Philipp Mainländer - Filosofía de La Redención (Antología)
Philipp Mainländer - Filosofía de La Redención (Antología)
Philipp Mainländer - Filosofía de La Redención (Antología)
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Filosofa de la redencin _ F h ilin n
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Philipp Mainlnder
Estudio preliminar
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PHILIPP MAINLNDER
LA FILOSOFA
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Antologa
Estudio preliminar
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F O N D O D E C U L T U R A E C O N M IC A
S ecci n de O bras de F ilosofa
LA FILOSOFA DE LA REDENCIN
Antologa
Distribucin mundial para lengua espaola
Mainlnder, Philipp
La filosoh'a de la redencin (Antologa) / Philipp Mainlnder
Chile: FCE. 2011
140 p. : 13,5 x 21 cm. (Colee. Filosofa)
ISBN 9 7 8 -9 5 6 -2 8 9 -0 9 2 -2
I imiiiIim i. Ion iillioiliil lon d o ili < nimia Econmica Chile S.A.
I >l. lio di pon,ida I ooilo il, I nimia I t onmita Chile S.A.
I llagiaiuai Ion I dola Bal i lo* A
Si pmlilln la n pimliii i ln lolal ii pan lal de esta obra -incluido el diseo tipogrfico y
ib pon ida >t a i nal lm la t i ineillii, elet minien o mecnico, sin el consentimiento por
t *i lint di lii tdlinii
La filosofa de la redencin
Prlogo 45
El p e s im is m o e n t r p ic o e n las
COSMOLOGAS FILOSFICAS DE LA VOLUNTAD
9
10 LA FILOSOFA I)K LA REDENCIN
realiz correcciones y perfeccion la traduccin que est ahora en
manos del lector. Estando en Bayamo, en el marco de la mencio
nada investigacin, el Dr. Sergio Prez Barrero, uno de los mayores
suicidilogos con los que hayamos contado, me hizo entrever sabia
mente sobre textos y personajes cuya popularidad en la historia de
la literatura haban elevado las tasas de suicidio; es el caso del joven
Werther, por nombrar quizs el ejemplo ms clsico.
Presentar por primera vez al mundo de habla hispana la filosofa
de un pensador que se suicid y cuya muerte fue conclusin de una
argumentacin ontolgica, no husca incitar el suicidio, sino ms
bien ayudar a canalizar a travs de la vida el estancamiento existen-
cial de quien padezca una avidez vital de la nada.
Dedico esta traduccin a la memoria de Bernardo Ortiz M., un
fiel amante de la sabidura, que luego de hacer estudios de teologa
ingres en 1997 como estudiante al Departamento de Filosofa
de la Universidad de Chile. Panto l como otras personas que han
resuelto dejar este mundo, trazaron con tal redencin un camino
sin fronteras reales que no he dejado de recorrer.
L a g r a n o b r a : v id a y m u e r t k d e M a in l a n d f .r
El s u i c i d i o d e lo s m o rta les en
SC H O PE N H A U E R Y M A IN L A N D E R 18
21 Cfr. Ihumas Vlann, M ario un d d er /jtu b erer. Veo en la figura del Mago la vo
luntad de vivir y en los seudoespcctadores, la hipnosis colectiva a la que puede llevar
su afirmacin, hasta que impvidos nos enteramos de que un hombre se ha suicidado,
y nos hacemos conscientes de que fuimos uno ms de los espectadores indiferentes que
formbamos parte activa del espectculo.
C.fr. Amonio Artaud (1 9 7 1 ), Van (rogh e l su icidado p o r la sociedad, traduccin
de Aldo Pcilcgrini, editorial Argonauta. Buenos Aires, p. 118. Artaud obr segn esta
premisa: Si me mato no ser para destruirme sino para reconstruirme". Para Artaud,
cuando la dualidad cuerpo-espritu se vuelve intolerable, el suicidio se presenta como el
medio para abandonar el cuerpo y avanzar heroicamente en un acto de desprendimiento
hacia el riesgo mortal de quitarse la vida. Sin embargo, lo cierto es que no se suicid.
24 Schopcnhauer, Voresungen ber d ie gesam m te P hilosophte, d. h. d ie l.eh re vom We-
sen d er Welt un d non dem m enscblichen (leiste (1 9 9 0 ), en cuatro partes, primera parte:
Ih eo rie des gesam m len Vorstellens, D enkens u n d F.rkennens, edicin e introduccin de
Volker Spierling, editorial Pieper, M nchen, p, 3 96. l.eth e significa olvido. Pese a que
l.eth e hoy en da se utiliza en alemn en femenino (d ie L ethe), Schopcnhauer se refiere a
el en masculino (d er l.eth e), para aludir a la representacin mitolgica del ro del olvido.
HSTUDIO PRELIMINAR 25
fsico.25 Ciando Schopcnhauer anula en estos casos los efectos prc
ticos e inmediatos del suicidio, se aleja mediante su concatenacin
argumentativa no de la temtica concerniente al dolor, sino que lo
teoriza hasta transformarlo en una mera abstraccin, y es precisa
mente a partir de ella desde donde legitima su condena. F.1 suicidio
no me parece ser de ningn modo un acto completamente infruc
tuoso e insensato en el crculo de enfermedades esquizofrnicas,
manaco-depresivas u otras tantas de la misma ndole.26 Son casos
en los que la persona destruye un yo, el cual no slo se le escapa, sin
poder dominarlo, sino que la mayor parte de las veces se transforma
este en el peor de sus enemigos.27 En este hecho se reflejara, segn
mi opinin, la imagen de la contradiccin ms patente que sufre la
voluntad de vivir consigo misma; sera la obra maestra de Maya ,28
puesto que fuera de esta lucha a todo trance que se da en la diversi
dad de las objetivaciones, el individuo se declara, por as decirlo, la
guerra contra s mismo.
Sealo como contraargumento el caso de la locura, considerando
la ausencia de condiciones que permitan acceder a un conocimiento
mejor o a una conciencia continua que posibiliten negar la voluntad
de vivir. No debemos ignorar este hecho al ponderar, desde la crtica
schopenhaueriana, el suicidio como el equvoco que se produce en el
modo de enfrentar el dolor, al ser anulado con este el nico camino
vlido donde puede proyectarse un ideal de redencin: El sufri
miento le ronda y le abre como tal la posibilidad de negar la volun
tad, pero l lo ahuyenta de s al destruir el fenmeno de la voluntad,
del cual bebieron los muertos descendiendo al submundo del olvido. Marcel Zcntncr
(1 9 9 5 ), D ie Elucht iris Vcrgessen. D ie A nfnge d er Esycboanalyse Ereuds b ei Schopenhauer,
editorial Wissenschaftlichc, Leipzig, p. 222. Hl dao de un dolor desmesurado expli
cara el estropicio de la memoria. Cfr. A. Schopenhauer, D er ban d sch rifilich e N ach lafi
(1 9 8 5 ), Lomo I "h'rhe Manuskriptc" (1 8 0 4 -1 8 1 8 ), edicin de Arthur Hiibscher. edito
rial Deutscher Taschenbuch, Miinchen (1 4 8 ), p. 88.
25 Schopenhauer (1 9 8 6 ), Lomo I, 3 6 , p. 276.
26 Schopenhauer (1 9 8 6 ), Lomo I, 6 9 , p. 542.
27 Cfr. R. 1). l-aing (1 9 8 8 ), La estructura del falso-yo". E l yo div id id o. Un estudio
sobre la salu d y a en ferm edad, traduccin de francisco Cionzalez, fon do de Cultura
Econmica, Ciudad de Mxico. El chileno Jenaro Prieto presenta en E l socio, sensu
allegorico. esta problemtica.
2* Schopenhauer (1 9 8 6 ), Tomo I, 6 9 , p. 542.
26 1-A FILOSOFA DE LA REDENCIN
el cuerpo, por lo que la voluntad permanece inquebrantable.^0 En
lo anterior se realza el hecho de que la voluntad no puede ser destrui
da ms que por el conocimiento o la conciencia, y ningn acto de
violencia puede aspirar jams a dicho fin. Slo negndose la volun
tad de vivir se puede acabar definitivam ente con el dolor que significa
el fenmeno de la vida; sin embargo, eliminando el fenmeno no se
puede acabar con la esencia de esta. Producto de ello, Schopenhauer
se detiene principalmente en las consecuencias de orden ontolgico,
deslegitimando la eficacia inmediata del suicidio.
Si bien Mainlnder pudo ponderar el sentido y el significado de
la negacin de la voluntad de vivir, dicha conciencia lo lleva a un
resultado radicalmente distinto. Para el discpulo de Schopenhauer,
la moral cristiana no es otra cosa que un mandamiento de suicidio
lento,30 el cual se puede lograr tomando conciencia de la cada y de
la decadencia profetizada sobre el destino del mundo. Esto queda
de manifiesto no slo en la vida de Consto, sino tambin en la de
Buda. Ambos, segn el filsofo, habran expresado el suicidio sensu
allegorico a travs de sus vidas.
De lo anterior se desprende una cosmovisin que concibe la
historia universal como la oscura agona de los fragmentos que
correspondieron a un Dios y que defiende, en algunos casos,
debido a ello, el suicidio como meta para acelerar dicho proceso
de destruccin. En consonancia con esto, slo una teleologa del
exterminio es capaz de aliviar aquel dolor cuyo proceso es un
padecer irreversible, por lo que nicamente se debe colaborar con
la desintegracin total del mismo. Y cmo lograrlo?, a travs de la
autodestruccin o autodesintegracin. Para Mainlnder, el dolor
no es un EliTEpo^ JrA.O'O^, sino solo parte de un engranaje que
se debe terminar de desintegrar. Por eso, l defiende su propia
metafsica: El verdadero significado metafsico del universo, el
credo de todos los buenos y justos, es la evolucin del universo con
la humanidad a la cabeza. El universo es el punto de trnsito, pero
no para un estado nuevo, sino para la aniquilacin, la cual, desde
Vo l u n t a d d e m o r ir
U n H A L L A Z G O D E N O D A O H O L S T IC O 48
' Hn esta edicin se han aplicado cambios de puntuacin para facilitar la lectura.
(N.delaT.)
45
46 1-A FILOSOFA DF. LA RFDF.NCIN
cristianismo puro. Cualquiera de estos sistemas filosficos es rectifi
cado y completado por esta filosofa, la cual reconcilia adems estas
religiones con la ciencia.
