El Contrato Social
El Contrato Social
El Contrato Social
Jean-Jacques Rousseau
En su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), premiado por la Academia de Dijon,
Rousseau haba afirmado el carcter irreconciliable de naturaleza y cultura (ciencias y
letras no han promovido las luces de la humanidad, sino que la han envilecido,
oprimiendo ms sus cadenas); luego, en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de
la desigualdad entre los hombres (1754), estableci el carcter daino de la sociedad, su
intrnseca corrupcin, al estar basada en la negacin de la naturaleza.
Los principios hasta aqu expuestos constituyen las ideas bsicas de los dos primeros
libros de El contrato social. Parten de una situacin histrica y sirven para disear la
hiptesis jurdica del trnsito del estado natural al estado civil, de forma tal que el
hombre pierde su libertad natural pero gana la libertad civil, circunscrita a la voluntad
general, y su igualdad natural no queda destruida por una sociedad que le es impuesta,
sino que es reemplazada por la igualdad moral.
En los dos ltimos libros, Rousseau trata del gobierno, al que define como un cuerpo
intermediario establecido entre sbditos y el soberano para su mutua comunicacin, a
quien corresponde la ejecucin de las leyes y el mantenimiento de la libertad tanto civil
como poltica. Su poder ejecutivo es delegado por el nico soberano, el pueblo, y sus
miembros podrn ser destituidos por ese mismo sujeto.
Finalmente, Rousseau considera las condiciones del sufragio y las elecciones; propone
la antigua Roma como modelo para impedir las transgresiones, y termina con la
necesidad de fundar una religin civil, entre cuyos dogmas positivos figurarn la
santidad del contrato social y las leyes establecidas como expresin de la voluntad
general. Esta religin civil tendra un nico dogma negativo: la intolerancia.
El Vaticano ha emitido un decreto en el que prohbe a la PUCP que use los ttulos de pontificia y
catlica. Esas dos palabras, sin embargo, no son ttulos, sino nombres inscritos legalmente en los
registros pblicos del Estado Peruano. Tales nombres no constituyen una franquicia, una marca
registrada, ni una denominacin de origen, as que nadie tiene derecho de exigirle a una institucin
que deje de usarlos, de la misma forma como sera absurdo que el Per demandara a la escuela
Repblica del Per, que est en Montevideo, que cambie su nombre por discrepar de su estructura
administrativa.
La palabra pontificia viene de pontfice, que ahora se usa bsicamente para designar al Papa, pero que
originalmente se empleaba para referir a los emperadores romanos y, especialmente, a los sacerdotes
paganos, pues literalmente significa el que hace puentes, es decir, el que vincula con Dios. En efecto,
pedirle a la PUCP que deje de ser pontificia, equivale a bloquear todos los puentes de comunicacin.
La palabra catlico, por otra parte, procede del griego katholics, que significa universal, trmino que
se acu en el siglo II d.C. para designar a todos los que siguen a Cristo. Por ello, otras denominaciones
cristianas, como la Iglesia Anglicana y la Iglesia Ortodoxa tambin son oficialmente catlicas, aunque no
sean romanas.
Ya que nadie es dueo de las palabras de una lengua, especialmente si no es una marca registrada, la
PUCP no tendra que dejar de usar estos nombres si no lo desea, aunque podra decidir, de manera
libre y autnoma, dejar de usar el nombre de pontificia, dado que el Vaticano mismo ha preferido
bloquear ese puente de comunicacin, pero no tiene que hacer lo mismo con catlica, que literalmente
tiene un significado universal.
Pero, ms all de las cuestiones semnticas, la pregunta principal es quin sale perjudicado con la
aparentemente inevitable ruptura entre la PUCP y un sector de la jerarqua de la Iglesia Catlica.
Ntese que digo especficamente que la desavenencia es con cierto sector de la jerarqua, no con la
Iglesia, que lo somos todos; tampoco con la doctrina catlica y, menos an, con los mandatos evanglicos
de la moral cristiana.
Una parte de esa jerarqua, no toda, viene cometiendo un rosario de errores e imprudencias, que no
hacen sino desacreditar a la Iglesia y perjudicar al mensaje evanglico. El decreto enviado a la PUCP por
el cardenal Tarcisio Bertone (no precisamente un hombre de indiscutible probidad, como se ha sugerido
recientemente a partir de noticias filtradas por el mismo Vaticano), es una ms en esta larga y penosa
lista. La jerarqua eclesistica debera ver con mayor afecto su vnculo con una de las mejores
universidades del pas y de Latinoamrica, una institucin que no solo mantiene niveles de excelencia
acadmica y cientfica sino, adems, que difunde el mensaje cristiano con la palabra y con el
comportamiento, algo que no se puede decir de muchas de las autoridades de la misma Iglesia, tanto
peruana como romana. La PUCP se fund inspirada en los valores cristianos y el Cardenal Bertone no es
dueo de ellos.
