer,
Cuando Francisco, esforzado,
De Juego cama ha orinado
Para triunfar y vencer.
457
a la estrofa dibujada, a la estructura de la composicin tradicional,
el poeta mexicano parece encontrar los medios propicios para sn
arte; y a demostrar que el pueblo y el poeta utilizan a menudo los
mismos moldes para vaciar su vida y muerte; desde fray Miguel
de Guevara, sor Juana Ins de la Cruz y los decimeros de la co-
lonia, hasta Guillermo Prieto, los cantores jaliscienses y los poetas
annimos editados por Venegas Arroyo, una corriente constante de
dcimas recorre la literatura mejicana hasta llegar a la poesa de Xa-
vier Villaurrutia.
ERNESTO MEJ'A SNCHEZ.
458
lminar, que titula Introduccin al mito de Orfeo. El libro se dedi-
ca solamente a resolver los aspectos que el mito rfico ofrece en la
literatura espaola, pero en esta Introduccin intervienen tambin,
junto a los espaoles, autores extranjeros, para lograr as una com-
pleta exposicin del mito, necesaria para conocer despus las fuen-
tes de nuestros poetas y en qu facetas del mito fijaron stos pre-
ferentemente su atencin.
El libro est desarrollado, creo que acertadamente, con un cri-
terio temtico, es decir, analizando sucesiva y separadamente los di-
versos temas y aspectos mitolgicos. Con ello, Cabanas logra evitar
el confusionisnio que hubiera originado el enfoque histrico de la
obra, o sea, la exposicin del mito, en su totalidad, empezando por
los autores ms antiguos para terminar en los actuales. As, los temas
de la fidelidad, la intervencin de los ageros, la curiosidad, la des-
gracia y la seduccin por la msica son estudiados en otros tantos
captulos con densidad de concepto y agradable prosa. Esto consti-
tuye la primera parte de la obra, que se ve completada por la se-
gundaLa popularidad del mito de Orfeo, en la que quedan estu-
diadas las relaciones del mito rfico con otros temas mitolgicos, las
interpretaciones burlescas y a lo divino del mito, y la utilizacin
de ste como recurso panegrico y como recurso para la rima.
Queda ya completo el libro. Del anlisis hecho brota la indis-
pensable sntesis. El trabajo est realizado con toda seriedad, con
profusa, ordenada y sistemtica erudicin, en la que cada dato est
cumpliendo una funcin determinada y todos los datos y citasque
son numerososno ahogan, no asfixian, ni desdibujan la visin del
conjunto. Pero es necesaria la sntesis. El mito de Orfeo es una he-
rencia recibida directamente por nuestra literatura de las letras la-
tinas. Sin embargo, la literatura espaola no se ha limitadocomo
seala Pablo Cbaas:a recoger el legado y devolverlo en espaol
en prosa y verso. El mito, por el contrario, ha sido reconstruido.
ccPara ellodice Cabanasse duplic el cauce, se ensancharon las
orillas, la fantasa de los poetas invent nuevos personajes, compar-
sas de las inmortales figuras mitolgicas. Pero tambin se acot el
campo, se lim la aspereza, se cel el paso a los pasajes cuya estruc-
turacin era ajena a la poesa autntica. Y aquel trozo ovidiano que
tanto, y tan justamente, indignaba a Menndez y Pelayo : Ule etiam
Thracum populis fuit auctor, amorem... no dej huella alguna;
nuestros poetas, en esta ocasin como en muchas otras, se apartaron
decididamente de las Metamorfosis acercndose a las Gergicas, de
Virgilio.
Copiosa bibliografa, formada por ciento treinta y cuatro ttulos,
459
demuestra ampliamente el trabajo llevado a cabo por ei autor de a
obra. Por ltimo, en tres apndices documentales se da el texto del
auto indito El divino Orfeo, de Caldern de la Barca; del Orpheo,
drama msico, indito, del M. R. P. Gabriel Ruiz, y de la zarzuela
Orfeo, Fnix de Turia, de autor desconocido; todos los cuales se con-
servan en la Seccin de Manuscritos de la Biblioteca Nacional.
Otras aportaciones muy interesantes contiene el libro, pero no
cabe analizarlas aqu una por una. Digamos tan slo, como ejemplo,
la que supone el dar las pruebas literarias definitivas que confirman
la paternidad de Lope para el Orfeo en lengua castellana, aparecido
en Madrid, ao de 1624, bajo el nombre del licenciado Juan Prez
de Montalbn.
En definitiva, la obra de Pablo Cabanas constituye un ameno y
erudito trabajo, en el que el rigor cientfico no entorpece la agilidad
de la prosa en que est escrito. Y merece este libro ser conocido de
los lectores y estudiosos hispanoamericanos, como muestra muy pre-
ciada de la labor intelectual que realizan los jvenes espaoles. De
este modo podr comprobarse una vez ms la especial ceguera de
ciertos crticos que han aludido, con intil e ingenua jactancia, a
una pretendida despoblacin cultural de Espaa.
JAIME DELGADO.
460
EL HISPANOAMERICANISMO
EN LAS REVISTAS
i. RELIGIN
BOLETN de la Junta Central de la Ac- CHRISTUS. Revista mensual para sacer-
cin Catlica Mexicana. (Mxico, D. F . dotes. 155. (Mxico, D. F . [Mxico],
[Mxico], febrero 1949.) 1 octubre 1948.)
463
celosos que las recorren en su jeep 0 pueblo al resultado de las leyes de Dios:
en su moto. permitirle, por una justa distribucin de
Reacciones contra esas estadsticas'par- la tierra, espacio en que trabajar, mate-
ciales quieren hacer creer, como leemos rias primas de qu vivir y condiciones
en una revista francesa, que estamos por polticas en que se sienta hermano y no
conquistar todava. Los viejos misione- enemigo de otros pueblos.
ros siguen siendo nuestros insuperables
maestros y todava tenemos un material
humano mucho, mejor dispuesto para
construir una cristiandad ejemplar que el EL CENTENARIO DE BALMES. Bote-
de las saciedades apstatas modernas. tn mensual. 14 (Vich [Espaa], fe-
iNuestro mayor problema es la ignorancia brero 1949).
religiosa, comprobando en muchos luga-
res la falta de una suficiente predicacin OBISPO DE V I C H : Balmes, prncipe de la
y catequesis. Pero, en definitiva, el triun- apologtica. (Pgs. 233-236.)
fo es nuestro, aunque sean otros quienes
recojan la cosecha. De esa fe viva que no puede estar ocio-
sa, sino que obra prodigios de caridad,
como ensea ei Apstol, brotan dos amo-
ECCLESIA. rgano de la Direccin res que bullen en el corazn de talmes :
Central de la A. C. Espaola. 403 (Ma- el amor a las almas que corren peligro
drid [Espaa], abril 1949.) de namragar por lalta de hrmes creen-
cias, y el amor a la sociedad rodeada de
La democracia y la moral. tiniemas que la desorientan por carecer
ue laro que la ilumine y dirija por las
vas de la paz.
Dos hechos recientes, de clara orienta-
cin maltusiana, han provocado protestas Esa aspiracin amorosa de ver siempre
catlicas contra la inmoralidad de tales en la inteligencia de ios mortales la an-
doctrinas. torcha de la te, le mueve a publicar La
El primero ha tenido lugar en Puerto Ketigin al alcance de los nios en 1841.
Rico, donde un alto funcionario pblico Es un libro de oro que conviene a todos
iia sealado, como remedio a la situacin los estudiantes, para que conozcan la ra-
del pais, un programa de maltusianismo zn de su fe y sepan defenderla.
v de esterilizacin voluntaria. El segun- En 1846 publica Cartas a un escptico,
do ha surgido en el Japn, donde un con- en nmero de 25, en que suministra ar-
sejero demogrfico norteamericano pro mas poderosas para atacar el error y sa-
pone el control de los nacimientos para lir en defensa de la verdad religiosa. A
resolver la emigracin nipona, sealan- fin de que esta doctrina estuviera sli-
do un trmino medio de 2,6 hijos a cada damente cimentada public, en el mismo
familia nipona. Los Obispos de Puerto ao, la Filosofa jundumental, y, poco
Rico han dado la voz de alarma y un despus, la Filosofa elemental, con un fin
portavoz del Gobierno desautoriz al manifiestamente apologtico. Y no. con-
funcionario que slo manifest su cri- tento con dar armas al individuo para
terio personal. Pero, con todo, el sn- la defensa de su fe, las ofrece a la so-
toma es gravsimo y conviene insistir. ciedad vindicando a la Iglesia en su obra
Los lmites de la civilizacin no son mxima El protestantismo comparado
geogrficos ni raciales y con mucha fre- con el Catolicismo, al Papa en su Po IX
cuencia la moral ignorante de los paga- y a los sacerdotes en El Clero catlico.
nos de idea es mucho ms elevada que De las muchas y preciosas facetas que
la inmoralidad culta de los paganos de se descubren en Balmes, su talento apo-
vuelta. La solucin maltusiana acabara, logtico es lo que ms descuella y tal vez
ciertamente, con el problema del exceso lo ms oportuno para los tiempos que
de poblacin en el Japn y... hasta con alcanzamos. De ah la importancia ex-
una fuerte competicin industrial, con el traordinaria que puede tener el Congre-
fantasma de una potencia militar en el so Internacional de Apologtica que se
Pacfico, y con el peligro poltico de una celebrar en Vich desde el 30 de mayo
despierta raza amarilla. al 5 de junio prximos, con el que cul-
Pero en la moral catlica no hay otra minarn los actos conmemorativos del
solucin que dejar el crecimiento de un centenario del inmortal filsofo.
464
REVISTA CATLICA. Semanario inter- SIGNO. Semanario Nacional de los j-
nacional Hispanoamericano. LXXIV. . venes de Accin Catlica. Ao XII,'
(El Paso, Texas, 6 febrero 1949.) 479. (Madrid [Espaa], 19 marzo 1949.)
465
Espaa. Y fu creciendo, en armona en- Repblica (3.000.000) es la ms alta en
tre la comunidad y el pueblo, bajo cris- Hispanoamrica despus de Colombia.
tianas leyes que dictaban las exigenciass El nmero de religiosas se aproxima al
de la realidad y el amor. El divorcio re- de 2.300.
ligioso que imperceptiblemente se mar- La Accin Catlica, principalmente la
ca con la independencia se hizo oficiall especializada, contina su desarrollo pro-
desde 1895, con un Estado laico rigien- gresivo. La Juventud Estudiante Catli-
do los destinos de un pueblo catlico eni ca Femenina tiene 800 socios y la Asocia-
todas sus clases sociales, laicismo que se: cin Juvenil Femenina, no incluida en
ha ido acentuando hasta influir decisiva- la Unin de Mujeres Catlicas, 200. La
mente e la ciudad y algo menos en ell J. O. C. cuenta con 1.700 miembros, y
campo, donde las gentes siguen tenien- en las Ligas de empleados y empleadas
do fe a pesar de conocer poco la doctri- catlicas hay 347 socios. La Juventud Ca-
na, por lo que resulta campo abonadoi tca Masculina no existe como rama ge-
para todo proselitismo. r-.eral de A. C.
La ms firme esperanza de un resurgi- Junto al marco oficial de la A. C. vi-
miento religioso en El Ecuador est eni ven otros movimientos y obras actuan-
la clase media, fruto de raza americana, tes, como la Unin de Intelectuales Ca-
vigorosa, que guarda tradiciones de pura tlicos y el Instituto de Cultura Hispni-
moral familiar. Hay tambin una selecta ca. No se lia descuidado el apostolado
minora de intelectuales catlicos de po- mediante la Radio, en emisiones de ins-
sitiva influencia. En cuanto a la mujer, truccin religiosa, y los P P . Francisca-
todava puede hacerse de ella un elogio nos han iniciado en Quito el trabajo en
sin restricciones y an se muestra fiel la moralizacin del Cine. La asistencia
continuadora del ejemplo que recibi de social cristiana est brillantemente aten-
as madres espaolas. dida por Asociaciones de Caridad, Con-
Frente a esa visin realista, erizada de gregaciones y Ordenes Terceras.
problemas, se desarrolla el apostolado ca- Este cuadro de la vida catlica en El
tlico. Cuenta El Ecuador con 846 sacer- Ecuador demuestra que aguarda una in-
cerdotes, de los cuales 360 son religio- mensa tarea por delante, pero tambin
sos, abundando los franceses y espao- que hay riquezas incalculables en el es-
les entre los lazaristas y los espaoles pritu catlico de la nacin.
de la Compaa de Jess. La proporcin
relativa al nmero de habitantes de la PASCUAL CEBOLLADA.
2. FILOSOFA
ALFREZ. I I . 23-24. (Madrid [Espaa], den a Ortega ser hoy el maestro de la
enero 1949.) juventud que fu.
ALFREZ : Ortega a destiempo. (Pg. 3.) DUCAY, TOMS : Defensa de la vida inte-
lectual. (Pg. 10.)
El grupo de jvenes intelectuales de
ALFREZ presenta en esta Editorial su po- Con tono ligeramente acre, el autor
sicin ante Ortega y Gasset, no global- plantea la desgarrada situacin del jo-
rnente, sino con relacin a su reciente ven intelectual, frente a la frivolidad, li-
actuacin en el Instituto de Humanida- gereza y aplomo de los intelectuales que
des. Distingue dos etapas en Ortega : an- se dieron a la vida poltica durante la se-
tes y despus de 1930. Antes, fu el fil- gunda repblica. El tono angustiado es
sofo que supo ser maestro de la juventud. superado por una postura de lucha y de
Con posterioridad a esa fecha, no ha evo- asctica tensin, que permitir a estos
lucionado en su postura, quedando fue- jvenes el cumplir a ultranza con su vo-
ra de la altura de los tiempos, con lo cacin.
que no ha sabido vivir y hacer vivir la
problemtica que los nuevos tiempos han SEPICI, Juan R . : La Filosofa en Hispa-
trado a Europa. Falta de rigor, exceso noamrica. (Pg. 12.)
de divertimiento, carencia de sensibi-
lidad para la acuciante situacin actual, El autor, con referencia especial a la
que clama por Dios, por la existencia, Argentina, hace una semblanza de la fi-
por la nada, desmelenadamente, le impi-
losofa en Hispanoamrica, resaltando la
466
gravedad del mal que amenaza a nuestros revele la comunidad de los pueblos uni-
pases. Con la reaccin contra el dile- dos por los lazos del espritu, raza e
tantismo, enlaza la bsqueda de la raz idioma.
de la estirpe cristiana, siendo baldo todo
intento que olvide la subordinacin a la
norma, al menos negativa, de la Teolo- CIENCIA Y F E . Facultad de Filosofa y
ga. Seala el autor un doble fenmeno : Teologa. (San Miguel F . C. P . [Ar-
un creciente inters por la metafsica y gentina], julio-sept. 1948.)
una conversin vigorosa hacia las disci-
plinas prudenciales (monstica, econ- Nmero dedicado al Doctor Eximio
mica y poltica). Este segundo agudizado Francisco Surez, S. J., en el IV Cente-
por la presin de los imperialismos ca- nario de su nacimiento, con artculos de
pitalista y comunista. Seguidamente es- Enrique B. Pita, S. J . ; Joaqun Ad-
tudia dos tipos de filsofos: existencia- riz, S. J . ; Juan Rosanas, S. J . ; Jos
listas germanizantes, que luego, en la C. Miguens y M. M. Bergad, estudian-
vida prctica, son liberales; y antilibera- do variados aspectos del pensamiento filo-
les entroncados en el espritu de la bis- sfico de Surez, desde su postura den-
panofiliacin, raz de nuestro pasado y tro de la Escolstica a su criteriologa y
de nuestro futuro como pueblos y estir- doctrina de los modos.
pe cultos. JE1 ideal de estos pensadores
es vivir e cristiano y como hombres, y
siendo los arquitectos de la Cristiandad
ESTUDIOS HISPANOAMERICANOS. I.
por la Hispanidad en ultramar.
(Sevilla [Espaa], sept. 1948.)
467
la figura intelectual de GUILLERMO HC- Con elogio recoge el estudio del profe-
TOR RODRGUEZ, EDUARDO GARCA MAYNEZ, sor don Juan Zarageta (El Lenguaje
tan destacado en la Filosofa del Dere- y la Filosofa, Madrid 1945) de todos
cho; ADOLFO MENNDEZ SAMAR, JOS los aspectos de la significacin axiolgi-
SNCHEZ VILLASEOR, autor de una in- ca de nuestro lenguaje, con resultados
teresante obra sobre Ortega y Gasset; muy elocuentes.
LEOPOLDO ZEA, JUAN MANUEL TEHN y
el autor del artculo, JOS FUENTES MA-
LES, destacado como hispanista. PENSAMIENTO. (Madrid [Espaa],
enero-marzo 1949.)
NSULA. 39. (Madrid [Espaa], mar- ROIG GRONELLA, S. J., Juan : Esbozo para
zo 1949.) una metafsica de la belleza. (Pgi-
nas 35-52.)
