Razón y Ser de Los Tipos Estructurales-1
Razón y Ser de Los Tipos Estructurales-1
Razón y Ser de Los Tipos Estructurales-1
Textos Universiratios
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Eduardo Torroja Miret
Razn y ser
de los tipos estructurales
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......... --
........ I! CSIC
En 19)7, Eduardo Torroja publica Rnzn y S.r de los tipos mructumles, libro de difi-
cil catalogacin en la literatura tcnjca sobre ingeniera estructural. No es un libro de
texto sobre anlisis estructural ni sobre el comportamiento de sus materiales. aunque
tiene un profundo carcter didctico en ambos sentidos. Ni es un libro solamente
informativo sobre los tipos estructurales al uso y sus formas. N i. an menos, es un
libro de investigacin. Es, ms bien. eJ conjunto de reflexiones que un proyectista de
estructuras expone como esquema de su proceso memal. tanto rac.ional como irra-
cional, o emocional. a la hora de plantearse un nue\-o proyecto; del poso de experien-
cias}' vivencias de una vida de trabajo en este campo. En l, Torroja no slo habla de
conceptos tcnicos; tambin habla de su.s preferencias estticas, de las posibilidades
fo rmales de dererminadas lineas y superficies, de la responsabilidad del proyectista y
de su organizacin ... lngenieros, arquitectos, estudiosos o simple menee interesados
por e.J disefio estructural, encontrarn en sus pginas ideas que capten su atencin, y
se sentirn atra(dos por el cmulo de conceptos, imgenes. reflexiones y, en defini6-
va, de ensefianzas y sugerenc.ias que en l se condensan.
Razn)' S", como suele conocerse coloquialmente el libro, tuvo un rpido xito.
A su primera edicin, edjcada por el entonces Instituto Tcnico de la Construccin
)'del Cemento, sigui una segunda, en 1960, corrigiendo alguna e rraca de la prime-
ra -e introduciendo, sin quererlo, algunas nuevas-. a la que Torroja aadi unos
prrafos en el captulo XII, relativos al uso deJas mallas tesas en cubierras, una tcni-
ca todava poco utilizada en su poca. Su difusin internacional fue asimismo rpi-
da. viendo la luz. ediciones en italiano, alemn y japons. La prematura muene del
autor, en 1961, imp idi que se concretasen contratos de edicin en EE.UU., Francia,
Polonia y Yugoslavia. En Espafia, cuando el C onsejo Superior de (nvestigaciones
Cientficas concentr las publicaciones de codos sus Centros. su Depanamento de
Publicaciones, ante la demanda del libro, sigui realizando hasta once nuevas reim-
presiones, todas ellas a partir de aquella segunda edicin de 1960.
Hace algn tiempo, la Comisin de Libros del Colegio de Ingenieros de Caminos,
Canales y Puertos propuso establecer contacws con el Departamento de Publicacio-
nes de1 CSlC para reaJizar una nueva coedicin de esta obra, idea a la que se sum el
Centro de Estudios Histricos de Obras Pblicas y Urbanismo, del CEDEX, en cuyo
<Archivo Torroja se encontraban los o riginales de Rnz11 )'!iN'. El libro que el lector
tiene en sus manos es el resultado del esfuerro conjunto de estas tres instituciones.
Como ocurre con frecuencia al plamearse una nueva edicin, en panicular de un
texto de estas caracterlsticas. cabe la duda sobre la pertinencia de realizar su acmaliz.a-
cin a la realidad de la construccin actual. Mucho ha cambiado esta realidad desde fina-
les de la dcada de los 50 hasta nuesrros dlas; y seguro que Torroja, si hubiese vivido
veinte aos ms, habra ampliado el libro con comentarios sobre los nuevos tipos estruc-
turales y procesos constructivos en boga hoy en dfa. Pero no sabemos lo que habrfa escri-
to ni cmo lo habra hecho. Por mra parte,/?Icyfy S.r refleja el pensamiento de un pro-
yecsta de estrucmras de una determinada poca. con unos medios ccnkos y hasta con
unas sensibilidades estticas propias de esa poca. Por todas estas razones:, se ha tomado
la decisin de no actualfzar el texto, mantenindolo ntegro sin modificacin alguna,
corrigiendo las erratas encontradas. Solamente-, para ilustrar el texto de los prrafos afia-
didos por el propio autor en la segunda edicin, se han incluido tres nuevas imgenes
en el capitulo XII, extradas de las diapositivas utilizadas porTorroja en sus clases de
lipologfa Estructural en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, asl como
algunos nuevos ples de imgenes aclaratorios de su contenido.
Estoy seguro de que esta tercera edicin revisada, fruto de este esfuerzo editorial
a tres bandas, ser decisiva para mantener el incers por este libro y, al mismo [e-m-
po, el recuerdo de su amor, Eduardo Torroja.
Cada material tiene una personalidad especfica distima, y cada fo rma impone un
diferente fenmeno censional. la solucin natural de un problema -arte sin anific.io-.
ptima frente al conjunto de impuestos previos que la originaron. im presiona con su
mensaje. satisfa.c.iendo, al m ismo tiempo. las exigencias del cc.nico y del anista.
El nacimiento de un conjunto estructural, resultado de un proceso c.reador. fusin
de tcnica con arce. de ingenio con estudio, de imaginac.in con sensibilidad, escapa
del puro dominio de la lgica para entrar en las secretas fronteras de la inspiracin.
Antes y por encima de todo clculo est la idea, moldeadora del material en fo rma
resistente, para cumplir su misin.
A esa idea va dedicado este libro.
Planteamiento general del problema
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
es raro encontrar, em re la literatura moderna -la de hace unos decenios puede, ya,
resultar intil-, autores que presenten el problema tal como ahora se pretende enfo-
carlo. Pero, la misma banalidad de estos comentarios, quiz sirva para decidir a otros
a hablar y escribir sobre el tema, cubriendo ese bache que acusa la literatura tcnica.
En todo problema de este gnero, se tiene una finalidad con unas condiciones
esenciales, y otras accesorias, que cumplir; y se t ienen unos medios para realizarlo.
La finaHdad var(a enormemente de un caso a otro, pero siempre existe. Construir
por construir resulta demasiado costoso para servir de juego a los hombres maduros
de sta y de todas las pocas. No siempre alcanza ese algo; pero construye para algo.
Las obras no se construyen para que resistan. Se construyen para alguna otra fina-
lidad o funcin que lleva, como consecuencia esencial. el que la construccin man-
tenga su forma y condiciones a lo largo del tiempo. Su resistenda es una condicin
fundamental; pero, no e.s la finalidad nica, ni siquiera la finalidad primaria.
Para lo que aqul interesa. las fi nalidades funcionales primarias podrlan agruparse
en la siguiente forma:
l .0 Aislar un determinado volumen de.l exterior. O sea. defender ese volumen
de los agentes namrales exteriores: viento, lluvia. nieve, ruidos, temperatu-
ras, vistas de otras personas. etc. Desde el punto de vista estructural suelen
distinguirse, en este grupo. los muros de cierre y las cubiertas.
2.0 Sostener cargas fijas o mviles. Es decir. pontear o establecer una platafor-
ma que permita el paso de personas. vehculos, etc. Son, de una parte, los
pisos de los edificios, y de otra, los puentes, viaducws. pasarelas, etc.
3. Contener empujes horizontales o establecer un paramento, que soporte los
empujes de tierras. aguas u otros materiales lquidos, ridos o materias an-
logas. Son las presas, paredes de depsitos y silos, muros de contencin,
diques de abrigo. etc.
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Captulo l. Pllmuamimto gmmtlJ4'1 problmw
11 . Acueduc~o romano,
en SE!g(Nia. Fotografia: M.
Carda Moya.
admitirla esta solucin; sin embargo, una pequea flecha es bien aceptable. Hasta
dnde se acepta la elasticidad del sistema es punto diflcil de concretar y est sujero a
opiniones puramente subjetivas.
En codos mos casos hay que llegar a un compromiso con las posibilidades t<:ni-
cas, econmicas y otras que se irn comentando.
Pero, en cualquier caso, debe subrayarse la gran imporcanc.ia que tiene el fijar, en
cada caso. la finalidad y las caractersticas de la construcc-in propuesta, diferencian-
do en ellas lo esencial, de lo conveniente, y de lo simplemente accesorio.
Por otra parte, toda construccin t iene una funcin resistente que cumplir. Se
emplea aqu( la palabra resistence en un sentido lato y poco [cnico. Se refiere a codo
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Captulo l. Pllmuamimto gmmtlJ4'1 problmw
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de ejecucin que es la ms econmica o de menor costo directo. Pero, hay que tener
en cuenta otras razones que pueden hacer conveniente alcerar esta marcha, ind uso
por razones econmicas, cuando el problema se enfoca en su conjum o; y, como con-
secuencia de ello, puede incluso cambiar el tipo estructural que convenga elegir.
Falta de dinerario a corto plazo o razones presupuestarias, con el consiguiente
establecimiento de consignac,iones anuales fijas, puede obligar a una marcha ms
lenta para evitar el encarecimiento que representa un adeJanto de dinero a prsra-
mo. Por el contrario, los imereses intercalarios de los capitales sucesivamente inmo-
vilizados durante la construccin y, an ms, el quebranto que representa retrasar
los beneficios que la construccin haya de producir una vez cerminada, pueden jus-
tificar aumentos imponantes del costo directo de la misma a favo r de una mayor
rapidez.
La marc.ha ms econmic.a de la obra y el propio tipo de la misma debern, pues,
estudiarse, teniendo en cuenta todo esto y haciendo el esmdio financiero completo.
Es un problema de costo y de productividad del dinero sucesivamente empleado en
la obra.
Otro aspecto ms encajado en el tema de esta obra es el aspecto esttico de la cons-
truccin.
Hay monumentos en los que esta cuestin puede decirse que constimye o envuel-
ve totalmente la finalidad primaria; en otras, de tipo industrial o de misin puramen-
te sustentante y sin posibilidad de vista, el factor esttico es despreciable y puede lle-
gar a desaparecer totalmente.
Hasta qu punto hayan de sacrificarse a ese facto r esttico Jos facto res econmi-
cos ser. pues, cuestin de consideracin diferente en cada caso; pero siempre ha de
valorarse su influencia. aun cuando slo fuese para justificar su abandono.
La condicin esttica debe incluirse siempre, como una de tantas condiciones esen-
ciales o accesorias de la fi nalidad que se busca. Convendr comentarla por separado,
porque [ene su modalidad pro pia y sus re-laciones especficas con la funcin esttica
del conjunto; y porque, por otra paree. en la mayora de las cons[rucciones, sus exi-
gencias no son tan concre[as como el resto de las que se consideran en el grupo de
finalidad; al separarlas, se puede, en este ltimo grupo, incluir solamente las de fi na-
lidad utilitaria~ o funcionales, que provocan la construccin; mientras que la estti-
ca se encuentra ms ahstractamente unida al conjumo y ms especialmente -al menos
hasta hoy- a las parees visibles de la construccin. Has[a dnde las exigencias estci-
cas son de orden visual y hasta dnde de orden intelec(ivo, en cuanto se requiere que
la apariencia externa arrastre a la comprensin de los fenmenos funcionales y estruc-
turales internos, es punto difkil de definir y que requiere meditacin especial. Sobre
todo ello habr de hablarse ms adelante.
De todo este conjunto de consideraciones y fac[ores, tan heterogneos, ha de salir
el planteamiento del problema que trata de resolver el proyectista; pero no son ellos,
ni con mucho, los nicos que ha de considerar.
Hay que tener en cuenca que. para resolver el problema, el constructor cuenta con
unos materiaJes determinados y con unas tcnicas de construcc.in o procesos cons-
truc[ivos de los que es diflc.il salirse en un momento determinado.
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Captulo l. Pllmuamimto gmmtlJ4'1 problmw
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Captulo l. Pllmuamimto gmmtlJ4'1 problmw
en el nimo del proyectista. aun si slo se trata de crear la fo rma estruc.tural. porque
ella sola, sin integrarse en el conjunto de la construccin. no tendra razn de ser.
En definitiva, el p roblema ha de plantearse con estas cuatro premisas o conjunto
de ellas: finalidad utilitaria; funcin estructural o esttica; exigencia esttica, y limi-
tacin econmica.
Para resolverlo. se dispone -como se dijo- de unos materiales y de unas tcnicas.
Slo mediante un profundo conocimiento de las carac.terfstkas mecnicas. y de otros
rdenes, de los materiales. de las ccnicas que cada uno requiere y de los medios de
que se dispone para manejarlos. se puede atinar en la eleccin convenience. tamo de
los materiales como de los procesos de ejecucin. y encontrar el t ipo estructural pti-
mo con sus formas resisten tes ajustadas a eodas las exigencias.
El resultado debe comprender estas cuatro cosas: el material. el tipo estructural.
sus fo rmas y d imensiones. y el p roc-eso de ejecucin en relacin con los elementos
auxiliares que requiera. Las cuacro cosas van unidas y se influyen mumamence; slo
una a[inada eleccin de las cuatro puede dar la solucin ptima; ninguna puede con-
s iderarse independiente de las otras; ninguna puede olvidarse.
Segn que el material sea la piedra o sea el acero, variar esencialmente el cipo
estructural. el proceso de ejecucin, las dimensiones y los medios auxiliares po r uti-
lizar. La carencia de determinados medios auxiliares o su elevado COS[e puede hacer
prohibitlvo el empleo de ciertos ma[eriales o de tal sistema de construccin; y no es
necesario ins istir en que lo mismo sucede con cualquiera de los ocros puntos.
La variedad de cond iciones, ms o menos imperativas, que aparecen emre todos
estos elementos, hace el problema ms difkil de solucin. Esquematizndolo en fom>a
matemtica podra decirse que se tienen las siguiemes:
Ecuadonc.s Incgnitas
Fnalid.ad utilitaria /vfaterial
Estatismo {Funcin escitica) 1ipo estructural
Cualidades estticas Forma y d imensiones resistcmcs
Condiciones econmicas Proceso de ejecucin
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Por eso, el proyectar, aun cuando slo sean estructuras, s i bien tiene mucho de
cienc.ia y de tcnica. tiene mucho ms de arte, de sentido comn, de aficin, de apti-
tud, de delectacin en el oficio de imaginar la rraza o porcuna, a la que el clculo slo
aadir los ltimos toques con el espaldarazo de su garanta esttico-resistente.
Esta rpida visin del conjunto de tem as y facetas, que entran en eJ problema, ha
de servir de gua para ir esbozando, una a una, las cuestiones que influyen en l. Aun
cuando se trate de diferenciarlas para poder analizar el problema, todas ellas estn tan
ligadas entre s, que., continuamente, al tratar de una, habr que referirse a otras; y
solamente, al integrarlas despus. podr lograrse alguna garanta de acierto en su
enjuiciamiento.
No se pretende aqu -y aun as es mucha la osada- ms que dar ideas y conoci-
mientos generales; porque la variedad de casos es tal, que fuera locura intentar des-
cender al detalle. Nada de lo dicho ni de lo que sigue es nuevo; no es ms que un
conjunto de perogrulladas. Pe ro, aun as, puede ser interesante el revisarlas y agru-
parlas en unas pginas; por cuanto, es siempre del mayor inters e-l meditar sobre ellas
y e-l grabarlas ms y ms en el espritu -de tcnicos de la construccin-. para poder,
con ms facilidad, seguir las buenas normas que. constituyendo un hbico o segun-
da nacuraleza, han de conducir con naturalidad y ac.ierco por el arriesgado y aluci-
nante cam ino de la creacin.
La heterogeneidad de los factores comentados es tan fuerte que necesariamente
ha de acusarse de unos captulos a otros. Temas tan diferentes, como el tensional y el
esttico, requieren forz.osamente, no slo un tratam iento diferente, sin o inclusive un
estilo de exposicin totalmente distinto, que ha de chocar al lector cuando pase de
un captulo a otro. No se ha querido tratar de disimularlo ni uniformado, porque es
precisamente esa diversidad y hasta antinomia de los d istintos factores, cualidades,
conceptos, ideas y sentimientos la que ha de llevar el proyectista integrada denrro de
s en el propio carcter e idiosincrasia de la persona. La perfecc~n del pro)'ec.to no
puede ser la simple consecuencia de lo aprendido en los libros, sino la natural deri-
vacin de una personalidad bien equilibrada en toda su complejidad; y en el fondo,
como siempre, lo que interesa fundamentalmente es la formacin de esa personalidad.
Y todava una advertencia: lo que importa no -Son las opiniones que d el autor,
quien no p retende imponrselas a nadie; no importa esta r o no de acuerdo con
muchas de las que exponga. Lo que pretende es tan slo llamar la atencin sobre ellas,
porque lo esencial es meditar, una y otra vez, sobre las diversas cuestiones planceada.s,
hasta fo rmar un criterio propio y consciente sobre la valorac.in relativa d e los d ife-
rentes temas y su eficaz fo rma de integracin en el proceso creador de la obra.
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El fenmeno tensional
Vano sera el empeo de quien pretendiese dar con la atinada eraza de una estructu-
ra. sin haber asimilado, hasta la mdula de sus huesos, los principios censionales que
rigen codos sus fenmenos resistentes; tan vano como el de un mdico que se pusie-
se a recetar y ordenar el tratamiento de sus enfermos, sin conocer la fisiologa de.l
organismo humano.
No basta haber esrudiado las teorlas resistentes y Jos procesos de desarrollo de sus
clculos; es necesario haber meditado y experimentado sobre todo ello hasta lograr
sencir como algo propio. nacural y congnito, sus fenmenos de tensin y de defor-
mac.in, para intuir de golpe cmo va a trabajar la estructura y cuJ seda su forma de
rotura, para que aparezca a sus ojos todo eso con la misma claridad y conviccin con
que prev la calda de una piedra en el espacio o el impulso ineluctable que empuja
la flecha al salir del arco de la ballesta.
No es, nj con mucho, el complejo y abstruso desarrollo matemtico el que puede
inducir al esp(ricu a imaginar la estruccura. ni guiar la mano al trazarla, sino el (ntlmo
11 1. Figurilla plehtSirica sentimiento de sus formas de crabajo. hecho tan propio que llegue a parecer que es la
u etense. Fo:ografia: !Museo propia persona la que trabaja con aqulla y con cada uno de sus elemencos como algo
de Candia). De Summa
Mrs . J. Pijon. Espasa vivo y sensitivo. Como diran lo alemanes, se necesita llegar a un verdadero Einfh-
Calpe, S. A. lung- del proceso resisteme, sentido a cravs de lo deformato-
rio que siempre va esencialmente unido a todo lo tensional.
Dicho en lenguaje ms conciso y acadmico: la heurCstlca
de la estructura requiere el conoc.imiemo intuivo de su eto-
peya resisteme y la de los materiales que la constituyen.
Si mucho antes de conocer la tcnica accual. la humani-
dad ha sido capaz de idear y construir obras tan adaptadas a
sus necesidades esttico-resistentes, y tan eternamente sa[is-
fucm rias en sus fo rmas es[ticas. ha sido precisamente porque
habla sabido contemplar antes, con ntima delectacin. las
ramas de los rboles concorv-ados bajo el peso de sus frutos.
y tensas las cuerdas de los columpios que mec.ieron su juven-
tud, de.sde los viejos tiempos de las tanagras micnicas cuan-
do menos.
Po r eso, no es[ar de ms dedicar unas pginas al tema.
Aun cuando no se diga nada nuevo, siempre un simple
comentario permite apreciar un d ife rente sesgo de la cues-
tin; y slo a fuerza de pensar y experimentar. se va instilan-
do en el espriru el poso que ha de guiarlo despus, desde sus
reductos subconscie-ntes.
2~
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
T res conceptos diferentes, aunque ligados encre st. han de considerarse-en toda la
estrucmra. asf como en cada uno de los elementos que. enlazados entre sf. forman
aqulla: el equilibrio, la resistencia y la estabilidad.
El ms fcil de intuir es el equilibrio; equilibrio que ha de ser esttico. es dec-ir.
que ha de asegurar la inmovilidad de la estructura en conjunto, y de cada una de sus
panes por separado, respeao a1 cimiento que la sustenta. Estos equilibrios requieren
que la composicin del conjunto, la fOrma de sus e-lememos y sus modos de enlace. sean
tales que aucomticamente se produzcan unas fuerzas pasivas o reacciones de los apo-
yos, capaces de equilibrar las otras fuerzas causales o libres {sobrecargas, pesos, etc.), que
van a actuar sobre la estructura con valor causal del fenmeno, y entre las que estn
incluidas las del peso propio de la misma o accin de la gravedad sobre su masa.
Sa1vo casos excepC-ionales. es fcll comprender. de un solo golpe de vis[3, si eJ sis-
tema de apoyo y de enlaces satisface cualitativamente las exigencias de este equilibrio
y hacen la estructura estticamente completa. Mejor que entrar en explicaciones es
observar la fig. 11 . 2 para comprender lo f.cil que suele ser el saber si, con un deter-
minado sistema de enlaces. los elementos de la estructura pueden o no asegurar la
fijeza, o equilibrio esttico. de dichos elementos. bajo la accin de las fuerzas a que
van a estar sometidos.
Que sean o no, sufic.iencemence resistentes para soportar estas acciones pueden
ser, ya, una cuestin de clculo. Pero. antes de entrar en l interesa asegurarse de que
la d isposicin estructural elegida no va a permitir el libre movimiento de los eJemen-
tos que se conjugan.
No hay que olvidar, por ejemplo, que ciertos enlaces no son reactivos ms que en
un sentido, y no en el contrario; y pueden dar lugar a que, bajo la accin de ciertas
cargas, la estructura funcione como si dic.h o apoyo no existiese.
Anlogamente. en un maci-zo. que presenca juntas no resistentes prcticamente a
traccin. o en eJ plano de asiento del maci-zo sobre el terreno. habrn de dis ponerse
las cosas de modo que la resultante de todas las cargas caiga dentro de la superficie
de apoyo, en sentido tal que provoque una compresin; y, sta con suficiente incli-
nacin. en relacin con eJ coeficie-nte de rozamiento emre el macizo y el terreno. para
evitar coda posibilidad de deslizamiento.
No basta que esto se cumpla para el conjunto de la es[ructura, sino que se ha de
cumplir igualmente para cualquie-r paree o e-lemento de la misma. de acuerdo con los
enlaces correspondie-ntes. Las dun as lienen formas completamence estables. difciles
de ser arrastradas en -SU conjunto; pero basta una ligera brisa para irse llevando, uno
a uno, los granos de arena de una ladera a otra y producir el mismo efecto de trasla-
darla lentamente como si fuese deslizando sobre el terreno.
El equilibrio, adems de ser esttico ~ujz pudiera decirse. para ser e-.sttic~. ha
de ser estable; no puede ser indiferente, ni menos inestable. La estrucrura representada
en la figura JI. 2d est equilibrada mientras no se la empuje horizontalmente: pero. bas-
tara la ms mnima accin, en esta direcc-in, para que- se vinie-ra abajo.
Todos estos conceptos son clara y f.c.ilmente inruibles. Es difkil. pues, que el tc-
nico se equivoque con ellos, porque todos han e-xperimentado, en una u otra forma.
esos fenmenos.
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Caplmlo 11. Elfonmmo tmtional
estructuras
equilibrables no equi/ibrables
.
=-~::a:--
--~
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Caplmlo 11. Elfonmmo tmtional
peso de la parte correspondieme del slido. y en los de la superficie las fuerzas que
ac[(ten sobre ella. Las bielas soporcan y transmiten as( las fuerzas exteriores hasta Jos
apoyos. Claro es que el equilibrio de esta malla resultarfa inestable o incompleto, en
general. necesitando las diagonales para evitarlo; pero, en el slido. vienen sustirui-
das por la continuidad del material.
Si, sobre estas ICneas isostticas. se representan. con segmentos de diferente longi-
tud o dife rente espesor (fig. 11. :>e), los valores de las censiones principales correspon-
dientes, se tendr una representacin muy clara e ins[ructiva del fenmeno de que se [rate.
Cada volumen ele mema! de slido, con sus caras orientadas segn la red, puede
considerarse equilibrado por las ruarro fuer1.as (por unidad de superficie) que repre-
sentan, por su espesor respectivo, las cua[ro semirramas de la red de i.sostticas que
acometen normal menee a las caras del cubo.
Es el.cplexo censional, que por sus d irecciones y espesores. muestra cmo las fuer-
zas se cransmi[en por el inteor del slido, cmo van variando de-d ireccin y de inten-
sidad, cmo se refuerzan en ciertas zonas que, por ello, se hacen ms pe-ligrosas; y
cmo. en fin, se esfuminan y pierden virulencia al propagarse por el mac.izo indefi-
nido del terreno de cimentacin.
La observacin de esca malla ensea muchas cosas. Ella muestT.l. por ejemplo. que
si las fibras, que siguen un borde cncavo, estn en traccin, han de presentarse nece-
sariamente mras tracciones normales para evitar que aqueiJas fibras se despeguen del
resto del slido; y, por el concrao, si estn e-n compresin, se han de compmir crans-
versalmente; cuanco ms cerrada sea la curvamra de una familia de isostticas tanto
mayor ha de ser la variacin de las tensiones transversales a lo largo de las otras, y. en
fin, el adiestramiento en el estudio. interpretacin y manejo del plexo tensional es el
mejor camino para un rpido enjuiciamiento cualitativo del estado de tensin que
ha de producirse dentro de un determinado contorno de slido, bajo la acc.in de las
cargas y reacciones que haya de soportar.
la continuidad del medio y de sus deformaciones y la necesaria ortogonalidad de
la malla pueden, en muchos casos, facilitar el trazado aproximado de la solucin pre-
visible; y conducir, por l, a la correccin de las formas del comorno en busca de la
solucin ptima de la es[ructura resis[ente.
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
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Caplmlo 11. Elfonmmo tmtional
1 ..i~*"
Si es c-ierco que unos materiales son frgi les y otros dctiles. no lo es menos que
la mayorla de stos, si no todos. acaban por romper frgil y bruscamente si se les
somete a una equitraccin en codas d irecciones; y, por el contrario. se ductiliz.an y
acaban por aceptar deslizamientos im portantes, s in romperse, bajo elevadsimas com-
presiones triples.
Sobre este tema puede ser muy aJeccionador considerar lo que les ocurre a los lfqui-
dos y a los ridos que, en cierto modo, marcan comportamientos opuestos.
Parece, a primera vista. que los lquidos no tienen resistencia a traccin; pero esto
es falso. A lo que un lquido no opone prcticamente resistencia es al desli1.amiemo.
es decir, a la tensin coname; o sea, a una dife rencia de tensiones p rincipales. El Hqui-
do es como un slido extremadamente dctil. Cuando se ha logrado someter el agua
desaireada a una traccin centrfuga perfectamente iscropa -lo que no es fcil-, se
ha visto que resiste tensiones hasca de 900 kg/cm1 Si bien se mira, se ve que tampo-
co los Hquidos son capaces de soponar comp resiones simples; si se les comprime con
un mbolo, que no ajuste en el vaso, el liquido se sale; y si el mbolo ajusta, son las
paredes del cilindro las que reaccionan produciendo compresiones lace raJes de igual
intensidad en codas direcciones.
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Si en ve.z de agua se llena el vaso de arena. el mbolo. sin ajustar. encuentra una
cien a resistencia porque el rozamiento interno de la arena equivale a una resisuncia
al deslizamiento; y si es un slido con cohesin, la diferencia de tensiones princ.i pa-
les puede ser canto mayor cuanto mayor es esta cohesin.
Hay, pues. que pensar que la resistencia no es una simple magnirud, expresable por
slo un nmero. FJ s(nd.rome del F.illo resistente es muy complejo y con facetas tan inte-
resantes como los propios valores tensionales que le produc~n. El que la posible rorura
se prevea frgil o dctil es importante a todos los efectos y, en especial, a los del coefi-
ciente d e seguridad y a las precauciones que deban tomarse; pues. la rorura dctil, con
grandes deformaciones previas. permite, en la generalidad de los casos, reajustes de ten-
sin que descargan la zona peligrosa. cuando es relativamente pequea; y en todo caso
advierte del peligro a tiempo de evitar el desastre; mientras que la rotura &gil por deco-
hesin no presenta prdromo alguno que advierta la proximidad de la catsrrofu.
La consideracin de estas part icularidades del desfaiJecimiento resistente propio
de cada ma[erial, unida a la del proceso tensional que ha de producirse. explica
muchos fenmenos cuyo conocimiento y oporcuna utilizacin son del mayor inters
para la buena formacin de una estructu ra. Se comprende, por ejemplo. que unas
entalladuras como las indicadas en la figura H. Sa. introducidas en una pieza en com-
presin, pueden permitirla funcionar como una rtula bajo carga de com presin sufi-
cientemente fuerte y ngulos de giro pequefios; porque la in curvacin, que sufre la
red de isostticas. hace que. en la zona del cuello. se prod uzca un estado de co mpre-
sin triple que plastifica el material aumentando su resis tencia y permitiendo defor-
maciones y giros que, de otro modo. no admitira sin rotura. Justamente lo contra-
rio sucede si la pieza estuviese sometida a traccin.
Anlogamente, basta la presencia de un pequeo agujero circular (fig. lL 5h) en
un a chapa sometida a craccin, para que el valor de la tensin se t riplique junto a la
superficie del taladro . y para que. en direccin perpendicular a es[a traccin. aparez-
can compresiones. Si en lugar de un agujero circular se hace uno elptico e) con el eje
@
- compresin -=:~ traccin 11-5. Plexo iensional de
r6t1.1!as y entalladuras.
30
Caplmlo 11. Elfonmmo tmtional
31
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
son mucho menos y ms difcilmente apreciables que las de simple equilibrio. Ysi al
tcnico -acostumbrado a proyectar los entramados de sus edificios con el encasilla-
do formulario de la ms simple ceor(a de la Resistencia de Materiales- puede pare-
c;erle que muchas de estas cuestiones. relativas a las formas de rotura y al plexo cen-
sional, cogen el problema desde demasiado lejos, y que poco o nada han de influir
en su imaginacin al idear la conocida craza de sus estructuras, debe. por el contra-
rio, pensar que hay muchas clases de ellas en las que las cosas no son tan fciles y
merodizables: que hay muchos detalles de forma, de enlace, de reparto de armadu-
ras> etc., que., con ser decalles. son de importancia fundamental en la resistencia deJ
conjunto; y. en fin. que el trazado a sentimiento de una red de i.sostticas no es cosa
imposible cuando se ha reflexionado un poco sobre la teorla y se le ha cogido el gusto
y el hbito a la cuestin.
Las estructuras pueden estar formadas por macizos de eres dimensiones compara-
bles, como las presas; por elementos superficiales o laminares tCpicos de hormign
armado: o por entramados de piezas. en las que una dime-nsin predomina fuerte-
menee sobre las otras dos, sean barras, vigas. arcos o elementos anlogos.
Poco se sabe y menos puede decirse, aqu. de los primeros. Desgraciadameme la
Teora de la Elasticidad no ha encontrado forma prcca de aplicar sus principios a
los procesos de clculo. en cuanto el contorno tridimensional de.! slido no ofrece
una expresin analftica muy fcil; y, aun en formas de revolucin, reduce sus solu-
ciones a casos comados. Las teoras elasto-visco-plsticas son todava mucho ms com-
plicadas y de menor aplicacin en este tipo de estructuras o macizos.
Mucho ms fecunda resulta la Teora de la Elasticidad en lajas planas o en formas
prismtkas de seccin constante, en las que puede suponerse que todas las rebana-
das trabajan por igual, como es e.l caso de un tubo o el de un revestimiento de un
tnel (fig. 11. 6). No teniendo que estudiar ms que el problema plano, la red de isos-
tticas y los valores de las tensiones princ.ipales pueden obtenerse -aunque no con
facilidad-. analtica o focoelsticamente; y esa representacin del estado tensional per-
mite d iscurrir sobre las formas resistentes p[imas.
Como se ver ms adelante, este plexo tensional, propio del trabajo de una laja
plana sometida a fuerzas aplicadas en su plano, es de gran inters y se amplla a los
elementos laminares curvos, como bvedas. cpulas, etc., sobre cuyas superficies se
producen estados tensionales anJogos, que pueden, en cada punto, considerarse
situados en el plano tangente a la superficie media de la lmina curva.
Pero, donde efectivamente el problema resulta mucho ms fcil, y donde se
encuentra la inmensa mayora de las estructuras, es en los emramados de piez.as. cuyas
dimensiones transve-rsales son pequeas re,specto a la longitud. Fuera de algunas pla-
cas planas y lminas curvas de hormign armado, todas las estrucruras modernas son
conjuntos de este tipo; y frecuenteme-n te la acepcln de la palabra estructura se refie-
re concretamente a ese conjunto de elementos lineales.
El comportamiento de estas piezas alargadas, barras, vigas, soportes, ere. , es tan
conocido. y hasta can vivido en la experiencia diaria, que no requiere aqu comenta-
rio especial; en el estado de Aexin,la deformacin del conjunto de la pieza es mucho
ms apreciable que en traccin o en compresin axil; todo el mundo ha experimentado
32
Caplmlo 11. Elfonmmo tmtional
11 ~. Red de isostaticas en
un tOnel con y sin
revestimiento. <Obtenida
fof.oo!isticamente, por C. de
Benito y A Moreno, en el
Laboratorio Central de
Ma:!ndt
\_
revestimiento \\
cmo una rama se incurva bajo el empuje del viento o de dos momentos flecw res que,
con las manos, se apliquen en sus extremos. Hasta los nios -Saben, aunque no hayan
reflexionado en ello, que una misma regla de dibujo, es mucho ms rtgida en el sen-
tido del canto que en el del espesor; y si saben algo de aritmtica. no se extraarn
mucho si se les dice que, a igualdad de ancho, su resistencia es proporcional al cuad ra-
do del canto, y que la curvatura, que toma, es inversamente proporcional al cubo de
este canto. Sin embargo. algunos pmyec-tjstas modernos parecen desconocerlo, cuan-
do se empean en que los especialistas les hagan vigas de tan poco canto que ms pare-
ceran propias de crampolines, y confunden la sensacin de esttica ligereza con la de
atormencado esfuerzo.
El plexo tensional de una viga, uniforme menee cargada, por ejemplo, se represen-
ca en la figu ra IL 7a y puede esquematizarse groseramente por un sistema de barras
comprimidas y otro de tirantes (b) que ensea claramente cmo la viga requiere unas
fib ras longitudinales. resistentes a craccin por abajo y a compresin por arriba; y
cmo. para que estas fibras entren en trabajo, se requieren las dos familias de djago-
naJes, tambin unas comprimidas y otras traccionadas bajo la accin de las cargas.
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
La viga se defonna como se representa en (e); y son las diagonales las encargadas de
evitar Jos deslizamienros que las fibras longirudinalcs (d) o de las rebanadas =er-
sales (e) rufTirfan al tender las fibras a liberarse de los acortamientos o alargamientos
que les impone el tipo de dcfonnacin conjunto de la pieza.
EJ esfuerzo corranrr -que. segn se dijo. es igual a una traccin y una compre-
sin, ambas a 45- es resisrido por las diagonales; mientras que el momento Oeaor
lo es por d par que provocan las rensiones longitudinales de traccin y compresin.
Como esre par (fig. 11. 70 riene un bruo mucho ms pequelio que el de las fuerzas
exteriores que, a oda lado de la seccin lo provocan, las reruiones longitudinales resul-
an, en general, muy fuenes; tanro m:ls cuanto mayor es la esbelta de la piaa. Por
eso interesa, a igualdad de ...,. de seccin de sta, aumentar d canto ms que d ancho;
porque. con el primero. aumenta el bruo resistente y con e:l segundo no. En cambio.
para el esfuerzo coname, no hay este muJtipliador; y lo mismo dara. al menos te--
ricamente. aumentar el xho que el canto. Razones todas ellas que jwtifican, como
es bien sabido. la &eccin en l.
El fenmeno de ronin es menos urilizado y algo ms complejo el clculo; pero.
es tambin ficilmcnrc comprensible obscrv.mdo bien las deformaciones de la barra
de goma antedcha. Bajo e$1e ripo de <~fuerzo, la resistencia y la rgida de la pieza
aumeman ron el momenro de inerci~ polar; y piden, por tanto, se<:ciones cerradas cir-
culares o en cajn.
Todas estas cosas son sabidas del tcnico; y, .si se citan aqu, es ms bien a modo
de ejemplo de cmo interesa discurrir parn aptar los fenmenos y la importancia
que ello 6ene.
~ ~~4-J:.&-11
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~:: :4~\
.. 1. ?fa) tmslonal de Uftl
<!) "&a Ul l bmemen:te
CMgada.
Caplmlo 11. Elfonmmo tmtional
No hay que olvidar, por otra parte, que el peligro de rotura no es el nico que
puede amenazar a una estructura. Hay otro peligro tipico que influye mucho en la
morfologa de estos e-lementos estructurales, e incluso de la estructura entera. Se refie-
re al pandeo o, ms en general, a las causas de inestabilidad. Del mismo modo que
no basta que haya equilibrio de cargas y reacciones exteriores, sino que es necesario
que ese equilibrio sea estable, tampoco basta que el estado tensional imerno equili-
bre todos los volmenes elementales del slido, sino que se requiere que ese estado
tensional conjunco cumpla las leyes de la escabilidad elscica o plstica, segn sea el
material.
Apoyndose en un bastn recto, pero delgado, llega un momento, en que se dobla
sin romperse; aunque la rotura puede venir despus, si se fuerza la carga, por efecto
de la curvatura y de la flexin debidas a la excentricidad de la fuerza respecro a la
nueva d irectriz que ha tomado eJ bastn. Como codo fenmeno en que interviene la
flexjn, el peligro se disminuye aumentando el momenco de inerc-ia de la seccin en
codas direcc~ones y haciendo sta hueca para darle ms brazo mecnico con la misma
cantidad de material.
Anlogos fenmenos de inestabilidad se pueden producir en otros casos; por ejem-
plo, en una mnsula delgada, el pandeo por torsin que le hace curvarse lateralmen-
te salindose de su plano y alabendose.
En general, son fenmenos f.ciles de incuir aunque puedan resultar difkiles de cal-
cular. Como su peligro aumenta muy rpidamente con la esbe-ltez. de la pieza en cuan-
ro sta pasa de ciercos lmites, variables de un mateal a O[ro, son precisamence Jos mate-
riales ms resistentes ~ue penni6rlan mayores esbelteces si no fuese por este peligro-
los que., en consecuencia, resultan ms sensibles al pandeo; y en su dimensionamiento,
ha de tenerse ms en cuenta este peligro para establecer los oportunos arriostramientos
que, al cortar la longitud libre de la pieza, acorten la esbeltez peligrosa.
Ms adelante ha de tratarse de las ventajas e inconvenientes del isostatismo y del
hiperesratismo en las estructuras. y poco cabe dedr de ello aqu. Asl como el saber si
una estructura puede, o no. estar equilibrada por la sustentacin es reconocible al pri-
mer golpe de vista, igualmente lo es el saber si esa sustentacin es iso o hiperesttica;
pues> esta ltima se caracceriza por presentar ms reacciones o coacciones de enla-
ce de las necesarias para ser equilibrable. Pero, de eso a poder enjuiciar la impo r-
cancia de las reacciones hipere.stticas va mucho trecho; porque se presenta una inde-
terminacin, dentro de las posibles soluciones de equilibrio, que slo desaparece por
la consideracin de las deformaciones consiguientes. Slo imaginando stas. se puede
tener una idea del estado de censiones y reacciones que cabe prever.
Por ejemplo: en una viga isosttica de dos tramos iguales (fig. 11. Sa), uniforme-
mente cargados, el soporte General suiTe una carga doble que los laterales; pero, si
resulta hiperesttica por efec.to de su continuidad. esta solucin, que equilibra las fuer-
7..as actuantes, ya no es compatible con la deformacin previsible de la viga. Para man-
tener la continuidad de la directriz (fig. H. Sb) es necesario que aparezcan unos
momentos negativos sobre el apoyo central, los cuales, al suponerse aplicados a cada
tramo de la viga isosttica, awneman necesariamente la carga en ese apoyo, alivian-
do de la suya los laterales.
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
36
111
Para el anista creador. cada material expresa su propio mensaje-o. dice F. Lloyd
\Vright; y para comprender ese mensaje es necesario meditar sobre las propiedades
de cada uno de ellos hasta empaparse en su peculiar modo de ser y d e expresarse; por-
que. efectivamente. cada cual presenta su eropeya diferente y especfica.
No interesan. ahora. los materiales constitutivos de cada fb rica o de cada mate-
rial. en el sentido que suele darse a esta palabra entre Jos construc-tores; no es. por
ejemplo e l cemento sino el hormign, o e l mismo hormign armado. lo que se con 4
de Tarragona4 (De la
HiY.oria de Espana, de R.
Menndez Pidall.
FoCografia: Musoo de
Barce!ona.
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Sus monolitos, silenciosos e inmviles, tienen fuerz.a de carcter como los gran-
des hroes, al decir de Lin Yutang; vrgenes an de toda herramiema humana. son el
Jtimo mensaje del primer im ento de perdurabilidad de-l ane de la construccin. Y
an hoy, los menguados hijos de esa tcnica, siguen reproducindose en las modes-
tas albarradas que cierran las heredades, o en los jorfes que sosrienen los bancales de
sus rierras, para hacerlas laborables sobre las abrupras pendienres de las monraas.
Cuando las herramiemas permitieron labrar la piedra, naci la canter(a; y an q ue-
dan obras romanas (fig. l. 1) en las que los sillares se asentaron, unos sobre otros. a
hueso, sin mone.ro de rejuntado. Pero lo mismo la mamp(merfa que la cantera apro-
vecharon inmediatamente las ventajas que ofrecan los moneros; porque las mam-
poster(as de piedra en seco presentan poca resistencia y estabilidad si no se aumen-
tan grandemente sus espesores. Mucho ms resistentes resultan las mamposter(as con
asiento de mortero; pues, aun cuando, en ellas, la adherencia de ste con la piedra,
represente siempre una superficie de ms fcil rotura, sus condiciones mecnicas se
mejoran notablemente; y ramo ms cuanto mayor es el espesor en relacin con el
tamao de los mampuestos; y cuanto menos probabilidad presentan de que una
superficie de separacin, o de deslizamiento, oblicua respecto a la direccin de la com-
presin, facilite la rorura.
Por eso, se procura que la dimensin mxima del mampuesto sea normal a aque-
lla direccin de la compresin. Esta tendencia hace pasar insensiblemente al sillarejo,
y de l. a la sillerla aparejada. El mejor aprovechamienro resistente del material permi-
te que los espesores de esta ltima puedan ser menores que los de la mamposterfa.
La canrerla clsica aplantillada es, en general, la ms cara de rodas las fbricas l'
por eso, es la menos empleada fuera de las obras de carcter monumemal o suntua-
rio. Eligiendo una buena calidad de piedra, su durabilidad es prcticamenre indefi-
nida, su aspecto magnifico, )'la artesanla de su labra le presra rodas las posibilidades
de las obras clsicas, sobradamente conocidas.
El artista les dio la forma, pero la calidad es algo tan propio del material, q ue pare-
ce pregonar continuamente su primada e independencia de la labor humana. A gol-
pes salt el tasquil dejando su huella en el sillar herido y como en carne viva; pero,
pronto vuelve el tiempo a devolverle la dermis de su ptina que lo avalora como aroma
de vino aejo.
Este material presenta, casi necesariamente, masa relativamente grande; al menos,
el disminuirle en exceso slo conduce a aumentos de coste en lugar de reducciones. Su
resistencia a la compresin es grande; por el contrao, la resistencia a la traccin es muy
pequea, no slo porque la piedra. de por s, adolezca de esre defecto, sino porque el
mortero de las juntas es prcticamente incapaz de dar resistencia confiable a traccin.
Para mejorarla ~osa siempre conveniente. aun cuando en los clcuJos no se la vaya a
tener en cuema-. se recurre a alternar las juntas verticales en las hiladas contiguas, ahu-
yentando el peligro de que se produzcan grietas, en esa d ireccin vertical. por cualquier
esfuerzo anormal de tracc:jn hori-zontal que puede presentarse. Las juntas horiwntales
se dejan continuas, contando con que van a quedar siempre comprimidas y con poco
esfuerzo cortante o deslizante en su plano, puesto que las cargas que han de soportar
son principalmente las verticales de peso. fundamentales en obras de masa.
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Caplr.ulo JI/. Lm mAkriAia clsicos
Los sillares pueden adoprar formas variadas; sin embargo. para no hacer prohibitivo
el coste de la labra, se requiere evitar superficies curvas y ngulos entrantes en las juntas.
Todo esto hace que la canterla sea sumamente apropiada para paramentos vistos,
de carcter monumemal, en los que la piedra acusa la verdad de su macizo espesor.
Es el material de los elementos en que interese la masa y e l peso. como en los muros
de contenc.in; y, en general. de los que tengan que trabajar exclusivamente a com-
presin: soportes, arcos, bvedas, etc. En cuanto aparecen tracciones importantes, el
material es prcticamente impotence para resistirlas.
Casi puede catalogarse, como ocro material de discinta nacuraleza, el de los pla-
queados q ue. aun siendo de la misma mate ria y procediendo de la misma cantera.
nacen ya de otro modo y con otras formas. El aserrado y pulido mecnicos permiten
obtener econmicamente lajas de contados cene{metros de espesor. utilizadas. prime-
ro. para aparentar verdaderos sillares de gran espesor y, ya hoy, para expresarse como
simples elementos d e revestimiento.
Desde un punto de vista clsico, es una solucin aminacural, falsa y absurda; sin
embargo, no cabe duda de que la tcnica moderna ha cambiado las posibilidades de uti-
lizacin creando una ms, y, en cierto modo, un macerial diferente en cuamo a su fun-
cin. 1\>nue, en los plaqueados, la piedra -la noble piedra maciza de inconmovibles silla-
res, que daba a la obra la fo rtaleza y el ser- se ha convertido en una simple cobertura
apareme y expletiva que presta a la con-struccin solamente su m. pero que necesita adhe-
rirse a otra f.brica para sostenerse, como la hiedra alrededor del tronco del rbol.
Con estos plaqueados, el tcnico no debe olvidar que, en general, la rigidez e inde-
fo rmabilidad del plaqueado son superiores a las de la f.b rica del muro a la cual han
de adherirse, y carecen de la cendencia a re<raer, propia de las fbricas de ladrillo y
hormign; por ello, ha de cuidarse este punto, asegurando su engrapado y. en lti-
mo extremo, dejando cierta libertad de movimiento del plaqueado respecto de la masa
del muro que reviste.
Ellndrilk> es el primer material creado por el dominio de la inteligencia humana
sobre Jos cua[ro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Ese macerial, can dcil y huma-
no -en el que e l barro, tras labo rioso amasado. hbil moldeo y paciente secado. se
hizo piedra al calor de un fuego penosamente encendido- presenta , ya, caractersti-
cas y morfo loga, e n sus fb ricas. netamente especficas y totalmente diferentes de las
de las piedras narurales.
Una de ellas es la de proceder de una fabricacin en serie; todos los ladrillos de un
cipo han de ser iguales; y el nmero de tipos, forzosamente reduc.ido. Sin embargo,
la gran variedad de dibujos y efec.tos que los anistas de ocros tiempos, y en especial
los mudjares (fig. IIL 2), supieron lograr para sus frogas con un elemento ran mon-
cono y r!gido en sus dimensiones, es slo comparable a la bellez.a que el poera obtie-
ne ajustndose en sus versos a la rigidez de un metro.
Las dificultades de secado y cochura de las arcillas -que las modernas tcnicas no
han logrado ms que reducir parcialmente-. obligan a tamaos pequeos y. acmaJ-
mente, a formas adaptables a la produccin en prensa o en hilera.
Se pueden fabricar ladrillos huecos de paredes delgadas; pero no se ha encontra-
do el sistema econmico de dejar los huecos cer rados sin aparecer en la superficie-del
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Caplr.ulo JI/. Lm mAkriAia clsicos
las del ladrillo. Este, igual que la piedra, tiene un coeficiente de dilatacin pequeo
y, con buena cochura. el higroscpico es tambin sensiblemente despreciable.
En cuamo las jumas son gruesas, la influencia de los movim ientos del morrero se
nota muy apreciablemente en el conjunto de la fbrica en direccin normal a las hila-
das; y si la fbrica va unida a ocra ms r!gida, como la canterla, llega a provocar agrie-
tamientos y despegues perjudiciales.
Como es[as juntas son normalmente horizontales, la fbrica retrae verticalmente;
las variaciones trmicas e higroscpicas son menores, aunque apreciables si el agua
llega a embeber y abandonar todo el espesor de la F.brica. El fenmeno de re<raccin
normal al plano de hiladas, es an ms acusado, a la larga, en los morteros de cal.
En sentido longitudinal o paralelo a las hiladas, la influencia del morcero se hace
sentir mucho menos a escos efectos; no slo porque la proporcin de juntas es meno r,
sino porque el aparejo solapado de los ladrillos dificulta el efecto. provocando, en
codo caso, fisuraciones del monero ms o menos microscpicas. Los movimientos
trmicos e higroscpicos longitudinales pueden prcticamente asimilarse, como en
la canterla. a los propios del macerial base, siempre despreciables.
Los espesores de estas F.bricas, ya no son libres: han de ajusrarse a mltiplos de las
dimensiones de los ladrillos, habida cuenta del espesor de juma con el que puede
jugarse algo. Se llega a espesores tan pequeos como el del tabique de panderete con
rasillas huecas de 3 cm; y an menos, pero, para elementos resistentes, estos tipos tie-
nen contadas aplicaciones.
Con conglomerante de yeso, en lugar de mortero de cemento, se logran velocida-
des de crabajo mucho mayores y fraguado prcticameme instantneo; pero. bajo el
efecto de la humedad, se pierde gran parte de sus vemajas de utilizacin y posibili-
dades resisuntes, por lo que sigue siendo relativamente poco empleado fuera de las
zonas interiores de edificios bien defendidas de la humedad.
En el ladrillo. en fin. no hay que olvidar el color. porque, aunque no permita tanta
riqueza como las piedras, presenta sobrada variedad de matices, desde el ocre neutro
y plido hasta el rojo vivo, a travs de toda la gama de los rosceos, para dar a una
obra. e incluso a una poblacin encera, un ambiente personal. de alegre verdad y de
delicada vibracin, d iflcilmente alcanzable con ocros materiales.
En la fbrica de ladrillo, cada uno pierde. dentro del conjunto, aquella personali-
dad con que se acusaba d gran bloque de la mamposter!a ciclpea. El ladrillo es algo
ms humilde, ms impersonal, ms gregario si se quiere; pero aun as( las pequeas
diferencias de uno a otro pueden prestar al conjunto una vibracin y una textura que
indudablemente es una de las causas de su belleza.
El ndobt es un material muy til en regiones donde abundan las arc.illas arenosas
aptas para su fab ricacin; pero, es exd usivamente aplicable a muros y elementos de
rgimen tensional muy bajo. y en compresin. Por consiguie-nte, no interesa su con-
sideracin y dife renciacin como material estructural.
En resumen: las fbricas de materiales ptreos naturales y cermicos resisten bien a
compresin y mal a traccin; son materiales que pueden llamarse q-frangib1eso para d.iscin-
guirlos de los cenaces o o:traccio-resiscentES~t ~omo el acero o la madera-. y que requieren
bastante masa en los elementos que con ellos se construyen. Respecto a otras condic:jones
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el tiempo; lentamente, con los cementos utilizados por los pueblos de la antigedad
y mucho ms rpidamente con los actuales.
Sin embargo, hay algo que. poco a poco. ha ido descubrindose y analizndose y que
diferencia esencialmente el hormign de las piedras narurales y, en especial. de las de ori-
gen gneo. Decir que el hormign no es ni siguiera un slido ha de parecer un poco fue r-
te y hasta insultante para el que tenga la desgracia de tropezar con l; pero el que se haya
adentrado un poco en el delicado esrudio experimenml de sus leyes de deformacin, sabe
bien que stas corresponden mucho mejor a las caractersticas ffsicas de un pseudo-sli-
do que a las de un slido, en el sentido estricto que hoy se da a esm palabra.
El estudio de los fe nmenos qumicos y ffsicos, que tienen lugar en la pas[a de
cemento, llena millares de pginas y estn apenas desbrozados los problemas que con-
tienen . Pero, para lo que ahora interesa, basta con un esquema que ruali[ativa yapa-
rentemente sirva para encajar las ideas, de fo rma que puedan servir de orientacin
para las burdas consideraciones, a travs de las cuales estos fenmenos pueden inter-
venir en la meme del proyec[Sta, al ponderar la opormnidad de un decerminado tipo
estructural.
El hormign. co mo pseudo--slido, puede imaginarse fo rmado por un rido in er-
te y una pasta en la que una parte, que pudiera llamarse slida. est rodeada y hasra
infiltrada por el agua cargada de sales, y el aire que llena los poros restantes. El equi-
librio termodinmico co n el amb iente requiere que, al variar eJ grado higroscpico
de ste , el agua se evapore o se condense segn leyes complejas dependjentes de su
tensin superficial, forma de los poros, etc.; y que. incluso en el inte rior de la pasta
de cemento fraguado, se produzcan variaciones importantes d e d ife rentes caracteres
y. en especial, variaciones de volumen anlogas a las de un geL El fenmeno depen-
de, no slo del ambiente, sino de la continua actividad q umica que se prolonga meses
y aun afios, y durante los cuales contin an los fe nmenos de disolucin del primiti-
vo cemento y la formacin de nuevas sus[ancias amorfas o cri-Stalinas.
Como consecuencia de codo ello, el hormign presenta, adems del coeficiente
de dilatacin trmico. un ooeficience de d ilatacin higroscpico muy sensible. Al
humedecerse el ho rmign, por inmersin o por el simple efecto de un chaparrn
sobre elementos de poco espesor, encumece; y al desecarse concrae. tanto ms cuan-
to ms bajo es el grado higroscpico del ambiente. Afonunadamente) el efecto se
amortigua con el espesor del macizo, a pesar de la ligera porosidad que presentan los
hormigones corrientes.
Aparte de todo esto. el hormign, d urante el fraguado y los primeros meses de
vida al aire en ambiences normaJes, acusa una fuen e retraccin del orden de dcimas
de milmetro por metro. cuyos incrementos van amortigundose con el tiempo y que.,
e n general, aumenta con la riqueza en cemento del hormign, y con la sequedad del
ambiente. En gran pane, este fe nmeno es debido a la absorcin del agua por el pro-
ceso qumico y, en pan e, a su eliminacin hacia la atmsfera. Vara, por consigujen-
te. con la porosidad y con espesor del macizo de que se trate. En grandes espesores,
el efecto es meno r o, al menos, mucho ms le nto y menos aparente que. con espeso-
res pequeos; es muy grande en estructuras de elementos delgados sometidos a la
intemperie e n climas secos; y es nulo o despreciable en sus cimientos eme.rrados.
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Caplr.ulo JI/. Lm mAkriAia clsicos
Quiz los especialistas se escandalicen por la ligereza con que se trata aqul el tema;
pero. tam poco interesa ahora ms que esbozar la cuestin, por cuanto haya de tener-
se en ruenta en el proyecto de la estrucmra.
Bajo la accin de los estados tensionales a que se le somete. el hormign acusa
diferentes [ipos d e deformacin. d erivados. en parte, de los fenmenos anteriores.
En primera carga o solicitacin noval, el hormign no acusa p roporcionalidad
entre la tensin y la deformacin consiguiente, como no sea para tensiones muy bajas;
y aun esto es discutible (fig. 111. 4a).
Las d eformaciones aumentan m s rpidamente que las tensiones. especialmente
al llegar a valores relativamente altos respecto a la resis[encia de.l material; dejan una
pequea deformacin remanente, canto mayor cuanto ms alta ha sido la tensin
alcanzada. Bajo la accin de cargas sucesivas, no sobrepasando las que ha soportado
anteriormente, puede admitirse que se cumple la ley de Hooke o de proporcionali-
dad entre tensiones y deformaciones.
