Almeria Hecha A Mano Una Historia PDF
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mecnico, especialmente imprenta, fotocopia, microfilm, offset o mimegrafo, sin la previa autorizacin escrita del editor.
A Carmen Latorre Prez
PRLOGO
La Fundacin Cajamar se complace en publicar este libro que nos descubre la cultura, la historia y la geografa almeriense, del que son
autores los hermanos Juan y Jess Garca Latorre, doctor en Historia Moderna e ingeniero de Montes, respectivamente. Como primer lec-
tor de su brillante estudio, me corresponde dejar constancia de la gratitud que merece su esfuerzo, inteligencia y dedicacin.
La obra que nos presentan, en nueve captulos, como si de un Fabio Cunctator se tratara, entra en los temas, se acerca a ellos, los acosa, los
respeta, se retira, deja hacer a la naturaleza, deja hablar a los documentos consultados y consigue que todo se manifieste ante los ojos del
lector. Unas veces, expone morosamente, recrendose, para que el lector asuma el relato, lo haga suyo y participe con su mismo amor a la
tierra. Otras entra rpido y fuerte, con estilo ms sobrio y seco, a su personaje, que es Almera, o lo aboca a la tragedia, enfrentndonos a
su desesperacin. Nos pone en vilo ante el desastre, y consigue que nos sintamos con l, ansiando que tenga xito y se salve. As, cuando
sale a flote se produce la distensin. Nuestra tierra, nuestros pueblos siguen con vida. A veces slo con un hilo de vida, esperando a una
generacin que ms adelante se entregue, para salvarlos. Pero no se intuye la paz y el sosiego, sino que aparece de sbito para pregonar su
grandeza. Es el trabajo silencioso y la inercia del esfuerzo, que los hace gigantes del espritu en cuerpos modestos de almerienses.
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Los autores bajan a la geologa, se entretienen en las situaciones edafolgicas, y muestran cmo tiembla la tierra con los recurrentes terre-
motos que se suceden en esta geografa volcnica. Penetran en las fuentes clsicas, y a travs de la lectura de Amiano Marcelino encuentran
que en Almera hubo un tsunami. As, buscando fuentes ancestrales, su relato comprende desde el pasado geolgico al presente perodo de
aridez extrema; siguiendo de este modo, desde los primeros tiempos, la vida y milagros del hombre y su tierra.
Las irregularidades del clima, en el contexto de lo que entendemos un clima normal mediterrneo, y la diversidad de niveles de las tierras,
incluso con grandes alturas, sobre todo en el interior, les hacen decir que Almera es un continente en miniatura, que presenta una impre-
sionante heterogeneidad ambiental. Desde el fro de la montaa mediterrnea al calor abrasador e inmisericorde de las zonas desrticas y
esteparias. Y entre un extremo y otro, una infinidad de microclimas locales.
Nuestra cultura y nuestra conciencia vienen determinadas por las condiciones econmicas, y stas a su vez por el medio fsico e histrico
en el que se desenvuelven. Pero nuestro caso es peculiar, por lo que en respuesta a sus propias preguntas, por hechos y situaciones insli-
tas, los autores exponen todas las opiniones conocidas; profundizando en el alma de nuestra tierra y en el genio de sus habitantes, desde
la edad del hielo hasta nuestros das. Nos presentan una sociedad en comunin con un medio que se caracteriza por: una tierra spera y
dura, reseca por un sol implacable, sin ros que la refresquen, en la que existe un profundo respeto por el matorral y el rico sotobosque de
romeros, espartos, coscojas, chaparros, enebros y sabinas moras incluso. Y nos llevan de la mano a vivir, ms que a ver, la evolucin de los
ecosistemas; a comprender que muchas de las perturbaciones son de origen endgeno, y no provocadas por el hombre, y a mostrarnos la
convivencia del medio ambiente con la presencia humana.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Entran en la paleoecologa y la prehistoria, en la influencia destructiva de los seres humanos y en la buena gestin, consciente o aleatoria
del medio natural, en la evolucin de los ecosistemas y en los condicionantes abiticos. Todo ello con grficos, mapas explicativos y con-
sideraciones personales, y fotos, muchas fotos. Y nos muestran la evolucin de la cubierta vegetal en los ltimos 10.000 aos, a travs de
paleontlogos, humanistas e historiadores de la ciencia. De ah y hasta la tala de rboles a matarrasa de finales del XIX y principios del
XX, vemos cmo se producen infinidad de situaciones de plenitud y abandono, de entusiasmo y desesperacin, en una alternancia que
condiciona el vivir de sus habitantes. Vamos del monte alto al monte bajo, desde las zonas semihmedas a las semiridas, y en este cam-
bio pasamos de los Millares cuando en Egipto se construan las pirmides en el transcurso de la cuarta dinasta, a la posterior aparicin
del Argar, coetnea con la cultura minoica.
En cada pgina descubrimos algo nuevo. Nos explican como se form el karst de yesos de Sorbas, y nos ayudan a encontrar los ancestros
de nuestras plantas y animales ms caractersticos. As nos enteramos de que aves tan emblemticas de la fauna mediterrnea como las
currucas y las perdices, ya estaban presentes en nuestra tierra antes de que ocurriera la crisis de salinidad del periodo messinense.
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Esta publicacin, a la vez cientfica y divulgativa, est repleta de explicaciones que nos ayudan a comprender la dinmica de la vegetacin
y la fauna, desde los primeros tiempos a la actualidad. Y nos muestra el anlisis de los sedimentos que lo justifican en determinados luga-
res. Como la Cueva de Ambrosio, que era, aclaran, adems de refugio, taller de reparaciones, lugar de culto y santuario mgico relaciona-
do con los espritus de los animales. Y que a su vez, por los estudios palinolgicos de dicha cueva y de otros realizados en Roquetas de Mar,
contribuye a datar la llegada del humano moderno a nuestros pagos hace 16.000 aos, coincidiendo con la ltima glaciacin. Una histo-
ria ecolgica que relaciona la naturaleza y la cultura.
Y as entramos en las manifestaciones ms brillantes de los habitantes de estas tierras, cuando hace 4.500 aos, en el periodo calcoltico, al
finalizar el ptimo climtico postglacial, florece a orillas del Andarax la cultura de los Millares. El primer milagro almeriense. Junto a un ro
que entonces quiz pareciera de verdad, con pequeos bosques de ripisilva, entre unas formaciones edafolgicas no muy diferentes de las
actuales. Una sociedad relativamente igualitaria, que pronto se extingue, pero que da paso aos despus, en las serratas del Almanzora, ya en
la edad del Bronce, a otros poblamientos que hacen que Almera, durante siete siglos, sea el centro de la sociedad ms avanzada del Medite-
rrneo occidental: lo que se conoce como Cultura del Argar. Y que, en contraposicin a la de los Millares, es una sociedad ms rica y jerar-
quizada, que sale de las orillas de los ros y ramblas, aunque sin ubicarse muy lejos, y que basa su economa en los cereales y la ganadera.
Concluyendo en un desastre ecolgico o en una revolucin social, pues esa sociedad argrica desaparece en apenas treinta aos.
De acuerdo con el orden cronolgico de la vida y milagros de nuestra tierra tras el colapso de la cultura del Argar, hasta siete siglos despus
existe una sociedad con bajsima densidad de poblacin que hubo de abocar a la recuperacin del medio natural, pues cuando los huma-
nos abandonamos un terreno la naturaleza lo recupera. Aunque otras veces no se debe a la accin de las personas, sino simplemente a que
unas especies reducen su mbito y otras ocupan el lugar de las que se retiran. Esta sociedad postargrica, ms pequea y simple, nuevamen-
te ms igualitaria y demogrficamente menos densa, no estaba obligada a producir excedentes para una lite entendiendo por excedente
el cereal y la ganadera, por lo que no necesit desforestar ni cubrir grandes superficies de cultivo, lo que permiti recuperar el bosque y
la maquia.
Y situados en el siglo VIII a.C., la civilizacin esta vez llega por el mar, del oriente mediterrneo: griegos y fenicios se instalan en nuestras
costas y se produce una nueva fase de intensificacin econmica, en la que se explota el hierro y se plantan olivos y vias. Y con la civili-
zacin llega la escritura, o a mejor decir, las menciones sobre el territorio almeriense de la Ora Martima.
Los recin llegados aportaron muchas innovaciones tecnolgicas, como el hierro, el torno del alfarero, los cultivos de la vid y el olivo, y el
alfabeto. Y empiezan a sonarnos nombres como Baria o Abdera, que con sus adaptaciones fonticas y grficas han pervivido en el tiempo
con los nombres respectivos de Vera y Adra, donde estos comerciantes plantaron sus reales y comenzaron a negociar con sus habitantes autc-
tonos, que segn parece eran beros mastienos; comunidades que haban creado sus ciudades y desarrollado sus propios sistemas de escritu-
ra, inspirados en los fenicios y griegos asentados en estos y otros lugares de la pennsula. En este nuevo orden de cosas, con el ansia y la ambi-
cin propia y fornea, nuestra tierra produce ms. De acuerdo con el comentario de autores de la poca, los desiertos arenosos se siembran,
las rocas se cubren de cultivos y las minas son ms intensamente explotadas. Todo se intensifica y de todo se apodera la codiciosa Roma.
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Los espacios cultivados, las herramientas de trabajo y toda la tecnologa agrcola romana la continan, sin innovaciones, los godos y bizan-
tinos y son, con ciertas excepciones, las mismas que seguirn usndose en la poca musulmana, incluso despus, hasta el ao 1800. Si bien
hay que decir que en estos siete siglos de dominacin, los romanos que nos mencionan a un almeriense, Publio Valerio Prisco, Urcitano
fueron conscientes de las consecuencias ambientales de sus actividades econmicas; como entre otros escritores constata Cicern. Los bos-
ques son empujados hacia las montaas y se extiende el secano, cuyo desarrollo no beneficia este clima tan rido, por su falta de rentabi-
lidad; la cubierta vegetal se degrada y todo queda a pique de colapsarse, al borde del desastre.
Pasado el esplendor romano, con la inseguridad que comporta la invasin de los brbaros y las idas y venidas de los bizantinos, la expan-
sin se detiene y se van abandonando la ganadera y los antiguos cultivos de secano. Situacin que sigue con las primeras administracio-
nes musulmanas. Hasta que, perfeccionando los sistemas de regado romanos y aportando nuevas experiencias en la captacin y utiliza-
cin del agua, entramos en lo que los autores denominan segundo milagro almeriense: la creacin de un paraso artificial, a partir de la
concentracin de la actividad agrcola en pequeos regados y el destino a ganadera de los antiguos secanos. Sobre este paraso, desde la
conquista de Murcia en 1248 hasta bien entrado el siglo XVI, una gran parte de la provincia, especialmente al norte de Vera, descansa de
cualquier tipo de agresin humana que no sea el espordico carboneo, la caza de subsistencia y la irregular actividad de pastoreo; por que-
dar estas tierras de frontera sometidas a razias y ataques frecuentes, desde uno y otro lado de la frontera. De tal modo que, cuando Mn-
zer cruza estos lugares ya pacificados con la conquista de los Reyes Catlicos, puede maravillarse de las formaciones arbreas que los pue-
blan, as como de su poblacin salvaje. Solucin a la paradoja: cultivos de primor y flora y fauna silvestre.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
La huella del paso de los musulmanes sobre nuestra geografa con ser muy importante no lo es tanto como acostumbran a presentarla,
pues generalmente su actuacin se sustenta sobre anteriores bases romanas; como descubre el anlisis de los topnimos. Tenemos como
ejemplo, en materia tan sensible como el agua, la localidad de Alcaudique (Berja), cuya grafa y fontica nos suena rabe, y sin embargo es
la arabizacin de la romana caput aqua (la cabeza del agua), fuente y cauce preexistente. Con ms error se ha transmitido la influencia
sobre nuestros genes de la ascendencia mora, hacindonos creer que somos distintos de los restantes espaoles y europeos, puesto que a
partir de la conquista de los Reyes Catlicos fueron frecuentes las deportaciones, expatriaciones, expulsiones y matanzas (en casi todos los
pueblos del interior encontramos un cerro de la matanza), consecuencia de aquella fraticida guerra de las Alpujarras; que en la repobla-
cin subsiguiente, aun contando con el entramado feudal de seoros y realengos, obliga a partir del nivel demogrfico ms bajo que se ha
conocido desde el neoltico. Razn por la cual los autores extienden acta de defuncin de la sociedad anterior a la expulsin de los moris-
cos, y fijan en este momento el ao cero de los orgenes de la actual sociedad almeriense. Y es que la poblacin qued tan mermada, que
a finales del siglo XVI la provincia pasa a tener menos de 6.000 habitantes 1.500 en la capital, y su repoblacin se tiene que realizar con
los llamados cristianos viejos, venidos de los viejos reinos castellanos y aragoneses, e incluso algunos allende los Pirineos.
Durante los siguientes doscientos aos continan los asentamientos, y la construccin de fortificaciones costeras, de modo que los campe-
sinos se convierten en campesinossoldados, y los venidos a servir estas defensas en soldados-campesinos, creando una nueva sociedad de
frontera que vive los lances con corsarios berberiscos y su siguiente alafia. Adems, por si fuera poco, coinciden unos tiempos de fuerte ines-
tabilidad climtica y ssmica, por lo que nuestra conexin con los antiguos habitantes, cuyos genes se haban ido acumulando desde la pre-
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historia, slo queda en un delgado hilo que nos une a travs de los mozrabes primero y de los moriscos despus.
A mediados del siglo XVII van desapareciendo la mayora de los factores de repulsin que haban mantenido a nuestra provincia muy por
debajo de sus posibilidades de poblacin, y empiezan los conflictos entre intereses agrcolas y ganaderos (como en las pelculas de cine del
Oeste Americano). Y la aceptacin de nuevos vecinos forneos se hace democrticamente, en concejo abierto, como an hoy se sigue
haciendo en algunos cantones de Suiza, sin sometimiento a seoros ni realengos. Esa situacin flexibiliza las estructuras sociales para otor-
gar tierras y parcelas de poder. De ah arrancan las races de nuestra poblacin actual, y todo brilla en el espritu de nuestras gentes, que se
hacen ms igualitarias y ms abiertas; que se unen para gestionar los montes comunales, y especialmente para buscar y administrar las
aguas que siguen siendo un bien colectivo unido a la tierra, evitando que el atractivo del suelo, en un clima seco y despiadado, se con-
vierta en un paraso perdido.
De la mano de los autores, podemos sentir las palpitaciones de la tierra, los momentos de arritmia y la alegra de la recuperacin del pulso.
As, una y otra vez. Desde la edad del hielo, pasando por los Millares, la cultura del Argar, el oscuro perodo que la sigui, el nuevo despertar
a partir de las colonizaciones de los marinos del Mediterrneo oriental, la sufrida pax romana salpicada en sus ltimos tiempos del cristianis-
mo emergente, el mundo ambiguo de las invasiones brbaras, la llegada del Islam Cada paso, una y otra vez seguido de una vuelta a las
prcticas anteriores, explotando los metales, abrindole las entraas a la tierra y agotando sus montes; con sus correspondientes estados de
euforia y decaimiento del nimo. Y aunque la dejan descansar un tiempo, a partir del 1800 vuelta a la agresin, clavando el pico minero en lo
profundo de su seno, y en sus espaldas el hacha del fundidor. Al fin y al cabo, Almera, en su piel, como dicen los autores, est hecha a mano.
Ese dilogo permanente, esa conversacin apasionada entre estos eriales y sus pobladores, ha mantenido, mejor o peor, un medio natural
diverso; a veces hasta casi los lmites del desastre. Un medio natural en el que se combina una reducida agricultura intensiva de cultivos de
primor con la vecindad, en terrenos montuosos, de maquia y pequeos bosques, que albergaban el lobo y el jabal, amen del ciervo y el
corzo, e incluso en pocas el oso; y en el que la encina compite con el acebuche y la coscoja, y se levantan retadores los pinos laricios
para contemplar unos pobres secanos de cereal.
El medio natural es producto histrico de una interaccin durante miles de aos entre el hombre y la naturaleza, pues todos los paisajes
son culturales y humanizados. Y junto al hombre actan el clima rido en nuestro caso, y la pendiente montaosa, que nos ayudan a
comprender el entorno actual; pues adems del arado, sobre el territorio almeriense tambin inciden las tpicas gotas fras. Incluso tuvimos
una pequea edad glacial de los siglos XIV-XV al XIX, y por eso los autores nos mueven a considerar los bosques relictos propios de terre-
nos ms hmedos, como bagajes genticos de gran valor. No en vano han podido desarrollar alguna adaptacin a la aridez, hacindose
tan resistentes a este duro terreno como sus habitantes, lo que les lleva a calificarlos como bosques del desierto.
La llegada del Islam da lugar a una de las mayores transformaciones del medio natural y del paisaje que se ha producido en toda nuestra
historia, en las que el regado no es slo una tecnologa, sino ms bien una opcin social. La lgica social del uso del agua, que se sirve de
las tecnologas hidrulicas preexistentes romanas para el abastecimiento urbano, y de la hidrulica de jardinera capilar para la produc-
cin agrcola. Pero en el momento de su mayor esplendor, el majestuoso pino laricio, pese a su increble longevidad puede vivir mil aos,
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se lleva la peor parte. En la poca romana ya haba sido descubierto como material inmejorable para las grandes construcciones, pero
durante los casi dos siglos en que Almera se convierte en la principal base naval de Al-Andalus, y en uno de sus ms importantes astille-
ros entre los siglos X al XII, es cuando se consume casi todo el pino laricio. Y lo poco que queda en pie, se finiquita despus con las obras
y fundiciones ms recientes; segn conocemos hoy por los resultados obtenidos de la antracologa, la palinologa y el anlisis polnico, de
los que nos servimos igual que empleamos el TAC, la resonancia magntica y los anlisis clnicos en los seres humanos.
Los autores han recorrido todos los rincones de la provincia en largas y fatigosas marchas. Por caminos de cabras las ms de las veces,
en busca de una referencia, de un testigo del pasado; por nuestros abruptos montes, bajo un sol implacable, en constantes subidas y baja-
das. Jornadas interminables buscando en archivos eclesisticos y municipales, y en cuantas estadsticas se han publicado, cualquier escrito
que se haya referido a nuestra tierra desde la antigedad. Y aferrndose a los topnimos, como fantasmas de una naturaleza del pasado,
nos descubren que Lcar viene a significar Bosque, bosque sagrado, el lugar donde vivan los dioses antes de tener templos. Hasta llegar a
las pocas ms recientes en las que no podemos sentirnos orgullosos del trato con la madre tierra, cuando grupos de pobladores de fron-
tera van condicionando una sociedad de campesinos independientes, que ya en tiempos de Cervantes mantienen una economa de subsis-
tencia cuyas nicas exportaciones son el esparto y la barrilla. Hasta que en 1775 comienza la exportacin de las minas de plomo, y se bene-
ficia el aceite de lentisquina y la grana de la coscoja (ese color rojo hoy se saca de la cochinilla, principalmente en las islas Canarias).
En esta historia de la tierra y de la gente, los autores han acariciado la tierra desnuda para desvelarnos las condiciones de vida de sus habi-
tantes. As, han calculado en ms de treinta mil kilmetros los balates que sujetan mnimos bancales en terrazas; han constatado las ms
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
de 2.000 galeras subterrneas que horadan cerros para llevarles un poco de agua; as como, un sin nmero de minas con sus correspon-
dientes lumbreras, cimbras y azudes en el sublveo de ros y ramblas; donde nuestros antepasados buscaban agua con desesperacin y
ahnco. Infinito trabajo en un medio duro y hostil, que a partir del siglo XIX ya no es capaz de mantener alimentada a su poblacin, a la
que no queda otra salida que la emigracin; aun contando con el relativo y pequeo esplendor del cultivo de la uva de Ohanes. Por lo que
tambin nos llevan a recorrer, con todo respeto y amor, el camino de las emigraciones. Las eventuales, que se realizaban en las temporadas
de siega de las Andalucas y en las de sulfatar vias en las Castillas, y las ms continuadas y estables, que en principio se dirigieron a Argen-
tina y a continuacin a Barcelona, Francia o Alemania, sin olvidar Orn.
El lector ver cmo han disfrutado los autores de su trabajo. Y sobre todo advertir su empeo y tesn. Pues si duro es recorrer el monte,
en verano, a pleno sol, cerro arriba; tambin lo es meterse a interpretar la letra enrevesada y preciosista de los antiguos manuscritos. Mi
admiracin por tantos fatigosos esfuerzos, que han tenido como recompensa la presente publicacin esta Almera real (hecha a mano).
A nosotros, gentes del siglo XXI, nos quedan muchos ejemplos que imitar y muchas razones que considerar, conocedores del ltimo mila-
gro que as se ha considerado: el hortcola. Tenemos que olvidarnos de los tpicos que nos colgaron gentes de ms al norte, que vinieron
a estas tierras desde otras ms ricas. Porque la esencia y la fuerza de la tierra pervive en las venas de sus gentes, y en cuanto tienen oportu-
nidad afloran con genio, poniendo a la luz su mayor mrito: el trabajo. Esta Almera hecha a mano es sntesis del trabajo y del esfuerzo.
Por ello, en vez de hablar de milagro, entendemos que es mejor hablar de trabajo y de industria. Y parangonando el dicho sobre la perso-
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na resistente a las enfermedades, convendremos que Almera ha sido un enfermo con una mala salud de hierro, que languidece, se reani-
ma, y as sucesivamente, en constante resurreccin. Todo lo cual converge en la estructura de la sociedad y de la comunidad en comunin
con la tierra, evocando situaciones antiguas que golpean la mente ante el temor de que puedan volver a repetirse; y en ser lo que siempre
hemos sido, sin llegar nunca a despegar definitivamente. Y termino, porque este prlogo por su extensin, se va pareciendo demasiado
a la Al Muqaddima de Ibn Jaldn.
Creo que estamos ante una obra meritoria. A la vista de los lectores queda el esfuerzo realizado y el acierto de sus autores. Para llevar ade-
lante empresa tan descomunal son indispensables la pasin intelectual, las ganas de investigar y un conocimiento singular de la cuestin.
Los tres requisitos son satisfechos sobradamente por los hermanos Juan y Jess Garca Latorre, y habrn de depararles el merecido recono-
cimiento a que su esfuerzo se ha hecho acreedor.
2. EL MEDIO NATURAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
UN TSUNAMI EN ALMERA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Montaas, valles y calas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
El Tsunami . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
El desierto y la nieve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
LA NATURALEZA Y LA CIENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
La biodiversidad, los olores y los sonidos del matorral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
La ciencia de las asociaciones vegetales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
La vegetacin natural de Almera y los bosques invisibles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
10 La naturaleza y la filosofa de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Un relicto de pocas ms hmedas? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
LA HISTORIA ECOLGICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
La crisis ambiental y los orgenes de la historia ecolgica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
La naturaleza y las sociedades coevolucionan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
El metabolismo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
La colonizacin de la naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
CAPTULO I
Los bosques del desierto
16 intento. Cuatro meses antes, un fro 28 de febrero de lluvia y Tambin ha estudiado los aterrazamientos y otras construcciones
nieve (s, en la provincia de Almera nieva casi todos los aos), lo antiguas que cubren las montaas de Tierra Santa. Conociendo
habamos intentado sin xito. Los mapas antiguos, ya se sabe, sus intereses, fuimos a ver algunas de las misteriosas y, por
suelen estar mutilados o incluir escritos en algn lenguaje crpti- muchos motivos, inquietantes minas de agua que tanto abun-
co, o resultar ambiguos y desesperantes cuando uno intenta usar- dan en Almera. Son los qanats y otros tipos de galeras subterr-
los como gua sobre el terreno. neas semihorizontales que los nativos definen simplemente
Aquel da de junio nos acompaaba el profesor Zvi Ron, de la como fuentes, cimbras o minas (las hay que siguen funcio-
Universidad de Tel Avid, que en jornadas anteriores haba teni- nando en medio de las ruinas de pueblos medievales deshabita-
do ocasin de notar las semejanzas entre los paisajes almerien- dos desde hace siglos).
ses y los de Oriente Medio. No dejaba de mirar las laderas de la A sus sesenta aos lo vimos entrar en las estrechas y oscuras gale-
sierra completamente aterrazadas desde la base hasta las cum- ras encharcadas sin el menor reparo, cosa que nosotros no nos
bres ms altas. Beautiful terraces, deca de vez en cuando con habamos atrevido a hacer hasta ese momento. Lo seguimos en la
admiracin, al tiempo que haca fotos, tomaba notas y no para- exploracin subterrnea, claro. Desde entonces hemos visitado
ba de formular preguntas para las que no siempre tenamos res- muchas de estas construcciones y nunca ha dejado de sorprender-
puestas. nos el esfuerzo algunas se extienden bajo tierra a lo largo de
En alguna poca remota alguien construy kilmetros y kilme- kilmetros la inteligencia e incluso el sentido de la esttica des-
tros de magnficos muros de piedra, a veces de piedras colosales, plegados en su construccin.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
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1.1 Ribazos en el trmino Municipal de Cbdar (Sierra de Filabres). Obsrvese el tamao de algunas de las piedras (5 de mayo de 2005)
1. LOS BOSQUES DEL DESIERTO
Decididamente todo en Almera le resultaba familiar al profesor el pueblo. Sobre el papel no pareca difcil localizar el lugar.
Ron. La aridez, por supuesto, pero tambin la historia tiene algo Si estuviramos en Cdiz, Portugal o Catalua la existencia de un
que decir sobre las semejanzas entre lugares situados en los extre- alcornocal no tendra nada de inslito, pero aqu, en el desierto
mos opuestos del Mediterrneo, porque a pesar de la inmensa de Europa, la cosa es muy diferente. Los alcornocales prosperan
distancia que los separa hubo un tiempo en el que ambos forma- hoy en regiones bastante hmedas comparadas con nuestra pro-
ron parte del mismo mbito cultural. vincia, regiones donde la precipitacin media anual supera los
Es difcil imaginar que alguien haya ido en otras pocas desde la 500 mm. La zona de la sierra por la que deambulbamos no es,
sierra de Filabres a Oriente Medio o viceversa. Pero cerca de desde luego, la parte ms rida de Almera (las precipitaciones
donde nos encontrbamos existe un lugar llamado Aynalhaxi, es oscilan entre los 340 mm. de Lubrn y los 400 de Tahal5). Aun as
decir, La fuente del peregrino1. Y se trataba de un peregrino muy aquellos rboles no deberan estar all.
especial porque en el Islam el hadji (haxi en la versin castellani- Ya se haba sealado haca tiempo la presencia de algn alcorno-
zada que ha llegado hasta nosotros) es el que ha hecho el hadj, la que aislado6 jams la de un alcornocal en otros lugares de
peregrinacin a la Meca. Almera, aunque los investigadores no han considerado esta
Por los textos rabes sabemos que algunos musulmanes alme- especie como parte de la vegetacin autctona almeriense7. El
rienses, como Ibn Marwan el Yuhanis, aquel hombre santo de motivo principal es que un ejemplar solitario resulta difcil de
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1.2 Interior y exterior de una pequea mina (es un pequeo qanat) El techo de la cmara est hoy cubierto por grandes lastras de piedra
para la extraccin de agua localizada en el despoblado medieval de 1.3 En otros tiempos estuvo descubierto y la gente sacaba agua del fondo de la
Alhabia, en el trmino municipal de Alcudia de Monteagud (Sierra de cmara mediante un caldero y una cuerda. Una balsa delante de la mina permite
Filabres). Al final de la galera (de 7,2 m. de longitud y 1,1 m. de almacenar el agua extrada.
altura) hay una cmara vertical, una especie de pozo, de unos 2,5 m. de Los restos arqueolgicos del despoblado permiten fechar esta construccin hacia el siglo
altura y 1,5 x 1,4 m de seccin transversal. XI o XII. Desde entonces no ha dejado de funcionar.
(junio de 1998)
1. LOS BOSQUES DEL DESIERTO
A las construcciones de evidente carcter prctico se suman otras Ni un alma en todo el recorrido, nadie a quien preguntar.
desconcertantes, como las diminutas fortalezas y torres asociadas Estbamos seguros de haber localizado bien el sitio sobre el
a nombres tribales, miniaturas de castillos, cuyo sentido simbli- mapa e intuamos que deba estar muy cerca, pero segua sin apa-
co y de demarcacin del territorio parecen superiores a su utili- recer. Entonces encontramos un cortijo habitado. El propietario,
dad militar. Y estn las misteriosas inscripciones rupestres en viejo campesino, sali a recibirnos con una mezcla de curiosidad
varios idiomas y alfabetos o las que slo exhiben extraos smbo- y desconfianza muy comprensible. Ningn forastero haba apare-
los repetidos obsesivamente sobre las rocas. cido por all desde haca mucho tiempo. Tras explicar que ramos
Entre las ruinas y el matorral que todo lo cubre, mnimas man- filabreses y hacer un despliegue genealgico hasta dar con algu-
chas de encinar, de pinar y, muy de vez en cuando, casi siempre nos de nuestros parientes y antepasados que le resultaran conoci-
en lugares solitarios y de difcil acceso, una encina o un pino dos, todo fue ms fcil.
gigantescos que nos dejan estupefactos. Estos ejemplares, con Ni siquiera sabamos si el topnimo El Alcornocal se habra
ms de 300 y ms de 500 aos de antigedad, son excepciona- conservado y, en el fondo, nos pareca sumamente improbable
les en cualquier lugar del Mediterrneo. En Almera resultan que aquel da terminramos tropezndonos con un alcornoque.
absolutamente extraordinarios. Existieron aqu en algn tiem- Dos semanas antes un documento del siglo XVI, en el que se
po bosques formados por rboles de estas dimensiones? mencionaba un madroal, nos condujo hasta una ladera cercana.
20
1.4 Inscripcin con letras latinas en el muro exterior de un antiguo molino 1.5 Inscripcin en rabe sobre un saliente rocoso a varios metros del suelo.
hidrulico. Trmino municipal de Sens (Sierra de Filabres) Parece ser simplemente el nombre de alguien que quiz reivindicaba as la
propiedad del molino hidrulico que se encuentra justo debajo. Para
realizarla probablemente se utiliz un andamio. Trmino municipal
de Sens (Sierra de Filabres)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
21
1.6 Misteriosas inscripciones sobre roca en el trmino municipal de Alcudia de Monteagud en la Sierra de Filabres. (4 de octubre de 2003)
Otros documentos de finales de la edad media y del siglo XVI cin anual9. El oso gran devorador de madroas es, sencilla-
mostraban al oso habitando estas montaas. Ambas especies, el mente, inimaginable en el medio ambiente semidesrtico de la
rbol y el animal, han quedado, como todo el mundo sabe, uni- Almera actual. Pudimos comprobar que la ladera, completamen-
das para siempre en el escudo de Madrid. Y, ciertamente, al te cubierta de antiguas terrazas de cultivo, es conocida todava
menos una de ellas siente una irresistible atraccin por la otra. como La Madroera, pero no vimos un solo madroo.
El madroo es un rbol por lo general asociado tambin a con- Con estos antecedentes nos pareci oportuno empezar por expli-
diciones ambientales que no son frecuentes en nuestra provincia. carle a Don Julio Corts Fernndez que as se llamaba el paisa-
Segn los eminentes forestales Luis Ceballos y Juan Ruiz de la no del cortijo qu clase de rbol es y qu pinta tiene un alcor-
Torre esta especie crece mejor sobre suelos sueltos, profundos y
8
noque. No fue necesario. Y un sitio que se llamaba El alcornocal?
frescos, requiriendo como mnimo unos 600 mm. de precipita- Aqu al lao, detrs de esa lomilla, nos dijo. El documento de
1. LOS BOSQUES DEL DESIERTO
1.7 Diminuto castillico en el despoblado medieval de Benimina. Trmino altitud las precipitaciones oscilan entre los 250 mm. de la base y
municipal de Benizaln (Sierra de Filabres. 6 de agosto de 2001) los 470 mm. de la cumbre11 . En tales condiciones los alcornoques
mente y sus hojas lucan frondosas y sanas. Pero slo haba cua- Este y otros documentos anteriores nos llevan a sospechar que en
tro rboles. Seran los restos de lo que en otras pocas pudo ser el siglo XVIII los alcornocales de Almera estaban ya en situacin
un gran bosque natural?, o eran el producto de alguna plan- residual y que el hombre no era ajeno a ello (y, por cierto, fue la
tacin antigua? ltima frase del texto que acabamos de transcribir la que nos con-
Tendamos a inclinarnos por la primera opcin y tenamos argu- dujo a indagar en la documentacin antigua y en las montaas
mentos para ello. En realidad ste era nuestro segundo alcorno- de la Sierra de Filabres).
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
23
1.8 Viejo alcornoque en la zona conocida como El Alcornocal (Benizaln, Sierra de Filabres, 950 m). La mencin de un alcornocal en un documento histrico del
siglo XVIII nos permiti localizar el lugar con bastante aproximacin. Pero las indicaciones proporcionadas por Don Julio Corts Fernndez (paisano de la cortijada
de Los Manzanos) fueron decisivas para poder encontrarlo. En la foto uno de los autores aparece acompaado por el profesor Zvi Ron, situado a la derecha de la
imagen, de la universidad de Tel Aviv, reconocido especialista en el estudio de los paisajes culturales mediterrneos. (11 de junio de 1995)
1. LOS BOSQUES DEL DESIERTO
24
1.9 El Carrascn de la Peana, a 1415 m. de altitud en la Sierra de Filabres (trmino municipal de Sern).
Las dimensiones de esta encina son impresionantes. En la base del tronco, la peana, tiene un permetro de 15 m.
A 1 m. del suelo el tronco presenta un dimetro de 2 x 1,22 m. y un permetro de 5,75 m. El rbol mide unos 18 m. de altura, como un edificio de seis plan-
tas, y la copa tiene un dimetro de 20,5 m. Este rbol ya aparece mencionado en un documento del siglo XVII.
Su edad se puede estimar en, al menos, 700 aos. (10 de agosto de 2001)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Tambin habamos subido a Sierra Cabrera sospechando que no El inventario de la marina tambin mencionaba la existencia de
hallaramos nada. Despus de varias jornadas de largas marchas quejigos en Sierra Cabrera, de nuevo otra especie vinculada a
por laderas pedregosas y abruptas conseguimos encontrar algu- lugares mucho ms hmedos. Y los encontramos con la ayuda
nas docenas de alcornoques vivos . La duda sobre la plantacin
13
de nuestro amigo el naturalista Francisco Ortiz Ibez. Son slo
antigua surge inmediatamente. Y, sobre todo, cmo consiguen unos pocos ejemplares que crecen en el Barranco del Quijn15 .
vivir estos rboles con tan poca agua?, han desarrollado algn La cuestin de la supervivencia de especies con requerimientos
tipo de adaptacin gentica a la aridez? hdricos importantes en un medio ambiente semidesrtico es
Por lo que se refiere a la primera cuestin, la arqueologa vino en compleja y la abordaremos ms adelante. Pero s debemos decir
nuestra ayuda. Al pie de la sierra se encuentra el importante yaci- ya que en el transcurso de la investigacin que emprendimos
miento arqueolgico de Gatas, perteneciente a una cultura de la hace 10 aos hemos encontrado muchas referencias documenta-
edad del bronce, la cultura del Argar, que floreci en Almera les y toponmicas a la existencia de bosques y bosquetes de
entre el 2300 y el 1500 a.C. En este yacimiento han aparecido, diversas especies (alcornoques, madroos, quejigos, pinos de
entre otras muchas cosas, restos de corcho . Parece evidente que
14
varias especies, etc.) hasta en los lugares ms ridos de la provin-
los alcornoques estaban all hace ms de 3000 aos y que la cia, como el Cabo de Gata, el polo rido de Europa, un desier-
gente ya los explotaba. Pero no existe el ms mnimo indicio de to volcnico en el que las precipitaciones medias anuales no
que los argricos hubieran organizado ningn servicio de repo- alcanzan los 200 mm. Es esto lo que nos ha llevado a hablar de 25
blacin forestal en una poca tan remota. los bosques del desierto16 .
1. LOS BOSQUES DEL DESIERTO
Desertizacin?,
degradacin?...
Las incgnitas del presente
y del pasado medioambiental
de Almera
En el ao 2002 un programa de televisin mostraba cmo se expan- l Darwin, en una de sus afirmaciones ms acertadas y poco
de el desierto desde el Sureste hacia el interior de la Pennsula conocidas, las observaciones que hace y los datos que encuentra
Ibrica. La descripcin de un fenmeno tan alarmante vena acom- el cientfico en el campo siempre han sido consciente o incons-
paada de toda una serie de trminos llenos de connotaciones cientemente filtrados a travs de una hiptesis previa, de una
negativas: erosin, deforestacin y, sobre todo, degradacin. teora sobre cmo funciona la naturaleza.
Esta imagen del Sureste espaol como ejemplo modlico de La palabra degradacin establece implcitamente una compara-
regin degradada ha ido extendindose desde ciertos mbitos cin. Parece sugerir que en algn momento indefinido del pasa-
26 cientficos hasta los gestores medioambientales, los polticos, los do las cosas estaban mucho mejor y luego, por culpa del hombre
medios de comunicacin y el gran pblico. Se ha convertido en (aqu alguna vez se cita vagamente la minera, las cabras, unos
una evidencia. Como tambin se han convertido en evidentes campesinos malvados o la armada invencible...), llegaron a estar
las soluciones que se vienen proponiendo desde hace tiempo. mucho peor. Pero lo cierto es que esta interpretacin jams se ha
Hay que intervenir urgentemente para regenerar, restaurar y refo- basado en datos empricos sobre cmo era realmente la naturale-
restar un medio tan degradado y peligroso. Pero como las viejas za en el pasado, en ese momento ideal en el que no estaba degra-
repoblaciones franquistas han sido muy criticadas ahora se dada. El referente temporal, imprescindible para que tenga algn
emplearn especies autctonas. sentido hablar de degradacin no existe. Y, en la misma lnea, las
Durante aos diversas publicaciones y representantes cualifica- soluciones de gestin que se proponen (restaurar, regenerar, refo-
dos de las administraciones situaban Almera a la cabeza del ran- restar, repoblar) contienen todas el prefijo re, es decir, tambin
king espaol de erosin y desertizacin. ltimamente observa- una dimensin temporal implcita que sugiere la vuelta a un
mos con sorpresa que Jan e incluso Mlaga nos estn superan- pasado supuestamente conocido.
do, lo cual probablemente tiene mucho que ver con el embrollo Est tan degradado el medio natural del Sureste como sostiene la
en el que se ha enredado el concepto de desertizacin. interpretacin dominante? El clima ha sido siempre el que cono-
Detengmonos un momento en algunas de las ideas que subya- cemos hoy? Cules son realmente nuestras especies autctonas?
cen a esta interpretacin comn de la naturaleza del Sureste y a El entorno natural de Almera plantea muchos interrogantes te-
las propuestas de gestin que las suelen acompaar. Como sea- ricos y prcticos que estamos convencidos no se pueden res-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
ponder sin una mirada hacia el pasado que contemple conjunta- forma a esta tierra... y algo ms. Tambin nos gustara creer y
mente la evolucin de las sociedades humanas y la naturaleza. esto slo lo puede decidir el lector que hemos seguido el con-
Pensamos que desde una perspectiva histrica es posible arrojar sejo del gran eclogo Fernando Gonzlez Bernldez: No basta
algo de luz sobre cuestiones que afectan a la interpretacin, pero con ensear a conocer la Naturaleza, sera necesario ensear a
tambin a la gestin y a la conservacin del medio natural. amarla18.
CAPTULO 2
El medio natural
2. EL MEDIO NATURAL
30
2.1 El macizo del Cabo de Gata emergi del mar durante la era terciaria en cuatro perodos de actividad volcnica ocurridos entre hace quince y hace ocho millones
de aos aproximadamente. Es parte de una regin submarina que se prolonga hasta la isla de Alborn y el norte de Africa. Posee una flora muy rica formada por
ms de 1000 especies distintas, lo que resulta sorprendente en un espacio tan pequeo y rido
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Un Tsunami en Almera
Montaas,Valles y Calas
La provincia de Almera est situada en el sureste de la Pennsula zos montaosos muy bien individualizados y orientados de este
Ibrica. Con 8.774 km. ocupa, por superficie, el puesto 27 entre
2
a oeste. Cuatro de ellos sierra de Gdor, sierra Nevada, sierra de
las 50 provincias espaolas. A pesar de su reducido tamao con- Filabres y sierra de Mara superan los 2.000 metros de altitud. El
tiene una sorprendente variedad de paisajes, medios naturales y pico ms alto de la provincia, el Chullo, llega casi a los 3.000
ecosistemas. De ella puede decirse como de otros pequeos terri- metros. Hay otra media docena de sierras menores, entre las que
torios del Mediterrneo que es un continente en miniatura, con destaca por su origen y por su orientacin diferente la sierra del
sus desiertos y sus tundras polares, con sus trpicos y sus Alpes, Cabo de Gata, surgida a partir de las erupciones de volcanes sub-
con sabanas y bosques . El relieve y el clima son responsables, en
1
marinos en un mar tropical. Tambin existen restos de actividad
buena medida, de esta impresionante heterogeneidad ambiental. volcnica ms al norte en las proximidades de Vera. En conjunto
El relieve almeriense es el extremo oriental de las unidades estas manifestaciones de vulcanismo son las ms complejas y
Bticas en sentido estricto. Se organiza a partir de grandes maci-
2
variadas de toda la Pennsula Ibrica.
31
El Tsunami
El da 21 de julio del ao 365 las costas del sur de la Pennsula Aunque los fenmenos ssmicos nos han acompaado siempre
Ibrica, y entre ellas las de Almera, fueron testigos de uno de esos como a los dems pases mediterrneos el siglo XX ha sido
cataclismos naturales que parecen anunciar el fin del mundo. Y relativamente tranquilo en este aspecto y por eso tendemos a
para muchas personas fue realmente el fin. Lo que describe el olvidarnos de ellos. La vida de los seres humanos y tambin la
escritor romano Amiano Marcelino es un tsunami: memoria es muy corta comparada con los ritmos de fenme-
nos geolgicos que, en sus versiones ms devastadoras, nos sor-
En el ao segundo del reinado de Valentiniano y Valente, al rayar prenden cada 100 o 200 aos. Pero si echamos un vistazo a la
el alba de dicho da, se sinti... un violento terremoto. Las olas del lista de temblores de tierra acaecidos en Almera durante los lti-
Mediterrneo hirvieron como en la ms deshecha borrasca. A mos cinco siglos, perodo para el que existe un registro bastante
muchas varas de distancia de Mlaga y Adra quedaron en seco las completo y detallado de los mismos, comprobaremos, con
playas, que siempre haban estado baadas por las aguas: los peces, inquietud, la importancia y la recurrencia de los terremotos en
faltos de su natural elemento, eran cogidos a mano sobre la arena nuestra historia.4
sin redes ni anzuelo. Absortos los habitantes de la costa, vieron la Las mismas fuerzas colosales que provocaron el tsunami de Adra
profundidad de los abismos, que colmados de agua estaban quiz son las causantes del accidentado relieve que hemos descrito. El 33
desde el principio del mundo. Al cabo de algunas horas retrocedi Mediterrneo se encuentra en la lnea de choque de dos fragmen-
el mar con mpetu furioso; los barcos, que haban encallado en la tos de la corteza terrestre, dos gigantescas placas tectnicas, la
arena, fueron lanzados con irresistible empuje dentro de tierra y euroasitica y la africana, que comenzaron a colisionar entre s
estrellados algunos contra los edificios de las ciudades cercanas. Las hace millones de aos. Esta colisin dio lugar al llamado plega-
aguas inundaron los pueblos de la ribera, ahogando a multitud de miento alpino, que levant nuestras sierras desde los fondos mari-
familias. 3
nos. La violencia del choque pleg y elev a gran altura materia-
les del viejo zcalo paleozoico, de ms de 250 millones de aos
En torno al ao 365 el Mediterrneo experiment una autntica de antigedad. Son rocas metamrficas que hoy forman los sus-
crisis ssmica. Poco antes de esa fecha hubo siete grandes terre- tratos silceos predominantes en sierra de Filabres el ncleo ms
motos y a continuacin otros tres. La isla de Creta se elev seis antiguo de las tierras almerienses en sierra Nevada, en la zona
metros sobre el mar y muchas ciudades fueron destruidas en axial de sierra Alhamilla y sierra Cabrera y, en menor medida, en
Anatolia, Grecia, el norte de Africa y el sur de Italia. No tenemos la sierra de las Estancias. Tambin surgieron materiales calizos
noticias de que haya vuelto a suceder algo semejante desde ms recientes, de origen qumico u orgnico, como los carbonatos
entonces en Almera. Pero, al fin y al cabo, un tsunami no es ms del inmenso macizo de sierra de Gdor o las rocas calcreas de sie-
que un terremoto con epicentro bajo el mar. Y de terremotos aqu rra de Mara (en las laderas de sierra de Filabres, sierra Alhamilla,
sabemos bastante. sierra de las Estancias y el sector occidental de la sierra de Almagro
2. EL MEDIO NATURAL
34
2.4 El Cerro Blanco, en la base de sierra Alhamilla. A lo largo del tiempo la capa de material duro que corona esta montaa se ha ido desprendiendo en grandes
bloques que ahora yacen sobre las laderas. En los alrededores se despliega un paisaje semirido muy original, con cortijos, terrazas de cultivo, palmerales, antiguas
construcciones hidrulicas e incluso una vieja estacin de ferrocarril abandonada (6 de mayo de 1995).
tambin existen orlas calizas). Durante los ltimos millones de variedad de minerales y rocas (plomo, hierro, oro, mrmol, yeso)
aos la erosin ha ido acumulando limos, arcillas, margas, arenis- que han jugado un papel significativo en la economa de varios
cas y conglomerados en las depresiones, los valles de los ros, los perodos histricos. Actualmente, entre los recursos minerales del
pasillos tectnicos del interior y las llanuras costeras. subsuelo que son objeto de explotacin, el mrmol de la Sierra
En el pasado geolgico se encuentra no slo el origen de los prin- de Filabres (el famoso mrmol de Macael) es el de mayor relevan-
cipales rasgos del relieve almeriense, sino tambin el de una gran cia econmica.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Mediterrneo Continental
extranjeros la imagen de Almera est indisolublemente unida a
Mediterrneo Subtropical
la del desierto. Los spaguetti-westerns de los aos 60 y 70, Lawrence
Fro de Montaa Mediterrnea
de Arabia, Patton e Indiana Jones no son ajenos al clich. Es cierto
que los desiertos o semidesiertos almerienses constituyen una
extraordinaria rareza en el contexto europeo. Sin embargo sta,
con ser muy importante, es slo una parte de la realidad.
Desde el punto de vista climtico Almera forma, junto con
Murcia y pequeas reas de las provincias vecinas, una regin
conocida como Sureste rido espaol. Precipitaciones muy esca-
sas combinadas con temperaturas elevadas y altos niveles de
insolacin producen la aridez. El mecanismo responsable de esta
combinacin es complejo. Uno de sus componentes el culpable
de que las lluvias casi nunca lleguen hasta nosotros cuando est 35
lloviendo en toda Espaa es la situacin de las provincias del
MAPA 2.2
Sureste al levante de la gran mole montaosa de las cordilleras
Bticas, que hace de muro, casi infranqueable, frente a las borras-
cas atlnticas. Bajo Almanzora). El Cabo de Gata, con 170 mm. de precipitacin
El clima del Sureste es mediterrneo, pero tal definicin resulta anual, es, como ya dijimos, el autntico polo rido de Europa.
demasiado amplia y genrica. Por eso los especialistas distinguen Dependiendo de las zonas de la provincia y esto sirve para todas
varios tipos o matices diferentes en este dominio climtico, las variedades del clima mediterrneo las lluvias tienden a con-
ms de los que aqu consideraremos. El matiz predominante en
5
centrarse en otoo o invierno y ms raramente en primavera. De
Almera es el mediterrneo subdesrtico, que abarca el 70% del terri- junio a septiembre una aguda sequa domina todo el espacio
torio provincial. Es el clima de las costas y las tierras bajas del almeriense.
interior, donde estn nuestros paisajes ms conocidos y divulga- Otras caractersticas de las precipitaciones, tambin en todos los
dos por el cine. Se caracteriza por un nivel de precipitaciones muy matices del clima mediterrneo, son su gran irregularidad y, en
bajo, inferior a los 300-350 mm. anuales, que en algunas comar- ocasiones, su fuerte torrencialidad. Sequas e inundaciones catas-
cas apenas llega a los 250 mm., situndolas as en el umbral de trficas salpican la historia de esta provincia. En las inundaciones
lo que tcnicamente se considera un desierto (estas comarcas son de 1973, por ejemplo, el observatorio de Zurgena (Valle del
el Campo de Njar, el desierto de Tabernas, el Bajo Andarax y el Almanzora) registr 600 mm. de precipitacin en 24 horas. Esto
2. EL MEDIO NATURAL
800
700
600
500
400
300
200
100
36 0
1953 1960 1970 1980 1990 1994
37
MAPA 2.3 MAPA 2.4
representa, en un solo da, un volumen de agua ms de dos veces que disfruta, adems de temperaturas invernales excepcional-
superior al de todo un ao en circunstancias normales. Pero el mente suaves, de precipitaciones relativamente elevadas. Es el
caso es que hay pocos aos normales y la precipitacin media no trpico almeriense.
significa gran cosa porque despus de un ao lluvioso pueden El clima mediterrneo continental y, en las cumbres de las grandes
venir varios de precipitaciones insignificantes. sierras, el fro de montaa mediterrnea, se extienden por las reas
Por lo que se refiere a las temperaturas, la media anual est entre montaosas del oeste y por el norte de la provincia. Las precipi-
las ms altas de Europa, no bajando de 18 en el litoral. Los vera- taciones, entre 400 y 500 mm., son ms elevadas que en el subde-
nos son calurosos y secos; los inviernos tibios y soleados, con srtico, las temperaturas medias inferiores y los inviernos fros e
pocos das fros o lluviosos. Junto al mar hay aos en los que el incluso muy fros. Las heladas y la nieve son fenmenos frecuen-
invierno parece casi tropical. La caa de azcar y otras especies tes. En diciembre o enero el contraste entre las montaas cubier-
exticas se han cultivado desde la edad media hasta el siglo XX en tas de nieve y las clidas comarcas litorales es muy acusado.
la costa del suroeste, en el entorno de Adra. Y es que all existe El rgimen pluviomtrico descrito da lugar a una red fluvial for-
otra variedad del clima mediterrneo, el mediterrneo subtropical, mada, con pocas excepciones, por ramblas y ros-rambla, seme-
2. EL MEDIO NATURAL
38
2.5 La sierra Nevada almeriense desde la playa. En primer plano el sabinar 2.6 La pequea laguna de la Chanata, en sierra de Gdor, congelada y
de Punta Entinas, una joya ecolgica de importancia internacional. Se trata rodeada de nieve. En sierra de Gdor existen varias pequeas lagunas e
de un matorral de sabina mora y lentiscos sobre dunas. Almera es uno de indicios de otras, ya completamente colmatadas, en cuyo fondo se han ido
los pocos lugares del Mediterrneo en los que an puede encontrarse este depositando durante miles de aos el polen y otros restos de la vegetacin
tipo de vegetacin. Detrs del cordn de dunas aparecen las lagunas circundante. Su estudio est sirviendo para conocer las transformaciones que
endorreicas con sus poblaciones de aves acuticas. Ms all los edificios de han experimentado el medio natural y el clima de la zona a lo largo del
la urbanizacin de Almerimar. Al fondo la sierra cubierta de nieve tiempo.
(18 de febrero de 1996).
jantes a los wadis del norte de Africa, que permanecen sin agua la adquieren un tamao descomunal y pueden llevar ms agua que el
mayor parte del ao. Aunque algunos nacen como pequeos Ebro, adems de piedras, rboles, casas, vehculos y personas. Ni
arroyos de montaa, en los que incluso es posible pescar truchas, estos breves episodios, que por suerte no ocurren todos los aos, ni
luego se transforman en enormes lechos resecos y arenosos. la existencia de algunos islotes hmedos en las sierras del oeste son
La gran anchura de sus cauces no tiene, aparentemente, ningn suficientes para paliar un panorama general caracterizado por la
sentido para quienes no los han visto despus de unas cuantas indigencia hdrica. No hay ms que comparar los 335 mm. de pre-
horas de lluvia torrencial. Entonces el Andarax o el Almanzora, cipitacin media en el conjunto de la provincia, el volumen ms
nuestros dos grandes ros, o cualquier rambla insignificante, bajo de toda la Pennsula Ibrica, con los 600 mm. de Andaluca.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
39
La naturaleza y la ciencia
La biodiversidad,
los olores y los sonidos del matorral
41
2.11
Euzomodendron bourgaeanum es un endemismo que crece exclusivamente
en el desierto de Tabernas y algunas localidades prximas. Es una especie
tan nica y rara que ella sola constituye un gnero. Por este motivo y por su
carcter leoso (un carcter primitivo en la familia de las crucferas) se
considera que es una especie muy antigua. Ambas fotografas fueron
tomadas en el desierto de Tabernas.
La primera (2.10, 1 de marzo de 1998) muestra un pie sobre un sustrato
llano. Hemos encontrado tambin muchos pies creciendo en los taludes de
las ramblas, como en la segunda fotografa (2.11, marzo de 1994).
2.10
2. EL MEDIO NATURAL
Una especie muy abundante y caracterstica de Almera es el espar- montesina, la terrera marismea (Calandrella rufescens), la alondra
to (Machrocloa tenacissima). No es un arbusto, sino una gramnea de Dupont (Chersophilus duponti), el camachuelo trompetero
perenne que cubre grandes reas del sureste espaol, tanto en las (Bucanetes githaginea), etc., son todas aves esteparias, propias de
montaas como en las llanuras. En terrenos llanos confiere al pai- zonas semiridas y espacios abiertos, que ponen la banda sonora
saje un aspecto que recuerda al de las estepas de Asia central. a los paisajes de la provincia. Es una avifauna de gran originalidad
Algunas de las especies que crecen en los matorrales son aromti- de la que Almera alberga importantes poblaciones.
cas y, con sus fragancias, aaden al paisaje un componente senso- Las aves son exigentes y discriminan mejor que las personas, al
rial del que carecen otros ambientes ms exuberantes. Pero no menos mejor que las personas de ciudad, los distintos atributos
slo los aspectos visuales y los olores caracterizan un lugar. del medio natural. Hay varias especies de currucas y cada una
Tambin los sonidos. El reclamo de la cogujada montesina (Galerida tiene sus propias preferencias. En los matorrales ms ralos es la
theklae), la totova de nuestros pastores y campesinos, forma parte rabilarga (Sylvia undata) la que encontraremos. Basta que aumen-
de la naturaleza almeriense igual que el olor del romero, el tomi- te un poco la cobertura y el porte de la vegetacin, como en los
llo y el cantueso. Desde el nivel del mar hasta los 2000 metros de sabinares y lentiscares de Punta Entinas, para que sea la cabecine-
altitud, andando por los neveros de la Sierra de Gdor, la totova gra (Sylvia melanocephala) la especie dominante. Se trata, en
nos ha acompaado en todas nuestras expediciones. La cogujada ambos casos, de aves evolucionadas en el Mediterrneo. La ms
42
2.12 Grupo de buitres leonados (Gyps fulvus) sorprendidos en un cerro al norte de la comarca de Los Vlez. El mantenimiento de las poblaciones de esta especie
depende particularmente de la pervivencia de la actividad ganadera (19 de mayo de 2003).
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
43
2. 13 Las salinas y la sierra del Cabo de Gata. La presencia de humedales contribuye a incrementar la heterogeneidad ambiental de las zonas semiridas. En la
cuenca mediterrnea las salinas y lagunas endorreicas desempean un papel fundamental para el mantenimiento de las poblaciones de muchas aves migratorias.
Lamentablemente, la falta de una planificacin adecuada del turismo contribuye a su desaparicin (12 de octubre de 1998).
exigente en cuanto a cobertura vegetal es la curruca capirotada En Almera, al igual que en el resto del Mediterrneo, no faltan
(Sylvia atricapilla). Durante la poca de cra se repliega a las los humedales costeros, como las salinas de Cabo de Gata o las
barranqueras y pequeos arroyos de las sierras, flanqueados por de Roquetas. Son autnticos puntos de unin entre lugares sepa-
densos zarzales y alamedas. Estos minsculos bosques ribereos, rados geogrficamente por miles de kilmetros. Sirven de reas
frescos, hmedos y formados por vegetacin caducifolia son de descanso e invernada para flamencos, guilas pescadoras y
islas centroeuropeas en la regin mediterrnea. De hecho, una patos en sus nomadeos y migraciones de Europa a frica. El turis-
especie tpica de Europa central, el petirrojo (Erithacus rubecula), mo y otras actividades humanas plantean una constante amena-
cra tambin en las alamedas de nuestras sierras. za para la supervivencia de los humedales.
2. EL MEDIO NATURAL
La ciencia de las asociaciones vegetales es muy importante no interfieren en el proceso los seres huma-
nos y sus animales domsticos (que a eso se refiere lo de accin
Durante dcadas en Espaa, como en otros pases, la interpreta- antropozogena).
cin oficial de la vegetacin ha sido elaborada por la fito- Los investigadores son perfectamente conscientes de que en toda
sociologa, la ciencia de las asociaciones vegetales. De ella pro- Europa ha habido accin antropozogena desde hace miles de
cede la visin convencional y ms difundida del medio ambien- aos y por eso en la actualidad pocos lugares conservan su vege-
te almeriense. En fitosociologa un concepto clave es el de tacin clmax original. Esta existira, por consiguiente, hace
vegetacin potencial, vegetacin climcica o simplemente mucho tiempo, en alguna poca imprecisa. Cmo saber enton-
clmax, que representara la fase terminal de un proceso de ces cul es la vegetacin clmax, si ya no existe, y para qu sirve
construccin progresiva de biomasa, altura y cobertura en las saberlo? Los fitosocilogos suponen que al estado climcico se
comunidades vegetales, que lleva aparejado un mximo nivel de llega a travs de una serie de etapas sucesivas y enlazadas, cada
organizacin. O sea, el punto final de un proceso que ira de
8
una de ellas caracterizada por la presencia de una comunidad
las estructuras simples hacia las complejas, hasta alcanzar un vegetal diferente, una asociacin de plantas. El conjunto, es decir,
estado de reposo equilibrado y duradero bajo condiciones cli- la serie de etapas relacionadas entre s que se van sucediendo a lo
mticas constantes y sin que medie accin antropozogena largo del tiempo, constituye una serie de vegetacin. La investiga-
9
FIGURA 2.1
1. Encinar; 2. Bosque aclarado; 3-4. Matorral subserial de Cytiso-
Adenocarpetum; 5. Jaral; 6. Labores colonizadas por Artemisio-Santolinetum;
7. Suelo desnudo.
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Una historia ecolgica
dependiendo de la virulencia de la perturbacin. La figura 2.1 humana la degradara. Estas son algunas de sus conclusiones: en
ilustra un ejemplo de dinmica sucesional y lineal segn la con- la mayor parte de la provincia nunca ha podido haber verdade-
cepcin fitosociolgica. En ella observamos cmo comunidades
11
ros bosques. En las tierras bajas, por debajo de los 800 metros de
vegetales de elevado porte, cobertura y biomasa son reemplaza- altitud, la escasez e irregularidad de las lluvias impedira el cre-
das por otras ms simples bajo la influencia destructiva de los cimiento del bosque. De manera que la vegetacin clmax de
seres humanos. estas zonas con precipitaciones inferiores a 300-350 mm. anua-
Para qu sirve todo esto, nos preguntbamos hace un momento. les la constituiran diferentes tipos de matorrales (bosquetes xer-
El modelo lineal y predictivo de la fitosociologa tiene una enor- filos o espinares caracterizados por la presencia de Pistacia lentis-
me incidencia en la gestin del medio natural porque proporcio- cus, Rhamnus lycioides, Quercus coccifera, Periploca laevigata,
na el fundamento terico y la metodologa a seguir en muchos Maytenus senegalensis, Chamaerops humilis, etc.).13 Se cree que el
proyectos de repoblacin forestal. En la actualidad lo ms avan- matorral pudo ser ms alto y denso que en la actualidad, pero
zado y conservacionista en esta materia es el uso de especies con la metodologa fitosociolgica no es posible saber qu
autctonas y la reconstruccin de los ecosistemas naturales, que estructura ni que aspecto tendra, ni tampoco cuando existi
son los que corresponden a la fase clmax (nada de feas repobla- porque la precisin cronolgica no es precisamente el punto
ciones con pinos). El modelo predice cul es esa fase y qu espe- fuerte de la fitosociologa.
cies la forman, transmitiendo as mucha seguridad a los encarga- Las zonas montaosas con precipitaciones algo mayores (400- 45
dos de gestionar los ecosistemas: la concepcin dinmica se 500 mm. anuales) habran estado cubiertas en esa poca idlica
muestra como una til herramienta terica para la reconstruc- por el tradicional bosque mediterrneo o, lo que es lo mismo,
cin... porque si una serie ha evolucionado de forma regresiva por encinares; mientras que las cumbres de las sierras calizas esta-
alejndose de su etapa climax, es lgico invertir el proceso imi- ran pobladas por unos hipotticos pinares de alta montaa de
tando al que se produce de forma natural. Lo nico que debe
12
pino laricio (Pinus nigra salzmanni).14 Por tanto, y segn esto, en
hacer el gestor, en resumen, es ayudar a la naturaleza, en el senti- Almera slo habra habido dos tipos de bosques, en ambos casos
do de acelerar la marcha hacia la comunidad climcica. relegados, de forma natural, a los macizos montaosos: encina-
res y pinares de alta montaa.
La vegetacin natural de Almera Como ya hemos dicho, matorrales de estructura y cobertura
y los bosques invisibles variable tapizan hoy casi toda la provincia, tanto las llanuras
como gran parte de las montaas. Ahora bien, en varias de nues-
Con este utillaje terico, y partiendo exclusivamente del estudio tras sierras existen pequeos bosques y rodales de encinar, chapa-
de los ecosistemas actuales, los investigadores han tratado de rrales, encinas dispersas y pies aislados de esta especie que sugie-
averiguar cul es la vegetacin clmax de Almera, que es tanto ren, efectivamente, una mayor extensin de la encina en el pasa-
como decir la vegetacin natural, la que debi de existir en do. De los hipotticos pinares de alta montaa hay rastros en
algn momento indefinido del pasado, antes de que la accin algunos casos, aunque no en todos.
2. EL MEDIO NATURAL
2.14 El encinar de Abla (a 1650 metros de altitud, en la sierra Nevada 2.15 Repoblaciones de pinos en el entorno del monte Nmar, tambin
almeriense) muestra dos estructuras diferentes: adehesado, como en la conocido como la Tetica de Bacares. La mayora de las repoblaciones
fotografa y en monte bajo. Esto ltimo significa que las encinas han sido forestales realizadas en las sierras almerienses durante el siglo XX se
cortadas regularmente para la obtencin de lea y otros usos, de modo que caracteriza por su estructura densa y homognea, por su aspecto
no presentan porte arbreo, sino arbustivo. El paso de un tipo de estructura geomtrico, antinatural, y por una bajsima biodiversidad. Mucho ms
46 al otro no es gradual, sino brusco, lo que delata probablemente una larga heterogneos y diversos que estas plantaciones de pinos son los matorrales
historia de gestin y derechos de propiedad diferentes. Entre los rboles de aznachos crecidos tras el cese de la actividad agrcola tradicional en la
talados crecen aliagas, piornos, tomillos, etc. Algunas encinas han perdido zona. (27 de diciembre de 1999).
grandes ramas, originadas como rebrotes tras una tala. Podemos comprobar
aqu cmo procesos ecolgicos caractersticos de los ecosistemas forestales
naturales (la generacin de madera muerta) reaparecen en ecosistemas
que han sido fuertemente influidos por el hombre (2 de mayo de 1998).
Un componente importante de la vegetacin actual lo constitu- como la presencia de un rico sotobosque de romeros, espartos,
yen como en otros lugares de Espaa las repoblaciones de coscojas, chaparros, enebros e incluso sabinas moras (Juniperus
pinos efectuadas, en la mayora de los casos, a partir de los aos phoenicea). Su extensin suele ser muy limitada, pequeas man-
40 del siglo XX. Son masas homogneas, espesas y extensas de chas o rodales aislados, aunque en el extremo oriental de la sie-
rboles generalmente pequeos y muy finos en las que la som- rra de Filabres, en las sierras de Oria y las Estancias y en la comar-
bra impide el desarrollo de un estrato arbustivo. ca de Los Vlez forman autnticos bosques. No hay confusin,
Pero en muchas zonas de la provincia hasta en el Cabo de Gata insistimos, con las repoblaciones, porque la ubicacin y exten-
existen otros pinares en los que a veces se pueden encontrar enor- sin de stas, as como las fechas en que se llevaron a cabo son
mes rboles centenarios. Por lo general muestran caractersticas bien conocidas. Estos pinares, y los hay de cuatro especies distin-
que no permiten confundirlos con las repoblaciones del siglo XX, tas, no encajan bien en el modelo fitosociolgico. De ah que se
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
47
2.16 2.17
Un pinar de pino carrasco en el Cabo de Gata, en el Barranco del Negro,
sobreviviendo con tan slo 170 mm. de precipitacin media anual. En la
cabecera del barranco (fotografa 2.16, enero de 1998), cerca del Cortijo de
la Rellana, hay rboles adultos. El pinar se regenera bien y los rboles
jvenes se expanden por la ladera orientada al norte. Las otras dos
fotografas (29 de diciembre de 2004) muestran la parte baja del barranco,
junto a la Cala de los Toros. Espartales y albardinales con palmitos, as
como algunos pies del arbusto Periploca laevigata forman la vegetacin de
las laderas que rodean la zona. De gran inters resulta la presencia de
toponimia Cala de los Toros- referida al ganado vacuno, exigente en su
alimentacin y de delicado paladar, en estos territorios semiridos.
La ltima fotografa (2.18) muestra el interior del pinar. Aqu los rboles
llegan a alcanzar una altura de 8-9 metros y dimetros de hasta 62 cm. En
la orilla del barranco se aprecia un muro de grandes piedras paralelo al eje
de la rambla. Cerca de este punto tambin encontramos otro muro macizo.
Dado que el suelo sobre los muros no es llano, sino que est inclinado a
modo de talud, podra tratarse de antiguos bancales parcialmente
aterrados. No obstante, sobre el terreno nos preguntbamos si no habran
formado parte de algn antiguo embarcadero.
2.18
48 2.19
2.20
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
hayan vuelto invisibles para los investigadores que, o ni siquie- tes y sus resultados impredecibles. Incluso la idea de asociacin
ra los mencionan o, cuando lo hacen, atribuyen su existencia a vegetal, como conjunto de especies estable y bien diferenciado,
alguna repoblacin antigua de la que nadie sabe nada. Y lo est quedando en entredicho. Las especies parecen responder
mismo podra decirse, como anticipbamos en el captulo 1, del independientemente a los cambios en el medio y en su distribu-
alcornoque y de otras especies arbreas el quejigo, el madroo, cin se unen o reemplazan unas a otras de manera ms continua
etc. de las que hay restos dispersos cuyo lugar en la vegetacin de lo que sugiere el concepto de asociacin.16 Esta visin indivi-
natural de Almera, si es que tuvieron alguno, tampoco se con- dualista tambin ha sido cuestionada recientemente en algunos
templa habitualmente. aspectos desde posiciones que enfatizan la importancia de la
interaccin entre especies en el seno de una comunidad (facilita-
La naturaleza y la filosofa de la ciencia cin, competencia, interdependencia, etc.).17 Pero las posiciones
crticas ponen el acento en las interacciones que se producen en
La fitosociologia presenta aspectos de indudable inters y, en oca- una comunidad y no en la composicin florstica de la misma,
siones, puede dar cuenta del modo en que han evolucionado fundamento del sistema fitosociolgico.
realmente las comunidades vegetales. Pero hace aos que viene El paleoeclogo Jos Sebastin Carrin ha estudiado la evolucin
recibiendo crticas desde diversas perspectivas. Algunas podran
15
de la cubierta vegetal, durante los ltimos 10.000 aos, a partir
calificarse de filosficas porque ataen a la concepcin de la del anlisis del polen y los carbones de las plantas depositados en 49
naturaleza que hay detrs de esta teora. Otras son de tipo prcti- el fondo de lagunas y humedales en varios lugares del sur y este
co y se centran en el carcter hipottico y especulativo de un de Espaa.18 Sus investigaciones como las realizadas por otros
modelo de interpretacin basado nicamente en el estudio de la cientficos en diversos puntos del planeta demuestran que es
vegetacin actual, un modelo que no utiliza informacin empri- estadsticamente improbable duplicar la secuencia exacta que
ca del pasado para saber cmo sucedieron en realidad las cosas. seguir la dinmica vegetal en un lugar concreto. Sutiles diferen-
Tambin son de tipo prctico las crticas al papel tan limitado que cias iniciales o sucesos contingentes, y por tanto imprevisibles,
la teora fitosociolgica atribuye al hombre en la evolucin de los como la mayor o menor incidencia de los herbvoros, la compe-
ecosistemas, papel meramente destructivo cuyas modalidades y tencia entre las propias especies vegetales, los incendios o cual-
formas histricas concretas los estudiosos pasan por alto o desco- quier otro evento catastrfico, producen efectos en cascada que se
nocen. van amplificando con el paso del tiempo. De modo que dos luga-
Los investigadores disponen ahora en todo el mundo de una gran res con los mismos condicionantes abiticos (climas, suelos,
cantidad de estudios paleoecolgicos que permiten conocer las hidrologa, etc.) podran exhibir finalmente distintos tipos de
transformaciones experimentadas por la vegetacin desde hace vegetacin, dentro, por supuesto, de mrgenes ms o menos
miles de aos. De ellos se desprende que las perturbaciones, a amplios que vienen determinados, en ltima instancia, por el
menudo de origen endgeno, no provocadas por el hombre, son clima. Pero tampoco el determinismo del clima es tan estricto ni
mucho ms comunes de lo que se crea, sus efectos ms persisten- la respuesta de las plantas ante el mismo tan automtica como
2. EL MEDIO NATURAL
50
2.21 En la parte alta de la umbra de Sierra de Mara (cerca de Los Alamicos) se encuentra un pinar de pino laricio. La base de la sierra est cubierta por un
pinar de carrasco. Entre ambos, hacia los 1450 metros, el chaparral es el tipo de vegetacin dominante. (14 de junio de 1998)
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Una historia ecolgica
podramos pensar a priori. Carrin ha constatado que despus de mentaban una visin del mundo de orden, simplicidad y deter-
un cambio climtico una especie bien establecida en una zona minismo. La naturaleza era concebida como una gran maquina-
puede resistir, incluso varios siglos, la presin competitiva de ria repetitiva en la que no haba lugar para el desorden y la com-
otras especies mejor adaptadas a la nueva situacin. plejidad. Como ha sealado Josep Fontana, uno de nuestros
grandes historiadores, Einstein llev al mismo tiempo a la apo-
Nadie ha expresado con mayor contundencia el carcter contin- teosis y a la ruina esta concepcin del universo que ha sido el
gente, histrico, de la evolucin biolgica que el malogrado soporte de toda la fsica clsica. La naturaleza no es en absolu-
Stephen Jay Gould, uno de los ms brillantes paleontlogos del to tan armoniosa, mecnica y previsible como se crea, y el
siglo XX, que a su condicin de bilogo evolutivo una la de mundo en el que la ciencia se identificaba con la capacidad de
humanista e historiador de la ciencia. En sus escritos hay un tema predecir hace tiempo que se ha venido abajo. Tal concepcin
recurrente: si pudiramos rebobinar hasta el principio y poner de pertenece al universo decimonnico de Laplace y no al de la fsi-
nuevo en marcha muchas veces la historia de la vida en la tierra ca actual, que se basa en las matemticas del caos y opera con
los resultados seran siempre diferentes. Estamos aqu, por ejem- objetos fractales. Y lo mismo que ha estallado la imagen lapla-
plo, porque un suceso imprevisible, la cada de un meteorito, ciana del cosmos nos dice Fontana lo ha hecho el ordenado
acab con los dinosaurios y despej el campo para que los esquema de la evolucin de los seres vivos que encajaba a la
mamferos bichejos poco prometedores que llevaban millones perfeccin entre este mundo fsico determinista, por un lado, y 51
de aos viviendo en las rendijas que aquellos monstruos les deja- la visin lineal de la historia como un ascenso continuado...20
ban conquistaran el planeta y siguieran evolucionando hasta Cmo no ver en la marcha ordenada e ineludible de las series
llegar al ser humano. de vegetacin desde las comunidades ms simples a las ms
Gould no hablaba de aleatoriedad, sino de contingencia. Una complejas un eco de esa visin decimonnica de la ciencia y del
explicacin histrica no descansa sobre deducciones directas de progreso?
las leyes de la naturaleza, sino sobre una secuencia impredeci- La naturaleza tiene historia, una historia enrevesada y compleja,
ble de estados previos en la que cualquier cambio importante en llena de eventos singulares y accidentes que han condicionado su
cualquier paso de la secuencia altera el resultado final: Por lo evolucin de manera decisiva desde mucho antes de que apare-
tanto escribi Gould, este estado final depende, o es contin- ciera el hombre. Porque son criaturas evolutivas o agregados de
gente, de todo lo que ocurri antes: la imborrable y determinan- criaturas evolutivas afirma Winterhalder las entidades biolgi-
te rbrica de la historia.
19
cas desde los individuos hasta los sistemas tienen propiedades
El de la fitosociologa es slo un caso particular de un fenme- que las hacen histricas en un sentido central para su anlisis
no general en el proceso de constitucin de las diversas discipli- cientfico.21 La interaccin de los humanos, desde el momento
nas cientficas desde el siglo XVIII: la bsqueda de legitimidad en que aparecen, con las plantas y los animales no ha hecho ms
por aproximacin a la fsica, la ciencia reina, la primera cien- que aumentar la complejidad y acentuar la historicidad de las
cia. Todos los principios constituyentes de la fsica clsica ali- comunidades vegetales y los ecosistemas.
2. EL MEDIO NATURAL
Un relicto de pocas ms hmedas? En 1805, el naturalista Simn de Rojas Clemente observ que
una de las fuentes de ingresos con que contaban los jornaleros de
A unos 10 kilmetros de la ciudad de Almera, hacia el noreste, Tabernas era, precisamente, la elaboracin de carbn vegetal para
est la pequea sierra Alhamilla, encajada entre el desierto de venderlo en la ciudad de Almera.23 Aunque fue a principios del
Tabernas y el Campo de Njar. Las precipitaciones medias en su siglo XX cuando el bosque que ya no estaba bajo el control de
cumbre cuyo punto ms alto es el Colativ, a 1387 metros sobre las comunidades rurales recibi una agresin especialmente vio-
el nivel del mar no pasan de 350 mm. anuales. A veces en invier- lenta. Cientos de rboles fueron talados a matarrasa, es decir,
no desde las cimas de sierra Alhamilla se puede disfrutar de paisa- por su base.
jes soberbios: el desierto de Tabernas rodeado por las grandes cor- Hoy este encinar es slo una pequea mancha en la cumbre de la
dilleras de la provincia cubiertas de nieve, los Campos de Njar y sierra. A mediados del siglo XVIII era mucho ms grande, como
la baha de Almera enterrados en nubes de las que emerge, como comprobamos en el Catastro de Ensenada de Tabernas, donde lee-
un espejismo, el Cabo de Gata. Y hay algo inesperado para los que mos que el pueblo tiene del monte alto como hasta ochozientas
suben hasta all por primera vez: un bosque o, mejor dicho, lo que fanegas... que se compone de enzinas.24 La fanega de secano en
queda de l. Es un pequeo encinar no muy denso y formado por Tabernas equivala aproximadamente a 1,24 hectreas, por tanto
rboles no muy grandes, algunos son poco ms que arbustos. habra casi 1.000 hectreas de encinar.25 Podran ser ms, pero no
52 Probablemente el tamao y el aspecto poco airoso de este encinar menos, porque el Catastro se elabor con fines fiscales y, ante los
han hecho que se le considere un resto de alguna poca ms funcionarios que hicieron las encuestas y pesquisas para su ela-
hmeda, un relicto que sobrevive a duras penas en medio del boracin, los representantes de los pueblos tendan a minimizar
desierto. Pero el ltimo perodo del que se sabe con seguridad
22
a ocultar, si podan cualquier recurso susceptible de ser grava-
que fue verdaderamente ms hmedo el llamado ptimo cli- do por la Hacienda Real.
mtico postglacialtermin hace unos 4500 aos. Sin embargo, Gracias al Diccionario Geogrfico de Toms Lpez, escrito hacia
el verdadero problema de esta interpretacin que puede conte- 1774, tambin podemos saber que el encinar no estaba reducido
ner su parte de verdad no es se, sino el hecho de no haber con- a la cima de la sierra, como ahora, sino que descenda hasta
siderado la intervencin del ser humano en los ecosistemas. media ladera por la cara norte: ... dicha sierra de Aljamilla, que
A finales del siglo XX pudimos entrevistar a varias personas se descubre como dos leguas hacia Turrillas, poblada la cumbre y
mayores, una de ellas de 90 aos, que haban pasado toda su vida mediada vertiente que mira al Norte de encinares.26
en sierra Alhamilla trabajando como pastores o agricultores. Nos Y 200 aos antes es posible que el bosque o, al menos, rboles
explicaron que el encinar haba sido explotado desde tiempo dispersos, llegaran todava ms abajo, hasta el borde mismo del
inmemorial con el fin de obtener carbn vegetal, lea, bellotas y desierto, donde se encontraban los cultivos de secano. Lo sugiere
ramn para el ganado y que incluso se haba cultivado cereal la mencin de encinas o carrascas carrasca es el nombre popu-
entre los rboles y el matorral, en oquedales que llamaban lar de la encina en algunas comarcas de Almera entre las parce-
joyas (una deformacin de la palabra hoya). las agrcolas que describe el Libro de Apeo y Repartimiento de
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CAPTULO 3
De la Edad de Hielo al clima actual
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
57
dental, plantas muy caractersticas hoy de las zonas semiridas y 3.2 El esparto, un elemento muy caracterstico de los paisajes almerienses,
los suelos salinos de la regin mediterrnea (especies de los gne- es otra de las especies que alcanz el Mediterrneo occidental durante la
crisis de salinidad. La observacin detenida de las laderas sobre Los Baos
ros Artemisia, Salsola, Suaeda y muchas otras). Un elemento tan de Sierra Alhamilla (a unos 700 metros de altitud) permite comprobar que
propio de los paisajes almerienses como el esparto posiblemen- no estn cubiertas homogneamente por espartales. El cambio de color que
te originario de los semidesiertos que rodean el Mar Negro y el se aprecia en la parte alta (primera fotografa, a la izquierda) delata otro
tipo de matorral constitudo por tomillos, matagallos, esprragos, etc. Este
Caspio alcanz el Mediterrneo occidental a travs de la va segundo tipo se desarrolla precisamente en zonas donde antes hubo
migratoria nor-sahariana2. La crisis de salinidad, o crisis messi- actividad agrcola, como indica la presencia de balates. Parece ser que tras
niense, constituye, por tanto, un hito de enorme relevancia en la el abandono de la agricultura tradicional el esparto tiene dificultades para
colonizar estas zonas. No obstante, cierta colonizacin espordica es
historia de la vegetacin mediterrnea3. posible, como atestigua la gran atocha de la segunda foto. Tambin hemos
Despus de estos episodios de desecacin (hubo varios) el podido comprobar que antiguas reas cultivadas en medio de espartales
Estrecho de Gibraltar volvi a abrirse y el ocano Atlntico se aparecen hoy colonizadas por la albaida. Este patrn (espartales alternando
con matorrales que se desarrollan en lugares que han estado cultivados) lo
precipit en la cuenca mediterrnea formando una cascada de hemos observado en las sierras de Alhamilla y Filabres, as como en el
proporciones inimaginables, aunque no hubo nadie, ni siquiera Campo de Njar (8 de agosto de 1999)
un homnido primitivo, para asistir al espectculo. Desde que
ocurri aquella gigantesca inundacin han pasado 5,33 millones
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
Parientes lejanos
En las latitudes templadas los dos ltimos millones de aos han 3.4 Lentisco. El lentisco es una de las especies de origen tropical que se
consistido en una interminable serie de largos y fros perodos gla- readaptaron con xito a las condiciones ambientales del Mediterrneo. La
ciales (las glaciaciones o edades del hielo) interrumpida de vez foto muestra un viejo ejemplar cerca de Agua Amarga (Cabo de Gata, 25
de diciembre de 1999). Los paisanos le cortaban regularmente las ramas
en cuando por breves perodos interglaciales de clima ms clido y de la copa (lo talaban, como dicen ellos refirindose al desmoche) para
hmedo. Actualmente el planeta se encuentra en uno de esos darlas como ramn al ganado y tambin para utilizarlas como combustible
perodos interglaciales. Comenz hace unos 12.000 aos y est domstico. Las repetidas talas son la causa de la forma caracterstica que
tiene este pie (el tronco del rbol termina en ramas muy gruesas de las
resultando algo menos clido que otros anteriores en los que que surgen numerosas ramas finas). Mide unos 4,5 metros de altura, el
hipoptamos y macacos prosperaron hasta en Inglaterra9. dimetro 35 cm. y el permetro 1,2 metros.
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
En el momento culminante de la ltima glaciacin (el mximo bosques en la prxima glaciacin, pero podrn recuperarlos ms
glacial), hace aproximadamente 18.000 aos, se produjo uno de tarde si algunos rboles perviven en Espaa, Italia o los
los episodios ms fros que ha conocido el planeta . Un manto
10
Balcanes. Aqu es necesario hacer varias aclaraciones. En contra
de hielo de varios kilmetros de espesor se extendi entonces de lo que sostiene otro tpico popular, cuando hay un gran cam-
desde el polo norte al centro de Europa y a Gran Bretaa; el mar bio climtico la mayora de las especies no evoluciona autom-
lleg a estar 120 metros por debajo de su nivel actual porque ticamente ni se transforma de manera radical para adaptarse a la
grandes cantidades de agua se congelaron en los casquetes pola- nueva situacin. Animales y plantas tratan primero de encontrar
res y los icebergs bajaban flotando hasta la Pennsula Ibrica. En algn lugar, por pequeo que sea, en el que se hayan manteni-
sta la temperatura media anual sera unos 10 o 12 grados infe- do condiciones climticas ms o menos parecidas a las que exis-
rior a la de hoy y el hielo cubrira permanentemente las cumbres tan antes del cambio. Y si no lo encuentran, simplemente se
de las grandes cordilleras . No obstante, la imagen popular de las
11
extinguen y desaparecen14.
glaciaciones como pocas en las que toda Europa se hiela es err- El clima del Mediterrneo europeo en las glaciaciones es tambin
nea. Al sur del enorme casquete de hielo y de la tundra polar la un clima seco y fro, pero no tan fro como en otras zonas de
mayor parte de Europa tena un clima continental, muy fro y Europa, y la vegetacin dominante es igualmente una rala y rese-
seco, y estaba cubierta con pocas excepciones por una desola- ca estepa desarbolada15. Un medio natural, pues, que hoy califi-
60 da y desnuda estepa herbcea sin rboles12. caramos como deforestado y que ha sido el ms habitual en
Qu pasa cuando empieza una glaciacin con los tpicos bos- los dos ltimos millones de aos16. Pero entonces, como ahora,
ques de Quercus perennifolios (encinares, alcornocales, etc.) del la casi infinita variedad del montaoso relieve mediterrneo cre-
Mediterrneo?, y con los bosques de Quercus caducifolios (roble- aba ac y all pequeos espacios protegidos laderas, valles,
dales, hayedos, etc.) que hoy caracterizan a la lluviosa Europa barrancos orientados al sur con microclimas en los que la
atlntica? Aunque parezca increble todos se repliegan hacia el humedad y las temperaturas eran algo superiores a las del entor-
sur y consiguen sobrevivir al lmite de sus posibilidades y segu- no. En estos refugios glaciales representaciones de casi todas las
ramente en muchos casos al borde de la extincin en el especies arbreas europeas resisten hasta el siguiente perodo
Mediterrneo .
13
interglacial.
Como dice J.S. Carrin, a los paleoeclogos les cuesta pensar en Al volver el buen tiempo los rboles abandonan los refugios y
hayas y robles, por ejemplo, como especies atlnticas o centro- en una carrera azarosa y competitiva cuyos resultados no son
europeas porque durante los dos ltimos millones de aos han siempre idnticos recolonizan el continente.
estado el 80% del tiempo viviendo en el sur de Europa. De ah En general, durante los interglaciales, las conferas (los pinos y
que, mirando al futuro, la desaparicin de alguna especie arbrea sus parientes) y otras especies pioneras, como los abedules
en cualquiera de las pennsulas mediterrneas sea una catstrofe dominantes ambos en los primeros bosques que se expanden
mayor que si se produce en Holanda o Alemania. Estos pases tras la glaciacin comienzan a retroceder en el norte ante las
como casi todos los europeos perdern inevitablemente sus frondosas caducifolias (robles, hayas, etc.) y en el sur ante las
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
61
3.5 Durante el invierno en las sierras almerienses se dan condiciones climticas extremas que recuerdan, plidamente, las del perodo glacial. El 7 de enero de
2002 la niebla ocultaba la cumbre del Montenegro (Sierra Nevada). A 1675 m. el chaparral, las encinas y los arbustos estaban cubiertos por el hielo. Las especies
mediterrneas, especialmente los rboles, han tenido que acoplarse como mejor han podido a varios climas diferentes en los ltimos millones de aos.
perennifolias (encinas, alcornoques, etc.). Los pinos son as rele- Como testigos de la edad del hielo en algunos puntos excepcio-
gados a los lugares menos favorables (pendientes en solana, sue- nalmente hmedos del Mediterrneo quedan poblaciones de
los pedregosos y zonas especialmente secas.), pero ofrecen una rboles hayas en Sicilia y abetos en Crcega, por citar algunas
tenaz resistencia a la invasin de las frondosas y, de hecho, en que no acompaaron a sus congneres en la gran migracin hacia
muchos lugares se mantienen firmes e inamovibles hasta hoy . 17
el norte que sigui al final de la glaciacin.
