Torax
Torax
Torax
Tórax
VISIÓN GENERAL
PARED TORÁCICA
Esqueleto de la pared torácica
Aberturas torácicas
Articulaciones de la pared torácica
TABLA 1-1. Articulaciones de la pared torácica
Movimientos de la pared torácica
CUADRO AZUL: Pared torácica. Dolor torácico. Fracturas de costilla. Tórax batiente. Toracotomía, incisiones en el
espacio intercostal y extirpación de una costilla. Costillas supernumerarias. Función de protección y envejecimiento de
los cartílagos costales. Apófisis xifoides osificada. Fracturas del esternón. Esternotomía media. Biopsia esternal.
Anomalías del esternón. Síndrome de la salida del tórax. Luxación de las costillas. Separación de las costillas. Parálisis
del diafragma
Músculos de la pared torácica
TABLA 1-2. Músculos de la pared torácica
Fascia de la pared torácica
Nervios de la cavidad torácica
Vascularización de la pared torácica
TABLA 1-3. Riego arterial de la pared torácica
CUADRO AZUL: Músculos, vasos y nervios de la pared torácica. Disnea: respiración dificultosa. Abordaje
quirúrgico intratorácico extrapleural. Infección por herpes zóster de los ganglios espinales. Bloqueo de un nervio
intercostal
Mamas
Anatomía de superficie de la pared torácica
CUADRO AZUL: Mamas. Cambios en las mamas. Cuadrantes de las mamas. Cáncer de mama. Mamografía. Incisiones
quirúrgicas en la mama. Polimastia, politelia y amastia. Cáncer de mama en el varón. Ginecomastia
VÍSCERAS DE LA CAVIDAD TORÁCICA
Pleuras, pulmones y árbol traqueobronquial
CUADRO AZUL: Pleuras, pulmones y árbol traqueobronquial. Lesiones de la pleura cervical y el vértice del pulmón.
Lesiones de otras partes de la pleura. Colapso pulmonar. Neumotórax, hidrotórax y hemotórax. Toracocentesis. Inserción
de una sonda pleural. Pleurectomía y pleurodesis. Toracoscopia. Pleuritis. Variaciones en los lóbulos pulmonares.
Aspecto de los pulmones e inhalación de partículas de carbón y de irritantes. Auscultación y percusión de los pulmones.
Aspiración de cuerpos extraños. Broncoscopia. Resecciones pulmonares. Atelectasias segmentarias. Embolia pulmonar.
Drenaje linfático y adherencias pleurales. Hemoptisis. Carcinoma broncógeno. Cáncer de pulmón y nervios
mediastínicos. Dolor pleural. Radiografías del tórax
Visión general del mediastino
Pericardio
CUADRO AZUL: Visión general del mediastino y el pericardio. Posiciones de las vísceras respecto a las divisiones
del mediastino. Mediastinoscopia y biopsias del mediastino. Ensanchamiento del mediastino. Significación quirúrgica
del seno transverso del pericardio. Exposición de las venas cavas. Pericarditis, roce pericárdico y derrame pericárdico.
Taponamiento cardíaco. Pericardiocentesis. Anomalías posicionales del corazón
Corazón
TABLA 1-4. Irrigación arterial del corazón
CUADRO AZUL: Corazón. Cateterismo cardíaco. Embriología de la aurícula (atrio) derecha. Defectos de tabicación.
Percusión del corazón. Accidentes vasculares cerebrales o ictus. Bases para la denominación de las valvas de las
válvulas aórtica y pulmonar. Enfermedad valvular cardíaca (valvulopatía). Ecocardiografía. Angiografía coronaria.
Arteriopatía coronaria o cardiopatía isquémica. Angina de pecho. Derivación aortocoronaria (bypass). Angioplastia
coronaria. Circulación colateral a través de las venas cardíacas mínimas. Electrocardiografía. Oclusión coronaria y
sistema de conducción del corazón. Marcapasos cardíaco artificial. Reiniciar el corazón. Fibrilación del corazón.
Desfibrilación del corazón. Dolor cardíaco referido
Mediastino superior y grandes vasos
Mediastino posterior
TABLA 1-5. La aorta y sus ramas en el tórax
Mediastino anterior
Anatomía de superficie del corazón y las vísceras del mediastino
TABLA 1-6. Nervios del tórax
Focos de auscultación
CUADRO AZUL: Mediastino superior, posterior y anterior. Variaciones de las grandes arterias. Aneurisma de la
aorta ascendente. Coartación de la aorta. Lesión de los nervios laríngeos recurrentes. Bloqueo del esófago. Desgarro del
conducto torácico. Variaciones del conducto torácico. Rutas venosas colaterales hacia el corazón. Cambios en el timo
relacionados con la edad. Angiografía aórtica. Radiografías del mediastino. TC y RM del mediastino
VISIÓN GENERAL
El tórax es la parte del cuerpo situada entre el cuello y el abdomen. Normalmente el término pecho se utiliza como sinónimo
de tórax, aunque el pecho es mucho más amplio que la pared torácica y la cavidad que contiene. Generalmente, el pecho se
concibe como la parte superior del tronco que se ensancha por arriba debido a la presencia de la cintura escapular
(clavículas y escápula), de la que buena parte de su circunferencia está constituida por la musculatura pectoral y escapular, y
en las mujeres adultas por las mamas.
La cavidad torácica y su pared tienen forma de cono truncado, es más estrecha superiormente, con la circunferencia
aumentando inferiormente, y alcanza su máximo tamaño en la unión con la parte abdominal del tronco. La pared de la cavidad
torácica es relativamente delgada, básicamente tan gruesa como su esqueleto. El esqueleto torácico tiene forma de una jaula
abovedada. La caja torácica (parrilla costal), con sus barras horizontales formadas por las costillas y los cartílagos costales,
está sostenida también por el esternón y las vértebras torácicas, verticales (fig. 1-1). Además, el suelo de la cavidad torácica
(diafragma torácico) está profundamente invaginado inferiormente (es decir, empujado hacia arriba) por las vísceras de la
cavidad abdominal. Por consiguiente, casi la mitad inferior de la pared torácica rodea y protege vísceras abdominales (p. ej.,
el hígado) en lugar de torácicas. Así, el tórax y su cavidad son mucho más pequeños de lo que pudiera esperarse por la
apariencia externa del pecho.
El tórax incluye los órganos principales de los sistemas respiratorio y cardiovascular. La cavidad torácica está dividida en
tres grandes espacios: el compartimento central o mediastino que aloja las vísceras torácicas excepto los pulmones y, a cada
lado, las cavidades pulmonares derecha e izquierda que alojan los pulmones.
La mayor parte de la cavidad torácica está ocupada por los pulmones, que proporcionan el intercambio de oxígeno y
dióxido de carbono entre el aire y la sangre. La mayor parte del resto de la cavidad torácica está ocupada por el corazón y por
las estructuras implicadas en la conducción del aire y la sangre hacia y desde los pulmones. Adicionalmente, los nutrientes
(alimentos) atraviesan la cavidad torácica por medio del esófago, pasando del lugar de entrada en la cabeza hasta el lugar de
digestión y absorción en el abdomen.
Aunque en términos de función y desarrollo las glándulas mamarias están más relacionadas con el sistema reproductor, las
mamas también se localizan y suelen disecarse conjuntamente con la pared torácica, y por eso las incluimos en este capítulo.
PARED TORÁCICA
La pared torácica está formada por la caja torácica y los músculos que se extienden entre las costillas, así como por la piel, el
tejido subcutáneo, los músculos y las fascias que cubren su cara anterolateral. Las mismas estructuras que cubren su cara
posterior se consideran pertenecientes al dorso. Las glándulas mamarias de las mamas se localizan dentro del tejido
subcutáneo de la pared torácica. Los músculos axioapendiculares anterolaterales (v. cap. 6) que recubren la caja torácica y
constituyen el lecho de la mama se encuentran en la pared torácica y pueden ser considerados parte de ella, pero son
claramente músculos del miembro superior si nos atenemos a criterios funcionales y de inervación. Los mencionaremos
brevemente aquí.
FIGURA 1-1. Esqueleto del tórax. La caja torácica osteocartilaginosa comprende el esternón, 12 pares de costillas y cartílagos costales, y 12 vértebras torácicas y
discos intervertebrales. Las clavículas y la escápula forman la cintura escapular, de la cual aquí vemos la de un lado para mostrar la relación entre los esqueletos torácico
(axial) y del miembro superior (apendicular). La línea de puntos roja indica la posición del diafragma, que separa las cavidades torácica y abdominal.
La forma abovedada de la caja torácica le proporciona una rigidez notable, considerando el escaso peso de sus
componentes, lo que permite:
• Proteger los órganos vitales del tórax y del abdomen (la mayor parte contienen aire o líquido) frente a las fuerzas del
exterior.
• Resistir las presiones negativas internas (subatmosféricas) que se generan por el retroceso elástico de los pulmones y por los
movimientos de inspiración.
• Proporcionar inserción para los miembros superiores y sostener su peso.
• Proporcionar inserción (origen) a muchos de los músculos que mantienen la posición de los miembros superiores en relación
con el tronco, así como a los músculos del abdomen, el cuello, el dorso y la respiración.
Aunque la forma de la caja torácica proporciona rigidez, sus articulaciones y la delgadez y la flexibilidad de las costillas le
permiten absorber muchos golpes y compresiones externas sin fracturarse, y cambiar su forma para la respiración. Debido a
que las estructuras internas más importantes del tórax (corazón, grandes vasos, pulmones y tráquea), así como su suelo y
paredes, están en constante movimiento, el tórax es una de las regiones más dinámicas del cuerpo. Con cada respiración, los
músculos de la pared torácica—trabajando conjuntamente con el diafragma y los músculos de la pared abdominal—varían el
volumen de la cavidad torácica, primero expandiendo su capacidad, lo que produce la expansión de los pulmones y la entrada
del aire, y a continuación, debido a la elasticidad pulmonar y la relajación muscular, disminuyendo el volumen de la cavidad y
produciendo la salida del aire.
Puntos fundamentales
• La 1.a costilla es la más ancha (es decir, su cuerpo es más ancho y casi horizontal), corta y curvada de las siete costillas
verdaderas. Tiene una única cara en su cabeza para articularse sólo con la vértebra T1, y dos surcos, que cruzan
transversalmente su cara superior, para los vasos subclavios; los surcos están separados por una cresta y un tubérculo del
músculo escaleno anterior, que proporciona inserción a dicho músculo.
FIGURA 1-2. Costillas típicas. A) Las costillas 3.a a 9.a tienen características comunes. Cada costilla tiene una cabeza, un cuello, un tubérculo y un cuerpo. B)
Sección media del cuerpo de una costilla.
FIGURA 1-3. Costillas atípicas. Las costillas 1.a, 2.a, 11.a y 12.a son diferentes de las costillas típicas (p. ej., la 8.a costilla que se muestra en el centro).
• La 2.a costilla es más delgada, menos curva y más larga que la 1.a costilla. Tiene dos caras articulares en su cabeza para la
articulación con los cuerpos de las vértebras T1 y T2. Su característica más atípica es un área rugosa en su cara superior, la
tuberosidad del músculo serrato anterior, en la cual tiene parcialmente su origen este músculo.
• Las costillas 10.a-12.a, al igual que la 1.a costilla, tienen sólo una cara articular en sus cabezas y se articulan con una sola
vértebra.
• Las costillas 11.a y 12.a son cortas y no presentan cuellos ni tubérculos.
Lo s cartílagos costales prolongan las costillas anteriormente y contribuyen a la elasticidad de la pared torácica,
proporcionando una inserción flexible para sus terminaciones anteriores (extremos). La longitud de los cartílagos es creciente
en los siete primeros, y decrece gradualmente en los siguientes. Los siete primeros cartílagos costales se insertan, de manera
directa e independiente, en el esternón: el 8.o, 9.o y 10.o se articulan con los cartílagos costales justo por encima de ellos,
formando el arco costal cartilaginoso, continuo y articulado (v. fig. 1-1 A; v. también la fig. 1-13). Los cartílagos costales
11.o y 12.o forman bulbos sobre las extremidades anteriores de las costillas correspondientes y no llegan a ponerse en contacto
ni se articulan con ningún hueso ni cartílago. Los cartílagos costales de las costillas 1.a-10.a fijan claramente el extremo
anterior de la costilla al esternón, limitando su movimiento al girar su extremo posterior alrededor del eje transversal de la
costilla (fig. 1-5).
Los espacios intercostales separan las costillas y sus cartílagos costales entre sí (v. fig. 1-1 A). Los espacios se denominan
de acuerdo con la costilla que forma el borde superior del espacio—por ejemplo, el 4.o espacio intercostal está entre las
costillas 4.a y 5.a. Hay 11 espacios intercostales y 11 nervios intercostales. Los espacios intercostales están ocupados por los
músculos y las membranas intercostales, y dos grupos (principal y colateral) de vasos sanguíneos y nervios intercostales, que
se identifican por el mismo número asignado al espacio. El espacio situado por debajo de la costilla 12.a no se encuentra entre
dos costillas y por eso se denomina espacio subcostal, y el ramo anterior del nervio espinal T12 es el nervio subcostal. Los
espacios intercostales son más amplios anterolateralmente, y se ensanchan todavía más durante la inspiración. También
pueden ensancharse con la extensión y/o la flexión lateral de la columna vertebral torácica hacia el lado contralateral.
VÉRTEBRAS TORÁCICAS
La mayoría de las vértebras torácicas son vértebras típicas, ya que son independientes y tienen cuerpo, arco vertebral y siete
procesos para las uniones musculares y articulares (figs. 1-4 y 1-5). Los detalles característicos de las vértebras torácicas
son:
• Dos fositas costales (hemicarillas) bilaterales en los cuerpos vertebrales, normalmente dos superiores y dos inferiores,
para la articulación con las cabezas de las costillas.
• Las fositas costales en sus procesos transversos para la articulación con los tubérculos de las costillas, excepto en las dos o
tres vértebras torácicas inferiores.
• Unos procesos espinosos largos inclinados inferiormente.
La s fositas costales superiores e inferiores, la mayoría de las cuales son pequeñas hemicarillas, se presentan
emparejadas bilateralmente, como superficies planas en los bordes posterolaterales superior e inferior de los cuerpos de las
vértebras torácicas típicas (T2-T9). Funcionalmente, las fositas se disponen en pares sobre las vértebras adyacentes,
flanqueando un disco intervertebral interpuesto: una (hemi) carilla inferior de la vértebra superior y una (hemi) carilla
superior de la vértebra inferior. Típicamente, dos hemicarillas emparejadas de esta forma y el borde posterolateral del disco
intervertebral entre ellas forman una única fosa para recibir la cabeza de la costilla identificada con el mismo número que la
vértebra inferior (p. ej., la cabeza de la 6.a costilla con la carilla costal superior de la vértebra T6). Las vértebras torácicas
atípicas tienen fositas costales completas en lugar de hemicarillas:
• Las fositas costales superiores de la vértebra T1 no son hemicarillas debido a que no hay hemicarillas por encima de la
vértebra C7, y la 1.a costilla se articula sólo con la vértebra T1. La T1 tiene una (hemi) carilla costal inferior típica.
• La T10 tiene un único par bilateral de fositas costales (enteras), situadas parcialmente en su cuerpo y parcialmente en su
pedículo.
• La T11 y T12 también tienen un único par de fositas costales (enteras), situadas en sus pedículos.
Los procesos espinosos se proyectan desde los arcos vertebrales de las vértebras torácicas típicas (p. ej., T6 o T7), son
largas e inclinadas inferiormente, y normalmente se solapan con la vértebra inferior (figs. 1-4 D y 1-5). Recubren los
intervalos entre las láminas de las vértebras adyacentes, evitando así que objetos cortantes como un cuchillo penetren en el
conducto vertebral y lesionen la médula espinal. Las caras articulares superiores convexas de los procesos articulares
superiores se orientan sobre todo posteriormente y algo lateralmente, mientras que las caras articulares inferiores cóncavas de
los procesos articulares inferiores lo hacen sobre todo a nivel anterior y algo medial. Los planos articulares bilaterales entre
las respectivas caras articulares de las vértebras torácicas adyacentes definen un arco, centrado en un eje de rotación dentro
del cuerpo vertebral (fig. 1-4 A a C). De ese modo pueden realizarse pequeños movimientos de rotación entre las vértebras
adyacentes, limitados por la parrilla costal fijada a ellas.
ESTERNÓN
El esternón es el hueso plano y alargado verticalmente que forma la parte central de la porción anterior de la caja torácica
(fig. 1-6). Recubre directamente y protege las vísceras mediastínicas en general y gran parte del corazón en particular. El
esternón consta de tres porciones: manubrio, cuerpo y proceso xifoides. En adolescentes y adultos jóvenes, las tres partes
están unidas mediante articulaciones cartilaginosas (sincondrosis), que se osifican durante la edad adulta media o tardía.
FIGURA 1-4. Vértebras torácicas. A) T1 tiene un foramen (agujero) y un cuerpo vertebral similares en forma y tamaño a una vértebra cervical. B) Las vértebras T5-
T9 poseen las características típicas de las vértebras torácicas. C) T12 tiene procesos óseos y cuerpo similares a una vértebra lumbar. Los planos de las caras articulares
de las vértebras torácicas definen un arco (flechas rojas) alrededor de un eje que atraviesa verticalmente los cuerpos vertebrales. D) Fositas costales superior e inferior
(hemicarillas) en el cuerpo vertebral y fositas costales en los procesos transversos. Los procesos espinosos largos e inclinados son característicos de las vértebras
torácicas.
FIGURA 1-5. Articulaciones costovertebrales de una costilla típica. Las articulaciones costovertebrales comprenden la articulación de la cabeza de la costilla, en la
cual la cabeza se articula con los dos cuerpos vertebrales adyacentes y el disco intervertebral que hay entre ellas, y la articulación costotransversa, en la cual el tubérculo
de la costilla se articula con el proceso transverso de una vértebra. La costilla se mueve (elevación y descenso) alrededor de un eje que atraviesa la cabeza y el cuello de
la costilla (flechas).
FIGURA 1-6. Esternón. A) Las bandas membranosas, delgadas y anchas, de los ligamentos esternocostales radiados van desde los cartílagos costales hasta las
superficies anterior y posterior del esternón, como podemos ver en el lado superior derecho. B) Nótese el grosor del tercio superior del manubrio entre las incisuras
claviculares. C) Relación entre el esternón y la columna vertebral.
El manubrio (como la empuñadura de una espada, con el cuerpo esternal formando la hoja) es un hueso más o menos
trapezoidal. El manubrio es la porción más ancha y gruesa de las tres partes del esternón. La parte central cóncava del borde
superior del manubrio, la que se palpa más fácilmente, es la incisura yugular (incisura supraesternal). La incisura se acentúa
por los extremos mediales (esternales) de las clavículas, las cuales son más grandes que las relativamente pequeñas incisuras
claviculares del manubrio que las reciben, formando las articulaciones esternoclaviculares (v. fig. 1-1 A). Inferolateral a la
incisura clavicular, el cartílago costal de la 1. a costilla está fuertemente unido al borde lateral del manubrio—la sincondrosis
de la 1.a costilla (figs. 1-1 A y 1-6 A). El manubrio y el cuerpo del esternón se hallan en planos ligeramente diferentes
superior e inferiormente a su unión, la articulación manubrioesternal (fig. 1-6 A y B); por lo tanto, su unión forma una
proyección, el ángulo del esternón (de Louis).
E l cuerpo del esternón es más largo, más estrecho y más delgado que el manubrio, y está localizado a nivel de las
vértebras T5-T9 (fig. 1-6 A a C). Su anchura es variable debido a sus bordes laterales festoneados por las incisuras costales.
En las personas jóvenes son evidentes cuatro esternebras (segmentos primordiales del esternón). Las esternebras se articulan
una con otra en las articulaciones cartilaginosas primarias (sincondrosis esternales). Estas articulaciones empiezan a
fusionarse desde el extremo inferior entre la pubertad (madurez sexual) y los 25 años de edad. La superficie anterior casi
plana del cuerpo del esternón está marcada en los adultos por tres crestas transversas variables (fig. 1-6 A), que representan
las líneas de fusión (sinostosis) de sus cuatro esternebras, originalmente separadas.
E l proceso xifoides, la porción más pequeña y variable del esternón, es alargado y delgado. Su extremo inferior se
encuentra al nivel de la vértebra T10. Aunque a menudo es puntiaguda, el proceso puede ser romo, bífido, curvado o estar
desviado hacia un lado o anteriormente. En las personas jóvenes el proceso es cartilaginoso, pero en los adultos mayores de
40 años está más o menos osificado. En las personas ancianas, el proceso xifoides puede estar fusionada con el cuerpo del
esternón.
El proceso xifoides es un importante punto de referencia del plano medio debido a que:
• Su unión con el cuerpo del esternón en la articulación xifoesternal señala el límite inferior de la parte central de la cavidad
torácica proyectado en la pared anterior del cuerpo; esta unión es también la localización del ángulo infraesternal
(subcostal) formado por los arcos costales derecho e izquierdo (v. fig. 1-1 A).
• Es un marcador de la línea media para el límite superior del hígado, el centro tendinoso del diafragma y el borde inferior del
corazón.
Aberturas torácicas
La caja torácica proporciona una pared periférica completa, pero está abierta superiormente e inferiormente. La abertura
superior, mucho más pequeña, es un lugar de paso que permite la comunicación con el cuello y los miembros superiores. La
abertura inferior, más grande, proporciona el origen del diafragma, similar a un anillo, que cierra completamente la abertura.
Los desplazamientos del diafragma controlan sobre todo el volumen y la presión interna de la cavidad torácica,
proporcionando la base para la respiración corriente (intercambio de aire).
FIGURA 1-7. Aberturas del tórax. La abertura torácica superior es «el portal» entre la cavidad torácica y el cuello y el miembro superior. La abertura torácica inferior
proporciona inserción al diafragma, el cual se proyecta hacia arriba y permite a la caja torácica proteger las vísceras abdominales más altas (p. ej., el hígado). La barrera
cartilaginosa continua formada por los cartílagos articulados de las costillas 7.a-10.a (falsas) forma el arco costal.
• Posteriormente, por la 12.a vértebra torácica, cuyo cuerpo protruye anteriormente en la abertura.
• Posterolateralmente, por los pares de costillas 11.o y 12.o.
• Anterolateralmente, por la unión de los cartílagos costales de las costillas 7-10, que forman los arcos costales.
• Anteriormente, por la articulación xifoesternal.
La abertura torácica inferior es mucho más espaciosa que la abertura torácica superior y tiene un contorno irregular.
También es oblicua debido a que la pared torácica posterior es mucho más larga que la anterior. Al cerrar la abertura torácica
inferior, el diafragma separa las cavidades torácica y abdominal casi por completo. Las estructuras que pasan hacia o desde el
tórax al abdomen lo hacen a través de las aberturas que atraviesan el diafragma (p. ej., el esófago y la vena cava inferior), o
pasan posteriormente a éste (p. ej., la aorta).
Al igual que a menudo se sobreestima el tamaño de la cavidad torácica (o de su contenido), su extensión inferior (que
corresponde al límite entre las cavidades torácica y abdominal) también se calcula con frecuencia de forma incorrecta debido
a la discrepancia entre la abertura torácica inferior y la ubicación del diafragma (suelo de la cavidad torácica) en las personas
vivas. Aunque el diafragma tiene su origen en las estructuras que constituyen la abertura torácica inferior, las cúpulas del
diafragma ascienden hasta el nivel del 4.o espacio intercostal, y algunas vísceras abdominales, como el hígado, el bazo y el
estómago, se sitúan por encima del plano de la abertura torácica inferior, dentro de la pared torácica (v. fig. 1-1 A y B).
La membrana fibrosa de la cápsula articular es más fuerte anteriormente, donde forma un ligamento radiado de la cabeza
de la costilla que se abre en abanico desde el borde anterior de la cabeza de la costilla hacia los lados de los cuerpos de dos
vértebras y el disco intervertebral que hay entre ellas (fig. 1-8 A y B). Las cabezas de las costillas se unen tan estrechamente a
los cuerpos vertebrales que sólo permiten leves movimientos de deslizamiento en las (hemi) carillas (girando alrededor del
ligamento intraarticular) de las articulaciones de las cabezas de las costillas; sin embargo, incluso estos leves movimientos
pueden producir un desplazamiento relativamente grande del extremo distal (esternal o anterior) de una costilla.
Articulaciones costotransversas. Existen abundantes ligamentos laterales a las porciones posteriores (arcos vertebrales)
de las vértebras que refuerzan estas articulaciones y limitan sus movimientos, pues sólo poseen unas finas cápsulas articulares.
E l ligamento costotransverso, que pasa desde el cuello de la costilla hasta el proceso transverso, y el ligamento
costotransverso lateral, que pasa desde el tubérculo de la costilla hasta el vértice del proceso transverso, fortalecen las
caras anterior y posterior de la articulación, respectivamente. El ligamento costotransverso superior es una banda ancha que
une la cresta del cuello de la costilla al proceso transverso superior a ella. La abertura que se forma entre este ligamento y la
vértebra permite el paso del nervio espinal y de la rama posterior de la arteria intercostal. El ligamento costotransverso
superior puede dividirse en un ligamento costotransverso anterior fuerte y un ligamento costotransverso posterior débil.
Los fuertes ligamentos costotransversos que unen estas articulaciones limitan sus movimientos a un leve deslizamiento. Sin
embargo, las superficies articulares de los tubérculos de las seis costillas superiores son convexos y encajan en las
concavidades de los procesos transversos (fig. 1-9). Como resultado, se produce la rotación alrededor de un eje transversal en
su mayor parte que atraviesa el ligamento intraarticular y la cabeza y el cuello de la costilla (fig. 1-8 A y B). Esto produce
movimientos de elevación y descenso de los extremos esternales de las costillas y del esternón en un plano sagital
(movimiento de palanca de bomba de agua) (fig. 1-10 A y C). Las superficies articulares planas de los tubérculos y los
procesos transversos de las costillas 7.a-10.a permiten el deslizamiento (fig. 1-9), produciendo la elevación y el descenso de
las porciones más laterales de estas costillas en un plano transversal (movimiento de asa de cubo) (fig. 1-10 B y C).
ARTICULACIONES ESTERNOCOSTALES
El 1.er par de cartílagos costales se articula con el manubrio por medio de una fina y densa lámina de fibrocartílago
fuertemente adherido interpuesto entre el cartílago y el manubrio, la sincondrosis de la 1.a costilla. Los pares 2.o-7.o de
cartílagos costales se articulan con el esternón por medio de articulaciones sinoviales, con superficies articulares
fibrocartilaginosas en ambas caras, condral y esternal, que permiten el movimiento durante la respiración. Las débiles
cápsulas articulares de estas articulaciones se espesan anterior y posteriormente para formar los ligamentos esternocostales
radiados. Éstos continúan como bandas finas y anchas que pasan desde los cartílagos costales hasta las superficies anterior y
posterior del esternón, formando una cubierta, parecida a un fieltro, para este hueso.
FIGURA 1-9. Articulaciones costotransversas. La estructura de las superficies articulares, que se muestran en cortes sagitales de las articulaciones costotransversas,
pone de manifiesto que las costillas 1.a-7.a rotan alrededor de un eje que atraviesa longitudinalmente el cuello de la costilla (A), mientras que las costillas 8.a-10.a se
deslizan (B).
FIGURA 1-10. Movimientos de la pared torácica. A) Cuando se elevan las costillas superiores aumenta el diámetro anteroposterior del tórax (movimiento de palanca
de bomba de agua), inferiormente se produce un desplazamiento (incremento) mayor, en el extremo de la palanca de bomba de agua. B) Las porciones medias de las
costillas inferiores se mueven lateralmente cuando están elevadas, aumentando el diámetro transverso (movimiento de asa de cubo). C) La combinación de los
movimientos de la costilla (flechas) que suceden durante la inspiración forzada aumentan los diámetros anteroposterior y transverso de la caja torácica. D) El tórax se
expande durante la inspiración forzada en la medida en que se elevan las costillas (flechas). E) El tórax se estrecha durante la espiración a medida que descienden las
costillas (flechas). F) El movimiento principal de la inspiración (en reposo o forzada) es la contracción del diafragma, que aumenta el diámetro vertical de la cavidad
torácica (flechas). Cuando el diafragma se relaja, la descompresión de las vísceras abdominales empuja el diafragma hacia arriba, reduciendo el diámetro vertical para la
espiración.
El diámetro vertical (altura) de la parte central de la cavidad torácica aumenta durante la inspiración a medida que el
diafragma desciende al contraerse, comprimiendo las vísceras abdominales (fig. 1-10 F). Durante la espiración, el diámetro
vertical vuelve a su posición neutra a medida que la retracción de los pulmones genera una presión subatmosférica en las
cavidades pleurales, entre los pulmones y la pared torácica. Como resultado de ello y de la ausencia de resistencia sobre las
vísceras previamente comprimidas, las cúpulas del diafragma ascienden y se reduce el diámetro vertical.
E l diámetro anteroposterior del tórax aumenta considerablemente cuando se contraen los músculos intercostales. El
movimiento de las costillas (fundamentalmente 2.a-6.a) en las articulaciones costovertebrales, alrededor de un eje que pasa a
través del cuello de las costillas, hace que los extremos anteriores de las costillas asciendan—el movimiento de palanca de
bomba de agua (fig. 1-10 A y C). Debido a que las costillas se inclinan inferiormente, su elevación provoca también un
movimiento anteroposterior del esternón, en especial de su extremo inferior, con un ligero movimiento que en las personas
jóvenes tiene lugar en la articulación manubrioesternal, cuando la articulación aún no se ha fusionado (unido).
El diámetro transverso del tórax también aumenta ligeramente cuando se contraen los músculos intercostales, elevando las
partes medias (las más laterales) de las costillas (en especial las más inferiores)—el movimiento de asa de cubo (fig. 1-10 B
y C). La combinación de todos estos movimientos mueve la caja torácica anteriormente, superiormente y lateralmente (fig. 1-
10 C y F).
PARED TORÁCICA
Dolor torácico
Aunque el dolor torácico puede deberse a una enfermedad pulmonar, probablemente sea el síntoma más importante
de enfermedad cardíaca (Swartz, 2009). Sin embargo, el dolor torácico también puede producirse en trastornos intestinales,
biliares y musculoesqueléticos. Al evaluar a un paciente con dolor torácico, la exploración se orienta fundamentalmente a
discernir entre trastornos graves y las muchas otras causas menos importantes de dolor. Las personas que han padecido un
infarto de miocardio describen con frecuencia el dolor asociado como un «dolor opresivo» retroesternal (profundo al
esternón) que no desaparece con el reposo.
Fracturas de costilla
La 1.a costilla, corta y ancha, posteroinferior a la clavícula, se fractura rara vez debido a su posición protegida (no
puede palparse). No obstante, cuando se fractura pueden lesionarse las estructuras que atraviesan su cara superior, como los
nervios del plexo braquial y los vasos subclavios que van al miembro superior. Las costillas medias son las que se
fracturan con mayor frecuencia. Las fracturas de costilla son, normalmente, el resultado de lesiones por golpes o
compresión. La porción más débil de una costilla es la situada justamente anterior a su ángulo; no obstante, una acción
violenta directa puede fracturarla en cualquier localización, y el extremo fracturado puede lesionar órganos internos como
el pulmón y/o el bazo. Las fracturas de las costillas inferiores pueden rasgar el diafragma y producir una hernia
diafragmática (v. cap. 2). Las fracturas de las costillas son dolorosas debido a que las partes fracturadas se mueven
durante la respiración y al toser, reír o estornudar.
Tórax batiente
Una fractura múltiple de costillas puede permitir que un segmento importante de la pared torácica anterior y/o
lateral se mueva libremente. El segmento suelto de la pared se mueve de forma paradójica (hacia dentro en la inspiración y
hacia fuera en la espiración). El tórax batiente constituye una lesión extremadamente dolorosa y afecta la ventilación, de
modo que se altera la oxigenación de la sangre. Durante el tratamiento, el segmento suelto debe fijarse mediante ganchos y/o
alambres para inmovilizarlo.
La toracotomía es la creación quirúrgica de una abertura en la pared torácica para acceder a la cavidad pleural (fig.
C1-1). Una toracotomía anterior puede implicar la realización de un corte en forma de H a través del pericondrio de uno o
más cartílagos costales y soltar los segmentos del cartílago costal para acceder a la cavidad torácica (v. fig. 1-13).
Las caras posterolaterales de los espacios intercostales 5.o-7.o son localizaciones importantes para las incisiones para
una toracotomía posterior. En general, la vía de acceso lateral es la más satisfactoria para penetrar en la cavidad torácica
(fig. C1-1). Con el paciente tendido sobre el costado contralateral se abduce el miembro superior completamente,
colocando el antebrazo al lado de la cabeza del paciente. Esta posición eleva y rota lateralmente el ángulo inferior de la
escápula, permitiendo el acceso hasta el 4.o espacio intercostal.