Pero. en todo caso, si la solicicacin se mantiene a lo largo del tiempo -como suce-
de, por ejemplo, con los efectos del peso pro pi~, se observa que la defom>acin conti-
na aumentando segn una ley amortiguada a lo largo del tiempo (fig. 111. 4b). Aun
cuando su parte ms imponante se realiza en los prim eros meses, estas deformaciones
lentiS se han apreciado aun al cabo de vaoo aos, y pueden llegar a alcanzar valores rom-
les francamente supeores a los de la deformacin inicial y hasta dos o tres veces supe-
ores a stos. La d eformacin lema es me-nor cuamo ms edad tiene el hormign al esta-
blecer la carga; y viene indudablemente influen ciada por las condic.iones ecolgicas. En.
fin, esta deformacin aparece como parcialmente reversible o recuperable al descargar.
Todo esto, unido a la escasa resistencia deJ hormign a traccin, presta a este mate-
rial caractersticas y tipos d e componamiento dignos de tener en cuenca en los pro-
yectos. Se produce automticamente la rotura por traccin en cuamo la sustentacin
coarta excesivamente su re-traccin; y las mismas variaciones trmicas e higroscpicas
producen, con frecuencia) el mismo efecto provocando agrietamientos espontneos.
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deformaciones tiempo
1114. Diagramas de
tens.ones-deformac 1ooes y
tiempo-tensiones.
4)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
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Caplr.ulo JI/. Lm mAkriAia clsicos
Los hormigones muy ligeros, que se obtienen por adic.iones especiales para lograr
la incorporacin, e n fueHe proporcin, de burbujas uniformemence distribuidas en
su interior, suelen ofrecer resistencias demasiado bajas para su utilizacin como mate-
rial estructural; slo en elementos reJativamence pequeos de edificacin se va desa-
rrollando su empleo induso en piezas ligeramence armadas.
la permeabilidad y capilaridad -dependientes de la emuctura. forma y tamao
de los po ros en los materiaJes ptreos- son propiedades que casi siempre conviene
disminuir en el hormign; no slo por razn de la propia finalidad de la connruc-
c in, sino tambin por su influencia en la durabilidad del material. El efec.to perju-
dicial de la helada, sobre mdo, se hace sentir, en general, canto ms cuanto ms agua
queda retenida y sin fiicil salida al sobrevenir el aumenco deJ volumen consiguiente
a la congelacin. El empleo de resinas espec-iales es> hoy, la solucin que se o frece
como mejora contra ese peligro.
Por otra paree. la porosidad, en el caso de presas, tiene inters por cuanto intro-
duce p resiones internas sobre el esqueleto slido, que se han de considerar. no slo
por los efectos ten.sionales d irec.tos sobre ste, sino. cam bin, po r la inAuencia que
pueden tener en la estabilidad del macizo o en el rgimen tensional que establezcan
sobre cal o cual zona del conjunto.
Y para terminar esta enunc.iacin de propiedades del material que pueden intere-
sar al proyectista, bastar recordar cmo la durabilidad del material ha de considerar-
se-, no solameme frente a las condiciones ecolgicas normales, sino que hay muchos
casos en que ha de estar sometido a e lementos qumicameme agresivos, como pue-
den ser las aguas de mar, las selenitosas d e los terrenos, los humos y gases proceden-
ces de ciertas industrias, etc. Frente a ellos, las piedras naturales y las cermicas sue-
len - no siempre- resistir bien; los hormigones requieren una fuerte impermeabilidad
y, e n muchos casos. el empleo de cementos especiales especficamente resistentes a tal
o cual agresivo.
Por ltimo, no deben olvidarse otras tcnicas ms modernas)' otras clases de hor-
mign, tales como los inyectados. e n los que el rido grueso, ven ido previamente en
el encofrado. se rellena de mortero manteniendo la pasta en estado colo idal. Su uti-
lidad en determinados casos de cimientos -revestimientos de tneles, recrec-imiento
de presas, etc.- amplta grandemente las posibilidades de empleo del honnign y
mejora sus condic~ones, tamo por la economa que pueden representar, como por la
disminucin de rerracc.in que logran. Otras tcnicas como las del vado, los trata-
mientos trmicos, la vibracin, etc~. facilitan un desencofrado inmediato, y muchas
otras podran citarse; pero el tema es demasiado extenso y suficientemente alejado
del carcte r que p retenden tener estos comentarios, para que corresponda otra cosa
que su simple indicacin.
En resumen: el hormign p resenta un comportamiento ms complejo que la pie-
dra o el ladrillo. con ventajas y desventaja.s respecto a stos. Es su econom(a, especial-
mente-en grandes volmenes. y su fcil adaptacin a formas variadas, su carcter de
material fo rmceo:o, lo que le da su valor espedfico y lo que lo hace insustituible en
muchos casos, cada vez ms numerosos por el continuo avance que experimentan sus
diferentes tcnicas, algunas de ellas modem.simas.
47
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
De todos modos, el costo del encofrado exige, para no elevarse demasiado, superfi-
cies planas, y esto es Jo que induce aJ hormign a ceirse a formas polidricas sencillas
o a superficies regladas de ligera curvacura. Esto no quiere decir que no admita otras
como. por ejemplo, las acupu1adas; e, inclusive, molduraciones o vaciados ornamenta-
les complicados. Lo que ocurre es que el costo de esrns labores de encofrado, merma en
gran parte sus ventajas econmicas; pero, con ello y con codo, sigue, en general. resul-
tado menos costoso que el mismo elemento labrado en piedra.
Puede interesar tambin obtener, en su superficie. ca1idades de texrura, aparien-
cia. coloracin, etc., que, en cada caso, habrn de resolverse, bien con materiales
superficiales al efecto, como enfoscados, etc., bien con la oponuna elecc.in de la d ase
o uatamienco superficial del material, anlogamente a lo que sucede, al fin y al cabo,
con las piedras naturales.
Porque es el caso que el hormign corrieme resulta de un aspecto, puede decirse-,
poco expresivo; los anistas le colocan siempre en plan secundn respecto a la piedra;
y aun algunos le niegan todo derecho a entrar en el cenculo del Arte, alegando lo
poco grato que les resulraba a las deidades romanas, que preferan la madera para los
puentes de sus adoradores.
Pero, de una parte, sus derechos se van reconociendo; y. de otra, l ha ido encon-
trando modos de mejorar su presentacin, cuidando los materiales y los tratamien-
tos superficiales.
La dermis gris y anodina, que saca del encofrado y sobre la que slo a veces la
madera deja ligeramente marcada su impronca, es quiz la causa principal del horror
que a muchos inspira. Yhay que reconocer que, con ese traje, su aspecto no es dema-
siado atractivo, ni ameno su lenguaje. La piedra o la madera ensean su estrucmra
ntima y fundamentan en ella su belleza. El hormign, como el acero, adolece de esa
falta de expresin de su estrucmra interna. Pero, no es imposible ni mucho menos
acusar al exterior las piedras que lo forman. El picado superficial o la aplicacin de
determinadas pinruras sobre el encofrado. pare evitar el fraguado del cemento prxi-
mo a la superficle, son mtodos, no demasiado costosos. que permiten dar al hormi-
gn aspectos agradables y variados.
En algunos casos se han empleado, como encofrado, placas delgadas de hormign
de cemento blanco hecho en taller; y en otros se utiliza un contraencofrado de chapa
para separar, del homlign barato del mazo tmeor. otra dase de hormign que se vier-
te en el reducido espesor comprendido entre el paramento y esas chapas que se van
retirando a medida que se hormigona. De ese modo la capa superficial puede hacerse
con ridos y cernemos especiales blancos o de las coloraciones que se desee, y el sobre-
costo que resulta. en grandes paramentos. es suficientemente reducido para justificar
la solucin.
Por otra parte, no es slo el color sino tambin la texmra o calidad superficial
lo que influye. Parece que el hormign, menos d uro que muchas piedras natura-
les, debiera resultar ms agradable al tacto -real o imaginado-; pero. por el contra-
rio. sus aristas y las mismas rebabas, que dejan las tablas del encofrado, le hacen
ms spero y ms hiriente; menos agradable de trato, en fin. El d a que se logre dar
a los cementos otra coloracin ms clida y otra calidad ms blanda a sus aristas y
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Caplr.ulo JI/. Lm mAkriAia clsicos
49
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
extracc.in. no siempre fcil. Pero no hay que olvidar que. as( como los dems mate-
riales son artificiaJes -y. por tanto, es relativamente fcil cuidar su fabricacin o su
eleccin para obtener materiales de calidad uniforme-. en el cerre.no. salvo rarsimas
excepciones. se carece de garandas respecto a esca uniformidad; y si bien los estu-
d ios geolgicos ayudan mucho, no siempre alcan1.an al carcter local de sus hetero-
geneidades.
50
IV
Madera y acero
La madera es cronolgicamente el primer material capaz de resi.s tir, por igual, a trac-
cin y compresin, segn la direccin de sus fibras. Es el nico material vivo que se
emplea, en grande, en la construccin, y, como todo lo que proporciona la vida. es
algo ms adapcable, menos rfgido y esquemtico que los otros. No hay dos piezas
iguales en sus fib ras y nudos, como no son nunca iguales las huellas de los dedos
humanos; y el atractivo que tiene la madera procede., en gran parte, de esas cualida-
des vitales.
Por otra parte-. respecto a los materiales que se han venido comemando anterior-
mente-. se acusa tambin su menor durabilidad. Porque, si bien hay clases de made-
ra que, en ambientes exteriores d eterminados, han resinido siglos de imemperie, en
general. las alternancias de humedad y sequedad acaban rpidamente con ellas. bajo
la intervencin de bacterias, lfquenes e insectos; que, bajo las leyes eternas de la natu-
raleza, la materia. que un dJa fue viva, no se resigna a pasar al mundo inorgnico sino
a travs de otras vidas llamadas inferiores.
Ciertamente la tcnica actual ha ideado tratamientos que alargan enormemente
la duracin de las maderas; pero, con ello y con todo, la madera ha de mirar la pie-
dra, el ladrillo y el mismo hormign con igual envidia con que los hombres de hoy
se acuerdan de Matusaln.
Aun despus de muerca, es mucho ms sensible que otros materiales a los agentes
ecolgicos. Puede decirse que la madera no acaba de morir nunca; las mermas y los
movimientos que sufre despus de cortada, durante el secado, se amortiguan sin aca-
bar de extinguirse y, a cada cambio de tiempo y humedad, vuelve a mermar o a entu-
mecer ligeramente, en especial en direccin transversal o perpendicular a sus fibras.
Es interesante observar que la naruraJeza brinda ya la madera en piezas prismti-
cas rectas, de longitud mucho mayor que sus dimensiones transversaJes, y fcilmen-
te trabajables. Sus escuadrCas son limitadas, porque, aun cuando ciertas especies arb-
reas aJcancen grandes dimetros, su cendenc~a a ventearse y sus desiguales
caractersticas, del centro al borde, obligan a reducir sus espesores tiles en las obras.
La madera es un material fuertemente anistropo, fo rmado de fibras longitudi-
naJes soldadas entres( por resinas o por el parnquima menos resistente que las fibras
leosas. La fibra es algo consustancial de nuestras maderas de construcc-in; la fibra
le da su belleza, su expresin resistente, su estrucrura vital.
Las resiscencias a compresin. y ms an a traccin en sentido normal a las fibras,
son mucho menores que sus resistencias en sentido longitudinal. Yla misma resisten-
cia al deslizamiento es menor entre fi bra y fi bra que dentro o normal menee a e Has. E.s
decir, que la resiscencia, canto a traccin como al deslizamiento entre fibras, es muy
poco confiable. porque el venteado acaba frecuentemente con este tipo de resistencia.
51
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
aun en maderas relativamente bien tratadas. Es difkil que el viento Uegue a vencer la
resistencia al esfuen.o cortante de un tronco vivo por corte transversal de sus fibras;
es mucho ms fc il que lo desgaje arrancan do unas fibras de otras; y lo es, mucho
ms, que estos fallos se prod uzcan en las vigas de madera sacadas despus de ese
mis mo tronco.
Longirudinalme:nte, su resistencia a traccin y a compresin pueden considerar-
se sensiblemente iguales en maderas buenas sin grandes nudos.
Otra caracterlstica d e la madera es su gran deformabilidad tensional, con lo que:
las deformaciones en trabajo son mucho mayores que las d e los otros materiales.
Las deformaciones tensionales de la madera no son slo las elsticas o proporcio-
nales a las cargas, sino que crecen ms deprisa que stas, especialmente al aproximar-
se a las de rotura; y, po r otra parte, la madera acusa deformaciones re:manemes, no
reversibles, bajo la accin de cargas prolongadas o duraderas.
T ratndose de pie1.as prismticas en compresin, estas deformaciones tienen sus
peligros cuando la compresin puede dar lugar al pandeo de la pier.a, ya que equiva-
len a disminuir el mdulo con el tiempo y a facilitar el fallo.
La rocura por compresin, sobre todo bajo la accin d e: cargas pe-rmanentes o dura-
deras, se produce corrientememe por deformacin y pandeo mmsversallocalzado en
las fibras o en los marcos que forman sus clulas (fig. IV. 1). Ello se produce con cier-
ta lentitud, como en un fenmeno de tipo plstico. y puede dar lugar a que la pieza
ceda d espus de meses de: estar sometida a la misma compresin; cuestin que hay
que tener en cuenta a los e fectos de la seguridad.
La rotura por traccin, aunque puede ser brusca, no suele serlo tanto como en los
materiales de t ipo ptreo.
Cuestin muy imporcance, en la madera, es la de los enlaces para transmitir los
esfuerzos de una pieza a ocra.
La debilidad del enlace en las palazones clsicas se acusa mucho, sobre todo cuan-
do quiere aprovech arse la resistencia a traccin del mate rial. El enlace a cope. para
IV l. Rott.Was de la madEr"a,
segUn el Prof. F. Stussi.
52
Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
cartelas de metal
con pernos seccin diagonal
perno tirante
pero. a la larga, las mermas y los movimientos de la madera hacen que, con el tiem-
po. se pierda total o parcialmente este tipo de rui.srencia. El clavo, por su parre, resis--
te difcilmente a esfuerzo corm.nu~. punto que la m:ade.ra es mucho ms blanda que
l, y con Facilidad.., deforma por flexin, para, de ese modo, es12blecer un comple-
jo estado de tensiones que permim la redistribucin del esfuen.o enrre los diferemes
davoo del enlace; pero siempre lo hace con desliumienros muy apreciables, entre una
pieza y oua. en cuanto el esfuerzo adquM:rr cieru impon:ancia. Por oua parte. se com-
prende claramente que un enlace de este tipo ha de trabajar en muy malas condicio-
nes si el esfuerzo pa.A sucesivamente de 1raccin a compresin y ,.ceo.'ersa.
El enlace por clavv.6n, para ser totlmente tficu. requiere disminuir el espesor
de las piezas y la dimensin de las junw, para prodigar sw y aumen12r las superfi-
cies de cont:tcto en rebcin con las escuadras. Grandes obras maesuas de ingenie-
r(a, como la cimbra Rorante del puente de Plougasrel, han sido hechas con esta tc-
nica. Aun cuando otro.s tipos de enlace. como el de aros o piezas metlicas anlogas
(fig. IV. 2c), ofrecen ventajas resistentes, el enl>co por solape es siempre un pumo
54
Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
dbil, por la F.tcilidad que oiTece de romea por desgarro y deslizamiento de la made-
ra paraleJamence a sus fibras; y an logamente, los enlaces por chapas metlicas late-
rales y pasadores (fig. IV. 2d), aparte de remirar costosos, presentan debilidades pare-
cidas por la concentracin de tensiones que producen los pasadores sobre la madera
en cuanco las mermas de sta aflojan el rozamiento entre las chapas y las piezas ensam-
bladas. Pudiera decirse que la madera, ms prxima a lo humano que otros materia-
les, no se conforma con ser atada, y gusta cambiar de posmra con c~erta libercad .
La tcnica actual busca otros derroteros y va logrando xitos muy alencadores con
las tablas encoladas mediante colas s intticas y cratamienws especiales. Casi puede
decirse que. al menos para los efectos estructurales que ahora interesan. se trata de un
material dife rente. La estrucrura. al hacerse monxila, toma los caracteres propios de
otros materiales, y su comporcamiento, en conjunto, es totalmente diferente, as com o
lo es la tcnica y el proceso constructivo. Las colas s intticas y el secado por rayos
infrarrojos o por diatermia han introducido una verdadera revolucin en la tcnica
de la madera (fig. IV. 4).
El conrrachapado fue su inkiacin, dando lugar a un material istropo en el plano;
es decir, con anlogas caracterCsticas mecnicas en las dos direcc.iones, longitudinal y
transversal. pero sus aplicaciones han sido reJacivamente escasas en el campo de las
estrucmras. Las ms importantes se han logrado gracias, por una pane, a los actua-
les tratamientos de la madera que aseguran su inalterabilidad frenEe a los agentes eco-
lgicos,}' a su m ejor comportamiento elstico; y gracias a esas colas capaces de pro-
porcionar al enlace resistencias anlogas a las del propio material base, con buena
55
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
estabilidad y durabilidad. Mucho queda. sin embargo. por hacer para poner esta tc-
nica totalmente a punto y para lograr una aplicacin econmica de la misma; y, a su
ve-L, la tcnica estructural requiere adapcarse a las condic~one.s y ventajas que presen-
ta el nuevo materia l.
Podrla acabarse aqul la descripcin de los materiales clsicos. pues apenas si se emple-
aron otros. La tcnica estructural actual se desarroll, lgicameme, al aparecer nuevos
materiales y, panicuJannente, la fundicin. el acero laminado y e-l hormign armado.
Continuando el orden marcado por la historia de la tcnica de la construcdn se
encuentra la fund icin primero y el acero laminado despus.
LA fimdidin. es un material de gran peso espedfico, de gran resisten da a compre-
sin, y con una resistencia a traccin mucho mayor que la de los materiales ptreos y
de la misma madera, pero mucho menor y menos confiable que su resistencia a com-
presin. Su comportamiento no es perfectamente elstico ni mucho menos; las defor-
maciones aumeman mucho ms rpidamente que las compresiones que las producen;
y las remanentes. al descargar por primera vez. son pequeas, pero apreciables. Su coe-
ficiente de dilatacin trmica es elevado; el h igroscpico, nulo; sus deformaciones
espontneas, apreciables en sus primeros meses de vida, carecen de importancia para
nuestra tcnica, aunque pueden tenerla para otras.
En fi n, la fundicin es previamente moldeable con la forma que se desee. dencro
de unas determinadas reglas y limitaciones impuestas principalmente por su proceso
de moldeo a alta cemperatura con la consiguiente retraccin por enfriamiento. Si sta
vara mucho de un punto a O[ ro de la masa o si est coartada por el molde, produce
tensiones parsitas imporcances que pueden llegar a agotar su resistencia a tracc.in.
Por todo ello, presenta limitaciones de espesor, tanto de [ipo tcnico de fab ricacin
como de tipo econmico. Es algo as( como un hormign mucho ms homogneo y
resistente, pero que se diferencia esenc-ialmente de l, por cuanto no es moldeable ~in
si tu.
Aun cuando, en ciertas estructuras, se haya utilizado con fo rmas de gran esbeltez
respecto a los materiales ptreos. nunca puede alcanzar la de las estructuras de acero.
Su utilizacin natural es en eJementos mucho ms robustos y pesados.
El enlace, por planos de junta atravesados por pasadores. es. igual que el material
en st, mucho ms apto para soponar compresiones que tracciones. las modernas y
delicadas tcnicas de soldadura de la fundicin no han inAuido. hasta ahora. en sus
limitaciones como mate-rial estructural.
Su empleo en arcos de puentes y en soporces de estructuras urbanas, en boga el
siglo pasado, ha sido sustituido econmicamente por el hormign de un lado y por
el acero laminado de otro, por lo que no interesa ocuparse ahora especialmente de l.
El auro moldeado y el fo rjado no pueden, en rea1idad, considerarse como mate-
riales de construccin estructural, aun cuando se empleen. con ventaja respecto a la
fund icin, en ciertos elementos alLxiliares o locales, como rtulas y rodillos de apoyo.
Su elevada resistencia, tanto a craccin como a compresin. anloga o superior a la
del acero laminado, no compensa los sobrecostos y dificultades inherentes a su pro-
ceso de fab ricacin, y el escaso uso que del acero fo rjado se hizo en la antigedad,
para llaves de atado en la canter(a, ha ca(do to[almente en deswo.
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Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
El actro laminado es el material que, por unos decenios, amenaz con desbancar
a todos los restantes y monopolizar las estructuras. Sin haberlo logrado. con6na sien-
do insustitufble en la realizacin de las grandes alturas y de las mayores luces de la
construccin.
El acero es un material mucho ms tcnico que los materiales clsicos; y su comenca-
o ha de ser forzosamente de diference estilo, porque, en ), lo tensional es fundamental.
Antes de entrar en ello conviene observar que el acero no ha logrado, al menos
hasta hoy, expresar valores anlogos a los de la piedra, la madera o el mismo ladrillo.
Salvo en la gran obra de ingeniera, donde se defiende malamente con la pintura, en
el resto de las construcciones se oculta vergonzosamente vistindose con galas ajenas.
Y no es su color solamente lo que crea este complejo; es tambin lo obligado, duro e
inAexibledesus formas laminada. No puede, como la madera, ensear la vaada ver-
dad de sus fibras; y los tendone.s de sus alas y cabezas, en los perfiles, se le salen, dejan-
do al desnudo, en las estructuras, ese carcter esencialmente tendinoso que pide tan
frecuentemente envolverse con una piel de otros materiales.
En l, es su tenaz resistencia lo que predomina, sus aristas las que nos hieren, su
potente ligereza la que nos subyuga. Es en el conjunto estructural, donde puede bus-
carse su belleza; nunca en sus piezas ni en las calidades aparentes de su superficie. La
morfologa de sus elementos suena siempre, o a hueco en sus fo rmas cerradas, o a
algo extravertido en las abiertas, incapaces de encerrar sus elementos esenciales den-
tro de un perCmetro armnicamente unitario.
Es toda\(a algo rudo. spero, primitivo, como cacms inhspito; pero gil y fuer-
re y, en el fondo, mucho ms dctil y confiable de lo q ue aparenta. Poco a poco se
ha ido aprendiendo a comprenderle, y algo ha ido amoldndose, l tambin, a las
humanas exigencias estticas; pero nunca presentar tan fcil adaptabilidad y tan
variadas posibilidades de forma como otros materiales. El acero es el material de
mayor coste volumtrico y de ms elevada capacidad tensional, pero es, a1 mismo
tiempo. el de ms exigente determinismo morfolgico, como consecuencia del pro-
ceso de laminacin.
Los perfiles de chapa delgada. embutida o estirada en rrlo, que estn actualmen-
te en pleno desarrollo, representan una nueva tcnica muy prometedora, no slo en
cuanto a ligere1.a, sino tambin por los nuevos caminos que abren a la evolucin de
las formas resistentes permitiendo liberarlas, en parte, de las limitaciones de la !ami-
nacin, aun cuando slo sea para elementos relativamente pequeos.
El acero laminado tiene. de semejante con la madera. su llegada a la obra en fom1a
de piezas psmcicas rectas - las chapas podran asimilarse a los contrachapados-, su
resistencia sensiblemente igual a traccin que a compresin e, inclusive, sus problemas
y ccnicas de enlace. Tambin presenta una cohesin menor en el sentido normal a las
fibras que en el longitudinal; pero, la diferencia es mucho menor que en la madera.
En consecuencia, al ser )a resistencia a esfuerzo cortante poco menor que las resis-
tencias a traccin o compresin, el espesor del alma, en la.s piezas en Aexin. puede
disminuirse; y stas adoptan la seccin tpica en l, o en [ para formar perfiles co m-
puestos. ya que las se<ciones cerradas o tubulares no se prestan bien a la fabricacin
por simple laminacin.
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Como la resistencia del material es muy alta, las piezas pueden ser muy esbeltas: y.
tanto para darles la mayor rigidez posible con el mnimo de masa. como para facilitar
los enlaces. se adoptan tambin las fo rmas en r. Z. etc~. siempre dentro de un nmero
limitado de tipos y tamaos, del que el proyectista no puede salirse.
Tratndose de piezas pri-Smticas, de escasa seccin respec.t o a su longitud, intere-
sa especialmente su componamiento a traccin y compresin longitudinal y, en con-
secuencia, a flexin.
Refirindose. ahora, exclusivamente a los aceros semidukes normales en construc-
cin. se observa que e.l material se mantiene -Sensiblemente elstico hasta un determi-
nado lmite elstico aparente. Cuando se trata de -Sobrepasarlo. el material sufre un
relajamiento con grandes alargamientos, sin variar la tensin. o con variaciones muy
pequeas de sta, determinando el llamado escaln de fluencia (fig. IV. 6). Por lti-
mo, si se -Sigue aumentando la carga, se produce la estriccin y, en fin, la romra.
Si se ha sobrepasado el limite elstico aparence -con grandes deformaciones
remanentes, naturalmente-. y se ha dejado desc.ansar el material durante unos das
a temperatura normal. el material funciona nuevamente en rgimen els[ico para
las nuevas -Solicitaciones que no alcancen el valor de la anterior; es el fe nmeno de
elevacin del periodo o domino elstico del material por estirado en fr(o, que se ha
utilizado especialmente para poder aumentar las tensiones de trabajo e.n las arma-
duras del hormign; pero, ste es problema aparte.
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Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
IV-6. Diagrama
alatgamientostensiones
del acero.
..,
'E ..........
~
3A)
'(1 \
.."~ 20
,1 {'
"
.!;!
~
10 --
,Si o lO u 20
alargamientos en %
59
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
60
Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
y, si se trata de varios roblones, la complejidad es todav{a mayor (fig. IV. 8). Alrede-
dor del robln, como alrededor de codo orificio, se producen pumas de tensin muy
elevadas; la red de isostticas se altera, por efecto, tanto de los agujeros como de las
fuerzas concentradas que establecen los roblones. El repano de fuerzas, entre ellos, viene
inAuenciado por las deformaciones censionales de las chapas a travs de las cuales se
transmite el esfuerzo. En general, junto al enlace, una buena parte de la seccin de la
pieza queda sin trabajar, concentrndose las tensiones hacia las inmediac.iones de los
roblones; y, en fin, si el enlace resulta eficaz, es gracias a que el material, antes de rom-
perse. acepta deformaciones imponantes de tipo plsfico localizadas en las zonas ms
cargas. produciendo una d istensin y una regularizacin del rgimen tensional.
Esta es -y frecuentemente habr de volverse sobre ella-, la ventaja principal del
acero semiduke en construccin: su ductilidad y su tenacidad, que le permiten amol-
darse, aceptando sin romperse los deslizamientos necesarios para rebajar las puntas
locales de tensin.
Puede asegurarse que el acero ideal para las construcciones no es el hidalgo de las
espadas toledanas, cuyo duro temple, si le permita curvarse con elegante oorcesfa, le
obligaba a quebrarse antes de aceptar una doblez. Es, por el contrario, el que, sin
merma de su fortaleza, acepra el trabajo de la lima, del pum.n o de la taladradora; y
el que, ante un exagerado esfuerzo, sabe ceder con prudencia, y amoldarse a una fom1a
que le permita redistribuir sus tensiones para mejor soportar la carga, manteniendo
fi rme su tenacidad aun en el momenco exrremo de obligarle a rendirse.
Si el material fuera perfec[amence elstico hasta rotura, nada de esto sera posible,
y el enlace roblonado perder(a la mayor paree de su eficacia. Por eso, Jos aceros duros
y templados no se prestan bien a este tipo de enlace; y, aun en los semidulces, hay
que cuidar de evitar coda grieta o entalladura normal a la traccin (como las que se
presentan alrededor de calad ros simplemente punronados, sin el escarificado poste-
rior). El material. alrededor de estas grierns, ha sufrido una fuene deformacin en frlo
que, como se indic ameriormence. ha podido absorber una gran parte de la aptitud
de deformacin plstica del material; y con el material agrio, la punta de tensin,
' -t
"'~"' -cp-
+ -t
IV8. lineas isostaucas en
junta toblonada. De
l'ElasticitEi. del Profesor
M. Baes.
61
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
provocada por la entalladura. es cap>t de producir, por s( sola, la romea bCUSCl, como
ha sucedido en alguna oca.sin.
Todo esro no quiere decir que la roblon2-dura sea un mal sistema de enlace; no~ su
eficacia est aval-ada por un siglo de xitos crecientes. Lo nico que quiere decir es
que estos xitos .son 501amcnte posibles gracias a las espec.l:es caractersticas mecini-
co.resistentes del material; y que no es una solucin ideal tericamente perfecta. como
se comprende por b simple obserwcin de la red de isost:iticas (fig. IV. 8), y de las
concenrraclones de tensin que se producen en su seno.
Por consiguiente, aun cumplii!ndose toda.s las reglas y reglilbs que se dan en los
libros de reno para (a disposicion .. de los roblonados. ramai\os, separaciones, etc.,
es siempre conveniente reducir, en lo posible. la imponancia y repeticin de stos,
cuidar de que en eUos las cun'aturas de las isosr:iricas sean mnimas. y evitar las con-
centraciones de: tensin, las discontinuidades o cambios bruscos de seccin y todo lo
que pueda dar lugar a estados de bi o rritraccin acusados.
En los ltimos decenios se ho desarrollado mucho el enlace por soldadura, prin-
cipalmente la soldadura elctrica con elccrrodo l'e\'CStido y tcnicas anlogas. La sol-
dadura presenta, a su vet. ven rajas e incon\'eniemes dignos de estudio.
La soldadura permite el enlace direcro a tope. imposible con el roblonado; permi-
te, rambin, la soldadura por solape con cordones rranS\ersales o longitudinales res-
pecto a la direccin del esfuet7.0; y da una libertad de enlace, incluso en planos obli-
cuos, que no permite el roblonado (f.g. IV. 9)
lndudablemente la soldadura a tope prescnm ventajas sobre las otras. Las tensio-
nes se pueden transmitir, a travs de ella, podr(a decirse, con nacuralidad; es decir, sin
alceraciones de la red de isost~ticas, igual que en un enlace monoltico, como si la
62
Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
Todo esto ensea que hay casos en los que las tensiones parsitas, lo mismo que
las secundarias de la soldadura. pueden tener importancia; y que. o se utilizan cons-
cientemente para compensar parte de los esfuerzos a que va a someterse posterior-
mente la estrucmra o conviene disminuirlas. en lo posible. mediame un acertado
orden de ejecuc.in de las soldaduras y de sus cordones sucesivos.
El forjado en fr(o de la soldadura con la oportuna introduccin de deformaciones
plsticas. que regularicen y disminuyan las tensiones parsitas, o el normalizado pos-
terior de las piezas, mediance un calentamiento y enfriamiento oponunamente regu-
lados, son procesos que se van introduciendo en la tcnica de soldar y que se consi-
deran incluso imprescind ibles en ciertas construcciones muy rgidas, como cuber(as
de presin, ecc.
Cienamente, en las estructuras lineales o entramados. manejados con buena tc-
nica. con aceros semidulces de buena calidad, con buenos electrodos y buenos solda-
dores. los efectos de los parsitos de soldadura. no han producido acc.identes mien-
tras los espesores no fueron demasiado fue rces. mientras las piezas y sus enlaces no
dieron lugar a bi o tritracciones peligrosas y, en fin, mientras la excesiva rigidez estruc-
tural no se prestase a ello. Pero, no hay que olvidar que basta, por ejemplo, soldar, a
un perfil en traccin, una chapa transversal (fig. IV. 10) para que la red de isostticas
se incurve dando lugar a tracciones en la direccin normal al esfuerzo principaL No
es que se trate de una disposicin prohibitiva ni mucho menos, pero s de un punto
que no hay que despreciar si se pretenden apurar las tensiones de trabajo a Hmices
algo atrevidos.
Todo esto, unido a la conveniencia de que el operario pueda realizar las soldadu-
ras en horizontal o con poca inclinacin, hace que las estructuras soldadas requieran
un tratamiento y un tcnica especiales que el proyectista y el construcwr han de cono-
cer a fondo para no exponerse a fracasos como los habidos en varios casos. La cuestin,
por otra parte, va unida a la de la soldabilidad del macerial base y del de aportacin, as(
como al proceso mismo de soldadura, en continua evolucin. Pero. afortunadamente,
se ha llegado a un perfeccionamiento tal que la soldadura con buena tcnica permite
estructuras tan confiables como las roblonadas y que permiten un aprovechamiento
mucho mejor de los aceros normales que el clsico roblonado.
El acero. por su elevado mdulo y por su alta birresistencia -a trac,cin y a com-
presin-, es un mateal insustituible. hoy por hoy. en un amplio campo de construc-
ciones; pero. presenta el grave inconveniente de su fikil oxidacin. aun en ambientes
relativamente secos. Cienamente existen aceros inoxidables; pero su elevado cosce y
sus dificuJcades de e-nlace. mayores que las del acero normal. hacen que no puedan
considerarse todav(a como materiales utilizables normalmente en la construccin,
donde los volmenes son siempre grandes respecto a otros usos. Ocro.s aceros. sin ser
totalmente inoxidables. resiscen mucho mejor que el ace-ro corrience. Sin embargo,
siempre es necesario recurrir a pinturas o re ...escimientos especiales para defenderlos de
la oxidacin; y bajo la accin continuada del vienco, la lluvia, e.l sol, etc~. se requiere
repetir peridicamente esta pintura. Ello representa un sobrecosco, una servidumbre
en la utilizacin de la estructura y, en definitiva. una mengua de su durabilidad res-
pec-to a los materiales ptreos. cermicos, hormigones, etc.
Capl!ulo IV. Madmt )' aaro
65
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Por eso. los tcn icos de estructuras metJicas, especial menee las soldadas, se ocu-
pan, cada vez ms, de la resiliencia, corriem emem e medida por e-l t rabajo absorbido
en la ro tura de un determinado tipo de probeta fuen em ente entallada y sometida a
flexin por una carga brusca. Todo esto y mucho ms, en lo que ahora no puede
entrarse, inte resa especialmente cuando se trata de utilizar aceros especiales para per-
m itir una mayor ligere1.a y economa de la estructura; porque no hay q ue o lvidar que
la eleccin del m aterial y del t ipo de ensamble es fundamental. No puede empezar-
se a proyectar s in haber m editado antes sobre esa eleccin muy cuidadosameme, pues-
to que, en general, cuanto m s alto es el lmite elstico y la resis[enda del acero, menos
d ctil resulta y ms expuesto a roturas bruscas, especialmente si la estructura es muy
rgida.
V
67
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
V. l . Voladizo en el lnstrtuto
Ramiro de Maertu. Madrid.
Arquitectos M. Dominguez
y C. Arniches. lngent>ero E.
Torreja. Fotowafia: M.
Gatcia Moya.
comportamiento conjunto del honnign y del acero en esta extraa coyunda. Cuando
Mon.ier empez a hacer sw tiestos de mortero armado con aJambres, mal poclla imaginar
que estaba creando un mareal con el que, pocos lusrros despus, se habla de llegar a cons-
truir puentes y esuucruras que dominaron en dimensiones todas las que l conoca.
Teniendo el hormign y el acero coeficientes de dilacacin sensiblemente dife.ren-
tes, poseyendo el hormign unas deformaciones higroscpicas y una retraccin ini-
cial que no tiene en absoluco el ace.ro, y siendo diferentes sus comportamientos ten-
sionales, como se ha visto, es necesario recurrir a otros fenmenos de adapcab ilidad
y a explicaciones, que tamo tienen de sutiles como de obtusas, para demostrar que eJ
acero va a mantenerse dentro del hormign sin roturas ni deslizamientos relativos. El
hecho es que, el hormign y el acero se mantienen unidos como un slido nico, gra-
cias a ese conjunto de caracterlsticas no elsticas, a esas condiciones de adaptabilidad,
de capacidad de distensiones locales y hasta de microfisuracione.s y recristalizaciones
en la pasta, .sin rotura propiamente dicha, etc.
Ciertamente, la retraccin del hormign tiende -y lo logra en paree- a poner las
armaduras en compresin, quedando l en traccin; pe.ro, la defonnacin lenta amor-
tigua el efecto perjudic.ial y no se llega a roturas peligrosas mientras las cuandas. los
anclajes, los recubrimientos y tantos otros detalles se mantengan dentro de los lfmi-
te.s que la prctica y la experimentacin han ido estableciendo para fo rmar la tcni-
ca especifica del hormign armado.
Por eso. el tcnico ha de ser muy estricto en mantenerse dentro de esas reglas, o
ha de p reocuparse por conocer muy a fondo todos estos comporcamientos, sus cau-
sas, concausas y mutuos efectos -con cuyo estudio es fcil llenar obras mucho ms
extensas que sta-, ames de atreverse a contravenir esas reglas o a extrapolarlas con
nuevas ideas y disposiciones.
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Caplrulo V. Ell10rmig11 armado, t! prrmuado )'la p~fobriracin
Bastar que aumeme la cuama de las armaduras y su dimetro para que eJ hor-
mign se rompa. por retraccin. cortando la continuidad resistente de la pieza; o que.
en una placa, se separen excesivamente las barras para que se agriete ene re barra y
barra. Y ejemplos como sros pueden citarse a montones.
Esto no quiere dec que, en el hormign armado. todo esu.> tan definido y o rde-
nado que le reste libenad de movimientos al proyectista. Todo lo contrario; eJ hor-
mign armado se caracteriza. a los efectos del proyecto, precisamente po r dejar en
manos del proyectisrn m uchas ms teclas que tocar. El hormign no viene, como el
acero. en perfiles de catlogo; su forma y d imensiones quedan por elegir. La armadu-
ra puede aumencarse o d isminuirse. repartirse o concentrarse en determinada cara
por una parte y pasarse a la opuesta en otra zona, como se hace co rrientemente en las
vigas continuas; cada barra puede ir variando de direcc.in segn lo pidan los cam-
bios de di reccin de las crac.ciones; y si el acero. en sus perfiles compuescos, puede
variar la resistencia con el suplemento de nuevos palascros en cabezas, e.l hormign
permice ir variando todas las dimensiones de cabezas y de alma y todas las cuantas
para aprovechar al mximo ambos materiales en cualquier seccin.
Es prec.isamente esta libertad la que hace las estrucmras de hormign armado ms
prolijas de proyec<ar; porque, en ellas, hay ms oosas que se han de elegir y detallar;
eleccin que. por O[ra parte. ha de hacerse siempre pensando en las posibilidades y
facilidades de ejecucin, canto en cuanto al encofrado. como a las armaduras y al pro-
pio vertido y apisonado del horm ign.
La idea mauiz. del hormign armado es lograr un material en el que las craccio-
nes sean resistidas por las armaduras. y las compresiones por el hormign. que resul-
ca ms econmico para esce tipo de esfuerzos. Sin embargo, dencro del hormign. las
armaduras principales -bien enlazadas con otras transversales para evitar que aqu-
llas pandeen rompiendo el recubrimiento de hormign- son no slo capaces de
soportar compresiones, sino necesarias para aprovechar aJ mximo Ja propia rtsiscen-
cia a compresin del hormign.
Ciertamente el acero ciene un coeficiente econmic.o-resisceme en compresin
desfavorable respecto al hormign; llamando "'coefic-ience econmico-resistente al
coste del material necesario para soportar la carga unidad en la unidad de longirud.
H aciendo trabajar en compresin al hormign a 50 kg/cm 1 y e.l acero a 1.200, es fcil
comprobar que, mientras el precio del kilogramo de armadura no sea inferior a las
tres m ilsimas del prec.io deJ m' de ho rmign termin ado. no ser econmico el
empleo de armaduras en compresin. Pero esto ni cie:ne un carcter general. ni quie-
re decir que no interese. induso d esde un pumo d e vis[a puramente econmico.
emplear armaduras de compresin en cienas zonas o elementos de la estructura. El
hormign armado permite. en piezas comprimidas. realizaciones prccicamente ina-
sequibles con el hormign en masa.
Pero la ventaja deJ hormign armado es mucho ms acusada en elementos some-
tidos a traccin o a flexin; porque, aun cuando la resistencia del hormign a t rac-
cin fuese confiable. el escaso valor de la tensin adm isible, que es del orden de un
dcimo del de la compresin, hace que la proporcin de coeficiemes econmico-resis-
[entes se invierta, dando la ventaja al acero.
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
No hay que olvidar, sin embargo, que la accin de las armaduras en traccin. no
se encuemra limitada solamente por la tensin admisible en el acero, sino cambin
por el peligro de fisuracin en el hormign circundante.
Como antes se coment, es d ifcil justificar tericamente la ausencia de fisuras en
el hormign armado; y es an ms d ifcil de prever la imponancia de estas fisuras.
Tamo o ms que la cuanta. influye favorablemence la multiplicacin y buen repar-
to de las armaduras y la disminucin de sus dimetros. Con ello, y con una buena
disposicin de los enlaces, puede llegarse a casi garantizar la no aparicin de fisuras
apreciables; y en todo caso se acepra. para la mayor(a de las estructuras, que las fisu-
ras menores de un tercio de milmetro no tienen importancia. puesto que no se haba
comado con la resistencia a traccin; y puesto que. con esas abercuras, el peligro de
oxidacin de las armaduras sigue suficientemente alejado en ambientes normales.
Con el acero usual, trabajando normalmente, y con los lmites de cuan da estable-
cidos al efecto por las normas correspondientes, la fisurac.in, si aparece., no sobrepa-
sa esos lmites. Pero siempre es un defecto que conviene evitar, aun cuando slo sea
por el mal efe<:to que produce a la vista.
Todo esto hace que el empleo de aceros de ms alta calidad, cuyo empleo tiene fran-
co inters econmico, se vea limitado por la fisuracin del hormign. No variando sen-
siblemente el mdulo del acero, al aumentar su tensin de trabajo. awnenta su alarga-
miemo, y aumenta la fisuracin del hormign colindante. Solamente gracias al empleo
de armaduras corrugadas, de tipos especiales de laminacin con pewnes u otras formas
y con dimetros pequeos, con buenas separaciones, recubrimientos, etc., se logra sacar
todo el pan ido que ofrecen estos aceros.
El problema del enlace, del que se trat con ocasin de la madera y del acero en las
estructuras metlicas, desaparece prcticamente e:n el hormign armado. La soldadura
70
Caplrulo V. Ell10rmig11 armado, t! prrmuado )'la p~fobriracin
rtula (Freyssinet)
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
losetas de vidrio, al m(nimo necesario para envolver las armaduras y los bo rdes de
aqullas evitando su concacro d irecro.
El hormigOn. pretensndo, en el que las armaduras se tesan ances de vercer y fraguar
el hormign, debe distinguirse del hormign postemado, en el que aqullas se tesan
de.<pus de endurecido ste y quedan, bien al exterior -y. por asf decir, independien-
tes del hormign durante toda la vida de la obra-, bien adheridas a l por la adicin
de nuevas masas de hormign o de monero. Sin embargo, el nombre de precensado
se ha generalizado para ambas tcnicas.
Entre los maceriales de conscruccin comentados, el ho rmign pretensado es. a la
ve-L, el ms fino y el ms complicado invento de nuestros dJas. Con l. la Construc-
cin se separa ya netamente de ese carcter ms bien burdo que la distingua de otras
tcnicas. La primera vez que el autor ense los planos y explic un proyecto de puen-
te precensado a un conrrasta clsico que deseaba construirlo. ste le dijo: Supongo
que todo eso lo habr usted calculado para que, al pasar por el puente, suene la msi-
ca; porque, de lo contrario, no veo para qu diablos quiere usted que nos complique-
mos canto la vida~:>. Y, efectivamente, el arpa de un puence colgante no es nada fren-
te a la menuda y repecida complicacin que representa el ir acirantando canto alambre,
dentro de su alvolo, hasta dar, a cada uno, su oponuna censin.
Los que se avienen mal con las incomodidades de un nuevo aprendizaje alegan
siempre que el coste de la mano de obra ha de dar al tras<e con todas las hipotticas
economfas de material que el proyecsta imagina, desde su me.<a de trabajo, lejos del
tajo. Sin embargo. las desventajas econmicas que, al principio, acusaban las obras
pretensadas van desaparec.iendo; y hoy esta tcnica gana terreno. haciendo esperar
que vaya perfeccionando e industrializando, ms y ms, sus operaciones hasca alcan-
7.ar todos los beneficios que lgicamente debe promecer.
Una de las ventajas principales del pretensado deriva del mayor coeficiente eco-
nmico-resistence de los alambres de acero especial que emplea y que alcanzan enor-
mes resist encias gracias, en parte, al crefilado en pequeos dimerros.
El p retensado propiamente dicho se emplea casi exclusivamente para la fabrica-
cin de piezas en taller. Requiere el empleo de armaduras de muy alto ICmice elstico
para que su alargamiemo tensional sea grande; de ese modo, al sobrevenir la retrac-
cin )' la deformacin lenca deJ hormign por efecto de la comprensin que las arma-
duras cesas le imponen, lo que pierden stas de tensin, al contraer con el honnign,
no es ms que una pane alicuota pequea de la censin inicial a que fueron somecidas.
Porque el principal enemigo del pretensado e.< su posible anulacin, total o parcial, por
efecto de la retraccin y de la deformacin lema del ho rmign en compresin. Esto
hace que, en los clculos del hormign pretensado, haya de introducirse el tiempo como
una nueva variable que. si no se tomasen las debidas precauciones, podra llegar a modi-
ficar totalmente el estado de <ensin en el hormign por efecto de las propiedades
visco-plsticas de sce. ya citadas.
En realidad. hay que tener en cuenta, no solamence las deformaciones antedichas
del hormign, sino tambin las propias de estos tipos especiales de acero en alambre.
El e fecto del trefilado produce unas deformaciones de los microcriscales del ace-r o
mucho mayores que la simple laminacin; y su tendencia a orientarse. segn el eje
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Caplrulo V. Ell10rmig11 armado, t! prrmuado )'la p~fobriracin
del alambre, en las capas superficiales del mismo, puede explicar el que, a tensiones
inferiores a las del lmite elstico. el alambre pueda acusar deformaciones leneas
importantes, o producir distensiones relativamence grandes cuando se le mantiene
resado a deformacin fija. El lograr calidades de acero y tipos de <raramiento, en los
que estos efectos se reduzcan al mnimo) es un problema que los especialistas van
resolviendo activamente.
En el hormign prerensado, la traccin del acero y la comprensin del hormign
~omo fenmenos parsitos propios del material, independientes de los estados de
solicitacin exterior a que se le someta despus- se mantienen en buena parte-. gra-
cias a la adherencia encre la armadura y el hormign. Se requiere, por tanto, el empleo
de armaduras delgadas para aumenrar la superficie espedfica, cuyo poder adherenre
se incrementa, an ms) dando a los alambres formas especiales de laminacin. Pero,
de no emplearse alambres exageradamente delgados, la adherencia no es suficiente
pam evitar el deslizamiento; y, en la prctica actual, se recurre siempre a sujetar las
armaduras con pequeos anclajes especiales.
Con todo esto, se aleja e-l pe-ligro de fisurac.in y, en cieno modo. se hace el hor-
mign apto para resistir tracciones; puesto que) al superponerse stas a las compre-
siones debidas al pretensado se convienen en simples decompresiones.
Por otra pane, el hormign se hace ms dctil al ir acompaado, en sus deforma-
ciones. por estas armaduras poltmitas, finas y muy repartidas. de acero en rgimen
elstico. Este fe nmeno, que ya se nota e-n el hormign correctamente armado, es
mucho ms apreciable aqu.
Otra ventaja de.l hormign pretens:ado es que, aun cuando se le lleve. a fi.suracin
por efecto de una traccin algo excesiva, pero manteniendo la armadura en rgimen
rodav(a elstico, al descargar la pieza, se cierra auromcicamente la fisu ra sin que sea
posible despus reconocerla a simple vista.
Por otro lado, e.l proyectista ha de tener en cue-nta dos limitaciones especficas de
ciercas estructuras pre o posresadas. Una es que los alambres no pueden curvarse, en
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
el im erior de sus e nvueJras mbuJares demro del hormign, con la misma libertad que
en el hormign armado normal, porque el rozamiento del alambre, con el cubo cur-
vado, amortigua el efecto del cesado de forma ircegular y difkil de prever.
La otra es que no basta pensar en e.l estado de tensin final. sino que hay que
considerar tambin el que se produce inicialmente por e fecto del propio tesado de
la armadura sobre sus andajes, cuando an no acta la carga exterior. En muchas
vigas. este escado inicial provoca momentos Rectores d e signo contrario a los d e la
sobrecarga. por estar la armadura exc-ntrica. Es, pues, necesario variar la forma de
la pieza, llegndose, en ciertas vigas en T, a invertir la posicin de la cabeza para que
envu elva la armadu ra y sea capaz de soponar esa compresin exc.nuica que los
alambres cesos producen sobre la pieza, descargada de las cargas que luego ha de
soportar.
El hormign p retensado, hecho en taller con materiales bien tratados, se presea.
pues. a realizar piezas esbeltas, de gran flexibilidad y alea resiscencia, dando la sensa-
cin de ser un material diferente, perfectamente elstico e impermeable, por haber-
se alejado, en l, las posibilidades de fisuracin. la pretraccin de las armaduras aleja.
tambin de stas, el peligro de pandeo, mientras su compresin unitaria de trabajo
no supere la traccin inicial. Permiee, en fin, la utilizacin comp1eta, y sin fisuracin
en el ho rmign, de aceros de alea resistencia con un coeficiente econmico-resiscen-
te mejor, si las condiciones industriales y comerc.iales del pats son normales; esto es
lo que constituye. qui1., su mayor ventaja.
A estos efeccos, hay que tener en cuenta que la tensin admisible puede elevarse,
a igualdad de tensin de rotura; porque., habindose tesado en fabricacin a mayor
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
nmero de reutilizaciones que les puede-dar en una fbcacin en serie. Y. por el contra-
rio, es en la gran obra de ingenier(a donde e.l postensado busca su .e hbitat propicio.
Pudiera parecer que no procede hablar aqul del hormign postensado, pues ms
que de un material, en el concepto en que se viene usando la palabra, se traca simple-
menee de una estructura mixta de elementos metlicos y de hormign u hormign
armado. Sin embargo, en ella, la paree metlica no adopta las d isposiciones y mate-
riales propios de la estrucrura metlica, como en otras que se han de citar ms ade-
lante; aqu(, Jos elementos metlicos son barras redondas como en el hormign arma-
do, conjuntos de alambres de alea resistencia. cables tren1.ados de hilos u otras formas
especiales de armaduras, siempre muy compaccas y, al mismo tiempo. flexi bles, para
fac.ilitar su pues[a en obra.
Lo ms corriente-. acrualmente, es que, al honnigonar, se dejen. en el interior deJ
macizo, huecos mbulares por donde hilvanar. despus, los alambres con dimetros
hasta de 7 milfmetros para tesarlos, una vez endurec-ido eJ hormign y anclados en
los extremos mediante dispositivos especiales (fig. V. 5). Escos d ispositivos, en rela-
cin con el sistema y herramencal de tesado, han constituido una de las mayores difi-
cultades y uno de los mejores perfeccionamientos del pos tensado.
Generalmente se termina la operacin con la inyeccin de lechada o monero de
cememo en los alvolos tubulares que alojan los cables, para evitar la oxidacin de stos
y para crear la adherencia que ha de permitir, despus, el trabajo conjunto de ambos
materiales:, como en el hormign armado.
El empleo de cables crenzados, utilizados con buen xito en Espaa, se ha exten-
d ido menos; pero, permite tambin grandes realizaciones con buenas facilidades de
puesta en obra de las armaduras> como habr ocasin de ver ms adelame.
Las barras macizas, de dimetro reJativameme grande, han sido empleadas. prin-
cipalmente en Alemania. andndolas al hormign y dejndolas libres dentro de sus
alvolos, con la ventaja de poder corregir su censin cuando convenga. En ese caso,
ya, se traca de un eJemento exterior a la estruc.rura de hormign armado propiamen-
te dicha; y, por tanto, las deformaciones y [ensiones de esas barras, sin hormign c.ir-
cundance adherido a eJias, e.s, en cierto modo, independieme de las deformaciones
locales del hormign.
Por ltimo. conviene sealar que el establecimiento de compresiones iniciales sobre
el hormign se hace, en c.iercos casos:, sin necesidad de armaduras, mediance gacos y
o tros dispositivos e ingeniosas maniobras. La de apenura de los arcos con gatos
hidrulicos es, en el fondo, un pos tensado del arco, por cuanto le introduce tensio-
nes iniciales a voluntad1 aun cuando no se aplique a esos casos la acepcin de hormi-
gn pre o poste:nsado que se reserva corrientemente para los hormigones cuyas cen-
siones se producen por las propias armaduras sin provocar resultante exterior.
La P"'fobrirarwn. aun cuando indica un panicular proceso de f.tbricacin, da lugar a
algo muy distinto que bien merece considerarse como un materW espedfico diferente.
La estructura no puede hacerse en talle-r y colocarse como se coloca un mueble en
una casa; sin embargo. siempre tiene algo de prefabricacin y esto tiende a desarro-
llarse cada dfa ms, y seguramente llegar a constituir la fo rma de fabricacin de gran
pane de las obras. En estructuras de acero, las piezas se preparan en talJer y hasca se
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y entre ellas, especialmente la necesidad de repetir gran nmero de veces una misma
forma elemental para amenizar los moldes y obtener as( coda su ventaja econmica. La
tipificacin y con ella la modulacin, que pemlita obtener la mayor libercad de fo rmas
con el mnimo de piezas diferentes> es un problema con e-l que la tcnica de la cons-
truccin se enfrenta y cuyo dificil estudio slo est hoy en perodo de embrin.
Esta somersima enunciacin, de los fenmenos y comportamientos que caracteri-
7.an los diferentes materiales, esci hecha solamente a tltuJo de recordacorio de lo que ha
de tener en la memoria el proyectista. Su escudio. aun sin profundizar mucho, ocupa
volmenes enteros; y cuanto ms familiarizado con eJio est aqul, mejor sabr mane-
jarlos y enjuiciar las ventajas que aportan y los peligros que envuelven para ponderar lo
que al clculo se le escapa, y para idear, en cada caso, la solucin ms apropiada; e inclu-
sive habrn de servirle para prever, con mayor amplitud de cricerio y agude1.a crtica.
las posibilidades y fo rmas ptimas de aplicacin de los nuevos rnate.riales de conscruc-
cin que los fabricantes vayan ofrecindole; pues el aluminio est triunfando ya en gran-
des realizaciones gracias a su ligereza; y otros muchos maceriales esperan tan slo redu-
cir sus costes de fabricacin para entrar en la lid con buenas probabilidades de [riunfo
en el campo espedfico de las estrucmras resistentes de conscruccin.
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VI
El soporte y el muro
La estructura est, en general, fo rmada por uno o por la combinacin de varios ele-
mentos tipicos; y ser interesante, por consiguiente, empezar por comentar las carac-
rerlsricas de sros o, por lo menos, de los tipos principales.
El sopor> es, en la construccin de todos los tiempos. uno de los ele-meneos ms
fundamentales. De emre ellos, el ms genuin o y logrado es la columna; cunto ha
crabajado y sentido la Humanidad sobre ella! En sus callas se sience el paso deleicoso
de los mayores a rtistas. Si ella no fuera. de por s(, un monumenco, la Humanidad
debiera habrselo erigido.
Su misin es soportar algo sobre su capitel; pero. aun s in ello, exenta y solitaria o
en ringla de compaeras, la columna es bella por cuanto se yergue sobre el suelo en
su anhelo de superacin. Su erecta venica1idad es reflejo de la figura humana miran-
do al cielo. Levan ca su cabeza sobre lo que le rodea y proclama con o rgullo su inm-
vil permanencia como razn de su ideal y de su ser. T iene el prCstino y mi.S[erioso
encanto del primer xito, la paternidad de los xos connructivos de codos los ljem-
pos. Cuando Jacob tuvo la visin de aque-lla escala indefinidamente ascendente que
con duda al Ser por esencia, levant una piedra como columna y la dej marcada con
la seal indeleble de su leo para recordar el camino acodas las generaciones futuras.
Y cuando se unen las columnas con el yugo del dintel, su gracia no se pierde sin o
que se avalora con la aceptacin del servicio para el que fue c reada. Columna y din-
cel fo rmar(an el emblema de coda la construccin clsica hasta la consagracin mxj-
ma que le presc el arce heleno.