La filosofa de la redencin fundamenta el atesmo no en una
creencia cualquiera, sino como filosofa en el saber, y por esta ra
zn queda el atesmo por primera vez fundamentado de un modo
cientfico.
El atesmo ingresar en el saber de la humanidad, pues ella mis
ma esta madura para ello: la humanidad ha alcanzado su mayora
de edad.
I
S o b r e e l o r ig e n d e l u n iv e r s o
47
48 l.A FILOSOFA l)E Ij \ REDENCIN
el campo inmanente, en el universo. De esto se desprende que no
podamos formarnos representacin alguna de la esencia de la uni
dad precsmica, ni menos una nocin de ella. No obstante, cuando
la presentamos, sucesivamente, todas las Junciones y formas aprio-
rsticas y todas las conexiones asimiladas por nuestro espritu de
un modo a posteriori, queda claro que esta unidad precsmica es
totalmente incognoscible. Esta es la cabeza de Medusa frente a la
cual todos se entumecen.
En primer lugar, fallan los sentidos al servicio, pues estos slo
pueden reaccionar ante la accin de una fuerza, y la unidad no
acta como tal. Luego, el entendimiento se queda completamen
te inactivo. En el fondo, nicamente aqu tiene completa validez
el dicho: el entendimiento se paraliza. No es capaz de aplicar su
ley de causalidad -puesto que no existe una sensacin- como tam
poco puede utilizar sus formas -espacio y materia-, pues falta un
contenido para dichas formas. Luego, se desploma la razn. Qu
debe componerla? Para qu le sirve la sntesis? Para qu le sirve
su forma, el presente, que carece de un punto de movimiento real?
De qu le sirve a la razn el tiempo, el cual, para llegar a ser real
mente algo, necesita de la sucesin real como soporte? Qu puede
iniciar la razn con la causalidad general en relacin a la unidad
simple, cuya tarea es asociar como efecto la accin de una cosa en
s -en cuanto causa- con la influencia que ejerce sobre otra? Puede
ah la razn utilizar el importante vnculo comunitario, donde no
est presente una confluencia simultnea de fuerzas distintas -una
conexin dinmica-, sino donde una unidad simple centra la aten
cin en los ojos insondables de la esfinge? De qu sirve finalmente
la sustancia, la cual es slo el sustrato ideal de la accin variada de
muchas fuerzas?
Y nada de ello nos permite reconocerla!
Nosotros podemos, por lo tanto, definir la unidad simple slo
negativamente; esto es, desde nuestro punto de vista actual, como:
inactiva, inextensa, indistinta, indivisible (simple), inmvil, atem
poral (eterna). Sin embargo, no olvidemos y mantengamos firme
que esta unidad simple, enigmtica y decididamente incognoscible,
se ha extinguido con su campo trascendente y no existe ms.
1. SOBRK EL ORIGEN DEL UNIVERSO 4)
De hecho, el campo trascendente ya no est presente. Pero re
trocedamos con la fantasa hacia el pasado, hasta el comienzo del
campo inmanente. De esta forma podemos figurarnos lo trascen
dente al lado del campo inmanente. Sin embargo, a ambos los sepa
ra un abismo, el cual no puede ser atravesado por medio alguno del
espritu. Slo una delgada hebra atraviesa el abismo sin fondo: esto
es la existencia. A travs de este delgado hilillo podemos transferir
todas las fuerzas del campo inmanente al trascendente: este peso es
capaz de resistirlo. Sin embargo, tan pronto como han llegado las
fuerzas al otro campo, tambin dejan de ser fuerzas para el pensa
miento humano.
P1 principio fundamental que nos es tan conocido y tan ntimo
en el campo inmanente, la voluntad, y el principio secundario subor
dinado a ella, el espritu, que tambin nos es tan ntimo, tal como la
fuerza, pierden todo significado para nosotros en cuanto los hacemos
pasar al campo trascendente. Estos principios pierden totalmente su
naturaleza y se repliegan por completo de nuestro conocimiento.
De este modo, estamos obligados a aclarar que la unidad simple
no era ni voluntad ni espritu, como tampoco era una combinacin
particular de ambos. As perdemos los ltimos puntos de referencia.
En vano presionamos las cuerdas de nuestro magnfico y primoro
so aparato para conocer el mundo externo: se fatigan los sentidos,
el entendimiento y la razn. Intilmente oponemos los principios
voluntad y espritu, encontrados en nuestra autoconsciencia -cual
espejo ante la enigmtica e invisible esencia al otro lado del abis
m o-, con la esperanza de que en ellos se revele: mas estos no reflejan
imagen alguna. Pero, tenemos tambin derecho a darle a esa esencia
el conocido nombre que desde siempre ha denominado aquello que
jams ha logrado nombrar imaginacin alguna, ni vuelo de la ms
audaz fantasa, ni pensamiento tan abstracto como profundo, ni
temperamento sosegado y devoto, ni espritu encantado y desligado
del mundo: Dios.
Sin embargo, esta unidad simple que ha sido, ya no existe ms.
Ella se ha fragmentado, transformndose su esencia absoluta en el
universo de la multiplicidad. Dios ha muerto y su muerte fue la
vida del universo.
50 la filo so fa df: la r e d e n c i n
Y>
60 LA FILOSOFA DFl LA REDENCIN
pudieron ser otra cosa que una nueva desintegracin o ulterior frag
mentacin de las ideas.
Esta ulterior desintegracin pudo manifestarse en los primeros
perodos del universo nicamente mediante la divisin real de la
materia simple y sus conexiones. Cada uerza qumica simple tuvo
el afn de expandir su individualidad, es decir, cambiar su movi
miento, sin embargo, choc con todas las otras que posean el mis
mo afn, y as surgieron las ms temibles luchas de las ideas entre s,
en estados de mximo mpetu y agitacin.
El resultado fue siempre un enlace qumico, es decir, la victoria
de la fuerza ms potente sobre una ms dbil y el ingreso de la
nueva idea en la lucha interminable. La aspiracin de la unin ten
da, en primer lugar, a preservarse; luego, si era posible, a expandir
nuevamente su individualidad. Sin embargo, a ambas aspiraciones
le hacan frente, por todos lados, otras ideas para romper, en primer
lugar, el enlace y, luego, para unirse con las ideas divididas.
En el curso de esta contienda perpetua de las ideas imperece
deras -las cuales subyacen a todas las conexiones, se formaron los
astros, de los cuales nuestra Tierra, poco a poco, madur para la
vida orgnica. Si detenemos aqu el desarrollo y consideramos a
los individuos presentes y a sus estados como productos finales, se
nos impone, de inmediato, la pregunta: qu ha ocurrido? Todas
las ideas que componan nuestra I ierra en aquellos tiempos se
encontraban en la ardiente neblina originaria que sustenta la teora
de Kant y [.aplace. All hubo una lucha salvaje de gases y vapores,
el caos; ac, un cuerpo celeste cerrado con una corteza slida, cuyas
cavidades llenaba un mar caliente, y, sobre todo ello, una atmsfera
de vapores y brumas que contena cido carbnico.
Qu ha sucedido?, o mejor an; son las voluntades individuales
de las cuales est conformada esta Tierra suspendida en el devenir
las mismas que rotaban en ardiente nebulosa originaria? Por supues
to. I^a conexin gentica est presente. Y seguir siendo la esencia de
cualquier individualidad tal como era en el origen del universo? No,
su fuerza ha cambiado, ha perdido intensidad, se ha debilitado!
Esta es la gran verdad que ensea la geologa. Un gas es de acuer
do a su esencia e impulso ms ntimos- ms fuerte que un lquido y
II. I.A l.F.Y UNIVERSAL DEL DEBILITAMIENTO DE LA FUERZA 61
este ms fuerte que un cuerpo slido. No olvidemos que el universo
posee una esfera de fuerza finita, por lo tanto, ninguna idea, cuya
intensidad disminuya, puede nuevamente llegar a ser potenciada sin
que otra idea debilite su fuerza. No obstante, un fortalecimiento es
posible, pero siempre a expensas de otra fuerza o, en otras palabras,
cuando en la lucha de las ideas inorgnicas una de ellas es debilitada,
se debilita la suma de fuerzas objetivas en el cosmos, y para esa mer
ma no existe compensacin, pues el universo es justamente finito y
entr en vigor con una determinada fuerza en la existencia.
Ahora bien, si asumimos que nuestra Tierra llegase alguna vez
a explotar y se dispersara, como el planeta entre Marte y Jpiter,
podra, sin duda, volver a fundirse por completo la slida corteza
terrestre y evaporarse todo lquido, pero a expensas de las ideas que
entregan el estmulo para ello. A pesar de que, aparentemente, la
Tierra vuelve al estado ms intenso por tal revolucin, se debilita en
general como una determinada suma de fuerzas.
Y si hoy cesaran los violentos procesos en el Sol y, debido a eso, to
dos los cuerpos de nuestro sistema solar se fundieran nuevamente en
l, y el Sol y los planetas ardieran en un enorme universo en llamas,
as es como han pasado las fuerzas que constituyen el sistema solar
a juzgar por su apariencia, a un estado de mayor excitacin, pero
a expensas de la fuerza total que se conserva en nuestro sistema solar.
Nada diferente ocurre an hoy en el reino inorgnico, l^s ideas
luchan continuamente unas contra otras. Se generan, sin cesar, nue
vas uniones que son divididas, a su vez, con violencia, sin embargo,
las fuerzas divididas se unen enseguida con otras, en parte forzando
o en parte forzadas. Y el resultado es tambin aqu el debilitamiento
de la fuerza; ello, a pesar de que no exista evidencia hoy, debido al
lento desarrollo, y a que se escape de la percepcin sensorial.
En el reino orgnico ha dominado desde el instante de su
origen en adelante, e impera eternamente- la desintegracin en
la multiplicidad como continuacin del primer movimiento. El
afn de cada organismo est dirigido nicamente a conservar su
existencia, y, siguiendo este impulso, por un lado, lucha por su
existencia individual, y por otro, se ocupa mediante la procreacin
de conservarse despus de la muerte.
62 I-A FILOSOFA DE LA REDENCIN
Resulta claro que tanto esta creciente dispersin como la conse
cuente lucha por la existencia -cada vez ms intensa y ms terrible-,
tienen que tener el mismo resultado que el de la lucha en el reino
inorgnico, a saber, el debilitamiento de individuos. Aqu, slo apa
rentemente, se opone el hecho de que el individuo ms fuerte -en el
sentido ms am plio- resulta vencedor en la lucha por la existencia
y el ms dbil pierde, pues suele triunfar siempre el ms fuerte. Sin
embargo, en cada nueva generacin los individuos ms fuertes se
vuelven menos fuertes y los ms dbiles se tornan ms dbiles que
sus antecesores.