FRUTOS, Eugenio : Ser y decir en la poe-
sa de Salinas. (Pgs. 1-2.) El intento del autor es encuadrar la
Belleza dentro del marco de los atribu-
En 'un tiempo en que el existeneialis- tos trascendentales del ser, para lo cual
mo se manifiesta como expresin de la llegando a la conclusin de que, como el
poca, en el ambiente gravitan,' incluso sentir no se da nunca solo, sino acompa-
ron anterioridad a Heidegger, las ideas ando a un conocimiento, o a una ten-
que este pensador plasm en un sistema dencia, si un acto, informado por esta
filosfico. Y los poetas son quienes po- referencia al objeto, es tendentivo, ten-
seen la clarividencia del vaticinio de lo dremos el bonum delectabile (o senti-
que el mundo ser. Con este supuesto miento de gozo); y, si es cognoscitivo,
cxistencialista, Eugenio Frutos, maestro tendremos el verum delecans (nueva
de una joven generacin espaola, hace nocin que el autor introduce en la on-
un detenido y admirable examen de la tologa tradicional) y que expresa la de-
poesa de Salinas como expresin d la finicin de lo bello. Seguidamente estu-
concepcin del nombre, dador de la exis- dia la objetividad y trascendentalidad de
tencia a las cosas, a las que saca de la la Belleza.
noche ignorada por la inteligibilidad de
la palabra. La palabra es actualizacin
del hombre y, como ste, podr ser au- REVISTA DE ESTUDIOS POLTICOS.
tntica o inautntica. Autntica en el si- rgano del Instituto de Estudios Pol-
lencio o la poesa. Inautntica en la ba- ticos. 41 y 42. (Madrid [Espaa], 1948.)
nal superfluidad. La discursividad es el
propio ser determinndose desde el abis-
FRUTOS, Eugenio : La interpretacin exis-
mo de su libertad.
tencial del Estado en Heidegger. (P-
ginas 159-167.)
468
ticos e inautnticos. Esta interesante in- SAPIENTIA. 10. (Buenos Aires [Argen-
terpretacin de Eugenio Frutos le lleva tina], 4. trimestre 1948.)
finalmente a definir el Estado autntico,
como cda realizacin del ser de un pue- RAEYMAEKER, Louis d e : La explicacin
blo, que revela su destino, en relacin fundamental del conocimiento huma-
con el destino sobrenatural del hombre, no. (Pgs. 300-313.)
buscando la trascendencia.
Dentro del tomismo hace el autor un
anlisis de las formas de conocimiento
y del ser participado como fundamento
REVISTA DE FILOSOFA. 27. (Madrid de la realidad, explicando el conocimien-
[Espaa], oct.-dic. 1948.) to sobre esta base ontolgica, basando su
imperfeccin por la composicin de ma-
Este nmero extraordinario dedicado a teria y espritu que constituye al hombre.
Surez en el IV Centenario de su naci-
miento y a Balines en el I e r Centenario DERISI, Octavio N . : La persona huma-
de su muerte, constituye una valiosa na frente a la triple trascendencia: ob-
aportacin al estudio monogrfico de am- jetiva, real y divina (Ensayo anlropo-
bos pensadores, en los principales aspec- lgico-metafsico). (Pgs. 314-337.)
tos fundamentales para la historia de ia
Filosofa. Colaboran Juan Francisco \ e l a Nueva forma dada por' el autor a la
Utrilla, Jos Ignacio Alcorta, Ramn Ce- concepcin antropolgica tomista, fun-
al, S. J.; Joaqun Carreras y Artu, damentalmente frente a Husserl, basn-
J. 0 . Fleckensten, A. F . De Vos, Mi- dose en que la existencia del ente con-
guel Cruz Hernndez, Juan Zarageta, tingente implica la existencia del ente
Leopoldo E. Palacios, A. Gonzlez Al- perfecto fundamentador. El hombre lo-
varez, Adolfo Muoz Alonso, A. Alva- gra la plenitud de la persona humana
rez de Linera, Fernando Lzaro y Miguel cuando llega a la tercera trascendencia
Orom, O. F. M. Inserta asimismo una por los caminos intencionales de su vida
interesante crnica sobre los actos y pu- espiritual, por la separacin de la inma-
blicaciones en torno a los dos centena- nencia.
rios, y una extensa e interesante infor-
macin sobre el Congreso Internacional FNEAYSON, Clarence: El problema de
de Filosofa celebrado en octubre de 1948 Dios. (Pgs. 338-346.)
en Barcelona (Espaa).
Dentro de un neoescolasticismo am-
plio, abierto a las ms modernas corrien-
tes, el autor plantea cul sea el consti-
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE tutivo formal de Dios, aceptando como
BUENOS AIRES. 7. (Buenos Aires tal en la lnea entitativa la aseidad o
[Argentina], julio-sept. 1948.) identificacin de esencia y existencia.
Pero desde el punto de vista de la su-
perabundancia del ser de la gloria,
BEM'TEZ, H e r n n : Unamuno y la exis-
quo ad nos, se da el ms perfecto de los
tencia autntica. (Pgs. 11-45.1
nombres metafsicos de Dios, el de
Amor, con lo cual pasa a fundamentar
Este artculo es un primer capitulo de la teora de la Religin, y de la Moral.
una obra que con el mismo ttulo anun-
cia el autor, que traza la semblanza es-
piritual de Unamuno, procurando captar- VERDADE E VIDA. Rev. trimestral da
le en su personalsima manera de ser. Faculdade de Filosofa, Ciencias e Le-
Ms que exposicin es una interpreta- tras. Manoel da Nbregaa. I. fase. 2.
cin a la luz de Heidegger, pues el exis- (Pernambuco [Brasil], 1948.)
tencialismo es la coordenada de la vi-
sin. Escrito con gil prosa, representa I'URTADO, Dr. A n d r a d e : O Mundo sem
un nuevo y valioso estudio del filsofo espirito. (Pgs. 46-53.)
paradjico, que quiere ser presentado
como una realizacin de la existencia La crisis del espritu moderno, o me-
autntica heidegaeriana, interpretacin jor, la prdida del espritu en el mundo
posible por la filiacin kierkegaardiana moderno, podra ser el resumen de este
de Unamuno. A continuacin (p. 47-871 artculo en que el autor recoge en apre-
se publica la correspondencia indita de tadas lneas la amoralidad de la ciencia
Unamuno con Pedro Jimnez Ilundin. y la falta de fe del hombre moderno, lo
469
que lleva a la civilizacin por el camino ricin histrica con San Agustn, y cmo,
del temor y del desequilibrio. slo dentro del marco de la Ciudad de
Dios, se supera el pesimismo de la con-
MOSCA DE CARVALHO, S. J., A.: Existen- cepcin de la existencia como pecado. El
cialismo e Metafsica da Historia. hombre no se salva mediante la Metaf-
(Pgs. 54-63.) sica, sino en la Historia, lo que le lleva
a la Escatologa.
El autor plantea el existencialismo den-
tro del cristianismo, sealando su apa- CONSTANTINO LSCARIS-COMNENO.
3. LITERATURA. ARTE
ALFREZ. II, 20. (Madrid [Espaa], sin de s mismo con el mundo de lo
1948.) cantado; tan prisionero est por la ma-
teria, que materia es siempre'lo que can-
MONTES B., Hugo : Un poeta y mi anti- ta. Nada extrao, entonces, que haya es-
poeta. (Pg. 3.) crito versos tan hermosos que le definen
como autntico portavoz de la Amrica:
Pablo Neruda y Vicente Huidobro son Cuando voy por los campos, con el alma
tan antagnicos en sus obras como lo fue- en el vientomis venas continan el ru-
ron personalmente? De una simple lec- mor de los ros.
tura de ndices es posible desprender di- Enteramente distinto se alza el mundo
ferencias fundamentales. Huidobro apa- potico de Vicente Huidobro. Su racio-
rece escribiendo teatro, novela, manifies- nalismo se rebela contra toda subordina-
tos reveladores de una nueva esttica, cin del hombre. El es quien ha de do-
poemas y ensayos; mientras que Neru- minar. Huidobro no quiere encadenar-
da slo abordaexcepcin hecha de al- se ni sentir otro deber que el de mar-
gunas producciones secundarias como char adelante y repartir poesa con la voz
Viajes al corazn de Quevedo y Por las nacida en la plenitud de su cerebro. Las
costas del mundo o El habitante y su es- piedras escucharn su paso sin que l
peranza, la lrica. El registro del pri- se detenga a escucharlas, y frente a la
mero es, as, mucho ms amplio, posee- naturaleza se quitar el sombrero con
dor de una mayor riqueza de gneros. un gesto gracioso para decirla con res-
Amplitud y riqueza se captan mejor ob- peto : eres una viejecita encantadora.
servando el estado anmico con que se Non servame. Neruda y Huidobro se in-
actualizan las innegables capacidades ar-' clinan ante la naturaleza. El uno para
tsticas de ambos escritores. Neruda se servirla y el otro para dejarla pasar.
conserva siempre en un plano de pro-
funda gravedad, incluso cuando, deja-
do llevar por su pasin obrerista, despo- Deca Huidobro que Neruda es un pe-
trica contra tirios y troyanos. Jams una cho caliente, y deca bien. Los Poemas
nota de humorismo, nunca una agudeza de amor o La cancin desesperada, Resi-
ingeniosa, ni en el insulto ni en la ala- dencia en la tierra, El hondero entusias-
banza. Es intil buscar en la obra de ta, Espaa en el corazn, no muestran
Neruda la gracia de Tres inmensas no- un hombre que escribe con el aliento
velas o la simptica frivolidad de Cuen- quemante de un corazn constantemen-
tos diminutos, siempre anunciados y ja- te despedazado. La de Neruda es una
ms publicados por Vicente Huidobro. obra hecha para sentir, para participar
Un problema que ste eludir con una de la fiebre con que se nos antoja fu
carcajada o a travs de una irona ele- creada. Es una obra de color rojo-oscu-
gante, sume a Neruda en la desespera- ro, cargada de respiracin montona, ob-
cin, en la desesperacin del Clamo. sesionante.
Grito. Lloro. Deseo-.
Huidobro, en cambio, escribe con el
Consecuencia de lo dicho es la mono- cerebro. Y escribe para la inteligencia.
corde creacin nerudiana. Encerrado el Altazor nace en medio de un dolor cons-
poeta en un mundo limitado, lo recorre ciente. En cada imagen se esconde el
muchas veces, con piernas y con ojos, pensamiento que plantear una discu-
con el olfato, con el gusto, con el cuer- sin. No se trata de razonamientos fros
po entero; jams con la sola inteligen- que impregnada de pasin est toda su
cia. El telrico Neruda busca la confu- obra, sino de un calor nacido en Ja cs-
470
beza, ms arriba de todo corazn. Vien- Es decir, el mejor dotado para la con-
tos contrarios, Giles de raz, Manijes- tinuidad, por debajoo por encimade
tes y Temblor de cielo lo comprueban. os cambios polticos. O, si se quiere, el
Hay en ellos claridad, sutil apreciacin ms impersonal, el ms prximo al ideal
y una constante llamarada original que hegeliano o al ideal spengleriano : una
en nada recuerdan el sentimentalismo de- fuerza tradicional y abstracta, superior
licado de Crepusculario o la pasin exor- a las vicisitudes de la poltica y al pres-
bitada de la Tercera residencia. En stos tigio de los hombres, segn la frmula
hay calor; luz en aqullos. Los prime- de Alberto Edwards para definir el go-
ros respiran una aureola de fuerza trans- bierno de don Diego Portales. Cul es
parente, y los segundos una atmsfera el verdadero supuesto de esta admirable
de tierra muchas veces machacada. Si cordura poltica de Chile, tan singular en
Neruda es un pecho caliente, Huidobro el horizonte de todos los pases de ha-
es un cerebro sangrante. bla espaola? Mucho ha debido contri-
*** buir a crearla la condicin tnica de la
minora que ha dado a Chile su forma
Dbil aparecer, sin duda, cualquier histrica por ms de una centuria. Des-
semejanza que se pretenda exponer en- de el siglo XVIII, Chile es un pas co-
tre poticas tan dispares como las anali- lonizado y regido por vascos. La Com-
zadas. Sin embargo, es curioso constatar paa de Jess y la Repblica de Chile
que tales semejanzas existen y en pun- son las dos grandes hazaas del pueblo
tos de considerable importancia. Por vascongado, sola decir don Miguel Una-
ejemplo, la fina sensibilidad que rebosa muno, y ah estn las erres y las ze-
Crepusculario, se encuentracon distin- tas de la lista telefnica de Santiago
tos matices, naturalmente, pero con un para confirmarlo.
idntico fondo de ternuraen El ciuda- Pero la ms visible causa eficiente de
dano del olvido o en Ver y palpar. La la sensatez poltica chilena fu, sin duda,
intimidad pasional de El hondero estu- el hombre que dio figura al Estado, des-
siasta y del Canto IV de Altazor revelan, pus de los aos de inquietud que por
tambin, una febrilidad poco corriente necesidad habian de seguir a la indepen-
en escritores de esta poca. dencia. Se llam Diego Portales. Porta-
les consigui que los chilenos aprendie-
sen a obedecer al Estado, seor imperso-
ALFREZ. I I . 23-24. (Madrid [Espaa], nal. La estabilidad poltica de Chile no
enero 1949.) fu sino el resultado de tender muy a
tiempo un puente entre la antigua legi-
LAN ENTRALGO, Pedro : Chile al trasluz. timidad del mando espaol y la vida re-
(Pg. 2.) publicana e independiente del siglo XIX.
Con la condicin eskera de la clase di-
Si el visitante de Chile quiere saber rigente chilena y la inercia histrica de
lo que Chile es, acaso le remitan a dos la obra de Portales ha colaborado la casi
excelentes libros: Chile o una loca geo- absoluta insularidad de Chile. Y a tra-
grafa, de Benjamn Subercaseaux, y La vs de mudanzas o conmociones, Chile
fronda aristocrtica, de Alberto Edwards. ha dado a los pases de habla espaola,
El primero hace conocer la singular fiso- Espaa en primer trmino, una magnifi-
noma fsica de Chile; el segundo es una ca leccin de continuidad.
inteligente historia de la vida poltica As veo yo a Chile. En los aos pr-
chilena, desde los albores de su indepen- ximos podrn seguir inclumes la cal-
dencia nacional hasta 1927. Los dos ttu- ma y el relativo aislamiento de la vida
los hablan de analoga e inquietud. Su- chilena? Lo creo muy difcil; y aunque
gieren, por tanto, la idea de un pas en la calma y el aislamiento fuesen posi-
agitacin permanente: terremotos, sue- bles, no s si llegaran a ser convenien-
lo abrupto y motn habitual. Confirma- tes. Chile est necesitando un ademn
r nuestra experiencia la sospecha que brioso, elstico; un gesto histrico me-
despiertan esas dos definiciones epigr- diante el cual, sin perder la paz interna
ficas? Dejemos intacto el problema de la y externa, deje la calma tradicional y
geografa. Vengamos, sin embargo, a la cree los cauces que sus magnficas dotes
presunta inquietud de la vida histrica espirituales y geogrficas requieren. N-
y social. tase all la falta de lo que la retrica mo-
Aunque mi informacin sea insuficien- dernista de hace unos lustros llamaba
te para establecer juicios absolutqs, ten- una bella locura. Por ejemplo : enten-
go por cierto que el Estado de Chile es derse de una vez y para siempre, cami-
&I ms hecho de toda Hispanoamrica. no de una nueva etapa, con Per, Boli-
via y la Argentina. Si los chilenos saben Mara (1869), del colombiano Jorge
comprender la profunda amistad con que Isa.acs, es el relato sencillo de un joven
escribo estas palabras, tal vez accedan que vuelve a la casa paterna en el valle
a no verlas como pura impertinencia. del Cauca despus de concluir los estu-
dios en Bogot. Mara, ha dicho Alfon-
so Reyes, es una obra maestra, un ver-
BOLETN DEL INSTITUTO ESPA- dadero clasico y, a mi parecer, la ms
OL. 6. (Londres [Inglaterra], octu- perfecta novela romntica en lengua es-
bre 1948.) paola.