Su m isin es la sntesis de toda la finalidad constructiva: Soporcar. Palabra que,
en nuestra lengua, tiene algo de confo rmidad y de humilde renuncia a vanos dere-
chos que. cuando se acepta volumariamente y en razn o ideal de servicio, alcanza
los ltmices sublimes de las mejores virrudes. Soporrar es, aquf, resistir; y, por eso, la
columna es emblema de forraleza.
La primera columna seguramente fue de madera; quiz lo fue sin dejar de ser rbol,
al cobijar en su cabaa a nuestros primeros padres. La segunda fue de piedra; es e.l
material ms indicado para ello porque su trabajo es princ.ipalmeme de comprensin.
La fo rma circular tronco-<:nica, ensanchando hacia abajo, es la lgica, pues la carga,
que acta sobre el capitel, se incrementa por el peso de la propia columna.
La base es obligada para reparcir y cransmitir mejor las esfuerzos al suelo, ms blan-
co que ella.
La jusficac.in del capitel es menos clara; ciercamen te., con la madera se hace notar
que su resistencia es mucho menor en el semido normal a las fibras que paralelamen-
te a e llas. Por consiguiente, si el fuste acometiese directamence contra la viga del din-
ce.l, tenderla a clavarse en ste, machacando transversalmente sus fi bras; y el nico
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
82
Gtp1tM VI. El toporu y~~ muro
del muro, se destaca por contraste, y la piedra llega real menee a un aprovechamien-
co impropio de ese material.
En tcniCls ms modernas, la columna de piedra se sustituye por la de fundicin,
adopcando inicial menee las mism as form as bsiCls de la columna de piedra. La fun-
dicin puede ser, y es normalmente, hueca, lo que perm ite un buen aligeramiento
sin perjuicio para su resistencia al pandeo, ya que las comprensiones unitarias acep-
cables sobre la fundicin son frecuemem ente mayores que con la piedra. Por lo dems,
su analoga de caraccerlst icas mecnicas con la piedra la hace apta para este cipo de
elemento.
En los sopon es de madera. c.uando 1a escuadra d e una pieza no es sufic.ieme, se
recurre a acoplar varias adosadas: y como, dada la esbelrez de estas piezas, el fallo se
produce normalmente por pandeo, es necesario embridadas para obligarlas a traba-
jar conjuntamente a los efectos de la Aexin. aumentando el momento de inercia cota!
de la se<cin compuesta. Es el mismo efecto que se buscaba. e n c.ien as construccio-
nes de la antigedad, atando varios croncos, o los posibles trozos de uno solo produ-
cidos por el venteado de la m adera. Justamente este a tado o zunchado de cuerda se
repite luego, ya como puro tema ornamental, en los fustes de piedra de algunos pue-
blos que todava recordaban sus construcciones d e madera.
8)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
VJ-3. Palacio de la
Audiencia, Barce~a. De
.summa Atbs, J. Pijoiln.
ESposa C.lpe. S. A.
84
Gtp1tM VI. El toporu y~~ muro
8)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
puede tener movimientos de iniciacin de pandeo con los que no se haba conta-
do, y oscilaciones desagradables bajo la accin de cargas transversales variables como
las de viento.
El hormign armado vuelve hacia las proporciones de la piedra, si bien lo hace,
en general, con mayor esbeltez que s[a, por la mayor resistencia y rigidez que le da
su armadura. Lo ms frecuente es emplear la seccin rectangular, por comodidad y
por economfa de encofrado. Las armaduras longitudinales ayudan a la resistencia deJ
hormign y disminuyen los peligros derivados de sus posibles coqueras y otros defec-
tos. Mediante las armaduras transversales, se aleja tambin e.l peligro de romea deJ
hormign, tanco por separacin segn planos paralelos al eje del sopotre como por
deslizamiento segn planos oblicuos. Colocando las armaduras longimdinales pr-
ximas a las caras se da al soporte mayor momenm de inercia y mayor resistencia bajo
una excentricidad cualquiera de las cargas; y se aleja, tambin mucho, el peligro de
pandeo que viene. en e.l hormign. facilitado por sus deformaciones lentas.
El hormign admite difkilmente las secciones huecas, por razones de ejecucin y
de economa. Est en buenas condiciones, gracias a su armaduras, para soportar
esfuerzos im portantes de flexin y cortames; y su facilidad de enlace monolftico lo
hace ap[o, tambin, para pon icar.
Los estribos se hacen necesarios, no slo para asegurar algo ms la resistencia con-
tra rotura del hormign, como se ha dicho, sino para evitar el pandeo propio de las
barras longitudinales, rompiendo su recubrimiento de hormign. fenmeno que suele
aparecer como fase preliminar de la romra.
Cuando la seccin posible del sopone es insuficiente normalmente para la carga
que ha de soportar. s[e: se z.uncha, resultando ms econmica tericameme la arma-
dura en forma de zuncho que el refuerzo de la armadura longimdinal que se reque-
rira sin zunchar. Sin embargo. hay que [ener en cuenta los peligros de pandeo lento
del hormign. que son mayores en los pilares zunchados, dada la mayor imponan-
cia de la comprensin a que: se les somete por unidad de seccin.
Normalmente, el soporte es empotrado en la base. por ser s[e el sistema ms sim-
ple de darle estabilidad; pero. puede tambin ser artirulado, en fo rma de est!pite, si
el dintel lo sujeta por cabeza (fig. VL 5); y, en fin. aniculado arriba y abajo, como una
biela, cuando la estructura que sustenta est fija en otros sopones y requiere, sobre
ste, una ciena libertad de dilatacin.
La palma de la esbeltez, en soportes o piezas en compresin. se la lleva el acero, y la
de la economa. el hormign; pues el coefic.iente econmico resistente de ste, como se
ha dicho. es mayor que el del ace.ro, siempre que se trate de esfuerzos de compresin.
Poco puede decirse del ladrillo porque su escala de utilizacin es ms reducida que
la de la piedra. a causa de su mayor resistencia. En general, el ladrillo es ms apto para
pilastras que para columnas. Las de ladrillo que exis[en, incluso salomnicas, son, en
realidad, obras de prec:iosismo; sin embargo, para sopones apilas[rados es de gran uti-
lidad y en muchas regiones resulta muy econmico. No hay que olvidar, de todos
modos, su incapacidad para resistir Aexiones, como no sea colocndole armadura;
pero ello resulta, en general, ms complicado y menos econmico que en el hormi-
gn. sobre todo con secciones pequeas.
86
Gtp1tM VI. El toporu y~~ muro
Vl5. Soportes en
el Hipdromo de Mattid.
FO!ografia: S. v. KaskeL
Cuando se habla de un sopone. se piensa siempre en una pieza vercical; sin embar-
go. el soporce inclinado. como jabalcn, es en muchos casos el ms indicado. Sus
posibilidades en piedra vienen menguadas por el efecto del peso propio que produ-
ce flexiones y, por consiguience. tracciones en cuanco la longitud es un poco grande
o en cuanto la carga de compresin. que ha de soportar, baje lo suficiente para no
compensar esas cracciones peligrosas. En esce caso, si la carga axil no ha de variar
mucho ~omo sucede cuando el peso muerto es grande frente a la sobrecarga viva-.
el soporte indinado se cutva para seguir la Jrnea de compresiones, dando lugar al arbo-
cante en forma de arco por nanquil.
La madera ha miliz.ado, mucho ms que otros mareriales, el jabalcn (fig. Vl. 6);
pero ms bien como elemento auxiliar para reducir la flexin en las vigas que acoda-
la; y. nicamente-en muy recientes construcciones. se no[3 una mayor libe-rtad en el
empleo del soporte indinado de hormign armado o de acero, cuyas posibilidades,
canto resisrentes como estticas, pueden ser muy grandes. En general. no se necesita
curvarlo. porque su Aexin, por peso propio. es pequea frente a la carga que ha de
soportar de punta. Naturalmente la presencia de Aexiones dominantes en el plano
vertical de la pieza, piden pasar, de la seccin cuadrada, a la recrangular, o de la cir-
cular a la ellptica.
87
Rar,Jn y sn- t los tipos alruf1untln
El 11mro no es tampoco un elemento moderno precisa menee; pues hay que pen-
sar que, detenidos frente a la barrero infranqueable de los bloques ciclpeos de sus
murallas, empezaron los pueblos 2: hacer la historia sin saberlo; y. ms de una vez, uti-
lizaron sus palios pan ensayar sw cscrinarus y grabar en ellos el pregn ms durade-
ro de sus glorias. De sus tres funciones principale.s, que son cerrar, soportar y come-
ner, las tres vienen de la mis rtmot:L QntigOed:ad.
El muro es normalmente de piedra, ladrillo u hormign. Desde el muro ciclpeo
sin mortero, hasta los m:ls ligeros de rasilla. hay roda una gama de fbricas: mampos-
tera, concertada o no: p=jos diferentes de ladrillo, macizo o hueco; los de tapial.
ec:c. Todos ellos, con distinl2s resistencias y durabilidad, son, en el fondo, una misma
cosa. Sin embargo. hay que di<ringuir los m:ls delgados. como tabiques, por cuanto
requieren urut cierta mistmcia :a traccin, :aunque pequefia, wuo para resistir cual-
quier empuje horizontal como para no pande:11 bajo la accin de cargas verticales,
que rara vez se les conRan con tan menguado espesor.
Fuera de stos, d muro clsico ts un tleme-mo condnuo superficialmeme y de
cieno espesor y masa, resistiendo en compresin simple o compuesca sin traccin,
88
Gtp1tM VI. El toporu y~~ muro
por lo que es muy apto para construirse con materiales ptreos. hormigones en masa.
etc.; y la potente apariencia de-l muro encuemra su expresin de m.~ima noble.za con
la canterla. Resisrentemence, lo primero que requieren es[OS muros de piedra -.sin
morcero o con morteros que prcticamente no ofrecen resistencia a la tracc~n- es
una buena traba entre los sillares o mampues[os, para evitar planos inclinados de p<>-'i i-
ble rotura y para que la masa interior no pueda producir empujes sobre los elemen-
cos del paramenco. De otro modo, en lugar de cons[ituir un elemento estabilizames,
se conveniran en uno perjudic.ial como se observa frecuentemente en muros anti-
guos de siJier{a en paramentos y con relleno de mampos[eria suelta o de tierra en el
interior.
Debiendo eJ muro mamener su equilibrio por efecto de su peso propio. es difk~l
que pueda alcanzar proporciones sobre las que el peligro de pandeo llegue a tener
influencia. Pero, en muchos casos, ha de soportar empujes horizontales, sean de cie-
rras que contiene, de bvedas que apoyan sobre l o, en fi n,los mismos del viento si
la alrura llega a ser imporcante. Siendo as() y no ceniendo elementos de arriostramien-
co o contrarresto en su altura, es fcil que el espesor que requieran llegue a ser dema-
siado fuerte con maceriales no resistentes a la traccin. El peligro est en que la com-
presin compuesta, producida por la combinacin del empuje y del peso propio. se
convierta en flexin, y el muro rompa por cracc.in; o que, sin rotura real, se abra por
una junta y vuelque. Contra ello. la condicin de estabilidad exige simplemente que,
alrededor de cualquier posible arista de giro, el momento voleador, producido por el
empuje. sea menor que el estabilizante debido al peso.
Se requiere. pues, peso y espesor; interesan materiales de gran peso especifico; y el
muro pide ancho creciente hacia abajo, puesco que es alll donde el momento voleador
es mayor. Esto conduce al perfil trapecial con talud en el paramento, al que tan noble
aspecto supieron dar los arquiteccos egipcios. Puede, tambin. conducir al desplome por
el trasds como en los incaicos; pero con ste se pierde la estabiljdad si el empuje accivo
puede desaparecer. como sucede. por ejemplo. en las presas al quedar el embalse vado.
La defensa. comra el peligro de vuelco por faJ[a de peso, se ha resuelco, con mate-
riales no resistemes a la traccin, mediante el establecimiento de contrafuenes colo-
cados de modo que el peso del muro resulte ms e.stabilizante gracias al aumento del
par que produGe contra el vuelco.
La combinacin del paramento ataluzado o retranqueado con el comrafuerte sos-
teniendo un d intel o una bveda (fig. 111. 2). para llevar el perfil de coronacin a la
vertical del borde inferior del contrafuerte. permite lograr, a la vez.. un c.ierto aJigera-
mjenco de la masa del muro y un juego de formas. en su paramento, can atractivo
para los constructores del alto medioevo y de sus inspiradore,s del O riente Medio, que
su esquema se excendi, incluso con razn puramente ornamental. a todo el per(odo
romnico, con reverdecimientos en los renacentistas}' neoclsicos.
Con el hormign armado, el muro puede tomar la funcin resistente de una mn-
sula empocrada en una anc.ha base o zapaca de cimentacin; y puede desarrollarse en
losas o pJacas trabajando en Aexin) entre mnsulas y vigas de ms canco, formando
esuucruras complejas que se separan del c-o ncepto inicial de muro clsico y que
habrn de ser comentadas ms adelante.
89
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
90
VIl
El arco
Si tras la columna y el muro parece recabar su puesto el dintel, puede, sin embargo.
ser preferible estudiar primero el arco; pues ste es, al fin y al cabo, lo ms parec-ido
rensionalmente a la columna, por cuamo su nabajo principal es de compresin. El
arco es el mayor invento censional del arre clsico. l sigue impresionando al vulgo,
y la Humanidad ha cardado mucho en acosrumbrarse a su fenmeno resistente; prue-
ba de ello es la frecuencia con que la leyenda achaca al diablo su construccin.
Si la columna es arquecmra pura, el arco es ingeniera; o mejor d icho -para ale-
jar coda interpretacin profesional-. si la columna es arte-, el arco es tcnica; sin que
esto quiera decir, n i que a la columna le falte tcnica. ni que el arco sea incapaz de
vivsima expresin esttica.
Despus de la columna, las p redilecciones del Arte han sido para el arco; ese arco
que nunca duerme., segn reza el proverbio rabe. Tampoco la columna, en pie, pare-
ce hacerlo; pero no cabe duda que ese arco, que en su encorvamiento vuela sobre el
vano, da la sensacin de algo ms dramticamente tensional que la columna. El arco
de piedra, como el de ballesta, va siempre unido a la idea de esfuerzo por resistir, de
saJto por dominar la di.stancia. Por eso el arco. que tambin es monumento, es e-l ele-
gido para proclamar los honores de la victoria.
Construir un arco no es tan sencillo como poner una columna de pie. Para e.sto
ltimo basta tener fuerza o medios suficientes de subir un sillar y ponerlo encima del
anterior. Para construir el arco hace falta sostener todas y cada una de sus dovelas
hasta colocar la clave. Slo entonces entra el arco en accin y se realiza el equilibrio.
La primera idea que se ocurre, es la de ir avan1.ando en voladizo, por hiladas hori-
zontales, engarzando, en todo caso, los sillares con los de-l muro contiguo, si lo hay.
Pero, ni esto es fcil de idear, ni siempre est el muro para ayudar; y el ardfice tien-
de, involuntariamente, a ir subiendo las hiladas ms que avanzado en voladizo, y ter-
mina por hacer un arco crapecial u ojival (fig. VII. 1).
Hay que tener en cue-n ta la diferencia esencial que existe entre e-l verdadero y el
falso arco. Para el tcnico. el arco, es. o pretende ser. antlfunicular de las cargas; una
pieza curva que, resistiendo slo o p rincipalmente a compresin, transmita los pesos
propios, y los que sobre l insisten. a dos apoyos distanciados entre- s; y nada tiene
que ver, por consiguiente, con el falso arco formado por mnsulas en voladizo, com-
plemencado, en mdo caso, con un sillar o dintel central apoyando sobre los extremos
de e.sas mnsulas.
Conviene distinguir tambin dos clases de arco. que pueden llamarse arco enju-
cado y arco exemo (fig. VII. 2 y 3), por la presencia o la falta de enjutas o de dmpa-
nos macizos. En el primero, la Aexin del propio arco esc impedida por e.l muro
acompaante, y aqul puede comar simplemente el valor de una arc.hivolca. De este
91
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
modo. puede no ser slo el arco el que trabaje, sino entrar rnmbin a ayudarle una
buena zona de muro -tmpano y manguardtas-, dentro de la cual, la red de isotti-
cas presenta una familia, en comp resin, que desva las cargas hacia los estribos (fig.
VIL 4). Los arcos del arte clsico y medieval eran arcos de esce tipo.
Por el contrario. el arco exento -del que son un bellsimo ejemplo inicial los arcos
intermedios de la Me7<(uira de Crdoba (fig. XVII. 3)- debe considerarse como puro
arco, desde un punto de visra tensional. Si la ley de reparto de cargas sobre l es fija.
la directriz puede amoldarse al fun icular de esas cargas, con objeto de que la p ie1.a
trabaje slo a compresin. Pero si la sobrecarga e.s variable y puede cargar ms imen-
sarnence en una zona del arco, esa parte tiende a hundirse. levantndose el arco por
otro lado y apareciendo flexiones de dist intos signos como las que indican las defor-
maciones de la figu ra VIL 5a. Pero, aun cuando la directriz inicial siga exactamente
el funicular de cargas. si la luz es grande y las tensiones elevadas, el acortamiento de
la directriz. por efecto de la compresin. obliga al arco a cambiar de fo rma y, por con-
siguiente, a trabajar en flexin. Y no vale corregir el defecto en sentido contrario; al
92
Captulo VI/. El arro
desenvolver sus grandes luGes aprovechando las aha.s resistencias de estos materiales,
tanto a la traccin como a la compresin.
Pero no son slo las mayores resistencias espedficas del acero o del hormign arma-
do las que conducen, en muchos casos, al arco exento; las deformaciones trmica e
higroscpicas, pequeas o despreciables en obras de piedra o ladrillo, hacen, por el con-
trario, que, con d hormign. la gran rigidez del arco acompaado provoque fiicilmen-
te agrietamientos inadmisibles. Ello obliga a buscar tipos estruc.rurales ms fikilmente
deformable:;, y, emre ellos, el arco exento -<:on tmpanos muy aligerados en el caso de
puentes, por ejemplo- es uno de Jos ms eficaces como elemento sustentante funda-
mental para salvar un gran vano. Con acero, la disposicin estructural es la misma, si
bien la esbeltez. de los elementos resultantes es mayor que con hormign.
El arco exento de piedra, ladrillo o incluso de hormign sin armar. requiere mayo-
res espesores para evitar las tracciones por Aexin bajo la accin de sobrecargas mvi-
les. En las luces corrientes, el peso de la piedra puede ser suficiente para amortiguar
94
Captulo VI/. El arro
estos efectos de la sobrecarga; pero, en las grandes luces, los espesores se hacen dema-
siado fuertes, con lo que el coste) habida cuenta adems de la labra, resulta prctica-
mente prohibitivo.
Por o tra parte, los grandes arcos de piedra requieren, como consecuencia de lo
dicho, c imentaciones ms fuertes que los de hormign armado y los de acero. El
sobrecoste d e la c.ameda se puede disminuir mucho emboquillando en cantera y
haciendo el resto de la bveda y de los muros de mamposterla o ladrillo. Pueden,
entonces, tener imponancia las diferencias de retraccin entre un material y o tro;
sobre codo, cuando la boquilla es de camerla y la bveda de hormign, o aun de ladri-
llo. En estos casos, es co rriente ver estas fbricas despegadas, por este efecto, de la
boquilla de canee ra con la consiguieme prdida de estabilidad del conjunco.
El hormign aventaja fcilmente, en economa. a los materiaJes clsicos en cuan-
m las luces no son muy pequefias; pero, con l, como se ha dicho, se empieza a tro-
pezar ms y ms con las consecuencias de ese complejo de caractersticas reo lgicas
propias del hormign, aun cuando el a rco sea exento y relativamente flexib1e. Su
retraccin se suma al efecto de las deformaciones lentas, bajo la compresin perma-
nente a que est sometido el arco, y el acortamiento consiguiente provoca flexiones
secundarias mucho mayores que en la canterla.
Los efectos de la retraccin, en e.l arco. pueden compensarse mediante la oportu-
na apercura de clave: los de deformacin lenra podran, todava, resolverse igualmen-
te con varias operaciones consecutivas durame los primeros meses de vida de la obra;
y hasta existen algunos puentes, como los de I'Esbly, con gatos debidamente dispues-
tos y preparados continuamente para este gnero de operacin. Sin embargo. no pasan
de ser casos aislados y de unas obras de tal novedad estructural que su estudio expe-
rimental contina siendo una de las razones p rincipales de su existencia.
95
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
En el acero no hay que conrar con las deformaciones leneas. ni con la retracn;
sin embargo. l-as tensiones trmias 50n muy importantes, pues siguen con facilidad
las variaciones de temper:atura ambiente y aun las superan cuando acta la radiacin
solar djreaamente sobre eJ mt t.ll.
Por oua parte, si bien es cieno que su menor coeficiente econmic~resistente en
compresin lo hace. al parecer. meno. apto que d hormign pan el trabajo funda-
mental como arco.; en cambio. el acero es ca.paz de soportar las flexiones ms eficaz-
mente:. Y. sobre todo, su peso es mucho menor a igualdad de res:lstenda y. por con-
siguiente, su utiliucin llega a ser ventajosa cuando la luz alcanza limites para los
cuales d hormign armado "'JU<rirla secciones y pesos demasiado fuertes.
Este punto es fundamental y ha de nene siempre presente; las grandes luces pro-
ducen grandes esfuerz.osj cl mateal ms: resisrenre o ms apro las resiste con menos
peso. y como el peso tiene, en estos casos de grandes luces, mucha imponancia frente
a la sobrecarga, resulta que la economla dd m:uerial ns resistente esc, en cierto modo,
doblada. As/. resulta que, con arcos de hormign 3rnudo, slo se ha llegado a 264 meuos
de luz en d puente de Sand~ (fig. Vll. 3). En cambio, con arcos de acero se han sobre-
pasado los 500 metros (fig. XIV. 13). 1bdo ellos independientemente de las razones~
nmjcas que reducen, an m:&, las luces del hormign freme a las de acero por cues-
tiones conscructivas; pues el hormign requiere cimbrns costosas, mientras que el acero
ofrece mtodos de montaje relativamcnre fciles sin cimbra.
Por ltimo, el mayor peso del hormign da empujes mayores y requiere cimien-
tos y terrenos ms fuertes que las soluciones mcr:iHcas.
La madera se emplea poco en arco defo niivos, porlos defectos indicados al hablar
de este material y porque se prestn mal a adoptar las formas curvas del arco si ste no
es de gran radjo de curvatura. Existen algunos ejemplos, raros e inceresantes, de arcos
de madera con gruesos maderos; pero, en general, se tiende ms a la forma de falso
arco o vigas con jabalcones mltiples, donde los elementos fundamentales quedan
arriostrados con facilidad y eficacia.
Freyssinet desarroll la tcnica de maderas delgadas, claveteadas con puntas peque-
as y mltiples y rejumando los ensambles a compresin con monero de cemento.
Asf construy, con codo xito, la cimbra en arco, de 176 metros {fig. VIl. 6) de luz,
para el puente de Plougastel y. aun cuando la nueva tcnica fracasara por otras razo-
nes en el puente de Sando. no cabe duda que es una solucin im eresante y un t ipo
estructural de grandes posibilidades.
Ms modernamente se han llegado a hacer arcos de 60 meuus de luz, con made-
ras encoladas; como. al mismo tiempo, va resolvindose el problema de hacedos eco-
nmicos, incombustibles e imputrescibles, cabe prever un gran desarrollo para esta
nueva tcnica.
Es tfpico del arco el dar empujes horizontales sobre los apoyos. Si la directriz
siguiese e.xac[amente el funicular de las cargas. la resultante, sobre el arranque de.l
arco, segujrfa la tangente a la direc.triz; por tanto. en el arranque resulta canto ms
tendida y, al mismo tiempo. tanto mayor cuanco ms rebajado es el arco. El empuje
horizontal es del o rden de la carga venical total de arco por el octavo del rebajamien-
to, o cociente de la luz por la sagita del arco. En el empotrado, los empujes son algo
menores, po r cuanto la flexin ayuda al trabajo resistente; pero, ni la diferencia es
muy grande, ni interesa disminuirla aumentando la rigidez, ya que, en general, e-l era-
bajo de flexin resulta ms caro que el de compresin.
Consiguiencemente, el arco requiere siempre una buena c.imentacin o unos bue-
nos conmrresms para soportar estos empujes. Ciertamente, puede lograrse el mismo
97
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
efecto atirantando el :uco; pero, con ello se pierde la ventaj-a principal. consistente
precisamente en que el arco sustituye el tirante, como elemento estructural. por el
terreno; es decir, por otro elemento exterior a la estrucrura. Si este elemento ya exis-
te, como sucede con el terreno, la economfa es evidente; y. como la traccin en el
tirante viene a ser del mismo orden que la compresin en e:l arco~ la econom1a puede
valorarse, en cierto modo, en un )O por 1OO. Si el material, resistente a la rracc.in,
del tirante es mis caro, por to~b<b de esfueno, que d ,..;neme ala compresin del
arco. la economa puede ser :an rmyor rcriameme.
Puede, pues. decine que el arco jutgo con truco; escunotea pane de las funciones
estructurales. paJldolas a otro elemento externo a la estructura propiamente dicha
y existente con anterioridad, cual es el terreno. Bastara que los apoyos permitiesen
el deslizamiento horizonw del arco, para que dej= de empujar horizonwmente
sobre el terreno y K conviniese en una simple viga curva rrabajando en flexin igual
que si fuese recta.
El arco puede ser empotrado o arriculado. con una, dos o rres articulaciones. E)
ms sencillo, en teora, es el trianiculado., porque es isost tico~ y, en conseruencia,
presenta la vencaja de no producir esfuerros. ni por variaciones trmicas o higrosc--
picas, ni por deformacin lenta. Sin embargo. las rrulas connituyen. en general, un
motivo de encarecimiento y debilidad en el conjunto. En cambio, los esfuerzos de
Ae:xin disminuyen en las proximidades dt las aniculaciones para concencrarse en las
zonas intermed ias entre ellas. La \'entaja del arco rriarria 1lado en el caso de asiemos
es evidente, y hasta puede su empk'O llegar a ser obligodo por esta causa. Como. en
general, los giros son pequenos. se puede emplear la rtula plstica (fig. V. >). que
resulta muy eco nmica y ef'i c:rt siempre que el csfi.1erLo de compresin no sea dema-
siado grande.
Tanw el arGo biarticulndo como el monoarticulado. son tipo.'i intermedios q ue
presentan parcialmente las mismas vcnr.ajas e inconvenientes anted ichos. Son ms
deformables que el empotrado; y. a igualdad de tensiones admisibles, pueden servir
para rebajar las trmicas y $milarcs dcnrro dt los limites aceptables. Pero no trarn-
98
Captulo VI/. El arro
dose de arcos atirantados, no tienen real menee vemaja definida y son menos emplea-
dos. En cambio, en los casos de arco atirantado o de arco sobre cimiemos que no
admitan excemric.idades fuertes. puede decirse que el arco aniculado es obligado.
El arco triarticulado se pres[a a ser rigidizado por los tmpanos que apoyan sobre
l, siempre que no haya muros de acompaamiento o que se esmblezcan las oportu-
nas juntas entre las manguardias y las enjutas que mueven con el arco (fig. Yll. 7). La
libre deformacin, que permiten las rculas, hace que desaparezcan los inconvenien-
[es de la rigidez del elm pano con e.l resto del muro de acompafiamienco y de estribo.
Po r eso, con el acero, la solucin de arco [riarticulado, con los tmpanos triangula-
dos, es muy racional y econmica para puentes de tablero superior al arco rebajado.
La seccin clsica de los arcos de fbrica es la rec[angular y no hay. realmente, por
qu separarse de ella mientras razones especficas del caso no lo pidan. El ancho viene
frecuentemente impuesto por el pe-ligro de pandeo. En general, se mantiene constan-
[e el ancho; y. si se var(a el canto, es aumentndolo hacia los empotramientos. Efec-
tivamente, en arcos escarzanos. si las cargas son vert icales, el empuje aumem a, m s o
menos, en proporcin inversa del coseno del ngulo que la directriz forma con la
horizontal: y una ley de espesores, tal como esa, produce una sensacin satisfactoria.
Desde el punto de vista de la resistencia, lo que de[ermina principalmeme los cantos
son las flexiones que normalmence se concentran hacia los arranques. La cuestin va
ligada con la del trazado de la directriz.
En el arco articulado, la fo rma lgica lleva a disminuir los cantos hacia las rculas
donde las flexiones son nulas. Y es curioso observar que, si otra razn, funcional o
esttica, no obligase a m antener el plano vert ical del paramento, lo lgico. tensional-
mente-. serta m antener la variacin de cantos antedicha, aumentando al mismo liem-
po los anchos hacia las rtulas para repartir el empuje sobre ellas en mayor longitud,
cendiendo a que la seccin resistente a la compresin se mancuviese constante-, pues-
m que la compresin no se reduce. en aqullas, como la flexin .
Tampoco las posibilidades y ventajas de un arco bi o triarticulado, sobre fuer-
ces mnsulas de arranques, han sido sufic.iencemence consideradas. La tcnica actual
huye, en general, de las rmlas po r la complicacin y encarecimiento que produ-
cen; pero hay que tene r en cuenta que estas mzones no existen prcticamente con
la rtula plstica, d e hormign armado, para luces relativamente pequeas o media-
nas; y que, miemras las cargas no sean muy fuertes, su utilizacin puede ser de gran
ventaja.
La secc~n rectangular no es, sin embargo. la nica ni la mejor en todos los casos.
En arcos de acero, se requiere casi s iempre ir a secciones compuestas para aumentar
la rigidez al pandeo sin exagerar in[ilmente el peso de ma[erial utilizado. Las seccio-
nes fo rmadas de cuatro cabezas, enlazadas por triangulaciones. son las que ms se han
m ilizado con este material; pero las secc.iones en cajn. formadas fundamentalmen-
te de dos palastros de cabeza, roblonados con angulares o direC[amente soldados a
otros dos o ms que fonnen las almas, no slo permiten soluciones econmicas en
muchos casos, sino que producen un efecto muy limpio y satisF.tctorio a la vi.sta.
Con el hormign armado es necesario recurrir tambin a secciones en cajn rectan-
gular, o anlogas. cuando las luces son excepcionalmente imponantes. Cienamente esto
99
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
resulta cosroso y engorroso de hacer por la dificulcad de desmanear y exrraer los mol-
des lnterlores; tanto que. en algunos casos, se ha preferido dejarlos perdidos.
Mucho se ha escrito sobre b eleccin de la directriz convenienre del arco; y, efecti-
vamente, interesa su afinamiento cuando se u~na de grandes luces y fuertes cargas muer-
w. Aporte del rdx.jamiento que suele venir imptcsro por ouas condiciones, no de tipo
resistente, la forma de la directriz no viene inAuida sensiblemenre por los esfuerzos tr-
micos o de mraccin, sino ms bien por las c:atgas muett:IS y por el tipo de sobrecarga
viva que haya de sopoltlr el arco.
Para pesos propios del arco sobmenre y con espesor conscmre, el funicular es b
catenaria. Para carga uniformemente repartida a lo largo de la cuerda, la directtiz
terica es la parbola de segundo grado. En la prctia de puenres, con el peso del
tablero, tmpanos ms o menos aligerados y arcos de espesor variable, van bien las
parbolas de cuarto o mejor de sexro grado. Cuando la sobrecarga mvil es fuerte
respecto al peso propio, b forma de la directriz pierde importancia; y lo que se puede
hac-er es tantear los funiculares y leyes de tensiones mximas para elegir una direc-
triz apropiada.
100
Captulo VI/. El arro
10 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
V119. Prticos.
102
Captulo VI/. El arro
10~
VIII
La bveda y la cpula
10)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Las ventajas d e este tipo de aparejo se acusan esp ecialmente al emplear los arcos
pe rpiafios como refuerzos de la bveda. Estos arcos no son solamente elementos
o rnamentales, que conando la montona continuidad del can mejoran su aspec-
to. reclntando el espaclo; son verdaderos elementos de refuerzo, cuyo efecto se
extiende a toda la bveda, a lo largo de las generatrices, gracias a la rigidez de la
misma en es[a direccin. En la bveda de cantera. el efecto no puede extenderse
tan to como en otros materiales ms resistences y defo rmables por flexin; y. po r
eso. los a rcos perpiaos requieren repetirse con frecuenc~a para ejercer su benefi-
cioso efecto.
Las bvedas, en general. cualquiera que sea su directriz. dan empujes indinados
sobre sus estribos; y. si sws van sobre muros verticales. requieren un gran espesor,
para lograr que su propio peso centre la resultante sobre la base de sustentacin. Al
mismo tiempo p rod ucen esfuerzos cortantes tendentes a hacer deslizar los sillares de
arranques sobre sus jumas horizontales, o los del muro que sostiene la bveda, peli-
gro que no d ebe olvidarse en este tipo de estructura.
La bveda. con arcos perpiaos. tiende a concentrar sus empujes sobre esms ani-
llos ms rgidos, y se presta, por tanto, a transmi[irlos a los contrafuertes de que ati-
nadameme se provee el muro. a plomo de aqullos.
Las bvedas en can se prestan muy bien a cubrir un espacio rectangular median-
te la yuxtaposicin de varias bvedas paralelas, contrarrestando, mutuamente, sus
empujes. Las resultantes, sobre los muros intermedios, son, entonces. verticales, y
stos pueden ser ms ligeros y apoyar sobre columnas sin necesidad de contrarresto.
Sin e mbargo, hay que tener en cuenta que el equilibrio resulta inestable mientras no
se cueme con la resistencia a la flexin de la columna o de las propias bvedas. Bas-
tara una pequea d iferencia de cargas, de una bveda a otrn, para que se produjese
el hundimiento. En estos casos, la estabilidad p rocede ms bien de la rigidez concra
movimiencos horizontales de la propia bveda, como se ver con ms detalle al estu-
diar las lminas cilfndricas de hormign armado. Si las bvedas empo tran por sus
di rectrices excremas, en otro muro transversal de cierre, es la rigidez de ste, transmi-
tida a travs de la propia rigidez de la bveda, la que da realmente estabilidad al con-
junto.
El enlace de dos bvedas puede realizarse, no solamente a lo largo de una genera-
triz. comn, sino en otra multitud de fo rmas; y la combinacin de varias bvedas ciln-
dricas ha d ado, as. lugar a realizaciones can interesantes, desde todos los puncos de
vista, como son. por ejemplo, las bvedas por ari.sta y en rincn de claustro.
Si esta ltima parece ser la que ms namralmente se adapta a cubrir un poHgono
limitado po r muros macizos, la bveda por artista (fig. VII I. 2), en cambio, es la con-
secuencia obligada del deseo de llevar los empujes a puntos aislados. Si se trara de un
elemento solo. dar empujes indinados que requerirn contrafuertes en los soportes.
Si son varios contiguos. los empujes pueden equilibrarse y dar resultante venical sobre
las columnas intermedias, con todas las elegantes posibilidades que utiliz el medioevo.
El valor de la bveda por arista nervada alcanza, en fin, su completo desarrollo estruc-
tural cuando las generacrices de la plementerfa. a su vez, se curvan para formar cpu-
las rebajadas entre nervios, en el es[ilo PlantageneL
106
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuiA
107
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
@)
se curve (b) por su peso a uno y orro lodo de lo recto que une los puntos de apoyo. se
sostiene perfectamente graciM a la forma curvada que ha tomado. La superficie ciln-
d rica, asl formada, trabaja como una viga cuya $C!Cdn trasversaJ viene determinada
por la direccriz del cilindro.
Este simple experimento ensena, por s( solo, cul es la ventaja fundamentaJ de este
tipo estructural.
La lmina, aunq ue renga la (ormn de una b\eda, es tensionalmente otra cosa
completamente distinta: mud1o mejor que a una bveda podra asimilarse a una viga.
Si en lugar de soStener el papel por das puntos solamente. se le apoya sobre dos
paredes a vigas de rigidez (fog. VIl. .~e) que se fijan el contorno por las direccrices
extremas, las condiciones de rcsincncia y de rigidez .se mejorarn mucho. Es fcil apre-
ciar que, si las direcrrices no terminan en tangentes verticales, las zonas prximas a
las generatrices de borde y esras mismas gcner:nrices se curvan ligeramente, vencien-
do la escasa resistencia del papel a doblarse. Cul es, en realidad, el fenmeno <en-
sional de este elemenro estructural; cmo se soniene y cmo trabaja?
Para comprenderlo conviene consider:u las tensiones y los esfuerzos agrupados en
dos conjuntos diferemes. Podran llamarse primarias las tensiones JongitudinaJes T
(fig. VIII. 3<). que ms o menos"' repanen como en una viga. y las tensionescornn-
res S que aaan en el plano rangt!nte a b limina. Pero. adems, deben incluirse, en
esre grupo. las rensiones Q (rrocciones o compresiones) segn la dinnriz..
Apane de st:ts, "'presenan otras debidas a b deiOrmacin que toman las direc-
trices -sobre roda las centrales-. y que dan lugar a ese hundimiento o flecha de los
bordes, anres cirndo. Estos mo~nros fleaores M y los esfue!W5 cortantes consiguien-
<es N varlan ramo a lo largo de la directriz como de b &"neratriz. Su importancia no
es, ni con mucho despriable. y puede ser calUa de la rotura y hundimiento de la
lmina, por razn dd pcquello espe50r de sta. 1..2 ley de reparto de es<os esfuerws.
108
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuln
109
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
Es muy interesante observ.~.r que, si el cilindro fuese complem (fig. VIII. )a) o de
directriz. cerrada -clrcuJ:u, e:lfptia. e:~e.-. el equilibrio serta posible stn necesidad te~
rica de ninguna resistencia a flexin de 1-a l:mina; y. por tanco., admitirla un espesor
todo lo reducido que permitiese la seguridad al pandeo que podrfa producirse por el
efecto de las compra iones que parc:tClln segn las generarrices.
En estos casos se dice que se trat:l de un estado diptero o de equilibrio de mem-
brana pura. Esto no quie~ decir que no ltlya lkxiones en absoluto, pues las defor-
maciones, que se produan en W dim:uicu. ll~n necesariamente consigo momen-
tos Sectores tanto mayores cuanto ms Nene sea el espesor de la lmina; pero no
sern de import:lncia parad equilibrio genml dcl sisremOL
Si est:IS lmin>S cerradas se cortln por el plano diamerral horiwnCII (fig. VIII. ;b)
y slo sopor1:1n los pesos propios, la anti-simetrla, de esros pesos de la lmina cerra-
da respecto a ese plano, hace , .., que las tensiones Q, en las generatrices de borde,
han de ser nulas; y el equilibrio primitivo puede resrablecerse por la sola inuoduc-
cin, en esas geneOltrices de borde, de unas annaduras postesadas que restablezcan
las tensiones cortantes S que la parte inferior ejerda sobre la superior (fig. VIII. )e).
Pero. corriente y modern:unen1e se prefiere suprimir los faldones en su mna de
directriz. prxima a la venial, para evitar sus dificultades de hormigonado y el doble
encofrado; la seccin se forma ento nces por arcos escarzanos enlazados con ,,gas ver-
ticales delgadas (fig. VIII. Sd); o bien s< cons t iruye la esrmcrura con aqullos solos,
como en el ejemplo de la figur:.1 VIII. Se. Jo que resulta ms esttico y ms econmi-
co de encolfado.
110
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuln
En este caso, no resultan nulas las compresiones Q, que el resto deJ cilindro com-
pleto producirfa sobre el trozo que queda, a lo largo de sus genera<rices de borde. Cla-
ramente se comprende que, al desaparecer esas reacciones que mancenJan el equili-
brio, los faldones, faltos de con[rarresto, tienden a caerse o a bajar; y, para evitar la
rotura, se requiere que la lmina trabaje a flexin, sos[eniendo los faldones como mn-
sulas sujetas en la pane ms central, sobre unas fajas que, a modo de arcos alabeados,
van desde las puntas hacia la zona central y de clave; arcos a los que sirven de tiran-
te las generatrices de los bordes o, mejor dic.ho, las armaduras que se alojan prximas
a ellos. En la figura VI 1J. 5f se han dibujado, las directrices en las que se aprecia la
deformacin de su curvatura que provoca su flexin como mnsulas.
Por eso, estas flexiones se reducen si a las generatrices de borde se les proporcio-
na un apoyo o un enlace que dificu1te su descenso; pero, aun as{, no desaparecen total-
mente ni se altera fundamemalmence el fenmeno tensionaJ que procede de la mayor
rigidez que el marco de borde presta a las direc[rices extremas respecto a las del resto
de la lmina.
La bveda en can simple, uniformemente cargada, no es, pues. ms que un caso
pan icular del de la lmina cilndrica, en el que todas las directrices tienen iguales carac-
terlsticas e igual libertad de deformacin; y todas y cada una de ellas toman la que les
pide su crabajo, como arcos independientes. Pero, aun ruando la bveda apoye y se estri-
be sobre muros rgidos a lo largo de sus dos generatrices de borde, basrar que se la
cons[ruya de un material elstico. resis[ente a la traccin y a la compresin, y se la enla-
ce a muros transversales de fondo (fig. VI II. Sg) rigidizando. con ello, sus directrices
extremas) para que todas las direc[rices no puedan deformarse por igual. Las direccri-
ces cenuales se deforman) mientras que las extremas no; y, en consecuencia. las gene-
ra[rices (exc-epto las de borde) se curvan. Si el espesor es pequeo respecto a la longi-
cud, esca flexin de las generatrices es pequea e influye poco en el fenmeno resistente.
11 1
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
Para que las directrices centrales se deformen por Aexin y las extremas no. tienen
que producirse deslizamientos mngc:nciales a la directriz. o sea, en el plano tangente
a la lmjna; deslizamientos p2r.a los cuales esta l:imina ofrece mucha rlgidez. En rea-
lidad, son los esfuerw.s cortantes S. correspondientt'l a e.tm deslizamientos, los que
determinan la diferencia en la forma de trabajo de la lmina respecto de la simple
bveda formada por arcos independientes de igual deformacin en todos dios.
Igual que en """ viga. la integracin a lo largo de la lmina, de los esfuerzos cor-
tantes S, es la que determina, en cada fibra o generatriz. su rensin longitudinal T.
Los lbuloo cillndrico .. prestan, an ""'jor qu< la.o b\-edas en can clsicas, a
enlazarse, unos con otros, con orienraciones diferenres p:ara formar lminas polilo-
bulares, en rincn de daustro, con encuentrOs por aristas, c. Y, m fin, los mltiples
tipos de lminas de doble curvatura amplran indefinidamente las pooibilidades, Ue-
gando a ejemplos tan originales como el de la figura VIII. 6.
En estos tipos estructurales (fig. VIII. 7) no dtbe concebirse el conjunto mecni-
co resistente como formado por unos a_reos formeros sobre Jos que viniesen a apoyar
los arcos secundarios de l:lS directrices torales. Es ms bien un conjumo de arcos pri-
marios cuyas directrices de doble curvarura en el espacio se amoldan a una familia de
isostticas, mientras la segunda f.tmilia establece las fuerzas de comrarreslo, enrre cada
arco primario y sus contiguos, para centrar el funicular de presiones sobre su direc-
triz alabeada.
Solamente despus de meditar y asimilar ideas de este tipo. podr el proyectista,
tcnico y artista, sacar de estos elcmcnros estrucrurales el caudal de posibilidades de
todo gnero que, en gran panc, guardan oculro todavla. (flg. VIII. 8)
112
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuln
11~
Rar,n y sn-e Wr tipos estrunumkt
114
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuln
ellas. viene agravado. porque su fo rma suele exigir el tambo r para dar al espacio inte-
rior sus conveniemes proporciones. El apuntamiento. por otra pane, se hace estti-
camente necesario cuando el peso de la linterna. en clave. apuma el funicular de las
cargas (fig. XVII. 1).
las mayores posibilidades y, a la par, las dificultades de la cpula empe7.aron cuan-
do el hormign armado permiti su realizacin con luces enormes y espesores peque-
simos. limitados casi exclusivamente por el pe.ligro de pandeo.
El hormign armado. al resis[ir igualmeme las tracciones que las compresiones,
suprime las exigencias estticas de la directri2 de piedra o ladrillo y amplia el concep-
co de cpula al ms general de lmina de revolucin.
Proyectos, como el de la cpula del Palacio de Deportes de Roma (figura Vlll . 12),
demuestran que las posibilidades de este tipo estructural estn bien lejos de se.r ago-
cadas. a pesar de haber alcanzado esbelteces superiores a las de una cscara de huevo.
La cpula puede imaginarse trabajando fundamemalmente como unos gajos o
arcos meridianos cuya Aexin est impedida por los anillos o paralelos horizontales.
En las zonas en que los gajos quieren hundirse hacia adentro, los paralelos se lo impi-
den trabajando en compresin; y donde los gajos quieren abrirse, el paralelo ha de
evitarlo re,sistiendo en traccin.
Pero. a1 fo rzar las tensiones y, por tanto, las deformaciones. aparecen problemas
nuevos que se han de considerar con cuidado.
En primer lugar, las deformaciones de la lmina ya no son lo suficientemente
pequeas para poder prescindir de ellas y hacer aplicable el clculo como membrana
pura y r(gida. La obligada continuidad entre su superficie y el anillo exterior, que con-
11)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
VJII-12. Palacio de
deportes, en Roma.
Ingeniero PM!r Luigi Nervi.
Fotografia: GherardiFiorelh.
tiene los empujes, provoC3 una flexin de lo.s medianos. En efecto, e-l ani!Jo de borde,
bajo las componentes radiales de los empujes, sufre una dilatacin (fig VIII. 13); mien-
tras la lmina, para seguir este movimiento, necesitar deformar sus meridianos, con
flexin en ellos, para amoldarse a la nueva dimensin del anillo. La banda comigua
al anillo es la que ms flexiones sufre. adems de las tracc~ones que le produce la dila-
tacin circunferencial. que tie.n de a producir, en esa zona perifrica, grietas radiales.
Un fenmeno parecido resultar(a si la cpula, que es deformable elsticamente-,
estribase sobre un anillo rgido, a no ser que el borde correspondiese precisamente a
un paraJe-Jo de- tensin y deformacin mUas. Pero lo corriente es que, trad ndose de
casquetes rebajados. el ltimo paralelo pida estar en compresin mientras que el zun-
cho exterior est en trac-Ctn y, por tanco, el fenmeno est ms agravado, producin-
dose, segn los meridianos, flexiones importantes en la proximidad del borde.
Aun cuando, en este caso. la flexin no sea un fenmeno te-nsional primario o esen-
cial en la resistencia - pues la lmina podrla tericamente resistir con momento de iner-
cia nulo, en cuyo caso lo seran tambin los momentos flecrores debidos al cipo de de-for-
macin meridiana expuesto-, la cuestin sigue mantenie-ndo su imporrancia, por cuanto
puede provocar el agrietamiento por Aexin e incluso la rotura por compresin, al
sumarse las compresiones normales del meridiano con las debidas a su flexin.
VJU-13. Oeformactn de
cilpulas.
116
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuiA
Vllll d. Esquema
w.ructoral del mercado de Jucernario
A!gectras. lmina esfetica
El postesado deJ anillo es una aponacin ideal de las nuevas tcnicas a este pro-
blema, pues permite estable<:er la traccin del zuncho de borde dndole, al mismo
tiempo. la deformacin que pida el paralelo exrremo; y, ast. suprimir o disminuir con-
siderablemente la flexin meridiana.
La re[raccin del hormign produce e fectos anlogos, como es fcil comprender,
y que tambin han de tenerse en ruema.
Lo mismo sucede con las variaciones trmicas que interesan toda la masa de la
cpula; e indusive, como su espesor es muy pequeo, puede llegar a tener importan-
cia tambin la desigualdad de temperatura, del trasds al intrads, producida espe-
cial menee por el efecw directo de la radiacin solar (o el efecw higroscpico po r el
mojado rpido del trasds) si el hormign queda directamente a la intemperie.
Ms graves suelen ser los efectos del desigual calentamiento de una zona de la
cpula a otra; desigualdad que, en general, no presenta simetrfa de revolucin. E.sto
mismo se acusa con las sobrecargas accidentales; porque. al reducirse el espesor y. por
canto, el peso propio, ganan en importancia relativa otras sobrecargas, como son la nieve
y el viento. Aun cuando su efecco presentase la mismasimetrla de revolucin de la cpu-
la, siendo su repano a lo largo del meridiano diferente del peso propio, producirla efec-
cos anonnales parecidos a los anteriores; si bien, en generaJ, de menos importancia. Pero
no siempre la nieve. y nunca el vienco, presentan esce carcter de sime[rta; y ello da
lugar a regmenes de esfuer1.o diferentes. diffciles o pesados de calcular, y para los que
se pierden, en buena parte. las ventajas de la forma de revolucin.
Por ltimo. el peligro de pandeo se hace decisivo en la cpula laminar y puede
reque.rir el empleo de nervios rigidizantes; nervios que no tienen por qu seguir los
meridianos, y que se prestan a multitud de disposic.iones y cruzamientos de buen
aspecto esttko, como supieron acusar los arcistas hispano-rabes.
El problema viene ligado con el proceo de ejecucin cuando la cpula quiere
consrrujrse sin cimbra; porque el borde del anillo interior, que se est construyendo,
facilita la iniciacin del pandeo )' jus[ifica. en este caso. la adopcin de rigidizadore.s
definitivos o provisionales. segn los paralelos. Por lo mismo. su adopcin es obliga-
da cuando la cpu1a presenta lucernario central.
117
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
VJU-15. MercadG de
A!geciras. Arquitecto M.
Silnc-h& Arcas. Ingeniero E.
Torroja . Fotowafia: Granada.
118
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuln
Al tesar el anillo octogonal que recoge y equilibra los empujes radiales de la cpu-
la sobre los soportes, mediante los tensores de rosca de que iban provistas sus barras,
el casquete esfrico qued equilibrado; e incluso, forzando ligeramente la tensin de
aqul, se not perfectamente cmo toda la parte central de la cpula se levantaba des-
pegando de su cimbra, lo que permiti desmontar sta libremente sin ninguno de lo.s
cuidados que normalmente requieren esros descimbramientos.
La superficie de revolucin permite otras formas en las que el carcter de cpula
desaparece totalmente; tal es, por ejemplo, la forma de hiperboloide, ideal para los
condensadores de in-stalaciones termodinmicas (fig. XV. 1). El cipo estructural es
perfecto, no slo desde el punto de vista resisteme. sino desde el funcional que requie-
re esa forma para el establecimiento ms eficaz. de la corriente natural de.l aire.
Y de la cpula de revolucin pueden considerarse derivadas tambin las de planta
elptica, cuyo estado censional. como membrana, se obtiene directamente, y por afi-
nidad, del casquete circular (fig. VIII. 16): la media naranja, como terminal de una
bveda cillndrica; los depsitos de chapa metlica con fo rmas esferoidales, estudiadas
-----------
- .
Vlll-16. Iglesia de S. Flix y
REgula. Atqurtecto Meztger.
Ingenia-o Scllubiger. lngensero
Consultor E. Tcnoja.
119
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
para mamener su forma sin grandes flexiones, cuaJquiera que sea el nivel de lquido y,
por ltimo. el mismo depsito de pared cilndrica de eje vertical, tfpico del hormign
armado.
Tambin en las cpulas. al igual que en las bvedas, cabe sustituir la superficie
continua por una estructura triangulada metlica o de otro mate rial. Muchas veces
se ha hecho siguiendo con sus barras los meridianos y paralelos del casquete, pero ello
requiere diagonales de rigidizacin para evitar el pandeo por giro, alrededor del eje,
120
C.ptu!o Vl/f. La bv.Jn J In nlpuiA
y deslizamiento de unos paralelos respec.to a los contiguos. Es, pues, ms lgico ins-
c ribir direcramence en la superficie un a triangulacin equiltera o simi1ar, como es el
caso del gran casquete del Festival Britnico (fig. VI II. 17).
Los consu uctores clsicos adoptaron siempre soluciones cncavas hacia el inte-
rior. Ello se deb(a no solameme a q ue, de este modo, la superficie en volvence resul-
ta menor a igualdad de volumen envue.lto. sino ms funda mentalmente a que sus
materiales no eran capaces de re-sistir en traccin. Slo en Jos ltimos aos se apre-
c ia una c ierta tendencia a utilizar superficies cncavo-convexas trabajando en trac-
c in y ancladas sobre un contorno no plano q ue limita po r arriba los paos verti-
cales de fachada. Tal sucede. por ejemplo, con la sala de Kalsruhe {fig. VII I. 18). La
lmina de hormign p retensado trabaja fundamentalmente en traccin y la doble
Vllll9. Cubierta. en
paraboklides hipefbhcos.
de un almacn en Mjtco.
Atqurtecto Flix Candela.
121
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
122
IX
IX l. Puente de Colonia.
lng.eniero F. Leonhardt.
Arquitecto C. Lohmer. DeJ
lOO Jahre CHH
Brockenbau~ . fo(ografia:
Stein.
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
124
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la pln(ll
Este inconvenience serta mayor en las zonas de traccin si la soldadura del rigidiza-
dor provocase esfuerzos de traccin en las otras dos direcciones como ya se comen-
t, es decir, vertkalmente y normalmence al plano del alma; por lo que ha de cuidar-
se mucho el detalle de la soldadura de estos elementos.
En grandes vigas, la seccin en cajn ~mloga a la que se indic para los arcos y sopor-
tes con dos o ms paredes de alma- da secc.iones muy resistentes, de agradable aspecto
exteor, ms compactas y de apariencia ms clsica que el de las vigas en doble T. Su
empleo est perfecramence justificado cuando el espesor de una sola alma, en esta
doble T, resultara insuficiente, o cuando se requiera dar a la seccin una mayor resis-
rencia contra la torsin y el posible pandeo derivado de ella.
Es frecuente que se presence una gran desproporcin entre el espesor del alma y
el de las cabezas, lo que dificulta el enlace con soldadura, por el diferente enfriamien-
ro de ambas chapas y la posibilidad de templados parciales. Para evirarlo, la tcnica
ha tanteado los perfiles en <aln (fig. IX. 3). Todo ello son, sin embargo, detalles que
se salen un poco -nada ms que un poco- del aspecro general del problema estruc-
cural que se trarn.
Aun con todas las dificultades, la viga de alma llena ha sobrepasado los 200 merros
en el puente de Dusseldorf.
Por el e:([remo opuesto, para luces y cargas pequeas, la tcnica moderna trata de
indepenclizarse de las limitaciones que impone la laminacin, y ha desarrollado mul-
ritud de perfiles formados con chapa muy delgada, doblada o embutida. para darles
12)
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
I
[]
126
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la pln(ll
As, pues, las armaduras principales van por la cara en traccin, aumentando en
nmero desde arranques hacia el cenero, como piden los momentos Rectores. y pro-
curando proporcionar a la seccin el mximo brazo mecnico y un mayor momen-
co resi.stente. Las armaduras, que van sobrando hacia arranques, se pueden levamar
a 45 para resistir las crac.ciones oblicuas o de esfuerzo cortante que, correspondien-
cemente, crecen hacia los arranques.
En codo caso. el hormign ha de soportar, no slo las compresiones longitudina-
les en la cabeza, sino tambin las compresiones indinadas inherentes a la tensin cor-
cante, lo que determina un ancho mnimo de alma.
Ahora bien; all donde no se dispone de barras levamada.s o cuando no interesa
colocarlas por otras razones, se recurre a establecer estribos (fig. lX. 4b). Tericamen-
ce no trabajaban mientras el hormign se deforma homogneameme bajo el esfuer-
zo coreante, porque no acusan, entonces, tendencia a alargamiento en esa direccin
normal a la directriz; pero. s aseguran el que la pieza no se rompa. aun cuando puede
agriecarse a 45 por efecto de la traccin consiguiente al esfuerzo cortante. La viga.
en ese caso, puede considerarse como una especie de triangulacin en la que los escri-
bas trabajan como moncantes en traccin, y el hormign como diagonales en com-
presin. La resultante de los esfuerzos, que producen estos dos grupos de eJementos,
provocan, sobre la armadura longitudinal, los incrementos de craccin que. integra-
dos desde el arranque hasta el centro de la viga, dan lugar al esfueno total de trac-
cin en ella y de compresin en la cabeza opuesta.