Como es la geologa para el reino inorgnico, as lo es la paleon
tologa para el reino orgnico, la fuente relevante que est fuera de
toda duda y de la cual esta verdad es extrada: en la lucha por la
existencia, los individuos ciertamente se perfeccionan y ascienden
siempre a grados ms altos de organizacin, pero junto a esto se
debilitan. Esta verdad *se impone a todo quien examine los escritos
y al hacerlo establezca comparaciones con nuestras actuales plan
tas y animales. La escritura slo puede ensear esto, pues informa
acerca de sucesiones de eventos extraordinariamente largos o, dicho
en forma subjetiva, informa sobre los cambios en perodos incon
cebiblemente largos. Lo anterior ocurre debido a que integra partes
finales con iniciales de series de sucesos muy vastos y, a travs de
ello, puede dejar de manifiesto la diferencia.
Contemplar directamente el debilitamiento no es posible. Sin
embargo, slo en la poltica, como veremos ms adelante, es po
sible constatar el debilitamiento de los organismos sin tener que
penetrar en el mundo primitivo c invocar a la paleontologa. En la
fsica no podemos dar la prueba directa y nos debemos conformar
por la va indirecta, el haber encontrado en la escritura petrifi
cada de la corteza terrestre la gran ley del debilitamiento de los
organismos.
As vemos, tanto en el reino orgnico como en el inorgnico,
un movimiento fundamental: la desintegracin en la multiplici
dad, y en todas partes, como primera consecuencia, se produjo la
disputa, la lucha, la guerra, y como segunda consecuencia, el debi
litamiento de la fuerza. Sin embargo, tanto la desintegracin en la
II. 1.A 1.EY UNIVERSAL DEL DEBILITAMIENTO DE LA FUERZA 63
multiplicidad como ambas consecuencias son -desde todo punto
de vistamayores en el reino orgnico que en el inorgnico.
Hemos visto que slo una gran ley domin la naturaleza desde
el principio, la misma que la domina y la dominar hasta su ani
quilacin total: la ley del debilitamiento de la fuerza. La naturaleza
envejece. Quien habla de una ternelle (!) jeunesse, de una eterna
juventud de la naturaleza (al menos, expresmonos lgicamente en
forma correcta y digamos infinita!) juzga como el ciego los colores
y se sita en el grado mas bajo del conocimiento.
Bajo el dominio de esta gran ley se encuentra todo en el uni
verso, incluyendo tambin al ser humano. l es, en su fundamento
ms profundo, voluntad de morir, pues las ideas qumicas que
constituyen su tipo -las cuales se han conservado desde su apari
cin hasta su redro-, quieren la muerte. No obstante, ya que dichas
deas slo pueden alcanzarla a travs del debilitamiento, sin existir
otro medio ms eficaz para esto que el deseo de la vida, se antepone
el medio en forma demonaca al propsito, la vida a la muerte, y as
el ser humano se muestra como pura voluntad de vivir.
Pues bien, entregndose solamente a la vida, siempre hambrien
to y vido de vida, obra en inters de la naturaleza y al mismo tiem
po en el propio, pues l debilita la suma de fuerzas del cosmos y, al
mismo tiempo, las de su tipo, las de su individualidad, que al ser
idea singular slo tiene semiautosuficiencia. l se encuentra en el
camino de la redencin: de esto no puede existir duda alguna, pero
es un curso largo, cuyo final no es visible.
Al contrario, quien se aferra a la vida con miles de brazos -con la
misma necesidad que la del hombre bruto- y que tuvo que apartarse
de ella, es rebasado por el claro y fro conocimiento del objetivo antes
que del medio, de la muerte antes que de la vida. Tambin l acta
en inters de la naturaleza y en el suyo propio. No obstante, debilita
de un modo ms efectivo tanto la fuerza de sumas del cosmos como
tambin las de su tipo. Es quien disfruta en vida la dicha de la paz del
corazn y encuentra en la muerte la aniquilacin absoluta, lo cual
anhela todo en la naturaleza. l transita lejos de la amplia calle de
las huestes de la redencin, en la breve senda de la redencin: ante l
yace la altitud en luz dorada; l la ve y la alcanzar.
M l-A FILOSOFA DE LA REDENCIN
Por consiguiente, el primero alcanza el objetivo a travs de la
afirmacin de la voluntad de vivir, a lo largo de un camino oscuro
y pesado, en el cual la aglomeracin es espantosa, donde todos em
pujan y son empujados. Y este alcanza el mismo objetivo a travs
de la negacin de la voluntad por una clara senda que slo al prin
cipio resulta ser escabrosa y empinada, pero que luego es plana y
esplndida, donde no existe aglomeracin, ni gritero ni llanto. No
obstante, el primero alcanza la meta tan slo despus de un tiempo
indeterminado, durante el cual vive siempre insatisfecho, alarmado,
preocupado y atormentado, mientras que este se apodera del obje
tivo al final de su trayectoria individual, a lo largo de la cual est
libre de cuidados, preocupaciones y tormento, viviendo en la ms
profunda paz del alma, en la serenidad ms imperturbable.
El primero contina arrastrndose con dificultad, siempre cohi
bido, queriendo avanzar sin poder lograrlo, y asciende como trans
portado por un corosde ngeles. Y, dado que no puede apartar su
vista de los destellos de la altura y se pierde en la contemplacin,
as llega al objetivo sin saber cmo lo hizo. El principio pareca tan
distante, ahora ha sido alcanzado!
Por lo tanto, ambos quieren lo mismo y ambos lo logran; la dife
rencia radica nicamente en la naturaleza de su movimiento.
Aqu vemos que la voluntad ha de ser ms que la absoluta forma
vaca e independiente de la representacin; es decir, tiene que ser
una temible energa ciega, una fuerza que quiere algo. Sin embargo,
no puede conseguir de inmediato lo deseado, puesto que se obsta
culiza a s misma. Y este nico deseo es la muerte absoluta. La fuer
za podra alcanzar todo lo dems de un modo inmediato, menos su
propio exterminio.
Por ello, esta fuerza debe ser amortiguada a travs del proceso
del universo. La energa, es decir, la fuerza que conlleva sin repre
sentacin su meta en s (direccin de la accin), esta voluntad de
morir, se acerca cada vez ms a su objetivo cuanto ms se debilita.
Y de pronto surge sentido en el universo:
La ley del debilitamiento de la fuerza es la ley del cosmos. Para
la humanidad significa la ley del sufrimiento.
III.
T e l e o l o g a d e l e x t e r m i n i o
6S
66 LA FILOSOFA DF: IA REDENCIN
He revelado a este demonio como voluntad de morir. Voluntad
de morir es, a la luz de la conciencia, la esencia del inconsciente, a
saber, del inconsciente individual, no de un inconsciente universal
quimrico y delirante. El demonio individual inconsciente y el esp
ritu consciente aspiran a la muerte absoluta, cooperan en este afn,
se apoyan, se ayudan y en cada ser humano alcanzarn su meta,
tarde o temprano, porque la voluntad quiere la vida como medio
para la muerte (el debilitamiento paulatino de la fuerza).
Esta es la genuina inconsciencia, la autntica armona en el cos
mos, a pesar de la ruidosa lucha, del lamento, del llantero, a pesar
de los conflictos en un mismo pecho, a pesar del hambre y la sed
por vivir desde donde surge la lucha por la existencia. n el uni
verso hay slo individuos. Pero su origen, que parte de una unidad
simple, los entrelaza como en un vnculo (la conexin dinmica de
las cosas). Esta unidad quiso el no ser y por eso conspira todo en el
universo y en el individuo para el no ser.
En el reino inorgnico tenemos gases, fluidos y cuerpos slidos.
El gas tiene slo una aspiracin: expandirse hacia todos lados.
Si pudiese realizar esta aspiracin sin obstculo, no se exterminara,
pero se debilitara cada vez ms, se aproximara cada vez ms a la
aniquilacin; no obstante, jams la alcanzara. El gas aspira a la ani
quilacin, pero no puede alcanzarla.
En este sentido, debemos tambin concebir el estado del univer
so en sus primeros perodos. Los individuos expandieron su esfera
de poder -la cual no podemos determinar espacialmente de manera
subjetiva-, cada vez ms en la absoluta nada como una incandescen
te niebla originaria en la ms rpida rotacin. Tal expansin ocurri
sin que cesaran las luchas entre s, hasta que el agotamiento de cada
cual se torn tan grande que no pudieron mantenerse ms en el
estado gaseoso y, por goteo, se hicieron fluido. Los fsicos explican
que perdieron una parte de su calor en el fro espacio del universo.
Qu pobre explicacin! Los individuos se haban debilitado debido
a su esfuerzo propio y por la lucha hasta tal punto que, si hubiese
estado presente un sujeto cognoscente, slo podran haber objetiva
do su aspiracin, su esencia corno un fluido.
III.TELEOLOGIA DHL EXTERMINIO 67
El Huido tiene slo un afn: quiere desbordarse, en forma ho
rizontal y en todas direcciones, hacia un punto ideal ubicado fuera
de l. Pero queda claro que el afn por un punto ideal es un afn
evidente por el no ser, pues cada Huido que lograse alcanzar el Hn de
su aspiracin se aniquilara de inmediato.
En los perodos del universo, durante los cuales se transformaron
individuos gaseiformes en Huidos, comenz la formacin de cuerpos
celestes. Los fluidos en conjunto tuvieron siempre la aspiracin por
algn centro determinado, el cual, sin embargo, no pudieron alcan
zar. Si consideramos tan slo nuestro sistema solar, exista una nica
y tremenda esfera de gas, cubierta por todas partes de un ardiente
mar Huido (similar a una pompa de jabn). Cada gas en el interior
tuvo el afn de abrirse camino a travs del mar y propagarse hacia
todos lados. El mar tuvo, por el contrario, la aspiracin de alcanzar
el centro de la esfera gaseosa. De esto result una tensin extraor
dinariamente grande, una violenta presin y contrapresin sin otro
resultado que un debilitamiento paulatino de las fuerzas individua
les, hasta que se form finalmente una slida corteza sobre todo.
Cada cuerpo slido posee un nico afn: un punto ideal que
est fuera de l. En nuestra Tierra, este punto es el punto central
inextenso de la misma. De haber llegado sin obstculos algn cuer
po slido al centro de la Tierra, se habra muerto completamente y
para siempre en el instante de alcanzarlo.