A fines del siglo xix lleg el naturalis-
COULTHAHD, G. R. : La novela latino- mo, la novela experimental. Pero entre
americana. .(Pgs. 12-16.) los romnticos secuaces de Chateaubriand
y Rousseau y los devotos de Zola hay al-
Hay en la literatura hispanoamericana gunos novelistas, como el chileno Blest
una homogeneidad de tendencias que per- Gana y el brasileo Machado de Assis,
mite hablar de su novela con sentido que, siguiendo a Balzac, se dedicaron a
continental. El romanticismo, el natura- describir el ambiente ciudadano, ridicu-
lismo, fueron asimilados de Europa y, al lizando la nueva burquesa con sus pre-
absorber y transformar estos movimien- tensiones aristocrticas y su ciego culto,
tos, Amrica les imprimi un sello ori- a cosas francesas, su esnobismo y sus ri-
ginal. Hasta ahora, los mayores aciertos validades sociales. Martn, Rivas, de Blest
de la novela se encuentran precisamen- Ganas (1862) es tpica en este sentido.
le en la interpretacin del ambiente ame- Machado de Assis pinta con gran destre-
ricano. Lo que pasa en nuestros das es za y finura la vida de la clase media de
que hay una crisis en el mundo litera- Ro de Janeiro en las ltimas dcadas
rio latinoamericano/ provocada por la del siglo xix.
reaccin contra una interpretacin dema- El mejor escritor dentro de la escuela
siado estrecha de la teora tradicional de naturalista es el brasileo Aluizio Azeve-
criollismo, explotada muchas veces ofi- do. Le gustan los ambientes de bajo fon-
cialmente por razones polticas. do, la pintura de tipos pervertidos, co-
El Periquillo Sarmiento, de Jos Fer- rrompidos por la pobreza o por la ri-
nndez de Lizardi, escrita en 1816, es queza; ataca el capitalismo y la escla-
una novela picaresca bastante corriente vitud, los prejuicios raciales contra los
y moliente, con realo autobiogrfico y negros. Su obra maestra es O Cortico.
peregrinaje del protagonista a travs de Hay dos clases de novela que conviene
varias capas sociales. Pero los clsicos tratar aparte, puesto que no caen fcil-
americanos son los romnticos: mente dentro de clasificaciones de ro-
Soledad, del argentino Bartolom Mi- mntico o naturalista. Estas novelas
tre, se public en 1847. Es importante son la novela indigenista, que, como el
por ser tal vez la primera novela romn- nombre sugiere, toma por lema la vida
tica hispanoamericana y, sobre todo, por de los indios, y la novela de la tierra,
el inters del prlogo, donde dice : qui- cuyo tema es la vida del campo, de la
siramos que la novela echase profundas sierra o de la selva.
races en el suelo virgen de Amrica; La mejor noVela indigenista romntica
la novela popularizar nuestra historia es E l Guaran, del brasileo Jos de
echando mano de los sucesos de la con- Alencar, quien tambin escribi Irace-
quista, de la colonia y de los recuerdos ma. Estas novelas, evocaciones poticas
de la guerra de la independencia y har del pasado, tratan de las relaciones entre
conocer nuestras sociedades tan profun- indios y portugueses en-los primeros das
damente agitadas por la desgracia, con de la conquista, al mismo tiempo que
tan grandes vicios y tantas virtudes, re- describen el lujo de la vegetacin tropi-
presentndolas en el momento de su cal con la retrica correspondiente.
transformacin. El indigenismo romntico hispanoame-
Amalia, de Jos Mrmol (1851), cum- ricano no dio ninguna obra que se pue-
ple perfectamente con el criterio expre- da comparar con las de Alencas, tal vez
sado por Mitre en su prlosro a Soledad, con la excepcin de Tabar, del urugua-
siendo la historia de un idilio entre un yo Zorrilla de San Martn, que, claro,
joven unitario y una nia unitaria duran- es un poema, no una novela. El mejor
te la dictadura de Juan Manuel de Ro ejemplo, y uno de los primeros, de la
sas. El destino trgico de los amantes, novela indigenista con' tendencias de re-
el ambiente de violencia, peligro y muer- habilitacin poltica del indio, es El Zar-
te, hacen de Amalia un tema romntico co, del mejicano Ignacio Altamirano, im-
de primer orden. preso postumamente en 1901, Otra no-
472
vela indigenista muy lograda es la del Jos Ensebio Rivera, cuenta las aventu-
boliviano Alcides Arguedas. Raza de ras de un hombre que huye de Bogot
bronce, que describe la explotacin de con una mujer y se interna en la selva.
una comunidad india del altiplano boli- Un contrabandista, especie de cacique lo-
viano. cal, le roba la mujer y el protagonista se
El mundo es ancho y ajeno, de Ciro dedica a buscarlos para vengarse. La sel-
Alegra (1941), es la novela indigenis- va de Ribera es un microcosmos de don-
ta perfecta. Describe la opresin de los de quedan excluidos todos los sentimien-
indios y tambin da a entender que los tos que hacen la vida humana posible,
indios tienen grandes dotes para la or- donde predominan las fuerzas del mal,
ganizacin socialista. La tesis del libro donde el hombre se hace tan voraz como
es d o b l e : que los indios tienen una ma- las tambochas, tan venenoso corno las
nera de vivir propia, con hondas races plantas, tan fiero y peligroso como la ser-
en la tierra, y una tradicin secular de piente.
organizacin social; en cambio, el siste- Don Segundo Sombra (1926), d e l argen-
ma actual es, no solamente injusto, sino tino Ricardo Giraldes, es una obra in-
destructor de las energas del pas y teresante por muchas razones. Represen-
de la nica forma de espritu colectivo la la culminacin y fin de una tradicin
que existe, es decir, el que existe entre literaria argentina vieja de cien aos. En
los indios. Don Segundo, Giraldes recoge todo el
La novela de la tierra, como la ba material gauchesco de la tradicin de
llamado el crtico chileno Torres Rise- Martn Fierro, Juan Moreira, Los tres
co, es una novela que describe la vida en gauchos Orientes, etc., para sintetizarlo
el campo y estudia la psicologa de los en una novela de gran perspicacia psi-
campesinos, de los problemas sociales y colgica.
econmicos y describe tambin, como era En la literatura sudamericana es posi
de esperar, la naturaleza de las regiones ble distinguir una calidad emocional rnuv
que estudia. La novela indigenista es particular. Proviene del vivir en medio
tambin novela de la tierra, pero convie- de una naturaleza poderosa e impresio-
ne hacer la distincin que hemos hecho nante, de la lucha que el hombre tiene
a causa del colorido poltico que tiene que sostener constantemente, de la pe-
sta. quenez del esfuerzo humano en compa-
Novelista de la tierra tpico es el uru- racin con las fuerzas naturales; provie-
guayo Enrique Amorim y una de sus n- ne de la soledad y del aislamiento.
telas El paisano Aguilar (1934). La tesis La novela hispanoamericana- con algu-
del libro es la facilidad con que la in- nas excepciones, nos describe la lucha de
fluencia barbarizante del medio puede los hombres contra la naturaleza brava,
borrar el ligero barniz de civilizacin y y sus experiencias se cuajan en visiones
devolver al hombre a la anarqua laten- de gran poder evocativo. Falta la novela
te de la Pampa. de fino anlisis psicolgico a la manera
En Doa Brbara, del venezolano R- de Proust, pero la evocacin de paisa-
mulo Gallegos (1929), el civilizador Lu- jes, de situaciones dramticas inolvida-
zardo tiene que luchar contra doa Br- bles, no tiene igual.
bara para encarnar las fuerzas oscuras de
la naturaleza bravia. Hasta el mismo Lu-
zardo, sin embargo, siente el hechizo de BOLETN DE INFORMACIN de la
la violencia, de la barbarie. Era, dice, Secretara General del Movimiento. 34.
una voz efectiva que resonaba dentro (Madrid [Espaa], enero 1949.)
de m.
No falta critica social directa en esta CASAMAYOR, E n r i q u e : Hispanidad, 1948.
clase de novelas, crtica de la organiza-
cin poltica defectiva. Abundan los ti- La labor de acercamiento y enlace que
pos de estancieros brutales que se erigen con Hispanoamrica ha venido realizan-
en tiranuelos locales, de comisarios de do Espaa durante 1948, se ha multipli-
polica venales, de agentes polticos sin- cado en extraordinarias proporciones. La
vergenzas que explotan la ignorancia y Asociacin Cultural Iberoamericana, el
credulidad de la gente sencilla del cam- Instituto de Estudios Hispnicos de Bar-
po. Y todos se dedican a describir el celona, la Escuela de Estudios Hispano-
paisaje. El novelista chileno Mariano La- americanos de Sevilla, el Instituto Ibero-
torre dice: Era preciso ser paisajista, americano de Valencia, el Seminario de
pues el gran personaje es aqu la natu- Estudios Hispnicos del Instituto de Es-
raleza. tudios Polticos de Madrid y, al frente
hct vorgine (1924), dej colombiano te todos, el Instituto de Cultura Hispa*
473
nica, son una parte de las entidades que algo muy poco formal: el paisaje anda-
agrupan los trabajos de los mejores his- luz. He sentido la msica como descrip-
panistas. tiva; quise cantar amores y penas bus-
Destaca, por una parte, la concesin de cando ese rinconcito de lo andaluz que
becas para universitarios de Hispanoam- mira a todas partes; he vivido un poco
rica; por otra, las invitaciones del pro- en sueos; soy incapaz de sentarme ante
pio Institutoa travs de la ctedra Ra- el piano con u n aire trascendental.
miro de Maeztu principalmentea la Paralela a la vocacin musical se des-
mejor intelectualidad de los pases her- arrolla en Turina la vocacin literaria,
manos, y, en fin, el envo de profesores no slo en el periodismo crjtico, 6no en
y conferenciantes espaoles a las Univer- libros de tcnica musical como su Enci-
sidades de Ultramar. La novsima crea- clopedia abreviada de la msica, su Tra-
cin de la Biblioteca Central de los pue- tado de composicin y numerosos textos
blos hispnicos en Madrid, asegura la dispersos que formaran varios volme-
conservacin de toda la literatura impre- nes. Podran tambin estudiarse la rela-
sa en torno a la Hispanidad. cin entre Turina y la Poesa. Turina
El primer Congreso Hispanoamerica- senta una honda devocin por Bcquer,
no de Cinematografa, celebrado en Ma- y adems de sus obras lricas para voz
drid, la msica, el teatro, la coreogra- y piano se inspira en El Cristo de la
fa, el cine de Hispanoamrica, que arri- calavera y en La venta de los gatos
ban en buena hora a Espaa, deseosa de para sendas leyendas piansticas. Los
lealidades inmediatas; las exposiciones otros poetas elegidos para su msica son
del libro espaol, especialmente en Ni- los siguientes: Lope de Vega, Moreto, el
caragua, Costa Rica, Honduras, Guate- Duque de Rivas, Espronceda, Campo-
mala y El Salvador; el traje regional ex- amor, Rodrguez Marn, los Quintero,
puesto . en el Museo Decorativo de Bue- Jos Ms y Cristina de Arteaga. Sorpren-
nos Aires; las revistas Mundo Hispni- de no hallar a Manuel Machado, a quien
co, Cuadernos Hispanoamericanos e tanto recuerda la personalidad artstica y
Informacin Hispnica. . . s o n gozosos el pergeo espiritual de Turina. Sin duda
ejemplos de bien marcada eficacia que hubiese sido, de habrselo propuesto, el
han hecho especialmente fecundo para msico ideal para tan musicalizable poe-
la vida de relacin hispanoamericana el ta montmrlrs y macareno.
ao 1948.
La muerte de Joaqun Turina cancela En Amrica del Sur alumbra una lite-
definitivamente toda una poca gloriosa ratura recia en la que resuena la spera
de la msica espaola. Segn la profun- sinfona de la tierra, asimilada y devuel-
da interpretacin de Joaqun Rodrigo, ta en expresin duradera. El paisaje.
en l se funden el fatalismo andaluz y an no domesticado, es con frecuencia el
la resignacin cristiana, la vive fe en la primer personaje. Martn Fierro y Don
otra vida, para lograr esa disimulada y Segundo Sombra, en la Argentina: Doa
sublime fortaleza ante el dolor. Brbara, en Venezuela; La vorgine, en
Joaqun -Turina ha producido mucho, Colombia, y El mundo es ancho y aieno,
demasiado. Con frecuencia sus obras in- en el Per, tienen el fuerte sabor de las
curren en amenazamiento. en procedi- Pamoas, de los llanos, de la selva y de
mientos y melodas sensiblemente igua- los Andes. A travs de ellas discurren
les. Es una msica ms superficial que seres dotados de la misma energa silen-
profunda, ms colorista que dibujada y ciosa y oscura de la tierra que los sus-
que, a veces, resulta anacrnica con la tenta.
preocupacin tcnica y expresiva de su Si en la literatura europea el hombre
tiempo. Pero al lado de todas esag limi- se encuentra disociado de su ambiente
taciones luce otras innegables y valio- terreno, en la novela americana el hom-
ssimas virtudes, suficientes sin duda a bre no se ha diferenciado an ntidamen-
asegurar la permanencia de sus mejores te de la naturaleza. Y su universalidad
pginas. Lo que yo he sentido, dijo en proviene de la profundidad con que se
una ocasin, como norma perenne es adentra en el protagonista, entraable
474
mente unido a lo telrico. Todo lo pro- rante como si se transitara libremente
fundo, pues, es universal. De aqu que entre los objetos.
no valgan las objeciones de regionalis-
mo que se l han opuesto, ya que toda
literatura precisa, bajo, pena de superfi- LATINOAMRICA. Revista mensual de
cialidad, de ubicacin y localismo. cultura y orientacin. I, 1. (Mji-
co, D.-F. [Mjico], 15 enero 1949.)
475
de la infecundidad de Amrica, muchos rio mejicano, con discursos y toros; s
americanos en cuya alma ha cado como proyectaron despus unos dibujos anima-
despiadado e injusto latigazo. dos hechos en Hollywood, muy bien re-
cibidos por el pblico; finalmente, se
pas una pelcula norteamericana, pero
LECTURAS. Revista crtica de ideas y con acento netamente hispnico.
libros. LXVII, 1. (Mjico, D. F . [M- A qu se debe eso que el autor del
jico], 1 noviembre 1948.) artculo llama acento? He aqu la ex-
plicacin que da l mismo. Los magnates
CRUZ GARCA, Salvador de l a : La poesa del cine norteamericano y sus bancos
inmanente de Guadalupe Amor. (Pgi- asociados invierten unos dos m i l millo-
nas 52-58.) nes de dlares en pelculas que cuestan
cada una de un milln a cinco millones
Es inmanente la poesa de Guadalupe de dlares. A pesar de que se venden en
Amorqiie nos ha sido revelada en tres los Estados Unidos cuatro m i l millones
libros recientes, porque el rigor inte- de entradas para los cines (cifras de
lectual y la sencillez lrica hacen de ella 1947) y ello produce 1.500 millones de
una lcida experiencia mental. Guadalu- dlares de beneficios, el negocio no se-
pe Amor, muy cerca de Leopardi, tiene ra bueno. En realidad, un 30 por 100
tambin un peculiar acento pascaliano e de las ganancias de Hollywood procede
incluso una manera geomtrica, cartesia- de Hispanoamrica.
na, de aprisionar en sus poemas el sue- El 70 el 80 por 100 de las pelculas
o y la pasin del hombre. A pesar de que se proyectan en las pantallas hispa-
esto, su poesalegtima poesa colmada noamericanas proceden de los Estados
de autenticidad humanano es ejercicio Unidos. En el Uruguay se presentan unas
filosfico o reflexin m o r a l : fruto de una 250 cintas cada ao, as como en el Ecua-
recndita intuicin como lo es toda poe- dor y El Salvador; en el Paraguay y
sa veraz y perdurable, en el proceso de Bolivia, 450; en el Brasil y la Argeuti-
creacin parece como si se hubiera de- r.a, ms de 500. Por ello inquieta a Hol-
tenido en el meridiano del intelecto para lywood que. Hispanomrica se esfuerce
recibir su forma esttica, tan concisa, y por crear su propia industria cinemato-
sus atavos lricos, tan discretos. grfica.
No podan ufanarse hasta ahora las le- El caso de Mjico es sintomtico. Hizo
tras mejicanas de un poeta como Guada- una sola pelcula en 1902; en 1916, siete
lupe Amor que, partiendo de los gran- aos despus de haberse creado ei primer
des temas humanos mezclados de emo- gran estudio de Hollywood, produjo otra
cin y sufrimiento, los sublima sin des- de largo metraje; al advenimiento del
viarse por los estrados del sentimiento y cine sonoro, los productores mejica-
de la imagen. Su poesa se ha presenta- nos iniciaron la era de sus grandes ne-
do ante el mundo luciendo, no el ropa- gocios. En la actualidad (los datos son
je de la metfora constante, ni la arbo- de Lowry), 15 productores, seis de ellos
ladura de las palabras, ni la pretensin \ erdaderamente importantes, invierten
de innovadoras formas mtricasama 15 millones de dlares al ao para pro-
con preferencia la dcima, sino nica- ducir de 70 a 80 pelculas largas, unas
mente la plena desnudez elemental de su 75 cortas y un centenar de noticiarios.
verdad profunda, llena a la vez de una Slo en los estudios de Churubusco hay
depurada espiritualidad y de una slida conjuntamente capital norteamericano y
y serena belleza. mejicano; en las dems casas, todo el di-
nero es nacional.
La Argentina, sigue diciendo W. L.,
SEW YORK TIMES ocupa el segundo lugar en la produc-
cin cinematogrfica hispanoamericana.
LOWRY, Walker: Pelculas con acento El Brasil cuenta con algunos estudios, y
hispanoamericano. Chile produce una docena de cintas
anualmente. Hay tambin estudios y pro-
En el presente artculo se estudian al- duccin, aunque en pequea escala, en
gunos aspecto del cine en lengua espa- Cuba, Venezuela, P e r y algn otro pas.
ola en comparacin con el que se hace Por eso, explica, se imponen altos aran-
en Hollywood. celes a la importacin de pelculas en
Lo primero que sorprende al articulis- Hispanoamrica, a fin de favorecer el
ta, tras de asistir a una funcin cinema- desarrollo de la produccin local; se ba-
togrfica en Quit, es la confeccin del jan los impuestos a las cintas nacionales
programa. Comenz ste con un noticia- y, a imitacin de la Gran Bretaa, se
476
exige que una parte de los programas ni heroica, ni trgica, ni propensa
se dedique a exhibir las propias pelculas. compasin, no. la entienden los anglosa-
En cuanto a los actores, opina que jones.