Gracias a esta posibilidad, puede darse a la pieza de hormign armado, en cada
seccin, la armadura y la resistencia longitudinal y transversal que necesice, dosifi-
cando, en cada zona, la armadura, tamo longitudinal como transversal. con gran eco-
noma. Como, adems, el encofrado permite variar e-l canto, e incluso el ancho si se
11 1 ~r
IX-4. Armaduras de una viga. 1 1
127
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
128
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la pln(ll
129
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Se ve, pues, que. con la misma seccin y calidad de hormign, se podra forzar la
armadura hasta hacer que la pieza resistiese un momento mayor de.J triple del nor-
mal. sin rotura ni agotamiemo alguno; si bien, para lograrlo. se requerira que la arma-
dura pretesa fuese capaz. de resistir una fuer1..a de traccin seis veces mayor. Sin embar-
go, esta ventaja es terica. por cuanto la viga, as dimensionada, fallarla tanto al
aumentar como al disminuir la carga. Slo servir el razonamiento para una luz y un
peso total. talmente grandes, que la sobrecarga viva no representase nada frence a la
carga muerta.
Es este un punto delicado e importante para el proyectista. Deriva de la aparicin
de un esrado de rensin en el hormign (fog. IX. Se} producido por d resado de la
armadura; estado de tensin que obra lo mismo cuando actan las cargas exteriores
que cuando todava no se han aplicado. No basta, por consiguiente, que, al superpo-
nerse los dos efecros (el amerior y d de la flexin por cargas), d hormign quede en
buenas condiciones (fig. IX. Se). Es necesario que lo est tambin cuando no acta
la sobrecarga viva. As{ pues. la compresin excntrica, que el tesado produce sobre e.J
hormign. puede dar lugar -al menos en teora- a tracciones y peligros de fisuracin
en la cara opuesta, que requieren, bien una armadura supletoria para resistirlos. o bien
alrerar la forma dada a la seccin con objero de que la compresin del resado no quede
demasiado alejada del cenrro de gravedad de la seccin de hormign. Est:a es la expli-
cacin de que las vigas de hormign pretensado presenten frecuentemente secciones
en T inverrida (fig. IX. Sd), para concenrrar su cabeza sobre la armadura pre o pos-
resa. Porque, ramo peligro puede haber de que la viga se rompa al cargarla como de
que se rompa antes de hacerlo.
La mayor esbelrez y ligereza de las vigas de hormign pre o posrensado, respecro
a las de hormign armado, procede ms bien de la mayor adapracin que aqul ofre-
ce a la prefubricacin y, en consecuencia, a la obtencin econmica y segura de hor-
migones de aha calidad.
Por ltimo. no hay que olvidar que, cuanto mayor es la esbe-ltez., dencro de las pro-
porciones usuales, no slo es mayor el coste, sino tambin la flecha, y es esta ltima
la que, en muchos casos, esrablece los lfmires rolerables.
La viga coiiJinua, no pod(a desarrollarse miencras no progresaran los estudios hipe-
restticos. Sin embargo. se encuenua algn raro ejemplo. tan curiosos y antiguo como
el prehisrrico de la cueva de la Menga (fog. IX. 6), donde las losas monolrticas de
cubierta apoyan. no slo por sus extremos en grandes piedras verticales, sino tambin
a mirad de su longitud sobre una pilasrra cenrral que hace de parre-luz; y la eficacia
de los tres apoyos se asegura por no ir los c~mientos a buscar el firme r!gido. sino que
insisten sobre una capa de tierra dura. capaz., en cierta medida. de reajustar los asien-
tos y las reacciones. lo comprender(an as( sus constructores?
La ventaja de la viga empotrada es que. para carga uniformemente repartida. el
momento Rector viene a ser, en los arranques. los 21J; y. en el centro. 1/J del momen-
to flecror correspond ieme al cenrro de la misma viga simplemenre apoyada (fig. IX. 7).
Sin embargo. hay que tener en cuenta que el momento en el centro es muy sensible
a los defectos del empotramiento o de la continuidad resistente sobre los apoyos; y
aumenta rpidamente al disminuir la rigidez de estos empo[ramlentos.
130
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la pln(ll
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La viga continua, con luces iguales (fig. IX. 7b), p resenta anlogas ventajas para
cargas uniformes )'simultneas en todas las luces; pero, al rratarse de carga concen-
t rada o mvil, estas ventajas (e) se amoniguan, pues la reduccin de momentos flec-
cores es mucho menor.
Con viga de seccin constante se logra un mejor reparto d e flexiones y un mejor
aprovecham iento de la viga (fig. IX. 7d), si las luces extremas son algo meno res que
las cem raJes, lo que produce, al m ismo tiempo. un buen efec-to esttico. En el afina-
do juego de inte-rcolumnios helnico, no hay solamente un efecto de correccin pti-
ca, sino tambin un agudo sem ido resisteme que aconseja disminuir los vanos extre-
mos e indinar sus colum nas laceraJes hacia el interior.
13 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
132
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la plnrn
la madera avanza algo ms, pero p ronto necesira del jabalcn (fig. IX. Sb) para
apoyarse, fo rmando, asf. una mnsula armada en la que el jabalcn se acodala con-
trae) muro, aceptando las compresiones, mientras el elemento horizoncal, al quedar-
se reducido a cabeza de traccin del conjunto. tiende a arrancarse o desfundarse de
su alvolo en el m uro. Po r eso, es frecuente ver estos ele memos apareados en un con-
junto didimo y equilibrado sobre el sopone; pero. en cuanto la carga no es simtri-
ca, el momento resultante carga sobre el soporte y vuelve a limitar la luz. Mnsula
sobre mnsula (fig. IX. Sa) y con buenos contrapesos, avanzaban sus pilas hacia el
vano los constructores romanos para apoyar, entre ellas, sus cortas vigas. cuando no
era llegado el tiempo de voltear bvedas de piedra.
Naturalmente, el acero y e-l hormign armado permiten vuelos mucho mayores si
encuentran buen empotramiento o contrapeso. El hormign invierte, en este caso,
su clsica seccin en T para llevar la cabeza por abajo, siguiendo las compresiones; y
pue-de. inclusive, traducir el jabalcn en tirante independ iente, fo rmando ya una ver-
dadera estructura triangulada (fig. IX. 9).
En definitiva, la mnsula es una pieza en flexin, como la viga; y asf como los
lbulos de- la lmina cilndrica harn de viga -segn se ver ms adelante-, del mismo
modo las mnsulas han adoptado modernamente, con el hormign armado, las fo rmas
curvas del cilindro, el conoide o el mismo hiperboloide (fig. Xl l. 22), para formar
grandes marquesinas de muy variadas y elegantes fo rmas.
En fin. el acero es, como siempre, el material insustituible pan los mximos vue-
los. como lo es para las mximas Juces, y mil iza, para ello, las triangulaciones de que
ha de tratarse en el prximo captulo.
133
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
134
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la pln(ll
Antes de pasar a l, conviene todav(a decir algo de o rro elemento que trabaja tam-
bin en fle:cin, pero ya en dos d irecciones.
La plnca es un elemento en el que lo tensional toma importancia ms fundamental;
por lo que. en ello. habr que extenderse relativamente ms que en oc ros elementos.
En primer lugar, cuando en la viga de seccin rectangular el ancho es varias veces
superior al canto y se hace comparable con la luz, en el lenguaje tcnico no se habla ya
de una viga. sino de una losa. Este elemento constituye la forma ms elemental de cubrir
una superficie entre dos muros o ICneas de apoyo paralelos; pero ha tenido poco desa-
rrollo has[3 que el hormign arm ado ha permitido construirla monol(ticamente.
Si acta sobre la losa una carga co ncentrada o simplem ente una carga desigual-
mente repanida de una banda a otra (fig. IX. 1oa), la deformacin longirudinal de la
banda m s cargada tienen que ir acom paada. no slo de flexiones longitudinales
decrecientes en las bandas contiguas. sino que. simultneamente}' por exigencias de
la continuidad geom[rica. ha de producirse una flexin transversaL Es[a presenta
igual signo que la longitudinal junto a la zona cargada y signo contrario a los lados
de ella, pan enlazar con la zona no interesada por el fenm eno de carga local.
Asr, pues, siendo la losa de hormign armado. se requiere (fig. IX. IOb), adems
de la armadura longitudinal o principal. otra u ansversaJ o inferior e. inclusive, se
requerira completar sta con otra superior para los momentos negavos; pero. como
stos son menores que los positivos bajo la carga. se prescinde corrientemente de esta
lt ima por la pequeez de las uacciones que habran de resistir.
Las instrucciones para el clculo de elementos de hormign armado dan reglas y
f rmulas. tanto para la fijac.in de la armadura transversal -llamada tambin de repar-
ticin- cuanto para determinar el ancho de la viga equivaJente que ha de considerar-
se en el clculo. cuando se trata de una carga concentrada; pues se comprende que
135
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
lXlO. Placas..
este ancho depende de la forma y dimensiones del elemento. Pero. aquf solamente
interesan los ripos de fenmeno y rus caracteres cualitativos.
Pues bien: si la los:a, en lugar de apoyar sobre dos lados opuestos solamente, apoya
sobre sus cuatro lados -como en el caso de cubrir un recinto sensiblemente cuadn-
do rodeado de ruarro muros (fig. IX. lOe)-, todos cotos fenmenos pas:an a alcanzar
valores esenciales en eJ fenmeno resisu~nte y crean un nue'\o elemento estrucrural.
que es la placa apoyada en ti con romo. Es12 placa esto caracterizada por trabajar en
flexin, necesaria y fundamcntlmente. en dos direcciones onogonales. En ella. no
es posible el rrabajo de flexin en una direccin sin que se produzca wnbin en la
onogonal, rualquiera que sea el tipo o repano de cargas que acten sobre ella.
El conromo de la placa puede ser recungular, poligonal, circular, elrptico, ere. De
su forma y proporciones y del tipo de arga dtl<'ndm el que 1.. Oexiones, en una u
otra direccin. sean mayores o menores. En ca<b punto aparecern dos direcciones
principales de flexin y dos magnitudes de estos momentos Oectores que determi-
nan. en untn de los esfuerzos con2me:s~ eJ estado teruional fundamental.
1)6
Captulo IX. LA viga dr nlmn 1/mn y la pln(ll
137
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
138
X
Triangulaciones y mallas
Desde que la mecnica racional, a panir del siglo XVIII. encontr con sus aplicacio-
nes vecto riales, campo abonado para desarrollarse en la tcnica de la construccin,
las estructuras trianguladas fueron dejando entrever mayores posibilidades, aun con
la misma madera que siempre acusa el defecto de sus ensambles en traccin. La
cubierta del Picadero de San Petersburgo (fig. X. 1). con sus 48 metros de luz. es una
buena prueba de ello.
Ycuando el acero laminado acapar eJ dominio de las estructuras, el desarrollo de
la triangulacin fue tan rpido, exuberante y atrevido como demuestran, entre tan-
cos otros, la corre Eiffel y el puente de Finh of Forth (fig. XIV. 3).
Por eso, la triangulacin puede mirarse como un elemento estructural ms; tanto
ms interesante cuando que se aplica. por igual. a la formacin de casi todos los otros,
sean soportes, vigas, arcos o prticos; e, incluso. se atreve a susfimir, con su red, las
superficies continuas de las estructuras laminares.
La canguJacin es una disposicin especialmence apta para elementos que han de
crabajar en flexin. Aun los que lo hacen fundamental o exclusivamente en compre-
sin, como los soportes, lo q ue buscan en la cangulacin es el arriostramiento que evite
la flexin parcial o total de sus elementos longitudinales y del conjunto de la pie'La.
Asl. pues, Jo que se comente, sobre el empleo de la triangulacin en las vigas. ha
de permitir, por s solo, enjuiciar los problemas y caractersticas de su utilizacin en
otros elememos, prticos, arcos. etc~
la viga triangulada no permite esbelteces tan grandes como las de alma llena, por
lo que luego se ver; pero sf permite disminuciones de peso y. por tanto, aumentos
X l. ~cto de picadero,
en MoscO. lnsen&eto A. de
8f(ancourl.
139
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
de luz enormes; existiendo hoy vigas de puente metlicas de esce tipo de 457 metros de
luz (fig. X. 2), mientras que la mayor de alma llena sigue por bajo de los ;)00 metros, y
esto con desventaja econmica porsu pane.
La viga de celosfa conserva las cabezas de la viga maciza; pero el alma se descom-
pone en dos familias de elementos) unos en compresin y otros en traccin, que
absorben los fenmenos de esfuerLo COf[ance del alma.
En la viga de alma llena de gran canto es frecuente que el material no pueda apro-
vecharse bien porque el pequeo espesor del alma f.!cilita el pandeo. En la viga trian-
gulada. este pe-ligro se aleja porque la concentracin de esfuer1..os, sobre elementos
independientes, permice dar a stos mayor rigidez.)' disminuir el peso del conjumo.
al mismo tiempo que facilitar la construccin.
Los primeros intentos y xitos de la triangulacin se hicieron, naturalmente-. con la
madera, no para vigas propiamente dichas, sino para cerchas de cubierras a dos aguas,
donde la diferencia de nivel, entre cumbrera y arranques. facilita su desenvolvimiento.
Los dos pares o alf.!rdas (fig. X. 3) requieren acodalarse sobre las tardas de un tiran-
te o almarbate para no abrirse rumbando los muros o deslizando sobre ellos; as( se
form el primer cringulo (a). El tirance result demasiado flexible, aun para su pro-
pio peso, y pidi un pendoln para colgarlo por el centro (b). Y, por fin. los dos pares
se apumalaron con xito, sobre el pendoln, paniendo en dos la luz libre de aqullos
(e). De aqur a la viga Polonceau va slo un paso: el de abrir el pendoln en dos (d).
Pero, en la viga propiamente dicha, el primer paso, que dio el acero. para aligerar
su alma. no fue tan simple. o) mejor dicho, no recorri un camino de complicacin
sucesiva; sino que, con criterio ms intuicivo )' menos mecnico. empez por susti-
tuir la concinuidad del alma por una celosa mltiple muy cerrada (fig. X. 4). Pron-
to se comprendi que los problemas de rigidizacin continuaban los mismos) apar-
te del hiperestatismo, del que luego se tratar. Y se lleg a la conclusin de que es
preferible agrupar los esfuertos en el mnimo de piezas para poder darles mayor rigi-
dez sin aumentar e-l peso tocal.
140
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
Algunos tipos de vigas pre[end(an arrancar con varias diagonales desde los apo-
yos; pero. esto, llevado al extremo (fig. X. 4b), presenca dos inconvenientes ale<:cio-
nadores. Uno es que cada par de diagonales slo trabaja para la carga que acta sobre
el montante que apoya en el extremo comn de aqullas. Con ello se pretende repar-
tir las cargas entre las diferentes diagonales para que, por as{ decir, cada cual sopof[e
la suya; pero. de ese modo, se desaprovecha la resistencia de cada una de ellas cuan-
do las sobrecargas ocupan otras posiciones.
Esto va contra el principio econmico del mejor aprovechamiento de los e:lemen-
cos principales cuyo trabajo es preferible ucilizar e:n codo momenco, aun a [rueque de
[ener que reforLarlos; porque, en general, una nica pie.za, de determinada seccin,
es ms econmica que varias cuyos pesos o secciones sumen lo mismo que aqulla,
espec.ialme:nte si han de trabajar en compresin o flexin.
Por otra parte, al pasar la sobrecarga concentrada sobre un montante, solamente
hace trabajar un par de diagonales, que se deforman y producen un descenso de la
carga sin que el resto de la estrucmra les acompae en el movimiento.
Por ltimo. los ngulos resultantes de cada tringulo de trabajo son muy agudos
u obmsos, y eso da lugar a que la desigualdad de deformaciones, entre las barras de
un [ringulo, produzan variaciones angulares fuenes que se traducen en esfuerzos
secundarios perjudiciales.
Por todo ello, las triangulaciones tendieron a fo rmarse por una sucesin de trin-
gulos, de lados no muy diferentes en longicud, con ngulos comprendidos entre los
4) y los 60 y con pocas barras, relativamente robuscas.
La viga Warren (fig. X. 4c) es la ms representativa de esta cendencia. En ella se ve
cmo la armadura obliga a deformar y esquematizar la red de isostcas que apare-
da en la viga maciza; pero, en realidad, no demasiado. Por su parte, la esttica grfi-
ca acusa bien claramente el esquema de esfue-rzos que resulta.
Hoy, aparte de la viga en K (fig. X. 4h). puede decirse que slo se utiliza la trian-
gulacin simple, formando una serie de tringulos, cada uno de ellos adyacentes sola-
mente al anterior y al posterior.
14 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
f1/1tNSl ~
~~
~
En general, interesa mantener, denrro de lmites aceptables, la esbeltez. de todas
las piezas; pero ms especialmente las que han de sufrir esfuerz.os axiles de compre-
sin. que estn, por tanto, expuestas a pandear. Por eso, puede ser preferible la viga
Pratt (fig. X. 4d) que, a plena carga, rrabaja con los montames verticales, ms conos,
en compresin, y las diagonales, ms largas, en rraccin; m ientras que, en la Howe
e), ocurre lo contrario. C laro est que, para sobrecargas parciales no ocupando ms
que un crozo de la luz, los esfuerzos pueden invenirse y perderse buena pane de esa
vemaja. Para evirarlo, se pens en duplicar las diagonales (fig. X. 4f) con objeto de
que siempre hubiese una. en cada rec.uadro, d ispuesta a trabajar en traccin, y por
consiguience, n inguna de e llas necesitase ser resis tente a compresin. Pero, la venta-
ja queda compensada con creces por el exceso en el nmero de barras; y adems, el
hiperestatismo de la estructura hace que las barras, que habran de trabajar en com-
presin, aunque innecesarias para el equilibrio isos[tico. sufran realmente ese cipo
de esfuerzo que la deformacin les impone, y tiendan a pandear. perjudicando, con
ello, los enlaces y el mismo erabajo de las otra.s pie1.as.
En todo caso, el peligro de pandeo de los montantes, o de la cabeza comprimida.
y las mismas flexiones de sta por su propio peso, dan lugar. en triangulaciones gran-
des, a secciones demasiado fuertes, y se hace necesario buscar arriostramientos inter-
medios para sus barras. De esa necesidad , y de la de evicar que la sobrecarga acte
142
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
sobre las piezas de la.s cabezas entre nudos. provocando su flexin. nacen los e:lemen-
cos y triangulaciones secundarias dencro de la triangulacin principal, tales como los
que aparecen en la figura X. 4g.
Por otra parte. este gnero de vigas importantes necesita arriostramientos norma-
les a su plano para evitar el pandeo lateral. especialmente de la cabeza comprimida.
y ello aumenta los problemas de enlace.
Todas estas estructuras trianguladas, que primero se construyeron aniculadas.
pasaron pronto a hacerse de nudos rfgidos. con roblonado ms fcil y econmico que
las articulaciones; y han acabado de rigidizarse, an ms, con la soldadura. Esto hace
que una estructura isos[tica aniculada pase a ser hiperesttica al suprimrsele sus ani-
culaciones. Las deformaciones longitud inales de las barras. diferentes de una a otra
dentro de cada tringulo. no son ya posibles sin unas flexiones. en eJias. que intere-
sa reducir al mnimo posible. Para ello. es conveniente que los tringulos no sean
demasiado escalenos. como se ha dicho. En este sentido. la triangulacin \X'arren es
mejor que la Pract, si bien la conveniencia de reducir la.s longirudes de pandeo. en
diagonales, in clina muchas veces la balanza hacia este ltimo tipo de triangulacin.
El que hoy se desechen triangulaciones mltiples tiene, aparte de otras justifica-
ciones. la de que los errores o forzaduras. que impone el roblonado y aun la soldadu-
ra. hacen que, en la estructura hiperesttica que es siempre una celosa mltiple, las
tensiones secundarias y parsitas anormales puedan ser demasiado fuertes; pues~ son
nuevas barras que se introducen en una estructura, ya completa y rgida de por sl.
Los problemas. que resultan en los nudos y cruces de una barras con otras, dan
lugar frecuentemente a bastantes quebraderos de cabeza durante el proyecto. espe-
cialmente en estructuras roblonadas; por lo que. muchas veces, se prefiere reducir al
m(nimo estos elementos, aun a trueque de aumentar el peso coral de la estructura.
En vigas de gran luz., como pueden ser las de los puentes. la aparicin de montan-
ces supletorios u otras piezas viene impuesta po r la distancia conveniente ene re las
viguetas transversales del tablero que han de recoger y transmitir las cargas a la viga;
o de los elementos de arriostramiento que sea necesario establecer normalmeme al
plano de la viga para evitar su pandeo o vuelco general En escos casos. la triangulacin
en K (fig. X. 4h) puede ser muy vemajosa, porque sigue siendo una triangulacin sim-
ple -es decir. isosttica. si los nudos fuesen articulados-, en la que, sin variar la in cli-
nacin de las diagonales, la separacin, entre montantes o entre nudos sobre las cabe-
zas, se reduce a la mitad respecto a la Warren o a la Pratt. Al mismo t iempo. se
disminuye mucho la longitud libre de los montames y de las diagonales. Como con-
secuencia de ello. y de dar a esas piezas la seccin apropiada para igualar sus peligros
de pandeo en ambas direcciones -en el plano de la viga)' normalmente a l-. se pue-
den lograr buenas economas con el empleo de la triangulacin en K cuando se trata
de grandes luces y alturas de viga.
Estas vigas trianguladas se prestan muy bien a hacerlas de altura variable siguien-
do. ms o menos, las exigencias de las flexiones. As(, con carga uniformemente repar-
tida, que da lugar a una ley parablica de momencos Aec.tores. se puede hacer variar
el camo segn esa misma ley (fig. X. 4i); pero, a poco esbelta que sea la viga. la parbo-
la da ngulos demasiado agudos en los tringulos extremos, con esfue.rzos secundarlos
14~
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
demasiado grandes; y, por eso, se emplea frecuentemente la, mal iJam ada, viga semi-
parablica, tal como la representada en la figura X. 4j.
Con directriz parablica. el conjunto presenta un aspecto parecido al de un arco ati-
rantado; s in embargo. su fenmeno resistente es totalmente diferente. la triangulacin
liga todas las barras obligndolas a trabajar como una estructura completa, en s( misma,
aun cuando todos los nudos fuesen aniculados; y las barras no han de trabajar ms que
en compresin o traccin axil, sin las flexiones que son obligadas en el arco para sopor-
tar las desigualdades de sobrecarga. En e.~tas vigas, interesa mucho menos que en el arco,
el que la cabe1.a siga una parbola u otra curva parecida como, por ejemplo, un arco de
d rculo. Cul sea la curva y a qu cabeza se aplique suele, pues, depender de razones
funcionales o de ocro orden no puramente resistente.
En los e lementos triangulados, el e nlace tiene importancia fundamental. Las
barras, coincidentes en un nudo, le trans miten sus esfuerws axiles, equilibrndose o
comrarrestndose unos con ocros. Ello provoca, necesariamente, cambios b ruscos de
di reccin en las tensiones p rincipales, con concentraciones importantes y con desa-
provechamiento de secciones resistentes. Este desaprovechamiento es bien aparente
en las co.sruras por roblonado; pero. aun con la soldadura, se produce tambin, pues
las tensiones han de transmitirse por Jos estrechos cordones de soldadura estableci-
dos sobre los bordes de los perfiles laminados cuya seccin se mantiene constante; y
corriencemente estos perfiles, que han de soldarse, no pueden ir en el mis mo plano,
ni coincidir en toda su secc.in.
Basta observar la red de isosctlcas en los enlaces de la triangulacin experimencal
de la figura X. 5, construida y estudiada en el Laboratorio del Politcnico de Zurich,
para comprender cunto talra todav(a para poder llegar, en la prctica, a una solucin
parecida. Se comprende que, con las exigencias y Jimi raciones de los perfiles actuales,
144
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
de una parte, )'de la soldadura por cordones exte.riores. de otra. las soluciones no pue-
den ser las ptimas; y los que estn ms en el detalle y en el estudio de la cuestin saben,
mejor que nadie, la distancia que les separa todava de esa soluc.in ptima. con ser
mucho lo que ya se ha adelancado por ese camino.
Nada se ha dicho de las posibilidades del hormign armado o prerensado en estos
tipos de vigas trianguladas, porque el hormign armado es poco apeo para este t ipo
estructural que, con estos materiaJes. exige mucho encofrado. presenta dificultades
en los nudos para el paso de las armaduras, tiene un hormigonado coscoso y. sobre
todo. produce. normalmente. fuertes esfuerzos secundarios~ apane de ello. su peso es
siempre mayor que el del acero. Sin embargo, hay vigas, como las del puente de laf.t-
yette, con 70 me<ros (fig. X. 6) de luz, que han resuelto lo mejor posible este proble-
ma de los esfuea.os secundarios, gracias a hacer piezas anchas. normalmente a1 plano
de triangulacin y estrechas en ese plano, )'evitando. adems, su pandeo mediame la
doble triangulacin, que acotta la longitud libre de las diagonales.
las ideas de Dischinger. consistentes en postesar las armaduras en algunos ele-
mentos ~omo, por ejemplo, las diagonales, para corregir su longitud y disminuir los
secundarios--, resuhan difciles y costosas de ejecucin.
Pero. con eJio )'con todo. su empleo puede interesar y se va d ifundiendo, en vigas
)' cerchas, cuando se [rata de muchos elementos iguales y de dimensiones no demasia-
do grandes, de modo que el problema permita su F.!bricacin, en serie, tumbadas en el
suelo para levantarlas despus y elevarlas hasta su posicin definitiva (fig. J<- 7). En estas
vigas es necesario estudjar los secundarios y reducirlos todo Jo posible, disminuyendo
los espesores en el plano de la triangulacin. e indusive suprimiendo el hormign en
algunas piezas en traccin, para dejar slo las armaduras. De este modo, quedando las
armaduras vistas. es fcil inmxJucir acorramiencos determinados, en ellas, mediante
14)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
tensores; y lograr comrarrestar, as( las deformaciones que han de producirse., despus, en
el trabajo no rmal de la estructura. El corte y la soldadura de estas barras, despus de
endurecido el ho rmign del resto de la estructura para honnigonar luego esas arma-
duras, cuando ya se les ha obligado a tomar e.l acortamiento necesario, puede ser una
solucin satisfactoria.
En fin, en este tipo de cerchas, en las que interesa reducir los pesos y los espesores,
podra encontrar una aplicacin el hormign pretensado, en ruanto la nonnalfzacin de
las luces permitiese su fabricacin en gran serie. Su menor propensin al agetamiento,
durante el transporte y montaje, propo rcionarla una ventaja no despreciable.
Todava demro del conjunto de las vigas trianguladas podra considerarse, con carc-
ter especifico, la viga tipo Nie.lsen, formada (fig. X. Sa) por una cabeza superior curva,
una inferior recta y unas diagonales, sin hormigonar, capaces de crabajar solamente en
146
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
traccin, con lo que su seccin puede disminuirse al lmite por no existir peligro de pan-
deo. Para que e.'ita viga triangulada pueda trabajar. como tal, requiere, naturalmente,
que las compresiones, que pudieran resultar en la diagonales, por efecto de las desigual-
dades de sobrecarga. sean siempre inferiores a las que produzca el peso muerto.
Parecidas ventajas pueden obtenerse curvando la cabe1..a inferior para que el tiran-
ce poligonal, que resulta (fig. X. 8b), d componentes de cracc.in sobre las d iagona-
les. De este modo, aun actuando la pane principal de la sobrecarga viva sobre la cabe-
za superior, puede lograrse que no aparezcan compresiones en las diagonaJes, o que
stas se limiten a las diagonales extremas cortas, siempre que las posibles variaciones
de la sobrecarga, a lo largo de la viga. sean pequeas, y que las alineaciones de ambas
cabezas hayan sido bien escud iadas.
En es[as vigas, lgicamente. son de hormign armado las piezas destinadas a tra-
bajar en compresin; y de acero, los tirantes o las barras que lo hacen en traccin.
Este tipo de estructuras mixtas presenta indudables ventajas de ligereza y economa.
La viga de alma llena se ha compuesto cambin, en algunos casos, por una viga de
cabeza inferior y alma metlicas a la que se sobrepone una cabeza de hormign. El
enlace se asegura (fig. X. 9) mediante talones metlicos o redondos soldados al alma
y andados a la cabeza. Este sistema presenta el inconveniente de las desiguales defor-
maciones entre un material y otro, por la re[raccin y la deformacin lenta del hor-
mign bajo carga permanence; y, en fin, por las desiguales temperacuras que pueden
comar los dos materiales bajo las variaciones d iurnas, al tener d istim a masa trmica
y d iferentes coeficientes de transmisin del calor y de absorcin por rad iacin solar.
las partes de ho rmign y las del acero no hormigonado.
En las vigas trianguladas este inconveniente se reduce mucho. porque las barras pue-
den ser suficientemente flexibles para que enos fenmenos slo produzcan esfuerzos
147
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
148
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
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porque, a plena carga, la estructura puede trabajar, asl, como un arco atirantado, y las fle-
xiones locales de los monrantes slo aparecen entonces para compensar desigualdades de
la sobrecarga.
Estas vigas. que ruvieron una rpida floracin en Blgica, sufrieron, sin embargo,
el accideme deJ puente de Hasel. Encre los comentarios autorizados a propsito de
las causas del acddeme, se habl mucho de su excesiva rigidez. Concepto que con-
viene aclarar; pues, en realidad, no parece trarnrse en este caso de un exceso de rigi-
dez del conjunto de la estrucrura, sino de los nudos o elementos dentro de cada clu-
la trapecial. Las contracciones de soldadura pueden, en ellas, prod ucir tensiones
importantes. Pero, aparte de ello, son los grandes mo mentos flecto res, que han de
transmitirse por los nudos, los que resultan ms peligroso, por las brusquedades que
introducen en el camino de las tensiones y por la bi o critracciones que pueden apa-
recer en los ngulos entrantes.
Cuando este tipo estructural se hace de hormign (ftg. V. 2), se produce igualmen-
ce la debilidad consiguieme a los ngulos entrames en traccin con sus peligros de fiSu-
racin; y. si para evitarlo, se redondean estos ngulos, resulta la viga demasiado rgida,
costosa de encofrado y complicada de armadura.
Por eso, la viga Vierendeel es menos utili7.ada que la triangulada; pero es utillsima
en ciertos casos de edificacin en los que los huecos de puenas, ventanas, etc.., proscri-
ben el empleo de diagonales.
Aunque sean bien discutibles, suelen alegarse razones estticas en favor de este tipo
de viga; porque hay que reconocer que a la viga triangulada y, en general, a cualquier
otro elemento triangulado no ha sabido drsele, hasta ahora, la expresin y el valor est-
tico q ue a otros elementos. Siempre aparece como algo esqueltico y tendinoso, en lo
149
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
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150
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
los cables se pierde en soportar esas cargas que unos cables ejercen sobre otros. Por
otra parte, hay que contar con unas determinadas sobretensiones para compensar los
posibles aflojamiencos por dilataciones t rmicas.
Pero. a pesar de ello, la estructura puede resultar econmica, gracias al mejor aprove-
chamiento del material que ofrecen las tracciones sobre las compresiones y las flexiones.
Se nata, pues, de una estrucmra esencialmente pretensada. Sin los esfue.rzos que
previamente le impone este prerensado por el borde, el equilibrio o la fijeza del con-
j unto no sera posible.
Es curioso observar que, en realidad, es una estructura incompleta. cuya figura de
equilibrio, en consecuencia, vara con el sistema de cargas que en cada momenco haya
de sopon ar. Pero si, como se ha dicho. las que crea el p retensado son suficientemen-
te grandes, se puede lograr que, prcticamente-, las obras no alteren apenas la fo rma
que previam ente se le ha dado; del mismo modo que el funicular de un cable varia
poco al variar el sistema de pesos que cuelga de l, si previamente se le ha cargado con
otros mucho mayores.
No es ste lugar para encerar en el intrincado y poco estudiado problema de cul
es la forma ptima de la malla, sobre un contorno determinado. Basta decir que inte-
resa. entre otras cosas, mantener lo ms uniforme posible la tensin a lo largo de cada
cable; uniformar igualmente las d istancias entre cables para facilitar la sujecin del
material de cobertura; reducir al mfnimo e-l rea de la superficie, y lograr buenas cu r-
vaturas -cuanto mayores, mejor- para alcanzar la m:'<ima rigidez. Con esto slo, se
comprende que el p roblema no es fc.il; pe ro, sin necesidad de llegar a la solucin
ptima. se han realizado ya cubiertas de mxima importancia e inters (fig. X. 12).
El borde que ha de soportar las tensiones de los cables puede, a su vez. estar en
traccin o en compresin. En cualquiera de los dos casos. interesa que se amolde todo
lo posible el funicular de cargas para evitar solicitaciones de flexin.
Parece que sustituyendo la malla por una retlcula triangulada se podr!a aprovechar
la ventaja de su mayor rigidez; pues, de esta forma, la estructura incomplem y. por tanto,
fcil menee deformable. se conviene en otra, no slo complefa, sino hiperesttica. Pero
15 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
152
Cttptulo X TrianguiAcion~ y mallas
reduce a unas tablas o cartones sobre la cela metlica para evitar el paso del monero
a travs de sta durante su proyeccin y que se pueden ir corriendo y reutilizando a
medida que avanza la zona de proyeccin.
Un grave peligro. que ha de evitarse en este proceso, es e.l de agrietamiento de la
lmina por efecto de las sucesivas deformaciones que va tomando la malla a medida
que se va avanzando el hormigonado. El peso de las primeras zonas obliga a la malla
a buscar una cierra posicin de equilibrio; y al hormigonar las zonas siguiente, cam-
bia es[a fo rma y puede agrietar las O[ ras zonas, ya honnigonadas y endurecidas.
Un sis[ema de evitarlo es el cargar con pesos [Oda la malla e ir despus sustituyen-
do e.stos pesos por el de la propia lmina a medida que sta se va vertiendo. Ocro
puede ser el de sustituir esos pesos muenos por fuerz.as producidas por cirantes pro-
visionales que, andados a la solera de la sala, tiren de la malla produciendo en ella el
mismo efec.t o del peso de la lmina. lnduso pueden irse corrigiendo o anulando lo.s
corrimientos que tienda a [Ornar la malla, mediance los oponunos tensores de rosca
de que vengan provistos los tirantes.
Pero an puede darse un paso ms; el de tensar la malla sobre soportes o tirantes
provisionales para soltarlos despus de hormigonar la lmina hormigo nada sobre ella.
De este modo. al suprimir las reacciones externas provisionales, las tensiones de la
malla pasan a comprimir la lmina; y sta, as comprimida, queda libre de los peli-
gros de fisuracin pasando, de un simple e-lemento de relleno, a cumplir simu1tnea-
mente una funcin resistente.
Estudiar los esrados de tensin imermedios. las condiciones que el sistema impone
sobre la furma de la superficie, la distribucin, orientacin y densidad de malla que con-
venga adoptar en cada caso, para llevar las reacciones a los apoyos provisionales prime-
ro, y a los definitivos despus, siempre con el mnimo posible de material, analizar el
sistema vectorial de la maiJa inicial y su paso al tensorial deJa lmina continua defini-
tiva, y tantas otras cosas, son cuestiones cuyo solo enunciado basta para dar idea de la
complicacin de proyecto, de clculo y de cuidados de ejecucin que esto representa;
pero la Tcnica est hoy preparada y no debe asustarse frente al problema, dadas las
enormes posibilidades que se ofrecen por este camino. todava indito.
Formas tan novedo=, como la de la figura X. 14, que podrfa realizarse por este siste-
ma sosteniendo slo provisionalmente los vrtices superiores para tesar la malla entre ellos
y los inferiores definitivos, son solamente un deste.Jio inicial de la aurora que se anuncia.
15~
XI
La contencin
Con todos estos elementos. y otros en cuyo detalle no puede entrarse sin alargar
demasiado la exposicin y desviarla de las ideas fundamentales que interesa destacar,
ha de hacer el tcnico sus estructuras mediance una hbil combinacin y una acerta-
da eleccin de los materiales que han de formarlas.
Cada problema concreto es d iferente y. en pocos de ellos, el proyectista podr
dejarse guiar ciegamente por los tipos estrucmraJes esrnblecidos sin necesidad de poner
en juego sus imaginacin y, no menos su espritu crftlco. para enjuiciar la adaptacin
del tipo clsico a las condiciones paniculares del caso que ha de resolver.
En lo libros se encuemran desctos y comentad05 codos esos tipos estructurales d-
sicos y las reglas que han de seguirse para su clculo y perfilamiento. Por tanto, lo que
interesa, aqu, no es emrar en el razonado y montono catlogo de esos tipos. ni en la
historia de las causas de su nacimiemo y de las influencias que han terminado por dar-
les sus caractersticas ac-tuales; sino que ha de limitarse la exposicin a resaltar las ideas
bsicas, funcionales, tensionales y constructivas, que juegan en ellos, para que su medi-
tacin pueda servir de guia cuando llegue el momento de trazar una estructura nueva
y de moldear, sobre e.lla, la mejor aptitud para la misin que ha de cumplir.
Es raro. bien que no imposible. que una esuuctura no haya de servir, o para con-
tener unos empujes de tierras, ridos, aguas, etc., o para cubrir y cerrar un espacio, o
para establecer un piso de edificacin o de puente; aparte, claro est, de las estructu-
ras auxiliares encargadas solameme de soportar otros elementos. Y cualquiera de esos
tres grupos puede servir de f rtil campo de ideas y comentarios.
El muro dt' c.ontencin es un elememo que se presta bien a analizar cmo un mismo
problema puede resolverse con varios tipos de estruccura totalmente diferentes; si
bien, en general, las propiedades y condiciones, propias de cada material y de cada
elemento estruccural. conducen a soluciones e.spec!ficas que, con pequeas variames,
responden al perfecm acoplamiento de las caracterfsticas del tipo con las necesidades
del problema.
El muro de fbrica, sea piedra, ladrillo u hormign. brinda no slo la solucin tra-
dicional de contener unas tie.rras sobre plano vertical, sino que sigue siendo la solucin
ptima en la mayor(a de los casos. Porque, en definitiva, de lo que se trata es de esta-
blecer una superficie continua sobre la que acta un empuje horizontal E (fig. XI. la)
que ha de transmitirse al cimiento. La reaccin horizontal H. de sce, establece, con el
empuje E, un par que slo puede resistirse mediante una de estas tres cosas: un peso P
que., con la correspondiente reaccin vertical del terreno, proporciona un par esc:abili-
zante alrededor del posible eje de vuelco; otra fuerLa horizontal H' ms alta que el
cimiento (b); un empotramiento M en la base (e). Y stas son, esencia1mente, las tres
nicas soluciones que se han desarro iJado.
155
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
XI l. MUFO$ de contencin.
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Pan 12 prime111, se observa que los elemenros estabiliunres son el peso dd muro
y el brazo entre la vertical de este peso (baricnuro del macizo) y el eje de vuelco. Inte-
resa. pues, siempre que se pueda aumenrr el bnw para poder reducir el peso y el
volwnen del mocizo; y la forma apropi:ad.l de rcaliurlo, con materiales frangibles (no
resistentes a uacci6n), a dar t-alud al muro o proveerl~ de comrafuenes e:ueriores
siempre que el cimiento lo permita (fig. XI. Id). El muro de contrafuenes no es ms
que un muro ms ancho, en el que se ha suprimido, en pane.la zona de macizo pr.
xima al eje de vuelco. cuyo poder estabiliunre quedorla mal apro,echado por falra
de bl1ll0.
156
Giplmlo XI. LP rontmcin
Por el camino de los aligeramientos, slo pueden hacerse dos cosas ms: o alige-
rar el contrafuerte, convirtindolo en un a rbotame, o separar los contrafuertes; y,
entonces. abovedar el muro (fig. XI. Je), entre eJios, para suprimir la flexin, e, inclu-
sive, establecer cpulas bicncavas como en la presa de Coolidge (fig. XI. 2). Se llega
as( a la gran presa de comrafuerces y bvedas mltiples, donde estos principios se han
llevado al m.."<imo aprovechamiento.
El establecimiento de arbo[Clntes, al concentrar su empuje sobre el muro, se pre-
senta como solucin indicada, solamente si los empujes activos son tambin concen-
trados; cal sucede cuando se trata de soportar bvedas por arista.
Por otra parte,la posicin del eje de vuelco depende mucho de la resistencia y rigi-
dez del terreno de cimentacin. Al iniciarse el giro, toda la carga tiende a concentrar-
se sobre la arista; y. si el terreno es blando. cede plsticamente al llegar a una cierta
carga. haciendo retroceder el eje de vuelco (fig. XI. la). Por consiguiente, la zapata,
con berma hacia el exterior, se impone, no slo por el efecto d irecto de reparcir las
cargas sobre el terreno, sino. tambin) por el indirecto de avanzar el posible eje de
giro. aumentando. con ello, el brazo estabilizame, y permitiendo aligerar el muro.
Apane de todo esto, no puede olvidarse que no es solamente el conjunco del muro
el que debe ser es rabie, sino cada una de sus partes; y ello define los espesores y pesos
en todo lo alto del muro.
Los empujes y la funcin de contencin son diferentes~ y ello puede aJ[erar to[al-
mente el t ipo de solucin. As. por ejemplo, para un dique rompeolas, que, en c.ier-
co modo, es cambin una forma de contencin, puede utilizarse el muro macizo de
grandes bloques. Pe ro en general, es ms econmica la solucin de escollera (fig.
XI. 1f); porque, en este caso. no importa que el agua se fi ltre a travs de l; no se
requiere ni conviene es[ablecer un desnivel, como en el caso de la presa. Lo nico que
se requjere es que el peso de cada bloque sea capaz de mancener su inmovilidad bajo
157
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
el empuje de la ola. en cada alrura. y que los huecos entre bloque y bloque sirvan para
absorber y amortiguar la energla de aqulla.
Porque la mejor solucin de un problema puede consistir en suprimirlo. Un talud
estable del terreno evita totalmente los empujes y la necesidad de su contencin, si el
ancho que ese talud ocupa es aceptable. Y del mismo modo. si, en el dique. lo nico
que se trata es de amortiguar la energa de las olas evitando el resistirlas y detenerlas de
golpe. no hay por qu complicar eJ problema y encarecer la solucin con nuevas impo-
siciones. El portero de un equipo de fcbol hace frente a la pelota solamente cuando va
digida a la meca; pero. en caso contrario, la deja pasar. Y las mismas olas, que atacan
con furia los acamilados y acaban por vencerlos, mueren suavemente ame las menudas
arenas de una playa tendida.
Si, en definitiva, lo que se erata d e reducir es el par voleador, esw puede alcan7.ar-
se no slo disminuyendo el empuje, sino tambin disminuyendo su brazo; y esto lti-
mo puede lograrse indinando el paramento para indinar igualmente el empuje.
Cuando ste alcance la base del contrafuerte. el par habr desaparecido. Tal sucede-
ra (fig. XL lg) en una presa, cuyo paramento de aguas arriba se indinase suficiente-
mente; la necesidad del peso estabilizame desaparece entonces to[almente. Ahora
bien. como siempre existe un peso. necesario para construir la pantalla y el contra-
fuerte, es preferible aprovechar el par estabilizance. que producen estos pesos, y redu-
cir el calud al justamente necesario para asegurar la estabilidad. As/ queda impuesto
el talud de las grandes presas de contrafuertes. El cipo no es, pues. un casual descu-
brimiento del genio intuitivo; es la consecuencia lgica a la que se llega, infaliblemen-
te, por el simple estudio esttico y econmico del problema.
En codo valle ancho. la presa maciza de gravedad o la de contrafuertes, con perfil
triangular, es la solucin lgica y casi ineludible. Razones econmkas. constructivas u
otras, producidas por las caraccer(sticas de la cimencacin, decidirn despus entre una
y otra; porque si la de contrafuertes reduce el volumen, no cabe duda que, en ella. el
prec.io del metro cbico de material es mayor; y las tensiones en el contrafuene y en el
terreno. bajo l, pueden llegar a ser can altas que el aligeramiento sea prcticamente
im procedente y. en fin, si an el perfil continuo requiere un ancho excesivo en la base,
para evitar cargas que el terreno serta incapaz de resistir. la presa de tierra (fig. XL 1h)
se impone; porque, slo con un materiaJ tan barato como ella, se pueden construir eco-
nmicarneme esoo volmenes; y. porque. para lograr la impermeabilidad. basca una del-
gada pantalla cuya estabilidad queda asegurada por el macizo de tierras.
Con materiales traccio-resistentes, son ya posible otros tipos estructurales. Con
ellos. cabe establecer una mnsula -mientras la altura no sea demasiado fuerte-,
empotrada en su base sobre una 1.apata (fig. XL 1i); y cabe. igualmente, que el con-
trafuerte. capaz de crabajar en traccin. vaya por el lado del relleno (fig. XL 1j).
La ventaja principaJ, de esta ltima disposicin, es la de permicir aprovechar, como
peso estabilizante, el de las propias tierras que cargan sobre la zapata o placa inferior
en la que se anda el contrafuerte. La verdadera zapata de c imentacin es la parte
delantera o herma exterior de sta; miemras la parte trasera es una placa, encargada
solameme de soporcar la accin vert ical del peso de las tierras y transmicrsela al con-
trafuerte para equilibrarle.
158
Giplmlo XI. LP rontmcin
contrafuerte
pantalla
verfic;f
159
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
Parece que, siendo principal y casi cxdusinmentc empujes hoz.ontales los que
plantean el problema de la estructura, es un tanto raro -y poro lgiro- empearse
en equilibrarlos por pares de futnas verticales y por una reaccin horizontal en la
base. Esto slo ser aconsejable con materillles de gran peso espedfiro y bajo rosre.
Para equilibrar la es~rucrura median ce otro par de fuerzas horiz.ontales, se reqwe-
re poder esctblrcer un cieno desnivel o braz.o vertical entre ellas; es lo que se hace en
la solucin (fig. XI. le). La dificultad estriba nicamente en la forma de poder tr.lJl.S-
mitir esta reaccin. en eg direccin, al propio terreno. La cosa es fcil, y se utiliza
siempre que "' trata de dos muros paralelos prximos, romo sucede con los muros
de un srano (fig. XI. !k), sobre todo si funcionalmente se reqwere un piso o elemen-
to horlzomal. En caso contrario, puede establecerse un peso mut'no de anclaje, fut"ra
del prisma de rotura de las tierras (fig. XI. lb), o hincar dos pilotes indinados que,
por composicin de sus ft':lccionrs axiles. permitan dar la resultante deseada. Una
pantalla de tablestacas hincadas en el temno, por ejemplo, se puede adaptar bien a
ese tipo de solucin.
Pero, las rres soluciones primeramente propuestas. con ser las que aparecen lgi-
camenre en un primer juego de fuerus, no son. ni con mucho, las nicas que pue-
den idearse. En cuanro enrr:an ocr:u convcnientia.s funcionales o, en cuanto las con-
diciones bsicas varan, el namcro de soluciones y variantes posibles se multiplica.
As, por ejemplo, si no .se mu::a solamente de establecer una pantalla venical contra eJ
agua, .sino que, al mtsmo riempo, hay que evitar el paso del agua por el propio terre-
no permeable de la cimentacin -como es el caso del muro de la figura XI. 4 que ha
de recintar una drsena sobre arena-. el proyecti.sra se encuemrn con la necesidad de
hincar una tablcsraca de impermeabilizacin; y puede utilizarla para completar y ase-
gurar la estabilidad del muro cuyos empujes van, a tta\'s de un arbotame y unos pilo-
tes indinados, a hundirse en el terreno. Para evitar los inconveniemes de la rigidez
longitudinal de la pamalla e impedir su fisuracin, se cortan, en planta, los contra-
fuene, dando lugar, asl, a una CSJl<'CC de junta de dilamcin. dentro de la cual las
presiones del agua comprimen la placa, disminuyendo las tracciones que la fle.xjn
produce en ella.
Y. en fin, si de lo que se U'3Q es de contener un terrapln, sin ninguna otra razn
funcional que exija el muro continuo de f.lbrica, lo primero que debe analizarse es lo
160
Giplmlo XI. LP rontmcin
que les falta a esas tierras para sostenerse; )' cracar de proporcionales solamence eso que
les f.Uta. Supngase, para simplificar las cosas, que se trata de un relleno con gravas o
arenas. Estos ridos tienen una buena resistencia a compresin y ninguna a traccin;
tienen un alto coeficiente de rozamiento interno y, en cambio, carecen totalmente de
cohesin. La inyeccin de un conglomernnce resuelve tericamente el caso; pero, en
general, no es econmico con los medios y materiales de inyeccin de que hoy dispo-
ne la tcnica. El rido, gracias a su rozamiento, es capaz de mamener, por s solo. un
cieno talud; por encima de l, rompe porque el peso del prisma de rotura vence el roza-
miento sobre un cierto plano o superficie de deslizamiento (fig. XI. 11). Como en toda
rotura por deslizamiento, la fo rma de evitarla es escablecer un cosido de ese plano que
resista las tracciones de esfuerzo conante correspondientes. lgual que suceda con el
hormign armado, bastara disponer los oporcunos estribos o barras inclinadas con un
anclaje en el propio terreno fuera del prisma de rotura; anclaje que puede ser sustitui-
do por el simple rozamiento en sufic.ieme longitud, o por otro medio. Este sistema de
contencin ha sido mil izado, efecvamente, con xito y economa en muchos casos.
El terreno. como se d ijo en otro captulo, ha de considerarse como un material de
construccin; y cuando con l hay que habrselas, es lgico tra[<lr de mil izarle en pro-
vecho propio para darle la vuelta al problema y eliminarlo o reducirlo. Tal sucede dn-
dole el ralud que pide para quedarse estable; un simple revestimiento para evitar, en
caso necesario. la erosin externa atmosfrica~ la interna de las aguas que Jo a[ra-
viesen y busquen su salida por e.l calud-, resuelve entonces la cuestin con el mJni-
mo gasto.
Aunque slo sea accidentalmente, no puede silenc.iarse aqul otro tipo. totalmence
diferente, de aprovechamiento del terreno como elemenco resistente, y de contrarres-
to, ideado por Coyne en la genial presa de Grands-Oleurf.ts (fig. XI. 5). A embalse
~.r
-----
.._, cable de pretensado
j anclaje
XI..S. Presa de Crands-
Cheurfas. Ingeniero A..
Coyne.
161
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
lleno, la linea de presiones no slo se salla del tercio central, sino que cala fuera de la
base. Toda solucin, consistente en aumentar el perfil de la presa, resulcaba costosa y
poco sarisfacroria. En vi.sta de ello. Coyne introdujo unos cables venicaJes en el cuer-
po de la presa, los cuales, una vu anclados a suficiente profundidad en una potente
capa de margas compacms. fueron puestos en carga, med ianre la accin de gatos ins--
talados en la coronacin. La idea puede interesar econmicamente en muchos otros
casos de presas de gravedad de mediano olturn.
Volviendo a los casos corrientes de contencin de terrenos de poca cohesin, y a
la influencia de sus caractersticas propias en el tipo estructural resistente, no hay que
olvidar, en fin, en estos caros, que el mismo terreno es el que produce la accin y la
reaccin. La estructura no es ms que un elemento intermedio, dentro del proceso
general de transmisin y equilibrio de fuerzas y l"eaccin. Independientemente de ella,
el corre y el desni\'el, que se cstablc7.c:m en d terreno, pueden dar lugar a la rotura de
ste. por deslizamiento segn un drculo psimo exterior a la obra; y hundimientos,
como los del muro de pucno de Argel - que tanto impresionaron e intrigaron a los
ingenieros europeos de haa! algunos decenioo- (fig. XI. 6a), son ejemplo tlpico de
este peligro.
Aun puede suceder, rambin, que rellenos blandos. contenidos por el muro hori-
zonralmenre, deslicen verricalmeme para sifonar por debajo de l (6g. XI. 6b); la per-
feccin y firmeza de la obra slo sil\e, en este caso, para acusar el error bsico funcio-
nal de la solucin, cuya finalidad no era prteisamentela de que ella se esruviese quieta,
sino que lo esruviesen bs tierras. tn lugar de tener que reponerlas continuamente con
la misma peninn insinencia con que cienos deportis111.S se empelian en meter el baln
en un ceno sin fondo, del que, narur:almentt, vuelve a aer en seguida.
Por eso, las condiciones del muro \-ufan segn K trate de un rdleno o de un terre-
no narurol, =i !<mpre ms cohni>-o. En kte, es preferible establecer el muro direc-
cunenre contra <1 terreno, :asegurondo lo mejor posible la unin entre ambos elemen-
ms~ sin disturbar el ~uilibrio de u. En muchos de estos casos, el muro puede
reducirse grandemente, dndol< <1 opon uno perfil curvo que pide la est2bilidad del
162
Giplmlo XI. LP rontmcin
XI 7. Muro de contencin
de doble curvatt.ra.
163
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
Xl8. Corrimientos en la
laboratorio contra/ pata on~ presa de bveda de
dt~ matiNIIIM d4 con$truc:ei6n Canelles.
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V
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com'mientas 1n 11 ,.,s.
de bw>da do C111<1 tos
1
.....
...... ~
164
Giplmlo XI. LP contmcin
el fondo, para que eS[e fenmeno desaparezca; si bien, en muchos casos, los incon-
venientes prcticos de la junta desaconsejan su establecimiento.
Esta cuestin de las jum as de dilatacin es importante, y en muros ms que en
otros elememos, por la gran rigidez que aqullos presencan en general.
Los grandes planos continuos son siempre propicios a la fisuracin; y. si estn rgi-
damente unidos a mros elemencos indeformables, como los macizos de cimentacin
sometidos a condiciones ecolgicas diferentes, el peligro de fisuracin pasa a convertir-
se en una previsible .seguridad de que se produzca. Un muro de hormign cordo, a la
intemperie y monoltico con su cimentacin enterrada, acusa, al cabo de pocos meses,
gecas vercicales -bien apreciables cada cua[ro o seis mecros-, producidas por las desi-
gualdades de retraccin y de deformacin higroscpica. La sola diferencia de tempe-
ratura y de humedad. entre la pared vista y la que queda en comacro con el relleno,
es causa suficiente de agrietamiencos que perjudican y aheran su comportamiento
resiscente y afean su superficie.
Anlogamente, la deformacin e-lstica, por carga, produce grie[as de torsin en
las esquinas del recinto formado por el muro perimetral de cualquier depsito rec-
cangular.
Es necesario, por consiguieme, dejar juntas verticales que, por lo menos, supri-
man e.l efecto antiesttico y, por otra parte, aseguren al proyectista cul va a ser la
fo rma real de trabajo de cada elemento y cul su conto rno. Las juntas pueden hacer-
se machihembradas, de fo rma que permitan los movimientos de los elementos con-
tiguos en su plano y los impidan en direccin normal a ese plano; o bien, pueden
adopcarse orros tipos de junta. En l los concrafuerces son en forma de T. formando
la cabeza con los elementos de pantalla contiguos al nervio; y la pane central de sta
apoya a media madera, dejando las armaduras pas:am es. La escasa distancia, entre
Xl-9. Deformacin de la
pared de un depsito.
16)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
planta
junta y junta, hace que el movimiemo de cada una de stas sea muy pequeo y acep--
te bien esta d i.sposkin.
En los muros curvos, en bveda, el peligro es menor; pero an as, se presenta
especial menee entre los anillos inferiores y el c.imiento. En la pequea presa-bveda
de la figura XI. 1Ose requera, por su ubicacin y condiciones loca1es, reducir al mfni-
mo el volumen del muro. Para evitar el peligro de que ahora se traca, se proyect la
presa de arcos triarticulados con articulaciones plsticas; y. en la parte inferior. se dis-
puso una pancalla de poca altura, articulada arriba y abajo y suficientemence delga-
da para aceptar la torsin que le impone el movimiento de giro relativo entre su lfnea
de aniculacin superior y la inferior. Es un caso especial y extremo. pero, que demues-
tra bien la importancia que tiene el oportuno establec.imiento de juntas, tanto de
retraccin o dilatacin como las de giro producido, bien por estas causas, o bien por
las propias deformaciones elsticas bajo el efecto de las sobrecargas.
