Pillao, en El Valle de Chuapiwaranqa

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¡Ábrete perejil!

¡Ciérrate culantro!
(San Pedro de Pillao formula su crónica)
Víctor Raúl OSORIO ALANIA
“El Puchkador de la Nieve”

B
ajo la luna tenue, amiguera y
comprensiva, manos laboriosas e
incansables del valle de
Chaupiwaranqa remueven los andenes y Plaza de Pillao
siembran confiados el pan que estará en la
mesa de los descendientes de la cigarra y hormiga.
Pariajirca (apu del Cerro de Pasco), comunica la visita de los hijos níveos a Qoñicutaq
(jirka de Rocco), este a su vez al supremo Ashtaqoto (cerro protector de San Pedro de Pillao).
Abriéndonos paso por Yanahuanca, estamos en Lucmapampa, omega y alfa de la
extensión territorial de San Pedro de Pillao. Se afirma que, habiendo aportado 250 reales a la
corona de España, José Vicuña cumplió con el reparto de los terrenos. Rayan planta amerita
su existencia con sus cinco fragancias; la chilca tiene lo suyo (utilícese como leña, para hervir
la chicha de jora); jubeo efectivo con las flores de la retama. La atmósfera (el aire) es otro,
impresionantemente cálido, inmaculado como sus restos arqueológicos. El río Yanahuanca
no acepta clemencias, su volumen refleja la época de lluvias en la zona altina.
Los primeros pobladores habrían sido descendientes de la cultura intermedia de
Lauricocha, esta hipótesis toma cuerpo por las similitudes de las pinturas rupestres de
Lauricocha (Huánuco), Tambillo (Paucar), Ashtaqoto y Shulcay Tranca (Pillao). Por esas
épocas, 1400-1500, Pillao nace como estancia (Aullipata), siendo los primeros pobladores:
Yanayacu, Cuellar, Orizano, Reyes, Gallo.
Cual grupo golondrino, en la época colonial, Juan Manuel Pérez, Nolverto Orizano, Tafur
Verde, Yanac Olerte y Mirabal entre otros vecinos de la provincia “Dos de Mayo”, Huánuco,
se asientan en San Pedro de Pillao.
Subiendo a los hombros de un gigante. Ashtaqoto, sedimento preínca e inca, influencia
de los yaros Chaupiwaranqa. De la mezcolanza de piedra tallada con barro emergieron sus
construcciones (plazas, torres, calles edificadas con piedras labradas, asimismo, corredores,
pasillos, andenes). A la luz de la arqueología se percibe rastros de una torre. Si le encanta el
misterio, visite Ashtaqoto, cuando usted vaya solo –pero absolutamente solo– se topará con
un puquial. ¿Volverá para contarlo en la caminata, a la sombra del árbol, al calor de la vicharra
o con la lumbre de la luna? Piense, su decisión tiene que ser la de un sabio. Venga agua de
gocha-gocha para reponer lo secretado por las glándulas sudoríparas.
Ashtaqoto, butaca preferencial, de donde avistamos los pueblos de la margen derecha e
izquierda, autopartes de la unidad Chaupiwaranqa. San Pedro de Pillao, valor bursátil, ubicado
a 3.629 msnm y a 75 km hacia el noroeste del Cerro de Pasco. El distrito fue creado por Ley
N° 13276 del 15 de diciembre de 1959, siendo presidente de la república don Manuel Prado
y Ugarteche.
Consideraciones toponímicas. Cuando ocurre la alquimia entre España y Perú, San
Pedro ingresó como anticipo a Pillao. El topónimo Pillao detenta tres acepciones como para
el razonamiento y esclarecer toda lobreguez:
Uno. El actual poblado de San Pedro de Pillao era primigeniamente un oconal, en el lugar
vivía un indígena con su familia, su choza-tambo servía como alojamiento a los arrieros. El
natural se desempeñaba como guardián de las mercaderías que luego eran conducidas a
lomo de bestia a la mina de Colquipucro, zona donde trabajaban doscientos indios en dos
vetas. Una veta medía siete leguas de largo que los españoles llamaban Marquesa, otra, los
naturales lo identificaban por “carda-huaca” con veinte varas de ancho, esta última se registró
el 8 de noviembre del año 1588. Volviendo al caso. El indio o guardián continuamente se
tropezaba con una piedra que se encontraba junto a la choza, cayendo tanto él, como su
familia. La piedra era de forma vertical (wankarrumi). Un día de diciembre el indio decidió
sacar la piedra, al mover fue rozado, por ello comentaba: «La piedra casi me ha pillado». Los
españoles corrompieron (apocoparon) la locución pillado por Pillao.
Dos. De los arbustos y con el contubernio de la noche, un joven de 18 años de edad
aproximadamente, aparecía misterioso para hurtar las mercaderías de la choza-tambo que
mencionamos líneas arriba. En sus incursiones evitaba dialogar, nunca mencionó su nombre.
Lo hurtado repartía entre los indios que carecían de comida, porque los españoles les
racionaban los alimentos, explotándolos miserablemente. Creyeron que el joven era él “Señor
del Tres de Mayo”, por tal razón, construyeron una ermita con su imagen en la plaza principal
frente a la iglesia matriz.

Pillao (foto: VROA)

Tres. En las minas de Colquipucro (distrito San Pedro de Pillao), los españoles dieron
trato inhumano a los oriundos. Los minerales de Colquipucro eran transportados por tierra en
acémilas a Goyllarisquizga, pasando antes por Michivilca, Uspachaca, Chacayán. Cierta vez,
en el trayecto Colquipucro-San Pedro de Pillao, los arrieros decidieron alojarse en dos curvas
grandes (Aullipata), al mismo tiempo, la zona facilitaba para el pastoreo de los animales. Los
arrieros cometían abusos con los nativos, en venganza les robaron la soga. Por esta
circunstancia los españoles pusieron “lugar de pillos”. Con el transcurrir del tiempo la palabra
pillo sufre una pequeña modificación por Pillao.
Embajadores de la música y el canto. Pillao se siente reconocido con la presencia de
su hija Rosa Luz Medrano Ávila, “La Pasqueñita”, sus composiciones místicas están
orientadas a sensibilizar la flora y fauna, el combate y la batalla, pellizca la epidermis cerebral
aunándonos al canto de paz con justicia social.
Teodoro Gamboa La Rosa, “El Niño de los Dedos de Oro”, coge la guitarra, entonces,
¿los cerros bajan o se deshielan? Un solo de guitarra confirma la unidad Ayacucho-Pasco.
¿Paradojas de la vida? El huancaíno solo le cambia el año a su waylash, en tanto, el
ayacuchano suele decir “Adiós pueblo de Ayacucho” y nunca se va. Paradojas de la vida.
Vislumbres. Pillao hace devociones a San Pedro cada 29 de junio, el clima es cálido por
su gente hospitalaria, famoso con la fiesta del Chacramanay, por el cuento “Pablo Curo” de
Víctor Ubaldo Collazos; conozca el mirador natural de Ashtaqoto, goce con la Copa Toro de
Fiestas Patrias; también destacan las canciones acunadas en esta pendiente, su producción
agropecuaria, los potajes (caldo de cabeza, ponche de habas), las danzas “Los Togos” y
“Corpus Christy” o “Cuerpo de Cristo”.

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