Revista Ayer 92. Las Izquierdas Radicales Más Allá de 1968
Revista Ayer 92. Las Izquierdas Radicales Más Allá de 1968
Revista Ayer 92. Las Izquierdas Radicales Más Allá de 1968
ISSN: 1134-2277
Coeditado por : Asociacin de Historia Contempornea y Marcial Pons Historia
Las izquierdas
radicales ms
all de 1968
Las culturas y prcticas revolucionarias que florecieron
en los aos sesenta y setenta del siglo XX marcaron
una fase de nuestra historia reciente en la que pareca
que el mundo poda cambiar de base. Fue un tiempo
en el que las izquierdas radicales optaron, tanto
en Espaa como en otros pases, bien por la lucha
armada, bien por la actuacin desde el movimiento
obrero o la implicacin en los nuevos movimientos sociales.
92
Revista de Historia Contempornea
2013 (4)
AYER
92/2013 (4)
ISSN: 1134-2277
ASOCIACIN DE HISTORIA CONTEMPORNEA
MARCIAL PONS, EDICIONES DE HISTORIA, S. A.
MADRID, 2013
EDITAN:
Asociacin de Historia Contempornea
www.ahistcon.org
Marcial Pons, Ediciones de Historia, S. A.
www.marcialpons.es
Equipo editorial
Director
Juan Pro Ruiz (Universidad Autnoma de Madrid)
Secretaria
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Editoras
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Colaboradora
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Consejo de Redaccin
Nerea Aresti (Universidad del Pas Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea),
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Ruiz (Universitat Autnoma de Barcelona), Teresa Mara Ortega
Lpez (Universidad de Granada), Manuel Prez Ledesma (Universidad
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Romeo Mateo (Universitat de Valncia), Mara Sierra (Universidad
de Sevilla), Manuel Surez Cortina (Universidad de Cantabria)
Consejo Asesor
Miguel Artola (Real Academia de la Historia), Walther L. Bernecker
(Universitt Erlangen-Nrnberg), Alfonso Botti (Universit degli Studi di
Modena e Reggio Emilia), Carolyn P. Boyd (University of California, Irvine),
Fernando Devoto (Universidad de Buenos Aires), Clara E. Lida (El Colegio
de Mxico), Xos Manoel Nez Seixas (Ludwig-Maximilians-Universitt
Mnchen), Paul Preston (London School of Economics), Pedro Ruiz Torres
(Universitat de Valncia), Pedro Tavares de Almeida (Universidade Nova
de Lisboa), Ramn Villares (Universidade de Santiago de Compostela)
Ayer es el da precedente inmediato a hoy en palabras de
Covarrubias. Nombra al pasado reciente y es el ttulo que la Aso
ciacin de Historia Contempornea, en coedicin con Marcial Pons,
Ediciones de Historia, ha dado a la serie de publicaciones que d
edica
al estudio de los acontecimientos y fenmenos ms importantes del
pasado prximo. La preocupacin del hombre por determinar su
posicin sobre la superficie terrestre no se resolvi hasta que fue
capaz de conocer la distancia que le separaba del meridiano 0. Fi-
jar nuestra atencin en el correr del tiempo requiere conocer la his-
toria y en particular sus captulos ms recientes. Nuestra contribu-
cin a este empeo se materializa en esta revista.
La Asociacin de Historia Contempornea, para respetar la di-
versidad de opiniones de sus miembros, renuncia a mantener una
determinada lnea editorial y ofrece, en su lugar, el medio para
que todas las escuelas, especialidades y metodologas tengan la
oportunidad de hacer valer sus particulares puntos de vista.
Miguel Artola, 1991.
AYER est reconocida con el sello de calidad de la Fundacin Espaola para la
Ciencia y la Tecnologa (FECYT) y recogida e indexada en Thomson-Reuters
Web of Science (ISI: Arts and Humanities Citation Index, Current Contents/
Arts and Humanities, Social Sciences Citation Index, Journal Citation
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Sciences), Scopus, Historical Abstracts, Periodical Index Online, Ulrichs, ISOC,
DICE, RESH, IN-RECH, Dialnet, MIAR, CARHUS PLUS+ y Latindex
SUMARIO
DOSIER
LAS IZQUIERDAS RADICALES
MS ALL DE 1968
Emanuele Treglia, ed.
ESTUDIOS
Los falangistas de Escorial y el combate por la hegemo
na cultural y poltica en la Espaa de la posguerra,
Francisco Morente.........................................................173-196
La penetracin del Liberalismo Neoclsico en las Polticas
de Gestin Econmica Estadounidenses (1969-1971),
David Sarias Rodrguez.................................................197-221
Sumario
ENSAYOS BIBLIOGRFICOS
Biografas polticas de la Espaa liberal, Carlos Dard.......225-236
HOY
Orgenes y primeros aos de la Asociacin de Historia
Contempornea, Miquel ngel Marn Gelabert...........239-250
CONTENTS
DOSSIER
THE RADICAL LEFT
BEYOND 1968
Emanuele Treglia, ed.
STUDIES
The falangist of Escorial and the fight for the cultural
and political hegemony in postwar Spain, Francisco
Morente..........................................................................173-196
The introduction of Neoclassical Liberalism in Economic
Policy Making in the United States (1969-1971), David
Sarias Rodrguez............................................................197-221
Contents
BIBLIOGRAPHICAL ESSAYS
Political biographies of Liberal Spain, Carlos Dard..........225-236
TODAY
Contemporary History Association: Origins and early
years, Miquel ngel Marn Gelabert............................239-250
Presentacin
Emanuele Treglia
LUISS-CIHDE
ticular. As for these dynamics, the relation of these militant groups with
State policy especially with repression is also considered.
Keywords: armed struggle, revolutionary left, anti-Francoism, political
cultures, repression.