Los cirujanos utilizan una incisión en forma de H para abrir la cara superficial del periostio que envuelve la costilla,
quitan el periostio de ésta y luego extirpan un amplio segmento de costilla, obteniendo así un mejor acceso, que puede ser
necesario para entrar en la cavidad torácica y extirpar un pulmón (neumonectomía), por ejemplo. En ausencia de costilla,
puede entrarse en la cavidad torácica a través de la cara profunda de la vaina perióstica, respetando los músculos
intercostales adyacentes. Tras la operación, las porciones de costilla perdidas se regeneran a partir del periostio intacto,
aunque de forma imperfecta.
Costillas supernumerarias
Normalmente, las personas tienen 12 costillas a cada lado, aunque este número puede aumentar por la presencia de
costillas cervicales y/o lumbares, o disminuir por alteraciones en la formación del 12.o par. Las costillas cervicales son
relativamente frecuentes (0,5-2 %) y pueden afectar a las estructuras vasculonerviosas que se localizan en la abertura
torácica superior. Las costillas lumbares son menos frecuentes. Las costillas supernumerarias (extra) también tienen
significación clínica, ya que pueden producir confusión en la identificación de niveles vertebrales en las radiografías y
otros medios de diagnóstico por la imagen.
Los cartílagos costales proporcionan elasticidad a la caja torácica, previniendo muchas fracturas por golpes del
esternón y de las costillas. Debido a la notable elasticidad de las costillas y los cartílagos costales en los niños, la
compresión del tórax puede producir una lesión intratorácica incluso sin que se fracture ninguna costilla. En los ancianos,
los cartílagos costales pierden parte de su elasticidad y se vuelven quebradizos; pueden sufrir calcificación, haciéndose
radiopacos (esto es, se hacen visibles en las radiografías).
Muchas personas sobre los 40 años de edad perciben de repente que su proceso xifoides está osificado parcialmente
y consultan a su médico por un bulto duro en «la boca del estómago» (epigastrio). Nunca antes habían sido conscientes de
su proceso xifoides, y temen estar desarrollando un tumor.
A pesar de su localización subcutánea, las fracturas de esternón no son frecuentes. Pueden producirse lesiones por
aplastamiento por una compresión traumática de la pared torácica en accidentes de tráfico cuando el tórax del conductor se
aplasta contra el volante, por ejemplo. La generalización del uso de airbags en los coches ha reducido el número de
fracturas de esternón. Normalmente, la fractura del cuerpo del esternón es una fractura conminuta (fractura que causa
diversos fragmentos). El desplazamiento de los fragmentos óseos es poco frecuente debido a que el esternón está revestido
por una fascia profunda (prolongaciones fibrosas de los ligamentos esternocostales radiados; v. fig. 1-6 A) y por las
inserciones esternales de los músculos pectorales mayores. La localización más frecuente de la fractura de esternón en los
ancianos es el ángulo del esternón, donde la articulación manubrioesternal se ha fusionado. La fractura resultante es una
luxación de la articulación manubrioesternal.
La preocupación más importante en las lesiones esternales no es la fractura en sí misma sino la posibilidad de lesiones
cardíacas (contusión del miocardio, rotura cardíaca, taponamiento) o pulmonares. La mortalidad (tasa) asociada a las
fracturas de esternón es del 25 % al 45 %, en gran parte debido a estas lesiones subyacentes. En los pacientes con una
contusión esternal debe realizarse una evaluación de las lesiones viscerales subyacentes (Marx et al., 2009).
Esternotomía media
Para tener acceso a la cavidad torácica en las intervenciones quirúrgicas en el mediastino—como en la derivación
aortocoronaria, por ejemplo—se divide (se separa) el esternón por su plano medio y se retrae. La flexibilidad de las
costillas y los cartílagos costales permite separar de las mitades del esternón durante las intervenciones quirúrgicas que
requieren una esternotomía media. Esta «separación esternal» también proporciona una buena exposición para extirpar
tumores de los lóbulos superiores de los pulmones. Tras la intervención, las mitades del esternón suelen unirse con suturas
de alambre o clips.
Biopsia esternal
El cuerpo del esternón se utiliza a menudo para realizar biopsias por punción de médula ósea debido a su anchura y
a su localización subcutánea. La aguja perfora la fina capa ósea cortical y penetra en el hueso esponjoso vascularizado. La
biopsia esternal se utiliza con frecuencia para obtener muestras de médula para trasplantar o para detectar metástasis
neoplásicas y discrasias (alteraciones) sanguíneas.
El esternón se desarrolla a partir de la fusión de condensaciones bilaterales verticales de tejido precartilaginoso, las
bandas o barras esternales. Las mitades del esternón del feto pueden no fusionarse. La hendidura esternal completa es una
anomalía poco frecuente por la cual puede protruir el corazón (ectopia cardíaca). Las hendiduras parciales que afectan al
manubrio y a la mitad superior del cuerpo del esternón tienen forma de V o de U, y en los lactantes pueden solucionarse
mediante aposición directa y fijación de las mitades esternales. En ocasiones, únicamente persiste una perforación aislada
(foramen esternal) en el cuerpo del esternón debido a una fusión incompleta. No es clínicamente significativo, pero no debe
olvidarse su posible presencia para no cometer errores de interpretación en una radiografía de tórax, como tomarlo por una
herida de bala mal cicatrizada, por ejemplo. Un esternón hundido (pectus excavatum o tórax en embudo) o proyectado
(pectus carinatum o tórax en quilla) constituyen variaciones anómalas del esternón que pueden hacerse evidentes o más
pronunciadas durante la infancia.
El proceso xifoides está habitualmente perforado en las personas ancianas debido a cambios relacionados con la edad;
esta perforación tampoco tiene importancia clínica. De manera similar, un proceso xifoides protruido anteriormente no es
infrecuente en los niños; cuando se presenta, en general no necesita corrección.
Los anatomistas se refieren a la abertura torácica superior como entrada torácica debido a que las sustancias no
circulantes (aire y comida) sólo pueden entrar en el tórax a través de esta abertura. Cuando los clínicos se refieren a la
abertura torácica superior como salida torácica, están subrayando que las arterias y los nervios espinales T1 emergen del
tórax a través de esta abertura para entrar en la parte inferior del cuello y en los miembros superiores. De ahí que se
presenten varios tipos de síndrome de la salida del tórax en función de las estructuras emergentes afectadas por las
obstrucciones de la abertura torácica superior (Rowland y Pedley, 2010). Aunque el síndrome de la salida del tórax implica
una ubicación torácica, en realidad la obstrucción tiene lugar por fuera de la abertura, en la raíz del cuello, y las
manifestaciones del síndrome implican al miembro superior (v. caps. 6 y 8).
La «separación de costillas» hace referencia a la luxación de la unión costocondral entre la costilla y su cartílago
costal. En la separación de las costillas 3.a-10.a se produce normalmente un desgarro del pericondrio y el periostio. Debido
a ello, la costilla puede moverse superiormente, cabalgando sobre la costilla de encima y produciendo dolor.
Parálisis del diafragma
La parálisis de la mitad del diafragma (una cúpula o hemidiafragma) debida a una lesión de su inervación motora por
el nervio frénico no afecta a la otra mitad, ya que cada cúpula tiene una inervación separada. La parálisis del diafragma se
puede detectar radiológicamente al observar su movimiento paradójico. En lugar de descender como normalmente debería
suceder durante la inspiración debido a la contracción diafragmática (fig. C1-2 A), la cúpula paralizada asciende empujada
superiormente por las vísceras abdominales que están siendo comprimidas por la cúpula activa contralateral (fig. C1-2 B).
En lugar de ascender durante la espiración, la cúpula paralizada desciende en respuesta a la presión positiva en los
pulmones.
Puntos fundamentales
FIGURA 1-11. Músculos axioapendiculares, del cuello y anterolaterales del abdomen que cubren la pared torácica. En el lado izquierdo se han extirpado el
músculo pectoral mayor para exponer los músculos pectoral menor, subclavio e intercostal externo. Cuando eliminamos los músculos del miembro superior puede verse la
forma gradualmente abovedada de la caja torácica.
• Los músculos intercostales internos (11 pares) discurren profundamente y perpendicularmente a los intercostales externos
(figs. 1-12 B, 1-14 y 1-15 C). Sus fibras discurren a nivel inferoposterior desde el suelo de los surcos costales hasta los
bordes superiores de las costillas inferiores a ellos. Los intercostales internos se insertan en los cuerpos de las costillas y a
sus cartílagos costales, alcanzando anteriormente el esternón y posteriormente el ángulo de las costillas (fig. 1-16). Entre las
costillas posteriormente, medial a los ángulos, los intercostales internos son sustituidos por las membranas intercostales
internas (fig. 1-15 A). Los músculos intercostales internos inferiores se continúan con los músculos oblicuos internos en la
pared anterolateral del abdomen. Los intercostales internos—más débiles que los músculos intercostales externos—son más
activos durante la espiración—especialmente sus porciones interóseas (frente a las intercondrales).
• Los músculos intercostales íntimos son similares a los intercostales internos y son, en esencia, sus porciones más
profundas. Los intercostales íntimos están separados de los intercostales internos por los vasos y los nervios intercostales
(figs. 1-15 A y B, y 1-16). Estos músculos se extienden entre las superficies internas de las costillas adyacentes y ocupan las
partes más laterales de los espacios intercostales. Es probable (aunque no está establecido) que sus acciones sean las
mismas que las de los músculos intercostales internos.
Los músculos subcostales tienen formas y tamaños variables, y normalmente sólo están bien desarrollados en la pared
torácica inferior. Estas finas tiras musculares se extienden desde la superficie interna del ángulo de una costilla hasta la
superficie interna de la segunda o tercera costilla inferior a ella. Atravesando uno o dos espacios intercostales, los subcostales
discurren en la misma dirección que los intercostales internos y se mezclan con ellos (fig. 1-15 B).
Los músculos transversos del tórax constan de cuatro o cinco tiras que irradian superolateralmente desde la cara posterior
de la porción inferior del esternón (figs. 1-13 a 1-15 A). Los músculos transversos del tórax se continúan inferiormente con
los músculos transversos del abdomen en la pared anterolateral del cuerpo. Estos músculos parecen tener una débil función
espiratoria y también pueden proporcionar información propioceptiva.
Aunque los intercostales externos e internos son activos durante la inspiración y la espiración, respectivamente, la mayor
parte de su actividad es isométrica (aumento de tono sin producir movimiento); el papel de estos músculos en el movimiento
de las costillas parece tener relación, sobre todo, con la respiración forzada. El diafragma es el principal músculo de la
inspiración. La espiración es pasiva a no ser que se exhale en contra de una resistencia (p. ej., al inflar un globo) o cuando se
intenta exhalar el aire más rápidamente de lo habitual (p. ej., al toser, estornudar, sonarse la nariz o gritar). La retracción
elástica de los pulmones y la descompresión de las vísceras abdominales expelen el aire inhalado previamente. El papel
primordial de los músculos intercostales en la respiración es sostener (aumentar el tono o la rigidez) el espacio intercostal,
oponiéndose al movimiento paradójico, en especial durante la inspiración, cuando las presiones torácicas internas son más
bajas (más negativas). Esto se hace más evidente después de una lesión medular alta, cuando inicialmente hay una parálisis
fláccida de todo el tronco aunque el diafragma se mantiene activo. En estas circunstancias, la capacidad vital está seriamente
afectada por la incursión paradójica de la pared torácica durante la inspiración. Varias semanas después, la parálisis se hace
espástica; la pared torácica se vuelve más rígida y aumenta la capacidad vital (Standring, 2008).
FIGURA 1-13. Disección de la cara anterior de la pared torácica anterior. Los músculos intercostales externos están sustituidos por membranas entre los cartílagos
costales. Los cortes en forma de H por el pericondrio de los cartílagos costales 3.o y 4.o se utilizan para quitar piezas de cartílago, del mismo modo que hicimos con el 4.o
cartílago costal. No es infrecuente que la 8.a costilla se inserte en el esternón, como en este espécimen. Los vasos torácicos internos y los nódulos linfáticos paraesternales
(verde) se encuentran dentro de la caja torácica lateralmente al esternón.
FIGURA 1-14. Cara posterior de la pared torácica anterior. Las arterias torácicas internas se originan en las arterias subclavias y van acompañadas por venas pares
inferiormente. Superior al 2.o cartílago costal sólo hay una única vena torácica interna a cada lado, que drena en la vena braquiocefálica. La continuidad del músculo
transverso del tórax con el músculo transverso del abdomen se hace evidente cuando se extirpa el diafragma, como hemos hecho aquí en el lado derecho.
FIGURA 1-15. Contenido de un espacio intercostal. A) Esta sección transversal muestra los nervios (lado derecho) y las arterias (lado izquierdo) en relación con
los músculos intercostales. B) Se muestra la parte posterior de un espacio intercostal. Se ha extirpado la cápsula articular (ligamento radiado) de una articulación
costovertebral. Los músculos intercostales íntimos saltan un espacio intercostal; los músculos subcostales saltan dos. La regla mnemotécnica para recordar el orden de las
estructuras vasculonerviosas en el espacio intercostal, de superior a inferior, es VAN—vena, arteria y nervio. Entre los nervios intercostales y el tronco simpático se
extienden ramos comunicantes. C) Se muestra un modelo sencillo de acción de los músculos intercostales. La contracción de las fibras musculares cuyo recorrido es más
paralelo a la inclinación de las costillas en un punto dado (fibras A y C) elevará las costillas y el esternón; la contracción de las fibras musculares de disposición
aproximadamente perpendicular a la inclinación de las costillas (fibras B) descenderá las costillas.
FIGURA 1-16. Disección superficial de la región pectoral masculina. El platisma se ha seccionado en parte en el lado derecho y se ha reflejado en el lado izquierdo,
juntamente con los nervios supraclaviculares subyacentes. La fascia pectoral transparente cubre el pectoral mayor derecho. Se ha eliminado la fascia en el lado izquierdo.
Se muestran los ramos cutáneos de los nervios intercostales que inervan la mama.
E l diafragma es una pared compartida (en realidad, un suelo/techo) que separa el tórax del abdomen. Aunque tiene
funciones relacionadas con ambos compartimentos del tronco, su función más importante (vital) es la de ser el músculo
principal de la inspiración. La descripción detallada del diafragma torácico se encuentra en el capítulo 2 debido a que las
inserciones de sus pilares están en niveles abdominales (esto es, en las vértebras lumbares) y todas sus inserciones se
observan mejor desde su cara inferior (abdominal).
Los ramos de un nervio intercostal típico son los siguientes (v. fig. 1-15 A y B):
• Ramos comunicantes, que conectan cada nervio intercostal al tronco simpático homolateral. Las fibras presinápticas
abandonan las porciones iniciales del ramo anterior de cada nervio torácico (y lumbar superior) mediante un ramo
comunicante blanco y pasan hacia un tronco simpático. Las fibras postsinápticas que se distribuyen por la pared corporal y
los miembros pasan desde los ganglios del tronco simpático, a través de los ramos comunicantes grises, para unirse al ramo
anterior del nervio espinal más cercano, incluidos todos los nervios intercostales. Las fibras nerviosas simpáticas se
distribuyen a través de todos los ramos de todos los nervios espinales (ramos anteriores y posteriores) para alcanzar los
vasos sanguíneos, las glándulas sudoríparas y la musculatura lisa de la pared corporal y de los miembros.
• Ramos colaterales, que se originan cerca de los ángulos de las costillas y descienden para correr por el borde superior de
la costilla inferior, colaborando en la inervación de los músculos intercostales y la pleura parietal.
• Ramos cutáneos laterales, que se originan cerca de la línea axilar media, atraviesan los músculos intercostales internos y
externos y se dividen a su vez en ramos anterior y posterior. Estos ramos terminales inervan la piel de las paredes laterales
torácica y abdominal.
• Ramos cutáneos anteriores, que atraviesan los músculos y las membranas del espacio intercostal en la línea paraesternal y
se dividen en ramos medial y lateral. Estos ramos terminales inervan la piel de la cara anterior del tórax y el abdomen.
• Ramos musculares, que inervan los músculos intercostales, subcostales, transversos del tórax, elevadores de las costillas y
serratos posteriores.
NERVIOS INTERCOSTALES ATÍPICOS
Aunque el ramo anterior de la mayoría de los nervios espinales torácicos es simplemente el nervio intercostal para ese nivel,
e l ramo anterior del 1.er nervio espinal torácico (T1) se divide primero en una porción superior grande y una inferior
pequeña. La porción superior se une al plexo braquial, el plexo nervioso que inerva el miembro superior, y la porción inferior
se convierte en el 1.er nervio intercostal. Otras características atípicas de algunos nervios intercostales específicos son las
siguientes:
• El 1.er y el 2.o nervios intercostales recorren la cara interna de las costillas 1.a y 2.a, en vez de hacerlo a lo largo del borde
inferior de los surcos de las costillas (v. fig. 1-14).
• El 1.er nervio intercostal no tiene ramo cutáneo anterior, y a menudo tampoco ramo cutáneo lateral. Cuando existe un ramo
cutáneo lateral, inerva la piel de la axila y puede comunicar tanto con el nervio intercostobraquial como con el nervio
cutáneo medial del brazo.
• El 2.o (y a veces el 3.o) nervio intercostal da origen a un gran ramo cutáneo lateral, el nervio intercostobraquial, que surge
del 2.o espacio intercostal en la línea axilar media, penetra el serrato anterior y entra en la axila y el brazo. Normalmente, el
nervio intercostobraquial inerva el suelo—piel y tejido subcutáneo—de la axila y luego comunica con el nervio cutáneo
medial del brazo para inervar las caras medial y posterior del brazo. El ramo cutáneo lateral del 3.er nervio intercostal
frecuentemente da origen a un segundo nervio intercostobraquial.
• Los nervios intercostales 7. o-11.o, tras dar origen a ramos cutáneos laterales, atraviesan posteriormente el arco costal y
continúan para inervar la piel y los músculos abdominales. Cuando abandonan el espacio intercostal se convierten en
nervios toracoabdominales de la pared anterior del abdomen (v. cap. 2). Sus ramos cutáneos anteriores perforan la vaina
del recto, convirtiéndose en cutáneos en la proximidad del plano medio.
FIGURA 1-19. Arterias de la pared torácica. El riego arterial de la pared torácica deriva de la aorta torácica a través de las arterias intercostales posteriores y
subcostales (A, B y D), desde la arteria axilar (B) y desde la arteria subclavia a través de las arterias torácica interna (C) e intercostal suprema (B). Las conexiones
(anastomosis) entre las arterias permiten desarrollar vías de circulación colateral (D).
Las arterias intercostales posteriores:
• Del 1.er y 2.o espacios intercostales se originan de la arteria intercostal suprema (superior), una rama del tronco
costocervical de la arteria subclavia.
• De los espacios intercostales 3.o-11.o (y las arterias subcostales del espacio subcostal) se originan posteriormente de la
aorta torácica (fig. 1-19). Debido a que la aorta está ligeramente a la izquierda de la columna vertebral, las arterias
intercostales derechas 3.a a 11. a cruzan sobre los cuerpos vertebrales, siguiendo un curso más largo que las del lado
izquierdo (figura 1-19 B).
• Todas emiten una rama posterior que acompaña al ramo posterior del nervio espinal para irrigar la médula espinal, la
columna vertebral, los músculos del dorso y la piel.
• Dan lugar a una pequeña rama colateral que cruza el espacio intercostal y discurre a lo largo del borde superior de la
costilla.
• Acompañan a los nervios intercostales a través de los espacios intercostales. Cerca del ángulo de la costilla, las arterias
entran en los surcos de las costillas, donde se sitúan entre la vena y el nervio intercostales. Primero, las arterias discurren en
la fascia endotorácica entre la pleura parietal y la membrana intercostal interna (v. fig. 1-17); después discurren entre los
músculos intercostales íntimos e internos.
• Tienen ramas terminales y colaterales que se anastomosan anteriormente con las arterias intercostales anteriores (fig. 1-19
A).
Las arterias torácicas internas (históricamente, arterias ma marias internas):
• Se originan en la raíz del cuello, en las caras inferiores de las primeras porciones de las arterias subclavias.
• Descienden hacia el interior del tórax posteriormente a la clavícula y al 1.er cartílago costal (figs. 1-13, 1-14 y 1-19).
• Se cruzan cerca de su origen con el nervio frénico homolateral.
• Descienden sobre la cara interna del tórax ligeramente laterales al esternón y posteriores a los sextos cartílagos costales
superiores y los músculos intercostales internos interpuestos. Después de descender más allá del 2.o cartílago costal, las
arterias torácicas internas discurren anteriores al músculo transverso del tórax (figs. 1-15 A y 1-19 C). Entre las tiras del
músculo, las arterias entran en contacto con la pleura parietal posteriormente.
• Terminan en el 6.o espacio intercostal dividiéndose en las arterias epigástrica superior y musculofrénica.
• Dan lugar directamente a las arterias intercostales anteriores que irrigan los seis espacios intercostales superiores.
Los pares homolaterales de arterias intercostales anteriores:
• Irrigan las porciones anteriores de los nueve espacios intercostales superiores.
• Discurren lateralmente en el espacio intercostal, una cerca del borde inferior de la costilla superior y la otra cerca del borde
superior de la costilla inferior.
• De los dos primeros espacios intercostales se sitúan inicialmente en la fascia endotorácica entre la pleura parietal y los
músculos intercostales internos.
• Las que irrigan los espacios intercostales 3.o-6.o están separadas por tiras del músculo transverso del tórax.
• Las de los espacios intercostales 7.o-9.o proceden de las arterias musculofrénicas, que también son ramas de las arterias
torácicas internas.
• Irrigan los músculos intercostales y dan ramas que, a través de ellos, van a irrigar los músculos pectorales, las mamas y la
piel.
• Faltan en los dos espacios intercostales inferiores, que están irrigados únicamente por las arterias intercostales posteriores y
sus ramas colaterales.
VENAS DE LA PARED TORÁCICA
Las venas intercostales acompañan a las arterias y a los nervios intercostales y se sitúan más superiores en los surcos de las
costillas (figs. 1-15 B y 1-20). A cada lado hay 11 venas intercostales posteriores y una vena subcostal. Las venas
intercostales posteriores se anastomosan con las venas intercostales anteriores (tributarias de las venas torácicas internas).
A medida que se aproximan a la columna vertebral, las venas intercostales posteriores reciben una rama posterior, que
acompaña al ramo posterior del nervio espinal de ese nivel, y una vena intervertebral que drena los plexos venosos
vertebrales asociados a la columna vertebral. Las mayoría de las venas intercostales posteriores (4-11) termina en el sistema
venoso ácigos/hemiácigos, que conduce sangre venosa hacia la vena cava superior (VCS). Las venas intercostales posteriores
del 1.er espacio intercostal suelen entrar directamente en las venas braquiocefálicas derecha e izquierda. Las venas
intercostales posteriores de los espacios intercostales 2.o y 3.o (y algunas veces el 4.o) se unen formando un tronco, la vena
intercostal superior (fig. 1-20).
FIGURA 1-20. Venas de la pared torácica. Aunque en la ilustración se representan como conductos continuos, las venas intercostales anterior y posterior son vasos
separados, que normalmente drenan en direcciones opuestas, cuyas tributarias se comunican (anastomosan) aproximadamente en la línea axilar anterior. Sin embargo,
debido a que estas venas carecen de válvulas, el flujo puede invertirse.
La vena intercostal superior derecha es habitualmente la tributaria final de la vena ácigos, antes de que desemboque en la
VCS. La vena intercostal superior izquierda, sin embargo, drena normalmente en la vena braquiocefálica izquierda. Esto
obliga a la vena a pasar anteriormente a lo largo del lado izquierdo del mediastino superior, en concreto cruzando el arco de
la aorta o la raíz de los grandes vasos que nacen de ella, y entre los nervios vago y frénico (v. fig. 1-70 B). A menudo recibe
las venas bronquiales izquierdas y puede recibir también la vena pericardiofrénica izquierda. Típicamente, comunica
inferiormente con la vena hemiácigos accesoria. Las venas torácicas internas son las venas satélites de las arterias torácicas
internas.
Cuando las personas con problemas respiratorios, como asma, o con insuficiencia cardíaca, tienen dificultades para
respirar (disnea), utilizan sus músculos respiratorios accesorios para ayudar a la expansión de la cavidad torácica.
Normalmente se apoyan sobre las rodillas o en los brazos de una silla para fijar sus cinturas escapulares, de manera que
estos músculos puedan actuar sobre sus inserciones costales y expandir el tórax.
La infección por herpes zóster provoca unas lesiones cutáneas clásicas que se distribuyen en dermatomas—la
culebrilla—y cursan con un dolor extremadamente intenso (fig. C1-3). El herpes zóster es una enfermedad vírica de los
ganglios sensitivos de los nervios espinales, normalmente una reactivación del virus de la varicela zóster (VVZ). Tras
invadir un ganglio, el virus produce un dolor agudo, urente, en el dermatoma inervado por el nervio afectado (v. fig. 1-18).
El área de piel afectada se torna roja y aparecen erupciones vesiculosas. El dolor puede preceder o seguir a la erupción
cutánea. Aunque se trata sobre todo de una neuropatía (alteración patológica de un nervio) sensitiva, en el 0,5 % al 5,0 %
de las personas, habitualmente en sujetos de edad avanzada con cáncer, aparece debilidad debido a una afectación motora
(Rowland, 2010). La debilidad muscular suele tener la misma distribución en miotomas, como el dolor y las erupciones
vesiculares en dermatomas.
La anestesia local de un espacio intercostal se realiza mediante la inyección de un agente anestésico local alrededor
de los nervios intercostales, entre la línea paravertebral y la zona que precisa anestesia. Esta técnica, denominada bloqueo
nervioso intercostal, implica la infiltración de anestesia alrededor del nervio intercostal y sus ramos colaterales (fig. C1-
4). El término bloqueo indica que las terminaciones nerviosas de la piel y la transmisión de impulsos a través de nervios
sensitivos que transportan información dolorosa están interrumpidos (bloqueados) antes de que los impulsos alcancen la
médula espinal y el encéfalo. Como normalmente cualquier área particular de la piel recibe inervación de dos nervios
adyacentes, se produce un solapamiento considerable de dermatomas contiguos. De este modo, no se suele producir la
pérdida completa de sensibilidad, a menos que se anestesien dos o más nervios intercostales en los espacios intercostales
adyacentes.
Mamas
Las mamas son los elementos superficiales más destacados de la pared anterior del tórax, especialmente en la mujer. Se
componen de tejido glandular y de tejido fibroso de soporte integrados en una matriz de tejido graso, junto con vasos
sanguíneos y linfáticos, y nervios. Tanto hombres como mujeres tienen mamas; generalmente sólo están bien desarrolladas en
las mujeres (figs. 1-21 y 1-22). Las glándulas mamarias están situadas en el tejido subcutáneo que recubre los músculos
pectorales mayor y menor. El pezón se encuentra en la prominencia más elevada de la mama, rodeado por un área circular de
piel pigmentada, la areola.
En las mujeres, las glándulas mamarias de las mamas son estructuras accesorias para la reproducción. En el hombre son ru
dimentarias y carecen de función; consisten sólo en unos pocos conductos pequeños o cordones epiteliales. Normalmente, la
grasa de las mamas masculinas no es diferente de la del tejido subcutáneo de cualquier otra localización, y normalmente el
sistema glandular no se desarrolla.
MAMAS FEMENINAS
El tamaño de las mamas de una mujer que no amamanta depende de la cantidad de grasa que rodea el tejido glandular. El
cuerpo más o menos circular de las mamas femeninas descansa en el lecho de la mama, que se extiende transversalmente
desde el borde lateral del esternón hacia la línea axilar media, y verticalmente desde la 2.a hasta la 6.a costillas. Dos terceras
partes del lecho de la mama están formadas por la fascia pectoral que cubre el pectoral mayor, y el tercio restante por la
fascia que cubre el serrato anterior. Entre la mama y la fascia pectoral se sitúa un plano de tejido subcutáneo laxo o espacio
potencial—el espacio (bolsa) retromamario. Este plano contiene una pequeña cantidad de grasa, y permite a la mama cierto
grado de movimiento sobre la fascia pectoral. Una pequeña porción de la glándula mamaria puede extenderse a lo largo del
borde inferolateral del pectoral mayor hacia la fosa axilar (axila) y formar el proceso axilar o cola (cola o proceso de
Spence). Algunas mujeres lo descubren (especialmente cuando puede agrandarse durante un ciclo menstrual) y pueden creer
que se trata de un bulto (tumor) o un nódulo linfático aumentado de tamaño.
FIGURA 1-21. Disección superficial de la región pectoral femenina. La fascia pectoral se ha eliminado, excepto donde se sitúa profundamente a la mama. La base
de la mama se extiende desde la 2.a a la 6.a costillas. El proceso axilar de la mama se extiende hacia la fosa axilar o hasta su interior.
FIGURA 1-22. Corte sagital de la mama femenina y de la pared torácica anterior. Los dos tercios superiores de la figura muestran los ligamentos suspensorios y
los alvéolos de la mama con lóbulos quiescentes de la glándula mamaria; la parte inferior muestra lóbulos lactantes de la glándula mamaria.
Las glándulas mamarias están unidas con firmeza a la dermis de la piel que las recubre, en especial por ligamentos cutáneos
consistentes, los ligamentos suspensorios (de Cooper). Estas condensaciones de tejido conectivo fibroso, particularmente
bien desarrolladas en la porción superior de la glándula, ayudan a sostener los lóbulos y lobulillos de la glándula mamaria.
Durante la pubertad (8-15 años de edad), normalmente las mamas crecen, debido en parte al desarrollo glandular pero
sobre todo por el aumento del depósito de grasa. Las areolas y los pezones también crecen. El tamaño de la mama y su forma
vienen determinados parcialmente por factores genéticos, raciales y dietéticos. Los conductos galactóforos dan lugar a yemas
que se desarrollan en 15-20 lóbulos de la glándula mamaria, que constituyen el parénquima (tejido funcional) de la glándula
mamaria. Por tanto, cada lóbulo está drenado por un conducto galactóforo, y todos ellos convergen para abrirse
independientemente. Cada conducto tiene una porción dilatada profunda a la areola, el seno galactóforo, donde se acumulan
gotitas de leche en la madre lactante. Cuando el recién nacido empieza a mamar, la compresión de la areola (y de los senos
galactóforos que hay debajo) exprime las gotitas acumuladas y le estimula a continuar mamando mientras se establece el
reflejo de bajada de la leche mediado hormonalmente. La leche de la madre es secretada en la boca del lactante, y no
aspirada de la glándula.
Las areolas contienen abundantes glándulas sebáceas, que se dilatan durante el embarazo y secretan una sustancia oleosa
que proporciona un lubricante protector para la areola y el pezón. Estas estructuras están especialmente expuestas al roce y la
irritación en el inicio de la lactancia materna. Los pezones (papilas mamarias) son prominencias de forma cónica o cilíndrica
situadas en el centro de la areola. Los pezones no tienen grasa, pelo ni glándulas sudoríparas. Las puntas de los pezones está
fisuradas por los conductos galactóforos que desembocan en ellos. Los pezones están compuestos sobre todo por fibras
musculares lisas dispuestas de forma circular que comprimen los conductos galactóforos durante la lactancia y producen la
erección de los pezones como respuesta a estímulos, como cuando el lactante empieza a succionar.
Las glándulas mamarias son glándulas sudoríparas modificadas; por consiguiente, no tienen ni cápsula ni vaina. El contorno
redondeado y la mayor parte del volumen de las mamas se deben a la grasa subcutánea, excepto durante el embarazo, cuando
crecen las glándulas mamarias y se forma nuevo tejido glandular. Los alvéolos (del latín, pequeños espacios huecos)
secretores de leche están dispuestos en racimo. En muchas mujeres, las mamas aumentan ligeramente de tamaño durante el
período menstrual debido al aumento de la liberación en el tejido glandular de gonadotropinas—las hormonas estimulante del
folículo (FSH) y luteinizante (LH).
VASCULARIZACIÓN DE LA MAMA
La irrigación arterial de la mama (figs. 1-23 A y B) deriva de:
• Ramas mamarias mediales de las ramas perforantes y ramas intercostales anteriores de la arteria torácica interna , que
se origina en la arteria subclavia.
• Arterias torácica lateral y toracoacromial, ramas de la arteria axilar.
• Arterias intercostales posteriores, ramas de la aorta torácica en los espacios intercostales 2.o, 3.o y 4.o.
E l drenaje venoso de la mama se dirige principalmente a la vena axilar, aunque también drena una parte en la vena
torácica interna (fig. 1-23 C).
El drenaje linfático de la mama es importante debido a su papel en las metástasis de células cancerosas. La linfa pasa
desde el pezón, la areola y los lóbulos de la glándula hacia el plexo linfático subareolar (figs. 1-24 A y B), y desde ahí:
• La mayor parte de la linfa (> 75 %), en especial la de los cuadrantes laterales de las mamas, drena hacia los nódulos
linfáticos axilares, inicialmente en su mayoría a los nódulos pectorales o anteriores. No obstante, una porción de linfa
puede drenar directamente a otros nódulos axilares, o incluso a los nódulos interpectorales, deltopectorales,
supraclaviculares o cervicales profundos inferiores. (Los nódulos linfáticos axilares se tratan en detalle en el cap. 6.)