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
Almera en la edad del hielo rontes lanudos recorran las heladas llanuras de Europa. La
misma profundidad temporal alcanzan las muestras de polen
Por lo que se refiere al Sureste ibrico, las investigaciones realiza- obtenidas bajo el suelo de la cueva de Ambrosio, en la comarca
das hasta ahora son escasas, pero nos dejan hacernos cierta idea de Los Vlez (a 950 metros de altitud), lejos del mar y, por tanto,
del aspecto que deba de presentar la regin en la edad del hielo en un ambiente muy distinto del litoral20.
(la tabla 1 muestra sintticamente algunos de sus resultados). A partir de estas investigaciones se infiere que el paisaje almerien-
Casi todas estas investigaciones se basan en el anlisis del polen se durante la ltima glaciacin deba de presentar una cobertura
depositado durante miles de aos en el fondo de humedales, vegetal muy escasa consistente en una estepa de bojas (Artemisia)
lagunas y, ms raramente, en cuevas. Los cambios en la propor- salpicada, espordicamente, por pequeos bosquetes de pinos.
cin del polen de las distintas especies a lo largo del tiempo cons- Dentro de esta matriz esteparia predominante habra, sin embar-
tituyen un magnfico indicador de la dinmica y las transforma- go, sitio para una sorprendente variedad de ecosistemas foresta-
ciones de la vegetacin y el clima. Es la principal virtud de este les menores relacionada, sin duda, con la existencia de refugios
tipo de estudios. Pero tambin presentan limitaciones importan- glaciales tanto en las costas como en las montaas. Tambin se
tes porque, entre otras cosas, no nos dirn mucho sobre la den- infiere que, en Almera, el factor ms influyente en la dinmica
sidad del bosque y ms bien poco sobre qu proporcin del pai- vegetal no fue el fro que nunca lleg a ser realmente insoporta-
QUERCUS perennifolio
QUERCUS caducifolio
CHENOPODIACEAE
HELIANTHEMUM
ASTERACEAE-T
ASTERACEAE-L
ERICACEAE
PLANTAGO
ARTEMISIA
POACEAE
EPHEDRA
PISTACIA
PINUS
OLEA
PA/PNA
1450 80 A.P.
63
7100 50 A.P.
9250 70 A.P.
9980 60 A.P.
Tabla 1. Vegetacin durante el ltimo perodo glacial en distintos lugares del Sureste de la Pennsula Ibrica21.
Fuentes: Cueva de Ambrosio, Almera (Lpez Garca, 1988); Salinas de San Rafael, Almera (Pantalen-Cano et al., 2003); Padul, Granada (Pons et al., 1988); Cueva
Negra y Sima de las Palomas, Murcia (Carrin et al., 2003); Cueva Las Ventanas, Granada (Carrin et al. 2001).
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
3.6 Quejigos en el Barranco del Quijn. El roble andaluz o quejigo es un rbol caracterstico de las zonas hmedas y montaosas, por eso resulta de extraordinario
inters la presencia de una poblacin de esta especie en el Barranco del Quijn, en Sierra Cabrera, a tan slo 500 m. de altitud y en una comarca semirida. Los 65
rboles estn acompaados por especies termfilas como el palmito. Este barranco probablemente fue un refugio glacial. La primera foto (25 de febrero de 1995)
muestra un viejo quejigo con un dimetro de aproximadamente medio metro- que ha sido repetidamente talado. En la segunda foto (2 de julio de 1995) se
aprecian otros quejigos de esta poblacin tratados en monte bajo, lo que significa que se cortaban regularmente cerca del suelo para obtener lea.Tras la corta la
cepa volva a rebrotar. Hoy se encuentran cepas con dimetros en torno al metro. Se trata, por tanto, de rboles centenarios.
lo que nos lleva al tema de los refugios forestales de las montaas. cos. Ya que todas estas especies presentan exigencias ecolgicas
En barrancos y valles especialmente resguardados se producan muy distintas, la vegetacin mostrara una abigarrada estructura
las que contempladas desde la perspectiva actual parecen en mosaico, con los rboles y arbustos termfilos en las partes
extraas combinaciones de rboles y arbustos. Junto a especies ms bajas y soleadas; y los propios de climas ms fros un poco
caducifolias que hoy son particularmente representativas de la ms arriba y en las umbras22. Las especies con mayores requeri-
Europa central (tilos, ceres, abedules, avellanos, etc.) crecan mientos hdricos creceran en las vaguadas y en el fondo de los
otras mediterrneas muy termfilas, como lentiscos, mirtos barrancos, mientras que la estepa de Artemisia dominara amplia-
(Myrtus communis), espinos (Rahmnus sp.), hartos, Periploca, etc. mente las zonas ms expuestas a los vientos glaciales.
Tambin haba pinos, encinas, coscojas y quejigos. Destaquemos Es posible localizar lugares concretos que actuaran como refu-
la presencia del nogal (Juglans regia), del que siempre se pens gios durante la glaciacin? A ttulo de hiptesis, meramente, pen-
que habra sido introducido por el hombre en tiempos histri- samos que el Barranco del Quijn, en la umbra de Sierra Cabrera,
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
66
3.7 Cueva de Ambrosio. La cueva de Ambrosio al norte la provincia de Almera, en la comarca de Los Vlez, conserva algunos de los ms antiguos vestigios de
presencia humana en nuestra provincia
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
galope, puede que sea un poco ms antiguo y se remonte a La somera e impresionista reconstruccin del medio ambiente de
18.000 o 20.000 aos. En torno a estas fechas debi producirse la era glacial que hemos expuesto est fundamentada en unos
la llegada del ser humano moderno (personas exactamente como pocos estudios palinolgicos (se llama as a los derivados del
nosotros y como el lector) a nuestra provincia. anlisis del polen) que nos informan sobre la vegetacin y el
Los que podramos denominar, incurriendo en un evidente ana- clima, pero no sobre otros aspectos del medio. Las excavaciones
cronismo, almerienses de hace 16.000 aos eran como todas desarrolladas en la cueva de Ambrosio permiten afinar algo ms.
las poblaciones humanas de aquella poca cazadores-recolecto- Los investigadores no slo han estudiado el polen depositado
res nmadas que vivan de lo que la naturaleza ofrece espontne- bajo el suelo de la cueva, sino tambin los restos de animales
amente (animales salvajes, plantas y frutos silvestres, todo lo que que, en algunos casos, haban servido de alimento a los cazado-
existe sin intervencin del hombre). Pero la verdad es que la natu- res prehistricos y, en otros, haban llegado all accidentalmente
raleza espontneamente ofrece muy pocas cosas que nuestro orga- o llevados por depredadores.
nismo pueda digerir sin problemas. De hecho la mayor parte de la El estudio palinolgico registra las fluctuaciones climticas del
biomasa est formada por hojas y ramas inasimilables por un perodo glacial27. El trnsito de las fases fras a las templadas y
estmago humano. No es extrao, por consiguiente, que las den- viceversa se refleja en notables alteraciones en el porcentaje del
sidades de poblacin de las sociedades basadas en la caza y la polen de las distintas especies. Detrs de estos cambios se mani-
68 recoleccin hayan sido siempre muy bajas, tpicamente inferiores fiesta la dialctica entre la estepa y el bosque que caracteriza a las
a un habitante por kilmetro cuadrado (si hay poca comida hay glaciaciones en el Mediterrneo. El polen de quenopodiceas y
poca gente). Por esta razn tradicionalmente se haba credo que Ephedra delata la sequedad del ambiente, mientras que el de her-
los cazadores-recolectores prehistricos, aunque intervenan en bceas y pequeos arbustos (labiadas, compositae liguliflorae, etc.)
los ecosistemas y en sus flujos de energa, no los modificaban de que no toleran la sombra nos habla del carcter generalmente
manera significativa, no ms que cualquier otro animal. Ahora abierto de la cubierta vegetal. Otra vez encontramos la estepa
sabemos que, por medio del fuego, podan modificarlos. El obje- como vegetacin dominante la mayor parte del tiempo, inferen-
tivo era mantener abierta la estructura de la vegetacin y, de esta cia que se ve confirmada por el anlisis de la fauna.
manera, fomentar el crecimiento de aquellas especies herbceas Los ocupantes de la cueva cazaban fundamentalmente conejos,
que servan de pasto a los animales cazados habitualmente. Los cabras monteses, ciervos y caballos28. El conejo y el caballo son
primeros exploradores europeos en Norteamrica fueron testigos representativos de hbitats abiertos, sin rboles, como tambin lo
de este tipo de incendios provocados por los indios americanos. son la mayora de los micromamferos que han aparecido en la
En sus diarios han dejado numerosas referencias a la mayor abun- gruta. A pesar de ello, en algn lugar prximo tena que haber
dancia de herbvoros en las zonas que los nativos quemaban regu- reas boscosas lo indica el polen arbreo encontrado que se
larmente. Dado el carcter predominantemente estepario de la
26
contraan en las fases fras y llegaban a alcanzar cierta extensin en
Almera glacial no es probable que sus escassimos habitantes se las templadas. Eran bosques dominados por pinos y especies del
vieran obligados a recurrir con mucha frecuencia a estas prcticas. gnero Quercus en los que encajaran muy bien los restos hallados
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
en la gruta de mamferos inequvocamente forestales, como el En la comarca de Los Vlez el caudal de los arroyos deba ser rela-
lince, y los de otros ms eclcticos en sus preferencias, como el tivamente grande, al menos en ciertas pocas. Los cazadores que
ciervo, la cabra monts y el gato monts. Estos tres son ubiquis- visitaban la cueva de Ambrosio usaban el caracol de ro Theodoxus
tas, lo que significa que pueden vivir en distintos ambientes (lo fluviatilis un molusco representativo de corrientes lentas en los
mismo en matorrales que en bosques densos o aclarados). cursos medios de los ros para hacer collares u otro tipo de ador-
A partir del anlisis palinolgico tambin es evidente (por el nos (las conchas aparecen perforadas artificialmente31). Tambin
polen de ciperceas, juncos y otras especies de zonas hmedas) la pescaban si se presentaba la ocasin. Gracias a ello disponemos
presencia cercana de un curso de agua. En sus orillas crecan bos- de otro indicador del volumen que podan alcanzar los cursos de
ques o bosquetes formados por rboles hoy tpicos de Europa agua. Algunos de los restos de trucha encontrados en la gruta
central que en la Pennsula Ibrica slo son abundantes en las corresponden a ejemplares de 70 centmetros de largo y casi tres
regiones del norte, como el abedul, el tilo y el avellano, todos con kilos de peso32. Est claro: en determinados momentos de la lti-
elevados requerimientos hdricos. En la actualidad existen peque- ma glaciacin llova ms que ahora (hoy en el Arroyo del Moral,
as poblaciones de abedules y avellanos en sierra Nevada y en la en gran parte del ao, no se puede pescar ni un renacuajo).
sierra de Segura, pero los tilos silvestres ms prximos habra que
ir a buscarlos a la serrana de Cuenca. No deja de sorprendernos Pero sin duda el conjunto faunstico ms extico de la cueva es
la abundancia de esta especie en las proximidades de la Cueva de el de los micromamferos. Entre ellos haba hmsters, como 69
Ambrosio hace 16.000 aos. El lector seguramente se preguntar Allocricetulus bursae, que sobrevivi en los refugios del sur de la
por qu estamos tan seguros de estos dos hechos (que haba Pennsula Ibrica hasta el final de la edad del hielo para extin-
muchos y que estaban muy cerca). En el anlisis polnico el polen guirse a continuacin33. Otros viven en diversas regiones de
del tilo llega a representar el 6% del total, porcentaje, aparente- Europa y Asia, pero son muy escasos o ni siquiera existen en el
mente, muy bajo. Pero resulta que al tilo le ocurre lo mismo que Mediterrneo, como el topillo nival (Chionomys nivalis), el topillo
a ciertas especies arbustivas mencionadas antes (las labiadas). campesino (Microtus arvalis), el topillo agreste (Microtus agrestis)
Produce granos de polen grandes, pesados y pegajosos, para adhe- y la rata topera (Arvicola terrestris). Los tres ltimos suelen encon-
rirse a los insectos que lo polinizan, pero produce pocos que, ade- trarse actualmente en pastos y herbazales es decir, en hbitats
ms, no van muy lejos, sino que tienden a caer en las proximida- abiertos del norte de Espaa, pero el topillo nival slo vive en
des del rbol padre . Se ha llegado a sugerir que hay que
29
canchales de alta montaa, por ejemplo en Sierra Nevada34.
multiplicar por ocho los porcentajes de polen de tilo obtenidos Como vemos, a consecuencia de los cambios climticos acaeci-
para tener una impresin realista de su importancia en la vegeta- dos durante las glaciaciones, faunas y floras de muy distintos or-
cin (en nuestro caso esto supone el 48%!). El polen de nogal
30
genes (eurosiberianas y mediterrneas) coincidieron y sobrevivie-
tambin se dispersa poco y ha sido igualmente detectado en el ron juntas en los refugios que les ofrecan las tierras de Almera.
anlisis (alcanza aproximadamente un 5%). As que tambin
sobrevivieron los nogales en Almera durante la ltima glaciacin.
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
EL Clima actual es reciente de la vegetacin. Es la edad de oro de los bosques europeos, que
alcanzaron entonces su mxima expansin, tanto en latitud como
La edad de oro de los bosques en altitud. Por otros motivos aquella fue tambin una poca de
gran importancia porque durante la misma se estaba producien-
Con el final de la glaciacin, hace unos 12.000 aos, las tempe- do la expansin por Europa de la agricultura y la ganadera.
raturas subieron rpidamente en toda Europa, el gran casquete En ese perodo las regiones mediterrneas situadas ms al norte
glacial empez a retirarse hacia el norte y el nivel del mar a subir (por ejemplo el noreste de Espaa, el sur de Francia, etc.) presen-
hacia su cota actual. Los rboles abandonaron los refugios glacia- taban un aspecto muy curioso, a medio camino entre el
les y comenzaron a repoblar el continente. Por primera vez y sin Mediterrneo que conocemos y la hmeda Europa atlntica.
que sirviera de precedente los bosques invadieron los ecosiste- Hasta el punto de que, en muchas zonas, los bosques caducifo-
mas de los humanos. As comienza el perodo interglacial en el lios de tipo atlntico adquirieron una posicin dominante y rele-
que todava estamos, perodo que paleoeclogos y gelogos garon a los rboles mediterrneos a los peores sitios36. En el sur y
denominan holoceno. levante de la Pennsula Ibrica tambin se desarrollaron los bos-
El fin de la era glacial no supuso la aparicin inmediata de los cli- ques caducifolios, pero encinares, pinares y maquias desempea-
mas del presente en los mismos sitios donde estn ahora. Eso ron un papel ms importante.
70 tard todava un poco. Un interglacial es ms clido y hmedo Para saber lo que pas en nuestra rea geogrfica disponemos,
que una glaciacin, pero tambin tiene fluctuaciones climticas y adems de los dos estudios palinolgicos de Roquetas, de otros
fases ms o menos lluviosas o ms o menos fras. El primer ter- tres realizados en Cabo de Gata, el curso bajo del ro Antas y las
cio del holoceno, la llamada fase boreal, parece haber sido relati- cumbres de sierra de Gdor37. La muestra est sesgada hacia las
vamente rido en el Mediterrneo, tambin en el Sureste de la costas, pero es lo que hay. Los yacimientos arqueolgicos han
Pennsula Ibrica , donde la estepa habra seguido siendo la
35
proporcionado tambin informacin medioambiental de enor-
vegetacin dominante. me inters que analizaremos en el captulo 5. Ser entonces cuan-
De pronto, hace unos 7.500 aos, temperaturas y precipitaciones do intentemos dar una visin de conjunto uniendo todas las pie-
iniciaron un rpido ascenso llegando a ser algo superiores a las zas. Podemos adelantar, no obstante, una primera impresin
actuales en toda Europa y las zonas prximas de Asia y Africa. El general: en los ltimos 10.000 aos probablemente nunca ha llo-
Sahara reverdeci por ltima vez y se llen de jirafas, elefantes y vido tanto en Almera ni sta ha contado con una cubierta vege-
pastores de bvidos que, en pinturas y grabados rupestres, han tal tan desarrollada como en el perodo atlntico.
dejado testimonio de cmo la sabana tropical cubri lo que ms En Roquetas, Antas y Cabo de Gata el porcentaje de polen arb-
tarde sera el mayor desierto del mundo. Esta breve fase, particu- reo de diversas especies alcanza su mximo nivel histrico. Segn
larmente clida y hmeda, que dur unos 2.500 o 3.000 aos, es los paleoeclogos que han estudiado las secuencias polnicas de
conocida como ptimo climtico postglacial o perodo atlntico. En estos lugares, la estepa casi desapareci y la maquia dominada
ella se dieron condiciones ideales para el crecimiento y desarrollo por rboles termfilos como el acebuche, el lentisco y la coscoja
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
cubri ampliamente las que hoy son algunas de las zonas ms tal de la sierra. Para los estndares almerienses es una zona hme-
ridas de la provincia. Salpicando la maquia pudo haber man- da con precipitaciones situadas alrededor de los 500 mm. anua-
chas o bosquecillos de pino carrasco (la maquia ha desaparecido les. Segn el modelo observado en otras reas del Mediterrneo,
casi por completo y en la actualidad es muy difcil encontrar los Quercus caducifolios y perennifolios robles, encinas y sus
algn acebuche o lentisco en las reas donde antiguamente fue- parientes deberan haber desalojado inmediatamente a los pinos
ron abundantes). por estar mejor adaptados que stos al benigno clima del ptimo
Desde las montaas vecinas llegaba hasta las marismas costeras climtico. Pero ni aqu ni en muchos macizos montaosos del sur
una cantidad considerable de polen de encinas, pinos y Quercus y el este de la Pennsula Ibrica es esto lo que sucede.
caducifolios (el de estos ltimos representa en Roquetas un por- En las cimas de la sierra, hasta aproximadamente el 4000 a.C, la
centaje notable del total, el 15%). As pues, aunque encinares y vegetacin forestal estuvo dominada por pinares casi con total
pinares pasaron a desempear un papel prominente nuestras cor- seguridad de pino laricio, una especie de la alta montaa con
dilleras tambin tuvieron sus bosques atlnticos. los Quercus caducifolios, que alcanzan su mxima abundancia y
Pero, dicho esto, que nadie se imagine el desierto de Tabernas diversidad en aquellos momentos, en segunda posicin. Alisos,
como un prado gallego. Comparativamente el Sureste siempre ha fresnos, ceres y puede que incluso avellanos y abedules forma-
sido ms rido y desarbolado que cualquier otra parte de la ban los bosques atlnticos de la sierra de Gdor (seguramente
Pennsula Ibrica. La Almera de hace 7.000 aos era mucho ms tambin de otras grandes cadenas montaosas de la provincia). 71
verde y boscosa que la actual, pero menos que Cdiz, Mlaga o La encina se mantena en un discreto tercer lugar, aunque en las
Valencia en la misma poca (slo algunas de las sierras que atra- laderas situadas a menor altura, como ocurrira frente a las maris-
viesan la provincia podran compararse en este aspecto con mas de Roquetas, los bosques de encinas deban ser dominantes
regiones ms hmedas). Los actuales semidesiertos almerienses a juzgar por la gran cantidad de polen de esta especie que llega-
ya eran entonces zonas semiridas si nos atenemos al tipo de ba hasta all. El verdadero competidor del pino era un roble mar-
vegetacin que creca en ellos (que hoy, sin embargo, nos parece- cescente, el quejigo (Quercus faginea) o roble andaluz. Este rbol
ra una vegetacin exuberante). No es casualidad que los pri- exhibe un comportamiento extrao e interesante por lo que
meros agricultores neolticos se lo pensaran mucho antes de tiene de revelador sobre la convulsa y accidentada historia evolu-
empezar a colonizar la regin y que al parecer slo lo hicieran tiva de los rboles mediterrneos a medio camino entre los
cuando ya no quedaban sitios libres alrededor. Quercus del sur y los del norte. Sus hojas se marchitan en otoo,
La secuencia polnica de la sierra de Gdor (Grfica 2) ilustra de como les pasa a los Quercus caducifolios atlnticos; pero no se le
manera particularmente brillante la evolucin del paisaje vegetal caen, como les ocurre a los Quercus mediterrneos. A eso alude la
en las partes altas de las montaas, adems de ofrecernos valiosas palabra marcescente.
lecciones sobre la impredecible dinmica de los ecosistemas fores- Los quejigos invaden sbitamente el pinar y consiguen suplantar
tales en el holoceno. Dicha secuencia se consigui en una laguna, a los pinos como especie dominante en las cumbres de sierra de
ahora desecada, a 1.530 metros de altitud, en el extremo occiden- Gdor hacia el 4060 a.C, sin que se haya producido ningn cam-
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
72
PSEUDOACHIZAEA
C14 (aos calibrados Antes del
(excluido Maytenus)
ZYGNEMATACE
Arbustos leosos
CYPERACEAE
Microcarbones
Microcarbones
Sordariaceae
perennifolios
caducifolios
Termfitas
POACEAE
> 50 micr.
> 10 micr.
mesfitas
Xerfitas
Quercus
Quercus
ZONAS
TYPHA
APIUM
PINUS
Otras
Presente)
Profundidad
20
1160
PA G5
1620
Ms virulentos G4
Ms virulentos
60 1760
120
3940
150
G2
G1
210 6850
%
20 40 0 10 30 0 10 0 10 0 10 0 0 0 20 0 0 10 0 20 0 20 40 70 0 20 40 60 0 10 20 30
2 1 3 1
Grfica 2. Diagrama polnico de Sierra de Gdor.
PA: Polen arbreo
PNA: Polen no arbreo Fuente: adaptado a partir de Carrin, J.S., Snchez, P., Mota, J. & Chain, C. 2003.
Fire and grazing are contingent on the Holocene vegetation dynamics of Sierra de Gdor, southern Spain. The Holocene, 13: 839-849.
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
Todo esto es muy paradjico y ya lo anticipamos en el captulo su alrededor fueron durante mucho tiempo formidables barre-
anterior nos obliga a modificar algunas de las asunciones y ras para la germinacin y el arraigo de las bellotas de los
supuestos espontneos sobre el determinismo del clima en los Quercus41. Estos fenmenos, que la bibliografa anglosajona defi-
ecosistemas. La vegetacin no siempre responde de manera ne como home-field advantage, o sea, la ventaja del que juega
mecnica, inmediata y previsible ante el cambio climtico y en casa, han tenido una importancia enorme en la determina-
cuando lo hace la respuesta es individualista, ms que en bloques cin de los elementos dominantes en la evolucin vegetal42.
o comunidades fitosociolgicas. Las comunidades parecen con- Retornaremos enseguida a la sierra de Gdor, pero antes echare-
tingencias histricas ms que asociaciones obligatorias. Por otra mos un vistazo a lo que estaba sucediendo en el resto del
parte, el estado inicial de un bosque condiciona fuertemente toda mundo.
su evolucin posterior como sucede en otros sistemas comple-
jos, incluidas las sociedades humanas creando un efecto de iner- La edad de oro de los bosques termina con un descenso de tem-
cia difcil de alterar .
38
peraturas y precipitaciones en Europa, Norte de Africa y Oriente
La inercia bitica es un factor de permanencia tan importante Medio que se fecha globalmente entre el 4000 y el 2500 a.C43.
como el sustrato y el clima. La competencia entre especies, la Esta crisis de aridez convirti el Sahara en un desierto y puso
mayor o menor presencia de herbvoros, el fuego y otras circuns- definitivamente los climas actuales en su sitio. Desde enton-
74 tancias contingentes tambin desempean su papel. Un bosque ces ha habido diversas fluctuaciones climticas, pero siempre en
puede persistir contra viento y marea mucho ms all de lo pre- torno a las condiciones que hoy nos resultan familiares. En el
visible hasta que cualquier acontecimiento nimio (la gota que Mediterrneo los Quercus caducifolios atlnticos se retiraron
colma el vaso) provoca una respuesta, en apariencia, despropor- dejando el campo libre a encinares, pinares, matorrales esclerfi-
cionadamente grande. Es lo que se llama un fenmeno de tipo los y, en general, a las especies de lo que convencionalmente
umbral tras el cual sobreviene el gran cambio. Pero cuando la entendemos por vegetacin mediterrnea; lagos y humedales
vegetacin cambia no siempre lo hace siguiendo el curso suce- bajaron de nivel o sencillamente desaparecieron. Hasta hace
sional que prev la serie fitosociolgica de turno. En princi- poco se atribua el drstico retroceso de los bosques caducifolios
pio parece que todo puede suceder a todo . Esto es particular-
39
del Mediterrneo a la entrada en escena de los agricultores neol-
mente aplicable a los pinos, que han sido sistemticamente ticos. Las investigaciones actuales apuntan ms bien al fenmeno
descartados como vegetacin potencial, siendo as que consti- global de aridificacin iniciado hace 5.000 o 6.000 aos44. Los
tuyeron el elemento dominante de los bosques en amplios secto- seres humanos podran haberse limitado a acentuar sus conse-
res de la Pennsula Ibrica antes de la intervencin humana .
40
cuencias.
Lo que ocurri en la sierra de Gdor hace 6.000 aos fue el desen- Todos los espectros polnicos muestran indicios (desde el 4000
lace sbito de una relacin de competencia que duraba ya siglos. a.C en Antas; desde el 3900 en sierra de Gdor; desde el 3300 en
La increble longevidad del magnfico pino laricio (puede vivir Roquetas) de que, poco a poco, tambin en Almera el clima se
ms de mil aos) y la capa de acculas que forma en el suelo a fue volviendo ms rido entre el 4000 y el 2500 a.C. Pero el paso
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
a las condiciones climticas actuales no sera simplemente la cul- regin ms avanzada de Europa Occidental. Esta fue una de las
minacin de esta suave tendencia, sino un salto brusco y traum- primeras y ms tpicas maneras almerienses de enfrentarse a la
tico acaecido hacia el 2400 a.C.(cien aos ms o cien aos desertizacin; la otra cuando ya nada se puede hacer consiste
menos) que se habra traducido en palabras de los investigado- en preparar las maletas, salir corriendo y distribuir generosamen-
res que lo han constatado en una dramtica deforestacin del te nuestros genes por el mundo.
territorio acompaada de intensos procesos erosivos y la instala-
cin de formaciones estpicas. Sera esta ltima transformacin El clima actual es reciente, pero el medio
la que marcara... el establecimiento de las condiciones semiri- natural y el paisaje son todava ms recientes
das que caracterizan estos territorios en el presente45.
La situacin siguen los mismos investigadores cambia radical- Es indudable que, a consecuencia del cambio climtico, el
mente de forma que todos los componentes del espectro polni- medio natural de Almera experiment transformaciones muy
co muestran grandes transformaciones... con la prctica desapari- importantes, aunque no tan radicales como sugieren los investi-
cin de Quercus caducifolios e importantes reducciones en la gadores que acabamos de citar, porque tal como lo cuentan pare-
presencia de Quercus perennifolios y Olea [acebuche]... reflejando ce que el paisaje y el medio ambiente actuales surgieron de golpe
el establecimiento de unas condiciones esencialmente ridas y la como Atenea de la cabeza de Zeus hace 4.500 aos. Los bos-
instalacin de las comunidades estpicas como el elemento ms ques probablemente se contrajeron mucho, pero no fue enton- 75
caracterstico del paisaje almeriense... despus de esto, el clima en ces cuando desaparecieron o quedaron reducidos a su mnima
las reas estudiadas cambi hacia condiciones un poco ms expresin (los irreductibles pinos parecen haber aprovechado el
hmedas y temperaturas ms altas continuando con pocas altera- retroceso de especies ms delicadas para expandirse y avanzar
ciones hasta hoy .
46
posiciones, como revela especialmente el registro polnico de
En definitiva, parece que la condiciones climticas que ahora dis- Antas).
frutamos (o padecemos) se establecieron en torno al ao 2400 De igual manera, la maquia de acebuches, lentiscos y coscojas
a.C., es decir, hace unos 4.400 aos, ms o menos, cuando los posiblemente tambin redujo, en gran medida, su extensin o su
egipcios construan sus grandes pirmides. Esto, a las escalas tem- densidad pero no se la trag el desierto. En tiempos de Cervantes
porales en las que nos estamos moviendo, no debera considerar- segua ocupando importantes superficies y continuaba siendo un
se mucho tiempo. El clima actual es, por tanto, reciente. elemento muy destacado del paisaje en el Campo de Dalas y en
Cmo reaccionaron los seres humanos ante el desafo del cam- todo el Sureste. En el siglo XVI un gran acebuchar, el acebuchar
bio climtico? Varios apartados del captulo 5 estn dedicados a del rey, estaba a menos de 10 km. de Roquetas y en el Campo de
analizar este tema. Pero adelantemos que lo hicieron con una Njar se calculaba que haba unos 30.000 acebuches. Por la misma
combinacin de creatividad, tecnologa, organizacin y trabajo poca en el Campo de Cartagena existan almazaras dedicadas a
que en el peor escenario posible produjo el primer milagro producir aceite de lentisquina (el fruto del lentisco) y la grana
almeriense y convirti a nuestra provincia en el centro de la extrada de la coscoja como todas las producciones de relevancia
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
econmica pagaba el diezmo a la Iglesia. En el XVII los acebu- dos. Nos referimos literalmente a los padres de nuestros bisabue-
ches se contaban por miles en el Bajo Almanzora y eran tan gran- los. Quiz alguno de ellos, en 1871, ley en el Boletn Oficial de la
des que se podan construir embarcaciones con su madera. En el Provincia de Almera las condiciones en que sala a subasta pbli-
siglo XVIII un pueblo entero de 1.800 habitantes, Sorbas, consi- ca lo que, seguramente, era el ltimo fragmento extenso de la
gui sobrevivir a una poca de hambre gracias a la lentisquina. A gran maquia que haba cubierto el Campo de Dalas durante
principios del siglo XIX el ya citado Simn de Rojas vio que lentis- miles de aos (Fotografa 3.10). Se imaginan dnde estaba?
cos y sabinas cubran grandes espacios en el Campo de Dalas . 47
Junto a las salinas de Roquetas. Un documento ofrece lo que no
Y algo quedaba de la maquia en tiempos de nuestros tatarabue- puede ofrecer un estudio polnico: una descripcin. Eran 443
los. No estamos haciendo una invocacin a remotos antepasa- hectreas de monte alto (expresin sinnima de bosque en cas-
tellano desde la edad media, por oposicin a monte bajo o
matorral) de lentiscos que, slo de las podas, proporcionaban
1.000 quintales de lea al ao. Los estudios palinolgicos, con
ser una fuente de inestimable valor para el conocimiento del
modo en que ha evolucionado el medio natural, tienen, como
todas las fuentes, limitaciones. El clima de Almera es reciente,
3.10 Fragmento del Boletn Oficial de la Provincia de Almera del viernes 21 madamente, el 2200 a.C haba un gran incendio en la sierra cada
de julio de 1871. Archivo Histrico Provincial de Almera. G-H 1518, n11 300 o 400 aos. A partir de esa fecha lo hubo cada 100 o 200
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
aos (en el fondo de las lagunas no slo se acumulan capas data- bien: Lo que solemos entender por darwinismo, por ms que se
bles de sedimentos con polen, tambin lo hacen partculas de quiera presentar como una teora indivisible y coherente, consis-
carbones generadas en los incendios). te... en dos cosas muy distintas. Una es la evolucin, la teora que
Tras el cambio en la frecuencia de los incendios los pinos recupe- postula que todos los seres vivos provienen de un nico ancestro
raron inmediatamente su papel de especie dominante, pasando primitivo (o de unos pocos): una teora que se puede considerar
la encina al segundo puesto y quedando relegados los quejigos al demostrada por encima de toda duda razonable. La otra es la
tercer lugar. Todo ello en un contexto general de reduccin de los seleccin natural, un mecanismo gradual propuesto para explicar
bosques y expansin de los matorrales y las especies xerofticas y no slo la evolucin, sino tambin el hecho de que los seres vivos
pirofticas, un contexto ahora ya s tpicamente mediterrneo. posean estructuras que parecen diseos inteligentes... Por extrao
Por su coincidencia con procesos similares en otras zonas del que suene, la seleccin natural no es un elemento lgico esencial
levante y sur de la Pennsula Ibrica y de todo el Mediterrneo de la teora de la evolucin49.
los cambios que se producen en Almera parecen ser un fenme- Por su parte, Niles Eldredge, responsable, junto con Stephen Jay
no natural relacionado esencialmente con las nuevas condiciones Gould, de la teora del equilibrio puntuado50 un desafo a la
climticas (con o sin seres humanos en el Mediterrneo hay ortodoxia darwinista tradicional afirma que la seleccin natu-
incendios). De momento dejaremos en suspenso la cuestin de ral a largo plazo raramente, quiz nunca, modifica de manera sig-
si el hombre lo estaba exacerbando o acentuando de alguna nificativa y gradual las adaptaciones de una especie51. A esto nos 77
manera (los guerreros, agricultores y ganaderos de la flamante referamos ms arriba cuando calificbamos de tpico popular la
cultura del Argar se estaban expandiendo agresivamente por el imagen de los seres vivos evolucionando continuamente para
Sureste en esos mismos y difciles momentos; interesante coin- adaptarse a los cambios ambientales.
cidencia sobre la que tendremos que volver). El ambiente no dirige siempre los cambios, hay fenmenos que
no son graduales y las especies han resultado ser mucho ms esta-
Las especies mediterrneas no estn bles de lo que supona Darwin. Aparecen de repente y experi-
perfectamente adaptadas al clima mentan muy pocas transformaciones realmente radicales en el
mediterrneo curso de su existencia. La heterogeneidad espacial del medio
ambiente y la falta de direccionalidad de los cambios climticos
El hecho de que animales y plantas evolucionan es incontroverti- impiden que la seleccin natural empuje a una especie en una
ble. Lo que ya no est tan claro es cmo lo hacen porque el meca- direccin particular durante demasiado tiempo. Creemos que la
nismo que ide Darwin para explicarlo, la seleccin natural, est historia de la flora y la fauna mediterrneas confirman este punto
siendo revisado o matizado a partir de los descubrimientos de la de vista.
gentica y la biologa molecular . Esto no le resta un pice de cre-
48
La idea de que los rboles que forman algunos de nuestros bos-
dibilidad a la idea de la evolucin ni desmerece la genialidad de ques, como la encina, han evolucionado para estar perfectamen-
Darwin. El bilogo y periodista Javier Sampedro lo explica muy te adaptados al clima mediterrneo, probablemente es falsa.
3. DE LA EDAD DE HIELO AL CLIMA ACTUAL
Muchas de las especies leosas que hoy dominan estos bosques ductivo se caracteriza por una amalgama de rasgos algunos cla-
ya estaban presentes antes de que el clima adquiriese el carcter ramente tropicales no slo sobrevive con xito al fuego, sino
actual, luego no se puede considerar que sean el resultado de una que es capaz de colonizar todo tipo de hbitas perturbados57. La
adaptacin al mismo. Hay que ser muy cautos a la hora de atri- capacidad de rebrote quiz no slo sea una adaptacin al fuego,
buir un papel funcional a cualquier rasgo presente en estas espe- sino tambin a otras fuerzas como la herbivora o los vientos
cies que bien pudiera ser resultado de fuerzas selectivas que ya no huracanados58.
existen52. Posiblemente los ciclos de vida cortos y la reproduccin En lo que se refiere a los animales, la reconstruccin de la filoge-
rpida hayan permitido a las plantas de pequeo tamao nia de varias especies ha permitido constatar que su proceso de
(muchas especies herbceas y arbustivas) adaptarse con mayor especiacin es ms antiguo de lo que se crea y tuvo lugar antes
facilidad a los cambios climticos, pero los rboles, que pueden de la aparicin del clima y de los paisajes mediterrneos con los
vivir cientos y hasta miles de aos, no han tenido tiempo para que las asociamos. Los principales linajes de aves tan emblemti-
eso . A. T. Grove y Oliver Rackham han llamado perspicazmente
53
cas de la fauna mediterrnea como las currucas59 y las perdices60
la atencin sobre el hecho de que en el Mediterrneo muy pocos ya estaban presentes antes de que ocurriera la crisis de salinidad
rboles y arbustos han aprendido el truco de perder las hojas del messiniense. En el caso de las perdices la acusada similitud de
en verano (como deberan hacer, pues el verano es aqu la peor las especies actuales delata el carcter conservador de las rutas de
78 estacin para la vida vegetal). La mayora las pierden en invierno especiacin que han seguido.
o las conservan todo el ao, como un vestigio de haber estado Las interacciones entre plantas y animales como la poliniza-
adaptados a algn clima anterior con estaciones diferentes a las cin61 o la dispersin de semillas62 sealadas frecuentemente
actuales54. como ejemplos paradigmticos de perfecta adaptacin tienen
La ecologa europea de los dos ltimos millones de aos est muchas veces carcter generalista y presentan desajustes. Es casi
dominada ms por el cambio ambiental que por la evolucin increble que los frutos de varios rboles mediterrneos origina-
porque casi todos los ambientes actuales son recientes. Las plan- dos en ambientes tropicales no hayan cambiado mucho en
tas, excepto quiz las anuales, han tenido que acoplarse como millones de aos. Los carnosos frutos de madroos, lentiscos y
mejor han podido a los lugares donde los accidentes climticos y acebuches siguen siendo dispersados por pjaros que, segura-
geolgicos las han arrastrado .
55
mente, no tienen nada que ver con los que habitaban el viejo
Mediterrneo tropical hace cinco millones de aos. Pero, a pri-
Algunos de nuestros rboles y arbustos son capaces de rebrotar mera vista, la coadaptacin entre aves y rboles es perfecta. Los
tras los incendios, capacidad que tradicionalmente se haba expli- detallados estudios del eminente eclogo Carlos Herrera en la
cado por la importancia del fuego como factor ambiental en el Sierra de Cazorla, a lo largo de 12 aos, han puesto al descu-
Mediterrneo . Sin embargo, ciertas especies originadas con
56
bierto desajustes en esta interaccin mutualista que demuestran
anterioridad a la aparicin del clima actual son excelentes rebro- la situacin de desequilibrio crnico en que se encuentra el eco-
tadores. Una de ellas es el lentisco. Este rbol, cuyo ciclo repro- sistema63.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El linaje del que proceden varios anfibios ibricos exista ya hace ambientes ms apacibles (California, Australia, Chile, etc.) y la
14 millones de aos. Un origen tan remoto y en un marco resilencia (capacidad de recuperacin) de los ecosistemas medi-
ambiental tan distinto del Mediterrneo actual puede tener, por terrneos frente a las perturbaciones. Estas son caractersticas de
supuesto, consecuencias para estas especies en el presente. Es el gran importancia para entender la respuesta del medio natural
caso del sapo partero btico (Alytes dickhilleni) , endmico del
64
del Mediterrneo a las nuevas y temibles perturbaciones que
Sureste de Espaa, y otros sapos parteros de la Pennsula Ibrica. iba a introducir el ser humano.
Todos necesitan puntos permanentes de agua para desarrollar un
largo ciclo reproductivo porque sus larvas pasan mucho tiempo
en el agua65. Pero el agua no es precisamente un recurso abundan-
te hoy en los trridos veranos mediterrneos (y no digamos nada
en los del Sureste).
Los desajustes y las adaptaciones chapuceras son en contra de
lo que se suele pensar muy comunes en la naturaleza. Los com-
plejos y tortuosos caminos de la historia aseguran que la mayo-
ra de organismos y ecosistemas no estn diseados de forma
ptima. De hecho, para hacer una afirmacin ms fuerte: las 79
imperfecciones son las principales pruebas de que la evolucin
ha tenido lugar66.
CAPTULO 4
La historia siempre habla del presente
4. LA HISTORIA SIEMPRE HABLA DEL PRESENTE
La realidad en fragmentos
Al principio la naturaleza y la cultura iban juntas
Los seres humanos acaban de aparecer en el escenario natural de Es posible que Hipcrates fuera mucho ms sutil y menos deter-
Almera. Es el momento adecuado para reflexionar brevemente minista de lo que parece. Pero, en cualquier caso, la idea de que
sobre los orgenes, los objetivos y los planteamientos de una his- el medio ambiente o, dicho de otro modo, la geografa de los
toria ecolgica que pretende relacionar la naturaleza y la cultura. lugares, determina de alguna manera aspectos esenciales del
Aunque la historia ecolgica es un campo de estudio relativa- comportamiento humano, tanto individual como colectivo,
mente nuevo el inters por comprender las relaciones entre las seguir desarrollndose en pocas posteriores. Con el tiempo
sociedades humanas y la naturaleza no lo es en absoluto. Ya en dar origen a distintos determinismos geogrficos y a corrien-
la antigedad hay una corriente de pensamiento que vincula las tes de pensamiento que, sin ser estrictamente deterministas, s
caractersticas psicolgicas y culturales de los pueblos al ambien- atribuan a la naturaleza una funcin destacada en los asuntos
te natural y, en particular, al clima. Los escritos de Platn, humanos.
Aristteles, Herodoto e Hipcrates, entre otros, dan pie para Cuando varias ciencias sociales dan sus primeros pasos en el siglo
82 suponer que los antiguos griegos atribuan muchos rasgos de su XVIII y a principios del XIX las relaciones entre el medio ambien-
civilizacin a la influencia del clima mediterrneo.1
te y la cultura son objeto de animados debates. No poda sospe-
La teora hipocrtica de los humores, que se formul en el siglo char el viejo Hipcrates que, al desplazarse el centro de gravedad
V a.C y sirvi de armazn conceptual para la medicina europea de la civilizacin europea hacia el norte, algunos pensadores sep-
durante ms de 2000 aos, sostena que entre los humores inter- tentrionales consideraran que en realidad tambin el
nos del organismo (las distintas sustancias o elementos que Mediterrneo era demasiado caluroso para fomentar el progreso
forman el cuerpo humano) y el medio natural exterior existe una econmico y la reflexin cientfica. El punto de equilibrio pasaba
correspondencia y una especie de equilibrio de cuya conservacin a estar en ambientes ms frescos y estimulantes. Los climas cli-
depende la salud de las personas. Este equilibrio se producira dos escribi Sir John Chardin (1643-1713) enervan la mente
por un mecanismo de compensacin: en climas muy calurosos el tanto como el cuerpo, disminuyen la agilidad de la fantasa, nece-
organismo reacciona con fro; de ah la lentitud y pereza de los saria para la invencin y el progreso... Es nicamente en el Norte
pueblos tropicales. En climas fros el cuerpo reacciona producien- donde tenemos que buscar el mayor progreso y la mayor perfec-
do un exceso de calor, de donde se derivaran la brutalidad y el cin de las artes y las ciencias. A lo que respondi Voltaire recor-
carcter impetuoso e irracional de los pueblos del norte, los br- dando que Arqumedes, uno de los primeros y mayores cientfi-
baros. Lgicamente, era en el punto medio, es decir, en el
2
cos de toda la historia, haba nacido en la muy calurosa Sicilia y
Mediterrneo donde estaban las mejores condiciones para una que otros grandes pensadores y cientficos haban nacido tam-
salud equilibrada y una vida civilizada. bin en pases clidos.3
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Historia de un divorcio
Los primeros economistas del siglo XVIII otorgan a la naturaleza no remediarse, conducira a una situacin de muerte y miseria
y a los recursos naturales una importancia considerable. Algunos generalizada. Al sostener que los recursos necesarios para la vida
de ellos, como los fisicratas franceses, pensaban que la agricul- no pueden aumentar indefinidamente es el precedente de postu-
tura era la nica actividad econmica verdaderamente producti- ras modernas que insisten en la importancia de los lmites natu-
va por ser la nica que generaba un producto neto (un exceden- rales al crecimiento econmico.4
te sobre el coste de produccin). Ese producto neto era un rega-
lo de la naturaleza. Entendan la produccin, pues, no slo en Durante el siglo XVIII haba empezado a abrirse camino en la cul-
trminos de valores de cambio o monetarios, sino en sentido fsi- tura europea la idea del progreso basado en el poder de la razn
co como actividad estrechamente vinculada y dependiente del humana, la ciencia y la tcnica para explorar, dominar y explotar
poder creador de la naturaleza. Los fisicratas, con su insisten- el planeta. La mar escribi Montesquieu tiene peces en canti-
cia en ese poder, de cuyo manejo adecuado y cuidadoso proceda dad inagotable; slo faltan pescadores, flotas, negociantes. Si los
en ltimo extremo toda la riqueza de la sociedad, se anticipan a bosques se agotan abrid la tierra y tendris materias combusti- 83
los modernos economistas ecolgicos. bles.5 En su momento veremos a estos pensadores del siglo XVIII
La escuela clsica de economa, que nace en 1776 con la publi- pletricos de optimismo y confianza en la razn recorrer la
cacin de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith y se desarro- provincia de Almera, a pie y a caballo, investigando las riquezas
lla en Gran Bretaa a lo largo del siglo XIX con Ricardo, Malthus, ocultas del subsuelo, proponiendo nuevos cultivos e industrias,
Mill, etc., muestra preocupaciones similares, al menos en sus pri- sealando recursos sin explotar, denunciando supersticiones y
meros momentos. En el modelo econmico de Ricardo la tierra errores populares que impedan el avance de las luces.
cultivable como factor limitado y la llamada ley de los rendi- En un ambiente dominado por la fe en el progreso, el papel de la
mientos decrecientes en la agricultura imponan lmites fsicos a naturaleza en la teora econmica ser cada vez ms marginal. El
la actividad econmica. Sin embargo, ni Ricardo ni los dems inicio de la revolucin industrial en Europa y la constatacin del
economistas clsicos tenan un verdadero inters por el deterio- inmenso poder que las mquinas y la ciencia proporcionaban al
ro o el agotamiento de los recursos. Estaban interesados en el hombre afianzaron extraordinariamente esa fe y alejaron los rece-
crecimiento econmico y la naturaleza slo entraba en sus cl- los sobre la existencia de lmites al crecimiento. La naturaleza
culos en la medida en que poda frenarlo. nicamente en comienza a ser concebida como un simple almacn inerte e inago-
Malthus encontramos lo que hoy consideraramos temas de eco- table de recursos y finalmente desaparece por completo de la
noma ecolgica. Su idea esencial era que la poblacin crece corriente principal del pensamiento econmico. En este sentido los
mucho ms deprisa que la produccin de alimentos, lo que, de marxistas no fueron muy diferentes de los economistas liberales.
4. LA HISTORIA SIEMPRE HABLA DEL PRESENTE
84 sobre el planeta y sobre las razas inferiores, la mayor parte de aisladas e incomunicadas. La barrera mayor es, sin duda, la que
las ciencias sociales siguiendo en esto a la economa termina- ha separado y separa las ciencias sociales de las ciencias natura-
rn abandonando cualquier inters por el medio natural. El les. Esta situacin tiene su correlato poltico-administrativo en
motivo es claro: una naturaleza concebida en versin liberal o unos organismos que se ocupan de los asuntos medioambienta-
marxista como almacn de recursos, pasivo e inmutable, no les, otros de los econmicos, otros que se encargan de los cultu-
poda ser un factor causal en la evolucin de las sociedades rales, etc.
humanas. Eran, por tanto, la economa, la tcnica, el trabajo, los
7
Es evidente que seguimos necesitando especialistas, pero la inco-
conflictos sociales o las ideologas los que explicaban la historia municacin entre ellos se ha convertido en un grave problema.
de la humanidad y las caractersticas de las distintas sociedades. Edgard Morin, que ha analizado lcidamente las consecuencias
Se pueden sealar valiosas excepciones a esta tendencia general. de esta incomunicacin desde la perspectiva de la filosofa de la
Pero hasta bien entrados los aos 70 del siglo XX cualquier plan- ciencia, escribi al respecto: el progreso de los conocimientos
teamiento que otorgara una funcin demasiado influyente al especializados que no se pueden comunicar entre s lleva consigo
entorno natural en el desenvolvimiento de las sociedades era una regresin del conocimiento general... La interdisciplinarie-
tachado inmediatamente de determinismo geogrfico y, en dad no llega a controlar las disciplinas como la O.N.U no contro-
consecuencia, rechazado. la a las naciones. Cada disciplina intenta primero hacer recono-
cer su soberana territorial y, al precio de algunos flacos intercam-
bios, las fronteras se confirman en lugar de hundirse.8
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
En el mejor de los casos como pensaba Gonzlez Bernldez la que simplemente se aspira al conocimiento y a la bsqueda de la
interdisciplinariedad se reemplaza con una yuxtaposicin ms o verdad. Los intereses econmicos, el poder y el prestigio son tan
menos arbitraria de materias en la que cada especialista aporta su importantes en l como en cualquier otro sitio. La defensa a
parte sin que llegue a establecerse un vnculo claro entre ellas. Pero
9
ultranza de las fronteras de la propia disciplina, la fidelidad ciega
lo cierto es que la realidad, al contrario que los departamentos uni- al paradigma que sta defiende o a la institucin que la mantie-
versitarios y administrativos, no funciona en partes separadas y los ne apenas consiguen ocultar lo que, muchas veces, no es ms que
problemas ms acuciantes de la humanidad actual son problemas una lucha por subvenciones, becas, ayudas y cargos.
globales que ataen conjuntamente a la naturaleza y a las socieda-
des, problemas que exigen anlisis y soluciones globales.
La historia ecolgica
La crisis ambiental y los orgenes de la
historia ecolgica
La historia ecolgica surge cuando la amenaza de una crisis En el fondo la historia que escriben los historiadores siempre
ambiental a escala planetaria y sin precedentes empieza a ser habla del presente, de los problemas y las preocupaciones del pre-
evidente para todo el mundo. El efecto invernadero, la lluvia sente... y as debe ser si aspira a desempear una funcin social.11
cida, la reduccin de la capa de ozono, el amenazador e La historia ecolgica nace vinculada a la toma de conciencia de
inquietante cambio climtico, la desaparicin masiva de espe- una crisis en la que se ven implicados aspectos medioambienta-
cies animales y vegetales, la destruccin de las selvas tropicales, les, econmicos, polticos, culturales. Por eso es un campo de
la contaminacin y el agotamiento de los acuferos nos han estudio interdisciplinar que pretende tender puentes entre las
obligado a reflexionar de nuevo sobre las relaciones de la ciencias sociales y las ciencias naturales, empleando conocimien-
humanidad con la naturaleza. Esta comienza a mostrarnos su tos y tcnicas de ambas. La historia ecolgica se pregunta por las
cara menos amable, la de un animal herido, pero poderoso, races de nuestra crisis ambiental. Hubo problemas ecolgicos
que puede volverse en cualquier momento contra nosotros. en otras pocas? Ha habido civilizaciones que se destruyeran a s
86 Por otra parte, la inesperada subida de los precios del petrleo mismas por un manejo inadecuado de los recursos naturales?
a mediados de los aos 70 del siglo XX, al poner de repente en Hasta qu punto la naturaleza que hemos heredado ha sido
peligro el imparable crecimiento econmico del primer transformada por civilizaciones del pasado?
mundo, puso tambin de nuevo sobre la mesa la olvidada Existe una larga lista de sociedades antiguas en cuya brusca desapa-
cuestin de los recursos naturales, de su carcter finito y su ricin algunos investigadores han credo ver la huella de un desas-
posible agotamiento. tre ecolgico provocado.13 Entre los lugares que figuran en la lista
no est Almera, pero a la luz de los estudios arqueolgicos de la
En la historia de la tierra ha habido cinco grandes extinciones ltima dcada es inevitable preguntarse: debera estar? En la edad
masivas de seres vivos provocadas todas por causas naturales; ha del bronce y durante siete siglos la provincia de Almera fue el
habido cambios climticos tambin de carcter natural. Ahora,
11
centro de la sociedad ms avanzada del Mediterrneo occidental,
por primera vez, el hombre tiene el poder de cambiar el clima de una sociedad que desapareci sbita y misteriosamente en menos
la tierra con consecuencias incalculables y ante nuestros ojos se de 30 aos dejando tras de s un territorio semivaco y, segn la opi-
est produciendo la sexta gran extincin de animales y plantas nin de algunos arquelogos, una naturaleza degradada. Tambin
que ha conocido el planeta. Lo que la diferencia de las anteriores en el brutal hundimiento econmico y demogrfico de nuestra pro-
es que la hemos puesto en marcha los humanos. Por primera vez, vincia a principios del siglo XX, del que tard 70 aos en recuperar-
en definitiva, un ser vivo tiene el poder de exterminar a todos los se, pudieron estar involucrados factores ambientales. Nos ocupare-
dems y de aniquilarse a s mismo. mos de este fascinante asunto en los prximos captulos.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El objetivo de la historia ecolgica es comprender las relaciones En las relaciones entre naturaleza y sociedad es posible distinguir
estratgicas que han mantenido los seres humanos con la natura- varias facetas. Por un lado lo que, con expresin tomada de la
leza a lo largo del tiempo. Pero la historia ecolgica le da la
14
biologa, se puede denominar el metabolismo social.19 Los ani-
vuelta al viejo determinismo geogrfico. No slo intenta saber males y las plantas establecen un intercambio continuo de ener-
cmo ha influido el medio ambiente en la vida de las sociedades, ga y materiales con el medio que les permite mantenerse vivos y
sino tambin cmo han afectado las sociedades al funcionamien- reproducirse. Las sociedades humanas hacen lo mismo, aunque
to de la naturaleza. No se trata de explicar los hechos sociales
15
cada una tiene un perfil metablico caracterstico.
nicamente por la influencia de variables ambientales, ni de Una sociedad puede vivir exclusivamente de recursos naturales
explicar el estado actual del medio ambiente recurriendo slo a renovables que extrae de la biosfera. Este metabolismo bsico se
factores sociales. Desde hace miles de aos ambas esferas, la sustenta en la reproduccin natural de los recursos: el aire, el
humana y la natural, coevolucionan indisolublemente unidas. 16
agua y la biomasa vegetal o animal. Para todos ellos existe un
La historia ecolgica parte de varios supuestos interrelaciona- mecanismo de reciclaje que transforma los desechos en materia 87
dos. 17
Considera que los grandes ciclos fsico-biolgicos de la nuevamente utilizable. A lo largo de la historia la mayora de las
naturaleza imponen constricciones y lmites, a veces muy severos, sociedades slo tena este metabolismo. Podan agotar los recur-
a los que las sociedades humanas deben adaptarse. Pero la adap- sos de su medio ambiente si el ritmo de consumo era superior al
tacin puede asumir diversas modalidades, de hecho cada socie- ritmo de reproduccin natural. Por lo tanto, su principal proble-
dad histrica y, ms concretamente, cada sistema socio-econmi- ma ambiental y de sostenibilidad era la escasez de tierra, agua o
co representa una forma de adaptacin. 18
biomasa. Por el contrario, el metabolismo ampliado de las socie-
La produccin es el principal vnculo entre el mbito natural y el dades industriales del presente se sustenta bsicamente en el uso
mbito humano. Para existir cualquier sociedad necesita produ- de recursos no renovables, como los combustibles fsiles (car-
cir diversos tipos de bienes (alimentos, vestido, viviendas, etc.) y bn, petrleo, etc.) que pueden ser explotados a ritmos muy
para producir esos bienes debe usar recursos naturales. Todo pro- superiores a los de su renovacin natural. Esta ampliacin del
ceso productivo conlleva, pues, la apropiacin ms o menos metabolismo, combinada con avances tecnolgicos, resuelve pro-
intensa de uno o varios ecosistemas cuyas estructuras y funciona- visionalmente el problema de la escasez, al menos hasta que se
miento resultan alterados en mayor o menor medida. agoten los yacimientos.
4. LA HISTORIA SIEMPRE HABLA DEL PRESENTE
Histricamente slo ha habido tres perfiles metablicos o regme- mas naturales y de los artificiales (es el problema de la sobreex-
nes social-metablicos bsicos caracterizados por tres flujos de plotacin y el agotamiento de los recursos). Por el contrario,
energa diferentes: el de energa solar no controlada, propio de las desde la perspectiva de las formas de colonizacin, los proble-
sociedades de cazadores-recolectores; el de energa solar controla- mas de sostenibilidad consisten ms all de sus efectos ecol-
da de las sociedades agrcolas; y el rgimen basado en los combus- gicos en que determinados sistemas naturales transformados
tibles fsiles de las sociedades industriales de la actualidad.
20
por el hombre exijan tal cantidad de trabajo y de organizacin
para mantenerse estables que la sociedad, a partir de cierto
momento, no sea capaz de proporcionrselos y se vea desborda-
La colonizacin de la naturaleza da. Es en esta faceta de las relaciones entre la sociedad y el medio
donde debe situarse la cuestin de los llamados desastres natu-
Por otro lado, adems de un metabolismo peculiar, en las rela- rales que, con frecuencia, son menos naturales de lo que se cree
ciones de los seres humanos con la naturaleza encontramos como nos ensea, sin ir ms lejos, la historia de Almera.
siempre una manera particular de manipularla y transformarla
especfica de cada cultura y perodo histrico que tiende a
optimizar su utilidad social. En el caso de sociedades basadas en
CAPTULO 5
El primer milagro almeriense
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
90 qua, salta a Grecia y desde all se extiende por todo el continen- que, en general, los nativos europeos asimilaron con bastante
te siguiendo la costa mediterrnea y el valle del Danubio. rapidez el nuevo modo de vida neoltico y no fueron sustituidos
Saber si fue la agricultura (las especies domesticadas y la tecnolo- por una poblacin extraa. Pero el trigo, la cebada y las ovejas no
ga correspondiente) o fueron los agricultores (una invasin llegaron solos. El 20% restante de nuestra herencia gentica habra
humana) lo que vino a Europa es algo que nunca han podido venido del Suroeste de Asia con los primeros agricultores.3
resolver del todo los arquelogos, porque en este caso, como en En el potente paquete biolgico del neoltico los cereales desem-
tantos otros, un cambio brusco en los artefactos del registro pearon desde el principio el papel principal, seguramente por-
arqueolgico no permite discernir si los indgenas han asimilado que pueden producir mucho ms alimento que los animales
una tecnologa fornea o, simplemente, han sido eliminados y domsticos por unidad de superficie, pero, en conjunto, cereales
sustituidos por los forasteros. Las dos situaciones se han dado en y animales formaban una combinacin muy productiva, variada
la expansin de las distintas revoluciones neolticas por el y segura.4 Con dichas ventajas debemos relacionar la imparable
mundo.2 La arqueogentica, un nuevo y curioso campo cientfi- expansin de la agricultura y la ganadera.
co, puede arrojar algo de luz sobre lo que sucedi. En este aspecto la situacin del Sureste ibrico es especial. Los
Un anlisis gentico de poblaciones actuales de Europa y Oriente agricultores no se dieron ninguna prisa en colonizar una regin
Medio concluye que los europeos somos descendientes, en apro- que, por otra parte, deba de estar prcticamente deshabitada,
ximadamente un 80%, de los primeros humanos modernos que sobre todo en sus tierras bajas, a juzgar por el escaso nmero de
colonizaron el continente durante la ltima glaciacin; es decir, de yacimientos preneolticos localizado en ellas.5 Finalmente se
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
91
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
92
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El crecimiento de la poblacin es una de las primeras y ms inme- A lo largo del IV milenio a.C. los agricultores neolticos ya cons-
diatas consecuencias de la revolucin neoltica. Pero no todo son truyeron aldeas estables en las tierras bajas de Almera (Cuenca
ventajas. El paso a la agricultura y la ganadera tiene sus costes para de Vera, Campo de Njar, Campo de Tabernas y Bajo Andarax). La
los humanos y para la naturaleza. El primer precio que pagan los base de su subsistencia era el cultivo, en secano, de cereales y la
humanos la maldicin de Adn es que deben trabajar mucho cra de ovejas, cabras, cerdos y bvidos. Este perodo es conocido
ms porque los ecosistemas artificiales, los campos de cultivo, slo como neoltico reciente o cultura de Almera y no es ms que
se mantienen estables a base de una constante inversin de traba- la continuacin y consolidacin del proceso iniciado en el V
jo. Y no es slo esto, paradjicamente los agricultores neolticos
10
milenio.14
eran como a veces se observa en los yacimientos arqueolgicos Hasta aqu aparte del probable retraso nada especialmente
ms pequeos y enclenques, estaban peor alimentados, sufran destacable ni distinto de lo que haba pasado en otras zonas. Pero
ms enfermedades y moran antes que sus antepasados cazadores. 11
a partir de aqu los cambios son espectaculares. El incremento de
Lo que parece haber sucedido es que, a muy largo plazo, la pobla- la complejidad cultural entre el 3000 y el 2000 a.C. en el Sures-
cin creca ms deprisa que la produccin de alimentos. Gracias te de la Pennsula Ibrica afirma Robert Chapman apenas
a la agricultura y la ganadera haba ms comida que permita ali- posee paralelos en el Mediterrneo occidental, e incluso en la
mentar a ms gente que necesitaba ms comida. La revolucin Europa occidental.15 Estas sociedades ms complejas que cual-
neoltica puso as en marcha un proceso de retroalimentacin quier otra cosa que hubiera existido antes en esta parte del plane- 95
positiva que haca necesario ocupar nuevas tierras en una especie ta son la cultura de Los Millares y la cultura de El Argar.
de continua huida hacia adelante y, ms tarde, ni siquiera esto A primera vista su aparicin es sorprendente porque se produce
sera suficiente, habra que intensificar la produccin. De otra en una de las regiones menos adecuadas de Europa para una agri-
manera no se entiende la rpida y total colonizacin de Europa cultura primitiva, y a contracorriente del cambio climtico que
por los agricultores. estaba incrementando inexorablemente la aridez del territorio
El proceso comienza entre el VII y el V milenios a. C. junto a los ros, desde comienzos del IV milenio a.C. Es el primer milagro alme-
en los suelos ms ligeros, frtiles y fciles de cultivar con utensilios riense (esta expresin, el milagro almeriense, comenz a usarse
de madera y piedra, para pasar poco a poco a tierras menos produc- a principios de los aos 80 del siglo XX para definir el espectacu-
tivas y ms difciles de trabajar. Entre el V y el IV milenios a.C. lar y atpico crecimiento econmico de la desrtica provincia de
aumenta el nmero y el tamao de los poblados y los agricultores Almera, que la hizo pasar de ser una de las cuatro ms deprimi-
se extienden hacia todos los lugares disponibles, incluidas las islas das econmicamente de Espaa, en 1960, a la ms rica del sur
(Malta, Mallorca, etc.) y otras reas perifricas, secundarias o mar- peninsular en menos de dos dcadas).
ginales del continente, como sera la nuestra. La expansin de la
12
Desde su descubrimiento, a finales del siglo XIX por los herma-
agricultura se habra desarrollado, pues, en trminos de minimiza- nos Siret, las culturas de Los Millares y El Argar han sido objeto
cin de esfuerzos y riesgos, dejando para el final la ocupacin de de una enorme cantidad de trabajo arqueolgico que se ha incre-
entornos que requeran mayor inversin tecnolgica y de trabajo. 13
mentado notablemente desde los aos 70 del siglo XX. Ningn
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
otro perodo de la historia de Almera ha recibido tanta atencin los arquelogos cuando hablan de complejidad cultural o
ni tanta inversin de recursos por parte de investigadores e insti- complejidad social. Para que sta surja es necesario, pues, inten-
tuciones cientficas (espaolas y extranjeras). sificar la produccin de alimentos por medio de algn tipo de
innovacin tecnolgica y/o invirtiendo mucho ms trabajo.
A finales del IV milenio a.C. comienza una poca de cambios La incursin por el Nilo y dems grandes ros de Oriente Medio
importantes en todas las sociedades herederas de la primera revolu- nos conducir finalmente de vuelta al Andarax, porque su objeti-
cin neoltica. Hacia el 3000 a.C. Oriente Medio da un paso crucial vo ha sido el de ayudarnos a entender con ejemplos muy cono-
que lo situar por delante de Europa durante mucho tiempo. Nos cidos a qu diablos se refieren los arquelogos cuando hablan
referimos, naturalmente, al surgimiento de las primeras socieda- de la aparicin de la complejidad en las culturas de Los Milla-
des complejas, las primeras civilizaciones que ha conocido la res y El Argar.
humanidad: la civilizacin sumeria en Mesopotamia (el actual Irak, El continente europeo, que qued retrasado, no conoci, de
o lo que queda de l) y la civilizacin del Egipto faranico. momento, nada parecido a las grandes civilizaciones de Oriente
El proceso de aridificacin del que venimos hablando cuyas Medio, aunque desde el 3000 a.C. tambin experiment cambios
consecuencias fueron all mucho ms radicales que en Europa importantes bajo los cuales son perceptibles incipientes procesos
habra contribuido, de algn modo, a preparar las condiciones de intensificacin en la agricultura.16 A principios de esta etapa la
96 para el surgimiento de la civilizacin en regiones que pronto ser- organizacin socioeconmica de Europa mostraba gran uniformi-
an estriles desiertos. El azar quiso que estas regiones estuvieran dad. Pero a lo largo del III milenio se detectan divergencias cada
recorridas por grandes ros nacidos muy lejos de ellas, el Nilo, el vez ms acusadas entre el Mediterrneo y el resto del continente.17
Tigris y el Eufrates. En sus orillas en la delgada franja de tierra Y en el Mediterrneo son dos pequeas, ridas y montaosas regio-
frtil entre los cauces fluviales y el desierto se fue acumulando nes, el Egeo griego y el Sureste de la Pennsula Ibrica, las pioneras
la poblacin. en iniciar el ascenso por la senda que conduce a la civilizacin.
Aquellos ros contribuyeron al desarrollo de una agricultura
intensiva de regado que aliment grandes concentraciones El primero de la clase
humanas, adems de producir los excedentes que estn en la base
de cualquier forma de complejidad social. El excedente del que En algn momento del III milenio a.C. Almera es la primera
se apropia una lite o grupo dominante mantiene a especialis- zona de la Pennsula Ibrica y una de las primeras de Europa
tas a tiempo completo y hace posible la aparicin de jerarquas donde se constata la aparicin de una nueva tecnologa que con
sociales y del estado (con sus burcratas, funcionarios, guerreros el tiempo tendra consecuencias transcendentales: la metalurgia,
y jefes) como mecanismo centralizado de control y organizacin concretamente la metalurgia del cobre, por lo que este perodo
de la sociedad en su conjunto. ser denominado edad del cobre o calcoltico. El desarrollo de la
Todo esto (intensificacin, excedente econmico, especializacin nueva tecnologa marca el inicio de la cultura de Los Millares
del trabajo, jerarquizacin social, etc.) es lo que tienen en mente (aproximadamente 3000-2300 a.C.), llamada as a partir del
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
5.3 Puerta de acceso al poblado en la muralla exterior de Los Millares. (30 de diciembre de 2004)
97
nombre de su principal yacimiento arqueolgico, situado apenas el recinto aadiendo una nueva muralla exterior de 310 metros,
a 10 kilmetros de la ciudad de Almera.18 La cultura de los Milla- la ms larga construida en la Europa de aquella poca. La cuarta
res se extender por toda nuestra provincia, el sur de Murcia y el muralla presenta a intervalos torres semicirculares o bastiones y
este de la provincia de Granada, abarcando unos 20.000 kilme- dos puertas, una de ellas muy elaborada y de carcter monumen-
tros cuadrados y la mayor parte del Sureste espaol. 19
tal. Este impresionante sistema defensivo fue completado con
una serie de fortines, igual de impresionantes de los que se han
Los Millares es el poblado ms importante del calcoltico euro- encontrado 10 hasta ahora ubicados alrededor del poblado
peo, tanto por su tamao como por la relevancia de los restos que sobre colinas o montculos.20
han sido hallados en el mismo. Se encuentra sobre un espoln La necrpolis est formada por casi un centenar de grandes tum-
amesetado al pie de la sierra de Gdor, en la confluencia del ro bas colectivas. En su momento de mayor apogeo Los Millares
Andarax y la rambla de Huchar (en el trmino municipal de pudo tener cerca de 2.000 habitantes, lo que lo converta tambin
Santa Fe de Mondjar). El paisaje circundante es el tpico paisaje en el mayor ncleo de poblacin de Europa occidental.
semidesrtico de las tierras bajas almerienses, pero las grandes Con la cultura de los Millares asistimos a la ocupacin lineal,
moles de la sierra de Gdor y sierra Nevada estn a dos pasos. continua y masiva de las orillas de ros y grandes ramblas de
Desde sus comienzos el asentamiento cont con tres lneas de Almera por cientos de poblados que se establecen siguiendo un
murallas. El crecimiento de la poblacin hizo necesario ampliar patrn caracterstico en acantilados o cerros amesetados sobre los
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
98
sos instrumentos, adornos y objetos rituales. Por lo que se refie- interna o, al menos, a la aparicin de diferencias de prestigio y
re a la metalurgia, considerada exclusivamente en su aspecto tc- poder entre los diferentes linajes. Las inferencias que se han rea-
nico, es un avance decisivo, pero si la integramos en la sociedad lizado al respecto proceden de las sepulturas.
su importancia es ms relativa porque la mayora de las herra- Lo nico claro es que todo el mundo no tena derecho a ser ente-
mientas de trabajo sigui siendo de piedra o hueso, con lo que rrado en las grandes tumbas monumentales y que haba diferen-
el impacto econmico del metal en la produccin fue menor. 25
cias entre stas. Las mayores contienen ms objetos de presti-
La caza y la recoleccin de frutos silvestres continuaban como gio: cermica fina, instrumentos metlicos, azabache, rocas
mero complemento de las actividades agrcolas y ganaderas. As, volcnicas y cosas extraas como huevos de avestruz decorados y
por ejemplo, se sabe que los millricos recolectaban y consum- objetos tallados en marfil (procedentes, en ambos casos, de Afri-
an los frutos del acebuche, pero no parece que descubrieran la ca), as como mbar, llegado, quiz, desde el norte de Europa.26
manera de domesticarlo y transformarlo en un verdadero olivo. En relacin, precisamente, con los bienes suntuarios se ha sugeri-
En principio la sociedad de Los Millares sera relativamente igua- do que la pequea constelacin de asentamientos descubierta en
litaria y estara organizada en clanes, linajes o grupos familiares Cabo de Gata tendra una funcin subsididaria del gran pobla-
extensos (las tumbas colectivas corresponderan a los distintos do de Los Millares consistente en la bsqueda de los minerales
clanes). Pero los arquelogos han detectado un proceso de metlicos, las rocas volcnicas y las piedras raras que abundan
100 diversificacin y diferenciacin social que ira afianzndose y en la zona. Por eso estos poblados habran desaparecido cuando
dara origen con el tiempo a alguna forma de jerarquizacin lo hizo el centro principal.27
5.6 Reconstruccin de un enterramiento de la cultura de Los Millares (realizado por la Fundacin La Caixa)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
PERO ENTONCES
ESTO YA ERA AS?
(El medio natural de Almera
hace 4.500 aos)
Hace un par de aos estbamos junto a una de las grandes tum- excavaciones y los proyectos de investigacin desarrollados en
bas de Los Millares intentando explicarle a un amigo ingls la torno a ambas culturas. Para conseguir esas evidencias varios
importancia de este yacimiento en la arqueologa europea (y, equipos espaoles e internacionales de arquelogos han desple-
tambin, de paso, que Stonehenge no es el centro del universo) gado una apabullante batera de tcnicas muy sofisticadas y
cuando, de pronto, puso cara de extraeza, seal con la mano al complejas que ha proporcionado valiosa informacin, aunque
paisaje que se divisa desde el poblado y dijo: pero entonces no exenta de ambigedades y sujeta, por tanto, a la interpreta-
esto ya era as? El desconcierto de nuestro amigo y el de cin y la controversia.
muchas otras personas antes que l podra formularse de mane- Algunas tumbas de Los Millares estuvieron hermticamente 101
ra un poco ms elaborada del siguiente modo: cmo pudieron cerradas durante ms de 4.000 aos hasta que los investigadores
surgir en un medio natural semidesrtico, como el de la Almera dieron con ellas. En los aos 60 del siglo XX uno de estos inves-
actual, algunas de las sociedades ms complejas y avanzadas de tigadores, Kubiena, pens que las sepulturas habran preservado
la prehistoria reciente de Europa? intacto el suelo sobre el que fueron construidas, es decir, en las
La misma pregunta, que ha abierto un animado debate, se la han mismas condiciones naturales en que estaba antes de que lo
hecho varias generaciones de arquelogos. El debate se ha centra- cubriera la construccin. Una vez que el ltimo cadver fue depo-
do en torno a dos cuestiones muy relacionadas: cmo era el sitado en la cmara mortuoria y se cerr por ltima vez la puerta
medio natural de Almera entre el III y el II milenio a.C? y tuvo que conduce a la salida ningn cambio climtico posterior habra
algo que ver, en algn sentido, el medio ambiente con la apari- podido alterar sensiblemente el suelo.
cin de Los Millares y El Argar? El estudio que hizo Kubiena de un suelo fosilizado de xerorend-
Estas cuestiones han llegado a adquirir gran relevancia porque, sina y de otras formaciones edafolgicas en tumbas tumulares se
entre otras cosas, dependiendo de qu medio ambiente imagine- basaba en la idea de que las condiciones climticas influyen deci-
mos determinadas hiptesis que intentan explicar la aparicin sivamente en las caractersticas de los suelos. Estos no son iguales
de la complejidad social en el Sureste tienen ms sentido que en un clima rido que en uno con abundantes precipitaciones. Su
otras. Se entiende as que la bsqueda de evidencias sobre el anlisis, por tanto, podra ayudar a desvelar el misterio que
medio natural haya ocupado un lugar tan importante en las envuelve al clima en la poca de Los Millares. La principal con-
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
clusin a la que lleg fue que la aridez caracterstica de nuestros Millares fueron encontrados restos de oso pardo, corzo y lince
das es idntica a la del III milenio a.C. Los suelos bajo las tum- entre otras especies estrictamente forestales y hasta de castores
bas se haban formado en un clima rido o semirido. Pero 28
y nutrias. Incluso en el yacimiento de Terrera Ventura, junto al
investigaciones posteriores, basadas en los restos seos de anima- desierto de Tabernas, aparecieron restos de oso, corzo, lince, gato
les, parecan desmentir esta conclusin. monts, ciervo, cabra monts y uro, entre otros.29
El uro enorme antepasado salvaje del toro actual deba ser un
Osos, linces, corzos, castores? animal impresionante, de 1,80 o 2 metros de altura en la cruz y
Los extraos bichos de Los Millares unos 800 kilos de peso. Algunas de sus caractersticas ms genui-
nas todava se manifiestan en el toro de lidia, de manera especial
Dejando de lado las especies domsticas casi todas ellas impor- en los ejemplares de pelo rojizo y cuernos de puntas negras. El
tadas, en ltimo extremo, de Oriente Medio se supone que los ltimo uro que quedaba en Europa fue capturado en Masuria
restos seos de animales salvajes hallados en poblados neolti- (Polonia) en 1627. 30
cos y posteriores pueden decirnos algo sobre la ecologa de una La presencia de especies de los bosques y los ros en los yacimien-
zona hace miles de aos (como vimos en el caso de la cueva de tos llev a ms de un investigador a la conviccin de que el clima
Ambrosio). del Sureste en el III milenio a.C. tena que haber sido mucho ms
102 Si en un yacimiento arqueolgico encontramos los huesos de lluvioso que el de hoy y, consiguientemente, la cubierta vegetal del
osos pardos, linces y corzos podemos elaborar la hiptesis de territorio ms densa y boscosa. Otros animales, menos espectacu-
que habra bosques muy extensos y poco alterados porque se es lares, como el conejo, el ciervo o el caballo (por no mencionar
el tipo de ecosistemas en el que viven actualmente tales anima- jabales, lobos, perdices, etc., que tambin aparecen en mayor o
les. Este es el principio de actualidad, por el que se presume menor proporcin) no se tuvieron tan en cuenta a la hora de hacer
que el comportamiento, el hbitat y el ecosistema caractersticos hiptesis sobre la ecologa de la poca. Adems, ciertos restos fue-
de una determinada especie animal en el pasado seran simila- ron encontrados en contextos muy especiales por ejemplo, en el
res a los actuales. Nuestra confianza en el principio de actuali- interior de tumbas y asociados a banquetes o ritos funerarios y
dad aplicable tambin, con todas las precauciones debidas, a esto debera haber propiciado mnimas cautelas (se servan los
las especies vegetales debera ser mayor cuanto ms prximos a mens habituales en los banquetes funerarios o se preparaban ali-
nuestro propio tiempo estn los restos en cuestin. mentos especiales para una ocasin tambin especial?).31
A una idea tan razonable y esencialmente correcta se le pue- Es verdad que en los aos 70 y 80 an no se haba efectuado la
den plantear, no obstante, objeciones, porque quiz ciertas plan- mayor parte de los estudios polnicos que reseamos en el cap-
tas silvestres y ciertos animales salvajes no vivan hoy exactamen- tulo 3, de manera que no haba muchas evidencias de otro tipo
te donde a ellos les gustara vivir, sino donde les permitimos que con las que establecer comparaciones. A pesar de ello, algunas
lo hagan. Hecha esta salvedad, digamos que en los yacimientos interpretaciones de la fauna de los Millares fueron, cuando
arqueolgicos del neoltico almeriense y de la cultura de Los menos, apresuradas. As se interpret como estrictamente foresta-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
les especies que, en realidad, son ubiquistas (el ciervo o el jaba- Tampoco deberamos esperar que todos ellos estn igual de bien
l); o no se repar en el aplastante peso numrico de los restos de representados en los yacimientos.
especies que viven en espacios ms o menos abiertos (maquias, En definitiva, partiendo slo de los restos seos animales no es
matorrales o estepa) y no en bosques. posible hacer inferencias completamente precisas y fiables sobre
Ahora bien, la abundancia o escasez de determinados animales el clima o sobre el medio ambiente. Y si se pudiera hacer alguna,
o plantas en los yacimientos arqueolgicos no debe interpretar- apuntara ms bien hacia el predominio de un clima y un medio
se siempre y necesariamente como signo de abundancia o esca- semiridos. Las conclusiones que, razonablemente, se despren-
sez de los mismos en la naturaleza. El cazador de las sociedades den de los estudios faunsticos efectuados en yacimientos del III
primitivas, como el recolector de frutos silvestres o lea, selec- y II milenio a.C. en el Sureste seran stas:33
ciona las especies que caza o recolecta en funcin de diversos cri-
terios pragmticos y culturales. Entre los de carcter prctico el
de eficiencia energtica es de suprema importancia, porque la
principal limitacin de las sociedades preindustriales es la esca-
sez de energa. Si la captura o recoleccin de determinada espe-
cie conlleva habitualmente un gasto energtico (un esfuerzo)
superior a la energa que proporciona el consumo de dicha espe- 103
cie, sta se quedar en el campo no importa lo abundante que
sea.32 El criterio energtico garantiza que, en condiciones norma-
les, los cazadores encontraran la mayor parte de sus presas rela-
tivamente cerca de los asentamientos.
1)Las especies indicadoras de espacios abiertos e incluso estepa- modernos como zebra y encebro). Es este animal el asno salvaje
rios son el doble que las estrictamente forestales; de los yacimientos arqueolgicos?
2)Los restos de especies estrictamente forestales son, numrica- La gente de la edad media y del siglo XVI no confunda encebras
mente, escasos; y burros. Es dudoso, adems, que haya habido en ninguna
3)Las muestras nmericamente ms importantes corresponden a poca asnos salvajes en la Pennsula Ibrica o en Europa (al
mamferos de ambientes abiertos, como el conejo, o a ubiquistas parecer el verdadero burro tiene su origen en algn lugar de Afri-
como el jabal y el ciervo; ca oriental y lleg a Europa ya domesticado). De momento tan
4)Los restos de especies acuticas, como castores, nutrias y gal- slo diremos que nuestra encebra al contrario que el asno era
pagos son escassimos, han aparecido en muy pocos lugares y, absolutamente indomesticable y constitua una pieza de caza
sencillamente, reflejaran la presencia cercana de algn humedal, como cualquier otra.
laguna o arroyo;
5)Los mamferos ms cazados eran el ciervo, la cabra monts y el Cuando el Andarax era un ro de verdad
caballo, entre los grandes; y el conejo entre los de pequeo tamao.
Las evidencias proporcionadas por los restos faunsticos son un
De las 22 especies de mamferos encontradas en los yacimientos poco ambiguas, pero afortunadamente contamos con otras obte-
104 arqueolgicos desde el neoltico al Argar, 13 siguen existiendo en nidas a partir de tcnicas y mtodos diferentes. El estudio de los
la Almera actual. Las nueve que han desaparecido (entre ellas, moluscos de agua dulce y salobre, enterrados bajo metros de
por cierto, casi todas las forestales) son, justamente, las que ms sedimentos en las desembocaduras de nuestros ros, ha revelado
nos sorprenden y las que ms estimulan nuestra imaginacin: el que stos todava llevaban agua de manera continua en el III
uro, el oso, el corzo, el caballo, el lince, el lobo, la nutria, el cas- milenio a.C.35 Tal cosa slo tendra sentido con precipitaciones
tor y un quido al que los arquelogos han etiquetado como mayores y ms regulares que las de hoy.
asno salvaje. 34
Recordemos que la hiptesis de un clima con mayores precipitacio-
El asno de esta triste lista puede que, despus de todo, no fuera un nes durante el ptimo climtico tambin se derivaba de los anli-
verdadero asno (aunque s un quido emparentado con caballos, sis palinolgicos (la coincidencia entre fuentes de informacin dife-
burros y cebras), sino una especie diferente y ya desaparecida, rentes siempre resulta muy gratificante). Recordemos, igualmente,
quiz Equus hydruntinus. que a partir de los estudios del polen pareca perfilarse en Almera
En Almera y en todo el Sureste existi un misterioso quido sal- un escenario natural de bosques mediterrneos, atlnticos y pinares,
vaje que sigui viviendo, por lo menos, hasta los tiempos de Cer- bsicamente en las montaas; y una densa maquia de acebuches,
vantes, si se nos permite que usemos de nuevo el nombre del lentiscos y coscojas en tierras bajas y llanuras costeras. Este escenario
escritor como referencia cronolgica. Y, esta vez, con todo mere- se habra mantenido aproximadamente hasta mediados del III mile-
cimiento, porque el animal es mencionado en El Quijote. Es la nio a.C., aunque desde el IV milenio los espectros polnicos delatan
encebra (tambin aparece en los documentos medievales y una creciente tendencia a la aridificacin en toda la provincia.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
La palinologa no es la nica fuente de informacin sobre la del siglo XX, con densidades de poblacin incomparablemente
cubierta vegetal del pasado, tambn est la antracologa (el estu- mayores que las de cualquier perodo de la prehistoria y, por
dio de los carbones, producidos por la combustin de especies tanto, con un consumo domstico de combustible tambin
vegetales, que se han conservado en los yacimientos arqueolgi- incomparablemente mayor.
cos). La mayor parte de estos carbones procedera de la lea usada Los habitantes de Los Millares o El Argar no tendran que hacer
para cocinar y calentar las casas, pero tambin de incendios fortui- recorridos tan largos como los que hacan nuestros abuelos. Y si
tos o intencionados. Las maderas empleadas como material de fuera as los carbones reflejaran, esencialmente, aspectos impor-
construccin y las que formaban parte de diversas herramientas tantes de los ecosistemas que existan alrededor de los poblados.