La dinmica armada
Conclusiones
Colectivo
Comandos PCE(r)/ Grupos
Ao ETA ETA(V) ETA-pm ETA-m FRAP EPOCA FAC MIL-GAC Hoz y PCE(i)** Total
Berezi GRAPO autnomos
Martillo**
1968 2 2
1969 1 1
1970 0
1971 1 1 2
1972 1* 1 2
1973 3 1 1* 5
1974 16 3 19
1975 4 11 5 3 1 24
1976 1 14 1 16
1977 1 1 1 6 1 10
Total 3 20 9 26 1 11 4 2 1 1 1 1 1 81
Cuadro 2
Militantes de organizaciones armadas muertos
en acciones de represin policial y judicial, 1968-1977
Abstract: The article analyzes the experience of the maoist ORT during the
Spanish Transition, using it as a case study to achieve a better under
standing of the dynamics that characterized the communist left in that
historical phase. It takes into account not only the ORTs politics, but
also its activity in the worker movement. In this way, the text aims to
explore arguments and limits of some alternatives defeated during the
process of democratic change, such as the firm search for the demo
cratic rupture, the struggle against the social pact and the claim for a
different constitutional model.
Keywords: Organizacin Revolucionaria de Trabajadores (ORT), Spa-
nish Transition, Maoism, democratic rupture, Sindicato Unitario (SU).
lidad del rgimen del Gran Timonel en occidente era muy escaso,
basado esencialmente en los materiales de propaganda, y en Es-
paa este dficit informativo resultaba agravado por las condicio-
nes de la dictadura. La Repblica Popular China pudo aparecer as
como un lugar mtico donde proyectar utopas y esperanzas de re-
novacin radical7. La ORT, en efecto, se orient hacia el maosmo
porque lo consideraba un corpus de teoras y prcticas capaces de
avivar constantemente la tensin revolucionaria, preservando los
principios marxista-leninistas y evitando al mismo tiempo las dege-
neraciones que afectaban al bloque sovitico. Fue determinante en
este sentido la fascinacin producida por el compromiso de China
a favor de los procesos de liberacin nacional y, sobre todo, por la
Revolucin Cultural, que fue vista como una alternativa concreta a
la falta de libertades y al sistema burocrtico que caracterizaban la
Unin Sovitica, como un experimento exitoso de construccin del
socialismo realizado mediante la amplia participacin del pueblo y
el ejercicio de la crtica abierta8.
En el crepsculo del franquismo, la ORT intent establecer
contactos finalizados a la construccin de un partido unitario de
los marxista-leninistas espaoles; se insert en esta perspectiva,
por ejemplo, un fracasado acercamiento al MCE9. Adems, prosi-
guiendo la labor de la AST, la organizacin desarroll una intensa
actividad en el movimiento obrero, y en particular en las CCOO.
Afirmando la necesidad de fortalecer las Comisiones a nivel de
base y de potenciar el carcter antifascista de sus reivindicaciones,
polemiz continuamente con el PCE, al que acusaba de encerrar-
las en un marco legalista y de mermar su potencial combativo para
ponerlas al servicio de una poltica de conciliacin. La ORT esta-
bleci una presencia notable en las CCOO de Madrid, Huelva y,
sobre todo, Navarra. En dicha regin se convirti en la fuerza he-
gemnica del nuevo movimiento obrero y protagoniz algunas im-
Richard Wolin: The Wind from the East, Princeton, PUP, 2010, y Eugenio
7
28
Al CC de la ORT (febrero de 1977) y Al BP del CC del PTE (marzo de
1977), ambos en AOPTE.
29
Circulares del 26 de enero y 2 de febrero de 1977, AHFPI, ORT, sig.6-23;
nmero especial de EL (27 de enero de 1977), y Simn Snchez Montero: Camino
de libertad, Madrid, Temas de Hoy, 1997, p.337.
30
Acta del Pleno del CPM (16 de marzo de 1977), AHFPI, ORT, sig.5-4, e
Informacin a todos los camaradas sobre la situacin actual de los Sindicatos Uni-
tarios (12 de marzo de 1977), AHFPI, ORT, sig.11-8.
Conclusiones
63
Franoise Furet: El pasado de una ilusin, Madrid, Fondo de Cultura Eco-
nmica, 1995.
64
Andrs Valentn Gonzlez: Materiales para un mapa electoral de Nava-
rra, Reis, 51 (1990), pp.121-170.
65
Vase Militantes de la ORT pasan al PSOE, El Pas (4 de febrero de
1982).
Gonzalo Wilhelmi
Universidad Autnoma de Madrid
La reconstruccin de la CNT
juzgados por unos tribunales fascistas bajo unas leyes injustas, sin
garantas procesales48.
Los reclusos sociales consolidaron su organizacin y por medio
de huelgas de hambre, autolesiones, huelgas de talleres y motines,
lograron algunas mejoras parciales y abrieron un canal de interlocu-
cin con la Direccin General de Instituciones Penitenciarias49.
En Madrid, el apoyo exterior a la COPEL, ms all de declara-
ciones simblicas, se redujo a un grupo de abogados penalistas, la
Asociacin de Familiares y Amigos de Presos y Expresos Espaoles
(AFAPE), Comit Propresos de CNT, CLA, Ateneos Libertarios
y Comits de apoyo a COPEL50. En todos estos colectivos la pre-
sencia de activistas libertarios fue muy importante, ya que los anar-
quistas y los cristianos de base fueron los sectores que ms se com-
prometieron con unos presos que para la mayora de la sociedad (y
de la izquierda) seguan siendo un tema prohibido. Dentro de las
crceles, los presos contaron con el apoyo de la minora de funcio-
narios de prisiones con planteamientos democrticos y que recha-
zaban las torturas a los reclusos, organizados en la Unin Democr-
tica de Funcionarios de Prisiones (UDF)51.
Los libertarios desempearon un papel destacado en las protes-
tas tras la ley de amnista de octubre de 1977, que volva a dejar al
margen a los reclusos comunes, y, sobre todo, tras la tortura y ase-
sinato del preso de COPEL y CNT Agustn Rueda en la crcel de
Carabanchel52.