• La mayor parte de la linfa restante, en particular la de los cuadrantes mamarios mediales, drena hacia los nódulos linfáticos
paraesternales o hacia la mama opuesta, mientras que la linfa de los cuadrantes inferiores puede pasar profundamente hacia
nódulos linfáticos abdominales (nódulos linfáticos frénicos inferiores subdiafragmáticos).
La linfa de la piel de la mama, excepto la de la areola y el pezón, drena en los nódulos linfáticos axilares, cervicales
profundos inferiores e infraclaviculares homolaterales, y en los nódulos linfáticos paraesternales de ambos lados.
La linfa de los nódulos axilares drena en los nódulos linfáticos claviculares (supraclaviculares e infraclaviculares) y
desde éstos en el tronco linfático subclavio, que también drena la linfa del miembro superior. La linfa de los nódulos
paraesternales entra en los troncos linfáticos broncomediastínicos, que drenan también la linfa de las vísceras torácicas. La
terminación de estos troncos linfáticos es variable; tradicionalmente se ha descrito la fusión de estos troncos entre sí y con el
tronco linfático yugular, drenando la cabeza y el cuello para formar un corto conducto linfático derecho en el lado derecho o
entrando su terminación en el conducto torácico en el lado izquierdo. Sin embargo, en muchos casos (si no en la mayoría) los
troncos desembocan independientemente en la unión de las venas yugular interna y subclavia, los ángulos venosos derecho o
izquierdo, que forman las venas braquiocefálicas derecha e izquierda (fig. 1-24 C). En algunas ocasiones, desembocan en
ambas venas contribuyentes justo antes del ángulo.
NERVIOS DE LA MAMA
Los nervios de la mama derivan de ramos cutáneos anteriores y laterales de los nervios intercostales 4. o-6.o (v. fig. 1-15).
Estos ramos de los nervios intercostales atraviesan la fascia pectoral que recubre el pectoral mayor para alcanzar el tejido
subcutáneo y la piel de la mama. Los ramos de los nervios intercostales conducen fibras sensitivas de la piel de la mama y
fibras simpáticas hasta los vasos sanguíneos de las mamas y el músculo liso en la piel que las recubre y los pezones.
FIGURA 1-23. Vascularización de la mama. A) La glándula mamaria está irrigada desde su cara medial principalmente por ramas perforantes de la arteria torácica
interna y por varias ramas de la arteria axilar (fundamentalmente la arteria torácica lateral) superior y lateralmente. B) Profundamente, la mama está irrigada por ramas
que provienen de las arterias intercostales. C) El drenaje venoso se dirige a la vena axilar (principalmente) y a las venas torácicas internas.
El cuerpo del esternón, de unos 10 cm de longitud, se sitúa anterior al borde derecho del corazón y las vértebras T5-T9
(fig. 1-26). El surco intermamario (depresión en la línea media o separación entre las mamas de las mujeres) se sitúa sobre
el cuerpo esternal (figs. 1-25 y 1-29). El proceso xifoides se sitúa en una leve depresión, la fosa epigástrica. Esta fosa se
utiliza como guía en la reanimación cardiopulmonar (RCP) para colocar correctamente la mano sobre la parte inferior del
esternón. La articulación xifoesternal es palpable y a menudo puede observarse como una cresta, al nivel del borde inferior
de la vértebra T9.
Los arcos costales, formados por la unión de los cartílagos costales de las costillas 7.a-10.a, se pueden palpar con facilidad
en el punto en que se extienden inferolateralmente desde la articulación xifoesternal. Los cartílagos costales derecho e
izquierdo convergen para formar el ángulo infraesternal.
FIGURA 1-24. Drenaje linfático de la mama. A) Nódulos linfáticos que reciben el drenaje de la mama. B) Las flechas rojas indican el flujo linfático que proviene de
la mama derecha. La mayor parte de la linfa, especialmente la que proviene del cuadrante lateral superior y del centro de la mama, drena en los nódulos linfáticos axilares,
que a su vez son drenados por el tronco linfático subclavio. En el lado derecho, entra en el sistema venoso por medio del conducto linfático derecho. C) La mayor parte de
la linfa de la mama izquierda retorna al sistema venoso por medio del conducto torácico.
Las costillas y los espacios intercostales proporcionan la base para localizar o describir la posición de estructuras,
traumatismos o afectación de la pared torácica o en su profundidad. Debido a que la 1.a costilla no es palpable, el recuento de
costillas en las exploraciones físicas comienza en la 2.a, adyacente al ángulo del esternón, que es subcutáneo y se palpa
fácilmente. Para contar las costillas y los espacios intercostales anteriormente, se deslizan los dedos lateralmente desde el
ángulo del esternón hacia el 2.o cartílago costal, y se empiezan a contar las costillas y los espacios moviendo los dedos a
partir de ahí. El 1.er espacio intercostal es el superior al 2.o cartílago costal—esto es, los espacios intercostales se numeran de
acuerdo con la costilla que forma su límite superior. En general, es más fiable contar los espacios intercostales, ya que la
yema del dedo tiende a descansar en (deslizarse hacia) los huecos entre las costillas. Hay que dejar un dedo en ese espacio
mientras se utiliza el otro para localizar el espacio siguiente. Si utilizamos todos los dedos es posible localizar cuatro
espacios al mismo tiempo. Los espacios son más anchos anterolateralmente (aproximadamente en la línea medioclavicular). Si
se separan los dedos de la pared torácica mientras se cuentan los espacios, es fácil que el dedo vuelva a un mismo espacio y
se confunda con el de abajo. Posteriormente, el extremo medial de la espina de la escápula se sitúa sobre la 4.a costilla.
FIGURA 1-26. Niveles vertebrales del esternón y plano transverso del tórax.
Mientras que las costillas y/o los espacios intercostales proporcionan la «latitud» para la orientación y la localización en la
pared torácica, diversas líneas imaginarias facilitan las descripciones anatómicas y clínicas al proporcionar la «longitud». Las
líneas mencionadas a continuación están extrapoladas sobre la pared torácica basándose en características superficiales
visibles o palpables:
• La línea media anterior (medioesternal) indica la intersección del plano medio con la pared anterior del tórax (fig. 1-27
A).
• La línea medioclavicular pasa a través del punto medio de la clavícula, paralela a la línea media anterior.
• La línea axilar anterior discurre verticalmente a lo largo del pliegue anterior de la axila, que está formado por el borde
inferolateral del músculo pectoral mayor a medida que se expande desde el tórax hasta el húmero en el brazo (fig. 1-27 B).
• La línea axilar media discurre desde el vértice (parte más profunda) de la axila, paralela a la línea axilar anterior.
• La línea axilar posterior, también paralela a la línea axilar anterior, discurre verticalmente a lo largo del pliegue posterior
de la axila formado por los músculos dorsal ancho y redondo mayor, a medida que se expanden desde el dorso hacia el
húmero.
• La línea media posterior (mediovertebral) es una línea vertical que discurre a lo largo de los vértices de los procesos
espinosos de las vértebras (fig. 1-27 C).
• Las líneas escapulares son paralelas a la línea media posterior y cruzan los ángulos inferiores de las escápulas.
Se extrapolan otras líneas (que no se muestran) a lo largo de los bordes palpables de formaciones óseas como el esternón y
la columna vertebral, como por ejemplo las líneas paraesternal y paravertebral.
Las mamas son los elementos superficiales más destacados de la pared anterior del tórax, especialmente en la mujer.
Excepto en caso de un exceso de tejido subcutáneo, en el hombre las mamas son en general una acentuación del contorno de
l o s músculos pectorales mayores, realzado por la presencia del pezón en el 4.o espacio intercostal, lateral a la línea
medioclavicular (fig. 1-28). En los individuos moderadamente atléticos, el contorno de los músculos pectorales mayores está
bien definido, y están separados en la línea media por el surco intermamario sobre el esternón, con el borde lateral formando
el pliegue axilar anterior (fig. 1-25). Inferolateralmente, unas bandas similares a un dedo, o digitaciones del serrato mayor,
tienen un aspecto de dientes de sierra insertándose en las costillas e interdigitándose con el oblicuo externo del abdomen (fig.
1-28). Las costillas inferiores y los arcos costales a menudo son evidentes, en especial cuando los músculos abdominales
están contraídos para «esconder la barriga». La musculatura intercostal no suele observarse normalmente; no obstante, en
algún caso (raramente) en que hay ausencia o atrofia de la musculatura intercostal, los espacios intercostales se hacen
evidentes con la respiración: durante la inspiración, son cóncavos y durante la espiración protruyen.
Las mamas femeninas tienen un tamaño, una forma y una simetría variables—incluso en una misma mujer. Sus superficies
anteriores aplanadas no muestran una demarcación clara con la superficie anterior de la pared torácica, pero sus bordes están
bien definidos lateralmente e inferiormente (fig. 1-29). A menudo es visible un patrón venoso sobre las mamas, sobre todo
durante el embarazo.
El pezón está rodeado por un área pigmentada, ligeramente sobreelevada y circular, la areola, cuyo color varía con la
complexión de la mujer. La areola generalmente se oscurece durante el embarazo y a partir de entonces mantiene ese color. La
areola suele estar punteada por aberturas papulares (levemente elevadas) de las glándulas areolares (glándulas sebáceas de
la piel de la areola). En ocasiones, uno o los dos pezones están invertidos (retraídos); esta leve anomalía congénita puede
dificultar la lactancia.
En los hombres y en las mujeres nulíparas jóvenes—las que nunca han dado a luz un feto viable—con mamas de un tamaño
moderado, el pezón se sitúa anterior al 4.o espacio intercostal, a unos 10 cm de la línea media anterior. En general, los
pezones muestran una considerable variabilidad con el tamaño de la mama, sobre todo en las mujeres multíparas. Por
consiguiente, y debido a las variaciones en el tamaño y en la forma, los pezones no son una referencia fiable del 4.o espacio
intercostal en las mujeres adultas.
MAMAS
Cambios en las mamas
El tejido mamario sufre cambios, como la ramificación de los conductos galactóforos, durante los períodos
menstruales y en el embarazo. Aunque las glándulas mamarias están preparadas para la secreción hacia la mitad de la
gestación, no producen leche hasta poco después de que haya nacido el bebé. Durante el último trimestre del embarazo y en
las fases iniciales de la lactancia, los pezones secretan calostro, un líquido prelácteo cremoso, de color blanco a
amarillento. El calostro es especialmente rico en proteínas y agentes inmunitarios, y un factor de crecimiento que afecta a
los intestinos del lactante. En las mujeres multíparas (aquellas que han dado a luz dos o más veces), las mamas suelen
volverse grandes y péndulas. Las mamas de las mujeres de edad avanzada suelen ser pequeñas debido a la disminución de
grasa y a la atrofia del tejido glandular.
Para la localización anatómica y la descripción de quistes y tumores, la superficie de la mama se divide en cuatro
cuadrantes (fig. C1-5). Por ejemplo, un médico podría afirmar en un informe: «Se palpa una masa dura e irregular en el
cuadrante superior medial de la mama, a las 2 en punto y aproximadamente a 2,5 cm del borde de la areola».
Cáncer de mama
Conocer el drenaje linfático de las mamas es de importancia práctica para la predicción de las metástasis
(diseminación) del cáncer de mama. Los carcinomas de mama son tumores malignos, normalmente adenocarcinomas que
se originan en las células epiteliales de los conductos galactóforos de los lóbulos de la glándula mamaria (fig. C1-6 A). Las
células cancerosas metastásicas que pasan a un vaso linfático suelen cruzar dos o tres grupos de nódulos linfáticos antes de
llegar al sistema venoso.
La obstrucción del drenaje linfático a causa del cáncer puede originar linfedema (edema, exceso de líquido en el tejido
subcutáneo), que a su vez puede provocar desviación del pezón y una apariencia coriácea, engrosada, de la piel de la mama.
Entre los poros y hoyuelos de la piel puede desarrollarse una piel prominente (hinchada), que da origen a una apariencia de
piel de naranja (signo de la piel de naranja). A menudo, la piel presenta unos hoyuelos más grandes (como la punta del
dedo o mayores) debido a la invasión neoplásica del tejido glandular y a fibrosis (degeneración fibrosa), lo que provoca el
acortamiento de los ligamentos suspensorios o tira de ellos. El cáncer de mama subareolar puede causar retracción del
pezón por un mecanismo parecido que implica a los conductos galactóforos.
El cáncer de mama se disemina típicamente a través de los vasos linfáticos (metástasis linfógenas), que transportan
células cancerosas desde la mama a los nódulos linfáticos, principalmente a los de la axila. Las células alojadas en los
nódulos producen nidos de células tumorales (metástasis). Las abundantes comunicaciones entre las vías linfáticas y entre
los nódulos linfáticos axilares, cervicales, y paraesternales también pueden hacer que aparezcan metástasis procedentes de
la mama en los nódulos linfáticos supraclaviculares, en la mama opuesta o en el abdomen (v. fig. 1-24 A y B). Como la
mayor parte del drenaje linfático de la mama se dirige a los nódulos linfáticos axilares, éstos constituyen la localización
más frecuente de las metástasis del cáncer de mama. El aumento de tamaño de estos nódulos palpables sugiere la
posibilidad de que exista un cáncer en la mama, y puede ser clave para su detección precoz. Sin embargo, la ausencia de
nódulos axilares agrandados no garantiza que no se hayan producido metástasis de un cáncer de mama; las células malignas
pueden haber pasado a otros nódulos, como los linfáticos infraclaviculares y supraclaviculares.
Las venas intercostales posteriores drenan en el sistema venoso ácigos/hemiácigos a lo largo de los cuerpos de las
vértebras (v. fig. 1-38 B), y se comunican con el plexo venoso vertebral interno que rodea la médula espinal. Las células
cancerosas también pueden diseminarse desde la mama a través de estas vías venosas hasta las vértebras, y desde ahí al
cráneo y al cerebro. El cáncer también se disemina por contigüidad (invasión del tejido adyacente). Cuando las células
malignas invaden el espacio retromamario (v. fig. 1-22), se fijan o invaden la fascia pectoral que cubre el pectoral mayor,
o metastatizan en los nódulos interpectorales, la mama se eleva al contraer el músculo. Este movimiento es un signo clínico
del cáncer de mama avanzado. Para observar este movimiento ascendente, el médico hace que la paciente coloque las
manos en las caderas y haga fuerza mientras tira de los codos hacia delante, para tensar los músculos pectorales.
Mamografía
La mamografía, la exploración radiográfica de las mamas, es una de las técnicas que se utilizan para detectar el
cáncer de mama (fig. C1-6 B). Un carcinoma se ve en la imagen obtenida como una densidad grande e irregular. La piel que
cubre el tumor está engrosada (dos flechas superiores en la fig. C1-6 C) y el pezón está deprimido. Los cirujanos utilizan la
mamografía como guía al extirpar tumores, quistes y abscesos mamarios.
Cuando es posible, las incisiones quirúrgicas se realizan en los cuadrantes inferiores de la mama, ya que están
menos vascularizados que los superiores. La transición entre la pared del tórax y la mama es más brusca inferiormente,
creando una línea, surco o pliegue cutáneo profundo—el surco cutáneo inferior (v. fig. 1-29). Las incisiones efectuadas
sobre dicha línea serán las menos visibles, y realmente pueden quedar ocultas por la mama. Cuando es necesario efectuar
incisiones cerca de la areola o en la propia mama, éstas se dirigen radialmente hacia cualquiera de los lados del pezón (en
este lugar, las líneas de tensión de Langer discurren transversas) o circunferencialmente (v. fig. I-7).
Actualmente, la mastectomía (escisión de una mama) no es tan frecuente para el tratamiento del cáncer de mama como lo
fue en el pasado. En la mastectomía simple se extirpa la mama hasta el espacio retromamario. La mastectomía radical, una
intervención más extensa, implica la extirpación de la mama, músculos pectorales, grasa, fascia y tantos nódulos linfáticos
como sea posible en la región axilar y pectoral. En la práctica habitual, a menudo sólo se extirpa el tumor y los tejidos
circundantes—mastectomía parcial o cuadrantectomía (cirugía conservadora de la mama mediante una amplia escisión
local)—seguido de radioterapia (Goroll, 2009).
Aproximadamente el 1,5 % de los cánceres de mama afectan a hombres. Al igual que en las mujeres, esta neoplasia
suele metastatizar en los nódulos linfáticos axilares, pero también en el hueso, la pleura, el pulmón, el hígado y la piel. En
Estados Unidos, unos 1 000 hombres sufren un cáncer de mama cada año (Swartz, 2009). La presencia de una masa
subareolar visible y/o palpable, o la secreción por un pezón, pueden indicar un tumor maligno. El cáncer de mama en los
hombres tiende a infiltrar la fascia pectoral, el pectoral mayor y los nódulos linfáticos apicales de la axila. Aunque el
cáncer de mama es poco frecuente en el varón, las consecuencias son graves, ya que normalmente el tumor no se detecta
hasta que se han producido metástasis extensas (p. ej., óseas).
Ginecomastia
El aumento ligero y pasajero de tamaño de las mamas es algo normal (frecuencia del 70 %) en los hombres durante
la pubertad (entre los 10 y 12 años de edad). La hipertrofia de las mamas después de la pubertad (ginecomastia) es
relativamente rara (< 1 %) y puede estar relacionada con la edad o con el consumo de fármacos (p. ej., tras el tratamiento
de un cáncer de próstata con dietilestilbestrol). La ginecomastia también puede deberse a un desequilibrio entre los
estrógenos y los andrógenos o a un cambio en el metabolismo hepático de las hormonas sexuales. Por tanto, el hallazgo de
una ginecomastia debe considerarse un síntoma, y debe iniciarse una evaluación para descartar posibles causas importantes,
como cánceres suprarrenales o testiculares (Goroll, 2009). Aproximadamente el 40 % de los hombres pospuberales con
síndrome de Klinefelter (trisomía XXY) presenta ginecomastia (Moore, Persaud y Torchia, 2012).
Puntos fundamentales
FIGURA 1-30. Divisiones de la cavidad torácica y revestimiento de las cavidades pulmonares. A) La TC y el diagrama interpretativo superior corresponden a
vistas de un corte transversal de la cavidad torácica que muestran su forma arriñonada, debido a la protrusión de los cuerpos vertebrales, y su división en tres
compartimentos. Los diagramas en tres dimensiones (B) y del corte transversal (C) muestran los revestimientos de las cavidades pleurales y los pulmones (pleuras). Cada
pulmón está envuelto por la hoja interna de un saco cerrado que ha sido invaginado por el pulmón. Recuadro: un puño que invagina un globo ligeramente desinflado
muestra la relación del pulmón (representado por el puño) con las paredes del saco pleural (hojas parietal y visceral de la pleura).
• Un compartimento central, el mediastino, que se interpone entre las dos cavidades pulmonares separándolas y contiene el
resto de las estructuras torácicas—el corazón, las porciones torácicas de los grandes vasos, la porción torácica de la
tráquea, el esófago, el timo y otras estructuras (p. ej., nódulos linfáticos). Se extiende verticalmente desde la abertura
torácica superior hasta el diafragma y anteroposteriormente desde el esternón hasta los cuerpos de las vértebras torácicas.
Las líneas relativamente abruptas a lo largo de las cuales la pleura parietal cambia de dirección (se refleja) desde una a
otra pared de la cavidad pleural son las líneas de reflexión pleural (figs. 1-31 y 1-32). Tres líneas de reflexión pleural
delimitan la extensión de las cavidades pulmonares de cada lado: las líneas esternal, costal y diafragmática. Los contornos
de las cavidades pulmonares derecha e izquierda son asimétricos (es decir, no son imágenes especulares el uno del otro)
debido a que el corazón está girado y se extiende hacia el lado izquierdo, dejando una impronta mayor en la cavidad izquierda
que en la derecha.
La desviación del corazón hacia el lado izquierdo afecta sobre todo a las líneas de reflexión pleural esternales derecha e
izquierda, que son asimétricas. Las líneas esternales son agudas o abruptas y aparecen donde la pleura costal se continúa
anteriormente con la pleura mediastínica. Empezando superiormente desde las cúpulas (fig. 1-31 A), las líneas de reflexión
esternales derecha e izquierda discurren a nivel inferomedial, pasando posteriores a las articulaciones esternoclaviculares
para encontrarse en la línea media anterior, posterior al esternón al nivel de su ángulo. Entre los niveles de los cartílagos
costales 2.o-4.o, las líneas derecha e izquierda descienden en contacto. Los sacos pleurales incluso pueden solaparse uno con
otro.
FIGURA 1-32. Diafragma, base de las cavidades pulmonares y recesos costodiafragmáticos. La mayor parte de la pleura diafragmática ha sido eliminada. A este
nivel, el mediastino consta de saco pericárdico (mediastino medio) y mediastino posterior, que contiene principalmente el esófago y la aorta. El profundo surco alrededor de
la convexidad del diafragma es el receso costodiafragmático, revestido por la pleura parietal. Anteriormente a este nivel, entre el corazón y la pared torácica se sitúan el
pericardio y el receso costomediastínico, y entre las reflexiones esternales de la pleura un área ocupada sólo por pericardio (área desnuda).
La línea de reflexión pleural esternal del lado derecho continúa inferiormente en la línea media anterior hacia la cara
posterior del proceso xifoides (al nivel del 6.o cartílago costal), donde gira lateralmente (fig. 1-31). La línea de reflexión
esternal en el lado izquierdo, sin embargo, desciende en la línea media anterior sólo hasta el nivel del 4.o cartílago costal.
Aquí pasa hacia el borde izquierdo del esternón y continúa inferiormente hasta el 6.o cartílago costal, creando una incisura
poco profunda a medida que discurre lateral hacia un área de contacto directo entre el pericardio (saco del corazón) y la pared
torácica anterior. Esta incisura poco profunda en el saco pleural y el «área desnuda» de contacto del pericardio con la pared
anterior es importante para la pericardiocentesis (v. cuadro azul «Pericardiocentesis», p. 134).
Las líneas de reflexión pleural costal son continuaciones agudas de las líneas esternales y se encuentran donde la pleura
costal se continúa con la pleura diafragmática inferiormente. La línea costal derecha avanza lateralmente desde la línea media
anterior. Sin embargo, y debido a la existencia del área desnuda del pericardio en el lado izquierdo, la línea costal izquierda
comienza en la línea medioclavicular; por lo demás, las líneas costales derecha e izquierda son simétricas y avanzan
lateralmente, posteriormente, y después medialmente, pasando de forma oblicua a través de la 8.o costilla en la línea
medioclavicular y la 10.a costilla en la línea axilar media, haciéndose continuas posteriormente con las líneas vertebrales en
los cuellos de las costillas 12.a inferior a ellas.
Las líneas de reflexión pleural vertebrales son mucho más redondeadas, y son reflexiones graduales que se encuentran
donde la pleura costal se continúa con la pleura mediastínica posteriormente. Estas líneas son paralelas a la columna vertebral
y discurren en los planos paravertebrales desde el nivel de T1 hasta T12, donde continúan con las líneas costales.
Durante la espiración, los pulmones no ocupan por completo las cavidades pleurales; de este modo, la pleura diafragmática
periférica está en contacto con las porciones más inferiores de la pleura costal. Los espacios pleurales potenciales en esa zona
se denominan recesos costodiafragmáticos, unos «surcos» revestidos de pleura que rodean la convexidad superior del
diafragma dentro de la pared torácica (figs. 1-30 B, 1-32 y 1-33 C). Unos recesos pleurales similares, pero de menor tamaño,
se localizan posteriores al esternón, donde la pleura costal está en contacto con la pleura mediastínica. Los espacios
potenciales de esa zona se denominan recesos costomediastínicos. El receso izquierdo es mayor (menos ocupado) debido a
que la incisura cardíaca del pulmón izquierdo es más pronunciada que la incisura correspondiente en el saco pleural. Durante
la inspiración profunda, los bordes inferiores de los pulmones se desplazan a mayor distancia en el interior de los recesos
pleurales, y se retiran de ellos durante la espiración (fig. 1-33 B y C).
PULMONES
Los pulmones son los órganos vitales de la respiración. Su función principal es oxigenar la sangre poniendo el aire inspirado
en estrecha relación con la sangre venosa de los capilares pulmonares. Aunque los pulmones de un cadáver pueden estar
contraídos, firmes al tacto y descoloridos, los pulmones sanos de un individuo vivo normalmente son ligeros, blandos y
esponjosos, y ocupan por completo las cavidades pulmonares. También son elásticos y se retraen alrededor de un tercio de su
tamaño cuando se abre la cavidad torácica (fig. 1-30 C). Los pulmones están separados uno de otro por el mediastino. Cada
pulmón tiene (figs. 1-33 y 1-34):
FIGURA 1-33. Caras costales de los pulmones. Se muestran los pulmones aislados en vistas anterior (A) y laterales (B), en las cuales pueden verse los lóbulos y
fisuras. C) El corazón y los pulmones se muestran in situ. El pulmón izquierdo está retraído para ver el corazón (recubierto por el pericardio fibroso), revelando el nervio
frénico al pasar anteriormente a la raíz del pulmón, mientras que el nervio vago (NC X) pasa posteriormente a dicha raíz. El lóbulo superior del pulmón izquierdo en C es
una variación que no tiene marcada la incisura cardíaca ni la língula.
FIGURA 1-34. Caras mediastínicas e hilios de los pulmones. En los pulmones embalsamados se forman impresiones por contacto con estructuras adyacentes.
Superior a la raíz del pulmón derecho (A) se forma un surco cuando el arco de la vena ácigos pasa anteriormente para entrar en la vena cava superior; mientras que en el
pulmón izquierdo (C) se forma un surco parecido, pero más grande, superior a la raíz, donde la aorta se arquea posteriormente y desciende como aorta torácica. El hilio de
cada pulmón se centra en la cara mediastínica. En el hilio (B, D), la raíz de cada pulmón está rodeada por un manguito pleural que desciende inferior a la raíz como
ligamento pulmonar. Las venas pulmonares son las más anteriores e inferiores en la raíz, mientras que los bronquios se sitúan central y posteriormente.
• Un vértice, el extremo superior romo del pulmón que asciende por encima del nivel de la 1.a costilla hacia el interior de la
raíz del cuello, que está cubierto por pleura cervical.
• Una base, la superficie inferior cóncava del pulmón, opuesta al vértice, que descansa y se acomoda sobre la cúpula
homolateral del diafragma.
• Dos o tres lóbulos, creados por una o dos fisuras.
• Tres caras (costal, mediastínica y diafragmática).
• Tres bordes (anterior, inferior y posterior).
El pulmón derecho presenta unas fisuras oblicua derecha y horizontal que lo dividen en tres lóbulos derechos: superior,
medio e inferior. El pulmón derecho es más grande y pesado que el izquierdo, aunque es más corto y ancho debido a que la
cúpula derecha del diafragma es más alta y el corazón y el pericardio protruyen más hacia la izquierda. El borde anterior del
pulmón derecho es relativamente recto. El pulmón izquierdo tiene una única fisura oblicua izquierda que lo divide en dos
lóbulos izquierdos, superior e inferior. El borde anterior del pulmón izquierdo presenta una profunda incisura cardíaca, una
hendidura debida a la desviación hacia el lado izquierdo del vértice del corazón. Esta incisura deprime fundamentalmente la
cara anteroinferior del lóbulo superior. A menudo, esta hendidura crea una prolongación delgada, en la porción más inferior y
anterior del lóbulo izquierdo, en forma de lengua, la língula, que se extiende por debajo de la incisura cardíaca y se desliza
hacia dentro y hacia fuera del receso costomediastínico durante la inspiración y la espiración (figs. 1-30 B, 1-31 A y 1-34 C).
Los pulmones de un cadáver embalsamado, normalmente firmes al tacto, muestran las impresiones formadas por las
estructuras adyacentes a él, como las costillas, el corazón y los grandes vasos (figs. 1-33 A y 1-34 A y C). Estas marcas
proporcionan indicios de las relaciones de los pulmones; sin embargo, sólo las impresiones cardíacas son evidentes durante la
cirugía y en el cadáver fresco.
La cara costal del pulmón es grande, lisa y convexa. Está relacionada con la pleura costal, que la separa de las costillas,
los cartílagos costales y los músculos intercostales íntimos (v. fig. 1-33 C). La porción posterior de la cara costal se relaciona
con los cuerpos de las vértebras torácicas y en ocasiones se denomina porción vertebral de la cara costal.
La cara mediastínica del pulmón es cóncava debido a su relación con el mediastino medio, que contiene el pericardio y el
corazón (fig. 1-34). La cara mediastínica incluye el hilio, que recibe la raíz del pulmón. En el cadáver embalsamado se
observa un surco del esófago y una impresión cardíaca del corazón en la cara mediastínica del pulmón derecho. Debido a
que dos tercios del corazón se sitúan a la izquierda de la línea media, la impresión cardíaca sobre la cara mediastínica del
pulmón izquierdo es mucho más grande. Esta cara del pulmón izquierdo también muestra el surco continuo y prominente del
arco de la aorta y la aorta descendente, así como el surco más pequeño del esófago (fig. 1-34 C).
La cara diafragmática del pulmón, que también es cóncava, forma la base del pulmón, que descansa sobre la cúpula del
diafragma. La concavidad es más profunda en el pulmón derecho debido a la posición más alta de la cúpula derecha, que
recubre el hígado. Lateralmente y posteriormente, la cara diafragmática está limitada por un margen agudo y fino (borde
inferior) que se proyecta en el receso costodiafragmático de la pleura (figs. 1-33 C y 1-34).
El borde anterior del pulmón es donde las caras costal y mediastínica se encuentran anteriormente y cubren el corazón. La
incisura cardíaca indenta este borde del pulmón izquierdo. El borde inferior del pulmón circunscribe la cara diafragmática
del pulmón y separa esta cara de las caras costal y mediastínica. El borde posterior del pulmón es donde las caras costal y
mediastínica se encuentran posteriormente; es amplio y redondeado y se sitúa en la cavidad formada en el lado de la región
torácica de la columna vertebral.
Los pulmones se fijan al mediastino por las raíces de los pulmones—esto es, los bronquios (y los vasos bronquiales
asociados), las arterias pulmonares, las venas pulmonares superiores e inferiores, los plexos nerviosos pulmonares
(simpático, parasimpático y fibras aferentes viscerales) y los vasos linfáticos (fig. 1-34). Si se secciona la raíz del pulmón
antes de (medial a) la ramificación del bronquio principal (primario) y la arteria pulmonar, su disposición habitual es:
• La arteria pulmonar está más superior en la raíz izquierda (el bronquio lobular superior, o bronquio epiarterial, puede estar
más superior en la raíz derecha).
• Las venas pulmonares superiores e inferiores son las más anteriores e inferiores, respectivamente.
• El bronquio principal se sitúa contra y aproximadamente en el centro del límite posterior, con los vasos bronquiales
discurriendo sobre su superficie externa (normalmente sobre la cara posterior en este punto).
El hilio del pulmón es un área en forma de cuña en la cara mediastínica de cada pulmón, por la cual las estructuras que
forman la raíz del pulmón entran o salen del pulmón (fig. 1-34 B y D). El hilio («entrada») puede compararse con el área de
tierra donde la raíz de una planta entra en el suelo. Medial al hilio, la raíz del pulmón se incluye dentro del área de
continuidad entre las hojas parietal y visceral de la pleura—el manguito pleural (mesoneumo).
Inferior a la raíz del pulmón, esta continuidad entre la pleura parietal y la visceral forma el ligamento pulmonar, que se
extiende entre el pulmón y el mediastino, inmediatamente anterior al esófago (fig. 1-34 A-D). El ligamento pulmonar consta de
una doble capa de pleura separada por una pequeña cantidad de tejido conectivo. Cuando se corta la raíz del pulmón y éste se
extirpa, el ligamento pulmonar parece colgar de la raíz. Para visualizar la raíz del pulmón, el manguito pleural que lo rodea y
el ligamento pulmonar que cuelga de ella, póngase una bata de laboratorio muy grande y abduzca su miembro superior. Su
antebrazo se puede comparar a la raíz del pulmón, y la manga de la bata representa el manguito pleural que la rodea. El
ligamento pulmonar se puede comparar con la manga floja que cuelga de su antebrazo; y su muñeca, su mano y sus dedos en
abducción representan las estructuras ramificadas de la raíz—los bronquios y los vasos pulmonares.
ÁRBOL TRAQUEOBRONQUIAL
Desde su inicio en la laringe, las paredes de las vías respiratorias están sostenidas por anillos de cartílago hialino en forma
de herradura o de C. La vía respiratoria sublaríngea constituye el árbol traqueobronquial. La tráquea (que se describe con el
mediastino superior, posteriormente en este capítulo) está situada dentro del mediastino superior y constituye el tronco del
árbol. Se bifurca a nivel del plano transverso del tórax (o ángulo del esternón) en bronquios principales, uno para cada
pulmón, que pasan inferolateralmente para entrar en los pulmones por los hilios (fig. 1-35 E).
FIGURA 1-35. Árbol traqueobronquial y segmentos broncopulmonares. A a D) Los segmentos broncopulmonares se ponen de manifiesto tras la inyección de látex
de diferentes colores en cada bronquio segmentario terciario, como se muestra en E. El bronquio principal derecho da origen al bronquio lobular superior derecho antes de
entrar en el hilio del pulmón.