Los prximos perodos del universo, que le siguieron, estuvie
ron plenos de grandes transformaciones. En los cuerpos celestes se
haban formado capas slidas. Dado que todo el universo se encon
traba en movimiento de rotacin desde el comienzo, se desprendie
ron los cuerpos slidos (los menos densos) y orbitaron como anillos
en torno al sol central y continuaron transformndose hasta confor
mar planetas, mientras que el cuerpo central se sigui condensando,
enfrindose y contrayndose paulatinamente (debilitamiento de la
fuerza), de acuerdo a la hiptesis kantiana-laplaciana.
El estado originario del universo se presenta a nuestro pensa
miento como un anhelo impotente de los individuos por la muerte
absoluta, el cual slo encontr parcial satisfaccin en el debilita
miento siempre creciente de la determinada suma de fuerzas.
68 I.A FILOSOFA DE IA REDENCIN
El obstculo trascendente se refleja en el universo de aquellos
tiempos como tambin en el de cada gas de nuestro universo actual.
Dios lo encontr en su esencia cuando quiso no ser. Tambin en el
momento retardador se vislumbra en cada gas el reflejo del destino
fatal trascendente, de que Dios quiso no ser, pero no pudo encon
trar cumplimiento inmediato.
En todo el reino inorgnico del cosmos no existe otra cosa fuera
de voluntades individuales con un determinado afn (movimiento).
1.a voluntad es ciega, es decir, su meta consiste en su afn, est con
tenida ya en el movimiento de por s. Su esencia es puro instinto,
voluntad pura siempre siguiendo el impulso, el cual obtuvo me
diante la desintegracin de la unidad en la multiplicidad.
Segn esto, cuando decimos: el gas quiere expandirse in inde-
fin itu m , los lquidos y cuerpos slidos quieren alcanzar un punto
ideal que yace fuera de ellos, expresamos con esto nicamente que
un sujeto cognoscente -persiguiendo la direccin del afn- alcanza
una meta determinada. Independiente de un sujeto cognoscente,
cada cuerpo inorgnico posee slo un movimiento determinado, es
un puro y verdadero impulso, es nicamente voluntad ciega.
Pues bien, pregunto yo: cmo debe reflejarse ahora la voluntad
de las ideas qumicas en el espritu del ser humano?, como volun
tad de vivir? De ningn modo! De acuerdo a todo lo anterior, ella
es pura voluntad de morir.
Este es un resultado muy importante. Sin excepcin, en el rei
no inorgnico no se quiere la vida, sino el exterminio; la muerte
se quiere. Tenemos que lidiar en realidad con una voluntad slo
debido a que se ha de lograr lo que an no es, pues existe un mo
mento retardador que hace imposible el logro inmediato. La vida
no se quiere, sino que es slo apariencia de la voluntad de morir.
Esto es as tanto en el estado originario del universo como en los
gases del presente: es apariencia del momento retardador en el in
dividuo, en cada lquido y cuerpo slido. 1.a vida es apariencia de
un afn obstaculizado desde afuera. Por eso la vida del individuo
no es tampoco en el reino inorgnico el medio para la meta, sino
que en realidad la lucha es el medio, respecto de la multiplicidad
que condiciona. La vida en el reino inorgnico es siempre slo
III.TELEOLOGA DEL EXTERMINIO 69
apariencia, en cuanto es el movimiento gradual de las ideas qumi
cas hacia la muerte.
Mientras existan deas gaseosas en el universo (y ellas an hoy
predominan sobre todas las otras) no estar madura para la muerte
la suma de fuerzas que existen en el universo. Todos los lquidos y
cuerpos slidos estn maduros para la muerte, pero el cosmos es
una totalidad consistente, una unidad colectiva que se encuentra
por completo en conexin dinmica con una nica meta: el no ser.
Por eso, no pueden lograr antes los lquidos y los cuerpos slidos el
cumplimiento de su aspiracin, hasta que todos los gases se hayan
debilitado lo suficiente para que tambin ellos devengan en slidos
o lquidos. Kn otras palabras: el cosmos no puede devenir en la nada
hasta que la suma total de fuerzas contenidas en el est madura para
la muerte.
Entremos en el reino orgnico. Desde la fsica debemos recordar
que este no es otra cosa que una forma del debilitamiento de la
suma de fuerzas existente en el cosmos. Precismoslo ahora mejor:
es la forma ms perfecta para el amortecimiento de la fuerza. Esto
nos es suficiente para este punto. En lo que sigue, encontraremos
un lugar donde podremos nuevamente profundizar en la organiza
cin y comprender su completo significado.
La planta crece, se reproduce (de alguna manera) y mucre (luego
de algn tiempo de vida). Prescindiendo de toda particularidad,
salta as a la vista, primero y en forma clara, el gran hecho de la
muerte real, el cual no pudo aparecer en escena en ninguna parte
en el reino inorgnico. Podra morir la planta si ella no quisiera
morir en lo ms profundo de su esencia? Ella sigue nicamente su
impulso fundamental, que extrajo todo su afn del anhelo de Dios
por no ser.
Sin embargo, la muerte de las plantas es slo una muerte relati
va, su afn encuentra nicamente satisfaccin parcial. Ella engen
dr y a travs de la generacin sigue viviendo. Si bien la generacin
-la conservacin en vida- es ocasionada ciertamente desde fuera y
depende de otras ideas, en lo ms esencial nace de la idea ms inter
na de la planta misma, de modo que la vida de la planta es un fen
meno completamente distinto al de la dea qumica. Mientras que
70 1.A FILOSOFA DE i A REDENCIN
para esta la vida es slo obstculo de la voluntad de morir, inducida
y condicionada desde el interior o exterior, la vida es querida di
rectamente por la planta. La planta nos muestra, por consiguiente,
voluntad de vivir junto a voluntad de morir, o, mejor, puesto que
ella quiere la muerte absoluta que no puede alcanzar, quiere la vida
directamente como medio para la muerte absoluta, y el resultado es
la muerte relativa.
El animal es, en primer lugar, planta, y todo lo que dijimos de
ella vale tambin para l. El animal es, como la planta, voluntad de
morir y voluntad de vivir, resultando de estas aspiraciones la muerte
relativa. El quiere la vida como medio para la muerte absoluta.
Sin embargo, el animal es, adems, unin de voluntad y espritu
(en un determinado nivel). La voluntad se ha dividido parcialmente
y cada parte tiene un movimiento propio y disociado del resto. Por
este medio es modificada su vida vegetal.
El espritu de los animales percibe un objeto y siente instintiva
mente el peligro que lo amenaza. El animal tiene instintivamente
miedo mortal frente a determinados objetos. Estamos ante un fe
nmeno extraordinariamente curioso. El animal quiere, en lo ms
profundo de su ser, la aniquilacin y, sin embargo, le teme a la
muerte en virtud de su espritu, pues la muerte es condicin, dado
que el objeto peligroso tiene que ser percibido de alguna forma. Si
no lo percibe, el animal permanece tranquilo sin temerle a la muer
te. Cmo se puede explicar este raro fenmeno?
Ya encontramos antes que, en el reino inorgnico, las individua
lidades particulares estn maduras para la muerte y se extinguiran
si se les diera libre curso a su impulso. Sin embargo, deben vivir
como medio para la meta del todo. Del mismo modo, se da esto en
el reino animal. El animal es medio para la meta del todo, al igual
que la totalidad del reino orgnico es slo un medio para la meta
del inorgnico. Precisamente su constitucin corresponde al fin de
terminado que debe cumplir.
No podemos asentar esta meta en nada distinto que no sea una
extincin eficaz de la fuerza, la cual slo se ha de lograr por el miedo
a la muerte (la intensa voluntad de vivir) y la cual, a su vez, es medio
para la meta del todo: la muerte absoluta.
III. TELEOLOGA DEI. EXTERMINIO 71
Mientras que en el reino vegetal an yace junto a la voluntad de
morir la voluntad de vivir, en el reino animal la voluntad de vivir
est por sobre la voluntad de morir, ocultndola por completo: el
medio se antepone a la meta. Por ello, el animal superficialmente
tan slo quiere la vida, es pura voluntad de vivir y teme la muerte, la
cual quiere en el fondo de su esencia. Pues bien, pregunto tambin
aqu: podra morir el animal, si no quisiera morir?
El ser humano es, en primer lugar, animal, y lo que dijimos de
este es vlido tambin para l. Como animal se alza en l la volun
tad de vivir por sobre la voluntad de morir, y la vida es querida y la
muerte es temida de un modo demonaco.
Sin embargo, en el ser humano ha tenido lugar una ulterior di
visin de la voluntad y, a causa de eso, una consecuente divisin del
movimiento. A la razn -la cual relaciona lo mltiple de la percep
ci n - se ha sumado el pensamiento, la razn reflexiva, la reflexin.
Por este medio es modificada esencialmente su vida animal en dos
direcciones completamente distintas. Por un lado, aumenta al prin
cipio el miedo a la muerte, y por otro lado, el amor a la vida.
El miedo a la muerte es acrecentado: el animal no conoce la
muerte, le teme slo instintivamente, cuando percibe un objeto pe
ligroso. El ser humano, por el contrario, conoce la muerte y sabe lo
que ha de significar. Luego, observa el pasado y mira el futuro. Con
esto abarca con la vista extraordinariamente ms y, quiero decir:
infinitos ms peligros que el animal.
El amor por vivir es acrecentado. El animal sigue en lo funda
mental sus impulsos, los cuales se limitan al hambre, sed, necesidad
de dormir y todo lo relativo al celo. Vive en una esfera estrecha. Al
ser humano, en cambio, la vida le sale al encuentro a travs de la
razn, en forma de riqueza, mujeres, honor, poder, fama, etc., lo
que atiza su voluntad de vivir, su ansia de vivir, l a razn reflexiva
multiplica sus impulsos, los aumenta, y medita sobre los medios
para su satisfaccin. La razn hace de la satisfaccin, artificialmen
te, un goce refinado.
De esta manera, la muerte es detestada con toda el alma y la sola
mencin de tal palabra contrae tormentosamente el corazn de la
mayora, y el miedo a la muerte deviene en angustia de muerte y
72 LA FILOSOFA OF. U REDENCIN
desesperacin, cuando los seres humanos clavan sus ojos en ella. Por
el contrario, la vida es amada con pasin.
