Escudero
Escudero
Mario GILL
u n zafarrancho sangriento.
Así se inició en Acapulco u n período de agitación; no había acto de
masas en el puerto que no fuese aprovechado por Escudero o sus discípu-
los para llamar al pueblo a organizarse y luchar contra sus expoliadores
seculares. Esa táctica bolchevique y el contenido de las prédicas le valió
a Escudero el mote de " e l L e n i n de Guerrero". Finalmente, en l a casa
núm. 3 de l a calle de Rosendo Posada se constituyó el P a r t i d o Obrero de
Acapulco. E l p r i m e r presidente fué el "herrero Santiago Solano, pero el
a l m a de l a organización era indiscutiblemente J u a n R . Escudero. E l 1°
de mayo de 1920, durante l a demostración obrera, se planteó l a partici-
pación del flamante partido en l a lucha electoral, para arrebatar el d o m i -
n i o político a los gachupines.
J u a n se resistía a figurar en l a p l a n i l l a , para evitar que el p u e b l o
supusiera que había fundado u n partido para su beneficio personal, pero
cedió finalmente a las instancias de sus partidarios, y aceptó su postula-
ción. Su triunfo fué arrollador, pero en l a computadora —reunida en l a
casa de Matías Flores— se intentó escamotearle l a victoria; el pueblo, a
pesar de l a intervención de l a policía y de las fuerzas federales, hizo respe-
tar su voluntad. E l presidente de los computadores, mayor Esteban Es-
trada, tuvo que proclamar oficialmente el triunfo de Escudero. E l 1° de
enero de 1921 l a bandera del P a r t i d o Obrero de Acapulco, roja y negra,
con l a hoz y el m a r t i l l o en el centro, ondeó en el asta del palacio m u n i -
cipal.
L a comuna acapulqueña no existía en realidad; había sido hasta enton-
ces u n instrumento de d o m i n i o de los gachupines; no había normas, n i
bando de policía, n i policía (pues l a que existía era u n grupo armado y
pagado por los españoles); los impuestos se fijaban caprichosamente; no
había tesorería; los funcionarios del Ayuntamiento no percibían sueldos;
en f i n , era u n verdadero caos organizado en beneficio de los amos d e l
puerto. J u a n tuvo que crearlo todo. Fijó sueldos de cinco pesos a los
regidores y de ocho al presidente m u n i c i p a l ; nombró policía pagada
por el A y u n t a m i e n t o ; designó. a su hermano Felipe tesorero m u n i c i p a l ,
para lo cual le exigió u n a fianza que garantizara sus manejos (la fianza
l a dió el padre de los Escudero). R e d u j o los cobros que se hacían en el
mercado, e impuso como impuesto máximo el de $0.25; creó las j u n -
tas municipales, para evitar a los residentes de los pueblos el tener que
hacer viaje hasta l a cabecera para tratar sus asuntos; emprendió u n a bati-
da contra l a i n s a l u b r i d a d ; exigió que todos los propietarios barrieran el
frente de sus casas. E n suma, J u a n implantó en Acapulco el imperio de
l a ley y de la justicia.
E n cierta ocasión, u n perro, propiedad de l a f a m i l i a Escudero, mor-
dió a l a anciana F e l i p a Buenaga; J u a n citó al propietario del a n i m a l .
D o n Francisco Escudero y Espronceda se presentó en el palacio m u n i c i -
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pal ante su hijo. Éste exigió a su padre que pagara el costo de l a cura-
ción de l a anciana, y le aplicó además u n a m u l t a de $100; ordenó que su
padre fuera detenido hasta que no hiciera efectiva l a m u l t a . E l anciano
se paseaba furioso por los salones, tirándose de las barbas de plata: " P e r o
¿es decir que n i a tu p r o p i o padre respetas?", clamaba. " E l buen juez,
contestaba J u a n , por su p r o p i a casa empieza."
Fué necesario enviar a u n policía a l a casa del detenido para recoger
el importe de la m u l t a ; sólo entonces fué libertado. O t r o tanto ocurrió
con Ernesto, medio hermano de J u a n , multado por no barrer el frente de
su casa, y con el cura de Acapulco, d o n Florentino Díaz, y con muchos
otros poderosos. P o r falta de personal y de dinero para pagarlo, J u a n en
persona, con su hermano Felipe, recorría el mercado; para vigilar l a cali-
dad de los alimentos, conocer los problemas de l a ciudad y escuchar las
quejas de los humildes. E l joven alcalde trabajaba día y noche. E l pala-
cio m u n i c i p a l se convirtió en l a casa del pueblo. P a r a atender mejor los
asuntos oficiales, J u a n decidió instalarse en l a p r o p i a casa m u n i c i p a l ;
tomó u n a habitación, y se asignó u n a renta de treinta pesos mensuales,
que pagaba puntualmente.
E l P a r t i d o . Obrero se fortalecía y crecía arrolladoramente. Hombres y
mujeres ingresaban en masa y pagaban su cuota de $0.25 semanarios, con
l o que el P a r t i d o se sostenía en forma independiente. N o se aceptaba
ayuda económica de n i n g u n a persona ajena a l a organización. D o n José
Saad, comerciante árabe que simpatizaba con Escudero, le envió u n obse-
quio — u n par de zapatos—, que J u a n rechazó; Saad ofreció entonces u n a
cantidad para ayuda del P a r t i d o . A n t e l a nueva negativa de Escudero, el
árabe inquirió a través de " C o b i t o s " (Gustavo Cobos Camacho, fiel ayu-
dante del alcalde) " s i aceptaría u n 30-30". Escudero aceptó inmediata-
mente. " L o recibo —comentó con Cobos— porque con esas armas acaba-
remos con todos esos capitalistas."
L a colonia española temblaba de i r a y de miedo ante el avance de l a
revolución escuderista. Mantenía aún férreamente el control económico
y seguía contando con l a complicidad de las autoridades federales del
puerto. E r a u n a l u c h a desigual: l a comuna de Acapulco, pobre y apenas
improvisada, contra el poderío económico de los gachupines, que se ex-
tendía por ambas costas. J u a n decidió dar l a batalla en todos los frentes,
y el P a r t i d o O b r e r o fué controlando u n o tras otros los municipios de
ambas costas de Guerrero. E l único medio de acabar con el d o m i n i o eco-
nómico de los españoles consistía en l a apertura de l a carretera a México.
J u a n acudió a l gobierno federal y logró l a simpatía d e l presidente Obre-
gón para el proyecto.
E r a u n a l u c h a a muerte. J u a n vivía constantemente amparado, pero
a pesar de eso no p u d o evitar i n f i n i d a d de atropellos, encarcelamientos
en el castillo de San Diego, amenazas de muerte; pero el líder del P a r t i d o
Obrero tenía teniple bolchevique; mientras más d u r a l a lucha, mayor era
su entusiasmo para el combate. Desde las páginas de su pequeño perió-
dico, Regeneración — a f l o r a m i e n t o magonista, creado a raíz de l a funda-
ción del p a r t i d o y que se hacía en u n a imprenta p r o p i a , a d q u i r i d a por
90 dólares en los Estados Unidos—, flagelaba sin descanso a sus enemigos,
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E L TIRO DE GRACIA
SANGRE Y TRAICIÓN