• El bronquio principal derecho es más ancho y corto, y discurre más vertical, que el bronquio principal izquierdo cuando
pasa directamente hacia el hilio pulmonar.
• El bronquio principal izquierdo discurre inferolateralmente, inferior al arco de la aorta y anterior al esófago y la aorta
torácica, para alcanzar el hilio pulmonar.
Dentro de los pulmones, las ramas bronquiales se ramifican de manera constante para formar el árbol traqueobronquial.
Adviértase que las ramas del árbol traqueobronquial son componentes de la raíz de cada pulmón (compuesta por ramas de la
arteria pulmonar y venas, así como por los bronquios).
Cada bronquio principal (primario) se divide en bronquios lobulares (secundarios), dos en el izquierdo y tres en el
derecho, cada uno de los cuales abastece a un lóbulo del pulmón. Cada bronquio lobular se divide en varios bronquios
segmentarios (terciarios) que abastecen los segmentos broncopulmonares (figs. 1-35 y 1-36).
Los segmentos broncopulmonares:
• Son las subdivisiones más grandes de un lóbulo.
• Son segmentos del pulmón de forma piramidal, con sus vértices orientados hacia la raíz del pulmón y sus bases hacia la
superficie pleural.
• Están separados de los segmentos adyacentes por tabiques de tejido conectivo.
• Están abastecidos independientemente por un bronquio segmentario y una rama terciaria de la arteria pulmonar.
• Se denominan según el bronquio segmentario que los abastece.
FIGURA 1-36. Estructura interna y organización de los pulmones. Dentro de los pulmones, los bronquios y las arterias pulmonares discurren a la par y se bifurcan
al unísono. Las ramas segmentarias (terciarias) abastecen los segmentos broncopulmonares. Cada arteria pulmonar intrasegmentaria, que transporta sangre poco
oxigenada, termina en un plexo capilar en las paredes de los sacos alveolares y los alvéolos, donde se intercambian el oxígeno y el dióxido de carbono. Las venas
pulmonares intersegmentarias se originan de los capilares pulmonares, y transportan sangre oxigenada al corazón. Las arterias bronquiales se distribuyen a lo largo del
árbol bronquial y lo irrigan. Sus ramas más distales irrigan los lechos capilares drenados por las venas pulmonares, así como los de la pleura visceral. De este modo, una
cantidad muy pequeña de sangre poco oxigenada drena en las venas pulmonares que transportan sangre muy oxigenada.
• Drenan a través de las porciones intersegmentarias de las venas pulmonares situadas en el tejido conectivo entre segmentos
adyacentes a los que drenan.
• Normalmente son de 18 a 20 (10 en el pulmón derecho: 8-10 en el pulmón izquierdo, dependiendo de la combinación de
segmentos).
• Son quirúrgicamente resecables.
Más allá de los bronquios segmentarios terciarios (v. fig. 1-35 B) hay de 20 a 25 generaciones de ramificaciones,
bronquiolos de conducción, que finalmente dan lugar a los bronquiolos terminales, los bronquiolos de conducción más
pequeños (fig. 1-36). Los bronquiolos carecen de cartílago en sus paredes. Los bronquiolos de conducción transportan aire,
pero no poseen glándulas ni alvéolos. Cada bronquiolo terminal da origen a varias generaciones de bronquiolos respiratorios,
que se caracterizan por la presencia dispersa de evaginaciones saculares de paredes finas (los alvéolos) que se extienden
desde su luz. Los alvéolos pulmonares constituyen la unidad estructural básica de intercambio de gases en el pulmón. Debido
a la presencia de los alvéolos, los bronquiolos respiratorios están implicados tanto en el transporte de aire como en el
intercambio de gases. Cada bronquiolo respiratorio da origen a 2-11 conductos alveolares, cada uno de los cuales origina a
su vez 5-6 sacos alveolares. Los conductos alveolares son vías respiratorias alargadas, densamente revestidas de alvéolos,
que conducen a unos espacios comunes, los sacos alveolares, en los cuales se abren los racimos de alvéolos. Se desarrollan
nuevos alvéolos hasta aproximadamente los 8 años de edad, momento en que hay unos 300 millones de alvéolos.
VASCULARIZACIÓN DE LOS PULMONES Y LAS PLEURAS
Cada pulmón tiene una arteria pulmonar que lo irriga y dos venas pulmonares que drenan la sangre procedente de él (fig. 1-
37). Las arterias pulmonares derecha e izquierda se originan del tronco pulmonar a nivel del ángulo esternal y transportan
sangre pobre en oxígeno («venosa») hacia los pulmones para su oxigenación. (En las ilustraciones anatómicas suelen
colorearse en azul, como las venas.) Cada arteria pulmonar pasa a formar parte de la raíz del pulmón correspondiente y se
divide secundariamente en arterias lobulares. Las arterias lobulares superiores derecha e izquierda para el lóbulo superior
se originan las primeras, antes de entrar en el hilio. Continuando dentro del pulmón, la arteria desciende posterolateral al
bronquio principal como arteria lobular inferior del pulmón izquierdo y como una arteria intermedia que se dividirá en
arterias lobulares inferior y media del pulmón derecho. Las arterias lobulares se dividen en arterias segmentarias
terciarias. Las arterias y los bronquios están emparejados en el pulmón, se ramifican simultáneamente y recorren caminos
paralelos. En consecuencia, un par formado por una arteria lobular y un bronquio lobular secundarios abastecen cada lóbulo, y
un par formado por una arteria segmentaria y un bronquio segmentario terciarios abastecen cada segmento broncopulmonar del
pulmón, con la arteria situada, normalmente, en la cara anterior del bronquio correspondiente.
D o s venas pulmonares, una vena pulmonar superior e inferior en cada lado, transportan sangre rica en oxígeno
(«arterial») desde los correspondientes lóbulos de cada pulmón hasta el atrio izquierdo del corazón. La vena lobular media
es tributaria de la vena pulmonar superior derecha. (En las ilustraciones anatómicas, las venas pulmonares suelen colorearse
de rojo o violeta, como las arterias.) Las venas pulmonares siguen en el pulmón un curso independiente de las arterias y los
bronquios, discurriendo entre y recibiendo sangre desde los segmentos broncopulmonares adyacentes a medida que se dirigen
hacia el hilio. Excepto en la región central, perihiliar, del pulmón, las venas procedentes de la pleura visceral y de la
circulación venosa bronquial drenan en las venas pulmonares, un volumen de sangre poco oxigenada relativamente pequeño
que entra en el gran volumen de sangre bien oxigenada que retorna al corazón. Las venas de la pleura parietal se unen a las
venas sistémicas en las partes adyacentes de la pared torácica.
FIGURA 1-37. Circulación pulmonar. Aunque las relaciones intrapulmonares se muestran con exactitud, la separación de los vasos de la raíz del pulmón se ha
exagerado en la región hiliar para ver cómo entran y salen del pulmón. Obsérvese que la arteria pulmonar derecha pasa bajo el arco de la aorta para alcanzar el pulmón
derecho, y que la arteria pulmonar izquierda se sitúa completamente a la izquierda del arco.
FIGURA 1-38. Arterias y venas bronquiales. A) Las arterias bronquiales irrigan los tejidos de sostén de los pulmones y la pleura visceral. B) Las venas bronquiales
drenan los lechos capilares más proximales irrigados por las arterias bronquiales; el resto es drenado por las venas pulmonares.
Las arterias bronquiales proporcionan sangre para nutrir las estructuras que componen la raíz de los pulmones, los tejidos
de sostén de los pulmones y la pleura visceral (fig. 1-38 A). Las dos arterias bronquiales izquierdas normalmente se originan
de forma directa en la aorta torácica. La única arteria bronquial derecha puede originarse también directamente de la aorta.
Sin embargo, es más frecuente que se origine indirectamente, bien de la porción proximal de una de las arterias intercostales
posteriores superiores (en general de la 3.a arteria intercostal posterior derecha) o bien de un tronco común con la arteria
bronquial superior izquierda.
Las pequeñas arterias bronquiales dan ramas para la parte superior del esófago y luego discurren, típicamente, a lo largo de
las caras posteriores de los bronquios principales, irrigando a éstos y sus ramas hasta los bronquiolos respiratorios. (Sin
embargo, hay variaciones como las que se muestran en las figs. 1-63 y 1-69, que representan la disección de un cadáver.) Las
ramas más distales de las arterias bronquiales se anastomosan con ramas de las arterias pulmonares en las paredes de los
bronquiolos y en la pleura visceral. La pleura parietal es irrigada por las arterias que irrigan la pared torácica.
La s venas bronquiales (fig. 1-38 B) drenan sólo una parte de la sangre aportada a los pulmones por las arterias
bronquiales, principalmente aquella que se distribuye hacia la porción más proximal de la raíz de los pulmones o cerca de
ésta. El resto de la sangre es drenada por las venas pulmonares, específicamente la que procede de la pleura visceral, las
regiones más periféricas del pulmón y los componentes distales de la raíz del pulmón. La vena bronquial derecha drena en la
vena ácigos, mientras que la vena bronquial izquierda drena en la vena hemiácigos accesoria o en la vena intercostal
superior izquierda. Las venas bronquiales reciben también algo de sangre de las venas esofágicas.
Los plexos linfáticos pulmonares se comunican libremente (fig. 1-39). El plexo linfático superficial (subpleural) se sitúa
profundo a la pleura visceral y drena el parénquima (tejido) pulmonar y la pleura visceral. Los vasos linfáticos de este plexo
superficial drenan en los nódulos linfáticos broncopulmonares (nódulos linfáticos hiliares) en la región del hilio pulmonar.
E l plexo linfático broncopulmonar profundo se localiza en la submucosa de los bronquios y en el tejido conectivo
peribronquial. Está dedicado principalmente al drenaje de las estructuras que forman la raíz del pulmón. Los vasos linfáticos
de este plexo profundo drenan inicialmente en los nódulos linfáticos pulmonares intrínsecos, situados a lo largo de los
bronquios lobulares. Los vasos linfáticos de estos nódulos se continúan siguiendo los vasos bronquiales y pulmonares hasta el
hilio del pulmón, donde drenan también en los nódulos linfáticos broncopulmonares. A partir de ellos, la linfa procedente
tanto del plexo linfático profundo como del superficial drena en los nódulos linfáticos traqueobronquiales superiores e
inferiores, superior e inferiormente a la bifurcación de la tráquea y los bronquios principales, respectivamente. El pulmón
derecho drena sobre todo a través de los sucesivos grupos de nódulos del lado derecho, y el lóbulo superior del pulmón
izquierdo drena principalmente a través de los nódulos correspondientes del lado izquierdo. Sin embargo, muchos, aunque no
todos, los linfáticos del lóbulo más inferior del pulmón izquierdo drenan en los nódulos traqueobronquiales superiores
derechos; a continuación, la linfa sigue la vía de drenaje del lado derecho.
FIGURA 1-39. Drenaje linfático de los pulmones. Los vasos linfáticos tienen su origen en los plexos linfáticos subpleurales superficiales y profundos. Toda la linfa del
pulmón sale por la raíz del pulmón y drena en los nódulos linfáticos traqueobronquiales superiores o inferiores. El lóbulo inferior de ambos pulmones drena en los nódulos
traqueobronquiales inferiores (de la carina) situados centralmente, drenando principalmente en el lado derecho. Los otros lóbulos de cada pulmón drenan sobre todo en los
nódulos linfáticos traqueobronquiales superiores homolaterales. Desde aquí, la linfa atraviesa un número variable de nódulos paratraqueales y entra en los troncos
broncomediastínicos.
La linfa de los nódulos linfáticos traqueobronquiales pasa a los troncos linfáticos broncomediastínicos derecho e
izquierdo, los principales conductos linfáticos que drenan las vísceras torácicas. Normalmente, estos troncos terminan a cada
lado en los ángulos venosos (uniones de las venas yugular interna y subclavia); sin embargo, el tronco broncomediastínico
derecho puede fusionarse primero con otros troncos linfáticos, convergiendo aquí para formar el corto conducto linfático
derecho. El tronco broncomediastínico izquierdo puede terminar en el conducto torácico. La linfa de la pleura parietal drena
en los nódulos linfáticos de la pared torácica (intercostales, paraesternales, mediastínicos y frénicos). Una minoría de los
vasos linfáticos de la pleura parietal cervical drena en los nódulos linfáticos axilares.
NERVIOS DE LOS PULMONES Y LAS PLEURAS
Los nervios de los pulmones y la pleura visceral derivan de los plexos pulmonares localizados anterior y posteriormente
(sobre todo) a las raíces de los pulmones (fig. 1-40). Estas redes nerviosas contienen fibras parasimpáticas, simpáticas y
aferentes viscerales.
Las fibras parasimpáticas del plexo pulmonar son fibras presinápticas del nervio vago (NC X). Hacen sinapsis con las
células ganglionares parasimpáticas (cuerpos celulares de las neuronas postsinápticas) que se localizan en los plexos
pulmonares y a lo largo de las ramas del árbol bronquial. Las fibras parasimpáticas son motoras para el músculo liso del
árbol bronquial (broncoconstrictoras), inhibidoras para los vasos pulmonares (vasodilatadoras) y secretoras para las
glándulas del árbol bronquial (secretomotoras).
Las fibras simpáticas de los plexos pulmonares son fibras postsinápticas. Sus cuerpos celulares (células ganglionares
simpáticas) están en los ganglios simpáticos paravertebrales de los troncos simpáticos. Las fibras simpáticas son
inhibidoras para el músculo bronquial (broncodilatadoras), motoras para los vasos pulmonares (vasoconstrictoras) e
inhibidoras para las glándulas alveolares del árbol bronquial, células epiteliales secretoras de los alvéolos de tipo II (v. fig.
1-36).
La s fibras aferentes viscerales de los plexos pulmonares son tanto reflejas (conducen la sensibilidad subconsciente
asociada a reflejos que controlan funciones) como nociceptivas (conducen impulsos dolorosos generados en respuesta a
estímulos dolorosos o nocivos, como irritantes químicos, isquemia o estiramiento excesivo). Las fibras aferentes viscerales
reflejas con los cuerpos celulares en el ganglio sensitivo del nervio vago (NC X) acompañan a las fibras parasimpáticas,
transportando impulsos centralmente desde las terminaciones nerviosas asociadas con:
FIGURA 1-40. Nervios de los pulmones y de la pleura visceral. Los plexos pulmonares derecho e izquierdo, anteriores y posteriores a la raíz de los pulmones,
reciben aportaciones simpáticas de los troncos simpáticos derecho e izquierdo, y aportaciones parasimpáticas de los nervios vagos (NC X) derecho e izquierdo. Después de
aportar fibras al plexo pulmonar posterior, los nervios vagos continúan inferiormente y forman parte del plexo esofágico, a menudo perdiendo su identidad y volviendo
después a formarse para constituir los troncos vagales anterior y posterior. Ramos de los plexos pulmonares acompañan a las arterias pulmonares, y especialmente a los
bronquios, hasta el interior de los pulmones.
• La mucosa bronquial, probablemente en relación con la sensibilidad táctil del reflejo tusígeno.
• Los músculos bronquiales, posiblemente implicados en la percepción del estiramiento.
• El tejido conectivo interalveolar, en asociación con los reflejos de Hering-Breuer (mecanismo que tiende a limitar los
desplazamientos respiratorios).
• Las arterias, actuando como barorreceptores (receptores sensibles a la presión arterial).
• Las venas pulmonares, actuando como quimiorreceptores (re ceptores sensibles a las concentraciones de gases en sangre).
Las fibras aferentes nociceptivas procedentes de la pleura visceral y los bronquios acompañan a las fibras simpáticas a
través del tronco simpático hasta los ganglios sensitivos de los nervios espinales torácicos superiores, mientras que las que
proceden de la tráquea acompañan a las fibras parasimpáticas hasta el ganglio sensitivo del nervio vago (NC X).
Los nervios de la pleura parietal derivan de los nervios intercostales y frénicos. La pleura costal y la porción periférica
de la pleura diafragmática están inervadas por los nervios intercostales. Éstos transportan las sensaciones de presión y
dolor. La porción central de la pleura diafragmática y la pleura mediastínica están inervadas por los nervios frénicos (figs. 1-
32 y 1-34 B y D).
ANATOMÍA DE SUPERFICIE DE LAS PLEURAS Y LOS PULMONES
Las pleuras cervicales y los vértices de los pulmones pasan a través de la abertura superior del tórax hacia dentro de las fosas
supraclaviculares mayores, que están situadas posterior y superiormente a las clavículas y lateralmente a los tendones de los
músculos esternocleidomastoideos (fig. 1-41). Los bordes anteriores de los pulmones se sitúan adyacentes a la línea anterior
de reflexión de la pleura parietal entre los cartílagos costales 2.o y 4.o. Aquí, el borde de reflexión pleural izquierdo se
desplaza lateralmente y luego inferiormente en la incisura cardíaca para alcanzar el 6.o cartílago costal. El borde anterior del
pulmón izquierdo está más profundamente indentado por su incisura cardíaca. En el lado derecho, la reflexión pleural se
continúa inferiormente desde el 4.o hasta el 6.o cartílagos costales, en estrecho paralelismo con el borde anterior del pulmón
derecho. Tanto las reflexiones pleurales como los bordes anteriores de los pulmones se desvían lateralmente a nivel de los
6.os cartílagos costales. Las reflexiones pleurales alcanzan la línea medioclavicular a nivel del 8.o cartílago costal, la 10.a
costilla en la línea axilar media y la 12.a costilla en la línea escapular; sin embargo, los bordes inferiores de los pulmones
alcanzan la línea medioclavicular al nivel de la 6.a costilla, la línea axilar media al nivel de la 8.a costilla y la línea escapular
en la 10.a costilla, siguiendo su trayecto hacia el proceso espinoso de la vértebra T10. A continuación siguen hacia el proceso
espinoso de la T12. De este modo, normalmente la pleura parietal se extiende unas dos costillas por debajo del pulmón.
FIGURA 1-41. Anatomía de superficie de las pleuras y los pulmones.
Las fisuras oblicuas de los pulmones se extienden desde el nivel del proceso espinoso de la vértebra T2 posteriormente
hasta el 6.o cartílago costal anteriormente, que coincide de manera aproximada con el borde medial de la escápula cuando se
eleva el miembro superior por encima de la cabeza (lo que hace que el ángulo inferior rote lateralmente). La fisura horizontal
del pulmón derecho se extiende anteriormente desde la fisura oblicua a lo largo de la 4.a costilla y el cartílago costal.
Debido a la inclinación inferior del primer par de costillas y la abertura superior del tórax que se forma entre ellas,
la pleura cervical y el vértice del pulmón se proyectan hacia el cuello a través de esta abertura, posterior a las inserciones
inferiores de los músculos esternocleidomastoideos. Por ello, los pulmones y los sacos pleurales pueden lesionarse por
heridas en la base del cuello, provocando un neumotórax (presencia de aire en la cavidad pleural). La pleura cervical
alcanza un nivel relativamente más alto en lactantes y niños pequeños debido a que sus cuellos son cortos. En consecuencia,
la pleura cervical es especialmente vulnerable a las lesiones durante la lactancia y la niñez temprana.
La pleura desciende por debajo del reborde (arco) costal en tres regiones, donde una incisión abdominal podría
seccionar inadvertidamente el saco pleural: la parte derecha del ángulo infraesternal (v. fig. 1-25) y los ángulos
costovertebrales derecho e izquierdo (fig. 1-41 B). Las pequeñas porciones de pleura expuestas en los ángulos
costovertebrales inferomediales al 12.o par de costillas son posteriores a los polos superiores de los riñones. En este lugar
la pleura está en peligro (es decir, puede producirse un neumotórax) ante una incisión de la pared posterior del abdomen
cuando en una intervención quirúrgica se expone un riñón, por ejemplo.
Colapso pulmonar
Los pulmones (en concreto, los sacos aéreos que conjuntamente forman el pulmón) pueden compararse a un globo
inflado cuando están distendidos. Si no se mantiene la distensión, su elasticidad intrínseca hará que se colapsen
(atelectasia: la atelectasia secundaria es el colapso de un pulmón previamente insuflado; la atelectasia primaria se
refiere a la incapacidad de un pulmón para insuflarse al nacer). Un globo inflado sólo se mantendrá distendido mientras la
salida de aire esté cerrada, ya que sus paredes pueden contraerse por completo. Los pulmones normales in situ siguen
distendidos incluso cuando las vías aéreas están abiertas, debido a que las caras externas de los pulmones (la pleura
visceral) se adhieren a la cara interna de las paredes del tórax (la pleura parietal) por la tensión superficial que provoca el
líquido pleural. La retracción elástica de los pulmones hace que la presión de la cavidad pleural sea menor que la
atmosférica. La presión es normalmente de unos –2 mm Hg; durante la inspiración, cae hasta cerca de –8 mm Hg.
Si una herida penetrante se abre paso a través de la pared del tórax o de la superficie de los pulmones, la presión
negativa aspirará aire al interior de la cavidad pleural (fig. C1-8). Se perderá la tensión superficial que mantiene adherida
la pleura visceral a la parietal (el pulmón a la pared torácica) y el pulmón se colapsará, expulsando la mayoría del aire que
contiene debido a su elasticidad inherente (retracción elástica). Cuando se colapsa un pulmón, la cavidad pleural,
normalmente un espacio virtual, se transforma en un espacio real.
Los sacos pleurales no suelen comunicarse; por ello, un pulmón puede estar colapsado, por ejemplo, por una intervención
quirúrgica, sin que se colapse el otro. El desgarro o rotura de la superficie de un pulmón (y de su pleura visceral), o la
penetración de la pared del tórax (y de su pleura parietal), provocan una hemorragia y la entrada de aire en la cavidad
pleural. La cantidad de sangre y aire que se acumula determinará el grado de colapso pulmonar.
Cuando un pulmón se colapsa, ocupa menos volumen dentro de la cavidad pulmonar y ésta no aumenta de tamaño durante
la inspiración (de hecho, puede disminuir). Esta disminución de tamaño se evidencia radiográficamente en el lado afectado
por la elevación del diafragma por encima de sus niveles normales, el estrechamiento de los espacios intercostales (las
costillas están más juntas) y el desplazamiento del mediastino (desviación mediastínica, indicada por la tráquea—llena de
aire—contenida en él) hacia el lado afectado. Además, el pulmón colapsado aparecerá normalmente más denso (más
blanco) y rodeado por aire más radiolúcido (más negro).
En la cirugía abierta de tórax hay que mantener la respiración y la ventilación de los pulmones intubando la tráquea con
una sonda con manguito y utilizando una bomba de presión positiva, variando la presión para insuflar y desinflar
alternativamente los pulmones.
La entrada de aire en la cavidad pleural (neumotórax), originada por una herida penetrante de la pleura parietal o
por la rotura de un pulmón a causa, por ejemplo, de un impacto de bala o por la rotura de una lesión pulmonar en la cavidad
pleural (fístula broncopulmonar), provoca el colapso del pulmón (fig. C1-8). Las costillas fracturadas también pueden
desgarrar la pleura parietal y producir un neumotórax. La acumulación de una cantidad significativa de líquido en la
cavidad pleural (hidrotórax) puede ser consecuencia de un derrame pleural (escape de líquido hacia la cavidad pleural).
En una herida del tórax, la sangre también puede entrar en la cavidad pleural (hemotórax) (fig. C1-9). El hemotórax se
produce más a menudo por una lesión de un vaso intercostal importante o torácico interno que por la laceración de un
pulmón. Cuando en la cavidad pleural se acumulan aire y líquido (hemoneumotórax, si el líquido es sangre), en las
radiografías se apreciará un nivel hidroaéreo (una línea nítida, horizontal independientemente de la posición del paciente,
que indica la superficie superior del líquido).
Toracocentesis
Algunas veces es necesario introducir una aguja hipodérmica en la cavidad pleural (toracocentesis), a través de un
espacio intercostal, para obtener una muestra de líquido pleural o para drenar sangre o pus (fig. C1-10). Para evitar dañar
el nervio y los vasos intercostales, la aguja se introduce por encima de la costilla, en un punto lo bastante alto como para
evitar los ramos colaterales. La aguja pasa a través de los músculos intercostales y de la pleura parietal costal, y entra en la
cavidad pleural. Cuando el paciente se encuentra en posición erecta, el líquido intrapleural se acumula en los recesos
costodiafragmáticos. Si se inserta la aguja en el 9.o espacio intercostal y en la línea axilar media durante la espiración se
evitará el borde inferior del pulmón. Hay que dirigir la aguja con una inclinación superior, para no penetrar en el lado
profundo del receso (una fina lámina de pleura parietal diafragmática y el diafragma que recubre el hígado).
Los volúmenes importantes de aire, sangre, líquido seroso, pus o cualquier combinación de estas sustancias en la
cavidad pleural suelen extraerse insertando una sonda pleural. Se efectúa una corta incisión en el 5.o o 6.o espacio
intercostal en la línea axilar media (lo que corresponde aproximadamente al nivel del pezón). La sonda debe dirigirse hacia
arriba (hacia la pleura cervical [fig. 1-31 A]) para extraer aire o hacia abajo (hacia el receso costodiafragmático) para
drenar líquidos. El extremo extracorpóreo de la sonda (es decir, el que se encuentra fuera del cuerpo) se conecta a un
sistema de drenaje sumergido en agua, a menudo con succión controlada, para evitar que se aspire aire retrógradamente en
la cavidad pleural. Cuando se elimina el aire, el pulmón colapsado puede volver a inflarse. Si no se consigue extraer el
líquido, puede ocurrir que el pulmón desarrolle una cubierta fibrosa resistente que impida su expansión hasta que se elimine
(decorticación del pulmón).
FIGURA C1-10. Técnica para la toracocentesis medioaxilar.
Pleurectomía y pleurodesis
La obliteración de la cavidad pleural por procesos patológicos como la pleuritis (inflamación de la pleura) o
durante intervenciones quirúrgicas (p. ej., pleurectomía o escisión de una parte de la pleura) (fig. C1-11 A) no tiene
consecuencias funcionales apreciables; sin embargo, puede producir dolor durante el esfuerzo. En otras intervenciones se
provocan adherencias entre las hojas parietal y visceral de la pleura cubriendo las hojas pleurales en contacto con polvo
irritante o con un agente esclerosante (pleurodesis). La pleurectomía y la pleurodesis se realizan para evitar la recurrencia
d e atelectasias secundarias espontáneas (colapso pulmonar espontáneo) producidas por un neumotórax crónico o por
derrames malignos causados por enfermedades pulmonares (Shields et al., 2009).
Toracoscopia
Pleuritis
Durante la inspiración y la espiración, las pleuras, lisas y húmedas, no hacen ningún ruido detectable en la
auscultación pulmonar (escuchar los ruidos respiratorios); sin embargo, la inflamación de la pleura (pleuritis o pleuresía)
vuelve rugosas las superficies pulmonares. La fricción resultante (roce pleural) puede oírse con un fonendoscopio. Suena
como al frotar un mechón de pelo entre los dedos. Esta inflamación puede hacer que las hojas parietal y visceral se adhieran
(adherencias pleurales). La pleuritis aguda se percibe como un dolor agudo, punzante, en especial durante un esfuerzo
como subir escaleras, cuando la frecuencia y la amplitud de la respiración aumentan.
Hay que tener presente que puede haber variaciones en la forma de los pulmones. En algunos casos, las fisuras
oblicua y horizontal pueden estar incompletas o faltar, con las consiguientes disminuciones en el número o la diferenciación
de los lóbulos. En otras ocasiones, el pulmón puede contar con una fisura adicional que lo divide. Por ejemplo, a veces, el
pulmón izquierdo posee tres lóbulos y el derecho sólo dos. El lóbulo superior izquierdo puede carecer de língula (v. fig. 1-
33 A y B). El lóbulo «accesorio» más frecuente es el lóbulo ácigos, que aparece en el pulmón derecho alrededor del 1 %
de los individuos. Este lóbulo accesorio, habitualmente pequeño, aparece por encima del hilio del pulmón derecho,
separado del resto del pulmón por un profundo surco por el cual discurre el arco de la vena ácigos. Otra modalidad menos
frecuente de lóbulo ácigos puede tomar el aspecto de un vértice bifurcado.
La auscultación de los pulmones (escuchar sus sonidos con un fonendoscopio) y la percusión de los pulmones
(golpear el tórax por encima de los pulmones con los dedos para detectar sonidos en los pulmones) (fig. C1-12 A) son
técnicas muy importantes que se utilizan en la exploración física. La auscultación evalúa el flujo de aire a través del árbol
traqueobronquial en los lóbulos del pulmón. La percusión ayuda a establecer si los tejidos subyacentes están llenos de aire
(ruido claro), llenos de líquido (ruido submate) o son sólidos (ruido mate). El conocimiento de la anatomía normal, sobre
todo de la proyección de los pulmones y de los lugares cubiertos por hueso (p. ej., la escápula) y los músculos asociados
permitirá al examinador saber dónde debería encontrar sonidos claros o mates (fig. C1-12 B). La auscultación y la
percusión de los pulmones siempre deben incluir la raíz del cuello, donde se localizan los vértices de los pulmones (v. fig.
1-41 A). Cuando los médicos aluden a «auscultar la base de un pulmón», normalmente no se refieren a su cara diafragmática
(base anatómica) sino a la parte inferoposterior del lóbulo inferior. Para auscultar esta área, los médicos colocan el
fonendoscopio en la cara posterior de la pared torácica al nivel de la vértebra T10.
Debido a que el bronquio principal derecho es más ancho, más corto y discurre más verticalmente que el bronquio
principal izquierdo, también es más fácil que entren cuerpos extraños aspirados o alimentos y se alojen en él o en una de
sus ramas. Un peligro potencial al cual se enfrentan los odontólogos es un cuerpo extraño aspirado, como un trozo de diente,
material de obturación o un pequeño instrumento, que es probable que pase al bronquio principal derecho. Para mantener la
zona más estéril y evitar la aspiración de cuerpos extraños, algunos odontólogos colocan un fino diafragma de goma en la
cavidad bucal antes de llevar a cabo determinados procedimientos.
Broncoscopia
Cuando se hace descender un broncoscopio por la tráquea para entrar en un bronquio principal puede observarse una
cresta, la carina traqueal, entre los orificios de los bronquios principales derecho e izquierdo (fig. C1-13). La carina
traqueal es una proyección cartilaginosa del último anillo traqueal. Normalmente se sitúa en un plano sagital y tiene un
borde bastante bien definido. Si los nódulos linfáticos traqueobronquiales localizados en el ángulo entre los bronquios
principales se hipertrofian como consecuencia, por ejemplo, de células cancerosas que han metastatizado a partir de un
carcinoma broncógeno , la carina traqueal está deformada, ensanchada posteriormente e inmóvil. Por tanto, los cambios
morfológicos de la carina son signos diagnósticos importantes que ayudan al diagnóstico diferencial de enfermedades
respiratorias.
La mucosa que cubre la carina es una de las zonas más sensibles del árbol traqueobronquial y se asocia al reflejo de la
tos. Por ejemplo, cuando alguien aspira un cacahuete, se ahoga y tose. Cuando el cacahuete rebasa la carina, la tos suele
cesar. Si se coloca a la víctima de sofocación en posición invertida para utilizar la gravedad para expulsar el cuerpo
extraño (drenaje postural de los pulmones), las secreciones pulmonares que alcanzan la carina también provocan tos, lo que
ayuda a la expulsión.
FIGURA C1-12. Percusión de los pulmones. A) Percusión bimanual. B) Se muestran las áreas de matidez (sombreadas en amarillo) y de resonancia (sin
sombrear).
Resecciones pulmonares
El conocimiento de la anatomía de los segmentos broncopulmonares (v. fig. 1-35) es esencial para la interpretación
precisa de las imágenes diagnósticas de los pulmones y para la resección (extirpación) quirúrgica de los segmentos
enfermos. Las enfermedades bronquiales y pulmonares, como tumores o abscesos (acumulaciones de pus), se localizan a
menudo en un segmento broncopulmonar, que puede resecarse quirúrgicamente. Durante el tratamiento del cáncer de
pulmón, el cirujano puede extirpar un pulmón entero (neumectomía), un lóbulo (lobectomía) o uno o más segmentos
broncopulmonares (segmentectomía).
Atelectasias segmentarias
El bloqueo de un bronquio segmentario (fig. 1-35 E; p. ej., por un objeto aspirado) impide que el aire llegue al
segmento broncopulmonar que depende de él. El aire contenido en el segmento bloqueado se reabsorberá gradualmente en
la sangre, y el segmento se colapsará. El segmento colapsado no requiere un aumento compensador en la cavidad pleural, ya
que los segmentos adyacentes se expandirán para compensar el volumen reducido del segmento colapsado.