Conforme a eso, en el ser humano la voluntad de morir -el
impulso ms ntimo de su esencia ya no es ms encubierta por
la voluntad de vivir de una manera tan simple como en el animal,
sino que desaparece completamente en las profundidades, desde
donde slo se manifiesta, de tiempo en tiempo, como un profundo
anhelo por la tranquilidad. La voluntad pierde por completo de
vista su objetivo, su sentido, y los olvida, aferrndose nicamente
al medio.
Sin embargo, en la segunda direccin, la vida animal es mo
dificada por la razn de otro modo. Ante el espritu del pensador
se eleva la meta pura de la existencia, radiante y brillante, desde la
profundidad del corazn, mientras que el medio desaparece com
pletamente. Ahora bien, la reconfortante imagen satisface del todo
sus ojos y enciende su voluntad; vigorosamente arde el anhelo de
morir y, sin vacilacin, la voluntad se apodera con entusiasmo mo
ral del mejor medio para la meta reconocida: la virginidad. Un ser
humano tal es la nica idea en el universo que s puede alcanzar la
muerte absoluta querindola.
Recapitulemos: todo en el universo es, de esta forma, voluntad
de morir, que en el reino orgnico, de modo ms o menos encu
bierto, se manifiesta como voluntad de vivir. La vida es querida
por puro impulso vegetativo, por instinto, y, finalmente, de un
modo demonaco y consciente, pues de este modo es lograda de
manera ms rpida la meta de la totalidad, y con esto la de cada
individualidad.
En el comienzo del universo, la vida era apariencia de la vo
luntad de morir, el afn de los individuos por no ser, lo cual fue
desacelerado por un momento retardador en ellos.
hn el cosmos conformado, logrado sin excepcin en la tensin
ms intensa, se puede calificar la vida -a propsito de las deas qu
micas por excelenciacomo un afan obstaculizado por el no ser, y
decir que se presenta como medio para la meta del todo.
Por el contrario, los organismos quieren por s mismos la vida,
disfrazan su voluntad de morir en voluntad de vivir, es decir, quieren
III. TF.l.EOI.OCiA DHL. EXTERMINIO 73
H u m a n id a d , c iv il iz a c i n
y E s t a d o id e a l
79
80 I.A FILOSOFA DF. I A REDENCIN
En lo siguiente se desprender clara y completamente- la ver
dad irrefutable de que cada accin es egosta. La he mencionado en
este lugar, puesto que, a partir de ahora, no podremos prescindir
ms de ella.
En el estado natural, el ms fuerte o astuto es normalmente el
vencedor, mientras que el dbil o necio es usualmente el derrotado.
Sin embargo, se pueden tambin presentar casos en los que el ms
fuerte sea superado y el ms astuto engaado, pues, quin protege
al fuerte mientras duerme?, o cuando est viejo o enfermo?, o
cmo ha de vencer, si es atacado por dbiles que estn aliados entre
s? Iodas estas relaciones de poder, fiuctuantes en su estado natural,
tenan que conducir -tanto a los dbiles como a los poderosos- a la
comprensin de que una limitacin recproca del poder resultara
de inters para cada cual.
No es mi tarea indagar aqu cmo tuvo lugar la transicin de la
condicin natural al Estado; si ocurri bajo un puro impulso de
monaco o por una eleccin razonable del menor entre dos males.
Presumamos que el Estado es obra de la razn y que se basa en un
contrato que los seres humanos han concertado, a regaadientes,
por necesidad de prevenir un mal mayor al de la restriccin de su
poder individual.
El carcter fundamental del autntico Estado -aun en su forma
ms imperfecta- es que les d ms a sus ciudadanos de lo que les
quita; en resumidas cuentas, que otorgue un beneficio que prime
sobre el sacrificio, pues si el beneficio hubiese sido tan grande como
el sacrificio, no habra surgido jams el Estado. Por consiguiente, se
reunieron los seres humanos, guiados por el conocimiento de que
una vida segura en un estado natural sera imposible, de que una
vida insegura, una fundada en la disposicin de la naturaleza, sera
un mal indestructible por una va comn y corriente, y dijeron:
Todos somos seres humanos violentos; cada uno est encerrado en
su egosmo y se considera como la nica realidad en el universo; si
podemos daar a otros para lograr nuestro beneficio, lo hacemos;
pero nuestro bienestar no es favorecido a causa de eso. Penemos que
dormir, tenemos que salir de nuestros refugios, si no, moriremos
de inanicin, nos enfermaremos, y nuestra fuerza se desvanecer
IV. HUMANIDAD, CIVILIZACIN Y ESTADO IDEAL 81
Se d ebe tener algn deseo restante p ara no ser in feliz d e pura fe lic i
dad. E l cuerpo qu iere respirar y el espritu am bicion ar. (Gracian)
88 I.A FILOSOFA DE LA REDENCIN
Si en realidad tuviesen an suficiente energa para soportar tal
existencia hasta la muerte natural, no tendran seguramente el va
lor de ser rejuvenecidos y pasar de nuevo por ello. La necesidad es
un mal terrible; el aburrimiento, sin embargo, el ms aterrador de
iodos. Mejor una existencia con necesidades a una aburrida. No
debo ciertamente demostrar que la aniquilacin total es preferible
a esta ltima. De un modo indirecto habramos demostrado ade
ms, de sobra, que la vida en el mejor Estado de nuestro tiempo
carece de valor. La vida es, en verdad, una miserable cosa dcsola-
dora: siempre fue y ser miserable y desoladora, y no ser es mejor
que ser.
Pero se podra decir; admitamos todo salvo que la vida en este
Estado ideal sea realmente aburrida. T has trazado a los ciudada
nos de forma equivocada y tus conclusiones de su carcter y sus
referencias son, por consiguiente, falsas.
No puedo eliminar esta duda mediante una demostracin direc
ta, pero s a travs de una indirecta.
No me apoyar en proposiciones generales tomadas de la expe
riencia, tales como que personas que han escapado felizmente de la
miseria no saben qu hacer con su existencia, pues se puede objetar
aqu, con razn, que no supieron cmo ocuparse debido a una ca
rencia espiritual o de formacin. An menos invocar las palabras
del poeta: todo en el m undo se pu ede soportarJ salvo una sucesin de
das bellos (Goethe), aunque exprese una verdad irrefutable. Me baso
solamente en que, aun cuando no ha habido un Estado ideal sobre
la Tierra, ya han vivido muchos ciudadanos, como ya los describ
arriba. Ellos estuvieron libres de miseria y llevaron con agrado una
vida laboriosa. Tuvieron un carcter noble y un espritu altamente
desarrollado; es decir, tuvieron pensamientos propios y no hicieron
suyos pensamientos ajenos, sin examinarlos previamente.
Todos estos individuos particulares tuvieron la gran ventaja res
pecto de los citados ciudadanos de un Estado ideal, pues su en
torno fue uno mucho ms sustancioso e interesante. Hacia donde
miraban, encontraban pronunciadas individualidades, una pleni
tud de caracteres enrgicos. La sociedad no estaba an nivelada y,
asimismo, la naturaleza slo en mnima parte se encontraba bajo
IV. HUMANIDAD. CIVILIZACIN Y ESTADO IDEAL 89
la subordinacin del ser humano. Ellos vivan bajo el estmulo de
los contrastes, su confortable posicin ermitaa se desvaneca raras
veces de su conciencia, pues ella se distingua de las otras formas de
vida, indistintamente hacia donde miraran, como una imagen clara
sobre un fondo oscuro.
Por lo dems, la ciencia no haba arribado a la cspide de la
perfeccin, an existan incontables misterios y suficientes efectos,
sobre cuyas causas se devanaban los sesos. Y quien ya haya sentido
el placer puro que radica en la bsqueda de la verdad, en seguir
su huella, admitir que aquellos individuos particulares estaban
efectivamente en ventaja; o acaso no tena Eessing razn cuando
proclam:
Y qu dice Humboldt?
como dicen los indios, esto es, morir. Nadie puede determinar de
qu forma el sacrificio ser llevado a cabo: puede descansar en una
resolucin moral general, que es ejecutada de inmediato, o puede
dejarse la consumacin en manos de la naturaleza. No obstante,
puede tambin ser efectuado de otro modo. En todo caso, la ley de
la contaminacin espiritual regir los ltimos sucesos en la hurna-
nidad. Esta ley se ha manifestado poderosamente con la aparicin
del cristianismo, con las cruzadas (y, recientemente, en las peregri
naciones en Francia y en la epidemia por la oracin en Amrica).
Ser como en los tiempos de Dante, cuando el pueblo atravesaba
las calles de Florencia con el grito: M orte alia nostra vita! Evviva la
riostra m orte! (Muerte a nuestra vida! Que viva nuestra muerte!).
Ac se podra tambin plantear la pregunta de cundo ser he
cho el gran sacrificio.
Si se mira tan slo el podero demonaco del instinto sexual y el
gran amor por la vida -que muestran casi todos los seres humanos-,
se cae en la tentacin de fijar el momento para la redencin de la
humanidad en el ms remoto de los remotos futuros.
Considrese, por el contrario, la fortaleza de las corrientes en
todos los mbitos del Estado; la prisa y la impaciencia -que hace
estremecer demonacamente cada pecho-; el anhelo de serenidad
en el fondo del alma; considrese, adems, que alrededor de todos
los pueblos ya se han tejido hilos irrompibles -lo s que diariamen
te se multiplican-, por lo que ningn pueblo puede tener mas un
curso de cultura lento y acabado; que pueblos salvajes, arrastrados
a la vorgine de la civilizacin, llegan a una agitacin al lmite del
agotamiento de sus fuerzas, como si entrasen a un estado febril;
considrese, finalmente, el monstruoso poder del contagio espiri
tual: entonces, no se le da a la civilizacin un transcurso mayor a
un ao platnico, el cual se puede iniciar el ao 5.000 a.C. Pero
entonces, cuando se considera que, segn esto, la humanidad ten
dra que seguir arrastrndose por ms de tres mil aos, se desestima
tambin esta apreciacin, y parece ser que el mximo lapso que se
puede presumir sera de slo unos pocos siglos ms.
Podemos aadir, adems, que la muerte de la humanidad ten
dr como consecuencia la muerte de toda vida orgnica en nuestro
94 LA FILOSOFA DE LA REDENCIN
planeta. Probablemente, ya antes del ingreso de a humanidad al
Estado ideal - y con seguridad al alcanzarlo-, ella tendr la vida de
la mayora de los animales (y plantas) en sus manos, y no olvidar
a sus hermanos menores, sobre todo a sus fieles animales doms
ticos, cuando se redima. Esto suceder con los organismos supe
riores. Sin embargo, los inferiores perdern las condiciones para su
existencia y se extinguirn por el cambio ocasionado en el planeta.