(astiles de azadas y hachas, lanzas, etc.) una vez deterioradas por Otros ecosistemas y medios naturales ms alejados pueden estar
el uso tambin terminaran sus das en los fuegos domsticos. poco representados en el registro antracolgico (el criterio de efi-
Las mismas reservas y las mismas consideraciones que hicimos ciencia energtica tambin cuenta para la lea). En pocas muy
respecto de los restos faunsticos son vlidas para los restos vege- posteriores la gente de Almera hizo esfuerzos extraordinarios
tales: fueron seleccionados intencionadamente por el hombre en para conseguir, en las cumbres de las sierras, la excelente madera
funcin de diversos criterios. Nos ensean cosas muy interesan- de algunos rboles de alta montaa. Pero esto suceda en conta-
tes sobre la vegetacin, pero, quiz, no lo enseen todo. Una pre- das ocasiones, cuando haba que construir una mezquita, una
gunta pertinente en este sentido sera: dnde encontraba la iglesia o confeccionar una herramienta muy especial. 105
gente la lea?, en las inmediaciones de los poblados o tena que
ir muy lejos a buscarla? La cuestin tiene su importancia porque En el yacimiento de Los Millares se han analizado 5.875 frag-
los estudios antracolgicos que enseguida comentaremos se han mentos de carbn procedentes de distintos sectores del yaci-
realizado en comarcas ridas de Almera. Si la gente encontraba miento y de distintos momentos (inicial, medio y final) de la
habitualmente la lea en el entorno inmediato de los poblados historia del poblado.36 Los carbones de especies como el aliso y
los carbones podran iluminar la historia de los ecosistemas ms el sauce que necesitan suelos permanentemente hmedos y no
singulares de nuestra provincia. soportan la sequa estival parecen avalar de nuevo la idea de
Las encuestas que hemos hecho a personas de edad avanzada que que el Andarax era un verdadero ro. Alisos, sauces, fresnos, la-
vivieron en el medio rural almeriense antes de la llegada a los mos, sacos y tarays formaran en sus orillas una ripisilva, un
pueblos de la electricidad y el butano nos indican que entre 10 bosque-galera.
y 20 kilmetros (trayectos, de ida y vuelta, de dos y cuatro horas Los estudios efectuados en el pasillo de Tabernas y en el Bajo
respectivamente) era la mxima distancia que caminaban, nor- Almanzora confirman que los dems ros e incluso grandes ram-
malmente, para buscar combustible vegetal. La lea se haba blas de la provincia tamben estaran flanqueados en la misma
vuelto un bien muy escaso y conseguirla representaba una tarea poca por este tipo de vegetacin. Hoy algo parecido slo lo
agotadora y motivo frecuente de conflictos entre individuos y encontraremos en arroyos y barrancos hmedos de las sierras. Son
municipios vecinos. Se trataba de una poca, la primera mitad las islas centroeuropeas de las que hablamos en el captulo 2.
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
No obstante, en Los Millares la especie ms utilizada como com- la antracologa como de la palinologa. En la maquia y en el mato-
bustible fue, con gran diferencia, el acebuche, en todos los secto- rral podemos ubicar conejos, ciervos, jabales y caballos, los ani-
res y en todas las pocas de la historia del yacimiento. A conti- males que ms cazaban los millricos.
nuacin iran diversos arbustos, como tarays, cornicabras, La sierra de Gdor hoy casi completamente deforestada presen-
leguminosas arbustivas, jaras y romeros. En tercer lugar estaran tara desde la base hasta las cumbres un escalonamiento de distin-
el lamo que ocup un puesto muy importante hasta el pero- tas formaciones forestales: pinares de pino carrasco en las zonas
do de mximo apogeo del poblado para empezar a decaer a con- ms secas y de pino resinero a mayor altura y en las umbras; bos-
tinuacin el lentisco y el sauce. En proporciones menores se usa- ques de encinas y de pinos de alta montaa (el laricio y/o el sil-
ron encinas, coscojas y tres o cuatro especies de pinos: carrasco, vestre), as como otros rboles con mayores requerimientos hdri-
laricio o silvestre (no siempre es posible distinguir los carbones de cos o que no soportan temperaturas elevadas (ceres, quejigos,
ambas especies) y pinaster. Otras muchas fueron empleadas, aun- etc.). No debe ser casual que todas estas especies estn ms repre-
que en muy bajas proporciones (por ejemplo, el madroo, el que- sentadas en los carbones del fortn n 1 encaramado ya a cierta
jigo, el alcornoque, etc.). Pertrechados con todas las evidencias altura en la ladera de la montaa que en el poblado, situado a
disponibles podemos aventurar una reconstruccin de los hipot- menor altitud. En los bosques y roquedos de la sierra de Gdor y
ticos ecosistemas y del clima de Los Millares en el III milenio a.C. sierra Nevada podran vivir la cabra monts, ubiquistas como el
106 La ripisilva y los moluscos nos dejan albergar pocas dudas sobre ciervo o el jabal y todos los animales estrictamente forestales,
el hecho de que el Andarax llevaba permanentemente agua. Por como el oso, el corzo y el lince.
tanto, el clima, en efecto, sera ms lluvioso que hoy y seguramen- La considerable diferencia existente entre las especies del fortn n 1
te las precipitaciones se presentaran de manera ms regular. En y las del poblado de Los Millares siendo muy corta la distancia que
un ro con agua constante tendran sentido los restos encontrados los separa nos confirma en la idea de que la gente consegua la
en el poblado de patos, galpagos, ratas de agua y peces. mayor parte de la lea cerca de casa. Si el poblado estuviera a mayor
Sin embargo, la vegetacin ms abundante en los alrededores del altitud probablemente los ecosistemas forestales apareceran mejor
asentamiento sera una maquia mediterrnea formada por acebu- representados en el registro antracolgico y faunstico, mientras que
ches, lentiscos, coscojas, romeros, etc., la misma vegetacin que la maquia y el matorral con su fauna se desdibujaran un tanto.
los palinlogos imaginan para las tierras bajas de Almera duran- La investigadora que ha realizado el principal estudio sobre los
te el ptimo climtico (nueva y satisfactoria coincidencia). El pre- carbones de Los Millares, Rodrguez Ariza, detecta cambios muy
dominio de este tipo de vegetacin termfila, esclerfila y de importantes durante el ltimo perodo de existencia del asenta-
bajos requerimientos hdricos sugiere que aunque el clima fuera miento. El ms notable es la desaparicin o drstica reduccin
ms hmedo no lo sera mucho ms que ahora y que las tempe- de las especies que formaban el bosque-galera junto al Andarax.
raturas podran ser similares a las del presente o un poco ms ele- Los carbones de alisos y fresnos, los rboles ms vinculados al
vadas. En resumen, un clima ya semirido en el entorno inmedia- agua, desaparecen por completo y los del lamo disminuyen sen-
to de Los Millares es la conclusin que se puede extraer tanto de siblemente. Pero tambin hay cambios en la maquia y el matorral.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
5.8 El ro Andarax en las proximidades de Los Millares. Al fondo se ve el Montenegro, en el extremo oriental de Sierra Nevada (30 de diciembre del 2004)
107
Jaras, brezos y romeros desaparecen. Lentiscos y leguminosas polnicos indican que la vegetacin de las llanuras costeras y no
arbustivas disminuyen. Por el contrario, se observa un notable slo all, tambin en las montaas prximas al mar estaba expe-
aumento del carbn de acebuche, que probablemente fuera ms rimentando una brusca alteracin. Los palinlogos no han
explotado para compensar la prdida de otras especies. No hay encontrado polen de cereales ni de ninguna especie cultivada
alteraciones en el porcentaje de los rboles que suponemos proce- (que delatara la proximidad del hombre a los humedales del
dentes de la sierra (encina, pino laricio o silvestre, quejigo, etc.). 37
litoral y podra hacernos sospechar sobre su responsabilidad en
el fenmeno) y prefieren creer que todo obedece a un proceso
Qu estaba pasando? Aqu a los investigadores se les plantea el natural de cambio climtico generalizado en el Mediterrneo.
mismo dilema que en toda Europa a partir del neoltico: es dif-
cil decidir si las transformaciones detectadas en el medio ambien- Desde el neoltico hasta el perodo romano el Bajo Almanzora (la
te han sido provocadas por causas naturales o por las actividades Cuenca de Vera) cuenta con la mejor y ms larga secuencia antra-
humanas. Rodrguez Ariza se inclina por una combinacin de las colgica de toda la Pennsula Ibrica.38 Las muestras de carbones,
dos opciones. Puede ser, pero por la misma poca los anlisis adems, proceden de varios yacimientos arqueolgicos. En conjun-
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
to cuentan, ms o menos, la misma historia que las obtenidas en El violento final de la cultura de
el poblado de los Millares, al otro lado de la provincia. Durante el Los Millares... y de Troya
III milenio a.C. rboles como el lentisco, el acebuche y la coscoja,
acompaados de diversas especies arbustivas, formaran densas En los ltimos momentos de la cultura de Los Millares se produ-
maquias en las tierras bajas; en stas podra haber tambin bosques cen alteraciones importantes que delatan una situacin de con-
o bosquetes del resistente pino carrasco. flictos, violencia e inseguridad crecientes. Los poblados refuerzan
Las elevaciones que rodean la Cuenca de Vera no son tan altas sus murallas, que son dotadas de accesos ms complejos. Hay
(ninguna llega a los 1.000 metros) ni tan grandes como la sierra mayor presencia de armas (cuchillos, puntas de lanza, flechas,
de Gdor o sierra Nevada, pero tambin contaran con vegetacin brazaletes de arquero) y el metal es usado ms que nunca en la
forestal, bsicamente bosques de pinos. Las orillas del Almanzo- elaboracin de las mismas.
ra y dems ros de la comarca habran estado cubiertas por el Tambin deba de estar producindose algn cambio social signi-
mismo tipo de bosque-galera que exista en el Andarax hasta ficativo, como se deduce de las modificaciones observadas en la
algn momento entre el 2300 y el 2200 a.C. Es decir, la desapa- estructura de las tumbas.40 Estas modificaciones sugieren un
ricin de la ripisilva se habra producido, aproximadamente y incremento de la desigualdad en el interior de los linajes tribales,
salvo alguna excepcin, a la vez en todas las tierras bajas de la el forcejeo de un segmento de la sociedad por desprenderse de las
disponibles y de la vegetacin espontnea.42 Estaramos, por cida de la edad del bronce, la cultura de El Argar (2375-1500 a.C.),
tanto, ante una tpica situacin malthusiana. denominada as por el nombre de su primer yacimiento.43
Los problemas podran haber sido provocados o agudizados por Los grandes poblados argricos no fueron construidos, por lo
la crisis de aridez que, indudablemente, se produjo a mediados general, en el fondo de los valles, ni junto a los cursos fluviales
del III milenio con independencia de la intensidad que tuviera. como en el perodo anterior sino en las estribaciones y rebor-
Tanto si los millricos haban desarrollado sistemas de riego des montaosos de las sierras. Su estructura y disposicin sobre
como si no, una reduccin sensible de las precipitaciones y con- el terreno recuerdan las de los pueblos alpujarreos actuales.
siguientemente del caudal de los ros y de la humedad en sus ori- Las casas que suelen ser de muros rectos se levantan sobre
llas dara lugar a una cada paralela de los rendimientos de la terrazas adaptadas a las curvas de nivel, dejando calles o espacios
tierra cultivada y de la productividad de los ecosistemas natura- libres entre ellas. El interior de las viviendas aparece, en ocasio-
les. Llegados a este punto el conflicto entre poblados vecinos y nes, compartimentado en varias estancias dedicadas a funciones
entre distintos grupos sociales emergentes compitiendo todos diferentes: almacn, taller, cocina, zonas de descanso, etc. El
por el control de recursos cada vez ms escasos desencadenara patrn de asentamiento argrico es ms complejo que el del cal-
un estado de violencia generalizada que habra terminado con la coltico porque, adems de los grandes poblados de altura, haba
destruccin de aquella sociedad. La reconstruccin comenzara otros menores, peor conocidos, dependientes o subordinados de
enseguida, pero sobre bases completamente diferentes. algn modo a los de mayor tamao.44 109
Frente a la sensacin de relativo igualitarismo que transmiten las
Subiendo por la espiral de la tumbas colectivas de Los Millares, las del Argar reflejan la existen-
cia de una sociedad jerarquizada y dirigida por un grupo domi-
complejidad
nante que prefiere y ha impuesto el enterramiento individual.
Guerreros con espadas y mujeres con Este permite expresar mejor las diferencias de estatus, poder y
riqueza.
diademas de plata
En realidad hay varios modelos de enterramiento que, salvo
A finales del siglo XIX los hermanos Siret descubrieron en un excepciones (algunas sepulturas con dos o tres personas), son
lugar llamado El Argar, en la Cuenca de Vera, ms de 1.000 sepul- individuales y se encuentran dentro del poblado, a veces, bajo el
turas muy peculiares. Pronto comprobaron all, y en otros sitios suelo de la misma casa donde haba vivido el difunto. 45
El ms
de Almera, que estas sepulturas estaban asociadas a cermicas, curioso consiste en una gran tinaja de barro en la que era intro-
herramientas, armas, viviendas y poblados que no se parecan en ducido el cadver, en forzada posicin fetal y empaquetado como
nada a los que haban sido caractersticos de la cultura de Los un caramelo (la momificacin natural de un par de individuos
Millares. El patrn de asentamiento de los nuevos poblados tam- un adulto joven y un nio, probablemente padre e hijo en una
bin era diferente. Acababan de descubrir una sociedad descono- sepultura argrica encontrada recientemente nos deja ver a unos
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
110
111
5.11 Espadas, hachas, cuchillos y alabardas de una sepultura de El Argar. 5.12 Objetos de una sepultura del poblado argrico de Fuente lamo.
Dibujo de Luis Siret. Dibujo de Luis Siret.
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
tipos de aspecto mediterrneo vestidos con ropas de lino; el adul- dentes, porque la irregularidad de las precipitaciones garantizaba
to exhiba barba, largusima melena y trenzas). que habra aos sin cosecha en los que la superviviencia depen-
El estudio de los ajuares depositados junto a los cadveres ha per- dera de las reservas acumuladas en temporadas anteriores. Pero
mitido identificar la existencia de varios grupos sociales, as como tambin deberamos tener presente que, desde que aparecen las
una tendencia a la acentuacin de las diferencias de poder y rique- jerarquas, los grupos dominantes son un estmulo para aumen-
za a lo largo de los casi 800 aos que dur la cultura argrica. 46
tar la produccin tan poderoso como el crecimiento demogrfi-
Los varones del grupo dominante conservan en sus tumbas las co, el cambio climtico o cualquier otro.
herramientas que les haban servido en vida para mantener su Los argricos consiguieron salir de las orillas de los ros y ramblas
posicin: espadas, puales y alabardas. Las armas metlicas, donde se encontraban los mejores suelos y los ms fciles de cul-
mucho ms abundantes, eficaces e impresionantes que las del tivar, pero tambin los ms escasos para empezar a explotar nue-
calcoltico, se han convertido en monopolio de unos pocos. 47
vos espacios y ecosistemas: llanuras, semillanuras y laderas inter-
Las mujeres de ese grupo podan irse al otro mundo tocadas con fluviales poco pronunciadas. As superaron las limitaciones
hermosas diademas de plata (en el yacimiento de El Argar se econmicas y ecolgicas de Los Millares ampliando su base de
recuperaron dos kilos de objetos de plata) e incluso con adornos recursos y su territorio. Y lo hicieron en un contexto climtico par-
de oro. El resto de la poblacin se iba acompaado de muy
48
ticularmente difcil, el de la crisis de aridez que establece el clima
112 pocas cosas, seguramente igual que haba vivido. El examen de actual, crisis que coincide, aproximadamente, con el final de la cul-
los esqueletos tambin nos descubre que los miembros de la lite tura de Los Millares y el inicio de la argrica. Cmo lo lograron?
gozaban de mejor salud, estaban mejor alimentados, hacan Un economista, despus de echar un vistazo a las evidencias
menos trabajos pesados y vivan ms aos que los dems. 49
arqueolgicas, dira que con innovacin tecnolgica, inversin
de capital, mucho trabajo y liderazgo (el liderazgo y la presin
Intensificacin constante de un grupo dirigente). Los arquelogos vienen a decir
lo mismo, pero, generalmente, con otras palabras.
Desde el punto de vista de la complejidad, la cultura del Argar
representa un notable salto adelante en comparacin con Los La economa de El Argar sigue estando basada, como no poda ser
Millares. La aguda diferenciacin social, el aumento de la rique- de otro modo, en el cultivo de cereales y en la ganadera. Los caba-
za depositada en las tumbas y el notable crecimiento demogrfi- llos y, sobre todo, los bvidos toros, vacas y bueyes adquieren
co que se observa durante el perodo argrico no habran sido ahora gran importancia, mientras que los cerdos pasan a ocupar
posibles sin un incremento sustancial de la produccin; es decir, un lugar secundario. En el poblado de Fuente lamo los bvidos
sin ciertos cambios econmicos que permitieran la consolidacin proporcionaban hasta el 50% de la carne consumida, los ovicpri-
de un excedente. dos ovejas y cabras el 30% y los cerdos el 10%. El resto proce-
El establecimiento de los climas mediterrneos, por s solo, da de caballos, animales salvajes cazados en el campo y perros.50
actuara como un poderoso acicate para la acumulacin de exce- S, los argricos se coman a sus caballos y a sus perros, aunque en
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
cobre para fabricarlas e hicieron un uso mucho mayor que en aquella poca. En consecuencia tambin tendra que haber insti-
pocas anteriores de la fuerza de traccin animal. A los bueyes
56
tuciones que aseguraran la circulacin de los productos entre los
se sumaron los caballos como animales de tiro y carga. Ambos poblados o la coordinaran de algn modo.59
fueron intensamente utilizados para arrastrar el arado (una herra-
mienta ya imprescindible en suelos duros y pedregosos), para El medio natural del Perodo Argrico
otras faenas agrcolas y como medio de transporte. Lo que hicie-
ron, en realidad, fue ampliar la escala del metabolismo social Los yacimientos argricos de la Cuenca de Vera estn siendo estu-
invirtiendo y extrayendo ms energa de los ecosistemas y des- diados intensamente por los arquelogos desde hace muchos
arrollar una nueva forma de colonizacin de la naturaleza que aos. Los poblados de Gatas y Fuente lamo, en particular, han
implicaba alteraciones sustanciales de la misma. proporcionado una enorme cantidad de evidencias sobre la vege-
Los poblados neolticos del Sureste solan tener una poblacin tacin y la fauna silvestres de la zona en el II milenio a.C (tam-
de unos 100 habitantes, los de la cultura de Los Millares de unos bin sobre perodos anteriores y posteriores). Las posibilidades y
200 (aunque haba algunos que superaban los 1000 o 1500); los limitaciones de estas evidencias para aclarar algo sobre el medio
poblados argricos tenan de 300 a 500, y los grandes poblados ambiente son las mismas que ya expusimos al hablar de Los
argricos ms de 1000. El nivel demogrfico alcanzado con la
57
Millares. Y las conclusiones que se pueden extraer de ellas son
114 cultura del Argar es el mas alto que haba conocido hasta enton- parecidas porque los restos de fauna y vegetacin encontrados en
ces Almera y tan alto como en perodos histricos muy poste- los yacimientos tambin lo son.
riores. La fauna silvestre refleja la misma dualidad de especies de los
Adems, la cultura argrica se expandi a lo largo de 500 aos. bosques y de espacios ms abiertos, con claro predominio de las
Desde su pequea rea nucleal, a caballo entre el Levante alme- ltimas. En Fuente lamo y Gatas han aparecido restos de corzo,
riense y Lorca, experiment un notable proceso de expansin ciervo, lince, cabra monts, gato monts, jabal, lobo, conejo,
territorial que la llev a ocupar una superficie de cerca de 45.000 guila real, guila imperial, quebrantahuesos, bho real, etc.
kilmetros cuadrados; es decir, todo el Sureste Ibrico e incluso Incluso han sido hallados restos de cachalote, pero esto es algo
partes de las regiones vecinas.58
inslito, porque los argricos no mostraron nunca gran inters
Segn algunos investigadores en la economa argrica haba cier- por los recursos marinos. Los animales que ms cazaron fueron
to nivel de especializacin territorial. Los distintos poblados esta- siempre el conejo, el ciervo y la cabra monts.60
ran ms o menos especializados en producciones complementa- La ripisilva desapareci a la vez que en Los Millares o poco des-
rias. Algunos seran centros mineros, otros agropecuarios, otros pus, pero la visin ms catastrofista de la palinologa (que inclu-
metalrgicos, etc. Esto que tambin es una interesante forma de ye la casi total desaparicin de bosques y maquias despus de la
incrementar la produccin implica intercambios regulares y el crisis de aridez del 2400 a.C.) no se ve confirmada.
desarrollo de las comunicaciones y el transporte, lo que, en parte, La antracologa prueba que la vegetacin ms consumida con
explicara la gran importancia que adquiere la traccin animal en diferencia durante el II milenio en todos los poblados de la
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
se encontr un trozo de madera sin carbonizar de Pinus pinea, el ma es de 700 metros y donde las precipitaciones no sobrepasan
pino pionero, que haba sido usado como material de construc- los 300 mm. anuales. Por su gran tamao los pinos les parecieron
cin (esta especie no es frecuente en los yacimientos arqueolgi- textualmente imponentes. En medio de ellos crecan lentis-
cos de Almera). 64
cos, coscojas, romeros, jaras y otras especies. El matorral alcanza-
La suposicin de que las pequeas elevaciones que circundan la ba los dos metros de altura.65 Este es uno de nuestros bosques del
Cuenca de Vera e incluso algunas zonas llanas estuvieran desierto. Nos sorprende la sensibilidad de los arquelogos para
cubiertas de bosques se ve reforzada por documentos histricos apreciar que all haba algo especial, porque les permiti ver el
de pocas posteriores y por los restos de ese tipo de vegetacin tipo de vegetacin que se ha vuelto invisible para muchos espe-
que subsisten en la actualidad. cialistas en el estudio, precisamente, de la vegetacin del Sureste.
Comparando aquel bosque con los restos botnicos que estaban
En 1988 los arquelogos que trabajaban en Fuente lamo se tro- desenterrando en el yacimiento, los excavadores de Fuente lamo
pezaron, a pocos kilmetros del yacimiento, con un bosque claro imaginaron que en la edad del bronce tena que haber existido
de pino carrasco sobre las pendientes orientadas al norte de la sie- un bosque similar en la zona, pero, probablemente, de mayor
rra de Almagro, en un lugar apartado y poco accesible. No espera- extensin. Tambin concluyeron que no era necesario un clima
ban encontrar nada parecido en una montaa cuya altitud mxi- distinto del actual para explicar las caractersticas de los restos
lla qumica en sus huesos que es distinta segn se trate de un estudiadas, como el Bajo Almanzora. All la cada fue tan pronun-
ambiente rido, semirido, hmedo, de interior, costero, etc. Una ciada que la poblacin tard 1.000 aos en recuperarse.70
sofisticada tcnica, basada en el anlisis de istopos-traza en los La hiptesis ms completa expuesta hasta ahora en relacin con
restos seos, permite detectar esa huella. Esta tcnica se ha apli- la desaparicin de la cultura argrica est basada en una combi-
cado a los restos humanos del poblado argrico de Gatas. El nacin de factores socioeconmicos y ecolgicos que habran
resultado ha sido que sus habitantes vivan en un ambiente rido hecho, al final, inviable la perpetuacin de aquel modelo de
de interior.
68
organizacin social.
Con diferentes mtodos y tcnicas y con distintas evidencias se En principio se pens que el consumo de combustible vegetal
llega a las mismas conclusiones en relacin con el clima. No es para la fundicin de metales deforestara el territorio provocando
de esperar que estudios ulteriores modifiquen el consenso exis- erosin, prdida de suelos y, consecuentemente, una severa cada
tente sobre este tema entre los investigadores. Pero s es del de la produccin agrcola. A pesar de ello o a causa de ello la
mayor inters comprobar que, con un clima como el que tene- clase dominante habra aumentado la presin sobre las
mos ahora, el medio natural de Almera poda ser, en conjunto, masas para conseguir los excedentes que necesitaba. Esta pre-
bastante distinto del que conocemos hoy, especialmente en lo sin se habra traducido en la roturacin y puesta en cultivo de
que se refiere a la cubierta vegetal y la fauna. nuevas tierras, lo que habra agravado el problema. Los investiga-
dores encuentran indicios, tanto en la sociedad como en la natu- 117
raleza, que avalaran una interpretacin de este tipo.
Desastre ecolgico o Durante el ltimo perodo de la cultura argrica ha sido detecta-
revolucin social en la Edad de do en las tumbas un considerable incremento de la mortalidad
infantil, de los sntomas de malnutricin, enfermedades y sobre-
Bronce? esfuerzo que, efectivamente, pueden relacionarse con una menor
disponibilidad de alimentos y condiciones de vida precarias.71 El
Cayendo en picado
registro antracolgico y el palinolgico indican que tambin se
Hacia el 1500 a.C. la sociedad argrica sufri una aguda crisis y estaban produciendo transformaciones importantes en el medio
desapareci en menos de 30 aos. Es un caso espectacular de
69
natural, sin que esta vez haya ningn cambio climtico relevante
colapso o muerte sbita, pero no es un caso nico. La otra zona que pueda explicarlas.
de Europa que haba acompaado al Sureste espaol en el ascen- En Gatas, pinos y coscojas haban proporcionado, durante siglos,
so hacia la complejidad (las islas del Egeo y el sur de Grecia) casi el 50% de toda la lea y la madera que gastaba el poblado.
conoci, poco despus, un destino parecido. Este porcentaje cae al 4% en poco tiempo. Suponemos, por con-
El fin de la cultura de El Argar dio lugar a lo que podemos califi- siguiente, que ambas especies haban sido severamente esquilma-
car de profundo declive demogrfico e incluso de autntica cats- das. Su menor disponibilidad fue compensada recurriendo a
trofe demogrfica, por lo menos en las zonas que han sido mejor rboles de la maquia a los que antes se haba prestado menos
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
atencin, como el lentisco, cuyo consumo pas del 4% al 21%.72 La agricultura del perodo que estamos analizando se desarroll,
En otros lugares del Bajo Almanzora el cambio tambin es muy de manera preferente, sobre superficies ms o menos llanas,
acusado, aunque muestra rasgos distintivos que pueden relacio- pero no en las laderas ni en las cumbres de las sierras, donde
narse con las peculiaridades ambientales de las distintas subco- habra sido imprescindible construir terrazas de cultivo, y no
marcas y microespacios de la Cuenca de Vera. Las alteraciones parece que los argricos las construyeran. Pero esto no librara a
observadas en el registro antracolgico de Fuente lamo, por las montaas incluso a la alta montaa de otro tipo de inter-
ejemplo, podran estar ofrecindonos una imagen ms ntida del ferencias humanas. Adems de la produccin de cebada, la acti-
modo en que se haba producido la expansin de la economa vidad econmica que mayor crecimiento experiment durante el
argrica y de los ecosistemas ms afectados por la misma. stos perodo argrico fue la ganadera. En la Cuenca de Vera ningn
coincidiran con los distintos tipos de maquia de las llanuras y otro perodo de los que han sido estudiados por los arquelogos
semillanuras. De ah que las especies cuyo consumo cae drstica- desde el neoltico hasta la edad media habra conocido reba-
mente sean el lentisco y el acebuche. Las especies cuyo uso expe- os tan grandes.75
rimenta un crecimiento ms notable seran las ubicadas en los Los pastores del Sureste siempre han sabido aprovechar la com-
mrgenes de la maquia, por encima o por debajo de las princi- plementariedad estacional de los pastos de montaa (en verano)
pales reas de cultivo y pastoreo: los pinos de las montaas y los y los de las tierras bajas (en invierno) para practicar una trashu-
118 matorrales que crecen en las orillas de las ramblas. Entre estos mancia que les permita criar muchos ms animales. Los argricos
matorrales, el rudo y resistente taray, muy abundante en la actua- ya practicaran esta trashumancia porque, de otro modo, no habr-
lidad, llegara a ser la especie ms empleada por los habitantes an podido ampliar su cabaa ganadera tanto como lo hicieron.
del poblado. Los tarays pasan de representar menos del 10% de La ganadera sera una actividad deforestadora ms en las tierras
la vegetacin silvestre consumida a casi el 50% del total. 73
bajas y la principal actividad deforestadora en las sierras. La pre-
Sea cual sea la explicacin para estos cambios, lo que, en prome- sencia de los pastores en las montaas aumentara el riesgo de
dio, parece obvio es que la gente se vio obligada a consumir espe- incendios tanto intencionados como no intencionados porque
cies de peor calidad (de menor contenido energtico) o ms se producira en los meses del verano, los ms propicios para los
difciles de recolectar. incendios forestales.
El registro palinolgico de la sierra de Gdor tambin mostraba, El fuego ha constituido tradicionalmente una de las principales
como recordar el lector, una alteracin muy marcada en el rgi- herramientas de los pastores para rejuvenecer la vegetacin y
men de incendios que vena a coincidir aproximadamente y hacerla ms productiva y palatable. Un bosque posee gran canti-
quiz no por casualidad con el inicio de la cultura argrica. dad de biomasa en forma de troncos y ramas intiles. Si es
Hasta el 2200 a.C. haba un incendio devastador en la sierra cada incendiado prosperarn plantas ms pequeas (herbceas), de
300 o 400 aos; a partir de entonces cada 100 o 200 aos por tr- crecimiento ms rpido y ms fcilmente asimilables por los her-
mino medio. 74
bvoros. En realidad esto ya lo saban los cazadores-recolectores
miles de aos antes de que comenzara a practicarse la ganadera.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
119
Pero, como sabemos muy bien ahora, el fuego en verano se esca- hacia adelante: la necesidad de excedentes condujo a la rotura-
pa con facilidad de las manos de quienes lo manejan. El cambio cin de tierras cada vez ms alejadas de los asentamienteos, las
en la frecuencia de los incendios detectado en sierra de Gdor cuales... necesitaban el concurso de una mayor cantidad de mano
puede estar relacionado con el crecimiento de la ganadera arg- de obra que, a su vez, requiri para su manutencin un mayor
rica, adems de con las nuevas condiciones climticas que impu- volumen de alimentos, y as sucesivamente... De un modo u otro,
so la crisis de aridez. por revolucin o por disolucin, los mecanismos econmico-
polticos del Estado argrico cesaron y dieron paso a una nueva
120 cas: Las exigencias en productos alimentarios (cereales funda- pag un precio muy elevado, porque a partir del neoltico los
mentalmente), combustibles y materias primas, sin olvidar los humanos tuvieron por primera vez la necesidad y la capacidad
efectos del pastoreo, aparecen ahora como las principales respon- de alterarla y degradarla a gran escala.
sables de la degradacin a gran escala del bosque mediterrneo La alteracin era prcticamente absoluta en la tierra sometida a
ms o menos abierto que constitua la cobertura vegetal de las tie- cultivo, ya que casi toda la flora y la fauna naturales desaparec-
rras medias-bajas del Sureste... el sistema productivo argrico era an de ella. El suelo quedaba muy expuesto, adems, a los agentes
esencialmente depredador de recursos naturales... [y] funcion erosivos, al ser labrado y privado de su vegetacin espontnea. En
gracias a una continua presin sobre la vegetacin y los suelos. 77
el resto del espacio explotado para la recoleccin de lea, la gana-
A partir de este punto tenemos dos finales alternativos igual de dera o la caza las alteraciones no tenan por qu ser tan grandes.
desastrosos porque los dos terminaran con la aniquilacin de la Que fueran mayores o menores dependa del modo ms o
sociedad y de la mayor parte de sus miembros: un final por diso- menos sostenible en que se produjera la explotacin y de la res-
lucin en el que la gente, simplemente, se morira de hambre, puesta de las plantas y animales que no son seres inermes y
enfermedades relacionadas con el hambre y agotamiento; o una pasivos, como a veces pensamos frente a las agresiones. Est
revolucin protagonizada por los grupos sociales oprimidos que claro, no obstante, que si se superaba la capacidad de reproduc-
se sublevaran contra la lite para acabar con aquel modo de vida. cin de las especies stas desaparecan.
La dinmica socioeconmica de la cultura argrica habra sido El uso masivo que en la actualidad hacemos del petrleo y otros
una espiral de crecimiento que cabe imaginar como una huida combustibles fsiles nos ha hecho olvidar que casi toda la ener-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
ga con que contaban las antiguas economas agrcolas proceda El crecimiento econmico y demogrfico de las sociedades basa-
de las especies vegetales (era la energa del sol transformada en das en la energa del sol estaba limitado, pues, por el territorio
biomasa a travs de la fotosntesis), por eso las denominamos disponible y, ms concretamente, por la cantidad de suelo frtil
economas orgnicas. Excepto unos pocos productos elabora-
79
que podan cultivar.81 En este sentido, las caractersticas climato-
dos con piedras o minerales, la mayor parte de los alimentos, lgicas del Sureste han impuesto siempre restricciones abruma-
combustibles y materias primas consumidos por el hombre tena doras a las plantas, lo que ha obligado a la gente a consumir
su origen en el proceso de fotosntesis y, por tanto, en las plantas. mucho ms terreno que en otras regiones de Espaa o Europa
Pero las plantas no estn diseadas para captar la mxima ener- para conseguir la misma cantidad de productos.
ga del sol, sino la mnima compatible con la vida. De hecho slo Desde que hay datos fiables, a partir del siglo XVI, se puede cons-
transforman en biomasa alrededor del el 1% de la energa solar tatar que los rendimientos de la tierra en Almera han sido siem-
que reciben. Y a continuacin, en cada paso de la cadena trfica pre muy inferiores a los del resto del pas. Durante la primera
(la cadena alimentaria), el volumen disponible de energa se mitad del siglo XX, por ejemplo, los rendimientos por hectrea
reduce aproximadamente en un 90%. 80
de la cebada cultivada en secano eran slo el 40% de la media
De modo que, aunque la revolucin neoltica consigui aumen- espaola. La diferencia es casi la misma que existe entre las pre-
tar la cantidad de energa que poda conseguirse de una hectrea cipitaciones medias de Espaa (684 litros por metro cuadrado al
de tierra, esa cantidad segua siendo pequea. Y si la energa es ao) y las de la provincia de Almera (355 litros).82 121
escasa todo es escaso. De ah que las sociedades preindustriales Bajo estas condiciones los, comparativamente altos, niveles de
fueran sociedades pobres, en las que la mayora de la poblacin complejidad y las densidades de poblacin que logr la cultura
viva en el lmite de la mera subsistencia o ms o menos cerca de argrica tuvieron que basarse en la deforestacin y puesta en cul-
l. Este tipo de economas se enfrentaba a una serie de limitacio- tivo de una enorme cantidad de tierra y, quiz, en el desarrollo de
nes insuperables que es necesario conocer. alguna forma coordinada de especializacin o divisin territorial
Si casi todo el consumo endosomtico de energa (los alimentos) del trabajo, como sugieren los arquelogos.83
y el exosomtico (combustible, vestido, calzado, etc.) dependa,
directa o indirectamente, de las plantas y stas no son muy efi- Tpicamente los sistemas agrarios tradicionales dividan el espa-
cientes como convertidores energticos, cada unidad de produc- cio en tres partes: reas de cultivo destinadas, sobre todo, a la pro-
to (barra de pan, filete de carne, trozo de madera o camisa) duccin del alimento humano ms importante, los cereales;
requera una enorme porcin de terreno, variable en funcin de zonas de pasto para el ganado y zonas forestales de las que se
las caractersticas ambientales de cada zona. Factores naturales extraa la madera, combustible usado para calentar los hogares y
como la fertilidad de los suelos, las precipitaciones y la extensin cocinar los alimentos. Tambin representaba, en bruto o conver-
de los bosques fijaban un lmite superior a la cantidad mxima tida en carbn vegetal, la principal fuente de energa de numero-
de energa que una sociedad poda extraer de un medio ambien- sos procesos artesanales (metalurgia, cermica, etc.) y un valioso
te concreto con una tecnologa determinada. material de construccin.
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
Los bosques constituan la mayor reserva energtica de aquellas leza. Pero era posible salir de ellas, como argument Esther Bose-
sociedades, pero su ritmo de renovacin natural es tan lento (a rup, y como tambin demuestra la historia agraria de Europa
veces dura siglos) que no era posible extraer de ellos mucha ener- desde el neoltico.85 No representaban un destino ineludible,
ga sin ponerlos en peligro. Entre las tres partes mencionadas representaban un desafo.86
deba existir un cierto equilibrio ms o menos estable, puesto que Ante una situacin malthusiana se poda intensificar la produc-
la ampliacin de cualquiera de ellas se haca inevitablemente a cin por medio de nuevos sistemas de cultivo y nuevas tecnolog-
costa de las otras.
84
as que, generalmente, tambin implicaban ms esfuerzos, ms
cantidades de trabajo y capital por unidad de superficie cultivada.
En muchas ocasiones el cambio no era meramente tcnico, porque
Capacidad de carga, rendimientos
las nuevas tecnologas exigen, con frecuencia, modificaciones
decrecientes y desastres ecolgicos
paralelas en la organizacin general de la sociedad, en los derechos
Como ilustra la historia agraria de Europa desde el neoltico, a de propiedad, en las reglas del juego que regulan el acceso a los
muy largo plazo, la tendencia natural de las economas orgnicas medios de produccin y a los recursos naturales; es decir, cambios
era a entrar en rendimientos decrecientes, fatdica situacin en institucionales 87 (frente al agotamiento de los recursos marinos y
la que cada nueva hectrea cultivada renda menos que la ante- los rendimientos decrecientes de la pesca en el mundo la piscifac-
122 rior. Los rendimientos decrecientes aparecan cuando en un terri- tora se presenta como una opcin tecnolgica alternativa, que
torio dado ya haban sido explotadas las mejores tierras, a conti- implica costosas inversiones; despus de hacerlas los peces del mar
nuacin se cultivaban tambin las de calidad inferior, luego las siguen siendo de todos, pero los de la piscifactora no).
peores y as sucesivamente. A partir de cierto punto ya no com- Como dice Enric Tello, podemos suponer, a ttulo de hiptesis,
pensaba seguir adelante. que en las sucesivas etapas histricas de la explotacin de un terri-
Una vez puesto en cultivo todo el espacio apto para ello que en torio alternan momentos de creacin boserupiana y momentos
realidad era muy poco se llegaba al estado estacionario, a una malthusianos de gran presin sobre la capacidad productiva exis-
situacin malthusiana en la que ni la produccin ni la poblacin tente. Los primeros acumulan en el territorio mayores cantidades
podan crecer ms y presionaban sobre recursos naturales no de capital-tierra (mediante aterrazamientos, sistemas de riego,
ampliables. La forma ms o menos equilibrada o desequilibrada plantacin de rboles frutales, etc.); o aumentan su productividad
de distribuir la renta entre los distintos sectores sociales tambin gracias al uso de nuevas y ms eficientes herramientas o tcnicas
contribua a determinar el punto crtico en el que se rompa el agrcolas. Pero si contina creciendo la poblacin, se incrementan
equilibrio entre poblacin y recursos. las exacciones de un grupo dominante o aparecen fuertes estmu-
Las situaciones malthusianas eran potencialmente conflictivas los de mercado, el desafo malthusiano y los rendimientos decre-
desde el punto de vista social y, a veces, tambin desde el ecolgi- cientes entran de nuevo en accin.88
co, pues exacerbaban las contradicciones internas de la sociedad Para definir la situacin lmite en la que la poblacin ya no puede
y tensaban al mximo las relaciones entre el hombre y la natura- crecer ms porque ha explotado todos los recursos existentes
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
123
tambin se emplea el concepto tomado de la biologa de capa- Pero al contrario de lo que ocurre con los animales, para los
cidad mxima de sustentacin o de carga, que sera el mayor seres humanos la capacidad de carga no es un dato fijo, depen-
nmero de individuos de determinada especie que puede mante- de de la tecnologa, el trabajo y las relaciones sociales, como aca-
ner un territorio concreto. bamos de decir. Habr que distinguir, por tanto, entre mxima
En la naturaleza, cuando es superado ese nmero, los ecosistemas capacidad de carga socio-natural o histrica que sera variable
sufren daos a consecuencia de los cuales su productividad dismi- y vendra determinada por una combinacin de factores natura-
nuye rpidamente, la poblacin de la especie en cuestin experi- les, tecnolgicos y sociales y mxima capacidad de sustentacin
menta entonces una mortandad masiva. Despus de la catstrofe natural. A la primera se llegara cuando los rendimientos decre-
se restablece poco a poco el equilibrio entre poblacin y recursos, cientes desembocaran en el estado estacionario o tpica situacin
siempre que los daos no hayan sido irreversibles. malthusiana; la segunda slo sera sobrepasada cuando la degra-
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
124 quier caso, para que la degradacin ecolgica en trminos de cia de Almera o del Sureste (lo que no est nada mal para aque-
prdida de biodiversidad, biomasa, recursos hdricos o suelos se lla poca si tenemos en cuenta que la densidad media de Espaa
convierta en desastre social tiene que afectar de algn modo muy era de tan slo 10 habitantes por kilmetro cuadrado en tiempos
serio e irreversible a la productividad global de la economa (no de los Reyes Catlicos, casi 3.000 aos ms tarde).90 Tambin con-
slo a la de alguno de sus sectores), pues no basta con que des- siguieron mantener a una ostentosa lite que se alimentaba mejor
aparezcan especies vegetales y animales, y hasta ecosistemas ente- que el comn de los mortales, adems de permitirse otros lujos.
ros, para que la economa se resienta. Es ms, la desaparicin de Pero, francamente, esta lite le habra parecido una panda de
algunos de ellos puede tener saludables efectos econmicos pobres patanes a un rey minoico y no digamos a un faran egip-
(por ejemplo, eliminacin de alimaas, desecacin de hume- cio. El Argar no construy palacios, ni pirmides, ni fastuosas
dales, etc.). mansiones, ni grandes templos, ni hizo nada que fuera excesiva-
mente lujoso, costoso o complicado. Es decir, que para alcanzar
un relativamente modesto nivel de complejidad someti a la
naturaleza a una presin sin precedentes.
do. Esta comarca cuenta ahora, gracias al exhaustivo trabajo ban en la maquia o en los bosques. Slo al final tuvieron que
arqueolgico desarrollado en la misma, con una de las historias recurrir a los matorrales de menor tamao, pero incluso entonces
agrarias conocidas ms largas de Europa. Un detallado estudio stos no llegaron a sumar ms del 50% de todo lo recolectado en
del clima, la geologa, las condiciones edficas de los suelos, la los casos ms extremos que conocemos (como el de Fuente
pendiente y la exposicin al sol de los distintos terrenos que la lamo); en Gatas el porcentaje ni siquiera llega al 10%. Y el an-
forman ha evaluado en unas 3.000 hectreas la tierra razonable- lisis de los anillos de crecimiento en los carbones de Fuente
mente productiva, aunque slo en 1.500 hectreas el 15% de la lamo no nos muestra a unos tipos desesperados cortando los
superficie total la de buena o muy buena calidad (en el contex- ltimos rboles a matarrasa para echarlos a las hogueras. No usa-
to almeriense). ban ramas de ms de 5 cm. de dimetro.92
Pues bien, a lo largo de 6000 aos, desde el neoltico hasta el siglo Los almerienses del siglo XVIII representaban una densidad de
XIX, la mayora de las sociedades se content prudentemente con poblacin y una presin sobre el medio muy superiores a las del
cultivar, como mximo, esas 1.500 hectreas, aunque algunas fue- perodo argrico, contando slo el consumo domstico de ali-
ron capaces de sacarles mucho ms rendimiento que otras. 91
mentos y lea. Tenan serios problemas con el combustible, pero
Era posible llegar hasta las 3.500 hectreas o poco ms, el 30% o todava lo encontraban y la sociedad no se hundi estrepitosa-
el 35% del espacio comarcal, pero a costa de cultivar tierras de mente.
muy pobres aptitudes agrcolas y de reducir peligrosamente los Y est la cuestin del tamao, del tamao de los animales y las 125
terrenos de pasto y aqullos donde se obtena el combustible personas. Los animales domsticos del poblado de Fuente lamo,
vegetal (tal cosa slo sucedi en tres perodos histricos antes del por ejemplo, no presentan sntomas de haber vivido en un medio
siglo XX; el primero de ellos fue el argrico en su fase final, 1750- natural empobrecido y degradado. Al contrario, los bvidos y los
1550.a.C.). Dicho porcentaje parece haber sido insuperable para cerdos criados all estn entre los ms grandes hallados hasta
todas las economas orgnicas de todas las pocas y, de hecho, ahora en los yacimientos arqueolgicos del sur de Espaa.93
muy pocas lo alcanzaron. Pero las densidades de poblacin y los Por lo que se refiere a los humanos, si la estatura es, como pare-
niveles de complejidad de las que lo hicieron eran ms elevados ce, un indicador sinttico del nivel de alimentacin, salud y bien-
que los de El Argar. estar de una sociedad,94 las gentes de El Argar no habran estado
Esto significa que los argricos obtenan bajsimos rendimientos por lo menos durante la mayor parte de su historia tan al lmi-
por unidad de superficie a causa de una tecnologa que, en com- te de las posibilidades que les ofreca la naturaleza como nuestros
paracin con la de perodos posteriores, era muy rudimentaria y parientes del siglo XIX o de la primera mitad del XX. Despus de
los compensaron cultivando muchas ms unidades de lo que pasar por la peluquera hoy no llamaran demasiado la atencin
habra sido razonable para la reproduccin de los ecosistemas y en un bar o en un cibercaf.
de su propia sociedad. Uno de los investigadores que ha estudiado los esqueletos de la
Sin embargo, cuando salan al campo a buscar lea, esos mismos edad del bronce en la Cuenca de Vera y en otros yacimientos del
argricos volvan a casa con la madera de rboles que encontra- Sureste comenta, de pasada, que la estatura media de los argri-
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
cos sera similar a la de los reclutas espaoles de los aos 70 del suele suceder en esas situaciones aunque los rendimientos por
siglo XX (cerca de 1,70 m.). Pero sa ya era una estatura muy
95
unidad de superficie fueran bajos.97 Los alimentos y, especial-
superior a las que conocemos de casi todas las poblaciones euro- mente, la carne, la leche y sus derivados, no parecen haber esca-
peas desde mediados del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo seado, al menos durante siglo y medio. Este sistema funciona
XX. En Fuente lamo, adems, algunos varones rozaban el metro bien mientras hay mucho espacio a disposicin de la gente.
ochenta. La gran expansin territorial de El Argar hacia los territorios veci-
En 1855 la estatura media de los jvenes reclutas del Sureste nos bien pudo tener como motivacin esencial la de reproducir
espaol era de 1,62 m. (si sirve de consuelo, la de franceses y un sistema de explotacin de los recursos naturales y unas
holandeses era de 1,64 m.). En 1920 todava haba muy pocos estructuras sociales y polticas, ligadas al mismo, que slo fun-
pases de Europa donde los hombres superaran el metro setenta. cionaban a base de grandes cantidades de tierra. Dicha estrategia
La estatura media de los reclutas de nuestra regin estaba enton- permiti mantener dominadas y sometidas, pero bien alimenta-
ces en 1,63, los franceses haban crecido hasta 1,66 y los holan- das, a las clases inferiores y generar excedentes para la lite. Las
deses, una de las poblaciones ms ricas y mejor alimentadas del dos cosas dejaran de ser posibles en cuanto la tierra empezara a
mundo, hasta 1,69. 96
escasear.
Un consumo importante de protenas, procedentes de la carne o
126 de productos lcteos, es casi el nico factor que permite explicar El colapso del Estado Argrico
la que, sin reparos, podemos considerar elevada estatura de los
argricos. De nuevo parece que stos, como les sucedi con el Para explicar la desaparicin de El Argar bastara, pues, con supo-
combustible, slo al final habran tenido graves problemas ali- ner que se adentr a fondo en los conflictivos rendimientos
menticios. decrecientes y, por tanto, en una situacin malthusiana cuan-
do dej de expandirse territorialmente. En esa situacin, ya de
por s extrema y peligrosa, cualquier mnima fluctuacin o irre-
Qu pensar de todo esto? Que quiz hemos evaluado la estrate- gularidad climtica de las habituales en el Sureste tendra con-
gia agraria de El Argar por sus resultados finales y no por sus secuencias desestabilizadoras desde el punto de vista ambiental,
logros anteriores o por su propia lgica interna. Es una estrategia socio-econmico y poltico.
que nos recuerda la que desarrollaron despus de 1570 los repo- En 1908 se public una magnfica historia de Hurcal-Overa,
bladores cristianos en ciertas comarcas de Almera tras la expul- localidad situada en el Bajo Almanzora, en el corazn del rea
sin de los moriscos, en un contexto de muy baja densidad de originaria de la cultura argrica. Su autor, Garca Asensio, recor-
poblacin y gran abundancia de tierra. daba cmo la sequa de 1844, que se prolong durante ocho
En dicho contexto se desarrollaron una agricultura y una ganade- aos, habra matado de hambre a todo el pueblo y a toda la
ra extensivas y derrochadoras de tierra, el factor productivo ms comarca o habra provocado graves conflictos sociales si no
abundante. La productividad del trabajo era muy alta como hubiera existido la vlvula de escape de la emigracin:
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El tiempo comprendido entre los aos 1844 a 1851, fue fatal para colapso de la argrica no fue capaz de mantener. Alguna cosa cua-
nuestra villa de Hurcal-Overa y su comarca, en que el cielo incle- litativamente importante desapareci en medio del caos que, sin
mente no dej caer sobre nuestro suelo ni una gota de agua; todo se duda, acompa a cualquiera de los finales alternativos que
sec y esteriliz; las gentes emigraron en grandes masas, quedando podamos imaginar.
el campo casi deshabitado... Cuando el cielo se apiad de nosotros Aqu no vamos a resolver el debate que mantienen los arquelo-
mandando las primeras lluvias, los nios de seis u ocho aos, asom- gos en torno a la cuestin de si la sociedad argrica estaba orga-
brados, huan a sus casas ante el fenmeno de la lluvia para ellos nizada en jefaturas tribales o ya haba cruzado ese Rubicn de la
sobrenatural y desconocido... Fue una verdadera catstrofe. 98
complejidad que separa la aparicin del estado de todo lo ante-
rior. Varios especialistas en este perodo creen que realmente lo
Seran capaces los argricos de escapar de la misma manera a cruz.99 De haberlo hecho sera la primera sociedad de Europa
una catstrofe como sta? Nos tememos que no, porque, entre occidental que daba semejante paso. Pero, cmo sera y qu fun-
otras muchas cosas, la gran fragmentacin poltica del territorio, ciones desempeara este hipottico estado?
tpica de las sociedades primitivas europeas, no habra facilitado Los estados ms prximos que existan en esos momentos eran
movimientos masivos de poblacin a largas distancias y menos los de Oriente Medio cuyo ejemplo clsico es el Egipto de los
de poblaciones hambrientas y desorganizadas. Y eso que la faraones y la solitaria versin miniaturizada de los mismos que
sequa de 1844 no es la ms prolongada ni la peor de las que haba aparecido poco despus en la isla de Creta con la cultura 127
tenemos noticias en los ltimos 500 aos. minoica, contempornea, por cierto, de la argrica. Todos organi-
Hay ms factores relacionados con el funcionamiento de la eco- zaban, concentraban y redistribuan la produccin a partir de un
noma argrica que, sumados a una situacin malthusiana y a lugar central (palacio o templo), sede del poder poltico y de la
una climatologa adversa, podran haber ido perfilando las con- clase dirigente. Se tratara, pues, de economas centralizadas en
diciones del colapso final. En esta hipottica conjuncin de fac- cuyo funcionamiento el estado jugaba un papel esencial.
tores el climtico sera uno ms, ni imprescindible ni decisivo, ya Los poblados argricos de mayores dimensiones, como el mismo
que se limitara a actuar como detonante o catalizador de una Argar, Gatas, Zapata, El Oficio, etc., son los que tienen menos tie-
situacin insostenible por otros motivos. La serie de malas cose- rra cultivable a su alrededor y, sin embargo, parecen haber des-
chas, hambrunas y carestas que predecen a la revolucin france- empeado alguna funcin organizativa y econmica clave en
sa tuvo, en parte, un origen climtico y contribuy a caldear el relacin con el territorio circundante y con otros asentamientos
ambiente, pero sera absurdo atribuir al clima el estallido revolu- menores especializados en diversas tareas productivas.100
cionario de 1789. Una parte importante de las estructuras de los grandes poblados
estara destinada al almacenamiento (son espacios dotados de
Los mecanismos econmico-polticos de El Argar haban conse- grandes recipientes de piedra, cermica o fibra vegetal). En esos
guido sostener durante siglos unos niveles de complejidad y unas almacenes se acumulaban muchos ms alimentos de los que
densidades de poblacin que la nueva sociedad surgida tras el habran podido cultivar los habitantes del lugar, alimentos pro-
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
ducidos, por tanto, en territorios relativamente extensos.101 Otras Aparte de la monstruosa erupcin volcnica de Santorini, postu-
estructuras son interpretadas como talleres, en los que se efec- lada como posible causante del fin de la cultura minoica (hasta
tuara de manera centralizada el procesamiento de los cereales que se comprob que las fechas no coincidan), ningn factor
(han aparecido llamativas concentraciones de molinos en esos ambiental ha podido presentarse seriamente como responsable
lugares) y la transformacin de diversas materias primas. 102
de estos colapsos sociales.106
El poblado de Gatas, por ejemplo, al pie de sierra Cabrera, habra Ahora bien, si los minoicos y los micnicos eran versiones en
sido segn algunos arquelogos el principal centro de acumu- pequea escala de los grandes estados de Oriente Medio, los esta-
lacin, transformacin y redistribucin de cebada en toda la dos argricos (porque existiran varios, cada uno de los cuales con-
comarca del ro Aguas durante el perodo lgido de la cultura arg- trolara un espacio reducido) seran versiones liliputienses de
rica (1750-1550 a.C). 103
Esperamos no haberlo entendido mal, aqullos. La escasa entidad del territorio que dominaban y la ende-
pero lo que sugieren los especialistas es que los grandes poblados blez por razones tecnolgicas y ecolgicas de su sistema produc-
desempeaban salvando todas las distancias funciones pareci- tivo ante una situacin malthusiana tendran algo que ver con su
das a las del palacio cretense o el templo mesopotmico. fracaso final. Pero el hecho de que ejercieran algn tipo de control
En el Mediterrneo oriental europeo las primeras sociedades sobre una economa ms o menos centralizada explicara por qu
complejas que haban surgido (aproximadamente en paralelo al su desaparicin implic como en Creta y el sur de Grecia107 una
128 desarrollo de las culturas de Los Millares y El Argar) fueron la catstrofe demogrfica y la destruccin de la sociedad.
minoica, en Creta, y un poco ms tarde la micnica, en el sur de
Grecia. Las dos eran sociedades con estado y con economas cen-
Burbujas Malthusianas y Burbujas
tralizadas dirigidas desde un palacio (Creta) o una gran fortaleza
Boserupianas
palaciega (sur de Grecia). Las dos haban alcanzado niveles de
poblacin tan sorprendentemente altos como los de la cultura No estamos diciendo que la peculiar naturaleza del Sureste no
argrica (en realidad ms altos) y su desaparicin se tradujo, haya tenido nada que ver en el surgimiento y el fin de la comple-
igualmente, en un inmediato hundimiento demogrfico. A con- jidad social en esta regin. En realidad, el medio ambiente sera
tinuacin, Creta y el sur de Grecia como el Sureste ibrico per- una de las claves para entender por qu el Sureste, y el Mediterr-
maneceran medio vacas durante siglos. 104
neo en general, se adelantan al resto del continente europeo en el
En este tipo de economas cualquier fallo en el mecanismo cen- proceso que conduce a la aparicin de sociedades complejas.
tral de coordinacin puede desestabilizar toda la actividad pro- Casi todas las reas de Europa donde surgen, entre el III y el II
ductiva y provocar el derrumbamiento de la sociedad. 105
La dife- milenio a.C., sociedades avanzadas son zonas marginales desde
rencia entre Egipto y el Mediterrneo europeo, por establecer un el punto de vista ecolgico. Se trata de regiones caracterizadas por
punto de comparacin, estaba en la consistencia del excedente y la existencia de medios naturales poco productivos e inestables y
en la base ecolgica que le serva de soporte, muy slidos ambos con altos niveles de riesgo ambiental (en forma de sequas, inun-
en el primer caso y muy frgiles e inestables en el segundo. daciones, terremotos, etc.).
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
La biodiversidad del Mediterrneo slo se ve superada en el ms grande. Sus habitantes no estaban sometidos a presiones
mundo por la de las selvas tropicales, pero esta riqueza que en ambientales tan fuertes y tenan otras opciones menos radicales.110
su mayor parte no se puede comer es compatible con una baj-
sima productividad de los ecosistemas, unas tres veces inferior a Antes de la revolucin industrial los rendimientos decrecientes cre-
la de la Europa atlntica o central.108
El factor limitante de la pro- aban una burbuja malthusiana, una situacin de alta presin
ductividad vegetal en el Mediterrneo es la escasez de agua y afec- demogrfica (y, en ocasiones, tambin de alta presin sobre la natu-
ta tanto a los ecosistemas naturales como a los campos de culti- raleza) en la que las sociedades se empobrecan y eran habituales
vo, porque stos estn sometidos a las mismas limitaciones y los conflictos violentos por el control de unos recursos menguantes.
constricciones ambientales que aqullos. 109
La posibilidad de que se produjera una catstrofe social o ambien-
A igualdad de condiciones tcnicas los rendimientos de los cereales tal era muy alta. Y, tratndose del Mediterrneo y ms an del
y los de la ganadera han sido siempre en los pases mediterrne- Sureste Ibrico cualquiera de sus impredecibles y caprichosas fluc-
os muy inferiores a los que se podan obtener en Inglaterra, Alema- tuaciones, que en condiciones normales no habra pasado de ser un
nia o Dinamarca, pero, adems, han sido rendimientos mucho ms contratiempo superable, poda ser entonces devastadora.
aleatorios e inseguros debido a la irregularidad de las lluvias. Por La nica ventaja de las situaciones malthusianas es que el coste
otra parte, el carcter montaoso de la regin determina que el espa- de oportunidad de pasarse a una tecnologa ms intensiva llega a
cio realmente til para la agricultura y sobre todo, para una agri- ser muy bajo; o sea, que empieza a valer la pena hacer mayores 129
cultura tecnolgicamente primitiva sea muy estrecho. esfuerzos y sacrificios (u obligar a otros a que los hagan) para
Todos los factores negativos mencionados se multiplican por dos intensificar la produccin. Una lectura ecolgica de este proceso
en el caso del Sureste ibrico, donde las precipitaciones son apro- dira que los campos de cultivo, los agroecosistemas o ecosiste-
ximadamente la mitad de las normales en el resto del Mediterr- mas artificiales, son transformados o gestionados de una manera
neo; y no hay motivos, como hemos visto, para suponer que esto diferente para incrementar el flujo de energa derivable hacia el
haya cambiado mucho desde el final de la ltima glaciacin. consumo humano, invirtiendo en ellos tambin mucha ms
Algunas regiones del sur de Europa entraron antes en la senda de energa.111 Es un cambio de escala en el metabolismo social.
la innovacin tecnolgica, la intensificacin y el trabajo duro la De la deprimente burbuja malthusiana se poda pasar, por tanto,
senda que conduce a la civilizacin porque la productividad de a una creativa y tecnolgica burbuja boserupiana que abra
sus ecosistemas naturales y artificiales era mediocre, los rendi- todo un abanico de posibilidades para el crecimiento de la pobla-
mientos marginales se alcanzaban antes, la tierra cultivable era cin, el excedente econmico y la complejidad social.112
escasa y la relacin recursos/poblacin se deterioraba tambin Los saltos de burbuja en burbuja no estn garantizados. Son temi-
antes que en las regiones de clima ms hmedo. A esto se llama bles encrucijadas y bifurcaciones en las que una sociedad se juega su
hacer de la necesidad virtud. El resto de Europa sigui siendo destino y donde puede pasar cualquier cosa: estancamiento, involu-
pobre y atrasado durante mucho ms tiempo porque era rico cin a situaciones anteriores, procesos autodestructivos, revolucio-
desde el punto de vista de la productividad de los ecosistemas... y nes sociales, respuestas creativas, etc. La cantidad de factores que
5. EL PRIMER MILAGRO ALMERIENSE
entra en juego es tan grande que slo a posteriori y no siempre derechos de propiedad) perfilaron una nueva burbuja boserupiana
podemos saber lo que pas. El medio natural no determina lo que que llev a los argricos a crecer y multiplicarse explotando nuevos
va a suceder porque es slo uno de los factores en liza. nichos ecolgicos fuera del alcance de la tecnologa anterior.
La situacin del Sureste de la Pennsula Ibrica y del Egeo en el La destruccin de la sociedad de Los Millares fue creativa porque
III y II milenios a.C no es completamente atpica. Tambin otras dio paso a los niveles superiores de complejidad que caracteriza-
regiones de Europa experimentaron procesos de intensificacin ron a la cultura de El Argar. Aunque tambin sta tropezara, final-
en la misma poca porque las mejores tierras ya haban sido mente, con limitaciones que no supo o no pudo superar. Los arg-
puestas en cultivo, pero no fueron procesos tan decididos y con- ricos, por ejemplo, no se enteraron de que la aleacin de cobre y
tundentes. 113
El esfuerzo realizado por las distintas sociedades estao produca un nuevo metal de mejores cualidades, el bronce,
europeas habra sido proporcional a la magnitud del reto al que que ya estaba siendo utilizado para la elaboracin de armas y
se enfrentaron y a las posibilidades y limitaciones que les ofrec- herramientas en otros sitios. Ellos siguieron haciendo pobres suce-
an sus respectivos medios naturales. Las sociedades del Mediterr- dneos de cobre arsenicado casi hasta el final de su historia.115
neo y en especial las de sus regiones ms pobres tuvieron que La invencin es un fenmeno raro. Normalmente las sociedades
afrontar retos mucho mayores. 114
interaccionan y se copian los inventos unas a otras.116 En este sen-
130 Los primeros agricultores se resistieron a colonizar Almera, pero tido, uno de los problemas de la cultura de El Argar es que viva
una vez que lo hicieron estuvieron sometidos a una fuerte presin demasiado aislada e incomunicada, demasiado lejos de los cen-
ambiental que los empuj a llevar la intensificacin econmica tros donde estaban producindose innovaciones tcnicas.
mucho ms lejos que en otros lugares. Al acumularse junto a ros Pero tambin podra ser que los argricos hubieran optado por un
y ramblas debieron crear densidades de poblacin relativamente esplndido aislamiento voluntario de los que hay ejemplos en
altas. Quiz algn sistema elemental de regado, quiz el abona- diversas pocas y lugares del mundo que los habra condenado al
do de la tierra y una seleccin ms cuidadosa de las especies culti- estancamiento tecnolgico, porque fueron absolutamente imper-
vadas, permitieron que la poblacin siguiera creciendo y la socie- meables a cualquier influencia procedente del exterior. Todas las
dad se fuera volviendo ms compleja, porque slo las sociedades expresiones materiales de la cultura argrica (cermica, adornos,
populosas y densas pueden ser complejas. herramientas, armas, etc.) son muy homogneas, altamente estan-
Pero las orillas de nuestras ramblas a diferencia de las extensas y fr- darizadas y parecen estar sometidas a rgidas reglas que no admi-
tiles llanuras de la Europa hmeda son muy pequeas. Tras la bur- ten ni la expresin de la creatividad individual ni la innovacin.117
buja malthusiana que, probablemente, puso fin a la cultura de Los Enfrentada a una encrucijada similar a la que habra puesto fin a
Millares, el arado, un uso ms intenso de la fuerza de traccin animal, la cultura de Los Millares, la argrica no fue capaz de entrar en
el empleo de ms herramientas metlicas, mayores inversiones de tra- una nueva burbuja boserupiana y desapareci, dando paso a una
bajo y la redefinicin de las reglas del juego (reglas que ya conlleva- sociedad mucho ms pequea en todos los sentidos, con menos
ban la existencia de unos lderes y, muy posiblemente, de nuevos gente, menos compleja y... seguramente ms feliz.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
CAPTULO 6
Al borde del desastre
6. AL BORDE DEL DESASTRE
Volver a empezar
Homologados con Europa
Nuestros conocimientos sobre la historia ecolgica de Almera un viejo y renqueante Land Rover que perda gasoil por todos
desde el final de la cultura argrica hasta el final de la edad media lados.
son escasos. Los perodos posteriores a la edad del bronce no han Con el olor del gasoil y una buena sesin de saltos y golpes con-
sido estudiados de manera tan exhaustiva y en los estudios que se tra el techo aquel cacharro remova el estmago de sus ocupantes
han llevado a cabo las relaciones entre el hombre y su entorno antes de dejarlos, completamente despiertos, al pie del Pen.
natural no han ocupado un lugar prioritario. Aunque en este Entonces haba que ascender y, a trechos, ms que ascender trepar
aspecto, el que ms nos interesa aqu, hay excepciones que mere- hacia la cumbre de una montaa que, a las seis de la maana,
cen ser destacadas. Casi todas nos llevarn de nuevo a la Cuenca pareca tan alta como el Everest y a las doce arda con 38 grados a
de Vera. la sombra. En esos momentos uno poda imaginar cmo sera la
La cultura de El Argar desapareci en el 1500 a.C. En Creta todos vida de los antiguos habitantes del lugar que suban y bajaban a
los grandes palacios, que haban sido el centro de la cultura diario para ir a trabajar al campo o a cazar. Y tambin poda ima-
minoica, fueron incendiados y destruidos hacia el 1450 a.C. ginar lo que tena que ser volver al poblado, a las tres de la tarde
132 (excepto el de Cnosos que lo fue poco despus). En el sur de Gre- en agosto, y darse cuenta de que uno se haba olvidado el hacha,
cia la cultura micnica, continuadora y heredera en tantos aspec- el arco o las flechas en algn sitio abajo.
tos de la minoica, dur apenas un par de siglos ms que sta y A pesar de todo, este lugar era importante por contarse entre los
tambin acab sus das rpida y violentamente. Hacia el 1200 a.C. pocos yacimientos conocidos posteriores a la poca argrica. Vala
todas las incipientes sociedades complejas surgidas en el sur de la pena estudiarlo, ya que poda arrojar luz sobre un perodo
Europa haban desaparecido. El Mediterrneo europeo se homo- oscuro de la prehistoria reciente de Almera, el que sigue al colap-
log con la ruda simplicidad del resto del continente. Las gran- so de la cultura de El Argar. Es lo que hizo, competentemente,
des civilizaciones de Oriente Medio podan seguir mirando por nuestra profesora entonces, Catalina Martnez, que dirigi la
encima del hombro en realidad nunca haban tenido motivos excavacin junto con Miguel Botella.
para dejar de hacerlo a su primitivo y salvaje vecino del oeste.
Casas sin esquinas
Uno de los autores de este libro, en su primer ao como universi-
tario, pas un verano trabajando en el yacimiento arqueolgico de La idea que espontneamente nos hacemos de la civilizacin suele
El Pen de la Reina (trmino municipal de Alboloduy). All se dio ir asociada a las esquinas, las lneas y los ngulos rectos de las
cuenta de que la vida de los arquelogos poda ser casi tan dura viviendas, edificios y avenidas donde vivimos. En los grandes asen-
como la de los primitivos. Para llegar al yacimiento haba que tamientos argricos tambin vemos ngulos rectos y las casas tien-
levantarse a las cinco de la maana y, a medio despertar, subirse a den a ser cuadradas o rectangulares. Hay calles y todo el conjunto
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
ofrece un aspecto podramos calificarlo de protourbano que nos Internamente estas comunidades deban estar poco jeraquiza-
sugiere un modo de vida remotamente parecido al nuestro. das, sin que hubiera entre sus miembros ms diferencias que las
Las casas que iban emergiendo de la tierra en El Pen de la derivadas del sexo y la edad. Como es habitual son las sepultu-
Reina, por el contrario, tenan ese aire vagamente infantil que ras las que proporcionan mayor informacin sobre las estructu-
confieren las lneas curvas a cualquier tipo de vivienda: eran ras sociales. Y en este terreno se producen novedades. El ritual
unas sencillas cabaas ovaladas, desparramadas sin ningn funerario experimenta un cambio radical, comn a muchas
orden sobre el terreno. Los dems objetos que desenterrbamos zonas de Europa. Los cadveres son ahora incinerados. Las ceni-
eran, en general, tan simples y primitivos como las casas. Nada zas y los huesos calcinados se depositan en urnas con mnimos
que delatara el ms mnimo atisbo de complejidad. y sencillos ajuares en los que no se aprecia ningn smbolo de
autoridad ni de jerarquizacin. Por lo general no hay armas, slo
En Almera y en todo el Sureste el perodo que se extiende algunos adornos, como brazaletes y anillos de bronce. Las urnas
desde, ms o menos, el 1400 a.C. hasta el 750 a.C. est caracte- forman grupos en grandes fosas comunes recubiertas de losas y
rizado por la existencia de una sociedad con bajsimas densida- tapadas con un tmulo de tierra.2 133
des de poblacin que, aparentemente, ha retrocedido hacia for- La aparente sencillez de esta sociedad no le impeda mantener
mas de vida muy simples. Las actividades agrcolas vuelven a contactos o intercambios muy espordicos con lugares alejados.
concentrarse en las mejores tierras y se abandona el monoculti- En algunos yacimientos han aparecido objetos metlicos proce-
vo cerealstico en favor de una agricultura ms diversificada. La dentes del Mediterrneo oriental, de la isla de Cerdea y del
economa presenta un componente pastoril acusado y la caza Atlntico.
adquiere, de nuevo, un peso considerable en la alimentacin. La
plata, el oro y, en general, los metales son raros, aunque, como La naturaleza se defiende
revela el estudio metalogrfico de El Pen de la Reina, la tcni-
ca de elaboracin del bronce ya se conoca perfectamente.1 Es incuestionable que la sociedad argrica, con su relativamente
Las distintas comunidades estaban muy dispersas, eran autosu- alta densidad de poblacin y, sobre todo, con su estrategia de
ficientes y vivan en poblados formados por pequeas casas explotacin de los recursos naturales, haba producido alteracio-
redondas u ovaladas dispuestas desordenadamente (las solu- nes ecolgicas. No es sencillo evaluar con precisin el nivel y las
ciones habitacionales que encontramos en el Pen de la Reina consecuencias a largo plazo de estas alteraciones. En las tierras
tenan entre 35 y 45 metros cuadrados que bastaran para las bajas de la Cuenca de Vera la degradacin nos dicen los arque-
necesidades de aquella gente; confiemos en que ningn minis- logos fue total e irreversible, la ripisilva desapareci para siem-
tro se entere de esto). pre y la maquia nunca se recuper, dando paso directamente a
6. AL BORDE DEL DESASTRE
la vegetacin abierta estpica del presente.3 Las montaas, para una lite. Su consumo de combustible vegetal destinado al
como sierra Cabrera nos siguen diciendo habran mostrado uso domstico o a la fundicin de metales tampoco era muy
mayor resilencia, mayor capacidad de recuperacin. grande. Por todo ello no necesit deforestar ni cultivar grandes
Pero en el viejo poblado de Gatas que segua habitado hacia el superficies. Si a esto le sumamos la correosa y tenaz resistencia
ao 1000 a.C volvieron a ser utilizadas abundantemente espe- que las plantas mediterrneas presentan frente a las agresiones,
cies arbreas que casi haban desaparecido del registro antracol- su sorprendente plasticidad y capacidad de recuperacin, pode-
gico en los momentos finales de la cultura argrica (pinos y cos- mos entender los sntomas de restablecimiento que muestran la
cojas, que haban cado entonces al 4%, llegan a representar de cubierta vegetal y la fauna silvestre en la Cuenca de Vera a finales
nuevo el 33% de toda la vegetacin natural consumida por los del II milenio a.C.
habitantes del poblado). En Gatas y tambin en Fuente lamo la
4
caza recobra gran importancia como actividad econmica, pues No es tan fcil, como a veces pensamos, cargarse definitivamente
proporciona hasta el 30% de la carne que se consuma en ambos un bosque mediterrneo. Casi todas las especies arbreas que apa-
asentamientos. 5
recen en el registro antracolgico y polnico de Almera haban des-
Suponemos que el bosque-galera no poda recuperarse de ningu- arrollado formidables mecanismos de defensa antes de que llega-
na manera porque, al margen de que tambin hubiera sido inten- ran los seres humanos. Encinas, alcornoques, coscojas, quejigos,
134 samente explotado por el hombre, su perviviencia parece haber lentiscos y acebuches, por ejemplo, son capaces de rebrotar
estado vinculada a unas condiciones climticas que ya no existan. muchas veces, incluso si son cortados a ras del suelo; soportan talas
Si en el ro Aguas sobrevivi un poco ms que en otros lugares la y podas repetidas; adaptan su tamao a las circunstancias ambien-
explicacin puede estar en el mismo nombre del ro, que subraya tales, a la presin de los humanos y del ganado; y pueden sobrevi-
el hecho, inslito en Almera, de que un curso fluvial lleve agua vir durante siglos como pequeos arbustos para luego volver a cre-
aunque muy poca de manera relativamente constante (esa rare- cer hasta convertirse en rboles enormes en cuanto cesa o amaina
za es, a su vez, producto de las muy especiales caractersticas geo- la agresin. Ni siquiera el fuego acaba siempre con estos rboles
lgicas de la zona). porque dependiendo, desde luego, del tiempo que hayan estado
Por otra parte, tenemos serias dudas que ya expresamos en el expuestos al mismo y de la intensidad con que les haya afectado
captulo 3 sobre la supuesta desaparicin de las maquias en cual- tambin pueden recuperarse y rebrotar tras un incendio. Pero todo
quier perodo de la prehistoria. En Gatas, a finales del II milenio tiene un lmite, claro, que es distinto para cada especie.
a.C., el consumo de madera y lea de acebuche volvi a ser tan
alto como lo haba sido 1.500 aos antes (el carbn de acebuche La civilizacin que vino del mar
supona nuevamente el 40% de la madera y la lea empleadas por
sus habitantes).6 La mayor parte de los objetos que desenterrbamos en el Pen
La sociedad postargrica era ms pequea y simple, menos densa de la Reina eran sencillos y autctonos, hasta que comenzaron a
demogrficamente y no estaba obligada a producir excedentes aparecer cosas que no eran ni lo uno ni lo otro: fantsticas cuen-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
tas de vdrio coloreadas, cermicas hechas con una avanzada tec- sentados por el auge y la expansin de la polis la ciudad clsica, en
nologa, la del torno de alfarero totalmente desconocida aqu sentido fsico e institucional como forma de organizacin de las
hasta entonces y sofisticadas armas de lejana procedencia. Los comunidades humanas y, con ella, de la propiedad privada, la
fenicios acababan de desembarcar en las costas de Almera. Esta- esclavitud, el mercado y el dinero.
mos en el siglo VIII a.C. y la civilizacin llama de nuevo a nues-
tras puertas. Con la civilizacin tambin llega la escritura. El texto ms anti-
A partir de procesos internos, totalmente autnomos, o con el guo, emocionante y desesperantemente breve en el que se des-
impulso de algn estmulo exterior (posiblemente las dos cosas), el cribe algo del territorio almeriense, la Ora Maritima, fue redacta-
Mediterrneo europeo volvi a iniciar el ascenso por la espiral de do hacia el siglo VI a.C, aunque ha llegado hasta nosotros a tra-
desarrollo econmico, crecimiento demogrfico y complejidad vs de una versin romana muy posterior. Est tan envuelto en
social que conduca hacia la civilizacin, dejando atrs, por segun- las brumas de la leyenda como los viajes de Ulises con los que
da vez, al resto del continente. podramos relacionarlo en cierto sentido y contiene algunas
Desde el siglo VIII a.C. el registro arqueolgico de la Europa medi- referencias al medio natural. Debi de ser escrito como una espe-
terrnea se transforma espectacularmente. Es a partir de entonces cie de gua un periplo por los primeros navegantes griegos que
cuando comienza a establecerse una clara diferencia entre la civili- exploraban las costas del misterioso Mediterrneo occidental
zacin clsica del sur y el mundo brbaro del norte: la cultura siguiendo el rastro de los fenicios. En l encontramos menciona- 135
ampliamente homognea atestiguada hacia el siglo VI a.C. que
una gran parte de las regiones costeras del Mediterrneo, inclua
ciudades con arquitectura monumental, en particular fortificacio-
nes y templos, agricultura intensiva, moneda, escritura y un aumen-
to creciente de las industrias artesanales especializadas.7
El uso masivo de un nuevo y revolucionario metal en las herra-
mientas de trabajo, el hierro, y la integracin definitiva del olivo y
la vid en la clsica trada de la agricultura mediterrnea, son los
principales aspectos de esta nueva fase de intensificacin econmi-
ca. El olivo y la vid son muy importantes porque permiten incre-
mentar la produccin en terrenos marginales poco aptos para el
cultivo del cereal, pero constituyen una inversin a largo plazo que
no se hace si no est claro quin la va a disfrutar.