166
XII
La cubierta y el cerramiento
167
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
XU-1. SecCin de la
Catedral de Viena
.-
la totalidad de las cabezas a cada lado, se alterna sta entre cada dos nervios, y queda
la seccin en greca rectangular que ahorra material y permite un ms fcil desenco-
frado si se trata de hormign; y, por ltimo, la greca trapecial o sinusoidal que favo-
rece, an ms, el desencofrado. y d isminuye el desarrollo de la superficie total.
Es la solucin consagrada por Freyssinet en el hangar de dirigibles de Orly (fig.
XII. 3). con la que se satisfacan simultneamente todas las condiciones, funcional.
resistente, constructiva. econmica e incluso esttica, aunque. en este ltimo pumo,
el gusto de cada cual se permiciese sus crticas.
Que la direclriz sea una u otra) o que la seccin sea difereme. puede aponar venta-
jas, segn sea el caso; pero el tipo estruclural es fundamentalmente el mismo. La solu-
cin de bvedas bicncavas adyacentes (fig. VIII. 6) puede satisf.tcer ms a la vista del
espectador que interpreta la estructura como unas bvedas apoyando en arcos fo rme-
ros. Ese fenmeno resistente puede ser cierto construyendo los arcos metljcos o de hor-
mign armado, con momento de inercia suficiente para soportar todas las cargas y sus
desigualdades;)' montando sobre ellos las bovedillas transversales como elemento secun.
dario. Aun as, sabiendo que las lensione.s no pueden desligarse de las defom1ac.iones
que llevan consigo, se comprende que los arcos no pueden deformarse sin arrastrar las
bovedmas en su deformacin; y que stas, por consiguiente, enden a funcionar con
los arcos formeros como un arco conjunto de mayor rigidez. Para evitarlo. ser(a nece-
sario dejar juntas en las bovedillas, perpendiculares a los aroos.
168
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
1 1 1 1
-, 1 1 1
\..1\.fV
~
~
Por e.so, la bveda toral cncavo-convexa (fig. XII. 4) e.< igualmente resiscenre y
puede ofrecer vemajas constructivas, al ser hormigonada sobre una lona que hace de
encofrado y que cuelga de cerc.has provisionaJes situadas segn los ariswnes.
Por el contrario, si se quiere que la cubierta deje lucernarios transversales -como es
corriente para dar iluminacin none-, se puede dar, a cada lbulo, forma asimtrica de
conoide o de hiperboloide. Esta ltima fo rma ciene, sobre el conoide, la wntaja de dar
mayor rigidez. o momento de inercia a la seccin por efecro de la doble curvatura. La solu-
cin es tan racional )' funcional resis[ememente que result, en el caso particular de la
169
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
figura XII. 5. ms econmica que la de subdividir la luz en eres, aprovechando los sopor-
tes de los puences gras existentes.
Pero. el llevar las formas abovedadas hasca el suelo no permiee, en general, un eoeal
aprovechamiento de la planea; y el muro vertical se presenta frecuentemente como
una exigencia funcional y quiz tambin esttica.
En ese caso, es necesario conmrrestar el empuje de la bveda sobre la cabeza deJ
muro; y. para ello. se ofrecen dos soluciones: establecer tirantes a la altura de arran-
ques, o dar al muro la escabilidad que necesita proveyndolo de oontrafuene, o des-
componindolo en el elemento venical de cierre y en arbotantes independientes.
El tirance es siempre feo. Es dificil explicar por qu; pero, es un hecho que todo
elemenco, que cona la diafanidad del espacio bajo la bveda, se considera desagrada-
ble e.stticamence. Los cons[ruc.to res gticos se sencan orgullosamente satisfechos
cuando podan contemplar, en el interior de sus catedrales. las fo rmas cncavas y di-
fanas de sus bvedas, aunque para ello hubiesen de esconder, eras los d ibujos de sus
videras. los elemencos de comrarresto necesarios para sostener esas bvedas inteor-
mente aparentes. Y se compladan en dejar visto al e:uerior el esquele:co de arbotantes
170
Caplrulo XII. La cu.hicrta )'el ccrmmicnUJ
contrafuertes y botareles (fog. XII. 6) que equilibran las bvedas, a su vez ocultas del
exterior por glabetes y cresteras; y sobre los que solamente aparedan los planos en
pendiente de una cubiena sobrepuesta aJ de las pesadas bvedas interiores. En reali-
dad, esos planos de la verdadera cubiena, con su secreta armadura de madera. no
hubiesen requerido ms que unos ligeros contrafuerces, en los muros calados, para
dar estabilidad al conjunto. Es algo as( como un organismo al que se le hubiese vuel-
co del revs. dejando el esqueleto exterior y los encantos de la epidermis al interior.
Porque era ese interior el elemento funcional que mereda todos Jos desvelos de la
sociedad que lo cre; y dentro de ese espado. que con expresionismo de honda ra(z.
simblica se alargaba hacia las alruras. codo tirance o todo elemento que cortase. en
su paso, la vista hacia lo a1to, era considerado como un pecado funcional y un mal-
hadado signo de mecnica impotencia material.
Pero. sin ir tan lejos, en el comentario de las razones estticas que se opongan al
tirance -y que quedan ahora fuera de lugar-, es el caso que las formas abovedadas no
satisfacen plenamente cuando aparece ste para equilibrarlas; y la nica fo rma de esta-
blecer el tirante. sin cruzar el espacio ince.rior, es convertir la bveda en cpula para
que el tirante rodee el per(metro de la superficie cubierta. La misma cantidad de hie-
rro se requiere, tericamente, para contrarrestar una cpula con tirantes radiales que
con uno de contorno; pero. la ventaja de diafanidad. que ofrece esta segunda solu-
cin sobre la primera. es indudable.
El tirante exento presenta. por otra paree, el inconveniente de sus posibles alarga-
mientos o acortamientos. d istintos de los de la bveda o cpula que contrarresta. por
las diferencias trmicas entre uno y oc ro elemento; embutido en la propia masa de la
cpula. este inconveniente desaparece o se reduce fuenemente. Yen fin. si se some-
te el tirante a un postesado. permite, como ya se coment anteriormente. asegurar su
eficac.ia, independizando su trabajo de la deformacin elstica que tome la lmina
bajo la acc.in de su peso propio. y permitiendo reducir mucho las flexiones secundarias
17 1
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
de la apula por efecto de borde. Cubicrc"' acupul>d:a como las del Mercado de Alge-
ciras (fig. VIII. 15). o la de la iglesia de San Flix de Zurich (fig. VIII. 16), con tiran-
tes postesados, son ejemplo de la eficocia del tipo estrucrural que ha permitido redu-
cir los espesores de las cpuw a pocos cenrfmetros.
Volviendo ala cubierta cillndrica. y queriendo pr..cindir de los tiruues, los empu-
jes de la bveda han de resistirse n compresin por elemenros exteriores a la planta;
y la solucin mult2 tanto ms enojosa y conosa. cua.nco ms elevada y ruanro ms
acostada sobre la horixontill es la reaccin. es decir, ruamo mayor es su componente
horizonral, o empuje. Interesa, pues. reducir esre empuje. inclinarlo y concenrr.trlo
sobre puntos en los que pueda darse al conmfuerce, o elemento tquh..tenre de con-
trarresto, la mayor rigidez y anchura posiblt en la direccin del empuje.
Puede decirse que el arlt arquitecrnico se concenrr durame siglos en la resolu-
cin de este problema; y espccialmtnre el gtico es prdigo en muros contrarresta-
dos por soberbios arborantes, esrabiliudos. a su vn, por borareles, pata resistir los
empujes de las b,edas por orista que s< apuntan para no forur demasiado las ele-
gantes dimensiones de todos los clcmenros sus1enranres. E, indusive. enconrr a1o--
jamiento pora las capillas laterales en el propio espesor del conrrafuene, dando al
muro la misma seccin, rn greca, propuesta ameriormenre para elemenros sometidos
a Aexin. Porque, esas mismas secciones son aplicables al muro, con la panirularidad
de poder dismjnuir su canto hacia arriba hasta acabar en una recta de coronacin
donde la Oexin es nula.
La planta en cruz pennite, no slo el desarrollo de bvedas de diferentes tipos en las
naves longitudinales y transversales, sino tambin el establecimiento de una cpula
central que concentre sus empujes sobre los muros de las naves que salen radialmen-
te de aqulla.
Aparece entonces el problema de In apula sobre planta cuadrada, apoyada en las
cuatro esquinas, que ofrece rigidC!'t y resistencia sobrada para lanzar sobre ellas los
empujes. El casquete de la cpula insiste sobre los cuatro arcos en que cerminan las
bvedas radiales, y la Hnea de apoyo se completa con rrompas (fog. XII. 7a) o pechi-
nas (b) para dar apoyo continuo a la ctpula circular u octogonal; o bien, codos esos
elementos se funden en uno solo para formar la apula vafda (e), cuy.. formas pti-
mas estn an por estudiar.
En el desarroUo de estos tipos. los connructores bizantinos llegaron a soluciones
ran complejas y completas como la de Santo Sof'la (fog. XII. 8), en la que el casquete
XU-7. T~ y pectunas.
172
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
cencral transmite sus empujes. por todo el contorno. a travs de un aro de pilastras
inclinad as en la direccin de las reacciones para ir a difundirse en las bvedas de
can. o en las media naranjas colaterales. y morir en los m uros que las sostienen.
Es[a solucin presenta, ya. ocra novedad tensional: la de aprovechar la rigidez lon-
gitudinal de las bvedas cilndricas; los empujes corren sobre su superficie. segn una
red de isostticas superpuesta al fenmeno de com presin y de flexin secundaria
propios de la bveda.
Este aprovechamiento. de los posibles estados tensionales en los planos tangentes a
la bveda cilndrica. es eJ que acta como fenmeno resistente primario en las lminas
cillndricas comentadas en un caplrulo anterior. Con ellas, la cubien:a lgica. de una nave
recrangular alargada, ya no es la bveda en cafin longirudinal, sino la serie de lbulos
cillndricos dispue.'itos transversalmente uno aliado del otro. En consecuencia, los empu-
jes de la bveda desaparecen y el elemento fundamental de la cubierta pasa a ser un ele-
mento trabajando fundamentalmente en flexin, en el que las vigas y las bovedillas se
han fundido en un solo elemento.
En el caso de la figura XII. 9 -en el que se peda, por razones func.ionales y estti-
cas, u na fo rma abovedada d isimtrica que no diese empujes sobre la cornisa de la
fachada existente-, se proyectaron unas vigas curvas. apoyadas en esa cornisa, )'en
una fila de sopoHes. )'contrapesadas, en paree por su prolongacin en voladizo. La
directriz curva de e.~tas vigas y su seccin transversal abovedada dan la sensacin de
bvedas; pero, en realidad, no son ms que unas vigas con el alma desdoblada en dos
superficies curvadas como las alas de una gaviota. Es exaccamente el mismo tipo
estruc.rural, aunque con distinta forma de los voladizos, de la figura VII I. 4.
Es la fusi n de diferentes elementos estrucrurale.s en uno solo que absorbe distin-
cos fenmenos [ensionales, pmarios y secundarios.)' que se ha comentado antes como
cendencia propia del hormign armado; tendencia que ste puede satisfacer gracias a
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
174
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
VIII. 7), en la que las fachadas rigidizan las bvedas; o la del mercado de Basilea (fig.
XII. 1 1), en el que, con ligeras modificaciones, hubieran podido suprimirse los arcos
arisrones exteriores. e incluso las vigas de descarga, dejando trabajar el f.tldn de la
lmina, de soporte a so pone. Evidentemente. en coda cpula sobre apoyos aislados.
las cargas se concemran sobre ellos y. en sus proximidades. la compresin exige aumen-
car el espesor de la bveda o reforzarlo con nervios aparentes; pero. en hormign
armado, esco se-puede lograr. con igual o ms eficacia y menos coste. aumentando el
espesor de la lmina en las proximidades de los sopones. como se hizo en Algeciras
(fig. VI II. 15).
Otro grupo de soluciones nada desprec-iables. especialmente por su relativa fac.ili-
dad de encofrado, es el de las llamadas estructuras polidricas o plegadas, porque sus
pequeos modelos se han hecho frecuentemente dando a una hoja de papel los opor-
tunos dobleces o pliegues (fig. XII. 20).
El alma vertical de una viga puede descomponerse en dos indinadas. con la cabeza
inferior comn formando una viga dfprera. Sus cabo.as superiores podrfan pandear con
175
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
&cilidad; pero una sucesin de vigas dpteras, que dos a dos junten o fundan sus cabe-
zas contiguas, puede evidentemente servir para cubrir un vano reccangular por s sola,
sin necesidad de fo rjado entre stas. Los esfuerros en las cabezas no se alteran por esta
disposicin, y los cortames se pueden considerar descompuesms vectoalmente sobre
las dos almas.
Y del mismo modo que, a fuerza de ingenio y de dobleces, se puede convertir una
hoja de papel en una pajarita o en una rana. se pueden tambin encontrar multitud
de soluciones de es[ructuras plegadas, que sirven, no slo para formar la cubiena,
sino tambin las paredes de cierre vercicales o in clinadas.
En realidad se crata de una estructura laminar en la que las flexiones, debidas a las
componemes del peso normales a cada placa, se superponen a las tensiones de membra-
na o lmina que forma el conjunto. Un punto delicado en ellas es el de la transmisin
de esfuerzos en los dobleces y ms an en los rrifinios de placas contiguas. que se
encuentran en ellos con orientaciones diferentes.
De todos modos, si los anchos de las placas que forman el conjunto no son dema-
siado grandes, los espesores pueden ser tan reducidos como en una lmina curva. Y
si las pendientes no pasan de los 35, el hormigonado puede resultar igualmente eco-
nmico.
La tendencia, que se aprecia en estos ltimos tiempos. aJ empleo de cubiertas del-
gadas para cubrir grandes espacios, ha dado lugar a algunos ejemplos como los sea-
lados al final del captulo VIII. Estas soluciones, en hormign pretensado, offecen un
aspecw totalmente nuevo; y, si bien requieren mayor superficie envolveme a igualdad
de volumen envuelw, tamb in permiten una mayor capacidad de vemanales vertica-
les en fachadas, lo que, en ciertos casos paniculares, puede ser una ven caja.
XU-12. 8asilicadeS.
Miniat. Florencia. Segfr.n
Choissy.
176
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
la sala de Kalsruhe (fig. VI II. 18) es una lminas con fuerte armadura pretensada
para llevar las cargas al borde. Por su lado, el Estadio de Raleigh (fig. X. 12) es una
malla-tesa con material de cobercura sobrepuesto.
Es un caso dpioo de cmo las condiciones de los nuevos materiales pueden cam-
biar totalmente-)' en estos casos verdaderamente invertir- las soluciones clsicas.
Aun cuando, como siempre, se pueden encom rar precedentes anriqufsimos en las
viviendas de c-iertos pueblos nmadas -como, por ejemplo, la jaimfa marroqu-, lo
cierto es que el campo, abieno hoy a las mallas-tesas, es de los ms vastos, v(rgenes y
atractivos para la fantasfa del proyectiS[a.
Conviene distinguir entre las formadas por una sola malla elemental sin discontinui-
dades o bordes interiores. y las construidas por conjuncos de stas enlazadas entre s.
Porque, puede decirse que siempre la malla elemental determina una superfic.ie
cncavo-convexa, de las que la forma ms simple y representativa es. quiz, el para-
boloide hiperblico. Por consiguiente, sobre un contorno determinado en planta,
impone, en general. una curva alabeada en el espacio. con fachadas de altura m ayor
que en centro de la cubiena por una zonas y ms bajas por otras.
Pero, adems, el contorno no es prcticamente libre campoco en planta. Porque,
si no se sigue el funicular de las reacciones de los cables, quedar sometido foa.osa-
mente a fuertes flexiones costosas de resistir y que daran al traste con la economa
que pretenden ofrecer estas mallas. Es necesario esmdiar con cuidado el problema
conj unto de la forma del contorno y la forma de la superficie que depende, tanto de
aqul como de las tensiones previas que se den a los dife rentes cables~ las cuales, a su
vez, determinan la forma de la superficie y el funicular de borde.
Si se trata de hacer el contorno en compresin, suele proyectarse insist iendo sobre
los soportes de fachada y siguiendo una Jcnea cncava hacia el interior y. na ruralmen-
te, cerrada. El conjunto puede tom ar, como en el estadio de Raleigh (fig. X. 12), la
fo rma de una entalamadura o sector de ella.
177
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
XJI14. P&ticosados
r;JJr:JJCn
~uas.
r:)f:)t:)
Pero puede tambin anclarse la malla elemental a un comorno en traccin. En este
caso, y perdiendo nuevamente alg<> de rigidez, puede formarse tambin el borde por un
cable teso, sujeto por puntos a los oportunos soportes, con la economa consiguiente.
El contorno entonces aparece como estrellado, constituido por arcos convexos
hacia el interior; y dando fuerzas centrlpedas concentradas en los vrtices. Ello obli-
ga corrientemente a completar e.l soporte con otro cable indinado y andado al suelo
para soportar la componente horizontal y lograr que slo el soporte trabaje en com-
presin; y lo haga, a su vez.. sin flexin.
Los tendales, as( formados, permiten el mximo aprovechamiento del trabajo en
traccin simple; pero. como se comprende, las condiciones que a la fo rma del con-
torno impone este tipo estructural son m.'<-imas.
Es en la combinacin de varias mallas elementales, donde puede encontrarse el
mayor caudal de soluciones; es decir, en el establecimiento de bordes interiores entre
malla y malla elementales. Estos bordes o aristas internas pueden, a su vez. ser en
compresin, o estar fo rmados tambin por relingas en traccin. dando. con ello, lugar
a cubiertas en pabelln o en multitud de otras formas, las ms de las cuales continan
todav(a sin haber sido utilizadas.
En el mismo grupo podra. quizs, induirse la sala de EE.UU. en la exposicin
internacional de Bruselas. El anillo cenera! colgaba de los cables sustentances radiales
que bajaban desde el borde exterior hasta el borde inferior del aro central: mientras
los rigidiz.antes suban del borde exterior al superior del anillo central y sostenan el
macerial de coberrura. formado all de placas transparences de plstico.
En grupo aparte deben considerarse los escasos ejemplos de mallas de curvamra
positiva e:n las que la rigidez final se obtienen gracias al peso muerro del hormign,
que. en forma de p1acas prefabricadas. insiste sobre la malla para fo rmar, una vez.rejun-
tadas, la superfic,ie continua de la cubierta. En realidad se traca aqu de una estruccu-
ra simplemente colgada. El ejemplo de Montevideo (fig. XVI. 12) puede considerarse
nico. y las condiciones del desage: son especialmente las que limitan su uso e:n casos
muy especiales.
Se ha tratado hasta aqu. en e.ste Captulo. exclusivamente de naves sin sopones inter-
medios. Evidente:me:nce, si las exigencias funcionales del problema no lo impiden, la
colocacin de soportes interiores, sobre los que carguen las bvedas contrarrestando
naturalmente sus empujes, permitir reducir sws y aligerar los elementos externos
178
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
__ :,
179
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
de connarresm de las ltimas bvedas al disminuir la luz libre de los vanos. EJ nme-
ro y las dimensiones de stos habrn de fijarse en cada caso particular. no slo por
razones tensionales, sino de otro orden: condiciones de la cimentacin, peticiones de
desage e iluminacin, exigencias construcvas. estticas. etc~; y no pudiendo comen-
tar todos los casos. poco puede decirse. sobre ello. con caracteres de generalidad.
Ms fundamental es el cambio que introduce la d isociacin del conjumo de la
cubierta en sus dos elementos: el de cobertura, propiamente d icho, y el resistente o
estrucmral que lo sostiene. Esta d ife renciacin se hace ineludible con la madera. y
ms especialmente con el acero. ya que su empleo. en superficies continuas de chapa.
resulta, en general, prohibitivameme antieconmico. Cierto que se emplea para dep-
sitos, en formas acupuladas de simple chapa con rigidizadores. pero es por razones
demasiado particulares de este tipo de construccin.
Las cubienas de tipo vegetal que cubren las chozas de muchos pueblos aborigenes,
la arcilla apisonada sobre tablas o troncos de madera y, en fin, la pizarra o la teja de
solape. que se sigue empleando con xito en muchas construcciones, requieren un
entramado resistente para establecerse; y le imponen unas determinadas condiciones.
como por ejemplo, el establecimiento de correas horizontales a una cierra separacin
o e-l de un entablado continuo sobre parejuelos indinados, prximos entre si. Las cha-
pas onduladas, de metal o de fibro-cemento, permiten suprimir eJ entablado y aumen-
tar la separacin de correas. Pero, estos materiales de cobertura suelen esconderse ver-
gonzosamente tras un falso pretil. sin atmerse a aceptar la comparacin con los clsicos.
Su comentario queda aquf, fuera de asunto, y, por ello. y aunque slo de pasada,
convie-ne recordar lo que la humanidad ha gozado de ese sencillo )'genial invenco,
que es la teja acanalada o troncocnica, que amiqufsimos alfareros moldearon. sobre
sus muslos, para que sirviese luego, de cobijo. durante siglos, a la familia humana.
mientras el rojo. que le dio el fuego. cobraba tradicin y vida bajo los lfquenes que
la doran con acogedores matices. Al menos para los viejos mediterrneos, para quie-
nes la vivienda tenia todava valores de familiar continuidad cradicional. la casa no
hubiese sido lo que era, sin ese manto de las tejas abrigando el fuego del hogar.
Pero, aquf slo se cra[a de estructuras, y es fonoso ceirse a e-llas; cualqujera que
sea el mateal de cobe-rtura, necesita. debajo. un entramado resi-Steme que ha de ajus-
tarse a los planos de las vertientes.
El tipo consagrado por los constructores clsicos, y en el que ms cpicamente se
de.o;arrollan todos sus elementos, es la basaica romana (fig. XII. 12).
Su cubierca a dos agua est fo rmada. esttucturalme-nce. por un encablado sobre
correas hortzontales sostenidas por cerchas transversales. cuyo desarrollo. como vigas
trianguladas, fue justificado ante-riormente.
En definitiva. no son ms que vigas aisladas que aprovechan la forma, que la fun-
cin les impone, para alcanzar. con su gran canto en el centro. buena rigidez y eco-
nmica resistencia. Su cabeza de compresin queda fcilmente arriostrada por las
correas)' elementos de los faldones; )' la separacin. entre cerchas. queda impuesta
por la luz econmica de estas correas.
En bastlicas de- tres naves, era frecuente que las colacerales. ms pequeas. queda-
sen cubiertas a un solo agua y sostenidas por medjas cerchas. Tanco el desage como
180
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
Xll-18. Cerchasadosaguas. @
18 1
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
-de-
xn~ 19 Qberb. pan
.......... aoc>!"'do
so&amMte en ., ..UO
182
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
En este tipo de estructura, la separacin entre jcenas viene lim ada por la conve-
niencia funcional de obtener una reparticin de luz. suficientemente uniforme. y por
la conveniencia econmica de reducir el vano de las cerchas o vigas entre dos lucema-
rios consecutivos. Por otro lado, de no dar mucha pendiente a los faJdones, es necesa-
rio no aproximar excesivameme las jcenas, porque stas quedarlan de demasiada poca
altura.
A los efectos de la iluminacin, las diagonales de la jcena restan poco a la super-
ficie til del lucernario; pero, para algunos, resultan poco estticas) y prefieren una
viga Vierendeel por una extraa vivencia que les hace preferir las ventanas rectangu-
lares. La solucin es discutible, por cuanto resulta ms costosa, y la mayor anchura
de montanees y cabezas tapa ms superficie que las diagonales lige,ras.
Por ello, en algn caso, se ha preferido colocar la jcena por encima del lucerna-
rio, hacindola de alma llena (fig. XII . 20b). Unos s imples rirances, ocultos en los
montantes de los vidrios, ruelgan los otros extremos del faldn comiguo; y todo el
espacio, bajo los planos de cubiena, queda difano y libre de cerchas y tirantes. Ahora
bien, de hacerlo as/, ya no hay razn para que estas jcenas coincidan con los planos
de luGernarios. Es p referible colocarlas alll donde permican una mxima reduccin
de las ftexiones en las viguetas. Es la solucin representada en la figu ra XII. 20b, que
no presenta ms inconvenientes que el de dejar las cerchas por encima de los planos
18)
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
de cubiert.l, y el mal ef<'CIO que a muchos )., produce el que los sopones vayan a coger
la cubierta por cumbrel'll, dejando oculto el dinrel. Efectivamenre, con ello, la longi-
tud y, por t.lnto, el peligro de pandeo de los sopones aumenta. Por otra parte, es inte-
resante observar que, en esta solucin la rsrabilidad al vuelco de cada elemento~ emre
lucernario y lucernario, csd confiado a la presenci:a de los contiguos. Si los tirantes
de un lucemao 5e rompieran, todo el conjunto se caera; lo qu~ constituye un defec-
to grave para casos anormales, como los de bombardeos que can exuberantemente
brinda el actual progreso tknico. Tambin es ventad que la eftcn intensidad de los
que se pmn, ahona al constructor esw pequellas preocupaciones por uno u otro
tipo de esuuctun; lo que siempre es de agl'lldcar.
Anlogas ronsidem:iones podrfan hacerR para el caso en que se desee dejar lucer-
narios con dos orien12ciones: opuestas. normalm~me, a la longitud de la nave. Las
jcenas piden alojarse, lgicamente, en los planos veniales de lucemario y quedan
arriostradas por las barras, entre dos luctrnarios (fig. XII. 20c). Los faldones cuelgan
equilibradarnente de ellos; su flexin es lo debida solamenre al ancho (a b) de un fal-
dn; a este esfuerzo se superpone la pequena rraccin, debida al efecm de formar
ambas alineaciones una cadena colgada (a. b. a). Basra triangular los dos faldones
extremos de la nave, para que comrarresu?n los ~mpujes que produce este efecto de
cadena, y el conjunto puede rcsulrar muy ligero y econmico.
El problema cambia complctamcmc Cl.lanclo lns soportes o el muro han de desapare-
cer. por razones funcionales. en uno de los lados largos del rcccngulo, como sucede, por
ejemplo, en el caso de hangares de .-iacin. llsrc es un problema en el que las proporci<>-
nes entre una y otrn dimensin puede alremr mralmcnrc el tipo de solucin conveniente.
El sistema de cerchas transversnles pierde su funda memo al faltar uno de sus apo-
yos; y es necesario, o bien sustituidas por mnsulas empotradas en el otro muro o fila
de soportes (fig. XII. 21a), o bien csrablccer una jcena longitudinal para soportar las
Gerchas (fig. XII. 21b) y llevar sus cnrgas a los muros extremos.
Las eleccin depende de la longirud de elcmencos en flexin que se requiera para
lle>'llr cada carga al cimiento, y del cnnro de que pueda d ispone"" para esos elemen-
tos; pues, en general, es preferible reun ir los esfuerzos en unos pocos elementos de
fuerte rigidez, mejor que en varios mis ligeros.
jcena
h<lrizootat
muro
184
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
XU-22. Hipdromo de
Madrid. ArquitectOG L
Oominguez y C. Atniches.
Ingeniero E. Touoja.
Fotografia: S. v. Kaskel.
18)
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
Xll-22. Hipdromo de
,... <:Ub<~rt 110 wllldlzo Wadnd.
tirante
186
Caplrulo XII. La cu.hirrta )' rl crrmmimUJ
Xl ..23. Sala de
Conferencias de la
UNESCO, en Paris.
Arquitectos Marcel Brener y
Bemard lelriuss.
Ingenie-o P. L NetVi.
Fotografia: luc~en HervE!.
fuerces por efecw de.l viento. De este modo, la superficie tocal de cub iena y muro era
m(nima, y los frentes, ofrecidos al viento, tambin; y, a1 mismo tiempo. la jcena que-
daba con un gran canto y bien arriostrada cransvers:almence (el sopone central era el
nico que se admita funcionalmente y no debla quedar a menos de 37 metros del
muro longitudinal de fondo).
En este hangar. los empujes horizomales de viento se llevaron al muro de fondo
que permitfa el establecimiento de jahalcones de honnign armado. La c.uhierta
apoya. en todo el largo de ese muro, por medio de rodillos que impiden los movi-
mientos cransversales de aqulla; pero, dejan libre su dilaracin longitudinal. Un
anclaje, en el punto mecUo del muro, es, as{, el nico punto fijo; y los tres sopones,
a plomo de la jcena, estn proyeccados con suficiente flexibilidad para admicir las
dilataciones de cubierta desde aquel punto fijo.
En definitiva, el problema escructural de la cubierta, anlogamente al del piso, es
el de salvar una luz. estableciendo una superficie sobre un vano en dos direcciones;
problema que. aqu, viene condicionado por la vertiente exigida por el desage y por
las condiciones paniculares del material de cobercura. El entramado ha de aprove-
char, pues, las d iferencias de altura, que funcionalmente se imponen, para disponer,
con buen camo, los elementos de ms imponancia; y transmitir, as, las cargas, por
flexin, a los elementos de apoyo.
Las condiciones especficas de la nieve y del viento, cuyos empujes varan con las
fo rmas y pendientes dadas a los d istlntos elementos superficiales. as( como las exi-
gencias funcionales de alturas y diafanidad interior, acaban de cond icionar el p roble-
ma; y son. todos ellos. los que han de intervenir en el planteamienw y en la seleccin
del conjunto estructural.
187
XIII
El piso y el edificio
Desde que los hombres se concagiaron de la curiosa manta de amontonarse unos enci-
ma de otros, el piso se hizo necesario para multiplicar la superficie til donde poder
alojarse; y. cuando el ascensor ha permitido suprimir la incomodidad de la escalera,
el nmero de pisos superpuestos se ha multiplicado hasta c.rear el rascacielos con rapi-
dez. y facilidad de crecimienco asombrosas.
Ello es perfecmmeme comprensible; porque sostener un pi.so encima de otro es,
despus de todo, un problema sencillo y hasta montono.
Como siempre. cada material ofrece una solucin elemencal diference, que las
dimensiones, en planta, vienen luego a modificar y complicar. Pero, en el piso, estas
variames son menos numerosas y diferenciadas que en otros problemas. Con losas,
placas, viguetas y cargaderos se compone la inmensa mayora de los pisos; porque, ni
esms elementos permiten grandes variaciones de dimensiones, ni el planteamiento
general suele exigirlo.
Los pisos de madera de los primeros palafiws debieron estar formados por tron-
cos acostados unos aJ lado de los otros, insistiendo sobre otrm: dos atravesados y monea-
dos, a su vra., sobre los verticales de soporte, verdaderos pilotes hincados en el terreno. Pro-
bablememe, un relleno de arcilla hacia el pavimento; y. si no fue as(, pudo serlo.
Al repetir el tipo otros arriscas, capaces, ya, de serrar la madera, idearan sacar varias
tablas delgadas de un mismo tronco para fo rmar directamente el pavimenw; y como
stas, por su escaso canto, no admitan ms que pequefias luces sin flectar demasia-
do. las apoyarlan sobre vigas de madera escuadrada. colocadas de canco -para mejor
aprovechar su momento de inercia, decimos hoy-, sobre otras que, ms dis[anciadas,
soportarlan coda la carga de soporte a soporte (fig. XII I. 1).
Algn propietario grueso y pesado -fruw de los adelantos de su civili7.ac.in-
observar(a con disgusto que, al pisar sobre una tabla, sta flexaba ms que las conti-
guas, sin que stas viniesen a ayudarla; e invent el machihembrado para obligarlas
a ello. Despus de este genial inventor, los pueblos madereros han tenido poca o rigi-
nalidad, y continan, has[a nuestros dlas, utili1ando el mismo siS[ema estructural;
prueba de que lleva, en si, virtudes dignas de considerar.
En primer lugar. se observa que, a medida que las dimensiones aumentan, intere-
sa, ms y ms, descompo ner el sistema en varios elementos, conce-n trando, en los
principales. el mximo canto; porque, de este modo. se reduce el volumen total de
material empleado sin disminuir la rigidez del conjunto y se aprovecha mejor el espa-
cio inferior y las alturas libres.
Este aprovechamiento es an mejor si los cargaderos, que sobresalen ms por deba-
jo del plano de piso, se alojan en fachadas o a plomo de rabiques interiores. Por otra parte,
los planos verticales, que scos ocupan. permiten alojar, en ellos, soportes, jabalcones u
189
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
ouos elementos que redlllCin lo luzlib~ de los cugaderos o, inclwive, permiten supri-
mir sros utilizando. como elcmcnco soporr=tnte, el propio muro continuo. a la vez que
sirve de cerramiento.
El hierro ha seguido, en su.s formas. los mismos principios de la estructura de
madero, sin variar ms que el tipo de cnlce y el de entablado o forjado. Parece que
su mayor resisrencia ha de permitir.sustituir ):as tablas de madera por chapas ms del-
gadas; pero, aparte de su mayor coste, su peligro de oxidacin y su poco agradable
aspecto, la gran Acxibilidad que prc<enran las chapas, con su reducido canto, las hacen
impropias para ello. Po r eso, cuando se ha tratado de utilizarlas en pavimento de
puente, ha sido necesario darle..; forma bombeada para que puedan trabajar como ver-
daderas bvedas en rincn de claustro invertidas, atadas por los cuatro lados del rec-
tngulo: y cubrirlas con balasto par:~ formar el pavimento y para repartir la.s cargas
c.oncemradas sobre una mayor .superficie de chapa. Con ello, se evican los peligros
del pum.onado y de la conecntrocin de Acxioncs que las cargas aisladas Fuertes pro-
ducen siempre sobre elcmcnros de espesor demasiado reducido.
Las dimensiones de escas placas, o SC3, las separaciones entre las viguetas o los car-
gaderos que las bordean, vienen muy condicionadas por la intensidad y por el tipo
de sobrecargas que han de soportar. Asl, por ejemplo, en los pisos de puente, en los
que las sobrecargas ms fuertes son producidas por vehrculos, stos llevan sus ruedas
y eJes a distancias ms o menos dertnninad:&S; interesa. por consiguiente, que la sepa-
racin, entre vigueras rrannersales a la direccin del trfico. se aproxime a la distan-
cia entre ejes, pora que nunca cargue ms de uno de stos sobre cualquiera de aqu-
llas, ni sobre la lut de la placa. El reducir esa separacin de viguetu, multiplica su
nmero sin reducir la carga sob~ cada una de ellas; y d sobm:osto consiguiente puede
comperuor y. aun sobt<pasat, la eoonomla que pudiera present:u la placa por la reduc-
cin de su vano.
El hormign armado o("""', ya. soluciones de mayor originalidad y eficacia. Por
de pronto, aun ropitiendo el mismo tipo de la madera, d embrochalado de vigueas y
cargaderos se realin, oon <Ste nuterial, con muchas moyor &ciUdad o naturalidad que
con el acero; pues ste ~ui<~. poro ello, cortes y soldaduras o roblonados ajustados
190
Capitulo XIII. El piso y rl dificio
191
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
192
Capitulo XIII. El piso y rl dificio
193
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
0-
muro < tap/M f
XIIIS. 8wda de peso.
194
Capitulo XIII. El piso y rl dificio
Y puesro que, al fin y al cabo, pisos son las escaleras. no est fuera de lugar citar
la bveda cacalana (fig. XII I. 6), can oongnira en su tierra como el algarrobo de sus
campos, y can maravillosa, en sus realizaciones, que difcilmente alcanzan Jos acrua-
les conocimientos tericos a explicar y medir su fenmeno resisrence, genialmente
intuido po r constructores desaparecidos bajo la tierra con que fabricaron sus ladri-
llos hace siglos.
La bveda rebajada) sobre muros, como elemento sustentante de un piso, presen-
ca dos inconvenientes: los empujes que da sobre los muros y la prdida de altura que
impone en sus arranques. EJ primer problema slo puede resolverse parcialmente esta-
bleciendo tirantes, por encima de la bveda (fig. XII. ?a), cangentes a su clave, y hacer
que la estructura de los muros resisra la flexin que produce el par de fuerzas tiran-
te.-empuje; Aexin que vara poco con el rebajamiento de la bveda. Pero, entre esta
solucin y la del prtico, no hay gran diferencia desde un punto de vista resistente-
estructural; y. en definitiva, no parece ser tipo que permita un desarrollo mayor que
el del prtico o unin monoltica de viga y sopones.
Lo que s( interesa sealar es que la solucin abovedada, o de prtico, permite sacri-
fica r la altura libre junto a los muros, en beneficio de la deJ centro del pnico; pues,
en ltimo extremo, dos mnsulas, empotradas en los muros, permiten llegar. al cen-
tro del vano, con canto tericamente nulo (fig. XIII. 7c). Ello puede represencar, en
cierros casos, una ventaja funcional, aun a trueque de perder espacio en planta, por
efecro del mayor espesor de los elementos verticales que entran, con su flexin) a ayu-
dar a los elementos horizontales.
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Radn y Yr d~ lns tipos f'Strur ttmtkl
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196
Capitulo XIII. El piso y rl dificio
de cruja son in capaces, por s( solos, de asegurar esta estabilidad, pues requerir(an,
para ello. espesores inaceptables econmica y func.ionalmeme.
En edificios d e cuatro fachadas, la estabilidad se logra econ micamente utilizan-
do la placa del piso como elememo transmisor de los empujes de viento, que recibe
una fachada. a los muros perpendiculares a ella. y que tienen, en general, estabilidad
y rigidez sobradas para ello. Con grandes alturas de edificio, cada piso puede servir
tambin para arriostrar los muros, actuando de diafragmas y rigidizadores de.! cubo
venical, de poco espesor, que forman las fachadas.
Si faltan los muros continuos o si estn fo rmados por materiales no estructurales,
sino sostenidos por un entramado venical independiente, es necesario que ste se
complete monolfticamente con el entramado horizontal para resistir los empujes de
viento, etc. En est e caso. los efectos, debidos a estas acciones, se suman a la Aexin
propia de-l piso y pueden condicionar la estructura de ste. Las flexiones pueden resul-
tar tan fuertes. en las vigas o en los sopon es, que sea necesario establecer triangula-
ciones en planos venicales para hacer la estrucmra suficiencemente resistente y rfgi-
da; pero, sin que esta rigidez pueda llegar a producir esfuerzos trmicos demasiado
cercha
" 11 (~ ' ~
1%' .
r 1 .,
... tirante
..1' '
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Xlll9. VeY.ibulodeii.T.C.C.
197
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
fuertes. Asl, por ejemplo (fig. Xlll. 8a}, se pueden triangular las filas centrale-s de
sopo rces y. en cambio. arcicular las extremas para lograr el efecto deseado; o mejor
(fog. XII I. 8b), triangular las pa rees cemrales de cada fachada. y dejar articulaciones
en los soportes, que permitan la dilatacin radial desde el cenero de la plama.
Mayor dificultad que estas cuestiones y mayor desgracia suele ser, para e.l tcnico
estruccural, la exigencia del funcionalista de suprimir sopones en las plantas bajas,
dejando cortados los que vienen de arriba; ruando aqullo que deseara es justamen-
te lo concrario: disponer de ms soporces abajo que arriba o, por lo menos, que nin-
guno se quedase coreado, por su base, ances de llegar al c.imiento. Las grandes salas y
vanos, en planta baja. obligan a d isponer robustos cargaderos para soportar las car-
gas del edificio que queda por encima. Con grandes luces y fuertes cargas, los camos
de estos cargaderos tambin resulcan grandes y van en contra de la exigencia antedi-
cha de altura libre sobre la cabeza de los usuarios de la sala; altura que aumenta con
el nmero de ellos como si cuvieran que momarse unos enc.ima de otros, porque la
sala necesita, efectivameme, unas cienas proporciones.
El hombre estrucruraJ - de esta exigente e intransigente raza a la que percenece el
autor- pide que le dejen colocar los sopones en algn sicio en que sirvan para sopor-
tar algo. asegurando que., con suprimirlos, slo se lograr que e-l usuario coloque en
su lugar una estantera o un ja.rrn, seguramente de mal gusto; pero, e-l anista insis-
te en que las columnas, en medio de la sala, son antiest6cas; y que, en fachada, nece-
sita grandes dinteles para poder alojar, bajo ellos, los mon<antes de los batiem es de
las muchas puertas, cuyo ancho. por in advertida excepcin, sigue escando a escala
con las personas.
En algn caso de stos, el tcnico ha terminado por irse con su estruccura suscen-
ta.nce a la planea de encima o huir escaleras arriba a esconderla en el desvn de la
cubierta, donde ir a acompaarla, algn da, el cursi jarrn de la planta baja.
Esta paradoja liene. sin embargo, una perfecta justificacin es[ructural. Toda
estructura, que haya de resistir a flexin, necesita canto; casi puede dedrse que cuan-
to ms, mejor; y bajo las cubiertas a dos aguas es donde sueJe encontrrsele en mayor
abundancia, precisameme porque el artista no suele subir all con su lapicero. En la
estructura de vesdbulo. represemada en la figura xm. 9. el piso incermedio, al que se
exiga un canto reducido, habla de quedar con todo su borde curvo al aire y no se le
permita apoyarse ms que en un soporte situado en A. En visea de ello, el autor pro-
puso que el so pone se convirt iese en cualquier ocra cosa que no llegase al techo, para
no engaar a nad ie; y colgar, todo el piso de las vigas de la cubierta que disponen de
gran canto. Los tirantes quedan viscos en la planta alta, a plomo de la mesa central,
y pueden engalanarse o distraerse, segn quieran, sustencando lmpara.s o anaqueles.
La solucin, aparce de su racionalidad y economia, d entro de las condiciones fun-
cionales y estticas impuestas a esta planta. tiene la ventaja de servir de intrigante
d iversin al visitante, al que, d e e.se modo, se le hace ms cona su espera en el vest-
bulo.
C laro est que, si la cubierta se encuentra muy lejos del piso colgado, los alarga-
mientos de los tirantes, los acortamientos de los soportes desde el piso hasta la viga
de cubierta, y las flechas de s<a, suman sus efectos y pueden dar al piso una Aecha
198
Capitulo XIII. El piso y rl dificio
excesiva que produzca, en l, flexiones anormales. Pero. si las sobrecargas vivas) simul-
tneamence posibles, no son grandes, puede corregirse el defecto estableciendo ten-
sores en los tirantes para corregir totalmente el efecto debido al peso muerto; e inclu-
sive, para dar una buena contratlecha al piso) que no debe ser, en este caso, demasiado
rtgido.
La supresin de soportes interiores es siempre motivo de complicacin y encare-
cim iento. No as( en la fachada; pues, sta ofrece corrientemente la posibilidad de alo-
jar, en ellas. vigas de gran canco. Por de pronto, hay bastame altura entre los dinteles
de las ventanas de un piso y los vierteaguas de las de enc~ma; pero, cabe tambin el
utilizar la altura entera) de piso a piso, para formar una viga Vierendeel, aligerada
solamente por los huecos de la ventana (fig. V. 2).
lnduso podra considerarse todo el muro como una especie de Vierendeel mlti-
ple en altura, contorneando los huecos de las ventanas de las distintas plantas. Su clcu-
lo es complicado; pero, si el muro es de hormign armado, la armadura que resulta
no es excesiva )' el aprovechamiento de material y de espacio es integral.
Mucho ms sencillo es criangular totalmente la fachada fo rmando una celosa de
huecos triangulares. Con esa o anloga disposicin (fig. XIII. 10), se puede lograr la
mxima diaf.midad y amplitud de huecos en primera planta.
En definitiva, es el mismo principio uttlizado en la cons[ruccin de silos elevados,
en los que las cubas, que fo rman el fondo. cuelgan de las paredes laterales. La nica
199
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
200
XIV
Puentes y acueductos
El Golden Gate Bridge, con sus 1.280 me<ros (fig. XIV. 1) de luz, enrre ejes de
pilas, es el mayor vano salvado hasta la fecha; porque. el puente colgante e.< el que
permite la mxima ligereza y el mnimo peso muerto, que es lo que interesa cuando
de tan grandes luces se trata.
Bien se comprende., aun sin necesidad de llegar a estos extremos. q ue el puente plan-
tea un problema serio y tan es[ructuralmente dominante que no se presta a tratarlo
como el piso. Es un tema que se expresa en acordes mayores; como d ice E Stssi:
El p roblema d e las grand es luces siemp re ha F.u.cinad o, tanto a los especialistas
como a los que no lo son. El consrruir un p uente de u na lu-t. supeor ala mayo r ante-
riormente alcan zada. no s6lo requiere gran conocimien to tcn ico y capacidad , sino
tamb in im uicin y audacia cread ora, ya que ello significa un triun fo sobre las fuer-
zas d e la naturaleza y un prog-reso en la batalla contra la insuficienci3 h umana, ,
En e.<tas grandes luces co lgantes, por muy ligeru que quieran hacerse, la sobre-
carga representa muy poco frente al peso muerto. La viga de rigidez puede, pue.<, ser
relativamente esbelaa. ya que slo ha de resi.stir las flexiones que se produzcan por las
posibles desigualdades de la sobrecarga a lo largo de la luz; y, en el caso extremo, si se
tratase de una sobrecarga totalmente uniforme. de lado a lado, corno en el caso de un
acueducto, la rigidez tericamente necesaria ser(a nula. De todos modos. en cuanto
exista la sobrecarga, los alargamientoo del cable dan lugar a flexiones, tanto ms grandes,
20 1
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
en la viga. cuamo nuyor sea la rigida de s!ll; por lo que interesa no <X"f,t'Iar t:un-
poco inrilmenr~ esa rigidn..
Aparre de ella, la pcictia ha ensetlado que se requiere wnbin una ciena rigidez
<or:sional dd <ablero para resinir los efectos din:lmioos dd vien<o.
El pueme colganre es un arco invortido. formado por un cable de alambres de alta
calidad. cuyo cocficienrc econmico-resincntc es mayor que el de los aceros de cons--
truccin; y en dio radia una de las principales ven !lijas de este tipo.
Como rodo arco, nece.sica tl'3nsmitir reacciones horrzomales al terreno, a no ser
que se tr.ue de <res luces proporcionadas y dispuest:ls de forma que los cables vayan
a andarse sobre los exrremos de la propia viga de rigidez. La e:.strucrura es, en c,ierto
modo, la invertida del arco atirantado; ti arco~able trabaja a traccin, y la viga de
rigidez soporta, en compresin, l:u componente-S horizonta1es que le transmite aqul
por las puntas.
Pan.iendo de estos tipos e.structurak'S, es interesante seguir la evolucin q ue van
sufriendo a medida que disminuyen las dimensiones de la obra y, especialmeme, la luz;
porque, contrariameme a lo que ocurra en el piso, en el puente el tipo estrucruraJ cam-
bia totalmente, no .slo con el material, sino pf'incipalmente con la luz y, tambin, con
la altura de la rasamc sobre el fondo del \talle y con las condk iones del terreno de cimen-
tac.in, ligadas a la presencia del OJlUa bajo el puente. Cada tipo acusa netamente sus
ventajas e inconvenientes espcdficos. y cada w.lle encuentra, en uno de ellos. el puen-
te que le viene como anillo al dedo y que el tcnico ha de escoger y ajusmr.
A medida que disminuye la luz y. conscc.uentemenre. las secciones y pesos muer-
tos de los diferenres eltmtmos. la sobrecarga viva va aumencando su imponancla rela-
tiva y, por consiguiente, el fenmeno resistente de Aexin. que corresponde a la viga
de rigidez, va dominando sobre el del arco; la esbeltez de la viga no puede mantener-
se, su canto baja mucho ms lenmmente que la Aecha del cable, y su cabeza superior
se ele'\'a, tendiendo a fundirse con s1e.
El tipo (fig. XIV. 2) de puente colgante Florianpolis, caracterizado por la fusin
de ambos elementos -able y cabeza superior de viga- en la parre central de la luz. y
por d atirantamiento, en cieno modo triangulante, de las panes laterales del cable,
desde la pila (a la altura dd tablero), es el resulllldo de la tendenru antedicha. Cier-
wnente, esre tipo se ha propuesto parad puente de Mesina con 1.500 metros de luz,
pero se ha urili:zado ms tn putn1es colgantes de dimensiones menores.
La forma de la viga se amolda bien al reparto de Rexiones que ha desufrir. Los
ri.ranres complemn el efmo de viga; pero solamente pueden trabajar en traccin y
con excesiva oblicuidad, por lo que. al reducine la luz, llega a ser preferible la viga
202
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
rtgida. de triangulacin normal. siguiendo ms o menos el mismo perfil del cable (fig.
X. 2). De este modo, la viga tiene un mximo canto, sobre soportes, donde los
momentos son mayo res, y aunque las grandes piezas en compresin son siempre un
inconveniente, como las dimensiones generales han disminuido, el peligro deja de
ser prohibitivo.
Con la viga rlgida, el reparto de luces puede hacerse ms librememe amoldndo-
se a las exigencias del valle y de la c.ime:ntacin. Estas grandes vigas continuas requie-
ren libre dilatacin para permitir sus movimientos trmicos. lo que implica costosos
apararos de apoyo, dadas las grandes cargas que han de soportar.
Cabe tambin fijar los puntos de inflexin, o de momento nulo, mediante bielas
que, al mismo tiempo. permitan la libre dilatacin. La viga continua se transforma.
de este modo, en grandes mnsulas equilibradas que sostienen tramos relativamente
pequefios emre ellas. bien sea anclando o contrapesando los extremos exteriores de
las mnsulas, como en Qubec (fig. IV. 5), bien haciendo eS<able cada par de mn-
sulas contiguas sobre un doble apoyo, como en el Firth of Forth (fig. XIV. 3). Son
estas soluciones y estos tipos de puentes los que ostentan hoy el rco rd de luz sin
empujes horizontaJes, con valores mucho mayores que la viga continua.
Sin embargo, la ventaja se inclina hacia esta ltima en cuanto la luz. se reduce, y
an se puede obtener mayor simplificacin haciendo la viga de canto constante -aun-
que con barras de secciones diferentes-, para facilitar el movimiento de los elemen-
cos alLxiliares de montaje y unificar el tipo de operaciones.
Si la luz. sigue reducindose, el aligeramiento, que puede representar la triangula-
cin respecto a la viga de alma llena, va desapareciendo, y sta acaba de imponerse
por su mayor rigidez, por su mejor efecto esttico y por las facilidades constructivas
que ofrece, tanto para su fab ricacin como para su montaje.
203
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
La simplificacin mayor se obtiene cuando la luz y las flexiones son tan pequeas
que pueden utilizarse perfiles de laminacin o fo rmados simplemente por tres palas-
tros soldados.
El empleo de vigas de alma llena en luces cortas sobre palizadas metlicas altas,
para formar viaduc-tos en valles anchos, se ha defendido, durante muchos aos, de
sus defectos estticos, graciosa su sencillez y rapidez de montaje, especialmente alll donde
fal[3n maceriales para fabricar las pilas con mampos[ertas y hormigones en masa econ-
micos, o donde la gran altura de rasante harta esas pilas excesivamente coscosas.
La viga metlica de alma llena tiene su campo ptimo de aplicacin en luces ni
demasiado grandes ni demasiado pequeas. Los puentes de viga carril se han ldo sus-
tiruyendo por es[ructuras de hormign con tablero continuo de ms masa, capaces
de establecer el balasto para la vfa por conveniencias de explotacin. Por el lado de
las grandes lu<es, su campo de aplicacin ha aumentado con el empleo de la solda-
dura, habindose llegado a alcanzar el rcord actual en el puente de Dsseldorf.
Pero estas luces se defienden ms por mzones estticas y de otros tipos que por
vemajas constructivas o econmicas. La soldadura de sus grandes almas resuJ[a cos-
tosa y delicada; y para poder establecer las enormes secciones de acero que necesitan
sus cabezas, se ha requerido utilizar toda la escructura de piso, repetjrJa en la cabeza
inferior y fo rzar los rigidizadores de todas las paredes del cajn. En definitiva, la viga
de a1ma llena requiere rigidizaciones y pesos excesivos respecro de la triangulada, a
panir de una cierra luz; solameme por debajo de ella se encuemra su campo ptimo
de aplicacin.
Ese campo queda limitado inferiormeme por el hormign. La necesidad de esta-
blecer el balasto o el firme del piso sobre chapas bombeados. y los peligros de su oxida-
cin y de los efectos dinmicos en su reducida masa hacen que. por bajo de ciena luz. la
solucin de hormign sea ms satisfactoria que la metlica. e incluso ms econmica, si
bien esto ltimo depende, en cada caso. del coste de los materiales en la localidad.
Sobre todo, si el piso sobre las vigas ha de ser de hormign armado, es lgico apro-
vecharle como cabe1.a de compresin de la viga -dejando apa.rte las estructuras mix-
tas, poco desarrolladas hasta la fecha- y hacer de hormign el alma de sta. Su peso
muerto llega a ser beneficioso. en luces pequeas. con objelo de dar a la obra la masa
necesaria para disminuir el efecto perjudicial de las vibraciones. Resultan, as{, las luces
comprendidas. por ejemplo. entre los ocho y los veinticinco metros, como las ms
apropiadas para vigas de hormign de alma llena y tablero superior.
En puentes estrechos, la seccin en pi es la clsica por el perfeao aprovechamien-
to de sus escasos elementos; con anchos de calzada mayores_.el nmero de almas se
aumenta (fig. XIV. 4) segn las exigencias de la losa que ha de trabajar a Aexin entre
aqullas. pero las caracter(.sticas fundamentales del r:ipo permanecen inalteradas.
Este [ipo de puente se presta muy bien a resistir> con su cabe1.a superior de com-
presin.los momentos positivos correspondiemes a viga apoyada. Cuando la anchu-
ra del valle exige varios tramos. unos a continuacin de otros, su apoyo sobre pilas inter-
medjas resuelve el problema muy sencilla y econmicamente. Incluso estos soportes
pueden ser la prolongacin de los pilotes, si este es el (ipo de cimemacin. imercalan-
do simplemente una carrera enterrada para absorber errores de aJjneacin de stos o
204
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
para repartir la carga sobre mayor nmero de eJios. De este modo, la estructura es isos-
ttlca y acepta, sin inconveniente, cualquier asiento parcial de un c.imienco.
No cabe duda que la viga continua permite reducir el rea de momentos y los valo-
res m.~imos de stos. La reduccin es muy grande para los efectos del peso propio;
y bien sensible, aunque no tanto, para los de la sobrecarga viva. Pero, en esta forma,
aparecen momentos negativos. sobre arranques, que obligan a acarcabonar las vigas
o a proveerlas de una cabeza inferior. Como esta cabeza se requiere solamente en las
proximidades deJ arranque, su peso apenas representa awnento de flexjn. y solamen-
te una ligera complicacin de encofrados.
Esto ensea que, si la altura libre bajo la rasante fuese tan pequea que obligase a
colocar las vigas por encima del tablero, sce volver(a a quedar bien aprovechado en
una paree de su longitud. De codos modos, ni esta solucin resulta agradable a la vista,
ni es econmica, por cuanto obliga a separar las vigas en perjuicio de la resistencia
transversal del tablero y a desaprovechar ste como cabeza de compresin en la mayor
paree de la longitud de cada tramo. Es dificil que la losa del piso pueda bastar, por s
sola y sin viguetas transversales. para salvar la gran anchura que ha de quedar entre
las vigas maestras. En consecuencia, la losa, al requerir viguetas por debajo, queda
ms alta que la cabeza inferior de las vigas. En la figu ra XIV. 4 se aprecia claramente
este defecto.
20)
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
2ubles tubo
'
JO 20 JO
11HJSQf d tOSCa
soccl6n transVOIS81
206
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
207
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
constructivo, de ensamble a tope de los sucesivos cajones que fo rman las vigas. y al
la01.amiento de stas; pero, este es tema ms apropiado para el captulo referente al
proceso de construccin.
Cuando la luz se reduce ms. las vigas enteras se fabrican, entonces, en taller y
pueden formar el puenre por simple yuxtaposicin, unas al iado de las oc ras o soli-
darizndose despus, entres(, por un pos tesado cransversal. Sus relativamente redu-
cidas dimensiones hacen posible econmicamente las operaciones de transporte y
montaje que completan su cuidada fabricacin en serie dentro del taller.