Si ahora volvemos a mirar todo el universo, dejemos, ante todo,
que acte el efecto sobre este, efecto que ha de ejecutar la extincin
de toda vida orgnica en la Tierra y en todas sus partes, sin arrogar
nos el derecho de indicar el cmo. Atengmonos entonces al he
cho que les debemos a los astrnomos: que todos los cuerpos celestes
-debido a la resistencia del ter-, gradualmente estrechan sus rbitas
y que, finalmente, todos se precipitarn al verdadero sol central.
Las nuevas formaciones que surgirn de estos apocalipsis parcia
les no nos deben preocnpar. Nos situamos de inmediato en aquel
eslabn de la cadena de la evolucin, que tan slo nos presenta
cuerpos slidos o lquidos, lo d os los gases han desaparecido del
cosmos, es decir, la persistente suma de fuerzas se ha debilitado
de tal forma, que nicamente los cuerpos slidos y lquidos cons
tituyen el cosmos. Lo mejor es que supongamos que todo lo que
existir entonces ser solamente fluido.
Nada ms se opone a la redencin de estos fluidos. Cada cual
sigue libre curso: cada parte mencionada del mismo transita a travs
del punto ideal y su aspiracin es satisfecha, es decir, es aniquilado
en su esencia ms ntima.
Y luego qu? Despus, Dios efectivamente ha pasado del super
ser, mediante el devenir, hacia el no ser. l ha encontrado, a travs
del proceso universal, aquello que, limitado por su esencia, no pudo
lograr de inmediato: el no ser.
Primero se extingui el campo trascendente. Ahora tambin se
ha ido (en nuestros pensamientos) el inmanente; y nosotros-segn
nuestra cosmovisin- miramos, consternados o profundamente sa
tisfechos, hacia la absoluta nada, hacia el absoluto vaco, hacia el
n ih il negativum.
Est consumado!
V.
El sa n t o y e l d e m o n io
95
96 I-A FILOSOFA DF. 1A REDENCIN
ms, hasta que, finalmente, reconoce su mximo bienestar en el no
ser y acta conforme a ello. En todo esto, la razn opera y acta
en base a la experiencia mediante conceptos abstractos. Para este
fin, la voluntad ciega e inconsciente ha escindido justamente una
parte de su movimiento, para poder moverse de modo diferente al
anterior, tal como cuando devino vegetal y animal, porque quiso
moverse de forma diferente a una fuerza qumica. Pero sera una
locura creer que estos actos han sido libres. Cada transicin a un
movimiento diferente fue y ser mediada por el real desarrollo ne
cesario. No obstante, todos los movimientos son consecuencias del
primer movimiento, que debemos calificar de libre. Y as, la razn
-que podemos denominar un principio liberador- ha devenido por
necesidad y opera con necesidad: en ninguna parte del universo hay
lugar para la libertad.
No afirmo que la voluntad, tras el emplazamiento de algn
bien comn que la limitase, tenga que actuar siempre conforme a
este. Slo un conocimiento degustado es, como dicen los msticos,
fructfero. Slo una voluntad enardecida puede obrar gratamente
contra su carcter. Pero cuando la voluntad quiere redimirse, puede
lograrlo nicamente por medio de la razn y sus conceptos, tan
vilipendiados por Schopenhauer.
Es ella la que, a travs de la experiencia y la ciencia, le presenta al
ser humano la vida en todas sus formas, lo hace examinar, comparar
y concluir, conducindolo, finalmente, a la comprensin de que el
no ser es preferible a todo ser. Y cuando la voluntad est dispuesta
y penetra en ella este conocimiento abstracto con violencia irresisti
ble, de tal forma que le provoca un ansia vehemente por l, enton
ces se ha consumado el acto de salvacin por la va ms natural, sin
conocimiento intuitivo, indicio ni milagro. Es por eso que antes era
absolutamente imprescindible la autntica fe, y hoy en da es nece
sario, de un modo incondicional, el saber enardecedor para santi
ficarse. No es en sus instantes de xtasis sobrenatural, sino cuando
observa con agudeza y piensa con perseverancia, que el ser humano
comprende con conceptos -sin denotar asombro- que todo es vo
luntad individual de vivir; que, en ninguna de sus formas, sea esta la
vida de un pordiosero o la de un rey, puede llegar a ser feliz.
V. KL SANTO Y El. DEMONIO 97
Enardece el mencionado conocimiento el corazn, entonces
debe el ser humano renacer con igual necesidad con la que ha de
caer una piedra al suelo. Y por ello se puede y debe ensear la
virtud; pero no puedo exigirle a un bruto en materias filosficas
que reconozca como su mximo bien el no ser. Para ello se requiere
de una elevada formacin y del ms amplio horizonte espiritual, en
caso de que el corazn no haya recibido, ya en la procreacin, una
orientacin asctica. El bruto puede reconocer su bienestar nica
mente en los bienes del mundo, en la riqueza, el honor, la fama,
el placer, etc. Si lo facultaran, merced a una autntica educacin,
para buscar ms alto, tambin le habran otorgado la posibilidad
de encontrarlo.
La voluntad enardecida por el conocimiento de que el no ser
es mejor que el ser, es, por consiguiente, el principio supremo de
toda moral (un principio subordinado es la voluntad caritativa ori
ginaria). No lo es ni la compasin ni la comprensin mstica del
p rin cip ii individuationis, y la Sociedad Danesa de las Ciencias tuvo
toda la razn en no coronar los escritos de Schopenhauer.
De la voluntad enardecida fluye, en consecuencia, la virginidad,
la santidad, el amor al enemigo, la justicia: en resumen, toda virtud,
como, de por s, la repulsin por la perversa voluptuosidad, pues la
voluntad de morir consciente pende sobre el mundo.
Sin embargo, tambin las acciones del santo son siempre egos
tas, pues l acta entonces conforme a su naturaleza iluminada, la
cual es su yo, su s mismo, que no puede ser renegado. Tambin sus
acciones son siempre necesarias, pues fluyen de un determinado ca
rcter y espritu, bajo determinadas circunstancias, en cada instante
de su vida.
Es completamente impensable que el ser humano se deje moti
var por algo distinto a su bienestar. Si alguien regala millones a los
pobres, esto ocurre, en el mejor de los casos, slo para recuperar la
paz de su corazn, que le fuera arrebatada por la representacin de la
miseria de otros. Si alguien regala realmente con gusto, esto ocurre
porque en l la felicidad arde de la forma ms luminosa cuando a
otros complace, y por eso regala, porque desea sentir este ardiente
jbilo luminoso en su pecho. En cualquier caso imaginable, siempre
98 LA FILOSOFA DE LA REDENCIN
es el propio bienestar, de forma manifiesta u oculta con miles de
envolturas, lo que mueve al ser humano a actuar.
Hay que oponerse en todas partes a la palabrera, y aun del modo
ms implacable en el campo de la filosofa, pues puede ocasionar
aqu el mayor dao. Se la debe perseguir como a un animal salvaje:
es un peligro pblico en sumo grado. Y la palabrera por excelencia
es: que la ausencia de toda motivacin egosta sea el criterio de una
accin moral (Kant, Schopenhauer).
Si bien tambin es cierto que cada accin es egosta, no debe pa
sarse por alto cun diferentes son ciertas acciones de otras, de acuer
do al grado de egosmo. K1 ser humano que se ha apartado de la vida
y slo quiere la muerte es un egosta, al igual que aquel que con todo
podero quiere la vida; pero el egosmo del primero no es el natural,
el cual se suele denominar lisa y llanamente egosmo o egolatra.
Con otras palabras, tanto la buena voluntad originaria como la
mala, solamente pueden enardecerse, esto es, entregarse completa y
absolutamente a lo universal -situarse con gusto en la direccin del
movimiento de la humanidad-, cuando el conocimiento de ello les
garantiza una gran ventaja.
Es posible esto?
El egosta natural, cuyo lema es: Pereat mundus, dum ego salvus
sim , se repliega por completo en s mismo ante el mandamiento y
se opone hostilmente al movimiento real. El piensa nicamente en
su beneficio personal, y si slo puede lograrlo (mas sin entrar en
conflicto con las leyes) a costa de la paz y el bienestar de muchos, no
le importan en lo ms mnimo las quejas y el dolor de aquellos. l
hace rodar las monedas de oro entre sus dedos, y sus sentidos estn
como muertos para captar las lgrimas de los despojados.
Adems, el ser humano, justo y bondadoso por naturaleza, le
conceder con gusto lo suyo a cada cual y, de vez en cuando, aliviar
las necesidades de su prjimo. Sin embargo, no estar dispuesto a
incorporarse al movimiento de la humanidad, al extremo de tener
que sacrificar todos sus bienes, abandonar a su mujer y sus hijos, y
derramar su sangre por el bienestar de la humanidad.
El cristianismo amenaz a sus devotos con el infierno y les pro
meti el reino de los cielos, pero la tica inmanente no reconoce
V. F.l. SANTO Y El. DEMONIO 99
ningn tribunal despus de la muerte, ni recompensa, ni castigo de
alma inmortal alguna. Por el contrario, sabe del infierno del Estado
actual y del reino de los cielos del Estado ideal y, sealando ambos,
invoca a la fsica. As, toma a cada cual ah donde se arraiga en la hu
manidad y en la vida, y le exclama: Pervives en tus descendientes,
en tus hijos celebras tu renacimiento, y lo que los afecte te afectar a
ti a travs de ellos. No obstante, mientras el Estado ideal no se haya
hecho realidad, seguirn variando las situaciones y posiciones en la
vida. El rico se vuelve pobre y el pobre rico; el poderoso se vuelve
pequeo y el pequeo poderoso; el fuerte se pone dbil y el dbil
fuerte. En un tal orden de las cosas, hoy sers yunque, maana mar
tillo; hoy martillo, maana yunque. Actas, por lo tanto, en contra
de tu bien comn cuando ests empeado en mantener vigente ese
orden de cosas. Esta es la amenaza de la tica inmanente; pero su
promesa es el Estado ideal, es decir, un orden de las cosas, en el cual
se ha apartado de la vida todo lo que no est esencialmente unido
a ella, esto es, la miseria y la necesidad. Ella les susurra a los pobres
humanos: No habr ms angustia ni gritos, no habr ms lgrimas
ni ojos cansados debido a la necesidad y la miseria.