48
COPEL: Comunicado de la COPEL (Carabanchel, 15 de enero de 1977),
Madrid, Centro de documentacin Arrn, archivo COPEL, Carabanchel-Madrid;
COPEL: Los presos sociales ante la reciente amnista y el indulto (gracia real)
(Madrid, 1 de abril de 1977), Centro de Documentacin Arrn, archivo COPEL,
Carabanchel-Madrid, y Plataforma reivindicativa de la COPEL, en AFAPE: Pre
sos en lucha. Por un cambio penal y penitenciario radical. Hacia una justicia popular,
Madrid, Ediciones de la Torre, 1977, p.1.
49
Csar Lorenzo Rubio: La revuelta de los comunes. Una primera aproxima-
cin al movimiento de presos sociales durante la transicin, disponible en http://
www.uclm.es/profesoradO/poliver/GrupoEPIP/pdf/CesarLorenzo/LA%20RE-
VUELTA%20DE%20LOS%20COMUNES.pdf.
50
Entrevista a Anabela Silva, 7 de octubre de 2008, en Solidaridad con los pre
sos, 1 (abril de 1977), y AFAPE: Presos en lucha...
51
Nace la Unin Democrtica de Funcionarios de Prisiones, Diario 16 (3 de
noviembre de 1977).
52
Cesan el director, un subdirector y un jefe de servicios de Carabanchel, El
Pas (17 de marzo de 1978). Diez aos despus de la tortura y el asesinato del pri-
Conclusiones
La nueva izquierda
feminista, matriz de cambio
poltico y cultural?
Ral Lpez Romo
Universidad del Pas Vasco
Ikerbasque Foundation for Science*
Abstract: This paper examines to what extent the New Left has contrib
uted to the political and cultural change in Spain in the last decades.
Therefore, I will analyze the feminist theory during the Spanish tran-
sition to democracy. The radical left balanced between continuity (its
old doctrinal references) and rupture (its emphasis on new subjects
and ways of life). Regarding gender relations, in the last third of the
* Agradezco a Barbara van der Leeuw, Gaizka Fernndez Soldevilla, Luis Cas-
tells y los evaluadores de la revista Ayer sus atinadas sugerencias, que han enrique-
cido sustancialmente el texto original, elaborado dentro del proyecto IT-708-13 so-
bre Historia poltica y social del Pas Vasco contemporneo y gracias a una beca
posdoctoral de la Direccin de Poltica Cientfica del Gobierno vasco.
Introduccin
parse de los burgueses, las mujeres tambin del tutelaje de los varo-
nes, para lo que era preciso crear organizaciones exclusivamente fe-
meninas. El establecimiento de pactos con los adversarios quedaba
al albur del grado de literalidad con el que se interpretara esto.
Unas fuerzas revolucionarias juzgaron que en un determinado
contexto (por ejemplo, la Transicin) interesaba contar con la bur-
guesa para afianzar conquistas de mnimos (una democracia for-
mal). Otras fuerzas, sin embargo, valoraron tales aproximaciones
como una traicin de clase. Del mismo modo, tambin hubo fe-
ministas que consideraron que era conveniente trabajar junto a los
hombres en partidos o sindicatos, paralelamente a su militancia en
otras organizaciones en las que los susodichos no interfirieran. A es-
tas ltimas se las conoci de diversas maneras: feminismo-lucha de
clases o doble militantes. Entre ellas podemos distinguir las vincula-
das al PCE y las ligadas a los partidos de la nueva izquierda.
A las que se decantaron por la nica militancia, defendiendo que
el feminismo era una alternativa poltica global, con referentes inte-
lectuales como Shulamith Firestone, se las conoci como radicales.
Entre ellas se diferenciaron dos grandes grupos: los Colectivos Fe-
ministas (de Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia..., germen del Par-
tido Feminista) y las independientes. Las primeras, cuya principal
voz era Lidia Falcn, definan a las mujeres como una clase social19.
Las segundas, con organizaciones como LAMAR (Barcelona)20 y
LAMBROA (Vizcaya), eran partidarias de un feminismo difuso, que
fuera calando como una lluvia fina en la vida cotidiana. Habra que
empezar a transformar a la persona en grupos de autoconciencia
para lograr no slo la liberacin de las mujeres todas, sino tambin
la liberacin individual21, potenciando as, frente al machismo, va-
19
Lidia Falcn: La razn feminista, 2.ed. reducida, Madrid, Vindicacin Fe-
minista, 1994 (la 1.ed. es de 1981-1982). Aqu, Falcn plantea la fecundacin
in vitro como la forma de liberar a las mujeres de la servidumbre hacia los hom-
bres. Ms sobre esta corriente en M. ngeles LARUMBE: Una inmensa minora.
Influencia y feminismo en la transicin, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zara-
goza, 2002.
20
LAMAR: Lucha Antiautoritaria de Mujeres Antipatriarcales y Revolucio-
narias.
21
La cita en LAMBROA: Reflexiones sobre nuestra manera de actuar, de vivir
(diciembre de 1977), CDEM. Sobre los grupos de autoconciencia como una forma de
pasar del despertar individual a la conciencia feminista vase Mary Nash: Dones en
transici. De la resistncia poltica a la legitimitat feminista: les dones en la Barcelona de
la Transici, Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona, 2007, pp.32-36.
Conclusiones
Gnesis, estructuracin
e identidad del fenmeno
maosta en Portugal (1964-1974)
Miguel Cardina
Universidad de Coimbra
Geografas imaginadas
Guerra a la guerra
Un maosmo portugus?
47
Belden Fields: Trotskysm and Maoism, Nueva York, Autonomedia, 1988.
Marnix Dressen divide las organizaciones en lenino-maostas (como la Union
des Jeunesses Communistes Marxistes-Leninistes y el Parti Communiste Marxiste-
Leniniste de France) y anarco-maostas (caso de la Gauche Proltarienne y Vive
la Rvolution!). Vase Marnix Dressen: De lamphi ltabli... El carcter filo-li-
bertario del maosmo no se plasm solo en Francia. En Italia, por ejemplo, fue el
caso de Avanguardia Operaia. Vase Roberto Niccolai: Quando la Cina era vicina,
Pisa, BFS, 1998.