Por ltimo. y para apurar el tema hasta el lmite, si las luces se reducen todava ms,
la losa, por sf sola, basrn para cubrirlas, y entran en el campo de las soluciones plausi-
bles de placas fungiformes y las losas sencillas, simplemente apoyadas o empotradas en
los estribos o en las pilas. Como este monolitismo reduce las flexiones en la losa. trans-
mitindoselas a e.nos otros eJemencos, la conveniencia, o no, de establecer el ponicado,
depender del canto que pueda darse a la losa y de la existencia, o no, de otras flexio-
nes que hayan de soportar las pantallas de estribo como elementos de concencin.
Asf se llega, en el caso de una sola luz. al trilito; y si wdavfa se reduce ms la luz.
pueden las zapatas de los cimientos aproximarse tanto que sea preferible establecer
una solera continua formando una seccin cerrada en cajn. Pero entonces, la fo rma
cerrada que resulta se resuelve ms econmicamente colocando un tubo circular, pre-
fabricado. enrerrado en el cerrapln de la carretera_
Por el escalonado discurrir seguido, de.sde la impresionante estructura del Golden
Gate hasca este simple tubo, no queda ms camino que andar, como no sea quitar
tambin el rubo y cermi nar el dilogo.
Ser, pues, necesario desandar lo andado, volviendo por otro camino; porque el
tubo es, al fi n y al cabo, una bveda cerrada sobre sf misma; y quedaw n de lado, al
venir, las formas abovedadas y en arco, tan clsicas y sacisfaccorias en la solucin de
los puences. El rubo podrfa considerarse como el embrin del puente abovedado; el
huevo que. po r crecimiento y sucesivas evoluciones, 1lega a )as mximas luces.
lmagfnese, pues. que el modesto tubo va aumentando de d imetro. Promo su sole-
ra resultar indl, e inadecuada su fo rma circular y continua. Mientras la bveda
208
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
209
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
Se comprende que, al aumentar las dimensiones, interesa aligerar ese macizo para
disminuir su volumen y ~ra descargar b bveda. Para lograrlo, unos, como Jos roma-
nos, atibaron el t"e"Jieno con grandes vasijas huecas de cermica; otros, como Jos aque-
mnides o sasnidas del Oriente MOOio, se atre,ieron a establecer aligeramientos Jon-
girudinales volteando est=has bovedillas en can sobre muretes de tmpano
p:ualelos insistiendo sobre b bveda (fig. XIV. 9). J\,ro, los empujes no conrrarre.=-
dos, de esas bovedillas. tienden a hac>!r volcar los tlmpanos exteriores y no permiten,
por consiguiente, ni grandes amplirudes de alig<'ramiento, ni grandes alturas de tlm-
pano.
Por orra parte. b rigidn. en los grandes pbnos de dmpano, produce fuenes ten-
siones por la coaccin que impone a las dilatacionn y rontracciones trmicas. Ycuan-
do se quiere suniruir la piedra o el ladrillo por hormign. la retraccin agrava el efec-
ro e impide alcan:w grandes dimeruion.,.: o hay que triarticular la bveda o hay que
rracu de darte algo ms de ebsticidad y deformabilidad bajo esos efectos.
la solucln lgica. sin :arricular. es el esrablecimiento de aligeramientos transver-
sales. mucho ms inofensivru: y F.cilcs de contrarrestar sobre los estribos del puente.
El arco exento sobremonrndo de pcque~:LS arquerlas, o el ms moderno y simple con
pilarcillos sosteniendo las vigas del tablero. se h:a repetido demos de veces con ms o
menos elegancia (fig. XIV. 10). El ritmo de las arqueras puede prolongarse po r las
laderas del valle; los muretes cransvers:alcs pueden reducirse a sopones exentos soste-
niendo el emrevigado del tnbltro, o termin::ar en capiteles que sostengan directamente
la placa del pavimento: y el aligeramiento puede complernrse, ms todava, descom-
poniendo la bveda continua en arcos gemelos arriostrados entre s.
Sin embargo, micnrras las posibles variaciones de la sobrecarga viva, a lo largo del
arco, no sean pequefias respecto al peso muerto de la estructura - lo que, en puentes,
slo se logra cuando la hn del arco alcanza cierra importancia-, el arco no puede ali-
g<'tarse ms all de un cieno lmite impuesto por la flexin que en l producen esas
desigualdades de sobrecarga. l.:t nica fonn> de evitarlo sera triangular el tmpano
desdoblando e inclinando los pilarcillos (fig. XIV. 11) y articulando el arco, al mismo
210
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
tiempo. para evitar los efecms trmicos demasiado perjudiciales. Esta solucin puede
resultar econmica e interesante mientras quepa el establecimiento de articulaciones
capaces de soportar las compresiones d el arco. El tipo es ms propio de una estruc-
cura metlica que de una de hormign; pero, aun con este material, es perfectamen-
ce f.!ccible, den ero de cienos lrmices de luz, empleando rculas plsticas.
El t ipo de tmpano. como el de arco. var(a naturalmente con las proporciones de
ste. Cuando es muy rebajado y las alturas del tablero sobre l son pequeas. es natu-
ral fund ir ambos eJementos. aumentando fuenemente el canto del arco en riones
para disminuirle en las articulaciones de clave y arranques y fo rmar el cipo ideado por
Maillarc, can racional como econmico (fig. XIV. 12).
A iguaJdad d e luz. el empuje aum enta con el rebajamiento y los efectos trmicos
cambin; por consiguiente, no conviene for1.ar el rebajamiento; y cuando las condi-
ciones de la rasante. en relacin con e.l valle. obligan a reducir demasiado la altura
del arco por debajo del cableco, sce ha d e subic su clave po r encima de ese plano
211
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
(fig. XIV. 13), a pesar de las complicaciones que representa el tener que aumentar la
separac.in de los arcos para dar paso a la calzada entre ellos. y la necesidad de arrios-
trarlos po r encima del glibo de circulacin.
Los pendolones, que cuelgan el tablero del arco superior, pueden desdoblarse e
inclinarse para fo rmar una triangulacin.
Mientras las d imensiones no sean tan grandes que el peso mue:no domine cotal-
meme sobre las posibles desigualdades de la sobrecarga, la seccin del arco viene
dominada por la necesidad de presemar un momento de inercia relativamente fuer-
te. Parece-. por consiguiente. que si los elementos de colgado del tablero inferior faci-
litan el establec-imiento de una triangulacin. es lgico colocar sta para centrar eJ
funicular de fuerzas sobre el arco y poder aligerarlo.
Pero, no hay que olvidar que al introducir esta triangulacin se coarta la deforma-
cin del arco y. por tamo. los efectos trmicos no encuemran, en la flexibilidad de
ste. el amortiguador necesario para ser soportados sin grandes esfuerzos. Para evitar-
lo, el arco ha de convertirse en uno con libre d ilatacin, cuyos empujes. en lugar de
ir al terreno. estn concrarresc:ados por un tirante alojado en el tablero.
Como, por otra parte, en cuanto la lu2 es grande, las longitudes de las d iagonales
son excesivas para trabajar en compresin. el tipo estructural slo puede presentar
ventajas para luces relativamente pequeas o medias y, aun asf. sin clara ventaja sobre
la viga triangulada de cabe2as paralelas o semiparablicas.
A subvenir estos inconveniemes viene el arco Nielsen (fig. XlV. 13a) con su falsa
triangulacin de simples tirantes. bie.n con tres articulaciones. bien con el tablero cor-
tado para dejarle libre dilatacin sin actuar como tirante. Ni siquiera se requiere que
las diagonales formen verdadera triangulacin y solamente se les pide una ayuda al
trabajo del arco que le descargue en lo posible de su flexin; pero sin pretender anu-
larle como trabajo fundamental o primario.
Las ventajas de la estructura dependen mucho de la relacin entre el peso muer-
to -especialmente de tablero- y el de las posibles desigualdades de la sobrecarga viva.
Por eso. este tipo estructural ha encontrado sus aplicaciones, escasas has[a la fecha,
en luces relativamente grandes para arcos de hormign.
Evidentemente, el tcnico, siempre que pueda. preferir el arco bajo el tablero,
que sobre l; porque el rablero reduce su anchura entre apoyos, y el arco puede que-
dar arriostrado hacia el cemro de la luz. Asl se han hecho los mayores puemes de hor-
mign armado: Plougasrel, Tranneberg, Esla, Sando.
Pero, mientras el cimiento no obliga al gran vano. puede decirse que las luces bas-
tante ms pequeas son siempre ms econmicas. Del mismo modo que se requiere
una gran altura de rasante para que la solucin de vigas coreas sobre palizadas no
repre,sente una ventaja econmica sobre la gran viga -que la solucin sea esttica. o
no. es cuestin aparte-. la arcada mltiple de fb rica, sobre pilas del mismo material,
compite, frecuentemente, con ventaja. con el arco grande. entre otras razones por los
sobrecostos de cimbra que ste suele exigir.
Al dispone-r, entonces, varios arcos, unos a continuacin de otros, resulta que, si
la sobrecarga no acta por igual en rodos ellos, los empujes de los ms cargados no
quedan equilibrados por los de los comiguos descargados. Esta diferencia de empujes
212
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
XVII3b. Puente de
Bayonne, Nue~a York.
Ingenie-o O. H. Arncmn.
Fotografia de Atc.fl. oi
Bridges-, E. B. Modt
21 ~
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
tiene que ser soportada por las pilas. con un :as flexiones ramo mayores cuanto mayor
es su altura. Por eso, a medida que aumenta t~ta, la luz de los arcos tiende a dismi-
nuir. Pero, al mi.smo tiempo. se aumena. con ello, el nmero de pilas. As(, pues, la
eleccin de la luz ptima "' luce un poco dificil de fijar y suele requerir tamoos en
cada caso particular. Si las P""ibles desigualdades de la sobrecarga viva, de un tramo
a otro, son pequefias, las luces podr~n ser grandes: tal es el caso de los acueductos, en
los que las flexiones de las pilas son nulas.
En viaductos altos. las arquorlas mltiples. ron dmpanos macizos, muy propias
de la piedra, P"""ntln d inromm~nt< de su gran rigidez, lo que pro\'OCl f.icilmen-
te su agrieumjento si quieren repetirse en hormign. Tanto es esto as que el viaduc-
to de la figura XIV. 14 y 111. 3m d que. por difer<ntes r.w>nes, se adopt este tipo
con luces pequeas, el proyectisl2 prefiri conar rodos los arcos en dave y convertir
la obra en una serie de pilastras ron cuan'O mnsulas sobre las que apoyan placas cua-
dradas de hormign armado. En otro caso (fig. VI l. 7), se uianicularon las bvedas
rigidizadas por los dmpanos. independizando stos entres! del resto del muro.
Todas estas dificultades, y los encarecimientos que lle>':ln consigo, han hecho que
la arquera mltiple de mampoSter!a, que se reprodujo mucho en el siglo pasado, haya
ido sustituyndose. con el hormign. por series de arcos ms elsticos y de mayor luz.
arrancando del terreno (fig. XIV. 15).
junta de
elaYe
soporto
XYJ.-14. Vidlclo de
Cammnas.enl<hl.
...,._.E.
Moitedo A. Agiflf'.
Tcmp.
farafia S... Kasbl.
214
Capltulo X/1( Pumm y nrurducros
:XV115. Vlilducto de
Squirrel H1ll, P1ttsb.-g De la
lech. des Travaux ...
21)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
ellos, se han conmuido ejemplos como los de Sfdney y Bayonne. en New York, lle-
gando a los 510 metros de luz (fig. XJV. 13b).
Y. en fin, cuando se alcan?..a o se trara de sobrepasar estas luces> las secciones resul-
tantes. con sus grandes pesos en montaje y las esbelteces de las piezas en compresin,
vuelven a ir lim itando, complicando y encareciendo la solucin. Las influencias deJ
pandeo empie.zan a proscribir la compresin en los grandes elementos fundamenta-
les; y. ance la exigencia de aprovechar al mximo el material y de milizar las ventajas
de afinamiento que ofrecen las barras en craccin. el proyectista se ve obligado a dar
la vuelca al arco y pasar al puente colgante para alcanzar las mximas luces. Po r eso
el Golden Que...
El leccor puede seguir la lectura del cexto en la pgina 199. miemras el autor pasa
al capCtulo sigujente.
2 16
XV
Funcionalismo esttico-resistente
Vism, asf, el panorama de las estructuras. en can rapidlsima ojeada que slo permite
apreciar las agrupaciones fundamentales de Jos elementos y conjumos estruccurales
y las razones intrnsecas que les han hecho nacer y evolucionar, bueno ser, antes de
considerar cuestiones de otros rdenes> como el proceso de ejecucin o la expresin
esttica, espigar en ese campo lo que la func~n esttica y resi-Stente, aplicada a cada
material, imprime a la estructura. Porque, principalmente en ello tiene que fundar el
proyectista su eJecc.in del tipo de estructura y el trazado complem de sta.
A lo largo de los captulos ameriores han ido apareciendo ideas, observaciones y
tendencias. como dispersas y enconcradas al azar, pero que responden, en realidad, a
unas leyes y direcciones generales que esperan el genio capaz de organizarlas y simeti-
zarlas en una teorfa generaL Su complejidad es tan grande y su heterogeneidad ran
diversa que habrn de esperar probablemente mucho tjempo antes de que eso ocurra.
Slo se puede ahora dar opiniones sueltas y vagas que., sin ninguna ambicin de uni-
dad sincrtica ni de valor apodJcco, sirvan, tan slo, para destacar y fijar algunas ideas
fundamentaJes. nada nuevas cienamente-. pero s menosprecjadas a veces; por lo que,
rrafdas a primer plano, son siempre interesantes de reconsiderar, aunque slo sea para
sencir la satisfaccin con que se adhiere a ellas el esp{riru y el hbito tcnico del pro-
yectista que rara va se para a reflexionar sobre las causas y leyes generales que han
guiado y modelado su propio hbito.
En primer lugar, no ha de olvidarse que la estructura, en definitiva, ha de ira bus-
car en el terreno su firmeza, obligndole a reaccionar de fo rma que equilibre el con-
junto de pesos y empujes que obren sobre aqulla. Y en cuanto hay empujes, esto
requiere un peso y un brazo esrabilizante sobre la sustemacin, pues, el anclaje en el
terreno, es, en general. ms difcil y costoso de lograr.
En cuanto a la resistencia, el problema consiste en transmitir las fuea..as actuan-
tes, hasta equilibrarlas con las reacciones de la sustentacin, a travs de los esfuerzos
internos que se produzcan en los diferentes elementos de la estructura; y ha de lograr-
se esto, con la mxima economra, sin interferir las exigencias funcionales o, mejor
dicho, coadyuvando a ellas lo ms posible.
Prescindiendo, ahora, de razones constructivas, estticas y funcionales, parece que,
en principio, podra dec:irse que la estructura debe lograr esa transmisin de esfuer-
zos con el mnimo de mateal a igualdad de los valores de las tensiones; o bien lograr,
con el mismo material, reducir las tensiones aumentando, as, la seguridad y tranquj-
lidad de la obra.
Esto ha de lograrse teniendo en cuenca que, muchas veces, por razones funciona-
les, aparecen determinados elementos que, utilizados en el fenmeno resistente, pue-
den permitir una ventaja o una economa mayor que si esos elementos se dejan de
217
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
relleno, sobrepuestos a los de la propia estructura que. en s sola. pudiera ser ms eco-
nmica, pero que no lo resultara sumada al costo de los otros elementos.
Las estructuras pueden agruparse en lineales, superficiales, o de macizos de tres
dimensiones relativamente comparables entres(.
Entre las primeras, deben distinguirse las trianguladas. en las que el elemento fun-
damental es la barra recta trabajando en traccin o compresin simple. Aun cuando
en ella aparezcan flexiones por efecto de la rigidez. de los nudo.'i, este fenmeno es
secundarlo; y conviene reducirlo al mnimo porque. si bien ayuda al fenmeno resis-
tente, esta ayuda es pequea respecto a la resistencia y rigidez que establecen los
esfuerzos a..xiles; y produce concentraciones de tensin demasiado elevadas para el
beneficio que reportan.
En grupo aparte estn las estructuras porticadas, formadas de prt icos simples,
m ltiples y superpuestos, t!picas de la edificacin, que se im ponen por la necesidad
funcional de aprovechar al mximo el espado libre entre los pisos horizontales y los
muros de fachada o los tabiques interiores de re-lleno.
En estas estrucruras -llam adas tambin trapeciales-, la t ransmisin de esfuen.os,
que requiere el equilibrio, no puede hacerse, ya. por componentes a.'<-iles solamente;
se requiere el trabajo de flexin. dando lugar, en general. a estructuras hiperestticas
por efecto de sus mltiples anastomosis.
Los arcos, o los pnicos poligonales que se les asemejan, son estructuras de cipo
intermedio en las que el crabajo de flexin se superpone al de compresin. en pro-
porcin variable con la excentricidad de su d irectriz respecto a los funiculares de las
cargas que han de soportar. Cuanto ms se aproximen estos fun iculares a la d irectriz.
tanto menor ser la flexin y tanto ms justificado estar el empleo del arco.
Entre las estrucmras superficiales. cuyo elemento fundamental o general es la lmi-
na. interesa d istinguir los dos fenmenos tensionales, el de flexin por una paree o el
de tipo de laja por otra. cuyo comentario es esencial para obtener las grandes vem a-
jas que esms elementos ofrecen con los materiales modernos adecuo-resistemes, como
es el hormign armado.
La placa es el elemento superficial cuyo trabajo fundamenral es el de flexin. Es
el caso de las placas circulares o rectangulares sustentadas sobre el contorno y sopor-
tando cargas normales a su plano. Estas placas requieren e.l espesor necesario para
soportar la flexin anlogamente al trabajo de una viga.
Por el lado opuest o, estn las membranas y, como caso pan icular ms sencillo de
componer, la laja; por ejemplo, la pared vertical, de gran altura respecco a la separa-
cin de apoyos, soportando su peso propio y los sobrepuestos a ella. El trabajo tfpi-
co de la viga, de pequeo canto respecto a la luz, queda aquf totalmente alterado y
sustituido por el representado por otro plexo tensional mcalmeme d iferente. Son,
pues. elementos de gran rigidez que permiten soportar grandes cargas con pequeas
tensiones y reducidas armaduras.
El mismo fenmeno resistente se produce en ciertas membranas curvas, capaces de
establecer un equilibrio isostcico con esfuerzos situados sobre la propia superficie de la
membrana; los cuales. en consecuencia. ofrecen la misma venmja de rigidez y buen repar-
to de tensiones, con lo que el espesor y la armadura resultan. en general. pequeos.
218
Gtptulo XV. Funcionalismo t'Jtdrico-rrsistmu
219
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
es la esbeltez. de la pieza. Por eso, en cuanto se traca de grandes esfuerzos, la viga tien-
de a descomponer )' d ife renciar sus elementos resistentes para convertirse en una viga
triangulada. Por ltimo, no hay que olvidar que tambin las zonas comprimidas pue-
den producir el pandeo de la pieza.
Puede, pues, decirse, con cierto carc[er de generalidad, que el trabajo de flexin
es ms caro que el de compresin y ste ms que el de t raccin, y que el encareci-
miento es tanto ms grande cuanto mayor es la esbeltez. de la pieza. Precisamente por
esto ltimo, la influencia perjudicial del pandeo se acusa ms con ma[eriales de alta
resistencia, como el acero.
Realmente, en las estrucmras modernas, con materiales apeos para resistir cual-
quier gnero de esfuerzo, no se emplean ms piezas en traccin que en compresin
po rque de lo que se tra[a, generalmente, es de equilibrar pesos o fue rzas dirigidas,
desde puntos elevados, hacia el terreno inferior y, en ese caso, los sopones en com-
presin o sus anlogos resultan imprescindibles.
Pero, si en una viga triangulada han de ir diagonales y montantes a traccin y a
compresin, es preferible que los montantes ms cortos sean los encargados de la com-
presin, y las diagonales ms largas queden a traccin. Y del mismo modo, cuando
de luces muy grandes se trara, el acero comprimido deja el paso al cable colgante,
aunque ste requiera dos corres en compresin, porque stas son de longitud mucho
ms corta. No es slo el aligeramiento, que permite el camb io de material, lo que
dec.ide la cuestin, sino tambin la influencia del pandeo, entre otras cosas ms.
En cuanto a la torsin, tam poco este tipo de esfuerzo aprovecha bien el material
ni es econ mico, por lo que se procura evitarla. Slo las formas huecas y, en especial,
la seccin circular, de pequeo espesor frente al dimetro, permite el aprovechamien-
to integral del material a corsin.
Pero, no es slo este factor econmico el que aconseja. en principio, una u otra
forma d e trabajo y uno u otro tipo de estructura; influ ye tambin su d iferente defor-
mabilidad. No es slo resistencia, sino [ambin fijeza, lo que piden, a la mayora de
XV l Refrigeradores de la
'No!sall Power Station,
Staffs. Fologralia
Craftsmen. Ltd.
220
Gtptulo XV. Funcionalismo t'Jtdrico-rrsistmu
las construcciones, quienes, no siendo aviadores ni marinos. prefieren andar por cie-
rra firme. Pero, aparte de es[a condicin que limita, por ejemplo, la e.sbelcez. de las
vigas de pi-so por la flecha mxima aceptable. hay que tener siempre en cuenta que la
funcin resistente tiende a ser absorbida, ms que por las piezas que ofrecen ms resis-
cencia, por las que ofrecen mayor rigidez; porque las tensiones no pueden producir-
se sin las deformaciones consiguientes. As, se comprende que, s i dos vigas c ruzadas
han de soponar una carga, sta es absorbida. en su mayor pane, por la ms rlgida de
aqullas; porque la otra necesitarla. para ello, tomar mucha ms flecha.
Del mismo modo, en una viga de dos tramos, una carga. concentrada a plomo del
soporte central, es absorbida por ste en su totalidad, porque la elongabilidad del sopor-
ce le proporciona mucho menor corrimiento que el que tomarla la viga en Aexin tra-
bajando sola sin la coaccin de esce soporte.
Anlogas consideraciones pueden hacerse con las lm inas, si bien. en ellas, los tipos
de esfuerz.o son ms complejos. Bajo la accin de compresiones segn el plano tan-
gente, aparece el mismo peligro de pandeo lateral que exige. para concenerle, nervios
de rigidez.; lo mismo que el a)ma de una gran viga meclica ~ue es una lmina plana-
exige rigidizadores para no pandear en pliegues, por efecto de las compresiones pro-
ducidas por el esfuerzo corcance.
Las lminas, en las que se superponen los esfuerLos tangemes o de laja con los de
flexin transversal. requieren frecuencememe mayores espesores (o la ayuda de ner-
vios), para soportar scos, que para resi-stir aqullos; y su rigidez es mucho mayor can-
gencialmente a su superficie que normalmente a ella.
Por codo ello, conviene aprovechar siempre las lminas o las vigas de gran canto,
que funcionalmence se ofrezcan, para transmitir econmicamente-. a travs de ellas,
las cargas que se presencen.
Asimismo es, en general. ms econmica y ms rgida una estructura o una viga
crianguJada, con pocos secundario.'i, cuya.s barras crabajan todas a traccin o com-
presin, que una ponicada o una Vierendeel en las que el trabajo de Aexin de sus
piezas es necesariamente imporcance. Y por eso. esta.s ltimas soluciones suelen
reservarse para aquellos casos en los que las exlgencia.s funcionales proscriben la
crianguJacin.
Una estructura rgida es, en general. ms recomendable que otra ms deformable;
no slo por lo que se acaba de decir, sino tambin porque la deformabilidad excesi-
va resulta, en muchos casos. incmoda de utilizacin, ranco por sus movim ientos bajo
el efecco de cargas mviles o accidentales como por su tendencia a tomar perodos
bajos de resonancia con efectos dinmicos perjudiciales~ y cambin porque la defor-
mabilidad conduce frecuentemence a esfuerzos secundarios importantes.
El efecto secundario -por ejemplo. el que se produce en una viga triangulada como
consecuencia de los aoonamientos y alargamientos elscicos de las barras que forman
cada tringulo. con nudos no arciculados-, viene siempre a realizar un trabajo resisten-
ce que descarga la escructura de los esfuerzos primarios; pero. la disminucin de cen-
sin primaria es mucho ms pequea que el aumemo de las tensiones que introducen
los secundarios. Por consiguiente, interesan tipos de triangulacin, proporciones y d is-
posiciones en los que estos secundarios sean los menores posibles. Triangulaciones, con
221
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
ngulos muy agudos o muy obmsos, piezas pequeas y cortas empotrando en otras
grandes y deformables>e.tc~, son casi siempre causa de fuertes concentraciones de ten-
sin.
Toda concentracin local de tensiones es peligrosa y acusa un defecto de concep-
cin. porque el u-abajo resisteme es funcin del cuadrado del esfuerzo por la longi-
tud en que acta; y. por consiguiente, una tensin fuerte, en una zona corta, tiene
muy poco valor en el conjunto resistence. mientras que el peligro de fallo, que lleva
consigo. puede arrastrar el de todo el conjunto estructural. Dic;e un proverbio ingJs,
tan viejo como las cadenas -que deben serlo mucho-, que stas no tienen ms resis-
tencia que la de su eslabn ms dbil; y hay que evitar, por consiguiente, que la estruc-
tura presente pumos francamente dbiles en proporcin con los otros.
Precisamente por eso, e-l estud io de los enlaces tiene una importancia primordial,
porque es>en ellos, donde es ms fcil encontrar concentraciones peligrosas de ten-
sin al alterar fuertemente el estado tensional; y poco recomendables son, igualmen-
te, muchas de las d isposiciones que, a veces, se adoptan por economla y F.tcilidad de
construccin y que dejan la posibilidad de huelgos o movimientos de unas pie1.as res-
pecto a otras bajo la accin de ciertas cargas. aunque sean anormales. Porque, lo grave,
ms que la rigidez o la deformabilidad conjunta homognea de todos los elementos
de la estructura, es la coyunda de unos elementos rgidos con otros muy deformables.
La rigidez presenta, sin embargo, inconvenientes que hay que sopesar en cada caso,
y que proceden de la mayor dificultad de adaptacin que impone respecto a las defor-
maciones trmicas, de rem1.ccin, etc.; pues. las tensiones producidas por estos fen-
menos, aumeman con la rigidez. Ellos tienden a producir una deformacin, y la ten-
sin se produce por la coaccin que a ese movimiento le impone la propia rigidez de
la estructura. Entre dos empotramientos firmes es fcil montar un arco; pero, es prc-
ticamente imposible establecer una viga recta, porque su gran rigidez produce, por
efecco trmico. tensiones y empujes demasiado fuertes.
Por eso. es necesario multiplicar las juntas de dilatacin y contraccin, tanto ms
cuanto ms regida es la escructura y ms indeformable sobre sus apoyos. Los arcos de
hormign armado pueden alcan1.ar cientos de metros de luz. sin junta; miemras que
un muro macizo. empotrado sobre el terreno en coda su longitud, las pide a muy
pocos metros una de otra.
Relacionado con este cerna de la deformabilidad y de las juntas y artkulaciones,
est el del isostasmo o hiperes<atismo. Mucho se ha hablado de las ventajas y des-
vemajas del i.sostatismo frente al hiperesratismo de las estructuras. Hoy dla, la mayor
parte de stas son, en realidad, hiperestticas, sin que esto quiera dec que las de la
antigedad no lo fuesen tambin.
La estructura hipere.sttica liene, en principio, la ventaja, sobre la isosttica, de
que una pira.a cargada se ayuda ms. en su trabajo. por el de las contiguas. Cada una
de ellas puede, por consiguiente, ser menor que si tuviese que soportar. por as decir,
por s sola, las cargas que sobre ella insisten directamente. Por ejemplo, una viga de
puente gra, de varios tamos independiences. es isosttica; cada una de las vigas. al
pasar la carga rodante sobre ella. sopo na ntegramente la flexin consiguiente; por el
concrario, si la viga es continua, las contiguas y siguientes sufren tambin flexiones
222
Gtptulo XV. Funcionalismo t'Jtdrico-rrsistmu
que tienen por efecto disminuir las mximas d el tramo cargado. La sinergia d el con-
junto es mayor; y esto. en general, es una ventaja.
Por tanto, mientras el hiperestatismo permita el aprovechamiento ms integral de
los elementos necesariamente existentes, conduce a una mayor rigidez. y a una mayor
economJa del conjunto.
Ahora bien, la estructura hiperesrtica, que proporciona estas ventajas. es ms exj-
gente que la isos[tica en cuanto a las condiciones de sustentacin y de enlace. Un
falso movimiento de un apoyo no altera sensiblemente el equilibrio de la es[ructura
isosttica. mientras que puede dar lugar a la rotura en la h iperesttica.
En cambio. esta ltima suele adaptarse mejor a soportar efectos anormales para
los que no estuviese proyecrada. En caso de rotura de un elemenco dentro de una
estrucmra isosrtica, pueden darse dos casos: que la rotura slo interese a ese elemen-
co cuya desaparicin no pone en peligro el resto de la es[ructura (una vigueta A en
fig. XV. 2a); o que la rorura arrastre consigo o<ros elementos (una de las piezas B del
arco) . Si la estructura es continua o hiperescitica (fig. XV. 2b),la rotura A cambia el
trabajo de la viga continua. la cual sufrir. en otros puntos, flexiones mayores que
antes d e la rorura de A. Pero estos awnentos de flexin, por lo general, quedan den-
ero del margen reservado al coeficiente de seguridad, indjcando, con ello, una clara
ventaja a favor del hipe.restatismo.
lgualmenre la rotura en B puede producir aumenco de esfuerzos en el resto de.l
arco que lleguen a causar el hundimienro coral de ste, si la rotura B fuese completa;
pero, probablemente, no se producir si la rotura es incomplera y deja eJ arco como
articulado en B. Los aumencos de esfuerLo, produc.idos en el resto de la escructura, le
permiten cominuar resisciendo y dar tiempo a la reparacin. Es decir. el hundimien-
co no es obligado e inevitable como en e l caso deJ arco isosrtico.
La diferencia puede acusarse todava ms cuando la estructura y el material acep-
ten deformaciones plsticas. Por ejemplo. una viga continua metlica de alma llena
(fig. XV. :;a); en ella, un exceso de carga puede producir la deformacin de las sec-
c iones de arranque donde la Aexin es mxima y, con ello, obtener un reajuste de
esfuenos con un aumento aceptable del momento flecror en el cenrro de esa luz.; el
hundimiento no se producir hasta que las tres secciones hayan agoc:ado su resisten-
da. Por el contrario, si la viga es apoyada (b), la deformacin plstica se inicia en el
cemro sin que el resto de la viga encuencre fo rma de evitar, con mayores esfuerzos, la
continuacin del movimiento hasca el hundimiento. Por consiguiente, el valor del
coeficiente de seguridad deber ser marcadamente diferente en un caso y otro.
22:l
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
XV..J. OeformaCIIOC'Ies de
<~
*
viga tsOstibca e
f - h1perestt1ca.
* ~ k. i
Para elegir entre iso t hipcresrarismo, es n=rio analizar cules son los peligros,
qu es lo anormal que cabe prtVrr. y cwles son los defectos, malos o peores, que de
ello se derivarlan, en ad:a caso.
lso.strica o hipere.nrica. la estructura debe atar blen enlazada; es decir, organi-
zada en forma tal que quede .su(icicnu~mente asegurada contra posibles eventos. Las
estructuras no se connru~n para ser bombardt:~das ni para que Plutn se d iYierta en
sacudir .sus cimicnros; pero, aun sin llegar a extremos tan drsticos, hay que comar
con que otros, m:s F.ciles, se puedtn producir; y la estruCiura ha de poder soportar-
los locali7.ando los daos lo ms posible. La esrructura de edificacin para vivienda
en varios pisos, formada por unos muros paralelos de crujla. sobre los que apoyan,
simplemente o con escaso cmporramiento. las viguetas de los pisos, es una estructu-
ra poco o nada arada; le falra monolitismo y arriostramiento. Carece, por asl dec,ir,
de tenacidad para resisti r los csFuen.os y deformaciones a q ue puede estar some[ida
por efectos anormales: dcsigualc5 asientos de un muro con tendencia aJ vuelco, suc-
ciones de viento sobre la fachada. etc. Se imagina la facilidad con que puede desar-
marse y caerse como un castillo de naipes, frente a otra en que la unin de vigue[as
y muros se Yeriflque con buenos andajcs mediante carreras. de hormign armado por
ejemplo, ligeras, pero bien tuadas con las viguetas y formando prtico con Jos muros;
y mejor rodavia, si se anaden algunos muros, nonnales a los anteriores, que cierren
la plama y hagan de llaves enrre los de crujla. Una carrera de contorno, a modo de
arrocabe, enlazando todos los elementos venicales que lleguen a la lrima planra de
un edificio, es siempre un seguro contra \'Cinte mil causas y efectos de los que el cl-
culo no sabe nada.
En fin, Jo que interesa, funcionalmente, es que la transmisin de esfuerzos ~ue
desde los puntos de aplicacin de las cargas hasta los de reaccin, hace posible el equi-
libri~ sea sencma. clara. sin retorcimientos; pudiera decirse sin incomodidad. Esta
es uno propiedad que se acus:a en roda estructura verdaderamente satisfactoria y en
todos los tipos d:sicos de lgico 1\mcionalismo roistente.
La esrruCIUra a) (f.g. XV. 4) siempre seni, resisrentemente, mejor que b b). Los
movimiemos tensionaJes son menom. los esfuerzos tambin, y el trabajo de Rexin
menor, lo cual siemprr es un :a \"t'nttja; pues. como .w ha dicho~ los trabajos de com-
presin o traccin axil dan, tn gener.~l, pieus m:s econmicas que los de flexin. Se
comprende que b estructura a) resisre mucho m:s cmodamente y ha de quedar m:s
224
Gtptulo XV. Funcionalismo t'Jtdrico-rrsistmu
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agradecida a su procreador que la b), que presentar, respecto a la a). las mismas carac-
cer(sticas de recorcimienco que un jorobado respecto a un hombre normaL
Una estruccura clara o limpia. constiruida por un corto nmero de tipos de ele-
mentos. con funcin resistente bien definida en cada uno de ellos, acusa claramente,
al ojo de un tcnico experimentado, el fenmeno tensional del conjunto de la escruc-
cura y de cada uno de los elementos dentro de ella.
Esto no quiere decir que un mismo elemento no pueda tener dos funciones resis-
tentes simultneas. corno, por ejemplo. en hormign armado. el fo rjado que. al
mismo tiempo que trabaja a flexin entre viguetas, constituye la cabeza de compre-
sin de .stas. Ello. por el comrario, es siempre ventajoso. al menos en principio, por-
que permite un doble aprovechamiento del material.
Pero. aqueJias estructuras en las que los elementos se acumulan. dando la sensa-
cin de que ha sido necesario ir aadindolos a medida que se temla la insuficiencia
de los otros, como albarda sobre albarda (fig. XV. 5), acusan siempre una intranqui-
lidad y un defecto de sinergia estructural. que conviene evitar por todos los medios.
Siempre. una estructura con pocos elementos y robustos da una sensacin de segu-
ridad y de tranquilidad -de cosa bien lograda-, mejor que otra fo rmada por una mul-
titud de elememos y elementitos empalmndose y cruzndose para formar la estructu-
ra. Claro est que eJ macerial manda. ms que nada, sobre esta escasez. o multiplicidad
de elementos; pero. dentro de cada tipo es[ructural propio de un material, el princi-
pio es vlido con caracteres de generalidad.
225
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Y para term inar este captulo, bueno ser recordar una vez ms, que el macerial es
esencial en la e.strucmra y uno de los ms acusados determinantes de roda su morfo-
logfa. As(, la piedra o el ladrillo son indicadfsimos para ser utilizados en elementos a
compresin. muros, gruesas pilastras, contrafuerces, arcos, etc . que permiten o requie-
ren construcvamente espesores grandes.
Estos materiales induGen, por consiguleme, hacia estructuras m acizas de apoyos
continuos, o a las soluciones de arcos, bvedas o cpulas con las que tantas obras
maestras se hicieron en casi todos los estilos arquiteccnicos.
El tcnico acrual, y en especial el ingeniero, menosprecian excesivamente el lad.ri-
llo, can propio de cierta.s regiones, y en el que cama perfeccin pusieron los anfices
de siglos pasados.
Si. por el conmrio, la naturaleza brinda las gravas y arenas, o la piedra oportuna
para obtenerlas econmicameme. llevar probablemente ventaja elsustituir los maci-
zos y las superficies continuas, de ladrillo o de piedra, por ot ras de hormign, salvo
en espesores demasiado pequefios en los que el doble encofrado haga encarecer exce-
sivamente la unidad.
El hormign armado y la mi.sma rasilla son los materiales indicados para las estruc-
turas laminares, placas y membranas. Para cubiercas con luces no demasiado grandes,
las membranas de rasilla o bvedas tabicadas, sin t racciones. son muy econmicas
po r no requerir encofrados (fig. XIII. S); y con ligera armadura, admiten tambin
e.sta.s cracciones.
Con el hormign, es preferible ir a cuandas bajas que aleas. Una estructura con
cuantas de armadura demasiado elevadas, est, salvo casos excepcionales. sealando
la conveniencia de transformarla en estructura meclica. En hormign armado, las
armaduras simtricas para fuertes flexiones con escaso canto, las cuan das altas en pie-
zas comprimidas, los zunchos, ere., son recursos a los que hay que acudir localmen-
te, en caso necesario, dentro de la estructura general de hormign, cuando sta, en
su conjunto, e.st bien justificada; pero. no son ms que recursos excepc.ionales de
cuyo uso, corriente o extendido en la estructura, conviene huir.
El hormign es apto para resistir compresiones solamente, y aun tracciones peque-
as o concem radones en zonas reducidas. Cuando hay tracciones importantes> pero
siguen siendo francamente d ominantes las compresiones. el hormign armado se pre-
senta como el material ms indicado. Su ventaja principal est en que sus armaduras
pueden colocarse aJif donde las tracciones las pidan, y orientarse y clasificarse j usca-
mente segn sus exigencias.
Si el trabajo ha de ser princ.i palmente de tracc.in, o si la flexin es alternada y
obliga a armaduras de traccin por ambas caras. las ven cajas del hormign armado,
respecto del acero, vienen muy disminuidas. si no son totalmente fal.sas.
El hormign es un macerial de masa que est pidiendo. para sus piezas, secciones
robustas para ser econmicas; pues, el aumento d e armaduras y el costo de encofra-
dos, cimbras y andamios, borra frecuentemente la economa que, a primera visea.
parece que debera obtenerse con la disminucin de sus escuadras. Su heterogenei-
dad, en fin. le hace tamb in ms delicado en espesores pequeos.
226
Gtptulo XV. Funcionalismo t'Jtdrico-rrsistmu
227
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
otro, junto a su procedencia lam in ada. Por eso. el hormign p retensado y prefabri-
cado se sita entre los dos, precendiendo ganarles a dos manos.
El hormign ser e-l material de las grandes estrucmras que encuencran en su peso
la razn de su estabilidad. como es el caso de una presa; y el acero ser el de los entra-
mados y triangulaciones para salvar las grandes luces en las que interesa ahorrar peso.
De hormign se hicieron las pirmides de Egipto que, como todos los monumencos
funerarios, p iden la perdurabilidad lltica y la esrabilidad inconmovible de las gran-
des masas, porque nada hay aquf abajo ms fijo y duradero que la muene. Y de hie-
rro se hizo la torre EiffeJ en aquellos aos del siglo XIX, de optimista florecimiento
tcnico; po rque con nada como el hierro se poda expresar la juvenil pujanza que
quiso representar aquella obra, nacida para un dfa de fiesta y de exhibicin. con la
misma rapidez y fuerza con que crece el tallo de la pita para culminar en flor.
Por eso, cuando se llega a las luces mximas. entran, ya. los aceros de alea calidad
para los cables de los puentes colgantes y los metales ligeros para los elementos del
tablero. Y si, en general, en cualquier estructura de horm ign. es preferible emplear
pocos ele meneos, robustos y ligeramence armados, el acero, por el contrario, gusta de
permitirse el lujo de complicar la malla de sus elementos para lograr, con economa,
la mxima ligereza.
No es necesario, sin embargo, elegir un solo material para cada estructura. Puede
ser conveniente combinar varios, p recisamente como consecuencia de las ideas que
se acaban de comentar. Asf, por ejemplo (fig. XV. 6), en un puente d e viga apoyada
con su criangulacin bajo el tablero. la cabeza superior est trabajando a compresin,
la inferior a traccin y las diagonales alcernativamente a una cosa y otra. Por otra
pane, la razn funcional, o finalidad d e la obra, exige el establecimiento de un piso
continuo en el plano de la cabeza superior. El hormign es el material indkado para
este piso, en fo rma de placa con viguetas y largueros o de s imple fo rjado sobre las
228
Gtptulo XV. Funcionalismo t'Jtdrico-rrsistmu
.. .. . .. .. . .
cabezas de las jcenas principa1es. Esw Ueva, pues, de la mano a utilizar esta estruc-
cura de cablero, al mi-Smo tiempo. como cabeza de comp resin de la viga. reservan-
do la estructura metlica para la cabeza inferior y para las djagonales.
La cosa. como coda novedad, ha de mirarse con cujdado; pero. no cabe duda que
hay una razn clara y lgica que, en esce caso. induce a la estructura mixta. paree de
estructura metlica y paree de hormjgn armado.
Del mismo modo, si en una estructura de tribuna (fig. XV. 7) hay una parte de
mnsula de gran vuelo, convendr utilizar. en ella, materiales ligeros. como pueden
ser las planchas onduladas de fibrocemento sobre correas y mnsulas ujanguladas
metlicas. Pero, el resco de la estrucrura. con sus fo rjados de pblico. escaleras. zonas
de circulacin y estancia, puede muy b ien ser de hormign; obtenindose. con esta
combinacin. una buena economa.
229
XVI
Procesos de ejecucin
2;11
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
.'
JI
XVI l. Co1'6trucd n de un
puente de varios tramos.
2;12
Captulo XVI. Proasm tk rjucin
233
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
avam.ar en voladizo hasta el ~ndoln siguiente (fig. XVI. 3), y el conjumo quedaba
formando un arco de nueve articulaciones, hasta que, una vez. corregida su posicin
exac<a, se soldaban las cabezas para formar el arco triarticulado final.
En otros casos, los dos medios arcos. construidos sobre castllletes, se han abatido
para formar el arco trianiruJado.
El gran arco de fibrica se ha conmuido, en la amigedad, sobre cimbra comple-
ta de madera y. aun hoy, es frecueme el hacerlo asl. Pero el problema ha ido compli-
cndose con la mayor imporcancia de las luces actuales y con el especial comporta-
m iento del hormign. En efecto. es necesario tener en cuenta que, a medida que se
va colocando eJ hormign que ha de formar el arco defini6vo. la cimbra se deforma
bajo la accin de las sucesivas cargas que se le imponen.
Si todo el hormign del arco se pudiera verter en pocos minuros y fraguase codo
l simuhneamente cuando la cim bra ha tomado su deformacin total. no habra
problema. aparte del de retraccin. Lo mismo suceder(a si el hormign se colocase
por bloques o dovelas in dependientes, cuyo rejuntado se hiciese despus de coloca-
das todas. Pero. esto no se hace asl. porque los enormes pesos. que producira sobre
la cimbra, la encareceran excesivamente.
Para evitarlo, se ide el ir construye-n do el arco por roscas, y hacer que las prime-
ramence vertidas y endurecidas trabajasen conjuntamente con la cimbra para sopor-
tar los pesos de las siguientes. En este caso. los e-sfuerzos que sufre la c.i mbra y el hor-
mign de las distincas roscas son diferemes segn el sentido de la marcha del
hormigonado en cada rosca. segn Jos espesores que se den a stas, e incluso, segn
que la velocidad de hormigonado sea mayor o menor y d tiempo, o no, para que una
cierta zona es[ ya endurecida al vener el hormign de las s iguientes, o para que su
resistencia y sus caracce-rlsticas elsticas sean unas u otras.
La reparticin de tensiones depende fundamentalmente del proceso de horm igona-
do y de la deformabilidad de la cimbra. Los ltimos volmenes de hormign venido
2;j4
Captulo XVI. Proasm tk rjucin
quedan sin trabajar cuando los primeros pueden estar tomando una pane muy impor-
tante en el erabajo resistente del arco por peso propio.
Es necesao. pues. pensar en codo e llo, no ya al calcular el arco. sino antes. al dise-
arlo y fijar su ley de espesores. teniendo en cuenta, al mismo tiempo, los esfuerzos
de retraccin. que tambin var(an con el proceso de horm igonado.
Estas alteraciones de esfuerzos toman especial imponancia cuando es neGesario
recurrir a cimbras recogidas de madera. muy defonnables, tales como las empleadas
con xito en Plougastel.
La dificultad de dar a estas cimbras la d irecuiz adecuada, manteniendo su crasd.s
en la curva del intrads del arco de hormign. y el deseo de utilizar el material de la
cimbra como elemento resi.s tente de la obra definitiva, ha llevado a los pro)'ec.tistas a
idear las llamadas autocimbras metlicas recogidas. que actan, como cales. durante
los p rimeros momentos del hormigonado del arco para convertirse, desp us, en la
armadura definitiva imerior de ste.
En este caso, la primera rosca de hormign carga sobre la cimbra sola; la segun-
da, sobre el sistema mL'tto que fo rma la estructura metlica con unos elementos de hor-
mign armado; y asf sucesivameme, aplicando la teorla de las estructuras mixtas. Un
ejemplo dpico, y quiz nico, de ello, es el arco sobre el Esla, de 210 metros de luz, del
Viaducto Mart(n GiL Al arco metlico (fig. XVI. 4), despus de macizar sus cabezas
(rosca Oen la figura), se le hormigon la superior en una parte de su seccin (rosca 1).
Para evitar que las variac.iones trm icas. diferentes de la cabeza superior hom1igonada
a la inferior metlica, pudiese-n producir flexiones importantes en el arco. se habla
hecho la c imbra con tres articulaciones (fig. XVI. 4) en la cabeza superior, dos en
arranques y una en clave.
La estructura metlica. por sf soJa. no era capaz de soponar ms que el peso de
esta rosca. Una vez hormigonada. el conjunto tenia resistencia para soportar el hor-
migonado de otra rosca (2) en la cabeza inferior, la cual quedaba sin trabajar. colgan-
do. por as decir, de la rosca (1) superior. En este momento se com primi la cabeza
inferior, hasta una cierta carga prevista. mediame gatos hjdrulicos colocados en clave
segn el eje de la cabeza inferior ya horm igo nada; con ello, la rosca superior (1) qued
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
casi totalmente descargada. A parcir de este momento, las cuatro cabezas de la c.im-
bra metlica se deformaban por igual bajo la acc.in de las variaciones de [emperatu-
ra; por consiguieme. se enclavaron las aniculaciones de modo que el conjunto resis-
tiera como arco empotrado.
En estas condiciones, la estrucmra perm ida continuar el hormigonado sucesivo
de las roscas siguiemes hasta la (8), segn el orden indicado en la figuta. las diago-
na1es no hadan ms que arriostrar las cabezas y soportar los esfuerws cortantes pro-
ducidos por efecto del difereme peso de las dovelas, que se iban hormigonando a lo
largo de la directriz.. repartidas de forma que nunca el funicular se separase demasia-
do de esa directriz.
Este proceso de construccin es lento, pero permite cimbras muy ligeras; y as(, en
el Esla bast una con 500 kglm. J. de acero.
En esta obra se tuvieron en cuenta no slo las deformaciones elsticas de cada
rosca, sino cambin las deformaciones lentas, d iferentes de unas roscas a otras; defor-
maciones que podan ser importantes por cargarse el hormign joven a cargas relati-
vamente altas. Los esfuerzos de retraccin parcial, por el contrario, eran relativamen-
te reducidos, po rque las dovelas. que fo rmaban cada rosca. se dejaban retraer
libremente poco antes de verter el hormign de la rosca siguieme; momento en el
cual, se rellenaban las juntas entre dovelas.
La construccin del arco se termin haciendo una apertura de 8 cenrtmerros en
clave bajo la accin de gatos hid rulicos, produciendo una carga total de apertura de
7.000 toneladas, desigualmente repartida entre la cabeza superior y la inferior, para
igualar todo lo posible las tensiones en ere ellas.
Se ve, pues. cmo, en este tipo de obras, el proceso de ejecucin ha de tener for-
7..osamente gran inAuenc.ia en el proyecto. El arco y sus armaduras habrfan sido dife-
rentes si el hormigo nado se hubiese podido hacer sobre cimbta llena.
2;)6
Captulo XVI. Proasm tk rjucin
237
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
238
Captulo XVI. Proasm tk rjucin
239
Radn y s" J, los tipos t'll"'numln
tirante
clmbta mdwl
240
Captulo XVI. Proasm tk rjucin
planta general
samialzado de Jazena
~KKRKKKKKKKKK~
XVI-7. Hangar de avictles,
..
e.n Torrejn. Ingeniero
E.Torroja. f otowafia! Joya.
-
24 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
seccin transversal
T
8.,;
35,70 11.30_ _
47,00
caso del Acueducto de Tempul (figs. XVI. 8 y IX. 9). La armadura principal de trac-
cin. de las mnsulas equjlibradas. se separa del resro de la estructura para permitir,
por simple elevacin de las cabezas de las pilas, no slo el tesado previo, sino el defi-
nitivo, con el descimbramiento seguro)' fcll del conjunto. lo5 cables se honnigonaron
de.<pus, para defenderlos de la oxidacin. El miedo a la diference deformabilidad de
unos y otros elementos y la dificul[Cld de un reglado hiperesttico, aconsejaron al amor
a adoptar articulaciones que, en una estructura de viga continua, hubieran sido inne-
cesarias. Cieno que, hoy. quiz no tuviese este miedo; pero. entonces lo ce na. por ser
la primera vez que lo hada y, en cierto modo, la primera obra en que se utilizaba, en
grande, el sistema de postesado de la armadura {ao 1926).
En otros casos de-elementos de mayor masa y menos complejidad esttucrural. tales
como presas, muros, etc., el proceso suele influir menos en el tipo estructural. Aun-
que una presa de gravedad, un poco grande, requiere enormes inscalaciones alLxilia-
res para la exrracc.jn de Jos productos de la excavacin y para la fabricacin y trans-
porte d.J hormign, todo esto no influye en el tipo escructural; lo que influye e.< la
forma del valle y las caractersticas mecnicas del terreno, para determinar. por ejem-
plo, si ha de ser de gravedad o bveda.
242
Captulo XVI. Proasm tk rjucin
..
243
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
la.solucin pudo con.sistir en h:acer el maci1.0 enrrro de la presa. girando 900 sobre
una de las Jade,..., con la forma cx.cm del lecho,, de <al modo que, mediante la sim-
ple voladura de un t.lco de dinamim, se verificase el vuelco del macizo entero sobre
el lugar definitivo de su ubicacin. Los defectos de a5ienro que presenwe, o la misma
rotura del macizo, no tenran dcm:uiada impom.ncia; pues. aun con ello. se lograba.
=i rotalmente, el efecto que se busaba; y, adems. la presa podlallevar taladros pata
hacer inyecciones con amento ck fraguado inst:anrnl'O, en las junw de rorura, igual
que entre la presa y la fOOl del fondo.
Tambin en muros de diques y muelles. la eleccin, enr"' un perfil de escollera y
uno de muro verticll, es un problem:a de al magnirud econmica que supera, en
general, el de los medios auxii<lres que se ~uieran. En el caso de monolitos artifi-
ciales grandes para soportlr fuenes empujes de ola, su ramao y peso final viene dado
por la altura mxima de sta; pero de Jos medios de rranspone de que se disponga
depende el tipo de bloque que resuhe ms econmico y conveniente. Si la gra no es
suficientemente robust.J para el peso roro) del bloque, quiz pueda valer para llevar
los bloques sumergidos; y. en caso conrrario. puede recurrirse a hacerse cajones de
hormign armado que permit.ln ser rellenados de hormign en buenas condkiones.
despus de remolcodos y fondeados.
Igual ocurre con los cajones de aire comprimido que han de ejecutarse con un gran
caJado y no pem1itcn el establecimienlo de una isla :mificial para su hormigonado "in
si tu por encima deJ nivel deJ agua. El 1ipo cstrucrural del cajn es, entonces, coral-
menee dife rente, puesto que ha de ser barco durante un cieno tiempo. y cimiento el
resto de su vida. En un coso de stos (fag. XVI. 10), para un puenre sobre un brazo de
mar, se consider preferible hacer d cajn en una ladera: exca\rar. despus. el terreno
hasta la aJcura de la bajamtu, e, inyectando aire al cajn para disminuir su calado, lle-
varlo flotando hasto el lugar de su ubicacin, para fondearlo alll, con lastre de agua,
y continuar despus su hinca por ni re comprimido.
Pues bien, para que todo esto fuem posible y para que el cajn resultase econmi-
Go, era necesario reducir aJ mlnimo el peso del cajn Aorame. Ello oblig a sustimir
la planta rectangular por otra circular de igual rea; pues, tratndose d e presiones uni-
fo rmes de agua, la fo rma circular resultaba la ms apropiada y la que permite resistir
esos empujes con el m(nimo material. Tanto la pa red e:u erior como la interior esta-
ban fo rmadas por hiperboloides de revolucin -como se ve en la figura-, constirui-
dos por sencillos tabiques de rasilla ligeramente armada, y enfoscados con un espe-
sor totaJ d e siete centfmetros solamente. El anillo interior de unin de ambas paredes
y los radios m etlicos, que se ven en la parte alta, daban la necesaria rigidez contra el
pandeo de la pared exterior. Gracias a esta disposicin, los cajones resultaron suma-
mente econmicos. no siendo necesario ningn encofrado, y todas las operaciones se
hicieron felizmente con toda facilidad.
Por cierto, que uno de ellos ruvo que resistir, no solameme los empujes del agua. sino
mmbin los imprevistos del abordaje, de una embarcacin que casi babia perdido el mando
bajo un sbito cicln; y que dej el cajn -y al autor de estas lineas, que iba dentro-dando
vueltas como una grac.iosa perinola. aunque entonces no le pareciese nada gracioso.
Algo parecido, pero ms clsico, se hizo para el dique seco de Cdiz, que est for-
mado por cajones Aotantes sumergibles de doble pared de 5:> x 17 metros en planta
(fig. XVI. 11).
245
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Despus de codo lo dicho, se comprende lo dificil que ha de ser ordenar escas ideas
y m u mas influencias del proceso de construccin y d el tipo esrruccural, en una teora
general; pero, quiz haya quedado suficiencememe descacado hasca qu punco debe evi-
tarse el proyectar sin pensar en cmo se va a construir y qu va a pasar durame la cons-
truccin; es decir. cmo se va a sostener y cmo va a trabajar el conjunco en cada uno
de sus per(odos imermedios, y qu alteraciones se deben introducir. en las disposicio-
nes de la estructura, para que se compon e debidamente durante coda la construccin,
y que sta resulte verdaderamente econmica; y en fin, no olvidar que, para el mejor
estado tensionaJ definitivo, puede interesar establecer estados previos de tensiones inter-
nas o aprovechar bien los que hayan de producirse durante la construccin.
En resumen: la morfo loga de la estructura va ntimamente ligada a su proceso de
construcc.i n, como lo va el mate rial de que ha de hacerse; y, en el proyecto, no debe
separarse nunca la una de los otros. El acierto en eJ conjunto de todos estos F.tctores,
durante la concepcin y el p rimer trazado de la estruccura, determina el xito de la
misma y la razn de ser de un p royecto y hasta de un proyectista; porque el ingenio,
para resolver cada problema, ha sido y seguir siendo la caracterCstica esendaJ del ver-
dadero ingeniero de todos los t iempos.