Embolia pulmonar
La obstrucción de una arteria pulmonar por un coágulo sanguíneo (embolia) es una causa común de morbilidad
(enfermedad) y mortalidad. Un émbolo en una arteria pulmonar se forma cuando un coágulo sanguíneo, glóbulo de grasa o
burbuja de aire viaja por la sangre hacia los pulmones desde una vena del miembro inferior, por ejemplo tras una fractura
conminuta. El émbolo pasa por el lado derecho del corazón hacia un pulmón a través de una arteria pulmonar. Puede
bloquear una arteria pulmonar (embolia pulmonar) o una de sus ramas. Las arterias pulmonares transportan toda la sangre
que ha vuelto al corazón a través del sistema de las venas cavas. Por ello, el resultado inmediato de una embolia pulmonar
es la obstrucción parcial o completa del flujo de sangre hacia el pulmón. La obstrucción hace que un sector del pulmón esté
ventilado, pero no perfundido con sangre.
Cuando un gran émbolo ocluye una arteria pulmonar, la persona sufre disnea aguda debido a una importante disminución
en la oxigenación de la sangre a causa del bloqueo del flujo sanguíneo a través del pulmón. En cambio, el lado derecho del
corazón puede sufrir una dilatación aguda, ya que el volumen de sangre que llega desde el circuito sistémico no puede
propulsarse por el circuito pulmonar (cor pulmonale agudo). En cualquier caso, la muerte puede sobrevenir en pocos
minutos. Un émbolo de tamaño medio puede llegar a bloquear una arteria que irriga un segmento broncopulmonar y producir
un infarto pulmonar, un área de tejido pulmonar necrótico (muerto).
En las personas físicamente activas, a menudo existe una circulación colateral—una vascularización indirecta accesoria
—que se desarrolla aún más cuando se produce una embolia pulmonar, por lo que no es tan probable que sufran un infarto
o, como mínimo, no tan grave. Son abundantes las anastomosis con ramas de las arterias bronquiales en la región de los
bronquiolos terminales. En las personas con problemas circulatorios en el pulmón, como una congestión crónica, la
embolia pulmonar suele provocar un infarto pulmonar. Cuando una zona de pleura visceral también queda sin aporte
sanguíneo, se inflama (pleuritis) e irrita la sensible pleura parietal o se fusiona con ella, provocando dolor. El dolor de la
pleura parietal se refiere a la distribución cutánea de los nervios intercostales para la pared torácica, o en el caso de los
nervios inferiores a la pared anterior del abdomen.
Si las hojas parietal y visceral de la pleura se adhieren (adherencias pleurales), los vasos linfáticos del pulmón y de
la pleura visceral pueden anastomosarse (unirse) con vasos linfáticos parietales que drenan en los nódulos linfáticos
axilares. La presencia de partículas de carbón en esos nódulos es un indicio de adherencias pleurales.
Hemoptisis
La expulsión de sangre o de esputos hemoptísico procedentes de los pulmones y/o del árbol bronquial se debe a
hemorragias bronquiales o pulmonares. En cerca del 95 % de los casos, el sangrado procede de ramas de las arterias
bronquiales. Las causas más comunes son bronquitis (inflamación de los bronquios), cáncer de pulmón, neumonía,
bronquiectasias, embolia pulmonar y tuberculosis.
Carcinoma broncógeno
Originalmente, el término carcinoma broncógeno designaba específicamente al cáncer originado en los bronquios
(normalmente un carcinoma [cáncer] escamoso o de células pequeñas), pero en la actualidad engloba todos los cánceres
pulmonares. El cáncer—carcinoma—de pulmón está causado sobre todo por el humo del tabaco; la mayoría de los
cánceres se originan en la mucosa de los bronquios mayores y provocan una tos persistente y productiva, o hemoptisis
(escupir sangre). Las células malignas pueden detectarse en el esputo (material arrastrado por la saliva). El tumor principal,
que se ve en las radiografías como una masa pulmonar en crecimiento (fig. C1-14), metastatiza rápidamente a los nódulos
linfáticos broncopulmonares y posteriormente a otros nódulos torácicos. Los lugares donde se producen con frecuencia
metástasis hematógenas (por diseminación sanguínea) de células cancerosas procedentes de un carcinoma broncógeno son
el cerebro, los huesos, los pulmones y las glándulas suprarrenales. Las células tumorales probablemente acceden a la
circulación sistémica invadiendo la pared de un sinusoide o de una vénula en el pulmón, y son transportadas a través de las
venas pulmonares, el corazón izquierdo y la aorta a esas estructuras. A menudo, los nódulos linfáticos superiores a la
clavícula—los nódulos linfáticos supraclaviculares—están agrandados cuando se forma un carcinoma broncógeno, debido
a las metástasis de células cancerosas desde el tumor. Por ello, a los nódulos supraclaviculares se les denominó en su
momento nódulos (ganglios) linfáticos centinelas, ya que su aumento de tamaño podía alertar a los médicos de la posible
presencia de una enfermedad maligna en órganos torácicos y/o abdominales. Más recientemente, el término nódulo (ganglio)
centinela se ha aplicado al nódulo o nódulos que reciben primero la linfa de una zona donde hay un cáncer, con
independencia de su localización, tras la inyección de un colorante azul que contiene un marcador radiactivo (tecnecio 99).
Si un cáncer de pulmón afecta a un nervio frénico puede producir la parálisis de una mitad del diafragma
(hemidiafragma). Debido a la estrecha relación entre el nervio laríngeo recurrente y el vértice del pulmón (v. fig. 1-33 C),
este nervio puede verse implicado en los carcinomas apicales del pulmón. La implicación suele provocar ronquera debido
a la parálisis de un pliegue (cuerda) vocal, ya que el nervio laríngeo recurrente inerva todos los músculos laríngeos, menos
uno.
Dolor pleural
La pleura visceral es insensible al dolor debido a que no recibe inervación sensitiva general. La pleura parietal, en
especial la pleura costal, es muy sensible al dolor, debido a que está profusamente inervada por ramos de los nervios
intercostales y frénicos. La irritación de la pleura parietal produce dolor local y dolor referido que se proyecta a los
dermatomas inervados por los mismos ganglios sensitivos de los nervios espinales y segmentos de la médula espinal. La
irritación de las porciones costal y periférica de la pleura diafragmática produce dolor local y referido a lo largo de los
dermatomas de las paredes torácica y abdominal. La irritación de las áreas mediastínica y diafragmática central de la pleura
parietal produce un dolor que se refiere a la raíz del cuello y por encima del hombro (dermatomas C3-C5).
FIGURA C1-15. Radiografía torácica. A) Orientación para la proyección posteroanterior (PA) (flecha = haz de rayos X). B) Radiografía PA de tórax (vista desde
la posición anteroposterior [AP]). C) Dibujo esquemático de una radiografía PA. D) Radiografía lateral del tórax (pecho). E) Dibujo esquemático de una radiografía
lateral. F) Orientación para una radiografía lateral (flecha = haz de rayos X).
El estudio radiográfico más frecuente del tórax es la proyección posteroanterior (PA) ( fig. C1-15 A), que obtiene
una radiografía PA (fig. C1-15 B) que se utiliza fundamentalmente para examinar las estructuras torácicas respiratorias y
cardiovasculares, así como la pared del tórax. El radiólogo o el técnico colocan al paciente con la cara anterior del tórax
apoyada en el detector de rayos X o en el cartucho de película, y se rotan los hombros anteriormente para apartar las
escápulas de las porciones superiores de los pulmones (fig. C1-15 A). El sujeto hace una inspiración profunda y retiene el
aire. La inspiración profunda hace que desciendan las cúpulas del diafragma, llena los pulmones de aire (haciéndolos más
radiolúcidos) y desplaza los bordes inferiores de los pulmones hacia los recesos costodiafragmáticos. Los bordes
inferiores deben verse como ángulos agudos, bien definidos. Los derrames pleurales que se acumulan en ese lugar impiden
que el borde inferior descienda hasta el receso, y la densidad aérea normal radiolúcida es sustituida por una radiopacidad
neblinosa. Los trastornos lobulares, como la neumonía, aparecen como áreas localizadas, relativamente radiodensas, que
contrastan con el aspecto radiolúcido del resto del pulmón.
Una radiografía PA, que se mira como si estuviésemos enfrente del paciente (una vista anteroposterior), es una
combinación de las imágenes producidas por los tejidos blandos y los huesos de la pared del tórax. Los tejidos blandos,
como los de las mamas, proyectan sombras de distinta densidad, dependiendo de su composición y de su grosor. Paralelas a
los bordes superiores de las clavículas se observan las sombras proyectadas por la piel y el tejido subcutáneo que cubre
esos huesos. Son visibles las clavículas, las costillas y las vértebras cervicales inferiores y torácicas superiores. En las
radiografías PA, la mayoría de las costillas destacan de forma clara sobre el fondo relativamente radiolúcido de los
pulmones (fig. C1-15 B y C). Las costillas inferiores tienden a quedar ocultas por el diafragma y el contenido del abdomen
superior (p. ej., el hígado), dependiendo de la fase de la respiración en que se efectuó la radiografía. Normalmente, en estas
proyecciones sólo se ven los bordes laterales del manubrio esternal. Las vértebras torácicas inferiores quedan más o menos
ocultas por el esternón y el mediastino. De forma excepcional pueden observarse costillas cervicales, costillas ausentes,
costillas bífidas y costillas fusionadas. A veces, los cartílagos costales están calcificados en las personas de edad avanzada
(especialmente los cartílagos inferiores).
En las proyecciones PA, las cúpulas derecha e izquierda del diafragma están separadas por el centro tendinoso, que
queda oculto por el corazón. La cúpula diafragmática derecha, formada por el hígado situado debajo, suele situarse medio
espacio intercostal más alta que la cúpula izquierda. Debido a su baja densidad, los pulmones son relativamente
radiolúcidos comparados con las estructuras circundantes. Los pulmones tienen una densidad radiológica parecida a la del
aire, por lo que producen unas zonas radiolúcidas pares. En estas proyecciones, los pulmones no pueden verse por debajo
de las cúpulas del diafragma, ni anterior y posteriormente al mediastino. En el hilio de cada pulmón pueden verse las
arterias pulmonares. Los vasos intrapulmonares tienen un calibre ligeramente mayor en los lóbulos inferiores. Las secciones
transversales de los bronquios llenos de aire se ven como centros radiolúcidos rodeados por una fina pared.
Las zonas poco claras en las proyecciones PA suelen verse bien en las radiografías laterales. En las proyecciones
laterales son visibles las vértebras torácicas medias e inferiores, aunque quedan parcialmente ocultas por las costillas (fig.
C1-15 D y F). También pueden verse las tres porciones del esternón. Las radiografías laterales permiten observar mejor
una lesión o anomalía que sólo afecte a un lado del tórax. En una proyección lateral, suelen verse las dos cúpulas del
diafragma cuando se arquean superiormente desde el esternón. Estas radiografías se obtienen con proyecciones laterales,
colocando un lado del tórax contra el cartucho de película o el detector de rayos X, y con los miembros superiores elevados
por encima de la cabeza (fig. C1-15 F).
Puntos fundamentales
FIGURA 1-42. Subdivisiones y niveles del mediastino. Se muestran las subdivisiones del mediastino como si el individuo estuviese en posición de decúbito supino. El
nivel de las vísceras respecto a las subdivisiones definidas por los puntos de referencia de la caja torácica depende de la posición del individuo, debido a que los tejidos
blandos del mediastino caen por la fuerza de la gravedad.
Pericardio
El mediastino medio contiene el pericardio, el corazón y las raíces de los grandes vasos (v. fig. 1-34)—aorta ascendente,
tronco pulmonar y VCS—que salen y entran al corazón.
El pericardio es una membrana fibroserosa que cubre el corazón y el inicio de los grandes vasos (figs. 1-33 B y 1-43). El
pericardio es un saco cerrado compuesto por dos capas. La capa externa es resistente, el pericardio fibroso, y se continúa con
el centro tendinoso del diafragma (v. fig. 1-32). La superficie interna del pericardio fibroso está tapizada por una membrana
serosa brillante, la lámina parietal del pericardio seroso. Esta lámina se refleja sobre el corazón y los grandes vasos (aorta,
tronco y venas pulmonares, y venas cavas superior e inferior) como lámina visceral del pericardio seroso. El pericardio
seroso se compone principalmente de mesotelio, una capa única de células aplanadas que forman un epitelio que tapiza tanto
la superficie interna del pericardio fibroso como la superficie externa del corazón. El pericardio fibroso:
• Se continúa superiormente con la túnica adventicia (tejido conectivo perivascular) de los grandes vasos que entran y salen
del corazón, y con la lámina pretraqueal de la fascia cervical profunda.
• Está insertado anteriormente en la superficie posterior del esternón mediante los ligamentos esternopericárdicos, que tienen
un desarrollo muy variable.
• Está unido posteriormente a las estructuras del mediastino posterior por tejido conectivo laxo.
FIGURA 1-43. Corazón y pericardio. A) El corazón ocupa el mediastino medio y está rodeado por el pericardio, compuesto por dos partes. El pericardio externo,
fibroso y resistente, estabiliza el corazón y ayuda a evitar su dilatación excesiva. Entre el pericardio fibroso y el corazón hay un saco «colapsado», el pericardio seroso. El
corazón embrionario invagina la pared del saco seroso (B) y pronto prácticamente oblitera la cavidad pericárdica (C), dejando sólo un espacio potencial entre las láminas
del pericardio seroso. C y D) El ligamento pericardiofrénico es la continuación del pericardio fibroso con el centro tendinoso del diafragma.
• Se continúa inferiormente con el centro tendinoso del diafragma (fig. 1-43 C y D).
La pared inferior (suelo) del saco pericárdico fibroso está firmemente insertada y confluye centralmente (entremezclándose
de forma parcial) con el centro tendinoso del diafragma. Este lugar de continuidad se ha denominado ligamento
pericardiofrénico; sin embargo, el pericardio fibroso y el centro tendinoso no son estructuras separadas que se fusionan
secundariamente, ni son separables por disección. Como resultado de estas inserciones descritas, el corazón está
relativamente bien sujeto dentro de este saco fibroso. El pericardio está influido por los movimientos del corazón y los
grandes vasos, el esternón y el diafragma.
Dentro del saco pericárdico, el corazón y las raíces de los grandes vasos se relacionan anteriormente con el esternón, los
cartílagos costales y las extremidades anteriores de las costillas 3.a-5.a en el lado izquierdo (fig. 1-44). El corazón y el saco
pericárdico están situados oblicuamente, unos dos tercios a la izquierda y un tercio a la derecha del plano medio. Si giramos
la cabeza a la izquierda unos 45° sin rotar los hombros, la rotación de la cabeza se aproxima a la rotación relativa del corazón
en relación con el tronco.
El pericardio fibroso protege al corazón frente a los sobrellenados repentinos debido a que no es flexible y está
íntimamente relacionado con los grandes vasos que lo perforan superiormente. La aorta ascendente arrastra al pericardio
superiormente más allá del corazón hasta el nivel del ángulo del esternón.
La cavidad pericárdica es el espacio potencial entre las capas enfrentadas de las láminas parietal y visceral del pericardio
seroso. Normalmente contiene una delgada película de líquido que permite al corazón moverse y latir en un entorno sin
fricciones.
La lámina visceral del pericardio seroso forma el epicardio, la más externa de las tres capas de la pared del corazón. Se
extiende sobre el inicio de los grandes vasos, para continuarse con la lámina parietal del pericardio seroso, 1) donde la aorta
y el tronco pulmonar abandonan el corazón y 2) donde la VCS, la vena cava inferior (VCI) y las venas pulmonares entran en el
corazón. El seno transverso del pericardio es un conducto que discurre transversalmente dentro de la cavidad pericárdica
entre estos dos grupos de vasos y las reflexiones del pericardio seroso alrededor de ellos. La reflexión del pericardio seroso
alrededor del segundo grupo de vasos define el seno oblicuo del pericardio. Estos senos pericárdicos se forman durante el
desarrollo embrionario del corazón como consecuencia del plegamiento del tubo cardíaco primitivo. A medida que se pliega
el tubo cardíaco, su extremo venoso se desplaza posterosuperiormente (fig. 1-45), de manera que el extremo venoso del tubo
se sitúa adyacente al extremo arterial, separado sólo por el seno transverso del pericardio (fig. 1-46). Por tanto, el seno
transverso es posterior a las porciones intrapericárdicas del tronco pulmonar y de la aorta ascendente, anterior a la VCS y
superior a los atrios del corazón.
A medida que se desarrollan y expanden las venas del corazón, la reflexión pericárdica que las rodea forma el seno oblicuo
del pericardio, un receso ancho en forma de fondo de saco en la cavidad pericárdica posterior a la base (cara posterior) del
corazón, formado por el atrio izquierdo (figs. 1-45 y 1-46). El seno oblicuo está limitado lateralmente por las reflexiones
pericárdicas que rodean las venas pulmonares y la VCI, y posteriormente por el pericardio que cubre la cara anterior del
esófago. El seno oblicuo puede ser accesible inferiormente y admitirá varios dedos; no obstante, los dedos no pueden
deslizarse alrededor de dichas estructuras ya que este seno es un fondo de saco ciego.
La irrigación arterial del pericardio (fig. 1-47) procede principalmente de una rama delgada de la arteria toráci ca interna,
la arteria pericardiofrénica, que a menudo acompaña o como mínimo es paralela al nervio frénico hasta el diafragma. Otras
pequeñas contribuciones vasculares para el pericardio proceden de:
• La arteria musculofrénica, una rama terminal de la arteria to rácica interna.
• Las arterias bronquiales, esofágicas y frénicas superiores, ramas de la aorta torácica.
• Las arterias coronarias (sólo irrigan la lámina visceral del pericardio seroso), las primeras ramas de la aorta.
FIGURA 1-44. Saco pericárdico en relación con el esternón y los nervios frénicos. Esta disección expone el saco pericárdico posterior al cuerpo del esternón,
desde justo superior al ángulo del esternón hasta el nivel de la articulación xifoesternal. El saco pericárdico (y por tanto el corazón) se sitúa aproximadamente un tercio a la
derecha de la línea esternal media y dos tercios a la izquierda (recuadro).
FIGURA 1-45. Desarrollo del corazón y el pericardio. El tubo cardíaco embrionario longitudinal invagina el saco pericárdico de doble capa (de modo parecido a una
salchicha se introduce en un panecillo). Luego, el tubo cardíaco primitivo forma ventralmente un «asa», que aproxima los extremos arterial y venoso del tubo formando el
esbozo del seno transverso del pericardio (T) entre ellos. Con el crecimiento del embrión, las venas se expanden y extienden inferior y lateralmente. El pericardio reflejado
alrededor de ellas forma los límites del seno oblicuo del pericardio. VCI, vena cava inferior; VCS, vena cava superior.
FIGURA 1-46. Interior del saco pericárdico. Para extraer el corazón del saco pericárdico se han cortado los ocho vasos que atraviesan el saco. El seno oblicuo del
pericardio está delimitado por cinco venas. La vena cava superior (VCS), el tronco pulmonar y especialmente la aorta tienen partes intrapericárdicas. El pico del saco
pericárdico se sitúa en la confluencia de la aorta ascendente y el arco de la aorta. El seno transverso del pericardio está limitado anteriormente por el pericardio seroso que
recubre la cara posterior del tronco pulmonar y la aorta ascendente, posteriormente por el que recubre la VCS, e inferiormente por el pericardio visceral que recubre los
atrios del corazón. VCI, vena cava inferior.
FIGURA 1-48. Desarrollo del pericardio fibroso y reubicación del nervio frénico. El crecimiento exuberante de los pulmones en el interior de las cavidades
pleurales primitivas (conductos pleuroperitoneales) divide los pliegues pleuropericárdicos desde la pared corporal, creando las membranas pleuropericárdicas. Las
membranas incluyen al nervio frénico y se convierten en el pericardio fibroso que encierra el corazón y separa las cavidades pleural y pericárdica.
Con la ayuda de un endoscopio (mediastinoscopio), los cirujanos pueden observar gran parte del mediastino y
realizar intervenciones quirúrgicas menores. Para ello, introducen el endoscopio a través de una pequeña incisión en la raíz
del cuello, justo por encima del manubrio del esternón y cerca de la incisura yugular, en el espacio potencial situado
anterior a la tráquea. Durante la mediastinoscopia, los cirujanos pueden observar los nódulos linfáticos mediastínicos o
realizar una biopsia para determinar, por ejemplo, si células cancerosas procedentes de un carcinoma broncógeno los han
metastatizado. El mediastino también se puede explorar y biopsiar mediante una toracotomía anterior (extirpando una
porción de un cartílago costal; v. cuadro azul «Toracotomía, incisiones en el espacio intercostal y extirpación de una
costilla», p. 83).
El seno transverso del pericardio es especialmente importante para los cirujanos cardíacos. Después de que el
pericardio haya sido abierto anteriormente, puede introducirse un dedo a través del seno transverso del pericardio,
posterior a la aorta ascendente y al tronco pulmonar (fig. C1-17). Tras la colocación de una pinza arterial o de una ligadura
alrededor de estos vasos, mediante la inserción de los tubos de una máquina de circulación extracorpórea, se aprieta la
ligadura y, así, los cirujanos pueden parar o desviar la circulación sanguínea en estas grandes arterias mientras realizan
intervenciones cardíacas, como una derivación aortocoronaria.
Tras ascender a través del diafragma, toda la porción torácica de la VCI (aproximadamente 2 cm) está envuelta por
el pericardio. Por lo tanto, es preciso abrir el saco pericárdico para exponer esta porción terminal de la VCI. Ocurre lo
mismo con la porción terminal de la VCS, que se encuentra en parte dentro y en parte fuera del saco pericárdico.
El pericardio puede verse afectado por diversos procesos patológicos. La inflamación del pericardio (pericarditis)
suele provocar dolor torácico. Normalmente, las lisas láminas del pericardio seroso no producen un ruido detectable a la
auscultación. Sin embargo, la pericarditis vuelve rugosas sus superficies y la fricción resultante (roce pericárdico) emite un
ruido parecido a la fricción de la seda, que puede oírse con un fonendoscopio en el borde izquierdo del esternón y las
costillas superiores. Un pericardio con inflamación crónica y engrosado puede calcificarse, interfiriendo gravemente con el
funcionamiento del corazón. Algunas enfermedades inflamatorias pueden producir también derrame pericárdico (paso de
líquido de los capilares pericárdicos hacia la cavidad pericárdica, o una acumulación de pus). Como resultado, el corazón
se ve comprimido (incapaz de expandirse y rellenarse por completo) y es ineficaz. Los derrames pericárdicos no
inflamatorios suelen asociarse a insuficiencia cardíaca congestiva, en la cual la sangre venosa vuelve al corazón a un
ritmo más rápido del que se expulsa, produciendo hipertensión cardíaca derecha (aumento de presión en el lado derecho del
corazón).
Taponamiento cardíaco
El pericardio fibroso es un saco cerrado, duro e inelástico, que contiene el corazón, normalmente su único ocupante
aparte de una fina película lubricante de líquido pericárdico. Cuando se produce un gran derrame pericárdico, la
disminución de volumen del saco pericárdico limita la cantidad de sangre que puede recibir el corazón, lo que a su vez
disminuye el gasto cardíaco. El taponamiento cardíaco (compresión del corazón) es una situación potencialmente letal, ya
que el volumen cardíaco se ve comprometido de forma progresiva por el líquido acumulado fuera del corazón, pero dentro
de la cavidad pericárdica.
De forma parecida, la acumulación de sangre en la cavidad pericárdica, hemopericardio, también produce taponamiento
cardíaco. El hemopericardio puede deberse a la perforación de un área debilitada del músculo cardíaco después de un
infarto de miocardio o ataque al corazón, al sangrado dentro de la cavidad pericárdica en intervenciones de corazón, o a
heridas de arma blanca. Esta situación es especialmente mortal debido a la elevada presión que implica y a la rapidez con
que se acumula el líquido. El corazón se comprime y falla la circulación. Las venas de la cara y el cuello se ingurgitan
debido al reflujo de sangre, que empieza donde la VCS entra en el pericardio.
En los pacientes con neumotórax—aire o gas en la cavidad pleural—el aire puede difundir por los planos de tejido
conectivo y entrar en el saco pericárdico, produciendo un neumopericardio.
Pericardiocentesis
Para evitar el taponamiento cardíaco, normalmente es necesaria una pericardiocentesis, el drenaje de líquido de la
cavidad pericárdica. Para extraer el exceso de líquido, puede insertarse una aguja de gran calibre a través del 5.o o 6.o
espacio intercostal izquierdo cerca del esternón. Este abordaje del saco pericárdico es posible debido a que la escotadura
cardíaca del pulmón izquierdo y la escotadura menos profunda del saco pleural izquierdo exponen parte del saco
pericárdico, el área desnuda del pericardio (figs. 1-31A y 1-32). El saco pericárdico también puede alcanzarse a través del
ángulo infraesternal, pasando la aguja superoposteriormente (fig. C1-18). En este lugar, la aguja evita el pulmón y la pleura,
y entra en la cavidad pericárdica; sin embargo, hay que ir con cuidado para no puncionar la arteria torácica interna o sus
ramas terminales. En el taponamiento cardíaco agudo por hemopericardio, hay que realizar una toracotomía de urgencia (se
abre rápidamente el tórax) para poder seccionar el saco pericárdico y aliviar inmediatamente el taponamiento, y lograr la
estasis de la hemorragia (detener el escape de sangre) del corazón (v. el cuadro azul «Toracotomía, incisiones en el
espacio intercostal y extirpación de una costilla», p. 83).
El plegamiento anormal del corazón embrionario puede hacer que la posición del corazón se invierta completamente,
de forma que su vértice se sitúe a la derecha en lugar de hacia la izquierda (dextrocardia). Esta anomalía congénita es la
alteración posicional más frecuente del corazón, pero es relativamente poco común. La dextrocardia se asocia a una
situación en espejo de los grandes vasos y del arco de la aorta. Esta anomalía puede formar parte de una transposición
general de las vísceras torácicas y abdominales (situs inversus), o la transposición puede afectar únicamente al corazón
(dextrocardia aislada). En la dextrocardia con situs inversus, la incidencia de defectos cardíacos acompañantes es baja y
el corazón suele funcionar con normalidad. Sin embargo, en la dextrocardia aislada, la anomalía congénita se ve
complicada por alteraciones cardíacas graves, como la transposición de las grandes arterias.
Puntos fundamentales
Corazón
El corazón, algo más grande que un puño cerrado, es una bomba doble de presión y succión, autoadaptable, cuyas partes
trabajan al unísono para impulsar la sangre a todo el organismo. El lado derecho del corazón (corazón derecho) recibe sangre
poco oxigenada (venosa) procedente del cuerpo a través de la VCS y la VCI, y la bombea a través del tronco y las arterias
pulmonares hacia los pulmones para su oxigenación (fig. 1-49 A). El lado izquierdo del corazón (corazón izquierdo) recibe
sangre bien oxigenada (arterial) procedente de los pulmones, a través de las venas pulmonares, y la bombea hacia la aorta
para su distribución por el organismo.
El corazón tiene cuatro cavidades: atrios (aurículas) derecho e izquierdo y ventrículos derecho e izquierdo. Los atrios
son las cavidades receptoras que bombean sangre hacia los ventrículos (las cavidades de eyección). Las acciones sincrónicas
de bombeo de las dos bombas atrioventriculares (AV) (cavidades derechas e izquierdas) constituyen el ciclo cardíaco (fig. 1-
49 B a F). El ciclo empieza con un período de elongación y llenado ventricular (diástole) y finaliza con un período de
acortamiento y vaciado ventricular (sístole).
FIGURA 1-49. Ciclo cardíaco. El ciclo cardíaco describe el movimiento completo del corazón, o latido cardíaco, e incluye el período desde el inicio de un latido hasta el
inicio del siguiente. El ciclo consta de diástole (relajación y llenado ventricular) y sístole (contracción y vaciado ventricular). El corazón derecho (lado azul) es la bomba
para el circuito pulmonar; el corazón izquierdo (lado rojo) es la bomba para el circuito sistémico.
Con un fonendoscopio pueden oírse dos tonos o ruidos cardíacos: un ruido lub (1.o) cuando la sangre pasa desde el atrio a
los ventrículos, y un ruido dub (2.o) cuando los ventrículos expelen la sangre del corazón. Los ruidos cardíacos se producen
por el cierre súbito de las valvas unidireccionales que normalmente impiden el retorno del flujo sanguíneo durante las
contracciones del corazón.
La pared de cada cavidad cardíaca está formada, de superficie a profundidad, por tres capas (v. fig. 1-43):
1. El endocardio, una delgada capa interna (endotelio y tejido conectivo subendotelial), o membrana de revestimiento del
corazón, que también cubre sus valvas.
2. El miocardio, una gruesa capa media helicoidal, formada por músculo cardíaco.
3. El epicardio, una delgada capa externa (mesotelio) formada por la lámina visceral del pericardio seroso.
Las paredes del corazón están formadas en su mayor parte por miocardio, especialmente en los ventrículos. Cuando los
ventrículos se contraen, producen un movimiento de compresión debido a la orientación en doble hélice de las fibras
musculares cardíacas del miocardio (Torrent-Guasp et al., 2001) (fig. 1-50). Este movimiento expulsa inicialmente la sangre
de los ventrículos a medida que se contrae la espira más externa (basales), primero estrechando y después acortando el
corazón, con lo que se reduce el volumen de las cavidades ventriculares. La contracción secuencial continuada de la espiral
más interna (apical) alarga el corazón, que luego se ensancha cuando el miocardio se relaja brevemente, con lo que aumenta el
volumen de las cavidades para extraer la sangre de los atrios.
Las fibras musculares se fijan en el esqueleto fibroso del corazón (fig. 1-51). Este complejo armazón fibroso de colágeno
denso constituye cuatro anillos fibrosos que rodean los orificios de las valvas, los trígonos fibrosos derecho e izquierdo
(formados por conexiones entre los anillos) y las porciones membranosas de los tabiques interatrial e interventricular. El
esqueleto fibroso del corazón:
• Mantiene permeables los orificios de las valvas atrioventriculares y semilunares e impide su distensión excesiva por el
volumen de sangre que se bombea a través de ellos.
• Proporciona la inserción para las válvulas y cúspides de las valvas.
• Proporciona inserción para el miocardio, que cuando se desenrolla forma una banda continua de miocardio ventricular, la
cual se origina sobre todo en el anillo fibroso de la valva pulmonar y se inserta fundamentalmente en el anillo fibroso de la
valva aórtica (fig. 1-50).
• Forma un «aislante» eléctrico al separar los impulsos desde los atrios y los ventrículos conducidos mientéricamente, para
que puedan contraerse de forma independiente, rodeándolos y proporcionando un paso para la porción inicial del fascículo
atrioventricular, parte del sistema de conducción del corazón (tratado posteriormente en este capítulo).
Externamente, los atrios están separados de los ventrículos por el surco coronario (surco atrioventricular), y los
ventrículos derecho e izquierdo se separan uno de otro por los surcos interventriculares (IV), anterior y posterior (fig. 1-52
B y D). En una vista anterior o posterior, el corazón tiene un aspecto trapezoidal (fig. 1-52 A), pero en tres dimensiones tiene
una forma similar a una pirámide invertida con un vértice (orientado anteriormente y hacia la izquierda), una base (opuesta al
vértice, dirigida sobre todo posteriormente) y cuatro caras.
FIGURA 1-50. Disposición del miocardio y del esqueleto fibroso del corazón. Disposición helicoidal (espiral doble) del miocardio (modificado de Torrent-Guasp et
al., 2001). Cuando se secciona el miocardio superficial a lo largo del surco interventricular anterior (línea de puntos) y se despega comenzando por su origen en el anillo
fibroso del tronco pulmonar, se evidencian las gruesas espirales dobles de la banda miocárdica ventricular. Esta banda miocárdica ventricular se despliega progresivamente.
Una banda de fibras casi horizontales forma una espiral basal externa (marrón oscuro) que comprende la pared externa del ventrículo derecho (segmento derecho, S.
der.) y la capa externa de la pared externa del ventrículo izquierdo (segmento izquierdo, S. izq.). La espiral apical, más profunda (marrón claro), comprende la capa
interna de la pared externa del ventrículo izquierdo. El entrecruzamiento de sus fibras forma el tabique interventricular. Así, el tabique, como la pared externa del ventrículo
izquierdo, también tiene una doble capa. La contracción secuencial de la banda miocárdica permite a los ventrículos funcionar en paralelo, como bombas de aspiración y de
propulsión; en la contracción, los ventrículos no se colapsan simplemente hacia dentro sino que más bien se exprimen por sí mismos. MPA, músculos papilares anteriores;
MPP, músculos papilares posteriores.
FIGURA 1-51. Esqueleto fibroso del corazón. El esqueleto fibroso aislado está compuesto por cuatro anillos fibrosos (o dos anillos y dos «coronas»), cada uno de los
cuales rodea una válvula; dos trígonos y las porciones membranosas de los tabiques interatrial, interventricular y atrioventricular.
FIGURA 1-52. Forma, orientación, caras y bordes del corazón. A y B) Se muestra la cara esternocostal del corazón y la relación de los grandes vasos. Los
ventrículos dominan esta cara (dos terceras partes el ventrículo derecho, una tercera parte el ventrículo izquierdo) C y D) Se muestran las caras pulmonar (izquierda) y
diafragmática (inferior) y la base del corazón, así como la relación de los grandes vasos.