No resulta claro qu delito ha cometido esta universidad para que el Vaticano desee quitarle su nombre,
aparte de ser, al mismo tiempo, catlica y acadmicamente prestigiosa. Algunas de las razones que se
han dado son falsas y otras son grotescas. Entre las primeras, est una supuesta disconformidad entre
los estatutos de la Universidad y la Constitucin Apostlica Ex Corde Ecclesiae, pero nadie ha
podido sealar ni una sola discrepancia. Entre las segundas, est el haber hecho un homenaje a un
sacerdote, el Padre Gastn Garatea, y el tener un grupo de lectura del libro Teologa de la liberacin,
de otro sacerdote, el Padre Gustavo Gutirrez. Ambos son sacerdotes en actividad. El Vaticano se
escandaliza de que una universidad catlica haga homenajes y lea a sacerdotes catlicos? La
Inquisicin persegua a judos, brujas y ateos, pero por lo que se ve, la jerarqua de hoy tiene ms inters
en perseguir a los propios catlicos. Esto parece una versin ridcula y caricaturizada del libro de Dan
Brown.
En todo caso, es evidente que quien pierde con esta ruptura es la propia Iglesia, no la PUCP, pues
esta universidad, con sus profesores y sus estudiantes, podr seguir existiendo con otro nombre y
seguramente con menos obstculos innecesarios, pero la Iglesia habr perdido una importante relacin
con la ciencia y la cultura, adems de un sano vnculo con muchos jvenes valiosos del pas a quienes,
en vez de acercarlos a Dios los enajena, mostrndoles el lado ms oscuro de algunos jerarcas
eclesisticos. Me pregunto si alguna otra persona, como lo hizo el padre Dintilhac y algunos amigos suyos
en 1917, se propondr crear en el futuro una universidad con el nombre de catlica.
Con un nombre o con otro, con tres edificios o con dos, con mayor o menor renta, un numeroso y
significativo sector de la intelectualidad peruana, y probablemente toda la juventud universitaria, pensarn
que la jerarqua de hoy sigue siendo la misma a la que perteneci Fray Toms de Torquemada. Se
sorprende esa jerarqua de que las Iglesias estn vacas y que los propios creyentes estn cada vez ms
decepcionados de la Iglesia a la que todava, y a pesar de todo, quieren pertenecer?
Ese sector de la jerarqua vive en la Edad Media y cree que su sola autoridad basta para obligar a que la
gente crea o acte segn su mandato. No ha reparado en que, en el siglo XXI, no se puede obligar a
nadie a creer o actuar de forma alguna, solo se puede inspirar con ideas y con el propio ejemplo. Aqu
s hay, entonces, una incompatibilidad de principio: mientras ese sector de la jerarqua vive en el siglo
XI, la PUCP es una universidad del siglo XXI. Mil aos las separan, por lo cual parece imposible que se
puedan poner de acuerdo. Por lo menos no en tanto ese sector sea el que detente el mayor control en la
Iglesia, cosa que podra y debera cambiar, dado el escandaloso manejo que hace de su poder, tanto en
este como en otros casos. Realmente cree esa jerarqua que se gana la fe de las personas de manera
coercitiva?
Lo que est detrs de este vergonzoso conflicto es una lista de intereses e interesados, que tiene ms
que ver con los bienes de este mundo que con la bsqueda del bien y la verdad. Por eso, este es
momento de pensar con claridad y de expresarse con valenta. Ya pas la poca en que uno deba
bajar la cabeza ante una imposicin arbitraria y prepotente.
Los detalles de la ruptura entre la PUCP y un sector de la jerarqua eclesistica solo estn comenzando, y
ya evidencian que ese sector no est a la altura del mensaje y de la institucin que representa. Todo
indica que observaremos una brutal lucha por los bienes materiales, tanto en los tribunales como en
los medios de comunicacin. Me pregunto qu pasara si Jesucristo entrara repentinamente al
Palacio Arzobispal y observara a ciertos jerarcas negociando con, y manipulando a, jueces, polticos y
periodistas, de formas retorcidas y tortuosas, y asocindose a grupos corruptos, criminales y autoritarios,
para aumentar su poder y apropiarse de bienes que no les pertenecen, ni legal ni moralmente, como
ellos mismos lo saben, aunque no parece importarles mucho.
Ver en Diario 16 aqu.
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Etiquetas: Autonomia Universitaria, Identidad Catolica, Iglesia.