Cantinfias nos recuerda gran cosa al Este humorismo, el idioma y la cer-
Chaplin de los primeros tiempos, con tera manera de comprender su vida pro-
su gorro de Robin Hood, sus patillas ra- piaconcluyedan a los hispanoameri-
las y su pantalones siempre a punto de canos superioridad sobre Hollywood en
carsele. Mara Flix, la estrella que la conquista de los mercados de Amri-
reina en Mjico por su belleza, podra ca, a pesar del dinero, de la habilidad
competir con cualquier estrella de tcnica y de cierto talento creador con
Hollywood. Jorge Negrete canta mucho que Hollywood cuenta.
ms que acciona. Pedro Armendriz es
sutil, flexible y dominante. Fernando So-
ler, con su talento de actor, da vida a O. I. E. Oficina de Informacin Espao-
papeles sin los cuales no existiran sus la. Boletn mensual, 35. (Madrid [Es-
pelculas... Quien se habita al cine paa], diciembre 1948.)
mejicano se familiariza pronto con sus
estrellas. PEMN, Jos Mara : Garca horca. (P-
Los argumentos de las pelculas meji- ginas 9-10.)
canas no difieren gran cosa de los que
se utilizan en los Estados Unidos. Sus in- Creo que no va a ser para nadie una
gredientes principales son: remordimien- novedad el decir quetodava!la
tos, odios, amores, risa, etc., y emocio- muerte de Federico Garca Loica, el gran
nes dramticas de salvamentos, traicio- poeta granadino, es uno de los cargos
nes, venganzas implacables y amores que que ms vulgarmente se utilizan contra
se desarrollan sobre rosas. Espaa en toda la Amrica de habla es-
Sin embargo, un espectador norteame- paola. Tambin es cierto que, a pesar
ricano (el autor emplea el mejicanismo del continuo y polmico manejo del t-
gringo) se asombra de que, a pesar de pico, va abrindose ya camino la senci-
tales limitaciones del cine mejicano, lla verdad de que la muerte del poeta
el pblico de Hispanoamrica prefiera fu un episodio vil y desgraciado, total-
esas pelculas a las norteamericanas y mente ajeno a toda responsabilidad e
llene los cines en los cuales se exhi- iniciativa oficial... Pero, de cualquier
ben. Ello no se debe slo aj idioma, sino modo, el nombre y el espritu de Garca
\ que los productores de Mjico hacen Lorca se lo sigue encontrando en su ca-
lo que no pueden'hacer los de Holly- mino, en pretendida funcin de obstculo,
wood, esto es, reflejar como en un es- el escritor espaol que va ahora a Am-
pejo la manera que la Amrica hispana rica. Y a m, a cambio de lo que tiene
tiene de ver la vida. de injusto e irritante, me consuela el he-
As, en los idilios, el hroe mejicano cho por lo que tiene de conmovedora
da serenata a su amada de una manera certificacin del hondo influjo de la poe-
solemne y con acompaamiento de una sa. Al cabo, mejor es que le arguyan a
pequea orquesta (sic), cosa que sera ano con un poeta, que no con nebulosa
ridicula en Clark Gable, por ejemplo, y aburridas razones sociolgicas, consti-
pues lo que en Mjico es habitual no lo tucionales, econmicas y polticas. S'o
es en los Estados Unidos. Las mujeres debe ser cosa tan deleznable la poesa,
del Sur tienen como ideal su hogar y cuando los polticos y gobernantes vivos,
sus hijos bajo el dominio del hombre; ton toda la fuerza, a la espalda de un
su dcil humildad resulta incompren- Estado, tienen que lidiar todava con los
sible para las gentes del Norte. Los his- poetas muertos. Aparte de otras cosas, lo
panoamericanos disfrutan viendo cmo que la Espaa actual encuentra intercep-
Mara Flix cabalga a la grupa de Pedro tando en Amrica su camino es una pro-
Armendriz, en Enamorada; la iglesia mocin de caballitos verdes, espadas
como el cura que casa, perdona, apa- de lirios y costureros de raso. Porque
cigua e interviene en t o d o - representa es eso lo definitivamente b o n i t o : que
un gran papel en las pelculas mejicanas. Garca Lorca no fu nunca, siquiera, un
Adems, el humorismo hispanoameri- poeta de ideas, de entonacin civil y so-
cano tiene caractersticas propias que cial. Cant con angustia interminable la
Hollywood desconoce. Ejemplo : la risa pena y la luna. Pero, en manos de un
que produce en Hispanoamrica un tipo poeta, bastan la luna y la pena, por lo vis-
chiflado, sentimental e idealista, que su- to, para oponerse a un rgimen. Vctor
fre desventuras a la manera quijotesca. Hugo necesit decir cosas ms claras y
Esa irona meridional, nada romntica, duras para ser el poeta de los revolucio-
477
harios franceses. Aqu, a falta de olra (el mo es arrebatadamente favorable), su
cosa, han tenido que dar proporciones de caracterstica es la de ser autctono cont
mitin a la exquisita representacin de una isla, intransferible como una pena, in-
una gran tragedia de gitanos, boda, luna transportable al pentagrama como un
y pualadas. Sera encantador que la martinete. La esencia del arte lorquia-
poltica, en vez de con estadsticas y dis- 110 es su forma inesperada de ideacin e
cursos, se hiciera siempre con cosas tan imaginacin, tpicamente gitana. Las co-
tenues y. bellas! plas del cante establecen relaciones in-
Y, sin embargo, el hecho existe. En esperadas entre las cosas; pero estas rela-
Ro de Janeiro, un-diplomtico espaol, ciones son radicales en el flamenco; no
Garca Vnolas, posee, de su juventud, se logran acercando programticamente
una cuartilla con una caricatura suya di- objetos' distantes o adjetivos inesperados :
bujada por Garca Lorca, y unas pala- estn as, prximos, unidos, en su extra-
bras ai pie. Ese autgraio le ha sido pre- o mundo interior. Que un caballito
cioso para su misin diplomtica. Son sea verde, es slo legtimo cuando, por
como unas etreas credenciales supleto- un espontneo daltonismo de la imagi-
rias. Las credenciales oficiales le acredi- nacin, naci verde, sin querer, el ca-
tan frente a medio Brasil; y el autgraio ballito. Cuando-se le pinta de verde in-
de Lorca, trente al'otro medio... Yo tam- tencionadamente, se liace el payaso. Esa
bin he tenido qu acreditarme, a veces, essegn el explicabala diferencia en-
con recuerdos del poeta que, porque te- tre tener Musa, como Garcilaso, o duen-
na exactamente mi edad y porque an- de, como l. Pero el duende, que es
dbamos por caminos literarios donde fcil de encontrar en una cuesta del Sa-
era imposible tropezar nunca, fu siem- cromonte, es dificilsimo de encontrar en
pre para m todo cordialidad. Sobre todo La Corua, y casi imposible en la Ave-
recordaba aquella conversacin-la lti- nida Alvear, de Buenos Aires.
ma que con l tuveen la estacin de En su romance del Cnmboro, al des-
Madrid. Chispeaba aquel da su charla cribir el entierro del gitano, resulta que,
como si estuviera encendiendo un yesque- acompandole en el cortejo, van los se-
ro. Se burlaba de la utilizacin partidista res y cosas ms inesperados. J\To se puede
que queran dar los unos al,Divino Im-
explicar satisfactoriamente por qu van,
paciente y los otros a Yerma. Y al pre-
pero se advierte que van confusamente
guntarle yo si durara mucho su obra, a
legitimados por una razn flamenca de
la que ya, por parcialidades polticas,
suntuosidad y de lujo. As, entre otras
se estaba sosteniendo artificialmente en
cartel (pues las noches eran fras y la cosas, anota en el cortejo: detrs va
obra minoritaria, y apenas se ocupaban Pedro Domecqcon dos sultanes de Per-
unas cuantas butacas en cada funcin), sia. Pedro Domecq, que existe y es pa-
me dijo con aquel meneo suyo agitanado riente mo, se extraaba de su inclusin,
con que bailaba las frases : en tan oriental compaa, en el fnebre
cortejo. Federico me explic que no sa-
Figrate: hasta que lo vea todo Ma- ba muy bien por qu iba all Domecq;
drid... de uno en u n o ! pero calculaba que por la familiar vi-
Todo se modera de proporciones vin- sin fsica de las etiquetas de las bote-
dolo en su sencilla realidad humana. Es llas Domecq, en las juergas flamencas,
peligroso hacer leyenda con historia tan haba obtenido el vinatero jerezano cier-
reciente. Es peligrosa la transformacin, to derecho natural de contar entre las
tan rpida, en mito pblico de una per- imgenes gitanas- y. acompaar al Cam-
sonalidad tan privada, tan desconcer- borio en su entierro, entre sultanes y
tante, gitana, mstica y sensual. Es tan faraones... Ya se comprender que esto
arbitrario todo, que el estrago poltico
es delicioso. Pero lo que no se puede es
ser pasajero. Ms peligroso puede ser,
imitar esto por un poeta que, cualquier
al hilo de esa popularidad polmica, el
tarde, a las cuatro y media, en Sabadell
estrago literario. Un canovismo o un
o Keus, escriba un romance donde los
lerrouxismo no podran tener ms que
eficacias o peligros polticos. Pero el lor- nababs y pachas promiscen en un en-
quismo ha podido, al socaire de la po- tierro con el seor Codornu.
ltica, envenenar de una gitanera no di- Paz al poeta: al poeta grande y des-
gerida, a honestos poetas de Valladolid, graciado, que est ms all de la utiliza-
Lugo, Mjico o Bogot... Sea cualquiera cin poltica de su muerte vil y de la uti-
el juicio que se tenga tle Garca Lorca lizacin potica de su duende.
478
THE PAN-AMERICAN BOOKSHELF. dacin al efecto de que los procedimien-
XI, .10-11'. (Washington [EE. - U U . ] , tos que rigen la libre importacin de
oct.-nov. 1948.) libros por parte de bibliotecas, e insti-
tuciones educativas sean simplificados
SCHMID, Janeiro V . : La Oficina de Ser- y uniformados por IQS diferentes Go-
vicio Bibliotecario Interamericano. (P- biernos.
ginas 15-16.) Nm. 38 b) Que la Unin Panameri-
cana prepare y publique una compilacin
Con el propsito fundamental de fo- de todas las leyes y de todos los regla-
mentar y desarrollar la biblioteconoma mentos en vigor en cada uno de los pa-
y bibliografa en los pases de las Am- ses americanos, relativos a la conserva-
ricas, la Oficina de Servicio Biblioteca- cin y proteccin del patrimonio cul-
rio Interamericano (O. S. B. I. A.), fu tural.
establecida dentro del Departamento de Nm. 52 b), c) Recomendar que la
Asuntos Culturales de la Organizacin Unin Panamericana se encargue de pre-
de Estados Americanos en julio pasa- parar dicho Manual (Manual sobre Can-
do. La Oficina funcionar como centro je de Publicaciones), y que ste contenga
para un intercambio de conocimientos informacin sobre los orgenes, evolu-
tcnicos de la profesin e informes de los cin y funciones de las entidades cient-
nueesos que haya dentro del movimiento ficas, culturales, educativas, profesionales
bibliotecario interamericano. y tcnicas de la Amrica Hispana en to-
La "creacin de la Oficina ofrece, ade- das las disciplinas.
ms, la oportunidad para la realizacin Dentro del programa inmediato de la
de varias de las resoluciones adoptadas Oficina estn la compilacin y la publi-
por la Asamblea de Bibliotecarios de las cacin de un directorio de todas las bi-
Amricas reunida en Washington en bliotecas d Hispanoamrica, con indica-
1947, en la que se recomendaba, en efec- cin de los servicios que presta cada una.
to, que la Unin Panamericana sea la Tambin estn en preparacin la pu-
institucin indicada para llevar a cabo blicacin de un anuario en castellano,
diversos proyectos. portugus, ingls y francs, que se lla-
Las resoluciones mencionadas son : mar OSBIA (Oficina Servicio Bibliote-
Nm. 22 d) Que la Unin Panameri- cario Interamericano), que tratar temas
cana estudie la posibilidad de fomentar de filosofa y tcnica de bibliografa y
en cuanto sea posible la labor bibliogr- sobre los servicios de bibliotecas en Am-
fica especializada, facilitando su publi- rica y su desarrollo, y una Gua de Es-
cacin. cuelas de Bibliotecologa, preparada por
Nm. 35 a) Solicitar de la Unin la. Asociacin Latinoamericana de Escue-
Panamericana que presente a la prxima las y Profesores de Bibliotecologa.
Conferencia sobre asuntos comerciales o
culturales interamericanos una recomen- PASCUAL CEBOLLADA.
4. HISTORIA
ESTUDIOS AMERICANOS. 1. (Sevilla tre historiador del cabildo chileno,
[EspaaJ, enero 1949.) concluye el autor anotando un error de
planteamiento, comn a todas las teoras.
SUREZ, Federico: El problema de la Estas ofrecen, casi siempre, un punto de
Independencia de Amrica. (Pginas vista americano, y quiz se deba a esto
229-244.) su insuficiencia explicativa.
Frente a este fenmeno es necesario
Breve-, pero muy importante y enjun- Orientar la independencia hispanoameri-
dioso trabajo, que encara el problema de cana partiendo de las dos coordenadas
la secesin hispanoamericana desde un histricas: el tiempo y el espacio. De
nuevo punto de vista. Despus de anali- este modo se ver que la emancipacin
zar sucintamente las principales teoras no es otra cosa que el fin del antiguo
expuestas por tres grupos de historiado- rgimen en Amrica espaola)}. As, Su-
res, representados por los de tipo libe- rez concluye,afirmando la utilidad de una
ral, por Marius Andr y por Gimnez revisin del problema estudiado y su se-
Fernndez--anotemos, de paso, la ausen- guridad en que el estudio de la crisis
cia de Julio Alemparte Robles, el ilus- del antiguo rgimen en Espaa es lo que
479
podra suministrar la base para un nuevo do de Montesinos, y Anello Oliva, son
planteamiento. minuciosamente estudiados por el doctor
Tal teora,' sugerente y bien encamina- Porras a la luz de nuevos datos hallados
da, no puede formularse definitivamen- por l. Por ltimo, detallada bibliogra-
te, y el propio autor aclara la falta de fa de los cronistas estudiados pone fin
anlisis en que nos hallamos an, por ser al articulo, que constituye as una apor-
necesario estudiar previamente la actua- tacin fundamental a la ciencia histrica.
cin de las autoridades espaolas en
Amrica y la visin de los espaoles con-
temporneos y de los gobiernos que se REVISTA DE AMERICA. (Bogot [Co-
sucedieron en Espaa. lombia], nov.-dic. 1948.)
480
quisieron hacer de Bolvar un hroeel Vicente Lecuna, en el Archivo del gene-
mximo hroedel liberalismo democr- ral Santander y en otras fuentesCabra-
tico. Por eso, al tropezar con los pensa les estampa sus conclusiones: La ver-
mientos bolivarianos que llamaban reac- dad es que Bolvardice-no tena la
cionarios, esos historiadores pretendie- menor inclinacin por el rgimen demo-
ron echar un velo de pudicia ingenua, crtico y, antes bien, era un fervoroso
para ocultar el verdadero ser del pensa- admirador de la monarqua y de la aris-
miento poltico del' Libertador. Pues tocracia. Sus discursos y sus cartas estn
bien, a descubrir ese verdadero ser est llenos de expresiones que confirman este
encaminado este estudio de Luis Alberto aserto. La unidad de mando, la estabili-
Cabrales, preclaro historiador y peio- dad, la herencia que perpeta la unidad
dista nicaragense. sin conmociones y que produce la conti-
Para lograr su objeto, el autor ha rea- nuidad histrica, tienen en l un pane-
lizado una inteligente exploracin en la girista a veces exaltado... Y si bien nun-
voluminosa correspondencia de Bolvar, ca intent coronarse, ni puso en prcti-
que es el acervo documental ms impor ca proyecto alguno para establecer una
tante para descubrir el pensamiento del dinasta de origen extranjero, no fu por-
Libertador sobre el rgimen de gobier- que considerase inadecuado el rgimen,
no. Con esta caudal erudito Luis Alber- sino porque las circunstancias, los acon-
to Cabrales pone en claro que Bolvar tecimientos, los vulgares prejuicios de
fu un convencido monarquista y que los idelogosdueos de las legislatu-
slo las circunstancias le hicieron adop- ras, la obcecada poltica del gobierno
tar un sistema republicano aristocrti- espaol y la enconada e intrigante pol-
co, evidenciando adems la necesidad <lt tica de los Estados Unidos se lo impe-
interpretar recta y profundamente las pa- dan. La desgraciada experiencia de tur-
labras escritas o dichas pblicamente be se haba clavado muy hondo en su
por el Libertador, ya que le era imposi-
ble entonces exponer desnudamente al espritu, y as no tuvo ms remedio que
pblico todas sus ideas y tena que dis- hacer a un lado la solucin que juzgaba
(razarlas con aparentes concesiones a la como la mejor para la marcha ordena-
vulgaridad de los idelogos intrigantes. da y prspera de nuestra nacionalidades.