FIGURA 1-53. Atrio derecho del corazón. A) Se ha seccionado la pared externa del atrio derecho desde la orejuela derecha hasta la cara diafragmática. La pared se
ha reclinado para mostrar la parte de pared lisa del atrio, el seno de las venas cavas, derivado de la absorción de los senos venosos del corazón embrionario. Todas las
estructuras venosas que entran en el atrio derecho (venas cavas superior e inferior, y seno coronario) desembocan en el seno de las venas cavas. La fosa oval, poco
profunda, es el lugar de fusión de la valva embrionaria del foramen oval con el tabique interatrial. B) El flujo que entra por la vena cava superior (VCS) se dirige hacia el
orificio atrioventricular derecho, mientras que la sangre de la vena cava inferior (VCI) se dirige hacia la fosa oval, tal como lo hacía antes del nacimiento.
Las porciones lisa y rugosa de la pared atrial están separadas externamente por un surco vertical poco profundo, el surco
terminal (fig. 1-52 C), e internamente por la cresta terminal (fig. 1-53 A). La VCS desemboca en la porción superior del
atrio derecho a nivel del 3.er cartílago costal derecho. La VCI desemboca en la porción inferior del atrio derecho casi en línea
con la VCS, cerca del nivel del 5.o cartílago costal.
El orificio del seno coronario, un corto tronco venoso que recibe la mayoría de las venas cardíacas, está entre el orificio
AV derecho y el orificio de la VCI. El tabique interatrial que separa los atrios tiene una depresión oval, del tamaño de la
huella de un pulgar, la fosa oval, que es un vestigio del foramen oval y su válvula en el feto. Para comprender completamente
las características del atrio derecho es preciso conocer el desarrollo embrionario del corazón. (V. cuadro azul «Embriología
del atrio derecho», p. 151.)
VENTRÍCULO DERECHO
El ventrículo derecho forma la mayor porción de la cara anterior del corazón, una pequeña parte de la cara diafragmática y
casi la totalidad del borde inferior del corazón (fig. 1-52 B). Superiormente, se estrecha en un cono arterial, el cono arterioso
(infundíbulo), que conduce al tronco pulmonar (fig. 1-54). El interior del ventrículo derecho tiene unas elevaciones musculares
irregulares denominadas trabéculas carnosas. Una gruesa cresta muscular, la cresta supraventricular, separa la pared
muscular trabecular de la porción de entrada de la cavidad de la pared lisa del cono arterioso o porción de salida del
ventrículo derecho. La porción de entrada del ventrículo derecho recibe sangre del atrio derecho a través del orificio
atrioventricular derecho (tricuspídeo) (fig. 1-55 A), que se localiza posterior al cuerpo del esternón al nivel de los espacios
intercostales 4.o y 5.o. El orificio AV derecho está rodeado por uno de los anillos fibrosos del esqueleto fibroso del corazón
(v. fig. 1-51). El anillo fibroso mantiene constante el calibre del orificio (lo suficientemente grande para permitir la entrada de
las puntas de tres dedos) y se opone a la dilatación que puede producirse por el paso forzado de sangre a diferentes presiones
a través de él.
La valva atrioventricular derecha o tricúspide (figuras 1-54 y 1-55) cierra el orificio AV derecho. Las bases de las
cúspides valvulares están unidas al anillo fibroso alrededor del orificio. Debido a que el anillo fibroso mantiene el calibre
del orificio, las cúspides valvulares unidas contactan unas con las otras de la misma forma con cada latido cardíaco.
FIGURA 1-54. Interior del ventrículo derecho del corazón. La pared esternocostal del ventrículo derecho ha sido extirpada. A) La valva tricúspide en la entrada del
ventrículo (orificio atrioventricular derecho) está abierta, y la valva pulmonar en la salida del tronco pulmonar está cerrada, como lo estarían durante el llenado ventricular
(diástole). El cono arterioso, liso y en forma de embudo, es el tracto de salida de la cavidad. B) La sangre entra en la cavidad desde sus caras posterior e inferior, fluyendo
anteriormente y hacia la izquierda (hacia el vértice); la sangre se dirige hacia el tronco pulmonar superior y posteriormente. VCI, vena cava inferior; VCS, vena cava
superior.
Las cuerdas tendinosas se insertan en los bordes libres y las caras ventriculares de las cúspides anterior, posterior y
septal, de manera similar a las cuerdas de un paracaídas (fig. 1-54). Las cuerdas tendinosas se originan en los vértices de los
músculos papilares, que son proyecciones musculares cónicas con sus bases unidas a la pared ventricular. Los músculos
papilares empiezan a contraerse antes que el ventrículo derecho, de modo que tensan las cuerdas tendinosas y mantienen
unidas las cúspides. Debido a que las cuerdas están unidas a los lados adyacentes de dos cúspides, impiden la separación de
éstas y su inversión cuando se aplica tensión en las cuerdas durante la contracción ventricular (sístole), es decir, impiden que
las cúspides de la valva tricúspide sufran un prolapso (se dirijan hacia el interior del atrio derecho) cuando aumenta la
presión ventricular. Así, mediante las cúspides de la válvula se bloquea el reflujo de sangre (flujo de sangre retrógrado) desde
el ventrículo derecho hacia el atrio derecho durante la sístole ventricular (fig. 1-55 C).
En el ventrículo derecho hay tres músculos papilares que se corresponden con las cúspides de la valva tricúspide (fig. 1-54
A):
1. El músculo papilar anterior, el más grande y prominente de los tres, se origina en la pared anterior del ventrículo derecho;
sus cuerdas tendinosas se unen a las cúspides anterior y posterior de la valva tricúspide.
2. El músculo papilar posterior, más pequeño que el músculo anterior, puede constar de varias porciones; se origina en la
pared inferior del ventrículo derecho y sus cuerdas tendinosas se unen a las cúspides posterior y septal de la valva
tricúspide.
FIGURA 1-55. Valvas del corazón y grandes vasos. A) Las valvas del corazón se muestran in situ. B) Al inicio de la diástole (relajación y llenado ventriculares), las
valvas aórtica y pulmonar están cerradas; poco después, se abren las valvas tricúspide y mitral (que también se muestran en la fig. 1-49). C) Inmediatamente después
empieza la sístole (contracción y vaciado ventriculares), las valvas tricúspide y mitral se cierran y se abren las valvas pulmonar y aórtica. AV, atrioventricular.
3. El músculo papilar septal se origina en el tabique interventricular y sus cuerdas tendinosas se unen a las cúspides anterior
y septal de la valva tricúspide.
El tabique interventricular (TIV), constituido por las porciones membranosa y muscular, es una división robusta dispuesta
oblicuamente entre los ventrículos derecho e izquierdo (figs. 1-54 A y 1-57), que forma parte de las paredes de ambos.
Debido a la elevada presión de la sangre en el ventrículo izquierdo, la porción muscular del TIV, que forma la mayor parte
de éste, tiene el grosor del resto de la pared del ventrículo izquierdo (dos a tres veces más gruesa que la del derecho) y se
comba hacia el interior de la cavidad del ventrículo derecho. Superior y posteriormente, una fina membrana, parte del
esqueleto fibroso del corazón (v. fig. 1-51), forma la porción membranosa del TIV, mucho más pequeña. En el lado derecho,
la cúspide septal de la valva tricúspide está unida a la parte media de esta porción membranosa del esqueleto fibroso (fig. 1-
54). Esto significa que, inferior a la cúspide, la membrana es un TIV, pero superior a ella es un tabique atrioventricular, que
separa el atrio derecho del ventrículo izquierdo.
La trabécula septomarginal (banda moderadora) es un haz muscular curvado que atraviesa la cavidad ventricular derecha
desde la porción inferior del TIV hacia la base del músculo papilar anterior. Esta trabécula es importante, ya que conduce
parte de la rama derecha del fascículo atrioventricular, una parte del sistema de conducción del corazón hasta el músculo
papilar anterior (v. «Sistema de estimulación y conducción del corazón», pp. 148-149). Este «atajo» a través de la cavidad
del ventrículo parece facilitar el tiempo de conducción, lo que permite la contracción coordinada del músculo papilar
anterior.
El atrio derecho se contrae cuando el ventrículo derecho está vacío y relajado; así, la sangre es impulsada a través de este
orificio hacia el ventrículo derecho, empujando las cúspides de la valva tricúspide hacia un lado, como si fueran cortinas. La
sangre entra en el ventrículo derecho (tracto de entrada) posteriormente, y cuando el ventrículo se contrae, la sangre sale
hacia el tronco pulmonar (tracto de salida) superiormente y hacia la izquierda (v. fig. 1-54 B). En consecuencia, la sangre
sigue un recorrido en forma de U a través del ventrículo derecho, cambiando de dirección unos 140°. Este cambio de
dirección viene facilitado por la cresta supraventricular, que desvía el flujo entrante en la cavidad principal del ventrículo y
el flujo saliente en el cono arterioso hacia el orificio pulmonar. El orificio de entrada (AV) y el orificio de salida (pulmonar)
están separados entre sí unos 2 cm. La valva pulmonar (figs. 1-54 B y 1-55) en el vértice del cono arterioso está al nivel del
3.er cartílago costal izquierdo.
ATRIO IZQUIERDO
El atrio izquierdo forma la mayor parte de la base del corazón (v. fig. 1-52 C y D). En este atrio, de paredes lisas, entran los
pares de venas pulmonares derechas e izquierdas, carentes de válvulas (fig. 1-56). En el embrión sólo hay una vena pulmonar
común, del mismo modo que hay un único tronco pulmonar. La pared de esta vena y cuatro de sus tributarias han sido
incorporadas a la pared del atrio izquierdo del mismo modo que el seno venoso ha sido incorporado al derecho. La porción de
la pared derivada de la vena pulmonar embrionaria es lisa. La orejuela izquierda, tubular y musculosa, con una pared
trabeculada por los músculos pectinados, forma la porción superior del borde izquierdo del corazón y se superpone a la raíz
del tronco pulmonar (v. fig. 1-52 A y B). Representa los vestigios de la porción izquierda del atrio primitivo. Una depresión
semilunar en el tabique interatrial señala el suelo de la fosa oval (fig. 1-56 A); la cresta que la rodea es la valva del foramen
oval.
FIGURA 1-56. Interior del atrio y el ventrículo izquierdos del corazón. A) Se muestran las características de las caras internas del atrio izquierdo y del tracto de
entrada del ventrículo izquierdo. B) Patrón del flujo sanguíneo a través del lado izquierdo del corazón. C) Para obtener las vistas A y B se ha seccionado el corazón
verticalmente a lo largo de su borde izquierdo y después transversalmente a través de la parte superior de su base, pasando entre las venas pulmonares superior e inferior
izquierdas. AV, atrioventricular.
FIGURA 1-57. Vista interior y del tracto de salida del ventrículo izquierdo del corazón. A y B) Se ha seccionado la cara anterior del ventrículo izquierdo de
forma paralela al surco interventricular, replegando el borde derecho de la incisión hacia la derecha y mostrando una vista anterior de la cámara. B) El orificio
atrioventricular izquierdo y la valva mitral están situados posteriormente, y el vestíbulo aórtico se dirige superiormente y a la derecha hacia la valva aórtica.
La valva mitral tiene dos cúspides, anterior y posterior. El adjetivo mitral hace alusión al parecido de la valva con la mitra
de los obispos. La valva mitral se localiza posterior al esternón al nivel del 4.o cartílago costal. Cada una de estas cúspides
recibe cuerdas tendinosas de más de un músculo papilar. Estos músculos y sus cuerdas sostienen la valva, permitiendo que las
cúspides resistan la presión desarrollada durante las contracciones (bombeo) del ventrículo izquierdo (fig. 1-57 A). Las
cuerdas tendinosas se tensan, justo antes de la sístole y durante ésta, impidiendo que las cúspides sean empujadas hacia el
interior del atrio izquierdo. A medida que atraviesa el ventrículo izquierdo, el torrente sanguíneo experimenta dos giros en
ángulo recto, cuyo resultado conjunto es un cambio de dirección de 180°. Esta inversión del flujo tiene lugar alrededor de la
cúspide anterior de la valva mitral (fig. 1-57 B).
La valva aórtica semilunar, entre el ventrículo izquierdo y la aorta ascendente, está situada oblicuamente (v. fig. 1-55). Se
localiza posterior al lado izquierdo del esternón al nivel del 3.er espacio intercostal.
VALVAS SEMILUNARES
Cada una de las tres válvulas semilunares de la valva pulmonar (anterior, derecha e izquierda), al igual que las válvulas
semilunares de la valva aórtica (posterior, derecha e izquierda), es cóncava cuando se ve superiormente (figs. 1-55 B y 1-
57 A). (V. cuadro azul «Bases para la denominación de las válvulas de las valvas aórtica y pulmonar», p. 153.) Las válvulas
semilunares no tienen cuerdas tendinosas que las sostengan. Su área es más pequeña que la de las cúspides de las valvas AV,
y la fuerza ejercida sobre ellas es menos de la mitad que la ejercida sobre las cúspides de las valvas tricúspide y mitral. Las
válvulas se proyectan en la arteria, pero son presionadas hacia (y no contra) sus paredes a medida que la sangre sale del
ventrículo (figs. 1-55 C y 1-58 B). Tras la relajación del ventrículo (diástole), la retracción elástica de la pared del tronco
pulmonar o de la aorta hace retroceder la sangre hacia el corazón. Sin embargo, las válvulas se cierran bruscamente, como un
paraguas plegado por el viento, y así atrapan el flujo sanguíneo revertido (figs. 1-55 B y 1-58 C). Se juntan para cerrar por
completo el orificio, apoyándose una en la otra a medida que sus bordes se encuentran y evitando así que una cantidad
importante de sangre retorne al ventrículo.
El borde de cada válvula se engrosa en la región de contacto, formando la lúnula; el vértice del borde angulado libre se
engrosa adicionalmente formando el nódulo (fig. 1-58 A). Inmediatamente superior a cada válvula semilunar, las paredes de
los orígenes del tronco pulmonar y la aorta están ligeramente dilatadas, formando un seno. Los senos aórticos y los senos del
tronco pulmonar (senos pulmonares) son espacios situados en el origen del tronco pulmonar y de la aorta ascendente, entre la
pared dilatada del vaso y cada válvula de las valvas semilunares (figs. 1-55 B y 1-57 A). La sangre que se encuentra en los
senos y en la dilatación de la pared evita que las válvulas golpeen contra la pared del vaso, lo que podría impedir el cierre.
El orificio de entrada a la arteria coronaria derecha está en el seno aórtico derecho; el de la coronaria izquierda está en el
seno aórtico izquierdo, y en el seno aórtico posterior (no coronario) no se origina arteria alguna (figs. 1-57 A y 1-58).
FIGURA 1-58. Valva aórtica, senos aórticos y arterias coronarias. A) Al igual que la valva pulmonar, la valva aórtica tiene tres válvulas semilunares: derecha,
posterior e izquierda. B) La sangre expelida del ventrículo izquierdo fuerza la apertura de las válvulas. C) Cuando se cierra la valva, los nódulos y las lúnulas se encuentran
en el centro.
Irrigación arterial del corazón. Las arterias coronarias, las primeras ramas de la aorta, irrigan el miocardio y el
epicardio. Las arterias coronarias derecha e izquierda se originan de los correspondientes senos aórticos en la parte proximal
de la aorta ascendente, justo por encima de la valva aórtica, y pasan alrededor de los lados opuestos del tronco pulmonar
(figs. 1-58 y 1-59; tabla 1-4). Las arterias coronarias irrigan tanto los atrios como los ventrículos; sin embargo, las ramas
atriales suelen ser cortas y no se ven fácilmente en el corazón del cadáver. La distribución ventricular de cada arteria
coronaria no está claramente delimitada.
La arteria coronaria derecha (ACD) se origina en el seno aórtico derecho de la aorta ascendente y pasa al lado derecho
del tronco pulmonar, discurriendo por el surco coronario (figs. 1-58 y 1-59 A). Cerca de su origen, la ACD normalmente da
origen a una rama para el nódulo sinoatrial (SA) ascendente, que irriga el nódulo SA. La ACD desciende entonces por el
surco coronario y da origen a la rama marginal derecha, que irriga el borde derecho del corazón a medida que discurre hacia
el vértice (aunque no lo alcanza). Después de emitir esta rama, la ACD gira hacia la izquierda y continúa por el surco
coronario hacia la cara posterior del corazón. En la cara posterior de la cruz del corazón—la unión de los tabiques interatrial
e interventricular entre las cuatro cavidades del corazón—la ACD da origen a la rama para el nódulo atrioventricular, que
irriga el nódulo atrioventricular (fig. 1-59 A a C). Los nódulos SA y AV forman parte del sistema de conducción del
corazón (p. 148).
El predominio del sistema arterial coronario viene definido por cuál es la arteria que da origen a la rama IV posterior
(arteria descendente posterior). El predominio de la ACD es lo más habitual (en un 67 % de los sujetos) (fig. 1-59 A); la ACD
da origen a una rama grande, la rama interventricular posterior, que desciende en el surco IV posterior hacia el vértice del
corazón. Esta rama irriga áreas adyacentes de ambos ventrículos y envía ramas septales interventriculares perforantes para
el TIV (fig. 1-59 C). La rama terminal (ventricular izquierda) de la ACD continúa entonces, en un recorrido corto, por el surco
coronario (fig. 1-59 A y B). Así, en el patrón de distribución más frecuente, la ACD irriga la cara diafragmática del corazón
(fig. 1-59 D).
Habitualmente, la ACD irriga (fig. 1-59):
• El atrio derecho.
• La mayor parte del ventrículo derecho.
• Parte del ventrículo izquierdo (la cara diafragmática).
• Parte del TIV (normalmente el tercio posterior).
• El nódulo SA (en un 60 % de la población).
• El nódulo AV (en un 80 % de la población).
La arteria coronaria izquierda (ACI) se origina en el seno aórtico izquierdo de la aorta ascendente (fig. 1-58), pasa entre
la orejuela izquierda y el lado izquierdo del tronco pulmonar, y discurre por el surco coronario (fig. 1-59 A y B). En un 40 %
de las personas, aproximadamente, la rama del nódulo SA se origina de la rama circunfleja de la ACI y asciende por la cara
posterior del atrio izquierdo hacia el nódulo SA. Cuando entra en el surco coronario, en el extremo superior del surco IV
anterior, la ACI se divide en dos ramas, la rama interventricular anterior (los clínicos siguen utilizando el término DAI,
abreviatura de arteria «descendente anterior izquierda») y la rama circunfleja (fig. 1-59 A y C).
La rama interventricular anterior pasa a lo largo del surco IV anterior hasta el vértice del corazón. En ese punto, gira
alrededor del borde inferior del corazón y generalmente se anastomosa con la rama IV posterior de la ACD (fig. 1-59 B). La
rama IV anterior irriga porciones adyacentes de ambos ventrículos y, a través de ramas septales IV, los dos tercios anteriores
del TIV (fig. 1-59 C). En muchas personas, la rama IV anterior da origen a una rama lateral (arteria diagonal), que desciende
por la cara anterior del corazón (fig. 1-59 A).
La rama circunfleja de la ACI, más pequeña, sigue el surco coronario alrededor del borde izquierdo del corazón hasta la
cara posterior de éste. La rama marginal izquierda de la rama circunfleja sigue el borde izquierdo del corazón e irriga el
ventrículo izquierdo. Habitualmente, la rama circunfleja de la ACI termina en el surco coronario en la cara posterior del
corazón, antes de alcanzar la cruz del corazón (fig. 1-59 B), aunque en alrededor de un tercio de los corazones continúa para
emitir una rama que discurre por el surco IV posterior (fig. 1-60 B), o adyacente a él.
Habitualmente, la ACI irriga (fig. 1-59):
• El atrio izquierdo.
• La mayor parte del ventrículo izquierdo.
• Parte del ventrículo derecho.
• La mayor parte del TIV (normalmente sus dos tercios anteriores), incluido el fascículo AV del tejido de conducción, a través
de sus ramas septales IV perforantes.
• El nódulo SA (en un 40 % de la población).
Variaciones de las arterias coronarias. Las variaciones en los patrones de ramificación de las arterias coronarias son
frecuentes. En el patrón dominante derecho, más común, que presenta un 67 % de las personas, la ACD y la ACI comparten
de forma similar la irrigación sanguínea del corazón (figs. 1-59 y 1-60 A). En aproximadamente el 15 % de los corazones, la
ACI es dominante en el sentido de que la rama IV posterior es una rama de la arteria circunfleja (fig. 1-60 B). Hay
codominancia en un 18 % de las personas, en las que las ramas de la ACD y la ACI alcanzan la cruz y dan ramas que discurren
por el surco IV posterior o cerca de él. Unas pocas personas presentan una única arteria coronaria (fig. 1-60 C). En otras, la
arteria circunfleja se origina en el seno aórtico derecho (fig. 1-60 D). Un 4 % de las personas tiene una arteria coronaria
accesoria.
Circulación coronaria colateral. Las ramas de las arterias coronarias se consideran arterias terminales funcionales
(arterias que irrigan regiones del miocardio que carecen de suficientes anastomosis con otras ramas grandes para mantener
viable el tejido en caso de oclusión). No obstante, existen anastomosis entre ramas de las arterias coronarias, subepicárdicas
o miocárdicas, y entre estas arterias y vasos extracardíacos, como los vasos torácicos (Standring, 2008). Hay anastomosis
entre las terminaciones de las arterias coronarias derecha e izquierda en el surco coronario y entre las ramas IV alrededor del
vértice en aproximadamente el 10 % de corazones aparentemente normales. La posibilidad de desarrollo de circulación
colateral existe, probablemente, en la mayoría de los corazones, si no en todos.
FIGURA 1-59. Arterias coronarias. A y B) En el patrón de distribución más frecuente, la ACD se anastomosa con la rama circunfleja de la ACI (no se muestran las
anastomosis) después de que la ACD haya dado origen a la arteria IV posterior. A a C) La arteria IV anterior (también llamada rama descendente anterior izquierda) se
curva alrededor del vértice del corazón para anastomosarse con la arteria IV posterior. C) Se muestran las arterias del TIV. La rama de la ACD que va al nódulo AV es
la primera de las muchas ramas septales de la arteria IV posterior. Las ramas septales de la rama interventricular anterior de la ACI irrigan los dos tercios anteriores del
TIV. Debido a que el fascículo AV y las ramas fasciculares están situadas centralmente y sobre el TIV, típicamente la ACI proporciona la mayor parte de sangre a este
tejido de conducción. D) El corte transversal de los ventrículos derecho e izquierdo pone de manifiesto el patrón de distribución de sangre más común desde la ACD (rojo)
y la ACI (rosa) hasta las paredes ventriculares y el TIV. ACD, arteria coronaria derecha; ACI, arteria coronaria izquierda; AV, atrioventricular; IV, interventricular; SA,
sinoatrial; TIV, tabique interventricular.
FIGURA 1-60. Variaciones en la distribución de las arterias coronarias. A) En el patrón más frecuente (67 %), la ACD es dominante, dando origen a la rama
interventricular posterior. B y C) La ACI da origen a la rama interventricular posterior en un 15 % de los individuos. D) Se dan otras muchas variaciones.
Drenaje venoso del corazón. El corazón es drenado sobre todo por venas que desembocan en el seno coronario y
parcialmente por pequeñas venas que desembocan en el atrio derecho (fig. 1-61). El seno coronario, la vena principal del
corazón, es un conducto venoso amplio que discurre de izquierda a derecha en la porción posterior del surco coronario. El
seno coronario recibe a la vena cardíaca magna en su extremo izquierdo y a las venas cardíacas media y menor en el derecho.
La vena posterior del ventrículo izquierdo y la vena marginal izquierda también desembocan en el seno coronario.
La vena cardíaca magna es la tributaria principal del seno coronario. Su primera porción, la vena interventricular
anterior, empieza cerca del vértice del corazón y asciende con la rama interventricular anterior de la ACI. En el surco
coronario gira a la izquierda y su segunda porción rodea el lado izquierdo del corazón con la rama circunfleja de la ACI para
llegar al seno coronario. (Una situación poco corriente se produce aquí: ¡la sangre fluye en la misma dirección en la arteria y
la vena pareadas!) La vena cardíaca magna drena las áreas del corazón irrigadas por la ACI.
L a vena cardíaca media (vena interventricular posterior) acompaña a la rama interventricular posterior (que
normalmente se origina en la ACD). Una vena cardíaca menor acompaña a la rama marginal derecha de la ACD. De ese
modo, estas dos venas drenan la mayor parte de las áreas que normalmente irriga la ACD. La vena oblicua del atrio izquierdo
(de Marshall) es un pequeño vaso, relativamente poco importante en la vida posnatal, que desciende sobre la pared posterior
del atrio izquierdo y se fusiona con la vena cardíaca magna para formar el seno coronario (delimitando el comienzo del seno).
La vena oblicua es el vestigio de la VCS izquierda embrionaria, que normalmente se atrofia durante el período fetal, aunque a
veces persiste en los adultos, sustituyendo o potenciando la VCS derecha.
Algunas venas cardíacas no drenan a través del seno coronario. Varias pequeñas venas cardíacas anteriores empiezan
sobre la cara anterior del ventrículo derecho, cruzan el surco coronario y, normalmente, desembocan directamente en el atrio
derecho; a veces lo hacen en la vena cardíaca menor. Las venas cardíacas mínimas son vasos diminutos que empiezan en los
lechos capilares del miocardio y desembocan directamente en las cavidades del corazón, sobre todo en los atrios. Aunque se
denominan venas, son comunicaciones sin válvulas con los lechos capilares del miocardio y pueden transportar sangre desde
las cavidades cardíacas hasta el miocardio.
Drenaje linfático del corazón. Los vasos linfáticos del miocardio y el tejido conectivo subendocárdico se dirigen hacia el
plexo linfático subepicárdico. Los vasos linfáticos de este plexo pasan hacia el surco coronario y siguen a las arterias
coronarias. Un vaso linfático único, formado por la unión de varios vasos linfáticos del corazón, asciende entre el tronco
pulmonar y el atrio izquierdo y acaba en los nódulos linfáticos traqueobronquiales inferiores, normalmente en el lado
derecho.
SISTEMAS DE ESTIMULACIÓN, CONDUCCIÓN Y REGULACIÓN DEL CORAZÓN
Sistema de estimulación y conducción del corazón. En la secuencia ordinaria de acontecimientos del ciclo cardíaco, el
atrio y el ventrículo actúan conjuntamente como una bomba. El sistema de conducción del corazón (fig. 1-62) genera y
transmite los impulsos que producen las contracciones coordinadas del ciclo cardíaco (tratado antes en este capítulo). El
sistema de conducción está formado por tejido nodal que inicia el latido y coordina las contracciones de las cuatro cavidades
cardíacas, y por fibras de conducción, altamente especializadas, que las conducen rápidamente a las diferentes áreas del
corazón. Los impulsos se propagan entonces por las células del músculo estriado cardíaco, de forma que las paredes de las
cavidades se contraen simultáneamente.
FIGURA 1-61. Venas del corazón. Las venas cardíacas magna, media y menor, la vena oblicua del atrio izquierdo y la vena posterior del ventrículo izquierdo son los
principales vasos que drenan en el seno coronario. El seno coronario, a su vez, drena en el atrio derecho. Las venas cardíacas anteriores drenan directamente en la
orejuela del atrio derecho.
FIGURA 1-62. Sistema de conducción del corazón. A) Los impulsos (flechas) que se originan en el nódulo sinoatrial, situado en el extremo superior del surco
(internamente, cresta) terminal, se propagan a través de la musculatura atrial hasta el nódulo atrioventricular. B) Los impulsos (flechas) recibidos por el nódulo
atrioventricular, en la porción inferior del tabique interatrial, son conducidos a través del fascículo atrioventricular y sus ramas hasta el miocardio. El fascículo
atrioventricular empieza en el nódulo atrioventricular y se divide en ramas derecha e izquierda en la unión de las porciones membranosa y muscular del TIV.
El nódulo SA está situado a nivel anterolateral justamente profundo al epicardio en la unión de la VCS y el atrio derecho,
cerca del extremo superior del surco terminal (figs. 1-59 A y 1-62 A). El nódulo SA—una pequeña acumulación de tejido
nodal, fibras musculares cardíacas especializadas, y tejido conectivo fibroelástico asociado—es el marcapasos del corazón.
El nódulo SA inicia y regula los impulsos para las contracciones del corazón, proporcionando un impulso unas 70 veces por
minuto en la mayoría de las personas, la mayor parte del tiempo. La señal de contracción desde el nódulo SA se propaga de
forma miógena (a través del músculo) de ambos atrios. El nódulo SA está irrigado por la arteria del nódulo SA, que se
origina habitualmente como una rama auricular (atrial) de la ACD (en el 60 % de las personas), aunque a menudo se origina en
la ACI (en el 40 %). El nódulo SA es estimulado por la división simpática del sistema nervioso autónomo para acelerar la
frecuencia cardíaca y es inhibido por la división parasimpática para volver o aproximarse a la frecuencia basal.
El nódulo atrioventricular es una agrupación más pequeña de tejido nodal que la del nódulo SA. Está localizado en la
región posteroinferior del TIV, cerca del orificio del seno coronario ( figs. 1-59 A a C y 1-62 B). La señal generada por el
nódulo SA pasa a través de las paredes del atrio derecho y se propaga por el músculo cardíaco (conducción miógena), que
transmite la señal rápidamente desde el nódulo SA al nódulo AV. A continuación, el nódulo AV distribuye la señal hacia los
ventrículos a través del fascículo atrioventricular (fig. 1-62 B). La estimulación simpática acelera la conducción y la
estimulación parasimpática la lentifica. El fascículo AV, el único puente de conducción entre los miocardios atrial y
ventricular, pasa desde el nódulo AV a través del esqueleto fibroso del corazón (v. fig. 1-51) y a lo largo de la porción
membranosa del TIV.
En la unión de las porciones membranosa y muscular del TIV, el fascículo AV se divide en las ramas derecha e izquierda
del fascículo (fig. 1-62 B). Estas ramas pasan por cada lado de la porción muscular del TIV profundas al endocardio y luego
se ramifican en ramas subendocárdicas (fibras de Purkinje), que se extienden por las paredes de los ventrículos respectivos.
Las ramas subendocárdicas de la rama derecha estimulan el músculo del TIV, el músculo papilar anterior a través de la
trabécula septomarginal (banda moderadora), y la pared del ventrículo derecho. La rama izquierda se divide cerca de su
origen en, aproximadamente, seis haces más pequeños, que dan lugar a ramas subendocárdicas que estimulan el TIV, los
músculos papilares anterior y posterior, y la pared del ventrículo izquierdo.
El nódulo AV está irrigado por la arteria del nódulo atrioventricular, la más grande y generalmente la primera rama septal
IV de la arteria IV posterior, una rama de la ACD en el 80 % de las personas (v. fig. 1-59 A a C). Así, la irrigación arterial
tanto del nódulo SA como la del AV procede normalmente de la ACD. Sin embargo, el fascículo AV atraviesa el centro del
TIV, los dos tercios del cual están irrigados por ramas septales de la rama IV anterior de la ACI (v. fig. 1-59 C y D).
La generación del impulso y su conducción pueden resumirse del siguiente modo:
• El nódulo SA inicia un impulso que es conducido rápidamente hacia las fibras musculares cardíacas de los atrios y provoca
su contracción (fig. 1-62 A).
• El impulso se propaga mediante conducción miogénica, que transmite el impulso rápidamente desde el nódulo SA al nódulo
AV.
• La señal se distribuye desde el nódulo AV a través del fascículo AV y sus ramas derecha e izquierda, que pasan por cada
lado del TIV para dar ramas subendocárdicas a los músculos papilares y a las paredes de los ventrículos (fig. 1-62 B).
Inervación del corazón. El corazón está inervado por fibras nerviosas autónomas procedentes del plexo cardíaco (fig. 1-
63; v. también la fig. 1-68 B y C), que a menudo bastante artificialmente se divide en porción superficial y porción profunda.
Esta red nerviosa, según se describe con más frecuencia, está situada sobre la superficie anterior de la bifurcación de la
tráquea (una estructura respiratoria), ya que en la disección se observa habitualmente después de extirpar la aorta ascendente
y la bifurcación del tronco pulmonar. Sin embargo, su relación primaria es con la cara posterior de estas dos últimas
estructuras, en especial la aorta ascendente. El plexo cardíaco está formado por fibras simpáticas y parasimpáticas en ruta
hacia el corazón, así como por fibras aferentes viscerales que conducen fibras reflejas y nociceptivas desde el corazón. Las
fibras se dirigen desde el plexo a lo largo y hacia los vasos coronarios y los componentes del sistema de conducción, en
particular el nódulo SA.