Este saber del ser humano, quien se arraiga en la vida -pues esa
es la condicin: l debe ser voluntad de vivir inquebrantable, tiene
que vivir y querer conservar la vida despus de la muerte, este
saber del ser humano, sostengo yo,
115
116 LA FILOSOFA DE I.A REDENCIN
Pero cuando en realidad el ser humano ya no quiere vivir ms,
de inmediato se aniquila por la accin. La mayora slo desea la
muerte, pero en verdad no la quiere.
Aqu surge una gran dificultad. De ser la voluntad de vivir in
dividual el nico principio del universo, tiene que ser, con toda se
guridad, autnoma. Sin embargo, si es autnoma e independiente,
entonces, no es posible una conexin dinmica en el universo. Pero
la experiencia ensea precisamente lo contrario: ella impone a cada
fiel contemplador de la naturaleza la conexin dinmica y le seala,
al mismo tiempo, la dependencia del individuo respecto de ella. En
consecuencia (se cae en la tentacin de concluir que), la voluntad
individual no puede ser el principio del universo.
En terminologa filosfica el problema se presenta as: o las
esencias particulares son sustancias autnomas y luego el influxus
physicus es una imposibilidad -pues, cmo ha de influir un ser
sobre otro plenamente.Independiente y producir cambios en l a
presin?-, o los seres individuales no son sustancias autnomas, y
luego tiene que haber una sustancia simple que ejecuta los seres in
dividuales y, a la vez, les otorga la vida slo a modo de prstamo.
El problema es extraordinariamente importante. Sin duda se lo
puede declarar como el ms importante de toda la filosofa. La au
tosuficiencia del individuo corre el mximo peligro y parece, segn
lo recin mencionado, como si se hubiese perdido de forma irreme
diable. Si la filosofa inmanente no logra salvar aqu al individuo
-q u e hasta ahora ha protegido con tal fidelidad-, surge la presin
lgica de considerarlo como una marioneta y devolverlo, incondi-
cionalmente, a la mano omnipotente de una esencia trascendente.
Entonces, lo que resta es: monotesmo o pantesmo. Luego, miente
la naturaleza y nos da oropel en vez de oro autntico, al mostrarnos
slo individuos por todos lados y en ninguna parte una unidad
simple; enseguida, nos mentimos a nosotros mismos cuando nos
captamos en la autoconsciencia ms ntima como yo temeroso o
terco, bienaventurado o sufriente; por cuanto no existe un campo
inmanente puro, y, por ello, incluso una filosofa inmanente puede
ser slo una obra de mentira y engao.
En cambio, si se logra salvar la voluntad individual, la realidad
de la experiencia interna y externa, tambin surge la presin lgica
VI. LIBERTAD Y NECESIDAD 117
de romper definitivamente y por siempre con todas las quimeras
trascendentes, ya se presenten estas bajo el manto del monotesmo,
del pantesmo o el materialismo; luego y en verdad por primera
vez- queda fundamentado el atesmo de un modo cientfico.
Se ve que estamos ante una cuestin muy importante.
Pareciera ahora que el ser humano gozara de liberum arbitrium
indifferentiae, es decir, que su voluntad fuese libre, pues puede llevar
a cabo acciones que de ningn modo estn en conformidad con su
carcter, ms bien son totalmente contrarias a su naturaleza. Pero
este no es el caso: la voluntad nunca es libre y todo en el universo
ocurre con necesidad.
Cada ser humano tiene, al momento de ser abordado por un
motivo, un determinado carcter, el cual tiene que obrar, si el moti
vo es suficiente. El motivo aparece con necesidad (pues cada motivo
es siempre el eslabn de una cadena causal, que controla la nece
sidad), y el carcter tiene que seguirlo con necesidad, pues es un
carcter determinado y el motivo es suficiente.
Planteo ahora el caso de que el motivo fuese suficiente para mi
carcter, pero insuficiente para todo mi yo, pues mi espritu pone
mi bien comn como contramotivo, y este es ms fuerte que aquel.
He actuado ahora libremente, porque no ced ante un motivo sufi
ciente para mi carcter? De ningn modo! Pues mi espritu es, por
naturaleza, uno determinado, y su formacin, cualquiera fuese su
orientacin, ocurri con necesidad, pues pertenezco a esta familia,
he nacido en esta ciudad, tuve estos profesores, cultiv estas relacio
nes sociales, tuve estas experiencias determinadas, etc. El hecho de
que este espritu, surgido con necesidad, pueda darme un contra-
motivo en el momento de la tentacin, mayor a todos los dems,
no rompe de ningn modo la necesidad. Tambin el gato acta
contra su carcter, bajo la influencia de un contramotivo, cuando
no golosinea en presencia de la cocinera y, sin embargo, an nadie
le ha adjudicado a un animal voluntad libre.
Yo insino ahora, desde ya, que la voluntad, a travs del cono
cimiento de su verdadero bienestar, puede ser llevada al punto de
negar su ncleo ms ntimo y no querer ms la vida, es decir, po
nerse en total contradiccin consigo misma. Pero cuando hace esto,
118 LA FILOSOFA DE l A REDENCIN
acta libremente? No! Porque entonces el conocimiento ha nacido
en la voluntad con necesidad y con necesidad tiene que seguirlo.
No puede actuar de otra forma, como tampoco el agua puede fluir
cuesta arriba.
Por consiguiente, si vemos que un ser humano no acta con
forme a su carcter determinado, estamos, no obstante, frente a
una accin que debi ocurrir con igual necesidad que la de otro ser
humano, el cual slo sigui su inclinacin, porque en el primer caso
esta surgi de una determinada voluntad y de un determinado es
pritu capaz de deliberar, colaborando ambos con necesidad. Inferir
de la facultad de deliberacin del espritu la libertad de la voluntad,
es el mayor desatino que se pueda cometer.
En el mundo tenemos que ver nicamente con movimientos
necesarios de la voluntad individual, ya sean movimientos simples
o resultantes. 1.a voluntad en el ser humano no es libre porque est
asociada a un esprit capaz de deliberar, sino que slo tiene, por
esta razn, un movimiento distinto al del animal. Y aqu yace tam
bin el punto central de toda la investigacin. 1.a planta tiene un
movimiento distinto al de un gas o un lquido o un cuerpo slido,
el animal uno distinto al de la planta, el ser humano uno distinto
al del animal. Esto ltimo se debe a que en el ser humano se ha
perfeccionado la razn parcial hacia una cabal. A travs de esta nue
va herramienta, nacida de la voluntad, vislumbra el pasado y mira
hacia el futuro: ahora, en cada caso dado, su bien comn lo puede
motivar a renunciar a un deleite o a soportar un sufrimiento, es
decir, forzarlo a acciones que no estn acorde a su voluntad. La vo
luntad no ha devenido libre, pero ha logrado un beneficio enorme.
Ha adquirido un nuevo movimiento.
Por consiguiente, el ser humano nunca es libre, aun cuando
porte un principio en s, que lo pueda capacitar para actuar contra
su carcter, pues este principio ha devenido con necesidad, pertene
ce con necesidad a su esencia -y a que es una parte del movimiento
que le es inherentey opera con necesidad.
Podr, por consiguiente, ser conciso. No nos hemos ganado el
campo trascendente. Hemos visto que ninguna relacin causal pue
de llevarnos hacia el pasado de las cosas, sino nicamente el tiempo.
VI. LIBERTAD Y NECESIDAD 119
De su mano, seguimos la secuencia del desarrollo a p arte ante, pero
descubrimos que en el campo inmanente nunca podemos ir ms
all de la multiplicidad. Tal como los tripulantes de un aerstato
jams alcanzan los lmites de la atmsfera, sino que -aun si logran
subir a gran altura- siempre siguen circundados por el aire, tambin
a nosotros nunca nos abandon la realidad de la experiencia inter
na y externa: la voluntad individual. Al contrario, nuestra razn
reclam con justicia, implacablemente, la unidad simple. Frente a
esta premura haba una salida: dejar que los individuos, ms all del
campo inmanente, confluyeran en una unidad inconcebible. No
nos encontrbamos en el presente, en el cual uno sencillamente ja
ms puede ir ms all del ser del objeto, sino en el pasado. Y cuando
debido a ello dimos por extinto el campo trascendente encontrado
y lo calificamos de precsmico y eclipsado, no cometimos ningn
atentado contra la lgica, sino que servimos fielmente a la verdad.
Todo lo que es, estaba contenido por tanto en una unidad sim
ple precsmica, frente a la cual, como recordaremos, sucumbi toda
nuestra capacidad cognoscitiva. No nos pudimos formar ni imagen
ni parbola alguna de ella; en consecuencia, tampoco pudimos ha
cernos una dea de cmo el universo inmanente de la multiplicidad
haba existido otrora en la unidad simple. Sin embargo, ganamos
una certeza irrefutable, a saber: que este mundo de la multiplicidad
haba sido antao una unidad simple junto a la cual nada ms pudo
existir.
He aqu la clave para la solucin del problema que nos ocupa.
Cmo y por que se desintegr la unidad simple en la multipli
cidad? Fastas son preguntas que no pueden ser planteadas en fsica
alguna. Slo esto podemos decir aqu: indistintamente a lo que se
quiera atribuir la desintegracin, esta fue obra de una unidad simple.
Por consiguiente, si encontramos en el campo inmanente slo vo
luntades individuales y el universo no es ms que una unidad-colec
tiva de estos individuos, estos no son, de ningn modo, autnomos,
puesto que eran una unidad simple precsmica, y el universo ha
sido la obra de esta unidad. As pende sobre el mundo de la multi
plicidad, a modo de reflejo, la unidad precsmica, como si un lazo
invisible, irrompible, entrelazara a todos los seres individuales, y este
120 l-A FILOSOFA DE LA REDENCIN
reflejo, este lazo, es la conexin dinmica del universo. Cada volun
tad acta sobre todas las otras, directa o indirectamente, y todas las
otras voluntades actan sobre ella del mismo modo, o todas las ideas
estn en permanente accin recproca.
As, tenemos entonces al individuo semiautnomo, semiactivo
por fuerza propia y en semisufrimiento por las otras ideas. l inter
viene imperiosamente en el desarrollo del universo y el desarrollo
del mundo interviene en su individualidad.