Tras el minucioso examen de la corres-
pondencia bolivariana - e n los tomos de JAIME DELGADO.
5. EDUCACIN
481
E. C. A. Estudios Centro s.
Americanos. las buenas intenciones y llegar al meollo
0-
(San Salvador [El Salvador], enero- de, los problemas concretos. En la tarea
febrero 1949.) de levantar una nueva Universidad se
hace evidente la necesidad de basarla, en
la
CORRESPONSALES : Crnica sobre la vida la mente del autor que comentamos, en
centroamericana. (Pgs. 805-827.) una unidad funcional que establezca una
jerarquizacin de valores, en la conlinui-
Entresacamos algunas noticias educati-:l
" dad basada en la rica tradicin de nues-
vas de las crnicas publicadas en esta ta
tras Universidades y en una misin pol-
Revista. tica que reclama a la actual generacin
En El Salvador, durante el perodo 18o0 .. . . . . , ,
de octubre 1948-15 de enero 1949, las no- un contenido casi mstico. Asi sera posi-
J
ticias a destacar son la presentacin a la"a ble salvar a la Universidad de su atona
Asamblea Nacional a mediados de no- - y de su achabacanamiento y hacer de ella
>-
viembre por el entonces ministro de Cul- algo ms que una brillante palabra ca-
tura, doctor Efram Jovel, del proyecto l" rente de sentido,
o
de Cdigo de Educacin, cuya lenta yy RAMREZ, Alberto : La inquietud polti-
difcil discusin qued despus aplaza- ' ca y social de Mjico en sus Universi-
da. El Congreso Tripartito Universita- 1-
dudes. (Pgs. 6-7.)
rio, iniciado con todo xito en el mes dee
agosto anterior, se dio como fracasado a Estudia el artculo de Alberto Ram-
ines de octubre. rez este tema tan complejo, pero que re-
- En Honduras, el ministro de Educacint sulta imprescindible para el conocimien-
Pblica, licenciado Marcos Carias Reyes,, to de la realidad mejicana. Da una sucin-
dio a conocer a la Prensa el vivo empe-i- ta visin histrica de las convulsiones
o con que se proyecta levantar el nue-;- polticas que llegaron hasta la Universi-
vo edificio de la Universidad. dad, demostrando que sta no es slo un
centro docente qumicamente puro al
margen de las vibraciones del pas. La
LA HORA. Semanario de los Estudian- simpata y el apoyo de la opinin pbli-
tes Espaoles. II, 19. (Madrid [Espa- ca han estado siempre del lado de los
a], 11 marzo 1949.) universitarios cuando se ha visto clara-
mente su oposicin a los extremismos iz-
SIETE DAS : Las Universidades portugue- quierdistas, pero algunos movimientos
sas en nmeros. (Pg. 4.) no han tenido la habilidad suficiente para
hacer distinguir su accin de las algara-
Asisten a las universidades portugue-
sas 11.893 alumnos, de los cuales 9.390, das anrquicas que, por desgracia, tam-
son muchachos y 2.503 muchachas. Es poco han faltado, carentes de sentido y
Lisboa la ciudad que da el mayor con- de lgica. Ello, sin embargo, no desvir-
tingente universitario, siguindole por- ta la honda y meritoria significacin de
to y Coimbra. La edad que predomina la oposicin universitaria al sectarismo
entre los estudiantes oscila entre los vein- revolucionario. Hoy en da, en la inmen-
tids y los veintitrs aos, aunque tam- sa mayora del mundo de las Universi-
bin estn representados los de cincuen- dades mejicanas se hace palpable la- in-
ta y ms aos. Es muy considerable la quietud por rectificar la trayectoria his-
asistencia femenina, que llega en la Uni- trica en un sentido conjunta y eminen-
versidad de Lisboa a un nmero de 1.191 temente nacional y social revolucionario.
muchachas, repartidas, de mayor a me- Asi alienta en Mjico el deseo de inte-
nor porcentaje, en las Facultades de Le- grarse en la fraternal unidad hispnica.
tras, Ciencias, Farmacia y Derecho. Ms
reducida es la preferencia femenina por REVISTA DE- ESPIRITUALIDAD. Pu-
las Universidades de tipo tcnico, eni blicacin trimestral dirigida por Car-
exacta correspondencia con lo que ocu- melitas Descalzos. VII, 29. (Madrid
rre en Espaa. [Espaa], octubre-diciembre 1948.)
482
Ortega en El espectador, para conside- de Plata del Colegio San Ignacio de Ca-
rar luego a Rousseau como inspirador del racas. Encuadra primero el marco hist-
filsofo espaol y estudiar lo que llama rico, de tan mltiples corrientes, en que
la paradoja del salvajismo. Donde Rous- Ignacio de Loyola hubo de vivir. Las
seau termina su pedagoga de la natura- Universidades, en las que el ideal hu-
leza, comienza Ortega su filosofa de la manstico haba hecho su entrada, y la
vida, quien manifiesta en su estudio del pronta bifurcacin de las dos corrientes
deseo una tendencia idealista que recuer- de este ideal. Define luego los rasgos o
da la del pedagogo francs. notas distintivas de la Pedagoga jesuti-
Se refiere el autor al idealismo que im- ca que tiende, como ideal, al humanismo
pone el empleo del mito en el proceso integral cristiano; que propugna, como
educador y considera a Ortega como el instrumento de formacin intelectual, el
maestro del atesmo espaol contempo- estudio profundo de los clsicos y de la
rneo. Examina su crudo naturalismo, Filosofa; y que como mtodo y funda-
que antepone la biologa a la tica, y mento atiende a la formacin ms que
muestra el contraste con la Pedagoga a la erudicin. Pedagoga orientada, en
catlica, representada en un pasaje de resumen, a formar un hombre integral-
Balmes. mente humano y cristiano en unidad in-
divisible.
Termina el artculo con algunas refle-
xiones sobre el sentido idealista que se Detalla luego alguno de estos aspectos.
da al medio vital, sobre la dialctica pe- comenta normas de la Ratio Studiorum, el
daggica orteguiana, sobre el sentido de- valor de la emulacin, la formacin del
portivo de la vida y sobre la visin rea- profesorado y, finalmente, los esplndi-
lista de la Pedagoga catlica. En la con- dos frutos logrados por los Colegios de
clusin se hace especial hincapi en el la Compaa.
idealismo pedaggico orteguiano.
483
6. TEMAS JURDICOS
INFORMACIN JURDICA. Comisin establece que se impondr pena capital
de legislacin extranjera del Ministe- nada ms que en casos de parricidio, ase-
rio de Justicia. 69. (Madrid [Espaa], sinato y traicin a la Patria. El 31 trata
febrero 1949.) de la retroactividad de la ley.
La seccin tercera se refiere concreta-
Constitucin boliviana de 2b de noviem- mente al orden pblico en casos excep-
bre de 1947. cionales, y as establece que, en casos
de grave peligro, el jefe del Poder Eje-
La Constitucin de Bolivia tiene 21 cutivo podr declarar el estado de sitio.
apartados que la divide sistemticamen- Conforme al prrafo segundo del mismo
te para su estudio. artculo, si el Congreso se reuniera es-
Los principios fundamentales se hallan tando vigente esta situacin, habra de
comprendidos en la seccin primera, ti- examinarla. Los restantes artculos de
tulada La Nacin. El primero de ellos esta seccin estn dedicados a los efec-
d i c e : Bolivia libre, independiente y so- tos del estado de guerra expuestos en el
berana, constituida en repblica unita- artculo 35, detallados en cinco aparta-
ria, adopta para su gobierno la forma de- dos. La inviolabilidad personal y las in-
mocrtica representativa. Segundo, la munidades establecidas por esta Consti-
soberana reside en el pueblo; es inalie- tucin para los representantes nacionales
nable e imprescriptible; su ejercicio no se suspenden durante el estado de
est delegado a los poderes legislativo, sitio.
ejecutivo y judicial; la independencia y Pasa despus a' determinar quines son
coordinacin de estos poderes es la base bolivianos, los requisitos exigidos para
del gobierno. Tercero, el Estado reco- ser ciudadanos (art. 43), la suspensin de
noce y sostiene la religin Catlica, Apos- esos derechos (art. 44) y circunstancias
tlica y Romana, garantizando el ejerci- que motivan la prdida de la nacionali-
cio pblico de todo otro culto; y cuar- dad (art. 41). La situacin de la mujer
to, el pueblo no delibera ni gobierna, casada, si es extranjera, casada con bo-
sino por medio de sus representantes y liviano, adquiere la nacionalidad de su
de las autoridades creadas por la ley. marido.
Toda fuerza armada o reunin de perso- Respecto a la familia, el artculo 133
nas que se atribuya los derechos del pue- declara que el matrimonio, la familia
blo comete delito.de sedicin. y la maternidad, estn bajo la proteccin
A continuacin trata de los derechos y del Estado, estableciendo la igualdad ju-
garantas, a los que dedica el texto 29 rdica de los cnyuges.
artculos. Comienza afirmando que la Sobre el rginien social precepta : el
esclavitud no existe en Bolivia y que no trabajo y el capital, como factores de la
se conoce ningn gnero de servidum- produccin, gozan de la proteccin del
bre, no pudindose obligar a nadie a Estado.
prestar un trabajo sin justa retribucin. Bajo el ttulo Rgimen local se pro-
Los derechos que se conocen son : in- clama que la educacin es la ms alta
greso, trnsito, permanencia y salida del funcin estatal (art. 157), propugnan-
territorio nacional, ejercicio de cual- do medidas de auxilio por parte del Es-
quier comercio, trabajo o industria, libre tado a los estudiantes aptos y necesita-
exposicin de ideas, pensamiento y aso- dos, y el reconocimiento de la libertad
ciacin, derecho de peticin individual de enseanza religiosa (art. 159). Los r-
y colectiva y de recibir instruccin y en- teulos 162, 163 y 164 se refieren a las
seanza bajo la inspeccin del Estado, Universidades pblicas, a las que decla-
libertad personal, inviolabilidad del do- ra autnomas e iguales en jerarqua,
micilio, propiedad garantizada. siendo las nicas autorizadas para expen-
En lo referente al derecho de propie- der diplomas acadmicos.
dad ofrecen especial inters los artculos En cuanto al rgimen econmico y fi-
16 y 19, referentes a propiedades de per- nanciero, la seccin decimotercera con-
sonas extranjeras y jurdicas. tiene numerosos preceptos, en los que
En materia de hacienda los impuestos se abordan cuestiones diferentes, rgi-
obligatorios y sus requisitos forman el men de monopolios, especificacin de los
contenido de los artculos 20 y 21. El 25 de dominio originario del Estado, regu-
484
lacin estatal del comercio y la industria, negocios de la administracin; decretar
etctera. amnista por delitos polticos; ejercer los
Cuanto concierne al Poder Legislati- derechos del patronato nacional; presen-
vo est dividido en cinco secciones. La tar a los arzobispos y obispos, eligindo-
primera establece que residir en el Con- los de las ternas propuestas por el Sena-
greso Nacional compuesto de dos Cma- do, y nombrar a los cannigos, dignida-
ras, una de diputados y otra de senado- des y prebendados de entre los propues-
res (art. 46). El Congreso podr reunir- tos por los Cabildos eclesisticos (apar-
se extraordinariamente por acuerdo de tado 16). Tiene la facultad de conceder o
la mayora de sus miembros o por con- negar el exequtur a los documentos
vocatoria del Poder Ejecutivo. conciliares, bienes, bulas y rescriptos del
Sumo Pontfice, siempre de acuerdo con
Las Cmaras se reunirn en Congreso el Senado (apartado 17). Conservar y de-
para los siguientes fines justificados en fender el orden interno y la seguridad
l (art. 60): considerar las leyes vetadas exterior de la repblica, de acuerdo con
por el Ejecutivo, resolver la declaracin la Constitucin (apartado 22). El grado
de guerra a peticin del Ejecutivo, con- de capitn general del Ejrcito es inhe-
siderar los proyectos de ley control del rente a las funciones del Presidente de
Ejecutivo. la Repblica (art. 95).
Cmara de Diputados. La duracin del
Para el nombramiento de los ministros
mandato de los diputados ser de cuatro
de Estado dispone la Constitucin que
aos, renovndose por mitad en cada
bastar .un decreto del Presidente de la
bienio, saliendo en el primero por suer-
Repblica (art. 97). Los ministros en el
te (art. 64). Corresponde a esta Cmara,
ejercicio de su cargo, son responsable?
segn el artculo 67, elegir a los magis-
de los actos de la Administracin, con-
trados de la Corte Suprema.
juntamente con el Presidente de la Re-
Cmara de Senadores. Se compone esta pblica (art. 99). El artculo 104 estable-
Cmara de tres senadores por cada de- ce que no salva de esta responsabilidad
partamento (art. 68); como facultades, a los ministros una orden verbal o escrita
el art. 61 les atribuye, entre otras, to- del Presidente.
rnar conocimiento de las acusaciones he-
chas por la Cmara de Diputados a los El poder judicial lo ejerce la Corte Su-
ministros de la Corte Suprema, confor- prema. Esta se compone de diez minis-
me a la ley de responsabilidades; propo- tros elegidos por la Cmara de Diputa-
ner ternas para arzobispos y obispos; dos, a propuesta del Senado (art. 143),
aceptar o negar, en votacin secreta, los y tambin a propuesta de ste es nom-
ascensos propuestos por el Poder Ejecu- brado el fiscal general por el Presidente
tivo de generales y coroneles del Ejrci- de la Repblica (art. 150). Las funciones
to (apartado 11). a desarrollar por la Corte Suprema se es-
tudian desde el artculo 145. El 138 es-
El artculo 58 enumera las atribuciones tablece que los jueces no estn sometidos
del Poder Legislativo en 19 apartados, sino a la ley y tienen potestad para de
que regula todo el rgimen administra- cidir sobre las decisiones establecidas en
tivo y jurdico del pas. la Constitucin y las leyes (artculo 142,
La seccin novena establece que las apartado 3.).
leyes pueden tener su origen en cada una El rgimen interior se estudia en la
de las Cmaras o por mensaje del Po- seccin duodcima en un nico artcu-
der Ejecutivo (art. 62). El proyecto de lo, el 106, que dice : el rgimen comu-
ley que fuese desechado en la Cmara nal es autnomo. Los alcaldes son ele-
de origen (art. 74) no podr ser nueva- gidos por los respectivos Consejos o Jun-
mente propuesto en ninguna de las C- tas principales (art. 151) por un perodo
maras hasta la legislatura siguiente. de tiempo determinado. El 155 se refiere
a las atribuciones de los alcaldes y, por
La seccin dcima habla del Presiden- ltimo, el 152 regula los Concejos y
te de la Repblica, y dice que ste y el Juntas.
vicepresidente son elegidos por sufragio
directo del pueblo (art. 84). l perodo de La seccin vigsima corresponde a las
stos es de cuatro aos improrrogables. fuerzas armadas, y el artculo 152 fija la
El vicepresidente desempear la Presi- misin del Ejrcito, y el 103 dice que
dencia del Senado. Las funciones del el Ejrcito depende del Presidente de
Presidente de la Repblica vienen expre- la Repblica.
sadas en el artculo 94. Primera : presen- Cuatro son los artculos que dedica la
tar anualmente al Congreso un mensaje Constitucin a la reforma, 177, 178, 179
escrito acerca del curso y estado de los y 180. El primero establece que la refor-
485
ma d la Constitucin Ira de ser hecha cuenta la riqueza econmica, los trans-
declarndose previamente su necesidad y portes, la divisin geogrfica, sus medios
determinndolo con precisin en una ley de comunicacin, establecindose que la
ordinaria aprobada por los dos tercios de divisin administrativa llamada comu-
los miembros presentes de cada una de na cuidar de establecer las respectivas
las Cmaras. En el segundo se pasar a subdelegaciones y de sealar para los
otra revisin, que tambin requiere dos mismos los lmites.
tercios de votos, siguindose despus los El artculo 94 dice que la administra-
trmites ordinarios que la Constitucin cin de cada regin, estar a cargo de una
apunta para las relaciones entre las dos Asamblea regional, que constar de un
Cmaras. El 179 dice que las Cmaras intendente de la provincia y de un vice-
deliberarn y votarn las reformas ajus- presidente elegido por la misma Asam-
fndolas a las disposiciones constitucio- blea en su sesin constitutiva.
les que determina la ley, y, por ltimo,
el 180, cuando la enmienda sea relativa Las Asambleas regionales estarn for-
al perodo constitucional del Presidente madas de una manera en que estn re-
de la Repblica, ser slo cumplida en presentadas todas las diversas actividades
el siguiente periodo. de la regin : a), las municipalidades de
la regin; 6), agricultura; c), industria;
d), minera; e), comercio; /), profesio-
Reforma de la Administracin de Chile. nes liberales; g), educacin pblica (ar-
tculo 95).