L a inervación simpática procede de fibras presinápticas, cuyos cuerpos celulares residen en los núcleos
intermediolaterales (astas laterales) de los cinco o seis segmentos torácicos superiores de la médula espinal, y de fibras
simpáticas postsinápticas con cuerpos celulares en los ganglios paravertebrales cervicales y torácicos superiores de los
troncos simpáticos. Las fibras postsinápticas atraviesan los nervios esplácnicos cardiopulmonares y el plexo cardíaco, y
terminan en los nódulos SA y AV, y se relacionan con las terminaciones de las fibras parasimpáticas en las arterias
coronarias. La estimulación simpática aumenta la frecuencia cardíaca, la conducción del impulso y la fuerza de contracción, y
al mismo tiempo aumenta el flujo a través de los vasos coronarios para soportar este aumento de la actividad. La estimulación
adrenérgica del nódulo SA y del tejido de conducción aumenta la frecuencia de despolarización de las células marcapasos
mientras aumenta la conducción AV. La estimulación adrenérgica directa a partir de fibras nerviosas simpáticas, así como la
estimulación hormonal suprarrenal indirecta, aumentan la contractilidad atrial y ventricular. La mayor parte de los receptores
adrenérgicos de los vasos coronarios son receptores β2, que al ser activados producen relajación (o quizás inhibición) del
músculo liso vascular y, por consiguiente, dilatación de las arterias (Wilson-Pauwels et al., 1997). Esto aporta más oxígeno y
nutrientes al miocardio durante los períodos de mayor actividad.
La inervación parasimpática del corazón procede de fibras presinápticas de los nervios vagos. Los cuerpos celulares
parasimpáticos postsinápticos (ganglios intrínsecos) se localizan en la pared atrial y en el tabique interatrial, cerca de los
nódulos SA y AV, y a lo largo de las arterias coronarias. La estimulación parasimpática disminuye la frecuencia cardíaca,
reduce la fuerza de contracción y constriñe las arterias coronarias, con lo cual se ahorra energía entre períodos de mayor
necesidad. Las fibras parasimpáticas postsinápticas liberan acetilcolina, que se une a los receptores muscarínicos para
enlentecer la velocidad de despolarización de las células marcapasos y la conducción AV, así como para disminuir la
contractilidad de los atrios.
FIGURA 1-63. Plexos y nervios cardíacos. Esta disección del mediastino superior y posterior muestra los ramos cardíacos del nervio vago (NC X) y los troncos
simpáticos descendiendo a ambos lados de la tráquea para formar el plexo cardíaco. Aunque aquí se ve anterior a la bifurcación traqueal, la relación principal del plexo
cardíaco es con la aorta ascendente y el tronco pulmonar; se ha extirpado la primera para exponer el plexo.
CORAZÓN
Cateterismo cardíaco
En el cateterismo cardíaco se inserta un catéter radiopaco en una vena periférica (p. ej., la vena femoral) y se lleva,
con control fluoroscópico, a través del atrio derecho, el ventrículo derecho, el tronco pulmonar y las arterias pulmonares.
Mediante esta técnica pueden registrarse las presiones intracardíacas y obtenerse muestras de sangre. Si se inyecta un medio
de contraste radiopaco, puede seguirse su recorrido por el corazón y los grandes vasos mediante radiografías seriadas.
Alternativamente, puede utilizarse la cinerradiografía o ecografía cardíaca para observar el flujo de colorante en tiempo
real. Las dos técnicas permiten estudiar la circulación por un corazón en funcionamiento y son útiles para estudiar defectos
cardíacos congénitos.
El atrio primitivo está representado en el adulto por la orejuela derecha. El atrio definitivo se ve agrandado por la
incorporación de la mayor parte del seno venoso (fig. C1-19 A a C). El seno coronario también es un derivado de este seno
venoso. La parte del seno venoso que se incorpora en el atrio primitivo pasa a ser el seno de las venas cavas de paredes
lisas del atrio derecho del adulto (v. fig. 1-53 A), en el cual drenan todas las venas, incluido el seno coronario. La línea de
fusión del atrio primitivo (la orejuela del adulto) y el seno de las venas cavas (el derivado del seno venoso) está marcada
interiormente por la cresta terminal y externamente por el surco terminal. El nódulo SA, que se ha comentado antes en el
presente capítulo, se localiza justo enfrente de la abertura de la VCS en el extremo superior de la cresta terminal (es decir,
en el borde entre el atrio primitivo y el seno venoso; de ahí su nombre).
Antes del nacimiento, la válvula de la VCI dirige la mayoría de la sangre oxigenada que vuelve desde la placenta por la
vena umbilical y la VCI hacia el foramen oval del tabique interatrial, a través del cual pasa al atrio izquierdo (fig. C1-19
D). El foramen oval tiene una válvula en forma de lengüeta que permite la derivación derecha-izquierda, pero la impide
izquierda-derecha. Al nacer, cuando el bebé hace su primera respiración, los pulmones se expanden con aire y la presión en
el atrio derecho cae por debajo de la del atrio izquierdo (fig. C1-19 E). En consecuencia, el foramen oval se cierra por
primera y última vez, y su válvula suele fusionarse con el tabique interatrial. El foramen oval obliterado está representado
en el tabique interatrial posnatal por la depresión de la fosa oval. El borde de la fosa oval rodea la fosa. El suelo de la fosa
está formado por la válvula del foramen oval. La válvula de la vena cava inferior, rudimentaria, una formación de tejido
en semiluna, no tiene ninguna función después del nacimiento; su tamaño varía considerablemente y puede estar ausente.
FIGURA C1-19. Desarrollo de las características del atrio derecho Desarrollo de las características del atrio derecho.
Defectos de tabicación
La percusión permite establecer la densidad y tamaño del corazón. La técnica clásica de percusión consiste en crear
una vibración al golpear suavemente el tórax con un dedo, mientras se escuchan y perciben diferencias en la conducción de
las ondas sonoras. La percusión se realiza al nivel de los espacios intercostales 3.o, 4.o y 5.o desde la línea axilar anterior
izquierda hasta la línea axilar anterior derecha (fig. C1-21). Normalmente, la percusión percibe cambios desde la
resonancia hasta la matidez (debido a la presencia del corazón) a unos 6 cm del borde externo izquierdo del esternón.
FIGURA C1-21. Zonas de matidez (amarillo) y resonancia (no sombreada) del tórax.
En algunas enfermedades cardíacas se forman trombos (coágulos) en las paredes del atrio izquierdo. Si estos
trombos se desprenden o se disgregan, pasan a la circulación sistémica y ocluyen arterias periféricas. La oclusión de una
arteria que irriga el cerebro produce un accidente vascular cerebral o ictus, que puede afectar, por ejemplo, la visión, la
capacidad cognitiva o funciones sensitivas o motoras de partes del cuerpo previamente controladas por el área del cerebro
dañada (isquémica).
A continuación se explican las bases embriológicas para denominar las valvas aórtica y pulmonar. El tronco
arterioso, el tronco arterial común para ambos ventrículos en el corazón embrionario, tiene cuatro válvulas (fig. C1-22 A).
El tronco arterioso se divide en dos vasos, cada uno de los cuales posee su propia valva de tres válvulas (pulmonar y
aórtica) (fig. C1-22 B). El corazón sufre una rotación parcial, de forma que su vértice pasa a apuntar hacia la izquierda, lo
cual provoca una disposición de las válvulas como se muestra en la figura C1-22 C. Por ello, las válvulas se denominan
según su origen embriológico y no según la posición anatómica que ocupan después del nacimiento. Así, la valva pulmonar
tiene válvulas derecha, izquierda y anterior, y la valva aórtica tiene válvulas derecha, izquierda y posterior. De forma
parecida, los senos aórticos se describen como derecho, izquierdo y posterior.
Esta terminología también concuerda con las arterias coronarias. Adviértase que la ACD se origina en el seno aórtico
derecho, superior a la valva derecha de la válvula aórtica, y que la ACI tiene una relación parecida con la valva y el seno
izquierdos. En la valva y el seno posteriores no se origina ninguna arteria coronaria; por ello, también se los conoce como
valva y seno «no coronarios».
Los trastornos que atañen a las válvulas del corazón afectan a la eficiencia de la bomba cardíaca. La valvulopatía
produce estenosis (estrechamiento) o insuficiencia. La estenosis es la incapacidad de una válvula para abrirse
completamente, con lo que disminuye el flujo sanguíneo desde una cavidad. A su vez, la insuficiencia o regurgitación
valvular es la incapacidad de la válvula para cerrarse por completo, normalmente debido a la formación de nódulos (o
cicatrices que las contraen) en las cúspides o valvas, con lo que sus extremos no se juntan o alinean. Esto permite que una
cantidad de sangre variable (en función de la gravedad) retorne a la cavidad de la cual había sido expelida. Tanto la
estenosis como la insuficiencia producen una sobrecarga del corazón.
La restricción de un flujo sanguíneo a presión elevada (estenosis), o el paso de sangre por una abertura estrecha hacia un
gran vaso o una cavidad (estenosis e insuficiencia), producen turbulencias. Las turbulencias ocasionan torbellinos
(pequeños remolinos) que producen vibraciones audibles como soplos. Las sensaciones vibratorias superficiales, frémitos,
pueden percibirse sobre la piel en un área de turbulencia.
La relevancia clínica de una valvulopatía oscila entre leve y fisiológicamente intrascendente hasta grave y mortal.
Factores como el grado, la duración y la etiología (causa) afectan a los cambios secundarios en el corazón, los vasos
sanguíneos y otros órganos, proximales y distales al lugar de la lesión valvular. Las valvulopatías pueden ser congénitas o
adquiridas. La insuficiencia puede deberse a cambios patológicos en la propia válvula o en sus estructuras de sostén
(anillo, cuerdas tendinosas, etc.). Puede producirse agudamente (de repente; p. ej., por una rotura de las cuerdas) o
crónicamente (en un período relativamente largo; p. ej., por cicatrización y retracción). Por otro lado, la estenosis valvular
casi siempre se debe a anomalías de la válvula, y prácticamente siempre se trata de un proceso crónico (Kumar et al.,
2009).
Debido a que las valvulopatías son problemas mecánicos, las válvulas cardíacas dañadas o defectuosas suelen ser
reemplazadas quirúrgicamente mediante una técnica denominada valvuloplastia. A menudo, en estas técnicas de
implantación de una prótesis valvular se utilizan válvulas protésicas artificiales fabricadas con materiales sintéticos,
aunque también se utilizan válvulas xenotrasplantadas (válvulas trasplantadas de otras especies, como el cerdo).
INSUFICIENCIA DE LA VALVA MITRAL (PROLAPSO DE LA VALVA MITRAL)
Una valva mitral prolapsada es una valva insuficiente o incompetente en la cual una o ambas cúspides están hipertrofiadas,
son demasiado grandes o «flexibles», y se extienden hacia el atrio izquierdo durante la sístole. Como resultado, la sangre
refluye hacia el atrio izquierdo cuando se contrae el ventrículo izquierdo, y se produce un ruido o soplo cardíaco
característico. Se trata de un trastorno extraordinariamente frecuente, que afecta hasta a una de cada 20 personas, la mayoría
mujeres jóvenes. Suele constituir un hallazgo accidental de la exploración física, pero en un pequeño porcentaje de sujetos
afectados reviste importancia clínica, y el paciente sufre dolor torácico y fatiga.
ESTENOSIS DE LA VALVA PULMONAR
En la estenosis de la valva pulmonar, las válvulas de la valva se fusionan y forman una cúpula con una estrecha abertura
central. En la estenosis pulmonar infundibular, el cono arterioso está poco desarrollado. Ambos tipos de estenosis
pulmonar provocan una restricción del flujo de salida del ventrículo derecho, y pueden producirse conjuntamente. El grado
de hipertrofia del ventrículo derecho es variable.
Ecocardiografía
La ecocardiografía (cardiografía por ultrasonidos) es una técnica para registrar gráficamente la posición y los
movimientos del corazón a partir del eco obtenido dirigiendo ondas ultrasónicas hacia la pared cardíaca (fig. C1-23). Esta
técnica permite detectar cantidades de líquido de tan sólo 20 ml en la cavidad pericárdica, como el producido por un
derrame pericárdico. La ecocardiografía Doppler es una técnica que muestra y registra el flujo de sangre a través del
corazón y los grandes vasos mediante ultrasonografía Doppler, lo que la hace especialmente útil para diagnosticar y
analizar problemas del flujo sanguíneo a través del corazón, como defectos del tabique, y para detectar estenosis y
regurgitaciones valvulares, sobre todo en el lado izquierdo del corazón.
FIGURA C1-23. Ecocardiografía. A) Ecocardiografía normal. B) La ecografista coloca el transductor en un espacio intercostal izquierdo en la línea paraesternal,
sobre el corazón.
Angiografía coronaria
Mediante la angiografía coronaria pueden visualizarse las arterias coronarias en arteriografías coronarias (fig.
C1-24). Se introduce un catéter largo y estrecho en la aorta abdominal a través de la arteria femoral en la región inguinal.
Bajo control fluoroscópico, se coloca el extremo del catéter justo en la abertura de una arteria coronaria. Se realiza una
pequeña inyección de un medio de contraste radiopaco y se obtienen cinerradiografías para estudiar la luz de la arteria y sus
ramas, así como las posibles zonas de estenosis.
La cardiopatía isquémica es una de las principales causas de muerte. Tiene diversa etiología que determina una
disminución del aporte sanguíneo al tejido miocárdico, de importancia vital.
INFARTO DE MIOCARDIO
Cuando se produce una oclusión repentina de una arteria principal por un émbolo, la región del miocardio irrigada por el
vaso ocluido se infarta (se queda casi sin sangre) y sufre necrosis (muerte patológica del tejido). Los tres puntos donde se
produce con más frecuencia la obstrucción de una arteria coronaria y el porcentaje de oclusiones que afecta a cada arteria
son (fig. C1-25 A y B):
1. La rama IV anterior (DAI) de la ACI (40-50 %).
2. La ACD (30-40 %).
3. La rama circunfleja de la ACI (15-20 %).
Un área de miocardio que ha sufrido una necrosis constituye un infarto de miocardio. La causa más frecuente de
cardiopatía isquémica es la insuficiencia coronaria, que resulta de la ateroesclerosis de las arterias coronarias.
FIGURA C1-25. Las localizaciones 1-3 suponen como mínimo el 85 % de todas las oclusiones.
ATEROESCLEROSIS CORONARIA
El proceso ateroesclerótico, caracterizado por el depósito de lípidos en la íntima (la capa de revestimiento) de las arterias
coronarias, empieza al principio de la edad adulta y lentamente provoca la estenosis de la luz de las arterias (fig. C1-26). A
medida que la ateroesclerosis coronaria progresa, los conductos colaterales que conectan las arterias coronarias entre sí
se expanden, lo que permite inicialmente una perfusión adecuada del corazón durante la inactividad relativa. A pesar de
este mecanismo compensador, es posible que el miocardio no reciba suficiente oxígeno cuando el corazón tiene que llevar a
cabo más trabajo. El ejercicio extenuante, por ejemplo, aumenta la actividad del corazón y su demanda de oxígeno. La
insuficiencia de aporte sanguíneo al corazón (isquemia miocárdica) puede provocar un infarto de miocardio.
Angina de pecho
El dolor que se origina en el corazón se denomina ángor o angina de pecho. Las personas con angina de pecho
suelen describir el dolor opresivo y pasajero (entre 15 s y 15 min), aunque moderadamente intenso, como una tensión
retroesternal en el tórax. El dolor se debe a la isquemia del miocardio que no llega a producir la necrosis celular que define
el infarto.
La angina se debe casi siempre a un estrechamiento de las arterias coronarias. La disminución del flujo de sangre
provoca un menor aporte de oxígeno a las células de músculo estriado cardíaco. Debido al limitado metabolismo anaerobio
de los miocitos, se acumula ácido láctico y disminuye el pH en las áreas afectadas del corazón. Los receptores para el dolor
del músculo son estimulados por el ácido láctico. El ejercicio extenuante (sobre todo después de una comida copiosa), la
exposición brusca al frío y el estrés exigen un aumento de actividad al corazón, pero los vasos obstruidos no son capaces de
llevarlo a cabo. Cuando entran alimentos en el estómago, aumenta el flujo de sangre hacia él y hacia otras partes del tubo
digestivo. Como resultado, se desvía sangre desde otros órganos, incluido el corazón.
El dolor anginoso cede con un período de reposo (a menudo basta con 1-2 min). Puede administrarse nitroglicerina
sublingual (una medicación que se aplica bajo la lengua para ser absorbida por la mucosa bucal), ya que dilata las arterias
coronarias (y las otras). Esto aumenta el flujo de sangre al corazón y a la vez disminuye la carga y la demanda de oxígeno
del corazón, ya que éste bombea contra una resistencia menor. Asimismo, los vasos dilatados alojan un mayor volumen de
sangre, de manera que al corazón llega menos sangre y se alivia la congestión cardíaca. De este modo, la angina suele
ceder. Esta angina constituye un aviso de que las arterias coronarias están afectadas y de que es necesario cambiar el estilo
de vida, intervenir sanitariamente, o ambos.
El dolor del infarto de miocardio suele ser más intenso que el de la angina de pecho, y no suele desaparecer después de
1-2 min de reposo.
Los pacientes con obstrucciones de la circulación coronaria y angina grave pueden someterse a una intervención de
derivación aortocoronaria. Se conecta un segmento de arteria o vena a la aorta ascendente o a la porción proximal de una
arteria coronaria y luego a la arteria coronaria distalmente a la estenosis (fig. C1-27). La vena safena magna suele
utilizarse para las intervenciones de derivación aortocoronaria debido a que: 1) su diámetro es igual o mayor que el de las
arterias coronarias, 2) puede disecarse fácilmente en el miembro inferior, y 3) presenta tramos relativamente largos con una
presencia mínima de válvulas y ramificaciones. En caso de que se tenga que utilizar un segmento con válvulas, el efecto de
éstas puede anularse invirtiendo el segmento implantado. Cada vez es más frecuente la utilización de la arteria radial en las
intervenciones de derivación aortocoronaria. La derivación aortocoronaria deriva la sangre de la aorta hacia una arteria
coronaria estenosada para aumentar el flujo distal a la obstrucción. En términos sencillos, proporciona un desvío que rodea
el área estenótica (estenosis arterial) o bloqueada (atresia arterial). La revascularización del miocardio también puede
conseguirse anastomosando una arteria torácica interna con una arteria coronaria.
FIGURA C1-27. Triple derivación aortocoronaria.
Angioplastia coronaria
En pacientes seleccionados, los cirujanos realizan una angioplastia coronaria transluminal percutánea,
introduciendo un catéter que tiene un pequeño globo hinchable fijado en su extremo dentro de la arteria coronaria obstruida
(fig. C1-28). Cuando el catéter llega a la obstrucción se infla el globo y se aplana la placa ateroesclerótica contra la pared
del vaso. Se distiende el vaso para aumentar el tamaño de su luz, mejorando así el flujo de sangre. En otros casos, se
inyecta trombocinasa a través del catéter; esta enzima disuelve el coágulo de sangre. También se han utilizado dispositivos
intraluminales con cuchillas giratorias o con láser. Tras dilatar el vaso, puede colocarse una endoprótesis (stent) vascular
para mantener la dilatación. Los stents están hechos con mallas rígidas o semirrígidas, que están colapsadas durante su
introducción. Una vez en su sitio, se expanden o son expandidas con un catéter con globo, para mantener la permeabilidad
de la luz.
La inversión del flujo en las venas cardíacas anteriores y cardíacas mínimas puede llevar sangre luminal (sangre
de las cavidades del corazón) a los lechos capilares del miocardio en algunas regiones, proporcionando una cierta
circulación colateral. Sin embargo, a menos que estas colaterales se hayan dilatado en respuesta a una cardiopatía
isquémica preexistente, especialmente asociada a un entrenamiento físico adecuado, es improbable que sean capaces de
aportar suficiente sangre al corazón en un episodio agudo y, por tanto, de evitar un infarto de miocardio.
FIGURA C1-28. Angioplastia transluminal percutánea.
Electrocardiografía
Una lesión en el sistema de conducción del corazón, a menudo como resultado de una isquemia causada por una
arteriopatía coronaria, genera alteraciones en la contracción del músculo cardíaco. Debido a que en la mayoría de las
personas la rama IV anterior (DAI) es el origen de ramas septales que irrigan el fascículo AV y las ramas de la ACD irrigan
los nódulos SA y AV ( figs. C1-30 y 1-59 C), es probable que, a causa de su oclusión, se vea afectado parte del sistema de
conducción del corazón y se produzca un bloqueo atrioventricular o cardíaco. Como resultado, si el paciente sobrevive a
la crisis inicial, los ventrículos empiezan a contraerse con independencia de su propia frecuencia (25 a 30 veces por
minuto), muy inferior a la frecuencia normal más lenta (40 a 45 veces por minuto). Si el nódulo SA está intacto, los atrios
siguen contrayéndose a su velocidad normal, pero el impulso generado por el nódulo SA ya no llega a los ventrículos.
FIGURA C1-29. A) Electrocardiografía. B) Relación del electrocardiograma con el sistema de conducción del corazón.
FIGURA C1-30. Irrigación sanguínea del sistema de conducción del corazón. AV, atrioventricular; SA, sinoatrial.
La lesión de una de las ramas del fascículo provoca un bloqueo de rama, en el cual la excitación pasa a lo largo de la
rama no afectada y produce una sístole normal en un solo ventrículo. El impulso se propaga al otro ventrículo por
conducción miógena (propagada por el músculo) y produce una contracción tardía asincrónica. En esos casos, puede
implantarse un marcapasos cardíaco (un regulador artificial del corazón) para aumentar la frecuencia de contracción del
corazón hasta 70 a 80 latidos por minuto.
Cuando hay un defecto del TIV, el fascículo AV suele situarse en el margen del defecto. Evidentemente, esta parte vital
del sistema de conducción debe preservarse durante la reparación quirúrgica del defecto. La destrucción del fascículo AV
no sólo interrumpirá el único enlace fisiológico entre las musculaturas atrial y ventricular, sino que producirá un bloqueo
cardíaco.
A algunas personas que sufren un bloqueo cardíaco se les implanta subcutáneamente un marcapasos cardíaco
artificial (con el tamaño aproximado de un reloj de bolsillo). El marcapasos consta de un generador de impulsos o batería,
un cable (derivación) y un electrodo. Los marcapasos producen impulsos eléctricos que inician las contracciones
ventriculares con una frecuencia determinada. Se inserta un electrodo conectado a un catéter en una vena, y su progresión
por el sistema venoso se controla con un fluoroscopio, un instrumento para examinar estructuras profundas en tiempo real
(cuando se produce el movimiento) mediante radiografías. El terminal del electrodo se hace pasar por la VCS hasta el atrio
derecho y a través de la valva tricúspide hasta el ventrículo derecho. Allí el electrodo se fija sólidamente en las trabéculas
carnosas de la pared ventricular, colocándolo en contacto con el endocardio.
Reiniciar el corazón
En la mayoría de los paros cardíacos, el personal de primeros auxilios lleva a cabo una reanimación
cardiopulmonar para restablecer el gasto cardíaco y la ventilación pulmonar. Al aplicar una presión firme en el tórax,
sobre la porción inferior del cuerpo del esternón (masaje cardíaco externo o cerrado), el esternón se desplaza entre 4 cm y
5 cm hacia atrás. El aumento de la presión intratorácica hace que la sangre salga del corazón hacia las grandes arterias.
Cuando cesa la presión externa y cae la presión intratorácica, el corazón vuelve a llenarse de sangre. Si el corazón deja de
latir (paro cardíaco) durante una intervención quirúrgica cardíaca, el cirujano intentará reiniciarlo mediante un masaje
cardíaco interno o abierto.
La fibrilación son contracciones múltiples, rápidas e ineficaces, o espasmos, de las fibras musculares, incluido el
músculo cardíaco. En la fibrilación atrial, las contracciones normales rítmicas y regulares de los atrios son sustituidas por
espasmos irregulares, rápidos y descoordinados, de distintas porciones de las paredes atriales. Los ventrículos responden a
intervalos irregulares ante las descargas arrítmicas que reciben de los atrios, pero generalmente la circulación sigue siendo
satisfactoria. En la fibrilación ventricular, las contracciones ventriculares normales son reemplazadas por movimientos
espasmódicos irregulares y rápidos que no bombean (es decir, que no mantienen la circulación sistémica, incluida la
circulación coronaria). El sistema de conducción lesionado del corazón no funciona con normalidad. Como resultado, en los
ventrículos se produce un patrón irregular de contracciones descoordinadas, excepto en las regiones infartadas. La
fibrilación ventricular es la arritmia más desorganizada de todas, y cuando se produce no existe un gasto cardíaco efectivo.
Este cuadro es mortal si se deja que persista.
Puede administrarse una descarga eléctrica al corazón a través de la pared del tórax mediante electrodos grandes
(palas), que hace que se interrumpan todos los movimientos cardíacos y, unos segundos después, el corazón puede empezar
a latir de forma más normal. Al restablecer las contracciones coordinadas y, por tanto, el bombeo cardíaco, se consigue
cierto grado de circulación sistémica (incluida la coronaria).
El corazón es insensible al tacto, a los cortes, al frío y al calor; no obstante, la isquemia y la acumulación de
productos metabólicos estimulan terminaciones dolorosas en el miocardio. Las fibras aferentes del dolor discurren
centralmente por los nervios cardíacos cervicales medio e inferior, y en especial por los ramos cardíacos torácicos del
tronco simpático. Los axones de estas neuronas sensitivas primarias entran en los segmentos T1-T4 o T5 de la médula
espinal, sobre todo en el lado izquierdo.
El dolor cardíaco referido es un fenómeno en el que los estímulos nociceptivos originados en el corazón son percibidos
por la persona como un dolor que se origina en una parte superficial del cuerpo, por ejemplo en la piel del miembro
superior izquierdo. El dolor visceral referido se transmite por fibras aferentes viscerales que acompañan a las fibras
simpáticas, y suele referirse a estructuras somáticas o áreas como un miembro, las cuales tienen fibras aferentes con
cuerpos celulares en el mismo ganglio sensitivo del nervio espinal y prolongaciones centrales que entran en la médula
espinal a través de las mismas raíces posteriores (Hardy y Naftel, 2005).
El dolor anginoso suele percibirse como si irradiara desde las regiones subesternal y pectoral izquierda hacia el hombro
izquierdo y la cara medial del miembro superior izquierdo (figura C1-31 A). Esta parte del miembro está inervada por el
nervio cutáneo medial del brazo. A menudo, los ramos cutáneos laterales de los nervios intercostales 2. o y 3.o (los nervios
intercostobraquiales) se unen o solapan en su distribución con el nervio cutáneo medial del brazo. En consecuencia, el dolor
cardíaco se refiere al miembro superior porque los segmentos medulares espinales de estos nervios cutáneos (T1-T3)
también son comunes para las terminaciones aferentes viscerales procedentes de las arterias coronarias. También pueden
establecerse contactos sinápticos con neuronas comisurales (de conexión), que conducen impulsos hacia neuronas del lado
derecho de regiones análogas de la médula espinal. Esto explica por qué el dolor de origen cardíaco, aunque normalmente
se refiere al lado izquierdo, puede irradiar al lado derecho, a ambos lados o al dorso (fig. C1-31 B y C).
Puntos fundamentales
CORAZÓN
Corazón. El corazón es una bomba dual de succión y compresión que propulsa la sangre a través de un bucle doble
infinito formado por los circuitos pulmonar y sistémico. El corazón derecho trabaja para el primero y el izquierdo para
el segundo. El corazón tiene una forma semejante a la de una pirámide invertida, con el vértice dirigido
anteroinferiormente y hacia la izquierda, y la base opuesta al vértice (posterior). Cada lado del corazón incluye una
cavidad receptora (atrio) y una cavidad de succión-compresión-expulsión (ventrículo). Las cavidades bilaterales (y por
tanto los circuitos sistémico de alta presión y pulmonar de baja presión) están separadas por un tabique cardíaco que es
en gran parte muscular, aunque tiene también una parte membranosa. Hay valvas AV situadas entre las cámaras
unilaterales para facilitar el bombeo en dos etapas (acumular y después eyectar). Las válvulas semilunares (pulmonar y
aórtica), de sentido único, están localizadas a la salida de cada lado para evitar el flujo retrógrado (excepto el que llena
las arterias coronarias) y mantienen la presión diastólica de las arterias. Las cavidades tienen una capa endotelial
brillante, el endocardio; una pared muscular o miocardio, cuyo grosor es proporcional a las presiones que se producen
dentro de cada cavidad específica, y una capa exterior brillante (la capa visceral de pericardio seroso, o epicardio). El
miocardio de los atrios y los ventrículos (y la propagación miógena de los estímulos de contracción a través de él) está
unido a y separado por tejido conectivo del esqueleto fibroso del corazón. El esqueleto fibroso está compuesto por
cuatro anillos fibrosos, dos trígonos y la porción membranosa del tabique cardíaco. Únicamente el músculo
especializado que conduce los impulsos contráctiles desde los atrios a los ventrículos penetra en el esqueleto fibroso en
lugares determinados. El esqueleto fibroso proporciona inserción para el miocardio y las cúspides de las válvulas, y
mantiene la integridad de los orificios.
Circulación coronaria. El sistema circulatorio del miocardio es único dado que las arterias coronarias se llenan
durante la diástole ventricular como resultado del retroceso aórtico. Son, de manera típica (aunque no necesariamente),
arterias funcionalmente terminales. La ACD y la rama circunfleja de la ACI irrigan las paredes de los atrios por medio
de pequeñas ramas. La ACD irriga habitualmente los nódulos SA y AV, el miocardio de la pared externa del ventrículo
derecho (excepto su cara anterior), la cara diafragmática del ventrículo izquierdo y el tercio posterior del TIV. La ACI
irriga, típicamente, los dos tercios anteriores del TIV (incluido el fascículo AV del tejido de conducción), la pared
anterior del ventrículo derecho y la pared externa del ventrículo izquierdo (a excepción de la cara diafragmática). Los
lechos capilares del miocardio drenan sobre todo en el atrio derecho por medio de venas que desembocan en el seno
coronario. Sin embargo, las venas también pueden desembocar directamente en las cavidades por medio de las venas
cardíacas mínimas. Ninguna de estas vías tiene válvulas.
Sistema cardíaco de conducción, estimulación y regulación. El sistema de conducción del corazón se compone de
nódulos intrínsecos especializados que generan estímulos rítmicamente, y de fascículos de músculo cardíaco modificado
que conducen los impulsos. Como resultado, se produce la contracción coordinada de los atrios y los ventrículos. La
frecuencia de generación y la velocidad de conducción aumentan por estimulación simpática y se inhiben por
estimulación parasimpática del sistema nervioso autónomo para adecuarse a la demanda de energía o para conservarla.
El generador de impulsos, el nódulo SA y el relé, el nódulo AV, están típicamente irrigados por ramas nodulares de la
ACD. El fascículo AV y sus ramas están irrigados principalmente por ramas septales de la ACI. La oclusión de
cualquier arteria coronaria con el consiguiente infarto de tejido nodal o de conducción puede precisar de la colocación
de un marcapasos cardíaco artificial. El efecto del sistema nervioso autónomo sobre las arterias coronarias es
paradójico. La estimulación simpática produce vasodilatación, y la estimulación parasimpática produce
vasoconstricción.
Mediastino superior y grandes vasos
El mediastino superior es superior al plano transverso del tórax, que pasa a través del ángulo del esternón y la unión (disco
intervertebral) de las vértebras T4 y T5 (fig. 1-64). De anterior a posterior, el mediastino superior contiene (figs. 1-65 y 1-66
A y B):
• El timo.
• Los grandes vasos, con las venas (braquiocefálicas y VCS) anteriores a las arterias (arco de la aorta y las raíces de sus
ramas principales—el tronco braquiocefálico, la arteria carótida común izquierda y la subclavia izquierda) y nervios
relacionados (vagos y frénicos, y el plexo nervioso cardíaco).
• La continuación inferior de las vísceras cervicales (anteriormente la tráquea y posteriormente el esófago) y nervios
relacionados (nervio laríngeo recurrente izquierdo).
• El conducto torácico y troncos linfáticos.
FIGURA 1-64. Límites del mediastino superior. El mediastino superior se extiende inferiormente desde la abertura torácica superior hasta el plano transverso del
tórax.
FIGURA 1-65. Relaciones entre las estructuras del mediastino superior. El orden de las estructuras sistémicas en el mediastino superior, de anterior a posterior, se
muestra en ambas vistas: timo, venas, arterias, vía aérea (tráquea), tubo digestivo (esófago), conductos linfáticos, cuerpos vertebrales/discos intervertebrales y médula
espinal.
Para resumirlo sistemáticamente, el orden de las principales estructuras en el mediastino superior, de anterior a
posterior, es: 1) timo, 2) venas, 3) arterias, 4) vía aérea, 5) tubo digestivo, y 6) troncos linfáticos.
TIMO
El timo, un órgano fundamentalmente linfoide, está localizado en la porción inferior del cuello y la anterior del mediastino
superior (figs. 1-65 y 1-66 A). Es una glándula plana con lóbulos en forma de frasco que se sitúa posterior al manubrio del
esternón y se extiende hacia el interior del mediastino anterior, anterior al pericardio fibroso. Después de la pubertad, el timo
sufre una involución progresiva y es reemplazado casi completamente por grasa. La rica vascularización arterial del timo
procede sobre todo de las ramas intercostales anteriores y las ramas mediastínicas anteriores de las arterias torácicas
internas. Las venas del timo desembocan en las venas braquiocefálica izquierda, torácicas internas y tiroidea inferior. Los
vasos linfáticos del timo drenan en los nódulos linfáticos paraesternales, braquiocefálicos y traqueobronquiales.