246
XVII
La expresin esttica
Diffciles de evitar son, en este tema. los errores a que suele conducir la deformacin
profesional, porque los defectos del proyecto esrructural suelen proceder de una visin
parcial del problema; del fallo de una o varias formas de enfocarlo. Por otra parte, es
raro tratar esta cuestin de la valoracin esttica de una construccin, refirindola a
sus relaciones reciprocas con la estruccura, como aqu corresponde.
No se trata, pues, de entrar en teor(as de filosofa generaJ del arte, ni de escudri-
ar las razones ntimas de la expresin y de la impresin estticas, ni las ralees de que
arranca el acto creador en la mente de.l proyectista, ni tan siquiem de comentar lo que
pueda haber de objetivo y de subjetivo en el valor final, resultado de una idea del
artista, de una emocin, de un estado de espCritu, en fi n.
Se trata, ahora, solameme de comentar sus valores objetivos en relacin con lo que
tiene de estructural, dentro de las tendencias de la sociedad actual.
Unas veces, esta estructura estar a la vista o constituir la obra misma y nece-
sitar ser esttica; otras veces, quedar oculta. Pero, aun en e.ste ltimo caso. rara
vez el valor esttico de la ohm aparente dejar de estar influenciado por las formas
resiste mes de la estructura interior, del mismo modo que en la obra ms perfecta y
atractiva de la Naturaleza -que., al menos> para el autor. es la mujer po r excelencia-
influye la perfecc.in de su esqueleto, sin pretender que .ste, po r s solo, se3 atrac-
tivo, sino que presta al conjunto la material perfeccin que refleja con sus medios
de expresividad.
Por eso, se requiere tamo el sentimienco artstico como la preparacin tcnica, si
no se quiere que los productos de la imaginacin queden en el aire, como aquellas
estatuas del Gog, de Papini, que el anista tallaba en humo y cuyo mejor encanto nada
de la brevedad inconsistente de su existencia.
Aqu se trata forzosamente de obras materiales -de cal y canto-, que se sostengan
y perduren; y para ello, se requiere una preparacin [cnica larga y penosa. que fre-
cuentemente deforma malhadadamente e-l espritu; por eso, habr que referirse al pro-
yectista con sus virtudes y defectos, con sus conocimientos y sus ignorancias, como
sujeto del proceso imaginativo creador.
El proyectista tendr, en unos casos, que elegir entre tal o cual solucin posible
imaginada. ponderando sus posibilidades estticas; en o rros casos, deber pensar sola-
mente si. corrigiendo sus fo rmas. puede perfeccionar y sobrevalorar la expresin est-
tica. sin forzar excesivamente las otras condiciones funcionaJes, resistentes, construc-
tivas y econmicas.
Tamo en un caso como en otro, el proyectista tendr que guiarse por su instinto
y su educacin ardstica ms que por reglas concretas; porque, en lo esttico, es mucho
ms difkil que en lo tcnico, dar reglas generales que no queden en las nubes de la
247
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
filosofa general del arte, sin aplicacin y con cactos direccos con e.l problema particu-
lar que ocupa.
Pues bien. para el tcnico que quiera documentarse y profund izar en estas cues-
tiones. el primer tropiezo que encuentra, aJ leer obras de esas que se llaman criticas
de arce -y que frecuencemente. para el que las lee. se convienen en crtica del autor-,
es la vaguedad o la inconsistencia de su lxico.
De su lecmra. ms que un poso cristalizado. parece quedar un gel d ifuso, incon-
sistente y escurridizo; porque. acostumbrados los tcnicos a un relativo -slo relati-
vo-. rigor lgico matemtico. no pueden por menos de sonrer. con aires de suficien-
cia. cuando oyen hablar de variables constantes en el Ane, de ttplanos curvos en
la pintura, de unas fuerzas que suben y otras que bajan en los estilos arquiteanicos,
de formas blandas en la piedra. etc.
El tcnico, que haya sido educado en un ambieme puramente tcnico, podr llegar
a comprender y sentir la atraccin de los planos curvos. admirando las exuberancias de
Rubens. y quiz llegue algn dla a distinguir, de las fuerzas que suben af.mosamente
por los arbotantes gticos, las otras que bajan reposadameme por las columnas del Par-
tenn; pero. habr de confesar que siente cierta repulsin para escas explicaciones.
la belleza es el esplendor de la verdad., dijo el gran filsofo. Y de ello, deducen
muchos que la belle.z.a requiere. como razn primaria. la verdad en su acepcin de
correlacin perfecra, entre el fondo real y la forma aparente de la obra. la traduccin,
de relaciones encre conceptos espirituales a obras mate riales. es siempre peligrosa;
pero. no cabe duda de que. al menos hoy. se considera como mentira. y. por canco,
proscribible, el que la apariencia de una construccin induzca a pensar que sus fen-
menos, funcional y resistente. son otros totalmente diferentes de los reales que se ocul-
tan en una estructura interior. divorciada y contrapuesta de la falsa que la obra expre-
sa exteriormente.
Con haber, en ello, un fondo eterno de verdad, al que todo espfritu humano se
adhie.re con fue ro imprescriptible. es lo cieno que. en esto como en todo, no se puede
exagerar; y que siendo varios los factores que intervienen, slo en el justo medio ha
de encomrarse la virtud.
En ningn estilo, o mejor d icho. en n inguna tcnica constructiva, la estructura
resistente ha sido capaz de separarse tan netamente del conjunto de la obra como en
la tcnica actual; la especializacin -virtud y vicio d e estos das--. se ha introducido
en los materiales de consrrucc~n; y un m uro de un edificio puede utilizar materia-
les diferentes para su armazn resistente. para su aislamiento ac.stico interior y para
el ecolgico exterior, sin que, por ello. fal te a la verdad d ejando solamente este lti-
mo al exterior, porque, si es pecaminoso el mentir. no siempre lo es el de ocultar la
verdad.
La mentira em pezarla si. con ese material de recubrimiemo. se tratase de expresar fr-
mulas resistentes contrapuestas con las reales; y ser rocunda y pecaminosa si las formas
que adopta como expresin resistente, son incompatibles oon las leyes de la estabilidad
y resistencia; o. al menos, incompatibles. con ese material que aparece al exteor.
As(, por ejemplo, ser f.Utar a la verdad recubrir una viga de hormign armado con
un plaqueado de piedra, dovelado segn las exigencias tcnicas de un dintel de canterla;
248
Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
pero ser mentir soezmente si el rejuntado no corresponde tampoco a ese tipo de ele-
memo resistente. o si la faJsa bveda. que constituye el dintel dovelado. apoya sobre
simples columnas incapaces, a todas luces. de soporcar los empujes de esas dovelas.
Quiz. en ste y en muchos otros casos. ms que molestar la falsedad en sl. lo que
ms desasosiegue el esptricu del observador sea la sensacin de que se ha pretendido
hacerle comulgar con ruedas de molino y que se ha cometido un abuso de confian-
za con su presunta estulticia; quiz sea simplemente la indignacin que sienta contra
la impericia del proyecrisra. Pero. sea lo que fuere, no cabe duda que la expresin de
un fenmeno resistente, intr(nseca y aparentememe imposible, es algo siempre amies-
ctico para el observador que as lo comprende.
Esto himo es un punto muy importante de la cuescin: la calidad de.! observa-
dor. Admiramos la sociedad ateniense porque. en ella. segn se cuenta, una mujer del
pueblo era capaz de corregir instantneamente. en el ce reamen. un verso del mejor
poeta. Por desgracia, en la sociedad actual no se ha llegado a esa perfeccin anfsrica
en lo constructivo; pero, es claro que sera un perfeccionamiento, )'que. miemras no
se alcance., lo que ha de interesar es la aprobacin y la aquiescencia esttica y de codo
orden de la minora selecta educada en unos buenos principios. tanto de esttica pura
como de mecnica estructural.
Sin ninguna cultura musical puede agradar una obra maestra; pero, la fruicin y
la compresin consciente del placer esttico sern indudablemente mucho mayores
si. conocidas las leyes de la armonizacin, se pueden apreciar. en la obra, todas las
delicadezas y perfecciones que encierra; y, desde luego, no merece igual valor la opi-
nin del crtico carente de cal cultura.
Porque si una cosa es mentir )' otra es ocultar la verdad, otra diferente es que el
observador no se-a capaz de comprenderla y se llame a engao frente a una verdad
nueva, que choca con su esptriru acostwnbrado a otro lenguaje diferente. Si ve un din-
tel de hormign armado con las proporciones normales para este material y, descono-
ciendo la existencia)' carac[er{sticas del mismo, pretende enjuiciarlo como si fuese un
simple monolito de piedra dentro de los cnones de la construccin clsica, dir que es
deforme. Si, acostumbrado al fenmeno resistente de las bvedas. se enfrenta con una
lmina cilfndrica polilobular (ftg. XII. 10), pensar que, como las bvedas no pueden
sostenerse con sus estribos al aire. hay un entramado decrs que se oculta con perfi-
dia. Sin embargo. el fenmeno tensional es limpio)' claro como puede serlo el de una
viga; la forma es excelentemente apta para un material de las caractersticas adecuo-
resistentes del hormign armado, y puede llegar a producir una impresin esttica
anloga a la de cualquier obra clsica, si se alcanza a darle toda la gracia en sus lneas
)' coda la proporcin en d imensiones, de que es capaz este tipo esrrucrural. Que se
haya logrado ya, o no, es cosa diferente. Tampoco el frontn o el dintel hablan alcan-
zado su perfeccin en el siglo VI a. de C.: pero estaban ya cargados de promesas.
El xico es ms difcil ahora, prec.isamente porque el crculo c.rttlc.o, que puede
influir ms eficazmente, es ms reducido; el hecho de que en este a.rte sea necesario
fundi r el fenmeno tensional con el efecto esttico, reduce la masa, de los capaces de
comprende-rlo, a un ambiente puramente acadmico con todos los peligros que esto
ha representado siempre en la hisroria del Arre. Yes difkil que la perfeccin se alcance
249
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
J(Y(~ l . Cola de S. - . .
Roma.
250
Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
de llaves de hierro y de anillos para atar sus sillares; anillos, que ms tarde, hubieron de
reforzarse con carcter ms bien propio del honnign armado. No apareciendo e.sto.s
elementos al exterior, ni siendo natural que el ojo los prevea. no puede hablarse de acer-
cada o exacta expresin resisteme; pero. no por esro la cpula deja de ser bella. Miguel
ngel conoc/a de amemano el punto neurlgico de su es<abilidad y, sin embargo, no
dud en rra1.arla as(; si bien dlsminuy el defecto respecm a trazados anteriores.
Reconociendo la dificuhad que se encuem ra para justificar estas anomaJfas del
sentido artstico. respecto del concepto resistente -connatural sin ser nico. en obras
monumentales de este tipo-. cabra la intuicin de fo rmas de perfeccin esttica. pro-
pias de materiales ms adecuo-resistentes que los usuales; pues. la piedra armada o
resistente a traccin, no es imposible ni es una fal.sedad; y cabrla, tambin, pensar
25 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
que. siendo slo visible la superficie externa, el observador imaginase los espesores
necesarios para corregir el defecro: pues el que la cpula de San Pedro lleve contra-
fuenes segn los meridianos. como volumariamenre se expresa a1 exterior, no d ice
nada respecto a la ley de la d irectriz. interna de stos.
Esta cuestin del espesor invisible es fundamental en la construccin. Pudiera
decirse que constituye una cuarca dimensin en el juego de volmenes que encierran
las superficies envolventes aparences... Es esta cualidad de profundidad, la nica que
puede dar vida a la Arquire<:tura, dice E Uoyd Wrighr (fig. XVII. 7); y el proyectis-
ta ha de cener continuamente presente la conveniencia de hacerle fcil al observador
la inruidn de esos espesores; porque la obra no puede concebirse sin ese cuarto ele-
meneo esencial en la existencia y en la belleza del conjumo. Igualmente ha de comar
con que, en la construccin, no se ve solamente lo que la visin alcanza. sino codo lo
que la complera en el espacio.
En codo caso, dentro del cipo estructural elegido, el artista tiende con frecuencia
a corregir ligeramence las formas rudas que salieron sin pulir de las manos del tcni-
co, las proporciones o los espesores visibles que resultaron de sus clculos estticos; y
ha de reconocerse que el buen aHista lo hace con franco xito estco.
Cul sea el c riterio o los principios ocultos que le gufan para ello, es cosa que no
se alcanza fcilmenre; pero, no por ello debe negarse la realidad sensible.
Ciertameme. la fom1a de igual resistencia no tiene por qu ser la ms anstica. Por
ejemplo, un arco (fig. XVII I. 9) requerirla, para soporrar su propio peso, aumentar el
espesor rpidamente junco a los arranq ues con un resuh ado que. a todas vistas. no
resulta agradable, al menos hoy.
Por otra parte, ni el ojo mejor adecuado. en sentido mecnico, es capaz de apre-
ciar la magnitud de los esfuerzos y tensiones ~on la rapidez. intuit iva que se requie-
re para que su capt:ac.in inte rvenga en la satisfaccin esttica-; ni es posible, campo-
co, olvidar o, mejor d icho, repud iar de nuestro esp(ritu el hbito artfstico que dejaron
en l las obras maestras anteriores.
En efecro, si cuando aparece un material nuevo la tcnica tarda en crear los tipos
estructurales apropiados a sus caractersticas. la sensibilidad ard.stlca tarda todava
ms en aceptar la evolucin. La histresis es[tica es mayor que la tcnica. Es necesa-
rio un perfodo de cransic~n para estar en condiciones de enjuiciar la belleza de las
nuevas formas y sacar de ellas todo el partido posible. Aun en las obras de xito est-
tico ms consagrado, si bien se observan, se encuentran los residuos de tc.n.icas ante-
riores correspondientes a otro material. Bien conocido es el origen maderero de las
mtopas y los trfglifus y, sin embargo, su aparicin en piedra, sobre el arquitrabe, no
engaa a nadie; cualquier observador lo valora en su pura expresin ornamenca1 y
queda satisfe<:ho.
Yendo ms all, no estar fuera d e lugar el decir tambin que, si las cosas serias
deben tratarse en serio. siempre hay. en medio de e llas -y gracias a Dios-, facetas
y detalles de menos importancia, en las que la ironJa y la eutrapelia tienen sus dere-
chos. El tcnico constructor tiene demasiado que luchar con la naturaleza y con-
tra la sociedad q ue le rodea para que no le sea permitido, de vez en cuando, salu-
darlas con el gesto payaso del contrasencido. El chiste t iene, tambin, su razn de
252
Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
253
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
XVII-3. Mezquita de
Crcbba. Oe ~hs
Hispaniae, Gmez Moreno.
cin resistente (pese a todos los peros anteriores}. en la expresin esttica de las cons-
trucciones; al menos en algunas de ellas y en algunas de las escuelas en boga.
Ello es lgico, puesto que nunca estos fenmenos resistentes fue ron mejor conocidos
para sacar partido de ellos, y nunca las estrucmras pudieron tener la personalidad
que hoy tienen, ni alcanzar furmas tan variadas y, pudiera decirse, de personalidad tan
acusada dentro del conjunto de las construcciones.
Es en estos dfas cuando ms interesa o. al menos. cuando ms conscientemente y
con ms posibilidades de eficacia se ha deseado fundir, en un mismo ser. Ja forma arts-
tica con la resistente. Sobre mdo, en aquellas obras en las que., por su magnitud y carac-
tersticas especiales, codo es estructura, se re.fuerza esu acento suprimiendo los temas
puramente ornamentales y se pretende que la belleza surja. simple y naturalmeme. de
la gracia de las lneas, de la proporcin de masas, o del ritmo de sus formas.
Puede decirse que hoy, por prime-ra Vf!Z en la hismria del ane. al independi1.arse
la personalidad de la estructura, se aprecia la esttica Intima de sta y puede hablar-
se de un arte estructural.
No se trata, ahora, de si esto es acercado o no; se trata simplemente de sealar el
hecho y, en todo caso de justificarlo en sus causas, como consecuencia del genio tc-
nico que caracteriza este ambiente social.
2)4
Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
255
Rar.n )' '"' dr los ripos mructtJra!t's
valor especfico y una personalidad propia, clara, sincera y sin pretensiones ajenas a
su misin, que respeta la expresividad e.structuraJ del conjunto, y aun acenta sus
caracteres icsticos con franco esptricu amjbarroco.
Lo dicho se refiere a la expresin est6ca de la verdad resistente. Pero la estructu-
ra-como se dijo ms atrs y se volver a tocar luego- no derivasolameme de la razn
mecnica. Deriva de oc ras razones funcionales primarias, y puede venir muy influi-
da, cambin, por el proceso constructivo.
Es imeresante observar que el ojo del artista es capaz de apreciar la razn funcio-
nal, y de comprender la razn esttico-resistente, si tiene la debida p reparacin para
ello; pero, es incapaz. -.si no siempre, s en muchos casos-, de introd ucir las exigen-
cias del proceso construcvo en la valoracin esttica; de captar sus inAuencias incor-
porndolas intuiclvamente a la razn de ser de las formas que se le preseman.
Es posible que el puence de mnsulas no haya enconcrado todavfa la perfeccin
esttica de sus formas, como ha podido encontrarla el arco, quiz ms viejo en la his-
toria de la construccin; pero. el hecho es que hoy no hay razn d ara para que un
arco resulte ms capaz. de impresin esttica que una viga criangulada; y el proceso
constructivo de sta, en voladizos sucesivos s in cimbra, es mucho ms claro que el deJ
arco de piedra sobre una c im bra que se imagina, pero no se ve.
El arco atirancado, con la rigidez confiada a la viga en lugar de al arco, puede ser
ms constructivo, como se vio al hablar del proceso de ejecucin, que el arco rlgido
con tablero flexible; las conveniencias resistentes quedan igualmente satisfechas; pero,
el efecto esttico del primero parece siempre peor que el del segundo. Parece ms nor-
mal y lgicamente resistem e que e-l arco, como elemenco fundamem al. realice su fun-
cin por s{ solo; y que, para ser estable, no requiera que la viga cirance, a travs de los
pendolones, venga a suplir la rigidez que le falta, en sf m ismo, al arco.
2)6
Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
257
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
estructurales, a base de materiales diferentes segn la funcin que se les pide. est hoy
tan atrasada todavfa, como la orquestacin o el contrapunto en el siglo XVII, qui1.. como
efecto del divorc~o emre las diferentes especializaciones:.
En la gran obra tcnica actual, fundamentalmeme esuucmral, se busca expresar el
triunfo de que es capaz la tcnica presente con los nuevos materiales de que se dispo-
ne; se pretende frecuem emem e dar la sensac.in de poderlo, de fuen.a y al mismo tiem-
po de ligereza, de gracia y de sencillez; se quiere que el pueme salve el gran vano con
la misma sensacin que da el gil atleta al saltarlo con soltura, sin apariencia alguna
de penoso esfueno ni de trabajada ccnica. como si el lmite de sus posibilidades estu-
viera mucho m s aJi todava.
Si fascina po r el peligro que sugiere: -el m ei chino-, lo hace juntando, a su
vi brame dinamismo, una ingenua sencillez.
Quiz por ello no sea, ms que la namral consecuencia de la juvenil personalidad
de esta tcnica, envanecida con la rapidez de sus criunfos. Las generaciones futuras
justipreciarn el lastre de fatuidad que pueden arrastrar las realizaciones de la poca
actual; pero la hora juvenil es preludio de madurez, y debe siempre pensarse que los
frutos superarn las promesas de las flores.
La presencia de esta ambicin de resistencia y ligere1.a, de pmencialidad y gracili-
dad de m uchas construcc iones estructurales de hoy, se aprecia, tambin, en las de
onas pocas. como la gtica; pero m s como expresin de otros ideales superiores,
mientras que., ahora, parece encontrar en st mis ma su finalidad, al servicio, en todo
caso, de un criterio ccnico econ mico que nunca se habfa incorporado tan direcca-
meme a la expresin esctica.
En cambio aquellos sentimientos ms idealistas, q ue acusaba, por ejemplo, el sim-
bolismo mls<ico dd medioevo, han desaparecido; y si el arte moderno pugna, sin lograr-
lo hasta ahora. por incorporar la nueva tcnica y los nuevos maceriales al sentido reli-
gioso, hay que confesar que. salvo rarCsimas excepciones, en la iglesia moderna. se
necesita mirar el emblema de la C ruz o los temas de las vidrieras para d istinguirla de
un saln profano. en el que se cumplen a maravilla las condiciones tcnicas de la acs-
tica y la iluminacin.
[nevitablemenre el positivismo. que con sus trisces consecuencias lo invade todo,
domina el arte de la construccin; pero, as y todo, el sentido de la belleza no se ha
perdido; y, si bien se m ira, se llega a comprender el valor de esta poca de transicin
en la que la humanidad pugna -a veces bien ext raviadamente:- por akanzar otra etapa
mejor en la que los anhelos de sta triunfen y encuentren su pregn apropiado en las
nuevas formas y tcnicas de sus construcciones.
C uando puMa hacer un alto en el camino, cuando recobre la serenidad im pres-
cindible para madurar su arte, cuando tenga tiempo de repetir y de recocar sus tipos
como hizo con otros es[i]os. y pase la hora actual ansiosa de originalidad, escas ideas
y tendencias madurarn en obras tan perfec.tas como las del ane clsico; porque nada
hay, de esenc.ial, que se oponga a ello, sino que, por el contrario, los medios, los pro-
blemas y las responsabilidades son hoy mucho mayores que lo fueron jams.
Ya que de originalidad se ha hablado. no est de ms recordar que originalidad es vol-
ver al origen, como repetla Gaudl, el gran arqui<ecto. Si la originalidad es simplemente
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Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
una me[3 para distinguirse de los dems. si carece de razn intrfn-seca, si no es la conse-
cuencia de aplicar los viejos principios, siempre verdaderos. a los nuevos problemas. aban-
donando eJ lastre del amaneramiento inconsistente, necesariamente pasa. de un valor
positivo}' genial, a convenirse en fragante expresin de una rste conjuncin de la pro-
pia vanidad con la impecia del artista, que, en ese momento, deja de serlo para conver-
rs:e en mentalidad incongruente y pe:rvenida. La originalidad del artista no debe servir
solamente para que se hable de l, sino para que mero.ca que se hable bien.
Se lee en muc.hos libros que el mejor maestro del artista es la naturaleza a la que
debe imitar; pero. el naturalismo no va con las tendencias actuales, ni cabe en estas
estrucmras. Aparee de que la poca romntica haya sido barrida por la tcnica. es que
las construcciones son esenc.ialmeme obra anificial-en el buen sentido de la palabra,
segn el cual. artificial liga con ardfice. no con arcific~oso-; y es obra esttica. No se
trata, aqu. de represen[3r las formas naturales, como en pintura, manejndolas como
medio de expresin de conceptos art(sticos, emotivos o de otro tipo. En construc-
cin, no cabe la frmula deJ arte po r el arte, porque., como se dijo al principio, las
obras se hacen para algo ms y son algo ms. Tienen una personalidad, una finalidad
y unos medios de realizacin, en gran parte, independientes de lo purameme natu-
ral. La construccin, en medio del paisaje.. debe rimar con l; pero, en muchos casos,
utilizndolo como zcalo y acompaamiemo, por resonancia o por contraste, de la
propia construccin que. por sus proporciones y dinamismo, se impone sobre el pai-
saje-, dominndolo.
Por lo dems, quiz pueda decirse que el proyectista de hoy niega, a su obra, el
valor de lo pintoresco; aunque es dudoso que, en construccin, se haya buscado nunca
consclemememe y con xito. Pero, no cabe duda de que resultara desagradable para
el creador si le dijesen de una de sus estructuras, que era bonita y pintoresca. El encan-
co de lo pintoresco proviene de la heterogeneidad desordenada y sin plan previo. al
menos aparente, de los prolijos elementos que mezcla; y es, por tanto, incompatible
con la elegame sencillez y la razonada justificacin funcional que precende darse hoy
a las construcciones y, ms especialmente, a las del campo estructuraL
El ritmo, en fi n, es apreciado como en las mejores pocas, en cuanto el juego de
elementos se presta a e-llo; lo que pasa frecuentemente por efecco de la prefabricacin
y de la modulacin consiguiente.
Y para terminar, no puede olvidarse que la belleza de las construcciones, se capta
a travs de la vista que es, quizs. el sentido ms engaoso de los cinco que nos han
sido concedidos.
Este punto, como ms concreto, est ms estudiado; y en los cextos es fcil encon-
trar multitud de observaciones y reglas interesantes para el proyectista.
Todas ellas derivan del hecho de que la emocin estca proviene de la sensacin,
cierta o errnea. de la vista, sin que el observador pueda evitarlo. Interesa, por tanto,
ms que la obra en su realidad geomtrica, su apariencia ocular; y hay que enjuiciar-
la previendo lodos los efectos de perspec-tiva y sombra con que va a aparecer a los ojos
del observador.
De poco vale la belle-.ta de un arco, si no hay punto de vista para abarcado por entero.
La sombra del voladizo del tablero proyectndose sobre el arco corta desagradablemente
259
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
la vista de ste. La visin de una recta. de una curva. o de un volumen. viene influenciada
por las que le rodean en el campo de la visin; asl, por ejemplo, la recta del tirante de un
arco rebajado. da la sensacin de rurva con roncavidad opuesta a la del arco. Un reccin-
gulo, dentro de una ojiva, aparece defurmado. la ligereza aparente de una viga puede
aumentarse mediante un perfil que d lineas de sombra longirudinales. Y as!, pueden mul-
tiplicarse los casos de efecros anlogos.
Sabido de sobra es que los griegos> maestros en este gnero de sensibilidades pti-
cas. corregCan y ponderaban sus intercolumnios. bajo los frontones de sus templos.
para mejorar la impresin esttica de su ritmo de columnas.
Pero, apane d e estos efec.tos puramente pticos. hay o tros en los que interviene
ms el factor psicolgico. La sensacin que produce e-l fondo de una viga, es ms agra-
dable si tiene algo de contrafle<:.ha; y anlogamente, resulta preferible dar algo de pen-
d iente al sofito de un voladizo. y mejor hacerlo cncavo que plano; quiz porque eJ
fenmeno resist ente se haya grabado en el subconsciente, quiz porque las fo rmas de
la naturaleza lo hayan enseado as!. El hecho es que las lineas, que corresponden a la
deformacin por efecto de la carga. dan sensacin de cansino agotamiento y de imran-
quilidad. en contraposicin de las opuestas que lo dan de potencialidad. Las ramas
del chopo siempre sern ms alegres que las del cedro o las del sauce.
Factores psicolgicos de este u otros t ipos. difk iles de precisar. tienen. sin embar-
go. influencia fundamental en la concepcin y expresin fo rmal de la estructura. Por
qu un pie de farola ha venido siendo mucho ms macizo y resis[ente de fo rmas que
un mstil de bandera en el que la flexin. por efecto de viento, es mucho mayor? Y,
sin embargo, tratad de cambiar uno por otro (fig. XVII. 5).
Porque. no hay que olvidar que uno de los encantos de la belleza radica preci-
samente en no derivar. obligada y deductivamente, de procesos lgicos. Se pueden
encomrar leyes generales que todos los anistas llevan en el corazn; pero. nunca
son suficientes para d ete rmin ar la produccin ardstica como consecuencia obliga-
da de un siS[ema de ecuac,iones. En este caso, e l problema queda inde[erminado.
A la figura feme.n ina no le basta cumplir todos los cnones de propo rciones y medi-
das. que han ido encontrando los e ruditos. si le falta la personalidad que se acusa
en el brillo inteligente de su mirada y en la expresin dinmica de su sonrisa. Y.
del mismo modo. la obra requiere cener una pe rsonalidad. Es intil sobrecargarla
de reglas y reglillas, ni buscarle razones resistentes o funcionales. La Vicwria de
Samotracia (fig. XVI I. 6) no podr nunca volar. porque es de piedra y porque la
superficie de sus alas es. a todas luces, aerod inmicamente insuficiente para ello;
pero, en ruinas como est, sin brazos, ni c.a bez.a. seguir aparecindose como com-
pendio de todos los sueos de superacin y de p redominio del ideal sobre la mate-
ria.
La mejor regla. que puede darse para obtener una estructura verdaderamente est-
tica, es que el auto r posea una serena y aguda sensibilidad artstica con fecunda ima-
ginacin creadora, unida a la tcnica necesaria para comprender Ja finalidad}' el meca-
nismo de su funcin resistente~
Y no se d iga que, en esta ltima condicin, se acusa la defonnacln profesional
del tcnico.
260
Captulo XVII. LA o-presin estlti(ll
No. todo ane requiere una tcnica. Los acien os artst icos de Velzquez o de Goya
slo fueron posibles gracias a su profundo conocimiento de la tcnica pictrica de su
tiempo y a los avances que en ella im rodujeron con la suya propia. Y en el tema que
aqui se erara, la tcnica es principalmente la esctico-resistente; que. tantos adefesios se
XVII-6. VKtoria de
Samotracia. De Arch. Phot.
hacen por carecer el tcnico de educacin y de sentido estcicos. cuantos disparates
d'Art et d'HtStoire", Paris. nacen de la im aginacin del artisca carente de preparacin y com prensin tcnicas.
261
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
XVII-7. Edificioindustnal
S. C. Johnson & Son, e.n
Wis<:onsin. Arquitecto Frank
tloyd Wright. Fotografia:
Eua Stoller.
En resumen. y aparte de las correcciones que para el mejor efecm esttico requie-
ren los efectos pticos. psicolgicos y tradicionales sobre las formas estruccurales de
o rigen puramente tcnico. eJ -Sentido artstico actual considera. como coadyuvante
del valor esttico. la fun cin estructural y la expresividad de su fenmeno resistente;
induso la cree esendal en aquellos casos en que la obra es eminentemente una estruc-
tura. Pre fiere lo simple a lo complejo, odia el engao y desprecia la ayuda o rnamen-
tal. Sin tendencia hada el naturalismo, ignora el valor de lo pintoresco o -Se rinde ante
la impotencia para lograrlo; ama el ritmo; gusta de expresar la graciosa potencialidad
tensionaJ de que es capaz. como reflejo del triunfo de su ccnica; acusa la importan-
cia del material y oculta la influencia de los constructivo y econmico; requiere una
educacin tcnica del observador y tropieza con la dificulrad de obtenerla, dada la
rapidez evolutiva del progreso tcnico; y. en consecuencia. se resiente de fal ta de tiem-
po y serenidad para perfeccionar el valor esttico de sus tipos estructurales.
262
XVIII
Lnea y superficie
26~
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
XVIII l. Depsitos
esfetcidales, Chicago
Bridge t. lron Co.
264
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
XVIII-2. l eyes de
espesores..
@)
26)
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
mucho de las directrices lgicas. las armaduras dentro de la lmina (borde apane),
12mpoco son imporran1es. Si quic.,, sin embugo. afinarse el perfil pua que resulten
compresiones consrames en oda la lmina, tanto egn los paralelos como segn Jos
meridianos, resulta la forma de gcnerotriz de la ligur.~ XVIII. 2b.
La torre, si no Ju de soportar mis que su peso propio y Jo. empujes del >imto y cons-
truida con un material pob"' sin resistencia a traccin, da lugu a un perfil tJI como d
de b figura XVIII. 2c. Parta, pues, que los constructo,... de la torre de &be! hubier.m
debido amoldar las r.1mpas de sus t.iguraiS a ts:1 figura. en lugu de seguir d criterio pur,.
me.ue construct\'0 ck nwuener esas r.unpas con ancho y pendientes constantes para
hacerlas ir creciendo como un araool que lo eftctuase por opas superpuestas sucesivas.
Pa1'2 sostener un ...-olumen cubieno m lo alto de un macizo de revolucin, sin pro--
ducir <racc.iones. ste roma b forma aampanada de la f~tur.I XVIII. 2d con una dis-
con~inuidad que mara la altura a pan ir de b cual el peligro de las tracciones queda
superado por el de la propia resistencia a compr.,.in del material. la semejanza de
este perfil con el de los gr.Indes . f,..panp indochinos (fig. XVIII. 3} es >-.rdadera-
meme impresionante.
Para Jos rotundos bulbos de los ct'apulas orientales rusas o sirias (fig. XVIII. 4), slo
puede decirse que aquello no .son cpubs ni tienen nada que ...-er con el fen meno
resistente, como las mismas gracios:a.s cut"nS helicoidales, aparentes en muchas de
ellas, acaban de pregonar. Slo podrlon ser formidables y eleg:mtes gotas de un liquido
XVIU.J. F~ dl!l ~~
11d. "'e..-.
oHtst. del Attl!o, K.
De ..
-.........
266
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
viscoso, salido de una g1gantesca pipe[a encamada de las mil y una noches, y soste-
nidas sobre su base por tensin superficial. Quiz los flsicos pueden encontrar, as, la
expresin analt[ica de su directriz.
Por el contrario, en un silo, parece claro que la forma pedida por el fenmeno
resiscente serta la de tinaja (fig. XVIIl. 5) de superficie espedfica reducida; y en la que
la zona inferior, con mayores carga.s, resiste con menores radio.'i, mameniendo un
buen ngulo para el deslizamiento del rido contenido; mientras la parte superior se
aproxima, en su fo rma, al cono del rido venido por la cspide. Como siempre. el
afinamiento de la curva meridiana, que define la superficie de revoluc.in, aceptarla
retoques importantes respecw a la curva ptima que no interesa estudiar ahora. Si,
en la prctica, este tipo de silo se sustituye por e.l cilindro vertical con fondo cnico,
es exclusivamente por su mayor economa de encofrado.
Porque las superficies de dos curvaruras de igual signo, son incmodas y costosas
de moldear; y han requerido, para e.llo, habilidades constructivas como las de Nervi,
ya cicadas en el cap(mlo VIII, o las desarrolladas por Zeiss-Dividag para sus cpulas
hormigonadas sobre la propia armadura metlica triangulada e inscrita en la superfi-
cie de aqullas; o la solucin ms divertida y original, de hormigonar alrededor de un
gran globo hinchado a presin. lo que tambin se ha hecho. El ladrillo, sin embargo,
permite construirlas con facilidad; sobre todo porque, a1 ser de revolucin con eje ver-
tical. las cpulas presentan la muy interesante propiedad mecnico-construc[iva de ser
267
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
268
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
XVIII ~. Proyecto de
depsitos para el
Hipdrcmo de Madrid.
Ingeniero E. Torroja.
Son, por consiguiente, superficies muy aptas para enlazar unos bordes rec.tos con
fo rmas y perfiles curvos, y pueden encontrar aplicacin en problemas muy hecerog-
neos. Aparte de su empleo en los voladizos del Hipdromo de Madrid (fig. XII. 22),
donde la sola lmina de hiperboloide llena toda la funcin resisrenre sin necesidad
de vigas, entramados, ni refuerzos de ninguna clase, se puede, solamente a dmlo de
ejemplo curioso y, por as decir, imprevisto, indicar su po..'i ible aplicacin como pon-
en de desage de una vaguada a cravs de un cerrapln de carretera (fig. XV111. 7).
Su doble curvatura le presta la rigidez necesaria en su trabajo como arco; la seccin
transversal se acomoda bien a los empujes de las tierras; las boquillas dibujan sus elip-
ses sobre los taludes; o, inclusive, los perfiles o secciones, segn la vaguada, ofrecen
un buen abocinamienro del perfil hidrulico.
Igualmente, en ciertas pilas de puente y tajamares podran tener aplicacin apro-
piada superficies alabeadas de stos y oc ros tipos.
Por el contrario, las superficies desarrollables, como el cono y el cilindro, han sido
repetidamente utilizadas desde muy antiguo, espec~almence esce ltimo. El cono,
empleado bastante en cubierras, ha sido desechado de los intradoses de cpulas por
poco esctico; y, en realidad, fue ra de las ligeras ventajas constructivas, presenta una
fo rma resistente menos sacisfaccoria, a la visea, que la cpula de doble curvatura.
El cilindro. y par 6cularmente el de la direcui-z circular de medio punco, ha sido
el ms empleado en bvedas de can. Su encuentro. con otros de menor radio, da
lugar, en los lunetos, a una curva bien conocida del arce renacenti-sta y sobre cuyo
valor esttico puede discutirse bastante; pues, su doble contoneo en el espacio pro-
duce, a la vista, una sensacin algo extraa.
La bveda corrida lisa, lo mismo que la cpula esfrica, vista desde el interior, pro-
duce una sensacin de indefinida monocona que el artista crata de cortar acusando
en ella. mediante arcos perpiaos o nervios saliente. su propia curvatura. La necesidad
269
Radn y Yr d~ lns tipos f'Strurttmtkl
es mayor con materiales conlinuos. como el hormign. que con la canrera, cuyas
junru fijan y distraen ms la vista. Ycomo el peligro de pandeo o de flexin es mucho
mayor en el cilindro que en lo cpula, por la f.Uta de la segunda curvatura, el prime-
ro pide mecnicamente, ms que lo segundo, el refUerzo de los nervios. En definiti-
va son ellos y las boquilla.< los que definen la apariencia de la bobeda; porque, como
se ha dicho ames, son la.< arista.< y las linea.< las que acusan aparentemente b superfi-
cie sobre la que se dibujan; y la b-.da cillndrica podra ronsiderarse como una suce-
sin montona de arros par.tltlos todos iguales.
El arco, mientras ha ido ocompallado por el muro, tampoco ba requerido mec-
nicamenr~ una dirtrit precisa. EJ arco de drculo. de medio punto o eJ escarzano, y
tlellptico perfecto o sustituido por el carpanel de varios centros, llenan la historia de
la Arqwtecrura (fig. XVIII. 8). La f.obricacin en oerie de dovelas de bdriUo o adobe,
[()das iguales, conduc~ al :uro circular. y utilizada en roscas indinadas. como hacia
la tcnica constructiva caldoica (fig. VIII . 1), debi produr el arco ellptico rebaja-
do, quiz con &orpresa para su consuuc1or.
El mismo deseo simplif'iador pudo conducir, en estilos ms avanzados, a susti-
tuir la elipse por un arco de wrios ccnuos, tres o cinco normalmente. Pero. es posi-
ble, que fuera tambin la !<nsibilidod artlstica del artffice la que le indujera a esto
Jrimo, no como un recurso de su pereza constructiva, sino como un nuevo afina-
miento de sus lineas; porque la scmi...clipse resuha, para algunos, un poco demasia-
do baja de riones; y e.s lo cierto que los ucos carpaneles clsicos envuelven siempre
la elipse de iguales semiejes. separndose mi< de ella por rifiones o entre rifiones y
arranques; que todo depende de donde se le supongan los rifiones al arco.
Tampoco est de ms deci rque. a un observadorsensible y exigente -como debie-
ra ser rodo observador- , el arco de trc.s centros acusa todava demasiado la disconti-
nuidad de su curvatura.
Ms que la elipse. actl<a el defecto antes apuntado la cicloide (fig. XVIII. 8) que,
aunque presenta particularidades interesantes y curiosas como directriz de la membra-
na ciltndrica. prescnra el inconveniente de que la proporcin, entre eje horizontal y ver-
tical, no es libre como en la elipse. sino obligada justamente al valor pi.
270
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
27 1
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
la parbola del aroo de puente, cualquiera que "'a <u grado, es una linea de cur-
\'atura decreciente, desde cbve h:ada arr3nque; curva que desaparece. al llegar a ste.
en un punto que no presen~. para ello. ninguna personalidad demro de la curva.
Parece que, en su curw naturalmente indefinido, (topiece inopinadameme con el
obstculo imprevisto dd am.nque y muera alll de muerte violenta (fig. XVIII. 9b).
Y menos mal si encuentra el valle nornul a su recorrido; siempre es ms noble morir
de frente.
En arcos rebajados. su variacin de rurva(ura es menor y su efecto ms satisfacto--
rio. En arcos peraltidos, siempre resul12 hundida de riones y, si va sobre pibs allliS,
d cambio de alineacin, entre elbs y bs ariJw de sras, da al oonjumo un efecto poco
agradable; pam;e que est~ pidiendo que los a.rc:os bajen a buscar sus ananques en el
terreno (fig. XVIII. !le y d).
Pero lo que da car.icter el arco es, ranto su directriz como la ley de espesores a lo
largo de dla. El clkulo y b visr.a van, aqul, de acuerdo para pedir un canto mayor en
panlbola do 2. rado
catenaria y psr4bola
de 6. "grado
272
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
arranques que en clave; y es corriente hacerlo variar en funcin del coseno del ngu-
lo (figura XVIII. 9e) de la direc<riz con la cuerda. En arcos biarciculados, la ley de
espesores es, lgicamente, decredence de clave a rtulas (f); y en el trianiculado,
decrecieme de riones a rtulas (g), lo que ya no resulta esttico tan fcilmente.
Sea como quiera. las curvas de intrads y de trasds, que resultan. son de expre-
sin matemtica complicada y. como e.l reparto de espesores no necesita ser muy afi-
nado, podr!an tomars<!, para ambos perfiles. leyes tambin parablicas o de tipo expo-
nencial, lo que da una mayor libenad de t razado; pues, estudiada, en un caso
particular, la ley ptima result tan poco agradable como la dibujada en la figura
XVIII. 9h.
La accin de la sobrecarga viva y de los efectos locales de empotramiemo sobre el
estribo aconsejan, con frecuencia, awnentar sensiblemente el espesor del arco junto al
arranque. Para acender a este fenmeno se ha trazado muchas veces una curva de acuer-
do entre el arco y el e.<tribo o la pila (fig. XVlll. 9i); ello acusa todav{a ms el mal efec-
to, por el cambio de ley geomtrica de curvaturas. Resulta preferible acusar la discon-
tinuidad diferenciando los salmeres del arco propiamente dicho (fig. XVIII. 9j).
Todo esto ensea que las curvas mecnicamente de.finidas no siempre van de
acuerdo con lo que pide la esttica, y que la mano deJ artista ciene su propio campo
en la correccin de aqullas, problema que da mucho que meditar y sopesar.
Y no ha de menospreciarse el hecho de haber tipos que han nacido y se han sos-
cenido, en la evolucin del arte, por simple adhesin esttica, sin aparente razn fun-
cional ni resistente; tal sucede con e.l misterioso nacimiento del arco de herradura en
el arte visigtico, al que tan fuenemente se adhiri eJ rabe. y lo mismo sucede con
el arco tmido apuntado. Miennas tanto, otro.s ms lgicos. como. por ejemplo. los
arcos elrpticos peraltados, que parecen inicia"" en los portalones de las murallas heteas,
no tuvieron seguidores.
Si bien el arco es curvo por esencia. no es ni con mucho el nico donde la curva
se cuida con esmero. En la misma columna, que parece ha de ser expresin de la recta
por antonomasia. la cunoa suave, pero bien definida. acompaa su fuste como pre-
sintiendo los dolores iniciales del pandeo.
la viga, prescindiendo de las ligeras contraflechas circulares o parablicas que los
artistas le han dado, a veces, para evitar efeccos pticos de.<agradables, ofrece el proble-
ma de sus curvas de cartabn en cuanto es cominua o monoltica con el soporte. Cier-
tamente. la construccin moderna ha acostumbrado un poco el ojo a la acusada dure-
7.:1 de los cartabones triangulares (fig. XVIII. 1Oa); pero tambin se ha empleado en ellos
la curva con lo.s mismos problemas c.itados al hablar del arranque del arco. La unin
de la recta con la curva del cartabn plantea siempre un problema esttico difkiL
Parece lgico que la recca deba enlazar con la curva en un punto de .sta de curva-
cura nula; y, por consiguiente, que curvas como la sinusoide o la lemniscaca sean ms
aptas, para ello, que los arcos de elipse, parbola o hiprbola (fig. XVIII. 1ob y e).
Pero si la curva del car(abn ha de enlazar con la columna, acusando el efecco de
prtico, y ha de quedar envuelta, por as( decir, en el pol!gono que forman los faldo-
nes de cubier(a y los muro.s verticales, la hiprbola puede servir muy bien; especiaJ-
mente si el soporte va articulado en la base y el prtico es a dos aguas (fig. XVJn. IOd).
XVIII lO. Prticos
a:.ar1elados.
hlpkt>ols
@)
274
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
275
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
XVIU-12. Re!icano de
la umpana de S. Pa!nc10
(siglo XU. Museo Nacional
de Oublin. De Summa
Artis'". J. Pijoiin.
276
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
son necesariam ente pequeos y el buril del cantero juega con libertad; las curvas con-
vexas por abajo y con curvacura necesariamem e creciente a panir del arranque. son
las clsicas de los capiteles dricos. Pero. siendo el borde superior horizoncal, es la
curva de sofito cncavo la que corresponde a un perfil de igual resistenc-ia.
Aun manteniendo la ley de espesores terica. el libre juego de la direct riz. permi-
re amoldar la lfnea visra a perfi les muy variados. En el gran voladizo del campo de
Las Corts, de 2) metros de vuelo (fig. XV. 7), e.l sofito sigue una curva con inflexin.
servilmente copiada de la namraleza y que se adapta perfectamente a las exigencias
funcionales, que pedla un campo visual compleco sobre el rea de juego con un mfni-
mo de alcura en el borde del voladizo para defender mejor de la lluvia las fil as de
asiencos d elanteros. dejando, al mis mo tiempo. la mayor altura de techo posible para
los espectadores de las filas del fondo. El punto ms bajo de la curva faci lira, en fi n,
el paso de las cuberfas de recogida de agua de la cubierra. Un entablado discontinuo,
muy ligero, alinea sus rabias a lo largo de la curva, corrando la longicud, y acusan-
do nfridamente a la vista, la forma de la mnsula. Si se hubiese dado un perfi l con-
tinuamente indinado hacia deJance. aun con curvatura decreciente, el efecto de ven-
cimiento por el peso hubiese sido desagradable. Pero bast resolver hacia arriba el
borde para cambiar totalmence el aspecto, porque la curva, gradas a las muchas
modalidades y variables que encierra, permite un lenguaje mucho ms matizable que
la simple recta.
El arquitecto de estos himos aos ha achacado con frecuencia a la curva la blan-
dura como calidad peyorativa; pero, en ese sentido, puede asegurarse que slo son
blandas las curvas mal trazadas y peor enlazadas. Ni aun atribuyendo virilidad a la
recta y femineidad a la curva - lo que sera vanamente discucible-, pod.rfa considerar-
se eso como un defecto, porque ambos tipos contienen s us cnones propios de la
belleza, y porque es demasiado peligroso esrablecer paralelismos entre cosas y con-
cepcos tan hete rogneos. En todo caso, se antoja que la femineidad, con todas sus
gracias. correspondera ms a la voluble curvatura de la lnea inflexa.
No debe interpretarse codo esto como preferencia por una curva sobre otra, ni
sobre la m isma recta y el plano. El rectngulo plano, sobre cuyas proporciones pti-
mas tanto se ha d iscutido, llena toda la arquitectura clsica y moderna; pero. sobre
codo, el plano, liso verrical, de piedra o de lad rillo, ha alca01.ado hoy canta o ms
importancia que nunca. El juego de paralepfpedos lo ha llenado codo durante unos
decenios y ha mostrado efectivamente valores insospechados.
Sin embargo. cuando entre las lneas que lo definen domina la verrjcal. no es raro
que la recta se incurve suavemente a buscar un talud como en el clebre Ayuntam ien-
to de Estocolmo (fig. XVIII. 13), tan antiguo ya. para ser tan moderno. Si los rasca-
cielos no se inc:urvan de-esa forma. parece ser canto porque el ritmo uniforme de ven-
canas no lo permite, como por necesidad de s implificacin constructiva.
Pero e.l plano de lmites rectos permite otra porcin de soluciones. desde Jos muros
ataluzados. can caros al a rquitecto egipcio, y los frontones triangulares helenos, tan
tpicamente func.ionaJes, hasta abarcar todo el conjumo d e poliedros regulares o no;
desde la p irmide de base cuadrada, que slo impone por sus enormes dimensiones,
hasta el dodecaedro de la figu ra XVIII. 14, utilizado como depsito de carbn en
277
Razn y sn d~ los tipos rslru(tuntlls
278
Captulo XVIII. Llne.1 )' superfiri~
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Todas ellas tienen sus leyes matemticas y fsicas de las que derivan sus efectos; y
cuanto ms se conozcan. cuanco ms se haya estudiado, observado y sentido freme a
ellas, ms posible ser reali7..ar una obra perfecta y comprender conscientemente sus
virtudes y vic,ios. El artista no debe olvidar nunca que la esttica, con su componen-
te subjetiva innegable. est, sin embargo, ntimamente ligada a las propiedades geo-
mtricas, analticas, mecnicas y resistemes de las superficies y lneas que delimitan
las masas de la cons[rucc.in.
Cada curva matemtica lleva una verdad en su ser, la jus[eza de una ley, la expre-
sin de una idea, el pregn de una virtud; y el negarlo, slo puede buscar excusa en
el ciego reducto egoCsta de una ignorancia perezosa.
XVIU-16. 8&.-edas
tabicadas del Mercado
Sageta, en Barcelona.
Atqurtecto B. SassE!g,Oda.
280
XIX
28 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
282
Captulo XIX. La glu~is tkl ~squmm ~muctuntl
de los apuros que pasa, la pobrecilla, para meterse en esa horma y lograr que no se
venga todo abajo.
Au n prescindiendo de otras razones, s iem pre hay un a exigencia econmica. un
m nimo posible de coste que se debe buscar; y no se puede cejar en ese empeo mien-
tras no se tenga la seguridad de haber agotado las posibilidades y haberlo sopesado
todo con sus pros y sus concras.
Al analizar las posibilidades de adaptacin y los in conveniemes que la solucin
presenta para el caso particular de que se nata. hay que hacerlo s in p rejuicio n ingu-
no y con un espritu de crtica agudo, am plio y exigente.
Lo corriente es que los datos del problema presenten alguna faceta para la cual la
solucin clsica. u otra cualquiera, no estaba pensada. Las soluciones clsicas son mag-
n fficas para un grupo general de problemas: pero. como es lgico, no tienen por qu
ser las ptimas para cada caso particular dem ro de.l grupo; y es frecuem e q ue. por
fa1 ta de esp(ritu crtcico, por no adentrar suficientemente en el fondo de la cuestin y
fi losofar por qu y pa ra qu cre la humanidad aquel tipo estruct ural, se haga. en
cada caso concreto de la vida profesional. un a tontera ms y un insulto a los que con
tanto trabajo fueron elaborando, al cabo de los aos o de los siglos, los modelos de
est ruccuras que ponen gratuicamente a d isposicin de las nuevas generaciones.
Por ejemplo, en un pequeo pueblo, cuyo nombre no hace al caso, le pidieron a
un ingeniero que proyectase un pue.nce sobre un cauce que cru1.aba el pueblo, para
evitar. as. el rodeo a que obligaba otro puente ms alejado. ror razones de econom a
estaban dispuestos a suprimir. de sus exjgencias. el paso de vehfc.u1os; de ese modo.
al ser las sobrecargas m ucho menores. el puente podra resultar econmico y entrar
en las posibilidades del Ayuntam iento.
El proyeccisra se encontraba con escos datos y con un cauce canalizado, que pre-
sentaba el nivel de agua a m uy poca profundidad respecto a las calzadas que trataba
de unir. Era necesario e1evar la rasante, o hacer un puente de tablero inferior. La buena
28)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
calidad de las laderas permita bien el establecimiento de un arco; ste resultaba lgi-
cameme ms econmko que la viga. Elegido el arco. caba hacerlo superior al table-
ro (fig. XIX. 2a), en dos arcos gemelos, algo separados, para colgar de ellos el tablero
por medio de pendolones y viguetas transversales. Pero, esto resuha ms coscoso que
hacer el tablero superior apoyado sobre pilarcillos pequeos en un arco inferior (b);
en la zona cenera!, el tablero podla apoyar y hasta confundirse con el propio arco. La
solucin clsica de arco de tablero superior pareca resolver, pues, el problema. la dife-
rencia de rn.sames, entre este tablero y las calzadas de las calles la[erales, esrrechas, obli-
gaba a poner unos cuamos escalones. lo que constitua un inconveniente que. aun
reconocido y sopesado. los vecinos aceptaron de buen grado. ya que, con ello. el puen-
te resultaba lo suficientemente econmico para poder pagarlo y les ahorraba un largo
rodeo. Alguien debi pensar que ya no podrla ir con su caballerfa; pero. todo lo daban
por poder pasar ellos.
Bien, ;cul es el defecto? Sencillameme el no habecse preocupado el proyectista
de criticar la solucin clsica que adopt; el no haber analizado para qu y por qu
sus antecesores haban colocado en aquella disposicin todos y cada uno de sus ele-
meneos. El arco. con tablero superior, tiene coda su razn de ser para una carretera
que desciende por las laderas de un valle hacia el rlo que ha de cruzar. Pero, en este
otro caso, el arco obliga a elevar la rasante y es slo una razn econmica, no funcio-
nal, la que le impone. El tablero se coloca para establecer un camino horizontal o de
muy escasa pendiente y hacer posible el paso de vehlculos. Aqul no tiene esa funcin;
y las escalerillas aadidas al tipo clsico debieron destacar. a los ojos del proyectista,
la anormalidad de la situacin.
Bastaba suprimir el tablero, su entrevigado y sus pilarcillos (fig. XIX. 2c}, para que
el arco, por si solo, resolviera la totalidad del problema funcional; en todo caso, bas-
taba reforz.ar un poco su espesor en arranques y buscar un enlace suave con las calza-
das contiguas. Con la econom(a consiguiente habra habido dinero de sobra para
reforz.ar el arco, si hubiese sido necesario, y permitir la sobrecarga. poco mayor. de
las caballerlas cargadas.
Al pasar en coche, por al! l. habla un borrico mirando las escaleras .... y el autor
pi.s el acelendor. Si existe aJgn puente parecido, nadie c.rea que se refiere a se. Su
pueblo est muy lejos y su fantasla ms lejos todavla.
Volviendo al tema. Paniendo de las soluciones clsicas o buscando las nuevas com-
binaciones a las que vayan conduciendo las exigencias especiales del problema parti-
cular, habr de mirrselas siempre con la ms dura y variada crtica para que. cono-
cidos sus inconveniences y defectos, se pueda huir de ellos u obligarles a conducir de
la mano hacia una solucin mejor: aun cuando no se lograse. cuntas cosas no se
habrn aprendido sin qui1. darse cuenta de ello!; cosas que vendrn a ayudar des-
pus, como nacidas oportunamente en la propia menee. al esmdiar ms tarde otros
problemas que, aJ parec-er. nada tienen que ver con aquel que ya se olvid.
Si en el empeo se copa con una solucin totalmente nueva o que, en cieno modo,
se puede considerar como tal -pues en realidad nada hay nuevo bajo el Sol-, debe
criticrsela ms todav(a; dejarla descansar unos das. liberando la imaginacin de su
obsesin y el entusiasmo vanidoso de su adhesin. La noche aconseja. dec(a Salomn;
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Captulo XIX La glu~is tkl ~squmm ~muctuntl
.,.:..
-: --:::.., .t:n- - ..;....,
~g- p~
':-'
- -
28)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Hay que pensar siempre que el proyecto, como su m ismo nombre indica, no es nada
mientras no se construye. y requiere, ante todo, ser construible; es decir, fcil y eco-
nmicamente construible.
Respecto al terreno, si hace temer asientos fuenes o desiguales, ser conveniente
pensar en estructuras isostticas. Y, aun as, ver si los movimientos, que se presumen,
no perjudicarn demasiado a la utilizacin de la obra. Tal puede suceder, por ejem-
plo. con vigas de puente gra, que requieren una horizontalidad perfecta; porque, en
ese caso. o habr que ir a buscar en profundidad la rigidez requerida, o habr que for-
7.ar esa rigidez. de la estructura para que ella, de por s{, obligue a los cimientos a bajar
por igual. a pesar del gran sobrecosto que ello suele representar.
Si el terreno es flojo, y las sobrecargas no son demasiado grandes, convendr bus-
car unos materiales que perm itan hacer la construccin muy ligera. Si la cimenta-
cin es buena, pero a profundidad -y no por pilotes-, convendr concenmr pru-
dencialmente los cimientos aumentando su separacin para ver si, con el ahorro que
de ello puede obtenerse, se compensa el sobrecosco que se produzca en la superes-
tructura.