En un mensaje dirigido por el Presi- Los componentes de las Asambleas se
dente de la Repblica al Senado, expone denominarn representantes. Para ser
ste la necesidad de reformar la Admi- designados se requieren las mismas cua-
nistracin, y para ello- da las siguientes lidades que para diputados y tener do-
razones que justifican en cierta medida micilio en la regin, como mnimo por
los nuevos acuerdos adoptados referen- un ao. La duracin de estos cargos es
tes al rgimen administrativo interior. de cuatro aos.
Comienza diciendo que la divisin admi-
nistrativa de un pas debe responder a la El artculo 97 dice que la Asamblea
realidad geogrfica y econmica de un podr actuar con la mitad ms uno de sus
territorio, y que la divisin que hace el miembros, y que los acuerdos se adopta-
artculo 93 del mbito nacional no res- rn por la simple mayora de la sala.
ponde a las razones antes expuestas y, Tendrn las facultades y atribuciones
por tanto, es necesario hacer una reorga- siguiente: a), estudiar y proponer al Go-
nizacin de todos los territorios. Aade bierno las obras pblicas que a su jui-
que cada divisin administrativa debe cio deban realizarse en sus respectivas
poseer un rgano propio autnomo de ad- regiones; 6), dictar reglamentos y orde-
ministracin consistente en una asamblea nanzas para la buena administracin re-
general que sustituya a las asambleas gional; c), organizar y autorizar los ser-
provinciales. La organizacin de estos vicios regionales. Adems regula de modo
Institutos estar formada por represen- preferente los problemas sanitarios, el
tantes del capital y del trabajo. Se inspi- presupuest y gastos de la Asamblea, pide
ran estas reformas, por otra parte, en la al Presidente de la Repblica la remo-
idea de no dar margen a una nueva bu- cin de los funcionarios y ejerce inicia-
rocracia, se cuida la forma de evitar es- tiva constitucional para presentar proyec-
pecialmente que los nuevos organismos tos de ley.
que se creen se conviertan en pequeos
congresos inoperantes, y para ello se li- El artculo 99 establece que las Asam-
mita el nmero de sus miembros y se bleas regionales representarn al Presi-
establece el derecho a hacerse or en la dente de la Repblica en las necesidades
Asamblea regional. de la Administracin, para que el Ejecu-
cutivo se cuide de satisfacerlas. Y, por
El proyecto de reforma se refiere con-
ltimo, el artculo 100 dice que las or-
cretamente a la sustitucin de los artcu-
denanzas y resoluciones que dicte la
los 93, 94, 95, 96. 97, 98, 99 y 100 de la
Asamblea debern ser puestas en conoci-
Constitucin poltica del Estado por los
miento del intendente, quien tiene la po-
siguientes : El artculo 93, en el proyec-
testad de poder suspender su ejecucin
to de reforma de la Constitucin sobre
dentro de los diez das siguientes.
el rgimen administrativo interior, esta-
blece que el territorio nacional no se di- Segn se desprende del discurso del
vidir en ms de diez regiones, y stas Presidente, expuesto a grandes rasgos,
en comunas. Para ello se tendr en la reforma del sistema administrativo de
486
Chile era necesaria para la buena gestin efectos en el sistema administrativo inter-
de los intereses polticos, econmicos y no que repercutir en todos los aspectos
administrativos. Se ha acometido este de su vida.
problema de una manera radical y abso-
luta que, como es de esperar, surtir ENRIQUE RUIZ-FOINELL,
7. TEMAS POLTICOS
ALFREZ. 23-24. (Madrid [Espaa], ALONSO DEL REAL, Carlos: Amrica tal
enero 1949.) como la vemos. (Pg. 8.)
17
que todos sus componentes, por sus co- hispanoamericanos que, aunque de sig-
loridos, culturas e idiomas conjuntamen- no completamente contrario al comunis-
te asimilados, y constituye una nueva rea- mo, hacen sin darse cuenta un juego po-
lidad humana distinta por resultado de ltico a la U. R. S. S., que los utiliza
sus cruzadores, formando raza diferen- como parte de su programa de infiltra-
te de las existentes. Es raza joven, poten- cin, aunque la voz de alarma ya est
te y creadora, cuya juventud, potencia dada en Amrica.
y espritu creador deben indudablemen-
te al esfuerzo heroico de esas minoras BORRAS, Toms : Espaoles conlra Espa-
(india, blanca, negra, amarilla y mesti- a. (Pgs. 23-26.)
?a) y a la secuacidad entusiasta o disci-
plinada de sus masas. En este artculo Toms Borras enjui-
cia la conducta de las personas que a
raz de la terminacin de la Guerra de
BOLETN HE INFORMACIN de la Liberacin huyeron a pases extranjeros,
Secretara General del Movimiento. 84. llevndose con ellos el oro que legtima-
(Madrid [Espaa], enero 1949.) mente era patrimonio de los espaoles.
Parece ser que estos polticos huidos
ALONSO, Jos R a m n : Anticomunismo de su pas reniegan ahora de todo lo es-
en Hispanoamrica. (Pgs. 69-71.) paol, queriendo dar a entender que son
La presencia de los nuevos regmenes personas completamente ajenas a su pa-
militares que recientemente se ha im- tria y desligadas de una manera radical
puesto en algunos pases hispamoameri- de todo lo que tenga alguna relacin con
canos, y como consecuencia de las me- Espaa.
didas que stos han adoptado en contra Establece una comparacin entre la
del partido comunista, hace pensar al ar- primera Repblica espaola y la segun-
ticulista que este grupo poltico est de- da, de 1932. En la primera, polticos
cayendo en Amrica. como Pi y Margall o Ruiz Zorrilla po-
Distingue en el nuevo Continente dos dan parecer ms o menos capacitados,
clases de comunismo; uno el racial, casi incluso, poseer una mejor o peor interpre-
biolgico, en donde la U. R. S. S. encuen- tacin de los problemas de Espaa, pero
tra sus proslitos, y otro, el de exporta- nunca hubiesen renegado de su Patria,
cin marxista, del que los indios ame- de su idioma ni de su religin como lo
ricanos no entienden nada. han hecho los flamantes dirigentes po-
Sostiene que el comunismo, en gene- lticos que subieron al poder en 1932.
ral, se puede combatir en estos pases me- Esto no hace sino corroborar su conduc-
diante una poltica social bien adminis- ta de abrepuertas, desde el gobierno, a
trada, citndose como ejemplo el del ge- la destruccin del pas para mayor venta-
neral Pern, al que el partido rojo no ja de sus amos extranjeros y demostran-
molesta nunca. do un execrable servilismo hacia ciertas
El porcentaje mayor de comunistas co- personas y hacia ciertos partidos pol-
rresponde a Costa Rica y Cuba, pues un ticos.
tres por ciento de sus habitantes perte- Concretamente se refiere este artculo a
nece a este partido. la persona de Fernando de los Ros, ex
La prohibicin que la ley marca fren- ministro de Instruccin Pblica, que re-
te a los mtodos radicales en la poltica conocido por u n compatriota en pleno
comunista no podr tener eficacia alguna Nueva York, neg ser espaol.
si no va acompaada de otras medidas Podemos sacar una consecuencia : estos
dirigidas a mejorar las condiciones so- polticos no buscaban ms que el logro
ciales del pas de que se trate. personal sin ningn inters para la Pa-
Se cita en este artculo el caso del Per, tria, y se nos presentan con sus ideas in-
en el que, aunque el comunismo est temacionalistas c o n apatridas, gentes
puesto fuera de la ley, es difcil que deje sin emocin nacional y siervos de po-
de actuar, ya que no se han tomado to- tencias extranjeras.
das las medidas necesarias para contra-
rrestar la inmediata accin comunista.
Sin embargo, hemos de decir que el ge- CORREIO DA MANHA. (Ro de Janei-
neral Odra est empezando a llevar a la ro [Brasil], marzo 1949.)
prctica una verdadera poltica social
que, como es de esperar, d sus frutos REGOLINS, Alberto: La sucesin presi-
exactamente igual que lo ha dado en dencial en el Brasil.
otros pases. Si hubiere entre nosotrosdice el
Existen ciertos gobiernos en los pases autorla educacin poltica que asegu-
488
ra el equilibrio de los poderes en las de- la Cmara de Representantes a favor de
mocracias ejemplares, el criterio estricta- nuestro pas, recibi cartas y telegramas
mente partidario sealara las preferen- procedentes de lodos los rincones de los
cias de las mayoras electorales en mate- Estados Unidos felicitndole por haber
ria de candidatura gubernamental. lomado esa decisin. Esto le hizo juz-
Aquellos candidatos que reunieren los gar que su proyecto era aprobado por el
ttulos ms recomendables recibiran el pueblo americano en la proporcin de
favor de los electos, evitando as equvo- cuatro a uno, pues ste est convencido
cos y confusiones que corrientemente que posee en la nacin espaola un gran
perturben la serenidad del juicio en las amigo y que, por tanto, no ve la razn
campaas presidenciales. de-no ayudarle econmicamente.
La actividad poltica brasilea se re- Dice que la opinin pblica siempre
suelve en proyecciones personalsimas y importa, y que est convencido de que
carece de principios definitivos en los el mantenimiento de una Espaa fuerte
programas de gobierno, ofreciendo una es una necesidad esencial para los Esta-
inestabilidad tal que acarrea una progre- dos U n l , l o s , pues su propia seguridad
siva desconfianza popular. est ligada al problema espaol, y que
No existe comunidad de criterios en- en la lucha contra el comunismo que
tre los sectores de opinin nacional, con mantiene Norteamrica y el conflicto que
la cual se dificulta la eleccin del can- se aproxima contra los soviets, Espaa
didato que mejor concille los intereses ser su aliada ms fiel y la ms necesaria.
de corrientes opuestas. Aade que nuestra nacin siempre ha
En la historia poltica de los pases pagado en todo momento sus deudas,
americanos se da el caso de unin cir- haciendo honor a sus compromisos, que
cunstancial de partidos con programas ha satisfecho con sus intereses. Actual-
diferentes, para proclamar a aquel que mente su estado financiero es mucho me-
exprese el sentimiento colectivo. As vie- jor que el del resto de los pases euro-
ne ocurriendo en el Brasil desde 1945. peos, y as no solamente los grandes
Bancos americanos han confiado en ella,
Nadie debe excluir la posibilidad de
sino que tambin el gobierno de Esta-
una alianza de totalitarios y demcratas
dos Unidos empieza a evolucionar a fa-
para la derrota del adversario comn.
vor de conceder crditos.
Ante su pleito de resultados inciertos so-
lamente los conservadores no transigen La poltica de Yalta, Potsdam y Te-
con lo que les aparte de sus objetivos. hern debe dejarse aparte para tratar de
Realmente es necesario llegar a la inape- este asunto, pues perjudica a Espaa so-
lable decisin del voto popular. lamente porque Stalin lo quiere.
Tal como las cosas van producindose Despus de estas razones, estima que
en Brasil, es muy seguro que no exista tanto l como muchos compaeros su-
ambiente propicio a una sola candidatu- yos de la Cmara del Senado opinan que
ra. Hay nombres que por s solos equi- la inclusin en el plan Marshall de Es-
valen a una bandera en estos momentos paa tendra grandes repercusiones eco-
de incertidumbre. La lucha entre los ad- nmicas y polticas, y expresa su con-
versarios que aspiran al desempeo de la fianza en que el Gobierno estadouniden-
ms alta magistratura ha de ser muy re- se responder al deseo de la opinin p-
ida, siendo de esperar que el vencedor blica.
llev el equilibrio de las fuerzas vivas
de la nacin en provecho de la tranqui-
lidad colectiva y del cumplimiento del GAZETTE DE LAUSANNE. (Lausana
estatuto democrtico restablecido en 1946. [Suiza], 15 enero 1949.)
489
taante Rivero haba logrado ser reele- democracia no poda ni puede tener ra-
gido presidente. Ante esta situacin, el les profundas en la realidad poltica de
partido aprista pas a la accin directa, Amrica del Sur (cita el caso de Boli-
pero la insurreccin militar de El Ca- via: de cuatro millones de habitantes,
llao fu derrotada en veinticuatro horas solamente votan 160.000 personas).
y el aprismo declarado ilegal. Sin embar- Al mismo tiempo, el autor explica los
go, un movimiento militar de inspira- ltimos golpes militares, ya que los Go-
cin nacionalista, dirigido por el coronel biernos que han sido recientemente de-
Odra, consigui el Poder sin efusin de rribados se establecieron en la poca de
sangre, y una Junta provisional militar \ a l t a y Potsdam, poca en que los Es-
se ocup de la direccin del pas. tados Unidos defendan la estabilidad
En Venezuela, el partido de Accin del Continente y la unin con Mosc,
Democrtica, partido similar a un Fren- por lo que hoy se aprovecha la ruptura
te Popular, que contaba con el apoyo con Mosc para intentar al mismo tiem-
de los comunistas, estaba en el Poder po una cierta independencia de Washing-
desde 1945, pero en pocas horas el Ejr- ton, tanto en el aspecto poltico como
cito derrot a los partidarios del Gobier- en el econmico, y as se explica que los
no y una Junta militar, dirigida por el dirigentes nacionalistas de Per, Vene-
coronel Chalbaud, se hizo cargo del pa- zuela y dems pases muestren su sim-
lacio presidencial. pata hacia Buenos Aires, que ha sabi-
Por el contrario, en Chile un movi- do liberarse de los grandes trusts inter-
miento similar fu derrotado fcilmen- nacionales.
te, y un cierto nmero de personalida- Sin duda estos movimientos antide-
des militares, entre las que figuraban el mocrticos hacen peligrar el panameri-
antiguo presidente de la Repblica, ge- canismo, siempre que a ste se le con-
neral Ibez, fu acusado de capitanear sidere, como hace el presidente chileno,
el movimiento contra el Gobierno. la forma de imponer a los Estados miem-
Por ltimo, en Amrica Central ha bros un determinado Gobierno; ste era
sido destituido el presidente de El Sal- el espritu de Chapultepec. Pero la Con-
vador, seor Castaeda Castro. Costa ferencia de Bogot ha establecido en el
Fiica acusa a Nicaragua de apoyar la in- artculo 35 de sus resoluciones que las
vasin de su territorio por fuerzas rebel- relaciones entre los Estados americanos
des, que a su vez acusan a Figueres de deban mantenerse independientemente
ocupar el Poder ilcitamente. de la forma de su gobierno, por lo que
Ante estos hechos los Estados Unidos la no intervencin en poltica interior
consideran, con razn, que es necesario ha vuelto a ser tericamente la regla del
un mnimo de estabilidad poltica en panamericanismo. La vieja frmula la
Amrica Central para lograr la defensa libertad o la muerte no tiene validez
del canal de Panam. en Amrica del Sur, y un panamerica-
.Algunos observadores acusan al pre- nismo bien entendido no tiene, pues,
sidente Pern de apoyar estos movimien- nada que temer de que los regmenes
tos militares de Per, Venezuela, Chile autoritarios se instalen sobre el Conti-
y hasta incluso los de Amrica Central, nente.
ya que los considera como la respuesta
de Buenos Aires al bloqueo econmico
que sufre de nuevo la Argentina por par- INFORMACIN JURDICA. Comisin
te de los Estados Unidos. Ahora bien; de Legislacin extranjera del Ministe-
el autor considera que estos observadores rio de Justicia. (Madrid [Espaa],
complican intilmente el problema, ya marzo 1949.)
que la simpata de la Casa Rosada por
los Gobiernos anticomunistas no impli- ELIAS DE TEJADA, Francisco : Trayectoria
ca necesariamente que ella haya interve- del pensamiento poltico colombiano-
nido en su instauracin, por lo que el
autor cree que estos movimientos nacio- El estudio que reseamos es una bre-
nalistas se parecen porque tienen causas vsima historia de los personajes que han
idnticas, que s o n : incapacidad de los manifestado sus tendencias filosficas y
regmenes democrticos y falta de inde- doctrinarias, con una u otra influencia
pendencia econmica. extranjera, desde que Colombia dej de
El autor explica su afirmacin dicien- ser tierra espaola.
do que los pases que el siglo pasado limpieza remontndose a la poca de
formaban el Imperio espaol copiaron la expulsin de los jesutas, bajo Car-
su Constitucin de la de los Estados Uni- los I I I , de los dominios espaoles en
dos, por lo que el sistema terico de la Amrica, considerando que el vaco que
490
dejaron las lumbreras ms claras del ricos, se alza Jos Mara Samper, cuyos
saber hispano all fu llenado rpida- postulados y divulgaciones son diame-
mente por la ideologa precursora de tralmente opuestas a las de Torres Cai-
los estallidos revolucionarios. Efectiva- cedo, renegando de su ascendencia hisp-
mente, puede decirse que las primeras nica, y encontrando el origen de todo
nociones polticas de Colombia parten mal que rodea a Colombia en la poca
de la poca misma del libertador Bol- de la colonizacin espaola.
var, con la aparicin de los mantenedo- Hoy da destacan en el campo amplio
res del conservadurismo y robustecimien- de la filosofa varios doctores, y princi-
to de los atributos del gobernante (los palmentesegn afirma Elias de Tejada
que pudiramos llamar conservadores) y Luis Lpez de Mesa y Luis Eduardo Nie-
los partidarios de su reduccin (libera- to, ambos reflejos de las influencias ger-
les), representados en su origen por el manas de Spengler.
general Francisco de Paula Santander.