Como ya dijimos, los procesos de intensificacin econmica e
innovacin tecnolgica suelen ir acompaados de nuevas reglas del
juego, de cambios institucionales que, en este caso, vienen repre-
6. AL BORDE DEL DESASTRE
136
6.1 Las costas del Cabo de Gata han ejercido una extraa fascinacin sobre los marinos de todas las pocas, que lo han considerado lugar
sagrado, montaa mgica o residencia de seres fabulosos, como los que la tradicin popular ubica en el Arrecife de las sirenas,
supuestamente las sirenas de Ulises. Las referencias escritas ms antiguas a este lugar proceden del siglo VI a.C y mencionan la existencia
en el mismo de un templo dedicado a la diosa Venus, la Venus marina.
do, por primera vez, el Cabo de Gata que ha ejercido una extra- En la Ora Maritima tambin aparece el cabo Pityussas, literal-
a fascinacin sobre los hombres del mar de todas las pocas mente, en griego, el cabo del pinar. Quienes han estudiado aten-
como lugar sagrado y residencia de una divinidad femenina. Era tamente el texto lo identifican con Punta Sabinal,8 en el trmino
el Iugum Veneris, el promontorio de la Venus marina. municipal de El Ejido, pero muy cerca de las salinas de Roque-
En el siglo II a.C. el gegrafo griego Ptolomeo lo llama Charide- tas, en cuyo fondo se depositaba polen de pinos desde el lti-
mou Acra, cabo o promontorio de Charidemos (el tal Charide- mo perodo glacial.
mos, nombre muy comn entre los griegos jonios, sera un Nos gustan estas coincidencias entre fuentes de informacin tan
marino relacionado por algn motivo especial con el lugar, distintas (no nos extraara que en Punta Sabinal hubiera real-
quiz su descubridor). Algunas plantas endmicas del Cabo de mente un pinar en el siglo VI o VII a.C. porque textos de pocas
Gata han recibido su nombre a partir del de este personaje des- posteriores nos ensean que los pinares no eran raros en las cos-
conocido (Antirrhinum charidemi, Teucrium charidemi y Dianthus tas del Sureste). Pero recelamos de ellas tanto como recelara de la
cintranus ssp. charidemi). Ora Maritima un marino actual para orientarse en el Mediterrneo.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Nunca sabremos cmo llamaban a su poblado los habitantes de El olivo haba sido obtenido en el Mediterrneo oriental, a partir
Los Millares, ni qu idioma hablaban los argricos o qu nom- de su ancestro silvestre, el acebuche, por un proceso de seleccin y
bres les ponan a sus hijos. Desde que aparece la escritura algunas cruce de las mejores variedades. All s saban, adems, cmo trans-
incgnitas de esta naturaleza comienzan a desvelarse, los restos formar rpidamente un buen acebuche (cualquiera no sirve) en un
arqueolgicos pierden parte de su anonimato y adquieren un pasable olivo porque conocan la tcnica del injerto. Esta tcnica la
calor humano especial. Gracias a obras escritas en la antigedad aplicaron los navegantes orientales en sus colonias del Mediterr-
y a inscripciones en piedra o metal conocemos los nombres anti- neo occidental, como seala Diodoro de Sicilia en el siglo I a.C.,
guos de varios lugares de Almera, de los grupos tnicos que los que habla expresamente de olivos injertados en acebuches.10
habitaban e incluso de personas concretas que vivieron y murie- La llegada de los fenicios provoc un rpido crecimiento demogr-
ron aqu mucho antes del nacimiento de Cristo. Y nos sorprende fico en la Cuenca de Vera, que volvi a tener la misma poblacin
agradablemente comprobar que con ciertas transformaciones que en el perodo argrico, unos 3.500-3.700 habitantes, con una
seguimos usando palabras que alguien pronunci por primera densidad de 7 por kilmetro cuadrado en el sector central de la
vez hace ms de 2.000 aos. comarca. Pero esta poblacin se distribua ahora de manera dife-
[sta es] la tumba de Gerashtar, hijo de Baalpiles, dice una rente, pues tenda a acumularse en el norte de la cuenca, junto a
estela funeraria. El padre del difunto ostentaba en su nombre
9
Baria y los yacimientos de plata y hierro de sierra Almagrera.11
una referencia a Baal, el sanguinario dios fenicio que, de vez en 137
cuando, exiga a sus fieles sacrificios humanos, sacrificios de Por los gegrafos e historiadores griegos de los siglos VI y V a.C.
nios. La inscripcin fue encontrada por el incansable Luis Siret sabemos que los indgenas de la costa mediterrnea de Espaa
en Villaricos, la antigua Baria, una de las dos primeras colonias eran los beros, un pueblo bien individualizado por su idioma
que los fenicios establecieron en las costas de Almera (de Baria y cultura, pero dividido en varios grupos tnicos menores, uno
procede el nombre de la actual localidad de Vera). La otra, la de los cuales, los mastienos, ocupaba el Sureste peninsular. Ms
ms antigua, era Abdera, la actual Adra, fundada hacia el siglo adelante encontramos a estos mismos beros del Sureste frag-
VIII a.C. En ambas construyeron los fenicios templos dedicados mentados en nuevas agrupaciones tnicas bsicamente en el
a sus inquietantes divinidades (a la diosa Astart en Baria y al interior del territorio, mientras que los fenicios siguen ocupan-
dios Melqart en Abdera). do las costas o las comparten con los autctonos. En Baria nati-
vos y forasteros vivan juntos, aunque, quiz, no revueltos. Usa-
Los autctonos y los extranjeros ban la misma necrpolis lo cual es todo un detalle de frater-
nidad intercultural post mortem pero sus respectivas sepulturas
Los recin llegados aportaron muchas innovaciones tecnolgi- parecen guardar ciertas distancias y son distintas.12
cas y culturales que fueron rpidamente asimiladas por los ind- Los beros crearon sus propias ciudades y desarrollaron sus pro-
genas, como el hierro, el torno de alfarero, el cultivo del olivo y pios sistemas de escritura, inspirados en los de fenicios y griegos.
la vid y el alfabeto. Curiosamente, comprendemos mejor las inscripciones fenicias
6. AL BORDE DEL DESASTRE
138
6.2 Armas de hierro y huevos de avestruz decorados de la necrpolis de Villaricos (antigua Baria). Dibujos realizados por Luis Siret
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
que las beras. Estas ltimas se pueden leer bastante bien, pero no ... Los desiertos arenosos han
se entiende nada (o casi nada). Al leerlas uno tiene la ligera
sido sembrados; las rocas cubier-
impresin de que el oscuro y spero idioma de los beros reple-
to de sonidos erre y ka se pareca al vasco, aunque no se ha podi-
tas de cultivos...
do demostrar una relacin clara entre ambos. El techo romano
En la pequea plancha de plomo encontrada en una mina de
galena argentfera de la sierra de Gdor hay un texto ibrico que Entre el siglo I a.C. y el siglo II d.C., la poblacin del imperio
segn los expertos en el tema se refiere a la contabilidad de romano, que ya abarcaba todo el Mediterrneo, creci considera-
la explotacin minera. 13
La mina pertenecera a la ciudad de blemente llegando a 60 o 70 millones de habitantes y tambin
Urki, la repblica urkesken, como proclaman sus monedas, en el lo hizo el nmero y el tamao de sus ciudades, el comercio, la
Bajo Andarax, muy cerca de la ciudad de Almera. navegacin y la artesana, adems de desarrollarse una brillante
La raz Ur (o sus variantes Or y Uer) la encontramos en nom- vida intelectual, heredera, en lo esencial, de la cultura griega.
bres actuales de varias localidades de la provincia: rcal, Urr- La unificacin poltica impuesta por Roma y la paz que aport al
cal, los dos Hurcal, Oria, Cant-oria. Quiz sean, igualmente, espacio dominado por ella tienen relacin con todo esto. Pero el
de procedencia ibrica otros extraos e indescifrables topni- crecimiento demogrfico y el auge de las ciudades fueron conse-
mos almerienses como Canjyar, Rgol o Filabres. cuencia, tambin, de un proceso paralelo de crecimiento econ- 139
mico que consisti, fundamentalmente, en la puesta en cultivo
Tras la llegada de los romanos en los ltimos aos del siglo III de nuevas tierras. Fue, por tanto, un proceso ms extensivo que
a.C. las inscripciones de las monedas que acuaba la ciudad de intensivo, ya que no estuvo basado en grandes innovaciones tc-
Abdera empiezan a ser bilinges, en alfabeto fenicio y latino, pero nicas, sino ms bien en la generalizacin y difusin de las ya
muy pronto pasan a estar escritas slo con el alfabeto latino. Los
14
conocidas a los territorios anexionados y en el recurso masivo, y
beros tambin terminaron por abandonar su alfabeto y su idioma. sin precedentes, a la mano de obra de esclavos extranjeros. Estos,
La lengua bera desapareci, sustituida por el latn, sin dejar descen- desde el establecimiento del imperio por Augusto, procedan,
dientes ni parientes, mientras que el fenicio era un idioma semtico esencialmente, de la periferia brbara del Mediterrneo, es decir,
estrechamente emparentado con varias lenguas vivas actuales (como del interior de Europa, de Asia Menor y de los confines del mar
el rabe o el hebreo), lo que facilita la traduccin de las inscripcio- Negro. Nunca haba existido (ni volvera a existir hasta la poca
nes en ese idioma. de la Amrica colonial) una economa y una sociedad tan depen-
La rapidez con que las comunidades humanas del Sureste indepen- dientes de la esclavitud.15
dientemente de su origen tnico se integraron en el imperio roma- La agricultura romana bsicamente de secano era una activi-
no no hace sino poner de relieve los procesos de convergencia que dad dedicada a la produccin de cereales, vino y aceite, que hacia
haban tenido lugar y la similitud bsica existente entre las socieda- el siglo II d.C. haba llegado todo lo lejos que le permitan la tec-
des del Mediterrneo europeo a finales del primer milenio a.C. nologa disponible y las frreas limitaciones ambientales del
6. AL BORDE DEL DESASTRE
Mediterrneo. Y esto significa que los romanos, probablemente, rebaos de animales domsticos han expulsado a las bestias salva-
pusieron en cultivo tanta o casi tanta tierra como podra hacerlo jes; los desiertos arenosos han sido sembrados; las rocas cubiertas de
luego cualquier sociedad antes del siglo XIX y del inicio de la cultivos; las marismas desecadas; y donde en un tiempo slo haba
revolucin industrial. solitarias cabaas hoy hay grandes ciudades 18
140 neos creci muy poco desde el siglo I d.C. hasta el siglo XVIII; en de la naturaleza19
cualquier caso mucho menos que la del noroeste y el centro de
Europa.16 Entre el inicio de la era cristiana y el ao 1700 el nme- Lucrecio expresa una idea similar, pero con una alusin a los bos-
ro de ingleses y franceses se habra multiplicado por 4; el de ita- ques que es muy interesante, pues la encontramos repetida en los
lianos slo por 2 y el de espaoles tan slo por 1,34. En su17
ms diversos escritos de la literatura griega y latina:
momento de mayor apogeo el Mediterrneo romano alcanz,
pues, un techo demogrfico que no sera fcil superar. Y da a da [los agricultores] empujaron ms y ms el bosque
Hay un texto de Tertuliano, escrito en el del siglo II d.C., que sin- montaa arriba, y dejaron para el cultivo la tierra baja, de modo
tetiza muy bien cuanto acabamos de decir. Es un texto lleno de que en colinas y llanos pudiera haber praderas, estanques, corrien-
resonancias Turnerianas, porque en l vemos que el mundo tes de agua, cosechas y alegres vias, y la franja verde de los oli-
romano era consciente de haber llegado a su ltima frontera y se vos... ahora vemos toda la tierra marcada con diversas bellezas,
senta orgulloso de ello: donde los hombres la hacen que reluzca plantando aqu y all dul-
ces rboles frutales...20
Todos los lugares son ahora accesibles, todos son bien conocidos,
todos abiertos al comercio. Las ms agradables fincas han borrado Los bosques, y cualquier otro tipo de vegetacin natural, fueron
cualquier traza de lo que un da fueron lbregos y peligrosos bald- empujados hacia las montaas, mientras los cultivos de secano se
os; los campos cultivados han sometido a los bosques; manadas y extendan ms y ms sobre las tierras bajas. Esta estrategia de
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
explotacin de los recursos naturales resulta especialmente agre- resuelto todas las incgnitas medioambientales que plantea el
siva y fue la primera responsable de las alteraciones ecolgicas perodo clsico.
provocadas por el mundo romano. 21
No es de extraar, por consiguiente, que la evaluacin de la his-
En las condiciones ambientales del Mediterrneo una agricultura toria ecolgica del mundo greco-romano haya estado y conti-
de secano obtiene rendimientos muy bajos por unidad de super- ne estando expuesta a tanta controversia. Durante mucho
ficie. Para compensarlos como ya hicieron los argricos con una tiempo ha primado una interpretacin catastrofista. Los griegos y
tecnologa menos eficiente que la romana hay que roturar, defo- los romanos habran arruinado completamente la naturaleza del
restar y cultivar grandes superficies. En segundo lugar estara el Mediterrneo. La deforestacin masiva dara lugar a tremendos
consumo domstico de lea y madera por parte de una pobla- fenmenos erosivos que arrastraran al mar los delgados suelos
cin muy numerosa y, por ltimo, toda una serie de actividades de esta parte del planeta, ya agotados, adems, por el cultivo abu-
industriales que tambin demandaban enormes cantidades de sivo y el pastoreo. La productividad de la agricultura disminuira
biomasa vegetal y estaban muy relacionadas con las ciudades y el y, como consecuencia, todo se ira al garete.
estilo de vida urbano: la construccin de viviendas y edificios, la Hoy no se puede sostener seriamente esta versin.25 Los habitan-
coccin de cermica, vidrio, hormign y ladrillos; la construccin tes del Mediterrneo y particularmente los romanos han podi-
naval, la minera, la fundicin de metales, las termas y las gran- do abusar mucho de la vegetacin y los suelos, pero algunos
diosas obras pblicas que tanto gustaban a los antiguos. 22
No investigadores han abusado mucho ms de la deforestacin y la 141
olvidemos que la sociedad del imperio romano fue, sin duda, la erosin para explicar cualquier cosa difcil de explicar, como el
ms urbanizada que haba existido antes de la revolucin indus- fin de algunas sociedades prehistricas y hasta del imperio roma-
trial. Las ciudades eran el centro de la civilizacin del Mediterr-
23
no. No se ha podido demostrar que ninguna sociedad mediterr-
neo clsico. nea haya desaparecido o que simplemente se haya visto afecta-
da de manera muy grave por culpa de la deforestacin y la ero-
siglo no se ha caracterizado por procesos erosivos catstroficos y ninguna conciencia sobre los problemas derivados de la defores-
generalizados en el Mediterrneo. Michael Williams, Peregrine tacin. No hay la ms mnima referencia a la erosin, ni siquiera
Horden y Nicolas Purcell, buenos conocedores del tema, se sit- como problema menor, en los numerosos tratados romanos de
an en una lnea de pensamiento parecida. Y Le Houerou otro
27
agricultura. Tampoco les pareci necesario a los romanos escribir
gran experto ha calculado que todo el consumo de lea y made- tratados de silvicultura, ni organizar planes de reforestacin. Y en
ra del imperio romano poda satisfacerse con tan slo la mitad de cuanto al asunto de la fertilidad de los suelos, slo Columela lo
la productividad primaria de los bosques y matorrales mediterr- considera con cierto detenimiento. Para los dems tratadistas,
neos. Es una estimacin respetable por venir de quien viene e
28
sencillamente, no haba asunto.29
interesante, pero indemostrable. Por supuesto, los fenmenos erosivos pueden ser lentos y difciles
Horden y Purcell le dan la vuelta al argumento usual. Para ellos el de percibir, aunque tambin a veces son rpidos y violentos. Grie-
trabajo agrcola constante y un campo lleno de gente como el gos y romanos lo saban e incluso eran capaces de establecer
campo romano mantienen la erosin bajo control. A lo que como hicieron Plinio y Pausanias un vnculo entre deforestacin
poda aadirse que segn Grove y Rackham en los bajones de la montaas, por una parte, e inundaciones y aluvionamien-
demogrficos y en los perodos de despoblacin la gran resilencia tos de valles y bahas, por otra. Pero no debi parecerles que la
de los ecosistemas mediterrneos restaa rpidamente las heridas erosin representara una amenaza importante para la agricultu-
142 y evita las prdidas de suelo (en el ltimo captulo de este libro ra ni para su modo de vida.30
intentaremos exponer con mayor detenimiento el estado en que se Una opinin sensata en este tema aunque insatisfactoria y en
encuentra y las conclusiones a las que est llegando la investiga- absoluto cuantitativa sigue siendo la que expuso, hace ya 50
cin sobre los suelos y la erosin). Esta es una opinin excesiva- aos, Clifford Darby: el Mediterrneo clsico contaba con una
mente optimista que no se debera generalizar a todas las pocas ni cubierta vegetal ms desarrollada y densa que la actual, pero la
a todas las regiones del Mediterrneo, porque, como comprobare- deforestacin fue considerable y los bosques, en su mayor parte,
mos en este mismo captulo, cuando se traspasan ciertos umbrales, slo sobrevivieron en las montaas.31
algunas alteraciones podran ser irreversibles. En conclusin, la civilizacin greco-romana caus daos
Que los procesos erosivos naturales se vieran acelerados por la ambientales sin duda ms y a mayor escala que cualquier poca
destruccin de la cubierta vegetal y la expansin agrcola es plau- anterior que pudieron ser devastadores a nivel local, en parti-
sible, aunque tambin difcil de demostrar. Pero resulta extrao cular cuando toda la demanda del inmenso imperio, aun siendo
que en un mundo tan alfabetizado y observador no haya surgido muy baja en trminos per cpita, se concentraba sobre un punto
(nos referimos, por ejemplo, a la demanda de determinados
recursos, como los minerales, que slo podan conseguirse en
lugares concretos).32 Pero, globalmente, no se le pueden atribuir
ms trastornos ecolgicos que los ocasionados por perodos his-
tricos posteriores.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
144
6.4 Acueducto de Albanchez. Otro acueducto de cronologa dudosa, aunque probablemente romano 39
(3 de abril de 1999)
tambin por las relaciones sociales. Sin la existencia del esclavis- todos los derechos del ciudadano, entre ellos, el derecho a ser
mo se hace difcil entender algunos de los rasgos ms peculiares propietario de tierra y a explotar los recursos naturales en el espa-
y agresivos de la relacin que la sociedad romana mantuvo con cio controlado por la ciudad. Y del mayor o menor poder e
el medio natural. influencia poltica de cada cual en su comunidad y en el estado
Las condiciones que explican la aparicin de la esclavitud en el dependa el mayor o menor acceso a la tierra, que segua siendo
Mediterrneo clsico son tres: la existencia de la propiedad priva- el factor productivo ms importante y lo seguira siendo hasta la
da de la tierra, ms especficamente, de la gran propiedad que no revolucin industrial. He aqu la razn ltima de la extraordina-
puede explotarse slo con mano de obra familiar; la existencia ria importancia de las ciudades, la vida urbana y la poltica en la
del mercado y la produccin mercantil, aunque fuera a muy bajo sociedad del Mediterrneo greco-romano.
nivel; y la falta de mano de obra interna dispuesta a trabajar. 35
En este contexto general se podran situar los alardes epigrficos
De la pertenencia a una comunidad poltica urbana dependan y monumentales que hacen las ciudades del territorio almerien-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
se y sus ciudadanos ms notables a partir del ao 70 d.C. En Murgi (El Ejido) Lucio Emilio Dafno es igual de generoso:
cuando acaban de obtener la condicin jurdica y administrati-
va de municipium romanum. Esta condicin de verdadera ciudad, ... ofreci, completamente a su costa, unas termas a los ciudada-
de Republica, la ostentaban diversas localidades de origen feni- nos murgitanos, y el da en que las dedic obsequi a cada ciuda-
cio o ibrico: Abdera, Baria, Alba (actual Abla), Murgi (El Ejido), dano y residente con un denario y una comida. Les prometi que
Urci y Tagili (actual Tjola). Otros ncleos de poblacin que cuanto tiempo viviese les dara en ese mismo da un denario a
pudieron tener cierta importancia, al menos algunos de ellos, cada uno, y prometi para el cuidado de las termas, durante el
eran Vergi (actual Berja), Turaniana (en Roquetas de Mar) y Por- resto de su vida, ciento cincuenta denarios anuales 41
Almera, en el territorio de la Republica urcitana. Viaj con el ejr- La poblacin y las actividades agrcolas se concentraron, princi-
cito romano desde los confines del Sahara hasta Asia Menor, palmente, en los cursos bajos de los grandes valles y las llanuras
pasando por Los Alpes y Roma, donde muri, dejando este costeras.45 La produccin se organizaba desde aldeas, villas y gran-
impresionante curriculum: jas aisladas que dependan en todos los casos de una ciudad.
No parece que las sierras tuvieran tantos ncleos de poblacin, ni
... Publio Valerio Prisco, hijo de Publio, urcitano, de la Hispania tan grandes, como llegaron a tener en pocas posteriores, ni que
Citerior, prefecto de ingenieros, prefecto de la Cohorte I de Astures se desarrollara una estrategia y una tecnologa especficas para la
y Galaicos situada en Mauritania...; tribuno de la cohorte I itli- explotacin agrcola a gran escala de las montaas, como habra
ca... instalada en Capadocia...; prefecto del ala I Auriana de his- sido la construccin de aterrazamientos. La nica zona de la pro-
panos en Retia; vivi sesenta y cinco aos 44
vincia para la que disponemos de estimaciones demogrficas, el
Bajo Almanzora, alcanz una densidad de poblacin altsima,
pero, a pesar de ello, no se han encontrado all terrazas de culti-
vo anteriores a los siglos IX-X en las laderas de las sierras.46
La naturaleza y la explotacin En la Cuenca de Vera la poblacin creci vertiginosamente duran-
de la naturaleza en la te los siglos I y II d.C., alcanzando un techo demogrfico el ms
146 Almera romana alto de toda su historia hasta entonces situado alrededor de
15.000 personas,47 lo que representa una densidad de 30 habitan-
Indicios e hiptesis tes por kilmetro cuadrado en el centro de la cuenca (y entre 15 y
Los indicios arqueolgicos, los estudios de polen y carbones y los 17 en el conjunto de la comarca), densidad que ya no volvera a
escasos textos conservados apenas nos autorizan a hacer algn conocerse hasta mediados del siglo XVIII. Para alimentar a esta
comentario general y unas pocas consideraciones particulares poblacin se puso en cultivo una enorme cantidad de tierra desti-
sobre la Almera romana, su economa, su demografa y su rela- nada, principalmente, a la produccin de cereales.
cin con la naturaleza. En el ro Aguas donde se encontraban las mayores villas esclavis-
El comentario general no puede consistir ms que en la confirma- tas de la Cuenca de Vera la superficie cultivada super la del per-
cin a la pequea escala de nuestra provincia de lo que intui- odo argrico y lleg a su mximo nivel histrico, unas 3.600-3.800
mos sobre el mundo clsico en conjunto: nunca antes haban hectreas (algo ms del 30% de la superficie total de la subcomar-
sido explotados de manera tan completa, minuciosa y exhaustiva ca), nivel que no sera alcanzado de nuevo hasta el siglo XX.
los recursos naturales del territorio almeriense, nunca ste haba Teniendo en cuenta que como ya dijimos una evaluacin muy
contado con una poblacin tan numerosa y, posiblemente, cuidadosa ha estimado en 3.000 hectreas la tierra razonablemen-
nunca haba sido tan alterada su naturaleza como lo fue en los te productiva de la zona (aunque slo unas 1.500 de buena cali-
aproximadamente 700 aos que dur el perodo romano (del dad), el 27% de la cultivada por los romanos estara formada por
siglo II a.C. al siglo V d.C.). secanos de bajsimos rendimientos. Las 3.600-3.800 hectreas en
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
cultivo apenas daran para mantener a los aproximadamente toda la tierra se hubiera cultivado exclusivamente en secano. Con
4.000 habitantes del ro Aguas en aquellos momentos. Los arque- unas 200 hectreas de regado sembradas de trigo (el 5,5% de la
logos suponen que, por primera vez, se tuvo que crear algn superficie total cultivada) las cuentas les cuadran mucho mejor.
pequeo sistema de riego que complementara los cultivos de seca- La estrategia agrcola bsica de la Almera romana parece haber
no. No han encontrado ningn resto del mismo. Es una conclu-
48
sido el cultivo en secano de cereales, olivo y vid, ocupando para
sin a la que llegan a partir de las cantidades de trigo y cebada ello todo el espacio disponible en las tierras bajas, incluso el espa-
encontradas en los yacimientos arqueolgicos. Las de la primera cio menos productivo, con lo que los rendimientos decrecientes
especie son mucho ms abundantes de lo que cabra esperar si estaban garantizados.
147
6.5 Viejsimo olivo o acebuche injertado en Agua Amarga (costa del Cabo de
Gata). Bajo las condiciones ambientales de la zona (menos de 200 mm. de
precipitacin media anual) los rboles crecen muy lentamente. Desde el
final del imperio romano hasta el siglo XIX la costa del Cabo de Gata
permaneci prcticamente deshabitada, dato que ayuda a la hora de
establecer dataciones para los rboles cultivados que han sobrevivido en
ella. Este ejemplar, que no tiene nada que envidiar a los de los templos
griegos de Agrigento, en Sicilia, ni a otros viejos olivos de varios lugares del
Mediterrneo mucho ms lluviosos- cuya edad se ha evaluado en 20 o 25
siglos, puede tener entre 1500 y 2000 aos. Es un monumento de la poca
romana, pero es un monumento vivo (13 de marzo del 2006)
6. AL BORDE DEL DESASTRE
La agricultura se desenvolvi tanto en grandes fincas esclavistas La explotacin de los recursos marinos fue iniciada por los
organizadas en torno a una villa seorial, como en pequeas y primeros colonos fenicios (no debe ser casual que las mone-
medianas propiedades de campesinos libres. La existencia de la das de Abdera exhibieran dos atunes en su anverso). En el
esclavitud es, posiblemente, un dato clave a la hora de entender perodo romano se continan y amplan las actividades
una estrategia agrcola que con independencia de consideracio- emprendidas por aqullos: pesca, elaboracin de sal, fabrica-
nes morales nos parece tcnicamente inadecuada y ecolgica- cin de salazones y, especialmente, del garum la famosa y
mente peligrosa. El nfimo nivel de consumo de los esclavos hara apreciadsima salsa hecha con vsceras y otros desperdicios del
rentable el cultivo de las tierras menos prometedoras y soporta- pescado en todo un rosario de factoras desde Abdera hasta
bles los rendimientos decrecientes para sus propietarios. Baria.
148
6.6 El Daymn.
Edificio funerario romano de los siglos III-IV d.C (El Ejido, Campo de Dalas). Testimonia la existencia de una lite en la ciudad de Murgi que poda costear lujosos
mosaicos, como los encontrados hace pocos aos, termas y mausoleos de cierto nivel arquitectnico como ste. (1 de abril de 1999)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Una Extrapolacin y una comparacin damente, una hectrea por habitante (el 95% en secano y quiz
el 5% en regado).51 Siguiendo con la extrapolacin, en toda la
Si los datos demogrficos y de superficies cultivadas de la Cuen- provincia habra, por tanto, unas 120.000 o 150.000 hectreas
ca de Vera fueran extrapolables al conjunto de la provincia de cultivadas (entre el 15% y el 18% de la superficie provincial),
Almera, sta habra contado, entre el siglo II y el V d.C., con como a mediados del XVIII (146.000 hectreas, el 18% de la
una densidad de entre 15 y 20 habitantes por kilmetro cuadra- superficie total de la provincia).52
6. AL BORDE DEL DESASTRE
Sin embargo, la Almera de los siglos I al V d.C, con estos datos como hicieron los romanos a los secanos menos productivos. Y,
bsicos, aparentemente semejantes a los de 1750, podra haber en tercer lugar, los almerienses del siglo XVIII contaban con
estado al borde del colapso y cerca de su techo malthusiano o pequeas cantidades de energa hidrulica, empleada en los
mxima capacidad de carga social. Lo sugiere la circunstancia de molinos harineros y en las fundiciones de hierro, que los roma-
que tuvieran que pasar ms de 1.000 aos para volver a contar nos no quisieron o no necesitaron explotar, a pesar de haber
con una poblacin de volumen equiparable y cuando se volvi a sido ellos quienes inventaron las primeras mquinas movidas
contar con ella, en el siglo XVIII, empez a haber problemas. Y por esta energa.
los hubo a pesar de que en la segunda fecha se dispona de tec- Las ventajas del siglo XVIII se relacionan con algunos avances
nologa agraria y de nuevas especies cultivadas que los romanos tcnicos introducidos o al menos generalizados en Almera
no conocieron o no usaron. durante el perodo rabe (la tcnica de construccin de terrazas,
Entre 1750 y 1800 el crecimiento demogrfico vertiginoso en diversas tecnologas de captacin de agua para el riego, el moli-
los 150 aos anteriores, desde la expulsin de los moriscos se no hidrulico, etc.) y con la existencia de especies cultivadas que
ralentiza, hay quejas sobre falta de tierra (tambin sobre escasez los romanos desconocan, como el maz, el moral o la caa de az-
de lea y madera), se suceden las hambrunas y se produce la pri- car. Estas ventajas, en conjunto, posibilitaban una explotacin un
mera gran emigracin conocida de los almerienses hacia otras poco ms eficiente y productiva de los recursos naturales. En con-
150 regiones en busca de trabajo. secuencia, la produccin per cpita y el nivel de vida tambin ser-
No obstante, la Almera de 1750 o 1800 todava tena capacidad an algo ms altos hacia 1750 que en la poca romana.
de maniobra para seguir creciendo unos cuantos aos ms en el
marco de una economa orgnica aunque con grandes sacrifi- El primer boom minero
cios por varios motivos de los que aqu slo mencionaremos
algunos: en primer lugar, el hecho de que la poblacin estuviera Es evidente y as lo constatan los arquelogos que en el Bajo
distribuida de manera relativamente equilibrada en el territorio Almanzora, en la sierra de Gdor y, quiz, en otras comarcas esta-
haca que en ninguna comarca los cultivos se extendieran sobre ba interviniendo, desde la llegada de los fenicios y hasta el pero-
ms del 15% o 20% de la superficie comarcal, con lo que la agri- do romano, un factor especial que ha convulsionado la vida eco-
cultura se desarrollaba todava, en gran parte, sobre los mejores nmica y la naturaleza en varias pocas de la historia almeriense.
suelos y se evitaban los rendimientos decrecientes. De este modo En medio de la pobre dotacin de recursos naturales de nuestro
era posible disponer, aproximadamente, de la misma cantidad territorio, los minerales constituyen una excepcin cuya intermi-
de tierra de cultivo per capita (1,1 hectreas) que en el perodo tente y espasmdica puesta en valor es capaz de provocar efmeras
romano, pero de mejor calidad. En segundo lugar, el regado explosiones de crecimiento demogrfico y graves alteraciones
estaba ms desarrollado, representaba el 9% de la superficie cul- ambientales.
tivada, lo que permita obtener mayores rendimientos por hec- Mil trescientos aos despus del fin del imperio romano, en 1805,
trea, ahorrar tierra y, de nuevo, no tener que recurrir tanto el naturalista Simon de Rojas que saba todo lo que se poda saber
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
en la Europa de principios del siglo XIX sobre minas y minerales El gegrafo griego Estrabn en el siglo I a.C. afirma que en las
no sala de su asombro ante el gran nmero de antiqusimas gale- minas de plata de Cartagena trabajan 40.000 hombres y explica
ras, explotaciones mineras abandonadas, montaas de escorias y minuciosamente el proceso de extraccin y fundicin del metal:
restos de fundiciones que encontraba por todas partes en Almera, la pepita de plata... es triturada y cribada en tamices a contraco-
especialmente en las sierras de Gdor, Almagrera, Cabo de Gata, y rriente; se trituran de nuevo los residuos, una vez filtrados en el
Filabres occidentales (lleg justo a tiempo para verlos, poco antes correr de las aguas se vuelven a triturar, y al fundirse el quinto resi-
de que el boom minero del siglo XIX borrara y destruyera casi duo, ya separado el plomo, se obtiene la plata en estado puro 55
152
gramos) a finales del siglo III a.C., a 400.000 en tiempos de Pli- Las investigaciones han tenido lugar en Groenlandia (hasta all
nio, en el siglo I d.C., es indicativo por s mismo. La plata y el
58
llegaban los vapores venenosos de las fundiciones!) en donde las
plomo constituan, con seguridad, la principal exportacin del partculas metlicas de plomo y otros metales se depositaron en
territorio almeriense, aunque ste tambin enviara fuera en capas superpuestas entre los hielos. En el caso del plomo, el estu-
cantidades muy inferiores otros productos del subsuelo como el dio de los istopos permite distinguir las zonas de origen de las
mrmol de la sierra de Filabres. partculas. Se ha estimado que entre el ao 150 a.C. y el 50 d.C.
Tradicionalmente se ha pensado que las mayores repercusiones el 70% del plomo contenido en los sedimentos polares proceda
ecolgicas de la minera romana en el Mediterrneo estaran rela- de las minas del Sureste y del Suroeste de Espaa. El porcentaje
cionadas con la enorme cantidad de madera, lea y carbn vegetal se reduce al 40% en el siglo II y al 30 % en el III d.C. No es posi-
consumida para fundir los minerales y entibar las minas, es decir, ble obtener mayores precisiones sobre el origen del metal porque
con la deforestacin. El estudio de las escorias en varios lugares la signatura isotpica de las muestras tomadas en distintas zonas
desde Chipre a Rio Tinto ha arrojado diversas estimaciones sobre del sur de Espaa es muy parecida, pero tngase en cuenta que
las hectreas de bosque o los metros cbicos de madera empleados estos porcentajes se refieren al plomo fundido en todo el planeta
en su fundicin. Las cifras son astronmicas pero, como suele ser en esas fechas.61
habitual, muy controvertidas. En ocasiones, adems, no se ha teni-
do en cuenta que las montaas de escorias se formaron a lo largo Los incendios forestales ms devastadores en 153
de varios siglos y que es posible explotar un bosque mediterrneo 6.000 aos
de manera sostenible, tambin durante siglos, sin esquilmarlo.59
Recientes estudios efectuados donde menos puede imaginarse el Entre el siglo II a.C y el siglo V d.C. el medio natural de Almera
lector sobre el impacto ambiental de las actividades metalrgi- debi de sufrir una transformacin y una agresin sin equiva-
cas de la antigedad enlazan el tema de la deforestacin con otro lentes anteriores. Es una hiptesis basada en indicios dispersos,
que generalmente asociamos a los tiempos modernos: la conta- pero hay uno que nos parece altamente significativo. Durante
minacin atmosfrica. No aportan datos numricos ni sobre esos siete siglos el polen de las plantas y los carbones que pro-
rboles talados ni sobre madera quemada en las fundiciones, ducan los incendios forestales continuaron hundindose en el
pero nos sugieren que la cantidad debi ser realmente grande. fondo de una pequea laguna, que ya conocemos, en las cum-
Puesto que estos estudios evalan la contaminacin producida bres de la sierra de Gdor (Grfica 2 del captulo 3). El estudio
por los gases expulsados a la atmsfera en las fundiciones, desde de estos carbones ha abarcado casi 6.000 aos, desde, aproxima-
el neoltico hasta el siglo XX, nos dejan comparar el perodo damente, el 4800 a.C. hasta el 850 d.C.
romano con los anteriores y los posteriores. En lo que se refiere A lo largo de ese largusimo perodo de tiempo es en la poca roma-
al plomo cuya explotacin estaba muy vinculada a la de la na cuando los incendios llegan a adquirir el mximo nivel de viru-
plata jams hubo tanta contaminacin como en la poca roma- lencia.62 El fenmeno va acompaado, primero, de una reduccin
na hasta los inicios de la revolucin industrial.60 del polen de las encinas y un incremento del de los pinos. Estos
6. AL BORDE DEL DESASTRE
oportunistas y de rpido crecimiento aumentan su presencia en La crisis del siglo III estuvo acompaada, en el Mediterrneo
los bosques, posiblemente a costa de otras especies arbreas que occidental, de la progresiva reduccin del tamao de las ciuda-
estaban teniendo ms problemas. des y, supuestamente, de los efectivos demogrficos. En princi-
Las conferas, como los Quercus mediterrneos, han desarrollado pio lo lgico es suponer que las principales alteraciones
mecanismos de defensa frente a las perturbaciones, pero son distin- ambientales tuvieron que producirse entre los siglos I y II,
tos. Un pequeo incendio no muy intenso molesta a las encinas, a cuando la poblacin y la economa del imperio llegan a su cs-
los alcornoques o a los lentiscos, aunque no siempre acaba con pide. Pero a nivel regional las cosas podan ser de otra manera.
ellos; a los pinos los puede matar. Pero, segn en qu poca del ao En el Bajo Almanzora la poblacin no disminuy en absoluto
se produzca, el fuego tambin puede favorecer la dispersin de las al desaparecer el estado romano.63 No estamos seguros de que
pias y los piones contribuyendo as a la regeneracin y hasta a la este comportamiento se haya dado tambin en el resto de la
expansin del pinar. Muchas especies de Quercus rebrotan si son provincia. Pero s sabemos que la crisis de las ciudades fue
cortadas; los pinos no. Este es su taln de Aquiles. Y, adems, como acompaada, en todas partes, de cambios en la ubicacin de
decamos ms arriba, todo tiene un lmite. los asentamientos y de un masivo retorno o ms bien
A partir del siglo III d.C. los pinos de la sierra de Gdor experimen- huida al campo. Es lo que los historiadores del perodo cono-
taron un profundo declive del que ya no se recobraran nunca. En cen como ruralizacin del mundo romano tardo.
154 la grfica mencionada observamos que, despus del paroxismo Murgi y Turaniana en la llanura y el litoral que bordean por
incendiario, las encinas reconquistan algo del terreno perdido. el sur la sierra de Gdor se esfumaron. Adnde fue el perso-
Pero, globalmente, son las pequeas y duras plantas de los mato- nal? Se repleg hacia la montaa y la explot ms intensa-
rrales las que han salido beneficiadas, a expensas de los bosques, de mente que antes? A continuacin, en la edad media, la costa
este largo perodo de fuego y explotacin minera. del Poniente almeriense permanece desierta, mientras que
Hay algo ms que nos llama la atencin en la sierra de Gdor. Las todos los ncleos de poblacin de la comarca (Berja, Dalas,
mayores perturbaciones parecen haberse producido entre los siglos Enix, Felix, Vcar) se encuentran en la sierra de Gdor o en sus
III y IV d.C. un poco despus de lo que esperbamos, cuando el estribaciones, pero no en el llano.
imperio romano acababa de entrar en una profunda crisis que lo Si la vegetacin de las tierras altas del Poniente sufri daos
llevara, muy pronto, a la desaparicin. tan importantes, la de las llanuras costeras, ms urbanizadas,
No tenemos una explicacin clara para este hecho, aunque sabe- debi verse tambin mucho ms afectada. Rufo Festo Avieno,
mos que la cronologa en los estudios polnicos y antracolgicos no que escribe en el siglo IV d.C. la Ora Maritima, copiando un
es completamente exacta, admite ciertas oscilaciones y mrgenes; y texto griego casi 1.000 aos anterior a su poca, se siente obli-
puede que todo se reduzca a eso. La propia dinmica interna de la gado a hacer una interpolacin de cosecha propia cuando
vegetacin y los fenmenos de tipo umbral aspectos que no cono- menciona el cabo Pityussas: una pineda, en otros tiempos fron-
cemos en detalle podran estar complicando tambin nuestra per- dosa, le dio nombre en griego .64 O sea, que el pinar ya no esta-
cepcin de los cambios. ba all.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
lamo han aparecido, adems, restos de lince un animal estric- lua, el sur de Francia o Italia. Esta simple, contundente e irre-
tamente forestal de poca romana. futable constatacin nos lleva a los condicionantes y restriccio-
Parece, en fin, que contra todo pronstico la maquia y el bos- nes que el medio natural ha planteado a las sociedades agrco-
que sobrevivieron en la Cuenca de Vera, aunque seguramente las del pasado establecidas en el territorio almeriense.
reducidos a pequeos espacios en las sierras. Ignoramos cul era Una vez generalizados en el Mediterrneo y en Europa los avan-
la situacin del acebuche porque sus carbones son indistinguibles ces tecnolgicos que se producen desde el neoltico a la poca
de los del olivo y ya no hay duda de que ste se cultivaba. De romana, Almera tena muchas desventajas comparativas en el
modo que bajo la rbrica Olea que en el anlisis antracolgico sector econmico clave, el que determinaba el tamao y los ms-
de Fuente lamo suma entre el 20% y el 30% del total se pueden culos de una civilizacin hasta la revolucin industrial: la agricul-
esconder situaciones muy diferentes: una gran expansin del oli- tura (una cosa es ser el primero de la clase en el parvulario del cal-
var, la pervivencia de la maquia de acebuches o las dos cosas. coltico, cuando todos estn aprendiendo a contar, y otra conti-
Si hubiera que hacer un balance, ms intuitivo que realmente ava- nuar sindolo luego cuando los compaeros se han comprado
lado por datos, diramos que el medio natural del territorio alme- una calculadora mientras uno sigue contando con los dedos).
riense al final de la poca romana, poda parecerse al de mediados Todava era posible hacer algunos apaos sensatos e ingeniosos
del siglo XVIII o principios del siglo XIX, cuando an contaba con para estrujar hasta el lmite lo poco que daba de s la naturaleza en
156 reas forestales importantes y una fauna salvaje de cierta entidad, un recurso decisivo, como es el agua. Los rabes los hicieron y,
pero empezaba a estar sometido a enormes presiones humanas. siguiendo su senda, la gente de los siglos XVIII y XIX continu
hacindolos. Tambin se podan aadir algunas especies cultivadas
Una civilizacin irremediablemente mediocre nuevas y especializarse ocasionalmente en algn producto deman-
dado por los mercados internacionales. E incluso, finalmente, se
Quiz antes ofrecimos una imagen excesivamente brillante de la poda hacer y se hizo una ltima y desesperada pirueta que con-
civilizacin romana en Almera. Pongamos las cosas en su sitio. virti a la mayora de los almerienses en casi estrictos y forzosos
Las ciudades de la Almera romana eran pequeas, sus monu-
67
vegetarianos, antes de tirar la toalla y emigrar en masa.
mentos pblicos escasos, endebles y pobres; y sus logros arqui- Sin ros dignos de ese nombre y con 250 o 300 litros de lluvia
tectnicos, urbansticos, ingenieriles o de cualquier otro orden por metro cuadrado al ao, el mximo desarrollo al que debe-
no son, en general, ms que pasablemente mediocres (y eso que ra aspirar aqu a muy largo plazo una civilizacin agraria no
en ciertos aspectos, como el demogrfico o el relativo a la explo- poda ser sino mediocre... salvo en circunstancias excepcionales
tacin minera, parece haber sido uno de los momentos cumbre que, por serlo, nunca duraron mucho. No es que la gente no
de nuestra historia). tuviera margen de maniobra frente a la naturaleza, pero el mar-
gen era estrecho y su superacin se produca, de tarde en tarde,
Casi nada del legado romano en Almera es comparable al que bajo la caracterstica y quintaesencialmente almeriense fr-
todava podemos ver hoy en el valle del Guadalquivir, en Cata- mula del milagro inesperado y difcilmente explicable.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Quiz tampoco est de ms, para terminar este apartado, rebajar La importancia de las ciudades no resida, pues, en su funcin
el entusiasmo que produce la contemplacin de las grandiosas econmica en el sentido que actualmente damos a esta expre-
ciudades y monumentos levantados por Roma en otros lugares sin sino en su papel poltico y cultural o, para ser ms exactos,
de su imperio. Nos transmiten una imagen distorsionada de la en el papel rector de la poltica sobre las relaciones de produc-
sociedad romana. Aquellas ciudades eran el lujoso escenario de cin, sobre las normas que regulaban el acceso a la tierra, los
un mundo pobre en el que el nivel de vida y consumo de la recursos naturales y la riqueza.69
mayora de la poblacin estaba en el lmite de la subsistencia. La La ciudad greco-romana, en fin, era un parsito econmico que
capacidad adquisitiva y, por tanto, la demanda de las masas era construa toda su fastuosa grandiosidad explotando un entorno
mnima y por eso el sector mercantil de la economa y el tamao rural al que no aportaba nada a cambio. Su tamao y equipamien-
de los mercados fueron casi siempre muy pequeos. to en general y dejando de lado las excepciones guardaban cier-
sta es tambin, probablemente, la explicacin de los escasos ta relacin con la capacidad productiva de su entorno rural. Y aqu
avances tecnolgicos de una sociedad que tena la capacidad inte- tenemos otra prueba indirecta de la pobreza y las limitaciones del
lectual y los conocimientos cientficos para haber hecho algunos campo y de toda la economa almeriense en la poca romana.
progresos en ese terreno. Pero resulta que los hombres que ms
se podran haber beneficiado del progreso tcnico los grandes Un ciervo en el desierto
propietarios los nicos con el capital y los recursos necesarios 157
para invertir en tecnologa, no lo hicieron porque la existencia de En Almera el legado romano, en grandes monumentos, obras de
la esclavitud y la estrechez del mercado desincentivaban las arte e ingeniera no es espectacular. Pero tambin forman parte del
opciones productivistas. Un romano rico conoca varias mane- mismo y la nica parte viva, si exceptuamos algunos rboles
ras de hacerse ms rico, pero ninguna pasaba por incrementar la esos objetos frgiles y casi inmateriales que son las palabras. Las
productividad de sus fincas o negocios. Todas empezaban o ter- palabras con las que los romanos llamaron a muchos lugares de
minaban en la poltica. la provincia, los topnimos latinos, han resistido el paso del tiem-
Las ciudades de la antigedad clsica no eran, esencialmente, po mejor que sus construcciones de piedra y hormign. Y esto no
centros de produccin, sino de consumo. No compraban los ali-
68
ha sido fcil en una tierra que desde entonces ha conocido varios
mentos que necesitaban a cambio de servicios o productos cambios de poblacin e idioma, a veces radicales y rpidos.
manufacturados. Los reciban casi todos gratis por mecanismos
coactivos (extraeconmicos, diran algunos, aunque no sea sta Algunas de las palabras que usamos hoy nos siguen contando
la mejor definicin) en forma de impuestos y rentas procedentes historias en latn sobre las cosas, las gentes y la naturaleza de
del campo. La produccin manufacturera siempre se mantuvo en Almera hace 2.000 aos. Lucainena deba ser la finca de un tal
un modesto nivel artesanal, suficiente para abastecer la demanda Lucanus; Castro (derivado de Castrum, fortaleza) un lugar fortifi-
de productos de lujo de las lites y las instituciones polticas y la cado; Velefique (de Vallis fici) era el valle de las higueras; Chercos
nfima demanda de las masas. (de Quercos, acusativo plural de Quercus, encina) tendra un her-
6. AL BORDE DEL DESASTRE
158
6.10 Chercos Viejo (sierra de Filabres). De la palabra latina Quercos (acusativo plural de Quercus, encina) procede el nombre de este pueblo, increblemente
colgado de una ladera. Observamos el entorno del lugar completamente aterrazado. Chercos Viejo est a punto de ser destruido por el abandono y por el mal
gusto de los constructores de segundas residencias, que muestran un absoluto desprecio hacia la arquitectura tradicional. Alguien debera hacer algo al respecto
(pero que sea pronto). (Febrero de 1998)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
CAPTULO 7
El paraso artificial
7. EL PARASO ARTIFICIAL
162 de 1494, un mdico austriaco originario de los Alpes, Jernimo europeo usara la palabra exuberante para describir el raquti-
Mnzer, cruz la frontera que durante 250 aos haba separado co matorral que crece entre Lorca y Vera, en una de las zonas ms
dos sociedades distintas: la islmica andalus representada por ridas del Sureste ibrico. Tras varios aos de indagaciones cree-
el emirato granadino y la feudal europea, representada por la mos saber qu es lo que vio el viajero austriaco, pero ahora le
Corona de Castilla. tenemos que pedir un poco de paciencia al lector; lo explicare-
En el siglo XIII Castilla, Portugal y Aragn se haban apoderado mos ms adelante.
de todo el territorio de al-Andalus, excepto de esos 30.000 kil- Mnzer se muestra muy sorprendido por la abundancia de fauna
metros cuadrados del sur y el sureste que permanecieron en salvaje en el reino de Granada: En los montes escribe tiene
manos de los musulmanes mucho ms tiempo de lo que cual- tantos ciervos, osos, gamos, conejos y jabales que parece increble2
quiera hubiera previsto entonces: dos siglos y medio (estos 250 (suponemos que el gamo es, en realidad, el corzo). Dos aos
aos, desde mediados del siglo XIII hasta finales del XV, corres- despus de su visita a Vera, en 1496, el primer ayuntamiento cris-
ponden al perodo nazar, que no es ms que un subperodo, el tiano de esta ciudad tas los precios de las carnes que se vendan
ltimo, de la larga historia de al-Andalus). en el mercado municipal. En la lista figuran, adems de animales
La frontera entre cristianos y musulmanes nunca haba sido una domsticos, el ciervo, la cabra monts y el jabal.3 Son presas muy
lnea, sino una franja, y as era la frontera oriental del reino de comunes porque si no lo fueran no estaran en una lista de pro-
Granada, una amplia franja, prcticamente deshabitada, que se ductos de consumo habitual. El oso, el corzo, el lince y dems
extenda entre Lorca (Murcia) y Vera (Almera). Mnzer necesit animales de los bosques no aparecen en la relacin, pero sabe-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
mos gracias a diversas fuentes documentales ligeramente ante- Mientras prosigue su viaje Mnzer anota cuidadosamente todo lo
riores y posteriores que todava pululaban por las pequeas sie- que le resulta llamativo o curioso. La fauna le interesa, desde
rras que rodean el Bajo Almanzora y por muchos otros lugares de luego, pero lo que ms le llama la atencin es la extraa y extica
las provincias de Almera, Granada y Murcia. agricultura del pas. Se deshace en elogios; no halla suficientes
Al mismo tiempo que los regidores de Vera organizaban su mer- palabras con las que expresar su admiracin. Enseguida observa
cado de abastos, el rey Fernando el Catlico prohiba la caza en y es una observacin, no completamente exacta, pero de gran
un amplio territorio que inclua toda la Alpujarra: valor que la tierra no est cultivada sino donde se puede regar.7
Cuando llega a la comarca del Bajo Andarax la comarca del Ro
non sean osados de cazar nyn caen puercos javales, nyn osos, nyn de Almera la palabra que, finalmente, encuentra para describir-
venados... 4
la es paraso. Y resulta curioso que este hombre, ajeno por com- 163
pleto a la cultura islmica, use precisamente esa palabra, porque
Pocos aos ms tarde, los marqueses de Los Vlez tambin pro- es la misma que haban empleado durante siglos los poetas ra-
hiban cualquier clase de caza en su dehesa de Xente, en el norte bes para referirse al verde oasis que serpenteaba desde Santa Fe de
de nuestra provincia: Mondjar hasta la ciudad de Almera, pasando por Gdor, Rioja,
Pechina, Viator y Hurcal:
ni conejo, ni perdiz, ni puerco, ni venado, ni coro, ni enebro, ni
oso, ni otra caza de alimaas ni ave alguna 5 El 18 de octubre, dos horas antes del alba, montamos a caballo y
salimos de Tabernas. Andadas un par de leguas, nos amaneci en
Pero, tambin casi al mismo tiempo que los marqueses de Los un risueo valle regado por un riachuelo, a cuyas orillas extinden-
Vlez hacan esto ofrecindonos, por cierto, la primera referen- se frondosas huertas y verdes campos, donde crecen la palmera, el
cia a la encebra en Almera el ayuntamiento de Huscar pagaba olivo, el almendro, la higuera, hacindonos la ilusin de que cami-
a los alimaeros para que cazaran osos y lobos. Los nobles y la
6
nbamos por el paraso...
gente comn vean a algunos de estos animales de manera muy Encantadoras haban de ser aquellas huertas cuando estaban en
distinta. Para los primeros eran la base del deporte aristocrtico poder de los moros, gentes tan hbiles en la horticultura y en el arte
por excelencia, la caza; para los segundos representaban un peli- de conducir el agua, que quien no haya estado entre ellas no puede
gro y un estorbo. hacerse cabal idea de su mucha industria...
7. EL PARASO ARTIFICIAL
a medida que nos acercbamos a Almera bamos contemplando sus cin medieval comenzaron por medir, contar e inventariar
bellas huertas, sus murallas, sus baos, sus acequias... y debe notar- minuciosamente parcela a parcela campos de cultivo, rboles
se que casi todas las viviendas de esta tierra tienen o pozos, o ace- frutales, casas, almazaras, balsas, norias y molinos; es decir,
quias de agua dulce, o piscinas de piedra, de yeso o de otras mate- todo. El inventario es el Libro del Repartimiento de Almera, por
rias, para conservar el agua, porque los moros son, ciertamente, pri- el que sabemos con bastante exactitud en qu consista el para-
morosos en tales construcciones... so de Mnzer y de los poetas rabes.10
bres, se detuvieron a contemplar la hermosa vega de Cuevas de bles de la sociedad musulmana almeriense. Algunas de esas pro-
Almanzora: on avia afirma el cronista cataln la plus bella piedades eran almunias autnticas fincas de recreo con lujosa
orta que fos en la frontera (donde estaba la ms bella huerta vivienda, torre y hammam, el sofisticado bao tan caracterstico
que hubiera en la frontera). 11
de la civilizacin islmica:
El Libro del Repartimiento de Almera describe cientos de diminutas
parcelas que recibieron los colonos cristianos, la mayora soldados Dironsele al dicho Hernando de afra la casa y heredad que era
que haban participado en la conquista de la zona. Sus descripcio- de Abran Supil, en Pechina, con su pozo e bao, en que ay los
nes son ms elocuentes que todo lo que podamos decir nosotros. rboles de fruto siguientes: mananos 26; idros 7; morales diez e
La unidad de medida de superficie que se utiliz en este catastro de nueve; granados quarenta e nueve; aufeifos 6; higueras 22; mem-
la propiedad inmueble es la tahlla, unidad usada por los musul- brillos diez; alvarcoques dos; nogales tres; iruelos tres; perales tres;
manes en algunos lugares del Sureste exclusivamente para medir limones quatro; un naranjo; un limn ibt; de olivos setenta pies
tierras de riego y que hemos seguido utilizando hasta el siglo XX; en la dicha heredad e de parral tres tahllas. 14
en las ramblas bajo de la torre de Crdenas y a la entrada de la El 19 de octubre de 1494 Mnzer y sus acompaantes partieron
alquera de Grcal... treze taullas e media ... en un vancal... e hacia Granada. Por el camino se detuvieron a descansar en la
afrentan con un ribao... e otras tres taullas e media que... fueron localidad de Fiana (todava en territorio de la actual provincia
dos vancales... de Almera):
...en una tierra que afrenta con un ribao e con otro ribao en que Tres horas antes del amanecer reanudamos el camino, alumbrados
ay dos tahllas y media, que son dos vancales... por una clara luna, y subiendo siete millas por una spera montaa
... e salt en otro vancal arriba del bancal del dicho Villanue- llegamos al noble castillo de Fiana. El alcaide, vizcano y hombre
va... 16
muy corts, nos condujo a la fortaleza, en donde nos ense... un osez-
no, con el que hizo jugar a unos corpulentos perros para solazarnos.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El paraso es pequeo
rrazamiento de laderas y barrancos, trabajos de encauzamiento y pues est en proporcin inversa a la presencia del hombre en ese
proteccin de los cauces fluviales, aclimatacin de nuevas especies territorio. Lo sabemos por la experiencia del presente y por referen-
y constantes labores de mantenimiento. Adems, es necesario esta- cias del pasado.
blecer una estricta organizacin social encaminada a distribuir A principios del siglo XI, Crdoba, capital del califato andalus, era
ordenadamente el agua y conservar todo un sistema que, en el la segunda ciudad ms grande de Europa (slo la superaba Cons-
fondo, es sumamente frgil. Un descuido, una riada imprevista tantinopla). La campia del Guadalquivir a su alrededor estaba
cul no lo es? y el ro o la rambla se lo llevan todo al mar. superpoblada. En el ao 1007 unos soldados de caballera encontra-
Por otra parte y es una gran paradoja osos, corzos, linces, cier- ron en ella algo inslito, un jabal, y lo persiguieron hasta la ciudad:
vos, lobos, cabras monteses, jabales, las misteriosas encebras y
otros muchos animales salvajes prosperan fuera de los oasis; y El animal nos cuenta Ibn Idari se lanz por las calles de Cr-
prosperan hasta el punto de llamar la atencin de un hombre doba, donde el vecindario se apiaba ese da. Las gentes no conoc-
procedente de la verde y, supuestamente, boscosa Europa central. an este animal, pues todo el pas estaba cultivado en una gran
En la Almera de finales de la edad media la vegetacin silvestre, en extensin y no haba animales salvajes en los campos... El jabal
general, y en particular la vegetacin forestal, tenan que estar ms sigui corriendo, atravesando por en medio del gento. Los jinetes,
desarrolladas y tenan que ser ms exuberantes que hoy. Esto que competan en velocidad por alcanzarlo, acabaron por cogerlo a
sucedera de manera especial en las montaas, pero tambin en la orilla del ro, frente al palacio del califa.19 169
sectores de las tierras bajas y ms ridas, como el que recorri
Mnzer entre Lorca y Vera, y en las llanuras costeras, que, segn En un campo extensamente cultivado y lleno de gente no hay
todos los indicios, permanecan prcticamente despobladas a grandes animales salvajes; hasta los ms verstiles, adaptativos y
causa de la piratera (la documentacin y la toponimia castellanas oportunistas desaparecen. El jabal, el lobo y el ciervo fueron
posteriores a la conquista confirman esta interpretacin, como exterminados por completo en Almera hace tiempo y la cabra
comprobaremos en el siguiente captulo). monts slo sobrevivi en algn reducto perdido de sierra Neva-
Recordemos la valencia ecolgica de algunas de las especies que da. Sin embargo, Jabales, ciervos y cabras monteses estn recolo-
acabamos de citar. El oso, el corzo y el lince son indicadores de nizando la provincia desde el gran xodo rural de los aos sesen-
medios forestales maduros y poco alterados por el hombre, es ta del siglo XX (el jabal ya la ha colonizado en su prctica totali-
decir, de bosques de considerable extensin. El ciervo y la cabra dad), desde que el campo ha vuelto a quedarse vaco.
monts son ms ambiguos, porque podemos encontrarlos en dis- La solucin a la paradoja que nos plantea el medio natural alme-
tintos tipos de vegetacin (bosques, matorrales, etc.). Las referen- riense al final del perodo andalus una solucin seguramente par-
cias a lobos y jabales no nos dicen prcticamente nada sobre eco- cial y provisional, mientras no se lleven a cabo nuevos estudios ya
sistemas concretos, puesto que ambas especies pueden adaptarse a la expusimos en 1996.20 Posteriormente, el trabajo arquelgico
casi todos. No obstante, la presencia de lobos, jabales, ciervos y desarrollado en el Bajo Almanzora, en el marco del Aguas Project,
cabras monteses en un territorio cualquiera es muy reveladora, parece haber confirmado la hiptesis que formulamos entonces.
7. EL PARASO ARTIFICIAL
170
7.4. Sistema de regado, terrazas y molino hidrulico en Chercos (Sierra de Filabres), otro magnfico paisaje cultural en vas de desaparicin (1 de febrero de 1998)
Los espacios irrigados transformaban radicalmente la naturaleza, Los sucesivos catastros realizados en el Bajo Andarax durante los
pero eran espacios diminutos y no podan ser otra cosa por limi- siglos XVI, XVIII y XIX confirman que 10.000 tahllas era la mxi-
taciones ambientales insuperables. En 1490, todo el oasis del ma superficie irrigable con una tecnologa preindustrial, la super-
Bajo Andarax tena 10.080 tahllas de tierra cultivada, o sea, poco ficie que ya se haba puesto en riego en la edad media. Estos
ms de 1.100 hectreas, el 10% del suelo de la comarca. Y hacia 21
documentos demuestran, de paso, la rigidez, el carcter ultraesta-
1568, en vsperas de la expulsin definitiva de los moriscos, en el ble, como lo ha definido Miquel Barcel, de los sistemas tradicio-
conjunto de la provincia de Almera haba en cultivo unas 50.000 nales de regado.23 El catastro de 1870 arroja un total de 10.560
hectreas, tan slo el 6% de la superficie provincial.22 tahllas, casi exactamente las mismas que en 1490, cuatro siglos
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
antes.24 Y eso no haba quien lo moviera. Es verdad que, posible- te, en la del reino de Granada.25 Era una pequea ganadera fami-
mente, en ninguna otra comarca se haban explotado tanto los liar, un simple complemento para las familias campesinas. Y no
recursos hdricos durante el perodo medieval, pero es que tam- poda ser de otra manera, ya que en aquella sociedad no haba
poco ninguna haba contado con una ciudad de las enormes mecanismos que permitieran a nadie formar grandes rebaos tras-
dimensiones que lleg a alcanzar entonces la ciudad de Almera. humantes al estilo de la Castilla medieval u otros pases europe-
Las aguas superficiales y las subterrneas situadas a poca profun- os.26 La nica informacin arqueolgica exhaustiva de la que dis-
didad las nicas a las que podan acceder las tecnologas prein- ponemos al respecto, la obtenida en la Cuenca de Vera, confirma
dustriales son muy escasas en nuestra provincia y, por ms sofis- la escassima importancia de la ganadera en la zona durante la
ticadas e ingeniosas que fueran aquellas tecnologas, no daban edad media,27 una zona que llegara a ser, tras la conquista caste-
para mucho. El espacio irrigado tena que ser, siempre y necesa- llana, destacado centro de invernada para grandes rebaos trashu-
riamente, pequeo. mantes.
Ahora bien, si durante la edad media se haba constituido como Tambin en la Cuenca de Vera, en el ro Aguas, la investigacin
parece un sistema de explotacin de los recursos naturales que arqueolgica concluye que los primeros aterrazamientos y sistemas
obtena una parte importante de la produccin en las minsculas de riego de montaa comenzaron a construirse en la sierra de
vegas irrigadas, el resto del territorio, ms del 90%, se habra visto Cabrera hacia el siglo X, aunque no constituan, todava, la nica
libre de grandes interferencias antrpicas. El regado es una tecnolo- estrategia agrcola.28 En esta pequea comarca el registro antracol- 171
ga ahorradora de tierra que, a base de un trabajo intenso y cons- gico de los siglos X y XI muestra un tipo de vegetacin semejante a
tante, proporciona rendimientos por unidad de superficie incompa- la del final del perodo argrico. Olea (56%) olivo y/o acebuche
rablemente mayores que los cultivos de secano. Cuando se convier- y lentisco (19%) son las especies ms usadas para el consumo
te en la estrategia prioritaria de una sociedad, la roturacin y defo- domstico de lea y madera, mientras que la aportacin de pinos
restacin de grandes superficies son innecesarias. Por tanto, como (5%) y Quercus (3%) es muy reducida, como si los bosques no se
efecto secundario y no intencional de dicha estrategia, la vegetacin hubieran recobrado de las agresiones sufridas en el perodo roma-
y la fauna silvestres podran haberse recuperado y expandido. no. Y, sin embargo, al parecer, la vegetacin de la sierra de Cabrera
Las necesarias podas practicadas regularmente en los rboles fruta- se estaba recuperando poco a poco.29
les y haba miles de ellos junto con la enorme cantidad de otros Por otra parte, en los yacimientos medievales del Bajo Almanzora
residuos vegetales que producan las huertas proporcionaran han aparecido restos de lince especie forestal y de ciervo.30 Las
madera y lea a la gente y alimentacin al ganado, contribuyendo fuentes escritas rabes tambin sealan la presencia del ciervo en
tambin as a aliviar la presin sobre la naturaleza. diversas comarcas de la provincia durante el siglo XIII.31La apari-
Y, a propsito del ganado, qu hay de la ganadera, a la que gene- cin, en el registro antracolgico medieval del Bajo Almanzora del
ralmente se atribuye un papel destacado en la destruccin de la azufaifo (Ziziphus lotus), una especie que hoy slo existe en las
vegetacin natural en todas las pocas? Pues tambin parece que zonas ms ridas del Sureste, se debe relacionar y esto ya no debe-
tena una funcin menor en la economa andalus y, concretamen- ra extraarnos con un clima como el actual.32
7. EL PARASO ARTIFICIAL
En el perodo nazar (siglos XIII-XV) el regado de montaa, basa- nunca llegaron a controlar, el lmite septentrional de al-Andalus,
do en aterrazamientos y sistemas hidralicos, ya constitua la estra- en su momento de mayor apogeo, vino a coincidir con el del cul-
tegia agrcola bsica en el ro Aguas y permita sostener una pobla- tivo del olivo. Separadas por esta frontera ecolgica comenza-
cin casi tan grande como la del perodo romano, pero con una ron a organizarse dos sociedades muy distintas, una de las cuales
superficie cultivada mucho ms pequea y provocando menos per- terminara por liquidar a la otra. A partir del siglo XI el territorio
turbaciones ambientales. Los arquelogos afirman que la consecu- rabe mengua sin cesar quedando reducido, por ltimo, al emi-
cin de estos altos niveles de produccin agrcola con un bajo rato nazar de Granada.
impacto sobre el medio ambiente fue posible slo por medio de
una combinacin de factores econmicos y sociales. Indudable- Hasta hace pocos aos la sociedad andalus no tena una caracte-
mente un adecuado manejo de los recursos hdricos y el desarrollo rizacin clara. Mientras que su historia poltica y cultural eran
de una compleja infraestructura hidrulica puso la base tecnolgi- relativamente bien conocidas, su base econmica y social constitu-
ca. Igualmente importante fue la pauta de asentamiento disperso y an una incgnita. Los trabajos de Pierre Guichard, Thomas Glick
la distribucin de suficiente tierra entre la poblacin para garanti- y, sobre todo, Miquel Barcel y su escuela, estn empezando a
zar una produccin autosuficiente. 33
alumbrar una nueva imagen de al-Andalus. Aunque no sera justo,
en esta breve e incompleta nmina, olvidar la aportacin terica,
ya lejana pero fundamental, de Samir Amin, que sirvi de revulsi-
172 El segundo milagro
vo e inspiracin inicial a algunos de los investigadores citados.34
almeriense Al-andalus era una sociedad tributaria que gravitaba en torno a
La orientalizacin de la sociedad dos polos: unas comunidades campesinas muy cohesionadas,
igualitarias y autnomas, organizadas en clanes tribales o fami-
La invasin de las tribus rabes y bereberes en el ao 711 abre la lias extensas en las que no haba seores de ningn tipo; y un
larga edad media islmica, que en Almera se prolong hasta estado islmico que se arrogaba el derecho exclusivo a explotar a
finales del siglo XV y, en muchos aspectos, hasta la expulsin de esas comunidades por medio del fisco, impidiendo as la apari-
los moriscos en 1570. La llegada de los invasores musulmanes cin de cualquier poder que compitiera con l.35 Que la explota-
dio origen a la formacin de una nueva sociedad, al-Andalus. cin fuera mayor o menor dependa de circunstancias coyuntura-
Tambin dio origen a nuevos sistemas de explotacin de los les que fueron cambiando a lo largo de ocho siglos, pero, de
recursos naturales y a una de las mayores transformaciones del todos modos, era una explotacin lejana y externa. La riqueza del
medio natural y del paisaje que se han producido en toda nues- estado (o, lo que es lo mismo, del califa, el sultn o el emir)
tra historia. dependa ms del carcter monopolista y centralizado de la
Inicialmente al-Andalus abarcaba el 75% de la Pennsula Ibrica, recaudacin del excedente que de la magnitud del mismo.36
la mayor parte de la misma. Una vez estabilizada la frontera entre En esta perspectiva, la extraa preferencia de los campesinos anda-
los territorios efectivamente controlados por los rabes y los que luses por los cultivos de regado frente a la dedicacin de sus cole-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
gas cristianos, peninsulares y europeos, a los cereales de secano stos acababan de ser expulsados de todo el pas como cosas
adquiere un sentido totalmente nuevo. Las frutas y las verduras sin sustancia:
al contrario que los cereales no se conservaban mucho tiempo
y no podan llegar a constituir la base material (el excedente) ...Porque son muchos y buenos los lugares que ellos posean y no
sobre el que establecer una clase dominante al estilo de la lite los cultivaban casi para cosa de sustancia, ni plantaban sino de
argrica, la aristocracia romana o la nobleza feudal europea. El37
higueras, cerezas, ciruelos, duraznos y parras para pasas, y cosas de
regado andalus no era slo una tecnologa, era una opcin hortalizas, melones, pepinos, dejadas en olvido las vias importan-
social. Ya dijimos que la adopcin o el rechazo de una tcnica o tes, los olivares fructferos y la cultura de los recios campos, y el
una estrategia de explotacin del medio natural estn fuertemen- criar rebaos de animales, yeguas, vacas, carneros, puercos, y los
te condicionadas por factores institucionales, es decir, por fac- dems empleos y tratos gananciosos que son las madres de los grue-
tores sociales y polticos. sos rditos en las repblicas 40
La investigacin desarrollada hasta ahora escribe Miquel Barce-
l en el antiguo e inexistente al-Andalus no permite otra cosa El texto que redact Jaime Bleda en 1618 complementa perfecta-
que pensar que los espacios hidrulicos fueron diseados, cons- mente al anterior:
truidos y mantenidos por comunidades campesinas regidas por
un orden poltico basado en la genealoga, clanes y tribus... El Aquella triste gente eran malos labradores y poco trabajadores 173
agua, pues, no funda en un sentido estricto, la comunidad cam- para tierras de secano; y las ms estaban yermas en sus lugares...
pesina. Es sta la que funda el agua que, sin duda, tiene unos andaban slo ocupados en cultivar sus huertos y jardines que rega-
constreimientos tcnicos perfectamente identificables... pero ban, los cuales tenan divididos en pequeos pedazos; y les tomaba
que no son la lgica social del agua, son slo la lgica del agua. el corazn haber de trabajar en un campo ancho y grande...41
La lgica social del agua es una opcin estratgica, social y pol-
tica, de la comunidad campesina.38 Todo esto no significa que la dieta no estuviera basada en los
En el siglo XIV el escritor Ibn Al Jatib afirma que los musulmanes cereales, sino que stos desempeaban un papel menos impor-
del reino de Granada consumen, por supuesto, cereales (trigo, tante que en los regmenes alimenticios que conocemos de la
cebada, panizo), pero Europa medieval, moderna y de algunos perodos de la prehisto-
ria, en los que el trigo, la cebada y el centeno proporcionaban
tambin se alimentan, generalmente durante todo el ao, de frutas entre el 70% y el 75% del consumo diario de caloras. En la dieta
secas, de uvas... y otras frutas como higos, pasas, manzanas, andalus el porcentaje podra estar entre el 50 y el 60%, proce-
granados, castaas, bellotas, nueces, almendras y otras varias 39
diendo el resto de frutas, frutos secos (pasas, almendras, higos
secos), miel y aceite de oliva.42
Y a principios del siglo XVII algunos escritores y tratadistas espa-
oles se referirn a la alimentacin de los moriscos cuando
7. EL PARASO ARTIFICIAL
La orientalizacin del paisaje La tecnologa del riego hizo posible algo que de modo natural no
y de la gente
poda suceder en los climas mediterrneos: la coincidencia de las
La expansin rabe, entre los siglos VII y VIII, abarc un espacio mximas temperaturas con la mayor humedad. Esta coincidencia,
inmenso, formado, en lo esencial, por territorios ridos y semi- conseguida de manera artificial, incrementaba los rendimientos de
ridos, que se extenda sobre tres continentes, desde Asia central las especies cultivadas tradicionalmente, pero tambin abra la
hasta Mauritania y Espaa. En este mbito geogrfico se produ- posibilidad de cultivar otras procedentes de climas tropicales o
jo durante la edad media lo que algunos estudiosos han califica- subtropicales en los que el verano es la estacin de las lluvias: los
do como revolucin agrcola. Esta habra consistido en un gran ctricos, el arroz, la caa de azcar, el moral, la alcachofa, la beren-
trasiego en direccin este a oeste de nuevas especies cultiva- jena, etc. Durante la edad media fueron introducidas en Espaa,
bles y en el desarrollo y la extensin de las tcnicas del regado. como mnimo, 19 especies anteriormente desconocidas, origina-
Ambas cosas estaran estrechamente relacionadas. 43
rias de Oriente Prximo, Irn, la India y China. 44
Hasta entonces la agricultura del Mediterrneo se haba basado en Los rabes, en realidad, no innovaron mucho en el terreno de las
el cultivo, en secano, de especies bien adaptadas a los ritmos del tecnologas hidrulicas, sino que extendieron e intensificaron el
clima, especialmente a la larga sequa estival: cereales, vid y olivo. uso de las ya existentes en civilizaciones anteriores cuyos territo-
rios conquistaron, como la persa, la del sur del Yemen, la griega,
En la Pennsula Ibrica la revolucin agrcola dio lugar a lo que a la maana, sino que fueron acumulndose y acelerndose entre
Thomas Glick denomina sirianizacin u orientalizacin cons- el siglo VIII y el X. En Almera, y en todo el sur peninsular, por
ciente y deliberada del paisaje, que se habra iniciado desde el ejemplo, la gente sigui hablando durante esos siglos una forma
mismo momento de la conquista. Las nuevas especies llegaron
47
del bajo latn que estaba evolucionando hacia algo parecido, en
por mtodos informales o por la actividad planificada de califas y ciertos aspectos, al gallego, y en otros al italiano. Es lo que se
emires que organizaron huertas experimentales y jardines de acli- conoce, con denominacin no muy afortunada, como mozrabe,
matacin, en los que trabajaron reputados agrnomos. Es bien
48
un idioma latino primero arrinconado y luego sustituido por el
conocido el caso de Abd al-Rahman I, cuya nostalgia por el paisa- rabe del que slo nos han quedado topnimos: Capileira,
je sirio lo llev a encargarse personalmente de la introduccin en Pampaneira, Poqueira, etc., en la Alpujarra granadina; Febeire,
Espaa de varias especies, entre ellas la palmera datilera. Cuando Falconaira, Ubeire, Candelaira, Beires, Bacares, etc., en la provin-
Almera lleg a ser en el siglo XI la capital de un estado tambin cia de Almera. La transicin lingstica debi ser lo suficiente-
cont con sus propias granjas estatales de experimentacin. mente lenta como para que la poblacin ya completamente ara-
La revolucin agrcola rabe estara igualmente detrs hasta cier- bizada recordara el significado de palabras latinas-mozrabes
to punto que no resulta tan sencillo de precisar como parece del muchos siglos despus de la desaparicin del mozrabe. 50
otro gran fenmeno que acompaa a la expansin del Islam Tras la conquista cristiana, a fines del siglo XV, algunos topni-
medieval: la multiplicacin de las ciudades y la aparicin de ciu- mos mozrabes que aluden a la naturaleza o a la accin humana 175
dades gigantescas en medios naturales, a veces, pobres y ridos. sobre el medio natural fueron reabsorbidos por el castellano con
El Islam es una civilizacin urbana. La ciudad es el lugar por exce- mnimas modificaciones. Slo nos damos cuenta de que real-
lencia donde la cultura islmica se desarrolla, se conserva y se mente no son topnimos castellanos y que, por tanto, no se
transmite porque es el centro del poder y de la ley. Tambin es
49
refieren a la naturaleza del siglo XVII o XVIII, sino a la de los
el centro de una variada y refinada artesana; y, en ocasiones, del siglos VIII o X cuando los encontramos en un texto rabe medie-
gran comercio internacional. La expansin rabe fue responsable val. Es el caso, entre otros, de Qarbunayra,51 la localidad de Carbo-
de la creacin de una inmensa rea comercial recorrida por infi- neras, en la costa almeriense (la Yazirat Qarbunayra o isla de Car-
nidad de rutas martimas y caravaneras que iban desde el Sahara boneras); o el de Muntanagr 52
(actual Montenegro), una montaa
y Senegal hasta el Mediterrneo, el ocano ndico, el centro de en el extremo oriental de la sierra Nevada almeriense cuyo nombre
Asia y China. La inclusin de la Pennsula Ibrica en ese merca- como el de todos los Monegros y Montenegros de Espaa
do comn del mundo islmico contribuy a dinamizar y mone- delata la presencia de un denso y oscuro encinar, realidad confir-
tarizar su economa. mada ampliamente por la documentacin castellana. Carboneras
En este entramado de transformaciones sociales, tecnolgicas, produca y exportaba carbn vegetal cuando la visit Simn de
econmicas, polticas y ambientales debemos inscribir la apari- Rojas en 1805, pero, como vemos, sta deba ser una actividad ya
cin de la ciudad de Almera, hecho que nos interesa de manera practicada en pocas muy anteriores.53 Haba otras Carbunayras o
especial. Los cambios, sin embargo, no se produjeron de la noche Carbonayras en Almera, como la que aparece en el Libro de Repar-
7. EL PARASO ARTIFICIAL
176
mayora autctona. Sucedi justamente lo contrario. Los indge- se equivocaba. El crculo virtuoso en el que estaba pensando era
nas, ms que forzados, fueron progresivamente atrados hacia pau- un invento tardo de la sociedad medieval europea, de su medio
tas de organizacin social y valores culturales que se presentaban natural, mucho ms productivo que el de los pases islmicos, y
como superiores. El abandono del cristianismo y de la lengua lati- de su propia revolucin agrcola, muy distinta de la que, por la
na, la adopcin de la religin islmica y del idioma rabe eran los misma poca, experimentaba el mundo musulmn.
sntomas ms visibles de la aceptacin de dichas pautas. 55
Las grandes ciudades islmicas con miles de habitantes, zocos,
En definitiva, hasta el siglo X no cristaliza una sociedad rabe e artesanos especializados y bazares nacan, a veces, desvinculadas
islmica en la Pennsula Ibrica y no se consuma la orientaliza- de su entorno medioambiental, como resultado de una decisin
cin del paisaje y la agricultura que hemos comentado (es enton- poltica, como sedes del poder, o como producto de un encaje
ces, segn todos los indicios textuales y arqueolgicos, cuando se afortunado en las redes del gran comercio internacional. Podan
crean la vega del Bajo Andarax, donde se haba instalado una tribu nacer, por tanto, en medios naturales y en contextos agrcolas
de rabes yemenes, y las dems vegas de nuestra provincia). La 56
pobres.58
culminacin de este proceso es la constitucin del califato de Cr- Algunos intelectuales musulmanes de la edad media, aunque no
doba, uno de los estados ms poderosos de la Europa medieval. pretendan hacer cursos de economa, comprendan muy bien el
Fue el primer califa andalus, Abd al-Rahman III, el que decidi en mecanismo que habitualmente daba origen a la ciudad y a la eco-
el ao 955 convertir oficialmente un pequeo puerto del Sureste, noma urbana. Ibn Jaldn, el gran pensador del siglo XIV, cuyas 177
Almera, en una ciudad y en la principal base y astillero de la mari- extraordinarias dotes de anlisis lo convierten en precursor de las
na real. Para ello lo dot de las instituciones y las construcciones modernas ciencias sociales, explica con precisin el funciona-
que definan una madina, una ciudad, en el mundo islmico miento de este mecanismo y de toda la estructura social que se
medieval: murallas, alczar (la Alcazaba), mezquita mayor, cad y teja a su alrededor.
gobernador; orden construir en ella, adems, unas atarazanas En la concepcin de Ibn Jaldn no hay lugar para una relacin
para la fabricacin de barcos.57
de explotacin directa entre los distintos grupos sociales. La
Pero todo esto no era al menos en parte ms que la confirma- mayora de los productores de las ciudades y los campos son tra-
cin o el reforzamiento de un hecho anterior espontneo. Almera bajadores independientes, poseedores de sus medios de produc-
ya exista y, al parecer, haba nacido gracias al comercio martimo cin. Para ellos cualquier forma de dependencia econmica es
poco antes de su consagracin oficial como ciudad. Se nos plantea intolerable.59 Esta es la causa de que la esclavitud (de extranjeros
aqu un problema al que hemos aludido hace un momento: no no musulmanes, negros africanos o cristianos europeos) adquie-
siempre es fcil saber a qu deban exactamente su existencia las ra cierta importancia en el mundo islmico, aunque nunca tanta
ciudades del Islam occidental, tanto magreb como ibrico. como la que tuvo en la sociedad greco-romana. Los esclavos se
Adam Smith crea que el comercio entre el artesano y el agricul- utilizaban, bsicamente, como servicio domstico o en la admi-
tor era la primera forma de especializacin del trabajo, el origen nistracin pblica. Tras algn tiempo, y despus de haber sido
de la civilizacin, de la ciudad y del crecimiento econmico. Pero arabizados e islamizados, conseguan integrarse sin grandes difi-
7. EL PARASO ARTIFICIAL
cultades en la sociedad. Los esclavos de origen europeo emplea- sociales de la lite se definen ante todo por su relacin con el
dos por el califa, los saqaliba o eslavos, llegaron a tener una enor- estado, no por sus propiedades agrcolas.63
me influencia que incluso les permiti hacerse con el control de La ciudad, en fin, y toda su economa, nacen de la fiscalidad esta-
algunos de los pequeos estados surgidos tras el fin del califato, tal que pesa sobre el mundo campesino, un mundo de comunida-
como el de Almera. des libres y propietarias de sus tierras. Pero la existencia de la ciu-
Pero si en aquella sociedad era intolerable que un hombre se pusie- dad crea, con la complicidad interesada del gobierno, una deman-
ra al servicio de un particular, no ocurra mismo con el servicio da urbana que puede subvertir y degradar la autonoma campesi-
militar o administrativo al estado, el servicio por excelencia. Este es na.64 Desde el siglo X los distritos rurales almerienses empiezan a
uno de los principales medios de adquirir el prestigio y la riqueza: ser conocidos por su produccin de seda de alta calidad que era
transformada en lujosos tejidos por los artesanos de la ciudad. La
La dinasta en el poder acapara los bienes de los sujetos y los dis- comercializacin de la seda ser estrechamente controlada y fisca-
tribuye entre sus hombres... As, los bienes que se retiran a los suje- lizada por el estado hasta convertirse en una de sus grandes fuen-
tos se distribuyen primero a los servidores del Estado-dinasta y, de tes de ingresos, al menos as era en el perodo nazar.
stos, a todas las gentes de la ciudad que estn en relacin con ellos Ibn Hazm, que vivi en el siglo XI cuando al-Andalus se frag-
y que constituyen la mayora. Su fortuna se ampla, crecen sus ment en varios pequeos reinos independientes, los reinos de
178 riquezas; los hbitos de lujo se refuerzan y diversifican, las artes se taifas expone una reflexin similar a la de Ibn Jaldun en medio
desarrollan en todas sus ramas; esa es la sociedad urbana 60
de una diatriba moral sobre los gravosos impuestos que estable-
can los nuevos estados. Este dinero impuro iba destinado al
Ibn Jaldn establece un vnculo claro entre el poder del estado, la pago de los sueldos de funcionarios y soldados:
organizacin social, el florecimiento de la artesana, el comercio
y la civilizacin urbana. La ciudad es el centro del mecanismo. Lo porque [esos soldados] lo utilizaban luego para sus compras a
poltico priva sobre lo econmico. 61
comerciantes y artesanos, entre las manos de los cuales se convier-
La Jassa, la clase superior o aristocracia, no es ms que simplifi- te en escorpiones, serpientes y vboras. A su vez, los comerciantes
cando mucho las cosas un amplsimo conjunto de funciona- compran a otros sujetos todo aquello que necesitan, de tal modo
rios: administradores, militares, juristas, letrados y diversos ser- que esas monedas de oro y plata son, en definitiva, como las rue-
vidores pblicos. Se lo deben todo al estado, que hasta les permi- das que circulan entre el fuego del infierno
te tener algunas propiedades rurales, aunque nicamente en la
periferia de la ciudad (como las almunias o jardines de recreo Como dice Pierre Guichard, no se podra ilustrar de modo ms
que identifica el Libro del Repartimiento de Almera a finales del interesante la imagen de una circulacin simultnea de los bien-
siglo XV). Por eso, como ha sealado Miquel Barcel, en al-Anda- es y los instrumentos monetarios,65 ni de la subordinacin aa-
lus slo hay campesinos sin tierras (aparceros o jornaleros) alre- dimos nosotros de toda una economa a la funcin redistribui-
dedor de las ciudades. A pesar de esto, las diferentes categoras
62
dora del estado.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
180
mucho y eso es lo extraordinario del caso. Que en el entorno El crecimiento de Almera se parece al de algunas grandes ciu-
casi desrtico del Bajo Andarax apareciera la tercera ciudad ms dades de los mrgenes del Sahara, por ejemplo Sidjilmasa o
grande de la Pennsula Ibrica (slo por detrs de Crdoba y Audagost, que nacen y prosperan mientras actan como termi-
Sevilla) y una de las mayores de Europa en aquel perodo resul- nales en las rutas del oro africano y se esfuman como espejis-
ta casi milagroso y slo se puede explicar por circunstancias mos cuando esas rutas se desvan hacia otro lugar. Audagost
excepcionales. desarrolla una admirable agricultura intensiva de regado, pero
Hacia el ao 1050 Almera tena entre 30.000 y 40.000 habitan- es insuficiente para alimentarla. Debe importar de muy lejos
tes, una poblacin que no volvera a alcanzar hasta 800 aos des- sus alimentos. 78
pus, en la segunda mitad del siglo XIX.73 Esta poblacin no La instalacin de una gran ciudad como Almera en el Bajo
poda vivir slo de la produccin de un entorno rural que, a pesar Andarax tiene, efectivamente, algo de forzado y artificioso que
de la revolucin agrcola, segua siendo pobre porque tena muy se refleja en muchos aspectos. Al principio de este captulo
poca agua. Las inamovibles 1.000 hectreas de tierra cultivada en hablamos del sistema de riego que encontraron en dicha
el Bajo Andarax daban, como mximo, para alimentar a 6.000 u comarca los conquistadores castellanos a finales de la edad
8.000 personas, pero no a 30.000. Almera tena que importar media. En realidad no era un sistema, eran dos perfectamente
continuamente alimentos Barr al-idwa, de la ribera de enfrente, diferenciados que respondan a dos realidades sociales y econ-
como precisa al-Maqqari, o sea, del norte de Africa; y su activi-
74
micas y a dos momentos distintos.79 181
dad econmica se basaba probablemente tanto en la reelabora-
cin y reexportacin de productos forneos como en los de su Ro arriba, donde el Andarax sale de las montaas para inter-
propia regin. La vega de Almera no es la clave que explica la narse en la llanura deltaica, se haba construido un azud, una
aparicin de la ciudad. Cuevas de Almanzora tena una vega ms presa que tomaba toda el agua del ro (la que haban dejado los
rica y de mayor tamao, la ms grande de la provincia, y nunca pueblos de la Alpujarra situados an ms arriba, generalmente
pas de ser un pueblo importante. 75
muy poca) y la desviaba hacia sus orillas, donde era distribuida
Varios autores andaluses coinciden en sealar que, a pesar de su cuidadosa y ordenadamente entre las aldeas por medio de una
gran prosperidad, la produccin agrcola de Almera era muy red de acequias. Este primer sistema, basado en la explotacin
escasa. Slo hay vveres, escriben, si el viento sopla, es decir, si de los recursos hdricos superficiales, parece haber sido el ms
llegan por mar. Ibn Jaqan es ms preciso al subrayar la pobreza
76
comn en el mundo rural. Con l se regaban unas 6.000 tah-
de los recursos agrcolas almerienses: llas. Presentaba, adems, los rasgos tpicos del regado creado
por comunidades campesinas, como la propiedad colectiva de
Esta provincia es muy pequea; produce poco y se la abarca con la la infraestructura hidrulica y, sobre todo, del agua, indisolu-
mirada; las nubes derraman intilmente sus gotas bienhechoras, pues blemente unida a la tierra y repartida de manera igualitaria.
no produce ni frutos ni trigo; los campos, en su mayora, estriles 77
Cuando el ro se acercaba al mar, a la altura de la ciudad de
Almera, iba prcticamente seco. La ciudad tuvo que construir
7. EL PARASO ARTIFICIAL
su propio sistema de riego y abastecimiento urbano que era, al consumo urbano y regar 4.000 tahllas de tierra que, unidas
tanto desde el punto de vista tcnico como desde el de la ges- a las 6.000 anteriores, suman las 10.000 tahllas cultivadas en
tin y la propiedad, muy diferente. Se basaba en las aguas sub- el Bajo Andarax.80
terrneas, captadas al principio slo por medio de norias y
pozos. Al crecer la poblacin estos medios resultaron insufi- Pero una vez aclarado todo esto no hay que forzar demasiado la
cientes, procedindose entonces, ya en el siglo XI, a perforar dos comparacin con las ciudades del Sahara. El medio ambiente de
grandes cimbras, dos galeras drenantes subterrneas bajo el Almera era pobre, pero la existencia de un gran ncleo comercial
Andarax (la Fuente Redonda y la Fuente Larga), que han abasteci- tuvo que actuar como estmulo para sacar el mayor rendimiento
do a Almera hasta el siglo XX. En su construccin y posterior posible de sus escasos recursos naturales e impulsar cierto proceso
gestin intervinieron el estado y la mezquita mayor. No era, de especializacin agrcola centrado en el cultivo del moral y la pro-
pues, un sistema organizado ni controlado completamente por duccin de seda. Adems, la explotacin de los minerales se reacti-
los campesinos. Pozos, norias y cimbras permitan hacer frente v, aunque sin alcanzar nunca el nivel de la poca romana. La eco-
noma de todo el territorio que hoy forma la provincia de Almera
e incluso ms all debi verse fuertemente afectada por la deman-
da de materias primas y alimentos de una gran ciudad. Es ms que
El final del espejismo Al-Mutasim cont como colaboradores con el gegrafo al-Bakr,
que fue su primer ministro, y con al-Tignar, uno de los mayores
El esplendor de Almera expertos andaluses en agronoma. As describe al-Udri algunas
de las obras que impuls el principal monarca de la Almera
Abu l-Abbas al-Udri (1003-1085) es el primer gran intelectual de independiente:
proyeccin internacional nacido en el territorio almeriense. Recibi
una slida formacin en al-Andalus y en Oriente, adonde viaj con realiz grandiosas y bellas obras en la proteccin de la alcazaba...
su padre. Regres cuando el califato ya se haba disuelto tras la y... el gran palacio que tiene vistas, por su parte norte, al monte
fitna, o guerra civil. Aparte de su trabajo sobre derecho islmico, Layham y, por su parte sur, tiene un grandioso jardn en el que hay
tradiciones y teologa destac por su obra geogrfica, en la que nos toda clase de frutos y de los ms extraos... Le sigue, al sur, un
informa sobre el recin creado estado independiente de Almera y saln tambin grandioso... La superficie y los zcalos de este saln
sobre sus gobernantes. Estos, antiguos oficiales de origen esla-
82
estn recubiertos de mrmol blanco...
vo, crearon una entidad poltica independiente: el reino taifa de
Almera. Gracias a al-Udri conocemos diversos aspectos de la En las afueras de la ciudad de Almera construy un jardn y alc-
actuacin de los reyes almerienses y, especialmente, de al-Mutasim zares de perfecta construccin y extraordinaria fbrica. A ellos llev
(1037-1091), el ms famososo y activo de ellos, as como de la de todos los singulares frutales, entre otras cosas, de modo que hay 183
Almera de mediados del siglo XI, en la cima de su esplendor. de todas las especies fuera de lo comn, como abundante pltano,
Al-Mutasim levant un magnfico palacio en la alcazaba, del que caa de azcar y lo que no se puede describir del resto de frutos. En
han quedado pocos restos, reforz las defensas urbanas, condujo el centro de ese jardn hay un gran lago sobre el que se abren salo-
el agua de las cimbras a la ciudad y cre un jardn o centro de expe- nes revestidos de mrmol blanco... Hoy en da, la ciudad de Alme-
rimentacin y aclimatacin de especies vegetales exticas. La nece- ra es de perfecta construccin, con aspecto de metrpoli 84
sidad de hacerse propaganda y afianzar un poder que, en el fondo,
era ilegtimo lo impuls a rodearse de escritores y artistas hasta No es ste, evidentemente, el lugar para detallar toda la historia
crear uno de los crculos literarios ms brillantes de al-Andalus, en poltica de la edad media hispnica. Baste decir, no obstante, que
el que destacaron los propios hijos e hijas del rey. Su bondad y su la fragmentacin del califato fue la oportunidad que los reinos
generosidad con los poetas llegaron a ser legendarias: cristianos del norte aprovecharon para abalanzarse sobre al-
Andalus. La toma de Toledo por los castellanos en 1085, la pri-
El Eufrates y el Tigris escribi Ibn al-Haddad no dejan correr mera gran ciudad musulmana que caa en manos de los cristia-
ms agua que sus dos manos larguezas, si se admite que Almera es nos, caus una autntica conmocin entre los andaluses y los
Bagdad. llev a buscar ayuda en el norte de Africa. Durante poco ms de
Gracias a l las estaciones y el clima son templados: diciembre es un siglo (desde finales del XI hasta principios del XIII) los almo-
tan dulce como septiembre y julio como abril 83
rvides, primero, y luego los almohades, llegados ambos del
7. EL PARASO ARTIFICIAL
Magreb, pusieron bajo su autoridad toda la Espaa islmica y, a Almera es una ciudad situada en la costa, que se encuentra entre
duras penas, contuvieron el empuje de castellanos, catalanes y los territorios ms sublimes, de mayor categora y ms importantes
aragoneses. de al Andalus. En ella hay magnficos comercios y abundantes
Almera, a pesar de perder la independencia, continu siendo industrias. Tiene fama y renombre, por lo que los orientales y los
una gran urbe hasta mediados del siglo XII porque mantuvo occidentales de pases musulmanes viajan a ella y en ella se dan
intactas sus conexiones comerciales, porque era el principal puer- cita los viajeros de tierras lejanas y prximas, rabes y no rabes,
to de partida para andaluses y marroques que peregrinaban a la como si Almera fuese lugar de reunin en el que se congregasen
Meca y porque conserv su papel de base naval militar desde la para realizar toda clase de negocios. Este mismo ao ha llegado un
que se hostigaba a los pases cristianos y de gran mercado de hombre de Bagdad, tras 91 das de viaje. Y desde ella embarcan los
esclavos. Las dos ltimas funciones iban indudablemente unidas, peregrinos andaluses y despus hacen lo propio el resto de peregri-
como se aprecia leyendo entre lneas el siguiente texto de al-Rusa- nos de la otra orilla...
ti, un escritor almeriense que conoci personalmente aquella
poca de prosperidad: [las] atarazanas de Almera, en este momento... son las ms flore-
cientes del mundo, contando con equipamiento martimo y pertre-
chos militares como ninguna otra ha reunido nunca. Esto es as
El repentino final
Almera, en la poca de los almorvides, era la ciudad del Islam. hacia el este de los alemanes contra los pueblos eslavos, en la otra
En ella haba toda clase de industrias maravillosas, en concreto periferia del mundo feudal.
haba 800 telares de seda... Anteriormente se fabricaba en Alme- El feudalismo no es slo una sociedad de guerreros y campesi-
ra toda clase de utensilios de cobre, de hierro, etc., imposibles de nos. Las ciudades, el comercio y el dinero desempean un papel
detallar... cada vez ms importante en su economa. Los marinos y comer-
ciantes europeos empiezan a disputar el control del Mediterr-
A esta ciudad se dirigan los barcos mercantes procedentes de Ale- neo y de las rutas de Oriente a los musulmanes. Si, en ltima
jandra y Siria. No haba en todo al-Andalus gente ms adinerada instancia, el crecimiento econmico y demogrfico es una cues-
que los almerienses, ni ms inclinada a toda clase de comercios que tin de energa, Europa tena ms y, por fin, estaba empezando
ellos, vendiendo y atesorando 86
a hacer uso de ella.88
Pero al-Idrisi habla en pasado. Cuando estaba componiendo su Los textos rabes presentan una imagen de Almera que, general-
obra Almera cay por primera vez en poder de los cristianos: mente, hace hincapi en su calidad de centro del comercio y la
artesana, mientras que los cristianos insisten en su funcin de
Almera, en este momento en el que componemos nuestro libro, ha despiadado puerto pirata. Probablemente era ambas cosas y por
pasado a poder de los cristianos, quienes han alterado sus encantos, las dos resultaba conveniente destruirla, pues al hacerlo se elimi-
hecho prisioneros a sus habitantes, destruido sus edificios y derrum- naba un competidor comercial y una amenaza para las costas y 185
bado sus construcciones, sin que quede nada de ella 87
los barcos de la Europa cristiana.
