El Segundo Sexo
El Segundo Sexo
El Segundo Sexo
Qu es ser mujer? Usualmente se apela a la mirada biolgica para delimitar los mrgenes de la
mujer. Toda mujer est in utero. O a la palabra hembra, la cual es peyorativa, ya que confirma su
sexo, es lo que pareciere al hombre despreciable. Esta hostilidad pareciera que quiere encontrar
en la biologa un justificativo. Este sera el eterno femenino, el cual se construye desde las
funciones biolgicas de la hembra.
Ambos sexos representan dos aspectos diversos de la vida de la especie, la cual se expresa en una
oposicin pasividad/actividad simplista. La individualidad de la hembra es combatida por el inters
de la especie. La mujer la ms individualizada de las hembras aparece tambin como la ms frgil,
la que ms dramticamente vive su destino y la que ms profundamente se distingue de su
macho. p 11
La evolucin funcional, en ese perodo siente ms penosamente su cuerpo como una cosa opaca y
enajenada; ese cuerpo es presa de una vida terca y extraa que todos los meses hace y deshace en
su interior un cuna; cada mes, un nio se dispone a nacer y aborta en el derrumbamiento de los
rojos encajes; la muer, como el hombre, es su cuerpo, pero su cuerpo es algo distinto a ella
misma.p 13
Se ha planteado la moral como algo extrao a la sexualidad, la unidad humana est rota, no hay
trnsito del individuo a la sociedad para reunirlos.
El existente es un cuerpo sexuado; en sus relaciones con los otros existentes, que tambin son
cuerpos sexuados, la sexualidad, por consiguiente, est siempre comprometida; pero si cuerpo y
sexualidad son expresiones concretas de la existencia, tambin a partir de esta se pueden
descubrir sus significaciones: a falta de esta perspectiva, el psicoanlisis da por supuestos hechos
inexplicables. P 17
El psicoanlisis considera que la verdad primera del hombre es su relacin con su propio cuerpo y
el de sus semejantes en el seno de la sociedad, pero el hombre siente primordial inters por la
sustancia del mundo natural que le rodea y al cual trata de descubrir en el trabajo, el juego y en
todas las experiencias de la imaginacin dinmica el hombre pretende reunirse concretamente
con la existencia a travs del mundo entero, aprehendiendo este de todas las maneras posibles. P
17.18. trabajo,guerra, juego, arte, etc. Definen maneras de estar en el mundo que no se dejan
reducir a ninguna otra, descubren cualidades que interfieren con las que revelan la sexualidad a
travs de ellas y a travs de estas experiencias erticas es como elige el individuo.
El punto de vista ontolgico permite restituir la unidad a esta eleccin. La nocin de eleccin es
rechazada por el psicoanlisis en nombre del determinismo y del inconsciente colectivo.
Nos negamos a definir que es la mujer (que somos) desde este lente, por lo cual volvemos a
plantear la pregunta; Qu es una mujer? Como plantea Simone de Beauvoir si quiero definirme,
antes debo plantearme, declarar en carcter obligatorio: Soy mujer.
Ahora bien, por qu resulta significativa esta declaracin inicial al precedente trabajo?, nos dice
Simone, porque el hombre jams comienza presentndose como individuo de un determinado
sexo, se d por sentado. En la herencia de nuestro pensamiento la palabra Hombre, representa lo
positivo y neutro, un tipo de humano absoluto: el Hombre. La humanidad es macho y el hombre
define a la mujer no en s misma, sino en relacin a l; no la considera como un ser autnomo. P3
los varones han gozado de este privilegio ya que se haba (o ha) considerado fundado en lo
absoluto y en la eternidad. Del hecho de su supremaca han proclamado derivar un derecho., la
supremaca enmarca la condicin subordinada de la mujer, ya que era voluntad del Cielo, y
provechosa para la tierra. P6
l es sujeto, l es el Absoluto, ella es lo Otro. El hombre se piensa sin la mujer, ella no se piensa sin
el hombre. Desde esta perspectiva se la denomina el sexo, a los ojos del macho aparece
esencialmente sexuada. La cuestin de los sexos se ha construido desde la categora de lo Otro.
Esencialmente un Dualismo, entre lo Mismo y lo Otro, ninguna colectividad, sujeto, se define
como Una, como Uno, sin colocar inmediatamente entre a la Otra, al Otro. Nos definimos a travs
de la Alteridad. Segn Lvi-Strauss, el hombre pasa de un estado de naturaleza, al estado de
cultura por la aptitud de considerar las relaciones biolgicas bajo la forma de sistemas de
oposicin: dualidad, alternancia, oposicin y simetra, a travs de los cuales constituye los datos o
fundamentos esenciales de la realidad social.