Concluye esto docto catedrtico su ex-
El liberalismo colombiano sigue la tra-
yectoria del utilitarismo britnico, bas- posicin con un resumen en el que des-
ta el extremo que Benthan viene a ser envuelve las siguientes cuatro cuali-
el orculo poltico de los liberales de dades :
Colombia. 1." Ausencia de militarismo como,
Cuando la violencia poltica alcanza consecuencia de la aplicacin casi cons-
tal grado, que el utilitarismo no se re- tante de la mxima de Cicern : Cedant
cluye meramente en el marco de las arma, togoae.
disputas abstractas, es el momento del 2. Alto nivel cultural de las minoras
federalismo, acogido unnimemente, co- rectoras de Colombia, por lo que Bogo-
mo solucin poltica, por liberales y con- t ha sido llamada la Atenas de Am-
servadores. Para los primeros, por ser rica.
el omega del progreso evolutivo de las 3. a El sedante al inquieto espritu
tendencias polticas; para los conserva- hispnico de la influencia inglesa de ms
dores, por ser el freno que se opona a
raigambre que la francesa.
la progresin de las revueltas. . o, al me-
nos, eso creyeron, porque la realidad fu 4. a y ltima, resultado de la aplicacin
muy distinta, y hubo que echar mano de las anteriores: la estabilidad de los
de una postura mental ms ordenada : gobiernos, en contraposicin a los casi
contina la factura inglesa y aparece, continuos pronunciamientos militares y
como el guardador mximo de los teso- populares de la Repblicas de Centro y
ros de la idea, el positivismo de Spencer, Sur Americanas.
el alma de la regeneracin, cuyos pri-
meros defensores fueron Pinzn, Herr
ra Olarte y Herrera Iregui. JUSTICIA SOCIAL CRISTIANA. 41.
(La Habana [Cuba], septiembre 1948.;
Consecuencia neta de la llamada re-
generacin es la Constitucin unitaria
del da 4 de agosto de 1886, que acaba J. P . G . : El peligro comunistu y su neu-
con el federalismo, transformando los tralizacin. (Pgs. 141-143.)
antiguos Estados en provincias, dotadas
de cierta autonoma y constituyendo un Estudia en qu consiste el peligro co-
trmino medio armnico entre los ex- munista, estimando que reside funda
tremismos de los partidos conservador y mentalmente en la existencia del apara-
liberal. to clandestino, encargado'de la organi-
Hay que tener en cuenta que desde su zacin de los desrdenes pblicos como
nacimiento encontr, tanto el utilitaris- preparacin para la guerra civil. Descri-
mo como el positivismo, la tenaz oposi- be los procedimientos que utiliza el apa-
cin catlica, herencia indiscutible y rato clandestino del Partido Comunis-
arraigada de los misioneros espaoles en ta en cada pas, as como los medios que
Colombia. Dentro de esta posicin intran- pueden utilizar los Gobiernos para su
sigente y religiosa destacan los grandes neutralizacin (investigacin, propagan-
defensores de la libertad, Miguel Anto- da, accin legal, colaboracin de los ciu-
nio Caso y Juan Antonio Restrepo. dadanos), para concluir que, en ltimo
Posteriormente aparecen los tericos, trmino, habra que recurrir a declarar
entre los que descuellan el exaltado Jos ilegal al Partido, pero slo cuando los
Mara Torres Caicedo, cantor supremo de medios aplicados se hayan revelado
la raza espaola, de la que se siente, con como insuficientes, ya que el manteni-
legtimo orgullo, partcipe por su ascen- miento de aqul en el clandestinaje es
dencia. Frente a l, y dentro de los te- difcil y caro.
491
LA HORA. Semanario de los Estudiantes poltica de partidos. Esta observacin ge-
Espaoles. II, 18. (Madrid [Espaa], neral admite excepciones que marcan el
4 marzo 1949.) extremo de un proceso lento de evolu-
cin. Desde el hogar hasta la cruda po-
MOKFIN, Enrique: El Sinarquismo me- ltica de partidos, hay una serie de for-
jicano. (Pg. 12.) mas de asociacin que se tienden entre
la familia y el Estado. Se dira que la
En un simple artculo periodstico ex- mujer hispanoamericana est en trnsito
pone concisamente y con estilo rotundo por esa va. La gran mayora de las mu-
y claro, Enrique Morfn Gonzlez, anti- jeres viven su existencia del hogar ha-
guo jefe nacional de la U n i n Nacional cia dentro. Otra porcin est semi-evadi-
Sinarquista, los antecedentes histricos, da del hogar y semi-introducida en for-
doctrina y posibilidades del movimiento mas sociales extrafamiliares. Y, por fin,
que dirigi en poca no muy remota. una avanzadilla minoritaria se ocupa a
El Sinarquismo surge en Mjico como fondo en las cuestiones pblicas.
una necesidad de la conciencia religioso- No obstante esta migi-acin de lo pri-
catlica del pueblo, frente al laicismo vado hacia lo pblico, la permanencia en
que la obra scializantecon rumbo ha- el circuito familiar se da como ley de lo
cia el comunismo de la Rusia bolchevi- femenino; y la participacin en otras ac-
quedel presidente Crdenas impona. tividades de ms amplio -adi, como su
Su forma de ser ms que de estares excepcin. La tradicin hispana da una
netamente catlica y de profundidad na- significacin social de trascendencia a la
cionalista. Nace para llevar a efecto, so- familia, y dentro de sta coloca a la mu-
bre todos los confines del antiguo impe- jer. Esta es la mejor estructura 'social de
rio azteca, la misin renovadora que el Hispanoamrica, que cada da se va des-
movimiento criste.rosu glorioso an- dibujando por los golpes de crecientes
tecesor ideolgicono pudo realizar al necesidades y por la invasin de modos
sucumbir con la poltica oficial del ex- de vida extraos. Motivos de orden eco-
tremadamente izquierdista presidente Ca- nmico han llevado a la mujer del ho-
lles, si bien consigui para la Iglesia el gar de clase media y proletaria a la f-
modus vivendi que actualmente disfru- brica y a la oficina. \ apetencias de cul-
ta, pese a la legislacin constitucional tura e instigaciones de moda (o tambin
de 1917, rabiosamente anticatlica. de economa) extrajronla del hogar aris-
El Sinarquismo no es partido poltico, tcrata o burgus para incrustarla en los
sino un movimiento nacional fervorosa- centros de educacin secundaria, especial
mente catlico y, por ende, esencialmen- o superior. Pero de los centros de traba-
te anticoniunista. Intenta lograr la uni- jo o de educacin no ha pasado directa-
dadespiritual y socialde todos los mente a la poltica. El eslabn lo cons-
mejicanos; por ello sus principales pos- tituyen las asociaciones profesionales,
tulados, expuestos con vigor por Morfn, obreras o estudiantiles. Las asociaciones
tratan de trocar el espritu marxista de profesionales contrastan con oros tipos
lucha y odio a los hombres por el de la de sociedadesde beneficencia, clubs,
conquista de la justicia social, procla- etctera, que se agotan dentro de sus
mando la igualdad de razas del pas propios fines sin dejar huellas para otras
criollos, mestizos e indios; defen- formaciones colectivas.
diendo la propiedad privada, como me- Durante las elecciones, la mujer sale
dio para la consecucin de la mejora transitoriamente del hogar para partici-
del nivel vital personal y, consecuente, par de las actividades sufragistas, a ve-
social y nacional; y manteniendo la crea- ces, constituyndose en comits. Qu
cin de un estado catlico (separado en fuerza la mueve? En lo poltico est defi-
sus funciones de las de la Iglesia) poten- nida por lo que es el hombrepadre o
te y autoritario sin llegar al totalitaris- maridoo por los lmites que marcan las
mo, que se identifique con la nacin a convicciones religiosas al proyectarse en
la vez que el Gobierno sea amante y ser- el plano de la vida pblica.
vidor de su pueblo.
El voto femeninoplenificacin del
democrtico derecho del sufragiocuan-
MENCAS, Jorge : La mujer hispanoame- do se ha discutido su concesin, ha sido
ricana. (Pg. 3.) cuestin entre hombres frente a la casi
absoluta indiferencia femenina. Esta ac-
El nmero de mujeres actuantes en titud no puede ser explicada afirmando
los partidos polticos hispanoamericanos que a la mujer no le interesa la Patria.
es reducidsimo. La mujer est al margen Quiz obedezca esa conducta a un pre-
de la poltica; vive a la penumbra de la sentimiento de la Patria como una reali-
492
dad superior y hasta contrapuesta a la informe sobre las colonias, posesiones y
escisin que siembran los partidos. territorios dependientes en Amrica.
Una ltima observacin: de las tres La convocatoria de la actual Conferen-
zonas culturales que se puede discernir cia de La Habana obtuvo la aprobacin
en Amricacosmopolita, hispnica e de Argentina, Colombia, Costa Rica,
indgenael autor se refiere con predi- Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala.
leccin a la segunda. Porque cree que .es Hait, Honduras, Mjico, Panam, Pa-
el denominador comn de Hispanoam- raguay, Per y Venezuela, pero tan slo
rica. Hablar de la primera es imposible doce estn representados, con exclusin
cuando slo se pretende realizar una la- de Per y Venezuela.
bor objetiva. De la mujer indgena, pese Desde su principio se abstuvieron Es-
a su nmero y a su fecunda maternidad, tados Unidos, Bolivia, Chile, Santo Do-
nada se ha dicho por respeto a lo descono- mingo, Nicaragua, Brasil y Uruguay, ac-
cido. Sentir la Patria? Amar los par- titud que revela desdn por los princi-
tidos polticos y el voto? No se puede pios de la O. E. A. y una lamentable
responder con certeza. Su mundo inte- escisin en cuestiones de semejante im-
rior es an impenetrable. portancia para los pases interesados.
Sin duda los pases abstencionistas
consideran elemental prestar una mayor
REVISTA DE AMERICA. (Bogot [Co- atencin a la Alianza del Atlntico del
lombia], abril 1949.) Norte y mantener armoniosas relaciones
con las potencias colonialesInglaterra,
BiiETAt-, Mximo : Coloniaje en Amrica. Francia, Holanda comprometidas en
pacto.
En la novena Conferencia Interame- Esta debe ser la razn primordial que
ricana, celebrada durante los sangrien- mueve a Estados Unidos, y que es com-
tos disturbios de abril de 1948, a los que partida por los otros ocho pases sat-
dio lugar la muerte de Jorge Eliezer lites en la poltica universalista del co-
Gaitn, se decidi establecer una Comi- loso del Norte, para negar su apoyo a la
sin de Territorios Dependientes, que Comisin.
slo podra constituirse y funcionar con Sin embargo., todos cuantos acuerdos
el apoyo de catorce naciones afiliadas a sean tomados en la Conferencia estarn
la Organizacin de Estados Americanos. sometidos a una ulterior confirmacin de
Su jurisdiccin se limitara poco ms o la O. E. A., que es quien, al fin de cuen-
menos al siguiente temario : Estudio y tas, tendr que decidir, dando lugar, sin
anlisis de los informes relacionados con duda, a nuevos debates. De todos modos,
el rgimen colonial en Amrica. Estu- la discusin de este asunto ofrece una
dio de la situacin de las colonias, po- oportunidad para defender los principios
sesiones y territorios ocupados que exis- de libertad, independencia y soberana
ten en Amrica. Consideracin de los po- por los que se luch en la pasada gue-
sibles medios pacficos para la abolicin rra mundial y se hallan consignadas en
tanto de las colonias como de la ocupa- la Carta del Atlntico, en la Declara-
cin de territorios americanos por pa- cin de las Naciones Unidas y en la Car-
ses extracontinentales. Preparacin de su ta de San Francisco.
8. TEMAS GEOPOLITICOS
493
mico-industriales, citando las conclusio- caciones, tanto navales coio terrestres.
nes contrarias en cuanto a la defensiva Construccin de oleoductos transconti-
se refiere. nentales desde California al puerto del
Por el mismo procedimiento exterior, Atlntico, con objeto de economizar bu-
estudia la orografa, facilitando la ofen- ques petroleros!.
siva los terrenos poco montaosos y con
pocos cursos de agua, facilitando, en cam-
bio, la ofensiva los terrenos contrarios. REVISTA DE INFANTERA. Del Ejr-
Termina el trabajo analizando los ac- cito de Chile. Seccin. Geogrjica.
cidentes artificiales del terreno, conclu- XXI, 212. (Santiago [Chile], enero-
yendo por fin con un breve estudio del febrero 1949 .J
factor poblacin y todo lo relacionado
cOn ste: raza, cultura, idioma, costum- BARIUENTOS MONJE., Carlos: Comenta-
bres, psicologa, espritu guerrero, etc- rios sobre un viaje a la Antrtida. (P-
tera, etc.. ginas 111-123.) (Articulo aparecido en
la Rev. de Carabineras de Chile.)
494
soes, tanto fsicas como espirituales y tica, qu por su extensin est dividido
econmicas. en varios artculos, el primero de los
Concluye este segundo artculo dicien- cuales lo publica en el presente nmero
do que la Geopoltica general se puede en la Revista Militar del Per.
reducir, a dos grandes captulos: el de la Este primer artculo va a ser, a su vez,
Geopoltica local y continental y el de dividido en tres apartados. El primero
la Geopoltica mundial, plantendose en de stos es de compaginacin de la his-
ambos captulos los problemab de cohe- toria con la geopoltica, diciendo que el
sin, expansin y conflictos. .estudio del dominio del espacio debe
ser la base de toda comprensin histrica
global y no la geografa en s.
En el segundo apartado demuestra
REVISTA M I L I T A R DEL P E R . cmo influye la historia en la geopol-
XLIII, 12. (Lima [ P e r ] , dic. 1946.) tica, citando el ejemplo de Alemania,
entre otros. Siendo el tercer apartado un
CASTAN PASQUEL, Emilio: Geopolti- prembulo para definir lo que en reali-
ca. (Pgs. 53-63.) dad es la geopoltica.
9. ECONOMA
ECONOMA. Revista de la Facultad de un anlisis, basado en un trabajo proce-
Economa de la Universidad de Chile. dente del profesor Javier Mrquez sobre
IX, 28-29. (Santiago de Chile [Chile], las inversiones de capitales, extranjeros
3." y 4. trimestre 1948.) en Iberoamrica, y con unas considera-
ciones en torno a las consecuencias de
CERDA SNCHEZ, Samuel: La generacin la II Guerra Mundial en el intercambio
del dinero circulante en Chile. (Pgi- comercial de los pases hispnicos de
nas 3-21.) Amrica.
495
ment interno de medios de pago, origi- En 1946 dos Compaas brasileas fue-
nndose un notable desajuste que re- ron autorizadas para instalar refineras
percute sobre sus posibilidades de ex- en Sao Paulo y Ro de Janeiro; pero no
pansin. Monge expone las medidas que pudieron obtener las divisas necesarias
podran lograr un reequilibrio, clasifi- para la importacin de la planta. Ahora
cndolas en a corto y a largo plazo, de- se ha vencido dicha dificultad. La Com-
tenindose especialmente en los proble- paa de Sao Paulo est adquiriendo en
mas de la inmigracin en gran escala y Checoslovaquia una planta de fracciona-
en las dificultades de capitalizacin, y miento trmico con una capacidad de
terminando con una defensa de la inten- 20.000 barriles al da, efectundose su
sificacin de los estudios de investiga- pago con los crditos acumulados por el
cin de la economa continental, espe- Brasil en dicho pas, y que ascienden al
cialmente la preparacin documental tc- equivalente de 18 millones de dlares.
nicoeconmica y los> fenmenos comer- La Compaa de Ro de Janeiro lia he-
ciales y de produccin. cho las disposiciones del caso con el
Banco del Brasil para comprar materia-
les por valor de 10 millones de dlares
LES ETUDES AMERICAINES. XIII. en los Estados Unidos, para la construc-
(Pars [Francia] 1949.) cin de una refinera que manipular
10.000 barriles al da.