La extrema izquierda
en Francia e Italia.
Los diferentes devenires
de una misma causa revolucionaria
Isabelle Sommier
Universit Panthon-Sorbonne
Una vez que las revueltas de finales de los sesenta haban sido so-
focadas, en Francia e Italia los grupos polticos de extrema izquierda
experimentaron autntico vrtigo ante el porvenir. Ninguno de ellos
proceda directamente de los acontecimientos de 1968. Si los princi-
pales grupos italianos haban aparecido formalmente durante el bie
nio rojo, sus orgenes se remontaban a la experiencia anterior del
obrerismo que haba germinado en el seno del Partito Comunista
Italiano (PCI). En Francia haban nacido ya unos aos antes, espe-
cialmente a raz de la crisis de la Union de tudiants Communis-
tes (UEC), la organizacin de las juventudes del Parti Communiste
Franais (PCF). Algunos de ellos, como, por ejemplo, la maosta
Union des Jeunesses Communistes Marxistes-Lninistes (UJCML),
incluso se haban negado a participar en los acontecimientos de
mayo a nivel oficial, al considerarlos como una rebelin pequeo
burguesa, aunque sus militantes a menudo haban desatendido
esta consigna de boicot. Esta postura acab siendo nefasta para la
UJCML que, despus de un verano de crticas y autocrticas, se di-
solvi dando lugar al nacimiento de dos grupos hermanos-enemigos:
Gauche Proltarienne (GP) y Vive La Rvolution! (VLR). De todas
formas, en aquellas protestas la extrema izquierda vio la confirma-
cin de que era la hora de la revolucin, de que el 68 haba sido un
preludio, un ensayo general como decan los trotskistas: las van-
guardias, consecuentemente, asumieron la tarea de superar el nivel
del simple ensayo y mostrar el camino.
Despus de haber exaltado la violencia de masas, algunos de
ellos se sintieron tentados por la aventura de las armas para acelerar
el proceso revolucionario que ambicionaban. Francia lograba esca-
par de los aos de plomo (Action Directe, extremadamente minori-
taria, no provena realmente del 68 y apareca diez aos despus)1,
ya que la organizacin ms dispuesta a comprometerse, Gauche
Proltarienne, se autodisolva en 1974. Frente a ello, al final de los
ochenta los aos de plomo italianos se haban cobrado 2.000 he-
ridos y 380 muertos, de entre los cuales 128 fueron vctimas de la
extrema derecha. E inmediatamente despus de la ofensiva antite-
rrorista, Italia se encontr con 4.087 activistas de izquierda perte-
necientes a asociaciones subversivas o bandas armadas con-
denados por hechos ligados a tentativas de subversin del orden
1
Sobre la compleja filiacin de este grupo tras el 68 vase Isabelle Sommier: La
violencia revolucionaria, Buenos Aires, Nueva Visin, 2009.
27
Rosso, 15 (marzo-abril de 1975).
28
Cifras aportadas por el juez Gian Carlo Caselli en Renzo Villa (ed.): La vio
lenza interpretata, Bolonia, Il Mulino, 1979, p. 243.
29
Donatella Della Porta: Social Movements, Political Violence and the State,
Cambridge, Cambridge University Press, 1995.
Adversario o enemigo?
Conclusiones
La perspectiva estructural desarrollada en el presente artculo
no debe ser considerada como algo esttico: en ambos pases son
idnticas las causas que provocan el fracaso de la revolucin, pero
stas se manifiestan en grados y ritmos diferentes, lo que explica la
diferente evolucin de la protesta. Adems, cabe subrayar que di-
cha perspectiva puede ir combinada con otras dos dimensiones de
anlisis de inspiracin ms interaccionista. La primera concierne el
espacio militante, dado que las lgicas de competicin entre orga-
nizaciones jugaron un papel primordial en los procesos de radicali-
zacin42. La segunda, muy en boga en Francia en los ltimos aos,
examina el nivel microsociolgico de las biografas de los militantes
para entender los procesos individuales de radicalizacin que han
llevado hasta la lucha armada. Movindose en este sentido, Lorenzo
Bosi y Donatella Della Porta han desarrollado, a partir de veintio-
cho biografas recopiladas por el Instituto Cattaneo de Bolonia y
dieciocho entrevistas realizadas por Diego Novelli y Nicola Tranfa-
41
Datos del Ministerio del Interior recopilados en FIM-FIOM-UILM: Repres
sione!, Roma, Tindalo, 1970, p.3. Estas cifras dan tanto la amplitud de la repre-
sin contra los huelguistas como la de los hechos que a stos se les reprochan. Los
mostramos aqu nicamente a ttulo ilustrativo. Otras fuentes apuntan cifras toda-
va superiores.
42
Este aspecto ha sido desarrollado en Isabelle Sommier: La violencia revolu
cionaria..., pp. 62 y ss.
43
Lorenzo Bosi y Donatella Della Porta: Percorsi di micromobilitazione verso
la lotta armata, en Simone Neri Serneri (ed.): Verso la lotta armata..., pp.327-340.
44
Howard S. Becker: Outsiders, Nueva York, Free Press, 1963.
Abstract: During the Civil War and the post-war early years there was an
intense debate between the different sectors of the raised faction about
the form and the characteristics that the New State under construction
should have. A sector of the radical falangism got politically organ
ized around Ramn Serrano Suer, and threw an ideological, cultural,
and political offensive to deepen in the fascist orientation of Francos
regime. The Escorial journal was one of the instruments used by this
group to push forward its political project. The present study analyzes
this political-cultural experience and discusses some dominant his
toriographic theses in relation to the characteristics of the strong fight
for the political hegemony that was carried out during these years in
the core of Francos dictatorship.
Keywords: Falange, Francoism, fascism, Catholicism, Escorial.
del que no es posible dar cuenta aqu con el detalle que otras mu-
chas relevantes contribuciones al mismo mereceran.