GRANDES VASOS
Las venas braquiocefálicas derecha e izquierda se forman posteriores a las articulaciones esternoclaviculares por la unión
de las venas yugulares internas y subclavias. Al nivel del borde inferior del 1. er cartílago costal derecho, las venas
braquiocefálicas se unen para formar la VCS (figs. 1-65 B y 1-66 B). La vena braquiocefálica izquierda es algo más del
doble de larga que la derecha, ya que cruza desde el lado izquierdo al derecho, pasando ante rior a las raíces de las tres ramas
principales del arco de la aorta (fig. 1-66 B). Las venas braquiocefálicas derivan sangre de la cabeza, el cuello y el miembro
superior izquierdo al atrio derecho.
FIGURA 1-66. Disecciones del mediastino superior. A) En esta disección superficial del mediastino se han extirpado las costillas y el esternón, y se ha eliminado la
pleura parietal que los cubría. Es infrecuente ver en un adulto un timo tan marcado; normalmente es llamativo en la pubertad, pero después involuciona y es sustituido en
gran parte por tejido graso y fibroso. B) En esta disección profunda de la raíz del cuello y el mediastino superior se ha extirpado el timo. El nervio vago derecho (NC X)
cruza anteriormente a la arteria subclavia derecha y da origen al nervio laríngeo recurrente derecho, que pasa medialmente para alcanzar la tráquea y el esófago. El nervio
laríngeo recurrente izquierdo pasa inferior y después posterior al arco de la aorta, y asciende entre la tráquea y el esófago para alcanzar la laringe.
La vena cava superior retorna la sangre de todas las estructuras superiores al diafragma, excepto los pulmones y el
corazón. Discurre inferiormente y termina al nivel del 3.er cartílago costal, donde entra en el atrio derecho. La VCS se sitúa en
el lado derecho del mediastino superior, anterolateral a la tráquea y posterolateral a la aorta ascendente. El nervio frénico
derecho se encuentra entre la VCS y la pleura mediastínica. La mitad terminal de la VCS se halla en el mediastino medio,
donde se encuentra junto a la aorta ascendente y forma el límite posterior del seno transverso del pericardio (v. fig. 1-46).
La aorta ascendente, de aproximadamente 2,5 cm de diámetro, empieza en el orificio aórtico. Sus únicas ramas son las
arterias coronarias, que se originan en los senos aórticos (fig. 1-55 B). La aorta ascendente es intrapericárdica (fig. 1-66 A y
B); por esta razón, y porque está situada inferior al plano transverso del tórax, se considera como parte del contenido del
mediastino medio (parte del mediastino inferior).
El arco de la aorta, la continuación curva de la aorta ascendente (figs. 1-65 A y 1-67; v. tabla 1-5), empieza posterior a la
a
2. articulación esternocostal derecha, al nivel del ángulo del esternón. Se arquea superiormente, posteriormente y hacia la
izquierda, y luego inferiormente. El arco de la aorta asciende anterior a la arteria pulmonar derecha y a la bifurcación de la
tráquea, alcanzando su punto más elevado en el lado izquierdo de la tráquea y el esófago, donde pasa sobre la raíz del pulmón
izquierdo. El arco desciende posterior a la raíz izquierda del pulmón junto a la vértebra T4. El arco finaliza cuando se
convierte en la aorta torácica (descendente), posterior a la 2.a articulación esternocostal izquierda.
FIGURA 1-67. Patrón habitual de ramificación del arco de la aorta. El patrón que se muestra está presente en un 65 % de las personas. La rama más grande
(tronco braquiocefálico) se origina al principio del arco, la siguiente (arteria carótida común izquierda) se origina de la parte superior del arco, y la tercera rama (arteria
subclavia izquierda) se origina en el arco aproximadamente 1 cm distal a la carótida común izquierda.
El arco de la vena ácigos ocupa una posición que se corresponde con la de la aorta en el lado derecho de la tráquea sobre
la raíz del pulmón derecho, aunque la sangre circula en dirección opuesta (v. fig. 1-63). El ligamento arterioso, el vestigio
del conducto arterioso fetal, se extiende desde la raíz de la arteria pulmonar izquierda hasta la cara inferior del arco de la
aorta. Las ramas del arco son habitualmente el tronco braquiocefálico, la arteria carótida común izquierda y la arteria
subclavia izquierda (figs. 1-67 y 1-68 A).
El tronco braquiocefálico, la primera y más grande de las ramas del arco, se origina posterior al manubrio del esternón,
donde se sitúa anterior a la tráquea y posterior a la vena braquiocefálica izquierda (figs. 1-65 A y B, y 1-68 A). Asciende
superolateralmente para alcanzar el lado derecho de la tráquea y la articulación esternoclavicular derecha, donde se divide en
las arterias carótida común derecha y subclavia derecha.
La arteria carótida común izquierda, la segunda rama del arco de la aorta, se origina posterior al manubrio del esternón,
ligeramente posterior al tronco braquiocefálico y a la izquierda de éste. Asciende anterior a la arteria subclavia izquierda, al
principio anterior a la tráquea y luego a su izquierda. Entra en el cuello tras pasar posterior a la articulación esternoclavicular
izquierda.
La arteria subclavia izquierda, la tercera rama del arco de la aorta, se origina en la parte posterior del arco, justo
posterior a la arteria carótida común izquierda. Asciende lateral a la tráquea y a la arteria carótida común izquierda a través
del mediastino superior, y no tiene ramas en el mediastino. Cuando abandona el tórax y entra en la raíz del cuello, pasa
posterior a la articulación esternoclavicular izquierda.
NERVIOS DEL MEDIASTINO SUPERIOR
Los nervios vagos salen del cráneo y descienden a través del cuello, posterolaterales a las arterias carótidas comunes (fig. 1-
68 A; v. tabla 1-6). Cada nervio vago entra en el mediastino superior, posterior a la articulación esternoclavicular y la vena
braquiocefálica respectivas.
E l nervio vago derecho entra en el tórax anterior a la arteria subclavia derecha, dando origen al nervio laríngeo
recurrente derecho (fig. 1-68 A a C). El nervio laríngeo recurrente derecho forma un asa alrededor de la arteria subclavia
derecha y asciende entre la tráquea y el esófago para inervar la laringe. El nervio vago derecho discurre posteroinferiormente
a través del mediastino superior sobre el lado derecho de la tráquea. Después pasa posterior a la vena braquiocefálica
derecha, la VCS y la raíz del pulmón derecho. Aquí se divide en muchos ramos que contribuyen al plexo pulmonar derecho
(fig. 1-68 C). Normalmente, el nervio vago derecho abandona este plexo como un sólo nervio y continúa hasta el esófago,
donde vuelve a dividirse y da fibras para el plexo (nervioso) esofágico. El nervio vago derecho también da lugar a nervios
que contribuyen a formar el plexo cardíaco.
El nervio vago izquierdo desciende por el cuello posterior a la arteria carótida común izquierda (fig. 1-68 A). Entra en el
mediastino entre la arteria carótida común izquierda y la arteria subclavia izquierda. Cuando alcanza el lado izquierdo del
arco de la aorta, el nervio vago izquierdo diverge posteriormente del nervio frénico izquierdo. Lateralmente, está separado del
nervio frénico por la vena intercostal superior izquierda. Cuando el nervio vago izquierdo se incurva medialmente al nivel del
borde inferior del arco de la aorta, da origen al nervio laríngeo recurrente izquierdo. Este nervio pasa inferior al arco de la
aorta, justo lateral al ligamento arterioso, y asciende hacia la laringe en el surco entre la tráquea y el esófago (figs. 1-63, 1-66
B, 1-68 A a C, y 1-69). El nervio vago izquierdo pasa posterior a la raíz del pulmón izquierdo, donde se divide en numerosos
ramos que contribuyen a formar el plexo pulmonar izquierdo. El nervio vago izquierdo abandona este plexo como un tronco
único y se dirige hacia el esófago, donde se une a fibras del nervio vago derecho en el plexo (nervioso) esofágico (fig. 1-68 B
y C).
FIGURA 1-68. Grandes vasos y nervios. A) Relaciones de los vasos y los nervios en el mediastino superior. El ligamento arterioso es el vestigio de la derivación fetal
(conducto arterioso) que puentea los pulmones prefuncionales. B) Relaciones en la bifurcación de la tráquea desde la superficie a la profundidad. (1) Las más anteriores.
La vena braquiocefálica izquierda pasa cruzando las raíces de las tres ramas principales del arco de la aorta. (2) La aorta ascendente y el arco pasan anterior y superior,
respectivamente, a la arteria pulmonar derecha. (3) La bifurcación del tronco pulmonar y la arteria pulmonar derecha se localizan directamente anteriores a la bifurcación
de la tráquea. (4) El plexo cardíaco continúa sobre la cara anterior de la bifurcación traqueal después de la extirpación del tronco y las arterias pulmonares, la aorta
ascendente y el arco de la aorta, con el cual se relaciona principalmente el plexo. C) Se muestran los nervios en los mediastinos superior y posterior tras extirpar las
vísceras localizadas anteriormente en la tráquea y el esófago.
Los nervios frénicos (fig. 1-68 A) inervan el diafragma mediante fibras motoras y sensitivas; estas últimas suponen un
tercio aproximadamente de las fibras del nervio. Los nervios frénicos también dan fibras sensitivas para el pericardio y la
pleura mediastínica. Cada nervio frénico entra en el mediastino superior entre la arteria subclavia y el origen de la vena
braquiocefálica (v. tabla 1-6). El hecho de que los nervios frénicos pasen anteriores a las raíces de los pulmones nos permite
distinguirlos de los nervios vagos que pasan posteriores a las raíces.
El nervio frénico derecho pasa a lo largo del lado derecho de la vena braquiocefálica derecha, la VCS y el pericardio que
cubre el atrio derecho. También pasa anterior a la raíz del pulmón derecho y desciende por el lado derecho de la VCI hasta el
diafragma, que atraviesa cerca del orificio de la vena cava (figura 1-70 A).
El nervio frénico izquierdo desciende entre las arterias subclavia izquierda y carótida común izquierda. Cruza la cara
izquierda del arco de la aorta anterior al nervio vago izquierdo y pasa sobre la vena intercostal superior izquierda. Luego
desciende anterior a la raíz del pulmón izquierdo y discurre a lo largo del pericardio fibroso, superficial al atrio y el
ventrículo izquierdos del corazón, donde perfora el diafragma a la izquierda del pericardio (fig. 1-70 B). La mayor parte de
las ramificaciones de los nervios frénicos para el diafragma tienen lugar en la cara diafragmática inferior (abdominal).
TRÁQUEA
La tráquea desciende anterior al esófago y entra en el mediastino superior, ligeramente inclinada hacia la derecha del plano
medio (figs. 1-68 B y C, y 1-69). La cara posterior de la tráquea es plana, donde está en contacto con el esófago (v. fig. 1-65
B). La tráquea termina al nivel del ángulo del esternón dividiéndose en los bronquios principales derecho e izquierdo (figs. 1-
65 A y 1-69). La tráquea termina superior al nivel del corazón y no es un componente del mediastino posterior.
FIGURA 1-69. Disección profunda del mediastino superior. Cuatro estructuras discurren paralelas al atravesar la abertura torácica superior: la tráquea, el esófago,
el nervio laríngeo recurrente izquierdo y el conducto torácico. El bronquio principal derecho es más vertical, más corto y más ancho que el bronquio principal izquierdo. El
recorrido de la arteria bronquial derecha que se muestra aquí es atípico; suele pasar posteriormente al bronquio.
ESÓFAGO
El esófago es un tubo fibromuscular que se extiende desde la faringe hasta el estómago (figs. 1-65 A y B, 1-68 B y C, 1-69, 1-
70 A y 1-71). El esófago entra en el mediastino superior entre la tráquea y la columna vertebral, donde se sitúa anterior a las
vértebras T1-T4. Suele estar aplanado anteroposteriormente. En su inicio, el esófago se inclina hacia la izquierda, pero es
desplazado hacia atrás por el arco de la aorta en el plano medio. Entonces está comprimido anteriormente por la raíz del
pulmón izquierdo. En el mediastino superior, el conducto torácico se sitúa normalmente en el lado izquierdo del esófago y
profundo (medial) al arco de la aorta (figs. 1-69 y 1-70 B). Inferior al arco, el esófago se inclina de nuevo hacia la izquierda a
medida que se aproxima y atraviesa el hiato esofágico del diafragma (fig. 1-71).
Mediastino posterior
El mediastino posterior (la parte posterior del mediastino inferior) se localiza inferior al plano transverso del tórax, anterior
a las vértebras T5-T12, posterior al pericardio y el diafragma, y entre la pleura parietal de ambos pulmones (v. figs. 1-65 A y
1-68 C). El mediastino posterior contiene la aorta torácica, el conducto torácico y los troncos linfáticos, los nódulos linfáticos
mediastínicos posteriores, las venas ácigos y hemiácigos, el esófago y el plexo nervioso esofágico. Algunos autores también
incluyen los troncos simpáticos torácicos y los nervios esplácnicos torácicos; sin embargo, estas estructuras se sitúan laterales
a los cuerpos vertebrales y no están dentro del compartimento del mediastino posterior.
FIGURA 1-70. Presentación lateral del mediastino. A) En esta vista del lado derecho se ha extirpado la mayor parte de la pleura costal y mediastínica para mostrar
las estructuras subyacentes. Este lado del mediastino, el «lado azul», está dominado por estructuras venosas: la vena ácigos y su arco, la vena cava superior, el atrio
derecho y la vena cava inferior B) El lado izquierdo del mediastino, el «lado rojo», está dominado por estructuras arteriales: el arco de la aorta y la aorta torácica, las
arterias carótida común y subclavia izquierdas, y el ventrículo izquierdo (además del tronco pulmonar y la arteria pulmonar izquierda). En los niveles torácico y lumbar
superior, el tronco simpático está unido a los nervios intercostales por dos ramos comunicantes (blanco y gris). La vena intercostal superior izquierda, que drena los dos o
tres espacios intercostales superiores, pasa anteriormente para desembocar en la vena braquiocefálica izquierda.
AORTA TORÁCICA
La aorta torácica es la continuación del arco de la aorta (figs. 1-69, 1-71 y 1-72; v. tabla 1-5). Se inicia en el lado izquierdo
del borde inferior del cuerpo de la vértebra T4 y desciende por el mediastino posterior sobre el lado izquierdo de las
vértebras T5-T12. A medida que desciende, la aorta torácica se aproxima al plano medio y desplaza al esófago hacia la
derecha. Está rodeada por el plexo aórtico torácico (fig. 1-70 B), una red de nervios autónomos. La aorta torácica se sitúa
posterior a la raíz del pulmón izquierdo (figs. 1-69 y 1-70 B), el pericardio y el esófago. Su nombre cambia al de aorta
abdominal anterior al borde inferior de la vértebra T12 y entra en el abdomen a través del hiato aórtico del diafragma (fig. 1-
71). El conducto torácico y la vena ácigos ascienden por el lado derecho de la aorta torácica y la acompañan a través del
hiato.
En un patrón que será más evidente en el abdomen, las ramas de la aorta descendente se originan y discurren en tres
«planos vasculares» (fig. 1-72):
• Un plano anterior, plano de la línea media de las ramas viscerales impares para el intestino (tubo digestivo embrionario) y
sus derivados (A en el recuadro de la fig. 1-72).
• Planos laterales de las ramas viscerales pares que irrigan otras vísceras (diferentes al intestino) y sus derivados (B).
• Planos posterolaterales de las ramas parietales pares (segmentarias) para la pared corporal (C).
En el tórax, las ramas viscerales impares del plano vascular anterior son las arterias esofágicas—normalmente dos,
aunque puede haber hasta cinco (fig. 1-72; v. tabla 1-5). Las ramas viscerales pares del plano lateral están representadas en
el tórax por las arterias bronquiales (v. fig. 1-69). Aunque las arterias bronquiales derechas e izquierdas pueden originarse
directamente en la aorta, es más frecuente que sólo las arterias bronquiales pares izquierdas lo hagan; las arterias bronquiales
derechas se originan indirectamente como ramas de una arteria intercostal posterior derecha (normalmente la 3.a). Las ramas
parietales pares de la aorta torácica que se originan posterolateralmente son las nueve arterias intercostales posteriores que
irrigan todos los espacios intercostales, excepto los dos espacios superiores, y las arterias subcostales (fig. 1-72). Estas
últimas se originan de la aorta torácica, aunque discurren por debajo del diafragma. Se encuentran en serie con las arterias
intercostales posteriores.
FIGURA 1-71. Vista anterior del esófago, la tráquea, los bronquios y la aorta. El arco de la aorta se curva posteriormente sobre el lado izquierdo de la tráquea y el
esófago. La hipertrofia de los nódulos traqueobronquiales inferiores (de la carina) puede ensanchar el ángulo entre los bronquios principales. En este espécimen, el
conducto torácico entra en la vena subclavia izquierda.
El esófago puede tener tres impresiones, o «constricciones», en su porción torácica. En las radiografías oblicuas de tórax
obtenidas tras la ingestión de bario pueden observarse como estrechamientos de la luz. El esófago está comprimido por tres
estructuras: 1) el arco de la aorta, 2) el bronquio principal izquierdo, y 3) el diafragma. Las dos primeras impresiones están
muy próximas. La compresión del arco de la aorta es más evidente en una proyección posteroanterior después de ingerido el
bario, y la impresión bronquial es más evidente en las proyecciones laterales. En el esófago vacío no se observan
constricciones; no obstante, al expandirse durante su llenado, las estructuras citadas comprimen sus paredes.
FIGURA 1-73. Conducto torácico y troncos broncomediastínicos. A) Se ha traccionado la aorta torácica ligeramente hacia la izquierda y la vena ácigos hacia la
derecha para poder ver el conducto torácico. Aproximadamente en el plano transverso del tórax (a la altura del ángulo del esternón, disco intervertebral T4-T5), el
conducto torácico pasa hacia la izquierda y continúa su ascenso hacia el cuello, donde se arquea lateralmente para entrar en el ángulo venoso izquierdo. El conducto
linfático derecho está formado por la unión de las parejas contralaterales de los conductos que se unen en la terminación del conducto torácico. B) Nódulos y vías linfáticas
que proporcionan el drenaje linfático de la cavidad torácica.
La vena hemiácigos se origina en el lado izquierdo por la unión de las venas subcostal izquierda y lumbar ascendente.
Asciende por el lado izquierdo de la columna vertebral, posterior a la aorta torácica hasta la vértebra T9. Aquí cruza hacia la
derecha, posterior a la aorta, el conducto torácico y el esófago, y se une a la vena ácigos. La vena hemiácigos recibe las tres
venas intercostales posteriores inferiores, las venas esofágicas inferiores y varias pequeñas venas mediastínicas. La vena
hemiácigos accesoria empieza en el extremo medial del 4.o o 5.o espacio intercostal y desciende por el lado izquierdo de la
columna vertebral desde T5 hasta T8. Recibe tributarias de las venas de los espacios intercostales 4.o-8.o y, a veces, de las
venas bronquiales izquierdas. Cruza sobre la vértebra T7 o T8, posterior a la aorta torácica y el conducto torácico, para unirse
a la vena ácigos. A veces, la vena hemiácigos accesoria se une a la vena hemiácigos y drena con ella en la vena ácigos. La
vena hemiácigos accesoria está conectada frecuentemente con la vena intercostal superior izquierda, como muestra la figura 1-
74. La vena intercostal superior izquierda, que drena los espacios intercostales 1.o-3.o, puede comunicarse con la vena
hemiácigos accesoria; sin embargo, drena sobre todo en la vena braquiocefálica izquierda.
NERVIOS DEL MEDIASTINO POSTERIOR
Los troncos simpáticos y sus ganglios asociados forman una porción importante del sistema nervioso autónomo (v. fig. 1-75;
tabla 1-6). Los troncos simpáticos torácicos se continúan con los troncos simpáticos cervicales y lumbares, y se sitúan sobre
las cabezas de las costillas en la porción superior del tórax, las articulaciones costovertebrales a nivel mediotorácico y los
lados de los cuerpos vertebrales en la porción inferior del tórax. Los nervios esplácnicos torácicos inferiores—conocidos
también como nervios esplácnicos mayor, menor e imo—forman parte de los nervios esplácnicos abdominopélvicos, ya que
inervan vísceras inferiores al diafragma. Están formados por fibras presinápticas de los ganglios simpáticos 5.o-12.o, que
pasan a través del diafragma y hacen sinapsis en ganglios prevertebrales en el abdomen. Aportan inervación simpática para la
mayoría de las vísceras abdominales. Estos nervios esplácnicos se describen más adelante en el capítulo 2.
FIGURA 1-74. Sistema venoso ácigos. La vena ácigos forma una conexión directa entre la vena cava inferior y la vena cava superior. Las venas ácigos y hemiácigos
también se continúan inferiormente (debajo del diafragma) con las venas lumbares ascendentes.
Mediastino anterior
El mediastino anterior, la subdivisión más pequeña del mediastino (v. fig. 1-42), se sitúa entre el cuerpo del esternón y los
músculos transversos del tórax, anteriormente, y el pericardio posteriormente. El mediastino anterior se continúa con el
mediastino superior al nivel del ángulo del esternón, y está limitado inferiormente por el diafragma. Está constituido por tejido
conectivo laxo (ligamentos esternopericárdicos), grasa, vasos linfáticos, algunos nódulos linfáticos y ramas de los vasos
torácicos internos. En lactantes y niños, el mediastino anterior contiene la porción inferior del timo. En casos infrecuentes,
este órgano linfoide puede extenderse hasta alcanzar el nivel de los 4.os cartílagos costales.
• El borde izquierdo corresponde a una línea que conecta los extremos izquierdos de las líneas que representan los bordes
superior e inferior.
• Las valvas se localizan posteriormente al esternón; sin em bargo, los ruidos que producen se proyectan hacia los focos
auscultatorios (fig. 1-76), pulmonar, aórtico, mitral y tricúspide, donde se coloca el estetoscopio para evitar que se
interponga hueso.
El choque (latido) de la punta es un impulso que se produce porque el vértice se ve forzado contra la pared torácica
anterior cuando se contrae el ventrículo izquierdo. La localización del choque de la punta (área mitral) varía en su posición y
puede localizarse en los espacios intercostales 4.o o 5.o, a unos 6-10 cm de la línea media anterior del tórax.
Focos de auscultación
El interés clínico de la anatomía de superficie del corazón y de las válvulas cardíacas resulta de la necesidad de auscultar los
ruidos valvulares. Los cinco focos (dos son para la valva pulmonar) están separados lo máximo posible, de modo que los
sonidos producidos en cualquier válvula pueden distinguirse claramente de los producidos en las otras (fig. 1-76 D y E). La
sangre tiende a transportar el sonido en la dirección de su flujo; por ello, cada foco está situado superficialmente respecto a la
cavidad o vaso a donde se dirige la sangre y en línea directa con el orificio valvular.
El patrón habitual de ramificación del arco de la aorta está presente aproximadamente en el 65 % de las personas (v.
fig. 1-64). Las variaciones en el origen de las ramas del arco son bastante frecuentes (fig. C1-32 A). En un 27 % de las
personas, la arteria carótida común izquierda se origina a partir del tronco braquiocefálico. Alrededor del 2,5 % de las
personas no se forma el tronco braquiocefálico; en tal caso, cada una de las cuatro arterias (las arterias carótidas comunes y
subclavias derecha e izquierda) se originan independientemente en el ar co de la aorta. La arteria vertebral izquierda se
origina en el arco de la aorta en un 5 % de las personas. En el arco nacen troncos braquiocefálicos derecho e izquierdo en
aproximadamente el 1,2 % de las personas (Bergman et al., 1988).
En ocasiones hay una arteria subclavia derecha retroesofágica que nace como la última rama (la situada más a la
izquierda) del arco de la aorta (fig. C1-32 B). La arteria cruza posterior al esófago para alcanzar el miembro superior
derecho y puede comprimir el esófago, provocando dificultad al tragar (disfagia). Puede originarse una arteria accesoria
para la glándula tiroides, la arteria tiroidea ima, en el arco de la aorta o en la arteria braquiocefálica.
ANOMALÍAS DEL ARCO DE LA AORTA
La porción más superior del arco de la aorta suele situarse unos 2,5 cm inferior al borde superior del manubrio, pero puede
ser más superior o más inferior. A veces, el arco se curva sobre la raíz del pulmón derecho y pasa inferiormente por el lado
derecho, formando un arco derecho de la aorta. En algunos casos, el arco anómalo, tras pasar sobre la raíz del pulmón
derecho, pasa posterior al esófago para alcanzar su posición habitual en el lado izquierdo. Es menos frecuente que un arco
doble de la aorta forme un anillo vascular alrededor del esófago y la tráquea (fig. C1-32C). Si la tráquea está tan
comprimida que la respiración se ve afectada, puede ser necesario dividir quirúrgicamente el anillo vascular.
La porción distal de la aorta ascendente recibe una fuerte acometida de sangre cada vez que se contrae el ventrículo
izquierdo. Como su pared no está reforzada por pericardio fibroso (el pericardio fibroso se fusiona con la adventicia en la
porción inicial del arco; v. fig. 1-66 B), puede aparecer un aneurisma (dilatación localizada). Los aneurismas aórticos se
observan fácilmente en una placa de tórax (radiografía) o en una angiografía por resonancia magnética (RM) (fig. C1-33)
como un área agrandada en la silueta de la aorta ascendente. Las personas que sufren un aneurisma suelen presentar dolor
torácico que irradia al dorso. El aneurisma puede comprimir la tráquea, el esófago y el nervio laríngeo recurrente,
provocando dificultades para respirar y tragar.
Coartación de la aorta
En la coartación de la aorta, el arco de la aorta o la aorta torácica presentan un estrechamiento (estenosis) anormal
que disminuye el calibre de la luz del vaso, produciendo una obstrucción al flujo sanguíneo hacia la parte inferior del
cuerpo (fig. C1-34). La localización más frecuente de la coartación es cerca del ligamento arterioso (v. fig. 1-63). Cuando
la coartación se produce por debajo de este punto (coartación posductal), normalmente se desarrolla una circulación
colateral adecuada entre las porciones proximal y distal de la aorta a través de las arterias intercostales y torácicas
internas. Este tipo de coartación es compatible con la vida durante muchos años, ya que la circulación colateral transporta
sangre a la aorta torácica distal a la estenosis. Los vasos colaterales pueden volverse tan grandes que provoquen un latido
notable en los espacios intercostales y erosionen las superficies costales adyacentes, lo que es visible en las radiografías
del tórax.
Los nervios laríngeos recurrentes inervan a todos los músculos intrínsecos de la laringe, excepto uno. En
consecuencia, cualquier procedimiento exploratorio (diagnóstico; p. ej., una mediastinotomía) o enfermedad en el
mediastino superior pueden lesionar estos nervios y afectar a la voz. Debido a que el nervio laríngeo recurrente izquierdo
forma un asa alrededor del arco de la aorta y asciende entre la tráquea y el esófago, puede verse afectado por un carcinoma
esofágico o bronquial, un aumento de tamaño de los nódulos linfáticos mediastínicos o un aneurisma del arco de la aorta.
En este último caso, el nervio puede ser distendido por la dilatación del arco de la aorta.
Las variaciones del conducto torácico son frecuentes, ya que su porción superior representa el miembro original
izquierdo de una pareja de vasos linfáticos embrionarios. A veces existen dos conductos torácicos durante un corto tramo.
Las venas ácigos, hemiácigos y hemiácigos accesoria ofrecen sistemas alternativos de drenaje venoso de las
regiones torácica, abdominal y del dorso cuando se produce una obstrucción de la vena cava inferior. En algunas personas,
una vena ácigos accesoria discurre en paralelo con la vena ácigos en el lado derecho. Otras personas carecen de un sistema
venoso hemiácigos. Una variación clínicamente importante, aunque infrecuente, se da cuando el sistema venoso ácigos
recibe toda la sangre de la VCI, con excepción de la del hígado. En estas personas, el sistema venoso ácigos drena casi toda
la sangre inferior al diafragma, excepto la del tubo digestivo. Cuando se produce una obstrucción de la vena cava superior
mayor a la desembocadura de la vena ácigos, la sangre puede drenar inferiormente en las venas de la pared abdominal y
volver hacia el atrio derecho a través de la VCI y las venas del sistema ácigos.
El timo es una característica destacada del mediastino superior durante la lactancia y la niñez. En algunos lactantes,
el timo puede comprimir la tráquea. El timo desempeña un papel importante en el desarrollo y el mantenimiento del sistema
inmunitario. Al llegar a la pubertad, el tamaño relativo del timo empieza a disminuir. En la edad adulta suele ser
reemplazado por tejido adiposo y suele ser difícil de reconocer; sin embargo, sigue produciendo linfocitos T.
FIGURA C1-35. Angiografía aórtica (aortografía).
Angiografía aórtica
Para visualizar radiológicamente el arco de la aorta y las ramas que en él se originan, se introduce un catéter largo y
estrecho en la aorta ascendente a través de la arteria femoral o braquial en la región inguinal o del codo, respectivamente.
Bajo control fluoroscópico, el extremo del catéter se sitúa justo dentro de la abertura de una arteria coronaria; puede
obtenerse una angiografía aórtica inyectando un contraste radiopaco en la aorta y en las aberturas de las arterias que nacen
en el arco de la aorta (fig. C1-35).
El corazón proyecta la mayor parte de la sombra radiopaca central en las proyecciones posteroanteriores (fig. C1-
36), pero no es posible distinguir las cavidades cardíacas por separado. Es importante conocer las estructuras que forman
la silueta (sombra) cardíaca, ya que los cambios en ésta pueden indicar anomalías o trastornos funcionales (fig. C1-36 A).
En las radiografías posteroanteriores (proyecciones anteroposteriores), los bordes de la silueta cardíaca son los siguientes:
FIGURA C1-36. Sombras cardíacas (siluetas mediastínicas). A) Composición de los márgenes de la silueta cardíaca. B) Tipos frecuentes de silueta cardíaca.
TC y RM del mediastino
La TC y la RM se utilizan habitualmente para examinar el tórax. A veces se combina la TC con una mamografía para
examinar las mamas (fig. C1-37). Antes de obtener las imágenes de TC, se inyecta un medio de contraste yodado por vía
intravenosa. Debido a que las células del cáncer de mama tienen una afinidad inusual por el yodo, se vuelven reconocibles.
La RM suele ser mejor para detectar y delimitar lesiones de los tejidos blandos. Resulta especialmente útil para examinar
las vísceras y los nódulos linfáticos del mediastino y la raíz de los pulmones, mediante imágenes tanto planares (fig. C1-38)
como reconstruidas (fig. C1-39). Los estudios de RM y TC transversales (axiales) siempre se orientan para mostrar un corte
horizontal del cuerpo de un paciente en decúbito supino en la mesa de exploración, tal como lo vería el médico si se situase
a los pies del paciente. Por lo tanto, la parte superior de la imagen es anterior, y el borde lateral izquierdo de la imagen
representa la cara lateral derecha del cuerpo del paciente. Los datos de una TC o una RM pueden reconstruirse gráficamente
en el ordenador como cortes del cuerpo transversales, sagitales, oblicuos o coronales.
FIGURA C1-37. Tomografía computarizada de las mamas.
FIGURA C1-38. Tomografías computarizadas seriadas transversas del tórax. A) Se señala el nivel de cada corte (líneas discontinuas). B) A nivel de las
articulaciones esternoclaviculares, la vena braquiocefálica izquierda (2) cruza la línea media anterior a las tres ramas del arco de la aorta (3, 4 y 5) para unirse a
la vena braquiocefálica derecha (1), formando la vena cava superior (22) a un nivel más inferior. C) El arco de la aorta (20) está situado oblicuamente (más sagital que
transversal) con el extremo ascendente anteriormente en la línea media y el extremo descendente posteriormente y a la izquierda de los cuerpos vertebrales (17). La
VCS (22) recibe en el lado derecho el arco de la vena ácigos (23) desde su cara posterior. D) El tronco pulmonar (27) forma el tallo de una Y invertida, cuyos brazos
están constituidos por las arterias pulmonares derecha (28) e izquierda (29). La arteria pulmonar derecha (28) pasa bajo el arco de la aorta (entre las aortas ascendente
[24] y descendente [25]). E) Un corte a nivel del diámetro máximo del corazón muestra las cuatro cavidades (32-35) y la inclinación diagonal del tabique
interventricular (entre 33 y 35).
FIGURA C1-39. Angio-RM del corazón y los grandes vasos. Vista lateral (desde la izquierda y ligeramente anterior). Reconstruida a partir de datos generados y
acumulados por una resonancia magnética espiral. Se ven claramente todas las cavidades del corazón y los grandes vasos.
Puntos fundamentales
http://thepoint.lww.com/espanol-moore7e