La conquista, no obstante, fue prematura. El territorio castellano
En la maana del viernes 17 de octubre de 1147 el destino de la estaba todava demasiado lejos, al norte del Tajo, y resultaba muy
ciudad cambi dramticamente. Una coalicin formada por gue- difcil conservar una ciudad tan alejada de las propias bases y en
rreros castellanos y catalanes y por marinos genoveses la tom y el interior del territorio enemigo. Slo permaneci diez aos en
saque brutalmente. Aquel da muri al-Rusati, como un mrtir, poder de los cristianos, pero ya nunca se recuper del golpe reci-
segn sus bigrafos, a los 73 aos de edad. La conquista de Alme- bido. Las grandes rutas comerciales del Mediterrneo occidental
ra es, como las cruzadas, un sntoma del cambio que se vena fra- dejaron de pasar por Almera y cayeron bajo el control de las ciu-
guando desde el siglo XI en la correlacin de fuerzas entre las civi- dades italianas, de Barcelona y de Valencia.
lizaciones vecinas del Mediterrneo. En 1309, catalanes y aragoneses intentan tomarla de nuevo,
La sociedad feudal europea de la que los reinos cristianos espa- sometindola a un duro asedio durante seis meses, porque entre
oles no eran ms que la periferia meridional crece econmica otras cosas ha vuelto a ser un nido de piratas y molesta a los
y demogrficamente y comienza a estirar sus msculos. Es muy comerciantes catalanes.89 A mediados del siglo XIV, en vsperas de
agresiva, tiende a expandirse por sus mrgenes. De ah el curioso la peste negra, la ciudad cuenta con unos 12.000 habitantes. Tras
paralelismo, y no slo cronolgico, entre el avance hacia el sur de la epidemia, escribe Ibn al-Jatib, Almera est cada hasta que se
los cristianos peninsulares y el Drang nach Ostern, la gran marcha apiade Dios levantarla de su infortunio. 90
7. EL PARASO ARTIFICIAL
Al final de la edad media, cuando la conquistan los Reyes Cat- menos textos rabes, sino tambin porque el mundo de los inte-
licos, la ciudad de Almera slo tiene unos 4.000 habitantes lectuales musulmanes, los nicos que escriban, es un mundo
(5.000 si incluimos toda la comarca del Bajo Andarax). El terri-
91
urbano. Son hombres de ciudad que escriben para hombres de
torio almeriense mantiene en esos momentos una estructura ciudad. El campo y los campesinos no les llaman la atencin.
econmica que, en su vertiente agrcola, es en gran parte herede- Las obras geogrficas o los libros de viajes saltan de urbe en urbe
ra de la que haba existido en tiempos anteriores. Sigue produ- haciendo slo fugaces comentarios sobre el espacio intermedio y
ciendo seda y frutos secos (pasas, higos, almendras) para la los pueblos.93 La nica naturaleza que describen es la ms inten-
exportacin. Pero ahora no procesa ni comercializa la seda, se samente transformada: las vegas y jardines periurbanos que,
limita a producir la materia prima. Su comercio exterior est en siguiendo la imagen cornica, comparan, a veces, con el jardn
manos de mercaderes italianos y valencianos. Desprovista de un del Edn.94 Almera era un paraso, escribi al-Nahli.95 Para un
sector manufacturero importante y conectada tenuemente con el poeta de Berja, en su pequea ciudad, cualquier lugar es paradi-
exterior por comerciantes extranjeros, la realidad de un medio saco, y cualquier camino que a ella lleva, infernal, por tanto, la
natural semirido y pobre se ha impuesto. 92
Es la historia de descripcin del camino no merece ni una palabra.96
muchas regiones del mundo rabe cuando perdan el control de Otro tema recurrente en la percepcin del paisaje de los autores
las rutas comerciales. andaluses y de los orientales que escribieron sobre al-Andalus es
montaa, cuando es mencionada, se muestra como lugar hostil e Campo de Njar, la zona de Cabo de Gata, etc. En particular, la
inhumano. Curiosamente es Ibn Jafaya, especialista en el gnero de situacin de la costa y las llanuras costeras es de virtual vaco
los jardines, uno de los pocos poetas que le dedica algunos versos: demogrfico. Y, en cuanto a las ciudades (Almera, Vera, Berja),
ninguna alcanza los 5.000 habitantes.
Hasta cundo, me ha dicho, ser el refugio del criminal y la patria Todas las comarcas situadas al norte del ro Almanzora perdieron
del afligido que renuncia al mundo para volver a Dios. 99
poblacin cuando en el siglo XIII, tras la conquista de Murcia por
los cristianos, pasaron a formar parte de la peligrosa frontera
Las montaas son tan slo el lugar donde se esconden los bandi- oriental del reino nazar, sujeta a los imprevistos, pero frecuentes,
dos y se retiran a vivir en soledad ermitaos y msticos. Al-Balafi- ataques que solan llegar desde Lorca. La descripcin que hace de
qu (literalmente, el de Velefique, en la sierra de Filabres) tambin esta zona Ibn al-Jatib en el siglo XIV es la de un territorio
hablar de la montaa en el siglo XIV, pero para criticar el excesivo
nmero de ascetas y santos que empezaba a haber en ellas.100 Y, solitario... adecuado tan slo para las invasiones de los enemi-
sin embargo, las sierras, como la Alpujarra o Los Filabres estaban gos... Su mayor inconveniente es ser una tierra remota y como sepa-
igualmente llenas de aldeas y vida campesina. rada del resto de la provincia y rodeada por los adversarios; una
Las percepciones del medio natural y del paisaje de los campesi- frontera lejana.
188 nos moriscos del siglo XVI son mucho ms interesantes para Los cereales escasean en lo que siglos ms tarde ser uno de los
nosotros, como tendremos ocasin de comprobar, a pesar de su graneros del Sureste y sus habitantes son muy dados a la caza,
carcter tardo. De todas maneras debemos prestar mucha aten- que es, puntualiza Ibn al-Jatib, inagotable. La abundancia de la
cin al sistema representacional del paisaje, tal como lo constru- fauna salvaje siempre est, como ya hemos visto varias veces, en
yen individuos y grupos de una sociedad, en el pasado y en el proporcin inversa a la de los seres humanos.
presente, ya que es a partir de ese sistema que los individuos y En el Bajo Almanzora, las prospecciones arqueolgicas han
los grupos actan sobre su entorno natural. 101
demostrado que, efectivamente, la poblacin se redujo desde el
siglo XIII y, por razones defensivas, se repleg, en buena medida,
por estar expuesto a los ataques procedentes del mar.104 Y si Dal- de los 800 aos del perodo medieval? Y en relacin con esta pre-
as, bien resguardada en las estribaciones de la sierra de Gdor y a gunta nos planteamos otra: la situacin demogrfica del territo-
14 kilmetros de la playa, corra peligro, el Campo de Dalas esta- rio a finales del siglo XV era la misma de los siglos XI o XII, en
ra deshabitado. Realmente todo el pequeo emirato nazar estu- su poca de mayor prosperidad y esplendor? Sospechamos que
vo siempre amenazado a lo largo de su historia. La emigracin de no. Los textos rabes no nos ayudan mucho a resolver la cuestin,
musulmanes almerienses hacia las tierras ms seguras del norte de pero ofrecen ciertos indicios, al igual que la arqueologa.
Africa est constatada, al menos, desde el siglo XIV. 105
Almera, Berja y Vera son citadas siempre como ciudades en las
fuentes rabes, pero localidades como Laujar, Dalas, Mojcar,
En definitiva, en el momento de la conquista castellana la pobla- Adra, Tabernas o Purchena parecen haber rozado o, quiz, en
cin de Almera nos parece escasa, amplios espacios de la provin- algn momento, alcanzado el nivel de lo que en el mundo isl-
cia estn despoblados, desaprovechados o infraexplotados desde mico se consideraba una ciudad. Si hemos de creer a Ibn al-Jatib,
el punto de vista agrcola, la minera es insignificante y la pesca Tabernas era una gran localidad con mezquitas y baos.106
no tiene gran importancia Esto haba sido siempre as a lo largo
7. EL PARASO ARTIFICIAL
Pero si la poblacin de la provincia hubiera superado en algn siglos de presencia islmica. El medio que describe Mnzer bien
momento los 125.000-150.000 habitantes, es decir, 14 por kilme- podra corresponder al punto ms bajo de presin humana sobre
tro cuadrado, los musulmanes tendran que haber recurrido a el territorio de todo el perodo medieval, pero esto, sencillamen-
explotar de manera mucho ms exhaustiva las aguas subterrneas te, lo desconocemos.
(como sucedi a partir de la segunda mitad del siglo XVIII al supe- En las sociedades preindustriales las concentraciones humanas
rar justamente ese nivel demogrfico) y sabemos que no lo hicie- excepcionalmente grandes las que se daban en las mayores ciu-
ron; o tendran que haber recurrido a cultivar ms tierra de seca-
111
dades y las actividades econmicas que requeran grandes can-
no de la que los textos de fines del siglo XV dan a entender que tidades de madera o combustible eran raras, pero sometan a su
haba. Este, el del papel de los cultivos de secano, es uno de los entorno inmediato a una enorme presin y podan provocar
aspectos ms desconocidos de la agricultura andalus. Se sabe que fenmenos de degradacin ambiental, pues la energa que consu-
existan y que su funcin era secundaria y subordinada en muchos man era siempre la procedente de la biomasa.112 Hacia 1800, por
sentidos, pero dicha funcin pudo ir modificndose dependiendo ejemplo, la demanda de lea y carbn vegetal de una ciudad de
de mltiples circunstancias econmicas, polticas y demogrficas. tipo medio, como Granada, se extenda en un radio de 45 kil-
metros alrededor del ncleo urbano y haca que leadores y car-
En el valle del ro Aguas, hacia el ao 1000, haba regado (unas boneros arrancaran hasta las cepas de los rboles silvestres para
192 500 hectreas), pero la superficie cultivada en secano (unas 2.500) abastecerla.113
slo fue superada, a lo largo de 6000 aos, en otros dos perodos El tamao que alcanz la ciudad de Almera y el tipo de activida-
histricos: el argrico y el romano. Y ya conocemos los efectos des econmicas que se desarrollaron en ella en algunos momen-
ecolgicos de los cultivos de secano, cuando se extienden ms de tos de la edad media no pudieron dejar de ejercer un fuerte
lo conveniente, en un medio semirido. Es imposible saber si la impacto sobre el medio natural. A mediados del siglo XI slo el
situacin del ro Aguas es generalizable o fue excepcional. consumo domstico de combustible por parte de una poblacin
Puede, en fin, que la poblacin de nuestro territorio a finales de de 30.000 habitantes ascendera, como mnimo, a unas 5.500
la edad media fuera inferior (quiz en un 25% o un 35%) a la toneladas anuales de lea, equivalente a la produccin primaria
que haba tenido en su poca dorada, 400 aos antes, cuando de 7.300 hectreas de bosque mediterneo.114 Esto sin tener en
podra haber llegado a los 100.000 habitantes, pero no creemos cuenta actividades artesanales consumidoras de energa, como la
que a mucho ms. metalurgia, que parece haber conocido cierto desarrollo.
As no nos sorprende lo que escribe al-Idrisi sobre los alrededo-
7.15 En los siglos XI y XII los alrededores de la ciudad de Almera deban de estar incluso ms desprovistos de vegetacin silvestre que en la actualidad
193
7. EL PARASO ARTIFICIAL
hay tierra, como si el territorio hubiera sido cribado, apartando la Hace algunos aos, antes de conocer el anlisis polnico al que
tierra y dejando las piedras 115
acabamos de aludir, ya especulamos sobre este fenmeno en un
trabajo que titulamos Did the suspect speak latin? (El sospechoso
Uno de los enigmas ms extraos de la historia ecolgica alme- hablaba latn?).118 Suponamos que la minera y las fundiciones
riense es la total y absoluta desaparicin de los pinares en la sie- romanas de plata y plomo habran acabado con los pinos de sie-
rra de Gdor, al pie de cuyo extremo oriental se asienta la ciudad rra de Gdor. Y realmente fue en la poca romana cuando comen-
de Almera. La presencia en esta cordillera de pinares de varias z su imparable declive. Pero no fue entonces exactamente cuan-
especies entre ellas algunas muy adecuadas para la construccin do desaparecieron.
naval, como el pino laricio o el silvestre durante miles de aos,
tanto en sus laderas como en sus cumbres, est exhaustiva y Durante 200 aos Almera fue la principal base naval y uno de los
sobradamente probada por la antracologa y la palinologa. principales astilleros de al-Andalus. En la poca de Abd al-Rah-
El estudio palinolgico al que ya nos hemos referido varias man III la flota del califato estara formada por unas 200 naves,
veces realizado en la cima de la sierra indica que los pinos retro- creciendo el nmero hasta 600 en el reinado de al-Hakam. En
cedieron sin parar desde el perodo romano, aunque, por desgra- torno al ao 964 la flota estacionada en Almera la constituan
cia, este estudio slo llega hasta el siglo IX, momento en el que el unas 300 embarcaciones.119 Evidentemente no todas habran sido
194 polen de las conferas todava era relativamente abundante.116 construidas aqu, pero s muchas de ellas. De dnde sacaban el
La toponimia y la documentacin castellanas no dejan lugar a material para la construccin y reparacin de las naves?
dudas: los pinos haban desaparecido de la sierra de Gdor antes Cualquier madera no sirve cuando se trata de construir barcos.
de que acabara la edad media o muy poco despus. Pero, cun- Para las tablazones del casco y los mastiles eran imprescindibles
do? Obviamente en algn momento entre el siglo IX y el XV. Des- grandes troncos rectos. En el Mediterrneo, entre las maderas ms
pus de la expulsin de los moriscos la madera de pino utilizada utilizadas en estos menesteres desde los tiempos de los fenicios,
para construir las techumbres de las iglesias en Vcar o en Adra estaban las de conferas, como el cedro, el pino silvestre y el lari-
hubo que transportarla, con grandes esfuerzos, desde el extremo cio. El lugar ms prximo al puerto de Almera donde sabemos
occidental de la sierra de Filabres, a ms de 60 kilmetros en que haba madera de este tipoy quiz ya no mucha era la sie-
lnea recta.117
rra de Gdor.
El fenmeno es muy raro, porque en otras cordilleras de la pro- Ahora pensamos que al principal sospechoso y responsable ini-
vincia de Almera los pinares, aunque reducidos a su mnima cial del desastre que, efectivamente, hablaba latn, debemos unir
expresin, han conseguido sobrevivir hasta hoy soportando otro posterior que seguramente hablaba rabe y liquid la faena
todas las agresiones, incluidas las ms devastadoras del siglo entre los siglos X y XII.
XIX. Recordemos que estos rboles son extraordinariamente
resistentes, pero tienen un punto dbil: si son cortados no
rebrotan.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
CAPTULO 8
Frontera de moros
8. FRONTERA DE MOROS
El bosque-frontera y las
cebras
Locus desertus
La historia ambiental de Almera y la de todo el Sureste espaol algo parecido a lo que en otros pases se ha dado en llamar un
en la edad moderna (aproximadamente entre el ao 1500 y el ao bosque-frontera.
1800) es incomprensible sin tener muy presentes los enormes En la edad media europea los bosques-frontera aparecan como
espacios vacos que haba dejado como saldo la guerra entre cris- resultado involuntario de un prolongado conflicto entre entida-
tianos y musulmanes y los que dej, poco despus, la liquidacin des polticas o civilizaciones enfrentadas. Las fronteras medieva-
definitiva del Islam hispnico tras la expulsin de los moriscos. les no eran lneas, sino franjas ms o menos extensas en las que
Toda interaccin entre el hombre y la naturaleza escribi el la presencia del hombre y las actividades humanas quedaban
gran eclogo Ramn Margalef posee el valor de un experimento reducidas al mnimo. Si el enfrentamiento duraba varios siglos la
ecolgico... Talas, movimientos de tierra, construccin de embal- vegetacin poda desarrollarse extraordinariamente en ellas for-
ses, etc., representan estupendos experimentos que ningn labo- mando una zona forestal que tambin se converta en refugio
196 ratorio o universidad sera capaz de repetir de estar limitados a para la fauna salvaje.
sus propios recursos.1
La asociacin de los bosques a las fronteras polticas fue un fen-
La vegetacin exuberante que vio Mnzer en 1494, cuando meno generalizado en la Europa medieval, sobre todo en las
viaj de Lorca a Vera atravesando una de las comarcas ms ridas zonas menos pobladas del continente. En la llanura germano-
de la regin, despoblada y sin agua, era, precisamente, el resul- polaca la ausencia de montaas hizo del bosque un elemento
tado de un involuntario experimento ecolgico que a muchos importante en la delimitacin y proteccin de los distintos esta-
cientficos les gustara hacer: qu pasara si los humanos desapa- dos. As apareci la Preseka en los confines de Silesia antes del
reciramos casi por completo y dejramos en paz los ecosistemas siglo XIII, o el Bmerwald (el bosque bohemio), entre los terri-
de cualquier territorio extenso y semirido durante un largo per- torios colonizados por los alemanes y las tierras habitadas por los
odo de tiempo, digamos... unos 250 aos? Nos referimos a un eslavos de Bohemia (el pequeo bosque de Zofin, de 74,5 hect-
territorio muy grande que abarcara parte de la regin murciana reas, entre la Repblica Checa y Austria, es el nico resto que
(especialmente su mitad sur), el este y norte de la provincia de sobrevive hoy del Bmerwald). Igualmente, masas forestales lla-
Almera y todas las comarcas costeras de Murcia desde el Mar madas Zaceki formaban al sur de la Rusia primitiva una barrera
Menor hasta guilas pasando por Cartagena; en total, unos 3.000 protectora frente a los agresivos nmadas de las estepas.
o 4.000 kilmetros cuadrados. Lo ms semejante a esto y constituye un caso menor que
Pues bien, el experimento realmente se produjo entre los siglos hemos conocido en el siglo XX es la estrecha masa de vegetacin
XIII y XV y, segn creemos, dio como resultado la formacin de que prosper durante 40 aos a lo largo del teln de acero, entre
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
alambradas y muros, en medio de Europa. Varias organizaciones miedo terror y estremecimiento por estos peligros palpables,
ecologistas intentan ahora transformarla en un rosario de reas sino tambin porque en l se ocultan oscuras fuerzas sobrenatura-
protegidas. les que desde el neoltico las sociedades agrarias ubican en los
Es seguro que durante la edad media se formaron bosques-fron- bosques, en los espacios salvajes que no han sido transformados
tera en diversos lugares de la Pennsula Ibrica a raz de la inva- ni domesticados por el hombre.
sin rabe, en el no-mans land, la tierra de nadie que separaba a La inquietud y la desazn frente a la naturaleza virgen permane-
cristianos y musulmanes. Vincent Clement ha estudiado los que cern en la cultura europea hasta que, en el siglo XIX, el roman-
existieron entre el Duero y el Sistema Central llenos de lobos, ticismo aporte una nueva mirada sobre esa naturaleza salvaje de
osos y jabales y ha sugerido la posibilidad de que tambin los la que, en Europa, quedaban ya muy pocos vestigios.
hubiera ms al sur. 2
A los pocos meses las mujeres y las nias murcianas eran subas-
tadas hasta en Sicilia. La sociedad feudal europea no era una
sociedad esclavista, por eso el producto de estas operaciones
de limpieza tnica se venda pronto y se dispersaba por todo el
Mediterrneo.
El moro escribi el rey castellano Sancho IV no es sinon un el monte.8 A finales del siglo XIV, tras sufrir los efectos de la
perro, e la mora una perra... pues que non han ley nin creencia mortfera peste negra, su densidad de poblacin es de uno o dos
derecha, nin limpieza esencial en ellos... [porque] su creencia toda habitantes por kilmetro cuadrado, una densidad inferior inclu-
es revesada e revuelta. 7
so a la de cualquier sociedad neoltica primitiva. En las zonas
prximas a la franja fronteriza no vive prcticamente nadie. Slo
Tras liquidar a la mayor parte de los musulmanes, los escassi- la gran fortaleza de Lorca, desde la que se hostiga continuamen-
mos repobladores cristianos de Murcia mezcla de castellanos, te al reino de Granada, se yergue all como escudo protector y
catalanes y aragoneses que terminara volcndose, ms tarde, avanzadilla cristiana. Lo que podramos llamar el sector septen-
sobre Almera se atrincheraron en unos pocos lugares fortifica- trional de dicha franja (el norte de la provincia de Almera y el
dos. noroeste de Murcia), el ms fro y hmedo, con precipitaciones
Hacia 1350, un siglo despus de la conquista el reino de Mur- que oscilan entre 350 y 500 mm. anuales, posee entonces gran-
cia no es otra cosa que un archipilago de castillos perdidos en des bosques y una impresionante fauna asociada a los mismos.
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Una historia ecolgica
En el siglo XVI, no mucho despus de la desaparicin de la fron- posible estudiar la ecologa de los animales sin las distorsiones
tera, los castellanos se maravillan ante la riqueza forestal de la que ha creado en la actualidad la reduccin de los espacios natu-
comarca de Los Vlez en la que segn uno de ellos hay rales a pequeas reas:
muchos y muy grandes montes y tales que en ningn lugar de estos
reynos los aba mejores de enzinas, pinos y otras frutas.9 Los docu- no solamente es salvaje, sino solitario; huye por instinto de toda
mentos de pocas posteriores son mucho ms especficos y nos sociedad; se aleja de los lugares concurridos por los hombres y no se
permiten evaluar en cientos de miles de rboles esa riqueza. halla gustoso sino en los parajes que pertenecen an a la naturale-
En el Libro de La Montera del rey castellano Alfonso XI (redactado za primitiva.11
en el siglo XIV) se menciona la presencia habitual del oso en ocho
parajes de la frontera, aunque sin llegar en ningn caso al mar: En el siglo XIV otro aristcrata, apasionado de la cetrera, el prn-
cipe Don Juan Manuel, escribi el Libro de la Caza, en el que nos
En tierra de Lorca hay estos montes: la sierra de Pero Ponce es ha dejado este valioso testimonio sobre la fauna de los humedales
buen monte de oso... Cabezo de la Xara es buen monte de oso y de del Sureste en la edad media:
puerco en invierno... La sierra de Espua es buen monte de oso...
La Fuente de la Muerta... es buen monte de puerco en invierno et garzas, nades y grullas... y otras aves que llaman flamencos, que
a las veces hay oso en tiempo del madroo... En el monte de Mora- son hermosas aves y muy fciles de cazar, sino porque son muy dif- 199
talla... a las veces hay oso en tiempo de la bellota 10
ciles de sacar del agua, pues nunca estn sino en muy gran laguna
de agua salada...
Tan interesante y sorprendente como ver a este animal de los bos- Adems... vern correr montes de jabales, de ciervos y de cabras
ques en el Cabezo de la Jara, justo en el lmite entre Almera y Mur- monteses... Y dice que si no fuera porque hay muchas guilas... l
cia, es la vinculacin que establece el texto entre el animal y las espe- dira que era el mejor lugar de caza que l nunca viera... Y en todo
cies arbreas que le proporcionan alimento, como el madroo y la este campo hay muchas grullas y buen lugar para cazarlas. 12
Las cebras del sureste carne de vaca, lo que deba resultar muy cmodo para los trincha-
dores regios.17 Tambin se cazaba la encebra por su valorada y
La criatura ms extraa y misteriosa que vagaba por la frontera mur- resistente piel.
cianoalmeriense era, sin duda, la encebra o encebro (tambin lla- En la literatura medieval espaola la encebra es el arquetipo de
mada zebra y zebro en documentos medievales castellanos y portu- animal arisco, indomable y, sobre todo, veloz. Sem Tob, el escritor
gueses). Se sabe muy poco de ella, a pesar de haber dejado nume- judo de Carrin (siglos XIII-XIV), colaborador del citado Alfonso
rosas huellas de su presencia en la toponimia espaola, desde Gali- XI y de su hijo Pedro I, no encuentra mejores argumentos para ala-
cia hasta Granada y Murcia (Puerto de las Encebras, Cebreros, Las bar la fiereza y agilidad de este ltimo que compararlas con las de
Encebras Altas, Valdencebro, Cebreiros, Oncebreros, El Encebrico etc.). lobo y el zebro:
En el siglo XIV el Libro de la Montera menciona la existencia de
tres montes de encebras en el Sureste. La encebra es el onagro del lobo e del zebro,
del documento medieval que transcribimos ms arriba, habitan- Por qu alongaremos?
te de una frontera vaca de hombres durante tres siglos. Al noble rey don Pedro
Efectivamente, algunas de las primeras referencias escritas a este estas maas vemos 18
200 y, ms raramente, asno salvaje.15 La primera y la ltima parecen cul- Una de las primeras y ms conmovedoras experiencias msti-
tismos forzados, propios de clrigos e intelectuales familiarizados cas del gran maestro murciano del sufismo, Ibn Arab (siglos XII-
con la palabra latina onager, palabra que usaban al no encontrar XIII), se relaciona, precisamente, con este animal. La recordaba l
una especfica en los diccionarios de latn. La segunda, mucho ms mismo en su vejez y no nos resistimos a transcribir los prrafos
popular y utilizada, en sus distintas versiones, es de origen desco- donde la narra:
nocido. No hay noticias sobre onagros o encebras en el resto de
Europa por la misma poca. ... iba yo de viaje cierto da en compaa de mi padre... cuando
Durante la edad media hispnica se daba caza a la encebra por su topamos con un rebao de onagros... que estaban paciendo. Era yo
carne que era muy apreciada y se coma para quitar peresa, entonces muy apasionado por su caza; y los criados habanse que-
como dice Enrique de Villena en el Arte Cisoria, curioso tratado dado atrs, muy lejos de nosotros.
sobre el arte de trinchar y presentar las carnes en las mesas de reyes
y prncipes publicado en 142316 (que las cualidades reales o ima- Reflexion un instante y form en mi corazn el decidido propsito
ginarias de un animal en este caso la agilidad y la velocidad se de no hacer dao ni a uno tan slo de aquellos animales; pero as
transmitieran a los humanos que lo consuman era un razona- que el caballo alazn que yo montaba los vio, lanzse hacia ellos
miento muy propio del pensamiento mgico primitivo). lleno de gozo; lo refren con violencia para detenerlo, hasta que lle-
En la obra de Villena nos enteramos tambin de que Los moflo- gu adonde... pacan, y entonces, a pesar de que en la mano lleva-
nes, coros, cabras monteses.... enzebras e tales se cortan como la ba mi lanza y de que el caballo se meti entre ellos, de modo que
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el hierro de mi lanza pasaba rozando en las gibas de los onagros, Para entonces finales del siglo XVI y principios del siglo XVII la
todos ellos siguieron paciendo tranquilos, sin que ni uno slo levan- encebra parece haberse extinguido en todas partes, pero su recuer-
tase la cabeza, hasta que acab de atravesar el rebao. do est todava muy fresco en las tierras del Sureste:
Alcanzronme entonces mis criados, y slo entonces, es decir, delan- Una especie de salbagina obo en nuestro tiempo en esta tierra que
te de ellos, echaron a correr los onagros huyendo. Hasta que no no la ha havido en toda Espaa, sino aqu, que fueron enzebras,
entr en el camino de Dios, no conoc la causa de aquel hecho...: que hava muchas y tantas que destruan los panes y sembrados.
que la confianza que en mi alma sent hacia ellos se comunic tam- Son a manera de yeguas zenizosas, de color de pelo de ratas, un
bin a sus almas respecto de m. 19
poco monas.
El carcter milagroso del encuentro resultaba evidente para los Relinchaban como yeguas, corran tanto que no hava cavallo que
contemporneos de Ibn Arab: todos saban que era imposible las alcanzase; y para abentarlas de los panes, los seores de ellos se
acercarse a aquellos animales sin que salieran corriendo inme- ponan en paradas, con cavallos y galgos, que otros perros no las
diatamente. podan alcanzar, y de esta manera las abentaban, que matar no
Despus de haber vivido en gran parte de la Pennsula Ibrica podan por su lijereza. 22
En cuanto a su comportamiento y hbitat, lo nico que sabemos Ultimamente la encebra est despertando gran inters entre bi-
es que se trataba de un herbvoro que viva en manadas, en luga- logos y paleontlogos. En la situacin actual, de prdida acelera-
res poco frecuentados por el hombre; poda correr a mayor velo- da de biodiversidad a escala planetaria, es muy importante saber
cidad que caballos y asnos y a diferencia de stos, pero a seme- cundo y bajo qu circunstancias se han producido las extincio-
janza de las cebras africanas no se dejaba domesticar. nes recientes de grandes vertebrados, como el gigantesco pjaro
Por ahora los principales argumentos que avalan la suposicin de moa de Nueva Zelanda, el dodo de la isla Mauricio o el cuagga,
que la encebra era un quido de una especie distinta a todas las una de las tres especies de cebras africanas y, por cierto, la que
conocidas en la actualidad se reducen a dos: el hecho de que ms deba parecerse a nuestra encebra que fue exterminado a
fuera indomesticable y su propio nombre. principios del siglo XX.
Desde el neoltico los seres humanos han intentado reiterada- Pero, adems, algunos paleontlogos empiezan a sospechar que
mente y sin excepciones domesticar todos los grandes mamfe- la encebra ibrica podra ser el ltimo representante de una espe-
ros herbvoros que han encontrado en todos los continentes. 24
cie que se supona extinguida hace ms de 10.000 aos, Equus
Los que siguieron siendo salvajes, continuaron sindolo porque hydruntinus, quido del pleistoceno europeo contemporneo de
fue imposible domesticarlos. Y este hecho que est profunda- mamuts y osos de las cavernas (sin embargo, Equus hydruntinus
mente anclado en la gentica de las especies y no es modificable no parece haber sido, en general, un habitante de las estepas ms
202 por el hombre marca una diferencia esencial entre la encebra y fras y continentales, sino ms bien una especie termfila que
sus parientes domsticos. habitaba llanuras pedregosas y sabanoides, a juzgar por las carac-
La posibilidad de domesticar a un animal no depende slo, ni tersticas de sus cascos y patas).25 De confirmarse esta sospecha la
principalmente, del inters y el esfuerzo que pongamos en la desaparicin de la encebra constituira el ltimo evento conoci-
tarea, sino de una predisposicin gentica que existe o no exis- do de extincin de la megafauna glacial en Europa.26
te. En la encebra no exista.
Por lo que se refiere al nombre, la etnozoologa y la etnobotni- Qu sabe de la encebra Herr Garca?, le pregunt a uno de nos-
ca estn demostrando que los pueblos primitivos, en estrecho otros el doctor Kurt Bauer, zologo del Museo de Historia Natural
contacto con la naturaleza, eran muy sutiles a la hora de distin- de Viena, justamente cuando acabbamos de entrar a su despa-
guir correctamente las especies animales y vegetales de su entor- cho y ramos nosotros los que bamos a preguntarle a l qu
no, incluso cuando se trataba de especies semejantes. Lo hacan saba al respecto. En esos momentos preparaba una publicacin
creando nombres distintos y especficos para las distintas espe- sobre los mamferos que han habitado el territorio austriaco
cies y como se ha podido comprobar no se equivocaban. Las desde el final de la ltima glaciacin, entre los que se encontraba
nomenclaturas zoolgicas de los primitivos designan verdaderas Equus hydruntinus, cuyos restos han aparecido cerca de la frontera
especies biolgicas genticamente diferenciadas. Los antiguos hngara.
habitantes de la Pennsula Ibrica inventaron la palabra encebra El doctor Bauer, experto en vertebrados, sugiri la posibilidad de
para nombrar a una criatura que no era un caballo ni un burro. que nuestra encebra y Equus hydruntinus fueran el mismo animal,
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idea que, al parecer, ha ido tomando fuerza con el tiempo. Por El Campus Spartarius
nuestra parte, en aquellos momentos slo pudimos aclararle un
detalle menor, una curiosidad si se quiere, sobre la extraa y casi La sede episcopal del recin conquistado reino murciano fue tras-
inverosmil coincidencia de nombres entre la cebra africana y la ladada de Cartagena a Murcia porque en aquella ciudad del
encebra o cebra ibrica. litoral no haba ms de 300 personas. A principios del siglo XV
Evidentemente los dos animales no tenan ninguna relacin todo el inmenso Campo de Cartagena cuenta tan slo con 500
directa o, para ser ms precisos, tenan la misma que todos los habitantes. En estas condiciones no nos extraa que el Libro de la
quidos del mundo: descender de un remoto antepasado comn, Montera seale al ciervo y al jabal pululando por las costas del
proceder del mismo tronco evolutivo ancestral. Mar Menor:
La inmensidad del continente africano con el Sahara y las gran-
des selvas tropicales por medio ha separado siempre el sur de El monte de Cab de Palos es muy buen monte de puerco en invier-
frica, donde viven las cebras, de la Pennsula Ibrica. Antes de la no. Et este monte es cerca de la mar et cerca de este monte est una
edad moderna ningn contacto ha sido posible entre las pobla- isla que entra en la mar... et hay en ella muchos venados27
ciones humanas de ambas zonas. Entonces, quin copi el nom- Cartagena, Carthago Nova o Carthago Spartaria, haba sido una
bre de quin? gran ciudad y el centro de una de las regiones ms intensamente
La explicacin que le dimos al profesor Bauer, la nica razonable y explotadas y densamente pobladas de la Pennsula Ibrica duran- 203
convincente, fue sta: cuando los marinos portugueses llegaron al sur te la poca fenicio-pnica y romana. Adems de sus recursos
de frica a finales del siglo XV y eran los primeros europeos que lo minerales, los pueblos de la antigedad haban valorado su pro-
hacan encontraron un caballito con rayas parecido a un animal de duccin de esparto, una planta silvestre adaptada a los climas ri-
su pas y sucedi lo inevitable, le pusieron el mismo nombre. Poco
despus la cebra ibrica desapareci, mientras la africana sobreviva
con un nombre prestado cuyo origen se olvid muy pronto.
El hecho de que la encebra desapareciera precisamente en el siglo
XVI se podra explicar por el fuerte crecimiento de la poblacin
espaola en aquel siglo, por la progresiva explotacin agrcola y
ganadera de los vacos medievales tras la reconquista y por la
generalizacin de las armas de fuego.
8.2 La Isla del Ciervo, en el mar Menor. El texto del siglo XIV que
menciona al ciervo en este lugar y el topnimo, que alude al mismo animal,
se avalan mutuamente
8. FRONTERA DE MOROS
dos, que era utilizada en la confeccin de sogas, maromas para picada aqu y all por bosquetes de pino carrasco, chaparrales y
los barcos, calzado, sacos, espuertas y otros muchos objetos ti- hasta encinares y madroales en puntos especialmente hme-
les. dos de las pequeas sierras del litoral y el prelitoral.30 La despo-
Para satisfacer todos estos usos afirma el escritor romano Plinio blacin del perodo medieval le permiti expandirse y recoloni-
en su Historia Natural no hay otra extensin de cultivo que un zar el territorio (algo semejante sucedera en otras comarcas de
campo de 30.000 pasos de latitud por 100.000 de longitud en la Murcia y Almera).
zona costera de Carthago Nova. Esa zona era el Campus sparta-
rius, el campo del esparto, que tambin es mencionado por el Jernimo Hurtado, en su descripcin de Cartagena del ao
gegrafo griego Estrabn, quien le calcula unos 2.000 kilmetros 1589 dice:
cuadrados de superficie. 28
Los textos de Plinio y Estrabn han llevado a algunos investiga- En cuanto al monte, es lo ms lentisco y esparto... pinos y ace-
dores a pensar que la rala vegetacin esteparia caracterstica de las buches y enebros y muchas palmeras de las pequeas31
comarcas costeras del Sureste y de la mayor parte de la regin
ya estaba all en poca romana e incluso que sa es la vegetacin Las palmeras pequeas son los palmitos (Chaemerops humilis).
natural de dichas comarcas y la nica posible bajo las condicio- En otro documento del ao 1554 se lee:
interpretacin muy discutible. en el campo de esta ciudad hay lentiscares y el ao que hay len-
Puede que la intensa explotacin a que fue sometida la comarca tisquina se sacan hasta 2.000 arrobas de aceite32
de Cartagena en la antigedad la dejara reducida a un espartizal
estepario; tambin es posible que los escritores antiguos slo Dos mil arrobas son ms de veinte toneladas de aceite. Se com-
prestaran atencin a los recursos naturales de ms inters econ- prende, por tanto, que existieran almazaras destinadas a elabo-
mico para ellos, como los minerales y el esparto (ni Plinio ni rar aceite de lentisquina, que era usado especialmente para la
Estrabn dicen nada, por ejemplo, de los bosques de pinos que iluminacin, ya que no produca humo y tena un olor muy
Luis Siret encontr en las minas romanas de aquella zona). agradable. En casos excepcionales los humanos podan utilizar-
Los textos medievales y los de los siglos XVI, XVII y XVIII lo como alimento.
demuestran que aunque reducidos a situacin residual otros En el Campo de Cartagena tambin se explotaba la grana (extra-
tipos de vegetacin de mayor porte y otras especies, adems del da, como dijimos, de un parsito de la coscoja), hasta el punto
esparto, tuvieron que sobrevivir a la poca romana en el litoral de que su produccin pagaba el diezmo a la Iglesia y era objeto
murciano. de cierto comercio internacional.
Esos textos dejan muy claro que la vegetacin dominante en el Los matorrales y pinares costeros del Campo de Cartagena pod-
Campo de Cartagena era una inmensa maquia de lentiscos (con an ser tan densos en algunas zonas que dificultaban la movilidad
acebuches, coscojas, palmitos, enebros, sabinas y romeros), sal- de personas y caballos, sirviendo de perfecto refugio para los
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
36
piratas magrebes, algo que tambin suceda en las comarcas cos- Marina contabilizan 59.040 pinos carrascos en Cartagena. Pero
teras de Almera. En 1573 el alcalde mayor de Cartagena intent un documento de 1743 advierte que se van extinguiendo los
tender una trampa a los corsarios emboscndose en la vegeta- pinares por el gran incendio que acaeci el ao pasado y mucho
cin... pero el cazador result cazado: consumo que hay de esta madera.37
Sus montes estn poblados de pinos, leemos en el Inventario
los dichos moros vinieron cubiertos con los ginebros [enebros] y correspondiente a Cuevas de Almanzora, que registra ms de
abinas [sabinas] ... hasta que dieron enima del alcalde mayor y 64.000 rboles (la mayor parte de los cuales se encontrara en la
los dems que con l estavan... los cuales no pudieron hacer ningn sierra de Almagro y en la sierra de Los Pinos).38
efecto con los dichos caballos, que si estovieran talados [rboles y
arbustos]... hizieran mucho dao a los dichos moros... que en dicho En 1741 tambin quedaban algunos miles de pinos carrascosos
monte y pinada... dan proa... y se esconden... y por ser tan espesos en las elevaciones del trmino de Hurcal-Overa (en sierra de
los montes no se pueden hallar. 33
Almagro, sierra de Enmedio y Cabezo de la Jara) e incluso algu-
nos cientos en la tierra llana de la Vallabona entre Hurcal y
En 1582 las autoridades pensaron en una solucin radical: elimi- Vera en medio de los cultivos de secano.39 El Diccionario de
nar toda la vegetacin de la Manga del Mar Menor, porque as se Toms Lpez (1774-1779) nos muestra, igualmente, el Cabezo
descubrira mejor la dicha Manga y podran andar seguros... y des- de la Jara cubierto de pinos.40 Sin embargo, este monte se haba 205
cubrir las entradas y salidas de los enemigos, questn cubiertas por ido poblando de viedos a lo largo del siglo XVIII.41
el dicho pinar y lea.34 Todava en 1805 Simn de Rojas constata la existencia de pinos en
la pequea sierra del Cabo de Gata: algunos malos y pequeos en
Desde San Pedro del Pinatar hasta la Sierra de Los Pinos, en Cuevas toda la cumbre, pero segn la informacin que recaba en los cor-
de Almanzora, y el Cerro del Pinar, en Cabo de Gata, por casi tijos de la zona antes haba algunos buenos y bosques grandes de
todas las serrezuelas litorales del Sureste que no superan los 300 ellos.42 Una de las cimas de la sierra, se llama cerro del Pinar:
mm. anuales de precipitacin los pinares dominaban el paisaje.
Una de las referencias documentales ms tempranas a la existen- Entre sus cerros ninguno parece que pasa de 300 varas de altura
cia de pinares y encinas (carrascas) en el lado almeriense de la [menos de 300 metros] respecto del nivel del mar y los hay de
desaparecida frontera se encuentra en el Archivo Municipal de todas las alturas: el Fraile es el ms alto, con el que compiten el del
Vera. Data del ao 1511 cuando un individuo solicit permiso al Pinar, el Bujo, la Testa, la Vela Blanca, etc. 43
ayuntamiento de aquella ciudad para cortar pinos en el pinar de
San Ptar, trasladarlos hasta la playa y embarcarlos. El pinar esta- Hay otro paraje al que tambin denominan los nativos El
ba entre la ranbla de las carrascas e San Ptar con sus rincones. 35
pinar: Lo que llaman El Pinar... escribe el naturalista valencia-
A mediados del siglo XVIII, tras ms de dos siglos de roturaciones no viene a ser lo ms central del Cabo, segn la idea que nosotros
y retroceso de la vegetacin natural, los Inventarios Forestales de la nos hemos formado de l.44
8. FRONTERA DE MOROS
206
8.3 Pinar de pino carrasco en la umbra de la Sierra de los Pinos (Cuevas de Almanzora). El bosque ha colonizado zonas antiguamente cultivadas; en algunos
lugares del interior del pinar hay balates. Romeros, tomillos de invierno (Th. hyemalis), estepas, lentiscos y enebros son arbustos caractersticos que acompaan a los
pinos.Tambin localizamos una sabina mora y una coscoja de porte arbreo en la parte alta del pinar. Este es un bosque del desierto (23 de diciembre de 1994)
Si en las sierras de la frontera y de las costas haba bosques de En Murcia el proceso de destruccin se inicia a finales del siglo
pinos por debajo de la isoyeta de los 300 mm. de precipitacin y XV, cuando la conquista del reino de Granada cre las condicio-
de pinos y encinas por encima de la misma la maquia de lentis- nes de seguridad que permitieron iniciar la explotacin de la anti-
cos y acebuches reinaba en las tierras bajas ms ridas. gua franja fronteriza. En el Campo de Cartagena el proceso esta-
Los detalles sobre la composicin, densidad o estructura de esta ba relativamente avanzado a principios del siglo XVII, como
formacin vegetal nos los ofrece la documentacin y hasta la lite- sugiere un texto de Fray Melchor de Hulamo del ao 1607:
ratura de la edad moderna, generalmente, al mismo ritmo en que
iba siendo destruida por la expansin imparable de la agricultura, todo aquel campo fue antiguamente de monte muy espeso y cerra-
la gran ganadera trashumante y el crecimiento demogrfico. do y an en nuestros tiempos lo ha sido notablemente45
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
As que los acebuches del Bajo Almanzora se contaban por miles En el otro extremo de la provincia de Almera, en el Campo de
y podan ser tan grandes incluso descomunales, como observ Dalas, tambin haba densas maquias de lentiscos, acebuches y
Garca Asensio, el erudito decimonnico de Hurcal-Overa que sabinas que en el siglo XVI eran percibidas como intiles y peli-
con sus troncos era posible construir pequeas embarcaciones. grosas por los mismos motivos que en el Campo de Cartagena.
Nosotros sospechamos que aquellos bosques densos y con Los pastores del Campo de Dalas declaran en 1579 que cortan
nombres propios, generalmente rabes se haban desarrollado artos y acebuches para excusar las emboscadas de los moros que
(en realidad haban invadido) las tierras de cultivo de antiguas tras ellos se ocultan, y los lentiscos porque no son de otro prove-
aldeas musulmanas desaparecidas tras la constitucin de la fron- cho... un monte perdido de cuya tala no se esperaba ningn perjui-
tera en el siglo XIII. Sus nombres seran justamente los de las cio: porque vuelve a echar renuevos tanto como se corta; y que si no
aldeas abandonadas. La calidad y profundidad del suelo, la exis- se cortase no se podra andar por el dicho monte.56 Estos rboles
tencia de puntos de agua y cierta humedad en las orillas de las intiles y el matorral denso y alto asociado a los mismos, impe-
ramblas explicaran la densidad y espesura de la vegetacin, as dan el crecimiento del pasto en una zona a la que llegaban hasta
como el gran tamao de los rboles. De hecho en todos estos 60.000 cabezas de ganado trashumante todos los inviernos.57 Tam-
lugares (Pulp, Almajalejo, Santo Ptar, Gibiely, rcal, etc.) vol- bin era ste un buen motivo para cortarlos o quemarlos.
vieron a aparecer ncleos de poblacin a lo largo de la edad Algo quedaba, sin embargo, de la maquia del Campo de Dalas
210 moderna lo que no parece en absoluto casual porque reunan dos siglos y pico ms tarde cuando, entre 1800 y 1805, visitaron la
condiciones adecuadas para la agricultura. zona los naturalistas Juan Bautista Solsona y Simn de Rojas. El
primero se asombr del enorme tamao de los lentiscos en Punta
La expansin de los cultivos elimin, por medio del fuego, el Entinas58 y el segundo observ que el lentisco y la sabina cubren
hacha y el arado, las espesuras y los bosques de acebuches del otros grandes espacios, como bajo los alcores, formando matas exten-
Bajo Almanzora. Pero algunos rboles los mejores y ms gran- ssimas... el arto es otro arbusto o mata comn en el Campo... se
des sobrevivieron al ser injertados y transformados en olivos. El llega a elevar ms que un hombre y sigue comn hasta la raya de
Catastro de Ensenada especifica que en la ranbla de Jivilei, hay Murcia... 59
Garca Asensio estaba convencido de que en la ladera meridional Lejos de la humedad de las ramblas y de los suelos ms profundos
del Cabezo de la Jara, tena que haber prosperado alguna pobla- la maquia tambin poda presentarse en forma menos densa, con
cin antigua durante la poca rabe o alguna poca anterior. los rboles muy dispersos entre el matorral. En este caso para el
Entre otros argumentos a favor de su hiptesis recurre a la exis- que quiz ya no sea adecuada la palabra maquia su presencia
tencia en aquel lugar de enormes y seculares olivos... injertos contribuira a definir un paisaje muy distinto del estepario o semi-
muchos de ellos en pie de descomunales acebuches... a algunos de desrtico que hoy conocemos, un paisaje que llamamos sabanoi-
cuyos troncos se le han medido 3 metros 70 centmetros de circun- de porque deba recordar, por su estructura, al de las sabanas afri-
ferencia. Seguramente tena razn.
55
canas. La abundancia de aves y grandes mamferos, como ciervos,
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
211
8.6 Viejsimo olivo o acebuche injertado en Agua Amarga (Cabo de Gata). Los engrosamientos de los que salen grandes
ramas a unos 2,5 metros de altura (tpicos de rboles que han sido podados durante siglos) sugieren que el rbol debi
de experimentar un largusimo perodo de abandono tras el cual se reinici la poda y el manejo del mismo.
(27 de agosto de 2006)
8. FRONTERA DE MOROS
213
8.8 Estos viejsimos y fantasmales acebuches y olivos injertados se encuentran en una pequea meseta rida, aislada y de muy difcil acceso sobre el ro de Aguas.
Los troncos tienen dimetros de entre 0,4 y 1 metro. El dimetro de las cepas puede alcanzar los 2 metros. Los rboles tampoco son muy altos (4-5 metros
como mximo) porque han sido podados en infinidad de ocasiones (1 de enero de 2005)
8. FRONTERA DE MOROS
El Libro de Apeo y Repartimiento de Sorbas, del siglo XVI, describe, un pedao de tierra de secano de cinco fanegas... que tiene un lan-
parcela a parcela, cada uno de los parajes cultivados en el munici- tisco grande en medio desta suerte y otros lantiscos en parte
pio tras la expulsin de los moriscos. Acebuches y lentiscos apa-
62
baxa....
recen por todas partes, especialmente en el Campo o Campico de
Hnor, hondonada llana de 100 o 200 hectreas no muy lejos del En el pago de Cariatiz, otra hondonada llana, sin agua, pero con
ro de Aguas, donde es evidente que los cultivos de secano se hab- tierras relativamente profundas y frtiles del trmino de Sorbas
an establecido en medio de un lentiscar: los cultivos de secano estn entre acebuches y lentiscos:
...quest de aquel cavo del ro de Aguas... e va al Canpico de ... en el pago de Cariatiz, una labor de tierra de secano de otras
Hnor, que tiene munchos lantiscos. quinze fanegas... Tiene esta suerte dos cortijos cados y tres aze-
buches.
Lentiscos dispersos (a veces tambin acebuches, algarrobos y pal-
meras) son mencionados en este pago decenas de veces, en el ... y tiene en la horma dos lantiscos grandes y ms baxo tiene tres
interior de las parcelas cultivadas o en sus linderos. El documen- azebuches grandes.
to no muestra el ms mnimo inters por ellos; slo los cita
214 como referencias para identificar los lmites y establecer mojones ... alinda... donde estn dos lantiscos grandes e un azebuche.
entre propiedades o para distinguir unas de otras por el nmero
y las caractersticas de los lantiscos que contenan. Veamos En el siglo XVIII el lentiscar segua siendo abundante en el tr-
algunos ejemplos: mino de Sorbas. Lo indica un documento al que ya hicimos alu-
sin en el captulo 3. Los pobres del pueblo sobrevivieron al
una suerte en un pedao de tierra de secano que tena quinze fane- calamitoso ao agrcola de 1765 gracias a la recoleccin de la
gas... hacia el camyno que desciende de Huel al Canpo de Hnor... lentisquina:
E tiene esta suerte cinco olibos grandes y seis lantiscos grandes.
Hzose los mojones junto al lantisco mayor. Abunda de... lentiscos, tanto que el ao de sesenta y cinco fue
muy estril de granos y hubo abundante cosecha de lantisquina,
...en el pago del Canpo de nor, cinco fanegas de tierra de seca- fruto que producen los dichos lentiscos, y los pobres se dedicaron
no, que tiene un algarrovo en medio... alinda con dos cerros y por a cogerlo y sacaron ms de mil arrobas de ste, bueno, claro y de
la parte baxa con un ribazo de cabo a cabo lleno de lantiscos. buen gusto....63
... ques en una caada de muchos lantiscos bajos y uno grande El rido y extenso litoral que se extiende a lo largo de casi 100
alto y un algarrovo... tiene una palmera en medio de los lantiscos. kilmetros desde el Cabo de Gata hasta San Juan de Terreros tam-
bin parece haber estado cubierto, no slo por matorrales estepa-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
rios, como hoy, sino tambin por maquias y sabanas de lentiscos 1805, entusiasmado por las maravillas botnicas y geolgicas que
y acebuches. Encontramos alusiones a ellas, desde el siglo XVI encontr en una comarca abierta a la colonizacin agrcola desde
hasta el XVIII, en los informes de militares, ingenieros y arquitec- haca no ms de 50 aos. De este informe hemos mencionado las
tos encargados de la vigilancia de esta peligrosa y deshabitada referencias que contiene a la presencia de pinares. Ahora entresa-
costa o de la construccin de torres y castillos en la misma. camos algunos de los datos y comentarios relacionados, princi-
El informe que enva hacia 1570 a Felipe II Francisco Lpez palmente, con la maquia de lentiscos, acebuches, coscojas y pal-
Tamarid como natural de Almera y buen conocedor de la tie- mitos que poblaba la comarca entre un matorral extraordinaria-
rra sobre los recursos econmicos del territorio y la angustiosa mente rico y diverso:
situacin en que ste se encontraba (a causa de la despoblacin y
la piratera) incluye interesantes noticias relativas al Cabo de Lentisco: comn desde las 30 varas hasta cerca de la cumbre, y
Gata y al Campo de Njar. Las minas de alumbres de Rodalquilar ms abajo en el llano, excelente lea tambin para carbn. Todo
estn abandonadas por temor a los piratas que ya las han asalta- animal come su fruto y la cabra tambin sus hojas; hay quien come
do varias veces, aunque se pueden reactivar, piensa Tamarid, por- su fruto que llaman lentisquina y gusta mucho a las perdices y
que en la zona hay gran monte de lea para la fabricacin de los quien saca de l aceite para comer en aos escasos.66
dichos alumbres.64 Pero ser necesario, concluye, asegurar el lito-
ral contra los corsarios construyendo nueve torres viga desde el El lentisco, transformado en carbn vegetal, era exportado por 215
Cabo de Gata hasta Vera: mar desde el puerto de Carboneras:
Para la obra de stas ay muy buen aparejo de materiales, junto a ... el mucho carbn de lentisco que sale de l, como de esta costa
donde se an de hazer, de cal, arena, piedra... y madera de azembuche. desde Cabo de Gata, y que se embarca tambin para Cartagena.67
Sobre el Campo de Njar Tamarid escribe que en l hay mucha Acebuche: se halla bajito y rastrero a las 100 y 200 varas sobre el
coscoja. mar... bastante comn.68
Otro informe de 1759 en el que se plantea la necesidad de susti-
tuir una simple caseta de vigilancia en la costa, el Puesto de las Coscoja: que en otro tiempo venan los valencianos a coger su
chozas, ya casi en el lmite con Murcia, por una fortificacin ms grana, comn en las ltimas 150 varas.69
grande y slida tambin considera que no habr problemas para
encontrar material de construccin o combustible porque todos Palma, Chaemerops humilis, comn en toda la sierra y en el
sus contornos abundan de lea, como es de lentiscos y romeros. 65
llano; el cogollo, que as llaman al margalln de la Palma del
Cabo es excelente y grueso; los valencianos han llegado a vender-
Pero ningn informe sobre el medio natural del Cabo de Gata y lo en Valencia.70
sus costas es tan minucioso como el que hace Simn de Rojas, en
8. FRONTERA DE MOROS
El hallazgo ms extraordinario de los que hizo Simn de Rojas en miden y describen, una por una, todas las parcelas agrcolas de
su sistemtica y meticulosa inspeccin es el del madroo: todos los pueblos de la provincia de Almera.
El Catastro incluye un apartado sobre los principales recursos fores-
Madroo: hay bastante en la Boca de Albelda y muy raro en otros tales y ganaderos de cada pueblo que no suele dedicar muchos
puntos de la sierra... est a unas 200 varas sobre el mar. 71
comentarios ni a las maquias ni a los matorrales (hemos estudiado
sistemticamente este apartado y nos detendremos en l cuando
Casi igual de llamativo es su descubrimiento de chaparras, analicemos los cambios socioeconmicos y ambientales del siglo
pequeas encinas achaparradas, en las elevaciones del Cabo: XVIII). Pero en lo que constituye la mayor parte del documento, las
descripciones de las parcelas agrcolas, el medio natural tambin
Chaparra: comn hacia lo alto. 72
aparece de soslayo, a travs de los nombres de los parajes donde
se encontraban las mismas. Un simple vistazo, en absoluto exhaus-
La toponimia actual del Cabo de Gata incluye topnimos relati- tivo, nos revela la existencia de El Barranco del Acebuchar (Alban-
vos a madroales, por lo que no tenemos motivos para dudar chez),82 El Pago del Lentiscal (Dalas),83 El Pago del Acebuchar
de este hallazgo. Hoy no hay madroales en la zona y creamos (Hurcal-Overa),84 El Cabezo de las Coscojas (Vera),85 El Pago
que no haba sobrevivido ni siquiera un individuo de la especie. del Acebuchar (Adra),86 El Lentiscar (Lucainena),87 El Pago del
216 Pero nuestro amigo, el naturalista Francisco Ortiz Ibez, encon- Acebuchar (Vcar),88 El Pago del Acebuchar (Njar),89 etc.
tr un pequeo pie de madroo creciendo entre rocas en la cum- Muchas de las referencias documentales que hemos localizado a
bre de un cerro. No es probable que haya muchos ms. maquias, encinares o pinares como casi todas las del Catastro de
Simn de Rojas hall restos de la maquia en otros lugares de la Ensenada estn en lo que podran considerarse contextos agrco-
provincia de Almera: el lentisco nos dice abunda en Macael; 73
las. Naturalmente, la mayor parte de la documentacin antigua
hay Acebuches enanos en sierra Alhamilla 74
y en Cantoria; 75
de cualquier tipo presta ms atencin a los cultivos que al
76
desde Uleila a Tabernas el lentisco es comn; hay lentiscos y monte y ofrece una visin sesgada del conjunto.
chaparros de Tahal a Tabernas y mucho acebuche en la ladera
77
La maquia y el bosque crecan, sin duda, tanto cerca como lejos
sur de la sierra de Gdor; tambin crece el lentisco en las sierras
78
de los campos cultivados, pero su presencia, muy habitual, en el
de Oria y Almagrera ; en la ltima prospera igualmente el ace-
79 80
entorno de las fincas nos sugiere que maquias y bosques invad-
buche; de Njar a Sorbas se pueden ver acebuches, coscojas y len- an los buenos suelos agrcolas en pocas de despoblacin y eran
tiscos. 81
desalojados de los mismos en perodos de crecimiento agrario y
demogrfico.
Los rboles prefieren las rocas? Una pauta muy comn en la distribucin actual de los rboles
silvestres en Almera y en todo el Mediterrneo nos los mues-
Redactados cincuenta aos antes de la visita de Simn de Rojas, tra sobre laderas rocosas y suelos pedregosos, a veces intiles para
los 133 gruesos volmenes del Catastro de Ensenada catalogan, cualquier uso agrcola o ganadero. La observacin de esta pauta
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
217
repetida ha hecho que el profesor Rackham suponga que sos son El trabajo que hemos desarrollado no ha consistido slo en reco-
los suelos y las ubicaciones que prefieren los rboles silvestres. pilar citas documentales. Tambin las hemos contrastado sobre el
Tal hiptesis se enmarca en otra ms amplia que no considera se terreno y hemos realizado un muy gratificante, aunque fatigoso,
hayan producido cambios radicales en la cubierta vegetal de los trabajo de campo consistente en localizar e inspeccionar los luga-
pases mediterrneos desde la edad del bronce o desde la poca res que son mencionados en los documentos histricos.
romana hasta hoy. 90
Decamos en el captulo 3 que hoy es posible encontrar algn
El profesor Rackham es un inteligentsimo y sagaz eclogo de acebuche o lentisco aislado en Almera, pero que de la maquia no
campo, pero no maneja informacin histrica de primera mano subsiste prcticamente nada. En Sorbas, en el Campo de Hnor,
en sus elucubraciones en torno al caso almeriense, que tampo- por ejemplo, donde los lentiscos se contaban por cientos o por
co pudo conocer bien sobre el terreno en su breve estancia en miles en el siglo XVI, no hay muchos rastros de ellos hoy. Los cul-
nuestra provincia. tivos ocupan completamente el fondo del valle. Cerca de all, en
8. FRONTERA DE MOROS
218
la cortijada de El Lentiscar, junto al ro de Aguas, tampoco hay penetran en l. Estn a gusto all, dira el profesor Rackham. Han
ningn lentiscar. sido relegados all, pensamos nosotros.
En el Campo de Dalas los restos de la maquia que localizamos,
En los casos, contados, en los que ha quedado algo de la maquia como los de Sorbas, gracias a la ayuda inestimable de nuestro
no la encontramos en el fondo de valles y llanuras, donde los amigo Francisco Martnez Botella se encuentran en pequeas
documentos histricos la muestran floreciente, sino al lado, en los elevaciones sobre uno de los suelos ms pedregosos y difciles de
peores suelos, en los mrgenes y laderas pedregosas que rodean andar que conocemos en toda la provincia, y no abajo, en la gran
campos cultivados hasta hace pocos aos o an en cultivo. llanura donde lentiscos y acebuches servan para que se escondie-
En la zona donde confluyen los trminos municipales de Sorbas, ran los piratas del siglo XVI.
Lubrn y Bdar (en el entorno de Cariatiz), sobrevive un residuo de
la maquia excepcional por su extensin sobre lomas rocosas. Los La teorizacin en ecologa parte, frecuentemente, del estudio de
rboles descienden por las laderas hasta llegar al llano, pero no los ecosistemas actuales. Por tanto, las hiptesis y modelos evo-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
219
lutivos que a veces nos propone derivan de cortos perodos de 8.10 Restos de la maquia de acebuches con algunos lentiscos y algarrobos
observacin, siendo ste uno de sus puntos dbiles. La mera en Cariatiz (Sorbas). En la segunda fotografa se puede observar que los
acebuches descienden por una ladera pedregosa, pero no penetran en la
observacin del medio natural de nuestros das es una fuente de llanura cultivada (20 de julio de 2006)
informacin insuficiente para evaluar su funcionamiento y evo-
lucin.
Gonzlez Bernldez, el ms reconocido internacionalmente de
nuestros eclogos y pionero en Espaa del estudio de las interac-
ciones entre seres humanos y naturaleza, escribi lo siguiente:
No es difcil concluir que para la interpretacin del paisaje y
para la correcta gestin de los recursos que sta permite, el enfo-
que histrico es una necesidad.91
8. FRONTERA DE MOROS
220
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
221
8.11 Restos de la maquia de acebuches en el Campo de Dalas (izquierda) y en Berja (derecha) (29 de abril de 2006)
8. FRONTERA DE MOROS
Una horca alta para los ... estuvieron [los soldados cristianos] sobre este lugar ms de
moriscos tres meses del invierno. Rescibi mucho dao la gente del ejrcito
de los fros y nieves: murieron muchas gentes dello y otros perdie-
Terremotos institucionales y de los otros ron pies y manos de fro. El alcalde de los donceles, por mandado
del rey, hizo pesquisa de los causadores deste alboroto, y de los
Las capitulaciones con las que los musulmanes del territorio ms culpados, que fueron hasta doscientos, mand echar de la
almeriense pactaron su rendicin ante los Reyes Catlicos en torre abajo de la mezquita deste lugar, de donde se hicieron peda-
1489 no parecan, en principio, un mal negocio. A cambio de zos. Los dems fueron perdonados.92
entregar las armas y las fortalezas conservaran su religin y pro-
piedades, continuaran bajo el sistema fiscal y judicial nazar y Doce aos antes, durante el invierno de 1489, en plena guerra de
podran emigrar al norte de frica si as lo deseaban, cosa que conquista, el ejrcito castellano ya haba tenido ocasin de pade-
muchos de ellos hicieron de inmediato. Las condiciones de la cer los rigores del invierno en aquellas montaas:
rendicin eran, pues, bastante benvolas y, de haberse cumplido,
habran supuesto la pervivencia casi total de una sociedad islmi- Luego emprendimos la subida a la sierra de Filabres, que casi
ca incrustada en la Corona de Castilla. toca el cielo, y la coronamos con enormes dificultades. A la intem-
222 Pero en 1492 caa Granada, la capital del emirato nazar, termi- perie pasamos la noche entre nieves y torrentes helados. Muchas
naban ocho siglos de reconquista y la actitud de los vencedores caballeras y no pocos infantes quedaron helados y murieron. Era
comenz a cambiar, al mismo tiempo que aumentaba el males- tan violenta la rabiosa furia de los vientos que apenas si podan
tar de los vencidos ante lo que consideraban flagrantes y reitera- sostenerse en pie los caballos. 93
dos incumplimientos de lo pactado.
El comportamiento poco respetuoso con las capitulaciones del En estas crnicas asistimos, probablemente, a las primeras pulsa-
arzobispo Cisneros, entre otras cosas, dio lugar a fines de 1499 a ciones de una fluctuacin climtica, la pequea edad glacial,
una sublevacin anrquica y desesperada en varias zonas del que afect a toda Europa durante casi 500 aos, desde el siglo XV
reino de Granada, sublevacin que se prolong intermitentemen- hasta mediados del XIX.
te hasta 1501. En octubre del ao 1500, seis meses despus de El resultado de las sublevaciones que acabamos de mencionar
haber sido brutalmente sofocada en la Alpujarra, la revuelta esta- es bien conocido y represent la desaparicin legal de la socie-
ll de nuevo en los pueblos de la vertiente sur de la sierra de Fila- dad islmica: los musulmanes del reino de Granada fueron
bres. Los insurrectos se hicieron fuertes en varios lugares, uno de puestos ante la disyuntiva de convertirse al cristianismo con
ellos era la fortaleza de Velefique. Para tomarla fue necesario un todo lo que ello conllevaba en el plano vital, legal e ideolgi-
largo asedio de tres meses en el que incluso se lleg a utilizar arti- co o marchar al norte de Africa. La mayora opt por una con-
llera. Al final el castigo que recibieron los rebeldes fue terrible: versin, forzada y fingida, que los transform en moriscos o
cristianos nuevos, expresiones inventadas para distinguirlos
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
223
8.12 Talla en madera realizada entre 1520 y 1522 por Felipe Bigarny que representa el bautizo de mujeres musulmanas. El bautismo, forzado y
fingido, nunca transform a los musulmanes en verdaderos cristianos
8. FRONTERA DE MOROS
226
8.15 Castillo de Grgal. Tambin construido a comienzos del siglo XVI. Desde l se rega el seoro formado por Grgal, Velefique, Bacares y Febeire
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
bueno para los musulmanes, enseguida moriscos. Lo podemos La Iglesia de Almera permaneci muy supeditada desde el prin-
comprobar, por ejemplo, en el caso de Velefique, poblacin cipio a los reyes, no obtuvo grandes propiedades agrcolas
entregada, junto con Grgal, Bacares y Febeire, a Juan Tllez excepto en el Bajo Andarax, donde hered muchas que haban
Girn, conde de Urea: pertenecido a las mezquitas y ni siquiera pudo disfrutar de la
renta eclesistica por excelencia, el diezmo, ya que tuvo que com-
... e luego... en presenia de m, Gonzalo de Ribera, escrivano e partirla en calidad de socio minoritario con los seores feuda-
notario pblico del rey nuestro seor... e del alfaqu Mahomad Aben- les. Siempre fue una Iglesia pobre.
caen..., continuando la dicha posesin... hicieron poner en un erro La constitucin del nuevo obispado almeriense es importante por-
alto, erca de la dicha villa de Belefique, una horca alta de madera, que con independencia de otras consideraciones sus lmites geo-
de tres palos... porque conviene que los buenos florezcan e los malos grficos, establecidos definitivamente en 1509, prefiguran con bas-
padezcan e se refrenen de mal hacer con miedo de la pena. 95
tante aproximacin los de la futura provincia de Almera. No sabe-
mos si estos lmites se calcaron sobre alguna demarcacin islmica
Las declaraciones de algunos de los nuevos seores del reino de Gra- anterior, pero, en cualquier caso, esta provincia no fue creada en el
nada relativas a sus vasallos moriscos tampoco eran muy halage- siglo XIX en un espacio establecido, ms o menos arbitrariamente,
nas: A las bestias malas que no quieren hacer lo que deben escribi haciendo tabula rasa del pasado, sino sobre un espacio vertebrado
uno de ellos echadles buena carga e hasta que caygan con ella. 96
e individualizado por la accin de la Iglesia durante siglos. 227
Todos los cambios sealados fueron compatibles, sin embargo,
Las zonas costeras de la provincia, junto con los principales con una considerable continuidad en el terreno de las tcnicas
ncleos de poblacin como las ciudades de Vera y Almera per- agrcolas, los paisajes agrarios, la economa y las estructuras
manecieron bajo el control directo de la Corona (eran tierras de sociales propiciada por el hecho de que el 85% o el 90% de la
realengo). Ambas ciudades fueron dotadas de inmensos trmi- poblacin continu siendo morisco hasta 1570.
nos municipales que incluan numerosas aldeas, pero sobre La conquista no produjo inicialmente un gran proceso de coloni-
todo grandes espacios deshabitados. El de Almera abarcaba el zacin. Entre 1488 y los primeros aos del siglo XVI los colonos
Bajo Andarax, el Campo de Njar, el Cabo de Gata, sierra Alhami- cristianos castellanos, mallorquines y murcianos se establecie-
lla, el Campo de Tabernas y buena parte del Campo de Dalas con ron en las ciudades de Almera y Vera y en algunos otros lugares
el extremo oriental de la sierra de Gdor, casi 2.000 kilmetros fortificados de especial inters estratgico, como Mojcar, de todos
cuadrados. los cuales hicieron salir a los musulmanes. Al margen de estas
En las ciudades el control del estado no impeda la autonoma de repoblaciones organizadas por la Corona, los marqueses de Los
los respectivos ayuntamientos que, dirigidos por una oligarqua Vlez fomentaron, por su cuenta, la colonizacin cristiana en el
de hidalgos, se comportaban como autnticos seores feudales norte de la provincia.
colectivos en relacin con los pueblos y los recursos naturales de Adems de factores econmicos, polticos y demogrficos que
su territorio. explican el desinters de los conquistadores por Almera, la serie
8. FRONTERA DE MOROS
de terremotos que precedi y sigui a la conquista debi desincen- Los cultivos de secano sobre todo de cereales ocupaban mayo-
tivar la emigracin a nuestra provincia. res superficies que los de regado, unas 44.000 hectreas. Pero
En 1518 la ciudad de Vera fue completamente destruida por un este hecho no debe confundirnos. En la provincia de Almera el
sesmo que oblig a los supervivientes a reconstruirla en un lugar porcentaje que representaba entonces el regado sobre el total de
llano su emplazamiento actual a corta distancia del que haba la tierra cultivada, en torno al 18%, no ha vuelto a alcanzarse
ocupado hasta entonces. Y lo mismo sucedi en Cuevas de hasta la segunda mitad del siglo XX con tecnologa industrial.
Almanzora, que tambin cambi de ubicacin. En 1522 es la ciu- No conocemos en detalle la relacin que exista entre explotacin
dad de Almera y su comarca la que resulta arrasada por otro vio- agrcola y explotacin silvo-pastoril en el perodo nazar, pero es
lento terremoto que provoca cientos de muertes miles segn seguro que la conquista priv, en mayor o menor grado, a los
algunos testimonios y destruye la antigua mezquita mayor, con- musulmanes como vamos a ver a continuacin de unos recur-
vertida en catedral por los cristianos.
97
sos (recoleccin, caza, etc.) de los que antes disfrutaban. Sus des-
cendientes moriscos pudieron intentar compensar la prdida o
La seda y los invernaderos de ganados reduccin de esos recursos poniendo en cultivo ms tierras de
secano.
A la altura de 1568 la economa almeriense era, hasta cierto A pesar de ello, el peso del regado y la arboricultura asociada al
228 punto, prolongacin de la que haba existido al final de la edad mismo seda, aceite, frutas y frutos secos en la produccin
media. Las huertas y vegas de regado, los parasos de Mnzer, agrcola continuaba siendo abrumador, como revelan la conta-
seguan siendo la base de la produccin. En ellas una febril acti- bilidad de los diezmos y numerosos textos narrativos:
vidad agrcola se desplegaba sobre espacios minsculos. 98
Los 50.000 moriscos almerienses se afanaban en el cultivo de ... que de ordinario... de solamente seda hilada se coxa en esta
apenas 9.000 o 10.000 hectreas de tierra irrigada en toda la pro- ibdad de Almera y su jurisdiin quinientas arrovas de seda e
vincia. La ratio tierra cultivada/poblacin nos habla de una agri- ms, y de azeyte, cada ao de guila, ques un ao vaco y otro lleno,
cultura intensiva en trabajo y de altos rendimientos por unidad quarenta mil arrovas de azeyte; y de frutas, limas, naranxas, se
de superficie, pero en la que la productividad del trabajo deba sacavan para las iudades comarcanas y otros lugares ms de doze
ser mediocre. mil cargas cada un ao. 99
La imagen del campesino morisco que nos han transmitido los
documentos de la poca como trabajador infatigable siempre Por el contrario, la cosecha de cereales era muchos aos deficita-
ocupado en sus huertas de sol a sol o hilando la seda, sin descan- ria por lo que haba que importar trigo con cierta frecuencia.
so, en el interior de su vivienda era un lugar comn para los cris- La seda, como los metales preciosos o las especias, constitua
tianos viejos, motivo de admiracin y alabanza en algunos casos uno de los pocos productos cuyo transporte regular a largas dis-
y de crtica en otros. Se trataba de un tpico, cierto, pero respon- tancias resultaba rentable porque concentraba un enorme valor
da a una realidad econmica profunda. en poco volumen y peso. Objeto de lujo que alcanzaba precios
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
elevadsimos, formaba la autntica columna vertebral de una seores feudales. Concejos y seores aprovechaban su derecho
economa muy vinculada al mercado castellano y a los mercados eminente sobre los baldos para arrendarlos a los ganaderos
internacionales. trashumantes.
La orientacin exterior de la agricultura almeriense ya era acusada En el siglo XVI hasta 100.000 animales podan invernar slo en
en el perodo nazar y se acentuar considerablemente tras la con- la jurisdiccin de la ciudad de Almera 100 y quiz unos 150.000 o
quista cristiana, durante el siglo XVI, al calor de la fase expansiva 200.000 en toda la provincia.
que viven las economas europeas y el desarrollo del gran comer- Nos quedamos muy sorprendidos al saber que los mejores pasta-
cio en aquel siglo. La enorme presin fiscal y seorial que sufran deros de la ciudad de Almera que se reservaban para el ganado
los moriscos tambin debi estimular el cultivo de productos ms exigente y delicado, el vacuno estaban en las bahas y calas
comerciales cuya venta permita hacer frente a impuestos y rentas. del Cabo de Gata,101 en donde tambin la toponimia seala la
Un dato decisivo es que toda la tierra cultivada en la provincia de presencia de estos animales. Los pastores, casi los nicos huma-
Almera sumaba poco ms de 50.000 hectreas, tan slo el 6% o nos que se arriesgaban a visitar la zona, eran presas habituales de
el 7% de la superficie total. El espacio no cultivado era inmenso y los piratas que infestaban aquel litoral.
con este hecho se relaciona uno de los principales cambios econ- La lana sala hacia Italia a travs del puerto de Cartagena des-
micos y medioambientales introducidos por la conquista cristiana. pus de haber sido procesada en los grandes lavaderos que los
La escasa entidad de la ganadera en el perodo islmico, junto comerciantes genoveses establecieron en Huscar y se sumaba a 229
con la existencia de grandes baldos, hicieron que los ganaderos los productos agrcolas de exportacin acentuando el carcter
castellanos vieran pronto en las tierras de Almera un mbito extrovertido de la economa almeriense. De momento, ni las oli-
ideal para el desarrollo y la ampliacin de sus actividades. Los garquas urbanas que controlaban las ciudades ni los seores feu-
rebaos mesteos literalmente se abalanzaron sobre el territorio dales encontraron otro uso mejor para los inmensos espacios
recin conquistado. incultos del territorio que, probablemente, llevaban siglos
El fuerte incremento de la demanda de lana, especialmente por subexplotados.
parte de los talleres textiles italianos, propici la creacin de La ganadera trashumante se desarroll durante 300 aos (desde
nuevos centros ganaderos en el norte del antiguo reino de Gra- principios del siglo XVI hasta el XVIII) sobre los antiguos terrenos
nada (de modo muy particular en la comarca de Huscar). De de bosques, maquias y matorrales y no pudo dejar de afectar a la
ellos incluso de zonas ms alejadas, como las sierras de Segura vegetacin y a la fauna silvestres.
y Cazorla partan los gigantescos rebaos trashumantes (sobre
todo de ovejas y, en cantidades inferiores, de cabras, vacas, caba-
llos y cerdos) que pasaban el invierno en las clidas llanuras del
litoral almeriense.
La ganadera lleg a convertirse en la principal fuente de ingresos
de los ayuntamientos de Vera y Almera, as como de algunos
8. FRONTERA DE MOROS
230
8.16 Las fiestas de moros y cristianos que an celebran varios pueblos de la provincia de Almera son un recuerdo del enfrentamiento que acab con la derrota
y expulsin de la poblacin de origen islmico. Alcudia de Monteagud (15 de agosto de 2002)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Presos y atados: la convivencia imposible los moriscos. Aqullos representaron casi el 30% de los procesa-
dos, cuando no sumaban ms del 10% o el 15% de la poblacin
Adems de a una fuerte presin econmica, los moriscos fueron total del obispado. Sus crmenes eran distintos y no tenan que
sometidos a una presin cultural creciente. Se intent por todos ver con cosas de moros.
los medios que fueran buenos cristianos y abandonaran cual- El malestar de los moriscos estall en la navidad de 1568. Lo que
quier rastro de cultura islmica. Sin ningn xito. Setenta aos pareca inicialmente una simple revuelta de campesinos result
despus de la conquista seguan siendo musulmanes en secreto y ser una sublevacin perfectamente organizada que, desde la
la inmensa mayora no saba hablar castellano. Alpujarra, se extendi por Almera, Granada y Mlaga. El levan-
La redada inquisitorial de 1561 en el obispado de Almera, en la tamiento dio origen a una guerra en toda regla, uno de los
que cayeron 311 personas, nos ofrece una lista de los delitos por mayores conflictos blicos que ha conocido Espaa antes de la
los que fueron procesadas. Esta lista pone de manifiesto cmo se invasin napolenica.
aferraban los moriscos a su cultura tradicional a las cosas de
moros y cmo rechazaban la de los conquistadores: Durante la guerra ambos bandos desplegaron una crueldad y un
salvajismo inusitados. En las varias crnicas que escriben testigos
Francisco Alafar, morisco, porque cantando llamaba a Maho- presenciales de los acontecimientos entre las que destaca por su
ma... sobriedad e imparcialidad la de Luis del Mrmol103 el lector intere- 231
sado podr horrorizarse descubriendo cmo los moriscos desolla-
Mara Venegas Hagima, morisca, porque dixo que ayunaba el ban vivos a los nios cristianos o cmo descuartizaban lentamente
ramadn a los sacerdotes, despus de arrancarles ojos y lengua; o cmo los
soldados colgaban de los rboles, amarrados por los testculos, a los
Diego el urgen, morisco, porque estando con los moros hizo la prisioneros moriscos hasta que caan al suelo desgarrados y desan-
ala y rez oraciones de Mahoma y dixo que era moro grados; o cmo, en fin, los cristianos viejos de Almera y Vera una
poblacin civil mucho mejor armada y preparada para la guerra de
Manuel de Toledo, morisco, penitenciado con misa mayor y 6 rea- lo que cualquiera podra suponer organizaban cabalgadas con-
les para las misas del Santo Oficio, porque dixo que no se levanta- tra las aldeas moriscas en busca de botn, de mujeres y de nios que
ba por no ir a misa y que dara un real por no oyrla luego eran vendidos a cientos. Ambos bandos practicaron, adems,
una poltica de tierra quemada que destruy pueblos, arras cam-
Diego de Molina el Milat, morisco, porque degoll un conejo con pos y arruin completamente la economa.
erimonia de moros, envise preso con secuestro de bienes. 102
Para derrotar a los moriscos el rey Felipe II se vio obligado a enviar
un mastodntico ejrcito al frente del cual puso a su propio her-
Reconozcamos, en honor a la verdad, que la Inquisicin se ceb mano, Don Juan de Austria. La victoria se fue inclinando del lado
con ms inters sobre los cristianos viejos de Almera que sobre de los cristianos y la guerra cedi el paso al saqueo de los pueblos
8. FRONTERA DE MOROS
234
8.18 Las costas del Cabo de Gata, muy recortadas y con numerosas calas y bahas resguardadas, se convirtieron en uno de los principales centros de accin de la
piratera en el Mediterrneo occidental
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
a donde de ordinario desembarcan los moros, y con las cabalgadas alistados para benir, los quales, por la benida del Xorayque, moris-
que hacen atrabiesan por el Boloduy o Taha de Marchena o sierra co, que fue a diez y seis de setiembre pasado, que se llev diez de
Alhamilla a embarcarlas en Cabo de Gata; y cuando desembarcan ellos, y de temor se fueron todos. 110
236
8.19 Esta pequea fortaleza de rasgos renacentistas fue construida a 8.20 La iglesia de Santiago Matamoros, una de las ms antiguas de la
principios del siglo XVI en Rodalquilar (Cabo de Gata) para proteger una ciudad de Almera
poblacin de mineros, creada en aquellos mismos momentos, dedicada a
explotar un yacimiento de alumbres. tianos como un desafo.112 Estos, por su parte, cubren iglesias,
Los alumbres o sulfatos blanquinosos son frecuentes en terrenos volcnicos.
casas y blasones de imgenes y smbolos antiislmicos. No nece-
Se forman por la accin del cido sulfrico sobre rocas ricas en potasio y
aluminio. Eran usados, sobre todo, para dar mordiente a los tintes en la sitan inventar nada. Les basta con recurrir a la iconografa y las
industria textil. tradiciones forjadas durante la reconquista medieval, entre las
Hacia 1520 una expedicin de piratas berberiscos atac la poblacin y
que ocupaba un lugar destacado la vieja imagen de Santiago
captur a casi todos sus habitantes. El pueblo desapareci y la explotacin
minera fue abandonada. A finales del siglo XVI se reanud brevemente y Matamoros aplastando con su caballo a los musulmanes. El
volvi a ser de nuevo abandonada. Todos los intentos de explotacin y santo, en forma de escultura, preside la entrada a una de las igle-
colonizacin sistemtica de las costas del Cabo de Gata anteriores al siglo
sias ms antiguas de la capital almeriense. Es la confrontacin
XVIII terminaron en fracasos por culpa de la piratera
ideolgica.
Cierto que yo holgara que con toda prestea Vuestra Seora diese
orden en cmo mandar rescatar toda esta presa junta, porque como 8.21 La extrema aridez y la inseguridad del Cabo de Gata estn muy bien 237
son mujeres y criaturas temo que si tarda el rescate se perdern representadas en esta noria fortificada de Rodalquilar
muchos de ellos... porque el rey, mi seor [el rey de Marruecos], los
dar a hermanos y hermanas e hijos y parientes suyos...
Vuestra Seora est cierto que yo holgara mucho, ya que yo los cau-
tiv, que fuesen libertados por mi mano...
Nuestro Seor guarde la ilustrsima persona de su Seora. Tetun,
11 de dizienbre de 1573.113
238
239
los siglos XVI y XVII fueron diseadas para servir como fortalezas pus de la expulsin de los moriscos. Es posible incluso que los
y lugares de refugio; y es entonces cuando se comienza a levantar ataques se recrudecieran durante las primeras dcadas de aquel
todo un costoso sistema de atalayas y fuertes en el litoral que siglo como consecuencia de la toma de Orn por los argelinos en
nunca ser completamente seguro. 1708 (Orn era una de las ms antiguas plazas fuertes espaolas
Los informes de los ingenieros militares que trabajaron en Cabo en el norte de frica).
de Gata, en la construccin de las nuevas y mucho ms eficaces En 1729, en un audaz golpe de mano, los corsarios capturan a
fortificaciones del siglo XVIII, son ilustrativos de la situacin de toda la guarnicin que defiende la playa del Sollarete. En 1735,
inseguridad que an viva el litoral almeriense casi 200 aos des- cuando comienza a construirse el castillo de San Jos, los comba-
8. FRONTERA DE MOROS
La noche del dos de enero una saeta de moros armada con cator-
ce caones acorral en la playa de Los Genoveses a una embarca-
cin valenciana, la que defendieron los trabajadores [los que cons-
truan el castillo, que desde el principio iban armados] con el
fuego de su fusilera y el de un pequeo can que llevaba y pusie-
ron en tierra, obligando a los infieles a retirarse y a abandonar su
empresa; y que habindose esparcido en este pueblo la voz de que
pasan de treinta las embarcaciones y navos que los argelinos han
armado de diferente porte para cruzar en estos mares, he aumenta-
do el nmero de trabajadores hasta 160, as para hallarme en esta-
piratas partan con las personas capturadas; y, si despus de algn durante mucho tiempo marc decisivamente nuestra historia
tiempo, nadie pagaba por ellas las vendan en los mercados de despus de 1570.
esclavos del norte de Africa. Acosada y hostigada desde el mar, Almera, como dicen los docu-
El relato de uno de los ltimos ataques de piratas berberiscos a mentos, se convirti en frontera de moros. La nueva sociedad
las costas de Almera revela de manera cruda y dramtica que surgida del plan estatal de colonizacin naca, efectivamente, con
aquellas incursiones fueron, desde el principio hasta el final, rasgos de sociedad de frontera, de Far West del siglo XVI.
caceras con armas y perros de seres humanos: Un espacio vaco y peligroso, tierra en abundancia, libertad y opor-
tunidades para los pobres y los desheredados. Estos son los ingre-
Ao de 1758, domingo 10 de septiembre... por la madrugada en dientes de las sociedades de frontera que han existido en diversas
la barraca de Sombrirello abordaron dos galeras de moros... y pocas y lugares del mundo. El caso mejor conocido, gracias al
subieron a dicha barraca, donde tomaron un soldado que estaba cine, es el del lejano oeste americano en el siglo XIX, pero las aven-
de guardia, que llamaban Francisco de la Cruz. turas ficticias de los westerns palidecen ante las que tuvieron real-
mente lugar en nuestras costas durante los siglos XVI y XVII.