En el marco de ese debate, en este trabajo se va a sostener el ca-
rcter esencialmente catlico del falangismo ya desde su misma fun-
dacin, lo que facilit su fusin, sin demasiados problemas de ca-
rcter doctrinal, con aquellos otros sectores que confluyeron en el
partido nico del rgimen franquista y que procedan de una tra-
dicin nacionalcatlica. El catolicismo fue el cemento que permiti
aglutinar a toda la derecha antiliberal y antidemocrtica espaola
en un nico proyecto poltico que en poco se diferenciaba en lo
esencial de las experiencias fascistas europeas del momento. La
guerra civil aport el contexto ms adecuado para ese proceso de
fusin, y el falangismo emergi en ese momento concreto como la
fuerza mejor equipada para constituir el ncleo en torno al cual se
desarrollase aqul. Esa posicin nuclear del falangismo no habra
sido posible sin su carcter esencial e inequvocamente catlico.
Una matriz catlica, por otra parte, que vale tambin (si no muy es-
pecialmente) para los falangistas revolucionarios que se organizaron
en torno a Serrano Suer y Dionisio Ridruejo y que protagonizaron
la primera gran ofensiva de la posguerra para hacerse con la hege-
mona poltico-cultural en el Nuevo Estado.
***
los aos cincuenta20. Cierto que Ridruejo, Lan y Tovar (como To-
rrente Ballester y tantos otros de los del gueto al revs) se dedica-
ron andando el tiempo a jugar a esa confusin21, pero, una vez ms,
hay que insistir en que lo que impulsaron durante la guerra y, ms
an, en los aos que controlaron Escorial fue una propuesta totali-
taria de organizacin de la cultura que, precisamente por totalitaria,
aspiraba a integrar en su seno toda expresin cultural que pudiese
darse en el pas. Que eso incluyese a intelectuales con un pasado
no inmaculadamente limpio no haca la propuesta menos fascista,
sino justamente todo lo contrario, como demostrara paradigmtica-
mente el caso de Primato.
Tanto Escorial como Primato buscaban en el fondo objetivos se-
mejantes: la incorporacin de los jvenes intelectuales al proyecto
fascista, aceptando la posibilidad de una crtica (incluso descar-
nada) de los elementos del mismo que no funcionaban, siempre y
cuando, obviamente, no se cuestionasen sus elementos esenciales22.
Una vez ms, se trataba de buscar la hegemona cultural del fas-
cismo a travs de una convocatoria en la que se invitaba a partici-
20
Aunque la genealoga de dichos conceptos puede rastrearse ms atrs, e in-
cluso entre quienes seran objeto de las andanadas de Dionisio Ridruejo, fue ste
quien los coloc en el centro del debate poltico con su artculo Excluyentes y
comprensivos, Revista, 1 (17 de abril de 1952), p.5.
21
Aunque con matices: mientras Ridruejo confesaba algunos aos ms tarde
que, visto en perspectiva, aquel rescate de Machado le pareci, como en su mo-
mento le criticaron desde el exilio, una farsa, un falso testimonio, un ardid de
gentes aprovechadas que queran sumar y, con la suma, legitimar la causa a la que
servan y cuyo reverso era el terror, Torrente Ballester no tena empacho en afir-
mar con Franco ya muerto y con un absoluto desprecio por la verdad que, en
los dos primeros aos de Escorial, en la revista convivieron sin lastimarse, repu-
blicanos y falangistas, germanfilos, vctimas de la represin de izquierdas y vcti-
mas de la de derechas y que cuando un escritor sala de la crcel, saba que en
Escorial slo se le peda calidad. La cita de Ridruejo en Dionisio Ridruejo: Escrito
en Espaa, Buenos Aires, Losada, 1964 [1962], p.19; la de Torrente en Gonzalo
Torrente Ballester: Escorial en el recuerdo, en Juan Benet et al.: Dionisio Ri
druejo, de la Falange a la oposicin, Madrid, Taurus, 1976, p.63.
22
Bottai fue uno de los principales defensores de la necesidad de renovacin
de la clase dirigente del fascismo por la va de la promocin de las nuevas gene-
raciones socializadas en los principios del rgimen; ello exiga, en su opinin, la
posibilidad de una amplia libertad de discusin en el seno de las organizaciones
juveniles fascistas, cantera de la futura dirigencia; no todos los jerarcas fascistas, in-
cluyendo a Mussolini, vean las cosas de la misma manera; cfr. Paolo Nello: Mus-
solini e Bottai: due modi diversi di concepire leducazione fascista della giovent,
Storia contemporanea, VIII/2 (1977), pp.335-366.
sus textos, sus discursos o su accin poltica del azul mahn nacio-
nalsindicalista42.
Eso fue posible, como sealaba anteriormente, por ese proceso
de fascistizacin de la derecha radical que vena producindose
desde, al menos, 1934 y que, mucho antes del inicio de la guerra ci-
vil, haba permitido que intelectuales y polticos como Jos Calvo
Sotelo o el propio Ramiro de Maeztu viesen en el fascismo un ho-
rizonte no slo posible, sino autnticamente congruente con la
poca43. Pero fue posible tambin porque haba un elemento com-
partido por prcticamente todos los intelectuales que acabaran for-
mando en el bando sublevado y que no era otro que el catolicismo.
42
Jos Corts Grau fue un asiduo colaborador en las revistas culturales y polti-
cas falangistas, como Escorial o Revista de Estudios Polticos, donde public artcu-
los en los que integr el pensamiento catlico y el falangista [vase su anteriormente
citado Luis Vives y nosotros, en Escorial, o Motivos de la Espaa eterna, Re
vista de Estudios Polticos, 9-10 (1943), pp.1-40]. Juan Beneyto fue uno de los prin-
cipales tericos del nacionalsindicalismo de posguerra (vanse de este autor El nuevo
Estado espaol. El rgimen nacionalsindicalista ante la tradicin y los sistemas totali
tarios, Madrid, Biblioteca Nueva, 1939, y Genio y figura del Movimiento, Madrid,
Afrodisio Aguado, 1940). Las aportaciones de Conde a la teora del caudillaje y a la
fundamentacin del Estado nacionalsindicalista son de sobra conocidas (cuatro de
sus principales contribuciones sobre la nacin, el caudillaje, el Estado y la repre-
sentacin poltica quedaron recogidas en el captuloII, Cuatro conceptos pol-
ticos, de su obra recopilatoria Escritos y fragmentos polticos, vol.I, Madrid, Insti-
tuto de Estudios Polticos, 1974, pp.319-455]; y otro tanto cabe decir del esfuerzo
terico de Legaz en relacin con el sindicalismo vertical (vase su trabajo en cola-
boracin con Bartolom Aragn Gmez Cuatro estudios sobre sindicalismo verti
cal, Zaragoza, Tip. La Acadmica, 1939), y, sobre todo, con el Estado nacionalsin-
dicalista (Introduccin a la teora del Estado Nacionalsindicalista, Barcelona, Bosch,
1940). Un anlisis de la contribucin de ambos a la construccin intelectual del Es-
tado franquista, en Jos Antonio Lpez Garca: Estado y derecho en el franquismo.