Hegel planteo que la conciencia tiene una hostilidad fundamental con respecto a toda otra
conciencia, el sujeto se plantea oponindose. Pretende afirmarse como lo esencial y constituir al
otro en inesencial, en objeto. Pero la otra conciencia le opone una pretensin recproca.p 4
Simone se pregunta porque no se dio esta reciprocidad entre los sexos, y uno de los trminos se
haya afirmado como el nico esencial, definiendo a la mujer como alteridad pura. Ningn sujeto
se plantea, sbita y espontneamente, como lo inesencial no es lo que, al definirse como Otro,
define lo Uno, sino que es planteado como lo Otro por el Uno, al plantearse este como Uno. Ms
para que no se produzca el retorno de lo Otro a lo Uno, es preciso que lo Otro se someta a este
punto de vista extrao p4
La mujer no se reivindica como sujeto, porque carece de los medios concretos para ello, porque
experimenta el lazo necesario que la une al hombre sin plantearse reciprocidad alguna, y porque a
menudo se complace en su papel de Otro.
Apelando a la historia, retoma lo que signific la Revolucin Industrial, a travs del trabajo la
mujer logro reivindicaciones feministas. Sin embargo, la burgesa, aferrada a la moral
conservadora encuentra en la emancipacin de la mujer una amenaza a su moral e intereses. La
solidez familiar garantizaba la propiedad privada, por ello reclama a la mujer en el hogar.
Concedindole la igualdad en la diferencia, fundado en el eterno femenino, la mujer es reducida a
una situacin de inferioridad, como suceda con los negros en Estados Unidos por ejemplo. El Amo
quiere mantenerlo en su lugar, o sea, el lugar que ha elegido para ellos.
Materialismo histrico
Biolgicamente los rasgos esenciales de la mujer adquieren un valor diferente segn el contexto
econmico-social. En general stos, hacen una aprehensin del mundo menos amplia que la del
Hombre, ya que est ms estrechamente esclavizada a la especie.
Engels no explica el surgimiento del inters del hombre por la propiedad privada. La idea de
posesin singular adquiere sentido ms a partir de la condicin originaria del existente. Para que
aparezca esta idea de posesin, primero existe en el sujeto una tendencia a situarse en su
singularidad radical (afirmacin de su existencia). Esta pretensin haya permanecido interior, sin
veracidad a falta de tiles adecuados no percibi en su principio su poder sobre el mundo, se
senta perdido en la Naturaleza y la colectividad.
A travs del descubrimiento del bronce el hombre se siente creador, dominando la naturaleza, ya
no le teme. Leccin de trabajo; el sujeto no se ha inscrito como sujeto pasivo: el sujeto se ha
forjado y conquistado a s mismo al forjar sus tiles y conquistar la tierra. P 21
La afirmacin del sujeto no basta para explicar la propiedad. En la lucha cada conciencia puede
intentar elevarse hasta la soberana. El desafo adopta la forma de una rivalidad econmica, jefe y
luego sus miembros hayan reivindicado bienes privados. Es preciso que el hombre anide la
tendencia de alinearse econmicamente. Las riquezas que son suyas el hombre se encuentra a s
mismo, porque se ha perdido en ellas: concede importancia como a su vida.
Insuficiencia del punto de vista de Engeles, el hombre como trascendencia y ambicin, porque
proyecta nuevas exigencias a travs de todo til nuevo. La incapacidad de la mujer el hombre la ha
aprehendido a travs de un proyecto de enriquecimiento y expansin. La consecuencia del
imperalismo de la conciencia humana, la categora original del Otro, y una pretensin original de
dominar a ese Otro. La mujer para el hombre es una compaera sexual, una reproductora, un
objeto ertico Otra atravs de la cual se busca a s mismo.
Historia
Cuando se hallan en presencia dos categoras humanas, cada una quiere imponer a la otra su
soberana, si las dos se empean en sostener esa reivindicacin, se crea entre ellos, ora en la
hostilidad, ora en la amistad, pero siempre en la tensin, una relacin de reciprocidad, si una de
las dos es privilegiada, se impone a la otra y se dedica a mantenerla en la opresin. Se comprende,
pues, que el hombre haya tenido la voluntad de dominar a la mujer, pero qu privilegio le ha
permitido realizar esa voluntad 23
En los comienzos dela especie humana, los pueblos recolectores, cazadores y pescadores no
arrancaban del suelo ms que mseras riquezas. Los nacimientos, la absurda fecundidad de la
mujer, impedan participar en el aumento de recursos. Creaba nuevas necesidades, nios-comida.
Una perpetuacin de la especie excesiva, mientras el hombre aseguraba el equilibrio entre
reproduccin y produccin. Este equilibrio estableca tanto al hombre como a la mujer necesarios
desde el punto de vista de la supervivencia colectiva.