Subieron a El Trebolar y a el cortijo... que saquearon. Y antes Como producto de una poltica destinada a atraer colonos o
huy la gente que en l ava. Y habiendo corrido aquel paraje y como realidad que se impone de facto, por la propia fuerza de las
seguido a la gente hacia el Barranco de Betetas, se escondi uno circunstancias, en las fronteras las sociedades se flexibilizan, se 241
en un laprisco, donde lleg un moro y lo sac. Y tomaron tambin desestructuran y con frecuencia lo hacen a favor de las clases
en dicho paraje a otro hombre, y en la playa a otro que vena de populares. Los mecanismos de control se relajan o se cuestionan,
la Contraviesa con una carga de vino. las estructuras sociales se vuelven ms fluidas, se producen fen-
menos de movilidad social ascendente y aparecen posibilidades
Venan los moros con sus fusiles y chajarates y andaban desparci- de enriquecimiento rpido. Todo esto sucede porque tambin la
dos monteando y traan dos perros, los que andaban en las matas, situacin econmica de estas zonas es excepcional.
por si haba alguno escondido. Y si no hubieran huido todos de La otra cara de la debilidad demogrfica es la abundancia de
aquellos cortijos los hubieran cautivado, como a los cuatro dichos. recursos potencialmente explotables. Y como estamos hablando
Cuando fueron los soldados de a caballo y de infantera ya se de sociedades preindustriales, el mayor recurso econmico es la
haban embarcado, sera como las nueve de la maana cuando se tierra. En la frontera la tierra es abundante y barata. Se toma, se
hicieron a la vela. 115
compra a muy bajo precio o se recibe gratis o casi gratis de un
gobierno que desde la retaguardia la ofrece generosamente.
Escoria del reino: la gente de la frontera Pero estas posibilidades econmicas no dejan de ser posibilida-
des virtuales mientras no se alcanza cierto nivel mnimo de segu-
La temida invasin no se produjo nunca, pero el estado de ridad. Entre tanto, los factores de repulsin pesan ms que los de
guerra de baja intensidad que se prolong, con altibajos, atraccin y la vida es difcil, peligrosa y pobre.
8. FRONTERA DE MOROS
El estado reparti de manera muy igualitaria entre los colonos como hoy, en Jan). El resto proceda de las dems regiones
las tierras que haban pertenecido a los moriscos, adems de peninsulares e incluso de pases extranjeros.119
ofrecerles un trato fiscal ventajoso. Su intencin era crear una Todos ellos se sumaron a los cristianos viejos que ya vivan en
masa de pequeos propietarios comprometidos activamente en Almera antes de 1570 en gran parte de origen levantino y a
la defensa del territorio. A cambio de tanta generosidad los repo- unos pocos moriscos colaboracionistas que fueron exceptuados
bladores deban venir armados y tenan que organizarse por su de la expulsin por el rey, despus de estudiar individualizada-
cuenta en unidades paramilitares, convirtindose en una especie mente cada caso (estos pocos moriscos son el nico hilo que une,
de campesinos-soldados. 116
tenuemente, a los almerienses actuales con las poblaciones que se
El gobierno, por su parte, contribuira a garantizar la seguridad haban ido acumulando sobre el territorio desde la prehistoria).
financiando la construccin de torres y fuertes en la costa y man- En conjunto, la aportacin levantina, que integran murcianos y
teniendo toda una serie de destacamentos, formados por milita- valencianos, es mayoritaria y ha marcado de manera indeleble el
res profesionales, en diversos puntos de la provincia. Muchos de habla, las costumbres, las tradiciones, las fiestas populares y
estos militares, sin dejar de serlo, tambin recibieron tierras y hasta los nombres de los almerienses. De ella proceden apellidos
fueron invitados a asumir el papel de colonos, transformndose catalanes comunes en Almera, como Amat, Berenguer, Soler, Bla-
en otra especie de soldados-campesinos. 117
nes, Ferrer (o Ferre), Tortosa, Ros, etc. La toponimia almeriense
de vuelta expresamente desde sus lugares de destierro para que dize el gato. En efecto, en rabe Quit significa gato. Probable-
durante algunas semanas informaran sobre tierras, casas, rbo- mente el topnimo aluda al lince o al gato monts. Las parce-
les frutales, sistemas de riego, etc. Recibieron un salario por su las de secano de esta poblacin alindan con pinares, pinare-
trabajo. Cuando no fue posible contar con moriscos se recurri jos y encinas:
a cristianos viejos que hubieran vivido en los pueblos antes de
1570 y los conocieran bien (de hecho estos cristianos viejos alindan con el camino que va a Macael e con un pinar...
haban nacido en la provincia, haban convivido con los moris-
cos y saban hablar rabe). Aunque no pretenden informar Alindan con unos pinarejos...
expresamente sobre el medio natural los Libros de Repartimiento
nos proporcionan valiosos datos relacionados con la vegetacin un pedazo de secano con unas carrascas...122
silvestre y la fauna:
La colonizacin, que vemos ponerse en marcha en estos Libros de
Preguntado el conocedor de Canjyar, en la Alpujarra alme- Repartimiento, fue una aventura que no todo el mundo afront
riense si hai montes, pastos y caza en esta dicha taha, dixo que hasta el final. Fueron muy pocos los que aceptaron el desafo y
sabe que ah muchos montes y pastos y mucha caza de jabales, menos los que soportaron las duras pruebas a las que se vieron
conejos, perdices y cabras monteses, todo gnero de caza, y que todo sometidos por parte de los hombres y de la naturaleza. 243
es pasto comn; y que algunos aos, haviendo bellota, benan del Los aos agrcolas calamitosos se suceden desde 1573. Una pul-
reyno de Granada a hacerse de bellota hasta tres mill puercos y no sacin particularmente acusada de la pequea edad glacial est
pagaban cosa alguna... 120
detrs de ellos. Entre 1570 y 1600 hay una fuerte inestabilidad
climtica que perjudica a las cosechas. A partir de 1580 la situa-
Para alimentar a 3.000 cerdos haran falta, como mnimo, unas cin se vuelve crtica. En la comarca de Almera, tras el pequeo
2.000 hectreas de encinar que, evidentemente, han desaparecido. parntesis lluvioso de 1572-1573, se produce uno de los pero-
dos de sequa ms intensos y prolongados que conocemos: once
La tierra dice el conocedor de Laroya, en la sierra de Filabres aos sin lluvia. 123
es montuosa de carrascas e pinos. Es para ganados cabros e oveju- Entre 1570 y 1600 hay un trasiego constante de individuos que
nos, bacas e puercos. 121
prueban suerte y abandonan al poco tiempo derrotados por las
dificultades de todo tipo que encuentran.124 Muchos regresaron a
Los conocedores de Macael, un cristiano viejo y un morisco, sus lugares de origen; otros murieron luchando contra los mon-
afirman tambin que la tierra es montuosa de carrascas, pinos, fes emboscados en las sierras o contra los piratas en las playas; o
coscojas... Uno de los mojones del trmino de Macael es el fueron secuestrados y vendidos en el norte de frica.
cerro del quebrantahuesos y otro es el ... mojn que dizen del Por otra parte, los colonos, en particular los que llegan en los pri-
quid. El conocedor cristiano traduce: que en nuestro bulgar se meros momentos, dejan mucho que desear aparentemente
8. FRONTERA DE MOROS
como capital humano: gente pobre, ruda, aventurera e insumisa. puestos a ello y contaban con un arma muy poderosa, la deser-
En principio no se poda esperar otra cosa. Esta es la gente de la cin. Cuando se sentan presionados en exceso o no se atendan
frontera. sus demandas amenazaban con irse:
Los nobles estaban horrorizados y empezaron a echar de menos
muy pronto a sus laboriosos y casi hasta el ltimo momento No atienden sigue el marqus de Los Vlez al gobierno de Dios
dciles vasallos moriscos. Los repobladores escribe el marqus ni del rey, ni a la buena poblain, ms de substentarse de cual-
de Los Vlez en 1579 son gente holgazana, escoria del reino, quier manera para bolberse a sus tierras cuando les parese.127
perdidos, rsticos y facinerosos.125 El duque de Maqueda, seor de
la taha de Marchena, en el medio Andarax, expresaba ideas seme- El estado se ve obligado a cederles, no slo la tierra (tanto en las
jantes en su correspondencia: zonas de realengo como en las de seoro), con una definicin
clara y por escrito de sus derechos de propiedad, sino tambin
son hombres pobres... que a las primeras pagas que se les pidieren parcelas de poder muy importantes que antes detentaban seores
se subirn a la sierra a ser ms salteadores que los moros. Y son esta feudales y oligarquas urbanas. Este es el sentido que tiene la eli-
gente de qualidad muy contraria, en el trabaxar, de los moriscos. 126
minacin de antiguas rentas pagadas por los moriscos, el drsti-
co recorte del poder de los nobles y la creacin de instituciones
244 Los colonos no eran seguramente lo mejor de cada casa (los albo- municipales fuertes y autnomas en los pueblos.128
rotos, pendencias, tiroteos y duelos a espada entre ellos pare- Se puede especular, incluso, con que el relativo desinters de los
cen haber sido habituales). Pero stas son las opiniones sesgadas repobladores por lo que haba sido la principal riqueza del terri-
de la clase dominante, indignada porque aquellos facinerosos torio antes de 1570, los morales y moreras destinados a la cra de
no se dejaban extorsionar como los moriscos. Los repobladores, gusanos de seda, no estuviera motivado por impericia o descono-
que se saban imprescindibles en los planes estratgicos del esta- cimiento de las tcnicas de cultivo, sino por otras razones.
do, estaban exigiendo y obteniendo de l todo lo que queran; El complejo sistema fiscal que gravaba la produccin y comercia-
estaban aprovechando la situacin, en definitiva, para flexibili- lizacin de la seda haba pasado del estado nazar al castellano
zar las estructuras sociales. con pocos cambios, si acaso haba mejorado mucho su eficacia
recaudatoria al descansar sobre una poblacin vencida, sobreex-
Dadas las condiciones de inseguridad en las que se desarroll el plotada y muy vigilada. El pago de la renta de la seda estaba sal-
plan de colonizacin, era imposible retener a una poblacin de picado de situaciones humillantes que reflejaban la posicin de
campesinos recin llegados sin modificar seriamente el marco inferioridad de los que deban pagar. Los moriscos haban podi-
institucional en el que se haba desenvuelto el territorio antes de do soportarlo, o al menos as lo argumentaba Luis de Crdoba en
1570. En concreto: no era posible mantener el mismo nivel de un memorial dirigido al rey:
explotacin econmica y subordinacin poltica al que haban porque todos eran criadores [de morales y moreras ] y gente desva-
estado sometidos los moriscos. Los repobladores no estaban dis- lida y, en su gnero, brbaros, y tan miserables que se sustentaban con
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
245
ahinas de panizo, passa y higo... Y en aquella sazn convena ass... considerable grado de autonoma poltica. En las relaciones
porque siempre supieran ellos y sus sucesores que eran serviles. 129
entre seores y campesinos hay un antes y un despus de la
repoblacin.
Pero para los colonos cristianos la renta de la seda era insufrible,
lo que daba origen a conflictos y protestas, al mismo tiempo que Hacia 1600 el territorio almeriense es todava un montn de rui-
desalentaba la recuperacin del cultivo que le serva de base. nas en vas de reconstruccin. La ciudad de Almera no era ms
A los repobladores les van dando casi todas las provisiones que que una fortaleza, un Fort Apache con poco ms de 1500 habitan-
piden continuaba, indignado, el marqus de los Vlez trope- tes, la mayora de los cuales eran soldados; Roquetas tan slo una
llando juridiiones y rentas. 130
Jurisdicciones y rentas: poder torre en la que descansaban los grupos de hombres a caballo que
poltico y econmico. patrullaban las playas en busca de piratas; en Enix haba dos casas
Las Instrucciones Generales de 1593 y las mucho ms detalladas habitadas, Macael tena 20 vecinos y Hurcal-Overa 71. En Vcar,
Instrucciones Particulares de 1595 ponen fin a la tutela directa que haba tenido 400 habitantes antes de la expulsin de los
del estado sobre el proceso de repoblacin y consolidan a un moriscos, slo viva una familia.
campesinado que dispone de una base material slida y de un
8. FRONTERA DE MOROS
Toda la provincia est habitada por unas 20.000 o 25.000 perso- Enormes bloques caan de las colinas y destruan las casas; se oan
nas, con una densidad de poblacin, casi sahariana, de entre 2 y gritos y Dios pareca no escucharnos para hacernos expiar nuestros
3 habitantes por kilmetro cuadrado. Esto representa tan slo el pecados. Deba ser la una cuando la tierra se puso a girar y arras-
40% de la poblacin de 1568 y, aproximadamente, el 25% de la traba las torres al mar. Cremos que las olas nos iban a arrastrar;
existente al final de la edad media. La repoblacin organizada por eso intentbamos huir hacia la alcazaba, pero sta se hunda,
por Felipe II no consigui cubrir, ni de lejos, el vaco demogrfi- las murallas rodaban y el suelo estaba completamente agrietado...
co creado por la expulsin de los moriscos.
A las cinco supimos que la tierra humeaba en el torrente del Infier-
Evaluando sus resultados a corto y medio plazo el plan de colo- no y se derrumbaban torres, como la de La Testa o de Torrejn. En
nizacin se ha saldado con un fracaso y el futuro no parece muy San Pedro pedan ayuda, pero los soldados moran en medio de las
prometedor porque la edad dorada de la piratera berberisca toda- piedras. 131
va se prolongar hasta 1650. Adems, los terremotos vuelven a
asolar Almera durante el siglo XVII con especial virulencia. El del Y, con todo, un examen atento de la documentacin desvela que
31 de diciembre de 1658 es devastador. No slo arrasa de nuevo algo estaba cambiando desde principios del siglo XVII. Gracias
la capital almeriense, echando abajo parte de sus defensas, sino al coraje, la tenacidad y el valor de la gente de la frontera aque-
246 que tambin derriba algunas de las torres viga y fortificaciones lla escoria del reino una nueva sociedad vigorosa y, en
del Cabo de Gata que tanto trabajo haba costado construir. La muchos sentidos, emprendedora estaba surgiendo de las ruinas
carta que envi, al da siguiente, Antonio de Mendoza al duque de del pasado.
Maqueda explicndole lo sucedido es estremecedora y sugiere que En 1620 una flota de corsarios turcos, con cientos de hombres,
el sesmo pudo ir acompaado de un pequeo maremoto: ataca y conquista Adra, que se encuentra entre las poblaciones
ms importantes y mejor defendidas del litoral. Los piratas man-
Seor: no tenemos bastante con los moros, que nos atormentan y tienen Adra en su poder durante varios das. Ninguna ayuda
roban mujeres y nios a lo largo de la costa; ahora tambin el cielo llega del exterior para recuperarla. Son los colonos de los pue-
nos enva calamidades para manifestar su grandeza. blos prximos quienes, organizados como un pequeo ejrcito,
Sentimos un calor extrao durante la noche del treinta e, inmedia- con tambores, estandartes y sus propios jefes, bajan a la playa, se
tamente, hacia la media noche ruido y detonaciones parecidas a enfrentan a los turcos y los derrotan en una sangrienta batalla
disparos hicieron vibrar el suelo que se ondulaba. El fenmeno se junto a la Albufera.132
par algunas horas y volvi a empezar a las seis, cuando todava
era de noche... La piratera continu como un mal menor, con el que se apren-
di a convivir, pero nunca ms intentarn, ni turcos ni magreb-
es, apoderarse de una poblacin del litoral almeriense y ya no
podrn pasearse impunemente por el interior de la provincia.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Por quanto vos, Hernando de Alarcn, mi vasallo, vecino de mi Una vez estabilizado el proceso de repoblacin, alcanzados cier-
villa de Albox, me avis hecho relacin diziendo que tenis pares tos niveles mnimos de seguridad y en un contexto institucional
de lavor [un par de bueyes] y falta de tierras propias que cultivar, y demogrfico que ha mejorado notablemente el poder de nego-
8. FRONTERA DE MOROS
ciacin de los campesinos, las virtualidades econmicas de la En el nuevo modelo econmico la productividad del trabajo se
frontera empezarn a manifestarse. pudo incrementar al haber mejorado considerablemente la ratio
El atractivo de los baldos, las tierras no cultivadas, como poten- tierra cultivada/hombre; es decir, creceran, durante algn tiem-
ciales productores de cereal, comenzara a incrementarse en po, la renta per cpita y los ingresos reales de los campesinos.
cuanto la demanda exterior de lana y de los productos tradicio- Este era un hecho excepcional en las sociedades preindustriales,
nales del regado sufriera una contraccin. Esto sucedi cuando una situacin que duraba poco, no mucho ms de un siglo, y que
la economa del centro de la Pennsula Ibrica, primero, y a par- slo se daba despus de las grandes crisis demogrficas o en
tir de 1620 la del norte de Italia entraron en una profunda crisis, zonas recientemente abiertas a la colonizacin. Es posible, en
la gran crisis del siglo XVII. efecto, que este hecho extraordinario se diera en Almera redon-
En estas condiciones, campesinos y seores tendern a potenciar deando fechas entre 1600 y 1720 o 1730, porque de otro modo
las actividades productivas que ahorran el factor econmico ms no se puede explicar el espectacular crecimiento demogrfico de
escaso y valioso en aquellos momentos (el trabajo) y emplean la provincia y la llegada de lo que suponemos fue una avalancha
grandes cantidades del ms abundante y barato, la tierra. Estas de inmigrantes en ese mismo perodo.
actividades no podan ser ms que los cultivos extensivos de seca- Todo esto sucedera porque, inicialmente, los campesinos pudie-
no y la ganadera. ron permitirse el lujo de roturar y poner en cultivo las mejores
248 La confluencia de factores externos e internos impulsar el des- tierras, que llevaban siglos quiz ms de mil aos en algunos
arrollo de un nuevo modelo econmico ms autocentrado, casos sin ser explotadas y contaban con una cubierta vegetal que
menos dependiente del exterior, basado en la expansin de los haba acumulado en ellas suelo frtil.
cereales de secano, que garantizaban un suministro autnomo de Cuando en el siglo XVIII se termin la construccin de las nuevas
alimentos, en una ganadera estante destinada ms a la produc- fortalezas del Cabo de Gata, los agricultores que comenzaron
cin de carne y productos lcteos que de lana y en la recoleccin inmediatamente a colonizar la zona obtenan cosechas extraordi-
de especies de crecimiento espontneo, como el esparto y la barri- narias... cuando llova, claro:
lla (ambas irn adquiriendo creciente importancia en las exporta-
ciones hasta que los minerales tomen el relevo a finales del siglo La construccin hecha de los dos fuertes nuevos en el mismo Cabo
XVIII). ha ahuyentado eternamente a los corsarios que continuamente
La reserva de tierra no cultivada era inmensa. Las circunstancias hacan mansin en l, emboscndose en sus calas, donde lograban
de carcter econmico y social que haban bloqueado la explota- frecuentes presas, por lo que lo llamaban su mina de plata... 138
cin agrcola de este recurso durante siglos dieron paso a otras
que la hacan posible y deseable. Un fenmeno semejante se pro- y ha dado lugar a que los vecinos de Almera y la villa de Njar
dujo en la vecina regin de Murcia, que tambin se haba distin- amplen sus labores... que, en ao abundante de agua, es pingsi-
guido durante el siglo XVI por su estrecha dependencia de los ma la cosecha en todo lo que comprende el Cabo de Gata 139
mercados exteriores y de los cultivos de huerta.137
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
249
De hecho, los ejemplos ms destacados de avance de los cultivos e diciones normales, en pases bien poblados desde antiguo, la pro-
incremento poblacional se producen en las comarcas que haban duccin se limitaba a crecer al mismo ritmo que la poblacin y, por
pasado ms tiempo deshabitadas (la antigua frontera del reino consiguiente, las rentas reales no se incrementaban. Eso en el mejor
nazar al norte del ro Almanzora, el Campo de Njar, etc.). de los casos, es decir, mientras existiera una reserva de tierra que per-
En las economas orgnicas el crecimiento sostenido durante largos mitiera ampliar las reas cultivadas porque, tarde o temprano, las
perodos no se conoca porque la poblacin dependa casi por com- rentas de la mayora de la poblacin retrocedan a un nivel prximo
pleto de la tierra para obtener materias primas, alimentos y energa. a la mera subsistencia. La causa de que la poblacin y la renta se
Tales economas podan pasar de una situacin de equilibrio a otra, movieran en direcciones opuestas es, evidentemente, la existencia
pero su tendencia natural era hacia el estado estacionario. 140
En con- de tecnologas sujetas a rendimientos decrecientes.
8. FRONTERA DE MOROS
La repoblacin tuvo sus triunfadores, los que supieron o pudieron La organizacin de las tandas se vea facilitada, en algunos pue-
aprovechar mejor las ventajas y posibilidades que les ofreci la blos, por un reloj:
frontera. Se trata de una nueva capa social de campesinos enrique-
cidos, de labradores acomodados, que surge desde principios del Que en quanto a la orden que tenyan para regar hera un relox de
siglo XVII de entre la masa de los repobladores. Son ellos los que tabla por donde se regan e cada uno conoa su ora; e segn la
encabezan en todas partes el asalto al monte y dirigen la marcha del cantidad de tierras que tenya cada uno, as tenya las oras para
frente roturador, con el consentimiento ms o menos entusiasta de regar. 143 (Sern)
los nobles. Estos dejarn hacer ante la falta de mejores opciones.
En 1593 los repobladores ya haban reparado y puesto de nuevo
La implantacin del nuevo modelo econmico no significa en en funcionamiento aproximadamente el 65% de los sistemas de
absoluto que se abandonara el viejo regado andalus. Constitua riego de la provincia, deteriorados bastantes de ellos durante la
un seguro de vida demasiado importante en un clima semirido sublevacin de los moriscos.144 Los colonos de Grgal, por ejem-
para dejarlo desaparecer. Adems, las normas y reglamentos de la plo que haban contado con la ayuda de un conocedor morisco
repoblacin eran en este aspecto estrictamente conservacionistas excepcional aseguran entonces a los inspectores del rey que
y obligaban a los colonos a mantener los sistemas de riego y ges-
250 tionarlos como se haca en tiempo de moros. Los conocedores las aequias e ramales por do pasa el agua con que se riegan las
moriscos que colaboraron en la confeccin de los Libros de Repar- haiendas de esta villa estn linpias, bien adereadas y corrientes.
timiento les explicaron cmo hacerlo. Y con esto tienen mucho cuidado los pobladores, porque les va en
El agua se distribua, en proporcin a la tierra que cada vecino ello el comer.145
posea, de acuerdo con un sistema de tandas o dulas organiza-
do, en algunos casos, por un acequiero o alcalde de aguas: Los de Sens, por su parte, dicen que las acequias
que el repartimiento de esta agua se haza a la medida de las estn bien tratadas, linpias e adereadas y los vecinos tienen cuy-
heredades que cada uno tenya; y que de la misma qenta que dado de repararlas y linpiarlas en cada un ao a su tienpo y con
141
tenyan en el riego los moriscos la tenyan los cristianos viejos. esto se conservan.146
(Tabernas).
La supuesta desaparicin del regado andalus despus de 1570,
El agua y la infraestructura hidrulica pertenecan a toda la comu- conjetura que se ha planteado habitualmente desde una perspec-
nidad y eran tiva cultural o como mero asunto de tecnologa es un mito.
Pero s es cierto que la agricultura de regado, intensiva en traba-
comn de los vecinos... que en esto no aba propiedad ni pagaban jo, tal como la haban practicado los moriscos, tena que pasar de
por ello. 142
(Grgal) momento a un segundo plano y reestructurarse (reduccin del
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Crecer y multiplicarse
200.0000
150.000
100.000
50.000
252 0
XVII y que fue en ese siglo cuando los factores de repulsin, que Sabemos, con seguridad, que entre 1600 y 1787 la provincia de
haban mantenido el nivel demogrfico del territorio muy por Almera pas de 20.000 a 165.000 habitantes, un crecimiento del
debajo de sus posibilidades, fueron superados por los de atrac- 560%, con una tasa anual del 0,96% que es la ms alta de toda
cin. Y, entre stos, el principal era la tierra. nuestra historia, en un perodo similar, y no tiene equivalentes en
Cuando no se dispone de mucha informacin directa acerca de ninguna regin de Espaa en aquella poca.148 En las condiciones
los indicadores econmicos bsicos hay que recurrir a fuentes de una demografa antigua este incremento que parcialmente se
indirectas. Y en las economas agrarias preindustriales no hay explica por lo exiguo del punto de inicio habra sido imposible
seal ms segura sobre la marcha de la economa que la evolu- a partir del simple juego de la natalidad y la mortalidad, por ms
cin de la poblacin, pues el crecimiento del P.I.B era siempre que los procesos de colonizacin suelan ir acompaados de la
proporcional al de los habitantes. La economa almeriense tuvo creacin de familias numerosas. Es lo que el demgrafo Livi Bacci
que experimentar un fuerte crecimiento porque su poblacin llama el efecto del fundador.149
probablemente se multiplic por cuatro a lo largo del siglo XVII La nica explicacin razonable es la llegada de nuevos inmigran-
y por dos a lo largo del XVIII. tes atrados por las oportunidades que ofreca una zona semiva-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
ca, pero ya no tan insegura y con una estructura social menos Nonant de Iribarne (del lugar de Sant Guis, en el vizcondado
jerarquizada y opresiva que en sus lugares de origen. de Monleon de Sola, en el pas vasco francs) era Juan Navarro
Como ya saban los economistas clsicos, los precios relativos de en Almera.152 De Monleon de Sola llegaron muchos pastores a
la tierra y el trabajo en los espacios recin abiertos a la coloniza- la sierra de Filabres donde adoptaron Sola como apellido. En
cin se traducan en salarios elevados. Y en dichos espacios actua- Monleon escribanos franceses que hablaban castellano les redac-
ba, adems, como seuelo, la posibilidad de convertirse en pro- taban, en un espaol salpicado de galicismos y vasquismos, los
pietario despus de unos aos de trabajo duro. documentos que luego deban presentar aqu, para, entre otras
cosas, demostrar que no eran protestantes.
Realmente no tenemos demasiadas noticias sobre estos inmi- En los protocolos notariales vemos que los navarros conse-
grantes del siglo XVII cuya existencia intuimos por el crecimiento guan hacerse de un pequeo patrimonio con relativa facilidad
desmesurado de los bautismos. De muchos de ellos slo sabe- trabajando algn tiempo como pastores de rebaos ajenos, pues
mos que estaban aqu. En 1615 y 1620, por ejemplo, varios testa- una parte del generoso salario consista en la mitad de todas las
mentos de la sierra de Filabres aluden a albailes y tejedores por- cras que produjera el rebao. Ya con algunos bienes en su poder
tugueses trabajando para la gente de los pueblos. 150
compraban tierra y pedan que se les admitiera como vecinos
Los protocolos notariales documentacin formada, bsicamen- para poder acceder a los pastos comunales.
te, por contratos privados y testamentos muestran a los foraste- Juan Navarro se presenta ante el ayuntamiento de Benizaln en 253
ros ocupados en los ms variados oficios, pero sobre todo, en la 1601 y solicita ser admitido como vecino del lugar alegando ser
agricultura y la ganadera. Se les denomina estantes o habi- labrador e persona til para la poblacin. Los integrantes del
tantes para distinguirlos de los que haban llegado en los tiem- ayuntamiento, alcaldes y regidores, mandan que se toque la can-
pos de la repoblacin oficial. Creemos que la mayora viene de pana de la yglesia, se junten los vezinos que pudiera ser... e den su
las mismas regiones de donde procedan los primeros colonos, parecer cada uno si conviene reivir por vezino a el dicho Juan
pero tambin los hay de orgenes mucho ms lejanos e inespe- Navaro o no. E ansy se toc la dicha canpana e se juntaron los vezi-
rados. Entre stos destacan los pastores y ganaderos vascos (del nos que avajo irn declarados, e cada uno de ellos de por sy dieron
pas vasco espaol, del francs y de Navarra), que hacan gastar su pareer en la manera siguiente....153
mucha tinta a los escribanos cuando desplegaban completa su
filiacin, como hizo en 1602 Xaques de Navalles, de nacin Una vez que los vecinos de la villa expresaron su opinin favora-
navarro, avitante en esta villa [Alcudia de Monteagud], vecino de ble, dixeron que lo reivan e reivieron por tal vecino della para
la villa de Tardes en el vizcondado de Monleon de Sola, reyno de que pudiera disfrutar de las preheminencias e libertades de las
Francia. 151
que gozaban los dems miembros de la comunidad.
Con frecuencia estos vascos terminan cambiando sus nombres y Esta manifestacin de democracia campesina, no exenta de cier-
pasan a llamarse simplemente Navarro, apellido que no es raro ta ingenua solemnidad, era una conquista de la frontera. Los
en nuestra provincia. repobladores estaban orgullosos de las preheminencias y liber-
8. FRONTERA DE MOROS
256
montes, y despus, como echan junto al suelo muchos tallos frescos se multiplic por tres, pero los cultivos de secano lo hicieron por
y tiernos los ganados los comen mejor que otra cosa y los pastores, ochenta.163
por esta codicia, pegan fuego a los dichos montes, de que resulta A pesar de todo esto, sospechamos que los marqueses exageraban
que las encinas y otros rboles no vuelven a criar. un poco porque en el siglo XVIII, despus del gran avance experi-
mentado por las roturaciones, los bosques del norte de Almera
El norte de Almera haba sido parte de la frontera oriental naza- seguan siendo impresionantes.
r durante 250 aos y contaba con algunas de las tierras vrgenes Detrs de las Ordenanzas haba un conflicto de intereses entre dis-
ms aptas para los cultivos de secano de toda la provincia. As tintos modos de uso de los recursos y expectativas de explotacin
informaba el conocedor morisco de Oria sobre el trmino del por parte de seores y campesinos. Estos ltimos, a finales del
pueblo: siglo XVI y principios del XVII, todava formaban una poblacin
muy reducida, haban optado por la expansin de los cultivos y
tiene aprovechamiento de madera y de hacer alquitrn y tierra de podan tener la percepcin de que los bosques eran casi infinitos;
mucha caza de puercos jabales, venados y cabras montesas y otro no debieron alarmarse mientras fue muy abundante el suminis-
mucho gnero de caza. 160
tro de combustible y otros productos que obtenan de ellos. Los
marqueses, por su parte, no queran sacrificar ninguna posibili-
El alquitrn se obtena de los pinos resineros (Pinus pinaster). dad y por eso, al menos inicialmente, intentaron proteger todos 257
Los moriscos cultivaban entonces en el extenssimo trmino de los recursos y compatibilizar todas las formas de explotacin de
Oria 60 fanegas de tierra de regado y tan slo 200 de secano, por- la tierra de las que pudieran obtener beneficios.
que, segn el conocedor morisco, la comarca es muy fragosa y de
peas que no se pueden romper ni labrar.161 El extremo oriental de sierra Nevada, el sector de la cordillera que
Como comentamos al hablar de los andaluses y su visin de la se encuentra en la provincia de Almera, era, segn toda la infor-
naturaleza, la percepcin de las cualidades y posibilidades del macin que hemos encontrado desde el siglo XVI hasta el XIX, la
medio natural est directamente determinada por el uso que cada parte ms boscosa de aquella sierra. El rea limtrofe entre los tr-
sociedad hace del mismo. Los repobladores que sustituyeron a minos de Fiana, Canjyar, Ohanes y Alboloduy consista en un
los moriscos de Oria consideraron que s se poda romper y enorme encinar. All, entre Tices y Montenegro, se encuentra el
labrar. Consiguieron un permiso del rey, por encima de cual- paraje de Santillana.
quier restriccin que pudieran establecer los marqueses de Los Santillana era un esplndido monte con abundante caza, un bos-
Vlez, para rozar y limpiar todo el monte y para matar anima- que de encinas amenas, de alto quaxo, como deca un habitan-
les salvajes por haber representado que la mucha caza destrua sus te de la zona, en el que se desencaden un agudo conflicto a
haziendas. 162
varias bandas entre labradores acomodados, ganaderos, vecinos
En 150 aos las 200 fanegas de secano del trmino de Oria se con escasos recursos y seores feudales en el ltimo cuarto del
haban convertido en ms de 16.000. Es cierto que la poblacin se siglo XVII.164
8. FRONTERA DE MOROS
El bosque deba de ser muy espeso en algunas partes de ah el rozadas y que, ms de todo, en grave dao de la poblain, que
nombre de Montenegro y aclarado y adehesado en otras, con segn parece hay ms de diez mil ducados de dao.
reas abiertas de pasto y matorrales, apto tanto para la cra de cer-
dos, que se alimentaban de las bellotas, como para otros gana- Pero el seor feudal de Alboloduy, don Sancho de Castilla, se las
dos. En 1676 se intent contar las encinas, pero se desisti por- apa para sacar a los culpables de la crcel. Al ao siguiente
que haba partes que no era posible en manera alguna y se vio y hubo en Santillana un gran incendio provocado que afect a
reconozi ser cierto por la abundancia de ellas... y havindoles varios municipios de la zona. El seor de Alboloduy como casi
requerido yo... tasasen el nmero que podra aver, repondieron no todos los de la provincia haba hecho ya su eleccin a favor del
se atreban, ni era posible por la multitud de dichos enzinares y la frente roturador.
espesura.... En sierra Nevada, como en Los Vlez, las roturaciones del siglo
XVII y comienzos del XVIII no acabaron, en absoluto, con los
Las roturaciones haban comenzado pronto, pero parece ser que, bosques, pero s debieron invadir las partes de los mismos ms
durante 90 aos, la abundancia de tierra y la escasez de pobla- adecuadas para el cultivo y el ganado.
cin hicieron compatible todo tipo de usos del monte.
En el ltimo cuarto del siglo XVII ya se haban establecido en la En el Bajo Almanzora, de una media de 23.000 animales que acu-
258 zona varios grandes cortijos, propiedad de labradores acomoda- dan a invernar durante el siglo XVI, se pasa a tan slo 12.000
dos de Rgol y Alsodux. Estos, segn un pastor de Alboloduy, durante el XVII y los cultivos no dejan de expandirse, legal o ile-
tienen echos cortijos, casas muy buenas y, en particular, Diego de galmente, sobre antiguos terrenos de pasto, matorrales, maquias
Salas, labrador... que a echo una casa muy grande y tiene su tina- y bosques.165
do, y todos las tienen y chozas y pajares todos. En 1691 hay una denuncia contra 81 vecinos de Vera por haber
puesto en cultivo terrenos de pasto sin autorizacin. Las denun-
Los cortijos ampliaban sin cesar el rea cultivada en perjuicio del cias por este motivo en Vera pasan de 82 en el siglo XVII a 284 en
bosque y la ganadera. Un vecino de Alboloduy lo resuma as: el XVIII y los procesos por incendios intencionados se multipli-
can por diez. Las zonas ms afectadas son la antigua dehesa de
... a puro cortar de enzinas han echado a perder el monte Pulp, sierra Cabrera, las orillas del ro Antas y el Pilar de Jarava,
que eran, algunas de ellas, reas de pasto de cuyo arrendamiento
En 1673 se produjo una tala importante de rboles. El alguacil de el concejo de Vera obtena importantes beneficios.166 En 1676 se
Alboloduy sorprendi a un grupo de personas ... cortando y calculaba que en la dehesa de Pulp se haban recogido ms de
talando ms de diez mil enzinas en dicho sitio... y los trajeron pre- 20.000 fanegas de trigo. 167
sos a la crcel pblica de la villa... por allarlos con casas y muchas Los textos de las denuncias, as como las inspecciones e informes
chosas techadas con madera de enina y muchas eninas cortadas y realizados tras los incendios, proporcionan algunos datos sobre
quemadas y ms de veinte mil matocadas nuevas que avan vuelto la vegetacin que estaba siendo eliminada.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El 13 de septiembre de 1629 Joan Beltrn, habitante de sierra quemado de los mismos rvoles silbestres en el Puerto del Algua-
Cabrera, denuncia a su vecino Martn Ruiz: cil... el fuego ocup media legua en quadro.171
porque el susodicho... a echo muy grande estrago y quema de azen- Abajo en el llano, cerca del ro Aguas, en el Losar de Alfaix, lo que
buches.168
arde son lentiscos, acebuches, chaparros y esparto, o sea, el mato-
rral y los restos de la maquia.172
En 1679 un vecino de Vera es detenido por haber cortado 500 Finalmente, como resultado de una investigacin general sobre
ramas de acebuche en el Campo de Pulp. 169
quemas y rompimientos en sierra Cabrera, el juzgado de Vera
En 1763 arden encinas, chaparros de encinas y monte bajo en la llega al fondo del asunto:
cima de sierra Cabrera. Los chaparros quemados son innumera-
bles que por ser mucho el nmero de stos no se pudieron contar Los dichos Mojcar y otros... han roto y quemado muchos sitios de
y s se reconocieron quemadas cinquenta y tres carrascas rematadas la comprehensin de dicha sierra, reducindolos a cultura que de su
del todo. 170
propia autoridad han sembrado...
debe procederse sobre dichas roturas contra sus autores y alcaldes
El 15 de agosto de 1767 el fuego afecta a dos alcornocales en la de la expresada sierra, que sin dar cuenta, como de su obligacin,
misma sierra, en las Cuevas de Alfaro y bajo la Fuente del Arrez lo han permitido, callado y tolerado, tal vez por ser todos ellos los 259
(recordemos que El Inventario de la marina de 1751 haba sea- causantes e interesados... sin que igualmente de estos notorios exce-
lado casi 2.000 alcornoques en sierra Cabrera). sos haian dado las ms lebe queja.173
Tras el incendio se hizo una inspeccin minuciosa, pero por El conflicto entre intereses ganaderos y agrcolas se ha decantan-
estar la maana llena de fosca y llobiosa no se pudo reconozer todo do, como en todas partes, en beneficio de los segundos y el pro-
el distrito que comprehenda dicho quemado, slo s el de un alcor- ceso de roturacin es imparable porque los grupos sociales que lo
nocar situado en esta zercana, sitios que dizen las Cuebas de Alfa- promueven se han hecho con el control de los ayuntamientos y
ro, de los que contaron, grandes y pequeos, quarenta y siete, unos cuentan con el apoyo de los seores feudales.
ms quemados que otros, expresando dichos peritos haver visto otro
8. FRONTERA DE MOROS
260
CAPTULO 9
El hacha terrible del fundidor
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
Medir y contar
La dinasta borbnica comienza a gobernar Espaa desde princi- ellos comprendan que aquella sociedad no admita ms refor-
pios del siglo XVIII, el siglo de las luces. Est deseosa de moder- mas. El pensamiento ilustrado se transformar entonces en pen-
nizar el pas y sacarlo del atraso econmico, cientfico y tcnico samiento liberal revolucionario.
que ha acumulado durante la centuria anterior en comparacin
con los pases ms avanzados de Europa. Crea instituciones que Para desarrollar sus planes el gobierno borbnico precisa infor-
promueven la difusin de la ciencia y la tecnologa, remueve los macin sobre la agricultura, la artesana, la navegacin, el comer-
obstculos al comercio y estimula y facilita la creacin de manu- cio, la evolucin de la poblacin, los recursos minerales, el esta-
facturas. En ltimo extremo su objetivo es aumentar la produc- do de los montes, etc. Una burocracia cada vez ms eficiente y
cin de todos los sectores de la economa y fomentar el creci- preparada dar satisfaccin a estas necesidades produciendo una
miento de la poblacin, de lo que se derivara un incremento de masa de documentos que hoy podemos consultar. Entre ellos
las rentas y el poder del estado y de la felicidad de los ciudada- estn el monumental Catastro de Ensenada, los Inventarios Foresta-
262 nos. Pero todo ello sin alterar demasiado las estructuras sociales les de la Marina, El Diccionario de Toms Lpez o los censos de
ni perjudicar los intereses feudales establecidos. Esto es el despo- poblacin que se suceden desde mediados del siglo.
tismo ilustrado. Al mismo tiempo los ilustrados, comisionados oficialmente o a
iniciativa propia, recorren el pas levantando mapas, realizando
La orientacin reformista de los Borbones cuenta con el apoyo encuestas, estudiando minerales, animales y plantas, explorando
de un grupo social en ascenso de medianos y grandes propieta- regiones y comarcas poco conocidas. A continuacin elaboran
rios, hombres de negocios, comerciantes e intelectuales. Viene estadsticas, escriben artculos, relatos, informes y tratados sobre
acompaada por la difusin de una nueva ideologa y una economa, botnica, zoologa, mineraloga y diversos aspectos de
nueva visin de la naturaleza y del papel del hombre en ella. Es la sociedad y del medio natural espaoles de los que no se saba
la ideologa de la Ilustracin en buena medida importada- que gran cosa.
comparte los mismos objetivos productivistas y modernizado- El inters que los mueve es doble: el conocimiento cientfico por
res. La Ilustracin es hija del racionalismo francs y del empiris- s mismo y la bsqueda de nuevos recursos naturales susceptibles
mo britnico. Aspira a disolver las tinieblas del pensamiento de ser explotados. En el caso de Almera contamos con los traba-
y el modo de vida tradicionales por medio de las luces de la jos que realizaron en esta lnea Simn de Rojas Clemente y Anto-
razn y la ciencia. nio Jos Navarro, por citar slo los ms conocidos y accesibles.
En Espaa, como en el resto de Europa, los ilustrados seguirn al Todas estas fuentes nos permiten perfilar un cuadro de la situa-
estado en sus esfuerzos hasta que, a finales del siglo, muchos de cin econmica, demogrfica y medioambiental del territorio
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
eran de tres a seis veces superiores a los de secano y mucho ms Hacia 1750 los cultivos ocupan aproximadamente el 18% de
seguros. Se puede calcular que las huertas generaban al menos el toda la superficie provincial (frente al 6% o 7% en el siglo XVI) y
30% o el 40 % de toda la produccin agrcola de la provincia. seguirn amplindose hasta finales del siglo XVIII. Esto nos
Era, por tanto, el riego artificial lo que compensaba la bajsima puede parecer muy poco, pero si recordamos todo lo que hemos
productividad natural de las plantas en el clima almeriense y lo dicho desde el principio sobre las limitaciones de las economas
que permita sostener densidades de poblacin semejantes a la orgnicas en realidad era mucho. El lmite mximo, en regiones
media espaola. y pases europeos mejor dotados de recursos para la agricultura,
poda estar en torno al 30% de la superficie total y todos lo fue-
ron alcanzando entre los siglos XVII y XVIII.2
La barrilla se extraa de varias plantas silvestres salitrosas (Salsola mental con la toponimia y con el trabajo de campo tambin es
soda, Salicor y otras especies) caractersticas del Sureste espaol. muy til en este sentido).
Estas plantas se explotaban desde haca siglos, pero es en el XVIII Ya hemos visto que en algunas de las comarcas ms ridas de la
cuando adquieren gran importancia comercial y empiezan a cul- provincia quedaban restos de la antigua maquia y pinares. El
tivarse solas o intercaladas en rotacin con los cereales de secano. Catastro de Ensenada nos muestra casi todos los pueblos del valle
La produccin almeriense era la segunda ms grande del pas tras del Almanzora con pinares dispersos de carrasco, en pequeas
la murciana. La barrilla se utilizaba para fabricar jabn y en otros elevaciones o en el reborde montaoso del valle. En Purchena,
procesos artesanales como la elaboracin de vidrio. por ejemplo, menciona 384 fanegas (230 hectreas) de pinar, 85
de encinar (51 hectreas) y 60 de lentiscar (36 hectreas).5 En
Los bosques de Almera en el siglo XVIII Albox, se limita a decir que hay monte baxo, atochar y algn
monte alto de pinos. El Inventario Forestal de la marina de 1751
Sera largo y fatigoso exponer pormenorizadamente todas las tambin menciona all los pinos.6 En el pequeo trmino de
referencias documentales al estado, la composicin y estructura Arboleas Simn de Rojas ve pinares y el Inventario contabiliza
de los montes de Almera en el siglo XVIII porque son muy abun- 2.200 pinos.7
dantes. El punto dbil de muchas de ellas es la cuantificacin. Las En sierra Alhamilla exista un encinar del que hablamos al prin-
266 cifras de rboles o superficies arboladas bailan con frecuencia cipio y en las cumbres de sierra Cabrera haba encinares y alcor-
debido a las dificultades prcticas que encontraba la gente de la nocales cuya extensin es difcil precisar. Las masas forestales ms
poca para efectuar mediciones exactas o por la ocultacin siste- grandes y la fauna salvaje se haban preservado mejor, como
mtica y la ambigedad calculada, cuando se sospechaba que el caba suponer, en las mayores sierras.
objetivo de la medicin era de carcter fiscal.
Este es el principal problema de nuestra fuente de informacin En 1732 el mdico Francisco Fernndez de Navarrete dedica una
ms masiva, ya que abarca, uno a uno, todos los pueblos de la seccin importante de su obra a la que l llama bruta hermosu-
provincia, el Catastro de Ensenada. Sin embargo, hemos podido ra y brbara majestad: sierra Nevada.8 A diferencia de otras
comprobar que es muy fiable en lo que se refiere a las especies zonas del antiguo reino de Granada que conoce de segunda
que en l aparecen mencionadas. Y en cuanto a las cantidades mano, su conocimiento de esta cordillera parece basado en la
como dijimos en el captulo 1 cuando el Catastro afirma que en experiencia personal. Si no ha recorrido toda sierra, s al menos
tal pueblo haba 1.000 hectreas de encinar, podemos suponer buena parte de ella. El decaimiento del arbolado en sierra Neva-
que quiz habra ms, pero en ningn caso menos. da lo atribuye a la expansin de los cultivos y a los carboneros
La nica manera de afrontar estos problemas es contrastar las que la recorren.
cifras y estimaciones del Catastro con las que proporcionan fuen- Nuestro mdico presta mucha atencin a los animales; por l
tes distintas, elaboradas por personas e instituciones diferentes y sabemos que, hacia 1730, el oso haba desaparecido y que el
en diferentes momentos (el contraste de la informacin docu- jabal se haba vuelto escaso. Pero en los bosques de sierra Neva-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
El encinar era, pues, un cuadrado de unos 15 kilmetros de lado 9.7 En Sierra Nevada es tpico que en las proximidades de cada pueblo se
268 haya conservado un pequeo encinar o chaparral. En la ladera del fondo
(una legua equivale, ms o menos, a 5.000 metros) y unas 20.000 puede observarse el que se extiende sobre Ohanes. Nada que ver con los
hectreas de superficie (tambin haba un bosque de durillos grandes encinares que describen los documentos histricos en esta comarca
sobre Abrucena). Nada semejante existe hoy en la comarca. (30 de diciembre de 2004)
269
9.8 El rbol que ms caracteriza las umbras de la Sierra Nevada almeriense es, sin ninguna duda, el cer o
arce. Particularmente en otoo la especie se hace muy visible. Estos rboles crecen en canchales, laderas
pedregosas de fuerte pendiente. Las ramas de sus copas se quiebran con frecuencia bajo el peso de la nieve.
Los pastores tambin las cortaban (an se aprecian las huellas de los hachazos sobre los muones) para
drselas como ramn al ganado.
La fotografa de arriba muestra el Barranco del Diablo y fue tomada desde un canchal a 1.920 m. En la
imagen, a la derecha, se ve un pequeo cer de 1,5 m. de altura que emerge de un agracejo. En esta misma
ladera, algo ms abajo (a 1.890 m.), estn los Huertos de Zarago. All se encuentran varias chozas y un
sistema de bancales con rboles frutales (cerezos, ciruelos) dispersos. Los Huertos estaban habitados por los
pastores durante el verano (18 de octubre de 1998).
El cer de la fotografa de abajo (nuestro amigo Sebastin Cruz Siles se prest a hacer de escala comparativa)
tiene un dimetro de, aproximadamente, un metro. (4 de noviembre de 1995)
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
Otra riqueza de Macael y Laroya eran los muchos puercos que cria-
ban con la bellota, la cosecha de este fruto ha faltado ya algunos aos
y, por consiguiente, la cra de cerdos... Tambin se criaban en Macael
grandes manadas de lanar y cabro que desaparecieron ya porque las
labores han estrechado el monte y ste ha ido a menos. 14
En el siglo XVIII era habitual que sus excelencias, los seores Simn de Rojas era verla en su mayor parte muy poblada de
feudales, ya no encontraran forasteros dispuestos a arrendar los pinos y encinas.21 El Inventario forestal de la marina enumera un
pastizales en los seoros de Los Filabres. Entonces los aprove- milln y medio de pinos y casi dos millones de encinas.22 Tam-
chaban gratuitamente los vecinos: bin era aquella la zona de la sierra con ms fauna forestal y,
entre otros muchos animales (el corzo, el lince, la cabra monts,
... hace aos que no se arriendan y los disfrutan los vecinos sin el lobo, etc.), todava estaba all la nutria a finales del siglo XVIII.
pagar nada (Tahal). De nuevo es Antonio Jos Navarro quien nos lo cuenta:
La mitad oriental de la cordillera slo cuenta con pequeas man- Venados, corzos, cabras monteses; entre los carnvoros, omitiendo
chas dispersas de encinar y pinar de carrasco y algn alcornocal los lobos y zorras, por desgracia muy comunes, se cuenta... el gato
(en Benizaln). cerval, el linze, que en estos pueblos llaman gato de clavo. Es aqu
En la ladera sur, que desciende hacia el desierto de Tabernas, hay mayor de lo que han dicho los naturalistas, pues no slo excede el
referencias del siglo XVI a encinares en los trminos de Velefique, tamao de las zorras, sino que algunos llegan al de un perro perdi-
Castro, Olula de Castro y Grgal. Toda esta parte de la sierra, tam- guero. Su hermosa piel, los pinzelillos montados sobre sus orejas, la
bin muy rida, est salpicada de topnimos que aluden a los cola corta, le dan un carcter particular y una figura agradable. Es
272 encinares. En el siglo XVIII haba restos de ellos. Hoy quedan carnvoro, pero huye del hombre y de los perros; si las manchas de
19
diminutos rodales y encinas aisladas. su piel estuvieran mejor terminadas parecera una pantera pequea.
La gineta se encuentra en las inmediaciones de los ros y arroyos.
La fauna silvestre de Los Filabres debi verse, como en el conjun- La nutria no es rara y abundan las garduas y comadrejas, turo-
to de la provincia, muy afectada por el crecimiento de la superfi- nes, texones, herizos, etc. 23
fiera, especie de gato y casi de tigre... se cran en todas estas mon- 273
taas muy grandes... tan grandes como podencos.26
(unas 360 hectreas) y recoge toponimia alusiva al madroo. Un largo de su historia- el tremendo impacto de la minera y la
poco ms hacia el oeste el Catastro redondea en 40.000 el nme- metalurgia.
ro de encinas que hay en el trmino de Dalas y en unas 10.000 La extraccin y fundicin de plomo ya alcanza relativa importan-
las de Berja. A Simn de Rojas que no tena nada que ver con cia en el ltimo cuarto del siglo XVIII, cuando se abren minas y
Hacienda los paisanos de Dalas le contaron que haba muchas establecen fundiciones en diversos puntos de la sierra. En Berja
ms encinas, 250.000: exista a finales de aquel siglo la que Simn de Rojas considera
la mina de plomo ms rica del universo, donde trabajaban 8.000
Sierra de Gdor, en su parte de la jurisdiccin de Dalas, tiene hombres.30
grandes encinares en sus barrancos, principalmente doscientos y El comentario que hace en 1805 el naturalista valenciano sobre el
cincuenta mil pies de encinas tiene a lo menos en ella Dalas. 28
futuro de la metalurgia en la zona es proftico: la ruina de las fun-
Pero como en la fundicin de plomo de Laujar de Andarax ya diciones de Padules, Canjyar, El Presidio, etc. se teme que ser la
haban esquilmado el encinar local los carboneros estaban falta de leas, pues no se observ regla para su arranque y corte. 31
empezando a trabajar en el de Dalas.
Tambin observa Simn de Rojas que En la falda de sierra de Para terminar este breve recorrido por los montes de Almera en
Gdor, jurisdiccin de Dalas, se cra el boj, mucho acebuche y el siglo XVIII, nos trasladamos al altiplano y la gran sierra del
275
9.12 Pinar de pino carrasco a los pies de la Sierra de Mara, en el entorno de Los Alamicos. Se trata de pinares naturales sobre los que se han llevado a cabo
repoblaciones a lo largo del siglo XX. Entre los pinos crecen dispersos algunos chaparros y carrascas (14 de junio de 1998)
riqueza faunstica de la comarca. En la Alfaguara el marqus dis- Este altiplano se nos presenta a mediados del siglo XVIII como un
frut de la caza disparando contra ciervos, lobos y corzos. 33
espacio en gran parte cultivado de cereal y salpicado por 37 gran-
La descripcin del Catastro de Ensenada del territorio situado al des manchas o bosquetes muy aclarados de pinar y encinar (prin-
norte de la sierra de Mara (los trminos municipales de Vlez cipalmente de pinar de pino carrasco y, en menor medida, de
Blanco y Mara, que an estaban unidos, con una superficie de pino laricio) que se encuentran dispersos entre los cultivos, en
661 kilmetros cuadrados) es la ms detallada, exhaustiva y pre- suelos que son definidos como rocosos, pedregosos o intiles.
cisa de toda la provincia. Todos estos bosquetes pertenecen a los marqueses de Los Vlez.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
El Catastro los ubica y describe uno por uno, indicando su super- Pensando en la gran expansin de la superficie cultivada y el
ficie (unas 500 hectreas de media), los rboles que los forman y fuerte crecimiento demogrfico que ha experimentado la zona
sus linderos. desde el siglo XVI, lo lgico es suponer que los bosques de Los
El mayor bosque de la comarca, ubicado al pie y en la ladera Vlez eran inicialmente ms grandes y que los cultivos los hab-
norte de la sierra de Mara, y el que cuenta con el encinar ms an ido rodeando y empujando hacia los peores suelos. De
grande, es la fabulosa Dehesa de la Alfaguara, que los marqueses hecho, hemos comprobado que el 70% de los 37 manchas fores-
protegan y guardaban celosamente desde el siglo XVI como su tales mencionadas limitaba con tierras de cultivo por alguno de
principal rea recreativa y de caza (aclaremos que en Almera la sus lados o por todos. Estas manchas, sin contar la dehesa,
palabra dehesa no tena el sentido de monte adehesado con sumaban 29.130 fanegas de tierra (unas 17.400 hectreas) con
rboles dispersos, sino el original de terreno reservado o protegi- unos 100.000 rboles.
do para algn fin especfico). La Dehesa de la Alfaguara se extenda sobre 2.100 hectreas de
superficie y tena en su interior 280.000 encinas grandes y peque-
as y 80.000 pinos blancos y carrascos. Era un gran bosque y muy
denso (pino blanco es una de las denominaciones populares
del pino laricio).
9.13 Pinar de pino laricio en la umbra de Sierra Mara, a 1.650 metros de do, y en su lugar hay muy buenas labores y cortijos que dan trigo,
altitud. El denso rodal de pies jvenes se encuentra sobre un canchal. zebada, centeno y mantienen bastantes ganados. 35
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
278 fuente de informacin y sirven para contrastar la contenida en El lobo era un animal inquietante y ambiguo porque viva a
los documentos. Pero no proporcionan una imagen completa ni medio camino entre el lado natural y el lado oscuro y misterio-
completamente objetiva, en el sentido usual de la expresin. so de la realidad, asociado siempre a los poderes malignos que
Reflejan aquellos aspectos del medio que por diversos y com- acechaban al hombre. No slo habitaba los campos y los bos-
plejos motivos resultaban de mayor inters para los seres ques, tambin poblaba las mentes con leyendas, mitos y terrores
humanos. nocturnos. El jabal poda ser molesto y hasta dar algn susto,
El lobo aparece muy frecuentemente en la documentacin a pero para los campesinos era bsicamente un estorbo en el
veces incluso como una plaga desde el final de la edad media peor de los casos y un buen trozo de carne en el mejor.
hasta el siglo XIX. Y es tambin el mamfero salvaje que mayor En los archivos municipales de nuestros pueblos estn registra-
huella ha dejado en la toponimia de Almera. Cientos de nom- das las cantidades que se pagaban a los alimaeros por cazar
bres de lugar aluden a l. Las referencias documentales al jabal animales salvajes y, particularmente, lobos. Tambin ha queda-
son igualmente numerosas, pero este animal es casi invisible en do en ellos constancia de las grandes batidas que organizaban
la toponimia. Las dos especies interaccionaban con el hombre y los ayuntamientos contra el lobo en las que, a veces, participa-
afectaban a su economa de maneras diferentes. Pero el lobo es ban los vecinos de varios municipios:
el lobo y adems de comerse las ovejas de vez en cuando se
coma a las personas (Simn de Rojas fue informado de un caso En vista del gran nmero de lobos... en el trmino municipal de
que acababa de producirse cerca de Carboneras en 1805). 38
Hurcal y atento el gran dao que los vecinos de esta villa reci-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
ben... que entran dentro de las calles del pueblo, acuerda el Con- los 300 mm. de precipitacin anual en la parte ms rida de la
cejo indemnizar a los que los cacen con 18 reales por cada uno... provincia con una fuente de informacin independiente. El
(Hurcal-Overa, ao 1600). 39
resultado del trabajo fue constatar que la toponimia del pino en
Almera coincide exactamente con las referencias documentales
El 8 de enero de 1744 el ayuntamiento de Hurcal-Overa decide al mismo. La distribucin de topnimos y referencias documen-
citar al de Cuevas de Almanzora para concurrir a montear los tales coincide, a su vez, con los pequeos restos de pinar autcto-
lobos de la sierra de Almagro, por experimentarse mucho dao en no que hemos encontrado en el campo (de hecho ambas fuentes
los ganados; y que acudieran todos los vecinos. 40
nos sirvieron de gua sobre el terreno).42 En las zonas como la
sierra de Gdor o sierra Alhamilla que carecen de toponimia
En 1796 es el ayuntamiento de Albanchez el que enva cartas a alusiva al pino tampoco hay documentos relativos a la especie ni
los municipios prximos para organizar una gran batida con- restos de pinar natural.
junta: Los pinares de la Almera rida estaban formados por el resisten-
te pino carrasco (Pinus halepensis). Pero cuando ampliamos la
Con motibo de hallarnos todos instigados de los lobos en nuestras investigacin al conjunto de la provincia encontramos que hab-
jurisdicciones... a fin de que si gustan el domingo prximo 11 del an existido pinares de cuatro especies distintas.
corriente salgamos cada justicia con los vecinos que pueda a dar un 279
asalto a los referidos lobos... y venir a reunirnos todos a lo alto del Su majestad el Pino Real
Zerrn a la una de la tarde, pues en este sitio, por ms proporcio-
nado para ellos y su ocultacin, entre todos podremos ms bien dar- Durante los siglos XVI y XVII en el puerto de Almera se embarca-
les fin. 41
ban tablones de pino y pinos enteros de la sierra de Filabres que
viajaban a diversos lugares. En algunos casos los documentos indi-
La toponimia no es un reflejo mecnico de la realidad. Muestra can cul era la procedencia exacta de la madera y para qu iba a ser
la naturaleza a travs del tamiz de una cultura. Y en este sentido utilizada. La verdad es que, desde la perspectiva actual, resulta lla-
no se diferencia mucho de cualquier otra forma de conocimien- mativo descubrir que en otras pocas el territorio almeriense ha
to. Durante aos los pinares autctonos de Almera han sido tan exportado madera, pero as es.
invisibles en las publicaciones cientficas como los jabales en la La referencia ms antigua conservada sobre este comercio en el
toponimia. puerto de Almera es de 1519. La madera iba destinada a las obras
que se estaban haciendo en la iglesia de Adra.43 Al ao siguiente,
El primer trabajo en el que recurrimos a los topnimos estaba en 1520, en un contrato se expresa la cantidad de rboles que
dedicado, precisamente, a los pinos. Queramos contrastar los iban a ser llevados a Adra, tambin para la construccin de la igle-
datos que los documentos almerienses de los siglos XVI al XIX sia, y es una cantidad considerable, 83 pinos completos, adems
ofrecen sobre la existencia de pinares por debajo de la isoyeta de de otros fragmentos menores. El mercader, Pedro Xerez, deba
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
transportar desde Almera hasta Adra 58 pinos de diez reales y tras la expulsin de los moriscos, nos ensea que las vrgenes
medio de plata, 25 pinos de veintin reales, 8 tirantes de dos eran piezas de la maquinaria del molino:
reales de plata cada uno y 100 docenas de ripias. El valor de la
madera sin contar las ripias, cuyo precio no se indica en el quatro vrgenes en que estn armados los exes... Una biga con su
documento es de 1.214 reales, una cantidad muy respetable a peso y vrgenes quitadas las maromas...47
principios del siglo XVI. Aunque para la produccin del azcar se quemaban ingentes
En 1529 se redact otro contrato en el que un morisco filabrs, cantidades de madera hasta el extremo de que esta actividad
Alonso el Gaz, vecino de Laroya, se comprometa a llevar hasta parece haber sido en gran medida responsable de la deforesta-
Almera 100 maderos de pino de un marco de ancho y doce pies cin de la costa de Granada48 en el siglo XVII los genoveses de
de alto, a 42 maravedes cada uno.44 Motril no tenan que ir a la sierra de Filabres, a casi 200 kilme-
En una escritura del ao 1610 el carpintero Bartolom Alemn, tros de distancia, para conseguir combustible que todava podr-
vecino de Almera, otorga un poder a Diego Garca, serrador de an encontrar en la Alpujarra. Pero es posible que ciertas piezas de
madera, para que en su nombre venda pinos de la sierra de Fila- los ingenios azucareros requirieran una madera excepcionalmen-
bres, concretamente de Bacares: te flexible, dura y resistente, que no se hallaba en leguas a la
redonda.
280 ... pueda en la villa de Motril, o en otro cualquier cabo que sea, A lo largo del siglo XVII contina la salida de madera desde
bender la cantidad de pinos que le pareciere de la sierra de Bacares Almera para la construccin o reparacin de iglesias en la sierra
de a treinta y seis pies y treinta y ocho y quarenta y quarenta y dos de Gdor y la Alpujarra almeriense y granadina (Berja, Adra,
y de media vara de talla... obligndose a que a fin de octubre esta- Turn, etc.).49
rn los dichos pinos en la playa desta ciudad en el embarcadero Qu clase de pinos eran stos que justificaban el trabajo de tras
donde es uso y costumbre. 45
cortarlos a 2.000 metros de altitud bajarlos por la escarpada
ladera Sur de la sierra de Filabres y arrastrarlos hasta el puerto de
Es evidente que estos pinos se usaban en construcciones de gran Almera, a ms de 50 kilmetros?
envergadura, como las iglesias, y tambin para la fabricacin de
artefactos que slo podan confeccionarse con madera de calidad. Los nombres populares que aparecen en la documentacin
El patrn del navo Espritu Santo, que estaba en Almera en para designar los pinos no siempre son fciles de interpretar,
1610, reconoce en un documento que tiene en su barco nueve aunque uno de los que hemos transcrito ofrece una pista inte-
pinos reales y seis vrgenes de pinos que deban ser transportados resante, un nombre que denota el carcter especial de los rbo-
a Motril para los ingenios de los genoveses, es decir, para los
46
les en cuestin: pinos reales. En el Inventario de la marina de
trapiches donde los comerciantes italianos elaboraban el azcar. guerra del siglo XVIII comprobamos que en el extremo occi-
El inventario de los distintos elementos que se encontraban en dental de la cordillera haba la increble cantidad de 1.218.100
un molino azucarero de la costa de Granada (en Castell de Ferro), pinos reales.50
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
281
Para aclarar el asunto hemos visitado todos los lugares en los que 9.17 Precioso pinar de pino carrasco a unos 1.200-1.300 metros de altitud
en Bayarque. Numerosos documentos histricos avalan su carcter natural.
documentos histricos y topnimos delatan la existencia de
Milagrosamente, a pesar de las intensas talas realizadas en el mismo, el
pinos en la sierra de Filabres. El resultado ha sido encontrar que bosque an posee una estructura ms o menos compleja, lo que tambin
en los trminos municipales de Bayarque, Macael, Ljar, Chercos, favorece la existencia de una comunidad animal diversificada. En esta zona
hemos encontrado dos especies ms de pinos mezcladas con los carrascos:
Albanchez, Bdar y Lubrn quedan, entre 500 y 1200 m. de alti-
pino resinero (varios pies en un barranco) y pino laricio (un nico rbol en lo
tud, pies aislados de pinos, pequeas manchas e incluso pinares alto de un cerro, rodeado de carrascos) (6 de junio de 1998)
de cierta consideracin, como el de Bayarque. En todos estos
casos se trata del sufrido y resistente pino carrasco, que puede
vivir en zonas muy ridas, pero no soporta las bajas temperaturas
que reinan en invierno por encima de los 1200 m.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
282
El trabajo de campo confirma, pues, lo que dice el Catastro de
Ensenada en los pueblos de la sierra de Filabres y del valle del
Almanzora: que los pinares situados por debajo de 1.200 metros
estaban formados, en su mayor parte, por pinos bordes, carras-
queos o carrascos, que su utilidad para la construccin era
escasa y que estaban relegados a los peores terrenos:
283
pinos carrascos.51 Podemos estar seguros de que stos no eran 9.19 Dos rodales de pinar de carrasco (Pinus halepensis) en la parte alta y
baja de una misma ladera en la Sierra de Bdar (el extremo oriental de la
los rboles que se embarcaban en el puerto de Almera en los
sierra de Filabres) a 575-600 m.
siglos XVI y XVII. En la parte alta los rboles son ms grandes y viejos y el pinar es menos
El pino carrasco es capaz de vivir en suelos rocosos y poco pro- denso que en la baja. En el bosque encontramos varios rboles muertos,
unos cados y otros an en pie. La madera muerta es un integrante ms de
fundos, alcanzando tamaos considerables, pero a costa de desa-
los ecosistemas forestales. Los bancales son ms frecuentes en la base de
rrollar troncos tortuosos y retorcidos. Esta es una de las causas de la ladera. En este pinar son comunes arbustos como el palmito
su relativa inutilidad para la construccin. Resiste muy bien las (Chamaerops humilis), el romero (Rosmarinus officinalis), el enebro
(Juniperus oxycedrus), aliagas (Genista sp.), el espino negro (Rhamnus
sequas y probablemente en los veranos sufre una parada en el
lycioides), la estepa (Cistus albidus), etc. Sobre uno de los bancales hay un
crecimiento, como se ha observado en otras especies del gnero algarrobo (Ceratonia siliqua). En el croquis no aparecen, pero al pie de la
Pinus en medios xricos,52 y como parece demostrar la frecuente ladera hay varias encinas de considerables dimensiones
presencia de anillos dobles en esta especie.
La dinmica forestal reciente de los pinares autctonos de pino
carrasco no es difcil de interpretar a partir de las edades y la dis-
tribucin espacial de los rboles. Los restos de antiguos pinares se
extienden siempre sobre laderas pedregosas de gran pendiente.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
284
9.20 Los artesonados mudjares de la mayora de las iglesias almerienses de los siglos XVI y XVII fueron construidos con madera de pino laricio de las sierras de Filabres y
Baza. Las vigas y otras piezas que forman los artesonados son, en algunos casos, enormes. De arriba a abajo las iglesias de:Tabernas, Alcudia de Monteagud y Benizaln
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
285
9.21 Viejo pino laricio a 1.820 m. de altitud en la cumbre de la Sierra de Filabres, cerca del Calar del Gallinero. En la zona an quedan varios pies de grandes
dimensiones (10-15 m. de altura y 70-80 cm. de dimetro) (30 de octubre de 1995)
Los rboles ms viejos se encuentran en los puntos ms altos (en zal). Desde media ladera hasta la base los pinos crecen ya, fre-
el Cerro del Pozo, a 1.103 metros de altitud, en el trmino munici- cuentemente, sobre antiguas terrazas de cultivo abandonadas.
pal de Ljar, existen algunos de estos viejos pinos carrascos,
viviendo en condiciones extremas, cuyos troncos alcanzan, a Todas las pistas que ofrecan los documentos sobre el pino real nos
pesar de ello, 80 centmetros y hasta 1 metro de dimetro). conducan a las cumbres de la sierra, entre 1.800 y 2.000 metros
Las zonas bajas y de media ladera aparecen hoy cubiertas por una de altitud, donde el carrasco no puede vivir a causa del fro. Cuan-
masa densa de rboles jvenes (ms jvenes cuanto ms descen- do las seguimos lo que encontramos all fueron unos 60 viejsi-
demos por las laderas) de troncos delgados y podados de forma mos pinos laricios (Pinus nigra salzmanni) en el Calar del gallinero
natural por la sombra (es lo que se conoce como estado de lati- y algunos pies aislados cerca de las Fuentes del Layn. Se encuen-
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
cies del mismo gnero que nos son ms familiares por estar ms
extendidas. El tronco perfectamente recto y la copa en forma de
Murcia
bandera son los rasgos que lo distinguen a simple vista. Este
rbol, cuya madera es de una calidad excepcional para la cons- Jaen
truccin, llega a alcanzar dimensiones colosales y puede vivir
hasta 1.000 aos. En la Sierra de Cazorla se ha encontrado un
ejemplar vivo que data del siglo XII. 53 Granada
1-5 topnimos
6-9 topnimos
11-23 topnimos
287
9.23 Toponimia de la encina y del pino
288
1 topnimo
2-5 topnimos
13 topnimos
289
9.26 Toponimia del madroo
corzo oso
290
1 topnimo
2 topnimos
ciervo
5 topnimos
El primer naturalista
almeriense...
y otro con un par de pistolas
Antonio Jos Navarro
Antonio Jos Navarro (1739-1797) y Simn de Rojas Clemente del Ro y Vlez Rubio y, finalmente, abad de la iglesia colegial de
(1777-1827) fueron testigos de los logros, los resultados y la cri- Baza, donde muri en 1797.
sis final de un proceso de crecimiento agrario y demogrfico que Antonio Jos Navarro es un ilustrado modlico y un naturalista
haba echado a andar tras la expulsin de los moriscos. autodidacta. Aprendi por su cuenta varios idiomas extranjeros
Navarro es el primer naturalista almeriense y uno de los prime- que le permitieron acceder a las nuevas ideas, as como a los
ros intelectuales que produca nuestra provincia desde la edad avances y los descubrimientos cientficos de los pases ms ade-
media. Naci en Lubrn, en 1739, en una familia de campesi- lantados:
nos. Ya adulto escribi sobre la intensa curiosidad que haba
sentido desde su infancia por las cosas y las criaturas de la natu- he ledo quanto ha venido a mis manos, pero sin orden. Sin maes-
raleza: tro he aprendido la lengua franzesa, ytaliana, algo de la inglesa. 293
Me trabajo cmaras oscuras, globos y otras cosas... sin tener quien
desde muy nio me entretena la naturaleza. Jams camin sin me corrija.60
observar: los varios lechos de tierra que vea en los terrenos de los
montes cortados, las conchas petrificadas, los huevos de los insectos Su fama como orador le ayud a entrar en contacto con los cr-
que hallbanse en las balsas... y se me pasaban muchas horas con- culos ilustrados del Sureste y, ms tarde, de Madrid. Mantuvo
templando el mecanismo de la tela de araa y el de la fosa de la correspondencia epistolar con reconocidos intelectuales a nivel
hormiga len. 58
nacional y, especialmente, con el erudito y naturalista Pedro
Franco Dvila, director del Real Gabinete de Historia Natural, ins-
Pero como l mismo reconoca: titucin con la que colabor enviando a Madrid muestras reco-
gidas en sus frecuentes excursiones por el Sureste.
era yo nio y pobre... La estrechez de mi casa no me proporcion Las aficiones e intereses de Navarro eran muy amplios e iban
ni libros ni comunicaciones que me abriesen camino para mi ins- desde la geologa y la botnica hasta la zoologa, la historia y la
truccin...
59
economa, como revela lo que se ha conservado de su obra.
Las ideas modernas que profesaba y las largas expediciones que
La Iglesia le ofreci su primera formacin y le abri el camino a haca en busca de plantas, minerales y animales despertaron los
una carrera eclesistica relativamente exitosa. Fue cura en Olula recelos de otros miembros de la Iglesia y de muchas personas
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
que no entendan el inters del clrigo por estudiar las maravi- motor e impulsor de la Sociedad Econmica de Vera, fundada en
llas del creador. En ocasiones lo invada el desaliento viendo 1779, una de las primeras de Espaa, y colaborador destacado
sus inquietudes y capacidad intelectual desperdiciadas en un en el nacimiento de la de Baza (las Sociedades Econmicas eran
medio social que, al menos al principio de su carrera, no las instituciones que se afanaban en impulsar la agricultura, el
valoraba: comercio y las manufacturas).62 Tambin hace experimentos
destinados a desentraar la naturaleza y las posibilidades eco-
Vivo en un pas brbaro, sin crtica, sin gusto, en donde el frailis- nmicas de un extrao mineral descubierto recientemente en
mo me persigue porque tengo libros franzeses, porque predico y su pueblo, el amianto.63
poseo la ciencia sacerdotal, sin sus rancias groseras... Antonio Jos Navarro contribuir a que las luces de la razn y
el progreso prendan en Almera y ser el animador de un crculo
Un naturalista pasa normalmente por estrafalario... y es objeto de cada vez ms amplio de ilustrados del que saldrn algunos de los
la risa de sus paisanos. Un eclesistico, un religioso que se ocupe en revolucionarios liberales del siglo XIX, entre ellos su propio
tales frusleras es tenido por loco... sobrino.
Inicialmente las reflexiones econmicas de Navarro parten del
Me importa poco que mis paisanos juzguen esta ocupacin ajena de tpico sobre el atraso de la agricultura y la despoblacin secula-
294 un eclesistico, yo, al contrario, estoy persuadido es muy propia de res de Espaa. Pero conforme estudia y viaja por lo que l llama
su estado, pues por l est ms obligado que otros a procurar la uti- su pas (el obispado de Almera y las comarcas vecinas de Baza
lidad y la gloria de su patria. 61
y Lorca) comprende que el tpico no es aqu de total aplicacin.
Conoce los censos y los Libros de Repartimiento del siglo XVI y
En efecto, Navarro se aplicar a buscar la utilidad del conoci- sabe, por ellos, que el crecimiento de la poblacin y las roturacio-
miento, que es una de las ideas fuerza de la ilustracin. Para ello nes han sido enormes desde la expulsin de los moriscos. Casi
no slo recorre las tierras del Sureste, reflexionando y recabando todo lo que la naturaleza y las instituciones permiten poner en
informacin sobre la economa y los recursos naturales, sino que cultivo ya est cultivado, lo que interpreta, orgulloso, como prue-
participa activamente en proyectos de lo que hoy llamaramos ba de la laboriosidad y capacidad de sus paisanos. Pero el proce-
desarrollo econmico. so de roturacin est tocando techo y sus efectos econmicos,
Sus ideas ilustradas, en sintona con el gobierno de la poca, sociales y medioambientales empiezan a ser preocupantes. La
los contactos que hace y su profundo conocimiento del relieve agricultura no poda progresar mucho ms a base de cultivar nue-
y la geologa del territorio, le sirven para ser nombrado comi- vas tierras de cereal; haba que buscar cosechas alternativas y
sionado en las obras de los nuevos caminos del Levante. desarrollar otros sectores econmicos:
Navarro aprovecha esta comisin para construir una carretera,
encauzar la rambla de Chirivel y crear, a partir de ella, un La agricultura se ha aumentado en todo el obispado de Almera,
nuevo sistema de riego. Al mismo tiempo, es el principal pro- pero muy poco la industria y el comercio: Algunos pueblos han des-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
montado todo su trmino; les parece que labrndose ya todo no Con motivo de que de algunos aos a esta parte no ha quedado
puede fructificar nada ms y, consiguientemente, que no podr dar cerro ni maleza, la ms spera de La Alpujarra, que no se haya
subsistencia a ms vecinos; pero si stos tuvieran alguna industria, metido en labor, lo que ha hecho con las lluvias, es traer sta [la
si la agricultura no se redujera a la siembra de granos, que no tierra] de sus laderas y cumbres, y difundindose por las haciendas
puede convenir a todo terreno, hallaran mayores riquezas y nuevos de sus riberas, todo lo ha arrasado y cubierto de escombros, ensan-
socorros. 64
chndose sus mrgenes y elevando su alveo.66
El principal problema econmico de la regin es que el avance de La maana del 4 de agosto de 1789 Antonio Jos Navarro con-
la agricultura no ha ido seguido de uno paralelo de las manufac- templaba el amanecer desde el monte Nmar, a ms de 2.000
turas y el comercio. Las materias primas, como el esparto y la metros de altitud, en las cimas de la sierra de Filabres, adonde su
barrilla, se exportan casi en bruto sin ninguna o con muy poca curiosidad lo haba llevado buscando un volcn inexistente:
elaboracin que les aada valor. Nosotros conocemos declara
Navarro que un pueblo sin industria... es esclavo del pueblo era el da 4 de agosto y no poda sufrirse el fro... registr desde
comerciante. mi atalaya con un buen anteojo su inmenso horizonte, descubrien-
A pesar de la satisfaccin que produca en los ilustrados la vista do las sierras Nevada y Segura, parte de los reynos de Granada,
de un pas bien cultivado y explotado, nuestro naturalista no Jan, Murcia y las costas del Mediterrneo.
oculta su inquietud ante las consecuencias ambientales y econ- 295
micas de las roturaciones masivas. Describiendo el espacio que se Tena a mis pies un arroyo profundsimo, entre Nmar y otro monte
extiende entre Los Vlez y el Bajo Almanzora escribe: llamado Layn, y en lo ms hundido la villa de Bacares cubierta de
sombras y como sepultada en el centro de la tierra...
Es muy considerable la cosecha de vino, particularmente en el
Cavezo de la Xara... Adems de la cosecha del vino, hay buen oli- yo miraba el sol que sala del mar y se levantaba majestuosamente
var; se coje trigo, mucha cebada y excelentes garbanzos; hay gana- sobre el horizonte. El magnfico espectculo que entonces se ofreca
dos, yeguadas y se aumenta cada da la labor y los plantos. Todo a mi vista sorprendi mi alma. Las sierras, el sol saliendo de las
lo que se llama Cumbres, que comprende algunas leguas, est des- aguas, el mar... el avismo que tena a mis pies... sobre los montes
montado. Yo no me atrever a dezir por ahora si sera mejor haber una suave melancola llena el alma de ideas magnficas.67
dexado algunos bosques y terrenos incultos.65
Esta ya no es exactamente la sensibilidad de la Ilustracin ante la
Otros observadores perciban, o crean percibir, una relacin entre naturaleza, empieza a ser la del romanticismo y la de los nuevos
el cultivo de las laderas montaosas, el desencadenamiento de tiempos que se aproximan.
procesos erosivos y las riadas que destruan pueblos y cosechas. En Aquella misma maana, mientras el naturalista se extasiaba con-
1788 el alcalde de vara de Dalas reflexionaba sobre los daos templando la salida del sol en la sierra de Filabres, la Asamblea
causados por las inundaciones en el valle del ro de Adra: Nacional proclamaba abolidos los derechos feudales en Francia.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
Dos semanas antes el pueblo de Pars haba asaltado la Bastilla.68 ser algo ms que una promesa de futuro, pero esto no lo lleva a
Era el amanecer de una nueva poca. El huracn de la revolucin descuidar su faceta de experto botnico, que desplegar con par-
a cuyo advenimiento Navarro haba contribuido, seguramente ticular entusiasmo en Cabo de Gata.
sin proponrselo estaba a punto de barrer toda Europa. En todas partes recoge minerales y plantas, sube a las montaas,
examina antiguas minas y escoriales, se descuelga en los pozos
del Campo de Dalas para estudiar los estratos geolgicos, visita
Marchar a las Andalucas las fundiciones de hierro de Sern y Bacares, explora cuevas en la
sierra de Filabres y el Cabo de Gata y toma notas continuamente.
El ya tantas veces citado a lo largo de este libro, Simn de Rojas La curiosidad de Simn de Rojas no se limita a la naturaleza. Lo
Clemente, pertenece a una generacin posterior a la de Navarro. observa todo, lo comenta todo, lo anota todo: el habla popular,
Es un naturalista profesional y apasionado por el trabajo de las tradiciones y supersticiones, el estado de la agricultura, las
campo, bien formado en los terrenos de la botnica, la agrono- manufacturas y el comercio, la gastronoma, la salud y el aspecto
ma y la mineraloga. Est al tanto de los ltimos adelantos cien- de los habitantes. A cualquier tema y objeto que analiza aplica el
tficos y ha perfeccionado sus conocimientos en Francia e Ingla- mismo pensamiento rigurosamente racionalista.
terra. Ideolgicamente representa la transicin del pensamiento
296 ilustrado al liberal revolucionario. Simn de Rojas no careca de prejuicios ideolgicos y de otro
Recibi del gobierno espaol el encargo de hacer una Historia tipo. Era valenciano, el universo entero y la gente le parecan
natural del antiguo reino de Granada que deba incluir el estudio mejores cuanto ms se alejaba de Sevilla y avanzaba hacia el
de plantas, animales, minerales y cultivos, as como la identifica- Levante en su trabajo de campo. No senta gran simpata por los
cin de posibles recursos naturales sin explotar. El encargo se andaluces, entre los que no contaba a los almerienses (ni a los
ampliar a los terremotos que arrasan de nuevo la provincia de habitantes de las comarcas vecinas de Guadix y Baza).
Almera matando a cientos de personas, sobre todo en Berja y Cuando, procedente de Baza, se adentra en el valle del Almanzo-
Dalas. 69
Por desgracia estos proyectos de investigacin iban ra reconoce en los pueblos con sorpresa la msica y los juegos
acompaados de muy pocos recursos y medios econmicos. populares de su niez: En Sern escribe cantan ya mucho la
Simn de Rojas, que regresa de Inglaterra, desembarca en Gibral- jota.70 Luego ir descubriendo que el paisaje, la naturaleza, el
tar, compra un par de pstolas (precaucin que no era ociosa) y habla y la gente son distintos de los que ha conocido en Andalu-
se echa al campo provisto, adems, de brjulas, termmetros, ca: As -anota- en Vera ni Albox, ni sierra de Filabres se pronun-
barmetros y una cmara oscura con la que levantar dibujos y cia ya la h.71 Intrigado indaga el origen de los colonos del siglo
perfiles exactos de varias cordilleras. Durante dos aos recorre, XVI en varios pueblos:
andando y a caballo, Mlaga, Granada y Almera. Como los repobladores de Albox eran los ms valencianos y mur-
En nuestra provincia sus principales ocupaciones consisten en cianos tienen sus sucesores voces de ellos.72 No hay duda: esta gente
estudiar la geologa y los recursos minerales, que empezaban a supersticiossima e ingenua, pero sobria y laboriosa, es levantina.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Despus de explorar la provincia en una poca en la que no exis- Almera son un lugar agradable y digno de visitar porque una
tan regiones autnomas y los temas nacionales no estaban a la carretera slida y moderna est siendo construida sobre ellos con
orden del da piensa que el territorio almeriense debera unirse mprobos esfuerzos.
al antiguo reino de Murcia por las similitudes naturales y huma- La carretera es la imagen del progreso, del poder del trabajo y la
nas que los vinculan: voluntad del hombre para dominar unas montaas estriles y
convertirlas en va de comunicacin que servir al comercio, al
ya que sus relaciones con l son tan ntimas, como escasas con la transporte y, en definitiva, al crecimiento econmico:
parte occidental... se lograran las ventajas que deben resultar de
reunir bajo un mismo gobierno los pueblos que naturalmente y por Este soberbio trozo de camino, que debe proponerse por modelo a
sus intereses, etc. conspiran o estrechan sus relaciones. 73
otros pueblos, me gust tanto ms cuanto estaba yo acostumbrado a
andar siempre por los peores del mundo en esta provincia y lo hall
Los almerienses, por su parte, desde el siglo XVII usan la expre- por sus circunstancias comparable al mejor de los extranjeros... y era
sin marchar a las Andalucas para referirse a cualquier despla- sumamente agradable ver a unos aqu cortando piedra, otros all
zamiento que tenga como destino el valle del Guadalquivir, acomodndola en las paredes... otros haciendo cal, etc. 74
expresin que se ha seguido usando hasta el siglo XX (no se
podra encontrar mejor declaracin de exterioridad en relacin El naturalista llega as a la ciudad de Almera bien predispuesto 297
con Andaluca). Nosotros todava pudimos orla en boca de para juzgar una poblacin que haba crecido mucho en los lti-
nuestro abuelo Juan que, siendo un muchacho, marchaba con mos aos gracias al comercio de la barrilla, el esparto y el plomo,
otros muchos jvenes de su pueblo a trabajar en los cortijos de y ya no era un montn de ruinas junto al mar:
Crdoba y Sevilla durante la temporada de la siega.