El Nacionalsindicalismo: F.J.Conde y Luis Legaz Lacambra, Madrid, Centro de Es-
tudios Constitucionales, 1996. Por lo que hace a Ibez Martn, su pasado como di-
putado de la CEDA y su condicin de miembro de la Asociacin Catlica Nacional
de Propagandistas no le impidieron ser el ministro bajo cuyo mandato se aprob la
Ley sobre Ordenacin de la Universidad espaola LOU (1943), cuya impronta
fascista es, en mi opinin, indiscutible; que no lo hizo en contra de sus ms ntimas
convicciones queda bien acreditado a poco que se lean con atencin algunos de los
discursos que pronunci en los aos en que la ley se estaba fraguando; vase, a t-
tulo de ejemplo, su enfervorizada exaltacin de Falange en El sentido poltico de la
Cultura en la hora presente. Discurso pronunciado por el Excmo.Sr. Ministro de Edu
cacin Nacional, en el acto de inauguracin del ao acadmico 1942-1943, en el Para
ninfo de la Universidad Central, Madrid, octubre de 1942.
43
Vase Ferran Gallego: Sobre hroes y tumbas..., p.255.
65
Ferran Gallego: Construyendo el pasado. La identidad del 18 de Julio y
la reflexin sobre la Historia Moderna en los aos cuarenta, en Ferran Gallego y
Francisco Morente (eds.): Rebeldes y reaccionarios. Intelectuales, fascismo y derecha
radical en Europa, s.l. [Matar], El Viejo Topo, 2011, pp.281-337.
66
Vase, por ejemplo, la influencia de Menndez Pelayo en diversos dirigentes
falangistas de preguerra en Antonio Santovea Setin: Menndez Pelayo y las de
rechas en Espaa, Santander, Ayuntamiento de Santander y Ediciones de Librera
Estudio, 1994, pp.177-196. Como es bien conocido, Onsimo Redondo no dud
en calificar (en un artculo de 1933) a Menndez Pelayo como padre del nacio-
nalismo revolucionario; cfr. Onsimo Redondo: Nacin, patria y unidad, F.E.
Doctrina del Estado Nacionalsindicalista, segunda poca, 2 (enero-febrero de 1938),
p.149. Y, ya en la posguerra, no escase precisamente la atencin hacia el cntabro
por parte de destacados nacionalsindicalistas como, por ejemplo, Pedro Lan En-
tralgo (Menndez Pelayo. Historia de sus problemas intelectuales, Madrid, Instituto
de Estudios Polticos, 1944) o Antonio Tovar (vanse la recopilacin de textos y
el prlogo de Tovar en Marcelino Menndez Pelayo: La conciencia espaola, Ma-
drid, Epesa, 1948). La intencin de rescate falangista de Mnendez Pelayo no pudo
ser expresada ms claramente por Pedro Lan en un texto en el que anunciaba su
propsito de escribir el libro referenciado en esta misma nota: Seguir a este cua-
derno un captulo sobre Menndez y Pelayo. Aspiro en l a dar una imagen limpia,
clara y amorosa del gran historiador, tan maltratado por turbios entusiasmos como
por helados desvos. Nada doler tanto a su alma, all en su segura gloria la cual,
en su caso, no sera nunca completa sin el consabido agujero para ver constante-
mente a Espaa, a su Espaa como saberse invocado y aun esgrimido por los que
no supieron entenderle; cfr. Pedro Lan Entralgo: Sobre la cultura espaola. Con
fesiones de este tiempo, Madrid, Editora Nacional, 1943, p.15. Por su parte, Juan
Beneyto no dudaba en buscar en Vzquez de Mella una de las races de la interpre-
tacin falangista del Estado: ...Su concepcin de la Nacin frente al Estado, con-
siderando a ste cual fiel servidor de aqulla, no es el concepto que la Falange ha
recogido del Estado como instrumento totalitario al servicio de la integridad de
la patria?; cfr. Juan Beneyto Prez: Prlogo, en Vzquez de Mella (antologa),
Madrid, Breviarios del Pensamiento Espaol, Ediciones Fe, 1939, p.10.
Hombres de Nixon
rre de la ventanilla del dlar haba sido un objetivo del muy neoli-
beral Milton Friedman desde 196851.
El keynesianismo de Nixon careca de compromiso real e iba
adems acompaado por un recorte en el gasto pblico de cuatro
mil millones de dlares, incluyendo una reduccin del 5 por 100 del
personal federal y la suspensin oficial de buen nmero de reformas
del Estado de bienestar. Nixon se declar a s mismo keynesiano,
pero an retena su compromiso con el espritu competitivo del
mercado libre y con la reduccin del gasto pblico asistencial52. En
trminos de gestin pblica, tal y como Nixon bien saba, la estra-
tegia adoptada estaba destinada al fracaso a medio plazo53. No obs-
tante, los objetivos de Nixon ni se situaban en el terreno de la efi-
ciencia en la gestin ni se extendan mucho ms all de las elecciones
de presidenciales de 1972. Desde ese punto de vista, la combinacin
de tmido keynesianismo tendente a posturas conservadoras y acom-
paado de una retrica populista neoliberal fue tremendamente exi-
tosa. En un primer momento, los controles parecieron contener el
alza de los precios, al mismo tiempo que una expansin en el gasto
federal secretamente ordenada por la administracin (y diametral-
mente opuesta a las iniciativas de austeridad oficiales) mantuvo los
niveles de desempleo dentro de lmites tolerables durante los meses
inmediatamente anteriores a las elecciones presidenciales54.