Antes de que el campo trascendente se separara del inmanente,
de modo que el primero fuera declarado como existencia nicamen
te precsmica, y el segundo como existencia nicamente presente,
se dictamin con justicia la sentencia disyuntiva: o el individuo
es autnomo, luego, es imposible el influxus physicus (la conexin
dinmica); o el individuo no es autnomo, luego, el influxus physicus
es la eficacia de alguna sustancia simple. Pero, ahora, esta disyun
tiva ya no tiene legitimidad alguna. La voluntad de vivir individual,
pese a su semiautonoma, se ha salvado como nico principio del
universo.
En la vida no existe libertad. Antes del universo slo hubo liber
tad. Es muy curioso que la libertad jams haya sido definida como
obrar conforme a la essentia, cuando habra sido, al parecer, la nica
definicin correcta. Pues, lo contrario a la libertad, la imposicin,
se define con propiedad como tener que actuar contra la essentia.
Tambin es una singular abstraccin poner en contradiccin al yo
con su esencia y pretender separarlo de su naturaleza. l es esta
esencia que lo define en primersima instancia y que coincide por
completo con l, como coinciden dos figuras iguales. Nada hubiese
sido por ende ms natural que llamar libre a todo lo que puede vivir
conforme a su naturaleza. Por qu no se ha aplicado la definicin?
Por una razn muy simple: porque el animal actuara entonces, en
la mayora de los casos, de manera libre, y en el ser humano est
precisamente el actuar contra s mismo por fuerza propia.
Es completamente correcto desplazar la libertad hacia el liberum
arbitriu m , pues ese es el punto: si en un caso dado puedo hacer algo
o tambin dejar de hacerlo. Pero uno tendra que haber entendido,
de inmediato, que en el mundo no sera posible tal libertad, porque
VI. LIBERTAD Y NECESIDAD 121
125
126 LA FILOSOFA I)F; LA RKDFNCIN
Uno puede entonces suponer con razn, que entre esta con
fianza en Dios, respecto de este temor de Dios, y la confianza del
verdadero creyente, no hubiese ningn otro grado de confianza. Las
diferencias se desprenden de la manera como el creyente acepta los
golpes y beneficios del destino: si en los polos, por un lado, rigen el
absoluto desaliento y la absoluta tranquilidad, y, por otro lado, im
peran la absoluta alegra y la absoluta tranquilidad, o si est presente
en cualquier punto dentro de estas fronteras, pues l siempre dice:
Lo que Dios hace, est bien hecho.
Es slo la carne, como dicen los telogos, la que tiembla o se
regocija: el alma est siempre plena de confianza.
kste creyente se transforma de inmediato en un santo, tal como
el escptico en un autntico sabio, si desprecia la muerte, as como
si la ama. Eli temor de Dios es temor a la muerte, la confianza en
Dios es desdn de morir. ,
Quien haya superado el miedo a la muerte - l y slo l- puede
cultivar la flor ms exquisita y fragante en su espritu: incontes
tabilidad, impasibilidad, confianza incondicional. Pues, del modo
que sea: qu podra an afligir a un hombre tal en este mundo?
Miseria? F.I no tiene miedo de morirse de inanicin. EUnemigos?
Kilos pueden, a lo sumo, matarlo, y la muerte ya no significa espan
to alguno para l. Dolor corporal? De tornarse insoportable, l, el
forastero en la Tierra, lo expulsa en unos pocos minutos junto a
su cuerpo.
Por eso, el desdn de morir es base y condicin sine qua non de
la autntica confianza. Pero, cmo se la puede alcanzar? A travs de
la religin y la filosofa.
Cuando la religin le da al individuo una magnfica confianza,
entonces se la obsequia bajo el velo de una hermosa locura. 1.a re
ligin embauca al hombre con una imagen dulce que despierta en
l un deseo ardiente, y al abrazar este magnfico espejismo, aplasta
el miedo a la muerte en su pecho. l desprecia la vida terrenal para
recibir a cambio una bella vida celestial.
1.a fe es, por consiguiente, condicin de la confianza religiosa, y
mientras ms se reduce en la humanidad la capacidad de creer, ms
espordica se vuelve a raz de ello la autntica confianza en Dios o,
Vil. APOLOGA DHL SUICIDIO 127
De ello resulta:
que nada en la vida me puede afectar, ni bien ni mal, que yo
no haya elegido con toda libertad antes del universo.
Hermanos mos, salid sin temblar de esta vida, si carga con tan
to peso sobre vosotros: no encontraris ni un reino celestial ni un
infierno en la tumba.
Por cierto, la filosofa inmanente tambin se dirige con su ti
ca a los que estn cansados de vivir y busca volver a atraerlos con
amables palabras de persuasin, exhortndolos a enardecerse por
el devenir universal y, mediante su sola actuacin, ayudar a acele-
Vil. APOLCXIA DKl. SUICIDIO 131
rar este devenir para otros; sin embargo, si incluso este motivo no
acta -cuando es insuficiente para el respectivo carcter-, entonces
la filosofa inmanente se retrae en silencio y se somete al curso del
mundo, el cual precisa de la muerte de este determinado individuo
y por eso debe extinguirlo con necesidad: pues si sacis al ser ms
insignificante del mundo, el curso del mundo ser distinto a si hu
biese permanecido.
1.a filosofa inmanente no debe sentenciar, no puede hacerlo,
tila no exhorta al suicidio, pero en obsequio a la verdad, tuvo que
destruir contramotivos de enorme poder. Y qu dice el poeta?
Este pas ignoto, cuyos misterios, dados por ciertos, lograron vol
ver a abrir la mano de ms de alguno que ya haba empuado con
fuerza la daga, este pas, con sus horrores, tuvo que ser aniquilado
completamente por la filosofa inmanente. Hubo una vez un campo
trascendente que ya no existe ms. Quien est hastiado de la vida
y se plantee la pregunta: ser o no ser?, debera extraer todos los
fundamentos a favor y en contra nicamente de este mundo? Mejor,
de todo el universo: debe tambin considerar a sus hermanos ms
ofuscados, a los cuales puede ayudar, pero no confeccionndoles
132 I.A FILOSOFA DE 1A REDENCIN
zapatos ni plantando coles para ellos, sino ayudndolos a conseguir
una mejor postura. Ms all del mundo, no hay ni un lugar de paz
ni un lugar de tormento, sino slo la nada. Quien ingrese a ella, no
tiene calma ni movimiento, est en un estado ausente, como en el
sueo, pero con la gran diferencia de que tambin lo que en el sue
o es un estado ausente no existe ms: la voluntad est aniquilada
por completo.
Esto puede ser un nuevo contramotivo y un nuevo motivo: esta
verdad puede hacer retroceder a unos hasta la afirmacin de la vo
luntad, y a otros puede atraerlos poderosamente hacia la muerte.
Sin embargo, la verdad jams puede ser negada. Y si desde siem
pre la representacin de una continuidad individual despus de la
muerte, en un infierno o en un reino celestial, contuvo a muchos de
la muerte, la filosofa inmanente, en cambio, conducir a muchos
a la muerte. As debe ser^esto en adelante, como aquello debi ser
antes, pues cada motivo que entra en el mundo, aparece y acta
con necesidad.
V II I.
P e r s p e c t iv a h a c ia e l v a c o
Vivo y no s cunto;
m uero - y no s cundo;
viajo - y no s h acia dnde,
133
134 1.A FILOSOFA !)F. 1.A RFDF.NCIN
segn las formas subjetivas, espacio y tiempo, segn la ley de la
causalidad y la sntesis de una multiplicidad de la intuicin? El
corazn quiere tener algo a lo que se pueda aferrar, un fundamento
inquebrantable en la tormenta de la vida, pan y nuevamente pan
para su hambre. Debido a que el cristianismo saci el hambre, la
filosofa griega tuvo que sufrir una derrota en la lucha que ejerci
en su contra, pues el cristianismo entreg un fundamento inque
brantable, cuando todo titubeaba y se estremeca, y la filosofa era
el teatro de un altercado infecundo y de una lucha salvaje. As
pues, a menudo los espritus ms sobresalientes, alicados y abati
dos se lanzaron a los brazos de la Iglesia. Sin embargo, ahora ya no
se puede creer ms, y porque no se puede creer ms, se desecha con
los milagros y misterios de la religin su ncleo indestructible: la
verdad de la salvacin. El total indiferentismo -q u e Kant ha deno
minado muy acertadamente la madre del caos y de la noche- se
aduea de los nimos. Schopenhauer ha abrazado con firmeza este
ncleo indestructible de la religin cristiana, llevndolo al templo
de la ciencia cual fuego sagrado que irrumpir como una nueva
luz para la humanidad y se propagar por sobre todas las naciones,
pues su constitucin es tal que puede entusiasmar tanto al par
ticular como a la masa y transportar sus corazones hacia ardientes
llamas.
Por cierto, todos desean ser redim idos d el estado d e sufrim iento y
m uerte: quieren, com o se dice, alcan zar la g loria eterna, entrar
a l reino celestial, p ero d e ningn m odo p o r sus propios pies, sino
qu e qu ieren ser transportados h acia a ll p o r e l curso d e la n a
turaleza. Pero esto es im posible. (FJ mundo como voluntad y
representacin II)
D i e P h il o s o p h ie d e r E r l Os u n g
Prlogo
siguiente)
Lo bello... ( I I 509) . .
D e la unidad originaria... O I 0 8 . sigu ,en te)
139
140 U F|LOSOFA DE la r e d e n c i n
V- E l santo y e l demonio
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Mainlnder tiene una cosmovisin propia weeii n
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del origen del universo. Dios, saturado de su ptoplo
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O superser, resuelve que la no existencia es mejor que la
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existencia. Conforme a ello, al igual que el Hin Hmiih del
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comienzo-final de todos los tiempos, se suicida, Avido
de no ser. As, el universo no habra surgido por uu
LJ
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un agotamiento;de voluntad divina. 1.a filosofa de la
i
o descomposicin o desintegracin del universo significa
que todo lo orgnico e inorgnico est subordinado a la
i
ley del debilitamiento de la fuerza, es decir, (pie tauihkn
h * el ser humano est en el universo para morir y no ser
u
5* ms. La muerte de Dios habra generado la vida, pero
! el curso vital no es distinto al proceso lento de deshile
'
1 ' o- gracin divina. Se trata de una voluntad que se verifica
a diario en los cementerios, pero que forma parte de uu
tlos cosmolgico.
La presente antologa ofrece por primera ve/ al
mundo* de habla hispana la obra de un pensador que se
Sandra Baqueduno Je r