La peor maldicin que pesa sobre la mujer es hallarse excluida de esas condiciones guerreras, no
es dando la vida, sino arriesgando la propia como el hombre se eleva sobre el animal; por ellos la
humanidad se acuerda la superioridad, no al sexo que engendra, sino al que mata. P 24
Clave del misterio, al nivel biolgico, solamente crendose de nuevo se mantiene una especie;
pero esta creacin no es ms que una repeticin de la misma vida bajo formas diferentes. Al
trascender la Vida por la Existencia es como el hombre asegura la repeticin de la Vida;: en virtud
de esa superacin, crea valores que niegan todo valor a la pura repeticin. P 24
Su desgracia consiste en haber sido biolgicamente destinada a la repetir la Vida, cuando a sus
ojos, la Vida no lleva en s sus razones de ser y cuando esas razones son ms importantes que la
vida misma. P25
La concepcin de las tribus nmadas, para las cuales no existe ms que el instante es sustituida en
las comunidades agrcolas por de una vida enraizada en el pasado y que se anexiona el provenir: se
venera al antepasado totmico, que da su nombre a los miembros del clan; y el clan coincide a sus
descendientes un profundo inters, ya qu sobrevira a travs del suelo que les lega y que ellos
explotarn. La comunidad piensa en su unidad y quiere su existencia ms all del presente: se
reconoce en los nios, los reconoce como suyos, en ellos se realiza y se supera. P 25
TIERRA: la Naturaleza entera se le representa como una madre, la tierra es mujer, y la mujer est
habitada por las mismas oscuras potencias que la tierra. Misteriosos efluvios que emanan del
cuerpo femenino los que extraen a este mundo las riquezas sepultadas en las misteriosas fuentes
de la vida. P 26
DIOSAS: la mujer est enla tierra rodeada de tabes como todos los seres sagrados, ella misma es
un tab; a causa de los poderes que ostenta, es considerada como una maga, una hechizera se la
asocia a las oraciones. Tierra, madre, o Diosa, no era para el Hombre una semejante, donde su
poder se afirmaba era ms all del reino humano, as pues, estaba fuera de ese reino. P26
Domina la Naturaleza: el obrero aprende sobre el objeto al que ha dado forma su propia
responsabilidad: su gesto, su hbil o torpe, lo hace o lo rompe, prudente, diestro, lo lleva a un
punto de perfeccin que le enorgullece de sus logros, y aunque todava conceda cierto lugar a los
ritos, las tcnicas exactas le parecen mucho ms importantes; los valores msticos pasan a un
segundo plano, y los intereses prcticos, al primero; no se emancipa enteramente de los dioses,
pero los separa de s al separarse de ellos; los relega a su cielo olmpico y conserva para s el
dominio terrestre. P 29
Inferioridad de la mujer: no basta para explicar la opresin, lo que le ha sido nefasto ha sido que,
al no convertirse para el obrero en un componente de trabajo, ha quedado excluida del mitsein
humano: el que la mujer sea dbil y de inferior capacidad productiva no explica esa exclusin;
como ella no participa en su manera de trabajo y de pensar, como permanencia sometida a los
misterios de la vida, el varn no reconoci en ella a un semejante; desde el momento que no la
adoptaba y que ella conservaba a sus ojos la dimensin de lo otro, el Hombre no poda sino
convertirse en su opresor. P 30
Cristianismo: San Pablo, afirma la tradicin juda ferozmente antifeminista, ordenando a las
mujeres recogimiento y discrecin, fundamente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento el
principio de subordinacin de la mujer al hombre. P 34
En una religin donde la carne es maldita, la mujer aparece como la ms temible tentacin del
demonio. Santo Toms ser fiel a esta traduccin cuando declara que la mujer no es ms que un
ser ocasional e incompleto, una suerte de Hombre frustrado. el Hombre es la cabeza de la
mujer, del mismo modo que Cristo es la cabeza del Hombre-escribe- Es una constante que la
mujer est destinada a vivir bajo el dominio del Hombre y que no tiene ninguna autoridad por s
misma. P 34
Reclamo de una sociedad rigurosamente jerarquizada, la familia, es la clula social indisoluble ser
el microcosmos de la sociedad. El marido gobierna, la mujer administra los nios obedecen. Las
mujeres pertenecen a la familia y no a la sociedad poltica, y la Naturaleza las ha hecho para los
cuidados domsticos, y no para las funciones pblicas . p 41
Balzac La mujer casada es una esclava a quien hay que saber sentar en un trono. El destino de
la mujer y su gloria nica consisten en hacer latir el corazn de los Hombres- escribe en su
Phsiologie du mariage- La mujer es una propiedad que se adquiere por contrato; es un bien
mobiliario, porque la vale ttulo; en fin, hablando con propiedad la mujer no es sino un anexo del
hombre. P 41
La burguesa sigue exactamente ese programa; las mujeres quedan esclavizadas en la cocina, en la
casa, se vigila celosamente sus costumbres, se las encierra en los ritos de un saber vivir que traba
toda tentativa de independencia. P 41. La mujer burguesa se atiene a sus cadenas, porque se
atiene a sus privilegios de clase. Se le explica incansablemente, y ella lo sabe, que la emancipacin
de las mujeres sera un debilitamiento de la sociedad burguesa, liberada del varn, estara
condenada al trabajo; puede que lamente no tener sobre la propiedad privada ms que derechos
subordinados a los de su marido pero an despoblara ms el que esa propiedad privada fuese
abolida; no siente ninguna solidaridad con respecto a las mujeres de la clase obrera; est mucho
ms cerca de su marido que de las trabajadoras de la industria textil. Y hace suyo sus intereses. p
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