El que viene a Almera por el camino que yo traje, llega a ella pre-
En el pensamiento de la Ilustracin hasta las percepciones estti- venido ya en su favor... pues le anuncia un pueblo bonito y pujante
cas del paisaje estn dominadas por un acusado utilitarismo. La por lo alto, nuevo y bien conservado de sus edificios y el llano hermo-
naturaleza salvaje es contemplada, con frecuencia, como una rea- so que se ve a su oeste; se confirma uno en la misma idea cuando al
lidad inquietante y hostil que slo llega a ser verdaderamente entrar en ella nota el aseo, buen porte y finura de sus habitantes, la
bella cuando es sojuzgada, ordenada y aprovechada por el hom- concurrencia en ella de varias naciones, la multitud de tiendas bien
bre. Las preocupaciones conservacionistas no estaban ausentes en surtidas y abundancia de comestibles y sus bellas calles y plazas...
los ilustrados, pero representaban una corriente minoritaria. Ahora haba marinos ingleses prisioneros, franceses corsarios, griegos
Los bad-lands del Desierto de Tabernas le parecen a Simn de que vienen con trigo, moros que traen arroz y carneros.75
Rojas un paraje pavoroso y solitario, horribles terreras intiles
76
y amenazadoras. Sin embargo, los acantilados que, a lo largo de En este pas todo seco que llaman de sol y aire, Simn de Rojas
9 kilmetros, se extienden desde Aguadulce hasta la ciudad de manifestar muchas veces su admiracin por una agricultura y un
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
paisaje agrario creados a base de infinito trabajo sobre un medio terreno ms ingrato. Los filabreses compiten en lo ltimo con los
duro y hostil, un paisaje hecho, literalmente, a mano: alpujarreos.81
Dalas est situado en medio de su pequea y desigual vega, No slo los hombres han construido este paisaje. A Simn de
rodeada de cerros y artificial en mucha parte, donde la tierra que Rojas le llama poderosamente la atencin, por no ser habitual en
hay se ha llevado a cargas sobre la pea estril y se sostiene con otras zonas del sur, que las mujeres trabajen en el campo codo a
77
balates. codo con los varones:
Muy poco antes de llegar a Alcudia... causa indecible placer Obsrvese que en estos pueblos las mujeres cuidan de las huertas,
observar un terreno tan desigual lleno de cultivo y habitantes... No arrancan las cebadas... y se encargan de otras tareas varoniles. 82
298 Causa sumo gusto ver las riberas del ro llenas de cortijos que siado numerosa. A principios del siglo XIX la provincia de Alme-
hacen de ella una poblacin poco interrumpida, semejante a los ra alcanza los 177.000 habitantes y su densidad de poblacin ya
valles de Guipzcoa... El cauce del ro, hondo y ancho, da lugar a supera ligeramente la media espaola.
que se cultive y riegue mucha parte de l. (Valle del Almanzora) 79
El naturalista valenciano es testigo de la primera migracin masi-
va (aunque, todava, generalmernte temporal) de los almerienses.
En ningn viaje por la provincia he visto tantos pueblos, as el Aproximadamente desde 1770 todos los aos miles de personas
viaje ha sido delicioso por el camino hermoso carretero que est ya abandonaban sus pueblos para trabajar como temporeros fuera
muy adelantado y se hace para conducir a Almera los plomos. de la provincia durante unos meses:
Era placer ver en l tantos brazos ocupados y vencidas tan fcil-
mente las dificultades de una ladera o loma, por la cual va el Los pobres habitantes del ro Almanzora, estrechados entre ste y
camino paralelo casi al Ro Andarax... la sierra, con muy poco terreno cultivable, y ellos sin industria,
Del Fondn a Gdor 66 acequias toman el agua del ro antes que salen, no por actividad, sino aquejados del hambre a ganar su vida
pase por Gdor... el riego mantiene en este ro tantos brazos, tanto por toda la Andaluca.83
pueblo....80
Van los de Albox, Lubrn, etc. a segar a Jerez de La Frontera, Arcos
La Alpujarra es tal vez en Espaa el pas donde ms bien se apro- y por all... tambin a arar... y a trillar con sus pares y trillos. No
vecha el terreno y hay ms industria agrcola, justamente en el por eso falta gente para las labores del pas, que nunca pueden
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
emplearlos a todos. Muchos se quedan por all a pasar jornalean- la agricultura. Se estara, por tanto, ante un lmite malthusiano
do todo el invierno... Los del Rio Almanzora, pues, Sierra de Fila- impuesto al crecimiento de la poblacin por la escasez de recur-
bres y Alpujarras son los jornaleros universales. 84
sos naturales.
Hacia 1780 se ha consolidado una corriente migratoria que con Espaa, un desierto humano con tan slo 20 habitantes por kil-
carcter estacional hace que los habitantes de muchos pueblos metro cuadrado, constitua una notable y estridente excepcin en
almerienses se lancen durante el verano a buscar su sustento en el contexto europeo. Casi nicamente las regiones septentriona-
las faenas de la siega de Granada, Jan, Crdoba, Sevilla... Este les, de clima ms hmedo, exhiban densidades semejantes a las
flujo peridico, que a finales del siglo XVIII tambin se vio nutri- de Francia o Gran Bretaa.
do por los que se dirigan a la costa malaguea a participar en Con todo, en la segunda mitad del siglo XVIII el crecimiento
determinadas tareas pesqueras, est frecuentemente reseado en demogrfico del pas tambin el de Almera se ralentiza, los
la documentacin de los archivos municipales y fue conocido en precios de los cereales se disparan y la renta de la tierra crece con-
su poca por las cuadrillas de segadores que lo engrosaban, bajo siderablemente. El precio de la madera sube casi tanto como el de
la repetida expresin de `marchar a las Andalucas. 85
los cereales y ms que el de muchos artculos de consumo.87 Son
El crecimiento econmico un crecimiento finalmente ms sntomas de superpoblacin en un pas medio vaco. La superficie
extensivo y cuantitativo que cualitativo haba tocado techo cultivada y, en general, los recursos naturales, parecen insuficien- 299
dentro de las estructuras sociales y polticas del Antiguo Rgimen. tes para sostener a los escasos diez millones de espaoles.
A la altura de 1800, los tiempos de la frontera con sus peligros A lo largo del siglo XVIII la poblacin del pas experimenta
y oportunidades empezaban a quedar muy lejos; los de las tie- todava cierto crecimiento que fue posible, en parte, por la rotu-
rras y los hombres libres tambin. racin, legal o ilegal, de terrenos incultos. Un modesto incre-
mento de las actividades artesanales, la construccin, la mine-
existentes entre stos y los campos de cultivo. En Almera los del siglo XVIII cuando rondaba el umbral de los 20 habitantes por
incendios no fueron provocados slo por los agricultores, sino kilmetro cuadrado, es decir, el aparente techo demogrfico
tambin por autnticas empresas dedicadas a la produccin de espaol. Desde entonces y hasta finales del siglo en la provincia
carbn vegetal para el arsenal de Cartagena. de Almera y en las Alpujarras hay seales muy claras de superpo-
Simn de Rojas Clemente presenci el acoso que sufran los terre- blacin y escasez de tierra. Comienza la emigracin a las Andalu-
nos forestales y la conflictividad que generaba su explotacin. En cas y se detectan intentos decididos de intensificar la explotacin
casi todos los pueblos escuch las mismas quejas sobre la progre- de los recursos naturales (en particular de los recursos hdricos
siva destruccin de los bosques y los altos precios de la lea: destinados a la ampliacin o consolidacin del regado), intentos
que ya no estaran tan limitados por la falta de mano de obra.
`En nuestro tiempo hemos visto llegar las encinas de este cerro
(monte, sierra, loma) hasta las casas del pueblo, todo era un espe- Los 50 habitantes por kilmetro cuadrado de Francia, Alemania
so bosque y ahora no le queda un rbol ni casi mata. Esta es la u Holanda y los 20 de Espaa parecen representar -es cierto- un
expresin con que en Grgal y otros muchos pueblos (casi todos) de techo demogrfico. Pero hay motivos para sospechar que ste,
la provincia se lamentan de la caresta de la lea.88
sobre todo en el caso espaol, no vendra impuesto exclusiva-
mente por los recursos de la naturaleza. Y es que la poblacin el
300 Ms all de los efectos ambientales inducidos por el modesto cre- volumen y la densidad demogrfica de un territorio se sita en
cimiento econmico y demogrfico del siglo XVIII, la conflictivi- el punto de interseccin de los factores ambientales y las institu-
dad en torno al monte refleja la existencia de programas alter- ciones humanas. Es a la vez causa y consecuencia del modo en
nativos de uso y gestin de los recursos naturales. Tras ellos se que ambos interactan.
escondan intereses sociales y econmicos enfrentados. La excepcionalidad demogrfica de Espaa sera en gran medida
Los ilustrados, en general, sostenan una visin optimista y utili- consecuencia de su excepcionalidad ecolgica. Los factores
taria de la naturaleza, concebida como fuente inagotable de ambientales ms caractersticos de la Pennsula Ibrica perfilaban
recursos que poda ser explotada ms intensamente con ayuda de una mediocre dotacin de recursos naturales para la agricultura:
la ciencia y la tecnologa. Para ello era imprescindible remover clima semirido en el 80% del territorio, altitud media elevada y
los obstculos sealadamente las formas de propiedad comu- fuertes pendientes (las dos ltimas slo superadas en toda Euro-
nal y los aprovechamientos extensivos de bosques y baldos que pa por Suiza). Los mismos factores tambin actuaban como tra-
se oponan a la iniciativa privada y a la explotacin racional. El bas para el desarrollo del comercio y la industria. El clima medi-
monte deba privatizarse y los usos de la tierra, como los de cual- terrneo, en particular, impona restricciones muy severas a la
quier otro factor productivo, deban estar regulados por la pro- productividad de los ecosistemas naturales (pastizales, bosques)
piedad privada y el mercado. y de los cultivos.
Es sintomtico, como hemos sealado antes, que el crecimiento En la Europa del Antiguo Rgimen la fuerza del agua, la energa de
anmalo del territorio almeriense terminara en la segunda mitad ros y arroyos, tambin de origen solar en ltimo extremo,
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Las revoluciones liberales, que se desarrollan en Europa entre los El carbn permiti a los britnicos y a continuacin a otros pa-
ltimos aos del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, alteran ses del norte romper la dependencia que hasta entonces hab-
radicalmente el marco institucional de las actividades productivas an tenido las economas orgnicas en relacin con las plantas y
entronizando la propiedad privada y el mercado como mecanis- los ecosistemas. As pudieron iniciar el proceso de industrializa-
mos rectores de la economa y de las relaciones sociales. Al mismo cin, reducir las superficies forestales y ampliar al mismo tiem-
tiempo, la revolucin industrial se extiende por los pases de la po las dedicadas a la agricultura y la ganadera sin poner en peli-
fachada atlntica y del centro del continente. gro el suministro energtico, lo que se tradujo en un aumento de
El significado profundo de la revolucin industrial, como salto la produccin y de la poblacin.
hacia una nueva forma de metabolismo social basada en el uso de La lea y la madera ya no eran la principal fuente de energa ni
302 fuentes de energa fsiles, se puede expresar de manera muy senci- en la industria ni en las casas. Qu contraste con la situacin que
lla con algunos ejemplos tomados del pas pionero, Gran Bretaa. encuentra Simn de Rojas en una aldea de sierra Nevada en
El poder calorfico de una tonelada de carbn mineral equivale 1805. Los aldeanos le aseguraron que la pobreza en que vivan
aproximadamente al de los 5 metros cbicos de madera que puede obedeca a la falta de tierras, concretamente a la prohibicin de
producir de manera sostenible una hectrea de bosque noratlnti- roturar y poner en cultivo el nico terreno libre que quedaba en
co. Esto significa que los britnicos para obtener a partir de made- el pueblo, un chaparral cuya lea era utilizada como combusti-
ra y lea la energa que ya obtenan en 1810 del carbn mineral ble en la fundicin de hierro propiedad del seor local.92 Para
habran tenido que dedicar toda la superficie de Inglaterra y Gales aumentar la produccin de alimentos haba que reducir la de
a cultivar rboles, sin dejar ni un palmo de tierra a la agricultura, la herramientas imprescindibles en las faenas agrcolas y para
ganadera o las viviendas. 90
incrementar la produccin de herramientas haba que reducir la
En 1913 la energa del carbn ingls equivala a la produccin de alimentos.
forestal de 20 territorios del tamao de Inglaterra y Gales. Tenien- Este es un magnfico ejemplo del tipo de restricciones, bloqueos
do en cuenta escribe Enric Tello que cada tonelada de hierro for- e incompatibilidades insuperables a las que se enfrentaban las
jado habra requerido la produccin de 10 hectreas de bosque, distintas actividades productivas en este caso agricultura e
seis de aquellas veinte Inglaterras forestales contrafactuales habran industria en las economas orgnicas y de los lmites que a
trabajado nicamente para alimentar de combustible la produc- todas ellas y al crecimiento de la poblacin impona su rgida
cin siderrgica britnica. 91
dependencia de la biomasa vegetal.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Los pases del Mediterrneo europeo conocern los mismos cam- como dijimos ms arriba incrementar la superficie cultivada, la
bios institucionales que el resto del continente, pero la revolu- produccin agrcola y la poblacin del pas en un 50% entre 1800
cin industrial se retrasar en ellos a consecuencia de su pobre y 1860. Llegados a este punto Espaa alcanza su techo malthusiano
dotacin de recursos naturales, en particular de recursos hdricos en el contexto de una economa que segua siendo orgnica.
y energticos.93
El crecimiento demogrfico vuelve a ralentizarse en la segunda
El retraso del Mediterrneo vena incubndose desde haca mitad del siglo XIX mientras el de Gran Bretaa o Alemania
mucho tiempo porque la revolucin agrcola del mixed farming, alcanzaba niveles elevadsimos. La integracin en los mercados
que precede y acompaa al nacimiento de la industria moderna mundiales de algunos sectores de la economa espaola, la
en la Europa hmeda, tampoco tuvo lugar entre nosotros. Era modernizacin de algunas actividades productivas y el trnsito
imposible. Con menos de 600 mm. de precipitacin media anual hacia los combustibles fsiles harn que el techo se vaya superan- 303
no hay mixed farming. 94
do, lentamente en la primera mitad del siglo XX, y de manera
Sin tecnologa para realizar grandes perforaciones que alcanzaran radical y definitiva en la segunda mitad.
los acuferos profundos ni fuentes de energa para elevar el agua,
la revolucin agrcola tendr que esperar a la llegada de la electri- En este marco general, espaol y europeo, Almera presenta pecu-
cidad, el petrleo y las motobombas despus de la segunda gue- liaridades importantes. Aqu no hubo ninguna revolucin indus-
rra mundial. Todo esto no quiere decir que los agricultores medi- trial, pero los efectos de la que se estaba produciendo en otros
terrneos se quedaran de brazos cruzados entre 1800 y 1950. pases, combinados con los cambios introducidos por la revolu-
Hicieron todo lo que las limitaciones del medio natural les deja- cin liberal, produjeron un tremendo impacto en la economa, el
ban hacer para modernizar sus explotaciones y aprovechar sus medio ambiente y la sociedad almerienses y lo hicieron en un
ventajas comparativas. 95
perodo de tiempo increblemente breve.
La integracin de la economa almeriense en el mercado mundial,
La revolucin liberal se produce en Espaa, durante el primer tercio junto con la transformacin en propiedad privada de los terrenos
del siglo XIX, en circunstancias particularmente dramticas y con- comunales, impulsaron una nueva fase de expansin agrcola.
vulsas. Su triunfo final va acompaado de las desamortizaciones, Desde el Cabo de Gata y el Desierto de Tabernas hasta las cumbres
la expropiacin y venta en subasta pblica de los antiguos terrenos ms altas de las montaas miles de hectreas fueron aterrazadas y
comunales y las tierras de la Iglesia. Este simple hecho permiti puestas en cultivo con una inversin inaudita de trabajo humano.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
9.32 Antiguos aterrazamientos para cultivos de secano en Sens (Sierra de Filabres) y Cabo de Gata
304
Todo el espacio capaz de ofrecer la ms mnima cosecha fue ocu- institucionales que desnacionalizaron el laboreo y la obtencin de
pado por los cultivos. Al mismo tiempo se increment la exporta- metales, eliminando el monopolio que el estado haba ostentado
cin de esparto y comenz una intensa explotacin de los recur- sobre los recursos del subsuelo hasta las leyes de 1825.
sos minerales que convirti a Almera en una de las zonas mine- Durante la mayor parte de la centuria este episodio econmico
ras ms importantes de Europa sin generar ningn proceso de estuvo dominado por la explotacin de los minerales de plomo
industrializacin. La minera y las fundiciones de plomo, que
96
de Sierra de Gdor y de Sierra Almagrera, que tenan la particula-
consumieron ingentes cantidades de biomasa vegetal, y el impre- ridad de ser exportados en barras tras experimentar un primer tra-
sionante crecimiento demogrfico del perodo 1820-1860 con su tamiento metalrgico.
secuela de un consumo domstico de lea y madera incrementa- La metalurgia del plomo, materializada en docenas de fbricas
do se sumaron a la expansin de los cultivos para destruir casi que mantuvieron sus hornos encendidos entre 1820 y 1890, nos
todo lo que quedaba de los bosques y arrasar los matorrales. ha dejado la costa jalonada con los restos de sus chimeneas, pero
Los ecos de la industrializacin alcanzaron el territorio almeriense tambin, y sobre todo, nos ha legado las secuelas de su profundo
nada ms empezar el siglo XIX. La demanda europea de minerales impacto ecolgico.
como el plomo, primero, y el hierro, a finales de la centuria, provo-
c un verdadero boom minero en la provincia.97 Tambin el desarro- Hacia 1836, unos 14.000 hombres trabajaban en las minas de
llo de la minera a gran escala haba exigido profundas reformas sierra de Gdor y unas 6.000 acmilas se ocupaban del trans-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
9.33 Las costas de Almera, especialmente las del Levante, de donde proceden las dos fotografas, estn llenas de ruinas de antiguas instalaciones mineras y metalrgicas
305
porte del mineral hasta la costa y del combustible vegetal hacia repetidas por las autoridades provinciales desde 1837 hasta 1854,
los hornos de fundicin98. Con la puesta en explotacin de las no fueron prcticamente atendidas.
minas de Almagrera, en el Levante de la provincia, en 1839, El cierre de los boliches a partir de los aos 1860 estara ocasio-
estas cifras se incrementaran sustancialmente (los trabajado- nado por la deforestacin absoluta de los parajes ms prximos
res de las minas y dems actividades relacionadas con ellas a los talleres, que se vean obligados a surtirse de lugares cada vez
eran, en su mayora, campesinos pluriempleados que aprove- ms lejanos y, sobre todo, por la dura competencia establecida
chaban los tiempos muertos del ciclo agrcola para completar desde las grandes fbricas metalrgicas a la inglesa, que los
sus ingresos). principales comerciantes del plomo haban instalado en Adra o
En la Sierra de Gdor, particularmente, el tratamiento de las gale- Almera y que consuman carbn mineral importado desde Gran
nas en rudimentarios hornos artesanales (los boliches) que utili- Bretaa. Para entonces, en poco ms de veinticinco aos, los hor-
zaban como combustible monte bajo, para la primera fusin, y nos metalrgicos haban arrasado en la Sierra de Gdor medio
madera de encina para la segunda fusin o beneficio de las esco- milln de encinas que vendran a ocupar una superficie de unas
rias (horruras), ocasion una catstrofe ecolgica. La deforesta- 28.000 hectreas y no menos de 50.000 hectreas de esparti-
cin fue de tal calibre que los propios testigos de la poca eleva- zal.99Hacia 1840, el Director General de Minas del gobierno espa-
ron su voz contra la prosecucin de tales prcticas. Sin embargo, ol, Joaqun Ezquerra, tras visitar la sierra de Gdor sealaba:
las prohibiciones de utilizar combustible vegetal, a pesar de ser
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
306
9.34 Evolucin de la poblacin almeriense entre 1800 y 2004
El beneficio de las escorias ha dado por resultado acabar por des- nos de la Sierra de Gdor y Sierra Almagrera. En otras zonas del
truir el poco arbolado que quedaba en el pas y en muchas leguas interior la actividad minera fue ms tarda, ms concentrada
al contorno, sin que nadie haya pensado en reponerlo. Hasta los oli- espacialmente y menos dependiente de los recursos energticos
vos han cado bajo el hacha terrible del fundidor para ser converti- que ofreca el terreno. Sin embargo, los testigos de la poca insis-
dos en carbn. En todos los pueblos de las inmediaciones de Alme- ten en afirmar que la vegetacin silvestre est retrocediendo en
ra se ven ruinas de almazaras o molinos de aceite que ya no tienen toda la provincia de Almera y no slo en los distritos mineros.
fruto que exprimir. Para proveerse de leas y carbones tienen
muchas veces que acudir a las islas Baleares. 100 De nuevo el frente roturador
A pesar de su carcter espectacular, la deforestacin causada por El boom minero de los primeros 60 aos del siglo XIX coincidi
la minera no fue la intervencin humana de mayor magnitud con el proceso de privatizacin de los antiguos terrenos comuna-
sobre los montes de la provincia a lo largo del siglo XIX. Los efec- les, la reactivacin del frente roturador y un espectacular creci-
tos del desarrollo metalrgico se pueden circunscribir a los entor- miento demogrfico. Que todos estos fenmenos estuvieron
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
308
distas las desamortizaciones crearon ms latifundios y en las En gran parte de Espaa los cambios institucionales introducidos
zonas en las que predominaba el minifundio ste se vio reforza- por la revolucin liberal dieron origen a un nuevo tipo de agri-
do e incluso ampliado por el acceso a la tierra de muchas perso- cultura que, sin dejar de ser orgnica y poco productiva, presen-
nas que carecan de ella. Es el caso almeriense.
102
Por supuesto, taba rasgos novedosos. La eliminacin de los terrenos comunales
tambin aqu aparecieron nuevos propietarios de grandes fincas y la transformacin de los mismos en campos de cereal permitie-
desamortizadas y los mineros enriquecidos invirtieron sus ganan- ron alimentar a ms bocas, pero redujeron drsticamente la super-
cias en la compra de tierras. Pero Almera termin el siglo XIX ficie disponible para la cra de ganado y privaron a los agricultores
siendo, incluso ms marcadamente que en pocas anteriores, un de muchos recursos silvestres. La agricultura arrincon las activida-
pas de campesinos. des silvopastoriles y tuvo que proporcionar con muchas dificulta-
des los alimentos, forrajes y materias primas que antes salan de la
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
310
9.38 El cortijo de El Pocico, en las proximidades de Albanchez. 9.39 Cortijo en Paterna del Ro (Alpujarra almeriense)
Hasta que se produjo el gran incendio de 1994 la ladera sobre el cortijo En los alrededores de Paterna, en la Sierra Nevada almeriense, pueden
era un pinar claro. Muy cerca haba una ladera cubierta de pinar encontrarse castaares con rboles de grandes dimensiones. Los castaos
impenetrable (19 de abril de 2000) pueden estar desmochados (las ramas de la copa han sido cortadas
repetidas veces) como los de la fotografa, o tratados en monte bajo (los
rboles eran cortados cerca del suelo y cuando rebrotaban se formaba una
En algunas regiones costeras la respuesta de los agricultores ante gran cepa de la que salan varios troncos).
los estmulos de los mercados internacionales fue aprovechar sus A menudo los castaos crecen a lo largo de acequias o en las proximidades
nicas ventajas comparativas frente a las agriculturas de la Euro- de los ribazos (por encima y por debajo). Los estudiados por nosotros el 18
de abril de 2000 alcanzan los 10-12 m. de altura y tienen dimetros de
pa hmeda. Estas ventajas se reducan al cultivo de rboles y 0,5 a 1,85 m. La fotografa muestra una pequea dehesa de castaos a
arbustos mediterrneos, como el olivo y la vid, destinados a la 1.315 metros de altitud. Obsrvese la cruz blanca formada con guijarros en
produccin de aceite, vino y frutas para la exportacin. Fue una la fachada del cortijo
40
35
30
25
20
15
10
311
312
9.42 Por el pueblo, 1845. Placa en una fuente de Sens. Por desgracia
no todas las construcciones hidrulicas llevan escrita una fecha que permita
situar el momento de su construccin, pero son muchas las del siglo XIX
que s la llevan
314
9.45 Presa, de casi 40 metros de altura, del pantano de Isabel II, en la ladera sur de sierra Alhamilla. El pantano fue construido a mediados del siglo XIX con capital
privado para poner en riego el Campo de Njar. Result un absoluto fracaso. Las altas tasas de erosin de la cuenca que deba alimentarlo lo colmataron de
sedimentos en pocos aos
Pues bien, cualquiera que haya manejado los Libros de Repartimiento cin de aguas subterrneas slo habran desempeado entonces un
del siglo XVI tiene la impresin de que el regado morisco no depen- papel importante en el Bajo Andarax y en el Bajo Almanzora.
da bsicamente de captaciones subterrneas artificiales ni era tan Parece evidente, por tanto, que durante la edad media los musul-
eventual como el de principios del siglo XX. El regado del siglo XVI manes aprovecharan, en primer lugar, los recursos hdricos ms
se basaba principalmente en las aguas superficiales (de ros y arro- accesibles y constantes, aqullos cuya explotacin requera
yos), captadas con sencillas presas de derivacin, y en las proceden- menos infraestructuras e inversiones, es decir, las aguas superfi-
tes de manantiales naturales. Aunque en los Libros de Repartimiento ciales y las surgencias naturales (en 1916 estos recursos permit-
se pueden encontrar ejemplos de todos ellos, los sistemas de capta- an el riego de unas 11.000 hectreas, cifra que, curiosamente, no
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
La respuesta modernizadora y comercial de los agricultores determinadas inundaciones o sequas del siglo XIX (1830, 1871,
almerienses, ante los cambios y las oportunidades del siglo XIX y 1879, 1891, etc.) con la puesta en cultivo de espacios muy
las primeras dcadas del XX, fue la produccin de la famosa uva expuestos a los azares climticos. 110
de Ohanes para la exportacin a diversos pases de Europa y Am- Garca Asensio recordaba que antes de la gigantesca riada de 1879,
rica.
109
Este era un cultivo muy intensivo en capital y trabajo cuyo que afect a todo el Sureste, el cauce de muchas ramblas de Hur-
desarrollo ya requera inputs industriales procedentes del exterior, cal-Overa haba sido casi completamente invadido por bancales,
adems de complejas redes de financiacin y comercializacin. rboles frutales y otras plantaciones, hasta el extremo de haber
Sin embargo, el esperanzador episodio de la uva de Ohanes, que dejado slo un estrecho canal en el centro de los lechos arenosos
prefigura tanto por su protagonista la pequea explotacin por el que con dificultad pasaba un hombre montado a caballo.
agrcola familiar como por su fuerte orientacin comercial, lo Tras una gran riada un comisionado del gobierno visita la rambla
que sera el milagro almeriense del ltimo tercio del siglo XX, del Saltador acompaado por agricultores que le explican los gran-
no dur demasiado y sus efectos estuvieron muy restringidos a des destrozos que ha ocasionado la inundacin en sus fincas. El
ciertas comarcas. Las limitaciones y altibajos de la demanda comisionado escucha pacientemente las lamentaciones de aque-
internacional, la aparicin de poderosos competidores y la llos hombres sin dejar de mirar a todos lados a su alrededor. En
invencin del barco frigorfico (que asestaba un golpe a la prin- un momento dado los interrumpe diciendo: Todo lo que ustedes
316 cipal ventaja de la uva de Ohanes, su conservacin natural dicen ser verdad; pero, por dnde iba la rambla?111
durante mucho tiempo) acabaron con l.
La deforestacin, originada por un conjunto mltiple de impac-
El acta de defuncin de los bosques de tos, era juzgada, en esa poca, como responsable de la modifica-
cin del ciclo hidrolgico con la consecuente merma de los recur-
Almera
sos hdricos disponibles. En un informe del ao 1918 se deca:
Hace 100 o 150 aos no pasaban desapercibidas algunas de las
negativas externalidades ambientales propiciadas por el creci- En la provincia de Almera carecemos casi en absoluto de montes,
miento incontrolado de los cultivos y la deforestacin: el agrava- y los pocos que existan de dominio particular estn desapareciendo
miento de la erosin y el incremento de riesgos naturales deriva- porque se talan para venderlos como combustibles, con lo cual sus
dos de la colonizacin de terrenos inundables antes deshabitados. propietarios atentan al porvenir, pudiendo augurarse que dentro de
El riesgo natural tiene mucho de humano e histrico. Humano pocos aos variar el rgimen de distribucin de las aguas pluvia-
porque es con frecuencia el resultado de determinadas interven- les, pasando todas ellas a ser torrenciales y disminuyendo, por
ciones antrpicas; e histrico porque los riesgos no son constan- tanto, el rgimen constante de las superficiales y sublveas.112
tes y estn sujetos a una temporalidad. Aunque la investigacin
no lo ha documentado todava con precisin, existe una hipte- Las consecuencias medioambientales del gran avance de las
sis consistente que relaciona las consecuencias catastrficas de roturaciones durante el siglo XIX fueron objeto de debate y
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Se han destinado a este cultivo [los cereales] muchos terrenos que 100.000
En otro tiempo la sierra que nos ocupa contena bastantes carras- ... el hermoso pinar y carrascal que exista hace pocos aos se haya
cales y pinares maderables, de combustible y carboneo...; pero en la casi destruido (Cbdar)
actualidad slo se ven en algunos puntos, a causa de haberse redu-
cido a cultivo la mayor parte de ella, en la que por la misma razn ... el poco monte de encina que existe ya va caminando a su des-
escasean los pastos. Sus caadas, valles y llanuras se han converti- truccin (Castro)
do en otras tantas tierras de labor, desde que principi a destruirse
el monte... (sierra de Filabres)
Tiempos difciles
Posea esta villa en la sierra de Gdor un dilatado encinar, pero de
algunos aos ac ha desaparecido por las frecuentes cortas que se han
Vegetarianos y liliputienses
hecho, y por el consumo de las minas y fbricas de fundicin (Dalas)
A finales del siglo XVIII Antonio Jos Navarro haba calculado
El famoso encinar que haba en la sierra de su trmino ha sido que el territorio almeriense, de estar explotado al mximo de sus
consumido en las fbricas plomizas y de hierro que hay en las inme- posibilidades, podra soportar unos 40 habitantes por kilmetro
diaciones, y slo existen en la solana del ro de Ohanes unas pocas cuadrado, o sea, unas 320.000 personas: Una poblacin de mil
318 encinas y chaparros, escaseando hasta el monte bajo que con tanta almas por legua Quadrada es bastante buena, pero no excesiva ni
abundancia cra el terreno (Beires) imposible.116 Quiz era demasiado optimista, como buen ilustra-
do; entre 200.000 y 270.000 personas nos parece el mximo
Su extenso y bien poblado bosque encinar ha sido talado del todo soportable por una economa orgnica en Almera.
y consumido en los hornos de fundicin hasta las races En 1860 nuestra provincia llega a los 315.000 habitantes y en algn
(Almcita) momento entre 1860 y 1900 se superan las 200.000 hectreas de
tierra cultivada o, lo que es lo mismo, el 25% de la superficie pro-
Los montes que existan en dicho terreno fueron destruidos por el vincial.117 Los cultivos ya no podan expandirse mucho ms sin
consumo de carbn de las fbricas de hierro sitas en los pueblos de hacer peligrar el suministro de lea y la alimentacin del ganado.
Sern y Bacares (Tjola)
Hacia 1850 o 1860 la sociedad almeriense probablemente haba
Ha desaparecido el arbolado, hasta el de olivos, por haberse sobrepasado ya la capacidad de sustentacin o de carga del terri-
empleado en el combustible de las fundiciones (Sierra Almagrera) torio, pero la poblacin sigui creciendo hasta alcanzar los
380.000 habitantes en 1910. Cmo lo hizo? En primer lugar hay
El monte principal, que es el denominado del Entredicho, est que decir que lo hizo mal y a costa de sufrimientos y penalidades
escasamente poblado de encinas, por haberse desmontado para la sin cuento que se prolongaron agnicamente hasta los aos 50
siembra de cereales (Doa Mara) del siglo pasado.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
319
El proceso modernizador del siglo XIX fue acompaado de una 9.49 Un antiguo cementerio minero prximo a la aldea de La Loma Alta (a
cada generalizada del nivel de vida, la salud, la estatura y el bien- unos 1.600 m. en la Sierra de Filabres) y no muy lejos de Las Menas de
Sern. Los bloques oscuros en las laderas del fondo son repoblaciones
estar de la gente. Este fenmeno parece haberse dado en las pri- forestales (10 de agosto de 2001)
meras etapas de la industrializacin en toda Europa y Amrica Durante el siglo XIX las condiciones de vida en las minas, en las que
por las mismas fechas.118 trabajaban hombres y nios, eran muy penosas y contribuyeron a deteriorar
gravemente la salud de los almerienses
En 1860 o 1900 la cabaa ganadera de la provincia de Almera
estaba formada casi por el mismo nmero de animales que en
1750, pero la poblacin humana era tres veces superior, con lo
que el consumo de carne, leche y sus derivados se haba dividido
por tres, lo que es tanto como decir que haba quedado reducido
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
9.51 Esta mquina de vapor descubierta recientemente en Sierra Almagrera duraban algunos meses y los emigrantes regresaban para ocupar-
es la ms antigua de las que se conservan en Espaa dedicadas a la se de sus explotaciones agrcolas. Pero, desde 1860, cada vez que
minera y una de las ms antiguas de Europa. Aunque construida en el sector exportador flaqueaba, zarandeado por los vaivenes de
Inglaterra, fue diseada y montada in situ por el ingeniero belga Paul
Colson, que comenz a trabajar en las minas del Levante almeriense hacia los mercados internacionales, la emigracin de los campesinos
1855. Colson dise motores econmicos, robustos y adaptados a las del sector tradicional se disparaba automticamente.
condiciones del terreno. En resumen: fueron los sectores exportadores y la emigracin
El artefacto fue descubierto y estudiado por Diego Collado Fernndez y el
profesor Andrs Snchez Picn, que aparece junto a la mquina en la temporal los que permitieron sostener lo insostenible. El fracaso
fotografa final de esos sectores, entre las ltimas dcadas del siglo XIX y las
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
1,4
1,2
0,8
0,6
0,4
0,2
-0,2
1590-1752 1752-1787 1787-1822 1822-1857 1857-1900 1900-1930 1930-1960 1960-1991
322
9.53. Tasas de crecimiento de la poblacin almeriense (1590-1991)
primeras del XX, dio origen a una emigracin masiva y definitiva, Desde 1910 la poblacin de Almera se estanc e incluso dismi-
desgarradora, sin precedentes ni equivalentes en toda la mitad nuy mientras la de Andaluca y Espaa crecan rpidamente
sur de la Pennsula Ibrica (habra que ir a Galicia para encontrar porque todo el crecimiento natural almeriense terminaba siendo
algo parecido en la misma poca). arrastrado, primero hacia Argelia, Argentina, los Estados Unidos,
El hundimiento de las actividades econmicas ms modernas y Brasil y Venezuela (de 1900 a 1950); y, a continuacin, hacia
orientadas hacia el mercado que, de alguna manera, haban acti- Catalua, Francia, Blgica, Suiza y Alemania (de 1950 a 1970).
vado el demencial crecimiento demogrfico del siglo XIX, dej
tras de s un territorio ambientalmente degradado, superpoblado
El milagro
y con una agricultura que segua siendo principalmente de sub-
sistencia, orgnica e incapaz de alimentar a la poblacin. En una Entre 1900 y 1960 Almera fue siempre una de las cuatro provin-
fecha tan tarda como 1953 la mitad del regado almeriense an cias ms pobres de Espaa. Pero despus de los tiempos del ham-
estaba destinado a la produccin de cereales para el autoconsu- bre, la miseria y la emigracin, que tan bien retrat Juan Goytiso-
mo (figura 9.52). 122
lo en sus Campos de Njar, lleg el milagro, un milagro tan ines-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
perado como sorprendente que puso en apuros a todas las teor- motobombas que permiti, por fin, acceder a los acuferos pro-
as del crecimiento y el desarrollo econmicos. fundos y los plsticos se produjo el milagro. Se trata de un caso
Los factores tecnolgicos, energticos y comerciales que propicia- que presenta ciertas similitudes con el del desarrollo econmico
ron el llamado milagro econmico almeriense, entre los aos 60 japons: el sorprendente, pero exitoso, encaje de viejas tradicio-
y 80 del siglo XX, son ahora bien conocidos y existe una abun- nes sociales con nueva tecnologa industrial.
dante bibliografa a disposicin de quien quiera indagar en los Los protagonistas de este fenmeno no fueron grandes empresas
mismos. 123
Pero en sus inicios hay un aspecto histrico y sociol- ni masivas inversiones estatales, sino nuestros sufridos y duros
gico al que por difcilmente cuantificable no se haba prestado campesinos, que abandonaron sus pueblos en las montaas y en
suficiente atencin hasta hace poco. las antiguas vegas y se trasladaron a las costas para poner en mar-
La pequea explotacin agrcola familiar ha sido uno de los ras- cha miles de modernas explotaciones agrcolas familiares.
gos ms definitorios del mundo rural almeriense a lo largo de la El establecimiento de la nueva agricultura de regado en los
historia. Esta forma de gestin de la tierra genera como han pedregales y pramos salitrosos del litoral se hizo a costa del
demostrado investigaciones sociolgicas y antropolgicas en dis- sacrificio, del trabajo constante, de la autoexplotacin de los agri-
tintas zonas del mundo una serie de valores sociales muy pecu- cultores hasta niveles insospechados y de una voluntad inque-
liares: frugalidad, intensa implicacin de toda la familia hom- brantable de prosperar y salir de la miseria.
bres, mujeres y nios en las faenas agrcolas, alta estimacin del 323
trabajo, individualismo, sentido de la independencia y constante Desde hace algn tiempo omos cada vez con ms frecuencia y
aspiracin a mantener o adquirir el estatus de propietario. estupefaccin decir a polticos y periodistas forneos que Alme-
Contrarrestando o complementando algunas de estas actitudes, ra debe toda su prosperidad a los inmigrantes extranjeros. Esto,
la cultura del agua que no es slo una tecnologa, sino tam- sencillamente, no es as.
bin una sociologa foment entre nosotros otro tipo de valo- En aras de la correccin poltica estamos dispuestos a hacer
res cooperativos vinculados a la organizacin y la rgida discipli- muchos sacrificios, pero no a faltar a la verdad. A finales de los
na de los turnos de riego, la conservacin de las acequias y dems aos 80 del siglo XX Almera ya se haba convertido en la provin-
tareas de mantenimiento en las comunidades de regantes. cia ms rica del sur peninsular (por delante de Mlaga y Murcia).
Durante siglos todo este entramado de tradiciones sociales y tec- El milagro econmico almeriense era una realidad de la que lle-
nolgicas nos permiti sobrevivir, a duras penas, en un medio vaban aos hablando analistas y medios de comunicacin nacio-
natural semidesrtico (lo cual ya era de por s bastante milagro- nales cuando apareci el primer trabajador extranjero por los
so), aunque no nos permiti prosperar. Sin embargo, las actitu- invernaderos de El Ejido.
des, los valores de la agricultura campesina y el conocimiento del Los inmigrantes de nuestros tiempos se dirigen a los polos de
regado tradicional no son en absoluto ajenos al espectacular cre- riqueza consolidada, no a los que estn en ciernes ni a las regio-
cimiento econmico de Almera desde los aos 60 del siglo XX. nes pobres. Actualmente los trabajadores extranjeros juegan un
Cuando pudieron combinarse con la nueva tecnologa de las papel de trascendental importancia en el funcionamiento de la
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
economa de nuestra provincia como en la de tantas otras zonas pareca hasta hace muy poco su relacin con las actividades
del pas pero no tuvieron nada que ver en los orgenes del mila- humanas. Estas, indudablemente, la han promovido o intensi-
gro econmico almeriense. ficado. Pero cada vez hay ms investigadores que consideran
excesivo atribuir al hombre la principal responsabilidad en el
desencadenamiento de los grandes fenmenos erosivos que ha
conocido el Mediterrneo. Dicha atribucin se ha basado, a
El medio natural no existe
menudo, en una vaga coincidencia entre el perodo en el que
La erosin histrica y la ocurrieron tales fenmenos y una determinada fase de la histo-
pequea Edad Glacial ria humana. La actividad ms importante en este sentido no
parece haber sido la deforestacin, sino el arado de la tierra. Los
En una zona del planeta cuyo relieve se levant de modo tan vio- rboles no son los nicos elementos capaces de evitar la erosin
lento la erosin es una fuerza inevitable de la naturaleza. Siem- del suelo; igual de relevantes o ms resultan los matorrales y
pre ha existido y siempre existir. hasta las plantas ms diminutas, como los lquenes y las selagi-
El contorno y los perfiles del Mediterrneo dependen del nivel nelceas.126
general del agua de los ocanos, nivel que estaba unos 100 metros ltimamente se va abriendo paso la idea de que en el Mediterr-
324 ms abajo en la ltima glaciacin y alcanz sus cotas actuales neo la erosin no ha sido, por lo general, un fenmeno lento,
hace unos 7.400 aos. Desde entonces la erosin ha producido imperceptible y constante, sino ms bien el resultado de eventos
sedimentos que han colmatado bahas y deltas en las desemboca- puntuales de una violencia extrema provocados por causas clim-
duras de los ros. De hecho, todava hoy el litoral sigue sin ajus- ticas ajenas al hombre.127
tarse del todo a la repentina elevacin del mar.124 Se tratara, por ejemplo, de las tpicas gotas fras, esos diluvios
Los sedimentos acumulados por los fenmenos erosivos durante que en pocas horas dejan caer ms agua de la que cae en todo un
miles de aos han creado la mayor y mejor parte de la tierra de ao. Algunos de ellos, los que se pueden calificar de verdadera-
cultivo en los deltas fluviales, que se formaron todos en los lti- mente monstruosos y aterradores, slo suceden una vez cada 100
mos 7.400 aos. o 200 aos. Cuando se producen es indiferente cul sea la cubier-
En tiempos histricos han tenido lugar muchos cambios, como ta vegetal y lo que hagan o dejen de hacer los humanos. El agua
la colmatacin de los puertos de la costa turca en la antigedad o lo arrastrar todo y la erosin ser enorme. 128 Pero probablemen-
el surgimiento de los deltas del Ebro, el Almanzora y el Andarax. te sus efectos sern ms devastadores si coinciden con perodos
Estas transformaciones locales dependen de la erosionabilidad de en los que gran parte del suelo est desprovisto de vegetacin y
los terrenos, del volumen de sedimentos y de la presencia o sometido a cultivo, como suceda en el siglo XIX en Almera.
ausencia de badlands aguas arriba. 125
Los diluvios ms monstruosos parecen haberse concentrado en
La erosin se relaciona con el clima y con determinados tipos determinados momentos de la pequea edad glacial; en compara-
de geologa y geomorfologa, pero ya no est tan clara como cin, los ltimos 100 aos han sido relativamente tranquilos en
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
este terreno, a pesar de que en ellos tambin se han producido han desarrollado durante las fases fras de la edad media (siglos
riadas e inundaciones muy destructivas. VI-X), mientras que la actividad erosiva entre los siglos X y XIII (el
ptimo medieval) fue insignificante. Las mayores tasas de ero-
La pequea edad glacial, una fluctuacin climtica que se extendi sin y acumulacin de sedimentos se habran dado durante la
desde el siglo XIV o XV hasta el XIX, no fue a pesar de su nom- pequea edad glacial, principalmente en sus inicios, y estaran
bre un perodo tremendamente fro. Hubo algunos inviernos relacionadas con fenmenos climticos naturales, aunque el
terribles y en determinados momentos pudieron verse tmpanos hombre podra haber amplificado su magnitud.129 Otro estudio
de hielo en el Ebro o flotando cerca de Menorca, pero en conjun- dedicado a las cuencas de Vera y Sorbas tambin se muestra cauto
to la temperatura media del continente europeo sera slo uno o, en sus conclusiones a la hora de establecer las responsabilidades
a lo sumo, dos grados inferior a la actual. Esto fue suficiente para respectivas del hombre y la naturaleza en la erosin.130
poner en marcha los glaciares alpinos y crear problemas a los Los investigadores del Aguas Project piensan que en la Cuenca de
seres humanos en zonas situadas muy al norte o en la alta mon- Vera los fenmenos erosivos ms violentos y los procesos ms
taa. A esta fluctuacin climtica se ha atribuido la desaparicin importantes de formacin de terrazas fluviales durante los lti-
de las colonias vikingas de Groenlandia, a finales del siglo XV, o mos 10.000 aos se han producido recientemente, entre los siglos
la emigracin masiva de suizos y escoceses en los siglos de la XIV y XIX.131 Estas altas tasas de sedimentacin parecen escri-
edad moderna. ben dichos investigadores inducidas por factores antropogni- 325
En el Mediterrneo la pequea edad glacial se manifest bajo la cos, pero no est muy claro cules seran esos factores. Mencio-
forma de momentos de enorme inestabilidad climtica en los nan, por ejemplo, el abandono del sistema de terrazas de la agri-
que hubo sequas prolongadsimas, inviernos excepcionalmente cultura nazar tras la conquista cristiana, pero como ya dijimos en
fros, veranos asfixiantes, huracanes y diluvios descomunales. su momento tal abandono no se produjo nunca realmente. Sin
Estas pulsaciones particularmente violentas parecen haberse con- embargo, tambin afirman que la importancia de la llamada
centrado, de manera especial, en perodos muy concretos: a fina- pequea edad glacial en este aspecto no puede ser subestimada.
les del siglo XVI y principios del XVII y en los ltimos aos del Grove y Rackham, por su parte, creen que en los grandes aluvio-
siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Simn de Rojas Clemente, namientos de los valles y bahas del Mediterrneo el peso de la
a quien contaron que en sierra Nevada se congel el agua en los evidencia est contra la actividad humana como causa principal
cntaros en pleno mes de agosto de 1802, y que los vientos hura- y hacia una explicacin en trminos de clima.132
canados haban arrancado y arrastrado miles de rboles cientos
de metros en la Alpujarra, fue testigo privilegiado de los ltimos Por lo que se refiere a la erosin actual, despus de muchos aos
coletazos de esta fluctuacin del clima. oyendo que era tremenda e imparable, ahora parece que no es
Un gran estudio comparado sobre la evolucin histrica de 13 para tanto (Tabla 9.54). La erosin, en la mayor parte de nuestra
sistemas fluviales del Mediterrneo espaol que ha incluido los provincia, no es excesiva ni alarmante y, en cualquier caso, es bas-
del Bajo Almanzora concluye que algunas terrazas fluviales se tante inferior a la media de Andaluca. Probablemente fueron los
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
326
arquelogos que estudiaban la cultura de los Millares en los aos dos, como las batimetras. En el caso bien estudiado del ro Mula
80 los primeros en darse cuenta de esto. (Murcia) eran 79 veces superiores. 134
Las elevadas tasas erosivas que han manejado siempre las admi- La tabla 9.55 muestra que, en realidad, se saba desde hace mucho
nistraciones pblicas tienen mucho que ver con el mtodo utiliza- tiempo que la erosin no era tan grave como nos tenan acostum-
do para obtenerlas, la Universal Soil Loss Equation (Ecuacin Uni- brados a creer.135
versal de Prdida de Suelo) que ha resultado ser universal nica-
mente en el lugar donde la inventaron, Los Estados Unidos.133 Las Durante los ltimos aos en Almera la erosin edfica grave se
tasas de erosin que proporciona la ecuacin de marras pueden ha circunscrito a zonas en donde se han desarrollado actividades
ser entre 6 y 18 veces superiores a las obtenidas con otros mto- que afectan a la cobertura vegetal y al suelo, como la construc-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
cin de carriles o ciertas repoblaciones forestales. Hemos obser- que lo resolvern todo. A comienzos de los 90 eran 10.000 los
vado crcavas de hasta 2 metros de profundidad provocadas por millones que se iban a invertir (entonces todava de pesetas).139
la construccin de carriles en varios lugares de la provincia. En Seis aos antes se haban prometido 70.000 millones en la lucha
una ladera de la Sierra de Gdor, por ejemplo, detectamos fen- contra la desertizacin en Andaluca.140 Una de las ltimas bata-
menos erosivos tras haberse llevado a cabo una repoblacin sub- llas se inici hace apenas un par de aos, cuando el gobierno
vencionada por la Unin Europea. Haban sido activados al eli- regional preparaba la mayor ofensiva de la historia contra el
minar amplias bandas de vegetacin arbustiva con un tractor, de avance del desierto.141 En esta ocasin la inversin destinada a
manera que el suelo perdi proteccin y qued expuesto a la Almera superara los 600 millones de euros.
accin del agua. Realmente las superficies repobladas y el nmero de rboles
El abandono de las actividades tradicionales en el campo desde plantados son impresionantes. Los medios de comunicacin se
los aos 60 del siglo XX ha permitido la expansin de los mato- hacen eco de los datos. Y como la omnipotencia de los polticos
rrales, de modo que los suelos estn protegidos frente a los agua- no tiene lmites, uno de ellos afirmaba que despus de todos
ceros y las tasas erosivas son bajas, entonces por qu tanta insis- estos planes e inversiones hasta el color de la provincia cambia-
tencia en el problema de la erosin y la desertizacin en la provin- ra, pasando de los ocres y marrones al verde de los rboles142.
cia de Almera? Se ha podido demostrar a travs del estudio de desastres y con-
flictos ambientales en todo el mundo que un genuino problema 327
Un problema inexistente? ambiental o conflicto de trasfondo ecolgico tiene siempre tres
componentes:143
Al menos desde los aos 70 o principios de los 80 del siglo pasa-
do empez a difundirse la idea de que el principal problema eco- a)algo o alguien que causa el problema;
lgico de Almera es la desertizacin, el imparable avance del b)algo o alguien que sufre las consecuencias y es la vctima del
desierto. 136
Y probablemente haya pocos temas medioambienta- problema;
les que susciten tanta unanimidad entre administraciones, c)un grupo organizado o, ms frecuentemente, una institucin
medios de comunicacin, polticos de todas las tendencias, gru- pblica que se ofrece a resolverlo.
pos ecologistas y opinin pblica como ste. Un vistazo a la
prensa local de los ltimos 20 aos lo confirma plenamente.137 Hemos analizado 593 declaraciones sobre temas medioambienta-
Existe una solucin para tan grave problema? La respuesta es les realizadas por representantes de las instituciones pblicas, par-
de todos conocida y suscita la misma unanimidad que el diag- tidos polticos, grupos ecologistas y particulares, durante dos aos
nstico: la repoblacin forestal. 138
en 139 artculos publicados en los dos principales peridicos de
La gestin del mayor problema ambiental de nuestra provincia Almera.144 El anlisis revela algunos hechos curiosos sobre el que,
ha adquirido carcter de lucha, de guerra contra el desierto; y supuestamente, es nuestro gran problema ecolgico. El ms curio-
hacia el frente marchan millones de euros en forma de rboles so de todos es que este gravsimo problema no tiene vctima.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
328
9.56 Olivo en un viejo olivar abandonado. Se encuentra en una meseta a los la zona superior y slo emergen del suelo las ramas ms delgadas de las copas.
pies de la cara Norte de Sierra Cabrera (altitud aproximada 240 m.), junto al El rbol de la fotografa podra haberse desarrollado originariamente en el muro
Ro Aguas. de tierra de un bancal. El muro ha desaparecido y el rbol sigue en pie sobre
En los rboles localizados en la parte alta de la meseta la cepa suele estar las races a modo de pedestal.
plenamente descubierta y expuesta, indicador de que se han producido Los rboles viejos son magnficos indicadores de los fenmenos erosivos. Sin
fenmenos erosivos (de hecho, el material de las laderas, margas, es muy embargo, la mayora de los ejemplares centenarios que hemos encontrado en
blando). Por el contrario, los olivos que crecen en la parte baja, a muy corta diversos puntos de la provincia no suelen mostrar seales de tales fenmenos. El
distancia, aparecen enterrados parcialmente por sedimentos arrastrados desde caso que muestra esta fotografa es infrecuente (1 de enero de 2005)
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
La mayora de las declaraciones (el 45%) gira en torno a pro- en un proceso desarrollado a lo largo de varios aos por el que
puestas de gestin de los ecosistemas centradas, generalmente, termina asocindose a una regin concreta una visin muy espe-
en las repoblaciones forestales; el 25,5% presenta o describe el cfica de su medio ambiente, tanto si esta visin responde como
medio natural de Almera como degradado o desertizado. Y slo si no responde a la realidad.
el 1% expone efectos y daos concretos y constatables causados
por la desertizacin a colectivos, sectores econmicos, comarcas Hay, por ltimo, dos factores adicionales que favorecen el man-
o personas. tenimiento de la desertizacin como casus belli de la poltica
De los tres elementos en liza ante cualquier desastre ambiental ambiental en Almera. Los dos, por cierto, estn muy relaciona-
hay uno enormemente sobrerrepresentado en los artculos perio- dos. El primero es la percepcin, casi universalmente aceptada
dsticos que hemos estudiado, el tercero, el que se ofrece para hasta ahora, de que el medio natural del Mediterrneo est muy
solucionarlo. Efectivamente, la mayor parte de las declaraciones degradado, mucho ms degradado que el del resto del continen-
fueron efectuadas por representantes de las administraciones te europeo. Los orgenes de esta percepcin se encuentran en los
pblicas, por lo general cargos polticos. pases de la verde Europa atlntica y se remontan a los tiempos
En poltica ambiental se denomina Helfer (ayudante en alemn) de la Ilustracin y al siglo XIX.
a estos actores del tercer grupo que, lgicamente, aspiran a obtener Fueron los intelectuales, viajeros y escritores ingleses, franceses y
el mayor beneficio posible de su intervencin salvadora. Por eso alemanes, desde la perspectiva de superioridad que les daba el 329
pueden incluso sin mala intencin consciente ni voluntad de mayor desarrollo econmico y cientfico de sus pases y desde la
engaar en muchos casos impulsar procesos de gestin en torno definicin de lo que era un paisaje correcto y bien gestionado
a problemas que no existen. 145
La intervencin continua y reitera- (el del norte) quienes difundieron e impusieron la idea de que el
tiva en los medios de comunicacin termina legitimando sus pun- Mediterrneo era un espacio degradado.149
tos de vista y sus propuestas.146 El problema inexistente distrae a la Tal visin estaba muy vinculada tambin al enorme peso que,
opinin pblica de los verdaderos dramas ambientales que pue- durante siglos, haba tenido la cultura clsica en la educacin de
den estar teniendo lugar en otros sitios del territorio en cuestin . 147
las lites en dichos pases. Estas lites haban idealizado el
Mientras nuestros Helfer libraban su descomunal batalla contra el mundo griego y romano de la antigedad. Unas sociedades tan
desierto en el interior de la provincia en comarcas prcticamen- poderosas y avanzadas, pensaban, deberan haber prosperado en
te deshabitadas y desactivadas econmicamente desde hace 40 una naturaleza exuberante.150
aos las costas, que concentran el 80% de la poblacin y de la Es muy instructivo, en este sentido, observar cmo la pintura
actividad econmica, sufran todo tipo de atropellos y procesos inglesa y francesa de los siglos XVII, XVIII o XIX situaba los temas
de degradacin: sobreexplotacin y salinizacin de acuferos, y las escenas de la mitologa clsica o de la historia antigua de
contaminacin, construccin desenfrenada, etc. Grecia y Roma en ambientes hmedos, verdes y frondosos.151
El caso de Almera y la desertizacin es un ejemplo de lo que Peet El contraste con el verdadero Mediterrneo no poda ser ms bru-
y Watss denominan formacin de discurso regional. 148
Consiste tal y la explicacin surga espontneamente: los pueblos del
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
Mediterrneo haban destruido su medio natural y por eso des- y suelos ms o menos desnudos. Pero se trata de las dos caras de
pus de haber alcanzado la cima de la excelencia en la antige- una misma moneda: la degradacin ambiental.
dad- haban llegado al estado de postracin, decadencia y pobre- Por supuesto que los colores y el aspecto de los paisajes son dis-
za en que se encontraban en comparacin con los del norte en tintos en el norte y en el sur, pero es que el medio natural y el
los siglos XVIII y XIX. clima tambin lo son. Y es esta tonta cuestin de los colores y el
Todo esto es falso. No queremos decir que no haya habido proce- aspecto (el verde siempre mucho mejor) lo nico que hay, a
sos de degradacin inducidos por el hombre en el Mediterrneo. veces, detrs de una opinin tan generalizada como la que acaba-
Hemos visto muchos de ellos a lo largo de este libro. Lo que que- mos de criticar. El medio natural de Almera no est ms degra-
remos decir es que los pases de la Europa atlntica y central han dado que el de Galicia o el de Blgica y la existencia de un desier-
sufrido los mismos o peores procesos y sus medios naturales estn to o un semidesierto en cualquier lugar del mundo no implica,
tan degradados o ms que los nuestros. 152
necesariamente, que ese desierto est avanzando o que el lugar se
Ellenberg conclua su estudio sobre la vegetacin de Europa cen- est desertizando an ms.154
tral afirmando taxativamente que hoy no queda en la zona un El primer problema de la desertizacin es identificarla, porque
solo palmo de terreno que no haya sido manipulado, transforma- algunos procesos son episdicos y duran mientras dura la beca
do o degradado por el hombre ; y el pas ms deforestado de
153
que ha recibido el investigador de turno para estudiarlos.155
330 Europa y el ms tempranamente deforestado es Gran Bretaa. Lo ms increble de esta historia es que intelectuales, polticos,
Como argumenta convincentemente Jos Ibez, los idlicos pai- cientficos, gestores y opinin pblica de las naciones mediterr-
sajes salpicados de lagunas de las montaas escocesas son paisa- neas asumieran acrticamente una interpretacin del medio natu-
jes degradados, producto de la deforestacin y la erosin. Bajo ral de sus pases gestada e impuesta desde el norte. Particular
climas frescos o fros con abundantes precipitaciones, deforesta- importancia tuvo en este hecho la circunstancia de que la cien-
cin y erosin hacen que el retorno de agua a la atmsfera va cia forestal llegara al Mediterrneo y especficamente a Espaa
evapotranspiracin se reduzca drsticamente. En las zonas con desde Alemania, en donde se formaron los primeros ingenieros
fisiografas que no permiten un buen drenaje el agua se acumu- forestales espaoles del siglo XIX.
la, generndose as turberas, lagos, suelos con rasgos hidromrfi- Los intereses e inercias culturales de instituciones y profesiona-
cos, espesos horizontes orgnicos con materia oscura poco des- les que han gestionado el medio natural durante ms de 100
compuesta, etc. Cabra decir que los paisajes se encharcan. El aos, con la mente puesta en las densas y artificiales masas bos-
resultado es agua, barro y turba. cosas de Europa central, tampoco son ajenos a la hiptesis de
En los climas ms clidos con tendencia al dficit hdrico estacio- un Mediterrneo muy degradado y necesitado de grandes repo-
nal, los procesos de degradacin pueden provocar, adems de blaciones.156
erosin, la prdida de materia orgnica, salinizacin en zonas
mal drenadas y una vegetacin dispersa. A este ltimo proceso se De lo expuesto en diversos pasajes de este libro podra deducirse
le suele denominar desertificacin. El resultado es polvo, piedras que somos partidarios de reconstruir los bosques del pasado.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Pues no, o al menos no de manera generalizada y masiva. En pri- han colonizado rpidamente la mayor parte de nuestra provincia.
mer lugar tendramos que enfrentarnos con un problema de muy Estos matorrales no son etapas de degradacin de ninguna
difcil solucin: qu bosques reconstruiramos?, los del calcol- hipottica vegetacin climcica, son formaciones vegetales nue-
tico, los de la edad media o los del siglo XVIII? Nunca sabremos vas que crecen, en gran parte, sobre terrazas, balates y antiguos
exactamente cmo eran. campos de cultivo abandonados o sobre antiguos pastizales. Este
En segundo lugar, aunque lo supiramos, se tratara de una tarea hecho, el origen reciente de las actuales formaciones arbustivas,
difcil por razones ecolgicas. Las actividades humanas no slo es ignorado con demasiada frecuencia.
alteraron la vegetacin, sino tambin las condiciones edficas, A pesar de haber soportado una historia tan dramtica los ecosis-
hidrogeolgicas, etc., es decir, el ecosistema global en el que se temas del Sureste ibrico no dejan de sorprendernos. Numerosas
insertaba aquella vegetacin y la fauna asociada a la misma. investigaciones botnico-ecolgicas destacan que sta es una de
Como dice Wilson, cuando llegue el tiempo de devolver la espe- las regiones con mayor biodiversidad del Mediterrneo y de toda
cie a su hbitat, la base fsica del ecosistema, incluyendo su suelo, Europa. Montaas que sufrieron terribles agresiones durante el
su mezcla nica de nutrientes y sus modelos de precipitacin, se siglo XIX y la primera mitad del XX son consideradas en la actua-
habrn alterado de tal manera que la restauracin ser dudosa. 157
lidad paradigmas de biodiversidad.159 Entre los seis ncleos
importantes y originales que se pueden distinguir en la flora y la
El Mediterrneo se caracteriza por una elevadsima biodiversidad vegetacin espaolas, uno de ellos es el Sureste.160 331
sin parangn en el resto de Europa que en las zonas semiri-
das se encuentra principalmente en formaciones vegetales arbus- En lo que se refiere a los pequeos bosques autctonos que an
tivas. El deseo de restaurar una supuesta vegetacin climax que quedan en Almera, conviene recordar su extraordinaria impor-
nadie sabe ni cmo es ni cundo existi, ha conducido en tancia para la conservacin de la diversidad gentica de las espe-
muchas ocasiones a la destruccin de valiosos matorrales que cies arbreas. Habitualmente, en la periferia del rea de distribu-
generan innumerables externalidades positivas, entre las que des- cin de una especie, las condiciones naturales son distintas de las
taca, precisamente, la lucha contra la erosin y la desertizacin y, que se dan en el ncleo central. Las poblaciones aisladas y mar-
adems, lo hacen gratis. 158
ginales presentan en muchos casos bagajes genticos de gran
El carcter fuertemente expansivo de los matorrales del Sureste nos valor.161 Constituyen una fuente de variacin que enriquece a las
lleva a negar que el desierto est avanzando, como nos dicen insis- poblaciones centrales y las fortalece frente a los cambios del
tentemente. En realidad est retrocediendo. En una perspectiva de medio ambiente en el futuro.162 La prdida de una de estas pobla-
50 aos la cubierta vegetal ha aumentado con gran rapidez. Y, en lo ciones puede representar la desaparicin de alelos raros y tiene
que se refiere a la erosin, no hay, como hemos dicho, evidencias tanta importancia como la de toda una especie.163 En este sentido,
empricas de que constituya un problema grave ni generalizado. es evidente la posicin marginal de la mayor parte de las pobla-
Tras el masivo xodo rural de los aos 60 del siglo pasado y el fin ciones arbreas de Almera, ya que soportan las condiciones ms
de la agricultura tradicional los matorrales se han expandido y ridas de la Pennsula Ibrica.
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
Paisajes culturales y humanizados dieron el brezal ponindolo en grave peligro.166 Y es que el brezal
era un producto histrico de la interaccin entre el hombre y la
En sentido estricto y riguroso el medio natural no existe en Euro- naturaleza.
pa. Lo que habitualmente denominamos medio natural es un
producto histrico de la interaccin durante miles de aos del Quienes hayan tenido la paciencia de leer hasta aqu pueden
hombre y la naturaleza. haber llegado a la conclusin de que el papel del hombre en el
Desde el neoltico las actividades humanas no slo han influido medio ambiente y, en particular, el papel del agricultor tradicional
en la composicin y distribucin de los ecosistemas, sino incluso ha sido meramente destructivo. Nada ms alejado de la realidad.
en la gentica de las especies que los forman. 164
Hoy sabemos que Oliver Rackham afirma, con su habitual crudeza, que sin la labor
muchas asociaciones vegetales consideradas naturales no tienen milenaria de los agricultores el medio natural del Mediterrneo
ms de 1000 o 1500 aos y que deben su existencia a la accin sera un inhspito e impenetrable matorral; gracias a esa labor ha
consciente o inconsciente del hombre. Bosques y lagos de toda proporcionado a las familias campesinas cereales, miel, plantas
Europa cuya aparente naturalidad los ha hecho merecedores de aromticas, caza, pastos para el ganado, ha mantenido innume-
algn tipo de proteccin institucional son, en el mejor de los rables especies de rboles frutales y, paradjicamente, ha dado
casos, espacios seminaturales en los que un examen atento revela cobijo y alimento a muchas especies silvestres.167 Es una opinin
332 la huella multisecular de diversas sociedades histricas.165 Los ele- polmica y discutible, pero digna de tenerse en cuenta. En cual-
mentos naturales y los humanos se han fundido en una unidad quier caso, ya no tiene ningn sentido que nos lamentemos por
superior y nuestros paisajes son todos, en mayor o menor medi- un medio natural desaparecido hace miles de aos, ni tampoco
da, paisajes culturales. es posible reconstruirlo.
La segunda naturaleza creada por las agriculturas tradicionales
Desde una perspectiva histrica los planteamientos, en materia combina, con frecuencia, de manera sabia y armoniosa elemen-
de polticas medioambientales, de las administraciones y de los tos naturales y humanos. Su riqueza, variedad, belleza y comple-
grupos ecologistas resultan, a veces, ingenuamente conservacio- jidad son a veces iguales o superiores a las que podan existir
nistas porque extraen sus ideas de una biologa que no ha nece- antes de la intervencin del hombre.
sitado nunca a la historia.
Cuando se intenta proteger ciertos espacios impidiendo o limi- La aridez y la pendiente son los dos elementos del medio fsico
tando el desarrollo de actividades que las poblaciones locales que mejor definen a Almera y los que han planteado mayores
han practicado en ellos tradicionalmente los resultados pueden retos a los seres humanos. Para hacerles frente incontables gene-
ser sorprendentes. En Alemania se quiso proteger el famoso bre- raciones de agricultores han desarrollado un esfuerzo titnico y
zal de Lneburg prohibiendo las actividades que solan desarro- annimo destinado a corregir el desnivel del terreno, a sacar agua
llar en l los habitantes de la zona. Pues bien, se produjo un efec- de donde no la haba y a adaptar especies animales y vegetales a
to totalmente contrario del que se pretenda: los abedules inva- las condiciones de un medio natural ingrato y difcil. El resulta-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
333
9.57 Los agricultores tradicionales han sido creadores y gestores del paisaje y del medio natural. Cada vez resulta ms difcil verlos en accin. A Don Antonio Ruiz
Molina le gusta conservar las tradiciones. El 17 de agosto de 2002 lo encontramos ablentando a mano en la cortijada de Franco y Estella, (Tahal, Sierra de Filabres)
do de este esfuerzo multisecular ha sido la creacin de paisajes albergue y refugio a una gran variedad de plantas, aves, reptiles,
humanizados. Entre ellos los ms emblemticos y cargados de anfibios y otros pequeos animales).
significado histrico, tecnolgico y sociolgico son las huertas y
vegas de regado, autnticos oasis en medio del desierto. Incluso las especies silvestres son portadoras de una cultura cam-
Ribazos, acequias, pozos, cimbras, aljibes, norias, balsas y moli- pesina que se manifiesta en distintos sistemas de manejo y explo-
nos hidrulicos son un testimonio vivo de la capacidad del hom- tacin sostenible de los rboles que la gente del campo ha prac-
bre para crear soluciones tecnolgicas y organizativas originales y ticado durante siglos. En toda la provincia se pueden ver rboles
adaptadas a las zonas ridas (vegas y huertas ofrecen tambin y grandes arbustos que han sido manejados por los paisanos a lo
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
Manejo tradicional de rboles y arbustos en Almera. Origen de la informacin sintetizada en la tabla: observaciones de campo (oc), entrevistas a paisanos (e),
documentos histricos (dh). Actualizada a partir de Garca Latorre y Garca Latorre (2005).
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
335
largo de dilatadsimos perodos de tiempo para la obtencin de ral han intervenido consideraciones de carcter paisajstico y eco-
leas y ramn . Se trata de un aspecto de la vegetacin de la
168
lgico, relacionadas con la presencia de determinadas especies en
mayor importancia completamente ignorado por los estudio- la zona. Pero el Desierto de Tabernas por increble que parezca
sos. La tabla adjunta, elaborada a partir de informacin proce- estuvo cultivado durante cientos de aos y hasta principios del
dente de documentos histricos, entrevistas a paisanos de edad siglo XX. Una infinidad de boqueras, bancales, silos para el alma-
avanzada y de nuestras observaciones de campo, muestra una cenamiento de cereal y ramblas canalizadas lo demuestran. El de
visin general del uso tradicional de 31 especies de rboles y Tabernas no es slo un curioso paisaje natural, tambin es un pai-
arbustos en Almera. saje cultural tan extraordinario como desconocido.
La huella de la agricultura orgnica y su tecnologa estn presentes Si las vegas y las construcciones hidrulicas son un testimonio
hasta en los lugares ms insospechados de la provincia. En la monumental de la lucha del hombre contra la aridez, los humil-
reciente declaracin del Desierto de Tabernas como parque natu- des ribazos que cubren miles de hectreas en las laderas de nues-
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
336
tras sierras constituyen un autntico monumento a su lucha con- hombre. Los aspectos culturales de esos espacios han sido, para
tra el otro gran desafo de la naturaleza: la pendiente. Hemos podi- bien y para mal, decisivos en su constitucin, en su evolucin y
do calcular que si pusiramos en fila, uno detrs de otro, todos los en su estado actual. Ignorarlos es el camino ms fcil para com-
balates de la provincia formaran un muro de un metro y medio prender mal y gestionar peor el medio ambiente.
de alto y ms de 30.000 kilmetros de largo que dara la vuelta a
la tierra. Esta es la autntica muralla china de los almerienses. Almera tiene no es ningn secreto un problema de imagen. El
estudio y la difusin de los paisajes culturales de la provincia y de
El Cabo de Gata, el Desierto de Tabernas o sierra Nevada son la historia y los valores que estn asociados a ellos tambin pue-
espacios seminaturales y no, como sugiere engaosamente la eti- den contribuir a mejorarla de muchas maneras, tanto de cara al
queta de parque natural, mbitos intocados por la mano del exterior como hacia nosotros mismos. No ser tarea difcil por-
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
337
9.58 Bancales y silos de cereal en medio del Desierto de Tabernas, acueducto en la falda de Sierra Alhamilla (Abril de 2001)
El Libro de Repartimiento del siglo XVI, el Catastro de Ensenada a mediados del XVIII y los Amillaramientos del siglo XIX nos muestran el progresivo crecimiento
del espacio cultivado en el Desierto de Tabernas desde la expulsin de los moriscos. Los bancales estuvieron en cultivo hasta las primeras dcadas del siglo XX.
Una de las claves para la existencia de la agricultura en sta y otras zonas muy ridas de la provincia de Almera la constituan las boqueras, presas de derivacin
que captaban el agua de las avenidas ocasionales de las ramblas y la desviaban hacia bancales construidos en sus orillas
que nuestros paisajes y nuestra historia son espectaculares y, por desinformado o malintencionado gracias al agua que bajaba
as decirlo, casi se venden solos si se explican y ensean adecua- del norte y a la mano de obra que suba del sur. Tambin por
damente. Los desiertos de Almera slo necesitan un valor aadi- razones econmicas y estratgicas evidentes es importante ligar el
do para convertirse en sea de identidad cultural apreciada den- trabajo que se desarrolla en nuestros centros de investigacin y la
tro y fuera de la provincia: la investigacin y el conocimiento. imagen de Almera al medio ambiente y a los temas ambientales.
Si somos capaces de vincular el presente con lo mejor de nuestro
pasado, un pasado de esfuerzo, coraje y capacidad de superviven- Tras milenios de intervencin humana los paisajes mediterrne-
cia en el medio natural ms duro e inhspito del pas, es proba- os son sistemas que no se encuentran en equilibrio y su gestin
ble que dejemos de parecer unos nuevos ricos a los que la pros- requiere la aplicacin de perturbaciones antrpicas, algunas de
peridad les cay del cielo como deca hace poco un acadmico ellas pueden inspirarse en las prcticas y el profundo conoci-
9. EL HACHA TERRIBLE DEL FUNDIDOR
338
miento de la naturaleza que ha tenido siempre nuestra gente del trado en campos y sierras como de los libros y los documentos
campo, un conocimiento que se est perdiendo a pasos agiganta- histricos. Queremos expresarles pblicamente nuestro agradeci-
dos. Como deca Gonzlez Bernldez, no se trata de repetir, sin miento por todo lo que nos han enseado.
ms, usos del pasado; sino de inspirarse en principios y solucio-
nes vlidas, ajustadas a caractersticas de los ecosistemas medite- El desarrollo econmico ha tenido sus costes ambientales y paisa-
rrneos. En ningn caso se necesitara repetir los sistemas socia- jsticos que las organizaciones ecologistas y otros colectivos
les que coincidieron histricamente con el auge de algunas prc- denuncian a diario. Pero hay uno del que raramente se ocupa
ticas tradicionales.
169
nadie. Cuando Juan Goytisolo visit por primera vez nuestra pro-
En estos diez aos de trabajo podemos decir que hemos aprendi- vincia hace 50 aos le impact violentamente la pobreza de Alme-
do tanto de los viejos pastores y campesinos que hemos encon- ra, pero tambin su belleza, a la que contribuan la variedad, la
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
339
340
piedra o azulejo y enanos de jardn preside la construccin de o cuatro de estos ostentosos engendros (casas de Los Alpes,
urbanizaciones y segundas viviendas en los pueblos, arruinando bodrios holywoodienses de extraos colores, pastiches con colum-
el paisaje y cortando cualquier vinculacin con el pasado. El nas, frontones y la omnipresente balaustrada; o simples imitacio-
resultado es especialmente daino en las poblaciones ms peque- nes de viviendas urbanas impersonales y feas) para destruir el
as y en las cortijadas, donde es suficiente que se construyan tres encanto, el carcter, la personalidad y la historia del lugar.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
Notas
CAPTULO 1
15
1
Libro de Apeo y Repartimiento de Laroya. Archivo de la Real Chancillera de J. Garca Latorre & J.Garca Latorre (1996). Sur la repartition actuelle et
Granada. 5, a3, 100b. Aynalhaxi procedera de las palabras rabes ain, fuente, y historique du chene fagine (Quercus Faginea Lam.) dans le sud-est de
hadji, peregrino. lEspagne. Ecologia Mediterranea, XXII (34), pp. 59-66. En la actualidad el lugar
2
se conoce como Tijn, pero la forma original del topnimo, la que aparece en
J. Lirola Delgado (2005). Almera andalus y su territorio. Fundacin Ibn Tufayl de
documentos antiguos, por ejemplo en el Catastro de Ensenada de Vera, es
Estudios rabes, Almera.
Quijn, palabra de origen desconocido que podra aludir precisamente a los
3
De hecho el morisco que colabor en la elaboracin del Libro de Apeo y quejigos.
Repartimiento de Laroya en el siglo XVI tradujo Aynalhaxi al castellano como La 16
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996). Los bosques del desierto
Fuente del Ermitao.
almeriense. Quercus, 128, pp. 31-33.
4
Respuestas Particulares del Catastro de Ensenada de Benizaln. 17
D.Worster (1991). Doing environmental history. En D.Worster (Ed.): The
Archivo Histrico Provincial de Almera. E-46.
ends of the earth. Perspectives on modern environmental history, Cambridge
5
ICONA (1988). Proyecto Lucdeme, Mapa de Suelos 1/100.000, Macael (1013); University Press, Cambridge, pp. 289-307.
ICONA (1991). Proyecto Lucdeme, Mapa de Suelos 1/100.000,Vera (1014). 18
F. Gonzlez Bernldez (1981). Invitacin a la ecologa humana. La adaptacin afectiva
6
R. Sagredo (1975).Contribucin al conocimiento de la flora almeriense. Anales al entorno.Tecnos, Madrid.
del Instituto Botnico A.J Cavanilles, 32 (2), pp. 309-321.
7
Vase F. Alcaraz Ariza & M. Peinado Lorca (1987). El Sudeste Ibrico
CAPTULO 2 343
semirido. En M. Peinado Lorca & S. Rivas-Martnez (Eds.): La vegetacin de
1
Espaa, Universidad de Alcal de Henares, Madrid, pp. 257-281; J. F. Mota Oliver Rackham y Jennifer Moody (1996) han descrito la isla de Creta as,
Poveda (1993). Dinmica de los medios boscosos almerienses. En M. Cueto como un pequeo continente, en The making of the Cretan landscape.
& A. Pallars Navarro (Eds.): Regeneracin de la cubierta vegetal. Las ramblas Manchester University Press, Manchester y Nueva York.
mediterrneas, Instituto de Estudios Almerienses, Almera, pp. 31-41. 2
La descripcin del relieve est basada en el Atlas Geogrfico Provincial de Almera.
8
L. Ceballos & J. Ruiz de la Torre (1979). rboles y arbustos de la Espaa peninsular. Diputacin Provincial de Almera,Almera, 1984.
Escuela Tcnica Superior de Ingenieros de Montes. Servicio de Publicaciones, 3
Citado en M. Espinar Moreno(1994).Los estudios de sismicidad histrica en
Madrid.
Andaluca: los terremotos histricos de la provincia de Almera. En:A. Posadas
9
E. Blanco et al. (1997). Los bosques ibricos. Una interpretacin geobotnica. Chinchilla & F.Vidal Snchez (Eds.): El estudio de los terremotos en Almera, Instituto
Editorial Planeta, Barcelona. de Estudios Almerienses,Almera, pp.115-182.Actualmente se discute sobre el
10
lugar exacto donde se produjo este maremoto. Hay quien piensa que en realidad
Archivo General de Simancas. Leg. 572.
fue en el Mediterrneo oriental, pero las dos poblaciones que menciona Amiano,
11
ICONA (1989). Proyecto Lucdeme, Mapa de Suelos 1/100.000, Sorbas (1031). Mlaga y Adra, no dejan muchas dudas al respecto. En cualquier caso, lo que
tambin est fuera de duda, es la incidencia e importancia de los fenmenos
12
Archivo Municipal de Vera. Leg. 1412. ssmicos en la historia almeriense.
13
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996).Alcornocales en zonas ridas. El uso 4
Vase, por ejemplo, B.Vincent (1985).Los terremotos en la provincia de Almera.
de informacin histrica al servicio de la ecologa. XII Bienal de la Real Sociedad En B. Vincent (Ed.): Andaluca en la edad moderna: economa y sociedad, Diputacin
Espaola de Historia Natural (tomo extraordinario), Madrid, pp. 358-360. Provincial de Granada, Granada, pp. 13-38.
14
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996). Los bosques ignorados de la 5
Para la descripcin de los climas seguimos la clasificacin de Jos Jaime Capel
Almera rida. Una interpretacin histrica y ecolgica. En A. Snchez Picn Molina en el Atlas Geogrfico Provincial de Almera, op. cit.
(Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense, Universidad de
6
Almera, Almera, pp. 99-126. R. Sagredo (1975). Contribucin al conocimiento de la flora almeriense. Anales
del Instituto Botnico A.J Cavanilles, 32 (2), pp. 309-321.
NOTAS
7
J. F. Mota et al. (1998) Listado preliminar de la endemoflora de la provincia de comundidad es el resultado de la interaccin sinrgica y no lineal de cuatro
Almera y evaluacin de su grado de amenaza. Investigacin + Gestin, 3, pp. 79-90. procesos o filtros: 1, procesos estocsticos; 2, condiciones ambientales locales; 3,
8
interacciones entre plantas; 4, interacciones con otros organismos. Destacan estos
J. Guirado Romero (1993). Dinmica de las comunidades de estepa
investigadores que entre las distintas especies que integran la comunidad existen
mediterrnea almeriense. En M. Cueto & A. Pallars (Eds.): Regeneracion de la
diferencias en el grado de dependencia. La comunidad tendra por tanto
cubierta vegetal. Las ramblas mediterrneas. Diputacin Provincial de Almera,
naturaleza dual: individualista e integrada. Insisten en que la complejidad constituye
Almera, pp. 59-71.
una caracterstica inherente de la comunidad que se puede definir como a
9
J. F. Mota Poveda (1993). Dinmica de los Medios Boscosos Almerienses. En dynamic collection of species integrated to varying degrees (through competition
M. Cueto & A. Pallars (Eds.), op. cit., pp. 31-41. and facilitation) inextricably linked to biotic and abiotic drivers (pg. 435). No
obstante, este nuevo paradigma no resta valor a la crtica emitida por la
10
J. F. Mota Poveda (1993). Op. cit. perspectiva individualista a la asociacin vegetal. Por un lado, debe tenerse en
11
A. Pallars Navarro (1993).Tcnicas de regeneracin vegetal. En: M. Cueto & A. cuenta que el concepto integrado de comunidad pone el acento en la importancia
Pallars (Eds.), op. cit. , pp. 47-58. variable de las interacciones en el seno de la comunidad y no en la composicin
florstica de sta (fundamento mismo del sistema fitosociolgico). Por otro lado,
12
J. F. Mota Poveda (1993). Op. cit., p. 40. la interaccin que se da entre los cuatro procesos mencionados vara en el
13
espacio y en el tiempo, de manera que el resultado final dista mucho de ser la
J. Fernndez-Casas & M. E. Snchez (1972). Acerca de la climax vegetal y sus
combinacin florstica regular, ms o menos fija y caracterstica de hbitats
restos en la regin sudoriental Ibrica. Cuadernos de Ciencias Biolgicas, 2, pp.
(Standort) muy concretos postulada por la fitosociologa (J. Braun-Blanquet (1951).
23-30; H. Castro Nogueira (1982). Bibliografa botnica sobre el sector
Pflanzensoziologie. Grundzge der Vegetationskunde. Springer-Verlag,Wien).
corolgico almeriense. En: Homenaje al botnico Rufino Sagredo. Diputacion
Provincial de Almeria, Almera, pp. 171-187.; J. Guirado Romero (1993). Op. cit.; 18
J. S. Carrin (2001).Dialectic with climatic interpretations of late quaternary
J. F. Mota Poveda (1993). Op. cit.; F. Alcaraz Ariza & M. Peinado Lorca (1987). El vegetation history in Mediterranean Spain. Journal of Mediterranean Ecology 2, pp.
Sudeste Ibrico semirido. En M. Peinado Lorca & S. Rivas-Martnez (Eds.): La 145-156; J. S. Carrin (2001).Condicionantes de la respuesta vegetal al cambio
vegetacion de Espaa. Universidad Alcal de Henares, Madrid, pp. 257-281; M. climtico. Una perspectiva paleobiolgica. Acta Botanica Malacitana 26, pp. 157-
Peinado, F. Alcaraz & J. M. Martnez-Parras (1992). Vegetation of Southeastern 176.
Spain. J. Cramer. Berlin.
344 14
19
S. J. Gould (1991). La vida maravillosa. Crtica, Barcelona.
F. Mota Poveda & F.Valle Tendero (1987). Estudio botnico-ecolgico de las cuencas
20
altas de los ros Bayrcal, Paterna y Andarax (Sierra Nevada almeriense). Diputacin J. Fontana (1992). La historia despus del fin de la historia. Crtica, Barcelona.
Provincial de Almera, Almera; M. C. Quesada Ochoa & J. Guirado Romero 21
B.Winterhalder. Op. cit.
(1988). Vegetacin. En A. Prez Pujalte (Direct.): Proyecto Lucdeme. Mapa de
22
Suelos (1/100.000). Alhama de Almera-1044, 18-35. ICONA-MAPA. J. Cabello Piar (1997). Factores ambientales, estructura y diversidad en
comunidaddes de matorral de ambiente mediterrneo semirido (Tabernas-Sierra
15
Vanse al respecto Z. Naveh & A. S. Liebermann (1994). Landscape ecology: Alhamilla-Njar, SE Ibrico). Universidad de Almera, Almera.
theory and applications. Sprinler-Verlag, Nueva York; J. Blondel & J. Aronson
23
(1999). Biology and wildlife of the Mediterranean region. Oxford University Press, S. de R. Clemente Rubio. Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada
Oxford; M. Costa et al. (1990). La evolucin de los bosques de la Pennsula (1804-1809), Edicin, transcripcin, estudio e ndices de Antonio Gil Albarracn.