Entre tanto, los liberales neoclsicos liderados por Friedman
mantenan que la moderacin en los precios que sigui a Los Re-
tos de la Paz era en realidad el predecible resultado de las pol-
ticas monetaristas seguidas por Nixon hasta entonces y denuncia-
ron vigorosamente la imposicin de unos controles que ellos crean
intiles o contraproducentes. No obstante, tambin se vieron obli-
gados a celebrar el fin de Bretton Woods y a suavizar sus crti-
51
Milton Friedman to Bryce Harlow, 5 de diciembre de 1968, MFpapers [sin
catalogar]; Friedman to Maurice Stans, 3 de marzo de 1969, f.29, caja33, MFpa-
pers, y Stans to Friedman, 7 de marzo de 1969, ibid.
52
Richard Nixon: The Challenge of Peace....
53
De hecho, las iniciativas de Nixon contribuyeron, tal y como el presidente
sospechaba que ocurrira, a la aceleracin inflacionaria ocurrida despus de las elec-
ciones de 1972 y despus, por tanto, de la victoria electoral Republicana. Burton
A. Abrams: How Richard Nixon Pressured Arthur Burns: Evidence from the Nixon
Tapes, Journal of Economic Perspectives, vol. 20, 4 (2006), pp.177-188, p.179.
54
Allen J. Matusow: Nixons Economy..., pp.184-186 y 198, y Burton A.
Abrams: How Richard Nixon Pressured Arthur Burns..., p.178.
60
Kim Phillips-Fein: Invisible Hands..., pp.150-156 y 163-164.
Biografas polticas
de la Espaa liberal
Carlos Dard
Universidad de Cantabria
Abstract: The article deals with four recent biographies of some of the
most important people in the political scene in Spain during the nine-
teenth century and the first half of the twentieth century. These books
confirm the excellent situation of the biography genre in Spanish his-
toriography. After analyzing the novelty and the content of the studies,
it concludes with some general considerations about the information
given by them, the quality of the interpretations, the literary compo-
nent, the exemplarity of the subjects of study, and the degree of iden-
tification of the authors with them.
Keywords: political biographies, Liberal Spain, IsabelII, Germn Ga-
mazo, Jos Snchez Guerra, Juan March.
cida la aversin que la reina senta por los progresistas, pero la his-
toriadora tambin rechaza la caracterizacin de IsabelII como la
reina de los liberales moderados ya que para serlo tendra que ha-
ber sido primero liberal y nunca lo fue, y haber controlado
y puesto a su servicio de manera slida y efectiva, las dispersas
fuerzas del moderantismo, cosa que tampoco hizo. El resultado de
todo ello, concluye, fue un laberinto poltico, cada vez ms intrin-
cado, que puso a todos y a todo en tela de juicio3.
Nacido en el reinado de IsabelII, en 1840, Germn Gamazo
no nos era desconocido en absoluto. El primero de sus bigrafos,
Flix de Llanos y Torriglia, nos transmiti una imagen del mismo
como el buen cacique, una especie de paternalista aristcrata in-
gls del sigloxviii que velaba por el bienestar de los habitantes de
su condado en este caso, la provincia de Valladolid. Posterior-
mente, Jos Varela Ortega lo present como uno de los personajes
paradigmticos de la Restauracin, un eficaz patrono que derivaba
su influencia poltica del cultivo de una clientela personal gracias
al control de los recursos administrativos, ms que de la repre-
sentacin de los intereses generales. Esther Calzada del Amo, por
su parte, nos ofrece una perspectiva completa del personaje que,
desde luego, est mucho ms cerca de la pragmtica de Varela Or-
tega que de la idealizada de Llanos y Torriglia. El Gamazo de Cal-
zada del Amo es un hombre calculador en todos los aspectos de su
vida, y un poltico trabajador, hbil, oportunista (como l mismo
se defini en relacin con la poltica econmica), en cuyo compor-
tamiento destaca, sobre todo, la cautela. Para el gran pblico
burgus escribe Esther Calzada, Gamazo se haba tomado el
Ministerio como si de un trabajo a jornal se tratara: esforzado y la-
borioso, pero sin que apuntara muy bien el alcance de sus golpes
de pico y pala [...]. No se atribua a Gamazo la lcida visin de
un estadista. Una caracterizacin que, por otra parte, no era [...]
muy diferente de la que l mismo haba tratado de labrarse con sus
paisanos de la Liga Agraria apareciendo como defensor de los inte-
reses ligados a la tierra, trabajador sin freno por la mejora fiscal de
las clases productoras y promotor de ambiciosos proyectos4.
3
Isabel Burdiel: Isabel II (1830-1904). Una biografa, Madrid, Taurus, 2010,
pp.21-22.
4
Flix de Llanos y Torriglia: Germn Gamazo, el sobrio castellano, Ma-
drid, Espasa Calpe, 1942; Jos Varela Ortega: Partidos, elecciones y caciquismo
12
Miguel Martorell Linares: Jos Snchez Guerra..., pp.11 y 259.
Orgenes y primeros
aos de la Asociacin
de Historia Contempornea
Miquel . Marn Gelabert*
De La Rbida a Salamanca
por don Miguel Artola Gallego, secundado por Mara Jess Matilla
como secretaria, Juan Pablo Fusi y Ramn Villares como vicepresi-
dentes; Teresa Carnero, como tesorera, y los vocales Francesc Bo-
namusa, Carlos Forcadell, Manuel Gonzlez Portilla y Antonio Ro-
drguez de las Heras.