DAUPHIN-MEUNIER, M. A . : Conjouclure La Unin Federal tambin est adqui-
Espagnole (Coyuntura espaola). (P- riendo en Francia una refinera que ser
ginas 5-21.) instalada en Beln, para manipular 45.000
barriles al da, y planta para aumentar
Un resumen magnfico de la situacin a 5.000 barriles la capacidad de la refine-
econmica espaola desde 1939 a 1947, ra de Baha; ambas plantas sern explo-
objetivamente estudiado. Se consideran tadas por la Unin. Tambin se impor-
sucesivamente la poblacin, construccin tar de Francia material para un oleo-
inmobiliaria, transportes, carbn, elec- ducto entre Santos y Sao Paulo, que ser
tricidad, poltica- industrial, minera, si- construido y explotado por el ferrocarril
derrgica, construcciones mecnicas, in- del Estado de Santos a Jundial, y 90 lo-
dustria textil, productos qumicos y far- comotoras de transporte de petrleo para
macuticos, cinematografa, colonizacin uso en los ferrocarriles del Gobierno.
agrcola, vino, aceite, trigo, agrios, legu- Lina flota de buques petroleros, con
minosas, pesca, bosques, situacin so- una capacidad total de 180.000 toneladas,
ciallnico sitio en que no brilla tanto la tambin ser adquirida y operada por el
exactitud, precios y beneficios, presu- Gobierno federal.
puestos, organizacin crediticia, dinero, Los proyectos para la construccin e
Deuda'pblica, comercio exterior, parti- instalacin de las refineras han sido pre-
cularmente el verificado con Estados uni- parados por tcnicos norteamericanos,
dos; Comunidad hispnica y Europa, ter- quienes vigilarn la ejecucin de los tra-
minando con unas optimistas conclu- bajos.
siones. Se calcula que dentro, de cinco aos
aumentar a 80.000 barriles al da el con-
sumo en el Brasil.
LATN AMERICAN WORLD. (Londres Se sabe que existen yacimientos petro-
[Inglaterra], enero .1949.) lferos en varios Estados del Brasil; pero
no se haba efectuado ninguna explora-
El petrleo brasileo. (Pgs. 12-13.) cin sistemtica hasta hace poco, habien-
do sido limitadas a Baha y Alagoas las
La situacin internacional y la amena- operaciones de perforacin de pozos.
za de una carencia de petrleo en el he-
misferio occidental han impulsado al
Brasil a acelerar el desarrollo de su in- LUMEN. (La Habana [Cuba], diciem-
dustria petrolfera. bre 1948.)
El primer yacimiento de petrleo fu
descubierto en 1939 en Labato (Baha), ESCARPENTER FARGAS, Dr. Claudio: Un
y aunque se han inaugurado tres pozos ensay de regionalismo econmicos
ms en dicho Estado desde entonces, el en Hispanoamrica. (Separata con 19
desarrollo ha estado poco menos que pa- pginas.)
ralizado, debido a la falta de materiales,
y. la produccin no excede de unos 5.000 La unificacin econmica es garanta
barriles al da. del acierto para ei futuro de los pases de
496
Hispanoamrica. La Unin Grancolombia- PREZ GARCA, M . : Abnos Orgnicos o
na, creada por la Carta de Quito, es un compostes. (Pgs. 22-30.)
interesante avance en este camino. En
este trabajo se analizan sucesivamente la La postura de Liebig en cuanto a las
nocin de regionalismo, las' dificultades ventajas de los abonos minerales sufre
de la unin y, por ltimo, las posibili- boy los embates de las teoras de Sir Al-
dades de xito del ensayo. El triunfo bert Howard, defensor de la supremaca
no se conseguir inmediatamente, pero de los fertilizantes orgnicos. Esto supo-
poco a poco nos iremos acercando a la ne un cambio considerable en el futuro
meta sealada. Termina este artculo con de la estructura econmica agraria de
la copia ntegra de la Carta de Quito. los pases hispanoamericanos. Los efec-
tos favorables de las nuevas ideas ya se
han experimentado en Cenlroamrica, y
MONETA E CRDITO. (Roma [Italia], particularmente, en Costa Rica. El pano-
3 e r trimestre 1948.) rama es algo diferente en Puerto Rico
por el mayor costo de los compostes, pero
LtizZATO, Gino : La crisi del peso ar- en casos de emergencia su eficacia est
gentino. (Pgs. 277-280.) fuera de toda duda.
La crisis del peso resvdta a primera
BARNES, Ventura: La pennsula de la
vista incomprensible para el que cono-
Goagira: Venezuela. ^Pgs. 53-71.)
ce la riquera de la Repblica argentina.
Para diagnosticar las causas de la baja el
autor se fija principalmente en el Insti- Un completo estudio basado en los via-
tuto Argentino de Promocin de Inter- jes de exploracin que hizo su autor por
cambio y en los efectos inflacionistas del estas zonas. Expone lo que hoy se viene
financiamiento del Plan Quinquenal. denominando infraestructura de la zona,
Termina estudiando las posibilidades de incluyendo en ella, tambin como ele-
un nuevo equilibrio, que basa en un mento infraestructura!, a los habitantes,
acuerdo econmico con los Estados Uni- aunque en esta zona existen poblaciones
dos, una ms equilibrada valoracin del fundadas por los espaoles, que mantie-
potencial econmico nacional y en una nen un adecuado rango cultural y sufi-
inmigracin en gran escala. ciente influencia sobre la poblacin in-
dia. El terreno, fauna, flora, costumbres,
economa agraria, son analizados con-
REVISTA DE AGRICULTURA DE cienzudamente.
PUERTO RICO. XXXIX, 1. (San Juan
de Puerto Rico [Puerto Rico], 1918.1 JUAN VELAUDE FUERTES.
497
didas contra el trfico de divisas y la lu- ZAPATA, Felipe: Memorndum sobre la
cha contra las agencias clandestinas y constitucin de la Confederacin Inter-
ganchos. El trabajo continuar en el n- nacional del Trabajo. (Pgs. 149-151.)
mero prximo.
Este memorndum fu redactado a re-
querimiento de la National Catholic
JUSTICIA SOCIAL CRISTIANA. 41. Welfare Conference, de los Estados Uni-
dos, y en l se describen los trabajos que
(La Habana [Cuba], septiembre 1948.;
se llevaron a cabo, en septiembre de
1944, para llegar a la constitucin de la
CONFEDERACIN PATRONAL DE MXICO : American Federation of Labor y to-
El co.titrato colectivo de Trabajo. (P- das las incidencias que se han produci-
gina 133.) dos posteriormente con ocasin del acuer-
do que se tom en octubre de 1946 para
La estipulacin de los contratos colec- que fuese la Argentina la que convocase
tivos es del mayor inters para la vida la reunin de la Confederacin y los mo-
de las empresas. Por regla general, la tivos declarados u ocultos para que tal
costumbre de los empresarios en Cuba reunin no se celebrase.
es mantenerse en actitud pasiva, obje-
tando a los proyectos que les presentan
los sindicatos. Existe un inters comn PREVISIN SOCIAL. 21. (Quito [Ecua-
que liga a patronos y obreros, que con- dor], enero-mayo 1948.)
siste en la prosperidad de la Empresa,
para conseguir la cual se necesita una
produccin que sea abundante, barata y RAMREZ DUEAS, Violeta: Servicio So-
de la mejor calidad. Se opone a ello el cial Rural. (Pgs. 48-55.)
bajo rendimiento y las huelgas injustifi-
cadas. Es necesario que la autoridad se Define este Servicio como la aplicacin
decida a intervenir para desterrar el sec- de los medios conducentes al mejora-
tarismo y salvaguardar el bien comn, miento de las condiciones de vida de los
coordinando los intereses particulares. campesinos, as como su nivel social, es-
Estos son los temas de que se trat en piritual y cultural. Se verifica por medio
la Convencin ordinaria de esta Confe- de las Misiones Sociales (mdicas, peda-
deracin. ggicas, para organizacin de la produc-
cin, para el perfeccionamiento profesio-
nal), en la que la labor de las visitado-
ZAPATA, Felipe: Esquema y notas para ras sociales es ardua y difcil. Desen-
una historia de la cuestin obrera en vuelve la forma como se realiza la labor
Cuba. (Pgs. 133-137.) por la trabajadora social rural y los fru-
tos que se obtienen cpn esta labor, de
modo especial en la lucha por la salud
En este trabajo se ofrece un guin or- y en la atencin que se consagra al nio
denado y racional para el estudio, cono- campesino. Propugna la extensin de las
cimiento y justa interpretacin de la his- Misiones Sociales en todo el pas.
toria de la organizacin obrera cubana.
Se escribe para la Escuela de Dirigentes
Obreros de la Democracia Social Cristia-
na. Divide el trabajo en cuatro pero- GRACIA R., Filemn : Memorndum para
dos. En el primero incluye toda la po- el Sr. Ministro de Previsin Social.
ca gremial hasta 1865, destacando la re- (Pginas 81-87.)
ferencia a las organizaciones mutualis-
tas; el segundo incluye desde el indica- Tras destacar la funcin del Estado en
do ao hasta 1878, en el cual se fundan relacin con el campesino, protegindo-
las organizaciones obreras de tipo mo- lo y ayudndolo, propugna la creacin de
derno; el tercero comprende del 78 al un Instituto de la Cultura Campesina,
95, en el cual se destaca el incremento cuyo fin sera integrar a las gentes del
del movimiento cooperativo y la influen- campo en la cultura nacional, en el tri-
cia del anarquismo; el cuarto y ltimo ple aspecto : biolgico, intelectual y eco-
perodo estudiado abarca del ao 95 al nmico. Describe con todo detalle cul
97, y durante l surge la etapa de luchas habra de ser la estructura de este Insti-
revolucionarias y los movimientos mi- tuto y las funciones y atribuciones que
gratorios de obreros y fbricas. El traba- corresponderan a cada uno de los rga-
jo termina en este perodo. nos del mismo.
498
LARKEA, P . Jos: La prueba en el C- militar obligatorio que mezcla y hasta
digo del Trabajo. (Pgs. 97-137.) confunde la cultura y la sangre de la
familia universal. Pasa a continuacin al
Trtase de un fragmento de la tesis problema mejicano de la inmigracin,
doctoral del autor, en el cual se susten- haciendo un breve resumen histrico de
tan criterios orientadores respecto a cul la misma en estos ltimos aos, as como
deba ser la interpretacin prctica del en los aos anteriores a 1944; la entrada
trmino sana crtica, como medio de de nacionales y extranjeros vari entre
apreciacin de la prueba. Cules hayan 96.000 y 204.000 por ao, en tanto que la
de ser sus reglas, fundndose en los as- salida fu de unos 52.000 a 194.000; con
pectos filosfico y jurisprudencial, es la las vicisitudes demogrficas, aparicin de
materia que, con notable profusin de los monopolios, Industrializacin del
citas de casos legales, se trata en este pas, movimiento comercial movido por
interesante trabajo. los emigrantes, estancamiento y creci-
miento demogrfico, hasta exponer final-
REVISTA MEJICANA DE SOCIOLO- mente el mximo de poblacin que M-
GA. IX, 3. (Mjico, D. F . [Mjico], jico podra albergar, creyendo que ste
septiembre-diciembre 1948.) puede llegar a unos 50 60 millones de
habitantes, y el gran problema de la in-
REDFIELD, Robert: Las ciencias sociales: corporacin de los indios a la nacionali-
medios y fines. (Pgs. 297-313.) dad, justamente con los blancos y mesti-
zos, sobre bases de igualdad para que
desaparezcan las barreras de la sangre.
Comienza con un estudio de qu
son las ciencias sociales, sus divisiones
y relaciones con las dems ciencias. Hace
la afirmacin y demoslracin de que no MENDIETA Y NEZ, Lucio : Memoria del
son artes o formas de actuar sobre la gen- Instituto de Investigaciones Sociales
te para obtener ciertos resultados prc- de la Universidad Nacional. (Pginas
ticos. Despus contina con el cmo ha- 427-437.)
cerlo, o sea, la formacin de los medios
en consonancia con los fines que se per- El Instituto de Investigaciones Socia-
siguen, con un completo estudio' de los les de la Universidad Nacional Autno-
valores humanos, que son su 'principal ma de Mjico fu creado el 11 de abril
objeto de estudio; y tambin con el qu de 1930, por el rector, licenciado Ignacio
se debe hacer, o sea, la gran regin de Garca Tllez. En el ao 1939 se llev
los fines, en contraste con los medios. a cabo una total reorganizacin del mis-
Explica cmo todos los fines se convier- mo, redactndose una memoria en el
ten en medios para obtener fines ms ao 1947 que abarca toda la labor reali-
completos, y cmo las ciencias sociales zada durante este perodo.
ayudan a formar las convicciones, de las Los trabajos publicados por el Institu-
cuales, al fin, depende todo: Termina to en el perodo de 1939 a 1947 son:
finalmente manifestando la necesidad del Una carta etnogrfica de la Repblica
desarrollo y fortalecimiento de las cien- mejicana, monografas breves sobre las
cias sociales, por no hallarse todava en razas indgenas de Mjico. Una obra so-
su madurez, a fin de que puedan ayudar bre la etnologa de Mjico, Atlas et-
a la subyugacin moral y social de las nogrfico de la Repblica mejicana.
fuerzas materiales. Investigacin biotipolgica sobre las ra-
zas indgenas mejicanas. Muy interesan-
URIBE ROMO, Emilio : Mjico y las im- tes son los estudios sobre la habitacin
plicaciones demogrjicas de la post- indgena, as como una exposicin etno-
guerra. (Pgs. 315-340.) grfica de la Universidad Nacional Aut-
noma, las investigaciones sobre el Ejido
Una perspectiva intercontinental nos y los esludios sobre la desercin univer-
presenta primeramente las ltimas esta- sitaria. Desde el ao 1939 se publica la
dsticas sobre el nmero de habitantes de Revista Mejicana de Sociologa, as
uuestro planeta, su reparticin por con- como los Cuadernos, de Sociologa, fun-
tinentes y pases y asimilacin de los damentales para conocer los problemas
emigrantes en cada pas despus de la sociales mejicanos. Se ha debido esta
ltima guerra mundial. gran labor al Instituto, al entusiasmo del
En captulos posteriores va desarrollan- personal adscrito al mismo, a pesar de
do el auge del potencial militar debido las graves crisis econmicas por que ha
a la fusin de las distintas razas, princi- pasado en algunas circunstancias la Uni-
palmente por el democrtico servicio versidad Nacional,
499
REVISTA MEJICANA DE SOCIOLO- Tras recordar la doctrina social cat-
GA. X, 1. (Mjico, D. F . [Mjico], lica sobre las relaciones entre el capital
enero-abril 1949.) y el trabajo, se destaca la idea de que a
los empresarios les interesa, tanto o ms
MENDtTA Y NEZ, Lucio : La mecani- que a los obreros, el mantenimiento de
zacin social (Teora de los Agrupa- un nivel alto de salarios. Se afirma que
miemos Sociales). (Pgs. 51-59.) en Argentina el ndice del costo de la
vida pas de 100, en 1943, a 158,8, en
Presenta un estudio detallado de lo 1947, mientras que el salario medio obre-
que es la sociedad y las distintas defini- ro, con igual base en 1943, llega, en 1947,
ciones adoptadas con sus respectivas ma- a 206,9, por lo cual puede afirmarse que
terias. Hace la distribucin entre una ha existido una apreciable mejora en la
sociedad y la sociedad y las distintas situacin econmica de las clases trabaja-
sociedades menores que contiene en su doras. Sin embargo, el ndice de las ho-
seno la sociedad. ras trabajadas por obrero ha disminuido,
Contina con el estudio de la sociedad de 100 en 1943, a 91,6 en 1947. El recar-
humana y la gran variedad de agrega- go en concepto de cargas sociales repre-
dos que con el transcurso del tiempo se senta el 60 por 100 del monto de los sa-
han formado como resultado de las rela- larios. El movimiento huelgustico en
ciones entre sus miembros y de otras 1947 ha sido de 64 huelgas con 541.377
circunstancias especiales. Y, finalmente, huelguistas y una prdida de 3.467.153
la disconformidad que hay entre los so- jornadas de trabajo, los cuales represen-
cilogos de llamar a stos agregados agru- tan 37.652.000 pesos de salarios. Termina
pamientos sociales. el artculo afirmando que el capital y el
trabajo no deben concebirse como dos
VERITAS. (Buenos Aires [Repblica Ar- factores antagnicos, sino complemen-
gentina], diciembre 1948.) tarios.
500
NDICE
NUESTRO TIEMPO :
ARTE Y POTICA :
CRNICA EUROPEA :
ASTERISCOS :
El Sinarquismo y el F. P. mejicano
La Hispanidad, vista por los italianos (397).Colonial? Hispni-
co? Virreinal? (398). Un nuevo Francisco Pizarro (398).
Hispanoamrica, unidad geogrfica y econmica (399).Pano-
rama hispanoamericano del dlar (403).- -La economa en el
Per (404).Poltica minera ecuatoriana (405).El crdito de
los pases hispanoamericanos (406).Hacia el Ministerio del Aire
argentino (407).El Instituto Geofsico de los Andes (408).
El Seguro de Enfermedad espaol (410).-El matrimonio en Es-
paa (410).Segunda Semana Interamericana de A. C. (411).
La Universidad centroamericana (412).Dos acuerdos hispano-
filipinos (414).Un Colegio Mayor (415).La educacin en His-
panoamrica (416).-^La enseanza indgena en Guatemala (417).
Cine espaol y cine argentino (418).Crisis teatral en M-
jico (419).
Pginas.
BRJULA PAHA LEER :
1.Religin 460
2.Filosofa 466
3.Literatura. Arte .' , 470
4.Historia .'. ... 479
5.Educacin 481
6.Temas jurdicos 484
7.Temas polticos ... 487
8.Temas geopolticos 493
9.Economa 495
10.Temas sociales 497
JE
CUADERNOS
HISPANOAMERICANOS
PRECIOS DE SUSCRIPCIN
ESPAA :