Ibrica: una interpretacin basada en datos paleobiogeogrficos. Ecologa (Fuera G.B.G, Barcelona, 2002, p. 621.
de serie), 1, pp. 31-58. 24
Respuestas Generales del Catastro de Ensenada de Tabernas. Archivo Histrico
16
M. J. Crawley (1986). The structure of plant communities. En M.J. Crawley Provincial de Almera, 125-19/302.
(Ed.): Plant ecology. Blackwell Scientific Publications, pp. 1-50; B.Winterhalder 25
La fanega de secano de Tabernas meda 18.000 varas cuadradas castellanas,
(1994). Concepts in historical ecology.The view from evolutionary ecology.
como se expresa en la obra M. Jos del Toro, publicada en 1849, Memorial de las
En C.L. Crumley (Ed.): Historical ecolog., School of American Research, pp. 17-41.
vicisitudes de Almera y pueblos de su ro. Imprenta de D.Vicente Duimovich,
17
C. J. Lortie et al. (2004). Rethinking plant community theory. Oikos, 107 (2), pp. Almera. La vara cuadrada equivale a 0,693 metros cuadrados.
433-438. Segn Lortie et al. interacciones como la facilitacin y la competencia son 26
T. Lpez. Diccionario Geogrfico (1774-1779). Edicin de Cristina Segura.
muy frecuentes en las fitocenosis. Por lo tanto, la respuesta de las especies a los
Diputacin Provincial de Almera, Almera, 1985.
diferentes factores ambientales estara mediada por tales interrelaciones que, a su
27
vez, generaran cierto grado de interdependencia entre las plantas. Estos autores Libro de Apeo y Repartimiento de Tabernas. Archivo Histrico Provincial de
han propuesto un modelo causal para explicar la estructuracin de las Granada, 5-a4-153. Nosotros hemos encontrado encinas aisladas en la ladera
comunidiades vegetales: Integrated Community Concept. Segn este modelo la sur de la sierra muy lejos del encinar.
28
Respuestas Generales del Catastro de Ensenada de Lucainena de las Torres. Archivo
Histrico Provincial de Almera, 125-14.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
CAPTULO 3 15
H. Elenga et al. (2000). Pollen-based biome reconstruction for southern Europe
1
Recientes estudios apuntan a un incremento en la insolacin que tuvo lugar hace and Africa 18,000 yr BP. Journal of Biogeography, 27, pp. 621-634.
unos 5,960,02 millones de aos superimpuesto a procesos tectnicos iniciados 16
A.T. Grove & O. Rackham (2001).The nature of Mediterranean Europe.An ecological
previamente (hace aproximadamente 6,3 millones de aos) como causas
history.Yale University Press, New Haven.
desencadenantes.Vanse al respecto: K. J. Hs (1972).When the Mediterranean
dried up. Scientific American, 227 (6), pp. 27-36; K. J. Hs & W. B. F. Ryan & M. B. 17
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21
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Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 66, pp. 243-263; J. Pantalen-Cano,
3
M. Costa et al., op. cit. E.I.Yll; R. Prez-Obiol & J. M. Roure, op. cit.; J. S. Carrin, J.A. Riquelme, C. Navarro
4 & M. Munuera (2001). Pollen in hyaena coprolites reflects late glacial landscape
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in southern Spain. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 176, pp. 193-
5
J.S. Carrin Garca, M. Munuera Giner, C.Navarro Camacho & F. Sez Soto 205; J. S. Carrin, E.I.Yll, M. J.Walker,A. Legaz, C. Chan & A. Lpez (2003).Glacial
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del anlisis polnico.Viejas falacias y nuevos paradigmas. Complutum, 11, pp. 115- southeastern Spain: new evidence from cave pollen at two Neanderthal man
345
142; M. Costa et al., op. cit. sites. Global Ecology and Biogeography 12, pp. 119-129.
6
P. Quzel, op. cit. 22
Aunque tambin es posible que las limitaciones de la palinologa nos estn
7
jugando una mala pasada mostrndonos como exactamente contemporneas
E. Palamarev (1989). Paleobotanical evidences of the Tertiary history and origin
vegetaciones que se sucedan unas a otras en cortsimos perodos de tiempo
of the Mediterranean sclerophyll dendroflora. Plant Systematics and Evolution,
sobre el mismo lugar.
162, pp. 93-107.
23
8
J. S. Carrin et al. (2000), op. cit.
D. H. Mai (1989). Development and regional differentiation of the European
vegetation during the Tertiary. Plant Systematics and Evolution, 162, pp. 79-91. 24
La descripcin es de M. Carrilero Milln y A. Surez Mrquez (1997). El territorio
9
almeriense en la prehistoria. Instituto de Estudios Almerienses, Almera.
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25
10
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11
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125. 27
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12
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NOTAS
31
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32
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33
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(Almera, Spain) y su posicin cronoestratigrfica en el Mediterrneo Occidental, BAR
pp. 47-85.
International Series, Oxford, pp. 157-168.
53
34
C. Herrera, op. cit.; M.P. Castro Dez, op. cit.
L. Javier Palomo, Julio Gisbert (Eds.) (2002).Atlas de los mamferos terrestres de Espaa.
Direccin General de Conservacin de la Naturaleza-SECEM-SECEMU, Madrid. 54
A.T. Grove y O. Rackham, op. cit., p. 45.
35
J. Pantalen-Cano et al., op. cit. 55
Ibidem.
36
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37
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F. Lloret, M.Verd, N. Flores-Hernndez & A.Valiente-Banuet (1999).Fire and
346 38
J. S. Carrin et al. , op. cit. resprouting in Mediterranean ecosystems: insights from an external
39
biogeographical region, the Mexical Shrubland. American Journal of Botany, 86(12),
Ibidem.
pp. 1655-1661.
40
Ibidem; M. Costa Tenorio et al. , op. cit. 59
J. Blondel, F. Catzeflis & P. Perret (1996). Molecular phylogeny and the historical
41
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42
J.S. Carrin et al., op. cit.
60
E. Randi,A. Meriggi, R. Lorenzini, G. Fusco & U. Ph.Alkon (1992).Biochemical analysis
43
J. Pantalen-Cano & R.Yll, J. M. Roure, op. cit. of relationships of Mediterranean Alectoris partidges. The Auk 109, pp. 358-367.
44
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62
M. C. Herrera (2001). Dispersin de semillas por animales en el Mediterrneo:
45
J. Pantalen-Cano et al., op. cit. ecologa y evolucin. En R. Zamora & F. Pugnaire (Eds.): Ecosistemas
46
Ibidem. mediterrneos: anlisis funcional, CSIC, AEET, Granada, pp. 125-152.
63
47
Las referencias documentales y bibliogrficas que avalan esta informacin se C. Herrera, op. cit.
encontrarn ms adelante. 64
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Alytes). Journal of Biogeography 31, pp. 603-618.
49
Ibidem, pp. 24-25.
65
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50
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66
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ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
CAPTULO 4 CAPTULO 5
1
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Los cerdos y el ganado vacuno fueron, probablemente, domesticados de
pensamiento occidental desde la antigedad hasta finales del siglo XVIII. Ediciones del manera independiente en Europa despus de que hubiera llegado la revolucin
Serbal, Barcelona, p. 115. neoltica desde Oriente Medio.
2
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Vase al respecto J. Diamond (1998). Armas, grmenes y acero. Debate, Madrid.
& J. Martnez Alier (Eds.): Naturaleza transformada, Icaria, Barcelona, 3
O. Semino et al. (2000). The genetic legacy of paleolithic Homo sapiens in
pp. 31-54.
extant Europeans. Science, 267, pp. 1155-1159.
3
C. J. Glacken, op. cit., p. 511. 4
T. Champion et al. (1996). Prehistoria de Europa. Crtica, Barcelona.
4
M. Cuerdo Mir & J. L. Ramos Gorostiza (2000). Economa y naturaleza. Una 5
R. Chapman (1991). La formacin de las sociedades complejas. El Sureste de la
historia de las ideas. Sntesis, Madrid, p. 50.
Pennsula Ibrica en el marco del Mediterrneo occidental. Crtica, Barcelona, p. 95.
5
Citado en J. Fontana (1982). Historia. Anlisis del pasado y proyecto social. Crtica, 6
Ibidem, pp. 170 y 204.
Barcelona, p. 70.
7
6 Ibidem, 305-307.
M. Cuerdo Mir & J. L. Ramos Gorostiza, Op. cit., p. 91-92.
8
7 J. Diamond, op. cit., p. 96.
R. P. Sieferle, op. cit., p. 33.
9
8 Ibidem.
E. Morin (1984). Ciencia con consciencia. Anthropos. Barcelona, p. 311.
10
9 E.Tello (1999). La formacin histrica de los paisajes agrarios mediterrneos:
F. Gonzlez Bernldez (1981). Ecologa del paisaje. H. Blume, Madrid, p.9.
una aproximacin coevolutiva. Historia Agraria, 19, pp. 195-212.
10
T. S. Kuhn (1975). La estructura de las revoluciones cientficas. Fondo de Cultura 11
J. Diamond, op. cit., pp. 117-118.
Econmica, Madrid.
12
11 T. Champion et al., op. cit., pp. 187 y 191.
N. Eldredge (2001). La vida en la cuerda floja. Metatemas, Barcelona.
12
J. Fontana, op. cit.
13
R. Chapman (1991), op. cit., p. 306. 347
14
13 M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez (1997). El territorio almeriense en la
J. Diamond (2005). Collapse. How societies choose to fail or succeed. Viking, Nueva
prehistoria. Instituto de Estudios Almerienses, Almera, p. 75.
York.
15
14 R. Chapman, op. cit., p. 141.
M. Gonzlez de Molina (1993). Historia y medio ambiente. Eudema, Madrid, p. 7.
16
15 T. Champion et al., op. cit., p. 213.
R. P. Sieferle, Op. cit., p. 35.
17
16 Ibidem, p. 219.
D. Worster (1988). Doing environmental history. En D. Worster (Ed.): The end
of the earth. Perspectives on modern environmental history, Cambridge University 18
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., p. 83.
Press, Cambridge, pp. 289-307.
19
R. Chapman, op. cit., p. 211.
17
M. Gonzlez de Molina, op. cit., pp. 11-13.
20
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp. 98-99.
18
R. P. Sieferle (1997). Rckblick auf die Natur. Eine Geschichte des Menschen und
21
seiner Umwelt. Luchterhand, Mnchen. Ibidem, p. 83.
22
19
Los conceptos de metabolismo social y colonizacin proceden de M. Fischer- Ibidem, p. 82-85.
Kowalski. & H. Harberl (1997). Stoffwechsel und Kolonisierung. Konzepte zur 23
Ibidem, p. 86-87.
Beschreibung des Verhltnisses von Gesellschafte und Natur. En M. Fischer-
24
Kowalski (Coord.): Gesellschaftlicher Stoffwechsel und Kolonisierung von Natur: R.W. Chapman (1978).The evidence for prehistoric water control in south-east
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26
pp. 61-85. R. Chapman, op. cit., pp. 260-265; M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op.
20
cit., pp. 96-97.
R. P. Sieferle (2001). Qu es la historia ecolgica. Op. cit., p. 41; M. Fischer-
Kowalski & H. Harberl (1997). Stoffwechsel und Kolonisierung: ein
universalhistorischer Bogen. En M. Fischer-Kowalski (Coord.), op. cit., pp. 25-35.
NOTAS
27
F. Carrin et al. (1992). Georrecursos y sistemas de aprovechamiento de rocas 44
Ibidem, pp. 111-117.
por las comunidades de la prehistoria reciente en el S.E de la Pennsula Ibrica. 45
Ibidem, pp. 113-114.
Campaa de 1992. Anuarios Arqueolgicos de Andaluca/ II, pp. 11-17.
46
28 P.V. Castro et al., op. cit., pp. 190-191.
R. Chapman, op. cit., p. 157.
47
29 Ibidem, p. 204.
R. Risch & L. Ferres (1987). Paleoecologa del Sudeste de la Pennsula Ibrica
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M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., p. 125.
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49
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32
M. Harris (2001). Antropologa cultural.Alianza Editorial, Madrid, p. 113. pp. 183-222.
53
33
A. Morales Muiz (1990), op. cit. M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp. 119-120.
54
34
Ibidem. Ibidem.
348 35
G. Hoffmann (1988). Holoznstratigraphie und Kstenlinienverlogerund an der
55
P.V. Castro et al.(2001), op. cit., p. 196.
andalusischen Mittelmeerkste. Berichte aus dem Fachbereich Geowissenschaften 56
Ibidem, pp. 198-199.
der Universitt Bremen 2, Bremen.
57
R. Chapman (1991), op. cit., p. 220.
36
M.O. Rodrguez Ariza (1993). Contrastacin de la vegetacin calcoltica y
58
actual en la cuenca del Andarax a partir de la antracologa. Anuarios Ibidem, p. 211.
Arqueolgicos de Andaluca/II, pp. 14-23. 59
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp.122-123.
37
Ibidem. 60
R. Risch & L. Ferres (1987), op. cit.; H. Manhart, A.Von den Driesch & C. Liesau,
38
En relacin con los estudios antracolgicos realizados en el Bajo Almanzora op. cit.; A. Morales Muiz, op. cit.
vanse: H.P. Stika (2000). Resultados arqueobotnicos de la campaa de 1988 61
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 62-67.
en Fuente lamo. En H. Schubart,V. Pingel & O. Arteaga (Eds.), Fuente lamo:
62
las excavaciones arqueolgicas, 1977-1991, en el poblado de la edad del bronce. Ibidem.
Junta de Andaluca. Consejera de cultura, pp. 183-222; P.V. Castro, R.W. 63
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., p. 42.
Chapman et al. (1998). Aguas Project. Palaeoclimatic reconstruction and the
dynamics of human settlement and land-use in the area of the middle Aguas 64
H.P. Stika, op. cit.
(Almera), in the south-east of the Iberian Peninsula. European Commission.
65
Environment and Climate Program, Luxemburgo, pp. 62-67. Ibidem.
66
39
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 67. Ibidem.
67
40
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp. 101-106. A.Von den Driesch & C. Liesau, op. cit.
68
41
P.V. Castro et al.(2001).La sociedad argrica. En M. Ruiz-Glvez Priego (Coord.): P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 43-44.
La edad del bronce. Primera edad de oro de Espaa? Sociedad, economa e ideologa. 69
P.V. Castro et al.(2001), op. cit., pp. 209-210.
Crtica, Barcelona, pp. 181-216.
70
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 68-72.
42
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp. 105-109.
71
Ibidem, p. 77 y 84-85.
43
Ibidem, p. 111.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
72
Ibidem, pp. 62-67. hacen los arquelogos, al centro de la cuenca, es decir, a los 500 kilmetros
cuadrados de la tierra llana. Si incluimos en la comarca de la Cuenca de Vera las
73
Ibidem. sierras circundantes, como se ha hecho desde el siglo XVI, la densidad del
74 perodo argrico no sera de ms de 4 o 5 habitantes por kilmetro cuadrado, la
J.S Carrin, P. Snchez, J. Mota & C. Chain (2003). Fire and grazing are
de mediados del XVIII de 17 y la de 1857 de 48 habitantes por kilmetro
contingent on the Holocene vegetation dynamics of Sierra de Gdor, southern
cuadrado.
Spain. The Holocene, 13, pp. 839-849.
91
75 P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 82.
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 80-81.
92
76 H.P. Stika (2000), op. cit.
I. Montero Ruiz (1994). El origen de la metalurgia en el Sudeste de la pennsula
Ibrica. Instituto de Estudios Almerienses, Almera. 93
A.Von den Driesch & C. Liesau, op. cit.
77
P.V. Castro et al.(2001), op. cit., pp. 209-210. 94
J. M. Martnez Carrin (2001). Estatura, salud y bienestar en las primeras
78 etapas del crecimiento econmico espaol. Una perspectiva comparada de los
Ibidem.
niveles de vida. Documentos de Trabajo de la Asociacin de Historia Econmica,
79
Los conceptos de economa orgnica e inorgnica fueron desarrollados por E. DT-AHE n 0102. Asociacin de Historia Econmica, Madrid.
A.Wrigley (1987). Gentes, ciudades y riqueza. La transformacin de la sociedad 95
M. Garca Snchez (2000). Restos humanos procedentes del poblado argrico
tradicional. Crtica, Barcelona.
de Fuente lamo en Cuevas del Almanzora (Almera). En H. Schubart,V. Pingel
80
Es decir, que si en una determinada superficie la energa contenida en las & O. Arteaga (Eds.): Fuente lamo: las excavaciones arqueolgicas, 1977-1991, en el
plantas es de 100.000 kilocaloras y esa vegetacin es consumida por poblado de la edad del bronce, op. cit. . pp. 241-264.
herbvoros domsticos o salvajes, la carne de los mismos slo contendr unas 96
J. M. Martnez Carrin, op. cit.
10.000 kilocaloras. Si los herbvoros son devorados por depredadores
carnvoros o por el hombre la biomasa de stos equivaldr tan slo a 1.000 97
J. Garca Latorre (2000). La poblacin, la configuracin territorial y las
kilocaloras y as sucesivamente. De esta manera se explica que siempre haya actividades econmicas. En M. Barrios Aguilera (Ed.): Historia del Reino de
menos carnvoros que herbvoros y que, histricamente, en situaciones de gran Granada, vol. II. Universidad de Granada-El legado andalus, pp. 675-704.
escasez de tierra, los humanos suprimieran un escaln de la cadena trfica,
pusieran en cultivo los antiguos terrenos de pasto y se volvieran estricta o casi
98
E. Garca Asensio (1908-1910). Historia de la villa de Hurcal-Overa y su comarca, 349
estrictamente vegetarianos. vol. II.Tipografa de Antonio Jimnez, Murcia,pp. 586-587.
99
81
E.Tello (2005). La historia cuenta. Del crecimiento econmico al desarrollo humano Esta es la opinin de Lull, Estvez, Castro, Arteaga y Schubart, entre otros
sostenible. El Viejo Topo, Barcelona, p. 127. destacados investigadores de la cultura argrica. Chapman se muestra ms
escptico. Una exposicin de los distintos puntos de vista se puede consultar
82
Anuario Estadstico de las Producciones Agrcolas (aos 1926-1935). Sin embargo, en M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp. 122-123 y 133-138.
los rendimientos obtenidos en tierras de regado eran prcticamente idnticos
100
a los del resto de Espaa. P.V. Castro et al.(2001), op. cit., pp. 195-196 y 200-201.
101
83
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., pp. 133-134. Ibidem, p. 206.
102
84
E. Caldern Espinosa & M. Gonzlez de Molina (2003). Poblacin y recursos en Ibidem, p. 196.
las sociedades de base energtica orgnica. Algunos ejemplos del Reino de 103
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 76.
Granada a mediados del siglo XVIII. En M. Barrios Aguilera & A. Galn Snchez
104
(Eds.): La historia del Reino de Granada a debate. Centro de Ediciones de T. Champion et al., op. cit., pp. 265, 304-314 y 317.
Diputacin de Mlaga, Mlaga, pp. 137-164. 105
Ibidem.
85
E. Boserup (1993). The conditions of agricultural growth. Earthscan, Londres. 106
Ibidem, p. 312.
86
E.Tello (2005), op. cit., p. 203. 107
Ibidem, p. 314.
87
D.C. North (1994). Estructura y cambio en la historia econmica. Alianza 108
H. A. Mooney (1981). Primary production in Mediterranean-Climate regions
Universidad, Madrid.
En F. di Castri et al. (Eds.), Ecosystems of the World 11. Mediterranean-type
88
E.Tello (2005), op. cit., pp. 205-206. shrublands, Elsevier, Amsterdam, pp. 249-255.
109
89
J. Diamond (2005). Collapse. How societies choose to fail or succeed.Viking, Nueva York. Vase al respecto J. Pujol et al. (2001). El pozo de todos los males. Sobre el atraso
en la agricultura espaola contempornea. Crtica, Barcelona.
90
Los 7 habitantes por kilmetro cuadrado en el centro de la Cuenca de Vera no
estn mal, como decimos; sin embargo son muy pocos comparados con los 30
de mediados del siglo XVIII o los 96 de 1857. Nos estamos refiriendo, como
NOTAS
12
110
Vase G. Barker (1981). Landscape and society: prehistoric central Italy.Academic M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina, op. cit.
Press, Londres y Nueva York. Barker considera que el centro de Italia tambin se 13
Ibidem.
vio sometido en la primera mitad del III milenio a.C. a una fuerte presin
14
demogrfica que podra haber estimulado procesos de intensificacin Ibidem.
econmica, pero tales procesos no se produjeron porque haba mucha ms 15
M.I. Finley (1984). El comercio de esclavos en la antigedad: el mar Negro y las
tierra cultivable y de pasto y de mejor calidad que en el Egeo o en el Sureste de
regiones del Danubio. En M.I. Finley (Ed.): La Grecia antigua. Economa y
la Pennsula Ibrica. En estas condiciones la poblacin dispona de opciones de
sociedad. Crtica, Barcelona, pp. 189-199.
expansin territorial alternativas a la intensificacin econmica y a los cambios
sociales que sta suele implicar. 16
A. Maddison (2003). World Economy. Historical Statistics. O.E.C.D, Pars.
111
E.Tello (2005), op. cit., p. 136. 17
J. Nadal (1984). La poblacin espaola (siglos XVI al XX). Ariel, Barcelona, pp. 91-
112
92.
La metfora de las burbujas es del demgrafo R.D. Lee (1986). Malthus and
Boserup: a dynamic synthesis. En D. Coleman & R. Schofield (Eds.): The state of 18
Citado en M.Williams (2003). Deforesting the Earth. From Prehistory to Global
population theory. Forward from Malthus. Basil-Blackwell, Oxford, pp. 96-130. Crisis.The University of Chicago Press. Chicago y Londres, p. 101. Las
113
resonancias turnerarianas del texto aluden, evidentemente, a Frederick
T. Champion et al., op. cit., p. 213.
Jackson Turner: The Significance of the Frontier in American History. Annual
114
J. Garca Latorre (2005). Arqumedes no era ingls. El medio ambiente y el Report of the American Historical Association,Washington DC, 1893, pgs. 199-227.
desarrollo desigual de la Europa mediterrnea y la Europa atlntica a muy largo Turner desarroll una teora sobre la influencia decisiva de la frontera (el Far
plazo. En J. Nadal & A. Parejo (Coords.): Mediterrneo econmico, 7, pp. 39-56. West) y la conquista del Oeste en la formacin de la sociedad norteamericana.
19
115
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., p. 124. Citado en C.J. Glacken (1996). Huellas en la playa de Rodas. Ediciones del Serbal,
Barcelona, p. 36.
116
J. Diamond (1998), op. cit., pp.290-291.
20
Ibidem, p.155.
117
P.V. Castro et al. (2001). La sociedad argrica, op. cit., pp. 208-209.
21
M.Williams, op. cit., p. 79.
350 22
Ibidem, pp. 90-93.
CAPTULO 6
23
M.I Finley (1984). La ciudad antigua: de Fustel de Colanges a Max Weber y ms
1
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez (1997). El territorio almeriense en la all. En M.I Finley, La Grecia antigua. Economa y sociedad, op. cit. p. 56.
prehistoria. Instituto de Estudios Almerienses, Almera, pp. 147-150.
24
J. D. Hugues (1994).Forestry and forest economy in the Mediterranenan region
2
Ibidem. in the time of the Roman empire in the light of historical sources. En B. Frenzel
3
P.V. Castro, R.W. Chapman et al. (1998). Aguas Project. Plalaeoclimatic (Ed.): Evaluation of land surfaces cleared from forests in the Mediterranean region
reconstruction and the dynamics of human settlement and land-use in the area of the during the time of the Roman empire. Akademie der Wissennschaften und der
middle Aguas (Almera), in the south-east of the Iberian Peninsulat. European Literatur-European Science Foundation. Stuttgart-Jena- Nueva York, pp. 2-14.
Commission. Environment and Climate Program, Luxemburgo, p. 83. 25
M.Williams op. cit., pp. 95-96.
4
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 67. 26
A.T. Grove & O. Rackham (2001). The nature of the Mediterranean Europe. Yale
5
M. Carrilero Milln & A. Surez Mrquez, op. cit., p. 140. University Press, Londres, p. 80.
27
6
Ibidem. M.Williams (2003), op. cit.; P. Horden & N. Purcell (2000). The corrupting sea. A
study of Mediterranean history. Blackwell Publishers, Oxford-Massachusetts.
7
T. Champion et al. (1996). Prehistoria de Europa. Crtica, Barcelona, p. 322.
28
H.N Le Houerou (1981). Impact of man and his animals on Mediterranean
8
A. Schulten (1955). Avieno. Ora Maritima (Periplo Massaliota del siglo VI a.C.). vegetation. En Di Castri (Ed.): Mediterranean-type shrublands, Amsterdam-
Fontes Hispaniae Antiquae, Barcelona. Oxford, pp. 479-521; H. N. Le Houerou (1987). Vegetation wildfires in the
9 Mediterranean Basin. Ecologia Mediterranea 13, pp. 13-24.
M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina (2000). La
antigedad. En (Varios autores), Memorias del tiempo. La historia de Almera. 29
M.Williams (2003), op. cit., p. 97.
Mediterrneo-Agedime. Madrid, vol. I, pp. 49-88.
30
Ibidem, p. 97.
10
Diodoro de Sicilia. Biblioteca Histrica, Libro V, p. 250. Gredos, Madrid (2004).
31
H.C. Darby (1956). The clearing of the woodland in Europe. En W.L.Thomas
11
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 70. jr. (Ed.): Mans role in changing the face of the earth. The University of Chicafgo
Press, p. 395.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
32
M.Williams, op. cit., p. 94. 57
L. Siret (1891). Espaa prehistrica. Junta de Andaluca (2001), Granada, p. 295.
33
M.I Finley (1982). Aparicin de una sociedad esclavista. 58
A. Daz Toledo (1983), op. cit., pp.926-927.
En M.I Finley, Esclavitud antigua e ideologa moderna. Crtica, Barcelona, pp. 11-83. 59
M.Williams (2003), op. cit., p. 93.
34
Ibidem. 60
Ch. Ferrari et al. (1999).Ice archives of athmosferic pollution from mining and
35
M.I Finley (1982). La decadencia de la esclavitud antigua. En M. I. Finley, smelting activities during Antiquity. En S.M.Young et al. (Eds.): Metals in Antiquity.
Esclavitud antigua e ideologa moderna. Crtica, Barcelona, pp. 160-194. BAR International Seires, 792, pp. 211-216.
36
M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina, op. cit. 61
K. Rosman et al. (1997). Lead from Carthaginian and Roman Spanish mines
37
isotopically identified in Greenland ice dated from 600 B.C to 300 A.D..
J.P.Vzquez Guzmn (2003). Vcar: un pueblo, una historia. Instituto de Estudios
Environmental Science & Technology, 31 (12), pp. 3413-3416.
Almerienses-Ayuntamiento de Vcar.
62
38
J.S Carrin, P. Snchez, J. Mota & C. Chain (2003). Fire and grazing are
Sobre los acueductos de Carcuz y otras construcciones posiblemente
contingent on the Holocene vegetation dynamics of Sierra de Gdor, southern
romanas de la provincia de Almera vase, A. Gil Albarracn (1983).
Spain. The Holocene, 13, pp. 839-849.
Construcciones romanas de Almera. Editorial Cajal, Almera.
63
39
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 77-78.
Ibidem.
64
40
A. Schulten (1955). Avieno. Ora Maritima (Periplo Massaliota del siglo VI a.C.), op.
A. Daz Toledo (1983). Almera en la antigedad. En (Varios autores) Almera.
cit.
Editorial Andaluca, vol. III, pp. 797-944.
65
41
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 69-70.
Ibidem.
66
42
Ibidem, pp. 77-79.
Ibidem.
67
43
M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina, op. cit.
Ibidem.
68
44
M.I Finley (1984). La ciudad antigua: de Fustel de Colanges a Max Weber y ms
Ibidem.
all, op. cit. 351
45
M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina, op. cit. 69
M. Godelier (1989). Lo ideal y lo material.Taurus, Madrid, p. 251.
46
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p.79. 70
J. Lirola Delgado (2005). Almera andalus y su territorio. Fundacin Ibn Tufayl de
47
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p .70. Estudios rabes-Instituto de Estudios Almerienses, Almera, pp. 14 y 59.
71
48
Ibidem, p. 75 y 77. Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de
Tabernas, 5, a-4, 153.
49
M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina, op. cit.
50
D. Gmez Daz (1992). El crecimiento de la poblacin almeriense. Una hiptesis de
mundo lleno. Instituto de Estudios Almerienses, Almera. CAPTULO 7
1
51
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p . 75. J. Mnzer (1494). Viajes de extranjeros por Espaa y Portugal. Edicin de J. Garca
Mercadal, I, Madrid, 1952, p. 347.
52
J. Garca Latorre (1998). La agricultura almeriense antes y despus de la
2
expulsin de los moriscos. Una aproximacin cuantitativa. Chronica Nova, 25, Ibidem.
pp. 275-300. La situacin apurada que suponemos para la Almera romana en 3
Archivo Municipal de Vera. Libro de actas capitulares 1 A.
esta especulacin no lo habra sido tanto si nuestro territorio hubiera recibido
alimentos y fuentes de energa de otros lugares del imperio. Pero 4
F. Camacho Evangelista (1987). Viaje por Espaa y Portugal, Reino de Granada.
desconocemos, por completo, este aspecto. Granada.
53
Simn de Rojas Clemente Rubio (1804-1809). Viaje a Andaluca. Historia natural 5
F. Andjar Castillo (1996). Los montes de Los Vlez en el siglo XVI. En A.
del Reino de Granada. Edicin de A. Gil Albarracn (2002). G.B.G Editora, Snchez Picn (Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense.
Almera-Barcelona, 2002, p. 406. Universidad de Almera, Almera, pp. 83-97.
54
Ibidem, p. 402. 6
Archivo Municipal de Huscar. Libro de Cuentas de Propios, ao 1540. Debemos
55
esta referencia a Julin Pablo Daz Lpez.
Estrabn. Geografa, Libro III. Gredos, Madrid, 1992, p. 64.
7
56
J. Mnzer (1494), op. cit.
M. Carrilero Milln, J. L. Lpez Castro & J. Lpez Medina (2000), op. cit.
NOTAS
8
Ibidem, pp. 348-350. 30
H. Manhart, A.Von den Driesch & C. Liesau (2000). Investigaciones
9
arqueozoolgicas en Fuente lamo. En H. Schubart,V. Pingel, O. Arteaga
A. Bernldez. Historia de los Reyes Catlicos don Fernando y doa Isabel. BAE,
(Eds.): Fuente lamo: las excavaciones arqueolgicas, 1977-1991, en el poblado de
LXX, Madrid, 1953, pp. 567-778.
la edad del bronce. Junta de Andaluca. Consejera de cultura, pp. 223-240.
10
El Libro del Repartimiento de Almera. Edicin y estudio de C. Segura Grao. 31
Al-Qastal. Milagros de Abu Marwan al-Yuhanis. Edicin de F. De la Granja.
Universidad Complutense, Madrid, 1982.
Instituto Egipcio de Estudios islmicos, 1974.
11
J.Torres Fontes (2003). La frontera murciano-granadina. Real Academia Alfonso X 32
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 68.
El Sabio, Murcia, p. 73.
33
12
Ibidem, p. 79.
El Libro del Repartimiento de Almera, op. cit., p. 189.
34
13
S. Amin (1976). Sobre el desarrollo desigual de las formaciones sociales. Anagrama,
Ibidem, p. 197.
Barcelona.
14
Ibidem, pp. 195-196. 35
P. Guichard (1987). Estudios sobre historia medieval.
15
Ibidem, p. 165. Edicions Alfons el Magnanim,Valencia; y (1990). Les musulmans de Valence et la
reconqute. Institut franais de Damas, Damas.
16
Ibidem, 515-517.
36
M. Barcel (1996). La cuestin del hidraulismo andalus. En M. Barcel et al.
17
J. Mnzer (1494), op. cit., p. 351. (Eds.): El agua que no duerme, op. cit. pp. 13-50.
18
A. Malpica Cuello et al. (1982). Coleccin Diplomtica del Archivo de la Casa de 37
M. Barcel (1989).El diseo de espacios irrigados en al-Andalus: un enunciado
Czulas (1368-1520). Diputacin Provincial de Granada, Granada, p. 114. de principios. En Instituto de Estudios Almerienses (Ed.): El agua en zonas
19
H. Prs (1983). Esplendor de al-Andalus. Hiperion, Madrid, p. 245. ridas. Primer coloquio de historia y medio fsico, pp.XV-L. Almera, 1989
38
20
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996). Los bosques ignorados de la Ibidem.
Almera rida. Una interpretacin histrica y ecolgica. En A. Snchez Picn 39
J. Rodrguez Lozano (1975/1976). Sobre el cultivo del maz en el reino nazar
352 (Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense. Universidad de Almera,
Almera, pp. 99-126.
de Granada. Cuadernos de historia del Islam, 7, pp. 161-171.
40
Pedro Aznar Cardona (1612). Expulsin justificada de los moriscos espaoles y suma
21
D. Segura del Pino (2000). Agua, tierra y sociedad en el Ro de Almera. De la poca de las excelencias Christianas de Nuestro Rey Don Felipe el Catholico, Tercero deste
islmica a la cristiana. Instituto de Estudios Almerienses, Almera, p. 71. nombre, dividida en dos partes, Huesca, II, fol. 65.
22
J. Garca Latorre (1998).La agricultura almeriense antes y despus de la 41
Citado en M. Barcel (1988). La arqueologa extensiva y el estudio de la
expulsin de los moriscos. Chronica Nova, 25, pp. 275-300. creacin del espacio rural. En Arqueologa medieval. En las afueras del
23
M. Barcel (1996). El diseo de espacios irrigados en al-Andalus. Un enunciado medievalismo, op. cit., p. 256.
de principios generales. En M. Barcel et al. (Eds.): El agua que no duerme. El 42
P. Chalmeta (1994). An appropiate picture of the economy of Al-Andalus. En
Legado Andalus. Granada, pp. 51-74. S. Khadra (Ed.): The legacy of muslim Spain, vol. II. E.J. Brill, Leiden-Nueva York-
24
D. Segura del Pino, op. cit., p. 71. Colonia, pp. 741-758.
43
25
J.E Lpez de Coca Castaer (1980). El reino de Granada (1354-1501). En Vanse P. Guichard (2001). Los campesinos de al-Andalus (siglos XI-XIV). En
Historia de Andaluca, III. Cupsa-Planeta, Barcelona, pp. 317-356. P. Bonnassie, P. Guichard & M.C. Gerbet (Eds.): Las Espaas medievales. Crtica,
Barcelona, pp. 128-161; H. Bresc, P. Guichard & R. Mantran (2001). Europa y el
26
M. Barcel (1988). La arqueologa extensiva y el estudio de la creacin del Islam en la edad media. Crtica, Barcelona, p. 61; M. Barcel (1996). La cuestin
espacio rural. En M. Barcel et al. (Eds.): Arqueologa medieval. En las afueras del hidraulismo andalus, op. cit.
del medievalismo. Crtica, Barcelona, pp. 195-274.
44
M. Barcel (1996), op. cit.
27
P.V. Castro, R.W. Chapman et al. (1998). Aguas Project. Plalaeoclimatic
45
reconstruction and the dynamics of human settlement and land-use in the area of the Ibidem.
middle Aguas (Almera), in the south-east of the Iberian Peninsulat. European 46
P. Guichard, op. cit.
Commission. Environment and Climate Program, Luxemburgo, p. 81.
47
T.F. Glick (1991). Cristianos y musulmanes en la Espaa medieval (711-1250).
28
Ibidem, p. 79. Alianza Universidad, Madrid, p. 72.
29
Ibidem, pp. 67-68 y 79. 48
M. Barcel (1996), op. cit.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
77
49
L. Cara Barrionuevo (1993). La civilizacin islmica. Instituto de Estudios Ibidem, p. 150.
Almerienses. Almera, p. 77. 78
H. Bresc, P. Guichard & R. Mantran, op. cit. p. 142.
50
Como prueba el hecho de que, en el siglo XVI, los moriscos de Tabernas 79
Vase al respecto D. Segura del Pino, op. cit.
conocieran el significado del topnimo Chrvola. Archivo de la Real Chancillera
de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de Tabernas, 5, a-4, 153. 80
Ibidem.
51
J. Lirola Delgado (2005). Almera andalus y su territorio. Fundacin Ibn Tufayl de 81
L. Cara Barrionuevo (1993), op. cit., pp. 71-72.
Estudios rabes- Instituto de Estudios Almerienses, Almera, p. 57. 82
J. Lirola Delgado (2005), op. cit., p. 20.
52
Ibidem, p. 108. 83
H. Prs (1983), op. cit., p. 149.
53
Simn de Rojas Clemente Rubio (1804-1809). Viaje a Andaluca. Historia natural 84
J. Lirola Delgado (2005), op. cit., p. 31.
del Reino de Granada. Edicin de A. Gil Albarracn (2002). G.B.G Editora,
Almera-Barcelona, 2002, p. 485. 85
Ibidem, p. 51.
54
P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., p. 79. 86
Ibidem, p. 61.
55
T.F. Glick (1991), op. cit. p. 44. 87
Ibidem, p. 63.
56
L. Cara Barrionuevo, op. cit., p. 103. 88
J. Garca Latorre (2005). Arqumedes no era ingls. El medio ambiente y el
57 desarrollo desigual de la Europa Mediterrnea y la Europa atlntica a muy largo
Ibidem, pp. 77-79 y 120.
plazo. Mediterrneo Econmico, 7, pp. 39-56.
58
H. Bresc, P. Guichard & R. Mantran, op. cit. p. 140. 89
L. Cara Barrionuevo (1993), op. cit., p. 75.
59
P. Guichard (2001). El apogeo del Islam andalus (siglo X-inicios del siglo XIII). 90
Ibidem, p. 75.
En P. Bonnassie, P. Guichard & M.C. Gerbet (Eds.): Las Espaas medievales, op. cit.,
pp. 85-127. 91
Ibidem, p. 80.
60
Ibidem, p. 87 92
Ibidem, pp. 74-75. 353
61
Ibidem. 93
P. Guichard (2001). Los campesinos de al-Andalus (siglos XI-XIV). En P.
62 Bonnassie, P. Guichard & M.C. Gerbet, Las Espaas medievales, op. cit., p. 128.
M. Barcel (1996). La cuestin del hidraulismo andalus, op. cit.
94
63 T.F. Glick (1991), op. cit., p. 71.
P. Guichard, op. cit., p. 92.
95
64 H. Prs, op. cit., p. 123.
M. Barcel (1989), op. cit.
96
65 Ibidem, p. 150.
P. Guichard, op. cit., p. 104.
97
66 T.F. Glick (1991), op. cit., pp. 70-71.
Ibidem, p. 118.
98
67 M. Barcel (1996), op. cit.
H. Bresc, P. Guichard & R. Mantran, op. cit. p. 123.
99
68 H. Prs, op. cit., pp. 164-165.
L. Cara Barrionuevo (1993), op. cit., pp. 109-112.
100
69 Ibidem, p. 165.
J. Lirola Delgado (2005), op. cit., pp. 15-20.
101
70 Vase al respecto M. Godelier (1980). Economic institutions in people and culture.
Vanse L. Cara Barrionuevo (1993), op. cit. y J. Lirola Delgado (2005), op. cit.
A survey of cultural anthropology. Bergin Publishers, Nueva York.
71
P. Guichard, op. cit., p. 119-120. 102
Sobre la poblacin de Almera y del reino de Granada al final del perodo
72
L. Cara Barrionuevo (1993), op. cit., p. 119. nazar vanse B.Vincent (1988). La population de la region dAlmera au XVI
73
sicle. En Homenaje al padre Tapia. Almera en la historia, Publicaciones de
Ibidem, p. 80.
Cajalmera, Almera, pp. 271-288; M.A Ladero Quesada (1973) Datos
74
H. Prs, op. cit., p. 150 demogrficos sobre los musulmanes de Granada y Castilla en el siglo XV.
A.E.M., 8, pp. 486-510.
75
E. Fernndez Bolea (2006). Agua y vida en Cuevas del Almanzora. Arrez Editores,
103
Cuevas del Almanzora. P.V. Castro, R.W. Chapman et al., op. cit., pp. 70-71.
104
76
H. Prs, op. cit., p. 149. J. Lirola Delgado (2005), op. cit., p. 170.
NOTAS
105
L. Cara Barrionuevo (1993) op. cit., p. 80. CAPTULO 8
1
106
J. Lirola Delgado (2005), op. cit., p. 173. R. Margalef (1981). Ecologa. Planeta, Barcelona, p. 25.
2
107
P. Cressier & M. Acin Almansa (1992). Las inscripciones rabes de Sens V. Clement (1997). La frontera y el bosque en el medievo: nuevos
(Almera). En P. Cressier et al.(Eds.): Estudios de arqueologa medieval en Almera. planteamientos para una problemtica antigua. En La Frontera oriental nazar
Instituto de Estudios Almerienses, Almera, pp. 221-240. como sujeto histrico (s. XIII-XVI), Diputacin Provincial de Almera, Almera, pp.
25-34.
108
En el caso de Grgal, la alusin a unos baos la encontramos en el Libro de Apeo
3
de esta localidad, redactado en el siglo XVI (Archivo Histrico Provincial de T. Glick (1991). Cristianos y musulmanes en la Espaa medieval (711-1250). Alianza
Almera, Sueltos, S.2); en el caso de Tahal la referencia se encuentra en medio de Editorial, Madrid, pp. 75-81.
un protocolo notarial del siglo XVII (Archivo Histrico Provincial de Almera, 4
M.C. Gerbet (2001). Los espaoles de la frontera. En P. Bonnassie et al. (Eds.):
Protocolo 5606,Tahal).
Las Espaas medievales. Crtica, Barcelona, p. 195.
109
J. Lirola Delgado (2005), op. cit., pp. 45 y 53. 5
J.Torres Fontes (1994). Repartimiento de Lorca. Real Academia Alfonso X El
110
Ibidem, p. 163. Sabio, Murcia, p. LXX.
6
111
Como veremos en los prximos captulos toda la informacin disponible Ibidem.
parece avalar la idea de que durante la edad media el regado se haba basado, 7
Citado en: J.M. Salrach Mars (1989). Feudalismo y expansin. En Historia de
esencialmente, en la explotacin de las aguas superficiales. Slo en el Bajo
Espaa. Al-Andalus: musulmanes y cristianos (siglos VIII-XIII), vol. 3. Planeta.
Andarax y en el Bajo Almanzora se habra recurrido, con cierta intensidad, a
Barceona, p. 404.
explotar las aguas subterrneas. Estas fueron explotadas de manera realmente
8
exhaustiva a partir del siglo XVIII en toda la provincia. M.T. Prez Picazo & G. Lemeunier (1984). El proceso de modernizacin de la regin
112
murciana (siglos XVI-XIX). Editora Regional de Murcia.
M.Williams (2003). Deforesting the Earth. From Prehistory to Global Crisis.The
9
University of Chicago Press. Chicago y Londres, pp. 92-93 y 182-183. A.I. Llad Granado (1990). La conservacin de la superficie forestal en Los
113
Vlez (siglos XVI-XVII). Revista Velezana, 9, pp. 5-12.
Simn de Rojas Clemente Rubio (1804-1809). Viaje a Andaluca. Historia natural
354 del Reino de Granada, op. cit., p. 192. 10
Alfonso XI. Libro de la montera. Ediciones Velzquez. Madrid, 1974.
11
114
Con un consumo, mnimo, de 0,5 kilos de lea por persona y da, una Conde de Buffon (1791). Historia Natural, General y Particular,Vol. X, p. 232.
produccin mxima de 1 metro cbico por hectrea de bosque mediterrneo 12
Don Juan Manuel. Libro de la Caza. Editorial Casariego, Madrid, 1990.
del Sureste, en muy buen estado de conservacin, y entre 650 y 750 kilos por
metro cbico de madera. 13
R. Muoz Pulido (1989). Ecologa invernal de la grulla en Espaa. Quercus, 45,
pp. 10-21.
14
115
M. Daz et al. (1996). Aves ibricas I. No paseriformes. J.M. Reyero Editor, Madrid.
J. Lirola Delgado (2005), op. cit., p. 63.
15
116
J. Corominas & J.A. Pascual (1989). Diccionario crtico etimolgico castellano e
J.S Carrin, P. Snchez, J. Mota & C. Chain (2003). Fire and grazing are
hispnico. Gredos, Madrid, pp. 9-10.
contingent on the Holocene vegetation dynamics of Sierra de Gdor, southern
Spain. The Holocene, 13, pp. 839-849. 16
Enrique de Villena. Arte Cisoria. Bibilioteca Virtual Miguel de Cervantes, cap.VI
117
(www.cervantesvirtual.com).
J.P.Vzquez (2003). Vcar: un pueblo, una historia. Ayuntamiento de Vcar-Instituto
de Estudios Almerienses. Almera, p. 323. Las referencias a Adra se encontrarn 17
Ibidem, cap.VIII.
en el captulo 8.
18
Sem Tob. Proverbios Morales, 712. Ediciones Publicitarias Simancas.Valladolid,
118
J. Garca Latorre, J. Garca Latorre & A. Snchez Picn (2000). Did the suspect 2003.
speak latin?. En M. Fischer-Kowalski, R.P. Sieferle & E. Rosa (Eds.): Nature, Society
19
and History. Long Term Dynamics of social Metabolism. Department of Social M. Asn Palacios (1981). El Islam cristianizado. Estudio del sufismo a travs de las
Ecology of the Institute for Interdisciplinary Studies of Austrian Universities, obras de Abenarab de Murcia. Hiperin, Madrid, pp. 36-37.
Viena. 20
F. Andjar Castillo (1996). Los montes de los Vlez en el siglo XVI. En A.
119
J. Lirola Delgado (1993). El poder naval de Al-Andalus en la poca del califato Snchez Picn (Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense.
Omeya. Universidad de Granada-Instituto de Estudios Almerienses, Granada, pp. Universidad de Almera. Almera, pp. 83-98.
298-300. 21
Miguel de Cervantes. Don Quijote de La Mancha, 2 parte, Captulo 10, p. 477.
Editorial Everest, Madrid, 1978.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
42
22
Este texto fue redactado, a finales del siglo XVI, para las Relaciones Topogrficas Simn de Rojas Clemente Rubio (1804-1809). Viaje a Andaluca. Historia natural
de Felipe II. De esas relaciones lo copi el informante de Toms Lpez a finales del Reino de Granada. Edicin de A. Gil Albarracn (2002). G.B.G Editora,
del siglo XVIII. Se puede consultar en F. Rodrguez de La Torre & J. Cano Valero Almera-Barcelona, 2002, p. 439.
(1987). Relaciones geogrfico-histricas de Albacete (1786-1789) de Toms Lpez. 43
Ibidem, p. 451.
Instituto de Estudios Albacetenses, Albacete, p. 192.
44
Ibidem, p. 476.
23
S.J. Gould (1995). Qu es, si es que es algo, una cebra? en Dientes de gallina y
45
dedos de caballo. Crtica, Barcelona, pp. 299-308. M.C. Zamora & A. Grandal, op. cit.
46
24
J. Diamond (1998). Armas, grmenes y acero. Debate, Madrid, Gins Campillo (1691). Gustos y disgustos del lentiscar de Cartagena. Imprenta de
pp. 181-203. Francisco Mestre,Valencia, p. 32.
47
25
K. Bauer (2001). Europische Wildessel Equus hydruntinus Regalia, 1907. En Pedro Morote Prez (1741). Antigedad y blasones de la ciudad de Lorca y historia
Die Sugetierfauna sterreichs, BMLFUW,Viena, pp. 771-772. de Santa Mara la Real de las Huertas, Murcia, p. 52.
48
26
C. Nores Quesada & C. Liesau (1992). La zoologa histrica como A.J. Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y Murcia,
complemento de la arqueozoologa. El caso del zebro. Archaeofauna, 1, pp. 61- op. cit. p. 94.
71. 49
E. Garca Asensio, op. cit.,Tomo II, p. 91.
27
Alfonso XI. Libro de la montera, op. cit. 50
Archivo Municipal de Vera. Libro 345, Memorial ajustado y comunicado a las partes
28
Las referencias de Plinio y Estrabn han sido tomadas de J. Alonso Milln del pleyto que siguen las ciudades de Vera y Lorca. Granada, 1742.
(1995). Una tierra abierta. Materiales para una historia ecolgica de Espaa. 51
E. Garca Asensio, op. cit.,Tomo II, p. 145.
Compaa Literaria, Madrid, p. 95.
52
29
Archivo Histrico Provincial de Almera. Respuestas Particulares del Catastro de
O.T. Grove & O. Rackham (2001).The nature of the Mediterranean Europe. An
Ensenada de Hurcal-Overa, E-72.
ecological history. Yale University Press, New Haven-Londres, pp. 174-175.
53
30
Pedro Morote Prez, op. cit., p. 390.
M.C. Zamora & A. Grandal (1997). Reconstruccin de la vegetacin potencial
del Campo de Cartagena a la luz de la vegetacin de su archivo municipal. 54
Ibidem.
355
Anales de Biologa, 22, pp. 69-76; Para una visin global del caso del Campo
55
de Cartagena: M.C Zamora Zamora (1996). Cmo se construye un desierto. E. Garca Asensio, op. cit.,Tomo I, p. 249.
Aprovechamientos tradicionales de los montes en la comarca del Campo de 56
L. Cara Barrionuevo (1999). La ganadera en el Campo de Dalas durante los
Cartagena.Tesis doctoral indita. Universidad de Murcia, 2 tomos. siglos XVI y XVII. Farua, 2, pp. 129-138.
31
M.C. Zamora & A. Grandal, op.cit. 57
Ibidem.
32
Ibidem. 58
R. Sagredo (1987). Flora de Almera. I.E.A. Granada, p. 34.
33
Ibidem. 59
S. de R. Clemente Rubio, op. cit., pp. 421-422.
34
Ibidem. 60
A. Muoz Buenda (1996). El aprovechamiento de los bienes comunales
35
Archivo Municipal de Vera, Leg. 251. almerienses durante los siglos XVI y XVII: los Campos de Njar y Tabernas. En
A. Snchez Picn (Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense.
36
Archivo General de Simancas. Leg. 572. Universidad de Almera, Almera, pp. 147-168.
37
E. Bauer (1980). Los montes de Espaa en la historia. Ministerio de Agricultura, 61
J.P.Vzquez Guzmn (2003). Vcar: un pueblo, una historia. Instituto de Estudios
Pesca y Alimentacin, Madrid. Almerienses-Ayuntamiento de Vcar, p. 79.
38
Archivo General de Simancas. Leg. 572. 62
Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de
39
Sorbas, 5 a-4, 151.
E. Garca Asensio (1910). Historia de la villa de Hurcal-Overa y su comarca,Tomo
II.Tipografa de Jos Antonio Gimnez, Murcia, p. 403. 63
T. Lpez, op. cit, p. 100.
40
T. Lpez. Diccionario Geogrfico, 1774-1779. Edicin de C. Segura. Diputacin 64
A. Gil Albarracn (1990/91). Francisco Lpez Tamarid, clrigo, guerrero y
Provincial de Almera, Almera, p. 108. humanista, y la Almera de su tiempo. Roel, 11, pp. 33-47.
41
A.J. Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y Murcia. Edicin 65
A. Gil Albarracn (2004). Documentos sobre la defensa de la costa del reino de
y estudio de J. Castillo Fernndez. Universidad de Murcia, Murcia, 2000, p. 72. Granada (1497-1857). G.B.G. Barcelona, p. 800.
NOTAS
66
S. de R. Clemente Rubio, op. cit, p. 438. 96
R. Ruiz Prez (1998). La crisis de las finanzas seoriales: el ejemplo del
67
marquesado del Cenete. Chronica Nova, 25, pp. 401-434.
Ibidem, p. 485.
97
68
B.Vincent (1985). Los terremotos en la provincia de Almera (siglos XV-XIX).
Ibidem, p. 437.
En Andaluca en la edad moderna: economa y sociedad, Diputacin provincial de
69
Ibidem, p. 439 Granada, Granada, pp. 13-38.
98
70
Ibidem, p. 437. La descripcin que hacemos a continuacin de la economa almeriense del siglo
XVI se basa fundamentalmente en J. Garca Latorre (1998). La agricultura
71
Ibidem, p. 439. almeriense antes y despus de la expulsin de los moriscos. Chronica Nova 25,
72
Ibidem, p. 440. pp. 275-300 y en J. Garca Latorre (2000). Poblacin, configuracin territorial y
actividades eocnmicas. En M. Barrios Aguilera (Ed.): Historia del reino de
73
Ibidem, p. 303. Granada, vol. II. Universidad de Granada-El Legado Andalus, pp. 675-704.
74
Ibidem, p. 666. 99
A. Muoz Buenda (1997). La ciudad de Almera y su tierra en la poca de Felipe II.
75 Moriscos y repoblacin.Tesis doctoral indita. Universidad de Granada, Granada,
Ibidem, p. 605.
pp. 270-271.
76
Ibidem, p. 679. 100
A. Muoz Buenda (1996), op. cit., p. 162.
77
Ibidem, p. 617. 101
Ibidem.
78
Ibidem, p. 418. 102
A.I. Llad Granado & P. Alcaina Pelayo (1991). Visita inquisitorial al obispado de
79
Ibidem, p. 600. Almera. Ao 1561. Boletn del I.EA, 9/10, pp. 43-79.
80
Ibidem, p. 526. 103
Luis del Mrmol Carvajal. Historia del rebelin y castigo de los moriscos del reino
81
de Granada. Atlas, Biblioteca de Autores Espaoles,Tomo XXI, Madrid, 1946, pp.
Ibidem, p. 671.
123-366.
356 82
Archivo Histrico Provincial de Almera. Respuestas Particulares del Catastro de 104
Diego Hurtado de Mendoza. Guerra de Granada. Clsicos Castalia, Madrid, 1981,
Ensenada de Albanchez, E-13-14-15.
pp. 95-96.
83
Ibidem, E-61. 105
A. Gil Albarracn (2004). Documentos sobre la defensa de la costa del reino de
84
Ibidem, E-72. Granada (1497-1857), op. cit., p. 59.
106
85
Ibidem, E- 128. Ibidem, pp. 60 y 800.
107
86
Ibidem, E-12. A. Muoz Buenda (1996), op. cit., p. 263.
108
87
Ibidem, E-81. Ibidem.
109
88
Ibidem, E-62. V. Snchez Ramos (1995). Repoblacin y defensa en el reino de Granada:
campesinos-soldados y soldados-campesinos. Chronica Nova, 22, pp. 357-388.
89
Ibidem, E-87.
110
Archivo General de Simancas, Cmara de Castilla, leg. 2201.
90
A.T. Grove & O. Rackham (2001).The nature of Mediterranean Europe. An
111
ecological History.Yale University Press, New Haven-Londres. Archivo General de Simancas, Cmara de Castilla, leg.2215.
112
91
F. Gonzlez Bernldez (1981). Ecologa y paisaje. H. Blume, Madrid. B.Vincent (1985). Un ejemplo del corso berberisco-morisco: el ataque de
Cuevas de Almanzora (1573). En Andaluca en la edad moderna: economa y
92
L. De Padilla. Crnica de Felipe I, llamado el hermoso, CODOIN, vol.VIII, Cap. XVI, sociedad, op. cit., pp. 287-302.
pp. 70-71.
113
Ibidem.
93
P. M. Angleria. Epistolario. DIHE, IX, p. 102.
114
A. Gil Albarracn (1994). El fuerte de San Jos. G.B.G, Granada, pp.16-19.
94
Sobre la poblacin de Almera vase B.Vincent (1988). La population de la
115
region dAlmera au XVI sicle. En Homenaje al padre Tapia. Almera en la Archivo Parroquial de Adra. Libro VIII de bautismos. La referencia se encuentra en
historia, Publicaciones de Cajalmera, Almera, pp. 271-288. la memoria, indita, del Proyecto de Innovacin Educativa coordinado por
Pedro Francisco Garca Gmez, Demografa e historia local a travs de los archivos
95
A. Malpica Cuello & T. Quesada Quesada (1982). Coleccin diplomtica del archivo parroquiales. Siglos XVI al XX.
de la casa de Czulas (1368-1520). Diputacin provincial de Granada, Granada, Consejera de Educacin y Ciencia de la Junta de Andaluca. Cdigo
pp. 65-68. 961801505B.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
116
La afortunada expresin es de V. Snchez Ramos (1995). Repoblacin y 134
Archivo Histrico Provincial de Almera. Protocolo 4696, ao 1609.
defensa en el Reino de Granada: campesinos-soldados y soldados- 135
E. Silva Ramrez (1987). Algunos datos para la historia de Pulp. Instituto de
campesinos. Chronica Nova 22, pp. 357-388.
Estudios Almerienses, Almera.
117
Ibidem. 136
A. Muoz Buenda (1995). Depresin econmica y crisis social en Almera y su
118
T. F. Glick (1991). Cristianos y musulmanes en la Espaa medieval. Alianza Editorial, tierra a finales del quinientos. La recuperacin del siglo XVII. En: M. Barrios
Madrid, p. 63. Aguilera & F. Andjar Castillo (Eds.): Hombre y territorio, op. cit., pp. 243-280.
119
Sobre el origen de los repobladores pueden consultarse, entre otros: B.Vincent 137
M.T. Prez Picazo & G. Lemeunier (1984). El proceso de modernizacin de la
(1988). La population de la region dAlmera au XVI sicle. En Homenaje al regin murciana. Editora Regional de Murcia, Murcia.
padre Tapia. Almera en la historia, Publicaciones de Cajalmera, Almera, pp. 271- 138
A. Gil Albarracn (2004). Documentos sobre la defensa de la costa del reino de
288; y B.Vincent (1995). La repoblacin del reino de Granada (1570-1580): el
Granada (1497-1857). G.B.G. Barcelona, p. 671.
origen de los repobladores. En M. Barrios Aguilera & F. Andjar Castillo (Eds.):
Hombre y territorio en el reino de Granada (1570-1630). Instituto de Estudios 139
Ibidem, p. 694.
Almerienses-Universidad de Granada, Granada, pp. 45-56.
140
E.A.Wrigley (1993). Cambio, continuidad y azar. Crtica, Barelona, p. 48.
120
Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de
141
Canjyar (2 vols.) 5 a-2, 49. Esta informacin se refiere al conjunto de la taha de Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de
Lchar, formada por Canjyar, Ohanes, Padules, Beires y Almcita. Tabernas (2 vols.) 5 a-4, 153.
142
121
Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de Archivo Histrico Provincial de Almera. Apeo de Grgal, Sueltos, S-2.
Laroya 5 a-3, 100b 143
Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de
122
Archivo de la Real Chancillera de Granada. Libro de Apeo y Repartimiento de Sern. 5 a-4, 148.
Macael (2 vols.) 5 a-3, 104. 144
J. Garca Latorre (1992). La pervivencia de los espacios agrarios y los sistemas
123
A. Muoz Buenda (1997), op. cit. p. 83. hidrulicos de tradicin andalus tras la expulsin de los moriscos. Revista del
Centro de Estudios Histricos de Granada y su reino, 6 (2 Epoca), pp. 297-317.
124
B.Vincent (1995), op. cit. 357
145
Ibidem.
125
A. Franco Silva (1980). Repartimiento de tierras en el obispado de Almera tras
146
la expulsin de los moriscos (1571-1578). En Coloquio de historia de Andaluca. Ibidem.
Andaluca moderna, II, Crdoba, pp. 199-208. 147
M. Barcel (1989). El diseo de espacios irrigados en Al-Andalus: un enunciado
126
B.Vincent (1980). Economa y sociedad en el reino de Granada en el siglo de principios generales. En El agua en zonas ridas, Instituto de Estudios
XVI. En Historia de Andaluca,Tomo IV. Cupsa-Planeta, Barcelona, pp. 161-224. Almerienses, Almera, pp. XV-L.
148
127
F. Andjar Castillo (1998). Seores y estado en la repoblacin de Felipe II. El J. Garca Latorre (1995). El reino de Granada en el siglo XVII. Repoblacin
caso del marquesado de Los Vlez. Chronica Nova, 25, pp. 139-172. campesina y crecimiento demogrfico. En M. Barrios Aguilera & F. Andjar
Castillo (Eds.): Hombre y territorio en el reino de Granada (1570-1630), op. cit., pp.
128
J. Garca Latorre (2000), op. cit. 57-88.
129
F. Garca Gmez (1998). La seda del reino de Granada durante el segundo 149
L. Bacci (1999). Historia de la poblacin europea. Crtica, Barcelona, p. 34.
proceso repoblador (1570-1630). Chronica Nova, 25, pp. 249-273.
150
J. Garca Latorre (1995). El reino de Granada en el siglo XVII. Repoblacin
130
F. Andjar Castillo (1998). Seores y estado en la repoblacin de Felipe II. El campesina y crecimiento demogrfico, op. cit.
caso del marquesado de Los Vlez. Chronica Nova, 25, pp. 139-172.
161
Archivo Histrico Provincial de Almera. Protocolo 5724, ao 1602.
131
J. Santiesteban (1929). Coleccin de documentos, pp. 147-148. Santiesteban
152
moderniz la grafa de esta carta cuando la copi. Archivo Histrico Provincial de Almera. Protocolo 5591, ao 1611.
153
132
T. Garrido (1990). Historia General de Almera y su provincia,Tomo XIII. Caja de J. Garca Latorre (1995). El reino de Granada en el siglo XVII. Repoblacin
Ahorros de Almera, Almera, pp. 63-72. campesina y crecimiento demogrfico, op. cit.
154
133
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996). Los bosques ignorados de la Ibidem.
Almera rida. Una interpretacin histrica y ecolgica. En A. Snchez Picn 155
Ibidem.
(Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense, Universidad de Almera,
156
Almera, pp.99-126. L. Bacci (1999), op. cit., p. 25.
NOTAS
5
157
F. Andjar Castillo (1996), op. cit. Todas las referencias que se ofrecen a continuacin del Catastro de Ensenada
se encuentran en los volmenes correspondientes a cada pueblo (ya sea en las
158
Archivo Histrico Provincial de Almera. Protocolo 4696, ao 1609. Respuestas Generales o en las Respuestas Particulares) en el Archivo Histrico
159 Provincial de Almera.
D. Roth (2002). Las ordenanzas de la villa de Vlez Blanco de 1591. Revista
Velezana 21, pp. 179-204. 6
Archivo General de Simancas, Legajo 572.
160
R. Fernndez Ruiz (1993). Oria, la villa privilegiada de Los Vlez. Ayuntamiento de 7
Ibidem.
Oria.
8
F. Fernndez de Navarrete (1732). Cielo y suelo granadino.Transcripcin, edicin
161
Ibidem. estudio e ndices: A. Gil Albarracn. G.B.G, Barcelona-Almera, 1997.
162
F. Andjar Castillo (1996), op. cit. 9
M. Gmez Cruz (1991). Atlas Histrico-forestal de Andaluca. Siglo XVIII.
163 Universidad de Granada.
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996), op. cit.
10
164 Archivo Histrico Provincial de Almera. Expedientes Judiciales de Fiana, J-61,
V. Snchez Ramos (2000). La problemtica de trminos en la sierra Nevada
n 705.
almeriense: la roza de montes y la ampliacin de cultivos en el siglo XVII en
zonas de seoro. En V. Snchez Ramos (Coord.): El reino de Granada en el siglo 11
M.J del Toro (1849). Memorial de las vicisitudes de Almera y pueblos de su ro.
XVII. Instituto de Estudios Almerienses, Almera, pp. 143-158. De este trabajo Imprenta de V. Duimovich, Almera.
proceden todas las citas textuales referidas al conflicto de Santillana en el siglo
12
XVII. S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada
(1804-1809). Edicin, transcripcin, estudio e ndices de Antonio Gil Albarracn.
165
A. Muoz Buenda (2002). Conflictividad y violencia entre agricultores y G.B.G, Barcelona, 2002, p. 681.
ganaderos en la Espaa moderna: el caso de la ciudad de Vera y su tierra. En
13
J.P. Daz Lpez & A. Muoz Buenda (Eds.): Herbajes, trashumantes y estantes. Ibidem, p. 209.
Instituto de Estudios Almerienses, Almera, pp. 295-316. 14
Ibidem, p. 307.
166
Ibidem. 15
Ibidem, p. 304.
358 167
Ibidem. 16
Archivo Histrico Provincial de Almera. Catastro de Ensenada. Respuestas
168
Archivo Histrico Provincial de Almera. Expedientes Judiciales de Vera, J-1, n 47. Particulares de Bayarque, E-38.
17
169
A. Muoz Buenda (2002). Conflictividad y violencia entre agricultores y M. Gmez Cruz (1991). Atlas Histrico-forestal de Andaluca. Siglo XVIII, op. cit., p.
ganaderos en la Espaa moderna: el caso de la ciudad de Vera y su tierra, op. 56.
cit. 18
M.J del Toro (1849). Op. cit.
170
Archivo Municipal de Vera. Leg. 653. 19
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1997). La fragmentacin del encinar en
171
Archivo Histrico Provincial de Almera. Expedientes Judiciales de Vera, J-22, n una montaa semirida mediterrnea como consecuencia de la accin
809. antrpica. En: V Jornadas de la Asociacin Espaola de Ecologa Terrestre, p. 112,
rea de Ecologa de la Universidad de Crdoba, Crdoba.
172
Archivo Municipal de Vera. Leg. 653.
20
A. Guilln Gmez (1997). Ilustracin y reformismo en la obra de Antonio Jos
173
Archivo Municipal de Vera. Leg. 653. Navarro, cura de Vlez Rubio y abad de Baza (1739-1797). Revista Velezana-
Ayuntamiento de Vlez Rubio-Instituto de Estudios Almerienses, Almera, p. 203,
nota 385
CAPTULO 9 21
Clemente Rubio, S. de R. Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada
1
J. Garca Latorre (1998). La agricultura almeriense antes y despus de la (1804-1809). Op. cit., p. 245.
expulsin de los moriscos. Chronica Nova, 25, pp. 275-300. 22
M. Gmez Cruz (1991). Op. cit.
2
E.Tello (2005). La historia cuenta. Del crecimiento econmico al desarrollo humano 23
La cita procede de un trabajo que Navarro dedic a Baza y su entorno y que
sostenible. El Viejo Topo, Barcelona, p. 130.
no fue publicado hasta 1917 en el Boletn de la Real Academia de la Historia,
3
J.P. Daz Lpez (1996). El Valle del Andarax en el siglo XVIII. Propiedad de la tierra y Tomo LXX, Cuaderno III, pp. 268-286.
paisaje agrario en el Catastro de Ensenada. Universidad de Granada-Instituto de 24
F. Fernndez de Navarrete (1732). Cielo y suelo granadino, op. cit., p. 461.
Estudios Almerienses, Almera, p. 108.
25
4 A. Guilln Gmez (1997). Ilustracin y reformismo en la obra de Antonio Jos
L.C. Navarrro Prez (2002). Una riqueza inmensa casi abandonada. Los comunales
Navarro, cura de Vlez Rubio y abad de Baza (1739-1797). Op. cit., p. 62.
y la revolucin liberal en la alta Andaluca. Universidad de Granada, Granada, p. 218.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
26
F. Fernndez de Navarrete (1732). Cielo y suelo granadino, op. cit., p. 460. 47
M. Birriel Salcedo (1993). La produccin azucarera de la Andaluca mediterrnea,
27
1500-1750. En Produccin y comercio del azcar de caa en poca preindustrial.
M. Gmez Cruz (1991). Op. cit.
Diputacin Provincial de Granada, Granada, pp. 101-138.
28
S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada 48
Ibidem.
(1804-1809). Op. cit., p. 404.
49
29
Archivo de la Curia Eclesistica de Granada. Reparos de iglesias, siglo XVII, ao
Ibidem, p. 418.
1623, leg. sin catalogar; Cuenta de hacienda de las iglesias parroquiales de Alpujarra y
30
Ibidem, p. 403. Valle, aos 1663 y 1664.
50
31
Ibidem, p. 680. M. Gmez Cruz (1991). Op. cit.
51
32
Antonio Jos Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y M.J. del Toro (1849). Op. cit.
Murcia. Edicin y estudio de Javier Castillo Fernndez (2000). Universidad de 52
E. Gutirrez (1990) Dendroecologa de Pinus sylvestris L. en Catalua. Orsis, 5,
Murcia, Murcia, pp. 69-70.
1990, pp. 23-41.
33
El seor en sus estados. Diario del viaje de D. Antonio lvarez de Toledo, X marqus de 53
J. Creus Novau & T. Puigdefabregas.: Climatologa y dendrocronologa de Pinus
Los Vlez, a sus posesiones de los reinos de Granada y Murcia (Octubre, 1769-Enero,
nigra Arnold. En Avances sobre la investigacin en bioclimatologa. Universidad de
1770). Centro de Estudios Velezanos. Granada, 2006, pp. 97-98.
Salamanca, 1984, pp. 121-129.
34
S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada 54
J.E Foulqui Snchez (1992). El repartimiento y la repoblacin de Berja y Adra en el
(1804-1809). Op. cit., p. 572.
siglo XVI, vol. II. Unicaja, Almera.
35
Antonio Jos Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y 55
J.J. Capel Molina (1990). Climatologa de Almera. Diputacin provincial de
Murcia, op.cit., 69.
Almera, Almera.
36
Vase, por ejemplo, C. Aybes & D.W.Yalden (1995). Place-names evidence for 56
M. Peinado et al. (1992). Vegetation of Southeastern Spain. J. Cramer, Berlin.
the former distribution and status of wolves and beavers in Britain. Mammal
Review, 25, pp. 201-227. 57
J. Kummerow (1962). Quantitativen Messungen des Nebelniederschlages im
Walde von Fray Jorge an der nordchilenischen Kste. Naturwissenschaften, 9,
359
37
P. Siguero Llorente (1996).La flora en la toponimia espaola. Quercus, 119, pp.
pp203-204.
8-10; J.M. mancebo et al. han detectado la existencia de antiguos pinares, ya
desaparecidos, en la sierra de Gredos por medio del estudio de la toponimia: 58
A. Guilln Gmez (1997). Ilustracin y reformismo en la obra de Antonio Jos
Pinus sylvestris L. en la vertiente septentrional de la sierra de Gredos (vila). Navarro, cura de Vlez Rubio y abad de Baza (1739-1797). Op. cit., p. 15.
Ecologa, 7, 1993, pp. 233-245. 59
Ibidem, p. 14.
38
S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada 60
Ibidem, p. 21.
(1804-1809). Op. cit., p. 485.
61
39 Ibidem, pp. 99-100.
E. Garca Asensio (1910). Historia de la villa de Hurcal-Overa y su comarca,Tomo II.
Tipografa de Jos Antonio Gimnez, Murcia, pp. 162-163. 62
Ibidem.
40
Ibidem, p. 454. 63
Ibidem.
41
Archivo Municipal de Albanchez. 64
Ibidem, pp. 28-29, nota 39.
42
J. Garca Latorre & J. Garca Latorre (1996). Los bosques ignorados de la 65
Antonio Jos Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y
Almera rida. Una interpretacin histrica y ecolgica. En A. Snchez Picn Murcia, op.cit., p. 72.
(Ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense. Universidad de
66
Almera, Almera, pp. 99-126. Citado en L.Cara Barrionuevo (1995/1996). La construccin de un territorio.
Una aproximacin histrica al paisaje agrario de Adra (Almera). Paralelo 37,
43
J. Lpez Andrs (1991) El comercio en el puerto de Almera en el siglo XVI (ao 17, pp. 49-65.
1519). Actas del coloquio Almera entre culturas (siglos XIII-XVI).Vol. I, pp. 369-382.
67
Almera. Antonio Jos Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y
Murcia, op.cit., pp. 55-56.
44
N. Cabrillana Cizar (1982). Almera morisca. Universidad de Granada. Granada,
68
p. 94. Ha sido Javier Castillo, el editor de Los Viajes de Navarro, quien se ha dado
cuenta de la coincidencia.
45
Archivo Histrico provincial de Almera, Protocolo 160.
46
Ibidem.
NOTAS
69
Sobre la vida y la obra de Simn de Rojas Clemente, vanse los magnficos 93
Sobre este tema, vase J. Pujol et al. (2001). El pozo de todos los males. Sobre el
estudios introductorios de Antonio Gil Albarracn, Horacio Capel y Mara del atraso en la agricultura espaola contempornea. Crtica, Barcelona.
Pilar San Po en S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del 94
Ibidem. El mixed farming consista en una rotacin continua y sin reposo,
reino de Granada (1804-1809). Op. cit.
sobre la misma parcela, de cereales y diversas plantas forrajeras. Estas, adems
70
Ibidem, p. 294. de facilitar la reposicin de los nutrientes, permitan alimentar gran cantidad de
71
ganado estabulado, cuyo estircol proporcionaba ms nutrientes al suelo,
Ibidem, p. 500.
adems de carne y fuerza de trabajo para las faenas agrcolas.
72
Ibidem, p. 496, nota 228.
73
Ibidem, p. 527. 95
Ibidem.
74
Ibidem, p. 427. 96
Vase A. Snchez Picn (1992). La integracin de la economa almeriense en el
75
Ibidem, pp. 427-429 y nota 86. mercado mundial (1778-1936), op. cit.
97
76
Ibidem, p. 430. Lo que sigue sobre la minera procede de A. Snchez Picn & J. Garca Latorre
(1998). En torno a la historia medioambiental del territorio almeriense. Una
77
Ibidem, p. 414. sntesis y algunas reflexiones. En Encuentro medioambiental Almeriense.
78
Ibidem, p. 611. Consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andaluca-Grupo Ecologista
Mediterrneo-Instituto de Estudios Almerienses-Universidad de Almera,
79
Ibidem, p. 292. Almera, pp. 34-51.
80
Ibidem, p. 663. 98
A. Snchez Picn (1996). La presin humana sobre el monte en Almera
81 durante el siglo XIX. En A. Snchez Picn (Ed.): Historia y medio ambiente en el
Ibidem, p. 520, nota 285.
territorio almeriense. Universidad de Almera, Almera, pp. 169-202.
82
Ibidem, p. 616. 99
Ibidem.
83
Ibidem, p. 315.
360 100
Ibidem.
84
Ibidem, p. 500. 101
Ibidem.
85
A. Snchez Picn (1992). La integracin de la economa almeriense en el mercado 102
Vase al respecto: M. Gonzlez de Molina & E. Sevilla (1991). Minifundio y
mundial (1778-1936). Instituto de Estudios Almerienses, Almera, p. 482.
gran propiedad agraria: estabilidad y cambio en la alta Andaluca. En P. Saavedra
86
M. Livi-Bacci (1987): Ensayo sobre la historia demogrfica europea. Poblacin y & R.Villares (Eds.): Seores y campesinos en la Pennsula Ibrica, siglos XVIII-XX,
alimentacin en Europa. Ariel. Barcelona, p. 18. vol. 2, pp. 88-138. Crtica. Barcelona; M. Martnez (1995). Revolucin liberal y
87
cambio agrario en la alta Andaluca. Universidad de Granada; R. Garrabou (Ed.)
B.Yun Casalilla (1996): The apple of discord. Forests, landlords and vassals in
(1992) Propiedad y explotacin campesina en la Espaa Contempornea. MAPA-
Castile at the end of the old regime. En LUomo e la foresta . XIII-XVIII Atti delle
Institut dEstudis Menorquins. Madrid.
settimane di estudio, 27. Istituto Internazionale di Storia Economica. Florencia.
103
88
M. Gonzlez de Molina & E. Sevilla (1991). Minifundio y gran propiedad agraria:
S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada
estabilidad y cambio en la alta Andaluca, op. cit. Vase tambin sobre la
(1804-1809). Op. cit., p. 627.
agricultura mediterrnea y espaola del siglo XIX J. Pujol et al. (2001). El pozo
89
Vase sobre esta cuestin V. Pinilla Navarro (2004): Sobre la agricultura y el de todos los males. Sobre el atraso en la agricultura espaola contemporne, op. cit.
crecimiento econmico en Espaa. Historia Agraria, 34, pp. 137-164; y Llopis 104
J. Pujol et al. (2001). El pozo de todos los males. Sobre el atraso en la agricultura
Ageln, E.(2004): La revolucin de los modernistas y el legado del antiguo
espaola contempornea, op. cit.
rgimen. En Llopis, E. (Ed.): El legado econmico del antiguo rgimen en Espaa.
Crtica. Barcelona, pp. 11-76.
90
E.Tello (2005). La historia cuenta. Del crecimiento econmico al desarrollo humano 105
P. Madoz (1845-1850). Diccionario Geogrfico-Estadstico-Histrico de Espaa y sus
sostenible, op. cit., p. 127. posesiones de ultramar, p. 165. Almera. Edicin facsmil. Ambito y Editoras
91
Andaluzas Unidas, Almera, 1988.
Ibidem.
106
92
J. Garca Latorre (1997). La Sierra de Filabres (Almera) entre los siglos XV y XIX:
S. de R.Clemente Rubio, Viaje a Andaluca. Historia natural del reino de Granada (1804-
paisajes agrarios, economa y estructuras sociales. Universidad de Granada.
1809). Op. cit., p. 652.
ALMERA: HECHA A MANO
Una historia ecolgica
107
Medios que se utilizan para suministrar el riego a las tierras. Distribucin de los 123
Vase, por ejemplo, A. Snchez Picn (2005). De frontera a milagro. La
cultivos en la zona regable. Resumen hecho para la Junta consultiva Agronmica de conformacin histrica de la economa almeriense. En La economa de la
las memorias de 1916 remitidas por los ingenieros del Servicio Agronmico provincial. provincia de Almera. Cajamar, Almera, pp. 43-86.
Ministerio de Fomento. Direccin General de Agricultura, Minas Y montes, 124
O. Rackham (2003). El marco fsico. En El Mediterrneo en la historia. Crtica,
Madrid, 1918.
Barcelona, pp. 33-65.
108
J. Hermosilla Pla et al. (2004). Las galeras drenantes de la provincia de Almera: 125
Ibidem.
anlisis y clasificacin tipolgica. Cuadernos de Geografa, 76, pp. 1-29.
126
109 Ibidem.
Vase al respecto A. Snchez Picn (1992). La integracin de la economa
almeriense en el mercado mundial (1778-1936), op. cit. 127
A.T. Grove & O. Rackham (2001).The nature of Mediterranean Europe. An
110 ecological History.Yale University Press, New Haven-Londres.
A. Snchez Picn & J. Garca Latorre (1998). En torno a la historia
medioambiental del territorio almeriense. Una sntesis y algunas reflexiones, 128
A.T. Grove & O. Rackham (2001).The nature of Mediterranean Europe. An
op. cit. ecological History.Yale University press, New Haven-Londres, p. 36.
111
E. Garca Asensio (1910). Historia de la villa de Hurcal-Overa y su comarca,Tomo III. 129
L. Schulte (2003). River-response and terrace aggradation in the Mediterranean
Tipografa de Jos Antonio Gimnez, Murcia, pp. 48-49. Iberian Peninsula during historical times. En:V.R.Thorndycraft, G. Benito, M.
112 Barriendos & M.C. Llasat (Eds.), Palaeofloods, Historical Floods and Climatic
A. Snchez Picn & J. Garca Latorre (1998). En torno a la historia
Variability: Applications in Flood Risk Assessment, 67-72. Proceedings of the
medioambiental del territorio almeriense. Una sntesis y algunas reflexiones,
PHEFRA Workshop, Barcelona, 16-19th October, 2002.
op. cit.
130
113 L. Schulte (2002). Evolucin cuaternaria de la depresin de Vera y de Sorbas oriental
A. Snchez Picn (1996). La presin humana sobre el monte en Almera
(SE-Pennsula Ibrica). Reconstruccin de las fluctuaciones paleoclimticas a partir de
durante el siglo XIX, op. cit.
estudios morfolgicos y edafolgicos. Servei de Publicacions de la Universitat de
114
J. Garca Latorre (1997). La Sierra de Filabres (Almera) entre los siglos XV y XIX: Barcelona.
paisajes agrarios, economa y estructuras sociales. Universidad de Granada. 131
P.V. Castro, R.W. Chapman et al. (1998). Aguas Project. Palaeoclimatic reconstruction
115
P. Madoz (1845-1850), op. cit., p. 116. and the dynamics of human settlement and land-use in the area of the middle Aguas 361
116
(Almera), in the south-east of the Iberian Peninsula. European Commission.
Antonio Jos Navarro. Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de Granada y
Environment and Climate Program, Luxemburgo, p. 52.
Murcia, op.cit., p. 136.
132
117
A.T. Grove & O. Rackham (2001).The nature of Mediterranean Europe. An
J. Garca Latorre, A. Snchez Picn & J. Garca Latorre (2001). The man-made
ecological History.Yale University press, New Haven-Londres, p. 301.
desert: effects of economic and demographic growth on the ecosystems of arid
Southeastern Spain. Environmental History, 6, pp. 75-94. 133
A.T. Grove & O. Rackham (1991). Physical, biological and human aspects of
118
environmental change. En: Mediterranean Desertification and Landuse (MEDALUS),
Vanse sobre este tema J. M. Martnez Carrin (2001). Estatura, salud y
pp. 39-64. Final Report, Medalus Office.
bienestar en las primeras etapas del crecimiento econmico espaol. Una
perspectiva comparada de los niveles de vida. Documentos de Trabajo de la 134
M. A. Esteve, D. Ferrer, L. Ramrez Daz, J. F. Calvo, M. L. Surez Alonso & M. R.
Asociacin de Historia Econmica, DT-AHE n 0102. Asociacin de Historia Vidal-Barca (1990). Restauracin de la vegetacin en ecosistemas ridos y
Econmica, Madrid.; E.Tello (2005). La historia cuenta. Del crecimiento econmico semiridos: algunas reflexiones ecolgicas. Ecologa (Fuera de Serie), 1, pp. 497-
al desarrollo humano sostenible, op. cit 510.
119
L.C. Navarrro (2002). Op. cit., pp. 190-191. 135
R.Vega de Pedro & L. Garca Rossel (1977). Valor de la erosin fluvial en la
120
cuenca del Ro Grande (provincias de Granada y de Almera). En: V Coloquio de
. M. Martnez Carrin (2001). Estatura, salud y bienestar en las primeras etapas
Geografa, pp. 141-150, Granada.
del crecimiento econmico espaol. Una perspectiva comparada de los niveles
de vida, op. cit. R.Vega de Pedro, L. Garca-Rossell, M.A. Jimnez Martnez & M. C. Romero (1990).
121
Condicionantes del proceso de desertizacin en la cuenca alta de Alcntar (Sierra
A. Snchez Picn (1992). La integracin de la economa almeriense en el mercado
de los Filabres, cuenca del Almanzora, provincia de Almera). En El Medio Ambiente
mundial (1778-1936), op. cit.
en Andaluca, pp. 74-84, Facultad de Ciencias de la Universidad de Crdoba,
122
A. Snchez Picn & J. Garca Latorre (1998). En torno a la historia Crdoba
medioambiental del territorio almeriense. Una sntesis y algunas reflexiones,
M. A. Jimnez Martnez, L. Garca-Rosell, R.Vega de Pedro & M. M. Gurrea
op. cit.
(1984). Efectos del abandono de campos de cultivo sobre los procesos de
desertizacin en la cuenca alta del ro Almanzora (provincia de Almera). En: El
Medio Ambiente en Andaluca, pp. 218-233.
NOTAS
136
El desierto avanza en Almera: el 72,2 por 100 del terreno tiene una fuerte 158
Somos conscientes de los problemas de gestin que plantean los matorrales,
erosin. En: La Voz de Almera, 28 de Agosto de 1987, pg. 6. pero las repoblaciones que se han efectuado a lo largo del siglo XX plantean
137
los mismos o peores problemas.
El primer problema ambiental de Andaluca se centra en Almera con la erosin
y desertificacin. En: Ideal, 18 de Noviembre de 1995, pg. 3. 159
V.H. Heywood (1996). Endemism and biodiversity of the flora and vegetation
138
of Sierra Nevada: environmental consequences. En Primera Conferencia
Los ecologistas se marcan como objetivo repoblar ms de 9.000 hectreas en
Internacional sobre Sierra Nevada, 191-201, vol.2, UNESCO, Granada.
la provincia de Almera. En: La Voz de Almera, 17 de Diciembre de 1996, pg. 7.
160
139
E. Blanco Castro (1989). Areas y enclaves de inters botnico en Espaa (flora
10.000 millones para frenar el desierto. En: Ideal, 29 de Febrero de 1992, pg.
silvestre y vegetacin). Ecologa, 3, pp. 7-21.
26.
161
140
P. Lesica & F.W. Allendorf (1995). When are peripheral populations valuable for
Se invertirn 70.000 millones en la lucha contra la desertizacin de Andaluca.
conservation? Conservation Biology, 9 (4), pp. 753-760.
En: Ideal, 27 de Mayo de 1986, pg. 16.
162
141
T.B. Smith et al. (1993). The preservation of process: the missing element of
La Junta prepara la mayor ofensiva de la historia contra el avance del desierto.
conservation programs. Biodiversity Letters, 1, pp. 164-167.
En: La Voz de Almera, 17 de Junio de 2004, pg. 22.
163
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Ibidem.
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Ibidem
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Ibidem.
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Sobre este tema vase J. Gomez Mendoza (2004). Paisajes forestales espaoles
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