La Junta reflejaba con prudencia el juego de pesos y medidas,
resultado de las conversaciones mantenidas en los ltimos meses,
con la voluntad ltima de asegurar un cierto equilibrio territorial y
no cerrar vas de comunicacin, desde el inicio, con el presente y
con el pasado. La presidencia de don Miguel Artola aseguraba, con
su prestigio, la ascendencia inicial de la institucin. Y un equipo
formado por jvenes catedrticos y titulares aseguraba el respaldo
de departamentos clave en la renovacin historiogrfica futura.
Pero sera injusto no mencionar aqu el papel desempeado en
esta coyuntura por Juan Jos Carreras, quien, por su trayectoria
biogrfica y su impulso historiogrfico, se haba convertido, en la
dcada de los ochenta, en uno de los historiadores de la generacin
anterior (la de los nacidos antes de la guerra civil) ms influyentes
en la sombra entre los profesionales ms jvenes, nacidos ya entre
la segunda mitad de los aos cuarenta y los aos cincuenta, que es-
taban comenzando a ocupar ctedras universitarias6.
Volviendo nuestra mirada a la reunin de Valencia, un repaso a
la nmina de asistentes nos permite intuir varios elementos cuanti-
tativos que resultan muy significativos7. El primero es que un con-
junto importante de los fundadores de la Asociacin haba coin-
cidido en los cursos de Pau y Segovia8. Adems destaca el peso
relativamente importante de los profesionales procedentes de las
nuevas universidades. Siendo veintisiete los centros representados,
6
Carlos Forcadell (ed.): Razones de historiador. Magisterio y presencia de Juan
Jos Carreras, Zaragoza, IFC, 2009. Un repaso a las aportaciones de este homenaje
sita al personaje en su justa dimensin.
7
Apoyamos estas apreciaciones, siempre provisionales, en un documento titu-
lado Relacin de asistentes a las Jornadas de Historia Contempornea (Octubre-
1988) mecanografiado en papel timbrado del Departament dHistria Contem-
pornia de la Universitat de Valncia, completndolo con otras noticias y evidencias
de participacin activa.
8
Ntese que uno de cada cinco asistentes a la jornada fundacional de Valen-
cia haba participado, en la dcada de los setenta, en alguna de las jornadas de Pau.
Entre ellos, Carreras, Villares, Ruiz Torres, Forcadell, Gonzlez Portilla, Fusi, Ro-
drguez de las Heras, Encarna Nicols o Isabel Moll.
slo algo ms del 50 por 100 de los asistentes proceda de las doce
universidades histricas. Dicho lo cual, hay que aadir que esa cir-
cunstancia no evit que casi el 80 por 100 de ellos se haba diri-
gido a Valencia desde cinco Comunidades Autnomas (en este or-
den, Valencia, Madrid, Andaluca, Extremadura y Catalua)9. Por
tanto, estamos ante la manifestacin de un fenmeno de amplia-
cin, los primeros movimientos de una transformacin estructural,
pero no la transformacin en s misma. Estas pequeeces estadsti-
cas adquieren un significado ms amplio cuando dilatamos el m-
bito de interrogacin. Quines eran? Cul era su situacin profe-
sional? Y qu proyeccin manifestaron posteriormente?
Los fundadores de la AHC son una parte considerable de los
nuevos contemporanestas que protagonizaron la expansin de
la investigacin y la reproduccin de muchos de los departamen-
tos universitarios en la segunda mitad de los setenta y en los aos
ochenta. Esto marc profundamente el ambiente asociativo, pero
tambin el cambio de guardia profesional porque, de hecho, incidi
en la refundacin de muchos de esos departamentos, dejando atrs
la herencia de la historiografa anterior. Algo as como una segunda
hora cero, en la que la historiografa democrtica releg al olvido a
una parte considerable de los pequeos dictadores, considerados
obsoletos y desprovistos, ahora, de poder acadmico10. Si tomamos
como punto de partida el ltimo Escalafn de Catedrticos de Uni
versidad del franquismo, los nicos dos nombres que aparecen en-
tre los socios fundadores de la AHC revelan una parte de su capital
simblico original. Son Jos Mara Jover Zamora (1920-2006) y Mi-
guel Artola Gallego (1923), catedrticos desde 1949 y 1960, respec-
tivamente, a los que habra que unir al antes mencionado Juan Jos
Carreras Ares (1928-2006), nico perteneciente al Cuerpo de Agre-
gados en aquel momento, que accedera a la ctedra en 1977.
Los otros catorce catedrticos asistentes haban sido nombra-
dos en la dcada en curso. Nos referimos a un conjunto de histo-
riadores que en el futuro tendran una gran influencia sobre am-
9
El joven departamento de la Universidad de Valencia se volc en el evento,
aportando ms del 20 por 100 de los asistentes.
10
Ignacio Peir Martn: Historiadores en Espaa. Historia de la Historia
y memoria de la profesin, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2013,
pp.54-64 y 80-84.
Un punto de partida
camino, el jueves 4 de abril de 1991, a las 19:00 horas, con los par-
lamentos del presidente Artola y de los profesores Juan Pablo Fusi
y Francisco Toms y Valiente, catedrtico de Historia del Derecho
adems de presidente del Tribunal Constitucional, la Biblioteca Na-
cional auspici la presentacin pblica de la nueva revista. Ayer in-
clua un prtico, redactado por el propio Artola en el que se haca
explcito un elemento esencial para su futuro: ...La Asociacin de
Historia Contempornea, para respetar la diversidad de opiniones
de sus miembros, renuncia a mantener una determinada lnea edi-
torial y ofrece, en su lugar, el medio para que todas las escuelas, es-
pecialidades y metodologas tengan la oportunidad de hacer valer
sus particulares puntos de vista.... Para ello, la publicacin peri-
dica se haba dispuesto a partir de dosieres monogrficos y era ade-
rezada anualmente con un nmero dedicado por completo al co-
mentario historiogrfico. Paradjicamente, o precisamente por ello,
se iniciaba as la promocin de un nuevo contemporanesmo.
En preparacin:
Los retos de la biografa.
CONDICIONES DE SUSCRIPCIN
ISBN: 978-84-15963-08-0