Por el contrario, en las cimentaciones por pilotes, es frecuente que, siendo limi-
tada la carga adm isible de cada uno de ellos, se requiera un nmero de pilotes gran-
de que, a1 no poder aproximarse entres{ ms que hasta un cierto lmite, cubra nece-
sariamente un gran por ciemo del rea que ocupa la obra y aconseje, por consiguiente,
aproximar. en lo posible, los sopones o hacerlos continuos para d isminuir el coste,
tanto de las zapatas o encepados corno de las vigas y elementos horizontales de la
estructura que se apoya en esos cimientos.
Cienas construcciones regidas y relativam ente ligeras, sobre un terreno muy flojo
como el fango. pueden p restarse mejor a una cimentacin flotante superficial que a
una p rofunda, por pilotes, si el subsuelo sigue siendo blando en profundidad. No es
nico, ni mucho menos, el caso de unas casas cuyos muros van cimentados sobre una
especie de batea Aotante, muy rfgida, de hormign armado, y que han bajado varios
centmetros sin ningn agrietamiento ni in conveniente por ello. La d udad de Mji-
co ofrece ejemplos muy interesantes.
Una vez elegido el material. la estructura ha de mirarse muy concienzudamente
en cuanto a los fenmenos tensionales que se producen en ella; fenmenos que habrn
de indicar sus d efectos y ventajas y la conveniencia de modificar el tipo estructural
en determ inados sentidos.
Nunca se insistir bastante sobre la necesidad de prever y analizar todas las formas
posibles de trabajo y de hundimienco de una estructu ra. bajo la accin de todas
las posibles causas de fenmenos tensionales, cargas normales o acc.idemales, efectos
trmicos, de retraccin, etc. El olvido de cualquiera de ellas, al hacer el trazado del
esquema estrucmral. puede hacer que, una vez terminado el clculo, se observe la
inconveniencia del tipo adoptado y obligue a empezar de nuevo todo el trabajo; o,
Jo que es peor, a rehacer la construccin si, despus d e hecha, acusa los peligros del
olvido con su amenaza de ruina.
Hay que cuidar de no olvidar ninguna solicitacin, externa o interna, que pueda
producir estados tensionales dignos de tenerse en cuenta. En caso de duda sobre su
286
Captulo XIX. La glu~is tkl ~squmm ~muctuntl
importancia. siempre ser fcil hacer un tanteo o guiarse por los con-sejos que. al efec-
co, suelen dar las normas de construccin en cada pas.
Si se olvida que puede soplar e-l viento y producir. no slo empujes, sino tambin
succiones. o que el paso de un tren puede causar efectos de resonancia en la viga del
pueme. o que la recracc.in ex.iste, o que el terreno puede romperse y deslizar por fuera
de la estructura IJevndosela encera, es fcil encontrarse con efec.tos desagradables que
hacen exclamar frecuentemente al novaro: !Quin lo iba a decir!; y la construccin
no lo dice, lo hace.
Si se trata de un entramado o estrucm ra lineal, pueden distinguirse en el dibujo,
con colores d ife rentes, las piezas que trabajan exclusivamente a compresin sim ple o
compuesta, las que trabajen a Aexin y las que lo hagan a traccin; e, incluso, se pue-
den in dicar, con el mayor grueso de estas ltneas. las zonas ms cargadas de esfuerzo
(fig. XIX. 3a). En general, oon un poco de prctica o ayudndose de sencillrsimos tan-
teos con la regla de clculo, es fcil hacer este esquema con la burda aproximacin
que se necesite para establecer un primer concepto de la forma de trabajo. Ha de cui-
darse. naturalmente, de no superponer o confu ndir los anchos represencativos de
esfuerz.os que no pueden verificarse simultneamente y. en cambio, sumar los anchos
de los que representen esfue.rros superponibles. De este modo, es fcil ver la d isposi-
c in y el o rden de magnitud que van a adoptar los esfuerzos determinantes de las
escuadras que convendr emplear. Se ver su concentracin en determinados nudos
o zonas, el desequilibrio entre un as zonas y otras, etc.
Medando en las causas de ello (excentricidades excesivas de fun iculares, etc.),
irn surgiendo, como de la mano y sin esfuerzo. las modificaciones de fo rma que el
fenmeno tensional est pidiendo; y se ver si, desde el punto de vista de las premi-
sas funcionales, son aceptables d ichas modificaciones. o no; dnde pide cambiar la
directriz; dnde correr los soportes; dnde introducir una rtula que libere fue rtes
flexiones concentradas en zonas d iffciles de reforzar; o, en fin, se ver la convenien-
cia de saltar a otra solucin distinta.
El dibujo de la estructura deformada (fig. XIX. 3b) es tambin muy til en estos
casos, como complemento del anterior, y aun por s{ solo; pues es fcil de trazar d irec-
tamente, si bien no lo es tanto, ni mucho menos, el darle valores aproximados a puro
sentimiento.
Si se trata de una forma apropiada para el estudio en elasticidad plana, el ttaZado de
lsostticas es la mejor representacin del fenmeno; pero. en general, se requiere mucha
prctica para poder intuirle. ror eso, la fotoelasticidad puede ser un buen auxiliar en
~ -~:y ~ 1
= tracciones
XIX3. DefOf!Tiada de un
pruco.
287
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
casos en que valga la pena su utilizacin; pues, es[3 tcnica nunca es tan sencilla como
parece deducirse de las exposiciones de algunos autores.
En es[ructuras superficiales, tambin un tanteo del plexo tensional es de gran valor
para e-l encaje de los esfuerLos en el plano cangente a la superficie. La imaginacin de
las flexiones es ms complicada; sin embargo, con costumbre-, es relativamente f.cil
presumir su existencia en ciertas zonas, por la consideracin del equilibrio de mem-
brana continua. que muchas veces es conocido, y la del efecto de las reacciones exter-
nas suprimidas o establecidas en el borde; pues son stas las que provocan las flexio-
nes necesarias para establecer el equilibrio, que se ha ro[o al cortar la membrana
continua por el nuevo borde.
Cuanto mayor sea la experiencia de que se disponga sobre casos anlogos. ms
rpida ser la intuicin del estado de tensin o de deformacin de la estructura que
se tantea; y cuanco menor sea aqulla, ms necesitar el proyectista de clculos y can-
reos para enjuiciar la situacin.
Por eso. es desgraciadamente frecuente que o tros ojos, bien experimemados y ave-
zados en estos estudios, vean de golpe la inutilidad del trabajo empleado en calcular
una estrucmra con mdo de[alle y perfeccin; porque el tipo o disposicin general
adolezca de defectos que el proyectista novam no pudo captar; o, si lo hizo, fue dema-
siado tarde, cuando ya el erabajo estaba hecho y el ciempo o la voluntad le !ah-aban,
para volver a empezar.
Al hacer este anlisis, se irn concre[3ndo las juntas de dilacacin, la convenien-
cia, o no, de es[ablecer articulaciones en determinados puntos, e[c.
Por ejemplo. si en un pnico de hormign armado de varias luces, la longitud no
es excesiva respecto a la rigidez de los soportes, podr prescjndirse de establecer juntas
de dilatacin; pero, si la viga, en una de las luces centrales o en determinada zona. por
tener que soportar esfuerLOs normales muy pequeos, se hace mucho ms dbil que en
el resto, el efecto de la reuaccin tender a concencrarse en ella y producir su agrieta-
miemo si no se toman precauciones especiales para impedirlo. Una solucin puede ser
dejar. ah{, una junta definitiva; o quiz, una jun[3 provi-Sional durante la construccin
para que la retraccin de las dos panes de la esrrucmra, que quedan a uno y O[ro lado
de ella, pueda verificarse libremente antes de hormigonar la zona ms dbil.
Al trazar la estructura, hay que [ener presente todo lo comentado sobre el funcio-
nalismo esttico-resiscente. La mejor estrucmra es la que. a igualdad de volumen de
ma[erial empleado, trabaja con meno res tensiones. La gracia o el mrito no es[ en
lograr la solucin a fuerza de agotar las tensiones admisibles, sino en encontrar un
tipo de estrucmra que resulte econmica sin necesidad de ago[3rlas.
Una e.strucmra tranquila, clara, con pocos elementos ro buscos que conduzcan los
esfuen.os lo ms djrecramente posible. desde las cargas actuan[es hasta la cimenta-
cin. es siempre la mejor; y conste que lo mejor no tiene por qu ser siempre lo ms
econmico.
En estructuras metlicas. por ejemplo. e.s corriente, al menos en Europa, sustituir
una. de elementos robuscos con mallas simples y trazado daro, por otra, formada por
una marafia de perfiles delgados, con la que se logra disminuir el peso y frecuentemen-
te el coste. As(, puede ganarse un concurso en el que se presume que la econom(a va
288
Captulo XIX La glu~is tkl ~squmm ~muctuntl
a ser la razn exclusiva de adjudicacin -por ser corriente la creencia de que los cos-
ces son lo ms F.cil de comparar y lo que mejor descarga de responsabilidad al jura-
do-; pero. de ah a que esa sea la solucin mejor, y la que un buen ccnico y bien admi-
nistrador de sus p ropios intereses e-ligiere, va mucha dlferenc.ia. No son slo los
nmeros los que han de dec,idir honradamente la cuescin; hay imponderables que el
proyectS[Cl tiene que considerar y que, al buen tcnico. le arrastran con atraccin irre-
sistible.
La claridad del fenmeno tensional. la buena compensacin de sus formas resis-
tentes. el puro aspecto ccnico-esttko. la mayor seguridad a trueque de un aumen-
co de coste relativamente reducido. la mejor aptitud para soportar posibles esfuerzos
anormales no tenidos en cuenta. etc. son factores d.iffciles de explicar y de ponderar
e incluso de enumerar en su totalidad; pero que el tcnico ha de tra[Clr de asimilar a
fuer1..a de observacin. de espritu analizador y crtico, y de aprendizaje bajo maestros
experimentados.
Por ejemplo. en una estructura metlica. de elementos muy ligeros, se suben eres
obreros a pinrarla y ponen. paca ello, los rabiones sobre unos perfiles que, por servir
solamente de tirantillas contra pandeo. tenfan una seccin mnima; los tres obreros
se renen a fumar un pitillo sobre este punto dbil. y se rompe. produciendo, quiz
por pandeo. la deformacin o el hundimiento de una buena parte de la estructura.
Qu los obreros no deberan haberse subido y reunido all'; confOrmes; pero. puede
alguien asegurar previamente que no ocurrirn nunca cosas como sta?
Y la simple oxidacin de un cierto espesor superficial, no produce una disminu-
cin relativa de seccin y, por [<lotO, un awnento de la tensin de crabajo mucho mayor
en un perfil delgado que en uno grueso?
Ejemplos asf. podrfan mulciplicarse hasta el infinito. No, la economa de primer
establecimiento no tiene derecho a ser siempre el facto r decisivo; una estrucmra de
pocos elementos y robusws dar siempre ms sensacin de cosa buena y duradera que
la de tipo contrario; y lo ser realmente.
Pero esto, como todo, tampoco puede llevarse a ultranza; en un justo medio est
la virtud . La vivienda mnima-minimrum es la ms econmica; pero. al hacerla un
poquito menos m(nima en sus dimensiones. el costo no aumenta proporcionalmen-
te a la superficie de las habitaciones ni mucho menos; hay. pues, una razn para no
estrujar allfmite la incomodidad del ser econmico. que bastante desgracia tiene con
serlo.
Al mismo tiempo. interesa mucho no pensar solamente en la economa de peso o
de volumen de material, sino en simplificar y economizar la mano de obra. en dis-
minuir las superficies de encofrado y cimbra, facilitar los enlaces. d isminuir su nme-
ro. etc.
La estructura ser canto ms satisfactoria cuanto ms fcil y tranquila sea su eje-
cucin y ms adaptada est a los medios auxiliares de que se disponga. si es que requie-
re medios especiales para sus maniobras de montaje.
Por otra parte, hay que pensar que la estructura soportan te no es ms que una paree
de la construccin que se trata de reali'zar. y cuyas economa y eficacia son las que real-
menee interesan. Los materiales de relleno -por ejemplo. los de muros y tabiques en
289
Rar,n y sn-e Wr tipos estrunumkt
un edificio- pueden, unas veces. utilizarse como elememos soportances formando parte
integrante de la estrucmra; y en otros. por el contrario. interesa aligerarlos al mximo
liberndoles de la funcin resistente, y confiando su sustentacin a otros elementos d e
la estructura. En este ltimo caso. in teresa que los elementos resistentes se presten fcil-
mente a enlazar y sujetar los de relleno. de forma que s-tos cumplan por entero su fina-
lidad fu ncional, y que las deformaciones de la estructura no petjudiquen a ello.
Por ejemplo. los tabiques de divisin son, po r su forma y dimensiones, mucho
ms rfgidos y frgiles que las vigueras que los soportan. Al venir las sobrecargas
vivas, o las mue rtas de pavimento, e tc . a actuar sobre las viguetas. stas flexan
dejando los tabiques descolgados o apoyados solame nte p<>r los extre mos (fig.
XIX. 5). Basta la sacudida de un portazo. o cualquier otro fenme no anormal, para
provocar su rorura, por lo general, por esfuerm conante. La construccin no amenaza
290
Captulo XIX La glu~is tkl ~squmm ~muctuntl
:::,._
..
ruina por e-llo; pero. es evidente que acusa u n defecto que siemp re hubiese sido pre-
fe rible evitar.
Anlogamente, las ventajas tericas. que pueda ofrecer una estructura de cubier-
ta con e:lemencos resistences apareciendo por encima del material de impermeabili-
zacin (teja. fib rocemento, etc..). dan lugar frecuentemente a complicaciones de vier-
teaguas, baberos, limahoyas, etc~. que se comen. con creces, las economas previstas
en la estructura por adoptar tal solucin.
Otro problema que hay que acometer con valent!a y amplio sentido de colabora-
c in, cuando son varios especialistas los que intervienen en la cuestin, es el de las
im posiciones funcio nales que coartan excesivamente las posibilidades de solucin
estrucmral.
Siempre debe reconocerse la primaca de las verdaderas exigencias fu ncionales;
pero. en muchos ca.sos, se aceptan, con excesiva c.redulidad, im poskiones proceden-
tes de una determinada solucin funcional pensada a espaldas del problema resisten-
te o estructural. Es frecuente que otra disposicin pueda satisfacer tambin el proble-
ma funcional impuesto; solucin en la que no se ha pensado y en la que no quiere
pensarse por pem.a o cerrazn espirintal del especialisra correspondiente. Este se ena-
mora de una disposicin elegida, sin pensar ni conocer los problemas estructurales,
y se la pasa al especialista estructural para que le meta -esta es la palabra- una estruc-
tura. Y ste tiene que meterla con ca~zador, por los espacios y huecos que le han deja-
do libres, como si se tratase de algo secundario y vergonzoso e-n el conjunto.
Son todav(a, afortunadamente, muchos los que sufren al contemp1ar la incomo-
didad permanente a que -Se someten estas pobres estructuras, fru to de una malhada-
da discocia. retorcidas y forzadas dentro de un edificio al que se esfuerzan en soste-
ner, viviendo. en sus ms oscuros recovecos, con atormentada resignacin, sin que
nadie las reconozca ni aprecie su hero-Smo incgnito.
Ciertamente la estructura se hace, como se dijo al principio. no con fin alidad pro-
pia, sino como elemento auxiliar necesario para que se sostenga algo que vale la pena
de erigir y sostener. Pero. la estrucmra e.s parte, no accidental, sino esencial de toda
construccin. sea arquitectnica. ingenieril, industrial o suntuaria. Ha de valorarse,
2? 1
con esptricu amplio y ble.n equilibrado, hasta dnde cada parte, esencial o acciden-
tal, debe supeditarse a las dems.
Lo mismo sucede con las exigencias estticas, que han de tenerse en cuenta siem-
pre para ponderarlas sin exageracin. con buen criterio y sereno juicio, consideran-
do la finalidad y las circunstancias del caso, sin olvidar tampoco que, como d ice el
profesor F. Campus: la importancia excesiva atribuida al aspecto de las construc-
ciones. que sobrepasa lo que el tcnico normal concibe corno adecuado, no es nece-
sariamente un signo de civilizacin; puede ser. ms bien, un ndice de decadencia;
y es lo cieno que la arquitectura moderna, que tanto se pavonea de racional y fun-
cionalista, no lo ser totalmente mientras no considere, entre sus func.iones, la est-
tlco-resiscente como esencial e imprescriptible.
El cuerpo humano no tiene el esqueleto metido con sonda por entre los huecos
de las vsceras; es algo ms armnico y racional, y no por eso deja de tener posibili-
dades estticas. Lo funcional. lo artstico y lo esttico-resistente han de ir unidos desde
la concepcin inicial del conjunto. Tan perjudkial es que aJ anista se le llame al final
para dar apariencia esttica a lo hecho. como que al tcnico no lo quede otra misin
que la de sostenerlo, o que ambos se desentiendan cotalmeme de las razones funcio-
nales.
Son muchas, las veces, conviene remacharlo. en que un cambio. ligero o comple-
to, de la disposicin funcional eJegida. permite resolver el problema estructural, no
slo sin gran inconveniente para lo funcional, sino in cluso en beneficio suyo.
Se ha dicho antes que la estrucmra de mnimo material no es siempre la mejor ni
tan s iquie.ra la ms econmica. As, por ejemplo, el reducir sucesivamente la escua-
d ra de los soportes, de una planta a la siguiente superior. obliga a mod ificar los enco-
frados de los propios soportes y de las vigas que acometen contra aqullos, y esras
operaciones representan, frecuentemente, un sobrecosto superior al del volumen de
hormign que se ahorra.
Sin embargo, hay que tener cuidado de no exagerar, o mejor dicho, de no comra-
venir esta propia ley de economa. El ahorro d e material proporciona siempre una eco-
noma que, cuando no est contrapesada por ninguna otra operacin. no puede desco-
nocerse ni menos negarse. Es frecuente, entre Jos comrastas, dec.ir que la reduccin de
volmenes conduce inevitablemem e a absurdas elevaciones de coste. Sin embargo, hay
casos en los que puede suceder lo contrario. Una lmina con fuerces pendientes, como
la de la figura XIX. 6. suele requerir doble encoiTado y un hormigonado delicado y difi-
cil de apisonar; pero, si se puede reduc.ir su espesor a pocos centmecros y la malla de
armaduras es suficientemente cerrada. un horm ign oportunamente dosificado se sos-
tiene sin necesidad de encofrado en trasds.
Por o era paree. aunque el precio por metro cbico pueda aumentar, no ha de olvi-
darse que lo interesante, desde el punto de vista econmico. es el producto de este
precio unicario por el nmero de unidades por colocar en la obra.
Por extraos fenmenos psicolgicos. el comratista, en general, gana ms -al
menos l lo dice-, por metro cbico de hormign, en gruesa unidad que en unidad
fina. Parece que la diferencia de coste podra fcilmente compensarse con una eleva-
cin del precio de venta. Pero los propietarios o sus representantes estn acostumbrados
2?2
Captulo XIX La glu~is tkl ~squmm ~muctuntl
XIX-6. Cimborrio de la
iglesia de Vdlaverde.
IngeniEro E. Tonoja.
Fotografia: S. v. Kaskel.
a discutir los prec.ios un icarios por comparacin con los corrientes en el mercado, es
dec.ir, por los de las estructuras corrientes; y se llega al acuerdo por regateo sin preo-
cuparse, por una ni por otra parte, de llevar la discusin sobre bases obje6vas, de las
que, por lo general. carecen. si no los dos, s( frecuemememe el representame del pro-
pietario.
Es evidente que, a igualdad de precio de venta, el contratista gana ms en la uni-
dad gruesa, que necesita menos mano de obra, menos atencin y menos preocupa-
ciones. Pero, d e esto no se deduce que el produc.to a que antes se ha hecho referen-
cia. tenga que ser mayor; y efecvamente, entre los recuerdos profesionales del aucor
abunda el caso del contr.ttista que. tratando de ganar un concurso de proyecto y eje-
cucin conjuntos, o encomrndose frente a un contrato a tanto alzado, venfa, en una
brusca conversin de espritu, a pedir que se le redujera, an ms, eJ espesor de con-
tados cemmetros que se haba dado a unos determinados elementos muy repetidos
en la estructura.
El proyectisca debe, pues, no confundir el be-neficio industrial del consu uc.tor
-muy respetable por cierto- con el coste total de la obra que ha de sacar de sus arcas
el propietario o la entidad correspondiente.
En una lmina de hom>ign armado, por ejemplo, la reduccin del espesor podra,
en c.ienos casos, obligar a emplear una gravilla ms menuda y algo ms cara; pero,
apane de eso, no aumenta el cosce de ninguna operacin, ni del encofrado, ni de la
cimbra. ni de ningn m ro elemento; y si la disminucin de espesor se traduce en dis-
minucin de cargas por peso propio y, por canto, de armaduras. etc .. puede ser muy
aconsejable. Casos parecidos se presentan igualmente en estructuras metlicas o de
otro gnero.
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
Pasando a otro punto, una cosa es que la estructura sea complicada en s o poco
clara, y otra que su clculo lo sea o no. En esto, sueJen jugar, no ya los intereses del
contratista, sino los del propio proyectis[a que ha de ser, por consiguiente. concien-
zudamente exigente consigo mismo.
En fi n. en el criterio rec.t or para la eleccin de.! cipo estructural. deben inAuir tam-
bin las condiciones econmiCls que regulan su finalidad o que se derivan de ella y
de las especiales caracter(sticas de la persona o empresa que la acomete. No puede
enfocarse con el mismo criterio de economa una obra privada que una pblica. una
de tipo puramente industrial que otra de carcter suntuario. Aun en las de tipo pri-
vado e industrial. es frecuente que, por razones derivadas del carcter propio deJ nego-
cio, interese hacer una obra llamativa y gastar en ella sumas que han de recogerse a
travs de los beneficios indirectos que apo rce la propaganda. Un puente, aun con las
mismas condiciones de trfico, puede pedir valores de monumentalidad simplemen-
te por su proximidad a una poblacin, etc.
Tambin debe pensarse en la duracin que se pretende dar a la obra; pues, la vida
de una estructura de madera no es la misma que la de una metlica, ni sta es igual
a la de otra de hormign o de piedra, ni los espesores han de ser los mismos; y todo
ello puede conducir a modificaciones esenciaJes del tipo e.strucmral.
No basta decir que la duracin debe ser la mayor posible; esto no es decir nada o
es una pretensin absurda y fuera de lugar. Deca el Coronel Lorenz ~1 rey sin coro-
na de Arabia-, frente a las ruinas de Petra, an en pie y totalmente abandonadas y
desrticas desde tancos siglos, que los romanos, al pretender hacer eternas sus ciuda-
des, no lograron ms que recordar a todas las generaciones siguientes la absurda vani-
dad de su poderlo, pasajero como todos los de este mundo.
Y es cieno. Para qu malversar en d urabilidades intiles? (Se sabe. por ventura,
cules sern los sistemas de transpone, los procesos industriales o los mtodos de vida
de maana? Cuntos puentes han cenido que desmontarse y sustituirse. slo por que
las cargas de las locomotoras haban aumentado en pocos aos! Es necesario, pues,
meditar y ponderar bien e.sta cuestin. Unas veces estar justificado hacer una obra
ms resistente de lo que exigen las cargas actuales, porque se prevea un aumento razo-
nable de stas; y otras ser preferible hacerla ms bien con criterio de provisionali-
dad, si ello aporta buena economa, y no se tiene idea de cules sern las necesidades
y las posibilidades construc.tivas de un prximo futuro.
294
XX
El clculo
p. m.
m. m.
XX l. Muro de un dique
seco.
2?)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
dem ro del relleno, mamiene la relaciva impermeabilidad de s<e, su flojedad har que
aparezca una grieta por la que entre la subpresin agravando el mal hasta convertir el
muro en un mulo del de las lamentaciones y obligando a costosos cosidos con arma-
duras) para asegurar una impermeabilidad absolutamente necesaria en este tipo de
obra. Y como estos ejemplos, podran presentarse muchos otros sucedidos ya o en
potencia de suceder.
Entre las cargas o causas de solicitacin han de considerarse) no solamente las que
constituyen fuerzas exteriores, empujes o pesos definitivos, sino tambin las que han
de producirse durante la construccin. que ha de preverse ames de empezar el cku-
lo, para poder aplicar ste a todas sus fases sucesivas. De lo contrario, la ohm se hace
imposible o exige refuerzos sobrecostosos y disgustos intiles. lgualmeme han de
tenerse en cuenta las solicitaciones de origen trmico, de renaccln, etc. Sobre hasta
qu punto pueden present.trse efectos de este tipo. d ifciles de prever. pueden tam-
bin c~carse los dos casos siguientes:
Uno de ellos era 11na estructura de edificacin en hormign armado (fig. XX. 2),
cuyo dimensionamiento no acusaba ms particularidad que la de tener vigas y sopor-
tes de ms rigidez que la usual. con cuantas bajas que se haban calculado debida-
mente, pero sin tener en cuenca las posibles diferencias de retraccin de un piso a
o tro. Los forjados emn monoltticos con sus vigas y soportes, como es corriente en
hormign armado. Los clculos parecan correctos e, incluso, contando con la retrac-
cin. las cargas no eran demasiado alarmances. La obra hubo de suspenderse duran-
te unos aos; y, un dfa, aparecieron grietas verticales, fuenes y repetidas en las vigas
de ltima planea.
En la inspeccin ocular. se apreciaba claramente que las grietas no pasaban el for-
jado; no tenan la inclinacin clsica del esfuerzo cortante; se repan an ms o menos,
por igual a lo largo de las vigas; y apenas si variaban de espesor, a lo alto de stas, hast.t
aproximarse al fo rjado, donde disminuan y se cerraban, sin pasarle. Evidentemente,
no eran producidas por el trabajo normal de la es<ructura. Hechas las oportunas inda-
gaciones, se supo que habfan sido observadas despus de unas fuenes tormentas de fin
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- " "-- ~ XX-2. Asuracin de
un p(mco.
296
Captulo}()(. El cdlmlo
de verano, cadas con temperaturas altas, despus de una prolongada sequa. Las vigas,
en traccin por efecro de la retraccin y de la rigidez. de los sopones. haban roto al
entumecerse bruscamence el hormign del forjado por efecto del manco de agua que
cay sobre l. La ligereza y escaso espesor de las vigas. no mojadas y con poca arma-
dura longitudinal. las habfa hecho insuficiences para seguir el movimiento de dilata-
cin higroscpica del fo rjado; y las grietas se haban producido donde los emibos
venicale.s, prximos al paramento. facilitaban la concentracin del esfuerzo sobre el
recubrimienco de hormign. Una vez. iniciadas las grietas, hablan pasado de lado a
lado.
El otro ejemplo. se refiere a la combinacin de los efectos trmicos con el proce-
so de marcha de la construccin. Una gran nave de diences de sierra (fig. XX. ~), con
una fila de sopones metlicos cencrales muy flexibles. terminaba. por un lado. sobre un
muro de ladrillo de pie y medio de espesor, y quedaba libre por el otro. Las cerchas lon-
gitudinaJes a la nave. apoyando en las jcenas de lucemario. no llevaban otro arriostra-
miento que el de las correas de cubierta. Estas jcenas transversales formaban vigas
concinuas de dos luces apoyando sobre la fila central de soporres y sobre los dos muros
longitudinales y macizos de las fachadas.
La estrucmra empez a empujar sobre el muro de fondo agrietndolo. cerca de la
base. y provocndole un fuene desplome que continuaba aumentando. Los soportes
prximos al muro acusaban la misma desviacin. q ue iba disminuyendo hasta el lti-
mo del otro lado. sin que ste pudiera ofrecer reaccin ninguna que jus6ficase aquello.
Como la estructura segua en su empeo de derribar el muro y llevaba camino de
lograrlo, hubo que esmdiar lo que ocurra. No se haba hecho ningn programa espe-
cial de ejecucin; durante el montaje no se haba apreciado nada anonnal, y los sopor-
res se haban dejado bien aplomados.
Pues bien, todo era debido a que el forjado de cubierca, hecho de rnblero de rasi-
lla. se haba empezado a construir en primavera. por el lado contrario al muro en
cuestjn; en consecuencia. la eS[ructura haba quedado sujeta a Jos muros laterales
por esa parte. Toda la dilatacin elstica deJas cabezas inferiores en traccin, a medi-
da que el forjado iba cargando, ms las debidas a las elevaciones sucesivas de tempe-
ratura, efecto de la estacin, iban co ntra el muro. que ofrec.fa menos resistencia al
vuelco que los grandes planos del forjado que trabajaban como enormes vigas incli-
nadas. de muro a muro laceraJ.
2?7
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
298
Captulo}()(. El cdlmlo
2?9
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
una construccin econmica con tensiones menores que en la soluc.in clsica, evi-
dentemente la eleccin no serta dudosa. Si no fuese as(, ser preferible tracar. por codos
los medios, de determinar, aunque slo sea con un primer grado de aproximac.in, eJ
estado censional de la solucin monoltcica empotrada en el terreno; y tener en cuen-
ta, al fijar el coeficience de segudad, las posibles indeterminaciones y probable orden
de errores que queden como consecuencia de lo inseguro de las hiptesis s implifica-
doras introducidas al establecer el sistema de clculo.
Por su parte, la complicacin del desarrollo matem6co, por grande que sea, no
aade ni quica nada al valor de los resultados. Despus de comprobar que stos satis-
facen las condiciones impuestas como datos del problema, puede asegurarse que, si
esas condiciones o hiptesis se asemejan a la realidad, los resultados se asemejarn
igualmente; porque. como escriba Fresnel a Laplace: La naturaleza no esquiva las
dificultades del anlis is. No es nunca en el desarrollo matemtico correcto donde
puede estar el fallo; es en las hiptesis. Si las condic,iones de sustentacin no son las
previstas, si el comportam iento del ma[erial no es el de la ceorfa de la elascicidad que
se emplea. si aparecen esfuerws de otro tipo no tenidos en cuenca. trmicos, de retrac-
cin, etc., s i los estadios de la ejecucin dan lugar a estados [ensionales d ife rentes,
etc., es, emonces, cuando la realidad no estar conforme con el clculo.
Y como esto sucede frecuenteme-nte, no slo en las grandes escructuras, sino tambin
en los elememos pequeos y corriemes, no debe nunca confiarse en el afinamiemo de
esos clculos que siempre llevan consigo el estigma congnito de sus pobres hiptesis.
El proyectista ha d e cuidar mucho de enjuiciar las hipcesis y. por eso. se comenta-
ron tan largamente los materiales y sus comportamiento; porque es vido corrientsimo
el de enamorarse de la elegancia de un proceso matemtico y adoptar una determinada
solucin escructural slo por cener ocasin de desarrollarlo. sin parar m ientes en los erro-
res de las hip[esis necesarias para su planteamiento: hipcesis que, para muchos proyec-
tistas, pasan desapercibidas en el incgnito de su introduccin implcita e inconsciente.
El enjuiciar la importancia de los errores finales que puedan obtenerse de esas
hiptesis. el desprecio de ciertos trminos o dete rm inados esfuerLos al parecer secun-
darios, etc. son las cuestiones ms delicadas y difkiles que deber considerar el pro-
yectista; porque. en general, no es f.cil su estimacin por medios matemticos, sino
que requiere un profundo conocimiento de los fenmenos fsicos que representan,
de su importancia relativa y de sus mutuas influencias.
En definitiva, en elementos verdaderamente imponantes. o en aquellos O[ros a los
que su gran repeticin presta importancia, no debe huirse del clculo complicado
cuando el fenmeno tensional realmente lo requiere; es decir. cuando no hay otro
mcodo ms sencillo que d suficiente garanda. El grado de aproximacin es cues-
tin relacivamente secundaria; pues. en todo caso. hay que tener presence que nunca
se pueden evitar divergencias apreciables en ere la realidad y las hiptesis simplifica-
doras que han de aceptarse para hacer el clculo posible.
Por ocra parte, si el hacer un clculo excesivamente burdo. para una estruc.tura de
gran importancia, es una ligereza, el hacerlo excesivamente concienzudo y detallado,
en casos de poca monta, es aparte de una prd ida de tiempo. un claro indjcio de falta
de prctica y de criterio sobre estas cuestiones.
300
Captulo}()(. El cdlmlo
Ciertamente que. mientras la propia experiencia no sea gua segura para el caso
de que se trate, ser necesario ap<>yaste en el clculo para alejar todas las probabilida-
des de error e ir adquiriendo esa experiencia que se echa de menos; porque o:las leyes
de la nacuraleza estn escritas en lenguaje matemtico, como dijo Newwn. Pero, de
eso a emplear dos pginas de imegrales para calcular el momante de una barandilla,
o el que, en un proyecto de pueme que llevaba una acreditada fi rma, se le requiriese
al autor la comprobacin de unas losas de andn accesorio de medio metro de luz
que habfan dimensionado a ojo, va bastame diferencia.
Por ltimo. el proyectisca no ha de olvidar que si, en ciertos casos especiales -slo
en muy contados casos-, el anlisis se declara impotente para resolver el problema, que-
dan siempre los mtodos experimentales y anal!tico-expementales con los que hoy se
pueden garantizar las condiciones de seguridad de ruaJquier estructura. por complica-
da que sea. Especialmente en estructuras o maciZDS tridimensionales de contornos com-
plicados -como, p<>r ejemplo, la presa-bveda de gravedad sobre terreno heterognea-
menee deformable-, estos mtodos son insustituibles y eficaces. Claro es que requieren
cosmsas instalaciones manejadas por personal muy especializado; pero, por esto mismo,
su intervencin es valiosCsima en esrructuras delicadas o importantes (fig. XX. 4).
Entre los mtodos anallticos fundados en la teoria eJstica clsica, las diferencias,
de unos a otros, se refieren puramente al proceso operatorio, no a las bases; y, por
consiguiente-, en el fondo son codos iguales.
Hay otros mtodos que consideran las condiciones reales del material al aproxi-
marse la rotura -mtodos elasto-plsticos, anelsticos, de agotamiemo, etc.- y se fun-
dan en ellas para decerminar la proporcin en que las cargas reales previ-Sibles estn
respecto de las capaces de agotar la resi-Stencia o la estabilidad de los distincos elemen-
cos. Estos son muy interesantes, po r cuanto permiten determinar el coeficiente de
30 1
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
seguridad real sin los errores y divergencias a que conduce la cmoda. pero f.Jlsa, extrapo-
lacin de las conillciones elsticas d el material hasta el momento de la rotura. Cuando
pueden aplicarse cmodamente son, no slo aceptables. sino aconsejables en general. Lo
que ocurre es que, muchas veces. esas teorlas conducen a procesos de clrulo prcticamen-
te inabordables; pero, no hay que olvidar que, en O[ros muchos casos, re.cmltan sumamen-
te prcticas. como, por ejemplo, la teora de clculo de placas por lineas de rotura, de
Johanssen; o el mismo dimensionado de pie1.as en compresin de hormign am1ado por
las frmulas aditivas. adoptadas por muchas instntcciones, y otras anlogas para ftexin.
Ahora b ien; cada mtodo lleva impllcitas unas hiptesi-S y, en general. cuanto ms
sencillo y prct ico es. ms se aleja de la realidad y menos aproximado resulca, porque
de ms cosas ha ido prescindiendo en la complejidad del conjunto estructural y del
fenmeno tensional. Por eso, interesa conocer y tener presente cules son sus hip-
tesis restrictivas; porque, ciertos mtodos, perfec-tamente aplicables a casos corrien-
tes )'a cipos d e estruc-turas usuales con d im ensiones normales, pueden ser totalmen-
te inapropiados para otras estructuras excepcionales.
Las ins trucciones y las frmulas que aqullas aconsejan, utilsimas en aquellos
casos, pueden resultar. por todo eso. francamente insuficiences y peligrosas para esms
otros. Las frmulas de dimensionado de un muro de comencin continuo prescin-
de del esfuerzo cortante porque, en l. es despreciable; y. sin embargo, su considera-
cin. en un muro de comrafuerces, puede ser el determinante del espesor de stos, en
lugar de serlo el valor de sus compresiones vertkales.
Asimismo. es corriente prescindir de los corrimiemos horizontales de los nudos d e
un prtico mltiple de edificac.in, porque los forjados de piso y las tachadas aseguran
suficientemente su inmovilidad; pero -S se traca de una estrucmra exenta, como el casti-
llete de un depsito elevado. la aplicacin de esa simplificacin carece de toda base; la
realidad es totalmente otra, y la catstrofe puede llegar por mucho que se hayan afinado
los valores resultantes de aquel clculo. Como siempre, son las hiptesis las que f.Jllan.
As, pues. nunca se insistir bascante en los peligros que lleva consigo la exuapo-
lacin de los mtodos y reglas de clculo usuales, a estructuras que se salen de los
casos y tipos corrientes para los que se han ideado y en los que encuentran co mple-
ta justificacin.
Es fundamental decerminar p rimerameme todos los fenmenos censionales que
pueden presentarse en la estructura, sin olvidar ninguno; todas las posibles formas de
rotura o de prdida de equilibrio o de estabilidad; y confiar, a la comprobacin del
ckulo. todas las que, a simple vista. no estn totalm ence aseguradas.
En primer lugar, hay que seguir los esfuerzos y reacciones hasta el final; hasra la
cimencacin y an ms all de ella, dentro del terreno. hast a que sus efectos se difu-
minen. No basta asegurarse de que cada pilote no se hunde en el terreno. Es necesa-
rio. igualmente, que todo el volumen de cerreno, que rodea el conjunto del pilotaje,
no se hunda tampoco. deslizando y haciendo refluir las t ierras que lo rodean. Es fun-
damental no olvidarse de ninguno de esos esfuerzos y formas de trabajo o de romra
que luego pueden producirse en la realidad.
En la estructura represen rada en la figu ra XX. 5 se habfa contado con el empuje
A de la.s tierras y con su peso B; se haban calculado correctamente las flexione.s en
302
Captulo}()(. El cdlmlo
Be
las placas y vigas, las tracciones en los contrafuertes, las reacciones verticales resultan-
tes sobre los pilotes y la carga resistente del terreno que los envolva, as como la esta-
bilidad del talud. Adems, se habla comprobado que la resultante C pasaba por la
base de sustentacin. La estructura. a pesar de todas esas comprobaciones, decidi
caerse.
Estudiados la rotura y el proyecto, se dedujo que los pilotes caredan de la nece-
saria resistencia para soportar la Aexin que produda. en ellos, la componente hori-
zontal A, relativamente pequea del empuje; fenmeno que el proyectista no habla
tenido en ruema. Todos los nmeros estaban bien hechos, pero faltaban otros.
Ejemplos de este tipo podr!an presentarse a montn y no serta trabajo baldlo. Es
necesario establecer previamente cules son las formas posibles de rotura o de inesta-
bilidad de la estructura, y comprobarlas una a una. Bastar que se olvide una de aqu-
llas para que la obra quede en libenad de caerse, sin que los clculos hechos sirvan
pam nada. Es como si se Gerrasen todas las salidas de una raconera, menos una.
No puede olvidarse que los diferentes elementos, o la estructura entera, pueden
pandear, rotal o parcialmente, ames de alcanzar las cond iciones limites de rotura; que
los secundarlos de una estructura triangulada existen y se superponen a los es fuerzos
axiles primarios, aunque la esttica grfica garantice que stos bastan para asegurar el
equilibrio; que ciertas cargas mviles producen efectos dinmicos, y su periodo puede.
quiz, coincidir con eJ propio de resonancia de la estructura con gravsimo peligro de
sta; que la re[raccin o las diferencias de dilatacin trmica de un elemento a otro
producen sus efectos, y sms pueden venir aumentados por circunstancias especiales
del proceso de construccin. etc~
En el puente de la figura 'XV_ 6, las deformaciones producidas por el desigual calen-
camiento del tablero de hormign y de las vigas metlicas, bajo las orientaciones dife-
rentes del sol, de la maana al medioda, eran superlores a las deformaciones elsti-
cas producidas por la carga total de prueba; >' por tanto, los secundarios, que estas
deformaciones trmicas introducan, no eran despreciables.
La d ificultad est en saber colegir de antemano la importancia relativa de estos
fenmenos para decidir si es necesario su clculo o no. Yesto es. ms que nada. una
cuestin de prctica. Cuando el autor se vio obligado a proyectar una estructura que
sobrepasaba en mucho a las que estaba acostumbrado a hacer, como le sucedi con
303
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
el arco de hormign de 21O me<ros de luz sobre el Esla, hizo muchos clculos que le
demostraron lo excesivo de su preocupacin. Hoy no los repetira; pero, volverla a
hacer otros anlogos si la extrapolacin se le presentase, en otro semido. Por eso, el
valor de la especializacin no es solamente el de una mayor garanta, sino tambin el
de una economa de tiempo y de dinero en el proyecto.
Nunca debe acometerse el clculo laborioso de una estrucmra sin haber hecho
antes unos primeros tanteos, todo lo burdos y rpidos que se qujera. pero que per-
mitan asegurarse de que se va por buen camino y de que las d imensiones adoptadas,
sobre las que la comprobacin del clculo ha de acruar, son aceptables en primera
aproxjmacin. Y. con mucha o poca prctica, nunca deben darse por buenos los resul-
tados de un clculo, medianamente prolijo, sin una ligera comprobac.in posterior,
que ser tanto ms fcil cuanto ms prctka se posea.
Por otra parte-, por mucha experiencia que se tenga en el trazado y p rimer dimen-
sionado de las estructuras, ser djffcil que el clculo no acuse pequeas sobretensio-
nes en determinadas secciones o zonas que, aun siendo aceptables, no deben dejarse
sin considerar y corregir siempre que otras razones funcionales. constructivas, estti-
cas o de otro tipo, no aconsejen lo contrario. La observacin de estas correcciones es
siempre un manantjaJ de enseanzas para el p royecto siguiente.
Otro problema fundamenral. y anterior a codo clculo, es la fijacin de los coefi-
cientes de seguridad; problema al que los proyectistas prestan demasiada poca o nin-
gun a importancia. fijados en los que marcan las instrucc.iones de su pals.
Cienamente no es un problema que inAuya en el crazado de la estrucmra; por
adoptar ste o aqul, es raro que se inviertan las ventajas de un determinado cipo esnuc-
tural sobre otros; y parece, por consiguiente, que el tema se sale de los que han de
comentarse en esta obra; pero su importancia es tan grande., en relacin con Jos prin-
cipios bsicos del clculo, que no est de ms llamar la atencin sobre ello.
Primeramente-, el coeficiente de seguridad no puede o no deber(a fijarse con carcter
de uniformidad para codas las estructuras de un mjsmo tipo. Por poco que se medite en
el asumo, se comprender que las razones. que dan origen a la introduccin del coefi-
ciertte en el clculo, var(an totalmente de un caso particular a otro relativamente parec.i -
do; y las instrucciones oficiaJes slo debieran fijar un criterio exigiendo del pro}'ectista
una razonada justificacin del que se adopte. Hasta hace poco pareda imposible razonar
sobre l; pero. desde el momento en que se ha comprendido que, en realidad, de lo que
se trata es de mantener suficientemente baja la probabilidad de hundimiento, las posibi-
lidades del planteamiento y solucin del problema han cambiado completamente.
El coeficiente de seguridad debe ser diferente segn la probabilidad, mayor o
menor, que las cargas previstas tengan de ser sobrepasadas en mayor o menor grado.
No debe, lgicamente, ser el mismo para un depsito abieno, en el que el empuje
del agua no puede pasar del hidrosttico, correspondiente al nivel de la coronacin,
que en un piso de un vivienda. en la que se admice una sobrecarga de ckulo que
puede sobrepasarse mucho en un momemo de aglomeracin impensada e incons-
ciente del peligro. El hablar de mxima sobrecarga posible no tiene sentido en muchos
de estos casos, o representa un criterio que conducira a resultados con los que no
sera posible ninguna construccin.
304
Captulo}()(. El cdlmlo
Hay que comar con la pooibilidad de que las sobrecargas combinadas, o los mismos
pesos muenos, pueden tener siempre errores de previsin, en la realidad, de un punto
a otro. Un puente-acueducto podr(a formarse por dos mnsulas equilibradas sobre una
pila central (fig. XX. 6); no habiendo excemcidad terica sobre el soporte, el clculo
dir que sta puede reducir impunemente su ancho mientras no se agote su resistencia
por compresin simple y pandeo. Sin embargo, no cabe duda q ue convendr darle un
ancho mayor que el terico para asegurar la estabilidad de los tramos, aunque ningn
coeficieme de seguridad wnga a exigirlo partiendo de aquellas hiptesis de equilibrio.
Lo mismo sucede cuando una barra, en una triangulacin, queda con un esfuerzo prc-
ticameme nulo, porser la diferencia de los producidos por d05 cargas imponames que
se suponen actuando simuhneamence con una proporcin fija entre ellas. Hay que
cuidar del grado de error que puede presentar esa proporcin durame la vida de la obra,
porque su influencia relativa, en el valor diferencia, puede ser muy grande.
Anlogamente, debe variar el coeficiente segn el grado de vigilancia que se haya
de ejercer, durante la obra, sobre el cuidado de su ejecucin y la calidad de los mate-
riales: vigilancia que no se prev la misma para una obra delicada o importante que
para otra corriente y sencilla que ha de construirse lejos de codo ncleo urbano. con
obreros y capataces poco especializados.
El coeficiente ha de ser mayor cuando se aplica a los clculos burdos y rpidos,
donde las divergencias con la realidad pueden ser grandes, que cuando se hace un clcu-
lo afinado que se sabe responde con justeza a un fenmeno tensional sencillo y repe-
tidamente comprobado.
Pero, sobre todo, si, con el mal llamado coeficiente de seguridad, lo que se pre-
tende es reducir la probabilidad de hundimiento y, por eJio, se obliga a una construc-
cin ms costosa para mantener alto el coeflc.ience, hay que empezar por meditar hasta
dnde este sacrificio es justificado en el caso panicular de que se era te. Una presa
bveda, aguas arriba de una poblacin de 100.000 habirantes, no puede calcularse
con el mismo coeficiente de seguridad que otra pequea perdida en las montaas de
una zona desrcica; ni la cubierta de un estadio. con el mismo coeficiente que la de
una pequea vivienda o la de una cimbra provisional.
Cuando el autor estaba trabajando para una empresa construc[ora, una avenida
extraordinaria del rlo le llev la cimbra de un puente; y cuando el gerente le pregun-
c qu pensaba hacer, le contest que repetir la misma cimbra; porque. de hacerla
ms refon.ada, o recogida por fuera de) nivel mximo de avenidas posibles. resultara
can costosa que valla ms volver a correr el albur de que se la llevase el rfo ocra vez.; y
el gerente y el tiempo le dieron la razn.
30)
Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
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XXI
El proyectista y la organizacin
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
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Gtp1tM XXJ. El pro;V'ctilta y lo organizacin
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
entrevisras por los que, con sus ideas, su decisin y su sacrificio, elevan e-l prestigio de
toda una tcnica.
C laro est que, aliado y dems de todo eso, el proyectista necesita unos medios
econmicos para vivir y desarrollar su actividad; medios econmicos que, normal-
menee, tiene que obtener de esa misma act ividad. Y como esto no depende de l solo,
necesita otra serie de condiciones para triunfar en este otro camino. Pero stas son,
ya, ms conocidas y se requieren ms o menos para todas las profesiones liberales.
Aunque slo sea para valorar su complejidad, pueden sealarse dos, en las que quiz
no haya pensado el lector, pe ro, cuya importanda ensea la experiencia de la vida.
Son la irona y la simpata, tan al margen, al parecer, de la profesin. Sin un cierto
caudal mJnimo de irona pan sonrer ance las envidias y otras cosas de la vida. sta
chirra como eje sin grasa. Y conocidos son, tambin, muchos casos de-xito con los
clientes. slo porque la simpata personal del tcnico lograba embaucarlos a maravi-
lla, y con gran satisfaccin por su parte, mientras oc ros compaeros, de valor indu-
dable, fracasaban en el intento Cosas de la vida!... ; pe.ro cosas que no d ebemos olvi-
dar si queremos vivirla.
Evidentemente, el proyectisra de estructuras necesita tener. aparte de un cierto
sentido artstico. un profundo sentido estructural y consrructivo, una afic.in y una
d isposicin narural para e llo; es decir, una ciena facilidad para asimilar, manejar y
sopesar los concepros que intervienen en la gnesis y desarrollo del tipo estructural.
Pero, esro, en gran parte, provienen de las condic-iones amedichas. del estudio y de
la prctica de la especialidad.
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Gtp1tM XXJ. El pro;V'ctilta y lo organizacin
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
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Gtp1tM XXJ. El pro;V'ctilta y lo organizacin
pam poder enjuiciar y ponderar las iniciativas y exigencias de los diferemes especia-
listas, en lo que tengan de contrapuesro; para dar las lfneas directrices y, sobre todo,
pam infundir a toda la organizacin el esp(ritu de equipo y de confianza en el xito,
esenciaJ para ponerla en tensin y evitar todo rozamiento perjud icial a su rendimien-
to. Solamente en una o rganizacin de este gnero, con personal alL"(iliar bien espe-
cializado en su misin, con mtodos de trabajo no rmalizados y, en fin, con todos los
detalles que constituyen una buena organizacin y en los que no es cosa de entrar
ahora, es posible hacer proyectos bien estudiados, seguros y econmicos.
En esto, como en tantas orms cosas, ha pasado la poca en que un hombre, solo,
podia hacerlo todo. C iertamente, un tcnico, de buena volumad, con una mquina
de calcular y un tablero de dibujo, puede hacer un proyecto; pero, ni le saldr codo
lo bien que debiera si no tiene una prctica muy trabajada. ni menos le saldr lo eco-
nmico que quisiera, a poco que valore su trabajo personaJ; y fcilmente caer en un
amaneramiento que impondr un reuaso creciente de su tcnica respecto a la que
alcancen oc ras organizaciones mejor equipadas y con medios personales y econmi-
cos para estar al tanto de las nuevas teorlas y prcticas.
No estar tampoco de ms sealar cmo. pam que el conjunto de todas es[as rue-
das marche y avance. y para que la especializacin y la colaboracin puedan ser fruc-
d feras en su camino hacia nuevos progresos, es necesario conc:ar c:ambin con la inves-
tigacin como funcin, en cierto modo, independjeme del proyectisc:a y del cons[ructor,
pero, en ntima reJacin con ellos. Se requieren unos investigadores que, con una pro-
funda base y extensa cultura matemtica, se ocupen de los ltimos avances de las [eo-
rtas de ckulo; otros, con base qumica y fsico-qumica, para entender de los nue-
vos materiales; mros. de los medjos auxiliares y aun de los problemas de organizacin,
etc. No es cosa de entrar, ahora, en cuntas y cules sean sus misiones; pero, es evi-
dente que una rueda. esencial en el conjunto, es el inves[igador.
Y, por himo, el proyec[iS[a, como mdo artista -porque arte es esencialmente esta
[cnica- necesita ser comprendido por la sociedad que le envuelve.; a1 menos por la
profesional que ms directamence le rodea; pero, a ser posible, por el ms am plio cr-
culo de la sociedad entera; d e eso que se llama el pblico y que no es slo el anni-
mo y vulgar. sino tambin el propie[ario, el usuario, el banquero, los directivos de las
organizaciones pblicas, el cr(tico. no slo de arce sino tambin de uknica, etc . por-
que nunca se ha desenvuelto un gran arce en un pueblo insufic.ientemente culvado
pam apreciarlo.
La prisa de la nueva vida acmal. y el impresionance desa.rrollo de sus tcnicas, han
alejado nuestra soc-iedad de aquel enrusiasta asentimienco con que, en otras pocas
-clsica, gtica o renacentista-, el pueblo todo y. en particu lar, sus minorlas selectas
se interesaban y se deleitaban, no slo con el aspecto de sus grandes construcciones,
sino con los p roblemas que en ellas se encerraban y sus maestros hablan resuelto.
An se escribe mucho -si bien se lee menos- del Arce y de su historia; pero qued a
un largo camino que andar todava hasta que se comprenda cmo en la construccin
se encierra otro gnero de arte, el ms amplio, que abarca. no slo el arce puro, sin o
cambin el ms real que imrnsecamente acompaa a la tcnica; y que la misma per-
cepcin esttica no se completa sin la comp resin de las causas ese-nciaJes que dan a
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
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ndice de Figuras
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
316
Ji,dic~ d~ Figums
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Razt5n y srr dr los tipos mrummtks
228
XV-7. Campo de ftbol de l as Corts, en B.atcelona 229
XVIl. Construccin de un puente de varios tramos . 232
XVI-2. Puente de l.uzancy ............................- ................. .............- ... 234
XVI-3. Armadura rigida del arco de hormign sotxe el Esla _ , _................ 2.35
XVI-4. Arco del viaducto Martin Gil, sobre el EsJa, Zamora .................................................... 236. 237
XVI-S. Hangar de dirigibles, en Orly .....- ..................................- ......................- ....................... 238, 2.39
XVI-6. Cimbra per~neable .............. - .................................................................................................. 24.0
XVI-7. Hangar de aviones. en Torrejn .. _..............................- ......................._.._..................._.. 139. 241
XVI8. Acueducto de Tempul ...... - ..............- ..........- ...........- ..............- ..... 243
XVI-9. Colocacin de prosa por voladura ................- ...........................- .... 243
XVI lO. Ca6n flotante para cimentacin del puente de Sancti Petri 244
XVI-11. Cajones flotantes para el dique seco de Cdiz ......................- .... 245
XVI-12. Pataciode Deportes. en Montevideo ...........- ...........................- .... 24.6
XVII l. CUpula de S . Pedro. Rocna ..- ...........................................- ......................- ....................... 250,251
XVII-2. Claustro de S. Pedro de la Ra, Es.tella 253
XVII-3. Mezquita de Crdoba ......... - ....... 254
XVII-4. Puente de la Roche-Guyon 256
XVII-5. f arola y m.lstil .................... - ....... 261
XVII-(). Victoria de Samotracia ...... - ....... 261
XVII-7. Edificio industrial S. C. Johnson & Son. en Wisconsin _, _......... 262
XVIII l . Depsitos esferoidales, Chicago ........ 2&4
XVIII-2. Leyes de espesores ............................ .. 2&5
XVIII--3. frapange del Va! Thuk, en Bangkok 2&&
XVIIHl Ctiputas butbiformes ......... - ............... 2&7
XVIII--S. 1inajas de la mancha .........- ............... 2&8
XVIII6. Proyecto de depsitos para el Hipdromo de Madd 2&9
XVIII7. Pontn de desage en hiperboloide ..... 270
XVIII-S. Distintos tipos de arcos - - ....... 27l
XVIII-9. Directrices y espesoces de arcos 272
XVIIIlO. Prticos acartelados....................... 274
XYIIIll. f amilias de curvas ortogooates._ 275
XVIII-12 Relicao de la campana de S. Patricio, Oublin .. 27&
XYIII-13. Torre del Ayuntamiento de Estocolmo ............... 278
XVIII-14. Silo de carbn, en eii.T.C.C., Madrid ..................... .. 279
XVIII-15. Sol oc iones del voladizo de una marquesina ................. 280
XVIII-16. Bvedas tabicadas del Mercado Sagrera. en Barcelooa_.._......... 280
XIX l. Anteproyecto del Palacio de Deportes .. 283
XIX-2. Puente pueblerino ~........... 285
XIX3. Deformada de un prtico ... - ....... 287
XIX-4. Hangar. en Torrejn ............ - ..... .. 290
XIX-5. Efecto de una viga flectada ........ 291
XIX-6. Cimborrio de la iglesia de Villaverde . 293
XX l . Muro de un dique seco ...... - ................... 295
XX-2. Fisuracin de un prtico_ ._ ................... 29&
XX-3. Fallo de una nave en dientes de sietra_......- .... 297
XX-4. Med ida~ en modelo reducido, del Frontn Recoletos, Madrid 301
XX-5. f allo de un pilotaje .............. - ..........................- ......... 303
XX6. Puente acueducto con mnsulas equilibradas...... 305
XXI- l . Cubiertas laminares en el Hipdromo de Madd 310
XXI-2. Detalle del mercado de Algeciras .................- ......... 3ll
318
Razn y ser
de los tipos estructurales
Eduardo Torroja Miret
Textos U niversita ri os 13
,. CSIC
-~- - -